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If you are not located in the United States, you -will have to check the laws of the country where you are located before -using this eBook. - -Title: Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (2 de - 5) - -Author: Conde de Toreno - -Release Date: October 15, 2022 [eBook #69159] - -Language: Spanish - -Produced by: Ramón Pajares Box and the Online Distributed Proofreading - Team at https://www.pgdp.net (This file was produced from - images generously made available by The Internet - Archive/Canadian Libraries) - -*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DEL LEVANTAMIENTO, -GUERRA Y REVOLUCIÓN DE ESPAÑA (2 DE 5) *** - - -NOTA DE TRANSCRIPCIÓN - - * Las cursivas se muestran entre _subrayados_ y las versalitas se han - convertido a MAYÚSCULAS. - - * Los errores de imprenta han sido corregidos. - - * La ortografía del texto original ha sido modernizada de acuerdo con - las normas publicadas en 2010 por la Real Academia Española. - - * También han sido modernizados los topónimos y los nombres propios de - persona, siempre que se han encontrado referencias bibliográficas. - - * Se han incorporado las correcciones mencionadas en la fe de erratas - aparecida en este segundo tomo. - - * Se ha alterado la numeración de los apéndices para que incorporen - el número del libro al que corresponden, obteniendo así una - identificación única a lo largo de todos los tomos de la obra. - - * Las páginas en blanco han sido eliminadas. - - - - - HISTORIA - DEL - Levantamiento, Guerra y Revolución - de España. - - - - - HISTORIA - DEL - Levantamiento, Guerra y Revolución - DE ESPAÑA - - POR - EL CONDE DE TORENO. - - TOMO II. - - Madrid: - IMPRENTA DE DON TOMÁS JORDÁN, - 1835. - - - - - ... quis nescit, primam esse historiæ legem, ne quid falsi dicere - audeat? deinde ne quid veri non audeat? ne qua suspicio gratiæ sit in - scribendo? ne qua simultatis? - - CICER., _De Oratore, lib. 2, c. 15._ - - - - - RESUMEN - DEL - LIBRO QUINTO. - - -_Primer sitio y defensa de Zaragoza. — Asiento de la ciudad. — Estado -apurado de la misma. — Salida de Palafox, 15 de junio. — Primera -embestida de los franceses contra Zaragoza y su derrota, 15 de junio. -— Don Lorenzo Calvo de Rozas. — Preparativos de defensa en Zaragoza. -— Don Antonio Sangenís. — Intimación de Lefebvre-Desnouettes. — El -general Palafox en Épila. — Acción de Épila. — Piensa Palafox en volver -a Zaragoza. — Entrada allí de Lazán el 24 de junio. — Juramento de los -zaragozanos. — Amenaza villana de un polaco a Calvo. — Conferencia y -proposiciones de los generales franceses. — Los franceses reforzados. -Verdier general en jefe. — Vuélase un almacén de pólvora. — Ataque -contra el monte Torrero. — Castigo del comandante. — Llegada de un -refuerzo a los españoles. — 30 de junio, principia el bombardeo. — -Nuevas obras de defensa de los sitiados. — Ataques del 1.º y 2 de -julio. — Agustina Zaragoza. — Entrada de Palafox el 2 en Zaragoza. — -Otros combates. — Puente echado por los franceses en San Lamberto. -— Estrago hecho por los mismos. — Otras medidas de los sitiados. — -Apodérase el enemigo de Villafeliche. — Otros combates. — Ataques del -3 y 4 de agosto. — Avanzan los franceses al Coso. — Salida de Palafox -de Zaragoza. — Vuelve Lazán el 15 con socorros. — El 8 Palafox. — -Continúan los choques y reencuentros. — Los franceses reciben el 6 -orden de retirarse. — Contraorden poco después. — Resolución magnánima -de los zaragozanos. — 13, orden definitiva dada a los franceses de -retirarse. — Llegada a Zaragoza de una división de Valencia. — Aléjanse -los franceses de Zaragoza el 14. — Fin del sitio. — Alegría de los -aragoneses, estado de la ciudad. — Cataluña. — Bloqueo de Figueras por -los somatenes. — Socorre la plaza el general Reille. — Don Juan Clarós. -— Vuelve Duhesme a Gerona. — Junta de Lérida. — Tropas de Menorca -mandadas por el marqués del Palacio. — El conde de Caldagués va en -socorro de Gerona. — Atacan los franceses a Gerona el 13 de agosto. -— Son derrotados el 16. — Levantan el sitio. — Portugal. — Estado -de aquel reino y de su insurrección. — Évora. — Expedición inglesa -enviada a Portugal. — Sir Arthur Wellesley. — Sale la expedición de -Cork. — Desembarco en Mondego. — Estado de Junot y sus disposiciones. -— Acción de Roliça. — Socorros llegados al ejército inglés. — Batalla -de Vimeiro 21 de agosto. — Armisticio entre ambos ejércitos. — Convenio -del almirante ruso con el inglés. — Convención de Cintra. — Españoles -de Portugal. — Restablecen los ingleses la regencia de Portugal. — -Elvas sitiada por los españoles. — Almeida por los portugueses. — -Desaprobación general de la convención de Cintra en Inglaterra. — -Declaración de S. M. B. de 4 de julio. — Peticiones y reclamaciones que -se hacen a los diputados españoles. — Dumourier. — Conde d’Artois. — -Luis XVIII. — Príncipe de Castelcicala. — Tropa española en Dinamarca. -— Marqués de la Romana. — Lobo. — Fábregues. — Se disponen a embarcarse -las tropas del norte. — Kindelán. — Kindelán y Guerrero. — Juramento -de los españoles en Langeland. — Dan la vela para España. — Trátase de -reunir una junta central. — Situación de Madrid. — Consejo de Castilla. -— Sus manejos. — Opinión sobre aquel cuerpo. — Estado de las juntas -provinciales. — Llegada a Gibraltar del príncipe Leopoldo de Sicilia. -— Correspondencia entre las juntas. — Proceder del consejo. — Entrada -en Madrid de Llamas y Castaños. — Proclamación de Fernando VII. — -Insurrección de Bilbao. — Movimientos en Guipúzcoa y Navarra. — Nuevos -manejos del consejo. — Propuesta de Cuesta a Castaños. — Consejo de -guerra celebrado en Madrid. — Prende Cuesta a Valdés y Quintanilla. — -Acaba el gobierno de las juntas provinciales._ - - - - - HISTORIA - DEL - LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN - de España. - - LIBRO QUINTO. - - -[Marginal: (* Ap. n. 5-1.) Primer sitio y defensa de Zaragoza.] - -Sin muro y sin torreones, según nos ha transmitido Floro,[*] defendiose -largos años la inmortal Numancia contra el poder de Roma. También -desguarnecida y desmurada resistió al de Francia con tenaz porfía, -si no por tanto tiempo, la ilustre Zaragoza. En esta como en aquella -mancillaron su fama ilustres capitanes: y los impetuosos y concertados -ataques del enemigo tuvieron que estrellarse en los acerados pechos -de sus invictos moradores. Por dos veces en menos de un año cercaron -los franceses a Zaragoza; una malogradamente, otra con pérdidas e -inauditos reveses. Cuanto fue de realce y nombre para Aragón la heroica -defensa de su capital, fue de abatimiento y desdoro para sus sitiadores -aguerridos y diestros no haberse enseñoreado de ella pronto y de la -primera embestida. - -[Marginal: Asiento de la ciudad.] - -Baña a Zaragoza, asentada a la derecha margen, el caudaloso Ebro. -Cíñela al mediodía y del lado opuesto Huerva, acanalado y pobre, que -más abajo rinde a aquel sus aguas, y casi en frente a donde desde el -Pirineo viene también a fenecer el Gállego. Por la misma parte y a un -cuarto de legua de la ciudad se eleva el monte Torrero, cuya altura -atraviesa la acequia imperial, que así llaman al canal de Aragón por -traer su origen del tiempo del emperador Carlos V. Antes del sitio -hermoseaban a Zaragoza en sus contornos feraces campiñas, viñedos y -olivares con amenas y deleitables quintas, a que dan en la tierra el -nombre de torres. A izquierda del Ebro está el Arrabal que comunica con -la ciudad por medio de un puente de piedra, habiéndose destruido otro -de madera en una riada que hubo en 1802. Pasaba la población de 55.000 -almas: menguó con las muertes y destrozos. No era Zaragoza ciudad -fortificada; diciendo Colmenar,[*] [Marginal: (* Ap. n. 5-2.)] a manera -de profecía, cosa ha de un siglo, «que estaba sin defensa, pero que -reparaba esta falta el valor de sus habitantes.» Cercábala solamente -una pared de diez a doce pies de alto y de tres de espesor, en parte -de tapia y en otras de mampostería, interpolada a veces y formada por -algunos edificios y conventos, y en la que se cuentan ocho puertas que -dan salida al campo. No lejos de una de ellas, que es la del Portillo, -y extramuros se distingue la Aljafería, antigua morada de los reyes de -Aragón, rodeada de un foso y muralla, cuyos cuatro ángulos guarnecen -otros tantos bastiones. Las calles en general son angostas, excepto la -del Coso muy espaciosa y larga, casi en el centro de la ciudad, y que -se extiende desde la puerta llamada del Sol hasta la plaza del Mercado. -Las casas de ladrillo y por la mayor parte de dos o tres pisos. La -adornan edificios y conventos bien construidos y de piedra de sillería. -La piedad admira dos suntuosas catedrales, la de nuestra Señora del -Pilar y la de la Seo, en las que alterna por años para su asistencia -el cabildo. El último templo antiquísimo, el primero muy venerado de -los naturales por la imagen que en su santuario se adora. Como no es de -nuestra incumbencia hacer una descripción especial de Zaragoza, no nos -detendremos ni en sus antigüedades ni grandeza, reservando para después -hablar de aquellos lugares, que a causa de la resistencia que en ellos -se opuso adquirieron desconocido renombre; porque allí las casas y -edificios fueron otras tantas fortalezas. - -Si ningunas eran en Zaragoza las obras de fortificación, tampoco -abundaban otros medios de defensa. Vimos cuán escasos andaban al -levantarse en mayo. El corto tiempo transcurrido no había dejado -aumentarlos notablemente, y antes bien se habían minorado con los -descalabros padecidos en Tudela y Mallén. [Marginal: Estado apurado -de Zaragoza.] En semejante estado déjase discurrir la consternación -de Zaragoza al esparcirse la nueva, en la noche del 14 de junio, de -haber sido aquel día derrotado Don José de Palafox en las cercanías -de Alagón, según dijimos en el anterior libro. Desapercibidos sus -habitantes tan solamente hallaron consuelo con la presencia de su -amado caudillo, que no tardó en regresar a la ciudad. Mas el enemigo -no dio descanso ni vagar. Siguieron de cerca a Palafox, y tras él -vinieron proposiciones del general Lefebvre-Desnouettes a fin de que se -rindiese, con un pliego enderezado al propio objeto y firmado por los -emisarios españoles Castelfranco, Villela y Pereira que acompañaban al -ejército francés, y de quienes ya hicimos mención. - -Fue la respuesta del general Palafox ir al encuentro de los invasores; -y con las pocas tropas que le quedaban, algunos paisanos y piezas de -campaña se colocó fuera no lejos de la ciudad al amanecer del 15. -[Marginal: Salida de Palafox, 15 de junio.] Estaba a su lado el marqués -de Lazán y muchos oficiales, mandando la artillería el capitán Don -Ignacio López. Pronto asomaron los franceses y trataron de acometer -a los nuestros con su acostumbrado denuedo. Pero Palafox viendo cuán -superior era el número de sus contrarios, determinó retirarse, y -ordenadamente pasó a Longares, pueblo seis leguas distante, desde donde -continuó al puerto del Frasno cercano a Calatayud: queriendo engrosar -su corta división con la que reunía y organizaba en dicha ciudad el -barón de Versages. - -Semejante movimiento si bien acertado en tanto que no se consideraba -a Zaragoza con medios para defenderse, dejaba a esta ciudad del todo -desamparada y a merced del enemigo. Así se lo imaginó fundadamente -el general francés Lefebvre-Desnouettes, y con sus 5 a 6000 infantes -y 800 caballos a las nueve de la mañana del mismo 15 presentose con -ufanía delante de las puertas. Habían crecido dentro las angustias: no -eran arriba de 300 los militares que quedaban entre miñones y otros -soldados: los cañones pocos y mal colocados como por gente a quien -no guiaban oficiales de artillería, pues de los dos únicos con quien -se contaba en un principio, Don Juan Cónsul y Don Ignacio López, el -último acompañaba a Palafox y el primero, por orden suya, hallábase -de comisión en Huesca. El paisanaje andaba sin concierto y por todas -partes reinaba la indisciplina y confusión. Parecía por tanto que -ningún obstáculo detendría a los enemigos, cuando el tiroteo de algunos -paisanos y soldados desbandados los obligó a hacer parada y proceder -precavidamente. De tan casual e impensado acontecimiento nació la -memorable defensa de Zaragoza. - -[Marginal: Primera embestida de los franceses contra Zaragoza y su -derrota, 15 de junio.] - -La perplejidad y tardanza del general francés alentó a los que -habían empezado a hacer fuego, y dio a otros alas para ayudarlos -y favorecerlos. Pero como aún no había ni baterías ni resguardo -importante, consiguieron algunos jinetes enemigos penetrar hasta dentro -de las calles. Acometidos por algunos voluntarios y miñones de Aragón -al mando del coronel Don Antonio de Torres, y acosados por todas partes -por hombres, mujeres y niños, fueron los más de ellos despedazados -cerca de nuestra Señora del Portillo, templo pegado a la puerta del -mismo nombre. - -Enfurecidos los habitantes y con mayor confianza en sus fuerzas después -de la adquirida si bien fácil ventaja, acudieron sin distinción de -clase ni de sexo a donde amagaba el peligro, y llevando a brazo los -cañones antes situados en el mercado, plaza del Pilar y otros parajes -desacomodados, los trasladaron a las avenidas por donde el enemigo -intentaba penetrar, y de repente hicieron contra sus huestes horrorosas -descargas. Creyó entonces necesario el general francés emprender un -ataque formal contra las puertas del Carmen y Portillo. Puso su mayor -conato en apoderarse de la última, sin advertir que situada a la -derecha la Aljafería eran flanqueadas sus tropas por los fuegos de -aquel castillo, cuyas fortificaciones aunque endebles, le resguardaban -de un rebate. Así sucedió que los que le guarnecían, capitaneados por -un oficial retirado de nombre Don Mariano Cerezo, militar tan bravo -como patriota, escarmentaron la audacia de los que confiadamente se -acercaban a sus muros. Dejáronles aproximarse y a quema ropa los -ametrallaron. En sumo grado contribuyó a que fuera más certera la -artillería en sus tiros un oficial sobrino del general Guillelmi, -quien encerrado allí con su tío desde el principio de la insurrección, -olvidándose del agravio recibido, solo pensó en no dar quiebra a su -honra, y cumplió debidamente con lo que la patria exigía de su persona. -Igualmente fueron los franceses repelidos en la Puerta del Carmen, -sosteniendo por los lados el tremendo fuego que de frente se les -hacía, escopeteros esparcidos entre las tapias, alameda y olivares, -cuya buena puntería causó en las filas enemigas notable matanza. -Nadie rehusaba ir a la lid: las mujeres corrían a porfía a estimular -a sus esposos y a sus hijos, y atropellando por medio del inminente -riesgo los socorrían con víveres y municiones. Los franceses aturdidos -al ver tanto furor y ardimiento titubeaban y crecía con su vacilar -el entusiasmo y valentía de los defensores. De nuevo no obstante y -reiteradas veces embistieron la entrada del Portillo, desviándose de la -Aljafería, y procurando cubrirse detrás de los olivares y arboledas. -Menester fue para poner término a la sangrienta y reñida pelea que -sobreviniese la noche. Bajo su amparo se retiraron los franceses a -media legua de la ciudad, y recogieron sus heridos, dejando el suelo -sembrado de más de 500 cadáveres. La pérdida de los españoles fue mucho -más reducida, abrigados de tapias y edificios. Y de aquella señalada -victoria, que algunos llamaron de las Eras, resultó el glorioso empeño -de los zaragozanos de no entrar en pacto alguno con el enemigo y -resistir hasta el último aliento. - -Fuera de sí aquellos vecinos con la victoria alcanzada, ignoraban -todavía el paradero del general Palafox. Grande fue su tristeza al -saber su ausencia, y no teniendo fe en las autoridades antiguas ni -en los demás jefes, los diputados y alcaldes de barrio a nombre del -vecindario se presentaron [Marginal: Don Lorenzo Calvo de Rozas.] luego -que cesó el combate al corregidor e intendente Don Lorenzo Calvo de -Rozas, que, hechura de Palafox, merecía su confianza. Instáronle para -que hiciera sus veces, y condescendió con sus ruegos en tanto que -aquel no volviera. Unía Calvo en su persona las calidades que el caso -requería. Declarado abiertamente en favor de la causa pública, habíase -fugado de Madrid en donde estaba avecindado. Hombre de carácter firme y -sereno, encerraba en su pecho, con apariencias de tibio, el entusiasmo -y presteza de un alma impetuosa y ardiente. Autorizado como ahora se -veía por la voz popular y punzado por el peligro que a todos amenazaba, -empleó con diligencia cuantos medios le sugería el deseo de proteger -contra la invasión extraña la ciudad que se ponía en sus manos. - -[Marginal: Preparativos de defensa en Zaragoza.] - -Prontamente llamó al teniente de rey D. Vicente Bustamante para que -expidiese y firmase a los de su jurisdicción las convenientes órdenes. -Mandó iluminar las calles con objeto de evitar cualquier sorpresa o -excesos; empezáronse a preparar sacos de tierra para formar baterías en -las puertas de Sancho, el Portillo, Carmen y Santa Engracia; abriéronse -zanjas o cortaduras en sus avenidas; dispusiéronse a artillarlas, -y se levantó en toda la tapia que circuía a la ciudad una banqueta -para desde allí molestar al enemigo con la fusilería. Prevínose a los -vecinos en estado de llevar armas, que se apostasen en los diversos -puntos debiendo alternar noche y día; ocupáronse los niños y mujeres -en tareas propias de su edad y sexo, y se encargó a los religiosos -hacer cartuchos de cañón y fusil, cumpliéndose con tan buen deseo y -ahinco aquellas disposiciones, que a las diez de la noche se había ya -convertido Zaragoza en un taller universal, en el que todos se afanaban -por desempeñar debidamente lo que a cada uno se había encomendado. - -Con más lentitud se procedió en la construcción de baterías por falta -de ingeniero que dirigiese la obra. [Marginal: Don Antonio Sangenís.] -Solo había uno, que era Don Antonio Sangenís, y este había sido el 15 -llevado a la cárcel por los paisanos que le conceptuaban sospechoso, -habiendo notado que reconocía las puertas y la ronda de la ciudad. -Ignorose su suerte en medio de la confusión, pelea y agitación de aquel -día y noche, y solo se le puso en libertad por orden de Calvo de Rozas -en la mañana del 16. Sin tardanza trazó Sangenís atinadamente varias -obras de fortificación, esmerándose en el buen desempeño, y ayudado en -lugar de otros ingenieros por los hermanos Tabuenca, arquitectos de la -ciudad. Pintan estos pormenores, y por eso no son de más, la situación -de los zaragozanos, y lo apurados y escasos que estaban de recursos y -de hombres inteligentes en los ramos entonces más necesarios. - -[Marginal: Intimación de Lefebvre Desnouettes.] - -Los franceses, atónitos con lo ocurrido el 15, juzgaron imprudente -empeñarse en nuevos ataques antes de recibir de Pamplona -mayores fuerzas, con artillería de sitio, morteros y municiones -correspondientes. Mientras que llegaba el socorro, queriendo Lefebvre -probar la vía de la negociación, intimó el 17 que, a no venir a -partido, pasaría a cuchillo a los habitantes cuando entrase en la -ciudad. Contestósele dignamente,[*] [Marginal: (* Ap. n. 5-3.)] y se -prosiguió con mayor empeño en prepararse a la defensa. - -[Marginal: El general Palafox en Épila.] - -El general Palafox en tanto, vista la decisión que habían tomado los -zaragozanos de resistir a todo trance al enemigo, trató de hostigarle y -llamar a otra parte su atención. Unido al barón de Versages contaba con -una división de 6000 hombres y cuatro piezas de artillería. El 21 de -junio pasó en Almunia reseña de su tropa, y el 23 marchó sobre Épila. -En aquella villa hubo jefes que notando el poco concierto de su tropa, -por lo común allegadiza, opinaron ser conveniente retirarse a Valencia, -y no empeorar con una derrota la suerte de Zaragoza. Palafox, asistido -de admirable presencia de ánimo, congregó su gente, y delante de las -filas, exhortando a todos a cumplir con el duro pero honroso deber que -la patria les imponía, añadió que eran dueños de alejarse libremente -aquellos a quienes no animase la conveniente fortaleza para seguir -por el estrecho y penoso sendero de la virtud y de la gloria, o que -tachasen de temeraria su empresa. Respondiose a su voz con universales -clamores de aprobación, y ninguno osó desamparar sus banderas. De -tamaña importancia es en los casos arduos la entera y determinada -voluntad de un caudillo. - -[Marginal: Acción de Épila.] - -Seguro de sus soldados, hizo propósito Palafox de avanzar la mañana -siguiente a la Muela, tres leguas de Zaragoza, queriendo coger a los -franceses entre su fuerza y aquella ciudad. Pero barruntando estos su -movimiento, se le anticiparon y acometieron a su ejército en Épila a -las nueve de la noche, hora desusada y en la que dieron de sobresalto -e impensadamente sobre los nuestros por haber sorprendido y hecho -prisionera una avanzada, y también por el descuido con que todavía -andaban nuestras inexpertas tropas. Trabose la refriega, que fue -empeñada y reñida. Como los españoles se vieron sobrecogidos, no hubo -orden premeditado de batalla, y los cuerpos se colocaron según pudo -cada uno en medio de la oscuridad. La artillería, dirigida por el muy -inteligente oficial Don Ignacio López, se señaló en aquella jornada, y -algunos regimientos se mantuvieron firmes hasta por la mañana, que, sin -precipitación, tomaron la vuelta de Calatayud. En su número se contaba -el de Fernando VII, que aunque nuevo, sostuvo el fuego por espacio -de seis horas, como si se compusiera de soldados veteranos. También -hombres sueltos de guardias españolas defendieron largo rato una -batería de las más importantes. Disputaron pues unos y otros el terreno -a punto que los franceses no los incomodaron en la retirada. - -[Marginal: Piensa Palafox en volver a Zaragoza.] - -Palafox convencido no obstante de que no era dado con tropas bisoñas -combatir ventajosamente en campo raso, y de que sería más útil su -ayuda dentro de Zaragoza, determinó superando obstáculos meterse con -los suyos en aquella ciudad, por lo que después de haberse rehecho, -y dejando en Calatayud un depósito al mando del barón de Versages, -dividió su corta tropa en dos pequeños trozos: encargó el uno a su -hermano Don Francisco, y acaudillando en persona el otro volvió el 2 de -julio a pisar el suelo zaragozano. - -[Marginal: Entrada allí el 24 de junio de Lazán.] - -Ya había allí acudido desde el 24 de junio su otro hermano el marqués -de Lazán, que era el gobernador, con varios oficiales, a instancias -y por aviso del intendente Calvo de Rozas. Deseaba este un arrimo -para robustecer aún más sus acertadas providencias, acordar otras, -comprometer en la defensa a las personas de distinción que no lo -estuviesen todavía, imponer respeto a la muchedumbre congregando una -reunión escogida y numerosa, y afirmarla en su resolución por medio -de un público y solemne juramento. Para ello convocó el 25 de junio -una junta general de las principales corporaciones e individuos de -todas clases, presidida por el de Lazán. En su seno expuso brevemente -Calvo de Rozas el estado en que la ciudad se hallaba, y cuáles eran -sus recursos, y excitó a los concurrentes a coadyuvar con sus luces -y patriótico celo al sostenimiento de la causa común. [Marginal: -Juramento de los zaragozanos.] Conformes todos aprobaron lo antes -obrado, se confirmaron en su propósito de vencer o morir, y resolvieron -que el 26 los vecinos, soldados, oficiales y paisanos armados -prestarían en calles y plazas, en baterías y puertas un público y -majestuoso juramento. Amaneció aquel día y a una hora señalada de la -tarde se pobló el aire de un grito asombroso y unánime, «de que los -defensores de Zaragoza juntos y separados derramarían hasta la última -gota de su sangre por su religión, su rey y sus hogares.» - -Movió a curiosidad entre los enemigos la impensada agitación que causó -tan nueva solemnidad, y con ansia de informarse de lo que pasaba, -aproximose a la línea española un comandante de polacos acompañado -de varios soldados; y aparentando deseos de tomar partido él y los -suyos con los sitiados, pidió como seguro de su determinación tratar -con los jefes superiores. [Marginal: Amenaza villana de un polaco a -Calvo.] Salió Calvo de Rozas, indicó al comandante que se adelantase -para conferenciar solos: hízolo así, mas a poco y alevosamente -cercaron a Calvo los soldados del contrario. Encaráronle las armas, y -después de preguntar lo que en Zaragoza ocurría, tuvo el comandante -la descompuesta osadía de decirle que no era su intento desamparar -sus banderas; que había solo inventado aquella artimaña para averiguar -de qué provenía la inquietud de la ciudad, e intimar de nuevo por -medio de una persona de cuenta la rendición, siendo inevitable que al -fin se sometiesen los zaragozanos al ejército francés, tan superior -y aguerrido. Añadiole que a no consentir con lo que de él exigía -sería muerto o prisionero. En vez de atemorizarse con la villana -amenaza, reportado y sereno contestole Calvo: «harto conocidas son -vuestras malas artes y la máscara de amistad con que encubrís vuestras -continuadas perfidias, para que desprevenido y no muy sobre aviso -acudiera yo a vuestro llamamiento: los muertos o prisioneros seréis -vos y vuestros soldados si intentáis traspasar las leyes admitidas -aun entre las naciones bárbaras. El castillo de donde estamos tan -próximos a la menor señal mía disparará sus cañones y fusiles, que por -disposición anterior están ya apuntados contra vosotros.» Alterose -el polaco con la áspera contestación, y reprimiendo la ira suavizó -su altanero lenguaje, ciñéndose a proponer al intendente Calvo una -conferencia con sus generales. Vino en ello, y tomando la venia del de -Lazán se escogió por sitio el frente de la batería del Portillo. - -[Marginal: Conferencia y proposiciones de los generales franceses.] - -Todavía en el mismo día avistáronse allí con Calvo y otros oficiales -españoles autorizados por el gobernador y vecindario, los generales -franceses Lefebvre y Verdier, recién llegado. Limitáronse las pláticas -a insistir estos en la entrega de Zaragoza, ofreciendo olvido de -lo pasado, respetar las personas y propiedades, y conservar a los -empleados en sus destinos; con la advertencia que de lo contrario -convertirían en cenizas la ciudad, y pasarían a cuchillo los moradores. -Calvo contestó con brío, prometiendo sin embargo que daría cuenta de -lo que proponían, y que en la mañana siguiente se les comunicaría la -definitiva resolución, [Marginal: (* Ap. n. 5-4.)] en cuya conformidad -pasó el 27 temprano al campo francés Don Emeterio Barredo llevando -consigo una respuesta [*] firmada por el marqués de Lazán, en la que se -desechaban las insidiosas proposiciones del enemigo. - -[Marginal: Los franceses, reforzados. Verdier, general en jefe.] - -Claro era que estrechar el asedio y nuevas embestidas seguirían a -repulsa tan temeraria, mayormente cuando los franceses habían engrosado -su ejército, y cuando se había mejorado su posición. Por aquellos días -además de haberse desembarazado de Palafox arrojándole de Épila, habían -recibido de Pamplona y Bayona socorros de cuantía. Trájolos el general -Verdier, quien por su mayor graduación reemplazó en el mando en jefe -a Lefebvre, y no menos fueron por de pronto reforzados que con 3000 -hombres, 30 cañones de grueso calibre, cuatro morteros, 12 obuses, y -800 portugueses a las órdenes de Gómez Freire. Fundadamente pensaron -entonces que con buen éxito podrían vencer la tenacidad zaragozana. - -[Marginal: Vuélase un almacén de pólvora.] - -Así fue que en el mismo día 27 renovaron el fuego, y dirigieron con -particularidad su ataque contra los puestos exteriores. Repelidos -con pérdida en las diversas entradas de la ciudad, de que quisieron -apoderarse, no pudo impedírseles que se acercasen al recinto. Como en -sus maniobras se notó el intento de enseñorearse del monte Torrero, -con diligencia se metieron en Zaragoza los víveres y municiones que -estaban encerrados en aquellos almacenes; mas tan oportuna precaución -originó un desastre. A las tres de la tarde estremeciéronse todos los -edificios, zumbando y resonando el aire con el disparo y caída de -piedras, astillas y cascos. Tuviéronse los zaragozanos por muertos y -como si fuesen a ser sepultados en medio de ruinas. Despavoridos y -azorados huían de sus casas, ignorando de dónde provenía tanto ruido, -turbación y fracaso. Causábalo el haberse pegado fuego por descuido -de los conductores a la pólvora que se almacenaba en el seminario -conciliar, y este y la manzana de casas contiguas y las que estaban -enfrente se volaron o desplomaron, rompiéndose los cristales de la -ciudad, con muertes y desdichas. Agregábase a la horrenda catástrofe la -pérdida de la pólvora tan necesaria en aquel tiempo, y en el que había -de todo apretada pobreza. - -Y para que apareciese enteramente acrisolada la constancia aragonesa, -los franceses fiados en la desolación y universal desconsuelo -reiteraron sus ataques en tan apurado momento. No se descorazonaron -los defensores, antes bien enfurecidos hicieron que se malograse la -tentativa de los enemigos, inhumana en aquella sazón. - -Desde aquel día no transcurrió uno en que no hubiese reñidas -contiendas, escaramuzas, salidas, acometimientos de sitiados y -sitiadores. Largo sería e imposible referir hazañas tantas y tan -gloriosas, rara vez empañadas con alguna bastarda acción. - -[Marginal: Ataque contra el monte Torrero.] - -Túvose sin embargo por tal lo ocurrido en el monte Torrero. El -comandante a cuyo cargo estaba el puesto, de nombre Falcón, ora por -connivencia, ora por desaliento, que es a lo que nos inclinamos, le -desamparó vergonzosamente, y el enemigo, enseñoreándose de aquellas -alturas, causó en breve notables estragos. - -[Marginal: Castigo del comandante.] - -El vecindario por su parte, irritado de la conducta del comandante -español, le obligó más adelante a que compareciese ante un consejo de -guerra, y por sentencia de este fue arcabuceado. La misma suerte cupo -durante el sitio al coronel Don Rafael Pesino, gobernador de las Cinco -Villas, y a otros de menos nombre, acusados de inteligencia con el -enemigo. Ejemplar castigo, tachado por algunos de precipitado, pero -que miraron otros como saludable freno contra los que flaqueasen por -tímidos o tramasen alguna alevosía. - -[Marginal: Llegada de un refuerzo a los españoles.] - -Empeñábase así la resistencia, y cobraban todos ánimo con los oficiales -y soldados que a menudo acudían en ayuda de la ciudad sitiada. Llenó -sobre todo de particular gozo la llegada a últimos de junio de 300 -soldados del regimiento de Extremadura al mando del teniente coronel -Don Domingo Larripa, que vimos allá detenido en Tárrega, sin querer -cumplir las órdenes de Duhesme, y también la que por entonces ocurrió -de 100 voluntarios de Tarragona capitaneados por el teniente coronel -Don Francisco Marcó del Pont. Compensábase con eso algún tanto el haber -perdido las alturas de Torrero. - -Mas dueños los franceses de semejante posición, determinaron molestar -la ciudad con balas, granadas y bombas. Para ello colocaron en -aquella eminencia una batería formidable de cañones de grueso calibre -y morteros. Levantaron otras en diversos puntos de la línea, con -especialidad en el paraje llamado de la Bernardona, enfrente de la -Aljafería. [Marginal: 30 de junio, principia el bombardeo.] Preparados -de este modo, al terminarse el 30 de junio y a las doce de la noche -rompieron el fuego, y dieron principio a un horroroso bombardeo. Los -primeros tiros salvaron la ciudad sin hacer daño: acortáronlos, y las -bombas penetrando por las bóvedas de la fábrica antigua de la iglesia -del Pilar y arruinando varias casas, empezaron a causar quebrantos y -destrozos. - -Al amanecer los vecinos lejos de arredrarse a su vista, trabajaron a -competencia y con sumo afán para disminuir las lástimas y desgracias. -[Marginal: Nuevas obras de defensa de los sitiados.] Construyéronse -blindajes en calles y plazas, torciose el curso de Huerva y se le -metió en la ciudad para apagar con presteza cualquier incendio. -Franqueáronse los sótanos, empleando dentro en trabajos útiles y -que pedían resguardo a los que no eran llamados a guerrear. Para -observar el fogonazo y avisar la llegada de las bombas, pusiéronse -atalayas en la torre que denominaban nueva, si bien fabricada en -1504, la cual elevándose en la plaza de San Felipe sola y sin arrimo -pareció acomodada al caso, aunque ladeada a la manera de la famosa -de Pisa. No satisfechos los sitiados con estas obras y las antes -construidas, ideando otras, cortaron y zanjaron calles, atroneraron -casas y tapiales, apilaron sacos de tierra, trazaron y erigieron -nuevas baterías, las cubrieron con cañones arrumbados por viejos en la -Aljafería o con los que sucesivamente llegaban de Lérida y Jaca, y en -fin quemaron y talaron las huertas y olivares, los jardines y quintas -que encubrían los aproches del enemigo, perjudicando a la defensa. Sus -dueños no solamente condescendían en la destrucción con desprendimiento -magnánimo, sino que las más veces ayudaban con sus brazos al total -asolamiento. Y cuando lidiando en otro lado descubrían la llama que -devoraba el fruto de años de sudor y trabajo o el antiguo solar de sus -abuelos, ensoberbecíanse de cooperar así y con largueza a la libertad -de la patria. ¿De qué no eran capaces varones dotados de virtudes tan -esclarecidas? - -[Marginal: Ataques del 1.º y 2 de julio.] - -Al bombardeo siguiose en la mañana del 1.º de julio un ataque general -en todos los puntos. Empezaron a batir la Aljafería y Puerta del -Portillo, mandada por Don Francisco Marcó del Pont, los fuegos de la -Bernardona. La Puerta del Carmen encargada al cuidado de Don Domingo -Larripa fue casi al mismo tiempo embestida, y tampoco tardaron los -enemigos en molestar la de Sancho custodiada por el sargento mayor -Don Mariano Renovales. Con todo, siendo su mayor empeño apoderarse de -la del Portillo, hubo allí tal estrago que, muertos en una batería -exterior todos los que la defendían, nadie osaba ir a reemplazarlos, -[Marginal: Agustina Zaragoza.] lo cual dio ocasión a que se señalase -una mujer del pueblo llamada Agustina Zaragoza. Moza esta de 22 años -y agraciada de rostro, llevaba provisiones a los defensores cuando -acaeció el mencionado abandono. Notando aquella valerosa hembra el -aprieto y desánimo de los hombres, corrió al peligroso punto, y -arrancando la mecha aún encendida de un artillero que yacía por el -suelo, puso fuego a una pieza, e hizo voto de no desampararla durante -el sitio sino con la vida. Imprimiendo su arrojo nueva audacia en -los decaídos ánimos, se precipitaron todos a la batería, y renovose -tremendo fuego. Proeza muy semejante la de Agustina a la de María Pita -en el sitio que pusieron los ingleses a la Coruña en 1589, fue premiada -también de un modo parecido, y así como a aquella le concedió Felipe II -el grado y sueldo de alférez vivo, remuneró Palafox a esta con un grado -militar y una pensión vitalicia. - -Continuaba vivísimo el fuego, y nuestra artillería muy certera -arredraba al enemigo, sin que hasta entonces hubiese oficial alguno de -aquella arma que la dirigiese. No eran todavía las doce del día cuando -entre el horroroso y mortífero estruendo del cañón se presentaron los -subtenientes de aquel distinguido cuerpo Don Jerónimo Piñeiro y Don -Francisco Rosete, que fugados de Barcelona corrían apresuradamente a -tomar parte en la defensa de Zaragoza. Sin descanso, después de largo -viaje y fatigoso tránsito, se pusieron el primero a dirigir los fuegos -de la entrada del Portillo, y el segundo los de la del Carmen. Con -la ayuda de oficiales inteligentes creció el brío en los nuestros, y -aumentose el estrago en los contrarios. La noche cortó el combate, -mas no el bombardeo, renovándose aquel al despuntar del alba con -igual furia que el día anterior. Las columnas enemigas con diversas -maniobras intentaron enseñorearse del Portillo, y abierta brecha en la -Aljafería se arrojaron a asaltar aquella fortaleza; pero fuese que no -hallasen escalas acomodadas, o fuese más bien la denodada valentía de -los sitiados, los franceses repelidos se desordenaron y dispersaron en -medio de los esfuerzos de jefes y oficiales. Otro tanto pasaba en el -Portillo y Carmen. El marqués de Lazán, durante el ataque, recorrió la -línea en los puntos más peligrosos, remunerando a unos y alentando a -otros con sus palabras. - -Ya era entrada la tarde, desmayaban los enemigos, y los nuestros -familiarizándose más y más con los riesgos de la guerra, desconocidos -al mayor número, redoblaron sus esfuerzos alentados con un inesperado y -para ellos halagüeño acontecimiento. [Marginal: Entrada de Palafox el -2 en Zaragoza.] De boca en boca y con rapidez se difundió que Don José -de Palafox estaba de vuelta en la ciudad y que pronto gozarían todos de -su presencia. En efecto penetrando en Zaragoza a las cuatro de la tarde -de aquel día, que era el 2, apareciose de repente en donde se lidiaba, -y a su vista arrebatados de entusiasmo hicieron los nuestros tan firme -rostro a los franceses, que sin insistir estos en nueva acometida se -contentaron con proseguir el bombardeo. - -[Marginal: Otros combates.] - -Viendo sin embargo que para aproximarse a las puertas era menester -hacerse dueños de los conventos de San José y Capuchinos y otros puntos -extramuros, comenzaron por entonces a embestirlos. En el convento de -San José, asentado a la derecha del río Huerva, no había otro amparo -que el de las paredes en cuyo macizo se habían abierto troneras. -Asaltáronle 400 polacos, y repelidos con gran pérdida tuvieron que -aguardar refuerzo, y aun así no se posesionaron de aquel puesto sino al -cabo de horas de pelea. No fueron más afortunados en el de Capuchinos -cercano a la Puerta del Carmen. Lucharon los defensores cuerpo a cuerpo -en la iglesia, en los claustros, en las celdas, y no desampararon el -edificio hasta después de haberle puesto fuego. - -[Marginal: Puente echado por los franceses en San Lamberto.] - -También quisieron los franceses cercar la ciudad por la orilla -izquierda del Ebro, principalmente a causa de los socorros que la libre -comunicación proporcionaba. Para estorbarla pensaron en cruzar el río, -echando el 10 de julio un puente de balsas en San Lamberto. Salió -contra ellos el general Palafox con paisanos y una compañía de suizos -que acababa de llegar. Batallaron largo tiempo, y vino con refuerzo a -sostenerlos el intendente Calvo de Rozas, cuyo caballo fue derribado -de una granada. [Marginal: Estrago hecho por los mismos.] Los enemigos -no se atrevieron a pasar muy adelante, y aprovechando los nuestros el -precioso respiro que daban, levantaron en el Arrabal tres baterías, una -en los tejares, y las otras dos en el rastro de los clérigos y en San -Lázaro: de las que protegidos los labradores se escopetearon varias -veces con los franceses en el campo de las Ranillas y los ahuyentaron, -distinguiéndose con frecuencia en la lid el famoso tío Jorge. -[Marginal: Otras medidas de los sitiados.] Así que los sitiadores no -pudieron cerrar del todo las comunicaciones de Zaragoza, pero talaron -los campos, quemaron las mieses, y extendiéndose hacia el Gállego viose -desconsoladamente arder el puente de madera que da paso al camino -carretero de Cataluña, y destruirse e incendiarse las aceñas y molinos -harineros que abastecían la ciudad. Las angustias crecían, mas al par -de ellas también el ardimiento de los sitiados. Se acopió la harina -del vecindario para amasar solamente pan de munición que todos comían -con gusto, y para fabricar pólvora se establecieron molinos movidos -por caballos, y se cogió el azufre en donde quiera que lo había: se -lavó la tierra de las calles para tener salitre, y se hizo carbón con -la caña del cáñamo tan alto en aquel país. No poco cooperó al acierto -y dirección de estos trabajos, como de los demás que ocurrieron, el -sabio oficial de artillería Don Ignacio López, quien desde entonces -hasta el fin del sitio fue uno de los pilares en que estribó la defensa -zaragozana. - -[Marginal: Apodérase el enemigo de Villafeliche.] - -Eran estas precauciones tanto más necesarias, cuanto no solo los -franceses ceñían más y más la plaza, sino que también previeron los -sitiados que bien pronto intentarían destruir o tomar los molinos de -pólvora de Villafeliche a doce leguas de Zaragoza, que eran los que la -proveían. Así sucedió. El barón de Versages desde Calatayud asomándose -a las alturas inmediatas a aquel pueblo, impidió al principio que -lograsen su objeto. Mas revolviendo sobre él los enemigos con mayores -fuerzas tuvo que replegarse y dejar en sus manos tan importantes -fábricas. - -[Marginal: Otros combates.] - -En medio del tropel de desdichas que oprimían a los zaragozanos -permanecían constantes sin que nada los abatiese. En continuada vela -desbarataban las sorpresas que a cada paso tentaban sus contrarios. El -17 de julio dueños ya estos del convento de Capuchinos, sigilosamente -a las nueve de la noche procuraron ponerse bajo el tiro de cañón de -la Puerta del Carmen. Los nuestros lo notaron y en silencio también -aguardando el momento del asalto rompieron el fuego y derribaron -sin vida a los que se gloriaban ya de ser dueños del puesto. Con -mayor furia renovaron los sitiadores sus ataques allí y en las otras -puertas las noches siguientes: en todas infructuosamente, no habiendo -podido tampoco apoderarse del convento de Trinitarios descalzos sito -extramuros de la ciudad. - -En lucha tan encarnizada los españoles a veces molestaban al enemigo -con sus salidas, y no menos quisieron que adelantarse hasta el monte -Torrero. Aparentando pues un ataque formal por el paseo antes deleitoso -que de la ciudad iba a aquel punto, dieron otros de sobresalto en -medio del día en el campamento francés. Todo lo atropellaron y no se -retiraron sino cubiertos de sangre y despojos. Por las márgenes del -Gállego midieron igualmente unos y otros sus armas en varias ocasiones, -y señaladamente en 29 de julio en que nuestros lanceros sacaron ventaja -a los suyos con mucha honra y prez, sobresaliendo en los reencuentros -el coronel Butrón, primer ayudante de Palafox. - -Restaban aún nuevas y más recias ocasiones en que se emplease y -resplandeciese la bizarría y firmeza de los zaragozanos. Noche y -día trabajaban sus enemigos para construir un camino cubierto que -fuese desde el convento de San José por la orilla del Huerva hasta -las inmediaciones de la Bernardona, y a su abrigo colocar morteros y -cañones, no mediando ya entre sus baterías y las de los españoles sino -muy corta distancia. - -[Marginal: Ataques del 3 y 4 de agosto.] - -Aguardábase por momentos una general embestida, y en efecto en la -madrugada del 3 de agosto el enemigo rompió el fuego en toda la -línea, cayendo principalmente una lluvia de bombas y granadas en el -barrio de la ciudad situado entre las puertas de Santa Engracia y -el Carmen hasta la calle del Coso. El coronel de ingenieros francés -Lacoste, ayudante de Napoleón, que había llegado después de comenzado -el sitio, con razón juzgó no ser acertado el ataque antes emprendido -por el Portillo, y determinó que el actual se diese del lado de Santa -Engracia, como más directo y como punto no flanqueado por el castillo. -La principal batería de brecha estaba a 150 varas del convento, y -constaba de 6 piezas de a 16 y de 4 obuses. Habían además establecido -sobre todo el frente de ataque 7 baterías, de las que la más lejana -estaba del recinto 400 varas. A tal distancia y tan reconcentrado -fácil es imaginarse cuán terrible y destructor sería su fuego. Sea -de propósito o por acaso, notose que sus tiros con particularidad -se asestaban contra el hospital general en que había gran número de -heridos y enfermos, los niños expósitos y los dementes. Al caer las -bombas hasta los más postrados, desnudos y despavoridos saltaron de -sus camas y quisieron salvarse. Grande desolación fue aquella. Mas con -el celo y actividad de buenos patricios, muchos, en particular niños y -heridos, se trasladaron a paraje más resguardado. Prosiguió todo aquel -día el bombardeo, conmoviéndose unos edificios, desplomándose otros, -y causando todo junto tal estampido y estruendo que se difundía y -retumbaba a muchas leguas de Zaragoza. - -Al alborear del 4 descubrieron los enemigos su formidable batería -en frente de Santa Engracia. No había enderredor del monasterio -foso alguno, coronando solo sus pisos varias piezas de artillería. -Empezaron a batirle en brecha, acometiendo al mismo tiempo la entrada -inmediata del mismo nombre, y distrayendo la atención con otros -ataques del lado del Carmen, Portillo y Aljafería. A las nueve de la -mañana estaban arrasadas casi todas nuestras baterías y practicables -las brechas. Palafox presentándose por todas partes, corría a donde -había mayor riesgo y sostenía la constancia de su gente. En lo recio -del combate propúsole Lefebvre-Desnouettes: «paz y capitulación.» -Respondiole Palafox: «guerra a cuchillo.» A su voz atropellábanse -paisanos y soldados a oponerse al enemigo, y abalanzándose a dicho -monasterio de Santa Engracia, célebre por sus antigüedades y por -ser fundación de los reyes católicos, se metían dentro sin que los -arredrara ni el desplomarse de los pisos ni la caída de las mismas -paredes que amagaba. A todo hacían rostro, nada los desviaba de su -temerario arrojo. Y no parecía sino que las sombras de los dos célebres -historiadores de Aragón, Jerónimo Blancas y Zurita, cuyas cenizas allí -reposaban, ahuyentadas del sepulcro al ruido de las armas y vagando -por los atrios y bóvedas, los estimulaban y aguijaban a la pelea, -representándoles vivamente los heroicos hechos de sus antepasados que -tan verídica y noblemente habían trasmitido a la posteridad. Tanto -tenía de sobrehumano el porfiado lidiar de los aragoneses. - -Al cabo de horas, y cuando el terreno quedaba no sembrado sino -cubierto de cadáveres, y en torno suyo ruinas y destrozos, pudieron -los franceses avanzar y salir a la calle de Santa Engracia. Pisando ya -el recinto vanagloriábanse de ser dueños de Zaragoza, y formados y con -arrogancia se encaminaban al Coso. - -Mas pesoles muy luego su sobrada confianza. Cogidos y como enredados -entre calles y casas estuvieron expuestos a un horroroso fuego que de -todos lados se les hacía a manera de granizada. Cortadas las bocacalles -y parapetados los defensores con sacas de algodón y lana, y detrás de -las paredes de las mismas casas, los abrasaron por decirlo así a quema -ropa por espacio de tres horas, sin que pudieran salir al Coso, a donde -desemboca la calle de Santa Engracia. Desesperanzaban ya los franceses -de conseguirlo, cuando volándose un repuesto de pólvora que cerca -tenían los españoles, con el daño y desorden que esta desgracia causó, -fueles permitido a los acometedores llegar al Coso, y posesionarse de -dos grandes edificios que hay en ambas esquinas, el del convento de San -Francisco a la izquierda, y el hospital general a la derecha. En este -fue espantoso el ataque, prendiose fuego, y los enfermos que quedaban -arrojándose por las ventanas caían sobre las bayonetas enemigas. Entre -tanto los locos encerrados en sus jaulas cantaban, lloraban o reían -según la manía de cada uno. Los soldados enemigos tan fuera de sí como -los mismos dementes, en el ardor del combate mataron a muchos y se -llevaron a otros al monte Torrero, de donde después los enviaron. Mucha -sangre había costado a los franceses aquel día, habiendo sido tan de -cerca ofendidos: contáronse entre el número de los muertos oficiales -superiores, y fue herido su mismo general en jefe Verdier. - -[Marginal: Avanzan los franceses al Coso.] - -Dueños de aquella parte sentaron los enemigos sus águilas victoriosas -en la cruz del Coso, templete con columnas en medio de la calle del -mismo nombre. Todo parecía así perdido y acabado. Calvo de Rozas y el -oficial Don Justo San Martín fueron los últimos que a las cuatro de la -tarde, después de haberse volado el mencionado repuesto, desampararon -la batería que enfilaba desde el Coso la avenida de Santa Engracia. -Pero el primero no decayendo de ánimo dirigiose por la calle de San Gil -al Arrabal para desde allí juntar dispersos, rehacer su gente, traer -los que custodiaban aquellos puntos entonces no atacados, y con su -ayuda prolongar hasta la noche la resistencia, aguardando de fuera y -antes de la madrugada, según veremos, auxilio y refuerzos. - -Favoreció a su empresa lo ocurrido en el hospital general, y una -equivocación afortunada de los enemigos, quienes queriendo encaminarse -al puente que comunica con el Arrabal, en vez de tomar la calle de -San Gil que tomó Calvo y es la directa, desfilaron por el arco de -Cineja, callejuela torcida que va a la Torrenueva. Aprovechándose los -aragoneses del extravío, los arremetieron en aquella estrechura y los -acribillaron y despedazaron. Obligoles a hacer alto semejante choque, -y en el entretanto volviendo Calvo del Arrabal con 600 hombres de -refresco y otros muchos que se le agregaron, desembocaron juntos y -de repente en la calle del Coso en donde estaba la columna francesa. -Embistió con 50 hombres escogidos, y el primero el anciano capitán -Cerezo, que ya vimos en la Aljafería, yendo armado [para que todo fuera -extraordinario] de espada y rodela, y bien unido con los suyos se -arrojaron todos como leones sobre los contrarios, sorprendidos con el -súbito y furibundo ataque. Acometieron los demás por diversos puntos, -y disparando desde las casas trabucazos y todo linaje de mortíferos -instrumentos, acosados los franceses y aterrados, se dispersaron y -recogieron en los edificios de San Francisco y hospital general. - -Anocheció al cesar la pelea, y vueltos los españoles del primer -sobresalto supieron por experiencia con cuanta ventaja resistirían al -enemigo dentro de las calles y casas. Sosteníales también la firme -esperanza de que con el alba aparecería delante de sus puertas un -numeroso socorro de tropas, que así se lo había prometido su idolatrado -caudillo Don José de Palafox. - -[Marginal: Salida de Palafox de Zaragoza.] - -Había partido este de Zaragoza con sus dos hermanos a las doce del -día del 4, después que los franceses dueños del monasterio de Santa -Engracia estaban como atascados en las calles que daban al Coso. -Presumíase con fundamento que no podrían en aquel día vencer los -obstáculos con que encontraban; mas al mismo tiempo careciendo de -municiones y menguando la gente, temíase que acabarían por superarlos -si no llegaban socorros de a fuera, y si además tropas de refresco no -llenaban los huecos y animaban con su presencia a los tan fatigados -si bien heroicos defensores. No estaban aquellas lejos de la ciudad, -pero dilatándose su entrada pensose que era necesario fuese Palafox en -persona a acelerar la marcha. No quiso este sin embargo alejarse antes -que le prometiesen los zaragozanos que se mantendrían firmes hasta su -vuelta. Hiciéronlo así, y teniendo fe en la palabra dada convino en ir -al encuentro de los socorros. - -Correspondió a la esperanza el éxito de la empresa. A últimos de junio -había desde Cataluña penetrado en Aragón el 2.º batallón de voluntarios -con 1200 plazas al mando del coronel Don Luis Amat y Terán, 500 hombres -de guardias españolas al del coronel Don José Manso, y además dos -compañías de voluntarios de Lérida, cuya división se había situado en -Gelsa, diez leguas de Zaragoza. Cierto que con este auxilio y un convoy -que bajo su amparo podría meterse en la ciudad sitiada, era dado -prolongar la defensa hasta la llegada de otro cuerpo de 5000 hombres -procedente de Valencia que se adelantaba por el camino de Teruel. El -tiempo urgía; no sobraba la más exquisita diligencia, por lo que, y a -mayor abundamiento, despachose al mismo Calvo de Rozas para enterar -a Palafox de lo ocurrido después de su partida y servir de punzante -espuela al pronto envío de los socorros. Alcanzó el nuevo emisario al -general en Villafranca de Ebro, pasaron juntos a Osera, cuatro leguas -de Zaragoza, en donde a las nueve de la noche entraron las tropas -alojadas antes en Gelsa y Pina. - -En dicho pueblo de Osera celebrose consejo de guerra, a que -asistieron los tres Palafoxes con su estado mayor, el brigadier Don -Francisco Osina, el coronel de artillería Don J. Navarro Sangrán -[estos dos procedentes de Valencia] y otros jefes. Informados por el -intendente Calvo del estado de Zaragoza, sin tardanza se determinó -que el marqués de Lazán con los 500 hombres de guardias españolas, -formando la vanguardia se metiese en la ciudad en la madrugada del -5, que con la demás tropa le siguiese Don José de Palafox, y que -su hermano Don Francisco quedase a la retaguardia con el convoy de -víveres y municiones custodiado también por Calvo de Rozas. Acordose -asimismo que para mantener con brío a los sitiados y consolarlos -en su angustiada posición, partiesen prontamente a Zaragoza como -anunciadores y pregoneros del socorro el teniente coronel Don Emeterio -Barredo y el tío Jorge, cuya persona rara vez se alejaba del lado de -Palafox, siendo capitán de su guardia. Partiéronse todos a desempeñar -sus respectivos encargos, y la oportuna llegada a la ciudad de los -mencionados emisarios, desbaratando los secretos manejos en que andaban -algunos malos ciudadanos, confortó al común de la gente y provocó el -más arrebatado entusiasmo. - -[Marginal: Vuelve Lazán el 5 con socorros.] - -A ser posible, hubiera crecido de punto con la entrada, pocas -horas después, del marqués de Lazán. Retardose la de su hermano y -la del convoy por un movimiento del general Lefebvre-Desnouettes, -quien mandaba en jefe en lugar del herido Verdier. Habíanle avisado -la llegada de Lazán y quería impedir la de los demás, juzgando -acertadamente que le sería más fácil destruirlos en campo abierto que -dentro de la ciudad. Palafox, desviándose a Villamayor, situado a -dos leguas y media, en una altura desde donde se descubre Zaragoza, -esquivó el combate y aguardó oportunidad de burlar la vigilancia del -enemigo. Para ejecutar su intento con apariencia fundada de buen -éxito, mandó que de Huesca se le uniese el coronel Don Felipe Perena -con 3000 hombres que allí había adiestrado, y después dejando a estos -en las alturas de Villamayor para encubrir su movimiento, [Marginal: -El 8, Palafox con otro nuevo.] y valiéndose también de otros ardides -engañó al enemigo, y de mañana y con el sol entró el día 8 por las -calles de Zaragoza. Déjase discurrir a qué punto se elevaría el júbilo -y contentamiento de sus moradores, y cuán difícil sería contener sus -ímpetus dentro de un término conveniente y templado. - -Los franceses, si bien sucesivamente habían acrecentado el número de -su gente hasta rayar en el de 11.000 soldados, estaban descaecidos de -espíritu, visto que de nada servían en aquella lid las ventajas de -la disciplina, y que para ir adelante menester era conquistar cada -calle y cada casa, arrancándolas del poder de hombres tan resueltos y -constantes. Amilanáronse aún más con la llegada de los auxilios que en -la madrugada del 5 recibieron los sitiados, y con los que se divisaban -en las cercanías. - -[Marginal: Continúan los choques y reencuentros.] - -No por eso desistieron del propósito de enseñorearse de todos los -barrios de la ciudad, y destruyendo las tapias, formaron detrás líneas -fortificadas, y construyeron ramales que comunicasen con los que -estaban alojados dentro. - -Desde el 5 hubo continuados tiroteos, peleábase noche y día en casas -y edificios, incendiáronse algunos y fueron otros teatro de reñidas -lides. En las más brilló con sus parroquianos el beneficiado Don -Santiago Sas, y el tío Jorge. También se distinguió en la Puerta de -Sancho otra mujer del pueblo llamada Casta Álvarez, y mucho por todas -partes Doña María Consolación de Azlor, condesa de Bureta. A ningún -vecino atemorizaba ya el bombardeo, y avezados a los mayores riesgos -bastábales la separación de una calle o de una casa para mirarse -como resguardados por un fuerte muro u ancho foso. Debieran haberse -eternizado muchos nombres que para siempre quedaron allí oscurecidos, -pues siendo tantos y habiéndose convertido los zaragozanos en denodados -guerreros, su misma muchedumbre ha perjudicado a que se perpetúe su -memoria. - -[Marginal: Los franceses reciben el 6 orden de retirarse.] - -Por entonces empezó a susurrarse la victoria de Bailén. Daban crédito -los sitiados a noticia para ellos tan plausible, y con desdén y -sonrisa la oían sus contrarios, cuando de oficio les fue a los últimos -confirmada el día 6 de agosto. Procurose ocultar al ejército, pero -por todas partes se traslucía, mayormente habiendo acompañado a la -noticia la orden de Madrid de que levantasen el sitio y se replegasen -a Navarra. Meditaban los jefes franceses el modo de llevarlo a efecto, -[Marginal: Contraorden poco después.] y hubieran bien pronto abandonado -una ciudad para sus huestes tan ominosa si no hubieran poco después -recibido contraorden del general Monthion desde Vitoria, a fin de que -antes de alejarse aguardasen nuevas instrucciones de Madrid del jefe de -estado mayor Belliard. Permanecieron pues en Zaragoza, y continuaron -todavía unos y otros en sus empeñados choques y reencuentros. Los -franceses con desmayo, los españoles con ánimo más levantado. - -[Marginal: Resolución magnánima de los zaragozanos.] - -Así fue que el 8 de agosto, luego que entró Palafox, congregose un -consejo de guerra, y se resolvió continuar defendiendo con la misma -tenacidad y valentía que hasta entonces todos los barrios de la ciudad, -y en caso que el enemigo consiguiese apoderarse de ellos, cruzar el -río, y en el Arrabal perecer juntos todos los que hubiesen sobrevivido. -Felizmente su constancia no tuvo que exponerse a tan recia prueba, -[Marginal: 13, orden definitiva dada a los franceses de retirarse.] -pues los franceses, sin haber pasado del Coso, recibieron el 13 la -orden definitiva de retirarse. Llegó para ellos muy oportunamente, -porque en el mismo día caminando a toda priesa, y conducida en carros -por los naturales del tránsito la división de Valencia al mando del -mariscal de campo Don Felipe Saint-March, [Marginal: Llegada a Zaragoza -de una división de Valencia.] corrió a meterse precipitadamente en la -ciudad invadida. Y tal era la impaciencia de sus soldados por arrojarse -al combate, que sin ser mandados y en unión con los zaragozanos -embistieron a las seis de la tarde desaforadamente al enemigo. -Hallábase este a punto de desamparar el recinto, y al verse acometido -apresuró la retirada volando los restos del monasterio de Santa -Engracia. En seguida se reconcentró en su campamento del monte Torrero, -y dispuesto a abandonar también aquel punto, [Marginal: Aléjanse -los franceses de Zaragoza el 14.] prendió por la noche fuego a sus -almacenes y edificios, clavó y echó en el canal la artillería gruesa, -destruyó muchos pertrechos de guerra, y al cabo se alejó al amanecer -del 14 de las cercanías de Zaragoza. La división de Valencia con otros -cuerpos siguieron su huella, situándose en los linderos de Navarra. - -[Marginal: Fin del sitio.] - -Terminose así el primer sitio de Zaragoza, que costó a los franceses -más de 3000 hombres y cerca de 2000 a los españoles. Célebre y sin -ejemplo, más bien que sitio pudiera considerársele como una continuada -lucha o defensa de posiciones diversas, en las que el entusiasmo y -personal denuedo llevaba ventaja al calculado valor y disciplina de -tropas aguerridas. Pues aquellos triunfos eran tanto más asombrosos -cuanto en un principio y los más señalados fueron conseguidos, no por -el brazo de hombres acostumbrados a la pelea y estrépitos marciales, -sino por pacíficos labriegos que ignorando el terrible arte de la -guerra, tan solamente habían encallecido sus manos con el áspero y -penoso manejo de la azada y la podadera. - -[Marginal: Alegría de los aragoneses. Estado de la ciudad.] - -Al cerciorarse de la retirada de los franceses prorrumpieron los -moradores de Zaragoza en voces de alegría con loores eternos al -Todopoderoso y gracias rendidas a la Virgen del Pilar, que su devoción -miraba como la principal protectora de sus hogares. No daba facultad -el gozo para reparar en qué estado quedaba la ciudad: triste era -verdaderamente. La parte ocupada por los sitiadores arruinada, los -tejados de la que había permanecido libre hundidos por las granadas y -bombas. En unos parajes humeando todavía el fuego mal apagado, en otros -desplomándose la techumbre de grandes edificios, y mostrándose en todos -el lamentable espectáculo de la desolación y la muerte. - -Celebráronse el 25 magníficas exequias por los que habían fallecido -en defensa de su patria, de quienes nunca mejor pudiera repetirse con -Pericles, «que en brevísimo tiempo y con breve suerte habían sin temor -perecido en la cumbre de la gloria.»[*] [Marginal: (* Ap. n. 5-5.)] -Concedió Palafox a los defensores muchos privilegios, entre los que -con razón algunos se graduaron de desmedidos. Mas este y otros desvíos -desaparecieron y se ocultaron al resplandor de tantos e inmortales -combates. - -[Marginal: Cataluña.] - -No desdijeron de aquella defensa las esclarecidas acciones que por -entonces y con el mismo buen éxito que las primeras acaecieron en -Cataluña. El Ampurdán había imitado el ejemplo de los otros distritos -de su provincia, y estaba ya sublevado cuando los franceses -acometieron infructuosamente a Gerona la vez primera. El movimiento de -sus somatenes fue provechoso a la defensa de aquella plaza, [Marginal: -Bloqueo de Figueras por los somatenes.] molestando con correrías las -partidas sueltas del enemigo e interrumpiendo sus comunicaciones. -Llevaron más allá su audacia, y apoyados en algunos soldados de la -corta guarnición de Rosas, bloquearon estrechamente el castillo de -San Fernando de Figueras, defendido por solos 400 franceses con -escasas vituallas. Despechados estos de verse en apuro por la osadía -de meros paisanos, quisieron vengarse incomodando con sus bombas a la -villa y arruinándola sin otro objeto que el de hacer daño. [Marginal: -Socorre la plaza el general Reille.] Mas hubiéranse quizá arrepentido -de su bárbara conducta, si estando ya casi a punto de capitular no -los hubiera socorrido oportunamente el general Reille. Ayudante -este de Napoleón, había por orden suya llegado a Perpiñán y reunido -precipitadamente algunas fuerzas. Con ellas y un convoy tocó el 5 de -julio los muros de Figueras y ahuyentó a los somatenes. - -Persuadido Reille que Rosas, aunque en parte desmantelada, atizaba el -fuego de la insurrección y suministraba municiones y armas, intentó el -11 del mismo julio tomarla por sorpresa, pero le salió vano su intento -habiendo sido completamente rechazado. A la vuelta tuvo que padecer -bastante, acosado por los somatenes, que en varios otros reencuentros, -señaladamente en el del Alfar, desbarataron a los franceses. [Marginal: -Don Juan Clarós.] Era su principal caudillo Don Juan Clarós, hombre de -valor y muy práctico en la tierra. - -[Marginal: Vuelve Duhesme a Gerona.] - -Duhesme, por su parte, luego que volvió a Barcelona después de -habérsele desgraciado su empresa de Gerona, no descansaba ni vivía -tranquilo hasta vengar el recibido agravio. Juntó con premura los -convenientes medios, y al frente de 6000 hombres, un tren considerable -de artillería con municiones de boca y guerra, escalas y demás -pertrechos conducentes a formalizar un sitio, salió de Barcelona el 10 -de julio. - -Confiado en el éxito de esta nueva expedición contra Gerona, -públicamente decía: _el 24 llego, el 25 la ataco, la tomo el 26 y el -27 la arraso_. Conciso como César en las palabras no se le asemejó en -las obras. Por de pronto fue inquietado en todo el camino. Detuvieron a -sus soldados entre Caldetas y San Pol las cortaduras que los somatenes -habían abierto, y cuyo embarazo los expuso largo tiempo a los fuegos de -una fragata inglesa y de varios buques españoles. Prosiguiendo adelante -se dividieron el 19 en dos trozos, tomando uno de ellos la vuelta de -las asperezas de Vallgorguina, y el otro la ruta de la costa. De este -lado tuvieron un reñido choque con la gente que mandaba Don Francisco -Miláns, y por el de la Montaña, vencidos varios obstáculos, con -pérdidas y mucha fatiga llegaron el 20 a Hostalrich, cuyo gobernador -Don Manuel O’Sullivan, de apellido extranjero pero de corazón español -y nacido en su suelo, contestó esforzadamente a la intimación que de -rendirse le hizo el general Goulas. Volviéronse a unir las dos columnas -francesas después de otros reencuentros, y juntas avanzaron a Gerona, -en donde el 24 se les agregó el general Reille con más de 2000 hombres -que traía de Figueras. Aunque a vista de la plaza, no la acometieron -formalmente hasta principios de agosto, y como el no haber conseguido -el enemigo su objeto dependió en mucha parte de haberse mejorado la -situación del principado con los auxilios que de fuera vinieron, y con -el mejor orden que en él se introdujo, será conveniente que acerca de -uno y otro echemos una rápida ojeada. - -[Marginal: Junta de Lérida.] - -Habíase congregado en Lérida a últimos de junio una junta general -en que se representaron los diversos corregimientos y clases del -principado. Fue su primera y principal mira aunar los esfuerzos, que -si bien gloriosos, habían hasta entonces sido parciales, combinando -las operaciones y arreglando la forma de los diversos cuerpos que -guerreaban. Acordó juntar con ellos y otros alistados el número de -40.000 hombres, y buscó y encontró en sus propios recursos el medio de -subvenir a su mantenimiento. Para lisonjear sin duda la opinión vulgar -de la provincia, adoptó en la organización de la fuerza armada la forma -antigua de los miqueletes. Motejose con razón esta disposición como -también el que dándoles mayor paga disgustase a los regimientos de -línea. Los miqueletes, según Melo, se llamaron antes almogávares, cuyo -nombre significa gente del campo, que profesaba conocer por señales -ciertas el rastro de personas y animales. Mudaron su nombre en el de -_miquelets_ en memoria, dice el mismo autor, de Miquelot de Prats, -compañero del famoso César Borja. Pudo en aquel siglo y aun después -convenir semejante ordenación de paisanos, aunque muchos lo han puesto -en duda; mas de ningún modo era acomodada al nuestro faltándole la -conveniente disciplina y subordinación. - -[Marginal: Tropas de Menorca mandadas por el marqués del Palacio.] - -Acudieron también a Cataluña, por el propio tiempo, parte de las tropas -de las islas Baleares. Al principio se habían negado sus habitantes a -desprenderse de aquella fuerza, temerosos de un desembarco. Pero en -julio, más tranquilos, convinieron en que la guarnición de Mahón con -el marqués del Palacio, que mandaba en Menorca desde el principio de -la insurrección, se hiciese a la vela para Cataluña. Dicho general, si -bien había suscitado alteraciones de que hubieran podido resultar males -y abierta división entre las dos islas de Mallorca y Menorca, habíase -sin embargo mantenido firmemente adicto a la causa de la patria, y -contestado con dignidad y energía a las insidiosas propuestas que le -hicieron los franceses de Barcelona y sus parciales. - -El 20 de julio salió pues de Menorca la expedición, compuesta de -4630 hombres, con muchos víveres y pertrechos, y el 23 desembarcó en -Tarragona. Dio su llegada grande impulso a la defensa de Cataluña, -y trasladándose sin tardanza de Lérida a aquel puerto la junta del -principado, nombró por su presidente al marqués del Palacio, y se -instaló solemnemente el 6 de agosto. - -Se empezó desde entonces en aquella parte de España a hacer la guerra -de un modo mejor y más concertado. Al principio, sin otra guía ni apoyo -que el valor de sus habitantes, redújose por lo general a ser defensiva -y a incomodar separadamente al enemigo. Con este fin determinó el nuevo -jefe tomar la ofensiva, reforzando la línea de somatenes que cubría la -orilla del Llobregat. Escogió para mandar la tropa que enviaba a aquel -punto al brigadier conde de Caldagués, quien se juntó con el coronel -Baguet, jefe de los somatenes. La presencia de esta gente incomodaba -a Lecchi, comandante de Barcelona en ausencia de Duhesme, mayormente -cuando por mar le bloqueaban dos fragatas inglesas, de una de las -cuales era capitán el después tan conocido y famoso Lord Cochrane. -Temíase el francés cualquier tentativa, y creció su cuidado luego que -supo haber los somatenes recobrado el 31 a Mongat con la ayuda de dicho -Cochrane, y capitaneados por Don Francisco Barceló. - -[Marginal: El conde de Caldagués va en socorro de Gerona.] - -No queriendo desperdiciar la ocasión, y valiéndose de la inquietud y -sobresalto del enemigo, pensó el marqués del Palacio en socorrer a -Gerona. Al efecto y creyendo que por sí y los somatenes podría distraer -bastantemente la atención de Lecchi, dispuso que el conde de Caldagués -saliese de Martorell el 6 de agosto con tres compañías de Soria y -una de granaderos de Borbón, alrededor de cuyo núcleo esperaba que -se agruparían los somatenes del tránsito. Así sucedió, agregándose -sucesivamente Miláns, Clarós y otros al conde de Caldagués, que se -encaminó por Tarrasa, Sabadell y Granollers a Hostalrich. El 15 se -aproximaron todos a Gerona, y en Castellá, celebrándose un consejo de -guerra y de concierto con los de la plaza, se resolvió atacar a los -franceses al día siguiente. Contaban los españoles 10.000 hombres, por -la mayor parte somatenes. - -Veamos ahora lo que allí había ocurrido desde que el enemigo la había -embestido en los últimos días de julio. El número de los sitiadores, -si no se ha olvidado, ascendía a cerca de 9000 hombres; el de los -nuestros, dentro del recinto, a 2000 veteranos, y además el vecindario, -muy bien dispuesto y entusiasmado. Los franceses, fuese desacuerdo -entre ellos, fuesen órdenes de Francia, o más bien el trastorno que -les causaban las nuevas que recibían de todas las provincias de -España, continuaron lentamente sus trabajos sin intentar antes del -12 de agosto ataque formal. [Marginal: Atacan los franceses a Gerona -el 13 de agosto.] Aquel día intimaron la rendición, y desechadas que -fueron sus proposiciones rompieron el fuego a las doce de la noche del -13. Aviváronle el 14 y 15, acometiendo con particularidad del lado de -Monjuich, nombre que se da, como en Barcelona, a su principal fuerte. -Adelantaban en la brecha los enemigos, y muy luego hubiera estado -practicable, si los sitiados, trabajando con ahinco y guiados por los -oficiales de Ultonia, no se hubiesen empleado en su reparo. - -Apurados, sin embargo, andaban a la sazón que el conde de Caldagués, -colocado con su división en las cercanías, [Marginal: Son derrotados -el 16.] trató, estando todos de acuerdo, de atacar en la mañana del 16 -las baterías que los sitiadores habían levantado contra Monjuich. Mas -era tal el ardimiento de los soldados de la plaza, que sin aguardar -la llegada de los de Caldagués, y mandados por Don Narciso de la -Valeta, Don Enrique O’Donnell y Don Tadeo Aldea, se arrojaron sobre las -baterías enemigas, penetraron hasta por sus troneras, incendiaron una, -se apoderaron de otra y quemaron sus montajes. Hízose luego general la -refriega: duró hasta la noche quedando vencedores los españoles, no -obstante la superioridad del enemigo en disciplina y orden. [Marginal: -Levantan el sitio.] Escarmentados los franceses abandonaron el sitio, -y volviéndose Reille al siguiente día a Figueras, enderezó Duhesme sus -pasos camino de Barcelona. Pero este no atreviéndose a repasar por -Hostalrich ni tampoco por la marina, ruta en varios puntos cortada y -defendida con buques ingleses, se metió por en medio de los montes -perdiendo carros y cañones, cuyo transporte impedían lo agrio de la -tierra y la celeridad de la marcha. Llegó Duhesme dos días después a -la capital de Cataluña con sus tropas hambrientas y fatigadas y en -lastimoso estado. Terminose así su segunda expedición contra Gerona, no -más dichosa ni lucida que la primera. - -[Marginal: Portugal.] - -Llevada en España a feliz término esta que podemos llamar su primer -campaña, será bien volver nuestra vista a la que al propio tiempo -acabaron los ingleses gloriosamente en Portugal. - -[Marginal: Estado de aquel reino y de su insurrección.] - -Había aquel reino proseguido en su insurrección, y padecido -bastantemente algunos de sus pueblos con la entrada de los franceses. -Cupo suerte aciaga a Leiría y Nazareth, habiendo sido igualmente -desdichada la de la ciudad de Évora. Era en Portugal difícil el -arreglo y unión de todas sus provincias por hallarse interrumpidas -las comunicaciones entre las del norte y mediodía, y arduo por tanto -establecer un concierto entre ellas para lidiar ventajosamente -contra los franceses. La junta de Oporto, animada de buen celo, -mas desprovista de medios y autoridad, procedía lentamente en la -organización militar, y de Galicia con escasez y tarde le llegaron -cerca de 2000 hombres de auxilio. La junta de Extremadura envió por su -lado una corta división a las órdenes de Don Federico Moreti, con cuya -presencia se fomentó el alzamiento del Alentejo en tal manera grave -a los ojos de Junot, que dio orden a Loison para pasar prontamente a -aquella provincia, desamparando la Beira, en donde este general estaba, -después de haber inútilmente pisado los lindes de Salamanca y las -orillas de Duero. Supieron portugueses y españoles que se acercaban -los enemigos, y al mando aquellos del general Francisco de Paula -Leite, [Marginal: Évora.] y los nuestros al del brigadier Moreti, los -aguardaron fuera de las puertas de Évora, dentro de cuyos muros se -había instalado la junta suprema de la provincia. Era el 29 de julio, y -las tropas aliadas no ofreciendo sino un conjunto informe de soldados -y paisanos mal armados y peor disciplinados, se dispersaron en breve, -recogiéndose parte de ellos a la ciudad. Los enemigos avanzaron, mas -tuvieron dentro que vencer la pertinaz resistencia de los vecinos y -de muchos de los españoles refugiados allí después de la acción, y -que, guiados por Moreti y sobre todo por Don Antonio María Gallego, -disputaron a palmos algunas de las calles. El último quedó prisionero. -La ciudad fue entregada por el enemigo a saco, desahogando este -horrorosamente su rabia en casas y vecinos. Moreti con el resto de su -tropa se acogió a la frontera de Extremadura. En ella y en la plaza -de Olivenza reunía los dispersos el general Leite. También al mismo -tiempo se ocupaba en el Algarbe el conde de Castromarín en allegar y -disciplinar reclutas; mas tan loables esfuerzos así de esta parte como -otros parecidos en la del norte de Portugal, no hubieran probablemente -conseguido el anhelado objeto de libertar el suelo lusitano de enemigos -sin la pronta y poderosa cooperación de la Gran Bretaña. - -[Marginal: Expedición inglesa enviada a Portugal.] - -Desde el principio de la insurrección española había pensado aquel -gobierno en apoyarla con tropas suyas. Así se lo ofreció a los -diputados de Galicia y Asturias en caso que tal fuese el deseo de las -juntas; mas estas prefirieron a todo los socorros de municiones y -dinero, teniendo por infructuoso, y aun quizá perjudicial, el envío de -gente. Era entonces aquella opinión la más acreditada, y fundábase en -cierto orgullo nacional loable, mas hijo en parte de la inexperiencia. -Daba fuerza y séquito a dicha opinión el desconcepto en que estaban -en el continente las tropas inglesas, por haberse hasta entonces -malogrado desde el principio de la revolución francesa casi todas -sus expediciones de tierra. Sin embargo al paso que amistosamente no -se admitió la propuesta, se manifestó que si el gobierno de S. M. B. -juzgaba oportuno desembarcar en la península alguna división de su -ejército, sería conveniente dirigirla a las costas de Portugal, en -donde su auxilio serviría de mucho a los españoles poniéndoles a salvo -de cualquier empresa de Junot. - -Abrazó la idea el ministerio inglés, y una expedición preparada antes -de levantarse España, y según se presume contra Buenos Aires, mudó -de rumbo, y recibió la orden de partir para las costas portuguesas. -Púsose a su frente al teniente general Sir Arthur Wellesley, conocido -después con el nombre de duque de Wellington, y de quien daremos breve -noticia, siendo muy principal el papel que representó en la guerra de -la península. - -[Marginal: Sir Arthur Wellesley.] - -Cuarto hijo Sir Arthur del vizconde Wellesley, conde de Mornington, -había nacido en Irlanda en 1769, el mismo año que Napoleón. De Eton -pasó a Francia, y entró en la escuela militar de Angers para instruirse -en la profesión de las armas. Comenzó su carrera en la desastrada -campaña que en 1793 acaudilló en Holanda el duque de York, donde se -distinguió por su valor. Detenido a causa de temporales, no se hizo -a la vela para América en 95, según lo intentaba, y solo en 97 se -embarcó con dirección a opuestas regiones, yendo a la India oriental -en compañía de su hermano mayor el marqués de Wellesley, nombrado -gobernador. Se aventajó por su arrojo y pericia militar en la guerra -contra Tipoo-Saib y los Máratas, ganándoles con fuerzas inferiores la -batalla decisiva de Assaye. En 1805 de vuelta a Inglaterra tomó asiento -en la cámara de los comunes, y se unió al partido de Pitt. Nombrado -secretario de Irlanda, capitaneó después la tropa de tierra que se -empleó en la expedición de Copenhague. Hombre activo y resuelto al -paso que prudente, gozando ya de justo y buen concepto como militar, -sobremanera aumentó su fama en las venturosas campañas de la península -española. - -[Marginal: Sale la expedición de Cork.] - -Contaba ahora la expedición de su mando 10.000 hombres, los que bien -provistos y equipados dieron la vela de Cork el 12 de julio. Al -emparejar con la costa de España paráronse delante de la Coruña, en -donde desembarcó el 20 su general Wellesley. Andaba a la sazón aquella -junta muy atribulada con la rota de Rioseco, y nunca podrían haber -llegado más oportunamente los ofrecimientos ingleses en caso de querer -admitirlos. Reiterolos su jefe, pero la junta insistió en su dictamen, -y limitándose a pedir socorros de municiones y dinero, indicó como más -conveniente el desembarco en Portugal. Prosiguieron pues su rumbo, -y poniéndose de acuerdo el general de la expedición con Sir Carlos -Cotton, [Marginal: Desembarca en Mondego.] que mandaba el crucero -frente de Lisboa, determinó echar su gente en tierra en la bahía de -Mondego, fondeadero el más acomodado. - -No tardó Wellesley en recibir aviso de que otras fuerzas se le -juntarían, entre ellas las del general Spencer, antes en Jerez y Puerto -de Santa María, y también 10.000 hombres procedentes de Suecia al mando -de Sir Juan Moore. Reunidas que fuesen todas estas tropas con otros -cuerpos sueltos, debían ascender en su totalidad a 30.000 hombres -inclusos 2000 de caballería; pero con noticia tan placentera recibió -otra el general Wellesley por cierto desagradable. Era pues que tomaría -el mando en jefe del ejército Sir H. Dalrymple, haciendo de segundo -bajo sus órdenes Sir H. Burrard. Recayó el nombramiento en el primero -porque habiendo seguido buena correspondencia con Castaños y los -españoles, se creyó que así se estrecharían los vínculos entre ambas -naciones con la cumplida armonía de sus respectivos caudillos. - -No obstante la mudanza que se anunciaba, prevínose al general Wellesley -que no por eso dejase de continuar sus operaciones con la más viva -diligencia. Autorizado este con semejante permiso, y quizá estimulado -con la espuela del sucesor, trató sin dilación de abrir la campaña. -Desembarcadas ya todas sus tropas en 5 de agosto, y arribando con -las suyas el mismo día el general Spencer, pusiéronse el 9 en marcha -hacia Lisboa. El 12 se encontraron en Leiría con el general portugués -Bernardino Freire que mandaba 6000 infantes y 600 caballos de su -nación. No se avinieron ambos jefes. Desaprobaba el portugués la ruta -que quería tomar el británico, temeroso de que descubierta Coimbra -fuese acometida por el general Loison, quien de vuelta ya del Alentejo -había entrado en Tomar. Por tanto permaneció por aquella parte, -cediendo solamente a los ingleses 1400 hombres de infantería y 250 de -caballería que se les incorporaron. Wellesley prosiguió adelante, y el -15 avanzó hasta Caldas. - -[Marginal: Estado de Junot y sus disposiciones.] - -El desembarco de sus tropas había excitado en Lisboa y en todos los -pueblos extremado júbilo y alegría, enflaqueciendo el ánimo de Junot y -los suyos. Preveían su suerte, principalmente estando ya noticiosos de -la capitulación de Dupont y retirada de José al Ebro. Derramadas sus -fuerzas no ofrecían en ningún punto suficiente número para oponerse -a 15.000 ingleses que avanzaban. Tomó sin embargo Junot providencias -activas para reconcentrar su gente en cuanto le era dable. Ordenó a -Loison dirigirse a la Beira y flanquear el costado izquierdo de sus -contrarios, y a Kellermann que ahuyentando las cuadrillas de paisanos -de Alcácer do Sal y su comarca evacuase a Setúbal y se le uniese. -Negose a prestarle ayuda Siniavin, almirante de la escuadra rusa, -fondeada en el Tajo, no queriendo combatir a no ser que acometiesen el -puerto los buques ingleses. - -Tampoco descuidó Junot celar que se mantuviese tranquila la populosa -Lisboa, y para ello en nada acertó tanto como en dejar su gobierno al -cuidado del general Travot, de todos querido y apreciado por su buen -porte. Custodiáronse con particular esmero los españoles que yacían en -pontones, y se atendió a conservar libres las orillas del Tajo. Los -franceses allí avecindados se mostraron muy aficionados a los suyos, y -deseosos de su triunfo formaron un cuerpo de voluntarios. El conde de -Bourmont y otros emigrados, a quienes durante la revolución se habían -prodigado en Lisboa favores y consuelo, se unieron a sus compatriotas -solicitando con instancia el mencionado conde que se le emplease en el -estado mayor. - -Tomadas estas disposiciones, pareciole a Junot ser ocasión de ponerse -a la cabeza de su ejército, e ir al encuentro de los ingleses. Pero -antes habían estos venido a las manos cerca de Roliça con el general -Delaborde, quien saliendo de Lisboa el 6 de agosto y juntándose en -Óbidos con el general Thomières y otros destacamentos, había avanzado a -aquel punto al frente de 5000 hombres. - -[Marginal: Acción de Roliça.] - -Eran sus instrucciones no empeñar acción hasta que se le agregasen -las tropas en varios puntos esparcidas, y limitarse a contener a los -ingleses. No le fue lícito cumplir aquellas, viéndose obligado a pelear -con el ejército adversario. Había este salido de su campo de Caldas en -la madrugada del 17, y encaminádose hacia Óbidos. Se extiende desde -allí hasta Roliça un llano arenoso cubierto de matorrales y arbustos -terminado por agrias colinas, las que prolongándose del lado de -Columbeira casi cierran por su estrechura y tortuosidad el camino que -da salida al país situado a su espalda. Delaborde tomó posición en un -corto espacio que hay delante de Roliça, pueblo asentado en la meseta -de una de aquellas colinas, y de cuyo punto dominaba el terreno que -habían de atravesar los ingleses. Acercábanse estos divididos en tres -trozos: mandaba el de la izquierda el general Ferguson, encargado de -rodear por aquel lado la posición de Delaborde y de observar si Loison -intentaba incorporársele. El capitán Trant con los portugueses debía -por la derecha molestar el costado izquierdo de los franceses, quedando -en el centro el trozo más principal, compuesto de cuatro brigadas y a -las órdenes inmediatas de Sir Arthur, de cuyo número se destacó por la -izquierda la del general Fane para darse la mano con la de Ferguson, -del mismo modo que por la derecha y para sostener a los portugueses se -separó la del general Hill. - -Delaborde no creyéndose seguro en donde estaba, con prontitud y -destreza se recogió amparado de su caballería detrás de Columbeira, -en paraje de difícil acceso, y al que solo daban paso unas barrancas -de pendiente áspera y con mucha maleza. Entonces los ingleses variaron -la ordenación del ataque; y uniéndose los generales Fane y Ferguson -para rodear el flanco derecho del enemigo, acometieron su frente de -posición muy fuerte los generales Hill y Nightingale. Defendiéronse -los franceses con gran bizarría, y cuatro horas duró la refriega. -Delaborde herido y perdida la esperanza de que se le juntara Loison, -pensó entonces en retirarse, temeroso de ser del todo deshecho por -las fuerzas superiores de sus contrarios. Primeramente retrocedió a -Azambujeira, disputando el terreno con empeño. Hizo después una corta -parada, y al fin tomó el angosto camino de Runha, andando toda la noche -para colocarse ventajosamente en Montechique. Perdieron los ingleses -500 hombres, 600 los franceses. Gloriosa fue aquella acción para ambos -ejércitos; pues peleando briosamente, si favoreció a los últimos su -posición, eran los primeros en número muy superiores. Con la victoria -recobraron confianza los soldados ingleses, menguada por anteriores y -funestas expediciones; y de allí tomó principio la fama del general -Wellesley, acrecentada después con triunfos más importantes. - -No había Loison acudido a unirse con Delaborde receloso de comprometer -la suerte de su división. Sabía que los ingleses habían llegado a -Leiría, le observaban de cerca los portugueses y unos 1500 españoles -que de Galicia había traído el marqués de Valladares; el país se -mostraba hostil, y así no solo juzgó imprudente empeñarse en -semejante movimiento, sino que también abandonando a Tomar, siguió -por Torres Novas a Santarén y el 17 se incorporó en Cercal con Junot. -Los portugueses luego que le vieron lejos, entraron en Abrantes y se -apoderaron de casi todo un destacamento que allí había dejado. - -Junot por su parte, según acabamos de indicar, se había ya adelantado. -El 15 de agosto después de celebrar con gran pompa la fiesta de -Napoleón, por la noche y muy a las calladas había salido de Lisboa. -Falsas nuevas y el estado de su gente le retardaron en la marcha, y -no le fue dado antes del 20 reunir sus diversas y separadas fuerzas. -Aquel día aparecieron juntas en Torres Vedras, y se componían de 12.000 -infantes y 1500 caballos. Quedaban además las competentes guarniciones -en Elvas, Almeida, Peniche, Palmela, Santarén y en los fuertes de -Lisboa. Mandaba la 1.ª división francesa el general Delaborde, la 2.ª -Loison, y Kellermann la reserva. La caballería y artillería se pusieron -al cuidado de los generales Margaron y Taviel, y en la última arma -mandaba la reserva el coronel entonces, y después general Foy, célebre -y bajo todos respectos digno de loa. - -[Marginal: Socorros llegados al ejército inglés.] - -Era más numeroso el ejército inglés. Se le habían nuevamente -agregado 4000 hombres a las órdenes de los generales Anstruther y -Acland, y constaba en todo de más de 18.000 combatientes. Carecía -de la suficiente caballería, limitándose a 200 jinetes ingleses y -250 portugueses. Después de la acción de Roliça no había Wellesley -perseguido a su contrario. Para proteger el desembarco en Maceira de -los 4000 hombres mencionados, había avanzado hasta Vimeiro, en donde -casi al propio tiempo se le anunció la llegada con 11.000 hombres de -Sir Juan Moore. A este le ordenó que saltase con su gente en tierra en -Mondego, y que yendo del lado de Santarén cubriese la izquierda del -ejército. No tardó tampoco en saberse la llegada de Sir H. Burrard -nombrado segundo de Dalrymple en el mando: noticia por cierto poco -grata para el general Wellesley, que esperaba por aquellos días coger -nuevos laureles. Su plan de ataque estaba ya combinado. Con pleno -conocimiento del terreno, tomando un camino costero, escabroso y -estrecho, pensaba flanquear la posición de Torres Vedras, y colocándose -en Mafra interponerse entre Junot y Lisboa. Había escogido aquellos -vericuetos y ásperos sitios por considerarlos ventajosos para quien -como él andaba escaso de caballería. Al aviso de estar cerca Burrard -suspendió Wellesley su movimiento y se avistó a bordo con aquel -general. Conferenciaron acerca del plan concertado, y juzgando -Burrard ser arriesgada cualquier tentativa en tanto que Moore no se -les uniese, dispuso aguardarle y que permaneciese su ejército en la -posición de Vimeiro. - -Tuvo empero la dicha el general Wellesley de que Junot, no queriendo -dar tiempo a que se juntasen todas las fuerzas británicas, resolvió -atacar inmediatamente a las que en Vimeiro se mantenían tranquilas. - -[Marginal: Batalla de Vimeiro, 21 de agosto.] - -Está situado aquel pueblo no lejos del mar en una cañada por donde -corre el río Maceira. Al norte se eleva una sierra cortada al oriente -por un escarpe en cuya hondonada está el lugar de Toledo. En dicha -sierra no habían al principio colocado los ingleses sino algunos -destacamentos. Al sudoeste se percibe un cerro en parte arbolado -que por detrás continúa hacia poniente con cimas más erguidas. Seis -brigadas inglesas ocupaban aquel puesto. Había otras dos a la derecha -del río en una eminencia escueta y roqueña que se levanta delante -de Vimeiro. En la cañada o valle se situaron los portugueses y la -caballería. - -A las ocho de la mañana del 21 de agosto se divisaron los franceses -viniendo de Torres Vedras. Imaginose Wellesley ser su intento atacar -la izquierda de su ejército, que era la sierra al norte; y como estaba -desguarnecida encaminó a aquel punto, una tras de otra, cuatro de -las seis brigadas que coronaban las alturas de sudoeste y que era -su derecha. No había sido tal el pensamiento de los franceses. Mas -observando su general dicho movimiento, envió sucesivamente para -sostener a un regimiento de dragones, hacia allí destacado, dos -brigadas al mando de los generales Brenier y Solignac. - -No por eso desistió Junot de proseguir en el plan de ataque que había -concebido, y cuyo principal blanco era la eminencia situada delante -de Vimeiro, en donde estaban apostadas, según hemos dicho, dos -brigadas inglesas, las cuales se respaldaban contra otras dos que aún -permanecían en las alturas de sudoeste. - -Rompió el combate el general Delaborde, siguió a poco Loison, y por -instantes arreció la pelea furiosamente. La reserva bajo las órdenes -de Kellermann, viendo que los suyos no se apoderaban de la eminencia, -fue en su ayuda, y en uno de aquellos acometimientos hirieron a Foy. -Rechazaban los ingleses a sus intrépidos contrarios, aunque a veces -flaqueaba alguno de sus cuerpos. Junot en la reserva observaba y -dirigía el principal ataque sin descuidar su derecha. Mas en aquella no -tuvieron ventura los generales Solignac y Brenier, habiendo sido uno -herido y otro prisionero. - -A las doce del día, después de tres horas de inútil lucha y disminuido -el ejército francés con la pérdida de más de 1800 hombres, determinaron -sus generales retirarse a una línea casi paralela a la que ocupaban los -ingleses. Estos con parte de su fuerza todavía intacta consideraron -entonces como suya la victoria, habiéndose apoderado de 13 cañones, y -solo contando entre muertos y heridos unos 800 hombres. Parecía que -era llegado el tiempo de perseguir a los vencidos con las tropas de -refresco. Tal era el dictamen de Sir Arthur Wellesley, sin que ya fuese -dueño de llevarle a cabo. Durante la acción había llegado al campo el -general Burrard, a quien correspondía el mando en jefe. Con escrúpulo -cortesano dejó a Wellesley rematar una empresa dichosamente comenzada. -Pero al tratar de perseguir al enemigo, recobrando su autoridad, -opúsose a ello, e insistió en aguardar a Moore. De prudencia pudo -graduarse semejante opinión antes de la batalla: tanta precaución ahora -si no disfrazaba celosa rivalidad, excedía los límites de la timidez -misma. - -Los franceses por la tarde sin ser incomodados se fueron a Torres -Vedras. El 22 celebró Junot consejo de guerra, en el que acordaron -abrir negociaciones con los ingleses por medio del general Kellermann, -no dejando de continuar su retirada a Lisboa. [Marginal: Armisticio -entre ambos ejércitos.] Así se ejecutó; pero al tocar el negociador -francés las líneas inglesas, había desembarcado ya y tomado el mando -Sir H. Dalrymple. Con lo que en menos de dos días tres generales se -sucedieron en el campo británico: mudanza perjudicial a las operaciones -militares y a los tratos que siguieron, apareciendo cuán erradamente a -veces proceden aun los gobiernos más prácticos y advertidos. Propuso -Kellermann un armisticio, conformose el general inglés y se nombró para -concluirle a Sir Arthur Wellesley. Convinieron los negociadores en -ciertos artículos que debían servir de base a un tratado definitivo. -Fueron los más principales: 1.º Que el ejército francés evacuaría -a Portugal, siendo transportado a Francia con artillería, armas y -bagaje por la marina británica. 2.º Que a los portugueses y franceses -avecindados no se les molestaría por su anterior conducta política, -pudiendo salir del territorio portugués con sus haberes en cierto -plazo: y 3.º Que se consideraría neutral el puerto de Lisboa durante -el tiempo necesario y conforme al derecho marítimo, a fin de que la -escuadra rusa diese la vela sin ser a su salida incomodada por la -británica. Señalose una línea de demarcación entre ambos ejércitos, -quedando obligados recíprocamente a avisarse 48 horas de antemano en -caso de volver a romperse las hostilidades. - -Mientras tanto Junot había el 23 entrado en Lisboa, en donde los ánimos -andaban muy alterados. Con la noticia de la acción de Roliça hubiérase -el 20 conmovido la población a no haberla contenido con su prudencia -el general Travot. Mas permaneciendo viva la causa de la fermentación -pública, hubieron los franceses de acudir a precauciones severas, y -aun al miserable y frágil medio de esparcir falsas nuevas, anunciando -que habían ganado la batalla de Vimeiro. De poco hubieran servido -sus medidas y artificios si oportunamente no hubiera llegado con su -ejército el general Junot. A su vista forzoso le fue al patriotismo -portugués reprimir ímpetus inconsiderados. - -Por otra parte el armisticio tropezaba con obstáculos imprevistos. El -general Bernardino Freire agriamente representó contra su ejecución, -no habiendo tenido cuenta en lo estipulado ni con su ejército, ni con -la junta de Oporto, ni tampoco con el príncipe regente de Portugal, -cuyo nombre no sonaba en ninguno de los artículos. Aunque justa hasta -cierto punto, fue desatendida tal reclamación. No pudo serlo la de -Sir C. Cotton, comandante de la escuadra británica, quien no quiso -reconocer nada de lo convenido acerca de la neutralidad del puerto -y de los buques rusos allí anclados. Tuvieron pues que romperse las -negociaciones. - -Mucho incomodó a Junot aquel inesperado suceso; y escuchando antes que -a sus apuros a la altivez de su pecho engreído con no interrumpida -ventura, dispúsose a guerrear a todo trance. Mas sin recursos, -angustiados los suyos y reforzados los contrarios con la división de -Moore y un regimiento que el general Beresford traía de las aguas de -Cádiz, se le ofrecían insuperables dificultades. Aumentábanse estas -con el brío adquirido por la población portuguesa, la que después de -las victorias alcanzadas, de tropel acudía a Lisboa y estrechaba las -cercanías. Carecía también de la conveniente cooperación del almirante -ruso, indiferente a su suerte y firme en no prestarle ayuda. Tal porte -enfureció tanto más a Junot, cuanto la estancia de aquella escuadra -en el Tajo había sido causa del rompimiento de las negociaciones -entabladas. Así mal de su grado, solo y vencido de la amarga situación -de su ejército, [Marginal: Convenio del almirante ruso con el inglés. -(* Ap. n. 5-6.)] cedió Junot y asintió a la famosa convención concluida -en Lisboa el 30 de agosto entre el general Kellermann y J. Murray, -cuartel-maestre del ejército inglés. El ruso ajustó por sí en 3 de -septiembre un convenio con el almirante inglés,[*] según el cual -entregaba en depósito su escuadra al gobierno británico hasta seis -meses después de concluida la paz entre sus gobiernos respectivos, -debiendo ser transportados a Rusia los jefes, oficiales y soldados que -la tripulaban. - -[Marginal: Convención de Cintra. (* Ap. n. 5-7.)] - -La convención entre francesas e ingleses llamose malamente de Cintra, -por no haber sido firmada allí ni ratificada.[*] Constaba de 22 -artículos y además otros tres adicionales, partiendo de la base -del armisticio antes concluido. Los franceses no eran considerados -como prisioneros de guerra, y debían los ingleses transportarlos a -cualquier puerto occidental de Francia entre Rochefort y Lorient. En -el tratado se incluían las guarniciones de las plazas fuertes. Los -españoles detenidos en pontones o barcos en el Tajo, se entregaban a -disposición del general inglés, en trueque de los franceses que sin -haber tomado parte en la guerra hubieran sido presos en España. No -eran por cierto muchos, y los más habían ya sido puestos en libertad. -Entre los que todavía permanecían arrestados soltó los suyos la junta -de Extremadura, condescendiendo con los deseos del general inglés. -[Marginal: Españoles de Portugal.] El número de españoles que gemían en -Lisboa presos ascendía a 3500 hombres, procedentes de los regimientos -de Santiago y Alcántara de caballería, de un batallón de tropas ligeras -de Valencia, de granaderos provinciales y varios piquetes; los cuales -bien armados y equipados desembarcaron en octubre a las órdenes del -mariscal de campo Don Gregorio Laguna en la Rápita de Tortosa y en los -Alfaques. Los demás artículos de la convención tuvieron sucesivamente -cumplido efecto. Algunos de ellos suscitaron acaloradas disputas: sobre -todo los que tenían relación con la propiedad de los individuos. Esto, -y falta de transportes, dilataron la partida de los franceses. - -Causaba su presencia desagradable impresión, y tuvieron los ingleses -que velar noche y día para que no se perturbase la tranquilidad de -Lisboa. No tanto ofendía a sus habitantes la franca salida que por la -convención se daba a sus enemigos, cuanto el poco aprecio con que en -ella eran tratados el príncipe regente y su gobierno. No se mentaba ni -por acaso su nombre, y si en el armisticio había cabido la disculpa de -ser un puro convenio militar, en el nuevo tratado en que se mezclaban -intereses políticos no era dado alegar las mismas razones. De aquí se -promovió un reñido altercado entre la junta de Oporto y los generales -ingleses. Al principio quisieron estos aplacar el enojo de aquella; -[Marginal: Restablecen los ingleses la regencia de Portugal.] mas al -fin desconocieron su autoridad y la de todas las juntas creadas en -Portugal. Restablecieron en 18 de septiembre conforme a instrucción -de su gobierno la regencia que al partir al Brasil había dejado el -príncipe Don Juan, y tan solo descartaron las personas ausentes o -comprometidas con los franceses. Portugal reconoció el nuevo gobierno y -se disolvieron todas sus juntas. - -El 13 de septiembre dio la vela Junot y su nave dirigió el rumbo a La -Rochelle. El 30 todas sus tropas estaban ya embarcadas, y unas en pos de -otras arribaron a Guiberon y Lorient. Faltaban las de las plazas, para -cuya salida hubo nuevos tropiezos. [Marginal: Elvas sitiada por los -españoles.] El general español Don José de Arce por orden de la junta -de Extremadura había asediado el 7 de septiembre a Elvas, y obligado -al comandante francés Girod de Novilars a encerrarse en el fuerte de -La Lippe. Sobrado tardía era en verdad la tentativa de los españoles, -y llevaba traza de haberse imaginado después de sabida la convención -entre franceses e ingleses. Despacharon estos para cumplirla en aquella -plaza un regimiento, pero Arce y la junta de Extremadura se opusieron -vivamente a que se dejase ir libres a los que sus soldados sitiaban. -Cruzáronse escritos de una y otra parte, hubo varias y aun empeñadas -explicaciones, mas al cabo se arregló todo amistosamente con el coronel -inglés Graham. [Marginal: Almeida, por los portugueses.] No anduvieron -respecto de Almeida más dóciles los portugueses, quienes cercaban la -plaza. Hasta primeros de octubre no se removieron los obstáculos que -se oponían a la entrega, y aun entonces hubo de serles a los franceses -harto costosa. Libres ya y próximos a embarcarse en Oporto, sublevose -el pueblo de aquella ciudad con haber descubierto entre los equipajes -ornamentos y alhajas de iglesia. Despojados de sus armas y haberes -debieron la vida a la firmeza del inglés Sir Roberto Wilson que mandaba -un cuerpo de portugueses, conteniendo a duras penas la embravecida -furia popular. - -Con el embarco de la guarnición de Almeida quedaba del todo cumplida -la convención llamada de Cintra. Fue penosa la travesía de las tropas -francesas, maltratado el convoy por recios temporales. Cerca de 2000 -hombres perecieron, naufragando tripulaciones y transportes: 22.000 -arribaron a Francia, 29.000 habían pisado el suelo portugués. Pocos -meses adelante los mismos soldados aguerridos y mejor disciplinados -volvieron de refresco sobre España. - -[Marginal: Desaprobación general de la convención de Cintra en -Inglaterra.] - -La convención no solamente indignó a los portugueses y fue censurada -por los españoles, sino que también levantó contra ella el clamor de -la Inglaterra misma. Llenos de satisfacción y contento habían estado -sus habitantes al eco de las victorias de Roliça y Vimeiro. De ello -fuimos testigos, y de los primeros. Traemos a la memoria que en 1.º de -septiembre y a cosa de las nueve de la noche asistiendo a un banquete -en casa de Mr. Canning, se anunció de improviso la llegada del capitán -Campbell portador de ambas nuevas. Estaban allí presentes los demás -ministros británicos, y a pesar de su natural y prudente reserva, con -las victorias conseguidas desabrocharon sus pechos con júbilo colmado. -No menor se mostró en todas las ciudades y pueblos de la gran Bretaña. -Pero enturbiole bien luego la capitulación concedida a Junot, creciendo -el enojo a par de lo abultado de las esperanzas. Muchos decían que -los españoles hubieran conseguido triunfo más acabado. Tan grande era -el concepto del brío y pericia militar de nuestra nación, exagerado -entonces, como después sobradamente deprimido al llegar derrotas y -contratiempos. Aparecía el despecho y la ira hasta en los papeles -públicos, cuyas hojas se orlaban con bandas negras, pintando también -en caricaturas e impresos a sus tres generales colgados de un patíbulo -afrentoso. Cundió el enojo de los particulares a las corporaciones, -y las hubo que elevaron hasta el solio enérgicas representaciones. -Descolló entre todas la del cuerpo municipal de Londres. No en vano -levanta en Inglaterra su voz la opinión nacional. A ella tuvieron que -responder los ministros ingleses, nombrando una comisión que informase -acerca del asunto, y llamando a los tres generales Dalrymple, Burrard -y Wellesley para que satisficiesen a los cargos. Hubo en el examen -de su conducta varios incidentes, mas al cabo conformándose S. M. B. -con el unánime parecer de la comisión, declaró no haber lugar a la -formación de causa, al paso que desechó los artículos de la convención, -cuyo contenido podría ofender o perjudicar a españoles y portugueses. -Decisión que a pocos agradó, y sobre la que se hicieron justos reparos. - -Nosotros creemos que si bien hubieran podido sacarse mayores ventajas -de las victorias de Roliça y Vimeiro, fue empero de gran provecho el -que se desembarazase a Portugal de enemigos. Con la convención se -consiguió pronto aquel objeto; sin ella quizá se hubiera empeñado una -lucha más larga, y España embarazada con los franceses a la espalda no -hubiera tan fácilmente podido atender a su defensa y arreglo interior. - -[Marginal: Declaración de S. M. B. de 4 de julio.] - -Estas pues habían sido las victorias conseguidas por las armas aliadas -antes del mes de septiembre en el territorio peninsular, con las que se -logró despejar su suelo hasta las orillas de Ebro. Por el mismo tiempo -fueron también de entidad los tratos y conciertos que hubo entre el -gobierno de S. M. B. y las juntas españolas, los cuales dieron ocasión -a acontecimientos importantes. - -Hablamos en su origen del modo lisonjero con que habían sido tratados -los diputados de Asturias y Galicia. Se habían ido estrechando aquellas -primeras relaciones, y además de los cuantiosos auxilios mencionados -y que en un principio se despacharon a España, fueron después otros -nuevos y pecuniarios. Creciendo la insurrección y afirmándose -maravillosamente, dio S. M. B.[*] [Marginal: (* Ap. n. 5-8.)] una -prueba solemne de adhesión a la causa de los españoles, publicando en 4 -de julio una declaración por la que se renovaban los antiguos vínculos -de amistad entre ambas naciones. Realmente estaban ya restablecidos -desde primeros de junio; pero a mayor abundamiento quísose dar a la -nueva alianza toda autoridad por medio de un documento público y de -oficio. - -[Marginal: Peticiones y reclamaciones que se hacen a los diputados -españoles.] - -La unión franca y leal de ambos paises, y el tropel portentoso de -inesperados sucesos habían excitado en Inglaterra un vivo deseo de -tomar partido con los patriotas españoles. No se limitó aquel a -los naturales, no a aventureros ansiosos de buscar fortuna. Cundió -también a extranjeros y subió hasta personajes célebres e ilustres. -Los diputados españoles careciendo de la competente facultad se -negaron constantemente a escuchar semejantes solicitudes. Sería -prolijo reproducir aun las más principales. Contentarémonos con -hacer mención de dos de las más señaladas. Fue una la del general -Dumourier: [Marginal: Dumourier.] con ahinco solicitaba trasladarse a -la península, y tener allí un mando, o por lo menos ayudar de cerca -con sus consejos. Figurábase que ellos y su nombre desbaratarían las -huestes de Napoleón. Tachado de vario e inconstante en su conducta, -y también de poco fiel a su patria, mal hubiera podido merecer la -confianza de otra adoptiva. De muy diverso origen procedía la segunda -solicitud, y de quien bajo todos respectos y por sus desgracias y las -de su familia merecía otro miramiento y atención. [Marginal: Conde de -Artois.] Sin embargo no les fue dado a los diputados acceder al noble -sacrificio que quería hacer de su persona el conde de Artois [hoy -Carlos X de Francia] partiendo a España a pelear en las filas españolas. - -Acompañaron a estas gestiones otras no dignas de olvido. Pocos días -habían corrido después de la llegada a Londres de los diputados de -Asturias, cuando el duque de Blacas [entonces conde] se les presentó -[Marginal: Luis XVIII.] a nombre de Luis XVIII, ilustre cabeza de -la familia de Borbón, con objeto de reclamar el derecho al trono -español que asistía a la rama de Francia, extinguida que fuese la -de Felipe V. Evitando tan espinosa cuestión por anticipada, se -respondió de palabra y con el debido acatamiento a la reclamación de -un príncipe desventurado y venerable, lejos todavía de imaginarse -que la insurrección de España le serviría de primer escalón para -recuperar el trono de sus mayores. Más secamente se replicó a la nota, -que al mismo propósito escribió a los diputados [Marginal: Príncipe -de Castelcicala.] en favor de su amo, el príncipe de Castelcicala, -embajador de Fernando IV, rey de las dos Sicilias. Provocó la -diferencia en la contestación el modo poco atento y desmañado con que -dicho embajador se expresó, pues al paso que reivindicaba derechos -de tal cuantía, estudiosamente aun en el estilo esquivaba reconocer -la autoridad de las juntas. La relación de estos hechos muestra la -importancia que ya todos daban a la insurrección de España, deprimida -entonces y desfigurada por Napoleón. - -Pero si bien eran lisonjeros aquellos pasos, no podían fijar tanto -la atención de los diputados como otros negocios que particularmente -interesaban al triunfo de la buena causa. Para su prosecución se -agregaron en primeros de julio a los de Galicia y Asturias los -diputados de Sevilla el teniente general Don Juan Ruiz de Apodaca y el -mariscal de campo Don Adrián Jácome. Unidos no solamente promovieron -el envío de socorros, sino que además volvieron la vista al Norte de -Europa. Despacharon a Rusia un comisionado, mas ya fuese falta suya o -que aquel gabinete no estuviese todavía dispuesto a desavenirse con -Francia, la tentativa no tuvo ninguna resulta. Mas dichosa fue la que -hicieron para libertar la división española que estaba en Dinamarca -a las órdenes del marqués de la Romana, merced al patriotismo de sus -soldados, y a la actividad y celo de la marina inglesa. - -[Marginal: Tropa española en Dinamarca.] - -Hubiérase achacado a desvarío pocos meses antes el figurarse siquiera -que aquellas tropas a tan gran distancia de su patria y rodeadas del -inmenso poder y vigilancia de Napoleón, pisarían de nuevo el suelo -español burlándose de precauciones, y aun sirviéndoles para su empresa -las mismas que contra su libertad se habían tomado. Constaba a la -sazón su fuerza de 14.198 hombres, y se componía de la división que -en la primavera de 1807 había salido de España con el marqués de la -Romana, y de la que estaba en Toscana y se le juntó en el camino. Por -agosto de aquel año y a las órdenes del mariscal Bernadotte, príncipe -de Ponte-Corvo, ocupaban dichas divisiones a Hamburgo y sus cercanías, -después de haber gloriosamente peleado algunos de los cuerpos en el -sitio de Stralsunda. Resuelto Napoleón a enseñorearse de España, -juzgó prudente colocarlos en paraje más seguro, y con pretexto de -una invasión en Suecia los aisló y dividió en el territorio danés. -Estrecholos así entre el mar y su ejército. Napoleón determinó que -ejecutasen aquel movimiento en marzo de 1808. Cruzó la vanguardia el -pequeño Belt y desembarcó en Fionia. La impidió atravesar el gran -Belt e ir a Zelandia la escuadra inglesa que apareció en aquellas -aguas. Lo restante de la fuerza española detenida en el Schleswig, se -situó después en las islas de Langeland y Fionia y en la península -de Jutlandia. Así continuó, excepto los regimientos de Asturias y -Guadalajara que de noche y precavidamente consiguieron pasar el gran -Belt y entrar en Zelandia. Las novedades de España aunque alteradas y -tardías habían penetrado en aquel apartado reino. Pocas eran las cartas -que los españoles recibían, interceptando el gobierno francés las que -hablaban de las mudanzas intentadas o ya acaecidas. Causaba el silencio -desasosiego en los ánimos, y aumentaba el disgusto el verse las tropas -divididas y desparramadas. - -En tal congoja recibiose en junio un despacho de Don Mariano Luis de -Urquijo para que se reconociese y prestase juramento a José, con la -advertencia «de que se diese parte si había en los regimientos algún -individuo tan exaltado que no quisiera conformarse con aquella soberana -resolución, desconociendo el interés de la familia real y de la nación -española.» No acompañaron a este pliego otras cartas o correspondencia, -lo que despertó nuevas sospechas. También el 24 del mismo mes había -al propio fin escrito al de la Romana el mariscal Bernadotte. El -descontento de soldados y oficiales era grande, los susurros y -hablillas muchos, y temíanse los jefes alguna seria desazón. Por tanto -adoptáronse para cumplir la orden recibida convenientes medidas, que -no del todo bastaron. En Fionia salieron gritos de entre las filas -de Almansa y Princesa de _viva España_ y _muera Napoleón_, y sobre -todo el tercer batallón del último regimiento anduvo muy alterado. -Los de Asturias y Guadalajara abiertamente se sublevaron en Zelandia, -fue muerto un ayudante del general Fririon, y este hubiera perecido -si el coronel del primer cuerpo no le hubiese escondido en su casa. -Rodeados aquellos soldados fueron desarmados por tropas danesas. Hubo -también quien juró con condición de que José hubiese subido al trono -sin oposición del pueblo español. Cortapisa honrosa y que ponía a salvo -la más escrupulosa conciencia, aun en caso de que obligase un juramento -engañoso, cuyo cumplimiento comprometía la suerte e independencia de la -patria. - -[Marginal: Marqués de la Romana.] - -Mas semejantes ocurrencias excitaron mayor vigilancia en el gobierno -francés. Aunque ofendidos e irritados, calladamente aguantaban los -españoles hasta poder en cuerpo o por separado libertarse de la mano -que los oprimía. El mismo general en jefe viose obligado a reconocer al -nuevo rey, dirigiéndole, como a Bernadotte, una carta harto lisonjera. -La contradicción que aparece entre este paso y su posterior conducta se -explica con la situación crítica de aquel general y su carácter; por lo -que daremos de él y de su persona breve noticia. - -Don Pedro Caro y Sureda marqués de la Romana, de una de las más -ilustres casas de Mallorca, había nacido en Palma, capital de aquella -isla. Su edad era la de 46 años, de pequeña estatura, mas de complexión -recia y enjuta, acostumbrado su cuerpo a abstinencia y rigor. Tenía -vasta lectura no desconociendo los autores clásicos latinos y griegos, -cuyas lenguas poseía. De la marina pasó al ejército al empezar la -guerra de Francia en 1793, y sirvió en Navarra a las órdenes de -su tío Don Juan Ventura Caro. Yendo de allí a Cataluña ascendió a -general, y mostrose entendido y bizarro. Obtuvo después otros cargos. -Habiendo antes viajado en Francia, se le miró como hombre al caso -para mandar la fuerza española que se enviaba al Norte. Faltábale la -conveniente entereza, pecaba de distraído, cayendo en olvidos y raras -contradicciones. Juguete de aduladores, se enredaba a veces en malos -e inconsiderados pasos. Por fortuna en la ocasión actual no tuvieron -cabida aviesas insinuaciones, así por la buena disposición del marqués, -como también por ser casi unánime en favor de la causa nacional la -decisión de los oficiales y personas de cuenta que le rodeaban. - -Bien pronto en efecto se les ofreció ocasión de justificar los nobles -sentimientos que los animaban. Desde junio los diputados de Galicia y -Asturias habían procurado por medio de activa correspondencia ponerse -en comunicación con aquel ejército; mas en vano: sus cartas fueron -interceptadas o se retardaron en su arribo. También el gobierno inglés -envió un clérigo católico de nombre Robertson, el que si bien consiguió -abocarse con el marqués de la Romana, nada pudo entre ellos concluirse -ni determinarse definitivamente. Mientras tanto llegaron a Londres Don -Juan Ruiz de Apodaca y Don Adrián Jácome, y como era urgente sacar, -por decirlo así, de cautiverio a los soldados españoles de Dinamarca, -concertáronse todos los diputados y resolvieron que los de Andalucía -enviasen al Báltico a su secretario, [Marginal: Lobo.] el oficial de -marina Don Rafael Lobo, sujeto capaz y celoso. Proporcionó buque el -gobierno inglés, y haciéndose a la vela en julio arribó Lobo el 4 de -agosto al gran Belt, en donde con el mismo objeto se había apostado a -las órdenes de Sir R. Keats parte de la escuadra inglesa que cruzaba en -los mares del Norte. - -Don Rafael Lobo ancló delante de las islas dinamarquesas, a tiempo que -en aquellas costas se había despertado el cuidado de los franceses -por la presencia y proximidad de dicha escuadra. Deseoso de avisar -su venida empleó Lobo inútilmente varios medios de comunicar con -tierra. Empezaba ya a desesperanzar, [Marginal: Fábregues.] cuando -el brioso arrojo del oficial de voluntarios de Cataluña Don Juan -Antonio Fábregues, puso término a la angustia. Había este ido con -pliegos desde Langeland a Copenhague. A su vuelta con propósito de -escaparse, en vez de regresar por el mismo paraje, buscó otro apartado, -en donde se embarcó mediante un ajuste con dos pescadores. En la -travesía columbrando tres navíos ingleses fondeados a cuatro leguas -de la costa, arrebatado de noble inspiración tiró del sable y ordenó -a los dos pescadores, únicos que gobernaban la nave, hacer rumbo a la -escuadra inglesa. Un soldado español que iba en su compañía ignorando -su intento, arredrose y dejó caer el fusil de las manos. Con presteza -cogió el arma uno de los marineros, y mal lo hubiera pasado Fábregues, -si pronto y resuelto este, dando al danés un sablazo en la muñeca, -no le hubiese desarmado. Forzados pues se vieron los dos pescadores -a obedecer al intrépido español. Déjase discurrir de cuánto gozo se -embargarían los sentidos de Fábregues al encontrarse a bordo con Lobo, -como también cuánta sería la satisfacción del último cerciorándose de -que la suerte le proporcionaba seguro conducto de tratar y corresponder -con los jefes españoles. - -No desperdiciaron ni uno ni otro el tiempo que entonces era a todos -precioso. Fábregues a pesar del riesgo se encargó de llevar la -correspondencia, y de noche y a hurtadillas le echó en la costa de -Langeland un bote inglés. Avistose a su arribo y sin tardanza con el -comandante español, que también lo era de su cuerpo, Don Ambrosio de la -Cuadra, confiado en su militar honradez. No se engañó porque asintiendo -este a tan digna determinación, prontamente y disfrazado despachó al -mismo Fábregues para que diese cuenta de lo que pasaba al marqués de -la Romana. Trasladose a Fionia en donde estaba el cuartel general, y -desempeñó en breve y con gran celo su encargo. - -Causaron allí las nuevas que traía profunda impresión. Crítica era -en verdad y apurada la posición de su jefe. Como buen patricio -anhelaba seguir el pendón nacional, mas como caudillo de un ejército -pesábale la responsabilidad en que incurriría si su noble intento -se desgraciaba. Perplejo se hubiera quizá mantenido a no haberle -estimulado con su opinión y consejos los demás oficiales. [Marginal: -Dispónense a embarcarse las tropas del Norte.] Decidiose en fin al -embarco, y convino secretamente con los ingleses en el modo y forma de -ejecutarle. Al principio se había pensado en que se suspendiese hasta -que noticiosas del plan acordado las tropas que había en Zelandia y -Jutlandia, se moviesen todas a un tiempo antes de despertar el recelo -de los franceses. Mas informados estos de haber Fábregues comunicado -con la escuadra inglesa, menester fue acelerar la operación trazada. - -Dieron principio a ella los que estaban en Langeland enseñoreándose de -la isla. Prosiguió Romana y se apoderó el 9 de agosto de la ciudad de -Nyborg, punto importante para embarcarse y repeler cualquier ataque -que intentasen 3000 soldados dinamarqueses existentes en Fionia. Los -españoles acuartelados en Swendborg y Faaborg al mediodía de la misma -isla, se embarcaron para Langeland también el 9, y tomaron tierra -desembarazadamente. Con más obstáculos tropezó el regimiento de -Zamora, acantonado en Fridericia: [Marginal: Kindelán.] engañole Don -Juan de Kindelán, segundo de Romana, que allí mandaba. Aparentando -desear lo mismo que sus soldados dispúsose a partir y aun embarcó su -equipaje; pero en el entretanto no solo dio aviso de lo que ocurría al -mariscal Bernadotte, sino que temiendo que se descubriese su perfidia, -cautelosamente y por una puerta falsa se escapó de su casa. Amenazados -por aquel desgraciado incidente apresuráronse los de Zamora a pasar -a Middlefahrt, y sin descanso caminaron desde allí por espacio de -veintiuna horas, hasta incorporarse en Nyborg con la fuerza principal, -habiendo andado en tan breve tiempo más de dieciocho leguas de España. -Huido Kindelán y advertidos los franceses, parecía imposible que se -salvasen los otros regimientos que había en Jutlandia: con todo lo -consiguieron dos de ellos. Fue el primero el de caballería del Rey. -Ocupaba a Aarhus, y por el cuidado y celo de su anciano coronel, -fletando barcas salvose y arribó a Nyborg. Otro tanto sucedió con -el del Infante, también de caballería, situado en Manders y por -consiguiente más lejos y al norte. No tuvo igual dicha el de Algarbe, -único que allí quedaba. Retardó su marcha por indecisión de su coronel, -y aunque más cerca de Fionia que los otros dos, fue sorprendido por las -tropas francesas. En aquel encuentro el capitán Costa que mandaba un -escuadrón, al verse vendido prefirió acabar con su vida tirándose un -pistoletazo. Imposible fue a los regimientos de Asturias y Guadalajara -acudir al punto de Corsoer que se les había indicado como el más vecino -a Nyborg desde la costa opuesta de Zelandia. Desarmados antes, según -hemos visto, y cuidadosamente observados, envolviéronlos las tropas -danesas al ir a ejecutar su pensamiento. Así que entre estos dos -cuerpos el de Algarbe de caballería, algunas partidas sueltas y varios -oficiales ausentes por comisión o motivo particular, quedaron en el -norte 5160 hombres, y 9038 fueron los que unidos en Langeland y pasada -reseña se contaron prontos a dar la vela. Abandonáronse los caballos -no habiendo ni transportes ni tiempo para embarcarlos. Muchos de los -jinetes no tuvieron ánimo para matarlos, y siendo enteros y viéndose -solos y sin freno, se extendieron por la comarca y esparcieron el -desorden y espanto. - -[Marginal: Kindelán y Guerrero.] - -Don Juan de Kindelán había en el intermedio llegado al cuartel general -de Bernadotte, y no contento con los avisos dados, descubrió al capitán -de artillería Don José Guerrero, encargado por Romana de una comisión -importante en el Schleswig. Arrestáronle, y enfurecido con la alevosía -de Kindelán apellidole traidor delante de Bernadotte, quedando aquel -avergonzado y mirándole después al soslayo los mismos a quienes servía: -merecido galardón a su villano proceder. Salvó la vida a Guerrero la -hidalga generosidad del mariscal francés, quien le dejó escapar y aun -en secreto le proporcionó dinero. - -[Marginal: Juramento de los españoles en Langeland.] - -Mas al paso que tan dignamente se portaba con un oficial honrado y -benemérito, forzoso le fue, obrando como general, poner en práctica -cuantos medios estaban a su alcance para estorbar la evasión de -los españoles. Ya no era dado ejecutarlo por la violencia. Acudió -a proclamas y exhortaciones, esparciendo además sus agentes falsas -nuevas, y procurando sembrar rencillas y desavenencias. Pero ¡cuán -grandioso espectáculo no ofrecieron los soldados españoles en respuesta -a aquellos escritos y manejos! Juntos en Langeland, clavadas sus -banderas en medio de un círculo que formaron, y ante ellas hincados -de rodillas, juraron con lágrimas de ternura y despecho ser fieles -a su amada patria y desechar seductoras ofertas. No; la antigüedad, -con todo el realce que dan a sus acciones el transcurso del tiempo y -la elocuente pluma de sus egregios escritores, no nos ha transmitido -ningún suceso que a este se aventaje. Nobles e intrépidos sin duda -fueron los griegos cuando unidos a la voz de Jenofonte para volver a -su patria, dieron a las falaces promesas del rey de Persia aquella -elevada y sencilla respuesta [*] [Marginal: (* Ap. n. 5-9.)] «hemos -resuelto atravesar el país pacíficamente si se nos deja retirarnos -al suelo patrio, y pelear hasta morir si alguno nos lo impidiese.» -Mas a los griegos no les quedaba otro partido que la esclavitud o -la muerte; a los españoles, permaneciendo sosegados y sujetos a -Napoleón, con largueza se les hubieran dispensado premios y honores. -Aventurándose a tornar a su patria, los unos, llegados que fuesen, -esperaban vivir tranquilos y honrados en sus hogares; los otros, si -bien con nuevo lustre, iban a empeñarse en una guerra larga, dura y -azarosa, exponiéndose, si caían prisioneros, a la tremenda venganza del -emperador de los franceses. - -[Marginal: Dan la vela para España.] - -Urgiendo volver a España, y siendo prudente alejarse de costas -dominadas por un poderoso enemigo, abreviaron la partida de Langeland y -el 13 se hicieron a la vela para Gotemburgo en Suecia. En aquel puerto, -entonces amigo, aguardaron transportes, y antes de mucho dirigieron -el rumbo a las playas de su patria, en donde no tardaremos en verlos -unidos a los ejércitos lidiadores. - -[Marginal: Trátase de reunir una junta central.] - -Habiendo llegado los asuntos públicos dentro y fuera del reino a tal -punto de pronta e impensada felicidad, cierto que no faltaba para que -fuese cumplida sino reconcentrar en una sola mano o cuerpo la potestad -suprema. Mas la discordancia sobre el modo y lugar, las dificultades -que nacieron de un estado de cosas tan nuevo, y rivalidades y -competencias retardaron su nombramiento y formación. - -[Marginal: Situación de Madrid.] - -Perjudicó también a la apetecida brevedad; la situación en que quedó -a la salida del enemigo la capital de la monarquía. Los moradores -ausentes unos, y amedrantados otros con el duro escarmiento del 2 de -mayo, o no pudieron o no osaron nombrar un cuerpo que, a semejanza de -las demás provincias, tomase las riendas del gobierno de su territorio -y sirviese de guía a todo el reino. Verdad es que Madrid ni por su -población ni por su riqueza no habiendo nunca ejercido, como acontece -con algunas capitales de Europa, poderoso influjo en las demás -ciudades, hubiera necesitado de mayor esfuerzo para atraerlas a su voz -y acelerar su ayuntamiento y concordia. Con todo, hubiéranse al fin -vencido tamaños obstáculos si no se hubiera encontrado otro superior -en el consejo real o de Castilla; el cual, desconceptuado en la nación -por su incierta, tímida y reprensible conducta con el gobierno intruso, -tenía en Madrid todavía acérrimos partidarios en el numeroso séquito de -sus dependientes y hechuras. Aunque érale dado con tal arrimo proseguir -en su antigua autoridad, mantúvose quedo y como arrumbado a la partida -de los franceses; ora por temor de que estos volviesen, ora también por -la incertidumbre en que estaba de ser obedecido. Al fin y poco después -tomó bríos viendo que nadie le salía al encuentro, y sobre todo -impelido del miedo con que a muchos sobrecogió un sangriento desmán de -la plebe madrileña. - -[Marginal: Asesinato de Viguri.] - -Vivía en la capital retirado y oscurecido Don Luis Viguri, antiguo -intendente de la Habana y uno de los más menguados cortesanos del -príncipe de la Paz, cuya desgracia, según dijimos, le había acarreado -la formación de una causa. Parece ser que no se aventajaba a la pública -su vida privada, y que con frecuencia maltrataba de palabra y obra a -un familiar suyo. Adiestrado este en la mala escuela de su amo, luego -que se le presentó ocasión no la desaprovechó y trató de vengarse. Un -día, y fue el 4 de agosto, a tiempo que reinaba en Madrid una sorda -agitación, antojósele al mal aventurado Viguri desfogar su encubierta -ira en el tan repetidamente golpeado doméstico, quien encolerizado -apellidó en su ayuda al populacho, afirmando con verdad o sin ella -que su amo era partidario de José Napoleón. A los gritos arremolinose -mucha gente delante de las puertas de la habitación. Asustado Viguri -quiso desde un balcón apaciguar los ánimos; pero los gestos que hacía -para acallar el ruido y vocería, y poder hablar, fueron mirados por los -concurrentes como amenazas e insultos, con lo que creció el enojo; y -allanando la casa y cogiendo al dueño, le sacaron fuera e inhumanamente -le arrastraron por las calles de Madrid. - -[Marginal: Consejo de Castilla.] - -Atemorizáronse al oír la funesta desgracia consejeros y cortesanos, -estremeciéronse los de la parcialidad del intruso, y acongojáronse -hasta los pacíficos y amantes del orden. Huérfana la capital y -sin nueva corporación que la rigiese, fácil le fue al consejo, -aprovechándose de aquel suceso y aprieto, recobrar el poder que se -figuraba competirle. El bien común y público sosiego pedían, no hay -duda, el establecimiento de una autoridad estable y única: y lástima -fue que el vecindario de Madrid no la hubiera por sí formado; y -tal, que enfrenando las pasiones populares y atajando al consejo en -sus ambiciosas miras, hubiese aunado, repetimos, y concertado más -prontamente las voluntades de las otras juntas. - -[Marginal: Sus manejos.] - -No fue así; y el consejo destruyendo el impulso que Madrid hubiera -debido dar, acrecentó con sus manejos y pretensiones los estorbos y -enredos. Cuerpo autorizado con excesivas y encontradas facultades, -había en todos tiempos causado graves daños a la monarquía, y se -imaginaba que no solo gobernaría ahora a Madrid, sino que extendería -a todo el reino y a todos los ramos su poder e influjo. Admira -tanta ceguedad y tan desapoderada ambición en un tiempo en que -escrupulosamente se escudriñaba su porte con el intruso, y en que -hasta se le disputaba el legítimo origen de su autoridad. [Marginal: -Opinión sobre aquel cuerpo.] Así era que unos decían «si en realidad -es el consejo, según pregona, el depositario de la potestad suprema -en ausencia del monarca, ¿qué ha hecho para conservar intactas las -prerrogativas de la corona? ¿qué en favor de la dignidad y derechos de -la nación? Sumiso al intruso ha reconocido sus actos, o por lo menos -los ha proclamado; y los efugios que ha buscado y las cortapisas que -a veces ha puesto, más bien llevaban traza de ser un resguardo que -evitase su personal compromiso que la oposición justa y elevada de la -primera magistratura del reino.» Otros subiendo hasta la fuente de su -autoridad, «nacido el consejo [decían] en los flacos y turbulentos -reinados de los Juanes y Enriques, tomó asiento y ensanchó su poderío -bajo Felipe II, cuando aquel monarca intentando descuajar la hermosa -planta de las libertades nacionales, tan trabajadas ya del tiempo de -su padre, procuraba sustentar su dominación en cuerpos amovibles a su -voluntad y de elección suya, sin que ninguna ley fundamental de la -monarquía ni las cortes permitiesen tal como era su establecimiento, -ni deslindasen las facultades que le competían. Desde entonces el -consejo, aprovechándose de los calamitosos tiempos en que débiles -monarcas ascendieron al solio, se erigió a veces en supremo legislador -formando en sus autos acordados leyes generales, para cuya adopción -y circulación no pedía el beneplácito ni la sanción real. Ingiriose -también en el ramo económico y manejó a su arbitrio los intereses de -todos los pueblos, sobre no reconocer en la potestad judicial límites -ni traba. Así acumulando en sí solo tan vasto poder, se remontaba a la -cima de la autoridad soberana; y descendiendo después a entrometerse -en la parte más ínfima, si no menos importante del gobierno, no podía -construirse una fuente ni repararse un camino en la más retirada aldea -o apartada comarca sin que antes hubiese dado su consentimiento. En -unión con la inquisición y asistido del mismo espíritu, al paso que -esta cortaba los vuelos al entendimiento humano, ayudábala aquel con -sus minuciosas leyes de imprenta, con sus tasas y restricciones. Y -si en tiempos tranquilos tanto perjuicio y tantos daños [añadían] -nos ha hecho el consejo, institución monstruosa de extraordinarias -y mal combinadas facultades, consentidas mas no legitimadas por la -voz nacional, ¿no tocaría en frenesí dejarle con el antiguo poder -cuando al mismo tiempo que la nación se libertaba con energía del -yugo extranjero, el consejo que blasona ser cabecera del reino se ha -mostrado débil, condescendiente y abatido, ya que no se le tenga por -auxiliador y cómplice del enemigo?» - -Tales discursos no estaban desnudos de razón, aunque participasen algún -tanto de las pasiones que agitaban los ánimos. En su buen tiempo el -consejo se había por lo general compuesto de magistrados íntegros, -que con imparcialidad juzgaban los pleitos y desavenencias de los -particulares: entre ellos se habían contado hombres profundos como -los Macanaces y Campomanes, que con gran caudal de erudición y sana -doctrina se habían opuesto a las usurpaciones de la curia romana y -procurado por su parte la mejora y adelantamientos de la nación. Pero -era el consejo un cuerpo de solos 25 individuos, los cuales por la -mayor parte ancianos, y meros jurisperitos, no habían tenido ocasión -ni lugar de extender sus conocimientos ni de perfeccionarse en otros -estudios. Ocupados en sentenciar pleitos, responder a consultas y -despachar negocios de comisiones particulares, no solamente fallaba -a los más el saber y práctica que requieren la formación de buenas -leyes y el gobierno de los pueblos, sino que también escasos de -tiempo dejaban a subalternos ignorantes o interesados la resolución -de importantísimos expedientes. Mal grave y sentido de todos tan de -antiguo, que ya en 1751 propuso al rey el célebre ministro marqués de -la Ensenada despojar al consejo de lo concerniente a gobierno, policía -y economía, dejándole reducido a entender en la justicia civil y -criminal y asuntos del real patronato. - -No le iba pues bien al consejo insistir ahora en la conservación de -sus antiguas facultades y aun en darles mayor ensanche. Con todo -tal fue su intento. Seguro ya de que su autoridad sería en Madrid -respetada, dirigiose a los presidentes de las juntas y a los generales -de los ejércitos: a estos para que se aproximasen a la capital; a -aquellos para que diputasen personas, que unidas al consejo tratasen -de los medios de defensa: «tocando solo a él [decía] resolver sobre -medidas de otra clase y excitar la autoridad de la nación y cooperar -con su influjo, representación y luces al bien general de esta.» -Ensoberbecidas las juntas con el triunfo de su causa, déjase discurrir -con qué enfado y desdén replicarían a tan imprudente y desacordada -propuesta. La de Galicia no solamente tachaba a cada uno de sus -miembros de ser adicto a los franceses, sino que al cuerpo entero le -echaba en cara haber sido el más activo instrumento del usurpador. -Palafox en su respuesta con severidad le decía: «ese tribunal no ha -llenado sus deberes»; y Sevilla le acusaba ante la nación «de haber -obrado contra las leyes fundamentales... de haber facilitado a los -enemigos todos los medios de usurpar el señorío de España... de ser -en fin una autoridad nula e ilegal, y además sospechosa de haber -cometido antes acciones tan horribles que podían calificarse de delitos -atrocísimos contra la patria...» Al mismo son se expresaron todas las -otras juntas fuera de la de Valencia, la cual en 8 de agosto aprobó -los términos lisonjeros con que el consejo era tratado en un escrito -leído en su seno por uno de sus miembros. Mas aquella misma junta, tan -dispuesta en su favor, tuvo muy luego que retractarse mandando en 15 -del propio mes «que ninguna autoridad de cualquier clase mantuviese -correspondencia directa ni se entendiese en nada con el consejo.» Dio -lugar a la mudanza de dictamen la presteza con que el último se metió a -expedir órdenes como si ya no existiese la junta. Mal recibido de todos -lados y aun ásperamente censurado, pareciole necesario al consejo dar -un manifiesto en que sincerase su conducta y procedimientos: penoso -paso a quien siempre había desestimado el tribunal de la opinión -pública. Mas no por eso desistió de su propósito, ni menos descuidó -emplear otros medios con que recobrar la autoridad perdida. Dábale -particular confianza la desunión que reinaba en las juntas y varias -contestaciones entre ellas suscitadas. Por lo que será bien referir las -mudanzas acaecidas en su composición, y las explicaciones y altercados -que precedieron a la instalación de un gobierno central. - -[Marginal: Estado de las juntas provinciales.] - -En la forma interior de aquellos cuerpos contadas fueron las -variaciones ocurridas. Habíase en Asturias congregado desde agosto una -nueva junta que diese más fuerza y legitimidad al levantamiento de -mayo, nombrando o reeligiendo sus concejos diputados que la compusiesen -con pleno conocimiento del objeto de su reunión. Ninguna alteración -sustancial había acaecido en Galicia; pero su junta convidó a la -anterior, para que de común con ella y las de León y Castilla formasen -todas una representación de las provincias del norte. Se habían las dos -últimas confundido y erigido en una sola después de la aciaga jornada -de Cabezón. Presidía a ambas el bailío Don Antonio Valdés, quien -estando al principio de acuerdo con Don Gregorio de la Cuesta acabó por -desavenirse con él y enojarse poderosamente. Reunidas en Ponferrada, -como punto más resguardado, se trasladaron a Lugo, en cuya ciudad debía -verificarse la celebración de juntas propuesta por la de Galicia. Esta -mudanza fue el origen y principal motivo del enfado de Cuesta, no -pudiendo tolerar que corporaciones que consideraba como dependientes de -su autoridad, se alejasen del territorio de su mando y pasasen a una -provincia con cuyos jefes estaba tan encontrado. - -Concurrieron sin embargo a Lugo las tres juntas de Galicia, Castilla y -León. No la de Asturias, ya por cierto desvío que había entre ella y -la de Galicia, y también porque viendo próxima la reunión central de -todas las provincias del reino, juzgó excusado y quizá perjudicial -el que hubiese una parcial entre algunas del norte. Al tratarse de -la formación de esta hubo diversos pareceres acerca del modo de su -formación y composición. Quién opinaba por cortes, y quién soñaba un -gobierno que diese principio y encaminase a una federación nacional. -Adhería al primer dictamen Sir Carlos Stuart representante del gobierno -inglés, como medio más acomodado a los antiguos usos de España. Pero -las novedades introducidas en las constituciones de aquel cuerpo -durante la dominación de las casas de Austria y Borbón, ofrecían para -su llamamiento dificultades casi insuperables; pues al paso de ser -muchas las ciudades de León y Castilla que enviaban procuradores a -cortes, solo tenía una voz el populoso reino de Galicia y se veía -privado de ella el principado de Asturias, cuna de la monarquía. -Tal desarreglo pedía para su enmienda más tiempo y sosiego de lo -que entonces permitían las circunstancias. Por su parte la junta de -Galicia, sabedora de la idea de la federación, quería esquivar en sus -vistas con las de León y Castilla, el tratar de la unión de un solo -y único gobierno central. Mas la autoridad de Don Antonio Valdés, -que todas tres habían elegido por su presidente, pudiendo más que el -estrecho y poco ilustrado ánimo de ciertos hombres, y prevaleciendo -sobre las pasiones de otros, consiguió que se aprobase su propuesta -dirigida al nombramiento de diputados que en representación de las tres -juntas acudiesen a formar con las demás del reino una central. Con tan -prudente y oportuna determinación se evitaron los extravíos y aun -lástimas que hubiera provocado la opinión contraria. - -Asimismo cortaron cuerdos varones varias desavenencias movidas entre -Sevilla y Granada. Pretendía la primera que la última se le sometiese, -olvidada de la principal parte que habían tenido las tropas de su -general Reding en los triunfos de Bailén. La rivalidad había nacido -con la insurrección, no siendo dable fijar ni deslindar los límites de -nuevas y desconocidas autoridades; y en vez de desaparecer aquella, -tomó con la victoria alcanzada extraordinario incremento. Llegó a tal -punto la exaltación y ceguera que el inquieto conde de Tilly propuso -en el seno de la junta sevillana, que una división de su ejército -marchase a sojuzgar a Granada. Presente Castaños y airado, a pesar de -su condición mansa, levantose de su asiento, y dando una fuerte palmada -en la mesa que delante había, exclamó: «¿quién sin mi beneplácito se -atreverá a dar la orden de marcha que se pide? No conozco [añadió] -distinción de provincias; soy general de la nación, estoy a la cabeza -de una fuerza respetable y nunca toleraré que otros promuevan la -guerra civil.» Su firmeza contuvo a los díscolos, y ambas juntas se -conformaron en adelante con una especie de concierto concluido entre la -de Sevilla y los diputados de Granada, Don Rodrigo Riquelme, regente de -su chancillería, y el oidor Don Luis Guerrero, nombrados al intento y -autorizados competentemente. - -Diferían tan lamentables disputas la reunión del gobierno central, -y como si estos y otros obstáculos naturales no bastasen por sí, -nuevos intereses y pretensiones venían a aumentarlos. Recordará el -lector los pasos que en Londres dio en favor de los derechos de su -amo a la corona de España el príncipe de Castelcicala embajador del -rey de las Dos Sicilias, y la repulsa que recibió de los diputados. -No desanimado con ella su gobierno, ni tampoco con otra parecida que -le dio el ministerio inglés, por julio envió a Gibraltar un emisario -que hiciese nuevas reclamaciones. El gobernador Dalrymple le impidió -circular papeles y propasarse a otras gestiones. [Marginal: Llegada -a Gibraltar del príncipe Leopoldo de Sicilia.] Mas tras del emisario -despachó el gobierno siciliano al príncipe Leopoldo, hijo segundo del -rey, a quien acompañaba el duque de Orléans. Fondearon ambos el 9 de -agosto en la bahía de Gibraltar; pero no viéndose apoyados por el -gobernador, pasó el de Orléans a Inglaterra y quedó en el puerto de -su arribada el príncipe Leopoldo. Entretenía este la esperanza de que -a su nombre y conforme quizá a secretos ofrecimientos, no tardaría en -recibir una diputación y noticia de haber sido elevado a la dignidad -de regente. Pero vano fue su aguardar; y era en efecto difícil que -un príncipe de edad de 18 años, extranjero, sin recursos ni anterior -fama, y sin otro apoyo que lejanos derechos al trono de España, fuese -acogido con solícita diligencia en una nación en que era desconocido, -y en donde para conjurar la tormenta que la azotaba se requerían otras -prendas, mayor experiencia y muy diversos medios que los que asistían -al príncipe pretendiente. - -Hubo no obstante quien esparció por Sevilla la voz de que convenía -nombrar una regencia compuesta del mencionado príncipe, del arzobispo -de Toledo cardenal de Borbón, y del conde del Montijo. Con razón se -atribuyó la idea a los amigos y parciales del último, quien conservando -todavía cierta popularidad a causa de la parte que se le atribuía en la -caída del príncipe de la Paz, procuraba aunque en vano subir a puesto -de donde su misma inquietud le repelía. Mas los enredos y marañas de -ciertos individuos eran desbaratados por la ambición de otros o la -sensatez y patriotismo de las juntas. - -[Marginal: Correspondencia entre las juntas.] - -Así fue que a pesar del desencadenamiento de pasiones y de los -obstáculos nacidos con la misma insurrección o causados por la -presencia del enemigo, ya desde junio había llamado la atención de las -juntas: 1.º La formación de un gobierno central; 2.º Un plan general -con el que más prontamente se arrojase a los franceses del suelo -patrio. Al propósito entablose entre ellas seguida correspondencia. Dio -la señal la de Murcia, dirigiendo con fecha de 22 de junio una circular -en que decía: «Ciudades de voto en cortes, reunámonos, formemos un -cuerpo, elijamos un consejo que a nombre de Fernando VII organice -todas las disposiciones civiles, y evitemos el mal que nos amenaza que -es la división... Capitanes generales... de vosotros se debe formar -un consejo militar de donde emanen las órdenes que obedezcan los que -rigen los ejércitos...» Propuso también Asturias en un principio la -convocación de cortes con algunas modificaciones, y hasta Galicia [no -obstante la mencionada federación de algunos proyectada] comisionó -cerca de las juntas del mediodía a Don Manuel Torrado, quien ya en -últimos de julio se hallaba en Murcia, después de haberlas recorrido, -y propuesto una central formada de dos vocales de cada una de las de -provincia. En el propio sentido y en 16 de dicho julio había la de -Valencia pasado a las demás su opinión impresa, lo que también por -su parte y al mismo tiempo hizo la de Badajoz. No fue en zaga a las -otras la junta de Granada, la cual apoyando la circular de Valencia, -se dirigió a su competidora la de Sevilla, y desentendiéndose de -desavenencias, señaló como acomodado asiento para la reunión la última -ciudad. - -No por eso se apresuraba esta, ostentando siempre su altanera -supremacía. Pesábale en tanto grado descender de la cumbre a que -se había elevado, que hubo un tiempo en que prohibió la venta y -circulación de los papeles que convidaban a la apetecida concordia. -Apremiada en fin por la voz pública y estrechada por el dictamen de -algunos de sus individuos entendidos y honrados, publicó con fecha -de 3 de agosto un papel en el que examinando los diversos puntos que -en el día se ventilaban, proponía la formación de una junta central -compuesta de dos vocales de cada una de las de provincia. Anduvo -perezosa no obstante en acabar de escoger los suyos. Pero adhiriendo -las otras juntas a las oportunas razones de su circular, cuyo -contenido en sustancia se conformaba con la opinión que las más habían -mostrado antes de concertarse, y que era la más general y acreditada, -fueron todas sucesivamente escogiendo de su seno personas que las -representasen en una junta única y central. - -[Marginal: Proceder del consejo.] - -Por su parte el consejo todavía esperaba recuperar con sus amaños y -tenaz empeño el poder que para siempre querían arrebatarle de las -manos. Mas no por eso y para cautivar las voluntades de los hombres -ilustrados, mudó de rumbo, adoptando un sistema más nuevo y conforme -al interés público y al progreso de la nación. Asustándose a la menor -sombra de libertad, encadenó la imprenta con las mismas y aun más -trabas que antes; redujo a dos veces por semana la diaria publicación -de la Gaceta de Madrid; persiguió y aun llegó a formar causa a algunas -personas que tenían en su poder papeles de las juntas, mayormente de la -de Sevilla, y en fin resucitó en cuanto pudo su trillada, lenta y añeja -manera de gobernar. Persuadiose que todo le era lícito a trueque de -dar ciertos decretos de alistamiento y acopio de medios que mostrasen -su interés por la causa de la independencia que tan mal había antes -defendido. Y sobre todo cobró esperanza con la llegada a Madrid de -varios generales en quienes presumía poder con buen éxito emplear su -influjo. - -[Marginal: Entrada en Madrid de Llamas y Castaños.] - -Fue el primero que pisó el suelo de la capital con las tropas de -Valencia y Murcia Don Pedro González de Llamas que había sucedido a -Cervellón removido del mando. Atravesó la Puerta de Atocha con 8000 -hombres a las seis de la mañana del día 13 de agosto. A pesar de hora -tan temprana inmenso fue el concurso que salió a recibirle y extremado -el entusiasmo. Pasó a frenesí al entrar el 23 por la misma puerta D. -Francisco Javier Castaños acompañado de la reserva de Andalucía. Sus -soldados adornados con los despojos del enemigo ofrecían en su variada -y extraña mezcla el mejor emblema de la victoria alcanzada. Pasaron -todos por debajo de un arco de sencilla y majestuosa arquitectura que -había erigido la villa de Madrid junto a sus casas consistoriales. -[Marginal: Proclamación de Fernando VII.] A estas entradas triunfales -siguiéronse otros festejos con la proclamación de Fernando VII, hecha -en esta ocasión por el legítimo alférez mayor de Madrid marqués -de Astorga. Mas no a todos contentaban tanto bullicio y fiestas, -pidiendo con sobrada razón que se pusiera mayor conato y celeridad en -perseguir al enemigo, y en aumentar y organizar cumplidamente la fuerza -armada. Daban particular peso a sus justas quejas y reclamaciones los -acontecimientos por entonces ocurridos en Vizcaya y Navarra. - -[Marginal: Insurrección de Bilbao.] - -Habíase en la primera provincia levantado Bilbao al anunciarse la -victoria de Bailén, y en 6 de agosto escogiendo su vecindario una -junta, acordó un alistamiento general, y nombró por comandante militar -al coronel Don Tomás de Salcedo. Sobremanera inquietó a los franceses -esta insurrección, ya por el ejemplo y ya también porque comprometida -su posición en las márgenes del Ebro, pudieran verse obligados a -estrecharse más contra la frontera. Creció su recelo a mayor grado con -asonadas y revueltas [Marginal: Movimiento en Guipúzcoa y Navarra.] que -hubo en Tolosa y pueblos de Guipúzcoa, y con las correrías que hacían y -gente que allegaban en Navarra Don Antonio Egoaguirre y Don Luis Gil. -Habían estos salido de Zaragoza en 27 de junio para alborotar aquel -reino. Después de algún tiempo Gil empezó a incomodar al enemigo por el -lado de Orbaiceta, se apoderó de muchas municiones de aquella fábrica, -y amenazó y sembró el espanto hasta el mismo pueblo francés de San -Juan de Pie de Puerto. Egoaguirre tampoco se descuidó en la comarca -de Lerín: formando un batallón con nombre de Voluntarios de Navarra -recorrió la tierra, y llamó tanto la atención que el general D’Agoult -envió una columna desde Pamplona para atajar sus daños y alejarle del -territorio de su mando. - -José por su parte pensó en apagar prontamente la temible insurrección -de Bilbao. Para ello envió contra aquella población una división a -las órdenes del general Merlin. No era dado a sus vecinos sin tropa -disciplinada resistir a semejante acometimiento.[*] [Marginal: (* -Ap. n. 5-10.)] Apostáronse sin embargo con aquella idea a media -legua, y los franceses asomándose allí el 16 de agosto desbarataron y -dispersaron a los bilbaínos, pereciendo miserablemente y después de -haberse rendido prisionero el oficial de artillería Don Luis Power -distinguido entre los suyos. Los auxilios que de Asturias llevaba el -oficial inglés Roche llegaron tarde, y Merlin entró en Bilbao cuya -ciudad fue con rigor tratada. En su correspondencia blasonaba el -rey intruso de «haber apagado la insurrección con la sangre de 1200 -hombres.» Singular jactancia y extraña en quien como José no era de -corazón duro ni desapiadado. - -El contratiempo de Bilbao que en Madrid provocaba las reclamaciones de -muchos, difundiéndose por las provincias aumentó el clamor ya casi -universal contra generales y juntas, reparando que algunos de aquellos -se entregaban demasiadamente a divertimientos y regocijos, y que estas -con celos y rivalidades retardaban la instalación de la junta central. -Deseando el consejo aprovecharse de la irritación de los ánimos, y -valiéndose de los lazos que le unían con Don Gregorio de la Cuesta, su -antiguo gobernador, se concordó con este y discurrieron apoderarse del -mando supremo. [Marginal: Nuevos manejos del consejo.] Mas como Cuesta -carecía de la suficiente fuerza, fueles necesario tantear a Castaños, -entonces algo disgustado con la junta de Sevilla. Avistose pues con -el último Don Gregorio de la Cuesta, [Marginal: Propuesta de Cuesta a -Castaños.] y le propuso [según tenemos de la boca del mismo Castaños] -dividir en dos partes el gobierno de la nación, dejando la civil y -gubernativa al consejo, y reservando la militar al solo cuidado de -ellos dos en unión con el duque del Infantado. Era Castaños sobrado -advertido para admitir semejante proposición. Vislumbraba el motivo -porque se le buscaba, y conocía que separando su causa de la de las -juntas, quizá sería desobedecido del ejército, y aun de la división -misma que se alojaba en Madrid. - -[Marginal: Consejo de guerra celebrado en Madrid.] - -En tanto para acallar el rumor público se celebró en aquella capital -el 5 de septiembre un consejo de guerra. Asistieron a él los generales -Castaños, Llamas, Cuesta y La Peña, representando a Blake el duque del -Infantado y a Palafox otro oficial cuyo nombre ignoramos. Discutiéronse -largamente varios puntos, y Cuesta, llevado siempre de mira particular, -promovió el nombramiento de un comandante en jefe. No se arrimaron -los otros a su parecer, y tan solo arreglaron un plan de operaciones, -de que hablaremos más adelante. Cuesta aunque aparentó conformarse, -salió despechado de Madrid, y con ánimo más bien que de cooperar a la -realización de lo acordado de levantar obstáculos a la reunión de la -junta central: para lo cual y satisfacer al mismo tiempo su ira contra -la junta de León, [Marginal: Prende Cuesta a Valdés y Quintanilla.] de -la que, como hemos visto, estaba ofendido, arrestó a sus dos individuos -Don Antonio Valdés y vizconde de la Quintanilla, que iban de camino -para representar su voz en la central. Quiso tratarlos como rebeldes -a su autoridad, y los encerró en el alcázar de Segovia: tropelía que -excitó contra el general Cuesta la pública animadversión. - -Vanos sin embargo salieron sus intentos, vanos otros enredos y -maquinaciones. Por todas partes prevaleció la opinión más sana, y -los diputados elegidos por las diversas juntas fueron poco a poco -acercándose a la capital. Llegó pues el suspirado momento de la reunión -de una autoridad central, [Marginal: Acaba el gobierno de las juntas -provinciales.] debiendo con ella cesar la particular supremacía de -cada provincia. Durante la cual no habiendo habido lugar ni ocasión -de hacer sustanciales reformas ni mudanzas en los diversos ramos de -la administración pública, tales como estaban dispuestos y arreglados -al disolverse, por decirlo así, la monarquía en mayo, tales o con -cortísima diferencia se los entregaron las juntas de provincia a la -central. - -No disimulamos en el libro anterior ni en el curso de nuestro -narración los defectos de que dichas juntas adolecieron, las pasiones -que las agitaron. Por lo mismo justo es también que ahora tributemos -debidas alabanzas a su primera y grandiosa resolución, a su ardiente -celo, a su incontrastable fidelidad. Al acabar de su mando anublose por -largo tiempo la prosperidad de la patria; mas se dio principio a una -nueva, singular y porfiada lucha, en que sobre todo resplandeció la -firmeza y constancia de la nación española. - - - - - RESUMEN - DEL - LIBRO SEXTO. - - -_Instalación de la junta central en Aranjuez, 25 de septiembre. — -Número de individuos. — Su composición. — Floridablanca. — Jovellanos. -— Diversos partidos de la central. — Su instalación celebrada en las -provincias. — Contestación con el consejo. — Dictamen de Jovellanos. -— Forma interior de la central. — Don Manuel Quintana. — Primeras -providencias y decretos de la central. — Su manifiesto en 10 de -noviembre. — Distribución de los ejércitos. — Su marcha. — Marcha del -de Galicia. — Ocupa Bilbao. — Marcha del de Asturias. — Cuesta. — Su -conducta. — Le sucedieron Eguía y Pignatelli. — Marcha de Llamas. -— Detención de Castaños en Madrid. — Su salida. — Plan concertado -con Palafox. — Situación del ejército del centro y del de Aragón. — -Fuerza de los ejércitos españoles. — Situación de José y del ejército -francés. — Exposición de sus ministros. — Fuerza del ejército francés. -— Movimiento de los españoles. — Acción de Lerín, 26 de octubre. — -Retirada de los castellanos de Logroño. — Arreglo que en su ejército -hace el general Castaños. — Se sitúa en Cintruénigo y Calahorra. -— Napoleón. — Su mensaje al senado. — Leva de nuevas tropas. — -Conferencias de Erfurt. — Correspondencia con el gobierno inglés. — Fin -de la correspondencia. — Discurso de Napoleón al cuerpo legislativo. — -Fuerza y división del ejército francés. — Cruza Napoleón el Bidasoa. -— Acción de Zornoza, 31 de octubre. — De Valmaseda, 4 de noviembre. — -Reconocimiento hacia Güeñes en 7 de noviembre. — Batalla de Espinosa, -10 y 11 de noviembre. — Disposiciones de Napoleón. — Acción de Burgos, -10 de noviembre. — Revuelve Soult contra Blake. — Diversas direcciones -de los mariscales franceses. — Entrada en Burgos de Napoleón. — Su -decreto de 12 de noviembre. — Ejército inglés. — Ejército del centro. -— Don Francisco Palafox enviado por la central. — Diversos planes. — -Marcha Lannes contra dicho ejército. — Repliégase Castaños. — Batalla -de Tudela, 23 de noviembre. — Retirada del ejército. — Su llegada -a Sigüenza. — La Peña general en jefe. — San Juan en Somosierra. — -Pasan los franceses el puerto. — Situación de la central. — Cartas de -los ministros de José. — Abandona la central a Aranjuez. — Situación -de Madrid. — Muerte del marqués de Perales. — Napoleón delante de -Madrid. — Ataque de Madrid. — Conferencia de Morla con Napoleón. — -Capitulación. — Fáltase a la capitulación. — Decretos de Napoleón -en Chamartín. — Españoles llevados a Francia. — Visita Napoleón el -palacio real. — Su inquietud. — Contestación al corregidor de Madrid. -— Juramento exigido de los vecinos. — Van los mariscales franceses -en persecución de los españoles. — Total dispersión del ejército de -San Juan. — Muerte cruel de este general. — Ejército del centro: -sus marchas y retirada a Cuenca. — Rebelión del oficial Santiago. -— Nómbrase por general en jefe al duque del Infantado. — Conde de -Alacha. — Su retirada gloriosa. — La Mancha. — Toledo. — Muertes -violentas. — Villacañas. — Sierra Morena. — Juntas de los cuatro -reinos de Andalucía. — Campo Sagrado. — Marqués del Palacio. — Marchan -los franceses a Extremadura: estado de la provincia. — Excesos. — -General Galluzo. — Su retirada. — Continúa la central su viaje. — Sus -providencias. — Sucede Cuesta a Galluzo. — Llega a Sevilla la central -en 17 de diciembre. — Muerte de Floridablanca. — Situación penosa de la -central. — Sus esperanzas._ - - - - - HISTORIA - DEL - LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN - de España. - - LIBRO SEXTO. - - -No resueltas las dudas que se habían suscitado sobre el lugar más -conveniente para la reunión de un gobierno central, tocábase ya al -deseado momento de su instalación, y aún subsistía la misma y penosa -incertidumbre. Los más se inclinaban al dictamen de la junta de Sevilla -que había al efecto señalado a Ciudad Real, o cualquier otro paraje -que no fuese la capital de la monarquía, sometida según pensaba al -pernicioso influjo del consejo y sus allegados. El haberse en Aranjuez -incorporado a los diputados de dicha junta los de otras varias, puso -término a las dificultades, obligando a los que permanecían en Madrid -vacilantes en su opinión, a conformarse con la de sus compañeros, -declarada por la celebración en aquel sitio de las primeras sesiones. -Antes de abrirse estas y juntos unos y otros tuvieron conferencias -preparatorias, en las que se examinaron y aprobaron los poderes, y se -resolvieron ciertos puntos de etiqueta o ceremonial. - -[Marginal: Instalación de la junta central en Aranjuez, 25 de -septiembre. (* Ap. n. 6-1.)] - -Por fin el 25 de septiembre en Aranjuez y en su real palacio instalose -solemnemente el nuevo gobierno, bajo la denominación de junta suprema -central gubernativa del reino.[*] Compuesta entonces de veinticuatro -individuos creció en breve su número, y se contaron hasta treinta y -cinco nombrados en su mayor parte por las juntas de provincia, erigidas -al alzarse la nación en mayo. [Marginal: Número de individuos.] De -cada una vinieron dos diputados. Otros tantos envió Toledo sin estar -en igual caso, y lo mismo Madrid y reino de Navarra. De Canarias solo -acudió uno a representar sus islas. Fue elegido presidente el conde de -Floridablanca diputado por Murcia, y secretario general Don Martín de -Garay que lo era por Extremadura. - -[Marginal: Su composición.] - -Los vocales pertenecían a honrosas y principales clases del estado, -contándose entre ellos eclesiásticos elevados en dignidad, cinco -grandes de España, varios títulos de Castilla, antiguos ministros y -otros empleados civiles y militares. Sin embargo casi todos antes de la -insurrección eran como repúblicos, desconocidos en el reino, fuera de -Don Antonio Valdés, del conde de Floridablanca y de Don Gaspar Melchor -de Jovellanos. El primero muchos años ministro de marina mereció, al -lado de leves defectos, justas alabanzas por lo mucho que en su tiempo -se mejoró y acrecentó la armada y sus dependencias. Los otros dos de -fama más esclarecida requieren de nuestra pluma particular mención, por -lo que haremos de sus personas un breve y fiel traslado. - -[Marginal: Floridablanca.] - -A los ochenta años cumplidos de su edad Don José Moñino, conde de -Floridablanca, aunque trabajado por la vejez y achaques, conservaba -despejada su razón y bastante fortaleza para sostener las máximas -que le habían guiado en su largo y señalado ministerio. De familia -humilde de Hellín en Murcia, por su aplicación y saber había ascendido -a los más eminentes puestos del estado. Fiscal del consejo real, -y en unión con su ilustre compañero el conde de Campomanes, había -defendido atinada y esforzadamente las regalías de la corona contra -los desmanes del clero y desmedidas pretensiones de la curia romana. -Por sus doctrinas y por haber cooperado a la expulsión de los -jesuitas se le honró con el cargo de embajador cerca de la _Santa -Sede_, en donde contribuyó a que se diese el breve de supresión de -la tan nombrada sociedad, y al arreglo de otros asuntos igualmente -importantes. Llamado en 1777 al ministerio de estado, y encargado a -veces del despacho de otras secretarías, fue desde entonces hasta la -muerte de Carlos III, ocurrida en 1788, árbitro, por decirlo así, de -la suerte de la monarquía. Con dificultad habrá ministro a un tiempo -más ensalzado ni más deprimido. Hombre de capacidad, entero, atento -al desempeño de su obligación, fomentó en lo interior casi todos los -ramos, construyó caminos, y erigió varios establecimientos de pública -utilidad. Fuera de España si bien empeñado en la guerra impolítica -y ruinosa de la independencia de los Estados Unidos, emprendida -según parece mal de su grado, mostró a la faz de Europa impensadas y -respetables fuerzas, y supo sostener entre las demás la dignidad de la -nación. Censurósele y con justa causa el haber introducido una policía -suspicaz y perturbadora, como también sobrada afición a persecuciones, -cohonestando con la razón de estado tropelías hijas las más veces del -deseo de satisfacer agravios personales. Quizá los obstáculos que la -ignorancia oponía a medidas saludables irritaban su ánimo poco sufrido: -ninguna de ellas fue más tachada que la junta llamada de estado, y por -la que los ministros debían de común acuerdo resolver las providencias -generales y otras determinadas materias. Atribuyósele a prurito de -querer entrometerse en todo y decidir con predominio. Sin embargo la -medida en sí y los motivos en que la fundó, no solo le justificaban -sino que también por ella sola se le podría haber calificado de -práctico y entendido estadista. Después del fallecimiento de Carlos -III continuó en su ministerio hasta el año de 1792. Arredrado entonces -con la revolución francesa, y agriado por escritos satíricos contra -su persona, propendió aún más a la arbitrariedad a que ya era tan -inclinado. Pero ni esto, ni el conocimiento que tenía de la corte y sus -manejos, le valieron para no ser prontamente abatido por Don Manuel -Godoy, aquel coloso de la privanza regia, cuyo engrandecimiento, aunque -disimulaba, veía Floridablanca con recelo y aversión. Desgraciado -en 1792, y encerrado en la ciudadela de Pamplona, consiguió al cabo -que se le dejase vivir tranquilo y retirado en la ciudad de Murcia. -Allí estaba en el mayo de la insurrección, y noblemente respondió -al llamamiento que se le hizo, siendo falsas las protestas que la -malignidad inventó en su nombre. Afecto en su ministerio a ensanchar -más y más los límites de la potestad real rompiendo cuantas barreras -quisieran oponérsele, había crecido con la edad el amor a semejantes -máximas, y quiso como individuo de la central que sirviesen de norte al -nuevo gobierno, sin reparar en las mudanzas ocasionadas por el tiempo, -y en las que reclamaban escabrosas circunstancias. - -[Marginal: Jovellanos.] - -Atento a ellas y formado en muy diversa escuela seguía en su conducta -la vereda opuesta Don Gaspar Melchor de Jovellanos, concordando sus -opiniones con las más modernas y acreditadas. Desde muy mozo había sido -nombrado magistrado de la audiencia de Sevilla: ascendiendo después -a alcalde de casa y corte y a consejero de órdenes, desempeñó estos -cargos y otros no menos importantes con integridad, celo y atinada -ilustración. Elevado en 1797 al ministerio de gracia y justicia, y -no pudiendo su inflexible honradez acomodarse a la corrompida corte -de María Luisa, recibió bien pronto su exoneración. Motivola con -particularidad el haber procurado alejar de todo favor e influjo a -Don Manuel Godoy, con quien no se avenía ningún plan bien concertado -de pública felicidad. Quiso al intento aprovecharse de una coyuntura -en que la reina se creía desairada y ofendida. Mas la ciega pasión de -esta, despertada de nuevo con el artificioso y reiterado obsequio de -su favorito, no solo preservó al último de fatal desgracia, sino que -causó la del ministro y sus amigos. Desterrado primero a Gijón, pueblo -de su naturaleza, confinado después en la cartuja de Mallorca, y al fin -atropelladamente y con crueldad encerrado en el castillo de Bellver -de la misma isla, sobrellevó tan horrorosa y atroz persecución con la -serenidad y firmeza del justo. Libertole de su larga cautividad el -levantamiento de Aranjuez, y ya hemos visto cuán dignamente al salir -de ella desechó las propuestas del gobierno intruso, por cuyo noble -porte y sublime y reconocido mérito le eligió Asturias para que fuese -en la central uno de sus dos representantes. Escritor sobresaliente y -sobre todo armonioso y elocuentísimo, dio a luz como literato y como -publicista obras selectas, siendo en España las que escribió en prosa -de las mejores si no las primeras de su tiempo. Protector ilustrado -de las ciencias y de las letras fomentó con esmero la educación de -la juventud, y echó en su instituto asturiano, de que fue fundador, -los cimientos de una buena y arreglada enseñanza. En su persona y -en el trato privado ofrecía la imagen que nos tenemos formada de la -pundonorosa dignidad y apostura de un español del siglo XVI, unida al -saber y exquisito gusto del nuestro. Achacábanle afición a la nobleza -y sus distinciones; pero sobre no ser extraño en un hombre de su edad -y nacido en aquella clase, justo es decir que no procedía de vano -orgullo ni de pueril apego al blasón de su casa, sino de la persuasión -en que estaba de ser útil y aun necesario en una monarquía moderada el -establecimiento de un poder intermedio entre el monarca y el pueblo. -Así estuvo siempre por la opinión de una representación nacional -dividida en dos cámaras. Suave de condición, pero demasiadamente -tenaz en sus propósitos, a duras penas se le desviaba de lo una -vez resuelto, al paso que de ánimo candoroso y recto solía ser -sorprendido y engañado, defecto propio del varón excelente que [como -decía Cicerón,[*] [Marginal: (* Ap. n. 6-2.)] su autor predilecto] -«dificilísimamente cae en sospecha de la perversidad de los otros.» Tal -fue Jovellanos, cuya nombradía resplandecerá y aun descollará entre las -de los hombres más célebres que han honrado a España. - -[Marginal: Diversos partidos en la central.] - -Fija de antemano la atención nacional en los dos respetables varones -de que acabamos de hablar, siguieron los individuos de la central el -impulso de la opinión, arrimándose los más a uno u a otro de dichos -dos vocales. Pero como estos entre sí disentían, dividiéronse los -pareceres, prevaleciendo en un principio y por lo general el de -Floridablanca. Con su muerte y las desgracias, no dejó más adelante -de triunfar a veces el de Jovellanos, ayudado de Don Martín de Garay, -cuyas luces naturales, fácil despacho y práctica de negocios le dieron -sumo poder e influjo en las deliberaciones de la junta. - -Pero a uno y otro partido de los dos, si así pueden llamarse, en -que se dividió la central, faltábales actividad y presteza en las -resoluciones. Floridablanca anciano y doliente, Jovellanos entrado -también en años y con males, avezados ambos a la regularidad y pausa de -nuestro gobierno, no podían sobreponerse a la costumbre y a los hábitos -en que se habían criado y envejecido. Su autoridad llevaba en pos de -sí a los demás centrales, hombres en su mayoría de probidad, pero -escasos de sobresalientes o notables prendas. Dos o tres más arrojados -y atrevidos, entre los que principalmente sonaba Don Lorenzo Calvo de -Rozas, acreditado en el sitio de Zaragoza, querían en vano sacar a -la junta de su sosegado paso. No era dado a su corto número ni a su -anterior y casi desconocido nombre vencer los obstáculos que se oponían -a sus miras. - -Así fue que en los primeros meses siguiendo la central en materias -políticas el dictamen de Floridablanca, y no asistiéndole ni a él ni a -Jovellanos para las militares y económicas el vigor y pronta diligencia -que la apretada situación de España exigía, con lástima se vio que -el nuevo gobierno obrando con lentitud y tibieza en la defensa de la -patria, y ocupándose en pormenores, recejaba en lo civil y gubernativo -a tiempos añejos y de aciaga recordación. - -[Marginal: Su instalación celebrada en las provincias.] - -Mas antes y al saberse en las provincias su instalación, fue celebrada -esta con general aplauso y desoídas las quejas en que prorrumpieron -algunas juntas, señaladamente las de Sevilla y Valencia: las cuales -pesarosas de ir a menos en su poder habían intentado convertir los -diputados de la central en meros agentes sometidos a su voluntad y -capricho, dándoles facultades coartadas. Pasose, pues, por encima de -las instrucciones que aquellas habían dado, arreglándose a lo que -prevenían los poderes de otras juntas, y según los que se creaba una -verdadera autoridad soberana e independiente y no un cuerpo subalterno -y encadenado. Y si en ello pudo haber algún desvío de legitimidad, el -bien y unión del reino reclamaban que se tomase aquel rumbo, si no se -quería que cada provincia prosiguiese gobernándose separadamente y a su -antojo. - -[Marginal: Contestación con el consejo.] - -Tampoco faltaron como era de temer desavenencias con el consejo -real. En 26 de septiembre le había dado cuenta la junta central de su -instalación, previniéndole que prestado que hubiesen sus individuos -el juramento debido, expidiese las cédulas, órdenes y provisiones -competentes para que obedeciesen y se sujetasen a la nueva autoridad -todas las de la monarquía. Por aquel paso, desaprobado de muchos, -persuadido tal vez el consejo de que la junta había menester su apoyo -para ser reconocida en el reino, cobró aliento, y después de dilatar -una contestación clara y formal, al cabo envió el 30 con el juramento -pedido una exposición de sus fiscales, en la que estos se oponían a que -se prestase dicho juramento, reclamando el uso y costumbres antiguas. -Aunque el consejo no había seguido el parecer fiscal, le remitió no -obstante a la junta acompañado de sus propias meditaciones, dirigidas -principalmente a que se adoptasen las tres siguientes medidas: 1.ª -Reducir el número de vocales de la central, por ser el actual contrario -a la Ley 3.ª, Partida 2.ª, título 15, en que hablándose de las -minoridades en los casos en que el rey difunto no hubiese nombrado -tutores, dice: «que los guardadores deben ser uno o tres o cinco, e non -más.» 2.ª La extinción de las juntas provinciales; y 3.ª La convocación -de cortes conforme al decreto dado por Fernando VII en Bayona. - -Justas como a primera vista parecían estas peticiones, no solo no -eran por entonces hacederas, sino que procediendo de un cuerpo tan -desopinado como lo estaba el consejo, achacáronse a odio y despique -contra las autoridades populares nacidas de la insurrección. Sobre los -generales y conocidos motivos, otros particulares al caso contribuyeron -a dar mayor valor a semejante interpretación. Pues en cuanto al primer -punto el consejo que ahora juzgaba ser harto numerosa la junta central, -había en agosto provocado a los presidentes de las de provincia para -que [*] [Marginal: (* Ap. n. 6-3.)] «no siendo posible adoptar de -pronto en circunstancias tan extraordinarias los medios que designaban -las leyes y las costumbres nacionales... diputasen personas de su mayor -confianza, que reuniéndose a las nombradas por las juntas establecidas -en las demás provincias y al consejo, pudiesen conferenciar... de -manera que partiendo todas las providencias y disposiciones de este -centro común fuese tan expedito como conveniente el efecto.» Por lo -cual si se hubiera condescendido con la voluntad del consejo, lejos -de ser menos en número los individuos de la central, se hubiera -esta engrosado con todos los magistrados de aquel cuerpo. Además la -citada ley de Partida en que estribaba la opinión para reducir los -centrales y la formación de regencia, puede decirse que nunca fue -cumplida, empezando por la misma minoridad de Don Fernando IV el -Emplazado, nieto del legislador que promulgó la ley, y acabando en la -de Carlos II de Austria. La otra petición del consejo de suprimir las -juntas provinciales, pareció sobradamente desacordada. Perjudicial la -conservación de estas en tiempos pacíficos y serenos, no era todavía -ocasión de abolirlas permaneciendo el enemigo dentro del reino, y solo -sí de deslindar sus facultades y limitarlas. Tampoco agradó, aunque en -apariencia lisonjera, la 3.ª petición de convocar la representación -nacional. Dudábase de la buena fe con que se hacía la propuesta; -habiéndose constantemente mostrado el consejo hosco y espantadizo a -solo el nombre de cortes, sin contar con que se requería más espacio -para convenir en el modo de su llamamiento, conforme a las mudanzas -acaecidas en la monarquía. Las insinuaciones del consejo se llevaron -pues tan a mal que, intimidado, no insistió por entonces en su empeño. - -[Marginal: Dictamen de Jovellanos.] - -Coincidía sin embargo hasta cierto punto con su dictamen el de algunos -individuos de la central, y de los más ilustrados, entre ellos el de -Jovellanos. Desde el día de la instalación y reuniéndose a puerta -cerrada mañana y noche, fue uno de los primeros acuerdos de la junta -nombrar una comisión de cinco vocales que hiciese su reglamento -interior. En ella provocó Jovellanos como medida previa, tratar de la -institución y forma del nuevo gobierno. No asintiendo los otros a su -parecer, le reprodujo el 7 de octubre en el seno de la misma junta, -pidiendo que se anunciase inmediatamente «a la nación que sería reunida -en cortes luego que el enemigo hubiese abandonado nuestro territorio, -y si esto no se verificase antes, para el octubre de 1810; que desde -luego se formase una regencia interina en el día 1.º del año inmediato -de 1809; que instalada la regencia quedasen existentes la junta central -y las provinciales; pero reduciendo el número de vocales en aquella a -la mitad, en estas a cuatro, y unas y otras sin mando ni autoridad, -y solo en calidad de auxiliares del gobierno.» Este dictamen, aunque -justamente apreciado, no fue admitido, suspendiéndose para más adelante -su resolución. Creían unos que era más urgente ocuparse en medidas de -guerra que en las políticas y de gobierno, y a otros pesábales bajar -del puesto a que se veían elevados. Era también dificultoso agradar -a las provincias en la elección de regencia: esta solamente había de -constar de 3 o 5 individuos, y no siendo por tanto dado a todas ellas -tener en su seno un representante, hubieran nacido de su formación -quejas y desabrimientos. Además el gobierno electivo y limitado de la -regencia, sin el apoyo de otro cuerpo más numeroso y que deliberase -en público como el de las cortes, no hubiera probablemente podido -resistir a los embates de la opinión tan varia y suspicaz en medio -de agitaciones y revueltas. Y la convocación de aquellas según hemos -insinuado pedía más desahogo y previa meditación: por cuyas causas y -la premura de los tiempos continuó la junta central en todo el goce y -poderío de la autoridad soberana. - -[Marginal: Forma interior de la central.] - -En su virtud y para el mejor y más pronto despacho de los negocios, -arregló su forma interior y se dividió en otras tantas secciones -cuantos ministerios había en España, a saber: estado, gracia y -justicia, guerra, marina y hacienda, resolviendo en sesiones plenas las -providencias que aquellas proponían. [Marginal: Don Manuel Quintana.] Y -para reducir su acción a unidad, se creó una secretaría general a cuya -cabeza se puso al célebre literato y buen patriota Don Manuel Quintana: -elección que a veces sirvió al crédito de la central, pues valiéndose -de su pluma para proclamas y manifiestos, medía la muchedumbre por la -dignidad del lenguaje las ideas y providencias del Gobierno. - -[Marginal: Primeras providencias y decretos de la central.] - -Desgraciadamente estas no correspondieron a aquel durante los primeros -meses. Por de pronto y antes de todo ocupáronse los centrales en -honores y condecoraciones. Al presidente se le dio el tratamiento -de alteza, a los demás vocales el de excelencia, reservándose el de -majestad a la junta en cuerpo. Adornaron sus pechos con una placa que -representaba ambos mundos, se señalaron el sueldo de 120.000 reales, e -incurrieron por consiguiente en los mismos deslices que las juntas de -provincia, sin ser ya iguales las circunstancias. - -No desdijeron otros decretos de estos primeros y desacertados. Mandose -suspender la venta de manos muertas, y aun se pensó en anular los -contratos de las hechas anteriormente. Permitiose a los exjesuitas -volver a España en calidad de particulares. Restableciéronse las -antiguas trabas de la imprenta, y se nombró inquisidor general; y -afligiendo y contristando así a los hombres ilustrados, la junta ni -contentó ni halagó al clero, sobradamente avisado para conocer lo -inoportuno de semejantes providencias. - -Por otra parte, tampoco acallaba las hablillas y disgusto que aquellas -promovían con las que tomaba en lo económico y militar. Verdad es que -si algún tanto dependía su inacción de las vanas ocupaciones en que se -entretenía, gran parte tuvo también en ella el estado lastimoso de la -nación, la cual, habiendo hecho un extraordinario esfuerzo, ya casi -exhausta al levantarse en mayo, acabó de agotar sus recursos para hacer -rostro a las urgentes necesidades del momento. Y la administración -pública, de antemano desordenada, desquiciándose del todo con el gran -sacudimiento, yacía por tierra. Reconstruirla era obra más larga y no -propia de un gobierno como la central, cuya forma si bien imposible o -difícil de mejorarse entonces, no por eso dejaba de ser viciosísima -y monstruosa: puesto que cuerpo sobradamente numeroso como potestad -ejecutiva, resolvía lentamente por lo detenido y embarazoso de sus -deliberaciones, y escaso de vocales para ejercer la legislativa, ni -podían ilustrarse suficientemente las materias, ni buscar luces ni -arrimo en la opinión, teniendo que ser secretas sus disensiones por la -índole de su institución misma. - -[Marginal: Su manifiesto en 10 de noviembre.] - -Trató no obstante la central, aunque perezosamente, de bienquistarse -con la nación, circulando en 10 de noviembre un manifiesto, que llevaba -la fecha de 26 de octubre, y en el que con maestría se trazaba el -cuadro del estado de cosas y la conducta que la junta seguiría en su -gobierno. No solamente mencionaba en su contenido los remedios prontos -y vigorosos que era necesario adoptar, no solo trataba de mantener para -la defensa de la patria 500.000 infantes y 50.000 caballos, sino que -también daba esperanza de que se mejorarían para lo venidero nuestras -instituciones. Si este papel se hubiera esparcido con anticipación, -y sobre todo si los hechos se hubieran conformado con las palabras, -asombroso y fundado hubiera sido el concepto de la junta central. Mas -había corrido el mes de octubre, entrado noviembre, comenzado las -desgracias, y no por eso se veía que los ejércitos se proveyesen y -aumentasen. - -[Marginal: Distribución de los ejércitos.] - -Estos habían sido divididos por decreto suyo en cuatro grandes y -diversos cuerpos. 1.º Ejército de la izquierda que debía constar del de -Galicia, Asturias, tropas venidas de Dinamarca, y de la gente que se -pudiera allegar de las montañas de Santander y país que recorriese. 2.º -Ejército de Cataluña compuesto de tropas y gente de aquel principado, -de las divisiones desembarcadas de Portugal y Mallorca, y de las que -enviaron Granada, Aragón y Valencia. 3.º Ejército del centro que -debía comprender las cuatro divisiones de Andalucía y las de Castilla -y Extremadura con las de Valencia y Murcia, que habían entrado en -Madrid con el general Llamas. También había esperanzas de que obrasen -por aquel lado los ingleses en caso de que se determinasen a avanzar -hacia la frontera de Francia. 4.º Ejército de reserva, compuesto de -las tropas de Aragón y de las que durante el sitio de Zaragoza se les -habían agregado de Valencia y otras partes. Nombrose también una junta -general de guerra, y presidente de ella al general Castaños, aunque por -entonces debía seguir al ejército. Mas estas providencias no tuvieron -entero y cumplido efecto, impidiéndolo en parte otras disposiciones, y -los contratiempos y desastres que sobrevinieron, en cuya relación vamos -a entrar. - -[Marginal: Su marcha.] - -Ya antes de la instalación de la central y en el consejo militar -celebrado en Madrid en 5 de septiembre de que hicimos mención, se había -acordado que al paso que el general Llamas con las tropas de Valencia y -Murcia marchase a Calahorra, y Castaños con las de Andalucía a Soria, -se arrimaran Cuesta y las de Castilla al Burgo de Osma, y Palafox con -las suyas a Sangüesa y orillas del río Aragón; recomendando además a -Galluzo que mandaba las de Extremadura el ir a unirse a las que se -encaminaban al Ebro. Blake por su lado debía avanzar con los gallegos -y asturianos hacia Burgos y provincias vascongadas. Descabellado -como era el plan, desparramando sin orden en varios puntos y en -una línea extendida, escasas, mal disciplinadas y peor provistas -tropas, se procedió despacio en su ejecución, no habiéndose nunca del -todo realizado. Nuevas disputas y pasiones contribuyeron a ello, y -principalmente lo mal entendido y combinado del mismo plan, falta de -recursos, desorden en la distribución y aquella lentitud característica -al parecer de la nación española, y de la que según el gran Bacon había -ya en su tiempo nacido el proverbio:[*] [Marginal: (* Ap. n. 6-4.)] -«_Me venga la muerte de España_, porque vendría tarde.» - -[Marginal: Marcha del de Galicia.] - -Con todo, el ejército de Galicia después de la rota de Rioseco, -habiéndose algún tanto organizado en Manzanal y Astorga, emprendió su -marcha a las órdenes de su general Don Joaquín Blake en los últimos -días de agosto, y dividido en tres columnas se dirigió por la falda -meridional de la cordillera que separa a León y a Burgos de Asturias -y Santander. Al promediar el mes se hallaban las tres columnas en -Villarcayo, punto que se tuvo por acomodado y central para posteriores -operaciones. Ascendía su número a 22.728 infantes y 400 caballos -distribuidos en cuatro divisiones. La cuarta al mando del marqués de -Portago se movió la vuelta de Bilbao para asegurar la comunicación con -aquella costa, y esperando sorprender a los franceses. Mas avisados -estos por los tiros indiscretos de una avanzada española, pudieron con -corta pérdida retirarse y desocupar la villa. No la guardaron mucho -tiempo nuestras tropas, porque revolviendo sobre ellas con refuerzo el -mariscal Ney, recién llegado de Francia, obligó a Portago a recogerse -por Valmaseda sobre la Nava. [Marginal: Ocupa Bilbao.] Insistió días -después el general Blake en recuperar Bilbao, y acudiendo en persona -con superiores fuerzas, necesario le fue al general francés Merlin -evacuar de nuevo dicha villa en la noche del 11 de octubre. - -[Marginal: Marcha del de Asturias.] - -En el mismo día, y ocupando Quincoces, orilla izquierda del Ebro, -se incorporaron al ejército de Galicia las tropas de Asturias, -capitaneadas por Don Vicente María de Acevedo. Había este sucedido en -el mando, desde 28 de junio, al marqués de Santa Cruz de Marcenado, a -cuyo patriotismo e instrucción no acompañaban las raras prendas que -pide la formación de un ejército nuevo y allegadizo. El Acevedo militar -antiguo, firme y severo, y adornado de luces naturales y adquiridas, -había conseguido disciplinar bastantemente 8000 hombres, con los que -resolvió salir a campaña. Iban en dos trozos, uno le regía Don Cayetano -Valdés, otro Don Gregorio Quirós. Jefe de escuadra el primero, le vimos -en Mahón mandando a principios de año la fuerza naval surta en aquel -puerto, y ya antes la nación le había distinguido y colocado entre sus -mejores y más arrojados marinos. Al ruido del alzamiento de Asturias -había acudido a esta provincia, cuna de su familia. El segundo, -natural de ella y oficial de guardias españolas, era justamente tenido -por hombre activo, inteligente y bizarro. Unidas pues las tropas de -Asturias y Galicia, concertaron sus movimientos, y el 25 de octubre se -situó el general Blake con parte de ellas entre Zornoza y Durango. - -[Marginal: Cuesta, su conducta.] - -Al propio tiempo Don Gregorio de la Cuesta antes que en cumplir -lo acordado en 5 de septiembre en Madrid, pensó en satisfacer sus -venganzas. Referimos cómo de vuelta de la capital había detenido y -preso en el alcázar de Segovia a los diputados de León Don Antonio -Valdés y vizconde de Quintanilla. Adelante con su propósito quería -juzgarlos como rebeldes a su autoridad en consejo militar, escogiendo -para fiscal de la causa al conde de Cartaojal. Dispuso también que -la ciudad de Valladolid nombrase en su lugar otros dos vocales -por Castilla, con lo que hubieron de aumentarse los choques y -la confusión. Felizmente no halló Cuesta abrigo en la opinión, y -desaprobando la central su conducta, le mandó comparecer en Aranjuez, -y previno a Cartaojal que soltase los presos. Obedecieron ambos, -[Marginal: Le suceden Eguía y Pignatelli.] y puesto el ejército de -Castilla bajo las órdenes de su segundo jefe Don Francisco Eguía, se -acercó a Logroño en donde definitivamente le sucedió y tomó el mando -Don Juan Pignatelli. Mas estas mudanzas y trasiego de jefes menguó y -desconcertó la tropa castellana, llena sí de entusiasmo y ardor, pero -bisoña y poco arreglada. Su número no pasaba de 8000 hombres con pocos -caballos. - -[Marginal: Marcha de Llamas.] - -Por su parte y deseoso de poner en práctica el plan resuelto, partió -de Madrid el primero de todos y en septiembre Don Pedro González de -Llamas. Mandaba a los valencianos y murcianos con que había entrado en -la capital, y salió de ella con unos 4500 hombres infantes y jinetes. -Enderezó su marcha a Alfaro, orilla derecha de Ebro, y situó en -primeros de octubre su cuartel general en Tudela. Siguiéronle de cerca -la 2.ª y 4.ª división de Andalucía regidas ambas por el general Don -Manuel de la Peña, y cuya fuerza ascendía a 10.000 hombres. Castaños -permaneció en Madrid y no faltaba quien motejase su tardanza, en la que -tuvieron principal parte manejos y tramas del consejo, y celos, piques -y desavenencias de la junta de Sevilla. - -[Marginal: Detención de Castaños en Madrid.] - -Dijeron algunos que también se detenía, esperanzado en que la central -le nombraría generalísimo, en remuneración de lo que había trabajado -por instalarla. Apoyaban la conveniencia de semejante medida Sir -Carlos Stuart, que de Galicia había venido a Madrid y Aranjuez, y lord -William Bentinck, enviado desde Portugal por el general Dalrymple -para concertarse con Castaños acerca de las operaciones militares. -El pensamiento era, sin duda, útil para la unión y conformidad en la -dirección de los ejércitos; pero a su cumplimiento se oponían las -rivalidades de otros generales, las que reinaban dentro de la misma -junta central y el temor de que no tuviese Castaños la actividad y -firmeza que aquellos tiempos requerían. - -[Marginal: Su salida.] - -Salió este al fin de Madrid el 8 de octubre, y el 17 llegó a Tudela. -Convidado por Palafox pasó a Zaragoza, y allí acordaron el 20, -[Marginal: Plan concertado con Palafox.] como continuación de lo antes -resuelto, que el ejército del centro con el de Aragón amenazase a -Pamplona, poniéndose una división a espaldas de esta plaza al mismo -tiempo que el de Blake, a quien se enviaría aviso, marchase por la -costa a cortar la comunicación con Francia. - -Al último le dejamos entre Zornoza y Durango; los dos primeros, o sea -más bien la parte de ellos que se había acercado al Ebro, estaba por -entonces así distribuida. A Logroño le ocupaban los 8000 castellanos -al mando de su general Don Juan de Pignatelli; a Lodosa Don Pedro -Grimarest con la 2.ª división de Andalucía, estando la 4.ª a las -órdenes de Don Manuel de la Peña en Calahorra, y siendo ambas de -10.000 hombres, según queda dicho. Los 4500 valencianos y murcianos -permanecían situados en Tudela y a su frente D. Pedro Roca, sucesor -de Llamas, encargado de otro puesto cerca del gobierno supremo. Del -ejército de Aragón había en Sangüesa 8000 hombres que regía Don Juan -O’Neille, enviado de Valencia con un corto refuerzo, y a su retaguardia -en Egea otros 5000 al mando de Don Felipe Saint-March. Con tan contadas -fuerzas y en línea tan dilatada, juzgaron los prudentes y entendidos -ser desacertado el plan convenido en Zaragoza para tomar la ofensiva; -puesto que el total de soldados españoles, [Marginal: Fuerza de los -ejércitos españoles.] avanzados a mediados de octubre hasta Vizcaya y -orillas de Ebro, no llegaba a 70.000 hombres, teniendo Blake 30.000 -asturianos y gallegos [los de Romana todavía no estaban incorporados], -y Castaños unos 36.000 entre castellanos, andaluces, valencianos, -murcianos y aragoneses. Parecerá tanto más arreglado a la razón aquel -dictamen, si volviendo la vista al enemigo examinamos su estado, su -número, su posición. - -[Marginal: Situación de José y del ejército francés.] - -José Bonaparte después de haber salido de Madrid había permanecido en -los lindes de la provincia de Burgos o en Vitoria. Allí se entretuvo -en dar algunos decretos, en trazar marchas y expediciones que no -tuvieron cumplido efecto, y en crear una orden militar. Sus ministros -apremiados por las circunstancias presentaron un escrito [Marginal: -Exposición de sus ministros. (* Ap. n. 6-5.)] en el que [*] «exponiendo -que el interés de España exigía no confundir su buena armonía y amistad -para con la Francia, con su cooperación a los fines y planes de mayor -extensión en que se hallaba empeñado el jefe de ella...» indicaban -que... «convenía poder anunciar a la nación que aunque gobernada por -el hermano del emperador conforme a los tratados de Bayona, fuese libre -de ajustar una paz separada con la Inglaterra... que esto calmaría las -fundadas zozobras sobre las posesiones de América... etc., etc.» El -escrito se creyó digno de ser presentado a Napoleón, y para llevarle y -apoyarle de palabra fueron en persona a París los ministros Azanza y -Urquijo. Por loables que fuesen las intenciones de los que escribieron -la exposición, no se hace creíble dieran aquel paso con probabilidad -de buen éxito conociendo a Napoleón y su política, o si tal pensaron, -forzoso es decir que andaban harto desalumbrados. Mas el emperador -de los franceses no paró mientes en los discursos de los ministros -españoles de José, y solo se ocupó en mejorar y reforzar su ejército. - -Este, en los primeros tiempos de su retirada, había caído en gran -desánimo, y los más de sus soldados, excepto los del mariscal -Bessières, iban al Ebro casi sin orden ni formación. Perseguidos -entonces e inquietados, fácilmente hubieran sido del todo desranchados -y dispersos, o por lo menos no se hubieran detenido hasta pisar -tierra de Francia. Pero los españoles descansando sobre los laureles -adquiridos, flojos, escasos también de recursos, les dieron espacio -para repararse. Así fue que los franceses ya más serenos y engrosados -con gente de refresco, [Marginal: Fuerza del ejército francés.] se -distribuyeron en tres grandes cuerpos, el del centro mandado por el -mariscal Ney, que ya dijimos acababa de llegar de Francia, y los de la -izquierda y derecha gobernados cada uno por los mariscales Moncey y -Bessières. Había además una reserva compuesta en parte de soldados de -la guardia imperial, y en donde estaba José con el mariscal Jourdan, -su mayor general, enviado de París últimamente para desempeñar -aquel cargo. De suerte, que todos juntos componían en septiembre una -masa compacta de más de 50.000 combatientes, entre ellos 11.000 de -caballería, con la particular ventaja de estar reconcentrados y prontos -a acudir por el radio a cualquier punto que fuese acometido, cuando -los nuestros para darse la mano tenían que recorrer la extendida y -prolongada curva que formaban en torno de los enemigos, quienes sin -contar con los de Cataluña y guarniciones de Pamplona y San Sebastián -estaban también respaldados por fuerzas que mandaba en Bayona el -general Drouet, y con la confianza de recibir de su propio país por la -inmediación todo género de prontos y eficaces auxilios. - -[Marginal: Movimiento de los españoles.] - -A pesar de eso y de aumentarse sus filas cada día con nuevas tropas, -manteníanse los franceses quietos y sobre la defensiva, a tiempo que -los españoles trataron de ejecutar el plan adoptado en Zaragoza. Era -el 27 de octubre el señalado para dar comienzo a la empresa, mas -días antes ya habían los nuestros con su impaciencia movídose por su -frente. Los castellanos desde Logroño, sentado a la margen derecha del -Ebro, cruzando a la opuesta, se habían adelantado a Viana, y Grimarest -extendídose desde Lodosa a Lerín. Los aragoneses por el lado de -Sangüesa también avanzaron acompañados de muchos paisanos. Y tan grande -fue el número de estos, que Moncey sobresaltado dio cuenta a José, -quien destacó del cuerpo de Bessières dos divisiones para reforzar las -tropas que estaban por la parte de Aragón y Navarra. - -El 20 de octubre mandó el general Grimarest a Don Juan de la Cruz -Mourgeon ocupar Lerín con los tiradores de Cádiz, una compañía de -voluntarios catalanes y unos cuantos caballos. Para apoyarle quedaron -en Carcar y Sesma otros destacamentos. Cruz tenía orden de retirarse -si le atacaban superiores fuerzas, y habiendo expuesto lo difícil de -ejecutar dicha orden caso de que el enemigo se posesionase con su -caballería de un llano que se extiende de Lerín camino de Lodosa, le -ofreció Grimarest sostenerle con oportuno socorro. - -[Marginal: Acción de Lerín, 26 de octubre.] - -Cruz en cumplimiento de lo que se le mandaba fortificó según pudo el -convento de Capuchinos y el palacio cuyo edificio había de ser su -último refugio. No tardó en saber que iba a ser atacado, y de ello dio -aviso el 25 al general Grimarest. En efecto en la madrugada del 26 -le acometieron los enemigos valerosamente rechazados por sus tropas. -Con más gente insistieron aquellos en su propósito a las nueve de la -mañana, y los nuestros replegándose al palacio no dieron oídos a la -intimación que de rendirse se les hizo. Renovaron varias veces los -franceses sus embestidas con 6000 infantes, con artillería y 700 u -800 caballos, y los de Cruz que no excedían de 1000 continuaron en -repelerlos hasta entrada la noche con la esperanza de que Grimarest, -según lo prometido, vendría en su auxilio. Los destacamentos de -Carcar y Sesma aunque lo intentaron no pudieron por su corta fuerza -dar ayuda. Amaneció el día siguiente, y sin municiones ni noticia -de Grimarest se vio forzado Cruz a capitular con el enemigo, quien -celebrando su valor y el de su gente, le concedió salir del palacio -con todos los honores de la guerra, debiendo después ser canjeados por -otros prisioneros. Brillante acción fue la de Lerín aunque desgraciada, -siendo los tiradores de Cádiz soldados nuevos, no familiarizados con -los rigores de la guerra. Censurose al Grimarest haber avanzado hasta -Lerín aquellas tropas para abandonarlas después a su aciaga suerte; -pues en vez de correr en su auxilio, con pretexto de una orden de La -Peña evacuó a Lodosa, y repasando el Ebro se situó en la torre de -Sartaguda. - -O’Neille, más dichoso en aquellos días, obligó al enemigo a retirarse -de Nardues a Monreal: corta compensación de la anterior pérdida y de la -que se experimentó en Logroño. El mariscal Ney había atacado y repelido -el 24 los puestos avanzados de las tropas de Castilla, colocándose el -25 en las alturas que hacen frente a aquella ciudad del otro lado del -Ebro. El general Castaños, que entonces se encontraba allí, mandó a -Pignatelli que sostuviese el punto, a no ser que los enemigos cruzando -el río se adelantasen por la derecha, en cuyo caso se situaría en la -sierra de Cameros sobre Nalda. Ordenó también que el batallón ligero -de Campomayor fuese a reforzarle y desalojar al enemigo de las alturas -ocupadas. [Marginal: Retirada de los castellanos de Logroño.] Inútiles -prevenciones. Castaños volvió a Calahorra, y Pignatelli evacuó el 27 -a Logroño con tal precipitación y desorden, que no parando hasta -Cintruénigo, dejó al pie de la sierra de Nalda sus cañones, y los -soldados desparramados, que durante veinticuatro horas le siguieron -unos en pos de otros. El pavor que se había apoderado de sus ánimos -era tanto menos fundado, cuanto que 1500 hombres al mando del conde de -Cartaojal, volviendo a Nalda, recobraron los cañones en el sitio en que -quedaron abandonados, y a donde no había penetrado el enemigo. - -[Marginal: Arreglo que en su ejército hace el general Castaños.] - -El general Castaños, justamente irritado contra Pignatelli, le quitó -el mando, e incorporando la colecticia gente de Castilla en sus otras -divisiones, hizo algunas leves mudanzas en su ejército. Por de pronto -formó una vanguardia de 4000 hombres de infantería y caballería, -regida por el conde de Cartaojal, la cual había de maniobrar por las -faldas de la sierra de Cameros desde el frente de Logroño hasta el -de Lodosa, y dio el nombre de 5.ª división a los 4500 valencianos y -murcianos repartidos entre Alfaro y Tudela, al mando de Don Pedro Roca. -[Marginal: Se sitúa en Cintruénigo y Calahorra.] Reconcentró la demás -fuerza en Calahorra y sus alrededores, y escarmentado con lo ocurrido -se resolvió antes de emprender cosa alguna a aguardar las demás tropas -que debían agregarse al ejército del centro, y respuesta del general -Blake al plan comunicado. - -[Marginal: Napoleón.] - -Napoleón en tanto se preparaba a destruir en su raíz la noble -resistencia de un pueblo cuyo ejemplo era de temer cundiese a las -naciones y reyes que gemían bajo su imperial dominación. En un -principio se había figurado que con las tropas que tenía en la -península podría comprimir los aislados y parciales esfuerzos de los -españoles, y que su alzamiento de corta duración pasaría silencioso -en la historia del mundo. Desvanecida su ilusión con los triunfos -de Bailén, la tenaz defensa de Zaragoza y las proezas de Cataluña y -Valencia, pensó apagar con extraordinarios medios un fuego que tan -grande hoguera había encendido. Fue anuncio precursor de su propósito -el publicar en 6 de septiembre en el _Monitor_ y por primera vez una -relación circunstanciada de las novedades de la península, si bien -pintadas y desfiguradas a su sabor. - -[Marginal: Su mensaje al senado.] - -Había precedido en 4 del mismo mes a esta publicación un mensaje del -emperador al senado con tres exposiciones, de las que dos eran del -ministro de negocios extranjeros Mr. de Champagny y una del de la -guerra Mr. Clarke. Las del primero llevaban fecha de 24 de abril y -1.º de septiembre. En la de abril después de manifestar Mr. Champagny -la necesidad de intervenir en los asuntos de España, asentaba que la -revolución francesa habiendo roto el útil vínculo que antes unía a -ambas naciones gobernadas por una sola estirpe, era político y justo -atender a la seguridad del imperio francés, y libertar a España del -influjo de Inglaterra; lo cual, añadía, no podría realizarse, ni -reponiendo en el trono a Carlos IV ni dejando en él a su hijo. En la -exposición de septiembre hablábase ya de las renuncias de Bayona, de -la constitución allí aprobada, y en fin se revelaban los disturbios -y alborotos de España, provocados según el ministro por el gobierno -británico que intentaba poner aquel país a su devoción y tratarle -como si fuera provincia suya. Mas aseguraba que tamaña desgracia nunca -se efectuaría estando preparados para evitarla 2.000.000 de hombres -valerosos que arrojarían a los ingleses del suelo peninsular. - -[Marginal: Leva de nuevas tropas.] - -Pronosticaban tan jactanciosas palabras demanda de nuevos sacrificios. -Tocó especificarlos a la exposición del ministro de la guerra. En ella -pues se decía, que habiendo resuelto S. M. I. juntar al otro lado -de los Pirineos más de 200.000 hombres, era indispensable levantar -80.000 de la conscripción de los años 1806, 7, 8 y 9, y ordenar que -otros 80.000 de la del 10 estuviesen prontos para el enero inmediato. -Al día siguiente de leídas estas exposiciones y el mensaje que las -acompañaba, contestó el senado aprobando y aplaudiendo lo hecho, y las -medidas propuestas; y asegurando también que la guerra con España era -«política, justa y necesaria.» A tan mentido y abyecto lenguaje había -descendido el cuerpo supremo de una nación culta y poderosa. - -Por anteriores órdenes habían ya empezado a venir del norte de Europa -muchas de las tropas francesas allí acantonadas. A su paso por París -hizo reseña de varias de ellas el emperador Napoleón, pronunciando para -animarlas una arenga enfática y ostentosa. - -[Marginal: Conferencias de Erfurt.] - -No satisfecho este con las numerosas huestes que encaminaba a España, -trató también de asegurar el buen éxito de la empresa estrechando su -amistad y buena armonía con el emperador de Rusia. Sin determinar -tiempo se había en Tilsit convenido en que más adelante se avistarían -ambos príncipes. Los acontecimientos de España, incertidumbres sobre -la Alemania y aun dudas sobre la misma Rusia obligaron a Napoleón a -pedir la celebración de las proyectadas vistas. Accedió a su demanda el -emperador Alejandro, quien y el de Francia, puestos ambos de acuerdo -llegaron a Erfurt, lugar señalado para la reunión, el 27 de septiembre. -Concurrieron allí varios soberanos de Alemania, siendo el de Austria -representado por su embajador, y el de Prusia por su hermano el -príncipe Guillermo. Reinó entre todos la mayor alegría, satisfacción y -cordialidad, pasándose los días y las noches en diversiones y festines, -sin reparar que en medio de tantos regocijos no solo legítimos monarcas -sancionaban la usurpación más escandalosa, y autorizaban una guerra que -ya había hecho correr tantas lágrimas, sino que también tachando de -insurrección la justa defensa y de rebeldía la lealtad, abrían ancho -portillo por donde más adelante pudieran ser acometidos sus propios -pueblos y atropellados sus derechos. Ni motivos tan poderosos, ni tales -temores detuvieron al emperador Alejandro. Contento con los obsequios -de su aliado y algunas concesiones, reconoció por rey de España a -José, y dejó a Napoleón en libertad de proceder en los asuntos de la -península según conviniese a sus miras. - -[Marginal: Correspondencia con el gobierno inglés.] - -Mas al propio tiempo y para aparentar deseos de paz, cuando después de -lo estipulado era imposible ajustarla, determinaron entablar acerca de -tan grave asunto correspondencia con Inglaterra. Ambos emperadores -escribieron en una y sola carta al rey Jorge III, y sus ministros -respectivos pasaron notas con aviso de que plenipotenciarios rusos se -enviarían a París para aguardar la respuesta de Inglaterra: los que en -unión con los de Francia concurrirían al punto del continente que se -señalase para tratar. - -En contestación, Mr. Canning escribió el 28 de octubre dos cartas a los -ministros de Rusia y Francia, acompañadas de una nota común a ambos. -Al primero le decía, que aunque S. M. B. deseaba dar respuesta directa -al emperador su amo, el modo desusado con que este había escrito le -impedía considerar su carta como privada y personal, siendo por tanto -imposible darle aquella señal de respeto sin reconocer títulos que -nunca había reconocido el rey de la Gran Bretaña. Que la proposición de -paz se comunicaría a Suecia y a España. Que era necesario estar seguro -de que la Francia admitiría en los tratos al gobierno de la última -nación, y que tal sin duda debía de ser el pensamiento del emperador de -Rusia, según el vivo interés que siempre había mostrado en favor del -bienestar y dignidad de la monarquía española; lo cual bastaba para no -dudar que S. M. I. nunca sería inducido a sancionar por su concurrencia -o aprobación usurpaciones fundadas en principios no menos injustos que -de peligroso ejemplo para todos los soberanos legítimos. En la carta -al ministro de Francia se insistía en que entrasen como partes en la -negociación Suecia y España. - -El mismo Mr. Canning respondió ampliamente en la nota que iba para -dichos dos ministros a la carta autógrafa de ambos emperadores. -Sentábase en ella que los intereses de Portugal y Sicilia estaban -confiados a la amistad y protección del rey de la Gran Bretaña, el cual -también estaba unido con Suecia, así para la paz como para la guerra. -Y que si bien con España no estaba ligado por ningún tratado formal, -había sin embargo contraído con aquella nación a la faz del mundo -empeños tan obligatorios como los más solemnes tratados; y que por -consiguiente el gobierno que allí mandaba a nombre de S. M. C. Fernando -VII, debería asimismo tomar parte en las negociaciones. - -El ministro ruso replicó no haber dificultad en cuanto a tratar con los -soberanos aliados de Inglaterra; pero que de ningún modo se admitirían -los plenipotenciarios de los insurgentes españoles [así los llamaba], -puesto que José Bonaparte había ya sido reconocido por el emperador -su amo como rey de España. Menos sufrida y más amenazadora fue la -contestación de Mr. Champagny ministro de Francia. - -[Marginal: Fin de la correspondencia.] - -Diose fin a la correspondencia con nuevos oficios en 9 de diciembre de -Mr. Canning, concluyendo este con repetir al francés, «que S. M. B. -estaba resuelto a no abandonar la causa de la nación española y de la -legítima monarquía de España; añadiendo que la pretensión de la Francia -de que se excluyese de la negociación el gobierno central y supremo que -obraba en nombre de S. M. C. Fernando VII, era de naturaleza a no ser -admitida por S. M. sin condescender con una usurpación que no tenía -igual en la historia del universo.» - -[Marginal: Discurso de Napoleón al cuerpo legislativo.] - -Contaba Napoleón tan poco con esta negociación, que volviendo a París -el 18 de octubre, y abriendo el 25 el cuerpo legislativo, después de -tocar en su discurso muy por encima el paso dado en favor de las paces, -dijo: «parto dentro de pocos días para ponerme yo mismo al frente de -mi ejército, coronar con la ayuda de Dios en Madrid al rey de España, -y plantar mis águilas sobre las fortalezas de Lisboa.» Palabras -incompatibles con ningún arreglo ni pacificación, y tan conformes -con lo que en su mente había resuelto, que sin aguardar respuesta de -Londres a la primera comunicación, partió de París el 29 de octubre -llegando a Bayona en 3 de noviembre. - -[Marginal: Fuerza y división del ejército francés.] - -Empezaban ya entonces a tener cumplida ejecución las providencias -que había acordado para sujetar y domeñar en poco tiempo la altiva -España. Sus tropas acudían de todas partes a la frontera, y variando -por decreto de septiembre la forma que tenía el ejército de José, le -incorporó al que iba a reforzarle, dividiendo su conjunto en ocho -diversos cuerpos a las órdenes de señalados caudillos, cuyos nombres y -distribución nos parece conveniente especificar. - -1.er Cuerpo. Mariscal Victor, duque de Bellune. - -2.º Cuerpo. Mariscal Bessières, duque de Istria. - -3.er Cuerpo. Mariscal Moncey, duque de Cornegliano. - -4.º Cuerpo. Mariscal Lefebvre, duque de Danzig. - -5.º Cuerpo. Mariscal Mortier, duque de Treviso. - -6.º Cuerpo. Mariscal Ney, duque de Elchingen. - -7.º Cuerpo. El general Saint-Cyr. - -8.º Cuerpo. El general Junot, duque de Abrantes. - -A veces, según iremos viendo, se sustituyeron nuevos jefes en lugar de -los nombrados. El total de hombres, sin contar con enfermos y demás -bajas, ascendía a 250.000 combatientes, pasando de 50.000 los caballos. -De estos cuerpos el 7.º estaba destinado a Cataluña, el 5.º y 8.º -llegaron más tarde. Los otros en su mayor parte aguardaban ya a su -emperador para inundar, a manera de raudal arrebatado, las provincias -españolas. - -[Marginal: Cruza Napoleón el Bidasoa.] - -Napoleón cruzó el Bidasoa el 8 de noviembre acompañado de los -mariscales Soult y Lannes, duques de Dalmacia y de Montebello. Llegó -el mismo día a Vitoria, donde estaba José y el cuartel general. Las -tropas francesas habían conservado del lado de Navarra y Castilla casi -las mismas posiciones que ocuparon después de las jornadas de Lerín -y Logroño. No así por el de Vizcaya. Inquieto el mariscal Lefebvre, -sucesor del general Merlin, de los movimientos del ejército de Don -Joaquín Blake, había pensado con el 4.º cuerpo arrojarle de Zornoza. - -Firme el general español desde el 25 de octubre en conservar aquel -sitio, celebró en 28 un consejo de guerra. Los más prudentes estuvieron -por replegarse: hubo quien opinó por acometer sin dilación al enemigo. -Andaba indeciso el general en jefe, no pareciéndole acertado el último -dictamen, y receloso de abrazar el primero en una sazón en que los -pueblos tildaban de traidor al general que los dejaba con su retirada -a merced del enemigo. [Marginal: Acción de Zornoza, 31 de octubre.] -Entre dudas llegó el 31 de octubre, día en que el mariscal Lefebvre -atacó a los españoles. La fuerza que este tenía era de 26.000 hombres, -la nuestra 16.500. Había también contado Blake con que apoyaría su -derecha la división de Martinengo con algunos caballos mandados por -el marqués de Malespina, y una de Asturias gobernada por Don Vicente -María de Acevedo. Mas avanzando ambas hasta Villaró y Dima, se vieron -separadas del cuerpo principal del ejército por fragosas sierras y -caminos intransitables. Grande inadvertencia ordenar un movimiento sin -cabal noticia del terreno. - -El mariscal Lefebvre al amanecer del 31 empezó su embestida a favor -de una densa niebla. Las vanguardias de ambos ejércitos estaban a un -lado y otro de la hondonada que forma el monte de San Martín y la -altura arbolada de Bernagoitia, por donde atraviesa el camino real. La -vanguardia española, regida por el brigadier Don Gabriel de Mendizábal, -enseñoreaba la última posición de las nombradas, que fue acometida -primeramente por la división del general Villatte. Apoyaron y siguieron -a este las divisiones de los generales Sebastiani y Leval, y empeñada -toda nuestra vanguardia peleó largo rato esforzadamente. Causábale gran -daño la artillería enemiga, sin que a sus fuegos pudiera responder -careciendo de igual arma. Rota al fin se recogió al amparo de la 1.ª -y 4.ª división apostadas en el monte de San Miguel. La 1.ª, del mando -de Don Genaro Figueroa, oficial sabio y bizarro, repelió con su vivo -y acertado fuego al enemigo, impidiéndole apoderarse de un mogote que -ocupaba en dicho monte; pero la 4.ª, falta de cañones como lo demás del -ejército, fue arrollada, habiendo el enemigo avanzado su artillería por -el camino real, y sosteniéndola con infantería y caballería. Entonces -Blake conociendo su desventaja determinó retirarse, para lo que -poniéndose a la cabeza de los granaderos provinciales, y siguiéndole -la reserva mandada por Don Nicolás Mahy, contuvo al enemigo y dio -lugar a que todas las fuerzas, reuniéndose en las faldas del monte de -Santa Cruz de Bizcargui, emprendiesen la retirada. La 3.ª división, al -mando de Don Francisco Riquelme, estuvo alejada de las otras y en la -orilla opuesta del río, en donde sosteniendo un choque del enemigo, se -replegó separadamente no siéndole dado unirse al grueso del ejército. -Los franceses, atentos a la aspereza de la tierra y a que los nuestros -se retiraban en bastante buen orden, dejaron de perseguirlos de -cerca y molestarlos. La pérdida fue corta de ambas partes: quizá la -victoria hubiera sido más dudosa si el general español no se hubiera de -antemano despojado de la artillería, enviándola camino de Bilbao. Ha -habido quien le disculpe con el propósito que tenía de retirarse; pero -ciertamente fue descuido quedarse del todo desprovisto de tan necesaria -ayuda enfrente de un enemigo activo y emprendedor. Blake continuó por -la noche su marcha, y sin detenerse en Bilbao más que para acopiar -algunas vituallas, uniéndose después con Riquelme, tomaron juntos la -vuelta de Valmaseda. El mariscal Lefebvre los siguió de lejos hasta -Güeñes, en donde habiendo dejado para observarlos al general Villatte -con 7000. hombres, retrocedió a Bilbao. - -José, aunque desaprobaba como precipitada la tentativa de aquel -mariscal, no siendo ya dueño de evitarla, mandó de Vitoria que una -división del primer cuerpo del mariscal Victor se extendiese por el -valle de Orduña para favorecer los movimientos de Lefebvre, y que otra -del 2.º cuerpo se dirigiese a Berberena, ya para unirse con la primera, -o ya para perseguir a Blake si se retiraba del lado de Villarcayo. La -del valle de Orduña se encontró en su marcha con los generales Acevedo -y Martinengo, que vimos separados del ejército en Villaró. Inciertos -estos jefes de la suerte de Blake, e informados tarde y confusamente -de la acción de Zornoza, creyeron arriesgada su posición y trataron -de alejarse por Oquendo, Miravalles y Llodio. En el camino y cerca -de Menagaray fue su encuentro con la mencionada división francesa. -Presentáronle los nuestros firme rostro, e imaginándose los contrarios -haber tropezado con todo el ejército de Blake, no insistieron en atacar -y se replegaron a Orduña. Los españoles entonces mejoraron su posición -colocándose en una altura agria cerca de Orrantia. - -Blake el 3 de noviembre se había reconcentrado en la Nava, dos leguas -más allá de Valmaseda yendo de Bilbao. Poco antes se le incorporó la -mayor parte de la fuerza que había venido de Dinamarca y que estaba a -las órdenes del conde de San Román, y en el mismo Nava otra división -de Asturias a las de Don Gregorio Quirós, componiendo en todo los que -se reunieron de 8 a 9000 hombres. La caballería venida del norte, -hallándose desmontada, había partido al mediodía de España para -proveerse de caballos. Reforzado así el ejército de Blake, y enterado -este del aprieto de Acevedo y Martinengo, sin tardanza determinó -librarlos. Moviose pues hacia Valmaseda cuyo punto debía acometer la -4.ª división, ahora mandada por Don Esteban Porlier, en tanto que la -de San Román se dirigía al Berrón una legua distante; la 3.ª y la -asturiana de Quirós a Arciniega, y lo demás de la fuerza a Orrantia, en -donde era de presumir permaneciesen las divisiones comprometidas. No se -engañaron, encontrándose luego unos y otros con inexplicable gozo. - -[Marginal: De Valmaseda, 4 de noviembre.] - -Fue en aquel mismo instante cuando se rompió el fuego por los que se -habían adelantado a Valmaseda, cuyo camino corre al pie de las alturas -que ocupaban las divisiones extraviadas. Atacado impensadamente el -general francés Villatte, retirose con demasiada priesa, hasta que -volviendo en sí juntó su gente a la ribera izquierda del Salcedón. -Visto lo cual por el general Acevedo, se aproximó con cuatro cañones de -montaña a una de las dos eminencias que forman el valle de Valmaseda, -y enviando por un rodeo dos batallones para que estrechasen a los -franceses por retaguardia, sobrecogió a estos, que desbaratados huyeron -en el mayor desorden hasta Güeñes. Perdieron un cañón, carros de -municiones y muchos equipajes, entre los que se contaba el del general -Villatte. Debiose principalmente la victoria al acierto y pronta -decisión de Don Vicente María de Acevedo. - -Napoleón supo en Bayona los ataques ocurridos desde el 31, y -desagradole que el mariscal Lefebvre hubiese comenzado a guerrear -antes de su llegada, y aun también que José le prestase ayuda: ya -porque juzgase expuesto un movimiento parcial y aislado, o ya más bien -porque no quisiese que empezasen triunfos y victorias antes de que él -en persona capitanease su ejército. Sin embargo temeroso de alguna -desgracia, mandó prontamente que el mariscal Lefebvre con el 4.º cuerpo -continuase desde Bilbao en perseguir a Blake, y que el mariscal Victor -con el 1.º marchase por Orduña y Amurrio contra Valmaseda, formando un -total de 50.000 hombres. - -[Marginal: Reconocimiento hacia Güeñes en 7 de noviembre.] - -Avanzaban ambos mariscales a la propia sazón que Blake queriendo -aprovecharse de la ventaja alcanzada en Valmaseda y reconocer las -fuerzas del enemigo, iba el 7 la vuelta de San Pedro de Güeñes. La -víspera había el general español enviado sobre su izquierda a Sopuerta -la 4.ª división, que no pudiendo reincorporarse al ejército se -retiró por Lanestosa a Santander. El mismo día, no queriendo tampoco -Blake dejar descubierta su derecha, dirigió camino de Villarcayo y -de Medina de Pomar al marqués de Malespina con los 400 caballos que -había y algunos infantes. Por su lado el general en jefe se encontró -con el mariscal Lefebvre; peleando los españoles con bizarría, -particularmente la división de Figueroa y el batallón de estudiantes -de Santiago, apellidado literario. Al caer la noche hubieron los -nuestros de replegarse vista la superioridad del enemigo, y a pesar de -ser el tiempo muy lluvioso, prosiguieron ordenadamente su retirada, -ocupando el 8 a Valmaseda y pueblos vecinos. - -La tarde de dicho día, agolpándose del lado de Orduña y de Bilbao todas -las fuerzas de los mariscales Victor y Lefebvre que caminaban a unirse, -levantaron los nuestros su campo dirigiéndose a la Nava. Quedaron a -la retaguardia para proteger el movimiento algunos batallones de la -división de Martinengo y asturianos al mando de Don Nicolás de Llano -Ponte, quien poco avisado, dejándose cortar por el enemigo, nunca se -volvió a incorporar con el grueso del ejército, yéndose del lado de -Santander. Los mariscales franceses se juntaron en Valmaseda, y Blake -llegó el 9 en la tarde a Espinosa de los Monteros. - -Disminuíase su ejército teniendo desde el 31 que pelear a la continua -con el enemigo, la lluvia, el frío, el hambre, la desnudez. Rigurosa -suerte aun para soldados veteranos y endurecidos; insoportable para -bisoños y poco disciplinados. La escasez de víveres fue extrema, -viéndose obligados hasta los mismos jefes a mantenerse con mazorcas -de maíz y malas frutas. Provenía miseria tanta del mal arreglo en -el ramo de hacienda, y de haber contado el general en jefe con ser -abastecido por la costa, sin cuidar convenientemente de adoptar otros -medios: enseñando la práctica militar, como ya decía Vegecio «que [*] -[Marginal: (* Ap. n. 6-6.)] la penuria más veces que la pelea acaba con -un ejército, y que el hambre es más cruel que el hierro del enemigo.» - -Acosado nuestro ejército por tantos males, pensábase que el general -Blake no se aventuraría a combatir contra un enemigo más numeroso, -aguerrido y bien provisto. Esperanzado sin embargo en que le asistiese -favorable estrella, determinó probar la suerte de una batalla delante -de Espinosa de los Monteros. - -[Marginal: Batalla de Espinosa, 10 y 11 de noviembre. (* Ap. n. 6-7.)] - -Es esta villa muy conocida en España por el privilegio de que gozan -sus naturales de hacer de noche la guardia al rey cerca de su cuarto; -y cuya concesión, según cuentan,[*] sube a Don Sancho García, conde -de Castilla. Está situada en la ribera izquierda del Trueba, y los -españoles colocándose en el camino que viene de Valmaseda dejaron a -su espalda el río y la villa. En una altura elevada de difícil acceso -y a la siniestra parte pusiéronse los asturianos capitaneados por los -generales Acevedo, Quirós y Valdés. La 1.ª división y la reserva con -sus respectivos jefes Don Genaro Figueroa y Don Nicolás Mahy seguían en -la línea descendiendo al llano. El general Riquelme y su 3.ª división -ocupó en el valle lo más abierto del terreno, y la vanguardia, al -mando de Don Gabriel de Mendizábal con seis piezas de artillería -dirigidas por el capitán Don Antonio Roselló, se colocó en un altozano -a la derecha de Espinosa, desde donde se enfilaban las principales -avenidas. Por el mismo lado y más adelante en un espeso bosque y sobre -una loma estaba la división del norte que gobernaba el conde de San -Román, quedando no lejos de la artillería y algo detrás por su derecha -la 2.ª de Martinengo. La fuerza de los españoles no llegaba a 21.000 -combatientes. - -A la una de la tarde del 10 empezó a avistarse el enemigo, en número -de 25.000 hombres mandados por el mariscal Victor. Se había este -juntado con el mariscal Lefebvre en Valmaseda y separádose en la Nava, -dirigiéndose el segundo a Villarcayo y siguiendo el primero la huella -de Blake con esperanzas ambos de envolverle. Se empeñó la refriega por -donde estaban las tropas del norte, embistiendo el bosque el general -Pacthod. Durante dos horas le defendieron los nuestros con intrepidez, -mas cargando el enemigo en mayor número fue al fin abandonado. La -artillería, manejada con acierto por Roselló, dirigió entonces un fuego -muy vivo contra el bosque, y caminando por orden de Blake para sostener -a San Román la división de Riquelme, se encendió de nuevo la pelea. -Cundió por toda la línea, y aun la izquierda de los asturianos avanzó -para llamar la atención del enemigo. La derecha no solo se mantenía, -sino que volviendo a ganar terreno, estaban las tropas del norte -prontas a recuperar el bosque, cuando la oscuridad de la noche impidió -la continuación del combate, glorioso para los españoles, pero con tan -poca ventura que perdieron dos de sus mejores jefes, el conde de San -Román y Don Francisco Riquelme, mortalmente heridos. - -Los españoles, si bien alentados con haber infundido respeto al -enemigo, ya no podían sobrellevar tanto cansancio y trabajos, -careciendo aun de las provisiones más precisas. Malas frutas habían -comido aquellos días, pero ahora apenas les quedaba tan menguado -recurso. Sus heridos yacían abandonados, y si algunos eran recogidos -no podía suministrárseles alivio en medio de sus quejidos y lamentos. -En balde se esmeraba el general en jefe, en balde sus oficiales en -buscar por Espinosa socorros para su gente. Los vecinos habían huido -espantados con la guerra; la tierra de suyo escasa estaba ahora con -aquella ausencia más empobrecida, aumentándose la confusión y el duelo -en medio de la lobreguez de la noche. A su amparo obligó el hambre a -muchos soldados a desarrancarse de sus banderas, particularmente a los -de la división del norte, que eran los que más habían padecido. - -Al contrario los franceses, bien alimentados, retirados sus heridos -y puestos otros en lugar de los que el día 10 habían combatido, se -disponían a pelear en la mañana siguiente. Hubiera el general español -obrado con cordura, si atendiendo a las lástimas y apuros de sus -soldados hubiese a la callada y por la noche alzado el campo, y buscado -del lado de Santander o del de Reinosa bastimentos y alivio a los -males. Mas lisonjeándose de que el enemigo se retiraría y queriendo -sacar ventaja del esfuerzo con que sus soldados habían lidiado, se -inclinó a permanecer inmoble y exponerse a nuevo combate. - -No tuvo que aguardar largo tiempo: desde el amanecer le renovaron los -franceses. Habían en la víspera notado que en la izquierda de los -españoles estaban tropas bisoñas, y también que la altura que ocupaban -como más elevada, era la llave de la posición. Así se determinaron a -empezar por allí el ataque, siendo el general Maison con su brigada -quien primero embistió a los asturianos. Resistieron estos con denuedo, -y a la voz de sus dignos jefes Acevedo, Quirós y Valdés conserváronse -firmes y serenos, no obstante su inexperiencia. Advirtió el general -enemigo el influjo de dichos jefes, y sobre todo que uno de ellos -montado en un caballo blanco, corriendo a los puntos más peligrosos, -exhortaba a su tropa con la palabra y el gesto. Sin tardanza [según -nos ha contado años adelante en París el mismo general] destacó -tiradores diestros, para que apuntando cuidadosamente disparasen contra -los jefes, y en especial contra el del caballo blanco, que era el -desgraciado Quirós. La orden causó grave mal a los españoles, y decidió -la acción. Los tiradores abrigados de lo irregular y quebrado del -terreno, esparcidos en diversos sitios, arcabuceaban, por decirlo así, -a nuestros oficiales, sin que recibiesen notable daño del fuego cerrado -de nuestras columnas. La poca práctica de la guerra y el escasear -de soldados hábiles, impidió usar del mismo medio que empleaban los -enemigos. A poco fue traspasado de dos balazos Don Gregorio Quirós, -heridos los generales Acevedo y Valdés, con otros jefes, entre los -que se contaron los distinguidos oficiales Don Joaquín Escario y -Don José Peón. La muerte y heridas de caudillos tan amados sembró -profunda aflicción en las filas asturianas, y flaqueando algunos -cuerpos siguiose en todos el mayor desorden. Quiso sostenerlos Blake -enviando a Don Gabriel de Mendizábal para que tomase el mando; mas ya -era tarde. La dispersión había comenzado y los franceses posesionándose -de la altura perseguían a los asturianos, cuyo mayor número huyendo se -enriscó por las asperezas del valle de Pas. - -El centro del ejército español y su derecha, que en la noche se habían -agrupado alrededor del altozano donde estaba Roselló con la artillería, -tan luego como se dispersó la izquierda, se vieron acometidos por la -división francesa de Ruffin. Algún tiempo se mantuvieron nuestros -soldados en su puesto, aunque inquietos con la huida de los asturianos; -pero en breve comenzando unos a ciar y otros a desarreglarse, ordenó -el general Blake la retirada, sostenida por la reserva de Don Nicolás -Mahy y las seis piezas del capitán Roselló, perdidas luego en el paso -del Trueba. Hubiera a los nuestros servido de mucho en aquel trance -y en lo demás de la retirada la corta división con 400 caballos que -mandaba el marqués de Malespina, y a los que el general Blake había -ordenado pasar a Villarcayo. Temeroso dicho marqués de ser envuelto -por el mariscal Lefebvre que iba del mismo lado, en vez de aproximarse -a Espinosa tomó otro rumbo, y su división se unió después en diversas -partidas a distintos y lejanos ejércitos. La pérdida de los españoles -en las acciones de Espinosa fue muy considerable, su dispersión casi -completa. La de los franceses cortísima el 11, no dejó la víspera de -ser de importancia. - -Señaló Don Joaquín Blake para reunión de sus tropas la villa de -Reinosa, en donde estaba el parque general de artillería y los -almacenes. Llegó el 12 con pocas fuerzas esperando poder rehacerse -algún tanto, y dar vida con las provisiones que allí había a sus -hambrientos y desmayados soldados. Pero la activa diligencia del -enemigo y las desgracias que se agolparon no le dejaron vagar ni -respiro. - -[Marginal: Disposiciones de Napoleón.] - -Desde que en 8 de noviembre había Napoleón entrado en Vitoria, se -sentía por doquiera su presencia. Servíanle como de mágico impulso -poder inmenso, bélico renombre, imperiosa y presta voluntad. Ya -contamos como de Bayona mismo había ordenado al 1.º y 4.º cuerpo -perseguir al general Blake. Y ahora poniendo particular conato -en enderezar sus pasos a Madrid, cuya toma resonaría en Europa -favorablemente a sus miras, arregló para ello y en breve un plan -general de ataque. Asegurada que fue su derecha por los mencionados -1.º y 4.º cuerpos, encargó al 3.º, del mando del mariscal Moncey, que -observase desde Lodosa el ejército del centro y de Aragón, dejando -además en Logroño a los generales Lagrange y Colbert, del 6.º cuerpo, -cuya principal fuerza, capitaneada por su mariscal Ney, debía caminar a -Aranda de Duero. Tomó el mando del 2.º cuerpo el mariscal Soult, y su -anterior jefe Bessières fue encargado de gobernar la caballería. Ambos, -con Napoleón al frente de la guardia imperial y la reserva, siguieron -el camino real de Madrid dirigiéndose a Burgos. - -[Marginal: Acción de Burgos, 10 de noviembre.] - -En esta ciudad había comenzado a entrar el ejército de Extremadura -compuesto de unos 18.000 hombres distribuidos en tres divisiones, y a -su frente el conde de Belveder, mozo inexperto nombrado por la junta -central para reemplazar a Don José Galluzo. La 1.ª división estaba allí -desde el 7 de noviembre: se le juntó la 2.ª en la tarde del 9, quedando -todavía atrás y hacia Lerma la 3.ª Así que solo se contaban dentro de -la ciudad y cercanías 12.000 hombres, de ellos 1200 de caballería. -Fiado Belveder en algunas favorables y leves escaramuzas, vivía -tranquilo y de modo que a los oficiales de la 2.ª división que a su -llegada fueron a cumplimentarle, recomendoles el descanso, bastándole -por entonces, según dijo, las fuerzas de la 1.ª división para rechazar -a los franceses caso que le atacasen. Tan ignorante estaba de la -superioridad del enemigo, y tan olvidado de la endeble organización de -sus tropas. - -Serían las seis de la mañana del 10 cuando el general Lasalle con -la caballería francesa llegó a Villafría, tres cuartos de legua de -Gamonal, a donde se había adelantado la 1.ª división de Belveder -mandada por Don José María de Alós. Los franceses, como no tenían -consigo infantería, retrocedieron para aguardarla a Ruvena, con lo que -alentados los nuestros resolvieron empeñar una acción. Lasalle rehecho -forzó a los que le seguían a replegarse otra vez a Gamonal, a cuyo -punto había ya acudido lo demás del ejército español. La derecha de -este ocupaba un bosque del lado del río Arlanzón, y la izquierda las -tapias de una huerta o jardín, cubriendo el frente algunos cuerpos -con dieciséis piezas de artillería. Las tropas más bisoñas se pusieron -detrás de las mejor enregimentadas, como lo eran un batallón de -guardias españolas, algunas compañías de valonas, el 2.º de Mallorca y -granaderos provinciales. - -Fue pues aproximándose el ejército enemigo: y extendiéndose por -nuestra derecha el general Lasalle se colocó en un llano situado entre -el bosque y el río, al paso que la infantería veterana del general -Mouton intrépidamente acometió dicho bosque guarnecido por la derecha -española, la cual creyéndose envuelta por Lasalle comenzó en breve a -cejar, no obstante el vivo fuego que desde el frente hacían nuestros -cañones. La caballería guiada por Don Juan Henestrosa, hombre valiente, -pero más devoto que entendido militar, trató de dar una carga a la -enemiga. Henestrosa que en realidad mandaba también en jefe, invocando -a los santos del cielo y con tanta bravura como imprudencia, arremetió -contra los jinetes franceses, quienes fácilmente le repelieron y -desbarataron. Entonces fueron del todo deshechos los del bosque: y la -izquierda, aunque no atacada de cerca, comenzó a huir y desbandarse. La -pelea duró poco, y vencidos y vencedores entraron mezclados en Burgos. - -El mariscal Bessières tirando por la orilla del río con la caballería -pesada, acuchilló a los soldados fugitivos y cogió varios cañones, -habiéndose perdido catorce y además otros que quedaron en el parque. La -pérdida de los españoles fue considerable, aunque mayor la dispersión -y el desorden; teniendo que arrepentirse, y dolorosamente, el general -Belveder de haberse empeñado con ligereza en acción tan desventajosa. -Entregaron los vencedores al pillaje la ciudad de Burgos apoderándose -de 2000 sacas de lana fina pertenecientes a ricos ganaderos. Llegó el -mismo día el conde de Belveder a Lerma con muchos dispersos, en donde -se encontró con la 3.ª división de Extremadura, ausente de la batalla. -Perseguido por los enemigos pasó a Aranda de Duero, y no seguro todavía -allí, prosiguió hasta Segovia, en cuya ciudad fue relevado del mando -por la junta central que nombró para sucederle a Don José de Heredia. - -[Marginal: Resuelve Soult contra Blake.] - -El mariscal Soult con la natural presteza de su nación, enviando del -lado de Lerma una columna que persiguiese a los españoles y otra camino -de Palencia y Valladolid, salió en persona el mismo 10 hacia Reinosa -con intento de interceptar a Blake en su retirada. Inútilmente había -este confiado en dar en aquella villa descanso a sus tropas, pues -noticioso de que por Villarcayo se acercaba el mariscal Lefebvre, ya -había el 13 movido su artillería con dirección a León por Aguilar de -Campóo. Iban con ella enfermos y heridos huyendo de un peligro sin -pensar en el otro, no menos terrible, con que tropezaron. Caminaban -cuando se les anunció le aparición por su frente de tropas francesas: -la artillería precipitando su marcha y usando de adecuados medios -pudo salvarse, mas de los heridos los hubo que fueron víctima del -furor enemigo. En su número se contó al general Acevedo. Encontráronle -cazadores franceses del regimiento del coronel Tascher, y sin -miramiento a su estado, ni a su grado, ni a las sentidas súplicas de -su ayudante Don Rafael del Riego, traspasáronle a estocadas. Riego, el -mismo que fue después tan conocido y desgraciado, quedó en aquel lance -prisionero. - -Blake acosado y temiendo no solo a los que le habían vencido en -Espinosa, sino también a los mariscales Lefebvre y Soult, que cada -uno por su lado venían sobre él, no pudiendo ya ir a León por tierra -de Castilla, salió de Reinosa en la noche del 13, y se enriscó por -montañas y abismos, enderezándose al valle de Cabuérniga. Llegó allí -a su colmo la necesidad y miseria. El ánimo de Blake andaba del todo -contristado y abatido, mayormente teniendo que entregar a nuevo jefe de -un día a otro y en tan mal estado las pobres reliquias de su ejército, -lo cual le era de gran pesadumbre. La central había nombrado general en -jefe del ejército de la izquierda al marqués de la Romana. Noticioso -Blake en Zornoza del sucesor, no por eso dejó de continuar el plan de -campaña comenzado. Una indisposición, según parece, detuvo a Romana -en el camino, no uniéndose al ejército sino en Renedo, cuando estaba -en completa derrota y dispersión. En tal aprieto pareciole ser más -conveniente dejar a Blake el cuidado de la marcha, ordenándole que se -recogiese por la Liébana a León, en cuya ciudad y ribera derecha del -Esla debía hacer alto y aguardarle. - -[Marginal: Diversas direcciones de los mariscales franceses.] - -De su lado los mariscales franceses, ahuyentado Blake, tomaron -diversos rumbos. El mariscal Lefebvre con el cuarto cuerpo, después -de descansar algunos días, se encaminó por Carrión de los Condes a -Valladolid. El primer cuerpo, del mando de Victor, juntose en Burgos -con Napoleón, marchando Soult con el segundo a Santander; de cuyo -puerto hecho dueño, y dejando para guarnecerle la división de Bonnet, -persiguió por la costa los dispersos y tropas asturianas que se -retiraban a su país natal. Tuvo en San Vicente de la Barquera un choque -con 4000 de ellos al mando de Don Nicolás de Llano Ponte: los deshizo -y dispersó; y yendo por la Liébana en busca de Blake franqueando -las angosturas de la Montaña y despejándola de soldados españoles, -desembocó rápidamente en las llanuras de tierra de Campos. - -[Marginal: Entrada en Burgos de Napoleón.] - -Napoleón al propio tiempo y después de la jornada de Gamonal, había -sentado su cuartel general en Burgos. Los vecinos habían huido de la -ciudad, y soledad y silencio no interrumpido sino por la algazara del -soldado vencedor, fue el recibimiento que ofreció al emperador de -los franceses la antigua capital de Castilla. Mas él poco cuidadoso -del modo de pensar de los habitantes, [Marginal: Su decreto de 12 de -noviembre.] revistadas las tropas y tomadas otras providencias, dio -el 12 de noviembre un decreto, en el que concedía en nombre suyo y -de su hermano _perdón general y plena y entera amnistía_ a todos los -españoles que en el espacio de un mes, después de su entrada en Madrid, -depusieran las armas y renunciasen a toda alianza y comunicación con -los ingleses, inclusos los generales y las juntas. Eran exceptuados -de aquel beneficio los duques del Infantado, de Híjar, de Medinaceli, -de Osuna, el marqués de Santa Cruz del Viso, los condes de Fernán -Núñez y de Altamira, el príncipe de Castelfranco, Don Pedro Cevallos -y el obispo de Santander, a quienes se declaraba enemigos de España y -Francia y traidores a ambas coronas; mandando que, aprehendidas sus -personas, fuesen entregados a una comisión militar, pasados por las -armas, y confiscados todos sus bienes, muebles y raíces que tuviesen -en España y reinos extranjeros. Si bien admira la proscripción de unos -individuos cuyo mayor número, si no todos, había pasado a Francia por -engaño o mal de su grado, y prestado allí un juramento que llevaba -visos de forzado, crece el asombro al ver en la lista al obispo -de Santander, que nunca había reconocido al gobierno intruso, ni -rendido obediencia a José ni a su dinastía. Es también de notar que -este decreto de Napoleón fue el primero de proscripción que se dio -entonces en España, no habiendo todavía las juntas de provincia ni la -central ofrecido semejante ejemplo; aunque estuvieran como autoridades -populares más expuestas a ser arrastradas por las pasiones que -dominaban. Siguieron después los gobiernos de España el camino abierto -por Napoleón: camino largo y que solo tiene término en el cansancio, en -las muchas víctimas, o en el recíproco temor de los partidos. - -[Marginal: Ejército inglés.] - -En Burgos dudó algún tiempo el emperador de los franceses si revolvería -contra Castaños, o si prosiguiendo por la anchurosa Castilla iría al -encuentro del ejército inglés, que presumía se adelantaba a Valladolid. -Mas luego supo que aquel no daba indicio de moverse de los contornos -de Salamanca. Había allí venido desde Lisboa al mando de Sir Juan -Moore, sucesor del general Dalrymple, llamado a Londres según vimos -a dar cuenta de su conducta por la convención de Cintra. El gobierno -inglés, aunque lentamente, había decidido que 30.000 infantes y 5000 -caballos de su ejército obrarían en el norte de España; para lo cual se -desembarcarían de Inglaterra 10.000 hombres, sacándose los otros de los -que había en Portugal, en donde solo se dejaba una división. Conforme -a lo determinado, y en cumplimiento de orden que se le comunicó en -26 de octubre, salió de Lisboa el general Moore, y marchando con la -principal fuerza sobre Almeida y Ciudad Rodrigo, llegó a Salamanca el -13 de noviembre. La mayor parte de la artillería y caballería, con 3000 -infantes a las órdenes de Sir Juan Hope, la envió por la izquierda de -Tajo a Badajoz a causa de la mayor comodidad de los caminos, debiendo -después pasar a unírsele a Castilla. De Inglaterra había arribado a -la Coruña el 13 de octubre Sir David Baird con los 10.000 hombres -indicados; mas aquella junta insistiendo en no querer su ayuda, -impidió que desembarcasen bajo el pretexto de que necesitaba la venia -de la central. Con tal ocurrencia, otros motivos que se alegaron y la -destrucción de una parte de los ejércitos españoles, no solo retardaron -los ingleses su marcha, sino que también apareció que tenían escasa -voluntad de internarse en Castilla. - -Napoleón penetrando pues su pensamiento, hizo correr la tierra llana -por 8000 caballos, así para tener en respeto al inglés como para -aterrar a los habitantes, y resolvió destruir al ejército español del -centro antes de avanzar a Madrid. - -[Marginal: Ejército del centro.] - -No era dado a dicho ejército ni por su calidad ni por su fuerza -competir con las aguerridas y numerosas tropas del enemigo. Sus -filas solamente se habían reforzado con una parte de la 1.ª y 3.ª -división de Andalucía y algunos reclutas, empeorándose su situación -con interiores desavenencias. Porque censurado su jefe Don Francisco -Javier Castaños de lento y sobradamente circunspecto, los que no eran -parciales suyos, y aun los que anhelaban por mayor diligencia sin -atender a las dificultades, procuraron y consiguieron que se enviasen a -su lado personas que le moviesen y aguijasen. [Marginal: Don Francisco -Palafox enviado por la central.] Recayó la elección en Don Francisco -de Palafox, hermano del capitán general de Aragón e individuo de la -junta central, autorizado con poderes extensos, y a quien acompañaban -el marqués de Coupigny y el conde del Montijo. Siendo el Palafox hombre -estimable, pero de poco valer; Coupigny extranjero y mal avenido desde -Bailén con Castaños; y el del Montijo, más inclinado a meter cizaña -que a concertar ánimos, claro era que con los comisionados en vez de -alcanzarse el objeto deseado, solo se aumentarían tropiezos y embarazos. - -[Marginal: Diversos planes.] - -Todos juntos y en 5 de noviembre, agregándoseles otros generales y -Don José Palafox que vino de Zaragoza, celebraron consejo de guerra -en el que se acordó, no muy a gusto de Castaños, atacar al enemigo, -a pesar de lo desprovisto y no muy bien ordenado del ejército -español. Disputas y nuevos altercados dilataron la ejecución, hasta -que del todo se suspendió con las noticias infaustas que empezaron a -recibirse del lado de Blake. Proyectáronse otros planes sin resulta; -y agriados muchos contra Castaños, alcanzaron que la junta central -diese el mando de su ejército al marqués de la Romana, a quien antes -se había conferido el de la izquierda. Y en ello se ve cuán a ciegas y -atribulada andaba entonces la autoridad suprema, no pudiéndose llevar -a efecto su resolución por la lejanía en que estaba el marqués y la -priesa que se dio el enemigo a acometer y dispersar nuestros ejércitos. - -En esto corrió el tiempo hasta el 19 de noviembre, en que por los -movimientos de los franceses sospechó el general Castaños ser peligrosa -y crítica su situación. No se engañaba. El mariscal Lannes, duque de -Montebello, a quien una caída de caballo había detenido en Vitoria, ya -restablecido se adelantaba, encargado por Napoleón de capitanear en -jefe las tropas de los generales Lagrange y Colbert del sexto cuerpo, -en unión con las del tercero del mando del mariscal Moncey, a las que -debía agregarse la división del general Maurice Mathieu recién llegada -de Francia, y componiendo en todo 30.000 hombres de infantería, 5000 de -caballería y 60 cañones. Se juntaron estas fuerzas desde el 20 al 22 en -Lodosa y sus cercanías. Con su movimiento había de darse la mano otro -del cuerpo de Ney, que constaba de más de 20.000 hombres, cuyo jefe, -destrozado que fue el ejército de Extremadura, avanzaba desde Aranda -de Duero y el Burgo de Osma a Soria, donde entró el 21. De esta manera -trataban los franceses, no solo de impedir al ejército del centro su -retirada hacia Madrid, sino también de sorprenderle por su flanco y -envolverle. - -[Marginal: Repliégase Castaños.] - -Don Francisco Javier Castaños conservó hasta el 19 su cuartel general -en Cintruénigo, y la posición de Calahorra que había tomado después de -las desgracias de Lerín y Logroño. Juzgó entonces prudente replegarse -y ocupar una línea desde Tarazona a Tudela, extendiéndose por las -márgenes del Quedes y apoyando su derecha en el Ebro. Sus fuerzas, si -se unían con las de Aragón, escasamente ascendían a 41.000 hombres, -entre ellos 3700 de caballería. De las últimas estaba la mayor parte -en Caparroso, y rehusaban incorporarse sin expresa orden del general -Palafox. Felizmente llegó este a Tudela el 22, y con anuencia suya se -aproximaron, celebrándose por la noche en dicha ciudad un consejo de -guerra. Los Palafoxes opinaron por defender a Aragón, sosteniendo que -de ello pendía la seguridad de España. Con mejor acuerdo discurría -Castaños en querer arrimarse a las provincias marítimas y meridionales, -de cuantiosos recursos; no cifrándose la defensa del reino en la de una -parte suya interior, y por tanto más difícil de ser socorrida. Nada -estaba resuelto, según acontece en tales consejos, cuando temprano en -la mañana hubo aviso de que se descubrían los enemigos del lado de -Alfaro. - -[Marginal: Batalla de Tudela, 23 de noviembre.] - -Apresuradamente tomáronse algunas disposiciones para recibirlos. Don -Juan O’Neille, que con los aragoneses acampaba desde la víspera al otro -lado de Tudela, empezó en la madrugada a pasar el puente, ignorándose -hasta ahora por qué dejó aquella operación para tan tarde. Aunque sus -batallones tenían obstruidas las calles de la ciudad, poco a poco las -evacuaron y se colocaron fuera ordenadamente. Estaba también allí la -quinta división regida por Don Pedro Roca y compuesta de valencianos -y murcianos. Se colocó esta en las inmediaciones y altura de Santa -Bárbara, situada enfrente de Tudela yendo a Alfaro. Por la misma parte -y siguiendo la orilla de Ebro se extendieron algunos aragoneses, pero -el mayor número de estos tiró a la izquierda y hacia el espacioso llano -de olivos que termina en el arranque de colinas que van a Cascante. -Ambas fuerzas reunidas constaban de 20.000 hombres. En el pueblo que -acabamos de nombrar estaba además la cuarta división de Andalucía con -su jefe La Peña, y en Tarazona la segunda del mando de Grimarest con la -parte que había de la primera y tercera. De suerte que la totalidad del -ejército se derramaba por el espacio de cuatro leguas que media entre -la última ciudad y la de Tudela. - -Aquí se trabó la acción principal con la quinta división y los -aragoneses. Los que de estos habían ido por la orilla del río -repelieron al principio al enemigo, quien luego arremetió contra -los del llano, conceptuado centro del ejército español por formar -su izquierda las divisiones citadas de Cascante y Tarazona. Los -atacó el general Maurice Mathieu sostenido por la caballería de -Lefebvre-Desnouettes. Los enemigos subiendo abrigados del olivar a una -de las colinas en que el centro español se apoyaba, flanqueáronle, -pero acudiendo por orden de Castaños Don Juan O’Neille a desalojarlos, -y prolongando por detrás de la altura ocupada un batallón de -guardias españolas, se vieron los franceses obligados a retirarse -precipitadamente siguiendo los nuestros el alcance. Eran las tres de -la tarde y la suerte nos era favorable, a la sazón que el general -Morlot rechazando a los aragoneses de la derecha, avanzó orilla del -río hasta Tudela, con lo que la quinta división para no ser envuelta -abandonó la altura e inmediaciones de Santa Bárbara. También entonces -reparándose el general Maurice Mathieu y cargando de nuevo, comenzó a -flaquear nuestro centro, contra el que dando en aquella ocasión una -acometida la caballería de Lefebvre penetró por medio, le desordenó, y -aun acabó de desconcertar la derecha revolviendo contra ella. Castaños -a la misma hora pensó en dirigirse adonde estaba La Peña, pero envuelto -en el desorden y casi atropellado se recogió a Borja, punto en que se -encontraron varios generales, excepto Don José de Palafox que de mañana -se había ido a Zaragoza. - -En tanto que se veía así atacada y deshecha la mitad del ejército -español, acometió a la división de La Peña junto a Cascante el general -Lagrange, trabose vivo choque, y tal que herido el último cejó su -caballería. Creíanse los españoles victoriosos, pero acudiendo gran -golpe de infantería rehiciéronse los jinetes enemigos, y fue a su vez -rechazado La Peña, y forzado a meterse en Cascante. Como espectadoras -se habían en Tarazona mantenido las otras fuerzas de Andalucía, y no -sabemos a qué achacar la morosidad y tardanza del general Grimarest, -quien a pesar de haber para ello recibido temprano orden de Castaños no -se aproximó a Cascante hasta de noche. Todas estas divisiones andaluzas -pudieron sin embargo retirarse ordenadamente hacia Borja conservando su -artillería. Excitó solamente algún desasosiego el volarse en una ermita -un repuesto de pólvora, recelándose que eran enemigos. Fue gran dicha -que no viniera de Soria según pudiera el mariscal Ney. Deteniéndose -este allí tres días para dar descanso a su gente o por otras causas, -dejó a los nuestros libre y franca la retirada. - -Perdiéronse en Tudela los almacenes y la artillería del centro y -derecha del ejército, quedando 2000 prisioneros y muchos muertos. -Pudiera decirse que esta batalla se dividió en dos separadas acciones, -la de Tudela y la de Cascante, sin que los españoles se hubieran -concertado ni para la defensa, ni para el ataque. De lo que resulta -grave cargo a los caudillos que mandaban, como también de que no se -emplease una parte considerable de tropas, fuese culpa suya o de jefes -subalternos que no obedecieron. Igualmente quedó cortada, según veremos -después, una parte de la vanguardia que guiaba el conde de Cartaojal. -Cúmulo de desventuras que prueba sobrada imprevisión y abandono. - -Después de la batalla las reliquias de los aragoneses, y casi todos -los valencianos y murcianos que de ella escaparon, se metieron en -Zaragoza, como igualmente los más de sus jefes. Castaños prosiguió -a Calatayud adonde llegó el 25 con el ejército de Andalucía. En -persecución suya entró el mismo día en Borja el general Maurice -Mathieu, y allí se le unió el 26 con su gente el mariscal Ney. -[Marginal: Retirada del ejército.] Hasta entonces no se había -encontrado en su retirada el ejército español con los franceses. En -Calatayud recibiendo aviso de la junta central de que Napoleón avanzaba -a Somosierra, y orden para que Castaños fuese al remedio, juntó este -los jefes de las divisiones y acordaron salir el 27 vía de Sigüenza, -debiendo hacer espaldas un cuerpo de 5000 hombres de infantería ligera, -caballería y artillería al mando del general Venegas. Luego vino este a -las manos con el enemigo. A dos leguas de Calatayud cerca de Bubierca -se apostó, según orden del general en jefe, para defender el paso y dar -tiempo a que se alejasen las divisiones. Con dobladas fuerzas asomó -el 29 el general Maurice Mathieu, trabándose desde la mañana hasta -las cuatro de la tarde un reñido y sangriento choque. Se pararon de -resultas en su marcha los franceses, y se logró que llegasen salvas -a Sigüenza nuestras divisiones. [Marginal: Su llegada a Sigüenza. La -Peña, general en jefe.] En esta ciudad, destinado el general Castaños -a desempeñar otras comisiones, se encargó interinamente del mando -del ejército del centro Don Manuel de la Peña. Y por ahora allí le -dejaremos para ocuparnos en referir otros acontecimientos de no menor -cuantía. - -Derrotados o dispersos los ejércitos de la izquierda, Extremadura y -centro, creyó Napoleón poder sin riesgo avanzar a Madrid, mayormente -cuando los ingleses estaban lejos para estorbárselo, y no con -bastantes fuerzas para osar interponerse entre él y la frontera de -Francia. Urgíale entrar en la capital de España, así porque imaginaba -ahogar pronto con aquel suceso la insurrección, como también para -asombrar a Europa con el terrible y veloz progreso de sus armas. - -Corto embarazo se ofrecía ya por delante al cumplimiento de su deseo. -La junta central después de la rota de Burgos había encargado a Don -Tomás de Morla y al marqués de Castelar atendiesen a la defensa -de Madrid, y de los pasos de Guadarrama, Fonfría, Navacerrada y -Somosierra. Como más expuesto se cuidó en especial del último punto, -enviando para guarnecerle a Don Benito San Juan con los cuerpos que -habían quedado en Madrid de la primera y tercera división de Andalucía -y con otros nuevos, a los que se agregaron reliquias del ejército de -Extremadura, en todo 12.000 hombres y algunos cañones. Endeble reparo -para contener en su marcha al emperador de los franceses. - -Con todo a fin de asegurarla obró este precavidamente, tomando varias -y atentas disposiciones. Mandó a Moncey ir sobre Zaragoza, a Ney -continuar en perseguimiento de Castaños, a Soult tener en respeto al -ejército inglés, y a Lefebvre inundar por su derecha la Castilla, -extendiéndose hacia Valladolid, Olmedo y Segovia. Dejó consigo la -guardia imperial, la reserva y el primer cuerpo del mariscal Victor -para penetrar por Somosierra y caer sobre Madrid. - -[Marginal: San Juan en Somosierra.] - -Salió el 28 de Aranda de Duero, y el 29 sentó en Boceguillas su cuartel -general. Don Benito San Juan se preparaba a recibirle. En lo alto -del puerto había levantado aceleradamente algunas obras de campaña, y -colocado en Sepúlveda una vanguardia a las órdenes de Don Juan José -Sarden. Con ella se encontraron los franceses en la madrugada del 28, -acometiéndola 4000 infantes y 1000 caballos. En vano se esforzaron por -romperla y hacerse dueños de la posición que defendía. Al cabo de horas -de refriega se retiraron y dejaron el campo libre a los nuestros; mas -de poco sirvió. Temores y voces esparcidas por la malevolencia forzaron -a los jefes a replegarse a Segovia en la noche del 29, dejando a San -Juan desamparado y solo en Somosierra con el resto de las fuerzas. - -[Marginal: Pasan los franceses el puerto.] - -Siendo estas escasas no era aquel paso de tan difícil acceso como se -creía. Dominado el camino real hasta lo alto del puerto por montañas -laterales que le siguen en sus vueltas y sesgos, y enseñoreada la -misma cumbre por cimas más elevadas, era necesario o cubrir con tropas -ligeras los puntos más eminentes, o exponerse, según sucedió, a que el -enemigo flanquease la posición. Densa niebla encapotaba las fraguras al -nacer del 30, en cuya hora atacando a nuestro frente con seis cañones -y una numerosa columna el general Senarmont, desprendiéronse otras dos -también enemigas por derecha e izquierda para atacar nuestros costados. -Repeliose con denuedo por el frente la primera embestida a tiempo que -Napoleón llegó al pie de la sierra. Irritado este e impaciente con la -resistencia mandó entonces soltar a escape por la calzada y contra la -principal batería española los lanceros polacos y cazadores de la -guardia al mando del general Montbrun. Los primeros que acometieron -cubrieron el suelo con sus cadáveres, y en una de las cargas quedó -gravemente herido de tres balazos Mr. Felipe de Segur, estimable autor -de la historia de la campaña de Rusia. Insistiendo de nuevo en atacar -la caballería francesa, y a la sazón que sus columnas de derecha e -izquierda se habían a favor de la niebla encaramado por los lados, -empezaron los nuestros a flaquear abandonando al cabo sus cañones, de -que se apoderaron los jinetes enemigos. San Juan queriendo contener el -desorden de los suyos, recorrió el campo con tal valor y osadía, que -envuelto por lanceros polacos se abrió paso, llegando por trochas y -atajos y herido en la cabeza a Segovia, en cuya ciudad se unió a Don -José Heredia que juntaba dispersos. - -[Marginal: Situación de la central.] - -Con semejante desgracia Madrid quedaba descubierto, y el gobierno -supremo en sumo riesgo, si de Aranjuez no se transfería en breve a -paraje seguro. Ya al promediar noviembre y a propuesta de Don Gaspar -Melchor de Jovellanos se había pensado en ello, mas con tal lentitud -que fue menester que el 28 se dijese haber asomado hacia Villarejo -partidas enemigas para ocuparse seriamente en el asunto. El compromiso -de la junta era grande, y mayor por un incidente ocurrido en aquellos -días. Figurándose el enemigo que con la ruina y descalabros padecidos -podría entrarse en acomodamiento, había convidado por medio de los -ministros de José a las autoridades supremas a que se sometiesen y -evitasen mayores males con prolongar la resistencia. [Marginal: -Cartas de los ministros de José.] Al propósito escribieron aquellos -tres cartas concebidas en idéntico y literal sentido, una al conde -de Floridablanca, y las otras dos al decano del consejo real y al -corregidor de Madrid. La central sobremanera indignada decretó en 24 -de noviembre que dichos escritos fuesen quemados por mano del verdugo, -declarando infidentes y desleales a sus autores, y encargando a la -sala de alcaldes la sustanciación y fallo de la causa. Con lo cual -se respondió a la propuesta, e igualmente al decreto de proscripción -de Napoleón, aunque no tan militar ni arbitrariamente. Mas semejante -resolución metiendo a la junta en nuevos comprometimientos, la impelía -a atender a su propia seguridad. - -Las horas ya eran contadas. El 30 exploradores enemigos se habían -divisado en Móstoles, y el 1.º de diciembre muy de mañana súpose lo -acaecido en Somosierra. Con afán y temprano el mismo día congregó -el presidente a los individuos de la junta para que se enterasen de -los partes recibidos. Pensose inmediatamente en abandonar Aranjuez, -pero antes se encaminaron a la capital los recursos disponibles, se -acordaron otras providencias, y se resolvió elegir diferentes vocales -que fuesen a inflamar el espíritu de las provincias. Deliberose -en seguida acerca del paraje en que el gobierno debería fijar su -residencia. Variaron los pareceres, señalose al fin Badajoz. Para -mayor comodidad del viaje se dispuso que los individuos de la junta -se repartiesen en tandas, y para el fácil despacho de los negocios -urgentes se escogió una comisión activa compuesta de los señores -Floridablanca, Astorga, Valdés, Jovellanos, Contamina y Garay. -[Marginal: Abandona la central Aranjuez.] Unos en pos de otros salieron -todos de Aranjuez en la tarde y noche del 1.º al 2 de diciembre. Apenas -con escolta, en medio de tales angustias tuvieron la dicha de que los -pueblos no los molestaran, y de que los franceses no los alcanzasen y -cogiesen. Libres de particular contratiempo llegaron a Talavera de la -Reina en donde volveremos a encontrarlos. - -[Marginal: Situación de Madrid.] - -En tanto reinaba en Madrid la mayor agitación. Don Tomás de Morla y -el capitán general de Castilla la Nueva marqués de Castelar habían -discurrido calmarla, y aun por orden de la central promulgaron edictos -que pintaban con amortiguados colores las desgracias sucedidas. Sin -embargo no fue dado por más tiempo ocultarlas, acudiendo prófugos de -todos lados. Alterada a su vista la muchedumbre se agolpó a casa de -Castelar que disfrutaba de la confianza pública, y pidió el 30 de -noviembre con gran vocería que se la armase. Así lo prometió, y desde -entonces con mayor diligencia y ahinco se atendió a fortificar la -capital y distribuir a sus vecinos armas y municiones. Madrid no era -en verdad punto defendible, y las obras que se trazaron levantadas -atropelladamente, no fueron tampoco de grande ayuda. Redujéronse a -unos fosos delante de las puertas exteriores, en donde se construyeron -baterías a barbeta que artillaban cañones de corto calibre. Se -aspilleraron las tapias del recinto, abriéndose cortaduras o zanjas en -ciertas calles principales como la de Alcalá, carrera de San Jerónimo -y Atocha. También se desempedraron muchas de ellas, y acumulándose -las piedras en las casas, se parapetaron las ventanas con almohadas y -colchones. Todos corrían a trabajar, siendo el entusiasmo general y -extremado. - -En 1.º de diciembre se confió el gobierno político y militar a una -junta que se instaló en la casa de Correos. A su cabeza estaba el -duque del Infantado como presidente del consejo real, y eran además -individuos el capitán general, el gobernador y corregidor, como también -varios ministros de los consejos y regidores de la villa. La defensa de -la plaza se encargó exclusiva y particularmente a Don Tomás de Morla, -que gozaba de concepto de oficial más inteligente que el gobernador Don -Fernando de la Vera y Pantoja. En Madrid no había sino 300 hombres de -guarnición y dos batallones con un escuadrón de nueva leva. Corrió la -voz aquel día de que el enemigo estaba a cinco leguas, y el vecindario -lejos de amilanarse se inflamó con ímpetu atropellado. Repartiéronse -8000 fusiles, chuzos y hasta armas viejas de la armería. Y para guardar -orden se citó a todos por la tarde al Prado, desde donde a cada uno -debía señalarse destino. Escasearon los cartuchos, y aun para muchos -faltaron. Pedíanlos los concurrentes con instancia, mas respondiendo -Morla que no los había, y dentro de algunos habiéndose encontrado -en vez de pólvora arena, creció la desconfianza, lanzáronse gritos -amenazadores, y todo pronosticaba estrepitosa conmoción. - -[Marginal: Muerte del marqués de Perales.] - -Había entendido como regidor el marqués de Perales en la formación -de los cartuchos, y contra él y su mayordomo se empezó a clamar -desaforadamente. Este marqués era antes el ídolo de la plebe madrileña; -presumía de imitarla en usos y traeres; con nadie sino con ella se -trataba, y aun casi siempre se le veía vestido a su manera con el traje -de majo. Pero acusado con razón o sin ella de haber visitado a Murat -y recibido de este obsequios y buen acogimiento, cambiose el favor -de los barrios en ojeriza. Juntose también para su desdicha la ira y -celos de una antigua manceba a quien por otra había dejado. Tenía el -marqués por costumbre escoger sus amigas entre las mujeres más hermosas -y desenfadadas del vulgo, y era la abandonada hija de un carnicero. -Para vengar esta lo que reputaba ultraje, no solo dio pábulo al cuento -de ser el marqués autor de los cartuchos de arena, sino que también -inventó haber él mismo pactado con los franceses la entrega de la -Puerta de Toledo. Sabido es que entre el bajo pueblo nada halla tanto -séquito como lo que es infundado y absurdo. Y en este caso con mayor -facilidad, saliendo de la boca de quien se creía depositaria de los -secretos del marqués. Vivía este en la calle de la Magdalena, inmediata -al barrio del Avapies [de todos el más desasosegado], y sus vecinos -se agolparon a la casa, la allanaron, cosieron al dueño a puñaladas, -y puesto sobre una estera le arrastraron por las calles. Tal fue el -desastrado fin del marqués de Perales, víctima inocente de la ceguedad -y furor popular, pero que ni era general, ni anciano, ni había nunca -sido mirado como hombre respetable según lo afirma cierto historiador -inglés, empeñado en desdorar y ennegrecer las cosas de España. La -conmoción no fue más allá: personas de influjo y otros cuidados la -sosegaron. - -[Marginal: Napoleón delante de Madrid.] - -En la mañana del 2 aparecieron sobre las alturas del norte de Madrid -las divisiones de dragones de los generales La Tour Maubourg y -La Houssaye: antes solo se habían columbrado partidas sueltas de -caballería. A las doce Napoleón mismo llegó a Chamartín y se alojó -en la casa de campo del duque del Infantado. Aniversario aquel día -de la batalla de Austerlitz y de su coronación, se lisonjeaba sería -también el de su entrada en Madrid. Con semejante esperanza no tardó en -presentarse en sus cercanías e intimar por medio del mariscal Bessières -la rendición a la plaza. Respondiose con desdén, y aun corrió peligro -de ser atropellado el oficial enviado al efecto. No había la infantería -francesa acabado de llegar, y Napoleón recorriendo los alrededores de -la villa meditaba el ataque para el siguiente día. En este no hubo -sino tiroteos de avanzadas y correrías de la caballería enemiga, que -detenía, despojaba y a veces mataba a los que inhábiles para la defensa -salían de Madrid. Con más dicha y por ser todavía en la madrugada -oscura y nebulosa, pudo alejarse el duque del Infantado comisionado por -la junta permanente para ir hacia Guadalajara en busca del ejército del -centro, al que se consideraba cercano. Por la noche el mariscal Victor -hizo levantar baterías contra ciertos puntos, principalmente contra -el Retiro: y a las doce de la misma el mariscal Berthier, príncipe -de Neuchâtel, mayor general del ejército imperial, repitió nueva -intimación, valiéndose de un oficial español prisionero, a la que se -tardó algunas horas en contestar. - -[Marginal: Ataque de Madrid.] - -Amaneció el 3 cubierto de niebla, la cual disipándose poco a poco, -aclaró el día a las nueve de la mañana, y apareció bellísimo y -despejado. Napoleón preparado el ataque, dirigió su especial conato a -apoderarse del Retiro, llamando al propio tiempo la atención por las -puertas del Conde-duque y Fuencarral, hasta la de Recoletos y Alcalá, y -colocándose él en persona cerca de la fuente Castellana. Mas barriendo -aquella cañada y cerros inmediatos una batería situada en lo alto de la -escuela de la veterinaria, cayeron algunos tiros junto al emperador, -que diciendo: _estamos muy cerca_, se alejó lo suficiente para librarse -del riesgo. Gobernaba dicha batería un oficial de nombre Vasallo, y -con tal acierto que contuvo a la columna enemiga que quería meterse -por la puerta de Recoletos para coger por la espalda la de Alcalá. Los -ataques de las otras puertas no fueron por lo general sino simulados, -o no hubo sino ligeras escaramuzas, señalándose en la de los Pozos una -cuadrilla de cazadores que se había apostado en las casas de Bringas -allí contiguas. También hubo entre la del Conde-duque y Fuencarral -vivo tiroteo, en los que fue herido en el pie de una bala el general -Maison. Mas el Retiro, cuya eminencia dominando a Madrid es llave de -la posición, fue el verdadero y principal punto atacado. Los franceses -ya en tiempo de Murat habían reconocido su importancia. Los generales -españoles, fuese descuido o fatal acaso, no se habían esmerado en -fortificarle. - -Treinta piezas de artillería dirigidas por el general Senarmont -rompieron el fuego contra la tapia oriental. Sus defensores que no -eran sino paisanos, y un cuerpo recién levantado a expensas de Don -Francisco Mazarredo, resistieron con serenidad, hasta que los fuegos -enemigos abrieron un ancho boquerón por donde entraron sus tiradores y -la división del general Villatte. Entonces los nuestros decayendo de -ánimo fueron ahuyentados, y los franceses derramándose con celeridad -por el Prado, obligaron a los comandantes de las puertas de Recoletos, -Alcalá y Atocha a replegarse a las cortaduras de sus respectivas e -inmediatas calles. Pero como aquellas habían sido excavadas en la parte -más elevada, quedaron muchas casas y edificios a merced del soldado -extranjero que las robó y destrozó. Tocó tan mala suerte a la escuela -de mineralogía calle del Turco, en donde pereció una preciosísima -colección de minerales de España y América, reunida y arreglada al cabo -de años de trabajo y penosa tarea. - -La pérdida del Retiro no causó en la población desaliento. En -todos los puntos se mantuvieron firmes, y sobre todo en la calle -de Alcalá en donde fue muerto el general francés Bruyère. Castelar -en tanto respondió a la segunda intimación pidiendo una suspensión -de armas durante el día 3 para consultar a las demás autoridades y -ver las disposiciones del pueblo, sin lo cual nada podía resolver -definitivamente. Eran las doce de la mañana cuando llegó esta -respuesta al cuartel general francés, e invadido ya el Retiro desistió -Napoleón de proseguir en el ataque, prefiriendo a sus contingencias el -medio más suave y seguro de una capitulación. Pero para conseguirla -mandó al de Neuchâtel que diese a Castelar una réplica amenazadora -diciendo: «Inmensa artillería está preparada contra la villa, minadores -se disponen para volar sus principales edificios... las columnas ocupan -la entrada de las avenidas... mas el emperador siempre generoso en el -curso de sus victorias, suspende el ataque hasta las dos. Se concederá -a la villa de Madrid protección y seguridad para los habitantes -pacíficos, para el culto y sus ministros, en fin olvido de lo pasado. -Enarbólese bandera blanca antes de las dos, y envíense comisionados -para tratar.» - -La junta establecida en correos mandó cesar el fuego, y envió al -cuartel general francés a Don Tomás de Morla y a Don Bernardo Iriarte. -Abocáronse estos con el príncipe de Neuchâtel quien los presentó a -Napoleón: vista que atemorizó a Morla, hombre de corazón pusilánime, -aunque de fiera y africana figura. [Marginal: Conferencia de Morla -con Napoleón.] Napoleón le recibió ásperamente. Echole en cara su -proceder contra los prisioneros franceses de Bailén, sus contestaciones -con Dupont, hasta le recordó su conducta en la guerra de 1793 en el -Rosellón. Por último díjole: «vaya usted a Madrid, doy de tiempo para -que se me responda de aquí a las seis de la mañana. Y no vuelva usted -sino para decirme que el pueblo se ha sometido. De otro modo usted y -sus tropas serán pasados por las armas.» - -Demudado volvió a Madrid el general Morla, y embarazosamente dio -cuenta a la junta de su comisión. Tuvo que prestarle ayuda su -compañero Iriarte, más sereno aunque anciano y no militar. [Marginal: -Capitulación.] Hubo disenso entre los vocales: prevaleció la opinión -de la entrega. El marqués de Castelar no queriendo ser testigo de -ella partió por la noche, con la poca tropa que había, camino de -Extremadura. También y antes el vizconde de Gante que mandaba la Puerta -de Segovia salió subrepticiamente del lado del Escorial en busca de San -Juan y Heredia. - -A las seis de la mañana del 4 Don Tomás de Morla y el gobernador Don -Fernando de la Vera y Pantoja pasaron al cuartel general enemigo con -la minuta de la capitulación.[*] [Marginal: (* Ap. n. 6-8.)] Napoleón -la aprobó en todas sus partes con cortísima variación, si bien se -contenían en ella artículos que no hubieran debido entrar en un -convenio puramente militar. - -El general Belliard después de las diez del mismo día entró en Madrid -y tomó sin obstáculo posesión de los puntos principales. Solo en el -nuevo cuartel de guardias de Corps se recogieron algunos con ánimo de -defenderse, y fue menester tiempo y la presencia del corregidor para -que se rindieran. - -Silencioso quedó Madrid después de la entrega, y contra Morla se -abrigaba en el pecho de los habitantes odio reconcentrado. Tacháronle -de traidor, y confirmáronse en la idea con verle pasar al bando -enemigo. Solo hubo de su parte falta de valor y deshonroso proceder. -Murió años adelante ciego, lleno de pesares, aborrecido de todos. - -Consiguiose con la defensa de Madrid si no detener al ejército francés, -por lo menos probar a Europa que a viva fuerza y no de grado se -admitía a Napoleón y a su hermano. Respecto de lo cual oportuna aunque -familiarmente decía Mr. de Pradt, capellán mayor del emperador, primero -obispo de Poitiers, y después arzobispo de Malinas, «que José había -sido echado de Madrid a puntapiés y recibido a cañonazos.» - -[Marginal: Fáltase a la capitulación.] - -El 6 se desarmó a los vecinos, y no se tardó en faltar a la -capitulación, esperanza de tantos hombres ciegos y sobradamente -confiados. Dieron la señal de su quebrantamiento los decretos que desde -Chamartín y a fuer de conquistador empezó el mismo día 4 a fulminar -Napoleón, quien arrojando todo embozo, y sin mentar a su hermano -mostrose como señor y dueño absoluto de España. - -[Marginal: Decretos de Napoleón en Chamartín.] - -Fue el primero contra el consejo de Castilla. Decíase en su contexto -que por haberse portado aquella corporación con _tanta debilidad como -superchería_, se destituían sus individuos considerándolos _cobardes -e indignos de ser los magistrados de una nación brava y generosa_. -Quedaban además detenidos en calidad de rehenes: por cuyo decreto -el artículo sexto de la capitulación con afán apuntado por los del -consejo, y según el cual debían conservarse «las leyes, costumbres y -tribunales en su actual constitución» se barrenaba y destruía. - -Siguiéronse a este el de la abolición de la inquisición, el de la -reducción de conventos a una tercera parte, el de la extinción de los -derechos señoriales y exclusivos, y el de poner las aduanas en la -frontera de Francia. Varios de estos decretos, reclamados constantemente -por los españoles ilustrados, no dejaron de cautivar al partido del -gobierno intruso ciertos individuos enojados con los primeros pasos de -la central, dando a otros plausible pretexto para hacerse tornadizos. - -Mas semejantes resoluciones de suyo benéficas aunque procedentes de -mano ilegítima, fueron acompañadas de otras crueles e igualmente -contrarias a lo capitulado. [Marginal: Españoles llevados a Francia.] -Se cogió y llevó a Francia a Don Arias Mon, decano del consejo, y a -otros magistrados. El príncipe de Castelfranco, el marqués de Santa -Cruz del Viso y el conde de Altamira o sea de Trastámara, comprendidos -en el decreto de proscripción de Burgos, fueron también presos y -conducidos a Francia, conmutándose la pena de muerte en la de perpetuo -encierro, sin embargo de que por los artículos primero, segundo y -tercero de la capitulación se aseguraba la libertad y seguridad de las -vidas y propiedades de los vecinos, militares y empleados de Madrid. -Igual suerte cupo en un principio al duque de Sotomayor de que le -libró especial favor. Estuvo para ser más rigurosa la del marqués de -San Simón, emigrado francés al servicio de España: fue juzgado por una -comisión militar, y condenado a muerte, habiendo defendido contra sus -compatriotas la Puerta de Fuencarral. Las lágrimas y encarecidos ruegos -de su desconsolada hija alcanzaron gracia, limitándose la pena de su -padre a la de confinación en Francia. - -[Marginal: Visita Napoleón el palacio real.] - -Napoleón permanecía en Chamartín, y solo una vez y muy de mañana -atravesó a Madrid y se encaminó a palacio. Aunque se le representó -suntuosa la morada real, según sabemos de una persona que le -acompañaba, por nada preguntó con tanto anhelo como por el retrato -de Felipe II: detúvose durante algunos minutos delante de uno de los -más notables, y no parecía sino que un cierto instinto le llevaba a -considerar la imagen de un monarca que si bien en muchas cosas se le -desemejaba, coincidía en gran manera con él en su amor a exclusiva, -dura e ilimitada dominación, así respecto de propios como de extraños. - -[Marginal: Su inquietud.] - -La inquietud de Napoleón crecía según que corrían días sin recoger el -pronto y abundante esquilmo que esperaba de la toma de Madrid. Sus -correos comenzaban a ser interceptados, y escasas y tardías eran las -noticias que recibía. Los ejércitos españoles si bien deshechos, no -estaban del todo aniquilados, y era de temer se convirtiesen en otros -tantos núcleos, en cuyo derredor se agrupasen oficiales y soldados, -al paso que los franceses teniendo que derramarse enflaquecían sus -fuerzas, y aun desaparecían sobre la haz espaciosa de España. En -las demás conquistas dueño Napoleón de la capital lo había sido -de la suerte de la nación invadida: en esta ni el gobierno ni los -particulares, ni el más pequeño pueblo de los que no ocupaba se -habían presentado libremente a prestarle homenaje. Impacientábale -tal proceder, sobre todo cuando nuevos cuidados podrían llamarle a -otras y lejanas partes. Mostró su enfado al corregidor de Madrid que -el 16 de diciembre fue a Chamartín a cumplimentarle y a pedirle la -vuelta de José según se había exigido del ayuntamiento: [Marginal: -Contestación al corregidor de Madrid.] díjole pues Napoleón que por -los derechos de conquista que le asistían podía gobernar a España -nombrando otros tantos virreyes cuantas eran sus provincias. Sin -embargo añadió que consentiría en ceder dichos derechos a José, cuando -todos los ciudadanos de la capital le hubieran dado pruebas de adhesión -y fidelidad por medio de un juramento «que saliese no solamente de la -boca sino del corazón, y que fuese sin restricción jesuítica.» - -[Marginal: Juramento exigido de los vecinos.] - -Sujetose el vecindario a la ceremonia que se pedía, y no por eso -trataba Napoleón de reponer a José en el trono, cosa que a la verdad -interesaba poco a los madrileños, molestados con la presencia de -cualquier gobierno que no fuera el nacional. El emperador había dejado -en Burgos a su hermano, quien sin su permiso vino y se le presentó en -Chamartín, donde fue tan mal recibido que se retiró a la Monclova y -luego al Pardo, no gozando de rey sino escasamente la apariencia. - -[Marginal: Van los mariscales franceses en perseguimiento de los -españoles.] - -Más que en su persona ocupábase Napoleón en averiguar el paradero -de los ingleses, y en disipar del todo las reliquias de las tropas -españolas. El 8 de diciembre llegó a Madrid el cuerpo de ejército del -duque de Danzig, y con diligencia despachó Napoleón hacia Tarancón al -mariscal Bessières, dirigiendo sobre Aranjuez y Toledo al mariscal -Victor y a los generales Milhaud y Lasalle. - -[Marginal: Total dispersión del ejército de San Juan.] - -Por este lado y la vuelta de Talavera se había retirado Don Benito -San Juan, quien después de haber recogido en Segovia dispersos, y en -unión con Don José Heredia, se había apostado en el Escorial antes -de la entrega de Madrid. Pensaban ir ambos generales al socorro de -la capital, y aun instados por el vizconde de Gante que con aquel -objeto según vimos había ido a su encuentro, se pusieron en marcha. -Acercábanse, cuando esparcida la voz de estar muy apretada la villa -y otras siniestras, empezó una dispersión horrorosa, abandonando los -artilleros y carreteros cañones y carruajes. Comenzó por donde estaba -San Juan, cundió a la vanguardia que mandaba Heredia, y ni uno ni otro -fueron parte a contenerla. Algunos restos llegaron en la madrugada -del 4 casi a tocar las puertas de Madrid, en donde noticiosos de la -capitulación, sueltos y a manera de bandidos, corrieron como los -primeros asolando los pueblos, y maltratando a los habitadores hasta -Talavera, punto de reunión que fue teatro de espantosa tragedia. - -Habituados a la rapiña y al crimen las mal llamadas tropas, pesábales -volver a someterse al orden y disciplina militar. Su caudillo D. Benito -San Juan no era hombre para permitir más tiempo la holganza y los -excesos encubiertos bajo la capa del patriotismo, de lo cual temerosos -los alborotadores y cobardes, difundieron por Talavera que los jefes -los habían traidoramente vendido. Con lo que apandillándose una banda -de hombres y soldados desalmados, se metieron en la mañana del 7 en el -convento de Agustinos, y guiados por un furibundo fraile penetraron -en la celda en donde se albergaba el general San Juan. Empezó este -a arengarlos con serenidad, y aun a defenderse con el sable, no -bastando las razones para aplacarlos. [Marginal: Muerte cruel de este -general.] Desarmáronle y viéndose perdido, al querer arrojarse por una -ventana tres tiros le derribaron sin vida. Su cadáver despojado de los -vestidos, mutilado y arrastrado, le colgaron por último de un árbol -en medio de un paseo público, y así expuesto, no satisfechos todavía -le acribillaron a balazos. Faltan palabras para calificar debidamente -tamaña atrocidad, ejecutada por soldados contra su propio jefe, y -promovida y abanderizada por quien iba revestido del hábito religioso. - -[Marginal: Ejército del centro. Sus marchas y retirada a Cuenca.] - -No tan relajado aunque harto decaído estaba por el lado opuesto el -ejército del centro. El hambre, los combates, el cansancio, voces -de traición, la fuga, el mismo desamparo de los pueblos, uniéndose -a porfía y de tropel, habían causado grandes claros en las filas. -Cuando le dejamos en Sigüenza estaba reducido su número a 8000 hombres -casi desnudos. Mas sin embargo determinaron los jefes cumplir con -las órdenes del gobierno, e ir a reforzar a Somosierra. Emprendió la -infantería su ruta por Atienza y Jadraque, y la artillería y caballería -en busca de mejores caminos tomaron la vuelta de Guadalajara siguiendo -la izquierda del Henares. No tardaron los primeros en variar de rumbo, -y caminar por donde los segundos con el aviso de Castelar recibido en -la noche del 1.º al 2 de diciembre, de haber los enemigos forzado el -paso de Somosierra. Continuando pues todo el ejército a Guadalajara, -la 1.ª y 4.ª división entraron por sus calles en la noche del 2 -junto con la artillería y caballería. Casi al propio tiempo llegó -a dicha ciudad el duque del Infantado; y el 3, avistándose con La -Peña y celebrando junta de generales, se acordó: 1.º Enviar parte de -la artillería a Cartagena, como se verificó; y 2.º dirigirse con el -ejército por los altos de Santorcaz, pueblecito a dos leguas de Alcalá -y a su oriente, y extenderse a Arganda para que desde aquel punto, si -ser pudiere, se metiese la vanguardia con un convoy de víveres por -la Puerta de Atocha. En la marcha tuvieron noticia los jefes de la -capitulación de Madrid, y obligados por tanto a alejarse, resolvieron -cruzar el Tajo por Aranjuez y guarecerse de los montes de Toledo. Plan -demasiadamente arriesgado y que por fortuna estorbó con sus movimientos -el enemigo sin gran menoscabo nuestro. Caminaron los españoles el 6 -y descansaron en Villarejo de Salvanés. Allí les salió al encuentro -Don Pedro de Llamas, encargado por la central de custodiar con pocos -soldados el punto de Aranjuez, que acababa de abandonar forzado por -la superioridad de fuerzas francesas. Interceptado de este modo el -camino, se decidieron los nuestros a retroceder y pasar el Tajo por las -barcas de Villamanrique, Fuentidueña y Estremera, y abrigándose de las -sierras de Cuenca sentar sus reales en aquella ciudad, paraje acomodado -para repararse de tantas fatigas y penalidades. Así y por entonces -se libraron las reliquias del ejército del centro de ser del todo -aniquiladas en Aranjuez por el mariscal Victor, y en Guadalajara por la -numerosísima caballería de Bessières, y el cuerpo de Ney que entró el -6 viniendo de Aragón. No hubo sino alguno que otro reencuentro, y haber -sido acuchillados en Nuevo Baztán los cansados y zagueros. - -[Marginal: Rebelión del oficial Santiago.] - -A los males enumerados y al encarnizado seguimiento del enemigo -agregáronse en su marcha al ejército del centro discordias y -conspiraciones. El 7 de diciembre estando en Belinchón el cuartel -general, se mandó ir a la villa de Yebra a la 1.ª y 4.ª división -que regía entonces el conde de Villariezo. A mitad del camino y en -Mondéjar, Don José Santiago, teniente coronel de artillería, el mismo -que en mayo fue de Sevilla para levantar a Granada, se presentó al -general de las divisiones diciéndole, que estas en vez de proseguir -a Cuenca, querían retroceder a Madrid para pelear con los franceses, -y que a él le habían escogido por caudillo; pero que suspendía -admitir el encargo hasta ver si el general, aprobando la resolución, -se hacía digno de continuar capitaneándolos. Rehusó Villariezo la -inesperada oferta, y reprendiendo al Santiago, encomendole contener -el mal espíritu de la tropa: singular conspirador y singular jefe. -La artillería, como era de temer, en vez de apaciguarse se apostó en -el camino de Yebra, y forzó a la otra tropa que iba a continuar su -marcha a volver atrás. Intentó Villariezo arengar a los sublevados -que aparentaron escucharle, mas quiso que de nuevo prosiguiesen su -ruta; y gritando unos «_a Madrid_» y otros «_a Despeñaperros_», tuvo -que desistir de su empeño y despachar al coronel de Pavía, príncipe -de Anglona, para que informase de lo ocurrido al general en jefe, el -cual creyó prudente separar la infantería y alejarla de la caballería -y artillería. Los peones dirigiéndose a Illana debían cruzar el vado y -barcas de Maquilón; los jinetes y cañones con solos dos regimientos de -infantería, Órdenes y Lorca, las de Estremera: mandando a los primeros -el mismo Villariezo y a los segundos Don Andrés de Mendoza. Ciertas -precauciones y la repentina mudanza en la marcha suspendieron algún -tiempo el alboroto; mas el día 8 al querer salir de Tarancón encrespose -de nuevo, y sin rebozo se puso Santiago a la cabeza. - -Pareciéndole al Mendoza que el carácter y respetos del conde de -Miranda, comandante de carabineros reales, que allí se hallaba, eran -más acomodados para atajar el mal que los que a su persona asistían, -propuso al conde, y este aceptó, sustituirle en el mando. Llamado don -José Santiago por el nuevo jefe, retúvole este junto a su persona; -y hubo vagar para que adoptadas prontas y vigorosas providencias se -continuase, aunque con trabajo, la marcha a Cuenca. El Santiago fue -conducido a dicha ciudad, y arcabuceado después en 12 de enero con un -sargento y cabo de su cuerpo. - -[Marginal: Nómbrase por general en jefe al duque del Infantado.] - -Mas el mal había echado tan profundas raíces y andaban las voluntades -tan mal avenidas, que para arrancar aquellas y aunar estas, juzgó -conveniente Don Manuel de la Peña celebrar un consejo de guerra -en Alcázar de Huete, y desistiéndose del mando proponer en su -lugar por general en jefe al duque del Infantado. Admitiose la -propuesta, consintió el duque, y aprobolo después la central, con -que se legitimaron unos actos que solo disculpaba lo arduo de las -circunstancias. - -La mayor parte del ejército entró en Cuenca en 10 de diciembre. Mas -remisa estuvo, y llegó en desorden la 2.ª división al mando del general -Grimarest, que fue atacada en Santa Cruz de la Zarza en la noche del -8, y ahuyentada por el general Montbrun. Y el terror y la indisciplina -fueron tales, que casi sin resistencia corrió dicha división -precipitadamente y a la primera embestida camino de Cuenca. - -En esta ciudad reunido el ejército del centro y abrigado de la fragosa -tierra que se extendía a su espalda, terminó su retirada de 86 leguas, -emprendida desde las faldas del Moncayo, memorable sin duda, aunque -costosa; pues al cabo, en medio de tantos tropiezos, reencuentros, -marchas y contramarchas, escaseces y sublevaciones, salvose la -artillería y bastante fuerza para con su apoyo formar un nuevo -ejército, que combatiendo al enemigo o trabajándole le distrajese de -otros puntos y contribuyese al bueno y final éxito de la causa común. - -[Marginal: Conde de Alacha. Su retirada gloriosa.] - -Descansaban pues y se reponían algún tanto aquellos soldados, cuando -con asombro vieron el 16 entrar por Cuenca una corta división -que se contaba por perdida. Recordará el lector como después del -acontecimiento de Logroño incorporada la gente de Castilla en el -ejército de Andalucía, se formó una vanguardia de 4000 hombres al mando -del conde de Cartaojal, destinada a maniobrar en la sierra de Cameros. -El 22 de noviembre, según orden de Castaños, se había retirado dicho -jefe por el lado de Ágreda a Borja, y después de una leve refriega -con partidas enemigas prosiguiendo a Calatayud, se había allí unido -al grueso del ejército, de cuya suerte participó en toda la retirada. -Mas de este cuerpo de Cartaojal quedó el 21 en Nalda separado y como -cortado un trozo a las órdenes del conde de Alacha. - -No desanimándose ni los soldados ni su caudillo, aconsejado de buenos -oficiales al verse rodeados de enemigos, y ellos en tan pequeño número, -emprendieron una retirada larga, penosa y atrevida. Por espacio de -veinte días acampando y marchando a dos y tres leguas del ejército -francés, cruzando empinados montes y erizadas breñas, descalzos y casi -desnudos en estación cruda, apenas con alimento, desprovistos de todo -consuelo, consiguieron, venciendo obstáculos para otros insuperables, -llegar a Cuenca conformes y aun contentos de presentarse no solo -salvos, sino con el trofeo de algunos prisioneros franceses. Tanta -es la constancia, sobriedad e intrepidez del soldado español bien -capitaneado. - -[Marginal: La Mancha.] - -Pero la estancia en Cuenca del ejército del centro, si bien por una -parte le daba lugar para recobrarse y le ponía más al abrigo de una -acometida, por otra dejaba a la Mancha abierta y desamparada. Es cierto -que sus vastas llanuras nunca hubieran sido bastantemente protegidas -por las reliquias de un ejército a cuya caballería no le era dado hacer -rostro a la formidable y robusta de las huestes enemigas. Así fue que -el mariscal Victor, sentando ya en 11 de diciembre su cuartel general -en Aranjuez y Ocaña, desparramó por la Mancha baja gruesas partidas -que se proveían de vituallas en sus feraces campiñas, y pillaban y -maltrataban pueblos abandonados a su rapacidad por los fugitivos -habitantes. - -[Marginal: Toledo.] - -Habían contado algunos con que Toledo haría resistencia. Mas -desapercibida la ciudad y cundiendo por sus hogares el terror que -esparcían la rota y dispersión de los ejércitos, abrió el 19 de -diciembre sus puertas al vencedor; habiendo antes salido de su recinto -la junta provincial, muchos de los principales vecinos, y despachado a -Sevilla 12.000 espadas de su antigua y celebrada fábrica. - -[Marginal: Muertes violentas.] - -Ciertos y contados pueblos ofrecieron la imagen de la más completa -anarquía, atropellando o asesinando pasajeros. Doloroso sobre todo -fue lo que aconteció en Malagón y Ciudad Real. Por el último pasaba -preso a Andalucía Don Juan Duro, canónigo de Toledo y antiguo amigo -del príncipe de la Paz: ni su estado, ni su dignidad, ni sus súplicas -le guarecieron de ser bárbaramente asesinado. La misma suerte cupo en -el primer pueblo a Don Miguel Cayetano Soler, ministro de hacienda de -Carlos IV, que también llevaban arrestado: atrocidades que hubieran -debido evitarse no exponiendo al riesgo de transitar por lugares -agitados personajes tan aborrecidos. - -Templa por dicha la amargura de tales excesos la conducta de otras -poblaciones, que empleando dignamente su energía y cediendo al noble -impulso del patriotismo antes que a los consejos de la prudencia, -detuvieron y escarmentaron a los invasores. [Marginal: Villacañas.] -Señalose la villa de Villacañas una de las comprendidas en el gran -priorato de San Juan. Varias partidas de caballería enemiga que -quisieron penetrar por sus calles fueron constantemente rechazadas en -diferentes embestidas que dieron en los días del 20 al 25 de diciembre. -Alabó el gobierno y premió la conducta de Villacañas, cuya población -quedó, durante algún tiempo, libre de enemigos, en medio de la Mancha -inundada de sus tropas. - -[Marginal: Sierra Morena.] - -Estas antes de terminar diciembre se habían extendido hasta Manzanares -y amagaban aproximarse a las gargantas de Sierra Morena. Muchos -oficiales y soldados del ejército del centro se habían acogido a -aquellas fraguras. Unos obligados de la necesidad; otros huyendo -vergonzosamente del peligro. Sin embargo como estos eran los menos -túvose a dicha su llegada, porque daba cimiento a formar y organizar -centenares de alistados que acudían de las Andalucías y la Mancha. - -[Marginal: Juntas de los cuatro reinos de Andalucía.] - -Las juntas de aquellos cuatro reinos, vista la dispersión de los -ejércitos y en dudas del paradero de la central, trataron de reunirse -en la Carolina, enviando allí dos diputados de cada una que las -representasen, invitando también a lo mismo a la de Extremadura y -a otra que se había establecido en Ciudad Real. Pero la central, -fuese previsión o temores de que se le segregasen estas provincias, -[Marginal: Campo Sagrado.] había comisionado a Sierra Morena al -marqués de Campo Sagrado, individuo suyo, con orden de promover los -alistamientos y de poner en estado de defensa aquella cordillera. -El 6 de diciembre ya se hallaba en Andújar, como asimismo [Marginal: -Marqués del Palacio.] el marqués del Palacio encargado del mando en -jefe del ejército que se reunía en Despeñaperros, habiendo sido antes -llamado de Cataluña según en su lugar veremos. De Sevilla enviaron los -útiles y cañones necesarios para fortificar la sierra, a donde también -y con felicidad retrocedieron desde Manzanares 14 piezas que caminaban -a Madrid. Por este término se consiguió al promediar diciembre, que -en la Carolina y contornos se juntasen 6000 infantes y 300 caballos, -cubriéndose y reforzándose sucesivamente los diversos pasos de la -sierra. - -Cortos eran en verdad semejantes medios si el enemigo con sus poderosas -fuerzas hubiera intentado penetrar en Andalucía. Pero distraída su -atención a varios puntos, y fija principalmente en el modo de destruir -al ejército inglés, único temible que quedaba, trató de seguir a este -en Castilla y obrar además del lado de Extremadura, como movimiento que -podría ayudar a las operaciones de Portugal en caso que los ingleses se -retirasen hacia aquel reino. - -[Marginal: Marchan los franceses a Extremadura. Estado de la provincia.] - -Para lograr el último objeto marchó sobre Talavera el 4.º cuerpo del -mando del mariscal Lefebvre, compuesto de 22.000 infantes y 3000 -caballos. La provincia de Extremadura, aunque hostigada y revuelta con -exacciones y dispersos, se mantenía firme y muy entusiasmada. Mas el -despecho que causaban las desgracias convirtió a veces la energía en -ferocidad. [Marginal: Excesos.] Fueron en Badajoz el 16 de diciembre -inmolados dos prisioneros franceses, el coronel de milicias Don -Tiburcio Carcelén y el ex tesorero general Don Antonio Noriega, antiguo -allegado del príncipe de la Paz. También pereció en la villa de Usagre -su alcalde mayor. Los asesinos descubiertos en ambos pueblos fueron -juzgados y pagaron su crimen con la vida. Estas muertes, con las que -hemos contado, y alguna otra que relataremos después, que en todo -no pasaron de doce, fueron las que desdoraron este segundo periodo -de nuestra historia, en el cual, rompiéndose de nuevo en ciertas -provincias los vínculos de la subordinación y el orden, quedó suelta la -rienda a las pasiones y venganzas particulares. - -El general Galluzo, sucesor del desventurado San Juan, escogió la -orilla izquierda del Tajo como punto propio para detener en su marcha -a los franceses. Fue su primera idea guardar los vados y cortar los -principales puentes. Cuéntanse de estos cuatro desde donde el Tiétar -y Tajo se juntan en una madre hasta Talavera; y son el del Cardenal, -el de Almaraz, el del Conde y el del Arzobispo. El 2.º por donde cruza -el camino de Badajoz a Madrid mereció particular atención, colocándose -allí en persona el mismo Galluzo. La trabazón de su fábrica era tan -fuerte y compacta, que por entonces no se pudo destruir, y solo si -resquebrajarle en parte: 5000 hombres le guarnecieron. Don Francisco -Trías fue enviado el 15 de diciembre al del Arzobispo, del que ya -enseñoreados los enemigos, tuvo que limitarse a quedar en observación -suya. Los otros dos puentes fueron ocupados por nuestros soldados. - -[Marginal: Su retirada.] - -Los franceses se contentaron al principio con escaramuzar en toda -la línea hasta el día 24, en que viniendo por el del Arzobispo, -atacaron el frente y flanco derecho del general Trías, y le obligaron -a recogerse a la sierra camino de Castañar de Ibor. También fue -amagado en el propio día el del Conde, que sostuvo D. Pablo Morillo, -subteniente entonces, general ahora. - -Noticioso Galluzo de lo ocurrido con Trías y también de que los -enemigos habían avanzado a Valdelacasa, se replegó a Jaraicejo, tres -leguas a retaguardia de Almaraz, dejando para guardar el puente los -batallones de Irlanda y Mallorca y una compañía de zapadores. Así como -los otros, fue luego atacado este punto, del que se apoderó al cabo -de una hora de fuego la división del general Valence, cogiendo 300 -prisioneros. - -Pensó Galluzo detenerse en Jaraicejo, pero creyéndose poco seguro -con la toma del puente de Almaraz, a las tres de la tarde del 25 -ordenadamente emprendió su retirada a Trujillo, cuatro leguas distante. -Este movimiento y voces que esparcía el miedo o la traición, aumentaron -el desorden del ejército, y temíase otra dispersión. Por ello, y -la superioridad de fuerzas con que el enemigo se adelantaba, juntó -Galluzo un consejo de guerra [menguado recurso a que nuestros generales -continuamente acudían], y se decidió retirarse a Zalamea, 23 leguas de -Trujillo y del lado de la sierra que parte términos con Andalucía. El -28 llegó el ejército a su destino, si ejército merece llamarse lo que -ya no era sino una sombra. De la artillería se salvaron 17 piezas, 11 -de ellas se enviaron de Miajadas a Badajoz, y 6 siguieron a Zalamea. A -este punto llegaron después y en mejor orden 1200 hombres de los del -puente del Conde y del Arzobispo. - -Los franceses penetraron el 26 hasta Trujillo, quedando a merced suya -la Extremadura y muy expuesta y desapercibida la Andalucía. Otros -acontecimientos los obligaron a hacer parada y retroceder prontamente, -dando lugar a la junta central para reparar en parte tanto daño. - -[Marginal: Continúa la central su viaje.] - -El viaje de esta había continuado sin otra interrupción ni descanso que -el preciso para el despacho de los negocios. En todos los pueblos por -donde transitaba era atendida y acatada, contribuyendo mucho a ello los -respetables nombres de Floridablanca y Jovellanos, y la esperanza de -que la patria se salvaría salvándose la autoridad central. En Talavera, -en cuya villa la dejamos, celebró dos sesiones. Detúvose en Trujillo -cuatro días, y recibiendo en esta ciudad pliegos del general Escalante -enviado al ejército inglés, en los que anunciaba la ineficacia de sus -oficios con el general Sir Juan Moore para que obrase activamente en -Castilla; puesta la junta de acuerdo con el ministro británico Mr. -Frere, nombraron la primera a Don Francisco Javier Caro, individuo -suyo, y el segundo a Sir Carlos Stuart, a fin de que encarecidamente -y de palabra repitiesen las mismas instancias a dicho general; siendo -esencial su movimiento y llamada para evitar la irrupción de las -Andalucías. - -Se expidieron también en Trujillo premiosas órdenes para el armamento -y defensa a los generales y juntas, y se resolvió no ir a Badajoz sino -a Sevilla como ciudad más populosa y centro de mayores recursos. - -[Marginal: Sucede Cuesta a Galluzo.] - -Al pasar la junta por Mérida una diputación de la de aquella ciudad -le pidió en nombre del pueblo que eligiese por capitán general de -la provincia y jefe de sus tropas a Don Gregorio de la Cuesta, que -en calidad de arrestado seguía a la junta. No convino esta en la -petición dando por disculpa que se necesitaba _averiguar_ el dictamen -de la suprema de la provincia congregada en Badajoz, la cual sostuvo -a Galluzo, hasta que tan atropellada y desordenadamente se replegó -a Zalamea. Entonces la voz pública pidiendo por general a Cuesta, -bienquisto en la provincia en donde antes había mandado, uniose a su -clamor la junta provincial, y la central aunque con repugnancia accedió -al nombramiento. Cuesta llamó de Zalamea las tropas y estableció -su cuartel general en Badajoz, en cuya plaza empezó a habilitar -el ejército para resistir al enemigo, y emprender después nuevas -operaciones. - -Mas en esta providencia, oportuna sin duda y militar, no faltó quien -viese la enemistad del general Cuesta con la junta central, quedando -abierta la Andalucía a las incursiones del enemigo, y por tanto Sevilla -ciudad que había el gobierno escogido para su asiento. Temerosa debió -de andar la misma junta ya de un ataque de los franceses, o ya de los -manejos y siniestras miras de Cuesta; pues antes de acabar diciembre -nombró al brigadier Don José Serrano Valdenebro para cubrir con -cuantas fuerzas pudiese los puntos de Santa Olalla y el Ronquillo y las -gargantas occidentales de Sierra Morena. - -[Marginal: Llega a Sevilla la central en 17 de diciembre.] - -La junta central entró en Sevilla el 17 de diciembre. Grande fue la -alegría y júbilo con que fue recibida, y grandes las esperanzas que -comenzaron a renacer. Abrió sus sesiones en el real alcázar el día -siguiente 18, y notose luego que mudaba algún tanto y mejoraba de -rumbo. Los contratiempos, la experiencia adquirida, [Marginal: Muerte -de Floridablanca.] los clamores y la muerte del conde de Floridablanca, -influyeron en ello extraordinariamente. Falleció dicho conde en el -mismo Sevilla el 28 de diciembre, cargado de años y oprimido por -padecimiento de espíritu y de cuerpo. Celebrose en su memoria magnífico -funeral, y se le dispensaron honores de infante de Castilla. Fue -nombrado en su lugar vicepresidente de la junta el marqués de Astorga, -grande de España, y digno, por su conducta política, honrada índole y -alta jerarquía, de recibir tan honorífica distinción. - -[Marginal: Situación penosa de la central.] - -El estado de las cosas era sin embargo crítico y penoso. De los -ejércitos no quedaban sino tristes reliquias en Galicia, León y -Asturias, en Cuenca, Badajoz y Sierra Morena. Algunas otras se habían -acogido a Zaragoza ya sitiada; y Cataluña aunque presentase una -diversión importante, no bastaba por sí sola a impedir la completa -ruina y destrucción de las demás provincias y del gobierno. [Marginal: -Sus esperanzas.] Dudábase de la activa cooperación del ejército inglés, -arrimado sin menearse contra Portugal y Galicia, y solo se vivía con -la esperanza de que el anhelo por repelerle del territorio peninsular -empeñaría a Napoleón en su seguimiento, y dejaría en paz por algún -tiempo el levante y mediodía de España, con cuyo respiro se podrían -rehacer los ejércitos y levantar otros nuevos, no solamente por medio -de los recursos que estos paises proporcionasen, sino también con los -que arribaron a sus costas de las ricas provincias situadas allende el -mar. - - - - - RESUMEN - DEL - LIBRO SÉPTIMO. - - -_Salida de Napoleón de Chamartín. — Situación del ejército inglés. — -Dudas y vacilaciones del general Moore. — Consulta con Mr. Frere. — -Pasos e instancias de la junta central y de Morla para que avance. — -Resuélvese a ello. — Incidente que pudo estorbarlo. — Sale el 12 de -Salamanca a Valladolid. — Varía de dirección y se mueve hacia Toro y -Benavente. — Da de ello aviso a Romana. Mal estado del ejército de -este. — Parcialidad de escritores extranjeros. — Unión en Mayorga -de los generales Baird y Moore. — Situación del mariscal Soult. — -Aviso de la venida de Napoleón. Retíranse los ingleses a Benavente -y Astorga. — Marcha de Napoleón. Paso de Guadarrama. — Empieza a -relajarse la disciplina del ejército inglés. — Choque de caballería -en Benavente. — Sorprenden en Mansilla los franceses a los españoles. -— Retírase Romana de León. — Júntase en Astorga con los ingleses. — -Retírase Romana por Foncebadón. Moore por Manzanal. — Desgracias de -Romana en su retirada. — Desórdenes de los ingleses en su retirada. — -Llega Napoleón a Astorga. — Entrada del mariscal Soult en el Bierzo. — -Reencuentro en Cacabelos. — Retírase el general Moore de Villafranca. -— Van en aumento los desórdenes de los ingleses. — Llegan a Lugo. — -Prepárase Moore a aventurar una batalla. — Retírase después. — Llega -a la Coruña. — Batalla de la Coruña. — Embárcanse los ingleses. — -Entrega de la Coruña. — Del Ferrol. — Estado de Galicia. — Paradero -de Romana. — Sucede a Soult el mariscal Ney. — Vuelta de Napoleón a -Valladolid. — Áspero recibimiento que hace Napoleón a las autoridades. -— Angustias del ayuntamiento de Valladolid. — Suplicio de algunos -españoles, y perdón de uno de ellos. — Temores de guerra con Austria. -Prepárase Napoleón a volver a Francia. — Recibe en Valladolid a los -diputados de Madrid. — Opinión e intentos de Napoleón sobre España. — -Parte para Francia. — José en el Pardo. Pasa una revista en Aranjuez. -— Movimiento del ejército español del centro. Planes de su jefe el -duque del Infantado. — Ataque de Tarancón. — Avanza el mariscal Victor. -— Retírase Venegas a Uclés. — Batalla de Uclés. — Excesos cometidos -por los franceses en Uclés. — Retirada del duque del Infantado. — -Sucédele en el mando el conde de Cartaojal. — Entrada de José en -Madrid. — Sucesos de Cataluña. — La junta del principado se traslada -a Villafranca. — Excursiones de Duhesme. — Vives sucesor del marqués -del Palacio. — Ejército español de Cataluña. Su fuerza. — Situación -de Barcelona. — Tentativas de Vives contra aquella plaza. — Entrada -de Saint-Cyr en Cataluña. — Sitio de Rosas. — Honrosa resistencia de -los españoles. — Capitulación de Rosas. — Avanza Saint-Cyr camino de -Barcelona. — Vives y las divisiones de Reding y Lazán. — Orden singular -dada por Lecchi en Barcelona. — Trata Vives de seducirle a él y a -otros. — Ataques de Vives del 26 y 27 de noviembre en las cercanías -de Barcelona. — Del 5 de diciembre. — Reding y Vives van al encuentro -de Saint-Cyr. — Continúa Saint-Cyr su marcha. — Batalla de Llinas o -Cardedeu. — Son derrotados los españoles. — Se retiran al Llobregat. -— Llega Saint-Cyr a Barcelona. — Avanza al Llobregat. — Situación de -los españoles. — Batalla de Molins de Rey. — Derrota de los españoles -y tristes resultas. — Embarazosa también la situación de Saint-Cyr. -— Acontecimientos de Tarragona. — Sucede Reding a Vives. — Segundo -sitio de Zaragoza. — Preparativos de defensa. — Disposiciones de los -franceses. — Preséntanse delante de Zaragoza. — El mariscal Moncey -se apodera del monte Torrero. — Son rechazados los franceses en el -Arrabal. — Intimación a la plaza. — Bloqueo y ataques que preparan los -franceses. — Salida del general Butrón. — Reemplaza Junot a Moncey. — -Sale Mortier para Calatayud. — Empieza el bombardeo. — Ataques contra -San José y reducto del Pilar. — Manuela Sancho. — Resolución de los -moradores. — Enfermedades y contagio. — Temores de los franceses. — -Gente que perdieron en Alcañiz. — Llegada del mariscal Lannes. — Llama -a Mortier. — Dispersa este a Perena. — Asalto de los franceses al -recinto de la ciudad. — Muerte de Sangenís. — Estragos del bombardeo y -epidemia. — Intimación de Lannes. — Dicho de Palafox. — Resistencia en -casas y edificios. — Minas de los franceses. — Patriotismo y fervor de -algunos eclesiásticos. — Muerte del general Lacoste. — Murmuraciones -del ejército francés. — Embestida del Arrabal. — Los progresos del -enemigo en la ciudad. — Nuevas murmuraciones del ejército francés. -— Toma del Arrabal. — Furioso ataque que los franceses preparan. — -Deplorable estado de la ciudad. — Enfermedad de Palafox. — Propone la -junta capitular. — Conferencia con Lannes. — Capitulación. — Palabra -que da Lannes. — Firma la junta la capitulación. — Quebrántase por -los franceses horrorosamente. — Mal trato dado a Palafox. — Muerte de -prisioneros. De Boggiero y Sas. — Entrada de Lannes en Zaragoza. — P. -Santander. — Junot sucede otra vez a Lannes. — Pérdidas de unos y de -otros. — Ruinas de edificios y bibliotecas. — Juicio sobre este sitio._ - - - - - HISTORIA - DEL - LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN - de España. - - LIBRO SÉPTIMO. - - -[Marginal: Salida de Napoleón de Chamartín.] - -Napoleón permanecía en Chamartín. Allí afanado y diligente, agitado -su corazón como mar por vientos bravos, ocupábale España, Francia, -Europa entera, y más que todo averiguar los movimientos y paradero del -ejército inglés. Posponía a este los demás cuidados. Avisos inciertos -o fingidos le impelían a tomar encontradas determinaciones. Unas veces -resuelto a salir vía de Lisboa se aprestaba a ello: otras suspendiendo -su marcha aguardaba de nuevo posteriores informes. Pareció al fin -estar próximo el día de su partida, cuando el 19 de diciembre a las -puertas de la capital pasó reseña a 70.000 hombres de escogidas tropas. -Así fue: dos días después, el 21, habiendo recibido noticia cierta -de que los ingleses se internaban en Castilla la Vieja, en la misma -noche con la rapidez del rayo acordó oportunas providencias para que -el 22, dejando en Madrid 10.000 hombres, partiesen 60.000 la vuelta de -Guadarrama. - -[Marginal: Situación del ejército inglés.] - -Era en efecto tiempo de que atajase los intentos de contrarios tan -temibles y que tanto aborrecía. Sir Juan Moore vacilante al principio -había por último tomado la ofensiva con el ejército de su mando. Ya -hablamos de su llegada a Salamanca el 23 de noviembre. Apenas había -sentado allí sus reales, empezaron a esparcirse las nuevas de nuestras -derrotas, funestos acontecimientos que sobresaltaron al general inglés -con tanto mayor razón cuanto sus fuerzas se hallaban segregadas y entre -sí distantes. Hasta el 23 del propio noviembre no acabaron de concurrir -a Salamanca las que con el mismo general Moore habían avanzado por el -centro: de las restantes las que mandaba Sir David Baird estaban el 26 -unas en Astorga, otras lejos a la retaguardia, no habiendo aún en aquel -día las de Sir Juan Hope atravesado en su viaje desde Extremadura las -sierras que dividen ambas Castillas. - -[Marginal: Dudas y vacilaciones del general Moore.] - -Como exigía tiempo la reconcentración de todas estas fuerzas, era de -recelar que los franceses libres de ejércitos españoles, avanzando e -interponiéndose con su acostumbrada celeridad, embarazasen al de los -ingleses y le acometiesen separadamente y por trozos: en especial -cuando este, si bien lucido en su apariencia, maravillosamente -disciplinado, bizarrísimo en un día de batalla, flaqueaba del lado de -la presteza. - -Motivos eran estos para contener el ánimo de cualquier general -atrevido, mucho más el del general inglés, hombre prudente y a quien -los riesgos se representaban abultados; porque aunque oficial consumado -y dignísimo del buen concepto que entre sus compatriotas gozaba, -adoleciendo por desgracia de aquel achaque entonces común a los -militares de tener por invencibles a Napoleón y sus huestes, juzgaba la -causa peninsular de éxito muy dudoso, y por decirlo así la miraba como -perdida: lo cual no poco contribuyó a su irresolución e incertidumbre. -Se acrecentaron sus temores al entrar en España, no columbrando en los -pueblos señales extraordinarias de entusiasmo, como si la manifestación -de un sentimiento tan vivo pudiera sin término prolongarse, y como si -la disposición en que veía a todos los habitantes de no querer entrar -en pacto ni convenio con el enemigo, no fuera bastante para hacerle -fundadamente esperar que ella sola debía al cabo producir larga y -porfiada resistencia. - -Desalentado por consiguiente el general Moore, y no contemplando ya -en esta guerra sino una lucha meramente militar, empezó a contar -bajo dicho respecto sus recursos y los de los españoles, y habiendo -en gran parte desaparecido los de estos con las derrotas, y siendo -los suyos muy inferiores a los de los franceses, pensó en retirarse -a Portugal. Tal fue su primer impulso al saber las dispersiones de -Espinosa y Burgos. Mas conservándose aún casi intacto el ejército -español del centro, repugnábale volver atrás antes de haberse empeñado -en la contienda y de ser estrechado a ello por el enemigo. [Marginal: -Consulta con Mr. Frere.] En medio de sus dudas resolvió tomar consejo -con Mr. Frere, ministro británico cerca de la junta central, quien no -estaba tan desesperanzado de la causa peninsular como el general Moore, -porque, ministro ya de su corte en Madrid en tiempo de Carlos IV, -conocía a fondo a los españoles, tenía fe en sus promesas, y antes bien -pecaba de sobrada afición a ellos que de tibieza o desvío. Su opinión -por tanto les era favorable. - -Pero Sir Juan Moore noticioso el 28 de noviembre de la rota de Tudela, -sin aguardar la contestación de Mr. Frere, determinó retirarse. En -consecuencia encargó al general Baird que se encaminase a la Coruña -o a Vigo, previniéndole solamente que se detuviera algunos días para -imponer respeto a las tropas del mariscal Soult que estaban del lado -de Sahagún, y dar lugar a que llegase Sir Juan Hope. Se unió este con -el cuerpo principal del ejército en los primeros días de diciembre, no -habiendo condescendido, al pasar su división por cerca de Madrid, con -los ruegos de Don Tomás de Morla, dirigidos a que entrase con aquella -en la capital y cooperase a su defensa. - -[Marginal: Pasos e instancias de la junta central y de Morla para que -avance.] - -La junta central recelosa por su parte de que los ingleses abandonasen -el suelo español, y con objeto también de cumplimentar a sus jefes, -había enviado al cuartel general de Salamanca a Don Ventura Escalante -y a Don Agustín Bueno que llegaron a la sazón de estar resuelta -la retirada. Inútilmente se esforzaron por impedirla, bien es que, -fundando muchas de sus razones en los falsos rumores que circulaban por -España, en vez de conmover con ellas el ánimo desapasionado y cauto del -general inglés, no hacían sino afirmarle en su propósito. - -También por entonces Don Tomás de Morla no habiendo alcanzado lo que -deseaba de Sir Juan Hope, despachó un correo a Salamanca pidiendo al -general en jefe inglés que fuese al socorro de Madrid, o que por lo -menos distrajese al enemigo cayendo sobre su retaguardia. Tampoco -hubiera suspendido este paso la resolución de Moore, si al mismo tiempo -Sir Carlos Stuart, habitualmente de esperanzas menos halagüeñas y a -los ojos de aquel general testigo imparcial, no le hubiese escrito -manifestándole que creía al pueblo de Madrid dispuesto a recia y -vigorosa resistencia. - -[Marginal: Resuélvese a ello.] - -Empezó con esto a titubear el ánimo de Moore, y cedió al fin en vista -de los pliegos que en respuesta a los suyos recibió el propio día de -Mr. Frere: quien expresando en su contenido ardiente anhelo por asistir -a los españoles, añadía ser político y conveniente que sin tardanza se -adelantase el ejército británico a sostener el noble arrojo del pueblo -de Madrid. Lenguaje digno y generoso de parte de Mr. Frere, propio para -estimular al general de su nación, pero cuyos buenos efectos hubiera -podido destruir un desgraciado incidente. - -[Marginal: Incidente que pudo estorbarlo.] - -Había sido portador de los pliegos el coronel Charmilly, emigrado -francés, y que por haber presenciado en 1.º de diciembre el entusiasmo -de los madrileños, pareció sujeto al caso para dar de palabra puntuales -y cumplidos informes. Pero la circunstancia de ser francés dicho -portador, y quizá también otros siniestros y anteriores informes, -lejos de inspirar confianza al general Moore, fueron causa de que le -tratase con frialdad y reserva. Achacó el Charmilly recibimiento tan -tibio a la invariable resolución que había formado aquel de retirarse, -y pensó oportuno hacer uso de una segunda carta que Mr. Frere le -había encomendado. La escribió este ministro ansioso de que a todo -trance socorriese su ejército a los españoles, y sin reparar en la -circunspección que su elevado puesto exigía, encargó al Charmilly la -entregase a Moore caso que dicho general insistiese en volver atrás -sus pasos. Así lo hizo el francés, y fácil es conjeturar cuál sería -la indignación del jefe británico al leer en su contexto que antes -de emprender la retirada «se examinase por un consejo de guerra al -portador de los pliegos.» Apenas pudo Sir Juan reprimir los ímpetus -de su ira; y forzoso es decir que si bien había animado a Mr. Frere -intención muy pura y loable, el modo de ponerla en ejecución era -desusado y ofensivo para un hombre del carácter y respetos del general -Moore. Este sin embargo sobreponiéndose a su justo resentimiento, -contentose con mandar salir de los reales ingleses al coronel -Charmilly, y determinó moverse por el frente con todo su ejército, -cuyas divisiones estaban ya unidas o por lo menos en disposición de -darse fácilmente la mano. - -Próximo a abrir la marcha, fue también gran ventura que otros avisos -llegados al propio tiempo no la retardasen o la impidiesen. Había antes -el general inglés enviado hacia Madrid al coronel Graham a fin de que -se cerciorase del verdadero estado de la capital. Mas dicho coronel -sin haber pasado de Talavera, cuyo rodeo había tomado a causa de las -circunstancias, se halló de vuelta en Salamanca el 9 de diciembre, y -trajo tristes y desconsoladas nuevas. Los franceses según su relato, -eran ya dueños del Retiro y habían intimado la rendición a Madrid. - -[Marginal: Sale el 12 de Salamanca a Valladolid.] - -Por grave que fuese semejante acontecimiento no por eso influyó en -la resolución de Sir Juan Moore, y el 12 levantó el campo marchando -con sus tropas y las del general Hope camino de Valladolid, y con la -buena fortuna de que ya en la noche del mismo día un escuadrón inglés -al mando del brigadier general Carlos Stewart, hoy Lord Londonderry, -sorprendió y acuchilló en Rueda un puesto de dragones franceses. - -El 14 se entregaron en Alaejos al general Moore pliegos cogidos en -Valdestillas a un oficial enemigo, muerto por haber maltratado al -maestro de postas de aquella villa. Iban dirigidos al mariscal Soult, -a quien después de informarle de hallarse el emperador tranquilo -poseedor de Madrid, se le mandaba que arrinconase en Galicia a los -españoles y que ocupase a León, Zamora y tierra llana de Castilla. Del -contenido de tales pliegos si bien se infería la falta de noticias en -que estaba Napoleón acerca de los movimientos de los ingleses, también -con su lectura pudieron estos cerciorarse de cuál fuese en realidad la -situación de sus contrarios, y cuáles los triunfos que habían obtenido. - -[Marginal: Varía de dirección y se mueve hacia Toro y Benavente.] - -Con este conocimiento alteró su primer plan Sir Juan Moore, y en vez de -avanzar a Valladolid tomó por su izquierda del lado de Toro y Benavente -para unirse con los generales Baird y Romana, y juntos deshacer el -cuerpo mandado por el mariscal Soult antes que Napoleón penetrase en -Castilla la Vieja. Estaba el general inglés ejecutando su movimiento -a la sazón que el 16 de diciembre se avistaron con él en Toro Don -Francisco Javier Caro y Sir Carlos Stuart, enviados desde Trujillo, uno -por la junta central de que era individuo, y otro por Mr. Frere con -el objeto de hacer un nuevo esfuerzo y evitar la tan temida retirada. -Afortunadamente ya esta se había suspendido, y si las operaciones del -ejército inglés no fueron del todo conformes a los deseos del gobierno -español, no dejaron por lo menos de ser oportunas y de causar diversión -ventajosa. - -[Marginal: Da de ello aviso a Romana. Mal estado del ejército de este.] - -Luego que el general Moore se resolvió a llevar a cabo el plan indicado -se lo comunicó al marqués de la Romana. Hallábase este caudillo en -León a la cabeza del ejército de la izquierda, cuyas reliquias, -viniendo unas por la Liébana, según dijimos, y cruzando otras el -principado de Asturias, se habían ido sucesivamente reuniendo en la -mencionada ciudad. En ella, en Oviedo y en varios pueblos de las dos -líneas que atravesaron los dispersos, cundieron y causaron grande -estrago unas fiebres malignas contagiosas. Las llevaban consigo -aquellos desgraciados soldados, como triste fruto de la hambre, del -desabrigo, de los rigurosos tiempos que habían padecido: cúmulo de -males que requería prontos y vigorosos remedios. Mas los recursos eran -contados, y débil y poco diestra la mano que había de aplicarlos. -Hablamos ya de las prendas y de los defectos del marqués de la Romana. -Por desgracia solo los últimos aparecieron en circunstancias tan -escabrosas. Distraído y olvidadizo dejaba correr los días sin tomar -notables providencias, y sin buscar medios de que aún podía disponer. -¿Quién en efecto pensara que teniendo a su espalda y libre de enemigos -la provincia de Asturias no hubiese acudido a buscar en ella apoyo -y auxilios? Pues fue tan al contrario que, pésanos decirlo, en el -espacio de más de un mes que residió en León, solo una vez y tarde -escribió a la junta de aquel principado para darle gracias por su celo -y patriótica conducta. - -A pesar de tan reprensible abandono, no perseguido el ejército de -la izquierda, más tranquilo y mejor alimentado, íbase poco a poco -reparando de sus fatigas, y no menos de 16.000 hombres se contaban ya -alojados en León y riberas del Esla; pero de este número escasamente la -mitad merecía el nombre de soldados. - -Atento a su deplorable estado y en el intermedio que corrió entre la -primera resolución del general Moore de retirarse, y la posterior de -avanzar, sabedor Romana de que Sir David Baird se disponía a replegarse -a Galicia, no queriendo quedar expuesto, solo y sin ayuda a los ataques -de un enemigo superior, había también determinado abandonar a León. -Súpolo Moore en el momento en que se movía hacia adelante, y con -diligencia escribió a Romana sentido de su determinación, y de que -pensase tomar el camino de Galicia por el que debían venir socorros al -ejército de su mando, y marchar este en caso de necesidad. Replicole -y con razón el general español que nunca hubiera imaginado retirarse, -si no hubiese visto que Sir David Baird se disponía a ello y le dejaba -desamparado; pero ahora que, según los avisos, había otros proyectos, -no solo se mantendría en donde estaba, sino que también y de buen grado -cooperaría a cualquier plan que se le propusiese. - -[Marginal: Parcialidad de escritores extranjeros.] - -En toda su correspondencia había el de la Romana animado a los -ingleses a obrar e impedir la toma de Madrid. Algunos historiadores de -aquella nación le han motejado, así como a otros generales nuestros -y autoridades, de haber insistido en pedir una cooperación activa, -y de desfigurar los hechos con exageraciones y falsas noticias. -En cuanto a lo primero, natural era que oprimidos por continuadas -desgracias, deseasen todos ofrecer al enemigo un obstáculo que dando -respiro permitiese a la nación volver en sí, y recobrar parte de las -perdidas fuerzas: y respecto de lo segundo, las mismas autoridades -españolas y los generales eran engañados con los avisos que recibían. -Hubo provincias en que más de un mes iba corrido antes que se hubiese -averiguado con certeza la rendición de Madrid. Los pueblos oían con -tal sospecha a los que daban tristes nuevas, que los pocos trajineros -y viajantes que circulaban en tan aciagos días, en vez de descubrir -la verdad, la ocultaban, estando así seguros de ser bien tratados y -recibidos. Si además los generales españoles y su gobierno ponderaban -a veces los medios y fuerza que les quedaban, no poco contribuía a -ello el desaliento que advertían en el general Moore, el cual era tan -grande, que causaba según los mismos ingleses disgusto y murmuraciones -en su ejército. Por lo que sin intentar disculpar los errores y -faltas que se cometieron por nuestra parte, y que somos los primeros -a publicar, justo es que tampoco se achaquen a nuestros militares y -gobernantes los que eran hijos de tiempos tan revueltos, ni se olviden -las flaquezas de que otros adolecieron, igualmente reprensibles aunque -por otro extremo. - -[Marginal: Unión en Mayorga de los generales Baird y Moore.] - -Volvamos ahora al general Moore. Continuando este su marcha se le unió -el 20 en Mayorga el general Baird. Juntas así las fuerzas inglesas -formaban un total de 23.000 infantes y 2300 caballos: algunos otros -cuerpos estaban todavía en Portugal, Astorga y Lugo. Por su izquierda -y hacia Cea también empezó a moverse Romana con unos 8000 hombres -escogidos entre lo mejor de su gente. Sentaron los ingleses el 21 en -Sahagún su cuartel general, habiendo antes su caballería en el mismo -punto deshecho 600 jinetes enemigos. - -[Marginal: Situación del mariscal Soult.] - -El mariscal Soult se extendía con las tropas de su mando entre Saldaña -y Carrión de los Condes, teniendo consigo unos 18.000 hombres. Después -de haber salido a Castilla viniendo de Santander, se había mantenido -sobre la defensiva aguardando nuevas órdenes. De estas, las que le -mandaban atacar a los españoles fueron interceptadas en Valdestillas: -además de que noticioso Soult del paraje en donde estaban situados los -ingleses [cosa que al dar aquellas ignoraba Napoleón] no se hubiera con -solo su fuerza arriesgado a pasar adelante. - -[Marginal: Aviso de la venida de Napoleón. Retíranse los ingleses a -Benavente y Astorga.] - -Sabedor el mariscal francés de que los ingleses movían contra él su -ejército, se reconcentró en Carrión. Disponíanse aquellos a avanzar, -cuando en la noche del 23 recibieron aviso de Romana [que también por -su parte ejecutaba el movimiento concertado] de que Napoleón venía -sobre ellos con fuerzas numerosas. Confirmado este aviso con otros -posteriores no prosiguió su marcha el general Moore, y el 24 comenzó -a retirarse en dos columnas, una, a cuyo frente él iba, tomó por el -puente de Castro Gonzalo a Benavente, y otra se dirigió a Valencia de -Don Juan, cubriendo y amparando sus movimientos la caballería. - -[Marginal: Marcha de Napoleón. Paso de Guadarrama.] - -Era ya tiempo de adoptar esta resolución. Napoleón avanzaba con su -acostumbrada diligencia. Al principio la marcha de su ejército había -sido penosa, y tan intenso el frío para aquel clima, que al pie de las -montañas de Guadarrama señaló el termómetro de Réaumur nueve grados -debajo de cero. Cruzaron los franceses el puerto en los días 23 y 24 de -diciembre, perdiendo hombres y caballos con el mucho frío, la nieve y -ventisca. Detúvose la artillería volante y parte de la caballería a la -mitad de la subida, teniendo que esperar algunas horas a que suavizase -el tiempo. Napoleón siéndole dificultoso continuar a caballo, y deseoso -también de animar con el ejemplo, se puso a pie y estimuló a redoblar -el paso, llegando él a Villacastín el 24. Al bajar a Castilla la Vieja -sobrevino blandura acompañada de lluvia, y se formaron tales lodazales -que hubo sitios en que se atascaron la artillería y equipajes, -aumentándose el desconsuelo de los franceses a la vista de pueblos por -la mayor parte solitarios y desprovistos. - -Tamaños obstáculos, aunque al fin vencidos, retardaron la marcha -de Napoleón e impidieron la puntual ejecución del plan que había -combinado. Era este envolver a los ingleses si continuaban en ir tras -del mariscal Soult, a quien el mismo emperador escribía el 26 desde -Tordesillas: «si todavía conservan los ingleses el día de hoy su -posición, están perdidos: si al contrario os atacan, retiraos a una -jornada de marcha, pues cuanto más se empeñen en avanzar, tanto mejor -será para nosotros.» - -[Marginal: Empieza a relajarse la disciplina del ejército inglés.] - -Pero Sir Juan Moore, previniendo con oportunidad los intentos de -sus contrarios, prosiguió a Benavente y aseguró su comunicación con -Astorga. La disciplina sin embargo empezaba a relajarse notablemente -en su ejército, disgustado con volver atrás. Así fue que la columna -que cruzó por Valderas cometió lamentables excesos, y con ellos y -otros que hubo en varios pueblos aterrado el paisanaje, huía y a su -vez se vengaba en los soldados y partidas sueltas. Censuró agriamente -el general inglés la conducta de sus soldados; mas de poco sirvió. -Prosiguieron en sus desmanes, y en Benavente devastaron el palacio -de los condes-duques del mismo nombre, notable por su antigüedad y -extensión; mas no fue entonces cuando se quemó, según algunos han -afirmado. Nos consta por información judicial que de ello se hizo, que -solo el 7 de enero apareció incendiado, durando el fuego muchos días -sin que se pudiese cortar. - -[Marginal: Choque de caballería en Benavente.] - -Esta columna, que era la que mandaba Moore, después de haber arruinado -el puente de Castro Gonzalo se juntó el 29 en Astorga con la de Baird, -que había caminado por Valencia de Don Juan. La caballería permaneció -aún en Benavente, enviando destacamentos a observar los vados del -Esla. Engañado a su vista el general francés Lefebvre-Desnouettes, y -creyendo que ya no quedaba al otro lado ninguna fuerza inglesa sino -aquella, vadeó el río con 600 hombres de la guardia imperial y acometió -impetuosamente a sus contrarios. Cejaron estos al principio, excitando -gran clamoreo las mujeres, rezagados y bagajeros derramados por el -llano que yace entre el Esla y Benavente. El general Stewart tomó -luego el mando de los destacamentos ingleses, se le agregaron algunos -caballos más y empezó a disputar el terreno a los franceses, que -continuaron, sin embargo, en adelantar hasta que Lord Paget, acudiendo -con un regimiento de húsares, los obligó a repasar el río. Quedaron -en su poder 70 prisioneros, en cuyo número se contó al mismo general -Lefebvre, de quien hicimos tanta memoria en el primer sitio de Zaragoza. - -Era precursor este reencuentro de los muchos que unos en pos de otros -en breve se sucedieron. Frustrada la primera combinación del emperador -francés a causa de la retirada de Moore, determinó aquel perseguir a -los ingleses por el camino de Benavente con el grueso de sus fuerzas, -mandando al mismo tiempo al mariscal Soult que arrojase de León a -los españoles. La destrucción del puente de Castro Gonzalo retardó -del lado de Benavente el movimiento de los franceses; pero del otro -se adelantaron sin dificultad, no habiendo los españoles opuesto -resistencia. - -[Marginal: Sorprenden en Mansilla los franceses a los españoles.] - -Ocupaba a Mansilla de las Mulas la 2.ª división del marqués de la -Romana, de la cual un trozo se había quedado a retaguardia en el -convento de Sandoval para conservar el paso del Esla en el puente de -Villarente. Enfermos en León muchos de los principales jefes, no se -habían tomado en Mansilla las precauciones oportunas, y el 29 fue -sorprendido y entrado el pueblo por el general Franceschi, rindiéndose -casi toda la tropa que tan mal custodiaba aquel punto. - -[Marginal: Retírase Romana de León.] - -Desapercibido el marqués de la Romana, apresuradamente abandonó a León -en la misma noche del 29, y los vecinos más principales, temerosos de -la llegada del enemigo, tuvieron también que salvarse y esconderse -en las montañas inmediatas, dejando con el azoramiento hasta las -alhajas y prendas de mayor valor. [Marginal: Júntase en Astorga con -los ingleses.] Romana se unió el 30 en Astorga con el general Moore, -lo cual desagradó en gran manera a este que le conceptuaba en las -fronteras de Asturias. Con la llegada a aquella ciudad de las tropas -españolas, desnudas, de todo escasas y en sumo grado desarregladas, -acreció el desorden y la confusión, yendo por instantes en aumento la -indisciplina de los ingleses. - -Hasta aquí se habían imaginado muchos oficiales de este ejército que -en Astorga o entradas del Bierzo haría alto su general en jefe, y que -aprovechándose de los favorables sitios de aquella escabrosa tierra, -procuraría en ellos contener al enemigo y aun darle batalla, mayormente -cuando la insubordinación y el desconcierto no habían todavía llegado -al extremo. Pero Sir Juan Moore no veía ya seguridad ni salvación sino -a bordo de sus buques; por lo cual dio órdenes para proseguir su camino -hacia Galicia y destruir todo género de provisiones de boca y guerra -que no pudiesen sus tropas llevar consigo. Desde entonces soltose -la rienda a las pasiones, y el ejército británico acabó del todo de -desorganizarse. [Marginal: Retírase Romana por Foncebadón. Moore, por -Manzanal.] El marqués de la Romana insistía por conservar la cordillera -que divide el Bierzo del territorio de Astorga; mas fueron vanos sus -ruegos y ociosas sus razones: y a la verdad por poderosas que estas -fuesen, debilitábanse saliendo de la boca de un general cuyos soldados -se mostraban en estado tan deplorable. Forzado pues el general español -a someterse a la inmutable resolución del británico, tuvo asimismo -que consentir en dejarle libre el nuevo y hermoso camino de Manzanal, -reservando para sí el antiguo y agrio de Foncebadón. - -A las doce del día del 31 de diciembre empezó el ejército inglés su -retirada, y el español la suya en la misma noche. La artillería del -último, que hasta entonces había casi toda podido librarse del continuo -perseguimiento de los franceses, tomó, según convenio con el general -Moore, la vía de Manzanal para evitar las asperezas de la otra. Mas no -teniendo cuenta los soldados británicos con las órdenes de sus jefes, -arrancando a viva fuerza los tiros de mulas de nuestra artillería, -hubo que abandonar algunas piezas y precipitar otras en los abismos de -las montañas, perdiéndose así por la violencia de manos aliadas unos -cañones que a tan duras penas y desde Reinosa se habían conservado -libres de las enemigas. - -[Marginal: Desgracias de Romana en su retirada.] - -Ni fue Romana más dichoso del lado de Foncebadón. Creía, y -fundadamente, que ya que le hubiese cabido la peor ruta, por lo menos -se le dejaría en su retirada solo y desembarazado; mas engañose en su -juicio. Una división inglesa de 3000 hombres mandada por el general -Crawford, separándose en Bonillos, a una legua de Astorga, del grueso -de su ejército, tomó el mismo rumbo que Romana con intento de ir a -embarcarse en Vigo. Turbó este incidente la marcha de los españoles, -incomodando a todos el hallar casi cerrado con la nieve el paso de -Foncebadón. - -Uníase a tal conjunto de desgracias estar capitaneadas las divisiones -españolas por nuevos jefes sucesores de los que habían muerto de -enfermedad o en los combates. A tres se había reducido el número de -aquellas fuera de la llamada del norte; y mal aventuradas refriegas -mostraron en breve su triste estado. De ellas la 1.ª mandada por el -coronel Rengel, fue al amanecer del 1.º de enero cortada y en gran -parte cogida por jinetes franceses en Turienzo de los Caballeros. Las -otras, aunque a costa de trabajos, siempre acosadas y desbandándose -muchos de sus soldados, se enmarañaron en la sierra. Romana no había -tratado de prevenir o disminuir el mal con acertadas disposiciones. -Dejó a cada división andar y moverse a su arbitrio: y cruzando con -su estado mayor y algunos caballos por los barrios de Ponferrada, se -metió en el valle de Valdeorras. Allí reunió las pocas reliquias de su -ejército que le habían seguido, y situó su cuartel general en la Puebla -de Tribes, dejando en el Puente de Domingo Flores una corta vanguardia -que pasó después al de Bibey. - -[Marginal: Desórdenes de los ingleses en su retirada.] - -Los ingleses en tanto por el puerto de Manzanal continuaron -precipitadamente su retirada. Repartidos en tres divisiones y una -reserva, iban delante las de los generales Fraser y Hope, seguía la de -Sir David Baird, y cerraba la marcha con la última el mismo Sir Juan -Moore. Llegaron el 2 de enero a Villafranca, habiendo andado en tan -corto tiempo 14 leguas de las largas de nuestros caminos reales, de -las que solo entran diez y siete y media en el grado. Los males y el -desconcierto rápidamente se aumentaban ofreciendo lastimoso cuadro: -el tiempo crudo, los bagajes abandonados, las municiones rezagadas, -los fuertes y lucidos caballos ingleses desherrados y muertos por sus -propios jinetes, los infantes descalzos y despeados, los soldados -todos abatidos e insubordinados, y metiéndose muchos en los sótanos -de las casas y las tabernas, se perdían de intento y se entregaban a -la embriaguez y disolución: fue Bembibre principal y horroroso teatro -de sus excesos. Cruel castigo recibieron los que así se olvidaban de -la disciplina y buen orden. Los franceses corriendo en pos de ellos, -duramente y cual merecían los trataban, matando a unos, hiriendo a -otros y atropellando a casi todos. Los que de su poder se escapaban, -llenos de tajos y cuchilladas poníalos el general inglés como a la -vergüenza delante de su ejército, a fin de que sirviesen de escarmiento -a sus compañeros. - -[Marginal: Llega Napoleón a Astorga.] - -Notábase en el perseguir de los franceses suma diligencia, mas no -extraña. Aguijábalos poderosa espuela. Napoleón había llegado a Astorga -el 1.º de enero. Le acompañaban 70.000 infantes y 10.000 caballos, que -este número componían los cuerpos de los mariscales Soult y Ney, una -parte de la guardia imperial y dos divisiones del ejército de Junot, -las cuales, ya de regreso, iban a pelear contra los mismos con quienes -pocos meses antes habían capitulado. Napoleón no pasó de Astorga; -pero envió en seguimiento de las tropas británicas al mariscal Soult -con 25.000 hombres, de los cuales 4200 de caballería. Tras de estos -caminaban las divisiones de los generales Loison y Heudelet, debiendo -todos ser sostenidos por 16.000 hombres del cuerpo del mariscal Ney. -Aceleradamente fueron los primeros en busca de Sir Juan Moore, que no -conservaba sino unos 19.000 combatientes, menguadas sus filas con los -3000 que fueron la vuelta de Vigo y con los perdidos en los diversos -choques y retirada. - -[Marginal: Entrada del mariscal Soult en el Bierzo.] - -Entró el mariscal Soult en el Bierzo dividida su gente en dos columnas, -que tomaron una por Foncebadón, otra por Manzanal, avanzando el 3 -su vanguardia hasta las cercanías de Cacabelos. Habían los ingleses -ocupado con 2500 hombres y una batería la ceja del ribazo de viñedos -que se divisa no lejos de aquel pueblo y del lado de Villafranca. Más -adelante y camino de Bembibre habían también apostado 400 tiradores y -otros tantos caballos, a los cuales hacía espalda el puente del Cúa, -río escaso de aguas, pero crecido ahora por las muchas nieves, y cuya -corriente baña las calles de Cacabelos. - -[Marginal: Reencuentro en Cacabelos.] - -Venían al frente de la vanguardia francesa unos cuantos escuadrones -mandados por el general Colbert, quien pensando ser de importancia el -número de ingleses que le aguardaba en puesto ventajoso, pidió refuerzo -al mariscal Soult; mas respondiéndole secamente este que sin dilación -atacase, sentido Colbert de la imperiosa orden, acometió con temerario -arrojo y arrolló a los caballos y tiradores ingleses que estaban -avanzados. De estos los hubo que fueron cogidos al pasar el puente del -Cúa; otros metiéndose en los viñedos de la margen del camino, de cerca -y a quema ropa dispararon y mataron a muchos jinetes franceses, entre -ellos a su general Colbert, distinguido por su belleza y denuedo. Llegó -a poco la división de infantería del general Merle, y aunque quiso -pasar adelante, detúvose al ver la batería que estaba en lo alto del -ribazo y también impedido de la noche que sobrevino. - -[Marginal: Retírase el general Moore de Villafranca.] - -Aquí hubiera podido empeñarse una acción general. Sir Juan Moore -la evitó retirándose después de oscurecido. En Villafranca -escandalosamente se renovaron los excesos y demasías de otras partes: -fueron robados los almacenes, entradas a viva fuerza muchas casas y -oprimidos e inhumanamente tratados los vecinos. El general inglés -reprimió algún tanto los desmanes con severas providencias, mandando -también arcabucear a un soldado cogido infraganti. Aceleró después su -partida, y como la tierra es por allí cada vez más quebrada, y está -cubierta de bosques u otros plantíos, no pudiendo la caballería ser -de gran provecho, enviola delante con dirección a Lugo. En todo este -tránsito hay parajes en que pocas fuerzas pudieran detener mucho tiempo -a un ejército muy superior, pues si bien la calzada es magnífica, corre -ceñida por largo espacio entre opuestas montañas de dificultoso y agrio -acceso. - -[Marginal: Van en aumento los desórdenes de los ingleses.] - -Ningún fruto se sacó de tamañas ventajas: y encontrándose los -soldados británicos con un convoy, no solo inutilizaron vestuario y -armamento que de Inglaterra iba para Romana, sino que también cerca -de Nogales y por orden del general Moore arrojaron a un despeñadero -en vez de repartírselos 120.000 pesos fuertes. Llegó el desorden -a su colmo: abandonábanse hasta los cañones y los enfermos y los -heridos, acrecentando la confusión el gran séquito y embarazos que -solían entonces acompañar a los ejércitos ingleses. En fin fue esta -retirada hecha con tal apresuramiento y mala ventura, que uno de los -generales británicos, testigo de vista, nos afirma en su narración [*] -[Marginal: (* Ap. n. 7-1.)] «que por sombrías y horrorosas que fueran -las relaciones que de ella se hubiesen hecho, aun no se asemejaban a la -realidad.» - -Dos días y una noche tardaron los ingleses en llegar a Lugo, 16 leguas -de Villafranca: acosados en continuas escaramuzas hubieran padecido -cerca de Constantín recio choque si el general Moore no le hubiese -evitado haciendo bajar con rapidez la cuesta del río Neira y engañando -a sus contrarios con un diestro y oportuno amago. - -[Marginal: Llegan a Lugo.] - -Hasta poco antes había permanecido dudoso el general Moore de si iría -para embarcarse a Vigo o a la Coruña. Informado de las dificultades -que ofrecía la primera ruta, decidiose a continuar por la segunda, -avisando en consecuencia al almirante de su escuadra, a fin de que los -transportes que estaban en Vigo pasasen al otro puerto. Y para dar -tiempo a que se ejecutase dicha travesía, y también para rehacer algo -su ejército cansado y desfallecido, determinó el mismo general pararse -en Lugo y aun arriesgar una batalla si fuese necesario. Al intento -reunió allí todas sus tropas, excepto los 3000 hombres del general -Crawford que se embarcaron en Vigo sin ser molestados. - -[Marginal: Prepárase Moore a aventurar una batalla.] - -A legua y media y antes de llegar a Lugo escogió Sir Juan Moore un -sitio elevado y ventajoso para pelear contra los franceses, los cuales -asomaron el 6 por las alturas opuestas. Pasose aquel día y el siguiente -sin otras refriegas que las de algunos reconocimientos. El mariscal -Soult hallándose inferior en número, no quería empeñarse en acción -formal antes de que se le uniesen más tropas. [Marginal: Retírase -después.] Los ingleses por su parte se mantuvieron hasta el 8 sin -moverse de su posición; mas al anochecer de aquel día, pareciéndole -peligroso al general Moore aguardar a que los franceses se reforzasen, -resolvió partir a las calladas con la esperanza de que ganando sobre -ellos algunas horas, podría así embarcarse sosegadamente. A las diez de -la noche y encendidas hogueras en las líneas para cubrir su intento, -emprendió la continuación de la marcha, que un temporal deshecho de -lluvia y viento vino a interrumpir y desordenar. Después de padecer -muchos trabajos y de cometer nuevas demasías, empezaron los ingleses -a llegar a Betanzos en la tarde del 9 en un estado lamentable de -confusión y abatimiento. Era tanta la fatiga y tan grande el número -de rezagados, que tuvieron el 10 que detenerse en aquella ciudad. -[Marginal: Llega a la Coruña.] Prosiguieron su marcha el 11 y dieron -vista a la Coruña, sin que en su rada se divisasen los apetecidos -transportes: vientos contrarios habían impedido al almirante inglés -doblar el cabo de Finisterre. Por este atraso veíase expuesto el -general Moore a probar la suerte de una batalla, causando pesadumbre -a muchos de sus oficiales el que se hubiesen para ello desperdiciado -ocasiones más favorables y en tiempo en que su ejército se conservaba -más entero y menos indisciplinado. - -Cerca de la Coruña no dejaba en verdad de haber sitios ventajosos, pero -en algunos requeríanse numerosas tropas. Tal era el de Peñasquedo, por -lo que los ingleses prefirieron a sus alturas las del monte Mero, que -si bien dominadas por aquellas hallábanse próximas a la Coruña, y su -posición como más recogida podía guarnecerse con menos gente. - -El 12 empezaron los franceses a presentarse del otro lado del puente -del Burgo, que los ingleses habían cortado. Continuaron ambos -ejércitos sin molestarse hasta el 14, en cuyo día contando ya los -franceses con suficientes tropas, repararon el puente destruido, y le -fueron sucesivamente cruzando. Por la mañana se había de propósito -volado un almacén de pólvora sito en Peñasquedo, lo cual produjo -horroroso estrépito, y por la tarde habiéndose el viento cambiado al -sur entraron en la Coruña los transportes ingleses procedentes de -Vigo. Sin tardanza se embarcaron por la noche los enfermos y heridos, -la caballería desmontada y 52 cañones: de estos solo se dejaron para -en caso de acción ocho ingleses y cuatro españoles. No faltó en el -campo británico quien aconsejara a su general que capitulase con los -franceses, a fin de poder libremente embarcarse. Desechó con nobleza -Sir Juan Moore proposición tan deshonrosa. - -Puestos ya a bordo los objetos de más embarazo y las personas inútiles, -debía en la noche del 16 y a su abrigo embarcarse el ejército lidiador. -Con impaciencia aguardaba aquella hora el general inglés, cuando a las -dos de la tarde un movimiento general de la línea francesa estorbó el -proyectado embarco, empeñándose una acción reñida y porfiada. - -[Marginal: Batalla de la Coruña.] - -Disponiéndose a ella en la noche anterior había colocado el mariscal -Soult en la altura de Peñasquedo una batería de once cañones, en que -apoyaba su izquierda ocupada por la división del general Mermet, -guardando el centro y la derecha con las suyas respectivas los -generales Merle y Delaborde, y prolongándose la del último hasta el -pueblo de Palavea de Abajo. La caballería francesa se mostraba por la -izquierda de Peñasquedo hacia San Cristóbal y camino de Bergantiños: el -total de fuerza ascendía a unos 20.000 hombres. - -Era la de los ingleses de unos 16.000 que estaban apostados en el monte -Mero, desde la ría del mismo nombre hasta el pueblo de Elviña. Por este -lado se extendían las tropas de Sir David Baird, y por el opuesto que -atraviesa el camino real de Betanzos las de Sir Juan Hope. Dos brigadas -de ambas divisiones se situaron detrás en los puntos más elevados y -extremos de su respectiva línea. La reserva mandada por Lord Paget -estaba a retaguardia del centro en Eirís, pueblecillo desde cuyo punto -se registra el valle que corría entre la derecha de los ingleses, y los -altos ocupados por la caballería francesa. Más inmediato a la Coruña -y por el camino de Bergantiños se había colocado con su división el -general Fraser, estando pronto a acudir adonde se le llamase. - -Trabose la batalla a la hora indicada, atacando intrépidamente el -francés con intento de deshacer la derecha de los ingleses. Los cierros -de las heredades impedían a los soldados de ambos ejércitos avanzar a -medida de su deseo. Los franceses al principio desalojaron de Elviña -a las tropas ligeras de sus contrarios; mas yendo adelante fueron -detenidos y rechazados, si bien a costa de mucha sangre. La pelea se -encarnizó en toda la línea. Fue gravemente herido el general Baird y -Sir Juan Moore que con particular esmero vigilaba el punto de Elviña, -en donde el combate era más reñido que en las otras partes: recibió -en el hombro izquierdo una bala de cañón que le derribó por tierra. -Aunque mortalmente herido incorporose, y registrando con serenidad el -campo confortó su ánimo al ver que sus tropas iban ganando terreno. -Solo entonces permitió que se le recogiese a paraje más seguro. Vivió -todavía algunas horas, y su cuerpo fue enterrado en los muros de la -Coruña. - -[Marginal: Embárcanse los ingleses.] - -Los franceses no pudiendo romper la derecha de los ingleses trataron de -envolverla. Descubierto su intento avanzó Lord Paget con la reserva, y -obligando a retroceder a los dragones de La Houssaye, que habían echado -pie a tierra, contuvo a los demás, y aun se acercó a la altura en que -estaba situada la batería francesa de once cañones. Al mismo tiempo los -ingleses avanzaban por toda la línea, y a no haber sobrevenido la noche -quizá la situación del mariscal Soult hubiera llegado a ser crítica, -escaseando ya en su campo las municiones; mas los ingleses contentos -con lo obrado tornaron a su primeva posición, queriendo embarcarse bajo -el amparo de la oscuridad. Fue su pérdida de 800 hombres: asegúrase -haber sido mayor la de los franceses. El general Hope, en quien había -recaído el mando en jefe, creyó prudente no separarse de la resolución -tomada por Sir Juan Moore, y entrada la noche ordenó que todo su -ejército se embarcase, protegiendo la operación los generales Hill y -Beresford. - -En la mañana siguiente viendo los franceses que estaba abandonado -el monte Mero, y que sus contrarios les dejaban la tierra libre -acogiéndose a su preferido elemento, se adelantaron, y desde la altura -de San Diego con cañones de grueso calibre, de que se habían apoderado -en la de las Angustias de Betanzos, empezaron a hacer fuego a los -barcos de la bahía. Algunos picaron los cables, y se quemaron otros que -con la precipitación habían varado. Los moradores de la Coruña no solo -ayudaron a los ingleses en su embarco con desinteresado celo, sino que -también les guardaron fidelidad no entregando inmediatamente la plaza. -Noble ejemplo, rara vez dado por los pueblos cuando se ven desamparados -de los mismos de quienes esperaban protección y ayuda. - -Así terminó la retirada del general Moore, censurada de algunos de sus -propios compatriotas, y defendida y aun alabada de otros. Dejando a -ellos y a los militares el examen y crítica de esta campaña, pensamos -que sirvió de mucho para la gloria y buen nombre del general Moore -la casualidad de haber tenido que pelear antes de que sus tropas se -embarcasen, y también acabar sus días honrosamente en el campo de -batalla. Por lo demás si un ejército veterano y disciplinado como el -inglés, provisto de cuantiosos recursos, empezó antes de combatir -una retirada, en cuya marcha hubo tanto desorden, tanto estrago, -tantos escándalos, ¿quién podrá extrañar que en las de los españoles, -ejecutadas después de haber lidiado, y con soldados bisoños, escasos -de todo y en su propio país, hubiese dispersiones y desconciertos? No -decimos esto en menoscabo de la gloria británica; pero sí en reparación -de la nuestra, tan vilipendiada por ciertos escritores ingleses de los -mismos que se hallaron en tan funesta campaña. - -[Marginal: Entrega de la Coruña.] - -Difícil era que después de semejante suceso resistiese la Coruña largo -tiempo. El recinto de la plaza solo la ponía al abrigo de un rebate; -mas ni sus baterías, ni sus murallas estaban reparadas, ni eran de -suyo bastante fuertes. No haber mejorado a tiempo sus obras pendió en -parte del descuido que nos es natural, y también de la confianza que -con su llegada dieron los ingleses. Era gobernador Don Antonio Alcedo, -y el 19 capituló. Entró el 20 en la plaza el mariscal Soult, y puso -autoridades de su bando. Dispersose la junta del reino, y la audiencia, -el gobernador y los otros cuerpos militares, civiles y eclesiásticos -prestaron homenaje al nuevo rey José. - -[Marginal: Del Ferrol.] - -No tardó Soult en volver los ojos al Ferrol, y ya el 22 empezaron -a aproximarse a la plaza partidas avanzadas de su ejército. Aquel -arsenal, primero de la marina española, era inatacable del lado de -mar, de donde solo se puede entrar con un viento y por boca larga y -estrecha: no estaba por tierra tan bien fortalecido. Hallábase el -pueblo con ánimo levantado, sosteniéndole unos 300 soldados que habían -llegado el 20. Era comandante del departamento Don Francisco Melgarejo, -anciano e irresoluto, y comandante de tierra Don Joaquín Fidalgo. No -se había tomado medida alguna de defensa, ni tenido la precaución de -poner a salvo los buques de guerra allí fondeados. Dichos jefes y -la junta peculiar del pueblo desde luego se inclinaron a capitular; -mas no osando declararse tuvieron que responder con la negativa a la -reiterada intimación de los franceses. Al fin el 26 habiendo estos -descubierto algunas obras de batería, y apoderádose de los castillos -de Palma y San Martín, pudieron las autoridades prevalecer en su -opinión y capitularon, entrando el 27 de mañana en el Ferrol el general -Mermet. Fueron los términos de la rendición los mismos de la Coruña, -y por los que sometiéndose a reconocer a José, solo se añadieron -algunos artículos respecto de pagas, y de que no se obligase a nadie -a servir contra sus compatriotas. Don Pedro Obregón, preso desde el -levantamiento de mayo, fue nombrado comandante del departamento, en -cuya dársena, entre buenos y malos, había siete navíos, tres fragatas y -otros buques menores. - -Que estas plazas se hubiesen rendido visto su mal estado y el desmayo -que causó el embarco de los ingleses, cosa natural era; pero no -que en una capitulación militar se estipulase el reconocimiento de -José, ejemplo no dado todavía por las otras partes del reino, ni por -la capital de la monarquía, de donde provino que las mencionadas -capitulaciones excitaron la indignación de la junta central, que -fulminó contra sus autores una declaración tal vez demasiadamente -severa. - -[Marginal: Estado de Galicia.] - -Aterrada Galicia con la pérdida de sus dos principales plazas, y -sobre todo con la retirada de los ingleses, apenas dio por algún -tiempo señales de vida. Hubo pocos pueblos que hiciesen demostración -de resistir, y los que lo intentaron fueron luego entrados por el -vencedor. A todas partes cundió el desaliento y la tristeza. [Marginal: -Paradero de Romana.] Solo en pie y en un rincón quedó Romana con -escasos soldados. Los franceses no le habían en un principio molestado; -pero posteriormente, yendo en su busca el general Marchand, trató de -atacarle en el punto de Bibey. Replegose a Orense el general español: -persiguiole el francés basta que continuando aquel hacia Portugal, -desistió el último de su intento, pasando poco después a Santiago, en -donde había entrado el 3 de febrero el mariscal Soult sin tropiezo y -camino de Tuy. - -El marqués de la Romana luego que salió de Orense estableció su -cuartel general en Villaza, cerca de Monterrey, trasladándose después -a Oimbra. En los últimos días de enero celebró en el primer pueblo una -junta militar para determinar lo más conveniente, hallándose con pocas -fuerzas, sin recursos, y los ingleses ya embarcados. Opinaron unos por -ir a Ciudad Rodrigo, otros por encaminarse a Tuy; prevaleciendo el -dictamen que fue más acertado de no alejarse del país que pisaban, ni -de la frontera de Portugal. - -[Marginal: Sucede a Soult el mariscal Ney.] - -Mientras tanto tomó el mando de Galicia el mariscal Ney en lugar -de Soult, que moviéndose del lado de Tuy, según hemos indicado, -se preparaba a internarse en Portugal. Ocuparon fuerzas francesas -las principales ciudades de Galicia, y tranquila esta por entonces -puso también Ney su atención del lado de Asturias, cuyo territorio -afortunadamente había quedado libre en medio de tan general desdicha. -Más adelante hablaremos de lo que ocurrió en aquella provincia. -Ínstanos ahora volver la vista a Napoleón, a quien dejamos en Astorga. - -[Marginal: Vuelta de Napoleón a Valladolid.] - -Descansó allí dos días, hospedándose en casa del obispo a quien trató -sin miramiento. Y desasosegado con noticias que había recibido de -Austria, no creyendo ya necesario prolongar su estancia vista la -priesa con que los ingleses se retiraban, volvió atrás y se dirigió a -Valladolid, en cuya ciudad entró en la tarde del 6 de enero. - -[Marginal: Áspero recibimiento que hace Napoleón a las autoridades.] - -Alojose en el palacio real, y al instante mandó venir a su presencia al -ayuntamiento, a los prelados de los conventos, al cabildo eclesiástico -y a las demás autoridades. Quería imponer ejemplar castigo por las -muertes de algunos franceses asesinados, y sobre todo por la de dos, -cuyos cadáveres fueron descubiertos en un pozo del convento de San -Pablo de dominicos. Iba al frente de los llamados el ayuntamiento, -corporación de repente formada en ausencia de los antiguos regidores, -que los más habían huido después de la rota de Burgos. Procurando -dicho cuerpo mantener orden en la ciudad, había preservado de la -muerte a varios extraviados del ejército enemigo, y puéstolos con -resguardo en el monasterio de San Benito, motivo por el que antes -merecía atento trato del extranjero que amargas reconvenciones. Sin -embargo el emperador francés recibiole con rostro entenebrecido, y le -habló en tono áspero y descompuesto echándole en cara los asesinatos -cometidos. De los presentes se atemorizaron con sus amenazas aun los -más serenos, y el que servía de intérprete no acertando a expresarse -impacientó a Napoleón, que con enfado le mandó salir del aposento donde -estaba, llamando a otro que desempeñase mejor su oficio. No menos -alterado prosiguió en su discurso el altivo conquistador, usando de -palabras impropias de su dignidad, hasta que al cabo despidió a las -corporaciones españolas, repitiendo nuevas y terribles amenazas. - -[Marginal: Angustias del ayuntamiento de Valladolid.] - -Triste y pensativo volvía el ayuntamiento a su morada cuando algunos de -sus individuos, queriendo echar por un rodeo para evitar el encuentro -de tropas que obstruían el paso, un piquete francés de caballería que -de lejos los observaba intimoles que iban presos, y que así fuesen por -el camino más recto. Restituidos todos a las casas consistoriales, -entró a poco por aquellas puertas un emisario del emperador con -orden que este le había dado, teniendo el reloj en la mano, de que -si para las doce de la noche no se le pasaba la lista de los que -habían asesinado a los franceses, haría ahorcar de los balcones del -ayuntamiento a cinco de sus individuos. Sin intimidarse con el injusto -y bárbaro requerimiento, reportados y con esfuerzo respondieron los -regidores que antes perecerían siendo víctimas de su inocencia, que -indicar a tientas y sin conocimiento personas que no creyesen culpables. - -A las nueve de la noche presentose también repitiendo a nombre del -emperador la anterior amenaza Don José de Hervás, el mismo que en el -abril de 1808 había acompañado a Madrid al general Savary, y quien como -español se hizo más fácilmente cargo de las razones que asistían al -ayuntamiento. Sin embargo manifestó a sus individuos que corrían grave -peligro, mostrándose Napoleón muy airado. No por eso dejaron aquellos -de permanecer firmes y resueltos a sufrir la pena que arbitrariamente -se les quisiera imponer. Sacoles luego del ahogo, y por fortuna para -ellos, un tal Chamochín, de oficio procurador del número, el cual -habiendo sido en tan tristes días nombrado corregidor interino, quiso -congraciarse con el invasor de su patria delatando como motor de -los asesinatos a un adobador de pieles llamado Domingo que vivía en -la plaza mayor. Por desgracia de este encontráronse en su casa ropa -y otras prendas de franceses, ya porque en realidad fuera culpado, -o ya más bien, según se creyó, por haber dichos efectos llegado -casualmente a sus manos. [Marginal: Suplicio de algunos españoles, y -perdón de uno de ellos.] Fue preso Domingo con dos de sus criados y -condenados los tres a la pena de horca. Ajusticiaron a los últimos -perdonando Napoleón al primero, más digno de muerte que los otros si -había delito. Llegó el perdón estando Domingo al pie del patíbulo: le -obtuvo a ruego de personas respetables, del mencionado Hervás, y sobre -todo movidos varios generales de las lágrimas y clamores de la esposa -del sentenciado, en extremo bella y de familia honrada de la ciudad. -También contribuyeron a ello los benedictinos, de quienes Napoleón -hacía gran caso, recordando la celebridad de los antiguos y doctos de -la congregación de San Mauro de Francia. No así de los dominicos, cuyo -convento de San Pablo suprimió en castigo de los franceses que en él se -habían encontrado muertos. - -[Marginal: Temores de guerra con Austria. Prepárase Napoleón a volver a -Francia.] - -Mas en tanto otros cuidados de mayor gravedad llamaban la atención -de Napoleón. En su camino a Astorga había recibido un correo con -aviso de que el Austria se armaba: novedad impensada y de tal entidad -que le impelía a volver prontamente a Francia. Así lo decidió en -su pensamiento; mas parose en Valladolid diez días, queriendo antes -asegurarse de que los ingleses proseguían en su retirada, y también -tomar acerca del gobierno de España una determinación definitiva. -Cierto de lo primero apresurose a concluir lo segundo. [Marginal: -Recibe en Valladolid a los diputados de Madrid.] Para ello hizo venir a -Valladolid los diputados del ayuntamiento de Madrid y de los tribunales -que le fueron presentados el 16 de enero. Traían consigo el expediente -de las firmas de los libros de asiento que se abrieron en la capital, -a fin de reconocer y jurar a José: condición que para restablecer a -este en el trono había puesto Napoleón, pareciéndole fuerte abracijo -lo que no era sino forzada ceremonia. Recibió el emperador francés con -particular agasajo a los diputados españoles, y les dijo que accediendo -a sus súplicas verificaría José dentro de pocos días su entrada en -Madrid. - -[Marginal: Opinión e intentos de Napoleón sobre España.] - -Dudaron entonces algunos que Napoleón se hubiera resuelto a reponer -a su hermano en el solio, si no se hubiese visto amenazado de guerra -con Austria. En prueba de ello alegaban el haber solo dejado a José -después de la toma de Madrid el título de su lugarteniente, y también -el haber en todo obrado por sí y procedido como conquistador. No deja -de fortalecer dicho juicio la conversación que el emperador tuvo en -Valladolid con el exarzobispo de Malinas Mr. de Pradt. Había este -acompañado desde Madrid a los diputados españoles; y Napoleón antes -de verlos, deseoso de saber lo que opinaban y lo que en la capital -ocurría, mandó a aquel prelado que fuese a hablarle. Por largo -espacio platicaron ambos sobre la situación de la Península, y entre -otras cosas dijo Napoleón:[*] [Marginal: (* Ap. n. 7-2.)] «no conocía -yo a España: es un país más hermoso de lo que pensaba, buen regalo -he hecho a mi hermano, pero los españoles harán con sus locuras que -su país vuelva a ser mío: en tal caso le dividiré en cinco grandes -virreinatos.» Continuó así discurriendo e insistió con particularidad -en lo útil que sería para Francia el agregar a su territorio el de -España. [Marginal: Parte para Francia.] Intento que sin duda estorbó -por entonces el nublado que amagaba del norte, temeroso del cual partió -para París el 17 de enero de noche y repentinamente, haciendo la -travesía de Valladolid a Burgos a caballo y con pasmosa celeridad. - -[Marginal: José en el Pardo. Pasa una revista en Aranjuez.] - -En el intervalo que medió desde principios de diciembre hasta últimos -de enero disgustado José con el título de lugarteniente se albergaba -en el Pardo, no queriendo ir a Madrid hasta que pudiese entrar como -rey. Sin embargo esperanzado en los primeros días del año de volver -a empuñar el cetro, pasó a Aranjuez y revistó allí el primer cuerpo -mandado por el mariscal Victor, y con el cual procedente de Toledo se -pensaba atacar al ejército del centro, cuyas reliquias rehechas algo en -Cuenca, se habían en parte aproximado al Tajo. - -[Marginal: Movimiento del ejército español del centro. Planes de su -jefe el duque del Infantado.] - -El inesperado movimiento de los españoles era hijo de falsas noticias -y del clamor de los pueblos que expuestos al pillaje y extorsiones -del enemigo, acusaban a nuestros generales de mantenerse espectadores -tranquilos de los males que los agobiaban. Para acudir al remedio y -acallar la voz pública había el duque del Infantado, jefe de aquel -ejército, imaginado un plan tras otro, notándose en el concebir de -ellos más bien loable deseo que atinada combinación. - -Por fin decidiose ante todo dicho general a despejar la orilla -izquierda del Tajo de unos 1500 caballos enemigos que corrían la -tierra. Nombró para capitanear la empresa al mariscal de campo Don -Francisco Javier Venegas que mandaba la vanguardia compuesta de 4000 -infantes y 800 caballos, y al brigadier Don Antonio Senra con otra -división de igual fuerza. Debía el primero posesionarse de Tarancón, -y al mismo tiempo enseñorearse el segundo de Aranjuez, en cuyos dos -puntos tenía el enemigo, antes de que viniese el mariscal Victor, lo -principal de sus destacamentos. Venegas no aprobó el plan, visto el mal -estado de sus tropas; mas trató de cumplir con lo que se le ordenaba. -Senra dejó de hacerlo pareciéndole imprudente ir hasta Aranjuez, -teniendo franceses por su flanco en Villanueva del Cardete: disculpa -que no admitió el general en jefe por haber ya contado con aquel dato -en la disposición del ataque. - -[Marginal: Ataque de Tarancón.] - -Venegas por su parte situado en Uclés determinó atacar en la noche del -24 al 25 de diciembre a los franceses de Tarancón. El número de estos -se reducía a 800 dragones. Distribuyó el general español su gente en -dos columnas una al mando de Don Pedro Agustín Girón debía amenazar por -su frente al enemigo, otra capitaneada por el mismo general en persona -y más numerosa había de interponerse en el camino que de Tarancón -va a Santa Cruz de la Zarza, con objeto de cortar a los franceses la -retirada, si querían huir del ataque de Girón, o encerrarlos entre dos -fuegos en caso de que resistiesen. La noche era cruda, sobreviniendo -tras de nieve y ventiscas espesa niebla: lo cual retardó la marcha de -Venegas, y fue causa del extravío de casi toda su caballería. Girón -aunque salió más tarde llegó sin tropiezo al punto que se le había -señalado, ya por ser mejor y más corto el camino, y ya por su cuidado y -particular vigilancia. - -Espantados los dragones franceses con la proximidad de este general, -huían del lado de Santa Cruz, cuando se encontraron con algunas -partidas de carabineros reales que iban a la cabeza de la tropa -de Venegas y los atacaron furiosamente, obligándolos a abrigarse -de la infantería. Hubiera podido esta desconcertarse, cogiéndola -desprevenida, si afortunadamente un batallón de guardias españolas -y otro de tiradores de España puestos ya en columna no hubiesen -rechazado a los enemigos, desordenándolos completamente. Hizo gran -falta la caballería, cuya principal fuerza extraviada en el camino no -llegó hasta después: y entonces su jefe Don Rafael Zambrano desistió -de todo perseguimiento por juzgarlo ya inútil y estar sus caballos -muy cansados. La pérdida de los franceses entre muertos, heridos y -prisioneros fue de unos 100 hombres. Hubo después contestaciones entre -ciertos jefes, achacándose mutuamente la culpa de no haber salido con -la empresa. Nos inclinamos a creer que la inexperiencia de algunos -de ellos y lo bisoño de la tropa fueron en este caso como en otros -muchos la causa principal de haberse en parte malogrado la embestida, -sirviendo solo a despertar la atención de los franceses. - -[Marginal: Avanza el mariscal Victor.] - -Recelosos estos de que engrosadas con el tiempo las tropas del ejército -del centro y mejor disciplinadas, pudieran no solo repetir otras -tentativas como la de Tarancón, mas también en un rebate apoderarse -de Madrid, cuya guarnición por atender a otros cuidados a veces se -disminuía, pensaron seriamente en destruirlas y cortar el mal en su -raíz. Para ello juntaron en Aranjuez y revistaron, según hemos dicho, -las fuerzas que mandaba en Toledo el mariscal Victor, las cuales -ascendían a 14.000 infantes y 3000 caballos. Sospechando Venegas los -intentos del enemigo comunicó el 4 de enero sus temores al duque -del Infantado, opinando que sería prudente, o que todo el ejército -se aproximase a su línea, o que él con la vanguardia se replegase a -Cuenca. No pensó el duque que urgiese adoptar semejante medida, y ya -fuese enemistad contra Venegas, o ya natural descuido, no contestó -a su aviso, continuando en idear nuevos planes que tampoco tuvieron -ejecución. - -[Marginal: Retírase Venegas a Uclés.] - -Apurando las circunstancias y no recibiendo instrucción alguna del -general en jefe, juntó Venegas un consejo de guerra, en el que -unánimemente se acordó pasar a Uclés como posición más ventajosa, e -incorporarse allí con Senra, en donde aguardarían ambos las órdenes del -duque. Verificose la retirada en la noche del 11 de enero, y unidos -al amanecer del 12 los mencionados Venegas y Senra, contaron juntos -unos 8 a 9000 infantes y 1500 caballos. Trató desde luego el primero -de aprovecharse de las ventajas que le ofrecía la situación de Uclés, -villa sujeta a la orden de Santiago y para batallas de mal pronóstico -por la que en sus campos se perdió contra los moros en el reinado -de Alonso el VI. La derecha de la posición era fuerte, consistiendo -en varias alturas aisladas y divididas de otras por el riachuelo de -Bedijar. En el centro está el convento llamado Alcázar, y desde allí -por la izquierda corre un gran cerro de escabrosa subida del lado del -pueblo, pero que termina por el opuesto en pendiente más suave y de -fácil acceso. Venegas apostó en Tribaldos, pueblo cercano, algunas -tropas al mando de Don Veremundo Ramírez de Arellano, que en la tarde -y anochecer del 12 comenzaron ya a tirotearse con los franceses, -replegándose a Uclés en la mañana siguiente, acometidas por sus -superiores fuerzas. - -[Marginal: Batalla de Uclés.] - -Con aviso de que los enemigos se acercaban, el general Venegas, aunque -amalado y con los primeros síntomas de una fiebre pútrida, se situó -en el patio del convento de donde divisaba la posición y el llano que -se abre al pie de Uclés, yendo a Tribaldos. Distribuyó sus infantes -en las alturas de derecha e izquierda, y puso abajo en la llanura la -caballería. Solo había un obús y tres cañones que se colocaron, uno en -la izquierda, dos en el convento y otro en el llano con los jinetes. - -El mariscal Victor había salido de Aranjuez con el número de tropas -indicado, y fue en busca de los españoles sin saber de fijo su -paradero. Para descubrirle tiró el general Villatte con su división -derecho a Uclés, y el mariscal Victor con la del general Ruffin la -vuelta de Alcázar. Fue Villatte quien primero se encontró con los -españoles, obligándolos a retirarse de Tribaldos, desde donde avanzó -al llano con dos cuerpos de caballería y dos cañones. Al ver aquel -movimiento creyó Venegas amagada su derecha, y por tanto atendió -con particularidad a su defensa. Mas los franceses, a las diez de -la mañana, tomando por el camino de Villarrubio, se acercaron con -fuerza considerable a las alturas de la izquierda, punto flaco de la -posición, cubierto con menos gente y al que su caballería pudo subir -a trote. Venegas, queriendo entonces sostener la tropa allí apostada -que comenzaba a ciar, envió gente de refresco y para capitanearla a -Don Antonio Senra. Ya era tarde: los enemigos avanzando rápidamente -arrollaron a los nuestros, e inútilmente desde el convento quiso -Venegas detenerlos. Contuso él mismo y ahuyentado con todo su estado -mayor, dificultosamente pudo salvarse, cayendo a su lado muerto el -bizarro oficial de artillería Don José Escalera. Deshecho nuestro -costado izquierdo empezó a desfilar el derecho; y la caballería, que -en su mayor parte permanecía en el llano, trató de retirarse por -una garganta que forman las alturas de aquel lado. Consiguiéronlo -felizmente los dragones de Castilla, Lusitania y Tejas, mas no así los -regimientos de la Reina, Príncipe y Borbón, cuyo mando había reasumido -el marqués de Albudeite. Estos, no pudiendo ya pasar impedidos por los -fuegos de los franceses, que dueños del convento coronaban las cimas, -volvieron grupa al llano y faldeando los cerros caminaron de priesa y -perseguidos la vía de Paredes. Desgraciadamente hacia el mismo lado -tropezando la infantería con la división de Ruffin, había casi toda -tenido que rendirse; de lo cual advertidos nuestros jinetes, en balde -quisieron salvarse, atajados con el cauce de un molino y acribillados -por el fuego de seis cañones enemigos que dirigía el general Senarmont. -No hubo ya entonces sino confusión y destrozo, y sucedió con la -caballería lo mismo que con los infantes: los más de sus individuos -perecieron o fueron hechos prisioneros: contose entre los primeros al -marqués de Albudeite. Tal fue el remate de la jornada de Uclés, una de -las más desastradas, y en la que, por decirlo así, se perdieron las -tropas que antes mandaban Venegas y Senra. Solo se salvaron dos o tres -cuerpos de caballería y también algunas otras reliquias que libertó la -serenidad y esfuerzo de Don Pedro Agustín Girón, uniéndose todos al -duque del Infantado que ya se hallaba en Carrascosa. - -Justos cargos hubieran podido pesar sobre los jefes que empeñaron -semejante acción, o fueron causa de que se malograse. El general -Venegas y el del Infantado procuraron defenderse ante el público -acusándose mutuamente. Pensamos que en la conducta de ambos hubo -motivos bastantes de censura si ya no de responsabilidad. Aconsejaba -la prudencia al primero retirarse más allá de Uclés, e ir a unirse al -cuerpo principal del ejército, no faltándole para ello ni oportunidad -ni tiempo; y al segundo prescribíale su obligación dar las debidas -instrucciones y contestar a los oficios del otro, no sacrificando a -piques y mezquinas pasiones el bien de la patria, el pundonor militar. - -[Marginal: Excesos cometidos por los franceses en Uclés.] - -Ganado que hubieron la batalla, entraron los franceses en Uclés y -cometieron con los vecinos inauditas crueldades. Atormentaron a muchos -para averiguar si habían ocultado alhajas; robaron las que pudieron -descubrir, y aparejando con albardas y aguaderas a manera de acémilas -a algunos conventuales y sujetos distinguidos del pueblo, cargaron -en sus hombros muebles y efectos inútiles para quemarlos después con -grande algazara en los altos del alcázar. No contentos con tan duro e -innoble entretenimiento, remataron tan extraña fiesta con un acto de -la más insigne barbarie. Fue, ¡cáese la pluma de la mano! que cogiendo -a 69 habitantes de los principales, y a monjas, y a clérigos, y a los -conventuales Parada, Canova y Mejía, emparentados con las más ilustres -familias de la Mancha, atraillados y escarnecidos los degollaron con -horrorosa inhumanidad, pereciendo algunos en la carnicería pública. -Sordos ya a la compasión los feroces soldados, desoyeron los ayes y -clamores de más de 300 mujeres, de las que acorraladas y de montón -abusaron con exquisita violencia. Prosiguieron los mismos escándalos -en el campamento, y solo el cansancio, no los jefes, puso término al -horroroso desenfreno. - -No cupo mejor suerte a los prisioneros españoles: los que de ellos -rendidos a la fatiga se rezagaban, eran fusilados desapiadadamente. Así -nos lo cuenta en su obra un testigo de vista, un oficial francés, Mr. -de Rocca. ¿Qué extraño pues era que nuestros paisanos cometiesen en -pago otros excesos cuando tal permitían los oficiales del ejército de -una nación culta? - -[Marginal: Retirada del duque del Infantado.] - -El duque del Infantado que aunque tarde se adelantaba a Uclés, supo en -Carrascosa, legua y media distante, la derrota padecida. Juntando allí -los dispersos y cortas reliquias, se retiró por Horcajada a la venta -de Cabrejas, en donde se decidió en consejo militar pasar a Valencia -con todas las tropas. Entró el ejército en Cuenca el 14 por la noche, -y al día siguiente continuó la marcha. Dirigiose la artillería por -camino que pareció más cómodo para volver después a unirse en Almodóvar -del Pinar; pero atollada en parte y mal defendida por otros cuerpos -que acudieron en su ayuda, fue en Tórtola cogida casi toda por los -franceses. Prosiguió lo restante del ejército alejándose; y desistiendo -Infantado de ir a Valencia, metiose en el reino de Murcia y llegó a -Chinchilla el 21 de enero. Desde aquel punto hizo nuevo movimiento, -faldeando la Sierra Morena, y al cabo se situó en Santa Cruz de Mudela. -[Marginal: Sucédele en el mando el conde de Cartaojal.] Allí según -costumbre no cesó de idear sin gran resulta nuevos planes; hasta que -en 17 de febrero fue relevado del mando por orden de la junta central -y puesto en su lugar el conde de Cartaojal, que mandaba también las -tropas de la Carolina. - -[Marginal: Entrada de José en Madrid.] - -Alcanzada por los franceses la victoria de Uclés, y después de obtener -el permiso de Napoleón, hizo José en Madrid el 22 de enero su entrada -pública y solemne. Del Pardo se encaminó por fuera de puertas a la -plazuela de las Delicias, desde donde montando a caballo entró por la -Puerta de Atocha, y se dirigió a la iglesia colegiata de San Isidro, -tomando la vuelta por el Prado, calle de Alcalá y Carretas hasta la -de Toledo. Se había preparado este recibimiento con más esmero que el -anterior de julio. Estaba tendida en toda la carrera la tropa francesa; -habíanse por expresa orden colgado las calles y puéstose de trecho en -trecho músicas que tocaban sonatas acomodadas al caso. José rodeado -de gran séquito de franceses y de los españoles que le eran adictos, -mostrábase satisfecho y placentero. No dejó de ser grande el concurso -de espectadores: las desgracias, amilanando los ánimos, los disponían -a la conformidad; pero un silencio profundo, no interrumpido sino por -alguna que otra voz asalariada, daba bastantemente a entender que las -circunstancias impelían a la curiosidad, no afectuosa inclinación. Fue -recibido en la iglesia de San Isidro por el obispo auxiliar y parte de -su cabildo. Pronunciáronse discursos según el tiempo, díjose una misa, -se cantó el Te Deum, y concluida la ceremonia se dirigió José por la -plaza Mayor y calle de la Almudena a Palacio, en donde ocupándose de -nuevo en el gobierno del reino, nos dará pronto ocasión de volver a -hablar de él y de sus providencias. - -[Marginal: Sucesos de Cataluña.] - -Ahora es ya sazón de pensar en Cataluña. El no querer cortar el hilo de -la narración en los sucesos más abultados y decisivos, nos ha obligado -a postergar los de aquel principado, que si bien de grande interés y -definitivamente de mucha importancia a la causa de la independencia, -forman como un episodio embarazoso para el historiador, aunque -gloriosísimo para aquella provincia. - -Dejamos en el libro 5.º la campaña de Cataluña, a tiempo que Duhesme -en el último tercio del mes de agosto se había recogido a Barcelona de -vuelta de su segunda y malograda expedición de Gerona. De nuestra parte -por entonces y en 1.º de septiembre [Marginal: La junta del principado -se traslada a Villafranca.] el marqués del Palacio y la junta del -principado se habían de Tarragona trasladado a Villafranca con objeto -de estar más cerca del teatro de la guerra. Empezaron a acudir a dicha -villa los tercios de toda la provincia, y se reforzó la línea del -Llobregat, a cuyo paraje se había restituido desde Gerona el conde de -Caldagués. - -[Marginal: Excursiones de Duhesme.] - -Con el aumento de fuerzas temió el general Duhesme que estrechando los -españoles cada vez más a Barcelona, hubiese dificultad de introducir -bastimentos en la plaza. Para alejar el peligro y con intento de hacer -una excursión en el Panadés, partió de aquella ciudad con 6000 hombres -de caballería e infantería, y atacó a los españoles en su línea al -amanecer del 2 de septiembre en los puntos de Molins de Rey y de San -Boi. Por el último alcanzaron los franceses conocidas ventajas; fueron -por el otro rechazados. Mas receloso el de Caldagués, en vista de un -movimiento de los enemigos, de que abandonando estos la embestida -del puente vadeasen el río y le flanqueasen, previno oportunamente -cualquier tentativa situándose en las alturas de Molins de Rey. - -Los franceses no pudiendo romper la línea española del Llobregat, -revolvieron del lado opuesto por donde corre el Besós, en cuyo -sitio se mantenía Don Francisco Miláns. Ya aquí, y ya en todos los -puntos alrededor de Barcelona hubo en septiembre y octubre muchas -escaramuzas y aun choques, entre los que fue grave el acaecido en -San Cugat del Vallés, principalmente por el respeto que infundió al -enemigo, obligándole a no alejarse de los muros de Barcelona. También -contribuyeron a ello los refuerzos que llegaron a los españoles -sucesivamente de Portugal, Mallorca y otras partes, de algunos de los -cuales ya hemos hecho mención. - -[Marginal: Vives, sucesor del marqués del Palacio.] - -El gobierno interior de Cataluña se mejoraba cada día por el esmero -y cuidado de la junta. Habíase solo levantado grande enemistad -contra el marqués del Palacio, o porque las calidades de general no -correspondiesen en él a su patriotismo, o más bien porque en aquellos -tiempos arduos no siendo dado caminar en la ejecución al son de la -impaciencia pública, perdíase la confianza y el buen nombre con la -misma rapidez, y a veces tan infundadamente como se había adquirido. -Los clamores de la opinión catalana obligaron a la junta central a -llamar al marqués del Palacio, poniendo en su lugar al capitán general -de Mallorca Don Juan Miguel de Vives, quien tomó el mando el 28 de -octubre. - -[Marginal: Ejército español de Cataluña. Su fuerza.] - -Teniendo este a su disposición fuerzas más considerables, coordinó -nuevamente su ejército, y según lo resuelto por la central le denominó -de Cataluña o de la derecha. Constaba en todo de 19.551 infantes, 780 -caballos y 17 piezas, dividido en vanguardia, cuatro divisiones y una -reserva. De estas fuerzas destinó Vives la vanguardia, al mando de Don -Mariano Álvarez, a observar al enemigo en el Ampurdán, y las restantes -las conservó consigo para bloquear a Barcelona, a donde se aproximó el -3 de noviembre, sentando su cuartel general en Martorell, cuatro leguas -distante. - -[Marginal: Situación de Barcelona.] - -Los apuros en aquella plaza del general francés Duhesme crecían en -extremo: el número de sus tropas, que antes era de 10.000 hombres, -menguaba con la deserción y las enfermedades. De nadie podía fiarse. -El disgusto y descontento de los barceloneses tocaba a sus ojos en -abierta rebelión. Los habitantes más principales huían a causa de las -contribuciones exorbitantes que había impuesto; teniendo que acudir -a confiscar los bienes para evitar la emigración. Más tarde, cuando -apretó la escasez, si bien permitió la salida de Barcelona, permitiola -con condiciones rigurosas, dando pasaportes a los que abonaban cuatro -meses anticipados de contribución, y aseguraban con fianza el pago de -los demás plazos. Fue después adelante en usar sin freno de medidas -arbitrarias, declarando a Barcelona en estado de sitio. Opúsose a -ello el conde de Ezpeleta, por lo que se le puso preso, quitándole la -capitanía general que solo en nombre había conservado. Como más antiguo -le sucedió Don Galcerán de Villalba, que en secreto se entendía con -las autoridades patrióticas del principado. Los oficiales españoles -que había dentro de la plaza rehusaron después reconocer el gobierno -de Napoleón prefiriendo a todo ser prisioneros de guerra: lo mismo -hicieron los que eran extranjeros, excepto Mr. Wrant d’Amelin, que -en premio recibió el gobierno de Barcelona. Ejerciose la policía con -particular severidad, prestándose a tan villano servicio un español -llamado Don Ramón Casanova, sin que por eso se pudiese impedir que -muchos y a las calladas se escapasen. Tantas molestias y tropelías eran -en sumo grado favorables a la causa de la independencia. - -[Marginal: Tentativas de Vives contra aquella plaza.] - -Contando sin duda con el influjo de aquellas y con secretos tratos, -insistió el general Vives en estrechar a Barcelona, y aun proyectó -varios ataques. Fue el más notable el que se dio en 8 de noviembre, -aunque no tuvo ni resulta ni se le consideró tampoco bien meditado. -Sin embargo la proximidad del ejército español puso en tal desasosiego -a los franceses, que en la misma mañana del 8 desarmaron al segundo -batallón de guardias valonas como adicto a los llamados insurgentes. - -Desaprobaban los hombres entendidos la permanencia de Vives en las -cercanías de Barcelona, y con razón juzgándola militarmente; pues -para formalizar el sitio no se estaba preparado, y para rendir por -bloqueo la plaza se requería largo tiempo. Creían que hubiera sido -más conveniente dejar un cuerpo de observación que con los somatenes -contuviese al enemigo en sus excursiones, y adelantarse a la frontera -con lo demás del ejército, impidiendo así la toma de Rosas y la -facilidad que ella daba de proveer por mar a Barcelona. Vino en apoyo -de tan juicioso dictamen lo que sucedió bien pronto con el refuerzo que -entró en el principado al mismo tiempo que por el Bidasoa hacían los -franceses su principal irrupción. - -[Marginal: Entrada de Saint-Cyr en Cataluña.] - -Según insinuamos al hablar de esta, fue destinado el 7.º cuerpo a -domeñar la Cataluña. Debía formarse con las tropas que allí había a -las órdenes de los generales Duhesme y Reille y con otras procedentes -de Italia, al mando de los generales Souham, Pino y Chabert. Todas -estas fuerzas reunidas ascendían a 25.000 infantes y 2000 caballos, -compuestas de muchas naciones y en parte de nueva leva. Capitaneábalas -el general Gouvion Saint-Cyr. Entró este en Cataluña al principiar -noviembre, estableciendo el 6 en Figueras su cuartel general. Fue su -primer intento poner sitio a Rosas, y encargado de ello el general -Reille le comenzó el día 7 del mencionado mes. - -[Marginal: Sitio de Rosas.] - -Pensó el general Saint-Cyr que convenía apoderarse de aquella -plaza, porque abrigados los ingleses de su rada impedían por mar el -abastecimiento de Barcelona, que no era hacedero del lado de tierra a -causa de la insurrección del país. Hubo quien le motejase, sentando -que en una guerra nacional como esta era de temer que con la tardanza -pudieran los españoles por medio de secretos tratos sorprender a -Barcelona apretada con la escasez de víveres. Napoleón juzgaba tan -importante la posesión de esta plaza, que el solo encargo que hizo a -Saint-Cyr a su despedida en París fue el de conservar a Barcelona;[*] -[Marginal: (* Ap. n. 7-3.)] «porque si se perdiese [decía] serían -necesarios 80.000 hombres para recobrarla.» Sin embargo aquel general -prefirió comenzar por sitiar a Rosas. - -Está situada dicha villa a las raíces del Pirineo y a orillas del golfo -de su nombre. Tenía de población 1200 almas. No cubría su recinto sino -un atrincheramiento casi abandonado desde la guerra de la revolución de -Francia. Consistía su principal fortaleza en la ciudadela, colocada al -extremo de la villa, y que aunque desmantelada quísose apresuradamente -poner en estado de defensa, consiguiendo al cabo montar 36 piezas: su -forma es la de un pentágono irregular con foso y camino cubierto, y -sin otras obras a prueba que la iglesia, habiendo quedado inservibles -desde la última guerra los cuarteles y almacenes. A la opuesta parte de -la ciudadela y a 1100 toesas de la villa en un repecho de las alturas -llamadas Puig Rom, término por allí de los Pirineos, se levanta el -fortín de la Trinidad en figura de estrella, de construcción ingeniosa -pero dominado a corta distancia. - -[Marginal: Honrosa resistencia de los españoles.] - -Con tan débiles reparos y en el estado de ruina de varias de sus obras, -hubiérase en otra ocasión abandonado la defensa de la plaza: ahora -sostúvose con firmeza. Era gobernador Don Pedro O’Daly: constaba la -guarnición de 3000 hombres; se despidió la gente inútil, recompúsose -algo el atrincheramiento destruido y se atajaron con zanjas las -bocacalles. Favorecía a los sitiados un navío de línea inglés y dos -bombarderas que estaban en la bahía. - -La división del general Reille unida a la italiana de Pino se había -acercado a la plaza, componiendo juntas unos 7000 hombres. Además -el general Souham para cubrir las operaciones del sitio y observar -a Álvarez que estaba con la vanguardia en Gerona, se situó con su -división entre Figueras y el Fluviá, y ocupó La Junquera con dos -batallones el general Chabert. - -Se había lisonjeado el francés Reille de tomar por sorpresa a Rosas: -así lo deseaba su general en jefe solícito de acudir al socorro de -Barcelona y temeroso de la deserción que empezaba a notarse en la -división italiana de Pino. De esta fueron cogidos por los somatenes -varios soldados, y el general Saint-Cyr que presumía de humano envió -en rehenes a Francia hasta el canje igual número de habitantes, -prefiriendo este medio al de quemar los pueblos, antes usado por sus -compatriotas. Mas los catalanes consideraron la nueva medida como más -injusta, imaginándose que los enviaban a servir al norte. - -Desde el 7 de noviembre que aparecieron los franceses delante de Rosas, -y en cuyo día los españoles hicieron una vigorosa salida, sobreviniendo -copiosas lluvias no pudieron los primeros traer su artillería ni -empezar sus trabajos hasta el 16. Entonces resolvió el general -Saint-Cyr embestir simultáneamente la ciudadela y el fortín de la -Trinidad. Emprendiose el ataque de aquella por el baluarte llamado de -la plaza, del lado opuesto a la villa, y por donde se ejecutó también -la acometida en el sitio del año de 1795, al cual había asistido el -general enemigo Sanson, jefe ahora de los ingenieros. - -Continuaron los trabajos por esta parte hasta el 25. Aquel día dueños -los franceses de un reducto, cabeza del atrincheramiento que cubría la -villa, pensaron que sería conveniente apoderarse de esta para atacar -después la ciudadela por el frente comprendido entre los baluartes de -Santa María y San Antonio. Fue entrada la villa en la noche del 26 al -27 a pesar de porfiada resistencia: de 500 hombres que la defendían 300 -quedaron muertos, 150 fueron hechos prisioneros; pudieron los otros -salvarse. El enemigo intimó entonces la rendición a la ciudadela; -contestósele con la negativa. - -Al mismo tiempo el fortín de la Trinidad fue desde el 16 bizarramente -defendido por su comandante Don Lotino Fitzgerald. Los ingleses -juzgando inútil la resistencia habían retirado la gente que dentro -habían metido; pero llegando poco después el intrépido Lord Cochrane -con amplias facultades del almirante Collingwood, reanimó a los -españoles entrando en el fuerte con unos 80 hombres, y unidos todos -rechazaron el 30 el asalto de los enemigos que creían practicable la -brecha. - -La guarnición de Rosas había vivido esperanzada de que se la socorrería -por tierra; mas limitose el auxilio a un movimiento que el 24 hizo -la vanguardia al mando de Don Mariano Álvarez: cruzó este el Fluviá -y arrolló al principio los puestos avanzados de los franceses, que -rehechos repelieron después a los nuestros, cogiendo prisionero al 2.º -comandante Don José Lebrun. Serenado el general Saint-Cyr con esto y -con ver que el ejército español de Vives no avanzaba según temía, trató -de acabar prontamente el sitio de la ciudadela de Rosas. - -[Marginal: Capitulación de Rosas.] - -Dirigíase el principal ataque contra la cara derecha del baluarte de -Santa María, y los trabajos prosiguieron con ardor en los días 1.º -y 2.º, en que inútilmente intentaron los sitiados hacer una salida. -Por fin el 5, estando la brecha practicable, y después de 29 días de -asedio, capituló honrosamente el gobernador quedando la guarnición -prisionera de guerra. Tuvo mayor ventura Don Lotino Fitzgerald -comandante del fortín de la Trinidad, habiéndose embarcado él y su -gente con la ayuda y diligencia de Lord Cochrane, quien tal vez hubiera -del mismo modo salvado la guarnición de la ciudadela si hubiera sido -comodoro del apostadero inglés. - -[Marginal: Avanza Saint-Cyr camino de Barcelona.] - -Desembarazado el general Saint-Cyr del sitio de Rosas, se adelantó a -socorrer a Barcelona con 15.000 infantes y 1500 caballos, después de -haber dejado en el Ampurdán la división del general Reille. Hubiera -corrido riesgo el general francés de ser detenido en el camino, si D. -Juan de Vives en vez de mantener sus tropas en derredor de Barcelona, -le hubiera salido al encuentro en alguno de los sitios oportunos del -tránsito: [Marginal: Vives y las divisiones de Reding y Lazán.] cosa -tanto más hacedera cuanto después de sus infructuosas tentativas sobre -Barcelona se le habían agregado en noviembre las divisiones de Granada -y Aragón y otros cuerpos sueltos. Constaba la primera, al mando de Don -Teodoro Reding, de 11.700 infantes y 670 caballos, y la segunda de unos -4000 hombres regidos por el marqués de Lazán, quien pasó a engrosar la -vanguardia después de lo acaecido el 24 en las riberas del Fluviá. - -Insistía el general Vives en acometer a Barcelona estimulado también -por las ofertas de los comandantes de las fuerzas navales inglesas -apostadas delante del puerto. Estas hicieron el 19 de noviembre un -fuego vivísimo contra la plaza, [Marginal: Orden singular dada por -Lecchi en Barcelona.] cuyos habitantes a pesar del daño que recibían -estaban alborozados y palmoteaban desde sus casas al ver la pesadumbre -que el ataque causaba a los franceses: lo cual irritando sobremanera al -comandante Lecchi, prohibió a los habitantes asomarse a las azoteas en -días de refriega. - -[Marginal: Trata Vives de seducirle a él y a otros.] - -Mal informado el general Vives dirigió a dicho general Lecchi y al -español Casanova proposiciones de acomodamiento si le dejaban entrar -en la plaza. Las desecharon ambos, notándose en la respuesta de Lecchi -la dignidad conveniente. Creyeron sin embargo algunos que sin la -pronta llegada del general Saint-Cyr, y conducida de otra manera la -negociación, quizá no hubiera esta sido infructuosa. - -[Marginal: Ataques de Vives el 26 y 27 de noviembre en las cercanías de -Barcelona.] - -Don Juan Vives resolvió repetir el 26 el ataque que había emprendido -el 8. Ejecutado esta vez con mayor felicidad fueron los franceses -rechazados hasta Barcelona, y se cogieron prisioneros 104 hombres que -defendían la favorable posición de San Pedro mártir. Prosiguieron -las ventajas el 27, adelantándose el cuartel general a San Feliú de -Llobregat, a legua y media de Barcelona. Desde donde, y con deseo -siempre de estrechar al enemigo, [Marginal: Del 5 de diciembre.] se le -acometió de nuevo el 5 de diciembre, consiguiendo clavar los cañones y -destruir las obras que había formado en la falda de Monjuich. - -Pero eran cortas estas ventajas al lado de las que hubieran podido -alcanzarse yendo en busca de Saint-Cyr. Sacrificose todo al deseo -de enseñorearse de la capital del principado. [Marginal: Reding y -Vives van al encuentro de Saint-Cyr.] Sin embargo en la noche del -11 de diciembre sabedor Vives de que aquel general se había movido -el 8 con señales de ir la vuelta de Barcelona, mandó a Don Teodoro -Reding que se adelantase hacia Granollers. Recibiéndose posteriormente -confirmación del primer aviso, se celebró un consejo de guerra, en -el que variando según costumbre los pareceres, no se siguió el de -Caldagués que era el más acertado, y según el cual debiera haberse ido -al encuentro de Saint-Cyr con la mayor parte de las fuerzas, dejando -delante de Barcelona 4000 hombres bien atrincherados. Resolviose -pues lo contrario, y solo salió Vives con algunas tropas a unirse a -Reding. Ambos generales juntaron 8000 hombres, agregándoseles además -los somatenes. Al propio tiempo se previno al marqués de Lazán que -separándose de la vanguardia que estaba en Gerona, siguiese la huella -del francés, sin atacarle por la espalda hasta que el mismo Vives lo -hiciese por el frente, y al coronel Miláns que se apostase con cuatro -batallones en Coll-Sacreu para molestar al enemigo si quería echarse -del lado de la marina, o si no concurrir con los demás a la acción -general que se esperaba. - -[Marginal: Continúa Saint-Cyr su marcha.] - -Apremiado el general Saint-Cyr con la urgente necesidad de socorrer a -Barcelona, no se empeñó en combatir al marqués de Lazán, quien por -su parte esquivó también todo serio reencuentro. En seguida maniobró -el general francés para disfrazar su intención, y el 11 preparose a -marchar con rapidez y sin embarazos. Así fue que enviando a Figueras -la artillería, repartió a sus soldados víveres para cuatro días, -distribuyoles a razón de 50 cartuchos, y llevó 150.000 de reserva a -lomo de acémilas. El 12 abrió la marcha desde La Bisbal, teniendo -en el camino algunos choques con los miqueletes de Don Juan Clarós. -Enderezose a Hostalrich, y al llegar a las alturas que le dominan con -gran júbilo vio que Vives ni se había aún adelantado hasta allí, ni -ocupado las gargantas del río Tordera, en cuyas estrechuras bastando -un corto número de hombres para detener a los suyos, hubieran en breve -consumido las municiones que consigo traían. - -Continuó el general Saint-Cyr su marcha, y el 15 para librarse de -los fuegos de Hostalrich, dio vuelta a la plaza por un sendero agrio -y desconocido, tornando luego a tomar el camino de Barcelona. Salió -de Vallgorguina a incomodarle el coronel Miláns, viéndose el general -francés obligado a retardar su marcha a causa de las cortaduras -practicadas en el desfiladero de treinta pasos. Mas vencidos los -obstáculos acampó ya por la noche su ejército al raso a una legua -del que mandaba Vives, quien pasando el Cardedeu se había colocado -en ventajoso puesto entre Llinas y Villalba. La situación de los -franceses, a pesar de las faltas que cometieron los nuestros, no dejaba -de ser crítica. Por su frente tenían a Vives, flanqueábalos Miláns a -su izquierda, y detrás los seguían Clarós y Lazán. Estaban privados -de artillería, escaseábanles los víveres, solamente les quedaban -municiones para una hora, y eran sus tropas un conjunto de soldados -nuevos de varias naciones. Si Vives hubiera sabido aprovecharse de -tales ventajas, quizá se hubiera repetido aquí la jornada de Bailén, -y calificádose de intempestivo y temerario el movimiento del general -Saint-Cyr, que por su buen éxito mereció el nombre de atrevido y sabio. - -[Marginal: Batalla de Llinas o Cardedeu.] - -Amaneció el 16 de diciembre, y el general español aguardaba a sus -contrarios colocado en la loma que se levanta después de Cardedeu -y Villalba, y termina en la Riera de la Roca. En lo más elevado de -ella y a la derecha del camino real situó cinco piezas, dejando dos -a la izquierda. Formó su columna en batalla, y desplegó sobre la -derecha, que mandaba Reding, ocupando el costado opuesto de la línea -el somatén de Vic. Como el objeto del general francés era pasar a toda -costa, decidió combatir en una sola columna que rompiese por medio -de los españoles. Comenzó el ataque la división de Pino con orden -expresa de no desviarse de lo resuelto por el general en jefe, pero -en contravención a ello habiendo una de sus brigadas desplegado sobre -la izquierda, hubo de comprometer a los franceses en una refriega que -hubiera sido su perdición a haberse prolongado. El peligro fue para -ellos grande durante algún tiempo. La brigada que había desplegado -no solo fue rechazada, mas también ahuyentada, y destrozado uno de -sus regimientos por el de Húsares españoles, a cuyo frente estaba el -coronel Ibarrola, quedando prisioneros 2 jefes, 15 oficiales y unos 200 -soldados. Acudió pronto y oportunamente al remedio el general Saint-Cyr. - -De un lado hizo que la división Souham contuviese la brigada puesta en -desorden, al mismo tiempo que de otro amenazaba la izquierda española, -que era la parte más flaca y desguarnecida, disponiendo igualmente que -el general Pino con la 2.ª brigada prosiguiese el ataque en columna, y -rompiese nuestra línea. Ejecutada la operación a un tiempo y en buena -sazón, [Marginal: Son derrotados los españoles.] se cambió la suerte -de las armas, y el ejército español fue envuelto y puesto en derrota. -Perdiéronse cinco de los siete cañones que había, salvándose los dos -por la actividad y presencia de ánimo del teniente Ulzurrun. Nuestra -pérdida fue de 500 muertos y de 1000 entre heridos y prisioneros. Mayor -la de los franceses, por el daño que al principio experimentaron de -la artillería española. Salvose el general Vives a pie y por sendas -extraviadas, y el general Reding ayudado de la velocidad de su caballo -pudo juntarse a una columna de infantería y caballería que con el mayor -orden se retiró por el camino de Granollers a San Cugat. [Marginal: Se -retiran al Llobregat.] Allí tomó el mando interinamente dicho general, -y se acogió a la derecha del Llobregat, a donde se transfirió el conde -del Caldagués, quien aunque salvó la artillería y municiones, tuvo por -la priesa que abandonar los inmensos acopios almacenados en Sarriá, los -cuales sirvieron de mucho al enemigo. El marqués de Lazán que no tomó -parte en la batalla, retrocedió después a Gerona, y el coronel Miláns -se mantuvo en Arenys algunos días sin ser molestado. - -Graves y desgraciadas fueron las resultas de la acción de Llinas o -Cardedeu, no tanto por la pérdida de una parte del ejército y por el -socorro que introdujeron los franceses en Barcelona, cuanto por el -desánimo que causó en los españoles, y los alientos que comunicó a los -bisoños y mal seguros soldados del enemigo. - -[Marginal: Llega Saint-Cyr a Barcelona.] - -Llegó el general Saint-Cyr el 17 delante de Barcelona. No reinaba entre -él y el general Duhesme el mejor acuerdo, mostrándose este descontento -con recibir un jefe superior, y al que luego se dirigieron quejas -y reclamaciones. Por entonces ansioso Saint-Cyr de perseguir a los -españoles no tomó acerca de ellas providencia, [Marginal: Avanza al -Llobregat.] y el 20 después de haber dado a sus tropas dos días de -descanso, salió para el Llobregat y se situó en la margen izquierda, -reforzado su ejército con cinco batallones de la división del general -Chabran. - -[Marginal: Situación de los españoles.] - -Al otro lado habían reunido los españoles el suyo que con la derrota -del 16 y dispersión que ella causó en todas las tropas no ascendía -arriba de 10.000 infantes y 900 caballos con artillería numerosa. Allí -llegó el general Vives que se había embarcado en Mataró, y que después -de aprobar las medidas tomadas en su ausencia pasó a Villafranca para -obrar en unión con la junta del principado. - -Luego que se alejó asomaron los franceses, e indeciso Don Teodoro -Reding de si se retiraría o no, consultó al general en jefe que tardó -en contestar, haciéndolo al fin de un modo ambiguo, lo cual decidió -al primero a sostenerse en su puesto. El ejército español estaba -atrincherado en la margen derecha del Llobregat, en las colinas en que -rematan las alturas de Ordal, extendiéndose desde San Vicente hasta -Pallejá. Mandaba la derecha el brigadier D. Gaspar Gómez de la Serna, -la izquierda el mariscal de Campo Cuadrado, manteniéndose Reding -juntamente con Caldagués en uno de los reductos que habían levantado en -el camino real de Valencia. - -[Marginal: Batalla de Molins de Rey.] - -El enemigo al alborear del 21 empezó su ataque. Apostose el general -Chabran en Molins de Rey, que estaba a la derecha de los franceses, y -de donde la batalla tomó el nombre; vadeando la división del general -Pino el Llobregat por San Feliú, al tiempo que Souham con su tropa -le cruzaba por San Juan del Pi. Habían en un principio creído los -españoles que su izquierda sería la primera atacada, mas cerciorados -de lo contrario mejoraron su posición, haciendo los peones acertado -fuego. El desaliento no obstante era grande desde la acción de Llinas, -y no había corrido suficiente tiempo para que se borrase en la mente -del soldado tan funesta impresión. Envolvieron los enemigos la derecha -española; arrojáronla sobre el centro, y cayendo unos y otros sobre -la izquierda, ya no hubo sino desconcierto, acorralados los nuestros -contra el puente de Molins de Rey. [Marginal: Derrota de los españoles -y tristes resultas.] A las diez de la mañana llegó Vives solamente para -presenciar la destrucción de los suyos. El ejército español estuvo muy -expuesto a ser del todo cogido por los franceses, a no haberse los -soldados desbandado y tirado cada uno por donde encontró salida. Fue -considerable nuestra pérdida, principalmente de jefes: el brigadier la -Serna murió en Tarragona de las cuchilladas recibidas; el de Caldagués -cayó prisionero y lo mismo varios coroneles. Quedó en poder de los -contrarios toda la artillería. - -Por loable que fuera el deseo que animaba al general Reding, con razón -debió tacharse de extrema imprudencia el aventurar una acción con un -ejército que además de novel, acababa pocos días antes de ser deshecho -y en parte disperso. Así fue que el general Saint-Cyr maniobrando con -sumo arte, sin grande esfuerzo desbarató completamente nuestras filas -atropellándose unos soldados sobre otros. Aciagas y de trascendencia -fueron las resultas. Perdiéronse las armas que arrojaron los infantes, -se abandonaron los cuantiosos almacenes que había en el Llobregat, en -Villafranca de Panadés y en Villanueva de Sitges, y en fin, deshízose -enteramente el ejército. Cataluña quedó casi toda ella a merced del -vencedor, que no solo forzó el paso del Bruch para él tan ominoso, sino -que también derramó por todas partes el espanto y la desolación. - -[Marginal: Embarazosa también la situación de Saint-Cyr.] - -Admiró a algunos que el general Saint-Cyr permaneciese ocioso, -alcanzadas tales ventajas, y atribuíanlo a la condición perezosa de que -le tachaban. Pero otros motivos obraron en su mente para proceder con -lentitud y circunspección. Había en su ejército a pesar de los acopios -cogidos mucha escasez por la necesidad de abastecer a Barcelona; el -país que le rodeaba estaba ya agotado, la comunicación con Francia no -fácil, y los obstáculos mayores cada día por el pronto retoño de la -guerra de somatenes, contra cuyos continuos y desparramados esfuerzos -se estrellaba la pericia de los generales franceses. - -[Marginal: Acontecimientos de Tarragona.] - -Era por cierto situación esta embarazosa para ellos, y de grande ayuda -para los españoles, cuyos dispersos se iban allegando a Tarragona. En -sus muros alborotose el pueblo, y amenazó de muerte al general Vives, -quien para preservarse de una catástrofe casi inevitable, rotos los -vínculos de la subordinación, dejó el mando, [Marginal: Sucede Reding a -Vives.] que recayó en Don Teodoro Reding, grato a la opinión popular. -Poco a poco recobró la autoridad su fuerza, la junta se trasladó a -Tortosa, y el nuevo general con actividad y celo empezó a arreglar -el ejército, a la sazón descompuesto e insubordinado. Todo anunciaba -mejora, mas todo se malogró, como veremos después por la fatal manía de -dar batallas, y también por el laudable deseo de socorrer a Zaragoza. - -[Marginal: Segundo sitio de Zaragoza.] - -Esta ciudad, si bien ilustró su nombre en el primer sitio, ahora le -engrandeció en el segundo, perpetuándole con nuevas proezas y con -su imperturbable constancia, en medio de padecimientos y angustias. -Situada no lejos de la frontera de Francia temiose contra ella ya -en septiembre un nuevo y más terrible acometimiento. [Marginal: -Preparativos de defensa.] Palafox como general advertido aprestose a -repelerle, fortificando con esmero y en cuanto se podía población tan -extensa y descubierta. Encargó la dirección de las obras a Don Antonio -Sangenís, ya célebre por lo que trabajó en el primer sitio. El tiempo -y los medios no permitían convertir a Zaragoza en plaza respetable. -Hubo varios planes para fortalecerla: adoptose como más fácil el de -una fortificación provisional, aprovechándose de los edificios que -había en su recinto. Por la margen derecha del Ebro se recompuso y -mejoró el castillo de la Aljafería, estableciendo comunicación con el -Portillo por medio de una doble caponera, y asegurando bastantemente -la defensa hasta la Puerta de Sancho. Del otro lado del castillo hasta -el puente de Huerva se habían fortificado los conventos intermedios, -se había levantado un terraplén revestido de piedra, abierto en partes -un foso y construido en el mismo puente un reducto que se denominó del -Pilar. De allí un atrincheramiento doble se extendía al monasterio de -Santa Engracia, cuyas ruinas se habían grandemente fortalecido. En -seguida y hasta el Ebro defendían la ciudad varias obras y baterías, -no habiéndose descuidado fortificar el convento de San José, que -situado a la derecha de Huerva descubría los ataques del enemigo, y -protegía las salidas de los sitiados. En el monte Torrero solo se -levantó un atrincheramiento, no creyendo el puesto susceptible de larga -resistencia. Por la ribera izquierda del Ebro se resguardó el Arrabal -con reductos y flechas, revestidos de ladrillo o adobe, haciendo -además cortaduras en las calles y aspillerando las casas. Otro tanto -se practicó en la ciudad, tapiando los pisos bajos, atronerando los -otros y abriendo comunicaciones por las paredes medianeras. Las quintas -y edificios, los jardines y los árboles que en derredor del recinto -quedaban aún en pie después de los destrozos del primer sitio, se -arrasaron para despejar los contornos. Todos los moradores a porfía y -con afanado ahinco coadyuvaron a la pronta conclusión de los trabajos -emprendidos. - -La artillería no era en general de grueso calibre. Había unas 60 -piezas de a 16 y 24, sacadas por la mayor parte del canal en donde los -franceses las habían arrojado: apenas se hizo uso de los morteros por -falta de bombas. Se reservaban en los almacenes provisiones suficientes -para alimentar 15.000 hombres durante seis meses; cada vecino tenía un -acopio particular para su casa, y los conventos muchas y considerables -vituallas. En un principio no se contaba para la defensa sino con -14 o 15.000 hombres: aumentáronse hasta 28.000 con los dispersos de -Tudela que se incorporaron a la guarnición. Era segundo de Palafox -Don Felipe Saint-March; mandaba la artillería el general Villalba, y -los ingenieros el coronel Sangenís. Componíase la caballería de 1400 -hombres a las órdenes del general Butrón. - -[Marginal: Disposiciones de los franceses.] - -Los franceses después de la batalla de Tudela también se preparaban por -su parte a comenzar el sitio, reuniendo en Alagón las tropas y medios -necesarios. El mariscal Moncey aguardaba allí con el tercer cuerpo la -llegada del quinto que mandaba el mariscal Mortier, destinados ambos a -aquel objeto, y ascendiendo sus fuerzas reunidas a 35.000 hombres, sin -contar con seis compañías de artillería, ocho de zapadores y tres de -minadores que se agregaron. Mandaba la primera el general Dedon, y los -ingenieros el general Lacoste. A todos y en jefe debía capitanear el -mariscal Lannes, que por indisposición se detuvo algunos días en Tudela. - -[Marginal: Preséntanse delante de Zaragoza.] - -Unidos en Alagón el 19 de diciembre los mencionados tercero y quinto -cuerpo, presentáronse el 20 delante de Zaragoza, uno por la ribera -derecha del Ebro, otro por la izquierda. Antes de formalizar el sitio -pensó el mariscal Moncey general en jefe por ausencia de Lannes, en -apoderarse del monte Torrero, que resguardaba con 5000 hombres Don -Felipe Saint-March. [Marginal: El mariscal Moncey se apodera del monte -Torrero.] Para ello al amanecer del 21 coronaron sus tropas las alturas -que dominan aquel sitio, al mismo tiempo que distrayendo la atención -por nuestra izquierda, se enseñorearon, por la derecha, del puente -de la Muela y de la Casa Blanca. Desde allí flanquearon la batería -de Buena Vista, en la que volándose un repuesto de granadas con una -arrojada por los enemigos, causó desorden y obligó a los nuestros a -abandonar el puesto. Entonces Saint-March descubierto por su derecha -pegó fuego en Torrero al puente de América, y se replegó al reducto del -Pilar, en donde repelidos los enemigos tuvieron que hacer alto. De mal -pronóstico era para la defensa de Zaragoza la pérdida de Torrero: en -el anterior sitio igual hecho había costado la vida al oficial Falcó: -en el actual avínole bien a Saint-March para no ser perseguido la -particular protección de Palafox. - -[Marginal: Son rechazados los franceses en el Arrabal.] - -Compensose en algo este golpe con lo acaecido en el Arrabal el mismo -día. Queriendo tomarle el general Gazan empezó por acometer a los -suizos del ejército español que estaban en el camino de Villamayor: -superior en número los obligó a retirarse a la torre del Arzobispo, en -donde si bien se defendieron con el mayor valor, dándoles ejemplo su -jefe Don Adriano Walker, quedaron allí los más muertos o prisioneros. -Animados los franceses embistieron tres de las baterías del Arrabal, en -cuyo paraje mandaba Don José Manso. Durante cinco horas persistieron -en sus acometidas. Infructuosamente llegaron algunos hasta el pie de -los cañones del Rastro y el Tejar. El coronel de artillería Don Manuel -Velasco que dirigía los fuegos, cubriose aquel día de gloria por su -acierto y bizarra serenidad. Mucho igualmente influyó con su presencia -Don José de Palafox, que acudía adonde mayor peligro amagaba. El éxito -fue muy feliz para los españoles, y el haber sido rechazado el enemigo, -así en este como en otros puntos, comunicó aliento a los aragoneses, -[Marginal: Intimación a la plaza. (* Ap. n. 7-4.)] y convenció al -francés que tampoco en esta ocasión sería ganada de rebate la ciudad de -Zaragoza. Por eso recurrió igualmente el mariscal Moncey a la vía de -la negociación; mas Palafox desechó su propuesta con ánimo levantado y -arrogante.[*] - -[Marginal: Bloqueo y ataques que preparan los franceses.] - -Los franceses trataron entonces de establecer un riguroso bloqueo. -Del lado del Arrabal el general Gazan inundó el terreno para impedir -las salidas de los sitiados, los cuales el 25 al mando de Don Juan -O’Neille desalojaron a los enemigos del soto de Mezquita, obligándolos -a retirarse hasta las alturas de San Gregorio. Por la derecha del río -propuso el general Lacoste tres ataques, uno contra la Aljafería, y los -otros dos contra el puente de Huerva y convento de San José, punto que -miraban los enemigos como más flaco por no haber detrás en el recinto -de la plaza muro terraplenado. Empezaron a abrir la trinchera en la -noche del 29 al 30 de diciembre. - -[Marginal: Salida del general Butrón.] - -Notando los españoles que avanzaban los trabajos de los sitiadores, -se dispusieron el 31 a hacer una salida mandada por el brigadier Don -Fernando Gómez de Butrón. Fingiose un ataque en todo lo largo de la -línea, enderezándose nuestra gente a acometer la izquierda enemiga. -Mas advertido Butrón de que por la llanura que se extiende delante de -la Puerta de Sancho se adelantaba una columna francesa, prontamente -revolvió sobre ella, y dándole una carga con la caballería la arrolló -y cogió 200 prisioneros. Palafox para estimular a la demás tropa, y -borrar la funesta impresión que pudieran causar las tristes noticias -del resto de España, recompensó a los soldados de Butrón con el -distintivo de una cruz encarnada. - -[Marginal: Reemplaza Junot a Moncey.] - -El 1.º de enero reemplazó en el mando en jefe al mariscal Moncey el -general Junot duque de Abrantes. En aquel día los sitiadores para -adelantarse salieron de las paralelas de derecha y centro, perdiendo -mucha gente, [Marginal: Sale Mortier para Calatayud.] y el mariscal -Mortier, disgustado del nombramiento de Junot, partió para Calatayud -con la división del general Suchet, lo cual disminuyó momentáneamente -las fuerzas de los franceses. - -[Marginal: Empieza el bombardeo. Ataques contra San José y reducto del -Pilar.] - -Estos habiendo establecido el 9 ocho baterías, empezaron en la mañana -del 10 el bombardeo, y a batir en brecha el reducto del Pilar y el -convento de San José, que aunque bien defendido por Don Mariano -Renovales, no podía resistir largo tiempo. Era edificio antiguo, -con paredes de poco espesor, y que desplomándose, en vez de cubrir -dañaban con su caída a los defensores. Hiciéronse sin embargo notables -esfuerzos, [Marginal: Manuela Sancho.] sobresaliendo en bizarría una -mujer llamada Manuela Sancho, de edad de veinticuatro años, natural de -Plenas en la serranía. El 11 dieron los franceses el asalto, teniendo -que emplear en su toma las mismas precauciones que para una obra de -primer orden. - -Alojados en aquel convento fueron dueños de la hondonada de Huerva, -pero no podían avanzar al recinto de la plaza sin enseñorearse del -reducto del Pilar, cuyos fuegos los incomodaban por su izquierda. El 11 -también este punto había sido atacado con empeño, sin que los franceses -alcanzasen su objeto. Mandaba Don Domingo Larripa, y se señaló con sus -acertadas providencias, así como el oficial de ingenieros Don Marcos -Simonó, y el comandante de la batería Don Francisco Betbezé. Por la -noche hicieron los nuestros una salida que difundió el terror en el -campo enemigo, hasta que su ejército vuelto en sí y puesto sobre las -armas obligó a la retirada. Arrasado el 15 el reducto, quedando solo -escombros y muertos los más de los oficiales que le defendían, fue -abandonado entre ocho y nueve de la noche, volando al mismo tiempo el -puente de Huerva, en que se apoyaba su gola. - -[Marginal: Resolución de los moradores.] - -Entre este y el Ebro del lado de San José no restaba ya a Zaragoza -otra defensa sino su débil recinto y las paredes de sus casas; pero -habitadas estas por hombres resueltos a pelear de muerte, allí empezó -la resistencia más vigorosa, más tenaz y sangrienta. - -[Marginal: Enfermedades y contagio.] - -De la determinación de defender las casas nació la necesidad de -abandonarlas, y de que se agolpase parte de la población a los barrios -más lejanos del ataque, con lo cual crecieron en ellos los apuros y -angustias. El bombardeo era espantoso desde el 10, y para guarecerse -de él, amontonándose las familias en los sótanos, inficionaban el aire -con el aliento de tantos, con la falta de ventilación, y el continuado -arder de luces y leña. De ello provinieron enfermedades que a poco se -transformaron en horroroso contagio. Contribuyeron a su propagación -los malos y no renovados alimentos, la zozobra, el temor, la no -interrumpida agitación, las dolorosas nuevas de la muerte del padre, -del esposo, del amigo; trabajos que a cada paso martillaban el corazón. - -Los franceses continuaron sus obras concluyendo el 21 la tercera -paralela de la derecha, y entonces fijaron el emplazamiento de -contrabaterías y baterías de brecha del recinto de la plaza. Procuraban -los españoles por su parte molestar al enemigo con salidas, y -ejecutando acciones arrojadas, largas de referir. - -[Marginal: Temores de los franceses.] - -No solo padecían los franceses con el daño que de dentro de Zaragoza se -les hacía, sino que también andaban alterados con el temor de que de -fuera los atacasen cuadrillas numerosas: y se confirmaron en ello con -lo acaecido en Alcañiz. Por aquella parte y camino de Tortosa habían -destacado para acopiar víveres al general Wathier con 600 caballos y -1200 infantes. [Marginal: Gente que perdieron en Alcañiz.] En su ruta -fue este molestado por los paisanos y algunos soldados sueltos, en -términos que deseoso de destruirlos los acosó hasta Alcañiz, en cuyas -calles los perseguidos y los moradores defendiéronse con tal denuedo -que para enseñorearse de la población perdieron los franceses más de -400 hombres. - -Acrecentose su desasosiego con las voces esparcidas de que el marqués -de Lazán y Don Francisco Palafox venían al socorro de Zaragoza; voces -entonces falsas, pues Lazán estaba lejos en Cataluña, y su hermano Don -Francisco, si bien había pasado a Cuenca a implorar la ayuda del duque -del Infantado, no le fue a este lícito condescender con lo que pedía. -Daba ocasión al engaño una corta división de 4 a 5000 hombres que Don -Felipe Perena, saliendo de Zaragoza, reunió fuera de sus muros, y la -cual, ocupando a Villafranca, Leciñena y Zuera, recorría la comarca. - -Por escasas que fuesen semejantes fuerzas instaba a los franceses -destruirlas: cuando no, podían servir de núcleo a la organización de -otras mayores. [Marginal: Llegada del mariscal Lannes.] Favoreció a su -intento la llegada el 22 de enero del mariscal Lannes. Restablecido -de su indisposición acudía este a tomar el mando supremo del tercero -y quinto cuerpo, que mandados separadamente por jefes entre sí -desavenidos, no concurrían a la formación del sitio con la debida unión -y celeridad. Puesto ahora el poder en una sola mano notáronse luego sus -efectos. [Marginal: Llama a Mortier.] Por de pronto ordenó Lannes al -mariscal Mortier que de Calatayud volviese con la división del general -Suchet, y que con ella, y el apoyo de la de Gazan que bloqueaba el -Arrabal, [Marginal: Dispersa este a Perena.] marchase al encuentro de -la gente de Perena, que los franceses creían ser Don Francisco de -Palafox. Aquel oficial dejando hacia Zuera alguna fuerza, replegose con -el resto desde Perdiguera, donde estaba, a nuestra Señora de Magallón. -Gente la suya nueva y allegadiza, ahuyentáronla fácilmente los -franceses de las cercanías de Zaragoza, y pudieron continuar el sitio -sin molestia ni diversión de afuera. - -Redoblando pues su furia contra la ciudad abrieron espaciosa brecha en -su recinto, y ya no les quedaba sino pasar el Huerva para intentar el -asalto. Construyeron dos puentes, y en la orilla izquierda dos plazas -de armas donde se reuniese la gente necesaria al efecto. Los nuestros, -sin dejar de defender algunos puntos aislados que les quedaban fuera, -perfeccionaban también sus atrincheramientos interiores. - -[Marginal: Asalto de los franceses al recinto de la ciudad.] - -El 27 determinaron los enemigos dar el asalto. Dos brechas practicables -se les ofrecían, una enfrente del convento de San José, y otra más a -la derecha cerca de un molino de aceite que ocupaban. En el ataque -del centro habían también abierto una brecha en el convento de Santa -Engracia, y por ella y las otras dos corrieron al asalto en aquel -día a las doce de la mañana. La campana de la torre nueva avisó a -los sitiados del peligro. Todos a su tañido se atropellaron a las -brechas. Por la del molino embistieron los franceses, y se encaramaron -sin que los detuvieran dos hornillos a que se prendió fuego; mas -un atrincheramiento interior y una granizada de balas, metralla -y granadas, los forzaron a retirarse, limitándose a coronar con -dificultad lo alto de la brecha por medio de un alojamiento. Enfrente -de San José, rechazados repetidas veces, consiguieron al fin meterse -desde la brecha en una casa contigua, y hubieran pasado adelante a no -haberlos contenido la intrepidez de los sitiados. El ataque contra -Santa Engracia, si bien al principio ventajoso al enemigo, saliole -después más caro que los otros. Tomaron en efecto sus soldados aquel -monasterio, enseñoreáronse del convento inmediato de las Descalzas, -y enfilando desde él la larga cortina que iba de Santa Engracia al -puente de Huerva obligaron a los españoles a abandonarla. Alentados los -franceses con la victoria se extendieron hasta la Puerta del Carmen, -y llevados de igual ardor los que de ellos guardaban la paralela del -centro, acometieron por la izquierda, se hicieron dueños del convento -de Trinitarios descalzos, y ya avanzaban a la Misericordia cuando se -vieron abrasados con el fuego de dos cañones, y el daño que recibían -de calles y casas. Los nuestros persiguiéndolos hicieron una salida, -y hasta se metieron en el convento de trinitarios, que fuera otra -vez suyo sin el pronto socorro que trajo a los contrarios el general -Morlot. Murieron de los franceses 800 hombres, en cuyo número se -contaron varios oficiales de ingenieros. - -[Marginal: Muerte de Sangenís.] - -Pero de esta clase tuvieron los españoles que llorar al siguiente día -la dolorosa pérdida del comandante Don Antonio Sangenís, que fue muerto -en la batería llamada Palafox al tiempo que desde ella observaba los -movimientos del enemigo. Tenía cuarenta y tres años de edad, y amábanle -todos por ser oficial valiente, experimentado y entendido. Y aunque de -condición afable, era tal su entereza que desde el primer sitio había -dicho: «no se me llame a consejo si se trata de capitular, porque nunca -será mi opinión que no podamos defendernos.» - -[Marginal: Estragos de bombardeo y epidemia.] - -El bombardeo mientras tanto continuaba sus estragos, siendo mayores -los de la epidemia, de que ya morían 350 personas por día, y los hubo -en que fallecieron 500. Faltaban los medicamentos, estaban henchidos -de enfermos los hospitales, costaba una gallina cinco pesos fuertes, -carecíase de carne y de casi toda legumbre. Ni había tiempo ni espacio -para sepultar los muertos, cuyos cadáveres hacinados delante de las -iglesias, esparcidos a veces y desgarrados por las bombas, ofrecían -a la vista espantoso y lamentable espectáculo. Confiado el mariscal -Lannes de que en tal aprieto se darían a partido los españoles, -sobre todo si eran noticiosos de lo que en otras partes ocurría, -[Marginal: Intimación de Lannes. Dicho de Palafox.] envió un parlamento -comunicando los desastres de nuestros ejércitos y la retirada de los -ingleses. Mas en balde: los zaragozanos nada escucharon; en vez de -amilanarse crecía su valor al par de los apuros. Su caudillo, firme -como ellos, repetía: «defenderé hasta la última tapia.» - -[Marginal: Resistencia en casas y edificios.] - -Los franceses entonces yendo adelante en sus embestidas, inútilmente -quisieron el 28 y 29 apoderarse por su derecha de los conventos de -San Agustín y Santa Mónica. Tampoco pudieron vencer el obstáculo de -una casa intermedia que les quedaba para penetrar en la calle de la -Puerta quemada. Lo mismo les sucedió con una manzana contigua a Santa -Engracia, empezando entonces a disputarse con encarnizamiento la -posesión de cada casa, y de cada piso, y de cada cuarto. - -[Marginal: Minas de los franceses.] - -Siendo muy mortífero para los franceses este desconocido linaje de -defensa, resolvieron no acometer a pecho descubierto, y emprendieron -por medio de minas una guerra terrible y escondida. Aunque en ella les -daban su saber y recursos grandes ventajas, no por eso se abatieron -los sitiados; y sosteniéndose entre las ruinas y derribos que causaban -las minas enemigas, no solo procuraban conservar aquellos escombros, -sino que también querían recuperar los perdidos. Intentáronlo aunque en -vano con el convento de Trinitarios descalzos. La lid fue porfiada y -sangrienta; quedó herido el general francés Rostollant y muertos muchos -de sus oficiales. Nuestros paisanos y soldados abalanzábanse al peligro -como fieras. [Marginal: Patriotismo y fervor de algunos eclesiásticos.] -Y sacerdotes piadosos y atrevidos no cesaban de animarlos con sus -lenguas y dar consuelos religiosos a los que caían heridos de muerte, -siendo a veces ellos mismos víctima de su fervor. Augusto entonces -y grandioso ministerio, que al paso que desempeñaba sus propias y -sagradas obligaciones, cumplía también con las que en tales casos y sin -excepción exige la patria de sus hijos. - -A fuerza de empeño y trabajos, y valiéndose siempre de sus minas, se -apoderaron los franceses el 1.º de febrero de San Agustín y Santa -Mónica, y esperaron penetrar hasta el Coso por la calle de la Puerta -quemada; empresa la última que se les malogró con pérdida de 200 -hombres. Dolorosa fue también para ellos la toma en aquel día de -algunas casas en la calle de Santa Engracia, [Marginal: Muerte del -general Lacoste.] cayendo atravesado de una bala por las sienes el -general Lacoste, célebre ya en otros nombrados sitios. Sucediole Mr. -Rogniat, herido igualmente en el siguiente día. - -[Marginal: Murmuraciones del ejército francés.] - -Aunque despacio, y por decirlo así, a palmos, avanzaba el enemigo por -los tres puntos principales de su ataque que acabamos de mencionar. -Mas como le costaba tanta sangre, excitáronse murmuraciones y quejas -en su ejército, las cuales estimularon al mariscal Lannes a avivar la -conclusión de tan fatal sitio, acometiendo el Arrabal. - -[Marginal: Embestida del Arrabal.] - -Seguía en aquella parte el general Gazan, habiéndose limitado hasta -entonces a conservar riguroso bloqueo. Ahora según lo dispuesto por -Lannes, emprendió los trabajos de sitio. El 7 de febrero embistieron -ya sus soldados el convento de Franciscanos de Jesús a la derecha -del camino de Barcelona. Tomáronle después de tres horas de fuego, -arrojando de dentro a 200 hombres que le guarnecían; y no pudiendo -ir más adelante por la resistencia que los nuestros les opusieron, -paráronse allí y se atrincheraron. - -[Marginal: Los progresos del enemigo en la ciudad.] - -Trató Lannes al mismo tiempo de que se diesen la mano con este ataque -los de la ciudad, y puso su particular conato en que el de la derecha -de San José se extendiese por la universidad y Puerta del Sol hasta -salir al pretil del río. Tampoco descuidó el del centro, en donde los -sitiados defendieron con tal tenacidad unas barracas que había junto -a las ruinas del hospital, que según la expresión de uno de los jefes -enemigos «era menester matarlos para vencerlos». Allí el sitiador, -ayudado de los sótanos del hospital, atravesó la calle de Santa -Engracia por medio de una galería, y con la explosión de un hornillo -se hizo dueño del convento de San Francisco: hasta que subiendo por la -noche al campanario el coronel español Fleury acompañado de paisanos, -agujerearon juntos la bóveda y causaron tal daño a los franceses desde -aquella altura, que huyeron estos recobrando después a duras penas el -terreno perdido. - -[Marginal: Nuevas murmuraciones del ejército francés.] - -Los combates de todos lados eran continuos, y aunque los sostenían -por nuestra parte hombres flacos y macilentos, ensañábanse tanto, que -creciendo las quejas del soldado enemigo, exclamaba: «que se aguardasen -refuerzos, si no se quería que aquellas malhadadas ruinas fuesen su -sepulcro.» - -[Marginal: Toma del Arrabal.] - -Urgía pues a Lannes acabar sitio tan extraño y porfiado. El 18 de -febrero volvió a seguirse el ataque del Arrabal; y con horroroso fuego, -al paso que de un lado se derribaban frágiles casas, flanqueábase del -otro el puente del Ebro para estorbar todo socorro, pereciendo al -querer intentarlo el barón de Versages. A las dos de la tarde abierta -brecha, penetraron los franceses en el convento de mercenarios llamado -de San Lázaro. Fundación del rey don Jaime el Conquistador y edificio -grandioso, fue defendido con el mayor valor; y en su escalera, de -construcción magnífica, anduvo la lucha muy reñida: perecieron casi -todos los que le guarnecían. Ocupado el convento por los franceses, -quedó a los demás soldados del Arrabal cortada la retirada. Imposible -fue, excepto a unos cuantos, repasar el puente, siendo tan tremendo -el fuego del enemigo que no parecía sino que a manera de las del -Janto, se habían incendiado las aguas del Ebro. En tamaño aprieto -echaron los más de los nuestros por la orilla del río, capitaneándolos -el comandante de Guardias españolas Manso; pero perseguidos por la -caballería francesa, enfermos, fatigados y sin municiones, tuvieron que -rendirse. Con el Arrabal perdieron los españoles entre muertos, heridos -y prisioneros 2000 hombres. - -[Marginal: Furioso ataque que los franceses preparan.] - -Dueños así los franceses de la orilla izquierda del Ebro, colocaron -en batería 50 piezas, con cuyo fuego empezaron a arruinar las casas -situadas al otro lado en el pretil del río. Ganaban también terreno -dentro de la ciudad, extendiéndose por la derecha del Coso; y ocupado -el convento de Trinitarios calzados se adelantaron a la calle del -Sepulcro, procurando de este modo concertar diversos ataques. En tal -estado, meditando dar un golpe decisivo, habían formado seis galerías -de mina que atravesaban el Coso, y cargando cada uno de los hornillos -con 3000 libras de pólvora, confiaban en que su explosión causando -terrible espanto en los zaragozanos los obligaría a rendirse. - -[Marginal: Deplorable estado de la ciudad.] - -No necesitaron los franceses acudir a medio tan violento. Menos eran de -4000 los hombres que en la ciudad podían sustentar las armas, 14.000 -estaban postrados en cama, muchos convalecientes y los demás habían -perecido al rigor de la epidemia y de la guerra. Desvanecíanse las -esperanzas de socorro; [Marginal: Enfermedad de Palafox.] y el mismo -general Don José de Palafox, acometido de la enfermedad reinante, tuvo -que transmitir sus facultades a una junta que se instaló en la noche -del 18 al 19 de febrero. Componíase esta de 34 individuos, siendo -su presidente Don Pedro María Ric, regente de la audiencia. Rodeada -de dificultades convocó la nueva autoridad a los principales jefes -militares, quienes trazando un tristísimo cuadro de los medios que -quedaban de defensa, inclinaron los ánimos a capitular. Discutiose no -obstante largamente la materia; mas pasando a votación, hubo de los -vocales 26 que estuvieron por la rendición, y solo ocho, entre ellos -Ric, se mantuvieron firmes en la negativa. En virtud de la decisión -de la mayoría, enviose al cuartel general enemigo un parlamento, a -nombre de Palafox, aceptando con alguna variación las ofertas que el -mariscal Lannes había hecho días antes: pero este por tardía desechó -con indignación la propuesta. - -[Marginal: Propone la junta capitular.] - -La junta entonces pidió por sí misma suspensión de hostilidades. Aceptó -el mariscal francés con expresa condición de que dentro de dos horas -se le presentasen sus comisionados a tratar de la capitulación. En el -pueblo y entre los militares había un partido numeroso que reciamente -se oponía a ella, por lo cual hubo de usarse de precauciones. - -[Marginal: Conferencia con Lannes.] - -Fue nombrado para ir al cuartel general francés Don Pedro María Ric con -otros vocales. Recibiolos aquel mariscal con desdén y aun desprecio, -censurando agriamente y con irritación la conducta de la ciudad, por -no haber escuchado primero sus proposiciones. Amansado algún tanto con -prudentes palabras de los comisionados, añadió Lannes, «respetaranse -las mujeres y los niños, con lo que queda el asunto concluido.» «Ni -aun empezado, replicó prontamente mas con serenidad y firmeza Don -Pedro Ric, eso sería entregarnos sin condición a merced del enemigo, y -en tal caso continuará Zaragoza defendiéndose, pues aún tiene armas, -municiones, y sobre todo puños.» - -[Marginal: Capitulación.] - -No queriendo sin duda el mariscal Lannes compeler a despecho ánimos -tan altivos, reportose aun más, y comenzó a dictar la capitulación. -En vano se esforzó Don Pedro Ric por alterar alguna de sus cláusulas -o introducir otras nuevas. Fueron desatendidas las más de sus -reclamaciones. Sin embargo instando para que por un artículo expreso se -permitiese a Don José de Palafox ir a donde tuviese por conveniente, -[Marginal: Palabra que da Lannes.] replicó Lannes que nunca un -individuo podía ser objeto de una capitulación; pero añadió que -empeñaba su palabra de honor de dejar a aquel general entera libertad, -así como a todo el que quisiese salir de Zaragoza. Estos pormenores, -que es necesario no echar en olvido, han sido publicados en una -relación impresa por el mismo Don Pedro María Ric, de cuya boca también -nosotros se los hemos oído repetidas veces, mereciendo su dicho entera -fe, como de magistrado veraz y respetable. - -[Marginal: Firma la junta la capitulación.] - -La junta admitió y firmó el 20 la capitulación, airándose Lannes de que -pidiese nuevas aclaraciones; mas de nada sirvió ni aun lo estipulado. -[Marginal: Quebrántase por los franceses horrorosamente.] En aquella -misma noche la soldadesca francesa saqueó y robó; y si bien pudieran -atribuirse tales excesos a la dificultad de contener al soldado después -de tan penoso sitio, no admite igual excusa el quebrantamiento de -otros artículos, ni la falta de cumplimiento de la palabra empeñada -de dejar ir libre a Don José de Palafox. [Marginal: Maltrato dado -a Palafox.] Moribundo sacáronle de Zaragoza, a donde tuvieron que -volverle por el estado de postración en que se hallaba. Apenas -restablecido lleváronle a Francia, y encerrado en Vincennes padeció -hasta en 1814 durísimo cautiverio. - -[Marginal: Muerte de prisioneros, de Boggiero y Sas.] - -Fueron aun más allá los enemigos en sus demasías y crueldades. -Despojaron a muchos prisioneros, mataron a otros y maltrataron a casi -todos. Tres días después de la capitulación, a la una de la noche, -llamaron de un cuarto inmediato al de Palafox, donde siempre dormía, -a su antiguo maestro el padre Don Basilio Boggiero, y al salir se -encontró con el alcalde mayor Solanilla, un capitán francés y un -destacamento de granaderos que le sacaron fuera sin decirle a dónde le -llevaban. Tomaron al paso al capellán Don Santiago Sas, que se había -distinguido en el segundo sitio tanto como en el anterior, despidieron -a Solanilla, y solos los franceses marcharon con los dos presos -al puente de Piedra. Allí matáronlos a bayonetazos, arrojando sus -cadáveres al río. Hirieron primero a Sas, y no se oyó de su boca como -tampoco de la de Boggiero otra voz que la de animarse recíprocamente a -muerte tan bárbara e impensada. Contolo así después y repetidas veces -el capitán francés encargado de su ejecución, añadiendo que el mariscal -Lannes le había ordenado los matase sin hacer ruido. ¡Atrocidad -inaudita! A tal punto el vencedor atropelló en Zaragoza las leyes de la -guerra y los derechos sagrados de la humanidad. - -La capitulación se publicó en la Gaceta de Madrid de 28 de febrero,[*] -[Marginal: (* Ap. n. 7-5.)] nunca en los papeles franceses, sin duda -para que se creyese que se había entregado Zaragoza a merced del -conquistador, y disculpar así los excesos: como si con capitulación o -sin ella pudieran permitirse muchos de los que se cometieron. - -[Marginal: Entrada de Lannes en Zaragoza.] - -Fue nombrado el general Laval gobernador de Zaragoza. Hizo el 5 de -marzo su entrada solemne Lannes, recibiéndole en la iglesia de nuestra -Señora del Pilar [Marginal: P. Santander.] el padre Santander, obispo -auxiliar, que ausente en los dos sitios volvió a Zaragoza a celebrar -el triunfo de los enemigos de su patria. [Marginal: (* Véase Ap. n. -7-6.) Junot sucede otra vez a Lannes.] Del joyero de aquel templo se -sacaron las más preciosas alhajas, pasando a manos de los principales -jefes franceses bajo el nombre de regalos que hacía la junta.[*] El -mariscal Lannes permaneció en Zaragoza hasta el 14 de marzo que partió -a Francia sucediéndole por entonces en el mando el general Junot, duque -de Abrantes. - -Duró el sitio de Zaragoza 62 días; y sin la epidemia, principal -ayudadora de los franceses, muchos esfuerzos y tiempo hubieran todavía -empleado estos en la conquista. Al capitular solo era suya una cuarta -parte de la ciudad, el Arrabal y 13 iglesias o conventos, [Marginal: -Pérdidas de unos y de otros. (* Ap. n. 7-7.)] y sin embargo su posesión -les había costado tanto trabajo y la pérdida de más de 8000 hombres. -Murieron de los españoles en ambos sitios 53.873 personas;[*] el mayor -número en el último y de la epidemia. [Marginal: Ruinas de edificios -y bibliotecas.] Fueron destruidos con las bombas los más de los -edificios. La biblioteca de la universidad, formada con la antigua -de los jesuitas y enriquecida con varias dádivas, entre ellas una -del ilustre aragonés Don Ramón de Pignatelli, se voló con una mina. -Pereció también al final del sitio la del convenio de dominicos de San -Ildefonso, fundada por el marqués de la Compuesta secretario de gracia -y justicia de Felipe V, en la que había, sin los impresos, más de 2000 -curiosos manuscritos. Tan destructora y enemiga de las letras es la -guerra, aun hecha por naciones cultas. - -[Marginal: Juicio sobre este sitio.] - -Muchos han dudado de si fue o no conveniente defender a Zaragoza; -desaprobando otros con más razón el que se hubiesen encerrado tantas -tropas en su recinto. Debiérase ciertamente haber acudido al remedio -de semejante embarazo, sacando de allí las que se recogieron después -de la rota de Tudela o cualesquiera otras: con tal que se hubiera -limitado su número a los 14 o 15.000 hombres que antes había, y los -cuales unidos al entusiasmado vecindario bastaban para escarmentar de -nuevo al enemigo y detenerle largo tiempo delante de sus muros. Mas por -lo que toca a la determinación de defender la ciudad, nos parece que -fue acertada y provechosa. Los laureles adquiridos en el primer sitio -habían dado al nombre de Zaragoza tan mágico influjo, que su pronta y -fácil entrega hubiera causado desmayo en toda la nación. De otra parte -su resistencia no solo impidió la ocupación de algunas provincias, -deteniendo el ímpetu de huestes formidables, sino que también aquellos -mismos hombres que tan bravos e impávidos se mostraban guarecidos de -las tapias y las casas, no hubieran, inexpertos y en campo raso, podido -sostenerse contra la práctica y disciplina de los franceses, mayormente -cuando la impaciencia pública forzaba a aventurar imprudentes batallas. - -Por varios y encontrados que en este punto hayan sido los dictámenes, -nunca discordaron ni discordarán en calificar de gloriosísima y -extraordinaria la defensa de Zaragoza. El general francés Rogniat, -testigo de vista, nos dice con loable imparcialidad:[*] [Marginal: (* -Ap. n. 7-8.)] «La alteza de ánimo que mostraron aquellos moradores, fue -uno de los más admirables espectáculos que ofrecen los anales de las -naciones después de los sitios de Sagunto y Numancia.» Fuelo en efecto -tanto, que en 1814 citose ya su ejemplo a los pueblos de Francia, como -digno de imitarse, por aquel mismo Napoleón que antes hubiera querido -borrarle de la memoria de los hombres. - - - - - RESUMEN - DEL - LIBRO OCTAVO. - - -_José en Madrid. — Felicitaciones. — Sus providencias. — Comisarios -regios. — Tropa española. — Junta criminal. — Comisarios de hacienda. -— Opinión acerca de José. — Junta central en Sevilla. — Declaración -unánime en favor de la causa peninsular de las provincias de América -y Asia. — Auxilios que envían. — Decreto de la central sobre América -de 22 de enero. — Nuevo reglamento para las juntas provinciales -de España. — Tratado con Inglaterra de 9 de enero. — Subsidios de -Inglaterra. — Tribunal de seguridad pública. — Centrales enviados a -las provincias. — Marqués de Villel en Cádiz. — Los ingleses quieren -ocupar la plaza. — Altercados que hubo en ello. — Alboroto en Cádiz. -— Conducta extraña de Villel. — Riesgo que corre su persona. — Matan -a Heredia. — Sosiégase el alboroto. — Ejércitos. — El de la Mancha. -— Ataque de Mora. — Alburquerque y Cartaojal. — Pasa Alburquerque -al ejército de Cuesta. — Avanza Cartaojal y se retira. — Acción de -Ciudad Real. — Ejército de Extremadura. — Avanza a Almaraz. — Córtase -el puente. — Pasan los franceses el Tajo. — Retíranse los nuestros. -— Ventajas conseguidas por los españoles. — Únese Alburquerque a -Cuesta. — Batalla de Medellín. — Sus resultas. — Determinación de la -central. — Venegas sucede a Cartaojal. — Reflexiones. — Comisión de -Sotelo. — Respuesta de la central. — Cartas de Sebastiani a Jovellanos -y otros. — Cartas de Sebastiani al señor Jovellanos. — Contestación -del señor Jovellanos. — Guerra de Austria. — Cataluña. — Alboroto de -Lérida. — Reding en Tarragona. — Plan prudente de Martí. — Varíase. — -Situación del ejército español. — Le atacan los franceses. — Entran -en Igualada. — Movimientos de Saint-Cyr y Reding. — Batalla de Valls. -— Entran los franceses en Reus. — Esperanzas de Saint-Cyr. — Salen -vanas. — Guerra de somatenes. — Dificultad de las comunicaciones. -— Retírase Saint-Cyr de las cercanías de Tarragona. — Pasa por -Barcelona. — Estado de la ciudad. — Niéganse las autoridades civiles a -prestar juramento. — Prenden a muchos y los llevan a Francia. — Pasa -Saint-Cyr a Vic. — Muerte de Reding. — Sucede Coupigny. — Paisanos -del Vallés. — Principio de las partidas en todo el reino. — Decreto -de la central. — Porlier. — Don Juan Echávarri. — El Empecinado. — -Ciudad Rodrigo y Wilson. — Asturias. — La junta. — Ballesteros. — -Sus operaciones en Colombres. — Armamento de la provincia. — Worster. -— Entran los asturianos en Ribadeo. — Y en Mondoñedo. — Sorprenden y -dispersan los franceses a Worster. — Romana. — Su ejército. — Empieza -el levantamiento de Galicia. — Mariscal Soult. — Trata de invadir a -Portugal. — Inútil tentativa para atravesar el Miño. — Toma Soult -hacia Orense. — Insurrección. — Los abades de Couto y Valladares. — El -paisanaje molesta a los franceses en su marcha. — Soult y Romana. — -Intimación a este. — Es desbaratada la retaguardia española. — Ataca a -Villafranca. — Se apodera de la guarnición. — Llega Romana a Oviedo. — -Altercado con la junta. — Invade Ney a Asturias. — Kellermann. — Romana -se embarca en Gijón. — Saquean los franceses a Oviedo. — Sale Ney de -Asturias. — Mahy amenaza a Lugo. — Desbarata al general Fournier. — -Pone cerco a la ciudad. — Crece la insurrección de Galicia. — Barrio. -— Junta de Lobera. — Sitia a Vigo el abad de Valladares. — Limia. — -Tenreiro y el portugués Almeida. — Morillo. — Gogo. — Ríndese Vigo a -los españoles. — Bloqueo de Tuy. — Le alzan. — Y evacuan la ciudad -los franceses. — Se crea y aumenta la división del Miño. — Mándala -Don Martín de la Carrera. — Desbarata a los franceses en el campo de -la Estrella. — Campaña de Soult en Portugal. — Entran los franceses -en Chaves. — En Braga. — Asoman a Oporto. — Estado de la ciudad. — -Éntranla los franceses. — Gran matanza. — Conducta del mariscal Soult. -— Pídenle sea rey. — Silveira recobra a Chaves. — Coronel Trant. — -Regencia de Portugal. — Cradock y los ingleses. — Beresford manda a -los portugueses. — Refuérzase el ejército inglés. — Sir A. Wellesley -nombrado general en jefe. — Sus providencias. — Avanza a Coimbra. — -Situación de los franceses. — Sociedad secreta de los filadelfos. — -Plan de Wellesley. — Se apoderan los ingleses de Oporto. — Apuros de -Soult. — Pasa la frontera. — Llega a Lugo. — Levanta Mahy el cerco. -— Encuéntrase con Romana en Mondoñedo. — Marcha atrevida de los -españoles. — Descontento del soldado con Romana. — Ney y Soult en Lugo. -— Conciértanse para destruir el ejército español. — Conde de Noroña 2.º -comandante de Galicia. — Acción del Puente de Sampayo. — Soult trata -de pasar a Castilla. — Paisanos del Sil. — Quema de varios pueblos. -— Romana en Celanova. — Soult en la Puebla de Sanabria. — General -Franceschi cogido por el Capuchino. — Situación de Ney. — Mazarredo. — -Bazán. — Evacúa Ney a Galicia. — Entra Noroña en la Coruña. — Worster y -Bárcena. — Ballesteros pasa a Castilla y a las montañas de Santander. — -Ocupa a Santander. — Echanle los franceses y se embarca. — Intrepidez -de Porlier. — Marcha admirable del batallón de la Princesa. — Romana -en la Coruña. — Sus providencias y negligencia. — Sale a Castilla. -— Nombra a Mahy para Asturias. — Nombra a Ballesteros para mandar -10.000 hombres. — Sucédele después en el mando del ejército el duque -del Parque. — Fin de este libro. — Parangón de la guerra de Austria y -España. — Previsión notable de Pitt._ - - - - - HISTORIA - DEL - LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN - de España. - - LIBRO OCTAVO. - - -[Marginal: José en Madrid.] - -Habiendo la suerte favorecido tan poderosamente las armas francesas, -pareció a muchos estar ya afianzada la corona de España en las sienes -de José Bonaparte. Aumentose así el número de sus parciales, y ora por -este motivo, y ora sobre todo por exigirlo el conquistador, acudieron -sucesivamente a la corte a felicitar al nuevo rey diputaciones de -los ayuntamientos y cuerpos de los pueblos sojuzgados. [Marginal: -Felicitaciones.] Esmeráronse algunas en sus cumplidos, y no quedaron -en zaga las que representaban a los cabildos eclesiásticos y a los -regulares, con la esperanza sin duda estos de parar el golpe que -los amagaba. Mostráronse igualmente adictos varios obispos, y en -tanto grado que dio contra ellos un decreto la junta central,[*] -[Marginal: (* Ap. n. 8-1.)] coligiéndose de ahí que si bien la mayoría -del clero español como la de la nación estuvo por la causa de la -independencia, no fue exclusivamente aquella clase ni el fanatismo, -según queda ya apuntado, la que le dio impulso, sino la justa -indignación general. Corrobórase esta opinión al ver que entre los -eclesiásticos que abrazaron el partido de José, contáronse muchos de -los que pasaban plaza de ignorantes y preocupados. Tan cierto es que -en las convulsiones políticas el acaso, el error, el miedo colocan -como a ciegas en una y otra parcialidad a varios de los que siguen sus -opuestas banderas: motivos que reclaman al final desenlace recíproca -indulgencia. - -[Marginal: Sus providencias.] - -José luego que entró en Madrid en vano procuró tomar providencias que -volviendo la paz y orden al reino, cautivasen el ánimo de sus nuevos -súbditos. Ni tenía para ello medios bastantes, ni era fácil que el -pueblo español lastimado hasta en lo más hondo de su corazón, escuchase -una voz que a su entender era fingida y engañosa. Desgraciada por -lo menos fue y de mal sonido la primera que resonó en los templos, -y que se transmitió por medio de una circular fecha en 24 de enero. -Ordenábase en su contenido con promesa de la futura evacuación de los -franceses cantar en todos los pueblos un Te Deum en acción de gracias -por las victorias que había en la península alcanzado Napoleón, que -era como obligar a los españoles a celebrar sus propias desdichas. - -[Marginal: Comisarios regios.] - -Al mismo tiempo salieron para las provincias con el título de -comisarios regios sujetos de cuenta a restablecer el orden y -las autoridades, predicar la obediencia y representar en todo y -extraordinariamente la persona del monarca. Hubo de estos quienes -trataron de disminuir los males que agobiaban a los pueblos; hubo -otros que los acrecentaron desempeñando su encargo en provecho suyo -y con acrimonia y pasión. Su influjo no obstante era casi siempre -limitado, teniendo que someterse a la voluntad varia y antojadiza de -los generales franceses. - -Solo en Madrid se guardaba mayor obediencia al gobierno de José, y solo -con los recursos de la capital y sobre todo con los derechos cobrados -a la entrada de puertas podía aquel contar para subvenir a los gastos -públicos. Estos en verdad no eran grandes, ciñéndose a los del gobierno -supremo, pues ni corría de su cuenta el pago del ejército francés, ni -tenía aun tropa ni marina española que aumentasen los presupuestos del -estado. [Marginal: Tropa española.] Sin embargo fue uno de sus primeros -deseos formar regimientos españoles. La derrota de Uclés y las que la -siguieron, proporcionaron a las banderas de José algunos oficiales -y soldados. Pero los madrileños miraban a estos individuos con tal -ojeriza y desvío, tiznándolos con el apellido de jurados, que no pudo -al principio el gobierno intruso enregimentar ni un cuerpo completo de -españoles. Apenas se veía el soldado vestido y calzado y repuesto de -sus fatigas, pasaba del lado de los patriotas, y no parecía sino que -se había separado temporalmente de sus filas para recobrar fuerzas, -y empuñar armas que le volviesen la estimación perdida. Por eso ya -en enero dieron en Madrid un decreto riguroso contra los ganchos y -seductores de soldados y paisanos que de nada sirvió, empeñando este -género de medidas en actos arbitrarios y de cada vez más odiosos cuando -la opinión se muestra contraria y universal. - -[Marginal: Junta criminal.] - -Así fue que en 16 de febrero creó el gobierno de José una junta -criminal extraordinaria compuesta de cinco alcaldes de corte, la cual -entendiendo en las causas de asesinos y ladrones, debía también juzgar -a los patriotas. En el decreto [*] [Marginal: (* Ap. n. 8-2.)] de su -creación confundíanse estos bajo el nombre de revoltosos, sediciosos -y esparcidores de malas nuevas, y no solo se les imponía a todos la -misma pena, sino también a los que usasen de puñal o rejón. Espantosa -desigualdad, mayormente si se considera que la pena impuesta era la de -horca, la cual según la expresión del decreto _había de ser ejecutada -irremisiblemente y sin apelación_. Y como si tan destemplado rigor no -bastase, añadíase en su contexto que aquellos a quienes no se probase -del todo su delito, quedarían a disposición del ministro de policía -general para enviarlos a los tribunales ordinarios, y ser castigados -con penas extraordinarias, conforme a la calidad de los casos y de las -personas. Muchos perjuicios se siguieron de estas determinaciones: -varias fueron las víctimas, teniendo que llorar entre ellas a un -abogado respetable de nombre Escalera, cuyo delito se reducía a haber -recibido cartas de un hijo suyo que militaba del lado de los patriotas. -Su infausta suerte esparció en Madrid profunda consternación. Don Pablo -Arribas, hombre de algunas letras, despierto, pero duro e inflexible, y -que siendo ministro de policía promovía con ahinco semejantes causas, -fue tachado de cruel y en extremo aborrecido, como varios de los jueces -del tribunal criminal extraordinario: suerte que cabrá siempre a los -que no obren muy moderadamente en el castigo de los delitos políticos, -que por lo general solo se consideran tales en medio de la irritación -de los ánimos, soliendo luego absolverlos la fortuna. - -A las medidas de severidad del gobierno de José acompañaron o siguieron -algunas benéficas que sucesivamente iremos notando. Su establecimiento -sin embargo fue lento o nunca tuvo otro efecto que el de estamparse -en la colección de sus decretos. [Marginal: Comisarios de hacienda.] -Inútilmente se mandó en 24 de abril que no se impusieran contribuciones -extraordinarias en las provincias sometidas, nombrando comisarios de -hacienda que lo evitasen y diesen principio a arreglar debidamente -aquel ramo. El continuo paso y mudanza de tropas francesas, la -necesidad y la codicia y malversación de ciertos empleados impedían el -cumplimiento de bien ordenadas providencias, y achacábanse a veces al -gobierno intruso los daños y males que eran obra de las circunstancias. -Por lo demás nunca hubo, digámoslo así, un plan fijo de administración, -destruido casi en sus cimientos el antiguo, y no adoptado aún el que -había de emanar de la constitución de Bayona. - -[Marginal: Opinión acerca de José.] - -José por su parte entregado demasiadamente a los deleites, poco -respetado de los generales franceses, y desairado con frecuencia por su -hermano, no crecía en aprecio a los ojos de la mayoría española, que le -miraba como un rey de bálago, sujeto al capricho, a la veleidad y a los -intereses del gabinete de Francia. Con lo cual si bien las victorias -le granjeaban algunos amigos, ni su gobierno se fortalecía, ni la -confianza tomaba el conveniente arraigo. - -[Marginal: Junta central en Sevilla.] - -Menos afortunada que José en las armas, fuelo más la junta central en -el acatamiento y obediencia que le rindieron los pueblos. Sin que la -tuviesen grande afición, censurando a veces con justicia muchas de sus -resoluciones, la respetaban y cumplían sus órdenes como procedentes de -una autoridad que estimaban legítima. José Bonaparte no era dueño sino -de los pueblos en que dominaban las tropas francesas: la central éralo -de todos, aun de los ocupados por el enemigo, siempre que podían burlar -la vigilancia de los que apellidaban opresores. Tranquila en su asiento -de Sevilla apareció allí con más dignidad y brillo, dándole mayor -realce la declaración en favor de la causa peninsular que hicieron las -provincias de América y Asia. - -[Marginal: Declaración unánime en favor de la causa peninsular de las -provincias de América y Asia.] - -A imitación de las de Europa levantaron estas un grito universal de -indignación al saber los acontecimientos de Bayona y el alzamiento -de la península. Los habitantes de Cuba, Puerto Rico, Yucatán y el -poderoso reino de Nueva España pronunciáronse con no menor unión y -arrebatamiento que sus hermanos de Europa. En la ciudad de México, -después de recibir pliegos de los diputados de Asturias en Londres -y de la junta de Sevilla, celebrose en 9 de agosto de 1808 una -reunión general de las autoridades y principales vecinos, en la que -reconociendo a todas y a cada una de las juntas de España, se juró no -someterse a otro soberano más que a Fernando VII y a sus legítimos -sucesores de la estirpe real de Borbón, comprometiéndose a ayudar con -el mayor esfuerzo tan sagrada causa. En las islas se entusiasmaron a -punto de recobrar en noviembre de aquel año la parte española de Santo -Domingo cedida a Francia por el tratado de Basilea. Idénticos fueron -los sentimientos que mostraron sucesivamente Tierra Firme, Buenos -Aires, Chile, el Perú y Nueva Granada. Idénticos los de todas las otras -provincias de una y otra América española, cundiendo rápidamente hasta -las remotas islas Filipinas y Marianas. Y si los agravios de Madrid y -Bayona tocaron por su enormidad en inauditos, también es cierto que -nunca presentó la historia del mundo un compuesto de tantos millones de -hombres esparcidos por el orbe en distintos climas y lejanas regiones -que se pronunciasen tan unánimemente contra la iniquidad y violencia de -un usurpador extranjero. - -[Marginal: Auxilios que envían.] - -Ni se limitó la declaración a vanos clamores, ni su expresión a -estudiadas frases: acompañaron a uno y a otro cuantiosos donativos -que fueron de gran socorro en la deshecha tormenta de fines del -año de 8 y principios del 9. El laborioso catalán, el gallego, el -vizcaíno, los españoles todos que a costa de sudor y trabajo habían -allí acumulado honroso caudal, apresuráronse a prodigar socorros a su -patria ya que la lejanía no les permitía servirla con sus brazos. El -natural de América también siguió entonces el impulso que le dieron -sus padres,[*] [Marginal: (* Ap. n. 8-3.)] y no menos que doscientos -ochenta y cuatro millones de reales vinieron para el gobierno de la -central en el año de 1809. De ellos casi la mitad consistió en dones -gratuitos o anticipaciones, estando las arcas reales muy agotadas con -las negociaciones y derroche del tiempo de Carlos IV. - -[Marginal: Decreto de la central sobre América de 22 de enero. (* Ap. -n. 8-3 bis.)] - -Tan desinteresado y general pronunciamiento provocó en la central el -memorable decreto [*] de 22 de enero, por el cual declarándose que -no eran los vastos dominios españoles de Indias propiamente colonias -sino parte esencial e integrante de la monarquía, se convocaba para -representarlos a individuos que debían ser nombrados al efecto por sus -ayuntamientos. Cimentáronse sobre este decreto todos los que después -se promulgaron en la materia, y conforme a los cuales se igualaron en -un todo con los peninsulares los naturales de América y Asia. Tal fue -siempre la mente y aun la letra de la legislación española de Indias, -debiendo atribuirse el olvido en que a veces cayó a las mismas causas -que destruyeron y atropellaron en España sus propias y mejores leyes. -La lejanía, lo tarde que a algunas partes se comunicó el decreto e -impensados embarazos no permitieron que oportunamente acudiesen a -Sevilla los representantes de aquellos paises, reservándose novedad de -tamaña importancia para los gobiernos que sucedieron a la junta central. - -[Marginal: Nuevo reglamento para las juntas provinciales de España.] - -Otros cuidados de no menor interés ocuparon a esta al comenzar el -año de 1809. Fue uno de los primeros dar nueva planta a las juntas -provinciales de donde se derivaba su autoridad, formando un reglamento -con fecha de 1.º de enero según el cual se limitaban las facultades -que antes tenían, y se dejaba solo a su cargo lo respectivo a -contribuciones extraordinarias, donativos, alistamiento, requisiciones -de caballos y armamento. Reducíase a nueve el número de sus individuos, -se despojaba a estos de parte de sus honores, y se cambiaba la antigua -denominación de juntas supremas en la de _superiores provinciales de -observación y defensa_. También se encomendaba a su celo precaver las -asechanzas de personas sospechosas, y proveer a la seguridad y apoyo -de la central; encargo, por decirlo de paso, a la verdad extraño, -poner su defensa en manos de autoridades que se deprimían. Aunque -muchos aprobaron y en lo general se tuvo por justo circunscribir las -facultades de las juntas, causó gran desagrado el artículo 10 del nuevo -reglamento, según el cual se prohibía el libre uso de la imprenta, -no pareciendo sino que al extenderse no estaba aún yerto el puño de -Floridablanca. Alborotáronse varias juntas con la reforma, y la de -Sevilla se enojó sobremanera, y a punto que suscitó la cuestión de -renovar cada seis meses uno de sus individuos en la central, y aun -llegó a dar sucesor al conde de Tilly. Encendiéndose más y más las -contestaciones, suspendiose el nuevo reglamento, y nunca tuvo cumplido -efecto ni en todas las provincias ni en todas sus partes. Quizá -obró livianamente la central en querer arreglar tan pronto aquellas -corporaciones mayormente cuando los acontecimientos de la guerra -cortaban a veces la comunicación con el gobierno supremo; pero al mismo -tiempo fueron muy reprensibles las juntas que movidas de ambición -dieron lugar en aquellos apuros a altercados y desabrimientos. - -[Marginal: Tratado con Inglaterra de 9 de enero.] - -Señalose también la entrada del año de 1809 con estrechar de un -modo solemne las relaciones con Inglaterra. Hasta entonces las que -mediaban entre ambos gobiernos eran francas y cordiales, pero no -estaban apoyadas en pactos formales y obligatorios. Túvose pues por -conveniente darles mayor y verdadera firmeza, concluyendo en 9 de -enero en Londres un tratado de paz y alianza. Según su contenido se -comprometió Inglaterra a asistir a los españoles con todo su poder; y -a no reconocer otro rey de España e Indias sino a Fernando VII, a sus -herederos o al legítimo sucesor que la nación española reconociese; y -por su parte la junta central se obligó a no ceder a Francia porción -alguna de su territorio en Europa y demás regiones del mundo, no -pudiendo las partes contratantes concluir tampoco paz con aquella -nación sino de común acuerdo. Por un artículo adicional se convino en -dar mutuas y temporales franquicias al comercio de ambos estados, hasta -que las circunstancias permitiesen arreglar sobre la materia un tratado -definitivo. Quería entonces la central entablar uno de subsidios más -urgente que ningún otro; pero en vano lo intentó. - -[Marginal: Subsidios de Inglaterra.] - -Los que España había alcanzado de Inglaterra habían sido cuantiosos, -si bien nunca se elevaron, sobre todo en dinero, a lo que muchos han -creído. De las juntas provinciales solo las de Galicia, Asturias y -Sevilla recibieron cada una 20.000.000 de reales vellón, no habiendo -llegado a manos de las otras cantidad alguna, por lo menos notable. -Entregáronse a la central 1.600.000 rs. en dinero, y en barras -20.000.000 de la misma moneda. A sus continuas demandas respondía el -gobierno británico que le era imposible tener pesos fuertes si España -no abría al comercio inglés mercados en América, por cuyo medio y en -cambio de géneros y efectos de su fabricación le darían plata aquellos -naturales. Por fundada que fuera hasta cierto punto dicha contestación, -desagradaba al gobierno español, que con más o menos razón estaba -persuadido de que con la facilidad adquirida desde el principio de la -guerra de introducir en la península mercaderías inglesas, de donde -se difundían a América, volvía a Inglaterra el dinero anticipado a -los españoles, o invertido en el pago de sus propias tropas, siendo -contados los retornos de otra especie que podía suministrar España. - -Lo cierto es que la junta central con los cortos auxilios pecuniarios -de Inglaterra, y limitada en sus rentas a los productos de las -provincias meridionales, invirtiendo las otras los suyos en sus propios -gastos, difícilmente hubiera levantado numerosos ejércitos sin el -desprendimiento y patriotismo de los españoles, y sin los poderosos -socorros con que acudió América, principalmente cuando dentro del reino -era casi nulo el crédito, y poco conocidos los medios de adquirirle en -el extranjero. - -Levantáronse clamores contra la central respecto de la distribución -de fondos, y aun acusáronla de haber malversado algunos. Probable -es que en medio del trastorno general, y de resultas de batallas -perdidas y de dispersiones haya habido abusos y ocultaciones hechas por -manos subalternas, mas injustísimo fue atribuir tales excesos a los -individuos del gobierno supremo que nunca manejaron por sí caudales, -y cuya pureza estaba al abrigo en casi todos hasta de la sospecha. -A los ojos del vulgo siempre aparecen abultados los millones, y la -malevolencia se aprovecha de esta propensión a fin de ennegrecer la -conducta de los que gobiernan. En la ocasión actual eran los gastos -harto considerables para que no se consumiese con creces lo que entró -en el erario. - -[Marginal: Tribunal de seguridad pública.] - -A modo del tribunal criminal de José creó asimismo la central uno -de seguridad pública que entendiese en los delitos de infidencia, y -aunque no tan arbitrario como aquel en la aplicación y desigualdad -de las penas, reprobaron con razón su establecimiento los que no -quieren ver rotos bajo ningún pretexto los diques que las leyes y la -experiencia han puesto a las pasiones y a la precipitación de los -juicios humanos. Ya en Aranjuez se estableció dicho tribunal con -el nombre de extraordinario de vigilancia y protección; y aun se -nombraron ministros por la mayor parte del consejo que le compusieran; -mas hasta Sevilla y bajo otros jueces no se vio que ejerciese su -terrible ministerio. Afortunadamente rara vez se mostró severo e -implacable. Dirigió casi siempre sus tiros contra algunos de los -que estaban ausentes y abiertamente comprometidos, respondiendo en -parte a los fallos de la misma naturaleza que pronunciaba el tribunal -extraordinario de Madrid. Solo impuso la pena capital a un ex guardia -de corps que se había pasado al enemigo, y en abril de 1809 mandó -ajusticiar en secreto, exponiéndolos luego al público, a Luis Gutiérrez -y a un tal Echevarría, su secretario, mozo de entendimiento claro y -despejado. El Gutiérrez había sido fraile y redactor de una gaceta en -español que se publicaba en Bayona, y el cual con su compañero llevaba -comisión para disponer los ánimos de los habitantes de América en -favor de José. Encontráronles cartas del rey Fernando y del infante -Don Carlos que se tuvieron por falsas. Quizá no fue injusta la pena -impuesta, según la legislación vigente, pero el modo y sigilo empleado -merecieron con razón la desaprobación de los cuerdos e imparciales. - -[Marginal: Centrales enviados a las provincias.] - -Tampoco reportó provecho el enviar individuos de la central a -las provincias, de cuya comisión hablamos en el libro sexto. La -junta intitulándolos comisarios, los autorizó para presidir a las -provinciales y representarla con la plenitud de sus facultades. Los -más de ellos no hicieron sino arrimarse a la opinión que encontraron -establecida, o entorpecer la acción de las juntas, no saliendo por -lo general de su comisión ninguna providencia acertada ni vigorosa. -Verdad es que siendo, conforme queda apuntado, pocos entre los -individuos de la central los que se miraban como prácticos y entendidos -en materias de gobierno, quedáronse casi siempre los que lo eran en -Sevilla, yendo ordinariamente a las provincias los más inútiles y -limitados. [Marginal: Marqués de Villel en Cádiz.] Fue de este número -el marqués de Villel: enviado a Cádiz para atender a su fortificación, -y desarraigar añejos abusos en la administración de la aduana, provocó -por su indiscreción y desatentadas providencias un alboroto que a no -atajarse con oportunidad, hubiera dado ocasión a graves desazones. Como -este acontecimiento se rozó con otro que por entonces y en la misma -ciudad ocurrió con los ingleses, será bien que tratemos a un tiempo de -entrambos. - -[Marginal: Los ingleses quieren ocupar la plaza.] - -Luego que el gobierno británico supo las derrotas de los ejércitos -españoles, y temiendo que los franceses invadiesen las Andalucías, -pensó poner al abrigo de todo rebate la plaza de Cádiz, y enviar tropas -suyas que la guarneciesen. Para el recibimiento de estas y para proveer -en ello lo conveniente envió allí a Sir Jorge Smith con la advertencia, -según parece, de solo obrar por sí en el caso de que la junta central -fuese disuelta, o de que se cortasen las comunicaciones con el -interior. No habiendo sucedido lo que recelaba el ministerio inglés, y -al contrario estando ya en Sevilla el gobierno supremo, de repente y -sin otro aviso notició el Sir Jorge al gobernador de Cádiz como S. M. -B. le había autorizado para exigir que se admitiese dentro de la plaza -guarnición inglesa: escribiendo al mismo tiempo a Sir Juan Cradock -general de su nación en Lisboa, a fin de que sin tardanza enviase a -Cádiz parte de las tropas que tenía a sus órdenes. Advertida la junta -central de lo ocurrido, extrañó que no se la hubiera de antemano -consultado en asunto tan grave, y que el ministro inglés Mr. Frere no -le hubiese hecho acerca de ello la más leve insinuación. Resentida, -dióselo a entender con oportunas reflexiones, previniendo al marqués de -Villel su representante en Cádiz y al gobernador, que de ningún modo -permitiesen a los ingleses ocupar la plaza, guardando no obstante en la -ejecución de la orden el miramiento debido a tropas aliadas. - -[Marginal: Altercados que hubo en ello.] - -A poco tiempo y al principiar febrero llegaron a la bahía gaditana con -el general Mackenzie dos regimientos de los pedidos a Lisboa, y súpose -también entonces por el conducto regular cuáles eran los intentos -del gobierno inglés. Este confiado en que la expedición de Moore no -tendría el pronto y malhadado término que hemos visto, quería, conforme -manifestó, trasladar aquel ejército o bien a Lisboa, o bien al mediodía -de España; y para tener por esta parte un punto seguro de desembarco, -había resuelto enviar de antemano a Cádiz al general Sherbrooke con -4000 hombres que impidiesen una súbita acometida de los franceses. -Así se lo comunicó Mr. Frere a la junta central, y así en Londres Mr. -Canning al ministro de España Don Juan Ruiz de Apodaca, añadiendo -que S. M. B. deseaba que el gobierno español examinase si era o no -conveniente dicha resolución. - -Parecían contrarios a los anteriores procedimientos de Sir George Smith -los pasos que en la actualidad se daban, y disgustábale a la central -que después de haber desconocido su autoridad se pidiese ahora su -dictamen y consentimiento. No pensaba que Smith se hubiese excedido -de sus facultades según se le aseguró, y más bien presumió que se -achacaba al comisionado una culpa que solo era hija de resoluciones -precipitadas, sugeridas por el temor de que los franceses conquistasen -en breve a España. Siguiéronse varias contestaciones y conferencias -que se prolongaron bastantemente. [Marginal: (* Ap. n. 8-4.)] La junta -mantúvose firme y con decoro, y terminó el asunto por medio de una -juiciosa nota [*] pasada en 1.º de marzo, de cuyas resultas diose otro -destino a las tropas inglesas que iban a ocupar a Cádiz. - -[Marginal: Alboroto en Cádiz.] - -Al propio tiempo y cuando aún permanecían en su bahía los regimientos -que trajo el general Mackenzie, se suscitó dentro de aquella plaza el -alboroto arriba indicado, cuya coincidencia dio ocasión a que unos -le atribuyesen a manejos de agentes británicos, y otros a enredos y -maquinaciones de los parciales de los franceses; estos para impedir -el desembarco e introducir división y cizaña, aquellos para tener -un pretexto de meter en Cádiz las tropas que estaban en la bahía. -Así se inclina el hombre a buscar en origen oscuro y extraordinario -la causa de muchos acontecimientos. En el caso presente se descubre -fácilmente esta en el interés que tenían varios en conservar los -abusos que iba a desarraigar el marqués de Villel; en los desacordados -procedimientos del último y en la suma desconfianza que a la sazón -reinaba. [Marginal: Conducta extraña de Villel.] El marqués en vez de -contentarse con desempeñar sus importantes comisiones, se entrometió en -dar providencias de policía subalterna, o solo propias del recogimiento -de un claustro. Prohibía las diversiones, censuraba el vestir de las -mujeres, perseguía a las de conducta equívoca, o a las que tal le -parecían, dando pábulo con estas y otras medidas no menos inoportunas -a la indignación pública. En tal estado bastaba el menor incidente -para que de las hablillas y desabrimientos se pasase a una abierta -insurrección. - -Presentose con la entrada en Cádiz el 22 de febrero de un batallón de -extranjeros compuesto de desertores polacos y alemanes. Desagradaba -a los gaditanos que se metiesen en la plaza aquellos soldados, a su -entender poco seguros: con lo que los enemigos de la central y los de -Villel que eran muchos, soplando el fuego, tumultuaron la gente que -se encaminó a casa del marqués para leer un pliego sospechoso a los -ojos del vulgo, y el cual acababa de llegar al capitán del puerto. -Manifestose el contenido a los alborotados, y como se limitase este a -una orden para trasladar los prisioneros franceses de Cádiz a las islas -Baleares, aquietáronse por de pronto, [Marginal: Riesgo que corre su -persona.] más luego arreciando la conmoción fue llevado el marqués con -gran peligro de su persona a las casas consistoriales. Crecieron las -amenazas, y temerosos algunos vecinos respetables de que se repitiese -la sangrienta y deplorable escena de Solano, acudieron a libertar al -angustiado Villel acompañados del gobernador D. Félix Jones y de Fr. -Mariano de Sevilla, guardián de capuchinos, que ofreció custodiarle en -su convento. De entre los amotinados salieron voces de que los ingleses -aprobaban la sublevación, y teniéndolas por falsas rogó el gobernador -Jones al general Mackenzie que las desvaneciese, en cuyo deseo -condescendió el inglés. Con lo cual, y con fenecer el día se sosegó por -entonces el tumulto. - -A la mañana siguiente publicó el gobernador un bando que calmase los -ánimos; más enfureciéndose de nuevo el populacho quiso forzar la -entrada del castillo de santa Catalina, y matar al general Caraffa -que con otros estaba allí preso. Púdose afortunadamente contener -con palabras a la muchedumbre, entre la que hallándose ciertos -contrabandistas, [Marginal: Matan a Heredia.] revolvieron sobre la -Puerta del mar, cogieron a Don José Heredia, comandante del resguardo, -contra quien tenían particular encono, y le cosieron a puñaladas. -[Marginal: Sosiégase el alboroto.] La atrocidad del hecho, el cansancio -y los ruegos de muchos calmaron al fin el tumulto, prendiendo los -voluntarios de Cádiz a unos cuantos de los más desasosegados. - -[Marginal: Ejércitos.] - -Afligían a los buenos patricios tan tristes y funestas ocurrencias, sin -que por eso se dejase de continuar con la misma constancia en el santo -propósito de la libertad de la patria. La central ponía gran diligencia -en reforzar y dar nueva vida a los ejércitos que habiéndose acogido al -mediodía de España le servían de valladar. En febrero del apellidado -del centro y de la gente que el marqués del Palacio y después el conde -de Cartaojal habían reunido en la Carolina, formose solo uno, según -insinuamos, a las órdenes del último general. En Extremadura prosiguió -Don Gregorio de la Cuesta juntando dispersos y restableciendo el orden -y la disciplina para hacer sin tardanza frente al enemigo. De cada uno -de estos dos ejércitos y de sus operaciones hablaremos sucesivamente. - -[Marginal: El de la Mancha.] - -El que mandaba Cartaojal, ahora llamado de la Mancha, constaba de -16.000 infantes y más de 3000 caballos. Los que de ellos se reunieron -en la Carolina tuvieron más tiempo de arreglarse; y la caballería -numerosa y bien equipada, si no tenía la práctica y ejercicios -necesarios, por lo menos sobresalía en sus apariencias. Debían darse -la mano las operaciones de este ejército con las del general Cuesta -en Extremadura, y ya antes de ser separado del mando del ejército del -centro el duque del Infantado, se había convenido en febrero entre él -y el de Cartaojal hacer un movimiento hacia Toledo, que distrajese -parte de las fuerzas enemigas que intentaban cargar a Cuesta. Con este -propósito púsose a las órdenes del duque de Alburquerque, encargado del -mando de la vanguardia del ejército del centro después de la batalla de -Uclés, una división formada con soldados de aquel y con otros del de la -Carolina; constando en todo de 9000 infantes, 2000 caballos y 10 piezas -de artillería. - -[Marginal: Ataque de Mora.] - -Era el de Alburquerque mozo valiente, dispuesto para este género de -operaciones. Encaminose por Ciudad Real y el país quebrado y de bosque -espeso llamado la Gualdería, y se acercó a Mora que ocupaba con 500 -a 600 dragones franceses el general Dijon. Aunque por equivocación -de los guías y cierto desarreglo que casi siempre reinaba en nuestras -marchas, no había llegado aún toda la gente de Alburquerque, -particularmente la infantería, determinó este atacar a los enemigos el -18 de febrero: los cuales advertidos por el fuego de las guerrillas -españolas evacuaron la villa de Mora, y solo fueron alcanzados camino -de Toledo. Acometiéronlos con brío nuestros jinetes, señaladamente -los regimientos de España y Pavía, mandados por sus coroneles Gámez -y príncipe de Anglona, y acosándolos de cerca se cogieron unos 80 -hombres, equipajes y el coche del general Dijon. - -Avisados los franceses de las cercanías de tan impensado ataque, -comenzaron a reunir fuerzas considerables, de lo que temeroso -Alburquerque se replegó a Consuegra en donde permaneció hasta el 22. En -dicho día se descubrieron los franceses por la llanura que yace delante -de la villa, y desde las nueve de la mañana estuvo jugando de ambos -lados la artillería, hasta que a las tres de la misma tarde sabedor -Alburquerque de que 11.000 infantes y 3000 caballos venían sobre él, -creyó prudente replegarse por la Cañada del puerto de Gineta. No siguió -el enemigo, parándose en el bosque de Consuegra, y los españoles se -retiraron a Manzanares descansadamente. Infundió esta excursión, aunque -de poca importancia, seguridad en el soldado, y hubiera podido ser -comienzo de otras que le hiciesen olvidar las anteriores derrotas y -dispersiones. - -[Marginal: Alburquerque y Cartaojal.] - -Pero en vez de pensar los jefes en llevar a cabo tan noble resolución, -entregáronse a celos y rencillas. El de Alburquerque fundadamente -insistía en que se hiciesen correrías y expediciones para adiestrar -y foguear la tropa; mas, inquieto y revolvedor, sustentaba su opinión -de modo que, enojando a Cartaojal, mirábale este con celosa ojeriza. -En tanto los franceses habían vuelto a sus antiguas posiciones, y -fortaleciéndose en el ejército español y cundiendo el dictamen de -Alburquerque, aparentó el general en jefe adherir a él; determinando -que dicho duque fuese con 2000 jinetes la vuelta de Toledo, en donde -los enemigos tenían 4000 infantes y 1500 caballos. Dobladas fuerzas que -las que estos tenían había pedido aquel para la expedición, único medio -de no aventurar malamente tropas bisoñas como lo eran las nuestras. -Por lo mismo juzgó con razón el de Alburquerque que la condescendencia -del conde de Cartaojal no era sino imaginada traza para comprometer su -buena fama; con lo cual creciendo entre ambos la enemistad, acudieron -con sus quejas a la central, sacrificando así a deplorables pasiones la -causa pública. - -[Marginal: Pasa Alburquerque al ejército de Cuesta.] - -Se aprobó en Sevilla el plan del duque, pero debiendo aumentarse el -ejército de Cuesta con parte del de la Mancha, por haber engrosado el -suyo en Extremadura los franceses, aprovechose Cartaojal de aquella -ocurrencia para dar al de Alburquerque el encargo de capitanear las -divisiones de los generales Bassecourt y Echávarri, destinadas a -dicho objeto. Mas compuestas ambas de 3500 hombres y 200 caballos, -advirtieron todos que con color de poner al cuidado del duque una -comisión importante, no trataba Cartaojal sino de alejarle de su lado. -Censurose esta providencia no acomodada a las circunstancias: pues -si Alburquerque empleaba a veces reprensibles manejos y se mostraba -presuntuoso, desvanecíanse tales faltas con el espíritu guerrero y -deseo de buen renombre que le alentaban. - -El conde de Cartaojal había sentado su cuartel general en Ciudad Real; -extendíase la caballería hasta Manzanares ocupando a Daimiel, Torralba -y Carrión, y la infantería se alojaba a la izquierda y a espaldas de -Valdepeñas. Don Francisco Abadía, cuartel-maestre, y los jefes de las -divisiones trabajaron a porfía en ejercitar la tropa, pero faltaba -práctica en la guerra y mayor conocimiento de las grandes maniobras. - -[Marginal: Avanza Cartaojal y se retira.] - -Comenzó Cartaojal a moverse por su frente y avanzó el 24 de marzo -hasta Yébenes. Allí Don Juan Bernuy que mandaba la vanguardia, atacó -a un cuerpo de lanceros polacos, el cual queriendo retirarse por el -camino de Orgaz, tropezó con el vizconde de Zolina, que le deshizo -y cogió unos cuantos prisioneros. Mas entonces informado Cartaojal -de que los franceses venían por otro lado a su encuentro con fuerzas -considerables, en vano trató de recogerse a Consuegra, ocupada ya la -villa por los enemigos. Sorprendido de que le hubiesen atajado así el -paso volvió precipitadamente por Malagón a Ciudad Real, en donde entró -en 26 a los tres días de su salida, y después de haber inútilmente -cansado sus tropas. - -[Marginal: Acción de Ciudad Real.] - -Habían los franceses juntado a las órdenes del general Sebastiani, -sucesor en el mando del 4.º cuerpo del mariscal Lefebvre, 12.000 -hombres de infantería y caballería, de los cuales divididos en dos -trozos había tomado uno por el camino real de Andalucía, en tanto -que otro partiendo de Toledo seguía por la derecha para flanquear y -envolver a los españoles que confiadamente se adelantaban. No habiendo -alcanzado su objeto, acosaron a los nuestros y los acometieron el 27 -por todas partes. Desconcertado Cartaojal, sin tomar disposición alguna -dejó en la mayor confusión sus columnas, que rechazadas aquel día y -el siguiente en Ciudad Real, el Viso, Visillo y Santa Cruz de Mudela, -fueron al cabo desordenadas, apoderándose el enemigo de varias piezas -de artillería y muchos prisioneros. Las reliquias de nuestro ejército -se abrigaron de la sierra y prontamente empezaron a juntarse en -Despeñaperros y puntos inmediatos. Situose el cuartel general en Santa -Elena y los franceses se detuvieron en Santa Cruz de Mudela, aguardando -noticias del mariscal Victor, que al propio tiempo maniobraba en -Extremadura. - -[Marginal: Ejército de Extremadura.] - -Encargado el general Cuesta en diciembre del ejército que se había poco -antes dispersado en aquella provincia, trató con particular conato de -infundir saludable terror en la soldadesca desmandada y bravía desde el -asesinato del general San Juan, y de reprimir al populacho de Badajoz, -desbocado con las desgracias que allí ocurrieron al acabar el año. Y -cierto que si a su condición dura hubiera entonces unido Cuesta mayor -conocimiento de la milicia, y no tanto apresuramiento en batallar, con -gran provecho de la patria y realce suyo hubiera llevado a término -importantes empresas. A su solo nombre temblaba el soldado, y sus -órdenes eran cumplidas pronta y religiosamente. - -[Marginal: Avanza a Almaraz.] - -Rehecho y aumentado el corto ejército de su mando constaba ya a -mediados de enero de 12.000 hombres repartidos en dos divisiones y -una vanguardia. El 25 del mismo yendo de Badajoz sentó sus reales en -Trujillo, y retirándose los franceses hacia Almaraz, fueron desalojados -de aquellos alrededores, enseñoreándose el 29 del puente la vanguardia -capitaneada por Don Juan de Henestrosa. Trasladose después el general -Cuesta a Jaraicejo y Deleitosa, y dispuso cortar dicho puente como en -vano lo había intentado antes el general Galluzo. Competía aquella obra -con las principales de los romanos, fabricada por Pedro Uría a expensas -de la ciudad de Plasencia en el reinado de Carlos V. Tenía 580 pies de -largo, más de 25 de ancho y 134 de alto hasta los pretiles. Constaba -de dos ojos y el del lado del norte, cuya abertura excedía de 150 -pies, fue el que se cortó. No habiendo al principio surtido efecto los -hornillos, hubo que descarnarle a pico y barreno, e hízose con tan poca -precaución que al destrabar de los sillares, cayeron y se ahogaron 26 -trabajadores con el oficial de ingenieros que los dirigía. Lástima fue -la destrucción de tamaña grandeza, y en nuestro concepto arruinábanse -con sobrada celeridad obras importantes y de pública utilidad, sin que -después resultasen para las operaciones militares ventajas conocidas. - -[Marginal: Pasan los franceses el Tajo.] - -El general Cuesta continuó en Deleitosa hasta el mes de marzo, no -habiendo ocurrido en el intermedio sino un amago que hizo el enemigo -hacia Guadalupe, de donde luego se retiró repasando el Tajo. Mas en -dicho mes acercándose el mariscal Victor a Extremadura, se situó en el -pueblo de Almaraz para avivar la construcción de un puente de balsas -que supliese el destruido, no pudiendo la artillería transitar por -los caminos que salían a Extremadura, desde los puentes que aún se -conservaban intactos. Preparado lo necesario para llevar a efecto la -obra, juzgó antes oportuno el enemigo desalojar a los españoles de -la ribera opuesta en que ocupaban un sitio ventajoso, para cuyo fin -pasaron 13.000 hombres y 800 caballos por el puente del Arzobispo, -así denominado de su fundador el célebre Don Pedro Tenorio, prelado de -Toledo. Puestos ya en la margen izquierda, se dividieron al amanecer del -18 en dos trozos, de los cuales uno marchó sobre las Mesas de Ibor, y -otro a cortar la comunicación entre este punto y Fresnedoso. [Marginal: -Retíranse los nuestros.] Estaba entonces el ejército de Don Gregorio -de la Cuesta colocado del modo siguiente: 5000 hombres formando la -vanguardia, que mandaba Henestrosa, enfrente de Almaraz; la primera -división de menos fuerza, y a las órdenes del duque del Parque recién -llegado al ejército, en las Mesas de Ibor; la segunda de 2 a 3000 -hombres mandada por Don Francisco Trías, en Fresnedoso, y la tercera, -algo más fuerte, en Deleitosa con el cuartel general, por lo que se -ve que hubo desde enero aumento en su gente. El trozo de franceses -que tomó del lado de Mesas de Ibor acometió el mismo 18 al duque -del Parque, quien después de un reencuentro sostenido se replegó a -Deleitosa, adonde por la noche se le unió el general Trías. La víspera -se había desde allí trasladado Cuesta al puerto de Miravete, en cuyo -punto se reunió el ejército español, habiéndosele agregado Henestrosa -con la vanguardia al saber que los enemigos se acercaban al puente de -Almaraz por la orilla izquierda de Tajo. - -[Marginal: Ventajas conseguidas por los españoles.] - -Entraron los nuestros en Trujillo el 19, y prosiguieron a Santa Cruz -del Puerto: la vanguardia de Henestrosa, que protegía la retirada, -tuvo un choque con parte de la caballería enemiga y la rechazó, -persiguiéndola con señalada ventaja camino de Trujillo. Cuesta había -pensado aguardar a los franceses en el mencionado Santa Cruz; mas -detúvole el temor de que quizá viniesen con fuerza superior a la suya. -Continuó pues retirándose con la buena dicha de que cerca de Miajadas -los regimientos del Infante y de dragones de Almansa arremetiesen al -del número 10 de caballería ligera de la vanguardia francesa y le -acuchillasen, matando más de 150 de sus soldados. [Marginal: Únese -Alburquerque a Cuesta.] Entró Cuesta en Medellín el 22, y se alejó de -allí queriendo esquivar toda pelea hasta que se le uniese el duque de -Alburquerque, lo cual se verificó en la tarde del 27 en Villanueva de -la Serena, viniendo, según en su lugar dijimos, de la Mancha. - -[Marginal: Batalla de Medellín.] - -Juntas todas nuestras fuerzas revolvió el general Cuesta sobre Medellín -en la mañana del 28, resuelto a ofrecer batalla al enemigo. Está -situada aquella villa a la margen izquierda de Guadiana, y a la falda -occidental de un cerro en que tiene asiento su antiguo castillo muy -deteriorado, y cuyo pie baña el mencionado río. Merece particular -memoria haber sido Medellín cuna del gran Hernán Cortés, existiendo -todavía entonces, calle de la Feria, la casa en que nació; mas después -de la batalla de que vamos a hablar, fue destruida por los franceses, -no quedando ahora sino algunos restos de las paredes. Llégase a -Medellín viniendo de Trujillo por una larga puente, y por el otro lado -ábrese una espaciosa llanura despojada de árboles, y que yace entre la -madre del río, la villa de Don Benito, y el pueblo de Mingabril. Cuesta -trajo allí su gente en número de 20.000 infantes y 2000 caballos, -desplegándose en una línea de una legua de largo, a manera de media -luna, y sin dejar la menor reserva. Constaba la izquierda, colocada -del lado de Mingabril, de la vanguardia y primera división, regidas -por Don Juan de Henestrosa y el duque del Parque: el centro avanzado, -y enfrente de Don Benito le guarnecía la segunda división del mando de -Trías; y la derecha, arrimada al Guadiana, se componía de la tercera -división del cargo del marqués de Portago, y de la fuerza traída por -el duque de Alburquerque, formando un cuerpo que gobernaba el teniente -general Don Francisco de Eguía. Situose Don Gregorio de la Cuesta en la -izquierda, desde donde por ser el terreno algo más elevado descubría la -campaña: también colocó del mismo lado casi toda la caballería, siendo -el más amenazado por el enemigo. - -Eran las once de la mañana cuando los franceses, saliendo de Medellín, -empezaron a ordenarse a poca distancia de la villa, describiendo -un arco de círculo comprendido entre el Guadiana y una quebrada de -arbolado y viñedo que va de Medellín a Mingabril. Estaba en su ala -izquierda la división de caballería ligera del general Lasalle, en -el centro una división alemana de infantería, y a la derecha la -de dragones del general Latour-Maubourg, quedando de respeto las -divisiones de infantería de los generales Villatte y Ruffin. El total -de la fuerza ascendía a 18.000 infantes y cerca de 3000 caballos. -Mandaba en jefe el mariscal Victor. - -Dio principio a la pelea la división alemana, y cargando dos -regimientos de dragones repeliolos nuestra infantería que avanzaba -con intrepidez. Durante dos horas lidiaron los franceses, retirándose -lentamente y en silencio: nuestra izquierda progresaba, y el centro y -la derecha cerraban de cerca al enemigo, cuya ala siniestra cejó hasta -un recodo que forma el Guadiana al acercarse a Medellín. Las tropas -ligeras de los españoles, esparcidas por el llano, amedrentaban por su -número y arrojo a los tiradores del enemigo; y como si ya estuviesen -seguras de la victoria, anunciaban con grande algazara que los campos -de Medellín serían el sepulcro de los franceses. Por todas partes -ganaba terreno el grueso de nuestra línea, y ya la izquierda iba a -posesionarse de una batería enemiga a la sazón que los regimientos de -caballería de Almansa y el Infante, y dos escuadrones de cazadores -imperiales de Toledo, en vez de cargar a los contrarios volvieron -grupa, y atropellándose unos a otros huyeron al galope vergonzosamente. -En vano Don José de Zayas, oficial de gran valor y pericia, y que en -realidad mandaba la vanguardia, en vano les gritaba acompañado de -sus infantes firmes y serenos, «¿qué es esto? Alto la caballería. -Volvamos a ellos que son nuestros...» Nada escuchaban, el pavor había -embargado sus sentidos. Don Gregorio de la Cuesta al advertir tamaño -baldón partió aceleradamente para contener el desorden; mas atropellado -y derribado de su caballo estuvo próximo a caer en manos de los -jinetes enemigos, que pasando adelante en su carga afortunadamente -no le percibieron. Aunque herido en el pie, maltratado y rendido con -sus años, pudo Cuesta volver a montar a caballo, y libertarse de ser -prisionero. - -Abandonada nuestra infantería de la izquierda por la caballería, fue -desunida y rota, y cayendo sobre nuestro centro y derecha, que al -mismo tiempo eran atacados por su frente, desapareció la formación -de nuestra dilatada y endeble línea como hilera de naipes. El duque -de Alburquerque fue el solo que pudo por algún tiempo conservar el -orden, para tomar una loma plantada de viña que había a espaldas del -llano; pero estrechada su gente por los dispersos, y aterrada con los -gritos de los acuchillados, desarreglose simultáneamente, corriendo a -guarecerse de los viñedos. Desde entonces todo el ejército no presentó -ya otra forma sino la de una muchedumbre desbandada, huyendo a toda -priesa de la caballería enemiga, que hizo gran mortandad en nuestros -pobres infantes. Durante mucho tiempo los huesos de los que allí -perecieron se percibían y blanqueaban, contrastando su color macilento -en tan hermoso llano con el verde y matizadas flores de la primavera. -Fue nuestra pérdida entre muertos, heridos y prisioneros de 10.000 -hombres; la de los franceses, aunque bastante inferior, no dejó de ser -considerable. - -Así terminó y tan desgraciadamente la batalla de Medellín. Gloriosa -para la infantería no lo fue para algunos cuerpos de caballería, que -castigó severamente Don Gregorio de la Cuesta suspendiendo a tres -coroneles, y quitando a los soldados una pistola hasta que recobrasen -en otra acción el honor perdido. Pero por reprensible que en efecto -fuese la conducta de estos, en nada descargaba a Cuesta del temerario -arrojo de empeñar una batalla campal con tropas bisoñas y no bien -disciplinadas, en una posición como la que escogió y en el orden -en que lo hizo, sin dejar a sus espaldas cuerpo alguno de reserva. -Claro era que rota una vez la línea quedaba su ejército deshecho, no -teniendo en que sostenerse ni punto adonde abrigarse, al paso que los -franceses, aun perdida por ellos la batalla, podían cubrirse detrás -de unas huertas cerradas con tapia que había a la salida de Medellín, -y escudarse luego con el mismo pueblo desamparado de los vecinos, -apoyándose en el cerro del castillo. [Marginal: Sus resultas.] Don -Gregorio de la Cuesta con los restos de su ejército se retiró a -Monasterio, límite de Extremadura y Andalucía, y en cuyo fuerte sitio -debiera haber aguardado a los franceses si hubiera procedido como -general entendido y prudente. - -[Marginal: Determinaciones de la central.] - -La junta central al saber la rota de Medellín no sintió descaído -su ánimo, a pesar del peligro que de cerca la amagaba. Elevó a la -dignidad de capitán general a Don Gregorio de la Cuesta, al paso que -temía su antiguo resentimiento en caso de que hubiese triunfado, y -repartió mercedes a los que se habían conducido honrosamente, no menos -que a los huérfanos y viudas de los muertos en la batalla. Púsose -también el ejército de la Mancha a las órdenes de Cuesta, [Marginal: -Venegas sucede a Cartaojal.] aunque se nombró para mandarle de cerca -a Don Francisco Venegas, restablecido de una larga enfermedad, y fue -llamado el conde de Cartaojal, cuya conducta apareció muy digna de -censura por lo ocurrido en Ciudad Real, pues allí no hubo sino desorden -y confusión, y por lo menos en Medellín se había peleado. - -[Marginal: Reflexiones.] - -Ahora haciendo corta pausa séanos lícito examinar la opinión de -ciertos escritores, que al ver tantas derrotas y dispersiones han -querido privar a los españoles de la gloria adquirida en la guerra de -la independencia. Pocos son en verdad los que tal han intentado, y en -alguno muéstrase a las claras la mala fe, alterando o desfigurando los -hechos más conocidos. En los que no han obrado impelidos de mezquinas -y reprehensibles pasiones, descúbrese luego el origen de su error en -aquel empeño de querer juzgar la defensa de España como el común de -las guerras, y no según deben juzgarse las patrióticas y nacionales. -En las unas gradúase su mérito conforme a reglas militares; en las -otras ateniéndose a la constancia y duración de la resistencia. -«Median imperios [decía Napoleón en Leipzig] entre ganar o perder una -batalla.» Y decíalo con razón en la situación en que se hallaba; pero -no así a haber sostenido la Francia su causa, como lo hizo con la de -la libertad al principio de la revolución. La Holanda, los Estados -Unidos, todas las naciones en fin que se han visto en el caso de -España, comenzaron por padecer descalabros y completas derrotas, hasta -que la continuación de la guerra convirtió en soldados a los que no -eran sino meros ciudadanos. Con mayor fundamento debía acaecer lo mismo -entre nosotros. La Francia era una nación vecina, rica y poderosa, de -donde sin apuro podían a cada paso llegar refuerzos. Sus ejércitos en -gran parte no eran puramente mercenarios: producto de su revolución -conservaban cierto apego al nombre de patria, y quince años de guerra -y de esclarecidos triunfos les habían dado la pericia y confianza de -invencibles conquistadores. Austriacos, prusianos, rusos, ingleses, -preparados de antemano con cuantiosos medios, con tropas antiguas y -bien disciplinadas, les habían cedido el campo en repetidas lides. -¿Qué extraño pues sucediese otro tanto a los españoles en batallas -campales, en que el saber y maña en evoluciones y maniobras valían más -que los ímpetus briosos del patriotismo? Al empezar la insurrección -en mayo ya vimos cuán desapercibida estaba España para la guerra con -40.000 soldados escasos, inexpertos y mal acondicionados; dueños los -franceses de muchas plazas fuertes, y teniendo 100.000 hombres en el -corazón del reino. Y sin embargo, ¿qué no se hizo? En los primeros -meses victoriosos los españoles en casi todas partes, estrecharon a -sus contrarios contra el Pirineo. Cuando después reforzados estos -inundaron con sus huestes los campos peninsulares, y oprimieron con -su superioridad y destreza a nuestros ejércitos, la nación ni se -desalentó, ni se sometieron los pueblos fácil ni voluntariamente. Y en -enero embarcados los ingleses, solos los españoles, teniendo contra sí -más de 200.000 enemigos, mirada ya en Europa como perdida su justísima -causa, no solo se desdeñó todo acomodamiento, sino que peleándose por -doquiera transitaban franceses, aparecieron de nuevo ejércitos que -osaron aventurar batallas, desgraciadas es cierto, pero que mostraban -los redoblados esfuerzos que se hacían, y lo porfiadamente que había de -sustentarse la lucha empeñada. Cometiéronse graves faltas, descubriose -a las claras la impericia de varios generales, lo bisoño de nuestros -soldados, el abandono y atraso en que el anterior gobierno había tenido -el ramo militar como los demás; pero brilló con luz muy pura el elevado -carácter de la nación, la sobriedad y valor de sus habitadores, su -desprendimiento, su conformidad e inalterable constancia en los reveses -y trabajos, virtudes raras, exquisitas, más difíciles de adquirir que -la táctica y disciplina de tropas mercenarias. Abulte en buen hora la -envidia, el despecho, la ignorancia, los errores en que incurrimos: -su voz nunca ahogará la de la verdad, ni podrá desmentir lo que han -estampado en sus obras, y casi siempre con admirable imparcialidad, -muchos de los que entonces eran enemigos nuestros, y señaladamente los -dignos escritores Foy, Suchet y Saint-Cyr, que mandando a los suyos -pudieron mejor que otros apreciar la resistencia y el mérito de los -españoles. - -[Marginal: Comisión de Sotelo.] - -Volvamos ya a nuestro propósito. Ocurridas las jornadas de Ciudad Real -y Medellín, pensó el gobierno de José ser aquella buena sazón para -tantear al de Sevilla, y entrar en algún acomodamiento. Salió de Madrid -con la comisión Don Joaquín María Sotelo, magistrado que gozaba antes -del concepto de hombre ilustrado, y que deteniéndose en Mérida dirigió -desde allí al presidente de la junta central, por medio del general -Cuesta, un pliego con fecha de 12 de abril, en el que anunciando estar -autorizado por José para tratar con la junta el modo de remediar -los males que ya habían experimentado las provincias ocupadas, y el -de evitar los de aquellas que todavía no lo estaban, invitaba a que -se nombrase al efecto por la misma junta una o más personas que se -abocasen con él. La Central sin contestar en derechura a Sotelo, -mandó a Don Gregorio de la Cuesta que le comunicase el acuerdo que -de resultas había formado, justo y enérgico, concebido en estos -términos. [Marginal: Respuesta de la central.] «Si Sotelo trae poderes -bastantes para tratar de la restitución de nuestro amado Rey, y de que -las tropas francesas evacuen al instante todo el territorio español, -hágalos públicos en la forma reconocida por todas las naciones, y se -le oirá con anuencia de nuestros aliados. De no ser así la junta no -puede faltar a la calidad de los poderes de que está revestida, ni a -la voluntad nacional, que es de no escuchar pacto, ni admitir tregua, -ni ajustar transacción que no sea establecida sobre aquellas bases de -eterna necesidad y justicia. Cualquier otra especie de negociación, -sin salvar al estado, envilecería a la junta, la cual se ha obligado -solemnemente a sepultarse primero entre las ruinas de la monarquía, que -a oír proposición alguna en mengua del honor e independencia del nombre -español.» Insistió Sotelo respondiendo con una carta bastantemente -moderada; mas la junta se limitó a mandar a Cuesta repitiese el -mencionado acuerdo, «advirtiendo a Sotelo que aquella sería la última -contestación que recibiría mientras los franceses no se allanasen, -lisa y llanamente a lo que había manifestado la junta.» No pasó por -consiguiente más adelante esta negociación emprendida quizá con sano -intento; pero que entonces se interpretó mal, y dañó al anterior buen -nombre del comisionado. - -[Marginal: Cartas de Sebastiani a Jovellanos y otros. (* Ap. n. 8-6.)] - -También por la parte de la Mancha se hicieron al mismo tiempo -iguales tentativas, escribiendo el general francés Sebastiani, que -allí mandaba,[*] a Don Gaspar Melchor de Jovellanos individuo de la -central, a Don Francisco de Saavedra ministro de hacienda, y al general -del ejército de la Carolina Don Francisco Venegas. Es curiosa esta -correspondencia, por colegirse de ella el modo diverso que tenían -entonces de juzgar las cosas de España los franceses y los nacionales. -Como sería prolijo insertarla íntegra, hemos preferido no copiar sino -la carta del general Sebastiani a Jovellanos, y la contestación de -este. [Marginal: Carta de Sebastiani al Señor Jovellanos.] «Señor, la -reputación de que gozáis en Europa, vuestras ideas liberales, vuestro -amor por la patria, el deseo que manifestáis de verla feliz, deben -haceros abandonar un partido que solo combate por la inquisición, por -mantener las preocupaciones, por el interés de algunos grandes de -España, y por los de la Inglaterra. Prolongar esta lucha es querer -aumentar las desgracias de la España. Un hombre cual vos sois, -conocido por su carácter y sus talentos, debe conocer que la España -puede esperar el resultado más feliz de la sumisión a un rey justo -e ilustrado, cuyo genio y generosidad deben atraerle a todos los -españoles que desean la tranquilidad y prosperidad de su patria. La -libertad constitucional bajo un gobierno monárquico, el libre ejercicio -de vuestra religión, la destrucción de los obstáculos que varios siglos -ha se oponen a la regeneración de esta bella nación, serán el resultado -feliz de la constitución que os ha dado el genio vasto y sublime del -emperador. Despedazados con facciones, abandonados por los ingleses -que jamás tuvieron otros proyectos que el de debilitaros, el robaros -vuestras flotas y destruir vuestro comercio, haciendo de Cádiz un nuevo -Gibraltar, no podéis ser sordos a la voz de la patria que os pide la -paz y la tranquilidad. Trabajad en ella de acuerdo con nosotros, y que -la energía de España solo se emplee desde hoy en cimentar su verdadera -felicidad. Os presento una gloriosa carrera; no dudo que acojáis con -gusto la ocasión de ser útil al rey José y a vuestros conciudadanos. -Conocéis la fuerza y el número de nuestros ejércitos, sabéis que el -partido en que os halláis no ha obtenido la menor vislumbre de suceso: -hubiérais llorado un día si las victorias le hubieran coronado, pero el -Todopoderoso en su infinita bondad os ha libertado de esta desgracia. - -Estoy pronto a entablar comunicación con vos y daros pruebas de mi -alta consideración. — Horacio Sebastiani.» - -[Marginal: Contestación del Señor Jovellanos.] - -«Señor general: Yo no sigo un partido, sigo la santa y justa causa que -sigue mi patria, que unánimemente adoptamos los que recibimos de su -mano el augusto encargo de defenderla y regirla, y que todos habemos -jurado seguir y sostener a costa de nuestras vidas. No lidiamos, como -pretendéis, por la inquisición ni por soñadas preocupaciones, ni por el -interés de los grandes de España: lidiamos por los preciosos derechos -de nuestro rey, nuestra religión, nuestra constitución y nuestra -independencia. Ni creáis que el deseo de conservarlos esté distante del -de destruir los obstáculos que puedan oponerse a este fin; antes por -el contrario y para usar de vuestra frase, el deseo y el propósito de -regenerar la España y levantarla al grado de esplendor que ha tenido -algún día, es mirado por nosotros como una de nuestras principales -obligaciones. Acaso no pasará mucho tiempo sin que la Francia y la -Europa entera reconozcan que la misma nación que sabe sostener con -tanto valor y constancia la causa de su rey y de su libertad contra -una agresión tanto más injusta cuanto menos debía esperarla de los que -se decían sus primeros amigos, tiene también bastante celo, firmeza y -sabiduría para corregir los abusos que la condujeron insensiblemente -a la horrorosa suerte que le preparaban. No hay alma sensible que no -llore los atroces males que esta agresión ha derramado sobre unos -pueblos inocentes a quienes después de pretender denigrarlos con el -infame título de rebeldes, se niega aun aquella humanidad, que el -derecho de la guerra exige y encuentra en los más bárbaros enemigos. -Pero ¿a quién serán imputados estos males? ¿A los que los causan -violando todos los principios de la naturaleza y la justicia, o a -los que lidian generosamente para defenderse de ellos y alejarlos de -una vez y para siempre de esta grande y noble nación? Porque, señor -general, no os dejéis alucinar: estos sentimientos que tengo el honor -de expresaros son los de la nación entera, sin que haya en ella un -solo hombre bueno aun entre los que vuestras armas oprimen, que no -sienta en su pecho la noble llama que arde en el de sus defensores. -Hablar de nuestros aliados fuera impertinente, si vuestra carta no me -obligase a decir en honor suyo que los propósitos que les atribuís -son tan injuriosos como ajenos de la generosidad con que la nación -inglesa ofreció su amistad y sus auxilios a nuestras provincias, cuando -desarmadas y empobrecidas los imploraron desde los primeros pasos de la -opresión con que la amenazaban sus amigos. - -En fin, señor general, yo estaré muy dispuesto a respetar los humanos y -filosóficos principios, que según nos decís profesa vuestro rey José, -cuando vea que ausentándose de nuestro territorio reconozca que una -nación, cuya desolación se hace actualmente a su nombre por vuestros -soldados, no es el teatro más propio para desplegarlos. Este sería -ciertamente un triunfo digno de su filosofía, y vos, señor general, -si estáis penetrado de los sentimientos que ella inspira, deberéis -gloriaros también de concurrir a este triunfo para que os toque alguna -parte de nuestra admiración y nuestro reconocimiento. Solo en este -caso me permitirán mi honor y mis sentimientos entrar con vos en la -comunicación que me proponéis, si la suprema junta central lo aprobare. -Entre tanto recibid, señor general, la expresión de mi sincera -gratitud por el honor con que personalmente me tratáis, seguro de la -consideración que os profeso. Sevilla 24 de abril de 1809. — Gaspar de -Jovellanos. — Excmo. señor general Horacio Sebastiani.» - -Esta respuesta, digna de la pluma y del patriotismo de su autor, fue -muy aplaudida en todo el reino así por su noble y elevado estilo, como -por retratarse en su contenido los verdaderos sentimientos que animaban -a la gran mayoría de la nación. - -[Marginal: Guerra de Austria.] - -Semejantes tentativas de conciliación, prescindiendo de lo -impracticables que eran, parecieron entonces, a pesar de tantas -desgracias, más fuera de sazón por la guerra que empezaba en Alemania. -Temores de ella que no tardaron en realizarse, habían, según se -dijo, estimulado a Napoleón a salir precipitadamente de España. No -olvidando nunca el Austria las desventajosas paces a que se había -visto forzada desde la revolución francesa, y sobre todo la última de -Presburgo, estaba siempre en acecho para no desperdiciar ocasión de -volver por su honra y de recobrar lo perdido. Pareciole muy oportuna -la de la insurrección española que produjo en toda Europa impresión -vivísima, y siguió aquel gobierno cuidadosamente el hilo de tan grave -acontecimiento. Demasiadamente abatida el Austria desde la última -guerra, no podía por de pronto mostrar a las claras su propósito -antes de prepararse y estar segura de que continuaba la resistencia -peninsular. En Erfurt mantúvose amiga de Francia, mas con cierta -reserva, y solo difirió bajo especiosos pretextos el reconocimiento de -José. Napoleón, aunque receloso, confiando en que si apagaba pronto la -insurrección de España nadie se atrevería a levantar el grito; sacó -para ello conforme insinuamos, gran golpe de gente de Alemania, y dio -de este modo nuevo aliento al Austria que disimuladamente aceleró -los preparativos de guerra. En los primeros meses del año 1809 dicha -potencia comenzó a quitarse el embozo publicando una especie de -manifiesto en que declaraba quería ponerse al abrigo de cualquier -empresa contra su independencia, y al fin arrojole del todo en 9 de -abril en que el archiduque Carlos mandando su grande y principal -ejército, abrió la campaña por medio de un aviso y atravesó el Inn, río -que separa la Baviera de los estados austriacos. Lo poco prevenido que -cogía a Napoleón esta guerra, las formidables fuerzas que de súbito -desplegó el Austria, las muchas que Francia tenía en España, y lo -desabrida que se mostraba la voz pública en el mismo imperio francés, -daba a todos fundamento para creer que la primera alcanzaría victorias, -de cuyas resultas tal vez se cambiaría la faz política de Europa. Para -contribuir a ello y no desaprovechar la oportunidad envió la junta -central a Viena como plenipotenciario suyo a Don Eusebio de Bardají y -Azara, y aquella corte autorizó a Mr. Gennotte en calidad de encargado -de negocios cerca del gobierno de Sevilla. Veremos luego cuán poco -correspondió el éxito a esperanzas tan bien concebidas. - -[Marginal: Cataluña] - -Ahora, después de haber referido lo que ocurrió durante estos meses -en las provincias meridionales de España, será bien que hablemos de -Cataluña y de las demás partes del reino. En aquella los ánimos habían -andado perturbados después de las acciones perdidas, y de las voces y -amenazas que venían de Aragón y varios puntos. Sin embargo en Tarragona -no habrá olvidado el lector como la turbación no pasó de ciertos -límites, luego que Vives dejó el mando y recayó este en Reding, mas -en Lérida manchose con sangre. [Marginal: Alboroto de Lérida.] Fue el -caso que en 1.º de enero habiendo introducido en la plaza de día y sin -precaución varios prisioneros franceses, alborotándose a su vista el -vecindario y vociferando palabras de muerte, forzó el castillo a donde -aquellos habían sido conducidos. Estaban también dentro encerrados el -oidor de la audiencia de Barcelona Don Manuel Fortuny y su esposa, -con otros cuatro o cinco individuos tachados con razón o sin ella de -infidencia. Ciega la muchedumbre penetró en lo interior y mató a estos -desgraciados y a varios de los prisioneros franceses. Duró tres días -la sublevación, hasta que llegaron 300 soldados que envió el general -Reding, con cuyo refuerzo y las prudentes exhortaciones del gobernador -Don José Casimiro Lavalle, del obispo y otras personas, se sosegó -el bullicio. Los principales sediciosos recibieron después justo y -severo castigo: siendo muy de sentir que las autoridades andando más -precavidas no hubiesen evitado de antemano tan lamentable suceso. - -[Marginal: Reding en Tarragona.] - -Por su parte Don Teodoro Reding con nuevos cuerpos que llegaron de -Granada y Mallorca y con reclutas había ido completando su ejército -desde diciembre basta febrero, en cuyo espacio de tiempo había -permanecido tranquilo el de los franceses sin empeñarse en grandes -empresas: teniendo para proveerse de víveres que hacer excursiones -en que perdió hombres y consumió 2.000.000 de cartuchos. El plan que -en Tarragona siguió al principio el general Reding fue prudente, -escarmentado con lo sucedido en Llinas y Molins de Rey. [Marginal: Plan -prudente de Martí.] Era obra de Don José Joaquín Martí, y consistía en -no trabar acciones campales, en molestar al enemigo al abrigo de las -plazas y puntos fragosos, en mejorar así sucesivamente la instrucción -y disciplina del ejército, y en convertir la principal defensa en una -guerra de montaña, según convenía a la índole de los naturales y al -terreno en que se lidiaba. Todos concurrían con entusiasmo a alcanzar -el objeto propuesto, y la junta corregimental de Tarragona mostró -acendrado patriotismo en facilitar caudales, en acuñar la plata de las -iglesias y de los particulares, y en proporcionar víveres y prendas -de vestuario. Quísose sujetar a regla a los miqueletes, pero encontró -la medida grande obstáculo en las costumbres y antiguos usos de los -catalanes. - -En sus demás partes, por juicioso que fuese el plan adoptado, no se -persistió largo tiempo en llevarle adelante. Contribuyó a alterarle el -marqués de Lazán que habiendo sido llamado de Gerona con la división -de 6 a 7000 hombres que mandaba, llegó a la línea española en sazón de -estar apurada Zaragoza. Interesado particularmente en su conservación, -propuso el marqués y se aprobó que pasaría la sierra de Alcubierre con -la fuerza de su mando, y que prestaría, si le era dado, algún auxilio a -aquella ciudad. Llenos entonces los españoles de admiración y respeto -por la defensa que allí se hacía, [Marginal: Varíase.] murmuraban de -que mayores fuerzas no volasen al socorro, pareciéndoles cosa fácil -desembarazarse en una batalla del ejército del general Saint-Cyr. Había -crecido el aliento de resultas de algunas cortas ventajas obtenidas -en reencuentros parciales, y sobre todo porque retirándose el enemigo -y reconcentrándose más y más, atribuyose a recelo lo que no era sino -precaución. Aveníase bien con el osado espíritu de Reding la voz -popular, y cundiendo esta con rapidez, resolvió aquel caudillo dar un -ataque general; sobreponiéndose a las justas reflexiones de algunos -jefes cuerdos y experimentados. Movíanle igualmente las esperanzas que -le daban secretas relaciones de que Barcelona se levantaría al tiempo -que su ejército se aproximase. - -[Marginal: Situación del ejército español.] - -Se hallaba este en Tarragona esparcido en una enorme línea de 16 -leguas, que partiendo de aquella ciudad se extendía hasta Olesa por el -Coll de Santa Cristina, la Llacuna, Igualada y el Bruch. Las tropas de -dicha línea que estaban fuera de Tarragona pasaban de 15.000 hombres, -y las mandaba Don Juan Bautista de Castro. Las que había dentro de -la plaza a las órdenes inmediatas del general en jefe Don Teodoro -Reding ascendían a unos 10.000 hombres. Según el plan de ataque que -se concertó, debía el general Castro avanzar e interponerse entre el -enemigo y Barcelona, al paso que el general Reding aparecería con 8000 -hombres en el Coll de Santa Cristina, descolgándose también de las -montañas y por todos lados los somatenes. - -[Marginal: Le atacan los franceses.] - -Los franceses en número de 18.000 hombres se alojaban en el Panadés, y -su general en jefe había dejado maniobrar con toda libertad al de los -españoles, confiado en que fácilmente rompería la inmensa línea dentro -de la cual se presumía envolverle. Por fin el 16 de febrero cuando -vio que iba a ser atacado, se anticipó tomando la ofensiva. Para ello -después de haber dejado en el Vendrell la división del general Souham, -salió de Villafranca con la de Pino, debiéndosele juntar las de los -generales Chavot y Chabran cerca de Capelladas, y componiendo las tres -11.000 hombres. Antes de que se uniesen se habían encontrado las tropas -del general Chavot con los españoles, cuyas guerrillas al mando de Don -Sebastián Ramírez habían rechazado las del enemigo y cogido más de 100 -prisioneros, entre los que se contó al coronel Carrascosa. Sacó de -apuro a los suyos la llegada del general Saint-Cyr, quien repelió a los -nuestros, y maniobrando después con su acostumbrada destreza, atravesó -la línea española en la dirección de la Llacuna, y con un movimiento -por el costado se apareció súbitamente a la vista de Igualada, y -sorprendió al general Castro, que se imaginaba que solo sería atacado -por el frente. [Marginal: Entran en Igualada.] Vuelto de su error -apresuradamente se retiró a Montmeneu y Cervera, a cuyos parajes ciaron -también en bastante desorden las tropas más avanzadas. Los enemigos -se apoderaron en Igualada de muchos acopios de que tenían premiosa -necesidad, y recobraron los prisioneros que habían perdido la víspera -en Capelladas. - -[Marginal: Movimientos de Saint-Cyr y Reding.] - -Habiendo cortado de este modo el general Saint-Cyr la línea española, -trató de revolver sobre su izquierda para destruir las tropas que -guarecían los puntos de aquel lado, y unirse al general Souham. Dejó -en Igualada a los generales Chabot y Chabran, y partió el 18 la vuelta -de San Magín, de donde desalojó al brigadier Don Miguel Iranzo, -obligándole a recogerse al monasterio de Santas Cruces, cuyas puertas -en vano intentó el general francés que se le abriesen ni por fuerza ni -por capitulación. - -Noticioso en tanto Don Teodoro Reding de lo acaecido con Castro, salió -de Tarragona acompañado de una brigada de artillería, 300 caballos y -un batallón de suizos, con objeto de unir los dispersos y libertar al -brigadier Iranzo. Consiguió que este y una parte considerable de la -demás tropa se le agregasen en el Pla, Sarreal y Santa Coloma. Pero -Saint-Cyr temeroso de ser atacado por fuerzas superiores, estando solo -con la división de Pino, procuró unirse a la de Souham, y colocarse -entre Tarragona y D. Teodoro Reding. Advertido este del movimiento -del enemigo, decidió retroceder a aquella plaza, dejando a cargo de -Don Luis Wimpffen unos 5000 hombres que cubriesen el corregimiento de -Manresa, y observasen a los franceses que habían quedado en Igualada. -Se mandó asimismo a Wimpffen proteger al somatén del Vallés y a los -inmediatos destinados a ayudar la proyectada conspiración de Barcelona. -Moviose después Reding hacia Montblanch llevando 10.000 hombres, y -el 24 congregó a junta para resolver definitivamente si retrocedería -a Tarragona, o si iría al encuentro de los franceses: tanto pesaba -a su atrevido ánimo volver la espalda sin combatir. En el consejo -opinaron muchos por enriscarse del lado de Prades y enderezar la marcha -a Constantí enviando la artillería a Lérida: otros, y fue lo que se -decidió, pensaron ser más honroso caminar con la artillería y los -bagajes por la carretera que pasando entre el Coll de Riba y orillas -del Francolí va a Tarragona, mas con la advertencia de no buscar al -enemigo, ni de esquivar tampoco su encuentro si provocase a la pelea. -Emprendiose la marcha y el 25 al rayar el alba, después de cruzar el -puente de Goy, tropezaron los nuestros con la gran guardia de los -franceses, la cual haciendo dos descargas se recogió al cuerpo de su -división, que era la del general Souham situada en las alturas de Valls. - -[Marginal: Batalla de Valls.] - -Don Teodoro Reding en vez de proseguir su marcha a Tarragona, conforme -a lo acordado, retrocedió con la vanguardia y se unió al grueso del -ejército que estaba en la orilla derecha del Francolí, colocado en -la cima de unas colinas. Tomada esta determinación empeñose luego -una acción general, a la que sobre todo alentó haber nuestras tropas -ligeras rechazado a las enemigas. El general Castro regía la derecha -española; quedó la izquierda y centro al cargo del general Martí. - -La fuerza de los franceses consistía únicamente hasta entonces en la -división de Souham, que teniendo su derecha del lado de Pla apoyaba -su izquierda en el Francolí. En aquel pueblo permanecía el general -Saint-Cyr con la división de Pino, cuya vanguardia cubría el boquete -de Coll de Cabra, hasta que sabedor de haber Reding venido a las manos -con Souham, se apresuró a juntarse con este. Antes de su llegada -combatieron bizarramente los españoles durante cuatro horas, perdiendo -terreno los franceses, los cuales reforzados a las tres de la tarde -cobraron de nuevo ánimo. Entonces hubo generales españoles que creyeron -prudente no aventurar las ventajas alcanzadas contra tropas que venían -de refresco, resolviéndose por tanto a volver a ocupar la primera línea -y proseguir el camino a Tarragona. Mas fuese por impetuosidad de los -contrarios, o por la natural inclinación de Reding a no abandonar el -campo, trabose de nuevo y con mayor ardor la pelea. - -Formó el general Saint-Cyr cuatro columnas, dos en el centro con la -división de Pino, y dos en las alas con la de Souham. Pasó el Francolí, -y arremetió subir a la cima en que se habían vuelto a colocar nuestras -tropas. La resistencia de los españoles fue tenacísima, cediendo solo -al bien concertado ataque de los enemigos. Rota después y al cabo de -largo rato la línea en vano se quiso rehacerla, salvándose nuestros -soldados por las malezas y barrancos de la tierra. Alcanzaron a Don -Teodoro Reding algunos jinetes enemigos; defendiose él y los oficiales -que le acompañaban valerosamente, mas recibió cinco heridas y con -dificultad pudo ponerse en cobro. Nuestra pérdida pasó de 2000 hombres: -menor la de los franceses. Contamos entre los muertos oficiales -superiores, y quedó prisionero con otros el marqués de Casteldosríus, -grande de España. Los dispersos se derramaron por todas partes -acogiéndose muchos a Tarragona, a donde llegó por la noche el general -Reding sin que el pueblo le faltase al debido respeto, noticioso de -cuanto había expuesto su propia persona. - -[Marginal: Entran los franceses en Reus.] - -Los franceses entraron al siguiente día en Reus, cuyos vecinos -permanecieron en sus casas contra la costumbre general de Cataluña, -y el ayuntamiento salió a recibir a los nuevos huéspedes, y aun -repartió una contribución para auxiliarlos. Irritó sobre manera tan -desusado proceder, y desaprobole agriamente el general Reding como de -mal ejemplo. Villa opulenta a causa de sus fábricas y manufacturas -no quiso perder en pocas horas la acumulada riqueza de muchos años. -Extendiéronse los franceses hasta el puerto de Salou, y cortaron la -comunicación de Tarragona con el resto de España. [Marginal: Esperanzas -de Saint-Cyr.] Mucho esperó Saint-Cyr de la batalla de Valls, -principalmente padeciéndose en Tarragona una enfermedad contagiosa -nacida de los muchos enfermos y heridos hacinados dentro de la plaza, -y cuyo número se había aumentado de resultas de un convenio que propuso -el general Saint-Cyr y admitió Reding: según el cual no debían en -adelante considerarse los enfermos y heridos de los hospitales como -prisioneros de guerra, sino que luego de convalecidos se habían de -entregar a sus ejércitos respectivos. Como estaban en este caso muchos -más soldados españoles que franceses, pensaba el general Saint-Cyr que -aumentándose así los apuros dentro de Tarragona, acabaría esta plaza -por abrirle sus puertas. Tenía en ello tanta confianza que conforme él -mismo nos refiere en sus memorias, determinó no alejarse de aquellos -muros mientras que pudiese dar a sus soldados la cuarta parte de una -ración. Conducta permitida si se quiere en la guerra, pero que nunca se -calificará de humana. - -[Marginal: Salen vanas.] - -Nada logró: los catalanes sin abatirse empezaron por medio de los -somatenes y miqueletes a renovar una guerra destructora. Diez mil -de ellos bajo el general Wimpffen y los coroneles Miláns y Clarós, -atacaron a los franceses de Igualada, y los obligaron con su general -Chabran a retirarse hasta Villafranca. [Marginal: Guerra de somatenes.] -Bloquearon otra vez a Barcelona, y cortando las comunicaciones -de Saint-Cyr con aquella plaza, infundieron nuevo aliento en sus -moradores. Quiso Chabran restablecerlas, mas rechazado retirose -precipitadamente, hasta que insistiendo después con mayores fuerzas y -por orden repetida de su general en jefe, abrió el paso en 14 de marzo. - -No pudiendo ya, falto de víveres, sostenerse el general Saint-Cyr -en el campo de Tarragona, se dispuso a abandonar sus posiciones y -acercarse a Vic, como país más provisto de granos y bastante próximo -a Gerona, cuyo sitio meditaba. Debía el 18 de marzo emprender la -marcha: difiriose dos días a causa de un incidente que prueba cuán -hostil se mantenía contra los franceses toda aquella tierra. [Marginal: -Dificultad de las comunicaciones.] Estaba el general Chabot apostado -en Montblanch para impedir la comunicación de Reding con Wimpffen, y -de este con la plaza de Lérida. Oyose un día en los puntos que ocupaba -el ruido de un fuego vivo que partía de más allá de sus avanzadas. -Tal novedad obligole a hacer un reconocimiento, por cuyo medio -descubrió que provenía el estrépito de un encuentro de los somatenes -con 600 hombres y dos piezas que traía un coronel enviado de Fraga -por el mariscal Mortier, a fin de ponerse en relación con el general -Saint-Cyr. A duras penas habían llegado hasta Montblanch, mas no les -fue posible retroceder a Aragón, teniendo después que seguir la suerte -de su ejército de Cataluña. Hecho que muestra de cuán poco había -servido domeñar a Zaragoza, y ganar la batalla de Valls para ser dueños -del país, puesto que a poco tiempo no le era dado a un oficial francés -poder hacer un corto tránsito a pesar de tan fuerte escolta. - -[Marginal: Retírase Saint-Cyr de las cercanías de Tarragona.] - -Esta ocurrencia, la de Chabran, y lo demás que por todas partes pasaba, -afligía a los franceses viendo que aquella era guerra sin término, y -que en cada habitante tenían un enemigo. Para inspirar confianza y dar -a entender que nada temía, el 19 de marzo antes de salir de Valls envió -el general Saint-Cyr a Reding un parlamentario avisándole que forzado -por las circunstancias a acercarse a la frontera de Francia, partiría -al día siguiente, y que si el general español quería enviar un oficial -con un destacamento, le entregaría el hospital que allí había formado. -Accedió Reding a la propuesta, manifestando con ella el general francés -a su ejército el poco recelo que le daban en su retirada los españoles -de Tarragona, oprimidos con enfermedades y trabajos. Paráronse algunos -días las divisiones francesas del Llobregat allá, y aprovechándose de -su reunión ahuyentaron a Wimpffen del lado de Manresa. - -[Marginal: Pasa por Barcelona.] - -Entró al paso en Barcelona el general Saint-Cyr, en donde permaneció -hasta el 15 de abril. Durante su estancia no solo se ocupó en la -parte militar, sino que también tomó disposiciones políticas, de las -que algunas fueron sobradamente opresivas. [Marginal: Estado de la -ciudad.] El general Duhesme había en todos tiempos mostrado temor de -las conspiraciones que se tramaban en Barcelona, ya porque realmente -las juzgase graves, o ya también por encarecer su vigilancia. No hay -duda que continuaron siempre tratos entre gentes de fuera de la plaza -y personas notables de dentro, siendo de aquellas principal jefe Don -Juan Clarós, y de estas el mismo capitán general Villalba, sucesor que -habían dado a Ezpeleta los franceses. En el mes de marzo recobrando -ánimo después de pasados algunos días de la rota de Valls, acercose -muchedumbre de miqueletes y somatenes a Barcelona, ayudándoles los -ingleses del lado de la mar; hubo noche que llegaron hasta el glacis, -y aun de dentro se tiraron tiros contra los franceses. En muchas de -estas tentativas estaban quizá los conspiradores más esperanzados de -lo que debieran, y a veces la misma policía aumentaba los peligros, y -aun fraguaba tramas para recomendar su buen celo. Tal se decía de su -jefe el español Casanova, y aun lo sospechaba el general Saint-Cyr, -sirviendo de pretexto el nombre de conjuración para apoderarse de los -bienes de los acusados. Mas con todo no dejó de haber conspiraciones -que fueron reales, y que mantuvieron justo recelo entre los enemigos: -motivo por el que quiso el general Saint-Cyr obligar con juramento a -las autoridades civiles a reconocer a José, del mismo modo que se había -intentado antes con los militares, sin que en ello fuese más dichoso. - -[Marginal: Niéganse las autoridades civiles a prestar juramento.] - -Hasta entonces no había parecido a Duhesme conveniente exigírselo -deseoso de evitar nueva irritación y disgustos, y se contentaba con -que ejerciesen sus respectivas jurisdicciones: resolución prudente y -que no poco contribuyó a la tranquilidad y buen orden de Barcelona. -Mas ahora cumpliendo con lo que había dispuesto el general Saint-Cyr -convocó al efecto el 9 de abril a la casa de la audiencia a las -autoridades civiles, y señaladamente concurrieron a ella los oidores -Mendieta, Vaca, Córdova, Beltrán, Marchamalo, Dueñas, Lasauca, Ortiz, -Villanueva y Gutiérrez; nombres dignos de mentarse por la entereza y -brío con que se portaron. Abriose la sesión con un discurso en que se -invitaba a prestar el juramento, obligación que se suponía suspendida -a causa de particulares miramientos. Negáronse a ello resueltamente -casi todos, replicando con claras y firmes razones, principalmente los -señores Mendieta y Don Domingo Dueñas, quien concluyó con expresar «que -primero pisaría la toga que le revestía, que deshonrarla con juramentos -contrarios a la lealtad.» Siguieron tan noble ejemplo seis de los -siete regidores que habían quedado en Barcelona: lo mismo hicieron -los empleados en las oficinas de contaduría, tesorería y aduana, -afirmando el contador Asaguirre «que aun cuando toda España proclamase -a José, él se expatriaría.» Veintinueve fueron los que de resultas se -enviaron presos a Monjuich y a la ciudadela, sin contar otros muchos -que quedaron arrestados en sus casas, en cuyo número se distinguían el -conde de Ezpeleta y su sucesor Don Galcerán de Villalba. Al conducirlos -a la prisión el pueblo agolpábase al paso, y mirándolos como mártires -de la lealtad, los colmaba de bendiciones, y les ofrecía todo linaje de -socorros. - -[Marginal: Prenden a muchos y los llevan a Francia.] - -No satisfecho Saint-Cyr con esta determinación, resolvió poco después -trasladarlos a Francia, medida dura y en verdad ajena de la condición -apacible y mansa que por lo común mostraba aquel general, y tanto menos -necesaria cuanto entre los presos si bien se contaban magistrados -y empleados íntegros y de capacidad, no había ninguno inclinado a -abanderizar parcialidades. - -[Marginal: Pasa Saint-Cyr a Vic.] - -Tomada esta y otras providencias se alejó el general Saint-Cyr de -Barcelona, y llegó a Vic el 18 de abril, cuya ciudad encontró vacía -de gente, excepto los enfermos, seis ancianos y el obispo. Con -la precipitación lleváronse solamente los vecinos las alhajas más -preciosas, dejando provisiones bastantes que aliviaron la penuria -con que siempre andaba el ejército enemigo. Allí recibió su general -noticias de Francia de que carecía por el camino directo después de -cinco meses, y empezose a preparar para el sitio de Gerona, pensando -que el ejército español no estaba en el caso de poder incomodarle tan -en breve. No se engañaba en su juicio, así por el estado enfermizo y de -desorden en que se hallaba después de la batalla de Valls, [Marginal: -Muerte de Reding.] como también por el fallecimiento del general Reding -acaecido en aquella plaza el 23 de abril. Al principio no se habían -creído sus heridas de gravedad, pero empeorándose con las aflicciones -y sinsabores pusieron término a su vida. Reding general diligente y -de gran denuedo mostrose, aunque suizo de nación, [Marginal: Sucédele -Coupigny.] tan adicto a la causa de España, como si fuera hijo de su -propio suelo. Sucediole interinamente el marqués de Coupigny. - -La guerra de somatenes siempre proseguía encarnizadamente, y largos -y difíciles de contar serían sus particulares y diversos trances. -Muestra fue del ardor que los animaba la vigorosa [Marginal: Paisanos -del Vallés.] respuesta de los paisanos del Vallés a la intimación que -los franceses les hicieron de rendirse. «El general Saint-Cyr [decían] -y sus dignos compañeros podrán tener la funesta gloria de no ver en -todo este país más que un montón de ruinas... pero ni ellos ni su amo -dirán jamás que este partido rindió de grado la cerviz a un yugo que -justamente rechaza la nación.» - -[Marginal: Principio de las partidas en todo el reino.] - -Tal género de guerra cundió a todas las provincias nacido de las -circunstancias y por acomodarse muy mucho a la situación física y -geográfica de esta tierra de España, entretejida y enlazada con los -brazos y ramales de montañas y sierras que como de principal tronco -se desgajan de los Pirineos y otras cordilleras, las cuales aunque -interrumpidas a veces por parameras, tendidas llanuras y deliciosas -vegas, acanalando en unas partes los ríos, y en otras quebrando y -abarrancando el terreno con los torrentes y arroyadas que de sus cimas -descienden, forman a cada paso angosturas y desfiladeros propios para -una guerra defensiva y prolongada. No menos ayudaba a ella la índole -de los naturales, su valor, la agilidad y soltura de los cuerpos, su -sencillo arreo, la sobriedad y templanza en el vivir que los hace por -lo general tan sufridores de la hambre, de la sed y trabajos. Hubo -sitios en que guerreaba toda la población: así acontecía en Cataluña, -así en Galicia, según luego veremos, así en otras comarcas. En los -demás parajes levantáronse bandas de hombres armados, a las que se dio -el nombre de _guerrillas_. Al principio cortas en número crecieron -después prodigiosamente, y acaudilladas por jefes atrevidos recorrían -la tierra ocupada por el enemigo y le molestaban como tropas ligeras. -Sin subir a Viriato puede con razón afirmarse que los españoles se -mostraron siempre inclinados a este linaje de lides, que se llaman en -la 2.ª Partida correduras y algaras, fruto quizá de los muchos siglos -que tuvieron aquellos que pelear contra los moros, en cuyas guerras -eran continuas las correrías a que debieron su fama los Vivares y los -Munios Sanchos de Hinojosa. En la de sucesión, aunque varias provincias -no tomaron parte por ninguno de los pretendientes, aparecieron no -obstante cuadrillas en algunos parajes, y con tanta utilidad a veces -de la bandera de la casa de Borbón, que el marqués de Santa Cruz de -Marcenado en sus reflexiones militares las recomienda por los buenos -servicios que habían hecho los paisanos de Benavarre. En la guerra -contra Napoleón nacieron más que de un plan combinado de la naturaleza -de la misma lucha. Engruesábanlas con gente las dispersiones de los -ejércitos, la falta de ocupación y trabajo, la pobreza que resultaba, y -sobre todo la aversión contra los invasores viva siempre y mayor cada -día por los males que necesariamente causaban sus tropas en guerra tan -encarnizada. - -[Marginal: Decreto de la central.] - -La junta central sin embargo previendo cuán provechoso sería no dar -descanso al enemigo y molestarle a todas horas y en todos sentidos, -imaginó la formación de estos cuerpos francos, y al efecto publicó un -reglamento en 28 de diciembre de 1808 en que despertando la ambición y -excitando el interés personal, trataba al mismo tiempo de poner coto -a los desmanes y excesos que pudieran cometer tropas no sujetas a la -rigurosa disciplina de un ejército. Nunca se practicó este reglamento -en muchas de sus partes, y aún no había circulado por las provincias -cuando ya las recorrían algunos partidarios. [Marginal: Porlier.] -Fue uno de los primeros Don Juan Díaz Porlier, a quien denominaron -el Marquesito por creerle pariente de Romana. Oficial en uno de los -regimientos que se hallaron en la acción de Burgos, tuvo después -encargo de juntar dispersos, y situose con este objeto en San Cebrián -de Campos a tres leguas de Palencia. Allegó en diciembre de 1808 alguna -gente, y ya en enero sorprendió destacamentos enemigos en Frómista, -Rivas y Paredes de Nava, en donde se pusieron en libertad varios -prisioneros ingleses, señalándose por su intrepidez Don Bartolomé Amor, -segundo de Porlier. Próximo este a ser cogido en Saldaña y dispersada -su tropa, juntola de nuevo, haciéndose dueño en febrero del depósito de -prisioneros que tenían los franceses en Sahagún, y de más de 100 de sus -soldados. Creció entonces su fama, difundiose a Asturias, y la junta le -suministró auxilios, con lo que, y engrosada su partida, acometió a la -guarnición enemiga de Aguilar de Campóo, compuesta de 400 hombres y dos -cañones, siendo curioso el modo que empleó para rendirlos. - -Encerrados los franceses en su cuartel bien pertrechados y sostenidos -por su artillería, dificultoso era entrarlos a viva fuerza. Viendo esto -Porlier hizo subir algunos de los suyos a la torre, y de allí arrojar -grandes piedras, que cayendo sobre el tejado del cuartel, le demolieron -y dejaron descubiertos a los franceses obligándolos a entregarse -prisioneros. Concluyó otras empresas con no menor dicha. - -[Marginal: Don Juan Echávarri.] - -No fue tanta entonces la de Don Juan Fernández de Echávarri que, con -nombre de Compañía del Norte, levantó una cuadrilla que corría la -montaña de Santander y señorío de Vizcaya, pues preso él y algunos -de sus compañeros en 30 de marzo, fue sentenciado a muerte por -un tribunal criminal extraordinario que a manera del de Madrid -se estableció en Bilbao, el cual en este y otros casos ejerció -inhumanamente su odioso ministerio. - -[Marginal: El Empecinado.] - -Otras partidas de menos nombre nacieron y comenzaron a multiplicarse -por todas las provincias ocupadas. Distinguiose desde los principios la -de Don Juan Martín Díez que llamaron el _Empecinado_ [apodo que dan los -comarcanos a los vecinos de Castrillo de Duero de donde era natural]. -Soldado licenciado después de la guerra de Francia de 1793, pasaba -honradamente la vida dedicado a la labranza en la villa de Fuentecén. -Mal enojado como todos los españoles con los acontecimientos de abril -y mayo de 1808, dejó la esteva y empuñó la espada, hallándose ya en -las acciones de Cabezón y Rioseco. Persiguiéronle después envidias -y enemistades, y le prendieron en el Burgo de Osma, de donde se -escapó al entrar los franceses. Luego que se vio libre reunió gente -ayudado de tres hermanos suyos; y empezando en diciembre a molestar al -enemigo, recorrió en enero y febrero con fruto los partidos de Aranda, -Segovia, tierra de Sepúlveda y Pedraza. Aunque acosado en seguida por -los enemigos, internándose en Santa María de Nieva, recogió en sus -cercanías muchos caballos y hombres. Con tales hechos se extendió la -fama de su nombre, mas también el perseguimiento de los franceses -que enviaron en su alcance fuerzas considerables, y prendieron como -en rehenes a su madre. Casi rodeado salvose en la primavera con su -partida, y sin abandonar ninguno de los prisioneros que había hecho, -yendo por las sierras de Ávila, se guareció en Ciudad Rodrigo. Llegaron -entonces a noticia de la central sus correrías, y le condecoró con -el grado de capitán. También por los meses de abril y mayo tomó las -armas y formó partida Don Jerónimo Merino cura de Villoviado. Lo mismo -hicieron, otros muchos, de los que y de sus cuadrillas suspenderemos -hablar hasta que ocurra algún hecho notable o refiramos lo que pasaba -en las provincias en que tenían su principal asiento. - -[Marginal: Ciudad Rodrigo y Wilson.] - -Ayudaron al principio mucho a estas partidas, amparándolas en sus -apuros las plazas y puntos que todavía quedaban libres. Acabamos de -ver como el Empecinado se abrigó a Ciudad Rodrigo, en cuya plaza y -sus alrededores solía permanecer el digno e incansable jefe inglés -Sir Roberto Wilson. Asistido de su legión lusitana a la que se habían -agregado españoles e ingleses dispersos, y una corta fuerza bajo Don -Carlos de España, protegía a nuestros partidarios e incomodaba al -general Lapisse colocado en Ledesma y Salamanca. Este aunque al frente -de 10.000 hombres y con mucha artillería, apenas había hecho cosa -notable hasta abril desde enero en que se apoderó de Zamora, ciudad -casi abandonada. Solo en 2 de marzo esperanzado en malos tratos se -presentó delante de Ciudad Rodrigo para entrar de rebate la plaza, mas -el aviso de buenos españoles y la diligencia de Wilson le impidieron -salir adelante con su proyecto, incomodándole este continuamente aun en -sus mismos reales. - -[Marginal: Asturias.] - -Por aquel tiempo Asturias, provincia que después de la invasión de -Galicia era la sola libre entre las del norte, mostrose firme, y -continuó desplegando sus patrióticos sentimientos. [Marginal: La -junta.] Gobernábala la misma junta que se había congregado en 1808, -compuesta de hacendados y personas principales del país. Dio para -el armamento y defensa enérgicas providencias; que la malquistaron -con muchos. Tales fueron un alistamiento general sin excepción de -clase ni persona; el repartimiento extraordinario a toda la provincia -de 2.000.000 de reales, y el de otras sumas entre los más ricos -capitalistas y propietarios, la rebaja de sueldos a los empleados; -y por último el haber mandado a las corporaciones eclesiásticas que -tuviesen a su disposición los caudales que existieran en sus depósitos. -Con estos recursos hubo bastante para hacer frente a los considerables -gastos que ocasionaron las dispersiones de Espinosa y las posteriores; -y arreglar de nuevo y aumentar la fuerza necesaria para la defensa del -principado. - -[Marginal: Ballesteros.] - -Uno de los puntos que urgía poner al abrigo de un impensado ataque era -el del lado oriental, por donde los enemigos se habían extendido hasta -más acá de San Vicente de la Barquera. Juntáronse las pocas tropas que -quedaban, y se pusieron a las órdenes de Don Francisco Ballesteros; que -de capitán retirado y visitador de tabacos había ascendido a mariscal -de campo en la profusión de grados que se concedieron. Contentose al -principio el nuevo general con ocupar las orillas del río Sella, hasta -que reforzado avanzó en enero de 1809 a Colombres y riberas del Deva. -Descubrieron luego Ballesteros y otros jefes suma actividad y celo, -esmerándose en la instrucción y disciplina de subalternos y soldados. -Y en aquel campo al paso que se perfeccionaron unos y otros en los -ejercicios de su profesión, habituáronse también al fuego, no estando -separados del enemigo sino por el Deva, y al fin se alcanzó formar una -división que regida por Ballesteros adquirió justo renombre en el curso -de la guerra. - -[Marginal: Sus operaciones en Colombres.] - -Antes de empezar febrero ascendía dicha fuerza a 5000 hombres, y el -6 del mismo desalojó ya a la del enemigo de la línea que ocupaba, -incomodándole con frecuencia, y casi siempre ventajosamente. Hubo -ocasiones en que las refriegas fueron de más empeño, sobre todo una -acaecida en fines de abril, consiguiendo los nuestros penetrar basta -San Vicente de la Barquera, en cuyo pueblo celebró su victoria el -general Ballesteros con grande aparato; vana ostentación a que era -inclinado, pero con la que entusiasmaba al soldado y granjeaba su -voluntad. - -[Marginal: Armamento de la provincia.] - -La junta de Asturias había además establecido dentro del principado, -bajo el nombre de _Alarma_, un levantamiento general para que acudiesen -a la defensa, en caso de irrupción, todos los hombres capaces de -manejar un fusil o un chuzo, de cuyas armas no había vecino que no -estuviese provisto. - -[Marginal: Worster.] - -A últimos de enero, al saberse la ocupación de Galicia, igualmente -paró su atención en formar y juntar con prontitud una división de 7000 -hombres que cubriese la parte occidental de Asturias, y cuyo mando por -desgracia dio a Don José Worster, general de menguado seso, aunque -antiguo oficial de artillería. - -[Marginal: Entran los asturianos en Ribadeo.] - -Puesta esta fuerza a orillas del Eo, sabiendo ser corta la que tenían -enfrente los enemigos, y ansiando por tener un apoyo los patriotas de -aquellos partidos, de los que del lado de Vivero se habían ya levantado -algunos, tratose seriamente al comenzar febrero de hacer una excursión -en Galicia. Verificose así, mas con tan poco orden que las tropas -de Worster cometieron excesos en Ribadeo como si fuesen enemigas, y -mataron a Don Raimundo Ibáñez comerciante rico e ilustrado de aquella -villa. Difícil era que soldados tan insubordinados se comportasen -debidamente cuando se tratase de guerrear. No obstante intentó Worster -sorprender a los franceses que guarnecían a Mondoñedo. [Marginal: Y en -Mondoñedo.] Sita esta ciudad en un profundo valle, cercada de altas -montañas, y sin otro camino llano más que el que conduce a Asturias, -pudiera fácilmente haberse conseguido la empresa. Pero Worster por -sus mal concertadas órdenes, y el coronel Linares por no atender -cumplidamente al punto que guardaba, diéronse tan torpe maña que -dejaron retirarse a los franceses sin grande molestia. Worster luego -que entró en Mondoñedo en vez de tener presente la clase de enemigo -con quien las había, entregose a fiestas y convites que le dieron los -vecinos, de cuyo descuido enterado el general francés Maurice Mathieu -que mandaba por aquella parte, después de entrar en Vivero, en que se -había formado una junta, y de entregar al saco y furor del soldado -aquella villa, revolvió sobre Mondoñedo, [Marginal: Sorprenden y -dispersan los franceses a Worster.] sorprendió y dispersó la división -de Worster, superior en número, y penetrando en Asturias hasta el -Navia saqueó y aniquiló los concejos que median entre este río y el -Eo. Afortunadamente se hallaba en las cercanías Don Manuel Acevedo -individuo de la junta, y hermano del general que pereció después de la -batalla de Espinosa, y a su actividad e ilustrada diligencia debiose -la pronta reunión a esta parte del Navia de los soldados desbandados, -ayudándole con esmero el gobernador del partido Don Matías Menéndez, -y el bizarro coronel Galdiano. Advertido el general francés de que la -tropa asturiana se había rehecho, y juzgando arriesgado internarse aún -en el principado, retrocedió a Galicia y se contentó con ocupar sus -antiguas posiciones. - -[Marginal: Romana.] - -Tales eran los acontecimientos ocurridos en Asturias, mientras que -esta provincia, si bien libre, se había mantenido como aislada y sin -comunicación con las otras, hasta que en la primavera de 1809 pisó -su suelo por primera vez el marqués de la Romana; mas para averiguar -los motivos que trajeron a este caudillo al principado, necesario es -referir antes lo que pasó en Galicia después que le dejamos en enero a -él y a su gente cerca de la frontera de Portugal. - -[Marginal: Su ejército.] - -Allí continuó todo el febrero mudando a menudo de posición, y -aproximándose a veces a la plaza portuguesa de Chaves. Consistía -su fuerza en 9000 hombres, distribuidos en una vanguardia al cargo -de Don Gabriel de Mendizábal, y en dos divisiones que mandaban los -generales Mahy y Taboada. Su estancia en aquellos parajes animó mucho -al paisanaje de Galicia, abultándose el número de sus tropas y el de -sus recursos. También procuraba el mismo marqués por medio de emisarios -atizar el fuego, y el ayudante general Moscoso en una comisión que tuvo -en lo interior de aquella provincia, repartió con buen éxito ejemplares -manuscritos de una instrucción que había compuesto para la guerra de -partidas. - -[Marginal: Empieza el levantamiento de Galicia.] - -Hubo sitios en que produjeron estos pasos conveniente efecto; mas hubo -otros en que sin ajeno estímulo formáronse muy luego los habitantes -en cuadrillas. Así aconteció con los paisanos de la Puebla de Tribes -que los primeros y antes de comenzar febrero, dirigidos por Diego -Núñez de Millaroso, cogieron prisioneros a 80 dragones de la división -del general Marchand, los cuales con varios despojos llevaron en -triunfo adonde estaba Romana. Imitáronlos en breve otros muchos en el -valle de Valdeorras, y uniéndose cinco fieldades eligieron una junta, -escogiendo por su general a Don José, abad de Casoyo, mozo arrojado y -de la casa de Quiroga, ilustre en aquella tierra. Su hermano Don Juan, -también de Quiroga y Uría, cooperó grandemente a sus empresas, que se -multiplicaron y se extendieron hacia el Bierzo. En la línea de Lugo -desde el valle de Cruzul hasta monte Salgueiro, no lejos de Betanzos, -interceptaron los naturales correos y destacamentos, señalándose el -juez de Cancelada Don Ignacio Herbón, quien al acabar febrero atacó -en Doncos un convoy, y le cogió en su mayor parte. Pero en donde se -encendió extraordinariamente y tomó forma más regular la insurrección, -según veremos más adelante, fue del lado de Tuy. - -Mucho hubiera podido contribuir a darle pronto y vigoroso centro -la permanencia de Romana hacia Monterrey; mas nuevas ocurrencias -le obligaron a alejarse. Indicamos en otro libro como el mariscal -Soult avanzaba por la costa de Galicia vía de Portugal. Ejecutó este -movimiento en virtud de orden que en 28 de enero recibió en el Ferrol -para invadir aquel reino. - -[Marginal: Mariscal Soult.] - -Luego que se embarcaron los ingleses en la Coruña quedando pocos -en Lisboa, pareciole fácil a Napoleón llegar a las puertas de esta -capital, y lavar con su conquista la antigua mancha. [Marginal: Trata -de invadir Portugal.] Para ello al paso que Soult había de realizar la -principal invasión por la costa de Galicia y provincias portuguesas -del norte, el general Lapisse y el mariscal Victor estaban encargados -de amenazar la frontera portuguesa por Ciudad Rodrigo y Extremadura. -Componíanse las fuerzas de Soult del segundo cuerpo y de parte del que -había mandado Junot: según Napoleón ascendían en todo a 50.000 hombres, -como si no hubiesen tenido pérdidas ni baja alguna; mas realmente -estaban reducidos a la mitad: 4000 eran de caballería. - -[Marginal: Inútil tentativa para atravesar el Miño.] - -El mariscal Soult después de tomar las correspondientes providencias -y de dejar en su lugar a Ney, ausente en Lugo al recibo de la orden, -púsose en marcha, y el 3 de febrero llegó a Santiago. Precediéronle -los generales La Houssaye y Franceschi: el primero con los dragones se -encaminó a Ribadavia y Salvatierra, plaza de poco valer y desmantelada -a orilla derecha del Miño; y el segundo con la caballería ligera fue la -vuelta de Tuy, ciudad colocada en la misma ribera. Sostenía a estas -divisiones la de infantería del general Merle, que avanzó a Pontevedra. -Las otras con el mariscal Soult salieron de Santiago el 8, llegando el -10 a Tuy. Corre el Miño por allí muy caudaloso, y sin que desde Orense -se encuentre puente alguno; no obstante pensó Soult cruzarle hacia la -marina, acopiando los preparativos necesarios en el puertecillo de La -Guardia, separado de la desembocadura por el monte de Santa Tecla. -Habiendo dificultades para doblar la punta que este forma, y subir río -arriba, trasladaron los franceses por tierra en carros gallegos cosa de -una legua con mucho trabajo los botes destinados al transporte de la -tropa, y los volvieron a poner boyantes en el Tamuge, río pequeño que -desagua en el Miño. El 15 en la noche a la hora de la marea alta quedó -encargado de empezar la operación el general Thomières. Ejecutose en -buen orden por el Tamuge, pero al entrar en la gran corriente del Miño, -más rápida con el reflujo que comenzaba, separáronse los botes, y pocos -fueron los que arribaron a la orilla opuesta. Los portugueses mandados -por el general Bernardino Freire hicieron contra ellos un fuego vivo y -acertado, con lo cual y la marea ya contraria tuvieron que volver los -más a tierra de España, quedando prisioneros de los portugueses unos 40 -hombres. El malogramiento de esta tentativa cundiendo por una y otra -frontera animó al paisanaje, deseoso de molestar a los franceses. - -[Marginal: Toma Soult hacia Orense.] - -También con aquel contratiempo vio el mariscal Soult los obstáculos que -se le ofrecían para pasar el Miño, no teniendo a su pronta disposición -los medios necesarios. Por lo cual determinó entrar en Portugal vía -de Orense, tomando río arriba. Salió pues de Tuy el 17 de febrero, y -nombró al general Lamartinière comandante de la ciudad, en la que dejó -los enfermos, la mayor parte de la artillería, y alguna guarnición. - -[Marginal: Insurrección.] - -A corta distancia ya percibió síntomas de una insurrección general. -Habíanla fomentado varios individuos, entre los que se señalaron el -abad de Couto y el de Valladares. [Marginal: Los abades de Couto y -Valladares.] Aquella tierra está bien cultivada, con población numerosa -y desparramada en caseríos rústicos. De las heredades distribuidas en -cortas porciones, y por lo general a foro enfitéutico, disponen los -usufructuarios como de cosa propia. Y la gente trabajadora y de suyo -guardosa, temía más que la de otras provincias perder con la invasión -de extraños el producto de sus labores e industria, y con tanta mayor -razón cuanto los franceses escasos de provisiones comenzaron a hacer -repartimientos excesivos, y a cometer robos y saqueos. - -[Marginal: El paisanaje molesta a los franceses en su marcha.] - -Allí los abades, nombre que se da a los curas párrocos, tienen mucho -influjo por su riqueza y poder. Lo tienen los ricos y cercanos -monasterios del orden cisterciense de San Clodio y Melón, y teníanlo -también entonces por su patriotismo varios particulares, los cuales -juntos y separadamente trataron de aprovechar la buena disposición del -pueblo contra los extranjeros. Antes que ninguno descubriose el abad -de Couto Don Mauricio Troncoso, quien congregando a sus feligreses con -motivo de un repartimiento que los invasores habían echado, díjoles: -«En vez de dar a los enemigos lo que nos piden, seré vuestra guía si -queréis negárselo y emplearlo en vuestra defensa.» Aplaudieron todos -aquellas palabras, y agregándose personas de cuenta y aun portugueses, -soltáronse de todos lados partidas que hostigaron a los franceses en -su marcha. En Mourentan hízoles notable daño el mismo abad de Couto, -y quemaron aquel pueblo en venganza. Desde el puente de las Hachas -hasta Ribadavia también padecieron varias acometidas, acaudillando al -paisanaje José Labrador, el monje bernardo Fray Francisco Carrascón, -y después el juez de Maside; y si bien en estos reencuentros los -franceses con su pericia y buenas armas rompían al fin por medio e iban -adelante, perdían gente y amilanábanse sus soldados con guerra tan -continua y encarnizada. - -[Marginal: Soult y Romana. Intimación a este.] - -De Ribadavia pasó el mariscal Soult a Orense resuelto a entrar en -Portugal por la plaza de Chaves, y a disipar antes el corto ejército -de Romana. Manteníase este general en el valle de Monterrey, y -hallábase en Lamadarcos el 4 de marzo cuando llegó un parlamentario -francés con un pliego, ofreciendo recompensas y condecoraciones con -tal que Romana y su ejército reconociesen a José. Replicó el general -español debidamente, diciendo que a tales proposiciones no había otra -respuesta sino cañonazos. Pero no habiéndose tomado en el recibimiento -del oficial parlamentario las acostumbradas precauciones, examinó este -con sus propios ojos el deplorable estado de nuestro ejército, y dio -cuenta de ello a su mariscal, quien determinó atacar sin dilación a los -españoles. - -[Marginal: Es desbaratada la retaguardia española.] - -El marqués de la Romana quería evitar cualquier refriega, mas no -habiéndose retirado tan prontamente como era de desear, fue el 6 de -marzo alcanzada su retaguardia a las órdenes de Don Nicolás Mahy en -las inmediaciones de Verín. Cogiole el general Franceschi algunos -prisioneros y la desordenó, pero no insistiendo en su perseguimiento -pudo continuar su marcha. Los franceses solo pensaron en entrar en -Portugal, cuyas tropas mandadas por el general Silveira habían sido -acometidas en Villaza el mismo día que las españolas por la división de -Delaborde, teniendo que retirarse después de alguna pérdida al abrigo -de la noche. - -El general Mahy dirigiose a las Portillas, gargantas que parten término -con Castilla, y se unió en Lubián con el marqués de la Romana. Andaban -todos inciertos acerca del camino que tomarían, y pesábales a algunos -que se abandonase a Galicia en la propia sazón en que por todas -partes cundía el fuego insurreccional. Aprobose al fin a propuesta -del ayudante general Moscoso el no alejarse de la tierra montañosa, -y conforme a esta determinación decidió Romana partir la vuelta de -Asturias, de donde soplaría la hoguera encendida en Galicia. En -consecuencia cambiose de improviso la marcha, y se revolvió sobre las -montañas de las Cabreras para cruzarlas por el puerto del Palo, país -escabroso, solitario, y cuyas sierras más bien se escalan que se suben. -A su paso sobrecogió la noche a nuestros soldados, en estación cruda, -expuestos a la inclemencia, desprovistos de todo. Animándose unos a -otros llegaron por fin a Ponferrada del Bierzo con admiración de sus -vecinos que los creían lejos de sus hogares. En aquella villa y otros -muchos pueblos no había francés alguno, contentándose estos con ocupar -la línea de comunicación de la calzada que de Galicia va a Castilla, y -aun en ella tenían poca tropa, excepto en Villafranca en que contaban -unos 1000 hombres de escogidas tropas. - -[Marginal: Ataca a Villafranca.] - -Las de Romana no estaban para emprender expediciones de grande -importancia, pero el haber casualmente encontrado en una ermita cerca -de Ponferrada un cañón de a doce abandonado con su cureña y balas de -su calibre, sugirió la idea al ayudante Moscoso de proponer al general -en jefe un ataque contra los franceses de Villafranca. Condescendió -Romana, y desde Toreno a donde se había ya trasladado para entrar en -Asturias, dispuso que acometiese la empresa con 1500 hombres el general -Mendizábal. - -[Marginal: Se apodera de la guarnición.] - -Los franceses a la inesperada vista de los españoles y del cañón -de grueso calibre, imaginándose venía sobre ellos gran fuerza, se -arredraron y metieron en el castillo-palacio de la villa, perteneciente -a los marqueses que llevan su nombre: era edificio antiguo de muros -sólidos con cuatro torreones que defendían cañones de hierro, y el -cual quemaron después los paisanos para que no sirviese otra vez de -refugio al enemigo. Comenzaron los españoles su ataque en la mañana -del 17 de marzo, distinguiéndose el regimiento de voluntarios de la -Corona, e íbase ya a entrar por fuerza el castillo, cuando intimada -la rendición abrieron los franceses la puerta, y quedaron prisioneros -1000 granaderos que le guarnecían de las más acreditadas tropas. -Avergonzábanse después de haber entregado las armas a tan corto número -de hombres y a gente de tan poca apariencia como eran entonces las -tropas de aquel ejército. La nueva de este suceso creciendo de boca en -boca alentó a los patriotas de Galicia, que se figuraban ser ya más -numerosas las tropas que capitaneaba Romana. Ojalá se hubiera siempre -limitado este caudillo a tal linaje de empresas, dignas de un militar y -de su elevado puesto, evitando entrometerse en querellas y divisiones -de provincias, según aconteció en Oviedo, a cuya ciudad llegó poco -después de la toma del castillo de Villafranca. - -[Marginal: Llega Romana a Oviedo.] - -Los disgustos excitados con las providencias oportunas y enérgicas de -aquella junta, habíanse entonces aumentado con otras intempestivas y -arbitrarias dadas contra algunas personas. Los descontentos, sobre -todo ciertos individuos de corporaciones privilegiadas, salieron a -recibir a Romana, y por desgracia de tal modo preocuparon su ánimo que -en vez de obrar desapasionadamente, y de contentarse con reprimir los -abusos de autoridad que hubiese habido, púsose del bando de los que -se creían agraviados. [Marginal: Altercado con la junta.] Tratáronse -por consiguiente el general y la junta con frialdad y desvío, sin -que le fuese dado conciliarlos a la prudencia y buen tino de su -presidente el brigadier D. José Valdés, antiguo jefe de Romana cuando -este servía en la armada. La central había autorizado al marqués con -amplias facultades en la parte militar, y él ensanchándolas a su sabor -empezó por reprender a la junta en lo que precisamente merecía más -alabanza, como lo era en haber mandado que tomasen las armas todos -sin excepción, inclusos los donados y legos de los conventos, y los -beneficiados no ordenados _in sacris_. Compuesta dicha corporación -de los principales de la provincia y de suyo altiva, respondió -acerbamente a la inadvertida reprensión; con lo cual irritado aún -más Romana quiso llamarla a cuentas. Negose a ello la junta por no -creerle autoridad competente, pero añadiendo que haría públicas -sus entradas e inversiones para satisfacción de sus comitentes. -Encendiéndose así el enojo de ambas partes, en especial con motivo de -un repartimiento de 4.000.000 enviados por la central para uso del -principado y que Romana quería por sí aplicar a su solo ejército, -decidiose el último a disolver la junta, a cuyo fin y por orden suya -penetró en la sala de las sesiones el coronel Don José de O’Donnell -con 50 hombres del regimiento de la Princesa, haciendo en ello un -pequeño y ridículo remedo del 18 Brumario de Napoleón. Cedieron los -vocales a la violencia, sin dejar de hacer fuerte y enérgica oposición, -señaladamente Don Manuel María de Acevedo. Romana nombró otra junta -en su lugar, mas la tropelía cometida con la anterior disgustó a los -más, y desencajó, por decirlo así, de su asiento en el principado el -orden y buen gobierno.[*] [Marginal: (* Ap. n. 8-7.)] Injustamente -acusaron algunos a la junta disuelta de malversación de caudales: -pudientes y ricos los más de sus individuos habían hecho los más de -ellos donativos cuantiosos, y su patriotismo y celo estaban libres de -tacha: solo, repetimos, incurrieron en merecida censura por algunas -medidas arbitrarias contra determinadas personas. Hablamos en este -punto con tanta mayor imparcialidad, cuanto no andábamos bien avenidos -con aquella junta, por lo que merecimos de Romana que nos nombrase de -la que había en su lugar creado, gracia que no admitimos por considerar -su procedimiento ilegal y dañoso. - -[Marginal: Invade Ney Asturias.] - -Sabedor el mariscal Ney de la discordia suscitada entre la junta de -Asturias y Romana, y temeroso sobre todo con lo sucedido en Villafranca -de que uniendo este caudillo sus tropas a las del principado formase -un cuerpo respetable y bastante numeroso para incomodarle y cortarle -su comunicación con el reino de León, se preparó a invadir a Asturias -poniéndose de acuerdo con fuerzas que había en Castilla y en Santander. -Parece ser que desde Francia también le había venido orden de no -desperdiciar oportuna coyuntura de verificar dicha invasión. Romana -por su parte más ocupado en las contestaciones y querellas de la -junta que en uniformar y arreglar la mucha gente que ahora tenía a su -disposición, no tomó acerca de ello providencia alguna. Dejó correr -en el principado los asuntos militares según iban a su llegada, y -olvidó a su ejército de Galicia, el cual a las órdenes de Don Nicolás -Mahy pasando el puerto de Ancares se había situado hacia el Navia, -extendiéndose hasta las avenidas de Lugo y Mondoñedo. - -El mariscal Ney rozándose casi con este ejército y acompañado de 6000 -hombres, se dirigió desde Galicia por la tierra áspera y encumbrada -de Navia de Suarna a Ibias, y descendiendo a Cangas de Tineo, Salas -y Grado se adelantó a Oviedo, al mismo tiempo que procedente de -Valladolid y con otra tanta o más fuerza se metía en el principado por -el puerto de Pajares [Marginal: Kellermann.] el general Kellermann. -Estaba ya cercano a Oviedo el mariscal Ney y todavía lo ignoraba -Romana. Recibió este al fin un aviso y apresuradamente después de -dar por primera vez órdenes a la división de Ballesteros y a la de -Worster poco antes malamente repuesto en el mando, [Marginal: Romana -se embarca en Gijón.] pasó a Gijón en donde se embarcó tomando en -seguida tierra en Ribadeo. Entró Ney en Oviedo el 19 de mayo, de cuya -ciudad habían salido casi todos sus moradores, dejando abandonadas -sus casas y haberes. [Marginal: Saquean los franceses Oviedo.] -Entregada al saco durante tres días, viéronse muchos arruinados y -menguaron los intereses de otros. A la noticia de la invasión acercose -el general Worster lentamente a Oviedo por el país de montaña, y -Ballesteros retrocediendo de Colombres al Infiesto, enriscose luego -por las asperezas de Covadonga, santuario célebre mirado como cuna de -la monarquía de Castilla. [Marginal: Sale Ney de Asturias.] Parose -poco Ney en la capital de Asturias, y dejando allí a Kellermann y en -Villaviciosa al general Bonnet que había venido con su división hasta -aquel sitio de los lindes de Santander, tornó por la costa a Galicia, -a donde le llamaban acontecimientos de cuantía, y a que daban ocasión -reveses de Soult en Portugal, la insurrección de la provincia de Tuy y -otras, y aun también los movimientos del ejército de la Romana, el cual -amenazaba a Lugo y alentaba al paisanaje con la abultada fama de sus -hazañas. - -[Marginal: Mahy amenaza Lugo.] - -La fuerza de este ejército puede decirse que estaba dividida en dos -partes, de la una que era la principal acabamos de hacer mención, la -otra entonces menos numerosa había quedado en la Puebla de Sanabria -a las órdenes de Don Martín de la Carrera. La primera, gobernada en -ausencia de Romana por Don Nicolás Mahy, constaba de unos 6000 hombres -y de 200 caballos: la cual a la propia sazón que Ney se movía la -vuelta de Asturias, se adelantó hacia el monasterio cisterciense de -Meira no lejano de Lugo. El general Worster no había querido acompañar -a Mahy en aquel movimiento creyendo que la fuerza que mandaba debía -pensar antes que en otra cosa en cubrir a Asturias. Siguió avanzando -dicho general Mahy, y su vanguardia capitaneada por Don Gabriel de -Mendizábal tropezó el 17 de mayo en Feria de Castro a dos leguas de -Lugo con una columna enemiga de 1500 hombres que obligó a meterse en -la ciudad. Al día siguiente el general Fournier, gobernador francés, -militar entendido pero de condición singular, y muy dado a hablar en -latín a los obispos y a los clérigos, [Marginal: Desbarata al general -Fournier.] salió de dentro y se dispuso a aguardar a los nuestros en -las inmediaciones, apoyando la izquierda en los mismos muros y la -derecha en un pinar vecino. Acometiole Don Nicolás Mahy formando su -gente en dos columnas guiadas por los generales Mendizábal y Taboada, -junto con los 200 jinetes que mandaba Don Juan Caro. A espaldas quedó -la reserva a las órdenes del brigadier Losada, y aparentose tener -otro cuerpo de caballería colocando a distancia, montados en acémilas -y caballos de oficiales, cierto número de soldados; ardid que no -dejó de servir, notándose también en nuestras tropas más instrucción -y confianza. Trabose la pelea y a poco volviendo caras la caballería -enemiga desconcertó su línea de batalla, e infantes y jinetes corrieron -precipitadamente a guarecerse de la ciudad, acometiendo con tal brío -nuestra gente que varios catalanes de tropas ligeras metiéndose dentro -al mismo tiempo que aquellos, tuvieron después que descolgarse por las -casas pegadas al muro ayudados de los vecinos. Los franceses perdieron -bastante gente y los españoles varios oficiales, y en este número al -comandante de ingenieros D. Pedro González Dávila distinguido por -su valor. No pudiendo los españoles ganar en seguida a Lugo, ciudad -rodeada de una antigua y elevada muralla y de muchos torreones aunque -socavado el revestimiento por los años, [Marginal: Pone cerco a la -ciudad.] intimaron la rendición al gobernador que respondió con honrosa -arrogancia. Entonces decidiose a formalizar el cerco el general Mahy, y -allí le dejaremos para acudir a donde nos llaman los gloriosos hechos -de las orillas del Miño. - -[Marginal: Crece la insurrección de Galicia.] - -Luego que el mariscal Soult hubo pasado de Orense vía de Portugal, -la insurrección del paisanaje gallego se aumentó, cundiendo por las -feligresías de las provincias de Tuy, Lugo, Orense y Santiago hasta las -riberas del Ulla y aún más allá. Por todas partes aparecieron jefes -para acaudillarla, y Romana y la central enviaron también algunos que -la fomentasen. Entre los primeros fueron los más distinguidos los -abades ya nombrados de Couto y Valladares, y además un caballero de -nombre Don Joaquín Tenreiro, el alcalde de Tuy Don Cosme de Seoane y -Don Manuel Cordido, labrador y juez de Cotobad. Así indistintamente se -aunaban todas las clases contra el enemigo común. El último hizo guerra -terrible en la carretera de Pontevedra a Santiago, los otros después -de varios choques recorriendo la tierra de Tuy y Vigo, obligaron a los -franceses a encerrarse en el recinto de ambas plazas. De los emisarios -de Romana diéronse particularmente a conocer los capitanes Don Bernardo -González, dicho Cachamuiña del pueblo de donde era natural, y Don -Francisco Colombo, incomodando mucho el primero a los enemigos por la -parte de Soutelo de montes y puente de Ledesma. Fueron los enviados -de la central el teniente coronel Don Manuel García del Barrio, el -entonces alférez Don Pablo Morillo, y el canónigo de Santiago Don -Manuel de Acuña, gallego, y de familia que tenía deudos y amigos en el -país. Llegaron estos cuando todavía el marqués de la Romana estaba en -el valle de Monterrey, y permaneciendo Barrio en su compañía hasta que -partió a Asturias, envió hacia Tuy a los otros dos comisionados para -obrar de acuerdo con los que por allí lidiaban contra los franceses. - -Además no hubo partido ni punto en que antes o después no fuesen -molestados: así sucedió en Trasdeza, no lejos de Santiago, en que se -formó una junta, y mandaron la gente los hermanos estudiantes Don -Benito y Don Gregorio Martínez: así en Muros, en Corcubión, en Monforte -de Lemos aunque con la desgracia en las tres últimas villas de haber -sido incendiadas y horrorosamente puestas a saco. No desanimándose -los moradores por tamaños contratiempos, sabedor Barrio de que en las -alturas de Lobera reunía bastante gente el administrador de rentas -de la Boullosa Don José Joaquín Márquez, incorporósele el 17 de -marzo viniendo de hacia Chaves. [Marginal: Barrio. Junta de Lobera.] -Reconocido Barrio como comisionado de la central, convino con los -demás en congregar una junta compuesta de vocales del partido y de -las personas que más habían contribuido al levantamiento de otras -feligresías. Verificose en efecto, instalándose el 21 del mismo mes -de marzo en aquellas alturas y en campo raso, renovando la sencillez -de los tiempos primitivos. Sujetáronse todos a la autoridad creada, -nombrose presidente al obispo de Orense y sin detención se tomaron -disposiciones que mantuvieron e impulsaron más ordenadamente la -insurrección. Al Márquez, hombre esforzado y que había trabajado en -favor de la causa común más que los otros, diósele el mando de un nuevo -regimiento que se apellidó de Lobera, y mandósele ir a reforzar a los -que bloqueaban a Tuy. También se expidió orden a Cachamuiña para que -de Soutelo cayese sobre Vigo y engrosase el número de los sitiadores. -Dispusiéronse asimismo para entonces y para después varias otras -correrías, en especial hacia Lugo y valle de Valdeorras, acaudillando -siempre el paisanaje Don Juan Bernardo de Quiroga y su hermano el abad -de Casoyo. - -[Marginal: Sitia Vigo el abad de Valladares.] - -Entre tanto seguían apretando a las ciudades de Tuy y Vigo los abades -de Couto y Valladares. Guarnecían a la última 1300 franceses al mando -del jefe de escuadrón Chalot. Aunque es aquel puerto uno de los mejores -y más abrigados de España, la fortificación de tierra es defectuosa, -y a su muralla baja en algunas partes y sin foso la domina a corta -distancia el castillo del Castro. Sin embargo la plaza estaba bien -provista y artillada. Estrechábala el abad de Valladares Don Juan -Rosendo Arias Henríquez, a quien se le había agregado la gente que -en el valle de Fragoso había levantado [Marginal: Limia.] su anciano -alcalde Don Cayetano Limia, para lo que le facilitó armas el crucero -inglés de la inmediata costa. [Marginal: Tenreiro y el portugués -Almeida.] Asimismo se le juntó Don Joaquín Tenreiro que con el -portugués Don Juan Bautista Almeida había recogido muchos voluntarios -de algunos valles, engrosándose de este modo considerablemente el -número de sitiadores. - -[Marginal: Morillo.] - -También en marzo se presentó entre ellos Don Pablo Morillo, quien -enterado de que una columna francesa intentaba, encaminándose del -lado de Pontevedra, venir al socorro de la plaza, corrió al Puente -de Sampayo para reconocerle y asegurar su defensa, como lo verificó -ayudado [Marginal: Gogo.] de Don Antonio Gogo, vecino de Marín, que -capitaneaba una partida numerosa de paisanos y era dueño de dos piezas -de artillería. Colocó estas Morillo con otras tres que fueron de -Redondela en el paso del puente, que fortalecido dejó al mando de Don -Juan de Odogerti, comandante de tres lanchas cañoneras. Volviose luego -Don Pablo al sitio de Vigo, y en su compañía 300 hombres mandados por -Don Bernardo González Cachamuiña y D. Francisco Colombo. - -[Marginal: Ríndese Vigo a los españoles.] - -Había el abad de Valladares intimado a la plaza varias veces la -rendición sin que el comandante francés quisiera abrir las puertas, -pareciéndole vergonzoso y poco seguro capitular con paisanos. -Tornó como hemos dicho Morillo, y ya por sus activas y acertadas -disposiciones, y ya por haber sido enviado de Sevilla, eleváronle los -sitiadores a coronel, y reconociéronle como superior, a fin de que a -vista de un militar cesasen los escrúpulos y recelos del comandante -francés. Sin tardanza repitió el nuevo jefe español una áspera -intimación, amenazando el 27 de marzo con tomar por asalto la plaza -y no dar cuartel. Pidieron los franceses 24 horas de término para -contestar, y no accediendo Morillo, rindiéronse por fin, concedidos -que les fueron los honores de la guerra, y con la cláusula de que -serían llevados prisioneros a Inglaterra, por lo cual firmó la -capitulación en unión con el jefe español el comandante británico del -crucero. Exigió además Morillo que inmediatamente se ratificase lo -convenido, pues si no, acometería la plaza. Retardábase la respuesta, -y a las ocho de la noche aproximáronse a sus muros los sitiadores, -arrojándose a la Puerta de Camboa para hacerla astillas y armado de -un hacha un marinero anciano que cayó muerto de un balazo: ocupó su -puesto y tomó el hacha González Cachamuiña, y rompiola aunque herido -en varias partes de su cuerpo. Íbase ya a entrar por ella cuando -Morillo recibió la ratificación, y a duras penas pudo con su recia voz -hacer cesar el fuego y detener a los suyos que se posesionaron de la -plaza al día siguiente 28. No hubo en su reconquista ni ingenieros ni -cañones, ganada solo a impulsos del patriotismo gallego. Entregáronse -prisioneros 1213 hombres y 46 oficiales, y cogiéronse otras preseas con -117.000 francos en moneda de Francia. A poco de haberse rendido súpose -que de Tuy acudían soldados enemigos en auxilio de la guarnición de -Vigo: diose priesa Morillo a enviar a su encuentro personas y gente de -su confianza, quienes los deshicieron, mataron a muchos y aun tomaron -72 prisioneros que se pusieron a bordo juntamente con los de Vigo. - -[Marginal: Bloqueo de Tuy.] - -Sin embargo la facilidad con que se enviaba este socorro mostraba -no ser riguroso el bloqueo de Tuy. Habíale comenzado el 15 de marzo -el abad de Couto, y con él el juez y procurador general de la misma -ciudad y otros caudillos. También concurrieron portugueses de la -orilla opuesta, y la plaza de Valencia situada enfrente había tratado -de molestar a los franceses con sus fuegos. Libertado Vigo esperábase -que el cerco tendría pronto y feliz éxito, pues además de acudir desde -allí con su gente Morillo, Tenreiro, Almeida y otros, vino también por -su lado Don Manuel García del Barrio, reconocido comandante general -por la junta de Lobera. Pero tanto concurso de jefes y caudillos no -sirvió sino para suscitar celos y rencillas. Morillo fuese en comisión -camino de Santiago, y los otros en especial Barrio y Tenreiro, el uno -presuntuoso y el otro díscolo de condición, desaviniéronse y ocupáronse -en recíprocos piques y zaherimientos. Y así este bloqueo sostenido con -cañones y más gente fue mal dirigido y al cabo se malogró. Mandaba -dentro el general Lamartinière, y el 6 de abril haciendo una salida -apoderose de cuatro piezas colocadas en la altura de Francos no muy -distante de la ciudad. Ocurrida esta desgracia, y agriándose más los -ánimos, diose lugar a que llegasen socorros a Tuy avanzando del lado -de Santiago una columna de infantería y caballería a las órdenes del -general Maucune, y otra del lado de Portugal mandada por el general -Heudelet que enviaba Soult, ya posesionado de Oporto, para recoger la -artillería que allí había dejado. - -Enseñoreose el 10 de abril sin resistencia el general Heudelet de -Valencia del Miño. Sabedores los españoles que bloqueaban a Tuy de -aquel suceso, [Marginal: Le alzan.] levantaron el sitio quedándose unos -en las alturas que median entre esta plaza y la de Vigo, y alejándose -otros con Barrio a Puente Arcas. Al mismo tiempo los franceses que -venían de Santiago arrollaron a la gente de Morillo en el camino de -Redondela, y en venganza incendiaron la villa, metiéndose después parte -de ellos en Tuy, y tornando los otros con el general Maucune al punto -de donde habían salido. [Marginal: Evacúan la ciudad los franceses.] -Socorrida la plaza sacaron los enemigos todos sus efectos y artillería, -y temiendo nuevo bloqueo la abandonaron el 16, y se unieron con los de -Valencia. - -Por tanto, si no tuvo dichoso remate el cerco de Tuy consiguiose por -lo menos infundir recelo en los franceses, y ver desembarazada la -margen derecha del Miño. Esmeráronse entonces aquellos naturales en -arreglar y disciplinar [Marginal: Se crea y aumenta la división del -Miño.] la gente que se había levantado, y que se denominó división del -Miño, creando varios regimientos que se distinguieron en posteriores -acciones. Incorporose a ella la partida de Don José María Vázquez, -conocido en Castilla por sus hechos con el nombre del Salamanquino, -y al fin aumentose su fuerza, [Marginal: Mándala Don Martín de la -Carrera.] y ganó en la opinión gran peso con ponerse a la cabeza el 7 -de mayo Don Martín de la Carrera, según el deseo público, y cediéndole -Barrio las facultades que tenía del gobierno supremo. - -[Marginal: Desbarata a los franceses en el campo de la Estrella.] - -Había Don Martín permanecido todo aquel tiempo en la Puebla de Sanabria -juntando dispersos. Unido a la división del Miño completó hasta unos -16.000 hombres, y además tenía algunos caballos y nueve cañones. -Adelantose con parte de su gente por la provincia de Tuy a Santiago, de -cuya ciudad salieron a repelerle el 23 de mayo unos 3000 infantes y 300 -caballos a las órdenes del general Maucune, acometiéndole en el campo -de la Estrella. Los desbarató Carrera, persiguiéndolos y metiéndose -primero que nadie en la ciudad de Santiago Don Pablo Morillo. -Cogiéronse allí fusiles y vestuarios y cuarenta y una arrobas de plata -labrada, sin contar otra mucha de los templos. Recibidos los nuestros -con universal regocijo, hubieron sin embargo de retirarse por las -operaciones combinadas que luego meditaron los mariscales Ney y Soult, -de vuelta uno de Asturias y otro de Portugal. - -[Marginal: Campaña de Soult en Portugal.] - -La campaña del último en este reino había terminado con suma desdicha -de sus armas. Recorreremos lo que allí pasó con rapidez, según es -nuestra costumbre en las cosas de Portugal. Pisó el 10 de marzo la -frontera lusitana el mariscal Soult, [Marginal: Entran los franceses -en Chaves.] y el 11 se le rindió Chaves, plaza en la provincia de -Tras-os-Montes en mal estado, y que aún conservaba las brechas de la -guerra con España de 1762. Penetró con 21.000 hombres, retirándose el -general Silveira hacia Vila Pouca. El 13 continuaron los franceses -su marcha a Braga, con gran recelo de las fuerzas que allí mandaba -Bernardino Freire. En este tránsito lleno de desfiladeros encontraron -mucha oposición, teniendo que caminar lentamente y escasos de -mantenimientos. [Marginal: En Braga.] Acercándose al fin a Braga no -pensó Freire, general poco respetado, en que se pudiese defender la -ciudad, y así dispuso retirarse. Enojado el pueblo le arrestó en -un pueblo inmediato y le volvió a Braga, en donde fue bárbaramente -asesinado. Viose entonces su segundo, el barón de Ebben, en la -necesidad de defender con gente colecticia la posición de Carballo, -legua y media distante, de la que apoderados los franceses penetraron -el 20 en Braga, [Marginal: Asoman a Oporto.] asomando el 28 a Oporto, -vencidos otros obstáculos no menos dificultosos. - -Intimó luego la rendición el mariscal Soult a esta ciudad, que -situada a la derecha de Duero y a una legua de su embocadura, es -por su población de 70.000 almas y por su gran comercio la primera -de Portugal después de Lisboa. El ánimo de los naturales mostrábase -levantado, tanto más cuanto con la invasión francesa veían estancado -y destruido su principal tráfico, que consiste en la salida de sus -vinos para Inglaterra. [Marginal: Estado de la ciudad.] Con objeto -de defender la ciudad se había en su derredor construido un campo -atrincherado erizado de cañones, cuya derecha se apoyaba en el Duero, -y la izquierda en los fuertes vecinos al mar; además habían atajado -las calles, y colocado en ellas y en diversos puntos muchas piezas de -artillería. La exaltación popular era tal que fueron víctima de ella -varias personas, y con dificultad pudo el mariscal Soult intimar la -rendición, no queriendo la ciudad dar oídos a tregua ni convenio. Hubo -también ocasión en que so color de querer escuchar las proposiciones -cogieron a los parlamentarios, como aconteció al general Foy que se -llevaron prisionero con grave riesgo de su persona. Mandaba en jefe -el obispo, pero la víspera del ataque abandonó la ciudad poniendo en -su lugar al general Parreiras. [Marginal: Éntranla los franceses.] -Acometieron los franceses las líneas el 29 de marzo, que de grande -extensión, mal dispuestas y defendidas por gente allegadiza, fueron -ganadas sin grande esfuerzo, entrando en la ciudad los vencedores, -y haciendo su caballería tremenda matanza. Los habitantes huyendo -del peligro se avalanzaron al puente de Duero, que formado de barcas -rompiose con el gentío, y allí fueron las mayores lástimas ahogándose -unos y ametrallando a otros los franceses desapiadadamente. [Marginal: -Gran matanza.] Perecieron de 3 a 4000 personas, de ellas muchas mujeres -y niños. Hubo hechos que ensalzaron al ya tan ilustrado valor de los -portugueses: 200 hombres esforzados se defendieron en la catedral hasta -que no quedó uno con vida. - -[Marginal: Conducta del mariscal Soult.] - -Siguiéronse deplorables excesos, no pudiendo Soult contener los ímpetus -desmandados de su tropa. Este mariscal procuró entonces y después -granjearse la voluntad de los moradores, aun imitándolos en las -prácticas de un fervoroso celo religioso. - -Sus votos y ofrendas, y el particular cuidado del mariscal en agradar -a los portugueses, dieron a sospechar si pensaba a modo de Junot -ceñir la corona lusitana. [Marginal: Pídenle sea rey.] Vino como en -apoyo la exposición seguida de otras, que se imprimió y publicó, de -doce habitantes de Braga, en la que llamándole padre y libertador -se mostraba deseo de que Napoleón le nombrase por su rey. Y aunque -es cierto que el mariscal les replicó que no pendía de él darles -respuesta, la mera publicación de aquella demanda en país en donde él -era árbitro de impedirla o autorizarla, manifestaba que si no dimanaba -de sugestiones suyas por lo menos no era desagradable a sus oídos. - -[Marginal: Sus providencias.] - -Posesionados los franceses de Oporto no prosiguieron a Lisboa, así por -la oposición que encontraron en el país, como también por ignorar el -paradero del general Lapisse y del mariscal Victor, cuyos movimientos -del lado de Castilla y Extremadura debieron corresponder con el de -Galicia. Limitáronse pues a conservar lo ganado, y a prepararse -para más adelante. Ya hablamos como con este objeto y el de tener -la artillería que quedó en Tuy, había retrocedido hacia esta plaza -y desembarazádola de sitiadores el general Heudelet: otro tanto -trataron de hacer los enemigos por la parte de Chaves, [Marginal: -Silveira recobra Chaves.] cuya ciudad había recobrado el 20 de marzo -el general Silveira, extendiéndose después por el Támega hasta -Amarante y Peñafiel. Reforzado luego el mismo general, y molestando -incansablemente a los franceses, permaneció en aquellos sitios cerca -de un mes; pero en 18 de abril queriendo el mariscal Soult abrir paso -y tener libres las comunicaciones con Tras-os-Montes, envió al general -Delaborde auxiliado de fuerza considerable. Al aproximarse situose -Silveira en Amarante, y defendió con tal tesón el paso del puente que -no pudieron superar los franceses hasta el 2 de mayo los obstáculos que -se les oponían. Defensa para él muy honrosa aunque tuviese por entonces -que alejarse momentáneamente. - -[Marginal: Coronel Trant.] - -Al mediodía de Oporto y camino de Lisboa no dilataron los franceses -sus excursiones y correrías más allá del Vouga, persuadidos de que -resguardaban a Coimbra numerosas fuerzas. Sin embargo reducíanse estas -a unos 4000 hombres mal disciplinados, y a una turba de paisanos que -mandaba el coronel Trant, quien no pudo hacer otra cosa sino maniobrar -con acierto, aparentando mayores medios que los que tenía. Mas como -eran cortos se hubiera encaminado al fin el mariscal Soult a Lisboa -luego que supo las resultas de la batalla de Medellín, si no hubiesen -llegado inmediatamente grandes refuerzos al ejército inglés de Portugal. - -[Marginal: Regencia de Portugal.] - -Continuaba gobernando a este reino la regencia restablecida después -de la evacuación de Junot. La gente que había levantado nunca había -salido de sus lindes, no obstante las repetidas instancias de la -junta central. Obró quizá el gobierno portugués cuerdamente en no -acceder a ellas hallándose todavía su tropa bastante indisciplinada. -[Marginal: Cradock y los ingleses.] De los ingleses habían quedado -unos 10.000 hombres a las órdenes de Sir Juan Cradock, contra los que -prorrumpieron en grande enojo los portugueses a causa de las muestras -que dieron de embarcarse al saber la suerte de Moore, apareciendo en -sus providencias, más que premeditado plan, desconcierto y abatimiento. -Aquietado en fin el general inglés por órdenes posteriores de su -gabinete permaneció en Lisboa, adelantándose después a Leiría al mismo -tiempo que el ejército portugués se situaba en Tomar, el cual sin -contar con las fuerzas de Silveira, la legión lusitana y las reuniones -de paisanos, constaba de unos 15 a 20.000 hombres. [Marginal: Beresford -manda a los portugueses.] Disciplinábalos el general Beresford -autorizado desde el mes de febrero por el príncipe regente de Portugal -para obrar como comandante en jefe de sus tropas. - -[Marginal: Refuérzase el ejército inglés.] - -Así andaban las cosas en aquel reino, cuando el gobierno británico, -viendo que España no se sometía al yugo extranjero a pesar de sus -desgracias y de la retirada de Moore, y vislumbrando también la -guerra entre Austria y Francia, determinó probar de nuevo fortuna en -la península reforzando considerablemente su ejército, [Marginal: -Sir Arthur Wellesley nombrado general en jefe.] y poniéndole a las -órdenes de Sir Arthur Wellesley, ceñido ya con los laureles de Roliça -y Vimeiro. Fueron llegando sucesivamente las tropas a las costas -portuguesas, y su general en jefe desembarcó en Lisboa el 22 de abril, -bien recibido y obsequiado de sus moradores. Poco después el 29 púsose -en marcha sobre Coimbra, [Marginal: Sus providencias.] llevando consigo -20.000 ingleses y 8000 portugueses. Doce mil de los últimos con dos -brigadas británicas a las órdenes del general Mackenzie se apostaron -en Santarén y Abrantes, adelantándose un regimiento de milicias y la -legión lusitana, al cargo ahora del coronel Mayne, hasta el puente -de Alcántara. Sir Roberto Wilson que poco antes mandaba dicha legión, -hallábase destacado con un corto cuerpo de portugueses hacia Viseo. -[Marginal: Avanza a Coimbra.] El general Wellesley llegó a Coimbra -el 2 de mayo prefiriendo antes arrojar a Soult de Portugal que obrar -por Extremadura de concierto con Cuesta, según era el deseo de este -caudillo y el del gobierno español. - -[Marginal: Situación de los franceses.] - -Los franceses no se habían movido de Oporto y de sus puestos del Vouga. -En su ejército manifestábase disgusto, aburridos todos y cansados con -aquella clase de guerra, y fomentando gran descontento una sociedad -secreta, llamada de los filadelfos, cuyo objeto era destruir la -dinastía imperial y restablecer en Francia un gobierno republicano. -[Marginal: Sociedad secreta de los filadelfos.] Entre los que la -componían había oficiales superiores, y tenían pensado poner a su -cabeza al mariscal Ney o al general Gouvion Saint-Cyr. Extendíanse las -ramificaciones de la sociedad a los demás ejércitos de Napoleón, y en -el de España no abandonaron los conspiradores su proyecto hasta el año -10. Había echado profundas raíces en las tropas del mariscal Soult, y -eran tantos los partícipes del secreto, que enviado para abrir tratos -acerca de ello el ayudante mayor Mr. D’Argenton, pudo sin tropiezo -ir hasta Lisboa, y con tal desembozo que inspiró desconfianza en Sir -Arthur Wellesley, por lo cual respondió este al emisario francés que -rebelárase o no su ejército le atacaría en tanto que se mantuviese en -Portugal: sin embargo añadió que si se declaraba contra Bonaparte se -ajustaría quizá un convenio para su retirada. Otros jefes parece ser -que tuvieron también conferencias con el general británico, y de ellos -se citan a los coroneles Donadieu y Lafitte. Mas D’Argenton de vuelta -a Oporto habiéndose descubierto al general Lefebvre que creía en la -trama o favorable a ella, fue arrestado en la noche del 8 al 9 de mayo -teniendo pasaportes del almirante inglés Berkley. [Marginal: (* Ap. n. -8-8.)] Dilatose su castigo para averiguar cuáles fuesen sus cómplices, -y ayudado de estos tuvo ocasión de escaparse y pasar a Inglaterra.[*] - -Sobresaltó al mariscal Soult tan funesto acontecimiento que realizaba -anteriores sospechas, al paso que aguijó por su parte al general -Wellesley a avanzar prontamente, no contando sin embargo mucho con la -sublevación del ejército contrario. [Marginal: Plan de Wellesley.] Era -el plan del general inglés envolver a Soult, y obligarle a una retirada -desastrada o a rendirse. Y conforme a su pensamiento dispuso que el -general Beresford con las tropas de su mando, y las portuguesas que -estaban en Viseo a las órdenes de Sir Roberto Wilson, se dirigiesen -anticipadamente por Lamego, y pasasen el Duero para juntarse en -Amarante con Silveira, cuya retirada todavía se ignoraba. Hecho este -movimiento la demás fuerza británica debía avanzar en dos columnas -sobre Oporto, una vía de Aveiro y otra por el camino real. No se varió -el plan aunque se supo luego el descalabro de Silveira, y el 6 de mayo -se empezó la operación convenida. El 10 y el 11 fue arrojado de las -alturas de Grijo el general Franceschi que mandaba la vanguardia de los -enemigos, la cual en seguida repasó el Duero. - -[Marginal: Se apoderan los ingleses de Oporto.] - -El mariscal Soult tomando sin tardanza disposiciones para evacuar a -Oporto y asegurar su retirada, voló el puente de barcas y retuvo en la -margen derecha todos los botes. Dio vista el 12 a la ciudad Sir Arthur -Wellesley, y aunque cercano separábale la profunda y rápida corriente -de Duero. No teniendo prontos los medios necesarios para atravesarla, -hubiera Soult podido retirarse tranquilamente a Galicia si un feliz -acaso no hubiese servido a ayudar la combinación que para la travesía -preparaba el general inglés, quien había destacado río arriba al -general Murray a fin de que cruzase el Duero por Avintas y cayese sobre -el flanco del enemigo al tiempo que este fuese atacado por el frente. -Partió Murray; mas dudábase sobre el modo de verificar el paso a la -sazón que el coronel Waters descubrió en un recodo que forma el río -un pequeño bote con el que yendo a la otra orilla, acompañado de dos -o tres individuos, se apoderó sin ser notado de cuatro grandes barcas -abandonadas, y de priesa trájolas del lado de los suyos. Al instante -y el mismo 12 a las diez del día pasó en ellas el Duero Lord Paget -con tres compañías. Siguieron otros, permaneciendo los enemigos tan -descuidados que burlándose de los primeros avisos que dio un oficial, -a nada dieron crédito hasta que el general Foy subiendo casualmente a -la altura que se eleva enfrente del convento de Serra, advirtió que -en efecto pasaban los ingleses el río. Entonces todo el campo francés -se conmovió y se puso sobre las armas. Trabose entre los soldados de -ambos ejércitos un vivísimo choque, agolpáronse sucesivamente de uno -y otro lado tropas, y llegando en fin de Avintas el general Murray -abandonaron los franceses a Oporto, perseguidos por los ingleses -hasta cierta distancia de la ciudad. La matanza fue grande. Cayeron -heridos los generales Delaborde y Foy de una parte, y Lord Paget de la -contraria, sin contar otros muchos de ambas. Censurose agriamente en -su propio ejército al mariscal Soult por el descuido de dejar a los -ingleses pasar en medio del día sin resistencia un río tan caudaloso -como por allí corre el Duero. - -[Marginal: Apuros de Soult.] - -Después de la salida de Oporto dos caminos le quedaban a dicho mariscal -para retirarse, si quería conservar su artillería; uno por puente de -Lima y Valencia de Miño, y el otro por el lado de Amarante. Contaba -con que el último paso sería resguardado por el general Loison; mas -este perseguido por los generales Beresford, Silveira y Wilson, le -abandonó y puso a Soult en el mayor aprieto, sobre todo no pudiendo ir -por el otro camino de puente de Lima sin encontrarse con el general -Wellesley. Aunque rodeado de inminentes peligros no se abatió el -mariscal francés, y con entereza y prontitud de ánimo admirables, -destruyendo la artillería y los carruajes, y acallando las voces que -ya se oían de capitulación, echose por medio de senderos estrechos y -casi intransitables, guiado en su laberinto por un hombre de la Navarra -francesa, de los que van a España a ejercer una profesión lucrativa -si bien poco honrosa. El tiempo aunque en mayo era lluvioso, los -trabajos grandes, la persecución y molestia de los paisanos continua, -precipitándose a veces hombres y caballos por aquellos abismos y -derrumbaderos. De suerte que hasta cierto punto renovaba ahora el -mariscal Soult la escena que meses antes había representado el general -Moore cuando él iba en su perseguimiento. Los pueblos del tránsito -fueron quemados y sus habitantes tratados cruelmente, y al mismo son -que ellos cuando podían trataban a los franceses. [Marginal: Pasa la -frontera.] Llegó el ejército de estos el 17 a Montealegre y el 18 pasó -la frontera, no siguiendo el alcance los ingleses tierra adentro de -España por querer su general retroceder a Extremadura, según antes -había prometido a Cuesta. Subió a bastante la pérdida de los enemigos -en la retirada, y sin la celeridad y consumada pericia del mariscal -Soult difícilmente se hubieran libertado de caer en manos del inglés, -cuya excesiva prudencia motejaron muchos. [Marginal: Llega a Lugo.] -Llegaron los franceses a Lugo el 23, habiéndolos molestado poco el -paisanaje español que estaba como desprevenido. - -[Marginal: Levanta Mahy el cerco.] - -La víspera, sabedor el general Mahy de que se acercaban, levantó el -sitio que había poco antes puesto a aquella ciudad y se replegó a -la de Mondoñedo. [Marginal: Encuéntrase con Romana en Mondoñedo.] -Encontráronse allí el 24 él y Romana, procedente el último de Ribadeo, -a donde había desembarcado, salvándose de Asturias. Mal colocados -entonces y expuestos a ser cogidos entre los mariscales Ney y Soult, -resolvieron los generales españoles emprender por medio de [Marginal: -Marcha atrevida de los españoles.] una marcha atrevida un movimiento -hacia el Sil, para abrigarse de Portugal, cruzando con cautela el -camino real en las inmediaciones de Lugo. Verificose así felizmente, -y por Monforte tomaron los nuestros a Orense. Aunque esta marcha -era necesaria así para esquivar, como hemos dicho, el encuentro de -los mariscales franceses, como también para darse la mano con Don -Martín de la Carrera y las fuerzas que había en las provincias de -Tuy y Santiago, [Marginal: Descontento del soldado con Romana.] -disgustó mucho al soldado que comenzaba a murmurar de tanto camino -como sin fruto había andado, apellidando al de la Romana marqués de -las Romerías: porque en efecto si bien era loable su constancia en -los trabajos y la conformidad con que sobrellevaba las escaseces y -miseria, nunca se había visto salir de su mente otra providencia que -la de marchar y contramarchar, y las más veces a tientas, de improviso -y precipitadamente, falto de plan, a la ventura, y como suele decirse, -a la buena de Dios. Solo en su ausencia y en los puntos en que no -se hallaba peleábase, y jefes entendidos y diligentes procuraban -introducir mayor arreglo y obrar con más concierto y actividad. -El único, pero en verdad gran servicio, que hizo Romana fue el de -mantenerse constante en la buena causa, y el de alimentar con su nombre -las esperanzas y bríos de los gallegos. - -[Marginal: Ney y Soult en Lugo.] - -Mas las tropas que mandaba, por poco numerosas que fuesen, si se unían -con las que estaban hacia la parte de Pontevedra y fomentaban de -cerca la insurrección de la tierra, ponían en peligro a los franceses -exigiendo de ellos prontas y acordadas medidas. Tales eran las que -tomaron en Lugo el 29 de mayo los mariscales Soult y Ney de vuelta ya -este de su rápida excursión en Asturias. [Marginal: Conciértanse para -destruir el ejército español.] Según ellas, debía el primero perseguir -y dispersar a Romana, dirigiéndose sobre la puebla de Sanabria, y -conservar por Orense comunicación con el segundo, quien, derrotado que -fuese Carrera, había de avanzar a Tuy y Vigo para sofocar del todo la -insurrección. Púsose pues el mariscal Ney en camino con 8000 infantes y -1200 caballos, y avanzó contra la división del Miño animada del mayor -entusiasmo. [Marginal: Conde de Noroña, 2.º comandante de Galicia.] La -mandaba entonces en jefe el conde de Noroña, nombrado por la central -segundo comandante de Galicia, mas este tuvo el buen juicio de seguir -el dictamen de Carrera, de Morillo y de otros jefes que por aquellas -partes y antes de su llegada se habían señalado; con lo cual obraron -todos muy de concierto. - -[Marginal: Acción del Puente de Sampayo.] - -Al aviso de que Ney se aproximaba cejaron los nuestros a Sampayo, -punto en donde resolvieron hacerle rostro. Mas cortado anteriormente -el puente por Morillo, hubo que formar otro de priesa con barcas -y tablazón, dirigiendo la obra con actividad y particular tino el -teniente coronel Don José Castellar. Eran los españoles en número de -10.000, 4000 sin fusiles, y el 7 de junio muy de mañana acabaron todos -de pasar, atajando después y por segunda vez el puente. A las nueve del -mismo día aparecieron los franceses en la orilla opuesta, y desde luego -se rompió de ambos lados vivísimo fuego. Los españoles se aprovecharon -de las baterías que antes había levantado Don Pablo Morillo, y aun -establecieron otras: los principales fuegos enfilaban de lo alto de una -eminencia el camino que viene al puente; ocupose el paso de Caldelas -dos leguas río arriba por Don Ambrosio de la Cuadra que regía la -vanguardia, y por Don José Joaquín Márquez comandante del regimiento -de Lobera; apoyose la derecha de Sampayo en un terreno escabroso, y -la izquierda estaba amparada de la ría en donde se habían colocado -lanchas cañoneras. Duró el fuego hasta las tres de la tarde sin que -los franceses consiguiesen cosa alguna. Renovose con mayor furor al -día siguiente 8, buscando los enemigos medio de pasar por su derecha -un vado largo que queda a marea baja, y de envolver por su izquierda -el costado nuestro que estaba del lado del puente de Caldelas y vados -de Sotomayor. Rechazados en todas partes vieron ser infructuosos sus -ataques, y al amanecer del 9 se retiraron a las calladas, después -de haber experimentado considerable pérdida. Señaláronse entre los -nuestros, y bajo el mando del conde de Noroña, La Carrera, Cuadra, -Roselló, que gobernaba la artillería, Castellar, Márquez y D. Pablo -Morillo; por su parte también se manejaron con destreza los marinos, -y sin duda fue muy gloriosa para las armas españolas la defensa del -Puente de Sampayo. - -[Marginal: Soult trata de pasar a Castilla.] - -Romana, en tanto, se había acogido a Orense al adelantarse el mariscal -Soult: mas en vez de seguir la huella del primero detúvose este en -Monforte algunos días. Lo alterado del país, noticias de la guerra de -Austria, y más que todo los celos y rivalidad que mediaban entre él y -el mariscal Ney le alejaron de continuar el perseguimiento de Romana, -y le decidieron a volver a Castilla. Para ello, no pudiendo atravesar -el Sil por allí falto de vados y de puentes, tuvo que subir río arriba -hasta Montefurado, así dicho por perforarle en una de sus faldas la -corriente del mismo Sil, obra según parece del tiempo de los romanos. -[Marginal: Paisanos del Sil.] Los naturales de los contornos, colocados -en la orilla opuesta, le causaron grave mal, acaudillados por el -abad de Casoyo y su hermano Don Juan Quiroga. Para vengarse del daño -ahora y antes recibido, desde Montefurado mandó el mariscal Soult al -general Loison descender por la orilla izquierda del Sil y castigar a -los habitantes. [Marginal: Quema de varios pueblos.] Cumplió este tan -largamente con el encargo que asoló la tierra y varios pueblos fueron -quemados, Castro de Caldelas, San Clodio y otros menos conocidos. -También padecieron mucho los otros valles que recorrieron o atravesaron -los enemigos. [Marginal: Romana en Celanova.] Romana retirose a -Celanova, y en seguida a Baltar, frontera de Portugal, en donde le -dejó tranquilo el mariscal Soult, [Marginal: Soult en la Puebla de -Sanabria.] pues dirigiéndose por el camino de las Portillas llegó el 23 -a la Puebla de Sanabria, de cuyo punto se retiraron a Ciudad Rodrigo -después de haber clavado algunos cañones los pocos españoles que le -guarnecían. - -[Marginal: General Franceschi cogido por el Capuchino.] - -Soult permaneció en la Puebla breves días habiendo despachado a Madrid -a Franceschi para informar a José del estado de su ejército y de -sus necesidades. Aquel general partió de Zamora en posta a caballo -con otros dos compañeros, mas pasado Toro fueron todos cogidos e -interceptados los pliegos por una guerrilla que mandaba el capuchino -Fr. Julián de Délica. Los pliegos [*] [Marginal: (* Ap. n. 8-9.)] eran -importantes así porque expresaban el quebranto y escaseces de aquellas -tropas, como también por indicarse en su contenido el mal ánimo de -algunos generales. - -[Marginal: Situación de Ney.] - -Viéndose solo el mariscal Ney y abandonado de Soult, conoció lo crítico -de su situación. Con nada en realidad podía contar sino con la fuerza -que le quedaba, y era esta harto corta para hacer rostro a la población -armada, y al ejército bastante numeroso que contra él podían ahora -reunir sin embarazo los generales Romana y Noroña. El auxilio que le -prestaban los españoles sus allegados era casi nulo, y por decirlo -así perjudicial. [Marginal: Mazarredo.] Había ido de comisario regio -el general de marina Mazarredo que separándose de su profesión, en la -que había adquirido bien merecido renombre, metiose a dar proclamas -y a esparcir entre los eclesiásticos y los pueblos una especie de -catecismo, por cuyo medio apoyándose en textos de la Escritura, quería -probar la conveniencia y obligación de reconocer la autoridad intrusa. -No conmovían las conciencias argumentos tan extraños, al contrario -las irritaban, provocando también a mofa ver convertido en misionero -político al que solo gozaba de reputación de inteligente en la maniobra -náutica. Hubo igualmente en Santiago un director de policía [Marginal: -Bazán.] llamado Don Pedro Bazán de Mendoza, doctor en Teología, el cual -y otros cuantos de la misma lechigada cometieron muchas tropelías -y defraudaron plata y caudales: denominaban los paisanos semejante -reunión el conciliábulo de Compostela. [Marginal: Evacúa Ney Galicia.] -Rodeado por tanto de peligros y escaso de fuerzas y recursos, resolvió -Ney salir de Galicia, y el 22 evacuó la Coruña, enderezándose a Astorga -por el camino real; en cuyo tránsito asolaron sus tropas horrorosamente -pueblos y ciudades. - -Así tornó aquel reino a verse libre de enemigos al cabo de cinco meses -de ocupación, durante los cuales perdieron los franceses la mitad de la -tropa con que habían penetrado en aquel suelo, ya en las acciones con -los ingleses, ya en la terrible guerra con que les habían continuamente -molestado los ejércitos y población de Galicia y Portugal. - -[Marginal: Entra Noroña en la Coruña.] - -A pocos días entró en la Coruña el conde de Noroña y la división del -Miño, siendo recibidos no solo con alborozo general y bien sentido, -sino también quedándose los espectadores admirados de que gente mal -pertrechada y tan varia en su formación y armamento hubiera conseguido -tan señaladas ventajas contra un ejército de la apariencia, práctica y -regularidad que asistían al de los franceses. - -Por entonces y antes de promediar junio fue también evacuado el -principado de Asturias. Además de lo ocurrido en Galicia y Portugal -aceleraron la retirada de los enemigos los movimientos y amago que -hicieron las tropas y paisanaje de la misma provincia. 18.000 hombres -la habían invadido: una parte, según en su lugar se dijo, volvió luego -a Galicia con el mariscal Ney, otra mandada por el general Bonnet viose -obligada a acudir a la montaña a donde la llamaba la marcha de Don -Francisco Ballesteros, y la restante fuerza sobrado débil para resistir -[Marginal: Worster y Bárcena.] a los generales Don Pedro de la Bárcena -y Worster que avanzaban a Oviedo del lado de poniente, salió con -Kellermann camino de Castilla. El primero de aquellos generales cayendo -de Teberga sobre Grado había antes arrojado de esta villa a unos 1300 -franceses que estaban allí apostados, cogiendo 80 prisioneros. - -[Marginal: Ballesteros pasa a Castilla y a las montañas de Santander.] - -Por la parte oriental del principado había reunido el general -Ballesteros más de 10.000 hombres. Entraba en su número un batallón de -la Princesa que había ido a Oviedo con Romana, y el cual mandado por -su coronel D. José O’Donnell se le había unido, no pudiendo embarcarse -en Gijón. También se agregó después el regimiento de Laredo que -pertenecía a las montañas de Santander y la partida o cuerpo volante -de D. Juan Díaz Porlier. Entusiasmado el general Ballesteros con las -memorias de Covadonga pensó que podían resucitar en aquel sitio los -días de Pelayo. Anduvo por tanto reacio en alejarse hasta que falto de -víveres y estrechado por el enemigo tuvo el 24 de mayo que abandonar -de noche la cueva y santuario, y trepar por las faldas de elevados -montes, no teniendo más dirección que la de sus cimas, pues allí no -había otra salida sino el camino que va a Cangas de Onís, y este le -ocupaban los franceses. En medio de afanes consiguió Ballesteros -llegar el 26 a Valdeburón en Castilla de donde se trasladó a Potes. -Meditando entonces lo más conveniente resolvió de acuerdo con otros -jefes acometer a Santander, cuya guarnición desprevenida se juzgaba -ser solo de 1000 hombres. Se encaminó con este propósito a Torrelavega -en donde se detuvo más de lo necesario. Por fin al amanecer del 10 -emprendiose la expedición, pero tan descuidadamente que el enemigo se -abrió paso dejando solo en nuestro poder 200 prisioneros. [Marginal: -Ocupa Santander.] Entraron las tropas de Ballesteros el mismo día en -Santander, mas la ocupación de esta ciudad no duró largo tiempo. En -la misma noche revolviendo sobre ella los franceses ya reforzados, -penetraron por sus calles y pusiéronlo todo en tal confusión que -los más de los nuestros se desbandaron, y el general Ballesteros -creyendo perdida su división se embarcó precipitadamente con Don José -O’Donnell en una lancha en que bogaron por falta de remos y remeros -dos soldados con sus fusiles. [Marginal: Intrepidez de Porlier.] Don -Juan Díaz Porlier se salvó con alguna tropa atravesando por medio de -los enemigos con la intrepidez que le distinguía. Fue también notable -y digna de la mayor alabanza la conducta del batallón de la Princesa, -[Marginal: Marcha admirable del batallón de la Princesa.] que privado -de su fugitivo coronel y a las órdenes del valiente oficial Garvayo -conservó bastante orden y serenidad para libertarse y pasar a Medina de -Pomar, desde donde, ¡marcha admirable! poniéndose en camino atravesó -la Castilla y Aragón rodeado de peligros y combates, y se incorporó en -Molina con el general Villacampa. - -[Marginal: Romana en la Coruña.] - -Libres en el mes de junio Asturias y Galicia, era ocasión de que el -marqués de la Romana, tan autorizado como estaba por el gobierno -supremo, emplease todo su anhelo en mejorar la condición de su -ejército, y la de ambas provincias. Entró en la Coruña poco después -que Noroña, y fue recibido con el entusiasmo que excitaba su nombre. -[Marginal: Sus providencias y negligencia.] Reasumió en su persona toda -la autoridad, suprimió las juntas de partido que se habían multiplicado -con la insurrección, y nombró en su lugar gobernadores militares. -No contento con la destrucción de aquellas corporaciones, trató de -examinar con severidad la conducta de varios de sus individuos, a quien -se acusaba de desmanes en el ejercicio de su cargo, procedimiento que -desagradó. Pues al paso que se escudriñaban estos excesos, nacidos por -lo general de los apuros del tiempo, mostró el marqués suma benignidad -con los que habían abrazado el bando de los enemigos. Por lo demás -sus providencias en todos los ramos adolecieron de aquella dejadez y -negligencia característica de su ánimo. Suprimidas las juntas cortó -el vuelo al entusiasmo e influjo popular, y no introdujo con los -gobernadores que creó el orden y la energía que son propias de la -autoridad militar. Transcurrió más de un mes sin que se recogiese el -fruto de la evacuación francesa, no pasando el tiempo aquel jefe sino -en agasajos, y en escuchar las quejas y solicitudes de personas que -se creían agraviadas o que ansiaban colocaciones; y entre ellas, como -acontece, no andaban ni las realmente ofendidas ni las más beneméritas. -[Marginal: Sale a Castilla.] Por fin reunió el marqués la flor del -ejército de Galicia y trató de salir a Castilla. - -[Marginal: Nombra a Mahy para Asturias.] - -Antes de efectuar su marcha envió a tomar el mando militar de Asturias -a Don Nicolás Mahy: el político y económico seguía al cuidado de -la junta que el mismo marqués había nombrado. [Marginal: Nombra a -Ballesteros para mandar 10.000 hombres.] Ordenó además este que se le -uniese en Castilla con 10.000 hombres de lo más escogido de las tropas -asturianas Don Francisco Ballesteros, que en vez de ser reprendido por -lo de Santander, recibió este premio. Debiolo a haberse salvado con -Don José O’Donnell, favorito del marqués, y mal hubiera podido ser -censurada la conducta del general sin tocar al abandono o deserción -del coronel su compañero: así un indisculpable desastre sirvió a -Ballesteros de principal escalón para ganar después gloria y renombre. - -Romana llegó a Astorga con unos 16.000 hombres y 40 piezas de -artillería. Dejó en Galicia pocos cuadros y escasos medios para que con -ellos pudiese Noroña formar un ejército de reserva. Una corta división -al mando de Don Juan José García se situó en el Bierzo, y Ballesteros -desde las cercanías de León hizo posteriormente hacia Santander una -excursión que no tuvo particular resulta. - -[Marginal: Sucédele después en el mando del ejército el duque del -Parque.] - -Permaneció Romana en Astorga hasta el 18 de agosto en que se despidió -de sus tropas habiendo sido nombrado por la junta de Valencia para -desempeñar el puesto vacante en la central por fallecimiento del -príncipe Pío. El mando de su ejército recayó después en el duque del -Parque, al cual también se unió aunque más tarde Ballesteros, caminando -todos la vuelta de Ciudad Rodrigo. - -Los franceses que salieron de Galicia y que componían el 2.º y 6.º -cuerpo debieron ponerse por resolución de Napoleón recibida en 2 de -julio a las órdenes de Soult, como igualmente el 5.º del mando del -mariscal Mortier que estaba en Valladolid procedente de Aragón. Varios -obstáculos opuso José al inmediato cumplimiento en todas sus partes de -la voluntad de su hermano; y de ello daremos cuenta en el próximo libro. - -[Marginal: Fin de este libro.] - -Ahora terminando este conviene notar lo poco que a pesar de tan grandes -esfuerzos habían adelantado los franceses en la conquista de España. -Ocho meses eran corridos después de la terrible invasión en noviembre -del emperador francés, y sus huestes no enseñoreaban todavía ni un -tercio del territorio peninsular. Inútilmente daban y ganaban batallas, -inútilmente se derramaban por las provincias, de las que ocupadas -unas levantábanse otras, y yendo al remedio de estas, aquellas se -desasosegaban y de nuevo se trocaban en enemigas. [Marginal: Parangón -de la guerra de Austria y España.] ¡Cuán diferente cuadro presentaba -por aquel tiempo el Austria! Allí había en abril abierto la campaña -el archiduque Carlos con ejércitos bien pertrechados y numerosos, -solo tres o cuatro batallas se habían dado, una de éxito contrario -a Napoleón, y sin embargo ya en 12 de julio celebrose en Znaim una -suspensión de armas, preludio de la paz. Así una nación poderosa y -militar sujetábase a las condiciones del vencedor al cabo de tres meses -de guerra, y España después de un año, sin verdaderos ejércitos y -muchas veces sola en la lucha, manteníase incontrastable por la firme -voluntad de sus moradores. Tanta diferencia media, no nos cansaremos de -repetirlo, entre las guerras de gabinete y las nacionales. Al primer -revés se cede en aquellas, mas en estas sin someterse fácilmente -los defensores al remolino de la fortuna, cuando se les considera -deshechos, crecen; cuando caídos, se empinan. Conocíalo muy bien el -grande estadista Pitt,[*] [Marginal: (* Ap. n. 8-10.)] quien rodeado -de sus amigos en 1805 al saber la rendición de Mack en Ulma con 40.000 -hombres exclamando aquellos _que todo estaba perdido y que no había -ya remedio contra Napoleón_, [Marginal: Previsión notable de Pitt.] -replicó, _todavía lo hay si consigo levantar una guerra nacional en -Europa_, añadiendo en tono, al parecer profético, _y esta guerra ha de -comenzar en España_. - - - - - APÉNDICES - - AL TOMO SEGUNDO. - - - - - APÉNDICE - DEL - LIBRO QUINTO. - - -NÚMERO 5-1. - -_Numantia, quantum Carthaginis, Capuæ, Corinthi opibus inferior, ita -virtutis nomine et honore par omnibus, summumque, si viros æstimes, -Hispaniæ decus: quippe quæ sine muro, sine turribus, modice edito -in tumulo apud flumen Durium sita, quatuor millibus Celtiberorum, -quadraginta millium exercitum per annos quatuordecim sola sustinuit; -nec sustinuit modo, sed sævius aliquanto perculit, pudendisque -fœderibus affecit. — L. A. Flori, lib. 2, cap. 18._ - - -NÚMERO 5-2. - -_Annales d’Espagne et de Portugal par Don Juan Álvarez de Colmenar, -tom. 5.º, pág. 431, edición de Ámsterdam._ - - -NÚMERO 5-3. - -_Respuesta dada a la intimación del general Lefebvre comandante en jefe -del ejército francés que sitiaba a Zaragoza, publicada en la Gaceta del -20 de junio de 1808._ - -Zaragoza es mi cuartel general a 18 de junio. - -Si S. M. el emperador envía a V. a restablecer la tranquilidad que -nunca ha perdido este país, es bien inútil se tome S. M. estos -cuidados. Si debo responder a la confianza que me ha hecho este -valeroso pueblo sacándome del retiro en que estaba para poner en mi -mano su custodia, es claro que no llenaría mi deber abandonándole a la -apariencia de una amistad tan poco verdadera. - -Mi espada guarda las puertas de la capital, y mi honor responde de -su seguridad: no deben tomarse pues este trabajo esas tropas que aún -estarán cansadas de los días 15 y 16. Sean enhorabuena infatigables en -sus lides; yo lo seré en mis empeños. - -Lejos de haberse apagado el incendio que levantó la indignación -española, a vista de tantas alevosías se eleva por momentos. - -Se conoce que las espías que V. paga son infieles. Gran parte de -Cataluña se ha puesto bajo mi mando: lo mismo ha hecho otra no menor -de Castilla. Los capitanes generales de esta y de Valencia están -unidos conmigo. Galicia, Extremadura, Asturias y los cuatro reinos de -Andalucía están resueltos a vengar sus agravios. Las tropas francesas -cometen atrocidades indignas de hombres; saquean, insultan y matan -impunemente a los que ningún mal les han hecho: ultrajan la religión, y -queman sus sagradas imágenes de un modo inaudito. - -Ni esto ni el todo que V. observa, aun después de los días 15 y 16, son -propios para satisfacer a un pueblo valiente: V. hará lo que quiera; y -yo haré lo que debo. — B. L. M. de V. — El general de las tropas de -Aragón. - - -NÚMERO 5-4. - -_Segunda y última respuesta dada al general del ejército francés que -sitiaba a Zaragoza, en 27 de junio de 1808._ - -El intendente de este ejército y reino me ha transmitido las -proposiciones que V. le ha hecho, reducidas a que yo permita la entrada -en esta capital de las tropas francesas que están bajo su mando, que -vienen con la idea de desarmar al pueblo, restablecer la quietud, -respetar las propiedades y hacernos felices, conduciéndose como amigos, -según lo han hecho en los demás pueblos de España que han ocupado, o -bien si no me conformare a esto que se rinda la ciudad a discreción. -Los medios que ha empleado el gobierno francés para ocupar las plazas -que le quedan en España, y la conducta que ha observado su ejército han -podido persuadir a V. la respuesta que yo daría a sus proposiciones. -El Austria, la Italia, la Holanda, la Polonia, Suecia, Dinamarca y -Portugal presentan, no menos que este país, un cuadro muy exacto de la -confianza que debe inspirar el ejército francés. - -Esta ciudad y las valerosas tropas que la guardan han jurado morir -antes que sujetarse al yugo de la Francia, y la España toda, en donde -solo quedan ya restos del ejército francés, está resuelta a lo mismo. - -Tenga V. presentes las contestaciones que le di ocho días ha, y los -decretos de 31 de mayo y 18 de este mes, que se le incluyeron, y no -olvide V. que una nación poderosa y valiente decidida a sostener la -justa causa que defiende, es invencible y no perdonará los delitos que -V. o su ejército cometan. Zaragoza 26 de junio de 1808. — Por el -capitán general de Aragón. — El marqués de Lazán. - - -NÚMERO 5-5. - -... καὶ δι᾽ ἐλαχίστου καιροῦ τύχης ἅμα ἀκμῇ τῆς δόξης μᾶλλον ἢ τοῦ -δέους ἀπηλλάγησαν. - - (THUCYD., II, 42.) - - -NÚMERO 5-6. - -_Artículos del convenio hecho entre el vicealmirante Siniavin, -caballero de la orden de San Alejandro, y el almirante Sir Carlos -Cotton, baronet, para la redención de la escuadra rusa anclada en la -ribera del Tajo, publicados en la Gaceta extraordinaria de Londres de -16 de septiembre._ - -1.º Los navíos de guerra del emperador de Rusia que están en el Tajo -se entregarán inmediatamente al almirante Sir Carlos Cotton con todas -sus municiones: serán enviados a Inglaterra, en donde los tendrá S. M. -B. como en depósito para restituir a S. M. I. seis meses después de la -conclusión de la paz entre S. M. B. y S. M. I. el emperador de todas -las Rusias. - -2.º El vicealmirante Siniavin con todos los oficiales marinos y -marineros que están a sus órdenes, volverán a Rusia sin ninguna -condición o estipulación que les impida servir en lo sucesivo: serán -convoyados por gente de guerra y navíos propios a expensas de S. M. B. - -Dado y concluido a bordo del navío Twairdai en el Tajo y a bordo del -Ibernia, navío de S. M. B. en la embocadura de la ribera, a 3 de -septiembre de 1808. — Signado. — De Siniavin. — Carlos Cotton. - - -NÚMERO 5-7. - -_Convención definitiva para la evacuación de Portugal por las tropas -francesas, publicada en la Gaceta extraordinaria de Londres._ - -Los generales en jefe de los ejércitos inglés y francés en Portugal, -habiendo determinado negociar y concluir un tratado para la evacuación -de este reino por las tropas francesas sobre las bases del concluido -el 22 del presente para una suspensión de armas, han habilitado a los -infrascriptos oficiales para negociarlo en su nombre, a saber: de parte -del general en jefe del ejército británico al teniente coronel Murray, -cuartel-maestre general, y de la del general en jefe del francés a -Mr. Kellermann, general de división, a quienes han dado la facultad -necesaria para negociar y concluir un convenio al efecto, sujetos sin -embargo a su ratificación respectiva, y a la del almirante comandante -de la escuadra británica en la embocadura del Tajo. Los oficiales -después de haber canjeado sus plenos poderes se han convenido en los -artículos siguientes: - -1.º Todas las plazas y fuertes del reino de Portugal ocupados por las -tropas francesas se entregarán al ejército británico en el estado -en que se hallen al tiempo de firmarse este tratado. 2.º Las tropas -francesas evacuarán a Portugal con sus armas y bagajes; no serán -consideradas como prisioneras de guerra, y a su llegada a Francia -tendrán libertad para servir. 3.º El gobierno inglés suministrará los -medios de transporte para el ejército francés, que desembarcará en uno -de los puertos de Francia entre Rochefort y Lorient inclusivamente. -4.º El ejército francés llevará consigo toda su artillería de calibre -francés con lo a ella anejo. Toda la demás artillería, armas, -municiones, como también los arsenales militares y navales, serán -entregados al ejército y navíos británicos en el estado en que se -hallen al tiempo de la ratificación de este tratado. 5.º El ejército -francés llevará consigo todos sus equipajes, y todo lo que se comprende -bajo el nombre de propiedad de un ejército, y se le permitirá disponer -de la parte de ella que el comandante en jefe juzgue inútil para -embarcar. Del mismo modo todos los individuos del ejército tendrán -libertad para disponer de su propiedad privada, con plena seguridad -en lo sucesivo para los compradores. 6.º La caballería podrá embarcar -sus caballos, así como también los generales y oficiales de cualquier -graduación, quedando a disposición de los comandantes británicos los -medios de transportarlos: el número de caballos que podrán embarcar -las tropas no excederá de 600, ni el de los jefes de 200. De todos -modos el ejército francés tendrá libertad para disponer de los que -no puedan embarcarse. 7.º El embarco se hará en tres divisiones, y -la última de ellas se compondrá de las guarniciones de las plazas, -de la caballería, artillería, enfermos y equipaje del ejército. La -primera división se embarcará dentro de siete días de la fecha de la -ratificación. 8.º La guarnición de Elvas y sus fuertes de Peniche y -Palmela se embarcará en Lisboa. La de Almeida en Oporto o en el puerto -más cercano. 9.º Todos los enfermos o heridos que no puedan embarcarse -con las tropas, se confían al ejército británico, cuyo gobierno pagará -lo que gasten mientras estén en este país, quedando de cuenta de la -Francia abonarlo cuando marchen. El gobierno inglés proporcionará su -vuelta a Francia por destacamentos como de 200 hombres a un tiempo. -10. Luego que los barcos que lleven el ejército a Francia lo hayan -desembarcado en los puertos arriba dichos, o en cualquier otro de -aquel país adonde el temporal los fuerce a ir, se les proporcionará -toda comodidad para volver a Inglaterra sin dilación y seguridad, o -pasaporte para no ser apresados hasta que lleguen a un puerto amigo. -11. El ejército francés se reconcentrará en Lisboa y dos leguas -alrededor. El inglés a tres leguas, por manera que haya siempre una -entre los dos ejércitos. 12. Los fuertes de San Julián, Buxio y Cascaes -serán ocupados por las tropas británicas cuando se ratifique este -convenio. Lisboa y su ciudadela con los fuertes y baterías, el lazareto -y el fuerte de San José los ocuparán cuando se embarque la segunda -división, como también el puerto con todas las embarcaciones armadas. -Las fortalezas de Elvas, Almeida, Peniche y Palmela se entregarán a -las tropas británicas así que lleguen para ocuparlas. El general en -jefe inglés noticiará a las guarniciones de estas plazas y a las tropas -que las sitian este convenio para poner fin a las hostilidades. 13. Se -nombrarán comisionados por ambas partes para acelerar la ejecución de -este convenio. 14. Si se suscitase alguna duda sobre la inteligencia -de algún artículo, se interpretará a favor del ejército francés. 15. -Desde la ratificación todas las deudas atrasadas de contribuciones, -requisiciones &c. no podrán reclamarse por el gobierno francés contra -los portugueses, ni ningún otro que resida en este país; pues todo lo -que se haya pedido e impuesto después que el ejército francés entró -en Portugal por diciembre de 1807, y no se haya pagado aún, queda -cancelado, y se levantan los embargos puestos en los bienes de los -deudores para que se les restituya y queden a su libre disposición. -16. Todos los súbditos de Francia o de cualquier otra potencia su -aliada o amiga que se hallen en Portugal con domicilio o sin él, serán -protegidos, sus propiedades serán respetadas, y tendrán libertad para -acompañar al ejército francés, o permanecer aquí. En todo caso se les -asegura su propiedad con la libertad de retenerla o de disponer de -ella; y pasando el producto de la venta a Francia o cualquier otro -país adonde vayan a fijar su residencia, se les concede un año para -el intento. Sin embargo ninguna de estas estipulaciones podrá servir -de pretexto pava una especulación comercial. 17. Ningún portugués será -responsable por su conducta política durante la ocupación de este país -por el ejército francés; y todos los que han continuado en el ejercicio -de sus empleos, o que los han aceptado durante el gobierno francés, -quedan bajo la protección de los comandantes ingleses, quienes les -sostendrán para que no se les cause vejación en sus personas y bienes; -y podrán también aprovecharse de las estipulaciones del artículo 16. -18. Las tropas españolas detenidas a bordo de los navíos en el puerto -de Lisboa, serán entregadas al general en jefe inglés, quien se obliga -a obtener de los españoles la restitución de los súbditos franceses, -sean militares o civiles, que hayan sido detenidos en España, sin haber -sido hechos prisioneros en batalla, o en consecuencia de operaciones -militares, sino con ocasión del 29 de mayo y días siguientes. 19. -Inmediatamente se hará un canje de prisioneros de todas graduaciones -que se hayan hecho en Portugal desde el principio de las presentes -hostilidades. 20. Para la recíproca garantía de este convenio se -entregarán rehenes de la clase de oficiales generales por parte del -ejército francés, del inglés y de su armada. El oficial del ejército -británico será restituido luego que se dé cumplimiento a los artículos -pertenecientes al ejército: el de la escuadra y el francés cuando las -tropas hayan desembarcado en su país. 21. Se permitirá al general -francés enviar un oficial a Francia con el presente convenio, y el -almirante británico le dará una embarcación que le convoye a Burdeos o -a Rochefort. 22. Se hará porque el almirante británico acomode a S. E. -el general en jefe y oficiales principales del ejército francés a bordo -de los navíos de guerra. Dado y concluido en Lisboa a 30 de agosto de -1808. — Firmado. — Jorge Murray. — Kellermann. - - -_Artículos adicionales._ - -1.º Los empleados civiles del ejército hechos prisioneros, sea por las -tropas británicas o por las portuguesas en cualquier parte de Portugal, -serán restituidos, como de costumbre, sin canje. - -2.º El ejército francés subsistirá de sus propios almacenes hasta el -día del embarco, y la guarnición hasta la evacuación de las fortalezas. -El remanente de los almacenes se entregará en la forma acostumbrada -al gobierno británico, quien se encarga de la subsistencia y caballos -del ejército desde el tiempo referido hasta su llegada a Francia, con -la condición de ser reembolsado por el gobierno francés del exceso -de gastos a la estimación que por ambas partes se dé a los almacenes -entregados al ejército inglés. Las provisiones que estén a bordo de -los navíos de guerra de que está en posesión el ejército francés, se -tomarán en cuenta por el gobierno inglés así como los almacenes de la -fortaleza. - -3.º El general en jefe de las tropas británicas tomará las medidas -necesarias para restablecer la libre circulación de los medios de -subsistencia entre el país y la capital. — Dado &c. - - -NÚMERO 5-8. - -_En la corte palacio de la reina el 4 de julio de 1808. Presente en el -consejo de S. M. el rey._ - -Habiendo S. M. tomado en consideración los esfuerzos gloriosos de la -nación española para libertar su país de la tiranía y usurpación de -Francia, y los ofrecimientos que ha recibido de varias provincias de -España de su disposición amistosa hacia este reino; se ha dignado -mandar y manda por la presente de acuerdo con su consejo privado: - -1.º Que todas las hostilidades contra España de parte de S. M. cesen -inmediatamente. - -2.º Que se levante el bloqueo de todos los puertos de España, a -excepción de los que se hallan todavía en poder de los franceses. - -3.º Que todos los navíos o buques pertenecientes a España sean -libremente admitidos en los puertos de los dominios de S. M. como lo -fueron antes de las hostilidades. - -4.º Que todas las embarcaciones españolas que sean encontradas por la -mar por los navíos o corsarios de S. M., sean tratadas como las de las -naciones amigas, y se les permita hacer todo tráfico permitido a las -neutrales. - -5.º Que todos los navíos o mercaderías pertenecientes a los individuos -establecidos en las colonias españolas, que fueren detenidos por -los navíos de S. M. después de la fecha de la presente, han de ser -conducidos al puerto, y conservados cuidadosamente en segura custodia -hasta que se averigüe si las colonias donde residen los dueños de los -referidos navíos o efectos han hecho causa común con España contra el -poder de la Francia. - -Y SS. EE. los comisionados de la real tesorería, los secretarios de -estado de S. M., los comisionados del almirantazgo, y los jueces de -los tribunales del vicealmirantazgo, han de tomar para el cumplimiento -de los anteriores artículos las medidas que respectivamente les -corresponden. — Firmado. — Esteban Coterell. - - -NÚMERO 5-9. - -ἡμῖν δοκεῖ, εἰ μέν τις ἐᾷ ἡμᾶς ἀπιέναι οἴκαδε, διαπορεύεσθαι τὴν -χώραν ὡς ἂν δυνώμεθα ἀσινέστατα· ἢν δέ τις ἡμᾶς τῆς ὁδοῦ ἀποκωλύῃ, -διαπολεμεῖν τούτῳ ὡς ἂν δυνώμεθα κράτιστα. - - (XENOPHONTIS, ANAB., 3, 3.) - - -NÚMERO 5-10. - -_Estas palabras están insertas en una memoria escrita por José a su -hermano Napoleón en Miranda de Ebro a 16 de septiembre de 1808, cogida -con otros papeles en la batalla de Vitoria._ - - - - - APÉNDICE - DEL - LIBRO SEXTO. - - -NÚMERO 6-1. - -_Lista de los individuos que compusieron la junta suprema central -gubernativa de España e Indias por el orden alfabético de las -provincias que los nombraron._ - - -POR ARAGÓN. - -D. Francisco Palafox y Melci, gentil-hombre de cámara de S. M. con -ejercicio, brigadier del ejército, y oficial de reales guardias de -Corps. - -Don Lorenzo Calvo de Rozas, vecino de Madrid e intendente del ejército -y reino de Aragón. - - -ASTURIAS. - -Don Gaspar Melchor de Jovellanos, caballero de la orden de Alcántara, -del consejo de estado de S. M., y antes ministro de gracia y justicia. - -Marqués de Campo Sagrado, teniente general del ejército e inspector -general de las tropas del principado de Asturias. - - -CANARIAS. - -Marqués de Villanueva del Prado. - - -CASTILLA LA VIEJA. - -Don Lorenzo Bonifaz y Quintano, dignidad de prior de la Santa Iglesia -de Zamora. - -Don Francisco Javier Caro, catedrático de leyes de la universidad de -Salamanca. - - -CATALUÑA. - -Marqués de Villel, conde de Darnius, grande de España y gentil-hombre -con ejercicio. - -Barón de Sabasona. - - -CÓRDOBA. - -Marqués de la Puebla de los Infantes, grande de España. - -Don Juan de Dios Gutiérrez Rabé. - - -EXTREMADURA. - -Don Martín de Garay, intendente de Extremadura y ministro honorario -del consejo de guerra: fue el primer secretario general, y despachó -interinamente los negocios de estado. - -Don Félix Ovalle, tesorero de ejército de Extremadura. - - -GALICIA. - -Conde de Gimonde. - -Don Antonio Aballe. - - -GRANADA. - -Don Rodrigo Riquelme, regente de la chancillería de Granada. - -Don Luis de Funes, canónigo de la santa iglesia de Santiago. - - -JAÉN. - -Don Francisco Castanedo, canónigo de la santa iglesia de Jaén, provisor -y vicario general de su obispado. - -Don Sebastián de Jócano, del consejo de S. M. en el tribunal de -contaduría mayor, y contador de la provincia de Jaén. - - -LEÓN. - -Frey Don Antonio Valdés, bailío, gran cruz de la orden de San Juan, -caballero del Toisón de oro, gentil-hombre de cámara con ejercicio, -capitán general de la armada, consejero de estado, y antes ministro de -marina e interino de Indias. - -El vizconde de Quintanilla. - - -MADRID. - -Conde de Altamira, marqués de Astorga, grande de España, caballero del -Toisón de oro, gran cruz de la orden de Carlos III, caballerizo mayor -y gentil-hombre de cámara de S. M. con ejercicio. Fue presidente de la -junta. - -Don Pedro de Silva, patriarca de las Indias, gran cruz de la orden de -Carlos III y antes mariscal de campo de los reales ejércitos. Falleció -en Aranjuez y no fue reemplazado. - - -MALLORCA. - -Don Tomás de Verí, caballero de la orden de San Juan, teniente coronel -del regimiento de voluntarios de Palma, Conde, &c. - - -MURCIA. - -Conde de Floridablanca, caballero del Toisón de oro, gran cruz de la -orden de Carlos III, gentil-hombre de cámara de S. M. con ejercicio, y -antes primer secretario de estado, interino de gracia y justicia. Fue -el primer presidente de la junta central. Falleció en Sevilla y fue -subrogado por el - -Marqués de San Mamés, que no tomó posesión. - -Marqués del Villar. - - -NAVARRA. - - Don Miguel de Balanza. } Individuos de la muy ilustre diputación - Don Carlos de Amatria. } del reino de Navarra. - - -TOLEDO. - -Don Pedro de Ribero, canónigo de la santa iglesia de Toledo. Fue -secretario general. - -Don José García de la Torre, abogado de los reales consejos. - - -SEVILLA. - -Don Juan de Vera y Delgado, arzobispo de Laodicea, coadministrador del -Sr. cardenal de Borbón en el de Sevilla, y después obispo de Cádiz. Fue -presidente de la junta central. - -Conde de Tilly. - - -VALENCIA. - -Conde de Contamina, grande de España, gentil-hombre de cámara de S. M. -con ejercicio. - -Príncipe Pío, grande de España, coronel de milicias. Falleció en -Aranjuez y fue subrogado por el - -Marqués de la Romana, grande de España, teniente general de los reales -ejércitos y general en jefe del ejército de la izquierda. - -Es de advertir que aunque 35, los individuos de la central nunca hubo -reunidos sino 34, habiendo fallecido en Aranjuez sin ser reemplazado -Don Pedro de Silva. - - -NÚMERO 6-2. - -_Nam ut quisque est vir optimus, ita dificillimè esse alios improbos -suspicatur._ - - (_Cic. ad Quintum fratrem, lib. 1.º, Epíst. 1.ª_) - - -NÚMERO 6-3. - -_Véase el manifiesto de los procedimientos del consejo real._ - - -NÚMERO 6-4. - -Et Hispani tarditatis notati sunt: _me venga la muerte de España: -veniet mors mea de Hispania_. Tum scio cunctanter veniet. - - Franc. Baconi de Verulamio. Sermones fideles. — 25, de expediendis - negotiis. - - -NÚMERO 6-5. - -_Véase la memoria escrita por los Sres. Azanza y Ofárril._ - - -NÚMERO 6-6. - -_Sæpius enim penuria quam pugna consumit exercitum et ferro sævior -fames est._ - - (_Veget., De re militari, lib. 3, c. 3._) - - -NÚMERO 6-7. - -_Véase Mariana: Historia de España, lib. 8, cap. II._ - - -NÚMERO 6-8. - -_Capitulación que la junta militar y política de Madrid propone a S. M. -I. y R. el emperador de los franceses._ - -ARTÍCULO 1.º La conservación de la religión católica apostólica y -romana sin que se tolere otra, según las leyes. — _Concedido_. - -ART. 2.º La libertad y seguridad de las vidas y propiedades de -los vecinos y residentes en Madrid, y los empleados públicos: la -conservación de sus empleos, o su salida de esta corte, si les -conviniese. Igualmente las vidas, derechos y propiedades de los -eclesiásticos seculares y regulares de ambos sexos, conservándose el -respeto debido a los templos, todo con arreglo a nuestras leyes y -prácticas. — _Concedido_. - -ART. 3.º Se asegurarán también las vidas y propiedades de los militares -de todas graduaciones. — _Concedido_. - -ART. 4.º Que no se perseguirá a persona alguna por opinión ni escritos -políticos, ni tampoco a los empleados públicos por razón de lo que -hubieren ejecutado hasta el presente en el ejercicio de sus empleos, y -por obediencia al gobierno anterior, ni al pueblo por los esfuerzos que -ha hecho para su defensa. — _Concedido_. - -ART. 5.º No se exigirán otras contribuciones que las ordinarias que -se han pagado hasta el presente. — _Concedido hasta la organización -definitiva del reino._ - -ART. 6.º Se conservarán nuestras leyes, costumbres y tribunales en su -actual constitución. — _Concedido hasta la organización definitiva del -reino._ - -ART. 7.º Las tropas francesas ni los oficiales no serán alojados -en casas particulares sino en cuarteles y pabellones, y no en los -conventos ni monasterios, conservando los privilegios concedidos por -las leyes a las respectivas clases. — _Concedido, bien entendido que -habrá para los oficiales y para los soldados cuarteles y pabellones -mueblados conforme a los reglamentos militares, a no ser que sean -insuficientes dichos edificios._ - -ART. 8.º Las tropas saldrán de la villa con los honores de la guerra, y -se retirarán donde les convenga. — _Las tropas saldrán con los honores -de la guerra; desfilarán hoy 4 a las dos de la tarde; dejarán sus -armas y cañones: los paisanos armados dejarán igualmente sus armas y -artillería, y después los habitantes se retirarán a sus casas y los de -fuera a sus pueblos._ - -_Todos los individuos alistados en las tropas de línea de cuatro -meses a esta parte, quedarán libres de su empeño y se retirarán a sus -pueblos._ - -_Todos los demás serán prisioneros de guerra hasta su canje, que se -hará inmediatamente entre igual número grado a grado._ - -ART. 9.º Se pagarán fiel y constantemente las deudas del estado. — -_Este objeto es un objeto político que pertenece a la asamblea del -reino, y que pende de la administración general._ - -ART. 10. Se conservarán los honores a los generales que quieran -quedarse en la capital, y se concederá la libre salida a los que no -quieran. — _Concedido: continuando en su empleo, bien que el pago de -sus sueldos será hasta la organización definitiva del reino._ - -ART. 11 ADICIONAL. Un destacamento de la guardia tomará posesión hoy -4 a mediodía de las puertas de palacio. Igualmente a mediodía se -entregarán las diferentes puertas de la villa al ejército francés. - -A mediodía el cuartel de guardias de Corps y el hospital general se -entregarán al ejército francés. - -A la misma hora se entregarán el parque y almacenes de artillería e -ingenieros a la artillería e ingenieros franceses. - -Las cortaduras y espaldones se desharán, y las calles se repararán. - -El oficial francés que debe tomar el mando de Madrid acudirá a mediodía -con una guardia a la casa del principal, para concertar con el gobierno -las medidas de policía y restablecimiento del buen orden y seguridad -pública en todas las partes de la villa. - -Nosotros los comisionados abajo firmados, autorizados de plenos poderes -para acordar y firmar la presente capitulación, hemos convenido en la -fiel y entera ejecución de las disposiciones dichas anteriormente. - -Campo imperial delante de Madrid 4 de diciembre de 1808. — Fernando -de la Vera y Pantoja. — Tomás de Morla. — Alejandro. (_Príncipe de -Neuchâtel._) _Véase la Gaceta de gobierno de Sevilla de 6 de enero de -1809._ - - - - - APÉNDICE - DEL - LIBRO SÉPTIMO. - - -NÚMERO 7-1. - -_Narrative of the peninsular war. By Marquess of Londonderry. Chapter -10, vol. 1.º_ - - -NÚMERO 7-2. - -_Mémoires sur la révolution d’Espagne par Mr. de Pradt, pág. 223 et -suiv._ - - -NÚMERO 7-3. - -_Journal des opérations de l’armée de Catalogne, par le maréchal -Gouvion Saint Cyr. Ch._ 1.er - - -NÚMERO 7-4. - -_Carta del mariscal Moncey._ - -Señores: la ciudad de Zaragoza se halla sitiada por todas partes, y -no tiene ya comunicación alguna. Por tanto podemos emplear contra -la plaza todos los medios de destrucción que permite el derecho de -la guerra. Sobrada sangre se ha derramado, y hartos males nos cercan -y combaten. La quinta división del ejército grande a las órdenes del -Sr. mariscal Mortier duque de Treviso, y la que yo mando, amenazan -los muros. La villa de Madrid ha capitulado, y de este modo se ha -preservado de los infortunios que le hubiera acarreado una resistencia -más prolongada. Señores, la ciudad de Zaragoza, confiada en el valor de -sus vecinos, pero imposibilitada a superar los medios y esfuerzos que -el arte de la guerra va a reunir contra ella, si da lugar a que se haga -uso de ellos, será inevitable su destrucción total. - -El Sr. mariscal Mortier y yo creemos que Vds. tomarán en consideración -lo que tengo la honra de exponerles, y que convendrán con nosotros -en el mismo modo de opinar. El contener la efusión de sangre, y -preservar la hermosa Zaragoza, tan estimable por su población, -riquezas y comercio, de las desgracias de un sitio, y de las terribles -consecuencias que podrán resultar, sería el camino para granjearse el -amor y bendiciones de los pueblos que dependen de Vds. Procuren Vds. -atraer a sus ciudadanos a las máximas y sentimientos de paz y quietud, -que por mi parte aseguro a Vds. todo cuanto puede ser compatible, con -mi corazón, mi obligación, y con las facultades que me ha dado S. M. el -emperador. - -Yo envío a Vds. este despacho con un parlamentario: y les propongo que -nombren comisarios para tratar con los que yo nombraré a este efecto. - -Quedo de Vds. con la mayor consideración. — Señores. — El mariscal -Moncey. — Cuartel general de Torrero 22 de diciembre de 1808. - - -_Respuesta del general Palafox._ - -El general en jefe del ejército de reserva responde de la plaza de -Zaragoza. Esta hermosa ciudad no sabe rendirse. El Sr. mariscal del -imperio observará todas las leyes de la guerra, y medirá sus fuerzas -conmigo. Yo estoy en comunicación con todas partes de la península, y -nada me falta. Sesenta mil hombres resueltos a batirse no conocen más -premio que el honor, ni yo, que los mando. Tengo esta honra que no la -cambio por todos los imperios. - -S. E. el mariscal Moncey se llenará de gloria si observando las nobles -leyes de la guerra me bate: no será menor la mía si me defiendo. Lo -que digo a V. E. es que mi tropa se batirá con honor, y desconozco -los medios de la opresión que aborrecieron los antiguos mariscales de -Francia. - -Nada le importa un sitio a quien sabe morir con honor, y más cuando -ya conozco sus efectos en 61 días que duró la vez pasada. Si no supe -rendirme entonces con menos fuerzas, no debe V. E. esperarlo ahora, -cuando tengo más que todos los ejércitos que me rodean. - -La sangre española vertida nos cubre de gloria; al paso que es -ignominioso para las armas francesas haber vertido la inocente. - -El Sr. mariscal del imperio sabrá que el entusiasmo de once millones de -habitantes no se apaga con opresión, y que el que quiere ser libre lo -es. No trato de verter la sangre de los que dependen de mi gobierno; -pero no hay uno que no la pierda gustoso por defender su patria. Ayer -las tropas francesas dejaron a nuestras puertas bastantes testimonios -de esta verdad, no hemos perdido un hombre, y creo poder estar yo más -en proporción de hablar al Sr. mariscal de rendición, si no quiere -perder todo su ejército en los muros de esta plaza. La prudencia que -le es tan característica y que le da el renombre de bueno, no podrá -mirar con indiferencia estos estragos y más cuando ni la guerra, ni los -españoles los causan ni autorizan. - -Si Madrid capituló, Madrid habrá sido vendido, y no puedo creerlo; pero -Madrid no es más que un pueblo, y no hay razón para que este ceda. - -Solo advierto al Sr. mariscal que cuando se envía un parlamento no se -hacen bajar dos columnas por distintos puntos, pues se ha estado a -pique de romper el fuego, creyendo ser un reconocimiento más que un -parlamento. - -Tengo el honor de contestar a V. E., Sr. mariscal Moncey, con toda -atención en el único lenguaje que conozco, y asegurarle mis más -sagrados deberes. Cuartel general de Zaragoza 22 de diciembre de 1808. -— El general Palafox. - - -NÚMERO 7-5. - -_Capitulación._ - -ARTÍCULO 1.º La guarnición de Zaragoza saldrá mañana 21 al mediodía de -la ciudad con sus armas por la Puerta del Portillo, y las dejará a cien -pasos de la puerta mencionada. - -ART. 2.º Todos los oficiales y soldados de las tropas españolas -prestarán juramento de fidelidad a S. M. católica el rey José Napoleón -I. - -ART. 3.º Todos los oficiales y soldados españoles que hayan prestado -juramento de fidelidad, podrán, si quieren, entrar al servicio para la -defensa de S. M. católica. - -ART. 4.º Los que no quieran tomar servicio irán prisioneros de guerra a -Francia. - -ART. 5.º Todos los habitantes de Zaragoza y los extranjeros, si los -hubiere, serán desarmados por los alcaldes, y las armas se entregarán -en la Puerta del Portillo al mediodía del 21. - -ART. 6.º Las personas y las propiedades serán respetadas por las tropas -de S. M. el emperador y rey. - -ART. 7.º La religión y sus ministros serán respetados: se pondrán -guardias en las puertas de los principales edificios. - -ART. 8.º Mañana al mediodía las tropas francesas ocuparán todas las -puertas de la ciudad y el palacio del Coso. - -ART. 9.º Mañana al mediodía se entregarán a las tropas de S. M. el -emperador y rey toda la artillería y las municiones de toda especie. - -ART. 10. Las cajas militares y civiles todas se pondrán a disposición -de S. M. católica. - -ART. 11. Todas las administraciones civiles y toda clase de empleados -prestarán juramento de fidelidad a S. M. católica. - -La justicia se ejercerá como hasta aquí y se hará en nombre de S. M. -católica José Napoleón I. Cuartel general delante de Zaragoza 20 de -febrero de 1809. — Firmado. — Lannes. - -En comprobación de haberse concluido en toda forma esta capitulación, -léase la representación hecha a José por la junta de Zaragoza en 11 -de marzo de 1809 e inserta en la Gaceta de Madrid de 19 del mismo mes -y año, y en la que se dice «quedó acordada la capitulación, que fue -ratificada y canjeada en debida forma.» - - -NÚMERO 7-6. - -_He aquí la lista y evaluación de las alhajas extraidas._ - - 1.ª Una joya con 1900 brillantes, nueve - de ellos de extraordinaria magnitud y - muy subido valor. Su hechura un corazón - que en el centro figuraba un cisne - tendidas las alas y descansando en el tronco - con un polluelo a cada lado. Dádiva - testamentaría de la reina de España Doña - María Bárbara de Portugal. Valuada - en pesos fuertes 50.000. - - 2.ª Una corona de la Virgen que en - 1775 costeó el arzobispo de esta diócesis - D. Juan Saenz de Buruaga, de oro guarnecida - de diamantes, rubíes y topacios brillantes; - en el círculo formados de diamantes - los atributos de la Virgen, a saber; - nave, pozo, fuente, castillo, luna, - sol, estrella, torre, palma, lirio, rosa y - cedro: en el centro un triángulo de diamantes - del cual se desprendía una palomita - de lo mismo en ademán de mirar a - María, y en lo alto un pectoral de finísimos - topacios: costó pesos 30.000. - - 3.ª Otra para el Niño, dádiva del mismo - prelado, a cuya muerte no pudo recobrarse - hasta el año 1780, de oro y diamantes - y rubíes brillantes, por remate - una cruz y en el pie un círculo de oro - con un diamante tostado: pesos 5000. - - 4.ª Dos retratos guarnecidos de brillantes - del emperador Francisco I y de la - emperatriz su esposa María Teresa de Austria - reina de Hungría y Bohemia, que por - testamento dejó a N.ra S.ra el Excmo. Sr. - D. Antonio Azlor: pesos 16.000. - - 5.ª Un clavel jaspeado de chispas de - diamantes y rubíes brillantes, sobre un - pie de esmeraldas orientales, puestas en - oro, con sus dos capullos el uno cerrado - y el otro abierto con su gancho largo de - oro y puesto en una cajita de zapa verde - con su charnela de plata. Lo dio a María - Santísima la Excma. Sra. Doña María Teresa - de Vallabriga esposa del Sermo. Infante - de España D. Luis de Borbón, año - 1788: valorado en pesos 7000. - - 6.ª Una cruz de la orden de Santiago - con 68 diamantes montados en oro por - dos caras, todos rosas y tan bellos que - por su blancura parecían cortados de una - pieza: valuada en pesos 8418. - - 7.ª Una joya con 106 diamantes rosas, - de exquisita limpieza y blancura y un precioso - esmalte que regaló a María Santísima - el Sermo. Sr. D. Juan de Austria el día - de la Concepción de 1669: pesos 6891 ½. - - 8.ª Una venera de la orden de Calatrava - de oro esmaltado con 52 diamantes - rosas, algunos gruesos y muy finos todos. - La dio el Excmo. Sr. conde de Baños: - apreciada en pesos 3943. - - 9.ª Un par de pendientes con 28 diamantes - rosas muy preciosos montados en - oro que dejó en 1743 Doña María Ignacia - de Azlor: valorados sin hechuras en - pesos 1855. - - 10. Un corazón de aljófar grande y - bello con algunos rubíes, esmeraldas y - diamantes: pesos 116. - - 11. Una joya con corona de oro y 64 - diamantes rosas: pesos 128. - - 12. Otra de oro con 59 diamantes: - pesos 60. - - Suman todas: pesos 129.411 ½. - -El mariscal Mortier fue el único que rehusó el regalo que le -presentaron; mas la alhaja parece no volvió al joyero. - - -NÚMERO 7-7. - -_Véase el «Manifiesto del vecindario de Aragón», publicado por D. -Antonio Plana e impreso en Zaragoza en 1814, según razón tomada por el -alcalde mayor de Zaragoza D. Ángel Morell de Solanilla._ - - -NÚMERO 7-8. - -_Relation des sièges de Saragosse et de Tortose, par le Baron Rogniat. -Avant propos._ - - - - - APÉNDICE - DEL - LIBRO OCTAVO. - - -NÚMERO 8-1. - -_Véase el decreto de 12 de abril de 1809, inserto en el suplemento a la -Gaceta del gobierno de Sevilla de 15 de mayo de 1809._ - - -NÚMERO 8-2. - -_Véase el prontuario de las leyes y decretos de José, tom. 1.º, pág. -109._ - - -NÚMERO 8-3. - -_Véase el manifiesto de la junta central; sección tercera, hacienda: -documentos justificativos núm. 38 y siguientes._ - -Entre los donativos y anticipaciones extraordinarias de América se -cuentan, entre muchos que ascendieron a un millón y dos millones, el de -D. Antonio Basoco de cuatro millones de reales, y el del gobernador -del estado D. Manuel Santa María que fue de ocho millones de la misma -moneda. (_Véase sobre esto último Gaceta extraordinaria del gobierno de -Sevilla del 8 de diciembre de 1809._) - - -NÚMERO 8-3 BIS. - -El rey nuestro Sr. D. Fernando VII, y en su real nombre la junta -suprema central gubernativa del reino, considerando que los vastos y -preciosos dominios que España posee en las Indias no son propiamente -colonias o factorías como los de otras naciones, sino una parte -esencial e integrante de la monarquía española; y deseando estrechar -de un modo indisoluble los sagrados vínculos que unen unos y otros -dominios, como asimismo corresponder a la heroica lealtad y patriotismo -de que acaban de dar tan decisiva prueba a la España, en la coyuntura -más crítica que se ha visto hasta ahora nación alguna, se ha servido -S. M. declarar, teniendo presente la consulta del consejo de Indias -de 21 de noviembre último, que los reinos, provincias e islas que -forman los referidos dominios, deben tener representación nacional e -inmediata a su real persona, y constituir parte de la junta central -gubernativa del reino por medio de sus correspondientes diputados. Para -que tenga efecto esta real resolución han de nombrar los virreinatos de -Nueva España, el Perú, Nuevo reino de Granada, y Buenos Aires, y las -capitanías generales independientes de la isla de Cuba, Puerto Rico, -Guatemala, Chile, provincias de Venezuela y Filipinas, un individuo -cada cual que represente su respectivo distrito. En consecuencia -dispondrá V. E. que en las capitales, cabezas de partido del -virreinato de su mando,[1] inclusas las provincias internas, procedan -los ayuntamientos a nombrar tres individuos de notoria probidad, -talento e instrucción, exentos de toda nota que pueda menoscabar su -opinión pública; haciendo entender V. E. a los mismos ayuntamientos -la escrupulosa exactitud con que deben proceder a la elección de -dichos individuos, y que prescindiendo absolutamente los electores del -espíritu de partido que suele dominar en tales casos, solo atiendan al -riguroso mérito de justicia vinculado en las calidades que constituyen -un buen ciudadano y un celoso patricio. - - [1] México. - -Verificada la elección de los tres individuos, procederá el -ayuntamiento con la solemnidad de estilo a sortear uno de los tres, -según la costumbre, y el primero que salga se tendrá por elegido. -Inmediatamente participará a V. E. el ayuntamiento con testimonio el -sujeto que haya salido en suerte, expresando su nombre, apellido, -patria, edad, carrera o profesión y demás circunstancias políticas y -morales de que se halle adornado. - -Luego que V. E. haya recibido en su poder los testimonios del individuo -sorteado en esa capital y demás del virreinato, procederá con el -real acuerdo[2] y previo examen de dichos testimonios, a elegir -tres individuos de la totalidad en quienes concurran cualidades más -recomendables, bien sea que se le conozca personalmente, bien por -opinión y voz pública; y en caso de discordia decidirá la pluralidad. - - [2] Isla de Cuba. Procederá con el real acuerdo, si existiese en - la Habana, y en su defecto con el R. obispo, el intendente, un - miembro del ayuntamiento y prior del consulado y previo examen - etc. - -Esta terna se sorteará en el real acuerdo[3] presidido por V. E., y -el primero que salga se tendrá por elegido y nombrado diputado de -ese reino[4] y vocal de la junta suprema central gubernativa de la -monarquía, con expresa residencia en esta corte. - - [3] O junta. - - [4] O Isla — Puerto Rico. Procederá con el R. obispo, y un - miembro del ayuntamiento, y previo examen etc. — En otra parte. - — Tratará V. S. en la junta y con los ministros de esas reales - cajas la cuota etc. - -Inmediatamente procederán los ayuntamientos de esa y demás capitales a -extender los respectivos poderes o instrucciones, expresando en ellas -los ramos y objetos de interés nacional que haya de promover. - -En seguida se pondrá en camino con destino a esta corte y para los -indispensables gastos de viajes, navegaciones, arribadas, subsistencia -y decoro con que se ha de sostener, tratará V. E. en junta superior de -real hacienda la cuota que se le haya de señalar, bien entendido que -su porte, aunque decoroso, ha de ser moderado, y que la asignación de -sueldo no ha de pasar de seis mil pesos fuertes anuales. - -Todo lo cual comunico a V. E. de orden de S. M. para su puntual -observancia y cumplimiento, advirtiendo que no haya demora en la -ejecución de cuanto va prevenido. Dios guarde a V. E. muchos años. Real -palacio del Alcázar de Sevilla 22 de enero de 1809. - - -NÚMERO 8-4. - -Señor ministro de la corte de Londres: muy señor mío. He dado cuenta -a la suprema junta central de la nota que V. S. se ha servido pasarme -con fecha de 27 de febrero último, relativa a la guarnición de la plaza -de Cádiz por las tropas inglesas, y asimismo de la carta del general -D. Gregorio de la Cuesta que V. S. me incluye original, y tengo el -honor de devolver adjunta: y S. M. queda enterado de que no encontrando -V. S. por la respuesta del general Cuesta una necesidad imperiosa o -urgente de hacer marchar a su ejército el pequeño cuerpo de tropas -británicas que V. S. quería enviarle de refuerzo (obteniendo el permiso -de que ese cuerpo dejase una fracción suya en la plaza de Cádiz), ha -escrito V. S. al general Mackenzie, para que los transportes vuelvan a -Lisboa, donde su presencia parece necesaria según los avisos que acaba -de recibir. Con este motivo manifiesta V. S. que le ha parecido no -sería ni decente ni conveniente insistir en la admisión de beneficio, -cuyas consideraciones inseparables eran miradas con una especie de -repugnancia. V. S. tendrá presente cuanto sobre este particular he -tenido el honor de manifestarle en nuestras conferencias; pero la -suprema junta me manda presentar a V. S. algunas observaciones que -cree de importancia. Empezaré por repetir a V. S. que la suprema junta -está muy lejos de concebir la menor sospecha contra los deseos que V. -S. ha manifestado de que quedasen en la plaza de Cádiz algunas tropas -británicas. La lealtad del gobierno inglés, la generosidad con que ha -acudido a nuestro socorro, y la franqueza que ha usado con el gobierno -español hacen imposible toda sospecha. Pero la suprema junta debe -respetar la opinión pública nacional; y así se ha propuesto observar -una conducta mesurada y prudente que la ponga a cubierto de toda -censura. Si el estado presente de nuestros negocios militares fuese -tan apurado que hiciese temer alguna próxima amenaza contra Cádiz; si -nuestras propias fuerzas fuesen incapaces de defender aquel punto; -si faltasen otros sumamente importantes donde puede ser combatido el -enemigo con el mejor suceso, la suprema junta no tendría el temor -de chocar con la opinión pública, admitiendo tropas extranjeras en -aquella plaza; porque la opinión pública no podría menos de formarse -sobre este estado supuesto de cosas. Mas V. S. sabe que nada de esto -sucede; que nuestros ejércitos se mantienen en puntos muy distantes -de Cádiz; que aquella plaza está por ahora exenta de toda sorpresa; -que aun cuando las cosas sucediesen tan mal, como no podemos esperar, -le quedarían al enemigo mucho terreno y muchos obstáculos que vencer -antes de amenazar a Cádiz, que en ningún caso podía faltar tiempo -para replegarse sobre una plaza fácil de defender, y que no puede -mirarse sino como un último punto de retirada; y por último, que esos -puntos extremos no deben defenderse en ellos mismos, a menos de un -caso apurado, y sí en otros más adelantados. Así es que el ejército -de Extremadura defiende por aquella parte la entrada de los enemigos, -como la defiende por Sierra Morena el ejército de la Carolina y del -centro combinados. En esos puntos es necesario convenir que está la -defensa de las Andalucías; y por eso S. M. hace todo lo posible para -reforzarlos. Allí está el enemigo que de algún tiempo a esta parte -no ha podido hacer el menor progreso; y allí, si conseguimos reunir -fuerzas superiores, se puede dar un golpe decisivo al enemigo al paso -que no será nunca tal contra nosotros el que él pudiera darnos. Por -otra parte ve V. S. que la Cataluña se defiende valerosamente sin dejar -al enemigo adelantar un paso; y que Zaragoza, que debe mirarse como un -antemural, resiste heroicamente a los repetidos ataques y hace pagar -bien caro al enemigo su obstinada porfía. Es pues evidente que los -poderosos auxilios de la Gran Bretaña serían infinitamente útiles en -el ejército de Extremadura, en el de la Carolina, y en Cataluña, donde -podría servir directa o indirectamente a la defensa de Zaragoza. Esta -es la opinión de la suprema junta, de la nación entera, y esta será sin -duda la de quien contemple con imparcialidad el verdadero estado de las -cosas. La suprema junta espera que V. S. reflexionando detenidamente -sobre esta franca exposición, entrará en sus ideas, y se lisonjea de -que ellas merecerán el aprecio del gobierno de S. M. B., ya por el -valor que ellas tienen, y ya por la deferencia que el mismo gobierno ha -manifestado hacia la suprema junta; pues al dar el ministro británico -parte de su pensamiento sobre la entrada de tropas inglesas en Cádiz -al ministro de S. M. en Londres, solo se la presentó como una idea que -debía comunicarse a la suprema junta para oír su opinión acerca de -ella. De aquí nace en gran parte la confianza que tiene S. M. sobre los -sentimientos de S. M. B. en este asunto, luego que le sean presentes -estas justas observaciones. - -Debe también considerarse que desembarcando las tropas auxiliares en -los puntos que se han indicado a V. S. en las inmediaciones de Cádiz, -y dirigiéndose a reforzar el ejército del general Cuesta donde pueden -cubrirse de gloria, siempre encontrarán en Cádiz una segura retirada -en caso de desgracia. Pero si un cuerpo desde luego poco numeroso -hubiese de dejar en Cádiz parte de su fuerza para asegurar en tanta -distancia la retirada, V. S. convendrá que semejante socorro inspiraría -a la nación poca confianza, sobre todo después de los sucesos de la -Galicia. V. S. cree que todos los transportes deben volver a Lisboa, -donde juzga necesaria su presencia, y ha comunicado en su consecuencia -las órdenes al efecto. De esa medida pudiera decirse lo que de la que -acabo de exponer; a saber: que la suprema junta tiene la firme opinión -de que el Portugal no puede defenderse en Lisboa, y de que el mayor -número de tropas debería emplearse en las líneas más adelantadas donde -se halla el enemigo, y donde puede ser derrotado de un modo que sea -decisivo en sus consecuencias. Por todas estas razones está persuadida -la suprema junta de que si el gobierno británico resolviese que sus -tropas no obren unidas con las nuestras sino con la condición indicada, -jamás podrá imputársela esa no cooperación. No puede ocultarse a la -discreta ilustración de V. S. que la suprema junta debe obrar en todas -ocasiones, y mucho más en las presentes circunstancias, de tal modo, -que si por hipótesi fuere necesario manifestar a la nación y a la -Europa entera las razones de su conducta en todos, o en algunos de los -grandes negocios que ocupan la atención de S. M., pueda hacerlo con -aquella seguridad y aquellos fundamentos que la concilien la opinión -general, que es el primero y principal elemento de su fuerza. - -S. M. espera que tomadas por V. S. en seria consideración estas -observaciones, serán presentadas por V. S. al gobierno de S. M. B. como -los sentimientos francos de un aliado fiel y reconocido, que cuenta en -tan honrosa lucha con el auxilio eficaz de las tropas inglesas. Tengo -con este motivo el honor &c. — Dios &c. — Sevilla 1.º de marzo de -1809. — B. L. M. de V. S. &c. — Martín de Garay. - - -NÚMERO 8-5. - -_Véase la Gaceta extraordinaria del gobierno de Sevilla de 24 de abril -de 1809 y el suplemento a la misma del 8 de mayo del mismo._ - - -NÚMERO 8-6. - -_Esta correspondencia se insertó íntegra en el suplemento a la Gaceta -del gobierno de Sevilla de 12 de mayo de 1809. Todas las contestaciones -honran a sus autores, como también otra que dio más adelante y sobre -el mismo asunto al general Sebastiani Don Francisco Abadía. Esta se -insertó en la Gaceta del gobierno de Sevilla de 29 de mayo de 1809._ - - -NÚMERO 8-7. - - Reales. - - Las rentas ordinarias de la provincia - de Asturias produjeron entonces al año lo - mismo que antes 8.000.000. - - Los donativos 4.000.000. - - Un préstamo 3.500.000. - - Así el total que entró en arcas desde - mayo de 1808 hasta mayo de 1809 de - rentas y recursos de la provincia, fue de - unos 15.500.000. - -Deben agregarse a estos quince millones quinientos mil rs. vn. veinte -millones de reales que vinieron de Inglaterra; mas de los últimos -habiéndose enviado dos a la central, quedan reducidos a diez y ocho, -ascendiendo por consiguiente el total a 35.500.000 reales vn. Durante -este tiempo mantuvo la provincia constantemente de 18 a 20.000 hombres -sobre las armas; a los que al principio dio hasta una peseta diaria. -Véase si con este gasto y lo que costaba el pago de las autoridades -civiles había lugar a dilapidaciones. Además el marqués de Vista -Alegre, que estaba al frente de la hacienda del principado, era hombre -de gran severidad en la materia e incapaz de entrar en ningún manejo -deshonroso y feo. - - -NÚMERO 8-8. - -D’Argenton se escapó por la noche luego que los franceses salieron de -Oporto. Pasó a Inglaterra y de allí parece ser que yendo a Francia para -sacar a su mujer y a sus hijos fue cogido y arcabuceado. - - -NÚMERO 8-9. - -Sabe V. M. que hace más de cinco meses que no he recibido órdenes ni -noticias, ni socorros: por consiguiente carezco de muchas cosas, e -ignoro las disposiciones generales. El general de brigada Viallanes se -hallaba muy cansado, y me dijo en Lugo que estaba malo. Conocí que su -dolencia no era tan grave como decía; pero viendo su temor le mandé -que se retirase hacia el lado del mayor general de V. M. a recibir sus -órdenes. También hubiera querido dar igual destino a los generales -La Houssaye y Mermet que no siempre han hecho lo que pudieran hacer -para ventaja nuestra; pero dejé de tomar esta determinación hasta -llegar a Zamora, para no dar más crédito a las voces de las cabalas o -conspiraciones que se esparcieron... Sacado de la Gaceta del gobierno -de 28 de julio de 1809. (Pliego interceptado del mariscal Soult a José, -fecho en la Puebla de Sanabria a 25 de junio de 1809.) - - -NÚMERO 8-10. - -He aquí algunos pormenores de tan singular hecho. Era en el otoño de -1805 y daba Mr. Pitt una comida en el campo, a la que asistían los -lores Liverpool (entonces Hawkesbury) Castelreagh, Bashurst y otros, -como también el duque de Wellington (entonces Sir Arthur Wellesley) -que acababa de llegar de la India. Durante la comida recibió Pitt un -pliego, cuya lectura le dejó pensativo. A los postres yéndose los -criados, según la costumbre de Inglaterra o como ellos dicen _the cloth -being removed and the servants out_, dijo Pitt «Malísimas noticias; -Mack se ha rendido en Ulm con 40.000 hombres, y Bonaparte sigue a -Viena sin obstáculo.» Entonces fue cuando exclamaron sus amigos, y -él replicó lo que insertamos en el texto. Como su respuesta era tan -extraordinaria, muchos de los concurrentes, aunque callaron por el -respeto que le tenían, atribuyéronla sobre todo en lo que dijo de -España a desvarío causado por el mal que le oprimía, y de que falleció -tres meses después. Pitt percibiendo en los semblantes el efecto que -habían producido sus primeras palabras, añadió las siguientes bien -memorables. «Sí, señores, la España será el primer pueblo en donde se -encenderá esta guerra patriótica que solo puede libertar a Europa. Mis -noticias sobre aquel país, y las tengo por muy exactas, son de que si -la nobleza y el clero han degenerado con el mal gobierno y están a los -pies del favorito, el pueblo conserva toda su pureza primitiva, y su -odio contra Francia tan grande como siempre, y casi igual a su amor -a sus soberanos. Bonaparte cree y debe creer la existencia de estos -incompatible con la suya, tratará de quitarlos, y entonces es cuando -yo le aguardo con la guerra que tanto deseo.» - -Hemos oído esto en Inglaterra a varios de los que estaban allí -presentes: muchas veces ha oído lo mismo al duque de Wellington el -general Don Miguel de Álava, y dicho duque refirió el suceso en una -comida diplomática que dio en París el duque de Richelieu en 1816, y a -la que se hallaban presentes los embajadores y ministros de toda Europa. - - -FIN DEL TOMO II. - - - - - ERRATAS - DE LOS TOMOS 1.º Y 2.º - - - TOMO 1.º DICE. LÉASE. - — — — - - Pág. 20, lín. 4, uno y otro, uno y otra. - Pág. 51, lín. 1, exprimir, expresar. - Pág. 73, epígrafe, 16 de abril, 16 de marzo. - Pág. 241, lín. 24, triunfo, Triunfo. - Pág. 344, lín. 7, siguisen, siguiesen. - Pág. 401, lín. 25, dospojados, despojados. - - APÉNDICES. - - Pág. 100, lín. 24, cuam, quam. - Pág. 112, lín. 34, nullaae, nullae. - - TOMO 2.º - - Pág. 304, lín. 24, esta, estas. - Pág. 307, lín. 5, propia, propias. - Pág. 332, lín. 19, Marte, Martí. - Pág. 356, lín. 9, embocadura, desembocadura. - Pág. 360, lín. 5, Calzada, calzada. - Pág. 363, lín. 3, tanto, tanta. - Pág. 394, lín. 13, Zuaim, Znaim. - - APÉNDICES. - - Pág. 1, lín. 7, summunque, summumque. - Pág. 19, lín. 24, cuam, quam. - Pág. 23, lín. 11, aperations, operations. - -*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DEL LEVANTAMIENTO, -GUERRA Y REVOLUCIÓN DE ESPAÑA (2 DE 5) *** - -Updated editions will replace the previous one--the old editions will -be renamed. - -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the -United States without permission and without paying copyright -royalties. 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Redistribution is subject to the trademark -license, especially commercial redistribution. - -START: FULL LICENSE - -THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE -PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK - -To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free -distribution of electronic works, by using or distributing this work -(or any other work associated in any way with the phrase "Project -Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full -Project Gutenberg-tm License available with this file or online at -www.gutenberg.org/license. - -Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project -Gutenberg-tm electronic works - -1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm -electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to -and accept all the terms of this license and intellectual property -(trademark/copyright) agreement. 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Hart was the originator of the Project -Gutenberg-tm concept of a library of electronic works that could be -freely shared with anyone. For forty years, he produced and -distributed Project Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of -volunteer support. - -Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed -editions, all of which are confirmed as not protected by copyright in -the U.S. unless a copyright notice is included. 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You may copy it, give it away or re-use it under the terms -of the Project Gutenberg License included with this eBook or online -at <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. If you -are not located in the United States, you will have to check the laws of the -country where you are located before using this eBook. -</div> -</div> - -<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:1em; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Title: <span lang='es' xml:lang='es'>Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (2 de 5)</span></p> -<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Author: Conde de Toreno</p> -<p style='display:block; text-indent:0; margin:1em 0'>Release Date: October 15, 2022 [eBook #69159]</p> -<p style='display:block; text-indent:0; margin:1em 0'>Language: Spanish</p> - <p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em; text-align:left'>Produced by: Ramón Pajares Box and the Online Distributed Proofreading Team at https://www.pgdp.net (This file was produced from images generously made available by The Internet Archive/Canadian Libraries)</p> -<div style='margin-top:2em; margin-bottom:4em'>*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>HISTORIA DEL LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN DE ESPAÑA (2 DE 5)</span> ***</div> - -<div class="front"> - <hr class="full"/> - <p><a href="#Ch5">Libro V</a></p> - <p><a href="#Ch6">Libro VI</a></p> - <p><a href="#Ch7">Libro VII</a></p> - <p><a href="#Ch8">Libro VIII</a></p> - <p><a href="#Apend">Apéndices al tomo II</a></p> - <h1 class="faux">Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (2 de 5)</h1> -</div> - -<div class="transnote" id="tnote"> - <p class="tnotetit">Nota de transcripción</p> - <ul> - <li>Los errores de imprenta han sido corregidos.</li> - - <li>La ortografía del texto original ha sido modernizada de acuerdo con - las normas publicadas en 2010 por la Real Academia Española.</li> - - <li>También han sido modernizados los topónimos y los nombres propios de - persona, siempre que se han encontrado referencias bibliográficas.</li> - - <li>Se han incorporado las correcciones mencionadas en la fe de erratas - aparecida en este segundo tomo.</li> - - <li>Se ha alterado la numeración de los apéndices para que incorporen - el número del libro al que corresponden, obteniendo así una - identificación única a lo largo de todos los tomos de la obra.</li> - - <li>Las páginas en blanco han sido eliminadas.</li> - </ul> -</div> - - -<div class="screenonly x-ebookmaker-drop"> - <hr class="chap"/> - <div class="figcenter"> - <img class="thin" - style="width: 26em; height: auto;" - src="images/cover.jpg" - alt="Cubierta del libro"/> - </div> -</div> - - -<div class="tit pt3"> - <hr class="chap"/> - <p><span class="pagenum" id="Page_1">p. 1</span></p> - <div class="figcenter"> - <img class="thick" - style="width: 18em; height: auto;" - src="images/title_half.jpg" - alt="Portadilla del libro"/> - </div> - <p class="fs150 lh200 negr g0 mt05">HISTORIA</p> - <p class="fs60 lh200">DEL</p> - <p class="fs120 lh200 ws1">Levantamiento, Guerra y Revolución</p> - <p class="fs120 lh200 ws1">de España.</p> - <hr class="chap"/> -</div> - - -<div class="tit"> - <p><span class="pagenum" id="Page_3">p. 3</span></p> - <p class="fs200 lh200 negr g0">HISTORIA</p> - <p class="fs70 lh200">DEL</p> - <p class="fs150 lh200 ws1">Levantamiento, Guerra y Revolución</p> - <p class="fs130 lh200 g0 ws1">DE ESPAÑA</p> - - <p class="fs70 lh200 mt15">POR</p> - <p class="fs120 lh200 g0 ws2">EL CONDE DE TORENO.</p> - - <div class="figcenter mt3"> - <img style="width: 8em; height: auto;" - src="images/separa1.jpg" - alt="Elemento ornamental"/> - <p class="fs110 negr g0 ws1 ptb03">TOMO II.</p> - <img style="width: 8em; height: auto;" - src="images/separa1.jpg" - alt="Elemento ornamental"/> - </div> - - <p class="fs110 lh150 g0 mt3">Madrid:</p> - <p class="lh150 asc ws1">IMPRENTA DE DON TOMÁS JORDÁN,</p> - <p class="fs110 lh150">1835.</p> -</div> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt6"> - <p><span class="pagenum" id="Page_4">p. 4</span></p> - - <div class="legal"> - - <p>... quis nescit, primam esse historiæ legem, ne quid falsi dicere - audeat? deinde ne quid veri non audeat? ne qua suspicio gratiæ sit in - scribendo? ne qua simultatis?</p> - - <p class="firma"><span class="sc">Cicer.</span>, <i>De Oratore, - lib. 2, c. 15.</i></p> - - </div> - -</div> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter"> - <p><span class="pagenum" id="Page_5">p. 5</span></p> - <div class="figcenter"> - <img style="width: 26em; height: auto;" - src="images/doble_filete.jpg" - alt="Filete ornamental"/> - </div> - <p class="centra fs200 lh200 negr mt1">RESUMEN</p> - <p class="centra smaller lh200">DEL</p> - <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO QUINTO.</p> - <div class="figcenter mt05"> - <img style="width: 8em; height: auto;" - src="images/separa2.jpg" - alt="Motivo ornamental"/> - </div> -</div> - -<p class="resum"><span class="prim"><span -class="gran">P</span>rimer</span> sitio y defensa de Zaragoza. -— Asiento de la ciudad. — Estado apurado de la misma. — Salida de -Palafox, 15 de junio. — Primera embestida de los franceses contra -Zaragoza y su derrota, 15 de junio. — Don Lorenzo Calvo de Rozas. -— Preparativos de defensa en Zaragoza. — Don Antonio Sangenís. — -Intimación de Lefebvre-Desnouettes. — El general Palafox en Épila. -— Acción de Épila. — Piensa Palafox en volver a Zaragoza. — Entrada -allí de Lazán el 24 de junio. — Juramento de los zaragozanos. — -Amenaza villana de un polaco a Calvo. — Conferencia y proposiciones de -los generales franceses. — Los franceses reforzados. Verdier general -en jefe. — Vuélase un almacén de pólvora. — Ataque contra el monte -Torrero. — Castigo<span class="pagenum" id="Page_6">p. 6</span> del -comandante. — Llegada de un refuerzo a los españoles. — 30 de junio, -principia el bombardeo. — Nuevas obras de defensa de los sitiados. -— Ataques del 1.º y 2 de julio. — Agustina Zaragoza. — Entrada de -Palafox el 2 en Zaragoza. — Otros combates. — Puente echado por los -franceses en San Lamberto. — Estrago hecho por los mismos. — Otras -medidas de los sitiados. — Apodérase el enemigo de Villafeliche. — -Otros combates. — Ataques del 3 y 4 de agosto. — Avanzan los franceses -al Coso. — Salida de Palafox de Zaragoza. — Vuelve Lazán el 15 con -socorros. — El 8 Palafox. — Continúan los choques y reencuentros. — Los -franceses reciben el 6 orden de retirarse. — Contraorden poco después. -— Resolución magnánima de los zaragozanos. — 13, orden definitiva dada -a los franceses de retirarse. — Llegada a Zaragoza de una división -de Valencia. — Aléjanse los franceses de Zaragoza el 14. — Fin del -sitio. — Alegría de los aragoneses, estado de la ciudad. — Cataluña. — -Bloqueo de Figueras por los somatenes. — Socorre la plaza el general -Reille. — Don Juan Clarós. — Vuelve Duhesme a Gerona. — Junta de -Lérida. — Tropas de Menorca mandadas por el marqués del Palacio. — El -conde de Caldagués va en socorro de Gerona. — Atacan los franceses a -Gerona el 13 de agosto. — Son derrotados el 16. — Levantan el sitio. -— Portugal. — Estado de aquel reino y de su insurrección. — Évora. — -Expedición inglesa enviada a Portugal. — Sir Arthur Wellesley. — Sale -la expedición de Cork. — Desembarco en Mondego. — Estado de Junot y -sus disposiciones. — Acción de Roliça. — Socorros llegados <span -class="pagenum" id="Page_7">p. 7</span> al ejército inglés. — Batalla -de Vimeiro 21 de agosto. — Armisticio entre ambos ejércitos. — Convenio -del almirante ruso con el inglés. — Convención de Cintra. — Españoles -de Portugal. — Restablecen los ingleses la regencia de Portugal. — -Elvas sitiada por los españoles. — Almeida por los portugueses. — -Desaprobación general de la convención de Cintra en Inglaterra. — -Declaración de S. M. B. de 4 de julio. — Peticiones y reclamaciones que -se hacen a los diputados españoles. — Dumourier. — Conde d’Artois. — -Luis XVIII. — Príncipe de Castelcicala. — Tropa española en Dinamarca. -— Marqués de la Romana. — Lobo. — Fábregues. — Se disponen a embarcarse -las tropas del norte. — Kindelán. — Kindelán y Guerrero. — Juramento -de los españoles en Langeland. — Dan la vela para España. — Trátase de -reunir una junta central. — Situación de Madrid. — Consejo de Castilla. -— Sus manejos. — Opinión sobre aquel cuerpo. — Estado de las juntas -provinciales. — Llegada a Gibraltar del príncipe Leopoldo de Sicilia. -— Correspondencia entre las juntas. — Proceder del consejo. — Entrada -en Madrid de Llamas y Castaños. — Proclamación de Fernando VII. — -Insurrección de Bilbao. — Movimientos en Guipúzcoa y Navarra. — Nuevos -manejos del consejo. — Propuesta de Cuesta a Castaños. — Consejo de -guerra celebrado en Madrid. — Prende Cuesta a Valdés y Quintanilla. — -Acaba el gobierno de las juntas provinciales.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter" id="Ch5"> - <p><span class="pagenum" id="Page_9">p. 9</span></p> - <div class="figcenter"> - <img style="width: 26em; height: auto;" - src="images/doble_filete.jpg" - alt="Filete ornamental"/> - </div> - <p class="centra fs150 lh150 negr g0 mt1">HISTORIA</p> - <p class="centra fs60 lh150">DEL</p> - <p class="centra fs120 lh150 asc ws1">LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN</p> - <p class="centra fs120 lh150 ws1">de España.</p> - <div class="figcenter mt05"> - <img style="width: 8em; height: auto;" - src="images/separa4.jpg" - alt="Motivo ornamental"/> - </div> - <h2 class="nobreak fs120 negr g0">LIBRO QUINTO.</h2> - <hr class="tir"/> -</div> - -<div class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_5-1" -id="Ll_5-1">5-1</a>.)<br/> Primer sitio<br/> y defensa<br/> de -Zaragoza.</div> - -<p class="ti0"><span class="prim"><span class="gran">S</span>in</span> -muro y sin torreones, según nos ha transmitido Floro,[*] defendiose -largos años la inmortal Numancia contra el poder de Roma. También -desguarnecida y desmurada resistió al de Francia con tenaz porfía, -si no por tanto tiempo, la ilustre Zaragoza. En esta como en aquella -mancillaron su fama ilustres capitanes: y los impetuosos y concertados -ataques del enemigo tuvieron que estrellarse en los acerados pechos -de sus invictos moradores. Por dos veces en menos de un año cercaron -los franceses a Zaragoza; una malogradamente, otra con<span -class="pagenum" id="Page_10">p. 10</span> pérdidas e inauditos reveses. -Cuanto fue de realce y nombre para Aragón la heroica defensa de su -capital, fue de abatimiento y desdoro para sus sitiadores aguerridos -y diestros no haberse enseñoreado de ella pronto y de la primera -embestida.</p> - -<div class="sidenote">Asiento<br/> de la ciudad.</div> - -<p>Baña a Zaragoza, asentada a la derecha margen, el caudaloso Ebro. -Cíñela al mediodía y del lado opuesto Huerva, acanalado y pobre, que -más abajo rinde a aquel sus aguas, y casi en frente a donde desde el -Pirineo viene también a fenecer el Gállego. Por la misma parte y a un -cuarto de legua de la ciudad se eleva el monte Torrero, cuya altura -atraviesa la acequia imperial, que así llaman al canal de Aragón por -traer su origen del tiempo del emperador Carlos V. Antes del sitio -hermoseaban a Zaragoza en sus contornos feraces campiñas, viñedos y -olivares con amenas y deleitables quintas, a que dan en la tierra el -nombre de torres. A izquierda del Ebro está el Arrabal que comunica con -la ciudad por medio de un puente de piedra, habiéndose destruido otro -de madera en una riada que hubo en 1802. Pasaba la población de 55.000 -almas: menguó con las muertes y destrozos. No era Zaragoza ciudad -fortificada; diciendo Colmenar,[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a -href="#Ap_5-2" id="Ll_5-2">5-2</a>.)</span> a manera de profecía, cosa -ha de un siglo, «que estaba sin defensa, pero que reparaba esta falta -el valor de sus habitantes.» Cercábala solamente una pared de diez a -doce pies de alto y de tres de espesor, en parte de tapia y en otras -de mampostería, interpolada a veces y formada por algunos edificios y -conventos, y en la que se cuentan ocho puertas<span class="pagenum" -id="Page_11">p. 11</span> que dan salida al campo. No lejos de una de -ellas, que es la del Portillo, y extramuros se distingue la Aljafería, -antigua morada de los reyes de Aragón, rodeada de un foso y muralla, -cuyos cuatro ángulos guarnecen otros tantos bastiones. Las calles en -general son angostas, excepto la del Coso muy espaciosa y larga, casi -en el centro de la ciudad, y que se extiende desde la puerta llamada -del Sol hasta la plaza del Mercado. Las casas de ladrillo y por la -mayor parte de dos o tres pisos. La adornan edificios y conventos bien -construidos y de piedra de sillería. La piedad admira dos suntuosas -catedrales, la de nuestra Señora del Pilar y la de la Seo, en las -que alterna por años para su asistencia el cabildo. El último templo -antiquísimo, el primero muy venerado de los naturales por la imagen -que en su santuario se adora. Como no es de nuestra incumbencia -hacer una descripción especial de Zaragoza, no nos detendremos ni -en sus antigüedades ni grandeza, reservando para después hablar de -aquellos lugares, que a causa de la resistencia que en ellos se opuso -adquirieron desconocido renombre; porque allí las casas y edificios -fueron otras tantas fortalezas.</p> - -<p>Si ningunas eran en Zaragoza las obras de fortificación, tampoco -abundaban otros medios de defensa. Vimos cuán escasos andaban al -levantarse en mayo. El corto tiempo transcurrido no había dejado -aumentarlos notablemente, y antes bien se habían minorado con los -descalabros padecidos en Tudela y Mallén. <span class="sidenote">Estado -apurado<br/> de Zaragoza.</span> En semejante estado déjase discurrir -la consternación de<span class="pagenum" id="Page_12">p. 12</span> -Zaragoza al esparcirse la nueva, en la noche del 14 de junio, de -haber sido aquel día derrotado Don José de Palafox en las cercanías -de Alagón, según dijimos en el anterior libro. Desapercibidos sus -habitantes tan solamente hallaron consuelo con la presencia de su -amado caudillo, que no tardó en regresar a la ciudad. Mas el enemigo -no dio descanso ni vagar. Siguieron de cerca a Palafox, y tras él -vinieron proposiciones del general Lefebvre-Desnouettes a fin de que se -rindiese, con un pliego enderezado al propio objeto y firmado por los -emisarios españoles Castelfranco, Villela y Pereira que acompañaban al -ejército francés, y de quienes ya hicimos mención.</p> - -<p>Fue la respuesta del general Palafox ir al encuentro de los -invasores; y con las pocas tropas que le quedaban, algunos paisanos y -piezas de campaña se colocó fuera no lejos de la ciudad al amanecer -del 15. <span class="sidenote">Salida<br/> de Palafox,<br/> 15 de -junio.</span> Estaba a su lado el marqués de Lazán y muchos oficiales, -mandando la artillería el capitán Don Ignacio López. Pronto asomaron -los franceses y trataron de acometer a los nuestros con su acostumbrado -denuedo. Pero Palafox viendo cuán superior era el número de sus -contrarios, determinó retirarse, y ordenadamente pasó a Longares, -pueblo seis leguas distante, desde donde continuó al Puerto del Frasno -cercano a Calatayud: queriendo engrosar su corta división con la que -reunía y organizaba en dicha ciudad el barón de Versages.</p> - -<p>Semejante movimiento si bien acertado en tanto que no se consideraba -a Zaragoza con medios<span class="pagenum" id="Page_13">p. 13</span> -para defenderse, dejaba a esta ciudad del todo desamparada y a merced -del enemigo. Así se lo imaginó fundadamente el general francés -Lefebvre-Desnouettes, y con sus 5 a 6000 infantes y 800 caballos a -las nueve de la mañana del mismo 15 presentose con ufanía delante -de las puertas. Habían crecido dentro las angustias: no eran arriba -de 300 los militares que quedaban entre miñones y otros soldados: -los cañones pocos y mal colocados como por gente a quien no guiaban -oficiales de artillería, pues de los dos únicos con quien se contaba -en un principio, Don Juan Cónsul y Don Ignacio López, el último -acompañaba a Palafox y el primero, por orden suya, hallábase de -comisión en Huesca. El paisanaje andaba sin concierto y por todas -partes reinaba la indisciplina y confusión. Parecía por tanto que -ningún obstáculo detendría a los enemigos, cuando el tiroteo de algunos -paisanos y soldados desbandados los obligó a hacer parada y proceder -precavidamente. De tan casual e impensado acontecimiento nació la -memorable defensa de Zaragoza.</p> - -<div class="sidenote">Primera<br/> embestida<br/> de los franceses<br/> -contra Zaragoza<br/> y su derrota,<br/> 15 de junio.</div> - -<p>La perplejidad y tardanza del general francés alentó a los que -habían empezado a hacer fuego, y dio a otros alas para ayudarlos -y favorecerlos. Pero como aún no había ni baterías ni resguardo -importante, consiguieron algunos jinetes enemigos penetrar hasta dentro -de las calles. Acometidos por algunos voluntarios y miñones de Aragón -al mando del coronel Don Antonio de Torres, y acosados por todas partes -por hombres, mujeres y niños, fueron los más de ellos despedazados -cerca de nuestra<span class="pagenum" id="Page_14">p. 14</span> Señora -del Portillo, templo pegado a la puerta del mismo nombre.</p> - -<p>Enfurecidos los habitantes y con mayor confianza en sus fuerzas -después de la adquirida si bien fácil ventaja, acudieron sin distinción -de clase ni de sexo a donde amagaba el peligro, y llevando a brazo -los cañones antes situados en el mercado, plaza del Pilar y otros -parajes desacomodados, los trasladaron a las avenidas por donde el -enemigo intentaba penetrar, y de repente hicieron contra sus huestes -horrorosas descargas. Creyó entonces necesario el general francés -emprender un ataque formal contra las puertas del Carmen y Portillo. -Puso su mayor conato en apoderarse de la última, sin advertir que -situada a la derecha la Aljafería eran flanqueadas sus tropas por -los fuegos de aquel castillo, cuyas fortificaciones aunque endebles, -le resguardaban de un rebate. Así sucedió que los que le guarnecían, -capitaneados por un oficial retirado de nombre Don Mariano Cerezo, -militar tan bravo como patriota, escarmentaron la audacia de los que -confiadamente se acercaban a sus muros. Dejáronles aproximarse y a -quema ropa los ametrallaron. En sumo grado contribuyó a que fuera más -certera la artillería en sus tiros un oficial sobrino del general -Guillelmi, quien encerrado allí con su tío desde el principio de la -insurrección, olvidándose del agravio recibido, solo pensó en no -dar quiebra a su honra, y cumplió debidamente con lo que la patria -exigía de su persona. Igualmente fueron los franceses repelidos en la -Puerta del Carmen, sosteniendo por los lados el tremendo fuego<span -class="pagenum" id="Page_15">p. 15</span> que de frente se les hacía, -escopeteros esparcidos entre las tapias, alameda y olivares, cuya buena -puntería causó en las filas enemigas notable matanza. Nadie rehusaba ir -a la lid: las mujeres corrían a porfía a estimular a sus esposos y a -sus hijos, y atropellando por medio del inminente riesgo los socorrían -con víveres y municiones. Los franceses aturdidos al ver tanto furor -y ardimiento titubeaban y crecía con su vacilar el entusiasmo y -valentía de los defensores. De nuevo no obstante y reiteradas veces -embistieron la entrada del Portillo, desviándose de la Aljafería, y -procurando cubrirse detrás de los olivares y arboledas. Menester fue -para poner término a la sangrienta y reñida pelea que sobreviniese la -noche. Bajo su amparo se retiraron los franceses a media legua de la -ciudad, y recogieron sus heridos, dejando el suelo sembrado de más de -500 cadáveres. La pérdida de los españoles fue mucho más reducida, -abrigados de tapias y edificios. Y de aquella señalada victoria, -que algunos llamaron de las Eras, resultó el glorioso empeño de los -zaragozanos de no entrar en pacto alguno con el enemigo y resistir -hasta el último aliento.</p> - -<p>Fuera de sí aquellos vecinos con la victoria alcanzada, ignoraban -todavía el paradero del general Palafox. Grande fue su tristeza al -saber su ausencia, y no teniendo fe en las autoridades antiguas ni -en los demás jefes, los diputados y alcaldes de barrio a nombre del -vecindario se presentaron <span class="sidenote">Don Lorenzo<br/> Calvo -de Rozas.</span> luego que cesó el combate al corregidor e intendente -Don Lorenzo Calvo de Rozas, que, hechura de Palafox, merecía su -confianza.<span class="pagenum" id="Page_16">p. 16</span> Instáronle -para que hiciera sus veces, y condescendió con sus ruegos en tanto que -aquel no volviera. Unía Calvo en su persona las calidades que el caso -requería. Declarado abiertamente en favor de la causa pública, habíase -fugado de Madrid en donde estaba avecindado. Hombre de carácter firme y -sereno, encerraba en su pecho, con apariencias de tibio, el entusiasmo -y presteza de un alma impetuosa y ardiente. Autorizado como ahora se -veía por la voz popular y punzado por el peligro que a todos amenazaba, -empleó con diligencia cuantos medios le sugería el deseo de proteger -contra la invasión extraña la ciudad que se ponía en sus manos.</p> - -<div class="sidenote">Preparativos<br/> de defensa<br/> en -Zaragoza.</div> - -<p>Prontamente llamó al teniente de rey D. Vicente Bustamante para que -expidiese y firmase a los de su jurisdicción las convenientes órdenes. -Mandó iluminar las calles con objeto de evitar cualquier sorpresa o -excesos; empezáronse a preparar sacos de tierra para formar baterías en -las puertas de Sancho, el Portillo, Carmen y Santa Engracia; abriéronse -zanjas o cortaduras en sus avenidas; dispusiéronse a artillarlas, -y se levantó en toda la tapia que circuía a la ciudad una banqueta -para desde allí molestar al enemigo con la fusilería. Prevínose a los -vecinos en estado de llevar armas, que se apostasen en los diversos -puntos debiendo alternar noche y día; ocupáronse los niños y mujeres -en tareas propias de su edad y sexo, y se encargó a los religiosos -hacer cartuchos de cañón y fusil, cumpliéndose con tan buen deseo y -ahinco aquellas disposiciones, que a las diez de la noche se<span -class="pagenum" id="Page_17">p. 17</span> había ya convertido Zaragoza -en un taller universal, en el que todos se afanaban por desempeñar -debidamente lo que a cada uno se había encomendado.</p> - -<p>Con más lentitud se procedió en la construcción de baterías por -falta de ingeniero que dirigiese la obra. <span class="sidenote">Don -Antonio<br/> Sangenís.</span> Solo había uno, que era Don Antonio -Sangenís, y este había sido el 15 llevado a la cárcel por los paisanos -que le conceptuaban sospechoso, habiendo notado que reconocía las -puertas y la ronda de la ciudad. Ignorose su suerte en medio de la -confusión, pelea y agitación de aquel día y noche, y solo se le puso en -libertad por orden de Calvo de Rozas en la mañana del 16. Sin tardanza -trazó Sangenís atinadamente varias obras de fortificación, esmerándose -en el buen desempeño, y ayudado en lugar de otros ingenieros por los -hermanos Tabuenca, arquitectos de la ciudad. Pintan estos pormenores, y -por eso no son de más, la situación de los zaragozanos, y lo apurados y -escasos que estaban de recursos y de hombres inteligentes en los ramos -entonces más necesarios.</p> - -<div class="sidenote">Intimación<br/> de Lefebvre<br/> -Desnouettes.</div> - -<p>Los franceses, atónitos con lo ocurrido el 15, juzgaron -imprudente empeñarse en nuevos ataques antes de recibir de Pamplona -mayores fuerzas, con artillería de sitio, morteros y municiones -correspondientes. Mientras que llegaba el socorro, queriendo Lefebvre -probar la vía de la negociación, intimó el 17 que, a no venir a -partido, pasaría a cuchillo a los habitantes cuando entrase en la -ciudad. Contestósele dignamente,[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a -href="#Ap_5-3" id="Ll_5-3">5-3</a>.)</span> y se prosiguió con mayor -empeño en prepararse a la defensa.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_18">p. 18</span></p> - -<div class="sidenote">El general<br/> Palafox en Épila.</div> - -<p>El general Palafox en tanto, vista la decisión que habían tomado los -zaragozanos de resistir a todo trance al enemigo, trató de hostigarle y -llamar a otra parte su atención. Unido al barón de Versages contaba con -una división de 6000 hombres y cuatro piezas de artillería. El 21 de -junio pasó en Almunia reseña de su tropa, y el 23 marchó sobre Épila. -En aquella villa hubo jefes que notando el poco concierto de su tropa, -por lo común allegadiza, opinaron ser conveniente retirarse a Valencia, -y no empeorar con una derrota la suerte de Zaragoza. Palafox, asistido -de admirable presencia de ánimo, congregó su gente, y delante de las -filas, exhortando a todos a cumplir con el duro pero honroso deber que -la patria les imponía, añadió que eran dueños de alejarse libremente -aquellos a quienes no animase la conveniente fortaleza para seguir -por el estrecho y penoso sendero de la virtud y de la gloria, o que -tachasen de temeraria su empresa. Respondiose a su voz con universales -clamores de aprobación, y ninguno osó desamparar sus banderas. De -tamaña importancia es en los casos arduos la entera y determinada -voluntad de un caudillo.</p> - -<div class="sidenote">Acción de Épila.</div> - -<p>Seguro de sus soldados, hizo propósito Palafox de avanzar la -mañana siguiente a la Muela, tres leguas de Zaragoza, queriendo coger -a los franceses entre su fuerza y aquella ciudad. Pero barruntando -estos su movimiento, se le anticiparon y acometieron a su ejército en -Épila a las nueve de la noche, hora desusada y en la que dieron de -sobresalto e impensadamente sobre los nuestros por haber sorprendido y -hecho<span class="pagenum" id="Page_19">p. 19</span> prisionera una -avanzada, y también por el descuido con que todavía andaban nuestras -inexpertas tropas. Trabose la refriega, que fue empeñada y reñida. Como -los españoles se vieron sobrecogidos, no hubo orden premeditado de -batalla, y los cuerpos se colocaron según pudo cada uno en medio de la -oscuridad. La artillería, dirigida por el muy inteligente oficial Don -Ignacio López, se señaló en aquella jornada, y algunos regimientos se -mantuvieron firmes hasta por la mañana, que, sin precipitación, tomaron -la vuelta de Calatayud. En su número se contaba el de Fernando VII, que -aunque nuevo, sostuvo el fuego por espacio de seis horas, como si se -compusiera de soldados veteranos. También hombres sueltos de guardias -españolas defendieron largo rato una batería de las más importantes. -Disputaron pues unos y otros el terreno a punto que los franceses no -los incomodaron en la retirada.</p> - -<div class="sidenote">Piensa Palafox<br/> en volver<br/> a -Zaragoza.</div> - -<p>Palafox convencido no obstante de que no era dado con tropas bisoñas -combatir ventajosamente en campo raso, y de que sería más útil su -ayuda dentro de Zaragoza, determinó superando obstáculos meterse con -los suyos en aquella ciudad, por lo que después de haberse rehecho, -y dejando en Calatayud un depósito al mando del barón de Versages, -dividió su corta tropa en dos pequeños trozos: encargó el uno a su -hermano Don Francisco, y acaudillando en persona el otro volvió el 2 de -julio a pisar el suelo zaragozano.</p> - -<div class="sidenote">Entrada allí<br/> el 24 de junio<br/> de -Lazán.</div> - -<p>Ya había allí acudido desde el 24 de junio su otro hermano el -marqués de Lazán, que era el gobernador, con varios oficiales, a -instancias y<span class="pagenum" id="Page_20">p. 20</span> por -aviso del intendente Calvo de Rozas. Deseaba este un arrimo para -robustecer aún más sus acertadas providencias, acordar otras, -comprometer en la defensa a las personas de distinción que no lo -estuviesen todavía, imponer respeto a la muchedumbre congregando una -reunión escogida y numerosa, y afirmarla en su resolución por medio -de un público y solemne juramento. Para ello convocó el 25 de junio -una junta general de las principales corporaciones e individuos de -todas clases, presidida por el de Lazán. En su seno expuso brevemente -Calvo de Rozas el estado en que la ciudad se hallaba, y cuáles -eran sus recursos, y excitó a los concurrentes a coadyuvar con sus -luces y patriótico celo al sostenimiento de la causa común. <span -class="sidenote">Juramento<br/> de los<br/> zaragozanos.</span> -Conformes todos aprobaron lo antes obrado, se confirmaron en su -propósito de vencer o morir, y resolvieron que el 26 los vecinos, -soldados, oficiales y paisanos armados prestarían en calles y plazas, -en baterías y puertas un público y majestuoso juramento. Amaneció -aquel día y a una hora señalada de la tarde se pobló el aire de un -grito asombroso y unánime, «de que los defensores de Zaragoza juntos -y separados derramarían hasta la última gota de su sangre por su -religión, su rey y sus hogares.»</p> - -<p>Movió a curiosidad entre los enemigos la impensada agitación que -causó tan nueva solemnidad, y con ansia de informarse de lo que pasaba, -aproximose a la línea española un comandante de polacos acompañado -de varios soldados; y aparentando deseos de tomar partido él y los -suyos con los sitiados, pidió como seguro de su determinación<span -class="pagenum" id="Page_21">p. 21</span> tratar con los jefes -superiores. <span class="sidenote">Amenaza villana<br/> de un -polaco<br/> a Calvo.</span> Salió Calvo de Rozas, indicó al comandante -que se adelantase para conferenciar solos: hízolo así, mas a poco y -alevosamente cercaron a Calvo los soldados del contrario. Encaráronle -las armas, y después de preguntar lo que en Zaragoza ocurría, tuvo el -comandante la descompuesta osadía de decirle que no era su intento -desamparar sus banderas; que había solo inventado aquella artimaña para -averiguar de qué provenía la inquietud de la ciudad, e intimar de nuevo -por medio de una persona de cuenta la rendición, siendo inevitable -que al fin se sometiesen los zaragozanos al ejército francés, tan -superior y aguerrido. Añadiole que a no consentir con lo que de él -exigía sería muerto o prisionero. En vez de atemorizarse con la villana -amenaza, reportado y sereno contestole Calvo: «harto conocidas son -vuestras malas artes y la máscara de amistad con que encubrís vuestras -continuadas perfidias, para que desprevenido y no muy sobre aviso -acudiera yo a vuestro llamamiento: los muertos o prisioneros seréis -vos y vuestros soldados si intentáis traspasar las leyes admitidas -aun entre las naciones bárbaras. El castillo de donde estamos tan -próximos a la menor señal mía disparará sus cañones y fusiles, que por -disposición anterior están ya apuntados contra vosotros.» Alterose -el polaco con la áspera contestación, y reprimiendo la ira suavizó -su altanero lenguaje, ciñéndose a proponer al intendente Calvo una -conferencia con sus generales. Vino en ello, y tomando la venia del de -Lazán se escogió por sitio el frente de la batería del Portillo.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_22">p. 22</span></p> - -<div class="sidenote">Conferencia<br/> y proposiciones<br/> de los -generales<br/> franceses.</div> - -<p>Todavía en el mismo día avistáronse allí con Calvo y otros oficiales -españoles autorizados por el gobernador y vecindario, los generales -franceses Lefebvre y Verdier, recién llegado. Limitáronse las pláticas -a insistir estos en la entrega de Zaragoza, ofreciendo olvido de -lo pasado, respetar las personas y propiedades, y conservar a los -empleados en sus destinos; con la advertencia que de lo contrario -convertirían en cenizas la ciudad, y pasarían a cuchillo los moradores. -Calvo contestó con brío, prometiendo sin embargo que daría cuenta de -lo que proponían, y que en la mañana siguiente se les comunicaría -la definitiva resolución, <span class="sidenote">(* Ap. n. <a -href="#Ap_5-4" id="Ll_5-4">5-4</a>.)</span> en cuya conformidad pasó el -27 temprano al campo francés Don Emeterio Barredo llevando consigo una -respuesta [*] firmada por el marqués de Lazán, en la que se desechaban -las insidiosas proposiciones del enemigo.</p> - -<div class="sidenote">Los franceses,<br/> reforzados.<br/> -Verdier,<br/> general en jefe.</div> - -<p>Claro era que estrechar el asedio y nuevas embestidas seguirían a -repulsa tan temeraria, mayormente cuando los franceses habían engrosado -su ejército, y cuando se había mejorado su posición. Por aquellos días -además de haberse desembarazado de Palafox arrojándole de Épila, habían -recibido de Pamplona y Bayona socorros de cuantía. Trájolos el general -Verdier, quien por su mayor graduación reemplazó en el mando en jefe -a Lefebvre, y no menos fueron por de pronto reforzados que con 3000 -hombres, 30 cañones de grueso calibre, cuatro morteros, 12 obuses, y -800 portugueses a las órdenes de Gómez Freire. Fundadamente pensaron -entonces que con buen éxito podrían vencer la tenacidad zaragozana.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_23">p. 23</span></p> - -<div class="sidenote">Vuélase<br/> un almacén<br/> de pólvora.</div> - -<p>Así fue que en el mismo día 27 renovaron el fuego, y dirigieron -con particularidad su ataque contra los puestos exteriores. Repelidos -con pérdida en las diversas entradas de la ciudad, de que quisieron -apoderarse, no pudo impedírseles que se acercasen al recinto. Como en -sus maniobras se notó el intento de enseñorearse del monte Torrero, -con diligencia se metieron en Zaragoza los víveres y municiones que -estaban encerrados en aquellos almacenes; mas tan oportuna precaución -originó un desastre. A las tres de la tarde estremeciéronse todos los -edificios, zumbando y resonando el aire con el disparo y caída de -piedras, astillas y cascos. Tuviéronse los zaragozanos por muertos y -como si fuesen a ser sepultados en medio de ruinas. Despavoridos y -azorados huían de sus casas, ignorando de dónde provenía tanto ruido, -turbación y fracaso. Causábalo el haberse pegado fuego por descuido -de los conductores a la pólvora que se almacenaba en el seminario -conciliar, y este y la manzana de casas contiguas y las que estaban -enfrente se volaron o desplomaron, rompiéndose los cristales de la -ciudad, con muertes y desdichas. Agregábase a la horrenda catástrofe la -pérdida de la pólvora tan necesaria en aquel tiempo, y en el que había -de todo apretada pobreza.</p> - -<p>Y para que apareciese enteramente acrisolada la constancia -aragonesa, los franceses fiados en la desolación y universal -desconsuelo reiteraron sus ataques en tan apurado momento. No se -descorazonaron los defensores, antes bien enfurecidos hicieron que se -malograse la tentativa de los enemigos, inhumana en aquella sazón.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_24">p. 24</span></p> - -<p>Desde aquel día no transcurrió uno en que no hubiese reñidas -contiendas, escaramuzas, salidas, acometimientos de sitiados y -sitiadores. Largo sería e imposible referir hazañas tantas y tan -gloriosas, rara vez empañadas con alguna bastarda acción.</p> - -<div class="sidenote">Ataque contra<br/> el monte Torrero.</div> - -<p>Túvose sin embargo por tal lo ocurrido en el monte Torrero. El -comandante a cuyo cargo estaba el puesto, de nombre Falcón, ora por -connivencia, ora por desaliento, que es a lo que nos inclinamos, le -desamparó vergonzosamente, y el enemigo, enseñoreándose de aquellas -alturas, causó en breve notables estragos.</p> - -<div class="sidenote">Castigo<br/> del comandante.</div> - -<p>El vecindario por su parte, irritado de la conducta del comandante -español, le obligó más adelante a que compareciese ante un consejo de -guerra, y por sentencia de este fue arcabuceado. La misma suerte cupo -durante el sitio al coronel Don Rafael Pesino, gobernador de las Cinco -Villas, y a otros de menos nombre, acusados de inteligencia con el -enemigo. Ejemplar castigo, tachado por algunos de precipitado, pero -que miraron otros como saludable freno contra los que flaqueasen por -tímidos o tramasen alguna alevosía.</p> - -<div class="sidenote">Llegada<br/> de un refuerzo<br/> a los -españoles.</div> - -<p>Empeñábase así la resistencia, y cobraban todos ánimo con los -oficiales y soldados que a menudo acudían en ayuda de la ciudad -sitiada. Llenó sobre todo de particular gozo la llegada a últimos -de junio de 300 soldados del regimiento de Extremadura al mando del -teniente coronel Don Domingo Larripa, que vimos allá detenido en -Tárrega, sin querer cumplir las órdenes de Duhesme, y también la que -por<span class="pagenum" id="Page_25">p. 25</span> entonces ocurrió -de 100 voluntarios de Tarragona capitaneados por el teniente coronel -Don Francisco Marcó del Pont. Compensábase con eso algún tanto el haber -perdido las alturas de Torrero.</p> - -<p>Mas dueños los franceses de semejante posición, determinaron -molestar la ciudad con balas, granadas y bombas. Para ello colocaron -en aquella eminencia una batería formidable de cañones de grueso -calibre y morteros. Levantaron otras en diversos puntos de la línea, -con especialidad en el paraje llamado de la Bernardona, enfrente de -la Aljafería. <span class="sidenote">30 de junio,<br/> principia<br/> -el bombardeo.</span> Preparados de este modo, al terminarse el 30 de -junio y a las doce de la noche rompieron el fuego, y dieron principio -a un horroroso bombardeo. Los primeros tiros salvaron la ciudad sin -hacer daño: acortáronlos, y las bombas penetrando por las bóvedas de -la fábrica antigua de la iglesia del Pilar y arruinando varias casas, -empezaron a causar quebrantos y destrozos.</p> - -<p>Al amanecer los vecinos lejos de arredrarse a su vista, trabajaron a -competencia y con sumo afán para disminuir las lástimas y desgracias. -<span class="sidenote">Nuevas obras<br/> de defensa<br/> de los -sitiados.</span> Construyéronse blindajes en calles y plazas, torciose -el curso de Huerva y se le metió en la ciudad para apagar con presteza -cualquier incendio. Franqueáronse los sótanos, empleando dentro en -trabajos útiles y que pedían resguardo a los que no eran llamados -a guerrear. Para observar el fogonazo y avisar la llegada de las -bombas, pusiéronse atalayas en la torre que denominaban nueva, si -bien fabricada en 1504, la cual elevándose en la plaza de<span -class="pagenum" id="Page_26">p. 26</span> San Felipe sola y sin arrimo -pareció acomodada al caso, aunque ladeada a la manera de la famosa -de Pisa. No satisfechos los sitiados con estas obras y las antes -construidas, ideando otras, cortaron y zanjaron calles, atroneraron -casas y tapiales, apilaron sacos de tierra, trazaron y erigieron -nuevas baterías, las cubrieron con cañones arrumbados por viejos en la -Aljafería o con los que sucesivamente llegaban de Lérida y Jaca, y en -fin quemaron y talaron las huertas y olivares, los jardines y quintas -que encubrían los aproches del enemigo, perjudicando a la defensa. Sus -dueños no solamente condescendían en la destrucción con desprendimiento -magnánimo, sino que las más veces ayudaban con sus brazos al total -asolamiento. Y cuando lidiando en otro lado descubrían la llama que -devoraba el fruto de años de sudor y trabajo o el antiguo solar de sus -abuelos, ensoberbecíanse de cooperar así y con largueza a la libertad -de la patria. ¿De qué no eran capaces varones dotados de virtudes tan -esclarecidas?</p> - -<div class="sidenote">Ataques del 1.º<br/> y 2 de julio.</div> - -<p>Al bombardeo siguiose en la mañana del 1.º de julio un ataque -general en todos los puntos. Empezaron a batir la Aljafería y Puerta -del Portillo, mandada por Don Francisco Marcó del Pont, los fuegos -de la Bernardona. La Puerta del Carmen encargada al cuidado de -Don Domingo Larripa fue casi al mismo tiempo embestida, y tampoco -tardaron los enemigos en molestar la de Sancho custodiada por el -sargento mayor Don Mariano Renovales. Con todo, siendo su mayor empeño -apoderarse de la del Portillo, hubo allí tal estrago que, muertos -en<span class="pagenum" id="Page_27">p. 27</span> una batería exterior -todos los que la defendían, nadie osaba ir a reemplazarlos, <span -class="sidenote">Agustina<br/> Zaragoza.</span> lo cual dio ocasión a que -se señalase una mujer del pueblo llamada Agustina Zaragoza. Moza esta -de 22 años y agraciada de rostro, llevaba provisiones a los defensores -cuando acaeció el mencionado abandono. Notando aquella valerosa hembra -el aprieto y desánimo de los hombres, corrió al peligroso punto, y -arrancando la mecha aún encendida de un artillero que yacía por el -suelo, puso fuego a una pieza, e hizo voto de no desampararla durante -el sitio sino con la vida. Imprimiendo su arrojo nueva audacia en -los decaídos ánimos, se precipitaron todos a la batería, y renovose -tremendo fuego. Proeza muy semejante la de Agustina a la de María Pita -en el sitio que pusieron los ingleses a la Coruña en 1589, fue premiada -también de un modo parecido, y así como a aquella le concedió Felipe II -el grado y sueldo de alférez vivo, remuneró Palafox a esta con un grado -militar y una pensión vitalicia.</p> - -<p>Continuaba vivísimo el fuego, y nuestra artillería muy certera -arredraba al enemigo, sin que hasta entonces hubiese oficial alguno de -aquella arma que la dirigiese. No eran todavía las doce del día cuando -entre el horroroso y mortífero estruendo del cañón se presentaron los -subtenientes de aquel distinguido cuerpo Don Jerónimo Piñeiro y Don -Francisco Rosete, que fugados de Barcelona corrían apresuradamente a -tomar parte en la defensa de Zaragoza. Sin descanso, después de largo -viaje y fatigoso tránsito, se pusieron el primero a dirigir<span -class="pagenum" id="Page_28">p. 28</span> los fuegos de la entrada -del Portillo, y el segundo los de la del Carmen. Con la ayuda de -oficiales inteligentes creció el brío en los nuestros, y aumentose -el estrago en los contrarios. La noche cortó el combate, mas no el -bombardeo, renovándose aquel al despuntar del alba con igual furia -que el día anterior. Las columnas enemigas con diversas maniobras -intentaron enseñorearse del Portillo, y abierta brecha en la Aljafería -se arrojaron a asaltar aquella fortaleza; pero fuese que no hallasen -escalas acomodadas, o fuese más bien la denodada valentía de los -sitiados, los franceses repelidos se desordenaron y dispersaron en -medio de los esfuerzos de jefes y oficiales. Otro tanto pasaba en el -Portillo y Carmen. El marqués de Lazán, durante el ataque, recorrió la -línea en los puntos más peligrosos, remunerando a unos y alentando a -otros con sus palabras.</p> - -<p>Ya era entrada la tarde, desmayaban los enemigos, y los -nuestros familiarizándose más y más con los riesgos de la guerra, -desconocidos al mayor número, redoblaron sus esfuerzos alentados -con un inesperado y para ellos halagüeño acontecimiento. <span -class="sidenote">Entrada<br/> de Palafox<br/> el 2 en Zaragoza.</span> -De boca en boca y con rapidez se difundió que Don José de Palafox -estaba de vuelta en la ciudad y que pronto gozarían todos de su -presencia. En efecto penetrando en Zaragoza a las cuatro de la tarde -de aquel día, que era el 2, apareciose de repente en donde se lidiaba, -y a su vista arrebatados de entusiasmo hicieron los nuestros tan firme -rostro a los franceses, que sin insistir estos en nueva acometida se -contentaron con proseguir el bombardeo.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_29">p. 29</span></p> - -<div class="sidenote">Otros combates.</div> - -<p>Viendo sin embargo que para aproximarse a las puertas era menester -hacerse dueños de los conventos de San José y Capuchinos y otros puntos -extramuros, comenzaron por entonces a embestirlos. En el convento de -San José, asentado a la derecha del río Huerva, no había otro amparo -que el de las paredes en cuyo macizo se habían abierto troneras. -Asaltáronle 400 polacos, y repelidos con gran pérdida tuvieron que -aguardar refuerzo, y aun así no se posesionaron de aquel puesto sino al -cabo de horas de pelea. No fueron más afortunados en el de Capuchinos -cercano a la Puerta del Carmen. Lucharon los defensores cuerpo a cuerpo -en la iglesia, en los claustros, en las celdas, y no desampararon el -edificio hasta después de haberle puesto fuego.</p> - -<div class="sidenote">Puente echado<br/> por los franceses<br/> en San -Lamberto.</div> - -<p>También quisieron los franceses cercar la ciudad por la orilla -izquierda del Ebro, principalmente a causa de los socorros que la libre -comunicación proporcionaba. Para estorbarla pensaron en cruzar el río, -echando el 10 de julio un puente de balsas en San Lamberto. Salió -contra ellos el general Palafox con paisanos y una compañía de suizos -que acababa de llegar. Batallaron largo tiempo, y vino con refuerzo a -sostenerlos el intendente Calvo de Rozas, cuyo caballo fue derribado -de una granada. <span class="sidenote">Estrago hecho<br/> por los -mismos.</span> Los enemigos no se atrevieron a pasar muy adelante, y -aprovechando los nuestros el precioso respiro que daban, levantaron -en el Arrabal tres baterías, una en los tejares, y las otras dos en -el rastro de los clérigos y en San Lázaro: de las que protegidos los -labradores se escopetearon<span class="pagenum" id="Page_30">p. -30</span> varias veces con los franceses en el campo de las Ranillas -y los ahuyentaron, distinguiéndose con frecuencia en la lid el -famoso tío Jorge. <span class="sidenote">Otras medidas<br/> de los -sitiados.</span> Así que los sitiadores no pudieron cerrar del todo -las comunicaciones de Zaragoza, pero talaron los campos, quemaron las -mieses, y extendiéndose hacia el Gállego viose desconsoladamente arder -el puente de madera que da paso al camino carretero de Cataluña, y -destruirse e incendiarse las aceñas y molinos harineros que abastecían -la ciudad. Las angustias crecían, mas al par de ellas también el -ardimiento de los sitiados. Se acopió la harina del vecindario para -amasar solamente pan de munición que todos comían con gusto, y para -fabricar pólvora se establecieron molinos movidos por caballos, y se -cogió el azufre en donde quiera que lo había: se lavó la tierra de las -calles para tener salitre, y se hizo carbón con la caña del cáñamo -tan alto en aquel país. No poco cooperó al acierto y dirección de -estos trabajos, como de los demás que ocurrieron, el sabio oficial de -artillería Don Ignacio López, quien desde entonces hasta el fin del -sitio fue uno de los pilares en que estribó la defensa zaragozana.</p> - -<div class="sidenote">Apodérase<br/> el enemigo<br/> de -Villafeliche.</div> - -<p>Eran estas precauciones tanto más necesarias, cuanto no solo los -franceses ceñían más y más la plaza, sino que también previeron los -sitiados que bien pronto intentarían destruir o tomar los molinos de -pólvora de Villafeliche a doce leguas de Zaragoza, que eran los que la -proveían. Así sucedió. El barón de Versages desde Calatayud asomándose -a las alturas inmediatas a aquel pueblo, impidió al principio que<span -class="pagenum" id="Page_31">p. 31</span> lograsen su objeto. Mas -revolviendo sobre él los enemigos con mayores fuerzas tuvo que -replegarse y dejar en sus manos tan importantes fábricas.</p> - -<div class="sidenote">Otros combates.</div> - -<p>En medio del tropel de desdichas que oprimían a los zaragozanos -permanecían constantes sin que nada los abatiese. En continuada vela -desbarataban las sorpresas que a cada paso tentaban sus contrarios. El -17 de julio dueños ya estos del convento de Capuchinos, sigilosamente -a las nueve de la noche procuraron ponerse bajo el tiro de cañón de -la Puerta del Carmen. Los nuestros lo notaron y en silencio también -aguardando el momento del asalto rompieron el fuego y derribaron -sin vida a los que se gloriaban ya de ser dueños del puesto. Con -mayor furia renovaron los sitiadores sus ataques allí y en las otras -puertas las noches siguientes: en todas infructuosamente, no habiendo -podido tampoco apoderarse del convento de Trinitarios descalzos sito -extramuros de la ciudad.</p> - -<p>En lucha tan encarnizada los españoles a veces molestaban al enemigo -con sus salidas, y no menos quisieron que adelantarse hasta el monte -Torrero. Aparentando pues un ataque formal por el paseo antes deleitoso -que de la ciudad iba a aquel punto, dieron otros de sobresalto en -medio del día en el campamento francés. Todo lo atropellaron y no se -retiraron sino cubiertos de sangre y despojos. Por las márgenes del -Gállego midieron igualmente unos y otros sus armas en varias ocasiones, -y señaladamente en 29 de julio en que nuestros lanceros sacaron ventaja -a los suyos con mucha honra y prez, sobresaliendo<span class="pagenum" -id="Page_32">p. 32</span> en los reencuentros el coronel Butrón, primer -ayudante de Palafox.</p> - -<p>Restaban aún nuevas y más recias ocasiones en que se emplease y -resplandeciese la bizarría y firmeza de los zaragozanos. Noche y -día trabajaban sus enemigos para construir un camino cubierto que -fuese desde el convento de San José por la orilla del Huerva hasta -las inmediaciones de la Bernardona, y a su abrigo colocar morteros y -cañones, no mediando ya entre sus baterías y las de los españoles sino -muy corta distancia.</p> - -<div class="sidenote">Ataques del 3<br/> y 4 de agosto.</div> - -<p>Aguardábase por momentos una general embestida, y en efecto en -la madrugada del 3 de agosto el enemigo rompió el fuego en toda la -línea, cayendo principalmente una lluvia de bombas y granadas en el -barrio de la ciudad situado entre las puertas de Santa Engracia y -el Carmen hasta la calle del Coso. El coronel de ingenieros francés -Lacoste, ayudante de Napoleón, que había llegado después de comenzado -el sitio, con razón juzgó no ser acertado el ataque antes emprendido -por el Portillo, y determinó que el actual se diese del lado de Santa -Engracia, como más directo y como punto no flanqueado por el castillo. -La principal batería de brecha estaba a 150 varas del convento, y -constaba de 6 piezas de a 16 y de 4 obuses. Habían además establecido -sobre todo el frente de ataque 7 baterías, de las que la más lejana -estaba del recinto 400 varas. A tal distancia y tan reconcentrado -fácil es imaginarse cuán terrible y destructor sería su fuego. Sea de -propósito o por acaso, notose que sus tiros con particularidad<span -class="pagenum" id="Page_33">p. 33</span> se asestaban contra el -hospital general en que había gran número de heridos y enfermos, los -niños expósitos y los dementes. Al caer las bombas hasta los más -postrados, desnudos y despavoridos saltaron de sus camas y quisieron -salvarse. Grande desolación fue aquella. Mas con el celo y actividad de -buenos patricios, muchos, en particular niños y heridos, se trasladaron -a paraje más resguardado. Prosiguió todo aquel día el bombardeo, -conmoviéndose unos edificios, desplomándose otros, y causando todo -junto tal estampido y estruendo que se difundía y retumbaba a muchas -leguas de Zaragoza.</p> - -<p>Al alborear del 4 descubrieron los enemigos su formidable batería -en frente de Santa Engracia. No había enderredor del monasterio foso -alguno, coronando solo sus pisos varias piezas de artillería. Empezaron -a batirle en brecha, acometiendo al mismo tiempo la entrada inmediata -del mismo nombre, y distrayendo la atención con otros ataques del lado -del Carmen, Portillo y Aljafería. A las nueve de la mañana estaban -arrasadas casi todas nuestras baterías y practicables las brechas. -Palafox presentándose por todas partes, corría a donde había mayor -riesgo y sostenía la constancia de su gente. En lo recio del combate -propúsole Lefebvre-Desnouettes: «paz y capitulación.» Respondiole -Palafox: «guerra a cuchillo.» A su voz atropellábanse paisanos y -soldados a oponerse al enemigo, y abalanzándose a dicho monasterio -de Santa Engracia, célebre por sus antigüedades y por ser fundación -de los reyes católicos, se metían dentro sin que los arredrara ni el -desplomarse<span class="pagenum" id="Page_34">p. 34</span> de los -pisos ni la caída de las mismas paredes que amagaba. A todo hacían -rostro, nada los desviaba de su temerario arrojo. Y no parecía sino -que las sombras de los dos célebres historiadores de Aragón, Jerónimo -Blancas y Zurita, cuyas cenizas allí reposaban, ahuyentadas del -sepulcro al ruido de las armas y vagando por los atrios y bóvedas, los -estimulaban y aguijaban a la pelea, representándoles vivamente los -heroicos hechos de sus antepasados que tan verídica y noblemente habían -trasmitido a la posteridad. Tanto tenía de sobrehumano el porfiado -lidiar de los aragoneses.</p> - -<p>Al cabo de horas, y cuando el terreno quedaba no sembrado sino -cubierto de cadáveres, y en torno suyo ruinas y destrozos, pudieron -los franceses avanzar y salir a la calle de Santa Engracia. Pisando ya -el recinto vanagloriábanse de ser dueños de Zaragoza, y formados y con -arrogancia se encaminaban al Coso.</p> - -<p>Mas pesoles muy luego su sobrada confianza. Cogidos y como enredados -entre calles y casas estuvieron expuestos a un horroroso fuego que de -todos lados se les hacía a manera de granizada. Cortadas las bocacalles -y parapetados los defensores con sacas de algodón y lana, y detrás -de las paredes de las mismas casas, los abrasaron por decirlo así a -quema ropa por espacio de tres horas, sin que pudieran salir al Coso, -a donde desemboca la calle de Santa Engracia. Desesperanzaban ya los -franceses de conseguirlo, cuando volándose un repuesto de pólvora -que cerca tenían los españoles, con el daño y desorden que esta -desgracia causó, fueles permitido<span class="pagenum" id="Page_35">p. -35</span> a los acometedores llegar al Coso, y posesionarse de dos -grandes edificios que hay en ambas esquinas, el del convento de San -Francisco a la izquierda, y el hospital general a la derecha. En este -fue espantoso el ataque, prendiose fuego, y los enfermos que quedaban -arrojándose por las ventanas caían sobre las bayonetas enemigas. Entre -tanto los locos encerrados en sus jaulas cantaban, lloraban o reían -según la manía de cada uno. Los soldados enemigos tan fuera de sí como -los mismos dementes, en el ardor del combate mataron a muchos y se -llevaron a otros al monte Torrero, de donde después los enviaron. Mucha -sangre había costado a los franceses aquel día, habiendo sido tan de -cerca ofendidos: contáronse entre el número de los muertos oficiales -superiores, y fue herido su mismo general en jefe Verdier.</p> - -<div class="sidenote">Avanzan<br/> los franceses<br/> al Coso.</div> - -<p>Dueños de aquella parte sentaron los enemigos sus águilas -victoriosas en la cruz del Coso, templete con columnas en medio de la -calle del mismo nombre. Todo parecía así perdido y acabado. Calvo de -Rozas y el oficial Don Justo San Martín fueron los últimos que a las -cuatro de la tarde, después de haberse volado el mencionado repuesto, -desampararon la batería que enfilaba desde el Coso la avenida de -Santa Engracia. Pero el primero no decayendo de ánimo dirigiose por -la calle de San Gil al Arrabal para desde allí juntar dispersos, -rehacer su gente, traer los que custodiaban aquellos puntos entonces -no atacados, y con su ayuda prolongar hasta la noche la resistencia, -aguardando<span class="pagenum" id="Page_36">p. 36</span> de fuera y -antes de la madrugada, según veremos, auxilio y refuerzos.</p> - -<p>Favoreció a su empresa lo ocurrido en el hospital general, y una -equivocación afortunada de los enemigos, quienes queriendo encaminarse -al puente que comunica con el Arrabal, en vez de tomar la calle de -San Gil que tomó Calvo y es la directa, desfilaron por el arco de -Cineja, callejuela torcida que va a la Torrenueva. Aprovechándose los -aragoneses del extravío, los arremetieron en aquella estrechura y los -acribillaron y despedazaron. Obligoles a hacer alto semejante choque, -y en el entretanto volviendo Calvo del Arrabal con 600 hombres de -refresco y otros muchos que se le agregaron, desembocaron juntos y -de repente en la calle del Coso en donde estaba la columna francesa. -Embistió con 50 hombres escogidos, y el primero el anciano capitán -Cerezo, que ya vimos en la Aljafería, yendo armado [para que todo fuera -extraordinario] de espada y rodela, y bien unido con los suyos se -arrojaron todos como leones sobre los contrarios, sorprendidos con el -súbito y furibundo ataque. Acometieron los demás por diversos puntos, -y disparando desde las casas trabucazos y todo linaje de mortíferos -instrumentos, acosados los franceses y aterrados, se dispersaron y -recogieron en los edificios de San Francisco y hospital general.</p> - -<p>Anocheció al cesar la pelea, y vueltos los españoles del primer -sobresalto supieron por experiencia con cuanta ventaja resistirían al -enemigo dentro de las calles y casas. Sosteníales también la firme -esperanza de que con el alba<span class="pagenum" id="Page_37">p. -37</span> aparecería delante de sus puertas un numeroso socorro de -tropas, que así se lo había prometido su idolatrado caudillo Don José -de Palafox.</p> - -<div class="sidenote">Salida de Palafox<br/> de Zaragoza.</div> - -<p>Había partido este de Zaragoza con sus dos hermanos a las doce -del día del 4, después que los franceses dueños del monasterio de -Santa Engracia estaban como atascados en las calles que daban al -Coso. Presumíase con fundamento que no podrían en aquel día vencer -los obstáculos con que encontraban; mas al mismo tiempo careciendo de -municiones y menguando la gente, temíase que acabarían por superarlos -si no llegaban socorros de a fuera, y si además tropas de refresco no -llenaban los huecos y animaban con su presencia a los tan fatigados -si bien heroicos defensores. No estaban aquellas lejos de la ciudad, -pero dilatándose su entrada pensose que era necesario fuese Palafox en -persona a acelerar la marcha. No quiso este sin embargo alejarse antes -que le prometiesen los zaragozanos que se mantendrían firmes hasta su -vuelta. Hiciéronlo así, y teniendo fe en la palabra dada convino en ir -al encuentro de los socorros.</p> - -<p>Correspondió a la esperanza el éxito de la empresa. A últimos de -junio había desde Cataluña penetrado en Aragón el 2.º batallón de -voluntarios con 1200 plazas al mando del coronel Don Luis Amat y Terán, -500 hombres de guardias españolas al del coronel Don José Manso, y -además dos compañías de voluntarios de Lérida, cuya división se había -situado en Gelsa, diez leguas de Zaragoza. Cierto que con este auxilio -y un convoy que bajo su amparo<span class="pagenum" id="Page_38">p. -38</span> podría meterse en la ciudad sitiada, era dado prolongar la -defensa hasta la llegada de otro cuerpo de 5000 hombres procedente -de Valencia que se adelantaba por el camino de Teruel. El tiempo -urgía; no sobraba la más exquisita diligencia, por lo que, y a mayor -abundamiento, despachose al mismo Calvo de Rozas para enterar a Palafox -de lo ocurrido después de su partida y servir de punzante espuela al -pronto envío de los socorros. Alcanzó el nuevo emisario al general en -Villafranca de Ebro, pasaron juntos a Osera, cuatro leguas de Zaragoza, -en donde a las nueve de la noche entraron las tropas alojadas antes en -Gelsa y Pina.</p> - -<p>En dicho pueblo de Osera celebrose consejo de guerra, a que -asistieron los tres Palafoxes con su estado mayor, el brigadier Don -Francisco Osina, el coronel de artillería Don J. Navarro Sangrán -[estos dos procedentes de Valencia] y otros jefes. Informados por el -intendente Calvo del estado de Zaragoza, sin tardanza se determinó -que el marqués de Lazán con los 500 hombres de guardias españolas, -formando la vanguardia se metiese en la ciudad en la madrugada del -5, que con la demás tropa le siguiese Don José de Palafox, y que -su hermano Don Francisco quedase a la retaguardia con el convoy de -víveres y municiones custodiado también por Calvo de Rozas. Acordose -asimismo que para mantener con brío a los sitiados y consolarlos en su -angustiada posición, partiesen prontamente a Zaragoza como anunciadores -y pregoneros del socorro el teniente coronel Don Emeterio Barredo y el -tío Jorge, cuya<span class="pagenum" id="Page_39">p. 39</span> persona -rara vez se alejaba del lado de Palafox, siendo capitán de su guardia. -Partiéronse todos a desempeñar sus respectivos encargos, y la oportuna -llegada a la ciudad de los mencionados emisarios, desbaratando los -secretos manejos en que andaban algunos malos ciudadanos, confortó al -común de la gente y provocó el más arrebatado entusiasmo.</p> - -<div class="sidenote">Vuelve Lazán<br/> el 5 con socorros.</div> - -<p>A ser posible, hubiera crecido de punto con la entrada, pocas -horas después, del marqués de Lazán. Retardose la de su hermano y -la del convoy por un movimiento del general Lefebvre-Desnouettes, -quien mandaba en jefe en lugar del herido Verdier. Habíanle avisado -la llegada de Lazán y quería impedir la de los demás, juzgando -acertadamente que le sería más fácil destruirlos en campo abierto que -dentro de la ciudad. Palafox, desviándose a Villamayor, situado a -dos leguas y media, en una altura desde donde se descubre Zaragoza, -esquivó el combate y aguardó oportunidad de burlar la vigilancia del -enemigo. Para ejecutar su intento con apariencia fundada de buen -éxito, mandó que de Huesca se le uniese el coronel Don Felipe Perena -con 3000 hombres que allí había adiestrado, y después dejando a estos -en las alturas de Villamayor para encubrir su movimiento, <span -class="sidenote">El 8, Palafox<br/> con otro nuevo.</span> y valiéndose -también de otros ardides engañó al enemigo, y de mañana y con el sol -entró el día 8 por las calles de Zaragoza. Déjase discurrir a qué -punto se elevaría el júbilo y contentamiento de sus moradores, y cuán -difícil sería contener sus ímpetus dentro de un término conveniente y -templado.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_40">p. 40</span>Los franceses, si -bien sucesivamente habían acrecentado el número de su gente hasta -rayar en el de 11.000 soldados, estaban descaecidos de espíritu, visto -que de nada servían en aquella lid las ventajas de la disciplina, -y que para ir adelante menester era conquistar cada calle y cada -casa, arrancándolas del poder de hombres tan resueltos y constantes. -Amilanáronse aún más con la llegada de los auxilios que en la madrugada -del 5 recibieron los sitiados, y con los que se divisaban en las -cercanías.</p> - -<div class="sidenote">Continúan<br/> los choques<br/> y -reencuentros.</div> - -<p>No por eso desistieron del propósito de enseñorearse de todos los -barrios de la ciudad, y destruyendo las tapias, formaron detrás líneas -fortificadas, y construyeron ramales que comunicasen con los que -estaban alojados dentro.</p> - -<p>Desde el 5 hubo continuados tiroteos, peleábase noche y día en casas -y edificios, incendiáronse algunos y fueron otros teatro de reñidas -lides. En las más brilló con sus parroquianos el beneficiado Don -Santiago Sas, y el tío Jorge. También se distinguió en la Puerta de -Sancho otra mujer del pueblo llamada Casta Álvarez, y mucho por todas -partes Doña María Consolación de Azlor, condesa de Bureta. A ningún -vecino atemorizaba ya el bombardeo, y avezados a los mayores riesgos -bastábales la separación de una calle o de una casa para mirarse -como resguardados por un fuerte muro u ancho foso. Debieran haberse -eternizado muchos nombres que para siempre quedaron allí oscurecidos, -pues siendo tantos y habiéndose convertido los zaragozanos en denodados -guerreros, su misma muchedumbre ha perjudicado a que se perpetúe su -memoria.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_41">p. 41</span></p> - -<div class="sidenote">Los franceses<br/> reciben el 6<br/> orden<br/> -de retirarse.</div> - -<p>Por entonces empezó a susurrarse la victoria de Bailén. Daban -crédito los sitiados a noticia para ellos tan plausible, y con desdén y -sonrisa la oían sus contrarios, cuando de oficio les fue a los últimos -confirmada el día 6 de agosto. Procurose ocultar al ejército, pero -por todas partes se traslucía, mayormente habiendo acompañado a la -noticia la orden de Madrid de que levantasen el sitio y se replegasen -a Navarra. Meditaban los jefes franceses el modo de llevarlo a efecto, -<span class="sidenote">Contraorden<br/> poco después.</span> y hubieran -bien pronto abandonado una ciudad para sus huestes tan ominosa si no -hubieran poco después recibido contraorden del general Monthion desde -Vitoria, a fin de que antes de alejarse aguardasen nuevas instrucciones -de Madrid del jefe de estado mayor Belliard. Permanecieron pues en -Zaragoza, y continuaron todavía unos y otros en sus empeñados choques -y reencuentros. Los franceses con desmayo, los españoles con ánimo más -levantado.</p> - -<div class="sidenote">Resolución<br/> magnánima de<br/> los -zaragozanos.</div> - -<p>Así fue que el 8 de agosto, luego que entró Palafox, congregose -un consejo de guerra, y se resolvió continuar defendiendo con la -misma tenacidad y valentía que hasta entonces todos los barrios -de la ciudad, y en caso que el enemigo consiguiese apoderarse de -ellos, cruzar el río, y en el Arrabal perecer juntos todos los que -hubiesen sobrevivido. Felizmente su constancia no tuvo que exponerse -a tan recia prueba, <span class="sidenote">13, orden<br/> definitiva -dada<br/> a los franceses<br/> de retirarse.</span> pues los franceses, -sin haber pasado del Coso, recibieron el 13 la orden definitiva de -retirarse. Llegó para ellos muy oportunamente, porque en el mismo -día caminando a toda priesa, y conducida<span class="pagenum" -id="Page_42">p. 42</span> en carros por los naturales del tránsito -la división de Valencia al mando del mariscal de campo Don Felipe -Saint-March, <span class="sidenote">Llegada<br/> a Zaragoza<br/> de una -división<br/> de Valencia.</span> corrió a meterse precipitadamente -en la ciudad invadida. Y tal era la impaciencia de sus soldados -por arrojarse al combate, que sin ser mandados y en unión con los -zaragozanos embistieron a las seis de la tarde desaforadamente al -enemigo. Hallábase este a punto de desamparar el recinto, y al verse -acometido apresuró la retirada volando los restos del monasterio -de Santa Engracia. En seguida se reconcentró en su campamento del -monte Torrero, y dispuesto a abandonar también aquel punto, <span -class="sidenote">Aléjanse<br/> los franceses<br/> de Zaragoza<br/> el -14.</span> prendió por la noche fuego a sus almacenes y edificios, -clavó y echó en el canal la artillería gruesa, destruyó muchos -pertrechos de guerra, y al cabo se alejó al amanecer del 14 de las -cercanías de Zaragoza. La división de Valencia con otros cuerpos -siguieron su huella, situándose en los linderos de Navarra.</p> - -<div class="sidenote">Fin del sitio.</div> - -<p>Terminose así el primer sitio de Zaragoza, que costó a los franceses -más de 3000 hombres y cerca de 2000 a los españoles. Célebre y sin -ejemplo, más bien que sitio pudiera considerársele como una continuada -lucha o defensa de posiciones diversas, en las que el entusiasmo y -personal denuedo llevaba ventaja al calculado valor y disciplina de -tropas aguerridas. Pues aquellos triunfos eran tanto más asombrosos -cuanto en un principio y los más señalados fueron conseguidos, no por -el brazo de hombres acostumbrados a la pelea y estrépitos marciales, -sino por pacíficos labriegos que ignorando el<span class="pagenum" -id="Page_43">p. 43</span> terrible arte de la guerra, tan solamente -habían encallecido sus manos con el áspero y penoso manejo de la azada -y la podadera.</p> - -<div class="sidenote">Alegría<br/> de los aragoneses.<br/> Estado<br/> -de la ciudad.</div> - -<p>Al cerciorarse de la retirada de los franceses prorrumpieron los -moradores de Zaragoza en voces de alegría con loores eternos al -Todopoderoso y gracias rendidas a la Virgen del Pilar, que su devoción -miraba como la principal protectora de sus hogares. No daba facultad -el gozo para reparar en qué estado quedaba la ciudad: triste era -verdaderamente. La parte ocupada por los sitiadores arruinada, los -tejados de la que había permanecido libre hundidos por las granadas y -bombas. En unos parajes humeando todavía el fuego mal apagado, en otros -desplomándose la techumbre de grandes edificios, y mostrándose en todos -el lamentable espectáculo de la desolación y la muerte.</p> - -<p>Celebráronse el 25 magníficas exequias por los que habían fallecido -en defensa de su patria, de quienes nunca mejor pudiera repetirse con -Pericles, «que en brevísimo tiempo y con breve suerte habían sin temor -perecido en la cumbre de la gloria.»[*] <span class="sidenote">(* Ap. -n. <a href="#Ap_5-5" id="Ll_5-5">5-5</a>.)</span> Concedió Palafox a -los defensores muchos privilegios, entre los que con razón algunos se -graduaron de desmedidos. Mas este y otros desvíos desaparecieron y se -ocultaron al resplandor de tantos e inmortales combates.</p> - -<div class="sidenote">Cataluña.</div> - -<p>No desdijeron de aquella defensa las esclarecidas acciones -que por entonces y con el mismo buen éxito que las primeras -acaecieron en Cataluña. El Ampurdán había imitado el ejemplo de los -otros distritos de su provincia, y estaba<span class="pagenum" -id="Page_44">p. 44</span> ya sublevado cuando los franceses -acometieron infructuosamente a Gerona la vez primera. El movimiento -de sus somatenes fue provechoso a la defensa de aquella plaza, -<span class="sidenote">Bloqueo<br/> de Figueras por<br/> los -somatenes.</span> molestando con correrías las partidas sueltas -del enemigo e interrumpiendo sus comunicaciones. Llevaron más allá -su audacia, y apoyados en algunos soldados de la corta guarnición -de Rosas, bloquearon estrechamente el castillo de San Fernando de -Figueras, defendido por solos 400 franceses con escasas vituallas. -Despechados estos de verse en apuro por la osadía de meros paisanos, -quisieron vengarse incomodando con sus bombas a la villa y arruinándola -sin otro objeto que el de hacer daño. <span class="sidenote">Socorre la -plaza<br/> el general Reille.</span> Mas hubiéranse quizá arrepentido -de su bárbara conducta, si estando ya casi a punto de capitular no -los hubiera socorrido oportunamente el general Reille. Ayudante -este de Napoleón, había por orden suya llegado a Perpiñán y reunido -precipitadamente algunas fuerzas. Con ellas y un convoy tocó el 5 de -julio los muros de Figueras y ahuyentó a los somatenes.</p> - -<p>Persuadido Reille que Rosas, aunque en parte desmantelada, atizaba -el fuego de la insurrección y suministraba municiones y armas, -intentó el 11 del mismo julio tomarla por sorpresa, pero le salió -vano su intento habiendo sido completamente rechazado. A la vuelta -tuvo que padecer bastante, acosado por los somatenes, que en varios -otros reencuentros, señaladamente en el del Alfar, desbarataron a -los franceses. <span class="sidenote">Don Juan Clarós.</span> Era su -principal caudillo Don Juan Clarós, hombre de valor y muy práctico en -la tierra.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_45">p. 45</span></p> - -<div class="sidenote">Vuelve Duhesme<br/> a Gerona.</div> - -<p>Duhesme, por su parte, luego que volvió a Barcelona después de -habérsele desgraciado su empresa de Gerona, no descansaba ni vivía -tranquilo hasta vengar el recibido agravio. Juntó con premura los -convenientes medios, y al frente de 6000 hombres, un tren considerable -de artillería con municiones de boca y guerra, escalas y demás -pertrechos conducentes a formalizar un sitio, salió de Barcelona el 10 -de julio.</p> - -<p>Confiado en el éxito de esta nueva expedición contra Gerona, -públicamente decía: <i>el 24 llego, el 25 la ataco, la tomo el 26 -y el 27 la arraso</i>. Conciso como César en las palabras no se le -asemejó en las obras. Por de pronto fue inquietado en todo el camino. -Detuvieron a sus soldados entre Caldetas y San Pol las cortaduras que -los somatenes habían abierto, y cuyo embarazo los expuso largo tiempo -a los fuegos de una fragata inglesa y de varios buques españoles. -Prosiguiendo adelante se dividieron el 19 en dos trozos, tomando uno -de ellos la vuelta de las asperezas de Vallgorguina, y el otro la ruta -de la costa. De este lado tuvieron un reñido choque con la gente que -mandaba Don Francisco Miláns, y por el de la Montaña, vencidos varios -obstáculos, con pérdidas y mucha fatiga llegaron el 20 a Hostalrich, -cuyo gobernador Don Manuel O’Sullivan, de apellido extranjero pero de -corazón español y nacido en su suelo, contestó esforzadamente a la -intimación que de rendirse le hizo el general Goulas. Volviéronse a -unir las dos columnas francesas después de otros reencuentros, y juntas -avanzaron a Gerona,<span class="pagenum" id="Page_46">p. 46</span> en -donde el 24 se les agregó el general Reille con más de 2000 hombres -que traía de Figueras. Aunque a vista de la plaza, no la acometieron -formalmente hasta principios de agosto, y como el no haber conseguido -el enemigo su objeto dependió en mucha parte de haberse mejorado la -situación del principado con los auxilios que de fuera vinieron, y con -el mejor orden que en él se introdujo, será conveniente que acerca de -uno y otro echemos una rápida ojeada.</p> - -<div class="sidenote">Junta de Lérida.</div> - -<p>Habíase congregado en Lérida a últimos de junio una junta general -en que se representaron los diversos corregimientos y clases del -principado. Fue su primera y principal mira aunar los esfuerzos, que -si bien gloriosos, habían hasta entonces sido parciales, combinando -las operaciones y arreglando la forma de los diversos cuerpos que -guerreaban. Acordó juntar con ellos y otros alistados el número de -40.000 hombres, y buscó y encontró en sus propios recursos el medio -de subvenir a su mantenimiento. Para lisonjear sin duda la opinión -vulgar de la provincia, adoptó en la organización de la fuerza armada -la forma antigua de los miqueletes. Motejose con razón esta disposición -como también el que dándoles mayor paga disgustase a los regimientos -de línea. Los miqueletes, según Melo, se llamaron antes almogávares, -cuyo nombre significa gente del campo, que profesaba conocer por -señales ciertas el rastro de personas y animales. Mudaron su nombre en -el de <i>miquelets</i> en memoria, dice el mismo autor, de Miquelot -de Prats, compañero del famoso César Borja. Pudo en aquel siglo y -aun después convenir<span class="pagenum" id="Page_47">p. 47</span> -semejante ordenación de paisanos, aunque muchos lo han puesto en duda; -mas de ningún modo era acomodada al nuestro faltándole la conveniente -disciplina y subordinación.</p> - -<div class="sidenote">Tropas<br/> de Menorca<br/> mandadas<br/> por el -marqués<br/> del Palacio.</div> - -<p>Acudieron también a Cataluña, por el propio tiempo, parte de -las tropas de las islas Baleares. Al principio se habían negado -sus habitantes a desprenderse de aquella fuerza, temerosos de un -desembarco. Pero en julio, más tranquilos, convinieron en que la -guarnición de Mahón con el marqués del Palacio, que mandaba en Menorca -desde el principio de la insurrección, se hiciese a la vela para -Cataluña. Dicho general, si bien había suscitado alteraciones de que -hubieran podido resultar males y abierta división entre las dos islas -de Mallorca y Menorca, habíase sin embargo mantenido firmemente adicto -a la causa de la patria, y contestado con dignidad y energía a las -insidiosas propuestas que le hicieron los franceses de Barcelona y sus -parciales.</p> - -<p>El 20 de julio salió pues de Menorca la expedición, compuesta de -4630 hombres, con muchos víveres y pertrechos, y el 23 desembarcó en -Tarragona. Dio su llegada grande impulso a la defensa de Cataluña, -y trasladándose sin tardanza de Lérida a aquel puerto la junta del -principado, nombró por su presidente al marqués del Palacio, y se -instaló solemnemente el 6 de agosto.</p> - -<p>Se empezó desde entonces en aquella parte de España a hacer la -guerra de un modo mejor y más concertado. Al principio, sin otra guía -ni apoyo que el valor de sus habitantes, redújose<span class="pagenum" -id="Page_48">p. 48</span> por lo general a ser defensiva y a incomodar -separadamente al enemigo. Con este fin determinó el nuevo jefe tomar -la ofensiva, reforzando la línea de somatenes que cubría la orilla del -Llobregat. Escogió para mandar la tropa que enviaba a aquel punto al -brigadier conde de Caldagués, quien se juntó con el coronel Baguet, -jefe de los somatenes. La presencia de esta gente incomodaba a Lecchi, -comandante de Barcelona en ausencia de Duhesme, mayormente cuando por -mar le bloqueaban dos fragatas inglesas, de una de las cuales era -capitán el después tan conocido y famoso Lord Cochrane. Temíase el -francés cualquier tentativa, y creció su cuidado luego que supo haber -los somatenes recobrado el 31 a Mongat con la ayuda de dicho Cochrane, -y capitaneados por Don Francisco Barceló.</p> - -<div class="sidenote">El conde<br/> de Caldagués<br/> va en -socorro<br/> de Gerona.</div> - -<p>No queriendo desperdiciar la ocasión, y valiéndose de la inquietud -y sobresalto del enemigo, pensó el marqués del Palacio en socorrer a -Gerona. Al efecto y creyendo que por sí y los somatenes podría distraer -bastantemente la atención de Lecchi, dispuso que el conde de Caldagués -saliese de Martorell el 6 de agosto con tres compañías de Soria y -una de granaderos de Borbón, alrededor de cuyo núcleo esperaba que -se agruparían los somatenes del tránsito. Así sucedió, agregándose -sucesivamente Miláns, Clarós y otros al conde de Caldagués, que se -encaminó por Tarrasa, Sabadell y Granollers a Hostalrich. El 15 se -aproximaron todos a Gerona, y en Castellá, celebrándose un consejo -de guerra y de concierto con los de la plaza, se resolvió atacar a -los<span class="pagenum" id="Page_49">p. 49</span> franceses al día -siguiente. Contaban los españoles 10.000 hombres, por la mayor parte -somatenes.</p> - -<p>Veamos ahora lo que allí había ocurrido desde que el enemigo -la había embestido en los últimos días de julio. El número de -los sitiadores, si no se ha olvidado, ascendía a cerca de 9000 -hombres; el de los nuestros, dentro del recinto, a 2000 veteranos, -y además el vecindario, muy bien dispuesto y entusiasmado. Los -franceses, fuese desacuerdo entre ellos, fuesen órdenes de Francia, -o más bien el trastorno que les causaban las nuevas que recibían -de todas las provincias de España, continuaron lentamente sus -trabajos sin intentar antes del 12 de agosto ataque formal. <span -class="sidenote">Atacan<br/> los franceses<br/> a Gerona<br/> el 13 -de agosto.</span> Aquel día intimaron la rendición, y desechadas que -fueron sus proposiciones rompieron el fuego a las doce de la noche del -13. Aviváronle el 14 y 15, acometiendo con particularidad del lado de -Monjuich, nombre que se da, como en Barcelona, a su principal fuerte. -Adelantaban en la brecha los enemigos, y muy luego hubiera estado -practicable, si los sitiados, trabajando con ahinco y guiados por los -oficiales de Ultonia, no se hubiesen empleado en su reparo.</p> - -<p>Apurados, sin embargo, andaban a la sazón que el conde de Caldagués, -colocado con su división en las cercanías, <span class="sidenote">Son -derrotados<br/> el 16.</span> trató, estando todos de acuerdo, de -atacar en la mañana del 16 las baterías que los sitiadores habían -levantado contra Monjuich. Mas era tal el ardimiento de los soldados de -la plaza, que sin aguardar la llegada de los de Caldagués, y mandados -por Don Narciso de la Valeta, Don Enrique O’Donnell y Don Tadeo Aldea, -se arrojaron sobre las baterías enemigas,<span class="pagenum" -id="Page_50">p. 50</span> penetraron hasta por sus troneras, -incendiaron una, se apoderaron de otra y quemaron sus montajes. Hízose -luego general la refriega: duró hasta la noche quedando vencedores los -españoles, no obstante la superioridad del enemigo en disciplina y -orden. <span class="sidenote">Levantan el sitio.</span> Escarmentados -los franceses abandonaron el sitio, y volviéndose Reille al siguiente -día a Figueras, enderezó Duhesme sus pasos camino de Barcelona. Pero -este no atreviéndose a repasar por Hostalrich ni tampoco por la marina, -ruta en varios puntos cortada y defendida con buques ingleses, se -metió por en medio de los montes perdiendo carros y cañones, cuyo -transporte impedían lo agrio de la tierra y la celeridad de la marcha. -Llegó Duhesme dos días después a la capital de Cataluña con sus tropas -hambrientas y fatigadas y en lastimoso estado. Terminose así su segunda -expedición contra Gerona, no más dichosa ni lucida que la primera.</p> - -<div class="sidenote">Portugal.</div> - -<p>Llevada en España a feliz término esta que podemos llamar su primer -campaña, será bien volver nuestra vista a la que al propio tiempo -acabaron los ingleses gloriosamente en Portugal.</p> - -<div class="sidenote">Estado de aquel<br/> reino y de su<br/> -insurrección.</div> - -<p>Había aquel reino proseguido en su insurrección, y padecido -bastantemente algunos de sus pueblos con la entrada de los franceses. -Cupo suerte aciaga a Leiría y Nazareth, habiendo sido igualmente -desdichada la de la ciudad de Évora. Era en Portugal difícil el -arreglo y unión de todas sus provincias por hallarse interrumpidas -las comunicaciones entre las del norte y mediodía, y arduo por tanto -establecer un concierto entre ellas para lidiar ventajosamente -contra<span class="pagenum" id="Page_51">p. 51</span> los franceses. -La junta de Oporto, animada de buen celo, mas desprovista de medios -y autoridad, procedía lentamente en la organización militar, y de -Galicia con escasez y tarde le llegaron cerca de 2000 hombres de -auxilio. La junta de Extremadura envió por su lado una corta división -a las órdenes de Don Federico Moreti, con cuya presencia se fomentó -el alzamiento del Alentejo en tal manera grave a los ojos de Junot, -que dio orden a Loison para pasar prontamente a aquella provincia, -desamparando la Beira, en donde este general estaba, después de haber -inútilmente pisado los lindes de Salamanca y las orillas de Duero. -Supieron portugueses y españoles que se acercaban los enemigos, -y al mando aquellos del general Francisco de Paula Leite, <span -class="sidenote">Évora.</span> y los nuestros al del brigadier Moreti, -los aguardaron fuera de las puertas de Évora, dentro de cuyos muros se -había instalado la junta suprema de la provincia. Era el 29 de julio, y -las tropas aliadas no ofreciendo sino un conjunto informe de soldados -y paisanos mal armados y peor disciplinados, se dispersaron en breve, -recogiéndose parte de ellos a la ciudad. Los enemigos avanzaron, mas -tuvieron dentro que vencer la pertinaz resistencia de los vecinos y -de muchos de los españoles refugiados allí después de la acción, y -que, guiados por Moreti y sobre todo por Don Antonio María Gallego, -disputaron a palmos algunas de las calles. El último quedó prisionero. -La ciudad fue entregada por el enemigo a saco, desahogando este -horrorosamente su rabia en casas y vecinos. Moreti con el resto de su -tropa se acogió a la frontera de Extremadura.<span class="pagenum" -id="Page_52">p. 52</span> En ella y en la plaza de Olivenza reunía los -dispersos el general Leite. También al mismo tiempo se ocupaba en el -Algarbe el conde de Castromarín en allegar y disciplinar reclutas; mas -tan loables esfuerzos así de esta parte como otros parecidos en la del -norte de Portugal, no hubieran probablemente conseguido el anhelado -objeto de libertar el suelo lusitano de enemigos sin la pronta y -poderosa cooperación de la Gran Bretaña.</p> - -<div class="sidenote">Expedición<br/> inglesa enviada<br/> a -Portugal.</div> - -<p>Desde el principio de la insurrección española había pensado -aquel gobierno en apoyarla con tropas suyas. Así se lo ofreció a los -diputados de Galicia y Asturias en caso que tal fuese el deseo de las -juntas; mas estas prefirieron a todo los socorros de municiones y -dinero, teniendo por infructuoso, y aun quizá perjudicial, el envío de -gente. Era entonces aquella opinión la más acreditada, y fundábase en -cierto orgullo nacional loable, mas hijo en parte de la inexperiencia. -Daba fuerza y séquito a dicha opinión el desconcepto en que estaban -en el continente las tropas inglesas, por haberse hasta entonces -malogrado desde el principio de la revolución francesa casi todas -sus expediciones de tierra. Sin embargo al paso que amistosamente no -se admitió la propuesta, se manifestó que si el gobierno de S. M. B. -juzgaba oportuno desembarcar en la península alguna división de su -ejército, sería conveniente dirigirla a las costas de Portugal, en -donde su auxilio serviría de mucho a los españoles poniéndoles a salvo -de cualquier empresa de Junot.</p> - -<p>Abrazó la idea el ministerio inglés, y una expedición preparada -antes de levantarse España,<span class="pagenum" id="Page_53">p. -53</span> y según se presume contra Buenos Aires, mudó de rumbo, y -recibió la orden de partir para las costas portuguesas. Púsose a su -frente al teniente general Sir Arthur Wellesley, conocido después con -el nombre de duque de Wellington, y de quien daremos breve noticia, -siendo muy principal el papel que representó en la guerra de la -península.</p> - -<div class="sidenote">Sir Arthur<br/> Wellesley.</div> - -<p>Cuarto hijo Sir Arthur del vizconde Wellesley, conde de Mornington, -había nacido en Irlanda en 1769, el mismo año que Napoleón. De Eton -pasó a Francia, y entró en la escuela militar de Angers para instruirse -en la profesión de las armas. Comenzó su carrera en la desastrada -campaña que en 1793 acaudilló en Holanda el duque de York, donde se -distinguió por su valor. Detenido a causa de temporales, no se hizo -a la vela para América en 95, según lo intentaba, y solo en 97 se -embarcó con dirección a opuestas regiones, yendo a la India oriental -en compañía de su hermano mayor el marqués de Wellesley, nombrado -gobernador. Se aventajó por su arrojo y pericia militar en la guerra -contra Tipoo-Saib y los Máratas, ganándoles con fuerzas inferiores la -batalla decisiva de Assaye. En 1805 de vuelta a Inglaterra tomó asiento -en la cámara de los comunes, y se unió al partido de Pitt. Nombrado -secretario de Irlanda, capitaneó después la tropa de tierra que se -empleó en la expedición de Copenhague. Hombre activo y resuelto al -paso que prudente, gozando ya de justo y buen concepto como militar, -sobremanera aumentó su fama en las venturosas campañas de la península -española.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_54">p. 54</span></p> - -<div class="sidenote">Sale<br/> la expedición<br/> de Cork.</div> - -<p>Contaba ahora la expedición de su mando 10.000 hombres, los que -bien provistos y equipados dieron la vela de Cork el 12 de julio. Al -emparejar con la costa de España paráronse delante de la Coruña, en -donde desembarcó el 20 su general Wellesley. Andaba a la sazón aquella -junta muy atribulada con la rota de Rioseco, y nunca podrían haber -llegado más oportunamente los ofrecimientos ingleses en caso de querer -admitirlos. Reiterolos su jefe, pero la junta insistió en su dictamen, -y limitándose a pedir socorros de municiones y dinero, indicó como más -conveniente el desembarco en Portugal. Prosiguieron pues su rumbo, -y poniéndose de acuerdo el general de la expedición con Sir Carlos -Cotton, <span class="sidenote">Desembarca<br/> en Mondego.</span> que -mandaba el crucero frente de Lisboa, determinó echar su gente en tierra -en la bahía de Mondego, fondeadero el más acomodado.</p> - -<p>No tardó Wellesley en recibir aviso de que otras fuerzas se le -juntarían, entre ellas las del general Spencer, antes en Jerez y Puerto -de Santa María, y también 10.000 hombres procedentes de Suecia al mando -de Sir Juan Moore. Reunidas que fuesen todas estas tropas con otros -cuerpos sueltos, debían ascender en su totalidad a 30.000 hombres -inclusos 2000 de caballería; pero con noticia tan placentera recibió -otra el general Wellesley por cierto desagradable. Era pues que tomaría -el mando en jefe del ejército Sir H. Dalrymple, haciendo de segundo -bajo sus órdenes Sir H. Burrard. Recayó el nombramiento en el primero -porque habiendo seguido buena correspondencia con Castaños y los -españoles, se creyó que así se estrecharían los vínculos entre<span -class="pagenum" id="Page_55">p. 55</span> ambas naciones con la -cumplida armonía de sus respectivos caudillos.</p> - -<p>No obstante la mudanza que se anunciaba, prevínose al general -Wellesley que no por eso dejase de continuar sus operaciones con la -más viva diligencia. Autorizado este con semejante permiso, y quizá -estimulado con la espuela del sucesor, trató sin dilación de abrir la -campaña. Desembarcadas ya todas sus tropas en 5 de agosto, y arribando -con las suyas el mismo día el general Spencer, pusiéronse el 9 en -marcha hacia Lisboa. El 12 se encontraron en Leiría con el general -portugués Bernardino Freire que mandaba 6000 infantes y 600 caballos -de su nación. No se avinieron ambos jefes. Desaprobaba el portugués la -ruta que quería tomar el británico, temeroso de que descubierta Coimbra -fuese acometida por el general Loison, quien de vuelta ya del Alentejo -había entrado en Tomar. Por tanto permaneció por aquella parte, -cediendo solamente a los ingleses 1400 hombres de infantería y 250 de -caballería que se les incorporaron. Wellesley prosiguió adelante, y el -15 avanzó hasta Caldas.</p> - -<div class="sidenote">Estado de Junot<br/> y sus<br/> -disposiciones.</div> - -<p>El desembarco de sus tropas había excitado en Lisboa y en todos -los pueblos extremado júbilo y alegría, enflaqueciendo el ánimo de -Junot y los suyos. Preveían su suerte, principalmente estando ya -noticiosos de la capitulación de Dupont y retirada de José al Ebro. -Derramadas sus fuerzas no ofrecían en ningún punto suficiente número -para oponerse a 15.000 ingleses que avanzaban. Tomó sin embargo -Junot providencias activas para reconcentrar su gente en<span -class="pagenum" id="Page_56">p. 56</span> cuanto le era dable. Ordenó -a Loison dirigirse a la Beira y flanquear el costado izquierdo de sus -contrarios, y a Kellermann que ahuyentando las cuadrillas de paisanos -de Alcácer do Sal y su comarca evacuase a Setúbal y se le uniese. -Negose a prestarle ayuda Siniavin, almirante de la escuadra rusa, -fondeada en el Tajo, no queriendo combatir a no ser que acometiesen el -puerto los buques ingleses.</p> - -<p>Tampoco descuidó Junot celar que se mantuviese tranquila la populosa -Lisboa, y para ello en nada acertó tanto como en dejar su gobierno al -cuidado del general Travot, de todos querido y apreciado por su buen -porte. Custodiáronse con particular esmero los españoles que yacían en -pontones, y se atendió a conservar libres las orillas del Tajo. Los -franceses allí avecindados se mostraron muy aficionados a los suyos, y -deseosos de su triunfo formaron un cuerpo de voluntarios. El conde de -Bourmont y otros emigrados, a quienes durante la revolución se habían -prodigado en Lisboa favores y consuelo, se unieron a sus compatriotas -solicitando con instancia el mencionado conde que se le emplease en el -estado mayor.</p> - -<p>Tomadas estas disposiciones, pareciole a Junot ser ocasión de -ponerse a la cabeza de su ejército, e ir al encuentro de los ingleses. -Pero antes habían estos venido a las manos cerca de Roliça con el -general Delaborde, quien saliendo de Lisboa el 6 de agosto y juntándose -en Óbidos con el general Thomières y otros destacamentos, había -avanzado a aquel punto al frente de 5000 hombres.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_57">p. 57</span></p> - -<div class="sidenote">Acción de Roliça.</div> - -<p>Eran sus instrucciones no empeñar acción hasta que se le agregasen -las tropas en varios puntos esparcidas, y limitarse a contener a los -ingleses. No le fue lícito cumplir aquellas, viéndose obligado a pelear -con el ejército adversario. Había este salido de su campo de Caldas en -la madrugada del 17, y encaminádose hacia Óbidos. Se extiende desde -allí hasta Roliça un llano arenoso cubierto de matorrales y arbustos -terminado por agrias colinas, las que prolongándose del lado de -Columbeira casi cierran por su estrechura y tortuosidad el camino que -da salida al país situado a su espalda. Delaborde tomó posición en un -corto espacio que hay delante de Roliça, pueblo asentado en la meseta -de una de aquellas colinas, y de cuyo punto dominaba el terreno que -habían de atravesar los ingleses. Acercábanse estos divididos en tres -trozos: mandaba el de la izquierda el general Ferguson, encargado de -rodear por aquel lado la posición de Delaborde y de observar si Loison -intentaba incorporársele. El capitán Trant con los portugueses debía -por la derecha molestar el costado izquierdo de los franceses, quedando -en el centro el trozo más principal, compuesto de cuatro brigadas y a -las órdenes inmediatas de Sir Arthur, de cuyo número se destacó por la -izquierda la del general Fane para darse la mano con la de Ferguson, -del mismo modo que por la derecha y para sostener a los portugueses se -separó la del general Hill.</p> - -<p>Delaborde no creyéndose seguro en donde estaba, con prontitud -y destreza se recogió amparado de su caballería detrás de -Columbeira,<span class="pagenum" id="Page_58">p. 58</span> en paraje -de difícil acceso, y al que solo daban paso unas barrancas de pendiente -áspera y con mucha maleza. Entonces los ingleses variaron la ordenación -del ataque; y uniéndose los generales Fane y Ferguson para rodear el -flanco derecho del enemigo, acometieron su frente de posición muy -fuerte los generales Hill y Nightingale. Defendiéronse los franceses -con gran bizarría, y cuatro horas duró la refriega. Delaborde herido -y perdida la esperanza de que se le juntara Loison, pensó entonces en -retirarse, temeroso de ser del todo deshecho por las fuerzas superiores -de sus contrarios. Primeramente retrocedió a Azambujeira, disputando -el terreno con empeño. Hizo después una corta parada, y al fin tomó -el angosto camino de Runha, andando toda la noche para colocarse -ventajosamente en Montechique. Perdieron los ingleses 500 hombres, 600 -los franceses. Gloriosa fue aquella acción para ambos ejércitos; pues -peleando briosamente, si favoreció a los últimos su posición, eran los -primeros en número muy superiores. Con la victoria recobraron confianza -los soldados ingleses, menguada por anteriores y funestas expediciones; -y de allí tomó principio la fama del general Wellesley, acrecentada -después con triunfos más importantes.</p> - -<p>No había Loison acudido a unirse con Delaborde receloso de -comprometer la suerte de su división. Sabía que los ingleses habían -llegado a Leiría, le observaban de cerca los portugueses y unos 1500 -españoles que de Galicia había traído el marqués de Valladares; -el país se mostraba hostil, y así no solo juzgó imprudente<span -class="pagenum" id="Page_59">p. 59</span> empeñarse en semejante -movimiento, sino que también abandonando a Tomar, siguió por Torres -Novas a Santarén y el 17 se incorporó en Cercal con Junot. Los -portugueses luego que le vieron lejos, entraron en Abrantes y se -apoderaron de casi todo un destacamento que allí había dejado.</p> - -<p>Junot por su parte, según acabamos de indicar, se había ya -adelantado. El 15 de agosto después de celebrar con gran pompa la -fiesta de Napoleón, por la noche y muy a las calladas había salido -de Lisboa. Falsas nuevas y el estado de su gente le retardaron en la -marcha, y no le fue dado antes del 20 reunir sus diversas y separadas -fuerzas. Aquel día aparecieron juntas en Torres Vedras, y se componían -de 12.000 infantes y 1500 caballos. Quedaban además las competentes -guarniciones en Elvas, Almeida, Peniche, Palmela, Santarén y en -los fuertes de Lisboa. Mandaba la 1.ª división francesa el general -Delaborde, la 2.ª Loison, y Kellermann la reserva. La caballería y -artillería se pusieron al cuidado de los generales Margaron y Taviel, -y en la última arma mandaba la reserva el coronel entonces, y después -general Foy, célebre y bajo todos respectos digno de loa.</p> - -<div class="sidenote">Socorros llegados<br/> al ejército inglés.</div> - -<p>Era más numeroso el ejército inglés. Se le habían nuevamente -agregado 4000 hombres a las órdenes de los generales Anstruther y -Acland, y constaba en todo de más de 18.000 combatientes. Carecía -de la suficiente caballería, limitándose a 200 jinetes ingleses y -250 portugueses. Después de la acción de Roliça no había Wellesley -perseguido a su contrario. Para proteger el<span class="pagenum" -id="Page_60">p. 60</span> desembarco en Maceira de los 4000 hombres -mencionados, había avanzado hasta Vimeiro, en donde casi al propio -tiempo se le anunció la llegada con 11.000 hombres de Sir Juan Moore. -A este le ordenó que saltase con su gente en tierra en Mondego, y que -yendo del lado de Santarén cubriese la izquierda del ejército. No tardó -tampoco en saberse la llegada de Sir H. Burrard nombrado segundo de -Dalrymple en el mando: noticia por cierto poco grata para el general -Wellesley, que esperaba por aquellos días coger nuevos laureles. Su -plan de ataque estaba ya combinado. Con pleno conocimiento del terreno, -tomando un camino costero, escabroso y estrecho, pensaba flanquear -la posición de Torres Vedras, y colocándose en Mafra interponerse -entre Junot y Lisboa. Había escogido aquellos vericuetos y ásperos -sitios por considerarlos ventajosos para quien como él andaba escaso -de caballería. Al aviso de estar cerca Burrard suspendió Wellesley su -movimiento y se avistó a bordo con aquel general. Conferenciaron acerca -del plan concertado, y juzgando Burrard ser arriesgada cualquier -tentativa en tanto que Moore no se les uniese, dispuso aguardarle y que -permaneciese su ejército en la posición de Vimeiro.</p> - -<p>Tuvo empero la dicha el general Wellesley de que Junot, no queriendo -dar tiempo a que se juntasen todas las fuerzas británicas, resolvió -atacar inmediatamente a las que en Vimeiro se mantenían tranquilas.</p> - -<div class="sidenote">Batalla<br/> de Vimeiro,<br/> 21 de agosto.</div> - -<p>Está situado aquel pueblo no lejos del mar en una cañada por donde -corre el río Maceira.<span class="pagenum" id="Page_61">p. 61</span> -Al norte se eleva una sierra cortada al oriente por un escarpe en -cuya hondonada está el lugar de Toledo. En dicha sierra no habían al -principio colocado los ingleses sino algunos destacamentos. Al sudoeste -se percibe un cerro en parte arbolado que por detrás continúa hacia -poniente con cimas más erguidas. Seis brigadas inglesas ocupaban aquel -puesto. Había otras dos a la derecha del río en una eminencia escueta -y roqueña que se levanta delante de Vimeiro. En la cañada o valle se -situaron los portugueses y la caballería.</p> - -<p>A las ocho de la mañana del 21 de agosto se divisaron los franceses -viniendo de Torres Vedras. Imaginose Wellesley ser su intento atacar -la izquierda de su ejército, que era la sierra al norte; y como estaba -desguarnecida encaminó a aquel punto, una tras de otra, cuatro de -las seis brigadas que coronaban las alturas de sudoeste y que era -su derecha. No había sido tal el pensamiento de los franceses. Mas -observando su general dicho movimiento, envió sucesivamente para -sostener a un regimiento de dragones, hacia allí destacado, dos -brigadas al mando de los generales Brenier y Solignac.</p> - -<p>No por eso desistió Junot de proseguir en el plan de ataque que -había concebido, y cuyo principal blanco era la eminencia situada -delante de Vimeiro, en donde estaban apostadas, según hemos dicho, dos -brigadas inglesas, las cuales se respaldaban contra otras dos que aún -permanecían en las alturas de sudoeste.</p> - -<p>Rompió el combate el general Delaborde, siguió a poco Loison, y por -instantes arreció la<span class="pagenum" id="Page_62">p. 62</span> -pelea furiosamente. La reserva bajo las órdenes de Kellermann, viendo -que los suyos no se apoderaban de la eminencia, fue en su ayuda, y -en uno de aquellos acometimientos hirieron a Foy. Rechazaban los -ingleses a sus intrépidos contrarios, aunque a veces flaqueaba alguno -de sus cuerpos. Junot en la reserva observaba y dirigía el principal -ataque sin descuidar su derecha. Mas en aquella no tuvieron ventura -los generales Solignac y Brenier, habiendo sido uno herido y otro -prisionero.</p> - -<p>A las doce del día, después de tres horas de inútil lucha y -disminuido el ejército francés con la pérdida de más de 1800 hombres, -determinaron sus generales retirarse a una línea casi paralela a la que -ocupaban los ingleses. Estos con parte de su fuerza todavía intacta -consideraron entonces como suya la victoria, habiéndose apoderado de -13 cañones, y solo contando entre muertos y heridos unos 800 hombres. -Parecía que era llegado el tiempo de perseguir a los vencidos con las -tropas de refresco. Tal era el dictamen de Sir Arthur Wellesley, sin -que ya fuese dueño de llevarle a cabo. Durante la acción había llegado -al campo el general Burrard, a quien correspondía el mando en jefe. Con -escrúpulo cortesano dejó a Wellesley rematar una empresa dichosamente -comenzada. Pero al tratar de perseguir al enemigo, recobrando su -autoridad, opúsose a ello, e insistió en aguardar a Moore. De prudencia -pudo graduarse semejante opinión antes de la batalla: tanta precaución -ahora si no disfrazaba celosa rivalidad, excedía los límites de la -timidez misma.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_63">p. 63</span></p> - -<p>Los franceses por la tarde sin ser incomodados se fueron a -Torres Vedras. El 22 celebró Junot consejo de guerra, en el que -acordaron abrir negociaciones con los ingleses por medio del general -Kellermann, no dejando de continuar su retirada a Lisboa. <span -class="sidenote">Armisticio<br/> entre ambos<br/> ejércitos.</span> Así -se ejecutó; pero al tocar el negociador francés las líneas inglesas, -había desembarcado ya y tomado el mando Sir H. Dalrymple. Con lo que en -menos de dos días tres generales se sucedieron en el campo británico: -mudanza perjudicial a las operaciones militares y a los tratos que -siguieron, apareciendo cuán erradamente a veces proceden aun los -gobiernos más prácticos y advertidos. Propuso Kellermann un armisticio, -conformose el general inglés y se nombró para concluirle a Sir Arthur -Wellesley. Convinieron los negociadores en ciertos artículos que debían -servir de base a un tratado definitivo. Fueron los más principales: -1.º Que el ejército francés evacuaría a Portugal, siendo transportado -a Francia con artillería, armas y bagaje por la marina británica. 2.º -Que a los portugueses y franceses avecindados no se les molestaría por -su anterior conducta política, pudiendo salir del territorio portugués -con sus haberes en cierto plazo: y 3.º Que se consideraría neutral el -puerto de Lisboa durante el tiempo necesario y conforme al derecho -marítimo, a fin de que la escuadra rusa diese la vela sin ser a su -salida incomodada por la británica. Señalose una línea de demarcación -entre ambos ejércitos, quedando obligados recíprocamente a avisarse 48 -horas de antemano en caso de volver a romperse las hostilidades.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_64">p. 64</span></p> - -<p>Mientras tanto Junot había el 23 entrado en Lisboa, en donde los -ánimos andaban muy alterados. Con la noticia de la acción de Roliça -hubiérase el 20 conmovido la población a no haberla contenido con su -prudencia el general Travot. Mas permaneciendo viva la causa de la -fermentación pública, hubieron los franceses de acudir a precauciones -severas, y aun al miserable y frágil medio de esparcir falsas nuevas, -anunciando que habían ganado la batalla de Vimeiro. De poco hubieran -servido sus medidas y artificios si oportunamente no hubiera llegado -con su ejército el general Junot. A su vista forzoso le fue al -patriotismo portugués reprimir ímpetus inconsiderados.</p> - -<p>Por otra parte el armisticio tropezaba con obstáculos imprevistos. -El general Bernardino Freire agriamente representó contra su ejecución, -no habiendo tenido cuenta en lo estipulado ni con su ejército, ni con -la junta de Oporto, ni tampoco con el príncipe regente de Portugal, -cuyo nombre no sonaba en ninguno de los artículos. Aunque justa hasta -cierto punto, fue desatendida tal reclamación. No pudo serlo la de -Sir C. Cotton, comandante de la escuadra británica, quien no quiso -reconocer nada de lo convenido acerca de la neutralidad del puerto -y de los buques rusos allí anclados. Tuvieron pues que romperse las -negociaciones.</p> - -<p>Mucho incomodó a Junot aquel inesperado suceso; y escuchando antes -que a sus apuros a la altivez de su pecho engreído con no interrumpida -ventura, dispúsose a guerrear a todo trance. Mas sin recursos, -angustiados los suyos<span class="pagenum" id="Page_65">p. 65</span> -y reforzados los contrarios con la división de Moore y un regimiento -que el general Beresford traía de las aguas de Cádiz, se le ofrecían -insuperables dificultades. Aumentábanse estas con el brío adquirido por -la población portuguesa, la que después de las victorias alcanzadas, -de tropel acudía a Lisboa y estrechaba las cercanías. Carecía también -de la conveniente cooperación del almirante ruso, indiferente a su -suerte y firme en no prestarle ayuda. Tal porte enfureció tanto más -a Junot, cuanto la estancia de aquella escuadra en el Tajo había -sido causa del rompimiento de las negociaciones entabladas. Así mal -de su grado, solo y vencido de la amarga situación de su ejército, -<span class="sidenote">Convenio del<br/> almirante ruso<br/> con el -inglés.<br/> (* Ap. n. <a href="#Ap_5-6" id="Ll_5-6">5-6</a>.)</span> -cedió Junot y asintió a la famosa convención concluida en Lisboa el 30 -de agosto entre el general Kellermann y J. Murray, cuartel-maestre del -ejército inglés. El ruso ajustó por sí en 3 de septiembre un convenio -con el almirante inglés,[*] según el cual entregaba en depósito su -escuadra al gobierno británico hasta seis meses después de concluida la -paz entre sus gobiernos respectivos, debiendo ser transportados a Rusia -los jefes, oficiales y soldados que la tripulaban.</p> - -<div class="sidenote">Convención<br/> de Cintra.<br/> (* Ap. n. <a -href="#Ap_5-7" id="Ll_5-7">5-7</a>.)</div> - -<p>La convención entre francesas e ingleses llamose malamente de -Cintra, por no haber sido firmada allí ni ratificada.[*] Constaba de -22 artículos y además otros tres adicionales, partiendo de la base -del armisticio antes concluido. Los franceses no eran considerados -como prisioneros de guerra, y debían los ingleses transportarlos a -cualquier puerto occidental de Francia entre Rochefort y Lorient. -En el tratado se incluían<span class="pagenum" id="Page_66">p. -66</span> las guarniciones de las plazas fuertes. Los españoles -detenidos en pontones o barcos en el Tajo, se entregaban a disposición -del general inglés, en trueque de los franceses que sin haber -tomado parte en la guerra hubieran sido presos en España. No eran -por cierto muchos, y los más habían ya sido puestos en libertad. -Entre los que todavía permanecían arrestados soltó los suyos la -junta de Extremadura, condescendiendo con los deseos del general -inglés. <span class="sidenote">Españoles<br/> de Portugal.</span> -El número de españoles que gemían en Lisboa presos ascendía a 3500 -hombres, procedentes de los regimientos de Santiago y Alcántara de -caballería, de un batallón de tropas ligeras de Valencia, de granaderos -provinciales y varios piquetes; los cuales bien armados y equipados -desembarcaron en octubre a las órdenes del mariscal de campo Don -Gregorio Laguna en la Rápita de Tortosa y en los Alfaques. Los demás -artículos de la convención tuvieron sucesivamente cumplido efecto. -Algunos de ellos suscitaron acaloradas disputas: sobre todo los que -tenían relación con la propiedad de los individuos. Esto, y falta de -transportes, dilataron la partida de los franceses.</p> - -<p>Causaba su presencia desagradable impresión, y tuvieron los ingleses -que velar noche y día para que no se perturbase la tranquilidad de -Lisboa. No tanto ofendía a sus habitantes la franca salida que por -la convención se daba a sus enemigos, cuanto el poco aprecio con -que en ella eran tratados el príncipe regente y su gobierno. No se -mentaba ni por acaso su nombre, y si en el armisticio había cabido la -disculpa de ser un puro convenio militar, en el nuevo tratado<span -class="pagenum" id="Page_67">p. 67</span> en que se mezclaban intereses -políticos no era dado alegar las mismas razones. De aquí se promovió -un reñido altercado entre la junta de Oporto y los generales ingleses. -Al principio quisieron estos aplacar el enojo de aquella; <span -class="sidenote">Restablecen<br/> los ingleses<br/> la regencia<br/> de -Portugal.</span> mas al fin desconocieron su autoridad y la de todas -las juntas creadas en Portugal. Restablecieron en 18 de septiembre -conforme a instrucción de su gobierno la regencia que al partir al -Brasil había dejado el príncipe Don Juan, y tan solo descartaron las -personas ausentes o comprometidas con los franceses. Portugal reconoció -el nuevo gobierno y se disolvieron todas sus juntas.</p> - -<p>El 13 de septiembre dio la vela Junot y su nave dirigió el rumbo a La -Rochelle. El 30 todas sus tropas estaban ya embarcadas, y unas en pos -de otras arribaron a Guiberon y Lorient. Faltaban las de las plazas, -para cuya salida hubo nuevos tropiezos. <span class="sidenote">Elvas -sitiada<br/> por los españoles.</span> El general español Don José -de Arce por orden de la junta de Extremadura había asediado el 7 de -septiembre a Elvas, y obligado al comandante francés Girod de Novilars -a encerrarse en el fuerte de La Lippe. Sobrado tardía era en verdad -la tentativa de los españoles, y llevaba traza de haberse imaginado -después de sabida la convención entre franceses e ingleses. Despacharon -estos para cumplirla en aquella plaza un regimiento, pero Arce y -la junta de Extremadura se opusieron vivamente a que se dejase ir -libres a los que sus soldados sitiaban. Cruzáronse escritos de una y -otra parte, hubo varias y aun empeñadas explicaciones, mas al cabo -se arregló todo amistosamente con el coronel inglés Graham. <span -class="sidenote">Almeida,<br/> por los<br/> portugueses.</span> No -anduvieron respecto<span class="pagenum" id="Page_68">p. 68</span> de -Almeida más dóciles los portugueses, quienes cercaban la plaza. Hasta -primeros de octubre no se removieron los obstáculos que se oponían a la -entrega, y aun entonces hubo de serles a los franceses harto costosa. -Libres ya y próximos a embarcarse en Oporto, sublevose el pueblo de -aquella ciudad con haber descubierto entre los equipajes ornamentos y -alhajas de iglesia. Despojados de sus armas y haberes debieron la vida -a la firmeza del inglés Sir Roberto Wilson que mandaba un cuerpo de -portugueses, conteniendo a duras penas la embravecida furia popular.</p> - -<p>Con el embarco de la guarnición de Almeida quedaba del todo cumplida -la convención llamada de Cintra. Fue penosa la travesía de las tropas -francesas, maltratado el convoy por recios temporales. Cerca de 2000 -hombres perecieron, naufragando tripulaciones y transportes: 22.000 -arribaron a Francia, 29.000 habían pisado el suelo portugués. Pocos -meses adelante los mismos soldados aguerridos y mejor disciplinados -volvieron de refresco sobre España.</p> - -<div class="sidenote">Desaprobación<br/> general<br/> de la -convención<br/> de Cintra<br/> en Inglaterra.</div> - -<p>La convención no solamente indignó a los portugueses y fue censurada -por los españoles, sino que también levantó contra ella el clamor de -la Inglaterra misma. Llenos de satisfacción y contento habían estado -sus habitantes al eco de las victorias de Roliça y Vimeiro. De ello -fuimos testigos, y de los primeros. Traemos a la memoria que en 1.º de -septiembre y a cosa de las nueve de la noche asistiendo a un banquete -en casa de Mr. Canning, se anunció de improviso la llegada del capitán -Campbell portador<span class="pagenum" id="Page_69">p. 69</span> de -ambas nuevas. Estaban allí presentes los demás ministros británicos, y -a pesar de su natural y prudente reserva, con las victorias conseguidas -desabrocharon sus pechos con júbilo colmado. No menor se mostró en -todas las ciudades y pueblos de la gran Bretaña. Pero enturbiole bien -luego la capitulación concedida a Junot, creciendo el enojo a par de lo -abultado de las esperanzas. Muchos decían que los españoles hubieran -conseguido triunfo más acabado. Tan grande era el concepto del brío y -pericia militar de nuestra nación, exagerado entonces, como después -sobradamente deprimido al llegar derrotas y contratiempos. Aparecía -el despecho y la ira hasta en los papeles públicos, cuyas hojas se -orlaban con bandas negras, pintando también en caricaturas e impresos -a sus tres generales colgados de un patíbulo afrentoso. Cundió el -enojo de los particulares a las corporaciones, y las hubo que elevaron -hasta el solio enérgicas representaciones. Descolló entre todas la -del cuerpo municipal de Londres. No en vano levanta en Inglaterra su -voz la opinión nacional. A ella tuvieron que responder los ministros -ingleses, nombrando una comisión que informase acerca del asunto, y -llamando a los tres generales Dalrymple, Burrard y Wellesley para que -satisficiesen a los cargos. Hubo en el examen de su conducta varios -incidentes, mas al cabo conformándose S. M. B. con el unánime parecer -de la comisión, declaró no haber lugar a la formación de causa, al -paso que desechó los artículos de la convención, cuyo contenido -podría ofender o perjudicar a españoles y<span class="pagenum" -id="Page_70">p. 70</span> portugueses. Decisión que a pocos agradó, y -sobre la que se hicieron justos reparos.</p> - -<p>Nosotros creemos que si bien hubieran podido sacarse mayores -ventajas de las victorias de Roliça y Vimeiro, fue empero de gran -provecho el que se desembarazase a Portugal de enemigos. Con la -convención se consiguió pronto aquel objeto; sin ella quizá se hubiera -empeñado una lucha más larga, y España embarazada con los franceses -a la espalda no hubiera tan fácilmente podido atender a su defensa y -arreglo interior.</p> - -<div class="sidenote">Declaración<br/> de S. M. B.<br/> de 4 de -julio.</div> - -<p>Estas pues habían sido las victorias conseguidas por las armas -aliadas antes del mes de septiembre en el territorio peninsular, con -las que se logró despejar su suelo hasta las orillas de Ebro. Por el -mismo tiempo fueron también de entidad los tratos y conciertos que hubo -entre el gobierno de S. M. B. y las juntas españolas, los cuales dieron -ocasión a acontecimientos importantes.</p> - -<p>Hablamos en su origen del modo lisonjero con que habían sido -tratados los diputados de Asturias y Galicia. Se habían ido estrechando -aquellas primeras relaciones, y además de los cuantiosos auxilios -mencionados y que en un principio se despacharon a España, fueron -después otros nuevos y pecuniarios. Creciendo la insurrección y -afirmándose maravillosamente, dio S. M. B.[*] <span class="sidenote">(* -Ap. n. <a href="#Ap_5-8" id="Ll_5-8">5-8</a>.)</span> una prueba -solemne de adhesión a la causa de los españoles, publicando en 4 de -julio una declaración por la que se renovaban los antiguos vínculos -de amistad entre ambas naciones. Realmente estaban ya restablecidos -desde<span class="pagenum" id="Page_71">p. 71</span> primeros de -junio; pero a mayor abundamiento quísose dar a la nueva alianza toda -autoridad por medio de un documento público y de oficio.</p> - -<div class="sidenote">Peticiones<br/> y reclamaciones<br/> que se -hacen<br/> a los diputados<br/> españoles.</div> - -<p>La unión franca y leal de ambos paises, y el tropel portentoso -de inesperados sucesos habían excitado en Inglaterra un vivo deseo -de tomar partido con los patriotas españoles. No se limitó aquel a -los naturales, no a aventureros ansiosos de buscar fortuna. Cundió -también a extranjeros y subió hasta personajes célebres e ilustres. Los -diputados españoles careciendo de la competente facultad se negaron -constantemente a escuchar semejantes solicitudes. Sería prolijo -reproducir aun las más principales. Contentarémonos con hacer mención -de dos de las más señaladas. Fue una la del general Dumourier: <span -class="sidenote">Dumourier.</span> con ahinco solicitaba trasladarse -a la península, y tener allí un mando, o por lo menos ayudar de cerca -con sus consejos. Figurábase que ellos y su nombre desbaratarían las -huestes de Napoleón. Tachado de vario e inconstante en su conducta, -y también de poco fiel a su patria, mal hubiera podido merecer la -confianza de otra adoptiva. De muy diverso origen procedía la segunda -solicitud, y de quien bajo todos respectos y por sus desgracias -y las de su familia merecía otro miramiento y atención. <span -class="sidenote">Conde de Artois.</span> Sin embargo no les fue dado -a los diputados acceder al noble sacrificio que quería hacer de su -persona el conde de Artois [hoy Carlos X de Francia] partiendo a España -a pelear en las filas españolas.</p> - -<p>Acompañaron a estas gestiones otras no dignas de olvido. Pocos días -habían corrido después de la llegada a Londres de los diputados<span -class="pagenum" id="Page_72">p. 72</span> de Asturias, cuando el duque -de Blacas [entonces conde] se les presentó <span class="sidenote">Luis -XVIII.</span> a nombre de Luis XVIII, ilustre cabeza de la familia de -Borbón, con objeto de reclamar el derecho al trono español que asistía -a la rama de Francia, extinguida que fuese la de Felipe V. Evitando -tan espinosa cuestión por anticipada, se respondió de palabra y con -el debido acatamiento a la reclamación de un príncipe desventurado y -venerable, lejos todavía de imaginarse que la insurrección de España le -serviría de primer escalón para recuperar el trono de sus mayores. Más -secamente se replicó a la nota, que al mismo propósito escribió a los -diputados <span class="sidenote">Príncipe<br/> de Castelcicala.</span> -en favor de su amo, el príncipe de Castelcicala, embajador de Fernando -IV, rey de las dos Sicilias. Provocó la diferencia en la contestación -el modo poco atento y desmañado con que dicho embajador se expresó, -pues al paso que reivindicaba derechos de tal cuantía, estudiosamente -aun en el estilo esquivaba reconocer la autoridad de las juntas. La -relación de estos hechos muestra la importancia que ya todos daban -a la insurrección de España, deprimida entonces y desfigurada por -Napoleón.</p> - -<p>Pero si bien eran lisonjeros aquellos pasos, no podían fijar tanto -la atención de los diputados como otros negocios que particularmente -interesaban al triunfo de la buena causa. Para su prosecución se -agregaron en primeros de julio a los de Galicia y Asturias los -diputados de Sevilla el teniente general Don Juan Ruiz de Apodaca y el -mariscal de campo Don Adrián Jácome. Unidos no solamente promovieron -el<span class="pagenum" id="Page_73">p. 73</span> envío de socorros, -sino que además volvieron la vista al Norte de Europa. Despacharon a -Rusia un comisionado, mas ya fuese falta suya o que aquel gabinete no -estuviese todavía dispuesto a desavenirse con Francia, la tentativa no -tuvo ninguna resulta. Mas dichosa fue la que hicieron para libertar la -división española que estaba en Dinamarca a las órdenes del marqués de -la Romana, merced al patriotismo de sus soldados, y a la actividad y -celo de la marina inglesa.</p> - -<div class="sidenote">Tropa española<br/> en Dinamarca.</div> - -<p>Hubiérase achacado a desvarío pocos meses antes el figurarse -siquiera que aquellas tropas a tan gran distancia de su patria y -rodeadas del inmenso poder y vigilancia de Napoleón, pisarían de nuevo -el suelo español burlándose de precauciones, y aun sirviéndoles para su -empresa las mismas que contra su libertad se habían tomado. Constaba a -la sazón su fuerza de 14.198 hombres, y se componía de la división que -en la primavera de 1807 había salido de España con el marqués de la -Romana, y de la que estaba en Toscana y se le juntó en el camino. Por -agosto de aquel año y a las órdenes del mariscal Bernadotte, príncipe -de Ponte-Corvo, ocupaban dichas divisiones a Hamburgo y sus cercanías, -después de haber gloriosamente peleado algunos de los cuerpos en el -sitio de Stralsunda. Resuelto Napoleón a enseñorearse de España, -juzgó prudente colocarlos en paraje más seguro, y con pretexto de -una invasión en Suecia los aisló y dividió en el territorio danés. -Estrecholos así entre el mar y su ejército. Napoleón determinó que -ejecutasen aquel movimiento en marzo de 1808. Cruzó la vanguardia -el<span class="pagenum" id="Page_74">p. 74</span> pequeño Belt y -desembarcó en Fionia. La impidió atravesar el gran Belt e ir a Zelandia -la escuadra inglesa que apareció en aquellas aguas. Lo restante de la -fuerza española detenida en el Schleswig, se situó después en las islas -de Langeland y Fionia y en la península de Jutlandia. Así continuó, -excepto los regimientos de Asturias y Guadalajara que de noche y -precavidamente consiguieron pasar el gran Belt y entrar en Zelandia. -Las novedades de España aunque alteradas y tardías habían penetrado -en aquel apartado reino. Pocas eran las cartas que los españoles -recibían, interceptando el gobierno francés las que hablaban de las -mudanzas intentadas o ya acaecidas. Causaba el silencio desasosiego en -los ánimos, y aumentaba el disgusto el verse las tropas divididas y -desparramadas.</p> - -<p>En tal congoja recibiose en junio un despacho de Don Mariano Luis -de Urquijo para que se reconociese y prestase juramento a José, con la -advertencia «de que se diese parte si había en los regimientos algún -individuo tan exaltado que no quisiera conformarse con aquella soberana -resolución, desconociendo el interés de la familia real y de la nación -española.» No acompañaron a este pliego otras cartas o correspondencia, -lo que despertó nuevas sospechas. También el 24 del mismo mes había -al propio fin escrito al de la Romana el mariscal Bernadotte. El -descontento de soldados y oficiales era grande, los susurros y -hablillas muchos, y temíanse los jefes alguna seria desazón. Por tanto -adoptáronse para cumplir la orden recibida convenientes medidas, que -no del todo bastaron.<span class="pagenum" id="Page_75">p. 75</span> -En Fionia salieron gritos de entre las filas de Almansa y Princesa de -<i>viva España</i> y <i>muera Napoleón</i>, y sobre todo el tercer -batallón del último regimiento anduvo muy alterado. Los de Asturias -y Guadalajara abiertamente se sublevaron en Zelandia, fue muerto un -ayudante del general Fririon, y este hubiera perecido si el coronel del -primer cuerpo no le hubiese escondido en su casa. Rodeados aquellos -soldados fueron desarmados por tropas danesas. Hubo también quien -juró con condición de que José hubiese subido al trono sin oposición -del pueblo español. Cortapisa honrosa y que ponía a salvo la más -escrupulosa conciencia, aun en caso de que obligase un juramento -engañoso, cuyo cumplimiento comprometía la suerte e independencia de la -patria.</p> - -<div class="sidenote">Marqués<br/> de la Romana.</div> - -<p>Mas semejantes ocurrencias excitaron mayor vigilancia en el gobierno -francés. Aunque ofendidos e irritados, calladamente aguantaban los -españoles hasta poder en cuerpo o por separado libertarse de la mano -que los oprimía. El mismo general en jefe viose obligado a reconocer al -nuevo rey, dirigiéndole, como a Bernadotte, una carta harto lisonjera. -La contradicción que aparece entre este paso y su posterior conducta se -explica con la situación crítica de aquel general y su carácter; por lo -que daremos de él y de su persona breve noticia.</p> - -<p>Don Pedro Caro y Sureda marqués de la Romana, de una de las más -ilustres casas de Mallorca, había nacido en Palma, capital de aquella -isla. Su edad era la de 46 años, de pequeña estatura, mas de complexión -recia y enjuta,<span class="pagenum" id="Page_76">p. 76</span> -acostumbrado su cuerpo a abstinencia y rigor. Tenía vasta lectura no -desconociendo los autores clásicos latinos y griegos, cuyas lenguas -poseía. De la marina pasó al ejército al empezar la guerra de Francia -en 1793, y sirvió en Navarra a las órdenes de su tío Don Juan Ventura -Caro. Yendo de allí a Cataluña ascendió a general, y mostrose entendido -y bizarro. Obtuvo después otros cargos. Habiendo antes viajado en -Francia, se le miró como hombre al caso para mandar la fuerza española -que se enviaba al Norte. Faltábale la conveniente entereza, pecaba -de distraído, cayendo en olvidos y raras contradicciones. Juguete de -aduladores, se enredaba a veces en malos e inconsiderados pasos. Por -fortuna en la ocasión actual no tuvieron cabida aviesas insinuaciones, -así por la buena disposición del marqués, como también por ser casi -unánime en favor de la causa nacional la decisión de los oficiales y -personas de cuenta que le rodeaban.</p> - -<p>Bien pronto en efecto se les ofreció ocasión de justificar los -nobles sentimientos que los animaban. Desde junio los diputados de -Galicia y Asturias habían procurado por medio de activa correspondencia -ponerse en comunicación con aquel ejército; mas en vano: sus cartas -fueron interceptadas o se retardaron en su arribo. También el gobierno -inglés envió un clérigo católico de nombre Robertson, el que si bien -consiguió abocarse con el marqués de la Romana, nada pudo entre -ellos concluirse ni determinarse definitivamente. Mientras tanto -llegaron a Londres Don Juan Ruiz de Apodaca y<span class="pagenum" -id="Page_77">p. 77</span> Don Adrián Jácome, y como era urgente -sacar, por decirlo así, de cautiverio a los soldados españoles -de Dinamarca, concertáronse todos los diputados y resolvieron -que los de Andalucía enviasen al Báltico a su secretario, <span -class="sidenote">Lobo.</span> el oficial de marina Don Rafael Lobo, -sujeto capaz y celoso. Proporcionó buque el gobierno inglés, y -haciéndose a la vela en julio arribó Lobo el 4 de agosto al gran Belt, -en donde con el mismo objeto se había apostado a las órdenes de Sir -R. Keats parte de la escuadra inglesa que cruzaba en los mares del -Norte.</p> - -<p>Don Rafael Lobo ancló delante de las islas dinamarquesas, a tiempo -que en aquellas costas se había despertado el cuidado de los franceses -por la presencia y proximidad de dicha escuadra. Deseoso de avisar su -venida empleó Lobo inútilmente varios medios de comunicar con tierra. -Empezaba ya a desesperanzar, <span class="sidenote">Fábregues.</span> -cuando el brioso arrojo del oficial de voluntarios de Cataluña Don -Juan Antonio Fábregues, puso término a la angustia. Había este ido -con pliegos desde Langeland a Copenhague. A su vuelta con propósito -de escaparse, en vez de regresar por el mismo paraje, buscó otro -apartado, en donde se embarcó mediante un ajuste con dos pescadores. -En la travesía columbrando tres navíos ingleses fondeados a cuatro -leguas de la costa, arrebatado de noble inspiración tiró del sable -y ordenó a los dos pescadores, únicos que gobernaban la nave, hacer -rumbo a la escuadra inglesa. Un soldado español que iba en su compañía -ignorando su intento, arredrose y dejó caer el fusil de las manos. Con -presteza<span class="pagenum" id="Page_78">p. 78</span> cogió el arma -uno de los marineros, y mal lo hubiera pasado Fábregues, si pronto y -resuelto este, dando al danés un sablazo en la muñeca, no le hubiese -desarmado. Forzados pues se vieron los dos pescadores a obedecer al -intrépido español. Déjase discurrir de cuánto gozo se embargarían los -sentidos de Fábregues al encontrarse a bordo con Lobo, como también -cuánta sería la satisfacción del último cerciorándose de que la suerte -le proporcionaba seguro conducto de tratar y corresponder con los jefes -españoles.</p> - -<p>No desperdiciaron ni uno ni otro el tiempo que entonces era a -todos precioso. Fábregues a pesar del riesgo se encargó de llevar la -correspondencia, y de noche y a hurtadillas le echó en la costa de -Langeland un bote inglés. Avistose a su arribo y sin tardanza con el -comandante español, que también lo era de su cuerpo, Don Ambrosio de la -Cuadra, confiado en su militar honradez. No se engañó porque asintiendo -este a tan digna determinación, prontamente y disfrazado despachó al -mismo Fábregues para que diese cuenta de lo que pasaba al marqués de -la Romana. Trasladose a Fionia en donde estaba el cuartel general, y -desempeñó en breve y con gran celo su encargo.</p> - -<p>Causaron allí las nuevas que traía profunda impresión. Crítica -era en verdad y apurada la posición de su jefe. Como buen patricio -anhelaba seguir el pendón nacional, mas como caudillo de un ejército -pesábale la responsabilidad en que incurriría si su noble intento se -desgraciaba. Perplejo se hubiera quizá mantenido<span class="pagenum" -id="Page_79">p. 79</span> a no haberle estimulado con su opinión y -consejos los demás oficiales. <span class="sidenote">Dispónense<br/> a -embarcarse<br/> las tropas<br/> del Norte.</span> Decidiose en fin al -embarco, y convino secretamente con los ingleses en el modo y forma de -ejecutarle. Al principio se había pensado en que se suspendiese hasta -que noticiosas del plan acordado las tropas que había en Zelandia y -Jutlandia, se moviesen todas a un tiempo antes de despertar el recelo -de los franceses. Mas informados estos de haber Fábregues comunicado -con la escuadra inglesa, menester fue acelerar la operación trazada.</p> - -<p>Dieron principio a ella los que estaban en Langeland enseñoreándose -de la isla. Prosiguió Romana y se apoderó el 9 de agosto de la ciudad -de Nyborg, punto importante para embarcarse y repeler cualquier ataque -que intentasen 3000 soldados dinamarqueses existentes en Fionia. Los -españoles acuartelados en Swendborg y Faaborg al mediodía de la misma -isla, se embarcaron para Langeland también el 9, y tomaron tierra -desembarazadamente. Con más obstáculos tropezó el regimiento de Zamora, -acantonado en Fridericia: <span class="sidenote">Kindelán.</span> -engañole Don Juan de Kindelán, segundo de Romana, que allí mandaba. -Aparentando desear lo mismo que sus soldados dispúsose a partir y aun -embarcó su equipaje; pero en el entretanto no solo dio aviso de lo que -ocurría al mariscal Bernadotte, sino que temiendo que se descubriese -su perfidia, cautelosamente y por una puerta falsa se escapó de su -casa. Amenazados por aquel desgraciado incidente apresuráronse los de -Zamora a pasar a Middlefahrt, y sin descanso caminaron desde allí<span -class="pagenum" id="Page_80">p. 80</span> por espacio de veintiuna -horas, hasta incorporarse en Nyborg con la fuerza principal, habiendo -andado en tan breve tiempo más de dieciocho leguas de España. Huido -Kindelán y advertidos los franceses, parecía imposible que se salvasen -los otros regimientos que había en Jutlandia: con todo lo consiguieron -dos de ellos. Fue el primero el de caballería del Rey. Ocupaba a -Aarhus, y por el cuidado y celo de su anciano coronel, fletando barcas -salvose y arribó a Nyborg. Otro tanto sucedió con el del Infante, -también de caballería, situado en Manders y por consiguiente más lejos -y al norte. No tuvo igual dicha el de Algarbe, único que allí quedaba. -Retardó su marcha por indecisión de su coronel, y aunque más cerca de -Fionia que los otros dos, fue sorprendido por las tropas francesas. En -aquel encuentro el capitán Costa que mandaba un escuadrón, al verse -vendido prefirió acabar con su vida tirándose un pistoletazo. Imposible -fue a los regimientos de Asturias y Guadalajara acudir al punto de -Corsoer que se les había indicado como el más vecino a Nyborg desde -la costa opuesta de Zelandia. Desarmados antes, según hemos visto, y -cuidadosamente observados, envolviéronlos las tropas danesas al ir a -ejecutar su pensamiento. Así que entre estos dos cuerpos el de Algarbe -de caballería, algunas partidas sueltas y varios oficiales ausentes por -comisión o motivo particular, quedaron en el norte 5160 hombres, y 9038 -fueron los que unidos en Langeland y pasada reseña se contaron prontos -a dar la vela. Abandonáronse los caballos no habiendo ni transportes ni -tiempo para embarcarlos. Muchos<span class="pagenum" id="Page_81">p. -81</span> de los jinetes no tuvieron ánimo para matarlos, y siendo -enteros y viéndose solos y sin freno, se extendieron por la comarca y -esparcieron el desorden y espanto.</p> - -<div class="sidenote">Kindelán<br/> y Guerrero.</div> - -<p>Don Juan de Kindelán había en el intermedio llegado al cuartel -general de Bernadotte, y no contento con los avisos dados, descubrió -al capitán de artillería Don José Guerrero, encargado por Romana de -una comisión importante en el Schleswig. Arrestáronle, y enfurecido -con la alevosía de Kindelán apellidole traidor delante de Bernadotte, -quedando aquel avergonzado y mirándole después al soslayo los mismos a -quienes servía: merecido galardón a su villano proceder. Salvó la vida -a Guerrero la hidalga generosidad del mariscal francés, quien le dejó -escapar y aun en secreto le proporcionó dinero.</p> - -<div class="sidenote">Juramento<br/> de los españoles<br/> en -Langeland.</div> - -<p>Mas al paso que tan dignamente se portaba con un oficial honrado y -benemérito, forzoso le fue, obrando como general, poner en práctica -cuantos medios estaban a su alcance para estorbar la evasión de -los españoles. Ya no era dado ejecutarlo por la violencia. Acudió -a proclamas y exhortaciones, esparciendo además sus agentes falsas -nuevas, y procurando sembrar rencillas y desavenencias. Pero ¡cuán -grandioso espectáculo no ofrecieron los soldados españoles en respuesta -a aquellos escritos y manejos! Juntos en Langeland, clavadas sus -banderas en medio de un círculo que formaron, y ante ellas hincados de -rodillas, juraron con lágrimas de ternura y despecho ser fieles a su -amada patria y desechar seductoras ofertas. No; la antigüedad,<span -class="pagenum" id="Page_82">p. 82</span> con todo el realce que -dan a sus acciones el transcurso del tiempo y la elocuente pluma de -sus egregios escritores, no nos ha transmitido ningún suceso que a -este se aventaje. Nobles e intrépidos sin duda fueron los griegos -cuando unidos a la voz de Jenofonte para volver a su patria, dieron -a las falaces promesas del rey de Persia aquella elevada y sencilla -respuesta [*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_5-9" -id="Ll_5-9">5-9</a>.)</span> «hemos resuelto atravesar el país -pacíficamente si se nos deja retirarnos al suelo patrio, y pelear -hasta morir si alguno nos lo impidiese.» Mas a los griegos no les -quedaba otro partido que la esclavitud o la muerte; a los españoles, -permaneciendo sosegados y sujetos a Napoleón, con largueza se les -hubieran dispensado premios y honores. Aventurándose a tornar a su -patria, los unos, llegados que fuesen, esperaban vivir tranquilos y -honrados en sus hogares; los otros, si bien con nuevo lustre, iban a -empeñarse en una guerra larga, dura y azarosa, exponiéndose, si caían -prisioneros, a la tremenda venganza del emperador de los franceses.</p> - -<div class="sidenote">Dan la vela<br/> para España.</div> - -<p>Urgiendo volver a España, y siendo prudente alejarse de costas -dominadas por un poderoso enemigo, abreviaron la partida de Langeland y -el 13 se hicieron a la vela para Gotemburgo en Suecia. En aquel puerto, -entonces amigo, aguardaron transportes, y antes de mucho dirigieron -el rumbo a las playas de su patria, en donde no tardaremos en verlos -unidos a los ejércitos lidiadores.</p> - -<div class="sidenote">Trátase de reunir<br/> una junta central.</div> - -<p>Habiendo llegado los asuntos públicos dentro y fuera del reino a tal -punto de pronta e impensada felicidad, cierto que no faltaba para<span -class="pagenum" id="Page_83">p. 83</span> que fuese cumplida sino -reconcentrar en una sola mano o cuerpo la potestad suprema. Mas la -discordancia sobre el modo y lugar, las dificultades que nacieron de un -estado de cosas tan nuevo, y rivalidades y competencias retardaron su -nombramiento y formación.</p> - -<div class="sidenote">Situación<br/> de Madrid.</div> - -<p>Perjudicó también a la apetecida brevedad; la situación en que quedó -a la salida del enemigo la capital de la monarquía. Los moradores -ausentes unos, y amedrantados otros con el duro escarmiento del 2 de -mayo, o no pudieron o no osaron nombrar un cuerpo que, a semejanza de -las demás provincias, tomase las riendas del gobierno de su territorio -y sirviese de guía a todo el reino. Verdad es que Madrid ni por su -población ni por su riqueza no habiendo nunca ejercido, como acontece -con algunas capitales de Europa, poderoso influjo en las demás -ciudades, hubiera necesitado de mayor esfuerzo para atraerlas a su voz -y acelerar su ayuntamiento y concordia. Con todo, hubiéranse al fin -vencido tamaños obstáculos si no se hubiera encontrado otro superior -en el consejo real o de Castilla; el cual, desconceptuado en la nación -por su incierta, tímida y reprensible conducta con el gobierno intruso, -tenía en Madrid todavía acérrimos partidarios en el numeroso séquito de -sus dependientes y hechuras. Aunque érale dado con tal arrimo proseguir -en su antigua autoridad, mantúvose quedo y como arrumbado a la partida -de los franceses; ora por temor de que estos volviesen, ora también por -la incertidumbre en que estaba de ser obedecido. Al fin y poco después -tomó bríos viendo<span class="pagenum" id="Page_84">p. 84</span> que -nadie le salía al encuentro, y sobre todo impelido del miedo con que a -muchos sobrecogió un sangriento desmán de la plebe madrileña.</p> - -<div class="sidenote">Asesinato<br/> de Viguri.</div> - -<p>Vivía en la capital retirado y oscurecido Don Luis Viguri, antiguo -intendente de la Habana y uno de los más menguados cortesanos del -príncipe de la Paz, cuya desgracia, según dijimos, le había acarreado -la formación de una causa. Parece ser que no se aventajaba a la pública -su vida privada, y que con frecuencia maltrataba de palabra y obra a -un familiar suyo. Adiestrado este en la mala escuela de su amo, luego -que se le presentó ocasión no la desaprovechó y trató de vengarse. Un -día, y fue el 4 de agosto, a tiempo que reinaba en Madrid una sorda -agitación, antojósele al mal aventurado Viguri desfogar su encubierta -ira en el tan repetidamente golpeado doméstico, quien encolerizado -apellidó en su ayuda al populacho, afirmando con verdad o sin ella -que su amo era partidario de José Napoleón. A los gritos arremolinose -mucha gente delante de las puertas de la habitación. Asustado Viguri -quiso desde un balcón apaciguar los ánimos; pero los gestos que hacía -para acallar el ruido y vocería, y poder hablar, fueron mirados por los -concurrentes como amenazas e insultos, con lo que creció el enojo; y -allanando la casa y cogiendo al dueño, le sacaron fuera e inhumanamente -le arrastraron por las calles de Madrid.</p> - -<div class="sidenote">Consejo<br/> de Castilla.</div> - -<p>Atemorizáronse al oír la funesta desgracia consejeros y cortesanos, -estremeciéronse los de la parcialidad del intruso, y acongojáronse -hasta los pacíficos y amantes del orden. Huérfana<span class="pagenum" -id="Page_85">p. 85</span> la capital y sin nueva corporación que la -rigiese, fácil le fue al consejo, aprovechándose de aquel suceso y -aprieto, recobrar el poder que se figuraba competirle. El bien común -y público sosiego pedían, no hay duda, el establecimiento de una -autoridad estable y única: y lástima fue que el vecindario de Madrid no -la hubiera por sí formado; y tal, que enfrenando las pasiones populares -y atajando al consejo en sus ambiciosas miras, hubiese aunado, -repetimos, y concertado más prontamente las voluntades de las otras -juntas.</p> - -<div class="sidenote">Sus manejos.</div> - -<p>No fue así; y el consejo destruyendo el impulso que Madrid hubiera -debido dar, acrecentó con sus manejos y pretensiones los estorbos y -enredos. Cuerpo autorizado con excesivas y encontradas facultades, -había en todos tiempos causado graves daños a la monarquía, y se -imaginaba que no solo gobernaría ahora a Madrid, sino que extendería -a todo el reino y a todos los ramos su poder e influjo. Admira -tanta ceguedad y tan desapoderada ambición en un tiempo en que -escrupulosamente se escudriñaba su porte con el intruso, y en que -hasta se le disputaba el legítimo origen de su autoridad. <span -class="sidenote">Opinión sobre<br/> aquel cuerpo.</span> Así era -que unos decían «si en realidad es el consejo, según pregona, el -depositario de la potestad suprema en ausencia del monarca, ¿qué ha -hecho para conservar intactas las prerrogativas de la corona? ¿qué -en favor de la dignidad y derechos de la nación? Sumiso al intruso -ha reconocido sus actos, o por lo menos los ha proclamado; y los -efugios que ha buscado y las cortapisas que a veces ha puesto,<span -class="pagenum" id="Page_86">p. 86</span> más bien llevaban traza de -ser un resguardo que evitase su personal compromiso que la oposición -justa y elevada de la primera magistratura del reino.» Otros subiendo -hasta la fuente de su autoridad, «nacido el consejo [decían] en los -flacos y turbulentos reinados de los Juanes y Enriques, tomó asiento -y ensanchó su poderío bajo Felipe II, cuando aquel monarca intentando -descuajar la hermosa planta de las libertades nacionales, tan -trabajadas ya del tiempo de su padre, procuraba sustentar su dominación -en cuerpos amovibles a su voluntad y de elección suya, sin que ninguna -ley fundamental de la monarquía ni las cortes permitiesen tal como era -su establecimiento, ni deslindasen las facultades que le competían. -Desde entonces el consejo, aprovechándose de los calamitosos tiempos -en que débiles monarcas ascendieron al solio, se erigió a veces en -supremo legislador formando en sus autos acordados leyes generales, -para cuya adopción y circulación no pedía el beneplácito ni la sanción -real. Ingiriose también en el ramo económico y manejó a su arbitrio -los intereses de todos los pueblos, sobre no reconocer en la potestad -judicial límites ni traba. Así acumulando en sí solo tan vasto poder, -se remontaba a la cima de la autoridad soberana; y descendiendo después -a entrometerse en la parte más ínfima, si no menos importante del -gobierno, no podía construirse una fuente ni repararse un camino en -la más retirada aldea o apartada comarca sin que antes hubiese dado -su consentimiento. En unión con la inquisición<span class="pagenum" -id="Page_87">p. 87</span> y asistido del mismo espíritu, al paso que -esta cortaba los vuelos al entendimiento humano, ayudábala aquel con -sus minuciosas leyes de imprenta, con sus tasas y restricciones. Y -si en tiempos tranquilos tanto perjuicio y tantos daños [añadían] -nos ha hecho el consejo, institución monstruosa de extraordinarias -y mal combinadas facultades, consentidas mas no legitimadas por la -voz nacional, ¿no tocaría en frenesí dejarle con el antiguo poder -cuando al mismo tiempo que la nación se libertaba con energía del -yugo extranjero, el consejo que blasona ser cabecera del reino se ha -mostrado débil, condescendiente y abatido, ya que no se le tenga por -auxiliador y cómplice del enemigo?»</p> - -<p>Tales discursos no estaban desnudos de razón, aunque participasen -algún tanto de las pasiones que agitaban los ánimos. En su buen tiempo -el consejo se había por lo general compuesto de magistrados íntegros, -que con imparcialidad juzgaban los pleitos y desavenencias de los -particulares: entre ellos se habían contado hombres profundos como -los Macanaces y Campomanes, que con gran caudal de erudición y sana -doctrina se habían opuesto a las usurpaciones de la curia romana y -procurado por su parte la mejora y adelantamientos de la nación. Pero -era el consejo un cuerpo de solos 25 individuos, los cuales por la -mayor parte ancianos, y meros jurisperitos, no habían tenido ocasión -ni lugar de extender sus conocimientos ni de perfeccionarse en otros -estudios. Ocupados en sentenciar pleitos, responder a consultas y -despachar<span class="pagenum" id="Page_88">p. 88</span> negocios de -comisiones particulares, no solamente fallaba a los más el saber y -práctica que requieren la formación de buenas leyes y el gobierno de -los pueblos, sino que también escasos de tiempo dejaban a subalternos -ignorantes o interesados la resolución de importantísimos expedientes. -Mal grave y sentido de todos tan de antiguo, que ya en 1751 propuso -al rey el célebre ministro marqués de la Ensenada despojar al consejo -de lo concerniente a gobierno, policía y economía, dejándole reducido -a entender en la justicia civil y criminal y asuntos del real -patronato.</p> - -<p>No le iba pues bien al consejo insistir ahora en la conservación -de sus antiguas facultades y aun en darles mayor ensanche. Con todo -tal fue su intento. Seguro ya de que su autoridad sería en Madrid -respetada, dirigiose a los presidentes de las juntas y a los generales -de los ejércitos: a estos para que se aproximasen a la capital; a -aquellos para que diputasen personas, que unidas al consejo tratasen -de los medios de defensa: «tocando solo a él [decía] resolver -sobre medidas de otra clase y excitar la autoridad de la nación y -cooperar con su influjo, representación y luces al bien general de -esta.» Ensoberbecidas las juntas con el triunfo de su causa, déjase -discurrir con qué enfado y desdén replicarían a tan imprudente y -desacordada propuesta. La de Galicia no solamente tachaba a cada uno -de sus miembros de ser adicto a los franceses, sino que al cuerpo -entero le echaba en cara haber sido el más activo instrumento del -usurpador. Palafox en su respuesta con severidad<span class="pagenum" -id="Page_89">p. 89</span> le decía: «ese tribunal no ha llenado sus -deberes»; y Sevilla le acusaba ante la nación «de haber obrado contra -las leyes fundamentales... de haber facilitado a los enemigos todos los -medios de usurpar el señorío de España... de ser en fin una autoridad -nula e ilegal, y además sospechosa de haber cometido antes acciones -tan horribles que podían calificarse de delitos atrocísimos contra la -patria...» Al mismo son se expresaron todas las otras juntas fuera de -la de Valencia, la cual en 8 de agosto aprobó los términos lisonjeros -con que el consejo era tratado en un escrito leído en su seno por -uno de sus miembros. Mas aquella misma junta, tan dispuesta en su -favor, tuvo muy luego que retractarse mandando en 15 del propio mes -«que ninguna autoridad de cualquier clase mantuviese correspondencia -directa ni se entendiese en nada con el consejo.» Dio lugar a la -mudanza de dictamen la presteza con que el último se metió a expedir -órdenes como si ya no existiese la junta. Mal recibido de todos lados -y aun ásperamente censurado, pareciole necesario al consejo dar un -manifiesto en que sincerase su conducta y procedimientos: penoso paso -a quien siempre había desestimado el tribunal de la opinión pública. -Mas no por eso desistió de su propósito, ni menos descuidó emplear -otros medios con que recobrar la autoridad perdida. Dábale particular -confianza la desunión que reinaba en las juntas y varias contestaciones -entre ellas suscitadas. Por lo que será bien referir las mudanzas -acaecidas en su composición, y las explicaciones<span class="pagenum" -id="Page_90">p. 90</span> y altercados que precedieron a la instalación -de un gobierno central.</p> - -<div class="sidenote">Estado<br/> de las juntas<br/> provinciales.</div> - -<p>En la forma interior de aquellos cuerpos contadas fueron las -variaciones ocurridas. Habíase en Asturias congregado desde agosto una -nueva junta que diese más fuerza y legitimidad al levantamiento de -mayo, nombrando o reeligiendo sus concejos diputados que la compusiesen -con pleno conocimiento del objeto de su reunión. Ninguna alteración -sustancial había acaecido en Galicia; pero su junta convidó a la -anterior, para que de común con ella y las de León y Castilla formasen -todas una representación de las provincias del norte. Se habían las dos -últimas confundido y erigido en una sola después de la aciaga jornada -de Cabezón. Presidía a ambas el bailío Don Antonio Valdés, quien -estando al principio de acuerdo con Don Gregorio de la Cuesta acabó por -desavenirse con él y enojarse poderosamente. Reunidas en Ponferrada, -como punto más resguardado, se trasladaron a Lugo, en cuya ciudad debía -verificarse la celebración de juntas propuesta por la de Galicia. Esta -mudanza fue el origen y principal motivo del enfado de Cuesta, no -pudiendo tolerar que corporaciones que consideraba como dependientes de -su autoridad, se alejasen del territorio de su mando y pasasen a una -provincia con cuyos jefes estaba tan encontrado.</p> - -<p>Concurrieron sin embargo a Lugo las tres juntas de Galicia, -Castilla y León. No la de Asturias, ya por cierto desvío que había -entre ella y la de Galicia, y también porque viendo próxima la reunión -central de todas las provincias<span class="pagenum" id="Page_91">p. -91</span> del reino, juzgó excusado y quizá perjudicial el que hubiese -una parcial entre algunas del norte. Al tratarse de la formación -de esta hubo diversos pareceres acerca del modo de su formación y -composición. Quién opinaba por cortes, y quién soñaba un gobierno -que diese principio y encaminase a una federación nacional. Adhería -al primer dictamen Sir Carlos Stuart representante del gobierno -inglés, como medio más acomodado a los antiguos usos de España. Pero -las novedades introducidas en las constituciones de aquel cuerpo -durante la dominación de las casas de Austria y Borbón, ofrecían para -su llamamiento dificultades casi insuperables; pues al paso de ser -muchas las ciudades de León y Castilla que enviaban procuradores a -cortes, solo tenía una voz el populoso reino de Galicia y se veía -privado de ella el principado de Asturias, cuna de la monarquía. -Tal desarreglo pedía para su enmienda más tiempo y sosiego de lo -que entonces permitían las circunstancias. Por su parte la junta de -Galicia, sabedora de la idea de la federación, quería esquivar en sus -vistas con las de León y Castilla, el tratar de la unión de un solo -y único gobierno central. Mas la autoridad de Don Antonio Valdés, -que todas tres habían elegido por su presidente, pudiendo más que el -estrecho y poco ilustrado ánimo de ciertos hombres, y prevaleciendo -sobre las pasiones de otros, consiguió que se aprobase su propuesta -dirigida al nombramiento de diputados que en representación de las tres -juntas acudiesen a formar con las demás del reino una central. Con tan -prudente y oportuna determinación<span class="pagenum" id="Page_92">p. -92</span> se evitaron los extravíos y aun lástimas que hubiera -provocado la opinión contraria.</p> - -<p>Asimismo cortaron cuerdos varones varias desavenencias movidas entre -Sevilla y Granada. Pretendía la primera que la última se le sometiese, -olvidada de la principal parte que habían tenido las tropas de su -general Reding en los triunfos de Bailén. La rivalidad había nacido -con la insurrección, no siendo dable fijar ni deslindar los límites de -nuevas y desconocidas autoridades; y en vez de desaparecer aquella, -tomó con la victoria alcanzada extraordinario incremento. Llegó a tal -punto la exaltación y ceguera que el inquieto conde de Tilly propuso -en el seno de la junta sevillana, que una división de su ejército -marchase a sojuzgar a Granada. Presente Castaños y airado, a pesar de -su condición mansa, levantose de su asiento, y dando una fuerte palmada -en la mesa que delante había, exclamó: «¿quién sin mi beneplácito se -atreverá a dar la orden de marcha que se pide? No conozco [añadió] -distinción de provincias; soy general de la nación, estoy a la cabeza -de una fuerza respetable y nunca toleraré que otros promuevan la -guerra civil.» Su firmeza contuvo a los díscolos, y ambas juntas se -conformaron en adelante con una especie de concierto concluido entre la -de Sevilla y los diputados de Granada, Don Rodrigo Riquelme, regente de -su chancillería, y el oidor Don Luis Guerrero, nombrados al intento y -autorizados competentemente.</p> - -<p>Diferían tan lamentables disputas la reunión del gobierno central, -y como si estos y otros<span class="pagenum" id="Page_93">p. -93</span> obstáculos naturales no bastasen por sí, nuevos intereses y -pretensiones venían a aumentarlos. Recordará el lector los pasos que en -Londres dio en favor de los derechos de su amo a la corona de España -el príncipe de Castelcicala embajador del rey de las Dos Sicilias, -y la repulsa que recibió de los diputados. No desanimado con ella -su gobierno, ni tampoco con otra parecida que le dio el ministerio -inglés, por julio envió a Gibraltar un emisario que hiciese nuevas -reclamaciones. El gobernador Dalrymple le impidió circular papeles y -propasarse a otras gestiones. <span class="sidenote">Llegada<br/> a -Gibraltar<br/> del príncipe<br/> Leopoldo<br/> de Sicilia.</span> Mas -tras del emisario despachó el gobierno siciliano al príncipe Leopoldo, -hijo segundo del rey, a quien acompañaba el duque de Orléans. Fondearon -ambos el 9 de agosto en la bahía de Gibraltar; pero no viéndose -apoyados por el gobernador, pasó el de Orléans a Inglaterra y quedó -en el puerto de su arribada el príncipe Leopoldo. Entretenía este la -esperanza de que a su nombre y conforme quizá a secretos ofrecimientos, -no tardaría en recibir una diputación y noticia de haber sido elevado -a la dignidad de regente. Pero vano fue su aguardar; y era en efecto -difícil que un príncipe de edad de 18 años, extranjero, sin recursos -ni anterior fama, y sin otro apoyo que lejanos derechos al trono de -España, fuese acogido con solícita diligencia en una nación en que era -desconocido, y en donde para conjurar la tormenta que la azotaba se -requerían otras prendas, mayor experiencia y muy diversos medios que -los que asistían al príncipe pretendiente.</p> - -<p>Hubo no obstante quien esparció por Sevilla<span class="pagenum" -id="Page_94">p. 94</span> la voz de que convenía nombrar una regencia -compuesta del mencionado príncipe, del arzobispo de Toledo cardenal -de Borbón, y del conde del Montijo. Con razón se atribuyó la idea a -los amigos y parciales del último, quien conservando todavía cierta -popularidad a causa de la parte que se le atribuía en la caída del -príncipe de la Paz, procuraba aunque en vano subir a puesto de donde -su misma inquietud le repelía. Mas los enredos y marañas de ciertos -individuos eran desbaratados por la ambición de otros o la sensatez y -patriotismo de las juntas.</p> - -<div class="sidenote">Correspondencia<br/> entre las juntas.</div> - -<p>Así fue que a pesar del desencadenamiento de pasiones y de los -obstáculos nacidos con la misma insurrección o causados por la -presencia del enemigo, ya desde junio había llamado la atención de las -juntas: 1.º La formación de un gobierno central; 2.º Un plan general -con el que más prontamente se arrojase a los franceses del suelo -patrio. Al propósito entablose entre ellas seguida correspondencia. Dio -la señal la de Murcia, dirigiendo con fecha de 22 de junio una circular -en que decía: «Ciudades de voto en cortes, reunámonos, formemos un -cuerpo, elijamos un consejo que a nombre de Fernando VII organice -todas las disposiciones civiles, y evitemos el mal que nos amenaza que -es la división... Capitanes generales... de vosotros se debe formar -un consejo militar de donde emanen las órdenes que obedezcan los que -rigen los ejércitos...» Propuso también Asturias en un principio la -convocación de cortes con algunas modificaciones, y hasta Galicia [no -obstante la mencionada federación de algunos<span class="pagenum" -id="Page_95">p. 95</span> proyectada] comisionó cerca de las juntas del -mediodía a Don Manuel Torrado, quien ya en últimos de julio se hallaba -en Murcia, después de haberlas recorrido, y propuesto una central -formada de dos vocales de cada una de las de provincia. En el propio -sentido y en 16 de dicho julio había la de Valencia pasado a las demás -su opinión impresa, lo que también por su parte y al mismo tiempo hizo -la de Badajoz. No fue en zaga a las otras la junta de Granada, la cual -apoyando la circular de Valencia, se dirigió a su competidora la de -Sevilla, y desentendiéndose de desavenencias, señaló como acomodado -asiento para la reunión la última ciudad.</p> - -<p>No por eso se apresuraba esta, ostentando siempre su altanera -supremacía. Pesábale en tanto grado descender de la cumbre a que -se había elevado, que hubo un tiempo en que prohibió la venta y -circulación de los papeles que convidaban a la apetecida concordia. -Apremiada en fin por la voz pública y estrechada por el dictamen de -algunos de sus individuos entendidos y honrados, publicó con fecha -de 3 de agosto un papel en el que examinando los diversos puntos que -en el día se ventilaban, proponía la formación de una junta central -compuesta de dos vocales de cada una de las de provincia. Anduvo -perezosa no obstante en acabar de escoger los suyos. Pero adhiriendo -las otras juntas a las oportunas razones de su circular, cuyo contenido -en sustancia se conformaba con la opinión que las más habían mostrado -antes de concertarse, y que era la más general y acreditada, fueron -todas sucesivamente escogiendo de<span class="pagenum" id="Page_96">p. -96</span> su seno personas que las representasen en una junta única y -central.</p> - -<div class="sidenote">Proceder<br/> del consejo.</div> - -<p>Por su parte el consejo todavía esperaba recuperar con sus amaños -y tenaz empeño el poder que para siempre querían arrebatarle de las -manos. Mas no por eso y para cautivar las voluntades de los hombres -ilustrados, mudó de rumbo, adoptando un sistema más nuevo y conforme -al interés público y al progreso de la nación. Asustándose a la menor -sombra de libertad, encadenó la imprenta con las mismas y aun más -trabas que antes; redujo a dos veces por semana la diaria publicación -de la Gaceta de Madrid; persiguió y aun llegó a formar causa a algunas -personas que tenían en su poder papeles de las juntas, mayormente de la -de Sevilla, y en fin resucitó en cuanto pudo su trillada, lenta y añeja -manera de gobernar. Persuadiose que todo le era lícito a trueque de -dar ciertos decretos de alistamiento y acopio de medios que mostrasen -su interés por la causa de la independencia que tan mal había antes -defendido. Y sobre todo cobró esperanza con la llegada a Madrid de -varios generales en quienes presumía poder con buen éxito emplear su -influjo.</p> - -<div class="sidenote">Entrada<br/> en Madrid<br/> de Llamas<br/> y -Castaños.</div> - -<p>Fue el primero que pisó el suelo de la capital con las tropas de -Valencia y Murcia Don Pedro González de Llamas que había sucedido a -Cervellón removido del mando. Atravesó la Puerta de Atocha con 8000 -hombres a las seis de la mañana del día 13 de agosto. A pesar de -hora tan temprana inmenso fue el concurso que salió a recibirle y -extremado el entusiasmo. Pasó a frenesí al entrar el 23 por la misma -puerta<span class="pagenum" id="Page_97">p. 97</span> D. Francisco -Javier Castaños acompañado de la reserva de Andalucía. Sus soldados -adornados con los despojos del enemigo ofrecían en su variada y extraña -mezcla el mejor emblema de la victoria alcanzada. Pasaron todos por -debajo de un arco de sencilla y majestuosa arquitectura que había -erigido la villa de Madrid junto a sus casas consistoriales. <span -class="sidenote">Proclamación<br/> de Fernando VII.</span> A estas -entradas triunfales siguiéronse otros festejos con la proclamación -de Fernando VII, hecha en esta ocasión por el legítimo alférez mayor -de Madrid marqués de Astorga. Mas no a todos contentaban tanto -bullicio y fiestas, pidiendo con sobrada razón que se pusiera mayor -conato y celeridad en perseguir al enemigo, y en aumentar y organizar -cumplidamente la fuerza armada. Daban particular peso a sus justas -quejas y reclamaciones los acontecimientos por entonces ocurridos en -Vizcaya y Navarra.</p> - -<div class="sidenote">Insurrección<br/> de Bilbao.</div> - -<p>Habíase en la primera provincia levantado Bilbao al anunciarse la -victoria de Bailén, y en 6 de agosto escogiendo su vecindario una -junta, acordó un alistamiento general, y nombró por comandante militar -al coronel Don Tomás de Salcedo. Sobremanera inquietó a los franceses -esta insurrección, ya por el ejemplo y ya también porque comprometida -su posición en las márgenes del Ebro, pudieran verse obligados a -estrecharse más contra la frontera. Creció su recelo a mayor grado -con asonadas y revueltas <span class="sidenote">Movimiento<br/> en -Guipúzcoa<br/> y Navarra.</span> que hubo en Tolosa y pueblos de -Guipúzcoa, y con las correrías que hacían y gente que allegaban en -Navarra Don Antonio Egoaguirre y Don Luis Gil. Habían estos salido -de Zaragoza<span class="pagenum" id="Page_98">p. 98</span> en 27 de -junio para alborotar aquel reino. Después de algún tiempo Gil empezó -a incomodar al enemigo por el lado de Orbaiceta, se apoderó de muchas -municiones de aquella fábrica, y amenazó y sembró el espanto hasta el -mismo pueblo francés de San Juan de Pie de Puerto. Egoaguirre tampoco -se descuidó en la comarca de Lerín: formando un batallón con nombre de -Voluntarios de Navarra recorrió la tierra, y llamó tanto la atención -que el general D’Agoult envió una columna desde Pamplona para atajar -sus daños y alejarle del territorio de su mando.</p> - -<p>José por su parte pensó en apagar prontamente la temible -insurrección de Bilbao. Para ello envió contra aquella población -una división a las órdenes del general Merlin. No era dado -a sus vecinos sin tropa disciplinada resistir a semejante -acometimiento.[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_5-10" -id="Ll_5-10">5-10</a>.)</span> Apostáronse sin embargo con aquella -idea a media legua, y los franceses asomándose allí el 16 de agosto -desbarataron y dispersaron a los bilbaínos, pereciendo miserablemente y -después de haberse rendido prisionero el oficial de artillería Don Luis -Power distinguido entre los suyos. Los auxilios que de Asturias llevaba -el oficial inglés Roche llegaron tarde, y Merlin entró en Bilbao cuya -ciudad fue con rigor tratada. En su correspondencia blasonaba el -rey intruso de «haber apagado la insurrección con la sangre de 1200 -hombres.» Singular jactancia y extraña en quien como José no era de -corazón duro ni desapiadado.</p> - -<p>El contratiempo de Bilbao que en Madrid provocaba las reclamaciones -de muchos, difundiéndose<span class="pagenum" id="Page_99">p. -99</span> por las provincias aumentó el clamor ya casi universal -contra generales y juntas, reparando que algunos de aquellos se -entregaban demasiadamente a divertimientos y regocijos, y que estas -con celos y rivalidades retardaban la instalación de la junta central. -Deseando el consejo aprovecharse de la irritación de los ánimos, y -valiéndose de los lazos que le unían con Don Gregorio de la Cuesta, su -antiguo gobernador, se concordó con este y discurrieron apoderarse -del mando supremo. <span class="sidenote">Nuevos manejos<br/> del -consejo.</span> Mas como Cuesta carecía de la suficiente fuerza, fueles -necesario tantear a Castaños, entonces algo disgustado con la junta de -Sevilla. Avistose pues con el último Don Gregorio de la Cuesta, <span -class="sidenote">Propuesta<br/> de Cuesta<br/> a Castaños.</span> y -le propuso [según tenemos de la boca del mismo Castaños] dividir en -dos partes el gobierno de la nación, dejando la civil y gubernativa al -consejo, y reservando la militar al solo cuidado de ellos dos en unión -con el duque del Infantado. Era Castaños sobrado advertido para admitir -semejante proposición. Vislumbraba el motivo porque se le buscaba, -y conocía que separando su causa de la de las juntas, quizá sería -desobedecido del ejército, y aun de la división misma que se alojaba en -Madrid.</p> - -<div class="sidenote">Consejo<br/> de guerra<br/> celebrado<br/> en -Madrid.</div> - -<p>En tanto para acallar el rumor público se celebró en aquella -capital el 5 de septiembre un consejo de guerra. Asistieron a él los -generales Castaños, Llamas, Cuesta y La Peña, representando a Blake el -duque del Infantado y a Palafox otro oficial cuyo nombre ignoramos. -Discutiéronse largamente varios puntos, y Cuesta, llevado siempre -de mira particular, promovió<span class="pagenum" id="Page_100">p. -100</span> el nombramiento de un comandante en jefe. No se arrimaron -los otros a su parecer, y tan solo arreglaron un plan de operaciones, -de que hablaremos más adelante. Cuesta aunque aparentó conformarse, -salió despechado de Madrid, y con ánimo más bien que de cooperar a -la realización de lo acordado de levantar obstáculos a la reunión de -la junta central: para lo cual y satisfacer al mismo tiempo su ira -contra la junta de León, <span class="sidenote">Prende Cuesta<br/> a -Valdés<br/> y Quintanilla.</span> de la que, como hemos visto, estaba -ofendido, arrestó a sus dos individuos Don Antonio Valdés y vizconde -de la Quintanilla, que iban de camino para representar su voz en la -central. Quiso tratarlos como rebeldes a su autoridad, y los encerró en -el alcázar de Segovia: tropelía que excitó contra el general Cuesta la -pública animadversión.</p> - -<p>Vanos sin embargo salieron sus intentos, vanos otros enredos y -maquinaciones. Por todas partes prevaleció la opinión más sana, y -los diputados elegidos por las diversas juntas fueron poco a poco -acercándose a la capital. Llegó pues el suspirado momento de la reunión -de una autoridad central, <span class="sidenote">Acaba el gobierno<br/> -de las juntas<br/> provinciales.</span> debiendo con ella cesar la -particular supremacía de cada provincia. Durante la cual no habiendo -habido lugar ni ocasión de hacer sustanciales reformas ni mudanzas en -los diversos ramos de la administración pública, tales como estaban -dispuestos y arreglados al disolverse, por decirlo así, la monarquía en -mayo, tales o con cortísima diferencia se los entregaron las juntas de -provincia a la central.</p> - -<p>No disimulamos en el libro anterior ni en<span class="pagenum" -id="Page_101">p. 101</span> el curso de nuestro narración los defectos -de que dichas juntas adolecieron, las pasiones que las agitaron. Por -lo mismo justo es también que ahora tributemos debidas alabanzas a su -primera y grandiosa resolución, a su ardiente celo, a su incontrastable -fidelidad. Al acabar de su mando anublose por largo tiempo la -prosperidad de la patria; mas se dio principio a una nueva, singular y -porfiada lucha, en que sobre todo resplandeció la firmeza y constancia -de la nación española.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter"> - <p><span class="pagenum" id="Page_103">p. 103</span></p> - <div class="figcenter"> - <img style="width: 26em; height: auto;" - src="images/doble_filete.jpg" - alt="Filete ornamental"/> - </div> - <p class="centra fs200 lh200 negr mt1">RESUMEN</p> - <p class="centra smaller lh200">DEL</p> - <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO SEXTO.</p> - <div class="figcenter mt05"> - <img style="width: 8em; height: auto;" - src="images/separa2.jpg" - alt="Motivo ornamental"/> - </div> -</div> - -<p class="resum"><span class="prim"><span -class="gran">I</span>nstalación</span> de la junta central en -Aranjuez, 25 de septiembre. — Número de individuos. — Su composición. -— Floridablanca. — Jovellanos. — Diversos partidos de la central. — -Su instalación celebrada en las provincias. — Contestación con el -consejo. — Dictamen de Jovellanos. — Forma interior de la central. — -Don Manuel Quintana. — Primeras providencias y decretos de la central. -— Su manifiesto en 10 de noviembre. — Distribución de los ejércitos. — -Su marcha. — Marcha del de Galicia. — Ocupa Bilbao. — Marcha del de -Asturias. — Cuesta. — Su conducta. — Le sucedieron Eguía y Pignatelli. -— Marcha de Llamas. — Detención de Castaños en Madrid. — Su salida. — -Plan concertado con Palafox. — Situación del ejército del centro y del -de Aragón. — Fuerza<span class="pagenum" id="Page_104">p. 104</span> -de los ejércitos españoles. — Situación de José y del ejército -francés. — Exposición de sus ministros. — Fuerza del ejército francés. -— Movimiento de los españoles. — Acción de Lerín, 26 de octubre. — -Retirada de los castellanos de Logroño. — Arreglo que en su ejército -hace el general Castaños. — Se sitúa en Cintruénigo y Calahorra. -— Napoleón. — Su mensaje al senado. — Leva de nuevas tropas. — -Conferencias de Erfurt. — Correspondencia con el gobierno inglés. — Fin -de la correspondencia. — Discurso de Napoleón al cuerpo legislativo. — -Fuerza y división del ejército francés. — Cruza Napoleón el Bidasoa. -— Acción de Zornoza, 31 de octubre. — De Valmaseda, 4 de noviembre. — -Reconocimiento hacia Güeñes en 7 de noviembre. — Batalla de Espinosa, -10 y 11 de noviembre. — Disposiciones de Napoleón. — Acción de Burgos, -10 de noviembre. — Revuelve Soult contra Blake. — Diversas direcciones -de los mariscales franceses. — Entrada en Burgos de Napoleón. — Su -decreto de 12 de noviembre. — Ejército inglés. — Ejército del centro. -— Don Francisco Palafox enviado por la central. — Diversos planes. — -Marcha Lannes contra dicho ejército. — Repliégase Castaños. — Batalla -de Tudela, 23 de noviembre. — Retirada del ejército. — Su llegada -a Sigüenza. — La Peña general en jefe. — San Juan en Somosierra. — -Pasan los franceses el puerto. — Situación de la central. — Cartas de -los ministros de José. — Abandona la central a Aranjuez. — Situación -de Madrid. — Muerte del marqués de Perales. — Napoleón delante de -Madrid. — Ataque de Madrid. — Conferencia de Morla con Napoleón. — -<span class="pagenum" id="Page_105">p. 105</span>Capitulación. — -Fáltase a la capitulación. — Decretos de Napoleón en Chamartín. — -Españoles llevados a Francia. — Visita Napoleón el palacio real. — Su -inquietud. — Contestación al corregidor de Madrid. — Juramento exigido -de los vecinos. — Van los mariscales franceses en persecución de los -españoles. — Total dispersión del ejército de San Juan. — Muerte -cruel de este general. — Ejército del centro: sus marchas y retirada -a Cuenca. — Rebelión del oficial Santiago. — Nómbrase por general -en jefe al duque del Infantado. — Conde de Alacha. — Su retirada -gloriosa. — La Mancha. — Toledo. — Muertes violentas. — Villacañas. -— Sierra Morena. — Juntas de los cuatro reinos de Andalucía. — Campo -Sagrado. — Marqués del Palacio. — Marchan los franceses a Extremadura: -estado de la provincia. — Excesos. — General Galluzo. — Su retirada. -— Continúa la central su viaje. — Sus providencias. — Sucede Cuesta a -Galluzo. — Llega a Sevilla la central en 17 de diciembre. — Muerte de -Floridablanca. — Situación penosa de la central. — Sus esperanzas.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter" id="Ch6"> - <p><span class="pagenum" id="Page_107">p. 107</span></p> - <div class="figcenter"> - <img style="width: 26em; height: auto;" - src="images/doble_filete.jpg" - alt="Filete ornamental"/> - </div> - <p class="centra fs150 lh150 negr g0 mt1">HISTORIA</p> - <p class="centra fs60 lh150">DEL</p> - <p class="centra fs120 lh150 asc ws1">LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN</p> - <p class="centra fs120 lh150 ws1">de España.</p> - <div class="figcenter mt05"> - <img style="width: 8em; height: auto;" - src="images/separa4.jpg" - alt="Motivo ornamental"/> - </div> - <h2 class="nobreak fs120 negr g0">LIBRO SEXTO.</h2> - <hr class="tir"/> -</div> - -<p class="ti0"><span class="prim"><span class="gran">N</span>o</span> -resueltas las dudas que se habían suscitado sobre el lugar más -conveniente para la reunión de un gobierno central, tocábase ya al -deseado momento de su instalación, y aún subsistía la misma y penosa -incertidumbre. Los más se inclinaban al dictamen de la junta de Sevilla -que había al efecto señalado a Ciudad Real, o cualquier otro paraje -que no fuese la capital de la monarquía, sometida según pensaba al -pernicioso influjo del consejo y sus allegados. El haberse en Aranjuez -incorporado a los diputados de dicha junta los de otras varias, puso -término a las dificultades, obligando a los que permanecían en Madrid -vacilantes en su opinión, a conformarse con la de sus compañeros, -declarada por la celebración en aquel sitio de las primeras sesiones. -Antes de abrirse estas y juntos unos y otros tuvieron conferencias -preparatorias, en las que se examinaron y aprobaron los poderes, y se -resolvieron ciertos puntos de etiqueta o ceremonial.</p> - -<div class="sidenote">Instalación de<br/> la junta central<br/> en -Aranjuez,<br/> 25 de septiembre.<br/> (* Ap. n. <a href="#Ap_6-1" -id="Ll_6-1">6-1</a>.)</div> - -<p>Por fin el 25 de septiembre en Aranjuez y en su real palacio -instalose solemnemente el nuevo gobierno, bajo la denominación -de junta suprema central gubernativa del reino.[*] Compuesta -entonces de veinticuatro individuos creció en breve su número, y se -contaron hasta treinta y cinco nombrados en su mayor parte por las -juntas de provincia, erigidas al alzarse la nación en mayo. <span -class="sidenote">Número<br/> de individuos.</span> De cada una vinieron -dos diputados. Otros tantos envió Toledo sin estar en igual caso, y -lo mismo Madrid y reino de Navarra. De Canarias solo acudió uno a -representar sus islas. Fue elegido presidente el conde de Floridablanca -diputado por Murcia, y secretario general Don Martín de Garay que lo -era por Extremadura.</p> - -<div class="sidenote">Su composición.</div> - -<p>Los vocales pertenecían a honrosas y principales clases del estado, -contándose entre ellos eclesiásticos elevados en dignidad, cinco -grandes de España, varios títulos de Castilla, antiguos ministros y -otros empleados civiles y militares. Sin embargo casi todos antes de la -insurrección eran como repúblicos, desconocidos en el reino, fuera de -Don Antonio Valdés, del conde de Floridablanca y de Don Gaspar Melchor -de Jovellanos. El primero muchos años ministro de marina mereció, -al lado de leves defectos,<span class="pagenum" id="Page_109">p. -109</span> justas alabanzas por lo mucho que en su tiempo se mejoró -y acrecentó la armada y sus dependencias. Los otros dos de fama más -esclarecida requieren de nuestra pluma particular mención, por lo que -haremos de sus personas un breve y fiel traslado.</p> - -<div class="sidenote">Floridablanca.</div> - -<p>A los ochenta años cumplidos de su edad Don José Moñino, conde de -Floridablanca, aunque trabajado por la vejez y achaques, conservaba -despejada su razón y bastante fortaleza para sostener las máximas que -le habían guiado en su largo y señalado ministerio. De familia humilde -de Hellín en Murcia, por su aplicación y saber había ascendido a los -más eminentes puestos del estado. Fiscal del consejo real, y en unión -con su ilustre compañero el conde de Campomanes, había defendido -atinada y esforzadamente las regalías de la corona contra los desmanes -del clero y desmedidas pretensiones de la curia romana. Por sus -doctrinas y por haber cooperado a la expulsión de los jesuitas se le -honró con el cargo de embajador cerca de la <i>Santa Sede</i>, en donde -contribuyó a que se diese el breve de supresión de la tan nombrada -sociedad, y al arreglo de otros asuntos igualmente importantes. Llamado -en 1777 al ministerio de estado, y encargado a veces del despacho -de otras secretarías, fue desde entonces hasta la muerte de Carlos -III, ocurrida en 1788, árbitro, por decirlo así, de la suerte de la -monarquía. Con dificultad habrá ministro a un tiempo más ensalzado ni -más deprimido. Hombre de capacidad, entero, atento al desempeño de su -obligación, fomentó en lo interior casi todos los ramos, construyó -caminos,<span class="pagenum" id="Page_110">p. 110</span> y erigió -varios establecimientos de pública utilidad. Fuera de España si bien -empeñado en la guerra impolítica y ruinosa de la independencia de -los Estados Unidos, emprendida según parece mal de su grado, mostró -a la faz de Europa impensadas y respetables fuerzas, y supo sostener -entre las demás la dignidad de la nación. Censurósele y con justa -causa el haber introducido una policía suspicaz y perturbadora, como -también sobrada afición a persecuciones, cohonestando con la razón de -estado tropelías hijas las más veces del deseo de satisfacer agravios -personales. Quizá los obstáculos que la ignorancia oponía a medidas -saludables irritaban su ánimo poco sufrido: ninguna de ellas fue más -tachada que la junta llamada de estado, y por la que los ministros -debían de común acuerdo resolver las providencias generales y otras -determinadas materias. Atribuyósele a prurito de querer entrometerse -en todo y decidir con predominio. Sin embargo la medida en sí y los -motivos en que la fundó, no solo le justificaban sino que también -por ella sola se le podría haber calificado de práctico y entendido -estadista. Después del fallecimiento de Carlos III continuó en su -ministerio hasta el año de 1792. Arredrado entonces con la revolución -francesa, y agriado por escritos satíricos contra su persona, propendió -aún más a la arbitrariedad a que ya era tan inclinado. Pero ni esto, -ni el conocimiento que tenía de la corte y sus manejos, le valieron -para no ser prontamente abatido por Don Manuel Godoy, aquel coloso de -la privanza regia, cuyo engrandecimiento, aunque disimulaba,<span -class="pagenum" id="Page_111">p. 111</span> veía Floridablanca con -recelo y aversión. Desgraciado en 1792, y encerrado en la ciudadela de -Pamplona, consiguió al cabo que se le dejase vivir tranquilo y retirado -en la ciudad de Murcia. Allí estaba en el mayo de la insurrección, -y noblemente respondió al llamamiento que se le hizo, siendo falsas -las protestas que la malignidad inventó en su nombre. Afecto en su -ministerio a ensanchar más y más los límites de la potestad real -rompiendo cuantas barreras quisieran oponérsele, había crecido con -la edad el amor a semejantes máximas, y quiso como individuo de la -central que sirviesen de norte al nuevo gobierno, sin reparar en las -mudanzas ocasionadas por el tiempo, y en las que reclamaban escabrosas -circunstancias.</p> - -<div class="sidenote">Jovellanos.</div> - -<p>Atento a ellas y formado en muy diversa escuela seguía en su -conducta la vereda opuesta Don Gaspar Melchor de Jovellanos, -concordando sus opiniones con las más modernas y acreditadas. Desde -muy mozo había sido nombrado magistrado de la audiencia de Sevilla: -ascendiendo después a alcalde de casa y corte y a consejero de órdenes, -desempeñó estos cargos y otros no menos importantes con integridad, -celo y atinada ilustración. Elevado en 1797 al ministerio de gracia -y justicia, y no pudiendo su inflexible honradez acomodarse a la -corrompida corte de María Luisa, recibió bien pronto su exoneración. -Motivola con particularidad el haber procurado alejar de todo favor e -influjo a Don Manuel Godoy, con quien no se avenía ningún plan bien -concertado de pública felicidad. Quiso al intento aprovecharse de una -coyuntura<span class="pagenum" id="Page_112">p. 112</span> en que -la reina se creía desairada y ofendida. Mas la ciega pasión de esta, -despertada de nuevo con el artificioso y reiterado obsequio de su -favorito, no solo preservó al último de fatal desgracia, sino que causó -la del ministro y sus amigos. Desterrado primero a Gijón, pueblo de -su naturaleza, confinado después en la cartuja de Mallorca, y al fin -atropelladamente y con crueldad encerrado en el castillo de Bellver -de la misma isla, sobrellevó tan horrorosa y atroz persecución con la -serenidad y firmeza del justo. Libertole de su larga cautividad el -levantamiento de Aranjuez, y ya hemos visto cuán dignamente al salir -de ella desechó las propuestas del gobierno intruso, por cuyo noble -porte y sublime y reconocido mérito le eligió Asturias para que fuese -en la central uno de sus dos representantes. Escritor sobresaliente y -sobre todo armonioso y elocuentísimo, dio a luz como literato y como -publicista obras selectas, siendo en España las que escribió en prosa -de las mejores si no las primeras de su tiempo. Protector ilustrado -de las ciencias y de las letras fomentó con esmero la educación de -la juventud, y echó en su instituto asturiano, de que fue fundador, -los cimientos de una buena y arreglada enseñanza. En su persona y -en el trato privado ofrecía la imagen que nos tenemos formada de -la pundonorosa dignidad y apostura de un español del siglo <span -class="asc">XVI</span>, unida al saber y exquisito gusto del -nuestro. Achacábanle afición a la nobleza y sus distinciones; pero -sobre no ser extraño en un hombre de su edad y nacido en aquella clase, -justo es decir que no procedía de vano orgullo<span class="pagenum" -id="Page_113">p. 113</span> ni de pueril apego al blasón de su casa, -sino de la persuasión en que estaba de ser útil y aun necesario en una -monarquía moderada el establecimiento de un poder intermedio entre -el monarca y el pueblo. Así estuvo siempre por la opinión de una -representación nacional dividida en dos cámaras. Suave de condición, -pero demasiadamente tenaz en sus propósitos, a duras penas se le -desviaba de lo una vez resuelto, al paso que de ánimo candoroso y -recto solía ser sorprendido y engañado, defecto propio del varón -excelente que [como decía Cicerón,[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. -<a href="#Ap_6-2" id="Ll_6-2">6-2</a>.)</span> su autor predilecto] -«dificilísimamente cae en sospecha de la perversidad de los otros.» Tal -fue Jovellanos, cuya nombradía resplandecerá y aun descollará entre las -de los hombres más célebres que han honrado a España.</p> - -<div class="sidenote">Diversos partidos<br/> en la central.</div> - -<p>Fija de antemano la atención nacional en los dos respetables varones -de que acabamos de hablar, siguieron los individuos de la central el -impulso de la opinión, arrimándose los más a uno u a otro de dichos -dos vocales. Pero como estos entre sí disentían, dividiéronse los -pareceres, prevaleciendo en un principio y por lo general el de -Floridablanca. Con su muerte y las desgracias, no dejó más adelante -de triunfar a veces el de Jovellanos, ayudado de Don Martín de Garay, -cuyas luces naturales, fácil despacho y práctica de negocios le dieron -sumo poder e influjo en las deliberaciones de la junta.</p> - -<p>Pero a uno y otro partido de los dos, si así pueden llamarse, en -que se dividió la central, faltábales actividad y presteza en las -resoluciones. Floridablanca anciano y doliente, Jovellanos<span -class="pagenum" id="Page_114">p. 114</span> entrado también en años -y con males, avezados ambos a la regularidad y pausa de nuestro -gobierno, no podían sobreponerse a la costumbre y a los hábitos en que -se habían criado y envejecido. Su autoridad llevaba en pos de sí a los -demás centrales, hombres en su mayoría de probidad, pero escasos de -sobresalientes o notables prendas. Dos o tres más arrojados y atrevidos, -entre los que principalmente sonaba Don Lorenzo Calvo de Rozas, -acreditado en el sitio de Zaragoza, querían en vano sacar a la junta de -su sosegado paso. No era dado a su corto número ni a su anterior y casi -desconocido nombre vencer los obstáculos que se oponían a sus miras.</p> - -<p>Así fue que en los primeros meses siguiendo la central en materias -políticas el dictamen de Floridablanca, y no asistiéndole ni a él ni a -Jovellanos para las militares y económicas el vigor y pronta diligencia -que la apretada situación de España exigía, con lástima se vio que -el nuevo gobierno obrando con lentitud y tibieza en la defensa de la -patria, y ocupándose en pormenores, recejaba en lo civil y gubernativo -a tiempos añejos y de aciaga recordación.</p> - -<div class="sidenote">Su instalación<br/> celebrada<br/> en las -provincias.</div> - -<p>Mas antes y al saberse en las provincias su instalación, fue -celebrada esta con general aplauso y desoídas las quejas en que -prorrumpieron algunas juntas, señaladamente las de Sevilla y Valencia: -las cuales pesarosas de ir a menos en su poder habían intentado -convertir los diputados de la central en meros agentes sometidos a su -voluntad y capricho, dándoles facultades coartadas. Pasose, pues, por -encima de las instrucciones<span class="pagenum" id="Page_115">p. -115</span> que aquellas habían dado, arreglándose a lo que prevenían -los poderes de otras juntas, y según los que se creaba una verdadera -autoridad soberana e independiente y no un cuerpo subalterno y -encadenado. Y si en ello pudo haber algún desvío de legitimidad, el -bien y unión del reino reclamaban que se tomase aquel rumbo, si no se -quería que cada provincia prosiguiese gobernándose separadamente y a su -antojo.</p> - -<div class="sidenote">Contestación<br/> con el consejo.</div> - -<p>Tampoco faltaron como era de temer desavenencias con el consejo -real. En 26 de septiembre le había dado cuenta la junta central de su -instalación, previniéndole que prestado que hubiesen sus individuos -el juramento debido, expidiese las cédulas, órdenes y provisiones -competentes para que obedeciesen y se sujetasen a la nueva autoridad -todas las de la monarquía. Por aquel paso, desaprobado de muchos, -persuadido tal vez el consejo de que la junta había menester su apoyo -para ser reconocida en el reino, cobró aliento, y después de dilatar -una contestación clara y formal, al cabo envió el 30 con el juramento -pedido una exposición de sus fiscales, en la que estos se oponían a que -se prestase dicho juramento, reclamando el uso y costumbres antiguas. -Aunque el consejo no había seguido el parecer fiscal, le remitió no -obstante a la junta acompañado de sus propias meditaciones, dirigidas -principalmente a que se adoptasen las tres siguientes medidas: -1.ª Reducir el número de vocales de la central, por ser el actual -contrario a la Ley 3.ª, Partida 2.ª, título 15, en que hablándose de -las minoridades en los casos en que el rey difunto no hubiese<span -class="pagenum" id="Page_116">p. 116</span> nombrado tutores, dice: -«que los guardadores deben ser uno o tres o cinco, e non más.» 2.ª La -extinción de las juntas provinciales; y 3.ª La convocación de cortes -conforme al decreto dado por Fernando VII en Bayona.</p> - -<p>Justas como a primera vista parecían estas peticiones, no solo no -eran por entonces hacederas, sino que procediendo de un cuerpo tan -desopinado como lo estaba el consejo, achacáronse a odio y despique -contra las autoridades populares nacidas de la insurrección. Sobre los -generales y conocidos motivos, otros particulares al caso contribuyeron -a dar mayor valor a semejante interpretación. Pues en cuanto al primer -punto el consejo que ahora juzgaba ser harto numerosa la junta central, -había en agosto provocado a los presidentes de las de provincia -para que [*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_6-3" -id="Ll_6-3">6-3</a>.)</span> «no siendo posible adoptar de pronto -en circunstancias tan extraordinarias los medios que designaban las -leyes y las costumbres nacionales... diputasen personas de su mayor -confianza, que reuniéndose a las nombradas por las juntas establecidas -en las demás provincias y al consejo, pudiesen conferenciar... de -manera que partiendo todas las providencias y disposiciones de este -centro común fuese tan expedito como conveniente el efecto.» Por lo -cual si se hubiera condescendido con la voluntad del consejo, lejos -de ser menos en número los individuos de la central, se hubiera esta -engrosado con todos los magistrados de aquel cuerpo. Además la citada -ley de Partida en que estribaba la opinión para reducir los centrales y -la formación de regencia, puede decirse que nunca<span class="pagenum" -id="Page_117">p. 117</span> fue cumplida, empezando por la misma -minoridad de Don Fernando IV el Emplazado, nieto del legislador que -promulgó la ley, y acabando en la de Carlos II de Austria. La otra -petición del consejo de suprimir las juntas provinciales, pareció -sobradamente desacordada. Perjudicial la conservación de estas en -tiempos pacíficos y serenos, no era todavía ocasión de abolirlas -permaneciendo el enemigo dentro del reino, y solo sí de deslindar -sus facultades y limitarlas. Tampoco agradó, aunque en apariencia -lisonjera, la 3.ª petición de convocar la representación nacional. -Dudábase de la buena fe con que se hacía la propuesta; habiéndose -constantemente mostrado el consejo hosco y espantadizo a solo el nombre -de cortes, sin contar con que se requería más espacio para convenir -en el modo de su llamamiento, conforme a las mudanzas acaecidas en la -monarquía. Las insinuaciones del consejo se llevaron pues tan a mal -que, intimidado, no insistió por entonces en su empeño.</p> - -<div class="sidenote">Dictamen<br/> de Jovellanos.</div> - -<p>Coincidía sin embargo hasta cierto punto con su dictamen el de -algunos individuos de la central, y de los más ilustrados, entre ellos -el de Jovellanos. Desde el día de la instalación y reuniéndose a -puerta cerrada mañana y noche, fue uno de los primeros acuerdos de la -junta nombrar una comisión de cinco vocales que hiciese su reglamento -interior. En ella provocó Jovellanos como medida previa, tratar de -la institución y forma del nuevo gobierno. No asintiendo los otros -a su parecer, le reprodujo el 7 de octubre en el seno de la misma -junta,<span class="pagenum" id="Page_118">p. 118</span> pidiendo que -se anunciase inmediatamente «a la nación que sería reunida en cortes -luego que el enemigo hubiese abandonado nuestro territorio, y si esto -no se verificase antes, para el octubre de 1810; que desde luego se -formase una regencia interina en el día 1.º del año inmediato de 1809; -que instalada la regencia quedasen existentes la junta central y las -provinciales; pero reduciendo el número de vocales en aquella a la -mitad, en estas a cuatro, y unas y otras sin mando ni autoridad, y -solo en calidad de auxiliares del gobierno.» Este dictamen, aunque -justamente apreciado, no fue admitido, suspendiéndose para más adelante -su resolución. Creían unos que era más urgente ocuparse en medidas de -guerra que en las políticas y de gobierno, y a otros pesábales bajar -del puesto a que se veían elevados. Era también dificultoso agradar -a las provincias en la elección de regencia: esta solamente había de -constar de 3 o 5 individuos, y no siendo por tanto dado a todas ellas -tener en su seno un representante, hubieran nacido de su formación -quejas y desabrimientos. Además el gobierno electivo y limitado de la -regencia, sin el apoyo de otro cuerpo más numeroso y que deliberase -en público como el de las cortes, no hubiera probablemente podido -resistir a los embates de la opinión tan varia y suspicaz en medio -de agitaciones y revueltas. Y la convocación de aquellas según hemos -insinuado pedía más desahogo y previa meditación: por cuyas causas y -la premura de los tiempos continuó la junta central en todo el goce y -poderío de la autoridad soberana.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_119">p. 119</span></p> - -<div class="sidenote">Forma interior<br/> de la central.</div> - -<p>En su virtud y para el mejor y más pronto despacho de los negocios, -arregló su forma interior y se dividió en otras tantas secciones -cuantos ministerios había en España, a saber: estado, gracia y -justicia, guerra, marina y hacienda, resolviendo en sesiones plenas -las providencias que aquellas proponían. <span class="sidenote">Don -Manuel Quintana.</span> Y para reducir su acción a unidad, se creó una -secretaría general a cuya cabeza se puso al célebre literato y buen -patriota Don Manuel Quintana: elección que a veces sirvió al crédito de -la central, pues valiéndose de su pluma para proclamas y manifiestos, -medía la muchedumbre por la dignidad del lenguaje las ideas y -providencias del Gobierno.</p> - -<div class="sidenote">Primeras<br/> providencias<br/> y decretos<br/> -de la central.</div> - -<p>Desgraciadamente estas no correspondieron a aquel durante los -primeros meses. Por de pronto y antes de todo ocupáronse los centrales -en honores y condecoraciones. Al presidente se le dio el tratamiento -de alteza, a los demás vocales el de excelencia, reservándose el de -majestad a la junta en cuerpo. Adornaron sus pechos con una placa que -representaba ambos mundos, se señalaron el sueldo de 120.000 reales, e -incurrieron por consiguiente en los mismos deslices que las juntas de -provincia, sin ser ya iguales las circunstancias.</p> - -<p>No desdijeron otros decretos de estos primeros y desacertados. -Mandose suspender la venta de manos muertas, y aun se pensó en anular -los contratos de las hechas anteriormente. Permitiose a los exjesuitas -volver a España en calidad de particulares. Restableciéronse las -antiguas trabas de la imprenta, y se nombró inquisidor general; y -afligiendo y contristando así a<span class="pagenum" id="Page_120">p. -120</span> los hombres ilustrados, la junta ni contentó ni halagó al -clero, sobradamente avisado para conocer lo inoportuno de semejantes -providencias.</p> - -<p>Por otra parte, tampoco acallaba las hablillas y disgusto que -aquellas promovían con las que tomaba en lo económico y militar. -Verdad es que si algún tanto dependía su inacción de las vanas -ocupaciones en que se entretenía, gran parte tuvo también en ella el -estado lastimoso de la nación, la cual, habiendo hecho un extraordinario -esfuerzo, ya casi exhausta al levantarse en mayo, acabó de agotar sus -recursos para hacer rostro a las urgentes necesidades del momento. Y la -administración pública, de antemano desordenada, desquiciándose del todo -con el gran sacudimiento, yacía por tierra. Reconstruirla era obra más -larga y no propia de un gobierno como la central, cuya forma si bien -imposible o difícil de mejorarse entonces, no por eso dejaba de ser -viciosísima y monstruosa: puesto que cuerpo sobradamente numeroso como -potestad ejecutiva, resolvía lentamente por lo detenido y embarazoso de -sus deliberaciones, y escaso de vocales para ejercer la legislativa, -ni podían ilustrarse suficientemente las materias, ni buscar luces ni -arrimo en la opinión, teniendo que ser secretas sus disensiones por la -índole de su institución misma.</p> - -<div class="sidenote">Su manifiesto en<br/> 10 de noviembre.</div> - -<p>Trató no obstante la central, aunque perezosamente, de bienquistarse -con la nación, circulando en 10 de noviembre un manifiesto, que llevaba -la fecha de 26 de octubre, y en el que con maestría se trazaba el -cuadro del estado de cosas y la conducta que la junta seguiría en -su<span class="pagenum" id="Page_121">p. 121</span> gobierno. No -solamente mencionaba en su contenido los remedios prontos y vigorosos -que era necesario adoptar, no solo trataba de mantener para la defensa -de la patria 500.000 infantes y 50.000 caballos, sino que también daba -esperanza de que se mejorarían para lo venidero nuestras instituciones. -Si este papel se hubiera esparcido con anticipación, y sobre todo si -los hechos se hubieran conformado con las palabras, asombroso y fundado -hubiera sido el concepto de la junta central. Mas había corrido el mes -de octubre, entrado noviembre, comenzado las desgracias, y no por eso -se veía que los ejércitos se proveyesen y aumentasen.</p> - -<div class="sidenote">Distribución<br/> de los ejércitos.</div> - -<p>Estos habían sido divididos por decreto suyo en cuatro grandes y -diversos cuerpos. 1.º Ejército de la izquierda que debía constar del de -Galicia, Asturias, tropas venidas de Dinamarca, y de la gente que se -pudiera allegar de las montañas de Santander y país que recorriese. 2.º -Ejército de Cataluña compuesto de tropas y gente de aquel principado, -de las divisiones desembarcadas de Portugal y Mallorca, y de las que -enviaron Granada, Aragón y Valencia. 3.º Ejército del centro que -debía comprender las cuatro divisiones de Andalucía y las de Castilla -y Extremadura con las de Valencia y Murcia, que habían entrado en -Madrid con el general Llamas. También había esperanzas de que obrasen -por aquel lado los ingleses en caso de que se determinasen a avanzar -hacia la frontera de Francia. 4.º Ejército de reserva, compuesto de -las tropas de Aragón y de las que durante el sitio de Zaragoza se les -habían agregado de<span class="pagenum" id="Page_122">p. 122</span> -Valencia y otras partes. Nombrose también una junta general de guerra, -y presidente de ella al general Castaños, aunque por entonces debía -seguir al ejército. Mas estas providencias no tuvieron entero y -cumplido efecto, impidiéndolo en parte otras disposiciones, y los -contratiempos y desastres que sobrevinieron, en cuya relación vamos a -entrar.</p> - -<div class="sidenote">Su marcha.</div> - -<p>Ya antes de la instalación de la central y en el consejo militar -celebrado en Madrid en 5 de septiembre de que hicimos mención, se había -acordado que al paso que el general Llamas con las tropas de Valencia y -Murcia marchase a Calahorra, y Castaños con las de Andalucía a Soria, -se arrimaran Cuesta y las de Castilla al Burgo de Osma, y Palafox con -las suyas a Sangüesa y orillas del río Aragón; recomendando además a -Galluzo que mandaba las de Extremadura el ir a unirse a las que se -encaminaban al Ebro. Blake por su lado debía avanzar con los gallegos -y asturianos hacia Burgos y provincias vascongadas. Descabellado -como era el plan, desparramando sin orden en varios puntos y en -una línea extendida, escasas, mal disciplinadas y peor provistas -tropas, se procedió despacio en su ejecución, no habiéndose nunca del -todo realizado. Nuevas disputas y pasiones contribuyeron a ello, y -principalmente lo mal entendido y combinado del mismo plan, falta de -recursos, desorden en la distribución y aquella lentitud característica -al parecer de la nación española, y de la que según el gran Bacon había -ya en su tiempo nacido el proverbio:[*] <span class="sidenote">(* Ap. -n. <a href="#Ap_6-4" id="Ll_6-4">6-4</a>.)</span> «<i>Me venga la -muerte de España</i>, porque vendría tarde.»</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_123">p. 123</span></p> - -<div class="sidenote">Marcha<br/> del de Galicia.</div> - -<p>Con todo, el ejército de Galicia después de la rota de Rioseco, -habiéndose algún tanto organizado en Manzanal y Astorga, emprendió su -marcha a las órdenes de su general Don Joaquín Blake en los últimos -días de agosto, y dividido en tres columnas se dirigió por la falda -meridional de la cordillera que separa a León y a Burgos de Asturias -y Santander. Al promediar el mes se hallaban las tres columnas en -Villarcayo, punto que se tuvo por acomodado y central para posteriores -operaciones. Ascendía su número a 22.728 infantes y 400 caballos -distribuidos en cuatro divisiones. La cuarta al mando del marqués de -Portago se movió la vuelta de Bilbao para asegurar la comunicación con -aquella costa, y esperando sorprender a los franceses. Mas avisados -estos por los tiros indiscretos de una avanzada española, pudieron -con corta pérdida retirarse y desocupar la villa. No la guardaron -mucho tiempo nuestras tropas, porque revolviendo sobre ellas con -refuerzo el mariscal Ney, recién llegado de Francia, obligó a Portago -a recogerse por Valmaseda sobre la Nava. <span class="sidenote">Ocupa -Bilbao.</span> Insistió días después el general Blake en recuperar -Bilbao, y acudiendo en persona con superiores fuerzas, necesario le fue -al general francés Merlin evacuar de nuevo dicha villa en la noche del -11 de octubre.</p> - -<div class="sidenote">Marcha<br/> del de Asturias.</div> - -<p>En el mismo día, y ocupando Quincoces, orilla izquierda del Ebro, -se incorporaron al ejército de Galicia las tropas de Asturias, -capitaneadas por Don Vicente María de Acevedo. Había este sucedido en -el mando, desde 28 de junio, al marqués de Santa Cruz de Marcenado, a -cuyo<span class="pagenum" id="Page_124">p. 124</span> patriotismo e -instrucción no acompañaban las raras prendas que pide la formación de -un ejército nuevo y allegadizo. El Acevedo militar antiguo, firme y -severo, y adornado de luces naturales y adquiridas, había conseguido -disciplinar bastantemente 8000 hombres, con los que resolvió salir a -campaña. Iban en dos trozos, uno le regía Don Cayetano Valdés, otro -Don Gregorio Quirós. Jefe de escuadra el primero, le vimos en Mahón -mandando a principios de año la fuerza naval surta en aquel puerto, y -ya antes la nación le había distinguido y colocado entre sus mejores -y más arrojados marinos. Al ruido del alzamiento de Asturias había -acudido a esta provincia, cuna de su familia. El segundo, natural de -ella y oficial de guardias españolas, era justamente tenido por hombre -activo, inteligente y bizarro. Unidas pues las tropas de Asturias y -Galicia concertaron sus movimientos, y el 25 de octubre se situó el -general Blake con parte de ellas entre Zornoza y Durango.</p> - -<div class="sidenote">Cuesta,<br/> su conducta.</div> - -<p>Al propio tiempo Don Gregorio de la Cuesta antes que en cumplir -lo acordado en 5 de septiembre en Madrid, pensó en satisfacer sus -venganzas. Referimos cómo de vuelta de la capital había detenido y -preso en el alcázar de Segovia a los diputados de León Don Antonio -Valdés y vizconde de Quintanilla. Adelante con su propósito quería -juzgarlos como rebeldes a su autoridad en consejo militar, escogiendo -para fiscal de la causa al conde de Cartaojal. Dispuso también que -la ciudad de Valladolid nombrase en su lugar otros dos vocales por -Castilla, con<span class="pagenum" id="Page_125">p. 125</span> lo que -hubieron de aumentarse los choques y la confusión. Felizmente no halló -Cuesta abrigo en la opinión, y desaprobando la central su conducta, -le mandó comparecer en Aranjuez, y previno a Cartaojal que soltase -los presos. Obedecieron ambos, <span class="sidenote">Le suceden<br/> -Eguía<br/> y Pignatelli.</span> y puesto el ejército de Castilla -bajo las órdenes de su segundo jefe Don Francisco Eguía, se acercó a -Logroño en donde definitivamente le sucedió y tomó el mando Don Juan -Pignatelli. Mas estas mudanzas y trasiego de jefes menguó y desconcertó -la tropa castellana, llena sí de entusiasmo y ardor, pero bisoña y poco -arreglada. Su número no pasaba de 8000 hombres con pocos caballos.</p> - -<div class="sidenote">Marcha<br/> de Llamas.</div> - -<p>Por su parte y deseoso de poner en práctica el plan resuelto, partió -de Madrid el primero de todos y en septiembre Don Pedro González de -Llamas. Mandaba a los valencianos y murcianos con que había entrado en -la capital, y salió de ella con unos 4500 hombres infantes y jinetes. -Enderezó su marcha a Alfaro, orilla derecha de Ebro, y situó en -primeros de octubre su cuartel general en Tudela. Siguiéronle de cerca -la 2.ª y 4.ª división de Andalucía regidas ambas por el general Don -Manuel de la Peña, y cuya fuerza ascendía a 10.000 hombres. Castaños -permaneció en Madrid y no faltaba quien motejase su tardanza, en la que -tuvieron principal parte manejos y tramas del consejo, y celos, piques -y desavenencias de la junta de Sevilla.</p> - -<div class="sidenote">Detención<br/> de Castaños<br/> en Madrid.</div> - -<p>Dijeron algunos que también se detenía, esperanzado en que la -central le nombraría generalísimo, en remuneración de lo que había -trabajado<span class="pagenum" id="Page_126">p. 126</span> por -instalarla. Apoyaban la conveniencia de semejante medida Sir Carlos -Stuart, que de Galicia había venido a Madrid y Aranjuez, y lord -William Bentinck, enviado desde Portugal por el general Dalrymple -para concertarse con Castaños acerca de las operaciones militares. -El pensamiento era, sin duda, útil para la unión y conformidad en la -dirección de los ejércitos; pero a su cumplimiento se oponían las -rivalidades de otros generales, las que reinaban dentro de la misma -junta central y el temor de que no tuviese Castaños la actividad y -firmeza que aquellos tiempos requerían.</p> - -<div class="sidenote">Su salida.</div> - -<p>Salió este al fin de Madrid el 8 de octubre, y el 17 llegó a -Tudela. Convidado por Palafox pasó a Zaragoza, y allí acordaron el 20, -<span class="sidenote">Plan concertado<br/> con Palafox.</span> como -continuación de lo antes resuelto, que el ejército del centro con el -de Aragón amenazase a Pamplona, poniéndose una división a espaldas de -esta plaza al mismo tiempo que el de Blake, a quien se enviaría aviso, -marchase por la costa a cortar la comunicación con Francia.</p> - -<p>Al último le dejamos entre Zornoza y Durango; los dos primeros, -o sea más bien la parte de ellos que se había acercado al Ebro, -estaba por entonces así distribuida. A Logroño le ocupaban los 8000 -castellanos al mando de su general Don Juan de Pignatelli; a Lodosa Don -Pedro Grimarest con la 2.ª división de Andalucía, estando la 4.ª a las -órdenes de Don Manuel de la Peña en Calahorra, y siendo ambas de 10.000 -hombres, según queda dicho. Los 4500 valencianos y murcianos permanecían -situados en Tudela y a su frente D. Pedro Roca, sucesor<span -class="pagenum" id="Page_127">p. 127</span> de Llamas, encargado de -otro puesto cerca del gobierno supremo. Del ejército de Aragón había -en Sangüesa 8000 hombres que regía Don Juan O’Neille, enviado de -Valencia con un corto refuerzo, y a su retaguardia en Egea otros 5000 -al mando de Don Felipe Saint-March. Con tan contadas fuerzas y en línea -tan dilatada, juzgaron los prudentes y entendidos ser desacertado -el plan convenido en Zaragoza para tomar la ofensiva; puesto que el -total de soldados españoles, <span class="sidenote">Fuerza<br/> de -los ejércitos<br/> españoles.</span> avanzados a mediados de octubre -hasta Vizcaya y orillas de Ebro, no llegaba a 70.000 hombres, teniendo -Blake 30.000 asturianos y gallegos [los de Romana todavía no estaban -incorporados], y Castaños unos 36.000 entre castellanos, andaluces, -valencianos, murcianos y aragoneses. Parecerá tanto más arreglado a la -razón aquel dictamen, si volviendo la vista al enemigo examinamos su -estado, su número, su posición.</p> - -<div class="sidenote">Situación<br/> de José y del<br/> ejército -francés.</div> - -<p>José Bonaparte después de haber salido de Madrid había permanecido -en los lindes de la provincia de Burgos o en Vitoria. Allí se -entretuvo en dar algunos decretos, en trazar marchas y expediciones -que no tuvieron cumplido efecto, y en crear una orden militar. Sus -ministros apremiados por las circunstancias presentaron un escrito -<span class="sidenote">Exposición<br/> de sus ministros.<br/> (* -Ap. n. <a href="#Ap_6-5" id="Ll_6-5">6-5</a>.)</span> en el que [*] -«exponiendo que el interés de España exigía no confundir su buena -armonía y amistad para con la Francia, con su cooperación a los fines -y planes de mayor extensión en que se hallaba empeñado el jefe de -ella...» indicaban que... «convenía poder anunciar a la nación que -aunque gobernada<span class="pagenum" id="Page_128">p. 128</span> -por el hermano del emperador conforme a los tratados de Bayona, fuese -libre de ajustar una paz separada con la Inglaterra... que esto -calmaría las fundadas zozobras sobre las posesiones de América... etc., -etc.» El escrito se creyó digno de ser presentado a Napoleón, y para -llevarle y apoyarle de palabra fueron en persona a París los ministros -Azanza y Urquijo. Por loables que fuesen las intenciones de los que -escribieron la exposición, no se hace creíble dieran aquel paso con -probabilidad de buen éxito conociendo a Napoleón y su política, o si -tal pensaron, forzoso es decir que andaban harto desalumbrados. Mas -el emperador de los franceses no paró mientes en los discursos de los -ministros españoles de José, y solo se ocupó en mejorar y reforzar su -ejército.</p> - -<p>Este, en los primeros tiempos de su retirada, había caído en gran -desánimo, y los más de sus soldados, excepto los del mariscal -Bessières, iban al Ebro casi sin orden ni formación. Perseguidos -entonces e inquietados, fácilmente hubieran sido del todo desranchados -y dispersos, o por lo menos no se hubieran detenido hasta pisar -tierra de Francia. Pero los españoles descansando sobre los laureles -adquiridos, flojos, escasos también de recursos, les dieron espacio -para repararse. Así fue que los franceses ya más serenos y engrosados -con gente de refresco, <span class="sidenote">Fuerza del<br/> ejército -francés.</span> se distribuyeron en tres grandes cuerpos, el del -centro mandado por el mariscal Ney, que ya dijimos acababa de llegar -de Francia, y los de la izquierda y derecha gobernados cada uno -por los mariscales Moncey y Bessières. Había<span class="pagenum" -id="Page_129">p. 129</span> además una reserva compuesta en parte de -soldados de la guardia imperial, y en donde estaba José con el mariscal -Jourdan, su mayor general, enviado de París últimamente para desempeñar -aquel cargo. De suerte, que todos juntos componían en septiembre una -masa compacta de más de 50.000 combatientes, entre ellos 11.000 de -caballería, con la particular ventaja de estar reconcentrados y prontos -a acudir por el radio a cualquier punto que fuese acometido, cuando -los nuestros para darse la mano tenían que recorrer la extendida y -prolongada curva que formaban en torno de los enemigos, quienes sin -contar con los de Cataluña y guarniciones de Pamplona y San Sebastián -estaban también respaldados por fuerzas que mandaba en Bayona el -general Drouet, y con la confianza de recibir de su propio país por la -inmediación todo género de prontos y eficaces auxilios.</p> - -<div class="sidenote">Movimiento<br/> de los españoles.</div> - -<p>A pesar de eso y de aumentarse sus filas cada día con nuevas tropas, -manteníanse los franceses quietos y sobre la defensiva, a tiempo que -los españoles trataron de ejecutar el plan adoptado en Zaragoza. Era -el 27 de octubre el señalado para dar comienzo a la empresa, mas -días antes ya habían los nuestros con su impaciencia movídose por su -frente. Los castellanos desde Logroño, sentado a la margen derecha del -Ebro, cruzando a la opuesta, se habían adelantado a Viana, y Grimarest -extendídose desde Lodosa a Lerín. Los aragoneses por el lado de -Sangüesa también avanzaron acompañados de muchos paisanos. Y tan grande -fue el número de estos, que Moncey sobresaltado dio cuenta a<span -class="pagenum" id="Page_130">p. 130</span> José, quien destacó del -cuerpo de Bessières dos divisiones para reforzar las tropas que estaban -por la parte de Aragón y Navarra.</p> - -<p>El 20 de octubre mandó el general Grimarest a Don Juan de la Cruz -Mourgeon ocupar Lerín con los tiradores de Cádiz, una compañía de -voluntarios catalanes y unos cuantos caballos. Para apoyarle quedaron -en Carcar y Sesma otros destacamentos. Cruz tenía orden de retirarse -si le atacaban superiores fuerzas, y habiendo expuesto lo difícil de -ejecutar dicha orden caso de que el enemigo se posesionase con su -caballería de un llano que se extiende de Lerín camino de Lodosa, le -ofreció Grimarest sostenerle con oportuno socorro.</p> - -<div class="sidenote">Acción de Lerín,<br/> 26 de octubre.</div> - -<p>Cruz en cumplimiento de lo que se le mandaba fortificó según pudo -el convento de Capuchinos y el palacio cuyo edificio había de ser su -último refugio. No tardó en saber que iba a ser atacado, y de ello dio -aviso el 25 al general Grimarest. En efecto en la madrugada del 26 -le acometieron los enemigos valerosamente rechazados por sus tropas. -Con más gente insistieron aquellos en su propósito a las nueve de la -mañana, y los nuestros replegándose al palacio no dieron oídos a la -intimación que de rendirse se les hizo. Renovaron varias veces los -franceses sus embestidas con 6000 infantes, con artillería y 700 u -800 caballos, y los de Cruz que no excedían de 1000 continuaron en -repelerlos hasta entrada la noche con la esperanza de que Grimarest, -según lo prometido, vendría en su auxilio. Los destacamentos de -Carcar y Sesma aunque lo intentaron no pudieron<span class="pagenum" -id="Page_131">p. 131</span> por su corta fuerza dar ayuda. Amaneció el -día siguiente, y sin municiones ni noticia de Grimarest se vio forzado -Cruz a capitular con el enemigo, quien celebrando su valor y el de -su gente, le concedió salir del palacio con todos los honores de la -guerra, debiendo después ser canjeados por otros prisioneros. Brillante -acción fue la de Lerín aunque desgraciada, siendo los tiradores de -Cádiz soldados nuevos, no familiarizados con los rigores de la guerra. -Censurose al Grimarest haber avanzado hasta Lerín aquellas tropas para -abandonarlas después a su aciaga suerte; pues en vez de correr en -su auxilio, con pretexto de una orden de La Peña evacuó a Lodosa, y -repasando el Ebro se situó en la torre de Sartaguda.</p> - -<p>O’Neille, más dichoso en aquellos días, obligó al enemigo a -retirarse de Nardues a Monreal: corta compensación de la anterior -pérdida y de la que se experimentó en Logroño. El mariscal Ney había -atacado y repelido el 24 los puestos avanzados de las tropas de -Castilla, colocándose el 25 en las alturas que hacen frente a aquella -ciudad del otro lado del Ebro. El general Castaños, que entonces se -encontraba allí, mandó a Pignatelli que sostuviese el punto, a no ser -que los enemigos cruzando el río se adelantasen por la derecha, en cuyo -caso se situaría en la sierra de Cameros sobre Nalda. Ordenó también -que el batallón ligero de Campomayor fuese a reforzarle y desalojar al -enemigo de las alturas ocupadas. <span class="sidenote">Retirada<br/> -de los castellanos<br/> de Logroño.</span> Inútiles prevenciones. -Castaños volvió a Calahorra, y Pignatelli evacuó el 27 a Logroño con -tal precipitación y desorden,<span class="pagenum" id="Page_132">p. -132</span> que no parando hasta Cintruénigo, dejó al pie de la sierra -de Nalda sus cañones, y los soldados desparramados, que durante -veinticuatro horas le siguieron unos en pos de otros. El pavor que se -había apoderado de sus ánimos era tanto menos fundado, cuanto que 1500 -hombres al mando del conde de Cartaojal, volviendo a Nalda, recobraron -los cañones en el sitio en que quedaron abandonados, y a donde no había -penetrado el enemigo.</p> - -<div class="sidenote">Arreglo que<br/> en su ejército<br/> hace el -general<br/> Castaños.</div> - -<p>El general Castaños, justamente irritado contra Pignatelli, le quitó -el mando, e incorporando la colecticia gente de Castilla en sus otras -divisiones, hizo algunas leves mudanzas en su ejército. Por de pronto -formó una vanguardia de 4000 hombres de infantería y caballería, regida -por el conde de Cartaojal, la cual había de maniobrar por las faldas -de la sierra de Cameros desde el frente de Logroño hasta el de Lodosa, -y dio el nombre de 5.ª división a los 4500 valencianos y murcianos -repartidos entre Alfaro y Tudela, al mando de Don Pedro Roca. <span -class="sidenote">Se sitúa<br/> en Cintruénigo<br/> y Calahorra.</span> -Reconcentró la demás fuerza en Calahorra y sus alrededores, y -escarmentado con lo ocurrido se resolvió antes de emprender cosa alguna -a aguardar las demás tropas que debían agregarse al ejército del -centro, y respuesta del general Blake al plan comunicado.</p> - -<div class="sidenote">Napoleón.</div> - -<p>Napoleón en tanto se preparaba a destruir en su raíz la noble -resistencia de un pueblo cuyo ejemplo era de temer cundiese a las -naciones y reyes que gemían bajo su imperial dominación. En un -principio se había figurado que con las tropas que tenía en la -península podría<span class="pagenum" id="Page_133">p. 133</span> -comprimir los aislados y parciales esfuerzos de los españoles, y que -su alzamiento de corta duración pasaría silencioso en la historia -del mundo. Desvanecida su ilusión con los triunfos de Bailén, la -tenaz defensa de Zaragoza y las proezas de Cataluña y Valencia, pensó -apagar con extraordinarios medios un fuego que tan grande hoguera -había encendido. Fue anuncio precursor de su propósito el publicar en -6 de septiembre en el <i>Monitor</i> y por primera vez una relación -circunstanciada de las novedades de la península, si bien pintadas y -desfiguradas a su sabor.</p> - -<div class="sidenote">Su mensaje<br/> al senado.</div> - -<p>Había precedido en 4 del mismo mes a esta publicación un mensaje -del emperador al senado con tres exposiciones, de las que dos eran -del ministro de negocios extranjeros Mr. de Champagny y una del de la -guerra Mr. Clarke. Las del primero llevaban fecha de 24 de abril y -1.º de septiembre. En la de abril después de manifestar Mr. Champagny -la necesidad de intervenir en los asuntos de España, asentaba que la -revolución francesa habiendo roto el útil vínculo que antes unía a -ambas naciones gobernadas por una sola estirpe, era político y justo -atender a la seguridad del imperio francés, y libertar a España del -influjo de Inglaterra; lo cual, añadía, no podría realizarse, ni -reponiendo en el trono a Carlos IV ni dejando en él a su hijo. En la -exposición de septiembre hablábase ya de las renuncias de Bayona, de -la constitución allí aprobada, y en fin se revelaban los disturbios -y alborotos de España, provocados según el ministro por el gobierno -británico que<span class="pagenum" id="Page_134">p. 134</span> -intentaba poner aquel país a su devoción y tratarle como si fuera -provincia suya. Mas aseguraba que tamaña desgracia nunca se efectuaría -estando preparados para evitarla 2.000.000 de hombres valerosos que -arrojarían a los ingleses del suelo peninsular.</p> - -<div class="sidenote">Leva de<br/> nuevas tropas.</div> - -<p>Pronosticaban tan jactanciosas palabras demanda de nuevos -sacrificios. Tocó especificarlos a la exposición del ministro de la -guerra. En ella pues se decía, que habiendo resuelto S. M. I. juntar -al otro lado de los Pirineos más de 200.000 hombres, era indispensable -levantar 80.000 de la conscripción de los años 1806, 7, 8 y 9, y -ordenar que otros 80.000 de la del 10 estuviesen prontos para el enero -inmediato. Al día siguiente de leídas estas exposiciones y el mensaje -que las acompañaba, contestó el senado aprobando y aplaudiendo lo -hecho, y las medidas propuestas; y asegurando también que la guerra -con España era «política, justa y necesaria.» A tan mentido y abyecto -lenguaje había descendido el cuerpo supremo de una nación culta y -poderosa.</p> - -<p>Por anteriores órdenes habían ya empezado a venir del norte de -Europa muchas de las tropas francesas allí acantonadas. A su paso -por París hizo reseña de varias de ellas el emperador Napoleón, -pronunciando para animarlas una arenga enfática y ostentosa.</p> - -<div class="sidenote">Conferencias<br/> de Erfurt.</div> - -<p>No satisfecho este con las numerosas huestes que encaminaba -a España, trató también de asegurar el buen éxito de la empresa -estrechando su amistad y buena armonía con el emperador de Rusia. Sin -determinar tiempo se había en<span class="pagenum" id="Page_135">p. -135</span> Tilsit convenido en que más adelante se avistarían ambos -príncipes. Los acontecimientos de España, incertidumbres sobre la -Alemania y aun dudas sobre la misma Rusia obligaron a Napoleón a pedir -la celebración de las proyectadas vistas. Accedió a su demanda el -emperador Alejandro, quien y el de Francia, puestos ambos de acuerdo -llegaron a Erfurt, lugar señalado para la reunión, el 27 de septiembre. -Concurrieron allí varios soberanos de Alemania, siendo el de Austria -representado por su embajador, y el de Prusia por su hermano el -príncipe Guillermo. Reinó entre todos la mayor alegría, satisfacción y -cordialidad, pasándose los días y las noches en diversiones y festines, -sin reparar que en medio de tantos regocijos no solo legítimos monarcas -sancionaban la usurpación más escandalosa, y autorizaban una guerra que -ya había hecho correr tantas lágrimas, sino que también tachando de -insurrección la justa defensa y de rebeldía la lealtad, abrían ancho -portillo por donde más adelante pudieran ser acometidos sus propios -pueblos y atropellados sus derechos. Ni motivos tan poderosos, ni tales -temores detuvieron al emperador Alejandro. Contento con los obsequios -de su aliado y algunas concesiones, reconoció por rey de España a -José, y dejó a Napoleón en libertad de proceder en los asuntos de la -península según conviniese a sus miras.</p> - -<div class="sidenote">Correspondencia<br/> con el gobierno<br/> -inglés.</div> - -<p>Mas al propio tiempo y para aparentar deseos de paz, cuando después -de lo estipulado era imposible ajustarla, determinaron entablar -acerca de tan grave asunto correspondencia con<span class="pagenum" -id="Page_136">p. 136</span> Inglaterra. Ambos emperadores escribieron -en una y sola carta al rey Jorge III, y sus ministros respectivos -pasaron notas con aviso de que plenipotenciarios rusos se enviarían a -París para aguardar la respuesta de Inglaterra: los que en unión con -los de Francia concurrirían al punto del continente que se señalase -para tratar.</p> - -<p>En contestación, Mr. Canning escribió el 28 de octubre dos cartas -a los ministros de Rusia y Francia, acompañadas de una nota común a -ambos. Al primero le decía, que aunque S. M. B. deseaba dar respuesta -directa al emperador su amo, el modo desusado con que este había -escrito le impedía considerar su carta como privada y personal, siendo -por tanto imposible darle aquella señal de respeto sin reconocer -títulos que nunca había reconocido el rey de la Gran Bretaña. Que -la proposición de paz se comunicaría a Suecia y a España. Que era -necesario estar seguro de que la Francia admitiría en los tratos al -gobierno de la última nación, y que tal sin duda debía de ser el -pensamiento del emperador de Rusia, según el vivo interés que siempre -había mostrado en favor del bienestar y dignidad de la monarquía -española; lo cual bastaba para no dudar que S. M. I. nunca sería -inducido a sancionar por su concurrencia o aprobación usurpaciones -fundadas en principios no menos injustos que de peligroso ejemplo para -todos los soberanos legítimos. En la carta al ministro de Francia -se insistía en que entrasen como partes en la negociación Suecia y -España.</p> - -<p>El mismo Mr. Canning respondió ampliamente en la nota que iba para -dichos dos ministros<span class="pagenum" id="Page_137">p. 137</span> -a la carta autógrafa de ambos emperadores. Sentábase en ella que los -intereses de Portugal y Sicilia estaban confiados a la amistad y -protección del rey de la Gran Bretaña, el cual también estaba unido con -Suecia, así para la paz como para la guerra. Y que si bien con España -no estaba ligado por ningún tratado formal, había sin embargo contraído -con aquella nación a la faz del mundo empeños tan obligatorios como -los más solemnes tratados; y que por consiguiente el gobierno que allí -mandaba a nombre de S. M. C. Fernando VII, debería asimismo tomar parte -en las negociaciones.</p> - -<p>El ministro ruso replicó no haber dificultad en cuanto a tratar -con los soberanos aliados de Inglaterra; pero que de ningún modo se -admitirían los plenipotenciarios de los insurgentes españoles [así los -llamaba], puesto que José Bonaparte había ya sido reconocido por el -emperador su amo como rey de España. Menos sufrida y más amenazadora -fue la contestación de Mr. Champagny ministro de Francia.</p> - -<div class="sidenote">Fin de la<br/> correspondencia.</div> - -<p>Diose fin a la correspondencia con nuevos oficios en 9 de diciembre -de Mr. Canning, concluyendo este con repetir al francés, «que S. M. B. -estaba resuelto a no abandonar la causa de la nación española y de la -legítima monarquía de España; añadiendo que la pretensión de la Francia -de que se excluyese de la negociación el gobierno central y supremo que -obraba en nombre de S. M. C. Fernando VII, era de naturaleza a no ser -admitida por S. M. sin condescender con una usurpación que no tenía -igual en la historia del universo.»</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_138">p. 138</span></p> - -<div class="sidenote">Discurso<br/> de Napoleón<br/> al cuerpo<br/> -legislativo.</div> - -<p>Contaba Napoleón tan poco con esta negociación, que volviendo a -París el 18 de octubre, y abriendo el 25 el cuerpo legislativo, después -de tocar en su discurso muy por encima el paso dado en favor de las -paces, dijo: «parto dentro de pocos días para ponerme yo mismo al -frente de mi ejército, coronar con la ayuda de Dios en Madrid al rey de -España, y plantar mis águilas sobre las fortalezas de Lisboa.» Palabras -incompatibles con ningún arreglo ni pacificación, y tan conformes -con lo que en su mente había resuelto, que sin aguardar respuesta de -Londres a la primera comunicación, partió de París el 29 de octubre -llegando a Bayona en 3 de noviembre.</p> - -<div class="sidenote">Fuerza y división<br/> del ejército<br/> -francés.</div> - -<p>Empezaban ya entonces a tener cumplida ejecución las providencias -que había acordado para sujetar y domeñar en poco tiempo la altiva -España. Sus tropas acudían de todas partes a la frontera, y variando -por decreto de septiembre la forma que tenía el ejército de José, le -incorporó al que iba a reforzarle, dividiendo su conjunto en ocho -diversos cuerpos a las órdenes de señalados caudillos, cuyos nombres y -distribución nos parece conveniente especificar.</p> - -<p>1.<sup>er</sup> Cuerpo. Mariscal Victor, duque de Bellune.</p> - -<p>2.º  Cuerpo. Mariscal Bessières, duque de Istria.</p> - -<p>3.<sup>er</sup> Cuerpo. Mariscal Moncey, duque de Cornegliano.</p> - -<p>4.º  Cuerpo. Mariscal Lefebvre, duque de Danzig.</p> - -<p>5.º  Cuerpo. Mariscal Mortier, duque de Treviso.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_139">p. 139</span>6.º  Cuerpo. -Mariscal Ney, duque de Elchingen.</p> - -<p>7.º  Cuerpo. El general Saint-Cyr.</p> - -<p>8.º  Cuerpo. El general Junot, duque de Abrantes.</p> - -<p>A veces, según iremos viendo, se sustituyeron nuevos jefes en lugar -de los nombrados. El total de hombres, sin contar con enfermos y demás -bajas, ascendía a 250.000 combatientes, pasando de 50.000 los caballos. -De estos cuerpos el 7.º estaba destinado a Cataluña, el 5.º y 8.º -llegaron más tarde. Los otros en su mayor parte aguardaban ya a su -emperador para inundar, a manera de raudal arrebatado, las provincias -españolas.</p> - -<div class="sidenote">Cruza Napoleón<br/> el Bidasoa.</div> - -<p>Napoleón cruzó el Bidasoa el 8 de noviembre acompañado de los -mariscales Soult y Lannes, duques de Dalmacia y de Montebello. Llegó -el mismo día a Vitoria, donde estaba José y el cuartel general. Las -tropas francesas habían conservado del lado de Navarra y Castilla casi -las mismas posiciones que ocuparon después de las jornadas de Lerín -y Logroño. No así por el de Vizcaya. Inquieto el mariscal Lefebvre, -sucesor del general Merlin, de los movimientos del ejército de Don -Joaquín Blake, había pensado con el 4.º cuerpo arrojarle de Zornoza.</p> - -<p>Firme el general español desde el 25 de octubre en conservar aquel -sitio, celebró en 28 un consejo de guerra. Los más prudentes estuvieron -por replegarse: hubo quien opinó por acometer sin dilación al enemigo. -Andaba indeciso el general en jefe, no pareciéndole acertado el último -dictamen, y receloso de abrazar<span class="pagenum" id="Page_140">p. -140</span> el primero en una sazón en que los pueblos tildaban de -traidor al general que los dejaba con su retirada a merced del -enemigo. <span class="sidenote">Acción<br/> de Zornoza,<br/> 31 de -octubre.</span> Entre dudas llegó el 31 de octubre, día en que el -mariscal Lefebvre atacó a los españoles. La fuerza que este tenía era -de 26.000 hombres, la nuestra 16.500. Había también contado Blake con -que apoyaría su derecha la división de Martinengo con algunos caballos -mandados por el marqués de Malespina, y una de Asturias gobernada por -Don Vicente María de Acevedo. Mas avanzando ambas hasta Villaró y Dima, -se vieron separadas del cuerpo principal del ejército por fragosas -sierras y caminos intransitables. Grande inadvertencia ordenar un -movimiento sin cabal noticia del terreno.</p> - -<p>El mariscal Lefebvre al amanecer del 31 empezó su embestida a favor -de una densa niebla. Las vanguardias de ambos ejércitos estaban a un -lado y otro de la hondonada que forma el monte de San Martín y la -altura arbolada de Bernagoitia, por donde atraviesa el camino real. La -vanguardia española, regida por el brigadier Don Gabriel de Mendizábal, -enseñoreaba la última posición de las nombradas, que fue acometida -primeramente por la división del general Villatte. Apoyaron y siguieron -a este las divisiones de los generales Sebastiani y Leval, y empeñada -toda nuestra vanguardia peleó largo rato esforzadamente. Causábale gran -daño la artillería enemiga, sin que a sus fuegos pudiera responder -careciendo de igual arma. Rota al fin se recogió al amparo de la 1.ª -y 4.ª división apostadas en el monte de San Miguel. La 1.ª, del<span -class="pagenum" id="Page_141">p. 141</span> mando de Don Genaro -Figueroa, oficial sabio y bizarro, repelió con su vivo y acertado fuego -al enemigo, impidiéndole apoderarse de un mogote que ocupaba en dicho -monte; pero la 4.ª, falta de cañones como lo demás del ejército, fue -arrollada, habiendo el enemigo avanzado su artillería por el camino -real, y sosteniéndola con infantería y caballería. Entonces Blake -conociendo su desventaja determinó retirarse, para lo que poniéndose -a la cabeza de los granaderos provinciales, y siguiéndole la reserva -mandada por Don Nicolás Mahy, contuvo al enemigo y dio lugar a que -todas las fuerzas, reuniéndose en las faldas del monte de Santa Cruz -de Bizcargui, emprendiesen la retirada. La 3.ª división, al mando de -Don Francisco Riquelme, estuvo alejada de las otras y en la orilla -opuesta del río, en donde sosteniendo un choque del enemigo, se replegó -separadamente no siéndole dado unirse al grueso del ejército. Los -franceses, atentos a la aspereza de la tierra y a que los nuestros -se retiraban en bastante buen orden, dejaron de perseguirlos de -cerca y molestarlos. La pérdida fue corta de ambas partes: quizá la -victoria hubiera sido más dudosa si el general español no se hubiera -de antemano despojado de la artillería, enviándola camino de Bilbao. -Ha habido quien le disculpe con el propósito que tenía de retirarse; -pero ciertamente fue descuido quedarse del todo desprovisto de tan -necesaria ayuda enfrente de un enemigo activo y emprendedor. Blake -continuó por la noche su marcha, y sin detenerse en Bilbao más que para -acopiar algunas vituallas, uniéndose después<span class="pagenum" -id="Page_142">p. 142</span> con Riquelme, tomaron juntos la vuelta de -Valmaseda. El mariscal Lefebvre los siguió de lejos hasta Güeñes, en -donde habiendo dejado para observarlos al general Villatte con 7000. -hombres, retrocedió a Bilbao.</p> - -<p>José, aunque desaprobaba como precipitada la tentativa de aquel -mariscal, no siendo ya dueño de evitarla, mandó de Vitoria que una -división del primer cuerpo del mariscal Victor se extendiese por el -valle de Orduña para favorecer los movimientos de Lefebvre, y que otra -del 2.º cuerpo se dirigiese a Berberena, ya para unirse con la primera, -o ya para perseguir a Blake si se retiraba del lado de Villarcayo. La -del valle de Orduña se encontró en su marcha con los generales Acevedo -y Martinengo, que vimos separados del ejército en Villaró. Inciertos -estos jefes de la suerte de Blake, e informados tarde y confusamente -de la acción de Zornoza, creyeron arriesgada su posición y trataron -de alejarse por Oquendo, Miravalles y Llodio. En el camino y cerca -de Menagaray fue su encuentro con la mencionada división francesa. -Presentáronle los nuestros firme rostro, e imaginándose los contrarios -haber tropezado con todo el ejército de Blake, no insistieron en atacar -y se replegaron a Orduña. Los españoles entonces mejoraron su posición -colocándose en una altura agria cerca de Orrantia.</p> - -<p>Blake el 3 de noviembre se había reconcentrado en la Nava, dos -leguas más allá de Valmaseda yendo de Bilbao. Poco antes se le -incorporó la mayor parte de la fuerza que había venido de Dinamarca -y que estaba a las órdenes<span class="pagenum" id="Page_143">p. -143</span> del conde de San Román, y en el mismo Nava otra división -de Asturias a las de Don Gregorio Quirós, componiendo en todo los que -se reunieron de 8 a 9000 hombres. La caballería venida del norte, -hallándose desmontada, había partido al mediodía de España para -proveerse de caballos. Reforzado así el ejército de Blake, y enterado -este del aprieto de Acevedo y Martinengo, sin tardanza determinó -librarlos. Moviose pues hacia Valmaseda cuyo punto debía acometer la -4.ª división, ahora mandada por Don Esteban Porlier, en tanto que la -de San Román se dirigía al Berrón una legua distante; la 3.ª y la -asturiana de Quirós a Arciniega, y lo demás de la fuerza a Orrantia, en -donde era de presumir permaneciesen las divisiones comprometidas. No se -engañaron, encontrándose luego unos y otros con inexplicable gozo.</p> - -<div class="sidenote">De Valmaseda,<br/> 4 de noviembre.</div> - -<p>Fue en aquel mismo instante cuando se rompió el fuego por los que -se habían adelantado a Valmaseda, cuyo camino corre al pie de las -alturas que ocupaban las divisiones extraviadas. Atacado impensadamente -el general francés Villatte, retirose con demasiada priesa, hasta que -volviendo en sí juntó su gente a la ribera izquierda del Salcedón. -Visto lo cual por el general Acevedo, se aproximó con cuatro cañones de -montaña a una de las dos eminencias que forman el valle de Valmaseda, -y enviando por un rodeo dos batallones para que estrechasen a los -franceses por retaguardia, sobrecogió a estos, que desbaratados huyeron -en el mayor desorden hasta Güeñes. Perdieron un cañón, carros de<span -class="pagenum" id="Page_144">p. 144</span> municiones y muchos -equipajes, entre los que se contaba el del general Villatte. Debiose -principalmente la victoria al acierto y pronta decisión de Don Vicente -María de Acevedo.</p> - -<p>Napoleón supo en Bayona los ataques ocurridos desde el 31, y -desagradole que el mariscal Lefebvre hubiese comenzado a guerrear -antes de su llegada, y aun también que José le prestase ayuda: ya -porque juzgase expuesto un movimiento parcial y aislado, o ya más bien -porque no quisiese que empezasen triunfos y victorias antes de que él -en persona capitanease su ejército. Sin embargo temeroso de alguna -desgracia, mandó prontamente que el mariscal Lefebvre con el 4.º cuerpo -continuase desde Bilbao en perseguir a Blake, y que el mariscal Victor -con el 1.º marchase por Orduña y Amurrio contra Valmaseda, formando un -total de 50.000 hombres.</p> - -<div class="sidenote">Reconocimiento<br/> hacia Güeñes en<br/> 7 de -noviembre.</div> - -<p>Avanzaban ambos mariscales a la propia sazón que Blake queriendo -aprovecharse de la ventaja alcanzada en Valmaseda y reconocer las -fuerzas del enemigo, iba el 7 la vuelta de San Pedro de Güeñes. La -víspera había el general español enviado sobre su izquierda a Sopuerta -la 4.ª división, que no pudiendo reincorporarse al ejército se -retiró por Lanestosa a Santander. El mismo día, no queriendo tampoco -Blake dejar descubierta su derecha, dirigió camino de Villarcayo y -de Medina de Pomar al marqués de Malespina con los 400 caballos que -había y algunos infantes. Por su lado el general en jefe se encontró -con el mariscal Lefebvre; peleando los españoles con bizarría, -particularmente<span class="pagenum" id="Page_145">p. 145</span> -la división de Figueroa y el batallón de estudiantes de Santiago, -apellidado literario. Al caer la noche hubieron los nuestros de -replegarse vista la superioridad del enemigo, y a pesar de ser el -tiempo muy lluvioso, prosiguieron ordenadamente su retirada, ocupando -el 8 a Valmaseda y pueblos vecinos.</p> - -<p>La tarde de dicho día, agolpándose del lado de Orduña y de Bilbao -todas las fuerzas de los mariscales Victor y Lefebvre que caminaban -a unirse, levantaron los nuestros su campo dirigiéndose a la Nava. -Quedaron a la retaguardia para proteger el movimiento algunos -batallones de la división de Martinengo y asturianos al mando de Don -Nicolás de Llano Ponte, quien poco avisado, dejándose cortar por el -enemigo, nunca se volvió a incorporar con el grueso del ejército, -yéndose del lado de Santander. Los mariscales franceses se juntaron -en Valmaseda, y Blake llegó el 9 en la tarde a Espinosa de los -Monteros.</p> - -<p>Disminuíase su ejército teniendo desde el 31 que pelear a -la continua con el enemigo, la lluvia, el frío, el hambre, la -desnudez. Rigurosa suerte aun para soldados veteranos y endurecidos; -insoportable para bisoños y poco disciplinados. La escasez de víveres -fue extrema, viéndose obligados hasta los mismos jefes a mantenerse -con mazorcas de maíz y malas frutas. Provenía miseria tanta del mal -arreglo en el ramo de hacienda, y de haber contado el general en -jefe con ser abastecido por la costa, sin cuidar convenientemente -de adoptar otros medios: enseñando la práctica militar, como ya -decía Vegecio<span class="pagenum" id="Page_146">p. 146</span> -«que [*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_6-6" -id="Ll_6-6">6-6</a>.)</span> la penuria más veces que la pelea acaba -con un ejército, y que el hambre es más cruel que el hierro del -enemigo.»</p> - -<p>Acosado nuestro ejército por tantos males, pensábase que el general -Blake no se aventuraría a combatir contra un enemigo más numeroso, -aguerrido y bien provisto. Esperanzado sin embargo en que le asistiese -favorable estrella, determinó probar la suerte de una batalla delante -de Espinosa de los Monteros.</p> - -<div class="sidenote">Batalla de<br/> Espinosa, 10 y 11<br/> de -noviembre.<br/> (* Ap. n. <a href="#Ap_6-7" id="Ll_6-7">6-7</a>.)</div> - -<p>Es esta villa muy conocida en España por el privilegio de que gozan -sus naturales de hacer de noche la guardia al rey cerca de su cuarto; -y cuya concesión, según cuentan,[*] sube a Don Sancho García, conde -de Castilla. Está situada en la ribera izquierda del Trueba, y los -españoles colocándose en el camino que viene de Valmaseda dejaron a -su espalda el río y la villa. En una altura elevada de difícil acceso -y a la siniestra parte pusiéronse los asturianos capitaneados por los -generales Acevedo, Quirós y Valdés. La 1.ª división y la reserva con -sus respectivos jefes Don Genaro Figueroa y Don Nicolás Mahy seguían en -la línea descendiendo al llano. El general Riquelme y su 3.ª división -ocupó en el valle lo más abierto del terreno, y la vanguardia, al mando -de Don Gabriel de Mendizábal con seis piezas de artillería dirigidas -por el capitán Don Antonio Roselló, se colocó en un altozano a la -derecha de Espinosa, desde donde se enfilaban las principales avenidas. -Por el mismo lado y más adelante en un espeso bosque y sobre una loma -estaba la división del norte que gobernaba el conde de San<span -class="pagenum" id="Page_147">p. 147</span> Román, quedando no lejos -de la artillería y algo detrás por su derecha la 2.ª de Martinengo. La -fuerza de los españoles no llegaba a 21.000 combatientes.</p> - -<p>A la una de la tarde del 10 empezó a avistarse el enemigo, en número -de 25.000 hombres mandados por el mariscal Victor. Se había este -juntado con el mariscal Lefebvre en Valmaseda y separádose en la Nava, -dirigiéndose el segundo a Villarcayo y siguiendo el primero la huella -de Blake con esperanzas ambos de envolverle. Se empeñó la refriega por -donde estaban las tropas del norte, embistiendo el bosque el general -Pacthod. Durante dos horas le defendieron los nuestros con intrepidez, -mas cargando el enemigo en mayor número fue al fin abandonado. La -artillería, manejada con acierto por Roselló, dirigió entonces un fuego -muy vivo contra el bosque, y caminando por orden de Blake para sostener -a San Román la división de Riquelme, se encendió de nuevo la pelea. -Cundió por toda la línea, y aun la izquierda de los asturianos avanzó -para llamar la atención del enemigo. La derecha no solo se mantenía, -sino que volviendo a ganar terreno, estaban las tropas del norte -prontas a recuperar el bosque, cuando la oscuridad de la noche impidió -la continuación del combate, glorioso para los españoles, pero con tan -poca ventura que perdieron dos de sus mejores jefes, el conde de San -Román y Don Francisco Riquelme, mortalmente heridos.</p> - -<p>Los españoles, si bien alentados con haber infundido respeto -al enemigo, ya no podían sobrellevar<span class="pagenum" -id="Page_148">p. 148</span> tanto cansancio y trabajos, careciendo -aun de las provisiones más precisas. Malas frutas habían comido -aquellos días, pero ahora apenas les quedaba tan menguado recurso. -Sus heridos yacían abandonados, y si algunos eran recogidos no podía -suministrárseles alivio en medio de sus quejidos y lamentos. En balde -se esmeraba el general en jefe, en balde sus oficiales en buscar por -Espinosa socorros para su gente. Los vecinos habían huido espantados -con la guerra; la tierra de suyo escasa estaba ahora con aquella -ausencia más empobrecida, aumentándose la confusión y el duelo en medio -de la lobreguez de la noche. A su amparo obligó el hambre a muchos -soldados a desarrancarse de sus banderas, particularmente a los de la -división del norte, que eran los que más habían padecido.</p> - -<p>Al contrario los franceses, bien alimentados, retirados sus heridos -y puestos otros en lugar de los que el día 10 habían combatido, se -disponían a pelear en la mañana siguiente. Hubiera el general español -obrado con cordura, si atendiendo a las lástimas y apuros de sus -soldados hubiese a la callada y por la noche alzado el campo, y buscado -del lado de Santander o del de Reinosa bastimentos y alivio a los -males. Mas lisonjeándose de que el enemigo se retiraría y queriendo -sacar ventaja del esfuerzo con que sus soldados habían lidiado, se -inclinó a permanecer inmoble y exponerse a nuevo combate.</p> - -<p>No tuvo que aguardar largo tiempo: desde el amanecer le renovaron -los franceses. Habían<span class="pagenum" id="Page_149">p. 149</span> -en la víspera notado que en la izquierda de los españoles estaban -tropas bisoñas, y también que la altura que ocupaban como más elevada, -era la llave de la posición. Así se determinaron a empezar por allí el -ataque, siendo el general Maison con su brigada quien primero embistió -a los asturianos. Resistieron estos con denuedo, y a la voz de sus -dignos jefes Acevedo, Quirós y Valdés conserváronse firmes y serenos, -no obstante su inexperiencia. Advirtió el general enemigo el influjo -de dichos jefes, y sobre todo que uno de ellos montado en un caballo -blanco, corriendo a los puntos más peligrosos, exhortaba a su tropa -con la palabra y el gesto. Sin tardanza [según nos ha contado años -adelante en París el mismo general] destacó tiradores diestros, para -que apuntando cuidadosamente disparasen contra los jefes, y en especial -contra el del caballo blanco, que era el desgraciado Quirós. La orden -causó grave mal a los españoles, y decidió la acción. Los tiradores -abrigados de lo irregular y quebrado del terreno, esparcidos en -diversos sitios, arcabuceaban, por decirlo así, a nuestros oficiales, -sin que recibiesen notable daño del fuego cerrado de nuestras columnas. -La poca práctica de la guerra y el escasear de soldados hábiles, -impidió usar del mismo medio que empleaban los enemigos. A poco fue -traspasado de dos balazos Don Gregorio Quirós, heridos los generales -Acevedo y Valdés, con otros jefes, entre los que se contaron los -distinguidos oficiales Don Joaquín Escario y Don José Peón. La muerte y -heridas de caudillos tan amados sembró profunda<span class="pagenum" -id="Page_150">p. 150</span> aflicción en las filas asturianas, y -flaqueando algunos cuerpos siguiose en todos el mayor desorden. Quiso -sostenerlos Blake enviando a Don Gabriel de Mendizábal para que tomase -el mando; mas ya era tarde. La dispersión había comenzado y los -franceses posesionándose de la altura perseguían a los asturianos, cuyo -mayor número huyendo se enriscó por las asperezas del valle de Pas.</p> - -<p>El centro del ejército español y su derecha, que en la noche se -habían agrupado alrededor del altozano donde estaba Roselló con -la artillería, tan luego como se dispersó la izquierda, se vieron -acometidos por la división francesa de Ruffin. Algún tiempo se -mantuvieron nuestros soldados en su puesto, aunque inquietos con la -huida de los asturianos; pero en breve comenzando unos a ciar y otros -a desarreglarse, ordenó el general Blake la retirada, sostenida por -la reserva de Don Nicolás Mahy y las seis piezas del capitán Roselló, -perdidas luego en el paso del Trueba. Hubiera a los nuestros servido -de mucho en aquel trance y en lo demás de la retirada la corta -división con 400 caballos que mandaba el marqués de Malespina, y a -los que el general Blake había ordenado pasar a Villarcayo. Temeroso -dicho marqués de ser envuelto por el mariscal Lefebvre que iba del -mismo lado, en vez de aproximarse a Espinosa tomó otro rumbo, y su -división se unió después en diversas partidas a distintos y lejanos -ejércitos. La pérdida de los españoles en las acciones de Espinosa fue -muy considerable, su dispersión casi completa. La de los franceses -cortísima el<span class="pagenum" id="Page_151">p. 151</span> 11, no -dejó la víspera de ser de importancia.</p> - -<p>Señaló Don Joaquín Blake para reunión de sus tropas la villa -de Reinosa, en donde estaba el parque general de artillería y los -almacenes. Llegó el 12 con pocas fuerzas esperando poder rehacerse -algún tanto, y dar vida con las provisiones que allí había a sus -hambrientos y desmayados soldados. Pero la activa diligencia del -enemigo y las desgracias que se agolparon no le dejaron vagar ni -respiro.</p> - -<div class="sidenote">Disposiciones<br/> de Napoleón.</div> - -<p>Desde que en 8 de noviembre había Napoleón entrado en Vitoria, se -sentía por doquiera su presencia. Servíanle como de mágico impulso -poder inmenso, bélico renombre, imperiosa y presta voluntad. Ya -contamos como de Bayona mismo había ordenado al 1.º y 4.º cuerpo -perseguir al general Blake. Y ahora poniendo particular conato -en enderezar sus pasos a Madrid, cuya toma resonaría en Europa -favorablemente a sus miras, arregló para ello y en breve un plan -general de ataque. Asegurada que fue su derecha por los mencionados -1.º y 4.º cuerpos, encargó al 3.º, del mando del mariscal Moncey, que -observase desde Lodosa el ejército del centro y de Aragón, dejando -además en Logroño a los generales Lagrange y Colbert, del 6.º cuerpo, -cuya principal fuerza, capitaneada por su mariscal Ney, debía caminar a -Aranda de Duero. Tomó el mando del 2.º cuerpo el mariscal Soult, y su -anterior jefe Bessières fue encargado de gobernar la caballería. Ambos, -con Napoleón al frente de la guardia imperial y la reserva, siguieron -el camino real de Madrid dirigiéndose a Burgos.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_152">p. 152</span></p> - -<div class="sidenote">Acción<br/> de Burgos,<br/> 10 de noviembre.</div> - -<p>En esta ciudad había comenzado a entrar el ejército de Extremadura -compuesto de unos 18.000 hombres distribuidos en tres divisiones, y a -su frente el conde de Belveder, mozo inexperto nombrado por la junta -central para reemplazar a Don José Galluzo. La 1.ª división estaba allí -desde el 7 de noviembre: se le juntó la 2.ª en la tarde del 9, quedando -todavía atrás y hacia Lerma la 3.ª Así que solo se contaban dentro de -la ciudad y cercanías 12.000 hombres, de ellos 1200 de caballería. -Fiado Belveder en algunas favorables y leves escaramuzas, vivía -tranquilo y de modo que a los oficiales de la 2.ª división que a su -llegada fueron a cumplimentarle, recomendoles el descanso, bastándole -por entonces, según dijo, las fuerzas de la 1.ª división para rechazar -a los franceses caso que le atacasen. Tan ignorante estaba de la -superioridad del enemigo, y tan olvidado de la endeble organización de -sus tropas.</p> - -<p>Serían las seis de la mañana del 10 cuando el general Lasalle -con la caballería francesa llegó a Villafría, tres cuartos de legua -de Gamonal, a donde se había adelantado la 1.ª división de Belveder -mandada por Don José María de Alós. Los franceses, como no tenían -consigo infantería, retrocedieron para aguardarla a Ruvena, con lo -que alentados los nuestros resolvieron empeñar una acción. Lasalle -rehecho forzó a los que le seguían a replegarse otra vez a Gamonal, a -cuyo punto había ya acudido lo demás del ejército español. La derecha -de este ocupaba un bosque del lado del río Arlanzón, y la izquierda -las tapias de una huerta o jardín, cubriendo<span class="pagenum" -id="Page_153">p. 153</span> el frente algunos cuerpos con dieciséis -piezas de artillería. Las tropas más bisoñas se pusieron detrás de las -mejor enregimentadas, como lo eran un batallón de guardias españolas, -algunas compañías de valonas, el 2.º de Mallorca y granaderos -provinciales.</p> - -<p>Fue pues aproximándose el ejército enemigo: y extendiéndose por -nuestra derecha el general Lasalle se colocó en un llano situado entre -el bosque y el río, al paso que la infantería veterana del general -Mouton intrépidamente acometió dicho bosque guarnecido por la derecha -española, la cual creyéndose envuelta por Lasalle comenzó en breve a -cejar, no obstante el vivo fuego que desde el frente hacían nuestros -cañones. La caballería guiada por Don Juan Henestrosa, hombre valiente, -pero más devoto que entendido militar, trató de dar una carga a la -enemiga. Henestrosa que en realidad mandaba también en jefe, invocando -a los santos del cielo y con tanta bravura como imprudencia, arremetió -contra los jinetes franceses, quienes fácilmente le repelieron y -desbarataron. Entonces fueron del todo deshechos los del bosque: y la -izquierda, aunque no atacada de cerca, comenzó a huir y desbandarse. -La pelea duró poco, y vencidos y vencedores entraron mezclados en -Burgos.</p> - -<p>El mariscal Bessières tirando por la orilla del río con la -caballería pesada, acuchilló a los soldados fugitivos y cogió varios -cañones, habiéndose perdido catorce y además otros que quedaron en el -parque. La pérdida de los españoles fue considerable, aunque mayor -la dispersión<span class="pagenum" id="Page_154">p. 154</span> y -el desorden; teniendo que arrepentirse, y dolorosamente, el general -Belveder de haberse empeñado con ligereza en acción tan desventajosa. -Entregaron los vencedores al pillaje la ciudad de Burgos apoderándose -de 2000 sacas de lana fina pertenecientes a ricos ganaderos. Llegó el -mismo día el conde de Belveder a Lerma con muchos dispersos, en donde -se encontró con la 3.ª división de Extremadura, ausente de la batalla. -Perseguido por los enemigos pasó a Aranda de Duero, y no seguro -todavía allí, prosiguió hasta Segovia, en cuya ciudad fue relevado del -mando por la junta central que nombró para sucederle a Don José de -Heredia.</p> - -<div class="sidenote">Resuelve Soult<br/> contra Blake.</div> - -<p>El mariscal Soult con la natural presteza de su nación, enviando -del lado de Lerma una columna que persiguiese a los españoles y otra -camino de Palencia y Valladolid, salió en persona el mismo 10 hacia -Reinosa con intento de interceptar a Blake en su retirada. Inútilmente -había este confiado en dar en aquella villa descanso a sus tropas, -pues noticioso de que por Villarcayo se acercaba el mariscal Lefebvre, -ya había el 13 movido su artillería con dirección a León por Aguilar -de Campóo. Iban con ella enfermos y heridos huyendo de un peligro sin -pensar en el otro, no menos terrible, con que tropezaron. Caminaban -cuando se les anunció le aparición por su frente de tropas francesas: -la artillería precipitando su marcha y usando de adecuados medios -pudo salvarse, mas de los heridos los hubo que fueron víctima del -furor enemigo. En su número se contó al general Acevedo. Encontráronle -cazadores franceses<span class="pagenum" id="Page_155">p. 155</span> -del regimiento del coronel Tascher, y sin miramiento a su estado, ni -a su grado, ni a las sentidas súplicas de su ayudante Don Rafael del -Riego, traspasáronle a estocadas. Riego, el mismo que fue después tan -conocido y desgraciado, quedó en aquel lance prisionero.</p> - -<p>Blake acosado y temiendo no solo a los que le habían vencido en -Espinosa, sino también a los mariscales Lefebvre y Soult, que cada -uno por su lado venían sobre él, no pudiendo ya ir a León por tierra -de Castilla, salió de Reinosa en la noche del 13, y se enriscó por -montañas y abismos, enderezándose al valle de Cabuérniga. Llegó allí -a su colmo la necesidad y miseria. El ánimo de Blake andaba del todo -contristado y abatido, mayormente teniendo que entregar a nuevo jefe de -un día a otro y en tan mal estado las pobres reliquias de su ejército, -lo cual le era de gran pesadumbre. La central había nombrado general en -jefe del ejército de la izquierda al marqués de la Romana. Noticioso -Blake en Zornoza del sucesor, no por eso dejó de continuar el plan de -campaña comenzado. Una indisposición, según parece, detuvo a Romana -en el camino, no uniéndose al ejército sino en Renedo, cuando estaba -en completa derrota y dispersión. En tal aprieto pareciole ser más -conveniente dejar a Blake el cuidado de la marcha, ordenándole que se -recogiese por la Liébana a León, en cuya ciudad y ribera derecha del -Esla debía hacer alto y aguardarle.</p> - -<div class="sidenote">Diversas<br/> direcciones<br/> de los -mariscales<br/> franceses.</div> - -<p>De su lado los mariscales franceses, ahuyentado Blake, tomaron -diversos rumbos. El mariscal Lefebvre con el cuarto cuerpo, después -de<span class="pagenum" id="Page_156">p. 156</span> descansar algunos -días, se encaminó por Carrión de los Condes a Valladolid. El primer -cuerpo, del mando de Victor, juntose en Burgos con Napoleón, marchando -Soult con el segundo a Santander; de cuyo puerto hecho dueño, y dejando -para guarnecerle la división de Bonnet, persiguió por la costa los -dispersos y tropas asturianas que se retiraban a su país natal. Tuvo -en San Vicente de la Barquera un choque con 4000 de ellos al mando de -Don Nicolás de Llano Ponte: los deshizo y dispersó; y yendo por la -Liébana en busca de Blake franqueando las angosturas de la Montaña -y despejándola de soldados españoles, desembocó rápidamente en las -llanuras de tierra de Campos.</p> - -<div class="sidenote">Entrada<br/> en Burgos<br/> de Napoleón.</div> - -<p>Napoleón al propio tiempo y después de la jornada de Gamonal, había -sentado su cuartel general en Burgos. Los vecinos habían huido de la -ciudad, y soledad y silencio no interrumpido sino por la algazara del -soldado vencedor, fue el recibimiento que ofreció al emperador de los -franceses la antigua capital de Castilla. Mas él poco cuidadoso del -modo de pensar de los habitantes, <span class="sidenote">Su decreto -de<br/> 12 de noviembre.</span> revistadas las tropas y tomadas otras -providencias, dio el 12 de noviembre un decreto, en el que concedía -en nombre suyo y de su hermano <i>perdón general y plena y entera -amnistía</i> a todos los españoles que en el espacio de un mes, después -de su entrada en Madrid, depusieran las armas y renunciasen a toda -alianza y comunicación con los ingleses, inclusos los generales y las -juntas. Eran exceptuados de aquel beneficio los duques del Infantado, -de Híjar, de Medinaceli, de Osuna, el marqués de<span class="pagenum" -id="Page_157">p. 157</span> Santa Cruz del Viso, los condes de Fernán -Núñez y de Altamira, el príncipe de Castelfranco, Don Pedro Cevallos -y el obispo de Santander, a quienes se declaraba enemigos de España y -Francia y traidores a ambas coronas; mandando que, aprehendidas sus -personas, fuesen entregados a una comisión militar, pasados por las -armas, y confiscados todos sus bienes, muebles y raíces que tuviesen -en España y reinos extranjeros. Si bien admira la proscripción de unos -individuos cuyo mayor número, si no todos, había pasado a Francia por -engaño o mal de su grado, y prestado allí un juramento que llevaba -visos de forzado, crece el asombro al ver en la lista al obispo -de Santander, que nunca había reconocido al gobierno intruso, ni -rendido obediencia a José ni a su dinastía. Es también de notar que -este decreto de Napoleón fue el primero de proscripción que se dio -entonces en España, no habiendo todavía las juntas de provincia ni la -central ofrecido semejante ejemplo; aunque estuvieran como autoridades -populares más expuestas a ser arrastradas por las pasiones que -dominaban. Siguieron después los gobiernos de España el camino abierto -por Napoleón: camino largo y que solo tiene término en el cansancio, en -las muchas víctimas, o en el recíproco temor de los partidos.</p> - -<div class="sidenote">Ejército inglés.</div> - -<p>En Burgos dudó algún tiempo el emperador de los franceses si -revolvería contra Castaños, o si prosiguiendo por la anchurosa Castilla -iría al encuentro del ejército inglés, que presumía se adelantaba -a Valladolid. Mas luego supo que aquel no daba indicio de moverse -de los contornos<span class="pagenum" id="Page_158">p. 158</span> -de Salamanca. Había allí venido desde Lisboa al mando de Sir Juan -Moore, sucesor del general Dalrymple, llamado a Londres según vimos -a dar cuenta de su conducta por la convención de Cintra. El gobierno -inglés, aunque lentamente, había decidido que 30.000 infantes y 5000 -caballos de su ejército obrarían en el norte de España; para lo cual se -desembarcarían de Inglaterra 10.000 hombres, sacándose los otros de los -que había en Portugal, en donde solo se dejaba una división. Conforme -a lo determinado, y en cumplimiento de orden que se le comunicó en -26 de octubre, salió de Lisboa el general Moore, y marchando con la -principal fuerza sobre Almeida y Ciudad Rodrigo, llegó a Salamanca el -13 de noviembre. La mayor parte de la artillería y caballería, con 3000 -infantes a las órdenes de Sir Juan Hope, la envió por la izquierda de -Tajo a Badajoz a causa de la mayor comodidad de los caminos, debiendo -después pasar a unírsele a Castilla. De Inglaterra había arribado a -la Coruña el 13 de octubre Sir David Baird con los 10.000 hombres -indicados; mas aquella junta insistiendo en no querer su ayuda, -impidió que desembarcasen bajo el pretexto de que necesitaba la venia -de la central. Con tal ocurrencia, otros motivos que se alegaron y la -destrucción de una parte de los ejércitos españoles, no solo retardaron -los ingleses su marcha, sino que también apareció que tenían escasa -voluntad de internarse en Castilla.</p> - -<p>Napoleón penetrando pues su pensamiento, hizo correr la tierra llana -por 8000 caballos,<span class="pagenum" id="Page_159">p. 159</span> -así para tener en respeto al inglés como para aterrar a los habitantes, -y resolvió destruir al ejército español del centro antes de avanzar a -Madrid.</p> - -<div class="sidenote">Ejército<br/> del centro.</div> - -<p>No era dado a dicho ejército ni por su calidad ni por su fuerza -competir con las aguerridas y numerosas tropas del enemigo. Sus filas -solamente se habían reforzado con una parte de la 1.ª y 3.ª división de -Andalucía y algunos reclutas, empeorándose su situación con interiores -desavenencias. Porque censurado su jefe Don Francisco Javier Castaños -de lento y sobradamente circunspecto, los que no eran parciales -suyos, y aun los que anhelaban por mayor diligencia sin atender a las -dificultades, procuraron y consiguieron que se enviasen a su lado -personas que le moviesen y aguijasen. <span class="sidenote">Don -Francisco<br/> Palafox enviado<br/> por la central.</span> Recayó la -elección en Don Francisco de Palafox, hermano del capitán general -de Aragón e individuo de la junta central, autorizado con poderes -extensos, y a quien acompañaban el marqués de Coupigny y el conde -del Montijo. Siendo el Palafox hombre estimable, pero de poco valer; -Coupigny extranjero y mal avenido desde Bailén con Castaños; y el del -Montijo, más inclinado a meter cizaña que a concertar ánimos, claro era -que con los comisionados en vez de alcanzarse el objeto deseado, solo -se aumentarían tropiezos y embarazos.</p> - -<div class="sidenote">Diversos planes.</div> - -<p>Todos juntos y en 5 de noviembre, agregándoseles otros generales y -Don José Palafox que vino de Zaragoza, celebraron consejo de guerra -en el que se acordó, no muy a gusto de Castaños, atacar al enemigo, -a pesar de lo desprovisto<span class="pagenum" id="Page_160">p. -160</span> y no muy bien ordenado del ejército español. Disputas -y nuevos altercados dilataron la ejecución, hasta que del todo se -suspendió con las noticias infaustas que empezaron a recibirse del lado -de Blake. Proyectáronse otros planes sin resulta; y agriados muchos -contra Castaños, alcanzaron que la junta central diese el mando de su -ejército al marqués de la Romana, a quien antes se había conferido el -de la izquierda. Y en ello se ve cuán a ciegas y atribulada andaba -entonces la autoridad suprema, no pudiéndose llevar a efecto su -resolución por la lejanía en que estaba el marqués y la priesa que se -dio el enemigo a acometer y dispersar nuestros ejércitos.</p> - -<p>En esto corrió el tiempo hasta el 19 de noviembre, en que por los -movimientos de los franceses sospechó el general Castaños ser peligrosa -y crítica su situación. No se engañaba. El mariscal Lannes, duque de -Montebello, a quien una caída de caballo había detenido en Vitoria, ya -restablecido se adelantaba, encargado por Napoleón de capitanear en -jefe las tropas de los generales Lagrange y Colbert del sexto cuerpo, -en unión con las del tercero del mando del mariscal Moncey, a las que -debía agregarse la división del general Maurice Mathieu recién llegada -de Francia, y componiendo en todo 30.000 hombres de infantería, 5000 de -caballería y 60 cañones. Se juntaron estas fuerzas desde el 20 al 22 en -Lodosa y sus cercanías. Con su movimiento había de darse la mano otro -del cuerpo de Ney, que constaba de más de 20.000 hombres, cuyo jefe, -destrozado que fue el ejército<span class="pagenum" id="Page_161">p. -161</span> de Extremadura, avanzaba desde Aranda de Duero y el Burgo de -Osma a Soria, donde entró el 21. De esta manera trataban los franceses, -no solo de impedir al ejército del centro su retirada hacia Madrid, -sino también de sorprenderle por su flanco y envolverle.</p> - -<div class="sidenote">Repliégase<br/> Castaños.</div> - -<p>Don Francisco Javier Castaños conservó hasta el 19 su cuartel -general en Cintruénigo, y la posición de Calahorra que había tomado -después de las desgracias de Lerín y Logroño. Juzgó entonces prudente -replegarse y ocupar una línea desde Tarazona a Tudela, extendiéndose -por las márgenes del Quedes y apoyando su derecha en el Ebro. Sus -fuerzas, si se unían con las de Aragón, escasamente ascendían a -41.000 hombres, entre ellos 3700 de caballería. De las últimas estaba -la mayor parte en Caparroso, y rehusaban incorporarse sin expresa -orden del general Palafox. Felizmente llegó este a Tudela el 22, y -con anuencia suya se aproximaron, celebrándose por la noche en dicha -ciudad un consejo de guerra. Los Palafoxes opinaron por defender a -Aragón, sosteniendo que de ello pendía la seguridad de España. Con -mejor acuerdo discurría Castaños en querer arrimarse a las provincias -marítimas y meridionales, de cuantiosos recursos; no cifrándose la -defensa del reino en la de una parte suya interior, y por tanto más -difícil de ser socorrida. Nada estaba resuelto, según acontece en tales -consejos, cuando temprano en la mañana hubo aviso de que se descubrían -los enemigos del lado de Alfaro.</p> - -<div class="sidenote">Batalla<br/> de Tudela,<br/> 23 de -noviembre.</div> - -<p>Apresuradamente tomáronse algunas disposiciones<span -class="pagenum" id="Page_162">p. 162</span> para recibirlos. Don Juan -O’Neille, que con los aragoneses acampaba desde la víspera al otro -lado de Tudela, empezó en la madrugada a pasar el puente, ignorándose -hasta ahora por qué dejó aquella operación para tan tarde. Aunque sus -batallones tenían obstruidas las calles de la ciudad, poco a poco las -evacuaron y se colocaron fuera ordenadamente. Estaba también allí la -quinta división regida por Don Pedro Roca y compuesta de valencianos -y murcianos. Se colocó esta en las inmediaciones y altura de Santa -Bárbara, situada enfrente de Tudela yendo a Alfaro. Por la misma parte -y siguiendo la orilla de Ebro se extendieron algunos aragoneses, pero -el mayor número de estos tiró a la izquierda y hacia el espacioso llano -de olivos que termina en el arranque de colinas que van a Cascante. -Ambas fuerzas reunidas constaban de 20.000 hombres. En el pueblo que -acabamos de nombrar estaba además la cuarta división de Andalucía con -su jefe La Peña, y en Tarazona la segunda del mando de Grimarest con la -parte que había de la primera y tercera. De suerte que la totalidad del -ejército se derramaba por el espacio de cuatro leguas que media entre -la última ciudad y la de Tudela.</p> - -<p>Aquí se trabó la acción principal con la quinta división y los -aragoneses. Los que de estos habían ido por la orilla del río -repelieron al principio al enemigo, quien luego arremetió contra -los del llano, conceptuado centro del ejército español por formar -su izquierda las divisiones citadas de Cascante y Tarazona. Los -atacó el general Maurice Mathieu sostenido por la caballería<span -class="pagenum" id="Page_163">p. 163</span> de Lefebvre-Desnouettes. -Los enemigos subiendo abrigados del olivar a una de las colinas en que -el centro español se apoyaba, flanqueáronle, pero acudiendo por orden -de Castaños Don Juan O’Neille a desalojarlos, y prolongando por detrás -de la altura ocupada un batallón de guardias españolas, se vieron los -franceses obligados a retirarse precipitadamente siguiendo los nuestros -el alcance. Eran las tres de la tarde y la suerte nos era favorable, -a la sazón que el general Morlot rechazando a los aragoneses de la -derecha, avanzó orilla del río hasta Tudela, con lo que la quinta -división para no ser envuelta abandonó la altura e inmediaciones de -Santa Bárbara. También entonces reparándose el general Maurice Mathieu -y cargando de nuevo, comenzó a flaquear nuestro centro, contra el -que dando en aquella ocasión una acometida la caballería de Lefebvre -penetró por medio, le desordenó, y aun acabó de desconcertar la derecha -revolviendo contra ella. Castaños a la misma hora pensó en dirigirse -adonde estaba La Peña, pero envuelto en el desorden y casi atropellado -se recogió a Borja, punto en que se encontraron varios generales, -excepto Don José de Palafox que de mañana se había ido a Zaragoza.</p> - -<p>En tanto que se veía así atacada y deshecha la mitad del ejército -español, acometió a la división de La Peña junto a Cascante el general -Lagrange, trabose vivo choque, y tal que herido el último cejó su -caballería. Creíanse los españoles victoriosos, pero acudiendo gran -golpe de infantería rehiciéronse los jinetes enemigos, y fue a su -vez rechazado La Peña, y forzado a meterse<span class="pagenum" -id="Page_164">p. 164</span> en Cascante. Como espectadoras se habían en -Tarazona mantenido las otras fuerzas de Andalucía, y no sabemos a qué -achacar la morosidad y tardanza del general Grimarest, quien a pesar de -haber para ello recibido temprano orden de Castaños no se aproximó a -Cascante hasta de noche. Todas estas divisiones andaluzas pudieron sin -embargo retirarse ordenadamente hacia Borja conservando su artillería. -Excitó solamente algún desasosiego el volarse en una ermita un repuesto -de pólvora, recelándose que eran enemigos. Fue gran dicha que no -viniera de Soria según pudiera el mariscal Ney. Deteniéndose este allí -tres días para dar descanso a su gente o por otras causas, dejó a los -nuestros libre y franca la retirada.</p> - -<p>Perdiéronse en Tudela los almacenes y la artillería del centro y -derecha del ejército, quedando 2000 prisioneros y muchos muertos. -Pudiera decirse que esta batalla se dividió en dos separadas acciones, -la de Tudela y la de Cascante, sin que los españoles se hubieran -concertado ni para la defensa, ni para el ataque. De lo que resulta -grave cargo a los caudillos que mandaban, como también de que no se -emplease una parte considerable de tropas, fuese culpa suya o de jefes -subalternos que no obedecieron. Igualmente quedó cortada, según veremos -después, una parte de la vanguardia que guiaba el conde de Cartaojal. -Cúmulo de desventuras que prueba sobrada imprevisión y abandono.</p> - -<p>Después de la batalla las reliquias de los aragoneses, y casi -todos los valencianos y murcianos que de ella escaparon, se metieron -en Zaragoza,<span class="pagenum" id="Page_165">p. 165</span> como -igualmente los más de sus jefes. Castaños prosiguió a Calatayud adonde -llegó el 25 con el ejército de Andalucía. En persecución suya entró el -mismo día en Borja el general Maurice Mathieu, y allí se le unió el 26 -con su gente el mariscal Ney. <span class="sidenote">Retirada<br/> del -ejército.</span> Hasta entonces no se había encontrado en su retirada -el ejército español con los franceses. En Calatayud recibiendo aviso de -la junta central de que Napoleón avanzaba a Somosierra, y orden para -que Castaños fuese al remedio, juntó este los jefes de las divisiones -y acordaron salir el 27 vía de Sigüenza, debiendo hacer espaldas un -cuerpo de 5000 hombres de infantería ligera, caballería y artillería al -mando del general Venegas. Luego vino este a las manos con el enemigo. -A dos leguas de Calatayud cerca de Bubierca se apostó, según orden del -general en jefe, para defender el paso y dar tiempo a que se alejasen -las divisiones. Con dobladas fuerzas asomó el 29 el general Maurice -Mathieu, trabándose desde la mañana hasta las cuatro de la tarde -un reñido y sangriento choque. Se pararon de resultas en su marcha -los franceses, y se logró que llegasen salvas a Sigüenza nuestras -divisiones. <span class="sidenote">Su llegada<br/> a Sigüenza.<br/> La -Peña,<br/> general en jefe.</span> En esta ciudad, destinado el general -Castaños a desempeñar otras comisiones, se encargó interinamente del -mando del ejército del centro Don Manuel de la Peña. Y por ahora allí -le dejaremos para ocuparnos en referir otros acontecimientos de no -menor cuantía.</p> - -<p>Derrotados o dispersos los ejércitos de la izquierda, Extremadura -y centro, creyó Napoleón poder sin riesgo avanzar a Madrid, -mayormente cuando los ingleses estaban lejos para estorbárselo,<span -class="pagenum" id="Page_166">p. 166</span> y no con bastantes fuerzas -para osar interponerse entre él y la frontera de Francia. Urgíale -entrar en la capital de España, así porque imaginaba ahogar pronto con -aquel suceso la insurrección, como también para asombrar a Europa con -el terrible y veloz progreso de sus armas.</p> - -<p>Corto embarazo se ofrecía ya por delante al cumplimiento de su -deseo. La junta central después de la rota de Burgos había encargado -a Don Tomás de Morla y al marqués de Castelar atendiesen a la defensa -de Madrid, y de los pasos de Guadarrama, Fonfría, Navacerrada y -Somosierra. Como más expuesto se cuidó en especial del último punto, -enviando para guarnecerle a Don Benito San Juan con los cuerpos que -habían quedado en Madrid de la primera y tercera división de Andalucía -y con otros nuevos, a los que se agregaron reliquias del ejército de -Extremadura, en todo 12.000 hombres y algunos cañones. Endeble reparo -para contener en su marcha al emperador de los franceses.</p> - -<p>Con todo a fin de asegurarla obró este precavidamente, tomando -varias y atentas disposiciones. Mandó a Moncey ir sobre Zaragoza, a -Ney continuar en perseguimiento de Castaños, a Soult tener en respeto -al ejército inglés, y a Lefebvre inundar por su derecha la Castilla, -extendiéndose hacia Valladolid, Olmedo y Segovia. Dejó consigo la -guardia imperial, la reserva y el primer cuerpo del mariscal Victor -para penetrar por Somosierra y caer sobre Madrid.</p> - -<div class="sidenote">San Juan<br/> en Somosierra.</div> - -<p>Salió el 28 de Aranda de Duero, y el 29 sentó en Boceguillas su -cuartel general. Don Benito<span class="pagenum" id="Page_167">p. -167</span> San Juan se preparaba a recibirle. En lo alto del puerto -había levantado aceleradamente algunas obras de campaña, y colocado en -Sepúlveda una vanguardia a las órdenes de Don Juan José Sarden. Con -ella se encontraron los franceses en la madrugada del 28, acometiéndola -4000 infantes y 1000 caballos. En vano se esforzaron por romperla -y hacerse dueños de la posición que defendía. Al cabo de horas de -refriega se retiraron y dejaron el campo libre a los nuestros; mas de -poco sirvió. Temores y voces esparcidas por la malevolencia forzaron a -los jefes a replegarse a Segovia en la noche del 29, dejando a San Juan -desamparado y solo en Somosierra con el resto de las fuerzas.</p> - -<div class="sidenote">Pasan<br/> los franceses<br/> el puerto.</div> - -<p>Siendo estas escasas no era aquel paso de tan difícil acceso como se -creía. Dominado el camino real hasta lo alto del puerto por montañas -laterales que le siguen en sus vueltas y sesgos, y enseñoreada la -misma cumbre por cimas más elevadas, era necesario o cubrir con tropas -ligeras los puntos más eminentes, o exponerse, según sucedió, a que el -enemigo flanquease la posición. Densa niebla encapotaba las fraguras al -nacer del 30, en cuya hora atacando a nuestro frente con seis cañones -y una numerosa columna el general Senarmont, desprendiéronse otras dos -también enemigas por derecha e izquierda para atacar nuestros costados. -Repeliose con denuedo por el frente la primera embestida a tiempo que -Napoleón llegó al pie de la sierra. Irritado este e impaciente con la -resistencia mandó entonces soltar a escape por la calzada y contra la -principal batería española los lanceros polacos<span class="pagenum" -id="Page_168">p. 168</span> y cazadores de la guardia al mando del -general Montbrun. Los primeros que acometieron cubrieron el suelo -con sus cadáveres, y en una de las cargas quedó gravemente herido de -tres balazos Mr. Felipe de Segur, estimable autor de la historia de -la campaña de Rusia. Insistiendo de nuevo en atacar la caballería -francesa, y a la sazón que sus columnas de derecha e izquierda se -habían a favor de la niebla encaramado por los lados, empezaron -los nuestros a flaquear abandonando al cabo sus cañones, de que se -apoderaron los jinetes enemigos. San Juan queriendo contener el -desorden de los suyos, recorrió el campo con tal valor y osadía, que -envuelto por lanceros polacos se abrió paso, llegando por trochas y -atajos y herido en la cabeza a Segovia, en cuya ciudad se unió a Don -José Heredia que juntaba dispersos.</p> - -<div class="sidenote">Situación<br/> de la central.</div> - -<p>Con semejante desgracia Madrid quedaba descubierto, y el gobierno -supremo en sumo riesgo, si de Aranjuez no se transfería en breve -a paraje seguro. Ya al promediar noviembre y a propuesta de Don -Gaspar Melchor de Jovellanos se había pensado en ello, mas con tal -lentitud que fue menester que el 28 se dijese haber asomado hacia -Villarejo partidas enemigas para ocuparse seriamente en el asunto. -El compromiso de la junta era grande, y mayor por un incidente -ocurrido en aquellos días. Figurándose el enemigo que con la ruina -y descalabros padecidos podría entrarse en acomodamiento, había -convidado por medio de los ministros de José a las autoridades supremas -a que se sometiesen y evitasen mayores males con prolongar<span -class="pagenum" id="Page_169">p. 169</span> la resistencia. <span -class="sidenote">Cartas<br/> de los ministros<br/> de José.</span> -Al propósito escribieron aquellos tres cartas concebidas en idéntico -y literal sentido, una al conde de Floridablanca, y las otras dos -al decano del consejo real y al corregidor de Madrid. La central -sobremanera indignada decretó en 24 de noviembre que dichos escritos -fuesen quemados por mano del verdugo, declarando infidentes y desleales -a sus autores, y encargando a la sala de alcaldes la sustanciación -y fallo de la causa. Con lo cual se respondió a la propuesta, e -igualmente al decreto de proscripción de Napoleón, aunque no tan -militar ni arbitrariamente. Mas semejante resolución metiendo a la -junta en nuevos comprometimientos, la impelía a atender a su propia -seguridad.</p> - -<p>Las horas ya eran contadas. El 30 exploradores enemigos se habían -divisado en Móstoles, y el 1.º de diciembre muy de mañana súpose lo -acaecido en Somosierra. Con afán y temprano el mismo día congregó -el presidente a los individuos de la junta para que se enterasen de -los partes recibidos. Pensose inmediatamente en abandonar Aranjuez, -pero antes se encaminaron a la capital los recursos disponibles, se -acordaron otras providencias, y se resolvió elegir diferentes vocales -que fuesen a inflamar el espíritu de las provincias. Deliberose -en seguida acerca del paraje en que el gobierno debería fijar su -residencia. Variaron los pareceres, señalose al fin Badajoz. Para -mayor comodidad del viaje se dispuso que los individuos de la -junta se repartiesen en tandas, y para el fácil despacho de los -negocios urgentes se escogió una comisión<span class="pagenum" -id="Page_170">p. 170</span> activa compuesta de los señores -Floridablanca, Astorga, Valdés, Jovellanos, Contamina y Garay. <span -class="sidenote">Abandona<br/> la central<br/> Aranjuez.</span> Unos -en pos de otros salieron todos de Aranjuez en la tarde y noche del 1.º -al 2 de diciembre. Apenas con escolta, en medio de tales angustias -tuvieron la dicha de que los pueblos no los molestaran, y de que -los franceses no los alcanzasen y cogiesen. Libres de particular -contratiempo llegaron a Talavera de la Reina en donde volveremos a -encontrarlos.</p> - -<div class="sidenote">Situación<br/> de Madrid.</div> - -<p>En tanto reinaba en Madrid la mayor agitación. Don Tomás de Morla -y el capitán general de Castilla la Nueva marqués de Castelar habían -discurrido calmarla, y aun por orden de la central promulgaron edictos -que pintaban con amortiguados colores las desgracias sucedidas. Sin -embargo no fue dado por más tiempo ocultarlas, acudiendo prófugos de -todos lados. Alterada a su vista la muchedumbre se agolpó a casa de -Castelar que disfrutaba de la confianza pública, y pidió el 30 de -noviembre con gran vocería que se la armase. Así lo prometió, y desde -entonces con mayor diligencia y ahinco se atendió a fortificar la -capital y distribuir a sus vecinos armas y municiones. Madrid no era -en verdad punto defendible, y las obras que se trazaron levantadas -atropelladamente, no fueron tampoco de grande ayuda. Redujéronse a -unos fosos delante de las puertas exteriores, en donde se construyeron -baterías a barbeta que artillaban cañones de corto calibre. Se -aspilleraron las tapias del recinto, abriéndose cortaduras o zanjas en -ciertas calles principales como la de Alcalá, carrera de San Jerónimo -y<span class="pagenum" id="Page_171">p. 171</span> Atocha. También se -desempedraron muchas de ellas, y acumulándose las piedras en las casas, -se parapetaron las ventanas con almohadas y colchones. Todos corrían a -trabajar, siendo el entusiasmo general y extremado.</p> - -<p>En 1.º de diciembre se confió el gobierno político y militar a una -junta que se instaló en la casa de Correos. A su cabeza estaba el -duque del Infantado como presidente del consejo real, y eran además -individuos el capitán general, el gobernador y corregidor, como también -varios ministros de los consejos y regidores de la villa. La defensa de -la plaza se encargó exclusiva y particularmente a Don Tomás de Morla, -que gozaba de concepto de oficial más inteligente que el gobernador Don -Fernando de la Vera y Pantoja. En Madrid no había sino 300 hombres de -guarnición y dos batallones con un escuadrón de nueva leva. Corrió la -voz aquel día de que el enemigo estaba a cinco leguas, y el vecindario -lejos de amilanarse se inflamó con ímpetu atropellado. Repartiéronse -8000 fusiles, chuzos y hasta armas viejas de la armería. Y para guardar -orden se citó a todos por la tarde al Prado, desde donde a cada uno -debía señalarse destino. Escasearon los cartuchos, y aun para muchos -faltaron. Pedíanlos los concurrentes con instancia, mas respondiendo -Morla que no los había, y dentro de algunos habiéndose encontrado -en vez de pólvora arena, creció la desconfianza, lanzáronse gritos -amenazadores, y todo pronosticaba estrepitosa conmoción.</p> - -<div class="sidenote">Muerte<br/> del marqués<br/> de Perales.</div> - -<p>Había entendido como regidor el marqués de Perales en la formación -de los cartuchos, y<span class="pagenum" id="Page_172">p. 172</span> -contra él y su mayordomo se empezó a clamar desaforadamente. Este -marqués era antes el ídolo de la plebe madrileña; presumía de imitarla -en usos y traeres; con nadie sino con ella se trataba, y aun casi -siempre se le veía vestido a su manera con el traje de majo. Pero -acusado con razón o sin ella de haber visitado a Murat y recibido de -este obsequios y buen acogimiento, cambiose el favor de los barrios en -ojeriza. Juntose también para su desdicha la ira y celos de una antigua -manceba a quien por otra había dejado. Tenía el marqués por costumbre -escoger sus amigas entre las mujeres más hermosas y desenfadadas del -vulgo, y era la abandonada hija de un carnicero. Para vengar esta lo -que reputaba ultraje, no solo dio pábulo al cuento de ser el marqués -autor de los cartuchos de arena, sino que también inventó haber él -mismo pactado con los franceses la entrega de la Puerta de Toledo. -Sabido es que entre el bajo pueblo nada halla tanto séquito como lo que -es infundado y absurdo. Y en este caso con mayor facilidad, saliendo -de la boca de quien se creía depositaria de los secretos del marqués. -Vivía este en la calle de la Magdalena, inmediata al barrio del Avapies -[de todos el más desasosegado], y sus vecinos se agolparon a la casa, -la allanaron, cosieron al dueño a puñaladas, y puesto sobre una estera -le arrastraron por las calles. Tal fue el desastrado fin del marqués -de Perales, víctima inocente de la ceguedad y furor popular, pero que -ni era general, ni anciano, ni había nunca sido mirado como hombre -respetable según lo afirma cierto historiador<span class="pagenum" -id="Page_173">p. 173</span> inglés, empeñado en desdorar y ennegrecer -las cosas de España. La conmoción no fue más allá: personas de influjo -y otros cuidados la sosegaron.</p> - -<div class="sidenote">Napoleón delante<br/> de Madrid.</div> - -<p>En la mañana del 2 aparecieron sobre las alturas del norte de -Madrid las divisiones de dragones de los generales La Tour Maubourg -y La Houssaye: antes solo se habían columbrado partidas sueltas de -caballería. A las doce Napoleón mismo llegó a Chamartín y se alojó -en la casa de campo del duque del Infantado. Aniversario aquel día -de la batalla de Austerlitz y de su coronación, se lisonjeaba sería -también el de su entrada en Madrid. Con semejante esperanza no tardó en -presentarse en sus cercanías e intimar por medio del mariscal Bessières -la rendición a la plaza. Respondiose con desdén, y aun corrió peligro -de ser atropellado el oficial enviado al efecto. No había la infantería -francesa acabado de llegar, y Napoleón recorriendo los alrededores de -la villa meditaba el ataque para el siguiente día. En este no hubo -sino tiroteos de avanzadas y correrías de la caballería enemiga, que -detenía, despojaba y a veces mataba a los que inhábiles para la defensa -salían de Madrid. Con más dicha y por ser todavía en la madrugada -oscura y nebulosa, pudo alejarse el duque del Infantado comisionado por -la junta permanente para ir hacia Guadalajara en busca del ejército del -centro, al que se consideraba cercano. Por la noche el mariscal Victor -hizo levantar baterías contra ciertos puntos, principalmente contra el -Retiro: y a las doce de la misma el mariscal Berthier, príncipe<span -class="pagenum" id="Page_174">p. 174</span> de Neuchâtel, mayor -general del ejército imperial, repitió nueva intimación, valiéndose -de un oficial español prisionero, a la que se tardó algunas horas en -contestar.</p> - -<div class="sidenote">Ataque<br/> de Madrid.</div> - -<p>Amaneció el 3 cubierto de niebla, la cual disipándose poco a -poco, aclaró el día a las nueve de la mañana, y apareció bellísimo y -despejado. Napoleón preparado el ataque, dirigió su especial conato a -apoderarse del Retiro, llamando al propio tiempo la atención por las -puertas del Conde-duque y Fuencarral, hasta la de Recoletos y Alcalá, y -colocándose él en persona cerca de la fuente Castellana. Mas barriendo -aquella cañada y cerros inmediatos una batería situada en lo alto de la -escuela de la veterinaria, cayeron algunos tiros junto al emperador, -que diciendo: <i>estamos muy cerca</i>, se alejó lo suficiente para -librarse del riesgo. Gobernaba dicha batería un oficial de nombre -Vasallo, y con tal acierto que contuvo a la columna enemiga que quería -meterse por la Puerta de Recoletos para coger por la espalda la de -Alcalá. Los ataques de las otras puertas no fueron por lo general sino -simulados, o no hubo sino ligeras escaramuzas, señalándose en la de los -Pozos una cuadrilla de cazadores que se había apostado en las casas -de Bringas allí contiguas. También hubo entre la del Conde-duque y -Fuencarral vivo tiroteo, en los que fue herido en el pie de una bala -el general Maison. Mas el Retiro, cuya eminencia dominando a Madrid es -llave de la posición, fue el verdadero y principal punto atacado. Los -franceses ya en tiempo de Murat habían reconocido su importancia. Los -generales<span class="pagenum" id="Page_175">p. 175</span> españoles, -fuese descuido o fatal acaso, no se habían esmerado en fortificarle.</p> - -<p>Treinta piezas de artillería dirigidas por el general Senarmont -rompieron el fuego contra la tapia oriental. Sus defensores que no -eran sino paisanos, y un cuerpo recién levantado a expensas de Don -Francisco Mazarredo, resistieron con serenidad, hasta que los fuegos -enemigos abrieron un ancho boquerón por donde entraron sus tiradores y -la división del general Villatte. Entonces los nuestros decayendo de -ánimo fueron ahuyentados, y los franceses derramándose con celeridad -por el Prado, obligaron a los comandantes de las puertas de Recoletos, -Alcalá y Atocha a replegarse a las cortaduras de sus respectivas e -inmediatas calles. Pero como aquellas habían sido excavadas en la parte -más elevada, quedaron muchas casas y edificios a merced del soldado -extranjero que las robó y destrozó. Tocó tan mala suerte a la escuela -de mineralogía calle del Turco, en donde pereció una preciosísima -colección de minerales de España y América, reunida y arreglada al cabo -de años de trabajo y penosa tarea.</p> - -<p>La pérdida del Retiro no causó en la población desaliento. En -todos los puntos se mantuvieron firmes, y sobre todo en la calle -de Alcalá en donde fue muerto el general francés Bruyère. Castelar -en tanto respondió a la segunda intimación pidiendo una suspensión -de armas durante el día 3 para consultar a las demás autoridades y -ver las disposiciones del pueblo, sin lo cual nada podía resolver -definitivamente. Eran las doce de la mañana cuando llegó esta -respuesta<span class="pagenum" id="Page_176">p. 176</span> al -cuartel general francés, e invadido ya el Retiro desistió Napoleón de -proseguir en el ataque, prefiriendo a sus contingencias el medio más -suave y seguro de una capitulación. Pero para conseguirla mandó al -de Neuchâtel que diese a Castelar una réplica amenazadora diciendo: -«Inmensa artillería está preparada contra la villa, minadores se -disponen para volar sus principales edificios... las columnas ocupan -la entrada de las avenidas... mas el emperador siempre generoso en el -curso de sus victorias, suspende el ataque hasta las dos. Se concederá -a la villa de Madrid protección y seguridad para los habitantes -pacíficos, para el culto y sus ministros, en fin olvido de lo pasado. -Enarbólese bandera blanca antes de las dos, y envíense comisionados -para tratar.»</p> - -<p>La junta establecida en correos mandó cesar el fuego, y envió -al cuartel general francés a Don Tomás de Morla y a Don Bernardo -Iriarte. Abocáronse estos con el príncipe de Neuchâtel quien -los presentó a Napoleón: vista que atemorizó a Morla, hombre de -corazón pusilánime, aunque de fiera y africana figura. <span -class="sidenote">Conferencia<br/> de Morla<br/> con Napoleón.</span> -Napoleón le recibió ásperamente. Echole en cara su proceder contra los -prisioneros franceses de Bailén, sus contestaciones con Dupont, hasta -le recordó su conducta en la guerra de 1793 en el Rosellón. Por último -díjole: «vaya usted a Madrid, doy de tiempo para que se me responda de -aquí a las seis de la mañana. Y no vuelva usted sino para decirme que -el pueblo se ha sometido. De otro modo usted y sus tropas serán pasados -por las armas.»</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_177">p. 177</span></p> - -<p>Demudado volvió a Madrid el general Morla, y embarazosamente -dio cuenta a la junta de su comisión. Tuvo que prestarle ayuda su -compañero Iriarte, más sereno aunque anciano y no militar. <span -class="sidenote">Capitulación.</span> Hubo disenso entre los vocales: -prevaleció la opinión de la entrega. El marqués de Castelar no -queriendo ser testigo de ella partió por la noche, con la poca tropa -que había, camino de Extremadura. También y antes el vizconde de Gante -que mandaba la Puerta de Segovia salió subrepticiamente del lado del -Escorial en busca de San Juan y Heredia.</p> - -<p>A las seis de la mañana del 4 Don Tomás de Morla y el gobernador -Don Fernando de la Vera y Pantoja pasaron al cuartel general enemigo -con la minuta de la capitulación.[*] <span class="sidenote">(* Ap. -n. <a href="#Ap_6-8" id="Ll_6-8">6-8</a>.)</span> Napoleón la aprobó -en todas sus partes con cortísima variación, si bien se contenían en -ella artículos que no hubieran debido entrar en un convenio puramente -militar.</p> - -<p>El general Belliard después de las diez del mismo día entró en -Madrid y tomó sin obstáculo posesión de los puntos principales. Solo en -el nuevo cuartel de guardias de Corps se recogieron algunos con ánimo -de defenderse, y fue menester tiempo y la presencia del corregidor para -que se rindieran.</p> - -<p>Silencioso quedó Madrid después de la entrega, y contra Morla se -abrigaba en el pecho de los habitantes odio reconcentrado. Tacháronle -de traidor, y confirmáronse en la idea con verle pasar al bando -enemigo. Solo hubo de su parte falta de valor y deshonroso proceder. -Murió años adelante ciego, lleno de pesares, aborrecido de todos.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_178">p. 178</span></p> - -<p>Consiguiose con la defensa de Madrid si no detener al ejército -francés, por lo menos probar a Europa que a viva fuerza y no de grado -se admitía a Napoleón y a su hermano. Respecto de lo cual oportuna -aunque familiarmente decía Mr. de Pradt, capellán mayor del emperador, -primero obispo de Poitiers, y después arzobispo de Malinas, «que José -había sido echado de Madrid a puntapiés y recibido a cañonazos.»</p> - -<div class="sidenote">Fáltase<br/> a la capitulación.</div> - -<p>El 6 se desarmó a los vecinos, y no se tardó en faltar a la -capitulación, esperanza de tantos hombres ciegos y sobradamente -confiados. Dieron la señal de su quebrantamiento los decretos que desde -Chamartín y a fuer de conquistador empezó el mismo día 4 a fulminar -Napoleón, quien arrojando todo embozo, y sin mentar a su hermano -mostrose como señor y dueño absoluto de España.</p> - -<div class="sidenote">Decretos<br/> de Napoleón<br/> en Chamartín.</div> - -<p>Fue el primero contra el consejo de Castilla. Decíase en su contexto -que por haberse portado aquella corporación con <i>tanta debilidad -como superchería</i>, se destituían sus individuos considerándolos -<i>cobardes e indignos de ser los magistrados de una nación brava y -generosa</i>. Quedaban además detenidos en calidad de rehenes: por cuyo -decreto el artículo sexto de la capitulación con afán apuntado por los -del consejo, y según el cual debían conservarse «las leyes, costumbres -y tribunales en su actual constitución» se barrenaba y destruía.</p> - -<p>Siguiéronse a este el de la abolición de la inquisición, el de la -reducción de conventos a una tercera parte, el de la extinción de los -derechos señoriales y exclusivos, y el de poner<span class="pagenum" -id="Page_179">p. 179</span> las aduanas en la frontera de Francia. -Varios de estos decretos, reclamados constantemente por los españoles -ilustrados, no dejaron de cautivar al partido del gobierno intruso -ciertos individuos enojados con los primeros pasos de la central, dando -a otros plausible pretexto para hacerse tornadizos.</p> - -<p>Mas semejantes resoluciones de suyo benéficas aunque procedentes -de mano ilegítima, fueron acompañadas de otras crueles e igualmente -contrarias a lo capitulado. <span class="sidenote">Españoles<br/> -llevados<br/> a Francia.</span> Se cogió y llevó a Francia a Don -Arias Mon, decano del consejo, y a otros magistrados. El príncipe de -Castelfranco, el marqués de Santa Cruz del Viso y el conde de Altamira -o sea de Trastámara, comprendidos en el decreto de proscripción de -Burgos, fueron también presos y conducidos a Francia, conmutándose la -pena de muerte en la de perpetuo encierro, sin embargo de que por los -artículos primero, segundo y tercero de la capitulación se aseguraba -la libertad y seguridad de las vidas y propiedades de los vecinos, -militares y empleados de Madrid. Igual suerte cupo en un principio al -duque de Sotomayor de que le libró especial favor. Estuvo para ser más -rigurosa la del marqués de San Simón, emigrado francés al servicio de -España: fue juzgado por una comisión militar, y condenado a muerte, -habiendo defendido contra sus compatriotas la Puerta de Fuencarral. -Las lágrimas y encarecidos ruegos de su desconsolada hija alcanzaron -gracia, limitándose la pena de su padre a la de confinación en -Francia.</p> - -<div class="sidenote">Visita Napoleón<br/> el palacio real.</div> - -<p>Napoleón permanecía en Chamartín, y solo<span class="pagenum" -id="Page_180">p. 180</span> una vez y muy de mañana atravesó a Madrid y -se encaminó a palacio. Aunque se le representó suntuosa la morada real, -según sabemos de una persona que le acompañaba, por nada preguntó con -tanto anhelo como por el retrato de Felipe II: detúvose durante algunos -minutos delante de uno de los más notables, y no parecía sino que un -cierto instinto le llevaba a considerar la imagen de un monarca que si -bien en muchas cosas se le desemejaba, coincidía en gran manera con él -en su amor a exclusiva, dura e ilimitada dominación, así respecto de -propios como de extraños.</p> - -<div class="sidenote">Su inquietud.</div> - -<p>La inquietud de Napoleón crecía según que corrían días sin recoger -el pronto y abundante esquilmo que esperaba de la toma de Madrid. Sus -correos comenzaban a ser interceptados, y escasas y tardías eran las -noticias que recibía. Los ejércitos españoles si bien deshechos, no -estaban del todo aniquilados, y era de temer se convirtiesen en otros -tantos núcleos, en cuyo derredor se agrupasen oficiales y soldados, -al paso que los franceses teniendo que derramarse enflaquecían sus -fuerzas, y aun desaparecían sobre la haz espaciosa de España. En -las demás conquistas dueño Napoleón de la capital lo había sido -de la suerte de la nación invadida: en esta ni el gobierno ni los -particulares, ni el más pequeño pueblo de los que no ocupaba se -habían presentado libremente a prestarle homenaje. Impacientábale -tal proceder, sobre todo cuando nuevos cuidados podrían llamarle a -otras y lejanas partes. Mostró su enfado al corregidor de Madrid -que el 16 de diciembre fue a Chamartín<span class="pagenum" -id="Page_181">p. 181</span> a cumplimentarle y a pedirle la -vuelta de José según se había exigido del ayuntamiento: <span -class="sidenote">Contestación<br/> al corregidor<br/> de Madrid.</span> -díjole pues Napoleón que por los derechos de conquista que le asistían -podía gobernar a España nombrando otros tantos virreyes cuantas eran -sus provincias. Sin embargo añadió que consentiría en ceder dichos -derechos a José, cuando todos los ciudadanos de la capital le hubieran -dado pruebas de adhesión y fidelidad por medio de un juramento «que -saliese no solamente de la boca sino del corazón, y que fuese sin -restricción jesuítica.»</p> - -<div class="sidenote">Juramento<br/> exigido<br/> de los vecinos.</div> - -<p>Sujetose el vecindario a la ceremonia que se pedía, y no por eso -trataba Napoleón de reponer a José en el trono, cosa que a la verdad -interesaba poco a los madrileños, molestados con la presencia de -cualquier gobierno que no fuera el nacional. El emperador había dejado -en Burgos a su hermano, quien sin su permiso vino y se le presentó en -Chamartín, donde fue tan mal recibido que se retiró a la Monclova y -luego al Pardo, no gozando de rey sino escasamente la apariencia.</p> - -<div class="sidenote">Van<br/> los mariscales<br/> franceses en<br/> -perseguimiento<br/> de los españoles.</div> - -<p>Más que en su persona ocupábase Napoleón en averiguar el paradero -de los ingleses, y en disipar del todo las reliquias de las tropas -españolas. El 8 de diciembre llegó a Madrid el cuerpo de ejército del -duque de Danzig, y con diligencia despachó Napoleón hacia Tarancón al -mariscal Bessières, dirigiendo sobre Aranjuez y Toledo al mariscal -Victor y a los generales Milhaud y Lasalle.</p> - -<div class="sidenote">Total dispersión<br/> del ejército<br/> de San -Juan.</div> - -<p>Por este lado y la vuelta de Talavera se había retirado Don Benito -San Juan, quien después<span class="pagenum" id="Page_182">p. -182</span> de haber recogido en Segovia dispersos, y en unión con Don -José Heredia, se había apostado en el Escorial antes de la entrega de -Madrid. Pensaban ir ambos generales al socorro de la capital, y aun -instados por el vizconde de Gante que con aquel objeto según vimos -había ido a su encuentro, se pusieron en marcha. Acercábanse, cuando -esparcida la voz de estar muy apretada la villa y otras siniestras, -empezó una dispersión horrorosa, abandonando los artilleros y -carreteros cañones y carruajes. Comenzó por donde estaba San Juan, -cundió a la vanguardia que mandaba Heredia, y ni uno ni otro fueron -parte a contenerla. Algunos restos llegaron en la madrugada del 4 casi -a tocar las puertas de Madrid, en donde noticiosos de la capitulación, -sueltos y a manera de bandidos, corrieron como los primeros asolando -los pueblos, y maltratando a los habitadores hasta Talavera, punto de -reunión que fue teatro de espantosa tragedia.</p> - -<p>Habituados a la rapiña y al crimen las mal llamadas tropas, -pesábales volver a someterse al orden y disciplina militar. Su caudillo -D. Benito San Juan no era hombre para permitir más tiempo la holganza -y los excesos encubiertos bajo la capa del patriotismo, de lo cual -temerosos los alborotadores y cobardes, difundieron por Talavera que -los jefes los habían traidoramente vendido. Con lo que apandillándose -una banda de hombres y soldados desalmados, se metieron en la mañana -del 7 en el convento de Agustinos, y guiados por un furibundo fraile -penetraron en la celda en donde se albergaba<span class="pagenum" -id="Page_183">p. 183</span> el general San Juan. Empezó este a -arengarlos con serenidad, y aun a defenderse con el sable, no bastando -las razones para aplacarlos. <span class="sidenote">Muerte cruel<br/> -de este general.</span> Desarmáronle y viéndose perdido, al querer -arrojarse por una ventana tres tiros le derribaron sin vida. Su cadáver -despojado de los vestidos, mutilado y arrastrado, le colgaron por -último de un árbol en medio de un paseo público, y así expuesto, no -satisfechos todavía le acribillaron a balazos. Faltan palabras para -calificar debidamente tamaña atrocidad, ejecutada por soldados contra -su propio jefe, y promovida y abanderizada por quien iba revestido del -hábito religioso.</p> - -<div class="sidenote">Ejército<br/> del centro.<br/> Sus marchas<br/> y -retirada<br/> a Cuenca.</div> - -<p>No tan relajado aunque harto decaído estaba por el lado opuesto -el ejército del centro. El hambre, los combates, el cansancio, voces -de traición, la fuga, el mismo desamparo de los pueblos, uniéndose -a porfía y de tropel, habían causado grandes claros en las filas. -Cuando le dejamos en Sigüenza estaba reducido su número a 8000 hombres -casi desnudos. Mas sin embargo determinaron los jefes cumplir con -las órdenes del gobierno, e ir a reforzar a Somosierra. Emprendió -la infantería su ruta por Atienza y Jadraque, y la artillería y -caballería en busca de mejores caminos tomaron la vuelta de Guadalajara -siguiendo la izquierda del Henares. No tardaron los primeros en -variar de rumbo, y caminar por donde los segundos con el aviso de -Castelar recibido en la noche del 1.º al 2 de diciembre, de haber -los enemigos forzado el paso de Somosierra. Continuando pues todo el -ejército a Guadalajara, la 1.ª y 4.ª división<span class="pagenum" -id="Page_184">p. 184</span> entraron por sus calles en la noche del -2 junto con la artillería y caballería. Casi al propio tiempo llegó -a dicha ciudad el duque del Infantado; y el 3, avistándose con La -Peña y celebrando junta de generales, se acordó: 1.º Enviar parte de -la artillería a Cartagena, como se verificó; y 2.º dirigirse con el -ejército por los altos de Santorcaz, pueblecito a dos leguas de Alcalá -y a su oriente, y extenderse a Arganda para que desde aquel punto, si -ser pudiere, se metiese la vanguardia con un convoy de víveres por -la Puerta de Atocha. En la marcha tuvieron noticia los jefes de la -capitulación de Madrid, y obligados por tanto a alejarse, resolvieron -cruzar el Tajo por Aranjuez y guarecerse de los montes de Toledo. Plan -demasiadamente arriesgado y que por fortuna estorbó con sus movimientos -el enemigo sin gran menoscabo nuestro. Caminaron los españoles el 6 -y descansaron en Villarejo de Salvanés. Allí les salió al encuentro -Don Pedro de Llamas, encargado por la central de custodiar con pocos -soldados el punto de Aranjuez, que acababa de abandonar forzado por -la superioridad de fuerzas francesas. Interceptado de este modo el -camino, se decidieron los nuestros a retroceder y pasar el Tajo por -las barcas de Villamanrique, Fuentidueña y Estremera, y abrigándose -de las sierras de Cuenca sentar sus reales en aquella ciudad, paraje -acomodado para repararse de tantas fatigas y penalidades. Así y por -entonces se libraron las reliquias del ejército del centro de ser del -todo aniquiladas en Aranjuez por el mariscal Victor, y en Guadalajara -por la numerosísima<span class="pagenum" id="Page_185">p. 185</span> -caballería de Bessières, y el cuerpo de Ney que entró el 6 viniendo -de Aragón. No hubo sino alguno que otro reencuentro, y haber sido -acuchillados en Nuevo Baztán los cansados y zagueros.</p> - -<div class="sidenote">Rebelión<br/> del oficial<br/> Santiago.</div> - -<p>A los males enumerados y al encarnizado seguimiento del enemigo -agregáronse en su marcha al ejército del centro discordias y -conspiraciones. El 7 de diciembre estando en Belinchón el cuartel -general, se mandó ir a la villa de Yebra a la 1.ª y 4.ª división -que regía entonces el conde de Villariezo. A mitad del camino y en -Mondéjar, Don José Santiago, teniente coronel de artillería, el mismo -que en mayo fue de Sevilla para levantar a Granada, se presentó al -general de las divisiones diciéndole, que estas en vez de proseguir -a Cuenca, querían retroceder a Madrid para pelear con los franceses, -y que a él le habían escogido por caudillo; pero que suspendía -admitir el encargo hasta ver si el general, aprobando la resolución, -se hacía digno de continuar capitaneándolos. Rehusó Villariezo la -inesperada oferta, y reprendiendo al Santiago, encomendole contener -el mal espíritu de la tropa: singular conspirador y singular jefe. -La artillería, como era de temer, en vez de apaciguarse se apostó en -el camino de Yebra, y forzó a la otra tropa que iba a continuar su -marcha a volver atrás. Intentó Villariezo arengar a los sublevados que -aparentaron escucharle, mas quiso que de nuevo prosiguiesen su ruta; -y gritando unos «<i>a Madrid</i>» y otros «<i>a Despeñaperros</i>», -tuvo que desistir de su empeño y despachar al coronel de Pavía, -príncipe<span class="pagenum" id="Page_186">p. 186</span> de Anglona, -para que informase de lo ocurrido al general en jefe, el cual -creyó prudente separar la infantería y alejarla de la caballería y -artillería. Los peones dirigiéndose a Illana debían cruzar el vado y -barcas de Maquilón; los jinetes y cañones con solos dos regimientos de -infantería, Órdenes y Lorca, las de Estremera: mandando a los primeros -el mismo Villariezo y a los segundos Don Andrés de Mendoza. Ciertas -precauciones y la repentina mudanza en la marcha suspendieron algún -tiempo el alboroto; mas el día 8 al querer salir de Tarancón encrespose -de nuevo, y sin rebozo se puso Santiago a la cabeza.</p> - -<p>Pareciéndole al Mendoza que el carácter y respetos del conde de -Miranda, comandante de carabineros reales, que allí se hallaba, eran -más acomodados para atajar el mal que los que a su persona asistían, -propuso al conde, y este aceptó, sustituirle en el mando. Llamado don -José Santiago por el nuevo jefe, retúvole este junto a su persona; -y hubo vagar para que adoptadas prontas y vigorosas providencias se -continuase, aunque con trabajo, la marcha a Cuenca. El Santiago fue -conducido a dicha ciudad, y arcabuceado después en 12 de enero con un -sargento y cabo de su cuerpo.</p> - -<div class="sidenote">Nómbrase por<br/> general en jefe<br/> al -duque<br/> del Infantado.</div> - -<p>Mas el mal había echado tan profundas raíces y andaban las -voluntades tan mal avenidas, que para arrancar aquellas y aunar estas, -juzgó conveniente Don Manuel de la Peña celebrar un consejo de guerra -en Alcázar de Huete, y desistiéndose del mando proponer en su lugar -por general en jefe al duque del Infantado.<span class="pagenum" -id="Page_187">p. 187</span> Admitiose la propuesta, consintió el duque, -y aprobolo después la central, con que se legitimaron unos actos que -solo disculpaba lo arduo de las circunstancias.</p> - -<p>La mayor parte del ejército entró en Cuenca en 10 de diciembre. -Mas remisa estuvo, y llegó en desorden la 2.ª división al mando del -general Grimarest, que fue atacada en Santa Cruz de la Zarza en la -noche del 8, y ahuyentada por el general Montbrun. Y el terror y la -indisciplina fueron tales, que casi sin resistencia corrió dicha -división precipitadamente y a la primera embestida camino de Cuenca.</p> - -<p>En esta ciudad reunido el ejército del centro y abrigado de la -fragosa tierra que se extendía a su espalda, terminó su retirada de -86 leguas, emprendida desde las faldas del Moncayo, memorable sin -duda, aunque costosa; pues al cabo, en medio de tantos tropiezos, -reencuentros, marchas y contramarchas, escaseces y sublevaciones, -salvose la artillería y bastante fuerza para con su apoyo formar un -nuevo ejército, que combatiendo al enemigo o trabajándole le distrajese -de otros puntos y contribuyese al bueno y final éxito de la causa -común.</p> - -<div class="sidenote">Conde de Alacha.<br/> Su retirada<br/> -gloriosa.</div> - -<p>Descansaban pues y se reponían algún tanto aquellos soldados, -cuando con asombro vieron el 16 entrar por Cuenca una corta división -que se contaba por perdida. Recordará el lector como después del -acontecimiento de Logroño incorporada la gente de Castilla en el -ejército de Andalucía, se formó una vanguardia de 4000 hombres al mando -del conde de Cartaojal, destinada a maniobrar en la sierra de Cameros. -El<span class="pagenum" id="Page_188">p. 188</span> 22 de noviembre, -según orden de Castaños, se había retirado dicho jefe por el lado de -Ágreda a Borja, y después de una leve refriega con partidas enemigas -prosiguiendo a Calatayud, se había allí unido al grueso del ejército, -de cuya suerte participó en toda la retirada. Mas de este cuerpo de -Cartaojal quedó el 21 en Nalda separado y como cortado un trozo a las -órdenes del conde de Alacha.</p> - -<p>No desanimándose ni los soldados ni su caudillo, aconsejado de -buenos oficiales al verse rodeados de enemigos, y ellos en tan pequeño -número, emprendieron una retirada larga, penosa y atrevida. Por espacio -de veinte días acampando y marchando a dos y tres leguas del ejército -francés, cruzando empinados montes y erizadas breñas, descalzos y casi -desnudos en estación cruda, apenas con alimento, desprovistos de todo -consuelo, consiguieron, venciendo obstáculos para otros insuperables, -llegar a Cuenca conformes y aun contentos de presentarse no solo -salvos, sino con el trofeo de algunos prisioneros franceses. Tanta -es la constancia, sobriedad e intrepidez del soldado español bien -capitaneado.</p> - -<div class="sidenote">La Mancha.</div> - -<p>Pero la estancia en Cuenca del ejército del centro, si bien por una -parte le daba lugar para recobrarse y le ponía más al abrigo de una -acometida, por otra dejaba a la Mancha abierta y desamparada. Es cierto -que sus vastas llanuras nunca hubieran sido bastantemente protegidas -por las reliquias de un ejército a cuya caballería no le era dado -hacer rostro a la formidable y robusta de las huestes enemigas. Así -fue<span class="pagenum" id="Page_189">p. 189</span> que el mariscal -Victor, sentando ya en 11 de diciembre su cuartel general en Aranjuez y -Ocaña, desparramó por la Mancha baja gruesas partidas que se proveían -de vituallas en sus feraces campiñas, y pillaban y maltrataban pueblos -abandonados a su rapacidad por los fugitivos habitantes.</p> - -<div class="sidenote">Toledo.</div> - -<p>Habían contado algunos con que Toledo haría resistencia. Mas -desapercibida la ciudad y cundiendo por sus hogares el terror que -esparcían la rota y dispersión de los ejércitos, abrió el 19 de -diciembre sus puertas al vencedor; habiendo antes salido de su recinto -la junta provincial, muchos de los principales vecinos, y despachado a -Sevilla 12.000 espadas de su antigua y celebrada fábrica.</p> - -<div class="sidenote">Muertes<br/> violentas.</div> - -<p>Ciertos y contados pueblos ofrecieron la imagen de la más completa -anarquía, atropellando o asesinando pasajeros. Doloroso sobre todo -fue lo que aconteció en Malagón y Ciudad Real. Por el último pasaba -preso a Andalucía Don Juan Duro, canónigo de Toledo y antiguo amigo -del príncipe de la Paz: ni su estado, ni su dignidad, ni sus súplicas -le guarecieron de ser bárbaramente asesinado. La misma suerte cupo en -el primer pueblo a Don Miguel Cayetano Soler, ministro de hacienda de -Carlos IV, que también llevaban arrestado: atrocidades que hubieran -debido evitarse no exponiendo al riesgo de transitar por lugares -agitados personajes tan aborrecidos.</p> - -<p>Templa por dicha la amargura de tales excesos la conducta -de otras poblaciones, que empleando dignamente su energía y -cediendo al<span class="pagenum" id="Page_190">p. 190</span> -noble impulso del patriotismo antes que a los consejos de la -prudencia, detuvieron y escarmentaron a los invasores. <span -class="sidenote">Villacañas.</span> Señalose la villa de Villacañas una -de las comprendidas en el gran priorato de San Juan. Varias partidas -de caballería enemiga que quisieron penetrar por sus calles fueron -constantemente rechazadas en diferentes embestidas que dieron en los -días del 20 al 25 de diciembre. Alabó el gobierno y premió la conducta -de Villacañas, cuya población quedó, durante algún tiempo, libre de -enemigos, en medio de la Mancha inundada de sus tropas.</p> - -<div class="sidenote">Sierra Morena.</div> - -<p>Estas antes de terminar diciembre se habían extendido hasta -Manzanares y amagaban aproximarse a las gargantas de Sierra Morena. -Muchos oficiales y soldados del ejército del centro se habían acogido -a aquellas fraguras. Unos obligados de la necesidad; otros huyendo -vergonzosamente del peligro. Sin embargo como estos eran los menos -túvose a dicha su llegada, porque daba cimiento a formar y organizar -centenares de alistados que acudían de las Andalucías y la Mancha.</p> - -<div class="sidenote">Juntas de los<br/> cuatro reinos<br/> de -Andalucía.</div> - -<p>Las juntas de aquellos cuatro reinos, vista la dispersión de los -ejércitos y en dudas del paradero de la central, trataron de reunirse -en la Carolina, enviando allí dos diputados de cada una que las -representasen, invitando también a lo mismo a la de Extremadura y a -otra que se había establecido en Ciudad Real. Pero la central, fuese -previsión o temores de que se le segregasen estas provincias, <span -class="sidenote">Campo Sagrado.</span> había comisionado a Sierra -Morena al marqués de Campo Sagrado, individuo suyo, con orden de -promover los alistamientos<span class="pagenum" id="Page_191">p. -191</span> y de poner en estado de defensa aquella cordillera. -El 6 de diciembre ya se hallaba en Andújar, como asimismo <span -class="sidenote">Marqués<br/> del Palacio.</span> el marqués del -Palacio encargado del mando en jefe del ejército que se reunía en -Despeñaperros, habiendo sido antes llamado de Cataluña según en su -lugar veremos. De Sevilla enviaron los útiles y cañones necesarios para -fortificar la sierra, a donde también y con felicidad retrocedieron -desde Manzanares 14 piezas que caminaban a Madrid. Por este término -se consiguió al promediar diciembre, que en la Carolina y contornos -se juntasen 6000 infantes y 300 caballos, cubriéndose y reforzándose -sucesivamente los diversos pasos de la sierra.</p> - -<p>Cortos eran en verdad semejantes medios si el enemigo con sus -poderosas fuerzas hubiera intentado penetrar en Andalucía. Pero -distraída su atención a varios puntos, y fija principalmente en el modo -de destruir al ejército inglés, único temible que quedaba, trató de -seguir a este en Castilla y obrar además del lado de Extremadura, como -movimiento que podría ayudar a las operaciones de Portugal en caso que -los ingleses se retirasen hacia aquel reino.</p> - -<div class="sidenote">Marchan<br/> los franceses<br/> a -Extremadura.<br/> Estado<br/> de la provincia.</div> - -<p>Para lograr el último objeto marchó sobre Talavera el 4.º cuerpo -del mando del mariscal Lefebvre, compuesto de 22.000 infantes y 3000 -caballos. La provincia de Extremadura, aunque hostigada y revuelta con -exacciones y dispersos, se mantenía firme y muy entusiasmada. Mas el -despecho que causaban las desgracias convirtió a veces la energía en -ferocidad. <span class="sidenote">Excesos.</span> Fueron en Badajoz el -16 de diciembre inmolados dos<span class="pagenum" id="Page_192">p. -192</span> prisioneros franceses, el coronel de milicias Don Tiburcio -Carcelén y el ex tesorero general Don Antonio Noriega, antiguo allegado -del príncipe de la Paz. También pereció en la villa de Usagre su -alcalde mayor. Los asesinos descubiertos en ambos pueblos fueron -juzgados y pagaron su crimen con la vida. Estas muertes, con las que -hemos contado, y alguna otra que relataremos después, que en todo -no pasaron de doce, fueron las que desdoraron este segundo periodo -de nuestra historia, en el cual, rompiéndose de nuevo en ciertas -provincias los vínculos de la subordinación y el orden, quedó suelta la -rienda a las pasiones y venganzas particulares.</p> - -<p>El general Galluzo, sucesor del desventurado San Juan, escogió la -orilla izquierda del Tajo como punto propio para detener en su marcha -a los franceses. Fue su primera idea guardar los vados y cortar los -principales puentes. Cuéntanse de estos cuatro desde donde el Tiétar -y Tajo se juntan en una madre hasta Talavera; y son el del Cardenal, -el de Almaraz, el del Conde y el del Arzobispo. El 2.º por donde cruza -el camino de Badajoz a Madrid mereció particular atención, colocándose -allí en persona el mismo Galluzo. La trabazón de su fábrica era tan -fuerte y compacta, que por entonces no se pudo destruir, y solo si -resquebrajarle en parte: 5000 hombres le guarnecieron. Don Francisco -Trías fue enviado el 15 de diciembre al del Arzobispo, del que ya -enseñoreados los enemigos, tuvo que limitarse a quedar en observación -suya. Los otros dos puentes fueron ocupados por nuestros soldados.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_193">p. 193</span></p> - -<div class="sidenote">Su retirada.</div> - -<p>Los franceses se contentaron al principio con escaramuzar en toda -la línea hasta el día 24, en que viniendo por el del Arzobispo, -atacaron el frente y flanco derecho del general Trías, y le obligaron -a recogerse a la sierra camino de Castañar de Ibor. También fue -amagado en el propio día el del Conde, que sostuvo D. Pablo Morillo, -subteniente entonces, general ahora.</p> - -<p>Noticioso Galluzo de lo ocurrido con Trías y también de que los -enemigos habían avanzado a Valdelacasa, se replegó a Jaraicejo, tres -leguas a retaguardia de Almaraz, dejando para guardar el puente los -batallones de Irlanda y Mallorca y una compañía de zapadores. Así como -los otros, fue luego atacado este punto, del que se apoderó al cabo -de una hora de fuego la división del general Valence, cogiendo 300 -prisioneros.</p> - -<p>Pensó Galluzo detenerse en Jaraicejo, pero creyéndose poco seguro -con la toma del puente de Almaraz, a las tres de la tarde del 25 -ordenadamente emprendió su retirada a Trujillo, cuatro leguas distante. -Este movimiento y voces que esparcía el miedo o la traición, aumentaron -el desorden del ejército, y temíase otra dispersión. Por ello, y -la superioridad de fuerzas con que el enemigo se adelantaba, juntó -Galluzo un consejo de guerra [menguado recurso a que nuestros generales -continuamente acudían], y se decidió retirarse a Zalamea, 23 leguas -de Trujillo y del lado de la sierra que parte términos con Andalucía. -El 28 llegó el ejército a su destino, si ejército merece llamarse lo -que ya no era sino una sombra. De la artillería<span class="pagenum" -id="Page_194">p. 194</span> se salvaron 17 piezas, 11 de ellas se -enviaron de Miajadas a Badajoz, y 6 siguieron a Zalamea. A este punto -llegaron después y en mejor orden 1200 hombres de los del puente del -Conde y del Arzobispo.</p> - -<p>Los franceses penetraron el 26 hasta Trujillo, quedando a merced -suya la Extremadura y muy expuesta y desapercibida la Andalucía. Otros -acontecimientos los obligaron a hacer parada y retroceder prontamente, -dando lugar a la junta central para reparar en parte tanto daño.</p> - -<div class="sidenote">Continúa<br/> la central<br/> su viaje.</div> - -<p>El viaje de esta había continuado sin otra interrupción ni descanso -que el preciso para el despacho de los negocios. En todos los pueblos -por donde transitaba era atendida y acatada, contribuyendo mucho a ello -los respetables nombres de Floridablanca y Jovellanos, y la esperanza -de que la patria se salvaría salvándose la autoridad central. En -Talavera, en cuya villa la dejamos, celebró dos sesiones. Detúvose -en Trujillo cuatro días, y recibiendo en esta ciudad pliegos del -general Escalante enviado al ejército inglés, en los que anunciaba -la ineficacia de sus oficios con el general Sir Juan Moore para que -obrase activamente en Castilla; puesta la junta de acuerdo con el -ministro británico Mr. Frere, nombraron la primera a Don Francisco -Javier Caro, individuo suyo, y el segundo a Sir Carlos Stuart, a fin de -que encarecidamente y de palabra repitiesen las mismas instancias a -dicho general; siendo esencial su movimiento y llamada para evitar la -irrupción de las Andalucías.</p> - -<p>Se expidieron también en Trujillo premiosas<span class="pagenum" -id="Page_195">p. 195</span> órdenes para el armamento y defensa a los -generales y juntas, y se resolvió no ir a Badajoz sino a Sevilla como -ciudad más populosa y centro de mayores recursos.</p> - -<div class="sidenote">Sucede Cuesta<br/> a Galluzo.</div> - -<p>Al pasar la junta por Mérida una diputación de la de aquella ciudad -le pidió en nombre del pueblo que eligiese por capitán general de la -provincia y jefe de sus tropas a Don Gregorio de la Cuesta, que en -calidad de arrestado seguía a la junta. No convino esta en la petición -dando por disculpa que se necesitaba <i>averiguar</i> el dictamen de -la suprema de la provincia congregada en Badajoz, la cual sostuvo -a Galluzo, hasta que tan atropellada y desordenadamente se replegó -a Zalamea. Entonces la voz pública pidiendo por general a Cuesta, -bienquisto en la provincia en donde antes había mandado, uniose a su -clamor la junta provincial, y la central aunque con repugnancia accedió -al nombramiento. Cuesta llamó de Zalamea las tropas y estableció -su cuartel general en Badajoz, en cuya plaza empezó a habilitar -el ejército para resistir al enemigo, y emprender después nuevas -operaciones.</p> - -<p>Mas en esta providencia, oportuna sin duda y militar, no faltó quien -viese la enemistad del general Cuesta con la junta central, quedando -abierta la Andalucía a las incursiones del enemigo, y por tanto Sevilla -ciudad que había el gobierno escogido para su asiento. Temerosa -debió de andar la misma junta ya de un ataque de los franceses, o ya -de los manejos y siniestras miras de Cuesta; pues antes de acabar -diciembre nombró al brigadier Don José Serrano<span class="pagenum" -id="Page_196">p. 196</span> Valdenebro para cubrir con cuantas fuerzas -pudiese los puntos de Santa Olalla y el Ronquillo y las gargantas -occidentales de Sierra Morena.</p> - -<div class="sidenote">Llega a Sevilla<br/> la central en<br/> 17 de -diciembre.</div> - -<p>La junta central entró en Sevilla el 17 de diciembre. Grande fue -la alegría y júbilo con que fue recibida, y grandes las esperanzas -que comenzaron a renacer. Abrió sus sesiones en el real alcázar -el día siguiente 18, y notose luego que mudaba algún tanto y -mejoraba de rumbo. Los contratiempos, la experiencia adquirida, -<span class="sidenote">Muerte<br/> de Floridablanca.</span> los -clamores y la muerte del conde de Floridablanca, influyeron en ello -extraordinariamente. Falleció dicho conde en el mismo Sevilla el 28 de -diciembre, cargado de años y oprimido por padecimiento de espíritu y de -cuerpo. Celebrose en su memoria magnífico funeral, y se le dispensaron -honores de infante de Castilla. Fue nombrado en su lugar vicepresidente -de la junta el marqués de Astorga, grande de España, y digno, por su -conducta política, honrada índole y alta jerarquía, de recibir tan -honorífica distinción.</p> - -<div class="sidenote">Situación penosa<br/> de la central.</div> - -<p>El estado de las cosas era sin embargo crítico y penoso. De -los ejércitos no quedaban sino tristes reliquias en Galicia, León -y Asturias, en Cuenca, Badajoz y Sierra Morena. Algunas otras se -habían acogido a Zaragoza ya sitiada; y Cataluña aunque presentase -una diversión importante, no bastaba por sí sola a impedir la -completa ruina y destrucción de las demás provincias y del gobierno. -<span class="sidenote">Sus esperanzas.</span> Dudábase de la activa -cooperación del ejército inglés, arrimado sin menearse contra Portugal -y Galicia, y solo se vivía<span class="pagenum" id="Page_197">p. -197</span> con la esperanza de que el anhelo por repelerle del -territorio peninsular empeñaría a Napoleón en su seguimiento, y dejaría -en paz por algún tiempo el levante y mediodía de España, con cuyo -respiro se podrían rehacer los ejércitos y levantar otros nuevos, no -solamente por medio de los recursos que estos paises proporcionasen, -sino también con los que arribaron a sus costas de las ricas provincias -situadas allende el mar.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter"> - <p><span class="pagenum" id="Page_199">p. 199</span></p> - <div class="figcenter"> - <img style="width: 26em; height: auto;" - src="images/doble_filete.jpg" - alt="Filete ornamental"/> - </div> - <p class="centra fs200 lh200 negr mt1">RESUMEN</p> - <p class="centra smaller lh200">DEL</p> - <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO SÉPTIMO.</p> - <div class="figcenter mt05"> - <img style="width: 8em; height: auto;" - src="images/separa2.jpg" - alt="Motivo ornamental"/> - </div> -</div> - -<p class="resum"><span class="prim"><span -class="gran">S</span>alida</span> de Napoleón de Chamartín. — -Situación del ejército inglés. — Dudas y vacilaciones del general -Moore. — Consulta con Mr. Frere. — Pasos e instancias de la junta -central y de Morla para que avance. — Resuélvese a ello. — Incidente -que pudo estorbarlo. — Sale el 12 de Salamanca a Valladolid. — Varía -de dirección y se mueve hacia Toro y Benavente. — Da de ello aviso a -Romana. Mal estado del ejército de este. — Parcialidad de escritores -extranjeros. — Unión en Mayorga de los generales Baird y Moore. — -Situación del mariscal Soult. — Aviso de la venida de Napoleón. -Retíranse los ingleses a Benavente y Astorga. — Marcha de Napoleón. -Paso de Guadarrama. — Empieza a relajarse la disciplina del ejército -inglés. — Choque<span class="pagenum" id="Page_200">p. 200</span> de -caballería en Benavente. — Sorprenden en Mansilla los franceses a los -españoles. — Retírase Romana de León. — Júntase en Astorga con los -ingleses. — Retírase Romana por Foncebadón. Moore por Manzanal. — -Desgracias de Romana en su retirada. — Desórdenes de los ingleses en su -retirada. — Llega Napoleón a Astorga. — Entrada del mariscal Soult en -el Bierzo. — Reencuentro en Cacabelos. — Retírase el general Moore de -Villafranca. — Van en aumento los desórdenes de los ingleses. — Llegan -a Lugo. — Prepárase Moore a aventurar una batalla. — Retírase después. -— Llega a la Coruña. — Batalla de la Coruña. — Embárcanse los ingleses. -— Entrega de la Coruña. — Del Ferrol. — Estado de Galicia. — Paradero -de Romana. — Sucede a Soult el mariscal Ney. — Vuelta de Napoleón a -Valladolid. — Áspero recibimiento que hace Napoleón a las autoridades. -— Angustias del ayuntamiento de Valladolid. — Suplicio de algunos -españoles, y perdón de uno de ellos. — Temores de guerra con Austria. -Prepárase Napoleón a volver a Francia. — Recibe en Valladolid a los -diputados de Madrid. — Opinión e intentos de Napoleón sobre España. — -Parte para Francia. — José en el Pardo. Pasa una revista en Aranjuez. — -Movimiento del ejército español del centro. Planes de su jefe el duque -del Infantado. — Ataque de Tarancón. — Avanza el mariscal Victor. — -Retírase Venegas a Uclés. — Batalla de Uclés. — Excesos cometidos por -los franceses en Uclés. — Retirada del duque del Infantado. — Sucédele -en el mando el conde de Cartaojal. — Entrada de José en Madrid. — -Sucesos<span class="pagenum" id="Page_201">p. 201</span> de Cataluña. -— La junta del principado se traslada a Villafranca. — Excursiones de -Duhesme. — Vives sucesor del marqués del Palacio. — Ejército español de -Cataluña. Su fuerza. — Situación de Barcelona. — Tentativas de Vives -contra aquella plaza. — Entrada de Saint-Cyr en Cataluña. — Sitio de -Rosas. — Honrosa resistencia de los españoles. — Capitulación de Rosas. -— Avanza Saint-Cyr camino de Barcelona. — Vives y las divisiones de -Reding y Lazán. — Orden singular dada por Lecchi en Barcelona. — Trata -Vives de seducirle a él y a otros. — Ataques de Vives del 26 y 27 -de noviembre en las cercanías de Barcelona. — Del 5 de diciembre. — -Reding y Vives van al encuentro de Saint-Cyr. — Continúa Saint-Cyr su -marcha. — Batalla de Llinas o Cardedeu. — Son derrotados los españoles. -— Se retiran al Llobregat. — Llega Saint-Cyr a Barcelona. — Avanza al -Llobregat. — Situación de los españoles. — Batalla de Molins de Rey. -— Derrota de los españoles y tristes resultas. — Embarazosa también -la situación de Saint-Cyr. — Acontecimientos de Tarragona. — Sucede -Reding a Vives. — Segundo sitio de Zaragoza. — Preparativos de defensa. -— Disposiciones de los franceses. — Preséntanse delante de Zaragoza. — -El mariscal Moncey se apodera del monte Torrero. — Son rechazados los -franceses en el Arrabal. — Intimación a la plaza. — Bloqueo y ataques -que preparan los franceses. — Salida del general Butrón. — Reemplaza -Junot a Moncey. — Sale Mortier para Calatayud. — Empieza el bombardeo. -— Ataques contra San José y reducto del Pilar. — Manuela Sancho. — -Resolución de los<span class="pagenum" id="Page_202">p. 202</span> -moradores. — Enfermedades y contagio. — Temores de los franceses. — -Gente que perdieron en Alcañiz. — Llegada del mariscal Lannes. — Llama -a Mortier. — Dispersa este a Perena. — Asalto de los franceses al -recinto de la ciudad. — Muerte de Sangenís. — Estragos del bombardeo y -epidemia. — Intimación de Lannes. — Dicho de Palafox. — Resistencia en -casas y edificios. — Minas de los franceses. — Patriotismo y fervor de -algunos eclesiásticos. — Muerte del general Lacoste. — Murmuraciones -del ejército francés. — Embestida del Arrabal. — Los progresos del -enemigo en la ciudad. — Nuevas murmuraciones del ejército francés. -— Toma del Arrabal. — Furioso ataque que los franceses preparan. — -Deplorable estado de la ciudad. — Enfermedad de Palafox. — Propone la -junta capitular. — Conferencia con Lannes. — Capitulación. — Palabra -que da Lannes. — Firma la junta la capitulación. — Quebrántase por -los franceses horrorosamente. — Mal trato dado a Palafox. — Muerte -de prisioneros. De Boggiero y Sas. — Entrada de Lannes en Zaragoza. -— P. Santander. — Junot sucede otra vez a Lannes. — Pérdidas de unos -y de otros. — Ruinas de edificios y bibliotecas. — Juicio sobre este -sitio.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter" id="Ch7"> - <p><span class="pagenum" id="Page_203">p. 203</span></p> - <div class="figcenter"> - <img style="width: 26em; height: auto;" - src="images/doble_filete.jpg" - alt="Filete ornamental"/> - </div> - <p class="centra fs150 lh150 negr g0 mt1">HISTORIA</p> - <p class="centra fs60 lh150">DEL</p> - <p class="centra fs120 lh150 asc ws1">LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN</p> - <p class="centra fs120 lh150 ws1">de España.</p> - <div class="figcenter mt05"> - <img style="width: 8em; height: auto;" - src="images/separa4.jpg" - alt="Motivo ornamental"/> - </div> - <h2 class="nobreak fs120 negr g0">LIBRO SÉPTIMO.</h2> - <hr class="tir"/> -</div> - -<div class="sidenote">Salida<br/> de -Napoleón<br/> de -Chamartín.</div> - -<p class="ti0"><span class="prim"><span -class="gran">N</span>apoleón</span> permanecía en Chamartín. Allí -afanado y diligente, agitado su corazón como mar por vientos bravos, -ocupábale España, Francia, Europa entera, y más que todo averiguar los -movimientos y paradero del ejército inglés. Posponía a este los demás -cuidados. Avisos inciertos o fingidos le impelían a tomar encontradas -determinaciones. Unas veces resuelto a salir vía de Lisboa se aprestaba -a ello: otras suspendiendo su marcha aguardaba de nuevo posteriores -informes. Pareció al fin estar próximo el día de su partida, cuando el -19 de diciembre a las<span class="pagenum" id="Page_204">p. 204</span> -puertas de la capital pasó reseña a 70.000 hombres de escogidas tropas. -Así fue: dos días después, el 21, habiendo recibido noticia cierta -de que los ingleses se internaban en Castilla la Vieja, en la misma -noche con la rapidez del rayo acordó oportunas providencias para que -el 22, dejando en Madrid 10.000 hombres, partiesen 60.000 la vuelta de -Guadarrama.</p> - -<div class="sidenote">Situación del<br/> ejército inglés.</div> - -<p>Era en efecto tiempo de que atajase los intentos de contrarios tan -temibles y que tanto aborrecía. Sir Juan Moore vacilante al principio -había por último tomado la ofensiva con el ejército de su mando. Ya -hablamos de su llegada a Salamanca el 23 de noviembre. Apenas había -sentado allí sus reales, empezaron a esparcirse las nuevas de nuestras -derrotas, funestos acontecimientos que sobresaltaron al general inglés -con tanto mayor razón cuanto sus fuerzas se hallaban segregadas y entre -sí distantes. Hasta el 23 del propio noviembre no acabaron de concurrir -a Salamanca las que con el mismo general Moore habían avanzado por el -centro: de las restantes las que mandaba Sir David Baird estaban el 26 -unas en Astorga, otras lejos a la retaguardia, no habiendo aún en aquel -día las de Sir Juan Hope atravesado en su viaje desde Extremadura las -sierras que dividen ambas Castillas.</p> - -<div class="sidenote">Dudas<br/> y vacilaciones<br/> del general<br/> -Moore.</div> - -<p>Como exigía tiempo la reconcentración de todas estas fuerzas, era -de recelar que los franceses libres de ejércitos españoles, avanzando -e interponiéndose con su acostumbrada celeridad, embarazasen al de -los ingleses y le acometiesen separadamente y por trozos: en especial -cuando<span class="pagenum" id="Page_205">p. 205</span> este, si bien -lucido en su apariencia, maravillosamente disciplinado, bizarrísimo en -un día de batalla, flaqueaba del lado de la presteza.</p> - -<p>Motivos eran estos para contener el ánimo de cualquier general -atrevido, mucho más el del general inglés, hombre prudente y a quien -los riesgos se representaban abultados; porque aunque oficial consumado -y dignísimo del buen concepto que entre sus compatriotas gozaba, -adoleciendo por desgracia de aquel achaque entonces común a los -militares de tener por invencibles a Napoleón y sus huestes, juzgaba la -causa peninsular de éxito muy dudoso, y por decirlo así la miraba como -perdida: lo cual no poco contribuyó a su irresolución e incertidumbre. -Se acrecentaron sus temores al entrar en España, no columbrando en los -pueblos señales extraordinarias de entusiasmo, como si la manifestación -de un sentimiento tan vivo pudiera sin término prolongarse, y como si -la disposición en que veía a todos los habitantes de no querer entrar -en pacto ni convenio con el enemigo, no fuera bastante para hacerle -fundadamente esperar que ella sola debía al cabo producir larga y -porfiada resistencia.</p> - -<p>Desalentado por consiguiente el general Moore, y no contemplando -ya en esta guerra sino una lucha meramente militar, empezó a contar -bajo dicho respecto sus recursos y los de los españoles, y habiendo -en gran parte desaparecido los de estos con las derrotas, y siendo -los suyos muy inferiores a los de los franceses, pensó en retirarse -a Portugal. Tal fue su primer impulso al saber las dispersiones -de Espinosa y Burgos.<span class="pagenum" id="Page_206">p. -206</span> Mas conservándose aún casi intacto el ejército español -del centro, repugnábale volver atrás antes de haberse empeñado -en la contienda y de ser estrechado a ello por el enemigo. <span -class="sidenote">Consulta<br/> con Mr. Frere.</span> En medio de sus -dudas resolvió tomar consejo con Mr. Frere, ministro británico cerca -de la junta central, quien no estaba tan desesperanzado de la causa -peninsular como el general Moore, porque, ministro ya de su corte en -Madrid en tiempo de Carlos IV, conocía a fondo a los españoles, tenía -fe en sus promesas, y antes bien pecaba de sobrada afición a ellos que -de tibieza o desvío. Su opinión por tanto les era favorable.</p> - -<p>Pero Sir Juan Moore noticioso el 28 de noviembre de la rota de -Tudela, sin aguardar la contestación de Mr. Frere, determinó retirarse. -En consecuencia encargó al general Baird que se encaminase a la Coruña -o a Vigo, previniéndole solamente que se detuviera algunos días para -imponer respeto a las tropas del mariscal Soult que estaban del lado -de Sahagún, y dar lugar a que llegase Sir Juan Hope. Se unió este con -el cuerpo principal del ejército en los primeros días de diciembre, no -habiendo condescendido, al pasar su división por cerca de Madrid, con -los ruegos de Don Tomás de Morla, dirigidos a que entrase con aquella -en la capital y cooperase a su defensa.</p> - -<div class="sidenote">Pasos<br/> e instancias<br/> de la junta<br/> -central<br/> y de Morla<br/> para que avance.</div> - -<p>La junta central recelosa por su parte de que los ingleses -abandonasen el suelo español, y con objeto también de cumplimentar a -sus jefes, había enviado al cuartel general de Salamanca a Don Ventura -Escalante y a Don Agustín Bueno que llegaron a la sazón de estar -resuelta<span class="pagenum" id="Page_207">p. 207</span> la retirada. -Inútilmente se esforzaron por impedirla, bien es que, fundando muchas -de sus razones en los falsos rumores que circulaban por España, en -vez de conmover con ellas el ánimo desapasionado y cauto del general -inglés, no hacían sino afirmarle en su propósito.</p> - -<p>También por entonces Don Tomás de Morla no habiendo alcanzado lo -que deseaba de Sir Juan Hope, despachó un correo a Salamanca pidiendo -al general en jefe inglés que fuese al socorro de Madrid, o que por -lo menos distrajese al enemigo cayendo sobre su retaguardia. Tampoco -hubiera suspendido este paso la resolución de Moore, si al mismo tiempo -Sir Carlos Stuart, habitualmente de esperanzas menos halagüeñas y a -los ojos de aquel general testigo imparcial, no le hubiese escrito -manifestándole que creía al pueblo de Madrid dispuesto a recia y -vigorosa resistencia.</p> - -<div class="sidenote">Resuélvese a ello.</div> - -<p>Empezó con esto a titubear el ánimo de Moore, y cedió al fin en -vista de los pliegos que en respuesta a los suyos recibió el propio -día de Mr. Frere: quien expresando en su contenido ardiente anhelo -por asistir a los españoles, añadía ser político y conveniente que -sin tardanza se adelantase el ejército británico a sostener el noble -arrojo del pueblo de Madrid. Lenguaje digno y generoso de parte de Mr. -Frere, propio para estimular al general de su nación, pero cuyos buenos -efectos hubiera podido destruir un desgraciado incidente.</p> - -<div class="sidenote">Incidente que<br/> pudo estorbarlo.</div> - -<p>Había sido portador de los pliegos el coronel Charmilly, emigrado -francés, y que por haber presenciado en 1.º de diciembre el -entusiasmo<span class="pagenum" id="Page_208">p. 208</span> de los -madrileños, pareció sujeto al caso para dar de palabra puntuales -y cumplidos informes. Pero la circunstancia de ser francés dicho -portador, y quizá también otros siniestros y anteriores informes, -lejos de inspirar confianza al general Moore, fueron causa de que le -tratase con frialdad y reserva. Achacó el Charmilly recibimiento tan -tibio a la invariable resolución que había formado aquel de retirarse, -y pensó oportuno hacer uso de una segunda carta que Mr. Frere le -había encomendado. La escribió este ministro ansioso de que a todo -trance socorriese su ejército a los españoles, y sin reparar en la -circunspección que su elevado puesto exigía, encargó al Charmilly la -entregase a Moore caso que dicho general insistiese en volver atrás -sus pasos. Así lo hizo el francés, y fácil es conjeturar cuál sería -la indignación del jefe británico al leer en su contexto que antes -de emprender la retirada «se examinase por un consejo de guerra al -portador de los pliegos.» Apenas pudo Sir Juan reprimir los ímpetus -de su ira; y forzoso es decir que si bien había animado a Mr. Frere -intención muy pura y loable, el modo de ponerla en ejecución era -desusado y ofensivo para un hombre del carácter y respetos del general -Moore. Este sin embargo sobreponiéndose a su justo resentimiento, -contentose con mandar salir de los reales ingleses al coronel -Charmilly, y determinó moverse por el frente con todo su ejército, -cuyas divisiones estaban ya unidas o por lo menos en disposición de -darse fácilmente la mano.</p> - -<p>Próximo a abrir la marcha, fue también<span class="pagenum" -id="Page_209">p. 209</span> gran ventura que otros avisos llegados -al propio tiempo no la retardasen o la impidiesen. Había antes el -general inglés enviado hacia Madrid al coronel Graham a fin de que -se cerciorase del verdadero estado de la capital. Mas dicho coronel -sin haber pasado de Talavera, cuyo rodeo había tomado a causa de las -circunstancias, se halló de vuelta en Salamanca el 9 de diciembre, y -trajo tristes y desconsoladas nuevas. Los franceses según su relato, -eran ya dueños del Retiro y habían intimado la rendición a Madrid.</p> - -<div class="sidenote">Sale el 12<br/> de Salamanca<br/> a -Valladolid.</div> - -<p>Por grave que fuese semejante acontecimiento no por eso influyó en -la resolución de Sir Juan Moore, y el 12 levantó el campo marchando -con sus tropas y las del general Hope camino de Valladolid, y con la -buena fortuna de que ya en la noche del mismo día un escuadrón inglés -al mando del brigadier general Carlos Stewart, hoy Lord Londonderry, -sorprendió y acuchilló en Rueda un puesto de dragones franceses.</p> - -<p>El 14 se entregaron en Alaejos al general Moore pliegos cogidos -en Valdestillas a un oficial enemigo, muerto por haber maltratado al -maestro de postas de aquella villa. Iban dirigidos al mariscal Soult, -a quien después de informarle de hallarse el emperador tranquilo -poseedor de Madrid, se le mandaba que arrinconase en Galicia a los -españoles y que ocupase a León, Zamora y tierra llana de Castilla. Del -contenido de tales pliegos si bien se infería la falta de noticias en -que estaba Napoleón acerca de los movimientos de los ingleses, también -con su lectura pudieron estos cerciorarse de cuál fuese en<span -class="pagenum" id="Page_210">p. 210</span> realidad la situación de -sus contrarios, y cuáles los triunfos que habían obtenido.</p> - -<div class="sidenote">Varía<br/> de dirección<br/> y se mueve<br/> -hacia Toro<br/> y Benavente.</div> - -<p>Con este conocimiento alteró su primer plan Sir Juan Moore, y en -vez de avanzar a Valladolid tomó por su izquierda del lado de Toro -y Benavente para unirse con los generales Baird y Romana, y juntos -deshacer el cuerpo mandado por el mariscal Soult antes que Napoleón -penetrase en Castilla la Vieja. Estaba el general inglés ejecutando -su movimiento a la sazón que el 16 de diciembre se avistaron con él -en Toro Don Francisco Javier Caro y Sir Carlos Stuart, enviados desde -Trujillo, uno por la junta central de que era individuo, y otro por -Mr. Frere con el objeto de hacer un nuevo esfuerzo y evitar la tan -temida retirada. Afortunadamente ya esta se había suspendido, y si las -operaciones del ejército inglés no fueron del todo conformes a los -deseos del gobierno español, no dejaron por lo menos de ser oportunas y -de causar diversión ventajosa.</p> - -<div class="sidenote">Da de ello aviso<br/> a Romana.<br/> Mal estado -del<br/> ejército de este.</div> - -<p>Luego que el general Moore se resolvió a llevar a cabo el plan -indicado se lo comunicó al marqués de la Romana. Hallábase este -caudillo en León a la cabeza del ejército de la izquierda, cuyas -reliquias, viniendo unas por la Liébana, según dijimos, y cruzando -otras el principado de Asturias, se habían ido sucesivamente reuniendo -en la mencionada ciudad. En ella, en Oviedo y en varios pueblos de -las dos líneas que atravesaron los dispersos, cundieron y causaron -grande estrago unas fiebres malignas contagiosas. Las llevaban consigo -aquellos desgraciados soldados, como triste fruto de la hambre, -del<span class="pagenum" id="Page_211">p. 211</span> desabrigo, de los -rigurosos tiempos que habían padecido: cúmulo de males que requería -prontos y vigorosos remedios. Mas los recursos eran contados, y débil -y poco diestra la mano que había de aplicarlos. Hablamos ya de las -prendas y de los defectos del marqués de la Romana. Por desgracia solo -los últimos aparecieron en circunstancias tan escabrosas. Distraído y -olvidadizo dejaba correr los días sin tomar notables providencias, y -sin buscar medios de que aún podía disponer. ¿Quién en efecto pensara -que teniendo a su espalda y libre de enemigos la provincia de Asturias -no hubiese acudido a buscar en ella apoyo y auxilios? Pues fue tan al -contrario que, pésanos decirlo, en el espacio de más de un mes que -residió en León, solo una vez y tarde escribió a la junta de aquel -principado para darle gracias por su celo y patriótica conducta.</p> - -<p>A pesar de tan reprensible abandono, no perseguido el ejército de -la izquierda, más tranquilo y mejor alimentado, íbase poco a poco -reparando de sus fatigas, y no menos de 16.000 hombres se contaban ya -alojados en León y riberas del Esla; pero de este número escasamente la -mitad merecía el nombre de soldados.</p> - -<p>Atento a su deplorable estado y en el intermedio que corrió entre la -primera resolución del general Moore de retirarse, y la posterior de -avanzar, sabedor Romana de que Sir David Baird se disponía a replegarse -a Galicia, no queriendo quedar expuesto, solo y sin ayuda a los ataques -de un enemigo superior, había también determinado abandonar a León. -Súpolo Moore<span class="pagenum" id="Page_212">p. 212</span> en el -momento en que se movía hacia adelante, y con diligencia escribió a -Romana sentido de su determinación, y de que pensase tomar el camino -de Galicia por el que debían venir socorros al ejército de su mando, -y marchar este en caso de necesidad. Replicole y con razón el general -español que nunca hubiera imaginado retirarse, si no hubiese visto que -Sir David Baird se disponía a ello y le dejaba desamparado; pero ahora -que, según los avisos, había otros proyectos, no solo se mantendría en -donde estaba, sino que también y de buen grado cooperaría a cualquier -plan que se le propusiese.</p> - -<div class="sidenote">Parcialidad<br/> de escritores<br/> -extranjeros.</div> - -<p>En toda su correspondencia había el de la Romana animado a los -ingleses a obrar e impedir la toma de Madrid. Algunos historiadores de -aquella nación le han motejado, así como a otros generales nuestros -y autoridades, de haber insistido en pedir una cooperación activa, -y de desfigurar los hechos con exageraciones y falsas noticias. -En cuanto a lo primero, natural era que oprimidos por continuadas -desgracias, deseasen todos ofrecer al enemigo un obstáculo que dando -respiro permitiese a la nación volver en sí, y recobrar parte de las -perdidas fuerzas: y respecto de lo segundo, las mismas autoridades -españolas y los generales eran engañados con los avisos que recibían. -Hubo provincias en que más de un mes iba corrido antes que se hubiese -averiguado con certeza la rendición de Madrid. Los pueblos oían con -tal sospecha a los que daban tristes nuevas, que los pocos trajineros -y viajantes que circulaban en tan aciagos días, en vez de descubrir la -verdad, la ocultaban,<span class="pagenum" id="Page_213">p. 213</span> -estando así seguros de ser bien tratados y recibidos. Si además los -generales españoles y su gobierno ponderaban a veces los medios y -fuerza que les quedaban, no poco contribuía a ello el desaliento que -advertían en el general Moore, el cual era tan grande, que causaba -según los mismos ingleses disgusto y murmuraciones en su ejército. Por -lo que sin intentar disculpar los errores y faltas que se cometieron -por nuestra parte, y que somos los primeros a publicar, justo es que -tampoco se achaquen a nuestros militares y gobernantes los que eran -hijos de tiempos tan revueltos, ni se olviden las flaquezas de que -otros adolecieron, igualmente reprensibles aunque por otro extremo.</p> - -<div class="sidenote">Unión<br/> en Mayorga<br/> de los generales<br/> -Baird y Moore.</div> - -<p>Volvamos ahora al general Moore. Continuando este su marcha se le -unió el 20 en Mayorga el general Baird. Juntas así las fuerzas inglesas -formaban un total de 23.000 infantes y 2300 caballos: algunos otros -cuerpos estaban todavía en Portugal, Astorga y Lugo. Por su izquierda -y hacia Cea también empezó a moverse Romana con unos 8000 hombres -escogidos entre lo mejor de su gente. Sentaron los ingleses el 21 en -Sahagún su cuartel general, habiendo antes su caballería en el mismo -punto deshecho 600 jinetes enemigos.</p> - -<div class="sidenote">Situación<br/> del mariscal<br/> Soult.</div> - -<p>El mariscal Soult se extendía con las tropas de su mando entre -Saldaña y Carrión de los Condes, teniendo consigo unos 18.000 hombres. -Después de haber salido a Castilla viniendo de Santander, se había -mantenido sobre la defensiva aguardando nuevas órdenes. De estas, las -que le mandaban atacar a los españoles fueron<span class="pagenum" -id="Page_214">p. 214</span> interceptadas en Valdestillas: además de -que noticioso Soult del paraje en donde estaban situados los ingleses -[cosa que al dar aquellas ignoraba Napoleón] no se hubiera con solo su -fuerza arriesgado a pasar adelante.</p> - -<div class="sidenote">Aviso de la venida<br/> de Napoleón.<br/> -Retíranse<br/> los ingleses<br/> a Benavente<br/> y Astorga.</div> - -<p>Sabedor el mariscal francés de que los ingleses movían contra él su -ejército, se reconcentró en Carrión. Disponíanse aquellos a avanzar, -cuando en la noche del 23 recibieron aviso de Romana [que también por -su parte ejecutaba el movimiento concertado] de que Napoleón venía -sobre ellos con fuerzas numerosas. Confirmado este aviso con otros -posteriores no prosiguió su marcha el general Moore, y el 24 comenzó -a retirarse en dos columnas, una, a cuyo frente él iba, tomó por el -puente de Castro Gonzalo a Benavente, y otra se dirigió a Valencia de -Don Juan, cubriendo y amparando sus movimientos la caballería.</p> - -<div class="sidenote">Marcha<br/> de Napoleón.<br/> Paso<br/> de -Guadarrama.</div> - -<p>Era ya tiempo de adoptar esta resolución. Napoleón avanzaba con su -acostumbrada diligencia. Al principio la marcha de su ejército había -sido penosa, y tan intenso el frío para aquel clima, que al pie de las -montañas de Guadarrama señaló el termómetro de Réaumur nueve grados -debajo de cero. Cruzaron los franceses el puerto en los días 23 y 24 de -diciembre, perdiendo hombres y caballos con el mucho frío, la nieve y -ventisca. Detúvose la artillería volante y parte de la caballería a la -mitad de la subida, teniendo que esperar algunas horas a que suavizase -el tiempo. Napoleón siéndole dificultoso continuar a caballo, y deseoso -también de animar con el ejemplo, se puso a pie y estimuló<span -class="pagenum" id="Page_215">p. 215</span> a redoblar el paso, -llegando él a Villacastín el 24. Al bajar a Castilla la Vieja sobrevino -blandura acompañada de lluvia, y se formaron tales lodazales que hubo -sitios en que se atascaron la artillería y equipajes, aumentándose el -desconsuelo de los franceses a la vista de pueblos por la mayor parte -solitarios y desprovistos.</p> - -<p>Tamaños obstáculos, aunque al fin vencidos, retardaron la marcha -de Napoleón e impidieron la puntual ejecución del plan que había -combinado. Era este envolver a los ingleses si continuaban en ir tras -del mariscal Soult, a quien el mismo emperador escribía el 26 desde -Tordesillas: «si todavía conservan los ingleses el día de hoy su -posición, están perdidos: si al contrario os atacan, retiraos a una -jornada de marcha, pues cuanto más se empeñen en avanzar, tanto mejor -será para nosotros.»</p> - -<div class="sidenote">Empieza<br/> a relajarse<br/> la disciplina<br/> -del ejército inglés.</div> - -<p>Pero Sir Juan Moore, previniendo con oportunidad los intentos de -sus contrarios, prosiguió a Benavente y aseguró su comunicación con -Astorga. La disciplina sin embargo empezaba a relajarse notablemente -en su ejército, disgustado con volver atrás. Así fue que la columna -que cruzó por Valderas cometió lamentables excesos, y con ellos y -otros que hubo en varios pueblos aterrado el paisanaje, huía y a su -vez se vengaba en los soldados y partidas sueltas. Censuró agriamente -el general inglés la conducta de sus soldados; mas de poco sirvió. -Prosiguieron en sus desmanes, y en Benavente devastaron el palacio -de los condes-duques del mismo nombre, notable por su antigüedad y -extensión; mas no fue entonces cuando se quemó, según algunos<span -class="pagenum" id="Page_216">p. 216</span> han afirmado. Nos consta -por información judicial que de ello se hizo, que solo el 7 de enero -apareció incendiado, durando el fuego muchos días sin que se pudiese -cortar.</p> - -<div class="sidenote">Choque<br/> de caballería<br/> en Benavente.</div> - -<p>Esta columna, que era la que mandaba Moore, después de haber -arruinado el puente de Castro Gonzalo se juntó el 29 en Astorga -con la de Baird, que había caminado por Valencia de Don Juan. La -caballería permaneció aún en Benavente, enviando destacamentos a -observar los vados del Esla. Engañado a su vista el general francés -Lefebvre-Desnouettes, y creyendo que ya no quedaba al otro lado ninguna -fuerza inglesa sino aquella, vadeó el río con 600 hombres de la guardia -imperial y acometió impetuosamente a sus contrarios. Cejaron estos al -principio, excitando gran clamoreo las mujeres, rezagados y bagajeros -derramados por el llano que yace entre el Esla y Benavente. El general -Stewart tomó luego el mando de los destacamentos ingleses, se le -agregaron algunos caballos más y empezó a disputar el terreno a los -franceses, que continuaron, sin embargo, en adelantar hasta que Lord -Paget, acudiendo con un regimiento de húsares, los obligó a repasar el -río. Quedaron en su poder 70 prisioneros, en cuyo número se contó al -mismo general Lefebvre, de quien hicimos tanta memoria en el primer -sitio de Zaragoza.</p> - -<p>Era precursor este reencuentro de los muchos que unos en pos de -otros en breve se sucedieron. Frustrada la primera combinación del -emperador francés a causa de la retirada de Moore, determinó aquel -perseguir a los ingleses<span class="pagenum" id="Page_217">p. -217</span> por el camino de Benavente con el grueso de sus fuerzas, -mandando al mismo tiempo al mariscal Soult que arrojase de León a -los españoles. La destrucción del puente de Castro Gonzalo retardó -del lado de Benavente el movimiento de los franceses; pero del otro -se adelantaron sin dificultad, no habiendo los españoles opuesto -resistencia.</p> - -<div class="sidenote">Sorprenden<br/> en Mansilla<br/> los -franceses<br/> a los españoles.</div> - -<p>Ocupaba a Mansilla de las Mulas la 2.ª división del marqués de -la Romana, de la cual un trozo se había quedado a retaguardia en el -convento de Sandoval para conservar el paso del Esla en el puente de -Villarente. Enfermos en León muchos de los principales jefes, no se -habían tomado en Mansilla las precauciones oportunas, y el 29 fue -sorprendido y entrado el pueblo por el general Franceschi, rindiéndose -casi toda la tropa que tan mal custodiaba aquel punto.</p> - -<div class="sidenote">Retírase Romana<br/> de León.</div> - -<p>Desapercibido el marqués de la Romana, apresuradamente abandonó a -León en la misma noche del 29, y los vecinos más principales, temerosos -de la llegada del enemigo, tuvieron también que salvarse y esconderse -en las montañas inmediatas, dejando con el azoramiento hasta las -alhajas y prendas de mayor valor. <span class="sidenote">Júntase<br/> -en Astorga<br/> con los ingleses.</span> Romana se unió el 30 en -Astorga con el general Moore, lo cual desagradó en gran manera a este -que le conceptuaba en las fronteras de Asturias. Con la llegada a -aquella ciudad de las tropas españolas, desnudas, de todo escasas y en -sumo grado desarregladas, acreció el desorden y la confusión, yendo por -instantes en aumento la indisciplina de los ingleses.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_218">p. 218</span></p> - -<p>Hasta aquí se habían imaginado muchos oficiales de este ejército que -en Astorga o entradas del Bierzo haría alto su general en jefe, y que -aprovechándose de los favorables sitios de aquella escabrosa tierra, -procuraría en ellos contener al enemigo y aun darle batalla, mayormente -cuando la insubordinación y el desconcierto no habían todavía llegado -al extremo. Pero Sir Juan Moore no veía ya seguridad ni salvación -sino a bordo de sus buques; por lo cual dio órdenes para proseguir su -camino hacia Galicia y destruir todo género de provisiones de boca -y guerra que no pudiesen sus tropas llevar consigo. Desde entonces -soltose la rienda a las pasiones, y el ejército británico acabó del -todo de desorganizarse. <span class="sidenote">Retírase Romana<br/> -por Foncebadón.<br/> Moore,<br/> por Manzanal.</span> El marqués de -la Romana insistía por conservar la cordillera que divide el Bierzo -del territorio de Astorga; mas fueron vanos sus ruegos y ociosas sus -razones: y a la verdad por poderosas que estas fuesen, debilitábanse -saliendo de la boca de un general cuyos soldados se mostraban en -estado tan deplorable. Forzado pues el general español a someterse a -la inmutable resolución del británico, tuvo asimismo que consentir en -dejarle libre el nuevo y hermoso camino de Manzanal, reservando para sí -el antiguo y agrio de Foncebadón.</p> - -<p>A las doce del día del 31 de diciembre empezó el ejército inglés -su retirada, y el español la suya en la misma noche. La artillería -del último, que hasta entonces había casi toda podido librarse del -continuo perseguimiento de los franceses, tomó, según convenio con -el general Moore, la vía de Manzanal para evitar las asperezas<span -class="pagenum" id="Page_219">p. 219</span> de la otra. Mas no -teniendo cuenta los soldados británicos con las órdenes de sus jefes, -arrancando a viva fuerza los tiros de mulas de nuestra artillería, -hubo que abandonar algunas piezas y precipitar otras en los abismos de -las montañas, perdiéndose así por la violencia de manos aliadas unos -cañones que a tan duras penas y desde Reinosa se habían conservado -libres de las enemigas.</p> - -<div class="sidenote">Desgracias<br/> de Romana<br/> en su -retirada.</div> - -<p>Ni fue Romana más dichoso del lado de Foncebadón. Creía, y -fundadamente, que ya que le hubiese cabido la peor ruta, por lo menos -se le dejaría en su retirada solo y desembarazado; mas engañose en su -juicio. Una división inglesa de 3000 hombres mandada por el general -Crawford, separándose en Bonillos, a una legua de Astorga, del grueso -de su ejército, tomó el mismo rumbo que Romana con intento de ir a -embarcarse en Vigo. Turbó este incidente la marcha de los españoles, -incomodando a todos el hallar casi cerrado con la nieve el paso de -Foncebadón.</p> - -<p>Uníase a tal conjunto de desgracias estar capitaneadas las -divisiones españolas por nuevos jefes sucesores de los que habían -muerto de enfermedad o en los combates. A tres se había reducido el -número de aquellas fuera de la llamada del norte; y mal aventuradas -refriegas mostraron en breve su triste estado. De ellas la 1.ª mandada -por el coronel Rengel, fue al amanecer del 1.º de enero cortada y en -gran parte cogida por jinetes franceses en Turienzo de los Caballeros. -Las otras, aunque a costa de trabajos, siempre acosadas y desbandándose -muchos de<span class="pagenum" id="Page_220">p. 220</span> sus -soldados, se enmarañaron en la sierra. Romana no había tratado de -prevenir o disminuir el mal con acertadas disposiciones. Dejó a cada -división andar y moverse a su arbitrio: y cruzando con su estado mayor -y algunos caballos por los barrios de Ponferrada, se metió en el valle -de Valdeorras. Allí reunió las pocas reliquias de su ejército que le -habían seguido, y situó su cuartel general en la Puebla de Tribes, -dejando en el Puente de Domingo Flores una corta vanguardia que pasó -después al de Bibey.</p> - -<div class="sidenote">Desórdenes<br/> de los ingleses<br/> en su -retirada.</div> - -<p>Los ingleses en tanto por el puerto de Manzanal continuaron -precipitadamente su retirada. Repartidos en tres divisiones y una -reserva, iban delante las de los generales Fraser y Hope, seguía la de -Sir David Baird, y cerraba la marcha con la última el mismo Sir Juan -Moore. Llegaron el 2 de enero a Villafranca, habiendo andado en tan -corto tiempo 14 leguas de las largas de nuestros caminos reales, de -las que solo entran diez y siete y media en el grado. Los males y el -desconcierto rápidamente se aumentaban ofreciendo lastimoso cuadro: -el tiempo crudo, los bagajes abandonados, las municiones rezagadas, -los fuertes y lucidos caballos ingleses desherrados y muertos por sus -propios jinetes, los infantes descalzos y despeados, los soldados -todos abatidos e insubordinados, y metiéndose muchos en los sótanos -de las casas y las tabernas, se perdían de intento y se entregaban a -la embriaguez y disolución: fue Bembibre principal y horroroso teatro -de sus excesos. Cruel castigo recibieron los que así se olvidaban -de la disciplina y buen orden. Los franceses<span class="pagenum" -id="Page_221">p. 221</span> corriendo en pos de ellos, duramente y cual -merecían los trataban, matando a unos, hiriendo a otros y atropellando -a casi todos. Los que de su poder se escapaban, llenos de tajos y -cuchilladas poníalos el general inglés como a la vergüenza delante de -su ejército, a fin de que sirviesen de escarmiento a sus compañeros.</p> - -<div class="sidenote">Llega Napoleón<br/> a Astorga.</div> - -<p>Notábase en el perseguir de los franceses suma diligencia, mas no -extraña. Aguijábalos poderosa espuela. Napoleón había llegado a Astorga -el 1.º de enero. Le acompañaban 70.000 infantes y 10.000 caballos, que -este número componían los cuerpos de los mariscales Soult y Ney, una -parte de la guardia imperial y dos divisiones del ejército de Junot, -las cuales, ya de regreso, iban a pelear contra los mismos con quienes -pocos meses antes habían capitulado. Napoleón no pasó de Astorga; -pero envió en seguimiento de las tropas británicas al mariscal Soult -con 25.000 hombres, de los cuales 4200 de caballería. Tras de estos -caminaban las divisiones de los generales Loison y Heudelet, debiendo -todos ser sostenidos por 16.000 hombres del cuerpo del mariscal Ney. -Aceleradamente fueron los primeros en busca de Sir Juan Moore, que no -conservaba sino unos 19.000 combatientes, menguadas sus filas con los -3000 que fueron la vuelta de Vigo y con los perdidos en los diversos -choques y retirada.</p> - -<div class="sidenote">Entrada<br/> del mariscal Soult<br/> en el -Bierzo.</div> - -<p>Entró el mariscal Soult en el Bierzo dividida su gente en dos -columnas, que tomaron una por Foncebadón, otra por Manzanal, avanzando -el 3 su vanguardia hasta las cercanías de Cacabelos. Habían los -ingleses ocupado con 2500<span class="pagenum" id="Page_222">p. -222</span> hombres y una batería la ceja del ribazo de viñedos que -se divisa no lejos de aquel pueblo y del lado de Villafranca. Más -adelante y camino de Bembibre habían también apostado 400 tiradores y -otros tantos caballos, a los cuales hacía espalda el puente del Cúa, -río escaso de aguas, pero crecido ahora por las muchas nieves, y cuya -corriente baña las calles de Cacabelos.</p> - -<div class="sidenote">Reencuentro<br/> en Cacabelos.</div> - -<p>Venían al frente de la vanguardia francesa unos cuantos escuadrones -mandados por el general Colbert, quien pensando ser de importancia el -número de ingleses que le aguardaba en puesto ventajoso, pidió refuerzo -al mariscal Soult; mas respondiéndole secamente este que sin dilación -atacase, sentido Colbert de la imperiosa orden, acometió con temerario -arrojo y arrolló a los caballos y tiradores ingleses que estaban -avanzados. De estos los hubo que fueron cogidos al pasar el puente del -Cúa; otros metiéndose en los viñedos de la margen del camino, de cerca -y a quema ropa dispararon y mataron a muchos jinetes franceses, entre -ellos a su general Colbert, distinguido por su belleza y denuedo. Llegó -a poco la división de infantería del general Merle, y aunque quiso -pasar adelante, detúvose al ver la batería que estaba en lo alto del -ribazo y también impedido de la noche que sobrevino.</p> - -<div class="sidenote">Retírase<br/> el general Moore<br/> de -Villafranca.</div> - -<p>Aquí hubiera podido empeñarse una acción general. Sir Juan -Moore la evitó retirándose después de oscurecido. En Villafranca -escandalosamente se renovaron los excesos y demasías de otras -partes: fueron robados los almacenes, entradas a viva fuerza muchas -casas y<span class="pagenum" id="Page_223">p. 223</span> oprimidos -e inhumanamente tratados los vecinos. El general inglés reprimió -algún tanto los desmanes con severas providencias, mandando también -arcabucear a un soldado cogido infraganti. Aceleró después su partida, -y como la tierra es por allí cada vez más quebrada, y está cubierta -de bosques u otros plantíos, no pudiendo la caballería ser de gran -provecho, enviola delante con dirección a Lugo. En todo este tránsito -hay parajes en que pocas fuerzas pudieran detener mucho tiempo a un -ejército muy superior, pues si bien la calzada es magnífica, corre -ceñida por largo espacio entre opuestas montañas de dificultoso y agrio -acceso.</p> - -<div class="sidenote">Van en aumento<br/> los desórdenes<br/> de los -ingleses.</div> - -<p>Ningún fruto se sacó de tamañas ventajas: y encontrándose los -soldados británicos con un convoy, no solo inutilizaron vestuario y -armamento que de Inglaterra iba para Romana, sino que también cerca -de Nogales y por orden del general Moore arrojaron a un despeñadero -en vez de repartírselos 120.000 pesos fuertes. Llegó el desorden -a su colmo: abandonábanse hasta los cañones y los enfermos y los -heridos, acrecentando la confusión el gran séquito y embarazos que -solían entonces acompañar a los ejércitos ingleses. En fin fue -esta retirada hecha con tal apresuramiento y mala ventura, que uno -de los generales británicos, testigo de vista, nos afirma en su -narración [*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_7-1" -id="Ll_7-1">7-1</a>.)</span> «que por sombrías y horrorosas que fueran -las relaciones que de ella se hubiesen hecho, aun no se asemejaban a la -realidad.»</p> - -<p>Dos días y una noche tardaron los ingleses en llegar a Lugo, 16 -leguas de Villafranca: acosados<span class="pagenum" id="Page_224">p. -224</span> en continuas escaramuzas hubieran padecido cerca de -Constantín recio choque si el general Moore no le hubiese evitado -haciendo bajar con rapidez la cuesta del río Neira y engañando a sus -contrarios con un diestro y oportuno amago.</p> - -<div class="sidenote">Llegan a Lugo.</div> - -<p>Hasta poco antes había permanecido dudoso el general Moore de -si iría para embarcarse a Vigo o a la Coruña. Informado de las -dificultades que ofrecía la primera ruta, decidiose a continuar por -la segunda, avisando en consecuencia al almirante de su escuadra, a -fin de que los transportes que estaban en Vigo pasasen al otro puerto. -Y para dar tiempo a que se ejecutase dicha travesía, y también para -rehacer algo su ejército cansado y desfallecido, determinó el mismo -general pararse en Lugo y aun arriesgar una batalla si fuese necesario. -Al intento reunió allí todas sus tropas, excepto los 3000 hombres del -general Crawford que se embarcaron en Vigo sin ser molestados.</p> - -<div class="sidenote">Prepárase Moore<br/> a aventurar<br/> una -batalla.</div> - -<p>A legua y media y antes de llegar a Lugo escogió Sir Juan Moore -un sitio elevado y ventajoso para pelear contra los franceses, los -cuales asomaron el 6 por las alturas opuestas. Pasose aquel día y el -siguiente sin otras refriegas que las de algunos reconocimientos. El -mariscal Soult hallándose inferior en número, no quería empeñarse -en acción formal antes de que se le uniesen más tropas. <span -class="sidenote">Retírase después.</span> Los ingleses por su parte se -mantuvieron hasta el 8 sin moverse de su posición; mas al anochecer de -aquel día, pareciéndole peligroso al general Moore aguardar a que los -franceses se reforzasen, resolvió partir a las<span class="pagenum" -id="Page_225">p. 225</span> calladas con la esperanza de que ganando -sobre ellos algunas horas, podría así embarcarse sosegadamente. A -las diez de la noche y encendidas hogueras en las líneas para cubrir -su intento, emprendió la continuación de la marcha, que un temporal -deshecho de lluvia y viento vino a interrumpir y desordenar. Después -de padecer muchos trabajos y de cometer nuevas demasías, empezaron los -ingleses a llegar a Betanzos en la tarde del 9 en un estado lamentable -de confusión y abatimiento. Era tanta la fatiga y tan grande el número -de rezagados, que tuvieron el 10 que detenerse en aquella ciudad. <span -class="sidenote">Llega<br/> a la Coruña.</span> Prosiguieron su marcha el -11 y dieron vista a la Coruña, sin que en su rada se divisasen los -apetecidos transportes: vientos contrarios habían impedido al almirante -inglés doblar el cabo de Finisterre. Por este atraso veíase expuesto el -general Moore a probar la suerte de una batalla, causando pesadumbre -a muchos de sus oficiales el que se hubiesen para ello desperdiciado -ocasiones más favorables y en tiempo en que su ejército se conservaba -más entero y menos indisciplinado.</p> - -<p>Cerca de la Coruña no dejaba en verdad de haber sitios ventajosos, -pero en algunos requeríanse numerosas tropas. Tal era el de Peñasquedo, -por lo que los ingleses prefirieron a sus alturas las del monte Mero, -que si bien dominadas por aquellas hallábanse próximas a la Coruña, y -su posición como más recogida podía guarnecerse con menos gente.</p> - -<p>El 12 empezaron los franceses a presentarse del otro lado del puente -del Burgo, que los ingleses<span class="pagenum" id="Page_226">p. -226</span> habían cortado. Continuaron ambos ejércitos sin molestarse -hasta el 14, en cuyo día contando ya los franceses con suficientes -tropas, repararon el puente destruido, y le fueron sucesivamente -cruzando. Por la mañana se había de propósito volado un almacén de -pólvora sito en Peñasquedo, lo cual produjo horroroso estrépito, y por -la tarde habiéndose el viento cambiado al sur entraron en la Coruña los -transportes ingleses procedentes de Vigo. Sin tardanza se embarcaron -por la noche los enfermos y heridos, la caballería desmontada y 52 -cañones: de estos solo se dejaron para en caso de acción ocho ingleses -y cuatro españoles. No faltó en el campo británico quien aconsejara a -su general que capitulase con los franceses, a fin de poder libremente -embarcarse. Desechó con nobleza Sir Juan Moore proposición tan -deshonrosa.</p> - -<p>Puestos ya a bordo los objetos de más embarazo y las personas -inútiles, debía en la noche del 16 y a su abrigo embarcarse el -ejército lidiador. Con impaciencia aguardaba aquella hora el general -inglés, cuando a las dos de la tarde un movimiento general de la línea -francesa estorbó el proyectado embarco, empeñándose una acción reñida y -porfiada.</p> - -<div class="sidenote">Batalla<br/> de la Coruña.</div> - -<p>Disponiéndose a ella en la noche anterior había colocado el mariscal -Soult en la altura de Peñasquedo una batería de once cañones, en que -apoyaba su izquierda ocupada por la división del general Mermet, -guardando el centro y la derecha con las suyas respectivas los -generales Merle y Delaborde, y prolongándose la del último hasta el -pueblo de Palavea de Abajo. La<span class="pagenum" id="Page_227">p. -227</span> caballería francesa se mostraba por la izquierda de -Peñasquedo hacia San Cristóbal y camino de Bergantiños: el total de -fuerza ascendía a unos 20.000 hombres.</p> - -<p>Era la de los ingleses de unos 16.000 que estaban apostados en el -monte Mero, desde la ría del mismo nombre hasta el pueblo de Elviña. -Por este lado se extendían las tropas de Sir David Baird, y por el -opuesto que atraviesa el camino real de Betanzos las de Sir Juan Hope. -Dos brigadas de ambas divisiones se situaron detrás en los puntos más -elevados y extremos de su respectiva línea. La reserva mandada por Lord -Paget estaba a retaguardia del centro en Eirís, pueblecillo desde cuyo -punto se registra el valle que corría entre la derecha de los ingleses, -y los altos ocupados por la caballería francesa. Más inmediato a la -Coruña y por el camino de Bergantiños se había colocado con su división -el general Fraser, estando pronto a acudir adonde se le llamase.</p> - -<p>Trabose la batalla a la hora indicada, atacando intrépidamente -el francés con intento de deshacer la derecha de los ingleses. Los -cierros de las heredades impedían a los soldados de ambos ejércitos -avanzar a medida de su deseo. Los franceses al principio desalojaron -de Elviña a las tropas ligeras de sus contrarios; mas yendo adelante -fueron detenidos y rechazados, si bien a costa de mucha sangre. -La pelea se encarnizó en toda la línea. Fue gravemente herido el -general Baird y Sir Juan Moore que con particular esmero vigilaba el -punto de Elviña, en donde el combate era más reñido que en las otras -partes:<span class="pagenum" id="Page_228">p. 228</span> recibió -en el hombro izquierdo una bala de cañón que le derribó por tierra. -Aunque mortalmente herido incorporose, y registrando con serenidad el -campo confortó su ánimo al ver que sus tropas iban ganando terreno. -Solo entonces permitió que se le recogiese a paraje más seguro. Vivió -todavía algunas horas, y su cuerpo fue enterrado en los muros de la -Coruña.</p> - -<div class="sidenote">Embárcanse<br/> los ingleses.</div> - -<p>Los franceses no pudiendo romper la derecha de los ingleses -trataron de envolverla. Descubierto su intento avanzó Lord Paget con -la reserva, y obligando a retroceder a los dragones de La Houssaye, -que habían echado pie a tierra, contuvo a los demás, y aun se acercó a -la altura en que estaba situada la batería francesa de once cañones. -Al mismo tiempo los ingleses avanzaban por toda la línea, y a no haber -sobrevenido la noche quizá la situación del mariscal Soult hubiera -llegado a ser crítica, escaseando ya en su campo las municiones; mas -los ingleses contentos con lo obrado tornaron a su primeva posición, -queriendo embarcarse bajo el amparo de la oscuridad. Fue su pérdida -de 800 hombres: asegúrase haber sido mayor la de los franceses. El -general Hope, en quien había recaído el mando en jefe, creyó prudente -no separarse de la resolución tomada por Sir Juan Moore, y entrada -la noche ordenó que todo su ejército se embarcase, protegiendo la -operación los generales Hill y Beresford.</p> - -<p>En la mañana siguiente viendo los franceses que estaba abandonado -el monte Mero, y que sus contrarios les dejaban la tierra libre -acogiéndose a su preferido elemento, se adelantaron, y<span -class="pagenum" id="Page_229">p. 229</span> desde la altura de San -Diego con cañones de grueso calibre, de que se habían apoderado en la -de las Angustias de Betanzos, empezaron a hacer fuego a los barcos -de la bahía. Algunos picaron los cables, y se quemaron otros que con -la precipitación habían varado. Los moradores de la Coruña no solo -ayudaron a los ingleses en su embarco con desinteresado celo, sino que -también les guardaron fidelidad no entregando inmediatamente la plaza. -Noble ejemplo, rara vez dado por los pueblos cuando se ven desamparados -de los mismos de quienes esperaban protección y ayuda.</p> - -<p>Así terminó la retirada del general Moore, censurada de algunos de -sus propios compatriotas, y defendida y aun alabada de otros. Dejando a -ellos y a los militares el examen y crítica de esta campaña, pensamos -que sirvió de mucho para la gloria y buen nombre del general Moore -la casualidad de haber tenido que pelear antes de que sus tropas se -embarcasen, y también acabar sus días honrosamente en el campo de -batalla. Por lo demás si un ejército veterano y disciplinado como el -inglés, provisto de cuantiosos recursos, empezó antes de combatir -una retirada, en cuya marcha hubo tanto desorden, tanto estrago, -tantos escándalos, ¿quién podrá extrañar que en las de los españoles, -ejecutadas después de haber lidiado, y con soldados bisoños, escasos -de todo y en su propio país, hubiese dispersiones y desconciertos? No -decimos esto en menoscabo de la gloria británica; pero sí en reparación -de la nuestra, tan vilipendiada por ciertos escritores ingleses de los -mismos que se hallaron en tan funesta campaña.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_230">p. 230</span></p> - -<div class="sidenote">Entrega<br/> de la Coruña.</div> - -<p>Difícil era que después de semejante suceso resistiese la Coruña -largo tiempo. El recinto de la plaza solo la ponía al abrigo de un -rebate; mas ni sus baterías, ni sus murallas estaban reparadas, ni eran -de suyo bastante fuertes. No haber mejorado a tiempo sus obras pendió -en parte del descuido que nos es natural, y también de la confianza que -con su llegada dieron los ingleses. Era gobernador Don Antonio Alcedo, -y el 19 capituló. Entró el 20 en la plaza el mariscal Soult, y puso -autoridades de su bando. Dispersose la junta del reino, y la audiencia, -el gobernador y los otros cuerpos militares, civiles y eclesiásticos -prestaron homenaje al nuevo rey José.</p> - -<div class="sidenote">Del Ferrol.</div> - -<p>No tardó Soult en volver los ojos al Ferrol, y ya el 22 empezaron -a aproximarse a la plaza partidas avanzadas de su ejército. Aquel -arsenal, primero de la marina española, era inatacable del lado de -mar, de donde solo se puede entrar con un viento y por boca larga y -estrecha: no estaba por tierra tan bien fortalecido. Hallábase el -pueblo con ánimo levantado, sosteniéndole unos 300 soldados que habían -llegado el 20. Era comandante del departamento Don Francisco Melgarejo, -anciano e irresoluto, y comandante de tierra Don Joaquín Fidalgo. No -se había tomado medida alguna de defensa, ni tenido la precaución de -poner a salvo los buques de guerra allí fondeados. Dichos jefes y -la junta peculiar del pueblo desde luego se inclinaron a capitular; -mas no osando declararse tuvieron que responder con la negativa a la -reiterada intimación de los franceses. Al fin el 26 habiendo<span -class="pagenum" id="Page_231">p. 231</span> estos descubierto algunas -obras de batería, y apoderádose de los castillos de Palma y San Martín, -pudieron las autoridades prevalecer en su opinión y capitularon, -entrando el 27 de mañana en el Ferrol el general Mermet. Fueron los -términos de la rendición los mismos de la Coruña, y por los que -sometiéndose a reconocer a José, solo se añadieron algunos artículos -respecto de pagas, y de que no se obligase a nadie a servir contra sus -compatriotas. Don Pedro Obregón, preso desde el levantamiento de mayo, -fue nombrado comandante del departamento, en cuya dársena, entre buenos -y malos, había siete navíos, tres fragatas y otros buques menores.</p> - -<p>Que estas plazas se hubiesen rendido visto su mal estado y el -desmayo que causó el embarco de los ingleses, cosa natural era; pero -no que en una capitulación militar se estipulase el reconocimiento -de José, ejemplo no dado todavía por las otras partes del reino, ni -por la capital de la monarquía, de donde provino que las mencionadas -capitulaciones excitaron la indignación de la junta central, que -fulminó contra sus autores una declaración tal vez demasiadamente -severa.</p> - -<div class="sidenote">Estado<br/> de Galicia.</div> - -<p>Aterrada Galicia con la pérdida de sus dos principales plazas, -y sobre todo con la retirada de los ingleses, apenas dio por algún -tiempo señales de vida. Hubo pocos pueblos que hiciesen demostración -de resistir, y los que lo intentaron fueron luego entrados por el -vencedor. A todas partes cundió el desaliento y la tristeza. <span -class="sidenote">Paradero<br/> de Romana.</span> Solo en pie y en -un rincón quedó Romana con escasos soldados. Los franceses no le -habían en un principio molestado; pero posteriormente, yendo<span -class="pagenum" id="Page_232">p. 232</span> en su busca el general -Marchand, trató de atacarle en el punto de Bibey. Replegose a Orense -el general español: persiguiole el francés basta que continuando aquel -hacia Portugal, desistió el último de su intento, pasando poco después -a Santiago, en donde había entrado el 3 de febrero el mariscal Soult -sin tropiezo y camino de Tuy.</p> - -<p>El marqués de la Romana luego que salió de Orense estableció su -cuartel general en Villaza, cerca de Monterrey, trasladándose después -a Oimbra. En los últimos días de enero celebró en el primer pueblo una -junta militar para determinar lo más conveniente, hallándose con pocas -fuerzas, sin recursos, y los ingleses ya embarcados. Opinaron unos por -ir a Ciudad Rodrigo, otros por encaminarse a Tuy; prevaleciendo el -dictamen que fue más acertado de no alejarse del país que pisaban, ni -de la frontera de Portugal.</p> - -<div class="sidenote">Sucede a Soult<br/> el mariscal Ney.</div> - -<p>Mientras tanto tomó el mando de Galicia el mariscal Ney en lugar -de Soult, que moviéndose del lado de Tuy, según hemos indicado, -se preparaba a internarse en Portugal. Ocuparon fuerzas francesas -las principales ciudades de Galicia, y tranquila esta por entonces -puso también Ney su atención del lado de Asturias, cuyo territorio -afortunadamente había quedado libre en medio de tan general desdicha. -Más adelante hablaremos de lo que ocurrió en aquella provincia. -Ínstanos ahora volver la vista a Napoleón, a quien dejamos en -Astorga.</p> - -<div class="sidenote">Vuelta<br/> de Napoleón<br/> a Valladolid.</div> - -<p>Descansó allí dos días, hospedándose en casa del obispo a -quien trató sin miramiento. Y desasosegado<span class="pagenum" -id="Page_233">p. 233</span> con noticias que había recibido de Austria, -no creyendo ya necesario prolongar su estancia vista la priesa con que -los ingleses se retiraban, volvió atrás y se dirigió a Valladolid, en -cuya ciudad entró en la tarde del 6 de enero.</p> - -<div class="sidenote">Áspero<br/> recibimiento que<br/> hace -Napoleón<br/> a las autoridades.</div> - -<p>Alojose en el palacio real, y al instante mandó venir a su -presencia al ayuntamiento, a los prelados de los conventos, al cabildo -eclesiástico y a las demás autoridades. Quería imponer ejemplar castigo -por las muertes de algunos franceses asesinados, y sobre todo por la -de dos, cuyos cadáveres fueron descubiertos en un pozo del convento de -San Pablo de dominicos. Iba al frente de los llamados el ayuntamiento, -corporación de repente formada en ausencia de los antiguos regidores, -que los más habían huido después de la rota de Burgos. Procurando dicho -cuerpo mantener orden en la ciudad, había preservado de la muerte a -varios extraviados del ejército enemigo, y puéstolos con resguardo en -el monasterio de San Benito, motivo por el que antes merecía atento -trato del extranjero que amargas reconvenciones. Sin embargo el -emperador francés recibiole con rostro entenebrecido, y le habló en -tono áspero y descompuesto echándole en cara los asesinatos cometidos. -De los presentes se atemorizaron con sus amenazas aun los más serenos, -y el que servía de intérprete no acertando a expresarse impacientó a -Napoleón, que con enfado le mandó salir del aposento donde estaba, -llamando a otro que desempeñase mejor su oficio. No menos alterado -prosiguió en su discurso el altivo conquistador, usando de palabras -impropias de su dignidad,<span class="pagenum" id="Page_234">p. -234</span> hasta que al cabo despidió a las corporaciones españolas, -repitiendo nuevas y terribles amenazas.</p> - -<div class="sidenote">Angustias<br/> del ayuntamiento<br/> de -Valladolid.</div> - -<p>Triste y pensativo volvía el ayuntamiento a su morada cuando -algunos de sus individuos, queriendo echar por un rodeo para evitar -el encuentro de tropas que obstruían el paso, un piquete francés de -caballería que de lejos los observaba intimoles que iban presos, y -que así fuesen por el camino más recto. Restituidos todos a las casas -consistoriales, entró a poco por aquellas puertas un emisario del -emperador con orden que este le había dado, teniendo el reloj en la -mano, de que si para las doce de la noche no se le pasaba la lista de -los que habían asesinado a los franceses, haría ahorcar de los balcones -del ayuntamiento a cinco de sus individuos. Sin intimidarse con el -injusto y bárbaro requerimiento, reportados y con esfuerzo respondieron -los regidores que antes perecerían siendo víctimas de su inocencia, -que indicar a tientas y sin conocimiento personas que no creyesen -culpables.</p> - -<p>A las nueve de la noche presentose también repitiendo a nombre del -emperador la anterior amenaza Don José de Hervás, el mismo que en el -abril de 1808 había acompañado a Madrid al general Savary, y quien como -español se hizo más fácilmente cargo de las razones que asistían al -ayuntamiento. Sin embargo manifestó a sus individuos que corrían grave -peligro, mostrándose Napoleón muy airado. No por eso dejaron aquellos -de permanecer firmes y resueltos a sufrir la pena que arbitrariamente -se les quisiera imponer. Sacoles luego del ahogo, y por fortuna para -ellos, un tal Chamochín, de<span class="pagenum" id="Page_235">p. -235</span> oficio procurador del número, el cual habiendo sido en tan -tristes días nombrado corregidor interino, quiso congraciarse con -el invasor de su patria delatando como motor de los asesinatos a un -adobador de pieles llamado Domingo que vivía en la plaza mayor. Por -desgracia de este encontráronse en su casa ropa y otras prendas de -franceses, ya porque en realidad fuera culpado, o ya más bien, según -se creyó, por haber dichos efectos llegado casualmente a sus manos. -<span class="sidenote">Suplicio<br/> de algunos<br/> españoles,<br/> -y perdón<br/> de uno de ellos.</span> Fue preso Domingo con dos de -sus criados y condenados los tres a la pena de horca. Ajusticiaron a -los últimos perdonando Napoleón al primero, más digno de muerte que -los otros si había delito. Llegó el perdón estando Domingo al pie del -patíbulo: le obtuvo a ruego de personas respetables, del mencionado -Hervás, y sobre todo movidos varios generales de las lágrimas y -clamores de la esposa del sentenciado, en extremo bella y de familia -honrada de la ciudad. También contribuyeron a ello los benedictinos, -de quienes Napoleón hacía gran caso, recordando la celebridad de los -antiguos y doctos de la congregación de San Mauro de Francia. No así de -los dominicos, cuyo convento de San Pablo suprimió en castigo de los -franceses que en él se habían encontrado muertos.</p> - -<div class="sidenote">Temores<br/> de guerra<br/> con Austria.<br/> -Prepárase<br/> Napoleón a volver<br/> a Francia.</div> - -<p>Mas en tanto otros cuidados de mayor gravedad llamaban la atención -de Napoleón. En su camino a Astorga había recibido un correo con aviso -de que el Austria se armaba: novedad impensada y de tal entidad que le -impelía a volver prontamente a Francia. Así lo<span class="pagenum" -id="Page_236">p. 236</span> decidió en su pensamiento; mas parose en -Valladolid diez días, queriendo antes asegurarse de que los ingleses -proseguían en su retirada, y también tomar acerca del gobierno de -España una determinación definitiva. Cierto de lo primero apresurose -a concluir lo segundo. <span class="sidenote">Recibe<br/> en -Valladolid<br/> a los diputados<br/> de Madrid.</span> Para ello hizo -venir a Valladolid los diputados del ayuntamiento de Madrid y de los -tribunales que le fueron presentados el 16 de enero. Traían consigo -el expediente de las firmas de los libros de asiento que se abrieron -en la capital, a fin de reconocer y jurar a José: condición que para -restablecer a este en el trono había puesto Napoleón, pareciéndole -fuerte abracijo lo que no era sino forzada ceremonia. Recibió el -emperador francés con particular agasajo a los diputados españoles, y -les dijo que accediendo a sus súplicas verificaría José dentro de pocos -días su entrada en Madrid.</p> - -<div class="sidenote">Opinión<br/> e intentos<br/> de Napoleón<br/> -sobre España.</div> - -<p>Dudaron entonces algunos que Napoleón se hubiera resuelto a reponer -a su hermano en el solio, si no se hubiese visto amenazado de guerra -con Austria. En prueba de ello alegaban el haber solo dejado a José -después de la toma de Madrid el título de su lugarteniente, y también -el haber en todo obrado por sí y procedido como conquistador. No deja -de fortalecer dicho juicio la conversación que el emperador tuvo en -Valladolid con el exarzobispo de Malinas Mr. de Pradt. Había este -acompañado desde Madrid a los diputados españoles; y Napoleón antes -de verlos, deseoso de saber lo que opinaban y lo que en la capital -ocurría, mandó a aquel prelado que fuese a hablarle. Por<span -class="pagenum" id="Page_237">p. 237</span> largo espacio platicaron -ambos sobre la situación de la Península, y entre otras cosas dijo -Napoleón:[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_7-2" -id="Ll_7-2">7-2</a>.)</span> «no conocía yo a España: es un país -más hermoso de lo que pensaba, buen regalo he hecho a mi hermano, -pero los españoles harán con sus locuras que su país vuelva a ser -mío: en tal caso le dividiré en cinco grandes virreinatos.» Continuó -así discurriendo e insistió con particularidad en lo útil que -sería para Francia el agregar a su territorio el de España. <span -class="sidenote">Parte<br/> para Francia.</span> Intento que sin -duda estorbó por entonces el nublado que amagaba del norte, temeroso -del cual partió para París el 17 de enero de noche y repentinamente, -haciendo la travesía de Valladolid a Burgos a caballo y con pasmosa -celeridad.</p> - -<div class="sidenote">José en el Pardo.<br/> Pasa una revista<br/> en -Aranjuez.</div> - -<p>En el intervalo que medió desde principios de diciembre hasta -últimos de enero disgustado José con el título de lugarteniente se -albergaba en el Pardo, no queriendo ir a Madrid hasta que pudiese -entrar como rey. Sin embargo esperanzado en los primeros días del -año de volver a empuñar el cetro, pasó a Aranjuez y revistó allí el -primer cuerpo mandado por el mariscal Victor, y con el cual procedente -de Toledo se pensaba atacar al ejército del centro, cuyas reliquias -rehechas algo en Cuenca, se habían en parte aproximado al Tajo.</p> - -<div class="sidenote">Movimiento del<br/> ejército español<br/> del -centro.<br/> Planes de su jefe<br/> el duque<br/> del Infantado.</div> - -<p>El inesperado movimiento de los españoles era hijo de falsas -noticias y del clamor de los pueblos que expuestos al pillaje y -extorsiones del enemigo, acusaban a nuestros generales de mantenerse -espectadores tranquilos de los males que los agobiaban. Para acudir al -remedio<span class="pagenum" id="Page_238">p. 238</span> y acallar -la voz pública había el duque del Infantado, jefe de aquel ejército, -imaginado un plan tras otro, notándose en el concebir de ellos más bien -loable deseo que atinada combinación.</p> - -<p>Por fin decidiose ante todo dicho general a despejar la orilla -izquierda del Tajo de unos 1500 caballos enemigos que corrían la -tierra. Nombró para capitanear la empresa al mariscal de campo Don -Francisco Javier Venegas que mandaba la vanguardia compuesta de 4000 -infantes y 800 caballos, y al brigadier Don Antonio Senra con otra -división de igual fuerza. Debía el primero posesionarse de Tarancón, -y al mismo tiempo enseñorearse el segundo de Aranjuez, en cuyos dos -puntos tenía el enemigo, antes de que viniese el mariscal Victor, lo -principal de sus destacamentos. Venegas no aprobó el plan, visto el mal -estado de sus tropas; mas trató de cumplir con lo que se le ordenaba. -Senra dejó de hacerlo pareciéndole imprudente ir hasta Aranjuez, -teniendo franceses por su flanco en Villanueva del Cardete: disculpa -que no admitió el general en jefe por haber ya contado con aquel dato -en la disposición del ataque.</p> - -<div class="sidenote">Ataque<br/> de Tarancón.</div> - -<p>Venegas por su parte situado en Uclés determinó atacar en la noche -del 24 al 25 de diciembre a los franceses de Tarancón. El número de -estos se reducía a 800 dragones. Distribuyó el general español su gente -en dos columnas una al mando de Don Pedro Agustín Girón debía amenazar -por su frente al enemigo, otra capitaneada por el mismo general en -persona y más numerosa había de interponerse en<span class="pagenum" -id="Page_239">p. 239</span> el camino que de Tarancón va a Santa Cruz -de la Zarza, con objeto de cortar a los franceses la retirada, si -querían huir del ataque de Girón, o encerrarlos entre dos fuegos en -caso de que resistiesen. La noche era cruda, sobreviniendo tras de -nieve y ventiscas espesa niebla: lo cual retardó la marcha de Venegas, -y fue causa del extravío de casi toda su caballería. Girón aunque salió -más tarde llegó sin tropiezo al punto que se le había señalado, ya -por ser mejor y más corto el camino, y ya por su cuidado y particular -vigilancia.</p> - -<p>Espantados los dragones franceses con la proximidad de este -general, huían del lado de Santa Cruz, cuando se encontraron con -algunas partidas de carabineros reales que iban a la cabeza de la -tropa de Venegas y los atacaron furiosamente, obligándolos a abrigarse -de la infantería. Hubiera podido esta desconcertarse, cogiéndola -desprevenida, si afortunadamente un batallón de guardias españolas -y otro de tiradores de España puestos ya en columna no hubiesen -rechazado a los enemigos, desordenándolos completamente. Hizo gran -falta la caballería, cuya principal fuerza extraviada en el camino no -llegó hasta después: y entonces su jefe Don Rafael Zambrano desistió -de todo perseguimiento por juzgarlo ya inútil y estar sus caballos -muy cansados. La pérdida de los franceses entre muertos, heridos y -prisioneros fue de unos 100 hombres. Hubo después contestaciones entre -ciertos jefes, achacándose mutuamente la culpa de no haber salido -con la empresa. Nos inclinamos a creer que la inexperiencia<span -class="pagenum" id="Page_240">p. 240</span> de algunos de ellos y lo -bisoño de la tropa fueron en este caso como en otros muchos la causa -principal de haberse en parte malogrado la embestida, sirviendo solo a -despertar la atención de los franceses.</p> - -<div class="sidenote">Avanza<br/> el mariscal Victor.</div> - -<p>Recelosos estos de que engrosadas con el tiempo las tropas del -ejército del centro y mejor disciplinadas, pudieran no solo repetir -otras tentativas como la de Tarancón, mas también en un rebate -apoderarse de Madrid, cuya guarnición por atender a otros cuidados a -veces se disminuía, pensaron seriamente en destruirlas y cortar el -mal en su raíz. Para ello juntaron en Aranjuez y revistaron, según -hemos dicho, las fuerzas que mandaba en Toledo el mariscal Victor, las -cuales ascendían a 14.000 infantes y 3000 caballos. Sospechando Venegas -los intentos del enemigo comunicó el 4 de enero sus temores al duque -del Infantado, opinando que sería prudente, o que todo el ejército -se aproximase a su línea, o que él con la vanguardia se replegase a -Cuenca. No pensó el duque que urgiese adoptar semejante medida, y ya -fuese enemistad contra Venegas, o ya natural descuido, no contestó -a su aviso, continuando en idear nuevos planes que tampoco tuvieron -ejecución.</p> - -<div class="sidenote">Retírase Venegas<br/> a Uclés.</div> - -<p>Apurando las circunstancias y no recibiendo instrucción alguna -del general en jefe, juntó Venegas un consejo de guerra, en el que -unánimemente se acordó pasar a Uclés como posición más ventajosa, e -incorporarse allí con Senra, en donde aguardarían ambos las órdenes del -duque. Verificose la retirada en la noche del 11 de enero, y unidos al -amanecer del<span class="pagenum" id="Page_241">p. 241</span> 12 los -mencionados Venegas y Senra, contaron juntos unos 8 a 9000 infantes -y 1500 caballos. Trató desde luego el primero de aprovecharse de las -ventajas que le ofrecía la situación de Uclés, villa sujeta a la orden -de Santiago y para batallas de mal pronóstico por la que en sus campos -se perdió contra los moros en el reinado de Alonso el VI. La derecha -de la posición era fuerte, consistiendo en varias alturas aisladas y -divididas de otras por el riachuelo de Bedijar. En el centro está el -convento llamado Alcázar, y desde allí por la izquierda corre un gran -cerro de escabrosa subida del lado del pueblo, pero que termina por el -opuesto en pendiente más suave y de fácil acceso. Venegas apostó en -Tribaldos, pueblo cercano, algunas tropas al mando de Don Veremundo -Ramírez de Arellano, que en la tarde y anochecer del 12 comenzaron -ya a tirotearse con los franceses, replegándose a Uclés en la mañana -siguiente, acometidas por sus superiores fuerzas.</p> - -<div class="sidenote">Batalla de Uclés.</div> - -<p>Con aviso de que los enemigos se acercaban, el general Venegas, -aunque amalado y con los primeros síntomas de una fiebre pútrida, se -situó en el patio del convento de donde divisaba la posición y el llano -que se abre al pie de Uclés, yendo a Tribaldos. Distribuyó sus infantes -en las alturas de derecha e izquierda, y puso abajo en la llanura la -caballería. Solo había un obús y tres cañones que se colocaron, uno en -la izquierda, dos en el convento y otro en el llano con los jinetes.</p> - -<p>El mariscal Victor había salido de Aranjuez<span class="pagenum" -id="Page_242">p. 242</span> con el número de tropas indicado, y -fue en busca de los españoles sin saber de fijo su paradero. Para -descubrirle tiró el general Villatte con su división derecho a Uclés, -y el mariscal Victor con la del general Ruffin la vuelta de Alcázar. -Fue Villatte quien primero se encontró con los españoles, obligándolos -a retirarse de Tribaldos, desde donde avanzó al llano con dos cuerpos -de caballería y dos cañones. Al ver aquel movimiento creyó Venegas -amagada su derecha, y por tanto atendió con particularidad a su -defensa. Mas los franceses, a las diez de la mañana, tomando por el -camino de Villarrubio, se acercaron con fuerza considerable a las -alturas de la izquierda, punto flaco de la posición, cubierto con menos -gente y al que su caballería pudo subir a trote. Venegas, queriendo -entonces sostener la tropa allí apostada que comenzaba a ciar, envió -gente de refresco y para capitanearla a Don Antonio Senra. Ya era -tarde: los enemigos avanzando rápidamente arrollaron a los nuestros, -e inútilmente desde el convento quiso Venegas detenerlos. Contuso él -mismo y ahuyentado con todo su estado mayor, dificultosamente pudo -salvarse, cayendo a su lado muerto el bizarro oficial de artillería Don -José Escalera. Deshecho nuestro costado izquierdo empezó a desfilar el -derecho; y la caballería, que en su mayor parte permanecía en el llano, -trató de retirarse por una garganta que forman las alturas de aquel -lado. Consiguiéronlo felizmente los dragones de Castilla, Lusitania -y Tejas, mas no así los regimientos de la Reina, Príncipe y Borbón, -cuyo mando había reasumido el<span class="pagenum" id="Page_243">p. -243</span> marqués de Albudeite. Estos, no pudiendo ya pasar impedidos -por los fuegos de los franceses, que dueños del convento coronaban -las cimas, volvieron grupa al llano y faldeando los cerros caminaron -de priesa y perseguidos la vía de Paredes. Desgraciadamente hacia el -mismo lado tropezando la infantería con la división de Ruffin, había -casi toda tenido que rendirse; de lo cual advertidos nuestros jinetes, -en balde quisieron salvarse, atajados con el cauce de un molino y -acribillados por el fuego de seis cañones enemigos que dirigía el -general Senarmont. No hubo ya entonces sino confusión y destrozo, y -sucedió con la caballería lo mismo que con los infantes: los más de -sus individuos perecieron o fueron hechos prisioneros: contose entre -los primeros al marqués de Albudeite. Tal fue el remate de la jornada -de Uclés, una de las más desastradas, y en la que, por decirlo así, -se perdieron las tropas que antes mandaban Venegas y Senra. Solo se -salvaron dos o tres cuerpos de caballería y también algunas otras -reliquias que libertó la serenidad y esfuerzo de Don Pedro Agustín -Girón, uniéndose todos al duque del Infantado que ya se hallaba en -Carrascosa.</p> - -<p>Justos cargos hubieran podido pesar sobre los jefes que empeñaron -semejante acción, o fueron causa de que se malograse. El general -Venegas y el del Infantado procuraron defenderse ante el público -acusándose mutuamente. Pensamos que en la conducta de ambos hubo -motivos bastantes de censura si ya no de responsabilidad. Aconsejaba la -prudencia al primero retirarse más allá de Uclés, e ir a unirse<span -class="pagenum" id="Page_244">p. 244</span> al cuerpo principal del -ejército, no faltándole para ello ni oportunidad ni tiempo; y al -segundo prescribíale su obligación dar las debidas instrucciones y -contestar a los oficios del otro, no sacrificando a piques y mezquinas -pasiones el bien de la patria, el pundonor militar.</p> - -<div class="sidenote">Excesos<br/> cometidos<br/> por los -franceses<br/> en Uclés.</div> - -<p>Ganado que hubieron la batalla, entraron los franceses en Uclés y -cometieron con los vecinos inauditas crueldades. Atormentaron a muchos -para averiguar si habían ocultado alhajas; robaron las que pudieron -descubrir, y aparejando con albardas y aguaderas a manera de acémilas -a algunos conventuales y sujetos distinguidos del pueblo, cargaron -en sus hombros muebles y efectos inútiles para quemarlos después con -grande algazara en los altos del alcázar. No contentos con tan duro e -innoble entretenimiento, remataron tan extraña fiesta con un acto de -la más insigne barbarie. Fue, ¡cáese la pluma de la mano! que cogiendo -a 69 habitantes de los principales, y a monjas, y a clérigos, y a los -conventuales Parada, Canova y Mejía, emparentados con las más ilustres -familias de la Mancha, atraillados y escarnecidos los degollaron con -horrorosa inhumanidad, pereciendo algunos en la carnicería pública. -Sordos ya a la compasión los feroces soldados, desoyeron los ayes y -clamores de más de 300 mujeres, de las que acorraladas y de montón -abusaron con exquisita violencia. Prosiguieron los mismos escándalos -en el campamento, y solo el cansancio, no los jefes, puso término al -horroroso desenfreno.</p> - -<p>No cupo mejor suerte a los prisioneros españoles:<span -class="pagenum" id="Page_245">p. 245</span> los que de ellos rendidos -a la fatiga se rezagaban, eran fusilados desapiadadamente. Así nos -lo cuenta en su obra un testigo de vista, un oficial francés, Mr. de -Rocca. ¿Qué extraño pues era que nuestros paisanos cometiesen en pago -otros excesos cuando tal permitían los oficiales del ejército de una -nación culta?</p> - -<div class="sidenote">Retirada<br/> del duque<br/> del Infantado.</div> - -<p>El duque del Infantado que aunque tarde se adelantaba a Uclés, supo -en Carrascosa, legua y media distante, la derrota padecida. Juntando -allí los dispersos y cortas reliquias, se retiró por Horcajada a la -venta de Cabrejas, en donde se decidió en consejo militar pasar a -Valencia con todas las tropas. Entró el ejército en Cuenca el 14 por la -noche, y al día siguiente continuó la marcha. Dirigiose la artillería -por camino que pareció más cómodo para volver después a unirse en -Almodóvar del Pinar; pero atollada en parte y mal defendida por otros -cuerpos que acudieron en su ayuda, fue en Tórtola cogida casi toda -por los franceses. Prosiguió lo restante del ejército alejándose; y -desistiendo Infantado de ir a Valencia, metiose en el reino de Murcia -y llegó a Chinchilla el 21 de enero. Desde aquel punto hizo nuevo -movimiento, faldeando la Sierra Morena, y al cabo se situó en Santa -Cruz de Mudela. <span class="sidenote">Sucédele<br/> en el mando<br/> -el conde<br/> de Cartaojal.</span> Allí según costumbre no cesó de -idear sin gran resulta nuevos planes; hasta que en 17 de febrero -fue relevado del mando por orden de la junta central y puesto en su -lugar el conde de Cartaojal, que mandaba también las tropas de la -Carolina.</p> - -<div class="sidenote">Entrada de José<br/> en Madrid.</div> - -<p>Alcanzada por los franceses la victoria de Uclés, y después de -obtener el permiso de Napoleón,<span class="pagenum" id="Page_246">p. -246</span> hizo José en Madrid el 22 de enero su entrada pública y -solemne. Del Pardo se encaminó por fuera de puertas a la plazuela de -las Delicias, desde donde montando a caballo entró por la Puerta de -Atocha, y se dirigió a la iglesia colegiata de San Isidro, tomando la -vuelta por el Prado, calle de Alcalá y Carretas hasta la de Toledo. Se -había preparado este recibimiento con más esmero que el anterior de -julio. Estaba tendida en toda la carrera la tropa francesa; habíanse -por expresa orden colgado las calles y puéstose de trecho en trecho -músicas que tocaban sonatas acomodadas al caso. José rodeado de -gran séquito de franceses y de los españoles que le eran adictos, -mostrábase satisfecho y placentero. No dejó de ser grande el concurso -de espectadores: las desgracias, amilanando los ánimos, los disponían -a la conformidad; pero un silencio profundo, no interrumpido sino por -alguna que otra voz asalariada, daba bastantemente a entender que las -circunstancias impelían a la curiosidad, no afectuosa inclinación. Fue -recibido en la iglesia de San Isidro por el obispo auxiliar y parte de -su cabildo. Pronunciáronse discursos según el tiempo, díjose una misa, -se cantó el Te Deum, y concluida la ceremonia se dirigió José por la -plaza Mayor y calle de la Almudena a Palacio, en donde ocupándose de -nuevo en el gobierno del reino, nos dará pronto ocasión de volver a -hablar de él y de sus providencias.</p> - -<div class="sidenote">Sucesos<br/> de Cataluña.</div> - -<p>Ahora es ya sazón de pensar en Cataluña. El no querer cortar el hilo -de la narración en los sucesos más abultados y decisivos, nos ha<span -class="pagenum" id="Page_247">p. 247</span> obligado a postergar los -de aquel principado, que si bien de grande interés y definitivamente -de mucha importancia a la causa de la independencia, forman como un -episodio embarazoso para el historiador, aunque gloriosísimo para -aquella provincia.</p> - -<p>Dejamos en el libro 5.º la campaña de Cataluña, a tiempo que Duhesme -en el último tercio del mes de agosto se había recogido a Barcelona de -vuelta de su segunda y malograda expedición de Gerona. De nuestra parte -por entonces y en 1.º de septiembre <span class="sidenote">La junta<br/> -del principado<br/> se traslada<br/> a Villafranca.</span> el marqués -del Palacio y la junta del principado se habían de Tarragona trasladado -a Villafranca con objeto de estar más cerca del teatro de la guerra. -Empezaron a acudir a dicha villa los tercios de toda la provincia, y se -reforzó la línea del Llobregat, a cuyo paraje se había restituido desde -Gerona el conde de Caldagués.</p> - -<div class="sidenote">Excursiones<br/> de Duhesme.</div> - -<p>Con el aumento de fuerzas temió el general Duhesme que estrechando -los españoles cada vez más a Barcelona, hubiese dificultad de -introducir bastimentos en la plaza. Para alejar el peligro y con -intento de hacer una excursión en el Panadés, partió de aquella ciudad -con 6000 hombres de caballería e infantería, y atacó a los españoles -en su línea al amanecer del 2 de septiembre en los puntos de Molins de -Rey y de San Boi. Por el último alcanzaron los franceses conocidas -ventajas; fueron por el otro rechazados. Mas receloso el de Caldagués, -en vista de un movimiento de los enemigos, de que abandonando estos -la embestida del puente vadeasen el río y le flanqueasen, previno -oportunamente<span class="pagenum" id="Page_248">p. 248</span> -cualquier tentativa situándose en las alturas de Molins de Rey.</p> - -<p>Los franceses no pudiendo romper la línea española del Llobregat, -revolvieron del lado opuesto por donde corre el Besós, en cuyo -sitio se mantenía Don Francisco Miláns. Ya aquí, y ya en todos los -puntos alrededor de Barcelona hubo en septiembre y octubre muchas -escaramuzas y aun choques, entre los que fue grave el acaecido en -San Cugat del Vallés, principalmente por el respeto que infundió al -enemigo, obligándole a no alejarse de los muros de Barcelona. También -contribuyeron a ello los refuerzos que llegaron a los españoles -sucesivamente de Portugal, Mallorca y otras partes, de algunos de los -cuales ya hemos hecho mención.</p> - -<div class="sidenote">Vives, sucesor<br/> del marqués<br/> del -Palacio.</div> - -<p>El gobierno interior de Cataluña se mejoraba cada día por el -esmero y cuidado de la junta. Habíase solo levantado grande enemistad -contra el marqués del Palacio, o porque las calidades de general no -correspondiesen en él a su patriotismo, o más bien porque en aquellos -tiempos arduos no siendo dado caminar en la ejecución al son de la -impaciencia pública, perdíase la confianza y el buen nombre con la -misma rapidez, y a veces tan infundadamente como se había adquirido. -Los clamores de la opinión catalana obligaron a la junta central a -llamar al marqués del Palacio, poniendo en su lugar al capitán general -de Mallorca Don Juan Miguel de Vives, quien tomó el mando el 28 de -octubre.</p> - -<div class="sidenote">Ejército español<br/> de Cataluña.<br/> Su -fuerza.</div> - -<p>Teniendo este a su disposición fuerzas más considerables, coordinó -nuevamente su ejército,<span class="pagenum" id="Page_249">p. -249</span> y según lo resuelto por la central le denominó de Cataluña -o de la derecha. Constaba en todo de 19.551 infantes, 780 caballos y -17 piezas, dividido en vanguardia, cuatro divisiones y una reserva. -De estas fuerzas destinó Vives la vanguardia, al mando de Don Mariano -Álvarez, a observar al enemigo en el Ampurdán, y las restantes las -conservó consigo para bloquear a Barcelona, a donde se aproximó el 3 -de noviembre, sentando su cuartel general en Martorell, cuatro leguas -distante.</p> - -<div class="sidenote">Situación<br/> de Barcelona.</div> - -<p>Los apuros en aquella plaza del general francés Duhesme crecían en -extremo: el número de sus tropas, que antes era de 10.000 hombres, -menguaba con la deserción y las enfermedades. De nadie podía fiarse. -El disgusto y descontento de los barceloneses tocaba a sus ojos en -abierta rebelión. Los habitantes más principales huían a causa de las -contribuciones exorbitantes que había impuesto; teniendo que acudir -a confiscar los bienes para evitar la emigración. Más tarde, cuando -apretó la escasez, si bien permitió la salida de Barcelona, permitiola -con condiciones rigurosas, dando pasaportes a los que abonaban cuatro -meses anticipados de contribución, y aseguraban con fianza el pago de -los demás plazos. Fue después adelante en usar sin freno de medidas -arbitrarias, declarando a Barcelona en estado de sitio. Opúsose a -ello el conde de Ezpeleta, por lo que se le puso preso, quitándole -la capitanía general que solo en nombre había conservado. Como más -antiguo le sucedió Don Galcerán de Villalba, que en secreto se entendía -con las autoridades patrióticas del principado.<span class="pagenum" -id="Page_250">p. 250</span> Los oficiales españoles que había dentro -de la plaza rehusaron después reconocer el gobierno de Napoleón -prefiriendo a todo ser prisioneros de guerra: lo mismo hicieron los -que eran extranjeros, excepto Mr. Wrant d’Amelin, que en premio -recibió el gobierno de Barcelona. Ejerciose la policía con particular -severidad, prestándose a tan villano servicio un español llamado Don -Ramón Casanova, sin que por eso se pudiese impedir que muchos y a las -calladas se escapasen. Tantas molestias y tropelías eran en sumo grado -favorables a la causa de la independencia.</p> - -<div class="sidenote">Tentativas<br/> de Vives contra<br/> aquella -plaza.</div> - -<p>Contando sin duda con el influjo de aquellas y con secretos tratos, -insistió el general Vives en estrechar a Barcelona, y aun proyectó -varios ataques. Fue el más notable el que se dio en 8 de noviembre, -aunque no tuvo ni resulta ni se le consideró tampoco bien meditado. -Sin embargo la proximidad del ejército español puso en tal desasosiego -a los franceses, que en la misma mañana del 8 desarmaron al segundo -batallón de guardias valonas como adicto a los llamados insurgentes.</p> - -<p>Desaprobaban los hombres entendidos la permanencia de Vives en -las cercanías de Barcelona, y con razón juzgándola militarmente; -pues para formalizar el sitio no se estaba preparado, y para rendir -por bloqueo la plaza se requería largo tiempo. Creían que hubiera -sido más conveniente dejar un cuerpo de observación que con los -somatenes contuviese al enemigo en sus excursiones, y adelantarse a la -frontera con lo demás del ejército, impidiendo así la toma de<span -class="pagenum" id="Page_251">p. 251</span> Rosas y la facilidad que -ella daba de proveer por mar a Barcelona. Vino en apoyo de tan juicioso -dictamen lo que sucedió bien pronto con el refuerzo que entró en el -principado al mismo tiempo que por el Bidasoa hacían los franceses su -principal irrupción.</p> - -<div class="sidenote">Entrada<br/> de Saint-Cyr<br/> en Cataluña.</div> - -<p>Según insinuamos al hablar de esta, fue destinado el 7.º cuerpo a -domeñar la Cataluña. Debía formarse con las tropas que allí había a -las órdenes de los generales Duhesme y Reille y con otras procedentes -de Italia, al mando de los generales Souham, Pino y Chabert. Todas -estas fuerzas reunidas ascendían a 25.000 infantes y 2000 caballos, -compuestas de muchas naciones y en parte de nueva leva. Capitaneábalas -el general Gouvion Saint-Cyr. Entró este en Cataluña al principiar -noviembre, estableciendo el 6 en Figueras su cuartel general. Fue su -primer intento poner sitio a Rosas, y encargado de ello el general -Reille le comenzó el día 7 del mencionado mes.</p> - -<div class="sidenote">Sitio de Rosas.</div> - -<p>Pensó el general Saint-Cyr que convenía apoderarse de aquella -plaza, porque abrigados los ingleses de su rada impedían por mar -el abastecimiento de Barcelona, que no era hacedero del lado de -tierra a causa de la insurrección del país. Hubo quien le motejase, -sentando que en una guerra nacional como esta era de temer que con -la tardanza pudieran los españoles por medio de secretos tratos -sorprender a Barcelona apretada con la escasez de víveres. Napoleón -juzgaba tan importante la posesión de esta plaza, que el solo -encargo que hizo a Saint-Cyr a su despedida en París fue el de -conservar a Barcelona;[*]<span class="pagenum" id="Page_252">p. -252</span> <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_7-3" -id="Ll_7-3">7-3</a>.)</span> «porque si se perdiese [decía] serían -necesarios 80.000 hombres para recobrarla.» Sin embargo aquel general -prefirió comenzar por sitiar a Rosas.</p> - -<p>Está situada dicha villa a las raíces del Pirineo y a orillas -del golfo de su nombre. Tenía de población 1200 almas. No cubría su -recinto sino un atrincheramiento casi abandonado desde la guerra de -la revolución de Francia. Consistía su principal fortaleza en la -ciudadela, colocada al extremo de la villa, y que aunque desmantelada -quísose apresuradamente poner en estado de defensa, consiguiendo al -cabo montar 36 piezas: su forma es la de un pentágono irregular con -foso y camino cubierto, y sin otras obras a prueba que la iglesia, -habiendo quedado inservibles desde la última guerra los cuarteles y -almacenes. A la opuesta parte de la ciudadela y a 1100 toesas de la -villa en un repecho de las alturas llamadas Puig Rom, término por allí -de los Pirineos, se levanta el fortín de la Trinidad en figura de -estrella, de construcción ingeniosa pero dominado a corta distancia.</p> - -<div class="sidenote">Honrosa<br/> resistencia<br/> de los -españoles.</div> - -<p>Con tan débiles reparos y en el estado de ruina de varias de sus -obras, hubiérase en otra ocasión abandonado la defensa de la plaza: -ahora sostúvose con firmeza. Era gobernador Don Pedro O’Daly: constaba -la guarnición de 3000 hombres; se despidió la gente inútil, recompúsose -algo el atrincheramiento destruido y se atajaron con zanjas las -bocacalles. Favorecía a los sitiados un navío de línea inglés y dos -bombarderas que estaban en la bahía.</p> - -<p>La división del general Reille unida a la<span class="pagenum" -id="Page_253">p. 253</span> italiana de Pino se había acercado a la -plaza, componiendo juntas unos 7000 hombres. Además el general Souham -para cubrir las operaciones del sitio y observar a Álvarez que estaba -con la vanguardia en Gerona, se situó con su división entre Figueras -y el Fluviá, y ocupó La Junquera con dos batallones el general -Chabert.</p> - -<p>Se había lisonjeado el francés Reille de tomar por sorpresa a -Rosas: así lo deseaba su general en jefe solícito de acudir al socorro -de Barcelona y temeroso de la deserción que empezaba a notarse en la -división italiana de Pino. De esta fueron cogidos por los somatenes -varios soldados, y el general Saint-Cyr que presumía de humano envió -en rehenes a Francia hasta el canje igual número de habitantes, -prefiriendo este medio al de quemar los pueblos, antes usado por sus -compatriotas. Mas los catalanes consideraron la nueva medida como más -injusta, imaginándose que los enviaban a servir al norte.</p> - -<p>Desde el 7 de noviembre que aparecieron los franceses delante de -Rosas, y en cuyo día los españoles hicieron una vigorosa salida, -sobreviniendo copiosas lluvias no pudieron los primeros traer su -artillería ni empezar sus trabajos hasta el 16. Entonces resolvió el -general Saint-Cyr embestir simultáneamente la ciudadela y el fortín -de la Trinidad. Emprendiose el ataque de aquella por el baluarte -llamado de la plaza, del lado opuesto a la villa, y por donde se -ejecutó también la acometida en el sitio del año de 1795, al cual había -asistido el general<span class="pagenum" id="Page_254">p. 254</span> -enemigo Sanson, jefe ahora de los ingenieros.</p> - -<p>Continuaron los trabajos por esta parte hasta el 25. Aquel día -dueños los franceses de un reducto, cabeza del atrincheramiento que -cubría la villa, pensaron que sería conveniente apoderarse de esta -para atacar después la ciudadela por el frente comprendido entre los -baluartes de Santa María y San Antonio. Fue entrada la villa en la -noche del 26 al 27 a pesar de porfiada resistencia: de 500 hombres -que la defendían 300 quedaron muertos, 150 fueron hechos prisioneros; -pudieron los otros salvarse. El enemigo intimó entonces la rendición a -la ciudadela; contestósele con la negativa.</p> - -<p>Al mismo tiempo el fortín de la Trinidad fue desde el 16 -bizarramente defendido por su comandante Don Lotino Fitzgerald. Los -ingleses juzgando inútil la resistencia habían retirado la gente que -dentro habían metido; pero llegando poco después el intrépido Lord -Cochrane con amplias facultades del almirante Collingwood, reanimó a -los españoles entrando en el fuerte con unos 80 hombres, y unidos todos -rechazaron el 30 el asalto de los enemigos que creían practicable la -brecha.</p> - -<p>La guarnición de Rosas había vivido esperanzada de que se la -socorrería por tierra; mas limitose el auxilio a un movimiento que el -24 hizo la vanguardia al mando de Don Mariano Álvarez: cruzó este el -Fluviá y arrolló al principio los puestos avanzados de los franceses, -que rehechos repelieron después a los nuestros, cogiendo prisionero -al 2.º comandante Don José Lebrun. Serenado el general Saint-Cyr con -esto<span class="pagenum" id="Page_255">p. 255</span> y con ver que -el ejército español de Vives no avanzaba según temía, trató de acabar -prontamente el sitio de la ciudadela de Rosas.</p> - -<div class="sidenote">Capitulación<br/> de Rosas.</div> - -<p>Dirigíase el principal ataque contra la cara derecha del baluarte -de Santa María, y los trabajos prosiguieron con ardor en los días 1.º -y 2.º, en que inútilmente intentaron los sitiados hacer una salida. -Por fin el 5, estando la brecha practicable, y después de 29 días de -asedio, capituló honrosamente el gobernador quedando la guarnición -prisionera de guerra. Tuvo mayor ventura Don Lotino Fitzgerald -comandante del fortín de la Trinidad, habiéndose embarcado él y su -gente con la ayuda y diligencia de Lord Cochrane, quien tal vez hubiera -del mismo modo salvado la guarnición de la ciudadela si hubiera sido -comodoro del apostadero inglés.</p> - -<div class="sidenote">Avanza<br/> Saint-Cyr camino<br/> de -Barcelona.</div> - -<p>Desembarazado el general Saint-Cyr del sitio de Rosas, se adelantó -a socorrer a Barcelona con 15.000 infantes y 1500 caballos, después de -haber dejado en el Ampurdán la división del general Reille. Hubiera -corrido riesgo el general francés de ser detenido en el camino, si D. -Juan de Vives en vez de mantener sus tropas en derredor de Barcelona, -le hubiera salido al encuentro en alguno de los sitios oportunos del -tránsito: <span class="sidenote">Vives<br/> y las divisiones<br/> de -Reding<br/> y Lazán.</span> cosa tanto más hacedera cuanto después de -sus infructuosas tentativas sobre Barcelona se le habían agregado en -noviembre las divisiones de Granada y Aragón y otros cuerpos sueltos. -Constaba la primera, al mando de Don Teodoro Reding, de 11.700 -infantes y 670 caballos, y la segunda de unos 4000 hombres regidos -por el marqués de Lazán, quien pasó a engrosar la vanguardia<span -class="pagenum" id="Page_256">p. 256</span> después de lo acaecido el -24 en las riberas del Fluviá.</p> - -<p>Insistía el general Vives en acometer a Barcelona estimulado también -por las ofertas de los comandantes de las fuerzas navales inglesas -apostadas delante del puerto. Estas hicieron el 19 de noviembre -un fuego vivísimo contra la plaza, <span class="sidenote">Orden -singular<br/> dada por Lecchi<br/> en Barcelona.</span> cuyos -habitantes a pesar del daño que recibían estaban alborozados y -palmoteaban desde sus casas al ver la pesadumbre que el ataque -causaba a los franceses: lo cual irritando sobremanera al comandante -Lecchi, prohibió a los habitantes asomarse a las azoteas en días de -refriega.</p> - -<div class="sidenote">Trata Vives<br/> de seducirle a él<br/> y a -otros.</div> - -<p>Mal informado el general Vives dirigió a dicho general Lecchi y al -español Casanova proposiciones de acomodamiento si le dejaban entrar -en la plaza. Las desecharon ambos, notándose en la respuesta de Lecchi -la dignidad conveniente. Creyeron sin embargo algunos que sin la -pronta llegada del general Saint-Cyr, y conducida de otra manera la -negociación, quizá no hubiera esta sido infructuosa.</p> - -<div class="sidenote">Ataques de Vives<br/> el 26 y 27<br/> de -noviembre<br/> en las cercanías<br/> de Barcelona.</div> - -<p>Don Juan Vives resolvió repetir el 26 el ataque que había emprendido -el 8. Ejecutado esta vez con mayor felicidad fueron los franceses -rechazados hasta Barcelona, y se cogieron prisioneros 104 hombres que -defendían la favorable posición de San Pedro mártir. Prosiguieron -las ventajas el 27, adelantándose el cuartel general a San Feliú de -Llobregat, a legua y media de Barcelona. Desde donde, y con deseo -siempre de estrechar al enemigo, <span class="sidenote">Del 5<br/> -de diciembre.</span> se le acometió de nuevo el 5 de diciembre, -consiguiendo<span class="pagenum" id="Page_257">p. 257</span> clavar -los cañones y destruir las obras que había formado en la falda de -Monjuich.</p> - -<p>Pero eran cortas estas ventajas al lado de las que hubieran podido -alcanzarse yendo en busca de Saint-Cyr. Sacrificose todo al deseo de -enseñorearse de la capital del principado. <span class="sidenote">Reding -y Vives<br/> van al encuentro<br/> de Saint-Cyr.</span> Sin embargo en -la noche del 11 de diciembre sabedor Vives de que aquel general se -había movido el 8 con señales de ir la vuelta de Barcelona, mandó a -Don Teodoro Reding que se adelantase hacia Granollers. Recibiéndose -posteriormente confirmación del primer aviso, se celebró un consejo -de guerra, en el que variando según costumbre los pareceres, no se -siguió el de Caldagués que era el más acertado, y según el cual debiera -haberse ido al encuentro de Saint-Cyr con la mayor parte de las -fuerzas, dejando delante de Barcelona 4000 hombres bien atrincherados. -Resolviose pues lo contrario, y solo salió Vives con algunas tropas a -unirse a Reding. Ambos generales juntaron 8000 hombres, agregándoseles -además los somatenes. Al propio tiempo se previno al marqués de Lazán -que separándose de la vanguardia que estaba en Gerona, siguiese la -huella del francés, sin atacarle por la espalda hasta que el mismo -Vives lo hiciese por el frente, y al coronel Miláns que se apostase con -cuatro batallones en Coll-Sacreu para molestar al enemigo si quería -echarse del lado de la marina, o si no concurrir con los demás a la -acción general que se esperaba.</p> - -<div class="sidenote">Continúa<br/> Saint-Cyr<br/> su marcha.</div> - -<p>Apremiado el general Saint-Cyr con la urgente necesidad de socorrer -a Barcelona, no se empeñó en combatir al marqués de Lazán, quien<span -class="pagenum" id="Page_258">p. 258</span> por su parte esquivó -también todo serio reencuentro. En seguida maniobró el general francés -para disfrazar su intención, y el 11 preparose a marchar con rapidez y -sin embarazos. Así fue que enviando a Figueras la artillería, repartió -a sus soldados víveres para cuatro días, distribuyoles a razón de 50 -cartuchos, y llevó 150.000 de reserva a lomo de acémilas. El 12 abrió -la marcha desde La Bisbal, teniendo en el camino algunos choques con -los miqueletes de Don Juan Clarós. Enderezose a Hostalrich, y al llegar -a las alturas que le dominan con gran júbilo vio que Vives ni se había -aún adelantado hasta allí, ni ocupado las gargantas del río Tordera, -en cuyas estrechuras bastando un corto número de hombres para detener -a los suyos, hubieran en breve consumido las municiones que consigo -traían.</p> - -<p>Continuó el general Saint-Cyr su marcha, y el 15 para librarse de -los fuegos de Hostalrich, dio vuelta a la plaza por un sendero agrio -y desconocido, tornando luego a tomar el camino de Barcelona. Salió -de Vallgorguina a incomodarle el coronel Miláns, viéndose el general -francés obligado a retardar su marcha a causa de las cortaduras -practicadas en el desfiladero de treinta pasos. Mas vencidos los -obstáculos acampó ya por la noche su ejército al raso a una legua -del que mandaba Vives, quien pasando el Cardedeu se había colocado -en ventajoso puesto entre Llinas y Villalba. La situación de los -franceses, a pesar de las faltas que cometieron los nuestros, no dejaba -de ser crítica. Por su frente tenían a Vives, flanqueábalos Miláns -a<span class="pagenum" id="Page_259">p. 259</span> su izquierda, y -detrás los seguían Clarós y Lazán. Estaban privados de artillería, -escaseábanles los víveres, solamente les quedaban municiones para -una hora, y eran sus tropas un conjunto de soldados nuevos de varias -naciones. Si Vives hubiera sabido aprovecharse de tales ventajas, -quizá se hubiera repetido aquí la jornada de Bailén, y calificádose de -intempestivo y temerario el movimiento del general Saint-Cyr, que por -su buen éxito mereció el nombre de atrevido y sabio.</p> - -<div class="sidenote">Batalla de Llinas<br/> o Cardedeu.</div> - -<p>Amaneció el 16 de diciembre, y el general español aguardaba a sus -contrarios colocado en la loma que se levanta después de Cardedeu y -Villalba, y termina en la Riera de la Roca. En lo más elevado de ella -y a la derecha del camino real situó cinco piezas, dejando dos a la -izquierda. Formó su columna en batalla, y desplegó sobre la derecha, que -mandaba Reding, ocupando el costado opuesto de la línea el somatén de -Vic. Como el objeto del general francés era pasar a toda costa, decidió -combatir en una sola columna que rompiese por medio de los españoles. -Comenzó el ataque la división de Pino con orden expresa de no desviarse -de lo resuelto por el general en jefe, pero en contravención a ello -habiendo una de sus brigadas desplegado sobre la izquierda, hubo -de comprometer a los franceses en una refriega que hubiera sido su -perdición a haberse prolongado. El peligro fue para ellos grande -durante algún tiempo. La brigada que había desplegado no solo fue -rechazada, mas también ahuyentada, y destrozado uno de sus regimientos -por el de Húsares<span class="pagenum" id="Page_260">p. 260</span> -españoles, a cuyo frente estaba el coronel Ibarrola, quedando -prisioneros 2 jefes, 15 oficiales y unos 200 soldados. Acudió pronto y -oportunamente al remedio el general Saint-Cyr.</p> - -<p>De un lado hizo que la división Souham contuviese la brigada puesta -en desorden, al mismo tiempo que de otro amenazaba la izquierda -española, que era la parte más flaca y desguarnecida, disponiendo -igualmente que el general Pino con la 2.ª brigada prosiguiese el ataque -en columna, y rompiese nuestra línea. Ejecutada la operación a un -tiempo y en buena sazón, <span class="sidenote">Son derrotados<br/> -los españoles.</span> se cambió la suerte de las armas, y el ejército -español fue envuelto y puesto en derrota. Perdiéronse cinco de los -siete cañones que había, salvándose los dos por la actividad y -presencia de ánimo del teniente Ulzurrun. Nuestra pérdida fue de -500 muertos y de 1000 entre heridos y prisioneros. Mayor la de los -franceses, por el daño que al principio experimentaron de la artillería -española. Salvose el general Vives a pie y por sendas extraviadas, y el -general Reding ayudado de la velocidad de su caballo pudo juntarse a -una columna de infantería y caballería que con el mayor orden se retiró -por el camino de Granollers a San Cugat. <span class="sidenote">Se -retiran<br/> al Llobregat.</span> Allí tomó el mando interinamente -dicho general, y se acogió a la derecha del Llobregat, a donde se -transfirió el conde del Caldagués, quien aunque salvó la artillería -y municiones, tuvo por la priesa que abandonar los inmensos acopios -almacenados en Sarriá, los cuales sirvieron de mucho al enemigo. El -marqués de Lazán que no tomó parte en la batalla, retrocedió después a -Gerona,<span class="pagenum" id="Page_261">p. 261</span> y el coronel -Miláns se mantuvo en Arenys algunos días sin ser molestado.</p> - -<p>Graves y desgraciadas fueron las resultas de la acción de Llinas -o Cardedeu, no tanto por la pérdida de una parte del ejército y por -el socorro que introdujeron los franceses en Barcelona, cuanto por el -desánimo que causó en los españoles, y los alientos que comunicó a los -bisoños y mal seguros soldados del enemigo.</p> - -<div class="sidenote">Llega Saint-Cyr<br/> a Barcelona.</div> - -<p>Llegó el general Saint-Cyr el 17 delante de Barcelona. No -reinaba entre él y el general Duhesme el mejor acuerdo, mostrándose -este descontento con recibir un jefe superior, y al que luego se -dirigieron quejas y reclamaciones. Por entonces ansioso Saint-Cyr de -perseguir a los españoles no tomó acerca de ellas providencia, <span -class="sidenote">Avanza<br/> al Llobregat.</span> y el 20 después de -haber dado a sus tropas dos días de descanso, salió para el Llobregat -y se situó en la margen izquierda, reforzado su ejército con cinco -batallones de la división del general Chabran.</p> - -<div class="sidenote">Situación<br/> de los españoles.</div> - -<p>Al otro lado habían reunido los españoles el suyo que con la derrota -del 16 y dispersión que ella causó en todas las tropas no ascendía -arriba de 10.000 infantes y 900 caballos con artillería numerosa. Allí -llegó el general Vives que se había embarcado en Mataró, y que después -de aprobar las medidas tomadas en su ausencia pasó a Villafranca para -obrar en unión con la junta del principado.</p> - -<p>Luego que se alejó asomaron los franceses, e indeciso Don Teodoro -Reding de si se retiraría o no, consultó al general en jefe que -tardó en contestar, haciéndolo al fin de un modo ambiguo,<span -class="pagenum" id="Page_262">p. 262</span> lo cual decidió al primero -a sostenerse en su puesto. El ejército español estaba atrincherado -en la margen derecha del Llobregat, en las colinas en que rematan -las alturas de Ordal, extendiéndose desde San Vicente hasta Pallejá. -Mandaba la derecha el brigadier D. Gaspar Gómez de la Serna, la -izquierda el mariscal de Campo Cuadrado, manteniéndose Reding -juntamente con Caldagués en uno de los reductos que habían levantado en -el camino real de Valencia.</p> - -<div class="sidenote">Batalla<br/> de Molins de Rey.</div> - -<p>El enemigo al alborear del 21 empezó su ataque. Apostose el general -Chabran en Molins de Rey, que estaba a la derecha de los franceses, y -de donde la batalla tomó el nombre; vadeando la división del general -Pino el Llobregat por San Feliú, al tiempo que Souham con su tropa -le cruzaba por San Juan del Pi. Habían en un principio creído los -españoles que su izquierda sería la primera atacada, mas cerciorados -de lo contrario mejoraron su posición, haciendo los peones acertado -fuego. El desaliento no obstante era grande desde la acción de Llinas, -y no había corrido suficiente tiempo para que se borrase en la mente -del soldado tan funesta impresión. Envolvieron los enemigos la derecha -española; arrojáronla sobre el centro, y cayendo unos y otros sobre -la izquierda, ya no hubo sino desconcierto, acorralados los nuestros -contra el puente de Molins de Rey. <span class="sidenote">Derrota<br/> -de los españoles<br/> y tristes resultas.</span> A las diez de la -mañana llegó Vives solamente para presenciar la destrucción de -los suyos. El ejército español estuvo muy expuesto a ser del todo -cogido por los franceses, a no haberse los soldados desbandado<span -class="pagenum" id="Page_263">p. 263</span> y tirado cada uno por donde -encontró salida. Fue considerable nuestra pérdida, principalmente de -jefes: el brigadier la Serna murió en Tarragona de las cuchilladas -recibidas; el de Caldagués cayó prisionero y lo mismo varios coroneles. -Quedó en poder de los contrarios toda la artillería.</p> - -<p>Por loable que fuera el deseo que animaba al general Reding, con -razón debió tacharse de extrema imprudencia el aventurar una acción -con un ejército que además de novel, acababa pocos días antes de -ser deshecho y en parte disperso. Así fue que el general Saint-Cyr -maniobrando con sumo arte, sin grande esfuerzo desbarató completamente -nuestras filas atropellándose unos soldados sobre otros. Aciagas y de -trascendencia fueron las resultas. Perdiéronse las armas que arrojaron -los infantes, se abandonaron los cuantiosos almacenes que había en el -Llobregat, en Villafranca de Panadés y en Villanueva de Sitges, y en -fin, deshízose enteramente el ejército. Cataluña quedó casi toda ella -a merced del vencedor, que no solo forzó el paso del Bruch para él tan -ominoso, sino que también derramó por todas partes el espanto y la -desolación.</p> - -<div class="sidenote">Embarazosa<br/> también<br/> la situación<br/> de -Saint-Cyr.</div> - -<p>Admiró a algunos que el general Saint-Cyr permaneciese ocioso, -alcanzadas tales ventajas, y atribuíanlo a la condición perezosa de que -le tachaban. Pero otros motivos obraron en su mente para proceder con -lentitud y circunspección. Había en su ejército a pesar de los acopios -cogidos mucha escasez por la necesidad de abastecer a Barcelona; el -país que le rodeaba estaba<span class="pagenum" id="Page_264">p. -264</span> ya agotado, la comunicación con Francia no fácil, y -los obstáculos mayores cada día por el pronto retoño de la guerra -de somatenes, contra cuyos continuos y desparramados esfuerzos se -estrellaba la pericia de los generales franceses.</p> - -<div class="sidenote">Acontecimientos<br/> de Tarragona.</div> - -<p>Era por cierto situación esta embarazosa para ellos, y de grande -ayuda para los españoles, cuyos dispersos se iban allegando a -Tarragona. En sus muros alborotose el pueblo, y amenazó de muerte -al general Vives, quien para preservarse de una catástrofe casi -inevitable, rotos los vínculos de la subordinación, dejó el mando, -<span class="sidenote">Sucede Reding<br/> a Vives.</span> que recayó -en Don Teodoro Reding, grato a la opinión popular. Poco a poco recobró -la autoridad su fuerza, la junta se trasladó a Tortosa, y el nuevo -general con actividad y celo empezó a arreglar el ejército, a la sazón -descompuesto e insubordinado. Todo anunciaba mejora, mas todo se -malogró, como veremos después por la fatal manía de dar batallas, y -también por el laudable deseo de socorrer a Zaragoza.</p> - -<div class="sidenote">Segundo sitio<br/> de Zaragoza.</div> - -<p>Esta ciudad, si bien ilustró su nombre en el primer sitio, ahora -le engrandeció en el segundo, perpetuándole con nuevas proezas -y con su imperturbable constancia, en medio de padecimientos y -angustias. Situada no lejos de la frontera de Francia temiose contra -ella ya en septiembre un nuevo y más terrible acometimiento. <span -class="sidenote">Preparativos<br/> de defensa.</span> Palafox como -general advertido aprestose a repelerle, fortificando con esmero y -en cuanto se podía población tan extensa y descubierta. Encargó la -dirección de las obras a Don Antonio Sangenís, ya célebre por lo que -trabajó en el primer sitio. El tiempo y los medios no permitían<span -class="pagenum" id="Page_265">p. 265</span> convertir a Zaragoza en -plaza respetable. Hubo varios planes para fortalecerla: adoptose -como más fácil el de una fortificación provisional, aprovechándose -de los edificios que había en su recinto. Por la margen derecha del -Ebro se recompuso y mejoró el castillo de la Aljafería, estableciendo -comunicación con el Portillo por medio de una doble caponera, y -asegurando bastantemente la defensa hasta la Puerta de Sancho. Del -otro lado del castillo hasta el puente de Huerva se habían fortificado -los conventos intermedios, se había levantado un terraplén revestido -de piedra, abierto en partes un foso y construido en el mismo puente -un reducto que se denominó del Pilar. De allí un atrincheramiento -doble se extendía al monasterio de Santa Engracia, cuyas ruinas se -habían grandemente fortalecido. En seguida y hasta el Ebro defendían -la ciudad varias obras y baterías, no habiéndose descuidado fortificar -el convento de San José, que situado a la derecha de Huerva descubría -los ataques del enemigo, y protegía las salidas de los sitiados. En -el monte Torrero solo se levantó un atrincheramiento, no creyendo -el puesto susceptible de larga resistencia. Por la ribera izquierda -del Ebro se resguardó el Arrabal con reductos y flechas, revestidos -de ladrillo o adobe, haciendo además cortaduras en las calles y -aspillerando las casas. Otro tanto se practicó en la ciudad, tapiando -los pisos bajos, atronerando los otros y abriendo comunicaciones por -las paredes medianeras. Las quintas y edificios, los jardines y los -árboles que en derredor del recinto quedaban aún en pie después<span -class="pagenum" id="Page_266">p. 266</span> de los destrozos del primer -sitio, se arrasaron para despejar los contornos. Todos los moradores a -porfía y con afanado ahinco coadyuvaron a la pronta conclusión de los -trabajos emprendidos.</p> - -<p>La artillería no era en general de grueso calibre. Había unas 60 -piezas de a 16 y 24, sacadas por la mayor parte del canal en donde los -franceses las habían arrojado: apenas se hizo uso de los morteros por -falta de bombas. Se reservaban en los almacenes provisiones suficientes -para alimentar 15.000 hombres durante seis meses; cada vecino tenía un -acopio particular para su casa, y los conventos muchas y considerables -vituallas. En un principio no se contaba para la defensa sino con -14 o 15.000 hombres: aumentáronse hasta 28.000 con los dispersos de -Tudela que se incorporaron a la guarnición. Era segundo de Palafox -Don Felipe Saint-March; mandaba la artillería el general Villalba, y -los ingenieros el coronel Sangenís. Componíase la caballería de 1400 -hombres a las órdenes del general Butrón.</p> - -<div class="sidenote">Disposiciones<br/> de los franceses.</div> - -<p>Los franceses después de la batalla de Tudela también se preparaban -por su parte a comenzar el sitio, reuniendo en Alagón las tropas y -medios necesarios. El mariscal Moncey aguardaba allí con el tercer -cuerpo la llegada del quinto que mandaba el mariscal Mortier, -destinados ambos a aquel objeto, y ascendiendo sus fuerzas reunidas -a 35.000 hombres, sin contar con seis compañías de artillería, ocho -de zapadores y tres de minadores que se agregaron. Mandaba la primera -el general Dedon, y los ingenieros el general<span class="pagenum" -id="Page_267">p. 267</span> Lacoste. A todos y en jefe debía capitanear -el mariscal Lannes, que por indisposición se detuvo algunos días en -Tudela.</p> - -<div class="sidenote">Preséntanse<br/> delante<br/> de Zaragoza.</div> - -<p>Unidos en Alagón el 19 de diciembre los mencionados tercero y quinto -cuerpo, presentáronse el 20 delante de Zaragoza, uno por la ribera -derecha del Ebro, otro por la izquierda. Antes de formalizar el sitio -pensó el mariscal Moncey general en jefe por ausencia de Lannes, en -apoderarse del monte Torrero, que resguardaba con 5000 hombres Don -Felipe Saint-March. <span class="sidenote">El mariscal<br/> Moncey<br/> -se apodera del<br/> monte Torrero.</span> Para ello al amanecer del -21 coronaron sus tropas las alturas que dominan aquel sitio, al -mismo tiempo que distrayendo la atención por nuestra izquierda, se -enseñorearon, por la derecha, del puente de la Muela y de la Casa -Blanca. Desde allí flanquearon la batería de Buena Vista, en la que -volándose un repuesto de granadas con una arrojada por los enemigos, -causó desorden y obligó a los nuestros a abandonar el puesto. Entonces -Saint-March descubierto por su derecha pegó fuego en Torrero al puente -de América, y se replegó al reducto del Pilar, en donde repelidos -los enemigos tuvieron que hacer alto. De mal pronóstico era para la -defensa de Zaragoza la pérdida de Torrero: en el anterior sitio igual -hecho había costado la vida al oficial Falcó: en el actual avínole -bien a Saint-March para no ser perseguido la particular protección de -Palafox.</p> - -<div class="sidenote">Son rechazados<br/> los franceses<br/> en el -Arrabal.</div> - -<p>Compensose en algo este golpe con lo acaecido en el Arrabal el mismo -día. Queriendo tomarle el general Gazan empezó por acometer a los -suizos del ejército español que estaban en el camino de Villamayor: -superior en número los<span class="pagenum" id="Page_268">p. -268</span> obligó a retirarse a la torre del Arzobispo, en donde si -bien se defendieron con el mayor valor, dándoles ejemplo su jefe Don -Adriano Walker, quedaron allí los más muertos o prisioneros. Animados -los franceses embistieron tres de las baterías del Arrabal, en cuyo -paraje mandaba Don José Manso. Durante cinco horas persistieron en -sus acometidas. Infructuosamente llegaron algunos hasta el pie de los -cañones del Rastro y el Tejar. El coronel de artillería Don Manuel -Velasco que dirigía los fuegos, cubriose aquel día de gloria por su -acierto y bizarra serenidad. Mucho igualmente influyó con su presencia -Don José de Palafox, que acudía adonde mayor peligro amagaba. El -éxito fue muy feliz para los españoles, y el haber sido rechazado el -enemigo, así en este como en otros puntos, comunicó aliento a los -aragoneses, <span class="sidenote">Intimación<br/> a la plaza.<br/> (* -Ap. n. <a href="#Ap_7-4" id="Ll_7-4">7-4</a>.)</span> y convenció al -francés que tampoco en esta ocasión sería ganada de rebate la ciudad de -Zaragoza. Por eso recurrió igualmente el mariscal Moncey a la vía de -la negociación; mas Palafox desechó su propuesta con ánimo levantado y -arrogante.[*]</p> - -<div class="sidenote">Bloqueo<br/> y ataques<br/> que preparan<br/> los -franceses.</div> - -<p>Los franceses trataron entonces de establecer un riguroso bloqueo. -Del lado del Arrabal el general Gazan inundó el terreno para impedir -las salidas de los sitiados, los cuales el 25 al mando de Don Juan -O’Neille desalojaron a los enemigos del soto de Mezquita, obligándolos -a retirarse hasta las alturas de San Gregorio. Por la derecha del río -propuso el general Lacoste tres ataques, uno contra la Aljafería, y los -otros dos contra el puente de Huerva y convento de San José, punto que -miraban los enemigos como más<span class="pagenum" id="Page_269">p. -269</span> flaco por no haber detrás en el recinto de la plaza muro -terraplenado. Empezaron a abrir la trinchera en la noche del 29 al 30 -de diciembre.</p> - -<div class="sidenote">Salida del<br/> general Butrón.</div> - -<p>Notando los españoles que avanzaban los trabajos de los sitiadores, -se dispusieron el 31 a hacer una salida mandada por el brigadier Don -Fernando Gómez de Butrón. Fingiose un ataque en todo lo largo de la -línea, enderezándose nuestra gente a acometer la izquierda enemiga. -Mas advertido Butrón de que por la llanura que se extiende delante de -la Puerta de Sancho se adelantaba una columna francesa, prontamente -revolvió sobre ella, y dándole una carga con la caballería la arrolló -y cogió 200 prisioneros. Palafox para estimular a la demás tropa, y -borrar la funesta impresión que pudieran causar las tristes noticias -del resto de España, recompensó a los soldados de Butrón con el -distintivo de una cruz encarnada.</p> - -<div class="sidenote">Reemplaza<br/> Junot a Moncey.</div> - -<p>El 1.º de enero reemplazó en el mando en jefe al mariscal Moncey -el general Junot duque de Abrantes. En aquel día los sitiadores -para adelantarse salieron de las paralelas de derecha y centro, -perdiendo mucha gente, <span class="sidenote">Sale Mortier<br/> para -Calatayud.</span> y el mariscal Mortier, disgustado del nombramiento -de Junot, partió para Calatayud con la división del general Suchet, lo -cual disminuyó momentáneamente las fuerzas de los franceses.</p> - -<div class="sidenote">Empieza<br/> el bombardeo.<br/> Ataques -contra<br/> San José y<br/> reducto del Pilar.</div> - -<p>Estos habiendo establecido el 9 ocho baterías, empezaron en la -mañana del 10 el bombardeo, y a batir en brecha el reducto del Pilar -y el convento de San José, que aunque bien defendido por Don Mariano -Renovales, no podía resistir largo tiempo. Era edificio antiguo, -con<span class="pagenum" id="Page_270">p. 270</span> paredes de poco -espesor, y que desplomándose, en vez de cubrir dañaban con su caída -a los defensores. Hiciéronse sin embargo notables esfuerzos, <span -class="sidenote">Manuela Sancho.</span> sobresaliendo en bizarría una -mujer llamada Manuela Sancho, de edad de veinticuatro años, natural de -Plenas en la serranía. El 11 dieron los franceses el asalto, teniendo -que emplear en su toma las mismas precauciones que para una obra de -primer orden.</p> - -<p>Alojados en aquel convento fueron dueños de la hondonada de Huerva, -pero no podían avanzar al recinto de la plaza sin enseñorearse del -reducto del Pilar, cuyos fuegos los incomodaban por su izquierda. El 11 -también este punto había sido atacado con empeño, sin que los franceses -alcanzasen su objeto. Mandaba Don Domingo Larripa, y se señaló con sus -acertadas providencias, así como el oficial de ingenieros Don Marcos -Simonó, y el comandante de la batería Don Francisco Betbezé. Por la -noche hicieron los nuestros una salida que difundió el terror en el -campo enemigo, hasta que su ejército vuelto en sí y puesto sobre las -armas obligó a la retirada. Arrasado el 15 el reducto, quedando solo -escombros y muertos los más de los oficiales que le defendían, fue -abandonado entre ocho y nueve de la noche, volando al mismo tiempo el -puente de Huerva, en que se apoyaba su gola.</p> - -<div class="sidenote">Resolución<br/> de los moradores.</div> - -<p>Entre este y el Ebro del lado de San José no restaba ya a Zaragoza -otra defensa sino su débil recinto y las paredes de sus casas; pero -habitadas estas por hombres resueltos a pelear de muerte, allí empezó -la resistencia más vigorosa, más tenaz y sangrienta.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_271">p. 271</span></p> - -<div class="sidenote">Enfermedades<br/> y contagio.</div> - -<p>De la determinación de defender las casas nació la necesidad de -abandonarlas, y de que se agolpase parte de la población a los barrios -más lejanos del ataque, con lo cual crecieron en ellos los apuros y -angustias. El bombardeo era espantoso desde el 10, y para guarecerse -de él, amontonándose las familias en los sótanos, inficionaban el -aire con el aliento de tantos, con la falta de ventilación, y el -continuado arder de luces y leña. De ello provinieron enfermedades -que a poco se transformaron en horroroso contagio. Contribuyeron a su -propagación los malos y no renovados alimentos, la zozobra, el temor, -la no interrumpida agitación, las dolorosas nuevas de la muerte del -padre, del esposo, del amigo; trabajos que a cada paso martillaban el -corazón.</p> - -<p>Los franceses continuaron sus obras concluyendo el 21 la tercera -paralela de la derecha, y entonces fijaron el emplazamiento de -contrabaterías y baterías de brecha del recinto de la plaza. Procuraban -los españoles por su parte molestar al enemigo con salidas, y -ejecutando acciones arrojadas, largas de referir.</p> - -<div class="sidenote">Temores<br/> de los franceses.</div> - -<p>No solo padecían los franceses con el daño que de dentro de Zaragoza -se les hacía, sino que también andaban alterados con el temor de que de -fuera los atacasen cuadrillas numerosas: y se confirmaron en ello con -lo acaecido en Alcañiz. Por aquella parte y camino de Tortosa habían -destacado para acopiar víveres al general Wathier con 600 caballos y -1200 infantes. <span class="sidenote">Gente<br/> que perdieron<br/> -en Alcañiz.</span> En su ruta fue este molestado por los paisanos -y algunos soldados sueltos, en términos que deseoso de destruirlos -los acosó hasta Alcañiz, en cuyas calles<span class="pagenum" -id="Page_272">p. 272</span> los perseguidos y los moradores -defendiéronse con tal denuedo que para enseñorearse de la población -perdieron los franceses más de 400 hombres.</p> - -<p>Acrecentose su desasosiego con las voces esparcidas de que el -marqués de Lazán y Don Francisco Palafox venían al socorro de Zaragoza; -voces entonces falsas, pues Lazán estaba lejos en Cataluña, y su -hermano Don Francisco, si bien había pasado a Cuenca a implorar la -ayuda del duque del Infantado, no le fue a este lícito condescender con -lo que pedía. Daba ocasión al engaño una corta división de 4 a 5000 -hombres que Don Felipe Perena, saliendo de Zaragoza, reunió fuera de -sus muros, y la cual, ocupando a Villafranca, Leciñena y Zuera, recorría -la comarca.</p> - -<p>Por escasas que fuesen semejantes fuerzas instaba a los franceses -destruirlas: cuando no, podían servir de núcleo a la organización -de otras mayores. <span class="sidenote">Llegada del<br/> mariscal -Lannes.</span> Favoreció a su intento la llegada el 22 de enero -del mariscal Lannes. Restablecido de su indisposición acudía este -a tomar el mando supremo del tercero y quinto cuerpo, que mandados -separadamente por jefes entre sí desavenidos, no concurrían a la -formación del sitio con la debida unión y celeridad. Puesto ahora -el poder en una sola mano notáronse luego sus efectos. <span -class="sidenote">Llama a Mortier.</span> Por de pronto ordenó Lannes -al mariscal Mortier que de Calatayud volviese con la división del -general Suchet, y que con ella, y el apoyo de la de Gazan que bloqueaba -el Arrabal, <span class="sidenote">Dispersa este<br/> a Perena.</span> -marchase al encuentro de la gente de Perena, que los franceses creían -ser Don Francisco de<span class="pagenum" id="Page_273">p. 273</span> -Palafox. Aquel oficial dejando hacia Zuera alguna fuerza, replegose con -el resto desde Perdiguera, donde estaba, a nuestra Señora de Magallón. -Gente la suya nueva y allegadiza, ahuyentáronla fácilmente los franceses -de las cercanías de Zaragoza, y pudieron continuar el sitio sin -molestia ni diversión de afuera.</p> - -<p>Redoblando pues su furia contra la ciudad abrieron espaciosa -brecha en su recinto, y ya no les quedaba sino pasar el Huerva para -intentar el asalto. Construyeron dos puentes, y en la orilla izquierda -dos plazas de armas donde se reuniese la gente necesaria al efecto. -Los nuestros, sin dejar de defender algunos puntos aislados que -les quedaban fuera, perfeccionaban también sus atrincheramientos -interiores.</p> - -<div class="sidenote">Asalto<br/> de los franceses<br/> al recinto<br/> -de la ciudad.</div> - -<p>El 27 determinaron los enemigos dar el asalto. Dos brechas -practicables se les ofrecían, una enfrente del convento de San José, -y otra más a la derecha cerca de un molino de aceite que ocupaban. En -el ataque del centro habían también abierto una brecha en el convento -de Santa Engracia, y por ella y las otras dos corrieron al asalto -en aquel día a las doce de la mañana. La campana de la torre nueva -avisó a los sitiados del peligro. Todos a su tañido se atropellaron -a las brechas. Por la del molino embistieron los franceses, y se -encaramaron sin que los detuvieran dos hornillos a que se prendió -fuego; mas un atrincheramiento interior y una granizada de balas, -metralla y granadas, los forzaron a retirarse, limitándose a coronar -con dificultad lo alto de la brecha por medio de un alojamiento. -Enfrente de San José, rechazados repetidas<span class="pagenum" -id="Page_274">p. 274</span> veces, consiguieron al fin meterse desde -la brecha en una casa contigua, y hubieran pasado adelante a no -haberlos contenido la intrepidez de los sitiados. El ataque contra -Santa Engracia, si bien al principio ventajoso al enemigo, saliole -después más caro que los otros. Tomaron en efecto sus soldados aquel -monasterio, enseñoreáronse del convento inmediato de las Descalzas, -y enfilando desde él la larga cortina que iba de Santa Engracia al -puente de Huerva obligaron a los españoles a abandonarla. Alentados los -franceses con la victoria se extendieron hasta la Puerta del Carmen, -y llevados de igual ardor los que de ellos guardaban la paralela del -centro, acometieron por la izquierda, se hicieron dueños del convento -de Trinitarios descalzos, y ya avanzaban a la Misericordia cuando se -vieron abrasados con el fuego de dos cañones, y el daño que recibían -de calles y casas. Los nuestros persiguiéndolos hicieron una salida, -y hasta se metieron en el convento de trinitarios, que fuera otra -vez suyo sin el pronto socorro que trajo a los contrarios el general -Morlot. Murieron de los franceses 800 hombres, en cuyo número se -contaron varios oficiales de ingenieros.</p> - -<div class="sidenote">Muerte<br/> de Sangenís.</div> - -<p>Pero de esta clase tuvieron los españoles que llorar al siguiente -día la dolorosa pérdida del comandante Don Antonio Sangenís, que -fue muerto en la batería llamada Palafox al tiempo que desde ella -observaba los movimientos del enemigo. Tenía cuarenta y tres años -de edad, y amábanle todos por ser oficial valiente, experimentado y -entendido. Y aunque de condición afable, era tal su entereza que desde -el primer<span class="pagenum" id="Page_275">p. 275</span> sitio había -dicho: «no se me llame a consejo si se trata de capitular, porque nunca -será mi opinión que no podamos defendernos.»</p> - -<div class="sidenote">Estragos<br/> de bombardeo<br/> y epidemia.</div> - -<p>El bombardeo mientras tanto continuaba sus estragos, siendo mayores -los de la epidemia, de que ya morían 350 personas por día, y los hubo -en que fallecieron 500. Faltaban los medicamentos, estaban henchidos -de enfermos los hospitales, costaba una gallina cinco pesos fuertes, -carecíase de carne y de casi toda legumbre. Ni había tiempo ni -espacio para sepultar los muertos, cuyos cadáveres hacinados delante -de las iglesias, esparcidos a veces y desgarrados por las bombas, -ofrecían a la vista espantoso y lamentable espectáculo. Confiado -el mariscal Lannes de que en tal aprieto se darían a partido los -españoles, sobre todo si eran noticiosos de lo que en otras partes -ocurría, <span class="sidenote">Intimación<br/> de Lannes.<br/> Dicho -de Palafox.</span> envió un parlamento comunicando los desastres de -nuestros ejércitos y la retirada de los ingleses. Mas en balde: los -zaragozanos nada escucharon; en vez de amilanarse crecía su valor al -par de los apuros. Su caudillo, firme como ellos, repetía: «defenderé -hasta la última tapia.»</p> - -<div class="sidenote">Resistencia<br/> en casas<br/> y edificios.</div> - -<p>Los franceses entonces yendo adelante en sus embestidas, inútilmente -quisieron el 28 y 29 apoderarse por su derecha de los conventos de -San Agustín y Santa Mónica. Tampoco pudieron vencer el obstáculo de -una casa intermedia que les quedaba para penetrar en la calle de la -Puerta quemada. Lo mismo les sucedió con una manzana contigua a Santa -Engracia, empezando entonces a disputarse con encarnizamiento la -posesión de cada casa, y de cada piso, y de cada cuarto.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_276">p. 276</span></p> - -<div class="sidenote">Minas<br/> de los franceses.</div> - -<p>Siendo muy mortífero para los franceses este desconocido linaje de -defensa, resolvieron no acometer a pecho descubierto, y emprendieron -por medio de minas una guerra terrible y escondida. Aunque en ella les -daban su saber y recursos grandes ventajas, no por eso se abatieron -los sitiados; y sosteniéndose entre las ruinas y derribos que causaban -las minas enemigas, no solo procuraban conservar aquellos escombros, -sino que también querían recuperar los perdidos. Intentáronlo aunque en -vano con el convento de Trinitarios descalzos. La lid fue porfiada y -sangrienta; quedó herido el general francés Rostollant y muertos muchos -de sus oficiales. Nuestros paisanos y soldados abalanzábanse al peligro -como fieras. <span class="sidenote">Patriotismo<br/> y fervor<br/> de -algunos<br/> eclesiásticos.</span> Y sacerdotes piadosos y atrevidos -no cesaban de animarlos con sus lenguas y dar consuelos religiosos a -los que caían heridos de muerte, siendo a veces ellos mismos víctima -de su fervor. Augusto entonces y grandioso ministerio, que al paso que -desempeñaba sus propias y sagradas obligaciones, cumplía también con -las que en tales casos y sin excepción exige la patria de sus hijos.</p> - -<p>A fuerza de empeño y trabajos, y valiéndose siempre de sus -minas, se apoderaron los franceses el 1.º de febrero de San Agustín -y Santa Mónica, y esperaron penetrar hasta el Coso por la calle -de la Puerta quemada; empresa la última que se les malogró con -pérdida de 200 hombres. Dolorosa fue también para ellos la toma en -aquel día de algunas casas en la calle de Santa Engracia, <span -class="sidenote">Muerte del<br/> general Lacoste.</span> cayendo -atravesado de una bala por las sienes el general Lacoste, célebre<span -class="pagenum" id="Page_277">p. 277</span> ya en otros nombrados -sitios. Sucediole Mr. Rogniat, herido igualmente en el siguiente -día.</p> - -<div class="sidenote">Murmuraciones<br/> del ejército<br/> -francés.</div> - -<p>Aunque despacio, y por decirlo así, a palmos, avanzaba el enemigo -por los tres puntos principales de su ataque que acabamos de mencionar. -Mas como le costaba tanta sangre, excitáronse murmuraciones y quejas -en su ejército, las cuales estimularon al mariscal Lannes a avivar la -conclusión de tan fatal sitio, acometiendo el Arrabal.</p> - -<div class="sidenote">Embestida<br/> del Arrabal.</div> - -<p>Seguía en aquella parte el general Gazan, habiéndose limitado hasta -entonces a conservar riguroso bloqueo. Ahora según lo dispuesto por -Lannes, emprendió los trabajos de sitio. El 7 de febrero embistieron -ya sus soldados el convento de Franciscanos de Jesús a la derecha -del camino de Barcelona. Tomáronle después de tres horas de fuego, -arrojando de dentro a 200 hombres que le guarnecían; y no pudiendo -ir más adelante por la resistencia que los nuestros les opusieron, -paráronse allí y se atrincheraron.</p> - -<div class="sidenote">Los progresos<br/> del enemigo<br/> en la -ciudad.</div> - -<p>Trató Lannes al mismo tiempo de que se diesen la mano con este -ataque los de la ciudad, y puso su particular conato en que el de la -derecha de San José se extendiese por la universidad y Puerta del Sol -hasta salir al pretil del río. Tampoco descuidó el del centro, en -donde los sitiados defendieron con tal tenacidad unas barracas que -había junto a las ruinas del hospital, que según la expresión de uno -de los jefes enemigos «era menester matarlos para vencerlos». Allí -el sitiador, ayudado de los sótanos del hospital, atravesó la calle -de Santa Engracia<span class="pagenum" id="Page_278">p. 278</span> -por medio de una galería, y con la explosión de un hornillo se hizo -dueño del convento de San Francisco: hasta que subiendo por la noche -al campanario el coronel español Fleury acompañado de paisanos, -agujerearon juntos la bóveda y causaron tal daño a los franceses desde -aquella altura, que huyeron estos recobrando después a duras penas el -terreno perdido.</p> - -<div class="sidenote">Nuevas<br/> murmuraciones<br/> del ejército<br/> -francés.</div> - -<p>Los combates de todos lados eran continuos, y aunque los sostenían -por nuestra parte hombres flacos y macilentos, ensañábanse tanto, que -creciendo las quejas del soldado enemigo, exclamaba: «que se aguardasen -refuerzos, si no se quería que aquellas malhadadas ruinas fuesen su -sepulcro.»</p> - -<div class="sidenote">Toma del Arrabal.</div> - -<p>Urgía pues a Lannes acabar sitio tan extraño y porfiado. El 18 de -febrero volvió a seguirse el ataque del Arrabal; y con horroroso fuego, -al paso que de un lado se derribaban frágiles casas, flanqueábase del -otro el puente del Ebro para estorbar todo socorro, pereciendo al -querer intentarlo el barón de Versages. A las dos de la tarde abierta -brecha, penetraron los franceses en el convento de mercenarios llamado -de San Lázaro. Fundación del rey don Jaime el Conquistador y edificio -grandioso, fue defendido con el mayor valor; y en su escalera, de -construcción magnífica, anduvo la lucha muy reñida: perecieron casi -todos los que le guarnecían. Ocupado el convento por los franceses, -quedó a los demás soldados del Arrabal cortada la retirada. Imposible -fue, excepto a unos cuantos, repasar el puente, siendo tan tremendo -el fuego del enemigo que no parecía sino que a manera de las<span -class="pagenum" id="Page_279">p. 279</span> del Janto, se habían -incendiado las aguas del Ebro. En tamaño aprieto echaron los más de -los nuestros por la orilla del río, capitaneándolos el comandante de -Guardias españolas Manso; pero perseguidos por la caballería francesa, -enfermos, fatigados y sin municiones, tuvieron que rendirse. Con el -Arrabal perdieron los españoles entre muertos, heridos y prisioneros -2000 hombres.</p> - -<div class="sidenote">Furioso ataque<br/> que los franceses<br/> -preparan.</div> - -<p>Dueños así los franceses de la orilla izquierda del Ebro, colocaron -en batería 50 piezas, con cuyo fuego empezaron a arruinar las casas -situadas al otro lado en el pretil del río. Ganaban también terreno -dentro de la ciudad, extendiéndose por la derecha del Coso; y ocupado -el convento de Trinitarios calzados se adelantaron a la calle del -Sepulcro, procurando de este modo concertar diversos ataques. En tal -estado, meditando dar un golpe decisivo, habían formado seis galerías -de mina que atravesaban el Coso, y cargando cada uno de los hornillos -con 3000 libras de pólvora, confiaban en que su explosión causando -terrible espanto en los zaragozanos los obligaría a rendirse.</p> - -<div class="sidenote">Deplorable estado<br/> de la ciudad.</div> - -<p>No necesitaron los franceses acudir a medio tan violento. Menos -eran de 4000 los hombres que en la ciudad podían sustentar las armas, -14.000 estaban postrados en cama, muchos convalecientes y los demás -habían perecido al rigor de la epidemia y de la guerra. Desvanecíanse -las esperanzas de socorro; <span class="sidenote">Enfermedad<br/> de -Palafox.</span> y el mismo general Don José de Palafox, acometido de la -enfermedad reinante, tuvo que transmitir sus facultades a una junta que -se instaló en la noche del 18 al<span class="pagenum" id="Page_280">p. -280</span> 19 de febrero. Componíase esta de 34 individuos, siendo -su presidente Don Pedro María Ric, regente de la audiencia. Rodeada -de dificultades convocó la nueva autoridad a los principales jefes -militares, quienes trazando un tristísimo cuadro de los medios que -quedaban de defensa, inclinaron los ánimos a capitular. Discutiose no -obstante largamente la materia; mas pasando a votación, hubo de los -vocales 26 que estuvieron por la rendición, y solo ocho, entre ellos -Ric, se mantuvieron firmes en la negativa. En virtud de la decisión -de la mayoría, enviose al cuartel general enemigo un parlamento, a -nombre de Palafox, aceptando con alguna variación las ofertas que el -mariscal Lannes había hecho días antes: pero este por tardía desechó -con indignación la propuesta.</p> - -<div class="sidenote">Propone la junta<br/> capitular.</div> - -<p>La junta entonces pidió por sí misma suspensión de hostilidades. -Aceptó el mariscal francés con expresa condición de que dentro -de dos horas se le presentasen sus comisionados a tratar de la -capitulación. En el pueblo y entre los militares había un partido -numeroso que reciamente se oponía a ella, por lo cual hubo de usarse de -precauciones.</p> - -<div class="sidenote">Conferencia<br/> con Lannes.</div> - -<p>Fue nombrado para ir al cuartel general francés Don Pedro María -Ric con otros vocales. Recibiolos aquel mariscal con desdén y aun -desprecio, censurando agriamente y con irritación la conducta de la -ciudad, por no haber escuchado primero sus proposiciones. Amansado -algún tanto con prudentes palabras de los comisionados, añadió -Lannes, «respetaranse las mujeres y los niños, con lo que queda el -asunto<span class="pagenum" id="Page_281">p. 281</span> concluido.» -«Ni aun empezado, replicó prontamente mas con serenidad y firmeza Don -Pedro Ric, eso sería entregarnos sin condición a merced del enemigo, y -en tal caso continuará Zaragoza defendiéndose, pues aún tiene armas, -municiones, y sobre todo puños.»</p> - -<div class="sidenote">Capitulación.</div> - -<p>No queriendo sin duda el mariscal Lannes compeler a despecho ánimos -tan altivos, reportose aun más, y comenzó a dictar la capitulación. -En vano se esforzó Don Pedro Ric por alterar alguna de sus cláusulas -o introducir otras nuevas. Fueron desatendidas las más de sus -reclamaciones. Sin embargo instando para que por un artículo expreso se -permitiese a Don José de Palafox ir a donde tuviese por conveniente, -<span class="sidenote">Palabra<br/> que da Lannes.</span> replicó -Lannes que nunca un individuo podía ser objeto de una capitulación; -pero añadió que empeñaba su palabra de honor de dejar a aquel -general entera libertad, así como a todo el que quisiese salir de -Zaragoza. Estos pormenores, que es necesario no echar en olvido, -han sido publicados en una relación impresa por el mismo Don Pedro -María Ric, de cuya boca también nosotros se los hemos oído repetidas -veces, mereciendo su dicho entera fe, como de magistrado veraz y -respetable.</p> - -<div class="sidenote">Firma la junta<br/> la capitulación.</div> - -<p>La junta admitió y firmó el 20 la capitulación, airándose -Lannes de que pidiese nuevas aclaraciones; mas de nada sirvió ni -aun lo estipulado. <span class="sidenote">Quebrántase<br/> por los -franceses<br/> horrorosamente.</span> En aquella misma noche la -soldadesca francesa saqueó y robó; y si bien pudieran atribuirse -tales excesos a la dificultad de contener al soldado después de tan -penoso sitio, no admite igual excusa el quebrantamiento de otros<span -class="pagenum" id="Page_282">p. 282</span> artículos, ni la falta de -cumplimiento de la palabra empeñada de dejar ir libre a Don José de -Palafox. <span class="sidenote">Maltrato<br/> dado a Palafox.</span> -Moribundo sacáronle de Zaragoza, a donde tuvieron que volverle por el -estado de postración en que se hallaba. Apenas restablecido lleváronle -a Francia, y encerrado en Vincennes padeció hasta en 1814 durísimo -cautiverio.</p> - -<div class="sidenote">Muerte<br/> de prisioneros,<br/> de Boggiero<br/> -y Sas.</div> - -<p>Fueron aun más allá los enemigos en sus demasías y crueldades. -Despojaron a muchos prisioneros, mataron a otros y maltrataron a casi -todos. Tres días después de la capitulación, a la una de la noche, -llamaron de un cuarto inmediato al de Palafox, donde siempre dormía, -a su antiguo maestro el padre Don Basilio Boggiero, y al salir se -encontró con el alcalde mayor Solanilla, un capitán francés y un -destacamento de granaderos que le sacaron fuera sin decirle a dónde le -llevaban. Tomaron al paso al capellán Don Santiago Sas, que se había -distinguido en el segundo sitio tanto como en el anterior, despidieron -a Solanilla, y solos los franceses marcharon con los dos presos -al puente de Piedra. Allí matáronlos a bayonetazos, arrojando sus -cadáveres al río. Hirieron primero a Sas, y no se oyó de su boca como -tampoco de la de Boggiero otra voz que la de animarse recíprocamente a -muerte tan bárbara e impensada. Contolo así después y repetidas veces -el capitán francés encargado de su ejecución, añadiendo que el mariscal -Lannes le había ordenado los matase sin hacer ruido. ¡Atrocidad -inaudita! A tal punto el vencedor atropelló en Zaragoza las leyes de la -guerra y los derechos sagrados de la humanidad.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_283">p. 283</span></p> - -<p>La capitulación se publicó en la Gaceta de Madrid de 28 de -febrero,[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_7-5" -id="Ll_7-5">7-5</a>.)</span> nunca en los papeles franceses, sin duda -para que se creyese que se había entregado Zaragoza a merced del -conquistador, y disculpar así los excesos: como si con capitulación o -sin ella pudieran permitirse muchos de los que se cometieron.</p> - -<div class="sidenote">Entrada<br/> de Lannes<br/> en Zaragoza.</div> - -<p>Fue nombrado el general Laval gobernador de Zaragoza. Hizo el 5 -de marzo su entrada solemne Lannes, recibiéndole en la iglesia de -nuestra Señora del Pilar <span class="sidenote">P. Santander.</span> -el padre Santander, obispo auxiliar, que ausente en los dos sitios -volvió a Zaragoza a celebrar el triunfo de los enemigos de su patria. -<span class="sidenote">(* Véase<br/> Ap. n. <a href="#Ap_7-6" -id="Ll_7-6">7-6</a>.)<br/><br/> Junot sucede<br/> otra vez<br/> a -Lannes.</span> Del joyero de aquel templo se sacaron las más preciosas -alhajas, pasando a manos de los principales jefes franceses bajo el -nombre de regalos que hacía la junta.[*] El mariscal Lannes permaneció -en Zaragoza hasta el 14 de marzo que partió a Francia sucediéndole por -entonces en el mando el general Junot, duque de Abrantes.</p> - -<p>Duró el sitio de Zaragoza 62 días; y sin la epidemia, principal -ayudadora de los franceses, muchos esfuerzos y tiempo hubieran -todavía empleado estos en la conquista. Al capitular solo era suya -una cuarta parte de la ciudad, el Arrabal y 13 iglesias o conventos, -<span class="sidenote">Pérdidas de unos<br/> y de otros.<br/> (* -Ap. n. <a href="#Ap_7-7" id="Ll_7-7">7-7</a>.)</span> y sin embargo -su posesión les había costado tanto trabajo y la pérdida de más -de 8000 hombres. Murieron de los españoles en ambos sitios 53.873 -personas;[*] el mayor número en el último y de la epidemia. <span -class="sidenote">Ruinas<br/> de edificios<br/> y bibliotecas.</span> -Fueron destruidos con las bombas los más de los edificios. La -biblioteca de la universidad, formada con la antigua de los jesuitas -y enriquecida<span class="pagenum" id="Page_284">p. 284</span> -con varias dádivas, entre ellas una del ilustre aragonés Don Ramón -de Pignatelli, se voló con una mina. Pereció también al final del -sitio la del convenio de dominicos de San Ildefonso, fundada por el -marqués de la Compuesta secretario de gracia y justicia de Felipe V, -en la que había, sin los impresos, más de 2000 curiosos manuscritos. -Tan destructora y enemiga de las letras es la guerra, aun hecha por -naciones cultas.</p> - -<div class="sidenote">Juicio<br/> sobre este sitio.</div> - -<p>Muchos han dudado de si fue o no conveniente defender a Zaragoza; -desaprobando otros con más razón el que se hubiesen encerrado tantas -tropas en su recinto. Debiérase ciertamente haber acudido al remedio -de semejante embarazo, sacando de allí las que se recogieron después -de la rota de Tudela o cualesquiera otras: con tal que se hubiera -limitado su número a los 14 o 15.000 hombres que antes había, y los -cuales unidos al entusiasmado vecindario bastaban para escarmentar de -nuevo al enemigo y detenerle largo tiempo delante de sus muros. Mas por -lo que toca a la determinación de defender la ciudad, nos parece que -fue acertada y provechosa. Los laureles adquiridos en el primer sitio -habían dado al nombre de Zaragoza tan mágico influjo, que su pronta y -fácil entrega hubiera causado desmayo en toda la nación. De otra parte -su resistencia no solo impidió la ocupación de algunas provincias, -deteniendo el ímpetu de huestes formidables, sino que también aquellos -mismos hombres que tan bravos e impávidos se mostraban guarecidos -de las tapias y las casas, no hubieran, inexpertos y en campo raso, -podido<span class="pagenum" id="Page_285">p. 285</span> sostenerse -contra la práctica y disciplina de los franceses, mayormente cuando la -impaciencia pública forzaba a aventurar imprudentes batallas.</p> - -<p>Por varios y encontrados que en este punto hayan sido los -dictámenes, nunca discordaron ni discordarán en calificar -de gloriosísima y extraordinaria la defensa de Zaragoza. El -general francés Rogniat, testigo de vista, nos dice con loable -imparcialidad:[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_7-8" -id="Ll_7-8">7-8</a>.)</span> «La alteza de ánimo que mostraron aquellos -moradores, fue uno de los más admirables espectáculos que ofrecen los -anales de las naciones después de los sitios de Sagunto y Numancia.» -Fuelo en efecto tanto, que en 1814 citose ya su ejemplo a los pueblos -de Francia, como digno de imitarse, por aquel mismo Napoleón que antes -hubiera querido borrarle de la memoria de los hombres.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter"> - <p><span class="pagenum" id="Page_287">p. 287</span></p> - <div class="figcenter"> - <img style="width: 26em; height: auto;" - src="images/doble_filete.jpg" - alt="Filete ornamental"/> - </div> - <p class="centra fs200 lh200 negr mt1">RESUMEN</p> - <p class="centra smaller lh200">DEL</p> - <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO OCTAVO.</p> - <div class="figcenter mt05"> - <img style="width: 8em; height: auto;" - src="images/separa2.jpg" - alt="Motivo ornamental"/> - </div> -</div> - -<p class="resum"><span class="prim"><span -class="gran">J</span>osé</span> en Madrid. — Felicitaciones. — Sus -providencias. — Comisarios regios. — Tropa española. — Junta criminal. -— Comisarios de hacienda. — Opinión acerca de José. — Junta central -en Sevilla. — Declaración unánime en favor de la causa peninsular de -las provincias de América y Asia. — Auxilios que envían. — Decreto -de la central sobre América de 22 de enero. — Nuevo reglamento para -las juntas provinciales de España. — Tratado con Inglaterra de 9 de -enero. — Subsidios de Inglaterra. — Tribunal de seguridad pública. — -Centrales enviados a las provincias. — Marqués de Villel en Cádiz. — -Los ingleses quieren ocupar la plaza. — Altercados que hubo en ello. -— Alboroto en Cádiz. — Conducta extraña de Villel. — Riesgo que corre -su<span class="pagenum" id="Page_288">p. 288</span> persona. — Matan -a Heredia. — Sosiégase el alboroto. — Ejércitos. — El de la Mancha. -— Ataque de Mora. — Alburquerque y Cartaojal. — Pasa Alburquerque -al ejército de Cuesta. — Avanza Cartaojal y se retira. — Acción de -Ciudad Real. — Ejército de Extremadura. — Avanza a Almaraz. — Córtase -el puente. — Pasan los franceses el Tajo. — Retíranse los nuestros. — -Ventajas conseguidas por los españoles. — Únese Alburquerque a Cuesta. -— Batalla de Medellín. — Sus resultas. — Determinación de la central. -— Venegas sucede a Cartaojal. — Reflexiones. — Comisión de Sotelo. — -Respuesta de la central. — Cartas de Sebastiani a Jovellanos y otros. -— Cartas de Sebastiani al señor Jovellanos. — Contestación del señor -Jovellanos. — Guerra de Austria. — Cataluña. — Alboroto de Lérida. — -Reding en Tarragona. — Plan prudente de Martí. — Varíase. — Situación -del ejército español. — Le atacan los franceses. — Entran en Igualada. -— Movimientos de Saint-Cyr y Reding. — Batalla de Valls. — Entran los -franceses en Reus. — Esperanzas de Saint-Cyr. — Salen vanas. — Guerra -de somatenes. — Dificultad de las comunicaciones. — Retírase Saint-Cyr -de las cercanías de Tarragona. — Pasa por Barcelona. — Estado de la -ciudad. — Niéganse las autoridades civiles a prestar juramento. — -Prenden a muchos y los llevan a Francia. — Pasa Saint-Cyr a Vic. — -Muerte de Reding. — Sucede Coupigny. — Paisanos del Vallés. — Principio -de las partidas en todo el reino. — Decreto de la central. — Porlier. -— Don Juan Echávarri. — El Empecinado. — Ciudad Rodrigo y Wilson. -— Asturias. — <span class="pagenum" id="Page_289">p. 289</span>La -junta. — Ballesteros. — Sus operaciones en Colombres. — Armamento de -la provincia. — Worster. — Entran los asturianos en Ribadeo. — Y en -Mondoñedo. — Sorprenden y dispersan los franceses a Worster. — Romana. -— Su ejército. — Empieza el levantamiento de Galicia. — Mariscal Soult. -— Trata de invadir a Portugal. — Inútil tentativa para atravesar el -Miño. — Toma Soult hacia Orense. — Insurrección. — Los abades de Couto -y Valladares. — El paisanaje molesta a los franceses en su marcha. — -Soult y Romana. — Intimación a este. — Es desbaratada la retaguardia -española. — Ataca a Villafranca. — Se apodera de la guarnición. — Llega -Romana a Oviedo. — Altercado con la junta. — Invade Ney a Asturias. — -Kellermann. — Romana se embarca en Gijón. — Saquean los franceses a -Oviedo. — Sale Ney de Asturias. — Mahy amenaza a Lugo. — Desbarata al -general Fournier. — Pone cerco a la ciudad. — Crece la insurrección -de Galicia. — Barrio. — Junta de Lobera. — Sitia a Vigo el abad de -Valladares. — Limia. — Tenreiro y el portugués Almeida. — Morillo. — -Gogo. — Ríndese Vigo a los españoles. — Bloqueo de Tuy. — Le alzan. — -Y evacuan la ciudad los franceses. — Se crea y aumenta la división del -Miño. — Mándala Don Martín de la Carrera. — Desbarata a los franceses -en el campo de la Estrella. — Campaña de Soult en Portugal. — Entran -los franceses en Chaves. — En Braga. — Asoman a Oporto. — Estado de -la ciudad. — Éntranla los franceses. — Gran matanza. — Conducta del -mariscal Soult. — Pídenle sea rey. — Silveira recobra a Chaves. — -Coronel<span class="pagenum" id="Page_290">p. 290</span> Trant. — -Regencia de Portugal. — Cradock y los ingleses. — Beresford manda a -los portugueses. — Refuérzase el ejército inglés. — Sir A. Wellesley -nombrado general en jefe. — Sus providencias. — Avanza a Coimbra. — -Situación de los franceses. — Sociedad secreta de los filadelfos. — -Plan de Wellesley. — Se apoderan los ingleses de Oporto. — Apuros de -Soult. — Pasa la frontera. — Llega a Lugo. — Levanta Mahy el cerco. -— Encuéntrase con Romana en Mondoñedo. — Marcha atrevida de los -españoles. — Descontento del soldado con Romana. — Ney y Soult en Lugo. -— Conciértanse para destruir el ejército español. — Conde de Noroña 2.º -comandante de Galicia. — Acción del Puente de Sampayo. — Soult trata -de pasar a Castilla. — Paisanos del Sil. — Quema de varios pueblos. -— Romana en Celanova. — Soult en la Puebla de Sanabria. — General -Franceschi cogido por el Capuchino. — Situación de Ney. — Mazarredo. — -Bazán. — Evacúa Ney a Galicia. — Entra Noroña en la Coruña. — Worster y -Bárcena. — Ballesteros pasa a Castilla y a las montañas de Santander. — -Ocupa a Santander. — Echanle los franceses y se embarca. — Intrepidez -de Porlier. — Marcha admirable del batallón de la Princesa. — Romana -en la Coruña. — Sus providencias y negligencia. — Sale a Castilla. -— Nombra a Mahy para Asturias. — Nombra a Ballesteros para mandar -10.000 hombres. — Sucédele después en el mando del ejército el duque -del Parque. — Fin de este libro. — Parangón de la guerra de Austria y -España. — Previsión notable de Pitt.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter" id="Ch8"> - <p><span class="pagenum" id="Page_291">p. 291</span></p> - <div class="figcenter"> - <img style="width: 26em; height: auto;" - src="images/doble_filete.jpg" - alt="Filete ornamental"/> - </div> - <p class="centra fs150 lh150 negr g0 mt1">HISTORIA</p> - <p class="centra fs60 lh150">DEL</p> - <p class="centra fs120 lh150 asc ws1">LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN</p> - <p class="centra fs120 lh150 ws1">de España.</p> - <div class="figcenter mt05"> - <img style="width: 8em; height: auto;" - src="images/separa4.jpg" - alt="Motivo ornamental"/> - </div> - <h2 class="nobreak fs120 negr g0">LIBRO OCTAVO.</h2> - <hr class="tir"/> -</div> - -<div class="sidenote">José en Madrid.</div> - -<p class="ti0"><span class="prim"><span -class="gran">H</span>abiendo</span> la suerte favorecido tan -poderosamente las armas francesas, pareció a muchos estar ya afianzada -la corona de España en las sienes de José Bonaparte. Aumentose así -el número de sus parciales, y ora por este motivo, y ora sobre todo -por exigirlo el conquistador, acudieron sucesivamente a la corte a -felicitar al nuevo rey diputaciones de los ayuntamientos y cuerpos de -los pueblos sojuzgados. <span class="sidenote">Felicitaciones.</span> -Esmeráronse algunas en sus cumplidos, y no quedaron en zaga las que -representaban a los cabildos eclesiásticos y a los regulares, con -la esperanza sin<span class="pagenum" id="Page_292">p. 292</span> -duda estos de parar el golpe que los amagaba. Mostráronse igualmente -adictos varios obispos, y en tanto grado que dio contra ellos un -decreto la junta central,[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a -href="#Ap_8-1" id="Ll_8-1">8-1</a>.)</span> coligiéndose de ahí que -si bien la mayoría del clero español como la de la nación estuvo por -la causa de la independencia, no fue exclusivamente aquella clase ni -el fanatismo, según queda ya apuntado, la que le dio impulso, sino la -justa indignación general. Corrobórase esta opinión al ver que entre -los eclesiásticos que abrazaron el partido de José, contáronse muchos -de los que pasaban plaza de ignorantes y preocupados. Tan cierto es -que en las convulsiones políticas el acaso, el error, el miedo colocan -como a ciegas en una y otra parcialidad a varios de los que siguen sus -opuestas banderas: motivos que reclaman al final desenlace recíproca -indulgencia.</p> - -<div class="sidenote">Sus providencias.</div> - -<p>José luego que entró en Madrid en vano procuró tomar providencias -que volviendo la paz y orden al reino, cautivasen el ánimo de sus -nuevos súbditos. Ni tenía para ello medios bastantes, ni era fácil -que el pueblo español lastimado hasta en lo más hondo de su corazón, -escuchase una voz que a su entender era fingida y engañosa. Desgraciada -por lo menos fue y de mal sonido la primera que resonó en los templos, -y que se transmitió por medio de una circular fecha en 24 de enero. -Ordenábase en su contenido con promesa de la futura evacuación de -los franceses cantar en todos los pueblos un Te Deum en acción de -gracias por las victorias que había en la península alcanzado<span -class="pagenum" id="Page_293">p. 293</span> Napoleón, que era como -obligar a los españoles a celebrar sus propias desdichas.</p> - -<div class="sidenote">Comisarios<br/> regios.</div> - -<p>Al mismo tiempo salieron para las provincias con el título -de comisarios regios sujetos de cuenta a restablecer el orden y -las autoridades, predicar la obediencia y representar en todo y -extraordinariamente la persona del monarca. Hubo de estos quienes -trataron de disminuir los males que agobiaban a los pueblos; hubo -otros que los acrecentaron desempeñando su encargo en provecho suyo -y con acrimonia y pasión. Su influjo no obstante era casi siempre -limitado, teniendo que someterse a la voluntad varia y antojadiza de -los generales franceses.</p> - -<p>Solo en Madrid se guardaba mayor obediencia al gobierno de José, -y solo con los recursos de la capital y sobre todo con los derechos -cobrados a la entrada de puertas podía aquel contar para subvenir a -los gastos públicos. Estos en verdad no eran grandes, ciñéndose a los -del gobierno supremo, pues ni corría de su cuenta el pago del ejército -francés, ni tenía aun tropa ni marina española que aumentasen los -presupuestos del estado. <span class="sidenote">Tropa española.</span> -Sin embargo fue uno de sus primeros deseos formar regimientos -españoles. La derrota de Uclés y las que la siguieron, proporcionaron a -las banderas de José algunos oficiales y soldados. Pero los madrileños -miraban a estos individuos con tal ojeriza y desvío, tiznándolos con -el apellido de jurados, que no pudo al principio el gobierno intruso -enregimentar ni un cuerpo completo de españoles. Apenas se veía el -soldado vestido y<span class="pagenum" id="Page_294">p. 294</span> -calzado y repuesto de sus fatigas, pasaba del lado de los patriotas, -y no parecía sino que se había separado temporalmente de sus filas -para recobrar fuerzas, y empuñar armas que le volviesen la estimación -perdida. Por eso ya en enero dieron en Madrid un decreto riguroso -contra los ganchos y seductores de soldados y paisanos que de nada -sirvió, empeñando este género de medidas en actos arbitrarios y de cada -vez más odiosos cuando la opinión se muestra contraria y universal.</p> - -<div class="sidenote">Junta criminal.</div> - -<p>Así fue que en 16 de febrero creó el gobierno de José una junta -criminal extraordinaria compuesta de cinco alcaldes de corte, la cual -entendiendo en las causas de asesinos y ladrones, debía también juzgar -a los patriotas. En el decreto [*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a -href="#Ap_8-2" id="Ll_8-2">8-2</a>.)</span> de su creación confundíanse -estos bajo el nombre de revoltosos, sediciosos y esparcidores de malas -nuevas, y no solo se les imponía a todos la misma pena, sino también -a los que usasen de puñal o rejón. Espantosa desigualdad, mayormente -si se considera que la pena impuesta era la de horca, la cual según -la expresión del decreto <i>había de ser ejecutada irremisiblemente -y sin apelación</i>. Y como si tan destemplado rigor no bastase, -añadíase en su contexto que aquellos a quienes no se probase del todo -su delito, quedarían a disposición del ministro de policía general -para enviarlos a los tribunales ordinarios, y ser castigados con -penas extraordinarias, conforme a la calidad de los casos y de las -personas. Muchos perjuicios se siguieron de estas determinaciones: -varias fueron las víctimas, teniendo que llorar entre ellas a un<span -class="pagenum" id="Page_295">p. 295</span> abogado respetable de -nombre Escalera, cuyo delito se reducía a haber recibido cartas de un -hijo suyo que militaba del lado de los patriotas. Su infausta suerte -esparció en Madrid profunda consternación. Don Pablo Arribas, hombre -de algunas letras, despierto, pero duro e inflexible, y que siendo -ministro de policía promovía con ahinco semejantes causas, fue tachado -de cruel y en extremo aborrecido, como varios de los jueces del -tribunal criminal extraordinario: suerte que cabrá siempre a los que no -obren muy moderadamente en el castigo de los delitos políticos, que por -lo general solo se consideran tales en medio de la irritación de los -ánimos, soliendo luego absolverlos la fortuna.</p> - -<p>A las medidas de severidad del gobierno de José acompañaron o -siguieron algunas benéficas que sucesivamente iremos notando. Su -establecimiento sin embargo fue lento o nunca tuvo otro efecto -que el de estamparse en la colección de sus decretos. <span -class="sidenote">Comisarios<br/> de hacienda.</span> Inútilmente -se mandó en 24 de abril que no se impusieran contribuciones -extraordinarias en las provincias sometidas, nombrando comisarios de -hacienda que lo evitasen y diesen principio a arreglar debidamente -aquel ramo. El continuo paso y mudanza de tropas francesas, la -necesidad y la codicia y malversación de ciertos empleados impedían el -cumplimiento de bien ordenadas providencias, y achacábanse a veces al -gobierno intruso los daños y males que eran obra de las circunstancias. -Por lo demás nunca hubo, digámoslo así, un plan fijo de administración, -destruido casi en sus cimientos el antiguo, y no adoptado aún<span -class="pagenum" id="Page_296">p. 296</span> el que había de emanar de -la constitución de Bayona.</p> - -<div class="sidenote">Opinión<br/> acerca de José.</div> - -<p>José por su parte entregado demasiadamente a los deleites, poco -respetado de los generales franceses, y desairado con frecuencia por su -hermano, no crecía en aprecio a los ojos de la mayoría española, que le -miraba como un rey de bálago, sujeto al capricho, a la veleidad y a los -intereses del gabinete de Francia. Con lo cual si bien las victorias -le granjeaban algunos amigos, ni su gobierno se fortalecía, ni la -confianza tomaba el conveniente arraigo.</p> - -<div class="sidenote">Junta central<br/> en Sevilla.</div> - -<p>Menos afortunada que José en las armas, fuelo más la junta central -en el acatamiento y obediencia que le rindieron los pueblos. Sin que la -tuviesen grande afición, censurando a veces con justicia muchas de sus -resoluciones, la respetaban y cumplían sus órdenes como procedentes de -una autoridad que estimaban legítima. José Bonaparte no era dueño sino -de los pueblos en que dominaban las tropas francesas: la central éralo -de todos, aun de los ocupados por el enemigo, siempre que podían burlar -la vigilancia de los que apellidaban opresores. Tranquila en su asiento -de Sevilla apareció allí con más dignidad y brillo, dándole mayor -realce la declaración en favor de la causa peninsular que hicieron las -provincias de América y Asia.</p> - -<div class="sidenote">Declaración<br/> unánime en favor<br/> de -la causa<br/> peninsular de las<br/> provincias de<br/> América y -Asia.</div> - -<p>A imitación de las de Europa levantaron estas un grito universal -de indignación al saber los acontecimientos de Bayona y el alzamiento -de la península. Los habitantes de Cuba, Puerto Rico, Yucatán y el -poderoso reino de Nueva España pronunciáronse con no menor unión<span -class="pagenum" id="Page_297">p. 297</span> y arrebatamiento que -sus hermanos de Europa. En la ciudad de México, después de recibir -pliegos de los diputados de Asturias en Londres y de la junta de -Sevilla, celebrose en 9 de agosto de 1808 una reunión general de las -autoridades y principales vecinos, en la que reconociendo a todas y a -cada una de las juntas de España, se juró no someterse a otro soberano -más que a Fernando VII y a sus legítimos sucesores de la estirpe -real de Borbón, comprometiéndose a ayudar con el mayor esfuerzo tan -sagrada causa. En las islas se entusiasmaron a punto de recobrar en -noviembre de aquel año la parte española de Santo Domingo cedida a -Francia por el tratado de Basilea. Idénticos fueron los sentimientos -que mostraron sucesivamente Tierra Firme, Buenos Aires, Chile, el Perú -y Nueva Granada. Idénticos los de todas las otras provincias de una y -otra América española, cundiendo rápidamente hasta las remotas islas -Filipinas y Marianas. Y si los agravios de Madrid y Bayona tocaron -por su enormidad en inauditos, también es cierto que nunca presentó -la historia del mundo un compuesto de tantos millones de hombres -esparcidos por el orbe en distintos climas y lejanas regiones que se -pronunciasen tan unánimemente contra la iniquidad y violencia de un -usurpador extranjero.</p> - -<div class="sidenote">Auxilios<br/> que envían.</div> - -<p>Ni se limitó la declaración a vanos clamores, ni su expresión a -estudiadas frases: acompañaron a uno y a otro cuantiosos donativos -que fueron de gran socorro en la deshecha tormenta de fines del -año de 8 y principios del 9. El laborioso catalán, el gallego, el -vizcaíno,<span class="pagenum" id="Page_298">p. 298</span> los -españoles todos que a costa de sudor y trabajo habían allí acumulado -honroso caudal, apresuráronse a prodigar socorros a su patria ya -que la lejanía no les permitía servirla con sus brazos. El natural -de América también siguió entonces el impulso que le dieron sus -padres,[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_8-3" -id="Ll_8-3">8-3</a>.)</span> y no menos que doscientos ochenta y -cuatro millones de reales vinieron para el gobierno de la central en -el año de 1809. De ellos casi la mitad consistió en dones gratuitos -o anticipaciones, estando las arcas reales muy agotadas con las -negociaciones y derroche del tiempo de Carlos IV.</p> - -<div class="sidenote">Decreto<br/> de la central<br/> sobre -América<br/> de 22 de enero.<br/> (* Ap. n. <a href="#Ap_8-3b" -id="Ll_8-3b">8-3 bis</a>.)</div> - -<p>Tan desinteresado y general pronunciamiento provocó en la central -el memorable decreto [*] de 22 de enero, por el cual declarándose que -no eran los vastos dominios españoles de Indias propiamente colonias -sino parte esencial e integrante de la monarquía, se convocaba para -representarlos a individuos que debían ser nombrados al efecto por sus -ayuntamientos. Cimentáronse sobre este decreto todos los que después -se promulgaron en la materia, y conforme a los cuales se igualaron -en un todo con los peninsulares los naturales de América y Asia. -Tal fue siempre la mente y aun la letra de la legislación española -de Indias, debiendo atribuirse el olvido en que a veces cayó a las -mismas causas que destruyeron y atropellaron en España sus propias y -mejores leyes. La lejanía, lo tarde que a algunas partes se comunicó -el decreto e impensados embarazos no permitieron que oportunamente -acudiesen a Sevilla los representantes de aquellos paises, reservándose -novedad<span class="pagenum" id="Page_299">p. 299</span> de tamaña -importancia para los gobiernos que sucedieron a la junta central.</p> - -<div class="sidenote">Nuevo<br/> reglamento<br/> para las juntas<br/> -provinciales<br/> de España.</div> - -<p>Otros cuidados de no menor interés ocuparon a esta al comenzar el -año de 1809. Fue uno de los primeros dar nueva planta a las juntas -provinciales de donde se derivaba su autoridad, formando un reglamento -con fecha de 1.º de enero según el cual se limitaban las facultades -que antes tenían, y se dejaba solo a su cargo lo respectivo a -contribuciones extraordinarias, donativos, alistamiento, requisiciones -de caballos y armamento. Reducíase a nueve el número de sus individuos, -se despojaba a estos de parte de sus honores, y se cambiaba la antigua -denominación de juntas supremas en la de <i>superiores provinciales de -observación y defensa</i>. También se encomendaba a su celo precaver -las asechanzas de personas sospechosas, y proveer a la seguridad y -apoyo de la central; encargo, por decirlo de paso, a la verdad extraño, -poner su defensa en manos de autoridades que se deprimían. Aunque -muchos aprobaron y en lo general se tuvo por justo circunscribir las -facultades de las juntas, causó gran desagrado el artículo 10 del nuevo -reglamento, según el cual se prohibía el libre uso de la imprenta, -no pareciendo sino que al extenderse no estaba aún yerto el puño de -Floridablanca. Alborotáronse varias juntas con la reforma, y la de -Sevilla se enojó sobremanera, y a punto que suscitó la cuestión de -renovar cada seis meses uno de sus individuos en la central, y aun -llegó a dar sucesor al conde de Tilly. Encendiéndose más y más las -contestaciones, suspendiose el<span class="pagenum" id="Page_300">p. -300</span> nuevo reglamento, y nunca tuvo cumplido efecto ni en -todas las provincias ni en todas sus partes. Quizá obró livianamente -la central en querer arreglar tan pronto aquellas corporaciones -mayormente cuando los acontecimientos de la guerra cortaban a veces -la comunicación con el gobierno supremo; pero al mismo tiempo fueron -muy reprensibles las juntas que movidas de ambición dieron lugar en -aquellos apuros a altercados y desabrimientos.</p> - -<div class="sidenote">Tratado<br/> con Inglaterra<br/> de 9 de -enero.</div> - -<p>Señalose también la entrada del año de 1809 con estrechar de un -modo solemne las relaciones con Inglaterra. Hasta entonces las que -mediaban entre ambos gobiernos eran francas y cordiales, pero no -estaban apoyadas en pactos formales y obligatorios. Túvose pues por -conveniente darles mayor y verdadera firmeza, concluyendo en 9 de -enero en Londres un tratado de paz y alianza. Según su contenido se -comprometió Inglaterra a asistir a los españoles con todo su poder; y -a no reconocer otro rey de España e Indias sino a Fernando VII, a sus -herederos o al legítimo sucesor que la nación española reconociese; y -por su parte la junta central se obligó a no ceder a Francia porción -alguna de su territorio en Europa y demás regiones del mundo, no -pudiendo las partes contratantes concluir tampoco paz con aquella -nación sino de común acuerdo. Por un artículo adicional se convino en -dar mutuas y temporales franquicias al comercio de ambos estados, hasta -que las circunstancias permitiesen arreglar sobre la materia un tratado -definitivo. Quería entonces la central entablar uno de subsidios<span -class="pagenum" id="Page_301">p. 301</span> más urgente que ningún -otro; pero en vano lo intentó.</p> - -<div class="sidenote">Subsidios<br/> de Inglaterra.</div> - -<p>Los que España había alcanzado de Inglaterra habían sido cuantiosos, -si bien nunca se elevaron, sobre todo en dinero, a lo que muchos han -creído. De las juntas provinciales solo las de Galicia, Asturias y -Sevilla recibieron cada una 20.000.000 de reales vellón, no habiendo -llegado a manos de las otras cantidad alguna, por lo menos notable. -Entregáronse a la central 1.600.000 rs. en dinero, y en barras -20.000.000 de la misma moneda. A sus continuas demandas respondía el -gobierno británico que le era imposible tener pesos fuertes si España -no abría al comercio inglés mercados en América, por cuyo medio y en -cambio de géneros y efectos de su fabricación le darían plata aquellos -naturales. Por fundada que fuera hasta cierto punto dicha contestación, -desagradaba al gobierno español, que con más o menos razón estaba -persuadido de que con la facilidad adquirida desde el principio de la -guerra de introducir en la península mercaderías inglesas, de donde -se difundían a América, volvía a Inglaterra el dinero anticipado a -los españoles, o invertido en el pago de sus propias tropas, siendo -contados los retornos de otra especie que podía suministrar España.</p> - -<p>Lo cierto es que la junta central con los cortos auxilios -pecuniarios de Inglaterra, y limitada en sus rentas a los productos de -las provincias meridionales, invirtiendo las otras los suyos en sus -propios gastos, difícilmente hubiera levantado numerosos ejércitos sin -el desprendimiento<span class="pagenum" id="Page_302">p. 302</span> -y patriotismo de los españoles, y sin los poderosos socorros con que -acudió América, principalmente cuando dentro del reino era casi nulo el -crédito, y poco conocidos los medios de adquirirle en el extranjero.</p> - -<p>Levantáronse clamores contra la central respecto de la distribución -de fondos, y aun acusáronla de haber malversado algunos. Probable -es que en medio del trastorno general, y de resultas de batallas -perdidas y de dispersiones haya habido abusos y ocultaciones hechas por -manos subalternas, mas injustísimo fue atribuir tales excesos a los -individuos del gobierno supremo que nunca manejaron por sí caudales, -y cuya pureza estaba al abrigo en casi todos hasta de la sospecha. -A los ojos del vulgo siempre aparecen abultados los millones, y la -malevolencia se aprovecha de esta propensión a fin de ennegrecer la -conducta de los que gobiernan. En la ocasión actual eran los gastos -harto considerables para que no se consumiese con creces lo que entró -en el erario.</p> - -<div class="sidenote">Tribunal<br/> de seguridad<br/> pública.</div> - -<p>A modo del tribunal criminal de José creó asimismo la central uno -de seguridad pública que entendiese en los delitos de infidencia, y -aunque no tan arbitrario como aquel en la aplicación y desigualdad -de las penas, reprobaron con razón su establecimiento los que no -quieren ver rotos bajo ningún pretexto los diques que las leyes y la -experiencia han puesto a las pasiones y a la precipitación de los -juicios humanos. Ya en Aranjuez se estableció dicho tribunal con -el nombre de extraordinario de vigilancia y protección; y aun se -nombraron ministros<span class="pagenum" id="Page_303">p. 303</span> -por la mayor parte del consejo que le compusieran; mas hasta Sevilla -y bajo otros jueces no se vio que ejerciese su terrible ministerio. -Afortunadamente rara vez se mostró severo e implacable. Dirigió -casi siempre sus tiros contra algunos de los que estaban ausentes y -abiertamente comprometidos, respondiendo en parte a los fallos de -la misma naturaleza que pronunciaba el tribunal extraordinario de -Madrid. Solo impuso la pena capital a un ex guardia de corps que -se había pasado al enemigo, y en abril de 1809 mandó ajusticiar en -secreto, exponiéndolos luego al público, a Luis Gutiérrez y a un tal -Echevarría, su secretario, mozo de entendimiento claro y despejado. El -Gutiérrez había sido fraile y redactor de una gaceta en español que se -publicaba en Bayona, y el cual con su compañero llevaba comisión para -disponer los ánimos de los habitantes de América en favor de José. -Encontráronles cartas del rey Fernando y del infante Don Carlos que -se tuvieron por falsas. Quizá no fue injusta la pena impuesta, según -la legislación vigente, pero el modo y sigilo empleado merecieron con -razón la desaprobación de los cuerdos e imparciales.</p> - -<div class="sidenote">Centrales<br/> enviados<br/> a las -provincias.</div> - -<p>Tampoco reportó provecho el enviar individuos de la central a -las provincias, de cuya comisión hablamos en el libro sexto. La -junta intitulándolos comisarios, los autorizó para presidir a las -provinciales y representarla con la plenitud de sus facultades. Los -más de ellos no hicieron sino arrimarse a la opinión que encontraron -establecida, o entorpecer la acción de las juntas, no saliendo por -lo general de su comisión<span class="pagenum" id="Page_304">p. -304</span> ninguna providencia acertada ni vigorosa. Verdad es que -siendo, conforme queda apuntado, pocos entre los individuos de la -central los que se miraban como prácticos y entendidos en materias -de gobierno, quedáronse casi siempre los que lo eran en Sevilla, -yendo ordinariamente a las provincias los más inútiles y limitados. -<span class="sidenote">Marqués de Villel<br/> en Cádiz.</span> Fue de -este número el marqués de Villel: enviado a Cádiz para atender a su -fortificación, y desarraigar añejos abusos en la administración de la -aduana, provocó por su indiscreción y desatentadas providencias un -alboroto que a no atajarse con oportunidad, hubiera dado ocasión a -graves desazones. Como este acontecimiento se rozó con otro que por -entonces y en la misma ciudad ocurrió con los ingleses, será bien que -tratemos a un tiempo de entrambos.</p> - -<div class="sidenote">Los ingleses<br/> quieren ocupar<br/> la -plaza.</div> - -<p>Luego que el gobierno británico supo las derrotas de los ejércitos -españoles, y temiendo que los franceses invadiesen las Andalucías, -pensó poner al abrigo de todo rebate la plaza de Cádiz, y enviar -tropas suyas que la guarneciesen. Para el recibimiento de estas y para -proveer en ello lo conveniente envió allí a Sir Jorge Smith con la -advertencia, según parece, de solo obrar por sí en el caso de que la -junta central fuese disuelta, o de que se cortasen las comunicaciones -con el interior. No habiendo sucedido lo que recelaba el ministerio -inglés, y al contrario estando ya en Sevilla el gobierno supremo, de -repente y sin otro aviso notició el Sir Jorge al gobernador de Cádiz -como S. M. B. le había autorizado para exigir que se admitiese<span -class="pagenum" id="Page_305">p. 305</span> dentro de la plaza -guarnición inglesa: escribiendo al mismo tiempo a Sir Juan Cradock -general de su nación en Lisboa, a fin de que sin tardanza enviase a -Cádiz parte de las tropas que tenía a sus órdenes. Advertida la junta -central de lo ocurrido, extrañó que no se la hubiera de antemano -consultado en asunto tan grave, y que el ministro inglés Mr. Frere no -le hubiese hecho acerca de ello la más leve insinuación. Resentida, -dióselo a entender con oportunas reflexiones, previniendo al marqués de -Villel su representante en Cádiz y al gobernador, que de ningún modo -permitiesen a los ingleses ocupar la plaza, guardando no obstante en la -ejecución de la orden el miramiento debido a tropas aliadas.</p> - -<div class="sidenote">Altercados<br/> que hubo en ello.</div> - -<p>A poco tiempo y al principiar febrero llegaron a la bahía gaditana -con el general Mackenzie dos regimientos de los pedidos a Lisboa, -y súpose también entonces por el conducto regular cuáles eran los -intentos del gobierno inglés. Este confiado en que la expedición de -Moore no tendría el pronto y malhadado término que hemos visto, quería, -conforme manifestó, trasladar aquel ejército o bien a Lisboa, o bien -al mediodía de España; y para tener por esta parte un punto seguro -de desembarco, había resuelto enviar de antemano a Cádiz al general -Sherbrooke con 4000 hombres que impidiesen una súbita acometida de los -franceses. Así se lo comunicó Mr. Frere a la junta central, y así en -Londres Mr. Canning al ministro de España Don Juan Ruiz de Apodaca, -añadiendo que S. M. B. deseaba que el gobierno español examinase si era -o no conveniente dicha resolución.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_306">p. 306</span></p> - -<p>Parecían contrarios a los anteriores procedimientos de Sir George -Smith los pasos que en la actualidad se daban, y disgustábale a la -central que después de haber desconocido su autoridad se pidiese ahora -su dictamen y consentimiento. No pensaba que Smith se hubiese excedido -de sus facultades según se le aseguró, y más bien presumió que se -achacaba al comisionado una culpa que solo era hija de resoluciones -precipitadas, sugeridas por el temor de que los franceses conquistasen -en breve a España. Siguiéronse varias contestaciones y conferencias -que se prolongaron bastantemente. <span class="sidenote">(* Ap. n. <a -href="#Ap_8-4" id="Ll_8-4">8-4</a>.)</span> La junta mantúvose firme -y con decoro, y terminó el asunto por medio de una juiciosa nota [*] -pasada en 1.º de marzo, de cuyas resultas diose otro destino a las -tropas inglesas que iban a ocupar a Cádiz.</p> - -<div class="sidenote">Alboroto<br/> en Cádiz.</div> - -<p>Al propio tiempo y cuando aún permanecían en su bahía los -regimientos que trajo el general Mackenzie, se suscitó dentro de -aquella plaza el alboroto arriba indicado, cuya coincidencia dio -ocasión a que unos le atribuyesen a manejos de agentes británicos, y -otros a enredos y maquinaciones de los parciales de los franceses; -estos para impedir el desembarco e introducir división y cizaña, -aquellos para tener un pretexto de meter en Cádiz las tropas que -estaban en la bahía. Así se inclina el hombre a buscar en origen -oscuro y extraordinario la causa de muchos acontecimientos. En el -caso presente se descubre fácilmente esta en el interés que tenían -varios en conservar los abusos que iba a desarraigar el marqués de -Villel; en los desacordados procedimientos del último y en la<span -class="pagenum" id="Page_307">p. 307</span> suma desconfianza que a -la sazón reinaba. <span class="sidenote">Conducta<br/> extraña de -Villel.</span> El marqués en vez de contentarse con desempeñar sus -importantes comisiones, se entrometió en dar providencias de policía -subalterna, o solo propias del recogimiento de un claustro. Prohibía -las diversiones, censuraba el vestir de las mujeres, perseguía a las -de conducta equívoca, o a las que tal le parecían, dando pábulo con -estas y otras medidas no menos inoportunas a la indignación pública. -En tal estado bastaba el menor incidente para que de las hablillas y -desabrimientos se pasase a una abierta insurrección.</p> - -<p>Presentose con la entrada en Cádiz el 22 de febrero de un batallón -de extranjeros compuesto de desertores polacos y alemanes. Desagradaba -a los gaditanos que se metiesen en la plaza aquellos soldados, a su -entender poco seguros: con lo que los enemigos de la central y los de -Villel que eran muchos, soplando el fuego, tumultuaron la gente que -se encaminó a casa del marqués para leer un pliego sospechoso a los -ojos del vulgo, y el cual acababa de llegar al capitán del puerto. -Manifestose el contenido a los alborotados, y como se limitase este a -una orden para trasladar los prisioneros franceses de Cádiz a las islas -Baleares, aquietáronse por de pronto, <span class="sidenote">Riesgo -que corre<br/> su persona.</span> más luego arreciando la conmoción -fue llevado el marqués con gran peligro de su persona a las casas -consistoriales. Crecieron las amenazas, y temerosos algunos vecinos -respetables de que se repitiese la sangrienta y deplorable escena de -Solano, acudieron a libertar al angustiado Villel acompañados del -gobernador D. Félix Jones y de Fr. Mariano de Sevilla, guardián<span -class="pagenum" id="Page_308">p. 308</span> de capuchinos, que ofreció -custodiarle en su convento. De entre los amotinados salieron voces de -que los ingleses aprobaban la sublevación, y teniéndolas por falsas -rogó el gobernador Jones al general Mackenzie que las desvaneciese, en -cuyo deseo condescendió el inglés. Con lo cual, y con fenecer el día se -sosegó por entonces el tumulto.</p> - -<p>A la mañana siguiente publicó el gobernador un bando que calmase -los ánimos; más enfureciéndose de nuevo el populacho quiso forzar la -entrada del castillo de santa Catalina, y matar al general Caraffa -que con otros estaba allí preso. Púdose afortunadamente contener -con palabras a la muchedumbre, entre la que hallándose ciertos -contrabandistas, <span class="sidenote">Matan a Heredia.</span> -revolvieron sobre la Puerta del mar, cogieron a Don José Heredia, -comandante del resguardo, contra quien tenían particular encono, y -le cosieron a puñaladas. <span class="sidenote">Sosiégase<br/> el -alboroto.</span> La atrocidad del hecho, el cansancio y los ruegos de -muchos calmaron al fin el tumulto, prendiendo los voluntarios de Cádiz -a unos cuantos de los más desasosegados.</p> - -<div class="sidenote">Ejércitos.</div> - -<p>Afligían a los buenos patricios tan tristes y funestas ocurrencias, -sin que por eso se dejase de continuar con la misma constancia en -el santo propósito de la libertad de la patria. La central ponía -gran diligencia en reforzar y dar nueva vida a los ejércitos que -habiéndose acogido al mediodía de España le servían de valladar. En -febrero del apellidado del centro y de la gente que el marqués del -Palacio y después el conde de Cartaojal habían reunido en la Carolina, -formose solo uno, según insinuamos, a las<span class="pagenum" -id="Page_309">p. 309</span> órdenes del último general. En Extremadura -prosiguió Don Gregorio de la Cuesta juntando dispersos y restableciendo -el orden y la disciplina para hacer sin tardanza frente al enemigo. -De cada uno de estos dos ejércitos y de sus operaciones hablaremos -sucesivamente.</p> - -<div class="sidenote">El de la Mancha.</div> - -<p>El que mandaba Cartaojal, ahora llamado de la Mancha, constaba de -16.000 infantes y más de 3000 caballos. Los que de ellos se reunieron -en la Carolina tuvieron más tiempo de arreglarse; y la caballería -numerosa y bien equipada, si no tenía la práctica y ejercicios -necesarios, por lo menos sobresalía en sus apariencias. Debían darse -la mano las operaciones de este ejército con las del general Cuesta -en Extremadura, y ya antes de ser separado del mando del ejército del -centro el duque del Infantado, se había convenido en febrero entre él -y el de Cartaojal hacer un movimiento hacia Toledo, que distrajese -parte de las fuerzas enemigas que intentaban cargar a Cuesta. Con este -propósito púsose a las órdenes del duque de Alburquerque, encargado del -mando de la vanguardia del ejército del centro después de la batalla de -Uclés, una división formada con soldados de aquel y con otros del de la -Carolina; constando en todo de 9000 infantes, 2000 caballos y 10 piezas -de artillería.</p> - -<div class="sidenote">Ataque de Mora.</div> - -<p>Era el de Alburquerque mozo valiente, dispuesto para este género -de operaciones. Encaminose por Ciudad Real y el país quebrado y de -bosque espeso llamado la Gualdería, y se acercó a Mora que ocupaba -con 500 a 600 dragones franceses el general Dijon. Aunque por -equivocación<span class="pagenum" id="Page_310">p. 310</span> de los -guías y cierto desarreglo que casi siempre reinaba en nuestras marchas, -no había llegado aún toda la gente de Alburquerque, particularmente -la infantería, determinó este atacar a los enemigos el 18 de febrero: -los cuales advertidos por el fuego de las guerrillas españolas -evacuaron la villa de Mora, y solo fueron alcanzados camino de Toledo. -Acometiéronlos con brío nuestros jinetes, señaladamente los regimientos -de España y Pavía, mandados por sus coroneles Gámez y príncipe de -Anglona, y acosándolos de cerca se cogieron unos 80 hombres, equipajes -y el coche del general Dijon.</p> - -<p>Avisados los franceses de las cercanías de tan impensado ataque, -comenzaron a reunir fuerzas considerables, de lo que temeroso -Alburquerque se replegó a Consuegra en donde permaneció hasta el 22. En -dicho día se descubrieron los franceses por la llanura que yace delante -de la villa, y desde las nueve de la mañana estuvo jugando de ambos -lados la artillería, hasta que a las tres de la misma tarde sabedor -Alburquerque de que 11.000 infantes y 3000 caballos venían sobre él, -creyó prudente replegarse por la Cañada del puerto de Gineta. No siguió -el enemigo, parándose en el bosque de Consuegra, y los españoles se -retiraron a Manzanares descansadamente. Infundió esta excursión, aunque -de poca importancia, seguridad en el soldado, y hubiera podido ser -comienzo de otras que le hiciesen olvidar las anteriores derrotas y -dispersiones.</p> - -<div class="sidenote">Alburquerque<br/> y Cartaojal.</div> - -<p>Pero en vez de pensar los jefes en llevar a cabo tan noble -resolución, entregáronse a celos<span class="pagenum" id="Page_311">p. -311</span> y rencillas. El de Alburquerque fundadamente insistía en -que se hiciesen correrías y expediciones para adiestrar y foguear la -tropa; mas, inquieto y revolvedor, sustentaba su opinión de modo que, -enojando a Cartaojal, mirábale este con celosa ojeriza. En tanto los -franceses habían vuelto a sus antiguas posiciones, y fortaleciéndose en -el ejército español y cundiendo el dictamen de Alburquerque, aparentó -el general en jefe adherir a él; determinando que dicho duque fuese con -2000 jinetes la vuelta de Toledo, en donde los enemigos tenían 4000 -infantes y 1500 caballos. Dobladas fuerzas que las que estos tenían -había pedido aquel para la expedición, único medio de no aventurar -malamente tropas bisoñas como lo eran las nuestras. Por lo mismo juzgó -con razón el de Alburquerque que la condescendencia del conde de -Cartaojal no era sino imaginada traza para comprometer su buena fama; -con lo cual creciendo entre ambos la enemistad, acudieron con sus -quejas a la central, sacrificando así a deplorables pasiones la causa -pública.</p> - -<div class="sidenote">Pasa<br/> Alburquerque<br/> al ejército<br/> de -Cuesta.</div> - -<p>Se aprobó en Sevilla el plan del duque, pero debiendo aumentarse el -ejército de Cuesta con parte del de la Mancha, por haber engrosado el -suyo en Extremadura los franceses, aprovechose Cartaojal de aquella -ocurrencia para dar al de Alburquerque el encargo de capitanear las -divisiones de los generales Bassecourt y Echávarri, destinadas a -dicho objeto. Mas compuestas ambas de 3500 hombres y 200 caballos, -advirtieron todos que con color de poner al cuidado del duque una -comisión importante, no<span class="pagenum" id="Page_312">p. -312</span> trataba Cartaojal sino de alejarle de su lado. Censurose -esta providencia no acomodada a las circunstancias: pues si -Alburquerque empleaba a veces reprensibles manejos y se mostraba -presuntuoso, desvanecíanse tales faltas con el espíritu guerrero y -deseo de buen renombre que le alentaban.</p> - -<p>El conde de Cartaojal había sentado su cuartel general en Ciudad -Real; extendíase la caballería hasta Manzanares ocupando a Daimiel, -Torralba y Carrión, y la infantería se alojaba a la izquierda y a -espaldas de Valdepeñas. Don Francisco Abadía, cuartel-maestre, y los -jefes de las divisiones trabajaron a porfía en ejercitar la tropa, -pero faltaba práctica en la guerra y mayor conocimiento de las grandes -maniobras.</p> - -<div class="sidenote">Avanza Cartaojal<br/> y se retira.</div> - -<p>Comenzó Cartaojal a moverse por su frente y avanzó el 24 de marzo -hasta Yébenes. Allí Don Juan Bernuy que mandaba la vanguardia, atacó -a un cuerpo de lanceros polacos, el cual queriendo retirarse por el -camino de Orgaz, tropezó con el vizconde de Zolina, que le deshizo -y cogió unos cuantos prisioneros. Mas entonces informado Cartaojal -de que los franceses venían por otro lado a su encuentro con fuerzas -considerables, en vano trató de recogerse a Consuegra, ocupada ya la -villa por los enemigos. Sorprendido de que le hubiesen atajado así el -paso volvió precipitadamente por Malagón a Ciudad Real, en donde entró -en 26 a los tres días de su salida, y después de haber inútilmente -cansado sus tropas.</p> - -<div class="sidenote">Acción<br/> de Ciudad Real.</div> - -<p>Habían los franceses juntado a las órdenes del general Sebastiani, -sucesor en el mando del<span class="pagenum" id="Page_313">p. -313</span> 4.º cuerpo del mariscal Lefebvre, 12.000 hombres de -infantería y caballería, de los cuales divididos en dos trozos -había tomado uno por el camino real de Andalucía, en tanto que otro -partiendo de Toledo seguía por la derecha para flanquear y envolver -a los españoles que confiadamente se adelantaban. No habiendo -alcanzado su objeto, acosaron a los nuestros y los acometieron el -27 por todas partes. Desconcertado Cartaojal, sin tomar disposición -alguna dejó en la mayor confusión sus columnas, que rechazadas aquel -día y el siguiente en Ciudad Real, el Viso, Visillo y Santa Cruz -de Mudela, fueron al cabo desordenadas, apoderándose el enemigo de -varias piezas de artillería y muchos prisioneros. Las reliquias de -nuestro ejército se abrigaron de la sierra y prontamente empezaron -a juntarse en Despeñaperros y puntos inmediatos. Situose el cuartel -general en Santa Elena y los franceses se detuvieron en Santa Cruz de -Mudela, aguardando noticias del mariscal Victor, que al propio tiempo -maniobraba en Extremadura.</p> - -<div class="sidenote">Ejército<br/> de Extremadura.</div> - -<p>Encargado el general Cuesta en diciembre del ejército que se había -poco antes dispersado en aquella provincia, trató con particular conato -de infundir saludable terror en la soldadesca desmandada y bravía -desde el asesinato del general San Juan, y de reprimir al populacho de -Badajoz, desbocado con las desgracias que allí ocurrieron al acabar -el año. Y cierto que si a su condición dura hubiera entonces unido -Cuesta mayor conocimiento de la milicia, y no tanto apresuramiento en -batallar, con gran provecho de la patria y realce suyo hubiera llevado -a término<span class="pagenum" id="Page_314">p. 314</span> importantes -empresas. A su solo nombre temblaba el soldado, y sus órdenes eran -cumplidas pronta y religiosamente.</p> - -<div class="sidenote">Avanza<br/> a Almaraz.</div> - -<p>Rehecho y aumentado el corto ejército de su mando constaba ya a -mediados de enero de 12.000 hombres repartidos en dos divisiones y -una vanguardia. El 25 del mismo yendo de Badajoz sentó sus reales en -Trujillo, y retirándose los franceses hacia Almaraz, fueron desalojados -de aquellos alrededores, enseñoreándose el 29 del puente la vanguardia -capitaneada por Don Juan de Henestrosa. Trasladose después el general -Cuesta a Jaraicejo y Deleitosa, y dispuso cortar dicho puente como en -vano lo había intentado antes el general Galluzo. Competía aquella obra -con las principales de los romanos, fabricada por Pedro Uría a expensas -de la ciudad de Plasencia en el reinado de Carlos V. Tenía 580 pies de -largo, más de 25 de ancho y 134 de alto hasta los pretiles. Constaba -de dos ojos y el del lado del norte, cuya abertura excedía de 150 -pies, fue el que se cortó. No habiendo al principio surtido efecto los -hornillos, hubo que descarnarle a pico y barreno, e hízose con tan poca -precaución que al destrabar de los sillares, cayeron y se ahogaron 26 -trabajadores con el oficial de ingenieros que los dirigía. Lástima fue -la destrucción de tamaña grandeza, y en nuestro concepto arruinábanse -con sobrada celeridad obras importantes y de pública utilidad, sin -que después resultasen para las operaciones militares ventajas -conocidas.</p> - -<div class="sidenote">Pasan<br/> los franceses<br/> el Tajo.</div> - -<p>El general Cuesta continuó en Deleitosa hasta el mes de marzo, -no habiendo ocurrido en el<span class="pagenum" id="Page_315">p. -315</span> intermedio sino un amago que hizo el enemigo hacia -Guadalupe, de donde luego se retiró repasando el Tajo. Mas en dicho -mes acercándose el mariscal Victor a Extremadura, se situó en el -pueblo de Almaraz para avivar la construcción de un puente de balsas -que supliese el destruido, no pudiendo la artillería transitar por -los caminos que salían a Extremadura, desde los puentes que aún se -conservaban intactos. Preparado lo necesario para llevar a efecto la -obra, juzgó antes oportuno el enemigo desalojar a los españoles de -la ribera opuesta en que ocupaban un sitio ventajoso, para cuyo fin -pasaron 13.000 hombres y 800 caballos por el puente del Arzobispo, así -denominado de su fundador el célebre Don Pedro Tenorio, prelado de -Toledo. Puestos ya en la margen izquierda, se dividieron al amanecer -del 18 en dos trozos, de los cuales uno marchó sobre las Mesas de Ibor, -y otro a cortar la comunicación entre este punto y Fresnedoso. <span -class="sidenote">Retíranse<br/> los nuestros.</span> Estaba entonces -el ejército de Don Gregorio de la Cuesta colocado del modo siguiente: -5000 hombres formando la vanguardia, que mandaba Henestrosa, enfrente -de Almaraz; la primera división de menos fuerza, y a las órdenes del -duque del Parque recién llegado al ejército, en las Mesas de Ibor; -la segunda de 2 a 3000 hombres mandada por Don Francisco Trías, en -Fresnedoso, y la tercera, algo más fuerte, en Deleitosa con el cuartel -general, por lo que se ve que hubo desde enero aumento en su gente. El -trozo de franceses que tomó del lado de Mesas de Ibor acometió el mismo -18 al duque del Parque, quien después de un reencuentro sostenido<span -class="pagenum" id="Page_316">p. 316</span> se replegó a Deleitosa, -adonde por la noche se le unió el general Trías. La víspera se había -desde allí trasladado Cuesta al puerto de Miravete, en cuyo punto se -reunió el ejército español, habiéndosele agregado Henestrosa con la -vanguardia al saber que los enemigos se acercaban al puente de Almaraz -por la orilla izquierda de Tajo.</p> - -<div class="sidenote">Ventajas<br/> conseguidas<br/> por los -españoles.</div> - -<p>Entraron los nuestros en Trujillo el 19, y prosiguieron a Santa -Cruz del Puerto: la vanguardia de Henestrosa, que protegía la -retirada, tuvo un choque con parte de la caballería enemiga y la -rechazó, persiguiéndola con señalada ventaja camino de Trujillo. -Cuesta había pensado aguardar a los franceses en el mencionado Santa -Cruz; mas detúvole el temor de que quizá viniesen con fuerza superior -a la suya. Continuó pues retirándose con la buena dicha de que cerca -de Miajadas los regimientos del Infante y de dragones de Almansa -arremetiesen al del número 10 de caballería ligera de la vanguardia -francesa y le acuchillasen, matando más de 150 de sus soldados. <span -class="sidenote">Únese<br/> Alburquerque<br/> a Cuesta.</span> Entró -Cuesta en Medellín el 22, y se alejó de allí queriendo esquivar toda -pelea hasta que se le uniese el duque de Alburquerque, lo cual se -verificó en la tarde del 27 en Villanueva de la Serena, viniendo, según -en su lugar dijimos, de la Mancha.</p> - -<div class="sidenote">Batalla<br/> de Medellín.</div> - -<p>Juntas todas nuestras fuerzas revolvió el general Cuesta sobre -Medellín en la mañana del 28, resuelto a ofrecer batalla al enemigo. -Está situada aquella villa a la margen izquierda de Guadiana, y a la -falda occidental de un cerro en que tiene asiento su antiguo castillo -muy deteriorado,<span class="pagenum" id="Page_317">p. 317</span> y -cuyo pie baña el mencionado río. Merece particular memoria haber sido -Medellín cuna del gran Hernán Cortés, existiendo todavía entonces, -calle de la Feria, la casa en que nació; mas después de la batalla de -que vamos a hablar, fue destruida por los franceses, no quedando ahora -sino algunos restos de las paredes. Llégase a Medellín viniendo de -Trujillo por una larga puente, y por el otro lado ábrese una espaciosa -llanura despojada de árboles, y que yace entre la madre del río, la -villa de Don Benito, y el pueblo de Mingabril. Cuesta trajo allí su -gente en número de 20.000 infantes y 2000 caballos, desplegándose en -una línea de una legua de largo, a manera de media luna, y sin dejar la -menor reserva. Constaba la izquierda, colocada del lado de Mingabril, -de la vanguardia y primera división, regidas por Don Juan de Henestrosa -y el duque del Parque: el centro avanzado, y enfrente de Don Benito -le guarnecía la segunda división del mando de Trías; y la derecha, -arrimada al Guadiana, se componía de la tercera división del cargo del -marqués de Portago, y de la fuerza traída por el duque de Alburquerque, -formando un cuerpo que gobernaba el teniente general Don Francisco de -Eguía. Situose Don Gregorio de la Cuesta en la izquierda, desde donde -por ser el terreno algo más elevado descubría la campaña: también -colocó del mismo lado casi toda la caballería, siendo el más amenazado -por el enemigo.</p> - -<p>Eran las once de la mañana cuando los franceses, saliendo de -Medellín, empezaron a ordenarse a poca distancia de la villa, -describiendo<span class="pagenum" id="Page_318">p. 318</span> un arco -de círculo comprendido entre el Guadiana y una quebrada de arbolado -y viñedo que va de Medellín a Mingabril. Estaba en su ala izquierda -la división de caballería ligera del general Lasalle, en el centro -una división alemana de infantería, y a la derecha la de dragones -del general Latour-Maubourg, quedando de respeto las divisiones de -infantería de los generales Villatte y Ruffin. El total de la fuerza -ascendía a 18.000 infantes y cerca de 3000 caballos. Mandaba en jefe el -mariscal Victor.</p> - -<p>Dio principio a la pelea la división alemana, y cargando dos -regimientos de dragones repeliolos nuestra infantería que avanzaba -con intrepidez. Durante dos horas lidiaron los franceses, retirándose -lentamente y en silencio: nuestra izquierda progresaba, y el centro y -la derecha cerraban de cerca al enemigo, cuya ala siniestra cejó hasta -un recodo que forma el Guadiana al acercarse a Medellín. Las tropas -ligeras de los españoles, esparcidas por el llano, amedrentaban por su -número y arrojo a los tiradores del enemigo; y como si ya estuviesen -seguras de la victoria, anunciaban con grande algazara que los campos -de Medellín serían el sepulcro de los franceses. Por todas partes -ganaba terreno el grueso de nuestra línea, y ya la izquierda iba a -posesionarse de una batería enemiga a la sazón que los regimientos de -caballería de Almansa y el Infante, y dos escuadrones de cazadores -imperiales de Toledo, en vez de cargar a los contrarios volvieron -grupa, y atropellándose unos a otros huyeron al galope vergonzosamente. -En vano Don José de Zayas, oficial<span class="pagenum" -id="Page_319">p. 319</span> de gran valor y pericia, y que en realidad -mandaba la vanguardia, en vano les gritaba acompañado de sus infantes -firmes y serenos, «¿qué es esto? Alto la caballería. Volvamos a ellos -que son nuestros...» Nada escuchaban, el pavor había embargado sus -sentidos. Don Gregorio de la Cuesta al advertir tamaño baldón partió -aceleradamente para contener el desorden; mas atropellado y derribado -de su caballo estuvo próximo a caer en manos de los jinetes enemigos, -que pasando adelante en su carga afortunadamente no le percibieron. -Aunque herido en el pie, maltratado y rendido con sus años, pudo Cuesta -volver a montar a caballo, y libertarse de ser prisionero.</p> - -<p>Abandonada nuestra infantería de la izquierda por la caballería, -fue desunida y rota, y cayendo sobre nuestro centro y derecha, que al -mismo tiempo eran atacados por su frente, desapareció la formación -de nuestra dilatada y endeble línea como hilera de naipes. El duque -de Alburquerque fue el solo que pudo por algún tiempo conservar el -orden, para tomar una loma plantada de viña que había a espaldas del -llano; pero estrechada su gente por los dispersos, y aterrada con los -gritos de los acuchillados, desarreglose simultáneamente, corriendo -a guarecerse de los viñedos. Desde entonces todo el ejército no -presentó ya otra forma sino la de una muchedumbre desbandada, huyendo -a toda priesa de la caballería enemiga, que hizo gran mortandad en -nuestros pobres infantes. Durante mucho tiempo los huesos de los -que allí perecieron se percibían y blanqueaban, contrastando<span -class="pagenum" id="Page_320">p. 320</span> su color macilento en -tan hermoso llano con el verde y matizadas flores de la primavera. -Fue nuestra pérdida entre muertos, heridos y prisioneros de 10.000 -hombres; la de los franceses, aunque bastante inferior, no dejó de ser -considerable.</p> - -<p>Así terminó y tan desgraciadamente la batalla de Medellín. Gloriosa -para la infantería no lo fue para algunos cuerpos de caballería, que -castigó severamente Don Gregorio de la Cuesta suspendiendo a tres -coroneles, y quitando a los soldados una pistola hasta que recobrasen -en otra acción el honor perdido. Pero por reprensible que en efecto -fuese la conducta de estos, en nada descargaba a Cuesta del temerario -arrojo de empeñar una batalla campal con tropas bisoñas y no bien -disciplinadas, en una posición como la que escogió y en el orden -en que lo hizo, sin dejar a sus espaldas cuerpo alguno de reserva. -Claro era que rota una vez la línea quedaba su ejército deshecho, no -teniendo en que sostenerse ni punto adonde abrigarse, al paso que los -franceses, aun perdida por ellos la batalla, podían cubrirse detrás -de unas huertas cerradas con tapia que había a la salida de Medellín, -y escudarse luego con el mismo pueblo desamparado de los vecinos, -apoyándose en el cerro del castillo. <span class="sidenote">Sus -resultas.</span> Don Gregorio de la Cuesta con los restos de su -ejército se retiró a Monasterio, límite de Extremadura y Andalucía, y -en cuyo fuerte sitio debiera haber aguardado a los franceses si hubiera -procedido como general entendido y prudente.</p> - -<div class="sidenote">Determinaciones<br/> de la central.</div> - -<p>La junta central al saber la rota de Medellín no sintió descaído -su ánimo, a pesar del peligro<span class="pagenum" id="Page_321">p. -321</span> que de cerca la amagaba. Elevó a la dignidad de capitán -general a Don Gregorio de la Cuesta, al paso que temía su antiguo -resentimiento en caso de que hubiese triunfado, y repartió mercedes a -los que se habían conducido honrosamente, no menos que a los huérfanos -y viudas de los muertos en la batalla. Púsose también el ejército de -la Mancha a las órdenes de Cuesta, <span class="sidenote">Venegas -sucede<br/> a Cartaojal.</span> aunque se nombró para mandarle de cerca -a Don Francisco Venegas, restablecido de una larga enfermedad, y fue -llamado el conde de Cartaojal, cuya conducta apareció muy digna de -censura por lo ocurrido en Ciudad Real, pues allí no hubo sino desorden -y confusión, y por lo menos en Medellín se había peleado.</p> - -<div class="sidenote">Reflexiones.</div> - -<p>Ahora haciendo corta pausa séanos lícito examinar la opinión de -ciertos escritores, que al ver tantas derrotas y dispersiones han -querido privar a los españoles de la gloria adquirida en la guerra de -la independencia. Pocos son en verdad los que tal han intentado, y en -alguno muéstrase a las claras la mala fe, alterando o desfigurando -los hechos más conocidos. En los que no han obrado impelidos de -mezquinas y reprehensibles pasiones, descúbrese luego el origen de -su error en aquel empeño de querer juzgar la defensa de España como -el común de las guerras, y no según deben juzgarse las patrióticas -y nacionales. En las unas gradúase su mérito conforme a reglas -militares; en las otras ateniéndose a la constancia y duración de la -resistencia. «Median imperios [decía Napoleón en Leipzig] entre ganar -o perder una batalla.» Y decíalo con razón en la situación en que se -hallaba; pero no<span class="pagenum" id="Page_322">p. 322</span> -así a haber sostenido la Francia su causa, como lo hizo con la de la -libertad al principio de la revolución. La Holanda, los Estados Unidos, -todas las naciones en fin que se han visto en el caso de España, -comenzaron por padecer descalabros y completas derrotas, hasta que -la continuación de la guerra convirtió en soldados a los que no eran -sino meros ciudadanos. Con mayor fundamento debía acaecer lo mismo -entre nosotros. La Francia era una nación vecina, rica y poderosa, de -donde sin apuro podían a cada paso llegar refuerzos. Sus ejércitos en -gran parte no eran puramente mercenarios: producto de su revolución -conservaban cierto apego al nombre de patria, y quince años de guerra -y de esclarecidos triunfos les habían dado la pericia y confianza de -invencibles conquistadores. Austriacos, prusianos, rusos, ingleses, -preparados de antemano con cuantiosos medios, con tropas antiguas y -bien disciplinadas, les habían cedido el campo en repetidas lides. -¿Qué extraño pues sucediese otro tanto a los españoles en batallas -campales, en que el saber y maña en evoluciones y maniobras valían más -que los ímpetus briosos del patriotismo? Al empezar la insurrección -en mayo ya vimos cuán desapercibida estaba España para la guerra con -40.000 soldados escasos, inexpertos y mal acondicionados; dueños los -franceses de muchas plazas fuertes, y teniendo 100.000 hombres en el -corazón del reino. Y sin embargo, ¿qué no se hizo? En los primeros -meses victoriosos los españoles en casi todas partes, estrecharon a -sus contrarios contra el Pirineo. Cuando después reforzados estos -inundaron con<span class="pagenum" id="Page_323">p. 323</span> sus -huestes los campos peninsulares, y oprimieron con su superioridad -y destreza a nuestros ejércitos, la nación ni se desalentó, ni se -sometieron los pueblos fácil ni voluntariamente. Y en enero embarcados -los ingleses, solos los españoles, teniendo contra sí más de 200.000 -enemigos, mirada ya en Europa como perdida su justísima causa, no -solo se desdeñó todo acomodamiento, sino que peleándose por doquiera -transitaban franceses, aparecieron de nuevo ejércitos que osaron -aventurar batallas, desgraciadas es cierto, pero que mostraban los -redoblados esfuerzos que se hacían, y lo porfiadamente que había de -sustentarse la lucha empeñada. Cometiéronse graves faltas, descubriose -a las claras la impericia de varios generales, lo bisoño de nuestros -soldados, el abandono y atraso en que el anterior gobierno había tenido -el ramo militar como los demás; pero brilló con luz muy pura el elevado -carácter de la nación, la sobriedad y valor de sus habitadores, su -desprendimiento, su conformidad e inalterable constancia en los reveses -y trabajos, virtudes raras, exquisitas, más difíciles de adquirir que -la táctica y disciplina de tropas mercenarias. Abulte en buen hora la -envidia, el despecho, la ignorancia, los errores en que incurrimos: -su voz nunca ahogará la de la verdad, ni podrá desmentir lo que han -estampado en sus obras, y casi siempre con admirable imparcialidad, -muchos de los que entonces eran enemigos nuestros, y señaladamente los -dignos escritores Foy, Suchet y Saint-Cyr, que mandando a los suyos -pudieron mejor que otros apreciar la resistencia y el mérito de los -españoles.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_324">p. 324</span></p> - -<div class="sidenote">Comisión<br/> de Sotelo.</div> - -<p>Volvamos ya a nuestro propósito. Ocurridas las jornadas de Ciudad -Real y Medellín, pensó el gobierno de José ser aquella buena sazón para -tantear al de Sevilla, y entrar en algún acomodamiento. Salió de Madrid -con la comisión Don Joaquín María Sotelo, magistrado que gozaba antes -del concepto de hombre ilustrado, y que deteniéndose en Mérida dirigió -desde allí al presidente de la junta central, por medio del general -Cuesta, un pliego con fecha de 12 de abril, en el que anunciando estar -autorizado por José para tratar con la junta el modo de remediar -los males que ya habían experimentado las provincias ocupadas, y el -de evitar los de aquellas que todavía no lo estaban, invitaba a que -se nombrase al efecto por la misma junta una o más personas que se -abocasen con él. La Central sin contestar en derechura a Sotelo, -mandó a Don Gregorio de la Cuesta que le comunicase el acuerdo que -de resultas había formado, justo y enérgico, concebido en estos -términos. <span class="sidenote">Respuesta<br/> de la central.</span> -«Si Sotelo trae poderes bastantes para tratar de la restitución de -nuestro amado Rey, y de que las tropas francesas evacuen al instante -todo el territorio español, hágalos públicos en la forma reconocida -por todas las naciones, y se le oirá con anuencia de nuestros aliados. -De no ser así la junta no puede faltar a la calidad de los poderes de -que está revestida, ni a la voluntad nacional, que es de no escuchar -pacto, ni admitir tregua, ni ajustar transacción que no sea establecida -sobre aquellas bases de eterna necesidad y justicia. Cualquier -otra especie de negociación, sin salvar al estado, envilecería a -la<span class="pagenum" id="Page_325">p. 325</span> junta, la cual -se ha obligado solemnemente a sepultarse primero entre las ruinas -de la monarquía, que a oír proposición alguna en mengua del honor e -independencia del nombre español.» Insistió Sotelo respondiendo con una -carta bastantemente moderada; mas la junta se limitó a mandar a Cuesta -repitiese el mencionado acuerdo, «advirtiendo a Sotelo que aquella -sería la última contestación que recibiría mientras los franceses no -se allanasen, lisa y llanamente a lo que había manifestado la junta.» -No pasó por consiguiente más adelante esta negociación emprendida -quizá con sano intento; pero que entonces se interpretó mal, y dañó al -anterior buen nombre del comisionado.</p> - -<div class="sidenote">Cartas<br/> de Sebastiani<br/> a Jovellanos<br/> -y otros.<br/> (* Ap. n. <a href="#Ap_8-6" id="Ll_8-6">8-6</a>.)</div> - -<p>También por la parte de la Mancha se hicieron al mismo tiempo -iguales tentativas, escribiendo el general francés Sebastiani, que -allí mandaba,[*] a Don Gaspar Melchor de Jovellanos individuo de -la central, a Don Francisco de Saavedra ministro de hacienda, y al -general del ejército de la Carolina Don Francisco Venegas. Es curiosa -esta correspondencia, por colegirse de ella el modo diverso que tenían -entonces de juzgar las cosas de España los franceses y los nacionales. -Como sería prolijo insertarla íntegra, hemos preferido no copiar -sino la carta del general Sebastiani a Jovellanos, y la contestación -de este. <span class="sidenote">Carta<br/> de Sebastiani<br/> al -Señor<br/> Jovellanos.</span> «Señor, la reputación de que gozáis en -Europa, vuestras ideas liberales, vuestro amor por la patria, el deseo -que manifestáis de verla feliz, deben haceros abandonar un partido -que solo combate por la inquisición, por mantener las preocupaciones, -por el<span class="pagenum" id="Page_326">p. 326</span> interés de -algunos grandes de España, y por los de la Inglaterra. Prolongar esta -lucha es querer aumentar las desgracias de la España. Un hombre cual -vos sois, conocido por su carácter y sus talentos, debe conocer que la -España puede esperar el resultado más feliz de la sumisión a un rey -justo e ilustrado, cuyo genio y generosidad deben atraerle a todos los -españoles que desean la tranquilidad y prosperidad de su patria. La -libertad constitucional bajo un gobierno monárquico, el libre ejercicio -de vuestra religión, la destrucción de los obstáculos que varios siglos -ha se oponen a la regeneración de esta bella nación, serán el resultado -feliz de la constitución que os ha dado el genio vasto y sublime del -emperador. Despedazados con facciones, abandonados por los ingleses -que jamás tuvieron otros proyectos que el de debilitaros, el robaros -vuestras flotas y destruir vuestro comercio, haciendo de Cádiz un nuevo -Gibraltar, no podéis ser sordos a la voz de la patria que os pide la -paz y la tranquilidad. Trabajad en ella de acuerdo con nosotros, y que -la energía de España solo se emplee desde hoy en cimentar su verdadera -felicidad. Os presento una gloriosa carrera; no dudo que acojáis con -gusto la ocasión de ser útil al rey José y a vuestros conciudadanos. -Conocéis la fuerza y el número de nuestros ejércitos, sabéis que el -partido en que os halláis no ha obtenido la menor vislumbre de suceso: -hubiérais llorado un día si las victorias le hubieran coronado, -pero el Todopoderoso en su infinita bondad os ha libertado de esta -desgracia.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_327">p. 327</span></p> - -<p>Estoy pronto a entablar comunicación con vos y daros pruebas de mi -alta consideración. — Horacio Sebastiani.»</p> - -<div class="sidenote">Contestación<br/> del Señor<br/> Jovellanos.</div> - -<p>«Señor general: Yo no sigo un partido, sigo la santa y justa causa -que sigue mi patria, que unánimemente adoptamos los que recibimos de su -mano el augusto encargo de defenderla y regirla, y que todos habemos -jurado seguir y sostener a costa de nuestras vidas. No lidiamos, como -pretendéis, por la inquisición ni por soñadas preocupaciones, ni por el -interés de los grandes de España: lidiamos por los preciosos derechos -de nuestro rey, nuestra religión, nuestra constitución y nuestra -independencia. Ni creáis que el deseo de conservarlos esté distante del -de destruir los obstáculos que puedan oponerse a este fin; antes por -el contrario y para usar de vuestra frase, el deseo y el propósito de -regenerar la España y levantarla al grado de esplendor que ha tenido -algún día, es mirado por nosotros como una de nuestras principales -obligaciones. Acaso no pasará mucho tiempo sin que la Francia y la -Europa entera reconozcan que la misma nación que sabe sostener con -tanto valor y constancia la causa de su rey y de su libertad contra -una agresión tanto más injusta cuanto menos debía esperarla de los que -se decían sus primeros amigos, tiene también bastante celo, firmeza y -sabiduría para corregir los abusos que la condujeron insensiblemente -a la horrorosa suerte que le preparaban. No hay alma sensible que no -llore los atroces males que esta agresión ha derramado sobre unos -pueblos inocentes<span class="pagenum" id="Page_328">p. 328</span> -a quienes después de pretender denigrarlos con el infame título -de rebeldes, se niega aun aquella humanidad, que el derecho de la -guerra exige y encuentra en los más bárbaros enemigos. Pero ¿a quién -serán imputados estos males? ¿A los que los causan violando todos -los principios de la naturaleza y la justicia, o a los que lidian -generosamente para defenderse de ellos y alejarlos de una vez y para -siempre de esta grande y noble nación? Porque, señor general, no os -dejéis alucinar: estos sentimientos que tengo el honor de expresaros -son los de la nación entera, sin que haya en ella un solo hombre bueno -aun entre los que vuestras armas oprimen, que no sienta en su pecho -la noble llama que arde en el de sus defensores. Hablar de nuestros -aliados fuera impertinente, si vuestra carta no me obligase a decir en -honor suyo que los propósitos que les atribuís son tan injuriosos como -ajenos de la generosidad con que la nación inglesa ofreció su amistad -y sus auxilios a nuestras provincias, cuando desarmadas y empobrecidas -los imploraron desde los primeros pasos de la opresión con que la -amenazaban sus amigos.</p> - -<p>En fin, señor general, yo estaré muy dispuesto a respetar los -humanos y filosóficos principios, que según nos decís profesa vuestro -rey José, cuando vea que ausentándose de nuestro territorio reconozca -que una nación, cuya desolación se hace actualmente a su nombre por -vuestros soldados, no es el teatro más propio para desplegarlos. Este -sería ciertamente un triunfo digno de su filosofía, y vos, señor -general,<span class="pagenum" id="Page_329">p. 329</span> si estáis -penetrado de los sentimientos que ella inspira, deberéis gloriaros -también de concurrir a este triunfo para que os toque alguna parte -de nuestra admiración y nuestro reconocimiento. Solo en este caso -me permitirán mi honor y mis sentimientos entrar con vos en la -comunicación que me proponéis, si la suprema junta central lo aprobare. -Entre tanto recibid, señor general, la expresión de mi sincera -gratitud por el honor con que personalmente me tratáis, seguro de la -consideración que os profeso. Sevilla 24 de abril de 1809. — Gaspar de -Jovellanos. — Excmo. señor general Horacio Sebastiani.»</p> - -<p>Esta respuesta, digna de la pluma y del patriotismo de su autor, fue -muy aplaudida en todo el reino así por su noble y elevado estilo, como -por retratarse en su contenido los verdaderos sentimientos que animaban -a la gran mayoría de la nación.</p> - -<div class="sidenote">Guerra<br/> de Austria.</div> - -<p>Semejantes tentativas de conciliación, prescindiendo de lo -impracticables que eran, parecieron entonces, a pesar de tantas -desgracias, más fuera de sazón por la guerra que empezaba en Alemania. -Temores de ella que no tardaron en realizarse, habían, según se -dijo, estimulado a Napoleón a salir precipitadamente de España. No -olvidando nunca el Austria las desventajosas paces a que se había -visto forzada desde la revolución francesa, y sobre todo la última de -Presburgo, estaba siempre en acecho para no desperdiciar ocasión de -volver por su honra y de recobrar lo perdido. Pareciole muy oportuna -la de la insurrección española que produjo<span class="pagenum" -id="Page_330">p. 330</span> en toda Europa impresión vivísima, y siguió -aquel gobierno cuidadosamente el hilo de tan grave acontecimiento. -Demasiadamente abatida el Austria desde la última guerra, no podía -por de pronto mostrar a las claras su propósito antes de prepararse y -estar segura de que continuaba la resistencia peninsular. En Erfurt -mantúvose amiga de Francia, mas con cierta reserva, y solo difirió -bajo especiosos pretextos el reconocimiento de José. Napoleón, aunque -receloso, confiando en que si apagaba pronto la insurrección de España -nadie se atrevería a levantar el grito; sacó para ello conforme -insinuamos, gran golpe de gente de Alemania, y dio de este modo nuevo -aliento al Austria que disimuladamente aceleró los preparativos de -guerra. En los primeros meses del año 1809 dicha potencia comenzó -a quitarse el embozo publicando una especie de manifiesto en que -declaraba quería ponerse al abrigo de cualquier empresa contra su -independencia, y al fin arrojole del todo en 9 de abril en que el -archiduque Carlos mandando su grande y principal ejército, abrió la -campaña por medio de un aviso y atravesó el Inn, río que separa la -Baviera de los estados austriacos. Lo poco prevenido que cogía a -Napoleón esta guerra, las formidables fuerzas que de súbito desplegó -el Austria, las muchas que Francia tenía en España, y lo desabrida -que se mostraba la voz pública en el mismo imperio francés, daba a -todos fundamento para creer que la primera alcanzaría victorias, -de cuyas resultas tal vez se cambiaría la faz política de Europa. -Para contribuir a ello y no desaprovechar<span class="pagenum" -id="Page_331">p. 331</span> la oportunidad envió la junta central a -Viena como plenipotenciario suyo a Don Eusebio de Bardají y Azara, -y aquella corte autorizó a Mr. Gennotte en calidad de encargado de -negocios cerca del gobierno de Sevilla. Veremos luego cuán poco -correspondió el éxito a esperanzas tan bien concebidas.</p> - -<div class="sidenote">Cataluña</div> - -<p>Ahora, después de haber referido lo que ocurrió durante estos meses -en las provincias meridionales de España, será bien que hablemos de -Cataluña y de las demás partes del reino. En aquella los ánimos habían -andado perturbados después de las acciones perdidas, y de las voces y -amenazas que venían de Aragón y varios puntos. Sin embargo en Tarragona -no habrá olvidado el lector como la turbación no pasó de ciertos -límites, luego que Vives dejó el mando y recayó este en Reding, mas en -Lérida manchose con sangre. <span class="sidenote">Alboroto<br/> de -Lérida.</span> Fue el caso que en 1.º de enero habiendo introducido -en la plaza de día y sin precaución varios prisioneros franceses, -alborotándose a su vista el vecindario y vociferando palabras de -muerte, forzó el castillo a donde aquellos habían sido conducidos. -Estaban también dentro encerrados el oidor de la audiencia de Barcelona -Don Manuel Fortuny y su esposa, con otros cuatro o cinco individuos -tachados con razón o sin ella de infidencia. Ciega la muchedumbre -penetró en lo interior y mató a estos desgraciados y a varios de -los prisioneros franceses. Duró tres días la sublevación, hasta que -llegaron 300 soldados que envió el general Reding, con cuyo refuerzo -y las prudentes exhortaciones del gobernador Don José Casimiro<span -class="pagenum" id="Page_332">p. 332</span> Lavalle, del obispo y -otras personas, se sosegó el bullicio. Los principales sediciosos -recibieron después justo y severo castigo: siendo muy de sentir que las -autoridades andando más precavidas no hubiesen evitado de antemano tan -lamentable suceso.</p> - -<div class="sidenote">Reding<br/> en Tarragona.</div> - -<p>Por su parte Don Teodoro Reding con nuevos cuerpos que llegaron de -Granada y Mallorca y con reclutas había ido completando su ejército -desde diciembre basta febrero, en cuyo espacio de tiempo había -permanecido tranquilo el de los franceses sin empeñarse en grandes -empresas: teniendo para proveerse de víveres que hacer excursiones -en que perdió hombres y consumió 2.000.000 de cartuchos. El plan que -en Tarragona siguió al principio el general Reding fue prudente, -escarmentado con lo sucedido en Llinas y Molins de Rey. <span -class="sidenote">Plan prudente<br/> de Martí.</span> Era obra de Don -José Joaquín Martí, y consistía en no trabar acciones campales, en -molestar al enemigo al abrigo de las plazas y puntos fragosos, en -mejorar así sucesivamente la instrucción y disciplina del ejército, -y en convertir la principal defensa en una guerra de montaña, según -convenía a la índole de los naturales y al terreno en que se lidiaba. -Todos concurrían con entusiasmo a alcanzar el objeto propuesto, y -la junta corregimental de Tarragona mostró acendrado patriotismo -en facilitar caudales, en acuñar la plata de las iglesias y de los -particulares, y en proporcionar víveres y prendas de vestuario. Quísose -sujetar a regla a los miqueletes, pero encontró la medida grande -obstáculo en las costumbres y antiguos usos de los catalanes.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_333">p. 333</span></p> - -<p>En sus demás partes, por juicioso que fuese el plan adoptado, no se -persistió largo tiempo en llevarle adelante. Contribuyó a alterarle -el marqués de Lazán que habiendo sido llamado de Gerona con la -división de 6 a 7000 hombres que mandaba, llegó a la línea española -en sazón de estar apurada Zaragoza. Interesado particularmente en su -conservación, propuso el marqués y se aprobó que pasaría la sierra -de Alcubierre con la fuerza de su mando, y que prestaría, si le era -dado, algún auxilio a aquella ciudad. Llenos entonces los españoles -de admiración y respeto por la defensa que allí se hacía, <span -class="sidenote">Varíase.</span> murmuraban de que mayores fuerzas -no volasen al socorro, pareciéndoles cosa fácil desembarazarse -en una batalla del ejército del general Saint-Cyr. Había crecido -el aliento de resultas de algunas cortas ventajas obtenidas en -reencuentros parciales, y sobre todo porque retirándose el enemigo y -reconcentrándose más y más, atribuyose a recelo lo que no era sino -precaución. Aveníase bien con el osado espíritu de Reding la voz -popular, y cundiendo esta con rapidez, resolvió aquel caudillo dar un -ataque general; sobreponiéndose a las justas reflexiones de algunos -jefes cuerdos y experimentados. Movíanle igualmente las esperanzas que -le daban secretas relaciones de que Barcelona se levantaría al tiempo -que su ejército se aproximase.</p> - -<div class="sidenote">Situación del<br/> ejército español.</div> - -<p>Se hallaba este en Tarragona esparcido en una enorme línea de 16 -leguas, que partiendo de aquella ciudad se extendía hasta Olesa por el -Coll de Santa Cristina, la Llacuna, Igualada y el Bruch. Las tropas -de dicha línea que estaban<span class="pagenum" id="Page_334">p. -334</span> fuera de Tarragona pasaban de 15.000 hombres, y las mandaba -Don Juan Bautista de Castro. Las que había dentro de la plaza a las -órdenes inmediatas del general en jefe Don Teodoro Reding ascendían a -unos 10.000 hombres. Según el plan de ataque que se concertó, debía el -general Castro avanzar e interponerse entre el enemigo y Barcelona, al -paso que el general Reding aparecería con 8000 hombres en el Coll de -Santa Cristina, descolgándose también de las montañas y por todos lados -los somatenes.</p> - -<div class="sidenote">Le atacan<br/> los franceses.</div> - -<p>Los franceses en número de 18.000 hombres se alojaban en el Panadés, -y su general en jefe había dejado maniobrar con toda libertad al de -los españoles, confiado en que fácilmente rompería la inmensa línea -dentro de la cual se presumía envolverle. Por fin el 16 de febrero -cuando vio que iba a ser atacado, se anticipó tomando la ofensiva. Para -ello después de haber dejado en el Vendrell la división del general -Souham, salió de Villafranca con la de Pino, debiéndosele juntar las de -los generales Chavot y Chabran cerca de Capelladas, y componiendo las -tres 11.000 hombres. Antes de que se uniesen se habían encontrado las -tropas del general Chavot con los españoles, cuyas guerrillas al mando -de Don Sebastián Ramírez habían rechazado las del enemigo y cogido más -de 100 prisioneros, entre los que se contó al coronel Carrascosa. Sacó -de apuro a los suyos la llegada del general Saint-Cyr, quien repelió -a los nuestros, y maniobrando después con su acostumbrada destreza, -atravesó la línea española en la dirección de la Llacuna, y con un -movimiento<span class="pagenum" id="Page_335">p. 335</span> por el -costado se apareció súbitamente a la vista de Igualada, y sorprendió -al general Castro, que se imaginaba que solo sería atacado por el -frente. <span class="sidenote">Entran<br/> en Igualada.</span> Vuelto -de su error apresuradamente se retiró a Montmeneu y Cervera, a cuyos -parajes ciaron también en bastante desorden las tropas más avanzadas. -Los enemigos se apoderaron en Igualada de muchos acopios de que tenían -premiosa necesidad, y recobraron los prisioneros que habían perdido la -víspera en Capelladas.</p> - -<div class="sidenote">Movimientos<br/> de Saint-Cyr<br/> y Reding.</div> - -<p>Habiendo cortado de este modo el general Saint-Cyr la línea -española, trató de revolver sobre su izquierda para destruir las tropas -que guarecían los puntos de aquel lado, y unirse al general Souham. -Dejó en Igualada a los generales Chabot y Chabran, y partió el 18 la -vuelta de San Magín, de donde desalojó al brigadier Don Miguel Iranzo, -obligándole a recogerse al monasterio de Santas Cruces, cuyas puertas -en vano intentó el general francés que se le abriesen ni por fuerza ni -por capitulación.</p> - -<p>Noticioso en tanto Don Teodoro Reding de lo acaecido con Castro, -salió de Tarragona acompañado de una brigada de artillería, 300 -caballos y un batallón de suizos, con objeto de unir los dispersos -y libertar al brigadier Iranzo. Consiguió que este y una parte -considerable de la demás tropa se le agregasen en el Pla, Sarreal -y Santa Coloma. Pero Saint-Cyr temeroso de ser atacado por fuerzas -superiores, estando solo con la división de Pino, procuró unirse a la -de Souham, y colocarse entre Tarragona y D. Teodoro Reding. Advertido -este del movimiento<span class="pagenum" id="Page_336">p. 336</span> -del enemigo, decidió retroceder a aquella plaza, dejando a cargo de -Don Luis Wimpffen unos 5000 hombres que cubriesen el corregimiento de -Manresa, y observasen a los franceses que habían quedado en Igualada. -Se mandó asimismo a Wimpffen proteger al somatén del Vallés y a los -inmediatos destinados a ayudar la proyectada conspiración de Barcelona. -Moviose después Reding hacia Montblanch llevando 10.000 hombres, y -el 24 congregó a junta para resolver definitivamente si retrocedería -a Tarragona, o si iría al encuentro de los franceses: tanto pesaba -a su atrevido ánimo volver la espalda sin combatir. En el consejo -opinaron muchos por enriscarse del lado de Prades y enderezar la marcha -a Constantí enviando la artillería a Lérida: otros, y fue lo que se -decidió, pensaron ser más honroso caminar con la artillería y los -bagajes por la carretera que pasando entre el Coll de Riba y orillas -del Francolí va a Tarragona, mas con la advertencia de no buscar al -enemigo, ni de esquivar tampoco su encuentro si provocase a la pelea. -Emprendiose la marcha y el 25 al rayar el alba, después de cruzar el -puente de Goy, tropezaron los nuestros con la gran guardia de los -franceses, la cual haciendo dos descargas se recogió al cuerpo de su -división, que era la del general Souham situada en las alturas de -Valls.</p> - -<div class="sidenote">Batalla de Valls.</div> - -<p>Don Teodoro Reding en vez de proseguir su marcha a Tarragona, -conforme a lo acordado, retrocedió con la vanguardia y se unió al -grueso del ejército que estaba en la orilla derecha del Francolí, -colocado en la cima de unas<span class="pagenum" id="Page_337">p. -337</span> colinas. Tomada esta determinación empeñose luego una acción -general, a la que sobre todo alentó haber nuestras tropas ligeras -rechazado a las enemigas. El general Castro regía la derecha española; -quedó la izquierda y centro al cargo del general Martí.</p> - -<p>La fuerza de los franceses consistía únicamente hasta entonces en -la división de Souham, que teniendo su derecha del lado de Pla apoyaba -su izquierda en el Francolí. En aquel pueblo permanecía el general -Saint-Cyr con la división de Pino, cuya vanguardia cubría el boquete -de Coll de Cabra, hasta que sabedor de haber Reding venido a las manos -con Souham, se apresuró a juntarse con este. Antes de su llegada -combatieron bizarramente los españoles durante cuatro horas, perdiendo -terreno los franceses, los cuales reforzados a las tres de la tarde -cobraron de nuevo ánimo. Entonces hubo generales españoles que creyeron -prudente no aventurar las ventajas alcanzadas contra tropas que venían -de refresco, resolviéndose por tanto a volver a ocupar la primera línea -y proseguir el camino a Tarragona. Mas fuese por impetuosidad de los -contrarios, o por la natural inclinación de Reding a no abandonar el -campo, trabose de nuevo y con mayor ardor la pelea.</p> - -<p>Formó el general Saint-Cyr cuatro columnas, dos en el centro con la -división de Pino, y dos en las alas con la de Souham. Pasó el Francolí, -y arremetió subir a la cima en que se habían vuelto a colocar nuestras -tropas. La resistencia de los españoles fue tenacísima, cediendo solo -al bien concertado ataque de los enemigos.<span class="pagenum" -id="Page_338">p. 338</span> Rota después y al cabo de largo rato -la línea en vano se quiso rehacerla, salvándose nuestros soldados -por las malezas y barrancos de la tierra. Alcanzaron a Don Teodoro -Reding algunos jinetes enemigos; defendiose él y los oficiales que le -acompañaban valerosamente, mas recibió cinco heridas y con dificultad -pudo ponerse en cobro. Nuestra pérdida pasó de 2000 hombres: menor la -de los franceses. Contamos entre los muertos oficiales superiores, -y quedó prisionero con otros el marqués de Casteldosríus, grande de -España. Los dispersos se derramaron por todas partes acogiéndose muchos -a Tarragona, a donde llegó por la noche el general Reding sin que el -pueblo le faltase al debido respeto, noticioso de cuanto había expuesto -su propia persona.</p> - -<div class="sidenote">Entran<br/> los franceses<br/> en Reus.</div> - -<p>Los franceses entraron al siguiente día en Reus, cuyos vecinos -permanecieron en sus casas contra la costumbre general de Cataluña, -y el ayuntamiento salió a recibir a los nuevos huéspedes, y aun -repartió una contribución para auxiliarlos. Irritó sobre manera -tan desusado proceder, y desaprobole agriamente el general Reding -como de mal ejemplo. Villa opulenta a causa de sus fábricas y -manufacturas no quiso perder en pocas horas la acumulada riqueza de -muchos años. Extendiéronse los franceses hasta el puerto de Salou, y -cortaron la comunicación de Tarragona con el resto de España. <span -class="sidenote">Esperanzas<br/> de Saint-Cyr.</span> Mucho esperó -Saint-Cyr de la batalla de Valls, principalmente padeciéndose en -Tarragona una enfermedad contagiosa nacida de los muchos enfermos -y heridos hacinados dentro<span class="pagenum" id="Page_339">p. -339</span> de la plaza, y cuyo número se había aumentado de resultas de -un convenio que propuso el general Saint-Cyr y admitió Reding: según el -cual no debían en adelante considerarse los enfermos y heridos de los -hospitales como prisioneros de guerra, sino que luego de convalecidos -se habían de entregar a sus ejércitos respectivos. Como estaban en este -caso muchos más soldados españoles que franceses, pensaba el general -Saint-Cyr que aumentándose así los apuros dentro de Tarragona, acabaría -esta plaza por abrirle sus puertas. Tenía en ello tanta confianza que -conforme él mismo nos refiere en sus memorias, determinó no alejarse de -aquellos muros mientras que pudiese dar a sus soldados la cuarta parte -de una ración. Conducta permitida si se quiere en la guerra, pero que -nunca se calificará de humana.</p> - -<div class="sidenote">Salen vanas.</div> - -<p>Nada logró: los catalanes sin abatirse empezaron por medio -de los somatenes y miqueletes a renovar una guerra destructora. -Diez mil de ellos bajo el general Wimpffen y los coroneles Miláns -y Clarós, atacaron a los franceses de Igualada, y los obligaron -con su general Chabran a retirarse hasta Villafranca. <span -class="sidenote">Guerra<br/> de somatenes.</span> Bloquearon otra vez -a Barcelona, y cortando las comunicaciones de Saint-Cyr con aquella -plaza, infundieron nuevo aliento en sus moradores. Quiso Chabran -restablecerlas, mas rechazado retirose precipitadamente, hasta que -insistiendo después con mayores fuerzas y por orden repetida de su -general en jefe, abrió el paso en 14 de marzo.</p> - -<p>No pudiendo ya, falto de víveres, sostenerse el general Saint-Cyr -en el campo de Tarragona,<span class="pagenum" id="Page_340">p. -340</span> se dispuso a abandonar sus posiciones y acercarse a -Vic, como país más provisto de granos y bastante próximo a Gerona, -cuyo sitio meditaba. Debía el 18 de marzo emprender la marcha: -difiriose dos días a causa de un incidente que prueba cuán hostil -se mantenía contra los franceses toda aquella tierra. <span -class="sidenote">Dificultad<br/> de las<br/> comunicaciones.</span> -Estaba el general Chabot apostado en Montblanch para impedir la -comunicación de Reding con Wimpffen, y de este con la plaza de Lérida. -Oyose un día en los puntos que ocupaba el ruido de un fuego vivo que -partía de más allá de sus avanzadas. Tal novedad obligole a hacer un -reconocimiento, por cuyo medio descubrió que provenía el estrépito de -un encuentro de los somatenes con 600 hombres y dos piezas que traía -un coronel enviado de Fraga por el mariscal Mortier, a fin de ponerse -en relación con el general Saint-Cyr. A duras penas habían llegado -hasta Montblanch, mas no les fue posible retroceder a Aragón, teniendo -después que seguir la suerte de su ejército de Cataluña. Hecho que -muestra de cuán poco había servido domeñar a Zaragoza, y ganar la -batalla de Valls para ser dueños del país, puesto que a poco tiempo no -le era dado a un oficial francés poder hacer un corto tránsito a pesar -de tan fuerte escolta.</p> - -<div class="sidenote">Retírase<br/> Saint-Cyr<br/> de las -cercanías<br/> de Tarragona.</div> - -<p>Esta ocurrencia, la de Chabran, y lo demás que por todas partes -pasaba, afligía a los franceses viendo que aquella era guerra -sin término, y que en cada habitante tenían un enemigo. Para -inspirar confianza y dar a entender que nada temía, el 19 de marzo -antes de salir de Valls envió el general Saint-Cyr a Reding un -parlamentario<span class="pagenum" id="Page_341">p. 341</span> -avisándole que forzado por las circunstancias a acercarse a la frontera -de Francia, partiría al día siguiente, y que si el general español -quería enviar un oficial con un destacamento, le entregaría el hospital -que allí había formado. Accedió Reding a la propuesta, manifestando con -ella el general francés a su ejército el poco recelo que le daban en -su retirada los españoles de Tarragona, oprimidos con enfermedades y -trabajos. Paráronse algunos días las divisiones francesas del Llobregat -allá, y aprovechándose de su reunión ahuyentaron a Wimpffen del lado de -Manresa.</p> - -<div class="sidenote">Pasa<br/> por Barcelona.</div> - -<p>Entró al paso en Barcelona el general Saint-Cyr, en donde -permaneció hasta el 15 de abril. Durante su estancia no solo se -ocupó en la parte militar, sino que también tomó disposiciones -políticas, de las que algunas fueron sobradamente opresivas. <span -class="sidenote">Estado<br/> de la ciudad.</span> El general Duhesme -había en todos tiempos mostrado temor de las conspiraciones que se -tramaban en Barcelona, ya porque realmente las juzgase graves, o ya -también por encarecer su vigilancia. No hay duda que continuaron -siempre tratos entre gentes de fuera de la plaza y personas notables -de dentro, siendo de aquellas principal jefe Don Juan Clarós, y de -estas el mismo capitán general Villalba, sucesor que habían dado a -Ezpeleta los franceses. En el mes de marzo recobrando ánimo después -de pasados algunos días de la rota de Valls, acercose muchedumbre de -miqueletes y somatenes a Barcelona, ayudándoles los ingleses del lado -de la mar; hubo noche que llegaron hasta el glacis, y aun de dentro -se tiraron<span class="pagenum" id="Page_342">p. 342</span> tiros -contra los franceses. En muchas de estas tentativas estaban quizá los -conspiradores más esperanzados de lo que debieran, y a veces la misma -policía aumentaba los peligros, y aun fraguaba tramas para recomendar -su buen celo. Tal se decía de su jefe el español Casanova, y aun lo -sospechaba el general Saint-Cyr, sirviendo de pretexto el nombre de -conjuración para apoderarse de los bienes de los acusados. Mas con todo -no dejó de haber conspiraciones que fueron reales, y que mantuvieron -justo recelo entre los enemigos: motivo por el que quiso el general -Saint-Cyr obligar con juramento a las autoridades civiles a reconocer -a José, del mismo modo que se había intentado antes con los militares, -sin que en ello fuese más dichoso.</p> - -<div class="sidenote">Niéganse<br/> las autoridades<br/> civiles a -prestar<br/> juramento.</div> - -<p>Hasta entonces no había parecido a Duhesme conveniente exigírselo -deseoso de evitar nueva irritación y disgustos, y se contentaba con -que ejerciesen sus respectivas jurisdicciones: resolución prudente y -que no poco contribuyó a la tranquilidad y buen orden de Barcelona. -Mas ahora cumpliendo con lo que había dispuesto el general Saint-Cyr -convocó al efecto el 9 de abril a la casa de la audiencia a las -autoridades civiles, y señaladamente concurrieron a ella los oidores -Mendieta, Vaca, Córdova, Beltrán, Marchamalo, Dueñas, Lasauca, Ortiz, -Villanueva y Gutiérrez; nombres dignos de mentarse por la entereza y -brío con que se portaron. Abriose la sesión con un discurso en que se -invitaba a prestar el juramento, obligación que se suponía suspendida a -causa de particulares miramientos. Negáronse a ello resueltamente<span -class="pagenum" id="Page_343">p. 343</span> casi todos, replicando -con claras y firmes razones, principalmente los señores Mendieta y -Don Domingo Dueñas, quien concluyó con expresar «que primero pisaría -la toga que le revestía, que deshonrarla con juramentos contrarios a -la lealtad.» Siguieron tan noble ejemplo seis de los siete regidores -que habían quedado en Barcelona: lo mismo hicieron los empleados en -las oficinas de contaduría, tesorería y aduana, afirmando el contador -Asaguirre «que aun cuando toda España proclamase a José, él se -expatriaría.» Veintinueve fueron los que de resultas se enviaron presos -a Monjuich y a la ciudadela, sin contar otros muchos que quedaron -arrestados en sus casas, en cuyo número se distinguían el conde de -Ezpeleta y su sucesor Don Galcerán de Villalba. Al conducirlos a la -prisión el pueblo agolpábase al paso, y mirándolos como mártires de -la lealtad, los colmaba de bendiciones, y les ofrecía todo linaje de -socorros.</p> - -<div class="sidenote">Prenden<br/> a muchos<br/> y los llevan<br/> a -Francia.</div> - -<p>No satisfecho Saint-Cyr con esta determinación, resolvió poco -después trasladarlos a Francia, medida dura y en verdad ajena de la -condición apacible y mansa que por lo común mostraba aquel general, -y tanto menos necesaria cuanto entre los presos si bien se contaban -magistrados y empleados íntegros y de capacidad, no había ninguno -inclinado a abanderizar parcialidades.</p> - -<div class="sidenote">Pasa Saint-Cyr<br/> a Vic.</div> - -<p>Tomada esta y otras providencias se alejó el general Saint-Cyr de -Barcelona, y llegó a Vic el 18 de abril, cuya ciudad encontró vacía -de gente, excepto los enfermos, seis ancianos<span class="pagenum" -id="Page_344">p. 344</span> y el obispo. Con la precipitación -lleváronse solamente los vecinos las alhajas más preciosas, dejando -provisiones bastantes que aliviaron la penuria con que siempre andaba -el ejército enemigo. Allí recibió su general noticias de Francia de -que carecía por el camino directo después de cinco meses, y empezose a -preparar para el sitio de Gerona, pensando que el ejército español no -estaba en el caso de poder incomodarle tan en breve. No se engañaba en -su juicio, así por el estado enfermizo y de desorden en que se hallaba -después de la batalla de Valls, <span class="sidenote">Muerte<br/> -de Reding.</span> como también por el fallecimiento del general -Reding acaecido en aquella plaza el 23 de abril. Al principio no se -habían creído sus heridas de gravedad, pero empeorándose con las -aflicciones y sinsabores pusieron término a su vida. Reding general -diligente y de gran denuedo mostrose, aunque suizo de nación, <span -class="sidenote">Sucédele<br/> Coupigny.</span> tan adicto a la -causa de España, como si fuera hijo de su propio suelo. Sucediole -interinamente el marqués de Coupigny.</p> - -<p>La guerra de somatenes siempre proseguía encarnizadamente, y -largos y difíciles de contar serían sus particulares y diversos -trances. Muestra fue del ardor que los animaba la vigorosa <span -class="sidenote">Paisanos<br/> del Vallés.</span> respuesta de los -paisanos del Vallés a la intimación que los franceses les hicieron -de rendirse. «El general Saint-Cyr [decían] y sus dignos compañeros -podrán tener la funesta gloria de no ver en todo este país más que -un montón de ruinas... pero ni ellos ni su amo dirán jamás que este -partido rindió de grado la cerviz a un yugo que justamente rechaza la -nación.»</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_345">p. 345</span></p> - -<div class="sidenote">Principio<br/> de las partidas<br/> en todo el -reino.</div> - -<p>Tal género de guerra cundió a todas las provincias nacido de las -circunstancias y por acomodarse muy mucho a la situación física y -geográfica de esta tierra de España, entretejida y enlazada con los -brazos y ramales de montañas y sierras que como de principal tronco -se desgajan de los Pirineos y otras cordilleras, las cuales aunque -interrumpidas a veces por parameras, tendidas llanuras y deliciosas -vegas, acanalando en unas partes los ríos, y en otras quebrando y -abarrancando el terreno con los torrentes y arroyadas que de sus cimas -descienden, forman a cada paso angosturas y desfiladeros propios para -una guerra defensiva y prolongada. No menos ayudaba a ella la índole -de los naturales, su valor, la agilidad y soltura de los cuerpos, su -sencillo arreo, la sobriedad y templanza en el vivir que los hace -por lo general tan sufridores de la hambre, de la sed y trabajos. -Hubo sitios en que guerreaba toda la población: así acontecía en -Cataluña, así en Galicia, según luego veremos, así en otras comarcas. -En los demás parajes levantáronse bandas de hombres armados, a las -que se dio el nombre de <i>guerrillas</i>. Al principio cortas en -número crecieron después prodigiosamente, y acaudilladas por jefes -atrevidos recorrían la tierra ocupada por el enemigo y le molestaban -como tropas ligeras. Sin subir a Viriato puede con razón afirmarse que -los españoles se mostraron siempre inclinados a este linaje de lides, -que se llaman en la 2.ª Partida correduras y algaras, fruto quizá de -los muchos siglos que tuvieron aquellos que pelear contra los moros, -en<span class="pagenum" id="Page_346">p. 346</span> cuyas guerras -eran continuas las correrías a que debieron su fama los Vivares y los -Munios Sanchos de Hinojosa. En la de sucesión, aunque varias provincias -no tomaron parte por ninguno de los pretendientes, aparecieron no -obstante cuadrillas en algunos parajes, y con tanta utilidad a veces -de la bandera de la casa de Borbón, que el marqués de Santa Cruz de -Marcenado en sus reflexiones militares las recomienda por los buenos -servicios que habían hecho los paisanos de Benavarre. En la guerra -contra Napoleón nacieron más que de un plan combinado de la naturaleza -de la misma lucha. Engruesábanlas con gente las dispersiones de los -ejércitos, la falta de ocupación y trabajo, la pobreza que resultaba, y -sobre todo la aversión contra los invasores viva siempre y mayor cada -día por los males que necesariamente causaban sus tropas en guerra tan -encarnizada.</p> - -<div class="sidenote">Decreto<br/> de la central.</div> - -<p>La junta central sin embargo previendo cuán provechoso sería -no dar descanso al enemigo y molestarle a todas horas y en todos -sentidos, imaginó la formación de estos cuerpos francos, y al efecto -publicó un reglamento en 28 de diciembre de 1808 en que despertando -la ambición y excitando el interés personal, trataba al mismo tiempo -de poner coto a los desmanes y excesos que pudieran cometer tropas no -sujetas a la rigurosa disciplina de un ejército. Nunca se practicó -este reglamento en muchas de sus partes, y aún no había circulado por -las provincias cuando ya las recorrían algunos partidarios. <span -class="sidenote">Porlier.</span> Fue uno de los primeros Don Juan -Díaz Porlier, a quien denominaron el Marquesito<span class="pagenum" -id="Page_347">p. 347</span> por creerle pariente de Romana. Oficial en -uno de los regimientos que se hallaron en la acción de Burgos, tuvo -después encargo de juntar dispersos, y situose con este objeto en San -Cebrián de Campos a tres leguas de Palencia. Allegó en diciembre de -1808 alguna gente, y ya en enero sorprendió destacamentos enemigos en -Frómista, Rivas y Paredes de Nava, en donde se pusieron en libertad -varios prisioneros ingleses, señalándose por su intrepidez Don -Bartolomé Amor, segundo de Porlier. Próximo este a ser cogido en -Saldaña y dispersada su tropa, juntola de nuevo, haciéndose dueño -en febrero del depósito de prisioneros que tenían los franceses en -Sahagún, y de más de 100 de sus soldados. Creció entonces su fama, -difundiose a Asturias, y la junta le suministró auxilios, con lo que, -y engrosada su partida, acometió a la guarnición enemiga de Aguilar de -Campóo, compuesta de 400 hombres y dos cañones, siendo curioso el modo -que empleó para rendirlos.</p> - -<p>Encerrados los franceses en su cuartel bien pertrechados y -sostenidos por su artillería, dificultoso era entrarlos a viva fuerza. -Viendo esto Porlier hizo subir algunos de los suyos a la torre, y de -allí arrojar grandes piedras, que cayendo sobre el tejado del cuartel, -le demolieron y dejaron descubiertos a los franceses obligándolos a -entregarse prisioneros. Concluyó otras empresas con no menor dicha.</p> - -<div class="sidenote">Don Juan<br/> Echávarri.</div> - -<p>No fue tanta entonces la de Don Juan Fernández de Echávarri -que, con nombre de Compañía del Norte, levantó una cuadrilla que -corría la montaña de Santander y señorío de Vizcaya, pues preso él y -algunos de sus compañeros en<span class="pagenum" id="Page_348">p. -348</span> 30 de marzo, fue sentenciado a muerte por un tribunal -criminal extraordinario que a manera del de Madrid se estableció en -Bilbao, el cual en este y otros casos ejerció inhumanamente su odioso -ministerio.</p> - -<div class="sidenote">El Empecinado.</div> - -<p>Otras partidas de menos nombre nacieron y comenzaron a multiplicarse -por todas las provincias ocupadas. Distinguiose desde los principios -la de Don Juan Martín Díez que llamaron el <i>Empecinado</i> [apodo -que dan los comarcanos a los vecinos de Castrillo de Duero de donde -era natural]. Soldado licenciado después de la guerra de Francia de -1793, pasaba honradamente la vida dedicado a la labranza en la villa de -Fuentecén. Mal enojado como todos los españoles con los acontecimientos -de abril y mayo de 1808, dejó la esteva y empuñó la espada, hallándose -ya en las acciones de Cabezón y Rioseco. Persiguiéronle después -envidias y enemistades, y le prendieron en el Burgo de Osma, de donde -se escapó al entrar los franceses. Luego que se vio libre reunió gente -ayudado de tres hermanos suyos; y empezando en diciembre a molestar al -enemigo, recorrió en enero y febrero con fruto los partidos de Aranda, -Segovia, tierra de Sepúlveda y Pedraza. Aunque acosado en seguida por -los enemigos, internándose en Santa María de Nieva, recogió en sus -cercanías muchos caballos y hombres. Con tales hechos se extendió la -fama de su nombre, mas también el perseguimiento de los franceses que -enviaron en su alcance fuerzas considerables, y prendieron como en -rehenes a su madre. Casi rodeado salvose en la primavera con<span -class="pagenum" id="Page_349">p. 349</span> su partida, y sin abandonar -ninguno de los prisioneros que había hecho, yendo por las sierras de -Ávila, se guareció en Ciudad Rodrigo. Llegaron entonces a noticia de la -central sus correrías, y le condecoró con el grado de capitán. También -por los meses de abril y mayo tomó las armas y formó partida Don -Jerónimo Merino cura de Villoviado. Lo mismo hicieron, otros muchos, de -los que y de sus cuadrillas suspenderemos hablar hasta que ocurra algún -hecho notable o refiramos lo que pasaba en las provincias en que tenían -su principal asiento.</p> - -<div class="sidenote">Ciudad Rodrigo<br/> y Wilson.</div> - -<p>Ayudaron al principio mucho a estas partidas, amparándolas en sus -apuros las plazas y puntos que todavía quedaban libres. Acabamos de -ver como el Empecinado se abrigó a Ciudad Rodrigo, en cuya plaza y -sus alrededores solía permanecer el digno e incansable jefe inglés -Sir Roberto Wilson. Asistido de su legión lusitana a la que se habían -agregado españoles e ingleses dispersos, y una corta fuerza bajo Don -Carlos de España, protegía a nuestros partidarios e incomodaba al -general Lapisse colocado en Ledesma y Salamanca. Este aunque al frente -de 10.000 hombres y con mucha artillería, apenas había hecho cosa -notable hasta abril desde enero en que se apoderó de Zamora, ciudad -casi abandonada. Solo en 2 de marzo esperanzado en malos tratos se -presentó delante de Ciudad Rodrigo para entrar de rebate la plaza, mas -el aviso de buenos españoles y la diligencia de Wilson le impidieron -salir adelante con su proyecto, incomodándole este continuamente aun en -sus mismos reales.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_350">p. 350</span></p> - -<div class="sidenote">Asturias.</div> - -<p>Por aquel tiempo Asturias, provincia que después de la invasión -de Galicia era la sola libre entre las del norte, mostrose firme, -y continuó desplegando sus patrióticos sentimientos. <span -class="sidenote">La junta.</span> Gobernábala la misma junta que -se había congregado en 1808, compuesta de hacendados y personas -principales del país. Dio para el armamento y defensa enérgicas -providencias; que la malquistaron con muchos. Tales fueron un -alistamiento general sin excepción de clase ni persona; el -repartimiento extraordinario a toda la provincia de 2.000.000 de -reales, y el de otras sumas entre los más ricos capitalistas y -propietarios, la rebaja de sueldos a los empleados; y por último el -haber mandado a las corporaciones eclesiásticas que tuviesen a su -disposición los caudales que existieran en sus depósitos. Con estos -recursos hubo bastante para hacer frente a los considerables gastos -que ocasionaron las dispersiones de Espinosa y las posteriores; y -arreglar de nuevo y aumentar la fuerza necesaria para la defensa del -principado.</p> - -<div class="sidenote">Ballesteros.</div> - -<p>Uno de los puntos que urgía poner al abrigo de un impensado ataque -era el del lado oriental, por donde los enemigos se habían extendido -hasta más acá de San Vicente de la Barquera. Juntáronse las pocas -tropas que quedaban, y se pusieron a las órdenes de Don Francisco -Ballesteros; que de capitán retirado y visitador de tabacos había -ascendido a mariscal de campo en la profusión de grados que se -concedieron. Contentose al principio el nuevo general con ocupar las -orillas del río Sella, hasta que reforzado avanzó en enero de 1809 -a Colombres y riberas del<span class="pagenum" id="Page_351">p. -351</span> Deva. Descubrieron luego Ballesteros y otros jefes suma -actividad y celo, esmerándose en la instrucción y disciplina de -subalternos y soldados. Y en aquel campo al paso que se perfeccionaron -unos y otros en los ejercicios de su profesión, habituáronse también al -fuego, no estando separados del enemigo sino por el Deva, y al fin se -alcanzó formar una división que regida por Ballesteros adquirió justo -renombre en el curso de la guerra.</p> - -<div class="sidenote">Sus operaciones<br/> en Colombres.</div> - -<p>Antes de empezar febrero ascendía dicha fuerza a 5000 hombres, y -el 6 del mismo desalojó ya a la del enemigo de la línea que ocupaba, -incomodándole con frecuencia, y casi siempre ventajosamente. Hubo -ocasiones en que las refriegas fueron de más empeño, sobre todo una -acaecida en fines de abril, consiguiendo los nuestros penetrar basta -San Vicente de la Barquera, en cuyo pueblo celebró su victoria el -general Ballesteros con grande aparato; vana ostentación a que era -inclinado, pero con la que entusiasmaba al soldado y granjeaba su -voluntad.</p> - -<div class="sidenote">Armamento<br/> de la provincia.</div> - -<p>La junta de Asturias había además establecido dentro del principado, -bajo el nombre de <i>Alarma</i>, un levantamiento general para que -acudiesen a la defensa, en caso de irrupción, todos los hombres capaces -de manejar un fusil o un chuzo, de cuyas armas no había vecino que no -estuviese provisto.</p> - -<div class="sidenote">Worster.</div> - -<p>A últimos de enero, al saberse la ocupación de Galicia, igualmente -paró su atención en formar y juntar con prontitud una división de 7000 -hombres que cubriese la parte occidental de Asturias, y cuyo mando por -desgracia dio a Don<span class="pagenum" id="Page_352">p. 352</span> -José Worster, general de menguado seso, aunque antiguo oficial de -artillería.</p> - -<div class="sidenote">Entran<br/> los asturianos<br/> en Ribadeo.</div> - -<p>Puesta esta fuerza a orillas del Eo, sabiendo ser corta la que -tenían enfrente los enemigos, y ansiando por tener un apoyo los -patriotas de aquellos partidos, de los que del lado de Vivero se -habían ya levantado algunos, tratose seriamente al comenzar febrero -de hacer una excursión en Galicia. Verificose así, mas con tan poco -orden que las tropas de Worster cometieron excesos en Ribadeo como si -fuesen enemigas, y mataron a Don Raimundo Ibáñez comerciante rico e -ilustrado de aquella villa. Difícil era que soldados tan insubordinados -se comportasen debidamente cuando se tratase de guerrear. No obstante -intentó Worster sorprender a los franceses que guarnecían a Mondoñedo. -<span class="sidenote">Y en Mondoñedo.</span> Sita esta ciudad en un -profundo valle, cercada de altas montañas, y sin otro camino llano más -que el que conduce a Asturias, pudiera fácilmente haberse conseguido -la empresa. Pero Worster por sus mal concertadas órdenes, y el coronel -Linares por no atender cumplidamente al punto que guardaba, diéronse -tan torpe maña que dejaron retirarse a los franceses sin grande -molestia. Worster luego que entró en Mondoñedo en vez de tener presente -la clase de enemigo con quien las había, entregose a fiestas y convites -que le dieron los vecinos, de cuyo descuido enterado el general francés -Maurice Mathieu que mandaba por aquella parte, después de entrar en -Vivero, en que se había formado una junta, y de entregar al saco y -furor del soldado aquella villa, revolvió sobre Mondoñedo, <span -class="sidenote">Sorprenden<br/> y dispersan<br/> los franceses<br/> -a Worster.</span> sorprendió y dispersó<span class="pagenum" -id="Page_353">p. 353</span> la división de Worster, superior en número, -y penetrando en Asturias hasta el Navia saqueó y aniquiló los concejos -que median entre este río y el Eo. Afortunadamente se hallaba en las -cercanías Don Manuel Acevedo individuo de la junta, y hermano del -general que pereció después de la batalla de Espinosa, y a su actividad -e ilustrada diligencia debiose la pronta reunión a esta parte del Navia -de los soldados desbandados, ayudándole con esmero el gobernador del -partido Don Matías Menéndez, y el bizarro coronel Galdiano. Advertido -el general francés de que la tropa asturiana se había rehecho, y -juzgando arriesgado internarse aún en el principado, retrocedió a -Galicia y se contentó con ocupar sus antiguas posiciones.</p> - -<div class="sidenote">Romana.</div> - -<p>Tales eran los acontecimientos ocurridos en Asturias, mientras que -esta provincia, si bien libre, se había mantenido como aislada y sin -comunicación con las otras, hasta que en la primavera de 1809 pisó -su suelo por primera vez el marqués de la Romana; mas para averiguar -los motivos que trajeron a este caudillo al principado, necesario es -referir antes lo que pasó en Galicia después que le dejamos en enero a -él y a su gente cerca de la frontera de Portugal.</p> - -<div class="sidenote">Su ejército.</div> - -<p>Allí continuó todo el febrero mudando a menudo de posición, y -aproximándose a veces a la plaza portuguesa de Chaves. Consistía -su fuerza en 9000 hombres, distribuidos en una vanguardia al cargo -de Don Gabriel de Mendizábal, y en dos divisiones que mandaban los -generales Mahy y Taboada. Su estancia en aquellos parajes animó -mucho al paisanaje de Galicia, abultándose<span class="pagenum" -id="Page_354">p. 354</span> el número de sus tropas y el de sus -recursos. También procuraba el mismo marqués por medio de emisarios -atizar el fuego, y el ayudante general Moscoso en una comisión que tuvo -en lo interior de aquella provincia, repartió con buen éxito ejemplares -manuscritos de una instrucción que había compuesto para la guerra de -partidas.</p> - -<div class="sidenote">Empieza<br/> el levantamiento<br/> de -Galicia.</div> - -<p>Hubo sitios en que produjeron estos pasos conveniente efecto; -mas hubo otros en que sin ajeno estímulo formáronse muy luego los -habitantes en cuadrillas. Así aconteció con los paisanos de la Puebla -de Tribes que los primeros y antes de comenzar febrero, dirigidos por -Diego Núñez de Millaroso, cogieron prisioneros a 80 dragones de la -división del general Marchand, los cuales con varios despojos llevaron -en triunfo adonde estaba Romana. Imitáronlos en breve otros muchos -en el valle de Valdeorras, y uniéndose cinco fieldades eligieron -una junta, escogiendo por su general a Don José, abad de Casoyo, -mozo arrojado y de la casa de Quiroga, ilustre en aquella tierra. Su -hermano Don Juan, también de Quiroga y Uría, cooperó grandemente a sus -empresas, que se multiplicaron y se extendieron hacia el Bierzo. En -la línea de Lugo desde el valle de Cruzul hasta monte Salgueiro, no -lejos de Betanzos, interceptaron los naturales correos y destacamentos, -señalándose el juez de Cancelada Don Ignacio Herbón, quien al acabar -febrero atacó en Doncos un convoy, y le cogió en su mayor parte. Pero -en donde se encendió extraordinariamente y tomó forma más regular la -insurrección, según veremos más adelante, fue del lado de Tuy.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_355">p. 355</span></p> - -<p>Mucho hubiera podido contribuir a darle pronto y vigoroso centro -la permanencia de Romana hacia Monterrey; mas nuevas ocurrencias -le obligaron a alejarse. Indicamos en otro libro como el mariscal -Soult avanzaba por la costa de Galicia vía de Portugal. Ejecutó este -movimiento en virtud de orden que en 28 de enero recibió en el Ferrol -para invadir aquel reino.</p> - -<div class="sidenote">Mariscal Soult.</div> - -<p>Luego que se embarcaron los ingleses en la Coruña quedando -pocos en Lisboa, pareciole fácil a Napoleón llegar a las puertas -de esta capital, y lavar con su conquista la antigua mancha. <span -class="sidenote">Trata de invadir<br/> Portugal.</span> Para ello al -paso que Soult había de realizar la principal invasión por la costa de -Galicia y provincias portuguesas del norte, el general Lapisse y el -mariscal Victor estaban encargados de amenazar la frontera portuguesa -por Ciudad Rodrigo y Extremadura. Componíanse las fuerzas de Soult del -segundo cuerpo y de parte del que había mandado Junot: según Napoleón -ascendían en todo a 50.000 hombres, como si no hubiesen tenido pérdidas -ni baja alguna; mas realmente estaban reducidos a la mitad: 4000 eran -de caballería.</p> - -<div class="sidenote">Inútil tentativa<br/> para atravesar<br/> el -Miño.</div> - -<p>El mariscal Soult después de tomar las correspondientes providencias -y de dejar en su lugar a Ney, ausente en Lugo al recibo de la orden, -púsose en marcha, y el 3 de febrero llegó a Santiago. Precediéronle -los generales La Houssaye y Franceschi: el primero con los dragones se -encaminó a Ribadavia y Salvatierra, plaza de poco valer y desmantelada -a orilla derecha del Miño; y el segundo con la caballería ligera fue -la vuelta de Tuy, ciudad colocada en la misma<span class="pagenum" -id="Page_356">p. 356</span> ribera. Sostenía a estas divisiones la -de infantería del general Merle, que avanzó a Pontevedra. Las otras -con el mariscal Soult salieron de Santiago el 8, llegando el 10 a -Tuy. Corre el Miño por allí muy caudaloso, y sin que desde Orense se -encuentre puente alguno; no obstante pensó Soult cruzarle hacia la -marina, acopiando los preparativos necesarios en el puertecillo de La -Guardia, separado de la desembocadura por el monte de Santa Tecla. -Habiendo dificultades para doblar la punta que este forma, y subir río -arriba, trasladaron los franceses por tierra en carros gallegos cosa de -una legua con mucho trabajo los botes destinados al transporte de la -tropa, y los volvieron a poner boyantes en el Tamuge, río pequeño que -desagua en el Miño. El 15 en la noche a la hora de la marea alta quedó -encargado de empezar la operación el general Thomières. Ejecutose en -buen orden por el Tamuge, pero al entrar en la gran corriente del Miño, -más rápida con el reflujo que comenzaba, separáronse los botes, y pocos -fueron los que arribaron a la orilla opuesta. Los portugueses mandados -por el general Bernardino Freire hicieron contra ellos un fuego vivo y -acertado, con lo cual y la marea ya contraria tuvieron que volver los -más a tierra de España, quedando prisioneros de los portugueses unos 40 -hombres. El malogramiento de esta tentativa cundiendo por una y otra -frontera animó al paisanaje, deseoso de molestar a los franceses.</p> - -<div class="sidenote">Toma Soult<br/> hacia Orense.</div> - -<p>También con aquel contratiempo vio el mariscal Soult los obstáculos -que se le ofrecían para pasar el Miño, no teniendo a su pronta -disposición<span class="pagenum" id="Page_357">p. 357</span> los -medios necesarios. Por lo cual determinó entrar en Portugal vía de -Orense, tomando río arriba. Salió pues de Tuy el 17 de febrero, y -nombró al general Lamartinière comandante de la ciudad, en la que dejó -los enfermos, la mayor parte de la artillería, y alguna guarnición.</p> - -<div class="sidenote">Insurrección.</div> - -<p>A corta distancia ya percibió síntomas de una insurrección general. -Habíanla fomentado varios individuos, entre los que se señalaron -el abad de Couto y el de Valladares. <span class="sidenote">Los -abades<br/> de Couto<br/> y Valladares.</span> Aquella tierra está -bien cultivada, con población numerosa y desparramada en caseríos -rústicos. De las heredades distribuidas en cortas porciones, y por lo -general a foro enfitéutico, disponen los usufructuarios como de cosa -propia. Y la gente trabajadora y de suyo guardosa, temía más que la -de otras provincias perder con la invasión de extraños el producto de -sus labores e industria, y con tanta mayor razón cuanto los franceses -escasos de provisiones comenzaron a hacer repartimientos excesivos, y a -cometer robos y saqueos.</p> - -<div class="sidenote">El paisanaje<br/> molesta<br/> a los -franceses<br/> en su marcha.</div> - -<p>Allí los abades, nombre que se da a los curas párrocos, tienen -mucho influjo por su riqueza y poder. Lo tienen los ricos y cercanos -monasterios del orden cisterciense de San Clodio y Melón, y teníanlo -también entonces por su patriotismo varios particulares, los cuales -juntos y separadamente trataron de aprovechar la buena disposición del -pueblo contra los extranjeros. Antes que ninguno descubriose el abad -de Couto Don Mauricio Troncoso, quien congregando a sus feligreses con -motivo de un repartimiento que los invasores habían echado, díjoles: -«En<span class="pagenum" id="Page_358">p. 358</span> vez de dar a los -enemigos lo que nos piden, seré vuestra guía si queréis negárselo y -emplearlo en vuestra defensa.» Aplaudieron todos aquellas palabras, -y agregándose personas de cuenta y aun portugueses, soltáronse de -todos lados partidas que hostigaron a los franceses en su marcha. En -Mourentan hízoles notable daño el mismo abad de Couto, y quemaron aquel -pueblo en venganza. Desde el puente de las Hachas hasta Ribadavia -también padecieron varias acometidas, acaudillando al paisanaje José -Labrador, el monje bernardo Fray Francisco Carrascón, y después el juez -de Maside; y si bien en estos reencuentros los franceses con su pericia -y buenas armas rompían al fin por medio e iban adelante, perdían gente -y amilanábanse sus soldados con guerra tan continua y encarnizada.</p> - -<div class="sidenote">Soult y Romana.<br/> Intimación a este.</div> - -<p>De Ribadavia pasó el mariscal Soult a Orense resuelto a entrar en -Portugal por la plaza de Chaves, y a disipar antes el corto ejército -de Romana. Manteníase este general en el valle de Monterrey, y -hallábase en Lamadarcos el 4 de marzo cuando llegó un parlamentario -francés con un pliego, ofreciendo recompensas y condecoraciones con -tal que Romana y su ejército reconociesen a José. Replicó el general -español debidamente, diciendo que a tales proposiciones no había otra -respuesta sino cañonazos. Pero no habiéndose tomado en el recibimiento -del oficial parlamentario las acostumbradas precauciones, examinó este -con sus propios ojos el deplorable estado de nuestro ejército, y dio -cuenta de ello a su mariscal, quien determinó atacar sin dilación a los -españoles.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_359">p. 359</span></p> - -<div class="sidenote">Es desbaratada<br/> la retaguardia<br/> -española.</div> - -<p>El marqués de la Romana quería evitar cualquier refriega, mas no -habiéndose retirado tan prontamente como era de desear, fue el 6 de -marzo alcanzada su retaguardia a las órdenes de Don Nicolás Mahy en -las inmediaciones de Verín. Cogiole el general Franceschi algunos -prisioneros y la desordenó, pero no insistiendo en su perseguimiento -pudo continuar su marcha. Los franceses solo pensaron en entrar en -Portugal, cuyas tropas mandadas por el general Silveira habían sido -acometidas en Villaza el mismo día que las españolas por la división de -Delaborde, teniendo que retirarse después de alguna pérdida al abrigo -de la noche.</p> - -<p>El general Mahy dirigiose a las Portillas, gargantas que parten -término con Castilla, y se unió en Lubián con el marqués de la Romana. -Andaban todos inciertos acerca del camino que tomarían, y pesábales -a algunos que se abandonase a Galicia en la propia sazón en que -por todas partes cundía el fuego insurreccional. Aprobose al fin a -propuesta del ayudante general Moscoso el no alejarse de la tierra -montañosa, y conforme a esta determinación decidió Romana partir la -vuelta de Asturias, de donde soplaría la hoguera encendida en Galicia. -En consecuencia cambiose de improviso la marcha, y se revolvió sobre -las montañas de las Cabreras para cruzarlas por el puerto del Palo, -país escabroso, solitario, y cuyas sierras más bien se escalan que se -suben. A su paso sobrecogió la noche a nuestros soldados, en estación -cruda, expuestos a la inclemencia, desprovistos de todo. Animándose -unos a otros llegaron por fin<span class="pagenum" id="Page_360">p. -360</span> a Ponferrada del Bierzo con admiración de sus vecinos que -los creían lejos de sus hogares. En aquella villa y otros muchos -pueblos no había francés alguno, contentándose estos con ocupar la -línea de comunicación de la calzada que de Galicia va a Castilla, y aun -en ella tenían poca tropa, excepto en Villafranca en que contaban unos -1000 hombres de escogidas tropas.</p> - -<div class="sidenote">Ataca<br/> a Villafranca.</div> - -<p>Las de Romana no estaban para emprender expediciones de grande -importancia, pero el haber casualmente encontrado en una ermita cerca -de Ponferrada un cañón de a doce abandonado con su cureña y balas de -su calibre, sugirió la idea al ayudante Moscoso de proponer al general -en jefe un ataque contra los franceses de Villafranca. Condescendió -Romana, y desde Toreno a donde se había ya trasladado para entrar en -Asturias, dispuso que acometiese la empresa con 1500 hombres el general -Mendizábal.</p> - -<div class="sidenote">Se apodera<br/> de la guarnición.</div> - -<p>Los franceses a la inesperada vista de los españoles y del cañón -de grueso calibre, imaginándose venía sobre ellos gran fuerza, se -arredraron y metieron en el castillo-palacio de la villa, perteneciente -a los marqueses que llevan su nombre: era edificio antiguo de muros -sólidos con cuatro torreones que defendían cañones de hierro, y el -cual quemaron después los paisanos para que no sirviese otra vez de -refugio al enemigo. Comenzaron los españoles su ataque en la mañana -del 17 de marzo, distinguiéndose el regimiento de voluntarios de la -Corona, e íbase ya a entrar por fuerza el castillo, cuando intimada -la rendición abrieron los franceses la puerta, y quedaron prisioneros -1000 granaderos<span class="pagenum" id="Page_361">p. 361</span> que -le guarnecían de las más acreditadas tropas. Avergonzábanse después de -haber entregado las armas a tan corto número de hombres y a gente de -tan poca apariencia como eran entonces las tropas de aquel ejército. La -nueva de este suceso creciendo de boca en boca alentó a los patriotas -de Galicia, que se figuraban ser ya más numerosas las tropas que -capitaneaba Romana. Ojalá se hubiera siempre limitado este caudillo a -tal linaje de empresas, dignas de un militar y de su elevado puesto, -evitando entrometerse en querellas y divisiones de provincias, según -aconteció en Oviedo, a cuya ciudad llegó poco después de la toma del -castillo de Villafranca.</p> - -<div class="sidenote">Llega Romana<br/> a Oviedo.</div> - -<p>Los disgustos excitados con las providencias oportunas y enérgicas -de aquella junta, habíanse entonces aumentado con otras intempestivas -y arbitrarias dadas contra algunas personas. Los descontentos, sobre -todo ciertos individuos de corporaciones privilegiadas, salieron a -recibir a Romana, y por desgracia de tal modo preocuparon su ánimo que -en vez de obrar desapasionadamente, y de contentarse con reprimir los -abusos de autoridad que hubiese habido, púsose del bando de los que -se creían agraviados. <span class="sidenote">Altercado<br/> con la -junta.</span> Tratáronse por consiguiente el general y la junta con -frialdad y desvío, sin que le fuese dado conciliarlos a la prudencia -y buen tino de su presidente el brigadier D. José Valdés, antiguo -jefe de Romana cuando este servía en la armada. La central había -autorizado al marqués con amplias facultades en la parte militar, y él -ensanchándolas a su sabor empezó por reprender a la junta en lo que -precisamente<span class="pagenum" id="Page_362">p. 362</span> merecía -más alabanza, como lo era en haber mandado que tomasen las armas -todos sin excepción, inclusos los donados y legos de los conventos, -y los beneficiados no ordenados <i>in sacris</i>. Compuesta dicha -corporación de los principales de la provincia y de suyo altiva, -respondió acerbamente a la inadvertida reprensión; con lo cual irritado -aún más Romana quiso llamarla a cuentas. Negose a ello la junta por -no creerle autoridad competente, pero añadiendo que haría públicas -sus entradas e inversiones para satisfacción de sus comitentes. -Encendiéndose así el enojo de ambas partes, en especial con motivo de -un repartimiento de 4.000.000 enviados por la central para uso del -principado y que Romana quería por sí aplicar a su solo ejército, -decidiose el último a disolver la junta, a cuyo fin y por orden suya -penetró en la sala de las sesiones el coronel Don José de O’Donnell -con 50 hombres del regimiento de la Princesa, haciendo en ello un -pequeño y ridículo remedo del 18 Brumario de Napoleón. Cedieron los -vocales a la violencia, sin dejar de hacer fuerte y enérgica oposición, -señaladamente Don Manuel María de Acevedo. Romana nombró otra junta en -su lugar, mas la tropelía cometida con la anterior disgustó a los más, -y desencajó, por decirlo así, de su asiento en el principado el orden -y buen gobierno.[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_8-7" -id="Ll_8-7">8-7</a>.)</span> Injustamente acusaron algunos a la junta -disuelta de malversación de caudales: pudientes y ricos los más de -sus individuos habían hecho los más de ellos donativos cuantiosos, -y su patriotismo y celo estaban libres de tacha: solo, repetimos, -incurrieron en<span class="pagenum" id="Page_363">p. 363</span> -merecida censura por algunas medidas arbitrarias contra determinadas -personas. Hablamos en este punto con tanta mayor imparcialidad, cuanto -no andábamos bien avenidos con aquella junta, por lo que merecimos de -Romana que nos nombrase de la que había en su lugar creado, gracia que -no admitimos por considerar su procedimiento ilegal y dañoso.</p> - -<div class="sidenote">Invade Ney<br/> Asturias.</div> - -<p>Sabedor el mariscal Ney de la discordia suscitada entre la junta de -Asturias y Romana, y temeroso sobre todo con lo sucedido en Villafranca -de que uniendo este caudillo sus tropas a las del principado formase -un cuerpo respetable y bastante numeroso para incomodarle y cortarle -su comunicación con el reino de León, se preparó a invadir a Asturias -poniéndose de acuerdo con fuerzas que había en Castilla y en Santander. -Parece ser que desde Francia también le había venido orden de no -desperdiciar oportuna coyuntura de verificar dicha invasión. Romana -por su parte más ocupado en las contestaciones y querellas de la -junta que en uniformar y arreglar la mucha gente que ahora tenía a su -disposición, no tomó acerca de ello providencia alguna. Dejó correr -en el principado los asuntos militares según iban a su llegada, y -olvidó a su ejército de Galicia, el cual a las órdenes de Don Nicolás -Mahy pasando el puerto de Ancares se había situado hacia el Navia, -extendiéndose hasta las avenidas de Lugo y Mondoñedo.</p> - -<p>El mariscal Ney rozándose casi con este ejército y acompañado -de 6000 hombres, se dirigió desde Galicia por la tierra áspera -y encumbrada de Navia de Suarna a Ibias, y descendiendo<span -class="pagenum" id="Page_364">p. 364</span> a Cangas de Tineo, Salas -y Grado se adelantó a Oviedo, al mismo tiempo que procedente de -Valladolid y con otra tanta o más fuerza se metía en el principado -por el puerto de Pajares <span class="sidenote">Kellermann.</span> -el general Kellermann. Estaba ya cercano a Oviedo el mariscal -Ney y todavía lo ignoraba Romana. Recibió este al fin un aviso y -apresuradamente después de dar por primera vez órdenes a la división -de Ballesteros y a la de Worster poco antes malamente repuesto en -el mando, <span class="sidenote">Romana<br/> se embarca<br/> en -Gijón.</span> pasó a Gijón en donde se embarcó tomando en seguida -tierra en Ribadeo. Entró Ney en Oviedo el 19 de mayo, de cuya ciudad -habían salido casi todos sus moradores, dejando abandonadas sus casas -y haberes. <span class="sidenote">Saquean<br/> los franceses<br/> -Oviedo.</span> Entregada al saco durante tres días, viéronse muchos -arruinados y menguaron los intereses de otros. A la noticia de -la invasión acercose el general Worster lentamente a Oviedo por -el país de montaña, y Ballesteros retrocediendo de Colombres al -Infiesto, enriscose luego por las asperezas de Covadonga, santuario -célebre mirado como cuna de la monarquía de Castilla. <span -class="sidenote">Sale Ney<br/> de Asturias.</span> Parose poco Ney en -la capital de Asturias, y dejando allí a Kellermann y en Villaviciosa -al general Bonnet que había venido con su división hasta aquel sitio -de los lindes de Santander, tornó por la costa a Galicia, a donde le -llamaban acontecimientos de cuantía, y a que daban ocasión reveses de -Soult en Portugal, la insurrección de la provincia de Tuy y otras, -y aun también los movimientos del ejército de la Romana, el cual -amenazaba a Lugo y alentaba al paisanaje con la abultada fama de sus -hazañas.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_365">p. 365</span></p> - -<div class="sidenote">Mahy<br/> amenaza Lugo.</div> - -<p>La fuerza de este ejército puede decirse que estaba dividida en dos -partes, de la una que era la principal acabamos de hacer mención, la -otra entonces menos numerosa había quedado en la Puebla de Sanabria -a las órdenes de Don Martín de la Carrera. La primera, gobernada en -ausencia de Romana por Don Nicolás Mahy, constaba de unos 6000 hombres -y de 200 caballos: la cual a la propia sazón que Ney se movía la vuelta -de Asturias, se adelantó hacia el monasterio cisterciense de Meira no -lejano de Lugo. El general Worster no había querido acompañar a Mahy -en aquel movimiento creyendo que la fuerza que mandaba debía pensar -antes que en otra cosa en cubrir a Asturias. Siguió avanzando dicho -general Mahy, y su vanguardia capitaneada por Don Gabriel de Mendizábal -tropezó el 17 de mayo en Feria de Castro a dos leguas de Lugo con una -columna enemiga de 1500 hombres que obligó a meterse en la ciudad. -Al día siguiente el general Fournier, gobernador francés, militar -entendido pero de condición singular, y muy dado a hablar en latín a -los obispos y a los clérigos, <span class="sidenote">Desbarata al<br/> -general Fournier.</span> salió de dentro y se dispuso a aguardar -a los nuestros en las inmediaciones, apoyando la izquierda en los -mismos muros y la derecha en un pinar vecino. Acometiole Don Nicolás -Mahy formando su gente en dos columnas guiadas por los generales -Mendizábal y Taboada, junto con los 200 jinetes que mandaba Don Juan -Caro. A espaldas quedó la reserva a las órdenes del brigadier Losada, -y aparentose tener otro cuerpo de caballería colocando a distancia, -montados en acémilas y caballos<span class="pagenum" id="Page_366">p. -366</span> de oficiales, cierto número de soldados; ardid que no dejó -de servir, notándose también en nuestras tropas más instrucción y -confianza. Trabose la pelea y a poco volviendo caras la caballería -enemiga desconcertó su línea de batalla, e infantes y jinetes corrieron -precipitadamente a guarecerse de la ciudad, acometiendo con tal brío -nuestra gente que varios catalanes de tropas ligeras metiéndose dentro -al mismo tiempo que aquellos, tuvieron después que descolgarse por las -casas pegadas al muro ayudados de los vecinos. Los franceses perdieron -bastante gente y los españoles varios oficiales, y en este número al -comandante de ingenieros D. Pedro González Dávila distinguido por -su valor. No pudiendo los españoles ganar en seguida a Lugo, ciudad -rodeada de una antigua y elevada muralla y de muchos torreones aunque -socavado el revestimiento por los años, <span class="sidenote">Pone -cerco<br/> a la ciudad.</span> intimaron la rendición al gobernador -que respondió con honrosa arrogancia. Entonces decidiose a formalizar -el cerco el general Mahy, y allí le dejaremos para acudir a donde nos -llaman los gloriosos hechos de las orillas del Miño.</p> - -<div class="sidenote">Crece<br/> la insurrección<br/> de Galicia.</div> - -<p>Luego que el mariscal Soult hubo pasado de Orense vía de Portugal, -la insurrección del paisanaje gallego se aumentó, cundiendo por las -feligresías de las provincias de Tuy, Lugo, Orense y Santiago hasta las -riberas del Ulla y aún más allá. Por todas partes aparecieron jefes -para acaudillarla, y Romana y la central enviaron también algunos -que la fomentasen. Entre los primeros fueron los más distinguidos -los abades ya nombrados de Couto y Valladares, y además<span -class="pagenum" id="Page_367">p. 367</span> un caballero de nombre -Don Joaquín Tenreiro, el alcalde de Tuy Don Cosme de Seoane y Don -Manuel Cordido, labrador y juez de Cotobad. Así indistintamente se -aunaban todas las clases contra el enemigo común. El último hizo guerra -terrible en la carretera de Pontevedra a Santiago, los otros después -de varios choques recorriendo la tierra de Tuy y Vigo, obligaron a los -franceses a encerrarse en el recinto de ambas plazas. De los emisarios -de Romana diéronse particularmente a conocer los capitanes Don Bernardo -González, dicho Cachamuiña del pueblo de donde era natural, y Don -Francisco Colombo, incomodando mucho el primero a los enemigos por la -parte de Soutelo de montes y puente de Ledesma. Fueron los enviados -de la central el teniente coronel Don Manuel García del Barrio, el -entonces alférez Don Pablo Morillo, y el canónigo de Santiago Don -Manuel de Acuña, gallego, y de familia que tenía deudos y amigos en el -país. Llegaron estos cuando todavía el marqués de la Romana estaba en -el valle de Monterrey, y permaneciendo Barrio en su compañía hasta que -partió a Asturias, envió hacia Tuy a los otros dos comisionados para -obrar de acuerdo con los que por allí lidiaban contra los franceses.</p> - -<p>Además no hubo partido ni punto en que antes o después no fuesen -molestados: así sucedió en Trasdeza, no lejos de Santiago, en que -se formó una junta, y mandaron la gente los hermanos estudiantes -Don Benito y Don Gregorio Martínez: así en Muros, en Corcubión, en -Monforte de Lemos aunque con la desgracia en las<span class="pagenum" -id="Page_368">p. 368</span> tres últimas villas de haber sido -incendiadas y horrorosamente puestas a saco. No desanimándose los -moradores por tamaños contratiempos, sabedor Barrio de que en las -alturas de Lobera reunía bastante gente el administrador de rentas de -la Boullosa Don José Joaquín Márquez, incorporósele el 17 de marzo -viniendo de hacia Chaves. <span class="sidenote">Barrio.<br/> Junta -de Lobera.</span> Reconocido Barrio como comisionado de la central, -convino con los demás en congregar una junta compuesta de vocales del -partido y de las personas que más habían contribuido al levantamiento -de otras feligresías. Verificose en efecto, instalándose el 21 del -mismo mes de marzo en aquellas alturas y en campo raso, renovando la -sencillez de los tiempos primitivos. Sujetáronse todos a la autoridad -creada, nombrose presidente al obispo de Orense y sin detención se -tomaron disposiciones que mantuvieron e impulsaron más ordenadamente -la insurrección. Al Márquez, hombre esforzado y que había trabajado en -favor de la causa común más que los otros, diósele el mando de un nuevo -regimiento que se apellidó de Lobera, y mandósele ir a reforzar a los -que bloqueaban a Tuy. También se expidió orden a Cachamuiña para que -de Soutelo cayese sobre Vigo y engrosase el número de los sitiadores. -Dispusiéronse asimismo para entonces y para después varias otras -correrías, en especial hacia Lugo y valle de Valdeorras, acaudillando -siempre el paisanaje Don Juan Bernardo de Quiroga y su hermano el abad -de Casoyo.</p> - -<div class="sidenote">Sitia Vigo<br/> el abad<br/> de Valladares.</div> - -<p>Entre tanto seguían apretando a las ciudades de Tuy y Vigo los -abades de Couto y Valladares.<span class="pagenum" id="Page_369">p. -369</span> Guarnecían a la última 1300 franceses al mando del jefe -de escuadrón Chalot. Aunque es aquel puerto uno de los mejores y más -abrigados de España, la fortificación de tierra es defectuosa, y a su -muralla baja en algunas partes y sin foso la domina a corta distancia -el castillo del Castro. Sin embargo la plaza estaba bien provista y -artillada. Estrechábala el abad de Valladares Don Juan Rosendo Arias -Henríquez, a quien se le había agregado la gente que en el valle de -Fragoso había levantado <span class="sidenote">Limia.</span> su anciano -alcalde Don Cayetano Limia, para lo que le facilitó armas el crucero -inglés de la inmediata costa. <span class="sidenote">Tenreiro<br/> y -el portugués<br/> Almeida.</span> Asimismo se le juntó Don Joaquín -Tenreiro que con el portugués Don Juan Bautista Almeida había recogido -muchos voluntarios de algunos valles, engrosándose de este modo -considerablemente el número de sitiadores.</p> - -<div class="sidenote">Morillo.</div> - -<p>También en marzo se presentó entre ellos Don Pablo Morillo, quien -enterado de que una columna francesa intentaba, encaminándose del -lado de Pontevedra, venir al socorro de la plaza, corrió al Puente -de Sampayo para reconocerle y asegurar su defensa, como lo verificó -ayudado <span class="sidenote">Gogo.</span> de Don Antonio Gogo, vecino -de Marín, que capitaneaba una partida numerosa de paisanos y era dueño -de dos piezas de artillería. Colocó estas Morillo con otras tres que -fueron de Redondela en el paso del puente, que fortalecido dejó al -mando de Don Juan de Odogerti, comandante de tres lanchas cañoneras. -Volviose luego Don Pablo al sitio de Vigo, y en su compañía 300 -hombres mandados por Don Bernardo González Cachamuiña y D. Francisco -Colombo.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_370">p. 370</span></p> - -<div class="sidenote">Ríndese Vigo<br/> a los españoles.</div> - -<p>Había el abad de Valladares intimado a la plaza varias veces la -rendición sin que el comandante francés quisiera abrir las puertas, -pareciéndole vergonzoso y poco seguro capitular con paisanos. -Tornó como hemos dicho Morillo, y ya por sus activas y acertadas -disposiciones, y ya por haber sido enviado de Sevilla, eleváronle los -sitiadores a coronel, y reconociéronle como superior, a fin de que a -vista de un militar cesasen los escrúpulos y recelos del comandante -francés. Sin tardanza repitió el nuevo jefe español una áspera -intimación, amenazando el 27 de marzo con tomar por asalto la plaza -y no dar cuartel. Pidieron los franceses 24 horas de término para -contestar, y no accediendo Morillo, rindiéronse por fin, concedidos que -les fueron los honores de la guerra, y con la cláusula de que serían -llevados prisioneros a Inglaterra, por lo cual firmó la capitulación -en unión con el jefe español el comandante británico del crucero. -Exigió además Morillo que inmediatamente se ratificase lo convenido, -pues si no, acometería la plaza. Retardábase la respuesta, y a las -ocho de la noche aproximáronse a sus muros los sitiadores, arrojándose -a la Puerta de Camboa para hacerla astillas y armado de un hacha un -marinero anciano que cayó muerto de un balazo: ocupó su puesto y tomó -el hacha González Cachamuiña, y rompiola aunque herido en varias partes -de su cuerpo. Íbase ya a entrar por ella cuando Morillo recibió la -ratificación, y a duras penas pudo con su recia voz hacer cesar el -fuego y detener a los suyos que se posesionaron de la plaza al día -siguiente 28. No<span class="pagenum" id="Page_371">p. 371</span> hubo -en su reconquista ni ingenieros ni cañones, ganada solo a impulsos -del patriotismo gallego. Entregáronse prisioneros 1213 hombres y 46 -oficiales, y cogiéronse otras preseas con 117.000 francos en moneda de -Francia. A poco de haberse rendido súpose que de Tuy acudían soldados -enemigos en auxilio de la guarnición de Vigo: diose priesa Morillo a -enviar a su encuentro personas y gente de su confianza, quienes los -deshicieron, mataron a muchos y aun tomaron 72 prisioneros que se -pusieron a bordo juntamente con los de Vigo.</p> - -<div class="sidenote">Bloqueo de Tuy.</div> - -<p>Sin embargo la facilidad con que se enviaba este socorro mostraba -no ser riguroso el bloqueo de Tuy. Habíale comenzado el 15 de marzo -el abad de Couto, y con él el juez y procurador general de la misma -ciudad y otros caudillos. También concurrieron portugueses de la -orilla opuesta, y la plaza de Valencia situada enfrente había tratado -de molestar a los franceses con sus fuegos. Libertado Vigo esperábase -que el cerco tendría pronto y feliz éxito, pues además de acudir desde -allí con su gente Morillo, Tenreiro, Almeida y otros, vino también por -su lado Don Manuel García del Barrio, reconocido comandante general -por la junta de Lobera. Pero tanto concurso de jefes y caudillos no -sirvió sino para suscitar celos y rencillas. Morillo fuese en comisión -camino de Santiago, y los otros en especial Barrio y Tenreiro, el uno -presuntuoso y el otro díscolo de condición, desaviniéronse y ocupáronse -en recíprocos piques y zaherimientos. Y así este bloqueo sostenido con -cañones y más gente fue mal dirigido y al cabo<span class="pagenum" -id="Page_372">p. 372</span> se malogró. Mandaba dentro el general -Lamartinière, y el 6 de abril haciendo una salida apoderose de cuatro -piezas colocadas en la altura de Francos no muy distante de la ciudad. -Ocurrida esta desgracia, y agriándose más los ánimos, diose lugar a que -llegasen socorros a Tuy avanzando del lado de Santiago una columna de -infantería y caballería a las órdenes del general Maucune, y otra del -lado de Portugal mandada por el general Heudelet que enviaba Soult, -ya posesionado de Oporto, para recoger la artillería que allí había -dejado.</p> - -<p>Enseñoreose el 10 de abril sin resistencia el general Heudelet de -Valencia del Miño. Sabedores los españoles que bloqueaban a Tuy de -aquel suceso, <span class="sidenote">Le alzan.</span> levantaron el -sitio quedándose unos en las alturas que median entre esta plaza y -la de Vigo, y alejándose otros con Barrio a Puente Arcas. Al mismo -tiempo los franceses que venían de Santiago arrollaron a la gente -de Morillo en el camino de Redondela, y en venganza incendiaron la -villa, metiéndose después parte de ellos en Tuy, y tornando los -otros con el general Maucune al punto de donde habían salido. <span -class="sidenote">Evacúan<br/> la ciudad<br/> los franceses.</span> -Socorrida la plaza sacaron los enemigos todos sus efectos y artillería, -y temiendo nuevo bloqueo la abandonaron el 16, y se unieron con los de -Valencia.</p> - -<p>Por tanto, si no tuvo dichoso remate el cerco de Tuy consiguiose -por lo menos infundir recelo en los franceses, y ver desembarazada -la margen derecha del Miño. Esmeráronse entonces aquellos naturales -en arreglar y disciplinar <span class="sidenote">Se crea<br/> y -aumenta<br/> la división<br/> del Miño.</span> la gente que se había -levantado, y que se denominó<span class="pagenum" id="Page_373">p. -373</span> división del Miño, creando varios regimientos que se -distinguieron en posteriores acciones. Incorporose a ella la partida -de Don José María Vázquez, conocido en Castilla por sus hechos con -el nombre del Salamanquino, y al fin aumentose su fuerza, <span -class="sidenote">Mándala<br/> Don Martín<br/> de la Carrera.</span> y -ganó en la opinión gran peso con ponerse a la cabeza el 7 de mayo Don -Martín de la Carrera, según el deseo público, y cediéndole Barrio las -facultades que tenía del gobierno supremo.</p> - -<div class="sidenote">Desbarata<br/> a los franceses<br/> en el -campo<br/> de la Estrella.</div> - -<p>Había Don Martín permanecido todo aquel tiempo en la Puebla de -Sanabria juntando dispersos. Unido a la división del Miño completó -hasta unos 16.000 hombres, y además tenía algunos caballos y nueve -cañones. Adelantose con parte de su gente por la provincia de Tuy -a Santiago, de cuya ciudad salieron a repelerle el 23 de mayo unos -3000 infantes y 300 caballos a las órdenes del general Maucune, -acometiéndole en el campo de la Estrella. Los desbarató Carrera, -persiguiéndolos y metiéndose primero que nadie en la ciudad de Santiago -Don Pablo Morillo. Cogiéronse allí fusiles y vestuarios y cuarenta y -una arrobas de plata labrada, sin contar otra mucha de los templos. -Recibidos los nuestros con universal regocijo, hubieron sin embargo -de retirarse por las operaciones combinadas que luego meditaron -los mariscales Ney y Soult, de vuelta uno de Asturias y otro de -Portugal.</p> - -<div class="sidenote">Campaña<br/> de Soult<br/> en Portugal.</div> - -<p>La campaña del último en este reino había terminado con suma -desdicha de sus armas. Recorreremos lo que allí pasó con rapidez, según -es nuestra costumbre en las cosas de Portugal. Pisó el 10 de marzo la -frontera lusitana el mariscal<span class="pagenum" id="Page_374">p. -374</span> Soult, <span class="sidenote">Entran<br/> los franceses<br/> -en Chaves.</span> y el 11 se le rindió Chaves, plaza en la provincia -de Tras-os-Montes en mal estado, y que aún conservaba las brechas de -la guerra con España de 1762. Penetró con 21.000 hombres, retirándose -el general Silveira hacia Vila Pouca. El 13 continuaron los franceses -su marcha a Braga, con gran recelo de las fuerzas que allí mandaba -Bernardino Freire. En este tránsito lleno de desfiladeros encontraron -mucha oposición, teniendo que caminar lentamente y escasos de -mantenimientos. <span class="sidenote">En Braga.</span> Acercándose -al fin a Braga no pensó Freire, general poco respetado, en que se -pudiese defender la ciudad, y así dispuso retirarse. Enojado el pueblo -le arrestó en un pueblo inmediato y le volvió a Braga, en donde fue -bárbaramente asesinado. Viose entonces su segundo, el barón de Ebben, -en la necesidad de defender con gente colecticia la posición de -Carballo, legua y media distante, de la que apoderados los franceses -penetraron el 20 en Braga, <span class="sidenote">Asoman<br/> a -Oporto.</span> asomando el 28 a Oporto, vencidos otros obstáculos no -menos dificultosos.</p> - -<p>Intimó luego la rendición el mariscal Soult a esta ciudad, que -situada a la derecha de Duero y a una legua de su embocadura, es por su -población de 70.000 almas y por su gran comercio la primera de Portugal -después de Lisboa. El ánimo de los naturales mostrábase levantado, -tanto más cuanto con la invasión francesa veían estancado y destruido -su principal tráfico, que consiste en la salida de sus vinos para -Inglaterra. <span class="sidenote">Estado<br/> de la ciudad.</span> -Con objeto de defender la ciudad se había en su derredor construido -un campo atrincherado erizado de cañones, cuya derecha se apoyaba -en<span class="pagenum" id="Page_375">p. 375</span> el Duero, y la -izquierda en los fuertes vecinos al mar; además habían atajado las -calles, y colocado en ellas y en diversos puntos muchas piezas de -artillería. La exaltación popular era tal que fueron víctima de ella -varias personas, y con dificultad pudo el mariscal Soult intimar la -rendición, no queriendo la ciudad dar oídos a tregua ni convenio. Hubo -también ocasión en que so color de querer escuchar las proposiciones -cogieron a los parlamentarios, como aconteció al general Foy que se -llevaron prisionero con grave riesgo de su persona. Mandaba en jefe -el obispo, pero la víspera del ataque abandonó la ciudad poniendo en -su lugar al general Parreiras. <span class="sidenote">Éntranla<br/> -los franceses.</span> Acometieron los franceses las líneas el 29 -de marzo, que de grande extensión, mal dispuestas y defendidas por -gente allegadiza, fueron ganadas sin grande esfuerzo, entrando en la -ciudad los vencedores, y haciendo su caballería tremenda matanza. -Los habitantes huyendo del peligro se avalanzaron al puente de -Duero, que formado de barcas rompiose con el gentío, y allí fueron -las mayores lástimas ahogándose unos y ametrallando a otros los -franceses desapiadadamente. <span class="sidenote">Gran matanza.</span> -Perecieron de 3 a 4000 personas, de ellas muchas mujeres y niños. Hubo -hechos que ensalzaron al ya tan ilustrado valor de los portugueses: 200 -hombres esforzados se defendieron en la catedral hasta que no quedó uno -con vida.</p> - -<div class="sidenote">Conducta del<br/> mariscal Soult.</div> - -<p>Siguiéronse deplorables excesos, no pudiendo Soult contener los -ímpetus desmandados de su tropa. Este mariscal procuró entonces y -después granjearse la voluntad de los moradores,<span class="pagenum" -id="Page_376">p. 376</span> aun imitándolos en las prácticas de un -fervoroso celo religioso.</p> - -<p>Sus votos y ofrendas, y el particular cuidado del mariscal en -agradar a los portugueses, dieron a sospechar si pensaba a modo de -Junot ceñir la corona lusitana. <span class="sidenote">Pídenle sea -rey.</span> Vino como en apoyo la exposición seguida de otras, que se -imprimió y publicó, de doce habitantes de Braga, en la que llamándole -padre y libertador se mostraba deseo de que Napoleón le nombrase por su -rey. Y aunque es cierto que el mariscal les replicó que no pendía de -él darles respuesta, la mera publicación de aquella demanda en país en -donde él era árbitro de impedirla o autorizarla, manifestaba que si no -dimanaba de sugestiones suyas por lo menos no era desagradable a sus -oídos.</p> - -<div class="sidenote">Sus providencias.</div> - -<p>Posesionados los franceses de Oporto no prosiguieron a Lisboa, -así por la oposición que encontraron en el país, como también por -ignorar el paradero del general Lapisse y del mariscal Victor, cuyos -movimientos del lado de Castilla y Extremadura debieron corresponder -con el de Galicia. Limitáronse pues a conservar lo ganado, y a -prepararse para más adelante. Ya hablamos como con este objeto y el -de tener la artillería que quedó en Tuy, había retrocedido hacia -esta plaza y desembarazádola de sitiadores el general Heudelet: otro -tanto trataron de hacer los enemigos por la parte de Chaves, <span -class="sidenote">Silveira<br/> recobra Chaves.</span> cuya ciudad había -recobrado el 20 de marzo el general Silveira, extendiéndose después -por el Támega hasta Amarante y Peñafiel. Reforzado luego el mismo -general, y molestando incansablemente a los franceses, permaneció en -aquellos<span class="pagenum" id="Page_377">p. 377</span> sitios cerca -de un mes; pero en 18 de abril queriendo el mariscal Soult abrir paso -y tener libres las comunicaciones con Tras-os-Montes, envió al general -Delaborde auxiliado de fuerza considerable. Al aproximarse situose -Silveira en Amarante, y defendió con tal tesón el paso del puente que -no pudieron superar los franceses hasta el 2 de mayo los obstáculos que -se les oponían. Defensa para él muy honrosa aunque tuviese por entonces -que alejarse momentáneamente.</p> - -<div class="sidenote">Coronel Trant.</div> - -<p>Al mediodía de Oporto y camino de Lisboa no dilataron los franceses -sus excursiones y correrías más allá del Vouga, persuadidos de que -resguardaban a Coimbra numerosas fuerzas. Sin embargo reducíanse estas -a unos 4000 hombres mal disciplinados, y a una turba de paisanos que -mandaba el coronel Trant, quien no pudo hacer otra cosa sino maniobrar -con acierto, aparentando mayores medios que los que tenía. Mas como -eran cortos se hubiera encaminado al fin el mariscal Soult a Lisboa -luego que supo las resultas de la batalla de Medellín, si no hubiesen -llegado inmediatamente grandes refuerzos al ejército inglés de -Portugal.</p> - -<div class="sidenote">Regencia<br/> de Portugal.</div> - -<p>Continuaba gobernando a este reino la regencia restablecida después -de la evacuación de Junot. La gente que había levantado nunca había -salido de sus lindes, no obstante las repetidas instancias de la -junta central. Obró quizá el gobierno portugués cuerdamente en no -acceder a ellas hallándose todavía su tropa bastante indisciplinada. -<span class="sidenote">Cradock<br/> y los ingleses.</span> De los -ingleses habían quedado unos 10.000 hombres a las órdenes de Sir Juan -Cradock, contra los que prorrumpieron en grande<span class="pagenum" -id="Page_378">p. 378</span> enojo los portugueses a causa de las -muestras que dieron de embarcarse al saber la suerte de Moore, -apareciendo en sus providencias, más que premeditado plan, desconcierto -y abatimiento. Aquietado en fin el general inglés por órdenes -posteriores de su gabinete permaneció en Lisboa, adelantándose después -a Leiría al mismo tiempo que el ejército portugués se situaba en Tomar, -el cual sin contar con las fuerzas de Silveira, la legión lusitana -y las reuniones de paisanos, constaba de unos 15 a 20.000 hombres. -<span class="sidenote">Beresford manda<br/> a los portugueses.</span> -Disciplinábalos el general Beresford autorizado desde el mes de febrero -por el príncipe regente de Portugal para obrar como comandante en jefe -de sus tropas.</p> - -<div class="sidenote">Refuérzase<br/> el ejército inglés.</div> - -<p>Así andaban las cosas en aquel reino, cuando el gobierno británico, -viendo que España no se sometía al yugo extranjero a pesar de sus -desgracias y de la retirada de Moore, y vislumbrando también la -guerra entre Austria y Francia, determinó probar de nuevo fortuna -en la península reforzando considerablemente su ejército, <span -class="sidenote">Sir Arthur<br/> Wellesley<br/> nombrado<br/> general -en jefe.</span> y poniéndole a las órdenes de Sir Arthur Wellesley, -ceñido ya con los laureles de Roliça y Vimeiro. Fueron llegando -sucesivamente las tropas a las costas portuguesas, y su general en -jefe desembarcó en Lisboa el 22 de abril, bien recibido y obsequiado -de sus moradores. Poco después el 29 púsose en marcha sobre Coimbra, -<span class="sidenote">Sus providencias.</span> llevando consigo 20.000 -ingleses y 8000 portugueses. Doce mil de los últimos con dos brigadas -británicas a las órdenes del general Mackenzie se apostaron en Santarén -y Abrantes, adelantándose un regimiento de milicias y la legión -lusitana,<span class="pagenum" id="Page_379">p. 379</span> al cargo -ahora del coronel Mayne, hasta el puente de Alcántara. Sir Roberto -Wilson que poco antes mandaba dicha legión, hallábase destacado con un -corto cuerpo de portugueses hacia Viseo. <span class="sidenote">Avanza -a Coimbra.</span> El general Wellesley llegó a Coimbra el 2 de mayo -prefiriendo antes arrojar a Soult de Portugal que obrar por Extremadura -de concierto con Cuesta, según era el deseo de este caudillo y el del -gobierno español.</p> - -<div class="sidenote">Situación<br/> de los franceses.</div> - -<p>Los franceses no se habían movido de Oporto y de sus puestos del -Vouga. En su ejército manifestábase disgusto, aburridos todos y -cansados con aquella clase de guerra, y fomentando gran descontento una -sociedad secreta, llamada de los filadelfos, cuyo objeto era destruir -la dinastía imperial y restablecer en Francia un gobierno republicano. -<span class="sidenote">Sociedad secreta<br/> de los filadelfos.</span> -Entre los que la componían había oficiales superiores, y tenían pensado -poner a su cabeza al mariscal Ney o al general Gouvion Saint-Cyr. -Extendíanse las ramificaciones de la sociedad a los demás ejércitos -de Napoleón, y en el de España no abandonaron los conspiradores -su proyecto hasta el año 10. Había echado profundas raíces en las -tropas del mariscal Soult, y eran tantos los partícipes del secreto, -que enviado para abrir tratos acerca de ello el ayudante mayor Mr. -D’Argenton, pudo sin tropiezo ir hasta Lisboa, y con tal desembozo que -inspiró desconfianza en Sir Arthur Wellesley, por lo cual respondió -este al emisario francés que rebelárase o no su ejército le atacaría -en tanto que se mantuviese en Portugal: sin embargo añadió que si -se declaraba contra Bonaparte se ajustaría quizá un convenio para -su<span class="pagenum" id="Page_380">p. 380</span> retirada. Otros -jefes parece ser que tuvieron también conferencias con el general -británico, y de ellos se citan a los coroneles Donadieu y Lafitte. -Mas D’Argenton de vuelta a Oporto habiéndose descubierto al general -Lefebvre que creía en la trama o favorable a ella, fue arrestado -en la noche del 8 al 9 de mayo teniendo pasaportes del almirante -inglés Berkley. <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_8-8" -id="Ll_8-8">8-8</a>.)</span> Dilatose su castigo para averiguar cuáles -fuesen sus cómplices, y ayudado de estos tuvo ocasión de escaparse y -pasar a Inglaterra.[*]</p> - -<p>Sobresaltó al mariscal Soult tan funesto acontecimiento que -realizaba anteriores sospechas, al paso que aguijó por su parte al -general Wellesley a avanzar prontamente, no contando sin embargo mucho -con la sublevación del ejército contrario. <span class="sidenote">Plan -de Wellesley.</span> Era el plan del general inglés envolver a Soult, -y obligarle a una retirada desastrada o a rendirse. Y conforme a su -pensamiento dispuso que el general Beresford con las tropas de su -mando, y las portuguesas que estaban en Viseo a las órdenes de Sir -Roberto Wilson, se dirigiesen anticipadamente por Lamego, y pasasen el -Duero para juntarse en Amarante con Silveira, cuya retirada todavía -se ignoraba. Hecho este movimiento la demás fuerza británica debía -avanzar en dos columnas sobre Oporto, una vía de Aveiro y otra por el -camino real. No se varió el plan aunque se supo luego el descalabro -de Silveira, y el 6 de mayo se empezó la operación convenida. El 10 y -el 11 fue arrojado de las alturas de Grijo el general Franceschi que -mandaba la vanguardia de los enemigos, la cual en seguida repasó el -Duero.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_381">p. 381</span></p> - -<div class="sidenote">Se apoderan<br/> los ingleses<br/> de -Oporto.</div> - -<p>El mariscal Soult tomando sin tardanza disposiciones para evacuar a -Oporto y asegurar su retirada, voló el puente de barcas y retuvo en la -margen derecha todos los botes. Dio vista el 12 a la ciudad Sir Arthur -Wellesley, y aunque cercano separábale la profunda y rápida corriente -de Duero. No teniendo prontos los medios necesarios para atravesarla, -hubiera Soult podido retirarse tranquilamente a Galicia si un feliz -acaso no hubiese servido a ayudar la combinación que para la travesía -preparaba el general inglés, quien había destacado río arriba al -general Murray a fin de que cruzase el Duero por Avintas y cayese sobre -el flanco del enemigo al tiempo que este fuese atacado por el frente. -Partió Murray; mas dudábase sobre el modo de verificar el paso a la -sazón que el coronel Waters descubrió en un recodo que forma el río -un pequeño bote con el que yendo a la otra orilla, acompañado de dos -o tres individuos, se apoderó sin ser notado de cuatro grandes barcas -abandonadas, y de priesa trájolas del lado de los suyos. Al instante -y el mismo 12 a las diez del día pasó en ellas el Duero Lord Paget -con tres compañías. Siguieron otros, permaneciendo los enemigos tan -descuidados que burlándose de los primeros avisos que dio un oficial, -a nada dieron crédito hasta que el general Foy subiendo casualmente a -la altura que se eleva enfrente del convento de Serra, advirtió que -en efecto pasaban los ingleses el río. Entonces todo el campo francés -se conmovió y se puso sobre las armas. Trabose entre los soldados de -ambos ejércitos un vivísimo choque, agolpáronse sucesivamente de uno y -otro lado tropas, y<span class="pagenum" id="Page_382">p. 382</span> -llegando en fin de Avintas el general Murray abandonaron los franceses -a Oporto, perseguidos por los ingleses hasta cierta distancia de la -ciudad. La matanza fue grande. Cayeron heridos los generales Delaborde -y Foy de una parte, y Lord Paget de la contraria, sin contar otros -muchos de ambas. Censurose agriamente en su propio ejército al mariscal -Soult por el descuido de dejar a los ingleses pasar en medio del día -sin resistencia un río tan caudaloso como por allí corre el Duero.</p> - -<div class="sidenote">Apuros de Soult.</div> - -<p>Después de la salida de Oporto dos caminos le quedaban a dicho -mariscal para retirarse, si quería conservar su artillería; uno por -puente de Lima y Valencia de Miño, y el otro por el lado de Amarante. -Contaba con que el último paso sería resguardado por el general -Loison; mas este perseguido por los generales Beresford, Silveira y -Wilson, le abandonó y puso a Soult en el mayor aprieto, sobre todo no -pudiendo ir por el otro camino de puente de Lima sin encontrarse con el -general Wellesley. Aunque rodeado de inminentes peligros no se abatió -el mariscal francés, y con entereza y prontitud de ánimo admirables, -destruyendo la artillería y los carruajes, y acallando las voces que -ya se oían de capitulación, echose por medio de senderos estrechos y -casi intransitables, guiado en su laberinto por un hombre de la Navarra -francesa, de los que van a España a ejercer una profesión lucrativa -si bien poco honrosa. El tiempo aunque en mayo era lluvioso, los -trabajos grandes, la persecución y molestia de los paisanos continua, -precipitándose a veces hombres y caballos<span class="pagenum" -id="Page_383">p. 383</span> por aquellos abismos y derrumbaderos. De -suerte que hasta cierto punto renovaba ahora el mariscal Soult la -escena que meses antes había representado el general Moore cuando él -iba en su perseguimiento. Los pueblos del tránsito fueron quemados y -sus habitantes tratados cruelmente, y al mismo son que ellos cuando -podían trataban a los franceses. <span class="sidenote">Pasa la -frontera.</span> Llegó el ejército de estos el 17 a Montealegre y el 18 -pasó la frontera, no siguiendo el alcance los ingleses tierra adentro -de España por querer su general retroceder a Extremadura, según antes -había prometido a Cuesta. Subió a bastante la pérdida de los enemigos -en la retirada, y sin la celeridad y consumada pericia del mariscal -Soult difícilmente se hubieran libertado de caer en manos del inglés, -cuya excesiva prudencia motejaron muchos. <span class="sidenote">Llega -a Lugo.</span> Llegaron los franceses a Lugo el 23, habiéndolos -molestado poco el paisanaje español que estaba como desprevenido.</p> - -<div class="sidenote">Levanta Mahy<br/> el cerco.</div> - -<p>La víspera, sabedor el general Mahy de que se acercaban, levantó el -sitio que había poco antes puesto a aquella ciudad y se replegó a la de -Mondoñedo. <span class="sidenote">Encuéntrase<br/> con Romana<br/> en -Mondoñedo.</span> Encontráronse allí el 24 él y Romana, procedente el -último de Ribadeo, a donde había desembarcado, salvándose de Asturias. -Mal colocados entonces y expuestos a ser cogidos entre los mariscales -Ney y Soult, resolvieron los generales españoles emprender por medio de -<span class="sidenote">Marcha atrevida<br/> de los españoles.</span> -una marcha atrevida un movimiento hacia el Sil, para abrigarse de -Portugal, cruzando con cautela el camino real en las inmediaciones de -Lugo. Verificose así felizmente, y por Monforte tomaron los nuestros a -Orense. Aunque<span class="pagenum" id="Page_384">p. 384</span> esta -marcha era necesaria así para esquivar, como hemos dicho, el encuentro -de los mariscales franceses, como también para darse la mano con Don -Martín de la Carrera y las fuerzas que había en las provincias de Tuy -y Santiago, <span class="sidenote">Descontento<br/> del soldado<br/> -con Romana.</span> disgustó mucho al soldado que comenzaba a murmurar -de tanto camino como sin fruto había andado, apellidando al de la -Romana marqués de las Romerías: porque en efecto si bien era loable -su constancia en los trabajos y la conformidad con que sobrellevaba -las escaseces y miseria, nunca se había visto salir de su mente otra -providencia que la de marchar y contramarchar, y las más veces a -tientas, de improviso y precipitadamente, falto de plan, a la ventura, -y como suele decirse, a la buena de Dios. Solo en su ausencia y en los -puntos en que no se hallaba peleábase, y jefes entendidos y diligentes -procuraban introducir mayor arreglo y obrar con más concierto y -actividad. El único, pero en verdad gran servicio, que hizo Romana fue -el de mantenerse constante en la buena causa, y el de alimentar con su -nombre las esperanzas y bríos de los gallegos.</p> - -<div class="sidenote">Ney y Soult<br/> en Lugo.</div> - -<p>Mas las tropas que mandaba, por poco numerosas que fuesen, si se -unían con las que estaban hacia la parte de Pontevedra y fomentaban -de cerca la insurrección de la tierra, ponían en peligro a los -franceses exigiendo de ellos prontas y acordadas medidas. Tales -eran las que tomaron en Lugo el 29 de mayo los mariscales Soult y -Ney de vuelta ya este de su rápida excursión en Asturias. <span -class="sidenote">Conciértanse<br/> para destruir el<br/> ejército -español.</span> Según ellas, debía el primero perseguir y dispersar a -Romana, dirigiéndose<span class="pagenum" id="Page_385">p. 385</span> -sobre la puebla de Sanabria, y conservar por Orense comunicación con -el segundo, quien, derrotado que fuese Carrera, había de avanzar a -Tuy y Vigo para sofocar del todo la insurrección. Púsose pues el -mariscal Ney en camino con 8000 infantes y 1200 caballos, y avanzó -contra la división del Miño animada del mayor entusiasmo. <span -class="sidenote">Conde<br/> de Noroña,<br/> 2.º comandante<br/> de -Galicia.</span> La mandaba entonces en jefe el conde de Noroña, -nombrado por la central segundo comandante de Galicia, mas este tuvo -el buen juicio de seguir el dictamen de Carrera, de Morillo y de otros -jefes que por aquellas partes y antes de su llegada se habían señalado; -con lo cual obraron todos muy de concierto.</p> - -<div class="sidenote">Acción del Puente<br/> de Sampayo.</div> - -<p>Al aviso de que Ney se aproximaba cejaron los nuestros a Sampayo, -punto en donde resolvieron hacerle rostro. Mas cortado anteriormente -el puente por Morillo, hubo que formar otro de priesa con barcas -y tablazón, dirigiendo la obra con actividad y particular tino el -teniente coronel Don José Castellar. Eran los españoles en número de -10.000, 4000 sin fusiles, y el 7 de junio muy de mañana acabaron todos -de pasar, atajando después y por segunda vez el puente. A las nueve del -mismo día aparecieron los franceses en la orilla opuesta, y desde luego -se rompió de ambos lados vivísimo fuego. Los españoles se aprovecharon -de las baterías que antes había levantado Don Pablo Morillo, y aun -establecieron otras: los principales fuegos enfilaban de lo alto de una -eminencia el camino que viene al puente; ocupose el paso de Caldelas -dos leguas río arriba por Don Ambrosio de la Cuadra que regía la -vanguardia, y por<span class="pagenum" id="Page_386">p. 386</span> -Don José Joaquín Márquez comandante del regimiento de Lobera; apoyose -la derecha de Sampayo en un terreno escabroso, y la izquierda estaba -amparada de la ría en donde se habían colocado lanchas cañoneras. Duró -el fuego hasta las tres de la tarde sin que los franceses consiguiesen -cosa alguna. Renovose con mayor furor al día siguiente 8, buscando -los enemigos medio de pasar por su derecha un vado largo que queda -a marea baja, y de envolver por su izquierda el costado nuestro que -estaba del lado del puente de Caldelas y vados de Sotomayor. Rechazados -en todas partes vieron ser infructuosos sus ataques, y al amanecer -del 9 se retiraron a las calladas, después de haber experimentado -considerable pérdida. Señaláronse entre los nuestros, y bajo el mando -del conde de Noroña, La Carrera, Cuadra, Roselló, que gobernaba la -artillería, Castellar, Márquez y D. Pablo Morillo; por su parte también -se manejaron con destreza los marinos, y sin duda fue muy gloriosa para -las armas españolas la defensa del Puente de Sampayo.</p> - -<div class="sidenote">Soult trata<br/> de pasar<br/> a Castilla.</div> - -<p>Romana, en tanto, se había acogido a Orense al adelantarse el -mariscal Soult: mas en vez de seguir la huella del primero detúvose -este en Monforte algunos días. Lo alterado del país, noticias de la -guerra de Austria, y más que todo los celos y rivalidad que mediaban -entre él y el mariscal Ney le alejaron de continuar el perseguimiento -de Romana, y le decidieron a volver a Castilla. Para ello, no pudiendo -atravesar el Sil por allí falto de vados y de puentes, tuvo que -subir río arriba hasta Montefurado, así dicho<span class="pagenum" -id="Page_387">p. 387</span> por perforarle en una de sus faldas la -corriente del mismo Sil, obra según parece del tiempo de los romanos. -<span class="sidenote">Paisanos del Sil.</span> Los naturales de -los contornos, colocados en la orilla opuesta, le causaron grave mal, -acaudillados por el abad de Casoyo y su hermano Don Juan Quiroga. Para -vengarse del daño ahora y antes recibido, desde Montefurado mandó el -mariscal Soult al general Loison descender por la orilla izquierda del -Sil y castigar a los habitantes. <span class="sidenote">Quema<br/> -de varios pueblos.</span> Cumplió este tan largamente con el encargo -que asoló la tierra y varios pueblos fueron quemados, Castro de -Caldelas, San Clodio y otros menos conocidos. También padecieron mucho -los otros valles que recorrieron o atravesaron los enemigos. <span -class="sidenote">Romana<br/> en Celanova.</span> Romana retirose a -Celanova, y en seguida a Baltar, frontera de Portugal, en donde le -dejó tranquilo el mariscal Soult, <span class="sidenote">Soult<br/> en -la Puebla<br/> de Sanabria.</span> pues dirigiéndose por el camino de -las Portillas llegó el 23 a la Puebla de Sanabria, de cuyo punto se -retiraron a Ciudad Rodrigo después de haber clavado algunos cañones los -pocos españoles que le guarnecían.</p> - -<div class="sidenote">General<br/> Franceschi<br/> cogido por<br/> el -Capuchino.</div> - -<p>Soult permaneció en la Puebla breves días habiendo despachado a -Madrid a Franceschi para informar a José del estado de su ejército y -de sus necesidades. Aquel general partió de Zamora en posta a caballo -con otros dos compañeros, mas pasado Toro fueron todos cogidos e -interceptados los pliegos por una guerrilla que mandaba el capuchino -Fr. Julián de Délica. Los pliegos [*] <span class="sidenote">(* Ap. -n. <a href="#Ap_8-9" id="Ll_8-9">8-9</a>.)</span> eran importantes -así porque expresaban el quebranto y escaseces de aquellas tropas, -como también por indicarse en su contenido el mal ánimo de algunos -generales.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_388">p. 388</span></p> - -<div class="sidenote">Situación de Ney.</div> - -<p>Viéndose solo el mariscal Ney y abandonado de Soult, conoció lo -crítico de su situación. Con nada en realidad podía contar sino con la -fuerza que le quedaba, y era esta harto corta para hacer rostro a la -población armada, y al ejército bastante numeroso que contra él podían -ahora reunir sin embarazo los generales Romana y Noroña. El auxilio que -le prestaban los españoles sus allegados era casi nulo, y por decirlo -así perjudicial. <span class="sidenote">Mazarredo.</span> Había ido de -comisario regio el general de marina Mazarredo que separándose de su -profesión, en la que había adquirido bien merecido renombre, metiose -a dar proclamas y a esparcir entre los eclesiásticos y los pueblos -una especie de catecismo, por cuyo medio apoyándose en textos de la -Escritura, quería probar la conveniencia y obligación de reconocer -la autoridad intrusa. No conmovían las conciencias argumentos tan -extraños, al contrario las irritaban, provocando también a mofa ver -convertido en misionero político al que solo gozaba de reputación de -inteligente en la maniobra náutica. Hubo igualmente en Santiago un -director de policía <span class="sidenote">Bazán.</span> llamado Don -Pedro Bazán de Mendoza, doctor en Teología, el cual y otros cuantos de -la misma lechigada cometieron muchas tropelías y defraudaron plata y -caudales: denominaban los paisanos semejante reunión el conciliábulo -de Compostela. <span class="sidenote">Evacúa Ney<br/> Galicia.</span> -Rodeado por tanto de peligros y escaso de fuerzas y recursos, resolvió -Ney salir de Galicia, y el 22 evacuó la Coruña, enderezándose a Astorga -por el camino real; en cuyo tránsito asolaron sus tropas horrorosamente -pueblos y ciudades.</p> - -<p>Así tornó aquel reino a verse libre de enemigos<span -class="pagenum" id="Page_389">p. 389</span> al cabo de cinco meses de -ocupación, durante los cuales perdieron los franceses la mitad de la -tropa con que habían penetrado en aquel suelo, ya en las acciones con -los ingleses, ya en la terrible guerra con que les habían continuamente -molestado los ejércitos y población de Galicia y Portugal.</p> - -<div class="sidenote">Entra Noroña<br/> en la Coruña.</div> - -<p>A pocos días entró en la Coruña el conde de Noroña y la división del -Miño, siendo recibidos no solo con alborozo general y bien sentido, -sino también quedándose los espectadores admirados de que gente mal -pertrechada y tan varia en su formación y armamento hubiera conseguido -tan señaladas ventajas contra un ejército de la apariencia, práctica y -regularidad que asistían al de los franceses.</p> - -<p>Por entonces y antes de promediar junio fue también evacuado el -principado de Asturias. Además de lo ocurrido en Galicia y Portugal -aceleraron la retirada de los enemigos los movimientos y amago que -hicieron las tropas y paisanaje de la misma provincia. 18.000 hombres -la habían invadido: una parte, según en su lugar se dijo, volvió luego -a Galicia con el mariscal Ney, otra mandada por el general Bonnet -viose obligada a acudir a la montaña a donde la llamaba la marcha de -Don Francisco Ballesteros, y la restante fuerza sobrado débil para -resistir <span class="sidenote">Worster<br/> y Bárcena.</span> a los -generales Don Pedro de la Bárcena y Worster que avanzaban a Oviedo del -lado de poniente, salió con Kellermann camino de Castilla. El primero -de aquellos generales cayendo de Teberga sobre Grado había antes -arrojado de esta villa a unos 1300 franceses que<span class="pagenum" -id="Page_390">p. 390</span> estaban allí apostados, cogiendo 80 -prisioneros.</p> - -<div class="sidenote">Ballesteros pasa<br/> a Castilla<br/> y a las -montañas<br/> de Santander.</div> - -<p>Por la parte oriental del principado había reunido el general -Ballesteros más de 10.000 hombres. Entraba en su número un batallón -de la Princesa que había ido a Oviedo con Romana, y el cual mandado -por su coronel D. José O’Donnell se le había unido, no pudiendo -embarcarse en Gijón. También se agregó después el regimiento de Laredo -que pertenecía a las montañas de Santander y la partida o cuerpo -volante de D. Juan Díaz Porlier. Entusiasmado el general Ballesteros -con las memorias de Covadonga pensó que podían resucitar en aquel -sitio los días de Pelayo. Anduvo por tanto reacio en alejarse hasta -que falto de víveres y estrechado por el enemigo tuvo el 24 de mayo -que abandonar de noche la cueva y santuario, y trepar por las faldas -de elevados montes, no teniendo más dirección que la de sus cimas, -pues allí no había otra salida sino el camino que va a Cangas de -Onís, y este le ocupaban los franceses. En medio de afanes consiguió -Ballesteros llegar el 26 a Valdeburón en Castilla de donde se trasladó -a Potes. Meditando entonces lo más conveniente resolvió de acuerdo -con otros jefes acometer a Santander, cuya guarnición desprevenida -se juzgaba ser solo de 1000 hombres. Se encaminó con este propósito -a Torrelavega en donde se detuvo más de lo necesario. Por fin al -amanecer del 10 emprendiose la expedición, pero tan descuidadamente -que el enemigo se abrió paso dejando solo en nuestro poder 200 -prisioneros. <span class="sidenote">Ocupa Santander.</span> Entraron -las tropas de Ballesteros el mismo día en Santander, mas la ocupación -de esta ciudad no duró<span class="pagenum" id="Page_391">p. -391</span> largo tiempo. En la misma noche revolviendo sobre ella -los franceses ya reforzados, penetraron por sus calles y pusiéronlo -todo en tal confusión que los más de los nuestros se desbandaron, -y el general Ballesteros creyendo perdida su división se embarcó -precipitadamente con Don José O’Donnell en una lancha en que bogaron -por falta de remos y remeros dos soldados con sus fusiles. <span -class="sidenote">Intrepidez<br/> de Porlier.</span> Don Juan Díaz -Porlier se salvó con alguna tropa atravesando por medio de los enemigos -con la intrepidez que le distinguía. Fue también notable y digna de -la mayor alabanza la conducta del batallón de la Princesa, <span -class="sidenote">Marcha<br/> admirable<br/> del batallón<br/> de la -Princesa.</span> que privado de su fugitivo coronel y a las órdenes -del valiente oficial Garvayo conservó bastante orden y serenidad para -libertarse y pasar a Medina de Pomar, desde donde, ¡marcha admirable! -poniéndose en camino atravesó la Castilla y Aragón rodeado de peligros -y combates, y se incorporó en Molina con el general Villacampa.</p> - -<div class="sidenote">Romana<br/> en la Coruña.</div> - -<p>Libres en el mes de junio Asturias y Galicia, era ocasión de que -el marqués de la Romana, tan autorizado como estaba por el gobierno -supremo, emplease todo su anhelo en mejorar la condición de su -ejército, y la de ambas provincias. Entró en la Coruña poco después -que Noroña, y fue recibido con el entusiasmo que excitaba su nombre. -<span class="sidenote">Sus providencias<br/> y negligencia.</span> -Reasumió en su persona toda la autoridad, suprimió las juntas de -partido que se habían multiplicado con la insurrección, y nombró en -su lugar gobernadores militares. No contento con la destrucción de -aquellas corporaciones, trató de examinar con severidad la conducta -de varios de sus individuos, a quien se acusaba<span class="pagenum" -id="Page_392">p. 392</span> de desmanes en el ejercicio de su cargo, -procedimiento que desagradó. Pues al paso que se escudriñaban estos -excesos, nacidos por lo general de los apuros del tiempo, mostró el -marqués suma benignidad con los que habían abrazado el bando de los -enemigos. Por lo demás sus providencias en todos los ramos adolecieron -de aquella dejadez y negligencia característica de su ánimo. Suprimidas -las juntas cortó el vuelo al entusiasmo e influjo popular, y no -introdujo con los gobernadores que creó el orden y la energía que son -propias de la autoridad militar. Transcurrió más de un mes sin que se -recogiese el fruto de la evacuación francesa, no pasando el tiempo -aquel jefe sino en agasajos, y en escuchar las quejas y solicitudes de -personas que se creían agraviadas o que ansiaban colocaciones; y entre -ellas, como acontece, no andaban ni las realmente ofendidas ni las más -beneméritas. <span class="sidenote">Sale a Castilla.</span> Por fin -reunió el marqués la flor del ejército de Galicia y trató de salir a -Castilla.</p> - -<div class="sidenote">Nombra a Mahy<br/> para Asturias.</div> - -<p>Antes de efectuar su marcha envió a tomar el mando militar de -Asturias a Don Nicolás Mahy: el político y económico seguía al -cuidado de la junta que el mismo marqués había nombrado. <span -class="sidenote">Nombra<br/> a Ballesteros<br/> para mandar<br/> -10.000 hombres.</span> Ordenó además este que se le uniese en Castilla -con 10.000 hombres de lo más escogido de las tropas asturianas -Don Francisco Ballesteros, que en vez de ser reprendido por lo de -Santander, recibió este premio. Debiolo a haberse salvado con Don José -O’Donnell, favorito del marqués, y mal hubiera podido ser censurada la -conducta del general sin tocar al abandono o deserción del coronel su -compañero: así un indisculpable<span class="pagenum" id="Page_393">p. -393</span> desastre sirvió a Ballesteros de principal escalón para -ganar después gloria y renombre.</p> - -<p>Romana llegó a Astorga con unos 16.000 hombres y 40 piezas de -artillería. Dejó en Galicia pocos cuadros y escasos medios para que con -ellos pudiese Noroña formar un ejército de reserva. Una corta división -al mando de Don Juan José García se situó en el Bierzo, y Ballesteros -desde las cercanías de León hizo posteriormente hacia Santander una -excursión que no tuvo particular resulta.</p> - -<div class="sidenote">Sucédele -después<br/> en el -mando<br/> del ejército<br/> -el duque<br/> -del Parque.</div> - -<p>Permaneció Romana en Astorga hasta el 18 -de agosto en que se despidió de sus tropas habiendo -sido nombrado por la junta de Valencia -para desempeñar el puesto vacante en la central -por fallecimiento del príncipe Pío. El mando -de su ejército recayó después en el duque del -Parque, al cual también se unió aunque más -tarde Ballesteros, caminando todos la vuelta de -Ciudad Rodrigo.</p> - -<p>Los franceses que salieron de Galicia y que -componían el 2.º y 6.º cuerpo debieron ponerse -por resolución de Napoleón recibida en 2 de julio -a las órdenes de Soult, como igualmente el 5.º -del mando del mariscal Mortier que estaba en -Valladolid procedente de Aragón. Varios obstáculos -opuso José al inmediato cumplimiento en -todas sus partes de la voluntad de su hermano; y -de ello daremos cuenta en el próximo libro.</p> - -<div class="sidenote">Fin de este -libro.</div> - -<p>Ahora terminando este conviene notar lo poco que a pesar de tan -grandes esfuerzos habían adelantado los franceses en la conquista -de España. Ocho meses eran corridos después de la terrible invasión -en noviembre del emperador<span class="pagenum" id="Page_394">p. -394</span> francés, y sus huestes no enseñoreaban todavía ni un -tercio del territorio peninsular. Inútilmente daban y ganaban -batallas, inútilmente se derramaban por las provincias, de las que -ocupadas unas levantábanse otras, y yendo al remedio de estas, -aquellas se desasosegaban y de nuevo se trocaban en enemigas. <span -class="sidenote">Parangón<br/> de la guerra<br/> de Austria<br/> y -España.</span> ¡Cuán diferente cuadro presentaba por aquel tiempo el -Austria! Allí había en abril abierto la campaña el archiduque Carlos -con ejércitos bien pertrechados y numerosos, solo tres o cuatro -batallas se habían dado, una de éxito contrario a Napoleón, y sin -embargo ya en 12 de julio celebrose en Znaim una suspensión de armas, -preludio de la paz. Así una nación poderosa y militar sujetábase a las -condiciones del vencedor al cabo de tres meses de guerra, y España -después de un año, sin verdaderos ejércitos y muchas veces sola en -la lucha, manteníase incontrastable por la firme voluntad de sus -moradores. Tanta diferencia media, no nos cansaremos de repetirlo, -entre las guerras de gabinete y las nacionales. Al primer revés se -cede en aquellas, mas en estas sin someterse fácilmente los defensores -al remolino de la fortuna, cuando se les considera deshechos, crecen; -cuando caídos, se empinan. Conocíalo muy bien el grande estadista -Pitt,[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_8-10" -id="Ll_8-10">8-10</a>.)</span> quien rodeado de sus amigos en 1805 -al saber la rendición de Mack en Ulma con 40.000 hombres exclamando -aquellos <i>que todo estaba perdido y que no había ya remedio contra -Napoleón</i>, <span class="sidenote">Previsión notable<br/> de -Pitt.</span> replicó, <i>todavía lo hay si consigo levantar una guerra -nacional en Europa</i>, añadiendo en tono, al parecer profético, <i>y -esta guerra ha de comenzar en España</i>.</p> - - -<div class="tit pt3" id="Apend"> - <hr class="chap"/> - <p><span class="pagenum" id="Page_i">p. i</span></p> - <div class="figcenter"> - <img class="thick" - style="width: 14em; height: auto;" - src="images/apendices.jpg" - alt="Portada de los apéndices"/> - </div> - <p class="fs160 lh200 g0 mt05">APÉNDICES</p> - <p class="fs120 lh200 negr ws1">AL TOMO SEGUNDO.</p> - <hr class="chap"/> -</div> - - -<div class="chapter"> - <p><span class="pagenum" id="Page_iii">p. iii</span></p> - <div class="figcenter"> - <img style="width: 26em; height: auto;" - src="images/doble_filete.jpg" - alt="Filete ornamental"/> - </div> - <h2 class="nobreak fs200 lh200 negr mt1" title="Apéndice del Libro Primero.">APÉNDICE</h2> - <p class="centra smaller lh200">DEL</p> - <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO QUINTO.</p> - <div class="figcenter mt05"> - <img style="width: 8em; height: auto;" - src="images/separa5.jpg" - alt="Motivo ornamental"/> - </div> -</div> - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-1" -id="Ap_5-1">5-1</a>.</h3> - -<p class="ti0"><i><span class="gran">N</span>umantia, quantum -Carthaginis, Capuæ, Corinthi opibus inferior, ita virtutis nomine et -honore par omnibus, summumque, si viros æstimes, Hispaniæ decus: quippe -quæ sine muro, sine turribus, modice edito in tumulo apud flumen Durium -sita, quatuor millibus Celtiberorum, quadraginta millium exercitum -per annos quatuordecim sola sustinuit; nec sustinuit modo, sed sævius -aliquanto perculit, pudendisque fœderibus affecit. — L. A. Flori, lib. -2, cap. 18.</i></p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-2" -id="Ap_5-2">5-2</a>.</h3> - -<p><i>Annales d’Espagne et de Portugal par Don Juan Alvarez de -Colmenar, tom. 5.º, pág. 431, edición de Ámsterdam.</i></p> - - -<h3 title="Número 5-3."><span class="pagenum" id="Page_iv">p. -iv</span><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-3" -id="Ap_5-3">5-3</a>.</h3> - -<p class="subh3"><i>Respuesta dada a la intimación del general Lefebvre -comandante en jefe del ejército francés que sitiaba a Zaragoza, -publicada en la Gaceta del 20 de junio de 1808.</i></p> - -<p>Zaragoza es mi cuartel general a 18 de junio.</p> - -<p>Si S. M. el emperador envía a V. a restablecer la tranquilidad -que nunca ha perdido este país, es bien inútil se tome S. M. estos -cuidados. Si debo responder a la confianza que me ha hecho este -valeroso pueblo sacándome del retiro en que estaba para poner en mi -mano su custodia, es claro que no llenaría mi deber abandonándole a la -apariencia de una amistad tan poco verdadera.</p> - -<p>Mi espada guarda las puertas de la capital, y mi honor responde de -su seguridad: no deben tomarse pues este trabajo esas tropas que aún -estarán cansadas de los días 15 y 16. Sean enhorabuena infatigables en -sus lides; yo lo seré en mis empeños.</p> - -<p>Lejos de haberse apagado el incendio que levantó la indignación -española, a vista de tantas alevosías se eleva por momentos.</p> - -<p>Se conoce que las espías que V. paga son infieles. Gran parte de -Cataluña se ha puesto bajo mi mando: lo mismo ha hecho otra no menor -de Castilla. Los capitanes generales de esta y de Valencia están -unidos conmigo. Galicia, Extremadura, Asturias y los cuatro reinos de -Andalucía están resueltos a vengar sus agravios. Las tropas francesas -cometen atrocidades indignas de hombres; saquean, insultan y matan -impunemente a los que ningún mal les han hecho: ultrajan la religión, y -queman sus sagradas imágenes de un modo inaudito.</p> - -<p>Ni esto ni el todo que V. observa, aun después de los días 15 y -16, son propios para satisfacer a un pueblo<span class="pagenum" -id="Page_v">p. v</span> valiente: V. hará lo que quiera; y yo haré lo -que debo. — B. L. M. de V. — El general de las tropas de Aragón.</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-4" -id="Ap_5-4">5-4</a>.</h3> - -<p class="subh3"><i>Segunda y última respuesta dada al general del -ejército francés que sitiaba a Zaragoza, en 27 de junio de 1808.</i></p> - -<p>El intendente de este ejército y reino me ha transmitido las -proposiciones que V. le ha hecho, reducidas a que yo permita la entrada -en esta capital de las tropas francesas que están bajo su mando, que -vienen con la idea de desarmar al pueblo, restablecer la quietud, -respetar las propiedades y hacernos felices, conduciéndose como amigos, -según lo han hecho en los demás pueblos de España que han ocupado, o -bien si no me conformare a esto que se rinda la ciudad a discreción. -Los medios que ha empleado el gobierno francés para ocupar las plazas -que le quedan en España, y la conducta que ha observado su ejército han -podido persuadir a V. la respuesta que yo daría a sus proposiciones. -El Austria, la Italia, la Holanda, la Polonia, Suecia, Dinamarca y -Portugal presentan, no menos que este país, un cuadro muy exacto de la -confianza que debe inspirar el ejército francés.</p> - -<p>Esta ciudad y las valerosas tropas que la guardan han jurado morir -antes que sujetarse al yugo de la Francia, y la España toda, en -donde solo quedan ya restos del ejército francés, está resuelta a lo -mismo.</p> - -<p>Tenga V. presentes las contestaciones que le di ocho días ha, y -los decretos de 31 de mayo y 18 de este mes, que se le incluyeron, y -no olvide V. que una nación poderosa y valiente decidida a sostener -la justa causa que defiende, es invencible y no perdonará los delitos -que V. o su ejército cometan. Zaragoza 26 de<span class="pagenum" -id="Page_vi">p. vi</span> junio de 1808. — Por el capitán general de -Aragón. — El marqués de Lazán.</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-5" -id="Ap_5-5">5-5</a>.</h3> - -<p>... καὶ δι᾽ ἐλαχίστου καιροῦ τύχης ἅμα ἀκμῇ τῆς δόξης μᾶλλον ἢ τοῦ -δέους ἀπηλλάγησαν.</p> - -<p class="firma">(<span class="sc">Thucyd.</span>, II, 42.)</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-6" -id="Ap_5-6">5-6</a>.</h3> - -<p class="subh3"><i>Artículos del convenio hecho entre el vicealmirante -Siniavin, caballero de la orden de San Alejandro, y el almirante Sir -Carlos Cotton, baronet, para la redención de la escuadra rusa anclada -en la ribera del Tajo, publicados en la Gaceta extraordinaria de -Londres de 16 de septiembre.</i></p> - -<p>1.º  Los navíos de guerra del emperador de Rusia que están en -el Tajo se entregarán inmediatamente al almirante Sir Carlos Cotton con -todas sus municiones: serán enviados a Inglaterra, en donde los tendrá -S. M. B. como en depósito para restituir a S. M. I. seis meses después -de la conclusión de la paz entre S. M. B. y S. M. I. el emperador de -todas las Rusias.</p> - -<p>2.º  El vicealmirante Siniavin con todos los oficiales marinos -y marineros que están a sus órdenes, volverán a Rusia sin ninguna -condición o estipulación que les impida servir en lo sucesivo: serán -convoyados por gente de guerra y navíos propios a expensas de S. M. -B.</p> - -<p>Dado y concluido a bordo del navío Twairdai en el Tajo y a bordo -del Ibernia, navío de S. M. B. en la embocadura de la ribera, a 3 de -septiembre de 1808. — Signado. — De Siniavin. — Carlos Cotton.</p> - - -<h3 title="Número 5-7."><span class="pagenum" id="Page_vii">p. -vii</span><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-7" -id="Ap_5-7">5-7</a>.</h3> - -<p class="subh3"><i>Convención definitiva para la evacuación -de Portugal por las tropas francesas, publicada en la Gaceta -extraordinaria de Londres.</i></p> - -<p>Los generales en jefe de los ejércitos inglés y francés en Portugal, -habiendo determinado negociar y concluir un tratado para la evacuación -de este reino por las tropas francesas sobre las bases del concluido -el 22 del presente para una suspensión de armas, han habilitado a los -infrascriptos oficiales para negociarlo en su nombre, a saber: de parte -del general en jefe del ejército británico al teniente coronel Murray, -cuartel-maestre general, y de la del general en jefe del francés a -Mr. Kellermann, general de división, a quienes han dado la facultad -necesaria para negociar y concluir un convenio al efecto, sujetos sin -embargo a su ratificación respectiva, y a la del almirante comandante -de la escuadra británica en la embocadura del Tajo. Los oficiales -después de haber canjeado sus plenos poderes se han convenido en los -artículos siguientes:</p> - -<p>1.º  Todas las plazas y fuertes del reino de Portugal ocupados -por las tropas francesas se entregarán al ejército británico en el -estado en que se hallen al tiempo de firmarse este tratado. 2.º  -Las tropas francesas evacuarán a Portugal con sus armas y bagajes; -no serán consideradas como prisioneras de guerra, y a su llegada a -Francia tendrán libertad para servir. 3.º  El gobierno inglés -suministrará los medios de transporte para el ejército francés, -que desembarcará en uno de los puertos de Francia entre Rochefort -y Lorient inclusivamente. 4.º  El ejército francés llevará -consigo toda su artillería de calibre francés con lo a ella anejo. -Toda la demás artillería, armas, municiones, como también los -arsenales militares y navales, serán entregados<span class="pagenum" -id="Page_viii">p. viii</span> al ejército y navíos británicos en el -estado en que se hallen al tiempo de la ratificación de este tratado. -5.º  El ejército francés llevará consigo todos sus equipajes, y -todo lo que se comprende bajo el nombre de propiedad de un ejército, -y se le permitirá disponer de la parte de ella que el comandante en -jefe juzgue inútil para embarcar. Del mismo modo todos los individuos -del ejército tendrán libertad para disponer de su propiedad privada, -con plena seguridad en lo sucesivo para los compradores. 6.º  La -caballería podrá embarcar sus caballos, así como también los generales -y oficiales de cualquier graduación, quedando a disposición de los -comandantes británicos los medios de transportarlos: el número de -caballos que podrán embarcar las tropas no excederá de 600, ni el de -los jefes de 200. De todos modos el ejército francés tendrá libertad -para disponer de los que no puedan embarcarse. 7.º  El embarco -se hará en tres divisiones, y la última de ellas se compondrá de las -guarniciones de las plazas, de la caballería, artillería, enfermos -y equipaje del ejército. La primera división se embarcará dentro de -siete días de la fecha de la ratificación. 8.º  La guarnición de -Elvas y sus fuertes de Peniche y Palmela se embarcará en Lisboa. La -de Almeida en Oporto o en el puerto más cercano. 9.º  Todos los -enfermos o heridos que no puedan embarcarse con las tropas, se confían -al ejército británico, cuyo gobierno pagará lo que gasten mientras -estén en este país, quedando de cuenta de la Francia abonarlo cuando -marchen. El gobierno inglés proporcionará su vuelta a Francia por -destacamentos como de 200 hombres a un tiempo. 10.  Luego que -los barcos que lleven el ejército a Francia lo hayan desembarcado en -los puertos arriba dichos, o en cualquier otro de aquel país adonde -el temporal los fuerce a ir, se les proporcionará toda comodidad -para volver a Inglaterra sin dilación y seguridad, o pasaporte para -no ser apresados<span class="pagenum" id="Page_ix">p. ix</span> -hasta que lleguen a un puerto amigo. 11.  El ejército francés -se reconcentrará en Lisboa y dos leguas alrededor. El inglés a tres -leguas, por manera que haya siempre una entre los dos ejércitos. -12.  Los fuertes de San Julián, Buxio y Cascaes serán ocupados -por las tropas británicas cuando se ratifique este convenio. Lisboa y -su ciudadela con los fuertes y baterías, el lazareto y el fuerte de -San José los ocuparán cuando se embarque la segunda división, como -también el puerto con todas las embarcaciones armadas. Las fortalezas -de Elvas, Almeida, Peniche y Palmela se entregarán a las tropas -británicas así que lleguen para ocuparlas. El general en jefe inglés -noticiará a las guarniciones de estas plazas y a las tropas que las -sitian este convenio para poner fin a las hostilidades. 13.  Se -nombrarán comisionados por ambas partes para acelerar la ejecución -de este convenio. 14.  Si se suscitase alguna duda sobre la -inteligencia de algún artículo, se interpretará a favor del ejército -francés. 15.  Desde la ratificación todas las deudas atrasadas -de contribuciones, requisiciones &c. no podrán reclamarse por el -gobierno francés contra los portugueses, ni ningún otro que resida -en este país; pues todo lo que se haya pedido e impuesto después que -el ejército francés entró en Portugal por diciembre de 1807, y no se -haya pagado aún, queda cancelado, y se levantan los embargos puestos -en los bienes de los deudores para que se les restituya y queden a -su libre disposición. 16.  Todos los súbditos de Francia o de -cualquier otra potencia su aliada o amiga que se hallen en Portugal con -domicilio o sin él, serán protegidos, sus propiedades serán respetadas, -y tendrán libertad para acompañar al ejército francés, o permanecer -aquí. En todo caso se les asegura su propiedad con la libertad de -retenerla o de disponer de ella; y pasando el producto de la venta a -Francia o cualquier otro país adonde vayan a fijar su residencia, se -les concede un<span class="pagenum" id="Page_x">p. x</span> año para -el intento. Sin embargo ninguna de estas estipulaciones podrá servir de -pretexto pava una especulación comercial. 17.  Ningún portugués -será responsable por su conducta política durante la ocupación de este -país por el ejército francés; y todos los que han continuado en el -ejercicio de sus empleos, o que los han aceptado durante el gobierno -francés, quedan bajo la protección de los comandantes ingleses, quienes -les sostendrán para que no se les cause vejación en sus personas -y bienes; y podrán también aprovecharse de las estipulaciones del -artículo 16.  18.  Las tropas españolas detenidas a bordo de los -navíos en el puerto de Lisboa, serán entregadas al general en jefe -inglés, quien se obliga a obtener de los españoles la restitución -de los súbditos franceses, sean militares o civiles, que hayan sido -detenidos en España, sin haber sido hechos prisioneros en batalla, -o en consecuencia de operaciones militares, sino con ocasión del 29 -de mayo y días siguientes. 19.  Inmediatamente se hará un canje -de prisioneros de todas graduaciones que se hayan hecho en Portugal -desde el principio de las presentes hostilidades. 20.  Para la -recíproca garantía de este convenio se entregarán rehenes de la clase -de oficiales generales por parte del ejército francés, del inglés y -de su armada. El oficial del ejército británico será restituido luego -que se dé cumplimiento a los artículos pertenecientes al ejército: el -de la escuadra y el francés cuando las tropas hayan desembarcado en -su país. 21.  Se permitirá al general francés enviar un oficial -a Francia con el presente convenio, y el almirante británico le dará -una embarcación que le convoye a Burdeos o a Rochefort. 22.  Se -hará porque el almirante británico acomode a S. E. el general en jefe -y oficiales principales del ejército francés a bordo de los navíos de -guerra. Dado y concluido en Lisboa a 30 de agosto de 1808. — Firmado. — -Jorge Murray. — Kellermann.</p> - -<p class="subh3c"><span class="pagenum" id="Page_xi">p. -xi</span><i>Artículos adicionales.</i></p> - -<p>1.º  Los empleados civiles del ejército hechos prisioneros, sea -por las tropas británicas o por las portuguesas en cualquier parte de -Portugal, serán restituidos, como de costumbre, sin canje.</p> - -<p>2.º  El ejército francés subsistirá de sus propios almacenes -hasta el día del embarco, y la guarnición hasta la evacuación de las -fortalezas. El remanente de los almacenes se entregará en la forma -acostumbrada al gobierno británico, quien se encarga de la subsistencia -y caballos del ejército desde el tiempo referido hasta su llegada a -Francia, con la condición de ser reembolsado por el gobierno francés -del exceso de gastos a la estimación que por ambas partes se dé a los -almacenes entregados al ejército inglés. Las provisiones que estén -a bordo de los navíos de guerra de que está en posesión el ejército -francés, se tomarán en cuenta por el gobierno inglés así como los -almacenes de la fortaleza.</p> - -<p>3.º  El general en jefe de las tropas británicas tomará las -medidas necesarias para restablecer la libre circulación de los medios -de subsistencia entre el país y la capital. — Dado &c.</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-8" -id="Ap_5-8">5-8</a>.</h3> - -<p class="subh3"><i>En la corte palacio de la reina el 4 de julio de -1808. Presente en el consejo de S. M. el rey.</i></p> - -<p>Habiendo S. M. tomado en consideración los esfuerzos gloriosos de -la nación española para libertar su país de la tiranía y usurpación -de Francia, y los ofrecimientos que ha recibido de varias provincias -de España de su disposición amistosa hacia este reino; se ha dignado -mandar y manda por la presente de acuerdo con su consejo privado:</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_xii">p. xii</span>1.º  -Que todas las hostilidades contra España de parte de S. M. cesen -inmediatamente.</p> - -<p>2.º  Que se levante el bloqueo de todos los puertos de España, -a excepción de los que se hallan todavía en poder de los franceses.</p> - -<p>3.º  Que todos los navíos o buques pertenecientes a España sean -libremente admitidos en los puertos de los dominios de S. M. como lo -fueron antes de las hostilidades.</p> - -<p>4.º  Que todas las embarcaciones españolas que sean encontradas -por la mar por los navíos o corsarios de S. M., sean tratadas como las -de las naciones amigas, y se les permita hacer todo tráfico permitido a -las neutrales.</p> - -<p>5.º  Que todos los navíos o mercaderías pertenecientes a los -individuos establecidos en las colonias españolas, que fueren detenidos -por los navíos de S. M. después de la fecha de la presente, han de ser -conducidos al puerto, y conservados cuidadosamente en segura custodia -hasta que se averigüe si las colonias donde residen los dueños de los -referidos navíos o efectos han hecho causa común con España contra el -poder de la Francia.</p> - -<p>Y SS. EE. los comisionados de la real tesorería, los secretarios de -estado de S. M., los comisionados del almirantazgo, y los jueces de -los tribunales del vicealmirantazgo, han de tomar para el cumplimiento -de los anteriores artículos las medidas que respectivamente les -corresponden. — Firmado. — Esteban Coterell.</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-9" -id="Ap_5-9">5-9</a>.</h3> - -<p>ἡμῖν δοκεῖ, εἰ μέν τις ἐᾷ ἡμᾶς ἀπιέναι οἴκαδε, διαπορεύεσθαι τὴν -χώραν ὡς ἂν δυνώμεθα ἀσινέστατα· ἢν δέ τις ἡμᾶς τῆς ὁδοῦ ἀποκωλύῃ, -διαπολεμεῖν τούτῳ ὡς ἂν δυνώμεθα κράτιστα.</p> - -<p class="firma">(<span class="sc">Xenophontis, Anab., 3, 3.</span>)</p> - - -<h3 title="Número 5-10."><span class="pagenum" id="Page_xiii">p. -xiii</span><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-10" -id="Ap_5-10">5-10</a>.</h3> - -<p><i>Estas palabras están insertas en una memoria escrita por José -a su hermano Napoleón en Miranda de Ebro a 16 de septiembre de 1808, -cogida con otros papeles en la batalla de Vitoria.</i></p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter"> - <p><span class="pagenum" id="Page_xv">p. xv</span></p> - <div class="figcenter"> - <img style="width: 26em; height: auto;" - src="images/doble_filete.jpg" - alt="Filete ornamental"/> - </div> - <h2 class="nobreak fs200 lh200 negr mt1" title="Apéndice del Libro Primero.">APÉNDICE</h2> - <p class="centra smaller lh200">DEL</p> - <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO SEXTO.</p> - <div class="figcenter mt05"> - <img style="width: 8em; height: auto;" - src="images/separa5.jpg" - alt="Motivo ornamental"/> - </div> -</div> - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-1" -id="Ap_6-1">6-1</a>.</h3> - -<p class="subh3"><i><span class="gran">L</span>ista de los individuos -que compusieron la junta suprema central gubernativa de España e Indias -por el orden alfabético de las provincias que los nombraron.</i></p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Por Aragón.</span></p> - -<p>D. Francisco Palafox y Melci, gentil-hombre de cámara de S. M. con -ejercicio, brigadier del ejército, y oficial de reales guardias de -Corps.</p> - -<p>Don Lorenzo Calvo de Rozas, vecino de Madrid e intendente del -ejército y reino de Aragón.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Asturias.</span></p> - -<p>Don Gaspar Melchor de Jovellanos, caballero de la orden de -Alcántara, del consejo de estado de S. M., y antes ministro de gracia y -justicia.</p> - -<p>Marqués de Campo Sagrado, teniente general del<span class="pagenum" -id="Page_xvi">p. xvi</span> ejército e inspector general de las tropas -del principado de Asturias.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Canarias.</span></p> - -<p>Marqués de Villanueva del Prado.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Castilla la Vieja.</span></p> - -<p>Don Lorenzo Bonifaz y Quintano, dignidad de prior de la Santa -Iglesia de Zamora.</p> - -<p>Don Francisco Javier Caro, catedrático de leyes de la universidad de -Salamanca.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Cataluña.</span></p> - -<p>Marqués de Villel, conde de Darnius, grande de España y -gentil-hombre con ejercicio.</p> - -<p>Barón de Sabasona.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Córdoba.</span></p> - -<p>Marqués de la Puebla de los Infantes, grande de España.</p> - -<p>Don Juan de Dios Gutiérrez Rabé.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Extremadura.</span></p> - -<p>Don Martín de Garay, intendente de Extremadura y ministro honorario -del consejo de guerra: fue el primer secretario general, y despachó -interinamente los negocios de estado.</p> - -<p>Don Félix Ovalle, tesorero de ejército de Extremadura.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Galicia.</span></p> - -<p>Conde de Gimonde.</p> - -<p>Don Antonio Aballe.</p> - -<p class="subh3c"><span class="pagenum" id="Page_xvii">p. -xvii</span><span class="sc">Granada.</span></p> - -<p>Don Rodrigo Riquelme, regente de la chancillería de Granada.</p> - -<p>Don Luis de Funes, canónigo de la santa iglesia de Santiago.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Jaén.</span></p> - -<p>Don Francisco Castanedo, canónigo de la santa iglesia de Jaén, -provisor y vicario general de su obispado.</p> - -<p>Don Sebastián de Jócano, del consejo de S. M. en el tribunal de -contaduría mayor, y contador de la provincia de Jaén.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">León.</span></p> - -<p>Frey Don Antonio Valdés, bailío, gran cruz de la orden de San Juan, -caballero del Toisón de oro, gentil-hombre de cámara con ejercicio, -capitán general de la armada, consejero de estado, y antes ministro de -marina e interino de Indias.</p> - -<p>El vizconde de Quintanilla.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Madrid.</span></p> - -<p>Conde de Altamira, marqués de Astorga, grande de España, caballero -del Toisón de oro, gran cruz de la orden de Carlos III, caballerizo -mayor y gentil-hombre de cámara de S. M. con ejercicio. Fue presidente -de la junta.</p> - -<p>Don Pedro de Silva, patriarca de las Indias, gran cruz de la orden -de Carlos III y antes mariscal de campo de los reales ejércitos. -Falleció en Aranjuez y no fue reemplazado.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Mallorca.</span></p> - -<p>Don Tomás de Verí, caballero de la orden de San<span -class="pagenum" id="Page_xviii">p. xviii</span> Juan, teniente coronel -del regimiento de voluntarios de Palma, Conde, &c.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Murcia.</span></p> - -<p>Conde de Floridablanca, caballero del Toisón de oro, gran cruz de la -orden de Carlos III, gentil-hombre de cámara de S. M. con ejercicio, y -antes primer secretario de estado, interino de gracia y justicia. Fue -el primer presidente de la junta central. Falleció en Sevilla y fue -subrogado por el</p> - -<p>Marqués de San Mamés, que no tomó posesión.</p> - -<p>Marqués del Villar.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Navarra.</span></p> - -<table class="navarra"> - <tr> - <td class="tdl">Don Miguel de Balanza.</td> - <td rowspan="2" class="keyr"> </td> - <td rowspan="2" class="tdl">Individuos de la muy ilustre diputación del reino de Navarra.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Don Carlos de Amatria.</td> - </tr> -</table> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Toledo.</span></p> - -<p>Don Pedro de Ribero, canónigo de la santa iglesia de Toledo. Fue -secretario general.</p> - -<p>Don José García de la Torre, abogado de los reales consejos.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Sevilla.</span></p> - -<p>Don Juan de Vera y Delgado, arzobispo de Laodicea, coadministrador -del Sr. cardenal de Borbón en el de Sevilla, y después obispo de Cádiz. -Fue presidente de la junta central.</p> - -<p>Conde de Tilly.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="sc">Valencia.</span></p> - -<p>Conde de Contamina, grande de España, gentil-hombre de cámara de S. -M. con ejercicio.</p> - -<p>Príncipe Pío, grande de España, coronel de milicias. Falleció en -Aranjuez y fue subrogado por el</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_xix">p. xix</span>Marqués de la -Romana, grande de España, teniente general de los reales ejércitos y -general en jefe del ejército de la izquierda.</p> - -<p>Es de advertir que aunque 35, los individuos de la central nunca -hubo reunidos sino 34, habiendo fallecido en Aranjuez sin ser -reemplazado Don Pedro de Silva.</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-2" -id="Ap_6-2">6-2</a>.</h3> - -<p><i>Nam ut quisque est vir optimus, ita dificillimè esse alios -improbos suspicatur.</i></p> - -<p class="firma">(<i>Cic. ad Quintum fratrem, lib. 1.º, Epíst. -1.ª</i>)</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-3" id="Ap_6-3">6-3</a>.</h3> - -<p><i>Véase el manifiesto de los procedimientos del consejo -real.</i></p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-4" -id="Ap_6-4">6-4</a>.</h3> - -<p>Et Hispani tarditatis notati sunt: <i>me venga la muerte de España: -veniet mors mea de Hispania</i>. Tum scio cunctanter veniet.</p> - -<p class="firma">Franc. Baconi de Verulamio. Sermones fideles. — 25, de -expediendis negotiis.</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-5" -id="Ap_6-5">6-5</a>.</h3> - -<p><i>Véase la memoria escrita por los Sres. Azanza y Ofárril.</i></p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-6" -id="Ap_6-6">6-6</a>.</h3> - -<p><i>Sæpius enim penuria quam pugna consumit exercitum et ferro sævior -fames est.</i></p> - -<p class="firma">(<i>Veget., De re militari, lib. 3, c. 3.</i>)</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-7" -id="Ap_6-7">6-7</a>.</h3> - -<p><i>Véase Mariana: Historia de España, lib. 8, cap. <span -class="asc">II</span>.</i></p> - - -<h3 title="Número 6-8"><span class="pagenum" id="Page_xx">p. -xx</span><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-8" -id="Ap_6-8">6-8</a>.</h3> - -<p class="subh3"><i>Capitulación que la junta militar y política de -Madrid propone a S. M. I. y R. el emperador de los franceses.</i></p> - -<p><span class="sc">Artículo</span> 1.º  La conservación de la -religión católica apostólica y romana sin que se tolere otra, según las -leyes. — <i>Concedido</i>.</p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 2.º  La libertad y seguridad -de las vidas y propiedades de los vecinos y residentes en Madrid, y -los empleados públicos: la conservación de sus empleos, o su salida -de esta corte, si les conviniese. Igualmente las vidas, derechos y -propiedades de los eclesiásticos seculares y regulares de ambos sexos, -conservándose el respeto debido a los templos, todo con arreglo a -nuestras leyes y prácticas. — <i>Concedido</i>.</p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 3.º  Se asegurarán también -las vidas y propiedades de los militares de todas graduaciones. — -<i>Concedido</i>.</p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 4.º  Que no se perseguirá a -persona alguna por opinión ni escritos políticos, ni tampoco a los -empleados públicos por razón de lo que hubieren ejecutado hasta el -presente en el ejercicio de sus empleos, y por obediencia al gobierno -anterior, ni al pueblo por los esfuerzos que ha hecho para su defensa. -— <i>Concedido</i>.</p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 5.º  No se exigirán otras -contribuciones que las ordinarias que se han pagado hasta el presente. -— <i>Concedido hasta la organización definitiva del reino.</i></p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 6.º  Se conservarán nuestras -leyes, costumbres y tribunales en su actual constitución. — -<i>Concedido hasta la organización definitiva del reino.</i></p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 7.º  Las tropas francesas ni los -oficiales no serán alojados en casas particulares sino en cuarteles -y pabellones, y no en los conventos ni monasterios, conservando -los privilegios concedidos por las leyes a las respectivas<span -class="pagenum" id="Page_xxi">p. xxi</span> clases. — <i>Concedido, -bien entendido que habrá para los oficiales y para los soldados -cuarteles y pabellones mueblados conforme a los reglamentos militares, -a no ser que sean insuficientes dichos edificios.</i></p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 8.º  Las tropas saldrán de -la villa con los honores de la guerra, y se retirarán donde les -convenga. — <i>Las tropas saldrán con los honores de la guerra; -desfilarán hoy 4 a las dos de la tarde; dejarán sus armas y cañones: -los paisanos armados dejarán igualmente sus armas y artillería, y -después los habitantes se retirarán a sus casas y los de fuera a sus -pueblos.</i></p> - -<p><i>Todos los individuos alistados en las tropas de línea de cuatro -meses a esta parte, quedarán libres de su empeño y se retirarán a sus -pueblos.</i></p> - -<p><i>Todos los demás serán prisioneros de guerra hasta su canje, que -se hará inmediatamente entre igual número grado a grado.</i></p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 9.º  Se pagarán fiel y -constantemente las deudas del estado. — <i>Este objeto es un objeto -político que pertenece a la asamblea del reino, y que pende de la -administración general.</i></p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 10.  Se conservarán los honores -a los generales que quieran quedarse en la capital, y se concederá la -libre salida a los que no quieran. — <i>Concedido: continuando en su -empleo, bien que el pago de sus sueldos será hasta la organización -definitiva del reino.</i></p> - -<p><span class="sc">Art. 11 adicional.</span>  Un destacamento de -la guardia tomará posesión hoy 4 a mediodía de las puertas de palacio. -Igualmente a mediodía se entregarán las diferentes puertas de la villa -al ejército francés.</p> - -<p>A mediodía el cuartel de guardias de Corps y el hospital general se -entregarán al ejército francés.</p> - -<p>A la misma hora se entregarán el parque y almacenes de artillería e -ingenieros a la artillería e ingenieros franceses.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_xxii">p. xxii</span>Las cortaduras y -espaldones se desharán, y las calles se repararán.</p> - -<p>El oficial francés que debe tomar el mando de Madrid acudirá a -mediodía con una guardia a la casa del principal, para concertar con -el gobierno las medidas de policía y restablecimiento del buen orden y -seguridad pública en todas las partes de la villa.</p> - -<p>Nosotros los comisionados abajo firmados, autorizados de plenos -poderes para acordar y firmar la presente capitulación, hemos -convenido en la fiel y entera ejecución de las disposiciones dichas -anteriormente.</p> - -<p>Campo imperial delante de Madrid 4 de diciembre de 1808. — Fernando -de la Vera y Pantoja. — Tomás de Morla. — Alejandro. (<i>Príncipe de -Neuchâtel.</i>) <i>Véase la Gaceta de gobierno de Sevilla de 6 de -enero de 1809.</i></p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter"> - <p><span class="pagenum" id="Page_xxiii">p. xxiii</span></p> - <div class="figcenter"> - <img style="width: 26em; height: auto;" - src="images/doble_filete.jpg" - alt="Filete ornamental"/> - </div> - <h2 class="nobreak fs200 lh200 negr mt1" title="Apéndice del Libro Primero.">APÉNDICE</h2> - <p class="centra smaller lh200">DEL</p> - <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO SÉPTIMO.</p> - <div class="figcenter mt05"> - <img style="width: 8em; height: auto;" - src="images/separa5.jpg" - alt="Motivo ornamental"/> - </div> -</div> - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-1" -id="Ap_7-1">7-1</a>.</h3> - -<p class="ti0"><i><span class="gran">N</span>arrative of the peninsular -war. By Marquess of Londonderry. Chapter 10, vol. 1.º</i></p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-2" -id="Ap_7-2">7-2</a>.</h3> - -<p><i>Mémoires sur la révolution d’Espagne par Mr. de Pradt, pág. 223 -et suiv.</i></p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-3" -id="Ap_7-3">7-3</a>.</h3> - -<p><i>Journal des opérations de l’armée de Catalogne, par le maréchal -Gouvion Saint Cyr. Ch.</i> 1.<sup>er</sup></p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-4" -id="Ap_7-4">7-4</a>.</h3> - -<p class="subh3c"><i>Carta del mariscal Moncey.</i></p> - -<p>Señores: la ciudad de Zaragoza se halla sitiada por todas -partes, y no tiene ya comunicación alguna.<span class="pagenum" -id="Page_xxiv">p. xxiv</span> Por tanto podemos emplear contra la plaza -todos los medios de destrucción que permite el derecho de la guerra. -Sobrada sangre se ha derramado, y hartos males nos cercan y combaten. -La quinta división del ejército grande a las órdenes del Sr. mariscal -Mortier duque de Treviso, y la que yo mando, amenazan los muros. La -villa de Madrid ha capitulado, y de este modo se ha preservado de los -infortunios que le hubiera acarreado una resistencia más prolongada. -Señores, la ciudad de Zaragoza, confiada en el valor de sus vecinos, -pero imposibilitada a superar los medios y esfuerzos que el arte de la -guerra va a reunir contra ella, si da lugar a que se haga uso de ellos, -será inevitable su destrucción total.</p> - -<p>El Sr. mariscal Mortier y yo creemos que Vds. tomarán en -consideración lo que tengo la honra de exponerles, y que convendrán con -nosotros en el mismo modo de opinar. El contener la efusión de sangre, -y preservar la hermosa Zaragoza, tan estimable por su población, -riquezas y comercio, de las desgracias de un sitio, y de las terribles -consecuencias que podrán resultar, sería el camino para granjearse el -amor y bendiciones de los pueblos que dependen de Vds. Procuren Vds. -atraer a sus ciudadanos a las máximas y sentimientos de paz y quietud, -que por mi parte aseguro a Vds. todo cuanto puede ser compatible, con -mi corazón, mi obligación, y con las facultades que me ha dado S. M. el -emperador.</p> - -<p>Yo envío a Vds. este despacho con un parlamentario: y les propongo -que nombren comisarios para tratar con los que yo nombraré a este -efecto.</p> - -<p>Quedo de Vds. con la mayor consideración. — Señores. — El mariscal -Moncey. — Cuartel general de Torrero 22 de diciembre de 1808.</p> - - -<p class="subh3c"><span class="pagenum" id="Page_xxv">p. -xxv</span><i>Respuesta del general Palafox.</i></p> - -<p>El general en jefe del ejército de reserva responde de la plaza de -Zaragoza. Esta hermosa ciudad no sabe rendirse. El Sr. mariscal del -imperio observará todas las leyes de la guerra, y medirá sus fuerzas -conmigo. Yo estoy en comunicación con todas partes de la península, y -nada me falta. Sesenta mil hombres resueltos a batirse no conocen más -premio que el honor, ni yo, que los mando. Tengo esta honra que no la -cambio por todos los imperios.</p> - -<p>S. E. el mariscal Moncey se llenará de gloria si observando las -nobles leyes de la guerra me bate: no será menor la mía si me defiendo. -Lo que digo a V. E. es que mi tropa se batirá con honor, y desconozco -los medios de la opresión que aborrecieron los antiguos mariscales de -Francia.</p> - -<p>Nada le importa un sitio a quien sabe morir con honor, y más cuando -ya conozco sus efectos en 61 días que duró la vez pasada. Si no supe -rendirme entonces con menos fuerzas, no debe V. E. esperarlo ahora, -cuando tengo más que todos los ejércitos que me rodean.</p> - -<p>La sangre española vertida nos cubre de gloria; al paso que es -ignominioso para las armas francesas haber vertido la inocente.</p> - -<p>El Sr. mariscal del imperio sabrá que el entusiasmo de once millones -de habitantes no se apaga con opresión, y que el que quiere ser libre -lo es. No trato de verter la sangre de los que dependen de mi gobierno; -pero no hay uno que no la pierda gustoso por defender su patria. Ayer -las tropas francesas dejaron a nuestras puertas bastantes testimonios -de esta verdad, no hemos perdido un hombre, y creo poder estar yo más -en proporción de hablar al Sr. mariscal de rendición, si no quiere -perder todo su ejército en los muros de esta plaza. La prudencia -que le es tan<span class="pagenum" id="Page_xxvi">p. xxvi</span> -característica y que le da el renombre de bueno, no podrá mirar con -indiferencia estos estragos y más cuando ni la guerra, ni los españoles -los causan ni autorizan.</p> - -<p>Si Madrid capituló, Madrid habrá sido vendido, y no puedo creerlo; -pero Madrid no es más que un pueblo, y no hay razón para que este -ceda.</p> - -<p>Solo advierto al Sr. mariscal que cuando se envía un parlamento no -se hacen bajar dos columnas por distintos puntos, pues se ha estado a -pique de romper el fuego, creyendo ser un reconocimiento más que un -parlamento.</p> - -<p>Tengo el honor de contestar a V. E., Sr. mariscal Moncey, con -toda atención en el único lenguaje que conozco, y asegurarle mis más -sagrados deberes. Cuartel general de Zaragoza 22 de diciembre de 1808. -— El general Palafox.</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-5" -id="Ap_7-5">7-5</a>.</h3> - -<p class="subh3c"><i>Capitulación.</i></p> - -<p><span class="sc">Artículo</span> 1.º  La guarnición de Zaragoza -saldrá mañana 21 al mediodía de la ciudad con sus armas por la Puerta -del Portillo, y las dejará a cien pasos de la puerta mencionada.</p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 2.º  Todos los oficiales y -soldados de las tropas españolas prestarán juramento de fidelidad a S. -M. católica el rey José Napoleón I.</p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 3.º  Todos los oficiales y -soldados españoles que hayan prestado juramento de fidelidad, podrán, -si quieren, entrar al servicio para la defensa de S. M. católica.</p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 4.º  Los que no quieran tomar -servicio irán prisioneros de guerra a Francia.</p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 5.º  Todos los habitantes de -Zaragoza y los extranjeros, si los hubiere, serán desarmados por -los<span class="pagenum" id="Page_xxvii">p. xxvii</span> alcaldes, -y las armas se entregarán en la Puerta del Portillo al mediodía del -21.</p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 6.º  Las personas y las -propiedades serán respetadas por las tropas de S. M. el emperador y -rey.</p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 7.º  La religión y sus ministros -serán respetados: se pondrán guardias en las puertas de los principales -edificios.</p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 8.º  Mañana al mediodía las tropas -francesas ocuparán todas las puertas de la ciudad y el palacio del -Coso.</p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 9.º  Mañana al mediodía se -entregarán a las tropas de S. M. el emperador y rey toda la artillería -y las municiones de toda especie.</p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 10.  Las cajas militares y civiles -todas se pondrán a disposición de S. M. católica.</p> - -<p><span class="sc">Art.</span> 11.  Todas las administraciones -civiles y toda clase de empleados prestarán juramento de fidelidad a S. -M. católica.</p> - -<p>La justicia se ejercerá como hasta aquí y se hará en nombre de S. -M. católica José Napoleón I. Cuartel general delante de Zaragoza 20 de -febrero de 1809. — Firmado. — Lannes.</p> - -<p>En comprobación de haberse concluido en toda forma esta -capitulación, léase la representación hecha a José por la junta de -Zaragoza en 11 de marzo de 1809 e inserta en la Gaceta de Madrid -de 19 del mismo mes y año, y en la que se dice «quedó acordada la -capitulación, que fue ratificada y canjeada en debida forma.»</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-6" -id="Ap_7-6">7-6</a>.</h3> - -<p class="subh3c"><i>He aquí la lista y evaluación de las alhajas -extraidas.</i></p> - -<table class="joyas"> - <tr> - <td class="tdlj">1.ª  Una joya con 1900 brillantes, nueve de - ellos de extraordinaria magnitud y muy subido valor. Su hechura - un corazón que en el centro figuraba un cisne tendidas las alas y - descansando en el tronco<span class="pagenum" id="Page_xxviii">p. - xxviii</span> con un polluelo a cada lado. Dádiva testamentaría de - la reina de España Doña María Bárbara de Portugal. Valuada en pesos - fuertes</td> - <td class="tdrb">50.000.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">2.ª  Una corona de la Virgen que en 1775 costeó - el arzobispo de esta diócesis D. Juan Saenz de Buruaga, de oro - guarnecida de diamantes, rubíes y topacios brillantes; en el círculo - formados de diamantes los atributos de la Virgen, a saber; nave, - pozo, fuente, castillo, luna, sol, estrella, torre, palma, lirio, - rosa y cedro: en el centro un triángulo de diamantes del cual se - desprendía una palomita de lo mismo en ademán de mirar a María, y en - lo alto un pectoral de finísimos topacios: costó pesos</td> - <td class="tdrb">30.000.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">3.ª  Otra para el Niño, dádiva del mismo - prelado, a cuya muerte no pudo recobrarse hasta el año 1780, de oro - y diamantes y rubíes brillantes, por remate una cruz y en el pie un - círculo de oro con un diamante tostado: pesos</td> - <td class="tdrb">5000.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">4.ª  Dos retratos guarnecidos de brillantes - del emperador Francisco I y de la emperatriz su esposa María Teresa - de Austria reina de Hungría y Bohemia, que por testamento dejó a - N.<sup>ra</sup> S.<sup>ra</sup> el Excmo. Sr. D. Antonio Azlor: - pesos</td> - <td class="tdrb">16.000.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">5.ª  Un clavel jaspeado de chispas de diamantes - y rubíes brillantes, sobre un pie de esmeraldas orientales, puestas - en oro, con sus dos capullos el uno cerrado y el otro abierto con - su gancho largo de oro y puesto en una cajita de zapa verde con su - charnela de plata. Lo dio a María Santísima la Excma. Sra. Doña María - Teresa<span class="pagenum" id="Page_xxix">p. xxix</span> de Vallabriga - esposa del Sermo. Infante de España D. Luis de Borbón, año 1788: - valorado en pesos</td> - <td class="tdrb">7000.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">6.ª  Una cruz de la orden de Santiago con 68 - diamantes montados en oro por dos caras, todos rosas y tan bellos que - por su blancura parecían cortados de una pieza: valuada en pesos</td> - <td class="tdrb">8418.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">7.ª  Una joya con 106 diamantes rosas, de - exquisita limpieza y blancura y un precioso esmalte que regaló a María - Santísima el Sermo. Sr. D. Juan de Austria el día de la Concepción de - 1669: pesos</td> - <td class="tdrb">6891 ½.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">8.ª  Una venera de la orden de Calatrava de oro - esmaltado con 52 diamantes rosas, algunos gruesos y muy finos todos. La - dio el Excmo. Sr. conde de Baños: apreciada en pesos</td> - <td class="tdrb">3943.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">9.ª  Un par de pendientes con 28 diamantes rosas - muy preciosos montados en oro que dejó en 1743 Doña María Ignacia de - Azlor: valorados sin hechuras en pesos</td> - <td class="tdrb">1855.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">10.  Un corazón de aljófar grande y bello con - algunos rubíes, esmeraldas y diamantes: pesos</td> - <td class="tdrb">116.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">11.  Una joya con corona de oro y 64 diamantes - rosas: pesos</td> - <td class="tdrb">128.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">12.  Otra de oro con 59 diamantes: pesos</td> - <td class="tdrb bb">60.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdc pt1">Suman todas: pesos</td> - <td class="tdrb pt1">129.411 ½.</td> - </tr> -</table> - -<p class="mt1">El mariscal Mortier fue el único que rehusó el regalo -que le presentaron; mas la alhaja parece no volvió al joyero.</p> - - -<h3 title="Número 7-7."><span class="pagenum" id="Page_xxx">p. -xxx</span><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-7" -id="Ap_7-7">7-7</a>.</h3> - -<p><i>Véase el «Manifiesto del vecindario de Aragón», publicado por D. -Antonio Plana e impreso en Zaragoza en 1814, según razón tomada por el -alcalde mayor de Zaragoza D. Ángel Morell de Solanilla.</i></p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-8" -id="Ap_7-8">7-8</a>.</h3> - -<p><i>Relation des sièges de Saragosse et de Tortose, par le Baron -Rogniat. Avant propos.</i></p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter"> - <p><span class="pagenum" id="Page_xxxi">p. xxxi</span></p> - <div class="figcenter"> - <img style="width: 26em; height: auto;" - src="images/doble_filete.jpg" - alt="Filete ornamental"/> - </div> - <h2 class="nobreak fs200 lh200 negr mt1" title="Apéndice del Libro Primero.">APÉNDICE</h2> - <p class="centra smaller lh200">DEL</p> - <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO OCTAVO.</p> - <div class="figcenter mt05"> - <img style="width: 8em; height: auto;" - src="images/separa5.jpg" - alt="Motivo ornamental"/> - </div> -</div> - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-1" -id="Ap_8-1">8-1</a>.</h3> - -<p class="ti0"><i><span class="gran">V</span>éase el decreto de 12 de -abril de 1809, inserto en el suplemento a la Gaceta del gobierno de -Sevilla de 15 de mayo de 1809.</i></p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-2" -id="Ap_8-2">8-2</a>.</h3> - -<p><i>Véase el prontuario de las leyes y decretos de José, tom. 1.º, -pág. 109.</i></p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-3" -id="Ap_8-3">8-3</a>.</h3> - -<p><i>Véase el manifiesto de la junta central; sección tercera, -hacienda: documentos justificativos núm. 38 y siguientes.</i></p> - -<p class="mt1">Entre los donativos y anticipaciones extraordinarias -de América se cuentan, entre muchos que ascendieron a un millón y dos -millones, el de D. Antonio<span class="pagenum" id="Page_xxxii">p. -xxxii</span> Basoco de cuatro millones de reales, y el del gobernador -del estado D. Manuel Santa María que fue de ocho millones de la misma -moneda. (<i>Véase sobre esto último Gaceta extraordinaria del gobierno -de Sevilla del 8 de diciembre de 1809.</i>)</p> - - -<h3><span class="sc">Número <a href="#Ll_8-3b" id="Ap_8-3b">8-3 -bis</a>.</span></h3> - -<p class="mt1">El rey nuestro Sr. D. Fernando VII, y en su real nombre -la junta suprema central gubernativa del reino, considerando que los -vastos y preciosos dominios que España posee en las Indias no son -propiamente colonias o factorías como los de otras naciones, sino -una parte esencial e integrante de la monarquía española; y deseando -estrechar de un modo indisoluble los sagrados vínculos que unen unos -y otros dominios, como asimismo corresponder a la heroica lealtad y -patriotismo de que acaban de dar tan decisiva prueba a la España, en -la coyuntura más crítica que se ha visto hasta ahora nación alguna, se -ha servido S. M. declarar, teniendo presente la consulta del consejo -de Indias de 21 de noviembre último, que los reinos, provincias e -islas que forman los referidos dominios, deben tener representación -nacional e inmediata a su real persona, y constituir parte de la -junta central gubernativa del reino por medio de sus correspondientes -diputados. Para que tenga efecto esta real resolución han de nombrar -los virreinatos de Nueva España, el Perú, Nuevo reino de Granada, y -Buenos Aires, y las capitanías generales independientes de la isla -de Cuba, Puerto Rico, Guatemala, Chile, provincias de Venezuela -y Filipinas, un individuo cada cual que represente su respectivo -distrito. En consecuencia dispondrá V. E. que en las capitales, -cabezas de partido del virreinato de su mando,<a id="FNanchor_1" -href="#Footnote_1" class="fnanchor">[1]</a> inclusas las provincias -internas, procedan los ayuntamientos a nombrar tres individuos de -notoria probidad, talento<span class="pagenum" id="Page_xxxiii">p. -xxxiii</span> e instrucción, exentos de toda nota que pueda menoscabar -su opinión pública; haciendo entender V. E. a los mismos ayuntamientos -la escrupulosa exactitud con que deben proceder a la elección de -dichos individuos, y que prescindiendo absolutamente los electores del -espíritu de partido que suele dominar en tales casos, solo atiendan al -riguroso mérito de justicia vinculado en las calidades que constituyen -un buen ciudadano y un celoso patricio.</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_1" href="#FNanchor_1" class="label">[1]</a> -México.</p> - -</div> - -<p>Verificada la elección de los tres individuos, procederá el -ayuntamiento con la solemnidad de estilo a sortear uno de los tres, -según la costumbre, y el primero que salga se tendrá por elegido. -Inmediatamente participará a V. E. el ayuntamiento con testimonio el -sujeto que haya salido en suerte, expresando su nombre, apellido, -patria, edad, carrera o profesión y demás circunstancias políticas y -morales de que se halle adornado.</p> - -<p>Luego que V. E. haya recibido en su poder los testimonios -del individuo sorteado en esa capital y demás del virreinato, -procederá con el real acuerdo<a id="FNanchor_2" href="#Footnote_2" -class="fnanchor">[2]</a> y previo examen de dichos testimonios, a -elegir tres individuos de la totalidad en quienes concurran cualidades -más recomendables, bien sea que se le conozca personalmente, bien -por opinión y voz pública; y en caso de discordia decidirá la -pluralidad.</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_2" href="#FNanchor_2" class="label">[2]</a> Isla de -Cuba. Procederá con el real acuerdo, si existiese en la Habana, y en su -defecto con el R. obispo, el intendente, un miembro del ayuntamiento y -prior del consulado y previo examen etc.</p> - -</div> - -<p>Esta terna se sorteará en el real acuerdo<a id="FNanchor_3" -href="#Footnote_3" class="fnanchor">[3]</a> presidido por V. E., y el -primero que salga se tendrá por elegido y nombrado diputado de ese -reino<a id="FNanchor_4" href="#Footnote_4" class="fnanchor">[4]</a> -y vocal de la junta suprema central gubernativa de la monarquía, con -expresa residencia en esta corte.</p> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_3" href="#FNanchor_3" class="label">[3]</a> O -junta.</p> - -</div> - -<div class="footnote"> - -<p><a id="Footnote_4" href="#FNanchor_4" class="label">[4]</a> O Isla — -Puerto Rico. Procederá con el R. obispo, y un miembro del ayuntamiento, -y previo examen etc. — En otra parte. — Tratará V. S. en la junta y con -los ministros de esas reales cajas la cuota etc.</p> - -</div> - -<p>Inmediatamente procederán los ayuntamientos de<span class="pagenum" -id="Page_xxxiv">p. xxxiv</span> esa y demás capitales a extender los -respectivos poderes o instrucciones, expresando en ellas los ramos y -objetos de interés nacional que haya de promover.</p> - -<p>En seguida se pondrá en camino con destino a esta corte y para los -indispensables gastos de viajes, navegaciones, arribadas, subsistencia -y decoro con que se ha de sostener, tratará V. E. en junta superior de -real hacienda la cuota que se le haya de señalar, bien entendido que -su porte, aunque decoroso, ha de ser moderado, y que la asignación de -sueldo no ha de pasar de seis mil pesos fuertes anuales.</p> - -<p>Todo lo cual comunico a V. E. de orden de S. M. para su puntual -observancia y cumplimiento, advirtiendo que no haya demora en la -ejecución de cuanto va prevenido. Dios guarde a V. E. muchos años. Real -palacio del Alcázar de Sevilla 22 de enero de 1809.</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-4" -id="Ap_8-4">8-4</a>.</h3> - -<p class="mt1">Señor ministro de la corte de Londres: muy señor mío. -He dado cuenta a la suprema junta central de la nota que V. S. se -ha servido pasarme con fecha de 27 de febrero último, relativa a la -guarnición de la plaza de Cádiz por las tropas inglesas, y asimismo -de la carta del general D. Gregorio de la Cuesta que V. S. me incluye -original, y tengo el honor de devolver adjunta: y S. M. queda enterado -de que no encontrando V. S. por la respuesta del general Cuesta una -necesidad imperiosa o urgente de hacer marchar a su ejército el pequeño -cuerpo de tropas británicas que V. S. quería enviarle de refuerzo -(obteniendo el permiso de que ese cuerpo dejase una fracción suya en la -plaza de Cádiz), ha escrito V. S. al general Mackenzie, para que los -transportes vuelvan a Lisboa, donde su presencia parece necesaria según -los avisos que acaba de recibir. Con este motivo manifiesta V. S. que -le ha parecido no sería ni decente ni conveniente<span class="pagenum" -id="Page_xxxv">p. xxxv</span> insistir en la admisión de beneficio, -cuyas consideraciones inseparables eran miradas con una especie de -repugnancia. V. S. tendrá presente cuanto sobre este particular he -tenido el honor de manifestarle en nuestras conferencias; pero la -suprema junta me manda presentar a V. S. algunas observaciones que -cree de importancia. Empezaré por repetir a V. S. que la suprema junta -está muy lejos de concebir la menor sospecha contra los deseos que V. -S. ha manifestado de que quedasen en la plaza de Cádiz algunas tropas -británicas. La lealtad del gobierno inglés, la generosidad con que ha -acudido a nuestro socorro, y la franqueza que ha usado con el gobierno -español hacen imposible toda sospecha. Pero la suprema junta debe -respetar la opinión pública nacional; y así se ha propuesto observar -una conducta mesurada y prudente que la ponga a cubierto de toda -censura. Si el estado presente de nuestros negocios militares fuese -tan apurado que hiciese temer alguna próxima amenaza contra Cádiz; si -nuestras propias fuerzas fuesen incapaces de defender aquel punto; -si faltasen otros sumamente importantes donde puede ser combatido el -enemigo con el mejor suceso, la suprema junta no tendría el temor de -chocar con la opinión pública, admitiendo tropas extranjeras en aquella -plaza; porque la opinión pública no podría menos de formarse sobre este -estado supuesto de cosas. Mas V. S. sabe que nada de esto sucede; que -nuestros ejércitos se mantienen en puntos muy distantes de Cádiz; que -aquella plaza está por ahora exenta de toda sorpresa; que aun cuando -las cosas sucediesen tan mal, como no podemos esperar, le quedarían al -enemigo mucho terreno y muchos obstáculos que vencer antes de amenazar -a Cádiz, que en ningún caso podía faltar tiempo para replegarse sobre -una plaza fácil de defender, y que no puede mirarse sino como un -último punto de retirada; y por último, que esos puntos extremos<span -class="pagenum" id="Page_xxxvi">p. xxxvi</span> no deben defenderse -en ellos mismos, a menos de un caso apurado, y sí en otros más -adelantados. Así es que el ejército de Extremadura defiende por aquella -parte la entrada de los enemigos, como la defiende por Sierra Morena -el ejército de la Carolina y del centro combinados. En esos puntos es -necesario convenir que está la defensa de las Andalucías; y por eso -S. M. hace todo lo posible para reforzarlos. Allí está el enemigo que -de algún tiempo a esta parte no ha podido hacer el menor progreso; y -allí, si conseguimos reunir fuerzas superiores, se puede dar un golpe -decisivo al enemigo al paso que no será nunca tal contra nosotros el -que él pudiera darnos. Por otra parte ve V. S. que la Cataluña se -defiende valerosamente sin dejar al enemigo adelantar un paso; y que -Zaragoza, que debe mirarse como un antemural, resiste heroicamente a -los repetidos ataques y hace pagar bien caro al enemigo su obstinada -porfía. Es pues evidente que los poderosos auxilios de la Gran Bretaña -serían infinitamente útiles en el ejército de Extremadura, en el de la -Carolina, y en Cataluña, donde podría servir directa o indirectamente -a la defensa de Zaragoza. Esta es la opinión de la suprema junta, -de la nación entera, y esta será sin duda la de quien contemple con -imparcialidad el verdadero estado de las cosas. La suprema junta espera -que V. S. reflexionando detenidamente sobre esta franca exposición, -entrará en sus ideas, y se lisonjea de que ellas merecerán el aprecio -del gobierno de S. M. B., ya por el valor que ellas tienen, y ya por -la deferencia que el mismo gobierno ha manifestado hacia la suprema -junta; pues al dar el ministro británico parte de su pensamiento -sobre la entrada de tropas inglesas en Cádiz al ministro de S. M. en -Londres, solo se la presentó como una idea que debía comunicarse a la -suprema junta para oír su opinión acerca de ella. De aquí nace en gran -parte la confianza que tiene S. M. sobre los sentimientos de<span -class="pagenum" id="Page_xxxvii">p. xxxvii</span> S. M. B. en este -asunto, luego que le sean presentes estas justas observaciones.</p> - -<p>Debe también considerarse que desembarcando las tropas auxiliares en -los puntos que se han indicado a V. S. en las inmediaciones de Cádiz, -y dirigiéndose a reforzar el ejército del general Cuesta donde pueden -cubrirse de gloria, siempre encontrarán en Cádiz una segura retirada -en caso de desgracia. Pero si un cuerpo desde luego poco numeroso -hubiese de dejar en Cádiz parte de su fuerza para asegurar en tanta -distancia la retirada, V. S. convendrá que semejante socorro inspiraría -a la nación poca confianza, sobre todo después de los sucesos de la -Galicia. V. S. cree que todos los transportes deben volver a Lisboa, -donde juzga necesaria su presencia, y ha comunicado en su consecuencia -las órdenes al efecto. De esa medida pudiera decirse lo que de la que -acabo de exponer; a saber: que la suprema junta tiene la firme opinión -de que el Portugal no puede defenderse en Lisboa, y de que el mayor -número de tropas debería emplearse en las líneas más adelantadas donde -se halla el enemigo, y donde puede ser derrotado de un modo que sea -decisivo en sus consecuencias. Por todas estas razones está persuadida -la suprema junta de que si el gobierno británico resolviese que sus -tropas no obren unidas con las nuestras sino con la condición indicada, -jamás podrá imputársela esa no cooperación. No puede ocultarse a la -discreta ilustración de V. S. que la suprema junta debe obrar en todas -ocasiones, y mucho más en las presentes circunstancias, de tal modo, -que si por hipótesi fuere necesario manifestar a la nación y a la -Europa entera las razones de su conducta en todos, o en algunos de los -grandes negocios que ocupan la atención de S. M., pueda hacerlo con -aquella seguridad y aquellos fundamentos que la concilien la opinión -general, que es el primero y principal elemento de su fuerza.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_xxxviii">p. xxxviii</span>S. -M. espera que tomadas por V. S. en seria consideración estas -observaciones, serán presentadas por V. S. al gobierno de S. M. B. como -los sentimientos francos de un aliado fiel y reconocido, que cuenta en -tan honrosa lucha con el auxilio eficaz de las tropas inglesas. Tengo -con este motivo el honor &c. — Dios &c. — Sevilla 1.º de marzo -de 1809. — B. L. M. de V. S. &c. — Martín de Garay.</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> 8-5.</h3> - -<p><i>Véase la Gaceta extraordinaria del gobierno de Sevilla de -24 de abril de 1809 y el suplemento a la misma del 8 de mayo del -mismo.</i></p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-6" -id="Ap_8-6">8-6</a>.</h3> - -<p><i>Esta correspondencia se insertó íntegra en el suplemento a -la Gaceta del gobierno de Sevilla de 12 de mayo de 1809. Todas las -contestaciones honran a sus autores, como también otra que dio más -adelante y sobre el mismo asunto al general Sebastiani Don Francisco -Abadía. Esta se insertó en la Gaceta del gobierno de Sevilla de 29 de -mayo de 1809.</i></p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-7" -id="Ap_8-7">8-7</a>.</h3> - -<table class="reales"> - <tr> - <td> </td> - <td class="tdrb bb">Reales.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">Las rentas ordinarias de la provincia de Asturias - produjeron entonces al año lo mismo que antes</td> - <td class="tdrb">8.000.000.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">Los donativos</td> - <td class="tdrb">4.000.000.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">Un préstamo</td> - <td class="tdrb">3.500.000.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlj">Así el total que entró en arcas desde mayo de 1808 - hasta mayo de 1809 de rentas y recursos de la provincia, fue de - unos</td> - <td class="tdrb">15.500.000.</td> - </tr> -</table> - -<p>Deben agregarse a estos quince millones quinientos<span -class="pagenum" id="Page_xxxix">p. xxxix</span> mil rs. vn. veinte -millones de reales que vinieron de Inglaterra; mas de los últimos -habiéndose enviado dos a la central, quedan reducidos a diez y ocho, -ascendiendo por consiguiente el total a 35.500.000 reales vn. Durante -este tiempo mantuvo la provincia constantemente de 18 a 20.000 hombres -sobre las armas; a los que al principio dio hasta una peseta diaria. -Véase si con este gasto y lo que costaba el pago de las autoridades -civiles había lugar a dilapidaciones. Además el marqués de Vista -Alegre, que estaba al frente de la hacienda del principado, era hombre -de gran severidad en la materia e incapaz de entrar en ningún manejo -deshonroso y feo.</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-8" -id="Ap_8-8">8-8</a>.</h3> - -<p>D’Argenton se escapó por la noche luego que los franceses salieron -de Oporto. Pasó a Inglaterra y de allí parece ser que yendo a Francia -para sacar a su mujer y a sus hijos fue cogido y arcabuceado.</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-9" -id="Ap_8-9">8-9</a>.</h3> - -<p>Sabe V. M. que hace más de cinco meses que no he recibido órdenes -ni noticias, ni socorros: por consiguiente carezco de muchas cosas, -e ignoro las disposiciones generales. El general de brigada Viallanes -se hallaba muy cansado, y me dijo en Lugo que estaba malo. Conocí -que su dolencia no era tan grave como decía; pero viendo su temor -le mandé que se retirase hacia el lado del mayor general de V. M. a -recibir sus órdenes. También hubiera querido dar igual destino a los -generales La Houssaye y Mermet que no siempre han hecho lo que pudieran -hacer para ventaja nuestra; pero dejé de tomar esta determinación -hasta llegar a Zamora, para no dar más crédito a las voces de las -cabalas o conspiraciones que se esparcieron...<span class="pagenum" -id="Page_xl">p. xl</span> Sacado de la Gaceta del gobierno de 28 de -julio de 1809. (Pliego interceptado del mariscal Soult a José, fecho en -la Puebla de Sanabria a 25 de junio de 1809.)</p> - - -<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-10" -id="Ap_8-10">8-10</a>.</h3> - -<p>He aquí algunos pormenores de tan singular hecho. Era en el otoño -de 1805 y daba Mr. Pitt una comida en el campo, a la que asistían los -lores Liverpool (entonces Hawkesbury) Castelreagh, Bashurst y otros, -como también el duque de Wellington (entonces Sir Arthur Wellesley) -que acababa de llegar de la India. Durante la comida recibió Pitt un -pliego, cuya lectura le dejó pensativo. A los postres yéndose los -criados, según la costumbre de Inglaterra o como ellos dicen <i>the -cloth being removed and the servants out</i>, dijo Pitt «Malísimas -noticias; Mack se ha rendido en Ulm con 40.000 hombres, y Bonaparte -sigue a Viena sin obstáculo.» Entonces fue cuando exclamaron sus -amigos, y él replicó lo que insertamos en el texto. Como su respuesta -era tan extraordinaria, muchos de los concurrentes, aunque callaron por -el respeto que le tenían, atribuyéronla sobre todo en lo que dijo de -España a desvarío causado por el mal que le oprimía, y de que falleció -tres meses después. Pitt percibiendo en los semblantes el efecto que -habían producido sus primeras palabras, añadió las siguientes bien -memorables. «Sí, señores, la España será el primer pueblo en donde se -encenderá esta guerra patriótica que solo puede libertar a Europa. Mis -noticias sobre aquel país, y las tengo por muy exactas, son de que si -la nobleza y el clero han degenerado con el mal gobierno y están a -los pies del favorito, el pueblo conserva toda su pureza primitiva, -y su odio contra Francia tan grande como siempre, y casi igual a -su amor a sus soberanos. Bonaparte cree y debe creer la existencia -de estos incompatible con la suya, tratará<span class="pagenum" -id="Page_xli">p. xli</span> de quitarlos, y entonces es cuando yo le -aguardo con la guerra que tanto deseo.»</p> - -<p>Hemos oído esto en Inglaterra a varios de los que estaban allí -presentes: muchas veces ha oído lo mismo al duque de Wellington el -general Don Miguel de Álava, y dicho duque refirió el suceso en una -comida diplomática que dio en París el duque de Richelieu en 1816, y -a la que se hallaban presentes los embajadores y ministros de toda -Europa.</p> - - -<p class="fin"><span class="sc">Fin del tomo II.</span></p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter"> - <p><span class="pagenum" id="Page_xliii">p. xliii</span></p> - <h2 class="nobreak fs130 negr g0">ERRATAS</h2> - <p class="centra fs110 g1 ws2 mt1">DE LOS TOMOS 1.º Y 2.º</p> - <div class="figcenter mt1"> - <img style="width: 6em; height: auto;" - src="images/separa3.jpg" - alt="Motivo ornamental"/> - </div> -</div> - -<table class="errata"> - <tr> - <td class="tdc">TOMO 1.º</td> - <td class="tdc">DICE.</td> - <td class="tdc">LÉASE.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdc">—</td> - <td class="tdc">—</td> - <td class="tdc">—</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl pt1">Pág. 20, lín. 4,</td> - <td class="tdl pt1">uno y otro,</td> - <td class="tdl pt1">uno y otra.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Pág. 51, lín. 1,</td> - <td class="tdl">exprimir,</td> - <td class="tdl">expresar.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Pág. 73, epígrafe,</td> - <td class="tdl">16 de abril,</td> - <td class="tdl">16 de marzo.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Pág. 241, lín. 24,</td> - <td class="tdl">triunfo,</td> - <td class="tdl">Triunfo.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Pág. 344, lín. 7,</td> - <td class="tdl">siguisen,</td> - <td class="tdl">siguiesen.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Pág. 401, lín. 25,</td> - <td class="tdl">dospojados,</td> - <td class="tdl">despojados.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdc pt1">APÉNDICES.</td> - <td class="tdc pt1"> </td> - <td class="tdc pt1"> </td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl pt1">Pág. 100, lín. 24,</td> - <td class="tdl pt1">cuam,</td> - <td class="tdl pt1">quam.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Pág. 112, lín. 34,</td> - <td class="tdl">nullaae,</td> - <td class="tdl">nullae.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdc pt1">TOMO 2.º</td> - <td class="tdc pt1"> </td> - <td class="tdc pt1"> </td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl pt1">Pág. 304, lín. 24,</td> - <td class="tdl pt1">esta,</td> - <td class="tdl pt1">estas.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Pág. 307, lín. 5,</td> - <td class="tdl">propia,</td> - <td class="tdl">propias.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Pág. 332, lín. 19,</td> - <td class="tdl">Marte,</td> - <td class="tdl">Martí.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Pág. 356, lín. 9,</td> - <td class="tdl">embocadura,</td> - <td class="tdl">desembocadura.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Pág. 360, lín. 5,</td> - <td class="tdl">Calzada,</td> - <td class="tdl">calzada.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Pág. 363, lín. 3,</td> - <td class="tdl">tanto,</td> - <td class="tdl">tanta.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Pág. 394, lín. 13,</td> - <td class="tdl">Zuaim,</td> - <td class="tdl">Znaim.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdc pt1">APÉNDICES.</td> - <td class="tdc pt1"> </td> - <td class="tdc pt1"> </td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl pt1">Pág. 1, lín. 7,</td> - <td class="tdl pt1">summunque,</td> - <td class="tdl pt1">summumque.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Pág. 19, lín. 24,</td> - <td class="tdl">cuam,</td> - <td class="tdl">quam.</td> - </tr> - <tr> - <td class="tdl">Pág. 23, lín. 11,</td> - <td class="tdl">aperations,</td> - <td class="tdl">operations.</td> - </tr> -</table> - -<hr class="chap" /> - - -<hr class="full" /> - -<div lang='en' xml:lang='en'> -<div style='display:block; margin-top:4em'>*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>HISTORIA DEL LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN DE ESPAÑA (2 DE 5)</span> ***</div> -<div style='text-align:left'> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Updated editions will replace the previous one—the old editions will -be renamed. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United -States without permission and without paying copyright -royalties. 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Redistribution is subject to the trademark -license, especially commercial redistribution. -</div> - -<div style='margin-top:1em; font-size:1.1em; text-align:center'>START: FULL LICENSE</div> -<div style='text-align:center;font-size:0.9em'>THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE</div> -<div style='text-align:center;font-size:0.9em'>PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -To protect the Project Gutenberg™ mission of promoting the free -distribution of electronic works, by using or distributing this work -(or any other work associated in any way with the phrase “Project -Gutenberg”), you agree to comply with all the terms of the Full -Project Gutenberg™ License available with this file or online at -www.gutenberg.org/license. -</div> - -<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'> -Section 1. 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Information about the Mission of Project Gutenberg™ -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Project Gutenberg™ is synonymous with the free distribution of -electronic works in formats readable by the widest variety of -computers including obsolete, old, middle-aged and new computers. It -exists because of the efforts of hundreds of volunteers and donations -from people in all walks of life. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Volunteers and financial support to provide volunteers with the -assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg™’s -goals and ensuring that the Project Gutenberg™ collection will -remain freely available for generations to come. In 2001, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure -and permanent future for Project Gutenberg™ and future -generations. To learn more about the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation and how your efforts and donations can help, see -Sections 3 and 4 and the Foundation information page at www.gutenberg.org. -</div> - -<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'> -Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non-profit -501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the -state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal -Revenue Service. The Foundation’s EIN or federal tax identification -number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by -U.S. federal laws and your state’s laws. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -The Foundation’s business office is located at 809 North 1500 West, -Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up -to date contact information can be found at the Foundation’s website -and official page at www.gutenberg.org/contact -</div> - -<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'> -Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Project Gutenberg™ depends upon and cannot survive without widespread -public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine-readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. Compliance requirements are not uniform and it takes a -considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up -with these requirements. We do not solicit donations in locations -where we have not received written confirmation of compliance. To SEND -DONATIONS or determine the status of compliance for any particular state -visit <a href="https://www.gutenberg.org/donate/">www.gutenberg.org/donate</a>. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -While we cannot and do not solicit contributions from states where we -have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition -against accepting unsolicited donations from donors in such states who -approach us with offers to donate. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -International donations are gratefully accepted, but we cannot make -any statements concerning tax treatment of donations received from -outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Please check the Project Gutenberg web pages for current donation -methods and addresses. Donations are accepted in a number of other -ways including checks, online payments and credit card donations. To -donate, please visit: www.gutenberg.org/donate -</div> - -<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'> -Section 5. General Information About Project Gutenberg™ electronic works -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Professor Michael S. Hart was the originator of the Project -Gutenberg™ concept of a library of electronic works that could be -freely shared with anyone. For forty years, he produced and -distributed Project Gutenberg™ eBooks with only a loose network of -volunteer support. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Project Gutenberg™ eBooks are often created from several printed -editions, all of which are confirmed as not protected by copyright in -the U.S. unless a copyright notice is included. Thus, we do not -necessarily keep eBooks in compliance with any particular paper -edition. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Most people start at our website which has the main PG search -facility: <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -This website includes information about Project Gutenberg™, -including how to make donations to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to -subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. -</div> - -</div> -</div> -</body> -</html> diff --git a/old/69159-h/images/apendices.jpg b/old/69159-h/images/apendices.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index f76bf4a..0000000 --- a/old/69159-h/images/apendices.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/69159-h/images/cover.jpg b/old/69159-h/images/cover.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index f5f280e..0000000 --- a/old/69159-h/images/cover.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/69159-h/images/doble_filete.jpg b/old/69159-h/images/doble_filete.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 5aa06df..0000000 --- a/old/69159-h/images/doble_filete.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/69159-h/images/separa1.jpg b/old/69159-h/images/separa1.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 440e27f..0000000 --- a/old/69159-h/images/separa1.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/69159-h/images/separa2.jpg b/old/69159-h/images/separa2.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 28585cd..0000000 --- a/old/69159-h/images/separa2.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/69159-h/images/separa3.jpg b/old/69159-h/images/separa3.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 20dc9f1..0000000 --- a/old/69159-h/images/separa3.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/69159-h/images/separa4.jpg b/old/69159-h/images/separa4.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index cdd591d..0000000 --- a/old/69159-h/images/separa4.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/69159-h/images/separa5.jpg b/old/69159-h/images/separa5.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 2f65c9c..0000000 --- a/old/69159-h/images/separa5.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/69159-h/images/title_half.jpg b/old/69159-h/images/title_half.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index bd39da3..0000000 --- a/old/69159-h/images/title_half.jpg +++ /dev/null |
