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-The Project Gutenberg eBook of Historia del levantamiento, guerra y
-revolución de España (2 de 5), by Conde de Toreno
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and
-most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms
-of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at
-www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you
-will have to check the laws of the country where you are located before
-using this eBook.
-
-Title: Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (2 de
- 5)
-
-Author: Conde de Toreno
-
-Release Date: October 15, 2022 [eBook #69159]
-
-Language: Spanish
-
-Produced by: Ramón Pajares Box and the Online Distributed Proofreading
- Team at https://www.pgdp.net (This file was produced from
- images generously made available by The Internet
- Archive/Canadian Libraries)
-
-*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DEL LEVANTAMIENTO,
-GUERRA Y REVOLUCIÓN DE ESPAÑA (2 DE 5) ***
-
-
-NOTA DE TRANSCRIPCIÓN
-
- * Las cursivas se muestran entre _subrayados_ y las versalitas se han
- convertido a MAYÚSCULAS.
-
- * Los errores de imprenta han sido corregidos.
-
- * La ortografía del texto original ha sido modernizada de acuerdo con
- las normas publicadas en 2010 por la Real Academia Española.
-
- * También han sido modernizados los topónimos y los nombres propios de
- persona, siempre que se han encontrado referencias bibliográficas.
-
- * Se han incorporado las correcciones mencionadas en la fe de erratas
- aparecida en este segundo tomo.
-
- * Se ha alterado la numeración de los apéndices para que incorporen
- el número del libro al que corresponden, obteniendo así una
- identificación única a lo largo de todos los tomos de la obra.
-
- * Las páginas en blanco han sido eliminadas.
-
-
-
-
- HISTORIA
- DEL
- Levantamiento, Guerra y Revolución
- de España.
-
-
-
-
- HISTORIA
- DEL
- Levantamiento, Guerra y Revolución
- DE ESPAÑA
-
- POR
- EL CONDE DE TORENO.
-
- TOMO II.
-
- Madrid:
- IMPRENTA DE DON TOMÁS JORDÁN,
- 1835.
-
-
-
-
- ... quis nescit, primam esse historiæ legem, ne quid falsi dicere
- audeat? deinde ne quid veri non audeat? ne qua suspicio gratiæ sit in
- scribendo? ne qua simultatis?
-
- CICER., _De Oratore, lib. 2, c. 15._
-
-
-
-
- RESUMEN
- DEL
- LIBRO QUINTO.
-
-
-_Primer sitio y defensa de Zaragoza. — Asiento de la ciudad. — Estado
-apurado de la misma. — Salida de Palafox, 15 de junio. — Primera
-embestida de los franceses contra Zaragoza y su derrota, 15 de junio.
-— Don Lorenzo Calvo de Rozas. — Preparativos de defensa en Zaragoza.
-— Don Antonio Sangenís. — Intimación de Lefebvre-Desnouettes. — El
-general Palafox en Épila. — Acción de Épila. — Piensa Palafox en volver
-a Zaragoza. — Entrada allí de Lazán el 24 de junio. — Juramento de los
-zaragozanos. — Amenaza villana de un polaco a Calvo. — Conferencia y
-proposiciones de los generales franceses. — Los franceses reforzados.
-Verdier general en jefe. — Vuélase un almacén de pólvora. — Ataque
-contra el monte Torrero. — Castigo del comandante. — Llegada de un
-refuerzo a los españoles. — 30 de junio, principia el bombardeo. —
-Nuevas obras de defensa de los sitiados. — Ataques del 1.º y 2 de
-julio. — Agustina Zaragoza. — Entrada de Palafox el 2 en Zaragoza. —
-Otros combates. — Puente echado por los franceses en San Lamberto.
-— Estrago hecho por los mismos. — Otras medidas de los sitiados. —
-Apodérase el enemigo de Villafeliche. — Otros combates. — Ataques del
-3 y 4 de agosto. — Avanzan los franceses al Coso. — Salida de Palafox
-de Zaragoza. — Vuelve Lazán el 15 con socorros. — El 8 Palafox. —
-Continúan los choques y reencuentros. — Los franceses reciben el 6
-orden de retirarse. — Contraorden poco después. — Resolución magnánima
-de los zaragozanos. — 13, orden definitiva dada a los franceses de
-retirarse. — Llegada a Zaragoza de una división de Valencia. — Aléjanse
-los franceses de Zaragoza el 14. — Fin del sitio. — Alegría de los
-aragoneses, estado de la ciudad. — Cataluña. — Bloqueo de Figueras por
-los somatenes. — Socorre la plaza el general Reille. — Don Juan Clarós.
-— Vuelve Duhesme a Gerona. — Junta de Lérida. — Tropas de Menorca
-mandadas por el marqués del Palacio. — El conde de Caldagués va en
-socorro de Gerona. — Atacan los franceses a Gerona el 13 de agosto.
-— Son derrotados el 16. — Levantan el sitio. — Portugal. — Estado
-de aquel reino y de su insurrección. — Évora. — Expedición inglesa
-enviada a Portugal. — Sir Arthur Wellesley. — Sale la expedición de
-Cork. — Desembarco en Mondego. — Estado de Junot y sus disposiciones.
-— Acción de Roliça. — Socorros llegados al ejército inglés. — Batalla
-de Vimeiro 21 de agosto. — Armisticio entre ambos ejércitos. — Convenio
-del almirante ruso con el inglés. — Convención de Cintra. — Españoles
-de Portugal. — Restablecen los ingleses la regencia de Portugal. —
-Elvas sitiada por los españoles. — Almeida por los portugueses. —
-Desaprobación general de la convención de Cintra en Inglaterra. —
-Declaración de S. M. B. de 4 de julio. — Peticiones y reclamaciones que
-se hacen a los diputados españoles. — Dumourier. — Conde d’Artois. —
-Luis XVIII. — Príncipe de Castelcicala. — Tropa española en Dinamarca.
-— Marqués de la Romana. — Lobo. — Fábregues. — Se disponen a embarcarse
-las tropas del norte. — Kindelán. — Kindelán y Guerrero. — Juramento
-de los españoles en Langeland. — Dan la vela para España. — Trátase de
-reunir una junta central. — Situación de Madrid. — Consejo de Castilla.
-— Sus manejos. — Opinión sobre aquel cuerpo. — Estado de las juntas
-provinciales. — Llegada a Gibraltar del príncipe Leopoldo de Sicilia.
-— Correspondencia entre las juntas. — Proceder del consejo. — Entrada
-en Madrid de Llamas y Castaños. — Proclamación de Fernando VII. —
-Insurrección de Bilbao. — Movimientos en Guipúzcoa y Navarra. — Nuevos
-manejos del consejo. — Propuesta de Cuesta a Castaños. — Consejo de
-guerra celebrado en Madrid. — Prende Cuesta a Valdés y Quintanilla. —
-Acaba el gobierno de las juntas provinciales._
-
-
-
-
- HISTORIA
- DEL
- LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN
- de España.
-
- LIBRO QUINTO.
-
-
-[Marginal: (* Ap. n. 5-1.) Primer sitio y defensa de Zaragoza.]
-
-Sin muro y sin torreones, según nos ha transmitido Floro,[*] defendiose
-largos años la inmortal Numancia contra el poder de Roma. También
-desguarnecida y desmurada resistió al de Francia con tenaz porfía,
-si no por tanto tiempo, la ilustre Zaragoza. En esta como en aquella
-mancillaron su fama ilustres capitanes: y los impetuosos y concertados
-ataques del enemigo tuvieron que estrellarse en los acerados pechos
-de sus invictos moradores. Por dos veces en menos de un año cercaron
-los franceses a Zaragoza; una malogradamente, otra con pérdidas e
-inauditos reveses. Cuanto fue de realce y nombre para Aragón la heroica
-defensa de su capital, fue de abatimiento y desdoro para sus sitiadores
-aguerridos y diestros no haberse enseñoreado de ella pronto y de la
-primera embestida.
-
-[Marginal: Asiento de la ciudad.]
-
-Baña a Zaragoza, asentada a la derecha margen, el caudaloso Ebro.
-Cíñela al mediodía y del lado opuesto Huerva, acanalado y pobre, que
-más abajo rinde a aquel sus aguas, y casi en frente a donde desde el
-Pirineo viene también a fenecer el Gállego. Por la misma parte y a un
-cuarto de legua de la ciudad se eleva el monte Torrero, cuya altura
-atraviesa la acequia imperial, que así llaman al canal de Aragón por
-traer su origen del tiempo del emperador Carlos V. Antes del sitio
-hermoseaban a Zaragoza en sus contornos feraces campiñas, viñedos y
-olivares con amenas y deleitables quintas, a que dan en la tierra el
-nombre de torres. A izquierda del Ebro está el Arrabal que comunica con
-la ciudad por medio de un puente de piedra, habiéndose destruido otro
-de madera en una riada que hubo en 1802. Pasaba la población de 55.000
-almas: menguó con las muertes y destrozos. No era Zaragoza ciudad
-fortificada; diciendo Colmenar,[*] [Marginal: (* Ap. n. 5-2.)] a manera
-de profecía, cosa ha de un siglo, «que estaba sin defensa, pero que
-reparaba esta falta el valor de sus habitantes.» Cercábala solamente
-una pared de diez a doce pies de alto y de tres de espesor, en parte
-de tapia y en otras de mampostería, interpolada a veces y formada por
-algunos edificios y conventos, y en la que se cuentan ocho puertas que
-dan salida al campo. No lejos de una de ellas, que es la del Portillo,
-y extramuros se distingue la Aljafería, antigua morada de los reyes de
-Aragón, rodeada de un foso y muralla, cuyos cuatro ángulos guarnecen
-otros tantos bastiones. Las calles en general son angostas, excepto la
-del Coso muy espaciosa y larga, casi en el centro de la ciudad, y que
-se extiende desde la puerta llamada del Sol hasta la plaza del Mercado.
-Las casas de ladrillo y por la mayor parte de dos o tres pisos. La
-adornan edificios y conventos bien construidos y de piedra de sillería.
-La piedad admira dos suntuosas catedrales, la de nuestra Señora del
-Pilar y la de la Seo, en las que alterna por años para su asistencia
-el cabildo. El último templo antiquísimo, el primero muy venerado de
-los naturales por la imagen que en su santuario se adora. Como no es de
-nuestra incumbencia hacer una descripción especial de Zaragoza, no nos
-detendremos ni en sus antigüedades ni grandeza, reservando para después
-hablar de aquellos lugares, que a causa de la resistencia que en ellos
-se opuso adquirieron desconocido renombre; porque allí las casas y
-edificios fueron otras tantas fortalezas.
-
-Si ningunas eran en Zaragoza las obras de fortificación, tampoco
-abundaban otros medios de defensa. Vimos cuán escasos andaban al
-levantarse en mayo. El corto tiempo transcurrido no había dejado
-aumentarlos notablemente, y antes bien se habían minorado con los
-descalabros padecidos en Tudela y Mallén. [Marginal: Estado apurado
-de Zaragoza.] En semejante estado déjase discurrir la consternación
-de Zaragoza al esparcirse la nueva, en la noche del 14 de junio, de
-haber sido aquel día derrotado Don José de Palafox en las cercanías
-de Alagón, según dijimos en el anterior libro. Desapercibidos sus
-habitantes tan solamente hallaron consuelo con la presencia de su
-amado caudillo, que no tardó en regresar a la ciudad. Mas el enemigo
-no dio descanso ni vagar. Siguieron de cerca a Palafox, y tras él
-vinieron proposiciones del general Lefebvre-Desnouettes a fin de que se
-rindiese, con un pliego enderezado al propio objeto y firmado por los
-emisarios españoles Castelfranco, Villela y Pereira que acompañaban al
-ejército francés, y de quienes ya hicimos mención.
-
-Fue la respuesta del general Palafox ir al encuentro de los invasores;
-y con las pocas tropas que le quedaban, algunos paisanos y piezas de
-campaña se colocó fuera no lejos de la ciudad al amanecer del 15.
-[Marginal: Salida de Palafox, 15 de junio.] Estaba a su lado el marqués
-de Lazán y muchos oficiales, mandando la artillería el capitán Don
-Ignacio López. Pronto asomaron los franceses y trataron de acometer
-a los nuestros con su acostumbrado denuedo. Pero Palafox viendo cuán
-superior era el número de sus contrarios, determinó retirarse, y
-ordenadamente pasó a Longares, pueblo seis leguas distante, desde donde
-continuó al puerto del Frasno cercano a Calatayud: queriendo engrosar
-su corta división con la que reunía y organizaba en dicha ciudad el
-barón de Versages.
-
-Semejante movimiento si bien acertado en tanto que no se consideraba
-a Zaragoza con medios para defenderse, dejaba a esta ciudad del todo
-desamparada y a merced del enemigo. Así se lo imaginó fundadamente
-el general francés Lefebvre-Desnouettes, y con sus 5 a 6000 infantes
-y 800 caballos a las nueve de la mañana del mismo 15 presentose con
-ufanía delante de las puertas. Habían crecido dentro las angustias: no
-eran arriba de 300 los militares que quedaban entre miñones y otros
-soldados: los cañones pocos y mal colocados como por gente a quien
-no guiaban oficiales de artillería, pues de los dos únicos con quien
-se contaba en un principio, Don Juan Cónsul y Don Ignacio López, el
-último acompañaba a Palafox y el primero, por orden suya, hallábase
-de comisión en Huesca. El paisanaje andaba sin concierto y por todas
-partes reinaba la indisciplina y confusión. Parecía por tanto que
-ningún obstáculo detendría a los enemigos, cuando el tiroteo de algunos
-paisanos y soldados desbandados los obligó a hacer parada y proceder
-precavidamente. De tan casual e impensado acontecimiento nació la
-memorable defensa de Zaragoza.
-
-[Marginal: Primera embestida de los franceses contra Zaragoza y su
-derrota, 15 de junio.]
-
-La perplejidad y tardanza del general francés alentó a los que
-habían empezado a hacer fuego, y dio a otros alas para ayudarlos
-y favorecerlos. Pero como aún no había ni baterías ni resguardo
-importante, consiguieron algunos jinetes enemigos penetrar hasta dentro
-de las calles. Acometidos por algunos voluntarios y miñones de Aragón
-al mando del coronel Don Antonio de Torres, y acosados por todas partes
-por hombres, mujeres y niños, fueron los más de ellos despedazados
-cerca de nuestra Señora del Portillo, templo pegado a la puerta del
-mismo nombre.
-
-Enfurecidos los habitantes y con mayor confianza en sus fuerzas después
-de la adquirida si bien fácil ventaja, acudieron sin distinción de
-clase ni de sexo a donde amagaba el peligro, y llevando a brazo los
-cañones antes situados en el mercado, plaza del Pilar y otros parajes
-desacomodados, los trasladaron a las avenidas por donde el enemigo
-intentaba penetrar, y de repente hicieron contra sus huestes horrorosas
-descargas. Creyó entonces necesario el general francés emprender un
-ataque formal contra las puertas del Carmen y Portillo. Puso su mayor
-conato en apoderarse de la última, sin advertir que situada a la
-derecha la Aljafería eran flanqueadas sus tropas por los fuegos de
-aquel castillo, cuyas fortificaciones aunque endebles, le resguardaban
-de un rebate. Así sucedió que los que le guarnecían, capitaneados por
-un oficial retirado de nombre Don Mariano Cerezo, militar tan bravo
-como patriota, escarmentaron la audacia de los que confiadamente se
-acercaban a sus muros. Dejáronles aproximarse y a quema ropa los
-ametrallaron. En sumo grado contribuyó a que fuera más certera la
-artillería en sus tiros un oficial sobrino del general Guillelmi,
-quien encerrado allí con su tío desde el principio de la insurrección,
-olvidándose del agravio recibido, solo pensó en no dar quiebra a su
-honra, y cumplió debidamente con lo que la patria exigía de su persona.
-Igualmente fueron los franceses repelidos en la Puerta del Carmen,
-sosteniendo por los lados el tremendo fuego que de frente se les
-hacía, escopeteros esparcidos entre las tapias, alameda y olivares,
-cuya buena puntería causó en las filas enemigas notable matanza.
-Nadie rehusaba ir a la lid: las mujeres corrían a porfía a estimular
-a sus esposos y a sus hijos, y atropellando por medio del inminente
-riesgo los socorrían con víveres y municiones. Los franceses aturdidos
-al ver tanto furor y ardimiento titubeaban y crecía con su vacilar
-el entusiasmo y valentía de los defensores. De nuevo no obstante y
-reiteradas veces embistieron la entrada del Portillo, desviándose de la
-Aljafería, y procurando cubrirse detrás de los olivares y arboledas.
-Menester fue para poner término a la sangrienta y reñida pelea que
-sobreviniese la noche. Bajo su amparo se retiraron los franceses a
-media legua de la ciudad, y recogieron sus heridos, dejando el suelo
-sembrado de más de 500 cadáveres. La pérdida de los españoles fue mucho
-más reducida, abrigados de tapias y edificios. Y de aquella señalada
-victoria, que algunos llamaron de las Eras, resultó el glorioso empeño
-de los zaragozanos de no entrar en pacto alguno con el enemigo y
-resistir hasta el último aliento.
-
-Fuera de sí aquellos vecinos con la victoria alcanzada, ignoraban
-todavía el paradero del general Palafox. Grande fue su tristeza al
-saber su ausencia, y no teniendo fe en las autoridades antiguas ni
-en los demás jefes, los diputados y alcaldes de barrio a nombre del
-vecindario se presentaron [Marginal: Don Lorenzo Calvo de Rozas.] luego
-que cesó el combate al corregidor e intendente Don Lorenzo Calvo de
-Rozas, que, hechura de Palafox, merecía su confianza. Instáronle para
-que hiciera sus veces, y condescendió con sus ruegos en tanto que
-aquel no volviera. Unía Calvo en su persona las calidades que el caso
-requería. Declarado abiertamente en favor de la causa pública, habíase
-fugado de Madrid en donde estaba avecindado. Hombre de carácter firme y
-sereno, encerraba en su pecho, con apariencias de tibio, el entusiasmo
-y presteza de un alma impetuosa y ardiente. Autorizado como ahora se
-veía por la voz popular y punzado por el peligro que a todos amenazaba,
-empleó con diligencia cuantos medios le sugería el deseo de proteger
-contra la invasión extraña la ciudad que se ponía en sus manos.
-
-[Marginal: Preparativos de defensa en Zaragoza.]
-
-Prontamente llamó al teniente de rey D. Vicente Bustamante para que
-expidiese y firmase a los de su jurisdicción las convenientes órdenes.
-Mandó iluminar las calles con objeto de evitar cualquier sorpresa o
-excesos; empezáronse a preparar sacos de tierra para formar baterías en
-las puertas de Sancho, el Portillo, Carmen y Santa Engracia; abriéronse
-zanjas o cortaduras en sus avenidas; dispusiéronse a artillarlas,
-y se levantó en toda la tapia que circuía a la ciudad una banqueta
-para desde allí molestar al enemigo con la fusilería. Prevínose a los
-vecinos en estado de llevar armas, que se apostasen en los diversos
-puntos debiendo alternar noche y día; ocupáronse los niños y mujeres
-en tareas propias de su edad y sexo, y se encargó a los religiosos
-hacer cartuchos de cañón y fusil, cumpliéndose con tan buen deseo y
-ahinco aquellas disposiciones, que a las diez de la noche se había ya
-convertido Zaragoza en un taller universal, en el que todos se afanaban
-por desempeñar debidamente lo que a cada uno se había encomendado.
-
-Con más lentitud se procedió en la construcción de baterías por falta
-de ingeniero que dirigiese la obra. [Marginal: Don Antonio Sangenís.]
-Solo había uno, que era Don Antonio Sangenís, y este había sido el 15
-llevado a la cárcel por los paisanos que le conceptuaban sospechoso,
-habiendo notado que reconocía las puertas y la ronda de la ciudad.
-Ignorose su suerte en medio de la confusión, pelea y agitación de aquel
-día y noche, y solo se le puso en libertad por orden de Calvo de Rozas
-en la mañana del 16. Sin tardanza trazó Sangenís atinadamente varias
-obras de fortificación, esmerándose en el buen desempeño, y ayudado en
-lugar de otros ingenieros por los hermanos Tabuenca, arquitectos de la
-ciudad. Pintan estos pormenores, y por eso no son de más, la situación
-de los zaragozanos, y lo apurados y escasos que estaban de recursos y
-de hombres inteligentes en los ramos entonces más necesarios.
-
-[Marginal: Intimación de Lefebvre Desnouettes.]
-
-Los franceses, atónitos con lo ocurrido el 15, juzgaron imprudente
-empeñarse en nuevos ataques antes de recibir de Pamplona
-mayores fuerzas, con artillería de sitio, morteros y municiones
-correspondientes. Mientras que llegaba el socorro, queriendo Lefebvre
-probar la vía de la negociación, intimó el 17 que, a no venir a
-partido, pasaría a cuchillo a los habitantes cuando entrase en la
-ciudad. Contestósele dignamente,[*] [Marginal: (* Ap. n. 5-3.)] y se
-prosiguió con mayor empeño en prepararse a la defensa.
-
-[Marginal: El general Palafox en Épila.]
-
-El general Palafox en tanto, vista la decisión que habían tomado los
-zaragozanos de resistir a todo trance al enemigo, trató de hostigarle y
-llamar a otra parte su atención. Unido al barón de Versages contaba con
-una división de 6000 hombres y cuatro piezas de artillería. El 21 de
-junio pasó en Almunia reseña de su tropa, y el 23 marchó sobre Épila.
-En aquella villa hubo jefes que notando el poco concierto de su tropa,
-por lo común allegadiza, opinaron ser conveniente retirarse a Valencia,
-y no empeorar con una derrota la suerte de Zaragoza. Palafox, asistido
-de admirable presencia de ánimo, congregó su gente, y delante de las
-filas, exhortando a todos a cumplir con el duro pero honroso deber que
-la patria les imponía, añadió que eran dueños de alejarse libremente
-aquellos a quienes no animase la conveniente fortaleza para seguir
-por el estrecho y penoso sendero de la virtud y de la gloria, o que
-tachasen de temeraria su empresa. Respondiose a su voz con universales
-clamores de aprobación, y ninguno osó desamparar sus banderas. De
-tamaña importancia es en los casos arduos la entera y determinada
-voluntad de un caudillo.
-
-[Marginal: Acción de Épila.]
-
-Seguro de sus soldados, hizo propósito Palafox de avanzar la mañana
-siguiente a la Muela, tres leguas de Zaragoza, queriendo coger a los
-franceses entre su fuerza y aquella ciudad. Pero barruntando estos su
-movimiento, se le anticiparon y acometieron a su ejército en Épila a
-las nueve de la noche, hora desusada y en la que dieron de sobresalto
-e impensadamente sobre los nuestros por haber sorprendido y hecho
-prisionera una avanzada, y también por el descuido con que todavía
-andaban nuestras inexpertas tropas. Trabose la refriega, que fue
-empeñada y reñida. Como los españoles se vieron sobrecogidos, no hubo
-orden premeditado de batalla, y los cuerpos se colocaron según pudo
-cada uno en medio de la oscuridad. La artillería, dirigida por el muy
-inteligente oficial Don Ignacio López, se señaló en aquella jornada, y
-algunos regimientos se mantuvieron firmes hasta por la mañana, que, sin
-precipitación, tomaron la vuelta de Calatayud. En su número se contaba
-el de Fernando VII, que aunque nuevo, sostuvo el fuego por espacio
-de seis horas, como si se compusiera de soldados veteranos. También
-hombres sueltos de guardias españolas defendieron largo rato una
-batería de las más importantes. Disputaron pues unos y otros el terreno
-a punto que los franceses no los incomodaron en la retirada.
-
-[Marginal: Piensa Palafox en volver a Zaragoza.]
-
-Palafox convencido no obstante de que no era dado con tropas bisoñas
-combatir ventajosamente en campo raso, y de que sería más útil su
-ayuda dentro de Zaragoza, determinó superando obstáculos meterse con
-los suyos en aquella ciudad, por lo que después de haberse rehecho,
-y dejando en Calatayud un depósito al mando del barón de Versages,
-dividió su corta tropa en dos pequeños trozos: encargó el uno a su
-hermano Don Francisco, y acaudillando en persona el otro volvió el 2 de
-julio a pisar el suelo zaragozano.
-
-[Marginal: Entrada allí el 24 de junio de Lazán.]
-
-Ya había allí acudido desde el 24 de junio su otro hermano el marqués
-de Lazán, que era el gobernador, con varios oficiales, a instancias
-y por aviso del intendente Calvo de Rozas. Deseaba este un arrimo
-para robustecer aún más sus acertadas providencias, acordar otras,
-comprometer en la defensa a las personas de distinción que no lo
-estuviesen todavía, imponer respeto a la muchedumbre congregando una
-reunión escogida y numerosa, y afirmarla en su resolución por medio
-de un público y solemne juramento. Para ello convocó el 25 de junio
-una junta general de las principales corporaciones e individuos de
-todas clases, presidida por el de Lazán. En su seno expuso brevemente
-Calvo de Rozas el estado en que la ciudad se hallaba, y cuáles eran
-sus recursos, y excitó a los concurrentes a coadyuvar con sus luces
-y patriótico celo al sostenimiento de la causa común. [Marginal:
-Juramento de los zaragozanos.] Conformes todos aprobaron lo antes
-obrado, se confirmaron en su propósito de vencer o morir, y resolvieron
-que el 26 los vecinos, soldados, oficiales y paisanos armados
-prestarían en calles y plazas, en baterías y puertas un público y
-majestuoso juramento. Amaneció aquel día y a una hora señalada de la
-tarde se pobló el aire de un grito asombroso y unánime, «de que los
-defensores de Zaragoza juntos y separados derramarían hasta la última
-gota de su sangre por su religión, su rey y sus hogares.»
-
-Movió a curiosidad entre los enemigos la impensada agitación que causó
-tan nueva solemnidad, y con ansia de informarse de lo que pasaba,
-aproximose a la línea española un comandante de polacos acompañado
-de varios soldados; y aparentando deseos de tomar partido él y los
-suyos con los sitiados, pidió como seguro de su determinación tratar
-con los jefes superiores. [Marginal: Amenaza villana de un polaco a
-Calvo.] Salió Calvo de Rozas, indicó al comandante que se adelantase
-para conferenciar solos: hízolo así, mas a poco y alevosamente
-cercaron a Calvo los soldados del contrario. Encaráronle las armas, y
-después de preguntar lo que en Zaragoza ocurría, tuvo el comandante
-la descompuesta osadía de decirle que no era su intento desamparar
-sus banderas; que había solo inventado aquella artimaña para averiguar
-de qué provenía la inquietud de la ciudad, e intimar de nuevo por
-medio de una persona de cuenta la rendición, siendo inevitable que al
-fin se sometiesen los zaragozanos al ejército francés, tan superior
-y aguerrido. Añadiole que a no consentir con lo que de él exigía
-sería muerto o prisionero. En vez de atemorizarse con la villana
-amenaza, reportado y sereno contestole Calvo: «harto conocidas son
-vuestras malas artes y la máscara de amistad con que encubrís vuestras
-continuadas perfidias, para que desprevenido y no muy sobre aviso
-acudiera yo a vuestro llamamiento: los muertos o prisioneros seréis
-vos y vuestros soldados si intentáis traspasar las leyes admitidas
-aun entre las naciones bárbaras. El castillo de donde estamos tan
-próximos a la menor señal mía disparará sus cañones y fusiles, que por
-disposición anterior están ya apuntados contra vosotros.» Alterose
-el polaco con la áspera contestación, y reprimiendo la ira suavizó
-su altanero lenguaje, ciñéndose a proponer al intendente Calvo una
-conferencia con sus generales. Vino en ello, y tomando la venia del de
-Lazán se escogió por sitio el frente de la batería del Portillo.
-
-[Marginal: Conferencia y proposiciones de los generales franceses.]
-
-Todavía en el mismo día avistáronse allí con Calvo y otros oficiales
-españoles autorizados por el gobernador y vecindario, los generales
-franceses Lefebvre y Verdier, recién llegado. Limitáronse las pláticas
-a insistir estos en la entrega de Zaragoza, ofreciendo olvido de
-lo pasado, respetar las personas y propiedades, y conservar a los
-empleados en sus destinos; con la advertencia que de lo contrario
-convertirían en cenizas la ciudad, y pasarían a cuchillo los moradores.
-Calvo contestó con brío, prometiendo sin embargo que daría cuenta de
-lo que proponían, y que en la mañana siguiente se les comunicaría la
-definitiva resolución, [Marginal: (* Ap. n. 5-4.)] en cuya conformidad
-pasó el 27 temprano al campo francés Don Emeterio Barredo llevando
-consigo una respuesta [*] firmada por el marqués de Lazán, en la que se
-desechaban las insidiosas proposiciones del enemigo.
-
-[Marginal: Los franceses, reforzados. Verdier, general en jefe.]
-
-Claro era que estrechar el asedio y nuevas embestidas seguirían a
-repulsa tan temeraria, mayormente cuando los franceses habían engrosado
-su ejército, y cuando se había mejorado su posición. Por aquellos días
-además de haberse desembarazado de Palafox arrojándole de Épila, habían
-recibido de Pamplona y Bayona socorros de cuantía. Trájolos el general
-Verdier, quien por su mayor graduación reemplazó en el mando en jefe
-a Lefebvre, y no menos fueron por de pronto reforzados que con 3000
-hombres, 30 cañones de grueso calibre, cuatro morteros, 12 obuses, y
-800 portugueses a las órdenes de Gómez Freire. Fundadamente pensaron
-entonces que con buen éxito podrían vencer la tenacidad zaragozana.
-
-[Marginal: Vuélase un almacén de pólvora.]
-
-Así fue que en el mismo día 27 renovaron el fuego, y dirigieron con
-particularidad su ataque contra los puestos exteriores. Repelidos
-con pérdida en las diversas entradas de la ciudad, de que quisieron
-apoderarse, no pudo impedírseles que se acercasen al recinto. Como en
-sus maniobras se notó el intento de enseñorearse del monte Torrero,
-con diligencia se metieron en Zaragoza los víveres y municiones que
-estaban encerrados en aquellos almacenes; mas tan oportuna precaución
-originó un desastre. A las tres de la tarde estremeciéronse todos los
-edificios, zumbando y resonando el aire con el disparo y caída de
-piedras, astillas y cascos. Tuviéronse los zaragozanos por muertos y
-como si fuesen a ser sepultados en medio de ruinas. Despavoridos y
-azorados huían de sus casas, ignorando de dónde provenía tanto ruido,
-turbación y fracaso. Causábalo el haberse pegado fuego por descuido
-de los conductores a la pólvora que se almacenaba en el seminario
-conciliar, y este y la manzana de casas contiguas y las que estaban
-enfrente se volaron o desplomaron, rompiéndose los cristales de la
-ciudad, con muertes y desdichas. Agregábase a la horrenda catástrofe la
-pérdida de la pólvora tan necesaria en aquel tiempo, y en el que había
-de todo apretada pobreza.
-
-Y para que apareciese enteramente acrisolada la constancia aragonesa,
-los franceses fiados en la desolación y universal desconsuelo
-reiteraron sus ataques en tan apurado momento. No se descorazonaron
-los defensores, antes bien enfurecidos hicieron que se malograse la
-tentativa de los enemigos, inhumana en aquella sazón.
-
-Desde aquel día no transcurrió uno en que no hubiese reñidas
-contiendas, escaramuzas, salidas, acometimientos de sitiados y
-sitiadores. Largo sería e imposible referir hazañas tantas y tan
-gloriosas, rara vez empañadas con alguna bastarda acción.
-
-[Marginal: Ataque contra el monte Torrero.]
-
-Túvose sin embargo por tal lo ocurrido en el monte Torrero. El
-comandante a cuyo cargo estaba el puesto, de nombre Falcón, ora por
-connivencia, ora por desaliento, que es a lo que nos inclinamos, le
-desamparó vergonzosamente, y el enemigo, enseñoreándose de aquellas
-alturas, causó en breve notables estragos.
-
-[Marginal: Castigo del comandante.]
-
-El vecindario por su parte, irritado de la conducta del comandante
-español, le obligó más adelante a que compareciese ante un consejo de
-guerra, y por sentencia de este fue arcabuceado. La misma suerte cupo
-durante el sitio al coronel Don Rafael Pesino, gobernador de las Cinco
-Villas, y a otros de menos nombre, acusados de inteligencia con el
-enemigo. Ejemplar castigo, tachado por algunos de precipitado, pero
-que miraron otros como saludable freno contra los que flaqueasen por
-tímidos o tramasen alguna alevosía.
-
-[Marginal: Llegada de un refuerzo a los españoles.]
-
-Empeñábase así la resistencia, y cobraban todos ánimo con los oficiales
-y soldados que a menudo acudían en ayuda de la ciudad sitiada. Llenó
-sobre todo de particular gozo la llegada a últimos de junio de 300
-soldados del regimiento de Extremadura al mando del teniente coronel
-Don Domingo Larripa, que vimos allá detenido en Tárrega, sin querer
-cumplir las órdenes de Duhesme, y también la que por entonces ocurrió
-de 100 voluntarios de Tarragona capitaneados por el teniente coronel
-Don Francisco Marcó del Pont. Compensábase con eso algún tanto el haber
-perdido las alturas de Torrero.
-
-Mas dueños los franceses de semejante posición, determinaron molestar
-la ciudad con balas, granadas y bombas. Para ello colocaron en
-aquella eminencia una batería formidable de cañones de grueso calibre
-y morteros. Levantaron otras en diversos puntos de la línea, con
-especialidad en el paraje llamado de la Bernardona, enfrente de la
-Aljafería. [Marginal: 30 de junio, principia el bombardeo.] Preparados
-de este modo, al terminarse el 30 de junio y a las doce de la noche
-rompieron el fuego, y dieron principio a un horroroso bombardeo. Los
-primeros tiros salvaron la ciudad sin hacer daño: acortáronlos, y las
-bombas penetrando por las bóvedas de la fábrica antigua de la iglesia
-del Pilar y arruinando varias casas, empezaron a causar quebrantos y
-destrozos.
-
-Al amanecer los vecinos lejos de arredrarse a su vista, trabajaron a
-competencia y con sumo afán para disminuir las lástimas y desgracias.
-[Marginal: Nuevas obras de defensa de los sitiados.] Construyéronse
-blindajes en calles y plazas, torciose el curso de Huerva y se le
-metió en la ciudad para apagar con presteza cualquier incendio.
-Franqueáronse los sótanos, empleando dentro en trabajos útiles y
-que pedían resguardo a los que no eran llamados a guerrear. Para
-observar el fogonazo y avisar la llegada de las bombas, pusiéronse
-atalayas en la torre que denominaban nueva, si bien fabricada en
-1504, la cual elevándose en la plaza de San Felipe sola y sin arrimo
-pareció acomodada al caso, aunque ladeada a la manera de la famosa
-de Pisa. No satisfechos los sitiados con estas obras y las antes
-construidas, ideando otras, cortaron y zanjaron calles, atroneraron
-casas y tapiales, apilaron sacos de tierra, trazaron y erigieron
-nuevas baterías, las cubrieron con cañones arrumbados por viejos en la
-Aljafería o con los que sucesivamente llegaban de Lérida y Jaca, y en
-fin quemaron y talaron las huertas y olivares, los jardines y quintas
-que encubrían los aproches del enemigo, perjudicando a la defensa. Sus
-dueños no solamente condescendían en la destrucción con desprendimiento
-magnánimo, sino que las más veces ayudaban con sus brazos al total
-asolamiento. Y cuando lidiando en otro lado descubrían la llama que
-devoraba el fruto de años de sudor y trabajo o el antiguo solar de sus
-abuelos, ensoberbecíanse de cooperar así y con largueza a la libertad
-de la patria. ¿De qué no eran capaces varones dotados de virtudes tan
-esclarecidas?
-
-[Marginal: Ataques del 1.º y 2 de julio.]
-
-Al bombardeo siguiose en la mañana del 1.º de julio un ataque general
-en todos los puntos. Empezaron a batir la Aljafería y Puerta del
-Portillo, mandada por Don Francisco Marcó del Pont, los fuegos de la
-Bernardona. La Puerta del Carmen encargada al cuidado de Don Domingo
-Larripa fue casi al mismo tiempo embestida, y tampoco tardaron los
-enemigos en molestar la de Sancho custodiada por el sargento mayor
-Don Mariano Renovales. Con todo, siendo su mayor empeño apoderarse de
-la del Portillo, hubo allí tal estrago que, muertos en una batería
-exterior todos los que la defendían, nadie osaba ir a reemplazarlos,
-[Marginal: Agustina Zaragoza.] lo cual dio ocasión a que se señalase
-una mujer del pueblo llamada Agustina Zaragoza. Moza esta de 22 años
-y agraciada de rostro, llevaba provisiones a los defensores cuando
-acaeció el mencionado abandono. Notando aquella valerosa hembra el
-aprieto y desánimo de los hombres, corrió al peligroso punto, y
-arrancando la mecha aún encendida de un artillero que yacía por el
-suelo, puso fuego a una pieza, e hizo voto de no desampararla durante
-el sitio sino con la vida. Imprimiendo su arrojo nueva audacia en
-los decaídos ánimos, se precipitaron todos a la batería, y renovose
-tremendo fuego. Proeza muy semejante la de Agustina a la de María Pita
-en el sitio que pusieron los ingleses a la Coruña en 1589, fue premiada
-también de un modo parecido, y así como a aquella le concedió Felipe II
-el grado y sueldo de alférez vivo, remuneró Palafox a esta con un grado
-militar y una pensión vitalicia.
-
-Continuaba vivísimo el fuego, y nuestra artillería muy certera
-arredraba al enemigo, sin que hasta entonces hubiese oficial alguno de
-aquella arma que la dirigiese. No eran todavía las doce del día cuando
-entre el horroroso y mortífero estruendo del cañón se presentaron los
-subtenientes de aquel distinguido cuerpo Don Jerónimo Piñeiro y Don
-Francisco Rosete, que fugados de Barcelona corrían apresuradamente a
-tomar parte en la defensa de Zaragoza. Sin descanso, después de largo
-viaje y fatigoso tránsito, se pusieron el primero a dirigir los fuegos
-de la entrada del Portillo, y el segundo los de la del Carmen. Con
-la ayuda de oficiales inteligentes creció el brío en los nuestros, y
-aumentose el estrago en los contrarios. La noche cortó el combate,
-mas no el bombardeo, renovándose aquel al despuntar del alba con
-igual furia que el día anterior. Las columnas enemigas con diversas
-maniobras intentaron enseñorearse del Portillo, y abierta brecha en la
-Aljafería se arrojaron a asaltar aquella fortaleza; pero fuese que no
-hallasen escalas acomodadas, o fuese más bien la denodada valentía de
-los sitiados, los franceses repelidos se desordenaron y dispersaron en
-medio de los esfuerzos de jefes y oficiales. Otro tanto pasaba en el
-Portillo y Carmen. El marqués de Lazán, durante el ataque, recorrió la
-línea en los puntos más peligrosos, remunerando a unos y alentando a
-otros con sus palabras.
-
-Ya era entrada la tarde, desmayaban los enemigos, y los nuestros
-familiarizándose más y más con los riesgos de la guerra, desconocidos
-al mayor número, redoblaron sus esfuerzos alentados con un inesperado y
-para ellos halagüeño acontecimiento. [Marginal: Entrada de Palafox el
-2 en Zaragoza.] De boca en boca y con rapidez se difundió que Don José
-de Palafox estaba de vuelta en la ciudad y que pronto gozarían todos de
-su presencia. En efecto penetrando en Zaragoza a las cuatro de la tarde
-de aquel día, que era el 2, apareciose de repente en donde se lidiaba,
-y a su vista arrebatados de entusiasmo hicieron los nuestros tan firme
-rostro a los franceses, que sin insistir estos en nueva acometida se
-contentaron con proseguir el bombardeo.
-
-[Marginal: Otros combates.]
-
-Viendo sin embargo que para aproximarse a las puertas era menester
-hacerse dueños de los conventos de San José y Capuchinos y otros puntos
-extramuros, comenzaron por entonces a embestirlos. En el convento de
-San José, asentado a la derecha del río Huerva, no había otro amparo
-que el de las paredes en cuyo macizo se habían abierto troneras.
-Asaltáronle 400 polacos, y repelidos con gran pérdida tuvieron que
-aguardar refuerzo, y aun así no se posesionaron de aquel puesto sino al
-cabo de horas de pelea. No fueron más afortunados en el de Capuchinos
-cercano a la Puerta del Carmen. Lucharon los defensores cuerpo a cuerpo
-en la iglesia, en los claustros, en las celdas, y no desampararon el
-edificio hasta después de haberle puesto fuego.
-
-[Marginal: Puente echado por los franceses en San Lamberto.]
-
-También quisieron los franceses cercar la ciudad por la orilla
-izquierda del Ebro, principalmente a causa de los socorros que la libre
-comunicación proporcionaba. Para estorbarla pensaron en cruzar el río,
-echando el 10 de julio un puente de balsas en San Lamberto. Salió
-contra ellos el general Palafox con paisanos y una compañía de suizos
-que acababa de llegar. Batallaron largo tiempo, y vino con refuerzo a
-sostenerlos el intendente Calvo de Rozas, cuyo caballo fue derribado
-de una granada. [Marginal: Estrago hecho por los mismos.] Los enemigos
-no se atrevieron a pasar muy adelante, y aprovechando los nuestros el
-precioso respiro que daban, levantaron en el Arrabal tres baterías, una
-en los tejares, y las otras dos en el rastro de los clérigos y en San
-Lázaro: de las que protegidos los labradores se escopetearon varias
-veces con los franceses en el campo de las Ranillas y los ahuyentaron,
-distinguiéndose con frecuencia en la lid el famoso tío Jorge.
-[Marginal: Otras medidas de los sitiados.] Así que los sitiadores no
-pudieron cerrar del todo las comunicaciones de Zaragoza, pero talaron
-los campos, quemaron las mieses, y extendiéndose hacia el Gállego viose
-desconsoladamente arder el puente de madera que da paso al camino
-carretero de Cataluña, y destruirse e incendiarse las aceñas y molinos
-harineros que abastecían la ciudad. Las angustias crecían, mas al par
-de ellas también el ardimiento de los sitiados. Se acopió la harina
-del vecindario para amasar solamente pan de munición que todos comían
-con gusto, y para fabricar pólvora se establecieron molinos movidos
-por caballos, y se cogió el azufre en donde quiera que lo había: se
-lavó la tierra de las calles para tener salitre, y se hizo carbón con
-la caña del cáñamo tan alto en aquel país. No poco cooperó al acierto
-y dirección de estos trabajos, como de los demás que ocurrieron, el
-sabio oficial de artillería Don Ignacio López, quien desde entonces
-hasta el fin del sitio fue uno de los pilares en que estribó la defensa
-zaragozana.
-
-[Marginal: Apodérase el enemigo de Villafeliche.]
-
-Eran estas precauciones tanto más necesarias, cuanto no solo los
-franceses ceñían más y más la plaza, sino que también previeron los
-sitiados que bien pronto intentarían destruir o tomar los molinos de
-pólvora de Villafeliche a doce leguas de Zaragoza, que eran los que la
-proveían. Así sucedió. El barón de Versages desde Calatayud asomándose
-a las alturas inmediatas a aquel pueblo, impidió al principio que
-lograsen su objeto. Mas revolviendo sobre él los enemigos con mayores
-fuerzas tuvo que replegarse y dejar en sus manos tan importantes
-fábricas.
-
-[Marginal: Otros combates.]
-
-En medio del tropel de desdichas que oprimían a los zaragozanos
-permanecían constantes sin que nada los abatiese. En continuada vela
-desbarataban las sorpresas que a cada paso tentaban sus contrarios. El
-17 de julio dueños ya estos del convento de Capuchinos, sigilosamente
-a las nueve de la noche procuraron ponerse bajo el tiro de cañón de
-la Puerta del Carmen. Los nuestros lo notaron y en silencio también
-aguardando el momento del asalto rompieron el fuego y derribaron
-sin vida a los que se gloriaban ya de ser dueños del puesto. Con
-mayor furia renovaron los sitiadores sus ataques allí y en las otras
-puertas las noches siguientes: en todas infructuosamente, no habiendo
-podido tampoco apoderarse del convento de Trinitarios descalzos sito
-extramuros de la ciudad.
-
-En lucha tan encarnizada los españoles a veces molestaban al enemigo
-con sus salidas, y no menos quisieron que adelantarse hasta el monte
-Torrero. Aparentando pues un ataque formal por el paseo antes deleitoso
-que de la ciudad iba a aquel punto, dieron otros de sobresalto en
-medio del día en el campamento francés. Todo lo atropellaron y no se
-retiraron sino cubiertos de sangre y despojos. Por las márgenes del
-Gállego midieron igualmente unos y otros sus armas en varias ocasiones,
-y señaladamente en 29 de julio en que nuestros lanceros sacaron ventaja
-a los suyos con mucha honra y prez, sobresaliendo en los reencuentros
-el coronel Butrón, primer ayudante de Palafox.
-
-Restaban aún nuevas y más recias ocasiones en que se emplease y
-resplandeciese la bizarría y firmeza de los zaragozanos. Noche y
-día trabajaban sus enemigos para construir un camino cubierto que
-fuese desde el convento de San José por la orilla del Huerva hasta
-las inmediaciones de la Bernardona, y a su abrigo colocar morteros y
-cañones, no mediando ya entre sus baterías y las de los españoles sino
-muy corta distancia.
-
-[Marginal: Ataques del 3 y 4 de agosto.]
-
-Aguardábase por momentos una general embestida, y en efecto en la
-madrugada del 3 de agosto el enemigo rompió el fuego en toda la
-línea, cayendo principalmente una lluvia de bombas y granadas en el
-barrio de la ciudad situado entre las puertas de Santa Engracia y
-el Carmen hasta la calle del Coso. El coronel de ingenieros francés
-Lacoste, ayudante de Napoleón, que había llegado después de comenzado
-el sitio, con razón juzgó no ser acertado el ataque antes emprendido
-por el Portillo, y determinó que el actual se diese del lado de Santa
-Engracia, como más directo y como punto no flanqueado por el castillo.
-La principal batería de brecha estaba a 150 varas del convento, y
-constaba de 6 piezas de a 16 y de 4 obuses. Habían además establecido
-sobre todo el frente de ataque 7 baterías, de las que la más lejana
-estaba del recinto 400 varas. A tal distancia y tan reconcentrado
-fácil es imaginarse cuán terrible y destructor sería su fuego. Sea
-de propósito o por acaso, notose que sus tiros con particularidad
-se asestaban contra el hospital general en que había gran número de
-heridos y enfermos, los niños expósitos y los dementes. Al caer las
-bombas hasta los más postrados, desnudos y despavoridos saltaron de
-sus camas y quisieron salvarse. Grande desolación fue aquella. Mas con
-el celo y actividad de buenos patricios, muchos, en particular niños y
-heridos, se trasladaron a paraje más resguardado. Prosiguió todo aquel
-día el bombardeo, conmoviéndose unos edificios, desplomándose otros,
-y causando todo junto tal estampido y estruendo que se difundía y
-retumbaba a muchas leguas de Zaragoza.
-
-Al alborear del 4 descubrieron los enemigos su formidable batería
-en frente de Santa Engracia. No había enderredor del monasterio
-foso alguno, coronando solo sus pisos varias piezas de artillería.
-Empezaron a batirle en brecha, acometiendo al mismo tiempo la entrada
-inmediata del mismo nombre, y distrayendo la atención con otros
-ataques del lado del Carmen, Portillo y Aljafería. A las nueve de la
-mañana estaban arrasadas casi todas nuestras baterías y practicables
-las brechas. Palafox presentándose por todas partes, corría a donde
-había mayor riesgo y sostenía la constancia de su gente. En lo recio
-del combate propúsole Lefebvre-Desnouettes: «paz y capitulación.»
-Respondiole Palafox: «guerra a cuchillo.» A su voz atropellábanse
-paisanos y soldados a oponerse al enemigo, y abalanzándose a dicho
-monasterio de Santa Engracia, célebre por sus antigüedades y por
-ser fundación de los reyes católicos, se metían dentro sin que los
-arredrara ni el desplomarse de los pisos ni la caída de las mismas
-paredes que amagaba. A todo hacían rostro, nada los desviaba de su
-temerario arrojo. Y no parecía sino que las sombras de los dos célebres
-historiadores de Aragón, Jerónimo Blancas y Zurita, cuyas cenizas allí
-reposaban, ahuyentadas del sepulcro al ruido de las armas y vagando
-por los atrios y bóvedas, los estimulaban y aguijaban a la pelea,
-representándoles vivamente los heroicos hechos de sus antepasados que
-tan verídica y noblemente habían trasmitido a la posteridad. Tanto
-tenía de sobrehumano el porfiado lidiar de los aragoneses.
-
-Al cabo de horas, y cuando el terreno quedaba no sembrado sino
-cubierto de cadáveres, y en torno suyo ruinas y destrozos, pudieron
-los franceses avanzar y salir a la calle de Santa Engracia. Pisando ya
-el recinto vanagloriábanse de ser dueños de Zaragoza, y formados y con
-arrogancia se encaminaban al Coso.
-
-Mas pesoles muy luego su sobrada confianza. Cogidos y como enredados
-entre calles y casas estuvieron expuestos a un horroroso fuego que de
-todos lados se les hacía a manera de granizada. Cortadas las bocacalles
-y parapetados los defensores con sacas de algodón y lana, y detrás de
-las paredes de las mismas casas, los abrasaron por decirlo así a quema
-ropa por espacio de tres horas, sin que pudieran salir al Coso, a donde
-desemboca la calle de Santa Engracia. Desesperanzaban ya los franceses
-de conseguirlo, cuando volándose un repuesto de pólvora que cerca
-tenían los españoles, con el daño y desorden que esta desgracia causó,
-fueles permitido a los acometedores llegar al Coso, y posesionarse de
-dos grandes edificios que hay en ambas esquinas, el del convento de San
-Francisco a la izquierda, y el hospital general a la derecha. En este
-fue espantoso el ataque, prendiose fuego, y los enfermos que quedaban
-arrojándose por las ventanas caían sobre las bayonetas enemigas. Entre
-tanto los locos encerrados en sus jaulas cantaban, lloraban o reían
-según la manía de cada uno. Los soldados enemigos tan fuera de sí como
-los mismos dementes, en el ardor del combate mataron a muchos y se
-llevaron a otros al monte Torrero, de donde después los enviaron. Mucha
-sangre había costado a los franceses aquel día, habiendo sido tan de
-cerca ofendidos: contáronse entre el número de los muertos oficiales
-superiores, y fue herido su mismo general en jefe Verdier.
-
-[Marginal: Avanzan los franceses al Coso.]
-
-Dueños de aquella parte sentaron los enemigos sus águilas victoriosas
-en la cruz del Coso, templete con columnas en medio de la calle del
-mismo nombre. Todo parecía así perdido y acabado. Calvo de Rozas y el
-oficial Don Justo San Martín fueron los últimos que a las cuatro de la
-tarde, después de haberse volado el mencionado repuesto, desampararon
-la batería que enfilaba desde el Coso la avenida de Santa Engracia.
-Pero el primero no decayendo de ánimo dirigiose por la calle de San Gil
-al Arrabal para desde allí juntar dispersos, rehacer su gente, traer
-los que custodiaban aquellos puntos entonces no atacados, y con su
-ayuda prolongar hasta la noche la resistencia, aguardando de fuera y
-antes de la madrugada, según veremos, auxilio y refuerzos.
-
-Favoreció a su empresa lo ocurrido en el hospital general, y una
-equivocación afortunada de los enemigos, quienes queriendo encaminarse
-al puente que comunica con el Arrabal, en vez de tomar la calle de
-San Gil que tomó Calvo y es la directa, desfilaron por el arco de
-Cineja, callejuela torcida que va a la Torrenueva. Aprovechándose los
-aragoneses del extravío, los arremetieron en aquella estrechura y los
-acribillaron y despedazaron. Obligoles a hacer alto semejante choque,
-y en el entretanto volviendo Calvo del Arrabal con 600 hombres de
-refresco y otros muchos que se le agregaron, desembocaron juntos y
-de repente en la calle del Coso en donde estaba la columna francesa.
-Embistió con 50 hombres escogidos, y el primero el anciano capitán
-Cerezo, que ya vimos en la Aljafería, yendo armado [para que todo fuera
-extraordinario] de espada y rodela, y bien unido con los suyos se
-arrojaron todos como leones sobre los contrarios, sorprendidos con el
-súbito y furibundo ataque. Acometieron los demás por diversos puntos,
-y disparando desde las casas trabucazos y todo linaje de mortíferos
-instrumentos, acosados los franceses y aterrados, se dispersaron y
-recogieron en los edificios de San Francisco y hospital general.
-
-Anocheció al cesar la pelea, y vueltos los españoles del primer
-sobresalto supieron por experiencia con cuanta ventaja resistirían al
-enemigo dentro de las calles y casas. Sosteníales también la firme
-esperanza de que con el alba aparecería delante de sus puertas un
-numeroso socorro de tropas, que así se lo había prometido su idolatrado
-caudillo Don José de Palafox.
-
-[Marginal: Salida de Palafox de Zaragoza.]
-
-Había partido este de Zaragoza con sus dos hermanos a las doce del
-día del 4, después que los franceses dueños del monasterio de Santa
-Engracia estaban como atascados en las calles que daban al Coso.
-Presumíase con fundamento que no podrían en aquel día vencer los
-obstáculos con que encontraban; mas al mismo tiempo careciendo de
-municiones y menguando la gente, temíase que acabarían por superarlos
-si no llegaban socorros de a fuera, y si además tropas de refresco no
-llenaban los huecos y animaban con su presencia a los tan fatigados
-si bien heroicos defensores. No estaban aquellas lejos de la ciudad,
-pero dilatándose su entrada pensose que era necesario fuese Palafox en
-persona a acelerar la marcha. No quiso este sin embargo alejarse antes
-que le prometiesen los zaragozanos que se mantendrían firmes hasta su
-vuelta. Hiciéronlo así, y teniendo fe en la palabra dada convino en ir
-al encuentro de los socorros.
-
-Correspondió a la esperanza el éxito de la empresa. A últimos de junio
-había desde Cataluña penetrado en Aragón el 2.º batallón de voluntarios
-con 1200 plazas al mando del coronel Don Luis Amat y Terán, 500 hombres
-de guardias españolas al del coronel Don José Manso, y además dos
-compañías de voluntarios de Lérida, cuya división se había situado en
-Gelsa, diez leguas de Zaragoza. Cierto que con este auxilio y un convoy
-que bajo su amparo podría meterse en la ciudad sitiada, era dado
-prolongar la defensa hasta la llegada de otro cuerpo de 5000 hombres
-procedente de Valencia que se adelantaba por el camino de Teruel. El
-tiempo urgía; no sobraba la más exquisita diligencia, por lo que, y a
-mayor abundamiento, despachose al mismo Calvo de Rozas para enterar
-a Palafox de lo ocurrido después de su partida y servir de punzante
-espuela al pronto envío de los socorros. Alcanzó el nuevo emisario al
-general en Villafranca de Ebro, pasaron juntos a Osera, cuatro leguas
-de Zaragoza, en donde a las nueve de la noche entraron las tropas
-alojadas antes en Gelsa y Pina.
-
-En dicho pueblo de Osera celebrose consejo de guerra, a que
-asistieron los tres Palafoxes con su estado mayor, el brigadier Don
-Francisco Osina, el coronel de artillería Don J. Navarro Sangrán
-[estos dos procedentes de Valencia] y otros jefes. Informados por el
-intendente Calvo del estado de Zaragoza, sin tardanza se determinó
-que el marqués de Lazán con los 500 hombres de guardias españolas,
-formando la vanguardia se metiese en la ciudad en la madrugada del
-5, que con la demás tropa le siguiese Don José de Palafox, y que
-su hermano Don Francisco quedase a la retaguardia con el convoy de
-víveres y municiones custodiado también por Calvo de Rozas. Acordose
-asimismo que para mantener con brío a los sitiados y consolarlos
-en su angustiada posición, partiesen prontamente a Zaragoza como
-anunciadores y pregoneros del socorro el teniente coronel Don Emeterio
-Barredo y el tío Jorge, cuya persona rara vez se alejaba del lado de
-Palafox, siendo capitán de su guardia. Partiéronse todos a desempeñar
-sus respectivos encargos, y la oportuna llegada a la ciudad de los
-mencionados emisarios, desbaratando los secretos manejos en que andaban
-algunos malos ciudadanos, confortó al común de la gente y provocó el
-más arrebatado entusiasmo.
-
-[Marginal: Vuelve Lazán el 5 con socorros.]
-
-A ser posible, hubiera crecido de punto con la entrada, pocas
-horas después, del marqués de Lazán. Retardose la de su hermano y
-la del convoy por un movimiento del general Lefebvre-Desnouettes,
-quien mandaba en jefe en lugar del herido Verdier. Habíanle avisado
-la llegada de Lazán y quería impedir la de los demás, juzgando
-acertadamente que le sería más fácil destruirlos en campo abierto que
-dentro de la ciudad. Palafox, desviándose a Villamayor, situado a
-dos leguas y media, en una altura desde donde se descubre Zaragoza,
-esquivó el combate y aguardó oportunidad de burlar la vigilancia del
-enemigo. Para ejecutar su intento con apariencia fundada de buen
-éxito, mandó que de Huesca se le uniese el coronel Don Felipe Perena
-con 3000 hombres que allí había adiestrado, y después dejando a estos
-en las alturas de Villamayor para encubrir su movimiento, [Marginal:
-El 8, Palafox con otro nuevo.] y valiéndose también de otros ardides
-engañó al enemigo, y de mañana y con el sol entró el día 8 por las
-calles de Zaragoza. Déjase discurrir a qué punto se elevaría el júbilo
-y contentamiento de sus moradores, y cuán difícil sería contener sus
-ímpetus dentro de un término conveniente y templado.
-
-Los franceses, si bien sucesivamente habían acrecentado el número de
-su gente hasta rayar en el de 11.000 soldados, estaban descaecidos de
-espíritu, visto que de nada servían en aquella lid las ventajas de
-la disciplina, y que para ir adelante menester era conquistar cada
-calle y cada casa, arrancándolas del poder de hombres tan resueltos y
-constantes. Amilanáronse aún más con la llegada de los auxilios que en
-la madrugada del 5 recibieron los sitiados, y con los que se divisaban
-en las cercanías.
-
-[Marginal: Continúan los choques y reencuentros.]
-
-No por eso desistieron del propósito de enseñorearse de todos los
-barrios de la ciudad, y destruyendo las tapias, formaron detrás líneas
-fortificadas, y construyeron ramales que comunicasen con los que
-estaban alojados dentro.
-
-Desde el 5 hubo continuados tiroteos, peleábase noche y día en casas
-y edificios, incendiáronse algunos y fueron otros teatro de reñidas
-lides. En las más brilló con sus parroquianos el beneficiado Don
-Santiago Sas, y el tío Jorge. También se distinguió en la Puerta de
-Sancho otra mujer del pueblo llamada Casta Álvarez, y mucho por todas
-partes Doña María Consolación de Azlor, condesa de Bureta. A ningún
-vecino atemorizaba ya el bombardeo, y avezados a los mayores riesgos
-bastábales la separación de una calle o de una casa para mirarse
-como resguardados por un fuerte muro u ancho foso. Debieran haberse
-eternizado muchos nombres que para siempre quedaron allí oscurecidos,
-pues siendo tantos y habiéndose convertido los zaragozanos en denodados
-guerreros, su misma muchedumbre ha perjudicado a que se perpetúe su
-memoria.
-
-[Marginal: Los franceses reciben el 6 orden de retirarse.]
-
-Por entonces empezó a susurrarse la victoria de Bailén. Daban crédito
-los sitiados a noticia para ellos tan plausible, y con desdén y
-sonrisa la oían sus contrarios, cuando de oficio les fue a los últimos
-confirmada el día 6 de agosto. Procurose ocultar al ejército, pero
-por todas partes se traslucía, mayormente habiendo acompañado a la
-noticia la orden de Madrid de que levantasen el sitio y se replegasen
-a Navarra. Meditaban los jefes franceses el modo de llevarlo a efecto,
-[Marginal: Contraorden poco después.] y hubieran bien pronto abandonado
-una ciudad para sus huestes tan ominosa si no hubieran poco después
-recibido contraorden del general Monthion desde Vitoria, a fin de que
-antes de alejarse aguardasen nuevas instrucciones de Madrid del jefe de
-estado mayor Belliard. Permanecieron pues en Zaragoza, y continuaron
-todavía unos y otros en sus empeñados choques y reencuentros. Los
-franceses con desmayo, los españoles con ánimo más levantado.
-
-[Marginal: Resolución magnánima de los zaragozanos.]
-
-Así fue que el 8 de agosto, luego que entró Palafox, congregose un
-consejo de guerra, y se resolvió continuar defendiendo con la misma
-tenacidad y valentía que hasta entonces todos los barrios de la ciudad,
-y en caso que el enemigo consiguiese apoderarse de ellos, cruzar el
-río, y en el Arrabal perecer juntos todos los que hubiesen sobrevivido.
-Felizmente su constancia no tuvo que exponerse a tan recia prueba,
-[Marginal: 13, orden definitiva dada a los franceses de retirarse.]
-pues los franceses, sin haber pasado del Coso, recibieron el 13 la
-orden definitiva de retirarse. Llegó para ellos muy oportunamente,
-porque en el mismo día caminando a toda priesa, y conducida en carros
-por los naturales del tránsito la división de Valencia al mando del
-mariscal de campo Don Felipe Saint-March, [Marginal: Llegada a Zaragoza
-de una división de Valencia.] corrió a meterse precipitadamente en la
-ciudad invadida. Y tal era la impaciencia de sus soldados por arrojarse
-al combate, que sin ser mandados y en unión con los zaragozanos
-embistieron a las seis de la tarde desaforadamente al enemigo.
-Hallábase este a punto de desamparar el recinto, y al verse acometido
-apresuró la retirada volando los restos del monasterio de Santa
-Engracia. En seguida se reconcentró en su campamento del monte Torrero,
-y dispuesto a abandonar también aquel punto, [Marginal: Aléjanse
-los franceses de Zaragoza el 14.] prendió por la noche fuego a sus
-almacenes y edificios, clavó y echó en el canal la artillería gruesa,
-destruyó muchos pertrechos de guerra, y al cabo se alejó al amanecer
-del 14 de las cercanías de Zaragoza. La división de Valencia con otros
-cuerpos siguieron su huella, situándose en los linderos de Navarra.
-
-[Marginal: Fin del sitio.]
-
-Terminose así el primer sitio de Zaragoza, que costó a los franceses
-más de 3000 hombres y cerca de 2000 a los españoles. Célebre y sin
-ejemplo, más bien que sitio pudiera considerársele como una continuada
-lucha o defensa de posiciones diversas, en las que el entusiasmo y
-personal denuedo llevaba ventaja al calculado valor y disciplina de
-tropas aguerridas. Pues aquellos triunfos eran tanto más asombrosos
-cuanto en un principio y los más señalados fueron conseguidos, no por
-el brazo de hombres acostumbrados a la pelea y estrépitos marciales,
-sino por pacíficos labriegos que ignorando el terrible arte de la
-guerra, tan solamente habían encallecido sus manos con el áspero y
-penoso manejo de la azada y la podadera.
-
-[Marginal: Alegría de los aragoneses. Estado de la ciudad.]
-
-Al cerciorarse de la retirada de los franceses prorrumpieron los
-moradores de Zaragoza en voces de alegría con loores eternos al
-Todopoderoso y gracias rendidas a la Virgen del Pilar, que su devoción
-miraba como la principal protectora de sus hogares. No daba facultad
-el gozo para reparar en qué estado quedaba la ciudad: triste era
-verdaderamente. La parte ocupada por los sitiadores arruinada, los
-tejados de la que había permanecido libre hundidos por las granadas y
-bombas. En unos parajes humeando todavía el fuego mal apagado, en otros
-desplomándose la techumbre de grandes edificios, y mostrándose en todos
-el lamentable espectáculo de la desolación y la muerte.
-
-Celebráronse el 25 magníficas exequias por los que habían fallecido
-en defensa de su patria, de quienes nunca mejor pudiera repetirse con
-Pericles, «que en brevísimo tiempo y con breve suerte habían sin temor
-perecido en la cumbre de la gloria.»[*] [Marginal: (* Ap. n. 5-5.)]
-Concedió Palafox a los defensores muchos privilegios, entre los que
-con razón algunos se graduaron de desmedidos. Mas este y otros desvíos
-desaparecieron y se ocultaron al resplandor de tantos e inmortales
-combates.
-
-[Marginal: Cataluña.]
-
-No desdijeron de aquella defensa las esclarecidas acciones que por
-entonces y con el mismo buen éxito que las primeras acaecieron en
-Cataluña. El Ampurdán había imitado el ejemplo de los otros distritos
-de su provincia, y estaba ya sublevado cuando los franceses
-acometieron infructuosamente a Gerona la vez primera. El movimiento de
-sus somatenes fue provechoso a la defensa de aquella plaza, [Marginal:
-Bloqueo de Figueras por los somatenes.] molestando con correrías las
-partidas sueltas del enemigo e interrumpiendo sus comunicaciones.
-Llevaron más allá su audacia, y apoyados en algunos soldados de la
-corta guarnición de Rosas, bloquearon estrechamente el castillo de
-San Fernando de Figueras, defendido por solos 400 franceses con
-escasas vituallas. Despechados estos de verse en apuro por la osadía
-de meros paisanos, quisieron vengarse incomodando con sus bombas a la
-villa y arruinándola sin otro objeto que el de hacer daño. [Marginal:
-Socorre la plaza el general Reille.] Mas hubiéranse quizá arrepentido
-de su bárbara conducta, si estando ya casi a punto de capitular no
-los hubiera socorrido oportunamente el general Reille. Ayudante
-este de Napoleón, había por orden suya llegado a Perpiñán y reunido
-precipitadamente algunas fuerzas. Con ellas y un convoy tocó el 5 de
-julio los muros de Figueras y ahuyentó a los somatenes.
-
-Persuadido Reille que Rosas, aunque en parte desmantelada, atizaba el
-fuego de la insurrección y suministraba municiones y armas, intentó el
-11 del mismo julio tomarla por sorpresa, pero le salió vano su intento
-habiendo sido completamente rechazado. A la vuelta tuvo que padecer
-bastante, acosado por los somatenes, que en varios otros reencuentros,
-señaladamente en el del Alfar, desbarataron a los franceses. [Marginal:
-Don Juan Clarós.] Era su principal caudillo Don Juan Clarós, hombre de
-valor y muy práctico en la tierra.
-
-[Marginal: Vuelve Duhesme a Gerona.]
-
-Duhesme, por su parte, luego que volvió a Barcelona después de
-habérsele desgraciado su empresa de Gerona, no descansaba ni vivía
-tranquilo hasta vengar el recibido agravio. Juntó con premura los
-convenientes medios, y al frente de 6000 hombres, un tren considerable
-de artillería con municiones de boca y guerra, escalas y demás
-pertrechos conducentes a formalizar un sitio, salió de Barcelona el 10
-de julio.
-
-Confiado en el éxito de esta nueva expedición contra Gerona,
-públicamente decía: _el 24 llego, el 25 la ataco, la tomo el 26 y el
-27 la arraso_. Conciso como César en las palabras no se le asemejó en
-las obras. Por de pronto fue inquietado en todo el camino. Detuvieron a
-sus soldados entre Caldetas y San Pol las cortaduras que los somatenes
-habían abierto, y cuyo embarazo los expuso largo tiempo a los fuegos de
-una fragata inglesa y de varios buques españoles. Prosiguiendo adelante
-se dividieron el 19 en dos trozos, tomando uno de ellos la vuelta de
-las asperezas de Vallgorguina, y el otro la ruta de la costa. De este
-lado tuvieron un reñido choque con la gente que mandaba Don Francisco
-Miláns, y por el de la Montaña, vencidos varios obstáculos, con
-pérdidas y mucha fatiga llegaron el 20 a Hostalrich, cuyo gobernador
-Don Manuel O’Sullivan, de apellido extranjero pero de corazón español
-y nacido en su suelo, contestó esforzadamente a la intimación que de
-rendirse le hizo el general Goulas. Volviéronse a unir las dos columnas
-francesas después de otros reencuentros, y juntas avanzaron a Gerona,
-en donde el 24 se les agregó el general Reille con más de 2000 hombres
-que traía de Figueras. Aunque a vista de la plaza, no la acometieron
-formalmente hasta principios de agosto, y como el no haber conseguido
-el enemigo su objeto dependió en mucha parte de haberse mejorado la
-situación del principado con los auxilios que de fuera vinieron, y con
-el mejor orden que en él se introdujo, será conveniente que acerca de
-uno y otro echemos una rápida ojeada.
-
-[Marginal: Junta de Lérida.]
-
-Habíase congregado en Lérida a últimos de junio una junta general
-en que se representaron los diversos corregimientos y clases del
-principado. Fue su primera y principal mira aunar los esfuerzos, que
-si bien gloriosos, habían hasta entonces sido parciales, combinando
-las operaciones y arreglando la forma de los diversos cuerpos que
-guerreaban. Acordó juntar con ellos y otros alistados el número de
-40.000 hombres, y buscó y encontró en sus propios recursos el medio de
-subvenir a su mantenimiento. Para lisonjear sin duda la opinión vulgar
-de la provincia, adoptó en la organización de la fuerza armada la forma
-antigua de los miqueletes. Motejose con razón esta disposición como
-también el que dándoles mayor paga disgustase a los regimientos de
-línea. Los miqueletes, según Melo, se llamaron antes almogávares, cuyo
-nombre significa gente del campo, que profesaba conocer por señales
-ciertas el rastro de personas y animales. Mudaron su nombre en el de
-_miquelets_ en memoria, dice el mismo autor, de Miquelot de Prats,
-compañero del famoso César Borja. Pudo en aquel siglo y aun después
-convenir semejante ordenación de paisanos, aunque muchos lo han puesto
-en duda; mas de ningún modo era acomodada al nuestro faltándole la
-conveniente disciplina y subordinación.
-
-[Marginal: Tropas de Menorca mandadas por el marqués del Palacio.]
-
-Acudieron también a Cataluña, por el propio tiempo, parte de las tropas
-de las islas Baleares. Al principio se habían negado sus habitantes a
-desprenderse de aquella fuerza, temerosos de un desembarco. Pero en
-julio, más tranquilos, convinieron en que la guarnición de Mahón con
-el marqués del Palacio, que mandaba en Menorca desde el principio de
-la insurrección, se hiciese a la vela para Cataluña. Dicho general, si
-bien había suscitado alteraciones de que hubieran podido resultar males
-y abierta división entre las dos islas de Mallorca y Menorca, habíase
-sin embargo mantenido firmemente adicto a la causa de la patria, y
-contestado con dignidad y energía a las insidiosas propuestas que le
-hicieron los franceses de Barcelona y sus parciales.
-
-El 20 de julio salió pues de Menorca la expedición, compuesta de
-4630 hombres, con muchos víveres y pertrechos, y el 23 desembarcó en
-Tarragona. Dio su llegada grande impulso a la defensa de Cataluña,
-y trasladándose sin tardanza de Lérida a aquel puerto la junta del
-principado, nombró por su presidente al marqués del Palacio, y se
-instaló solemnemente el 6 de agosto.
-
-Se empezó desde entonces en aquella parte de España a hacer la guerra
-de un modo mejor y más concertado. Al principio, sin otra guía ni apoyo
-que el valor de sus habitantes, redújose por lo general a ser defensiva
-y a incomodar separadamente al enemigo. Con este fin determinó el nuevo
-jefe tomar la ofensiva, reforzando la línea de somatenes que cubría la
-orilla del Llobregat. Escogió para mandar la tropa que enviaba a aquel
-punto al brigadier conde de Caldagués, quien se juntó con el coronel
-Baguet, jefe de los somatenes. La presencia de esta gente incomodaba
-a Lecchi, comandante de Barcelona en ausencia de Duhesme, mayormente
-cuando por mar le bloqueaban dos fragatas inglesas, de una de las
-cuales era capitán el después tan conocido y famoso Lord Cochrane.
-Temíase el francés cualquier tentativa, y creció su cuidado luego que
-supo haber los somatenes recobrado el 31 a Mongat con la ayuda de dicho
-Cochrane, y capitaneados por Don Francisco Barceló.
-
-[Marginal: El conde de Caldagués va en socorro de Gerona.]
-
-No queriendo desperdiciar la ocasión, y valiéndose de la inquietud y
-sobresalto del enemigo, pensó el marqués del Palacio en socorrer a
-Gerona. Al efecto y creyendo que por sí y los somatenes podría distraer
-bastantemente la atención de Lecchi, dispuso que el conde de Caldagués
-saliese de Martorell el 6 de agosto con tres compañías de Soria y
-una de granaderos de Borbón, alrededor de cuyo núcleo esperaba que
-se agruparían los somatenes del tránsito. Así sucedió, agregándose
-sucesivamente Miláns, Clarós y otros al conde de Caldagués, que se
-encaminó por Tarrasa, Sabadell y Granollers a Hostalrich. El 15 se
-aproximaron todos a Gerona, y en Castellá, celebrándose un consejo de
-guerra y de concierto con los de la plaza, se resolvió atacar a los
-franceses al día siguiente. Contaban los españoles 10.000 hombres, por
-la mayor parte somatenes.
-
-Veamos ahora lo que allí había ocurrido desde que el enemigo la había
-embestido en los últimos días de julio. El número de los sitiadores,
-si no se ha olvidado, ascendía a cerca de 9000 hombres; el de los
-nuestros, dentro del recinto, a 2000 veteranos, y además el vecindario,
-muy bien dispuesto y entusiasmado. Los franceses, fuese desacuerdo
-entre ellos, fuesen órdenes de Francia, o más bien el trastorno que
-les causaban las nuevas que recibían de todas las provincias de
-España, continuaron lentamente sus trabajos sin intentar antes del
-12 de agosto ataque formal. [Marginal: Atacan los franceses a Gerona
-el 13 de agosto.] Aquel día intimaron la rendición, y desechadas que
-fueron sus proposiciones rompieron el fuego a las doce de la noche del
-13. Aviváronle el 14 y 15, acometiendo con particularidad del lado de
-Monjuich, nombre que se da, como en Barcelona, a su principal fuerte.
-Adelantaban en la brecha los enemigos, y muy luego hubiera estado
-practicable, si los sitiados, trabajando con ahinco y guiados por los
-oficiales de Ultonia, no se hubiesen empleado en su reparo.
-
-Apurados, sin embargo, andaban a la sazón que el conde de Caldagués,
-colocado con su división en las cercanías, [Marginal: Son derrotados
-el 16.] trató, estando todos de acuerdo, de atacar en la mañana del 16
-las baterías que los sitiadores habían levantado contra Monjuich. Mas
-era tal el ardimiento de los soldados de la plaza, que sin aguardar
-la llegada de los de Caldagués, y mandados por Don Narciso de la
-Valeta, Don Enrique O’Donnell y Don Tadeo Aldea, se arrojaron sobre las
-baterías enemigas, penetraron hasta por sus troneras, incendiaron una,
-se apoderaron de otra y quemaron sus montajes. Hízose luego general la
-refriega: duró hasta la noche quedando vencedores los españoles, no
-obstante la superioridad del enemigo en disciplina y orden. [Marginal:
-Levantan el sitio.] Escarmentados los franceses abandonaron el sitio,
-y volviéndose Reille al siguiente día a Figueras, enderezó Duhesme sus
-pasos camino de Barcelona. Pero este no atreviéndose a repasar por
-Hostalrich ni tampoco por la marina, ruta en varios puntos cortada y
-defendida con buques ingleses, se metió por en medio de los montes
-perdiendo carros y cañones, cuyo transporte impedían lo agrio de la
-tierra y la celeridad de la marcha. Llegó Duhesme dos días después a
-la capital de Cataluña con sus tropas hambrientas y fatigadas y en
-lastimoso estado. Terminose así su segunda expedición contra Gerona, no
-más dichosa ni lucida que la primera.
-
-[Marginal: Portugal.]
-
-Llevada en España a feliz término esta que podemos llamar su primer
-campaña, será bien volver nuestra vista a la que al propio tiempo
-acabaron los ingleses gloriosamente en Portugal.
-
-[Marginal: Estado de aquel reino y de su insurrección.]
-
-Había aquel reino proseguido en su insurrección, y padecido
-bastantemente algunos de sus pueblos con la entrada de los franceses.
-Cupo suerte aciaga a Leiría y Nazareth, habiendo sido igualmente
-desdichada la de la ciudad de Évora. Era en Portugal difícil el
-arreglo y unión de todas sus provincias por hallarse interrumpidas
-las comunicaciones entre las del norte y mediodía, y arduo por tanto
-establecer un concierto entre ellas para lidiar ventajosamente
-contra los franceses. La junta de Oporto, animada de buen celo,
-mas desprovista de medios y autoridad, procedía lentamente en la
-organización militar, y de Galicia con escasez y tarde le llegaron
-cerca de 2000 hombres de auxilio. La junta de Extremadura envió por su
-lado una corta división a las órdenes de Don Federico Moreti, con cuya
-presencia se fomentó el alzamiento del Alentejo en tal manera grave
-a los ojos de Junot, que dio orden a Loison para pasar prontamente a
-aquella provincia, desamparando la Beira, en donde este general estaba,
-después de haber inútilmente pisado los lindes de Salamanca y las
-orillas de Duero. Supieron portugueses y españoles que se acercaban
-los enemigos, y al mando aquellos del general Francisco de Paula
-Leite, [Marginal: Évora.] y los nuestros al del brigadier Moreti, los
-aguardaron fuera de las puertas de Évora, dentro de cuyos muros se
-había instalado la junta suprema de la provincia. Era el 29 de julio, y
-las tropas aliadas no ofreciendo sino un conjunto informe de soldados
-y paisanos mal armados y peor disciplinados, se dispersaron en breve,
-recogiéndose parte de ellos a la ciudad. Los enemigos avanzaron, mas
-tuvieron dentro que vencer la pertinaz resistencia de los vecinos y
-de muchos de los españoles refugiados allí después de la acción, y
-que, guiados por Moreti y sobre todo por Don Antonio María Gallego,
-disputaron a palmos algunas de las calles. El último quedó prisionero.
-La ciudad fue entregada por el enemigo a saco, desahogando este
-horrorosamente su rabia en casas y vecinos. Moreti con el resto de su
-tropa se acogió a la frontera de Extremadura. En ella y en la plaza
-de Olivenza reunía los dispersos el general Leite. También al mismo
-tiempo se ocupaba en el Algarbe el conde de Castromarín en allegar y
-disciplinar reclutas; mas tan loables esfuerzos así de esta parte como
-otros parecidos en la del norte de Portugal, no hubieran probablemente
-conseguido el anhelado objeto de libertar el suelo lusitano de enemigos
-sin la pronta y poderosa cooperación de la Gran Bretaña.
-
-[Marginal: Expedición inglesa enviada a Portugal.]
-
-Desde el principio de la insurrección española había pensado aquel
-gobierno en apoyarla con tropas suyas. Así se lo ofreció a los
-diputados de Galicia y Asturias en caso que tal fuese el deseo de las
-juntas; mas estas prefirieron a todo los socorros de municiones y
-dinero, teniendo por infructuoso, y aun quizá perjudicial, el envío de
-gente. Era entonces aquella opinión la más acreditada, y fundábase en
-cierto orgullo nacional loable, mas hijo en parte de la inexperiencia.
-Daba fuerza y séquito a dicha opinión el desconcepto en que estaban
-en el continente las tropas inglesas, por haberse hasta entonces
-malogrado desde el principio de la revolución francesa casi todas
-sus expediciones de tierra. Sin embargo al paso que amistosamente no
-se admitió la propuesta, se manifestó que si el gobierno de S. M. B.
-juzgaba oportuno desembarcar en la península alguna división de su
-ejército, sería conveniente dirigirla a las costas de Portugal, en
-donde su auxilio serviría de mucho a los españoles poniéndoles a salvo
-de cualquier empresa de Junot.
-
-Abrazó la idea el ministerio inglés, y una expedición preparada antes
-de levantarse España, y según se presume contra Buenos Aires, mudó
-de rumbo, y recibió la orden de partir para las costas portuguesas.
-Púsose a su frente al teniente general Sir Arthur Wellesley, conocido
-después con el nombre de duque de Wellington, y de quien daremos breve
-noticia, siendo muy principal el papel que representó en la guerra de
-la península.
-
-[Marginal: Sir Arthur Wellesley.]
-
-Cuarto hijo Sir Arthur del vizconde Wellesley, conde de Mornington,
-había nacido en Irlanda en 1769, el mismo año que Napoleón. De Eton
-pasó a Francia, y entró en la escuela militar de Angers para instruirse
-en la profesión de las armas. Comenzó su carrera en la desastrada
-campaña que en 1793 acaudilló en Holanda el duque de York, donde se
-distinguió por su valor. Detenido a causa de temporales, no se hizo
-a la vela para América en 95, según lo intentaba, y solo en 97 se
-embarcó con dirección a opuestas regiones, yendo a la India oriental
-en compañía de su hermano mayor el marqués de Wellesley, nombrado
-gobernador. Se aventajó por su arrojo y pericia militar en la guerra
-contra Tipoo-Saib y los Máratas, ganándoles con fuerzas inferiores la
-batalla decisiva de Assaye. En 1805 de vuelta a Inglaterra tomó asiento
-en la cámara de los comunes, y se unió al partido de Pitt. Nombrado
-secretario de Irlanda, capitaneó después la tropa de tierra que se
-empleó en la expedición de Copenhague. Hombre activo y resuelto al
-paso que prudente, gozando ya de justo y buen concepto como militar,
-sobremanera aumentó su fama en las venturosas campañas de la península
-española.
-
-[Marginal: Sale la expedición de Cork.]
-
-Contaba ahora la expedición de su mando 10.000 hombres, los que bien
-provistos y equipados dieron la vela de Cork el 12 de julio. Al
-emparejar con la costa de España paráronse delante de la Coruña, en
-donde desembarcó el 20 su general Wellesley. Andaba a la sazón aquella
-junta muy atribulada con la rota de Rioseco, y nunca podrían haber
-llegado más oportunamente los ofrecimientos ingleses en caso de querer
-admitirlos. Reiterolos su jefe, pero la junta insistió en su dictamen,
-y limitándose a pedir socorros de municiones y dinero, indicó como más
-conveniente el desembarco en Portugal. Prosiguieron pues su rumbo,
-y poniéndose de acuerdo el general de la expedición con Sir Carlos
-Cotton, [Marginal: Desembarca en Mondego.] que mandaba el crucero
-frente de Lisboa, determinó echar su gente en tierra en la bahía de
-Mondego, fondeadero el más acomodado.
-
-No tardó Wellesley en recibir aviso de que otras fuerzas se le
-juntarían, entre ellas las del general Spencer, antes en Jerez y Puerto
-de Santa María, y también 10.000 hombres procedentes de Suecia al mando
-de Sir Juan Moore. Reunidas que fuesen todas estas tropas con otros
-cuerpos sueltos, debían ascender en su totalidad a 30.000 hombres
-inclusos 2000 de caballería; pero con noticia tan placentera recibió
-otra el general Wellesley por cierto desagradable. Era pues que tomaría
-el mando en jefe del ejército Sir H. Dalrymple, haciendo de segundo
-bajo sus órdenes Sir H. Burrard. Recayó el nombramiento en el primero
-porque habiendo seguido buena correspondencia con Castaños y los
-españoles, se creyó que así se estrecharían los vínculos entre ambas
-naciones con la cumplida armonía de sus respectivos caudillos.
-
-No obstante la mudanza que se anunciaba, prevínose al general Wellesley
-que no por eso dejase de continuar sus operaciones con la más viva
-diligencia. Autorizado este con semejante permiso, y quizá estimulado
-con la espuela del sucesor, trató sin dilación de abrir la campaña.
-Desembarcadas ya todas sus tropas en 5 de agosto, y arribando con
-las suyas el mismo día el general Spencer, pusiéronse el 9 en marcha
-hacia Lisboa. El 12 se encontraron en Leiría con el general portugués
-Bernardino Freire que mandaba 6000 infantes y 600 caballos de su
-nación. No se avinieron ambos jefes. Desaprobaba el portugués la ruta
-que quería tomar el británico, temeroso de que descubierta Coimbra
-fuese acometida por el general Loison, quien de vuelta ya del Alentejo
-había entrado en Tomar. Por tanto permaneció por aquella parte,
-cediendo solamente a los ingleses 1400 hombres de infantería y 250 de
-caballería que se les incorporaron. Wellesley prosiguió adelante, y el
-15 avanzó hasta Caldas.
-
-[Marginal: Estado de Junot y sus disposiciones.]
-
-El desembarco de sus tropas había excitado en Lisboa y en todos los
-pueblos extremado júbilo y alegría, enflaqueciendo el ánimo de Junot y
-los suyos. Preveían su suerte, principalmente estando ya noticiosos de
-la capitulación de Dupont y retirada de José al Ebro. Derramadas sus
-fuerzas no ofrecían en ningún punto suficiente número para oponerse
-a 15.000 ingleses que avanzaban. Tomó sin embargo Junot providencias
-activas para reconcentrar su gente en cuanto le era dable. Ordenó a
-Loison dirigirse a la Beira y flanquear el costado izquierdo de sus
-contrarios, y a Kellermann que ahuyentando las cuadrillas de paisanos
-de Alcácer do Sal y su comarca evacuase a Setúbal y se le uniese.
-Negose a prestarle ayuda Siniavin, almirante de la escuadra rusa,
-fondeada en el Tajo, no queriendo combatir a no ser que acometiesen el
-puerto los buques ingleses.
-
-Tampoco descuidó Junot celar que se mantuviese tranquila la populosa
-Lisboa, y para ello en nada acertó tanto como en dejar su gobierno al
-cuidado del general Travot, de todos querido y apreciado por su buen
-porte. Custodiáronse con particular esmero los españoles que yacían en
-pontones, y se atendió a conservar libres las orillas del Tajo. Los
-franceses allí avecindados se mostraron muy aficionados a los suyos, y
-deseosos de su triunfo formaron un cuerpo de voluntarios. El conde de
-Bourmont y otros emigrados, a quienes durante la revolución se habían
-prodigado en Lisboa favores y consuelo, se unieron a sus compatriotas
-solicitando con instancia el mencionado conde que se le emplease en el
-estado mayor.
-
-Tomadas estas disposiciones, pareciole a Junot ser ocasión de ponerse
-a la cabeza de su ejército, e ir al encuentro de los ingleses. Pero
-antes habían estos venido a las manos cerca de Roliça con el general
-Delaborde, quien saliendo de Lisboa el 6 de agosto y juntándose en
-Óbidos con el general Thomières y otros destacamentos, había avanzado a
-aquel punto al frente de 5000 hombres.
-
-[Marginal: Acción de Roliça.]
-
-Eran sus instrucciones no empeñar acción hasta que se le agregasen
-las tropas en varios puntos esparcidas, y limitarse a contener a los
-ingleses. No le fue lícito cumplir aquellas, viéndose obligado a pelear
-con el ejército adversario. Había este salido de su campo de Caldas en
-la madrugada del 17, y encaminádose hacia Óbidos. Se extiende desde
-allí hasta Roliça un llano arenoso cubierto de matorrales y arbustos
-terminado por agrias colinas, las que prolongándose del lado de
-Columbeira casi cierran por su estrechura y tortuosidad el camino que
-da salida al país situado a su espalda. Delaborde tomó posición en un
-corto espacio que hay delante de Roliça, pueblo asentado en la meseta
-de una de aquellas colinas, y de cuyo punto dominaba el terreno que
-habían de atravesar los ingleses. Acercábanse estos divididos en tres
-trozos: mandaba el de la izquierda el general Ferguson, encargado de
-rodear por aquel lado la posición de Delaborde y de observar si Loison
-intentaba incorporársele. El capitán Trant con los portugueses debía
-por la derecha molestar el costado izquierdo de los franceses, quedando
-en el centro el trozo más principal, compuesto de cuatro brigadas y a
-las órdenes inmediatas de Sir Arthur, de cuyo número se destacó por la
-izquierda la del general Fane para darse la mano con la de Ferguson,
-del mismo modo que por la derecha y para sostener a los portugueses se
-separó la del general Hill.
-
-Delaborde no creyéndose seguro en donde estaba, con prontitud y
-destreza se recogió amparado de su caballería detrás de Columbeira,
-en paraje de difícil acceso, y al que solo daban paso unas barrancas
-de pendiente áspera y con mucha maleza. Entonces los ingleses variaron
-la ordenación del ataque; y uniéndose los generales Fane y Ferguson
-para rodear el flanco derecho del enemigo, acometieron su frente de
-posición muy fuerte los generales Hill y Nightingale. Defendiéronse
-los franceses con gran bizarría, y cuatro horas duró la refriega.
-Delaborde herido y perdida la esperanza de que se le juntara Loison,
-pensó entonces en retirarse, temeroso de ser del todo deshecho por
-las fuerzas superiores de sus contrarios. Primeramente retrocedió a
-Azambujeira, disputando el terreno con empeño. Hizo después una corta
-parada, y al fin tomó el angosto camino de Runha, andando toda la noche
-para colocarse ventajosamente en Montechique. Perdieron los ingleses
-500 hombres, 600 los franceses. Gloriosa fue aquella acción para ambos
-ejércitos; pues peleando briosamente, si favoreció a los últimos su
-posición, eran los primeros en número muy superiores. Con la victoria
-recobraron confianza los soldados ingleses, menguada por anteriores y
-funestas expediciones; y de allí tomó principio la fama del general
-Wellesley, acrecentada después con triunfos más importantes.
-
-No había Loison acudido a unirse con Delaborde receloso de comprometer
-la suerte de su división. Sabía que los ingleses habían llegado a
-Leiría, le observaban de cerca los portugueses y unos 1500 españoles
-que de Galicia había traído el marqués de Valladares; el país se
-mostraba hostil, y así no solo juzgó imprudente empeñarse en
-semejante movimiento, sino que también abandonando a Tomar, siguió
-por Torres Novas a Santarén y el 17 se incorporó en Cercal con Junot.
-Los portugueses luego que le vieron lejos, entraron en Abrantes y se
-apoderaron de casi todo un destacamento que allí había dejado.
-
-Junot por su parte, según acabamos de indicar, se había ya adelantado.
-El 15 de agosto después de celebrar con gran pompa la fiesta de
-Napoleón, por la noche y muy a las calladas había salido de Lisboa.
-Falsas nuevas y el estado de su gente le retardaron en la marcha, y
-no le fue dado antes del 20 reunir sus diversas y separadas fuerzas.
-Aquel día aparecieron juntas en Torres Vedras, y se componían de 12.000
-infantes y 1500 caballos. Quedaban además las competentes guarniciones
-en Elvas, Almeida, Peniche, Palmela, Santarén y en los fuertes de
-Lisboa. Mandaba la 1.ª división francesa el general Delaborde, la 2.ª
-Loison, y Kellermann la reserva. La caballería y artillería se pusieron
-al cuidado de los generales Margaron y Taviel, y en la última arma
-mandaba la reserva el coronel entonces, y después general Foy, célebre
-y bajo todos respectos digno de loa.
-
-[Marginal: Socorros llegados al ejército inglés.]
-
-Era más numeroso el ejército inglés. Se le habían nuevamente
-agregado 4000 hombres a las órdenes de los generales Anstruther y
-Acland, y constaba en todo de más de 18.000 combatientes. Carecía
-de la suficiente caballería, limitándose a 200 jinetes ingleses y
-250 portugueses. Después de la acción de Roliça no había Wellesley
-perseguido a su contrario. Para proteger el desembarco en Maceira de
-los 4000 hombres mencionados, había avanzado hasta Vimeiro, en donde
-casi al propio tiempo se le anunció la llegada con 11.000 hombres de
-Sir Juan Moore. A este le ordenó que saltase con su gente en tierra en
-Mondego, y que yendo del lado de Santarén cubriese la izquierda del
-ejército. No tardó tampoco en saberse la llegada de Sir H. Burrard
-nombrado segundo de Dalrymple en el mando: noticia por cierto poco
-grata para el general Wellesley, que esperaba por aquellos días coger
-nuevos laureles. Su plan de ataque estaba ya combinado. Con pleno
-conocimiento del terreno, tomando un camino costero, escabroso y
-estrecho, pensaba flanquear la posición de Torres Vedras, y colocándose
-en Mafra interponerse entre Junot y Lisboa. Había escogido aquellos
-vericuetos y ásperos sitios por considerarlos ventajosos para quien
-como él andaba escaso de caballería. Al aviso de estar cerca Burrard
-suspendió Wellesley su movimiento y se avistó a bordo con aquel
-general. Conferenciaron acerca del plan concertado, y juzgando
-Burrard ser arriesgada cualquier tentativa en tanto que Moore no se
-les uniese, dispuso aguardarle y que permaneciese su ejército en la
-posición de Vimeiro.
-
-Tuvo empero la dicha el general Wellesley de que Junot, no queriendo
-dar tiempo a que se juntasen todas las fuerzas británicas, resolvió
-atacar inmediatamente a las que en Vimeiro se mantenían tranquilas.
-
-[Marginal: Batalla de Vimeiro, 21 de agosto.]
-
-Está situado aquel pueblo no lejos del mar en una cañada por donde
-corre el río Maceira. Al norte se eleva una sierra cortada al oriente
-por un escarpe en cuya hondonada está el lugar de Toledo. En dicha
-sierra no habían al principio colocado los ingleses sino algunos
-destacamentos. Al sudoeste se percibe un cerro en parte arbolado
-que por detrás continúa hacia poniente con cimas más erguidas. Seis
-brigadas inglesas ocupaban aquel puesto. Había otras dos a la derecha
-del río en una eminencia escueta y roqueña que se levanta delante
-de Vimeiro. En la cañada o valle se situaron los portugueses y la
-caballería.
-
-A las ocho de la mañana del 21 de agosto se divisaron los franceses
-viniendo de Torres Vedras. Imaginose Wellesley ser su intento atacar
-la izquierda de su ejército, que era la sierra al norte; y como estaba
-desguarnecida encaminó a aquel punto, una tras de otra, cuatro de
-las seis brigadas que coronaban las alturas de sudoeste y que era
-su derecha. No había sido tal el pensamiento de los franceses. Mas
-observando su general dicho movimiento, envió sucesivamente para
-sostener a un regimiento de dragones, hacia allí destacado, dos
-brigadas al mando de los generales Brenier y Solignac.
-
-No por eso desistió Junot de proseguir en el plan de ataque que había
-concebido, y cuyo principal blanco era la eminencia situada delante
-de Vimeiro, en donde estaban apostadas, según hemos dicho, dos
-brigadas inglesas, las cuales se respaldaban contra otras dos que aún
-permanecían en las alturas de sudoeste.
-
-Rompió el combate el general Delaborde, siguió a poco Loison, y por
-instantes arreció la pelea furiosamente. La reserva bajo las órdenes
-de Kellermann, viendo que los suyos no se apoderaban de la eminencia,
-fue en su ayuda, y en uno de aquellos acometimientos hirieron a Foy.
-Rechazaban los ingleses a sus intrépidos contrarios, aunque a veces
-flaqueaba alguno de sus cuerpos. Junot en la reserva observaba y
-dirigía el principal ataque sin descuidar su derecha. Mas en aquella no
-tuvieron ventura los generales Solignac y Brenier, habiendo sido uno
-herido y otro prisionero.
-
-A las doce del día, después de tres horas de inútil lucha y disminuido
-el ejército francés con la pérdida de más de 1800 hombres, determinaron
-sus generales retirarse a una línea casi paralela a la que ocupaban los
-ingleses. Estos con parte de su fuerza todavía intacta consideraron
-entonces como suya la victoria, habiéndose apoderado de 13 cañones, y
-solo contando entre muertos y heridos unos 800 hombres. Parecía que
-era llegado el tiempo de perseguir a los vencidos con las tropas de
-refresco. Tal era el dictamen de Sir Arthur Wellesley, sin que ya fuese
-dueño de llevarle a cabo. Durante la acción había llegado al campo el
-general Burrard, a quien correspondía el mando en jefe. Con escrúpulo
-cortesano dejó a Wellesley rematar una empresa dichosamente comenzada.
-Pero al tratar de perseguir al enemigo, recobrando su autoridad,
-opúsose a ello, e insistió en aguardar a Moore. De prudencia pudo
-graduarse semejante opinión antes de la batalla: tanta precaución ahora
-si no disfrazaba celosa rivalidad, excedía los límites de la timidez
-misma.
-
-Los franceses por la tarde sin ser incomodados se fueron a Torres
-Vedras. El 22 celebró Junot consejo de guerra, en el que acordaron
-abrir negociaciones con los ingleses por medio del general Kellermann,
-no dejando de continuar su retirada a Lisboa. [Marginal: Armisticio
-entre ambos ejércitos.] Así se ejecutó; pero al tocar el negociador
-francés las líneas inglesas, había desembarcado ya y tomado el mando
-Sir H. Dalrymple. Con lo que en menos de dos días tres generales se
-sucedieron en el campo británico: mudanza perjudicial a las operaciones
-militares y a los tratos que siguieron, apareciendo cuán erradamente a
-veces proceden aun los gobiernos más prácticos y advertidos. Propuso
-Kellermann un armisticio, conformose el general inglés y se nombró para
-concluirle a Sir Arthur Wellesley. Convinieron los negociadores en
-ciertos artículos que debían servir de base a un tratado definitivo.
-Fueron los más principales: 1.º Que el ejército francés evacuaría
-a Portugal, siendo transportado a Francia con artillería, armas y
-bagaje por la marina británica. 2.º Que a los portugueses y franceses
-avecindados no se les molestaría por su anterior conducta política,
-pudiendo salir del territorio portugués con sus haberes en cierto
-plazo: y 3.º Que se consideraría neutral el puerto de Lisboa durante
-el tiempo necesario y conforme al derecho marítimo, a fin de que la
-escuadra rusa diese la vela sin ser a su salida incomodada por la
-británica. Señalose una línea de demarcación entre ambos ejércitos,
-quedando obligados recíprocamente a avisarse 48 horas de antemano en
-caso de volver a romperse las hostilidades.
-
-Mientras tanto Junot había el 23 entrado en Lisboa, en donde los ánimos
-andaban muy alterados. Con la noticia de la acción de Roliça hubiérase
-el 20 conmovido la población a no haberla contenido con su prudencia
-el general Travot. Mas permaneciendo viva la causa de la fermentación
-pública, hubieron los franceses de acudir a precauciones severas, y
-aun al miserable y frágil medio de esparcir falsas nuevas, anunciando
-que habían ganado la batalla de Vimeiro. De poco hubieran servido
-sus medidas y artificios si oportunamente no hubiera llegado con su
-ejército el general Junot. A su vista forzoso le fue al patriotismo
-portugués reprimir ímpetus inconsiderados.
-
-Por otra parte el armisticio tropezaba con obstáculos imprevistos. El
-general Bernardino Freire agriamente representó contra su ejecución,
-no habiendo tenido cuenta en lo estipulado ni con su ejército, ni con
-la junta de Oporto, ni tampoco con el príncipe regente de Portugal,
-cuyo nombre no sonaba en ninguno de los artículos. Aunque justa hasta
-cierto punto, fue desatendida tal reclamación. No pudo serlo la de
-Sir C. Cotton, comandante de la escuadra británica, quien no quiso
-reconocer nada de lo convenido acerca de la neutralidad del puerto
-y de los buques rusos allí anclados. Tuvieron pues que romperse las
-negociaciones.
-
-Mucho incomodó a Junot aquel inesperado suceso; y escuchando antes que
-a sus apuros a la altivez de su pecho engreído con no interrumpida
-ventura, dispúsose a guerrear a todo trance. Mas sin recursos,
-angustiados los suyos y reforzados los contrarios con la división de
-Moore y un regimiento que el general Beresford traía de las aguas de
-Cádiz, se le ofrecían insuperables dificultades. Aumentábanse estas
-con el brío adquirido por la población portuguesa, la que después de
-las victorias alcanzadas, de tropel acudía a Lisboa y estrechaba las
-cercanías. Carecía también de la conveniente cooperación del almirante
-ruso, indiferente a su suerte y firme en no prestarle ayuda. Tal porte
-enfureció tanto más a Junot, cuanto la estancia de aquella escuadra
-en el Tajo había sido causa del rompimiento de las negociaciones
-entabladas. Así mal de su grado, solo y vencido de la amarga situación
-de su ejército, [Marginal: Convenio del almirante ruso con el inglés.
-(* Ap. n. 5-6.)] cedió Junot y asintió a la famosa convención concluida
-en Lisboa el 30 de agosto entre el general Kellermann y J. Murray,
-cuartel-maestre del ejército inglés. El ruso ajustó por sí en 3 de
-septiembre un convenio con el almirante inglés,[*] según el cual
-entregaba en depósito su escuadra al gobierno británico hasta seis
-meses después de concluida la paz entre sus gobiernos respectivos,
-debiendo ser transportados a Rusia los jefes, oficiales y soldados que
-la tripulaban.
-
-[Marginal: Convención de Cintra. (* Ap. n. 5-7.)]
-
-La convención entre francesas e ingleses llamose malamente de Cintra,
-por no haber sido firmada allí ni ratificada.[*] Constaba de 22
-artículos y además otros tres adicionales, partiendo de la base
-del armisticio antes concluido. Los franceses no eran considerados
-como prisioneros de guerra, y debían los ingleses transportarlos a
-cualquier puerto occidental de Francia entre Rochefort y Lorient. En
-el tratado se incluían las guarniciones de las plazas fuertes. Los
-españoles detenidos en pontones o barcos en el Tajo, se entregaban a
-disposición del general inglés, en trueque de los franceses que sin
-haber tomado parte en la guerra hubieran sido presos en España. No
-eran por cierto muchos, y los más habían ya sido puestos en libertad.
-Entre los que todavía permanecían arrestados soltó los suyos la junta
-de Extremadura, condescendiendo con los deseos del general inglés.
-[Marginal: Españoles de Portugal.] El número de españoles que gemían en
-Lisboa presos ascendía a 3500 hombres, procedentes de los regimientos
-de Santiago y Alcántara de caballería, de un batallón de tropas ligeras
-de Valencia, de granaderos provinciales y varios piquetes; los cuales
-bien armados y equipados desembarcaron en octubre a las órdenes del
-mariscal de campo Don Gregorio Laguna en la Rápita de Tortosa y en los
-Alfaques. Los demás artículos de la convención tuvieron sucesivamente
-cumplido efecto. Algunos de ellos suscitaron acaloradas disputas: sobre
-todo los que tenían relación con la propiedad de los individuos. Esto,
-y falta de transportes, dilataron la partida de los franceses.
-
-Causaba su presencia desagradable impresión, y tuvieron los ingleses
-que velar noche y día para que no se perturbase la tranquilidad de
-Lisboa. No tanto ofendía a sus habitantes la franca salida que por la
-convención se daba a sus enemigos, cuanto el poco aprecio con que en
-ella eran tratados el príncipe regente y su gobierno. No se mentaba ni
-por acaso su nombre, y si en el armisticio había cabido la disculpa de
-ser un puro convenio militar, en el nuevo tratado en que se mezclaban
-intereses políticos no era dado alegar las mismas razones. De aquí se
-promovió un reñido altercado entre la junta de Oporto y los generales
-ingleses. Al principio quisieron estos aplacar el enojo de aquella;
-[Marginal: Restablecen los ingleses la regencia de Portugal.] mas al
-fin desconocieron su autoridad y la de todas las juntas creadas en
-Portugal. Restablecieron en 18 de septiembre conforme a instrucción
-de su gobierno la regencia que al partir al Brasil había dejado el
-príncipe Don Juan, y tan solo descartaron las personas ausentes o
-comprometidas con los franceses. Portugal reconoció el nuevo gobierno y
-se disolvieron todas sus juntas.
-
-El 13 de septiembre dio la vela Junot y su nave dirigió el rumbo a La
-Rochelle. El 30 todas sus tropas estaban ya embarcadas, y unas en pos de
-otras arribaron a Guiberon y Lorient. Faltaban las de las plazas, para
-cuya salida hubo nuevos tropiezos. [Marginal: Elvas sitiada por los
-españoles.] El general español Don José de Arce por orden de la junta
-de Extremadura había asediado el 7 de septiembre a Elvas, y obligado
-al comandante francés Girod de Novilars a encerrarse en el fuerte de
-La Lippe. Sobrado tardía era en verdad la tentativa de los españoles,
-y llevaba traza de haberse imaginado después de sabida la convención
-entre franceses e ingleses. Despacharon estos para cumplirla en aquella
-plaza un regimiento, pero Arce y la junta de Extremadura se opusieron
-vivamente a que se dejase ir libres a los que sus soldados sitiaban.
-Cruzáronse escritos de una y otra parte, hubo varias y aun empeñadas
-explicaciones, mas al cabo se arregló todo amistosamente con el coronel
-inglés Graham. [Marginal: Almeida, por los portugueses.] No anduvieron
-respecto de Almeida más dóciles los portugueses, quienes cercaban la
-plaza. Hasta primeros de octubre no se removieron los obstáculos que
-se oponían a la entrega, y aun entonces hubo de serles a los franceses
-harto costosa. Libres ya y próximos a embarcarse en Oporto, sublevose
-el pueblo de aquella ciudad con haber descubierto entre los equipajes
-ornamentos y alhajas de iglesia. Despojados de sus armas y haberes
-debieron la vida a la firmeza del inglés Sir Roberto Wilson que mandaba
-un cuerpo de portugueses, conteniendo a duras penas la embravecida
-furia popular.
-
-Con el embarco de la guarnición de Almeida quedaba del todo cumplida
-la convención llamada de Cintra. Fue penosa la travesía de las tropas
-francesas, maltratado el convoy por recios temporales. Cerca de 2000
-hombres perecieron, naufragando tripulaciones y transportes: 22.000
-arribaron a Francia, 29.000 habían pisado el suelo portugués. Pocos
-meses adelante los mismos soldados aguerridos y mejor disciplinados
-volvieron de refresco sobre España.
-
-[Marginal: Desaprobación general de la convención de Cintra en
-Inglaterra.]
-
-La convención no solamente indignó a los portugueses y fue censurada
-por los españoles, sino que también levantó contra ella el clamor de
-la Inglaterra misma. Llenos de satisfacción y contento habían estado
-sus habitantes al eco de las victorias de Roliça y Vimeiro. De ello
-fuimos testigos, y de los primeros. Traemos a la memoria que en 1.º de
-septiembre y a cosa de las nueve de la noche asistiendo a un banquete
-en casa de Mr. Canning, se anunció de improviso la llegada del capitán
-Campbell portador de ambas nuevas. Estaban allí presentes los demás
-ministros británicos, y a pesar de su natural y prudente reserva, con
-las victorias conseguidas desabrocharon sus pechos con júbilo colmado.
-No menor se mostró en todas las ciudades y pueblos de la gran Bretaña.
-Pero enturbiole bien luego la capitulación concedida a Junot, creciendo
-el enojo a par de lo abultado de las esperanzas. Muchos decían que
-los españoles hubieran conseguido triunfo más acabado. Tan grande era
-el concepto del brío y pericia militar de nuestra nación, exagerado
-entonces, como después sobradamente deprimido al llegar derrotas y
-contratiempos. Aparecía el despecho y la ira hasta en los papeles
-públicos, cuyas hojas se orlaban con bandas negras, pintando también
-en caricaturas e impresos a sus tres generales colgados de un patíbulo
-afrentoso. Cundió el enojo de los particulares a las corporaciones,
-y las hubo que elevaron hasta el solio enérgicas representaciones.
-Descolló entre todas la del cuerpo municipal de Londres. No en vano
-levanta en Inglaterra su voz la opinión nacional. A ella tuvieron que
-responder los ministros ingleses, nombrando una comisión que informase
-acerca del asunto, y llamando a los tres generales Dalrymple, Burrard
-y Wellesley para que satisficiesen a los cargos. Hubo en el examen
-de su conducta varios incidentes, mas al cabo conformándose S. M. B.
-con el unánime parecer de la comisión, declaró no haber lugar a la
-formación de causa, al paso que desechó los artículos de la convención,
-cuyo contenido podría ofender o perjudicar a españoles y portugueses.
-Decisión que a pocos agradó, y sobre la que se hicieron justos reparos.
-
-Nosotros creemos que si bien hubieran podido sacarse mayores ventajas
-de las victorias de Roliça y Vimeiro, fue empero de gran provecho el
-que se desembarazase a Portugal de enemigos. Con la convención se
-consiguió pronto aquel objeto; sin ella quizá se hubiera empeñado una
-lucha más larga, y España embarazada con los franceses a la espalda no
-hubiera tan fácilmente podido atender a su defensa y arreglo interior.
-
-[Marginal: Declaración de S. M. B. de 4 de julio.]
-
-Estas pues habían sido las victorias conseguidas por las armas aliadas
-antes del mes de septiembre en el territorio peninsular, con las que se
-logró despejar su suelo hasta las orillas de Ebro. Por el mismo tiempo
-fueron también de entidad los tratos y conciertos que hubo entre el
-gobierno de S. M. B. y las juntas españolas, los cuales dieron ocasión
-a acontecimientos importantes.
-
-Hablamos en su origen del modo lisonjero con que habían sido tratados
-los diputados de Asturias y Galicia. Se habían ido estrechando aquellas
-primeras relaciones, y además de los cuantiosos auxilios mencionados
-y que en un principio se despacharon a España, fueron después otros
-nuevos y pecuniarios. Creciendo la insurrección y afirmándose
-maravillosamente, dio S. M. B.[*] [Marginal: (* Ap. n. 5-8.)] una
-prueba solemne de adhesión a la causa de los españoles, publicando en 4
-de julio una declaración por la que se renovaban los antiguos vínculos
-de amistad entre ambas naciones. Realmente estaban ya restablecidos
-desde primeros de junio; pero a mayor abundamiento quísose dar a la
-nueva alianza toda autoridad por medio de un documento público y de
-oficio.
-
-[Marginal: Peticiones y reclamaciones que se hacen a los diputados
-españoles.]
-
-La unión franca y leal de ambos paises, y el tropel portentoso de
-inesperados sucesos habían excitado en Inglaterra un vivo deseo de
-tomar partido con los patriotas españoles. No se limitó aquel a
-los naturales, no a aventureros ansiosos de buscar fortuna. Cundió
-también a extranjeros y subió hasta personajes célebres e ilustres.
-Los diputados españoles careciendo de la competente facultad se
-negaron constantemente a escuchar semejantes solicitudes. Sería
-prolijo reproducir aun las más principales. Contentarémonos con
-hacer mención de dos de las más señaladas. Fue una la del general
-Dumourier: [Marginal: Dumourier.] con ahinco solicitaba trasladarse a
-la península, y tener allí un mando, o por lo menos ayudar de cerca
-con sus consejos. Figurábase que ellos y su nombre desbaratarían las
-huestes de Napoleón. Tachado de vario e inconstante en su conducta,
-y también de poco fiel a su patria, mal hubiera podido merecer la
-confianza de otra adoptiva. De muy diverso origen procedía la segunda
-solicitud, y de quien bajo todos respectos y por sus desgracias y las
-de su familia merecía otro miramiento y atención. [Marginal: Conde de
-Artois.] Sin embargo no les fue dado a los diputados acceder al noble
-sacrificio que quería hacer de su persona el conde de Artois [hoy
-Carlos X de Francia] partiendo a España a pelear en las filas españolas.
-
-Acompañaron a estas gestiones otras no dignas de olvido. Pocos días
-habían corrido después de la llegada a Londres de los diputados de
-Asturias, cuando el duque de Blacas [entonces conde] se les presentó
-[Marginal: Luis XVIII.] a nombre de Luis XVIII, ilustre cabeza de
-la familia de Borbón, con objeto de reclamar el derecho al trono
-español que asistía a la rama de Francia, extinguida que fuese la
-de Felipe V. Evitando tan espinosa cuestión por anticipada, se
-respondió de palabra y con el debido acatamiento a la reclamación de
-un príncipe desventurado y venerable, lejos todavía de imaginarse
-que la insurrección de España le serviría de primer escalón para
-recuperar el trono de sus mayores. Más secamente se replicó a la nota,
-que al mismo propósito escribió a los diputados [Marginal: Príncipe
-de Castelcicala.] en favor de su amo, el príncipe de Castelcicala,
-embajador de Fernando IV, rey de las dos Sicilias. Provocó la
-diferencia en la contestación el modo poco atento y desmañado con que
-dicho embajador se expresó, pues al paso que reivindicaba derechos
-de tal cuantía, estudiosamente aun en el estilo esquivaba reconocer
-la autoridad de las juntas. La relación de estos hechos muestra la
-importancia que ya todos daban a la insurrección de España, deprimida
-entonces y desfigurada por Napoleón.
-
-Pero si bien eran lisonjeros aquellos pasos, no podían fijar tanto
-la atención de los diputados como otros negocios que particularmente
-interesaban al triunfo de la buena causa. Para su prosecución se
-agregaron en primeros de julio a los de Galicia y Asturias los
-diputados de Sevilla el teniente general Don Juan Ruiz de Apodaca y el
-mariscal de campo Don Adrián Jácome. Unidos no solamente promovieron
-el envío de socorros, sino que además volvieron la vista al Norte de
-Europa. Despacharon a Rusia un comisionado, mas ya fuese falta suya o
-que aquel gabinete no estuviese todavía dispuesto a desavenirse con
-Francia, la tentativa no tuvo ninguna resulta. Mas dichosa fue la que
-hicieron para libertar la división española que estaba en Dinamarca
-a las órdenes del marqués de la Romana, merced al patriotismo de sus
-soldados, y a la actividad y celo de la marina inglesa.
-
-[Marginal: Tropa española en Dinamarca.]
-
-Hubiérase achacado a desvarío pocos meses antes el figurarse siquiera
-que aquellas tropas a tan gran distancia de su patria y rodeadas del
-inmenso poder y vigilancia de Napoleón, pisarían de nuevo el suelo
-español burlándose de precauciones, y aun sirviéndoles para su empresa
-las mismas que contra su libertad se habían tomado. Constaba a la
-sazón su fuerza de 14.198 hombres, y se componía de la división que
-en la primavera de 1807 había salido de España con el marqués de la
-Romana, y de la que estaba en Toscana y se le juntó en el camino. Por
-agosto de aquel año y a las órdenes del mariscal Bernadotte, príncipe
-de Ponte-Corvo, ocupaban dichas divisiones a Hamburgo y sus cercanías,
-después de haber gloriosamente peleado algunos de los cuerpos en el
-sitio de Stralsunda. Resuelto Napoleón a enseñorearse de España,
-juzgó prudente colocarlos en paraje más seguro, y con pretexto de
-una invasión en Suecia los aisló y dividió en el territorio danés.
-Estrecholos así entre el mar y su ejército. Napoleón determinó que
-ejecutasen aquel movimiento en marzo de 1808. Cruzó la vanguardia el
-pequeño Belt y desembarcó en Fionia. La impidió atravesar el gran
-Belt e ir a Zelandia la escuadra inglesa que apareció en aquellas
-aguas. Lo restante de la fuerza española detenida en el Schleswig, se
-situó después en las islas de Langeland y Fionia y en la península
-de Jutlandia. Así continuó, excepto los regimientos de Asturias y
-Guadalajara que de noche y precavidamente consiguieron pasar el gran
-Belt y entrar en Zelandia. Las novedades de España aunque alteradas y
-tardías habían penetrado en aquel apartado reino. Pocas eran las cartas
-que los españoles recibían, interceptando el gobierno francés las que
-hablaban de las mudanzas intentadas o ya acaecidas. Causaba el silencio
-desasosiego en los ánimos, y aumentaba el disgusto el verse las tropas
-divididas y desparramadas.
-
-En tal congoja recibiose en junio un despacho de Don Mariano Luis de
-Urquijo para que se reconociese y prestase juramento a José, con la
-advertencia «de que se diese parte si había en los regimientos algún
-individuo tan exaltado que no quisiera conformarse con aquella soberana
-resolución, desconociendo el interés de la familia real y de la nación
-española.» No acompañaron a este pliego otras cartas o correspondencia,
-lo que despertó nuevas sospechas. También el 24 del mismo mes había
-al propio fin escrito al de la Romana el mariscal Bernadotte. El
-descontento de soldados y oficiales era grande, los susurros y
-hablillas muchos, y temíanse los jefes alguna seria desazón. Por tanto
-adoptáronse para cumplir la orden recibida convenientes medidas, que
-no del todo bastaron. En Fionia salieron gritos de entre las filas
-de Almansa y Princesa de _viva España_ y _muera Napoleón_, y sobre
-todo el tercer batallón del último regimiento anduvo muy alterado.
-Los de Asturias y Guadalajara abiertamente se sublevaron en Zelandia,
-fue muerto un ayudante del general Fririon, y este hubiera perecido
-si el coronel del primer cuerpo no le hubiese escondido en su casa.
-Rodeados aquellos soldados fueron desarmados por tropas danesas. Hubo
-también quien juró con condición de que José hubiese subido al trono
-sin oposición del pueblo español. Cortapisa honrosa y que ponía a salvo
-la más escrupulosa conciencia, aun en caso de que obligase un juramento
-engañoso, cuyo cumplimiento comprometía la suerte e independencia de la
-patria.
-
-[Marginal: Marqués de la Romana.]
-
-Mas semejantes ocurrencias excitaron mayor vigilancia en el gobierno
-francés. Aunque ofendidos e irritados, calladamente aguantaban los
-españoles hasta poder en cuerpo o por separado libertarse de la mano
-que los oprimía. El mismo general en jefe viose obligado a reconocer al
-nuevo rey, dirigiéndole, como a Bernadotte, una carta harto lisonjera.
-La contradicción que aparece entre este paso y su posterior conducta se
-explica con la situación crítica de aquel general y su carácter; por lo
-que daremos de él y de su persona breve noticia.
-
-Don Pedro Caro y Sureda marqués de la Romana, de una de las más
-ilustres casas de Mallorca, había nacido en Palma, capital de aquella
-isla. Su edad era la de 46 años, de pequeña estatura, mas de complexión
-recia y enjuta, acostumbrado su cuerpo a abstinencia y rigor. Tenía
-vasta lectura no desconociendo los autores clásicos latinos y griegos,
-cuyas lenguas poseía. De la marina pasó al ejército al empezar la
-guerra de Francia en 1793, y sirvió en Navarra a las órdenes de
-su tío Don Juan Ventura Caro. Yendo de allí a Cataluña ascendió a
-general, y mostrose entendido y bizarro. Obtuvo después otros cargos.
-Habiendo antes viajado en Francia, se le miró como hombre al caso
-para mandar la fuerza española que se enviaba al Norte. Faltábale la
-conveniente entereza, pecaba de distraído, cayendo en olvidos y raras
-contradicciones. Juguete de aduladores, se enredaba a veces en malos
-e inconsiderados pasos. Por fortuna en la ocasión actual no tuvieron
-cabida aviesas insinuaciones, así por la buena disposición del marqués,
-como también por ser casi unánime en favor de la causa nacional la
-decisión de los oficiales y personas de cuenta que le rodeaban.
-
-Bien pronto en efecto se les ofreció ocasión de justificar los nobles
-sentimientos que los animaban. Desde junio los diputados de Galicia y
-Asturias habían procurado por medio de activa correspondencia ponerse
-en comunicación con aquel ejército; mas en vano: sus cartas fueron
-interceptadas o se retardaron en su arribo. También el gobierno inglés
-envió un clérigo católico de nombre Robertson, el que si bien consiguió
-abocarse con el marqués de la Romana, nada pudo entre ellos concluirse
-ni determinarse definitivamente. Mientras tanto llegaron a Londres Don
-Juan Ruiz de Apodaca y Don Adrián Jácome, y como era urgente sacar,
-por decirlo así, de cautiverio a los soldados españoles de Dinamarca,
-concertáronse todos los diputados y resolvieron que los de Andalucía
-enviasen al Báltico a su secretario, [Marginal: Lobo.] el oficial de
-marina Don Rafael Lobo, sujeto capaz y celoso. Proporcionó buque el
-gobierno inglés, y haciéndose a la vela en julio arribó Lobo el 4 de
-agosto al gran Belt, en donde con el mismo objeto se había apostado a
-las órdenes de Sir R. Keats parte de la escuadra inglesa que cruzaba en
-los mares del Norte.
-
-Don Rafael Lobo ancló delante de las islas dinamarquesas, a tiempo que
-en aquellas costas se había despertado el cuidado de los franceses
-por la presencia y proximidad de dicha escuadra. Deseoso de avisar
-su venida empleó Lobo inútilmente varios medios de comunicar con
-tierra. Empezaba ya a desesperanzar, [Marginal: Fábregues.] cuando
-el brioso arrojo del oficial de voluntarios de Cataluña Don Juan
-Antonio Fábregues, puso término a la angustia. Había este ido con
-pliegos desde Langeland a Copenhague. A su vuelta con propósito de
-escaparse, en vez de regresar por el mismo paraje, buscó otro apartado,
-en donde se embarcó mediante un ajuste con dos pescadores. En la
-travesía columbrando tres navíos ingleses fondeados a cuatro leguas
-de la costa, arrebatado de noble inspiración tiró del sable y ordenó
-a los dos pescadores, únicos que gobernaban la nave, hacer rumbo a la
-escuadra inglesa. Un soldado español que iba en su compañía ignorando
-su intento, arredrose y dejó caer el fusil de las manos. Con presteza
-cogió el arma uno de los marineros, y mal lo hubiera pasado Fábregues,
-si pronto y resuelto este, dando al danés un sablazo en la muñeca,
-no le hubiese desarmado. Forzados pues se vieron los dos pescadores
-a obedecer al intrépido español. Déjase discurrir de cuánto gozo se
-embargarían los sentidos de Fábregues al encontrarse a bordo con Lobo,
-como también cuánta sería la satisfacción del último cerciorándose de
-que la suerte le proporcionaba seguro conducto de tratar y corresponder
-con los jefes españoles.
-
-No desperdiciaron ni uno ni otro el tiempo que entonces era a todos
-precioso. Fábregues a pesar del riesgo se encargó de llevar la
-correspondencia, y de noche y a hurtadillas le echó en la costa de
-Langeland un bote inglés. Avistose a su arribo y sin tardanza con el
-comandante español, que también lo era de su cuerpo, Don Ambrosio de la
-Cuadra, confiado en su militar honradez. No se engañó porque asintiendo
-este a tan digna determinación, prontamente y disfrazado despachó al
-mismo Fábregues para que diese cuenta de lo que pasaba al marqués de
-la Romana. Trasladose a Fionia en donde estaba el cuartel general, y
-desempeñó en breve y con gran celo su encargo.
-
-Causaron allí las nuevas que traía profunda impresión. Crítica era
-en verdad y apurada la posición de su jefe. Como buen patricio
-anhelaba seguir el pendón nacional, mas como caudillo de un ejército
-pesábale la responsabilidad en que incurriría si su noble intento
-se desgraciaba. Perplejo se hubiera quizá mantenido a no haberle
-estimulado con su opinión y consejos los demás oficiales. [Marginal:
-Dispónense a embarcarse las tropas del Norte.] Decidiose en fin al
-embarco, y convino secretamente con los ingleses en el modo y forma de
-ejecutarle. Al principio se había pensado en que se suspendiese hasta
-que noticiosas del plan acordado las tropas que había en Zelandia y
-Jutlandia, se moviesen todas a un tiempo antes de despertar el recelo
-de los franceses. Mas informados estos de haber Fábregues comunicado
-con la escuadra inglesa, menester fue acelerar la operación trazada.
-
-Dieron principio a ella los que estaban en Langeland enseñoreándose de
-la isla. Prosiguió Romana y se apoderó el 9 de agosto de la ciudad de
-Nyborg, punto importante para embarcarse y repeler cualquier ataque
-que intentasen 3000 soldados dinamarqueses existentes en Fionia. Los
-españoles acuartelados en Swendborg y Faaborg al mediodía de la misma
-isla, se embarcaron para Langeland también el 9, y tomaron tierra
-desembarazadamente. Con más obstáculos tropezó el regimiento de
-Zamora, acantonado en Fridericia: [Marginal: Kindelán.] engañole Don
-Juan de Kindelán, segundo de Romana, que allí mandaba. Aparentando
-desear lo mismo que sus soldados dispúsose a partir y aun embarcó su
-equipaje; pero en el entretanto no solo dio aviso de lo que ocurría al
-mariscal Bernadotte, sino que temiendo que se descubriese su perfidia,
-cautelosamente y por una puerta falsa se escapó de su casa. Amenazados
-por aquel desgraciado incidente apresuráronse los de Zamora a pasar
-a Middlefahrt, y sin descanso caminaron desde allí por espacio de
-veintiuna horas, hasta incorporarse en Nyborg con la fuerza principal,
-habiendo andado en tan breve tiempo más de dieciocho leguas de España.
-Huido Kindelán y advertidos los franceses, parecía imposible que se
-salvasen los otros regimientos que había en Jutlandia: con todo lo
-consiguieron dos de ellos. Fue el primero el de caballería del Rey.
-Ocupaba a Aarhus, y por el cuidado y celo de su anciano coronel,
-fletando barcas salvose y arribó a Nyborg. Otro tanto sucedió con
-el del Infante, también de caballería, situado en Manders y por
-consiguiente más lejos y al norte. No tuvo igual dicha el de Algarbe,
-único que allí quedaba. Retardó su marcha por indecisión de su coronel,
-y aunque más cerca de Fionia que los otros dos, fue sorprendido por las
-tropas francesas. En aquel encuentro el capitán Costa que mandaba un
-escuadrón, al verse vendido prefirió acabar con su vida tirándose un
-pistoletazo. Imposible fue a los regimientos de Asturias y Guadalajara
-acudir al punto de Corsoer que se les había indicado como el más vecino
-a Nyborg desde la costa opuesta de Zelandia. Desarmados antes, según
-hemos visto, y cuidadosamente observados, envolviéronlos las tropas
-danesas al ir a ejecutar su pensamiento. Así que entre estos dos
-cuerpos el de Algarbe de caballería, algunas partidas sueltas y varios
-oficiales ausentes por comisión o motivo particular, quedaron en el
-norte 5160 hombres, y 9038 fueron los que unidos en Langeland y pasada
-reseña se contaron prontos a dar la vela. Abandonáronse los caballos
-no habiendo ni transportes ni tiempo para embarcarlos. Muchos de los
-jinetes no tuvieron ánimo para matarlos, y siendo enteros y viéndose
-solos y sin freno, se extendieron por la comarca y esparcieron el
-desorden y espanto.
-
-[Marginal: Kindelán y Guerrero.]
-
-Don Juan de Kindelán había en el intermedio llegado al cuartel general
-de Bernadotte, y no contento con los avisos dados, descubrió al capitán
-de artillería Don José Guerrero, encargado por Romana de una comisión
-importante en el Schleswig. Arrestáronle, y enfurecido con la alevosía
-de Kindelán apellidole traidor delante de Bernadotte, quedando aquel
-avergonzado y mirándole después al soslayo los mismos a quienes servía:
-merecido galardón a su villano proceder. Salvó la vida a Guerrero la
-hidalga generosidad del mariscal francés, quien le dejó escapar y aun
-en secreto le proporcionó dinero.
-
-[Marginal: Juramento de los españoles en Langeland.]
-
-Mas al paso que tan dignamente se portaba con un oficial honrado y
-benemérito, forzoso le fue, obrando como general, poner en práctica
-cuantos medios estaban a su alcance para estorbar la evasión de
-los españoles. Ya no era dado ejecutarlo por la violencia. Acudió
-a proclamas y exhortaciones, esparciendo además sus agentes falsas
-nuevas, y procurando sembrar rencillas y desavenencias. Pero ¡cuán
-grandioso espectáculo no ofrecieron los soldados españoles en respuesta
-a aquellos escritos y manejos! Juntos en Langeland, clavadas sus
-banderas en medio de un círculo que formaron, y ante ellas hincados
-de rodillas, juraron con lágrimas de ternura y despecho ser fieles
-a su amada patria y desechar seductoras ofertas. No; la antigüedad,
-con todo el realce que dan a sus acciones el transcurso del tiempo y
-la elocuente pluma de sus egregios escritores, no nos ha transmitido
-ningún suceso que a este se aventaje. Nobles e intrépidos sin duda
-fueron los griegos cuando unidos a la voz de Jenofonte para volver a
-su patria, dieron a las falaces promesas del rey de Persia aquella
-elevada y sencilla respuesta [*] [Marginal: (* Ap. n. 5-9.)] «hemos
-resuelto atravesar el país pacíficamente si se nos deja retirarnos
-al suelo patrio, y pelear hasta morir si alguno nos lo impidiese.»
-Mas a los griegos no les quedaba otro partido que la esclavitud o
-la muerte; a los españoles, permaneciendo sosegados y sujetos a
-Napoleón, con largueza se les hubieran dispensado premios y honores.
-Aventurándose a tornar a su patria, los unos, llegados que fuesen,
-esperaban vivir tranquilos y honrados en sus hogares; los otros, si
-bien con nuevo lustre, iban a empeñarse en una guerra larga, dura y
-azarosa, exponiéndose, si caían prisioneros, a la tremenda venganza del
-emperador de los franceses.
-
-[Marginal: Dan la vela para España.]
-
-Urgiendo volver a España, y siendo prudente alejarse de costas
-dominadas por un poderoso enemigo, abreviaron la partida de Langeland y
-el 13 se hicieron a la vela para Gotemburgo en Suecia. En aquel puerto,
-entonces amigo, aguardaron transportes, y antes de mucho dirigieron
-el rumbo a las playas de su patria, en donde no tardaremos en verlos
-unidos a los ejércitos lidiadores.
-
-[Marginal: Trátase de reunir una junta central.]
-
-Habiendo llegado los asuntos públicos dentro y fuera del reino a tal
-punto de pronta e impensada felicidad, cierto que no faltaba para que
-fuese cumplida sino reconcentrar en una sola mano o cuerpo la potestad
-suprema. Mas la discordancia sobre el modo y lugar, las dificultades
-que nacieron de un estado de cosas tan nuevo, y rivalidades y
-competencias retardaron su nombramiento y formación.
-
-[Marginal: Situación de Madrid.]
-
-Perjudicó también a la apetecida brevedad; la situación en que quedó
-a la salida del enemigo la capital de la monarquía. Los moradores
-ausentes unos, y amedrantados otros con el duro escarmiento del 2 de
-mayo, o no pudieron o no osaron nombrar un cuerpo que, a semejanza de
-las demás provincias, tomase las riendas del gobierno de su territorio
-y sirviese de guía a todo el reino. Verdad es que Madrid ni por su
-población ni por su riqueza no habiendo nunca ejercido, como acontece
-con algunas capitales de Europa, poderoso influjo en las demás
-ciudades, hubiera necesitado de mayor esfuerzo para atraerlas a su voz
-y acelerar su ayuntamiento y concordia. Con todo, hubiéranse al fin
-vencido tamaños obstáculos si no se hubiera encontrado otro superior
-en el consejo real o de Castilla; el cual, desconceptuado en la nación
-por su incierta, tímida y reprensible conducta con el gobierno intruso,
-tenía en Madrid todavía acérrimos partidarios en el numeroso séquito de
-sus dependientes y hechuras. Aunque érale dado con tal arrimo proseguir
-en su antigua autoridad, mantúvose quedo y como arrumbado a la partida
-de los franceses; ora por temor de que estos volviesen, ora también por
-la incertidumbre en que estaba de ser obedecido. Al fin y poco después
-tomó bríos viendo que nadie le salía al encuentro, y sobre todo
-impelido del miedo con que a muchos sobrecogió un sangriento desmán de
-la plebe madrileña.
-
-[Marginal: Asesinato de Viguri.]
-
-Vivía en la capital retirado y oscurecido Don Luis Viguri, antiguo
-intendente de la Habana y uno de los más menguados cortesanos del
-príncipe de la Paz, cuya desgracia, según dijimos, le había acarreado
-la formación de una causa. Parece ser que no se aventajaba a la pública
-su vida privada, y que con frecuencia maltrataba de palabra y obra a
-un familiar suyo. Adiestrado este en la mala escuela de su amo, luego
-que se le presentó ocasión no la desaprovechó y trató de vengarse. Un
-día, y fue el 4 de agosto, a tiempo que reinaba en Madrid una sorda
-agitación, antojósele al mal aventurado Viguri desfogar su encubierta
-ira en el tan repetidamente golpeado doméstico, quien encolerizado
-apellidó en su ayuda al populacho, afirmando con verdad o sin ella
-que su amo era partidario de José Napoleón. A los gritos arremolinose
-mucha gente delante de las puertas de la habitación. Asustado Viguri
-quiso desde un balcón apaciguar los ánimos; pero los gestos que hacía
-para acallar el ruido y vocería, y poder hablar, fueron mirados por los
-concurrentes como amenazas e insultos, con lo que creció el enojo; y
-allanando la casa y cogiendo al dueño, le sacaron fuera e inhumanamente
-le arrastraron por las calles de Madrid.
-
-[Marginal: Consejo de Castilla.]
-
-Atemorizáronse al oír la funesta desgracia consejeros y cortesanos,
-estremeciéronse los de la parcialidad del intruso, y acongojáronse
-hasta los pacíficos y amantes del orden. Huérfana la capital y
-sin nueva corporación que la rigiese, fácil le fue al consejo,
-aprovechándose de aquel suceso y aprieto, recobrar el poder que se
-figuraba competirle. El bien común y público sosiego pedían, no hay
-duda, el establecimiento de una autoridad estable y única: y lástima
-fue que el vecindario de Madrid no la hubiera por sí formado; y
-tal, que enfrenando las pasiones populares y atajando al consejo en
-sus ambiciosas miras, hubiese aunado, repetimos, y concertado más
-prontamente las voluntades de las otras juntas.
-
-[Marginal: Sus manejos.]
-
-No fue así; y el consejo destruyendo el impulso que Madrid hubiera
-debido dar, acrecentó con sus manejos y pretensiones los estorbos y
-enredos. Cuerpo autorizado con excesivas y encontradas facultades,
-había en todos tiempos causado graves daños a la monarquía, y se
-imaginaba que no solo gobernaría ahora a Madrid, sino que extendería
-a todo el reino y a todos los ramos su poder e influjo. Admira
-tanta ceguedad y tan desapoderada ambición en un tiempo en que
-escrupulosamente se escudriñaba su porte con el intruso, y en que
-hasta se le disputaba el legítimo origen de su autoridad. [Marginal:
-Opinión sobre aquel cuerpo.] Así era que unos decían «si en realidad
-es el consejo, según pregona, el depositario de la potestad suprema
-en ausencia del monarca, ¿qué ha hecho para conservar intactas las
-prerrogativas de la corona? ¿qué en favor de la dignidad y derechos de
-la nación? Sumiso al intruso ha reconocido sus actos, o por lo menos
-los ha proclamado; y los efugios que ha buscado y las cortapisas que
-a veces ha puesto, más bien llevaban traza de ser un resguardo que
-evitase su personal compromiso que la oposición justa y elevada de la
-primera magistratura del reino.» Otros subiendo hasta la fuente de su
-autoridad, «nacido el consejo [decían] en los flacos y turbulentos
-reinados de los Juanes y Enriques, tomó asiento y ensanchó su poderío
-bajo Felipe II, cuando aquel monarca intentando descuajar la hermosa
-planta de las libertades nacionales, tan trabajadas ya del tiempo de
-su padre, procuraba sustentar su dominación en cuerpos amovibles a su
-voluntad y de elección suya, sin que ninguna ley fundamental de la
-monarquía ni las cortes permitiesen tal como era su establecimiento,
-ni deslindasen las facultades que le competían. Desde entonces el
-consejo, aprovechándose de los calamitosos tiempos en que débiles
-monarcas ascendieron al solio, se erigió a veces en supremo legislador
-formando en sus autos acordados leyes generales, para cuya adopción
-y circulación no pedía el beneplácito ni la sanción real. Ingiriose
-también en el ramo económico y manejó a su arbitrio los intereses de
-todos los pueblos, sobre no reconocer en la potestad judicial límites
-ni traba. Así acumulando en sí solo tan vasto poder, se remontaba a la
-cima de la autoridad soberana; y descendiendo después a entrometerse
-en la parte más ínfima, si no menos importante del gobierno, no podía
-construirse una fuente ni repararse un camino en la más retirada aldea
-o apartada comarca sin que antes hubiese dado su consentimiento. En
-unión con la inquisición y asistido del mismo espíritu, al paso que
-esta cortaba los vuelos al entendimiento humano, ayudábala aquel con
-sus minuciosas leyes de imprenta, con sus tasas y restricciones. Y
-si en tiempos tranquilos tanto perjuicio y tantos daños [añadían]
-nos ha hecho el consejo, institución monstruosa de extraordinarias
-y mal combinadas facultades, consentidas mas no legitimadas por la
-voz nacional, ¿no tocaría en frenesí dejarle con el antiguo poder
-cuando al mismo tiempo que la nación se libertaba con energía del
-yugo extranjero, el consejo que blasona ser cabecera del reino se ha
-mostrado débil, condescendiente y abatido, ya que no se le tenga por
-auxiliador y cómplice del enemigo?»
-
-Tales discursos no estaban desnudos de razón, aunque participasen algún
-tanto de las pasiones que agitaban los ánimos. En su buen tiempo el
-consejo se había por lo general compuesto de magistrados íntegros,
-que con imparcialidad juzgaban los pleitos y desavenencias de los
-particulares: entre ellos se habían contado hombres profundos como
-los Macanaces y Campomanes, que con gran caudal de erudición y sana
-doctrina se habían opuesto a las usurpaciones de la curia romana y
-procurado por su parte la mejora y adelantamientos de la nación. Pero
-era el consejo un cuerpo de solos 25 individuos, los cuales por la
-mayor parte ancianos, y meros jurisperitos, no habían tenido ocasión
-ni lugar de extender sus conocimientos ni de perfeccionarse en otros
-estudios. Ocupados en sentenciar pleitos, responder a consultas y
-despachar negocios de comisiones particulares, no solamente fallaba
-a los más el saber y práctica que requieren la formación de buenas
-leyes y el gobierno de los pueblos, sino que también escasos de
-tiempo dejaban a subalternos ignorantes o interesados la resolución
-de importantísimos expedientes. Mal grave y sentido de todos tan de
-antiguo, que ya en 1751 propuso al rey el célebre ministro marqués de
-la Ensenada despojar al consejo de lo concerniente a gobierno, policía
-y economía, dejándole reducido a entender en la justicia civil y
-criminal y asuntos del real patronato.
-
-No le iba pues bien al consejo insistir ahora en la conservación de
-sus antiguas facultades y aun en darles mayor ensanche. Con todo
-tal fue su intento. Seguro ya de que su autoridad sería en Madrid
-respetada, dirigiose a los presidentes de las juntas y a los generales
-de los ejércitos: a estos para que se aproximasen a la capital; a
-aquellos para que diputasen personas, que unidas al consejo tratasen
-de los medios de defensa: «tocando solo a él [decía] resolver sobre
-medidas de otra clase y excitar la autoridad de la nación y cooperar
-con su influjo, representación y luces al bien general de esta.»
-Ensoberbecidas las juntas con el triunfo de su causa, déjase discurrir
-con qué enfado y desdén replicarían a tan imprudente y desacordada
-propuesta. La de Galicia no solamente tachaba a cada uno de sus
-miembros de ser adicto a los franceses, sino que al cuerpo entero le
-echaba en cara haber sido el más activo instrumento del usurpador.
-Palafox en su respuesta con severidad le decía: «ese tribunal no ha
-llenado sus deberes»; y Sevilla le acusaba ante la nación «de haber
-obrado contra las leyes fundamentales... de haber facilitado a los
-enemigos todos los medios de usurpar el señorío de España... de ser
-en fin una autoridad nula e ilegal, y además sospechosa de haber
-cometido antes acciones tan horribles que podían calificarse de delitos
-atrocísimos contra la patria...» Al mismo son se expresaron todas las
-otras juntas fuera de la de Valencia, la cual en 8 de agosto aprobó
-los términos lisonjeros con que el consejo era tratado en un escrito
-leído en su seno por uno de sus miembros. Mas aquella misma junta, tan
-dispuesta en su favor, tuvo muy luego que retractarse mandando en 15
-del propio mes «que ninguna autoridad de cualquier clase mantuviese
-correspondencia directa ni se entendiese en nada con el consejo.» Dio
-lugar a la mudanza de dictamen la presteza con que el último se metió a
-expedir órdenes como si ya no existiese la junta. Mal recibido de todos
-lados y aun ásperamente censurado, pareciole necesario al consejo dar
-un manifiesto en que sincerase su conducta y procedimientos: penoso
-paso a quien siempre había desestimado el tribunal de la opinión
-pública. Mas no por eso desistió de su propósito, ni menos descuidó
-emplear otros medios con que recobrar la autoridad perdida. Dábale
-particular confianza la desunión que reinaba en las juntas y varias
-contestaciones entre ellas suscitadas. Por lo que será bien referir las
-mudanzas acaecidas en su composición, y las explicaciones y altercados
-que precedieron a la instalación de un gobierno central.
-
-[Marginal: Estado de las juntas provinciales.]
-
-En la forma interior de aquellos cuerpos contadas fueron las
-variaciones ocurridas. Habíase en Asturias congregado desde agosto una
-nueva junta que diese más fuerza y legitimidad al levantamiento de
-mayo, nombrando o reeligiendo sus concejos diputados que la compusiesen
-con pleno conocimiento del objeto de su reunión. Ninguna alteración
-sustancial había acaecido en Galicia; pero su junta convidó a la
-anterior, para que de común con ella y las de León y Castilla formasen
-todas una representación de las provincias del norte. Se habían las dos
-últimas confundido y erigido en una sola después de la aciaga jornada
-de Cabezón. Presidía a ambas el bailío Don Antonio Valdés, quien
-estando al principio de acuerdo con Don Gregorio de la Cuesta acabó por
-desavenirse con él y enojarse poderosamente. Reunidas en Ponferrada,
-como punto más resguardado, se trasladaron a Lugo, en cuya ciudad debía
-verificarse la celebración de juntas propuesta por la de Galicia. Esta
-mudanza fue el origen y principal motivo del enfado de Cuesta, no
-pudiendo tolerar que corporaciones que consideraba como dependientes de
-su autoridad, se alejasen del territorio de su mando y pasasen a una
-provincia con cuyos jefes estaba tan encontrado.
-
-Concurrieron sin embargo a Lugo las tres juntas de Galicia, Castilla y
-León. No la de Asturias, ya por cierto desvío que había entre ella y
-la de Galicia, y también porque viendo próxima la reunión central de
-todas las provincias del reino, juzgó excusado y quizá perjudicial
-el que hubiese una parcial entre algunas del norte. Al tratarse de
-la formación de esta hubo diversos pareceres acerca del modo de su
-formación y composición. Quién opinaba por cortes, y quién soñaba un
-gobierno que diese principio y encaminase a una federación nacional.
-Adhería al primer dictamen Sir Carlos Stuart representante del gobierno
-inglés, como medio más acomodado a los antiguos usos de España. Pero
-las novedades introducidas en las constituciones de aquel cuerpo
-durante la dominación de las casas de Austria y Borbón, ofrecían para
-su llamamiento dificultades casi insuperables; pues al paso de ser
-muchas las ciudades de León y Castilla que enviaban procuradores a
-cortes, solo tenía una voz el populoso reino de Galicia y se veía
-privado de ella el principado de Asturias, cuna de la monarquía.
-Tal desarreglo pedía para su enmienda más tiempo y sosiego de lo
-que entonces permitían las circunstancias. Por su parte la junta de
-Galicia, sabedora de la idea de la federación, quería esquivar en sus
-vistas con las de León y Castilla, el tratar de la unión de un solo
-y único gobierno central. Mas la autoridad de Don Antonio Valdés,
-que todas tres habían elegido por su presidente, pudiendo más que el
-estrecho y poco ilustrado ánimo de ciertos hombres, y prevaleciendo
-sobre las pasiones de otros, consiguió que se aprobase su propuesta
-dirigida al nombramiento de diputados que en representación de las tres
-juntas acudiesen a formar con las demás del reino una central. Con tan
-prudente y oportuna determinación se evitaron los extravíos y aun
-lástimas que hubiera provocado la opinión contraria.
-
-Asimismo cortaron cuerdos varones varias desavenencias movidas entre
-Sevilla y Granada. Pretendía la primera que la última se le sometiese,
-olvidada de la principal parte que habían tenido las tropas de su
-general Reding en los triunfos de Bailén. La rivalidad había nacido
-con la insurrección, no siendo dable fijar ni deslindar los límites de
-nuevas y desconocidas autoridades; y en vez de desaparecer aquella,
-tomó con la victoria alcanzada extraordinario incremento. Llegó a tal
-punto la exaltación y ceguera que el inquieto conde de Tilly propuso
-en el seno de la junta sevillana, que una división de su ejército
-marchase a sojuzgar a Granada. Presente Castaños y airado, a pesar de
-su condición mansa, levantose de su asiento, y dando una fuerte palmada
-en la mesa que delante había, exclamó: «¿quién sin mi beneplácito se
-atreverá a dar la orden de marcha que se pide? No conozco [añadió]
-distinción de provincias; soy general de la nación, estoy a la cabeza
-de una fuerza respetable y nunca toleraré que otros promuevan la
-guerra civil.» Su firmeza contuvo a los díscolos, y ambas juntas se
-conformaron en adelante con una especie de concierto concluido entre la
-de Sevilla y los diputados de Granada, Don Rodrigo Riquelme, regente de
-su chancillería, y el oidor Don Luis Guerrero, nombrados al intento y
-autorizados competentemente.
-
-Diferían tan lamentables disputas la reunión del gobierno central,
-y como si estos y otros obstáculos naturales no bastasen por sí,
-nuevos intereses y pretensiones venían a aumentarlos. Recordará el
-lector los pasos que en Londres dio en favor de los derechos de su
-amo a la corona de España el príncipe de Castelcicala embajador del
-rey de las Dos Sicilias, y la repulsa que recibió de los diputados.
-No desanimado con ella su gobierno, ni tampoco con otra parecida que
-le dio el ministerio inglés, por julio envió a Gibraltar un emisario
-que hiciese nuevas reclamaciones. El gobernador Dalrymple le impidió
-circular papeles y propasarse a otras gestiones. [Marginal: Llegada
-a Gibraltar del príncipe Leopoldo de Sicilia.] Mas tras del emisario
-despachó el gobierno siciliano al príncipe Leopoldo, hijo segundo del
-rey, a quien acompañaba el duque de Orléans. Fondearon ambos el 9 de
-agosto en la bahía de Gibraltar; pero no viéndose apoyados por el
-gobernador, pasó el de Orléans a Inglaterra y quedó en el puerto de
-su arribada el príncipe Leopoldo. Entretenía este la esperanza de que
-a su nombre y conforme quizá a secretos ofrecimientos, no tardaría en
-recibir una diputación y noticia de haber sido elevado a la dignidad
-de regente. Pero vano fue su aguardar; y era en efecto difícil que
-un príncipe de edad de 18 años, extranjero, sin recursos ni anterior
-fama, y sin otro apoyo que lejanos derechos al trono de España, fuese
-acogido con solícita diligencia en una nación en que era desconocido,
-y en donde para conjurar la tormenta que la azotaba se requerían otras
-prendas, mayor experiencia y muy diversos medios que los que asistían
-al príncipe pretendiente.
-
-Hubo no obstante quien esparció por Sevilla la voz de que convenía
-nombrar una regencia compuesta del mencionado príncipe, del arzobispo
-de Toledo cardenal de Borbón, y del conde del Montijo. Con razón se
-atribuyó la idea a los amigos y parciales del último, quien conservando
-todavía cierta popularidad a causa de la parte que se le atribuía en la
-caída del príncipe de la Paz, procuraba aunque en vano subir a puesto
-de donde su misma inquietud le repelía. Mas los enredos y marañas de
-ciertos individuos eran desbaratados por la ambición de otros o la
-sensatez y patriotismo de las juntas.
-
-[Marginal: Correspondencia entre las juntas.]
-
-Así fue que a pesar del desencadenamiento de pasiones y de los
-obstáculos nacidos con la misma insurrección o causados por la
-presencia del enemigo, ya desde junio había llamado la atención de las
-juntas: 1.º La formación de un gobierno central; 2.º Un plan general
-con el que más prontamente se arrojase a los franceses del suelo
-patrio. Al propósito entablose entre ellas seguida correspondencia. Dio
-la señal la de Murcia, dirigiendo con fecha de 22 de junio una circular
-en que decía: «Ciudades de voto en cortes, reunámonos, formemos un
-cuerpo, elijamos un consejo que a nombre de Fernando VII organice
-todas las disposiciones civiles, y evitemos el mal que nos amenaza que
-es la división... Capitanes generales... de vosotros se debe formar
-un consejo militar de donde emanen las órdenes que obedezcan los que
-rigen los ejércitos...» Propuso también Asturias en un principio la
-convocación de cortes con algunas modificaciones, y hasta Galicia [no
-obstante la mencionada federación de algunos proyectada] comisionó
-cerca de las juntas del mediodía a Don Manuel Torrado, quien ya en
-últimos de julio se hallaba en Murcia, después de haberlas recorrido,
-y propuesto una central formada de dos vocales de cada una de las de
-provincia. En el propio sentido y en 16 de dicho julio había la de
-Valencia pasado a las demás su opinión impresa, lo que también por
-su parte y al mismo tiempo hizo la de Badajoz. No fue en zaga a las
-otras la junta de Granada, la cual apoyando la circular de Valencia,
-se dirigió a su competidora la de Sevilla, y desentendiéndose de
-desavenencias, señaló como acomodado asiento para la reunión la última
-ciudad.
-
-No por eso se apresuraba esta, ostentando siempre su altanera
-supremacía. Pesábale en tanto grado descender de la cumbre a que
-se había elevado, que hubo un tiempo en que prohibió la venta y
-circulación de los papeles que convidaban a la apetecida concordia.
-Apremiada en fin por la voz pública y estrechada por el dictamen de
-algunos de sus individuos entendidos y honrados, publicó con fecha
-de 3 de agosto un papel en el que examinando los diversos puntos que
-en el día se ventilaban, proponía la formación de una junta central
-compuesta de dos vocales de cada una de las de provincia. Anduvo
-perezosa no obstante en acabar de escoger los suyos. Pero adhiriendo
-las otras juntas a las oportunas razones de su circular, cuyo
-contenido en sustancia se conformaba con la opinión que las más habían
-mostrado antes de concertarse, y que era la más general y acreditada,
-fueron todas sucesivamente escogiendo de su seno personas que las
-representasen en una junta única y central.
-
-[Marginal: Proceder del consejo.]
-
-Por su parte el consejo todavía esperaba recuperar con sus amaños y
-tenaz empeño el poder que para siempre querían arrebatarle de las
-manos. Mas no por eso y para cautivar las voluntades de los hombres
-ilustrados, mudó de rumbo, adoptando un sistema más nuevo y conforme
-al interés público y al progreso de la nación. Asustándose a la menor
-sombra de libertad, encadenó la imprenta con las mismas y aun más
-trabas que antes; redujo a dos veces por semana la diaria publicación
-de la Gaceta de Madrid; persiguió y aun llegó a formar causa a algunas
-personas que tenían en su poder papeles de las juntas, mayormente de la
-de Sevilla, y en fin resucitó en cuanto pudo su trillada, lenta y añeja
-manera de gobernar. Persuadiose que todo le era lícito a trueque de
-dar ciertos decretos de alistamiento y acopio de medios que mostrasen
-su interés por la causa de la independencia que tan mal había antes
-defendido. Y sobre todo cobró esperanza con la llegada a Madrid de
-varios generales en quienes presumía poder con buen éxito emplear su
-influjo.
-
-[Marginal: Entrada en Madrid de Llamas y Castaños.]
-
-Fue el primero que pisó el suelo de la capital con las tropas de
-Valencia y Murcia Don Pedro González de Llamas que había sucedido a
-Cervellón removido del mando. Atravesó la Puerta de Atocha con 8000
-hombres a las seis de la mañana del día 13 de agosto. A pesar de hora
-tan temprana inmenso fue el concurso que salió a recibirle y extremado
-el entusiasmo. Pasó a frenesí al entrar el 23 por la misma puerta D.
-Francisco Javier Castaños acompañado de la reserva de Andalucía. Sus
-soldados adornados con los despojos del enemigo ofrecían en su variada
-y extraña mezcla el mejor emblema de la victoria alcanzada. Pasaron
-todos por debajo de un arco de sencilla y majestuosa arquitectura que
-había erigido la villa de Madrid junto a sus casas consistoriales.
-[Marginal: Proclamación de Fernando VII.] A estas entradas triunfales
-siguiéronse otros festejos con la proclamación de Fernando VII, hecha
-en esta ocasión por el legítimo alférez mayor de Madrid marqués
-de Astorga. Mas no a todos contentaban tanto bullicio y fiestas,
-pidiendo con sobrada razón que se pusiera mayor conato y celeridad en
-perseguir al enemigo, y en aumentar y organizar cumplidamente la fuerza
-armada. Daban particular peso a sus justas quejas y reclamaciones los
-acontecimientos por entonces ocurridos en Vizcaya y Navarra.
-
-[Marginal: Insurrección de Bilbao.]
-
-Habíase en la primera provincia levantado Bilbao al anunciarse la
-victoria de Bailén, y en 6 de agosto escogiendo su vecindario una
-junta, acordó un alistamiento general, y nombró por comandante militar
-al coronel Don Tomás de Salcedo. Sobremanera inquietó a los franceses
-esta insurrección, ya por el ejemplo y ya también porque comprometida
-su posición en las márgenes del Ebro, pudieran verse obligados a
-estrecharse más contra la frontera. Creció su recelo a mayor grado con
-asonadas y revueltas [Marginal: Movimiento en Guipúzcoa y Navarra.] que
-hubo en Tolosa y pueblos de Guipúzcoa, y con las correrías que hacían y
-gente que allegaban en Navarra Don Antonio Egoaguirre y Don Luis Gil.
-Habían estos salido de Zaragoza en 27 de junio para alborotar aquel
-reino. Después de algún tiempo Gil empezó a incomodar al enemigo por el
-lado de Orbaiceta, se apoderó de muchas municiones de aquella fábrica,
-y amenazó y sembró el espanto hasta el mismo pueblo francés de San
-Juan de Pie de Puerto. Egoaguirre tampoco se descuidó en la comarca
-de Lerín: formando un batallón con nombre de Voluntarios de Navarra
-recorrió la tierra, y llamó tanto la atención que el general D’Agoult
-envió una columna desde Pamplona para atajar sus daños y alejarle del
-territorio de su mando.
-
-José por su parte pensó en apagar prontamente la temible insurrección
-de Bilbao. Para ello envió contra aquella población una división a
-las órdenes del general Merlin. No era dado a sus vecinos sin tropa
-disciplinada resistir a semejante acometimiento.[*] [Marginal: (*
-Ap. n. 5-10.)] Apostáronse sin embargo con aquella idea a media
-legua, y los franceses asomándose allí el 16 de agosto desbarataron y
-dispersaron a los bilbaínos, pereciendo miserablemente y después de
-haberse rendido prisionero el oficial de artillería Don Luis Power
-distinguido entre los suyos. Los auxilios que de Asturias llevaba el
-oficial inglés Roche llegaron tarde, y Merlin entró en Bilbao cuya
-ciudad fue con rigor tratada. En su correspondencia blasonaba el
-rey intruso de «haber apagado la insurrección con la sangre de 1200
-hombres.» Singular jactancia y extraña en quien como José no era de
-corazón duro ni desapiadado.
-
-El contratiempo de Bilbao que en Madrid provocaba las reclamaciones de
-muchos, difundiéndose por las provincias aumentó el clamor ya casi
-universal contra generales y juntas, reparando que algunos de aquellos
-se entregaban demasiadamente a divertimientos y regocijos, y que estas
-con celos y rivalidades retardaban la instalación de la junta central.
-Deseando el consejo aprovecharse de la irritación de los ánimos, y
-valiéndose de los lazos que le unían con Don Gregorio de la Cuesta, su
-antiguo gobernador, se concordó con este y discurrieron apoderarse del
-mando supremo. [Marginal: Nuevos manejos del consejo.] Mas como Cuesta
-carecía de la suficiente fuerza, fueles necesario tantear a Castaños,
-entonces algo disgustado con la junta de Sevilla. Avistose pues con
-el último Don Gregorio de la Cuesta, [Marginal: Propuesta de Cuesta a
-Castaños.] y le propuso [según tenemos de la boca del mismo Castaños]
-dividir en dos partes el gobierno de la nación, dejando la civil y
-gubernativa al consejo, y reservando la militar al solo cuidado de
-ellos dos en unión con el duque del Infantado. Era Castaños sobrado
-advertido para admitir semejante proposición. Vislumbraba el motivo
-porque se le buscaba, y conocía que separando su causa de la de las
-juntas, quizá sería desobedecido del ejército, y aun de la división
-misma que se alojaba en Madrid.
-
-[Marginal: Consejo de guerra celebrado en Madrid.]
-
-En tanto para acallar el rumor público se celebró en aquella capital
-el 5 de septiembre un consejo de guerra. Asistieron a él los generales
-Castaños, Llamas, Cuesta y La Peña, representando a Blake el duque del
-Infantado y a Palafox otro oficial cuyo nombre ignoramos. Discutiéronse
-largamente varios puntos, y Cuesta, llevado siempre de mira particular,
-promovió el nombramiento de un comandante en jefe. No se arrimaron
-los otros a su parecer, y tan solo arreglaron un plan de operaciones,
-de que hablaremos más adelante. Cuesta aunque aparentó conformarse,
-salió despechado de Madrid, y con ánimo más bien que de cooperar a la
-realización de lo acordado de levantar obstáculos a la reunión de la
-junta central: para lo cual y satisfacer al mismo tiempo su ira contra
-la junta de León, [Marginal: Prende Cuesta a Valdés y Quintanilla.] de
-la que, como hemos visto, estaba ofendido, arrestó a sus dos individuos
-Don Antonio Valdés y vizconde de la Quintanilla, que iban de camino
-para representar su voz en la central. Quiso tratarlos como rebeldes
-a su autoridad, y los encerró en el alcázar de Segovia: tropelía que
-excitó contra el general Cuesta la pública animadversión.
-
-Vanos sin embargo salieron sus intentos, vanos otros enredos y
-maquinaciones. Por todas partes prevaleció la opinión más sana, y
-los diputados elegidos por las diversas juntas fueron poco a poco
-acercándose a la capital. Llegó pues el suspirado momento de la reunión
-de una autoridad central, [Marginal: Acaba el gobierno de las juntas
-provinciales.] debiendo con ella cesar la particular supremacía de
-cada provincia. Durante la cual no habiendo habido lugar ni ocasión
-de hacer sustanciales reformas ni mudanzas en los diversos ramos de
-la administración pública, tales como estaban dispuestos y arreglados
-al disolverse, por decirlo así, la monarquía en mayo, tales o con
-cortísima diferencia se los entregaron las juntas de provincia a la
-central.
-
-No disimulamos en el libro anterior ni en el curso de nuestro
-narración los defectos de que dichas juntas adolecieron, las pasiones
-que las agitaron. Por lo mismo justo es también que ahora tributemos
-debidas alabanzas a su primera y grandiosa resolución, a su ardiente
-celo, a su incontrastable fidelidad. Al acabar de su mando anublose por
-largo tiempo la prosperidad de la patria; mas se dio principio a una
-nueva, singular y porfiada lucha, en que sobre todo resplandeció la
-firmeza y constancia de la nación española.
-
-
-
-
- RESUMEN
- DEL
- LIBRO SEXTO.
-
-
-_Instalación de la junta central en Aranjuez, 25 de septiembre. —
-Número de individuos. — Su composición. — Floridablanca. — Jovellanos.
-— Diversos partidos de la central. — Su instalación celebrada en las
-provincias. — Contestación con el consejo. — Dictamen de Jovellanos.
-— Forma interior de la central. — Don Manuel Quintana. — Primeras
-providencias y decretos de la central. — Su manifiesto en 10 de
-noviembre. — Distribución de los ejércitos. — Su marcha. — Marcha del
-de Galicia. — Ocupa Bilbao. — Marcha del de Asturias. — Cuesta. — Su
-conducta. — Le sucedieron Eguía y Pignatelli. — Marcha de Llamas.
-— Detención de Castaños en Madrid. — Su salida. — Plan concertado
-con Palafox. — Situación del ejército del centro y del de Aragón. —
-Fuerza de los ejércitos españoles. — Situación de José y del ejército
-francés. — Exposición de sus ministros. — Fuerza del ejército francés.
-— Movimiento de los españoles. — Acción de Lerín, 26 de octubre. —
-Retirada de los castellanos de Logroño. — Arreglo que en su ejército
-hace el general Castaños. — Se sitúa en Cintruénigo y Calahorra.
-— Napoleón. — Su mensaje al senado. — Leva de nuevas tropas. —
-Conferencias de Erfurt. — Correspondencia con el gobierno inglés. — Fin
-de la correspondencia. — Discurso de Napoleón al cuerpo legislativo. —
-Fuerza y división del ejército francés. — Cruza Napoleón el Bidasoa.
-— Acción de Zornoza, 31 de octubre. — De Valmaseda, 4 de noviembre. —
-Reconocimiento hacia Güeñes en 7 de noviembre. — Batalla de Espinosa,
-10 y 11 de noviembre. — Disposiciones de Napoleón. — Acción de Burgos,
-10 de noviembre. — Revuelve Soult contra Blake. — Diversas direcciones
-de los mariscales franceses. — Entrada en Burgos de Napoleón. — Su
-decreto de 12 de noviembre. — Ejército inglés. — Ejército del centro.
-— Don Francisco Palafox enviado por la central. — Diversos planes. —
-Marcha Lannes contra dicho ejército. — Repliégase Castaños. — Batalla
-de Tudela, 23 de noviembre. — Retirada del ejército. — Su llegada
-a Sigüenza. — La Peña general en jefe. — San Juan en Somosierra. —
-Pasan los franceses el puerto. — Situación de la central. — Cartas de
-los ministros de José. — Abandona la central a Aranjuez. — Situación
-de Madrid. — Muerte del marqués de Perales. — Napoleón delante de
-Madrid. — Ataque de Madrid. — Conferencia de Morla con Napoleón. —
-Capitulación. — Fáltase a la capitulación. — Decretos de Napoleón
-en Chamartín. — Españoles llevados a Francia. — Visita Napoleón el
-palacio real. — Su inquietud. — Contestación al corregidor de Madrid.
-— Juramento exigido de los vecinos. — Van los mariscales franceses
-en persecución de los españoles. — Total dispersión del ejército de
-San Juan. — Muerte cruel de este general. — Ejército del centro:
-sus marchas y retirada a Cuenca. — Rebelión del oficial Santiago.
-— Nómbrase por general en jefe al duque del Infantado. — Conde de
-Alacha. — Su retirada gloriosa. — La Mancha. — Toledo. — Muertes
-violentas. — Villacañas. — Sierra Morena. — Juntas de los cuatro
-reinos de Andalucía. — Campo Sagrado. — Marqués del Palacio. — Marchan
-los franceses a Extremadura: estado de la provincia. — Excesos. —
-General Galluzo. — Su retirada. — Continúa la central su viaje. — Sus
-providencias. — Sucede Cuesta a Galluzo. — Llega a Sevilla la central
-en 17 de diciembre. — Muerte de Floridablanca. — Situación penosa de la
-central. — Sus esperanzas._
-
-
-
-
- HISTORIA
- DEL
- LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN
- de España.
-
- LIBRO SEXTO.
-
-
-No resueltas las dudas que se habían suscitado sobre el lugar más
-conveniente para la reunión de un gobierno central, tocábase ya al
-deseado momento de su instalación, y aún subsistía la misma y penosa
-incertidumbre. Los más se inclinaban al dictamen de la junta de Sevilla
-que había al efecto señalado a Ciudad Real, o cualquier otro paraje
-que no fuese la capital de la monarquía, sometida según pensaba al
-pernicioso influjo del consejo y sus allegados. El haberse en Aranjuez
-incorporado a los diputados de dicha junta los de otras varias, puso
-término a las dificultades, obligando a los que permanecían en Madrid
-vacilantes en su opinión, a conformarse con la de sus compañeros,
-declarada por la celebración en aquel sitio de las primeras sesiones.
-Antes de abrirse estas y juntos unos y otros tuvieron conferencias
-preparatorias, en las que se examinaron y aprobaron los poderes, y se
-resolvieron ciertos puntos de etiqueta o ceremonial.
-
-[Marginal: Instalación de la junta central en Aranjuez, 25 de
-septiembre. (* Ap. n. 6-1.)]
-
-Por fin el 25 de septiembre en Aranjuez y en su real palacio instalose
-solemnemente el nuevo gobierno, bajo la denominación de junta suprema
-central gubernativa del reino.[*] Compuesta entonces de veinticuatro
-individuos creció en breve su número, y se contaron hasta treinta y
-cinco nombrados en su mayor parte por las juntas de provincia, erigidas
-al alzarse la nación en mayo. [Marginal: Número de individuos.] De
-cada una vinieron dos diputados. Otros tantos envió Toledo sin estar
-en igual caso, y lo mismo Madrid y reino de Navarra. De Canarias solo
-acudió uno a representar sus islas. Fue elegido presidente el conde de
-Floridablanca diputado por Murcia, y secretario general Don Martín de
-Garay que lo era por Extremadura.
-
-[Marginal: Su composición.]
-
-Los vocales pertenecían a honrosas y principales clases del estado,
-contándose entre ellos eclesiásticos elevados en dignidad, cinco
-grandes de España, varios títulos de Castilla, antiguos ministros y
-otros empleados civiles y militares. Sin embargo casi todos antes de la
-insurrección eran como repúblicos, desconocidos en el reino, fuera de
-Don Antonio Valdés, del conde de Floridablanca y de Don Gaspar Melchor
-de Jovellanos. El primero muchos años ministro de marina mereció, al
-lado de leves defectos, justas alabanzas por lo mucho que en su tiempo
-se mejoró y acrecentó la armada y sus dependencias. Los otros dos de
-fama más esclarecida requieren de nuestra pluma particular mención, por
-lo que haremos de sus personas un breve y fiel traslado.
-
-[Marginal: Floridablanca.]
-
-A los ochenta años cumplidos de su edad Don José Moñino, conde de
-Floridablanca, aunque trabajado por la vejez y achaques, conservaba
-despejada su razón y bastante fortaleza para sostener las máximas
-que le habían guiado en su largo y señalado ministerio. De familia
-humilde de Hellín en Murcia, por su aplicación y saber había ascendido
-a los más eminentes puestos del estado. Fiscal del consejo real,
-y en unión con su ilustre compañero el conde de Campomanes, había
-defendido atinada y esforzadamente las regalías de la corona contra
-los desmanes del clero y desmedidas pretensiones de la curia romana.
-Por sus doctrinas y por haber cooperado a la expulsión de los
-jesuitas se le honró con el cargo de embajador cerca de la _Santa
-Sede_, en donde contribuyó a que se diese el breve de supresión de
-la tan nombrada sociedad, y al arreglo de otros asuntos igualmente
-importantes. Llamado en 1777 al ministerio de estado, y encargado a
-veces del despacho de otras secretarías, fue desde entonces hasta la
-muerte de Carlos III, ocurrida en 1788, árbitro, por decirlo así, de
-la suerte de la monarquía. Con dificultad habrá ministro a un tiempo
-más ensalzado ni más deprimido. Hombre de capacidad, entero, atento
-al desempeño de su obligación, fomentó en lo interior casi todos los
-ramos, construyó caminos, y erigió varios establecimientos de pública
-utilidad. Fuera de España si bien empeñado en la guerra impolítica
-y ruinosa de la independencia de los Estados Unidos, emprendida
-según parece mal de su grado, mostró a la faz de Europa impensadas y
-respetables fuerzas, y supo sostener entre las demás la dignidad de la
-nación. Censurósele y con justa causa el haber introducido una policía
-suspicaz y perturbadora, como también sobrada afición a persecuciones,
-cohonestando con la razón de estado tropelías hijas las más veces del
-deseo de satisfacer agravios personales. Quizá los obstáculos que la
-ignorancia oponía a medidas saludables irritaban su ánimo poco sufrido:
-ninguna de ellas fue más tachada que la junta llamada de estado, y por
-la que los ministros debían de común acuerdo resolver las providencias
-generales y otras determinadas materias. Atribuyósele a prurito de
-querer entrometerse en todo y decidir con predominio. Sin embargo la
-medida en sí y los motivos en que la fundó, no solo le justificaban
-sino que también por ella sola se le podría haber calificado de
-práctico y entendido estadista. Después del fallecimiento de Carlos
-III continuó en su ministerio hasta el año de 1792. Arredrado entonces
-con la revolución francesa, y agriado por escritos satíricos contra
-su persona, propendió aún más a la arbitrariedad a que ya era tan
-inclinado. Pero ni esto, ni el conocimiento que tenía de la corte y sus
-manejos, le valieron para no ser prontamente abatido por Don Manuel
-Godoy, aquel coloso de la privanza regia, cuyo engrandecimiento, aunque
-disimulaba, veía Floridablanca con recelo y aversión. Desgraciado
-en 1792, y encerrado en la ciudadela de Pamplona, consiguió al cabo
-que se le dejase vivir tranquilo y retirado en la ciudad de Murcia.
-Allí estaba en el mayo de la insurrección, y noblemente respondió
-al llamamiento que se le hizo, siendo falsas las protestas que la
-malignidad inventó en su nombre. Afecto en su ministerio a ensanchar
-más y más los límites de la potestad real rompiendo cuantas barreras
-quisieran oponérsele, había crecido con la edad el amor a semejantes
-máximas, y quiso como individuo de la central que sirviesen de norte al
-nuevo gobierno, sin reparar en las mudanzas ocasionadas por el tiempo,
-y en las que reclamaban escabrosas circunstancias.
-
-[Marginal: Jovellanos.]
-
-Atento a ellas y formado en muy diversa escuela seguía en su conducta
-la vereda opuesta Don Gaspar Melchor de Jovellanos, concordando sus
-opiniones con las más modernas y acreditadas. Desde muy mozo había sido
-nombrado magistrado de la audiencia de Sevilla: ascendiendo después
-a alcalde de casa y corte y a consejero de órdenes, desempeñó estos
-cargos y otros no menos importantes con integridad, celo y atinada
-ilustración. Elevado en 1797 al ministerio de gracia y justicia, y
-no pudiendo su inflexible honradez acomodarse a la corrompida corte
-de María Luisa, recibió bien pronto su exoneración. Motivola con
-particularidad el haber procurado alejar de todo favor e influjo a
-Don Manuel Godoy, con quien no se avenía ningún plan bien concertado
-de pública felicidad. Quiso al intento aprovecharse de una coyuntura
-en que la reina se creía desairada y ofendida. Mas la ciega pasión de
-esta, despertada de nuevo con el artificioso y reiterado obsequio de
-su favorito, no solo preservó al último de fatal desgracia, sino que
-causó la del ministro y sus amigos. Desterrado primero a Gijón, pueblo
-de su naturaleza, confinado después en la cartuja de Mallorca, y al fin
-atropelladamente y con crueldad encerrado en el castillo de Bellver
-de la misma isla, sobrellevó tan horrorosa y atroz persecución con la
-serenidad y firmeza del justo. Libertole de su larga cautividad el
-levantamiento de Aranjuez, y ya hemos visto cuán dignamente al salir
-de ella desechó las propuestas del gobierno intruso, por cuyo noble
-porte y sublime y reconocido mérito le eligió Asturias para que fuese
-en la central uno de sus dos representantes. Escritor sobresaliente y
-sobre todo armonioso y elocuentísimo, dio a luz como literato y como
-publicista obras selectas, siendo en España las que escribió en prosa
-de las mejores si no las primeras de su tiempo. Protector ilustrado
-de las ciencias y de las letras fomentó con esmero la educación de
-la juventud, y echó en su instituto asturiano, de que fue fundador,
-los cimientos de una buena y arreglada enseñanza. En su persona y
-en el trato privado ofrecía la imagen que nos tenemos formada de la
-pundonorosa dignidad y apostura de un español del siglo XVI, unida al
-saber y exquisito gusto del nuestro. Achacábanle afición a la nobleza
-y sus distinciones; pero sobre no ser extraño en un hombre de su edad
-y nacido en aquella clase, justo es decir que no procedía de vano
-orgullo ni de pueril apego al blasón de su casa, sino de la persuasión
-en que estaba de ser útil y aun necesario en una monarquía moderada el
-establecimiento de un poder intermedio entre el monarca y el pueblo.
-Así estuvo siempre por la opinión de una representación nacional
-dividida en dos cámaras. Suave de condición, pero demasiadamente
-tenaz en sus propósitos, a duras penas se le desviaba de lo una
-vez resuelto, al paso que de ánimo candoroso y recto solía ser
-sorprendido y engañado, defecto propio del varón excelente que [como
-decía Cicerón,[*] [Marginal: (* Ap. n. 6-2.)] su autor predilecto]
-«dificilísimamente cae en sospecha de la perversidad de los otros.» Tal
-fue Jovellanos, cuya nombradía resplandecerá y aun descollará entre las
-de los hombres más célebres que han honrado a España.
-
-[Marginal: Diversos partidos en la central.]
-
-Fija de antemano la atención nacional en los dos respetables varones
-de que acabamos de hablar, siguieron los individuos de la central el
-impulso de la opinión, arrimándose los más a uno u a otro de dichos
-dos vocales. Pero como estos entre sí disentían, dividiéronse los
-pareceres, prevaleciendo en un principio y por lo general el de
-Floridablanca. Con su muerte y las desgracias, no dejó más adelante
-de triunfar a veces el de Jovellanos, ayudado de Don Martín de Garay,
-cuyas luces naturales, fácil despacho y práctica de negocios le dieron
-sumo poder e influjo en las deliberaciones de la junta.
-
-Pero a uno y otro partido de los dos, si así pueden llamarse, en
-que se dividió la central, faltábales actividad y presteza en las
-resoluciones. Floridablanca anciano y doliente, Jovellanos entrado
-también en años y con males, avezados ambos a la regularidad y pausa de
-nuestro gobierno, no podían sobreponerse a la costumbre y a los hábitos
-en que se habían criado y envejecido. Su autoridad llevaba en pos de
-sí a los demás centrales, hombres en su mayoría de probidad, pero
-escasos de sobresalientes o notables prendas. Dos o tres más arrojados
-y atrevidos, entre los que principalmente sonaba Don Lorenzo Calvo de
-Rozas, acreditado en el sitio de Zaragoza, querían en vano sacar a
-la junta de su sosegado paso. No era dado a su corto número ni a su
-anterior y casi desconocido nombre vencer los obstáculos que se oponían
-a sus miras.
-
-Así fue que en los primeros meses siguiendo la central en materias
-políticas el dictamen de Floridablanca, y no asistiéndole ni a él ni a
-Jovellanos para las militares y económicas el vigor y pronta diligencia
-que la apretada situación de España exigía, con lástima se vio que
-el nuevo gobierno obrando con lentitud y tibieza en la defensa de la
-patria, y ocupándose en pormenores, recejaba en lo civil y gubernativo
-a tiempos añejos y de aciaga recordación.
-
-[Marginal: Su instalación celebrada en las provincias.]
-
-Mas antes y al saberse en las provincias su instalación, fue celebrada
-esta con general aplauso y desoídas las quejas en que prorrumpieron
-algunas juntas, señaladamente las de Sevilla y Valencia: las cuales
-pesarosas de ir a menos en su poder habían intentado convertir los
-diputados de la central en meros agentes sometidos a su voluntad y
-capricho, dándoles facultades coartadas. Pasose, pues, por encima de
-las instrucciones que aquellas habían dado, arreglándose a lo que
-prevenían los poderes de otras juntas, y según los que se creaba una
-verdadera autoridad soberana e independiente y no un cuerpo subalterno
-y encadenado. Y si en ello pudo haber algún desvío de legitimidad, el
-bien y unión del reino reclamaban que se tomase aquel rumbo, si no se
-quería que cada provincia prosiguiese gobernándose separadamente y a su
-antojo.
-
-[Marginal: Contestación con el consejo.]
-
-Tampoco faltaron como era de temer desavenencias con el consejo
-real. En 26 de septiembre le había dado cuenta la junta central de su
-instalación, previniéndole que prestado que hubiesen sus individuos
-el juramento debido, expidiese las cédulas, órdenes y provisiones
-competentes para que obedeciesen y se sujetasen a la nueva autoridad
-todas las de la monarquía. Por aquel paso, desaprobado de muchos,
-persuadido tal vez el consejo de que la junta había menester su apoyo
-para ser reconocida en el reino, cobró aliento, y después de dilatar
-una contestación clara y formal, al cabo envió el 30 con el juramento
-pedido una exposición de sus fiscales, en la que estos se oponían a que
-se prestase dicho juramento, reclamando el uso y costumbres antiguas.
-Aunque el consejo no había seguido el parecer fiscal, le remitió no
-obstante a la junta acompañado de sus propias meditaciones, dirigidas
-principalmente a que se adoptasen las tres siguientes medidas: 1.ª
-Reducir el número de vocales de la central, por ser el actual contrario
-a la Ley 3.ª, Partida 2.ª, título 15, en que hablándose de las
-minoridades en los casos en que el rey difunto no hubiese nombrado
-tutores, dice: «que los guardadores deben ser uno o tres o cinco, e non
-más.» 2.ª La extinción de las juntas provinciales; y 3.ª La convocación
-de cortes conforme al decreto dado por Fernando VII en Bayona.
-
-Justas como a primera vista parecían estas peticiones, no solo no
-eran por entonces hacederas, sino que procediendo de un cuerpo tan
-desopinado como lo estaba el consejo, achacáronse a odio y despique
-contra las autoridades populares nacidas de la insurrección. Sobre los
-generales y conocidos motivos, otros particulares al caso contribuyeron
-a dar mayor valor a semejante interpretación. Pues en cuanto al primer
-punto el consejo que ahora juzgaba ser harto numerosa la junta central,
-había en agosto provocado a los presidentes de las de provincia para
-que [*] [Marginal: (* Ap. n. 6-3.)] «no siendo posible adoptar de
-pronto en circunstancias tan extraordinarias los medios que designaban
-las leyes y las costumbres nacionales... diputasen personas de su mayor
-confianza, que reuniéndose a las nombradas por las juntas establecidas
-en las demás provincias y al consejo, pudiesen conferenciar... de
-manera que partiendo todas las providencias y disposiciones de este
-centro común fuese tan expedito como conveniente el efecto.» Por lo
-cual si se hubiera condescendido con la voluntad del consejo, lejos
-de ser menos en número los individuos de la central, se hubiera
-esta engrosado con todos los magistrados de aquel cuerpo. Además la
-citada ley de Partida en que estribaba la opinión para reducir los
-centrales y la formación de regencia, puede decirse que nunca fue
-cumplida, empezando por la misma minoridad de Don Fernando IV el
-Emplazado, nieto del legislador que promulgó la ley, y acabando en la
-de Carlos II de Austria. La otra petición del consejo de suprimir las
-juntas provinciales, pareció sobradamente desacordada. Perjudicial la
-conservación de estas en tiempos pacíficos y serenos, no era todavía
-ocasión de abolirlas permaneciendo el enemigo dentro del reino, y solo
-sí de deslindar sus facultades y limitarlas. Tampoco agradó, aunque en
-apariencia lisonjera, la 3.ª petición de convocar la representación
-nacional. Dudábase de la buena fe con que se hacía la propuesta;
-habiéndose constantemente mostrado el consejo hosco y espantadizo a
-solo el nombre de cortes, sin contar con que se requería más espacio
-para convenir en el modo de su llamamiento, conforme a las mudanzas
-acaecidas en la monarquía. Las insinuaciones del consejo se llevaron
-pues tan a mal que, intimidado, no insistió por entonces en su empeño.
-
-[Marginal: Dictamen de Jovellanos.]
-
-Coincidía sin embargo hasta cierto punto con su dictamen el de algunos
-individuos de la central, y de los más ilustrados, entre ellos el de
-Jovellanos. Desde el día de la instalación y reuniéndose a puerta
-cerrada mañana y noche, fue uno de los primeros acuerdos de la junta
-nombrar una comisión de cinco vocales que hiciese su reglamento
-interior. En ella provocó Jovellanos como medida previa, tratar de la
-institución y forma del nuevo gobierno. No asintiendo los otros a su
-parecer, le reprodujo el 7 de octubre en el seno de la misma junta,
-pidiendo que se anunciase inmediatamente «a la nación que sería reunida
-en cortes luego que el enemigo hubiese abandonado nuestro territorio,
-y si esto no se verificase antes, para el octubre de 1810; que desde
-luego se formase una regencia interina en el día 1.º del año inmediato
-de 1809; que instalada la regencia quedasen existentes la junta central
-y las provinciales; pero reduciendo el número de vocales en aquella a
-la mitad, en estas a cuatro, y unas y otras sin mando ni autoridad,
-y solo en calidad de auxiliares del gobierno.» Este dictamen, aunque
-justamente apreciado, no fue admitido, suspendiéndose para más adelante
-su resolución. Creían unos que era más urgente ocuparse en medidas de
-guerra que en las políticas y de gobierno, y a otros pesábales bajar
-del puesto a que se veían elevados. Era también dificultoso agradar
-a las provincias en la elección de regencia: esta solamente había de
-constar de 3 o 5 individuos, y no siendo por tanto dado a todas ellas
-tener en su seno un representante, hubieran nacido de su formación
-quejas y desabrimientos. Además el gobierno electivo y limitado de la
-regencia, sin el apoyo de otro cuerpo más numeroso y que deliberase
-en público como el de las cortes, no hubiera probablemente podido
-resistir a los embates de la opinión tan varia y suspicaz en medio
-de agitaciones y revueltas. Y la convocación de aquellas según hemos
-insinuado pedía más desahogo y previa meditación: por cuyas causas y
-la premura de los tiempos continuó la junta central en todo el goce y
-poderío de la autoridad soberana.
-
-[Marginal: Forma interior de la central.]
-
-En su virtud y para el mejor y más pronto despacho de los negocios,
-arregló su forma interior y se dividió en otras tantas secciones
-cuantos ministerios había en España, a saber: estado, gracia y
-justicia, guerra, marina y hacienda, resolviendo en sesiones plenas las
-providencias que aquellas proponían. [Marginal: Don Manuel Quintana.] Y
-para reducir su acción a unidad, se creó una secretaría general a cuya
-cabeza se puso al célebre literato y buen patriota Don Manuel Quintana:
-elección que a veces sirvió al crédito de la central, pues valiéndose
-de su pluma para proclamas y manifiestos, medía la muchedumbre por la
-dignidad del lenguaje las ideas y providencias del Gobierno.
-
-[Marginal: Primeras providencias y decretos de la central.]
-
-Desgraciadamente estas no correspondieron a aquel durante los primeros
-meses. Por de pronto y antes de todo ocupáronse los centrales en
-honores y condecoraciones. Al presidente se le dio el tratamiento
-de alteza, a los demás vocales el de excelencia, reservándose el de
-majestad a la junta en cuerpo. Adornaron sus pechos con una placa que
-representaba ambos mundos, se señalaron el sueldo de 120.000 reales, e
-incurrieron por consiguiente en los mismos deslices que las juntas de
-provincia, sin ser ya iguales las circunstancias.
-
-No desdijeron otros decretos de estos primeros y desacertados. Mandose
-suspender la venta de manos muertas, y aun se pensó en anular los
-contratos de las hechas anteriormente. Permitiose a los exjesuitas
-volver a España en calidad de particulares. Restableciéronse las
-antiguas trabas de la imprenta, y se nombró inquisidor general; y
-afligiendo y contristando así a los hombres ilustrados, la junta ni
-contentó ni halagó al clero, sobradamente avisado para conocer lo
-inoportuno de semejantes providencias.
-
-Por otra parte, tampoco acallaba las hablillas y disgusto que aquellas
-promovían con las que tomaba en lo económico y militar. Verdad es que
-si algún tanto dependía su inacción de las vanas ocupaciones en que se
-entretenía, gran parte tuvo también en ella el estado lastimoso de la
-nación, la cual, habiendo hecho un extraordinario esfuerzo, ya casi
-exhausta al levantarse en mayo, acabó de agotar sus recursos para hacer
-rostro a las urgentes necesidades del momento. Y la administración
-pública, de antemano desordenada, desquiciándose del todo con el gran
-sacudimiento, yacía por tierra. Reconstruirla era obra más larga y no
-propia de un gobierno como la central, cuya forma si bien imposible o
-difícil de mejorarse entonces, no por eso dejaba de ser viciosísima
-y monstruosa: puesto que cuerpo sobradamente numeroso como potestad
-ejecutiva, resolvía lentamente por lo detenido y embarazoso de sus
-deliberaciones, y escaso de vocales para ejercer la legislativa, ni
-podían ilustrarse suficientemente las materias, ni buscar luces ni
-arrimo en la opinión, teniendo que ser secretas sus disensiones por la
-índole de su institución misma.
-
-[Marginal: Su manifiesto en 10 de noviembre.]
-
-Trató no obstante la central, aunque perezosamente, de bienquistarse
-con la nación, circulando en 10 de noviembre un manifiesto, que llevaba
-la fecha de 26 de octubre, y en el que con maestría se trazaba el
-cuadro del estado de cosas y la conducta que la junta seguiría en su
-gobierno. No solamente mencionaba en su contenido los remedios prontos
-y vigorosos que era necesario adoptar, no solo trataba de mantener para
-la defensa de la patria 500.000 infantes y 50.000 caballos, sino que
-también daba esperanza de que se mejorarían para lo venidero nuestras
-instituciones. Si este papel se hubiera esparcido con anticipación,
-y sobre todo si los hechos se hubieran conformado con las palabras,
-asombroso y fundado hubiera sido el concepto de la junta central. Mas
-había corrido el mes de octubre, entrado noviembre, comenzado las
-desgracias, y no por eso se veía que los ejércitos se proveyesen y
-aumentasen.
-
-[Marginal: Distribución de los ejércitos.]
-
-Estos habían sido divididos por decreto suyo en cuatro grandes y
-diversos cuerpos. 1.º Ejército de la izquierda que debía constar del de
-Galicia, Asturias, tropas venidas de Dinamarca, y de la gente que se
-pudiera allegar de las montañas de Santander y país que recorriese. 2.º
-Ejército de Cataluña compuesto de tropas y gente de aquel principado,
-de las divisiones desembarcadas de Portugal y Mallorca, y de las que
-enviaron Granada, Aragón y Valencia. 3.º Ejército del centro que
-debía comprender las cuatro divisiones de Andalucía y las de Castilla
-y Extremadura con las de Valencia y Murcia, que habían entrado en
-Madrid con el general Llamas. También había esperanzas de que obrasen
-por aquel lado los ingleses en caso de que se determinasen a avanzar
-hacia la frontera de Francia. 4.º Ejército de reserva, compuesto de
-las tropas de Aragón y de las que durante el sitio de Zaragoza se les
-habían agregado de Valencia y otras partes. Nombrose también una junta
-general de guerra, y presidente de ella al general Castaños, aunque por
-entonces debía seguir al ejército. Mas estas providencias no tuvieron
-entero y cumplido efecto, impidiéndolo en parte otras disposiciones, y
-los contratiempos y desastres que sobrevinieron, en cuya relación vamos
-a entrar.
-
-[Marginal: Su marcha.]
-
-Ya antes de la instalación de la central y en el consejo militar
-celebrado en Madrid en 5 de septiembre de que hicimos mención, se había
-acordado que al paso que el general Llamas con las tropas de Valencia y
-Murcia marchase a Calahorra, y Castaños con las de Andalucía a Soria,
-se arrimaran Cuesta y las de Castilla al Burgo de Osma, y Palafox con
-las suyas a Sangüesa y orillas del río Aragón; recomendando además a
-Galluzo que mandaba las de Extremadura el ir a unirse a las que se
-encaminaban al Ebro. Blake por su lado debía avanzar con los gallegos
-y asturianos hacia Burgos y provincias vascongadas. Descabellado
-como era el plan, desparramando sin orden en varios puntos y en
-una línea extendida, escasas, mal disciplinadas y peor provistas
-tropas, se procedió despacio en su ejecución, no habiéndose nunca del
-todo realizado. Nuevas disputas y pasiones contribuyeron a ello, y
-principalmente lo mal entendido y combinado del mismo plan, falta de
-recursos, desorden en la distribución y aquella lentitud característica
-al parecer de la nación española, y de la que según el gran Bacon había
-ya en su tiempo nacido el proverbio:[*] [Marginal: (* Ap. n. 6-4.)]
-«_Me venga la muerte de España_, porque vendría tarde.»
-
-[Marginal: Marcha del de Galicia.]
-
-Con todo, el ejército de Galicia después de la rota de Rioseco,
-habiéndose algún tanto organizado en Manzanal y Astorga, emprendió su
-marcha a las órdenes de su general Don Joaquín Blake en los últimos
-días de agosto, y dividido en tres columnas se dirigió por la falda
-meridional de la cordillera que separa a León y a Burgos de Asturias
-y Santander. Al promediar el mes se hallaban las tres columnas en
-Villarcayo, punto que se tuvo por acomodado y central para posteriores
-operaciones. Ascendía su número a 22.728 infantes y 400 caballos
-distribuidos en cuatro divisiones. La cuarta al mando del marqués de
-Portago se movió la vuelta de Bilbao para asegurar la comunicación con
-aquella costa, y esperando sorprender a los franceses. Mas avisados
-estos por los tiros indiscretos de una avanzada española, pudieron con
-corta pérdida retirarse y desocupar la villa. No la guardaron mucho
-tiempo nuestras tropas, porque revolviendo sobre ellas con refuerzo el
-mariscal Ney, recién llegado de Francia, obligó a Portago a recogerse
-por Valmaseda sobre la Nava. [Marginal: Ocupa Bilbao.] Insistió días
-después el general Blake en recuperar Bilbao, y acudiendo en persona
-con superiores fuerzas, necesario le fue al general francés Merlin
-evacuar de nuevo dicha villa en la noche del 11 de octubre.
-
-[Marginal: Marcha del de Asturias.]
-
-En el mismo día, y ocupando Quincoces, orilla izquierda del Ebro,
-se incorporaron al ejército de Galicia las tropas de Asturias,
-capitaneadas por Don Vicente María de Acevedo. Había este sucedido en
-el mando, desde 28 de junio, al marqués de Santa Cruz de Marcenado, a
-cuyo patriotismo e instrucción no acompañaban las raras prendas que
-pide la formación de un ejército nuevo y allegadizo. El Acevedo militar
-antiguo, firme y severo, y adornado de luces naturales y adquiridas,
-había conseguido disciplinar bastantemente 8000 hombres, con los que
-resolvió salir a campaña. Iban en dos trozos, uno le regía Don Cayetano
-Valdés, otro Don Gregorio Quirós. Jefe de escuadra el primero, le vimos
-en Mahón mandando a principios de año la fuerza naval surta en aquel
-puerto, y ya antes la nación le había distinguido y colocado entre sus
-mejores y más arrojados marinos. Al ruido del alzamiento de Asturias
-había acudido a esta provincia, cuna de su familia. El segundo,
-natural de ella y oficial de guardias españolas, era justamente tenido
-por hombre activo, inteligente y bizarro. Unidas pues las tropas de
-Asturias y Galicia, concertaron sus movimientos, y el 25 de octubre se
-situó el general Blake con parte de ellas entre Zornoza y Durango.
-
-[Marginal: Cuesta, su conducta.]
-
-Al propio tiempo Don Gregorio de la Cuesta antes que en cumplir
-lo acordado en 5 de septiembre en Madrid, pensó en satisfacer sus
-venganzas. Referimos cómo de vuelta de la capital había detenido y
-preso en el alcázar de Segovia a los diputados de León Don Antonio
-Valdés y vizconde de Quintanilla. Adelante con su propósito quería
-juzgarlos como rebeldes a su autoridad en consejo militar, escogiendo
-para fiscal de la causa al conde de Cartaojal. Dispuso también que
-la ciudad de Valladolid nombrase en su lugar otros dos vocales
-por Castilla, con lo que hubieron de aumentarse los choques y
-la confusión. Felizmente no halló Cuesta abrigo en la opinión, y
-desaprobando la central su conducta, le mandó comparecer en Aranjuez,
-y previno a Cartaojal que soltase los presos. Obedecieron ambos,
-[Marginal: Le suceden Eguía y Pignatelli.] y puesto el ejército de
-Castilla bajo las órdenes de su segundo jefe Don Francisco Eguía, se
-acercó a Logroño en donde definitivamente le sucedió y tomó el mando
-Don Juan Pignatelli. Mas estas mudanzas y trasiego de jefes menguó y
-desconcertó la tropa castellana, llena sí de entusiasmo y ardor, pero
-bisoña y poco arreglada. Su número no pasaba de 8000 hombres con pocos
-caballos.
-
-[Marginal: Marcha de Llamas.]
-
-Por su parte y deseoso de poner en práctica el plan resuelto, partió
-de Madrid el primero de todos y en septiembre Don Pedro González de
-Llamas. Mandaba a los valencianos y murcianos con que había entrado en
-la capital, y salió de ella con unos 4500 hombres infantes y jinetes.
-Enderezó su marcha a Alfaro, orilla derecha de Ebro, y situó en
-primeros de octubre su cuartel general en Tudela. Siguiéronle de cerca
-la 2.ª y 4.ª división de Andalucía regidas ambas por el general Don
-Manuel de la Peña, y cuya fuerza ascendía a 10.000 hombres. Castaños
-permaneció en Madrid y no faltaba quien motejase su tardanza, en la que
-tuvieron principal parte manejos y tramas del consejo, y celos, piques
-y desavenencias de la junta de Sevilla.
-
-[Marginal: Detención de Castaños en Madrid.]
-
-Dijeron algunos que también se detenía, esperanzado en que la central
-le nombraría generalísimo, en remuneración de lo que había trabajado
-por instalarla. Apoyaban la conveniencia de semejante medida Sir
-Carlos Stuart, que de Galicia había venido a Madrid y Aranjuez, y lord
-William Bentinck, enviado desde Portugal por el general Dalrymple
-para concertarse con Castaños acerca de las operaciones militares.
-El pensamiento era, sin duda, útil para la unión y conformidad en la
-dirección de los ejércitos; pero a su cumplimiento se oponían las
-rivalidades de otros generales, las que reinaban dentro de la misma
-junta central y el temor de que no tuviese Castaños la actividad y
-firmeza que aquellos tiempos requerían.
-
-[Marginal: Su salida.]
-
-Salió este al fin de Madrid el 8 de octubre, y el 17 llegó a Tudela.
-Convidado por Palafox pasó a Zaragoza, y allí acordaron el 20,
-[Marginal: Plan concertado con Palafox.] como continuación de lo antes
-resuelto, que el ejército del centro con el de Aragón amenazase a
-Pamplona, poniéndose una división a espaldas de esta plaza al mismo
-tiempo que el de Blake, a quien se enviaría aviso, marchase por la
-costa a cortar la comunicación con Francia.
-
-Al último le dejamos entre Zornoza y Durango; los dos primeros, o sea
-más bien la parte de ellos que se había acercado al Ebro, estaba por
-entonces así distribuida. A Logroño le ocupaban los 8000 castellanos
-al mando de su general Don Juan de Pignatelli; a Lodosa Don Pedro
-Grimarest con la 2.ª división de Andalucía, estando la 4.ª a las
-órdenes de Don Manuel de la Peña en Calahorra, y siendo ambas de
-10.000 hombres, según queda dicho. Los 4500 valencianos y murcianos
-permanecían situados en Tudela y a su frente D. Pedro Roca, sucesor
-de Llamas, encargado de otro puesto cerca del gobierno supremo. Del
-ejército de Aragón había en Sangüesa 8000 hombres que regía Don Juan
-O’Neille, enviado de Valencia con un corto refuerzo, y a su retaguardia
-en Egea otros 5000 al mando de Don Felipe Saint-March. Con tan contadas
-fuerzas y en línea tan dilatada, juzgaron los prudentes y entendidos
-ser desacertado el plan convenido en Zaragoza para tomar la ofensiva;
-puesto que el total de soldados españoles, [Marginal: Fuerza de los
-ejércitos españoles.] avanzados a mediados de octubre hasta Vizcaya y
-orillas de Ebro, no llegaba a 70.000 hombres, teniendo Blake 30.000
-asturianos y gallegos [los de Romana todavía no estaban incorporados],
-y Castaños unos 36.000 entre castellanos, andaluces, valencianos,
-murcianos y aragoneses. Parecerá tanto más arreglado a la razón aquel
-dictamen, si volviendo la vista al enemigo examinamos su estado, su
-número, su posición.
-
-[Marginal: Situación de José y del ejército francés.]
-
-José Bonaparte después de haber salido de Madrid había permanecido en
-los lindes de la provincia de Burgos o en Vitoria. Allí se entretuvo
-en dar algunos decretos, en trazar marchas y expediciones que no
-tuvieron cumplido efecto, y en crear una orden militar. Sus ministros
-apremiados por las circunstancias presentaron un escrito [Marginal:
-Exposición de sus ministros. (* Ap. n. 6-5.)] en el que [*] «exponiendo
-que el interés de España exigía no confundir su buena armonía y amistad
-para con la Francia, con su cooperación a los fines y planes de mayor
-extensión en que se hallaba empeñado el jefe de ella...» indicaban
-que... «convenía poder anunciar a la nación que aunque gobernada por
-el hermano del emperador conforme a los tratados de Bayona, fuese libre
-de ajustar una paz separada con la Inglaterra... que esto calmaría las
-fundadas zozobras sobre las posesiones de América... etc., etc.» El
-escrito se creyó digno de ser presentado a Napoleón, y para llevarle y
-apoyarle de palabra fueron en persona a París los ministros Azanza y
-Urquijo. Por loables que fuesen las intenciones de los que escribieron
-la exposición, no se hace creíble dieran aquel paso con probabilidad
-de buen éxito conociendo a Napoleón y su política, o si tal pensaron,
-forzoso es decir que andaban harto desalumbrados. Mas el emperador
-de los franceses no paró mientes en los discursos de los ministros
-españoles de José, y solo se ocupó en mejorar y reforzar su ejército.
-
-Este, en los primeros tiempos de su retirada, había caído en gran
-desánimo, y los más de sus soldados, excepto los del mariscal
-Bessières, iban al Ebro casi sin orden ni formación. Perseguidos
-entonces e inquietados, fácilmente hubieran sido del todo desranchados
-y dispersos, o por lo menos no se hubieran detenido hasta pisar
-tierra de Francia. Pero los españoles descansando sobre los laureles
-adquiridos, flojos, escasos también de recursos, les dieron espacio
-para repararse. Así fue que los franceses ya más serenos y engrosados
-con gente de refresco, [Marginal: Fuerza del ejército francés.] se
-distribuyeron en tres grandes cuerpos, el del centro mandado por el
-mariscal Ney, que ya dijimos acababa de llegar de Francia, y los de la
-izquierda y derecha gobernados cada uno por los mariscales Moncey y
-Bessières. Había además una reserva compuesta en parte de soldados de
-la guardia imperial, y en donde estaba José con el mariscal Jourdan,
-su mayor general, enviado de París últimamente para desempeñar
-aquel cargo. De suerte, que todos juntos componían en septiembre una
-masa compacta de más de 50.000 combatientes, entre ellos 11.000 de
-caballería, con la particular ventaja de estar reconcentrados y prontos
-a acudir por el radio a cualquier punto que fuese acometido, cuando
-los nuestros para darse la mano tenían que recorrer la extendida y
-prolongada curva que formaban en torno de los enemigos, quienes sin
-contar con los de Cataluña y guarniciones de Pamplona y San Sebastián
-estaban también respaldados por fuerzas que mandaba en Bayona el
-general Drouet, y con la confianza de recibir de su propio país por la
-inmediación todo género de prontos y eficaces auxilios.
-
-[Marginal: Movimiento de los españoles.]
-
-A pesar de eso y de aumentarse sus filas cada día con nuevas tropas,
-manteníanse los franceses quietos y sobre la defensiva, a tiempo que
-los españoles trataron de ejecutar el plan adoptado en Zaragoza. Era
-el 27 de octubre el señalado para dar comienzo a la empresa, mas
-días antes ya habían los nuestros con su impaciencia movídose por su
-frente. Los castellanos desde Logroño, sentado a la margen derecha del
-Ebro, cruzando a la opuesta, se habían adelantado a Viana, y Grimarest
-extendídose desde Lodosa a Lerín. Los aragoneses por el lado de
-Sangüesa también avanzaron acompañados de muchos paisanos. Y tan grande
-fue el número de estos, que Moncey sobresaltado dio cuenta a José,
-quien destacó del cuerpo de Bessières dos divisiones para reforzar las
-tropas que estaban por la parte de Aragón y Navarra.
-
-El 20 de octubre mandó el general Grimarest a Don Juan de la Cruz
-Mourgeon ocupar Lerín con los tiradores de Cádiz, una compañía de
-voluntarios catalanes y unos cuantos caballos. Para apoyarle quedaron
-en Carcar y Sesma otros destacamentos. Cruz tenía orden de retirarse
-si le atacaban superiores fuerzas, y habiendo expuesto lo difícil de
-ejecutar dicha orden caso de que el enemigo se posesionase con su
-caballería de un llano que se extiende de Lerín camino de Lodosa, le
-ofreció Grimarest sostenerle con oportuno socorro.
-
-[Marginal: Acción de Lerín, 26 de octubre.]
-
-Cruz en cumplimiento de lo que se le mandaba fortificó según pudo el
-convento de Capuchinos y el palacio cuyo edificio había de ser su
-último refugio. No tardó en saber que iba a ser atacado, y de ello dio
-aviso el 25 al general Grimarest. En efecto en la madrugada del 26
-le acometieron los enemigos valerosamente rechazados por sus tropas.
-Con más gente insistieron aquellos en su propósito a las nueve de la
-mañana, y los nuestros replegándose al palacio no dieron oídos a la
-intimación que de rendirse se les hizo. Renovaron varias veces los
-franceses sus embestidas con 6000 infantes, con artillería y 700 u
-800 caballos, y los de Cruz que no excedían de 1000 continuaron en
-repelerlos hasta entrada la noche con la esperanza de que Grimarest,
-según lo prometido, vendría en su auxilio. Los destacamentos de
-Carcar y Sesma aunque lo intentaron no pudieron por su corta fuerza
-dar ayuda. Amaneció el día siguiente, y sin municiones ni noticia
-de Grimarest se vio forzado Cruz a capitular con el enemigo, quien
-celebrando su valor y el de su gente, le concedió salir del palacio
-con todos los honores de la guerra, debiendo después ser canjeados por
-otros prisioneros. Brillante acción fue la de Lerín aunque desgraciada,
-siendo los tiradores de Cádiz soldados nuevos, no familiarizados con
-los rigores de la guerra. Censurose al Grimarest haber avanzado hasta
-Lerín aquellas tropas para abandonarlas después a su aciaga suerte;
-pues en vez de correr en su auxilio, con pretexto de una orden de La
-Peña evacuó a Lodosa, y repasando el Ebro se situó en la torre de
-Sartaguda.
-
-O’Neille, más dichoso en aquellos días, obligó al enemigo a retirarse
-de Nardues a Monreal: corta compensación de la anterior pérdida y de la
-que se experimentó en Logroño. El mariscal Ney había atacado y repelido
-el 24 los puestos avanzados de las tropas de Castilla, colocándose el
-25 en las alturas que hacen frente a aquella ciudad del otro lado del
-Ebro. El general Castaños, que entonces se encontraba allí, mandó a
-Pignatelli que sostuviese el punto, a no ser que los enemigos cruzando
-el río se adelantasen por la derecha, en cuyo caso se situaría en la
-sierra de Cameros sobre Nalda. Ordenó también que el batallón ligero
-de Campomayor fuese a reforzarle y desalojar al enemigo de las alturas
-ocupadas. [Marginal: Retirada de los castellanos de Logroño.] Inútiles
-prevenciones. Castaños volvió a Calahorra, y Pignatelli evacuó el 27
-a Logroño con tal precipitación y desorden, que no parando hasta
-Cintruénigo, dejó al pie de la sierra de Nalda sus cañones, y los
-soldados desparramados, que durante veinticuatro horas le siguieron
-unos en pos de otros. El pavor que se había apoderado de sus ánimos
-era tanto menos fundado, cuanto que 1500 hombres al mando del conde de
-Cartaojal, volviendo a Nalda, recobraron los cañones en el sitio en que
-quedaron abandonados, y a donde no había penetrado el enemigo.
-
-[Marginal: Arreglo que en su ejército hace el general Castaños.]
-
-El general Castaños, justamente irritado contra Pignatelli, le quitó
-el mando, e incorporando la colecticia gente de Castilla en sus otras
-divisiones, hizo algunas leves mudanzas en su ejército. Por de pronto
-formó una vanguardia de 4000 hombres de infantería y caballería,
-regida por el conde de Cartaojal, la cual había de maniobrar por las
-faldas de la sierra de Cameros desde el frente de Logroño hasta el
-de Lodosa, y dio el nombre de 5.ª división a los 4500 valencianos y
-murcianos repartidos entre Alfaro y Tudela, al mando de Don Pedro Roca.
-[Marginal: Se sitúa en Cintruénigo y Calahorra.] Reconcentró la demás
-fuerza en Calahorra y sus alrededores, y escarmentado con lo ocurrido
-se resolvió antes de emprender cosa alguna a aguardar las demás tropas
-que debían agregarse al ejército del centro, y respuesta del general
-Blake al plan comunicado.
-
-[Marginal: Napoleón.]
-
-Napoleón en tanto se preparaba a destruir en su raíz la noble
-resistencia de un pueblo cuyo ejemplo era de temer cundiese a las
-naciones y reyes que gemían bajo su imperial dominación. En un
-principio se había figurado que con las tropas que tenía en la
-península podría comprimir los aislados y parciales esfuerzos de los
-españoles, y que su alzamiento de corta duración pasaría silencioso
-en la historia del mundo. Desvanecida su ilusión con los triunfos
-de Bailén, la tenaz defensa de Zaragoza y las proezas de Cataluña y
-Valencia, pensó apagar con extraordinarios medios un fuego que tan
-grande hoguera había encendido. Fue anuncio precursor de su propósito
-el publicar en 6 de septiembre en el _Monitor_ y por primera vez una
-relación circunstanciada de las novedades de la península, si bien
-pintadas y desfiguradas a su sabor.
-
-[Marginal: Su mensaje al senado.]
-
-Había precedido en 4 del mismo mes a esta publicación un mensaje del
-emperador al senado con tres exposiciones, de las que dos eran del
-ministro de negocios extranjeros Mr. de Champagny y una del de la
-guerra Mr. Clarke. Las del primero llevaban fecha de 24 de abril y
-1.º de septiembre. En la de abril después de manifestar Mr. Champagny
-la necesidad de intervenir en los asuntos de España, asentaba que la
-revolución francesa habiendo roto el útil vínculo que antes unía a
-ambas naciones gobernadas por una sola estirpe, era político y justo
-atender a la seguridad del imperio francés, y libertar a España del
-influjo de Inglaterra; lo cual, añadía, no podría realizarse, ni
-reponiendo en el trono a Carlos IV ni dejando en él a su hijo. En la
-exposición de septiembre hablábase ya de las renuncias de Bayona, de
-la constitución allí aprobada, y en fin se revelaban los disturbios
-y alborotos de España, provocados según el ministro por el gobierno
-británico que intentaba poner aquel país a su devoción y tratarle
-como si fuera provincia suya. Mas aseguraba que tamaña desgracia nunca
-se efectuaría estando preparados para evitarla 2.000.000 de hombres
-valerosos que arrojarían a los ingleses del suelo peninsular.
-
-[Marginal: Leva de nuevas tropas.]
-
-Pronosticaban tan jactanciosas palabras demanda de nuevos sacrificios.
-Tocó especificarlos a la exposición del ministro de la guerra. En ella
-pues se decía, que habiendo resuelto S. M. I. juntar al otro lado
-de los Pirineos más de 200.000 hombres, era indispensable levantar
-80.000 de la conscripción de los años 1806, 7, 8 y 9, y ordenar que
-otros 80.000 de la del 10 estuviesen prontos para el enero inmediato.
-Al día siguiente de leídas estas exposiciones y el mensaje que las
-acompañaba, contestó el senado aprobando y aplaudiendo lo hecho, y las
-medidas propuestas; y asegurando también que la guerra con España era
-«política, justa y necesaria.» A tan mentido y abyecto lenguaje había
-descendido el cuerpo supremo de una nación culta y poderosa.
-
-Por anteriores órdenes habían ya empezado a venir del norte de Europa
-muchas de las tropas francesas allí acantonadas. A su paso por París
-hizo reseña de varias de ellas el emperador Napoleón, pronunciando para
-animarlas una arenga enfática y ostentosa.
-
-[Marginal: Conferencias de Erfurt.]
-
-No satisfecho este con las numerosas huestes que encaminaba a España,
-trató también de asegurar el buen éxito de la empresa estrechando su
-amistad y buena armonía con el emperador de Rusia. Sin determinar
-tiempo se había en Tilsit convenido en que más adelante se avistarían
-ambos príncipes. Los acontecimientos de España, incertidumbres sobre
-la Alemania y aun dudas sobre la misma Rusia obligaron a Napoleón a
-pedir la celebración de las proyectadas vistas. Accedió a su demanda el
-emperador Alejandro, quien y el de Francia, puestos ambos de acuerdo
-llegaron a Erfurt, lugar señalado para la reunión, el 27 de septiembre.
-Concurrieron allí varios soberanos de Alemania, siendo el de Austria
-representado por su embajador, y el de Prusia por su hermano el
-príncipe Guillermo. Reinó entre todos la mayor alegría, satisfacción y
-cordialidad, pasándose los días y las noches en diversiones y festines,
-sin reparar que en medio de tantos regocijos no solo legítimos monarcas
-sancionaban la usurpación más escandalosa, y autorizaban una guerra que
-ya había hecho correr tantas lágrimas, sino que también tachando de
-insurrección la justa defensa y de rebeldía la lealtad, abrían ancho
-portillo por donde más adelante pudieran ser acometidos sus propios
-pueblos y atropellados sus derechos. Ni motivos tan poderosos, ni tales
-temores detuvieron al emperador Alejandro. Contento con los obsequios
-de su aliado y algunas concesiones, reconoció por rey de España a
-José, y dejó a Napoleón en libertad de proceder en los asuntos de la
-península según conviniese a sus miras.
-
-[Marginal: Correspondencia con el gobierno inglés.]
-
-Mas al propio tiempo y para aparentar deseos de paz, cuando después de
-lo estipulado era imposible ajustarla, determinaron entablar acerca de
-tan grave asunto correspondencia con Inglaterra. Ambos emperadores
-escribieron en una y sola carta al rey Jorge III, y sus ministros
-respectivos pasaron notas con aviso de que plenipotenciarios rusos se
-enviarían a París para aguardar la respuesta de Inglaterra: los que en
-unión con los de Francia concurrirían al punto del continente que se
-señalase para tratar.
-
-En contestación, Mr. Canning escribió el 28 de octubre dos cartas a los
-ministros de Rusia y Francia, acompañadas de una nota común a ambos.
-Al primero le decía, que aunque S. M. B. deseaba dar respuesta directa
-al emperador su amo, el modo desusado con que este había escrito le
-impedía considerar su carta como privada y personal, siendo por tanto
-imposible darle aquella señal de respeto sin reconocer títulos que
-nunca había reconocido el rey de la Gran Bretaña. Que la proposición de
-paz se comunicaría a Suecia y a España. Que era necesario estar seguro
-de que la Francia admitiría en los tratos al gobierno de la última
-nación, y que tal sin duda debía de ser el pensamiento del emperador de
-Rusia, según el vivo interés que siempre había mostrado en favor del
-bienestar y dignidad de la monarquía española; lo cual bastaba para no
-dudar que S. M. I. nunca sería inducido a sancionar por su concurrencia
-o aprobación usurpaciones fundadas en principios no menos injustos que
-de peligroso ejemplo para todos los soberanos legítimos. En la carta
-al ministro de Francia se insistía en que entrasen como partes en la
-negociación Suecia y España.
-
-El mismo Mr. Canning respondió ampliamente en la nota que iba para
-dichos dos ministros a la carta autógrafa de ambos emperadores.
-Sentábase en ella que los intereses de Portugal y Sicilia estaban
-confiados a la amistad y protección del rey de la Gran Bretaña, el cual
-también estaba unido con Suecia, así para la paz como para la guerra.
-Y que si bien con España no estaba ligado por ningún tratado formal,
-había sin embargo contraído con aquella nación a la faz del mundo
-empeños tan obligatorios como los más solemnes tratados; y que por
-consiguiente el gobierno que allí mandaba a nombre de S. M. C. Fernando
-VII, debería asimismo tomar parte en las negociaciones.
-
-El ministro ruso replicó no haber dificultad en cuanto a tratar con los
-soberanos aliados de Inglaterra; pero que de ningún modo se admitirían
-los plenipotenciarios de los insurgentes españoles [así los llamaba],
-puesto que José Bonaparte había ya sido reconocido por el emperador
-su amo como rey de España. Menos sufrida y más amenazadora fue la
-contestación de Mr. Champagny ministro de Francia.
-
-[Marginal: Fin de la correspondencia.]
-
-Diose fin a la correspondencia con nuevos oficios en 9 de diciembre de
-Mr. Canning, concluyendo este con repetir al francés, «que S. M. B.
-estaba resuelto a no abandonar la causa de la nación española y de la
-legítima monarquía de España; añadiendo que la pretensión de la Francia
-de que se excluyese de la negociación el gobierno central y supremo que
-obraba en nombre de S. M. C. Fernando VII, era de naturaleza a no ser
-admitida por S. M. sin condescender con una usurpación que no tenía
-igual en la historia del universo.»
-
-[Marginal: Discurso de Napoleón al cuerpo legislativo.]
-
-Contaba Napoleón tan poco con esta negociación, que volviendo a París
-el 18 de octubre, y abriendo el 25 el cuerpo legislativo, después de
-tocar en su discurso muy por encima el paso dado en favor de las paces,
-dijo: «parto dentro de pocos días para ponerme yo mismo al frente de
-mi ejército, coronar con la ayuda de Dios en Madrid al rey de España,
-y plantar mis águilas sobre las fortalezas de Lisboa.» Palabras
-incompatibles con ningún arreglo ni pacificación, y tan conformes
-con lo que en su mente había resuelto, que sin aguardar respuesta de
-Londres a la primera comunicación, partió de París el 29 de octubre
-llegando a Bayona en 3 de noviembre.
-
-[Marginal: Fuerza y división del ejército francés.]
-
-Empezaban ya entonces a tener cumplida ejecución las providencias
-que había acordado para sujetar y domeñar en poco tiempo la altiva
-España. Sus tropas acudían de todas partes a la frontera, y variando
-por decreto de septiembre la forma que tenía el ejército de José, le
-incorporó al que iba a reforzarle, dividiendo su conjunto en ocho
-diversos cuerpos a las órdenes de señalados caudillos, cuyos nombres y
-distribución nos parece conveniente especificar.
-
-1.er Cuerpo. Mariscal Victor, duque de Bellune.
-
-2.º Cuerpo. Mariscal Bessières, duque de Istria.
-
-3.er Cuerpo. Mariscal Moncey, duque de Cornegliano.
-
-4.º Cuerpo. Mariscal Lefebvre, duque de Danzig.
-
-5.º Cuerpo. Mariscal Mortier, duque de Treviso.
-
-6.º Cuerpo. Mariscal Ney, duque de Elchingen.
-
-7.º Cuerpo. El general Saint-Cyr.
-
-8.º Cuerpo. El general Junot, duque de Abrantes.
-
-A veces, según iremos viendo, se sustituyeron nuevos jefes en lugar de
-los nombrados. El total de hombres, sin contar con enfermos y demás
-bajas, ascendía a 250.000 combatientes, pasando de 50.000 los caballos.
-De estos cuerpos el 7.º estaba destinado a Cataluña, el 5.º y 8.º
-llegaron más tarde. Los otros en su mayor parte aguardaban ya a su
-emperador para inundar, a manera de raudal arrebatado, las provincias
-españolas.
-
-[Marginal: Cruza Napoleón el Bidasoa.]
-
-Napoleón cruzó el Bidasoa el 8 de noviembre acompañado de los
-mariscales Soult y Lannes, duques de Dalmacia y de Montebello. Llegó
-el mismo día a Vitoria, donde estaba José y el cuartel general. Las
-tropas francesas habían conservado del lado de Navarra y Castilla casi
-las mismas posiciones que ocuparon después de las jornadas de Lerín
-y Logroño. No así por el de Vizcaya. Inquieto el mariscal Lefebvre,
-sucesor del general Merlin, de los movimientos del ejército de Don
-Joaquín Blake, había pensado con el 4.º cuerpo arrojarle de Zornoza.
-
-Firme el general español desde el 25 de octubre en conservar aquel
-sitio, celebró en 28 un consejo de guerra. Los más prudentes estuvieron
-por replegarse: hubo quien opinó por acometer sin dilación al enemigo.
-Andaba indeciso el general en jefe, no pareciéndole acertado el último
-dictamen, y receloso de abrazar el primero en una sazón en que los
-pueblos tildaban de traidor al general que los dejaba con su retirada
-a merced del enemigo. [Marginal: Acción de Zornoza, 31 de octubre.]
-Entre dudas llegó el 31 de octubre, día en que el mariscal Lefebvre
-atacó a los españoles. La fuerza que este tenía era de 26.000 hombres,
-la nuestra 16.500. Había también contado Blake con que apoyaría su
-derecha la división de Martinengo con algunos caballos mandados por
-el marqués de Malespina, y una de Asturias gobernada por Don Vicente
-María de Acevedo. Mas avanzando ambas hasta Villaró y Dima, se vieron
-separadas del cuerpo principal del ejército por fragosas sierras y
-caminos intransitables. Grande inadvertencia ordenar un movimiento sin
-cabal noticia del terreno.
-
-El mariscal Lefebvre al amanecer del 31 empezó su embestida a favor
-de una densa niebla. Las vanguardias de ambos ejércitos estaban a un
-lado y otro de la hondonada que forma el monte de San Martín y la
-altura arbolada de Bernagoitia, por donde atraviesa el camino real. La
-vanguardia española, regida por el brigadier Don Gabriel de Mendizábal,
-enseñoreaba la última posición de las nombradas, que fue acometida
-primeramente por la división del general Villatte. Apoyaron y siguieron
-a este las divisiones de los generales Sebastiani y Leval, y empeñada
-toda nuestra vanguardia peleó largo rato esforzadamente. Causábale gran
-daño la artillería enemiga, sin que a sus fuegos pudiera responder
-careciendo de igual arma. Rota al fin se recogió al amparo de la 1.ª
-y 4.ª división apostadas en el monte de San Miguel. La 1.ª, del mando
-de Don Genaro Figueroa, oficial sabio y bizarro, repelió con su vivo
-y acertado fuego al enemigo, impidiéndole apoderarse de un mogote que
-ocupaba en dicho monte; pero la 4.ª, falta de cañones como lo demás del
-ejército, fue arrollada, habiendo el enemigo avanzado su artillería por
-el camino real, y sosteniéndola con infantería y caballería. Entonces
-Blake conociendo su desventaja determinó retirarse, para lo que
-poniéndose a la cabeza de los granaderos provinciales, y siguiéndole
-la reserva mandada por Don Nicolás Mahy, contuvo al enemigo y dio
-lugar a que todas las fuerzas, reuniéndose en las faldas del monte de
-Santa Cruz de Bizcargui, emprendiesen la retirada. La 3.ª división, al
-mando de Don Francisco Riquelme, estuvo alejada de las otras y en la
-orilla opuesta del río, en donde sosteniendo un choque del enemigo, se
-replegó separadamente no siéndole dado unirse al grueso del ejército.
-Los franceses, atentos a la aspereza de la tierra y a que los nuestros
-se retiraban en bastante buen orden, dejaron de perseguirlos de
-cerca y molestarlos. La pérdida fue corta de ambas partes: quizá la
-victoria hubiera sido más dudosa si el general español no se hubiera de
-antemano despojado de la artillería, enviándola camino de Bilbao. Ha
-habido quien le disculpe con el propósito que tenía de retirarse; pero
-ciertamente fue descuido quedarse del todo desprovisto de tan necesaria
-ayuda enfrente de un enemigo activo y emprendedor. Blake continuó por
-la noche su marcha, y sin detenerse en Bilbao más que para acopiar
-algunas vituallas, uniéndose después con Riquelme, tomaron juntos la
-vuelta de Valmaseda. El mariscal Lefebvre los siguió de lejos hasta
-Güeñes, en donde habiendo dejado para observarlos al general Villatte
-con 7000. hombres, retrocedió a Bilbao.
-
-José, aunque desaprobaba como precipitada la tentativa de aquel
-mariscal, no siendo ya dueño de evitarla, mandó de Vitoria que una
-división del primer cuerpo del mariscal Victor se extendiese por el
-valle de Orduña para favorecer los movimientos de Lefebvre, y que otra
-del 2.º cuerpo se dirigiese a Berberena, ya para unirse con la primera,
-o ya para perseguir a Blake si se retiraba del lado de Villarcayo. La
-del valle de Orduña se encontró en su marcha con los generales Acevedo
-y Martinengo, que vimos separados del ejército en Villaró. Inciertos
-estos jefes de la suerte de Blake, e informados tarde y confusamente
-de la acción de Zornoza, creyeron arriesgada su posición y trataron
-de alejarse por Oquendo, Miravalles y Llodio. En el camino y cerca
-de Menagaray fue su encuentro con la mencionada división francesa.
-Presentáronle los nuestros firme rostro, e imaginándose los contrarios
-haber tropezado con todo el ejército de Blake, no insistieron en atacar
-y se replegaron a Orduña. Los españoles entonces mejoraron su posición
-colocándose en una altura agria cerca de Orrantia.
-
-Blake el 3 de noviembre se había reconcentrado en la Nava, dos leguas
-más allá de Valmaseda yendo de Bilbao. Poco antes se le incorporó la
-mayor parte de la fuerza que había venido de Dinamarca y que estaba a
-las órdenes del conde de San Román, y en el mismo Nava otra división
-de Asturias a las de Don Gregorio Quirós, componiendo en todo los que
-se reunieron de 8 a 9000 hombres. La caballería venida del norte,
-hallándose desmontada, había partido al mediodía de España para
-proveerse de caballos. Reforzado así el ejército de Blake, y enterado
-este del aprieto de Acevedo y Martinengo, sin tardanza determinó
-librarlos. Moviose pues hacia Valmaseda cuyo punto debía acometer la
-4.ª división, ahora mandada por Don Esteban Porlier, en tanto que la
-de San Román se dirigía al Berrón una legua distante; la 3.ª y la
-asturiana de Quirós a Arciniega, y lo demás de la fuerza a Orrantia, en
-donde era de presumir permaneciesen las divisiones comprometidas. No se
-engañaron, encontrándose luego unos y otros con inexplicable gozo.
-
-[Marginal: De Valmaseda, 4 de noviembre.]
-
-Fue en aquel mismo instante cuando se rompió el fuego por los que se
-habían adelantado a Valmaseda, cuyo camino corre al pie de las alturas
-que ocupaban las divisiones extraviadas. Atacado impensadamente el
-general francés Villatte, retirose con demasiada priesa, hasta que
-volviendo en sí juntó su gente a la ribera izquierda del Salcedón.
-Visto lo cual por el general Acevedo, se aproximó con cuatro cañones de
-montaña a una de las dos eminencias que forman el valle de Valmaseda,
-y enviando por un rodeo dos batallones para que estrechasen a los
-franceses por retaguardia, sobrecogió a estos, que desbaratados huyeron
-en el mayor desorden hasta Güeñes. Perdieron un cañón, carros de
-municiones y muchos equipajes, entre los que se contaba el del general
-Villatte. Debiose principalmente la victoria al acierto y pronta
-decisión de Don Vicente María de Acevedo.
-
-Napoleón supo en Bayona los ataques ocurridos desde el 31, y
-desagradole que el mariscal Lefebvre hubiese comenzado a guerrear
-antes de su llegada, y aun también que José le prestase ayuda: ya
-porque juzgase expuesto un movimiento parcial y aislado, o ya más bien
-porque no quisiese que empezasen triunfos y victorias antes de que él
-en persona capitanease su ejército. Sin embargo temeroso de alguna
-desgracia, mandó prontamente que el mariscal Lefebvre con el 4.º cuerpo
-continuase desde Bilbao en perseguir a Blake, y que el mariscal Victor
-con el 1.º marchase por Orduña y Amurrio contra Valmaseda, formando un
-total de 50.000 hombres.
-
-[Marginal: Reconocimiento hacia Güeñes en 7 de noviembre.]
-
-Avanzaban ambos mariscales a la propia sazón que Blake queriendo
-aprovecharse de la ventaja alcanzada en Valmaseda y reconocer las
-fuerzas del enemigo, iba el 7 la vuelta de San Pedro de Güeñes. La
-víspera había el general español enviado sobre su izquierda a Sopuerta
-la 4.ª división, que no pudiendo reincorporarse al ejército se
-retiró por Lanestosa a Santander. El mismo día, no queriendo tampoco
-Blake dejar descubierta su derecha, dirigió camino de Villarcayo y
-de Medina de Pomar al marqués de Malespina con los 400 caballos que
-había y algunos infantes. Por su lado el general en jefe se encontró
-con el mariscal Lefebvre; peleando los españoles con bizarría,
-particularmente la división de Figueroa y el batallón de estudiantes
-de Santiago, apellidado literario. Al caer la noche hubieron los
-nuestros de replegarse vista la superioridad del enemigo, y a pesar de
-ser el tiempo muy lluvioso, prosiguieron ordenadamente su retirada,
-ocupando el 8 a Valmaseda y pueblos vecinos.
-
-La tarde de dicho día, agolpándose del lado de Orduña y de Bilbao todas
-las fuerzas de los mariscales Victor y Lefebvre que caminaban a unirse,
-levantaron los nuestros su campo dirigiéndose a la Nava. Quedaron a
-la retaguardia para proteger el movimiento algunos batallones de la
-división de Martinengo y asturianos al mando de Don Nicolás de Llano
-Ponte, quien poco avisado, dejándose cortar por el enemigo, nunca se
-volvió a incorporar con el grueso del ejército, yéndose del lado de
-Santander. Los mariscales franceses se juntaron en Valmaseda, y Blake
-llegó el 9 en la tarde a Espinosa de los Monteros.
-
-Disminuíase su ejército teniendo desde el 31 que pelear a la continua
-con el enemigo, la lluvia, el frío, el hambre, la desnudez. Rigurosa
-suerte aun para soldados veteranos y endurecidos; insoportable para
-bisoños y poco disciplinados. La escasez de víveres fue extrema,
-viéndose obligados hasta los mismos jefes a mantenerse con mazorcas
-de maíz y malas frutas. Provenía miseria tanta del mal arreglo en
-el ramo de hacienda, y de haber contado el general en jefe con ser
-abastecido por la costa, sin cuidar convenientemente de adoptar otros
-medios: enseñando la práctica militar, como ya decía Vegecio «que [*]
-[Marginal: (* Ap. n. 6-6.)] la penuria más veces que la pelea acaba con
-un ejército, y que el hambre es más cruel que el hierro del enemigo.»
-
-Acosado nuestro ejército por tantos males, pensábase que el general
-Blake no se aventuraría a combatir contra un enemigo más numeroso,
-aguerrido y bien provisto. Esperanzado sin embargo en que le asistiese
-favorable estrella, determinó probar la suerte de una batalla delante
-de Espinosa de los Monteros.
-
-[Marginal: Batalla de Espinosa, 10 y 11 de noviembre. (* Ap. n. 6-7.)]
-
-Es esta villa muy conocida en España por el privilegio de que gozan
-sus naturales de hacer de noche la guardia al rey cerca de su cuarto;
-y cuya concesión, según cuentan,[*] sube a Don Sancho García, conde
-de Castilla. Está situada en la ribera izquierda del Trueba, y los
-españoles colocándose en el camino que viene de Valmaseda dejaron a
-su espalda el río y la villa. En una altura elevada de difícil acceso
-y a la siniestra parte pusiéronse los asturianos capitaneados por los
-generales Acevedo, Quirós y Valdés. La 1.ª división y la reserva con
-sus respectivos jefes Don Genaro Figueroa y Don Nicolás Mahy seguían en
-la línea descendiendo al llano. El general Riquelme y su 3.ª división
-ocupó en el valle lo más abierto del terreno, y la vanguardia, al
-mando de Don Gabriel de Mendizábal con seis piezas de artillería
-dirigidas por el capitán Don Antonio Roselló, se colocó en un altozano
-a la derecha de Espinosa, desde donde se enfilaban las principales
-avenidas. Por el mismo lado y más adelante en un espeso bosque y sobre
-una loma estaba la división del norte que gobernaba el conde de San
-Román, quedando no lejos de la artillería y algo detrás por su derecha
-la 2.ª de Martinengo. La fuerza de los españoles no llegaba a 21.000
-combatientes.
-
-A la una de la tarde del 10 empezó a avistarse el enemigo, en número
-de 25.000 hombres mandados por el mariscal Victor. Se había este
-juntado con el mariscal Lefebvre en Valmaseda y separádose en la Nava,
-dirigiéndose el segundo a Villarcayo y siguiendo el primero la huella
-de Blake con esperanzas ambos de envolverle. Se empeñó la refriega por
-donde estaban las tropas del norte, embistiendo el bosque el general
-Pacthod. Durante dos horas le defendieron los nuestros con intrepidez,
-mas cargando el enemigo en mayor número fue al fin abandonado. La
-artillería, manejada con acierto por Roselló, dirigió entonces un fuego
-muy vivo contra el bosque, y caminando por orden de Blake para sostener
-a San Román la división de Riquelme, se encendió de nuevo la pelea.
-Cundió por toda la línea, y aun la izquierda de los asturianos avanzó
-para llamar la atención del enemigo. La derecha no solo se mantenía,
-sino que volviendo a ganar terreno, estaban las tropas del norte
-prontas a recuperar el bosque, cuando la oscuridad de la noche impidió
-la continuación del combate, glorioso para los españoles, pero con tan
-poca ventura que perdieron dos de sus mejores jefes, el conde de San
-Román y Don Francisco Riquelme, mortalmente heridos.
-
-Los españoles, si bien alentados con haber infundido respeto al
-enemigo, ya no podían sobrellevar tanto cansancio y trabajos,
-careciendo aun de las provisiones más precisas. Malas frutas habían
-comido aquellos días, pero ahora apenas les quedaba tan menguado
-recurso. Sus heridos yacían abandonados, y si algunos eran recogidos
-no podía suministrárseles alivio en medio de sus quejidos y lamentos.
-En balde se esmeraba el general en jefe, en balde sus oficiales en
-buscar por Espinosa socorros para su gente. Los vecinos habían huido
-espantados con la guerra; la tierra de suyo escasa estaba ahora con
-aquella ausencia más empobrecida, aumentándose la confusión y el duelo
-en medio de la lobreguez de la noche. A su amparo obligó el hambre a
-muchos soldados a desarrancarse de sus banderas, particularmente a los
-de la división del norte, que eran los que más habían padecido.
-
-Al contrario los franceses, bien alimentados, retirados sus heridos
-y puestos otros en lugar de los que el día 10 habían combatido, se
-disponían a pelear en la mañana siguiente. Hubiera el general español
-obrado con cordura, si atendiendo a las lástimas y apuros de sus
-soldados hubiese a la callada y por la noche alzado el campo, y buscado
-del lado de Santander o del de Reinosa bastimentos y alivio a los
-males. Mas lisonjeándose de que el enemigo se retiraría y queriendo
-sacar ventaja del esfuerzo con que sus soldados habían lidiado, se
-inclinó a permanecer inmoble y exponerse a nuevo combate.
-
-No tuvo que aguardar largo tiempo: desde el amanecer le renovaron los
-franceses. Habían en la víspera notado que en la izquierda de los
-españoles estaban tropas bisoñas, y también que la altura que ocupaban
-como más elevada, era la llave de la posición. Así se determinaron a
-empezar por allí el ataque, siendo el general Maison con su brigada
-quien primero embistió a los asturianos. Resistieron estos con denuedo,
-y a la voz de sus dignos jefes Acevedo, Quirós y Valdés conserváronse
-firmes y serenos, no obstante su inexperiencia. Advirtió el general
-enemigo el influjo de dichos jefes, y sobre todo que uno de ellos
-montado en un caballo blanco, corriendo a los puntos más peligrosos,
-exhortaba a su tropa con la palabra y el gesto. Sin tardanza [según
-nos ha contado años adelante en París el mismo general] destacó
-tiradores diestros, para que apuntando cuidadosamente disparasen contra
-los jefes, y en especial contra el del caballo blanco, que era el
-desgraciado Quirós. La orden causó grave mal a los españoles, y decidió
-la acción. Los tiradores abrigados de lo irregular y quebrado del
-terreno, esparcidos en diversos sitios, arcabuceaban, por decirlo así,
-a nuestros oficiales, sin que recibiesen notable daño del fuego cerrado
-de nuestras columnas. La poca práctica de la guerra y el escasear
-de soldados hábiles, impidió usar del mismo medio que empleaban los
-enemigos. A poco fue traspasado de dos balazos Don Gregorio Quirós,
-heridos los generales Acevedo y Valdés, con otros jefes, entre los
-que se contaron los distinguidos oficiales Don Joaquín Escario y
-Don José Peón. La muerte y heridas de caudillos tan amados sembró
-profunda aflicción en las filas asturianas, y flaqueando algunos
-cuerpos siguiose en todos el mayor desorden. Quiso sostenerlos Blake
-enviando a Don Gabriel de Mendizábal para que tomase el mando; mas ya
-era tarde. La dispersión había comenzado y los franceses posesionándose
-de la altura perseguían a los asturianos, cuyo mayor número huyendo se
-enriscó por las asperezas del valle de Pas.
-
-El centro del ejército español y su derecha, que en la noche se habían
-agrupado alrededor del altozano donde estaba Roselló con la artillería,
-tan luego como se dispersó la izquierda, se vieron acometidos por la
-división francesa de Ruffin. Algún tiempo se mantuvieron nuestros
-soldados en su puesto, aunque inquietos con la huida de los asturianos;
-pero en breve comenzando unos a ciar y otros a desarreglarse, ordenó
-el general Blake la retirada, sostenida por la reserva de Don Nicolás
-Mahy y las seis piezas del capitán Roselló, perdidas luego en el paso
-del Trueba. Hubiera a los nuestros servido de mucho en aquel trance
-y en lo demás de la retirada la corta división con 400 caballos que
-mandaba el marqués de Malespina, y a los que el general Blake había
-ordenado pasar a Villarcayo. Temeroso dicho marqués de ser envuelto
-por el mariscal Lefebvre que iba del mismo lado, en vez de aproximarse
-a Espinosa tomó otro rumbo, y su división se unió después en diversas
-partidas a distintos y lejanos ejércitos. La pérdida de los españoles
-en las acciones de Espinosa fue muy considerable, su dispersión casi
-completa. La de los franceses cortísima el 11, no dejó la víspera de
-ser de importancia.
-
-Señaló Don Joaquín Blake para reunión de sus tropas la villa de
-Reinosa, en donde estaba el parque general de artillería y los
-almacenes. Llegó el 12 con pocas fuerzas esperando poder rehacerse
-algún tanto, y dar vida con las provisiones que allí había a sus
-hambrientos y desmayados soldados. Pero la activa diligencia del
-enemigo y las desgracias que se agolparon no le dejaron vagar ni
-respiro.
-
-[Marginal: Disposiciones de Napoleón.]
-
-Desde que en 8 de noviembre había Napoleón entrado en Vitoria, se
-sentía por doquiera su presencia. Servíanle como de mágico impulso
-poder inmenso, bélico renombre, imperiosa y presta voluntad. Ya
-contamos como de Bayona mismo había ordenado al 1.º y 4.º cuerpo
-perseguir al general Blake. Y ahora poniendo particular conato
-en enderezar sus pasos a Madrid, cuya toma resonaría en Europa
-favorablemente a sus miras, arregló para ello y en breve un plan
-general de ataque. Asegurada que fue su derecha por los mencionados
-1.º y 4.º cuerpos, encargó al 3.º, del mando del mariscal Moncey, que
-observase desde Lodosa el ejército del centro y de Aragón, dejando
-además en Logroño a los generales Lagrange y Colbert, del 6.º cuerpo,
-cuya principal fuerza, capitaneada por su mariscal Ney, debía caminar a
-Aranda de Duero. Tomó el mando del 2.º cuerpo el mariscal Soult, y su
-anterior jefe Bessières fue encargado de gobernar la caballería. Ambos,
-con Napoleón al frente de la guardia imperial y la reserva, siguieron
-el camino real de Madrid dirigiéndose a Burgos.
-
-[Marginal: Acción de Burgos, 10 de noviembre.]
-
-En esta ciudad había comenzado a entrar el ejército de Extremadura
-compuesto de unos 18.000 hombres distribuidos en tres divisiones, y a
-su frente el conde de Belveder, mozo inexperto nombrado por la junta
-central para reemplazar a Don José Galluzo. La 1.ª división estaba allí
-desde el 7 de noviembre: se le juntó la 2.ª en la tarde del 9, quedando
-todavía atrás y hacia Lerma la 3.ª Así que solo se contaban dentro de
-la ciudad y cercanías 12.000 hombres, de ellos 1200 de caballería.
-Fiado Belveder en algunas favorables y leves escaramuzas, vivía
-tranquilo y de modo que a los oficiales de la 2.ª división que a su
-llegada fueron a cumplimentarle, recomendoles el descanso, bastándole
-por entonces, según dijo, las fuerzas de la 1.ª división para rechazar
-a los franceses caso que le atacasen. Tan ignorante estaba de la
-superioridad del enemigo, y tan olvidado de la endeble organización de
-sus tropas.
-
-Serían las seis de la mañana del 10 cuando el general Lasalle con
-la caballería francesa llegó a Villafría, tres cuartos de legua de
-Gamonal, a donde se había adelantado la 1.ª división de Belveder
-mandada por Don José María de Alós. Los franceses, como no tenían
-consigo infantería, retrocedieron para aguardarla a Ruvena, con lo que
-alentados los nuestros resolvieron empeñar una acción. Lasalle rehecho
-forzó a los que le seguían a replegarse otra vez a Gamonal, a cuyo
-punto había ya acudido lo demás del ejército español. La derecha de
-este ocupaba un bosque del lado del río Arlanzón, y la izquierda las
-tapias de una huerta o jardín, cubriendo el frente algunos cuerpos
-con dieciséis piezas de artillería. Las tropas más bisoñas se pusieron
-detrás de las mejor enregimentadas, como lo eran un batallón de
-guardias españolas, algunas compañías de valonas, el 2.º de Mallorca y
-granaderos provinciales.
-
-Fue pues aproximándose el ejército enemigo: y extendiéndose por
-nuestra derecha el general Lasalle se colocó en un llano situado entre
-el bosque y el río, al paso que la infantería veterana del general
-Mouton intrépidamente acometió dicho bosque guarnecido por la derecha
-española, la cual creyéndose envuelta por Lasalle comenzó en breve a
-cejar, no obstante el vivo fuego que desde el frente hacían nuestros
-cañones. La caballería guiada por Don Juan Henestrosa, hombre valiente,
-pero más devoto que entendido militar, trató de dar una carga a la
-enemiga. Henestrosa que en realidad mandaba también en jefe, invocando
-a los santos del cielo y con tanta bravura como imprudencia, arremetió
-contra los jinetes franceses, quienes fácilmente le repelieron y
-desbarataron. Entonces fueron del todo deshechos los del bosque: y la
-izquierda, aunque no atacada de cerca, comenzó a huir y desbandarse. La
-pelea duró poco, y vencidos y vencedores entraron mezclados en Burgos.
-
-El mariscal Bessières tirando por la orilla del río con la caballería
-pesada, acuchilló a los soldados fugitivos y cogió varios cañones,
-habiéndose perdido catorce y además otros que quedaron en el parque. La
-pérdida de los españoles fue considerable, aunque mayor la dispersión
-y el desorden; teniendo que arrepentirse, y dolorosamente, el general
-Belveder de haberse empeñado con ligereza en acción tan desventajosa.
-Entregaron los vencedores al pillaje la ciudad de Burgos apoderándose
-de 2000 sacas de lana fina pertenecientes a ricos ganaderos. Llegó el
-mismo día el conde de Belveder a Lerma con muchos dispersos, en donde
-se encontró con la 3.ª división de Extremadura, ausente de la batalla.
-Perseguido por los enemigos pasó a Aranda de Duero, y no seguro todavía
-allí, prosiguió hasta Segovia, en cuya ciudad fue relevado del mando
-por la junta central que nombró para sucederle a Don José de Heredia.
-
-[Marginal: Resuelve Soult contra Blake.]
-
-El mariscal Soult con la natural presteza de su nación, enviando del
-lado de Lerma una columna que persiguiese a los españoles y otra camino
-de Palencia y Valladolid, salió en persona el mismo 10 hacia Reinosa
-con intento de interceptar a Blake en su retirada. Inútilmente había
-este confiado en dar en aquella villa descanso a sus tropas, pues
-noticioso de que por Villarcayo se acercaba el mariscal Lefebvre, ya
-había el 13 movido su artillería con dirección a León por Aguilar de
-Campóo. Iban con ella enfermos y heridos huyendo de un peligro sin
-pensar en el otro, no menos terrible, con que tropezaron. Caminaban
-cuando se les anunció le aparición por su frente de tropas francesas:
-la artillería precipitando su marcha y usando de adecuados medios
-pudo salvarse, mas de los heridos los hubo que fueron víctima del
-furor enemigo. En su número se contó al general Acevedo. Encontráronle
-cazadores franceses del regimiento del coronel Tascher, y sin
-miramiento a su estado, ni a su grado, ni a las sentidas súplicas de
-su ayudante Don Rafael del Riego, traspasáronle a estocadas. Riego, el
-mismo que fue después tan conocido y desgraciado, quedó en aquel lance
-prisionero.
-
-Blake acosado y temiendo no solo a los que le habían vencido en
-Espinosa, sino también a los mariscales Lefebvre y Soult, que cada
-uno por su lado venían sobre él, no pudiendo ya ir a León por tierra
-de Castilla, salió de Reinosa en la noche del 13, y se enriscó por
-montañas y abismos, enderezándose al valle de Cabuérniga. Llegó allí
-a su colmo la necesidad y miseria. El ánimo de Blake andaba del todo
-contristado y abatido, mayormente teniendo que entregar a nuevo jefe de
-un día a otro y en tan mal estado las pobres reliquias de su ejército,
-lo cual le era de gran pesadumbre. La central había nombrado general en
-jefe del ejército de la izquierda al marqués de la Romana. Noticioso
-Blake en Zornoza del sucesor, no por eso dejó de continuar el plan de
-campaña comenzado. Una indisposición, según parece, detuvo a Romana
-en el camino, no uniéndose al ejército sino en Renedo, cuando estaba
-en completa derrota y dispersión. En tal aprieto pareciole ser más
-conveniente dejar a Blake el cuidado de la marcha, ordenándole que se
-recogiese por la Liébana a León, en cuya ciudad y ribera derecha del
-Esla debía hacer alto y aguardarle.
-
-[Marginal: Diversas direcciones de los mariscales franceses.]
-
-De su lado los mariscales franceses, ahuyentado Blake, tomaron
-diversos rumbos. El mariscal Lefebvre con el cuarto cuerpo, después
-de descansar algunos días, se encaminó por Carrión de los Condes a
-Valladolid. El primer cuerpo, del mando de Victor, juntose en Burgos
-con Napoleón, marchando Soult con el segundo a Santander; de cuyo
-puerto hecho dueño, y dejando para guarnecerle la división de Bonnet,
-persiguió por la costa los dispersos y tropas asturianas que se
-retiraban a su país natal. Tuvo en San Vicente de la Barquera un choque
-con 4000 de ellos al mando de Don Nicolás de Llano Ponte: los deshizo
-y dispersó; y yendo por la Liébana en busca de Blake franqueando
-las angosturas de la Montaña y despejándola de soldados españoles,
-desembocó rápidamente en las llanuras de tierra de Campos.
-
-[Marginal: Entrada en Burgos de Napoleón.]
-
-Napoleón al propio tiempo y después de la jornada de Gamonal, había
-sentado su cuartel general en Burgos. Los vecinos habían huido de la
-ciudad, y soledad y silencio no interrumpido sino por la algazara del
-soldado vencedor, fue el recibimiento que ofreció al emperador de
-los franceses la antigua capital de Castilla. Mas él poco cuidadoso
-del modo de pensar de los habitantes, [Marginal: Su decreto de 12 de
-noviembre.] revistadas las tropas y tomadas otras providencias, dio
-el 12 de noviembre un decreto, en el que concedía en nombre suyo y
-de su hermano _perdón general y plena y entera amnistía_ a todos los
-españoles que en el espacio de un mes, después de su entrada en Madrid,
-depusieran las armas y renunciasen a toda alianza y comunicación con
-los ingleses, inclusos los generales y las juntas. Eran exceptuados
-de aquel beneficio los duques del Infantado, de Híjar, de Medinaceli,
-de Osuna, el marqués de Santa Cruz del Viso, los condes de Fernán
-Núñez y de Altamira, el príncipe de Castelfranco, Don Pedro Cevallos
-y el obispo de Santander, a quienes se declaraba enemigos de España y
-Francia y traidores a ambas coronas; mandando que, aprehendidas sus
-personas, fuesen entregados a una comisión militar, pasados por las
-armas, y confiscados todos sus bienes, muebles y raíces que tuviesen
-en España y reinos extranjeros. Si bien admira la proscripción de unos
-individuos cuyo mayor número, si no todos, había pasado a Francia por
-engaño o mal de su grado, y prestado allí un juramento que llevaba
-visos de forzado, crece el asombro al ver en la lista al obispo
-de Santander, que nunca había reconocido al gobierno intruso, ni
-rendido obediencia a José ni a su dinastía. Es también de notar que
-este decreto de Napoleón fue el primero de proscripción que se dio
-entonces en España, no habiendo todavía las juntas de provincia ni la
-central ofrecido semejante ejemplo; aunque estuvieran como autoridades
-populares más expuestas a ser arrastradas por las pasiones que
-dominaban. Siguieron después los gobiernos de España el camino abierto
-por Napoleón: camino largo y que solo tiene término en el cansancio, en
-las muchas víctimas, o en el recíproco temor de los partidos.
-
-[Marginal: Ejército inglés.]
-
-En Burgos dudó algún tiempo el emperador de los franceses si revolvería
-contra Castaños, o si prosiguiendo por la anchurosa Castilla iría al
-encuentro del ejército inglés, que presumía se adelantaba a Valladolid.
-Mas luego supo que aquel no daba indicio de moverse de los contornos
-de Salamanca. Había allí venido desde Lisboa al mando de Sir Juan
-Moore, sucesor del general Dalrymple, llamado a Londres según vimos
-a dar cuenta de su conducta por la convención de Cintra. El gobierno
-inglés, aunque lentamente, había decidido que 30.000 infantes y 5000
-caballos de su ejército obrarían en el norte de España; para lo cual se
-desembarcarían de Inglaterra 10.000 hombres, sacándose los otros de los
-que había en Portugal, en donde solo se dejaba una división. Conforme
-a lo determinado, y en cumplimiento de orden que se le comunicó en
-26 de octubre, salió de Lisboa el general Moore, y marchando con la
-principal fuerza sobre Almeida y Ciudad Rodrigo, llegó a Salamanca el
-13 de noviembre. La mayor parte de la artillería y caballería, con 3000
-infantes a las órdenes de Sir Juan Hope, la envió por la izquierda de
-Tajo a Badajoz a causa de la mayor comodidad de los caminos, debiendo
-después pasar a unírsele a Castilla. De Inglaterra había arribado a
-la Coruña el 13 de octubre Sir David Baird con los 10.000 hombres
-indicados; mas aquella junta insistiendo en no querer su ayuda,
-impidió que desembarcasen bajo el pretexto de que necesitaba la venia
-de la central. Con tal ocurrencia, otros motivos que se alegaron y la
-destrucción de una parte de los ejércitos españoles, no solo retardaron
-los ingleses su marcha, sino que también apareció que tenían escasa
-voluntad de internarse en Castilla.
-
-Napoleón penetrando pues su pensamiento, hizo correr la tierra llana
-por 8000 caballos, así para tener en respeto al inglés como para
-aterrar a los habitantes, y resolvió destruir al ejército español del
-centro antes de avanzar a Madrid.
-
-[Marginal: Ejército del centro.]
-
-No era dado a dicho ejército ni por su calidad ni por su fuerza
-competir con las aguerridas y numerosas tropas del enemigo. Sus
-filas solamente se habían reforzado con una parte de la 1.ª y 3.ª
-división de Andalucía y algunos reclutas, empeorándose su situación
-con interiores desavenencias. Porque censurado su jefe Don Francisco
-Javier Castaños de lento y sobradamente circunspecto, los que no eran
-parciales suyos, y aun los que anhelaban por mayor diligencia sin
-atender a las dificultades, procuraron y consiguieron que se enviasen a
-su lado personas que le moviesen y aguijasen. [Marginal: Don Francisco
-Palafox enviado por la central.] Recayó la elección en Don Francisco
-de Palafox, hermano del capitán general de Aragón e individuo de la
-junta central, autorizado con poderes extensos, y a quien acompañaban
-el marqués de Coupigny y el conde del Montijo. Siendo el Palafox hombre
-estimable, pero de poco valer; Coupigny extranjero y mal avenido desde
-Bailén con Castaños; y el del Montijo, más inclinado a meter cizaña
-que a concertar ánimos, claro era que con los comisionados en vez de
-alcanzarse el objeto deseado, solo se aumentarían tropiezos y embarazos.
-
-[Marginal: Diversos planes.]
-
-Todos juntos y en 5 de noviembre, agregándoseles otros generales y
-Don José Palafox que vino de Zaragoza, celebraron consejo de guerra
-en el que se acordó, no muy a gusto de Castaños, atacar al enemigo,
-a pesar de lo desprovisto y no muy bien ordenado del ejército
-español. Disputas y nuevos altercados dilataron la ejecución, hasta
-que del todo se suspendió con las noticias infaustas que empezaron a
-recibirse del lado de Blake. Proyectáronse otros planes sin resulta;
-y agriados muchos contra Castaños, alcanzaron que la junta central
-diese el mando de su ejército al marqués de la Romana, a quien antes
-se había conferido el de la izquierda. Y en ello se ve cuán a ciegas y
-atribulada andaba entonces la autoridad suprema, no pudiéndose llevar
-a efecto su resolución por la lejanía en que estaba el marqués y la
-priesa que se dio el enemigo a acometer y dispersar nuestros ejércitos.
-
-En esto corrió el tiempo hasta el 19 de noviembre, en que por los
-movimientos de los franceses sospechó el general Castaños ser peligrosa
-y crítica su situación. No se engañaba. El mariscal Lannes, duque de
-Montebello, a quien una caída de caballo había detenido en Vitoria, ya
-restablecido se adelantaba, encargado por Napoleón de capitanear en
-jefe las tropas de los generales Lagrange y Colbert del sexto cuerpo,
-en unión con las del tercero del mando del mariscal Moncey, a las que
-debía agregarse la división del general Maurice Mathieu recién llegada
-de Francia, y componiendo en todo 30.000 hombres de infantería, 5000 de
-caballería y 60 cañones. Se juntaron estas fuerzas desde el 20 al 22 en
-Lodosa y sus cercanías. Con su movimiento había de darse la mano otro
-del cuerpo de Ney, que constaba de más de 20.000 hombres, cuyo jefe,
-destrozado que fue el ejército de Extremadura, avanzaba desde Aranda
-de Duero y el Burgo de Osma a Soria, donde entró el 21. De esta manera
-trataban los franceses, no solo de impedir al ejército del centro su
-retirada hacia Madrid, sino también de sorprenderle por su flanco y
-envolverle.
-
-[Marginal: Repliégase Castaños.]
-
-Don Francisco Javier Castaños conservó hasta el 19 su cuartel general
-en Cintruénigo, y la posición de Calahorra que había tomado después de
-las desgracias de Lerín y Logroño. Juzgó entonces prudente replegarse
-y ocupar una línea desde Tarazona a Tudela, extendiéndose por las
-márgenes del Quedes y apoyando su derecha en el Ebro. Sus fuerzas, si
-se unían con las de Aragón, escasamente ascendían a 41.000 hombres,
-entre ellos 3700 de caballería. De las últimas estaba la mayor parte
-en Caparroso, y rehusaban incorporarse sin expresa orden del general
-Palafox. Felizmente llegó este a Tudela el 22, y con anuencia suya se
-aproximaron, celebrándose por la noche en dicha ciudad un consejo de
-guerra. Los Palafoxes opinaron por defender a Aragón, sosteniendo que
-de ello pendía la seguridad de España. Con mejor acuerdo discurría
-Castaños en querer arrimarse a las provincias marítimas y meridionales,
-de cuantiosos recursos; no cifrándose la defensa del reino en la de una
-parte suya interior, y por tanto más difícil de ser socorrida. Nada
-estaba resuelto, según acontece en tales consejos, cuando temprano en
-la mañana hubo aviso de que se descubrían los enemigos del lado de
-Alfaro.
-
-[Marginal: Batalla de Tudela, 23 de noviembre.]
-
-Apresuradamente tomáronse algunas disposiciones para recibirlos. Don
-Juan O’Neille, que con los aragoneses acampaba desde la víspera al otro
-lado de Tudela, empezó en la madrugada a pasar el puente, ignorándose
-hasta ahora por qué dejó aquella operación para tan tarde. Aunque sus
-batallones tenían obstruidas las calles de la ciudad, poco a poco las
-evacuaron y se colocaron fuera ordenadamente. Estaba también allí la
-quinta división regida por Don Pedro Roca y compuesta de valencianos
-y murcianos. Se colocó esta en las inmediaciones y altura de Santa
-Bárbara, situada enfrente de Tudela yendo a Alfaro. Por la misma parte
-y siguiendo la orilla de Ebro se extendieron algunos aragoneses, pero
-el mayor número de estos tiró a la izquierda y hacia el espacioso llano
-de olivos que termina en el arranque de colinas que van a Cascante.
-Ambas fuerzas reunidas constaban de 20.000 hombres. En el pueblo que
-acabamos de nombrar estaba además la cuarta división de Andalucía con
-su jefe La Peña, y en Tarazona la segunda del mando de Grimarest con la
-parte que había de la primera y tercera. De suerte que la totalidad del
-ejército se derramaba por el espacio de cuatro leguas que media entre
-la última ciudad y la de Tudela.
-
-Aquí se trabó la acción principal con la quinta división y los
-aragoneses. Los que de estos habían ido por la orilla del río
-repelieron al principio al enemigo, quien luego arremetió contra
-los del llano, conceptuado centro del ejército español por formar
-su izquierda las divisiones citadas de Cascante y Tarazona. Los
-atacó el general Maurice Mathieu sostenido por la caballería de
-Lefebvre-Desnouettes. Los enemigos subiendo abrigados del olivar a una
-de las colinas en que el centro español se apoyaba, flanqueáronle,
-pero acudiendo por orden de Castaños Don Juan O’Neille a desalojarlos,
-y prolongando por detrás de la altura ocupada un batallón de
-guardias españolas, se vieron los franceses obligados a retirarse
-precipitadamente siguiendo los nuestros el alcance. Eran las tres de
-la tarde y la suerte nos era favorable, a la sazón que el general
-Morlot rechazando a los aragoneses de la derecha, avanzó orilla del
-río hasta Tudela, con lo que la quinta división para no ser envuelta
-abandonó la altura e inmediaciones de Santa Bárbara. También entonces
-reparándose el general Maurice Mathieu y cargando de nuevo, comenzó a
-flaquear nuestro centro, contra el que dando en aquella ocasión una
-acometida la caballería de Lefebvre penetró por medio, le desordenó, y
-aun acabó de desconcertar la derecha revolviendo contra ella. Castaños
-a la misma hora pensó en dirigirse adonde estaba La Peña, pero envuelto
-en el desorden y casi atropellado se recogió a Borja, punto en que se
-encontraron varios generales, excepto Don José de Palafox que de mañana
-se había ido a Zaragoza.
-
-En tanto que se veía así atacada y deshecha la mitad del ejército
-español, acometió a la división de La Peña junto a Cascante el general
-Lagrange, trabose vivo choque, y tal que herido el último cejó su
-caballería. Creíanse los españoles victoriosos, pero acudiendo gran
-golpe de infantería rehiciéronse los jinetes enemigos, y fue a su vez
-rechazado La Peña, y forzado a meterse en Cascante. Como espectadoras
-se habían en Tarazona mantenido las otras fuerzas de Andalucía, y no
-sabemos a qué achacar la morosidad y tardanza del general Grimarest,
-quien a pesar de haber para ello recibido temprano orden de Castaños no
-se aproximó a Cascante hasta de noche. Todas estas divisiones andaluzas
-pudieron sin embargo retirarse ordenadamente hacia Borja conservando su
-artillería. Excitó solamente algún desasosiego el volarse en una ermita
-un repuesto de pólvora, recelándose que eran enemigos. Fue gran dicha
-que no viniera de Soria según pudiera el mariscal Ney. Deteniéndose
-este allí tres días para dar descanso a su gente o por otras causas,
-dejó a los nuestros libre y franca la retirada.
-
-Perdiéronse en Tudela los almacenes y la artillería del centro y
-derecha del ejército, quedando 2000 prisioneros y muchos muertos.
-Pudiera decirse que esta batalla se dividió en dos separadas acciones,
-la de Tudela y la de Cascante, sin que los españoles se hubieran
-concertado ni para la defensa, ni para el ataque. De lo que resulta
-grave cargo a los caudillos que mandaban, como también de que no se
-emplease una parte considerable de tropas, fuese culpa suya o de jefes
-subalternos que no obedecieron. Igualmente quedó cortada, según veremos
-después, una parte de la vanguardia que guiaba el conde de Cartaojal.
-Cúmulo de desventuras que prueba sobrada imprevisión y abandono.
-
-Después de la batalla las reliquias de los aragoneses, y casi todos
-los valencianos y murcianos que de ella escaparon, se metieron en
-Zaragoza, como igualmente los más de sus jefes. Castaños prosiguió
-a Calatayud adonde llegó el 25 con el ejército de Andalucía. En
-persecución suya entró el mismo día en Borja el general Maurice
-Mathieu, y allí se le unió el 26 con su gente el mariscal Ney.
-[Marginal: Retirada del ejército.] Hasta entonces no se había
-encontrado en su retirada el ejército español con los franceses. En
-Calatayud recibiendo aviso de la junta central de que Napoleón avanzaba
-a Somosierra, y orden para que Castaños fuese al remedio, juntó este
-los jefes de las divisiones y acordaron salir el 27 vía de Sigüenza,
-debiendo hacer espaldas un cuerpo de 5000 hombres de infantería ligera,
-caballería y artillería al mando del general Venegas. Luego vino este a
-las manos con el enemigo. A dos leguas de Calatayud cerca de Bubierca
-se apostó, según orden del general en jefe, para defender el paso y dar
-tiempo a que se alejasen las divisiones. Con dobladas fuerzas asomó
-el 29 el general Maurice Mathieu, trabándose desde la mañana hasta
-las cuatro de la tarde un reñido y sangriento choque. Se pararon de
-resultas en su marcha los franceses, y se logró que llegasen salvas
-a Sigüenza nuestras divisiones. [Marginal: Su llegada a Sigüenza. La
-Peña, general en jefe.] En esta ciudad, destinado el general Castaños
-a desempeñar otras comisiones, se encargó interinamente del mando
-del ejército del centro Don Manuel de la Peña. Y por ahora allí le
-dejaremos para ocuparnos en referir otros acontecimientos de no menor
-cuantía.
-
-Derrotados o dispersos los ejércitos de la izquierda, Extremadura y
-centro, creyó Napoleón poder sin riesgo avanzar a Madrid, mayormente
-cuando los ingleses estaban lejos para estorbárselo, y no con
-bastantes fuerzas para osar interponerse entre él y la frontera de
-Francia. Urgíale entrar en la capital de España, así porque imaginaba
-ahogar pronto con aquel suceso la insurrección, como también para
-asombrar a Europa con el terrible y veloz progreso de sus armas.
-
-Corto embarazo se ofrecía ya por delante al cumplimiento de su deseo.
-La junta central después de la rota de Burgos había encargado a Don
-Tomás de Morla y al marqués de Castelar atendiesen a la defensa
-de Madrid, y de los pasos de Guadarrama, Fonfría, Navacerrada y
-Somosierra. Como más expuesto se cuidó en especial del último punto,
-enviando para guarnecerle a Don Benito San Juan con los cuerpos que
-habían quedado en Madrid de la primera y tercera división de Andalucía
-y con otros nuevos, a los que se agregaron reliquias del ejército de
-Extremadura, en todo 12.000 hombres y algunos cañones. Endeble reparo
-para contener en su marcha al emperador de los franceses.
-
-Con todo a fin de asegurarla obró este precavidamente, tomando varias
-y atentas disposiciones. Mandó a Moncey ir sobre Zaragoza, a Ney
-continuar en perseguimiento de Castaños, a Soult tener en respeto al
-ejército inglés, y a Lefebvre inundar por su derecha la Castilla,
-extendiéndose hacia Valladolid, Olmedo y Segovia. Dejó consigo la
-guardia imperial, la reserva y el primer cuerpo del mariscal Victor
-para penetrar por Somosierra y caer sobre Madrid.
-
-[Marginal: San Juan en Somosierra.]
-
-Salió el 28 de Aranda de Duero, y el 29 sentó en Boceguillas su cuartel
-general. Don Benito San Juan se preparaba a recibirle. En lo alto
-del puerto había levantado aceleradamente algunas obras de campaña, y
-colocado en Sepúlveda una vanguardia a las órdenes de Don Juan José
-Sarden. Con ella se encontraron los franceses en la madrugada del 28,
-acometiéndola 4000 infantes y 1000 caballos. En vano se esforzaron por
-romperla y hacerse dueños de la posición que defendía. Al cabo de horas
-de refriega se retiraron y dejaron el campo libre a los nuestros; mas
-de poco sirvió. Temores y voces esparcidas por la malevolencia forzaron
-a los jefes a replegarse a Segovia en la noche del 29, dejando a San
-Juan desamparado y solo en Somosierra con el resto de las fuerzas.
-
-[Marginal: Pasan los franceses el puerto.]
-
-Siendo estas escasas no era aquel paso de tan difícil acceso como se
-creía. Dominado el camino real hasta lo alto del puerto por montañas
-laterales que le siguen en sus vueltas y sesgos, y enseñoreada la
-misma cumbre por cimas más elevadas, era necesario o cubrir con tropas
-ligeras los puntos más eminentes, o exponerse, según sucedió, a que el
-enemigo flanquease la posición. Densa niebla encapotaba las fraguras al
-nacer del 30, en cuya hora atacando a nuestro frente con seis cañones
-y una numerosa columna el general Senarmont, desprendiéronse otras dos
-también enemigas por derecha e izquierda para atacar nuestros costados.
-Repeliose con denuedo por el frente la primera embestida a tiempo que
-Napoleón llegó al pie de la sierra. Irritado este e impaciente con la
-resistencia mandó entonces soltar a escape por la calzada y contra la
-principal batería española los lanceros polacos y cazadores de la
-guardia al mando del general Montbrun. Los primeros que acometieron
-cubrieron el suelo con sus cadáveres, y en una de las cargas quedó
-gravemente herido de tres balazos Mr. Felipe de Segur, estimable autor
-de la historia de la campaña de Rusia. Insistiendo de nuevo en atacar
-la caballería francesa, y a la sazón que sus columnas de derecha e
-izquierda se habían a favor de la niebla encaramado por los lados,
-empezaron los nuestros a flaquear abandonando al cabo sus cañones, de
-que se apoderaron los jinetes enemigos. San Juan queriendo contener el
-desorden de los suyos, recorrió el campo con tal valor y osadía, que
-envuelto por lanceros polacos se abrió paso, llegando por trochas y
-atajos y herido en la cabeza a Segovia, en cuya ciudad se unió a Don
-José Heredia que juntaba dispersos.
-
-[Marginal: Situación de la central.]
-
-Con semejante desgracia Madrid quedaba descubierto, y el gobierno
-supremo en sumo riesgo, si de Aranjuez no se transfería en breve a
-paraje seguro. Ya al promediar noviembre y a propuesta de Don Gaspar
-Melchor de Jovellanos se había pensado en ello, mas con tal lentitud
-que fue menester que el 28 se dijese haber asomado hacia Villarejo
-partidas enemigas para ocuparse seriamente en el asunto. El compromiso
-de la junta era grande, y mayor por un incidente ocurrido en aquellos
-días. Figurándose el enemigo que con la ruina y descalabros padecidos
-podría entrarse en acomodamiento, había convidado por medio de los
-ministros de José a las autoridades supremas a que se sometiesen y
-evitasen mayores males con prolongar la resistencia. [Marginal:
-Cartas de los ministros de José.] Al propósito escribieron aquellos
-tres cartas concebidas en idéntico y literal sentido, una al conde
-de Floridablanca, y las otras dos al decano del consejo real y al
-corregidor de Madrid. La central sobremanera indignada decretó en 24
-de noviembre que dichos escritos fuesen quemados por mano del verdugo,
-declarando infidentes y desleales a sus autores, y encargando a la
-sala de alcaldes la sustanciación y fallo de la causa. Con lo cual
-se respondió a la propuesta, e igualmente al decreto de proscripción
-de Napoleón, aunque no tan militar ni arbitrariamente. Mas semejante
-resolución metiendo a la junta en nuevos comprometimientos, la impelía
-a atender a su propia seguridad.
-
-Las horas ya eran contadas. El 30 exploradores enemigos se habían
-divisado en Móstoles, y el 1.º de diciembre muy de mañana súpose lo
-acaecido en Somosierra. Con afán y temprano el mismo día congregó
-el presidente a los individuos de la junta para que se enterasen de
-los partes recibidos. Pensose inmediatamente en abandonar Aranjuez,
-pero antes se encaminaron a la capital los recursos disponibles, se
-acordaron otras providencias, y se resolvió elegir diferentes vocales
-que fuesen a inflamar el espíritu de las provincias. Deliberose
-en seguida acerca del paraje en que el gobierno debería fijar su
-residencia. Variaron los pareceres, señalose al fin Badajoz. Para
-mayor comodidad del viaje se dispuso que los individuos de la junta
-se repartiesen en tandas, y para el fácil despacho de los negocios
-urgentes se escogió una comisión activa compuesta de los señores
-Floridablanca, Astorga, Valdés, Jovellanos, Contamina y Garay.
-[Marginal: Abandona la central Aranjuez.] Unos en pos de otros salieron
-todos de Aranjuez en la tarde y noche del 1.º al 2 de diciembre. Apenas
-con escolta, en medio de tales angustias tuvieron la dicha de que los
-pueblos no los molestaran, y de que los franceses no los alcanzasen y
-cogiesen. Libres de particular contratiempo llegaron a Talavera de la
-Reina en donde volveremos a encontrarlos.
-
-[Marginal: Situación de Madrid.]
-
-En tanto reinaba en Madrid la mayor agitación. Don Tomás de Morla y
-el capitán general de Castilla la Nueva marqués de Castelar habían
-discurrido calmarla, y aun por orden de la central promulgaron edictos
-que pintaban con amortiguados colores las desgracias sucedidas. Sin
-embargo no fue dado por más tiempo ocultarlas, acudiendo prófugos de
-todos lados. Alterada a su vista la muchedumbre se agolpó a casa de
-Castelar que disfrutaba de la confianza pública, y pidió el 30 de
-noviembre con gran vocería que se la armase. Así lo prometió, y desde
-entonces con mayor diligencia y ahinco se atendió a fortificar la
-capital y distribuir a sus vecinos armas y municiones. Madrid no era
-en verdad punto defendible, y las obras que se trazaron levantadas
-atropelladamente, no fueron tampoco de grande ayuda. Redujéronse a
-unos fosos delante de las puertas exteriores, en donde se construyeron
-baterías a barbeta que artillaban cañones de corto calibre. Se
-aspilleraron las tapias del recinto, abriéndose cortaduras o zanjas en
-ciertas calles principales como la de Alcalá, carrera de San Jerónimo
-y Atocha. También se desempedraron muchas de ellas, y acumulándose
-las piedras en las casas, se parapetaron las ventanas con almohadas y
-colchones. Todos corrían a trabajar, siendo el entusiasmo general y
-extremado.
-
-En 1.º de diciembre se confió el gobierno político y militar a una
-junta que se instaló en la casa de Correos. A su cabeza estaba el
-duque del Infantado como presidente del consejo real, y eran además
-individuos el capitán general, el gobernador y corregidor, como también
-varios ministros de los consejos y regidores de la villa. La defensa de
-la plaza se encargó exclusiva y particularmente a Don Tomás de Morla,
-que gozaba de concepto de oficial más inteligente que el gobernador Don
-Fernando de la Vera y Pantoja. En Madrid no había sino 300 hombres de
-guarnición y dos batallones con un escuadrón de nueva leva. Corrió la
-voz aquel día de que el enemigo estaba a cinco leguas, y el vecindario
-lejos de amilanarse se inflamó con ímpetu atropellado. Repartiéronse
-8000 fusiles, chuzos y hasta armas viejas de la armería. Y para guardar
-orden se citó a todos por la tarde al Prado, desde donde a cada uno
-debía señalarse destino. Escasearon los cartuchos, y aun para muchos
-faltaron. Pedíanlos los concurrentes con instancia, mas respondiendo
-Morla que no los había, y dentro de algunos habiéndose encontrado
-en vez de pólvora arena, creció la desconfianza, lanzáronse gritos
-amenazadores, y todo pronosticaba estrepitosa conmoción.
-
-[Marginal: Muerte del marqués de Perales.]
-
-Había entendido como regidor el marqués de Perales en la formación
-de los cartuchos, y contra él y su mayordomo se empezó a clamar
-desaforadamente. Este marqués era antes el ídolo de la plebe madrileña;
-presumía de imitarla en usos y traeres; con nadie sino con ella se
-trataba, y aun casi siempre se le veía vestido a su manera con el traje
-de majo. Pero acusado con razón o sin ella de haber visitado a Murat
-y recibido de este obsequios y buen acogimiento, cambiose el favor
-de los barrios en ojeriza. Juntose también para su desdicha la ira y
-celos de una antigua manceba a quien por otra había dejado. Tenía el
-marqués por costumbre escoger sus amigas entre las mujeres más hermosas
-y desenfadadas del vulgo, y era la abandonada hija de un carnicero.
-Para vengar esta lo que reputaba ultraje, no solo dio pábulo al cuento
-de ser el marqués autor de los cartuchos de arena, sino que también
-inventó haber él mismo pactado con los franceses la entrega de la
-Puerta de Toledo. Sabido es que entre el bajo pueblo nada halla tanto
-séquito como lo que es infundado y absurdo. Y en este caso con mayor
-facilidad, saliendo de la boca de quien se creía depositaria de los
-secretos del marqués. Vivía este en la calle de la Magdalena, inmediata
-al barrio del Avapies [de todos el más desasosegado], y sus vecinos
-se agolparon a la casa, la allanaron, cosieron al dueño a puñaladas,
-y puesto sobre una estera le arrastraron por las calles. Tal fue el
-desastrado fin del marqués de Perales, víctima inocente de la ceguedad
-y furor popular, pero que ni era general, ni anciano, ni había nunca
-sido mirado como hombre respetable según lo afirma cierto historiador
-inglés, empeñado en desdorar y ennegrecer las cosas de España. La
-conmoción no fue más allá: personas de influjo y otros cuidados la
-sosegaron.
-
-[Marginal: Napoleón delante de Madrid.]
-
-En la mañana del 2 aparecieron sobre las alturas del norte de Madrid
-las divisiones de dragones de los generales La Tour Maubourg y
-La Houssaye: antes solo se habían columbrado partidas sueltas de
-caballería. A las doce Napoleón mismo llegó a Chamartín y se alojó
-en la casa de campo del duque del Infantado. Aniversario aquel día
-de la batalla de Austerlitz y de su coronación, se lisonjeaba sería
-también el de su entrada en Madrid. Con semejante esperanza no tardó en
-presentarse en sus cercanías e intimar por medio del mariscal Bessières
-la rendición a la plaza. Respondiose con desdén, y aun corrió peligro
-de ser atropellado el oficial enviado al efecto. No había la infantería
-francesa acabado de llegar, y Napoleón recorriendo los alrededores de
-la villa meditaba el ataque para el siguiente día. En este no hubo
-sino tiroteos de avanzadas y correrías de la caballería enemiga, que
-detenía, despojaba y a veces mataba a los que inhábiles para la defensa
-salían de Madrid. Con más dicha y por ser todavía en la madrugada
-oscura y nebulosa, pudo alejarse el duque del Infantado comisionado por
-la junta permanente para ir hacia Guadalajara en busca del ejército del
-centro, al que se consideraba cercano. Por la noche el mariscal Victor
-hizo levantar baterías contra ciertos puntos, principalmente contra
-el Retiro: y a las doce de la misma el mariscal Berthier, príncipe
-de Neuchâtel, mayor general del ejército imperial, repitió nueva
-intimación, valiéndose de un oficial español prisionero, a la que se
-tardó algunas horas en contestar.
-
-[Marginal: Ataque de Madrid.]
-
-Amaneció el 3 cubierto de niebla, la cual disipándose poco a poco,
-aclaró el día a las nueve de la mañana, y apareció bellísimo y
-despejado. Napoleón preparado el ataque, dirigió su especial conato a
-apoderarse del Retiro, llamando al propio tiempo la atención por las
-puertas del Conde-duque y Fuencarral, hasta la de Recoletos y Alcalá, y
-colocándose él en persona cerca de la fuente Castellana. Mas barriendo
-aquella cañada y cerros inmediatos una batería situada en lo alto de la
-escuela de la veterinaria, cayeron algunos tiros junto al emperador,
-que diciendo: _estamos muy cerca_, se alejó lo suficiente para librarse
-del riesgo. Gobernaba dicha batería un oficial de nombre Vasallo, y
-con tal acierto que contuvo a la columna enemiga que quería meterse
-por la puerta de Recoletos para coger por la espalda la de Alcalá. Los
-ataques de las otras puertas no fueron por lo general sino simulados,
-o no hubo sino ligeras escaramuzas, señalándose en la de los Pozos una
-cuadrilla de cazadores que se había apostado en las casas de Bringas
-allí contiguas. También hubo entre la del Conde-duque y Fuencarral
-vivo tiroteo, en los que fue herido en el pie de una bala el general
-Maison. Mas el Retiro, cuya eminencia dominando a Madrid es llave de
-la posición, fue el verdadero y principal punto atacado. Los franceses
-ya en tiempo de Murat habían reconocido su importancia. Los generales
-españoles, fuese descuido o fatal acaso, no se habían esmerado en
-fortificarle.
-
-Treinta piezas de artillería dirigidas por el general Senarmont
-rompieron el fuego contra la tapia oriental. Sus defensores que no
-eran sino paisanos, y un cuerpo recién levantado a expensas de Don
-Francisco Mazarredo, resistieron con serenidad, hasta que los fuegos
-enemigos abrieron un ancho boquerón por donde entraron sus tiradores y
-la división del general Villatte. Entonces los nuestros decayendo de
-ánimo fueron ahuyentados, y los franceses derramándose con celeridad
-por el Prado, obligaron a los comandantes de las puertas de Recoletos,
-Alcalá y Atocha a replegarse a las cortaduras de sus respectivas e
-inmediatas calles. Pero como aquellas habían sido excavadas en la parte
-más elevada, quedaron muchas casas y edificios a merced del soldado
-extranjero que las robó y destrozó. Tocó tan mala suerte a la escuela
-de mineralogía calle del Turco, en donde pereció una preciosísima
-colección de minerales de España y América, reunida y arreglada al cabo
-de años de trabajo y penosa tarea.
-
-La pérdida del Retiro no causó en la población desaliento. En
-todos los puntos se mantuvieron firmes, y sobre todo en la calle
-de Alcalá en donde fue muerto el general francés Bruyère. Castelar
-en tanto respondió a la segunda intimación pidiendo una suspensión
-de armas durante el día 3 para consultar a las demás autoridades y
-ver las disposiciones del pueblo, sin lo cual nada podía resolver
-definitivamente. Eran las doce de la mañana cuando llegó esta
-respuesta al cuartel general francés, e invadido ya el Retiro desistió
-Napoleón de proseguir en el ataque, prefiriendo a sus contingencias el
-medio más suave y seguro de una capitulación. Pero para conseguirla
-mandó al de Neuchâtel que diese a Castelar una réplica amenazadora
-diciendo: «Inmensa artillería está preparada contra la villa, minadores
-se disponen para volar sus principales edificios... las columnas ocupan
-la entrada de las avenidas... mas el emperador siempre generoso en el
-curso de sus victorias, suspende el ataque hasta las dos. Se concederá
-a la villa de Madrid protección y seguridad para los habitantes
-pacíficos, para el culto y sus ministros, en fin olvido de lo pasado.
-Enarbólese bandera blanca antes de las dos, y envíense comisionados
-para tratar.»
-
-La junta establecida en correos mandó cesar el fuego, y envió al
-cuartel general francés a Don Tomás de Morla y a Don Bernardo Iriarte.
-Abocáronse estos con el príncipe de Neuchâtel quien los presentó a
-Napoleón: vista que atemorizó a Morla, hombre de corazón pusilánime,
-aunque de fiera y africana figura. [Marginal: Conferencia de Morla
-con Napoleón.] Napoleón le recibió ásperamente. Echole en cara su
-proceder contra los prisioneros franceses de Bailén, sus contestaciones
-con Dupont, hasta le recordó su conducta en la guerra de 1793 en el
-Rosellón. Por último díjole: «vaya usted a Madrid, doy de tiempo para
-que se me responda de aquí a las seis de la mañana. Y no vuelva usted
-sino para decirme que el pueblo se ha sometido. De otro modo usted y
-sus tropas serán pasados por las armas.»
-
-Demudado volvió a Madrid el general Morla, y embarazosamente dio
-cuenta a la junta de su comisión. Tuvo que prestarle ayuda su
-compañero Iriarte, más sereno aunque anciano y no militar. [Marginal:
-Capitulación.] Hubo disenso entre los vocales: prevaleció la opinión
-de la entrega. El marqués de Castelar no queriendo ser testigo de
-ella partió por la noche, con la poca tropa que había, camino de
-Extremadura. También y antes el vizconde de Gante que mandaba la Puerta
-de Segovia salió subrepticiamente del lado del Escorial en busca de San
-Juan y Heredia.
-
-A las seis de la mañana del 4 Don Tomás de Morla y el gobernador Don
-Fernando de la Vera y Pantoja pasaron al cuartel general enemigo con
-la minuta de la capitulación.[*] [Marginal: (* Ap. n. 6-8.)] Napoleón
-la aprobó en todas sus partes con cortísima variación, si bien se
-contenían en ella artículos que no hubieran debido entrar en un
-convenio puramente militar.
-
-El general Belliard después de las diez del mismo día entró en Madrid
-y tomó sin obstáculo posesión de los puntos principales. Solo en el
-nuevo cuartel de guardias de Corps se recogieron algunos con ánimo de
-defenderse, y fue menester tiempo y la presencia del corregidor para
-que se rindieran.
-
-Silencioso quedó Madrid después de la entrega, y contra Morla se
-abrigaba en el pecho de los habitantes odio reconcentrado. Tacháronle
-de traidor, y confirmáronse en la idea con verle pasar al bando
-enemigo. Solo hubo de su parte falta de valor y deshonroso proceder.
-Murió años adelante ciego, lleno de pesares, aborrecido de todos.
-
-Consiguiose con la defensa de Madrid si no detener al ejército francés,
-por lo menos probar a Europa que a viva fuerza y no de grado se
-admitía a Napoleón y a su hermano. Respecto de lo cual oportuna aunque
-familiarmente decía Mr. de Pradt, capellán mayor del emperador, primero
-obispo de Poitiers, y después arzobispo de Malinas, «que José había
-sido echado de Madrid a puntapiés y recibido a cañonazos.»
-
-[Marginal: Fáltase a la capitulación.]
-
-El 6 se desarmó a los vecinos, y no se tardó en faltar a la
-capitulación, esperanza de tantos hombres ciegos y sobradamente
-confiados. Dieron la señal de su quebrantamiento los decretos que desde
-Chamartín y a fuer de conquistador empezó el mismo día 4 a fulminar
-Napoleón, quien arrojando todo embozo, y sin mentar a su hermano
-mostrose como señor y dueño absoluto de España.
-
-[Marginal: Decretos de Napoleón en Chamartín.]
-
-Fue el primero contra el consejo de Castilla. Decíase en su contexto
-que por haberse portado aquella corporación con _tanta debilidad como
-superchería_, se destituían sus individuos considerándolos _cobardes
-e indignos de ser los magistrados de una nación brava y generosa_.
-Quedaban además detenidos en calidad de rehenes: por cuyo decreto
-el artículo sexto de la capitulación con afán apuntado por los del
-consejo, y según el cual debían conservarse «las leyes, costumbres y
-tribunales en su actual constitución» se barrenaba y destruía.
-
-Siguiéronse a este el de la abolición de la inquisición, el de la
-reducción de conventos a una tercera parte, el de la extinción de los
-derechos señoriales y exclusivos, y el de poner las aduanas en la
-frontera de Francia. Varios de estos decretos, reclamados constantemente
-por los españoles ilustrados, no dejaron de cautivar al partido del
-gobierno intruso ciertos individuos enojados con los primeros pasos de
-la central, dando a otros plausible pretexto para hacerse tornadizos.
-
-Mas semejantes resoluciones de suyo benéficas aunque procedentes de
-mano ilegítima, fueron acompañadas de otras crueles e igualmente
-contrarias a lo capitulado. [Marginal: Españoles llevados a Francia.]
-Se cogió y llevó a Francia a Don Arias Mon, decano del consejo, y a
-otros magistrados. El príncipe de Castelfranco, el marqués de Santa
-Cruz del Viso y el conde de Altamira o sea de Trastámara, comprendidos
-en el decreto de proscripción de Burgos, fueron también presos y
-conducidos a Francia, conmutándose la pena de muerte en la de perpetuo
-encierro, sin embargo de que por los artículos primero, segundo y
-tercero de la capitulación se aseguraba la libertad y seguridad de las
-vidas y propiedades de los vecinos, militares y empleados de Madrid.
-Igual suerte cupo en un principio al duque de Sotomayor de que le
-libró especial favor. Estuvo para ser más rigurosa la del marqués de
-San Simón, emigrado francés al servicio de España: fue juzgado por una
-comisión militar, y condenado a muerte, habiendo defendido contra sus
-compatriotas la Puerta de Fuencarral. Las lágrimas y encarecidos ruegos
-de su desconsolada hija alcanzaron gracia, limitándose la pena de su
-padre a la de confinación en Francia.
-
-[Marginal: Visita Napoleón el palacio real.]
-
-Napoleón permanecía en Chamartín, y solo una vez y muy de mañana
-atravesó a Madrid y se encaminó a palacio. Aunque se le representó
-suntuosa la morada real, según sabemos de una persona que le
-acompañaba, por nada preguntó con tanto anhelo como por el retrato
-de Felipe II: detúvose durante algunos minutos delante de uno de los
-más notables, y no parecía sino que un cierto instinto le llevaba a
-considerar la imagen de un monarca que si bien en muchas cosas se le
-desemejaba, coincidía en gran manera con él en su amor a exclusiva,
-dura e ilimitada dominación, así respecto de propios como de extraños.
-
-[Marginal: Su inquietud.]
-
-La inquietud de Napoleón crecía según que corrían días sin recoger el
-pronto y abundante esquilmo que esperaba de la toma de Madrid. Sus
-correos comenzaban a ser interceptados, y escasas y tardías eran las
-noticias que recibía. Los ejércitos españoles si bien deshechos, no
-estaban del todo aniquilados, y era de temer se convirtiesen en otros
-tantos núcleos, en cuyo derredor se agrupasen oficiales y soldados,
-al paso que los franceses teniendo que derramarse enflaquecían sus
-fuerzas, y aun desaparecían sobre la haz espaciosa de España. En
-las demás conquistas dueño Napoleón de la capital lo había sido
-de la suerte de la nación invadida: en esta ni el gobierno ni los
-particulares, ni el más pequeño pueblo de los que no ocupaba se
-habían presentado libremente a prestarle homenaje. Impacientábale
-tal proceder, sobre todo cuando nuevos cuidados podrían llamarle a
-otras y lejanas partes. Mostró su enfado al corregidor de Madrid que
-el 16 de diciembre fue a Chamartín a cumplimentarle y a pedirle la
-vuelta de José según se había exigido del ayuntamiento: [Marginal:
-Contestación al corregidor de Madrid.] díjole pues Napoleón que por
-los derechos de conquista que le asistían podía gobernar a España
-nombrando otros tantos virreyes cuantas eran sus provincias. Sin
-embargo añadió que consentiría en ceder dichos derechos a José, cuando
-todos los ciudadanos de la capital le hubieran dado pruebas de adhesión
-y fidelidad por medio de un juramento «que saliese no solamente de la
-boca sino del corazón, y que fuese sin restricción jesuítica.»
-
-[Marginal: Juramento exigido de los vecinos.]
-
-Sujetose el vecindario a la ceremonia que se pedía, y no por eso
-trataba Napoleón de reponer a José en el trono, cosa que a la verdad
-interesaba poco a los madrileños, molestados con la presencia de
-cualquier gobierno que no fuera el nacional. El emperador había dejado
-en Burgos a su hermano, quien sin su permiso vino y se le presentó en
-Chamartín, donde fue tan mal recibido que se retiró a la Monclova y
-luego al Pardo, no gozando de rey sino escasamente la apariencia.
-
-[Marginal: Van los mariscales franceses en perseguimiento de los
-españoles.]
-
-Más que en su persona ocupábase Napoleón en averiguar el paradero
-de los ingleses, y en disipar del todo las reliquias de las tropas
-españolas. El 8 de diciembre llegó a Madrid el cuerpo de ejército del
-duque de Danzig, y con diligencia despachó Napoleón hacia Tarancón al
-mariscal Bessières, dirigiendo sobre Aranjuez y Toledo al mariscal
-Victor y a los generales Milhaud y Lasalle.
-
-[Marginal: Total dispersión del ejército de San Juan.]
-
-Por este lado y la vuelta de Talavera se había retirado Don Benito
-San Juan, quien después de haber recogido en Segovia dispersos, y en
-unión con Don José Heredia, se había apostado en el Escorial antes
-de la entrega de Madrid. Pensaban ir ambos generales al socorro de
-la capital, y aun instados por el vizconde de Gante que con aquel
-objeto según vimos había ido a su encuentro, se pusieron en marcha.
-Acercábanse, cuando esparcida la voz de estar muy apretada la villa
-y otras siniestras, empezó una dispersión horrorosa, abandonando los
-artilleros y carreteros cañones y carruajes. Comenzó por donde estaba
-San Juan, cundió a la vanguardia que mandaba Heredia, y ni uno ni otro
-fueron parte a contenerla. Algunos restos llegaron en la madrugada
-del 4 casi a tocar las puertas de Madrid, en donde noticiosos de la
-capitulación, sueltos y a manera de bandidos, corrieron como los
-primeros asolando los pueblos, y maltratando a los habitadores hasta
-Talavera, punto de reunión que fue teatro de espantosa tragedia.
-
-Habituados a la rapiña y al crimen las mal llamadas tropas, pesábales
-volver a someterse al orden y disciplina militar. Su caudillo D. Benito
-San Juan no era hombre para permitir más tiempo la holganza y los
-excesos encubiertos bajo la capa del patriotismo, de lo cual temerosos
-los alborotadores y cobardes, difundieron por Talavera que los jefes
-los habían traidoramente vendido. Con lo que apandillándose una banda
-de hombres y soldados desalmados, se metieron en la mañana del 7 en el
-convento de Agustinos, y guiados por un furibundo fraile penetraron
-en la celda en donde se albergaba el general San Juan. Empezó este
-a arengarlos con serenidad, y aun a defenderse con el sable, no
-bastando las razones para aplacarlos. [Marginal: Muerte cruel de este
-general.] Desarmáronle y viéndose perdido, al querer arrojarse por una
-ventana tres tiros le derribaron sin vida. Su cadáver despojado de los
-vestidos, mutilado y arrastrado, le colgaron por último de un árbol
-en medio de un paseo público, y así expuesto, no satisfechos todavía
-le acribillaron a balazos. Faltan palabras para calificar debidamente
-tamaña atrocidad, ejecutada por soldados contra su propio jefe, y
-promovida y abanderizada por quien iba revestido del hábito religioso.
-
-[Marginal: Ejército del centro. Sus marchas y retirada a Cuenca.]
-
-No tan relajado aunque harto decaído estaba por el lado opuesto el
-ejército del centro. El hambre, los combates, el cansancio, voces
-de traición, la fuga, el mismo desamparo de los pueblos, uniéndose
-a porfía y de tropel, habían causado grandes claros en las filas.
-Cuando le dejamos en Sigüenza estaba reducido su número a 8000 hombres
-casi desnudos. Mas sin embargo determinaron los jefes cumplir con
-las órdenes del gobierno, e ir a reforzar a Somosierra. Emprendió la
-infantería su ruta por Atienza y Jadraque, y la artillería y caballería
-en busca de mejores caminos tomaron la vuelta de Guadalajara siguiendo
-la izquierda del Henares. No tardaron los primeros en variar de rumbo,
-y caminar por donde los segundos con el aviso de Castelar recibido en
-la noche del 1.º al 2 de diciembre, de haber los enemigos forzado el
-paso de Somosierra. Continuando pues todo el ejército a Guadalajara,
-la 1.ª y 4.ª división entraron por sus calles en la noche del 2
-junto con la artillería y caballería. Casi al propio tiempo llegó
-a dicha ciudad el duque del Infantado; y el 3, avistándose con La
-Peña y celebrando junta de generales, se acordó: 1.º Enviar parte de
-la artillería a Cartagena, como se verificó; y 2.º dirigirse con el
-ejército por los altos de Santorcaz, pueblecito a dos leguas de Alcalá
-y a su oriente, y extenderse a Arganda para que desde aquel punto, si
-ser pudiere, se metiese la vanguardia con un convoy de víveres por
-la Puerta de Atocha. En la marcha tuvieron noticia los jefes de la
-capitulación de Madrid, y obligados por tanto a alejarse, resolvieron
-cruzar el Tajo por Aranjuez y guarecerse de los montes de Toledo. Plan
-demasiadamente arriesgado y que por fortuna estorbó con sus movimientos
-el enemigo sin gran menoscabo nuestro. Caminaron los españoles el 6
-y descansaron en Villarejo de Salvanés. Allí les salió al encuentro
-Don Pedro de Llamas, encargado por la central de custodiar con pocos
-soldados el punto de Aranjuez, que acababa de abandonar forzado por
-la superioridad de fuerzas francesas. Interceptado de este modo el
-camino, se decidieron los nuestros a retroceder y pasar el Tajo por las
-barcas de Villamanrique, Fuentidueña y Estremera, y abrigándose de las
-sierras de Cuenca sentar sus reales en aquella ciudad, paraje acomodado
-para repararse de tantas fatigas y penalidades. Así y por entonces
-se libraron las reliquias del ejército del centro de ser del todo
-aniquiladas en Aranjuez por el mariscal Victor, y en Guadalajara por la
-numerosísima caballería de Bessières, y el cuerpo de Ney que entró el
-6 viniendo de Aragón. No hubo sino alguno que otro reencuentro, y haber
-sido acuchillados en Nuevo Baztán los cansados y zagueros.
-
-[Marginal: Rebelión del oficial Santiago.]
-
-A los males enumerados y al encarnizado seguimiento del enemigo
-agregáronse en su marcha al ejército del centro discordias y
-conspiraciones. El 7 de diciembre estando en Belinchón el cuartel
-general, se mandó ir a la villa de Yebra a la 1.ª y 4.ª división
-que regía entonces el conde de Villariezo. A mitad del camino y en
-Mondéjar, Don José Santiago, teniente coronel de artillería, el mismo
-que en mayo fue de Sevilla para levantar a Granada, se presentó al
-general de las divisiones diciéndole, que estas en vez de proseguir
-a Cuenca, querían retroceder a Madrid para pelear con los franceses,
-y que a él le habían escogido por caudillo; pero que suspendía
-admitir el encargo hasta ver si el general, aprobando la resolución,
-se hacía digno de continuar capitaneándolos. Rehusó Villariezo la
-inesperada oferta, y reprendiendo al Santiago, encomendole contener
-el mal espíritu de la tropa: singular conspirador y singular jefe.
-La artillería, como era de temer, en vez de apaciguarse se apostó en
-el camino de Yebra, y forzó a la otra tropa que iba a continuar su
-marcha a volver atrás. Intentó Villariezo arengar a los sublevados
-que aparentaron escucharle, mas quiso que de nuevo prosiguiesen su
-ruta; y gritando unos «_a Madrid_» y otros «_a Despeñaperros_», tuvo
-que desistir de su empeño y despachar al coronel de Pavía, príncipe
-de Anglona, para que informase de lo ocurrido al general en jefe, el
-cual creyó prudente separar la infantería y alejarla de la caballería
-y artillería. Los peones dirigiéndose a Illana debían cruzar el vado y
-barcas de Maquilón; los jinetes y cañones con solos dos regimientos de
-infantería, Órdenes y Lorca, las de Estremera: mandando a los primeros
-el mismo Villariezo y a los segundos Don Andrés de Mendoza. Ciertas
-precauciones y la repentina mudanza en la marcha suspendieron algún
-tiempo el alboroto; mas el día 8 al querer salir de Tarancón encrespose
-de nuevo, y sin rebozo se puso Santiago a la cabeza.
-
-Pareciéndole al Mendoza que el carácter y respetos del conde de
-Miranda, comandante de carabineros reales, que allí se hallaba, eran
-más acomodados para atajar el mal que los que a su persona asistían,
-propuso al conde, y este aceptó, sustituirle en el mando. Llamado don
-José Santiago por el nuevo jefe, retúvole este junto a su persona;
-y hubo vagar para que adoptadas prontas y vigorosas providencias se
-continuase, aunque con trabajo, la marcha a Cuenca. El Santiago fue
-conducido a dicha ciudad, y arcabuceado después en 12 de enero con un
-sargento y cabo de su cuerpo.
-
-[Marginal: Nómbrase por general en jefe al duque del Infantado.]
-
-Mas el mal había echado tan profundas raíces y andaban las voluntades
-tan mal avenidas, que para arrancar aquellas y aunar estas, juzgó
-conveniente Don Manuel de la Peña celebrar un consejo de guerra
-en Alcázar de Huete, y desistiéndose del mando proponer en su
-lugar por general en jefe al duque del Infantado. Admitiose la
-propuesta, consintió el duque, y aprobolo después la central, con
-que se legitimaron unos actos que solo disculpaba lo arduo de las
-circunstancias.
-
-La mayor parte del ejército entró en Cuenca en 10 de diciembre. Mas
-remisa estuvo, y llegó en desorden la 2.ª división al mando del general
-Grimarest, que fue atacada en Santa Cruz de la Zarza en la noche del
-8, y ahuyentada por el general Montbrun. Y el terror y la indisciplina
-fueron tales, que casi sin resistencia corrió dicha división
-precipitadamente y a la primera embestida camino de Cuenca.
-
-En esta ciudad reunido el ejército del centro y abrigado de la fragosa
-tierra que se extendía a su espalda, terminó su retirada de 86 leguas,
-emprendida desde las faldas del Moncayo, memorable sin duda, aunque
-costosa; pues al cabo, en medio de tantos tropiezos, reencuentros,
-marchas y contramarchas, escaseces y sublevaciones, salvose la
-artillería y bastante fuerza para con su apoyo formar un nuevo
-ejército, que combatiendo al enemigo o trabajándole le distrajese de
-otros puntos y contribuyese al bueno y final éxito de la causa común.
-
-[Marginal: Conde de Alacha. Su retirada gloriosa.]
-
-Descansaban pues y se reponían algún tanto aquellos soldados, cuando
-con asombro vieron el 16 entrar por Cuenca una corta división
-que se contaba por perdida. Recordará el lector como después del
-acontecimiento de Logroño incorporada la gente de Castilla en el
-ejército de Andalucía, se formó una vanguardia de 4000 hombres al mando
-del conde de Cartaojal, destinada a maniobrar en la sierra de Cameros.
-El 22 de noviembre, según orden de Castaños, se había retirado dicho
-jefe por el lado de Ágreda a Borja, y después de una leve refriega
-con partidas enemigas prosiguiendo a Calatayud, se había allí unido
-al grueso del ejército, de cuya suerte participó en toda la retirada.
-Mas de este cuerpo de Cartaojal quedó el 21 en Nalda separado y como
-cortado un trozo a las órdenes del conde de Alacha.
-
-No desanimándose ni los soldados ni su caudillo, aconsejado de buenos
-oficiales al verse rodeados de enemigos, y ellos en tan pequeño número,
-emprendieron una retirada larga, penosa y atrevida. Por espacio de
-veinte días acampando y marchando a dos y tres leguas del ejército
-francés, cruzando empinados montes y erizadas breñas, descalzos y casi
-desnudos en estación cruda, apenas con alimento, desprovistos de todo
-consuelo, consiguieron, venciendo obstáculos para otros insuperables,
-llegar a Cuenca conformes y aun contentos de presentarse no solo
-salvos, sino con el trofeo de algunos prisioneros franceses. Tanta
-es la constancia, sobriedad e intrepidez del soldado español bien
-capitaneado.
-
-[Marginal: La Mancha.]
-
-Pero la estancia en Cuenca del ejército del centro, si bien por una
-parte le daba lugar para recobrarse y le ponía más al abrigo de una
-acometida, por otra dejaba a la Mancha abierta y desamparada. Es cierto
-que sus vastas llanuras nunca hubieran sido bastantemente protegidas
-por las reliquias de un ejército a cuya caballería no le era dado hacer
-rostro a la formidable y robusta de las huestes enemigas. Así fue que
-el mariscal Victor, sentando ya en 11 de diciembre su cuartel general
-en Aranjuez y Ocaña, desparramó por la Mancha baja gruesas partidas
-que se proveían de vituallas en sus feraces campiñas, y pillaban y
-maltrataban pueblos abandonados a su rapacidad por los fugitivos
-habitantes.
-
-[Marginal: Toledo.]
-
-Habían contado algunos con que Toledo haría resistencia. Mas
-desapercibida la ciudad y cundiendo por sus hogares el terror que
-esparcían la rota y dispersión de los ejércitos, abrió el 19 de
-diciembre sus puertas al vencedor; habiendo antes salido de su recinto
-la junta provincial, muchos de los principales vecinos, y despachado a
-Sevilla 12.000 espadas de su antigua y celebrada fábrica.
-
-[Marginal: Muertes violentas.]
-
-Ciertos y contados pueblos ofrecieron la imagen de la más completa
-anarquía, atropellando o asesinando pasajeros. Doloroso sobre todo
-fue lo que aconteció en Malagón y Ciudad Real. Por el último pasaba
-preso a Andalucía Don Juan Duro, canónigo de Toledo y antiguo amigo
-del príncipe de la Paz: ni su estado, ni su dignidad, ni sus súplicas
-le guarecieron de ser bárbaramente asesinado. La misma suerte cupo en
-el primer pueblo a Don Miguel Cayetano Soler, ministro de hacienda de
-Carlos IV, que también llevaban arrestado: atrocidades que hubieran
-debido evitarse no exponiendo al riesgo de transitar por lugares
-agitados personajes tan aborrecidos.
-
-Templa por dicha la amargura de tales excesos la conducta de otras
-poblaciones, que empleando dignamente su energía y cediendo al noble
-impulso del patriotismo antes que a los consejos de la prudencia,
-detuvieron y escarmentaron a los invasores. [Marginal: Villacañas.]
-Señalose la villa de Villacañas una de las comprendidas en el gran
-priorato de San Juan. Varias partidas de caballería enemiga que
-quisieron penetrar por sus calles fueron constantemente rechazadas en
-diferentes embestidas que dieron en los días del 20 al 25 de diciembre.
-Alabó el gobierno y premió la conducta de Villacañas, cuya población
-quedó, durante algún tiempo, libre de enemigos, en medio de la Mancha
-inundada de sus tropas.
-
-[Marginal: Sierra Morena.]
-
-Estas antes de terminar diciembre se habían extendido hasta Manzanares
-y amagaban aproximarse a las gargantas de Sierra Morena. Muchos
-oficiales y soldados del ejército del centro se habían acogido a
-aquellas fraguras. Unos obligados de la necesidad; otros huyendo
-vergonzosamente del peligro. Sin embargo como estos eran los menos
-túvose a dicha su llegada, porque daba cimiento a formar y organizar
-centenares de alistados que acudían de las Andalucías y la Mancha.
-
-[Marginal: Juntas de los cuatro reinos de Andalucía.]
-
-Las juntas de aquellos cuatro reinos, vista la dispersión de los
-ejércitos y en dudas del paradero de la central, trataron de reunirse
-en la Carolina, enviando allí dos diputados de cada una que las
-representasen, invitando también a lo mismo a la de Extremadura y
-a otra que se había establecido en Ciudad Real. Pero la central,
-fuese previsión o temores de que se le segregasen estas provincias,
-[Marginal: Campo Sagrado.] había comisionado a Sierra Morena al
-marqués de Campo Sagrado, individuo suyo, con orden de promover los
-alistamientos y de poner en estado de defensa aquella cordillera.
-El 6 de diciembre ya se hallaba en Andújar, como asimismo [Marginal:
-Marqués del Palacio.] el marqués del Palacio encargado del mando en
-jefe del ejército que se reunía en Despeñaperros, habiendo sido antes
-llamado de Cataluña según en su lugar veremos. De Sevilla enviaron los
-útiles y cañones necesarios para fortificar la sierra, a donde también
-y con felicidad retrocedieron desde Manzanares 14 piezas que caminaban
-a Madrid. Por este término se consiguió al promediar diciembre, que
-en la Carolina y contornos se juntasen 6000 infantes y 300 caballos,
-cubriéndose y reforzándose sucesivamente los diversos pasos de la
-sierra.
-
-Cortos eran en verdad semejantes medios si el enemigo con sus poderosas
-fuerzas hubiera intentado penetrar en Andalucía. Pero distraída su
-atención a varios puntos, y fija principalmente en el modo de destruir
-al ejército inglés, único temible que quedaba, trató de seguir a este
-en Castilla y obrar además del lado de Extremadura, como movimiento que
-podría ayudar a las operaciones de Portugal en caso que los ingleses se
-retirasen hacia aquel reino.
-
-[Marginal: Marchan los franceses a Extremadura. Estado de la provincia.]
-
-Para lograr el último objeto marchó sobre Talavera el 4.º cuerpo del
-mando del mariscal Lefebvre, compuesto de 22.000 infantes y 3000
-caballos. La provincia de Extremadura, aunque hostigada y revuelta con
-exacciones y dispersos, se mantenía firme y muy entusiasmada. Mas el
-despecho que causaban las desgracias convirtió a veces la energía en
-ferocidad. [Marginal: Excesos.] Fueron en Badajoz el 16 de diciembre
-inmolados dos prisioneros franceses, el coronel de milicias Don
-Tiburcio Carcelén y el ex tesorero general Don Antonio Noriega, antiguo
-allegado del príncipe de la Paz. También pereció en la villa de Usagre
-su alcalde mayor. Los asesinos descubiertos en ambos pueblos fueron
-juzgados y pagaron su crimen con la vida. Estas muertes, con las que
-hemos contado, y alguna otra que relataremos después, que en todo
-no pasaron de doce, fueron las que desdoraron este segundo periodo
-de nuestra historia, en el cual, rompiéndose de nuevo en ciertas
-provincias los vínculos de la subordinación y el orden, quedó suelta la
-rienda a las pasiones y venganzas particulares.
-
-El general Galluzo, sucesor del desventurado San Juan, escogió la
-orilla izquierda del Tajo como punto propio para detener en su marcha
-a los franceses. Fue su primera idea guardar los vados y cortar los
-principales puentes. Cuéntanse de estos cuatro desde donde el Tiétar
-y Tajo se juntan en una madre hasta Talavera; y son el del Cardenal,
-el de Almaraz, el del Conde y el del Arzobispo. El 2.º por donde cruza
-el camino de Badajoz a Madrid mereció particular atención, colocándose
-allí en persona el mismo Galluzo. La trabazón de su fábrica era tan
-fuerte y compacta, que por entonces no se pudo destruir, y solo si
-resquebrajarle en parte: 5000 hombres le guarnecieron. Don Francisco
-Trías fue enviado el 15 de diciembre al del Arzobispo, del que ya
-enseñoreados los enemigos, tuvo que limitarse a quedar en observación
-suya. Los otros dos puentes fueron ocupados por nuestros soldados.
-
-[Marginal: Su retirada.]
-
-Los franceses se contentaron al principio con escaramuzar en toda
-la línea hasta el día 24, en que viniendo por el del Arzobispo,
-atacaron el frente y flanco derecho del general Trías, y le obligaron
-a recogerse a la sierra camino de Castañar de Ibor. También fue
-amagado en el propio día el del Conde, que sostuvo D. Pablo Morillo,
-subteniente entonces, general ahora.
-
-Noticioso Galluzo de lo ocurrido con Trías y también de que los
-enemigos habían avanzado a Valdelacasa, se replegó a Jaraicejo, tres
-leguas a retaguardia de Almaraz, dejando para guardar el puente los
-batallones de Irlanda y Mallorca y una compañía de zapadores. Así como
-los otros, fue luego atacado este punto, del que se apoderó al cabo
-de una hora de fuego la división del general Valence, cogiendo 300
-prisioneros.
-
-Pensó Galluzo detenerse en Jaraicejo, pero creyéndose poco seguro
-con la toma del puente de Almaraz, a las tres de la tarde del 25
-ordenadamente emprendió su retirada a Trujillo, cuatro leguas distante.
-Este movimiento y voces que esparcía el miedo o la traición, aumentaron
-el desorden del ejército, y temíase otra dispersión. Por ello, y
-la superioridad de fuerzas con que el enemigo se adelantaba, juntó
-Galluzo un consejo de guerra [menguado recurso a que nuestros generales
-continuamente acudían], y se decidió retirarse a Zalamea, 23 leguas de
-Trujillo y del lado de la sierra que parte términos con Andalucía. El
-28 llegó el ejército a su destino, si ejército merece llamarse lo que
-ya no era sino una sombra. De la artillería se salvaron 17 piezas, 11
-de ellas se enviaron de Miajadas a Badajoz, y 6 siguieron a Zalamea. A
-este punto llegaron después y en mejor orden 1200 hombres de los del
-puente del Conde y del Arzobispo.
-
-Los franceses penetraron el 26 hasta Trujillo, quedando a merced suya
-la Extremadura y muy expuesta y desapercibida la Andalucía. Otros
-acontecimientos los obligaron a hacer parada y retroceder prontamente,
-dando lugar a la junta central para reparar en parte tanto daño.
-
-[Marginal: Continúa la central su viaje.]
-
-El viaje de esta había continuado sin otra interrupción ni descanso que
-el preciso para el despacho de los negocios. En todos los pueblos por
-donde transitaba era atendida y acatada, contribuyendo mucho a ello los
-respetables nombres de Floridablanca y Jovellanos, y la esperanza de
-que la patria se salvaría salvándose la autoridad central. En Talavera,
-en cuya villa la dejamos, celebró dos sesiones. Detúvose en Trujillo
-cuatro días, y recibiendo en esta ciudad pliegos del general Escalante
-enviado al ejército inglés, en los que anunciaba la ineficacia de sus
-oficios con el general Sir Juan Moore para que obrase activamente en
-Castilla; puesta la junta de acuerdo con el ministro británico Mr.
-Frere, nombraron la primera a Don Francisco Javier Caro, individuo
-suyo, y el segundo a Sir Carlos Stuart, a fin de que encarecidamente
-y de palabra repitiesen las mismas instancias a dicho general; siendo
-esencial su movimiento y llamada para evitar la irrupción de las
-Andalucías.
-
-Se expidieron también en Trujillo premiosas órdenes para el armamento
-y defensa a los generales y juntas, y se resolvió no ir a Badajoz sino
-a Sevilla como ciudad más populosa y centro de mayores recursos.
-
-[Marginal: Sucede Cuesta a Galluzo.]
-
-Al pasar la junta por Mérida una diputación de la de aquella ciudad
-le pidió en nombre del pueblo que eligiese por capitán general de
-la provincia y jefe de sus tropas a Don Gregorio de la Cuesta, que
-en calidad de arrestado seguía a la junta. No convino esta en la
-petición dando por disculpa que se necesitaba _averiguar_ el dictamen
-de la suprema de la provincia congregada en Badajoz, la cual sostuvo
-a Galluzo, hasta que tan atropellada y desordenadamente se replegó
-a Zalamea. Entonces la voz pública pidiendo por general a Cuesta,
-bienquisto en la provincia en donde antes había mandado, uniose a su
-clamor la junta provincial, y la central aunque con repugnancia accedió
-al nombramiento. Cuesta llamó de Zalamea las tropas y estableció
-su cuartel general en Badajoz, en cuya plaza empezó a habilitar
-el ejército para resistir al enemigo, y emprender después nuevas
-operaciones.
-
-Mas en esta providencia, oportuna sin duda y militar, no faltó quien
-viese la enemistad del general Cuesta con la junta central, quedando
-abierta la Andalucía a las incursiones del enemigo, y por tanto Sevilla
-ciudad que había el gobierno escogido para su asiento. Temerosa debió
-de andar la misma junta ya de un ataque de los franceses, o ya de los
-manejos y siniestras miras de Cuesta; pues antes de acabar diciembre
-nombró al brigadier Don José Serrano Valdenebro para cubrir con
-cuantas fuerzas pudiese los puntos de Santa Olalla y el Ronquillo y las
-gargantas occidentales de Sierra Morena.
-
-[Marginal: Llega a Sevilla la central en 17 de diciembre.]
-
-La junta central entró en Sevilla el 17 de diciembre. Grande fue la
-alegría y júbilo con que fue recibida, y grandes las esperanzas que
-comenzaron a renacer. Abrió sus sesiones en el real alcázar el día
-siguiente 18, y notose luego que mudaba algún tanto y mejoraba de
-rumbo. Los contratiempos, la experiencia adquirida, [Marginal: Muerte
-de Floridablanca.] los clamores y la muerte del conde de Floridablanca,
-influyeron en ello extraordinariamente. Falleció dicho conde en el
-mismo Sevilla el 28 de diciembre, cargado de años y oprimido por
-padecimiento de espíritu y de cuerpo. Celebrose en su memoria magnífico
-funeral, y se le dispensaron honores de infante de Castilla. Fue
-nombrado en su lugar vicepresidente de la junta el marqués de Astorga,
-grande de España, y digno, por su conducta política, honrada índole y
-alta jerarquía, de recibir tan honorífica distinción.
-
-[Marginal: Situación penosa de la central.]
-
-El estado de las cosas era sin embargo crítico y penoso. De los
-ejércitos no quedaban sino tristes reliquias en Galicia, León y
-Asturias, en Cuenca, Badajoz y Sierra Morena. Algunas otras se habían
-acogido a Zaragoza ya sitiada; y Cataluña aunque presentase una
-diversión importante, no bastaba por sí sola a impedir la completa
-ruina y destrucción de las demás provincias y del gobierno. [Marginal:
-Sus esperanzas.] Dudábase de la activa cooperación del ejército inglés,
-arrimado sin menearse contra Portugal y Galicia, y solo se vivía con
-la esperanza de que el anhelo por repelerle del territorio peninsular
-empeñaría a Napoleón en su seguimiento, y dejaría en paz por algún
-tiempo el levante y mediodía de España, con cuyo respiro se podrían
-rehacer los ejércitos y levantar otros nuevos, no solamente por medio
-de los recursos que estos paises proporcionasen, sino también con los
-que arribaron a sus costas de las ricas provincias situadas allende el
-mar.
-
-
-
-
- RESUMEN
- DEL
- LIBRO SÉPTIMO.
-
-
-_Salida de Napoleón de Chamartín. — Situación del ejército inglés. —
-Dudas y vacilaciones del general Moore. — Consulta con Mr. Frere. —
-Pasos e instancias de la junta central y de Morla para que avance. —
-Resuélvese a ello. — Incidente que pudo estorbarlo. — Sale el 12 de
-Salamanca a Valladolid. — Varía de dirección y se mueve hacia Toro y
-Benavente. — Da de ello aviso a Romana. Mal estado del ejército de
-este. — Parcialidad de escritores extranjeros. — Unión en Mayorga
-de los generales Baird y Moore. — Situación del mariscal Soult. —
-Aviso de la venida de Napoleón. Retíranse los ingleses a Benavente
-y Astorga. — Marcha de Napoleón. Paso de Guadarrama. — Empieza a
-relajarse la disciplina del ejército inglés. — Choque de caballería
-en Benavente. — Sorprenden en Mansilla los franceses a los españoles.
-— Retírase Romana de León. — Júntase en Astorga con los ingleses. —
-Retírase Romana por Foncebadón. Moore por Manzanal. — Desgracias de
-Romana en su retirada. — Desórdenes de los ingleses en su retirada. —
-Llega Napoleón a Astorga. — Entrada del mariscal Soult en el Bierzo. —
-Reencuentro en Cacabelos. — Retírase el general Moore de Villafranca.
-— Van en aumento los desórdenes de los ingleses. — Llegan a Lugo. —
-Prepárase Moore a aventurar una batalla. — Retírase después. — Llega
-a la Coruña. — Batalla de la Coruña. — Embárcanse los ingleses. —
-Entrega de la Coruña. — Del Ferrol. — Estado de Galicia. — Paradero
-de Romana. — Sucede a Soult el mariscal Ney. — Vuelta de Napoleón a
-Valladolid. — Áspero recibimiento que hace Napoleón a las autoridades.
-— Angustias del ayuntamiento de Valladolid. — Suplicio de algunos
-españoles, y perdón de uno de ellos. — Temores de guerra con Austria.
-Prepárase Napoleón a volver a Francia. — Recibe en Valladolid a los
-diputados de Madrid. — Opinión e intentos de Napoleón sobre España. —
-Parte para Francia. — José en el Pardo. Pasa una revista en Aranjuez.
-— Movimiento del ejército español del centro. Planes de su jefe el
-duque del Infantado. — Ataque de Tarancón. — Avanza el mariscal Victor.
-— Retírase Venegas a Uclés. — Batalla de Uclés. — Excesos cometidos
-por los franceses en Uclés. — Retirada del duque del Infantado. —
-Sucédele en el mando el conde de Cartaojal. — Entrada de José en
-Madrid. — Sucesos de Cataluña. — La junta del principado se traslada
-a Villafranca. — Excursiones de Duhesme. — Vives sucesor del marqués
-del Palacio. — Ejército español de Cataluña. Su fuerza. — Situación
-de Barcelona. — Tentativas de Vives contra aquella plaza. — Entrada
-de Saint-Cyr en Cataluña. — Sitio de Rosas. — Honrosa resistencia de
-los españoles. — Capitulación de Rosas. — Avanza Saint-Cyr camino de
-Barcelona. — Vives y las divisiones de Reding y Lazán. — Orden singular
-dada por Lecchi en Barcelona. — Trata Vives de seducirle a él y a
-otros. — Ataques de Vives del 26 y 27 de noviembre en las cercanías
-de Barcelona. — Del 5 de diciembre. — Reding y Vives van al encuentro
-de Saint-Cyr. — Continúa Saint-Cyr su marcha. — Batalla de Llinas o
-Cardedeu. — Son derrotados los españoles. — Se retiran al Llobregat.
-— Llega Saint-Cyr a Barcelona. — Avanza al Llobregat. — Situación de
-los españoles. — Batalla de Molins de Rey. — Derrota de los españoles
-y tristes resultas. — Embarazosa también la situación de Saint-Cyr.
-— Acontecimientos de Tarragona. — Sucede Reding a Vives. — Segundo
-sitio de Zaragoza. — Preparativos de defensa. — Disposiciones de los
-franceses. — Preséntanse delante de Zaragoza. — El mariscal Moncey
-se apodera del monte Torrero. — Son rechazados los franceses en el
-Arrabal. — Intimación a la plaza. — Bloqueo y ataques que preparan los
-franceses. — Salida del general Butrón. — Reemplaza Junot a Moncey. —
-Sale Mortier para Calatayud. — Empieza el bombardeo. — Ataques contra
-San José y reducto del Pilar. — Manuela Sancho. — Resolución de los
-moradores. — Enfermedades y contagio. — Temores de los franceses. —
-Gente que perdieron en Alcañiz. — Llegada del mariscal Lannes. — Llama
-a Mortier. — Dispersa este a Perena. — Asalto de los franceses al
-recinto de la ciudad. — Muerte de Sangenís. — Estragos del bombardeo y
-epidemia. — Intimación de Lannes. — Dicho de Palafox. — Resistencia en
-casas y edificios. — Minas de los franceses. — Patriotismo y fervor de
-algunos eclesiásticos. — Muerte del general Lacoste. — Murmuraciones
-del ejército francés. — Embestida del Arrabal. — Los progresos del
-enemigo en la ciudad. — Nuevas murmuraciones del ejército francés.
-— Toma del Arrabal. — Furioso ataque que los franceses preparan. —
-Deplorable estado de la ciudad. — Enfermedad de Palafox. — Propone la
-junta capitular. — Conferencia con Lannes. — Capitulación. — Palabra
-que da Lannes. — Firma la junta la capitulación. — Quebrántase por
-los franceses horrorosamente. — Mal trato dado a Palafox. — Muerte de
-prisioneros. De Boggiero y Sas. — Entrada de Lannes en Zaragoza. — P.
-Santander. — Junot sucede otra vez a Lannes. — Pérdidas de unos y de
-otros. — Ruinas de edificios y bibliotecas. — Juicio sobre este sitio._
-
-
-
-
- HISTORIA
- DEL
- LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN
- de España.
-
- LIBRO SÉPTIMO.
-
-
-[Marginal: Salida de Napoleón de Chamartín.]
-
-Napoleón permanecía en Chamartín. Allí afanado y diligente, agitado
-su corazón como mar por vientos bravos, ocupábale España, Francia,
-Europa entera, y más que todo averiguar los movimientos y paradero del
-ejército inglés. Posponía a este los demás cuidados. Avisos inciertos
-o fingidos le impelían a tomar encontradas determinaciones. Unas veces
-resuelto a salir vía de Lisboa se aprestaba a ello: otras suspendiendo
-su marcha aguardaba de nuevo posteriores informes. Pareció al fin
-estar próximo el día de su partida, cuando el 19 de diciembre a las
-puertas de la capital pasó reseña a 70.000 hombres de escogidas tropas.
-Así fue: dos días después, el 21, habiendo recibido noticia cierta
-de que los ingleses se internaban en Castilla la Vieja, en la misma
-noche con la rapidez del rayo acordó oportunas providencias para que
-el 22, dejando en Madrid 10.000 hombres, partiesen 60.000 la vuelta de
-Guadarrama.
-
-[Marginal: Situación del ejército inglés.]
-
-Era en efecto tiempo de que atajase los intentos de contrarios tan
-temibles y que tanto aborrecía. Sir Juan Moore vacilante al principio
-había por último tomado la ofensiva con el ejército de su mando. Ya
-hablamos de su llegada a Salamanca el 23 de noviembre. Apenas había
-sentado allí sus reales, empezaron a esparcirse las nuevas de nuestras
-derrotas, funestos acontecimientos que sobresaltaron al general inglés
-con tanto mayor razón cuanto sus fuerzas se hallaban segregadas y entre
-sí distantes. Hasta el 23 del propio noviembre no acabaron de concurrir
-a Salamanca las que con el mismo general Moore habían avanzado por el
-centro: de las restantes las que mandaba Sir David Baird estaban el 26
-unas en Astorga, otras lejos a la retaguardia, no habiendo aún en aquel
-día las de Sir Juan Hope atravesado en su viaje desde Extremadura las
-sierras que dividen ambas Castillas.
-
-[Marginal: Dudas y vacilaciones del general Moore.]
-
-Como exigía tiempo la reconcentración de todas estas fuerzas, era de
-recelar que los franceses libres de ejércitos españoles, avanzando e
-interponiéndose con su acostumbrada celeridad, embarazasen al de los
-ingleses y le acometiesen separadamente y por trozos: en especial
-cuando este, si bien lucido en su apariencia, maravillosamente
-disciplinado, bizarrísimo en un día de batalla, flaqueaba del lado de
-la presteza.
-
-Motivos eran estos para contener el ánimo de cualquier general
-atrevido, mucho más el del general inglés, hombre prudente y a quien
-los riesgos se representaban abultados; porque aunque oficial consumado
-y dignísimo del buen concepto que entre sus compatriotas gozaba,
-adoleciendo por desgracia de aquel achaque entonces común a los
-militares de tener por invencibles a Napoleón y sus huestes, juzgaba la
-causa peninsular de éxito muy dudoso, y por decirlo así la miraba como
-perdida: lo cual no poco contribuyó a su irresolución e incertidumbre.
-Se acrecentaron sus temores al entrar en España, no columbrando en los
-pueblos señales extraordinarias de entusiasmo, como si la manifestación
-de un sentimiento tan vivo pudiera sin término prolongarse, y como si
-la disposición en que veía a todos los habitantes de no querer entrar
-en pacto ni convenio con el enemigo, no fuera bastante para hacerle
-fundadamente esperar que ella sola debía al cabo producir larga y
-porfiada resistencia.
-
-Desalentado por consiguiente el general Moore, y no contemplando ya
-en esta guerra sino una lucha meramente militar, empezó a contar
-bajo dicho respecto sus recursos y los de los españoles, y habiendo
-en gran parte desaparecido los de estos con las derrotas, y siendo
-los suyos muy inferiores a los de los franceses, pensó en retirarse
-a Portugal. Tal fue su primer impulso al saber las dispersiones de
-Espinosa y Burgos. Mas conservándose aún casi intacto el ejército
-español del centro, repugnábale volver atrás antes de haberse empeñado
-en la contienda y de ser estrechado a ello por el enemigo. [Marginal:
-Consulta con Mr. Frere.] En medio de sus dudas resolvió tomar consejo
-con Mr. Frere, ministro británico cerca de la junta central, quien no
-estaba tan desesperanzado de la causa peninsular como el general Moore,
-porque, ministro ya de su corte en Madrid en tiempo de Carlos IV,
-conocía a fondo a los españoles, tenía fe en sus promesas, y antes bien
-pecaba de sobrada afición a ellos que de tibieza o desvío. Su opinión
-por tanto les era favorable.
-
-Pero Sir Juan Moore noticioso el 28 de noviembre de la rota de Tudela,
-sin aguardar la contestación de Mr. Frere, determinó retirarse. En
-consecuencia encargó al general Baird que se encaminase a la Coruña
-o a Vigo, previniéndole solamente que se detuviera algunos días para
-imponer respeto a las tropas del mariscal Soult que estaban del lado
-de Sahagún, y dar lugar a que llegase Sir Juan Hope. Se unió este con
-el cuerpo principal del ejército en los primeros días de diciembre, no
-habiendo condescendido, al pasar su división por cerca de Madrid, con
-los ruegos de Don Tomás de Morla, dirigidos a que entrase con aquella
-en la capital y cooperase a su defensa.
-
-[Marginal: Pasos e instancias de la junta central y de Morla para que
-avance.]
-
-La junta central recelosa por su parte de que los ingleses abandonasen
-el suelo español, y con objeto también de cumplimentar a sus jefes,
-había enviado al cuartel general de Salamanca a Don Ventura Escalante
-y a Don Agustín Bueno que llegaron a la sazón de estar resuelta
-la retirada. Inútilmente se esforzaron por impedirla, bien es que,
-fundando muchas de sus razones en los falsos rumores que circulaban por
-España, en vez de conmover con ellas el ánimo desapasionado y cauto del
-general inglés, no hacían sino afirmarle en su propósito.
-
-También por entonces Don Tomás de Morla no habiendo alcanzado lo que
-deseaba de Sir Juan Hope, despachó un correo a Salamanca pidiendo al
-general en jefe inglés que fuese al socorro de Madrid, o que por lo
-menos distrajese al enemigo cayendo sobre su retaguardia. Tampoco
-hubiera suspendido este paso la resolución de Moore, si al mismo tiempo
-Sir Carlos Stuart, habitualmente de esperanzas menos halagüeñas y a
-los ojos de aquel general testigo imparcial, no le hubiese escrito
-manifestándole que creía al pueblo de Madrid dispuesto a recia y
-vigorosa resistencia.
-
-[Marginal: Resuélvese a ello.]
-
-Empezó con esto a titubear el ánimo de Moore, y cedió al fin en vista
-de los pliegos que en respuesta a los suyos recibió el propio día de
-Mr. Frere: quien expresando en su contenido ardiente anhelo por asistir
-a los españoles, añadía ser político y conveniente que sin tardanza se
-adelantase el ejército británico a sostener el noble arrojo del pueblo
-de Madrid. Lenguaje digno y generoso de parte de Mr. Frere, propio para
-estimular al general de su nación, pero cuyos buenos efectos hubiera
-podido destruir un desgraciado incidente.
-
-[Marginal: Incidente que pudo estorbarlo.]
-
-Había sido portador de los pliegos el coronel Charmilly, emigrado
-francés, y que por haber presenciado en 1.º de diciembre el entusiasmo
-de los madrileños, pareció sujeto al caso para dar de palabra puntuales
-y cumplidos informes. Pero la circunstancia de ser francés dicho
-portador, y quizá también otros siniestros y anteriores informes,
-lejos de inspirar confianza al general Moore, fueron causa de que le
-tratase con frialdad y reserva. Achacó el Charmilly recibimiento tan
-tibio a la invariable resolución que había formado aquel de retirarse,
-y pensó oportuno hacer uso de una segunda carta que Mr. Frere le
-había encomendado. La escribió este ministro ansioso de que a todo
-trance socorriese su ejército a los españoles, y sin reparar en la
-circunspección que su elevado puesto exigía, encargó al Charmilly la
-entregase a Moore caso que dicho general insistiese en volver atrás
-sus pasos. Así lo hizo el francés, y fácil es conjeturar cuál sería
-la indignación del jefe británico al leer en su contexto que antes
-de emprender la retirada «se examinase por un consejo de guerra al
-portador de los pliegos.» Apenas pudo Sir Juan reprimir los ímpetus
-de su ira; y forzoso es decir que si bien había animado a Mr. Frere
-intención muy pura y loable, el modo de ponerla en ejecución era
-desusado y ofensivo para un hombre del carácter y respetos del general
-Moore. Este sin embargo sobreponiéndose a su justo resentimiento,
-contentose con mandar salir de los reales ingleses al coronel
-Charmilly, y determinó moverse por el frente con todo su ejército,
-cuyas divisiones estaban ya unidas o por lo menos en disposición de
-darse fácilmente la mano.
-
-Próximo a abrir la marcha, fue también gran ventura que otros avisos
-llegados al propio tiempo no la retardasen o la impidiesen. Había antes
-el general inglés enviado hacia Madrid al coronel Graham a fin de que
-se cerciorase del verdadero estado de la capital. Mas dicho coronel
-sin haber pasado de Talavera, cuyo rodeo había tomado a causa de las
-circunstancias, se halló de vuelta en Salamanca el 9 de diciembre, y
-trajo tristes y desconsoladas nuevas. Los franceses según su relato,
-eran ya dueños del Retiro y habían intimado la rendición a Madrid.
-
-[Marginal: Sale el 12 de Salamanca a Valladolid.]
-
-Por grave que fuese semejante acontecimiento no por eso influyó en
-la resolución de Sir Juan Moore, y el 12 levantó el campo marchando
-con sus tropas y las del general Hope camino de Valladolid, y con la
-buena fortuna de que ya en la noche del mismo día un escuadrón inglés
-al mando del brigadier general Carlos Stewart, hoy Lord Londonderry,
-sorprendió y acuchilló en Rueda un puesto de dragones franceses.
-
-El 14 se entregaron en Alaejos al general Moore pliegos cogidos en
-Valdestillas a un oficial enemigo, muerto por haber maltratado al
-maestro de postas de aquella villa. Iban dirigidos al mariscal Soult,
-a quien después de informarle de hallarse el emperador tranquilo
-poseedor de Madrid, se le mandaba que arrinconase en Galicia a los
-españoles y que ocupase a León, Zamora y tierra llana de Castilla. Del
-contenido de tales pliegos si bien se infería la falta de noticias en
-que estaba Napoleón acerca de los movimientos de los ingleses, también
-con su lectura pudieron estos cerciorarse de cuál fuese en realidad la
-situación de sus contrarios, y cuáles los triunfos que habían obtenido.
-
-[Marginal: Varía de dirección y se mueve hacia Toro y Benavente.]
-
-Con este conocimiento alteró su primer plan Sir Juan Moore, y en vez de
-avanzar a Valladolid tomó por su izquierda del lado de Toro y Benavente
-para unirse con los generales Baird y Romana, y juntos deshacer el
-cuerpo mandado por el mariscal Soult antes que Napoleón penetrase en
-Castilla la Vieja. Estaba el general inglés ejecutando su movimiento
-a la sazón que el 16 de diciembre se avistaron con él en Toro Don
-Francisco Javier Caro y Sir Carlos Stuart, enviados desde Trujillo, uno
-por la junta central de que era individuo, y otro por Mr. Frere con
-el objeto de hacer un nuevo esfuerzo y evitar la tan temida retirada.
-Afortunadamente ya esta se había suspendido, y si las operaciones del
-ejército inglés no fueron del todo conformes a los deseos del gobierno
-español, no dejaron por lo menos de ser oportunas y de causar diversión
-ventajosa.
-
-[Marginal: Da de ello aviso a Romana. Mal estado del ejército de este.]
-
-Luego que el general Moore se resolvió a llevar a cabo el plan indicado
-se lo comunicó al marqués de la Romana. Hallábase este caudillo en
-León a la cabeza del ejército de la izquierda, cuyas reliquias,
-viniendo unas por la Liébana, según dijimos, y cruzando otras el
-principado de Asturias, se habían ido sucesivamente reuniendo en la
-mencionada ciudad. En ella, en Oviedo y en varios pueblos de las dos
-líneas que atravesaron los dispersos, cundieron y causaron grande
-estrago unas fiebres malignas contagiosas. Las llevaban consigo
-aquellos desgraciados soldados, como triste fruto de la hambre, del
-desabrigo, de los rigurosos tiempos que habían padecido: cúmulo de
-males que requería prontos y vigorosos remedios. Mas los recursos eran
-contados, y débil y poco diestra la mano que había de aplicarlos.
-Hablamos ya de las prendas y de los defectos del marqués de la Romana.
-Por desgracia solo los últimos aparecieron en circunstancias tan
-escabrosas. Distraído y olvidadizo dejaba correr los días sin tomar
-notables providencias, y sin buscar medios de que aún podía disponer.
-¿Quién en efecto pensara que teniendo a su espalda y libre de enemigos
-la provincia de Asturias no hubiese acudido a buscar en ella apoyo
-y auxilios? Pues fue tan al contrario que, pésanos decirlo, en el
-espacio de más de un mes que residió en León, solo una vez y tarde
-escribió a la junta de aquel principado para darle gracias por su celo
-y patriótica conducta.
-
-A pesar de tan reprensible abandono, no perseguido el ejército de
-la izquierda, más tranquilo y mejor alimentado, íbase poco a poco
-reparando de sus fatigas, y no menos de 16.000 hombres se contaban ya
-alojados en León y riberas del Esla; pero de este número escasamente la
-mitad merecía el nombre de soldados.
-
-Atento a su deplorable estado y en el intermedio que corrió entre la
-primera resolución del general Moore de retirarse, y la posterior de
-avanzar, sabedor Romana de que Sir David Baird se disponía a replegarse
-a Galicia, no queriendo quedar expuesto, solo y sin ayuda a los ataques
-de un enemigo superior, había también determinado abandonar a León.
-Súpolo Moore en el momento en que se movía hacia adelante, y con
-diligencia escribió a Romana sentido de su determinación, y de que
-pensase tomar el camino de Galicia por el que debían venir socorros al
-ejército de su mando, y marchar este en caso de necesidad. Replicole
-y con razón el general español que nunca hubiera imaginado retirarse,
-si no hubiese visto que Sir David Baird se disponía a ello y le dejaba
-desamparado; pero ahora que, según los avisos, había otros proyectos,
-no solo se mantendría en donde estaba, sino que también y de buen grado
-cooperaría a cualquier plan que se le propusiese.
-
-[Marginal: Parcialidad de escritores extranjeros.]
-
-En toda su correspondencia había el de la Romana animado a los
-ingleses a obrar e impedir la toma de Madrid. Algunos historiadores de
-aquella nación le han motejado, así como a otros generales nuestros
-y autoridades, de haber insistido en pedir una cooperación activa,
-y de desfigurar los hechos con exageraciones y falsas noticias.
-En cuanto a lo primero, natural era que oprimidos por continuadas
-desgracias, deseasen todos ofrecer al enemigo un obstáculo que dando
-respiro permitiese a la nación volver en sí, y recobrar parte de las
-perdidas fuerzas: y respecto de lo segundo, las mismas autoridades
-españolas y los generales eran engañados con los avisos que recibían.
-Hubo provincias en que más de un mes iba corrido antes que se hubiese
-averiguado con certeza la rendición de Madrid. Los pueblos oían con
-tal sospecha a los que daban tristes nuevas, que los pocos trajineros
-y viajantes que circulaban en tan aciagos días, en vez de descubrir
-la verdad, la ocultaban, estando así seguros de ser bien tratados y
-recibidos. Si además los generales españoles y su gobierno ponderaban
-a veces los medios y fuerza que les quedaban, no poco contribuía a
-ello el desaliento que advertían en el general Moore, el cual era tan
-grande, que causaba según los mismos ingleses disgusto y murmuraciones
-en su ejército. Por lo que sin intentar disculpar los errores y
-faltas que se cometieron por nuestra parte, y que somos los primeros
-a publicar, justo es que tampoco se achaquen a nuestros militares y
-gobernantes los que eran hijos de tiempos tan revueltos, ni se olviden
-las flaquezas de que otros adolecieron, igualmente reprensibles aunque
-por otro extremo.
-
-[Marginal: Unión en Mayorga de los generales Baird y Moore.]
-
-Volvamos ahora al general Moore. Continuando este su marcha se le unió
-el 20 en Mayorga el general Baird. Juntas así las fuerzas inglesas
-formaban un total de 23.000 infantes y 2300 caballos: algunos otros
-cuerpos estaban todavía en Portugal, Astorga y Lugo. Por su izquierda
-y hacia Cea también empezó a moverse Romana con unos 8000 hombres
-escogidos entre lo mejor de su gente. Sentaron los ingleses el 21 en
-Sahagún su cuartel general, habiendo antes su caballería en el mismo
-punto deshecho 600 jinetes enemigos.
-
-[Marginal: Situación del mariscal Soult.]
-
-El mariscal Soult se extendía con las tropas de su mando entre Saldaña
-y Carrión de los Condes, teniendo consigo unos 18.000 hombres. Después
-de haber salido a Castilla viniendo de Santander, se había mantenido
-sobre la defensiva aguardando nuevas órdenes. De estas, las que le
-mandaban atacar a los españoles fueron interceptadas en Valdestillas:
-además de que noticioso Soult del paraje en donde estaban situados los
-ingleses [cosa que al dar aquellas ignoraba Napoleón] no se hubiera con
-solo su fuerza arriesgado a pasar adelante.
-
-[Marginal: Aviso de la venida de Napoleón. Retíranse los ingleses a
-Benavente y Astorga.]
-
-Sabedor el mariscal francés de que los ingleses movían contra él su
-ejército, se reconcentró en Carrión. Disponíanse aquellos a avanzar,
-cuando en la noche del 23 recibieron aviso de Romana [que también por
-su parte ejecutaba el movimiento concertado] de que Napoleón venía
-sobre ellos con fuerzas numerosas. Confirmado este aviso con otros
-posteriores no prosiguió su marcha el general Moore, y el 24 comenzó
-a retirarse en dos columnas, una, a cuyo frente él iba, tomó por el
-puente de Castro Gonzalo a Benavente, y otra se dirigió a Valencia de
-Don Juan, cubriendo y amparando sus movimientos la caballería.
-
-[Marginal: Marcha de Napoleón. Paso de Guadarrama.]
-
-Era ya tiempo de adoptar esta resolución. Napoleón avanzaba con su
-acostumbrada diligencia. Al principio la marcha de su ejército había
-sido penosa, y tan intenso el frío para aquel clima, que al pie de las
-montañas de Guadarrama señaló el termómetro de Réaumur nueve grados
-debajo de cero. Cruzaron los franceses el puerto en los días 23 y 24 de
-diciembre, perdiendo hombres y caballos con el mucho frío, la nieve y
-ventisca. Detúvose la artillería volante y parte de la caballería a la
-mitad de la subida, teniendo que esperar algunas horas a que suavizase
-el tiempo. Napoleón siéndole dificultoso continuar a caballo, y deseoso
-también de animar con el ejemplo, se puso a pie y estimuló a redoblar
-el paso, llegando él a Villacastín el 24. Al bajar a Castilla la Vieja
-sobrevino blandura acompañada de lluvia, y se formaron tales lodazales
-que hubo sitios en que se atascaron la artillería y equipajes,
-aumentándose el desconsuelo de los franceses a la vista de pueblos por
-la mayor parte solitarios y desprovistos.
-
-Tamaños obstáculos, aunque al fin vencidos, retardaron la marcha
-de Napoleón e impidieron la puntual ejecución del plan que había
-combinado. Era este envolver a los ingleses si continuaban en ir tras
-del mariscal Soult, a quien el mismo emperador escribía el 26 desde
-Tordesillas: «si todavía conservan los ingleses el día de hoy su
-posición, están perdidos: si al contrario os atacan, retiraos a una
-jornada de marcha, pues cuanto más se empeñen en avanzar, tanto mejor
-será para nosotros.»
-
-[Marginal: Empieza a relajarse la disciplina del ejército inglés.]
-
-Pero Sir Juan Moore, previniendo con oportunidad los intentos de
-sus contrarios, prosiguió a Benavente y aseguró su comunicación con
-Astorga. La disciplina sin embargo empezaba a relajarse notablemente
-en su ejército, disgustado con volver atrás. Así fue que la columna
-que cruzó por Valderas cometió lamentables excesos, y con ellos y
-otros que hubo en varios pueblos aterrado el paisanaje, huía y a su
-vez se vengaba en los soldados y partidas sueltas. Censuró agriamente
-el general inglés la conducta de sus soldados; mas de poco sirvió.
-Prosiguieron en sus desmanes, y en Benavente devastaron el palacio
-de los condes-duques del mismo nombre, notable por su antigüedad y
-extensión; mas no fue entonces cuando se quemó, según algunos han
-afirmado. Nos consta por información judicial que de ello se hizo, que
-solo el 7 de enero apareció incendiado, durando el fuego muchos días
-sin que se pudiese cortar.
-
-[Marginal: Choque de caballería en Benavente.]
-
-Esta columna, que era la que mandaba Moore, después de haber arruinado
-el puente de Castro Gonzalo se juntó el 29 en Astorga con la de Baird,
-que había caminado por Valencia de Don Juan. La caballería permaneció
-aún en Benavente, enviando destacamentos a observar los vados del
-Esla. Engañado a su vista el general francés Lefebvre-Desnouettes, y
-creyendo que ya no quedaba al otro lado ninguna fuerza inglesa sino
-aquella, vadeó el río con 600 hombres de la guardia imperial y acometió
-impetuosamente a sus contrarios. Cejaron estos al principio, excitando
-gran clamoreo las mujeres, rezagados y bagajeros derramados por el
-llano que yace entre el Esla y Benavente. El general Stewart tomó
-luego el mando de los destacamentos ingleses, se le agregaron algunos
-caballos más y empezó a disputar el terreno a los franceses, que
-continuaron, sin embargo, en adelantar hasta que Lord Paget, acudiendo
-con un regimiento de húsares, los obligó a repasar el río. Quedaron
-en su poder 70 prisioneros, en cuyo número se contó al mismo general
-Lefebvre, de quien hicimos tanta memoria en el primer sitio de Zaragoza.
-
-Era precursor este reencuentro de los muchos que unos en pos de otros
-en breve se sucedieron. Frustrada la primera combinación del emperador
-francés a causa de la retirada de Moore, determinó aquel perseguir a
-los ingleses por el camino de Benavente con el grueso de sus fuerzas,
-mandando al mismo tiempo al mariscal Soult que arrojase de León a
-los españoles. La destrucción del puente de Castro Gonzalo retardó
-del lado de Benavente el movimiento de los franceses; pero del otro
-se adelantaron sin dificultad, no habiendo los españoles opuesto
-resistencia.
-
-[Marginal: Sorprenden en Mansilla los franceses a los españoles.]
-
-Ocupaba a Mansilla de las Mulas la 2.ª división del marqués de la
-Romana, de la cual un trozo se había quedado a retaguardia en el
-convento de Sandoval para conservar el paso del Esla en el puente de
-Villarente. Enfermos en León muchos de los principales jefes, no se
-habían tomado en Mansilla las precauciones oportunas, y el 29 fue
-sorprendido y entrado el pueblo por el general Franceschi, rindiéndose
-casi toda la tropa que tan mal custodiaba aquel punto.
-
-[Marginal: Retírase Romana de León.]
-
-Desapercibido el marqués de la Romana, apresuradamente abandonó a León
-en la misma noche del 29, y los vecinos más principales, temerosos de
-la llegada del enemigo, tuvieron también que salvarse y esconderse
-en las montañas inmediatas, dejando con el azoramiento hasta las
-alhajas y prendas de mayor valor. [Marginal: Júntase en Astorga con
-los ingleses.] Romana se unió el 30 en Astorga con el general Moore,
-lo cual desagradó en gran manera a este que le conceptuaba en las
-fronteras de Asturias. Con la llegada a aquella ciudad de las tropas
-españolas, desnudas, de todo escasas y en sumo grado desarregladas,
-acreció el desorden y la confusión, yendo por instantes en aumento la
-indisciplina de los ingleses.
-
-Hasta aquí se habían imaginado muchos oficiales de este ejército que
-en Astorga o entradas del Bierzo haría alto su general en jefe, y que
-aprovechándose de los favorables sitios de aquella escabrosa tierra,
-procuraría en ellos contener al enemigo y aun darle batalla, mayormente
-cuando la insubordinación y el desconcierto no habían todavía llegado
-al extremo. Pero Sir Juan Moore no veía ya seguridad ni salvación sino
-a bordo de sus buques; por lo cual dio órdenes para proseguir su camino
-hacia Galicia y destruir todo género de provisiones de boca y guerra
-que no pudiesen sus tropas llevar consigo. Desde entonces soltose
-la rienda a las pasiones, y el ejército británico acabó del todo de
-desorganizarse. [Marginal: Retírase Romana por Foncebadón. Moore, por
-Manzanal.] El marqués de la Romana insistía por conservar la cordillera
-que divide el Bierzo del territorio de Astorga; mas fueron vanos sus
-ruegos y ociosas sus razones: y a la verdad por poderosas que estas
-fuesen, debilitábanse saliendo de la boca de un general cuyos soldados
-se mostraban en estado tan deplorable. Forzado pues el general español
-a someterse a la inmutable resolución del británico, tuvo asimismo
-que consentir en dejarle libre el nuevo y hermoso camino de Manzanal,
-reservando para sí el antiguo y agrio de Foncebadón.
-
-A las doce del día del 31 de diciembre empezó el ejército inglés su
-retirada, y el español la suya en la misma noche. La artillería del
-último, que hasta entonces había casi toda podido librarse del continuo
-perseguimiento de los franceses, tomó, según convenio con el general
-Moore, la vía de Manzanal para evitar las asperezas de la otra. Mas no
-teniendo cuenta los soldados británicos con las órdenes de sus jefes,
-arrancando a viva fuerza los tiros de mulas de nuestra artillería,
-hubo que abandonar algunas piezas y precipitar otras en los abismos de
-las montañas, perdiéndose así por la violencia de manos aliadas unos
-cañones que a tan duras penas y desde Reinosa se habían conservado
-libres de las enemigas.
-
-[Marginal: Desgracias de Romana en su retirada.]
-
-Ni fue Romana más dichoso del lado de Foncebadón. Creía, y
-fundadamente, que ya que le hubiese cabido la peor ruta, por lo menos
-se le dejaría en su retirada solo y desembarazado; mas engañose en su
-juicio. Una división inglesa de 3000 hombres mandada por el general
-Crawford, separándose en Bonillos, a una legua de Astorga, del grueso
-de su ejército, tomó el mismo rumbo que Romana con intento de ir a
-embarcarse en Vigo. Turbó este incidente la marcha de los españoles,
-incomodando a todos el hallar casi cerrado con la nieve el paso de
-Foncebadón.
-
-Uníase a tal conjunto de desgracias estar capitaneadas las divisiones
-españolas por nuevos jefes sucesores de los que habían muerto de
-enfermedad o en los combates. A tres se había reducido el número de
-aquellas fuera de la llamada del norte; y mal aventuradas refriegas
-mostraron en breve su triste estado. De ellas la 1.ª mandada por el
-coronel Rengel, fue al amanecer del 1.º de enero cortada y en gran
-parte cogida por jinetes franceses en Turienzo de los Caballeros. Las
-otras, aunque a costa de trabajos, siempre acosadas y desbandándose
-muchos de sus soldados, se enmarañaron en la sierra. Romana no había
-tratado de prevenir o disminuir el mal con acertadas disposiciones.
-Dejó a cada división andar y moverse a su arbitrio: y cruzando con
-su estado mayor y algunos caballos por los barrios de Ponferrada, se
-metió en el valle de Valdeorras. Allí reunió las pocas reliquias de su
-ejército que le habían seguido, y situó su cuartel general en la Puebla
-de Tribes, dejando en el Puente de Domingo Flores una corta vanguardia
-que pasó después al de Bibey.
-
-[Marginal: Desórdenes de los ingleses en su retirada.]
-
-Los ingleses en tanto por el puerto de Manzanal continuaron
-precipitadamente su retirada. Repartidos en tres divisiones y una
-reserva, iban delante las de los generales Fraser y Hope, seguía la de
-Sir David Baird, y cerraba la marcha con la última el mismo Sir Juan
-Moore. Llegaron el 2 de enero a Villafranca, habiendo andado en tan
-corto tiempo 14 leguas de las largas de nuestros caminos reales, de
-las que solo entran diez y siete y media en el grado. Los males y el
-desconcierto rápidamente se aumentaban ofreciendo lastimoso cuadro:
-el tiempo crudo, los bagajes abandonados, las municiones rezagadas,
-los fuertes y lucidos caballos ingleses desherrados y muertos por sus
-propios jinetes, los infantes descalzos y despeados, los soldados
-todos abatidos e insubordinados, y metiéndose muchos en los sótanos
-de las casas y las tabernas, se perdían de intento y se entregaban a
-la embriaguez y disolución: fue Bembibre principal y horroroso teatro
-de sus excesos. Cruel castigo recibieron los que así se olvidaban de
-la disciplina y buen orden. Los franceses corriendo en pos de ellos,
-duramente y cual merecían los trataban, matando a unos, hiriendo a
-otros y atropellando a casi todos. Los que de su poder se escapaban,
-llenos de tajos y cuchilladas poníalos el general inglés como a la
-vergüenza delante de su ejército, a fin de que sirviesen de escarmiento
-a sus compañeros.
-
-[Marginal: Llega Napoleón a Astorga.]
-
-Notábase en el perseguir de los franceses suma diligencia, mas no
-extraña. Aguijábalos poderosa espuela. Napoleón había llegado a Astorga
-el 1.º de enero. Le acompañaban 70.000 infantes y 10.000 caballos, que
-este número componían los cuerpos de los mariscales Soult y Ney, una
-parte de la guardia imperial y dos divisiones del ejército de Junot,
-las cuales, ya de regreso, iban a pelear contra los mismos con quienes
-pocos meses antes habían capitulado. Napoleón no pasó de Astorga;
-pero envió en seguimiento de las tropas británicas al mariscal Soult
-con 25.000 hombres, de los cuales 4200 de caballería. Tras de estos
-caminaban las divisiones de los generales Loison y Heudelet, debiendo
-todos ser sostenidos por 16.000 hombres del cuerpo del mariscal Ney.
-Aceleradamente fueron los primeros en busca de Sir Juan Moore, que no
-conservaba sino unos 19.000 combatientes, menguadas sus filas con los
-3000 que fueron la vuelta de Vigo y con los perdidos en los diversos
-choques y retirada.
-
-[Marginal: Entrada del mariscal Soult en el Bierzo.]
-
-Entró el mariscal Soult en el Bierzo dividida su gente en dos columnas,
-que tomaron una por Foncebadón, otra por Manzanal, avanzando el 3
-su vanguardia hasta las cercanías de Cacabelos. Habían los ingleses
-ocupado con 2500 hombres y una batería la ceja del ribazo de viñedos
-que se divisa no lejos de aquel pueblo y del lado de Villafranca. Más
-adelante y camino de Bembibre habían también apostado 400 tiradores y
-otros tantos caballos, a los cuales hacía espalda el puente del Cúa,
-río escaso de aguas, pero crecido ahora por las muchas nieves, y cuya
-corriente baña las calles de Cacabelos.
-
-[Marginal: Reencuentro en Cacabelos.]
-
-Venían al frente de la vanguardia francesa unos cuantos escuadrones
-mandados por el general Colbert, quien pensando ser de importancia el
-número de ingleses que le aguardaba en puesto ventajoso, pidió refuerzo
-al mariscal Soult; mas respondiéndole secamente este que sin dilación
-atacase, sentido Colbert de la imperiosa orden, acometió con temerario
-arrojo y arrolló a los caballos y tiradores ingleses que estaban
-avanzados. De estos los hubo que fueron cogidos al pasar el puente del
-Cúa; otros metiéndose en los viñedos de la margen del camino, de cerca
-y a quema ropa dispararon y mataron a muchos jinetes franceses, entre
-ellos a su general Colbert, distinguido por su belleza y denuedo. Llegó
-a poco la división de infantería del general Merle, y aunque quiso
-pasar adelante, detúvose al ver la batería que estaba en lo alto del
-ribazo y también impedido de la noche que sobrevino.
-
-[Marginal: Retírase el general Moore de Villafranca.]
-
-Aquí hubiera podido empeñarse una acción general. Sir Juan Moore
-la evitó retirándose después de oscurecido. En Villafranca
-escandalosamente se renovaron los excesos y demasías de otras partes:
-fueron robados los almacenes, entradas a viva fuerza muchas casas y
-oprimidos e inhumanamente tratados los vecinos. El general inglés
-reprimió algún tanto los desmanes con severas providencias, mandando
-también arcabucear a un soldado cogido infraganti. Aceleró después su
-partida, y como la tierra es por allí cada vez más quebrada, y está
-cubierta de bosques u otros plantíos, no pudiendo la caballería ser
-de gran provecho, enviola delante con dirección a Lugo. En todo este
-tránsito hay parajes en que pocas fuerzas pudieran detener mucho tiempo
-a un ejército muy superior, pues si bien la calzada es magnífica, corre
-ceñida por largo espacio entre opuestas montañas de dificultoso y agrio
-acceso.
-
-[Marginal: Van en aumento los desórdenes de los ingleses.]
-
-Ningún fruto se sacó de tamañas ventajas: y encontrándose los
-soldados británicos con un convoy, no solo inutilizaron vestuario y
-armamento que de Inglaterra iba para Romana, sino que también cerca
-de Nogales y por orden del general Moore arrojaron a un despeñadero
-en vez de repartírselos 120.000 pesos fuertes. Llegó el desorden
-a su colmo: abandonábanse hasta los cañones y los enfermos y los
-heridos, acrecentando la confusión el gran séquito y embarazos que
-solían entonces acompañar a los ejércitos ingleses. En fin fue esta
-retirada hecha con tal apresuramiento y mala ventura, que uno de los
-generales británicos, testigo de vista, nos afirma en su narración [*]
-[Marginal: (* Ap. n. 7-1.)] «que por sombrías y horrorosas que fueran
-las relaciones que de ella se hubiesen hecho, aun no se asemejaban a la
-realidad.»
-
-Dos días y una noche tardaron los ingleses en llegar a Lugo, 16 leguas
-de Villafranca: acosados en continuas escaramuzas hubieran padecido
-cerca de Constantín recio choque si el general Moore no le hubiese
-evitado haciendo bajar con rapidez la cuesta del río Neira y engañando
-a sus contrarios con un diestro y oportuno amago.
-
-[Marginal: Llegan a Lugo.]
-
-Hasta poco antes había permanecido dudoso el general Moore de si iría
-para embarcarse a Vigo o a la Coruña. Informado de las dificultades
-que ofrecía la primera ruta, decidiose a continuar por la segunda,
-avisando en consecuencia al almirante de su escuadra, a fin de que los
-transportes que estaban en Vigo pasasen al otro puerto. Y para dar
-tiempo a que se ejecutase dicha travesía, y también para rehacer algo
-su ejército cansado y desfallecido, determinó el mismo general pararse
-en Lugo y aun arriesgar una batalla si fuese necesario. Al intento
-reunió allí todas sus tropas, excepto los 3000 hombres del general
-Crawford que se embarcaron en Vigo sin ser molestados.
-
-[Marginal: Prepárase Moore a aventurar una batalla.]
-
-A legua y media y antes de llegar a Lugo escogió Sir Juan Moore un
-sitio elevado y ventajoso para pelear contra los franceses, los cuales
-asomaron el 6 por las alturas opuestas. Pasose aquel día y el siguiente
-sin otras refriegas que las de algunos reconocimientos. El mariscal
-Soult hallándose inferior en número, no quería empeñarse en acción
-formal antes de que se le uniesen más tropas. [Marginal: Retírase
-después.] Los ingleses por su parte se mantuvieron hasta el 8 sin
-moverse de su posición; mas al anochecer de aquel día, pareciéndole
-peligroso al general Moore aguardar a que los franceses se reforzasen,
-resolvió partir a las calladas con la esperanza de que ganando sobre
-ellos algunas horas, podría así embarcarse sosegadamente. A las diez de
-la noche y encendidas hogueras en las líneas para cubrir su intento,
-emprendió la continuación de la marcha, que un temporal deshecho de
-lluvia y viento vino a interrumpir y desordenar. Después de padecer
-muchos trabajos y de cometer nuevas demasías, empezaron los ingleses
-a llegar a Betanzos en la tarde del 9 en un estado lamentable de
-confusión y abatimiento. Era tanta la fatiga y tan grande el número
-de rezagados, que tuvieron el 10 que detenerse en aquella ciudad.
-[Marginal: Llega a la Coruña.] Prosiguieron su marcha el 11 y dieron
-vista a la Coruña, sin que en su rada se divisasen los apetecidos
-transportes: vientos contrarios habían impedido al almirante inglés
-doblar el cabo de Finisterre. Por este atraso veíase expuesto el
-general Moore a probar la suerte de una batalla, causando pesadumbre
-a muchos de sus oficiales el que se hubiesen para ello desperdiciado
-ocasiones más favorables y en tiempo en que su ejército se conservaba
-más entero y menos indisciplinado.
-
-Cerca de la Coruña no dejaba en verdad de haber sitios ventajosos, pero
-en algunos requeríanse numerosas tropas. Tal era el de Peñasquedo, por
-lo que los ingleses prefirieron a sus alturas las del monte Mero, que
-si bien dominadas por aquellas hallábanse próximas a la Coruña, y su
-posición como más recogida podía guarnecerse con menos gente.
-
-El 12 empezaron los franceses a presentarse del otro lado del puente
-del Burgo, que los ingleses habían cortado. Continuaron ambos
-ejércitos sin molestarse hasta el 14, en cuyo día contando ya los
-franceses con suficientes tropas, repararon el puente destruido, y le
-fueron sucesivamente cruzando. Por la mañana se había de propósito
-volado un almacén de pólvora sito en Peñasquedo, lo cual produjo
-horroroso estrépito, y por la tarde habiéndose el viento cambiado al
-sur entraron en la Coruña los transportes ingleses procedentes de
-Vigo. Sin tardanza se embarcaron por la noche los enfermos y heridos,
-la caballería desmontada y 52 cañones: de estos solo se dejaron para
-en caso de acción ocho ingleses y cuatro españoles. No faltó en el
-campo británico quien aconsejara a su general que capitulase con los
-franceses, a fin de poder libremente embarcarse. Desechó con nobleza
-Sir Juan Moore proposición tan deshonrosa.
-
-Puestos ya a bordo los objetos de más embarazo y las personas inútiles,
-debía en la noche del 16 y a su abrigo embarcarse el ejército lidiador.
-Con impaciencia aguardaba aquella hora el general inglés, cuando a las
-dos de la tarde un movimiento general de la línea francesa estorbó el
-proyectado embarco, empeñándose una acción reñida y porfiada.
-
-[Marginal: Batalla de la Coruña.]
-
-Disponiéndose a ella en la noche anterior había colocado el mariscal
-Soult en la altura de Peñasquedo una batería de once cañones, en que
-apoyaba su izquierda ocupada por la división del general Mermet,
-guardando el centro y la derecha con las suyas respectivas los
-generales Merle y Delaborde, y prolongándose la del último hasta el
-pueblo de Palavea de Abajo. La caballería francesa se mostraba por la
-izquierda de Peñasquedo hacia San Cristóbal y camino de Bergantiños: el
-total de fuerza ascendía a unos 20.000 hombres.
-
-Era la de los ingleses de unos 16.000 que estaban apostados en el monte
-Mero, desde la ría del mismo nombre hasta el pueblo de Elviña. Por este
-lado se extendían las tropas de Sir David Baird, y por el opuesto que
-atraviesa el camino real de Betanzos las de Sir Juan Hope. Dos brigadas
-de ambas divisiones se situaron detrás en los puntos más elevados y
-extremos de su respectiva línea. La reserva mandada por Lord Paget
-estaba a retaguardia del centro en Eirís, pueblecillo desde cuyo punto
-se registra el valle que corría entre la derecha de los ingleses, y los
-altos ocupados por la caballería francesa. Más inmediato a la Coruña
-y por el camino de Bergantiños se había colocado con su división el
-general Fraser, estando pronto a acudir adonde se le llamase.
-
-Trabose la batalla a la hora indicada, atacando intrépidamente el
-francés con intento de deshacer la derecha de los ingleses. Los cierros
-de las heredades impedían a los soldados de ambos ejércitos avanzar a
-medida de su deseo. Los franceses al principio desalojaron de Elviña
-a las tropas ligeras de sus contrarios; mas yendo adelante fueron
-detenidos y rechazados, si bien a costa de mucha sangre. La pelea se
-encarnizó en toda la línea. Fue gravemente herido el general Baird y
-Sir Juan Moore que con particular esmero vigilaba el punto de Elviña,
-en donde el combate era más reñido que en las otras partes: recibió
-en el hombro izquierdo una bala de cañón que le derribó por tierra.
-Aunque mortalmente herido incorporose, y registrando con serenidad el
-campo confortó su ánimo al ver que sus tropas iban ganando terreno.
-Solo entonces permitió que se le recogiese a paraje más seguro. Vivió
-todavía algunas horas, y su cuerpo fue enterrado en los muros de la
-Coruña.
-
-[Marginal: Embárcanse los ingleses.]
-
-Los franceses no pudiendo romper la derecha de los ingleses trataron de
-envolverla. Descubierto su intento avanzó Lord Paget con la reserva, y
-obligando a retroceder a los dragones de La Houssaye, que habían echado
-pie a tierra, contuvo a los demás, y aun se acercó a la altura en que
-estaba situada la batería francesa de once cañones. Al mismo tiempo los
-ingleses avanzaban por toda la línea, y a no haber sobrevenido la noche
-quizá la situación del mariscal Soult hubiera llegado a ser crítica,
-escaseando ya en su campo las municiones; mas los ingleses contentos
-con lo obrado tornaron a su primeva posición, queriendo embarcarse bajo
-el amparo de la oscuridad. Fue su pérdida de 800 hombres: asegúrase
-haber sido mayor la de los franceses. El general Hope, en quien había
-recaído el mando en jefe, creyó prudente no separarse de la resolución
-tomada por Sir Juan Moore, y entrada la noche ordenó que todo su
-ejército se embarcase, protegiendo la operación los generales Hill y
-Beresford.
-
-En la mañana siguiente viendo los franceses que estaba abandonado
-el monte Mero, y que sus contrarios les dejaban la tierra libre
-acogiéndose a su preferido elemento, se adelantaron, y desde la altura
-de San Diego con cañones de grueso calibre, de que se habían apoderado
-en la de las Angustias de Betanzos, empezaron a hacer fuego a los
-barcos de la bahía. Algunos picaron los cables, y se quemaron otros que
-con la precipitación habían varado. Los moradores de la Coruña no solo
-ayudaron a los ingleses en su embarco con desinteresado celo, sino que
-también les guardaron fidelidad no entregando inmediatamente la plaza.
-Noble ejemplo, rara vez dado por los pueblos cuando se ven desamparados
-de los mismos de quienes esperaban protección y ayuda.
-
-Así terminó la retirada del general Moore, censurada de algunos de sus
-propios compatriotas, y defendida y aun alabada de otros. Dejando a
-ellos y a los militares el examen y crítica de esta campaña, pensamos
-que sirvió de mucho para la gloria y buen nombre del general Moore
-la casualidad de haber tenido que pelear antes de que sus tropas se
-embarcasen, y también acabar sus días honrosamente en el campo de
-batalla. Por lo demás si un ejército veterano y disciplinado como el
-inglés, provisto de cuantiosos recursos, empezó antes de combatir
-una retirada, en cuya marcha hubo tanto desorden, tanto estrago,
-tantos escándalos, ¿quién podrá extrañar que en las de los españoles,
-ejecutadas después de haber lidiado, y con soldados bisoños, escasos
-de todo y en su propio país, hubiese dispersiones y desconciertos? No
-decimos esto en menoscabo de la gloria británica; pero sí en reparación
-de la nuestra, tan vilipendiada por ciertos escritores ingleses de los
-mismos que se hallaron en tan funesta campaña.
-
-[Marginal: Entrega de la Coruña.]
-
-Difícil era que después de semejante suceso resistiese la Coruña largo
-tiempo. El recinto de la plaza solo la ponía al abrigo de un rebate;
-mas ni sus baterías, ni sus murallas estaban reparadas, ni eran de
-suyo bastante fuertes. No haber mejorado a tiempo sus obras pendió en
-parte del descuido que nos es natural, y también de la confianza que
-con su llegada dieron los ingleses. Era gobernador Don Antonio Alcedo,
-y el 19 capituló. Entró el 20 en la plaza el mariscal Soult, y puso
-autoridades de su bando. Dispersose la junta del reino, y la audiencia,
-el gobernador y los otros cuerpos militares, civiles y eclesiásticos
-prestaron homenaje al nuevo rey José.
-
-[Marginal: Del Ferrol.]
-
-No tardó Soult en volver los ojos al Ferrol, y ya el 22 empezaron
-a aproximarse a la plaza partidas avanzadas de su ejército. Aquel
-arsenal, primero de la marina española, era inatacable del lado de
-mar, de donde solo se puede entrar con un viento y por boca larga y
-estrecha: no estaba por tierra tan bien fortalecido. Hallábase el
-pueblo con ánimo levantado, sosteniéndole unos 300 soldados que habían
-llegado el 20. Era comandante del departamento Don Francisco Melgarejo,
-anciano e irresoluto, y comandante de tierra Don Joaquín Fidalgo. No
-se había tomado medida alguna de defensa, ni tenido la precaución de
-poner a salvo los buques de guerra allí fondeados. Dichos jefes y
-la junta peculiar del pueblo desde luego se inclinaron a capitular;
-mas no osando declararse tuvieron que responder con la negativa a la
-reiterada intimación de los franceses. Al fin el 26 habiendo estos
-descubierto algunas obras de batería, y apoderádose de los castillos
-de Palma y San Martín, pudieron las autoridades prevalecer en su
-opinión y capitularon, entrando el 27 de mañana en el Ferrol el general
-Mermet. Fueron los términos de la rendición los mismos de la Coruña,
-y por los que sometiéndose a reconocer a José, solo se añadieron
-algunos artículos respecto de pagas, y de que no se obligase a nadie
-a servir contra sus compatriotas. Don Pedro Obregón, preso desde el
-levantamiento de mayo, fue nombrado comandante del departamento, en
-cuya dársena, entre buenos y malos, había siete navíos, tres fragatas y
-otros buques menores.
-
-Que estas plazas se hubiesen rendido visto su mal estado y el desmayo
-que causó el embarco de los ingleses, cosa natural era; pero no
-que en una capitulación militar se estipulase el reconocimiento de
-José, ejemplo no dado todavía por las otras partes del reino, ni por
-la capital de la monarquía, de donde provino que las mencionadas
-capitulaciones excitaron la indignación de la junta central, que
-fulminó contra sus autores una declaración tal vez demasiadamente
-severa.
-
-[Marginal: Estado de Galicia.]
-
-Aterrada Galicia con la pérdida de sus dos principales plazas, y
-sobre todo con la retirada de los ingleses, apenas dio por algún
-tiempo señales de vida. Hubo pocos pueblos que hiciesen demostración
-de resistir, y los que lo intentaron fueron luego entrados por el
-vencedor. A todas partes cundió el desaliento y la tristeza. [Marginal:
-Paradero de Romana.] Solo en pie y en un rincón quedó Romana con
-escasos soldados. Los franceses no le habían en un principio molestado;
-pero posteriormente, yendo en su busca el general Marchand, trató de
-atacarle en el punto de Bibey. Replegose a Orense el general español:
-persiguiole el francés basta que continuando aquel hacia Portugal,
-desistió el último de su intento, pasando poco después a Santiago, en
-donde había entrado el 3 de febrero el mariscal Soult sin tropiezo y
-camino de Tuy.
-
-El marqués de la Romana luego que salió de Orense estableció su
-cuartel general en Villaza, cerca de Monterrey, trasladándose después
-a Oimbra. En los últimos días de enero celebró en el primer pueblo una
-junta militar para determinar lo más conveniente, hallándose con pocas
-fuerzas, sin recursos, y los ingleses ya embarcados. Opinaron unos por
-ir a Ciudad Rodrigo, otros por encaminarse a Tuy; prevaleciendo el
-dictamen que fue más acertado de no alejarse del país que pisaban, ni
-de la frontera de Portugal.
-
-[Marginal: Sucede a Soult el mariscal Ney.]
-
-Mientras tanto tomó el mando de Galicia el mariscal Ney en lugar
-de Soult, que moviéndose del lado de Tuy, según hemos indicado,
-se preparaba a internarse en Portugal. Ocuparon fuerzas francesas
-las principales ciudades de Galicia, y tranquila esta por entonces
-puso también Ney su atención del lado de Asturias, cuyo territorio
-afortunadamente había quedado libre en medio de tan general desdicha.
-Más adelante hablaremos de lo que ocurrió en aquella provincia.
-Ínstanos ahora volver la vista a Napoleón, a quien dejamos en Astorga.
-
-[Marginal: Vuelta de Napoleón a Valladolid.]
-
-Descansó allí dos días, hospedándose en casa del obispo a quien trató
-sin miramiento. Y desasosegado con noticias que había recibido de
-Austria, no creyendo ya necesario prolongar su estancia vista la
-priesa con que los ingleses se retiraban, volvió atrás y se dirigió a
-Valladolid, en cuya ciudad entró en la tarde del 6 de enero.
-
-[Marginal: Áspero recibimiento que hace Napoleón a las autoridades.]
-
-Alojose en el palacio real, y al instante mandó venir a su presencia al
-ayuntamiento, a los prelados de los conventos, al cabildo eclesiástico
-y a las demás autoridades. Quería imponer ejemplar castigo por las
-muertes de algunos franceses asesinados, y sobre todo por la de dos,
-cuyos cadáveres fueron descubiertos en un pozo del convento de San
-Pablo de dominicos. Iba al frente de los llamados el ayuntamiento,
-corporación de repente formada en ausencia de los antiguos regidores,
-que los más habían huido después de la rota de Burgos. Procurando
-dicho cuerpo mantener orden en la ciudad, había preservado de la
-muerte a varios extraviados del ejército enemigo, y puéstolos con
-resguardo en el monasterio de San Benito, motivo por el que antes
-merecía atento trato del extranjero que amargas reconvenciones. Sin
-embargo el emperador francés recibiole con rostro entenebrecido, y le
-habló en tono áspero y descompuesto echándole en cara los asesinatos
-cometidos. De los presentes se atemorizaron con sus amenazas aun los
-más serenos, y el que servía de intérprete no acertando a expresarse
-impacientó a Napoleón, que con enfado le mandó salir del aposento donde
-estaba, llamando a otro que desempeñase mejor su oficio. No menos
-alterado prosiguió en su discurso el altivo conquistador, usando de
-palabras impropias de su dignidad, hasta que al cabo despidió a las
-corporaciones españolas, repitiendo nuevas y terribles amenazas.
-
-[Marginal: Angustias del ayuntamiento de Valladolid.]
-
-Triste y pensativo volvía el ayuntamiento a su morada cuando algunos de
-sus individuos, queriendo echar por un rodeo para evitar el encuentro
-de tropas que obstruían el paso, un piquete francés de caballería que
-de lejos los observaba intimoles que iban presos, y que así fuesen por
-el camino más recto. Restituidos todos a las casas consistoriales,
-entró a poco por aquellas puertas un emisario del emperador con
-orden que este le había dado, teniendo el reloj en la mano, de que
-si para las doce de la noche no se le pasaba la lista de los que
-habían asesinado a los franceses, haría ahorcar de los balcones del
-ayuntamiento a cinco de sus individuos. Sin intimidarse con el injusto
-y bárbaro requerimiento, reportados y con esfuerzo respondieron los
-regidores que antes perecerían siendo víctimas de su inocencia, que
-indicar a tientas y sin conocimiento personas que no creyesen culpables.
-
-A las nueve de la noche presentose también repitiendo a nombre del
-emperador la anterior amenaza Don José de Hervás, el mismo que en el
-abril de 1808 había acompañado a Madrid al general Savary, y quien como
-español se hizo más fácilmente cargo de las razones que asistían al
-ayuntamiento. Sin embargo manifestó a sus individuos que corrían grave
-peligro, mostrándose Napoleón muy airado. No por eso dejaron aquellos
-de permanecer firmes y resueltos a sufrir la pena que arbitrariamente
-se les quisiera imponer. Sacoles luego del ahogo, y por fortuna para
-ellos, un tal Chamochín, de oficio procurador del número, el cual
-habiendo sido en tan tristes días nombrado corregidor interino, quiso
-congraciarse con el invasor de su patria delatando como motor de
-los asesinatos a un adobador de pieles llamado Domingo que vivía en
-la plaza mayor. Por desgracia de este encontráronse en su casa ropa
-y otras prendas de franceses, ya porque en realidad fuera culpado,
-o ya más bien, según se creyó, por haber dichos efectos llegado
-casualmente a sus manos. [Marginal: Suplicio de algunos españoles, y
-perdón de uno de ellos.] Fue preso Domingo con dos de sus criados y
-condenados los tres a la pena de horca. Ajusticiaron a los últimos
-perdonando Napoleón al primero, más digno de muerte que los otros si
-había delito. Llegó el perdón estando Domingo al pie del patíbulo: le
-obtuvo a ruego de personas respetables, del mencionado Hervás, y sobre
-todo movidos varios generales de las lágrimas y clamores de la esposa
-del sentenciado, en extremo bella y de familia honrada de la ciudad.
-También contribuyeron a ello los benedictinos, de quienes Napoleón
-hacía gran caso, recordando la celebridad de los antiguos y doctos de
-la congregación de San Mauro de Francia. No así de los dominicos, cuyo
-convento de San Pablo suprimió en castigo de los franceses que en él se
-habían encontrado muertos.
-
-[Marginal: Temores de guerra con Austria. Prepárase Napoleón a volver a
-Francia.]
-
-Mas en tanto otros cuidados de mayor gravedad llamaban la atención
-de Napoleón. En su camino a Astorga había recibido un correo con
-aviso de que el Austria se armaba: novedad impensada y de tal entidad
-que le impelía a volver prontamente a Francia. Así lo decidió en
-su pensamiento; mas parose en Valladolid diez días, queriendo antes
-asegurarse de que los ingleses proseguían en su retirada, y también
-tomar acerca del gobierno de España una determinación definitiva.
-Cierto de lo primero apresurose a concluir lo segundo. [Marginal:
-Recibe en Valladolid a los diputados de Madrid.] Para ello hizo venir a
-Valladolid los diputados del ayuntamiento de Madrid y de los tribunales
-que le fueron presentados el 16 de enero. Traían consigo el expediente
-de las firmas de los libros de asiento que se abrieron en la capital,
-a fin de reconocer y jurar a José: condición que para restablecer a
-este en el trono había puesto Napoleón, pareciéndole fuerte abracijo
-lo que no era sino forzada ceremonia. Recibió el emperador francés con
-particular agasajo a los diputados españoles, y les dijo que accediendo
-a sus súplicas verificaría José dentro de pocos días su entrada en
-Madrid.
-
-[Marginal: Opinión e intentos de Napoleón sobre España.]
-
-Dudaron entonces algunos que Napoleón se hubiera resuelto a reponer
-a su hermano en el solio, si no se hubiese visto amenazado de guerra
-con Austria. En prueba de ello alegaban el haber solo dejado a José
-después de la toma de Madrid el título de su lugarteniente, y también
-el haber en todo obrado por sí y procedido como conquistador. No deja
-de fortalecer dicho juicio la conversación que el emperador tuvo en
-Valladolid con el exarzobispo de Malinas Mr. de Pradt. Había este
-acompañado desde Madrid a los diputados españoles; y Napoleón antes
-de verlos, deseoso de saber lo que opinaban y lo que en la capital
-ocurría, mandó a aquel prelado que fuese a hablarle. Por largo
-espacio platicaron ambos sobre la situación de la Península, y entre
-otras cosas dijo Napoleón:[*] [Marginal: (* Ap. n. 7-2.)] «no conocía
-yo a España: es un país más hermoso de lo que pensaba, buen regalo
-he hecho a mi hermano, pero los españoles harán con sus locuras que
-su país vuelva a ser mío: en tal caso le dividiré en cinco grandes
-virreinatos.» Continuó así discurriendo e insistió con particularidad
-en lo útil que sería para Francia el agregar a su territorio el de
-España. [Marginal: Parte para Francia.] Intento que sin duda estorbó
-por entonces el nublado que amagaba del norte, temeroso del cual partió
-para París el 17 de enero de noche y repentinamente, haciendo la
-travesía de Valladolid a Burgos a caballo y con pasmosa celeridad.
-
-[Marginal: José en el Pardo. Pasa una revista en Aranjuez.]
-
-En el intervalo que medió desde principios de diciembre hasta últimos
-de enero disgustado José con el título de lugarteniente se albergaba
-en el Pardo, no queriendo ir a Madrid hasta que pudiese entrar como
-rey. Sin embargo esperanzado en los primeros días del año de volver
-a empuñar el cetro, pasó a Aranjuez y revistó allí el primer cuerpo
-mandado por el mariscal Victor, y con el cual procedente de Toledo se
-pensaba atacar al ejército del centro, cuyas reliquias rehechas algo en
-Cuenca, se habían en parte aproximado al Tajo.
-
-[Marginal: Movimiento del ejército español del centro. Planes de su
-jefe el duque del Infantado.]
-
-El inesperado movimiento de los españoles era hijo de falsas noticias
-y del clamor de los pueblos que expuestos al pillaje y extorsiones
-del enemigo, acusaban a nuestros generales de mantenerse espectadores
-tranquilos de los males que los agobiaban. Para acudir al remedio y
-acallar la voz pública había el duque del Infantado, jefe de aquel
-ejército, imaginado un plan tras otro, notándose en el concebir de
-ellos más bien loable deseo que atinada combinación.
-
-Por fin decidiose ante todo dicho general a despejar la orilla
-izquierda del Tajo de unos 1500 caballos enemigos que corrían la
-tierra. Nombró para capitanear la empresa al mariscal de campo Don
-Francisco Javier Venegas que mandaba la vanguardia compuesta de 4000
-infantes y 800 caballos, y al brigadier Don Antonio Senra con otra
-división de igual fuerza. Debía el primero posesionarse de Tarancón,
-y al mismo tiempo enseñorearse el segundo de Aranjuez, en cuyos dos
-puntos tenía el enemigo, antes de que viniese el mariscal Victor, lo
-principal de sus destacamentos. Venegas no aprobó el plan, visto el mal
-estado de sus tropas; mas trató de cumplir con lo que se le ordenaba.
-Senra dejó de hacerlo pareciéndole imprudente ir hasta Aranjuez,
-teniendo franceses por su flanco en Villanueva del Cardete: disculpa
-que no admitió el general en jefe por haber ya contado con aquel dato
-en la disposición del ataque.
-
-[Marginal: Ataque de Tarancón.]
-
-Venegas por su parte situado en Uclés determinó atacar en la noche del
-24 al 25 de diciembre a los franceses de Tarancón. El número de estos
-se reducía a 800 dragones. Distribuyó el general español su gente en
-dos columnas una al mando de Don Pedro Agustín Girón debía amenazar por
-su frente al enemigo, otra capitaneada por el mismo general en persona
-y más numerosa había de interponerse en el camino que de Tarancón
-va a Santa Cruz de la Zarza, con objeto de cortar a los franceses la
-retirada, si querían huir del ataque de Girón, o encerrarlos entre dos
-fuegos en caso de que resistiesen. La noche era cruda, sobreviniendo
-tras de nieve y ventiscas espesa niebla: lo cual retardó la marcha de
-Venegas, y fue causa del extravío de casi toda su caballería. Girón
-aunque salió más tarde llegó sin tropiezo al punto que se le había
-señalado, ya por ser mejor y más corto el camino, y ya por su cuidado y
-particular vigilancia.
-
-Espantados los dragones franceses con la proximidad de este general,
-huían del lado de Santa Cruz, cuando se encontraron con algunas
-partidas de carabineros reales que iban a la cabeza de la tropa
-de Venegas y los atacaron furiosamente, obligándolos a abrigarse
-de la infantería. Hubiera podido esta desconcertarse, cogiéndola
-desprevenida, si afortunadamente un batallón de guardias españolas
-y otro de tiradores de España puestos ya en columna no hubiesen
-rechazado a los enemigos, desordenándolos completamente. Hizo gran
-falta la caballería, cuya principal fuerza extraviada en el camino no
-llegó hasta después: y entonces su jefe Don Rafael Zambrano desistió
-de todo perseguimiento por juzgarlo ya inútil y estar sus caballos
-muy cansados. La pérdida de los franceses entre muertos, heridos y
-prisioneros fue de unos 100 hombres. Hubo después contestaciones entre
-ciertos jefes, achacándose mutuamente la culpa de no haber salido con
-la empresa. Nos inclinamos a creer que la inexperiencia de algunos
-de ellos y lo bisoño de la tropa fueron en este caso como en otros
-muchos la causa principal de haberse en parte malogrado la embestida,
-sirviendo solo a despertar la atención de los franceses.
-
-[Marginal: Avanza el mariscal Victor.]
-
-Recelosos estos de que engrosadas con el tiempo las tropas del ejército
-del centro y mejor disciplinadas, pudieran no solo repetir otras
-tentativas como la de Tarancón, mas también en un rebate apoderarse
-de Madrid, cuya guarnición por atender a otros cuidados a veces se
-disminuía, pensaron seriamente en destruirlas y cortar el mal en su
-raíz. Para ello juntaron en Aranjuez y revistaron, según hemos dicho,
-las fuerzas que mandaba en Toledo el mariscal Victor, las cuales
-ascendían a 14.000 infantes y 3000 caballos. Sospechando Venegas los
-intentos del enemigo comunicó el 4 de enero sus temores al duque
-del Infantado, opinando que sería prudente, o que todo el ejército
-se aproximase a su línea, o que él con la vanguardia se replegase a
-Cuenca. No pensó el duque que urgiese adoptar semejante medida, y ya
-fuese enemistad contra Venegas, o ya natural descuido, no contestó
-a su aviso, continuando en idear nuevos planes que tampoco tuvieron
-ejecución.
-
-[Marginal: Retírase Venegas a Uclés.]
-
-Apurando las circunstancias y no recibiendo instrucción alguna del
-general en jefe, juntó Venegas un consejo de guerra, en el que
-unánimemente se acordó pasar a Uclés como posición más ventajosa, e
-incorporarse allí con Senra, en donde aguardarían ambos las órdenes del
-duque. Verificose la retirada en la noche del 11 de enero, y unidos
-al amanecer del 12 los mencionados Venegas y Senra, contaron juntos
-unos 8 a 9000 infantes y 1500 caballos. Trató desde luego el primero
-de aprovecharse de las ventajas que le ofrecía la situación de Uclés,
-villa sujeta a la orden de Santiago y para batallas de mal pronóstico
-por la que en sus campos se perdió contra los moros en el reinado
-de Alonso el VI. La derecha de la posición era fuerte, consistiendo
-en varias alturas aisladas y divididas de otras por el riachuelo de
-Bedijar. En el centro está el convento llamado Alcázar, y desde allí
-por la izquierda corre un gran cerro de escabrosa subida del lado del
-pueblo, pero que termina por el opuesto en pendiente más suave y de
-fácil acceso. Venegas apostó en Tribaldos, pueblo cercano, algunas
-tropas al mando de Don Veremundo Ramírez de Arellano, que en la tarde
-y anochecer del 12 comenzaron ya a tirotearse con los franceses,
-replegándose a Uclés en la mañana siguiente, acometidas por sus
-superiores fuerzas.
-
-[Marginal: Batalla de Uclés.]
-
-Con aviso de que los enemigos se acercaban, el general Venegas, aunque
-amalado y con los primeros síntomas de una fiebre pútrida, se situó
-en el patio del convento de donde divisaba la posición y el llano que
-se abre al pie de Uclés, yendo a Tribaldos. Distribuyó sus infantes
-en las alturas de derecha e izquierda, y puso abajo en la llanura la
-caballería. Solo había un obús y tres cañones que se colocaron, uno en
-la izquierda, dos en el convento y otro en el llano con los jinetes.
-
-El mariscal Victor había salido de Aranjuez con el número de tropas
-indicado, y fue en busca de los españoles sin saber de fijo su
-paradero. Para descubrirle tiró el general Villatte con su división
-derecho a Uclés, y el mariscal Victor con la del general Ruffin la
-vuelta de Alcázar. Fue Villatte quien primero se encontró con los
-españoles, obligándolos a retirarse de Tribaldos, desde donde avanzó
-al llano con dos cuerpos de caballería y dos cañones. Al ver aquel
-movimiento creyó Venegas amagada su derecha, y por tanto atendió
-con particularidad a su defensa. Mas los franceses, a las diez de
-la mañana, tomando por el camino de Villarrubio, se acercaron con
-fuerza considerable a las alturas de la izquierda, punto flaco de la
-posición, cubierto con menos gente y al que su caballería pudo subir
-a trote. Venegas, queriendo entonces sostener la tropa allí apostada
-que comenzaba a ciar, envió gente de refresco y para capitanearla a
-Don Antonio Senra. Ya era tarde: los enemigos avanzando rápidamente
-arrollaron a los nuestros, e inútilmente desde el convento quiso
-Venegas detenerlos. Contuso él mismo y ahuyentado con todo su estado
-mayor, dificultosamente pudo salvarse, cayendo a su lado muerto el
-bizarro oficial de artillería Don José Escalera. Deshecho nuestro
-costado izquierdo empezó a desfilar el derecho; y la caballería, que
-en su mayor parte permanecía en el llano, trató de retirarse por
-una garganta que forman las alturas de aquel lado. Consiguiéronlo
-felizmente los dragones de Castilla, Lusitania y Tejas, mas no así los
-regimientos de la Reina, Príncipe y Borbón, cuyo mando había reasumido
-el marqués de Albudeite. Estos, no pudiendo ya pasar impedidos por los
-fuegos de los franceses, que dueños del convento coronaban las cimas,
-volvieron grupa al llano y faldeando los cerros caminaron de priesa y
-perseguidos la vía de Paredes. Desgraciadamente hacia el mismo lado
-tropezando la infantería con la división de Ruffin, había casi toda
-tenido que rendirse; de lo cual advertidos nuestros jinetes, en balde
-quisieron salvarse, atajados con el cauce de un molino y acribillados
-por el fuego de seis cañones enemigos que dirigía el general Senarmont.
-No hubo ya entonces sino confusión y destrozo, y sucedió con la
-caballería lo mismo que con los infantes: los más de sus individuos
-perecieron o fueron hechos prisioneros: contose entre los primeros al
-marqués de Albudeite. Tal fue el remate de la jornada de Uclés, una de
-las más desastradas, y en la que, por decirlo así, se perdieron las
-tropas que antes mandaban Venegas y Senra. Solo se salvaron dos o tres
-cuerpos de caballería y también algunas otras reliquias que libertó la
-serenidad y esfuerzo de Don Pedro Agustín Girón, uniéndose todos al
-duque del Infantado que ya se hallaba en Carrascosa.
-
-Justos cargos hubieran podido pesar sobre los jefes que empeñaron
-semejante acción, o fueron causa de que se malograse. El general
-Venegas y el del Infantado procuraron defenderse ante el público
-acusándose mutuamente. Pensamos que en la conducta de ambos hubo
-motivos bastantes de censura si ya no de responsabilidad. Aconsejaba
-la prudencia al primero retirarse más allá de Uclés, e ir a unirse al
-cuerpo principal del ejército, no faltándole para ello ni oportunidad
-ni tiempo; y al segundo prescribíale su obligación dar las debidas
-instrucciones y contestar a los oficios del otro, no sacrificando a
-piques y mezquinas pasiones el bien de la patria, el pundonor militar.
-
-[Marginal: Excesos cometidos por los franceses en Uclés.]
-
-Ganado que hubieron la batalla, entraron los franceses en Uclés y
-cometieron con los vecinos inauditas crueldades. Atormentaron a muchos
-para averiguar si habían ocultado alhajas; robaron las que pudieron
-descubrir, y aparejando con albardas y aguaderas a manera de acémilas
-a algunos conventuales y sujetos distinguidos del pueblo, cargaron
-en sus hombros muebles y efectos inútiles para quemarlos después con
-grande algazara en los altos del alcázar. No contentos con tan duro e
-innoble entretenimiento, remataron tan extraña fiesta con un acto de
-la más insigne barbarie. Fue, ¡cáese la pluma de la mano! que cogiendo
-a 69 habitantes de los principales, y a monjas, y a clérigos, y a los
-conventuales Parada, Canova y Mejía, emparentados con las más ilustres
-familias de la Mancha, atraillados y escarnecidos los degollaron con
-horrorosa inhumanidad, pereciendo algunos en la carnicería pública.
-Sordos ya a la compasión los feroces soldados, desoyeron los ayes y
-clamores de más de 300 mujeres, de las que acorraladas y de montón
-abusaron con exquisita violencia. Prosiguieron los mismos escándalos
-en el campamento, y solo el cansancio, no los jefes, puso término al
-horroroso desenfreno.
-
-No cupo mejor suerte a los prisioneros españoles: los que de ellos
-rendidos a la fatiga se rezagaban, eran fusilados desapiadadamente. Así
-nos lo cuenta en su obra un testigo de vista, un oficial francés, Mr.
-de Rocca. ¿Qué extraño pues era que nuestros paisanos cometiesen en
-pago otros excesos cuando tal permitían los oficiales del ejército de
-una nación culta?
-
-[Marginal: Retirada del duque del Infantado.]
-
-El duque del Infantado que aunque tarde se adelantaba a Uclés, supo en
-Carrascosa, legua y media distante, la derrota padecida. Juntando allí
-los dispersos y cortas reliquias, se retiró por Horcajada a la venta
-de Cabrejas, en donde se decidió en consejo militar pasar a Valencia
-con todas las tropas. Entró el ejército en Cuenca el 14 por la noche,
-y al día siguiente continuó la marcha. Dirigiose la artillería por
-camino que pareció más cómodo para volver después a unirse en Almodóvar
-del Pinar; pero atollada en parte y mal defendida por otros cuerpos
-que acudieron en su ayuda, fue en Tórtola cogida casi toda por los
-franceses. Prosiguió lo restante del ejército alejándose; y desistiendo
-Infantado de ir a Valencia, metiose en el reino de Murcia y llegó a
-Chinchilla el 21 de enero. Desde aquel punto hizo nuevo movimiento,
-faldeando la Sierra Morena, y al cabo se situó en Santa Cruz de Mudela.
-[Marginal: Sucédele en el mando el conde de Cartaojal.] Allí según
-costumbre no cesó de idear sin gran resulta nuevos planes; hasta que
-en 17 de febrero fue relevado del mando por orden de la junta central
-y puesto en su lugar el conde de Cartaojal, que mandaba también las
-tropas de la Carolina.
-
-[Marginal: Entrada de José en Madrid.]
-
-Alcanzada por los franceses la victoria de Uclés, y después de obtener
-el permiso de Napoleón, hizo José en Madrid el 22 de enero su entrada
-pública y solemne. Del Pardo se encaminó por fuera de puertas a la
-plazuela de las Delicias, desde donde montando a caballo entró por la
-Puerta de Atocha, y se dirigió a la iglesia colegiata de San Isidro,
-tomando la vuelta por el Prado, calle de Alcalá y Carretas hasta la
-de Toledo. Se había preparado este recibimiento con más esmero que el
-anterior de julio. Estaba tendida en toda la carrera la tropa francesa;
-habíanse por expresa orden colgado las calles y puéstose de trecho en
-trecho músicas que tocaban sonatas acomodadas al caso. José rodeado
-de gran séquito de franceses y de los españoles que le eran adictos,
-mostrábase satisfecho y placentero. No dejó de ser grande el concurso
-de espectadores: las desgracias, amilanando los ánimos, los disponían
-a la conformidad; pero un silencio profundo, no interrumpido sino por
-alguna que otra voz asalariada, daba bastantemente a entender que las
-circunstancias impelían a la curiosidad, no afectuosa inclinación. Fue
-recibido en la iglesia de San Isidro por el obispo auxiliar y parte de
-su cabildo. Pronunciáronse discursos según el tiempo, díjose una misa,
-se cantó el Te Deum, y concluida la ceremonia se dirigió José por la
-plaza Mayor y calle de la Almudena a Palacio, en donde ocupándose de
-nuevo en el gobierno del reino, nos dará pronto ocasión de volver a
-hablar de él y de sus providencias.
-
-[Marginal: Sucesos de Cataluña.]
-
-Ahora es ya sazón de pensar en Cataluña. El no querer cortar el hilo de
-la narración en los sucesos más abultados y decisivos, nos ha obligado
-a postergar los de aquel principado, que si bien de grande interés y
-definitivamente de mucha importancia a la causa de la independencia,
-forman como un episodio embarazoso para el historiador, aunque
-gloriosísimo para aquella provincia.
-
-Dejamos en el libro 5.º la campaña de Cataluña, a tiempo que Duhesme
-en el último tercio del mes de agosto se había recogido a Barcelona de
-vuelta de su segunda y malograda expedición de Gerona. De nuestra parte
-por entonces y en 1.º de septiembre [Marginal: La junta del principado
-se traslada a Villafranca.] el marqués del Palacio y la junta del
-principado se habían de Tarragona trasladado a Villafranca con objeto
-de estar más cerca del teatro de la guerra. Empezaron a acudir a dicha
-villa los tercios de toda la provincia, y se reforzó la línea del
-Llobregat, a cuyo paraje se había restituido desde Gerona el conde de
-Caldagués.
-
-[Marginal: Excursiones de Duhesme.]
-
-Con el aumento de fuerzas temió el general Duhesme que estrechando los
-españoles cada vez más a Barcelona, hubiese dificultad de introducir
-bastimentos en la plaza. Para alejar el peligro y con intento de hacer
-una excursión en el Panadés, partió de aquella ciudad con 6000 hombres
-de caballería e infantería, y atacó a los españoles en su línea al
-amanecer del 2 de septiembre en los puntos de Molins de Rey y de San
-Boi. Por el último alcanzaron los franceses conocidas ventajas; fueron
-por el otro rechazados. Mas receloso el de Caldagués, en vista de un
-movimiento de los enemigos, de que abandonando estos la embestida
-del puente vadeasen el río y le flanqueasen, previno oportunamente
-cualquier tentativa situándose en las alturas de Molins de Rey.
-
-Los franceses no pudiendo romper la línea española del Llobregat,
-revolvieron del lado opuesto por donde corre el Besós, en cuyo
-sitio se mantenía Don Francisco Miláns. Ya aquí, y ya en todos los
-puntos alrededor de Barcelona hubo en septiembre y octubre muchas
-escaramuzas y aun choques, entre los que fue grave el acaecido en
-San Cugat del Vallés, principalmente por el respeto que infundió al
-enemigo, obligándole a no alejarse de los muros de Barcelona. También
-contribuyeron a ello los refuerzos que llegaron a los españoles
-sucesivamente de Portugal, Mallorca y otras partes, de algunos de los
-cuales ya hemos hecho mención.
-
-[Marginal: Vives, sucesor del marqués del Palacio.]
-
-El gobierno interior de Cataluña se mejoraba cada día por el esmero
-y cuidado de la junta. Habíase solo levantado grande enemistad
-contra el marqués del Palacio, o porque las calidades de general no
-correspondiesen en él a su patriotismo, o más bien porque en aquellos
-tiempos arduos no siendo dado caminar en la ejecución al son de la
-impaciencia pública, perdíase la confianza y el buen nombre con la
-misma rapidez, y a veces tan infundadamente como se había adquirido.
-Los clamores de la opinión catalana obligaron a la junta central a
-llamar al marqués del Palacio, poniendo en su lugar al capitán general
-de Mallorca Don Juan Miguel de Vives, quien tomó el mando el 28 de
-octubre.
-
-[Marginal: Ejército español de Cataluña. Su fuerza.]
-
-Teniendo este a su disposición fuerzas más considerables, coordinó
-nuevamente su ejército, y según lo resuelto por la central le denominó
-de Cataluña o de la derecha. Constaba en todo de 19.551 infantes, 780
-caballos y 17 piezas, dividido en vanguardia, cuatro divisiones y una
-reserva. De estas fuerzas destinó Vives la vanguardia, al mando de Don
-Mariano Álvarez, a observar al enemigo en el Ampurdán, y las restantes
-las conservó consigo para bloquear a Barcelona, a donde se aproximó el
-3 de noviembre, sentando su cuartel general en Martorell, cuatro leguas
-distante.
-
-[Marginal: Situación de Barcelona.]
-
-Los apuros en aquella plaza del general francés Duhesme crecían en
-extremo: el número de sus tropas, que antes era de 10.000 hombres,
-menguaba con la deserción y las enfermedades. De nadie podía fiarse.
-El disgusto y descontento de los barceloneses tocaba a sus ojos en
-abierta rebelión. Los habitantes más principales huían a causa de las
-contribuciones exorbitantes que había impuesto; teniendo que acudir
-a confiscar los bienes para evitar la emigración. Más tarde, cuando
-apretó la escasez, si bien permitió la salida de Barcelona, permitiola
-con condiciones rigurosas, dando pasaportes a los que abonaban cuatro
-meses anticipados de contribución, y aseguraban con fianza el pago de
-los demás plazos. Fue después adelante en usar sin freno de medidas
-arbitrarias, declarando a Barcelona en estado de sitio. Opúsose a
-ello el conde de Ezpeleta, por lo que se le puso preso, quitándole la
-capitanía general que solo en nombre había conservado. Como más antiguo
-le sucedió Don Galcerán de Villalba, que en secreto se entendía con
-las autoridades patrióticas del principado. Los oficiales españoles
-que había dentro de la plaza rehusaron después reconocer el gobierno
-de Napoleón prefiriendo a todo ser prisioneros de guerra: lo mismo
-hicieron los que eran extranjeros, excepto Mr. Wrant d’Amelin, que
-en premio recibió el gobierno de Barcelona. Ejerciose la policía con
-particular severidad, prestándose a tan villano servicio un español
-llamado Don Ramón Casanova, sin que por eso se pudiese impedir que
-muchos y a las calladas se escapasen. Tantas molestias y tropelías eran
-en sumo grado favorables a la causa de la independencia.
-
-[Marginal: Tentativas de Vives contra aquella plaza.]
-
-Contando sin duda con el influjo de aquellas y con secretos tratos,
-insistió el general Vives en estrechar a Barcelona, y aun proyectó
-varios ataques. Fue el más notable el que se dio en 8 de noviembre,
-aunque no tuvo ni resulta ni se le consideró tampoco bien meditado.
-Sin embargo la proximidad del ejército español puso en tal desasosiego
-a los franceses, que en la misma mañana del 8 desarmaron al segundo
-batallón de guardias valonas como adicto a los llamados insurgentes.
-
-Desaprobaban los hombres entendidos la permanencia de Vives en las
-cercanías de Barcelona, y con razón juzgándola militarmente; pues
-para formalizar el sitio no se estaba preparado, y para rendir por
-bloqueo la plaza se requería largo tiempo. Creían que hubiera sido
-más conveniente dejar un cuerpo de observación que con los somatenes
-contuviese al enemigo en sus excursiones, y adelantarse a la frontera
-con lo demás del ejército, impidiendo así la toma de Rosas y la
-facilidad que ella daba de proveer por mar a Barcelona. Vino en apoyo
-de tan juicioso dictamen lo que sucedió bien pronto con el refuerzo que
-entró en el principado al mismo tiempo que por el Bidasoa hacían los
-franceses su principal irrupción.
-
-[Marginal: Entrada de Saint-Cyr en Cataluña.]
-
-Según insinuamos al hablar de esta, fue destinado el 7.º cuerpo a
-domeñar la Cataluña. Debía formarse con las tropas que allí había a
-las órdenes de los generales Duhesme y Reille y con otras procedentes
-de Italia, al mando de los generales Souham, Pino y Chabert. Todas
-estas fuerzas reunidas ascendían a 25.000 infantes y 2000 caballos,
-compuestas de muchas naciones y en parte de nueva leva. Capitaneábalas
-el general Gouvion Saint-Cyr. Entró este en Cataluña al principiar
-noviembre, estableciendo el 6 en Figueras su cuartel general. Fue su
-primer intento poner sitio a Rosas, y encargado de ello el general
-Reille le comenzó el día 7 del mencionado mes.
-
-[Marginal: Sitio de Rosas.]
-
-Pensó el general Saint-Cyr que convenía apoderarse de aquella
-plaza, porque abrigados los ingleses de su rada impedían por mar el
-abastecimiento de Barcelona, que no era hacedero del lado de tierra a
-causa de la insurrección del país. Hubo quien le motejase, sentando
-que en una guerra nacional como esta era de temer que con la tardanza
-pudieran los españoles por medio de secretos tratos sorprender a
-Barcelona apretada con la escasez de víveres. Napoleón juzgaba tan
-importante la posesión de esta plaza, que el solo encargo que hizo a
-Saint-Cyr a su despedida en París fue el de conservar a Barcelona;[*]
-[Marginal: (* Ap. n. 7-3.)] «porque si se perdiese [decía] serían
-necesarios 80.000 hombres para recobrarla.» Sin embargo aquel general
-prefirió comenzar por sitiar a Rosas.
-
-Está situada dicha villa a las raíces del Pirineo y a orillas del golfo
-de su nombre. Tenía de población 1200 almas. No cubría su recinto sino
-un atrincheramiento casi abandonado desde la guerra de la revolución de
-Francia. Consistía su principal fortaleza en la ciudadela, colocada al
-extremo de la villa, y que aunque desmantelada quísose apresuradamente
-poner en estado de defensa, consiguiendo al cabo montar 36 piezas: su
-forma es la de un pentágono irregular con foso y camino cubierto, y
-sin otras obras a prueba que la iglesia, habiendo quedado inservibles
-desde la última guerra los cuarteles y almacenes. A la opuesta parte de
-la ciudadela y a 1100 toesas de la villa en un repecho de las alturas
-llamadas Puig Rom, término por allí de los Pirineos, se levanta el
-fortín de la Trinidad en figura de estrella, de construcción ingeniosa
-pero dominado a corta distancia.
-
-[Marginal: Honrosa resistencia de los españoles.]
-
-Con tan débiles reparos y en el estado de ruina de varias de sus obras,
-hubiérase en otra ocasión abandonado la defensa de la plaza: ahora
-sostúvose con firmeza. Era gobernador Don Pedro O’Daly: constaba la
-guarnición de 3000 hombres; se despidió la gente inútil, recompúsose
-algo el atrincheramiento destruido y se atajaron con zanjas las
-bocacalles. Favorecía a los sitiados un navío de línea inglés y dos
-bombarderas que estaban en la bahía.
-
-La división del general Reille unida a la italiana de Pino se había
-acercado a la plaza, componiendo juntas unos 7000 hombres. Además
-el general Souham para cubrir las operaciones del sitio y observar
-a Álvarez que estaba con la vanguardia en Gerona, se situó con su
-división entre Figueras y el Fluviá, y ocupó La Junquera con dos
-batallones el general Chabert.
-
-Se había lisonjeado el francés Reille de tomar por sorpresa a Rosas:
-así lo deseaba su general en jefe solícito de acudir al socorro de
-Barcelona y temeroso de la deserción que empezaba a notarse en la
-división italiana de Pino. De esta fueron cogidos por los somatenes
-varios soldados, y el general Saint-Cyr que presumía de humano envió
-en rehenes a Francia hasta el canje igual número de habitantes,
-prefiriendo este medio al de quemar los pueblos, antes usado por sus
-compatriotas. Mas los catalanes consideraron la nueva medida como más
-injusta, imaginándose que los enviaban a servir al norte.
-
-Desde el 7 de noviembre que aparecieron los franceses delante de Rosas,
-y en cuyo día los españoles hicieron una vigorosa salida, sobreviniendo
-copiosas lluvias no pudieron los primeros traer su artillería ni
-empezar sus trabajos hasta el 16. Entonces resolvió el general
-Saint-Cyr embestir simultáneamente la ciudadela y el fortín de la
-Trinidad. Emprendiose el ataque de aquella por el baluarte llamado de
-la plaza, del lado opuesto a la villa, y por donde se ejecutó también
-la acometida en el sitio del año de 1795, al cual había asistido el
-general enemigo Sanson, jefe ahora de los ingenieros.
-
-Continuaron los trabajos por esta parte hasta el 25. Aquel día dueños
-los franceses de un reducto, cabeza del atrincheramiento que cubría la
-villa, pensaron que sería conveniente apoderarse de esta para atacar
-después la ciudadela por el frente comprendido entre los baluartes de
-Santa María y San Antonio. Fue entrada la villa en la noche del 26 al
-27 a pesar de porfiada resistencia: de 500 hombres que la defendían 300
-quedaron muertos, 150 fueron hechos prisioneros; pudieron los otros
-salvarse. El enemigo intimó entonces la rendición a la ciudadela;
-contestósele con la negativa.
-
-Al mismo tiempo el fortín de la Trinidad fue desde el 16 bizarramente
-defendido por su comandante Don Lotino Fitzgerald. Los ingleses
-juzgando inútil la resistencia habían retirado la gente que dentro
-habían metido; pero llegando poco después el intrépido Lord Cochrane
-con amplias facultades del almirante Collingwood, reanimó a los
-españoles entrando en el fuerte con unos 80 hombres, y unidos todos
-rechazaron el 30 el asalto de los enemigos que creían practicable la
-brecha.
-
-La guarnición de Rosas había vivido esperanzada de que se la socorrería
-por tierra; mas limitose el auxilio a un movimiento que el 24 hizo
-la vanguardia al mando de Don Mariano Álvarez: cruzó este el Fluviá
-y arrolló al principio los puestos avanzados de los franceses, que
-rehechos repelieron después a los nuestros, cogiendo prisionero al 2.º
-comandante Don José Lebrun. Serenado el general Saint-Cyr con esto y
-con ver que el ejército español de Vives no avanzaba según temía, trató
-de acabar prontamente el sitio de la ciudadela de Rosas.
-
-[Marginal: Capitulación de Rosas.]
-
-Dirigíase el principal ataque contra la cara derecha del baluarte de
-Santa María, y los trabajos prosiguieron con ardor en los días 1.º
-y 2.º, en que inútilmente intentaron los sitiados hacer una salida.
-Por fin el 5, estando la brecha practicable, y después de 29 días de
-asedio, capituló honrosamente el gobernador quedando la guarnición
-prisionera de guerra. Tuvo mayor ventura Don Lotino Fitzgerald
-comandante del fortín de la Trinidad, habiéndose embarcado él y su
-gente con la ayuda y diligencia de Lord Cochrane, quien tal vez hubiera
-del mismo modo salvado la guarnición de la ciudadela si hubiera sido
-comodoro del apostadero inglés.
-
-[Marginal: Avanza Saint-Cyr camino de Barcelona.]
-
-Desembarazado el general Saint-Cyr del sitio de Rosas, se adelantó a
-socorrer a Barcelona con 15.000 infantes y 1500 caballos, después de
-haber dejado en el Ampurdán la división del general Reille. Hubiera
-corrido riesgo el general francés de ser detenido en el camino, si D.
-Juan de Vives en vez de mantener sus tropas en derredor de Barcelona,
-le hubiera salido al encuentro en alguno de los sitios oportunos del
-tránsito: [Marginal: Vives y las divisiones de Reding y Lazán.] cosa
-tanto más hacedera cuanto después de sus infructuosas tentativas sobre
-Barcelona se le habían agregado en noviembre las divisiones de Granada
-y Aragón y otros cuerpos sueltos. Constaba la primera, al mando de Don
-Teodoro Reding, de 11.700 infantes y 670 caballos, y la segunda de unos
-4000 hombres regidos por el marqués de Lazán, quien pasó a engrosar la
-vanguardia después de lo acaecido el 24 en las riberas del Fluviá.
-
-Insistía el general Vives en acometer a Barcelona estimulado también
-por las ofertas de los comandantes de las fuerzas navales inglesas
-apostadas delante del puerto. Estas hicieron el 19 de noviembre un
-fuego vivísimo contra la plaza, [Marginal: Orden singular dada por
-Lecchi en Barcelona.] cuyos habitantes a pesar del daño que recibían
-estaban alborozados y palmoteaban desde sus casas al ver la pesadumbre
-que el ataque causaba a los franceses: lo cual irritando sobremanera al
-comandante Lecchi, prohibió a los habitantes asomarse a las azoteas en
-días de refriega.
-
-[Marginal: Trata Vives de seducirle a él y a otros.]
-
-Mal informado el general Vives dirigió a dicho general Lecchi y al
-español Casanova proposiciones de acomodamiento si le dejaban entrar
-en la plaza. Las desecharon ambos, notándose en la respuesta de Lecchi
-la dignidad conveniente. Creyeron sin embargo algunos que sin la
-pronta llegada del general Saint-Cyr, y conducida de otra manera la
-negociación, quizá no hubiera esta sido infructuosa.
-
-[Marginal: Ataques de Vives el 26 y 27 de noviembre en las cercanías de
-Barcelona.]
-
-Don Juan Vives resolvió repetir el 26 el ataque que había emprendido
-el 8. Ejecutado esta vez con mayor felicidad fueron los franceses
-rechazados hasta Barcelona, y se cogieron prisioneros 104 hombres que
-defendían la favorable posición de San Pedro mártir. Prosiguieron
-las ventajas el 27, adelantándose el cuartel general a San Feliú de
-Llobregat, a legua y media de Barcelona. Desde donde, y con deseo
-siempre de estrechar al enemigo, [Marginal: Del 5 de diciembre.] se le
-acometió de nuevo el 5 de diciembre, consiguiendo clavar los cañones y
-destruir las obras que había formado en la falda de Monjuich.
-
-Pero eran cortas estas ventajas al lado de las que hubieran podido
-alcanzarse yendo en busca de Saint-Cyr. Sacrificose todo al deseo
-de enseñorearse de la capital del principado. [Marginal: Reding y
-Vives van al encuentro de Saint-Cyr.] Sin embargo en la noche del
-11 de diciembre sabedor Vives de que aquel general se había movido
-el 8 con señales de ir la vuelta de Barcelona, mandó a Don Teodoro
-Reding que se adelantase hacia Granollers. Recibiéndose posteriormente
-confirmación del primer aviso, se celebró un consejo de guerra, en
-el que variando según costumbre los pareceres, no se siguió el de
-Caldagués que era el más acertado, y según el cual debiera haberse ido
-al encuentro de Saint-Cyr con la mayor parte de las fuerzas, dejando
-delante de Barcelona 4000 hombres bien atrincherados. Resolviose
-pues lo contrario, y solo salió Vives con algunas tropas a unirse a
-Reding. Ambos generales juntaron 8000 hombres, agregándoseles además
-los somatenes. Al propio tiempo se previno al marqués de Lazán que
-separándose de la vanguardia que estaba en Gerona, siguiese la huella
-del francés, sin atacarle por la espalda hasta que el mismo Vives lo
-hiciese por el frente, y al coronel Miláns que se apostase con cuatro
-batallones en Coll-Sacreu para molestar al enemigo si quería echarse
-del lado de la marina, o si no concurrir con los demás a la acción
-general que se esperaba.
-
-[Marginal: Continúa Saint-Cyr su marcha.]
-
-Apremiado el general Saint-Cyr con la urgente necesidad de socorrer a
-Barcelona, no se empeñó en combatir al marqués de Lazán, quien por
-su parte esquivó también todo serio reencuentro. En seguida maniobró
-el general francés para disfrazar su intención, y el 11 preparose a
-marchar con rapidez y sin embarazos. Así fue que enviando a Figueras
-la artillería, repartió a sus soldados víveres para cuatro días,
-distribuyoles a razón de 50 cartuchos, y llevó 150.000 de reserva a
-lomo de acémilas. El 12 abrió la marcha desde La Bisbal, teniendo
-en el camino algunos choques con los miqueletes de Don Juan Clarós.
-Enderezose a Hostalrich, y al llegar a las alturas que le dominan con
-gran júbilo vio que Vives ni se había aún adelantado hasta allí, ni
-ocupado las gargantas del río Tordera, en cuyas estrechuras bastando
-un corto número de hombres para detener a los suyos, hubieran en breve
-consumido las municiones que consigo traían.
-
-Continuó el general Saint-Cyr su marcha, y el 15 para librarse de
-los fuegos de Hostalrich, dio vuelta a la plaza por un sendero agrio
-y desconocido, tornando luego a tomar el camino de Barcelona. Salió
-de Vallgorguina a incomodarle el coronel Miláns, viéndose el general
-francés obligado a retardar su marcha a causa de las cortaduras
-practicadas en el desfiladero de treinta pasos. Mas vencidos los
-obstáculos acampó ya por la noche su ejército al raso a una legua
-del que mandaba Vives, quien pasando el Cardedeu se había colocado
-en ventajoso puesto entre Llinas y Villalba. La situación de los
-franceses, a pesar de las faltas que cometieron los nuestros, no dejaba
-de ser crítica. Por su frente tenían a Vives, flanqueábalos Miláns a
-su izquierda, y detrás los seguían Clarós y Lazán. Estaban privados
-de artillería, escaseábanles los víveres, solamente les quedaban
-municiones para una hora, y eran sus tropas un conjunto de soldados
-nuevos de varias naciones. Si Vives hubiera sabido aprovecharse de
-tales ventajas, quizá se hubiera repetido aquí la jornada de Bailén,
-y calificádose de intempestivo y temerario el movimiento del general
-Saint-Cyr, que por su buen éxito mereció el nombre de atrevido y sabio.
-
-[Marginal: Batalla de Llinas o Cardedeu.]
-
-Amaneció el 16 de diciembre, y el general español aguardaba a sus
-contrarios colocado en la loma que se levanta después de Cardedeu
-y Villalba, y termina en la Riera de la Roca. En lo más elevado de
-ella y a la derecha del camino real situó cinco piezas, dejando dos
-a la izquierda. Formó su columna en batalla, y desplegó sobre la
-derecha, que mandaba Reding, ocupando el costado opuesto de la línea
-el somatén de Vic. Como el objeto del general francés era pasar a toda
-costa, decidió combatir en una sola columna que rompiese por medio
-de los españoles. Comenzó el ataque la división de Pino con orden
-expresa de no desviarse de lo resuelto por el general en jefe, pero
-en contravención a ello habiendo una de sus brigadas desplegado sobre
-la izquierda, hubo de comprometer a los franceses en una refriega que
-hubiera sido su perdición a haberse prolongado. El peligro fue para
-ellos grande durante algún tiempo. La brigada que había desplegado
-no solo fue rechazada, mas también ahuyentada, y destrozado uno de
-sus regimientos por el de Húsares españoles, a cuyo frente estaba el
-coronel Ibarrola, quedando prisioneros 2 jefes, 15 oficiales y unos 200
-soldados. Acudió pronto y oportunamente al remedio el general Saint-Cyr.
-
-De un lado hizo que la división Souham contuviese la brigada puesta en
-desorden, al mismo tiempo que de otro amenazaba la izquierda española,
-que era la parte más flaca y desguarnecida, disponiendo igualmente que
-el general Pino con la 2.ª brigada prosiguiese el ataque en columna, y
-rompiese nuestra línea. Ejecutada la operación a un tiempo y en buena
-sazón, [Marginal: Son derrotados los españoles.] se cambió la suerte
-de las armas, y el ejército español fue envuelto y puesto en derrota.
-Perdiéronse cinco de los siete cañones que había, salvándose los dos
-por la actividad y presencia de ánimo del teniente Ulzurrun. Nuestra
-pérdida fue de 500 muertos y de 1000 entre heridos y prisioneros. Mayor
-la de los franceses, por el daño que al principio experimentaron de
-la artillería española. Salvose el general Vives a pie y por sendas
-extraviadas, y el general Reding ayudado de la velocidad de su caballo
-pudo juntarse a una columna de infantería y caballería que con el mayor
-orden se retiró por el camino de Granollers a San Cugat. [Marginal: Se
-retiran al Llobregat.] Allí tomó el mando interinamente dicho general,
-y se acogió a la derecha del Llobregat, a donde se transfirió el conde
-del Caldagués, quien aunque salvó la artillería y municiones, tuvo por
-la priesa que abandonar los inmensos acopios almacenados en Sarriá, los
-cuales sirvieron de mucho al enemigo. El marqués de Lazán que no tomó
-parte en la batalla, retrocedió después a Gerona, y el coronel Miláns
-se mantuvo en Arenys algunos días sin ser molestado.
-
-Graves y desgraciadas fueron las resultas de la acción de Llinas o
-Cardedeu, no tanto por la pérdida de una parte del ejército y por el
-socorro que introdujeron los franceses en Barcelona, cuanto por el
-desánimo que causó en los españoles, y los alientos que comunicó a los
-bisoños y mal seguros soldados del enemigo.
-
-[Marginal: Llega Saint-Cyr a Barcelona.]
-
-Llegó el general Saint-Cyr el 17 delante de Barcelona. No reinaba entre
-él y el general Duhesme el mejor acuerdo, mostrándose este descontento
-con recibir un jefe superior, y al que luego se dirigieron quejas
-y reclamaciones. Por entonces ansioso Saint-Cyr de perseguir a los
-españoles no tomó acerca de ellas providencia, [Marginal: Avanza al
-Llobregat.] y el 20 después de haber dado a sus tropas dos días de
-descanso, salió para el Llobregat y se situó en la margen izquierda,
-reforzado su ejército con cinco batallones de la división del general
-Chabran.
-
-[Marginal: Situación de los españoles.]
-
-Al otro lado habían reunido los españoles el suyo que con la derrota
-del 16 y dispersión que ella causó en todas las tropas no ascendía
-arriba de 10.000 infantes y 900 caballos con artillería numerosa. Allí
-llegó el general Vives que se había embarcado en Mataró, y que después
-de aprobar las medidas tomadas en su ausencia pasó a Villafranca para
-obrar en unión con la junta del principado.
-
-Luego que se alejó asomaron los franceses, e indeciso Don Teodoro
-Reding de si se retiraría o no, consultó al general en jefe que tardó
-en contestar, haciéndolo al fin de un modo ambiguo, lo cual decidió
-al primero a sostenerse en su puesto. El ejército español estaba
-atrincherado en la margen derecha del Llobregat, en las colinas en que
-rematan las alturas de Ordal, extendiéndose desde San Vicente hasta
-Pallejá. Mandaba la derecha el brigadier D. Gaspar Gómez de la Serna,
-la izquierda el mariscal de Campo Cuadrado, manteniéndose Reding
-juntamente con Caldagués en uno de los reductos que habían levantado en
-el camino real de Valencia.
-
-[Marginal: Batalla de Molins de Rey.]
-
-El enemigo al alborear del 21 empezó su ataque. Apostose el general
-Chabran en Molins de Rey, que estaba a la derecha de los franceses, y
-de donde la batalla tomó el nombre; vadeando la división del general
-Pino el Llobregat por San Feliú, al tiempo que Souham con su tropa
-le cruzaba por San Juan del Pi. Habían en un principio creído los
-españoles que su izquierda sería la primera atacada, mas cerciorados
-de lo contrario mejoraron su posición, haciendo los peones acertado
-fuego. El desaliento no obstante era grande desde la acción de Llinas,
-y no había corrido suficiente tiempo para que se borrase en la mente
-del soldado tan funesta impresión. Envolvieron los enemigos la derecha
-española; arrojáronla sobre el centro, y cayendo unos y otros sobre
-la izquierda, ya no hubo sino desconcierto, acorralados los nuestros
-contra el puente de Molins de Rey. [Marginal: Derrota de los españoles
-y tristes resultas.] A las diez de la mañana llegó Vives solamente para
-presenciar la destrucción de los suyos. El ejército español estuvo muy
-expuesto a ser del todo cogido por los franceses, a no haberse los
-soldados desbandado y tirado cada uno por donde encontró salida. Fue
-considerable nuestra pérdida, principalmente de jefes: el brigadier la
-Serna murió en Tarragona de las cuchilladas recibidas; el de Caldagués
-cayó prisionero y lo mismo varios coroneles. Quedó en poder de los
-contrarios toda la artillería.
-
-Por loable que fuera el deseo que animaba al general Reding, con razón
-debió tacharse de extrema imprudencia el aventurar una acción con un
-ejército que además de novel, acababa pocos días antes de ser deshecho
-y en parte disperso. Así fue que el general Saint-Cyr maniobrando con
-sumo arte, sin grande esfuerzo desbarató completamente nuestras filas
-atropellándose unos soldados sobre otros. Aciagas y de trascendencia
-fueron las resultas. Perdiéronse las armas que arrojaron los infantes,
-se abandonaron los cuantiosos almacenes que había en el Llobregat, en
-Villafranca de Panadés y en Villanueva de Sitges, y en fin, deshízose
-enteramente el ejército. Cataluña quedó casi toda ella a merced del
-vencedor, que no solo forzó el paso del Bruch para él tan ominoso, sino
-que también derramó por todas partes el espanto y la desolación.
-
-[Marginal: Embarazosa también la situación de Saint-Cyr.]
-
-Admiró a algunos que el general Saint-Cyr permaneciese ocioso,
-alcanzadas tales ventajas, y atribuíanlo a la condición perezosa de que
-le tachaban. Pero otros motivos obraron en su mente para proceder con
-lentitud y circunspección. Había en su ejército a pesar de los acopios
-cogidos mucha escasez por la necesidad de abastecer a Barcelona; el
-país que le rodeaba estaba ya agotado, la comunicación con Francia no
-fácil, y los obstáculos mayores cada día por el pronto retoño de la
-guerra de somatenes, contra cuyos continuos y desparramados esfuerzos
-se estrellaba la pericia de los generales franceses.
-
-[Marginal: Acontecimientos de Tarragona.]
-
-Era por cierto situación esta embarazosa para ellos, y de grande ayuda
-para los españoles, cuyos dispersos se iban allegando a Tarragona. En
-sus muros alborotose el pueblo, y amenazó de muerte al general Vives,
-quien para preservarse de una catástrofe casi inevitable, rotos los
-vínculos de la subordinación, dejó el mando, [Marginal: Sucede Reding a
-Vives.] que recayó en Don Teodoro Reding, grato a la opinión popular.
-Poco a poco recobró la autoridad su fuerza, la junta se trasladó a
-Tortosa, y el nuevo general con actividad y celo empezó a arreglar
-el ejército, a la sazón descompuesto e insubordinado. Todo anunciaba
-mejora, mas todo se malogró, como veremos después por la fatal manía de
-dar batallas, y también por el laudable deseo de socorrer a Zaragoza.
-
-[Marginal: Segundo sitio de Zaragoza.]
-
-Esta ciudad, si bien ilustró su nombre en el primer sitio, ahora le
-engrandeció en el segundo, perpetuándole con nuevas proezas y con
-su imperturbable constancia, en medio de padecimientos y angustias.
-Situada no lejos de la frontera de Francia temiose contra ella ya
-en septiembre un nuevo y más terrible acometimiento. [Marginal:
-Preparativos de defensa.] Palafox como general advertido aprestose a
-repelerle, fortificando con esmero y en cuanto se podía población tan
-extensa y descubierta. Encargó la dirección de las obras a Don Antonio
-Sangenís, ya célebre por lo que trabajó en el primer sitio. El tiempo
-y los medios no permitían convertir a Zaragoza en plaza respetable.
-Hubo varios planes para fortalecerla: adoptose como más fácil el de
-una fortificación provisional, aprovechándose de los edificios que
-había en su recinto. Por la margen derecha del Ebro se recompuso y
-mejoró el castillo de la Aljafería, estableciendo comunicación con el
-Portillo por medio de una doble caponera, y asegurando bastantemente
-la defensa hasta la Puerta de Sancho. Del otro lado del castillo hasta
-el puente de Huerva se habían fortificado los conventos intermedios,
-se había levantado un terraplén revestido de piedra, abierto en partes
-un foso y construido en el mismo puente un reducto que se denominó del
-Pilar. De allí un atrincheramiento doble se extendía al monasterio de
-Santa Engracia, cuyas ruinas se habían grandemente fortalecido. En
-seguida y hasta el Ebro defendían la ciudad varias obras y baterías,
-no habiéndose descuidado fortificar el convento de San José, que
-situado a la derecha de Huerva descubría los ataques del enemigo, y
-protegía las salidas de los sitiados. En el monte Torrero solo se
-levantó un atrincheramiento, no creyendo el puesto susceptible de larga
-resistencia. Por la ribera izquierda del Ebro se resguardó el Arrabal
-con reductos y flechas, revestidos de ladrillo o adobe, haciendo
-además cortaduras en las calles y aspillerando las casas. Otro tanto
-se practicó en la ciudad, tapiando los pisos bajos, atronerando los
-otros y abriendo comunicaciones por las paredes medianeras. Las quintas
-y edificios, los jardines y los árboles que en derredor del recinto
-quedaban aún en pie después de los destrozos del primer sitio, se
-arrasaron para despejar los contornos. Todos los moradores a porfía y
-con afanado ahinco coadyuvaron a la pronta conclusión de los trabajos
-emprendidos.
-
-La artillería no era en general de grueso calibre. Había unas 60
-piezas de a 16 y 24, sacadas por la mayor parte del canal en donde los
-franceses las habían arrojado: apenas se hizo uso de los morteros por
-falta de bombas. Se reservaban en los almacenes provisiones suficientes
-para alimentar 15.000 hombres durante seis meses; cada vecino tenía un
-acopio particular para su casa, y los conventos muchas y considerables
-vituallas. En un principio no se contaba para la defensa sino con
-14 o 15.000 hombres: aumentáronse hasta 28.000 con los dispersos de
-Tudela que se incorporaron a la guarnición. Era segundo de Palafox
-Don Felipe Saint-March; mandaba la artillería el general Villalba, y
-los ingenieros el coronel Sangenís. Componíase la caballería de 1400
-hombres a las órdenes del general Butrón.
-
-[Marginal: Disposiciones de los franceses.]
-
-Los franceses después de la batalla de Tudela también se preparaban por
-su parte a comenzar el sitio, reuniendo en Alagón las tropas y medios
-necesarios. El mariscal Moncey aguardaba allí con el tercer cuerpo la
-llegada del quinto que mandaba el mariscal Mortier, destinados ambos a
-aquel objeto, y ascendiendo sus fuerzas reunidas a 35.000 hombres, sin
-contar con seis compañías de artillería, ocho de zapadores y tres de
-minadores que se agregaron. Mandaba la primera el general Dedon, y los
-ingenieros el general Lacoste. A todos y en jefe debía capitanear el
-mariscal Lannes, que por indisposición se detuvo algunos días en Tudela.
-
-[Marginal: Preséntanse delante de Zaragoza.]
-
-Unidos en Alagón el 19 de diciembre los mencionados tercero y quinto
-cuerpo, presentáronse el 20 delante de Zaragoza, uno por la ribera
-derecha del Ebro, otro por la izquierda. Antes de formalizar el sitio
-pensó el mariscal Moncey general en jefe por ausencia de Lannes, en
-apoderarse del monte Torrero, que resguardaba con 5000 hombres Don
-Felipe Saint-March. [Marginal: El mariscal Moncey se apodera del monte
-Torrero.] Para ello al amanecer del 21 coronaron sus tropas las alturas
-que dominan aquel sitio, al mismo tiempo que distrayendo la atención
-por nuestra izquierda, se enseñorearon, por la derecha, del puente
-de la Muela y de la Casa Blanca. Desde allí flanquearon la batería
-de Buena Vista, en la que volándose un repuesto de granadas con una
-arrojada por los enemigos, causó desorden y obligó a los nuestros a
-abandonar el puesto. Entonces Saint-March descubierto por su derecha
-pegó fuego en Torrero al puente de América, y se replegó al reducto del
-Pilar, en donde repelidos los enemigos tuvieron que hacer alto. De mal
-pronóstico era para la defensa de Zaragoza la pérdida de Torrero: en
-el anterior sitio igual hecho había costado la vida al oficial Falcó:
-en el actual avínole bien a Saint-March para no ser perseguido la
-particular protección de Palafox.
-
-[Marginal: Son rechazados los franceses en el Arrabal.]
-
-Compensose en algo este golpe con lo acaecido en el Arrabal el mismo
-día. Queriendo tomarle el general Gazan empezó por acometer a los
-suizos del ejército español que estaban en el camino de Villamayor:
-superior en número los obligó a retirarse a la torre del Arzobispo, en
-donde si bien se defendieron con el mayor valor, dándoles ejemplo su
-jefe Don Adriano Walker, quedaron allí los más muertos o prisioneros.
-Animados los franceses embistieron tres de las baterías del Arrabal, en
-cuyo paraje mandaba Don José Manso. Durante cinco horas persistieron
-en sus acometidas. Infructuosamente llegaron algunos hasta el pie de
-los cañones del Rastro y el Tejar. El coronel de artillería Don Manuel
-Velasco que dirigía los fuegos, cubriose aquel día de gloria por su
-acierto y bizarra serenidad. Mucho igualmente influyó con su presencia
-Don José de Palafox, que acudía adonde mayor peligro amagaba. El éxito
-fue muy feliz para los españoles, y el haber sido rechazado el enemigo,
-así en este como en otros puntos, comunicó aliento a los aragoneses,
-[Marginal: Intimación a la plaza. (* Ap. n. 7-4.)] y convenció al
-francés que tampoco en esta ocasión sería ganada de rebate la ciudad de
-Zaragoza. Por eso recurrió igualmente el mariscal Moncey a la vía de
-la negociación; mas Palafox desechó su propuesta con ánimo levantado y
-arrogante.[*]
-
-[Marginal: Bloqueo y ataques que preparan los franceses.]
-
-Los franceses trataron entonces de establecer un riguroso bloqueo.
-Del lado del Arrabal el general Gazan inundó el terreno para impedir
-las salidas de los sitiados, los cuales el 25 al mando de Don Juan
-O’Neille desalojaron a los enemigos del soto de Mezquita, obligándolos
-a retirarse hasta las alturas de San Gregorio. Por la derecha del río
-propuso el general Lacoste tres ataques, uno contra la Aljafería, y los
-otros dos contra el puente de Huerva y convento de San José, punto que
-miraban los enemigos como más flaco por no haber detrás en el recinto
-de la plaza muro terraplenado. Empezaron a abrir la trinchera en la
-noche del 29 al 30 de diciembre.
-
-[Marginal: Salida del general Butrón.]
-
-Notando los españoles que avanzaban los trabajos de los sitiadores,
-se dispusieron el 31 a hacer una salida mandada por el brigadier Don
-Fernando Gómez de Butrón. Fingiose un ataque en todo lo largo de la
-línea, enderezándose nuestra gente a acometer la izquierda enemiga.
-Mas advertido Butrón de que por la llanura que se extiende delante de
-la Puerta de Sancho se adelantaba una columna francesa, prontamente
-revolvió sobre ella, y dándole una carga con la caballería la arrolló
-y cogió 200 prisioneros. Palafox para estimular a la demás tropa, y
-borrar la funesta impresión que pudieran causar las tristes noticias
-del resto de España, recompensó a los soldados de Butrón con el
-distintivo de una cruz encarnada.
-
-[Marginal: Reemplaza Junot a Moncey.]
-
-El 1.º de enero reemplazó en el mando en jefe al mariscal Moncey el
-general Junot duque de Abrantes. En aquel día los sitiadores para
-adelantarse salieron de las paralelas de derecha y centro, perdiendo
-mucha gente, [Marginal: Sale Mortier para Calatayud.] y el mariscal
-Mortier, disgustado del nombramiento de Junot, partió para Calatayud
-con la división del general Suchet, lo cual disminuyó momentáneamente
-las fuerzas de los franceses.
-
-[Marginal: Empieza el bombardeo. Ataques contra San José y reducto del
-Pilar.]
-
-Estos habiendo establecido el 9 ocho baterías, empezaron en la mañana
-del 10 el bombardeo, y a batir en brecha el reducto del Pilar y el
-convento de San José, que aunque bien defendido por Don Mariano
-Renovales, no podía resistir largo tiempo. Era edificio antiguo,
-con paredes de poco espesor, y que desplomándose, en vez de cubrir
-dañaban con su caída a los defensores. Hiciéronse sin embargo notables
-esfuerzos, [Marginal: Manuela Sancho.] sobresaliendo en bizarría una
-mujer llamada Manuela Sancho, de edad de veinticuatro años, natural de
-Plenas en la serranía. El 11 dieron los franceses el asalto, teniendo
-que emplear en su toma las mismas precauciones que para una obra de
-primer orden.
-
-Alojados en aquel convento fueron dueños de la hondonada de Huerva,
-pero no podían avanzar al recinto de la plaza sin enseñorearse del
-reducto del Pilar, cuyos fuegos los incomodaban por su izquierda. El 11
-también este punto había sido atacado con empeño, sin que los franceses
-alcanzasen su objeto. Mandaba Don Domingo Larripa, y se señaló con sus
-acertadas providencias, así como el oficial de ingenieros Don Marcos
-Simonó, y el comandante de la batería Don Francisco Betbezé. Por la
-noche hicieron los nuestros una salida que difundió el terror en el
-campo enemigo, hasta que su ejército vuelto en sí y puesto sobre las
-armas obligó a la retirada. Arrasado el 15 el reducto, quedando solo
-escombros y muertos los más de los oficiales que le defendían, fue
-abandonado entre ocho y nueve de la noche, volando al mismo tiempo el
-puente de Huerva, en que se apoyaba su gola.
-
-[Marginal: Resolución de los moradores.]
-
-Entre este y el Ebro del lado de San José no restaba ya a Zaragoza
-otra defensa sino su débil recinto y las paredes de sus casas; pero
-habitadas estas por hombres resueltos a pelear de muerte, allí empezó
-la resistencia más vigorosa, más tenaz y sangrienta.
-
-[Marginal: Enfermedades y contagio.]
-
-De la determinación de defender las casas nació la necesidad de
-abandonarlas, y de que se agolpase parte de la población a los barrios
-más lejanos del ataque, con lo cual crecieron en ellos los apuros y
-angustias. El bombardeo era espantoso desde el 10, y para guarecerse
-de él, amontonándose las familias en los sótanos, inficionaban el aire
-con el aliento de tantos, con la falta de ventilación, y el continuado
-arder de luces y leña. De ello provinieron enfermedades que a poco se
-transformaron en horroroso contagio. Contribuyeron a su propagación
-los malos y no renovados alimentos, la zozobra, el temor, la no
-interrumpida agitación, las dolorosas nuevas de la muerte del padre,
-del esposo, del amigo; trabajos que a cada paso martillaban el corazón.
-
-Los franceses continuaron sus obras concluyendo el 21 la tercera
-paralela de la derecha, y entonces fijaron el emplazamiento de
-contrabaterías y baterías de brecha del recinto de la plaza. Procuraban
-los españoles por su parte molestar al enemigo con salidas, y
-ejecutando acciones arrojadas, largas de referir.
-
-[Marginal: Temores de los franceses.]
-
-No solo padecían los franceses con el daño que de dentro de Zaragoza se
-les hacía, sino que también andaban alterados con el temor de que de
-fuera los atacasen cuadrillas numerosas: y se confirmaron en ello con
-lo acaecido en Alcañiz. Por aquella parte y camino de Tortosa habían
-destacado para acopiar víveres al general Wathier con 600 caballos y
-1200 infantes. [Marginal: Gente que perdieron en Alcañiz.] En su ruta
-fue este molestado por los paisanos y algunos soldados sueltos, en
-términos que deseoso de destruirlos los acosó hasta Alcañiz, en cuyas
-calles los perseguidos y los moradores defendiéronse con tal denuedo
-que para enseñorearse de la población perdieron los franceses más de
-400 hombres.
-
-Acrecentose su desasosiego con las voces esparcidas de que el marqués
-de Lazán y Don Francisco Palafox venían al socorro de Zaragoza; voces
-entonces falsas, pues Lazán estaba lejos en Cataluña, y su hermano Don
-Francisco, si bien había pasado a Cuenca a implorar la ayuda del duque
-del Infantado, no le fue a este lícito condescender con lo que pedía.
-Daba ocasión al engaño una corta división de 4 a 5000 hombres que Don
-Felipe Perena, saliendo de Zaragoza, reunió fuera de sus muros, y la
-cual, ocupando a Villafranca, Leciñena y Zuera, recorría la comarca.
-
-Por escasas que fuesen semejantes fuerzas instaba a los franceses
-destruirlas: cuando no, podían servir de núcleo a la organización de
-otras mayores. [Marginal: Llegada del mariscal Lannes.] Favoreció a su
-intento la llegada el 22 de enero del mariscal Lannes. Restablecido
-de su indisposición acudía este a tomar el mando supremo del tercero
-y quinto cuerpo, que mandados separadamente por jefes entre sí
-desavenidos, no concurrían a la formación del sitio con la debida unión
-y celeridad. Puesto ahora el poder en una sola mano notáronse luego sus
-efectos. [Marginal: Llama a Mortier.] Por de pronto ordenó Lannes al
-mariscal Mortier que de Calatayud volviese con la división del general
-Suchet, y que con ella, y el apoyo de la de Gazan que bloqueaba el
-Arrabal, [Marginal: Dispersa este a Perena.] marchase al encuentro de
-la gente de Perena, que los franceses creían ser Don Francisco de
-Palafox. Aquel oficial dejando hacia Zuera alguna fuerza, replegose con
-el resto desde Perdiguera, donde estaba, a nuestra Señora de Magallón.
-Gente la suya nueva y allegadiza, ahuyentáronla fácilmente los
-franceses de las cercanías de Zaragoza, y pudieron continuar el sitio
-sin molestia ni diversión de afuera.
-
-Redoblando pues su furia contra la ciudad abrieron espaciosa brecha en
-su recinto, y ya no les quedaba sino pasar el Huerva para intentar el
-asalto. Construyeron dos puentes, y en la orilla izquierda dos plazas
-de armas donde se reuniese la gente necesaria al efecto. Los nuestros,
-sin dejar de defender algunos puntos aislados que les quedaban fuera,
-perfeccionaban también sus atrincheramientos interiores.
-
-[Marginal: Asalto de los franceses al recinto de la ciudad.]
-
-El 27 determinaron los enemigos dar el asalto. Dos brechas practicables
-se les ofrecían, una enfrente del convento de San José, y otra más a
-la derecha cerca de un molino de aceite que ocupaban. En el ataque
-del centro habían también abierto una brecha en el convento de Santa
-Engracia, y por ella y las otras dos corrieron al asalto en aquel
-día a las doce de la mañana. La campana de la torre nueva avisó a
-los sitiados del peligro. Todos a su tañido se atropellaron a las
-brechas. Por la del molino embistieron los franceses, y se encaramaron
-sin que los detuvieran dos hornillos a que se prendió fuego; mas
-un atrincheramiento interior y una granizada de balas, metralla
-y granadas, los forzaron a retirarse, limitándose a coronar con
-dificultad lo alto de la brecha por medio de un alojamiento. Enfrente
-de San José, rechazados repetidas veces, consiguieron al fin meterse
-desde la brecha en una casa contigua, y hubieran pasado adelante a no
-haberlos contenido la intrepidez de los sitiados. El ataque contra
-Santa Engracia, si bien al principio ventajoso al enemigo, saliole
-después más caro que los otros. Tomaron en efecto sus soldados aquel
-monasterio, enseñoreáronse del convento inmediato de las Descalzas,
-y enfilando desde él la larga cortina que iba de Santa Engracia al
-puente de Huerva obligaron a los españoles a abandonarla. Alentados los
-franceses con la victoria se extendieron hasta la Puerta del Carmen,
-y llevados de igual ardor los que de ellos guardaban la paralela del
-centro, acometieron por la izquierda, se hicieron dueños del convento
-de Trinitarios descalzos, y ya avanzaban a la Misericordia cuando se
-vieron abrasados con el fuego de dos cañones, y el daño que recibían
-de calles y casas. Los nuestros persiguiéndolos hicieron una salida,
-y hasta se metieron en el convento de trinitarios, que fuera otra
-vez suyo sin el pronto socorro que trajo a los contrarios el general
-Morlot. Murieron de los franceses 800 hombres, en cuyo número se
-contaron varios oficiales de ingenieros.
-
-[Marginal: Muerte de Sangenís.]
-
-Pero de esta clase tuvieron los españoles que llorar al siguiente día
-la dolorosa pérdida del comandante Don Antonio Sangenís, que fue muerto
-en la batería llamada Palafox al tiempo que desde ella observaba los
-movimientos del enemigo. Tenía cuarenta y tres años de edad, y amábanle
-todos por ser oficial valiente, experimentado y entendido. Y aunque de
-condición afable, era tal su entereza que desde el primer sitio había
-dicho: «no se me llame a consejo si se trata de capitular, porque nunca
-será mi opinión que no podamos defendernos.»
-
-[Marginal: Estragos de bombardeo y epidemia.]
-
-El bombardeo mientras tanto continuaba sus estragos, siendo mayores
-los de la epidemia, de que ya morían 350 personas por día, y los hubo
-en que fallecieron 500. Faltaban los medicamentos, estaban henchidos
-de enfermos los hospitales, costaba una gallina cinco pesos fuertes,
-carecíase de carne y de casi toda legumbre. Ni había tiempo ni espacio
-para sepultar los muertos, cuyos cadáveres hacinados delante de las
-iglesias, esparcidos a veces y desgarrados por las bombas, ofrecían
-a la vista espantoso y lamentable espectáculo. Confiado el mariscal
-Lannes de que en tal aprieto se darían a partido los españoles,
-sobre todo si eran noticiosos de lo que en otras partes ocurría,
-[Marginal: Intimación de Lannes. Dicho de Palafox.] envió un parlamento
-comunicando los desastres de nuestros ejércitos y la retirada de los
-ingleses. Mas en balde: los zaragozanos nada escucharon; en vez de
-amilanarse crecía su valor al par de los apuros. Su caudillo, firme
-como ellos, repetía: «defenderé hasta la última tapia.»
-
-[Marginal: Resistencia en casas y edificios.]
-
-Los franceses entonces yendo adelante en sus embestidas, inútilmente
-quisieron el 28 y 29 apoderarse por su derecha de los conventos de
-San Agustín y Santa Mónica. Tampoco pudieron vencer el obstáculo de
-una casa intermedia que les quedaba para penetrar en la calle de la
-Puerta quemada. Lo mismo les sucedió con una manzana contigua a Santa
-Engracia, empezando entonces a disputarse con encarnizamiento la
-posesión de cada casa, y de cada piso, y de cada cuarto.
-
-[Marginal: Minas de los franceses.]
-
-Siendo muy mortífero para los franceses este desconocido linaje de
-defensa, resolvieron no acometer a pecho descubierto, y emprendieron
-por medio de minas una guerra terrible y escondida. Aunque en ella les
-daban su saber y recursos grandes ventajas, no por eso se abatieron
-los sitiados; y sosteniéndose entre las ruinas y derribos que causaban
-las minas enemigas, no solo procuraban conservar aquellos escombros,
-sino que también querían recuperar los perdidos. Intentáronlo aunque en
-vano con el convento de Trinitarios descalzos. La lid fue porfiada y
-sangrienta; quedó herido el general francés Rostollant y muertos muchos
-de sus oficiales. Nuestros paisanos y soldados abalanzábanse al peligro
-como fieras. [Marginal: Patriotismo y fervor de algunos eclesiásticos.]
-Y sacerdotes piadosos y atrevidos no cesaban de animarlos con sus
-lenguas y dar consuelos religiosos a los que caían heridos de muerte,
-siendo a veces ellos mismos víctima de su fervor. Augusto entonces
-y grandioso ministerio, que al paso que desempeñaba sus propias y
-sagradas obligaciones, cumplía también con las que en tales casos y sin
-excepción exige la patria de sus hijos.
-
-A fuerza de empeño y trabajos, y valiéndose siempre de sus minas, se
-apoderaron los franceses el 1.º de febrero de San Agustín y Santa
-Mónica, y esperaron penetrar hasta el Coso por la calle de la Puerta
-quemada; empresa la última que se les malogró con pérdida de 200
-hombres. Dolorosa fue también para ellos la toma en aquel día de
-algunas casas en la calle de Santa Engracia, [Marginal: Muerte del
-general Lacoste.] cayendo atravesado de una bala por las sienes el
-general Lacoste, célebre ya en otros nombrados sitios. Sucediole Mr.
-Rogniat, herido igualmente en el siguiente día.
-
-[Marginal: Murmuraciones del ejército francés.]
-
-Aunque despacio, y por decirlo así, a palmos, avanzaba el enemigo por
-los tres puntos principales de su ataque que acabamos de mencionar.
-Mas como le costaba tanta sangre, excitáronse murmuraciones y quejas
-en su ejército, las cuales estimularon al mariscal Lannes a avivar la
-conclusión de tan fatal sitio, acometiendo el Arrabal.
-
-[Marginal: Embestida del Arrabal.]
-
-Seguía en aquella parte el general Gazan, habiéndose limitado hasta
-entonces a conservar riguroso bloqueo. Ahora según lo dispuesto por
-Lannes, emprendió los trabajos de sitio. El 7 de febrero embistieron
-ya sus soldados el convento de Franciscanos de Jesús a la derecha
-del camino de Barcelona. Tomáronle después de tres horas de fuego,
-arrojando de dentro a 200 hombres que le guarnecían; y no pudiendo
-ir más adelante por la resistencia que los nuestros les opusieron,
-paráronse allí y se atrincheraron.
-
-[Marginal: Los progresos del enemigo en la ciudad.]
-
-Trató Lannes al mismo tiempo de que se diesen la mano con este ataque
-los de la ciudad, y puso su particular conato en que el de la derecha
-de San José se extendiese por la universidad y Puerta del Sol hasta
-salir al pretil del río. Tampoco descuidó el del centro, en donde los
-sitiados defendieron con tal tenacidad unas barracas que había junto
-a las ruinas del hospital, que según la expresión de uno de los jefes
-enemigos «era menester matarlos para vencerlos». Allí el sitiador,
-ayudado de los sótanos del hospital, atravesó la calle de Santa
-Engracia por medio de una galería, y con la explosión de un hornillo
-se hizo dueño del convento de San Francisco: hasta que subiendo por la
-noche al campanario el coronel español Fleury acompañado de paisanos,
-agujerearon juntos la bóveda y causaron tal daño a los franceses desde
-aquella altura, que huyeron estos recobrando después a duras penas el
-terreno perdido.
-
-[Marginal: Nuevas murmuraciones del ejército francés.]
-
-Los combates de todos lados eran continuos, y aunque los sostenían
-por nuestra parte hombres flacos y macilentos, ensañábanse tanto, que
-creciendo las quejas del soldado enemigo, exclamaba: «que se aguardasen
-refuerzos, si no se quería que aquellas malhadadas ruinas fuesen su
-sepulcro.»
-
-[Marginal: Toma del Arrabal.]
-
-Urgía pues a Lannes acabar sitio tan extraño y porfiado. El 18 de
-febrero volvió a seguirse el ataque del Arrabal; y con horroroso fuego,
-al paso que de un lado se derribaban frágiles casas, flanqueábase del
-otro el puente del Ebro para estorbar todo socorro, pereciendo al
-querer intentarlo el barón de Versages. A las dos de la tarde abierta
-brecha, penetraron los franceses en el convento de mercenarios llamado
-de San Lázaro. Fundación del rey don Jaime el Conquistador y edificio
-grandioso, fue defendido con el mayor valor; y en su escalera, de
-construcción magnífica, anduvo la lucha muy reñida: perecieron casi
-todos los que le guarnecían. Ocupado el convento por los franceses,
-quedó a los demás soldados del Arrabal cortada la retirada. Imposible
-fue, excepto a unos cuantos, repasar el puente, siendo tan tremendo
-el fuego del enemigo que no parecía sino que a manera de las del
-Janto, se habían incendiado las aguas del Ebro. En tamaño aprieto
-echaron los más de los nuestros por la orilla del río, capitaneándolos
-el comandante de Guardias españolas Manso; pero perseguidos por la
-caballería francesa, enfermos, fatigados y sin municiones, tuvieron que
-rendirse. Con el Arrabal perdieron los españoles entre muertos, heridos
-y prisioneros 2000 hombres.
-
-[Marginal: Furioso ataque que los franceses preparan.]
-
-Dueños así los franceses de la orilla izquierda del Ebro, colocaron
-en batería 50 piezas, con cuyo fuego empezaron a arruinar las casas
-situadas al otro lado en el pretil del río. Ganaban también terreno
-dentro de la ciudad, extendiéndose por la derecha del Coso; y ocupado
-el convento de Trinitarios calzados se adelantaron a la calle del
-Sepulcro, procurando de este modo concertar diversos ataques. En tal
-estado, meditando dar un golpe decisivo, habían formado seis galerías
-de mina que atravesaban el Coso, y cargando cada uno de los hornillos
-con 3000 libras de pólvora, confiaban en que su explosión causando
-terrible espanto en los zaragozanos los obligaría a rendirse.
-
-[Marginal: Deplorable estado de la ciudad.]
-
-No necesitaron los franceses acudir a medio tan violento. Menos eran de
-4000 los hombres que en la ciudad podían sustentar las armas, 14.000
-estaban postrados en cama, muchos convalecientes y los demás habían
-perecido al rigor de la epidemia y de la guerra. Desvanecíanse las
-esperanzas de socorro; [Marginal: Enfermedad de Palafox.] y el mismo
-general Don José de Palafox, acometido de la enfermedad reinante, tuvo
-que transmitir sus facultades a una junta que se instaló en la noche
-del 18 al 19 de febrero. Componíase esta de 34 individuos, siendo
-su presidente Don Pedro María Ric, regente de la audiencia. Rodeada
-de dificultades convocó la nueva autoridad a los principales jefes
-militares, quienes trazando un tristísimo cuadro de los medios que
-quedaban de defensa, inclinaron los ánimos a capitular. Discutiose no
-obstante largamente la materia; mas pasando a votación, hubo de los
-vocales 26 que estuvieron por la rendición, y solo ocho, entre ellos
-Ric, se mantuvieron firmes en la negativa. En virtud de la decisión
-de la mayoría, enviose al cuartel general enemigo un parlamento, a
-nombre de Palafox, aceptando con alguna variación las ofertas que el
-mariscal Lannes había hecho días antes: pero este por tardía desechó
-con indignación la propuesta.
-
-[Marginal: Propone la junta capitular.]
-
-La junta entonces pidió por sí misma suspensión de hostilidades. Aceptó
-el mariscal francés con expresa condición de que dentro de dos horas
-se le presentasen sus comisionados a tratar de la capitulación. En el
-pueblo y entre los militares había un partido numeroso que reciamente
-se oponía a ella, por lo cual hubo de usarse de precauciones.
-
-[Marginal: Conferencia con Lannes.]
-
-Fue nombrado para ir al cuartel general francés Don Pedro María Ric con
-otros vocales. Recibiolos aquel mariscal con desdén y aun desprecio,
-censurando agriamente y con irritación la conducta de la ciudad, por
-no haber escuchado primero sus proposiciones. Amansado algún tanto con
-prudentes palabras de los comisionados, añadió Lannes, «respetaranse
-las mujeres y los niños, con lo que queda el asunto concluido.» «Ni
-aun empezado, replicó prontamente mas con serenidad y firmeza Don
-Pedro Ric, eso sería entregarnos sin condición a merced del enemigo, y
-en tal caso continuará Zaragoza defendiéndose, pues aún tiene armas,
-municiones, y sobre todo puños.»
-
-[Marginal: Capitulación.]
-
-No queriendo sin duda el mariscal Lannes compeler a despecho ánimos
-tan altivos, reportose aun más, y comenzó a dictar la capitulación.
-En vano se esforzó Don Pedro Ric por alterar alguna de sus cláusulas
-o introducir otras nuevas. Fueron desatendidas las más de sus
-reclamaciones. Sin embargo instando para que por un artículo expreso se
-permitiese a Don José de Palafox ir a donde tuviese por conveniente,
-[Marginal: Palabra que da Lannes.] replicó Lannes que nunca un
-individuo podía ser objeto de una capitulación; pero añadió que
-empeñaba su palabra de honor de dejar a aquel general entera libertad,
-así como a todo el que quisiese salir de Zaragoza. Estos pormenores,
-que es necesario no echar en olvido, han sido publicados en una
-relación impresa por el mismo Don Pedro María Ric, de cuya boca también
-nosotros se los hemos oído repetidas veces, mereciendo su dicho entera
-fe, como de magistrado veraz y respetable.
-
-[Marginal: Firma la junta la capitulación.]
-
-La junta admitió y firmó el 20 la capitulación, airándose Lannes de que
-pidiese nuevas aclaraciones; mas de nada sirvió ni aun lo estipulado.
-[Marginal: Quebrántase por los franceses horrorosamente.] En aquella
-misma noche la soldadesca francesa saqueó y robó; y si bien pudieran
-atribuirse tales excesos a la dificultad de contener al soldado después
-de tan penoso sitio, no admite igual excusa el quebrantamiento de
-otros artículos, ni la falta de cumplimiento de la palabra empeñada
-de dejar ir libre a Don José de Palafox. [Marginal: Maltrato dado
-a Palafox.] Moribundo sacáronle de Zaragoza, a donde tuvieron que
-volverle por el estado de postración en que se hallaba. Apenas
-restablecido lleváronle a Francia, y encerrado en Vincennes padeció
-hasta en 1814 durísimo cautiverio.
-
-[Marginal: Muerte de prisioneros, de Boggiero y Sas.]
-
-Fueron aun más allá los enemigos en sus demasías y crueldades.
-Despojaron a muchos prisioneros, mataron a otros y maltrataron a casi
-todos. Tres días después de la capitulación, a la una de la noche,
-llamaron de un cuarto inmediato al de Palafox, donde siempre dormía,
-a su antiguo maestro el padre Don Basilio Boggiero, y al salir se
-encontró con el alcalde mayor Solanilla, un capitán francés y un
-destacamento de granaderos que le sacaron fuera sin decirle a dónde le
-llevaban. Tomaron al paso al capellán Don Santiago Sas, que se había
-distinguido en el segundo sitio tanto como en el anterior, despidieron
-a Solanilla, y solos los franceses marcharon con los dos presos
-al puente de Piedra. Allí matáronlos a bayonetazos, arrojando sus
-cadáveres al río. Hirieron primero a Sas, y no se oyó de su boca como
-tampoco de la de Boggiero otra voz que la de animarse recíprocamente a
-muerte tan bárbara e impensada. Contolo así después y repetidas veces
-el capitán francés encargado de su ejecución, añadiendo que el mariscal
-Lannes le había ordenado los matase sin hacer ruido. ¡Atrocidad
-inaudita! A tal punto el vencedor atropelló en Zaragoza las leyes de la
-guerra y los derechos sagrados de la humanidad.
-
-La capitulación se publicó en la Gaceta de Madrid de 28 de febrero,[*]
-[Marginal: (* Ap. n. 7-5.)] nunca en los papeles franceses, sin duda
-para que se creyese que se había entregado Zaragoza a merced del
-conquistador, y disculpar así los excesos: como si con capitulación o
-sin ella pudieran permitirse muchos de los que se cometieron.
-
-[Marginal: Entrada de Lannes en Zaragoza.]
-
-Fue nombrado el general Laval gobernador de Zaragoza. Hizo el 5 de
-marzo su entrada solemne Lannes, recibiéndole en la iglesia de nuestra
-Señora del Pilar [Marginal: P. Santander.] el padre Santander, obispo
-auxiliar, que ausente en los dos sitios volvió a Zaragoza a celebrar
-el triunfo de los enemigos de su patria. [Marginal: (* Véase Ap. n.
-7-6.) Junot sucede otra vez a Lannes.] Del joyero de aquel templo se
-sacaron las más preciosas alhajas, pasando a manos de los principales
-jefes franceses bajo el nombre de regalos que hacía la junta.[*] El
-mariscal Lannes permaneció en Zaragoza hasta el 14 de marzo que partió
-a Francia sucediéndole por entonces en el mando el general Junot, duque
-de Abrantes.
-
-Duró el sitio de Zaragoza 62 días; y sin la epidemia, principal
-ayudadora de los franceses, muchos esfuerzos y tiempo hubieran todavía
-empleado estos en la conquista. Al capitular solo era suya una cuarta
-parte de la ciudad, el Arrabal y 13 iglesias o conventos, [Marginal:
-Pérdidas de unos y de otros. (* Ap. n. 7-7.)] y sin embargo su posesión
-les había costado tanto trabajo y la pérdida de más de 8000 hombres.
-Murieron de los españoles en ambos sitios 53.873 personas;[*] el mayor
-número en el último y de la epidemia. [Marginal: Ruinas de edificios
-y bibliotecas.] Fueron destruidos con las bombas los más de los
-edificios. La biblioteca de la universidad, formada con la antigua
-de los jesuitas y enriquecida con varias dádivas, entre ellas una
-del ilustre aragonés Don Ramón de Pignatelli, se voló con una mina.
-Pereció también al final del sitio la del convenio de dominicos de San
-Ildefonso, fundada por el marqués de la Compuesta secretario de gracia
-y justicia de Felipe V, en la que había, sin los impresos, más de 2000
-curiosos manuscritos. Tan destructora y enemiga de las letras es la
-guerra, aun hecha por naciones cultas.
-
-[Marginal: Juicio sobre este sitio.]
-
-Muchos han dudado de si fue o no conveniente defender a Zaragoza;
-desaprobando otros con más razón el que se hubiesen encerrado tantas
-tropas en su recinto. Debiérase ciertamente haber acudido al remedio
-de semejante embarazo, sacando de allí las que se recogieron después
-de la rota de Tudela o cualesquiera otras: con tal que se hubiera
-limitado su número a los 14 o 15.000 hombres que antes había, y los
-cuales unidos al entusiasmado vecindario bastaban para escarmentar de
-nuevo al enemigo y detenerle largo tiempo delante de sus muros. Mas por
-lo que toca a la determinación de defender la ciudad, nos parece que
-fue acertada y provechosa. Los laureles adquiridos en el primer sitio
-habían dado al nombre de Zaragoza tan mágico influjo, que su pronta y
-fácil entrega hubiera causado desmayo en toda la nación. De otra parte
-su resistencia no solo impidió la ocupación de algunas provincias,
-deteniendo el ímpetu de huestes formidables, sino que también aquellos
-mismos hombres que tan bravos e impávidos se mostraban guarecidos de
-las tapias y las casas, no hubieran, inexpertos y en campo raso, podido
-sostenerse contra la práctica y disciplina de los franceses, mayormente
-cuando la impaciencia pública forzaba a aventurar imprudentes batallas.
-
-Por varios y encontrados que en este punto hayan sido los dictámenes,
-nunca discordaron ni discordarán en calificar de gloriosísima y
-extraordinaria la defensa de Zaragoza. El general francés Rogniat,
-testigo de vista, nos dice con loable imparcialidad:[*] [Marginal: (*
-Ap. n. 7-8.)] «La alteza de ánimo que mostraron aquellos moradores, fue
-uno de los más admirables espectáculos que ofrecen los anales de las
-naciones después de los sitios de Sagunto y Numancia.» Fuelo en efecto
-tanto, que en 1814 citose ya su ejemplo a los pueblos de Francia, como
-digno de imitarse, por aquel mismo Napoleón que antes hubiera querido
-borrarle de la memoria de los hombres.
-
-
-
-
- RESUMEN
- DEL
- LIBRO OCTAVO.
-
-
-_José en Madrid. — Felicitaciones. — Sus providencias. — Comisarios
-regios. — Tropa española. — Junta criminal. — Comisarios de hacienda.
-— Opinión acerca de José. — Junta central en Sevilla. — Declaración
-unánime en favor de la causa peninsular de las provincias de América
-y Asia. — Auxilios que envían. — Decreto de la central sobre América
-de 22 de enero. — Nuevo reglamento para las juntas provinciales
-de España. — Tratado con Inglaterra de 9 de enero. — Subsidios de
-Inglaterra. — Tribunal de seguridad pública. — Centrales enviados a
-las provincias. — Marqués de Villel en Cádiz. — Los ingleses quieren
-ocupar la plaza. — Altercados que hubo en ello. — Alboroto en Cádiz.
-— Conducta extraña de Villel. — Riesgo que corre su persona. — Matan
-a Heredia. — Sosiégase el alboroto. — Ejércitos. — El de la Mancha.
-— Ataque de Mora. — Alburquerque y Cartaojal. — Pasa Alburquerque
-al ejército de Cuesta. — Avanza Cartaojal y se retira. — Acción de
-Ciudad Real. — Ejército de Extremadura. — Avanza a Almaraz. — Córtase
-el puente. — Pasan los franceses el Tajo. — Retíranse los nuestros.
-— Ventajas conseguidas por los españoles. — Únese Alburquerque a
-Cuesta. — Batalla de Medellín. — Sus resultas. — Determinación de la
-central. — Venegas sucede a Cartaojal. — Reflexiones. — Comisión de
-Sotelo. — Respuesta de la central. — Cartas de Sebastiani a Jovellanos
-y otros. — Cartas de Sebastiani al señor Jovellanos. — Contestación
-del señor Jovellanos. — Guerra de Austria. — Cataluña. — Alboroto de
-Lérida. — Reding en Tarragona. — Plan prudente de Martí. — Varíase. —
-Situación del ejército español. — Le atacan los franceses. — Entran
-en Igualada. — Movimientos de Saint-Cyr y Reding. — Batalla de Valls.
-— Entran los franceses en Reus. — Esperanzas de Saint-Cyr. — Salen
-vanas. — Guerra de somatenes. — Dificultad de las comunicaciones.
-— Retírase Saint-Cyr de las cercanías de Tarragona. — Pasa por
-Barcelona. — Estado de la ciudad. — Niéganse las autoridades civiles a
-prestar juramento. — Prenden a muchos y los llevan a Francia. — Pasa
-Saint-Cyr a Vic. — Muerte de Reding. — Sucede Coupigny. — Paisanos
-del Vallés. — Principio de las partidas en todo el reino. — Decreto
-de la central. — Porlier. — Don Juan Echávarri. — El Empecinado. —
-Ciudad Rodrigo y Wilson. — Asturias. — La junta. — Ballesteros. —
-Sus operaciones en Colombres. — Armamento de la provincia. — Worster.
-— Entran los asturianos en Ribadeo. — Y en Mondoñedo. — Sorprenden y
-dispersan los franceses a Worster. — Romana. — Su ejército. — Empieza
-el levantamiento de Galicia. — Mariscal Soult. — Trata de invadir a
-Portugal. — Inútil tentativa para atravesar el Miño. — Toma Soult
-hacia Orense. — Insurrección. — Los abades de Couto y Valladares. — El
-paisanaje molesta a los franceses en su marcha. — Soult y Romana. —
-Intimación a este. — Es desbaratada la retaguardia española. — Ataca a
-Villafranca. — Se apodera de la guarnición. — Llega Romana a Oviedo. —
-Altercado con la junta. — Invade Ney a Asturias. — Kellermann. — Romana
-se embarca en Gijón. — Saquean los franceses a Oviedo. — Sale Ney de
-Asturias. — Mahy amenaza a Lugo. — Desbarata al general Fournier. —
-Pone cerco a la ciudad. — Crece la insurrección de Galicia. — Barrio.
-— Junta de Lobera. — Sitia a Vigo el abad de Valladares. — Limia. —
-Tenreiro y el portugués Almeida. — Morillo. — Gogo. — Ríndese Vigo a
-los españoles. — Bloqueo de Tuy. — Le alzan. — Y evacuan la ciudad
-los franceses. — Se crea y aumenta la división del Miño. — Mándala
-Don Martín de la Carrera. — Desbarata a los franceses en el campo de
-la Estrella. — Campaña de Soult en Portugal. — Entran los franceses
-en Chaves. — En Braga. — Asoman a Oporto. — Estado de la ciudad. —
-Éntranla los franceses. — Gran matanza. — Conducta del mariscal Soult.
-— Pídenle sea rey. — Silveira recobra a Chaves. — Coronel Trant. —
-Regencia de Portugal. — Cradock y los ingleses. — Beresford manda a
-los portugueses. — Refuérzase el ejército inglés. — Sir A. Wellesley
-nombrado general en jefe. — Sus providencias. — Avanza a Coimbra. —
-Situación de los franceses. — Sociedad secreta de los filadelfos. —
-Plan de Wellesley. — Se apoderan los ingleses de Oporto. — Apuros de
-Soult. — Pasa la frontera. — Llega a Lugo. — Levanta Mahy el cerco.
-— Encuéntrase con Romana en Mondoñedo. — Marcha atrevida de los
-españoles. — Descontento del soldado con Romana. — Ney y Soult en Lugo.
-— Conciértanse para destruir el ejército español. — Conde de Noroña 2.º
-comandante de Galicia. — Acción del Puente de Sampayo. — Soult trata
-de pasar a Castilla. — Paisanos del Sil. — Quema de varios pueblos.
-— Romana en Celanova. — Soult en la Puebla de Sanabria. — General
-Franceschi cogido por el Capuchino. — Situación de Ney. — Mazarredo. —
-Bazán. — Evacúa Ney a Galicia. — Entra Noroña en la Coruña. — Worster y
-Bárcena. — Ballesteros pasa a Castilla y a las montañas de Santander. —
-Ocupa a Santander. — Echanle los franceses y se embarca. — Intrepidez
-de Porlier. — Marcha admirable del batallón de la Princesa. — Romana
-en la Coruña. — Sus providencias y negligencia. — Sale a Castilla.
-— Nombra a Mahy para Asturias. — Nombra a Ballesteros para mandar
-10.000 hombres. — Sucédele después en el mando del ejército el duque
-del Parque. — Fin de este libro. — Parangón de la guerra de Austria y
-España. — Previsión notable de Pitt._
-
-
-
-
- HISTORIA
- DEL
- LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN
- de España.
-
- LIBRO OCTAVO.
-
-
-[Marginal: José en Madrid.]
-
-Habiendo la suerte favorecido tan poderosamente las armas francesas,
-pareció a muchos estar ya afianzada la corona de España en las sienes
-de José Bonaparte. Aumentose así el número de sus parciales, y ora por
-este motivo, y ora sobre todo por exigirlo el conquistador, acudieron
-sucesivamente a la corte a felicitar al nuevo rey diputaciones de
-los ayuntamientos y cuerpos de los pueblos sojuzgados. [Marginal:
-Felicitaciones.] Esmeráronse algunas en sus cumplidos, y no quedaron
-en zaga las que representaban a los cabildos eclesiásticos y a los
-regulares, con la esperanza sin duda estos de parar el golpe que
-los amagaba. Mostráronse igualmente adictos varios obispos, y en
-tanto grado que dio contra ellos un decreto la junta central,[*]
-[Marginal: (* Ap. n. 8-1.)] coligiéndose de ahí que si bien la mayoría
-del clero español como la de la nación estuvo por la causa de la
-independencia, no fue exclusivamente aquella clase ni el fanatismo,
-según queda ya apuntado, la que le dio impulso, sino la justa
-indignación general. Corrobórase esta opinión al ver que entre los
-eclesiásticos que abrazaron el partido de José, contáronse muchos de
-los que pasaban plaza de ignorantes y preocupados. Tan cierto es que
-en las convulsiones políticas el acaso, el error, el miedo colocan
-como a ciegas en una y otra parcialidad a varios de los que siguen sus
-opuestas banderas: motivos que reclaman al final desenlace recíproca
-indulgencia.
-
-[Marginal: Sus providencias.]
-
-José luego que entró en Madrid en vano procuró tomar providencias que
-volviendo la paz y orden al reino, cautivasen el ánimo de sus nuevos
-súbditos. Ni tenía para ello medios bastantes, ni era fácil que el
-pueblo español lastimado hasta en lo más hondo de su corazón, escuchase
-una voz que a su entender era fingida y engañosa. Desgraciada por
-lo menos fue y de mal sonido la primera que resonó en los templos,
-y que se transmitió por medio de una circular fecha en 24 de enero.
-Ordenábase en su contenido con promesa de la futura evacuación de los
-franceses cantar en todos los pueblos un Te Deum en acción de gracias
-por las victorias que había en la península alcanzado Napoleón, que
-era como obligar a los españoles a celebrar sus propias desdichas.
-
-[Marginal: Comisarios regios.]
-
-Al mismo tiempo salieron para las provincias con el título de
-comisarios regios sujetos de cuenta a restablecer el orden y
-las autoridades, predicar la obediencia y representar en todo y
-extraordinariamente la persona del monarca. Hubo de estos quienes
-trataron de disminuir los males que agobiaban a los pueblos; hubo
-otros que los acrecentaron desempeñando su encargo en provecho suyo
-y con acrimonia y pasión. Su influjo no obstante era casi siempre
-limitado, teniendo que someterse a la voluntad varia y antojadiza de
-los generales franceses.
-
-Solo en Madrid se guardaba mayor obediencia al gobierno de José, y solo
-con los recursos de la capital y sobre todo con los derechos cobrados
-a la entrada de puertas podía aquel contar para subvenir a los gastos
-públicos. Estos en verdad no eran grandes, ciñéndose a los del gobierno
-supremo, pues ni corría de su cuenta el pago del ejército francés, ni
-tenía aun tropa ni marina española que aumentasen los presupuestos del
-estado. [Marginal: Tropa española.] Sin embargo fue uno de sus primeros
-deseos formar regimientos españoles. La derrota de Uclés y las que la
-siguieron, proporcionaron a las banderas de José algunos oficiales
-y soldados. Pero los madrileños miraban a estos individuos con tal
-ojeriza y desvío, tiznándolos con el apellido de jurados, que no pudo
-al principio el gobierno intruso enregimentar ni un cuerpo completo de
-españoles. Apenas se veía el soldado vestido y calzado y repuesto de
-sus fatigas, pasaba del lado de los patriotas, y no parecía sino que
-se había separado temporalmente de sus filas para recobrar fuerzas,
-y empuñar armas que le volviesen la estimación perdida. Por eso ya
-en enero dieron en Madrid un decreto riguroso contra los ganchos y
-seductores de soldados y paisanos que de nada sirvió, empeñando este
-género de medidas en actos arbitrarios y de cada vez más odiosos cuando
-la opinión se muestra contraria y universal.
-
-[Marginal: Junta criminal.]
-
-Así fue que en 16 de febrero creó el gobierno de José una junta
-criminal extraordinaria compuesta de cinco alcaldes de corte, la cual
-entendiendo en las causas de asesinos y ladrones, debía también juzgar
-a los patriotas. En el decreto [*] [Marginal: (* Ap. n. 8-2.)] de su
-creación confundíanse estos bajo el nombre de revoltosos, sediciosos
-y esparcidores de malas nuevas, y no solo se les imponía a todos la
-misma pena, sino también a los que usasen de puñal o rejón. Espantosa
-desigualdad, mayormente si se considera que la pena impuesta era la de
-horca, la cual según la expresión del decreto _había de ser ejecutada
-irremisiblemente y sin apelación_. Y como si tan destemplado rigor no
-bastase, añadíase en su contexto que aquellos a quienes no se probase
-del todo su delito, quedarían a disposición del ministro de policía
-general para enviarlos a los tribunales ordinarios, y ser castigados
-con penas extraordinarias, conforme a la calidad de los casos y de las
-personas. Muchos perjuicios se siguieron de estas determinaciones:
-varias fueron las víctimas, teniendo que llorar entre ellas a un
-abogado respetable de nombre Escalera, cuyo delito se reducía a haber
-recibido cartas de un hijo suyo que militaba del lado de los patriotas.
-Su infausta suerte esparció en Madrid profunda consternación. Don Pablo
-Arribas, hombre de algunas letras, despierto, pero duro e inflexible, y
-que siendo ministro de policía promovía con ahinco semejantes causas,
-fue tachado de cruel y en extremo aborrecido, como varios de los jueces
-del tribunal criminal extraordinario: suerte que cabrá siempre a los
-que no obren muy moderadamente en el castigo de los delitos políticos,
-que por lo general solo se consideran tales en medio de la irritación
-de los ánimos, soliendo luego absolverlos la fortuna.
-
-A las medidas de severidad del gobierno de José acompañaron o siguieron
-algunas benéficas que sucesivamente iremos notando. Su establecimiento
-sin embargo fue lento o nunca tuvo otro efecto que el de estamparse
-en la colección de sus decretos. [Marginal: Comisarios de hacienda.]
-Inútilmente se mandó en 24 de abril que no se impusieran contribuciones
-extraordinarias en las provincias sometidas, nombrando comisarios de
-hacienda que lo evitasen y diesen principio a arreglar debidamente
-aquel ramo. El continuo paso y mudanza de tropas francesas, la
-necesidad y la codicia y malversación de ciertos empleados impedían el
-cumplimiento de bien ordenadas providencias, y achacábanse a veces al
-gobierno intruso los daños y males que eran obra de las circunstancias.
-Por lo demás nunca hubo, digámoslo así, un plan fijo de administración,
-destruido casi en sus cimientos el antiguo, y no adoptado aún el que
-había de emanar de la constitución de Bayona.
-
-[Marginal: Opinión acerca de José.]
-
-José por su parte entregado demasiadamente a los deleites, poco
-respetado de los generales franceses, y desairado con frecuencia por su
-hermano, no crecía en aprecio a los ojos de la mayoría española, que le
-miraba como un rey de bálago, sujeto al capricho, a la veleidad y a los
-intereses del gabinete de Francia. Con lo cual si bien las victorias
-le granjeaban algunos amigos, ni su gobierno se fortalecía, ni la
-confianza tomaba el conveniente arraigo.
-
-[Marginal: Junta central en Sevilla.]
-
-Menos afortunada que José en las armas, fuelo más la junta central en
-el acatamiento y obediencia que le rindieron los pueblos. Sin que la
-tuviesen grande afición, censurando a veces con justicia muchas de sus
-resoluciones, la respetaban y cumplían sus órdenes como procedentes de
-una autoridad que estimaban legítima. José Bonaparte no era dueño sino
-de los pueblos en que dominaban las tropas francesas: la central éralo
-de todos, aun de los ocupados por el enemigo, siempre que podían burlar
-la vigilancia de los que apellidaban opresores. Tranquila en su asiento
-de Sevilla apareció allí con más dignidad y brillo, dándole mayor
-realce la declaración en favor de la causa peninsular que hicieron las
-provincias de América y Asia.
-
-[Marginal: Declaración unánime en favor de la causa peninsular de las
-provincias de América y Asia.]
-
-A imitación de las de Europa levantaron estas un grito universal de
-indignación al saber los acontecimientos de Bayona y el alzamiento
-de la península. Los habitantes de Cuba, Puerto Rico, Yucatán y el
-poderoso reino de Nueva España pronunciáronse con no menor unión y
-arrebatamiento que sus hermanos de Europa. En la ciudad de México,
-después de recibir pliegos de los diputados de Asturias en Londres
-y de la junta de Sevilla, celebrose en 9 de agosto de 1808 una
-reunión general de las autoridades y principales vecinos, en la que
-reconociendo a todas y a cada una de las juntas de España, se juró no
-someterse a otro soberano más que a Fernando VII y a sus legítimos
-sucesores de la estirpe real de Borbón, comprometiéndose a ayudar con
-el mayor esfuerzo tan sagrada causa. En las islas se entusiasmaron a
-punto de recobrar en noviembre de aquel año la parte española de Santo
-Domingo cedida a Francia por el tratado de Basilea. Idénticos fueron
-los sentimientos que mostraron sucesivamente Tierra Firme, Buenos
-Aires, Chile, el Perú y Nueva Granada. Idénticos los de todas las otras
-provincias de una y otra América española, cundiendo rápidamente hasta
-las remotas islas Filipinas y Marianas. Y si los agravios de Madrid y
-Bayona tocaron por su enormidad en inauditos, también es cierto que
-nunca presentó la historia del mundo un compuesto de tantos millones de
-hombres esparcidos por el orbe en distintos climas y lejanas regiones
-que se pronunciasen tan unánimemente contra la iniquidad y violencia de
-un usurpador extranjero.
-
-[Marginal: Auxilios que envían.]
-
-Ni se limitó la declaración a vanos clamores, ni su expresión a
-estudiadas frases: acompañaron a uno y a otro cuantiosos donativos
-que fueron de gran socorro en la deshecha tormenta de fines del
-año de 8 y principios del 9. El laborioso catalán, el gallego, el
-vizcaíno, los españoles todos que a costa de sudor y trabajo habían
-allí acumulado honroso caudal, apresuráronse a prodigar socorros a su
-patria ya que la lejanía no les permitía servirla con sus brazos. El
-natural de América también siguió entonces el impulso que le dieron
-sus padres,[*] [Marginal: (* Ap. n. 8-3.)] y no menos que doscientos
-ochenta y cuatro millones de reales vinieron para el gobierno de la
-central en el año de 1809. De ellos casi la mitad consistió en dones
-gratuitos o anticipaciones, estando las arcas reales muy agotadas con
-las negociaciones y derroche del tiempo de Carlos IV.
-
-[Marginal: Decreto de la central sobre América de 22 de enero. (* Ap.
-n. 8-3 bis.)]
-
-Tan desinteresado y general pronunciamiento provocó en la central el
-memorable decreto [*] de 22 de enero, por el cual declarándose que
-no eran los vastos dominios españoles de Indias propiamente colonias
-sino parte esencial e integrante de la monarquía, se convocaba para
-representarlos a individuos que debían ser nombrados al efecto por sus
-ayuntamientos. Cimentáronse sobre este decreto todos los que después
-se promulgaron en la materia, y conforme a los cuales se igualaron en
-un todo con los peninsulares los naturales de América y Asia. Tal fue
-siempre la mente y aun la letra de la legislación española de Indias,
-debiendo atribuirse el olvido en que a veces cayó a las mismas causas
-que destruyeron y atropellaron en España sus propias y mejores leyes.
-La lejanía, lo tarde que a algunas partes se comunicó el decreto e
-impensados embarazos no permitieron que oportunamente acudiesen a
-Sevilla los representantes de aquellos paises, reservándose novedad de
-tamaña importancia para los gobiernos que sucedieron a la junta central.
-
-[Marginal: Nuevo reglamento para las juntas provinciales de España.]
-
-Otros cuidados de no menor interés ocuparon a esta al comenzar el
-año de 1809. Fue uno de los primeros dar nueva planta a las juntas
-provinciales de donde se derivaba su autoridad, formando un reglamento
-con fecha de 1.º de enero según el cual se limitaban las facultades
-que antes tenían, y se dejaba solo a su cargo lo respectivo a
-contribuciones extraordinarias, donativos, alistamiento, requisiciones
-de caballos y armamento. Reducíase a nueve el número de sus individuos,
-se despojaba a estos de parte de sus honores, y se cambiaba la antigua
-denominación de juntas supremas en la de _superiores provinciales de
-observación y defensa_. También se encomendaba a su celo precaver las
-asechanzas de personas sospechosas, y proveer a la seguridad y apoyo
-de la central; encargo, por decirlo de paso, a la verdad extraño,
-poner su defensa en manos de autoridades que se deprimían. Aunque
-muchos aprobaron y en lo general se tuvo por justo circunscribir las
-facultades de las juntas, causó gran desagrado el artículo 10 del nuevo
-reglamento, según el cual se prohibía el libre uso de la imprenta,
-no pareciendo sino que al extenderse no estaba aún yerto el puño de
-Floridablanca. Alborotáronse varias juntas con la reforma, y la de
-Sevilla se enojó sobremanera, y a punto que suscitó la cuestión de
-renovar cada seis meses uno de sus individuos en la central, y aun
-llegó a dar sucesor al conde de Tilly. Encendiéndose más y más las
-contestaciones, suspendiose el nuevo reglamento, y nunca tuvo cumplido
-efecto ni en todas las provincias ni en todas sus partes. Quizá
-obró livianamente la central en querer arreglar tan pronto aquellas
-corporaciones mayormente cuando los acontecimientos de la guerra
-cortaban a veces la comunicación con el gobierno supremo; pero al mismo
-tiempo fueron muy reprensibles las juntas que movidas de ambición
-dieron lugar en aquellos apuros a altercados y desabrimientos.
-
-[Marginal: Tratado con Inglaterra de 9 de enero.]
-
-Señalose también la entrada del año de 1809 con estrechar de un
-modo solemne las relaciones con Inglaterra. Hasta entonces las que
-mediaban entre ambos gobiernos eran francas y cordiales, pero no
-estaban apoyadas en pactos formales y obligatorios. Túvose pues por
-conveniente darles mayor y verdadera firmeza, concluyendo en 9 de
-enero en Londres un tratado de paz y alianza. Según su contenido se
-comprometió Inglaterra a asistir a los españoles con todo su poder; y
-a no reconocer otro rey de España e Indias sino a Fernando VII, a sus
-herederos o al legítimo sucesor que la nación española reconociese; y
-por su parte la junta central se obligó a no ceder a Francia porción
-alguna de su territorio en Europa y demás regiones del mundo, no
-pudiendo las partes contratantes concluir tampoco paz con aquella
-nación sino de común acuerdo. Por un artículo adicional se convino en
-dar mutuas y temporales franquicias al comercio de ambos estados, hasta
-que las circunstancias permitiesen arreglar sobre la materia un tratado
-definitivo. Quería entonces la central entablar uno de subsidios más
-urgente que ningún otro; pero en vano lo intentó.
-
-[Marginal: Subsidios de Inglaterra.]
-
-Los que España había alcanzado de Inglaterra habían sido cuantiosos,
-si bien nunca se elevaron, sobre todo en dinero, a lo que muchos han
-creído. De las juntas provinciales solo las de Galicia, Asturias y
-Sevilla recibieron cada una 20.000.000 de reales vellón, no habiendo
-llegado a manos de las otras cantidad alguna, por lo menos notable.
-Entregáronse a la central 1.600.000 rs. en dinero, y en barras
-20.000.000 de la misma moneda. A sus continuas demandas respondía el
-gobierno británico que le era imposible tener pesos fuertes si España
-no abría al comercio inglés mercados en América, por cuyo medio y en
-cambio de géneros y efectos de su fabricación le darían plata aquellos
-naturales. Por fundada que fuera hasta cierto punto dicha contestación,
-desagradaba al gobierno español, que con más o menos razón estaba
-persuadido de que con la facilidad adquirida desde el principio de la
-guerra de introducir en la península mercaderías inglesas, de donde
-se difundían a América, volvía a Inglaterra el dinero anticipado a
-los españoles, o invertido en el pago de sus propias tropas, siendo
-contados los retornos de otra especie que podía suministrar España.
-
-Lo cierto es que la junta central con los cortos auxilios pecuniarios
-de Inglaterra, y limitada en sus rentas a los productos de las
-provincias meridionales, invirtiendo las otras los suyos en sus propios
-gastos, difícilmente hubiera levantado numerosos ejércitos sin el
-desprendimiento y patriotismo de los españoles, y sin los poderosos
-socorros con que acudió América, principalmente cuando dentro del reino
-era casi nulo el crédito, y poco conocidos los medios de adquirirle en
-el extranjero.
-
-Levantáronse clamores contra la central respecto de la distribución
-de fondos, y aun acusáronla de haber malversado algunos. Probable
-es que en medio del trastorno general, y de resultas de batallas
-perdidas y de dispersiones haya habido abusos y ocultaciones hechas por
-manos subalternas, mas injustísimo fue atribuir tales excesos a los
-individuos del gobierno supremo que nunca manejaron por sí caudales,
-y cuya pureza estaba al abrigo en casi todos hasta de la sospecha.
-A los ojos del vulgo siempre aparecen abultados los millones, y la
-malevolencia se aprovecha de esta propensión a fin de ennegrecer la
-conducta de los que gobiernan. En la ocasión actual eran los gastos
-harto considerables para que no se consumiese con creces lo que entró
-en el erario.
-
-[Marginal: Tribunal de seguridad pública.]
-
-A modo del tribunal criminal de José creó asimismo la central uno
-de seguridad pública que entendiese en los delitos de infidencia, y
-aunque no tan arbitrario como aquel en la aplicación y desigualdad
-de las penas, reprobaron con razón su establecimiento los que no
-quieren ver rotos bajo ningún pretexto los diques que las leyes y la
-experiencia han puesto a las pasiones y a la precipitación de los
-juicios humanos. Ya en Aranjuez se estableció dicho tribunal con
-el nombre de extraordinario de vigilancia y protección; y aun se
-nombraron ministros por la mayor parte del consejo que le compusieran;
-mas hasta Sevilla y bajo otros jueces no se vio que ejerciese su
-terrible ministerio. Afortunadamente rara vez se mostró severo e
-implacable. Dirigió casi siempre sus tiros contra algunos de los
-que estaban ausentes y abiertamente comprometidos, respondiendo en
-parte a los fallos de la misma naturaleza que pronunciaba el tribunal
-extraordinario de Madrid. Solo impuso la pena capital a un ex guardia
-de corps que se había pasado al enemigo, y en abril de 1809 mandó
-ajusticiar en secreto, exponiéndolos luego al público, a Luis Gutiérrez
-y a un tal Echevarría, su secretario, mozo de entendimiento claro y
-despejado. El Gutiérrez había sido fraile y redactor de una gaceta en
-español que se publicaba en Bayona, y el cual con su compañero llevaba
-comisión para disponer los ánimos de los habitantes de América en
-favor de José. Encontráronles cartas del rey Fernando y del infante
-Don Carlos que se tuvieron por falsas. Quizá no fue injusta la pena
-impuesta, según la legislación vigente, pero el modo y sigilo empleado
-merecieron con razón la desaprobación de los cuerdos e imparciales.
-
-[Marginal: Centrales enviados a las provincias.]
-
-Tampoco reportó provecho el enviar individuos de la central a
-las provincias, de cuya comisión hablamos en el libro sexto. La
-junta intitulándolos comisarios, los autorizó para presidir a las
-provinciales y representarla con la plenitud de sus facultades. Los
-más de ellos no hicieron sino arrimarse a la opinión que encontraron
-establecida, o entorpecer la acción de las juntas, no saliendo por
-lo general de su comisión ninguna providencia acertada ni vigorosa.
-Verdad es que siendo, conforme queda apuntado, pocos entre los
-individuos de la central los que se miraban como prácticos y entendidos
-en materias de gobierno, quedáronse casi siempre los que lo eran en
-Sevilla, yendo ordinariamente a las provincias los más inútiles y
-limitados. [Marginal: Marqués de Villel en Cádiz.] Fue de este número
-el marqués de Villel: enviado a Cádiz para atender a su fortificación,
-y desarraigar añejos abusos en la administración de la aduana, provocó
-por su indiscreción y desatentadas providencias un alboroto que a no
-atajarse con oportunidad, hubiera dado ocasión a graves desazones. Como
-este acontecimiento se rozó con otro que por entonces y en la misma
-ciudad ocurrió con los ingleses, será bien que tratemos a un tiempo de
-entrambos.
-
-[Marginal: Los ingleses quieren ocupar la plaza.]
-
-Luego que el gobierno británico supo las derrotas de los ejércitos
-españoles, y temiendo que los franceses invadiesen las Andalucías,
-pensó poner al abrigo de todo rebate la plaza de Cádiz, y enviar tropas
-suyas que la guarneciesen. Para el recibimiento de estas y para proveer
-en ello lo conveniente envió allí a Sir Jorge Smith con la advertencia,
-según parece, de solo obrar por sí en el caso de que la junta central
-fuese disuelta, o de que se cortasen las comunicaciones con el
-interior. No habiendo sucedido lo que recelaba el ministerio inglés, y
-al contrario estando ya en Sevilla el gobierno supremo, de repente y
-sin otro aviso notició el Sir Jorge al gobernador de Cádiz como S. M.
-B. le había autorizado para exigir que se admitiese dentro de la plaza
-guarnición inglesa: escribiendo al mismo tiempo a Sir Juan Cradock
-general de su nación en Lisboa, a fin de que sin tardanza enviase a
-Cádiz parte de las tropas que tenía a sus órdenes. Advertida la junta
-central de lo ocurrido, extrañó que no se la hubiera de antemano
-consultado en asunto tan grave, y que el ministro inglés Mr. Frere no
-le hubiese hecho acerca de ello la más leve insinuación. Resentida,
-dióselo a entender con oportunas reflexiones, previniendo al marqués de
-Villel su representante en Cádiz y al gobernador, que de ningún modo
-permitiesen a los ingleses ocupar la plaza, guardando no obstante en la
-ejecución de la orden el miramiento debido a tropas aliadas.
-
-[Marginal: Altercados que hubo en ello.]
-
-A poco tiempo y al principiar febrero llegaron a la bahía gaditana con
-el general Mackenzie dos regimientos de los pedidos a Lisboa, y súpose
-también entonces por el conducto regular cuáles eran los intentos
-del gobierno inglés. Este confiado en que la expedición de Moore no
-tendría el pronto y malhadado término que hemos visto, quería, conforme
-manifestó, trasladar aquel ejército o bien a Lisboa, o bien al mediodía
-de España; y para tener por esta parte un punto seguro de desembarco,
-había resuelto enviar de antemano a Cádiz al general Sherbrooke con
-4000 hombres que impidiesen una súbita acometida de los franceses.
-Así se lo comunicó Mr. Frere a la junta central, y así en Londres Mr.
-Canning al ministro de España Don Juan Ruiz de Apodaca, añadiendo
-que S. M. B. deseaba que el gobierno español examinase si era o no
-conveniente dicha resolución.
-
-Parecían contrarios a los anteriores procedimientos de Sir George Smith
-los pasos que en la actualidad se daban, y disgustábale a la central
-que después de haber desconocido su autoridad se pidiese ahora su
-dictamen y consentimiento. No pensaba que Smith se hubiese excedido
-de sus facultades según se le aseguró, y más bien presumió que se
-achacaba al comisionado una culpa que solo era hija de resoluciones
-precipitadas, sugeridas por el temor de que los franceses conquistasen
-en breve a España. Siguiéronse varias contestaciones y conferencias
-que se prolongaron bastantemente. [Marginal: (* Ap. n. 8-4.)] La junta
-mantúvose firme y con decoro, y terminó el asunto por medio de una
-juiciosa nota [*] pasada en 1.º de marzo, de cuyas resultas diose otro
-destino a las tropas inglesas que iban a ocupar a Cádiz.
-
-[Marginal: Alboroto en Cádiz.]
-
-Al propio tiempo y cuando aún permanecían en su bahía los regimientos
-que trajo el general Mackenzie, se suscitó dentro de aquella plaza el
-alboroto arriba indicado, cuya coincidencia dio ocasión a que unos
-le atribuyesen a manejos de agentes británicos, y otros a enredos y
-maquinaciones de los parciales de los franceses; estos para impedir
-el desembarco e introducir división y cizaña, aquellos para tener
-un pretexto de meter en Cádiz las tropas que estaban en la bahía.
-Así se inclina el hombre a buscar en origen oscuro y extraordinario
-la causa de muchos acontecimientos. En el caso presente se descubre
-fácilmente esta en el interés que tenían varios en conservar los
-abusos que iba a desarraigar el marqués de Villel; en los desacordados
-procedimientos del último y en la suma desconfianza que a la sazón
-reinaba. [Marginal: Conducta extraña de Villel.] El marqués en vez de
-contentarse con desempeñar sus importantes comisiones, se entrometió en
-dar providencias de policía subalterna, o solo propias del recogimiento
-de un claustro. Prohibía las diversiones, censuraba el vestir de las
-mujeres, perseguía a las de conducta equívoca, o a las que tal le
-parecían, dando pábulo con estas y otras medidas no menos inoportunas
-a la indignación pública. En tal estado bastaba el menor incidente
-para que de las hablillas y desabrimientos se pasase a una abierta
-insurrección.
-
-Presentose con la entrada en Cádiz el 22 de febrero de un batallón de
-extranjeros compuesto de desertores polacos y alemanes. Desagradaba
-a los gaditanos que se metiesen en la plaza aquellos soldados, a su
-entender poco seguros: con lo que los enemigos de la central y los de
-Villel que eran muchos, soplando el fuego, tumultuaron la gente que
-se encaminó a casa del marqués para leer un pliego sospechoso a los
-ojos del vulgo, y el cual acababa de llegar al capitán del puerto.
-Manifestose el contenido a los alborotados, y como se limitase este a
-una orden para trasladar los prisioneros franceses de Cádiz a las islas
-Baleares, aquietáronse por de pronto, [Marginal: Riesgo que corre su
-persona.] más luego arreciando la conmoción fue llevado el marqués con
-gran peligro de su persona a las casas consistoriales. Crecieron las
-amenazas, y temerosos algunos vecinos respetables de que se repitiese
-la sangrienta y deplorable escena de Solano, acudieron a libertar al
-angustiado Villel acompañados del gobernador D. Félix Jones y de Fr.
-Mariano de Sevilla, guardián de capuchinos, que ofreció custodiarle en
-su convento. De entre los amotinados salieron voces de que los ingleses
-aprobaban la sublevación, y teniéndolas por falsas rogó el gobernador
-Jones al general Mackenzie que las desvaneciese, en cuyo deseo
-condescendió el inglés. Con lo cual, y con fenecer el día se sosegó por
-entonces el tumulto.
-
-A la mañana siguiente publicó el gobernador un bando que calmase los
-ánimos; más enfureciéndose de nuevo el populacho quiso forzar la
-entrada del castillo de santa Catalina, y matar al general Caraffa
-que con otros estaba allí preso. Púdose afortunadamente contener
-con palabras a la muchedumbre, entre la que hallándose ciertos
-contrabandistas, [Marginal: Matan a Heredia.] revolvieron sobre la
-Puerta del mar, cogieron a Don José Heredia, comandante del resguardo,
-contra quien tenían particular encono, y le cosieron a puñaladas.
-[Marginal: Sosiégase el alboroto.] La atrocidad del hecho, el cansancio
-y los ruegos de muchos calmaron al fin el tumulto, prendiendo los
-voluntarios de Cádiz a unos cuantos de los más desasosegados.
-
-[Marginal: Ejércitos.]
-
-Afligían a los buenos patricios tan tristes y funestas ocurrencias, sin
-que por eso se dejase de continuar con la misma constancia en el santo
-propósito de la libertad de la patria. La central ponía gran diligencia
-en reforzar y dar nueva vida a los ejércitos que habiéndose acogido al
-mediodía de España le servían de valladar. En febrero del apellidado
-del centro y de la gente que el marqués del Palacio y después el conde
-de Cartaojal habían reunido en la Carolina, formose solo uno, según
-insinuamos, a las órdenes del último general. En Extremadura prosiguió
-Don Gregorio de la Cuesta juntando dispersos y restableciendo el orden
-y la disciplina para hacer sin tardanza frente al enemigo. De cada uno
-de estos dos ejércitos y de sus operaciones hablaremos sucesivamente.
-
-[Marginal: El de la Mancha.]
-
-El que mandaba Cartaojal, ahora llamado de la Mancha, constaba de
-16.000 infantes y más de 3000 caballos. Los que de ellos se reunieron
-en la Carolina tuvieron más tiempo de arreglarse; y la caballería
-numerosa y bien equipada, si no tenía la práctica y ejercicios
-necesarios, por lo menos sobresalía en sus apariencias. Debían darse
-la mano las operaciones de este ejército con las del general Cuesta
-en Extremadura, y ya antes de ser separado del mando del ejército del
-centro el duque del Infantado, se había convenido en febrero entre él
-y el de Cartaojal hacer un movimiento hacia Toledo, que distrajese
-parte de las fuerzas enemigas que intentaban cargar a Cuesta. Con este
-propósito púsose a las órdenes del duque de Alburquerque, encargado del
-mando de la vanguardia del ejército del centro después de la batalla de
-Uclés, una división formada con soldados de aquel y con otros del de la
-Carolina; constando en todo de 9000 infantes, 2000 caballos y 10 piezas
-de artillería.
-
-[Marginal: Ataque de Mora.]
-
-Era el de Alburquerque mozo valiente, dispuesto para este género de
-operaciones. Encaminose por Ciudad Real y el país quebrado y de bosque
-espeso llamado la Gualdería, y se acercó a Mora que ocupaba con 500
-a 600 dragones franceses el general Dijon. Aunque por equivocación
-de los guías y cierto desarreglo que casi siempre reinaba en nuestras
-marchas, no había llegado aún toda la gente de Alburquerque,
-particularmente la infantería, determinó este atacar a los enemigos el
-18 de febrero: los cuales advertidos por el fuego de las guerrillas
-españolas evacuaron la villa de Mora, y solo fueron alcanzados camino
-de Toledo. Acometiéronlos con brío nuestros jinetes, señaladamente
-los regimientos de España y Pavía, mandados por sus coroneles Gámez
-y príncipe de Anglona, y acosándolos de cerca se cogieron unos 80
-hombres, equipajes y el coche del general Dijon.
-
-Avisados los franceses de las cercanías de tan impensado ataque,
-comenzaron a reunir fuerzas considerables, de lo que temeroso
-Alburquerque se replegó a Consuegra en donde permaneció hasta el 22. En
-dicho día se descubrieron los franceses por la llanura que yace delante
-de la villa, y desde las nueve de la mañana estuvo jugando de ambos
-lados la artillería, hasta que a las tres de la misma tarde sabedor
-Alburquerque de que 11.000 infantes y 3000 caballos venían sobre él,
-creyó prudente replegarse por la Cañada del puerto de Gineta. No siguió
-el enemigo, parándose en el bosque de Consuegra, y los españoles se
-retiraron a Manzanares descansadamente. Infundió esta excursión, aunque
-de poca importancia, seguridad en el soldado, y hubiera podido ser
-comienzo de otras que le hiciesen olvidar las anteriores derrotas y
-dispersiones.
-
-[Marginal: Alburquerque y Cartaojal.]
-
-Pero en vez de pensar los jefes en llevar a cabo tan noble resolución,
-entregáronse a celos y rencillas. El de Alburquerque fundadamente
-insistía en que se hiciesen correrías y expediciones para adiestrar
-y foguear la tropa; mas, inquieto y revolvedor, sustentaba su opinión
-de modo que, enojando a Cartaojal, mirábale este con celosa ojeriza.
-En tanto los franceses habían vuelto a sus antiguas posiciones, y
-fortaleciéndose en el ejército español y cundiendo el dictamen de
-Alburquerque, aparentó el general en jefe adherir a él; determinando
-que dicho duque fuese con 2000 jinetes la vuelta de Toledo, en donde
-los enemigos tenían 4000 infantes y 1500 caballos. Dobladas fuerzas que
-las que estos tenían había pedido aquel para la expedición, único medio
-de no aventurar malamente tropas bisoñas como lo eran las nuestras.
-Por lo mismo juzgó con razón el de Alburquerque que la condescendencia
-del conde de Cartaojal no era sino imaginada traza para comprometer su
-buena fama; con lo cual creciendo entre ambos la enemistad, acudieron
-con sus quejas a la central, sacrificando así a deplorables pasiones la
-causa pública.
-
-[Marginal: Pasa Alburquerque al ejército de Cuesta.]
-
-Se aprobó en Sevilla el plan del duque, pero debiendo aumentarse el
-ejército de Cuesta con parte del de la Mancha, por haber engrosado el
-suyo en Extremadura los franceses, aprovechose Cartaojal de aquella
-ocurrencia para dar al de Alburquerque el encargo de capitanear las
-divisiones de los generales Bassecourt y Echávarri, destinadas a
-dicho objeto. Mas compuestas ambas de 3500 hombres y 200 caballos,
-advirtieron todos que con color de poner al cuidado del duque una
-comisión importante, no trataba Cartaojal sino de alejarle de su lado.
-Censurose esta providencia no acomodada a las circunstancias: pues
-si Alburquerque empleaba a veces reprensibles manejos y se mostraba
-presuntuoso, desvanecíanse tales faltas con el espíritu guerrero y
-deseo de buen renombre que le alentaban.
-
-El conde de Cartaojal había sentado su cuartel general en Ciudad Real;
-extendíase la caballería hasta Manzanares ocupando a Daimiel, Torralba
-y Carrión, y la infantería se alojaba a la izquierda y a espaldas de
-Valdepeñas. Don Francisco Abadía, cuartel-maestre, y los jefes de las
-divisiones trabajaron a porfía en ejercitar la tropa, pero faltaba
-práctica en la guerra y mayor conocimiento de las grandes maniobras.
-
-[Marginal: Avanza Cartaojal y se retira.]
-
-Comenzó Cartaojal a moverse por su frente y avanzó el 24 de marzo
-hasta Yébenes. Allí Don Juan Bernuy que mandaba la vanguardia, atacó
-a un cuerpo de lanceros polacos, el cual queriendo retirarse por el
-camino de Orgaz, tropezó con el vizconde de Zolina, que le deshizo
-y cogió unos cuantos prisioneros. Mas entonces informado Cartaojal
-de que los franceses venían por otro lado a su encuentro con fuerzas
-considerables, en vano trató de recogerse a Consuegra, ocupada ya la
-villa por los enemigos. Sorprendido de que le hubiesen atajado así el
-paso volvió precipitadamente por Malagón a Ciudad Real, en donde entró
-en 26 a los tres días de su salida, y después de haber inútilmente
-cansado sus tropas.
-
-[Marginal: Acción de Ciudad Real.]
-
-Habían los franceses juntado a las órdenes del general Sebastiani,
-sucesor en el mando del 4.º cuerpo del mariscal Lefebvre, 12.000
-hombres de infantería y caballería, de los cuales divididos en dos
-trozos había tomado uno por el camino real de Andalucía, en tanto
-que otro partiendo de Toledo seguía por la derecha para flanquear y
-envolver a los españoles que confiadamente se adelantaban. No habiendo
-alcanzado su objeto, acosaron a los nuestros y los acometieron el 27
-por todas partes. Desconcertado Cartaojal, sin tomar disposición alguna
-dejó en la mayor confusión sus columnas, que rechazadas aquel día y
-el siguiente en Ciudad Real, el Viso, Visillo y Santa Cruz de Mudela,
-fueron al cabo desordenadas, apoderándose el enemigo de varias piezas
-de artillería y muchos prisioneros. Las reliquias de nuestro ejército
-se abrigaron de la sierra y prontamente empezaron a juntarse en
-Despeñaperros y puntos inmediatos. Situose el cuartel general en Santa
-Elena y los franceses se detuvieron en Santa Cruz de Mudela, aguardando
-noticias del mariscal Victor, que al propio tiempo maniobraba en
-Extremadura.
-
-[Marginal: Ejército de Extremadura.]
-
-Encargado el general Cuesta en diciembre del ejército que se había poco
-antes dispersado en aquella provincia, trató con particular conato de
-infundir saludable terror en la soldadesca desmandada y bravía desde el
-asesinato del general San Juan, y de reprimir al populacho de Badajoz,
-desbocado con las desgracias que allí ocurrieron al acabar el año. Y
-cierto que si a su condición dura hubiera entonces unido Cuesta mayor
-conocimiento de la milicia, y no tanto apresuramiento en batallar, con
-gran provecho de la patria y realce suyo hubiera llevado a término
-importantes empresas. A su solo nombre temblaba el soldado, y sus
-órdenes eran cumplidas pronta y religiosamente.
-
-[Marginal: Avanza a Almaraz.]
-
-Rehecho y aumentado el corto ejército de su mando constaba ya a
-mediados de enero de 12.000 hombres repartidos en dos divisiones y
-una vanguardia. El 25 del mismo yendo de Badajoz sentó sus reales en
-Trujillo, y retirándose los franceses hacia Almaraz, fueron desalojados
-de aquellos alrededores, enseñoreándose el 29 del puente la vanguardia
-capitaneada por Don Juan de Henestrosa. Trasladose después el general
-Cuesta a Jaraicejo y Deleitosa, y dispuso cortar dicho puente como en
-vano lo había intentado antes el general Galluzo. Competía aquella obra
-con las principales de los romanos, fabricada por Pedro Uría a expensas
-de la ciudad de Plasencia en el reinado de Carlos V. Tenía 580 pies de
-largo, más de 25 de ancho y 134 de alto hasta los pretiles. Constaba
-de dos ojos y el del lado del norte, cuya abertura excedía de 150
-pies, fue el que se cortó. No habiendo al principio surtido efecto los
-hornillos, hubo que descarnarle a pico y barreno, e hízose con tan poca
-precaución que al destrabar de los sillares, cayeron y se ahogaron 26
-trabajadores con el oficial de ingenieros que los dirigía. Lástima fue
-la destrucción de tamaña grandeza, y en nuestro concepto arruinábanse
-con sobrada celeridad obras importantes y de pública utilidad, sin que
-después resultasen para las operaciones militares ventajas conocidas.
-
-[Marginal: Pasan los franceses el Tajo.]
-
-El general Cuesta continuó en Deleitosa hasta el mes de marzo, no
-habiendo ocurrido en el intermedio sino un amago que hizo el enemigo
-hacia Guadalupe, de donde luego se retiró repasando el Tajo. Mas en
-dicho mes acercándose el mariscal Victor a Extremadura, se situó en el
-pueblo de Almaraz para avivar la construcción de un puente de balsas
-que supliese el destruido, no pudiendo la artillería transitar por
-los caminos que salían a Extremadura, desde los puentes que aún se
-conservaban intactos. Preparado lo necesario para llevar a efecto la
-obra, juzgó antes oportuno el enemigo desalojar a los españoles de
-la ribera opuesta en que ocupaban un sitio ventajoso, para cuyo fin
-pasaron 13.000 hombres y 800 caballos por el puente del Arzobispo,
-así denominado de su fundador el célebre Don Pedro Tenorio, prelado de
-Toledo. Puestos ya en la margen izquierda, se dividieron al amanecer del
-18 en dos trozos, de los cuales uno marchó sobre las Mesas de Ibor, y
-otro a cortar la comunicación entre este punto y Fresnedoso. [Marginal:
-Retíranse los nuestros.] Estaba entonces el ejército de Don Gregorio
-de la Cuesta colocado del modo siguiente: 5000 hombres formando la
-vanguardia, que mandaba Henestrosa, enfrente de Almaraz; la primera
-división de menos fuerza, y a las órdenes del duque del Parque recién
-llegado al ejército, en las Mesas de Ibor; la segunda de 2 a 3000
-hombres mandada por Don Francisco Trías, en Fresnedoso, y la tercera,
-algo más fuerte, en Deleitosa con el cuartel general, por lo que se
-ve que hubo desde enero aumento en su gente. El trozo de franceses
-que tomó del lado de Mesas de Ibor acometió el mismo 18 al duque
-del Parque, quien después de un reencuentro sostenido se replegó a
-Deleitosa, adonde por la noche se le unió el general Trías. La víspera
-se había desde allí trasladado Cuesta al puerto de Miravete, en cuyo
-punto se reunió el ejército español, habiéndosele agregado Henestrosa
-con la vanguardia al saber que los enemigos se acercaban al puente de
-Almaraz por la orilla izquierda de Tajo.
-
-[Marginal: Ventajas conseguidas por los españoles.]
-
-Entraron los nuestros en Trujillo el 19, y prosiguieron a Santa Cruz
-del Puerto: la vanguardia de Henestrosa, que protegía la retirada,
-tuvo un choque con parte de la caballería enemiga y la rechazó,
-persiguiéndola con señalada ventaja camino de Trujillo. Cuesta había
-pensado aguardar a los franceses en el mencionado Santa Cruz; mas
-detúvole el temor de que quizá viniesen con fuerza superior a la suya.
-Continuó pues retirándose con la buena dicha de que cerca de Miajadas
-los regimientos del Infante y de dragones de Almansa arremetiesen al
-del número 10 de caballería ligera de la vanguardia francesa y le
-acuchillasen, matando más de 150 de sus soldados. [Marginal: Únese
-Alburquerque a Cuesta.] Entró Cuesta en Medellín el 22, y se alejó de
-allí queriendo esquivar toda pelea hasta que se le uniese el duque de
-Alburquerque, lo cual se verificó en la tarde del 27 en Villanueva de
-la Serena, viniendo, según en su lugar dijimos, de la Mancha.
-
-[Marginal: Batalla de Medellín.]
-
-Juntas todas nuestras fuerzas revolvió el general Cuesta sobre Medellín
-en la mañana del 28, resuelto a ofrecer batalla al enemigo. Está
-situada aquella villa a la margen izquierda de Guadiana, y a la falda
-occidental de un cerro en que tiene asiento su antiguo castillo muy
-deteriorado, y cuyo pie baña el mencionado río. Merece particular
-memoria haber sido Medellín cuna del gran Hernán Cortés, existiendo
-todavía entonces, calle de la Feria, la casa en que nació; mas después
-de la batalla de que vamos a hablar, fue destruida por los franceses,
-no quedando ahora sino algunos restos de las paredes. Llégase a
-Medellín viniendo de Trujillo por una larga puente, y por el otro lado
-ábrese una espaciosa llanura despojada de árboles, y que yace entre la
-madre del río, la villa de Don Benito, y el pueblo de Mingabril. Cuesta
-trajo allí su gente en número de 20.000 infantes y 2000 caballos,
-desplegándose en una línea de una legua de largo, a manera de media
-luna, y sin dejar la menor reserva. Constaba la izquierda, colocada
-del lado de Mingabril, de la vanguardia y primera división, regidas
-por Don Juan de Henestrosa y el duque del Parque: el centro avanzado,
-y enfrente de Don Benito le guarnecía la segunda división del mando de
-Trías; y la derecha, arrimada al Guadiana, se componía de la tercera
-división del cargo del marqués de Portago, y de la fuerza traída por
-el duque de Alburquerque, formando un cuerpo que gobernaba el teniente
-general Don Francisco de Eguía. Situose Don Gregorio de la Cuesta en la
-izquierda, desde donde por ser el terreno algo más elevado descubría la
-campaña: también colocó del mismo lado casi toda la caballería, siendo
-el más amenazado por el enemigo.
-
-Eran las once de la mañana cuando los franceses, saliendo de Medellín,
-empezaron a ordenarse a poca distancia de la villa, describiendo
-un arco de círculo comprendido entre el Guadiana y una quebrada de
-arbolado y viñedo que va de Medellín a Mingabril. Estaba en su ala
-izquierda la división de caballería ligera del general Lasalle, en
-el centro una división alemana de infantería, y a la derecha la
-de dragones del general Latour-Maubourg, quedando de respeto las
-divisiones de infantería de los generales Villatte y Ruffin. El total
-de la fuerza ascendía a 18.000 infantes y cerca de 3000 caballos.
-Mandaba en jefe el mariscal Victor.
-
-Dio principio a la pelea la división alemana, y cargando dos
-regimientos de dragones repeliolos nuestra infantería que avanzaba
-con intrepidez. Durante dos horas lidiaron los franceses, retirándose
-lentamente y en silencio: nuestra izquierda progresaba, y el centro y
-la derecha cerraban de cerca al enemigo, cuya ala siniestra cejó hasta
-un recodo que forma el Guadiana al acercarse a Medellín. Las tropas
-ligeras de los españoles, esparcidas por el llano, amedrentaban por su
-número y arrojo a los tiradores del enemigo; y como si ya estuviesen
-seguras de la victoria, anunciaban con grande algazara que los campos
-de Medellín serían el sepulcro de los franceses. Por todas partes
-ganaba terreno el grueso de nuestra línea, y ya la izquierda iba a
-posesionarse de una batería enemiga a la sazón que los regimientos de
-caballería de Almansa y el Infante, y dos escuadrones de cazadores
-imperiales de Toledo, en vez de cargar a los contrarios volvieron
-grupa, y atropellándose unos a otros huyeron al galope vergonzosamente.
-En vano Don José de Zayas, oficial de gran valor y pericia, y que en
-realidad mandaba la vanguardia, en vano les gritaba acompañado de
-sus infantes firmes y serenos, «¿qué es esto? Alto la caballería.
-Volvamos a ellos que son nuestros...» Nada escuchaban, el pavor había
-embargado sus sentidos. Don Gregorio de la Cuesta al advertir tamaño
-baldón partió aceleradamente para contener el desorden; mas atropellado
-y derribado de su caballo estuvo próximo a caer en manos de los
-jinetes enemigos, que pasando adelante en su carga afortunadamente
-no le percibieron. Aunque herido en el pie, maltratado y rendido con
-sus años, pudo Cuesta volver a montar a caballo, y libertarse de ser
-prisionero.
-
-Abandonada nuestra infantería de la izquierda por la caballería, fue
-desunida y rota, y cayendo sobre nuestro centro y derecha, que al
-mismo tiempo eran atacados por su frente, desapareció la formación
-de nuestra dilatada y endeble línea como hilera de naipes. El duque
-de Alburquerque fue el solo que pudo por algún tiempo conservar el
-orden, para tomar una loma plantada de viña que había a espaldas del
-llano; pero estrechada su gente por los dispersos, y aterrada con los
-gritos de los acuchillados, desarreglose simultáneamente, corriendo a
-guarecerse de los viñedos. Desde entonces todo el ejército no presentó
-ya otra forma sino la de una muchedumbre desbandada, huyendo a toda
-priesa de la caballería enemiga, que hizo gran mortandad en nuestros
-pobres infantes. Durante mucho tiempo los huesos de los que allí
-perecieron se percibían y blanqueaban, contrastando su color macilento
-en tan hermoso llano con el verde y matizadas flores de la primavera.
-Fue nuestra pérdida entre muertos, heridos y prisioneros de 10.000
-hombres; la de los franceses, aunque bastante inferior, no dejó de ser
-considerable.
-
-Así terminó y tan desgraciadamente la batalla de Medellín. Gloriosa
-para la infantería no lo fue para algunos cuerpos de caballería, que
-castigó severamente Don Gregorio de la Cuesta suspendiendo a tres
-coroneles, y quitando a los soldados una pistola hasta que recobrasen
-en otra acción el honor perdido. Pero por reprensible que en efecto
-fuese la conducta de estos, en nada descargaba a Cuesta del temerario
-arrojo de empeñar una batalla campal con tropas bisoñas y no bien
-disciplinadas, en una posición como la que escogió y en el orden
-en que lo hizo, sin dejar a sus espaldas cuerpo alguno de reserva.
-Claro era que rota una vez la línea quedaba su ejército deshecho, no
-teniendo en que sostenerse ni punto adonde abrigarse, al paso que los
-franceses, aun perdida por ellos la batalla, podían cubrirse detrás
-de unas huertas cerradas con tapia que había a la salida de Medellín,
-y escudarse luego con el mismo pueblo desamparado de los vecinos,
-apoyándose en el cerro del castillo. [Marginal: Sus resultas.] Don
-Gregorio de la Cuesta con los restos de su ejército se retiró a
-Monasterio, límite de Extremadura y Andalucía, y en cuyo fuerte sitio
-debiera haber aguardado a los franceses si hubiera procedido como
-general entendido y prudente.
-
-[Marginal: Determinaciones de la central.]
-
-La junta central al saber la rota de Medellín no sintió descaído
-su ánimo, a pesar del peligro que de cerca la amagaba. Elevó a la
-dignidad de capitán general a Don Gregorio de la Cuesta, al paso que
-temía su antiguo resentimiento en caso de que hubiese triunfado, y
-repartió mercedes a los que se habían conducido honrosamente, no menos
-que a los huérfanos y viudas de los muertos en la batalla. Púsose
-también el ejército de la Mancha a las órdenes de Cuesta, [Marginal:
-Venegas sucede a Cartaojal.] aunque se nombró para mandarle de cerca
-a Don Francisco Venegas, restablecido de una larga enfermedad, y fue
-llamado el conde de Cartaojal, cuya conducta apareció muy digna de
-censura por lo ocurrido en Ciudad Real, pues allí no hubo sino desorden
-y confusión, y por lo menos en Medellín se había peleado.
-
-[Marginal: Reflexiones.]
-
-Ahora haciendo corta pausa séanos lícito examinar la opinión de
-ciertos escritores, que al ver tantas derrotas y dispersiones han
-querido privar a los españoles de la gloria adquirida en la guerra de
-la independencia. Pocos son en verdad los que tal han intentado, y en
-alguno muéstrase a las claras la mala fe, alterando o desfigurando los
-hechos más conocidos. En los que no han obrado impelidos de mezquinas
-y reprehensibles pasiones, descúbrese luego el origen de su error en
-aquel empeño de querer juzgar la defensa de España como el común de
-las guerras, y no según deben juzgarse las patrióticas y nacionales.
-En las unas gradúase su mérito conforme a reglas militares; en las
-otras ateniéndose a la constancia y duración de la resistencia.
-«Median imperios [decía Napoleón en Leipzig] entre ganar o perder una
-batalla.» Y decíalo con razón en la situación en que se hallaba; pero
-no así a haber sostenido la Francia su causa, como lo hizo con la de
-la libertad al principio de la revolución. La Holanda, los Estados
-Unidos, todas las naciones en fin que se han visto en el caso de
-España, comenzaron por padecer descalabros y completas derrotas, hasta
-que la continuación de la guerra convirtió en soldados a los que no
-eran sino meros ciudadanos. Con mayor fundamento debía acaecer lo mismo
-entre nosotros. La Francia era una nación vecina, rica y poderosa, de
-donde sin apuro podían a cada paso llegar refuerzos. Sus ejércitos en
-gran parte no eran puramente mercenarios: producto de su revolución
-conservaban cierto apego al nombre de patria, y quince años de guerra
-y de esclarecidos triunfos les habían dado la pericia y confianza de
-invencibles conquistadores. Austriacos, prusianos, rusos, ingleses,
-preparados de antemano con cuantiosos medios, con tropas antiguas y
-bien disciplinadas, les habían cedido el campo en repetidas lides.
-¿Qué extraño pues sucediese otro tanto a los españoles en batallas
-campales, en que el saber y maña en evoluciones y maniobras valían más
-que los ímpetus briosos del patriotismo? Al empezar la insurrección
-en mayo ya vimos cuán desapercibida estaba España para la guerra con
-40.000 soldados escasos, inexpertos y mal acondicionados; dueños los
-franceses de muchas plazas fuertes, y teniendo 100.000 hombres en el
-corazón del reino. Y sin embargo, ¿qué no se hizo? En los primeros
-meses victoriosos los españoles en casi todas partes, estrecharon a
-sus contrarios contra el Pirineo. Cuando después reforzados estos
-inundaron con sus huestes los campos peninsulares, y oprimieron con
-su superioridad y destreza a nuestros ejércitos, la nación ni se
-desalentó, ni se sometieron los pueblos fácil ni voluntariamente. Y en
-enero embarcados los ingleses, solos los españoles, teniendo contra sí
-más de 200.000 enemigos, mirada ya en Europa como perdida su justísima
-causa, no solo se desdeñó todo acomodamiento, sino que peleándose por
-doquiera transitaban franceses, aparecieron de nuevo ejércitos que
-osaron aventurar batallas, desgraciadas es cierto, pero que mostraban
-los redoblados esfuerzos que se hacían, y lo porfiadamente que había de
-sustentarse la lucha empeñada. Cometiéronse graves faltas, descubriose
-a las claras la impericia de varios generales, lo bisoño de nuestros
-soldados, el abandono y atraso en que el anterior gobierno había tenido
-el ramo militar como los demás; pero brilló con luz muy pura el elevado
-carácter de la nación, la sobriedad y valor de sus habitadores, su
-desprendimiento, su conformidad e inalterable constancia en los reveses
-y trabajos, virtudes raras, exquisitas, más difíciles de adquirir que
-la táctica y disciplina de tropas mercenarias. Abulte en buen hora la
-envidia, el despecho, la ignorancia, los errores en que incurrimos:
-su voz nunca ahogará la de la verdad, ni podrá desmentir lo que han
-estampado en sus obras, y casi siempre con admirable imparcialidad,
-muchos de los que entonces eran enemigos nuestros, y señaladamente los
-dignos escritores Foy, Suchet y Saint-Cyr, que mandando a los suyos
-pudieron mejor que otros apreciar la resistencia y el mérito de los
-españoles.
-
-[Marginal: Comisión de Sotelo.]
-
-Volvamos ya a nuestro propósito. Ocurridas las jornadas de Ciudad Real
-y Medellín, pensó el gobierno de José ser aquella buena sazón para
-tantear al de Sevilla, y entrar en algún acomodamiento. Salió de Madrid
-con la comisión Don Joaquín María Sotelo, magistrado que gozaba antes
-del concepto de hombre ilustrado, y que deteniéndose en Mérida dirigió
-desde allí al presidente de la junta central, por medio del general
-Cuesta, un pliego con fecha de 12 de abril, en el que anunciando estar
-autorizado por José para tratar con la junta el modo de remediar
-los males que ya habían experimentado las provincias ocupadas, y el
-de evitar los de aquellas que todavía no lo estaban, invitaba a que
-se nombrase al efecto por la misma junta una o más personas que se
-abocasen con él. La Central sin contestar en derechura a Sotelo,
-mandó a Don Gregorio de la Cuesta que le comunicase el acuerdo que
-de resultas había formado, justo y enérgico, concebido en estos
-términos. [Marginal: Respuesta de la central.] «Si Sotelo trae poderes
-bastantes para tratar de la restitución de nuestro amado Rey, y de que
-las tropas francesas evacuen al instante todo el territorio español,
-hágalos públicos en la forma reconocida por todas las naciones, y se
-le oirá con anuencia de nuestros aliados. De no ser así la junta no
-puede faltar a la calidad de los poderes de que está revestida, ni a
-la voluntad nacional, que es de no escuchar pacto, ni admitir tregua,
-ni ajustar transacción que no sea establecida sobre aquellas bases de
-eterna necesidad y justicia. Cualquier otra especie de negociación,
-sin salvar al estado, envilecería a la junta, la cual se ha obligado
-solemnemente a sepultarse primero entre las ruinas de la monarquía, que
-a oír proposición alguna en mengua del honor e independencia del nombre
-español.» Insistió Sotelo respondiendo con una carta bastantemente
-moderada; mas la junta se limitó a mandar a Cuesta repitiese el
-mencionado acuerdo, «advirtiendo a Sotelo que aquella sería la última
-contestación que recibiría mientras los franceses no se allanasen,
-lisa y llanamente a lo que había manifestado la junta.» No pasó por
-consiguiente más adelante esta negociación emprendida quizá con sano
-intento; pero que entonces se interpretó mal, y dañó al anterior buen
-nombre del comisionado.
-
-[Marginal: Cartas de Sebastiani a Jovellanos y otros. (* Ap. n. 8-6.)]
-
-También por la parte de la Mancha se hicieron al mismo tiempo
-iguales tentativas, escribiendo el general francés Sebastiani, que
-allí mandaba,[*] a Don Gaspar Melchor de Jovellanos individuo de la
-central, a Don Francisco de Saavedra ministro de hacienda, y al general
-del ejército de la Carolina Don Francisco Venegas. Es curiosa esta
-correspondencia, por colegirse de ella el modo diverso que tenían
-entonces de juzgar las cosas de España los franceses y los nacionales.
-Como sería prolijo insertarla íntegra, hemos preferido no copiar sino
-la carta del general Sebastiani a Jovellanos, y la contestación de
-este. [Marginal: Carta de Sebastiani al Señor Jovellanos.] «Señor, la
-reputación de que gozáis en Europa, vuestras ideas liberales, vuestro
-amor por la patria, el deseo que manifestáis de verla feliz, deben
-haceros abandonar un partido que solo combate por la inquisición, por
-mantener las preocupaciones, por el interés de algunos grandes de
-España, y por los de la Inglaterra. Prolongar esta lucha es querer
-aumentar las desgracias de la España. Un hombre cual vos sois,
-conocido por su carácter y sus talentos, debe conocer que la España
-puede esperar el resultado más feliz de la sumisión a un rey justo
-e ilustrado, cuyo genio y generosidad deben atraerle a todos los
-españoles que desean la tranquilidad y prosperidad de su patria. La
-libertad constitucional bajo un gobierno monárquico, el libre ejercicio
-de vuestra religión, la destrucción de los obstáculos que varios siglos
-ha se oponen a la regeneración de esta bella nación, serán el resultado
-feliz de la constitución que os ha dado el genio vasto y sublime del
-emperador. Despedazados con facciones, abandonados por los ingleses
-que jamás tuvieron otros proyectos que el de debilitaros, el robaros
-vuestras flotas y destruir vuestro comercio, haciendo de Cádiz un nuevo
-Gibraltar, no podéis ser sordos a la voz de la patria que os pide la
-paz y la tranquilidad. Trabajad en ella de acuerdo con nosotros, y que
-la energía de España solo se emplee desde hoy en cimentar su verdadera
-felicidad. Os presento una gloriosa carrera; no dudo que acojáis con
-gusto la ocasión de ser útil al rey José y a vuestros conciudadanos.
-Conocéis la fuerza y el número de nuestros ejércitos, sabéis que el
-partido en que os halláis no ha obtenido la menor vislumbre de suceso:
-hubiérais llorado un día si las victorias le hubieran coronado, pero el
-Todopoderoso en su infinita bondad os ha libertado de esta desgracia.
-
-Estoy pronto a entablar comunicación con vos y daros pruebas de mi
-alta consideración. — Horacio Sebastiani.»
-
-[Marginal: Contestación del Señor Jovellanos.]
-
-«Señor general: Yo no sigo un partido, sigo la santa y justa causa que
-sigue mi patria, que unánimemente adoptamos los que recibimos de su
-mano el augusto encargo de defenderla y regirla, y que todos habemos
-jurado seguir y sostener a costa de nuestras vidas. No lidiamos, como
-pretendéis, por la inquisición ni por soñadas preocupaciones, ni por el
-interés de los grandes de España: lidiamos por los preciosos derechos
-de nuestro rey, nuestra religión, nuestra constitución y nuestra
-independencia. Ni creáis que el deseo de conservarlos esté distante del
-de destruir los obstáculos que puedan oponerse a este fin; antes por
-el contrario y para usar de vuestra frase, el deseo y el propósito de
-regenerar la España y levantarla al grado de esplendor que ha tenido
-algún día, es mirado por nosotros como una de nuestras principales
-obligaciones. Acaso no pasará mucho tiempo sin que la Francia y la
-Europa entera reconozcan que la misma nación que sabe sostener con
-tanto valor y constancia la causa de su rey y de su libertad contra
-una agresión tanto más injusta cuanto menos debía esperarla de los que
-se decían sus primeros amigos, tiene también bastante celo, firmeza y
-sabiduría para corregir los abusos que la condujeron insensiblemente
-a la horrorosa suerte que le preparaban. No hay alma sensible que no
-llore los atroces males que esta agresión ha derramado sobre unos
-pueblos inocentes a quienes después de pretender denigrarlos con el
-infame título de rebeldes, se niega aun aquella humanidad, que el
-derecho de la guerra exige y encuentra en los más bárbaros enemigos.
-Pero ¿a quién serán imputados estos males? ¿A los que los causan
-violando todos los principios de la naturaleza y la justicia, o a
-los que lidian generosamente para defenderse de ellos y alejarlos de
-una vez y para siempre de esta grande y noble nación? Porque, señor
-general, no os dejéis alucinar: estos sentimientos que tengo el honor
-de expresaros son los de la nación entera, sin que haya en ella un
-solo hombre bueno aun entre los que vuestras armas oprimen, que no
-sienta en su pecho la noble llama que arde en el de sus defensores.
-Hablar de nuestros aliados fuera impertinente, si vuestra carta no me
-obligase a decir en honor suyo que los propósitos que les atribuís
-son tan injuriosos como ajenos de la generosidad con que la nación
-inglesa ofreció su amistad y sus auxilios a nuestras provincias, cuando
-desarmadas y empobrecidas los imploraron desde los primeros pasos de la
-opresión con que la amenazaban sus amigos.
-
-En fin, señor general, yo estaré muy dispuesto a respetar los humanos y
-filosóficos principios, que según nos decís profesa vuestro rey José,
-cuando vea que ausentándose de nuestro territorio reconozca que una
-nación, cuya desolación se hace actualmente a su nombre por vuestros
-soldados, no es el teatro más propio para desplegarlos. Este sería
-ciertamente un triunfo digno de su filosofía, y vos, señor general,
-si estáis penetrado de los sentimientos que ella inspira, deberéis
-gloriaros también de concurrir a este triunfo para que os toque alguna
-parte de nuestra admiración y nuestro reconocimiento. Solo en este
-caso me permitirán mi honor y mis sentimientos entrar con vos en la
-comunicación que me proponéis, si la suprema junta central lo aprobare.
-Entre tanto recibid, señor general, la expresión de mi sincera
-gratitud por el honor con que personalmente me tratáis, seguro de la
-consideración que os profeso. Sevilla 24 de abril de 1809. — Gaspar de
-Jovellanos. — Excmo. señor general Horacio Sebastiani.»
-
-Esta respuesta, digna de la pluma y del patriotismo de su autor, fue
-muy aplaudida en todo el reino así por su noble y elevado estilo, como
-por retratarse en su contenido los verdaderos sentimientos que animaban
-a la gran mayoría de la nación.
-
-[Marginal: Guerra de Austria.]
-
-Semejantes tentativas de conciliación, prescindiendo de lo
-impracticables que eran, parecieron entonces, a pesar de tantas
-desgracias, más fuera de sazón por la guerra que empezaba en Alemania.
-Temores de ella que no tardaron en realizarse, habían, según se
-dijo, estimulado a Napoleón a salir precipitadamente de España. No
-olvidando nunca el Austria las desventajosas paces a que se había
-visto forzada desde la revolución francesa, y sobre todo la última de
-Presburgo, estaba siempre en acecho para no desperdiciar ocasión de
-volver por su honra y de recobrar lo perdido. Pareciole muy oportuna
-la de la insurrección española que produjo en toda Europa impresión
-vivísima, y siguió aquel gobierno cuidadosamente el hilo de tan grave
-acontecimiento. Demasiadamente abatida el Austria desde la última
-guerra, no podía por de pronto mostrar a las claras su propósito
-antes de prepararse y estar segura de que continuaba la resistencia
-peninsular. En Erfurt mantúvose amiga de Francia, mas con cierta
-reserva, y solo difirió bajo especiosos pretextos el reconocimiento de
-José. Napoleón, aunque receloso, confiando en que si apagaba pronto la
-insurrección de España nadie se atrevería a levantar el grito; sacó
-para ello conforme insinuamos, gran golpe de gente de Alemania, y dio
-de este modo nuevo aliento al Austria que disimuladamente aceleró
-los preparativos de guerra. En los primeros meses del año 1809 dicha
-potencia comenzó a quitarse el embozo publicando una especie de
-manifiesto en que declaraba quería ponerse al abrigo de cualquier
-empresa contra su independencia, y al fin arrojole del todo en 9 de
-abril en que el archiduque Carlos mandando su grande y principal
-ejército, abrió la campaña por medio de un aviso y atravesó el Inn, río
-que separa la Baviera de los estados austriacos. Lo poco prevenido que
-cogía a Napoleón esta guerra, las formidables fuerzas que de súbito
-desplegó el Austria, las muchas que Francia tenía en España, y lo
-desabrida que se mostraba la voz pública en el mismo imperio francés,
-daba a todos fundamento para creer que la primera alcanzaría victorias,
-de cuyas resultas tal vez se cambiaría la faz política de Europa. Para
-contribuir a ello y no desaprovechar la oportunidad envió la junta
-central a Viena como plenipotenciario suyo a Don Eusebio de Bardají y
-Azara, y aquella corte autorizó a Mr. Gennotte en calidad de encargado
-de negocios cerca del gobierno de Sevilla. Veremos luego cuán poco
-correspondió el éxito a esperanzas tan bien concebidas.
-
-[Marginal: Cataluña]
-
-Ahora, después de haber referido lo que ocurrió durante estos meses
-en las provincias meridionales de España, será bien que hablemos de
-Cataluña y de las demás partes del reino. En aquella los ánimos habían
-andado perturbados después de las acciones perdidas, y de las voces y
-amenazas que venían de Aragón y varios puntos. Sin embargo en Tarragona
-no habrá olvidado el lector como la turbación no pasó de ciertos
-límites, luego que Vives dejó el mando y recayó este en Reding, mas
-en Lérida manchose con sangre. [Marginal: Alboroto de Lérida.] Fue el
-caso que en 1.º de enero habiendo introducido en la plaza de día y sin
-precaución varios prisioneros franceses, alborotándose a su vista el
-vecindario y vociferando palabras de muerte, forzó el castillo a donde
-aquellos habían sido conducidos. Estaban también dentro encerrados el
-oidor de la audiencia de Barcelona Don Manuel Fortuny y su esposa,
-con otros cuatro o cinco individuos tachados con razón o sin ella de
-infidencia. Ciega la muchedumbre penetró en lo interior y mató a estos
-desgraciados y a varios de los prisioneros franceses. Duró tres días
-la sublevación, hasta que llegaron 300 soldados que envió el general
-Reding, con cuyo refuerzo y las prudentes exhortaciones del gobernador
-Don José Casimiro Lavalle, del obispo y otras personas, se sosegó
-el bullicio. Los principales sediciosos recibieron después justo y
-severo castigo: siendo muy de sentir que las autoridades andando más
-precavidas no hubiesen evitado de antemano tan lamentable suceso.
-
-[Marginal: Reding en Tarragona.]
-
-Por su parte Don Teodoro Reding con nuevos cuerpos que llegaron de
-Granada y Mallorca y con reclutas había ido completando su ejército
-desde diciembre basta febrero, en cuyo espacio de tiempo había
-permanecido tranquilo el de los franceses sin empeñarse en grandes
-empresas: teniendo para proveerse de víveres que hacer excursiones
-en que perdió hombres y consumió 2.000.000 de cartuchos. El plan que
-en Tarragona siguió al principio el general Reding fue prudente,
-escarmentado con lo sucedido en Llinas y Molins de Rey. [Marginal: Plan
-prudente de Martí.] Era obra de Don José Joaquín Martí, y consistía en
-no trabar acciones campales, en molestar al enemigo al abrigo de las
-plazas y puntos fragosos, en mejorar así sucesivamente la instrucción
-y disciplina del ejército, y en convertir la principal defensa en una
-guerra de montaña, según convenía a la índole de los naturales y al
-terreno en que se lidiaba. Todos concurrían con entusiasmo a alcanzar
-el objeto propuesto, y la junta corregimental de Tarragona mostró
-acendrado patriotismo en facilitar caudales, en acuñar la plata de las
-iglesias y de los particulares, y en proporcionar víveres y prendas
-de vestuario. Quísose sujetar a regla a los miqueletes, pero encontró
-la medida grande obstáculo en las costumbres y antiguos usos de los
-catalanes.
-
-En sus demás partes, por juicioso que fuese el plan adoptado, no se
-persistió largo tiempo en llevarle adelante. Contribuyó a alterarle el
-marqués de Lazán que habiendo sido llamado de Gerona con la división
-de 6 a 7000 hombres que mandaba, llegó a la línea española en sazón de
-estar apurada Zaragoza. Interesado particularmente en su conservación,
-propuso el marqués y se aprobó que pasaría la sierra de Alcubierre con
-la fuerza de su mando, y que prestaría, si le era dado, algún auxilio a
-aquella ciudad. Llenos entonces los españoles de admiración y respeto
-por la defensa que allí se hacía, [Marginal: Varíase.] murmuraban de
-que mayores fuerzas no volasen al socorro, pareciéndoles cosa fácil
-desembarazarse en una batalla del ejército del general Saint-Cyr. Había
-crecido el aliento de resultas de algunas cortas ventajas obtenidas
-en reencuentros parciales, y sobre todo porque retirándose el enemigo
-y reconcentrándose más y más, atribuyose a recelo lo que no era sino
-precaución. Aveníase bien con el osado espíritu de Reding la voz
-popular, y cundiendo esta con rapidez, resolvió aquel caudillo dar un
-ataque general; sobreponiéndose a las justas reflexiones de algunos
-jefes cuerdos y experimentados. Movíanle igualmente las esperanzas que
-le daban secretas relaciones de que Barcelona se levantaría al tiempo
-que su ejército se aproximase.
-
-[Marginal: Situación del ejército español.]
-
-Se hallaba este en Tarragona esparcido en una enorme línea de 16
-leguas, que partiendo de aquella ciudad se extendía hasta Olesa por el
-Coll de Santa Cristina, la Llacuna, Igualada y el Bruch. Las tropas de
-dicha línea que estaban fuera de Tarragona pasaban de 15.000 hombres,
-y las mandaba Don Juan Bautista de Castro. Las que había dentro de
-la plaza a las órdenes inmediatas del general en jefe Don Teodoro
-Reding ascendían a unos 10.000 hombres. Según el plan de ataque que
-se concertó, debía el general Castro avanzar e interponerse entre el
-enemigo y Barcelona, al paso que el general Reding aparecería con 8000
-hombres en el Coll de Santa Cristina, descolgándose también de las
-montañas y por todos lados los somatenes.
-
-[Marginal: Le atacan los franceses.]
-
-Los franceses en número de 18.000 hombres se alojaban en el Panadés, y
-su general en jefe había dejado maniobrar con toda libertad al de los
-españoles, confiado en que fácilmente rompería la inmensa línea dentro
-de la cual se presumía envolverle. Por fin el 16 de febrero cuando
-vio que iba a ser atacado, se anticipó tomando la ofensiva. Para ello
-después de haber dejado en el Vendrell la división del general Souham,
-salió de Villafranca con la de Pino, debiéndosele juntar las de los
-generales Chavot y Chabran cerca de Capelladas, y componiendo las tres
-11.000 hombres. Antes de que se uniesen se habían encontrado las tropas
-del general Chavot con los españoles, cuyas guerrillas al mando de Don
-Sebastián Ramírez habían rechazado las del enemigo y cogido más de 100
-prisioneros, entre los que se contó al coronel Carrascosa. Sacó de
-apuro a los suyos la llegada del general Saint-Cyr, quien repelió a los
-nuestros, y maniobrando después con su acostumbrada destreza, atravesó
-la línea española en la dirección de la Llacuna, y con un movimiento
-por el costado se apareció súbitamente a la vista de Igualada, y
-sorprendió al general Castro, que se imaginaba que solo sería atacado
-por el frente. [Marginal: Entran en Igualada.] Vuelto de su error
-apresuradamente se retiró a Montmeneu y Cervera, a cuyos parajes ciaron
-también en bastante desorden las tropas más avanzadas. Los enemigos
-se apoderaron en Igualada de muchos acopios de que tenían premiosa
-necesidad, y recobraron los prisioneros que habían perdido la víspera
-en Capelladas.
-
-[Marginal: Movimientos de Saint-Cyr y Reding.]
-
-Habiendo cortado de este modo el general Saint-Cyr la línea española,
-trató de revolver sobre su izquierda para destruir las tropas que
-guarecían los puntos de aquel lado, y unirse al general Souham. Dejó
-en Igualada a los generales Chabot y Chabran, y partió el 18 la vuelta
-de San Magín, de donde desalojó al brigadier Don Miguel Iranzo,
-obligándole a recogerse al monasterio de Santas Cruces, cuyas puertas
-en vano intentó el general francés que se le abriesen ni por fuerza ni
-por capitulación.
-
-Noticioso en tanto Don Teodoro Reding de lo acaecido con Castro, salió
-de Tarragona acompañado de una brigada de artillería, 300 caballos y
-un batallón de suizos, con objeto de unir los dispersos y libertar al
-brigadier Iranzo. Consiguió que este y una parte considerable de la
-demás tropa se le agregasen en el Pla, Sarreal y Santa Coloma. Pero
-Saint-Cyr temeroso de ser atacado por fuerzas superiores, estando solo
-con la división de Pino, procuró unirse a la de Souham, y colocarse
-entre Tarragona y D. Teodoro Reding. Advertido este del movimiento
-del enemigo, decidió retroceder a aquella plaza, dejando a cargo de
-Don Luis Wimpffen unos 5000 hombres que cubriesen el corregimiento de
-Manresa, y observasen a los franceses que habían quedado en Igualada.
-Se mandó asimismo a Wimpffen proteger al somatén del Vallés y a los
-inmediatos destinados a ayudar la proyectada conspiración de Barcelona.
-Moviose después Reding hacia Montblanch llevando 10.000 hombres, y
-el 24 congregó a junta para resolver definitivamente si retrocedería
-a Tarragona, o si iría al encuentro de los franceses: tanto pesaba
-a su atrevido ánimo volver la espalda sin combatir. En el consejo
-opinaron muchos por enriscarse del lado de Prades y enderezar la marcha
-a Constantí enviando la artillería a Lérida: otros, y fue lo que se
-decidió, pensaron ser más honroso caminar con la artillería y los
-bagajes por la carretera que pasando entre el Coll de Riba y orillas
-del Francolí va a Tarragona, mas con la advertencia de no buscar al
-enemigo, ni de esquivar tampoco su encuentro si provocase a la pelea.
-Emprendiose la marcha y el 25 al rayar el alba, después de cruzar el
-puente de Goy, tropezaron los nuestros con la gran guardia de los
-franceses, la cual haciendo dos descargas se recogió al cuerpo de su
-división, que era la del general Souham situada en las alturas de Valls.
-
-[Marginal: Batalla de Valls.]
-
-Don Teodoro Reding en vez de proseguir su marcha a Tarragona, conforme
-a lo acordado, retrocedió con la vanguardia y se unió al grueso del
-ejército que estaba en la orilla derecha del Francolí, colocado en
-la cima de unas colinas. Tomada esta determinación empeñose luego
-una acción general, a la que sobre todo alentó haber nuestras tropas
-ligeras rechazado a las enemigas. El general Castro regía la derecha
-española; quedó la izquierda y centro al cargo del general Martí.
-
-La fuerza de los franceses consistía únicamente hasta entonces en la
-división de Souham, que teniendo su derecha del lado de Pla apoyaba
-su izquierda en el Francolí. En aquel pueblo permanecía el general
-Saint-Cyr con la división de Pino, cuya vanguardia cubría el boquete
-de Coll de Cabra, hasta que sabedor de haber Reding venido a las manos
-con Souham, se apresuró a juntarse con este. Antes de su llegada
-combatieron bizarramente los españoles durante cuatro horas, perdiendo
-terreno los franceses, los cuales reforzados a las tres de la tarde
-cobraron de nuevo ánimo. Entonces hubo generales españoles que creyeron
-prudente no aventurar las ventajas alcanzadas contra tropas que venían
-de refresco, resolviéndose por tanto a volver a ocupar la primera línea
-y proseguir el camino a Tarragona. Mas fuese por impetuosidad de los
-contrarios, o por la natural inclinación de Reding a no abandonar el
-campo, trabose de nuevo y con mayor ardor la pelea.
-
-Formó el general Saint-Cyr cuatro columnas, dos en el centro con la
-división de Pino, y dos en las alas con la de Souham. Pasó el Francolí,
-y arremetió subir a la cima en que se habían vuelto a colocar nuestras
-tropas. La resistencia de los españoles fue tenacísima, cediendo solo
-al bien concertado ataque de los enemigos. Rota después y al cabo de
-largo rato la línea en vano se quiso rehacerla, salvándose nuestros
-soldados por las malezas y barrancos de la tierra. Alcanzaron a Don
-Teodoro Reding algunos jinetes enemigos; defendiose él y los oficiales
-que le acompañaban valerosamente, mas recibió cinco heridas y con
-dificultad pudo ponerse en cobro. Nuestra pérdida pasó de 2000 hombres:
-menor la de los franceses. Contamos entre los muertos oficiales
-superiores, y quedó prisionero con otros el marqués de Casteldosríus,
-grande de España. Los dispersos se derramaron por todas partes
-acogiéndose muchos a Tarragona, a donde llegó por la noche el general
-Reding sin que el pueblo le faltase al debido respeto, noticioso de
-cuanto había expuesto su propia persona.
-
-[Marginal: Entran los franceses en Reus.]
-
-Los franceses entraron al siguiente día en Reus, cuyos vecinos
-permanecieron en sus casas contra la costumbre general de Cataluña,
-y el ayuntamiento salió a recibir a los nuevos huéspedes, y aun
-repartió una contribución para auxiliarlos. Irritó sobre manera tan
-desusado proceder, y desaprobole agriamente el general Reding como de
-mal ejemplo. Villa opulenta a causa de sus fábricas y manufacturas
-no quiso perder en pocas horas la acumulada riqueza de muchos años.
-Extendiéronse los franceses hasta el puerto de Salou, y cortaron la
-comunicación de Tarragona con el resto de España. [Marginal: Esperanzas
-de Saint-Cyr.] Mucho esperó Saint-Cyr de la batalla de Valls,
-principalmente padeciéndose en Tarragona una enfermedad contagiosa
-nacida de los muchos enfermos y heridos hacinados dentro de la plaza,
-y cuyo número se había aumentado de resultas de un convenio que propuso
-el general Saint-Cyr y admitió Reding: según el cual no debían en
-adelante considerarse los enfermos y heridos de los hospitales como
-prisioneros de guerra, sino que luego de convalecidos se habían de
-entregar a sus ejércitos respectivos. Como estaban en este caso muchos
-más soldados españoles que franceses, pensaba el general Saint-Cyr que
-aumentándose así los apuros dentro de Tarragona, acabaría esta plaza
-por abrirle sus puertas. Tenía en ello tanta confianza que conforme él
-mismo nos refiere en sus memorias, determinó no alejarse de aquellos
-muros mientras que pudiese dar a sus soldados la cuarta parte de una
-ración. Conducta permitida si se quiere en la guerra, pero que nunca se
-calificará de humana.
-
-[Marginal: Salen vanas.]
-
-Nada logró: los catalanes sin abatirse empezaron por medio de los
-somatenes y miqueletes a renovar una guerra destructora. Diez mil
-de ellos bajo el general Wimpffen y los coroneles Miláns y Clarós,
-atacaron a los franceses de Igualada, y los obligaron con su general
-Chabran a retirarse hasta Villafranca. [Marginal: Guerra de somatenes.]
-Bloquearon otra vez a Barcelona, y cortando las comunicaciones
-de Saint-Cyr con aquella plaza, infundieron nuevo aliento en sus
-moradores. Quiso Chabran restablecerlas, mas rechazado retirose
-precipitadamente, hasta que insistiendo después con mayores fuerzas y
-por orden repetida de su general en jefe, abrió el paso en 14 de marzo.
-
-No pudiendo ya, falto de víveres, sostenerse el general Saint-Cyr
-en el campo de Tarragona, se dispuso a abandonar sus posiciones y
-acercarse a Vic, como país más provisto de granos y bastante próximo
-a Gerona, cuyo sitio meditaba. Debía el 18 de marzo emprender la
-marcha: difiriose dos días a causa de un incidente que prueba cuán
-hostil se mantenía contra los franceses toda aquella tierra. [Marginal:
-Dificultad de las comunicaciones.] Estaba el general Chabot apostado
-en Montblanch para impedir la comunicación de Reding con Wimpffen, y
-de este con la plaza de Lérida. Oyose un día en los puntos que ocupaba
-el ruido de un fuego vivo que partía de más allá de sus avanzadas.
-Tal novedad obligole a hacer un reconocimiento, por cuyo medio
-descubrió que provenía el estrépito de un encuentro de los somatenes
-con 600 hombres y dos piezas que traía un coronel enviado de Fraga
-por el mariscal Mortier, a fin de ponerse en relación con el general
-Saint-Cyr. A duras penas habían llegado hasta Montblanch, mas no les
-fue posible retroceder a Aragón, teniendo después que seguir la suerte
-de su ejército de Cataluña. Hecho que muestra de cuán poco había
-servido domeñar a Zaragoza, y ganar la batalla de Valls para ser dueños
-del país, puesto que a poco tiempo no le era dado a un oficial francés
-poder hacer un corto tránsito a pesar de tan fuerte escolta.
-
-[Marginal: Retírase Saint-Cyr de las cercanías de Tarragona.]
-
-Esta ocurrencia, la de Chabran, y lo demás que por todas partes pasaba,
-afligía a los franceses viendo que aquella era guerra sin término, y
-que en cada habitante tenían un enemigo. Para inspirar confianza y dar
-a entender que nada temía, el 19 de marzo antes de salir de Valls envió
-el general Saint-Cyr a Reding un parlamentario avisándole que forzado
-por las circunstancias a acercarse a la frontera de Francia, partiría
-al día siguiente, y que si el general español quería enviar un oficial
-con un destacamento, le entregaría el hospital que allí había formado.
-Accedió Reding a la propuesta, manifestando con ella el general francés
-a su ejército el poco recelo que le daban en su retirada los españoles
-de Tarragona, oprimidos con enfermedades y trabajos. Paráronse algunos
-días las divisiones francesas del Llobregat allá, y aprovechándose de
-su reunión ahuyentaron a Wimpffen del lado de Manresa.
-
-[Marginal: Pasa por Barcelona.]
-
-Entró al paso en Barcelona el general Saint-Cyr, en donde permaneció
-hasta el 15 de abril. Durante su estancia no solo se ocupó en la
-parte militar, sino que también tomó disposiciones políticas, de las
-que algunas fueron sobradamente opresivas. [Marginal: Estado de la
-ciudad.] El general Duhesme había en todos tiempos mostrado temor de
-las conspiraciones que se tramaban en Barcelona, ya porque realmente
-las juzgase graves, o ya también por encarecer su vigilancia. No hay
-duda que continuaron siempre tratos entre gentes de fuera de la plaza
-y personas notables de dentro, siendo de aquellas principal jefe Don
-Juan Clarós, y de estas el mismo capitán general Villalba, sucesor que
-habían dado a Ezpeleta los franceses. En el mes de marzo recobrando
-ánimo después de pasados algunos días de la rota de Valls, acercose
-muchedumbre de miqueletes y somatenes a Barcelona, ayudándoles los
-ingleses del lado de la mar; hubo noche que llegaron hasta el glacis,
-y aun de dentro se tiraron tiros contra los franceses. En muchas de
-estas tentativas estaban quizá los conspiradores más esperanzados de
-lo que debieran, y a veces la misma policía aumentaba los peligros, y
-aun fraguaba tramas para recomendar su buen celo. Tal se decía de su
-jefe el español Casanova, y aun lo sospechaba el general Saint-Cyr,
-sirviendo de pretexto el nombre de conjuración para apoderarse de los
-bienes de los acusados. Mas con todo no dejó de haber conspiraciones
-que fueron reales, y que mantuvieron justo recelo entre los enemigos:
-motivo por el que quiso el general Saint-Cyr obligar con juramento a
-las autoridades civiles a reconocer a José, del mismo modo que se había
-intentado antes con los militares, sin que en ello fuese más dichoso.
-
-[Marginal: Niéganse las autoridades civiles a prestar juramento.]
-
-Hasta entonces no había parecido a Duhesme conveniente exigírselo
-deseoso de evitar nueva irritación y disgustos, y se contentaba con
-que ejerciesen sus respectivas jurisdicciones: resolución prudente y
-que no poco contribuyó a la tranquilidad y buen orden de Barcelona.
-Mas ahora cumpliendo con lo que había dispuesto el general Saint-Cyr
-convocó al efecto el 9 de abril a la casa de la audiencia a las
-autoridades civiles, y señaladamente concurrieron a ella los oidores
-Mendieta, Vaca, Córdova, Beltrán, Marchamalo, Dueñas, Lasauca, Ortiz,
-Villanueva y Gutiérrez; nombres dignos de mentarse por la entereza y
-brío con que se portaron. Abriose la sesión con un discurso en que se
-invitaba a prestar el juramento, obligación que se suponía suspendida
-a causa de particulares miramientos. Negáronse a ello resueltamente
-casi todos, replicando con claras y firmes razones, principalmente los
-señores Mendieta y Don Domingo Dueñas, quien concluyó con expresar «que
-primero pisaría la toga que le revestía, que deshonrarla con juramentos
-contrarios a la lealtad.» Siguieron tan noble ejemplo seis de los
-siete regidores que habían quedado en Barcelona: lo mismo hicieron
-los empleados en las oficinas de contaduría, tesorería y aduana,
-afirmando el contador Asaguirre «que aun cuando toda España proclamase
-a José, él se expatriaría.» Veintinueve fueron los que de resultas se
-enviaron presos a Monjuich y a la ciudadela, sin contar otros muchos
-que quedaron arrestados en sus casas, en cuyo número se distinguían el
-conde de Ezpeleta y su sucesor Don Galcerán de Villalba. Al conducirlos
-a la prisión el pueblo agolpábase al paso, y mirándolos como mártires
-de la lealtad, los colmaba de bendiciones, y les ofrecía todo linaje de
-socorros.
-
-[Marginal: Prenden a muchos y los llevan a Francia.]
-
-No satisfecho Saint-Cyr con esta determinación, resolvió poco después
-trasladarlos a Francia, medida dura y en verdad ajena de la condición
-apacible y mansa que por lo común mostraba aquel general, y tanto menos
-necesaria cuanto entre los presos si bien se contaban magistrados
-y empleados íntegros y de capacidad, no había ninguno inclinado a
-abanderizar parcialidades.
-
-[Marginal: Pasa Saint-Cyr a Vic.]
-
-Tomada esta y otras providencias se alejó el general Saint-Cyr de
-Barcelona, y llegó a Vic el 18 de abril, cuya ciudad encontró vacía
-de gente, excepto los enfermos, seis ancianos y el obispo. Con
-la precipitación lleváronse solamente los vecinos las alhajas más
-preciosas, dejando provisiones bastantes que aliviaron la penuria
-con que siempre andaba el ejército enemigo. Allí recibió su general
-noticias de Francia de que carecía por el camino directo después de
-cinco meses, y empezose a preparar para el sitio de Gerona, pensando
-que el ejército español no estaba en el caso de poder incomodarle tan
-en breve. No se engañaba en su juicio, así por el estado enfermizo y de
-desorden en que se hallaba después de la batalla de Valls, [Marginal:
-Muerte de Reding.] como también por el fallecimiento del general Reding
-acaecido en aquella plaza el 23 de abril. Al principio no se habían
-creído sus heridas de gravedad, pero empeorándose con las aflicciones
-y sinsabores pusieron término a su vida. Reding general diligente y
-de gran denuedo mostrose, aunque suizo de nación, [Marginal: Sucédele
-Coupigny.] tan adicto a la causa de España, como si fuera hijo de su
-propio suelo. Sucediole interinamente el marqués de Coupigny.
-
-La guerra de somatenes siempre proseguía encarnizadamente, y largos
-y difíciles de contar serían sus particulares y diversos trances.
-Muestra fue del ardor que los animaba la vigorosa [Marginal: Paisanos
-del Vallés.] respuesta de los paisanos del Vallés a la intimación que
-los franceses les hicieron de rendirse. «El general Saint-Cyr [decían]
-y sus dignos compañeros podrán tener la funesta gloria de no ver en
-todo este país más que un montón de ruinas... pero ni ellos ni su amo
-dirán jamás que este partido rindió de grado la cerviz a un yugo que
-justamente rechaza la nación.»
-
-[Marginal: Principio de las partidas en todo el reino.]
-
-Tal género de guerra cundió a todas las provincias nacido de las
-circunstancias y por acomodarse muy mucho a la situación física y
-geográfica de esta tierra de España, entretejida y enlazada con los
-brazos y ramales de montañas y sierras que como de principal tronco
-se desgajan de los Pirineos y otras cordilleras, las cuales aunque
-interrumpidas a veces por parameras, tendidas llanuras y deliciosas
-vegas, acanalando en unas partes los ríos, y en otras quebrando y
-abarrancando el terreno con los torrentes y arroyadas que de sus cimas
-descienden, forman a cada paso angosturas y desfiladeros propios para
-una guerra defensiva y prolongada. No menos ayudaba a ella la índole
-de los naturales, su valor, la agilidad y soltura de los cuerpos, su
-sencillo arreo, la sobriedad y templanza en el vivir que los hace por
-lo general tan sufridores de la hambre, de la sed y trabajos. Hubo
-sitios en que guerreaba toda la población: así acontecía en Cataluña,
-así en Galicia, según luego veremos, así en otras comarcas. En los
-demás parajes levantáronse bandas de hombres armados, a las que se dio
-el nombre de _guerrillas_. Al principio cortas en número crecieron
-después prodigiosamente, y acaudilladas por jefes atrevidos recorrían
-la tierra ocupada por el enemigo y le molestaban como tropas ligeras.
-Sin subir a Viriato puede con razón afirmarse que los españoles se
-mostraron siempre inclinados a este linaje de lides, que se llaman en
-la 2.ª Partida correduras y algaras, fruto quizá de los muchos siglos
-que tuvieron aquellos que pelear contra los moros, en cuyas guerras
-eran continuas las correrías a que debieron su fama los Vivares y los
-Munios Sanchos de Hinojosa. En la de sucesión, aunque varias provincias
-no tomaron parte por ninguno de los pretendientes, aparecieron no
-obstante cuadrillas en algunos parajes, y con tanta utilidad a veces
-de la bandera de la casa de Borbón, que el marqués de Santa Cruz de
-Marcenado en sus reflexiones militares las recomienda por los buenos
-servicios que habían hecho los paisanos de Benavarre. En la guerra
-contra Napoleón nacieron más que de un plan combinado de la naturaleza
-de la misma lucha. Engruesábanlas con gente las dispersiones de los
-ejércitos, la falta de ocupación y trabajo, la pobreza que resultaba, y
-sobre todo la aversión contra los invasores viva siempre y mayor cada
-día por los males que necesariamente causaban sus tropas en guerra tan
-encarnizada.
-
-[Marginal: Decreto de la central.]
-
-La junta central sin embargo previendo cuán provechoso sería no dar
-descanso al enemigo y molestarle a todas horas y en todos sentidos,
-imaginó la formación de estos cuerpos francos, y al efecto publicó un
-reglamento en 28 de diciembre de 1808 en que despertando la ambición y
-excitando el interés personal, trataba al mismo tiempo de poner coto
-a los desmanes y excesos que pudieran cometer tropas no sujetas a la
-rigurosa disciplina de un ejército. Nunca se practicó este reglamento
-en muchas de sus partes, y aún no había circulado por las provincias
-cuando ya las recorrían algunos partidarios. [Marginal: Porlier.]
-Fue uno de los primeros Don Juan Díaz Porlier, a quien denominaron
-el Marquesito por creerle pariente de Romana. Oficial en uno de los
-regimientos que se hallaron en la acción de Burgos, tuvo después
-encargo de juntar dispersos, y situose con este objeto en San Cebrián
-de Campos a tres leguas de Palencia. Allegó en diciembre de 1808 alguna
-gente, y ya en enero sorprendió destacamentos enemigos en Frómista,
-Rivas y Paredes de Nava, en donde se pusieron en libertad varios
-prisioneros ingleses, señalándose por su intrepidez Don Bartolomé Amor,
-segundo de Porlier. Próximo este a ser cogido en Saldaña y dispersada
-su tropa, juntola de nuevo, haciéndose dueño en febrero del depósito de
-prisioneros que tenían los franceses en Sahagún, y de más de 100 de sus
-soldados. Creció entonces su fama, difundiose a Asturias, y la junta le
-suministró auxilios, con lo que, y engrosada su partida, acometió a la
-guarnición enemiga de Aguilar de Campóo, compuesta de 400 hombres y dos
-cañones, siendo curioso el modo que empleó para rendirlos.
-
-Encerrados los franceses en su cuartel bien pertrechados y sostenidos
-por su artillería, dificultoso era entrarlos a viva fuerza. Viendo esto
-Porlier hizo subir algunos de los suyos a la torre, y de allí arrojar
-grandes piedras, que cayendo sobre el tejado del cuartel, le demolieron
-y dejaron descubiertos a los franceses obligándolos a entregarse
-prisioneros. Concluyó otras empresas con no menor dicha.
-
-[Marginal: Don Juan Echávarri.]
-
-No fue tanta entonces la de Don Juan Fernández de Echávarri que, con
-nombre de Compañía del Norte, levantó una cuadrilla que corría la
-montaña de Santander y señorío de Vizcaya, pues preso él y algunos
-de sus compañeros en 30 de marzo, fue sentenciado a muerte por
-un tribunal criminal extraordinario que a manera del de Madrid
-se estableció en Bilbao, el cual en este y otros casos ejerció
-inhumanamente su odioso ministerio.
-
-[Marginal: El Empecinado.]
-
-Otras partidas de menos nombre nacieron y comenzaron a multiplicarse
-por todas las provincias ocupadas. Distinguiose desde los principios la
-de Don Juan Martín Díez que llamaron el _Empecinado_ [apodo que dan los
-comarcanos a los vecinos de Castrillo de Duero de donde era natural].
-Soldado licenciado después de la guerra de Francia de 1793, pasaba
-honradamente la vida dedicado a la labranza en la villa de Fuentecén.
-Mal enojado como todos los españoles con los acontecimientos de abril
-y mayo de 1808, dejó la esteva y empuñó la espada, hallándose ya en
-las acciones de Cabezón y Rioseco. Persiguiéronle después envidias
-y enemistades, y le prendieron en el Burgo de Osma, de donde se
-escapó al entrar los franceses. Luego que se vio libre reunió gente
-ayudado de tres hermanos suyos; y empezando en diciembre a molestar al
-enemigo, recorrió en enero y febrero con fruto los partidos de Aranda,
-Segovia, tierra de Sepúlveda y Pedraza. Aunque acosado en seguida por
-los enemigos, internándose en Santa María de Nieva, recogió en sus
-cercanías muchos caballos y hombres. Con tales hechos se extendió la
-fama de su nombre, mas también el perseguimiento de los franceses
-que enviaron en su alcance fuerzas considerables, y prendieron como
-en rehenes a su madre. Casi rodeado salvose en la primavera con su
-partida, y sin abandonar ninguno de los prisioneros que había hecho,
-yendo por las sierras de Ávila, se guareció en Ciudad Rodrigo. Llegaron
-entonces a noticia de la central sus correrías, y le condecoró con
-el grado de capitán. También por los meses de abril y mayo tomó las
-armas y formó partida Don Jerónimo Merino cura de Villoviado. Lo mismo
-hicieron, otros muchos, de los que y de sus cuadrillas suspenderemos
-hablar hasta que ocurra algún hecho notable o refiramos lo que pasaba
-en las provincias en que tenían su principal asiento.
-
-[Marginal: Ciudad Rodrigo y Wilson.]
-
-Ayudaron al principio mucho a estas partidas, amparándolas en sus
-apuros las plazas y puntos que todavía quedaban libres. Acabamos de
-ver como el Empecinado se abrigó a Ciudad Rodrigo, en cuya plaza y
-sus alrededores solía permanecer el digno e incansable jefe inglés
-Sir Roberto Wilson. Asistido de su legión lusitana a la que se habían
-agregado españoles e ingleses dispersos, y una corta fuerza bajo Don
-Carlos de España, protegía a nuestros partidarios e incomodaba al
-general Lapisse colocado en Ledesma y Salamanca. Este aunque al frente
-de 10.000 hombres y con mucha artillería, apenas había hecho cosa
-notable hasta abril desde enero en que se apoderó de Zamora, ciudad
-casi abandonada. Solo en 2 de marzo esperanzado en malos tratos se
-presentó delante de Ciudad Rodrigo para entrar de rebate la plaza, mas
-el aviso de buenos españoles y la diligencia de Wilson le impidieron
-salir adelante con su proyecto, incomodándole este continuamente aun en
-sus mismos reales.
-
-[Marginal: Asturias.]
-
-Por aquel tiempo Asturias, provincia que después de la invasión de
-Galicia era la sola libre entre las del norte, mostrose firme, y
-continuó desplegando sus patrióticos sentimientos. [Marginal: La
-junta.] Gobernábala la misma junta que se había congregado en 1808,
-compuesta de hacendados y personas principales del país. Dio para
-el armamento y defensa enérgicas providencias; que la malquistaron
-con muchos. Tales fueron un alistamiento general sin excepción de
-clase ni persona; el repartimiento extraordinario a toda la provincia
-de 2.000.000 de reales, y el de otras sumas entre los más ricos
-capitalistas y propietarios, la rebaja de sueldos a los empleados;
-y por último el haber mandado a las corporaciones eclesiásticas que
-tuviesen a su disposición los caudales que existieran en sus depósitos.
-Con estos recursos hubo bastante para hacer frente a los considerables
-gastos que ocasionaron las dispersiones de Espinosa y las posteriores;
-y arreglar de nuevo y aumentar la fuerza necesaria para la defensa del
-principado.
-
-[Marginal: Ballesteros.]
-
-Uno de los puntos que urgía poner al abrigo de un impensado ataque era
-el del lado oriental, por donde los enemigos se habían extendido hasta
-más acá de San Vicente de la Barquera. Juntáronse las pocas tropas que
-quedaban, y se pusieron a las órdenes de Don Francisco Ballesteros; que
-de capitán retirado y visitador de tabacos había ascendido a mariscal
-de campo en la profusión de grados que se concedieron. Contentose al
-principio el nuevo general con ocupar las orillas del río Sella, hasta
-que reforzado avanzó en enero de 1809 a Colombres y riberas del Deva.
-Descubrieron luego Ballesteros y otros jefes suma actividad y celo,
-esmerándose en la instrucción y disciplina de subalternos y soldados.
-Y en aquel campo al paso que se perfeccionaron unos y otros en los
-ejercicios de su profesión, habituáronse también al fuego, no estando
-separados del enemigo sino por el Deva, y al fin se alcanzó formar una
-división que regida por Ballesteros adquirió justo renombre en el curso
-de la guerra.
-
-[Marginal: Sus operaciones en Colombres.]
-
-Antes de empezar febrero ascendía dicha fuerza a 5000 hombres, y el
-6 del mismo desalojó ya a la del enemigo de la línea que ocupaba,
-incomodándole con frecuencia, y casi siempre ventajosamente. Hubo
-ocasiones en que las refriegas fueron de más empeño, sobre todo una
-acaecida en fines de abril, consiguiendo los nuestros penetrar basta
-San Vicente de la Barquera, en cuyo pueblo celebró su victoria el
-general Ballesteros con grande aparato; vana ostentación a que era
-inclinado, pero con la que entusiasmaba al soldado y granjeaba su
-voluntad.
-
-[Marginal: Armamento de la provincia.]
-
-La junta de Asturias había además establecido dentro del principado,
-bajo el nombre de _Alarma_, un levantamiento general para que acudiesen
-a la defensa, en caso de irrupción, todos los hombres capaces de
-manejar un fusil o un chuzo, de cuyas armas no había vecino que no
-estuviese provisto.
-
-[Marginal: Worster.]
-
-A últimos de enero, al saberse la ocupación de Galicia, igualmente
-paró su atención en formar y juntar con prontitud una división de 7000
-hombres que cubriese la parte occidental de Asturias, y cuyo mando por
-desgracia dio a Don José Worster, general de menguado seso, aunque
-antiguo oficial de artillería.
-
-[Marginal: Entran los asturianos en Ribadeo.]
-
-Puesta esta fuerza a orillas del Eo, sabiendo ser corta la que tenían
-enfrente los enemigos, y ansiando por tener un apoyo los patriotas de
-aquellos partidos, de los que del lado de Vivero se habían ya levantado
-algunos, tratose seriamente al comenzar febrero de hacer una excursión
-en Galicia. Verificose así, mas con tan poco orden que las tropas
-de Worster cometieron excesos en Ribadeo como si fuesen enemigas, y
-mataron a Don Raimundo Ibáñez comerciante rico e ilustrado de aquella
-villa. Difícil era que soldados tan insubordinados se comportasen
-debidamente cuando se tratase de guerrear. No obstante intentó Worster
-sorprender a los franceses que guarnecían a Mondoñedo. [Marginal: Y en
-Mondoñedo.] Sita esta ciudad en un profundo valle, cercada de altas
-montañas, y sin otro camino llano más que el que conduce a Asturias,
-pudiera fácilmente haberse conseguido la empresa. Pero Worster por
-sus mal concertadas órdenes, y el coronel Linares por no atender
-cumplidamente al punto que guardaba, diéronse tan torpe maña que
-dejaron retirarse a los franceses sin grande molestia. Worster luego
-que entró en Mondoñedo en vez de tener presente la clase de enemigo
-con quien las había, entregose a fiestas y convites que le dieron los
-vecinos, de cuyo descuido enterado el general francés Maurice Mathieu
-que mandaba por aquella parte, después de entrar en Vivero, en que se
-había formado una junta, y de entregar al saco y furor del soldado
-aquella villa, revolvió sobre Mondoñedo, [Marginal: Sorprenden y
-dispersan los franceses a Worster.] sorprendió y dispersó la división
-de Worster, superior en número, y penetrando en Asturias hasta el
-Navia saqueó y aniquiló los concejos que median entre este río y el
-Eo. Afortunadamente se hallaba en las cercanías Don Manuel Acevedo
-individuo de la junta, y hermano del general que pereció después de la
-batalla de Espinosa, y a su actividad e ilustrada diligencia debiose
-la pronta reunión a esta parte del Navia de los soldados desbandados,
-ayudándole con esmero el gobernador del partido Don Matías Menéndez,
-y el bizarro coronel Galdiano. Advertido el general francés de que la
-tropa asturiana se había rehecho, y juzgando arriesgado internarse aún
-en el principado, retrocedió a Galicia y se contentó con ocupar sus
-antiguas posiciones.
-
-[Marginal: Romana.]
-
-Tales eran los acontecimientos ocurridos en Asturias, mientras que
-esta provincia, si bien libre, se había mantenido como aislada y sin
-comunicación con las otras, hasta que en la primavera de 1809 pisó
-su suelo por primera vez el marqués de la Romana; mas para averiguar
-los motivos que trajeron a este caudillo al principado, necesario es
-referir antes lo que pasó en Galicia después que le dejamos en enero a
-él y a su gente cerca de la frontera de Portugal.
-
-[Marginal: Su ejército.]
-
-Allí continuó todo el febrero mudando a menudo de posición, y
-aproximándose a veces a la plaza portuguesa de Chaves. Consistía
-su fuerza en 9000 hombres, distribuidos en una vanguardia al cargo
-de Don Gabriel de Mendizábal, y en dos divisiones que mandaban los
-generales Mahy y Taboada. Su estancia en aquellos parajes animó mucho
-al paisanaje de Galicia, abultándose el número de sus tropas y el de
-sus recursos. También procuraba el mismo marqués por medio de emisarios
-atizar el fuego, y el ayudante general Moscoso en una comisión que tuvo
-en lo interior de aquella provincia, repartió con buen éxito ejemplares
-manuscritos de una instrucción que había compuesto para la guerra de
-partidas.
-
-[Marginal: Empieza el levantamiento de Galicia.]
-
-Hubo sitios en que produjeron estos pasos conveniente efecto; mas hubo
-otros en que sin ajeno estímulo formáronse muy luego los habitantes
-en cuadrillas. Así aconteció con los paisanos de la Puebla de Tribes
-que los primeros y antes de comenzar febrero, dirigidos por Diego
-Núñez de Millaroso, cogieron prisioneros a 80 dragones de la división
-del general Marchand, los cuales con varios despojos llevaron en
-triunfo adonde estaba Romana. Imitáronlos en breve otros muchos en el
-valle de Valdeorras, y uniéndose cinco fieldades eligieron una junta,
-escogiendo por su general a Don José, abad de Casoyo, mozo arrojado y
-de la casa de Quiroga, ilustre en aquella tierra. Su hermano Don Juan,
-también de Quiroga y Uría, cooperó grandemente a sus empresas, que se
-multiplicaron y se extendieron hacia el Bierzo. En la línea de Lugo
-desde el valle de Cruzul hasta monte Salgueiro, no lejos de Betanzos,
-interceptaron los naturales correos y destacamentos, señalándose el
-juez de Cancelada Don Ignacio Herbón, quien al acabar febrero atacó
-en Doncos un convoy, y le cogió en su mayor parte. Pero en donde se
-encendió extraordinariamente y tomó forma más regular la insurrección,
-según veremos más adelante, fue del lado de Tuy.
-
-Mucho hubiera podido contribuir a darle pronto y vigoroso centro
-la permanencia de Romana hacia Monterrey; mas nuevas ocurrencias
-le obligaron a alejarse. Indicamos en otro libro como el mariscal
-Soult avanzaba por la costa de Galicia vía de Portugal. Ejecutó este
-movimiento en virtud de orden que en 28 de enero recibió en el Ferrol
-para invadir aquel reino.
-
-[Marginal: Mariscal Soult.]
-
-Luego que se embarcaron los ingleses en la Coruña quedando pocos
-en Lisboa, pareciole fácil a Napoleón llegar a las puertas de esta
-capital, y lavar con su conquista la antigua mancha. [Marginal: Trata
-de invadir Portugal.] Para ello al paso que Soult había de realizar la
-principal invasión por la costa de Galicia y provincias portuguesas
-del norte, el general Lapisse y el mariscal Victor estaban encargados
-de amenazar la frontera portuguesa por Ciudad Rodrigo y Extremadura.
-Componíanse las fuerzas de Soult del segundo cuerpo y de parte del que
-había mandado Junot: según Napoleón ascendían en todo a 50.000 hombres,
-como si no hubiesen tenido pérdidas ni baja alguna; mas realmente
-estaban reducidos a la mitad: 4000 eran de caballería.
-
-[Marginal: Inútil tentativa para atravesar el Miño.]
-
-El mariscal Soult después de tomar las correspondientes providencias
-y de dejar en su lugar a Ney, ausente en Lugo al recibo de la orden,
-púsose en marcha, y el 3 de febrero llegó a Santiago. Precediéronle
-los generales La Houssaye y Franceschi: el primero con los dragones se
-encaminó a Ribadavia y Salvatierra, plaza de poco valer y desmantelada
-a orilla derecha del Miño; y el segundo con la caballería ligera fue la
-vuelta de Tuy, ciudad colocada en la misma ribera. Sostenía a estas
-divisiones la de infantería del general Merle, que avanzó a Pontevedra.
-Las otras con el mariscal Soult salieron de Santiago el 8, llegando el
-10 a Tuy. Corre el Miño por allí muy caudaloso, y sin que desde Orense
-se encuentre puente alguno; no obstante pensó Soult cruzarle hacia la
-marina, acopiando los preparativos necesarios en el puertecillo de La
-Guardia, separado de la desembocadura por el monte de Santa Tecla.
-Habiendo dificultades para doblar la punta que este forma, y subir río
-arriba, trasladaron los franceses por tierra en carros gallegos cosa de
-una legua con mucho trabajo los botes destinados al transporte de la
-tropa, y los volvieron a poner boyantes en el Tamuge, río pequeño que
-desagua en el Miño. El 15 en la noche a la hora de la marea alta quedó
-encargado de empezar la operación el general Thomières. Ejecutose en
-buen orden por el Tamuge, pero al entrar en la gran corriente del Miño,
-más rápida con el reflujo que comenzaba, separáronse los botes, y pocos
-fueron los que arribaron a la orilla opuesta. Los portugueses mandados
-por el general Bernardino Freire hicieron contra ellos un fuego vivo y
-acertado, con lo cual y la marea ya contraria tuvieron que volver los
-más a tierra de España, quedando prisioneros de los portugueses unos 40
-hombres. El malogramiento de esta tentativa cundiendo por una y otra
-frontera animó al paisanaje, deseoso de molestar a los franceses.
-
-[Marginal: Toma Soult hacia Orense.]
-
-También con aquel contratiempo vio el mariscal Soult los obstáculos que
-se le ofrecían para pasar el Miño, no teniendo a su pronta disposición
-los medios necesarios. Por lo cual determinó entrar en Portugal vía
-de Orense, tomando río arriba. Salió pues de Tuy el 17 de febrero, y
-nombró al general Lamartinière comandante de la ciudad, en la que dejó
-los enfermos, la mayor parte de la artillería, y alguna guarnición.
-
-[Marginal: Insurrección.]
-
-A corta distancia ya percibió síntomas de una insurrección general.
-Habíanla fomentado varios individuos, entre los que se señalaron el
-abad de Couto y el de Valladares. [Marginal: Los abades de Couto y
-Valladares.] Aquella tierra está bien cultivada, con población numerosa
-y desparramada en caseríos rústicos. De las heredades distribuidas en
-cortas porciones, y por lo general a foro enfitéutico, disponen los
-usufructuarios como de cosa propia. Y la gente trabajadora y de suyo
-guardosa, temía más que la de otras provincias perder con la invasión
-de extraños el producto de sus labores e industria, y con tanta mayor
-razón cuanto los franceses escasos de provisiones comenzaron a hacer
-repartimientos excesivos, y a cometer robos y saqueos.
-
-[Marginal: El paisanaje molesta a los franceses en su marcha.]
-
-Allí los abades, nombre que se da a los curas párrocos, tienen mucho
-influjo por su riqueza y poder. Lo tienen los ricos y cercanos
-monasterios del orden cisterciense de San Clodio y Melón, y teníanlo
-también entonces por su patriotismo varios particulares, los cuales
-juntos y separadamente trataron de aprovechar la buena disposición del
-pueblo contra los extranjeros. Antes que ninguno descubriose el abad
-de Couto Don Mauricio Troncoso, quien congregando a sus feligreses con
-motivo de un repartimiento que los invasores habían echado, díjoles:
-«En vez de dar a los enemigos lo que nos piden, seré vuestra guía si
-queréis negárselo y emplearlo en vuestra defensa.» Aplaudieron todos
-aquellas palabras, y agregándose personas de cuenta y aun portugueses,
-soltáronse de todos lados partidas que hostigaron a los franceses en
-su marcha. En Mourentan hízoles notable daño el mismo abad de Couto,
-y quemaron aquel pueblo en venganza. Desde el puente de las Hachas
-hasta Ribadavia también padecieron varias acometidas, acaudillando al
-paisanaje José Labrador, el monje bernardo Fray Francisco Carrascón,
-y después el juez de Maside; y si bien en estos reencuentros los
-franceses con su pericia y buenas armas rompían al fin por medio e iban
-adelante, perdían gente y amilanábanse sus soldados con guerra tan
-continua y encarnizada.
-
-[Marginal: Soult y Romana. Intimación a este.]
-
-De Ribadavia pasó el mariscal Soult a Orense resuelto a entrar en
-Portugal por la plaza de Chaves, y a disipar antes el corto ejército
-de Romana. Manteníase este general en el valle de Monterrey, y
-hallábase en Lamadarcos el 4 de marzo cuando llegó un parlamentario
-francés con un pliego, ofreciendo recompensas y condecoraciones con
-tal que Romana y su ejército reconociesen a José. Replicó el general
-español debidamente, diciendo que a tales proposiciones no había otra
-respuesta sino cañonazos. Pero no habiéndose tomado en el recibimiento
-del oficial parlamentario las acostumbradas precauciones, examinó este
-con sus propios ojos el deplorable estado de nuestro ejército, y dio
-cuenta de ello a su mariscal, quien determinó atacar sin dilación a los
-españoles.
-
-[Marginal: Es desbaratada la retaguardia española.]
-
-El marqués de la Romana quería evitar cualquier refriega, mas no
-habiéndose retirado tan prontamente como era de desear, fue el 6 de
-marzo alcanzada su retaguardia a las órdenes de Don Nicolás Mahy en
-las inmediaciones de Verín. Cogiole el general Franceschi algunos
-prisioneros y la desordenó, pero no insistiendo en su perseguimiento
-pudo continuar su marcha. Los franceses solo pensaron en entrar en
-Portugal, cuyas tropas mandadas por el general Silveira habían sido
-acometidas en Villaza el mismo día que las españolas por la división de
-Delaborde, teniendo que retirarse después de alguna pérdida al abrigo
-de la noche.
-
-El general Mahy dirigiose a las Portillas, gargantas que parten término
-con Castilla, y se unió en Lubián con el marqués de la Romana. Andaban
-todos inciertos acerca del camino que tomarían, y pesábales a algunos
-que se abandonase a Galicia en la propia sazón en que por todas
-partes cundía el fuego insurreccional. Aprobose al fin a propuesta
-del ayudante general Moscoso el no alejarse de la tierra montañosa,
-y conforme a esta determinación decidió Romana partir la vuelta de
-Asturias, de donde soplaría la hoguera encendida en Galicia. En
-consecuencia cambiose de improviso la marcha, y se revolvió sobre las
-montañas de las Cabreras para cruzarlas por el puerto del Palo, país
-escabroso, solitario, y cuyas sierras más bien se escalan que se suben.
-A su paso sobrecogió la noche a nuestros soldados, en estación cruda,
-expuestos a la inclemencia, desprovistos de todo. Animándose unos a
-otros llegaron por fin a Ponferrada del Bierzo con admiración de sus
-vecinos que los creían lejos de sus hogares. En aquella villa y otros
-muchos pueblos no había francés alguno, contentándose estos con ocupar
-la línea de comunicación de la calzada que de Galicia va a Castilla, y
-aun en ella tenían poca tropa, excepto en Villafranca en que contaban
-unos 1000 hombres de escogidas tropas.
-
-[Marginal: Ataca a Villafranca.]
-
-Las de Romana no estaban para emprender expediciones de grande
-importancia, pero el haber casualmente encontrado en una ermita cerca
-de Ponferrada un cañón de a doce abandonado con su cureña y balas de
-su calibre, sugirió la idea al ayudante Moscoso de proponer al general
-en jefe un ataque contra los franceses de Villafranca. Condescendió
-Romana, y desde Toreno a donde se había ya trasladado para entrar en
-Asturias, dispuso que acometiese la empresa con 1500 hombres el general
-Mendizábal.
-
-[Marginal: Se apodera de la guarnición.]
-
-Los franceses a la inesperada vista de los españoles y del cañón
-de grueso calibre, imaginándose venía sobre ellos gran fuerza, se
-arredraron y metieron en el castillo-palacio de la villa, perteneciente
-a los marqueses que llevan su nombre: era edificio antiguo de muros
-sólidos con cuatro torreones que defendían cañones de hierro, y el
-cual quemaron después los paisanos para que no sirviese otra vez de
-refugio al enemigo. Comenzaron los españoles su ataque en la mañana
-del 17 de marzo, distinguiéndose el regimiento de voluntarios de la
-Corona, e íbase ya a entrar por fuerza el castillo, cuando intimada
-la rendición abrieron los franceses la puerta, y quedaron prisioneros
-1000 granaderos que le guarnecían de las más acreditadas tropas.
-Avergonzábanse después de haber entregado las armas a tan corto número
-de hombres y a gente de tan poca apariencia como eran entonces las
-tropas de aquel ejército. La nueva de este suceso creciendo de boca en
-boca alentó a los patriotas de Galicia, que se figuraban ser ya más
-numerosas las tropas que capitaneaba Romana. Ojalá se hubiera siempre
-limitado este caudillo a tal linaje de empresas, dignas de un militar y
-de su elevado puesto, evitando entrometerse en querellas y divisiones
-de provincias, según aconteció en Oviedo, a cuya ciudad llegó poco
-después de la toma del castillo de Villafranca.
-
-[Marginal: Llega Romana a Oviedo.]
-
-Los disgustos excitados con las providencias oportunas y enérgicas de
-aquella junta, habíanse entonces aumentado con otras intempestivas y
-arbitrarias dadas contra algunas personas. Los descontentos, sobre
-todo ciertos individuos de corporaciones privilegiadas, salieron a
-recibir a Romana, y por desgracia de tal modo preocuparon su ánimo que
-en vez de obrar desapasionadamente, y de contentarse con reprimir los
-abusos de autoridad que hubiese habido, púsose del bando de los que
-se creían agraviados. [Marginal: Altercado con la junta.] Tratáronse
-por consiguiente el general y la junta con frialdad y desvío, sin
-que le fuese dado conciliarlos a la prudencia y buen tino de su
-presidente el brigadier D. José Valdés, antiguo jefe de Romana cuando
-este servía en la armada. La central había autorizado al marqués con
-amplias facultades en la parte militar, y él ensanchándolas a su sabor
-empezó por reprender a la junta en lo que precisamente merecía más
-alabanza, como lo era en haber mandado que tomasen las armas todos
-sin excepción, inclusos los donados y legos de los conventos, y los
-beneficiados no ordenados _in sacris_. Compuesta dicha corporación
-de los principales de la provincia y de suyo altiva, respondió
-acerbamente a la inadvertida reprensión; con lo cual irritado aún
-más Romana quiso llamarla a cuentas. Negose a ello la junta por no
-creerle autoridad competente, pero añadiendo que haría públicas
-sus entradas e inversiones para satisfacción de sus comitentes.
-Encendiéndose así el enojo de ambas partes, en especial con motivo de
-un repartimiento de 4.000.000 enviados por la central para uso del
-principado y que Romana quería por sí aplicar a su solo ejército,
-decidiose el último a disolver la junta, a cuyo fin y por orden suya
-penetró en la sala de las sesiones el coronel Don José de O’Donnell
-con 50 hombres del regimiento de la Princesa, haciendo en ello un
-pequeño y ridículo remedo del 18 Brumario de Napoleón. Cedieron los
-vocales a la violencia, sin dejar de hacer fuerte y enérgica oposición,
-señaladamente Don Manuel María de Acevedo. Romana nombró otra junta
-en su lugar, mas la tropelía cometida con la anterior disgustó a los
-más, y desencajó, por decirlo así, de su asiento en el principado el
-orden y buen gobierno.[*] [Marginal: (* Ap. n. 8-7.)] Injustamente
-acusaron algunos a la junta disuelta de malversación de caudales:
-pudientes y ricos los más de sus individuos habían hecho los más de
-ellos donativos cuantiosos, y su patriotismo y celo estaban libres de
-tacha: solo, repetimos, incurrieron en merecida censura por algunas
-medidas arbitrarias contra determinadas personas. Hablamos en este
-punto con tanta mayor imparcialidad, cuanto no andábamos bien avenidos
-con aquella junta, por lo que merecimos de Romana que nos nombrase de
-la que había en su lugar creado, gracia que no admitimos por considerar
-su procedimiento ilegal y dañoso.
-
-[Marginal: Invade Ney Asturias.]
-
-Sabedor el mariscal Ney de la discordia suscitada entre la junta de
-Asturias y Romana, y temeroso sobre todo con lo sucedido en Villafranca
-de que uniendo este caudillo sus tropas a las del principado formase
-un cuerpo respetable y bastante numeroso para incomodarle y cortarle
-su comunicación con el reino de León, se preparó a invadir a Asturias
-poniéndose de acuerdo con fuerzas que había en Castilla y en Santander.
-Parece ser que desde Francia también le había venido orden de no
-desperdiciar oportuna coyuntura de verificar dicha invasión. Romana
-por su parte más ocupado en las contestaciones y querellas de la
-junta que en uniformar y arreglar la mucha gente que ahora tenía a su
-disposición, no tomó acerca de ello providencia alguna. Dejó correr
-en el principado los asuntos militares según iban a su llegada, y
-olvidó a su ejército de Galicia, el cual a las órdenes de Don Nicolás
-Mahy pasando el puerto de Ancares se había situado hacia el Navia,
-extendiéndose hasta las avenidas de Lugo y Mondoñedo.
-
-El mariscal Ney rozándose casi con este ejército y acompañado de 6000
-hombres, se dirigió desde Galicia por la tierra áspera y encumbrada
-de Navia de Suarna a Ibias, y descendiendo a Cangas de Tineo, Salas
-y Grado se adelantó a Oviedo, al mismo tiempo que procedente de
-Valladolid y con otra tanta o más fuerza se metía en el principado por
-el puerto de Pajares [Marginal: Kellermann.] el general Kellermann.
-Estaba ya cercano a Oviedo el mariscal Ney y todavía lo ignoraba
-Romana. Recibió este al fin un aviso y apresuradamente después de
-dar por primera vez órdenes a la división de Ballesteros y a la de
-Worster poco antes malamente repuesto en el mando, [Marginal: Romana
-se embarca en Gijón.] pasó a Gijón en donde se embarcó tomando en
-seguida tierra en Ribadeo. Entró Ney en Oviedo el 19 de mayo, de cuya
-ciudad habían salido casi todos sus moradores, dejando abandonadas
-sus casas y haberes. [Marginal: Saquean los franceses Oviedo.]
-Entregada al saco durante tres días, viéronse muchos arruinados y
-menguaron los intereses de otros. A la noticia de la invasión acercose
-el general Worster lentamente a Oviedo por el país de montaña, y
-Ballesteros retrocediendo de Colombres al Infiesto, enriscose luego
-por las asperezas de Covadonga, santuario célebre mirado como cuna de
-la monarquía de Castilla. [Marginal: Sale Ney de Asturias.] Parose
-poco Ney en la capital de Asturias, y dejando allí a Kellermann y en
-Villaviciosa al general Bonnet que había venido con su división hasta
-aquel sitio de los lindes de Santander, tornó por la costa a Galicia,
-a donde le llamaban acontecimientos de cuantía, y a que daban ocasión
-reveses de Soult en Portugal, la insurrección de la provincia de Tuy y
-otras, y aun también los movimientos del ejército de la Romana, el cual
-amenazaba a Lugo y alentaba al paisanaje con la abultada fama de sus
-hazañas.
-
-[Marginal: Mahy amenaza Lugo.]
-
-La fuerza de este ejército puede decirse que estaba dividida en dos
-partes, de la una que era la principal acabamos de hacer mención, la
-otra entonces menos numerosa había quedado en la Puebla de Sanabria
-a las órdenes de Don Martín de la Carrera. La primera, gobernada en
-ausencia de Romana por Don Nicolás Mahy, constaba de unos 6000 hombres
-y de 200 caballos: la cual a la propia sazón que Ney se movía la
-vuelta de Asturias, se adelantó hacia el monasterio cisterciense de
-Meira no lejano de Lugo. El general Worster no había querido acompañar
-a Mahy en aquel movimiento creyendo que la fuerza que mandaba debía
-pensar antes que en otra cosa en cubrir a Asturias. Siguió avanzando
-dicho general Mahy, y su vanguardia capitaneada por Don Gabriel de
-Mendizábal tropezó el 17 de mayo en Feria de Castro a dos leguas de
-Lugo con una columna enemiga de 1500 hombres que obligó a meterse en
-la ciudad. Al día siguiente el general Fournier, gobernador francés,
-militar entendido pero de condición singular, y muy dado a hablar en
-latín a los obispos y a los clérigos, [Marginal: Desbarata al general
-Fournier.] salió de dentro y se dispuso a aguardar a los nuestros en
-las inmediaciones, apoyando la izquierda en los mismos muros y la
-derecha en un pinar vecino. Acometiole Don Nicolás Mahy formando su
-gente en dos columnas guiadas por los generales Mendizábal y Taboada,
-junto con los 200 jinetes que mandaba Don Juan Caro. A espaldas quedó
-la reserva a las órdenes del brigadier Losada, y aparentose tener
-otro cuerpo de caballería colocando a distancia, montados en acémilas
-y caballos de oficiales, cierto número de soldados; ardid que no
-dejó de servir, notándose también en nuestras tropas más instrucción
-y confianza. Trabose la pelea y a poco volviendo caras la caballería
-enemiga desconcertó su línea de batalla, e infantes y jinetes corrieron
-precipitadamente a guarecerse de la ciudad, acometiendo con tal brío
-nuestra gente que varios catalanes de tropas ligeras metiéndose dentro
-al mismo tiempo que aquellos, tuvieron después que descolgarse por las
-casas pegadas al muro ayudados de los vecinos. Los franceses perdieron
-bastante gente y los españoles varios oficiales, y en este número al
-comandante de ingenieros D. Pedro González Dávila distinguido por
-su valor. No pudiendo los españoles ganar en seguida a Lugo, ciudad
-rodeada de una antigua y elevada muralla y de muchos torreones aunque
-socavado el revestimiento por los años, [Marginal: Pone cerco a la
-ciudad.] intimaron la rendición al gobernador que respondió con honrosa
-arrogancia. Entonces decidiose a formalizar el cerco el general Mahy, y
-allí le dejaremos para acudir a donde nos llaman los gloriosos hechos
-de las orillas del Miño.
-
-[Marginal: Crece la insurrección de Galicia.]
-
-Luego que el mariscal Soult hubo pasado de Orense vía de Portugal,
-la insurrección del paisanaje gallego se aumentó, cundiendo por las
-feligresías de las provincias de Tuy, Lugo, Orense y Santiago hasta las
-riberas del Ulla y aún más allá. Por todas partes aparecieron jefes
-para acaudillarla, y Romana y la central enviaron también algunos que
-la fomentasen. Entre los primeros fueron los más distinguidos los
-abades ya nombrados de Couto y Valladares, y además un caballero de
-nombre Don Joaquín Tenreiro, el alcalde de Tuy Don Cosme de Seoane y
-Don Manuel Cordido, labrador y juez de Cotobad. Así indistintamente se
-aunaban todas las clases contra el enemigo común. El último hizo guerra
-terrible en la carretera de Pontevedra a Santiago, los otros después
-de varios choques recorriendo la tierra de Tuy y Vigo, obligaron a los
-franceses a encerrarse en el recinto de ambas plazas. De los emisarios
-de Romana diéronse particularmente a conocer los capitanes Don Bernardo
-González, dicho Cachamuiña del pueblo de donde era natural, y Don
-Francisco Colombo, incomodando mucho el primero a los enemigos por la
-parte de Soutelo de montes y puente de Ledesma. Fueron los enviados
-de la central el teniente coronel Don Manuel García del Barrio, el
-entonces alférez Don Pablo Morillo, y el canónigo de Santiago Don
-Manuel de Acuña, gallego, y de familia que tenía deudos y amigos en el
-país. Llegaron estos cuando todavía el marqués de la Romana estaba en
-el valle de Monterrey, y permaneciendo Barrio en su compañía hasta que
-partió a Asturias, envió hacia Tuy a los otros dos comisionados para
-obrar de acuerdo con los que por allí lidiaban contra los franceses.
-
-Además no hubo partido ni punto en que antes o después no fuesen
-molestados: así sucedió en Trasdeza, no lejos de Santiago, en que se
-formó una junta, y mandaron la gente los hermanos estudiantes Don
-Benito y Don Gregorio Martínez: así en Muros, en Corcubión, en Monforte
-de Lemos aunque con la desgracia en las tres últimas villas de haber
-sido incendiadas y horrorosamente puestas a saco. No desanimándose
-los moradores por tamaños contratiempos, sabedor Barrio de que en las
-alturas de Lobera reunía bastante gente el administrador de rentas
-de la Boullosa Don José Joaquín Márquez, incorporósele el 17 de
-marzo viniendo de hacia Chaves. [Marginal: Barrio. Junta de Lobera.]
-Reconocido Barrio como comisionado de la central, convino con los
-demás en congregar una junta compuesta de vocales del partido y de
-las personas que más habían contribuido al levantamiento de otras
-feligresías. Verificose en efecto, instalándose el 21 del mismo mes
-de marzo en aquellas alturas y en campo raso, renovando la sencillez
-de los tiempos primitivos. Sujetáronse todos a la autoridad creada,
-nombrose presidente al obispo de Orense y sin detención se tomaron
-disposiciones que mantuvieron e impulsaron más ordenadamente la
-insurrección. Al Márquez, hombre esforzado y que había trabajado en
-favor de la causa común más que los otros, diósele el mando de un nuevo
-regimiento que se apellidó de Lobera, y mandósele ir a reforzar a los
-que bloqueaban a Tuy. También se expidió orden a Cachamuiña para que
-de Soutelo cayese sobre Vigo y engrosase el número de los sitiadores.
-Dispusiéronse asimismo para entonces y para después varias otras
-correrías, en especial hacia Lugo y valle de Valdeorras, acaudillando
-siempre el paisanaje Don Juan Bernardo de Quiroga y su hermano el abad
-de Casoyo.
-
-[Marginal: Sitia Vigo el abad de Valladares.]
-
-Entre tanto seguían apretando a las ciudades de Tuy y Vigo los abades
-de Couto y Valladares. Guarnecían a la última 1300 franceses al mando
-del jefe de escuadrón Chalot. Aunque es aquel puerto uno de los mejores
-y más abrigados de España, la fortificación de tierra es defectuosa,
-y a su muralla baja en algunas partes y sin foso la domina a corta
-distancia el castillo del Castro. Sin embargo la plaza estaba bien
-provista y artillada. Estrechábala el abad de Valladares Don Juan
-Rosendo Arias Henríquez, a quien se le había agregado la gente que
-en el valle de Fragoso había levantado [Marginal: Limia.] su anciano
-alcalde Don Cayetano Limia, para lo que le facilitó armas el crucero
-inglés de la inmediata costa. [Marginal: Tenreiro y el portugués
-Almeida.] Asimismo se le juntó Don Joaquín Tenreiro que con el
-portugués Don Juan Bautista Almeida había recogido muchos voluntarios
-de algunos valles, engrosándose de este modo considerablemente el
-número de sitiadores.
-
-[Marginal: Morillo.]
-
-También en marzo se presentó entre ellos Don Pablo Morillo, quien
-enterado de que una columna francesa intentaba, encaminándose del
-lado de Pontevedra, venir al socorro de la plaza, corrió al Puente
-de Sampayo para reconocerle y asegurar su defensa, como lo verificó
-ayudado [Marginal: Gogo.] de Don Antonio Gogo, vecino de Marín, que
-capitaneaba una partida numerosa de paisanos y era dueño de dos piezas
-de artillería. Colocó estas Morillo con otras tres que fueron de
-Redondela en el paso del puente, que fortalecido dejó al mando de Don
-Juan de Odogerti, comandante de tres lanchas cañoneras. Volviose luego
-Don Pablo al sitio de Vigo, y en su compañía 300 hombres mandados por
-Don Bernardo González Cachamuiña y D. Francisco Colombo.
-
-[Marginal: Ríndese Vigo a los españoles.]
-
-Había el abad de Valladares intimado a la plaza varias veces la
-rendición sin que el comandante francés quisiera abrir las puertas,
-pareciéndole vergonzoso y poco seguro capitular con paisanos.
-Tornó como hemos dicho Morillo, y ya por sus activas y acertadas
-disposiciones, y ya por haber sido enviado de Sevilla, eleváronle los
-sitiadores a coronel, y reconociéronle como superior, a fin de que a
-vista de un militar cesasen los escrúpulos y recelos del comandante
-francés. Sin tardanza repitió el nuevo jefe español una áspera
-intimación, amenazando el 27 de marzo con tomar por asalto la plaza
-y no dar cuartel. Pidieron los franceses 24 horas de término para
-contestar, y no accediendo Morillo, rindiéronse por fin, concedidos
-que les fueron los honores de la guerra, y con la cláusula de que
-serían llevados prisioneros a Inglaterra, por lo cual firmó la
-capitulación en unión con el jefe español el comandante británico del
-crucero. Exigió además Morillo que inmediatamente se ratificase lo
-convenido, pues si no, acometería la plaza. Retardábase la respuesta,
-y a las ocho de la noche aproximáronse a sus muros los sitiadores,
-arrojándose a la Puerta de Camboa para hacerla astillas y armado de
-un hacha un marinero anciano que cayó muerto de un balazo: ocupó su
-puesto y tomó el hacha González Cachamuiña, y rompiola aunque herido
-en varias partes de su cuerpo. Íbase ya a entrar por ella cuando
-Morillo recibió la ratificación, y a duras penas pudo con su recia voz
-hacer cesar el fuego y detener a los suyos que se posesionaron de la
-plaza al día siguiente 28. No hubo en su reconquista ni ingenieros ni
-cañones, ganada solo a impulsos del patriotismo gallego. Entregáronse
-prisioneros 1213 hombres y 46 oficiales, y cogiéronse otras preseas con
-117.000 francos en moneda de Francia. A poco de haberse rendido súpose
-que de Tuy acudían soldados enemigos en auxilio de la guarnición de
-Vigo: diose priesa Morillo a enviar a su encuentro personas y gente de
-su confianza, quienes los deshicieron, mataron a muchos y aun tomaron
-72 prisioneros que se pusieron a bordo juntamente con los de Vigo.
-
-[Marginal: Bloqueo de Tuy.]
-
-Sin embargo la facilidad con que se enviaba este socorro mostraba
-no ser riguroso el bloqueo de Tuy. Habíale comenzado el 15 de marzo
-el abad de Couto, y con él el juez y procurador general de la misma
-ciudad y otros caudillos. También concurrieron portugueses de la
-orilla opuesta, y la plaza de Valencia situada enfrente había tratado
-de molestar a los franceses con sus fuegos. Libertado Vigo esperábase
-que el cerco tendría pronto y feliz éxito, pues además de acudir desde
-allí con su gente Morillo, Tenreiro, Almeida y otros, vino también por
-su lado Don Manuel García del Barrio, reconocido comandante general
-por la junta de Lobera. Pero tanto concurso de jefes y caudillos no
-sirvió sino para suscitar celos y rencillas. Morillo fuese en comisión
-camino de Santiago, y los otros en especial Barrio y Tenreiro, el uno
-presuntuoso y el otro díscolo de condición, desaviniéronse y ocupáronse
-en recíprocos piques y zaherimientos. Y así este bloqueo sostenido con
-cañones y más gente fue mal dirigido y al cabo se malogró. Mandaba
-dentro el general Lamartinière, y el 6 de abril haciendo una salida
-apoderose de cuatro piezas colocadas en la altura de Francos no muy
-distante de la ciudad. Ocurrida esta desgracia, y agriándose más los
-ánimos, diose lugar a que llegasen socorros a Tuy avanzando del lado
-de Santiago una columna de infantería y caballería a las órdenes del
-general Maucune, y otra del lado de Portugal mandada por el general
-Heudelet que enviaba Soult, ya posesionado de Oporto, para recoger la
-artillería que allí había dejado.
-
-Enseñoreose el 10 de abril sin resistencia el general Heudelet de
-Valencia del Miño. Sabedores los españoles que bloqueaban a Tuy de
-aquel suceso, [Marginal: Le alzan.] levantaron el sitio quedándose unos
-en las alturas que median entre esta plaza y la de Vigo, y alejándose
-otros con Barrio a Puente Arcas. Al mismo tiempo los franceses que
-venían de Santiago arrollaron a la gente de Morillo en el camino de
-Redondela, y en venganza incendiaron la villa, metiéndose después parte
-de ellos en Tuy, y tornando los otros con el general Maucune al punto
-de donde habían salido. [Marginal: Evacúan la ciudad los franceses.]
-Socorrida la plaza sacaron los enemigos todos sus efectos y artillería,
-y temiendo nuevo bloqueo la abandonaron el 16, y se unieron con los de
-Valencia.
-
-Por tanto, si no tuvo dichoso remate el cerco de Tuy consiguiose por
-lo menos infundir recelo en los franceses, y ver desembarazada la
-margen derecha del Miño. Esmeráronse entonces aquellos naturales en
-arreglar y disciplinar [Marginal: Se crea y aumenta la división del
-Miño.] la gente que se había levantado, y que se denominó división del
-Miño, creando varios regimientos que se distinguieron en posteriores
-acciones. Incorporose a ella la partida de Don José María Vázquez,
-conocido en Castilla por sus hechos con el nombre del Salamanquino,
-y al fin aumentose su fuerza, [Marginal: Mándala Don Martín de la
-Carrera.] y ganó en la opinión gran peso con ponerse a la cabeza el 7
-de mayo Don Martín de la Carrera, según el deseo público, y cediéndole
-Barrio las facultades que tenía del gobierno supremo.
-
-[Marginal: Desbarata a los franceses en el campo de la Estrella.]
-
-Había Don Martín permanecido todo aquel tiempo en la Puebla de Sanabria
-juntando dispersos. Unido a la división del Miño completó hasta unos
-16.000 hombres, y además tenía algunos caballos y nueve cañones.
-Adelantose con parte de su gente por la provincia de Tuy a Santiago, de
-cuya ciudad salieron a repelerle el 23 de mayo unos 3000 infantes y 300
-caballos a las órdenes del general Maucune, acometiéndole en el campo
-de la Estrella. Los desbarató Carrera, persiguiéndolos y metiéndose
-primero que nadie en la ciudad de Santiago Don Pablo Morillo.
-Cogiéronse allí fusiles y vestuarios y cuarenta y una arrobas de plata
-labrada, sin contar otra mucha de los templos. Recibidos los nuestros
-con universal regocijo, hubieron sin embargo de retirarse por las
-operaciones combinadas que luego meditaron los mariscales Ney y Soult,
-de vuelta uno de Asturias y otro de Portugal.
-
-[Marginal: Campaña de Soult en Portugal.]
-
-La campaña del último en este reino había terminado con suma desdicha
-de sus armas. Recorreremos lo que allí pasó con rapidez, según es
-nuestra costumbre en las cosas de Portugal. Pisó el 10 de marzo la
-frontera lusitana el mariscal Soult, [Marginal: Entran los franceses
-en Chaves.] y el 11 se le rindió Chaves, plaza en la provincia de
-Tras-os-Montes en mal estado, y que aún conservaba las brechas de la
-guerra con España de 1762. Penetró con 21.000 hombres, retirándose el
-general Silveira hacia Vila Pouca. El 13 continuaron los franceses
-su marcha a Braga, con gran recelo de las fuerzas que allí mandaba
-Bernardino Freire. En este tránsito lleno de desfiladeros encontraron
-mucha oposición, teniendo que caminar lentamente y escasos de
-mantenimientos. [Marginal: En Braga.] Acercándose al fin a Braga no
-pensó Freire, general poco respetado, en que se pudiese defender la
-ciudad, y así dispuso retirarse. Enojado el pueblo le arrestó en
-un pueblo inmediato y le volvió a Braga, en donde fue bárbaramente
-asesinado. Viose entonces su segundo, el barón de Ebben, en la
-necesidad de defender con gente colecticia la posición de Carballo,
-legua y media distante, de la que apoderados los franceses penetraron
-el 20 en Braga, [Marginal: Asoman a Oporto.] asomando el 28 a Oporto,
-vencidos otros obstáculos no menos dificultosos.
-
-Intimó luego la rendición el mariscal Soult a esta ciudad, que
-situada a la derecha de Duero y a una legua de su embocadura, es
-por su población de 70.000 almas y por su gran comercio la primera
-de Portugal después de Lisboa. El ánimo de los naturales mostrábase
-levantado, tanto más cuanto con la invasión francesa veían estancado
-y destruido su principal tráfico, que consiste en la salida de sus
-vinos para Inglaterra. [Marginal: Estado de la ciudad.] Con objeto
-de defender la ciudad se había en su derredor construido un campo
-atrincherado erizado de cañones, cuya derecha se apoyaba en el Duero,
-y la izquierda en los fuertes vecinos al mar; además habían atajado
-las calles, y colocado en ellas y en diversos puntos muchas piezas de
-artillería. La exaltación popular era tal que fueron víctima de ella
-varias personas, y con dificultad pudo el mariscal Soult intimar la
-rendición, no queriendo la ciudad dar oídos a tregua ni convenio. Hubo
-también ocasión en que so color de querer escuchar las proposiciones
-cogieron a los parlamentarios, como aconteció al general Foy que se
-llevaron prisionero con grave riesgo de su persona. Mandaba en jefe
-el obispo, pero la víspera del ataque abandonó la ciudad poniendo en
-su lugar al general Parreiras. [Marginal: Éntranla los franceses.]
-Acometieron los franceses las líneas el 29 de marzo, que de grande
-extensión, mal dispuestas y defendidas por gente allegadiza, fueron
-ganadas sin grande esfuerzo, entrando en la ciudad los vencedores,
-y haciendo su caballería tremenda matanza. Los habitantes huyendo
-del peligro se avalanzaron al puente de Duero, que formado de barcas
-rompiose con el gentío, y allí fueron las mayores lástimas ahogándose
-unos y ametrallando a otros los franceses desapiadadamente. [Marginal:
-Gran matanza.] Perecieron de 3 a 4000 personas, de ellas muchas mujeres
-y niños. Hubo hechos que ensalzaron al ya tan ilustrado valor de los
-portugueses: 200 hombres esforzados se defendieron en la catedral hasta
-que no quedó uno con vida.
-
-[Marginal: Conducta del mariscal Soult.]
-
-Siguiéronse deplorables excesos, no pudiendo Soult contener los ímpetus
-desmandados de su tropa. Este mariscal procuró entonces y después
-granjearse la voluntad de los moradores, aun imitándolos en las
-prácticas de un fervoroso celo religioso.
-
-Sus votos y ofrendas, y el particular cuidado del mariscal en agradar
-a los portugueses, dieron a sospechar si pensaba a modo de Junot
-ceñir la corona lusitana. [Marginal: Pídenle sea rey.] Vino como en
-apoyo la exposición seguida de otras, que se imprimió y publicó, de
-doce habitantes de Braga, en la que llamándole padre y libertador
-se mostraba deseo de que Napoleón le nombrase por su rey. Y aunque
-es cierto que el mariscal les replicó que no pendía de él darles
-respuesta, la mera publicación de aquella demanda en país en donde él
-era árbitro de impedirla o autorizarla, manifestaba que si no dimanaba
-de sugestiones suyas por lo menos no era desagradable a sus oídos.
-
-[Marginal: Sus providencias.]
-
-Posesionados los franceses de Oporto no prosiguieron a Lisboa, así por
-la oposición que encontraron en el país, como también por ignorar el
-paradero del general Lapisse y del mariscal Victor, cuyos movimientos
-del lado de Castilla y Extremadura debieron corresponder con el de
-Galicia. Limitáronse pues a conservar lo ganado, y a prepararse
-para más adelante. Ya hablamos como con este objeto y el de tener
-la artillería que quedó en Tuy, había retrocedido hacia esta plaza
-y desembarazádola de sitiadores el general Heudelet: otro tanto
-trataron de hacer los enemigos por la parte de Chaves, [Marginal:
-Silveira recobra Chaves.] cuya ciudad había recobrado el 20 de marzo
-el general Silveira, extendiéndose después por el Támega hasta
-Amarante y Peñafiel. Reforzado luego el mismo general, y molestando
-incansablemente a los franceses, permaneció en aquellos sitios cerca
-de un mes; pero en 18 de abril queriendo el mariscal Soult abrir paso
-y tener libres las comunicaciones con Tras-os-Montes, envió al general
-Delaborde auxiliado de fuerza considerable. Al aproximarse situose
-Silveira en Amarante, y defendió con tal tesón el paso del puente que
-no pudieron superar los franceses hasta el 2 de mayo los obstáculos que
-se les oponían. Defensa para él muy honrosa aunque tuviese por entonces
-que alejarse momentáneamente.
-
-[Marginal: Coronel Trant.]
-
-Al mediodía de Oporto y camino de Lisboa no dilataron los franceses
-sus excursiones y correrías más allá del Vouga, persuadidos de que
-resguardaban a Coimbra numerosas fuerzas. Sin embargo reducíanse estas
-a unos 4000 hombres mal disciplinados, y a una turba de paisanos que
-mandaba el coronel Trant, quien no pudo hacer otra cosa sino maniobrar
-con acierto, aparentando mayores medios que los que tenía. Mas como
-eran cortos se hubiera encaminado al fin el mariscal Soult a Lisboa
-luego que supo las resultas de la batalla de Medellín, si no hubiesen
-llegado inmediatamente grandes refuerzos al ejército inglés de Portugal.
-
-[Marginal: Regencia de Portugal.]
-
-Continuaba gobernando a este reino la regencia restablecida después
-de la evacuación de Junot. La gente que había levantado nunca había
-salido de sus lindes, no obstante las repetidas instancias de la
-junta central. Obró quizá el gobierno portugués cuerdamente en no
-acceder a ellas hallándose todavía su tropa bastante indisciplinada.
-[Marginal: Cradock y los ingleses.] De los ingleses habían quedado
-unos 10.000 hombres a las órdenes de Sir Juan Cradock, contra los que
-prorrumpieron en grande enojo los portugueses a causa de las muestras
-que dieron de embarcarse al saber la suerte de Moore, apareciendo en
-sus providencias, más que premeditado plan, desconcierto y abatimiento.
-Aquietado en fin el general inglés por órdenes posteriores de su
-gabinete permaneció en Lisboa, adelantándose después a Leiría al mismo
-tiempo que el ejército portugués se situaba en Tomar, el cual sin
-contar con las fuerzas de Silveira, la legión lusitana y las reuniones
-de paisanos, constaba de unos 15 a 20.000 hombres. [Marginal: Beresford
-manda a los portugueses.] Disciplinábalos el general Beresford
-autorizado desde el mes de febrero por el príncipe regente de Portugal
-para obrar como comandante en jefe de sus tropas.
-
-[Marginal: Refuérzase el ejército inglés.]
-
-Así andaban las cosas en aquel reino, cuando el gobierno británico,
-viendo que España no se sometía al yugo extranjero a pesar de sus
-desgracias y de la retirada de Moore, y vislumbrando también la
-guerra entre Austria y Francia, determinó probar de nuevo fortuna en
-la península reforzando considerablemente su ejército, [Marginal:
-Sir Arthur Wellesley nombrado general en jefe.] y poniéndole a las
-órdenes de Sir Arthur Wellesley, ceñido ya con los laureles de Roliça
-y Vimeiro. Fueron llegando sucesivamente las tropas a las costas
-portuguesas, y su general en jefe desembarcó en Lisboa el 22 de abril,
-bien recibido y obsequiado de sus moradores. Poco después el 29 púsose
-en marcha sobre Coimbra, [Marginal: Sus providencias.] llevando consigo
-20.000 ingleses y 8000 portugueses. Doce mil de los últimos con dos
-brigadas británicas a las órdenes del general Mackenzie se apostaron
-en Santarén y Abrantes, adelantándose un regimiento de milicias y la
-legión lusitana, al cargo ahora del coronel Mayne, hasta el puente
-de Alcántara. Sir Roberto Wilson que poco antes mandaba dicha legión,
-hallábase destacado con un corto cuerpo de portugueses hacia Viseo.
-[Marginal: Avanza a Coimbra.] El general Wellesley llegó a Coimbra
-el 2 de mayo prefiriendo antes arrojar a Soult de Portugal que obrar
-por Extremadura de concierto con Cuesta, según era el deseo de este
-caudillo y el del gobierno español.
-
-[Marginal: Situación de los franceses.]
-
-Los franceses no se habían movido de Oporto y de sus puestos del Vouga.
-En su ejército manifestábase disgusto, aburridos todos y cansados con
-aquella clase de guerra, y fomentando gran descontento una sociedad
-secreta, llamada de los filadelfos, cuyo objeto era destruir la
-dinastía imperial y restablecer en Francia un gobierno republicano.
-[Marginal: Sociedad secreta de los filadelfos.] Entre los que la
-componían había oficiales superiores, y tenían pensado poner a su
-cabeza al mariscal Ney o al general Gouvion Saint-Cyr. Extendíanse las
-ramificaciones de la sociedad a los demás ejércitos de Napoleón, y en
-el de España no abandonaron los conspiradores su proyecto hasta el año
-10. Había echado profundas raíces en las tropas del mariscal Soult, y
-eran tantos los partícipes del secreto, que enviado para abrir tratos
-acerca de ello el ayudante mayor Mr. D’Argenton, pudo sin tropiezo
-ir hasta Lisboa, y con tal desembozo que inspiró desconfianza en Sir
-Arthur Wellesley, por lo cual respondió este al emisario francés que
-rebelárase o no su ejército le atacaría en tanto que se mantuviese en
-Portugal: sin embargo añadió que si se declaraba contra Bonaparte se
-ajustaría quizá un convenio para su retirada. Otros jefes parece ser
-que tuvieron también conferencias con el general británico, y de ellos
-se citan a los coroneles Donadieu y Lafitte. Mas D’Argenton de vuelta
-a Oporto habiéndose descubierto al general Lefebvre que creía en la
-trama o favorable a ella, fue arrestado en la noche del 8 al 9 de mayo
-teniendo pasaportes del almirante inglés Berkley. [Marginal: (* Ap. n.
-8-8.)] Dilatose su castigo para averiguar cuáles fuesen sus cómplices,
-y ayudado de estos tuvo ocasión de escaparse y pasar a Inglaterra.[*]
-
-Sobresaltó al mariscal Soult tan funesto acontecimiento que realizaba
-anteriores sospechas, al paso que aguijó por su parte al general
-Wellesley a avanzar prontamente, no contando sin embargo mucho con la
-sublevación del ejército contrario. [Marginal: Plan de Wellesley.] Era
-el plan del general inglés envolver a Soult, y obligarle a una retirada
-desastrada o a rendirse. Y conforme a su pensamiento dispuso que el
-general Beresford con las tropas de su mando, y las portuguesas que
-estaban en Viseo a las órdenes de Sir Roberto Wilson, se dirigiesen
-anticipadamente por Lamego, y pasasen el Duero para juntarse en
-Amarante con Silveira, cuya retirada todavía se ignoraba. Hecho este
-movimiento la demás fuerza británica debía avanzar en dos columnas
-sobre Oporto, una vía de Aveiro y otra por el camino real. No se varió
-el plan aunque se supo luego el descalabro de Silveira, y el 6 de mayo
-se empezó la operación convenida. El 10 y el 11 fue arrojado de las
-alturas de Grijo el general Franceschi que mandaba la vanguardia de los
-enemigos, la cual en seguida repasó el Duero.
-
-[Marginal: Se apoderan los ingleses de Oporto.]
-
-El mariscal Soult tomando sin tardanza disposiciones para evacuar a
-Oporto y asegurar su retirada, voló el puente de barcas y retuvo en la
-margen derecha todos los botes. Dio vista el 12 a la ciudad Sir Arthur
-Wellesley, y aunque cercano separábale la profunda y rápida corriente
-de Duero. No teniendo prontos los medios necesarios para atravesarla,
-hubiera Soult podido retirarse tranquilamente a Galicia si un feliz
-acaso no hubiese servido a ayudar la combinación que para la travesía
-preparaba el general inglés, quien había destacado río arriba al
-general Murray a fin de que cruzase el Duero por Avintas y cayese sobre
-el flanco del enemigo al tiempo que este fuese atacado por el frente.
-Partió Murray; mas dudábase sobre el modo de verificar el paso a la
-sazón que el coronel Waters descubrió en un recodo que forma el río
-un pequeño bote con el que yendo a la otra orilla, acompañado de dos
-o tres individuos, se apoderó sin ser notado de cuatro grandes barcas
-abandonadas, y de priesa trájolas del lado de los suyos. Al instante
-y el mismo 12 a las diez del día pasó en ellas el Duero Lord Paget
-con tres compañías. Siguieron otros, permaneciendo los enemigos tan
-descuidados que burlándose de los primeros avisos que dio un oficial,
-a nada dieron crédito hasta que el general Foy subiendo casualmente a
-la altura que se eleva enfrente del convento de Serra, advirtió que
-en efecto pasaban los ingleses el río. Entonces todo el campo francés
-se conmovió y se puso sobre las armas. Trabose entre los soldados de
-ambos ejércitos un vivísimo choque, agolpáronse sucesivamente de uno
-y otro lado tropas, y llegando en fin de Avintas el general Murray
-abandonaron los franceses a Oporto, perseguidos por los ingleses
-hasta cierta distancia de la ciudad. La matanza fue grande. Cayeron
-heridos los generales Delaborde y Foy de una parte, y Lord Paget de la
-contraria, sin contar otros muchos de ambas. Censurose agriamente en
-su propio ejército al mariscal Soult por el descuido de dejar a los
-ingleses pasar en medio del día sin resistencia un río tan caudaloso
-como por allí corre el Duero.
-
-[Marginal: Apuros de Soult.]
-
-Después de la salida de Oporto dos caminos le quedaban a dicho mariscal
-para retirarse, si quería conservar su artillería; uno por puente de
-Lima y Valencia de Miño, y el otro por el lado de Amarante. Contaba
-con que el último paso sería resguardado por el general Loison; mas
-este perseguido por los generales Beresford, Silveira y Wilson, le
-abandonó y puso a Soult en el mayor aprieto, sobre todo no pudiendo ir
-por el otro camino de puente de Lima sin encontrarse con el general
-Wellesley. Aunque rodeado de inminentes peligros no se abatió el
-mariscal francés, y con entereza y prontitud de ánimo admirables,
-destruyendo la artillería y los carruajes, y acallando las voces que
-ya se oían de capitulación, echose por medio de senderos estrechos y
-casi intransitables, guiado en su laberinto por un hombre de la Navarra
-francesa, de los que van a España a ejercer una profesión lucrativa
-si bien poco honrosa. El tiempo aunque en mayo era lluvioso, los
-trabajos grandes, la persecución y molestia de los paisanos continua,
-precipitándose a veces hombres y caballos por aquellos abismos y
-derrumbaderos. De suerte que hasta cierto punto renovaba ahora el
-mariscal Soult la escena que meses antes había representado el general
-Moore cuando él iba en su perseguimiento. Los pueblos del tránsito
-fueron quemados y sus habitantes tratados cruelmente, y al mismo son
-que ellos cuando podían trataban a los franceses. [Marginal: Pasa la
-frontera.] Llegó el ejército de estos el 17 a Montealegre y el 18 pasó
-la frontera, no siguiendo el alcance los ingleses tierra adentro de
-España por querer su general retroceder a Extremadura, según antes
-había prometido a Cuesta. Subió a bastante la pérdida de los enemigos
-en la retirada, y sin la celeridad y consumada pericia del mariscal
-Soult difícilmente se hubieran libertado de caer en manos del inglés,
-cuya excesiva prudencia motejaron muchos. [Marginal: Llega a Lugo.]
-Llegaron los franceses a Lugo el 23, habiéndolos molestado poco el
-paisanaje español que estaba como desprevenido.
-
-[Marginal: Levanta Mahy el cerco.]
-
-La víspera, sabedor el general Mahy de que se acercaban, levantó el
-sitio que había poco antes puesto a aquella ciudad y se replegó a
-la de Mondoñedo. [Marginal: Encuéntrase con Romana en Mondoñedo.]
-Encontráronse allí el 24 él y Romana, procedente el último de Ribadeo,
-a donde había desembarcado, salvándose de Asturias. Mal colocados
-entonces y expuestos a ser cogidos entre los mariscales Ney y Soult,
-resolvieron los generales españoles emprender por medio de [Marginal:
-Marcha atrevida de los españoles.] una marcha atrevida un movimiento
-hacia el Sil, para abrigarse de Portugal, cruzando con cautela el
-camino real en las inmediaciones de Lugo. Verificose así felizmente,
-y por Monforte tomaron los nuestros a Orense. Aunque esta marcha
-era necesaria así para esquivar, como hemos dicho, el encuentro de
-los mariscales franceses, como también para darse la mano con Don
-Martín de la Carrera y las fuerzas que había en las provincias de
-Tuy y Santiago, [Marginal: Descontento del soldado con Romana.]
-disgustó mucho al soldado que comenzaba a murmurar de tanto camino
-como sin fruto había andado, apellidando al de la Romana marqués de
-las Romerías: porque en efecto si bien era loable su constancia en
-los trabajos y la conformidad con que sobrellevaba las escaseces y
-miseria, nunca se había visto salir de su mente otra providencia que
-la de marchar y contramarchar, y las más veces a tientas, de improviso
-y precipitadamente, falto de plan, a la ventura, y como suele decirse,
-a la buena de Dios. Solo en su ausencia y en los puntos en que no
-se hallaba peleábase, y jefes entendidos y diligentes procuraban
-introducir mayor arreglo y obrar con más concierto y actividad.
-El único, pero en verdad gran servicio, que hizo Romana fue el de
-mantenerse constante en la buena causa, y el de alimentar con su nombre
-las esperanzas y bríos de los gallegos.
-
-[Marginal: Ney y Soult en Lugo.]
-
-Mas las tropas que mandaba, por poco numerosas que fuesen, si se unían
-con las que estaban hacia la parte de Pontevedra y fomentaban de
-cerca la insurrección de la tierra, ponían en peligro a los franceses
-exigiendo de ellos prontas y acordadas medidas. Tales eran las que
-tomaron en Lugo el 29 de mayo los mariscales Soult y Ney de vuelta ya
-este de su rápida excursión en Asturias. [Marginal: Conciértanse para
-destruir el ejército español.] Según ellas, debía el primero perseguir
-y dispersar a Romana, dirigiéndose sobre la puebla de Sanabria, y
-conservar por Orense comunicación con el segundo, quien, derrotado que
-fuese Carrera, había de avanzar a Tuy y Vigo para sofocar del todo la
-insurrección. Púsose pues el mariscal Ney en camino con 8000 infantes y
-1200 caballos, y avanzó contra la división del Miño animada del mayor
-entusiasmo. [Marginal: Conde de Noroña, 2.º comandante de Galicia.] La
-mandaba entonces en jefe el conde de Noroña, nombrado por la central
-segundo comandante de Galicia, mas este tuvo el buen juicio de seguir
-el dictamen de Carrera, de Morillo y de otros jefes que por aquellas
-partes y antes de su llegada se habían señalado; con lo cual obraron
-todos muy de concierto.
-
-[Marginal: Acción del Puente de Sampayo.]
-
-Al aviso de que Ney se aproximaba cejaron los nuestros a Sampayo,
-punto en donde resolvieron hacerle rostro. Mas cortado anteriormente
-el puente por Morillo, hubo que formar otro de priesa con barcas
-y tablazón, dirigiendo la obra con actividad y particular tino el
-teniente coronel Don José Castellar. Eran los españoles en número de
-10.000, 4000 sin fusiles, y el 7 de junio muy de mañana acabaron todos
-de pasar, atajando después y por segunda vez el puente. A las nueve del
-mismo día aparecieron los franceses en la orilla opuesta, y desde luego
-se rompió de ambos lados vivísimo fuego. Los españoles se aprovecharon
-de las baterías que antes había levantado Don Pablo Morillo, y aun
-establecieron otras: los principales fuegos enfilaban de lo alto de una
-eminencia el camino que viene al puente; ocupose el paso de Caldelas
-dos leguas río arriba por Don Ambrosio de la Cuadra que regía la
-vanguardia, y por Don José Joaquín Márquez comandante del regimiento
-de Lobera; apoyose la derecha de Sampayo en un terreno escabroso, y
-la izquierda estaba amparada de la ría en donde se habían colocado
-lanchas cañoneras. Duró el fuego hasta las tres de la tarde sin que
-los franceses consiguiesen cosa alguna. Renovose con mayor furor al
-día siguiente 8, buscando los enemigos medio de pasar por su derecha
-un vado largo que queda a marea baja, y de envolver por su izquierda
-el costado nuestro que estaba del lado del puente de Caldelas y vados
-de Sotomayor. Rechazados en todas partes vieron ser infructuosos sus
-ataques, y al amanecer del 9 se retiraron a las calladas, después
-de haber experimentado considerable pérdida. Señaláronse entre los
-nuestros, y bajo el mando del conde de Noroña, La Carrera, Cuadra,
-Roselló, que gobernaba la artillería, Castellar, Márquez y D. Pablo
-Morillo; por su parte también se manejaron con destreza los marinos,
-y sin duda fue muy gloriosa para las armas españolas la defensa del
-Puente de Sampayo.
-
-[Marginal: Soult trata de pasar a Castilla.]
-
-Romana, en tanto, se había acogido a Orense al adelantarse el mariscal
-Soult: mas en vez de seguir la huella del primero detúvose este en
-Monforte algunos días. Lo alterado del país, noticias de la guerra de
-Austria, y más que todo los celos y rivalidad que mediaban entre él y
-el mariscal Ney le alejaron de continuar el perseguimiento de Romana,
-y le decidieron a volver a Castilla. Para ello, no pudiendo atravesar
-el Sil por allí falto de vados y de puentes, tuvo que subir río arriba
-hasta Montefurado, así dicho por perforarle en una de sus faldas la
-corriente del mismo Sil, obra según parece del tiempo de los romanos.
-[Marginal: Paisanos del Sil.] Los naturales de los contornos, colocados
-en la orilla opuesta, le causaron grave mal, acaudillados por el
-abad de Casoyo y su hermano Don Juan Quiroga. Para vengarse del daño
-ahora y antes recibido, desde Montefurado mandó el mariscal Soult al
-general Loison descender por la orilla izquierda del Sil y castigar a
-los habitantes. [Marginal: Quema de varios pueblos.] Cumplió este tan
-largamente con el encargo que asoló la tierra y varios pueblos fueron
-quemados, Castro de Caldelas, San Clodio y otros menos conocidos.
-También padecieron mucho los otros valles que recorrieron o atravesaron
-los enemigos. [Marginal: Romana en Celanova.] Romana retirose a
-Celanova, y en seguida a Baltar, frontera de Portugal, en donde le
-dejó tranquilo el mariscal Soult, [Marginal: Soult en la Puebla de
-Sanabria.] pues dirigiéndose por el camino de las Portillas llegó el 23
-a la Puebla de Sanabria, de cuyo punto se retiraron a Ciudad Rodrigo
-después de haber clavado algunos cañones los pocos españoles que le
-guarnecían.
-
-[Marginal: General Franceschi cogido por el Capuchino.]
-
-Soult permaneció en la Puebla breves días habiendo despachado a Madrid
-a Franceschi para informar a José del estado de su ejército y de
-sus necesidades. Aquel general partió de Zamora en posta a caballo
-con otros dos compañeros, mas pasado Toro fueron todos cogidos e
-interceptados los pliegos por una guerrilla que mandaba el capuchino
-Fr. Julián de Délica. Los pliegos [*] [Marginal: (* Ap. n. 8-9.)] eran
-importantes así porque expresaban el quebranto y escaseces de aquellas
-tropas, como también por indicarse en su contenido el mal ánimo de
-algunos generales.
-
-[Marginal: Situación de Ney.]
-
-Viéndose solo el mariscal Ney y abandonado de Soult, conoció lo crítico
-de su situación. Con nada en realidad podía contar sino con la fuerza
-que le quedaba, y era esta harto corta para hacer rostro a la población
-armada, y al ejército bastante numeroso que contra él podían ahora
-reunir sin embarazo los generales Romana y Noroña. El auxilio que le
-prestaban los españoles sus allegados era casi nulo, y por decirlo
-así perjudicial. [Marginal: Mazarredo.] Había ido de comisario regio
-el general de marina Mazarredo que separándose de su profesión, en la
-que había adquirido bien merecido renombre, metiose a dar proclamas
-y a esparcir entre los eclesiásticos y los pueblos una especie de
-catecismo, por cuyo medio apoyándose en textos de la Escritura, quería
-probar la conveniencia y obligación de reconocer la autoridad intrusa.
-No conmovían las conciencias argumentos tan extraños, al contrario
-las irritaban, provocando también a mofa ver convertido en misionero
-político al que solo gozaba de reputación de inteligente en la maniobra
-náutica. Hubo igualmente en Santiago un director de policía [Marginal:
-Bazán.] llamado Don Pedro Bazán de Mendoza, doctor en Teología, el cual
-y otros cuantos de la misma lechigada cometieron muchas tropelías
-y defraudaron plata y caudales: denominaban los paisanos semejante
-reunión el conciliábulo de Compostela. [Marginal: Evacúa Ney Galicia.]
-Rodeado por tanto de peligros y escaso de fuerzas y recursos, resolvió
-Ney salir de Galicia, y el 22 evacuó la Coruña, enderezándose a Astorga
-por el camino real; en cuyo tránsito asolaron sus tropas horrorosamente
-pueblos y ciudades.
-
-Así tornó aquel reino a verse libre de enemigos al cabo de cinco meses
-de ocupación, durante los cuales perdieron los franceses la mitad de la
-tropa con que habían penetrado en aquel suelo, ya en las acciones con
-los ingleses, ya en la terrible guerra con que les habían continuamente
-molestado los ejércitos y población de Galicia y Portugal.
-
-[Marginal: Entra Noroña en la Coruña.]
-
-A pocos días entró en la Coruña el conde de Noroña y la división del
-Miño, siendo recibidos no solo con alborozo general y bien sentido,
-sino también quedándose los espectadores admirados de que gente mal
-pertrechada y tan varia en su formación y armamento hubiera conseguido
-tan señaladas ventajas contra un ejército de la apariencia, práctica y
-regularidad que asistían al de los franceses.
-
-Por entonces y antes de promediar junio fue también evacuado el
-principado de Asturias. Además de lo ocurrido en Galicia y Portugal
-aceleraron la retirada de los enemigos los movimientos y amago que
-hicieron las tropas y paisanaje de la misma provincia. 18.000 hombres
-la habían invadido: una parte, según en su lugar se dijo, volvió luego
-a Galicia con el mariscal Ney, otra mandada por el general Bonnet viose
-obligada a acudir a la montaña a donde la llamaba la marcha de Don
-Francisco Ballesteros, y la restante fuerza sobrado débil para resistir
-[Marginal: Worster y Bárcena.] a los generales Don Pedro de la Bárcena
-y Worster que avanzaban a Oviedo del lado de poniente, salió con
-Kellermann camino de Castilla. El primero de aquellos generales cayendo
-de Teberga sobre Grado había antes arrojado de esta villa a unos 1300
-franceses que estaban allí apostados, cogiendo 80 prisioneros.
-
-[Marginal: Ballesteros pasa a Castilla y a las montañas de Santander.]
-
-Por la parte oriental del principado había reunido el general
-Ballesteros más de 10.000 hombres. Entraba en su número un batallón de
-la Princesa que había ido a Oviedo con Romana, y el cual mandado por
-su coronel D. José O’Donnell se le había unido, no pudiendo embarcarse
-en Gijón. También se agregó después el regimiento de Laredo que
-pertenecía a las montañas de Santander y la partida o cuerpo volante
-de D. Juan Díaz Porlier. Entusiasmado el general Ballesteros con las
-memorias de Covadonga pensó que podían resucitar en aquel sitio los
-días de Pelayo. Anduvo por tanto reacio en alejarse hasta que falto de
-víveres y estrechado por el enemigo tuvo el 24 de mayo que abandonar
-de noche la cueva y santuario, y trepar por las faldas de elevados
-montes, no teniendo más dirección que la de sus cimas, pues allí no
-había otra salida sino el camino que va a Cangas de Onís, y este le
-ocupaban los franceses. En medio de afanes consiguió Ballesteros
-llegar el 26 a Valdeburón en Castilla de donde se trasladó a Potes.
-Meditando entonces lo más conveniente resolvió de acuerdo con otros
-jefes acometer a Santander, cuya guarnición desprevenida se juzgaba
-ser solo de 1000 hombres. Se encaminó con este propósito a Torrelavega
-en donde se detuvo más de lo necesario. Por fin al amanecer del 10
-emprendiose la expedición, pero tan descuidadamente que el enemigo se
-abrió paso dejando solo en nuestro poder 200 prisioneros. [Marginal:
-Ocupa Santander.] Entraron las tropas de Ballesteros el mismo día en
-Santander, mas la ocupación de esta ciudad no duró largo tiempo. En
-la misma noche revolviendo sobre ella los franceses ya reforzados,
-penetraron por sus calles y pusiéronlo todo en tal confusión que
-los más de los nuestros se desbandaron, y el general Ballesteros
-creyendo perdida su división se embarcó precipitadamente con Don José
-O’Donnell en una lancha en que bogaron por falta de remos y remeros
-dos soldados con sus fusiles. [Marginal: Intrepidez de Porlier.] Don
-Juan Díaz Porlier se salvó con alguna tropa atravesando por medio de
-los enemigos con la intrepidez que le distinguía. Fue también notable
-y digna de la mayor alabanza la conducta del batallón de la Princesa,
-[Marginal: Marcha admirable del batallón de la Princesa.] que privado
-de su fugitivo coronel y a las órdenes del valiente oficial Garvayo
-conservó bastante orden y serenidad para libertarse y pasar a Medina de
-Pomar, desde donde, ¡marcha admirable! poniéndose en camino atravesó
-la Castilla y Aragón rodeado de peligros y combates, y se incorporó en
-Molina con el general Villacampa.
-
-[Marginal: Romana en la Coruña.]
-
-Libres en el mes de junio Asturias y Galicia, era ocasión de que el
-marqués de la Romana, tan autorizado como estaba por el gobierno
-supremo, emplease todo su anhelo en mejorar la condición de su
-ejército, y la de ambas provincias. Entró en la Coruña poco después
-que Noroña, y fue recibido con el entusiasmo que excitaba su nombre.
-[Marginal: Sus providencias y negligencia.] Reasumió en su persona toda
-la autoridad, suprimió las juntas de partido que se habían multiplicado
-con la insurrección, y nombró en su lugar gobernadores militares.
-No contento con la destrucción de aquellas corporaciones, trató de
-examinar con severidad la conducta de varios de sus individuos, a quien
-se acusaba de desmanes en el ejercicio de su cargo, procedimiento que
-desagradó. Pues al paso que se escudriñaban estos excesos, nacidos por
-lo general de los apuros del tiempo, mostró el marqués suma benignidad
-con los que habían abrazado el bando de los enemigos. Por lo demás
-sus providencias en todos los ramos adolecieron de aquella dejadez y
-negligencia característica de su ánimo. Suprimidas las juntas cortó
-el vuelo al entusiasmo e influjo popular, y no introdujo con los
-gobernadores que creó el orden y la energía que son propias de la
-autoridad militar. Transcurrió más de un mes sin que se recogiese el
-fruto de la evacuación francesa, no pasando el tiempo aquel jefe sino
-en agasajos, y en escuchar las quejas y solicitudes de personas que
-se creían agraviadas o que ansiaban colocaciones; y entre ellas, como
-acontece, no andaban ni las realmente ofendidas ni las más beneméritas.
-[Marginal: Sale a Castilla.] Por fin reunió el marqués la flor del
-ejército de Galicia y trató de salir a Castilla.
-
-[Marginal: Nombra a Mahy para Asturias.]
-
-Antes de efectuar su marcha envió a tomar el mando militar de Asturias
-a Don Nicolás Mahy: el político y económico seguía al cuidado de
-la junta que el mismo marqués había nombrado. [Marginal: Nombra a
-Ballesteros para mandar 10.000 hombres.] Ordenó además este que se le
-uniese en Castilla con 10.000 hombres de lo más escogido de las tropas
-asturianas Don Francisco Ballesteros, que en vez de ser reprendido por
-lo de Santander, recibió este premio. Debiolo a haberse salvado con
-Don José O’Donnell, favorito del marqués, y mal hubiera podido ser
-censurada la conducta del general sin tocar al abandono o deserción
-del coronel su compañero: así un indisculpable desastre sirvió a
-Ballesteros de principal escalón para ganar después gloria y renombre.
-
-Romana llegó a Astorga con unos 16.000 hombres y 40 piezas de
-artillería. Dejó en Galicia pocos cuadros y escasos medios para que con
-ellos pudiese Noroña formar un ejército de reserva. Una corta división
-al mando de Don Juan José García se situó en el Bierzo, y Ballesteros
-desde las cercanías de León hizo posteriormente hacia Santander una
-excursión que no tuvo particular resulta.
-
-[Marginal: Sucédele después en el mando del ejército el duque del
-Parque.]
-
-Permaneció Romana en Astorga hasta el 18 de agosto en que se despidió
-de sus tropas habiendo sido nombrado por la junta de Valencia para
-desempeñar el puesto vacante en la central por fallecimiento del
-príncipe Pío. El mando de su ejército recayó después en el duque del
-Parque, al cual también se unió aunque más tarde Ballesteros, caminando
-todos la vuelta de Ciudad Rodrigo.
-
-Los franceses que salieron de Galicia y que componían el 2.º y 6.º
-cuerpo debieron ponerse por resolución de Napoleón recibida en 2 de
-julio a las órdenes de Soult, como igualmente el 5.º del mando del
-mariscal Mortier que estaba en Valladolid procedente de Aragón. Varios
-obstáculos opuso José al inmediato cumplimiento en todas sus partes de
-la voluntad de su hermano; y de ello daremos cuenta en el próximo libro.
-
-[Marginal: Fin de este libro.]
-
-Ahora terminando este conviene notar lo poco que a pesar de tan grandes
-esfuerzos habían adelantado los franceses en la conquista de España.
-Ocho meses eran corridos después de la terrible invasión en noviembre
-del emperador francés, y sus huestes no enseñoreaban todavía ni un
-tercio del territorio peninsular. Inútilmente daban y ganaban batallas,
-inútilmente se derramaban por las provincias, de las que ocupadas
-unas levantábanse otras, y yendo al remedio de estas, aquellas se
-desasosegaban y de nuevo se trocaban en enemigas. [Marginal: Parangón
-de la guerra de Austria y España.] ¡Cuán diferente cuadro presentaba
-por aquel tiempo el Austria! Allí había en abril abierto la campaña
-el archiduque Carlos con ejércitos bien pertrechados y numerosos,
-solo tres o cuatro batallas se habían dado, una de éxito contrario
-a Napoleón, y sin embargo ya en 12 de julio celebrose en Znaim una
-suspensión de armas, preludio de la paz. Así una nación poderosa y
-militar sujetábase a las condiciones del vencedor al cabo de tres meses
-de guerra, y España después de un año, sin verdaderos ejércitos y
-muchas veces sola en la lucha, manteníase incontrastable por la firme
-voluntad de sus moradores. Tanta diferencia media, no nos cansaremos de
-repetirlo, entre las guerras de gabinete y las nacionales. Al primer
-revés se cede en aquellas, mas en estas sin someterse fácilmente
-los defensores al remolino de la fortuna, cuando se les considera
-deshechos, crecen; cuando caídos, se empinan. Conocíalo muy bien el
-grande estadista Pitt,[*] [Marginal: (* Ap. n. 8-10.)] quien rodeado
-de sus amigos en 1805 al saber la rendición de Mack en Ulma con 40.000
-hombres exclamando aquellos _que todo estaba perdido y que no había
-ya remedio contra Napoleón_, [Marginal: Previsión notable de Pitt.]
-replicó, _todavía lo hay si consigo levantar una guerra nacional en
-Europa_, añadiendo en tono, al parecer profético, _y esta guerra ha de
-comenzar en España_.
-
-
-
-
- APÉNDICES
-
- AL TOMO SEGUNDO.
-
-
-
-
- APÉNDICE
- DEL
- LIBRO QUINTO.
-
-
-NÚMERO 5-1.
-
-_Numantia, quantum Carthaginis, Capuæ, Corinthi opibus inferior, ita
-virtutis nomine et honore par omnibus, summumque, si viros æstimes,
-Hispaniæ decus: quippe quæ sine muro, sine turribus, modice edito
-in tumulo apud flumen Durium sita, quatuor millibus Celtiberorum,
-quadraginta millium exercitum per annos quatuordecim sola sustinuit;
-nec sustinuit modo, sed sævius aliquanto perculit, pudendisque
-fœderibus affecit. — L. A. Flori, lib. 2, cap. 18._
-
-
-NÚMERO 5-2.
-
-_Annales d’Espagne et de Portugal par Don Juan Álvarez de Colmenar,
-tom. 5.º, pág. 431, edición de Ámsterdam._
-
-
-NÚMERO 5-3.
-
-_Respuesta dada a la intimación del general Lefebvre comandante en jefe
-del ejército francés que sitiaba a Zaragoza, publicada en la Gaceta del
-20 de junio de 1808._
-
-Zaragoza es mi cuartel general a 18 de junio.
-
-Si S. M. el emperador envía a V. a restablecer la tranquilidad que
-nunca ha perdido este país, es bien inútil se tome S. M. estos
-cuidados. Si debo responder a la confianza que me ha hecho este
-valeroso pueblo sacándome del retiro en que estaba para poner en mi
-mano su custodia, es claro que no llenaría mi deber abandonándole a la
-apariencia de una amistad tan poco verdadera.
-
-Mi espada guarda las puertas de la capital, y mi honor responde de
-su seguridad: no deben tomarse pues este trabajo esas tropas que aún
-estarán cansadas de los días 15 y 16. Sean enhorabuena infatigables en
-sus lides; yo lo seré en mis empeños.
-
-Lejos de haberse apagado el incendio que levantó la indignación
-española, a vista de tantas alevosías se eleva por momentos.
-
-Se conoce que las espías que V. paga son infieles. Gran parte de
-Cataluña se ha puesto bajo mi mando: lo mismo ha hecho otra no menor
-de Castilla. Los capitanes generales de esta y de Valencia están
-unidos conmigo. Galicia, Extremadura, Asturias y los cuatro reinos de
-Andalucía están resueltos a vengar sus agravios. Las tropas francesas
-cometen atrocidades indignas de hombres; saquean, insultan y matan
-impunemente a los que ningún mal les han hecho: ultrajan la religión, y
-queman sus sagradas imágenes de un modo inaudito.
-
-Ni esto ni el todo que V. observa, aun después de los días 15 y 16, son
-propios para satisfacer a un pueblo valiente: V. hará lo que quiera; y
-yo haré lo que debo. — B. L. M. de V. — El general de las tropas de
-Aragón.
-
-
-NÚMERO 5-4.
-
-_Segunda y última respuesta dada al general del ejército francés que
-sitiaba a Zaragoza, en 27 de junio de 1808._
-
-El intendente de este ejército y reino me ha transmitido las
-proposiciones que V. le ha hecho, reducidas a que yo permita la entrada
-en esta capital de las tropas francesas que están bajo su mando, que
-vienen con la idea de desarmar al pueblo, restablecer la quietud,
-respetar las propiedades y hacernos felices, conduciéndose como amigos,
-según lo han hecho en los demás pueblos de España que han ocupado, o
-bien si no me conformare a esto que se rinda la ciudad a discreción.
-Los medios que ha empleado el gobierno francés para ocupar las plazas
-que le quedan en España, y la conducta que ha observado su ejército han
-podido persuadir a V. la respuesta que yo daría a sus proposiciones.
-El Austria, la Italia, la Holanda, la Polonia, Suecia, Dinamarca y
-Portugal presentan, no menos que este país, un cuadro muy exacto de la
-confianza que debe inspirar el ejército francés.
-
-Esta ciudad y las valerosas tropas que la guardan han jurado morir
-antes que sujetarse al yugo de la Francia, y la España toda, en donde
-solo quedan ya restos del ejército francés, está resuelta a lo mismo.
-
-Tenga V. presentes las contestaciones que le di ocho días ha, y los
-decretos de 31 de mayo y 18 de este mes, que se le incluyeron, y no
-olvide V. que una nación poderosa y valiente decidida a sostener la
-justa causa que defiende, es invencible y no perdonará los delitos que
-V. o su ejército cometan. Zaragoza 26 de junio de 1808. — Por el
-capitán general de Aragón. — El marqués de Lazán.
-
-
-NÚMERO 5-5.
-
-... καὶ δι᾽ ἐλαχίστου καιροῦ τύχης ἅμα ἀκμῇ τῆς δόξης μᾶλλον ἢ τοῦ
-δέους ἀπηλλάγησαν.
-
- (THUCYD., II, 42.)
-
-
-NÚMERO 5-6.
-
-_Artículos del convenio hecho entre el vicealmirante Siniavin,
-caballero de la orden de San Alejandro, y el almirante Sir Carlos
-Cotton, baronet, para la redención de la escuadra rusa anclada en la
-ribera del Tajo, publicados en la Gaceta extraordinaria de Londres de
-16 de septiembre._
-
-1.º Los navíos de guerra del emperador de Rusia que están en el Tajo
-se entregarán inmediatamente al almirante Sir Carlos Cotton con todas
-sus municiones: serán enviados a Inglaterra, en donde los tendrá S. M.
-B. como en depósito para restituir a S. M. I. seis meses después de la
-conclusión de la paz entre S. M. B. y S. M. I. el emperador de todas
-las Rusias.
-
-2.º El vicealmirante Siniavin con todos los oficiales marinos y
-marineros que están a sus órdenes, volverán a Rusia sin ninguna
-condición o estipulación que les impida servir en lo sucesivo: serán
-convoyados por gente de guerra y navíos propios a expensas de S. M. B.
-
-Dado y concluido a bordo del navío Twairdai en el Tajo y a bordo del
-Ibernia, navío de S. M. B. en la embocadura de la ribera, a 3 de
-septiembre de 1808. — Signado. — De Siniavin. — Carlos Cotton.
-
-
-NÚMERO 5-7.
-
-_Convención definitiva para la evacuación de Portugal por las tropas
-francesas, publicada en la Gaceta extraordinaria de Londres._
-
-Los generales en jefe de los ejércitos inglés y francés en Portugal,
-habiendo determinado negociar y concluir un tratado para la evacuación
-de este reino por las tropas francesas sobre las bases del concluido
-el 22 del presente para una suspensión de armas, han habilitado a los
-infrascriptos oficiales para negociarlo en su nombre, a saber: de parte
-del general en jefe del ejército británico al teniente coronel Murray,
-cuartel-maestre general, y de la del general en jefe del francés a
-Mr. Kellermann, general de división, a quienes han dado la facultad
-necesaria para negociar y concluir un convenio al efecto, sujetos sin
-embargo a su ratificación respectiva, y a la del almirante comandante
-de la escuadra británica en la embocadura del Tajo. Los oficiales
-después de haber canjeado sus plenos poderes se han convenido en los
-artículos siguientes:
-
-1.º Todas las plazas y fuertes del reino de Portugal ocupados por las
-tropas francesas se entregarán al ejército británico en el estado
-en que se hallen al tiempo de firmarse este tratado. 2.º Las tropas
-francesas evacuarán a Portugal con sus armas y bagajes; no serán
-consideradas como prisioneras de guerra, y a su llegada a Francia
-tendrán libertad para servir. 3.º El gobierno inglés suministrará los
-medios de transporte para el ejército francés, que desembarcará en uno
-de los puertos de Francia entre Rochefort y Lorient inclusivamente.
-4.º El ejército francés llevará consigo toda su artillería de calibre
-francés con lo a ella anejo. Toda la demás artillería, armas,
-municiones, como también los arsenales militares y navales, serán
-entregados al ejército y navíos británicos en el estado en que se
-hallen al tiempo de la ratificación de este tratado. 5.º El ejército
-francés llevará consigo todos sus equipajes, y todo lo que se comprende
-bajo el nombre de propiedad de un ejército, y se le permitirá disponer
-de la parte de ella que el comandante en jefe juzgue inútil para
-embarcar. Del mismo modo todos los individuos del ejército tendrán
-libertad para disponer de su propiedad privada, con plena seguridad
-en lo sucesivo para los compradores. 6.º La caballería podrá embarcar
-sus caballos, así como también los generales y oficiales de cualquier
-graduación, quedando a disposición de los comandantes británicos los
-medios de transportarlos: el número de caballos que podrán embarcar
-las tropas no excederá de 600, ni el de los jefes de 200. De todos
-modos el ejército francés tendrá libertad para disponer de los que
-no puedan embarcarse. 7.º El embarco se hará en tres divisiones, y
-la última de ellas se compondrá de las guarniciones de las plazas,
-de la caballería, artillería, enfermos y equipaje del ejército. La
-primera división se embarcará dentro de siete días de la fecha de la
-ratificación. 8.º La guarnición de Elvas y sus fuertes de Peniche y
-Palmela se embarcará en Lisboa. La de Almeida en Oporto o en el puerto
-más cercano. 9.º Todos los enfermos o heridos que no puedan embarcarse
-con las tropas, se confían al ejército británico, cuyo gobierno pagará
-lo que gasten mientras estén en este país, quedando de cuenta de la
-Francia abonarlo cuando marchen. El gobierno inglés proporcionará su
-vuelta a Francia por destacamentos como de 200 hombres a un tiempo.
-10. Luego que los barcos que lleven el ejército a Francia lo hayan
-desembarcado en los puertos arriba dichos, o en cualquier otro de
-aquel país adonde el temporal los fuerce a ir, se les proporcionará
-toda comodidad para volver a Inglaterra sin dilación y seguridad, o
-pasaporte para no ser apresados hasta que lleguen a un puerto amigo.
-11. El ejército francés se reconcentrará en Lisboa y dos leguas
-alrededor. El inglés a tres leguas, por manera que haya siempre una
-entre los dos ejércitos. 12. Los fuertes de San Julián, Buxio y Cascaes
-serán ocupados por las tropas británicas cuando se ratifique este
-convenio. Lisboa y su ciudadela con los fuertes y baterías, el lazareto
-y el fuerte de San José los ocuparán cuando se embarque la segunda
-división, como también el puerto con todas las embarcaciones armadas.
-Las fortalezas de Elvas, Almeida, Peniche y Palmela se entregarán a
-las tropas británicas así que lleguen para ocuparlas. El general en
-jefe inglés noticiará a las guarniciones de estas plazas y a las tropas
-que las sitian este convenio para poner fin a las hostilidades. 13. Se
-nombrarán comisionados por ambas partes para acelerar la ejecución de
-este convenio. 14. Si se suscitase alguna duda sobre la inteligencia
-de algún artículo, se interpretará a favor del ejército francés. 15.
-Desde la ratificación todas las deudas atrasadas de contribuciones,
-requisiciones &c. no podrán reclamarse por el gobierno francés contra
-los portugueses, ni ningún otro que resida en este país; pues todo lo
-que se haya pedido e impuesto después que el ejército francés entró
-en Portugal por diciembre de 1807, y no se haya pagado aún, queda
-cancelado, y se levantan los embargos puestos en los bienes de los
-deudores para que se les restituya y queden a su libre disposición.
-16. Todos los súbditos de Francia o de cualquier otra potencia su
-aliada o amiga que se hallen en Portugal con domicilio o sin él, serán
-protegidos, sus propiedades serán respetadas, y tendrán libertad para
-acompañar al ejército francés, o permanecer aquí. En todo caso se les
-asegura su propiedad con la libertad de retenerla o de disponer de
-ella; y pasando el producto de la venta a Francia o cualquier otro
-país adonde vayan a fijar su residencia, se les concede un año para
-el intento. Sin embargo ninguna de estas estipulaciones podrá servir
-de pretexto pava una especulación comercial. 17. Ningún portugués será
-responsable por su conducta política durante la ocupación de este país
-por el ejército francés; y todos los que han continuado en el ejercicio
-de sus empleos, o que los han aceptado durante el gobierno francés,
-quedan bajo la protección de los comandantes ingleses, quienes les
-sostendrán para que no se les cause vejación en sus personas y bienes;
-y podrán también aprovecharse de las estipulaciones del artículo 16.
-18. Las tropas españolas detenidas a bordo de los navíos en el puerto
-de Lisboa, serán entregadas al general en jefe inglés, quien se obliga
-a obtener de los españoles la restitución de los súbditos franceses,
-sean militares o civiles, que hayan sido detenidos en España, sin haber
-sido hechos prisioneros en batalla, o en consecuencia de operaciones
-militares, sino con ocasión del 29 de mayo y días siguientes. 19.
-Inmediatamente se hará un canje de prisioneros de todas graduaciones
-que se hayan hecho en Portugal desde el principio de las presentes
-hostilidades. 20. Para la recíproca garantía de este convenio se
-entregarán rehenes de la clase de oficiales generales por parte del
-ejército francés, del inglés y de su armada. El oficial del ejército
-británico será restituido luego que se dé cumplimiento a los artículos
-pertenecientes al ejército: el de la escuadra y el francés cuando las
-tropas hayan desembarcado en su país. 21. Se permitirá al general
-francés enviar un oficial a Francia con el presente convenio, y el
-almirante británico le dará una embarcación que le convoye a Burdeos o
-a Rochefort. 22. Se hará porque el almirante británico acomode a S. E.
-el general en jefe y oficiales principales del ejército francés a bordo
-de los navíos de guerra. Dado y concluido en Lisboa a 30 de agosto de
-1808. — Firmado. — Jorge Murray. — Kellermann.
-
-
-_Artículos adicionales._
-
-1.º Los empleados civiles del ejército hechos prisioneros, sea por las
-tropas británicas o por las portuguesas en cualquier parte de Portugal,
-serán restituidos, como de costumbre, sin canje.
-
-2.º El ejército francés subsistirá de sus propios almacenes hasta el
-día del embarco, y la guarnición hasta la evacuación de las fortalezas.
-El remanente de los almacenes se entregará en la forma acostumbrada
-al gobierno británico, quien se encarga de la subsistencia y caballos
-del ejército desde el tiempo referido hasta su llegada a Francia, con
-la condición de ser reembolsado por el gobierno francés del exceso
-de gastos a la estimación que por ambas partes se dé a los almacenes
-entregados al ejército inglés. Las provisiones que estén a bordo de
-los navíos de guerra de que está en posesión el ejército francés, se
-tomarán en cuenta por el gobierno inglés así como los almacenes de la
-fortaleza.
-
-3.º El general en jefe de las tropas británicas tomará las medidas
-necesarias para restablecer la libre circulación de los medios de
-subsistencia entre el país y la capital. — Dado &c.
-
-
-NÚMERO 5-8.
-
-_En la corte palacio de la reina el 4 de julio de 1808. Presente en el
-consejo de S. M. el rey._
-
-Habiendo S. M. tomado en consideración los esfuerzos gloriosos de la
-nación española para libertar su país de la tiranía y usurpación de
-Francia, y los ofrecimientos que ha recibido de varias provincias de
-España de su disposición amistosa hacia este reino; se ha dignado
-mandar y manda por la presente de acuerdo con su consejo privado:
-
-1.º Que todas las hostilidades contra España de parte de S. M. cesen
-inmediatamente.
-
-2.º Que se levante el bloqueo de todos los puertos de España, a
-excepción de los que se hallan todavía en poder de los franceses.
-
-3.º Que todos los navíos o buques pertenecientes a España sean
-libremente admitidos en los puertos de los dominios de S. M. como lo
-fueron antes de las hostilidades.
-
-4.º Que todas las embarcaciones españolas que sean encontradas por la
-mar por los navíos o corsarios de S. M., sean tratadas como las de las
-naciones amigas, y se les permita hacer todo tráfico permitido a las
-neutrales.
-
-5.º Que todos los navíos o mercaderías pertenecientes a los individuos
-establecidos en las colonias españolas, que fueren detenidos por
-los navíos de S. M. después de la fecha de la presente, han de ser
-conducidos al puerto, y conservados cuidadosamente en segura custodia
-hasta que se averigüe si las colonias donde residen los dueños de los
-referidos navíos o efectos han hecho causa común con España contra el
-poder de la Francia.
-
-Y SS. EE. los comisionados de la real tesorería, los secretarios de
-estado de S. M., los comisionados del almirantazgo, y los jueces de
-los tribunales del vicealmirantazgo, han de tomar para el cumplimiento
-de los anteriores artículos las medidas que respectivamente les
-corresponden. — Firmado. — Esteban Coterell.
-
-
-NÚMERO 5-9.
-
-ἡμῖν δοκεῖ, εἰ μέν τις ἐᾷ ἡμᾶς ἀπιέναι οἴκαδε, διαπορεύεσθαι τὴν
-χώραν ὡς ἂν δυνώμεθα ἀσινέστατα· ἢν δέ τις ἡμᾶς τῆς ὁδοῦ ἀποκωλύῃ,
-διαπολεμεῖν τούτῳ ὡς ἂν δυνώμεθα κράτιστα.
-
- (XENOPHONTIS, ANAB., 3, 3.)
-
-
-NÚMERO 5-10.
-
-_Estas palabras están insertas en una memoria escrita por José a su
-hermano Napoleón en Miranda de Ebro a 16 de septiembre de 1808, cogida
-con otros papeles en la batalla de Vitoria._
-
-
-
-
- APÉNDICE
- DEL
- LIBRO SEXTO.
-
-
-NÚMERO 6-1.
-
-_Lista de los individuos que compusieron la junta suprema central
-gubernativa de España e Indias por el orden alfabético de las
-provincias que los nombraron._
-
-
-POR ARAGÓN.
-
-D. Francisco Palafox y Melci, gentil-hombre de cámara de S. M. con
-ejercicio, brigadier del ejército, y oficial de reales guardias de
-Corps.
-
-Don Lorenzo Calvo de Rozas, vecino de Madrid e intendente del ejército
-y reino de Aragón.
-
-
-ASTURIAS.
-
-Don Gaspar Melchor de Jovellanos, caballero de la orden de Alcántara,
-del consejo de estado de S. M., y antes ministro de gracia y justicia.
-
-Marqués de Campo Sagrado, teniente general del ejército e inspector
-general de las tropas del principado de Asturias.
-
-
-CANARIAS.
-
-Marqués de Villanueva del Prado.
-
-
-CASTILLA LA VIEJA.
-
-Don Lorenzo Bonifaz y Quintano, dignidad de prior de la Santa Iglesia
-de Zamora.
-
-Don Francisco Javier Caro, catedrático de leyes de la universidad de
-Salamanca.
-
-
-CATALUÑA.
-
-Marqués de Villel, conde de Darnius, grande de España y gentil-hombre
-con ejercicio.
-
-Barón de Sabasona.
-
-
-CÓRDOBA.
-
-Marqués de la Puebla de los Infantes, grande de España.
-
-Don Juan de Dios Gutiérrez Rabé.
-
-
-EXTREMADURA.
-
-Don Martín de Garay, intendente de Extremadura y ministro honorario
-del consejo de guerra: fue el primer secretario general, y despachó
-interinamente los negocios de estado.
-
-Don Félix Ovalle, tesorero de ejército de Extremadura.
-
-
-GALICIA.
-
-Conde de Gimonde.
-
-Don Antonio Aballe.
-
-
-GRANADA.
-
-Don Rodrigo Riquelme, regente de la chancillería de Granada.
-
-Don Luis de Funes, canónigo de la santa iglesia de Santiago.
-
-
-JAÉN.
-
-Don Francisco Castanedo, canónigo de la santa iglesia de Jaén, provisor
-y vicario general de su obispado.
-
-Don Sebastián de Jócano, del consejo de S. M. en el tribunal de
-contaduría mayor, y contador de la provincia de Jaén.
-
-
-LEÓN.
-
-Frey Don Antonio Valdés, bailío, gran cruz de la orden de San Juan,
-caballero del Toisón de oro, gentil-hombre de cámara con ejercicio,
-capitán general de la armada, consejero de estado, y antes ministro de
-marina e interino de Indias.
-
-El vizconde de Quintanilla.
-
-
-MADRID.
-
-Conde de Altamira, marqués de Astorga, grande de España, caballero del
-Toisón de oro, gran cruz de la orden de Carlos III, caballerizo mayor
-y gentil-hombre de cámara de S. M. con ejercicio. Fue presidente de la
-junta.
-
-Don Pedro de Silva, patriarca de las Indias, gran cruz de la orden de
-Carlos III y antes mariscal de campo de los reales ejércitos. Falleció
-en Aranjuez y no fue reemplazado.
-
-
-MALLORCA.
-
-Don Tomás de Verí, caballero de la orden de San Juan, teniente coronel
-del regimiento de voluntarios de Palma, Conde, &c.
-
-
-MURCIA.
-
-Conde de Floridablanca, caballero del Toisón de oro, gran cruz de la
-orden de Carlos III, gentil-hombre de cámara de S. M. con ejercicio, y
-antes primer secretario de estado, interino de gracia y justicia. Fue
-el primer presidente de la junta central. Falleció en Sevilla y fue
-subrogado por el
-
-Marqués de San Mamés, que no tomó posesión.
-
-Marqués del Villar.
-
-
-NAVARRA.
-
- Don Miguel de Balanza. } Individuos de la muy ilustre diputación
- Don Carlos de Amatria. } del reino de Navarra.
-
-
-TOLEDO.
-
-Don Pedro de Ribero, canónigo de la santa iglesia de Toledo. Fue
-secretario general.
-
-Don José García de la Torre, abogado de los reales consejos.
-
-
-SEVILLA.
-
-Don Juan de Vera y Delgado, arzobispo de Laodicea, coadministrador del
-Sr. cardenal de Borbón en el de Sevilla, y después obispo de Cádiz. Fue
-presidente de la junta central.
-
-Conde de Tilly.
-
-
-VALENCIA.
-
-Conde de Contamina, grande de España, gentil-hombre de cámara de S. M.
-con ejercicio.
-
-Príncipe Pío, grande de España, coronel de milicias. Falleció en
-Aranjuez y fue subrogado por el
-
-Marqués de la Romana, grande de España, teniente general de los reales
-ejércitos y general en jefe del ejército de la izquierda.
-
-Es de advertir que aunque 35, los individuos de la central nunca hubo
-reunidos sino 34, habiendo fallecido en Aranjuez sin ser reemplazado
-Don Pedro de Silva.
-
-
-NÚMERO 6-2.
-
-_Nam ut quisque est vir optimus, ita dificillimè esse alios improbos
-suspicatur._
-
- (_Cic. ad Quintum fratrem, lib. 1.º, Epíst. 1.ª_)
-
-
-NÚMERO 6-3.
-
-_Véase el manifiesto de los procedimientos del consejo real._
-
-
-NÚMERO 6-4.
-
-Et Hispani tarditatis notati sunt: _me venga la muerte de España:
-veniet mors mea de Hispania_. Tum scio cunctanter veniet.
-
- Franc. Baconi de Verulamio. Sermones fideles. — 25, de expediendis
- negotiis.
-
-
-NÚMERO 6-5.
-
-_Véase la memoria escrita por los Sres. Azanza y Ofárril._
-
-
-NÚMERO 6-6.
-
-_Sæpius enim penuria quam pugna consumit exercitum et ferro sævior
-fames est._
-
- (_Veget., De re militari, lib. 3, c. 3._)
-
-
-NÚMERO 6-7.
-
-_Véase Mariana: Historia de España, lib. 8, cap. II._
-
-
-NÚMERO 6-8.
-
-_Capitulación que la junta militar y política de Madrid propone a S. M.
-I. y R. el emperador de los franceses._
-
-ARTÍCULO 1.º La conservación de la religión católica apostólica y
-romana sin que se tolere otra, según las leyes. — _Concedido_.
-
-ART. 2.º La libertad y seguridad de las vidas y propiedades de
-los vecinos y residentes en Madrid, y los empleados públicos: la
-conservación de sus empleos, o su salida de esta corte, si les
-conviniese. Igualmente las vidas, derechos y propiedades de los
-eclesiásticos seculares y regulares de ambos sexos, conservándose el
-respeto debido a los templos, todo con arreglo a nuestras leyes y
-prácticas. — _Concedido_.
-
-ART. 3.º Se asegurarán también las vidas y propiedades de los militares
-de todas graduaciones. — _Concedido_.
-
-ART. 4.º Que no se perseguirá a persona alguna por opinión ni escritos
-políticos, ni tampoco a los empleados públicos por razón de lo que
-hubieren ejecutado hasta el presente en el ejercicio de sus empleos, y
-por obediencia al gobierno anterior, ni al pueblo por los esfuerzos que
-ha hecho para su defensa. — _Concedido_.
-
-ART. 5.º No se exigirán otras contribuciones que las ordinarias que
-se han pagado hasta el presente. — _Concedido hasta la organización
-definitiva del reino._
-
-ART. 6.º Se conservarán nuestras leyes, costumbres y tribunales en su
-actual constitución. — _Concedido hasta la organización definitiva del
-reino._
-
-ART. 7.º Las tropas francesas ni los oficiales no serán alojados
-en casas particulares sino en cuarteles y pabellones, y no en los
-conventos ni monasterios, conservando los privilegios concedidos por
-las leyes a las respectivas clases. — _Concedido, bien entendido que
-habrá para los oficiales y para los soldados cuarteles y pabellones
-mueblados conforme a los reglamentos militares, a no ser que sean
-insuficientes dichos edificios._
-
-ART. 8.º Las tropas saldrán de la villa con los honores de la guerra, y
-se retirarán donde les convenga. — _Las tropas saldrán con los honores
-de la guerra; desfilarán hoy 4 a las dos de la tarde; dejarán sus
-armas y cañones: los paisanos armados dejarán igualmente sus armas y
-artillería, y después los habitantes se retirarán a sus casas y los de
-fuera a sus pueblos._
-
-_Todos los individuos alistados en las tropas de línea de cuatro
-meses a esta parte, quedarán libres de su empeño y se retirarán a sus
-pueblos._
-
-_Todos los demás serán prisioneros de guerra hasta su canje, que se
-hará inmediatamente entre igual número grado a grado._
-
-ART. 9.º Se pagarán fiel y constantemente las deudas del estado. —
-_Este objeto es un objeto político que pertenece a la asamblea del
-reino, y que pende de la administración general._
-
-ART. 10. Se conservarán los honores a los generales que quieran
-quedarse en la capital, y se concederá la libre salida a los que no
-quieran. — _Concedido: continuando en su empleo, bien que el pago de
-sus sueldos será hasta la organización definitiva del reino._
-
-ART. 11 ADICIONAL. Un destacamento de la guardia tomará posesión hoy
-4 a mediodía de las puertas de palacio. Igualmente a mediodía se
-entregarán las diferentes puertas de la villa al ejército francés.
-
-A mediodía el cuartel de guardias de Corps y el hospital general se
-entregarán al ejército francés.
-
-A la misma hora se entregarán el parque y almacenes de artillería e
-ingenieros a la artillería e ingenieros franceses.
-
-Las cortaduras y espaldones se desharán, y las calles se repararán.
-
-El oficial francés que debe tomar el mando de Madrid acudirá a mediodía
-con una guardia a la casa del principal, para concertar con el gobierno
-las medidas de policía y restablecimiento del buen orden y seguridad
-pública en todas las partes de la villa.
-
-Nosotros los comisionados abajo firmados, autorizados de plenos poderes
-para acordar y firmar la presente capitulación, hemos convenido en la
-fiel y entera ejecución de las disposiciones dichas anteriormente.
-
-Campo imperial delante de Madrid 4 de diciembre de 1808. — Fernando
-de la Vera y Pantoja. — Tomás de Morla. — Alejandro. (_Príncipe de
-Neuchâtel._) _Véase la Gaceta de gobierno de Sevilla de 6 de enero de
-1809._
-
-
-
-
- APÉNDICE
- DEL
- LIBRO SÉPTIMO.
-
-
-NÚMERO 7-1.
-
-_Narrative of the peninsular war. By Marquess of Londonderry. Chapter
-10, vol. 1.º_
-
-
-NÚMERO 7-2.
-
-_Mémoires sur la révolution d’Espagne par Mr. de Pradt, pág. 223 et
-suiv._
-
-
-NÚMERO 7-3.
-
-_Journal des opérations de l’armée de Catalogne, par le maréchal
-Gouvion Saint Cyr. Ch._ 1.er
-
-
-NÚMERO 7-4.
-
-_Carta del mariscal Moncey._
-
-Señores: la ciudad de Zaragoza se halla sitiada por todas partes, y
-no tiene ya comunicación alguna. Por tanto podemos emplear contra
-la plaza todos los medios de destrucción que permite el derecho de
-la guerra. Sobrada sangre se ha derramado, y hartos males nos cercan
-y combaten. La quinta división del ejército grande a las órdenes del
-Sr. mariscal Mortier duque de Treviso, y la que yo mando, amenazan
-los muros. La villa de Madrid ha capitulado, y de este modo se ha
-preservado de los infortunios que le hubiera acarreado una resistencia
-más prolongada. Señores, la ciudad de Zaragoza, confiada en el valor de
-sus vecinos, pero imposibilitada a superar los medios y esfuerzos que
-el arte de la guerra va a reunir contra ella, si da lugar a que se haga
-uso de ellos, será inevitable su destrucción total.
-
-El Sr. mariscal Mortier y yo creemos que Vds. tomarán en consideración
-lo que tengo la honra de exponerles, y que convendrán con nosotros
-en el mismo modo de opinar. El contener la efusión de sangre, y
-preservar la hermosa Zaragoza, tan estimable por su población,
-riquezas y comercio, de las desgracias de un sitio, y de las terribles
-consecuencias que podrán resultar, sería el camino para granjearse el
-amor y bendiciones de los pueblos que dependen de Vds. Procuren Vds.
-atraer a sus ciudadanos a las máximas y sentimientos de paz y quietud,
-que por mi parte aseguro a Vds. todo cuanto puede ser compatible, con
-mi corazón, mi obligación, y con las facultades que me ha dado S. M. el
-emperador.
-
-Yo envío a Vds. este despacho con un parlamentario: y les propongo que
-nombren comisarios para tratar con los que yo nombraré a este efecto.
-
-Quedo de Vds. con la mayor consideración. — Señores. — El mariscal
-Moncey. — Cuartel general de Torrero 22 de diciembre de 1808.
-
-
-_Respuesta del general Palafox._
-
-El general en jefe del ejército de reserva responde de la plaza de
-Zaragoza. Esta hermosa ciudad no sabe rendirse. El Sr. mariscal del
-imperio observará todas las leyes de la guerra, y medirá sus fuerzas
-conmigo. Yo estoy en comunicación con todas partes de la península, y
-nada me falta. Sesenta mil hombres resueltos a batirse no conocen más
-premio que el honor, ni yo, que los mando. Tengo esta honra que no la
-cambio por todos los imperios.
-
-S. E. el mariscal Moncey se llenará de gloria si observando las nobles
-leyes de la guerra me bate: no será menor la mía si me defiendo. Lo
-que digo a V. E. es que mi tropa se batirá con honor, y desconozco
-los medios de la opresión que aborrecieron los antiguos mariscales de
-Francia.
-
-Nada le importa un sitio a quien sabe morir con honor, y más cuando
-ya conozco sus efectos en 61 días que duró la vez pasada. Si no supe
-rendirme entonces con menos fuerzas, no debe V. E. esperarlo ahora,
-cuando tengo más que todos los ejércitos que me rodean.
-
-La sangre española vertida nos cubre de gloria; al paso que es
-ignominioso para las armas francesas haber vertido la inocente.
-
-El Sr. mariscal del imperio sabrá que el entusiasmo de once millones de
-habitantes no se apaga con opresión, y que el que quiere ser libre lo
-es. No trato de verter la sangre de los que dependen de mi gobierno;
-pero no hay uno que no la pierda gustoso por defender su patria. Ayer
-las tropas francesas dejaron a nuestras puertas bastantes testimonios
-de esta verdad, no hemos perdido un hombre, y creo poder estar yo más
-en proporción de hablar al Sr. mariscal de rendición, si no quiere
-perder todo su ejército en los muros de esta plaza. La prudencia que
-le es tan característica y que le da el renombre de bueno, no podrá
-mirar con indiferencia estos estragos y más cuando ni la guerra, ni los
-españoles los causan ni autorizan.
-
-Si Madrid capituló, Madrid habrá sido vendido, y no puedo creerlo; pero
-Madrid no es más que un pueblo, y no hay razón para que este ceda.
-
-Solo advierto al Sr. mariscal que cuando se envía un parlamento no se
-hacen bajar dos columnas por distintos puntos, pues se ha estado a
-pique de romper el fuego, creyendo ser un reconocimiento más que un
-parlamento.
-
-Tengo el honor de contestar a V. E., Sr. mariscal Moncey, con toda
-atención en el único lenguaje que conozco, y asegurarle mis más
-sagrados deberes. Cuartel general de Zaragoza 22 de diciembre de 1808.
-— El general Palafox.
-
-
-NÚMERO 7-5.
-
-_Capitulación._
-
-ARTÍCULO 1.º La guarnición de Zaragoza saldrá mañana 21 al mediodía de
-la ciudad con sus armas por la Puerta del Portillo, y las dejará a cien
-pasos de la puerta mencionada.
-
-ART. 2.º Todos los oficiales y soldados de las tropas españolas
-prestarán juramento de fidelidad a S. M. católica el rey José Napoleón
-I.
-
-ART. 3.º Todos los oficiales y soldados españoles que hayan prestado
-juramento de fidelidad, podrán, si quieren, entrar al servicio para la
-defensa de S. M. católica.
-
-ART. 4.º Los que no quieran tomar servicio irán prisioneros de guerra a
-Francia.
-
-ART. 5.º Todos los habitantes de Zaragoza y los extranjeros, si los
-hubiere, serán desarmados por los alcaldes, y las armas se entregarán
-en la Puerta del Portillo al mediodía del 21.
-
-ART. 6.º Las personas y las propiedades serán respetadas por las tropas
-de S. M. el emperador y rey.
-
-ART. 7.º La religión y sus ministros serán respetados: se pondrán
-guardias en las puertas de los principales edificios.
-
-ART. 8.º Mañana al mediodía las tropas francesas ocuparán todas las
-puertas de la ciudad y el palacio del Coso.
-
-ART. 9.º Mañana al mediodía se entregarán a las tropas de S. M. el
-emperador y rey toda la artillería y las municiones de toda especie.
-
-ART. 10. Las cajas militares y civiles todas se pondrán a disposición
-de S. M. católica.
-
-ART. 11. Todas las administraciones civiles y toda clase de empleados
-prestarán juramento de fidelidad a S. M. católica.
-
-La justicia se ejercerá como hasta aquí y se hará en nombre de S. M.
-católica José Napoleón I. Cuartel general delante de Zaragoza 20 de
-febrero de 1809. — Firmado. — Lannes.
-
-En comprobación de haberse concluido en toda forma esta capitulación,
-léase la representación hecha a José por la junta de Zaragoza en 11
-de marzo de 1809 e inserta en la Gaceta de Madrid de 19 del mismo mes
-y año, y en la que se dice «quedó acordada la capitulación, que fue
-ratificada y canjeada en debida forma.»
-
-
-NÚMERO 7-6.
-
-_He aquí la lista y evaluación de las alhajas extraidas._
-
- 1.ª Una joya con 1900 brillantes, nueve
- de ellos de extraordinaria magnitud y
- muy subido valor. Su hechura un corazón
- que en el centro figuraba un cisne
- tendidas las alas y descansando en el tronco
- con un polluelo a cada lado. Dádiva
- testamentaría de la reina de España Doña
- María Bárbara de Portugal. Valuada
- en pesos fuertes 50.000.
-
- 2.ª Una corona de la Virgen que en
- 1775 costeó el arzobispo de esta diócesis
- D. Juan Saenz de Buruaga, de oro guarnecida
- de diamantes, rubíes y topacios brillantes;
- en el círculo formados de diamantes
- los atributos de la Virgen, a saber;
- nave, pozo, fuente, castillo, luna,
- sol, estrella, torre, palma, lirio, rosa y
- cedro: en el centro un triángulo de diamantes
- del cual se desprendía una palomita
- de lo mismo en ademán de mirar a
- María, y en lo alto un pectoral de finísimos
- topacios: costó pesos 30.000.
-
- 3.ª Otra para el Niño, dádiva del mismo
- prelado, a cuya muerte no pudo recobrarse
- hasta el año 1780, de oro y diamantes
- y rubíes brillantes, por remate
- una cruz y en el pie un círculo de oro
- con un diamante tostado: pesos 5000.
-
- 4.ª Dos retratos guarnecidos de brillantes
- del emperador Francisco I y de la
- emperatriz su esposa María Teresa de Austria
- reina de Hungría y Bohemia, que por
- testamento dejó a N.ra S.ra el Excmo. Sr.
- D. Antonio Azlor: pesos 16.000.
-
- 5.ª Un clavel jaspeado de chispas de
- diamantes y rubíes brillantes, sobre un
- pie de esmeraldas orientales, puestas en
- oro, con sus dos capullos el uno cerrado
- y el otro abierto con su gancho largo de
- oro y puesto en una cajita de zapa verde
- con su charnela de plata. Lo dio a María
- Santísima la Excma. Sra. Doña María Teresa
- de Vallabriga esposa del Sermo. Infante
- de España D. Luis de Borbón, año
- 1788: valorado en pesos 7000.
-
- 6.ª Una cruz de la orden de Santiago
- con 68 diamantes montados en oro por
- dos caras, todos rosas y tan bellos que
- por su blancura parecían cortados de una
- pieza: valuada en pesos 8418.
-
- 7.ª Una joya con 106 diamantes rosas,
- de exquisita limpieza y blancura y un precioso
- esmalte que regaló a María Santísima
- el Sermo. Sr. D. Juan de Austria el día
- de la Concepción de 1669: pesos 6891 ½.
-
- 8.ª Una venera de la orden de Calatrava
- de oro esmaltado con 52 diamantes
- rosas, algunos gruesos y muy finos todos.
- La dio el Excmo. Sr. conde de Baños:
- apreciada en pesos 3943.
-
- 9.ª Un par de pendientes con 28 diamantes
- rosas muy preciosos montados en
- oro que dejó en 1743 Doña María Ignacia
- de Azlor: valorados sin hechuras en
- pesos 1855.
-
- 10. Un corazón de aljófar grande y
- bello con algunos rubíes, esmeraldas y
- diamantes: pesos 116.
-
- 11. Una joya con corona de oro y 64
- diamantes rosas: pesos 128.
-
- 12. Otra de oro con 59 diamantes:
- pesos 60.
-
- Suman todas: pesos 129.411 ½.
-
-El mariscal Mortier fue el único que rehusó el regalo que le
-presentaron; mas la alhaja parece no volvió al joyero.
-
-
-NÚMERO 7-7.
-
-_Véase el «Manifiesto del vecindario de Aragón», publicado por D.
-Antonio Plana e impreso en Zaragoza en 1814, según razón tomada por el
-alcalde mayor de Zaragoza D. Ángel Morell de Solanilla._
-
-
-NÚMERO 7-8.
-
-_Relation des sièges de Saragosse et de Tortose, par le Baron Rogniat.
-Avant propos._
-
-
-
-
- APÉNDICE
- DEL
- LIBRO OCTAVO.
-
-
-NÚMERO 8-1.
-
-_Véase el decreto de 12 de abril de 1809, inserto en el suplemento a la
-Gaceta del gobierno de Sevilla de 15 de mayo de 1809._
-
-
-NÚMERO 8-2.
-
-_Véase el prontuario de las leyes y decretos de José, tom. 1.º, pág.
-109._
-
-
-NÚMERO 8-3.
-
-_Véase el manifiesto de la junta central; sección tercera, hacienda:
-documentos justificativos núm. 38 y siguientes._
-
-Entre los donativos y anticipaciones extraordinarias de América se
-cuentan, entre muchos que ascendieron a un millón y dos millones, el de
-D. Antonio Basoco de cuatro millones de reales, y el del gobernador
-del estado D. Manuel Santa María que fue de ocho millones de la misma
-moneda. (_Véase sobre esto último Gaceta extraordinaria del gobierno de
-Sevilla del 8 de diciembre de 1809._)
-
-
-NÚMERO 8-3 BIS.
-
-El rey nuestro Sr. D. Fernando VII, y en su real nombre la junta
-suprema central gubernativa del reino, considerando que los vastos y
-preciosos dominios que España posee en las Indias no son propiamente
-colonias o factorías como los de otras naciones, sino una parte
-esencial e integrante de la monarquía española; y deseando estrechar
-de un modo indisoluble los sagrados vínculos que unen unos y otros
-dominios, como asimismo corresponder a la heroica lealtad y patriotismo
-de que acaban de dar tan decisiva prueba a la España, en la coyuntura
-más crítica que se ha visto hasta ahora nación alguna, se ha servido
-S. M. declarar, teniendo presente la consulta del consejo de Indias
-de 21 de noviembre último, que los reinos, provincias e islas que
-forman los referidos dominios, deben tener representación nacional e
-inmediata a su real persona, y constituir parte de la junta central
-gubernativa del reino por medio de sus correspondientes diputados. Para
-que tenga efecto esta real resolución han de nombrar los virreinatos de
-Nueva España, el Perú, Nuevo reino de Granada, y Buenos Aires, y las
-capitanías generales independientes de la isla de Cuba, Puerto Rico,
-Guatemala, Chile, provincias de Venezuela y Filipinas, un individuo
-cada cual que represente su respectivo distrito. En consecuencia
-dispondrá V. E. que en las capitales, cabezas de partido del
-virreinato de su mando,[1] inclusas las provincias internas, procedan
-los ayuntamientos a nombrar tres individuos de notoria probidad,
-talento e instrucción, exentos de toda nota que pueda menoscabar su
-opinión pública; haciendo entender V. E. a los mismos ayuntamientos
-la escrupulosa exactitud con que deben proceder a la elección de
-dichos individuos, y que prescindiendo absolutamente los electores del
-espíritu de partido que suele dominar en tales casos, solo atiendan al
-riguroso mérito de justicia vinculado en las calidades que constituyen
-un buen ciudadano y un celoso patricio.
-
- [1] México.
-
-Verificada la elección de los tres individuos, procederá el
-ayuntamiento con la solemnidad de estilo a sortear uno de los tres,
-según la costumbre, y el primero que salga se tendrá por elegido.
-Inmediatamente participará a V. E. el ayuntamiento con testimonio el
-sujeto que haya salido en suerte, expresando su nombre, apellido,
-patria, edad, carrera o profesión y demás circunstancias políticas y
-morales de que se halle adornado.
-
-Luego que V. E. haya recibido en su poder los testimonios del individuo
-sorteado en esa capital y demás del virreinato, procederá con el
-real acuerdo[2] y previo examen de dichos testimonios, a elegir
-tres individuos de la totalidad en quienes concurran cualidades más
-recomendables, bien sea que se le conozca personalmente, bien por
-opinión y voz pública; y en caso de discordia decidirá la pluralidad.
-
- [2] Isla de Cuba. Procederá con el real acuerdo, si existiese en
- la Habana, y en su defecto con el R. obispo, el intendente, un
- miembro del ayuntamiento y prior del consulado y previo examen
- etc.
-
-Esta terna se sorteará en el real acuerdo[3] presidido por V. E., y
-el primero que salga se tendrá por elegido y nombrado diputado de
-ese reino[4] y vocal de la junta suprema central gubernativa de la
-monarquía, con expresa residencia en esta corte.
-
- [3] O junta.
-
- [4] O Isla — Puerto Rico. Procederá con el R. obispo, y un
- miembro del ayuntamiento, y previo examen etc. — En otra parte.
- — Tratará V. S. en la junta y con los ministros de esas reales
- cajas la cuota etc.
-
-Inmediatamente procederán los ayuntamientos de esa y demás capitales a
-extender los respectivos poderes o instrucciones, expresando en ellas
-los ramos y objetos de interés nacional que haya de promover.
-
-En seguida se pondrá en camino con destino a esta corte y para los
-indispensables gastos de viajes, navegaciones, arribadas, subsistencia
-y decoro con que se ha de sostener, tratará V. E. en junta superior de
-real hacienda la cuota que se le haya de señalar, bien entendido que
-su porte, aunque decoroso, ha de ser moderado, y que la asignación de
-sueldo no ha de pasar de seis mil pesos fuertes anuales.
-
-Todo lo cual comunico a V. E. de orden de S. M. para su puntual
-observancia y cumplimiento, advirtiendo que no haya demora en la
-ejecución de cuanto va prevenido. Dios guarde a V. E. muchos años. Real
-palacio del Alcázar de Sevilla 22 de enero de 1809.
-
-
-NÚMERO 8-4.
-
-Señor ministro de la corte de Londres: muy señor mío. He dado cuenta
-a la suprema junta central de la nota que V. S. se ha servido pasarme
-con fecha de 27 de febrero último, relativa a la guarnición de la plaza
-de Cádiz por las tropas inglesas, y asimismo de la carta del general
-D. Gregorio de la Cuesta que V. S. me incluye original, y tengo el
-honor de devolver adjunta: y S. M. queda enterado de que no encontrando
-V. S. por la respuesta del general Cuesta una necesidad imperiosa o
-urgente de hacer marchar a su ejército el pequeño cuerpo de tropas
-británicas que V. S. quería enviarle de refuerzo (obteniendo el permiso
-de que ese cuerpo dejase una fracción suya en la plaza de Cádiz), ha
-escrito V. S. al general Mackenzie, para que los transportes vuelvan a
-Lisboa, donde su presencia parece necesaria según los avisos que acaba
-de recibir. Con este motivo manifiesta V. S. que le ha parecido no
-sería ni decente ni conveniente insistir en la admisión de beneficio,
-cuyas consideraciones inseparables eran miradas con una especie de
-repugnancia. V. S. tendrá presente cuanto sobre este particular he
-tenido el honor de manifestarle en nuestras conferencias; pero la
-suprema junta me manda presentar a V. S. algunas observaciones que
-cree de importancia. Empezaré por repetir a V. S. que la suprema junta
-está muy lejos de concebir la menor sospecha contra los deseos que V.
-S. ha manifestado de que quedasen en la plaza de Cádiz algunas tropas
-británicas. La lealtad del gobierno inglés, la generosidad con que ha
-acudido a nuestro socorro, y la franqueza que ha usado con el gobierno
-español hacen imposible toda sospecha. Pero la suprema junta debe
-respetar la opinión pública nacional; y así se ha propuesto observar
-una conducta mesurada y prudente que la ponga a cubierto de toda
-censura. Si el estado presente de nuestros negocios militares fuese
-tan apurado que hiciese temer alguna próxima amenaza contra Cádiz; si
-nuestras propias fuerzas fuesen incapaces de defender aquel punto;
-si faltasen otros sumamente importantes donde puede ser combatido el
-enemigo con el mejor suceso, la suprema junta no tendría el temor
-de chocar con la opinión pública, admitiendo tropas extranjeras en
-aquella plaza; porque la opinión pública no podría menos de formarse
-sobre este estado supuesto de cosas. Mas V. S. sabe que nada de esto
-sucede; que nuestros ejércitos se mantienen en puntos muy distantes
-de Cádiz; que aquella plaza está por ahora exenta de toda sorpresa;
-que aun cuando las cosas sucediesen tan mal, como no podemos esperar,
-le quedarían al enemigo mucho terreno y muchos obstáculos que vencer
-antes de amenazar a Cádiz, que en ningún caso podía faltar tiempo
-para replegarse sobre una plaza fácil de defender, y que no puede
-mirarse sino como un último punto de retirada; y por último, que esos
-puntos extremos no deben defenderse en ellos mismos, a menos de un
-caso apurado, y sí en otros más adelantados. Así es que el ejército
-de Extremadura defiende por aquella parte la entrada de los enemigos,
-como la defiende por Sierra Morena el ejército de la Carolina y del
-centro combinados. En esos puntos es necesario convenir que está la
-defensa de las Andalucías; y por eso S. M. hace todo lo posible para
-reforzarlos. Allí está el enemigo que de algún tiempo a esta parte
-no ha podido hacer el menor progreso; y allí, si conseguimos reunir
-fuerzas superiores, se puede dar un golpe decisivo al enemigo al paso
-que no será nunca tal contra nosotros el que él pudiera darnos. Por
-otra parte ve V. S. que la Cataluña se defiende valerosamente sin dejar
-al enemigo adelantar un paso; y que Zaragoza, que debe mirarse como un
-antemural, resiste heroicamente a los repetidos ataques y hace pagar
-bien caro al enemigo su obstinada porfía. Es pues evidente que los
-poderosos auxilios de la Gran Bretaña serían infinitamente útiles en
-el ejército de Extremadura, en el de la Carolina, y en Cataluña, donde
-podría servir directa o indirectamente a la defensa de Zaragoza. Esta
-es la opinión de la suprema junta, de la nación entera, y esta será sin
-duda la de quien contemple con imparcialidad el verdadero estado de las
-cosas. La suprema junta espera que V. S. reflexionando detenidamente
-sobre esta franca exposición, entrará en sus ideas, y se lisonjea de
-que ellas merecerán el aprecio del gobierno de S. M. B., ya por el
-valor que ellas tienen, y ya por la deferencia que el mismo gobierno ha
-manifestado hacia la suprema junta; pues al dar el ministro británico
-parte de su pensamiento sobre la entrada de tropas inglesas en Cádiz
-al ministro de S. M. en Londres, solo se la presentó como una idea que
-debía comunicarse a la suprema junta para oír su opinión acerca de
-ella. De aquí nace en gran parte la confianza que tiene S. M. sobre los
-sentimientos de S. M. B. en este asunto, luego que le sean presentes
-estas justas observaciones.
-
-Debe también considerarse que desembarcando las tropas auxiliares en
-los puntos que se han indicado a V. S. en las inmediaciones de Cádiz,
-y dirigiéndose a reforzar el ejército del general Cuesta donde pueden
-cubrirse de gloria, siempre encontrarán en Cádiz una segura retirada
-en caso de desgracia. Pero si un cuerpo desde luego poco numeroso
-hubiese de dejar en Cádiz parte de su fuerza para asegurar en tanta
-distancia la retirada, V. S. convendrá que semejante socorro inspiraría
-a la nación poca confianza, sobre todo después de los sucesos de la
-Galicia. V. S. cree que todos los transportes deben volver a Lisboa,
-donde juzga necesaria su presencia, y ha comunicado en su consecuencia
-las órdenes al efecto. De esa medida pudiera decirse lo que de la que
-acabo de exponer; a saber: que la suprema junta tiene la firme opinión
-de que el Portugal no puede defenderse en Lisboa, y de que el mayor
-número de tropas debería emplearse en las líneas más adelantadas donde
-se halla el enemigo, y donde puede ser derrotado de un modo que sea
-decisivo en sus consecuencias. Por todas estas razones está persuadida
-la suprema junta de que si el gobierno británico resolviese que sus
-tropas no obren unidas con las nuestras sino con la condición indicada,
-jamás podrá imputársela esa no cooperación. No puede ocultarse a la
-discreta ilustración de V. S. que la suprema junta debe obrar en todas
-ocasiones, y mucho más en las presentes circunstancias, de tal modo,
-que si por hipótesi fuere necesario manifestar a la nación y a la
-Europa entera las razones de su conducta en todos, o en algunos de los
-grandes negocios que ocupan la atención de S. M., pueda hacerlo con
-aquella seguridad y aquellos fundamentos que la concilien la opinión
-general, que es el primero y principal elemento de su fuerza.
-
-S. M. espera que tomadas por V. S. en seria consideración estas
-observaciones, serán presentadas por V. S. al gobierno de S. M. B. como
-los sentimientos francos de un aliado fiel y reconocido, que cuenta en
-tan honrosa lucha con el auxilio eficaz de las tropas inglesas. Tengo
-con este motivo el honor &c. — Dios &c. — Sevilla 1.º de marzo de
-1809. — B. L. M. de V. S. &c. — Martín de Garay.
-
-
-NÚMERO 8-5.
-
-_Véase la Gaceta extraordinaria del gobierno de Sevilla de 24 de abril
-de 1809 y el suplemento a la misma del 8 de mayo del mismo._
-
-
-NÚMERO 8-6.
-
-_Esta correspondencia se insertó íntegra en el suplemento a la Gaceta
-del gobierno de Sevilla de 12 de mayo de 1809. Todas las contestaciones
-honran a sus autores, como también otra que dio más adelante y sobre
-el mismo asunto al general Sebastiani Don Francisco Abadía. Esta se
-insertó en la Gaceta del gobierno de Sevilla de 29 de mayo de 1809._
-
-
-NÚMERO 8-7.
-
- Reales.
-
- Las rentas ordinarias de la provincia
- de Asturias produjeron entonces al año lo
- mismo que antes 8.000.000.
-
- Los donativos 4.000.000.
-
- Un préstamo 3.500.000.
-
- Así el total que entró en arcas desde
- mayo de 1808 hasta mayo de 1809 de
- rentas y recursos de la provincia, fue de
- unos 15.500.000.
-
-Deben agregarse a estos quince millones quinientos mil rs. vn. veinte
-millones de reales que vinieron de Inglaterra; mas de los últimos
-habiéndose enviado dos a la central, quedan reducidos a diez y ocho,
-ascendiendo por consiguiente el total a 35.500.000 reales vn. Durante
-este tiempo mantuvo la provincia constantemente de 18 a 20.000 hombres
-sobre las armas; a los que al principio dio hasta una peseta diaria.
-Véase si con este gasto y lo que costaba el pago de las autoridades
-civiles había lugar a dilapidaciones. Además el marqués de Vista
-Alegre, que estaba al frente de la hacienda del principado, era hombre
-de gran severidad en la materia e incapaz de entrar en ningún manejo
-deshonroso y feo.
-
-
-NÚMERO 8-8.
-
-D’Argenton se escapó por la noche luego que los franceses salieron de
-Oporto. Pasó a Inglaterra y de allí parece ser que yendo a Francia para
-sacar a su mujer y a sus hijos fue cogido y arcabuceado.
-
-
-NÚMERO 8-9.
-
-Sabe V. M. que hace más de cinco meses que no he recibido órdenes ni
-noticias, ni socorros: por consiguiente carezco de muchas cosas, e
-ignoro las disposiciones generales. El general de brigada Viallanes se
-hallaba muy cansado, y me dijo en Lugo que estaba malo. Conocí que su
-dolencia no era tan grave como decía; pero viendo su temor le mandé
-que se retirase hacia el lado del mayor general de V. M. a recibir sus
-órdenes. También hubiera querido dar igual destino a los generales
-La Houssaye y Mermet que no siempre han hecho lo que pudieran hacer
-para ventaja nuestra; pero dejé de tomar esta determinación hasta
-llegar a Zamora, para no dar más crédito a las voces de las cabalas o
-conspiraciones que se esparcieron... Sacado de la Gaceta del gobierno
-de 28 de julio de 1809. (Pliego interceptado del mariscal Soult a José,
-fecho en la Puebla de Sanabria a 25 de junio de 1809.)
-
-
-NÚMERO 8-10.
-
-He aquí algunos pormenores de tan singular hecho. Era en el otoño de
-1805 y daba Mr. Pitt una comida en el campo, a la que asistían los
-lores Liverpool (entonces Hawkesbury) Castelreagh, Bashurst y otros,
-como también el duque de Wellington (entonces Sir Arthur Wellesley)
-que acababa de llegar de la India. Durante la comida recibió Pitt un
-pliego, cuya lectura le dejó pensativo. A los postres yéndose los
-criados, según la costumbre de Inglaterra o como ellos dicen _the cloth
-being removed and the servants out_, dijo Pitt «Malísimas noticias;
-Mack se ha rendido en Ulm con 40.000 hombres, y Bonaparte sigue a
-Viena sin obstáculo.» Entonces fue cuando exclamaron sus amigos, y
-él replicó lo que insertamos en el texto. Como su respuesta era tan
-extraordinaria, muchos de los concurrentes, aunque callaron por el
-respeto que le tenían, atribuyéronla sobre todo en lo que dijo de
-España a desvarío causado por el mal que le oprimía, y de que falleció
-tres meses después. Pitt percibiendo en los semblantes el efecto que
-habían producido sus primeras palabras, añadió las siguientes bien
-memorables. «Sí, señores, la España será el primer pueblo en donde se
-encenderá esta guerra patriótica que solo puede libertar a Europa. Mis
-noticias sobre aquel país, y las tengo por muy exactas, son de que si
-la nobleza y el clero han degenerado con el mal gobierno y están a los
-pies del favorito, el pueblo conserva toda su pureza primitiva, y su
-odio contra Francia tan grande como siempre, y casi igual a su amor
-a sus soberanos. Bonaparte cree y debe creer la existencia de estos
-incompatible con la suya, tratará de quitarlos, y entonces es cuando
-yo le aguardo con la guerra que tanto deseo.»
-
-Hemos oído esto en Inglaterra a varios de los que estaban allí
-presentes: muchas veces ha oído lo mismo al duque de Wellington el
-general Don Miguel de Álava, y dicho duque refirió el suceso en una
-comida diplomática que dio en París el duque de Richelieu en 1816, y a
-la que se hallaban presentes los embajadores y ministros de toda Europa.
-
-
-FIN DEL TOMO II.
-
-
-
-
- ERRATAS
- DE LOS TOMOS 1.º Y 2.º
-
-
- TOMO 1.º DICE. LÉASE.
- — — —
-
- Pág. 20, lín. 4, uno y otro, uno y otra.
- Pág. 51, lín. 1, exprimir, expresar.
- Pág. 73, epígrafe, 16 de abril, 16 de marzo.
- Pág. 241, lín. 24, triunfo, Triunfo.
- Pág. 344, lín. 7, siguisen, siguiesen.
- Pág. 401, lín. 25, dospojados, despojados.
-
- APÉNDICES.
-
- Pág. 100, lín. 24, cuam, quam.
- Pág. 112, lín. 34, nullaae, nullae.
-
- TOMO 2.º
-
- Pág. 304, lín. 24, esta, estas.
- Pág. 307, lín. 5, propia, propias.
- Pág. 332, lín. 19, Marte, Martí.
- Pág. 356, lín. 9, embocadura, desembocadura.
- Pág. 360, lín. 5, Calzada, calzada.
- Pág. 363, lín. 3, tanto, tanta.
- Pág. 394, lín. 13, Zuaim, Znaim.
-
- APÉNDICES.
-
- Pág. 1, lín. 7, summunque, summumque.
- Pág. 19, lín. 24, cuam, quam.
- Pág. 23, lín. 11, aperations, operations.
-
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-GUERRA Y REVOLUCIÓN DE ESPAÑA (2 DE 5) ***
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-Archive Foundation and how your efforts and donations can help, see
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-Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary
-Archive Foundation
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-The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non-profit
-501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
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-U.S. federal laws and your state's laws.
-
-The Foundation's business office is located at 809 North 1500 West,
-Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up
-to date contact information can be found at the Foundation's website
-and official page at www.gutenberg.org/contact
-
-Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg
-Literary Archive Foundation
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-increasing the number of public domain and licensed works that can be
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-considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
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-Professor Michael S. Hart was the originator of the Project
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-Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
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- Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (2 de 5), by Conde de Toreno—A
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-<body class="formato">
-<div lang='en' xml:lang='en'>
-<p style='text-align:center; font-size:1.2em; font-weight:bold'>The Project Gutenberg eBook of <span lang='es' xml:lang='es'>Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (2 de 5)</span>, by Conde de Toreno</p>
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and
-most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms
-of the Project Gutenberg License included with this eBook or online
-at <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. If you
-are not located in the United States, you will have to check the laws of the
-country where you are located before using this eBook.
-</div>
-</div>
-
-<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:1em; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Title: <span lang='es' xml:lang='es'>Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (2 de 5)</span></p>
-<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Author: Conde de Toreno</p>
-<p style='display:block; text-indent:0; margin:1em 0'>Release Date: October 15, 2022 [eBook #69159]</p>
-<p style='display:block; text-indent:0; margin:1em 0'>Language: Spanish</p>
- <p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em; text-align:left'>Produced by: Ramón Pajares Box and the Online Distributed Proofreading Team at https://www.pgdp.net (This file was produced from images generously made available by The Internet Archive/Canadian Libraries)</p>
-<div style='margin-top:2em; margin-bottom:4em'>*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>HISTORIA DEL LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN DE ESPAÑA (2 DE 5)</span> ***</div>
-
-<div class="front">
- <hr class="full"/>
- <p><a href="#Ch5">Libro V</a></p>
- <p><a href="#Ch6">Libro VI</a></p>
- <p><a href="#Ch7">Libro VII</a></p>
- <p><a href="#Ch8">Libro VIII</a></p>
- <p><a href="#Apend">Apéndices al tomo II</a></p>
- <h1 class="faux">Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (2 de 5)</h1>
-</div>
-
-<div class="transnote" id="tnote">
- <p class="tnotetit">Nota de transcripción</p>
- <ul>
- <li>Los errores de imprenta han sido corregidos.</li>
-
- <li>La ortografía del texto original ha sido modernizada de acuerdo con
- las normas publicadas en 2010 por la Real Academia Española.</li>
-
- <li>También han sido modernizados los topónimos y los nombres propios de
- persona, siempre que se han encontrado referencias bibliográficas.</li>
-
- <li>Se han incorporado las correcciones mencionadas en la fe de erratas
- aparecida en este segundo tomo.</li>
-
- <li>Se ha alterado la numeración de los apéndices para que incorporen
- el número del libro al que corresponden, obteniendo así una
- identificación única a lo largo de todos los tomos de la obra.</li>
-
- <li>Las páginas en blanco han sido eliminadas.</li>
- </ul>
-</div>
-
-
-<div class="screenonly x-ebookmaker-drop">
- <hr class="chap"/>
- <div class="figcenter">
- <img class="thin"
- style="width: 26em; height: auto;"
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- alt="Cubierta del libro"/>
- </div>
-</div>
-
-
-<div class="tit pt3">
- <hr class="chap"/>
- <p><span class="pagenum" id="Page_1">p. 1</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img class="thick"
- style="width: 18em; height: auto;"
- src="images/title_half.jpg"
- alt="Portadilla del libro"/>
- </div>
- <p class="fs150 lh200 negr g0 mt05">HISTORIA</p>
- <p class="fs60 lh200">DEL</p>
- <p class="fs120 lh200 ws1">Levantamiento, Guerra y Revolución</p>
- <p class="fs120 lh200 ws1">de España.</p>
- <hr class="chap"/>
-</div>
-
-
-<div class="tit">
- <p><span class="pagenum" id="Page_3">p. 3</span></p>
- <p class="fs200 lh200 negr g0">HISTORIA</p>
- <p class="fs70 lh200">DEL</p>
- <p class="fs150 lh200 ws1">Levantamiento, Guerra y Revolución</p>
- <p class="fs130 lh200 g0 ws1">DE ESPAÑA</p>
-
- <p class="fs70 lh200 mt15">POR</p>
- <p class="fs120 lh200 g0 ws2">EL CONDE DE TORENO.</p>
-
- <div class="figcenter mt3">
- <img style="width: 8em; height: auto;"
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- alt="Elemento ornamental"/>
- <p class="fs110 negr g0 ws1 ptb03">TOMO II.</p>
- <img style="width: 8em; height: auto;"
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- alt="Elemento ornamental"/>
- </div>
-
- <p class="fs110 lh150 g0 mt3">Madrid:</p>
- <p class="lh150 asc ws1">IMPRENTA DE DON TOMÁS JORDÁN,</p>
- <p class="fs110 lh150">1835.</p>
-</div>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt6">
- <p><span class="pagenum" id="Page_4">p. 4</span></p>
-
- <div class="legal">
-
- <p>... quis nescit, primam esse historiæ legem, ne quid falsi dicere
- audeat? deinde ne quid veri non audeat? ne qua suspicio gratiæ sit in
- scribendo? ne qua simultatis?</p>
-
- <p class="firma"><span class="sc">Cicer.</span>, <i>De Oratore,
- lib. 2, c. 15.</i></p>
-
- </div>
-
-</div>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter">
- <p><span class="pagenum" id="Page_5">p. 5</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img style="width: 26em; height: auto;"
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- alt="Filete ornamental"/>
- </div>
- <p class="centra fs200 lh200 negr mt1">RESUMEN</p>
- <p class="centra smaller lh200">DEL</p>
- <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO QUINTO.</p>
- <div class="figcenter mt05">
- <img style="width: 8em; height: auto;"
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- alt="Motivo ornamental"/>
- </div>
-</div>
-
-<p class="resum"><span class="prim"><span
-class="gran">P</span>rimer</span> sitio y defensa de Zaragoza.
-— Asiento de la ciudad. — Estado apurado de la misma. — Salida de
-Palafox, 15 de junio. — Primera embestida de los franceses contra
-Zaragoza y su derrota, 15 de junio. — Don Lorenzo Calvo de Rozas.
-— Preparativos de defensa en Zaragoza. — Don Antonio Sangenís. —
-Intimación de Lefebvre-Desnouettes. — El general Palafox en Épila.
-— Acción de Épila. — Piensa Palafox en volver a Zaragoza. — Entrada
-allí de Lazán el 24 de junio. — Juramento de los zaragozanos. —
-Amenaza villana de un polaco a Calvo. — Conferencia y proposiciones de
-los generales franceses. — Los franceses reforzados. Verdier general
-en jefe. — Vuélase un almacén de pólvora. — Ataque contra el monte
-Torrero. — Castigo<span class="pagenum" id="Page_6">p. 6</span> del
-comandante. — Llegada de un refuerzo a los españoles. — 30 de junio,
-principia el bombardeo. — Nuevas obras de defensa de los sitiados.
-— Ataques del 1.º y 2 de julio. — Agustina Zaragoza. — Entrada de
-Palafox el 2 en Zaragoza. — Otros combates. — Puente echado por los
-franceses en San Lamberto. — Estrago hecho por los mismos. — Otras
-medidas de los sitiados. — Apodérase el enemigo de Villafeliche. —
-Otros combates. — Ataques del 3 y 4 de agosto. — Avanzan los franceses
-al Coso. — Salida de Palafox de Zaragoza. — Vuelve Lazán el 15 con
-socorros. — El 8 Palafox. — Continúan los choques y reencuentros. — Los
-franceses reciben el 6 orden de retirarse. — Contraorden poco después.
-— Resolución magnánima de los zaragozanos. — 13, orden definitiva dada
-a los franceses de retirarse. — Llegada a Zaragoza de una división
-de Valencia. — Aléjanse los franceses de Zaragoza el 14. — Fin del
-sitio. — Alegría de los aragoneses, estado de la ciudad. — Cataluña. —
-Bloqueo de Figueras por los somatenes. — Socorre la plaza el general
-Reille. — Don Juan Clarós. — Vuelve Duhesme a Gerona. — Junta de
-Lérida. — Tropas de Menorca mandadas por el marqués del Palacio. — El
-conde de Caldagués va en socorro de Gerona. — Atacan los franceses a
-Gerona el 13 de agosto. — Son derrotados el 16. — Levantan el sitio.
-— Portugal. — Estado de aquel reino y de su insurrección. — Évora. —
-Expedición inglesa enviada a Portugal. — Sir Arthur Wellesley. — Sale
-la expedición de Cork. — Desembarco en Mondego. — Estado de Junot y
-sus disposiciones. — Acción de Roliça. — Socorros llegados <span
-class="pagenum" id="Page_7">p. 7</span> al ejército inglés. — Batalla
-de Vimeiro 21 de agosto. — Armisticio entre ambos ejércitos. — Convenio
-del almirante ruso con el inglés. — Convención de Cintra. — Españoles
-de Portugal. — Restablecen los ingleses la regencia de Portugal. —
-Elvas sitiada por los españoles. — Almeida por los portugueses. —
-Desaprobación general de la convención de Cintra en Inglaterra. —
-Declaración de S. M. B. de 4 de julio. — Peticiones y reclamaciones que
-se hacen a los diputados españoles. — Dumourier. — Conde d’Artois. —
-Luis XVIII. — Príncipe de Castelcicala. — Tropa española en Dinamarca.
-— Marqués de la Romana. — Lobo. — Fábregues. — Se disponen a embarcarse
-las tropas del norte. — Kindelán. — Kindelán y Guerrero. — Juramento
-de los españoles en Langeland. — Dan la vela para España. — Trátase de
-reunir una junta central. — Situación de Madrid. — Consejo de Castilla.
-— Sus manejos. — Opinión sobre aquel cuerpo. — Estado de las juntas
-provinciales. — Llegada a Gibraltar del príncipe Leopoldo de Sicilia.
-— Correspondencia entre las juntas. — Proceder del consejo. — Entrada
-en Madrid de Llamas y Castaños. — Proclamación de Fernando VII. —
-Insurrección de Bilbao. — Movimientos en Guipúzcoa y Navarra. — Nuevos
-manejos del consejo. — Propuesta de Cuesta a Castaños. — Consejo de
-guerra celebrado en Madrid. — Prende Cuesta a Valdés y Quintanilla. —
-Acaba el gobierno de las juntas provinciales.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter" id="Ch5">
- <p><span class="pagenum" id="Page_9">p. 9</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img style="width: 26em; height: auto;"
- src="images/doble_filete.jpg"
- alt="Filete ornamental"/>
- </div>
- <p class="centra fs150 lh150 negr g0 mt1">HISTORIA</p>
- <p class="centra fs60 lh150">DEL</p>
- <p class="centra fs120 lh150 asc ws1">LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN</p>
- <p class="centra fs120 lh150 ws1">de España.</p>
- <div class="figcenter mt05">
- <img style="width: 8em; height: auto;"
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- alt="Motivo ornamental"/>
- </div>
- <h2 class="nobreak fs120 negr g0">LIBRO QUINTO.</h2>
- <hr class="tir"/>
-</div>
-
-<div class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_5-1"
-id="Ll_5-1">5-1</a>.)<br/> Primer sitio<br/> y defensa<br/> de
-Zaragoza.</div>
-
-<p class="ti0"><span class="prim"><span class="gran">S</span>in</span>
-muro y sin torreones, según nos ha transmitido Floro,[*] defendiose
-largos años la inmortal Numancia contra el poder de Roma. También
-desguarnecida y desmurada resistió al de Francia con tenaz porfía,
-si no por tanto tiempo, la ilustre Zaragoza. En esta como en aquella
-mancillaron su fama ilustres capitanes: y los impetuosos y concertados
-ataques del enemigo tuvieron que estrellarse en los acerados pechos
-de sus invictos moradores. Por dos veces en menos de un año cercaron
-los franceses a Zaragoza; una malogradamente, otra con<span
-class="pagenum" id="Page_10">p. 10</span> pérdidas e inauditos reveses.
-Cuanto fue de realce y nombre para Aragón la heroica defensa de su
-capital, fue de abatimiento y desdoro para sus sitiadores aguerridos
-y diestros no haberse enseñoreado de ella pronto y de la primera
-embestida.</p>
-
-<div class="sidenote">Asiento<br/> de la ciudad.</div>
-
-<p>Baña a Zaragoza, asentada a la derecha margen, el caudaloso Ebro.
-Cíñela al mediodía y del lado opuesto Huerva, acanalado y pobre, que
-más abajo rinde a aquel sus aguas, y casi en frente a donde desde el
-Pirineo viene también a fenecer el Gállego. Por la misma parte y a un
-cuarto de legua de la ciudad se eleva el monte Torrero, cuya altura
-atraviesa la acequia imperial, que así llaman al canal de Aragón por
-traer su origen del tiempo del emperador Carlos V. Antes del sitio
-hermoseaban a Zaragoza en sus contornos feraces campiñas, viñedos y
-olivares con amenas y deleitables quintas, a que dan en la tierra el
-nombre de torres. A izquierda del Ebro está el Arrabal que comunica con
-la ciudad por medio de un puente de piedra, habiéndose destruido otro
-de madera en una riada que hubo en 1802. Pasaba la población de 55.000
-almas: menguó con las muertes y destrozos. No era Zaragoza ciudad
-fortificada; diciendo Colmenar,[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a
-href="#Ap_5-2" id="Ll_5-2">5-2</a>.)</span> a manera de profecía, cosa
-ha de un siglo, «que estaba sin defensa, pero que reparaba esta falta
-el valor de sus habitantes.» Cercábala solamente una pared de diez a
-doce pies de alto y de tres de espesor, en parte de tapia y en otras
-de mampostería, interpolada a veces y formada por algunos edificios y
-conventos, y en la que se cuentan ocho puertas<span class="pagenum"
-id="Page_11">p. 11</span> que dan salida al campo. No lejos de una de
-ellas, que es la del Portillo, y extramuros se distingue la Aljafería,
-antigua morada de los reyes de Aragón, rodeada de un foso y muralla,
-cuyos cuatro ángulos guarnecen otros tantos bastiones. Las calles en
-general son angostas, excepto la del Coso muy espaciosa y larga, casi
-en el centro de la ciudad, y que se extiende desde la puerta llamada
-del Sol hasta la plaza del Mercado. Las casas de ladrillo y por la
-mayor parte de dos o tres pisos. La adornan edificios y conventos bien
-construidos y de piedra de sillería. La piedad admira dos suntuosas
-catedrales, la de nuestra Señora del Pilar y la de la Seo, en las
-que alterna por años para su asistencia el cabildo. El último templo
-antiquísimo, el primero muy venerado de los naturales por la imagen
-que en su santuario se adora. Como no es de nuestra incumbencia
-hacer una descripción especial de Zaragoza, no nos detendremos ni
-en sus antigüedades ni grandeza, reservando para después hablar de
-aquellos lugares, que a causa de la resistencia que en ellos se opuso
-adquirieron desconocido renombre; porque allí las casas y edificios
-fueron otras tantas fortalezas.</p>
-
-<p>Si ningunas eran en Zaragoza las obras de fortificación, tampoco
-abundaban otros medios de defensa. Vimos cuán escasos andaban al
-levantarse en mayo. El corto tiempo transcurrido no había dejado
-aumentarlos notablemente, y antes bien se habían minorado con los
-descalabros padecidos en Tudela y Mallén. <span class="sidenote">Estado
-apurado<br/> de Zaragoza.</span> En semejante estado déjase discurrir
-la consternación de<span class="pagenum" id="Page_12">p. 12</span>
-Zaragoza al esparcirse la nueva, en la noche del 14 de junio, de
-haber sido aquel día derrotado Don José de Palafox en las cercanías
-de Alagón, según dijimos en el anterior libro. Desapercibidos sus
-habitantes tan solamente hallaron consuelo con la presencia de su
-amado caudillo, que no tardó en regresar a la ciudad. Mas el enemigo
-no dio descanso ni vagar. Siguieron de cerca a Palafox, y tras él
-vinieron proposiciones del general Lefebvre-Desnouettes a fin de que se
-rindiese, con un pliego enderezado al propio objeto y firmado por los
-emisarios españoles Castelfranco, Villela y Pereira que acompañaban al
-ejército francés, y de quienes ya hicimos mención.</p>
-
-<p>Fue la respuesta del general Palafox ir al encuentro de los
-invasores; y con las pocas tropas que le quedaban, algunos paisanos y
-piezas de campaña se colocó fuera no lejos de la ciudad al amanecer
-del 15. <span class="sidenote">Salida<br/> de Palafox,<br/> 15 de
-junio.</span> Estaba a su lado el marqués de Lazán y muchos oficiales,
-mandando la artillería el capitán Don Ignacio López. Pronto asomaron
-los franceses y trataron de acometer a los nuestros con su acostumbrado
-denuedo. Pero Palafox viendo cuán superior era el número de sus
-contrarios, determinó retirarse, y ordenadamente pasó a Longares,
-pueblo seis leguas distante, desde donde continuó al Puerto del Frasno
-cercano a Calatayud: queriendo engrosar su corta división con la que
-reunía y organizaba en dicha ciudad el barón de Versages.</p>
-
-<p>Semejante movimiento si bien acertado en tanto que no se consideraba
-a Zaragoza con medios<span class="pagenum" id="Page_13">p. 13</span>
-para defenderse, dejaba a esta ciudad del todo desamparada y a merced
-del enemigo. Así se lo imaginó fundadamente el general francés
-Lefebvre-Desnouettes, y con sus 5 a 6000 infantes y 800 caballos a
-las nueve de la mañana del mismo 15 presentose con ufanía delante
-de las puertas. Habían crecido dentro las angustias: no eran arriba
-de 300 los militares que quedaban entre miñones y otros soldados:
-los cañones pocos y mal colocados como por gente a quien no guiaban
-oficiales de artillería, pues de los dos únicos con quien se contaba
-en un principio, Don Juan Cónsul y Don Ignacio López, el último
-acompañaba a Palafox y el primero, por orden suya, hallábase de
-comisión en Huesca. El paisanaje andaba sin concierto y por todas
-partes reinaba la indisciplina y confusión. Parecía por tanto que
-ningún obstáculo detendría a los enemigos, cuando el tiroteo de algunos
-paisanos y soldados desbandados los obligó a hacer parada y proceder
-precavidamente. De tan casual e impensado acontecimiento nació la
-memorable defensa de Zaragoza.</p>
-
-<div class="sidenote">Primera<br/> embestida<br/> de los franceses<br/>
-contra Zaragoza<br/> y su derrota,<br/> 15 de junio.</div>
-
-<p>La perplejidad y tardanza del general francés alentó a los que
-habían empezado a hacer fuego, y dio a otros alas para ayudarlos
-y favorecerlos. Pero como aún no había ni baterías ni resguardo
-importante, consiguieron algunos jinetes enemigos penetrar hasta dentro
-de las calles. Acometidos por algunos voluntarios y miñones de Aragón
-al mando del coronel Don Antonio de Torres, y acosados por todas partes
-por hombres, mujeres y niños, fueron los más de ellos despedazados
-cerca de nuestra<span class="pagenum" id="Page_14">p. 14</span> Señora
-del Portillo, templo pegado a la puerta del mismo nombre.</p>
-
-<p>Enfurecidos los habitantes y con mayor confianza en sus fuerzas
-después de la adquirida si bien fácil ventaja, acudieron sin distinción
-de clase ni de sexo a donde amagaba el peligro, y llevando a brazo
-los cañones antes situados en el mercado, plaza del Pilar y otros
-parajes desacomodados, los trasladaron a las avenidas por donde el
-enemigo intentaba penetrar, y de repente hicieron contra sus huestes
-horrorosas descargas. Creyó entonces necesario el general francés
-emprender un ataque formal contra las puertas del Carmen y Portillo.
-Puso su mayor conato en apoderarse de la última, sin advertir que
-situada a la derecha la Aljafería eran flanqueadas sus tropas por
-los fuegos de aquel castillo, cuyas fortificaciones aunque endebles,
-le resguardaban de un rebate. Así sucedió que los que le guarnecían,
-capitaneados por un oficial retirado de nombre Don Mariano Cerezo,
-militar tan bravo como patriota, escarmentaron la audacia de los que
-confiadamente se acercaban a sus muros. Dejáronles aproximarse y a
-quema ropa los ametrallaron. En sumo grado contribuyó a que fuera más
-certera la artillería en sus tiros un oficial sobrino del general
-Guillelmi, quien encerrado allí con su tío desde el principio de la
-insurrección, olvidándose del agravio recibido, solo pensó en no
-dar quiebra a su honra, y cumplió debidamente con lo que la patria
-exigía de su persona. Igualmente fueron los franceses repelidos en la
-Puerta del Carmen, sosteniendo por los lados el tremendo fuego<span
-class="pagenum" id="Page_15">p. 15</span> que de frente se les hacía,
-escopeteros esparcidos entre las tapias, alameda y olivares, cuya buena
-puntería causó en las filas enemigas notable matanza. Nadie rehusaba ir
-a la lid: las mujeres corrían a porfía a estimular a sus esposos y a
-sus hijos, y atropellando por medio del inminente riesgo los socorrían
-con víveres y municiones. Los franceses aturdidos al ver tanto furor
-y ardimiento titubeaban y crecía con su vacilar el entusiasmo y
-valentía de los defensores. De nuevo no obstante y reiteradas veces
-embistieron la entrada del Portillo, desviándose de la Aljafería, y
-procurando cubrirse detrás de los olivares y arboledas. Menester fue
-para poner término a la sangrienta y reñida pelea que sobreviniese la
-noche. Bajo su amparo se retiraron los franceses a media legua de la
-ciudad, y recogieron sus heridos, dejando el suelo sembrado de más de
-500 cadáveres. La pérdida de los españoles fue mucho más reducida,
-abrigados de tapias y edificios. Y de aquella señalada victoria,
-que algunos llamaron de las Eras, resultó el glorioso empeño de los
-zaragozanos de no entrar en pacto alguno con el enemigo y resistir
-hasta el último aliento.</p>
-
-<p>Fuera de sí aquellos vecinos con la victoria alcanzada, ignoraban
-todavía el paradero del general Palafox. Grande fue su tristeza al
-saber su ausencia, y no teniendo fe en las autoridades antiguas ni
-en los demás jefes, los diputados y alcaldes de barrio a nombre del
-vecindario se presentaron <span class="sidenote">Don Lorenzo<br/> Calvo
-de Rozas.</span> luego que cesó el combate al corregidor e intendente
-Don Lorenzo Calvo de Rozas, que, hechura de Palafox, merecía su
-confianza.<span class="pagenum" id="Page_16">p. 16</span> Instáronle
-para que hiciera sus veces, y condescendió con sus ruegos en tanto que
-aquel no volviera. Unía Calvo en su persona las calidades que el caso
-requería. Declarado abiertamente en favor de la causa pública, habíase
-fugado de Madrid en donde estaba avecindado. Hombre de carácter firme y
-sereno, encerraba en su pecho, con apariencias de tibio, el entusiasmo
-y presteza de un alma impetuosa y ardiente. Autorizado como ahora se
-veía por la voz popular y punzado por el peligro que a todos amenazaba,
-empleó con diligencia cuantos medios le sugería el deseo de proteger
-contra la invasión extraña la ciudad que se ponía en sus manos.</p>
-
-<div class="sidenote">Preparativos<br/> de defensa<br/> en
-Zaragoza.</div>
-
-<p>Prontamente llamó al teniente de rey D. Vicente Bustamante para que
-expidiese y firmase a los de su jurisdicción las convenientes órdenes.
-Mandó iluminar las calles con objeto de evitar cualquier sorpresa o
-excesos; empezáronse a preparar sacos de tierra para formar baterías en
-las puertas de Sancho, el Portillo, Carmen y Santa Engracia; abriéronse
-zanjas o cortaduras en sus avenidas; dispusiéronse a artillarlas,
-y se levantó en toda la tapia que circuía a la ciudad una banqueta
-para desde allí molestar al enemigo con la fusilería. Prevínose a los
-vecinos en estado de llevar armas, que se apostasen en los diversos
-puntos debiendo alternar noche y día; ocupáronse los niños y mujeres
-en tareas propias de su edad y sexo, y se encargó a los religiosos
-hacer cartuchos de cañón y fusil, cumpliéndose con tan buen deseo y
-ahinco aquellas disposiciones, que a las diez de la noche se<span
-class="pagenum" id="Page_17">p. 17</span> había ya convertido Zaragoza
-en un taller universal, en el que todos se afanaban por desempeñar
-debidamente lo que a cada uno se había encomendado.</p>
-
-<p>Con más lentitud se procedió en la construcción de baterías por
-falta de ingeniero que dirigiese la obra. <span class="sidenote">Don
-Antonio<br/> Sangenís.</span> Solo había uno, que era Don Antonio
-Sangenís, y este había sido el 15 llevado a la cárcel por los paisanos
-que le conceptuaban sospechoso, habiendo notado que reconocía las
-puertas y la ronda de la ciudad. Ignorose su suerte en medio de la
-confusión, pelea y agitación de aquel día y noche, y solo se le puso en
-libertad por orden de Calvo de Rozas en la mañana del 16. Sin tardanza
-trazó Sangenís atinadamente varias obras de fortificación, esmerándose
-en el buen desempeño, y ayudado en lugar de otros ingenieros por los
-hermanos Tabuenca, arquitectos de la ciudad. Pintan estos pormenores, y
-por eso no son de más, la situación de los zaragozanos, y lo apurados y
-escasos que estaban de recursos y de hombres inteligentes en los ramos
-entonces más necesarios.</p>
-
-<div class="sidenote">Intimación<br/> de Lefebvre<br/>
-Desnouettes.</div>
-
-<p>Los franceses, atónitos con lo ocurrido el 15, juzgaron
-imprudente empeñarse en nuevos ataques antes de recibir de Pamplona
-mayores fuerzas, con artillería de sitio, morteros y municiones
-correspondientes. Mientras que llegaba el socorro, queriendo Lefebvre
-probar la vía de la negociación, intimó el 17 que, a no venir a
-partido, pasaría a cuchillo a los habitantes cuando entrase en la
-ciudad. Contestósele dignamente,[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a
-href="#Ap_5-3" id="Ll_5-3">5-3</a>.)</span> y se prosiguió con mayor
-empeño en prepararse a la defensa.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_18">p. 18</span></p>
-
-<div class="sidenote">El general<br/> Palafox en Épila.</div>
-
-<p>El general Palafox en tanto, vista la decisión que habían tomado los
-zaragozanos de resistir a todo trance al enemigo, trató de hostigarle y
-llamar a otra parte su atención. Unido al barón de Versages contaba con
-una división de 6000 hombres y cuatro piezas de artillería. El 21 de
-junio pasó en Almunia reseña de su tropa, y el 23 marchó sobre Épila.
-En aquella villa hubo jefes que notando el poco concierto de su tropa,
-por lo común allegadiza, opinaron ser conveniente retirarse a Valencia,
-y no empeorar con una derrota la suerte de Zaragoza. Palafox, asistido
-de admirable presencia de ánimo, congregó su gente, y delante de las
-filas, exhortando a todos a cumplir con el duro pero honroso deber que
-la patria les imponía, añadió que eran dueños de alejarse libremente
-aquellos a quienes no animase la conveniente fortaleza para seguir
-por el estrecho y penoso sendero de la virtud y de la gloria, o que
-tachasen de temeraria su empresa. Respondiose a su voz con universales
-clamores de aprobación, y ninguno osó desamparar sus banderas. De
-tamaña importancia es en los casos arduos la entera y determinada
-voluntad de un caudillo.</p>
-
-<div class="sidenote">Acción de Épila.</div>
-
-<p>Seguro de sus soldados, hizo propósito Palafox de avanzar la
-mañana siguiente a la Muela, tres leguas de Zaragoza, queriendo coger
-a los franceses entre su fuerza y aquella ciudad. Pero barruntando
-estos su movimiento, se le anticiparon y acometieron a su ejército en
-Épila a las nueve de la noche, hora desusada y en la que dieron de
-sobresalto e impensadamente sobre los nuestros por haber sorprendido y
-hecho<span class="pagenum" id="Page_19">p. 19</span> prisionera una
-avanzada, y también por el descuido con que todavía andaban nuestras
-inexpertas tropas. Trabose la refriega, que fue empeñada y reñida. Como
-los españoles se vieron sobrecogidos, no hubo orden premeditado de
-batalla, y los cuerpos se colocaron según pudo cada uno en medio de la
-oscuridad. La artillería, dirigida por el muy inteligente oficial Don
-Ignacio López, se señaló en aquella jornada, y algunos regimientos se
-mantuvieron firmes hasta por la mañana, que, sin precipitación, tomaron
-la vuelta de Calatayud. En su número se contaba el de Fernando VII, que
-aunque nuevo, sostuvo el fuego por espacio de seis horas, como si se
-compusiera de soldados veteranos. También hombres sueltos de guardias
-españolas defendieron largo rato una batería de las más importantes.
-Disputaron pues unos y otros el terreno a punto que los franceses no
-los incomodaron en la retirada.</p>
-
-<div class="sidenote">Piensa Palafox<br/> en volver<br/> a
-Zaragoza.</div>
-
-<p>Palafox convencido no obstante de que no era dado con tropas bisoñas
-combatir ventajosamente en campo raso, y de que sería más útil su
-ayuda dentro de Zaragoza, determinó superando obstáculos meterse con
-los suyos en aquella ciudad, por lo que después de haberse rehecho,
-y dejando en Calatayud un depósito al mando del barón de Versages,
-dividió su corta tropa en dos pequeños trozos: encargó el uno a su
-hermano Don Francisco, y acaudillando en persona el otro volvió el 2 de
-julio a pisar el suelo zaragozano.</p>
-
-<div class="sidenote">Entrada allí<br/> el 24 de junio<br/> de
-Lazán.</div>
-
-<p>Ya había allí acudido desde el 24 de junio su otro hermano el
-marqués de Lazán, que era el gobernador, con varios oficiales, a
-instancias y<span class="pagenum" id="Page_20">p. 20</span> por
-aviso del intendente Calvo de Rozas. Deseaba este un arrimo para
-robustecer aún más sus acertadas providencias, acordar otras,
-comprometer en la defensa a las personas de distinción que no lo
-estuviesen todavía, imponer respeto a la muchedumbre congregando una
-reunión escogida y numerosa, y afirmarla en su resolución por medio
-de un público y solemne juramento. Para ello convocó el 25 de junio
-una junta general de las principales corporaciones e individuos de
-todas clases, presidida por el de Lazán. En su seno expuso brevemente
-Calvo de Rozas el estado en que la ciudad se hallaba, y cuáles
-eran sus recursos, y excitó a los concurrentes a coadyuvar con sus
-luces y patriótico celo al sostenimiento de la causa común. <span
-class="sidenote">Juramento<br/> de los<br/> zaragozanos.</span>
-Conformes todos aprobaron lo antes obrado, se confirmaron en su
-propósito de vencer o morir, y resolvieron que el 26 los vecinos,
-soldados, oficiales y paisanos armados prestarían en calles y plazas,
-en baterías y puertas un público y majestuoso juramento. Amaneció
-aquel día y a una hora señalada de la tarde se pobló el aire de un
-grito asombroso y unánime, «de que los defensores de Zaragoza juntos
-y separados derramarían hasta la última gota de su sangre por su
-religión, su rey y sus hogares.»</p>
-
-<p>Movió a curiosidad entre los enemigos la impensada agitación que
-causó tan nueva solemnidad, y con ansia de informarse de lo que pasaba,
-aproximose a la línea española un comandante de polacos acompañado
-de varios soldados; y aparentando deseos de tomar partido él y los
-suyos con los sitiados, pidió como seguro de su determinación<span
-class="pagenum" id="Page_21">p. 21</span> tratar con los jefes
-superiores. <span class="sidenote">Amenaza villana<br/> de un
-polaco<br/> a Calvo.</span> Salió Calvo de Rozas, indicó al comandante
-que se adelantase para conferenciar solos: hízolo así, mas a poco y
-alevosamente cercaron a Calvo los soldados del contrario. Encaráronle
-las armas, y después de preguntar lo que en Zaragoza ocurría, tuvo el
-comandante la descompuesta osadía de decirle que no era su intento
-desamparar sus banderas; que había solo inventado aquella artimaña para
-averiguar de qué provenía la inquietud de la ciudad, e intimar de nuevo
-por medio de una persona de cuenta la rendición, siendo inevitable
-que al fin se sometiesen los zaragozanos al ejército francés, tan
-superior y aguerrido. Añadiole que a no consentir con lo que de él
-exigía sería muerto o prisionero. En vez de atemorizarse con la villana
-amenaza, reportado y sereno contestole Calvo: «harto conocidas son
-vuestras malas artes y la máscara de amistad con que encubrís vuestras
-continuadas perfidias, para que desprevenido y no muy sobre aviso
-acudiera yo a vuestro llamamiento: los muertos o prisioneros seréis
-vos y vuestros soldados si intentáis traspasar las leyes admitidas
-aun entre las naciones bárbaras. El castillo de donde estamos tan
-próximos a la menor señal mía disparará sus cañones y fusiles, que por
-disposición anterior están ya apuntados contra vosotros.» Alterose
-el polaco con la áspera contestación, y reprimiendo la ira suavizó
-su altanero lenguaje, ciñéndose a proponer al intendente Calvo una
-conferencia con sus generales. Vino en ello, y tomando la venia del de
-Lazán se escogió por sitio el frente de la batería del Portillo.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_22">p. 22</span></p>
-
-<div class="sidenote">Conferencia<br/> y proposiciones<br/> de los
-generales<br/> franceses.</div>
-
-<p>Todavía en el mismo día avistáronse allí con Calvo y otros oficiales
-españoles autorizados por el gobernador y vecindario, los generales
-franceses Lefebvre y Verdier, recién llegado. Limitáronse las pláticas
-a insistir estos en la entrega de Zaragoza, ofreciendo olvido de
-lo pasado, respetar las personas y propiedades, y conservar a los
-empleados en sus destinos; con la advertencia que de lo contrario
-convertirían en cenizas la ciudad, y pasarían a cuchillo los moradores.
-Calvo contestó con brío, prometiendo sin embargo que daría cuenta de
-lo que proponían, y que en la mañana siguiente se les comunicaría
-la definitiva resolución, <span class="sidenote">(* Ap. n. <a
-href="#Ap_5-4" id="Ll_5-4">5-4</a>.)</span> en cuya conformidad pasó el
-27 temprano al campo francés Don Emeterio Barredo llevando consigo una
-respuesta [*] firmada por el marqués de Lazán, en la que se desechaban
-las insidiosas proposiciones del enemigo.</p>
-
-<div class="sidenote">Los franceses,<br/> reforzados.<br/>
-Verdier,<br/> general en jefe.</div>
-
-<p>Claro era que estrechar el asedio y nuevas embestidas seguirían a
-repulsa tan temeraria, mayormente cuando los franceses habían engrosado
-su ejército, y cuando se había mejorado su posición. Por aquellos días
-además de haberse desembarazado de Palafox arrojándole de Épila, habían
-recibido de Pamplona y Bayona socorros de cuantía. Trájolos el general
-Verdier, quien por su mayor graduación reemplazó en el mando en jefe
-a Lefebvre, y no menos fueron por de pronto reforzados que con 3000
-hombres, 30 cañones de grueso calibre, cuatro morteros, 12 obuses, y
-800 portugueses a las órdenes de Gómez Freire. Fundadamente pensaron
-entonces que con buen éxito podrían vencer la tenacidad zaragozana.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_23">p. 23</span></p>
-
-<div class="sidenote">Vuélase<br/> un almacén<br/> de pólvora.</div>
-
-<p>Así fue que en el mismo día 27 renovaron el fuego, y dirigieron
-con particularidad su ataque contra los puestos exteriores. Repelidos
-con pérdida en las diversas entradas de la ciudad, de que quisieron
-apoderarse, no pudo impedírseles que se acercasen al recinto. Como en
-sus maniobras se notó el intento de enseñorearse del monte Torrero,
-con diligencia se metieron en Zaragoza los víveres y municiones que
-estaban encerrados en aquellos almacenes; mas tan oportuna precaución
-originó un desastre. A las tres de la tarde estremeciéronse todos los
-edificios, zumbando y resonando el aire con el disparo y caída de
-piedras, astillas y cascos. Tuviéronse los zaragozanos por muertos y
-como si fuesen a ser sepultados en medio de ruinas. Despavoridos y
-azorados huían de sus casas, ignorando de dónde provenía tanto ruido,
-turbación y fracaso. Causábalo el haberse pegado fuego por descuido
-de los conductores a la pólvora que se almacenaba en el seminario
-conciliar, y este y la manzana de casas contiguas y las que estaban
-enfrente se volaron o desplomaron, rompiéndose los cristales de la
-ciudad, con muertes y desdichas. Agregábase a la horrenda catástrofe la
-pérdida de la pólvora tan necesaria en aquel tiempo, y en el que había
-de todo apretada pobreza.</p>
-
-<p>Y para que apareciese enteramente acrisolada la constancia
-aragonesa, los franceses fiados en la desolación y universal
-desconsuelo reiteraron sus ataques en tan apurado momento. No se
-descorazonaron los defensores, antes bien enfurecidos hicieron que se
-malograse la tentativa de los enemigos, inhumana en aquella sazón.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_24">p. 24</span></p>
-
-<p>Desde aquel día no transcurrió uno en que no hubiese reñidas
-contiendas, escaramuzas, salidas, acometimientos de sitiados y
-sitiadores. Largo sería e imposible referir hazañas tantas y tan
-gloriosas, rara vez empañadas con alguna bastarda acción.</p>
-
-<div class="sidenote">Ataque contra<br/> el monte Torrero.</div>
-
-<p>Túvose sin embargo por tal lo ocurrido en el monte Torrero. El
-comandante a cuyo cargo estaba el puesto, de nombre Falcón, ora por
-connivencia, ora por desaliento, que es a lo que nos inclinamos, le
-desamparó vergonzosamente, y el enemigo, enseñoreándose de aquellas
-alturas, causó en breve notables estragos.</p>
-
-<div class="sidenote">Castigo<br/> del comandante.</div>
-
-<p>El vecindario por su parte, irritado de la conducta del comandante
-español, le obligó más adelante a que compareciese ante un consejo de
-guerra, y por sentencia de este fue arcabuceado. La misma suerte cupo
-durante el sitio al coronel Don Rafael Pesino, gobernador de las Cinco
-Villas, y a otros de menos nombre, acusados de inteligencia con el
-enemigo. Ejemplar castigo, tachado por algunos de precipitado, pero
-que miraron otros como saludable freno contra los que flaqueasen por
-tímidos o tramasen alguna alevosía.</p>
-
-<div class="sidenote">Llegada<br/> de un refuerzo<br/> a los
-españoles.</div>
-
-<p>Empeñábase así la resistencia, y cobraban todos ánimo con los
-oficiales y soldados que a menudo acudían en ayuda de la ciudad
-sitiada. Llenó sobre todo de particular gozo la llegada a últimos
-de junio de 300 soldados del regimiento de Extremadura al mando del
-teniente coronel Don Domingo Larripa, que vimos allá detenido en
-Tárrega, sin querer cumplir las órdenes de Duhesme, y también la que
-por<span class="pagenum" id="Page_25">p. 25</span> entonces ocurrió
-de 100 voluntarios de Tarragona capitaneados por el teniente coronel
-Don Francisco Marcó del Pont. Compensábase con eso algún tanto el haber
-perdido las alturas de Torrero.</p>
-
-<p>Mas dueños los franceses de semejante posición, determinaron
-molestar la ciudad con balas, granadas y bombas. Para ello colocaron
-en aquella eminencia una batería formidable de cañones de grueso
-calibre y morteros. Levantaron otras en diversos puntos de la línea,
-con especialidad en el paraje llamado de la Bernardona, enfrente de
-la Aljafería. <span class="sidenote">30 de junio,<br/> principia<br/>
-el bombardeo.</span> Preparados de este modo, al terminarse el 30 de
-junio y a las doce de la noche rompieron el fuego, y dieron principio
-a un horroroso bombardeo. Los primeros tiros salvaron la ciudad sin
-hacer daño: acortáronlos, y las bombas penetrando por las bóvedas de
-la fábrica antigua de la iglesia del Pilar y arruinando varias casas,
-empezaron a causar quebrantos y destrozos.</p>
-
-<p>Al amanecer los vecinos lejos de arredrarse a su vista, trabajaron a
-competencia y con sumo afán para disminuir las lástimas y desgracias.
-<span class="sidenote">Nuevas obras<br/> de defensa<br/> de los
-sitiados.</span> Construyéronse blindajes en calles y plazas, torciose
-el curso de Huerva y se le metió en la ciudad para apagar con presteza
-cualquier incendio. Franqueáronse los sótanos, empleando dentro en
-trabajos útiles y que pedían resguardo a los que no eran llamados
-a guerrear. Para observar el fogonazo y avisar la llegada de las
-bombas, pusiéronse atalayas en la torre que denominaban nueva, si
-bien fabricada en 1504, la cual elevándose en la plaza de<span
-class="pagenum" id="Page_26">p. 26</span> San Felipe sola y sin arrimo
-pareció acomodada al caso, aunque ladeada a la manera de la famosa
-de Pisa. No satisfechos los sitiados con estas obras y las antes
-construidas, ideando otras, cortaron y zanjaron calles, atroneraron
-casas y tapiales, apilaron sacos de tierra, trazaron y erigieron
-nuevas baterías, las cubrieron con cañones arrumbados por viejos en la
-Aljafería o con los que sucesivamente llegaban de Lérida y Jaca, y en
-fin quemaron y talaron las huertas y olivares, los jardines y quintas
-que encubrían los aproches del enemigo, perjudicando a la defensa. Sus
-dueños no solamente condescendían en la destrucción con desprendimiento
-magnánimo, sino que las más veces ayudaban con sus brazos al total
-asolamiento. Y cuando lidiando en otro lado descubrían la llama que
-devoraba el fruto de años de sudor y trabajo o el antiguo solar de sus
-abuelos, ensoberbecíanse de cooperar así y con largueza a la libertad
-de la patria. ¿De qué no eran capaces varones dotados de virtudes tan
-esclarecidas?</p>
-
-<div class="sidenote">Ataques del 1.º<br/> y 2 de julio.</div>
-
-<p>Al bombardeo siguiose en la mañana del 1.º de julio un ataque
-general en todos los puntos. Empezaron a batir la Aljafería y Puerta
-del Portillo, mandada por Don Francisco Marcó del Pont, los fuegos
-de la Bernardona. La Puerta del Carmen encargada al cuidado de
-Don Domingo Larripa fue casi al mismo tiempo embestida, y tampoco
-tardaron los enemigos en molestar la de Sancho custodiada por el
-sargento mayor Don Mariano Renovales. Con todo, siendo su mayor empeño
-apoderarse de la del Portillo, hubo allí tal estrago que, muertos
-en<span class="pagenum" id="Page_27">p. 27</span> una batería exterior
-todos los que la defendían, nadie osaba ir a reemplazarlos, <span
-class="sidenote">Agustina<br/> Zaragoza.</span> lo cual dio ocasión a que
-se señalase una mujer del pueblo llamada Agustina Zaragoza. Moza esta
-de 22 años y agraciada de rostro, llevaba provisiones a los defensores
-cuando acaeció el mencionado abandono. Notando aquella valerosa hembra
-el aprieto y desánimo de los hombres, corrió al peligroso punto, y
-arrancando la mecha aún encendida de un artillero que yacía por el
-suelo, puso fuego a una pieza, e hizo voto de no desampararla durante
-el sitio sino con la vida. Imprimiendo su arrojo nueva audacia en
-los decaídos ánimos, se precipitaron todos a la batería, y renovose
-tremendo fuego. Proeza muy semejante la de Agustina a la de María Pita
-en el sitio que pusieron los ingleses a la Coruña en 1589, fue premiada
-también de un modo parecido, y así como a aquella le concedió Felipe II
-el grado y sueldo de alférez vivo, remuneró Palafox a esta con un grado
-militar y una pensión vitalicia.</p>
-
-<p>Continuaba vivísimo el fuego, y nuestra artillería muy certera
-arredraba al enemigo, sin que hasta entonces hubiese oficial alguno de
-aquella arma que la dirigiese. No eran todavía las doce del día cuando
-entre el horroroso y mortífero estruendo del cañón se presentaron los
-subtenientes de aquel distinguido cuerpo Don Jerónimo Piñeiro y Don
-Francisco Rosete, que fugados de Barcelona corrían apresuradamente a
-tomar parte en la defensa de Zaragoza. Sin descanso, después de largo
-viaje y fatigoso tránsito, se pusieron el primero a dirigir<span
-class="pagenum" id="Page_28">p. 28</span> los fuegos de la entrada
-del Portillo, y el segundo los de la del Carmen. Con la ayuda de
-oficiales inteligentes creció el brío en los nuestros, y aumentose
-el estrago en los contrarios. La noche cortó el combate, mas no el
-bombardeo, renovándose aquel al despuntar del alba con igual furia
-que el día anterior. Las columnas enemigas con diversas maniobras
-intentaron enseñorearse del Portillo, y abierta brecha en la Aljafería
-se arrojaron a asaltar aquella fortaleza; pero fuese que no hallasen
-escalas acomodadas, o fuese más bien la denodada valentía de los
-sitiados, los franceses repelidos se desordenaron y dispersaron en
-medio de los esfuerzos de jefes y oficiales. Otro tanto pasaba en el
-Portillo y Carmen. El marqués de Lazán, durante el ataque, recorrió la
-línea en los puntos más peligrosos, remunerando a unos y alentando a
-otros con sus palabras.</p>
-
-<p>Ya era entrada la tarde, desmayaban los enemigos, y los
-nuestros familiarizándose más y más con los riesgos de la guerra,
-desconocidos al mayor número, redoblaron sus esfuerzos alentados
-con un inesperado y para ellos halagüeño acontecimiento. <span
-class="sidenote">Entrada<br/> de Palafox<br/> el 2 en Zaragoza.</span>
-De boca en boca y con rapidez se difundió que Don José de Palafox
-estaba de vuelta en la ciudad y que pronto gozarían todos de su
-presencia. En efecto penetrando en Zaragoza a las cuatro de la tarde
-de aquel día, que era el 2, apareciose de repente en donde se lidiaba,
-y a su vista arrebatados de entusiasmo hicieron los nuestros tan firme
-rostro a los franceses, que sin insistir estos en nueva acometida se
-contentaron con proseguir el bombardeo.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_29">p. 29</span></p>
-
-<div class="sidenote">Otros combates.</div>
-
-<p>Viendo sin embargo que para aproximarse a las puertas era menester
-hacerse dueños de los conventos de San José y Capuchinos y otros puntos
-extramuros, comenzaron por entonces a embestirlos. En el convento de
-San José, asentado a la derecha del río Huerva, no había otro amparo
-que el de las paredes en cuyo macizo se habían abierto troneras.
-Asaltáronle 400 polacos, y repelidos con gran pérdida tuvieron que
-aguardar refuerzo, y aun así no se posesionaron de aquel puesto sino al
-cabo de horas de pelea. No fueron más afortunados en el de Capuchinos
-cercano a la Puerta del Carmen. Lucharon los defensores cuerpo a cuerpo
-en la iglesia, en los claustros, en las celdas, y no desampararon el
-edificio hasta después de haberle puesto fuego.</p>
-
-<div class="sidenote">Puente echado<br/> por los franceses<br/> en San
-Lamberto.</div>
-
-<p>También quisieron los franceses cercar la ciudad por la orilla
-izquierda del Ebro, principalmente a causa de los socorros que la libre
-comunicación proporcionaba. Para estorbarla pensaron en cruzar el río,
-echando el 10 de julio un puente de balsas en San Lamberto. Salió
-contra ellos el general Palafox con paisanos y una compañía de suizos
-que acababa de llegar. Batallaron largo tiempo, y vino con refuerzo a
-sostenerlos el intendente Calvo de Rozas, cuyo caballo fue derribado
-de una granada. <span class="sidenote">Estrago hecho<br/> por los
-mismos.</span> Los enemigos no se atrevieron a pasar muy adelante, y
-aprovechando los nuestros el precioso respiro que daban, levantaron
-en el Arrabal tres baterías, una en los tejares, y las otras dos en
-el rastro de los clérigos y en San Lázaro: de las que protegidos los
-labradores se escopetearon<span class="pagenum" id="Page_30">p.
-30</span> varias veces con los franceses en el campo de las Ranillas
-y los ahuyentaron, distinguiéndose con frecuencia en la lid el
-famoso tío Jorge. <span class="sidenote">Otras medidas<br/> de los
-sitiados.</span> Así que los sitiadores no pudieron cerrar del todo
-las comunicaciones de Zaragoza, pero talaron los campos, quemaron las
-mieses, y extendiéndose hacia el Gállego viose desconsoladamente arder
-el puente de madera que da paso al camino carretero de Cataluña, y
-destruirse e incendiarse las aceñas y molinos harineros que abastecían
-la ciudad. Las angustias crecían, mas al par de ellas también el
-ardimiento de los sitiados. Se acopió la harina del vecindario para
-amasar solamente pan de munición que todos comían con gusto, y para
-fabricar pólvora se establecieron molinos movidos por caballos, y se
-cogió el azufre en donde quiera que lo había: se lavó la tierra de las
-calles para tener salitre, y se hizo carbón con la caña del cáñamo
-tan alto en aquel país. No poco cooperó al acierto y dirección de
-estos trabajos, como de los demás que ocurrieron, el sabio oficial de
-artillería Don Ignacio López, quien desde entonces hasta el fin del
-sitio fue uno de los pilares en que estribó la defensa zaragozana.</p>
-
-<div class="sidenote">Apodérase<br/> el enemigo<br/> de
-Villafeliche.</div>
-
-<p>Eran estas precauciones tanto más necesarias, cuanto no solo los
-franceses ceñían más y más la plaza, sino que también previeron los
-sitiados que bien pronto intentarían destruir o tomar los molinos de
-pólvora de Villafeliche a doce leguas de Zaragoza, que eran los que la
-proveían. Así sucedió. El barón de Versages desde Calatayud asomándose
-a las alturas inmediatas a aquel pueblo, impidió al principio que<span
-class="pagenum" id="Page_31">p. 31</span> lograsen su objeto. Mas
-revolviendo sobre él los enemigos con mayores fuerzas tuvo que
-replegarse y dejar en sus manos tan importantes fábricas.</p>
-
-<div class="sidenote">Otros combates.</div>
-
-<p>En medio del tropel de desdichas que oprimían a los zaragozanos
-permanecían constantes sin que nada los abatiese. En continuada vela
-desbarataban las sorpresas que a cada paso tentaban sus contrarios. El
-17 de julio dueños ya estos del convento de Capuchinos, sigilosamente
-a las nueve de la noche procuraron ponerse bajo el tiro de cañón de
-la Puerta del Carmen. Los nuestros lo notaron y en silencio también
-aguardando el momento del asalto rompieron el fuego y derribaron
-sin vida a los que se gloriaban ya de ser dueños del puesto. Con
-mayor furia renovaron los sitiadores sus ataques allí y en las otras
-puertas las noches siguientes: en todas infructuosamente, no habiendo
-podido tampoco apoderarse del convento de Trinitarios descalzos sito
-extramuros de la ciudad.</p>
-
-<p>En lucha tan encarnizada los españoles a veces molestaban al enemigo
-con sus salidas, y no menos quisieron que adelantarse hasta el monte
-Torrero. Aparentando pues un ataque formal por el paseo antes deleitoso
-que de la ciudad iba a aquel punto, dieron otros de sobresalto en
-medio del día en el campamento francés. Todo lo atropellaron y no se
-retiraron sino cubiertos de sangre y despojos. Por las márgenes del
-Gállego midieron igualmente unos y otros sus armas en varias ocasiones,
-y señaladamente en 29 de julio en que nuestros lanceros sacaron ventaja
-a los suyos con mucha honra y prez, sobresaliendo<span class="pagenum"
-id="Page_32">p. 32</span> en los reencuentros el coronel Butrón, primer
-ayudante de Palafox.</p>
-
-<p>Restaban aún nuevas y más recias ocasiones en que se emplease y
-resplandeciese la bizarría y firmeza de los zaragozanos. Noche y
-día trabajaban sus enemigos para construir un camino cubierto que
-fuese desde el convento de San José por la orilla del Huerva hasta
-las inmediaciones de la Bernardona, y a su abrigo colocar morteros y
-cañones, no mediando ya entre sus baterías y las de los españoles sino
-muy corta distancia.</p>
-
-<div class="sidenote">Ataques del 3<br/> y 4 de agosto.</div>
-
-<p>Aguardábase por momentos una general embestida, y en efecto en
-la madrugada del 3 de agosto el enemigo rompió el fuego en toda la
-línea, cayendo principalmente una lluvia de bombas y granadas en el
-barrio de la ciudad situado entre las puertas de Santa Engracia y
-el Carmen hasta la calle del Coso. El coronel de ingenieros francés
-Lacoste, ayudante de Napoleón, que había llegado después de comenzado
-el sitio, con razón juzgó no ser acertado el ataque antes emprendido
-por el Portillo, y determinó que el actual se diese del lado de Santa
-Engracia, como más directo y como punto no flanqueado por el castillo.
-La principal batería de brecha estaba a 150 varas del convento, y
-constaba de 6 piezas de a 16 y de 4 obuses. Habían además establecido
-sobre todo el frente de ataque 7 baterías, de las que la más lejana
-estaba del recinto 400 varas. A tal distancia y tan reconcentrado
-fácil es imaginarse cuán terrible y destructor sería su fuego. Sea de
-propósito o por acaso, notose que sus tiros con particularidad<span
-class="pagenum" id="Page_33">p. 33</span> se asestaban contra el
-hospital general en que había gran número de heridos y enfermos, los
-niños expósitos y los dementes. Al caer las bombas hasta los más
-postrados, desnudos y despavoridos saltaron de sus camas y quisieron
-salvarse. Grande desolación fue aquella. Mas con el celo y actividad de
-buenos patricios, muchos, en particular niños y heridos, se trasladaron
-a paraje más resguardado. Prosiguió todo aquel día el bombardeo,
-conmoviéndose unos edificios, desplomándose otros, y causando todo
-junto tal estampido y estruendo que se difundía y retumbaba a muchas
-leguas de Zaragoza.</p>
-
-<p>Al alborear del 4 descubrieron los enemigos su formidable batería
-en frente de Santa Engracia. No había enderredor del monasterio foso
-alguno, coronando solo sus pisos varias piezas de artillería. Empezaron
-a batirle en brecha, acometiendo al mismo tiempo la entrada inmediata
-del mismo nombre, y distrayendo la atención con otros ataques del lado
-del Carmen, Portillo y Aljafería. A las nueve de la mañana estaban
-arrasadas casi todas nuestras baterías y practicables las brechas.
-Palafox presentándose por todas partes, corría a donde había mayor
-riesgo y sostenía la constancia de su gente. En lo recio del combate
-propúsole Lefebvre-Desnouettes: «paz y capitulación.» Respondiole
-Palafox: «guerra a cuchillo.» A su voz atropellábanse paisanos y
-soldados a oponerse al enemigo, y abalanzándose a dicho monasterio
-de Santa Engracia, célebre por sus antigüedades y por ser fundación
-de los reyes católicos, se metían dentro sin que los arredrara ni el
-desplomarse<span class="pagenum" id="Page_34">p. 34</span> de los
-pisos ni la caída de las mismas paredes que amagaba. A todo hacían
-rostro, nada los desviaba de su temerario arrojo. Y no parecía sino
-que las sombras de los dos célebres historiadores de Aragón, Jerónimo
-Blancas y Zurita, cuyas cenizas allí reposaban, ahuyentadas del
-sepulcro al ruido de las armas y vagando por los atrios y bóvedas, los
-estimulaban y aguijaban a la pelea, representándoles vivamente los
-heroicos hechos de sus antepasados que tan verídica y noblemente habían
-trasmitido a la posteridad. Tanto tenía de sobrehumano el porfiado
-lidiar de los aragoneses.</p>
-
-<p>Al cabo de horas, y cuando el terreno quedaba no sembrado sino
-cubierto de cadáveres, y en torno suyo ruinas y destrozos, pudieron
-los franceses avanzar y salir a la calle de Santa Engracia. Pisando ya
-el recinto vanagloriábanse de ser dueños de Zaragoza, y formados y con
-arrogancia se encaminaban al Coso.</p>
-
-<p>Mas pesoles muy luego su sobrada confianza. Cogidos y como enredados
-entre calles y casas estuvieron expuestos a un horroroso fuego que de
-todos lados se les hacía a manera de granizada. Cortadas las bocacalles
-y parapetados los defensores con sacas de algodón y lana, y detrás
-de las paredes de las mismas casas, los abrasaron por decirlo así a
-quema ropa por espacio de tres horas, sin que pudieran salir al Coso,
-a donde desemboca la calle de Santa Engracia. Desesperanzaban ya los
-franceses de conseguirlo, cuando volándose un repuesto de pólvora
-que cerca tenían los españoles, con el daño y desorden que esta
-desgracia causó, fueles permitido<span class="pagenum" id="Page_35">p.
-35</span> a los acometedores llegar al Coso, y posesionarse de dos
-grandes edificios que hay en ambas esquinas, el del convento de San
-Francisco a la izquierda, y el hospital general a la derecha. En este
-fue espantoso el ataque, prendiose fuego, y los enfermos que quedaban
-arrojándose por las ventanas caían sobre las bayonetas enemigas. Entre
-tanto los locos encerrados en sus jaulas cantaban, lloraban o reían
-según la manía de cada uno. Los soldados enemigos tan fuera de sí como
-los mismos dementes, en el ardor del combate mataron a muchos y se
-llevaron a otros al monte Torrero, de donde después los enviaron. Mucha
-sangre había costado a los franceses aquel día, habiendo sido tan de
-cerca ofendidos: contáronse entre el número de los muertos oficiales
-superiores, y fue herido su mismo general en jefe Verdier.</p>
-
-<div class="sidenote">Avanzan<br/> los franceses<br/> al Coso.</div>
-
-<p>Dueños de aquella parte sentaron los enemigos sus águilas
-victoriosas en la cruz del Coso, templete con columnas en medio de la
-calle del mismo nombre. Todo parecía así perdido y acabado. Calvo de
-Rozas y el oficial Don Justo San Martín fueron los últimos que a las
-cuatro de la tarde, después de haberse volado el mencionado repuesto,
-desampararon la batería que enfilaba desde el Coso la avenida de
-Santa Engracia. Pero el primero no decayendo de ánimo dirigiose por
-la calle de San Gil al Arrabal para desde allí juntar dispersos,
-rehacer su gente, traer los que custodiaban aquellos puntos entonces
-no atacados, y con su ayuda prolongar hasta la noche la resistencia,
-aguardando<span class="pagenum" id="Page_36">p. 36</span> de fuera y
-antes de la madrugada, según veremos, auxilio y refuerzos.</p>
-
-<p>Favoreció a su empresa lo ocurrido en el hospital general, y una
-equivocación afortunada de los enemigos, quienes queriendo encaminarse
-al puente que comunica con el Arrabal, en vez de tomar la calle de
-San Gil que tomó Calvo y es la directa, desfilaron por el arco de
-Cineja, callejuela torcida que va a la Torrenueva. Aprovechándose los
-aragoneses del extravío, los arremetieron en aquella estrechura y los
-acribillaron y despedazaron. Obligoles a hacer alto semejante choque,
-y en el entretanto volviendo Calvo del Arrabal con 600 hombres de
-refresco y otros muchos que se le agregaron, desembocaron juntos y
-de repente en la calle del Coso en donde estaba la columna francesa.
-Embistió con 50 hombres escogidos, y el primero el anciano capitán
-Cerezo, que ya vimos en la Aljafería, yendo armado [para que todo fuera
-extraordinario] de espada y rodela, y bien unido con los suyos se
-arrojaron todos como leones sobre los contrarios, sorprendidos con el
-súbito y furibundo ataque. Acometieron los demás por diversos puntos,
-y disparando desde las casas trabucazos y todo linaje de mortíferos
-instrumentos, acosados los franceses y aterrados, se dispersaron y
-recogieron en los edificios de San Francisco y hospital general.</p>
-
-<p>Anocheció al cesar la pelea, y vueltos los españoles del primer
-sobresalto supieron por experiencia con cuanta ventaja resistirían al
-enemigo dentro de las calles y casas. Sosteníales también la firme
-esperanza de que con el alba<span class="pagenum" id="Page_37">p.
-37</span> aparecería delante de sus puertas un numeroso socorro de
-tropas, que así se lo había prometido su idolatrado caudillo Don José
-de Palafox.</p>
-
-<div class="sidenote">Salida de Palafox<br/> de Zaragoza.</div>
-
-<p>Había partido este de Zaragoza con sus dos hermanos a las doce
-del día del 4, después que los franceses dueños del monasterio de
-Santa Engracia estaban como atascados en las calles que daban al
-Coso. Presumíase con fundamento que no podrían en aquel día vencer
-los obstáculos con que encontraban; mas al mismo tiempo careciendo de
-municiones y menguando la gente, temíase que acabarían por superarlos
-si no llegaban socorros de a fuera, y si además tropas de refresco no
-llenaban los huecos y animaban con su presencia a los tan fatigados
-si bien heroicos defensores. No estaban aquellas lejos de la ciudad,
-pero dilatándose su entrada pensose que era necesario fuese Palafox en
-persona a acelerar la marcha. No quiso este sin embargo alejarse antes
-que le prometiesen los zaragozanos que se mantendrían firmes hasta su
-vuelta. Hiciéronlo así, y teniendo fe en la palabra dada convino en ir
-al encuentro de los socorros.</p>
-
-<p>Correspondió a la esperanza el éxito de la empresa. A últimos de
-junio había desde Cataluña penetrado en Aragón el 2.º batallón de
-voluntarios con 1200 plazas al mando del coronel Don Luis Amat y Terán,
-500 hombres de guardias españolas al del coronel Don José Manso, y
-además dos compañías de voluntarios de Lérida, cuya división se había
-situado en Gelsa, diez leguas de Zaragoza. Cierto que con este auxilio
-y un convoy que bajo su amparo<span class="pagenum" id="Page_38">p.
-38</span> podría meterse en la ciudad sitiada, era dado prolongar la
-defensa hasta la llegada de otro cuerpo de 5000 hombres procedente
-de Valencia que se adelantaba por el camino de Teruel. El tiempo
-urgía; no sobraba la más exquisita diligencia, por lo que, y a mayor
-abundamiento, despachose al mismo Calvo de Rozas para enterar a Palafox
-de lo ocurrido después de su partida y servir de punzante espuela al
-pronto envío de los socorros. Alcanzó el nuevo emisario al general en
-Villafranca de Ebro, pasaron juntos a Osera, cuatro leguas de Zaragoza,
-en donde a las nueve de la noche entraron las tropas alojadas antes en
-Gelsa y Pina.</p>
-
-<p>En dicho pueblo de Osera celebrose consejo de guerra, a que
-asistieron los tres Palafoxes con su estado mayor, el brigadier Don
-Francisco Osina, el coronel de artillería Don J. Navarro Sangrán
-[estos dos procedentes de Valencia] y otros jefes. Informados por el
-intendente Calvo del estado de Zaragoza, sin tardanza se determinó
-que el marqués de Lazán con los 500 hombres de guardias españolas,
-formando la vanguardia se metiese en la ciudad en la madrugada del
-5, que con la demás tropa le siguiese Don José de Palafox, y que
-su hermano Don Francisco quedase a la retaguardia con el convoy de
-víveres y municiones custodiado también por Calvo de Rozas. Acordose
-asimismo que para mantener con brío a los sitiados y consolarlos en su
-angustiada posición, partiesen prontamente a Zaragoza como anunciadores
-y pregoneros del socorro el teniente coronel Don Emeterio Barredo y el
-tío Jorge, cuya<span class="pagenum" id="Page_39">p. 39</span> persona
-rara vez se alejaba del lado de Palafox, siendo capitán de su guardia.
-Partiéronse todos a desempeñar sus respectivos encargos, y la oportuna
-llegada a la ciudad de los mencionados emisarios, desbaratando los
-secretos manejos en que andaban algunos malos ciudadanos, confortó al
-común de la gente y provocó el más arrebatado entusiasmo.</p>
-
-<div class="sidenote">Vuelve Lazán<br/> el 5 con socorros.</div>
-
-<p>A ser posible, hubiera crecido de punto con la entrada, pocas
-horas después, del marqués de Lazán. Retardose la de su hermano y
-la del convoy por un movimiento del general Lefebvre-Desnouettes,
-quien mandaba en jefe en lugar del herido Verdier. Habíanle avisado
-la llegada de Lazán y quería impedir la de los demás, juzgando
-acertadamente que le sería más fácil destruirlos en campo abierto que
-dentro de la ciudad. Palafox, desviándose a Villamayor, situado a
-dos leguas y media, en una altura desde donde se descubre Zaragoza,
-esquivó el combate y aguardó oportunidad de burlar la vigilancia del
-enemigo. Para ejecutar su intento con apariencia fundada de buen
-éxito, mandó que de Huesca se le uniese el coronel Don Felipe Perena
-con 3000 hombres que allí había adiestrado, y después dejando a estos
-en las alturas de Villamayor para encubrir su movimiento, <span
-class="sidenote">El 8, Palafox<br/> con otro nuevo.</span> y valiéndose
-también de otros ardides engañó al enemigo, y de mañana y con el sol
-entró el día 8 por las calles de Zaragoza. Déjase discurrir a qué
-punto se elevaría el júbilo y contentamiento de sus moradores, y cuán
-difícil sería contener sus ímpetus dentro de un término conveniente y
-templado.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_40">p. 40</span>Los franceses, si
-bien sucesivamente habían acrecentado el número de su gente hasta
-rayar en el de 11.000 soldados, estaban descaecidos de espíritu, visto
-que de nada servían en aquella lid las ventajas de la disciplina,
-y que para ir adelante menester era conquistar cada calle y cada
-casa, arrancándolas del poder de hombres tan resueltos y constantes.
-Amilanáronse aún más con la llegada de los auxilios que en la madrugada
-del 5 recibieron los sitiados, y con los que se divisaban en las
-cercanías.</p>
-
-<div class="sidenote">Continúan<br/> los choques<br/> y
-reencuentros.</div>
-
-<p>No por eso desistieron del propósito de enseñorearse de todos los
-barrios de la ciudad, y destruyendo las tapias, formaron detrás líneas
-fortificadas, y construyeron ramales que comunicasen con los que
-estaban alojados dentro.</p>
-
-<p>Desde el 5 hubo continuados tiroteos, peleábase noche y día en casas
-y edificios, incendiáronse algunos y fueron otros teatro de reñidas
-lides. En las más brilló con sus parroquianos el beneficiado Don
-Santiago Sas, y el tío Jorge. También se distinguió en la Puerta de
-Sancho otra mujer del pueblo llamada Casta Álvarez, y mucho por todas
-partes Doña María Consolación de Azlor, condesa de Bureta. A ningún
-vecino atemorizaba ya el bombardeo, y avezados a los mayores riesgos
-bastábales la separación de una calle o de una casa para mirarse
-como resguardados por un fuerte muro u ancho foso. Debieran haberse
-eternizado muchos nombres que para siempre quedaron allí oscurecidos,
-pues siendo tantos y habiéndose convertido los zaragozanos en denodados
-guerreros, su misma muchedumbre ha perjudicado a que se perpetúe su
-memoria.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_41">p. 41</span></p>
-
-<div class="sidenote">Los franceses<br/> reciben el 6<br/> orden<br/>
-de retirarse.</div>
-
-<p>Por entonces empezó a susurrarse la victoria de Bailén. Daban
-crédito los sitiados a noticia para ellos tan plausible, y con desdén y
-sonrisa la oían sus contrarios, cuando de oficio les fue a los últimos
-confirmada el día 6 de agosto. Procurose ocultar al ejército, pero
-por todas partes se traslucía, mayormente habiendo acompañado a la
-noticia la orden de Madrid de que levantasen el sitio y se replegasen
-a Navarra. Meditaban los jefes franceses el modo de llevarlo a efecto,
-<span class="sidenote">Contraorden<br/> poco después.</span> y hubieran
-bien pronto abandonado una ciudad para sus huestes tan ominosa si no
-hubieran poco después recibido contraorden del general Monthion desde
-Vitoria, a fin de que antes de alejarse aguardasen nuevas instrucciones
-de Madrid del jefe de estado mayor Belliard. Permanecieron pues en
-Zaragoza, y continuaron todavía unos y otros en sus empeñados choques
-y reencuentros. Los franceses con desmayo, los españoles con ánimo más
-levantado.</p>
-
-<div class="sidenote">Resolución<br/> magnánima de<br/> los
-zaragozanos.</div>
-
-<p>Así fue que el 8 de agosto, luego que entró Palafox, congregose
-un consejo de guerra, y se resolvió continuar defendiendo con la
-misma tenacidad y valentía que hasta entonces todos los barrios
-de la ciudad, y en caso que el enemigo consiguiese apoderarse de
-ellos, cruzar el río, y en el Arrabal perecer juntos todos los que
-hubiesen sobrevivido. Felizmente su constancia no tuvo que exponerse
-a tan recia prueba, <span class="sidenote">13, orden<br/> definitiva
-dada<br/> a los franceses<br/> de retirarse.</span> pues los franceses,
-sin haber pasado del Coso, recibieron el 13 la orden definitiva de
-retirarse. Llegó para ellos muy oportunamente, porque en el mismo
-día caminando a toda priesa, y conducida<span class="pagenum"
-id="Page_42">p. 42</span> en carros por los naturales del tránsito
-la división de Valencia al mando del mariscal de campo Don Felipe
-Saint-March, <span class="sidenote">Llegada<br/> a Zaragoza<br/> de una
-división<br/> de Valencia.</span> corrió a meterse precipitadamente
-en la ciudad invadida. Y tal era la impaciencia de sus soldados
-por arrojarse al combate, que sin ser mandados y en unión con los
-zaragozanos embistieron a las seis de la tarde desaforadamente al
-enemigo. Hallábase este a punto de desamparar el recinto, y al verse
-acometido apresuró la retirada volando los restos del monasterio
-de Santa Engracia. En seguida se reconcentró en su campamento del
-monte Torrero, y dispuesto a abandonar también aquel punto, <span
-class="sidenote">Aléjanse<br/> los franceses<br/> de Zaragoza<br/> el
-14.</span> prendió por la noche fuego a sus almacenes y edificios,
-clavó y echó en el canal la artillería gruesa, destruyó muchos
-pertrechos de guerra, y al cabo se alejó al amanecer del 14 de las
-cercanías de Zaragoza. La división de Valencia con otros cuerpos
-siguieron su huella, situándose en los linderos de Navarra.</p>
-
-<div class="sidenote">Fin del sitio.</div>
-
-<p>Terminose así el primer sitio de Zaragoza, que costó a los franceses
-más de 3000 hombres y cerca de 2000 a los españoles. Célebre y sin
-ejemplo, más bien que sitio pudiera considerársele como una continuada
-lucha o defensa de posiciones diversas, en las que el entusiasmo y
-personal denuedo llevaba ventaja al calculado valor y disciplina de
-tropas aguerridas. Pues aquellos triunfos eran tanto más asombrosos
-cuanto en un principio y los más señalados fueron conseguidos, no por
-el brazo de hombres acostumbrados a la pelea y estrépitos marciales,
-sino por pacíficos labriegos que ignorando el<span class="pagenum"
-id="Page_43">p. 43</span> terrible arte de la guerra, tan solamente
-habían encallecido sus manos con el áspero y penoso manejo de la azada
-y la podadera.</p>
-
-<div class="sidenote">Alegría<br/> de los aragoneses.<br/> Estado<br/>
-de la ciudad.</div>
-
-<p>Al cerciorarse de la retirada de los franceses prorrumpieron los
-moradores de Zaragoza en voces de alegría con loores eternos al
-Todopoderoso y gracias rendidas a la Virgen del Pilar, que su devoción
-miraba como la principal protectora de sus hogares. No daba facultad
-el gozo para reparar en qué estado quedaba la ciudad: triste era
-verdaderamente. La parte ocupada por los sitiadores arruinada, los
-tejados de la que había permanecido libre hundidos por las granadas y
-bombas. En unos parajes humeando todavía el fuego mal apagado, en otros
-desplomándose la techumbre de grandes edificios, y mostrándose en todos
-el lamentable espectáculo de la desolación y la muerte.</p>
-
-<p>Celebráronse el 25 magníficas exequias por los que habían fallecido
-en defensa de su patria, de quienes nunca mejor pudiera repetirse con
-Pericles, «que en brevísimo tiempo y con breve suerte habían sin temor
-perecido en la cumbre de la gloria.»[*] <span class="sidenote">(* Ap.
-n. <a href="#Ap_5-5" id="Ll_5-5">5-5</a>.)</span> Concedió Palafox a
-los defensores muchos privilegios, entre los que con razón algunos se
-graduaron de desmedidos. Mas este y otros desvíos desaparecieron y se
-ocultaron al resplandor de tantos e inmortales combates.</p>
-
-<div class="sidenote">Cataluña.</div>
-
-<p>No desdijeron de aquella defensa las esclarecidas acciones
-que por entonces y con el mismo buen éxito que las primeras
-acaecieron en Cataluña. El Ampurdán había imitado el ejemplo de los
-otros distritos de su provincia, y estaba<span class="pagenum"
-id="Page_44">p. 44</span> ya sublevado cuando los franceses
-acometieron infructuosamente a Gerona la vez primera. El movimiento
-de sus somatenes fue provechoso a la defensa de aquella plaza,
-<span class="sidenote">Bloqueo<br/> de Figueras por<br/> los
-somatenes.</span> molestando con correrías las partidas sueltas
-del enemigo e interrumpiendo sus comunicaciones. Llevaron más allá
-su audacia, y apoyados en algunos soldados de la corta guarnición
-de Rosas, bloquearon estrechamente el castillo de San Fernando de
-Figueras, defendido por solos 400 franceses con escasas vituallas.
-Despechados estos de verse en apuro por la osadía de meros paisanos,
-quisieron vengarse incomodando con sus bombas a la villa y arruinándola
-sin otro objeto que el de hacer daño. <span class="sidenote">Socorre la
-plaza<br/> el general Reille.</span> Mas hubiéranse quizá arrepentido
-de su bárbara conducta, si estando ya casi a punto de capitular no
-los hubiera socorrido oportunamente el general Reille. Ayudante
-este de Napoleón, había por orden suya llegado a Perpiñán y reunido
-precipitadamente algunas fuerzas. Con ellas y un convoy tocó el 5 de
-julio los muros de Figueras y ahuyentó a los somatenes.</p>
-
-<p>Persuadido Reille que Rosas, aunque en parte desmantelada, atizaba
-el fuego de la insurrección y suministraba municiones y armas,
-intentó el 11 del mismo julio tomarla por sorpresa, pero le salió
-vano su intento habiendo sido completamente rechazado. A la vuelta
-tuvo que padecer bastante, acosado por los somatenes, que en varios
-otros reencuentros, señaladamente en el del Alfar, desbarataron a
-los franceses. <span class="sidenote">Don Juan Clarós.</span> Era su
-principal caudillo Don Juan Clarós, hombre de valor y muy práctico en
-la tierra.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_45">p. 45</span></p>
-
-<div class="sidenote">Vuelve Duhesme<br/> a Gerona.</div>
-
-<p>Duhesme, por su parte, luego que volvió a Barcelona después de
-habérsele desgraciado su empresa de Gerona, no descansaba ni vivía
-tranquilo hasta vengar el recibido agravio. Juntó con premura los
-convenientes medios, y al frente de 6000 hombres, un tren considerable
-de artillería con municiones de boca y guerra, escalas y demás
-pertrechos conducentes a formalizar un sitio, salió de Barcelona el 10
-de julio.</p>
-
-<p>Confiado en el éxito de esta nueva expedición contra Gerona,
-públicamente decía: <i>el 24 llego, el 25 la ataco, la tomo el 26
-y el 27 la arraso</i>. Conciso como César en las palabras no se le
-asemejó en las obras. Por de pronto fue inquietado en todo el camino.
-Detuvieron a sus soldados entre Caldetas y San Pol las cortaduras que
-los somatenes habían abierto, y cuyo embarazo los expuso largo tiempo
-a los fuegos de una fragata inglesa y de varios buques españoles.
-Prosiguiendo adelante se dividieron el 19 en dos trozos, tomando uno
-de ellos la vuelta de las asperezas de Vallgorguina, y el otro la ruta
-de la costa. De este lado tuvieron un reñido choque con la gente que
-mandaba Don Francisco Miláns, y por el de la Montaña, vencidos varios
-obstáculos, con pérdidas y mucha fatiga llegaron el 20 a Hostalrich,
-cuyo gobernador Don Manuel O’Sullivan, de apellido extranjero pero de
-corazón español y nacido en su suelo, contestó esforzadamente a la
-intimación que de rendirse le hizo el general Goulas. Volviéronse a
-unir las dos columnas francesas después de otros reencuentros, y juntas
-avanzaron a Gerona,<span class="pagenum" id="Page_46">p. 46</span> en
-donde el 24 se les agregó el general Reille con más de 2000 hombres
-que traía de Figueras. Aunque a vista de la plaza, no la acometieron
-formalmente hasta principios de agosto, y como el no haber conseguido
-el enemigo su objeto dependió en mucha parte de haberse mejorado la
-situación del principado con los auxilios que de fuera vinieron, y con
-el mejor orden que en él se introdujo, será conveniente que acerca de
-uno y otro echemos una rápida ojeada.</p>
-
-<div class="sidenote">Junta de Lérida.</div>
-
-<p>Habíase congregado en Lérida a últimos de junio una junta general
-en que se representaron los diversos corregimientos y clases del
-principado. Fue su primera y principal mira aunar los esfuerzos, que
-si bien gloriosos, habían hasta entonces sido parciales, combinando
-las operaciones y arreglando la forma de los diversos cuerpos que
-guerreaban. Acordó juntar con ellos y otros alistados el número de
-40.000 hombres, y buscó y encontró en sus propios recursos el medio
-de subvenir a su mantenimiento. Para lisonjear sin duda la opinión
-vulgar de la provincia, adoptó en la organización de la fuerza armada
-la forma antigua de los miqueletes. Motejose con razón esta disposición
-como también el que dándoles mayor paga disgustase a los regimientos
-de línea. Los miqueletes, según Melo, se llamaron antes almogávares,
-cuyo nombre significa gente del campo, que profesaba conocer por
-señales ciertas el rastro de personas y animales. Mudaron su nombre en
-el de <i>miquelets</i> en memoria, dice el mismo autor, de Miquelot
-de Prats, compañero del famoso César Borja. Pudo en aquel siglo y
-aun después convenir<span class="pagenum" id="Page_47">p. 47</span>
-semejante ordenación de paisanos, aunque muchos lo han puesto en duda;
-mas de ningún modo era acomodada al nuestro faltándole la conveniente
-disciplina y subordinación.</p>
-
-<div class="sidenote">Tropas<br/> de Menorca<br/> mandadas<br/> por el
-marqués<br/> del Palacio.</div>
-
-<p>Acudieron también a Cataluña, por el propio tiempo, parte de
-las tropas de las islas Baleares. Al principio se habían negado
-sus habitantes a desprenderse de aquella fuerza, temerosos de un
-desembarco. Pero en julio, más tranquilos, convinieron en que la
-guarnición de Mahón con el marqués del Palacio, que mandaba en Menorca
-desde el principio de la insurrección, se hiciese a la vela para
-Cataluña. Dicho general, si bien había suscitado alteraciones de que
-hubieran podido resultar males y abierta división entre las dos islas
-de Mallorca y Menorca, habíase sin embargo mantenido firmemente adicto
-a la causa de la patria, y contestado con dignidad y energía a las
-insidiosas propuestas que le hicieron los franceses de Barcelona y sus
-parciales.</p>
-
-<p>El 20 de julio salió pues de Menorca la expedición, compuesta de
-4630 hombres, con muchos víveres y pertrechos, y el 23 desembarcó en
-Tarragona. Dio su llegada grande impulso a la defensa de Cataluña,
-y trasladándose sin tardanza de Lérida a aquel puerto la junta del
-principado, nombró por su presidente al marqués del Palacio, y se
-instaló solemnemente el 6 de agosto.</p>
-
-<p>Se empezó desde entonces en aquella parte de España a hacer la
-guerra de un modo mejor y más concertado. Al principio, sin otra guía
-ni apoyo que el valor de sus habitantes, redújose<span class="pagenum"
-id="Page_48">p. 48</span> por lo general a ser defensiva y a incomodar
-separadamente al enemigo. Con este fin determinó el nuevo jefe tomar
-la ofensiva, reforzando la línea de somatenes que cubría la orilla del
-Llobregat. Escogió para mandar la tropa que enviaba a aquel punto al
-brigadier conde de Caldagués, quien se juntó con el coronel Baguet,
-jefe de los somatenes. La presencia de esta gente incomodaba a Lecchi,
-comandante de Barcelona en ausencia de Duhesme, mayormente cuando por
-mar le bloqueaban dos fragatas inglesas, de una de las cuales era
-capitán el después tan conocido y famoso Lord Cochrane. Temíase el
-francés cualquier tentativa, y creció su cuidado luego que supo haber
-los somatenes recobrado el 31 a Mongat con la ayuda de dicho Cochrane,
-y capitaneados por Don Francisco Barceló.</p>
-
-<div class="sidenote">El conde<br/> de Caldagués<br/> va en
-socorro<br/> de Gerona.</div>
-
-<p>No queriendo desperdiciar la ocasión, y valiéndose de la inquietud
-y sobresalto del enemigo, pensó el marqués del Palacio en socorrer a
-Gerona. Al efecto y creyendo que por sí y los somatenes podría distraer
-bastantemente la atención de Lecchi, dispuso que el conde de Caldagués
-saliese de Martorell el 6 de agosto con tres compañías de Soria y
-una de granaderos de Borbón, alrededor de cuyo núcleo esperaba que
-se agruparían los somatenes del tránsito. Así sucedió, agregándose
-sucesivamente Miláns, Clarós y otros al conde de Caldagués, que se
-encaminó por Tarrasa, Sabadell y Granollers a Hostalrich. El 15 se
-aproximaron todos a Gerona, y en Castellá, celebrándose un consejo
-de guerra y de concierto con los de la plaza, se resolvió atacar a
-los<span class="pagenum" id="Page_49">p. 49</span> franceses al día
-siguiente. Contaban los españoles 10.000 hombres, por la mayor parte
-somatenes.</p>
-
-<p>Veamos ahora lo que allí había ocurrido desde que el enemigo
-la había embestido en los últimos días de julio. El número de
-los sitiadores, si no se ha olvidado, ascendía a cerca de 9000
-hombres; el de los nuestros, dentro del recinto, a 2000 veteranos,
-y además el vecindario, muy bien dispuesto y entusiasmado. Los
-franceses, fuese desacuerdo entre ellos, fuesen órdenes de Francia,
-o más bien el trastorno que les causaban las nuevas que recibían
-de todas las provincias de España, continuaron lentamente sus
-trabajos sin intentar antes del 12 de agosto ataque formal. <span
-class="sidenote">Atacan<br/> los franceses<br/> a Gerona<br/> el 13
-de agosto.</span> Aquel día intimaron la rendición, y desechadas que
-fueron sus proposiciones rompieron el fuego a las doce de la noche del
-13. Aviváronle el 14 y 15, acometiendo con particularidad del lado de
-Monjuich, nombre que se da, como en Barcelona, a su principal fuerte.
-Adelantaban en la brecha los enemigos, y muy luego hubiera estado
-practicable, si los sitiados, trabajando con ahinco y guiados por los
-oficiales de Ultonia, no se hubiesen empleado en su reparo.</p>
-
-<p>Apurados, sin embargo, andaban a la sazón que el conde de Caldagués,
-colocado con su división en las cercanías, <span class="sidenote">Son
-derrotados<br/> el 16.</span> trató, estando todos de acuerdo, de
-atacar en la mañana del 16 las baterías que los sitiadores habían
-levantado contra Monjuich. Mas era tal el ardimiento de los soldados de
-la plaza, que sin aguardar la llegada de los de Caldagués, y mandados
-por Don Narciso de la Valeta, Don Enrique O’Donnell y Don Tadeo Aldea,
-se arrojaron sobre las baterías enemigas,<span class="pagenum"
-id="Page_50">p. 50</span> penetraron hasta por sus troneras,
-incendiaron una, se apoderaron de otra y quemaron sus montajes. Hízose
-luego general la refriega: duró hasta la noche quedando vencedores los
-españoles, no obstante la superioridad del enemigo en disciplina y
-orden. <span class="sidenote">Levantan el sitio.</span> Escarmentados
-los franceses abandonaron el sitio, y volviéndose Reille al siguiente
-día a Figueras, enderezó Duhesme sus pasos camino de Barcelona. Pero
-este no atreviéndose a repasar por Hostalrich ni tampoco por la marina,
-ruta en varios puntos cortada y defendida con buques ingleses, se
-metió por en medio de los montes perdiendo carros y cañones, cuyo
-transporte impedían lo agrio de la tierra y la celeridad de la marcha.
-Llegó Duhesme dos días después a la capital de Cataluña con sus tropas
-hambrientas y fatigadas y en lastimoso estado. Terminose así su segunda
-expedición contra Gerona, no más dichosa ni lucida que la primera.</p>
-
-<div class="sidenote">Portugal.</div>
-
-<p>Llevada en España a feliz término esta que podemos llamar su primer
-campaña, será bien volver nuestra vista a la que al propio tiempo
-acabaron los ingleses gloriosamente en Portugal.</p>
-
-<div class="sidenote">Estado de aquel<br/> reino y de su<br/>
-insurrección.</div>
-
-<p>Había aquel reino proseguido en su insurrección, y padecido
-bastantemente algunos de sus pueblos con la entrada de los franceses.
-Cupo suerte aciaga a Leiría y Nazareth, habiendo sido igualmente
-desdichada la de la ciudad de Évora. Era en Portugal difícil el
-arreglo y unión de todas sus provincias por hallarse interrumpidas
-las comunicaciones entre las del norte y mediodía, y arduo por tanto
-establecer un concierto entre ellas para lidiar ventajosamente
-contra<span class="pagenum" id="Page_51">p. 51</span> los franceses.
-La junta de Oporto, animada de buen celo, mas desprovista de medios
-y autoridad, procedía lentamente en la organización militar, y de
-Galicia con escasez y tarde le llegaron cerca de 2000 hombres de
-auxilio. La junta de Extremadura envió por su lado una corta división
-a las órdenes de Don Federico Moreti, con cuya presencia se fomentó
-el alzamiento del Alentejo en tal manera grave a los ojos de Junot,
-que dio orden a Loison para pasar prontamente a aquella provincia,
-desamparando la Beira, en donde este general estaba, después de haber
-inútilmente pisado los lindes de Salamanca y las orillas de Duero.
-Supieron portugueses y españoles que se acercaban los enemigos,
-y al mando aquellos del general Francisco de Paula Leite, <span
-class="sidenote">Évora.</span> y los nuestros al del brigadier Moreti,
-los aguardaron fuera de las puertas de Évora, dentro de cuyos muros se
-había instalado la junta suprema de la provincia. Era el 29 de julio, y
-las tropas aliadas no ofreciendo sino un conjunto informe de soldados
-y paisanos mal armados y peor disciplinados, se dispersaron en breve,
-recogiéndose parte de ellos a la ciudad. Los enemigos avanzaron, mas
-tuvieron dentro que vencer la pertinaz resistencia de los vecinos y
-de muchos de los españoles refugiados allí después de la acción, y
-que, guiados por Moreti y sobre todo por Don Antonio María Gallego,
-disputaron a palmos algunas de las calles. El último quedó prisionero.
-La ciudad fue entregada por el enemigo a saco, desahogando este
-horrorosamente su rabia en casas y vecinos. Moreti con el resto de su
-tropa se acogió a la frontera de Extremadura.<span class="pagenum"
-id="Page_52">p. 52</span> En ella y en la plaza de Olivenza reunía los
-dispersos el general Leite. También al mismo tiempo se ocupaba en el
-Algarbe el conde de Castromarín en allegar y disciplinar reclutas; mas
-tan loables esfuerzos así de esta parte como otros parecidos en la del
-norte de Portugal, no hubieran probablemente conseguido el anhelado
-objeto de libertar el suelo lusitano de enemigos sin la pronta y
-poderosa cooperación de la Gran Bretaña.</p>
-
-<div class="sidenote">Expedición<br/> inglesa enviada<br/> a
-Portugal.</div>
-
-<p>Desde el principio de la insurrección española había pensado
-aquel gobierno en apoyarla con tropas suyas. Así se lo ofreció a los
-diputados de Galicia y Asturias en caso que tal fuese el deseo de las
-juntas; mas estas prefirieron a todo los socorros de municiones y
-dinero, teniendo por infructuoso, y aun quizá perjudicial, el envío de
-gente. Era entonces aquella opinión la más acreditada, y fundábase en
-cierto orgullo nacional loable, mas hijo en parte de la inexperiencia.
-Daba fuerza y séquito a dicha opinión el desconcepto en que estaban
-en el continente las tropas inglesas, por haberse hasta entonces
-malogrado desde el principio de la revolución francesa casi todas
-sus expediciones de tierra. Sin embargo al paso que amistosamente no
-se admitió la propuesta, se manifestó que si el gobierno de S. M. B.
-juzgaba oportuno desembarcar en la península alguna división de su
-ejército, sería conveniente dirigirla a las costas de Portugal, en
-donde su auxilio serviría de mucho a los españoles poniéndoles a salvo
-de cualquier empresa de Junot.</p>
-
-<p>Abrazó la idea el ministerio inglés, y una expedición preparada
-antes de levantarse España,<span class="pagenum" id="Page_53">p.
-53</span> y según se presume contra Buenos Aires, mudó de rumbo, y
-recibió la orden de partir para las costas portuguesas. Púsose a su
-frente al teniente general Sir Arthur Wellesley, conocido después con
-el nombre de duque de Wellington, y de quien daremos breve noticia,
-siendo muy principal el papel que representó en la guerra de la
-península.</p>
-
-<div class="sidenote">Sir Arthur<br/> Wellesley.</div>
-
-<p>Cuarto hijo Sir Arthur del vizconde Wellesley, conde de Mornington,
-había nacido en Irlanda en 1769, el mismo año que Napoleón. De Eton
-pasó a Francia, y entró en la escuela militar de Angers para instruirse
-en la profesión de las armas. Comenzó su carrera en la desastrada
-campaña que en 1793 acaudilló en Holanda el duque de York, donde se
-distinguió por su valor. Detenido a causa de temporales, no se hizo
-a la vela para América en 95, según lo intentaba, y solo en 97 se
-embarcó con dirección a opuestas regiones, yendo a la India oriental
-en compañía de su hermano mayor el marqués de Wellesley, nombrado
-gobernador. Se aventajó por su arrojo y pericia militar en la guerra
-contra Tipoo-Saib y los Máratas, ganándoles con fuerzas inferiores la
-batalla decisiva de Assaye. En 1805 de vuelta a Inglaterra tomó asiento
-en la cámara de los comunes, y se unió al partido de Pitt. Nombrado
-secretario de Irlanda, capitaneó después la tropa de tierra que se
-empleó en la expedición de Copenhague. Hombre activo y resuelto al
-paso que prudente, gozando ya de justo y buen concepto como militar,
-sobremanera aumentó su fama en las venturosas campañas de la península
-española.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_54">p. 54</span></p>
-
-<div class="sidenote">Sale<br/> la expedición<br/> de Cork.</div>
-
-<p>Contaba ahora la expedición de su mando 10.000 hombres, los que
-bien provistos y equipados dieron la vela de Cork el 12 de julio. Al
-emparejar con la costa de España paráronse delante de la Coruña, en
-donde desembarcó el 20 su general Wellesley. Andaba a la sazón aquella
-junta muy atribulada con la rota de Rioseco, y nunca podrían haber
-llegado más oportunamente los ofrecimientos ingleses en caso de querer
-admitirlos. Reiterolos su jefe, pero la junta insistió en su dictamen,
-y limitándose a pedir socorros de municiones y dinero, indicó como más
-conveniente el desembarco en Portugal. Prosiguieron pues su rumbo,
-y poniéndose de acuerdo el general de la expedición con Sir Carlos
-Cotton, <span class="sidenote">Desembarca<br/> en Mondego.</span> que
-mandaba el crucero frente de Lisboa, determinó echar su gente en tierra
-en la bahía de Mondego, fondeadero el más acomodado.</p>
-
-<p>No tardó Wellesley en recibir aviso de que otras fuerzas se le
-juntarían, entre ellas las del general Spencer, antes en Jerez y Puerto
-de Santa María, y también 10.000 hombres procedentes de Suecia al mando
-de Sir Juan Moore. Reunidas que fuesen todas estas tropas con otros
-cuerpos sueltos, debían ascender en su totalidad a 30.000 hombres
-inclusos 2000 de caballería; pero con noticia tan placentera recibió
-otra el general Wellesley por cierto desagradable. Era pues que tomaría
-el mando en jefe del ejército Sir H. Dalrymple, haciendo de segundo
-bajo sus órdenes Sir H. Burrard. Recayó el nombramiento en el primero
-porque habiendo seguido buena correspondencia con Castaños y los
-españoles, se creyó que así se estrecharían los vínculos entre<span
-class="pagenum" id="Page_55">p. 55</span> ambas naciones con la
-cumplida armonía de sus respectivos caudillos.</p>
-
-<p>No obstante la mudanza que se anunciaba, prevínose al general
-Wellesley que no por eso dejase de continuar sus operaciones con la
-más viva diligencia. Autorizado este con semejante permiso, y quizá
-estimulado con la espuela del sucesor, trató sin dilación de abrir la
-campaña. Desembarcadas ya todas sus tropas en 5 de agosto, y arribando
-con las suyas el mismo día el general Spencer, pusiéronse el 9 en
-marcha hacia Lisboa. El 12 se encontraron en Leiría con el general
-portugués Bernardino Freire que mandaba 6000 infantes y 600 caballos
-de su nación. No se avinieron ambos jefes. Desaprobaba el portugués la
-ruta que quería tomar el británico, temeroso de que descubierta Coimbra
-fuese acometida por el general Loison, quien de vuelta ya del Alentejo
-había entrado en Tomar. Por tanto permaneció por aquella parte,
-cediendo solamente a los ingleses 1400 hombres de infantería y 250 de
-caballería que se les incorporaron. Wellesley prosiguió adelante, y el
-15 avanzó hasta Caldas.</p>
-
-<div class="sidenote">Estado de Junot<br/> y sus<br/>
-disposiciones.</div>
-
-<p>El desembarco de sus tropas había excitado en Lisboa y en todos
-los pueblos extremado júbilo y alegría, enflaqueciendo el ánimo de
-Junot y los suyos. Preveían su suerte, principalmente estando ya
-noticiosos de la capitulación de Dupont y retirada de José al Ebro.
-Derramadas sus fuerzas no ofrecían en ningún punto suficiente número
-para oponerse a 15.000 ingleses que avanzaban. Tomó sin embargo
-Junot providencias activas para reconcentrar su gente en<span
-class="pagenum" id="Page_56">p. 56</span> cuanto le era dable. Ordenó
-a Loison dirigirse a la Beira y flanquear el costado izquierdo de sus
-contrarios, y a Kellermann que ahuyentando las cuadrillas de paisanos
-de Alcácer do Sal y su comarca evacuase a Setúbal y se le uniese.
-Negose a prestarle ayuda Siniavin, almirante de la escuadra rusa,
-fondeada en el Tajo, no queriendo combatir a no ser que acometiesen el
-puerto los buques ingleses.</p>
-
-<p>Tampoco descuidó Junot celar que se mantuviese tranquila la populosa
-Lisboa, y para ello en nada acertó tanto como en dejar su gobierno al
-cuidado del general Travot, de todos querido y apreciado por su buen
-porte. Custodiáronse con particular esmero los españoles que yacían en
-pontones, y se atendió a conservar libres las orillas del Tajo. Los
-franceses allí avecindados se mostraron muy aficionados a los suyos, y
-deseosos de su triunfo formaron un cuerpo de voluntarios. El conde de
-Bourmont y otros emigrados, a quienes durante la revolución se habían
-prodigado en Lisboa favores y consuelo, se unieron a sus compatriotas
-solicitando con instancia el mencionado conde que se le emplease en el
-estado mayor.</p>
-
-<p>Tomadas estas disposiciones, pareciole a Junot ser ocasión de
-ponerse a la cabeza de su ejército, e ir al encuentro de los ingleses.
-Pero antes habían estos venido a las manos cerca de Roliça con el
-general Delaborde, quien saliendo de Lisboa el 6 de agosto y juntándose
-en Óbidos con el general Thomières y otros destacamentos, había
-avanzado a aquel punto al frente de 5000 hombres.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_57">p. 57</span></p>
-
-<div class="sidenote">Acción de Roliça.</div>
-
-<p>Eran sus instrucciones no empeñar acción hasta que se le agregasen
-las tropas en varios puntos esparcidas, y limitarse a contener a los
-ingleses. No le fue lícito cumplir aquellas, viéndose obligado a pelear
-con el ejército adversario. Había este salido de su campo de Caldas en
-la madrugada del 17, y encaminádose hacia Óbidos. Se extiende desde
-allí hasta Roliça un llano arenoso cubierto de matorrales y arbustos
-terminado por agrias colinas, las que prolongándose del lado de
-Columbeira casi cierran por su estrechura y tortuosidad el camino que
-da salida al país situado a su espalda. Delaborde tomó posición en un
-corto espacio que hay delante de Roliça, pueblo asentado en la meseta
-de una de aquellas colinas, y de cuyo punto dominaba el terreno que
-habían de atravesar los ingleses. Acercábanse estos divididos en tres
-trozos: mandaba el de la izquierda el general Ferguson, encargado de
-rodear por aquel lado la posición de Delaborde y de observar si Loison
-intentaba incorporársele. El capitán Trant con los portugueses debía
-por la derecha molestar el costado izquierdo de los franceses, quedando
-en el centro el trozo más principal, compuesto de cuatro brigadas y a
-las órdenes inmediatas de Sir Arthur, de cuyo número se destacó por la
-izquierda la del general Fane para darse la mano con la de Ferguson,
-del mismo modo que por la derecha y para sostener a los portugueses se
-separó la del general Hill.</p>
-
-<p>Delaborde no creyéndose seguro en donde estaba, con prontitud
-y destreza se recogió amparado de su caballería detrás de
-Columbeira,<span class="pagenum" id="Page_58">p. 58</span> en paraje
-de difícil acceso, y al que solo daban paso unas barrancas de pendiente
-áspera y con mucha maleza. Entonces los ingleses variaron la ordenación
-del ataque; y uniéndose los generales Fane y Ferguson para rodear el
-flanco derecho del enemigo, acometieron su frente de posición muy
-fuerte los generales Hill y Nightingale. Defendiéronse los franceses
-con gran bizarría, y cuatro horas duró la refriega. Delaborde herido
-y perdida la esperanza de que se le juntara Loison, pensó entonces en
-retirarse, temeroso de ser del todo deshecho por las fuerzas superiores
-de sus contrarios. Primeramente retrocedió a Azambujeira, disputando
-el terreno con empeño. Hizo después una corta parada, y al fin tomó
-el angosto camino de Runha, andando toda la noche para colocarse
-ventajosamente en Montechique. Perdieron los ingleses 500 hombres, 600
-los franceses. Gloriosa fue aquella acción para ambos ejércitos; pues
-peleando briosamente, si favoreció a los últimos su posición, eran los
-primeros en número muy superiores. Con la victoria recobraron confianza
-los soldados ingleses, menguada por anteriores y funestas expediciones;
-y de allí tomó principio la fama del general Wellesley, acrecentada
-después con triunfos más importantes.</p>
-
-<p>No había Loison acudido a unirse con Delaborde receloso de
-comprometer la suerte de su división. Sabía que los ingleses habían
-llegado a Leiría, le observaban de cerca los portugueses y unos 1500
-españoles que de Galicia había traído el marqués de Valladares;
-el país se mostraba hostil, y así no solo juzgó imprudente<span
-class="pagenum" id="Page_59">p. 59</span> empeñarse en semejante
-movimiento, sino que también abandonando a Tomar, siguió por Torres
-Novas a Santarén y el 17 se incorporó en Cercal con Junot. Los
-portugueses luego que le vieron lejos, entraron en Abrantes y se
-apoderaron de casi todo un destacamento que allí había dejado.</p>
-
-<p>Junot por su parte, según acabamos de indicar, se había ya
-adelantado. El 15 de agosto después de celebrar con gran pompa la
-fiesta de Napoleón, por la noche y muy a las calladas había salido
-de Lisboa. Falsas nuevas y el estado de su gente le retardaron en la
-marcha, y no le fue dado antes del 20 reunir sus diversas y separadas
-fuerzas. Aquel día aparecieron juntas en Torres Vedras, y se componían
-de 12.000 infantes y 1500 caballos. Quedaban además las competentes
-guarniciones en Elvas, Almeida, Peniche, Palmela, Santarén y en
-los fuertes de Lisboa. Mandaba la 1.ª división francesa el general
-Delaborde, la 2.ª Loison, y Kellermann la reserva. La caballería y
-artillería se pusieron al cuidado de los generales Margaron y Taviel,
-y en la última arma mandaba la reserva el coronel entonces, y después
-general Foy, célebre y bajo todos respectos digno de loa.</p>
-
-<div class="sidenote">Socorros llegados<br/> al ejército inglés.</div>
-
-<p>Era más numeroso el ejército inglés. Se le habían nuevamente
-agregado 4000 hombres a las órdenes de los generales Anstruther y
-Acland, y constaba en todo de más de 18.000 combatientes. Carecía
-de la suficiente caballería, limitándose a 200 jinetes ingleses y
-250 portugueses. Después de la acción de Roliça no había Wellesley
-perseguido a su contrario. Para proteger el<span class="pagenum"
-id="Page_60">p. 60</span> desembarco en Maceira de los 4000 hombres
-mencionados, había avanzado hasta Vimeiro, en donde casi al propio
-tiempo se le anunció la llegada con 11.000 hombres de Sir Juan Moore.
-A este le ordenó que saltase con su gente en tierra en Mondego, y que
-yendo del lado de Santarén cubriese la izquierda del ejército. No tardó
-tampoco en saberse la llegada de Sir H. Burrard nombrado segundo de
-Dalrymple en el mando: noticia por cierto poco grata para el general
-Wellesley, que esperaba por aquellos días coger nuevos laureles. Su
-plan de ataque estaba ya combinado. Con pleno conocimiento del terreno,
-tomando un camino costero, escabroso y estrecho, pensaba flanquear
-la posición de Torres Vedras, y colocándose en Mafra interponerse
-entre Junot y Lisboa. Había escogido aquellos vericuetos y ásperos
-sitios por considerarlos ventajosos para quien como él andaba escaso
-de caballería. Al aviso de estar cerca Burrard suspendió Wellesley su
-movimiento y se avistó a bordo con aquel general. Conferenciaron acerca
-del plan concertado, y juzgando Burrard ser arriesgada cualquier
-tentativa en tanto que Moore no se les uniese, dispuso aguardarle y que
-permaneciese su ejército en la posición de Vimeiro.</p>
-
-<p>Tuvo empero la dicha el general Wellesley de que Junot, no queriendo
-dar tiempo a que se juntasen todas las fuerzas británicas, resolvió
-atacar inmediatamente a las que en Vimeiro se mantenían tranquilas.</p>
-
-<div class="sidenote">Batalla<br/> de Vimeiro,<br/> 21 de agosto.</div>
-
-<p>Está situado aquel pueblo no lejos del mar en una cañada por donde
-corre el río Maceira.<span class="pagenum" id="Page_61">p. 61</span>
-Al norte se eleva una sierra cortada al oriente por un escarpe en
-cuya hondonada está el lugar de Toledo. En dicha sierra no habían al
-principio colocado los ingleses sino algunos destacamentos. Al sudoeste
-se percibe un cerro en parte arbolado que por detrás continúa hacia
-poniente con cimas más erguidas. Seis brigadas inglesas ocupaban aquel
-puesto. Había otras dos a la derecha del río en una eminencia escueta
-y roqueña que se levanta delante de Vimeiro. En la cañada o valle se
-situaron los portugueses y la caballería.</p>
-
-<p>A las ocho de la mañana del 21 de agosto se divisaron los franceses
-viniendo de Torres Vedras. Imaginose Wellesley ser su intento atacar
-la izquierda de su ejército, que era la sierra al norte; y como estaba
-desguarnecida encaminó a aquel punto, una tras de otra, cuatro de
-las seis brigadas que coronaban las alturas de sudoeste y que era
-su derecha. No había sido tal el pensamiento de los franceses. Mas
-observando su general dicho movimiento, envió sucesivamente para
-sostener a un regimiento de dragones, hacia allí destacado, dos
-brigadas al mando de los generales Brenier y Solignac.</p>
-
-<p>No por eso desistió Junot de proseguir en el plan de ataque que
-había concebido, y cuyo principal blanco era la eminencia situada
-delante de Vimeiro, en donde estaban apostadas, según hemos dicho, dos
-brigadas inglesas, las cuales se respaldaban contra otras dos que aún
-permanecían en las alturas de sudoeste.</p>
-
-<p>Rompió el combate el general Delaborde, siguió a poco Loison, y por
-instantes arreció la<span class="pagenum" id="Page_62">p. 62</span>
-pelea furiosamente. La reserva bajo las órdenes de Kellermann, viendo
-que los suyos no se apoderaban de la eminencia, fue en su ayuda, y
-en uno de aquellos acometimientos hirieron a Foy. Rechazaban los
-ingleses a sus intrépidos contrarios, aunque a veces flaqueaba alguno
-de sus cuerpos. Junot en la reserva observaba y dirigía el principal
-ataque sin descuidar su derecha. Mas en aquella no tuvieron ventura
-los generales Solignac y Brenier, habiendo sido uno herido y otro
-prisionero.</p>
-
-<p>A las doce del día, después de tres horas de inútil lucha y
-disminuido el ejército francés con la pérdida de más de 1800 hombres,
-determinaron sus generales retirarse a una línea casi paralela a la que
-ocupaban los ingleses. Estos con parte de su fuerza todavía intacta
-consideraron entonces como suya la victoria, habiéndose apoderado de
-13 cañones, y solo contando entre muertos y heridos unos 800 hombres.
-Parecía que era llegado el tiempo de perseguir a los vencidos con las
-tropas de refresco. Tal era el dictamen de Sir Arthur Wellesley, sin
-que ya fuese dueño de llevarle a cabo. Durante la acción había llegado
-al campo el general Burrard, a quien correspondía el mando en jefe. Con
-escrúpulo cortesano dejó a Wellesley rematar una empresa dichosamente
-comenzada. Pero al tratar de perseguir al enemigo, recobrando su
-autoridad, opúsose a ello, e insistió en aguardar a Moore. De prudencia
-pudo graduarse semejante opinión antes de la batalla: tanta precaución
-ahora si no disfrazaba celosa rivalidad, excedía los límites de la
-timidez misma.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_63">p. 63</span></p>
-
-<p>Los franceses por la tarde sin ser incomodados se fueron a
-Torres Vedras. El 22 celebró Junot consejo de guerra, en el que
-acordaron abrir negociaciones con los ingleses por medio del general
-Kellermann, no dejando de continuar su retirada a Lisboa. <span
-class="sidenote">Armisticio<br/> entre ambos<br/> ejércitos.</span> Así
-se ejecutó; pero al tocar el negociador francés las líneas inglesas,
-había desembarcado ya y tomado el mando Sir H. Dalrymple. Con lo que en
-menos de dos días tres generales se sucedieron en el campo británico:
-mudanza perjudicial a las operaciones militares y a los tratos que
-siguieron, apareciendo cuán erradamente a veces proceden aun los
-gobiernos más prácticos y advertidos. Propuso Kellermann un armisticio,
-conformose el general inglés y se nombró para concluirle a Sir Arthur
-Wellesley. Convinieron los negociadores en ciertos artículos que debían
-servir de base a un tratado definitivo. Fueron los más principales:
-1.º Que el ejército francés evacuaría a Portugal, siendo transportado
-a Francia con artillería, armas y bagaje por la marina británica. 2.º
-Que a los portugueses y franceses avecindados no se les molestaría por
-su anterior conducta política, pudiendo salir del territorio portugués
-con sus haberes en cierto plazo: y 3.º Que se consideraría neutral el
-puerto de Lisboa durante el tiempo necesario y conforme al derecho
-marítimo, a fin de que la escuadra rusa diese la vela sin ser a su
-salida incomodada por la británica. Señalose una línea de demarcación
-entre ambos ejércitos, quedando obligados recíprocamente a avisarse 48
-horas de antemano en caso de volver a romperse las hostilidades.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_64">p. 64</span></p>
-
-<p>Mientras tanto Junot había el 23 entrado en Lisboa, en donde los
-ánimos andaban muy alterados. Con la noticia de la acción de Roliça
-hubiérase el 20 conmovido la población a no haberla contenido con su
-prudencia el general Travot. Mas permaneciendo viva la causa de la
-fermentación pública, hubieron los franceses de acudir a precauciones
-severas, y aun al miserable y frágil medio de esparcir falsas nuevas,
-anunciando que habían ganado la batalla de Vimeiro. De poco hubieran
-servido sus medidas y artificios si oportunamente no hubiera llegado
-con su ejército el general Junot. A su vista forzoso le fue al
-patriotismo portugués reprimir ímpetus inconsiderados.</p>
-
-<p>Por otra parte el armisticio tropezaba con obstáculos imprevistos.
-El general Bernardino Freire agriamente representó contra su ejecución,
-no habiendo tenido cuenta en lo estipulado ni con su ejército, ni con
-la junta de Oporto, ni tampoco con el príncipe regente de Portugal,
-cuyo nombre no sonaba en ninguno de los artículos. Aunque justa hasta
-cierto punto, fue desatendida tal reclamación. No pudo serlo la de
-Sir C. Cotton, comandante de la escuadra británica, quien no quiso
-reconocer nada de lo convenido acerca de la neutralidad del puerto
-y de los buques rusos allí anclados. Tuvieron pues que romperse las
-negociaciones.</p>
-
-<p>Mucho incomodó a Junot aquel inesperado suceso; y escuchando antes
-que a sus apuros a la altivez de su pecho engreído con no interrumpida
-ventura, dispúsose a guerrear a todo trance. Mas sin recursos,
-angustiados los suyos<span class="pagenum" id="Page_65">p. 65</span>
-y reforzados los contrarios con la división de Moore y un regimiento
-que el general Beresford traía de las aguas de Cádiz, se le ofrecían
-insuperables dificultades. Aumentábanse estas con el brío adquirido por
-la población portuguesa, la que después de las victorias alcanzadas,
-de tropel acudía a Lisboa y estrechaba las cercanías. Carecía también
-de la conveniente cooperación del almirante ruso, indiferente a su
-suerte y firme en no prestarle ayuda. Tal porte enfureció tanto más
-a Junot, cuanto la estancia de aquella escuadra en el Tajo había
-sido causa del rompimiento de las negociaciones entabladas. Así mal
-de su grado, solo y vencido de la amarga situación de su ejército,
-<span class="sidenote">Convenio del<br/> almirante ruso<br/> con el
-inglés.<br/> (* Ap. n. <a href="#Ap_5-6" id="Ll_5-6">5-6</a>.)</span>
-cedió Junot y asintió a la famosa convención concluida en Lisboa el 30
-de agosto entre el general Kellermann y J. Murray, cuartel-maestre del
-ejército inglés. El ruso ajustó por sí en 3 de septiembre un convenio
-con el almirante inglés,[*] según el cual entregaba en depósito su
-escuadra al gobierno británico hasta seis meses después de concluida la
-paz entre sus gobiernos respectivos, debiendo ser transportados a Rusia
-los jefes, oficiales y soldados que la tripulaban.</p>
-
-<div class="sidenote">Convención<br/> de Cintra.<br/> (* Ap. n. <a
-href="#Ap_5-7" id="Ll_5-7">5-7</a>.)</div>
-
-<p>La convención entre francesas e ingleses llamose malamente de
-Cintra, por no haber sido firmada allí ni ratificada.[*] Constaba de
-22 artículos y además otros tres adicionales, partiendo de la base
-del armisticio antes concluido. Los franceses no eran considerados
-como prisioneros de guerra, y debían los ingleses transportarlos a
-cualquier puerto occidental de Francia entre Rochefort y Lorient.
-En el tratado se incluían<span class="pagenum" id="Page_66">p.
-66</span> las guarniciones de las plazas fuertes. Los españoles
-detenidos en pontones o barcos en el Tajo, se entregaban a disposición
-del general inglés, en trueque de los franceses que sin haber
-tomado parte en la guerra hubieran sido presos en España. No eran
-por cierto muchos, y los más habían ya sido puestos en libertad.
-Entre los que todavía permanecían arrestados soltó los suyos la
-junta de Extremadura, condescendiendo con los deseos del general
-inglés. <span class="sidenote">Españoles<br/> de Portugal.</span>
-El número de españoles que gemían en Lisboa presos ascendía a 3500
-hombres, procedentes de los regimientos de Santiago y Alcántara de
-caballería, de un batallón de tropas ligeras de Valencia, de granaderos
-provinciales y varios piquetes; los cuales bien armados y equipados
-desembarcaron en octubre a las órdenes del mariscal de campo Don
-Gregorio Laguna en la Rápita de Tortosa y en los Alfaques. Los demás
-artículos de la convención tuvieron sucesivamente cumplido efecto.
-Algunos de ellos suscitaron acaloradas disputas: sobre todo los que
-tenían relación con la propiedad de los individuos. Esto, y falta de
-transportes, dilataron la partida de los franceses.</p>
-
-<p>Causaba su presencia desagradable impresión, y tuvieron los ingleses
-que velar noche y día para que no se perturbase la tranquilidad de
-Lisboa. No tanto ofendía a sus habitantes la franca salida que por
-la convención se daba a sus enemigos, cuanto el poco aprecio con
-que en ella eran tratados el príncipe regente y su gobierno. No se
-mentaba ni por acaso su nombre, y si en el armisticio había cabido la
-disculpa de ser un puro convenio militar, en el nuevo tratado<span
-class="pagenum" id="Page_67">p. 67</span> en que se mezclaban intereses
-políticos no era dado alegar las mismas razones. De aquí se promovió
-un reñido altercado entre la junta de Oporto y los generales ingleses.
-Al principio quisieron estos aplacar el enojo de aquella; <span
-class="sidenote">Restablecen<br/> los ingleses<br/> la regencia<br/> de
-Portugal.</span> mas al fin desconocieron su autoridad y la de todas
-las juntas creadas en Portugal. Restablecieron en 18 de septiembre
-conforme a instrucción de su gobierno la regencia que al partir al
-Brasil había dejado el príncipe Don Juan, y tan solo descartaron las
-personas ausentes o comprometidas con los franceses. Portugal reconoció
-el nuevo gobierno y se disolvieron todas sus juntas.</p>
-
-<p>El 13 de septiembre dio la vela Junot y su nave dirigió el rumbo a La
-Rochelle. El 30 todas sus tropas estaban ya embarcadas, y unas en pos
-de otras arribaron a Guiberon y Lorient. Faltaban las de las plazas,
-para cuya salida hubo nuevos tropiezos. <span class="sidenote">Elvas
-sitiada<br/> por los españoles.</span> El general español Don José
-de Arce por orden de la junta de Extremadura había asediado el 7 de
-septiembre a Elvas, y obligado al comandante francés Girod de Novilars
-a encerrarse en el fuerte de La Lippe. Sobrado tardía era en verdad
-la tentativa de los españoles, y llevaba traza de haberse imaginado
-después de sabida la convención entre franceses e ingleses. Despacharon
-estos para cumplirla en aquella plaza un regimiento, pero Arce y
-la junta de Extremadura se opusieron vivamente a que se dejase ir
-libres a los que sus soldados sitiaban. Cruzáronse escritos de una y
-otra parte, hubo varias y aun empeñadas explicaciones, mas al cabo
-se arregló todo amistosamente con el coronel inglés Graham. <span
-class="sidenote">Almeida,<br/> por los<br/> portugueses.</span> No
-anduvieron respecto<span class="pagenum" id="Page_68">p. 68</span> de
-Almeida más dóciles los portugueses, quienes cercaban la plaza. Hasta
-primeros de octubre no se removieron los obstáculos que se oponían a la
-entrega, y aun entonces hubo de serles a los franceses harto costosa.
-Libres ya y próximos a embarcarse en Oporto, sublevose el pueblo de
-aquella ciudad con haber descubierto entre los equipajes ornamentos y
-alhajas de iglesia. Despojados de sus armas y haberes debieron la vida
-a la firmeza del inglés Sir Roberto Wilson que mandaba un cuerpo de
-portugueses, conteniendo a duras penas la embravecida furia popular.</p>
-
-<p>Con el embarco de la guarnición de Almeida quedaba del todo cumplida
-la convención llamada de Cintra. Fue penosa la travesía de las tropas
-francesas, maltratado el convoy por recios temporales. Cerca de 2000
-hombres perecieron, naufragando tripulaciones y transportes: 22.000
-arribaron a Francia, 29.000 habían pisado el suelo portugués. Pocos
-meses adelante los mismos soldados aguerridos y mejor disciplinados
-volvieron de refresco sobre España.</p>
-
-<div class="sidenote">Desaprobación<br/> general<br/> de la
-convención<br/> de Cintra<br/> en Inglaterra.</div>
-
-<p>La convención no solamente indignó a los portugueses y fue censurada
-por los españoles, sino que también levantó contra ella el clamor de
-la Inglaterra misma. Llenos de satisfacción y contento habían estado
-sus habitantes al eco de las victorias de Roliça y Vimeiro. De ello
-fuimos testigos, y de los primeros. Traemos a la memoria que en 1.º de
-septiembre y a cosa de las nueve de la noche asistiendo a un banquete
-en casa de Mr. Canning, se anunció de improviso la llegada del capitán
-Campbell portador<span class="pagenum" id="Page_69">p. 69</span> de
-ambas nuevas. Estaban allí presentes los demás ministros británicos, y
-a pesar de su natural y prudente reserva, con las victorias conseguidas
-desabrocharon sus pechos con júbilo colmado. No menor se mostró en
-todas las ciudades y pueblos de la gran Bretaña. Pero enturbiole bien
-luego la capitulación concedida a Junot, creciendo el enojo a par de lo
-abultado de las esperanzas. Muchos decían que los españoles hubieran
-conseguido triunfo más acabado. Tan grande era el concepto del brío y
-pericia militar de nuestra nación, exagerado entonces, como después
-sobradamente deprimido al llegar derrotas y contratiempos. Aparecía
-el despecho y la ira hasta en los papeles públicos, cuyas hojas se
-orlaban con bandas negras, pintando también en caricaturas e impresos
-a sus tres generales colgados de un patíbulo afrentoso. Cundió el
-enojo de los particulares a las corporaciones, y las hubo que elevaron
-hasta el solio enérgicas representaciones. Descolló entre todas la
-del cuerpo municipal de Londres. No en vano levanta en Inglaterra su
-voz la opinión nacional. A ella tuvieron que responder los ministros
-ingleses, nombrando una comisión que informase acerca del asunto, y
-llamando a los tres generales Dalrymple, Burrard y Wellesley para que
-satisficiesen a los cargos. Hubo en el examen de su conducta varios
-incidentes, mas al cabo conformándose S. M. B. con el unánime parecer
-de la comisión, declaró no haber lugar a la formación de causa, al
-paso que desechó los artículos de la convención, cuyo contenido
-podría ofender o perjudicar a españoles y<span class="pagenum"
-id="Page_70">p. 70</span> portugueses. Decisión que a pocos agradó, y
-sobre la que se hicieron justos reparos.</p>
-
-<p>Nosotros creemos que si bien hubieran podido sacarse mayores
-ventajas de las victorias de Roliça y Vimeiro, fue empero de gran
-provecho el que se desembarazase a Portugal de enemigos. Con la
-convención se consiguió pronto aquel objeto; sin ella quizá se hubiera
-empeñado una lucha más larga, y España embarazada con los franceses
-a la espalda no hubiera tan fácilmente podido atender a su defensa y
-arreglo interior.</p>
-
-<div class="sidenote">Declaración<br/> de S. M. B.<br/> de 4 de
-julio.</div>
-
-<p>Estas pues habían sido las victorias conseguidas por las armas
-aliadas antes del mes de septiembre en el territorio peninsular, con
-las que se logró despejar su suelo hasta las orillas de Ebro. Por el
-mismo tiempo fueron también de entidad los tratos y conciertos que hubo
-entre el gobierno de S. M. B. y las juntas españolas, los cuales dieron
-ocasión a acontecimientos importantes.</p>
-
-<p>Hablamos en su origen del modo lisonjero con que habían sido
-tratados los diputados de Asturias y Galicia. Se habían ido estrechando
-aquellas primeras relaciones, y además de los cuantiosos auxilios
-mencionados y que en un principio se despacharon a España, fueron
-después otros nuevos y pecuniarios. Creciendo la insurrección y
-afirmándose maravillosamente, dio S. M. B.[*] <span class="sidenote">(*
-Ap. n. <a href="#Ap_5-8" id="Ll_5-8">5-8</a>.)</span> una prueba
-solemne de adhesión a la causa de los españoles, publicando en 4 de
-julio una declaración por la que se renovaban los antiguos vínculos
-de amistad entre ambas naciones. Realmente estaban ya restablecidos
-desde<span class="pagenum" id="Page_71">p. 71</span> primeros de
-junio; pero a mayor abundamiento quísose dar a la nueva alianza toda
-autoridad por medio de un documento público y de oficio.</p>
-
-<div class="sidenote">Peticiones<br/> y reclamaciones<br/> que se
-hacen<br/> a los diputados<br/> españoles.</div>
-
-<p>La unión franca y leal de ambos paises, y el tropel portentoso
-de inesperados sucesos habían excitado en Inglaterra un vivo deseo
-de tomar partido con los patriotas españoles. No se limitó aquel a
-los naturales, no a aventureros ansiosos de buscar fortuna. Cundió
-también a extranjeros y subió hasta personajes célebres e ilustres. Los
-diputados españoles careciendo de la competente facultad se negaron
-constantemente a escuchar semejantes solicitudes. Sería prolijo
-reproducir aun las más principales. Contentarémonos con hacer mención
-de dos de las más señaladas. Fue una la del general Dumourier: <span
-class="sidenote">Dumourier.</span> con ahinco solicitaba trasladarse
-a la península, y tener allí un mando, o por lo menos ayudar de cerca
-con sus consejos. Figurábase que ellos y su nombre desbaratarían las
-huestes de Napoleón. Tachado de vario e inconstante en su conducta,
-y también de poco fiel a su patria, mal hubiera podido merecer la
-confianza de otra adoptiva. De muy diverso origen procedía la segunda
-solicitud, y de quien bajo todos respectos y por sus desgracias
-y las de su familia merecía otro miramiento y atención. <span
-class="sidenote">Conde de Artois.</span> Sin embargo no les fue dado
-a los diputados acceder al noble sacrificio que quería hacer de su
-persona el conde de Artois [hoy Carlos X de Francia] partiendo a España
-a pelear en las filas españolas.</p>
-
-<p>Acompañaron a estas gestiones otras no dignas de olvido. Pocos días
-habían corrido después de la llegada a Londres de los diputados<span
-class="pagenum" id="Page_72">p. 72</span> de Asturias, cuando el duque
-de Blacas [entonces conde] se les presentó <span class="sidenote">Luis
-XVIII.</span> a nombre de Luis XVIII, ilustre cabeza de la familia de
-Borbón, con objeto de reclamar el derecho al trono español que asistía
-a la rama de Francia, extinguida que fuese la de Felipe V. Evitando
-tan espinosa cuestión por anticipada, se respondió de palabra y con
-el debido acatamiento a la reclamación de un príncipe desventurado y
-venerable, lejos todavía de imaginarse que la insurrección de España le
-serviría de primer escalón para recuperar el trono de sus mayores. Más
-secamente se replicó a la nota, que al mismo propósito escribió a los
-diputados <span class="sidenote">Príncipe<br/> de Castelcicala.</span>
-en favor de su amo, el príncipe de Castelcicala, embajador de Fernando
-IV, rey de las dos Sicilias. Provocó la diferencia en la contestación
-el modo poco atento y desmañado con que dicho embajador se expresó,
-pues al paso que reivindicaba derechos de tal cuantía, estudiosamente
-aun en el estilo esquivaba reconocer la autoridad de las juntas. La
-relación de estos hechos muestra la importancia que ya todos daban
-a la insurrección de España, deprimida entonces y desfigurada por
-Napoleón.</p>
-
-<p>Pero si bien eran lisonjeros aquellos pasos, no podían fijar tanto
-la atención de los diputados como otros negocios que particularmente
-interesaban al triunfo de la buena causa. Para su prosecución se
-agregaron en primeros de julio a los de Galicia y Asturias los
-diputados de Sevilla el teniente general Don Juan Ruiz de Apodaca y el
-mariscal de campo Don Adrián Jácome. Unidos no solamente promovieron
-el<span class="pagenum" id="Page_73">p. 73</span> envío de socorros,
-sino que además volvieron la vista al Norte de Europa. Despacharon a
-Rusia un comisionado, mas ya fuese falta suya o que aquel gabinete no
-estuviese todavía dispuesto a desavenirse con Francia, la tentativa no
-tuvo ninguna resulta. Mas dichosa fue la que hicieron para libertar la
-división española que estaba en Dinamarca a las órdenes del marqués de
-la Romana, merced al patriotismo de sus soldados, y a la actividad y
-celo de la marina inglesa.</p>
-
-<div class="sidenote">Tropa española<br/> en Dinamarca.</div>
-
-<p>Hubiérase achacado a desvarío pocos meses antes el figurarse
-siquiera que aquellas tropas a tan gran distancia de su patria y
-rodeadas del inmenso poder y vigilancia de Napoleón, pisarían de nuevo
-el suelo español burlándose de precauciones, y aun sirviéndoles para su
-empresa las mismas que contra su libertad se habían tomado. Constaba a
-la sazón su fuerza de 14.198 hombres, y se componía de la división que
-en la primavera de 1807 había salido de España con el marqués de la
-Romana, y de la que estaba en Toscana y se le juntó en el camino. Por
-agosto de aquel año y a las órdenes del mariscal Bernadotte, príncipe
-de Ponte-Corvo, ocupaban dichas divisiones a Hamburgo y sus cercanías,
-después de haber gloriosamente peleado algunos de los cuerpos en el
-sitio de Stralsunda. Resuelto Napoleón a enseñorearse de España,
-juzgó prudente colocarlos en paraje más seguro, y con pretexto de
-una invasión en Suecia los aisló y dividió en el territorio danés.
-Estrecholos así entre el mar y su ejército. Napoleón determinó que
-ejecutasen aquel movimiento en marzo de 1808. Cruzó la vanguardia
-el<span class="pagenum" id="Page_74">p. 74</span> pequeño Belt y
-desembarcó en Fionia. La impidió atravesar el gran Belt e ir a Zelandia
-la escuadra inglesa que apareció en aquellas aguas. Lo restante de la
-fuerza española detenida en el Schleswig, se situó después en las islas
-de Langeland y Fionia y en la península de Jutlandia. Así continuó,
-excepto los regimientos de Asturias y Guadalajara que de noche y
-precavidamente consiguieron pasar el gran Belt y entrar en Zelandia.
-Las novedades de España aunque alteradas y tardías habían penetrado
-en aquel apartado reino. Pocas eran las cartas que los españoles
-recibían, interceptando el gobierno francés las que hablaban de las
-mudanzas intentadas o ya acaecidas. Causaba el silencio desasosiego en
-los ánimos, y aumentaba el disgusto el verse las tropas divididas y
-desparramadas.</p>
-
-<p>En tal congoja recibiose en junio un despacho de Don Mariano Luis
-de Urquijo para que se reconociese y prestase juramento a José, con la
-advertencia «de que se diese parte si había en los regimientos algún
-individuo tan exaltado que no quisiera conformarse con aquella soberana
-resolución, desconociendo el interés de la familia real y de la nación
-española.» No acompañaron a este pliego otras cartas o correspondencia,
-lo que despertó nuevas sospechas. También el 24 del mismo mes había
-al propio fin escrito al de la Romana el mariscal Bernadotte. El
-descontento de soldados y oficiales era grande, los susurros y
-hablillas muchos, y temíanse los jefes alguna seria desazón. Por tanto
-adoptáronse para cumplir la orden recibida convenientes medidas, que
-no del todo bastaron.<span class="pagenum" id="Page_75">p. 75</span>
-En Fionia salieron gritos de entre las filas de Almansa y Princesa de
-<i>viva España</i> y <i>muera Napoleón</i>, y sobre todo el tercer
-batallón del último regimiento anduvo muy alterado. Los de Asturias
-y Guadalajara abiertamente se sublevaron en Zelandia, fue muerto un
-ayudante del general Fririon, y este hubiera perecido si el coronel del
-primer cuerpo no le hubiese escondido en su casa. Rodeados aquellos
-soldados fueron desarmados por tropas danesas. Hubo también quien
-juró con condición de que José hubiese subido al trono sin oposición
-del pueblo español. Cortapisa honrosa y que ponía a salvo la más
-escrupulosa conciencia, aun en caso de que obligase un juramento
-engañoso, cuyo cumplimiento comprometía la suerte e independencia de la
-patria.</p>
-
-<div class="sidenote">Marqués<br/> de la Romana.</div>
-
-<p>Mas semejantes ocurrencias excitaron mayor vigilancia en el gobierno
-francés. Aunque ofendidos e irritados, calladamente aguantaban los
-españoles hasta poder en cuerpo o por separado libertarse de la mano
-que los oprimía. El mismo general en jefe viose obligado a reconocer al
-nuevo rey, dirigiéndole, como a Bernadotte, una carta harto lisonjera.
-La contradicción que aparece entre este paso y su posterior conducta se
-explica con la situación crítica de aquel general y su carácter; por lo
-que daremos de él y de su persona breve noticia.</p>
-
-<p>Don Pedro Caro y Sureda marqués de la Romana, de una de las más
-ilustres casas de Mallorca, había nacido en Palma, capital de aquella
-isla. Su edad era la de 46 años, de pequeña estatura, mas de complexión
-recia y enjuta,<span class="pagenum" id="Page_76">p. 76</span>
-acostumbrado su cuerpo a abstinencia y rigor. Tenía vasta lectura no
-desconociendo los autores clásicos latinos y griegos, cuyas lenguas
-poseía. De la marina pasó al ejército al empezar la guerra de Francia
-en 1793, y sirvió en Navarra a las órdenes de su tío Don Juan Ventura
-Caro. Yendo de allí a Cataluña ascendió a general, y mostrose entendido
-y bizarro. Obtuvo después otros cargos. Habiendo antes viajado en
-Francia, se le miró como hombre al caso para mandar la fuerza española
-que se enviaba al Norte. Faltábale la conveniente entereza, pecaba
-de distraído, cayendo en olvidos y raras contradicciones. Juguete de
-aduladores, se enredaba a veces en malos e inconsiderados pasos. Por
-fortuna en la ocasión actual no tuvieron cabida aviesas insinuaciones,
-así por la buena disposición del marqués, como también por ser casi
-unánime en favor de la causa nacional la decisión de los oficiales y
-personas de cuenta que le rodeaban.</p>
-
-<p>Bien pronto en efecto se les ofreció ocasión de justificar los
-nobles sentimientos que los animaban. Desde junio los diputados de
-Galicia y Asturias habían procurado por medio de activa correspondencia
-ponerse en comunicación con aquel ejército; mas en vano: sus cartas
-fueron interceptadas o se retardaron en su arribo. También el gobierno
-inglés envió un clérigo católico de nombre Robertson, el que si bien
-consiguió abocarse con el marqués de la Romana, nada pudo entre
-ellos concluirse ni determinarse definitivamente. Mientras tanto
-llegaron a Londres Don Juan Ruiz de Apodaca y<span class="pagenum"
-id="Page_77">p. 77</span> Don Adrián Jácome, y como era urgente
-sacar, por decirlo así, de cautiverio a los soldados españoles
-de Dinamarca, concertáronse todos los diputados y resolvieron
-que los de Andalucía enviasen al Báltico a su secretario, <span
-class="sidenote">Lobo.</span> el oficial de marina Don Rafael Lobo,
-sujeto capaz y celoso. Proporcionó buque el gobierno inglés, y
-haciéndose a la vela en julio arribó Lobo el 4 de agosto al gran Belt,
-en donde con el mismo objeto se había apostado a las órdenes de Sir
-R. Keats parte de la escuadra inglesa que cruzaba en los mares del
-Norte.</p>
-
-<p>Don Rafael Lobo ancló delante de las islas dinamarquesas, a tiempo
-que en aquellas costas se había despertado el cuidado de los franceses
-por la presencia y proximidad de dicha escuadra. Deseoso de avisar su
-venida empleó Lobo inútilmente varios medios de comunicar con tierra.
-Empezaba ya a desesperanzar, <span class="sidenote">Fábregues.</span>
-cuando el brioso arrojo del oficial de voluntarios de Cataluña Don
-Juan Antonio Fábregues, puso término a la angustia. Había este ido
-con pliegos desde Langeland a Copenhague. A su vuelta con propósito
-de escaparse, en vez de regresar por el mismo paraje, buscó otro
-apartado, en donde se embarcó mediante un ajuste con dos pescadores.
-En la travesía columbrando tres navíos ingleses fondeados a cuatro
-leguas de la costa, arrebatado de noble inspiración tiró del sable
-y ordenó a los dos pescadores, únicos que gobernaban la nave, hacer
-rumbo a la escuadra inglesa. Un soldado español que iba en su compañía
-ignorando su intento, arredrose y dejó caer el fusil de las manos. Con
-presteza<span class="pagenum" id="Page_78">p. 78</span> cogió el arma
-uno de los marineros, y mal lo hubiera pasado Fábregues, si pronto y
-resuelto este, dando al danés un sablazo en la muñeca, no le hubiese
-desarmado. Forzados pues se vieron los dos pescadores a obedecer al
-intrépido español. Déjase discurrir de cuánto gozo se embargarían los
-sentidos de Fábregues al encontrarse a bordo con Lobo, como también
-cuánta sería la satisfacción del último cerciorándose de que la suerte
-le proporcionaba seguro conducto de tratar y corresponder con los jefes
-españoles.</p>
-
-<p>No desperdiciaron ni uno ni otro el tiempo que entonces era a
-todos precioso. Fábregues a pesar del riesgo se encargó de llevar la
-correspondencia, y de noche y a hurtadillas le echó en la costa de
-Langeland un bote inglés. Avistose a su arribo y sin tardanza con el
-comandante español, que también lo era de su cuerpo, Don Ambrosio de la
-Cuadra, confiado en su militar honradez. No se engañó porque asintiendo
-este a tan digna determinación, prontamente y disfrazado despachó al
-mismo Fábregues para que diese cuenta de lo que pasaba al marqués de
-la Romana. Trasladose a Fionia en donde estaba el cuartel general, y
-desempeñó en breve y con gran celo su encargo.</p>
-
-<p>Causaron allí las nuevas que traía profunda impresión. Crítica
-era en verdad y apurada la posición de su jefe. Como buen patricio
-anhelaba seguir el pendón nacional, mas como caudillo de un ejército
-pesábale la responsabilidad en que incurriría si su noble intento se
-desgraciaba. Perplejo se hubiera quizá mantenido<span class="pagenum"
-id="Page_79">p. 79</span> a no haberle estimulado con su opinión y
-consejos los demás oficiales. <span class="sidenote">Dispónense<br/> a
-embarcarse<br/> las tropas<br/> del Norte.</span> Decidiose en fin al
-embarco, y convino secretamente con los ingleses en el modo y forma de
-ejecutarle. Al principio se había pensado en que se suspendiese hasta
-que noticiosas del plan acordado las tropas que había en Zelandia y
-Jutlandia, se moviesen todas a un tiempo antes de despertar el recelo
-de los franceses. Mas informados estos de haber Fábregues comunicado
-con la escuadra inglesa, menester fue acelerar la operación trazada.</p>
-
-<p>Dieron principio a ella los que estaban en Langeland enseñoreándose
-de la isla. Prosiguió Romana y se apoderó el 9 de agosto de la ciudad
-de Nyborg, punto importante para embarcarse y repeler cualquier ataque
-que intentasen 3000 soldados dinamarqueses existentes en Fionia. Los
-españoles acuartelados en Swendborg y Faaborg al mediodía de la misma
-isla, se embarcaron para Langeland también el 9, y tomaron tierra
-desembarazadamente. Con más obstáculos tropezó el regimiento de Zamora,
-acantonado en Fridericia: <span class="sidenote">Kindelán.</span>
-engañole Don Juan de Kindelán, segundo de Romana, que allí mandaba.
-Aparentando desear lo mismo que sus soldados dispúsose a partir y aun
-embarcó su equipaje; pero en el entretanto no solo dio aviso de lo que
-ocurría al mariscal Bernadotte, sino que temiendo que se descubriese
-su perfidia, cautelosamente y por una puerta falsa se escapó de su
-casa. Amenazados por aquel desgraciado incidente apresuráronse los de
-Zamora a pasar a Middlefahrt, y sin descanso caminaron desde allí<span
-class="pagenum" id="Page_80">p. 80</span> por espacio de veintiuna
-horas, hasta incorporarse en Nyborg con la fuerza principal, habiendo
-andado en tan breve tiempo más de dieciocho leguas de España. Huido
-Kindelán y advertidos los franceses, parecía imposible que se salvasen
-los otros regimientos que había en Jutlandia: con todo lo consiguieron
-dos de ellos. Fue el primero el de caballería del Rey. Ocupaba a
-Aarhus, y por el cuidado y celo de su anciano coronel, fletando barcas
-salvose y arribó a Nyborg. Otro tanto sucedió con el del Infante,
-también de caballería, situado en Manders y por consiguiente más lejos
-y al norte. No tuvo igual dicha el de Algarbe, único que allí quedaba.
-Retardó su marcha por indecisión de su coronel, y aunque más cerca de
-Fionia que los otros dos, fue sorprendido por las tropas francesas. En
-aquel encuentro el capitán Costa que mandaba un escuadrón, al verse
-vendido prefirió acabar con su vida tirándose un pistoletazo. Imposible
-fue a los regimientos de Asturias y Guadalajara acudir al punto de
-Corsoer que se les había indicado como el más vecino a Nyborg desde
-la costa opuesta de Zelandia. Desarmados antes, según hemos visto, y
-cuidadosamente observados, envolviéronlos las tropas danesas al ir a
-ejecutar su pensamiento. Así que entre estos dos cuerpos el de Algarbe
-de caballería, algunas partidas sueltas y varios oficiales ausentes por
-comisión o motivo particular, quedaron en el norte 5160 hombres, y 9038
-fueron los que unidos en Langeland y pasada reseña se contaron prontos
-a dar la vela. Abandonáronse los caballos no habiendo ni transportes ni
-tiempo para embarcarlos. Muchos<span class="pagenum" id="Page_81">p.
-81</span> de los jinetes no tuvieron ánimo para matarlos, y siendo
-enteros y viéndose solos y sin freno, se extendieron por la comarca y
-esparcieron el desorden y espanto.</p>
-
-<div class="sidenote">Kindelán<br/> y Guerrero.</div>
-
-<p>Don Juan de Kindelán había en el intermedio llegado al cuartel
-general de Bernadotte, y no contento con los avisos dados, descubrió
-al capitán de artillería Don José Guerrero, encargado por Romana de
-una comisión importante en el Schleswig. Arrestáronle, y enfurecido
-con la alevosía de Kindelán apellidole traidor delante de Bernadotte,
-quedando aquel avergonzado y mirándole después al soslayo los mismos a
-quienes servía: merecido galardón a su villano proceder. Salvó la vida
-a Guerrero la hidalga generosidad del mariscal francés, quien le dejó
-escapar y aun en secreto le proporcionó dinero.</p>
-
-<div class="sidenote">Juramento<br/> de los españoles<br/> en
-Langeland.</div>
-
-<p>Mas al paso que tan dignamente se portaba con un oficial honrado y
-benemérito, forzoso le fue, obrando como general, poner en práctica
-cuantos medios estaban a su alcance para estorbar la evasión de
-los españoles. Ya no era dado ejecutarlo por la violencia. Acudió
-a proclamas y exhortaciones, esparciendo además sus agentes falsas
-nuevas, y procurando sembrar rencillas y desavenencias. Pero ¡cuán
-grandioso espectáculo no ofrecieron los soldados españoles en respuesta
-a aquellos escritos y manejos! Juntos en Langeland, clavadas sus
-banderas en medio de un círculo que formaron, y ante ellas hincados de
-rodillas, juraron con lágrimas de ternura y despecho ser fieles a su
-amada patria y desechar seductoras ofertas. No; la antigüedad,<span
-class="pagenum" id="Page_82">p. 82</span> con todo el realce que
-dan a sus acciones el transcurso del tiempo y la elocuente pluma de
-sus egregios escritores, no nos ha transmitido ningún suceso que a
-este se aventaje. Nobles e intrépidos sin duda fueron los griegos
-cuando unidos a la voz de Jenofonte para volver a su patria, dieron
-a las falaces promesas del rey de Persia aquella elevada y sencilla
-respuesta [*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_5-9"
-id="Ll_5-9">5-9</a>.)</span> «hemos resuelto atravesar el país
-pacíficamente si se nos deja retirarnos al suelo patrio, y pelear
-hasta morir si alguno nos lo impidiese.» Mas a los griegos no les
-quedaba otro partido que la esclavitud o la muerte; a los españoles,
-permaneciendo sosegados y sujetos a Napoleón, con largueza se les
-hubieran dispensado premios y honores. Aventurándose a tornar a su
-patria, los unos, llegados que fuesen, esperaban vivir tranquilos y
-honrados en sus hogares; los otros, si bien con nuevo lustre, iban a
-empeñarse en una guerra larga, dura y azarosa, exponiéndose, si caían
-prisioneros, a la tremenda venganza del emperador de los franceses.</p>
-
-<div class="sidenote">Dan la vela<br/> para España.</div>
-
-<p>Urgiendo volver a España, y siendo prudente alejarse de costas
-dominadas por un poderoso enemigo, abreviaron la partida de Langeland y
-el 13 se hicieron a la vela para Gotemburgo en Suecia. En aquel puerto,
-entonces amigo, aguardaron transportes, y antes de mucho dirigieron
-el rumbo a las playas de su patria, en donde no tardaremos en verlos
-unidos a los ejércitos lidiadores.</p>
-
-<div class="sidenote">Trátase de reunir<br/> una junta central.</div>
-
-<p>Habiendo llegado los asuntos públicos dentro y fuera del reino a tal
-punto de pronta e impensada felicidad, cierto que no faltaba para<span
-class="pagenum" id="Page_83">p. 83</span> que fuese cumplida sino
-reconcentrar en una sola mano o cuerpo la potestad suprema. Mas la
-discordancia sobre el modo y lugar, las dificultades que nacieron de un
-estado de cosas tan nuevo, y rivalidades y competencias retardaron su
-nombramiento y formación.</p>
-
-<div class="sidenote">Situación<br/> de Madrid.</div>
-
-<p>Perjudicó también a la apetecida brevedad; la situación en que quedó
-a la salida del enemigo la capital de la monarquía. Los moradores
-ausentes unos, y amedrantados otros con el duro escarmiento del 2 de
-mayo, o no pudieron o no osaron nombrar un cuerpo que, a semejanza de
-las demás provincias, tomase las riendas del gobierno de su territorio
-y sirviese de guía a todo el reino. Verdad es que Madrid ni por su
-población ni por su riqueza no habiendo nunca ejercido, como acontece
-con algunas capitales de Europa, poderoso influjo en las demás
-ciudades, hubiera necesitado de mayor esfuerzo para atraerlas a su voz
-y acelerar su ayuntamiento y concordia. Con todo, hubiéranse al fin
-vencido tamaños obstáculos si no se hubiera encontrado otro superior
-en el consejo real o de Castilla; el cual, desconceptuado en la nación
-por su incierta, tímida y reprensible conducta con el gobierno intruso,
-tenía en Madrid todavía acérrimos partidarios en el numeroso séquito de
-sus dependientes y hechuras. Aunque érale dado con tal arrimo proseguir
-en su antigua autoridad, mantúvose quedo y como arrumbado a la partida
-de los franceses; ora por temor de que estos volviesen, ora también por
-la incertidumbre en que estaba de ser obedecido. Al fin y poco después
-tomó bríos viendo<span class="pagenum" id="Page_84">p. 84</span> que
-nadie le salía al encuentro, y sobre todo impelido del miedo con que a
-muchos sobrecogió un sangriento desmán de la plebe madrileña.</p>
-
-<div class="sidenote">Asesinato<br/> de Viguri.</div>
-
-<p>Vivía en la capital retirado y oscurecido Don Luis Viguri, antiguo
-intendente de la Habana y uno de los más menguados cortesanos del
-príncipe de la Paz, cuya desgracia, según dijimos, le había acarreado
-la formación de una causa. Parece ser que no se aventajaba a la pública
-su vida privada, y que con frecuencia maltrataba de palabra y obra a
-un familiar suyo. Adiestrado este en la mala escuela de su amo, luego
-que se le presentó ocasión no la desaprovechó y trató de vengarse. Un
-día, y fue el 4 de agosto, a tiempo que reinaba en Madrid una sorda
-agitación, antojósele al mal aventurado Viguri desfogar su encubierta
-ira en el tan repetidamente golpeado doméstico, quien encolerizado
-apellidó en su ayuda al populacho, afirmando con verdad o sin ella
-que su amo era partidario de José Napoleón. A los gritos arremolinose
-mucha gente delante de las puertas de la habitación. Asustado Viguri
-quiso desde un balcón apaciguar los ánimos; pero los gestos que hacía
-para acallar el ruido y vocería, y poder hablar, fueron mirados por los
-concurrentes como amenazas e insultos, con lo que creció el enojo; y
-allanando la casa y cogiendo al dueño, le sacaron fuera e inhumanamente
-le arrastraron por las calles de Madrid.</p>
-
-<div class="sidenote">Consejo<br/> de Castilla.</div>
-
-<p>Atemorizáronse al oír la funesta desgracia consejeros y cortesanos,
-estremeciéronse los de la parcialidad del intruso, y acongojáronse
-hasta los pacíficos y amantes del orden. Huérfana<span class="pagenum"
-id="Page_85">p. 85</span> la capital y sin nueva corporación que la
-rigiese, fácil le fue al consejo, aprovechándose de aquel suceso y
-aprieto, recobrar el poder que se figuraba competirle. El bien común
-y público sosiego pedían, no hay duda, el establecimiento de una
-autoridad estable y única: y lástima fue que el vecindario de Madrid no
-la hubiera por sí formado; y tal, que enfrenando las pasiones populares
-y atajando al consejo en sus ambiciosas miras, hubiese aunado,
-repetimos, y concertado más prontamente las voluntades de las otras
-juntas.</p>
-
-<div class="sidenote">Sus manejos.</div>
-
-<p>No fue así; y el consejo destruyendo el impulso que Madrid hubiera
-debido dar, acrecentó con sus manejos y pretensiones los estorbos y
-enredos. Cuerpo autorizado con excesivas y encontradas facultades,
-había en todos tiempos causado graves daños a la monarquía, y se
-imaginaba que no solo gobernaría ahora a Madrid, sino que extendería
-a todo el reino y a todos los ramos su poder e influjo. Admira
-tanta ceguedad y tan desapoderada ambición en un tiempo en que
-escrupulosamente se escudriñaba su porte con el intruso, y en que
-hasta se le disputaba el legítimo origen de su autoridad. <span
-class="sidenote">Opinión sobre<br/> aquel cuerpo.</span> Así era
-que unos decían «si en realidad es el consejo, según pregona, el
-depositario de la potestad suprema en ausencia del monarca, ¿qué ha
-hecho para conservar intactas las prerrogativas de la corona? ¿qué
-en favor de la dignidad y derechos de la nación? Sumiso al intruso
-ha reconocido sus actos, o por lo menos los ha proclamado; y los
-efugios que ha buscado y las cortapisas que a veces ha puesto,<span
-class="pagenum" id="Page_86">p. 86</span> más bien llevaban traza de
-ser un resguardo que evitase su personal compromiso que la oposición
-justa y elevada de la primera magistratura del reino.» Otros subiendo
-hasta la fuente de su autoridad, «nacido el consejo [decían] en los
-flacos y turbulentos reinados de los Juanes y Enriques, tomó asiento
-y ensanchó su poderío bajo Felipe II, cuando aquel monarca intentando
-descuajar la hermosa planta de las libertades nacionales, tan
-trabajadas ya del tiempo de su padre, procuraba sustentar su dominación
-en cuerpos amovibles a su voluntad y de elección suya, sin que ninguna
-ley fundamental de la monarquía ni las cortes permitiesen tal como era
-su establecimiento, ni deslindasen las facultades que le competían.
-Desde entonces el consejo, aprovechándose de los calamitosos tiempos
-en que débiles monarcas ascendieron al solio, se erigió a veces en
-supremo legislador formando en sus autos acordados leyes generales,
-para cuya adopción y circulación no pedía el beneplácito ni la sanción
-real. Ingiriose también en el ramo económico y manejó a su arbitrio
-los intereses de todos los pueblos, sobre no reconocer en la potestad
-judicial límites ni traba. Así acumulando en sí solo tan vasto poder,
-se remontaba a la cima de la autoridad soberana; y descendiendo después
-a entrometerse en la parte más ínfima, si no menos importante del
-gobierno, no podía construirse una fuente ni repararse un camino en
-la más retirada aldea o apartada comarca sin que antes hubiese dado
-su consentimiento. En unión con la inquisición<span class="pagenum"
-id="Page_87">p. 87</span> y asistido del mismo espíritu, al paso que
-esta cortaba los vuelos al entendimiento humano, ayudábala aquel con
-sus minuciosas leyes de imprenta, con sus tasas y restricciones. Y
-si en tiempos tranquilos tanto perjuicio y tantos daños [añadían]
-nos ha hecho el consejo, institución monstruosa de extraordinarias
-y mal combinadas facultades, consentidas mas no legitimadas por la
-voz nacional, ¿no tocaría en frenesí dejarle con el antiguo poder
-cuando al mismo tiempo que la nación se libertaba con energía del
-yugo extranjero, el consejo que blasona ser cabecera del reino se ha
-mostrado débil, condescendiente y abatido, ya que no se le tenga por
-auxiliador y cómplice del enemigo?»</p>
-
-<p>Tales discursos no estaban desnudos de razón, aunque participasen
-algún tanto de las pasiones que agitaban los ánimos. En su buen tiempo
-el consejo se había por lo general compuesto de magistrados íntegros,
-que con imparcialidad juzgaban los pleitos y desavenencias de los
-particulares: entre ellos se habían contado hombres profundos como
-los Macanaces y Campomanes, que con gran caudal de erudición y sana
-doctrina se habían opuesto a las usurpaciones de la curia romana y
-procurado por su parte la mejora y adelantamientos de la nación. Pero
-era el consejo un cuerpo de solos 25 individuos, los cuales por la
-mayor parte ancianos, y meros jurisperitos, no habían tenido ocasión
-ni lugar de extender sus conocimientos ni de perfeccionarse en otros
-estudios. Ocupados en sentenciar pleitos, responder a consultas y
-despachar<span class="pagenum" id="Page_88">p. 88</span> negocios de
-comisiones particulares, no solamente fallaba a los más el saber y
-práctica que requieren la formación de buenas leyes y el gobierno de
-los pueblos, sino que también escasos de tiempo dejaban a subalternos
-ignorantes o interesados la resolución de importantísimos expedientes.
-Mal grave y sentido de todos tan de antiguo, que ya en 1751 propuso
-al rey el célebre ministro marqués de la Ensenada despojar al consejo
-de lo concerniente a gobierno, policía y economía, dejándole reducido
-a entender en la justicia civil y criminal y asuntos del real
-patronato.</p>
-
-<p>No le iba pues bien al consejo insistir ahora en la conservación
-de sus antiguas facultades y aun en darles mayor ensanche. Con todo
-tal fue su intento. Seguro ya de que su autoridad sería en Madrid
-respetada, dirigiose a los presidentes de las juntas y a los generales
-de los ejércitos: a estos para que se aproximasen a la capital; a
-aquellos para que diputasen personas, que unidas al consejo tratasen
-de los medios de defensa: «tocando solo a él [decía] resolver
-sobre medidas de otra clase y excitar la autoridad de la nación y
-cooperar con su influjo, representación y luces al bien general de
-esta.» Ensoberbecidas las juntas con el triunfo de su causa, déjase
-discurrir con qué enfado y desdén replicarían a tan imprudente y
-desacordada propuesta. La de Galicia no solamente tachaba a cada uno
-de sus miembros de ser adicto a los franceses, sino que al cuerpo
-entero le echaba en cara haber sido el más activo instrumento del
-usurpador. Palafox en su respuesta con severidad<span class="pagenum"
-id="Page_89">p. 89</span> le decía: «ese tribunal no ha llenado sus
-deberes»; y Sevilla le acusaba ante la nación «de haber obrado contra
-las leyes fundamentales... de haber facilitado a los enemigos todos los
-medios de usurpar el señorío de España... de ser en fin una autoridad
-nula e ilegal, y además sospechosa de haber cometido antes acciones
-tan horribles que podían calificarse de delitos atrocísimos contra la
-patria...» Al mismo son se expresaron todas las otras juntas fuera de
-la de Valencia, la cual en 8 de agosto aprobó los términos lisonjeros
-con que el consejo era tratado en un escrito leído en su seno por
-uno de sus miembros. Mas aquella misma junta, tan dispuesta en su
-favor, tuvo muy luego que retractarse mandando en 15 del propio mes
-«que ninguna autoridad de cualquier clase mantuviese correspondencia
-directa ni se entendiese en nada con el consejo.» Dio lugar a la
-mudanza de dictamen la presteza con que el último se metió a expedir
-órdenes como si ya no existiese la junta. Mal recibido de todos lados
-y aun ásperamente censurado, pareciole necesario al consejo dar un
-manifiesto en que sincerase su conducta y procedimientos: penoso paso
-a quien siempre había desestimado el tribunal de la opinión pública.
-Mas no por eso desistió de su propósito, ni menos descuidó emplear
-otros medios con que recobrar la autoridad perdida. Dábale particular
-confianza la desunión que reinaba en las juntas y varias contestaciones
-entre ellas suscitadas. Por lo que será bien referir las mudanzas
-acaecidas en su composición, y las explicaciones<span class="pagenum"
-id="Page_90">p. 90</span> y altercados que precedieron a la instalación
-de un gobierno central.</p>
-
-<div class="sidenote">Estado<br/> de las juntas<br/> provinciales.</div>
-
-<p>En la forma interior de aquellos cuerpos contadas fueron las
-variaciones ocurridas. Habíase en Asturias congregado desde agosto una
-nueva junta que diese más fuerza y legitimidad al levantamiento de
-mayo, nombrando o reeligiendo sus concejos diputados que la compusiesen
-con pleno conocimiento del objeto de su reunión. Ninguna alteración
-sustancial había acaecido en Galicia; pero su junta convidó a la
-anterior, para que de común con ella y las de León y Castilla formasen
-todas una representación de las provincias del norte. Se habían las dos
-últimas confundido y erigido en una sola después de la aciaga jornada
-de Cabezón. Presidía a ambas el bailío Don Antonio Valdés, quien
-estando al principio de acuerdo con Don Gregorio de la Cuesta acabó por
-desavenirse con él y enojarse poderosamente. Reunidas en Ponferrada,
-como punto más resguardado, se trasladaron a Lugo, en cuya ciudad debía
-verificarse la celebración de juntas propuesta por la de Galicia. Esta
-mudanza fue el origen y principal motivo del enfado de Cuesta, no
-pudiendo tolerar que corporaciones que consideraba como dependientes de
-su autoridad, se alejasen del territorio de su mando y pasasen a una
-provincia con cuyos jefes estaba tan encontrado.</p>
-
-<p>Concurrieron sin embargo a Lugo las tres juntas de Galicia,
-Castilla y León. No la de Asturias, ya por cierto desvío que había
-entre ella y la de Galicia, y también porque viendo próxima la reunión
-central de todas las provincias<span class="pagenum" id="Page_91">p.
-91</span> del reino, juzgó excusado y quizá perjudicial el que hubiese
-una parcial entre algunas del norte. Al tratarse de la formación
-de esta hubo diversos pareceres acerca del modo de su formación y
-composición. Quién opinaba por cortes, y quién soñaba un gobierno
-que diese principio y encaminase a una federación nacional. Adhería
-al primer dictamen Sir Carlos Stuart representante del gobierno
-inglés, como medio más acomodado a los antiguos usos de España. Pero
-las novedades introducidas en las constituciones de aquel cuerpo
-durante la dominación de las casas de Austria y Borbón, ofrecían para
-su llamamiento dificultades casi insuperables; pues al paso de ser
-muchas las ciudades de León y Castilla que enviaban procuradores a
-cortes, solo tenía una voz el populoso reino de Galicia y se veía
-privado de ella el principado de Asturias, cuna de la monarquía.
-Tal desarreglo pedía para su enmienda más tiempo y sosiego de lo
-que entonces permitían las circunstancias. Por su parte la junta de
-Galicia, sabedora de la idea de la federación, quería esquivar en sus
-vistas con las de León y Castilla, el tratar de la unión de un solo
-y único gobierno central. Mas la autoridad de Don Antonio Valdés,
-que todas tres habían elegido por su presidente, pudiendo más que el
-estrecho y poco ilustrado ánimo de ciertos hombres, y prevaleciendo
-sobre las pasiones de otros, consiguió que se aprobase su propuesta
-dirigida al nombramiento de diputados que en representación de las tres
-juntas acudiesen a formar con las demás del reino una central. Con tan
-prudente y oportuna determinación<span class="pagenum" id="Page_92">p.
-92</span> se evitaron los extravíos y aun lástimas que hubiera
-provocado la opinión contraria.</p>
-
-<p>Asimismo cortaron cuerdos varones varias desavenencias movidas entre
-Sevilla y Granada. Pretendía la primera que la última se le sometiese,
-olvidada de la principal parte que habían tenido las tropas de su
-general Reding en los triunfos de Bailén. La rivalidad había nacido
-con la insurrección, no siendo dable fijar ni deslindar los límites de
-nuevas y desconocidas autoridades; y en vez de desaparecer aquella,
-tomó con la victoria alcanzada extraordinario incremento. Llegó a tal
-punto la exaltación y ceguera que el inquieto conde de Tilly propuso
-en el seno de la junta sevillana, que una división de su ejército
-marchase a sojuzgar a Granada. Presente Castaños y airado, a pesar de
-su condición mansa, levantose de su asiento, y dando una fuerte palmada
-en la mesa que delante había, exclamó: «¿quién sin mi beneplácito se
-atreverá a dar la orden de marcha que se pide? No conozco [añadió]
-distinción de provincias; soy general de la nación, estoy a la cabeza
-de una fuerza respetable y nunca toleraré que otros promuevan la
-guerra civil.» Su firmeza contuvo a los díscolos, y ambas juntas se
-conformaron en adelante con una especie de concierto concluido entre la
-de Sevilla y los diputados de Granada, Don Rodrigo Riquelme, regente de
-su chancillería, y el oidor Don Luis Guerrero, nombrados al intento y
-autorizados competentemente.</p>
-
-<p>Diferían tan lamentables disputas la reunión del gobierno central,
-y como si estos y otros<span class="pagenum" id="Page_93">p.
-93</span> obstáculos naturales no bastasen por sí, nuevos intereses y
-pretensiones venían a aumentarlos. Recordará el lector los pasos que en
-Londres dio en favor de los derechos de su amo a la corona de España
-el príncipe de Castelcicala embajador del rey de las Dos Sicilias,
-y la repulsa que recibió de los diputados. No desanimado con ella
-su gobierno, ni tampoco con otra parecida que le dio el ministerio
-inglés, por julio envió a Gibraltar un emisario que hiciese nuevas
-reclamaciones. El gobernador Dalrymple le impidió circular papeles y
-propasarse a otras gestiones. <span class="sidenote">Llegada<br/> a
-Gibraltar<br/> del príncipe<br/> Leopoldo<br/> de Sicilia.</span> Mas
-tras del emisario despachó el gobierno siciliano al príncipe Leopoldo,
-hijo segundo del rey, a quien acompañaba el duque de Orléans. Fondearon
-ambos el 9 de agosto en la bahía de Gibraltar; pero no viéndose
-apoyados por el gobernador, pasó el de Orléans a Inglaterra y quedó
-en el puerto de su arribada el príncipe Leopoldo. Entretenía este la
-esperanza de que a su nombre y conforme quizá a secretos ofrecimientos,
-no tardaría en recibir una diputación y noticia de haber sido elevado
-a la dignidad de regente. Pero vano fue su aguardar; y era en efecto
-difícil que un príncipe de edad de 18 años, extranjero, sin recursos
-ni anterior fama, y sin otro apoyo que lejanos derechos al trono de
-España, fuese acogido con solícita diligencia en una nación en que era
-desconocido, y en donde para conjurar la tormenta que la azotaba se
-requerían otras prendas, mayor experiencia y muy diversos medios que
-los que asistían al príncipe pretendiente.</p>
-
-<p>Hubo no obstante quien esparció por Sevilla<span class="pagenum"
-id="Page_94">p. 94</span> la voz de que convenía nombrar una regencia
-compuesta del mencionado príncipe, del arzobispo de Toledo cardenal
-de Borbón, y del conde del Montijo. Con razón se atribuyó la idea a
-los amigos y parciales del último, quien conservando todavía cierta
-popularidad a causa de la parte que se le atribuía en la caída del
-príncipe de la Paz, procuraba aunque en vano subir a puesto de donde
-su misma inquietud le repelía. Mas los enredos y marañas de ciertos
-individuos eran desbaratados por la ambición de otros o la sensatez y
-patriotismo de las juntas.</p>
-
-<div class="sidenote">Correspondencia<br/> entre las juntas.</div>
-
-<p>Así fue que a pesar del desencadenamiento de pasiones y de los
-obstáculos nacidos con la misma insurrección o causados por la
-presencia del enemigo, ya desde junio había llamado la atención de las
-juntas: 1.º La formación de un gobierno central; 2.º Un plan general
-con el que más prontamente se arrojase a los franceses del suelo
-patrio. Al propósito entablose entre ellas seguida correspondencia. Dio
-la señal la de Murcia, dirigiendo con fecha de 22 de junio una circular
-en que decía: «Ciudades de voto en cortes, reunámonos, formemos un
-cuerpo, elijamos un consejo que a nombre de Fernando VII organice
-todas las disposiciones civiles, y evitemos el mal que nos amenaza que
-es la división... Capitanes generales... de vosotros se debe formar
-un consejo militar de donde emanen las órdenes que obedezcan los que
-rigen los ejércitos...» Propuso también Asturias en un principio la
-convocación de cortes con algunas modificaciones, y hasta Galicia [no
-obstante la mencionada federación de algunos<span class="pagenum"
-id="Page_95">p. 95</span> proyectada] comisionó cerca de las juntas del
-mediodía a Don Manuel Torrado, quien ya en últimos de julio se hallaba
-en Murcia, después de haberlas recorrido, y propuesto una central
-formada de dos vocales de cada una de las de provincia. En el propio
-sentido y en 16 de dicho julio había la de Valencia pasado a las demás
-su opinión impresa, lo que también por su parte y al mismo tiempo hizo
-la de Badajoz. No fue en zaga a las otras la junta de Granada, la cual
-apoyando la circular de Valencia, se dirigió a su competidora la de
-Sevilla, y desentendiéndose de desavenencias, señaló como acomodado
-asiento para la reunión la última ciudad.</p>
-
-<p>No por eso se apresuraba esta, ostentando siempre su altanera
-supremacía. Pesábale en tanto grado descender de la cumbre a que
-se había elevado, que hubo un tiempo en que prohibió la venta y
-circulación de los papeles que convidaban a la apetecida concordia.
-Apremiada en fin por la voz pública y estrechada por el dictamen de
-algunos de sus individuos entendidos y honrados, publicó con fecha
-de 3 de agosto un papel en el que examinando los diversos puntos que
-en el día se ventilaban, proponía la formación de una junta central
-compuesta de dos vocales de cada una de las de provincia. Anduvo
-perezosa no obstante en acabar de escoger los suyos. Pero adhiriendo
-las otras juntas a las oportunas razones de su circular, cuyo contenido
-en sustancia se conformaba con la opinión que las más habían mostrado
-antes de concertarse, y que era la más general y acreditada, fueron
-todas sucesivamente escogiendo de<span class="pagenum" id="Page_96">p.
-96</span> su seno personas que las representasen en una junta única y
-central.</p>
-
-<div class="sidenote">Proceder<br/> del consejo.</div>
-
-<p>Por su parte el consejo todavía esperaba recuperar con sus amaños
-y tenaz empeño el poder que para siempre querían arrebatarle de las
-manos. Mas no por eso y para cautivar las voluntades de los hombres
-ilustrados, mudó de rumbo, adoptando un sistema más nuevo y conforme
-al interés público y al progreso de la nación. Asustándose a la menor
-sombra de libertad, encadenó la imprenta con las mismas y aun más
-trabas que antes; redujo a dos veces por semana la diaria publicación
-de la Gaceta de Madrid; persiguió y aun llegó a formar causa a algunas
-personas que tenían en su poder papeles de las juntas, mayormente de la
-de Sevilla, y en fin resucitó en cuanto pudo su trillada, lenta y añeja
-manera de gobernar. Persuadiose que todo le era lícito a trueque de
-dar ciertos decretos de alistamiento y acopio de medios que mostrasen
-su interés por la causa de la independencia que tan mal había antes
-defendido. Y sobre todo cobró esperanza con la llegada a Madrid de
-varios generales en quienes presumía poder con buen éxito emplear su
-influjo.</p>
-
-<div class="sidenote">Entrada<br/> en Madrid<br/> de Llamas<br/> y
-Castaños.</div>
-
-<p>Fue el primero que pisó el suelo de la capital con las tropas de
-Valencia y Murcia Don Pedro González de Llamas que había sucedido a
-Cervellón removido del mando. Atravesó la Puerta de Atocha con 8000
-hombres a las seis de la mañana del día 13 de agosto. A pesar de
-hora tan temprana inmenso fue el concurso que salió a recibirle y
-extremado el entusiasmo. Pasó a frenesí al entrar el 23 por la misma
-puerta<span class="pagenum" id="Page_97">p. 97</span> D. Francisco
-Javier Castaños acompañado de la reserva de Andalucía. Sus soldados
-adornados con los despojos del enemigo ofrecían en su variada y extraña
-mezcla el mejor emblema de la victoria alcanzada. Pasaron todos por
-debajo de un arco de sencilla y majestuosa arquitectura que había
-erigido la villa de Madrid junto a sus casas consistoriales. <span
-class="sidenote">Proclamación<br/> de Fernando VII.</span> A estas
-entradas triunfales siguiéronse otros festejos con la proclamación
-de Fernando VII, hecha en esta ocasión por el legítimo alférez mayor
-de Madrid marqués de Astorga. Mas no a todos contentaban tanto
-bullicio y fiestas, pidiendo con sobrada razón que se pusiera mayor
-conato y celeridad en perseguir al enemigo, y en aumentar y organizar
-cumplidamente la fuerza armada. Daban particular peso a sus justas
-quejas y reclamaciones los acontecimientos por entonces ocurridos en
-Vizcaya y Navarra.</p>
-
-<div class="sidenote">Insurrección<br/> de Bilbao.</div>
-
-<p>Habíase en la primera provincia levantado Bilbao al anunciarse la
-victoria de Bailén, y en 6 de agosto escogiendo su vecindario una
-junta, acordó un alistamiento general, y nombró por comandante militar
-al coronel Don Tomás de Salcedo. Sobremanera inquietó a los franceses
-esta insurrección, ya por el ejemplo y ya también porque comprometida
-su posición en las márgenes del Ebro, pudieran verse obligados a
-estrecharse más contra la frontera. Creció su recelo a mayor grado
-con asonadas y revueltas <span class="sidenote">Movimiento<br/> en
-Guipúzcoa<br/> y Navarra.</span> que hubo en Tolosa y pueblos de
-Guipúzcoa, y con las correrías que hacían y gente que allegaban en
-Navarra Don Antonio Egoaguirre y Don Luis Gil. Habían estos salido
-de Zaragoza<span class="pagenum" id="Page_98">p. 98</span> en 27 de
-junio para alborotar aquel reino. Después de algún tiempo Gil empezó
-a incomodar al enemigo por el lado de Orbaiceta, se apoderó de muchas
-municiones de aquella fábrica, y amenazó y sembró el espanto hasta el
-mismo pueblo francés de San Juan de Pie de Puerto. Egoaguirre tampoco
-se descuidó en la comarca de Lerín: formando un batallón con nombre de
-Voluntarios de Navarra recorrió la tierra, y llamó tanto la atención
-que el general D’Agoult envió una columna desde Pamplona para atajar
-sus daños y alejarle del territorio de su mando.</p>
-
-<p>José por su parte pensó en apagar prontamente la temible
-insurrección de Bilbao. Para ello envió contra aquella población
-una división a las órdenes del general Merlin. No era dado
-a sus vecinos sin tropa disciplinada resistir a semejante
-acometimiento.[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_5-10"
-id="Ll_5-10">5-10</a>.)</span> Apostáronse sin embargo con aquella
-idea a media legua, y los franceses asomándose allí el 16 de agosto
-desbarataron y dispersaron a los bilbaínos, pereciendo miserablemente y
-después de haberse rendido prisionero el oficial de artillería Don Luis
-Power distinguido entre los suyos. Los auxilios que de Asturias llevaba
-el oficial inglés Roche llegaron tarde, y Merlin entró en Bilbao cuya
-ciudad fue con rigor tratada. En su correspondencia blasonaba el
-rey intruso de «haber apagado la insurrección con la sangre de 1200
-hombres.» Singular jactancia y extraña en quien como José no era de
-corazón duro ni desapiadado.</p>
-
-<p>El contratiempo de Bilbao que en Madrid provocaba las reclamaciones
-de muchos, difundiéndose<span class="pagenum" id="Page_99">p.
-99</span> por las provincias aumentó el clamor ya casi universal
-contra generales y juntas, reparando que algunos de aquellos se
-entregaban demasiadamente a divertimientos y regocijos, y que estas
-con celos y rivalidades retardaban la instalación de la junta central.
-Deseando el consejo aprovecharse de la irritación de los ánimos, y
-valiéndose de los lazos que le unían con Don Gregorio de la Cuesta, su
-antiguo gobernador, se concordó con este y discurrieron apoderarse
-del mando supremo. <span class="sidenote">Nuevos manejos<br/> del
-consejo.</span> Mas como Cuesta carecía de la suficiente fuerza, fueles
-necesario tantear a Castaños, entonces algo disgustado con la junta de
-Sevilla. Avistose pues con el último Don Gregorio de la Cuesta, <span
-class="sidenote">Propuesta<br/> de Cuesta<br/> a Castaños.</span> y
-le propuso [según tenemos de la boca del mismo Castaños] dividir en
-dos partes el gobierno de la nación, dejando la civil y gubernativa al
-consejo, y reservando la militar al solo cuidado de ellos dos en unión
-con el duque del Infantado. Era Castaños sobrado advertido para admitir
-semejante proposición. Vislumbraba el motivo porque se le buscaba,
-y conocía que separando su causa de la de las juntas, quizá sería
-desobedecido del ejército, y aun de la división misma que se alojaba en
-Madrid.</p>
-
-<div class="sidenote">Consejo<br/> de guerra<br/> celebrado<br/> en
-Madrid.</div>
-
-<p>En tanto para acallar el rumor público se celebró en aquella
-capital el 5 de septiembre un consejo de guerra. Asistieron a él los
-generales Castaños, Llamas, Cuesta y La Peña, representando a Blake el
-duque del Infantado y a Palafox otro oficial cuyo nombre ignoramos.
-Discutiéronse largamente varios puntos, y Cuesta, llevado siempre
-de mira particular, promovió<span class="pagenum" id="Page_100">p.
-100</span> el nombramiento de un comandante en jefe. No se arrimaron
-los otros a su parecer, y tan solo arreglaron un plan de operaciones,
-de que hablaremos más adelante. Cuesta aunque aparentó conformarse,
-salió despechado de Madrid, y con ánimo más bien que de cooperar a
-la realización de lo acordado de levantar obstáculos a la reunión de
-la junta central: para lo cual y satisfacer al mismo tiempo su ira
-contra la junta de León, <span class="sidenote">Prende Cuesta<br/> a
-Valdés<br/> y Quintanilla.</span> de la que, como hemos visto, estaba
-ofendido, arrestó a sus dos individuos Don Antonio Valdés y vizconde
-de la Quintanilla, que iban de camino para representar su voz en la
-central. Quiso tratarlos como rebeldes a su autoridad, y los encerró en
-el alcázar de Segovia: tropelía que excitó contra el general Cuesta la
-pública animadversión.</p>
-
-<p>Vanos sin embargo salieron sus intentos, vanos otros enredos y
-maquinaciones. Por todas partes prevaleció la opinión más sana, y
-los diputados elegidos por las diversas juntas fueron poco a poco
-acercándose a la capital. Llegó pues el suspirado momento de la reunión
-de una autoridad central, <span class="sidenote">Acaba el gobierno<br/>
-de las juntas<br/> provinciales.</span> debiendo con ella cesar la
-particular supremacía de cada provincia. Durante la cual no habiendo
-habido lugar ni ocasión de hacer sustanciales reformas ni mudanzas en
-los diversos ramos de la administración pública, tales como estaban
-dispuestos y arreglados al disolverse, por decirlo así, la monarquía en
-mayo, tales o con cortísima diferencia se los entregaron las juntas de
-provincia a la central.</p>
-
-<p>No disimulamos en el libro anterior ni en<span class="pagenum"
-id="Page_101">p. 101</span> el curso de nuestro narración los defectos
-de que dichas juntas adolecieron, las pasiones que las agitaron. Por
-lo mismo justo es también que ahora tributemos debidas alabanzas a su
-primera y grandiosa resolución, a su ardiente celo, a su incontrastable
-fidelidad. Al acabar de su mando anublose por largo tiempo la
-prosperidad de la patria; mas se dio principio a una nueva, singular y
-porfiada lucha, en que sobre todo resplandeció la firmeza y constancia
-de la nación española.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter">
- <p><span class="pagenum" id="Page_103">p. 103</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img style="width: 26em; height: auto;"
- src="images/doble_filete.jpg"
- alt="Filete ornamental"/>
- </div>
- <p class="centra fs200 lh200 negr mt1">RESUMEN</p>
- <p class="centra smaller lh200">DEL</p>
- <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO SEXTO.</p>
- <div class="figcenter mt05">
- <img style="width: 8em; height: auto;"
- src="images/separa2.jpg"
- alt="Motivo ornamental"/>
- </div>
-</div>
-
-<p class="resum"><span class="prim"><span
-class="gran">I</span>nstalación</span> de la junta central en
-Aranjuez, 25 de septiembre. — Número de individuos. — Su composición.
-— Floridablanca. — Jovellanos. — Diversos partidos de la central. —
-Su instalación celebrada en las provincias. — Contestación con el
-consejo. — Dictamen de Jovellanos. — Forma interior de la central. —
-Don Manuel Quintana. — Primeras providencias y decretos de la central.
-— Su manifiesto en 10 de noviembre. — Distribución de los ejércitos. —
-Su marcha. — Marcha del de Galicia. — Ocupa Bilbao. — Marcha del de
-Asturias. — Cuesta. — Su conducta. — Le sucedieron Eguía y Pignatelli.
-— Marcha de Llamas. — Detención de Castaños en Madrid. — Su salida. —
-Plan concertado con Palafox. — Situación del ejército del centro y del
-de Aragón. — Fuerza<span class="pagenum" id="Page_104">p. 104</span>
-de los ejércitos españoles. — Situación de José y del ejército
-francés. — Exposición de sus ministros. — Fuerza del ejército francés.
-— Movimiento de los españoles. — Acción de Lerín, 26 de octubre. —
-Retirada de los castellanos de Logroño. — Arreglo que en su ejército
-hace el general Castaños. — Se sitúa en Cintruénigo y Calahorra.
-— Napoleón. — Su mensaje al senado. — Leva de nuevas tropas. —
-Conferencias de Erfurt. — Correspondencia con el gobierno inglés. — Fin
-de la correspondencia. — Discurso de Napoleón al cuerpo legislativo. —
-Fuerza y división del ejército francés. — Cruza Napoleón el Bidasoa.
-— Acción de Zornoza, 31 de octubre. — De Valmaseda, 4 de noviembre. —
-Reconocimiento hacia Güeñes en 7 de noviembre. — Batalla de Espinosa,
-10 y 11 de noviembre. — Disposiciones de Napoleón. — Acción de Burgos,
-10 de noviembre. — Revuelve Soult contra Blake. — Diversas direcciones
-de los mariscales franceses. — Entrada en Burgos de Napoleón. — Su
-decreto de 12 de noviembre. — Ejército inglés. — Ejército del centro.
-— Don Francisco Palafox enviado por la central. — Diversos planes. —
-Marcha Lannes contra dicho ejército. — Repliégase Castaños. — Batalla
-de Tudela, 23 de noviembre. — Retirada del ejército. — Su llegada
-a Sigüenza. — La Peña general en jefe. — San Juan en Somosierra. —
-Pasan los franceses el puerto. — Situación de la central. — Cartas de
-los ministros de José. — Abandona la central a Aranjuez. — Situación
-de Madrid. — Muerte del marqués de Perales. — Napoleón delante de
-Madrid. — Ataque de Madrid. — Conferencia de Morla con Napoleón. —
-<span class="pagenum" id="Page_105">p. 105</span>Capitulación. —
-Fáltase a la capitulación. — Decretos de Napoleón en Chamartín. —
-Españoles llevados a Francia. — Visita Napoleón el palacio real. — Su
-inquietud. — Contestación al corregidor de Madrid. — Juramento exigido
-de los vecinos. — Van los mariscales franceses en persecución de los
-españoles. — Total dispersión del ejército de San Juan. — Muerte
-cruel de este general. — Ejército del centro: sus marchas y retirada
-a Cuenca. — Rebelión del oficial Santiago. — Nómbrase por general
-en jefe al duque del Infantado. — Conde de Alacha. — Su retirada
-gloriosa. — La Mancha. — Toledo. — Muertes violentas. — Villacañas.
-— Sierra Morena. — Juntas de los cuatro reinos de Andalucía. — Campo
-Sagrado. — Marqués del Palacio. — Marchan los franceses a Extremadura:
-estado de la provincia. — Excesos. — General Galluzo. — Su retirada.
-— Continúa la central su viaje. — Sus providencias. — Sucede Cuesta a
-Galluzo. — Llega a Sevilla la central en 17 de diciembre. — Muerte de
-Floridablanca. — Situación penosa de la central. — Sus esperanzas.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter" id="Ch6">
- <p><span class="pagenum" id="Page_107">p. 107</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img style="width: 26em; height: auto;"
- src="images/doble_filete.jpg"
- alt="Filete ornamental"/>
- </div>
- <p class="centra fs150 lh150 negr g0 mt1">HISTORIA</p>
- <p class="centra fs60 lh150">DEL</p>
- <p class="centra fs120 lh150 asc ws1">LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN</p>
- <p class="centra fs120 lh150 ws1">de España.</p>
- <div class="figcenter mt05">
- <img style="width: 8em; height: auto;"
- src="images/separa4.jpg"
- alt="Motivo ornamental"/>
- </div>
- <h2 class="nobreak fs120 negr g0">LIBRO SEXTO.</h2>
- <hr class="tir"/>
-</div>
-
-<p class="ti0"><span class="prim"><span class="gran">N</span>o</span>
-resueltas las dudas que se habían suscitado sobre el lugar más
-conveniente para la reunión de un gobierno central, tocábase ya al
-deseado momento de su instalación, y aún subsistía la misma y penosa
-incertidumbre. Los más se inclinaban al dictamen de la junta de Sevilla
-que había al efecto señalado a Ciudad Real, o cualquier otro paraje
-que no fuese la capital de la monarquía, sometida según pensaba al
-pernicioso influjo del consejo y sus allegados. El haberse en Aranjuez
-incorporado a los diputados de dicha junta los de otras varias, puso
-término a las dificultades, obligando a los que permanecían en Madrid
-vacilantes en su opinión, a conformarse con la de sus compañeros,
-declarada por la celebración en aquel sitio de las primeras sesiones.
-Antes de abrirse estas y juntos unos y otros tuvieron conferencias
-preparatorias, en las que se examinaron y aprobaron los poderes, y se
-resolvieron ciertos puntos de etiqueta o ceremonial.</p>
-
-<div class="sidenote">Instalación de<br/> la junta central<br/> en
-Aranjuez,<br/> 25 de septiembre.<br/> (* Ap. n. <a href="#Ap_6-1"
-id="Ll_6-1">6-1</a>.)</div>
-
-<p>Por fin el 25 de septiembre en Aranjuez y en su real palacio
-instalose solemnemente el nuevo gobierno, bajo la denominación
-de junta suprema central gubernativa del reino.[*] Compuesta
-entonces de veinticuatro individuos creció en breve su número, y se
-contaron hasta treinta y cinco nombrados en su mayor parte por las
-juntas de provincia, erigidas al alzarse la nación en mayo. <span
-class="sidenote">Número<br/> de individuos.</span> De cada una vinieron
-dos diputados. Otros tantos envió Toledo sin estar en igual caso, y
-lo mismo Madrid y reino de Navarra. De Canarias solo acudió uno a
-representar sus islas. Fue elegido presidente el conde de Floridablanca
-diputado por Murcia, y secretario general Don Martín de Garay que lo
-era por Extremadura.</p>
-
-<div class="sidenote">Su composición.</div>
-
-<p>Los vocales pertenecían a honrosas y principales clases del estado,
-contándose entre ellos eclesiásticos elevados en dignidad, cinco
-grandes de España, varios títulos de Castilla, antiguos ministros y
-otros empleados civiles y militares. Sin embargo casi todos antes de la
-insurrección eran como repúblicos, desconocidos en el reino, fuera de
-Don Antonio Valdés, del conde de Floridablanca y de Don Gaspar Melchor
-de Jovellanos. El primero muchos años ministro de marina mereció,
-al lado de leves defectos,<span class="pagenum" id="Page_109">p.
-109</span> justas alabanzas por lo mucho que en su tiempo se mejoró
-y acrecentó la armada y sus dependencias. Los otros dos de fama más
-esclarecida requieren de nuestra pluma particular mención, por lo que
-haremos de sus personas un breve y fiel traslado.</p>
-
-<div class="sidenote">Floridablanca.</div>
-
-<p>A los ochenta años cumplidos de su edad Don José Moñino, conde de
-Floridablanca, aunque trabajado por la vejez y achaques, conservaba
-despejada su razón y bastante fortaleza para sostener las máximas que
-le habían guiado en su largo y señalado ministerio. De familia humilde
-de Hellín en Murcia, por su aplicación y saber había ascendido a los
-más eminentes puestos del estado. Fiscal del consejo real, y en unión
-con su ilustre compañero el conde de Campomanes, había defendido
-atinada y esforzadamente las regalías de la corona contra los desmanes
-del clero y desmedidas pretensiones de la curia romana. Por sus
-doctrinas y por haber cooperado a la expulsión de los jesuitas se le
-honró con el cargo de embajador cerca de la <i>Santa Sede</i>, en donde
-contribuyó a que se diese el breve de supresión de la tan nombrada
-sociedad, y al arreglo de otros asuntos igualmente importantes. Llamado
-en 1777 al ministerio de estado, y encargado a veces del despacho
-de otras secretarías, fue desde entonces hasta la muerte de Carlos
-III, ocurrida en 1788, árbitro, por decirlo así, de la suerte de la
-monarquía. Con dificultad habrá ministro a un tiempo más ensalzado ni
-más deprimido. Hombre de capacidad, entero, atento al desempeño de su
-obligación, fomentó en lo interior casi todos los ramos, construyó
-caminos,<span class="pagenum" id="Page_110">p. 110</span> y erigió
-varios establecimientos de pública utilidad. Fuera de España si bien
-empeñado en la guerra impolítica y ruinosa de la independencia de
-los Estados Unidos, emprendida según parece mal de su grado, mostró
-a la faz de Europa impensadas y respetables fuerzas, y supo sostener
-entre las demás la dignidad de la nación. Censurósele y con justa
-causa el haber introducido una policía suspicaz y perturbadora, como
-también sobrada afición a persecuciones, cohonestando con la razón de
-estado tropelías hijas las más veces del deseo de satisfacer agravios
-personales. Quizá los obstáculos que la ignorancia oponía a medidas
-saludables irritaban su ánimo poco sufrido: ninguna de ellas fue más
-tachada que la junta llamada de estado, y por la que los ministros
-debían de común acuerdo resolver las providencias generales y otras
-determinadas materias. Atribuyósele a prurito de querer entrometerse
-en todo y decidir con predominio. Sin embargo la medida en sí y los
-motivos en que la fundó, no solo le justificaban sino que también
-por ella sola se le podría haber calificado de práctico y entendido
-estadista. Después del fallecimiento de Carlos III continuó en su
-ministerio hasta el año de 1792. Arredrado entonces con la revolución
-francesa, y agriado por escritos satíricos contra su persona, propendió
-aún más a la arbitrariedad a que ya era tan inclinado. Pero ni esto,
-ni el conocimiento que tenía de la corte y sus manejos, le valieron
-para no ser prontamente abatido por Don Manuel Godoy, aquel coloso de
-la privanza regia, cuyo engrandecimiento, aunque disimulaba,<span
-class="pagenum" id="Page_111">p. 111</span> veía Floridablanca con
-recelo y aversión. Desgraciado en 1792, y encerrado en la ciudadela de
-Pamplona, consiguió al cabo que se le dejase vivir tranquilo y retirado
-en la ciudad de Murcia. Allí estaba en el mayo de la insurrección,
-y noblemente respondió al llamamiento que se le hizo, siendo falsas
-las protestas que la malignidad inventó en su nombre. Afecto en su
-ministerio a ensanchar más y más los límites de la potestad real
-rompiendo cuantas barreras quisieran oponérsele, había crecido con
-la edad el amor a semejantes máximas, y quiso como individuo de la
-central que sirviesen de norte al nuevo gobierno, sin reparar en las
-mudanzas ocasionadas por el tiempo, y en las que reclamaban escabrosas
-circunstancias.</p>
-
-<div class="sidenote">Jovellanos.</div>
-
-<p>Atento a ellas y formado en muy diversa escuela seguía en su
-conducta la vereda opuesta Don Gaspar Melchor de Jovellanos,
-concordando sus opiniones con las más modernas y acreditadas. Desde
-muy mozo había sido nombrado magistrado de la audiencia de Sevilla:
-ascendiendo después a alcalde de casa y corte y a consejero de órdenes,
-desempeñó estos cargos y otros no menos importantes con integridad,
-celo y atinada ilustración. Elevado en 1797 al ministerio de gracia
-y justicia, y no pudiendo su inflexible honradez acomodarse a la
-corrompida corte de María Luisa, recibió bien pronto su exoneración.
-Motivola con particularidad el haber procurado alejar de todo favor e
-influjo a Don Manuel Godoy, con quien no se avenía ningún plan bien
-concertado de pública felicidad. Quiso al intento aprovecharse de una
-coyuntura<span class="pagenum" id="Page_112">p. 112</span> en que
-la reina se creía desairada y ofendida. Mas la ciega pasión de esta,
-despertada de nuevo con el artificioso y reiterado obsequio de su
-favorito, no solo preservó al último de fatal desgracia, sino que causó
-la del ministro y sus amigos. Desterrado primero a Gijón, pueblo de
-su naturaleza, confinado después en la cartuja de Mallorca, y al fin
-atropelladamente y con crueldad encerrado en el castillo de Bellver
-de la misma isla, sobrellevó tan horrorosa y atroz persecución con la
-serenidad y firmeza del justo. Libertole de su larga cautividad el
-levantamiento de Aranjuez, y ya hemos visto cuán dignamente al salir
-de ella desechó las propuestas del gobierno intruso, por cuyo noble
-porte y sublime y reconocido mérito le eligió Asturias para que fuese
-en la central uno de sus dos representantes. Escritor sobresaliente y
-sobre todo armonioso y elocuentísimo, dio a luz como literato y como
-publicista obras selectas, siendo en España las que escribió en prosa
-de las mejores si no las primeras de su tiempo. Protector ilustrado
-de las ciencias y de las letras fomentó con esmero la educación de
-la juventud, y echó en su instituto asturiano, de que fue fundador,
-los cimientos de una buena y arreglada enseñanza. En su persona y
-en el trato privado ofrecía la imagen que nos tenemos formada de
-la pundonorosa dignidad y apostura de un español del siglo <span
-class="asc">XVI</span>, unida al saber y exquisito gusto del
-nuestro. Achacábanle afición a la nobleza y sus distinciones; pero
-sobre no ser extraño en un hombre de su edad y nacido en aquella clase,
-justo es decir que no procedía de vano orgullo<span class="pagenum"
-id="Page_113">p. 113</span> ni de pueril apego al blasón de su casa,
-sino de la persuasión en que estaba de ser útil y aun necesario en una
-monarquía moderada el establecimiento de un poder intermedio entre
-el monarca y el pueblo. Así estuvo siempre por la opinión de una
-representación nacional dividida en dos cámaras. Suave de condición,
-pero demasiadamente tenaz en sus propósitos, a duras penas se le
-desviaba de lo una vez resuelto, al paso que de ánimo candoroso y
-recto solía ser sorprendido y engañado, defecto propio del varón
-excelente que [como decía Cicerón,[*] <span class="sidenote">(* Ap. n.
-<a href="#Ap_6-2" id="Ll_6-2">6-2</a>.)</span> su autor predilecto]
-«dificilísimamente cae en sospecha de la perversidad de los otros.» Tal
-fue Jovellanos, cuya nombradía resplandecerá y aun descollará entre las
-de los hombres más célebres que han honrado a España.</p>
-
-<div class="sidenote">Diversos partidos<br/> en la central.</div>
-
-<p>Fija de antemano la atención nacional en los dos respetables varones
-de que acabamos de hablar, siguieron los individuos de la central el
-impulso de la opinión, arrimándose los más a uno u a otro de dichos
-dos vocales. Pero como estos entre sí disentían, dividiéronse los
-pareceres, prevaleciendo en un principio y por lo general el de
-Floridablanca. Con su muerte y las desgracias, no dejó más adelante
-de triunfar a veces el de Jovellanos, ayudado de Don Martín de Garay,
-cuyas luces naturales, fácil despacho y práctica de negocios le dieron
-sumo poder e influjo en las deliberaciones de la junta.</p>
-
-<p>Pero a uno y otro partido de los dos, si así pueden llamarse, en
-que se dividió la central, faltábales actividad y presteza en las
-resoluciones. Floridablanca anciano y doliente, Jovellanos<span
-class="pagenum" id="Page_114">p. 114</span> entrado también en años
-y con males, avezados ambos a la regularidad y pausa de nuestro
-gobierno, no podían sobreponerse a la costumbre y a los hábitos en que
-se habían criado y envejecido. Su autoridad llevaba en pos de sí a los
-demás centrales, hombres en su mayoría de probidad, pero escasos de
-sobresalientes o notables prendas. Dos o tres más arrojados y atrevidos,
-entre los que principalmente sonaba Don Lorenzo Calvo de Rozas,
-acreditado en el sitio de Zaragoza, querían en vano sacar a la junta de
-su sosegado paso. No era dado a su corto número ni a su anterior y casi
-desconocido nombre vencer los obstáculos que se oponían a sus miras.</p>
-
-<p>Así fue que en los primeros meses siguiendo la central en materias
-políticas el dictamen de Floridablanca, y no asistiéndole ni a él ni a
-Jovellanos para las militares y económicas el vigor y pronta diligencia
-que la apretada situación de España exigía, con lástima se vio que
-el nuevo gobierno obrando con lentitud y tibieza en la defensa de la
-patria, y ocupándose en pormenores, recejaba en lo civil y gubernativo
-a tiempos añejos y de aciaga recordación.</p>
-
-<div class="sidenote">Su instalación<br/> celebrada<br/> en las
-provincias.</div>
-
-<p>Mas antes y al saberse en las provincias su instalación, fue
-celebrada esta con general aplauso y desoídas las quejas en que
-prorrumpieron algunas juntas, señaladamente las de Sevilla y Valencia:
-las cuales pesarosas de ir a menos en su poder habían intentado
-convertir los diputados de la central en meros agentes sometidos a su
-voluntad y capricho, dándoles facultades coartadas. Pasose, pues, por
-encima de las instrucciones<span class="pagenum" id="Page_115">p.
-115</span> que aquellas habían dado, arreglándose a lo que prevenían
-los poderes de otras juntas, y según los que se creaba una verdadera
-autoridad soberana e independiente y no un cuerpo subalterno y
-encadenado. Y si en ello pudo haber algún desvío de legitimidad, el
-bien y unión del reino reclamaban que se tomase aquel rumbo, si no se
-quería que cada provincia prosiguiese gobernándose separadamente y a su
-antojo.</p>
-
-<div class="sidenote">Contestación<br/> con el consejo.</div>
-
-<p>Tampoco faltaron como era de temer desavenencias con el consejo
-real. En 26 de septiembre le había dado cuenta la junta central de su
-instalación, previniéndole que prestado que hubiesen sus individuos
-el juramento debido, expidiese las cédulas, órdenes y provisiones
-competentes para que obedeciesen y se sujetasen a la nueva autoridad
-todas las de la monarquía. Por aquel paso, desaprobado de muchos,
-persuadido tal vez el consejo de que la junta había menester su apoyo
-para ser reconocida en el reino, cobró aliento, y después de dilatar
-una contestación clara y formal, al cabo envió el 30 con el juramento
-pedido una exposición de sus fiscales, en la que estos se oponían a que
-se prestase dicho juramento, reclamando el uso y costumbres antiguas.
-Aunque el consejo no había seguido el parecer fiscal, le remitió no
-obstante a la junta acompañado de sus propias meditaciones, dirigidas
-principalmente a que se adoptasen las tres siguientes medidas:
-1.ª Reducir el número de vocales de la central, por ser el actual
-contrario a la Ley 3.ª, Partida 2.ª, título 15, en que hablándose de
-las minoridades en los casos en que el rey difunto no hubiese<span
-class="pagenum" id="Page_116">p. 116</span> nombrado tutores, dice:
-«que los guardadores deben ser uno o tres o cinco, e non más.» 2.ª La
-extinción de las juntas provinciales; y 3.ª La convocación de cortes
-conforme al decreto dado por Fernando VII en Bayona.</p>
-
-<p>Justas como a primera vista parecían estas peticiones, no solo no
-eran por entonces hacederas, sino que procediendo de un cuerpo tan
-desopinado como lo estaba el consejo, achacáronse a odio y despique
-contra las autoridades populares nacidas de la insurrección. Sobre los
-generales y conocidos motivos, otros particulares al caso contribuyeron
-a dar mayor valor a semejante interpretación. Pues en cuanto al primer
-punto el consejo que ahora juzgaba ser harto numerosa la junta central,
-había en agosto provocado a los presidentes de las de provincia
-para que [*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_6-3"
-id="Ll_6-3">6-3</a>.)</span> «no siendo posible adoptar de pronto
-en circunstancias tan extraordinarias los medios que designaban las
-leyes y las costumbres nacionales... diputasen personas de su mayor
-confianza, que reuniéndose a las nombradas por las juntas establecidas
-en las demás provincias y al consejo, pudiesen conferenciar... de
-manera que partiendo todas las providencias y disposiciones de este
-centro común fuese tan expedito como conveniente el efecto.» Por lo
-cual si se hubiera condescendido con la voluntad del consejo, lejos
-de ser menos en número los individuos de la central, se hubiera esta
-engrosado con todos los magistrados de aquel cuerpo. Además la citada
-ley de Partida en que estribaba la opinión para reducir los centrales y
-la formación de regencia, puede decirse que nunca<span class="pagenum"
-id="Page_117">p. 117</span> fue cumplida, empezando por la misma
-minoridad de Don Fernando IV el Emplazado, nieto del legislador que
-promulgó la ley, y acabando en la de Carlos II de Austria. La otra
-petición del consejo de suprimir las juntas provinciales, pareció
-sobradamente desacordada. Perjudicial la conservación de estas en
-tiempos pacíficos y serenos, no era todavía ocasión de abolirlas
-permaneciendo el enemigo dentro del reino, y solo sí de deslindar
-sus facultades y limitarlas. Tampoco agradó, aunque en apariencia
-lisonjera, la 3.ª petición de convocar la representación nacional.
-Dudábase de la buena fe con que se hacía la propuesta; habiéndose
-constantemente mostrado el consejo hosco y espantadizo a solo el nombre
-de cortes, sin contar con que se requería más espacio para convenir
-en el modo de su llamamiento, conforme a las mudanzas acaecidas en la
-monarquía. Las insinuaciones del consejo se llevaron pues tan a mal
-que, intimidado, no insistió por entonces en su empeño.</p>
-
-<div class="sidenote">Dictamen<br/> de Jovellanos.</div>
-
-<p>Coincidía sin embargo hasta cierto punto con su dictamen el de
-algunos individuos de la central, y de los más ilustrados, entre ellos
-el de Jovellanos. Desde el día de la instalación y reuniéndose a
-puerta cerrada mañana y noche, fue uno de los primeros acuerdos de la
-junta nombrar una comisión de cinco vocales que hiciese su reglamento
-interior. En ella provocó Jovellanos como medida previa, tratar de
-la institución y forma del nuevo gobierno. No asintiendo los otros
-a su parecer, le reprodujo el 7 de octubre en el seno de la misma
-junta,<span class="pagenum" id="Page_118">p. 118</span> pidiendo que
-se anunciase inmediatamente «a la nación que sería reunida en cortes
-luego que el enemigo hubiese abandonado nuestro territorio, y si esto
-no se verificase antes, para el octubre de 1810; que desde luego se
-formase una regencia interina en el día 1.º del año inmediato de 1809;
-que instalada la regencia quedasen existentes la junta central y las
-provinciales; pero reduciendo el número de vocales en aquella a la
-mitad, en estas a cuatro, y unas y otras sin mando ni autoridad, y
-solo en calidad de auxiliares del gobierno.» Este dictamen, aunque
-justamente apreciado, no fue admitido, suspendiéndose para más adelante
-su resolución. Creían unos que era más urgente ocuparse en medidas de
-guerra que en las políticas y de gobierno, y a otros pesábales bajar
-del puesto a que se veían elevados. Era también dificultoso agradar
-a las provincias en la elección de regencia: esta solamente había de
-constar de 3 o 5 individuos, y no siendo por tanto dado a todas ellas
-tener en su seno un representante, hubieran nacido de su formación
-quejas y desabrimientos. Además el gobierno electivo y limitado de la
-regencia, sin el apoyo de otro cuerpo más numeroso y que deliberase
-en público como el de las cortes, no hubiera probablemente podido
-resistir a los embates de la opinión tan varia y suspicaz en medio
-de agitaciones y revueltas. Y la convocación de aquellas según hemos
-insinuado pedía más desahogo y previa meditación: por cuyas causas y
-la premura de los tiempos continuó la junta central en todo el goce y
-poderío de la autoridad soberana.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_119">p. 119</span></p>
-
-<div class="sidenote">Forma interior<br/> de la central.</div>
-
-<p>En su virtud y para el mejor y más pronto despacho de los negocios,
-arregló su forma interior y se dividió en otras tantas secciones
-cuantos ministerios había en España, a saber: estado, gracia y
-justicia, guerra, marina y hacienda, resolviendo en sesiones plenas
-las providencias que aquellas proponían. <span class="sidenote">Don
-Manuel Quintana.</span> Y para reducir su acción a unidad, se creó una
-secretaría general a cuya cabeza se puso al célebre literato y buen
-patriota Don Manuel Quintana: elección que a veces sirvió al crédito de
-la central, pues valiéndose de su pluma para proclamas y manifiestos,
-medía la muchedumbre por la dignidad del lenguaje las ideas y
-providencias del Gobierno.</p>
-
-<div class="sidenote">Primeras<br/> providencias<br/> y decretos<br/>
-de la central.</div>
-
-<p>Desgraciadamente estas no correspondieron a aquel durante los
-primeros meses. Por de pronto y antes de todo ocupáronse los centrales
-en honores y condecoraciones. Al presidente se le dio el tratamiento
-de alteza, a los demás vocales el de excelencia, reservándose el de
-majestad a la junta en cuerpo. Adornaron sus pechos con una placa que
-representaba ambos mundos, se señalaron el sueldo de 120.000 reales, e
-incurrieron por consiguiente en los mismos deslices que las juntas de
-provincia, sin ser ya iguales las circunstancias.</p>
-
-<p>No desdijeron otros decretos de estos primeros y desacertados.
-Mandose suspender la venta de manos muertas, y aun se pensó en anular
-los contratos de las hechas anteriormente. Permitiose a los exjesuitas
-volver a España en calidad de particulares. Restableciéronse las
-antiguas trabas de la imprenta, y se nombró inquisidor general; y
-afligiendo y contristando así a<span class="pagenum" id="Page_120">p.
-120</span> los hombres ilustrados, la junta ni contentó ni halagó al
-clero, sobradamente avisado para conocer lo inoportuno de semejantes
-providencias.</p>
-
-<p>Por otra parte, tampoco acallaba las hablillas y disgusto que
-aquellas promovían con las que tomaba en lo económico y militar.
-Verdad es que si algún tanto dependía su inacción de las vanas
-ocupaciones en que se entretenía, gran parte tuvo también en ella el
-estado lastimoso de la nación, la cual, habiendo hecho un extraordinario
-esfuerzo, ya casi exhausta al levantarse en mayo, acabó de agotar sus
-recursos para hacer rostro a las urgentes necesidades del momento. Y la
-administración pública, de antemano desordenada, desquiciándose del todo
-con el gran sacudimiento, yacía por tierra. Reconstruirla era obra más
-larga y no propia de un gobierno como la central, cuya forma si bien
-imposible o difícil de mejorarse entonces, no por eso dejaba de ser
-viciosísima y monstruosa: puesto que cuerpo sobradamente numeroso como
-potestad ejecutiva, resolvía lentamente por lo detenido y embarazoso de
-sus deliberaciones, y escaso de vocales para ejercer la legislativa,
-ni podían ilustrarse suficientemente las materias, ni buscar luces ni
-arrimo en la opinión, teniendo que ser secretas sus disensiones por la
-índole de su institución misma.</p>
-
-<div class="sidenote">Su manifiesto en<br/> 10 de noviembre.</div>
-
-<p>Trató no obstante la central, aunque perezosamente, de bienquistarse
-con la nación, circulando en 10 de noviembre un manifiesto, que llevaba
-la fecha de 26 de octubre, y en el que con maestría se trazaba el
-cuadro del estado de cosas y la conducta que la junta seguiría en
-su<span class="pagenum" id="Page_121">p. 121</span> gobierno. No
-solamente mencionaba en su contenido los remedios prontos y vigorosos
-que era necesario adoptar, no solo trataba de mantener para la defensa
-de la patria 500.000 infantes y 50.000 caballos, sino que también daba
-esperanza de que se mejorarían para lo venidero nuestras instituciones.
-Si este papel se hubiera esparcido con anticipación, y sobre todo si
-los hechos se hubieran conformado con las palabras, asombroso y fundado
-hubiera sido el concepto de la junta central. Mas había corrido el mes
-de octubre, entrado noviembre, comenzado las desgracias, y no por eso
-se veía que los ejércitos se proveyesen y aumentasen.</p>
-
-<div class="sidenote">Distribución<br/> de los ejércitos.</div>
-
-<p>Estos habían sido divididos por decreto suyo en cuatro grandes y
-diversos cuerpos. 1.º Ejército de la izquierda que debía constar del de
-Galicia, Asturias, tropas venidas de Dinamarca, y de la gente que se
-pudiera allegar de las montañas de Santander y país que recorriese. 2.º
-Ejército de Cataluña compuesto de tropas y gente de aquel principado,
-de las divisiones desembarcadas de Portugal y Mallorca, y de las que
-enviaron Granada, Aragón y Valencia. 3.º Ejército del centro que
-debía comprender las cuatro divisiones de Andalucía y las de Castilla
-y Extremadura con las de Valencia y Murcia, que habían entrado en
-Madrid con el general Llamas. También había esperanzas de que obrasen
-por aquel lado los ingleses en caso de que se determinasen a avanzar
-hacia la frontera de Francia. 4.º Ejército de reserva, compuesto de
-las tropas de Aragón y de las que durante el sitio de Zaragoza se les
-habían agregado de<span class="pagenum" id="Page_122">p. 122</span>
-Valencia y otras partes. Nombrose también una junta general de guerra,
-y presidente de ella al general Castaños, aunque por entonces debía
-seguir al ejército. Mas estas providencias no tuvieron entero y
-cumplido efecto, impidiéndolo en parte otras disposiciones, y los
-contratiempos y desastres que sobrevinieron, en cuya relación vamos a
-entrar.</p>
-
-<div class="sidenote">Su marcha.</div>
-
-<p>Ya antes de la instalación de la central y en el consejo militar
-celebrado en Madrid en 5 de septiembre de que hicimos mención, se había
-acordado que al paso que el general Llamas con las tropas de Valencia y
-Murcia marchase a Calahorra, y Castaños con las de Andalucía a Soria,
-se arrimaran Cuesta y las de Castilla al Burgo de Osma, y Palafox con
-las suyas a Sangüesa y orillas del río Aragón; recomendando además a
-Galluzo que mandaba las de Extremadura el ir a unirse a las que se
-encaminaban al Ebro. Blake por su lado debía avanzar con los gallegos
-y asturianos hacia Burgos y provincias vascongadas. Descabellado
-como era el plan, desparramando sin orden en varios puntos y en
-una línea extendida, escasas, mal disciplinadas y peor provistas
-tropas, se procedió despacio en su ejecución, no habiéndose nunca del
-todo realizado. Nuevas disputas y pasiones contribuyeron a ello, y
-principalmente lo mal entendido y combinado del mismo plan, falta de
-recursos, desorden en la distribución y aquella lentitud característica
-al parecer de la nación española, y de la que según el gran Bacon había
-ya en su tiempo nacido el proverbio:[*] <span class="sidenote">(* Ap.
-n. <a href="#Ap_6-4" id="Ll_6-4">6-4</a>.)</span> «<i>Me venga la
-muerte de España</i>, porque vendría tarde.»</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_123">p. 123</span></p>
-
-<div class="sidenote">Marcha<br/> del de Galicia.</div>
-
-<p>Con todo, el ejército de Galicia después de la rota de Rioseco,
-habiéndose algún tanto organizado en Manzanal y Astorga, emprendió su
-marcha a las órdenes de su general Don Joaquín Blake en los últimos
-días de agosto, y dividido en tres columnas se dirigió por la falda
-meridional de la cordillera que separa a León y a Burgos de Asturias
-y Santander. Al promediar el mes se hallaban las tres columnas en
-Villarcayo, punto que se tuvo por acomodado y central para posteriores
-operaciones. Ascendía su número a 22.728 infantes y 400 caballos
-distribuidos en cuatro divisiones. La cuarta al mando del marqués de
-Portago se movió la vuelta de Bilbao para asegurar la comunicación con
-aquella costa, y esperando sorprender a los franceses. Mas avisados
-estos por los tiros indiscretos de una avanzada española, pudieron
-con corta pérdida retirarse y desocupar la villa. No la guardaron
-mucho tiempo nuestras tropas, porque revolviendo sobre ellas con
-refuerzo el mariscal Ney, recién llegado de Francia, obligó a Portago
-a recogerse por Valmaseda sobre la Nava. <span class="sidenote">Ocupa
-Bilbao.</span> Insistió días después el general Blake en recuperar
-Bilbao, y acudiendo en persona con superiores fuerzas, necesario le fue
-al general francés Merlin evacuar de nuevo dicha villa en la noche del
-11 de octubre.</p>
-
-<div class="sidenote">Marcha<br/> del de Asturias.</div>
-
-<p>En el mismo día, y ocupando Quincoces, orilla izquierda del Ebro,
-se incorporaron al ejército de Galicia las tropas de Asturias,
-capitaneadas por Don Vicente María de Acevedo. Había este sucedido en
-el mando, desde 28 de junio, al marqués de Santa Cruz de Marcenado, a
-cuyo<span class="pagenum" id="Page_124">p. 124</span> patriotismo e
-instrucción no acompañaban las raras prendas que pide la formación de
-un ejército nuevo y allegadizo. El Acevedo militar antiguo, firme y
-severo, y adornado de luces naturales y adquiridas, había conseguido
-disciplinar bastantemente 8000 hombres, con los que resolvió salir a
-campaña. Iban en dos trozos, uno le regía Don Cayetano Valdés, otro
-Don Gregorio Quirós. Jefe de escuadra el primero, le vimos en Mahón
-mandando a principios de año la fuerza naval surta en aquel puerto, y
-ya antes la nación le había distinguido y colocado entre sus mejores
-y más arrojados marinos. Al ruido del alzamiento de Asturias había
-acudido a esta provincia, cuna de su familia. El segundo, natural de
-ella y oficial de guardias españolas, era justamente tenido por hombre
-activo, inteligente y bizarro. Unidas pues las tropas de Asturias y
-Galicia concertaron sus movimientos, y el 25 de octubre se situó el
-general Blake con parte de ellas entre Zornoza y Durango.</p>
-
-<div class="sidenote">Cuesta,<br/> su conducta.</div>
-
-<p>Al propio tiempo Don Gregorio de la Cuesta antes que en cumplir
-lo acordado en 5 de septiembre en Madrid, pensó en satisfacer sus
-venganzas. Referimos cómo de vuelta de la capital había detenido y
-preso en el alcázar de Segovia a los diputados de León Don Antonio
-Valdés y vizconde de Quintanilla. Adelante con su propósito quería
-juzgarlos como rebeldes a su autoridad en consejo militar, escogiendo
-para fiscal de la causa al conde de Cartaojal. Dispuso también que
-la ciudad de Valladolid nombrase en su lugar otros dos vocales por
-Castilla, con<span class="pagenum" id="Page_125">p. 125</span> lo que
-hubieron de aumentarse los choques y la confusión. Felizmente no halló
-Cuesta abrigo en la opinión, y desaprobando la central su conducta,
-le mandó comparecer en Aranjuez, y previno a Cartaojal que soltase
-los presos. Obedecieron ambos, <span class="sidenote">Le suceden<br/>
-Eguía<br/> y Pignatelli.</span> y puesto el ejército de Castilla
-bajo las órdenes de su segundo jefe Don Francisco Eguía, se acercó a
-Logroño en donde definitivamente le sucedió y tomó el mando Don Juan
-Pignatelli. Mas estas mudanzas y trasiego de jefes menguó y desconcertó
-la tropa castellana, llena sí de entusiasmo y ardor, pero bisoña y poco
-arreglada. Su número no pasaba de 8000 hombres con pocos caballos.</p>
-
-<div class="sidenote">Marcha<br/> de Llamas.</div>
-
-<p>Por su parte y deseoso de poner en práctica el plan resuelto, partió
-de Madrid el primero de todos y en septiembre Don Pedro González de
-Llamas. Mandaba a los valencianos y murcianos con que había entrado en
-la capital, y salió de ella con unos 4500 hombres infantes y jinetes.
-Enderezó su marcha a Alfaro, orilla derecha de Ebro, y situó en
-primeros de octubre su cuartel general en Tudela. Siguiéronle de cerca
-la 2.ª y 4.ª división de Andalucía regidas ambas por el general Don
-Manuel de la Peña, y cuya fuerza ascendía a 10.000 hombres. Castaños
-permaneció en Madrid y no faltaba quien motejase su tardanza, en la que
-tuvieron principal parte manejos y tramas del consejo, y celos, piques
-y desavenencias de la junta de Sevilla.</p>
-
-<div class="sidenote">Detención<br/> de Castaños<br/> en Madrid.</div>
-
-<p>Dijeron algunos que también se detenía, esperanzado en que la
-central le nombraría generalísimo, en remuneración de lo que había
-trabajado<span class="pagenum" id="Page_126">p. 126</span> por
-instalarla. Apoyaban la conveniencia de semejante medida Sir Carlos
-Stuart, que de Galicia había venido a Madrid y Aranjuez, y lord
-William Bentinck, enviado desde Portugal por el general Dalrymple
-para concertarse con Castaños acerca de las operaciones militares.
-El pensamiento era, sin duda, útil para la unión y conformidad en la
-dirección de los ejércitos; pero a su cumplimiento se oponían las
-rivalidades de otros generales, las que reinaban dentro de la misma
-junta central y el temor de que no tuviese Castaños la actividad y
-firmeza que aquellos tiempos requerían.</p>
-
-<div class="sidenote">Su salida.</div>
-
-<p>Salió este al fin de Madrid el 8 de octubre, y el 17 llegó a
-Tudela. Convidado por Palafox pasó a Zaragoza, y allí acordaron el 20,
-<span class="sidenote">Plan concertado<br/> con Palafox.</span> como
-continuación de lo antes resuelto, que el ejército del centro con el
-de Aragón amenazase a Pamplona, poniéndose una división a espaldas de
-esta plaza al mismo tiempo que el de Blake, a quien se enviaría aviso,
-marchase por la costa a cortar la comunicación con Francia.</p>
-
-<p>Al último le dejamos entre Zornoza y Durango; los dos primeros,
-o sea más bien la parte de ellos que se había acercado al Ebro,
-estaba por entonces así distribuida. A Logroño le ocupaban los 8000
-castellanos al mando de su general Don Juan de Pignatelli; a Lodosa Don
-Pedro Grimarest con la 2.ª división de Andalucía, estando la 4.ª a las
-órdenes de Don Manuel de la Peña en Calahorra, y siendo ambas de 10.000
-hombres, según queda dicho. Los 4500 valencianos y murcianos permanecían
-situados en Tudela y a su frente D. Pedro Roca, sucesor<span
-class="pagenum" id="Page_127">p. 127</span> de Llamas, encargado de
-otro puesto cerca del gobierno supremo. Del ejército de Aragón había
-en Sangüesa 8000 hombres que regía Don Juan O’Neille, enviado de
-Valencia con un corto refuerzo, y a su retaguardia en Egea otros 5000
-al mando de Don Felipe Saint-March. Con tan contadas fuerzas y en línea
-tan dilatada, juzgaron los prudentes y entendidos ser desacertado
-el plan convenido en Zaragoza para tomar la ofensiva; puesto que el
-total de soldados españoles, <span class="sidenote">Fuerza<br/> de
-los ejércitos<br/> españoles.</span> avanzados a mediados de octubre
-hasta Vizcaya y orillas de Ebro, no llegaba a 70.000 hombres, teniendo
-Blake 30.000 asturianos y gallegos [los de Romana todavía no estaban
-incorporados], y Castaños unos 36.000 entre castellanos, andaluces,
-valencianos, murcianos y aragoneses. Parecerá tanto más arreglado a la
-razón aquel dictamen, si volviendo la vista al enemigo examinamos su
-estado, su número, su posición.</p>
-
-<div class="sidenote">Situación<br/> de José y del<br/> ejército
-francés.</div>
-
-<p>José Bonaparte después de haber salido de Madrid había permanecido
-en los lindes de la provincia de Burgos o en Vitoria. Allí se
-entretuvo en dar algunos decretos, en trazar marchas y expediciones
-que no tuvieron cumplido efecto, y en crear una orden militar. Sus
-ministros apremiados por las circunstancias presentaron un escrito
-<span class="sidenote">Exposición<br/> de sus ministros.<br/> (*
-Ap. n. <a href="#Ap_6-5" id="Ll_6-5">6-5</a>.)</span> en el que [*]
-«exponiendo que el interés de España exigía no confundir su buena
-armonía y amistad para con la Francia, con su cooperación a los fines
-y planes de mayor extensión en que se hallaba empeñado el jefe de
-ella...» indicaban que... «convenía poder anunciar a la nación que
-aunque gobernada<span class="pagenum" id="Page_128">p. 128</span>
-por el hermano del emperador conforme a los tratados de Bayona, fuese
-libre de ajustar una paz separada con la Inglaterra... que esto
-calmaría las fundadas zozobras sobre las posesiones de América... etc.,
-etc.» El escrito se creyó digno de ser presentado a Napoleón, y para
-llevarle y apoyarle de palabra fueron en persona a París los ministros
-Azanza y Urquijo. Por loables que fuesen las intenciones de los que
-escribieron la exposición, no se hace creíble dieran aquel paso con
-probabilidad de buen éxito conociendo a Napoleón y su política, o si
-tal pensaron, forzoso es decir que andaban harto desalumbrados. Mas
-el emperador de los franceses no paró mientes en los discursos de los
-ministros españoles de José, y solo se ocupó en mejorar y reforzar su
-ejército.</p>
-
-<p>Este, en los primeros tiempos de su retirada, había caído en gran
-desánimo, y los más de sus soldados, excepto los del mariscal
-Bessières, iban al Ebro casi sin orden ni formación. Perseguidos
-entonces e inquietados, fácilmente hubieran sido del todo desranchados
-y dispersos, o por lo menos no se hubieran detenido hasta pisar
-tierra de Francia. Pero los españoles descansando sobre los laureles
-adquiridos, flojos, escasos también de recursos, les dieron espacio
-para repararse. Así fue que los franceses ya más serenos y engrosados
-con gente de refresco, <span class="sidenote">Fuerza del<br/> ejército
-francés.</span> se distribuyeron en tres grandes cuerpos, el del
-centro mandado por el mariscal Ney, que ya dijimos acababa de llegar
-de Francia, y los de la izquierda y derecha gobernados cada uno
-por los mariscales Moncey y Bessières. Había<span class="pagenum"
-id="Page_129">p. 129</span> además una reserva compuesta en parte de
-soldados de la guardia imperial, y en donde estaba José con el mariscal
-Jourdan, su mayor general, enviado de París últimamente para desempeñar
-aquel cargo. De suerte, que todos juntos componían en septiembre una
-masa compacta de más de 50.000 combatientes, entre ellos 11.000 de
-caballería, con la particular ventaja de estar reconcentrados y prontos
-a acudir por el radio a cualquier punto que fuese acometido, cuando
-los nuestros para darse la mano tenían que recorrer la extendida y
-prolongada curva que formaban en torno de los enemigos, quienes sin
-contar con los de Cataluña y guarniciones de Pamplona y San Sebastián
-estaban también respaldados por fuerzas que mandaba en Bayona el
-general Drouet, y con la confianza de recibir de su propio país por la
-inmediación todo género de prontos y eficaces auxilios.</p>
-
-<div class="sidenote">Movimiento<br/> de los españoles.</div>
-
-<p>A pesar de eso y de aumentarse sus filas cada día con nuevas tropas,
-manteníanse los franceses quietos y sobre la defensiva, a tiempo que
-los españoles trataron de ejecutar el plan adoptado en Zaragoza. Era
-el 27 de octubre el señalado para dar comienzo a la empresa, mas
-días antes ya habían los nuestros con su impaciencia movídose por su
-frente. Los castellanos desde Logroño, sentado a la margen derecha del
-Ebro, cruzando a la opuesta, se habían adelantado a Viana, y Grimarest
-extendídose desde Lodosa a Lerín. Los aragoneses por el lado de
-Sangüesa también avanzaron acompañados de muchos paisanos. Y tan grande
-fue el número de estos, que Moncey sobresaltado dio cuenta a<span
-class="pagenum" id="Page_130">p. 130</span> José, quien destacó del
-cuerpo de Bessières dos divisiones para reforzar las tropas que estaban
-por la parte de Aragón y Navarra.</p>
-
-<p>El 20 de octubre mandó el general Grimarest a Don Juan de la Cruz
-Mourgeon ocupar Lerín con los tiradores de Cádiz, una compañía de
-voluntarios catalanes y unos cuantos caballos. Para apoyarle quedaron
-en Carcar y Sesma otros destacamentos. Cruz tenía orden de retirarse
-si le atacaban superiores fuerzas, y habiendo expuesto lo difícil de
-ejecutar dicha orden caso de que el enemigo se posesionase con su
-caballería de un llano que se extiende de Lerín camino de Lodosa, le
-ofreció Grimarest sostenerle con oportuno socorro.</p>
-
-<div class="sidenote">Acción de Lerín,<br/> 26 de octubre.</div>
-
-<p>Cruz en cumplimiento de lo que se le mandaba fortificó según pudo
-el convento de Capuchinos y el palacio cuyo edificio había de ser su
-último refugio. No tardó en saber que iba a ser atacado, y de ello dio
-aviso el 25 al general Grimarest. En efecto en la madrugada del 26
-le acometieron los enemigos valerosamente rechazados por sus tropas.
-Con más gente insistieron aquellos en su propósito a las nueve de la
-mañana, y los nuestros replegándose al palacio no dieron oídos a la
-intimación que de rendirse se les hizo. Renovaron varias veces los
-franceses sus embestidas con 6000 infantes, con artillería y 700 u
-800 caballos, y los de Cruz que no excedían de 1000 continuaron en
-repelerlos hasta entrada la noche con la esperanza de que Grimarest,
-según lo prometido, vendría en su auxilio. Los destacamentos de
-Carcar y Sesma aunque lo intentaron no pudieron<span class="pagenum"
-id="Page_131">p. 131</span> por su corta fuerza dar ayuda. Amaneció el
-día siguiente, y sin municiones ni noticia de Grimarest se vio forzado
-Cruz a capitular con el enemigo, quien celebrando su valor y el de
-su gente, le concedió salir del palacio con todos los honores de la
-guerra, debiendo después ser canjeados por otros prisioneros. Brillante
-acción fue la de Lerín aunque desgraciada, siendo los tiradores de
-Cádiz soldados nuevos, no familiarizados con los rigores de la guerra.
-Censurose al Grimarest haber avanzado hasta Lerín aquellas tropas para
-abandonarlas después a su aciaga suerte; pues en vez de correr en
-su auxilio, con pretexto de una orden de La Peña evacuó a Lodosa, y
-repasando el Ebro se situó en la torre de Sartaguda.</p>
-
-<p>O’Neille, más dichoso en aquellos días, obligó al enemigo a
-retirarse de Nardues a Monreal: corta compensación de la anterior
-pérdida y de la que se experimentó en Logroño. El mariscal Ney había
-atacado y repelido el 24 los puestos avanzados de las tropas de
-Castilla, colocándose el 25 en las alturas que hacen frente a aquella
-ciudad del otro lado del Ebro. El general Castaños, que entonces se
-encontraba allí, mandó a Pignatelli que sostuviese el punto, a no ser
-que los enemigos cruzando el río se adelantasen por la derecha, en cuyo
-caso se situaría en la sierra de Cameros sobre Nalda. Ordenó también
-que el batallón ligero de Campomayor fuese a reforzarle y desalojar al
-enemigo de las alturas ocupadas. <span class="sidenote">Retirada<br/>
-de los castellanos<br/> de Logroño.</span> Inútiles prevenciones.
-Castaños volvió a Calahorra, y Pignatelli evacuó el 27 a Logroño con
-tal precipitación y desorden,<span class="pagenum" id="Page_132">p.
-132</span> que no parando hasta Cintruénigo, dejó al pie de la sierra
-de Nalda sus cañones, y los soldados desparramados, que durante
-veinticuatro horas le siguieron unos en pos de otros. El pavor que se
-había apoderado de sus ánimos era tanto menos fundado, cuanto que 1500
-hombres al mando del conde de Cartaojal, volviendo a Nalda, recobraron
-los cañones en el sitio en que quedaron abandonados, y a donde no había
-penetrado el enemigo.</p>
-
-<div class="sidenote">Arreglo que<br/> en su ejército<br/> hace el
-general<br/> Castaños.</div>
-
-<p>El general Castaños, justamente irritado contra Pignatelli, le quitó
-el mando, e incorporando la colecticia gente de Castilla en sus otras
-divisiones, hizo algunas leves mudanzas en su ejército. Por de pronto
-formó una vanguardia de 4000 hombres de infantería y caballería, regida
-por el conde de Cartaojal, la cual había de maniobrar por las faldas
-de la sierra de Cameros desde el frente de Logroño hasta el de Lodosa,
-y dio el nombre de 5.ª división a los 4500 valencianos y murcianos
-repartidos entre Alfaro y Tudela, al mando de Don Pedro Roca. <span
-class="sidenote">Se sitúa<br/> en Cintruénigo<br/> y Calahorra.</span>
-Reconcentró la demás fuerza en Calahorra y sus alrededores, y
-escarmentado con lo ocurrido se resolvió antes de emprender cosa alguna
-a aguardar las demás tropas que debían agregarse al ejército del
-centro, y respuesta del general Blake al plan comunicado.</p>
-
-<div class="sidenote">Napoleón.</div>
-
-<p>Napoleón en tanto se preparaba a destruir en su raíz la noble
-resistencia de un pueblo cuyo ejemplo era de temer cundiese a las
-naciones y reyes que gemían bajo su imperial dominación. En un
-principio se había figurado que con las tropas que tenía en la
-península podría<span class="pagenum" id="Page_133">p. 133</span>
-comprimir los aislados y parciales esfuerzos de los españoles, y que
-su alzamiento de corta duración pasaría silencioso en la historia
-del mundo. Desvanecida su ilusión con los triunfos de Bailén, la
-tenaz defensa de Zaragoza y las proezas de Cataluña y Valencia, pensó
-apagar con extraordinarios medios un fuego que tan grande hoguera
-había encendido. Fue anuncio precursor de su propósito el publicar en
-6 de septiembre en el <i>Monitor</i> y por primera vez una relación
-circunstanciada de las novedades de la península, si bien pintadas y
-desfiguradas a su sabor.</p>
-
-<div class="sidenote">Su mensaje<br/> al senado.</div>
-
-<p>Había precedido en 4 del mismo mes a esta publicación un mensaje
-del emperador al senado con tres exposiciones, de las que dos eran
-del ministro de negocios extranjeros Mr. de Champagny y una del de la
-guerra Mr. Clarke. Las del primero llevaban fecha de 24 de abril y
-1.º de septiembre. En la de abril después de manifestar Mr. Champagny
-la necesidad de intervenir en los asuntos de España, asentaba que la
-revolución francesa habiendo roto el útil vínculo que antes unía a
-ambas naciones gobernadas por una sola estirpe, era político y justo
-atender a la seguridad del imperio francés, y libertar a España del
-influjo de Inglaterra; lo cual, añadía, no podría realizarse, ni
-reponiendo en el trono a Carlos IV ni dejando en él a su hijo. En la
-exposición de septiembre hablábase ya de las renuncias de Bayona, de
-la constitución allí aprobada, y en fin se revelaban los disturbios
-y alborotos de España, provocados según el ministro por el gobierno
-británico que<span class="pagenum" id="Page_134">p. 134</span>
-intentaba poner aquel país a su devoción y tratarle como si fuera
-provincia suya. Mas aseguraba que tamaña desgracia nunca se efectuaría
-estando preparados para evitarla 2.000.000 de hombres valerosos que
-arrojarían a los ingleses del suelo peninsular.</p>
-
-<div class="sidenote">Leva de<br/> nuevas tropas.</div>
-
-<p>Pronosticaban tan jactanciosas palabras demanda de nuevos
-sacrificios. Tocó especificarlos a la exposición del ministro de la
-guerra. En ella pues se decía, que habiendo resuelto S. M. I. juntar
-al otro lado de los Pirineos más de 200.000 hombres, era indispensable
-levantar 80.000 de la conscripción de los años 1806, 7, 8 y 9, y
-ordenar que otros 80.000 de la del 10 estuviesen prontos para el enero
-inmediato. Al día siguiente de leídas estas exposiciones y el mensaje
-que las acompañaba, contestó el senado aprobando y aplaudiendo lo
-hecho, y las medidas propuestas; y asegurando también que la guerra
-con España era «política, justa y necesaria.» A tan mentido y abyecto
-lenguaje había descendido el cuerpo supremo de una nación culta y
-poderosa.</p>
-
-<p>Por anteriores órdenes habían ya empezado a venir del norte de
-Europa muchas de las tropas francesas allí acantonadas. A su paso
-por París hizo reseña de varias de ellas el emperador Napoleón,
-pronunciando para animarlas una arenga enfática y ostentosa.</p>
-
-<div class="sidenote">Conferencias<br/> de Erfurt.</div>
-
-<p>No satisfecho este con las numerosas huestes que encaminaba
-a España, trató también de asegurar el buen éxito de la empresa
-estrechando su amistad y buena armonía con el emperador de Rusia. Sin
-determinar tiempo se había en<span class="pagenum" id="Page_135">p.
-135</span> Tilsit convenido en que más adelante se avistarían ambos
-príncipes. Los acontecimientos de España, incertidumbres sobre la
-Alemania y aun dudas sobre la misma Rusia obligaron a Napoleón a pedir
-la celebración de las proyectadas vistas. Accedió a su demanda el
-emperador Alejandro, quien y el de Francia, puestos ambos de acuerdo
-llegaron a Erfurt, lugar señalado para la reunión, el 27 de septiembre.
-Concurrieron allí varios soberanos de Alemania, siendo el de Austria
-representado por su embajador, y el de Prusia por su hermano el
-príncipe Guillermo. Reinó entre todos la mayor alegría, satisfacción y
-cordialidad, pasándose los días y las noches en diversiones y festines,
-sin reparar que en medio de tantos regocijos no solo legítimos monarcas
-sancionaban la usurpación más escandalosa, y autorizaban una guerra que
-ya había hecho correr tantas lágrimas, sino que también tachando de
-insurrección la justa defensa y de rebeldía la lealtad, abrían ancho
-portillo por donde más adelante pudieran ser acometidos sus propios
-pueblos y atropellados sus derechos. Ni motivos tan poderosos, ni tales
-temores detuvieron al emperador Alejandro. Contento con los obsequios
-de su aliado y algunas concesiones, reconoció por rey de España a
-José, y dejó a Napoleón en libertad de proceder en los asuntos de la
-península según conviniese a sus miras.</p>
-
-<div class="sidenote">Correspondencia<br/> con el gobierno<br/>
-inglés.</div>
-
-<p>Mas al propio tiempo y para aparentar deseos de paz, cuando después
-de lo estipulado era imposible ajustarla, determinaron entablar
-acerca de tan grave asunto correspondencia con<span class="pagenum"
-id="Page_136">p. 136</span> Inglaterra. Ambos emperadores escribieron
-en una y sola carta al rey Jorge III, y sus ministros respectivos
-pasaron notas con aviso de que plenipotenciarios rusos se enviarían a
-París para aguardar la respuesta de Inglaterra: los que en unión con
-los de Francia concurrirían al punto del continente que se señalase
-para tratar.</p>
-
-<p>En contestación, Mr. Canning escribió el 28 de octubre dos cartas
-a los ministros de Rusia y Francia, acompañadas de una nota común a
-ambos. Al primero le decía, que aunque S. M. B. deseaba dar respuesta
-directa al emperador su amo, el modo desusado con que este había
-escrito le impedía considerar su carta como privada y personal, siendo
-por tanto imposible darle aquella señal de respeto sin reconocer
-títulos que nunca había reconocido el rey de la Gran Bretaña. Que
-la proposición de paz se comunicaría a Suecia y a España. Que era
-necesario estar seguro de que la Francia admitiría en los tratos al
-gobierno de la última nación, y que tal sin duda debía de ser el
-pensamiento del emperador de Rusia, según el vivo interés que siempre
-había mostrado en favor del bienestar y dignidad de la monarquía
-española; lo cual bastaba para no dudar que S. M. I. nunca sería
-inducido a sancionar por su concurrencia o aprobación usurpaciones
-fundadas en principios no menos injustos que de peligroso ejemplo para
-todos los soberanos legítimos. En la carta al ministro de Francia
-se insistía en que entrasen como partes en la negociación Suecia y
-España.</p>
-
-<p>El mismo Mr. Canning respondió ampliamente en la nota que iba para
-dichos dos ministros<span class="pagenum" id="Page_137">p. 137</span>
-a la carta autógrafa de ambos emperadores. Sentábase en ella que los
-intereses de Portugal y Sicilia estaban confiados a la amistad y
-protección del rey de la Gran Bretaña, el cual también estaba unido con
-Suecia, así para la paz como para la guerra. Y que si bien con España
-no estaba ligado por ningún tratado formal, había sin embargo contraído
-con aquella nación a la faz del mundo empeños tan obligatorios como
-los más solemnes tratados; y que por consiguiente el gobierno que allí
-mandaba a nombre de S. M. C. Fernando VII, debería asimismo tomar parte
-en las negociaciones.</p>
-
-<p>El ministro ruso replicó no haber dificultad en cuanto a tratar
-con los soberanos aliados de Inglaterra; pero que de ningún modo se
-admitirían los plenipotenciarios de los insurgentes españoles [así los
-llamaba], puesto que José Bonaparte había ya sido reconocido por el
-emperador su amo como rey de España. Menos sufrida y más amenazadora
-fue la contestación de Mr. Champagny ministro de Francia.</p>
-
-<div class="sidenote">Fin de la<br/> correspondencia.</div>
-
-<p>Diose fin a la correspondencia con nuevos oficios en 9 de diciembre
-de Mr. Canning, concluyendo este con repetir al francés, «que S. M. B.
-estaba resuelto a no abandonar la causa de la nación española y de la
-legítima monarquía de España; añadiendo que la pretensión de la Francia
-de que se excluyese de la negociación el gobierno central y supremo que
-obraba en nombre de S. M. C. Fernando VII, era de naturaleza a no ser
-admitida por S. M. sin condescender con una usurpación que no tenía
-igual en la historia del universo.»</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_138">p. 138</span></p>
-
-<div class="sidenote">Discurso<br/> de Napoleón<br/> al cuerpo<br/>
-legislativo.</div>
-
-<p>Contaba Napoleón tan poco con esta negociación, que volviendo a
-París el 18 de octubre, y abriendo el 25 el cuerpo legislativo, después
-de tocar en su discurso muy por encima el paso dado en favor de las
-paces, dijo: «parto dentro de pocos días para ponerme yo mismo al
-frente de mi ejército, coronar con la ayuda de Dios en Madrid al rey de
-España, y plantar mis águilas sobre las fortalezas de Lisboa.» Palabras
-incompatibles con ningún arreglo ni pacificación, y tan conformes
-con lo que en su mente había resuelto, que sin aguardar respuesta de
-Londres a la primera comunicación, partió de París el 29 de octubre
-llegando a Bayona en 3 de noviembre.</p>
-
-<div class="sidenote">Fuerza y división<br/> del ejército<br/>
-francés.</div>
-
-<p>Empezaban ya entonces a tener cumplida ejecución las providencias
-que había acordado para sujetar y domeñar en poco tiempo la altiva
-España. Sus tropas acudían de todas partes a la frontera, y variando
-por decreto de septiembre la forma que tenía el ejército de José, le
-incorporó al que iba a reforzarle, dividiendo su conjunto en ocho
-diversos cuerpos a las órdenes de señalados caudillos, cuyos nombres y
-distribución nos parece conveniente especificar.</p>
-
-<p>1.<sup>er</sup> Cuerpo. Mariscal Victor, duque de Bellune.</p>
-
-<p>2.º&#160; Cuerpo. Mariscal Bessières, duque de Istria.</p>
-
-<p>3.<sup>er</sup> Cuerpo. Mariscal Moncey, duque de Cornegliano.</p>
-
-<p>4.º&#160; Cuerpo. Mariscal Lefebvre, duque de Danzig.</p>
-
-<p>5.º&#160; Cuerpo. Mariscal Mortier, duque de Treviso.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_139">p. 139</span>6.º&#160; Cuerpo.
-Mariscal Ney, duque de Elchingen.</p>
-
-<p>7.º&#160; Cuerpo. El general Saint-Cyr.</p>
-
-<p>8.º&#160; Cuerpo. El general Junot, duque de Abrantes.</p>
-
-<p>A veces, según iremos viendo, se sustituyeron nuevos jefes en lugar
-de los nombrados. El total de hombres, sin contar con enfermos y demás
-bajas, ascendía a 250.000 combatientes, pasando de 50.000 los caballos.
-De estos cuerpos el 7.º estaba destinado a Cataluña, el 5.º y 8.º
-llegaron más tarde. Los otros en su mayor parte aguardaban ya a su
-emperador para inundar, a manera de raudal arrebatado, las provincias
-españolas.</p>
-
-<div class="sidenote">Cruza Napoleón<br/> el Bidasoa.</div>
-
-<p>Napoleón cruzó el Bidasoa el 8 de noviembre acompañado de los
-mariscales Soult y Lannes, duques de Dalmacia y de Montebello. Llegó
-el mismo día a Vitoria, donde estaba José y el cuartel general. Las
-tropas francesas habían conservado del lado de Navarra y Castilla casi
-las mismas posiciones que ocuparon después de las jornadas de Lerín
-y Logroño. No así por el de Vizcaya. Inquieto el mariscal Lefebvre,
-sucesor del general Merlin, de los movimientos del ejército de Don
-Joaquín Blake, había pensado con el 4.º cuerpo arrojarle de Zornoza.</p>
-
-<p>Firme el general español desde el 25 de octubre en conservar aquel
-sitio, celebró en 28 un consejo de guerra. Los más prudentes estuvieron
-por replegarse: hubo quien opinó por acometer sin dilación al enemigo.
-Andaba indeciso el general en jefe, no pareciéndole acertado el último
-dictamen, y receloso de abrazar<span class="pagenum" id="Page_140">p.
-140</span> el primero en una sazón en que los pueblos tildaban de
-traidor al general que los dejaba con su retirada a merced del
-enemigo. <span class="sidenote">Acción<br/> de Zornoza,<br/> 31 de
-octubre.</span> Entre dudas llegó el 31 de octubre, día en que el
-mariscal Lefebvre atacó a los españoles. La fuerza que este tenía era
-de 26.000 hombres, la nuestra 16.500. Había también contado Blake con
-que apoyaría su derecha la división de Martinengo con algunos caballos
-mandados por el marqués de Malespina, y una de Asturias gobernada por
-Don Vicente María de Acevedo. Mas avanzando ambas hasta Villaró y Dima,
-se vieron separadas del cuerpo principal del ejército por fragosas
-sierras y caminos intransitables. Grande inadvertencia ordenar un
-movimiento sin cabal noticia del terreno.</p>
-
-<p>El mariscal Lefebvre al amanecer del 31 empezó su embestida a favor
-de una densa niebla. Las vanguardias de ambos ejércitos estaban a un
-lado y otro de la hondonada que forma el monte de San Martín y la
-altura arbolada de Bernagoitia, por donde atraviesa el camino real. La
-vanguardia española, regida por el brigadier Don Gabriel de Mendizábal,
-enseñoreaba la última posición de las nombradas, que fue acometida
-primeramente por la división del general Villatte. Apoyaron y siguieron
-a este las divisiones de los generales Sebastiani y Leval, y empeñada
-toda nuestra vanguardia peleó largo rato esforzadamente. Causábale gran
-daño la artillería enemiga, sin que a sus fuegos pudiera responder
-careciendo de igual arma. Rota al fin se recogió al amparo de la 1.ª
-y 4.ª división apostadas en el monte de San Miguel. La 1.ª, del<span
-class="pagenum" id="Page_141">p. 141</span> mando de Don Genaro
-Figueroa, oficial sabio y bizarro, repelió con su vivo y acertado fuego
-al enemigo, impidiéndole apoderarse de un mogote que ocupaba en dicho
-monte; pero la 4.ª, falta de cañones como lo demás del ejército, fue
-arrollada, habiendo el enemigo avanzado su artillería por el camino
-real, y sosteniéndola con infantería y caballería. Entonces Blake
-conociendo su desventaja determinó retirarse, para lo que poniéndose
-a la cabeza de los granaderos provinciales, y siguiéndole la reserva
-mandada por Don Nicolás Mahy, contuvo al enemigo y dio lugar a que
-todas las fuerzas, reuniéndose en las faldas del monte de Santa Cruz
-de Bizcargui, emprendiesen la retirada. La 3.ª división, al mando de
-Don Francisco Riquelme, estuvo alejada de las otras y en la orilla
-opuesta del río, en donde sosteniendo un choque del enemigo, se replegó
-separadamente no siéndole dado unirse al grueso del ejército. Los
-franceses, atentos a la aspereza de la tierra y a que los nuestros
-se retiraban en bastante buen orden, dejaron de perseguirlos de
-cerca y molestarlos. La pérdida fue corta de ambas partes: quizá la
-victoria hubiera sido más dudosa si el general español no se hubiera
-de antemano despojado de la artillería, enviándola camino de Bilbao.
-Ha habido quien le disculpe con el propósito que tenía de retirarse;
-pero ciertamente fue descuido quedarse del todo desprovisto de tan
-necesaria ayuda enfrente de un enemigo activo y emprendedor. Blake
-continuó por la noche su marcha, y sin detenerse en Bilbao más que para
-acopiar algunas vituallas, uniéndose después<span class="pagenum"
-id="Page_142">p. 142</span> con Riquelme, tomaron juntos la vuelta de
-Valmaseda. El mariscal Lefebvre los siguió de lejos hasta Güeñes, en
-donde habiendo dejado para observarlos al general Villatte con 7000.
-hombres, retrocedió a Bilbao.</p>
-
-<p>José, aunque desaprobaba como precipitada la tentativa de aquel
-mariscal, no siendo ya dueño de evitarla, mandó de Vitoria que una
-división del primer cuerpo del mariscal Victor se extendiese por el
-valle de Orduña para favorecer los movimientos de Lefebvre, y que otra
-del 2.º cuerpo se dirigiese a Berberena, ya para unirse con la primera,
-o ya para perseguir a Blake si se retiraba del lado de Villarcayo. La
-del valle de Orduña se encontró en su marcha con los generales Acevedo
-y Martinengo, que vimos separados del ejército en Villaró. Inciertos
-estos jefes de la suerte de Blake, e informados tarde y confusamente
-de la acción de Zornoza, creyeron arriesgada su posición y trataron
-de alejarse por Oquendo, Miravalles y Llodio. En el camino y cerca
-de Menagaray fue su encuentro con la mencionada división francesa.
-Presentáronle los nuestros firme rostro, e imaginándose los contrarios
-haber tropezado con todo el ejército de Blake, no insistieron en atacar
-y se replegaron a Orduña. Los españoles entonces mejoraron su posición
-colocándose en una altura agria cerca de Orrantia.</p>
-
-<p>Blake el 3 de noviembre se había reconcentrado en la Nava, dos
-leguas más allá de Valmaseda yendo de Bilbao. Poco antes se le
-incorporó la mayor parte de la fuerza que había venido de Dinamarca
-y que estaba a las órdenes<span class="pagenum" id="Page_143">p.
-143</span> del conde de San Román, y en el mismo Nava otra división
-de Asturias a las de Don Gregorio Quirós, componiendo en todo los que
-se reunieron de 8 a 9000 hombres. La caballería venida del norte,
-hallándose desmontada, había partido al mediodía de España para
-proveerse de caballos. Reforzado así el ejército de Blake, y enterado
-este del aprieto de Acevedo y Martinengo, sin tardanza determinó
-librarlos. Moviose pues hacia Valmaseda cuyo punto debía acometer la
-4.ª división, ahora mandada por Don Esteban Porlier, en tanto que la
-de San Román se dirigía al Berrón una legua distante; la 3.ª y la
-asturiana de Quirós a Arciniega, y lo demás de la fuerza a Orrantia, en
-donde era de presumir permaneciesen las divisiones comprometidas. No se
-engañaron, encontrándose luego unos y otros con inexplicable gozo.</p>
-
-<div class="sidenote">De Valmaseda,<br/> 4 de noviembre.</div>
-
-<p>Fue en aquel mismo instante cuando se rompió el fuego por los que
-se habían adelantado a Valmaseda, cuyo camino corre al pie de las
-alturas que ocupaban las divisiones extraviadas. Atacado impensadamente
-el general francés Villatte, retirose con demasiada priesa, hasta que
-volviendo en sí juntó su gente a la ribera izquierda del Salcedón.
-Visto lo cual por el general Acevedo, se aproximó con cuatro cañones de
-montaña a una de las dos eminencias que forman el valle de Valmaseda,
-y enviando por un rodeo dos batallones para que estrechasen a los
-franceses por retaguardia, sobrecogió a estos, que desbaratados huyeron
-en el mayor desorden hasta Güeñes. Perdieron un cañón, carros de<span
-class="pagenum" id="Page_144">p. 144</span> municiones y muchos
-equipajes, entre los que se contaba el del general Villatte. Debiose
-principalmente la victoria al acierto y pronta decisión de Don Vicente
-María de Acevedo.</p>
-
-<p>Napoleón supo en Bayona los ataques ocurridos desde el 31, y
-desagradole que el mariscal Lefebvre hubiese comenzado a guerrear
-antes de su llegada, y aun también que José le prestase ayuda: ya
-porque juzgase expuesto un movimiento parcial y aislado, o ya más bien
-porque no quisiese que empezasen triunfos y victorias antes de que él
-en persona capitanease su ejército. Sin embargo temeroso de alguna
-desgracia, mandó prontamente que el mariscal Lefebvre con el 4.º cuerpo
-continuase desde Bilbao en perseguir a Blake, y que el mariscal Victor
-con el 1.º marchase por Orduña y Amurrio contra Valmaseda, formando un
-total de 50.000 hombres.</p>
-
-<div class="sidenote">Reconocimiento<br/> hacia Güeñes en<br/> 7 de
-noviembre.</div>
-
-<p>Avanzaban ambos mariscales a la propia sazón que Blake queriendo
-aprovecharse de la ventaja alcanzada en Valmaseda y reconocer las
-fuerzas del enemigo, iba el 7 la vuelta de San Pedro de Güeñes. La
-víspera había el general español enviado sobre su izquierda a Sopuerta
-la 4.ª división, que no pudiendo reincorporarse al ejército se
-retiró por Lanestosa a Santander. El mismo día, no queriendo tampoco
-Blake dejar descubierta su derecha, dirigió camino de Villarcayo y
-de Medina de Pomar al marqués de Malespina con los 400 caballos que
-había y algunos infantes. Por su lado el general en jefe se encontró
-con el mariscal Lefebvre; peleando los españoles con bizarría,
-particularmente<span class="pagenum" id="Page_145">p. 145</span>
-la división de Figueroa y el batallón de estudiantes de Santiago,
-apellidado literario. Al caer la noche hubieron los nuestros de
-replegarse vista la superioridad del enemigo, y a pesar de ser el
-tiempo muy lluvioso, prosiguieron ordenadamente su retirada, ocupando
-el 8 a Valmaseda y pueblos vecinos.</p>
-
-<p>La tarde de dicho día, agolpándose del lado de Orduña y de Bilbao
-todas las fuerzas de los mariscales Victor y Lefebvre que caminaban
-a unirse, levantaron los nuestros su campo dirigiéndose a la Nava.
-Quedaron a la retaguardia para proteger el movimiento algunos
-batallones de la división de Martinengo y asturianos al mando de Don
-Nicolás de Llano Ponte, quien poco avisado, dejándose cortar por el
-enemigo, nunca se volvió a incorporar con el grueso del ejército,
-yéndose del lado de Santander. Los mariscales franceses se juntaron
-en Valmaseda, y Blake llegó el 9 en la tarde a Espinosa de los
-Monteros.</p>
-
-<p>Disminuíase su ejército teniendo desde el 31 que pelear a
-la continua con el enemigo, la lluvia, el frío, el hambre, la
-desnudez. Rigurosa suerte aun para soldados veteranos y endurecidos;
-insoportable para bisoños y poco disciplinados. La escasez de víveres
-fue extrema, viéndose obligados hasta los mismos jefes a mantenerse
-con mazorcas de maíz y malas frutas. Provenía miseria tanta del mal
-arreglo en el ramo de hacienda, y de haber contado el general en
-jefe con ser abastecido por la costa, sin cuidar convenientemente
-de adoptar otros medios: enseñando la práctica militar, como ya
-decía Vegecio<span class="pagenum" id="Page_146">p. 146</span>
-«que [*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_6-6"
-id="Ll_6-6">6-6</a>.)</span> la penuria más veces que la pelea acaba
-con un ejército, y que el hambre es más cruel que el hierro del
-enemigo.»</p>
-
-<p>Acosado nuestro ejército por tantos males, pensábase que el general
-Blake no se aventuraría a combatir contra un enemigo más numeroso,
-aguerrido y bien provisto. Esperanzado sin embargo en que le asistiese
-favorable estrella, determinó probar la suerte de una batalla delante
-de Espinosa de los Monteros.</p>
-
-<div class="sidenote">Batalla de<br/> Espinosa, 10 y 11<br/> de
-noviembre.<br/> (* Ap. n. <a href="#Ap_6-7" id="Ll_6-7">6-7</a>.)</div>
-
-<p>Es esta villa muy conocida en España por el privilegio de que gozan
-sus naturales de hacer de noche la guardia al rey cerca de su cuarto;
-y cuya concesión, según cuentan,[*] sube a Don Sancho García, conde
-de Castilla. Está situada en la ribera izquierda del Trueba, y los
-españoles colocándose en el camino que viene de Valmaseda dejaron a
-su espalda el río y la villa. En una altura elevada de difícil acceso
-y a la siniestra parte pusiéronse los asturianos capitaneados por los
-generales Acevedo, Quirós y Valdés. La 1.ª división y la reserva con
-sus respectivos jefes Don Genaro Figueroa y Don Nicolás Mahy seguían en
-la línea descendiendo al llano. El general Riquelme y su 3.ª división
-ocupó en el valle lo más abierto del terreno, y la vanguardia, al mando
-de Don Gabriel de Mendizábal con seis piezas de artillería dirigidas
-por el capitán Don Antonio Roselló, se colocó en un altozano a la
-derecha de Espinosa, desde donde se enfilaban las principales avenidas.
-Por el mismo lado y más adelante en un espeso bosque y sobre una loma
-estaba la división del norte que gobernaba el conde de San<span
-class="pagenum" id="Page_147">p. 147</span> Román, quedando no lejos
-de la artillería y algo detrás por su derecha la 2.ª de Martinengo. La
-fuerza de los españoles no llegaba a 21.000 combatientes.</p>
-
-<p>A la una de la tarde del 10 empezó a avistarse el enemigo, en número
-de 25.000 hombres mandados por el mariscal Victor. Se había este
-juntado con el mariscal Lefebvre en Valmaseda y separádose en la Nava,
-dirigiéndose el segundo a Villarcayo y siguiendo el primero la huella
-de Blake con esperanzas ambos de envolverle. Se empeñó la refriega por
-donde estaban las tropas del norte, embistiendo el bosque el general
-Pacthod. Durante dos horas le defendieron los nuestros con intrepidez,
-mas cargando el enemigo en mayor número fue al fin abandonado. La
-artillería, manejada con acierto por Roselló, dirigió entonces un fuego
-muy vivo contra el bosque, y caminando por orden de Blake para sostener
-a San Román la división de Riquelme, se encendió de nuevo la pelea.
-Cundió por toda la línea, y aun la izquierda de los asturianos avanzó
-para llamar la atención del enemigo. La derecha no solo se mantenía,
-sino que volviendo a ganar terreno, estaban las tropas del norte
-prontas a recuperar el bosque, cuando la oscuridad de la noche impidió
-la continuación del combate, glorioso para los españoles, pero con tan
-poca ventura que perdieron dos de sus mejores jefes, el conde de San
-Román y Don Francisco Riquelme, mortalmente heridos.</p>
-
-<p>Los españoles, si bien alentados con haber infundido respeto
-al enemigo, ya no podían sobrellevar<span class="pagenum"
-id="Page_148">p. 148</span> tanto cansancio y trabajos, careciendo
-aun de las provisiones más precisas. Malas frutas habían comido
-aquellos días, pero ahora apenas les quedaba tan menguado recurso.
-Sus heridos yacían abandonados, y si algunos eran recogidos no podía
-suministrárseles alivio en medio de sus quejidos y lamentos. En balde
-se esmeraba el general en jefe, en balde sus oficiales en buscar por
-Espinosa socorros para su gente. Los vecinos habían huido espantados
-con la guerra; la tierra de suyo escasa estaba ahora con aquella
-ausencia más empobrecida, aumentándose la confusión y el duelo en medio
-de la lobreguez de la noche. A su amparo obligó el hambre a muchos
-soldados a desarrancarse de sus banderas, particularmente a los de la
-división del norte, que eran los que más habían padecido.</p>
-
-<p>Al contrario los franceses, bien alimentados, retirados sus heridos
-y puestos otros en lugar de los que el día 10 habían combatido, se
-disponían a pelear en la mañana siguiente. Hubiera el general español
-obrado con cordura, si atendiendo a las lástimas y apuros de sus
-soldados hubiese a la callada y por la noche alzado el campo, y buscado
-del lado de Santander o del de Reinosa bastimentos y alivio a los
-males. Mas lisonjeándose de que el enemigo se retiraría y queriendo
-sacar ventaja del esfuerzo con que sus soldados habían lidiado, se
-inclinó a permanecer inmoble y exponerse a nuevo combate.</p>
-
-<p>No tuvo que aguardar largo tiempo: desde el amanecer le renovaron
-los franceses. Habían<span class="pagenum" id="Page_149">p. 149</span>
-en la víspera notado que en la izquierda de los españoles estaban
-tropas bisoñas, y también que la altura que ocupaban como más elevada,
-era la llave de la posición. Así se determinaron a empezar por allí el
-ataque, siendo el general Maison con su brigada quien primero embistió
-a los asturianos. Resistieron estos con denuedo, y a la voz de sus
-dignos jefes Acevedo, Quirós y Valdés conserváronse firmes y serenos,
-no obstante su inexperiencia. Advirtió el general enemigo el influjo
-de dichos jefes, y sobre todo que uno de ellos montado en un caballo
-blanco, corriendo a los puntos más peligrosos, exhortaba a su tropa
-con la palabra y el gesto. Sin tardanza [según nos ha contado años
-adelante en París el mismo general] destacó tiradores diestros, para
-que apuntando cuidadosamente disparasen contra los jefes, y en especial
-contra el del caballo blanco, que era el desgraciado Quirós. La orden
-causó grave mal a los españoles, y decidió la acción. Los tiradores
-abrigados de lo irregular y quebrado del terreno, esparcidos en
-diversos sitios, arcabuceaban, por decirlo así, a nuestros oficiales,
-sin que recibiesen notable daño del fuego cerrado de nuestras columnas.
-La poca práctica de la guerra y el escasear de soldados hábiles,
-impidió usar del mismo medio que empleaban los enemigos. A poco fue
-traspasado de dos balazos Don Gregorio Quirós, heridos los generales
-Acevedo y Valdés, con otros jefes, entre los que se contaron los
-distinguidos oficiales Don Joaquín Escario y Don José Peón. La muerte y
-heridas de caudillos tan amados sembró profunda<span class="pagenum"
-id="Page_150">p. 150</span> aflicción en las filas asturianas, y
-flaqueando algunos cuerpos siguiose en todos el mayor desorden. Quiso
-sostenerlos Blake enviando a Don Gabriel de Mendizábal para que tomase
-el mando; mas ya era tarde. La dispersión había comenzado y los
-franceses posesionándose de la altura perseguían a los asturianos, cuyo
-mayor número huyendo se enriscó por las asperezas del valle de Pas.</p>
-
-<p>El centro del ejército español y su derecha, que en la noche se
-habían agrupado alrededor del altozano donde estaba Roselló con
-la artillería, tan luego como se dispersó la izquierda, se vieron
-acometidos por la división francesa de Ruffin. Algún tiempo se
-mantuvieron nuestros soldados en su puesto, aunque inquietos con la
-huida de los asturianos; pero en breve comenzando unos a ciar y otros
-a desarreglarse, ordenó el general Blake la retirada, sostenida por
-la reserva de Don Nicolás Mahy y las seis piezas del capitán Roselló,
-perdidas luego en el paso del Trueba. Hubiera a los nuestros servido
-de mucho en aquel trance y en lo demás de la retirada la corta
-división con 400 caballos que mandaba el marqués de Malespina, y a
-los que el general Blake había ordenado pasar a Villarcayo. Temeroso
-dicho marqués de ser envuelto por el mariscal Lefebvre que iba del
-mismo lado, en vez de aproximarse a Espinosa tomó otro rumbo, y su
-división se unió después en diversas partidas a distintos y lejanos
-ejércitos. La pérdida de los españoles en las acciones de Espinosa fue
-muy considerable, su dispersión casi completa. La de los franceses
-cortísima el<span class="pagenum" id="Page_151">p. 151</span> 11, no
-dejó la víspera de ser de importancia.</p>
-
-<p>Señaló Don Joaquín Blake para reunión de sus tropas la villa
-de Reinosa, en donde estaba el parque general de artillería y los
-almacenes. Llegó el 12 con pocas fuerzas esperando poder rehacerse
-algún tanto, y dar vida con las provisiones que allí había a sus
-hambrientos y desmayados soldados. Pero la activa diligencia del
-enemigo y las desgracias que se agolparon no le dejaron vagar ni
-respiro.</p>
-
-<div class="sidenote">Disposiciones<br/> de Napoleón.</div>
-
-<p>Desde que en 8 de noviembre había Napoleón entrado en Vitoria, se
-sentía por doquiera su presencia. Servíanle como de mágico impulso
-poder inmenso, bélico renombre, imperiosa y presta voluntad. Ya
-contamos como de Bayona mismo había ordenado al 1.º y 4.º cuerpo
-perseguir al general Blake. Y ahora poniendo particular conato
-en enderezar sus pasos a Madrid, cuya toma resonaría en Europa
-favorablemente a sus miras, arregló para ello y en breve un plan
-general de ataque. Asegurada que fue su derecha por los mencionados
-1.º y 4.º cuerpos, encargó al 3.º, del mando del mariscal Moncey, que
-observase desde Lodosa el ejército del centro y de Aragón, dejando
-además en Logroño a los generales Lagrange y Colbert, del 6.º cuerpo,
-cuya principal fuerza, capitaneada por su mariscal Ney, debía caminar a
-Aranda de Duero. Tomó el mando del 2.º cuerpo el mariscal Soult, y su
-anterior jefe Bessières fue encargado de gobernar la caballería. Ambos,
-con Napoleón al frente de la guardia imperial y la reserva, siguieron
-el camino real de Madrid dirigiéndose a Burgos.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_152">p. 152</span></p>
-
-<div class="sidenote">Acción<br/> de Burgos,<br/> 10 de noviembre.</div>
-
-<p>En esta ciudad había comenzado a entrar el ejército de Extremadura
-compuesto de unos 18.000 hombres distribuidos en tres divisiones, y a
-su frente el conde de Belveder, mozo inexperto nombrado por la junta
-central para reemplazar a Don José Galluzo. La 1.ª división estaba allí
-desde el 7 de noviembre: se le juntó la 2.ª en la tarde del 9, quedando
-todavía atrás y hacia Lerma la 3.ª Así que solo se contaban dentro de
-la ciudad y cercanías 12.000 hombres, de ellos 1200 de caballería.
-Fiado Belveder en algunas favorables y leves escaramuzas, vivía
-tranquilo y de modo que a los oficiales de la 2.ª división que a su
-llegada fueron a cumplimentarle, recomendoles el descanso, bastándole
-por entonces, según dijo, las fuerzas de la 1.ª división para rechazar
-a los franceses caso que le atacasen. Tan ignorante estaba de la
-superioridad del enemigo, y tan olvidado de la endeble organización de
-sus tropas.</p>
-
-<p>Serían las seis de la mañana del 10 cuando el general Lasalle
-con la caballería francesa llegó a Villafría, tres cuartos de legua
-de Gamonal, a donde se había adelantado la 1.ª división de Belveder
-mandada por Don José María de Alós. Los franceses, como no tenían
-consigo infantería, retrocedieron para aguardarla a Ruvena, con lo
-que alentados los nuestros resolvieron empeñar una acción. Lasalle
-rehecho forzó a los que le seguían a replegarse otra vez a Gamonal, a
-cuyo punto había ya acudido lo demás del ejército español. La derecha
-de este ocupaba un bosque del lado del río Arlanzón, y la izquierda
-las tapias de una huerta o jardín, cubriendo<span class="pagenum"
-id="Page_153">p. 153</span> el frente algunos cuerpos con dieciséis
-piezas de artillería. Las tropas más bisoñas se pusieron detrás de las
-mejor enregimentadas, como lo eran un batallón de guardias españolas,
-algunas compañías de valonas, el 2.º de Mallorca y granaderos
-provinciales.</p>
-
-<p>Fue pues aproximándose el ejército enemigo: y extendiéndose por
-nuestra derecha el general Lasalle se colocó en un llano situado entre
-el bosque y el río, al paso que la infantería veterana del general
-Mouton intrépidamente acometió dicho bosque guarnecido por la derecha
-española, la cual creyéndose envuelta por Lasalle comenzó en breve a
-cejar, no obstante el vivo fuego que desde el frente hacían nuestros
-cañones. La caballería guiada por Don Juan Henestrosa, hombre valiente,
-pero más devoto que entendido militar, trató de dar una carga a la
-enemiga. Henestrosa que en realidad mandaba también en jefe, invocando
-a los santos del cielo y con tanta bravura como imprudencia, arremetió
-contra los jinetes franceses, quienes fácilmente le repelieron y
-desbarataron. Entonces fueron del todo deshechos los del bosque: y la
-izquierda, aunque no atacada de cerca, comenzó a huir y desbandarse.
-La pelea duró poco, y vencidos y vencedores entraron mezclados en
-Burgos.</p>
-
-<p>El mariscal Bessières tirando por la orilla del río con la
-caballería pesada, acuchilló a los soldados fugitivos y cogió varios
-cañones, habiéndose perdido catorce y además otros que quedaron en el
-parque. La pérdida de los españoles fue considerable, aunque mayor
-la dispersión<span class="pagenum" id="Page_154">p. 154</span> y
-el desorden; teniendo que arrepentirse, y dolorosamente, el general
-Belveder de haberse empeñado con ligereza en acción tan desventajosa.
-Entregaron los vencedores al pillaje la ciudad de Burgos apoderándose
-de 2000 sacas de lana fina pertenecientes a ricos ganaderos. Llegó el
-mismo día el conde de Belveder a Lerma con muchos dispersos, en donde
-se encontró con la 3.ª división de Extremadura, ausente de la batalla.
-Perseguido por los enemigos pasó a Aranda de Duero, y no seguro
-todavía allí, prosiguió hasta Segovia, en cuya ciudad fue relevado del
-mando por la junta central que nombró para sucederle a Don José de
-Heredia.</p>
-
-<div class="sidenote">Resuelve Soult<br/> contra Blake.</div>
-
-<p>El mariscal Soult con la natural presteza de su nación, enviando
-del lado de Lerma una columna que persiguiese a los españoles y otra
-camino de Palencia y Valladolid, salió en persona el mismo 10 hacia
-Reinosa con intento de interceptar a Blake en su retirada. Inútilmente
-había este confiado en dar en aquella villa descanso a sus tropas,
-pues noticioso de que por Villarcayo se acercaba el mariscal Lefebvre,
-ya había el 13 movido su artillería con dirección a León por Aguilar
-de Campóo. Iban con ella enfermos y heridos huyendo de un peligro sin
-pensar en el otro, no menos terrible, con que tropezaron. Caminaban
-cuando se les anunció le aparición por su frente de tropas francesas:
-la artillería precipitando su marcha y usando de adecuados medios
-pudo salvarse, mas de los heridos los hubo que fueron víctima del
-furor enemigo. En su número se contó al general Acevedo. Encontráronle
-cazadores franceses<span class="pagenum" id="Page_155">p. 155</span>
-del regimiento del coronel Tascher, y sin miramiento a su estado, ni
-a su grado, ni a las sentidas súplicas de su ayudante Don Rafael del
-Riego, traspasáronle a estocadas. Riego, el mismo que fue después tan
-conocido y desgraciado, quedó en aquel lance prisionero.</p>
-
-<p>Blake acosado y temiendo no solo a los que le habían vencido en
-Espinosa, sino también a los mariscales Lefebvre y Soult, que cada
-uno por su lado venían sobre él, no pudiendo ya ir a León por tierra
-de Castilla, salió de Reinosa en la noche del 13, y se enriscó por
-montañas y abismos, enderezándose al valle de Cabuérniga. Llegó allí
-a su colmo la necesidad y miseria. El ánimo de Blake andaba del todo
-contristado y abatido, mayormente teniendo que entregar a nuevo jefe de
-un día a otro y en tan mal estado las pobres reliquias de su ejército,
-lo cual le era de gran pesadumbre. La central había nombrado general en
-jefe del ejército de la izquierda al marqués de la Romana. Noticioso
-Blake en Zornoza del sucesor, no por eso dejó de continuar el plan de
-campaña comenzado. Una indisposición, según parece, detuvo a Romana
-en el camino, no uniéndose al ejército sino en Renedo, cuando estaba
-en completa derrota y dispersión. En tal aprieto pareciole ser más
-conveniente dejar a Blake el cuidado de la marcha, ordenándole que se
-recogiese por la Liébana a León, en cuya ciudad y ribera derecha del
-Esla debía hacer alto y aguardarle.</p>
-
-<div class="sidenote">Diversas<br/> direcciones<br/> de los
-mariscales<br/> franceses.</div>
-
-<p>De su lado los mariscales franceses, ahuyentado Blake, tomaron
-diversos rumbos. El mariscal Lefebvre con el cuarto cuerpo, después
-de<span class="pagenum" id="Page_156">p. 156</span> descansar algunos
-días, se encaminó por Carrión de los Condes a Valladolid. El primer
-cuerpo, del mando de Victor, juntose en Burgos con Napoleón, marchando
-Soult con el segundo a Santander; de cuyo puerto hecho dueño, y dejando
-para guarnecerle la división de Bonnet, persiguió por la costa los
-dispersos y tropas asturianas que se retiraban a su país natal. Tuvo
-en San Vicente de la Barquera un choque con 4000 de ellos al mando de
-Don Nicolás de Llano Ponte: los deshizo y dispersó; y yendo por la
-Liébana en busca de Blake franqueando las angosturas de la Montaña
-y despejándola de soldados españoles, desembocó rápidamente en las
-llanuras de tierra de Campos.</p>
-
-<div class="sidenote">Entrada<br/> en Burgos<br/> de Napoleón.</div>
-
-<p>Napoleón al propio tiempo y después de la jornada de Gamonal, había
-sentado su cuartel general en Burgos. Los vecinos habían huido de la
-ciudad, y soledad y silencio no interrumpido sino por la algazara del
-soldado vencedor, fue el recibimiento que ofreció al emperador de los
-franceses la antigua capital de Castilla. Mas él poco cuidadoso del
-modo de pensar de los habitantes, <span class="sidenote">Su decreto
-de<br/> 12 de noviembre.</span> revistadas las tropas y tomadas otras
-providencias, dio el 12 de noviembre un decreto, en el que concedía
-en nombre suyo y de su hermano <i>perdón general y plena y entera
-amnistía</i> a todos los españoles que en el espacio de un mes, después
-de su entrada en Madrid, depusieran las armas y renunciasen a toda
-alianza y comunicación con los ingleses, inclusos los generales y las
-juntas. Eran exceptuados de aquel beneficio los duques del Infantado,
-de Híjar, de Medinaceli, de Osuna, el marqués de<span class="pagenum"
-id="Page_157">p. 157</span> Santa Cruz del Viso, los condes de Fernán
-Núñez y de Altamira, el príncipe de Castelfranco, Don Pedro Cevallos
-y el obispo de Santander, a quienes se declaraba enemigos de España y
-Francia y traidores a ambas coronas; mandando que, aprehendidas sus
-personas, fuesen entregados a una comisión militar, pasados por las
-armas, y confiscados todos sus bienes, muebles y raíces que tuviesen
-en España y reinos extranjeros. Si bien admira la proscripción de unos
-individuos cuyo mayor número, si no todos, había pasado a Francia por
-engaño o mal de su grado, y prestado allí un juramento que llevaba
-visos de forzado, crece el asombro al ver en la lista al obispo
-de Santander, que nunca había reconocido al gobierno intruso, ni
-rendido obediencia a José ni a su dinastía. Es también de notar que
-este decreto de Napoleón fue el primero de proscripción que se dio
-entonces en España, no habiendo todavía las juntas de provincia ni la
-central ofrecido semejante ejemplo; aunque estuvieran como autoridades
-populares más expuestas a ser arrastradas por las pasiones que
-dominaban. Siguieron después los gobiernos de España el camino abierto
-por Napoleón: camino largo y que solo tiene término en el cansancio, en
-las muchas víctimas, o en el recíproco temor de los partidos.</p>
-
-<div class="sidenote">Ejército inglés.</div>
-
-<p>En Burgos dudó algún tiempo el emperador de los franceses si
-revolvería contra Castaños, o si prosiguiendo por la anchurosa Castilla
-iría al encuentro del ejército inglés, que presumía se adelantaba
-a Valladolid. Mas luego supo que aquel no daba indicio de moverse
-de los contornos<span class="pagenum" id="Page_158">p. 158</span>
-de Salamanca. Había allí venido desde Lisboa al mando de Sir Juan
-Moore, sucesor del general Dalrymple, llamado a Londres según vimos
-a dar cuenta de su conducta por la convención de Cintra. El gobierno
-inglés, aunque lentamente, había decidido que 30.000 infantes y 5000
-caballos de su ejército obrarían en el norte de España; para lo cual se
-desembarcarían de Inglaterra 10.000 hombres, sacándose los otros de los
-que había en Portugal, en donde solo se dejaba una división. Conforme
-a lo determinado, y en cumplimiento de orden que se le comunicó en
-26 de octubre, salió de Lisboa el general Moore, y marchando con la
-principal fuerza sobre Almeida y Ciudad Rodrigo, llegó a Salamanca el
-13 de noviembre. La mayor parte de la artillería y caballería, con 3000
-infantes a las órdenes de Sir Juan Hope, la envió por la izquierda de
-Tajo a Badajoz a causa de la mayor comodidad de los caminos, debiendo
-después pasar a unírsele a Castilla. De Inglaterra había arribado a
-la Coruña el 13 de octubre Sir David Baird con los 10.000 hombres
-indicados; mas aquella junta insistiendo en no querer su ayuda,
-impidió que desembarcasen bajo el pretexto de que necesitaba la venia
-de la central. Con tal ocurrencia, otros motivos que se alegaron y la
-destrucción de una parte de los ejércitos españoles, no solo retardaron
-los ingleses su marcha, sino que también apareció que tenían escasa
-voluntad de internarse en Castilla.</p>
-
-<p>Napoleón penetrando pues su pensamiento, hizo correr la tierra llana
-por 8000 caballos,<span class="pagenum" id="Page_159">p. 159</span>
-así para tener en respeto al inglés como para aterrar a los habitantes,
-y resolvió destruir al ejército español del centro antes de avanzar a
-Madrid.</p>
-
-<div class="sidenote">Ejército<br/> del centro.</div>
-
-<p>No era dado a dicho ejército ni por su calidad ni por su fuerza
-competir con las aguerridas y numerosas tropas del enemigo. Sus filas
-solamente se habían reforzado con una parte de la 1.ª y 3.ª división de
-Andalucía y algunos reclutas, empeorándose su situación con interiores
-desavenencias. Porque censurado su jefe Don Francisco Javier Castaños
-de lento y sobradamente circunspecto, los que no eran parciales
-suyos, y aun los que anhelaban por mayor diligencia sin atender a las
-dificultades, procuraron y consiguieron que se enviasen a su lado
-personas que le moviesen y aguijasen. <span class="sidenote">Don
-Francisco<br/> Palafox enviado<br/> por la central.</span> Recayó la
-elección en Don Francisco de Palafox, hermano del capitán general
-de Aragón e individuo de la junta central, autorizado con poderes
-extensos, y a quien acompañaban el marqués de Coupigny y el conde
-del Montijo. Siendo el Palafox hombre estimable, pero de poco valer;
-Coupigny extranjero y mal avenido desde Bailén con Castaños; y el del
-Montijo, más inclinado a meter cizaña que a concertar ánimos, claro era
-que con los comisionados en vez de alcanzarse el objeto deseado, solo
-se aumentarían tropiezos y embarazos.</p>
-
-<div class="sidenote">Diversos planes.</div>
-
-<p>Todos juntos y en 5 de noviembre, agregándoseles otros generales y
-Don José Palafox que vino de Zaragoza, celebraron consejo de guerra
-en el que se acordó, no muy a gusto de Castaños, atacar al enemigo,
-a pesar de lo desprovisto<span class="pagenum" id="Page_160">p.
-160</span> y no muy bien ordenado del ejército español. Disputas
-y nuevos altercados dilataron la ejecución, hasta que del todo se
-suspendió con las noticias infaustas que empezaron a recibirse del lado
-de Blake. Proyectáronse otros planes sin resulta; y agriados muchos
-contra Castaños, alcanzaron que la junta central diese el mando de su
-ejército al marqués de la Romana, a quien antes se había conferido el
-de la izquierda. Y en ello se ve cuán a ciegas y atribulada andaba
-entonces la autoridad suprema, no pudiéndose llevar a efecto su
-resolución por la lejanía en que estaba el marqués y la priesa que se
-dio el enemigo a acometer y dispersar nuestros ejércitos.</p>
-
-<p>En esto corrió el tiempo hasta el 19 de noviembre, en que por los
-movimientos de los franceses sospechó el general Castaños ser peligrosa
-y crítica su situación. No se engañaba. El mariscal Lannes, duque de
-Montebello, a quien una caída de caballo había detenido en Vitoria, ya
-restablecido se adelantaba, encargado por Napoleón de capitanear en
-jefe las tropas de los generales Lagrange y Colbert del sexto cuerpo,
-en unión con las del tercero del mando del mariscal Moncey, a las que
-debía agregarse la división del general Maurice Mathieu recién llegada
-de Francia, y componiendo en todo 30.000 hombres de infantería, 5000 de
-caballería y 60 cañones. Se juntaron estas fuerzas desde el 20 al 22 en
-Lodosa y sus cercanías. Con su movimiento había de darse la mano otro
-del cuerpo de Ney, que constaba de más de 20.000 hombres, cuyo jefe,
-destrozado que fue el ejército<span class="pagenum" id="Page_161">p.
-161</span> de Extremadura, avanzaba desde Aranda de Duero y el Burgo de
-Osma a Soria, donde entró el 21. De esta manera trataban los franceses,
-no solo de impedir al ejército del centro su retirada hacia Madrid,
-sino también de sorprenderle por su flanco y envolverle.</p>
-
-<div class="sidenote">Repliégase<br/> Castaños.</div>
-
-<p>Don Francisco Javier Castaños conservó hasta el 19 su cuartel
-general en Cintruénigo, y la posición de Calahorra que había tomado
-después de las desgracias de Lerín y Logroño. Juzgó entonces prudente
-replegarse y ocupar una línea desde Tarazona a Tudela, extendiéndose
-por las márgenes del Quedes y apoyando su derecha en el Ebro. Sus
-fuerzas, si se unían con las de Aragón, escasamente ascendían a
-41.000 hombres, entre ellos 3700 de caballería. De las últimas estaba
-la mayor parte en Caparroso, y rehusaban incorporarse sin expresa
-orden del general Palafox. Felizmente llegó este a Tudela el 22, y
-con anuencia suya se aproximaron, celebrándose por la noche en dicha
-ciudad un consejo de guerra. Los Palafoxes opinaron por defender a
-Aragón, sosteniendo que de ello pendía la seguridad de España. Con
-mejor acuerdo discurría Castaños en querer arrimarse a las provincias
-marítimas y meridionales, de cuantiosos recursos; no cifrándose la
-defensa del reino en la de una parte suya interior, y por tanto más
-difícil de ser socorrida. Nada estaba resuelto, según acontece en tales
-consejos, cuando temprano en la mañana hubo aviso de que se descubrían
-los enemigos del lado de Alfaro.</p>
-
-<div class="sidenote">Batalla<br/> de Tudela,<br/> 23 de
-noviembre.</div>
-
-<p>Apresuradamente tomáronse algunas disposiciones<span
-class="pagenum" id="Page_162">p. 162</span> para recibirlos. Don Juan
-O’Neille, que con los aragoneses acampaba desde la víspera al otro
-lado de Tudela, empezó en la madrugada a pasar el puente, ignorándose
-hasta ahora por qué dejó aquella operación para tan tarde. Aunque sus
-batallones tenían obstruidas las calles de la ciudad, poco a poco las
-evacuaron y se colocaron fuera ordenadamente. Estaba también allí la
-quinta división regida por Don Pedro Roca y compuesta de valencianos
-y murcianos. Se colocó esta en las inmediaciones y altura de Santa
-Bárbara, situada enfrente de Tudela yendo a Alfaro. Por la misma parte
-y siguiendo la orilla de Ebro se extendieron algunos aragoneses, pero
-el mayor número de estos tiró a la izquierda y hacia el espacioso llano
-de olivos que termina en el arranque de colinas que van a Cascante.
-Ambas fuerzas reunidas constaban de 20.000 hombres. En el pueblo que
-acabamos de nombrar estaba además la cuarta división de Andalucía con
-su jefe La Peña, y en Tarazona la segunda del mando de Grimarest con la
-parte que había de la primera y tercera. De suerte que la totalidad del
-ejército se derramaba por el espacio de cuatro leguas que media entre
-la última ciudad y la de Tudela.</p>
-
-<p>Aquí se trabó la acción principal con la quinta división y los
-aragoneses. Los que de estos habían ido por la orilla del río
-repelieron al principio al enemigo, quien luego arremetió contra
-los del llano, conceptuado centro del ejército español por formar
-su izquierda las divisiones citadas de Cascante y Tarazona. Los
-atacó el general Maurice Mathieu sostenido por la caballería<span
-class="pagenum" id="Page_163">p. 163</span> de Lefebvre-Desnouettes.
-Los enemigos subiendo abrigados del olivar a una de las colinas en que
-el centro español se apoyaba, flanqueáronle, pero acudiendo por orden
-de Castaños Don Juan O’Neille a desalojarlos, y prolongando por detrás
-de la altura ocupada un batallón de guardias españolas, se vieron los
-franceses obligados a retirarse precipitadamente siguiendo los nuestros
-el alcance. Eran las tres de la tarde y la suerte nos era favorable,
-a la sazón que el general Morlot rechazando a los aragoneses de la
-derecha, avanzó orilla del río hasta Tudela, con lo que la quinta
-división para no ser envuelta abandonó la altura e inmediaciones de
-Santa Bárbara. También entonces reparándose el general Maurice Mathieu
-y cargando de nuevo, comenzó a flaquear nuestro centro, contra el
-que dando en aquella ocasión una acometida la caballería de Lefebvre
-penetró por medio, le desordenó, y aun acabó de desconcertar la derecha
-revolviendo contra ella. Castaños a la misma hora pensó en dirigirse
-adonde estaba La Peña, pero envuelto en el desorden y casi atropellado
-se recogió a Borja, punto en que se encontraron varios generales,
-excepto Don José de Palafox que de mañana se había ido a Zaragoza.</p>
-
-<p>En tanto que se veía así atacada y deshecha la mitad del ejército
-español, acometió a la división de La Peña junto a Cascante el general
-Lagrange, trabose vivo choque, y tal que herido el último cejó su
-caballería. Creíanse los españoles victoriosos, pero acudiendo gran
-golpe de infantería rehiciéronse los jinetes enemigos, y fue a su
-vez rechazado La Peña, y forzado a meterse<span class="pagenum"
-id="Page_164">p. 164</span> en Cascante. Como espectadoras se habían en
-Tarazona mantenido las otras fuerzas de Andalucía, y no sabemos a qué
-achacar la morosidad y tardanza del general Grimarest, quien a pesar de
-haber para ello recibido temprano orden de Castaños no se aproximó a
-Cascante hasta de noche. Todas estas divisiones andaluzas pudieron sin
-embargo retirarse ordenadamente hacia Borja conservando su artillería.
-Excitó solamente algún desasosiego el volarse en una ermita un repuesto
-de pólvora, recelándose que eran enemigos. Fue gran dicha que no
-viniera de Soria según pudiera el mariscal Ney. Deteniéndose este allí
-tres días para dar descanso a su gente o por otras causas, dejó a los
-nuestros libre y franca la retirada.</p>
-
-<p>Perdiéronse en Tudela los almacenes y la artillería del centro y
-derecha del ejército, quedando 2000 prisioneros y muchos muertos.
-Pudiera decirse que esta batalla se dividió en dos separadas acciones,
-la de Tudela y la de Cascante, sin que los españoles se hubieran
-concertado ni para la defensa, ni para el ataque. De lo que resulta
-grave cargo a los caudillos que mandaban, como también de que no se
-emplease una parte considerable de tropas, fuese culpa suya o de jefes
-subalternos que no obedecieron. Igualmente quedó cortada, según veremos
-después, una parte de la vanguardia que guiaba el conde de Cartaojal.
-Cúmulo de desventuras que prueba sobrada imprevisión y abandono.</p>
-
-<p>Después de la batalla las reliquias de los aragoneses, y casi
-todos los valencianos y murcianos que de ella escaparon, se metieron
-en Zaragoza,<span class="pagenum" id="Page_165">p. 165</span> como
-igualmente los más de sus jefes. Castaños prosiguió a Calatayud adonde
-llegó el 25 con el ejército de Andalucía. En persecución suya entró el
-mismo día en Borja el general Maurice Mathieu, y allí se le unió el 26
-con su gente el mariscal Ney. <span class="sidenote">Retirada<br/> del
-ejército.</span> Hasta entonces no se había encontrado en su retirada
-el ejército español con los franceses. En Calatayud recibiendo aviso de
-la junta central de que Napoleón avanzaba a Somosierra, y orden para
-que Castaños fuese al remedio, juntó este los jefes de las divisiones
-y acordaron salir el 27 vía de Sigüenza, debiendo hacer espaldas un
-cuerpo de 5000 hombres de infantería ligera, caballería y artillería al
-mando del general Venegas. Luego vino este a las manos con el enemigo.
-A dos leguas de Calatayud cerca de Bubierca se apostó, según orden del
-general en jefe, para defender el paso y dar tiempo a que se alejasen
-las divisiones. Con dobladas fuerzas asomó el 29 el general Maurice
-Mathieu, trabándose desde la mañana hasta las cuatro de la tarde
-un reñido y sangriento choque. Se pararon de resultas en su marcha
-los franceses, y se logró que llegasen salvas a Sigüenza nuestras
-divisiones. <span class="sidenote">Su llegada<br/> a Sigüenza.<br/> La
-Peña,<br/> general en jefe.</span> En esta ciudad, destinado el general
-Castaños a desempeñar otras comisiones, se encargó interinamente del
-mando del ejército del centro Don Manuel de la Peña. Y por ahora allí
-le dejaremos para ocuparnos en referir otros acontecimientos de no
-menor cuantía.</p>
-
-<p>Derrotados o dispersos los ejércitos de la izquierda, Extremadura
-y centro, creyó Napoleón poder sin riesgo avanzar a Madrid,
-mayormente cuando los ingleses estaban lejos para estorbárselo,<span
-class="pagenum" id="Page_166">p. 166</span> y no con bastantes fuerzas
-para osar interponerse entre él y la frontera de Francia. Urgíale
-entrar en la capital de España, así porque imaginaba ahogar pronto con
-aquel suceso la insurrección, como también para asombrar a Europa con
-el terrible y veloz progreso de sus armas.</p>
-
-<p>Corto embarazo se ofrecía ya por delante al cumplimiento de su
-deseo. La junta central después de la rota de Burgos había encargado
-a Don Tomás de Morla y al marqués de Castelar atendiesen a la defensa
-de Madrid, y de los pasos de Guadarrama, Fonfría, Navacerrada y
-Somosierra. Como más expuesto se cuidó en especial del último punto,
-enviando para guarnecerle a Don Benito San Juan con los cuerpos que
-habían quedado en Madrid de la primera y tercera división de Andalucía
-y con otros nuevos, a los que se agregaron reliquias del ejército de
-Extremadura, en todo 12.000 hombres y algunos cañones. Endeble reparo
-para contener en su marcha al emperador de los franceses.</p>
-
-<p>Con todo a fin de asegurarla obró este precavidamente, tomando
-varias y atentas disposiciones. Mandó a Moncey ir sobre Zaragoza, a
-Ney continuar en perseguimiento de Castaños, a Soult tener en respeto
-al ejército inglés, y a Lefebvre inundar por su derecha la Castilla,
-extendiéndose hacia Valladolid, Olmedo y Segovia. Dejó consigo la
-guardia imperial, la reserva y el primer cuerpo del mariscal Victor
-para penetrar por Somosierra y caer sobre Madrid.</p>
-
-<div class="sidenote">San Juan<br/> en Somosierra.</div>
-
-<p>Salió el 28 de Aranda de Duero, y el 29 sentó en Boceguillas su
-cuartel general. Don Benito<span class="pagenum" id="Page_167">p.
-167</span> San Juan se preparaba a recibirle. En lo alto del puerto
-había levantado aceleradamente algunas obras de campaña, y colocado en
-Sepúlveda una vanguardia a las órdenes de Don Juan José Sarden. Con
-ella se encontraron los franceses en la madrugada del 28, acometiéndola
-4000 infantes y 1000 caballos. En vano se esforzaron por romperla
-y hacerse dueños de la posición que defendía. Al cabo de horas de
-refriega se retiraron y dejaron el campo libre a los nuestros; mas de
-poco sirvió. Temores y voces esparcidas por la malevolencia forzaron a
-los jefes a replegarse a Segovia en la noche del 29, dejando a San Juan
-desamparado y solo en Somosierra con el resto de las fuerzas.</p>
-
-<div class="sidenote">Pasan<br/> los franceses<br/> el puerto.</div>
-
-<p>Siendo estas escasas no era aquel paso de tan difícil acceso como se
-creía. Dominado el camino real hasta lo alto del puerto por montañas
-laterales que le siguen en sus vueltas y sesgos, y enseñoreada la
-misma cumbre por cimas más elevadas, era necesario o cubrir con tropas
-ligeras los puntos más eminentes, o exponerse, según sucedió, a que el
-enemigo flanquease la posición. Densa niebla encapotaba las fraguras al
-nacer del 30, en cuya hora atacando a nuestro frente con seis cañones
-y una numerosa columna el general Senarmont, desprendiéronse otras dos
-también enemigas por derecha e izquierda para atacar nuestros costados.
-Repeliose con denuedo por el frente la primera embestida a tiempo que
-Napoleón llegó al pie de la sierra. Irritado este e impaciente con la
-resistencia mandó entonces soltar a escape por la calzada y contra la
-principal batería española los lanceros polacos<span class="pagenum"
-id="Page_168">p. 168</span> y cazadores de la guardia al mando del
-general Montbrun. Los primeros que acometieron cubrieron el suelo
-con sus cadáveres, y en una de las cargas quedó gravemente herido de
-tres balazos Mr. Felipe de Segur, estimable autor de la historia de
-la campaña de Rusia. Insistiendo de nuevo en atacar la caballería
-francesa, y a la sazón que sus columnas de derecha e izquierda se
-habían a favor de la niebla encaramado por los lados, empezaron
-los nuestros a flaquear abandonando al cabo sus cañones, de que se
-apoderaron los jinetes enemigos. San Juan queriendo contener el
-desorden de los suyos, recorrió el campo con tal valor y osadía, que
-envuelto por lanceros polacos se abrió paso, llegando por trochas y
-atajos y herido en la cabeza a Segovia, en cuya ciudad se unió a Don
-José Heredia que juntaba dispersos.</p>
-
-<div class="sidenote">Situación<br/> de la central.</div>
-
-<p>Con semejante desgracia Madrid quedaba descubierto, y el gobierno
-supremo en sumo riesgo, si de Aranjuez no se transfería en breve
-a paraje seguro. Ya al promediar noviembre y a propuesta de Don
-Gaspar Melchor de Jovellanos se había pensado en ello, mas con tal
-lentitud que fue menester que el 28 se dijese haber asomado hacia
-Villarejo partidas enemigas para ocuparse seriamente en el asunto.
-El compromiso de la junta era grande, y mayor por un incidente
-ocurrido en aquellos días. Figurándose el enemigo que con la ruina
-y descalabros padecidos podría entrarse en acomodamiento, había
-convidado por medio de los ministros de José a las autoridades supremas
-a que se sometiesen y evitasen mayores males con prolongar<span
-class="pagenum" id="Page_169">p. 169</span> la resistencia. <span
-class="sidenote">Cartas<br/> de los ministros<br/> de José.</span>
-Al propósito escribieron aquellos tres cartas concebidas en idéntico
-y literal sentido, una al conde de Floridablanca, y las otras dos
-al decano del consejo real y al corregidor de Madrid. La central
-sobremanera indignada decretó en 24 de noviembre que dichos escritos
-fuesen quemados por mano del verdugo, declarando infidentes y desleales
-a sus autores, y encargando a la sala de alcaldes la sustanciación
-y fallo de la causa. Con lo cual se respondió a la propuesta, e
-igualmente al decreto de proscripción de Napoleón, aunque no tan
-militar ni arbitrariamente. Mas semejante resolución metiendo a la
-junta en nuevos comprometimientos, la impelía a atender a su propia
-seguridad.</p>
-
-<p>Las horas ya eran contadas. El 30 exploradores enemigos se habían
-divisado en Móstoles, y el 1.º de diciembre muy de mañana súpose lo
-acaecido en Somosierra. Con afán y temprano el mismo día congregó
-el presidente a los individuos de la junta para que se enterasen de
-los partes recibidos. Pensose inmediatamente en abandonar Aranjuez,
-pero antes se encaminaron a la capital los recursos disponibles, se
-acordaron otras providencias, y se resolvió elegir diferentes vocales
-que fuesen a inflamar el espíritu de las provincias. Deliberose
-en seguida acerca del paraje en que el gobierno debería fijar su
-residencia. Variaron los pareceres, señalose al fin Badajoz. Para
-mayor comodidad del viaje se dispuso que los individuos de la
-junta se repartiesen en tandas, y para el fácil despacho de los
-negocios urgentes se escogió una comisión<span class="pagenum"
-id="Page_170">p. 170</span> activa compuesta de los señores
-Floridablanca, Astorga, Valdés, Jovellanos, Contamina y Garay. <span
-class="sidenote">Abandona<br/> la central<br/> Aranjuez.</span> Unos
-en pos de otros salieron todos de Aranjuez en la tarde y noche del 1.º
-al 2 de diciembre. Apenas con escolta, en medio de tales angustias
-tuvieron la dicha de que los pueblos no los molestaran, y de que
-los franceses no los alcanzasen y cogiesen. Libres de particular
-contratiempo llegaron a Talavera de la Reina en donde volveremos a
-encontrarlos.</p>
-
-<div class="sidenote">Situación<br/> de Madrid.</div>
-
-<p>En tanto reinaba en Madrid la mayor agitación. Don Tomás de Morla
-y el capitán general de Castilla la Nueva marqués de Castelar habían
-discurrido calmarla, y aun por orden de la central promulgaron edictos
-que pintaban con amortiguados colores las desgracias sucedidas. Sin
-embargo no fue dado por más tiempo ocultarlas, acudiendo prófugos de
-todos lados. Alterada a su vista la muchedumbre se agolpó a casa de
-Castelar que disfrutaba de la confianza pública, y pidió el 30 de
-noviembre con gran vocería que se la armase. Así lo prometió, y desde
-entonces con mayor diligencia y ahinco se atendió a fortificar la
-capital y distribuir a sus vecinos armas y municiones. Madrid no era
-en verdad punto defendible, y las obras que se trazaron levantadas
-atropelladamente, no fueron tampoco de grande ayuda. Redujéronse a
-unos fosos delante de las puertas exteriores, en donde se construyeron
-baterías a barbeta que artillaban cañones de corto calibre. Se
-aspilleraron las tapias del recinto, abriéndose cortaduras o zanjas en
-ciertas calles principales como la de Alcalá, carrera de San Jerónimo
-y<span class="pagenum" id="Page_171">p. 171</span> Atocha. También se
-desempedraron muchas de ellas, y acumulándose las piedras en las casas,
-se parapetaron las ventanas con almohadas y colchones. Todos corrían a
-trabajar, siendo el entusiasmo general y extremado.</p>
-
-<p>En 1.º de diciembre se confió el gobierno político y militar a una
-junta que se instaló en la casa de Correos. A su cabeza estaba el
-duque del Infantado como presidente del consejo real, y eran además
-individuos el capitán general, el gobernador y corregidor, como también
-varios ministros de los consejos y regidores de la villa. La defensa de
-la plaza se encargó exclusiva y particularmente a Don Tomás de Morla,
-que gozaba de concepto de oficial más inteligente que el gobernador Don
-Fernando de la Vera y Pantoja. En Madrid no había sino 300 hombres de
-guarnición y dos batallones con un escuadrón de nueva leva. Corrió la
-voz aquel día de que el enemigo estaba a cinco leguas, y el vecindario
-lejos de amilanarse se inflamó con ímpetu atropellado. Repartiéronse
-8000 fusiles, chuzos y hasta armas viejas de la armería. Y para guardar
-orden se citó a todos por la tarde al Prado, desde donde a cada uno
-debía señalarse destino. Escasearon los cartuchos, y aun para muchos
-faltaron. Pedíanlos los concurrentes con instancia, mas respondiendo
-Morla que no los había, y dentro de algunos habiéndose encontrado
-en vez de pólvora arena, creció la desconfianza, lanzáronse gritos
-amenazadores, y todo pronosticaba estrepitosa conmoción.</p>
-
-<div class="sidenote">Muerte<br/> del marqués<br/> de Perales.</div>
-
-<p>Había entendido como regidor el marqués de Perales en la formación
-de los cartuchos, y<span class="pagenum" id="Page_172">p. 172</span>
-contra él y su mayordomo se empezó a clamar desaforadamente. Este
-marqués era antes el ídolo de la plebe madrileña; presumía de imitarla
-en usos y traeres; con nadie sino con ella se trataba, y aun casi
-siempre se le veía vestido a su manera con el traje de majo. Pero
-acusado con razón o sin ella de haber visitado a Murat y recibido de
-este obsequios y buen acogimiento, cambiose el favor de los barrios en
-ojeriza. Juntose también para su desdicha la ira y celos de una antigua
-manceba a quien por otra había dejado. Tenía el marqués por costumbre
-escoger sus amigas entre las mujeres más hermosas y desenfadadas del
-vulgo, y era la abandonada hija de un carnicero. Para vengar esta lo
-que reputaba ultraje, no solo dio pábulo al cuento de ser el marqués
-autor de los cartuchos de arena, sino que también inventó haber él
-mismo pactado con los franceses la entrega de la Puerta de Toledo.
-Sabido es que entre el bajo pueblo nada halla tanto séquito como lo que
-es infundado y absurdo. Y en este caso con mayor facilidad, saliendo
-de la boca de quien se creía depositaria de los secretos del marqués.
-Vivía este en la calle de la Magdalena, inmediata al barrio del Avapies
-[de todos el más desasosegado], y sus vecinos se agolparon a la casa,
-la allanaron, cosieron al dueño a puñaladas, y puesto sobre una estera
-le arrastraron por las calles. Tal fue el desastrado fin del marqués
-de Perales, víctima inocente de la ceguedad y furor popular, pero que
-ni era general, ni anciano, ni había nunca sido mirado como hombre
-respetable según lo afirma cierto historiador<span class="pagenum"
-id="Page_173">p. 173</span> inglés, empeñado en desdorar y ennegrecer
-las cosas de España. La conmoción no fue más allá: personas de influjo
-y otros cuidados la sosegaron.</p>
-
-<div class="sidenote">Napoleón delante<br/> de Madrid.</div>
-
-<p>En la mañana del 2 aparecieron sobre las alturas del norte de
-Madrid las divisiones de dragones de los generales La Tour Maubourg
-y La Houssaye: antes solo se habían columbrado partidas sueltas de
-caballería. A las doce Napoleón mismo llegó a Chamartín y se alojó
-en la casa de campo del duque del Infantado. Aniversario aquel día
-de la batalla de Austerlitz y de su coronación, se lisonjeaba sería
-también el de su entrada en Madrid. Con semejante esperanza no tardó en
-presentarse en sus cercanías e intimar por medio del mariscal Bessières
-la rendición a la plaza. Respondiose con desdén, y aun corrió peligro
-de ser atropellado el oficial enviado al efecto. No había la infantería
-francesa acabado de llegar, y Napoleón recorriendo los alrededores de
-la villa meditaba el ataque para el siguiente día. En este no hubo
-sino tiroteos de avanzadas y correrías de la caballería enemiga, que
-detenía, despojaba y a veces mataba a los que inhábiles para la defensa
-salían de Madrid. Con más dicha y por ser todavía en la madrugada
-oscura y nebulosa, pudo alejarse el duque del Infantado comisionado por
-la junta permanente para ir hacia Guadalajara en busca del ejército del
-centro, al que se consideraba cercano. Por la noche el mariscal Victor
-hizo levantar baterías contra ciertos puntos, principalmente contra el
-Retiro: y a las doce de la misma el mariscal Berthier, príncipe<span
-class="pagenum" id="Page_174">p. 174</span> de Neuchâtel, mayor
-general del ejército imperial, repitió nueva intimación, valiéndose
-de un oficial español prisionero, a la que se tardó algunas horas en
-contestar.</p>
-
-<div class="sidenote">Ataque<br/> de Madrid.</div>
-
-<p>Amaneció el 3 cubierto de niebla, la cual disipándose poco a
-poco, aclaró el día a las nueve de la mañana, y apareció bellísimo y
-despejado. Napoleón preparado el ataque, dirigió su especial conato a
-apoderarse del Retiro, llamando al propio tiempo la atención por las
-puertas del Conde-duque y Fuencarral, hasta la de Recoletos y Alcalá, y
-colocándose él en persona cerca de la fuente Castellana. Mas barriendo
-aquella cañada y cerros inmediatos una batería situada en lo alto de la
-escuela de la veterinaria, cayeron algunos tiros junto al emperador,
-que diciendo: <i>estamos muy cerca</i>, se alejó lo suficiente para
-librarse del riesgo. Gobernaba dicha batería un oficial de nombre
-Vasallo, y con tal acierto que contuvo a la columna enemiga que quería
-meterse por la Puerta de Recoletos para coger por la espalda la de
-Alcalá. Los ataques de las otras puertas no fueron por lo general sino
-simulados, o no hubo sino ligeras escaramuzas, señalándose en la de los
-Pozos una cuadrilla de cazadores que se había apostado en las casas
-de Bringas allí contiguas. También hubo entre la del Conde-duque y
-Fuencarral vivo tiroteo, en los que fue herido en el pie de una bala
-el general Maison. Mas el Retiro, cuya eminencia dominando a Madrid es
-llave de la posición, fue el verdadero y principal punto atacado. Los
-franceses ya en tiempo de Murat habían reconocido su importancia. Los
-generales<span class="pagenum" id="Page_175">p. 175</span> españoles,
-fuese descuido o fatal acaso, no se habían esmerado en fortificarle.</p>
-
-<p>Treinta piezas de artillería dirigidas por el general Senarmont
-rompieron el fuego contra la tapia oriental. Sus defensores que no
-eran sino paisanos, y un cuerpo recién levantado a expensas de Don
-Francisco Mazarredo, resistieron con serenidad, hasta que los fuegos
-enemigos abrieron un ancho boquerón por donde entraron sus tiradores y
-la división del general Villatte. Entonces los nuestros decayendo de
-ánimo fueron ahuyentados, y los franceses derramándose con celeridad
-por el Prado, obligaron a los comandantes de las puertas de Recoletos,
-Alcalá y Atocha a replegarse a las cortaduras de sus respectivas e
-inmediatas calles. Pero como aquellas habían sido excavadas en la parte
-más elevada, quedaron muchas casas y edificios a merced del soldado
-extranjero que las robó y destrozó. Tocó tan mala suerte a la escuela
-de mineralogía calle del Turco, en donde pereció una preciosísima
-colección de minerales de España y América, reunida y arreglada al cabo
-de años de trabajo y penosa tarea.</p>
-
-<p>La pérdida del Retiro no causó en la población desaliento. En
-todos los puntos se mantuvieron firmes, y sobre todo en la calle
-de Alcalá en donde fue muerto el general francés Bruyère. Castelar
-en tanto respondió a la segunda intimación pidiendo una suspensión
-de armas durante el día 3 para consultar a las demás autoridades y
-ver las disposiciones del pueblo, sin lo cual nada podía resolver
-definitivamente. Eran las doce de la mañana cuando llegó esta
-respuesta<span class="pagenum" id="Page_176">p. 176</span> al
-cuartel general francés, e invadido ya el Retiro desistió Napoleón de
-proseguir en el ataque, prefiriendo a sus contingencias el medio más
-suave y seguro de una capitulación. Pero para conseguirla mandó al
-de Neuchâtel que diese a Castelar una réplica amenazadora diciendo:
-«Inmensa artillería está preparada contra la villa, minadores se
-disponen para volar sus principales edificios... las columnas ocupan
-la entrada de las avenidas... mas el emperador siempre generoso en el
-curso de sus victorias, suspende el ataque hasta las dos. Se concederá
-a la villa de Madrid protección y seguridad para los habitantes
-pacíficos, para el culto y sus ministros, en fin olvido de lo pasado.
-Enarbólese bandera blanca antes de las dos, y envíense comisionados
-para tratar.»</p>
-
-<p>La junta establecida en correos mandó cesar el fuego, y envió
-al cuartel general francés a Don Tomás de Morla y a Don Bernardo
-Iriarte. Abocáronse estos con el príncipe de Neuchâtel quien
-los presentó a Napoleón: vista que atemorizó a Morla, hombre de
-corazón pusilánime, aunque de fiera y africana figura. <span
-class="sidenote">Conferencia<br/> de Morla<br/> con Napoleón.</span>
-Napoleón le recibió ásperamente. Echole en cara su proceder contra los
-prisioneros franceses de Bailén, sus contestaciones con Dupont, hasta
-le recordó su conducta en la guerra de 1793 en el Rosellón. Por último
-díjole: «vaya usted a Madrid, doy de tiempo para que se me responda de
-aquí a las seis de la mañana. Y no vuelva usted sino para decirme que
-el pueblo se ha sometido. De otro modo usted y sus tropas serán pasados
-por las armas.»</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_177">p. 177</span></p>
-
-<p>Demudado volvió a Madrid el general Morla, y embarazosamente
-dio cuenta a la junta de su comisión. Tuvo que prestarle ayuda su
-compañero Iriarte, más sereno aunque anciano y no militar. <span
-class="sidenote">Capitulación.</span> Hubo disenso entre los vocales:
-prevaleció la opinión de la entrega. El marqués de Castelar no
-queriendo ser testigo de ella partió por la noche, con la poca tropa
-que había, camino de Extremadura. También y antes el vizconde de Gante
-que mandaba la Puerta de Segovia salió subrepticiamente del lado del
-Escorial en busca de San Juan y Heredia.</p>
-
-<p>A las seis de la mañana del 4 Don Tomás de Morla y el gobernador
-Don Fernando de la Vera y Pantoja pasaron al cuartel general enemigo
-con la minuta de la capitulación.[*] <span class="sidenote">(* Ap.
-n. <a href="#Ap_6-8" id="Ll_6-8">6-8</a>.)</span> Napoleón la aprobó
-en todas sus partes con cortísima variación, si bien se contenían en
-ella artículos que no hubieran debido entrar en un convenio puramente
-militar.</p>
-
-<p>El general Belliard después de las diez del mismo día entró en
-Madrid y tomó sin obstáculo posesión de los puntos principales. Solo en
-el nuevo cuartel de guardias de Corps se recogieron algunos con ánimo
-de defenderse, y fue menester tiempo y la presencia del corregidor para
-que se rindieran.</p>
-
-<p>Silencioso quedó Madrid después de la entrega, y contra Morla se
-abrigaba en el pecho de los habitantes odio reconcentrado. Tacháronle
-de traidor, y confirmáronse en la idea con verle pasar al bando
-enemigo. Solo hubo de su parte falta de valor y deshonroso proceder.
-Murió años adelante ciego, lleno de pesares, aborrecido de todos.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_178">p. 178</span></p>
-
-<p>Consiguiose con la defensa de Madrid si no detener al ejército
-francés, por lo menos probar a Europa que a viva fuerza y no de grado
-se admitía a Napoleón y a su hermano. Respecto de lo cual oportuna
-aunque familiarmente decía Mr. de Pradt, capellán mayor del emperador,
-primero obispo de Poitiers, y después arzobispo de Malinas, «que José
-había sido echado de Madrid a puntapiés y recibido a cañonazos.»</p>
-
-<div class="sidenote">Fáltase<br/> a la capitulación.</div>
-
-<p>El 6 se desarmó a los vecinos, y no se tardó en faltar a la
-capitulación, esperanza de tantos hombres ciegos y sobradamente
-confiados. Dieron la señal de su quebrantamiento los decretos que desde
-Chamartín y a fuer de conquistador empezó el mismo día 4 a fulminar
-Napoleón, quien arrojando todo embozo, y sin mentar a su hermano
-mostrose como señor y dueño absoluto de España.</p>
-
-<div class="sidenote">Decretos<br/> de Napoleón<br/> en Chamartín.</div>
-
-<p>Fue el primero contra el consejo de Castilla. Decíase en su contexto
-que por haberse portado aquella corporación con <i>tanta debilidad
-como superchería</i>, se destituían sus individuos considerándolos
-<i>cobardes e indignos de ser los magistrados de una nación brava y
-generosa</i>. Quedaban además detenidos en calidad de rehenes: por cuyo
-decreto el artículo sexto de la capitulación con afán apuntado por los
-del consejo, y según el cual debían conservarse «las leyes, costumbres
-y tribunales en su actual constitución» se barrenaba y destruía.</p>
-
-<p>Siguiéronse a este el de la abolición de la inquisición, el de la
-reducción de conventos a una tercera parte, el de la extinción de los
-derechos señoriales y exclusivos, y el de poner<span class="pagenum"
-id="Page_179">p. 179</span> las aduanas en la frontera de Francia.
-Varios de estos decretos, reclamados constantemente por los españoles
-ilustrados, no dejaron de cautivar al partido del gobierno intruso
-ciertos individuos enojados con los primeros pasos de la central, dando
-a otros plausible pretexto para hacerse tornadizos.</p>
-
-<p>Mas semejantes resoluciones de suyo benéficas aunque procedentes
-de mano ilegítima, fueron acompañadas de otras crueles e igualmente
-contrarias a lo capitulado. <span class="sidenote">Españoles<br/>
-llevados<br/> a Francia.</span> Se cogió y llevó a Francia a Don
-Arias Mon, decano del consejo, y a otros magistrados. El príncipe de
-Castelfranco, el marqués de Santa Cruz del Viso y el conde de Altamira
-o sea de Trastámara, comprendidos en el decreto de proscripción de
-Burgos, fueron también presos y conducidos a Francia, conmutándose la
-pena de muerte en la de perpetuo encierro, sin embargo de que por los
-artículos primero, segundo y tercero de la capitulación se aseguraba
-la libertad y seguridad de las vidas y propiedades de los vecinos,
-militares y empleados de Madrid. Igual suerte cupo en un principio al
-duque de Sotomayor de que le libró especial favor. Estuvo para ser más
-rigurosa la del marqués de San Simón, emigrado francés al servicio de
-España: fue juzgado por una comisión militar, y condenado a muerte,
-habiendo defendido contra sus compatriotas la Puerta de Fuencarral.
-Las lágrimas y encarecidos ruegos de su desconsolada hija alcanzaron
-gracia, limitándose la pena de su padre a la de confinación en
-Francia.</p>
-
-<div class="sidenote">Visita Napoleón<br/> el palacio real.</div>
-
-<p>Napoleón permanecía en Chamartín, y solo<span class="pagenum"
-id="Page_180">p. 180</span> una vez y muy de mañana atravesó a Madrid y
-se encaminó a palacio. Aunque se le representó suntuosa la morada real,
-según sabemos de una persona que le acompañaba, por nada preguntó con
-tanto anhelo como por el retrato de Felipe II: detúvose durante algunos
-minutos delante de uno de los más notables, y no parecía sino que un
-cierto instinto le llevaba a considerar la imagen de un monarca que si
-bien en muchas cosas se le desemejaba, coincidía en gran manera con él
-en su amor a exclusiva, dura e ilimitada dominación, así respecto de
-propios como de extraños.</p>
-
-<div class="sidenote">Su inquietud.</div>
-
-<p>La inquietud de Napoleón crecía según que corrían días sin recoger
-el pronto y abundante esquilmo que esperaba de la toma de Madrid. Sus
-correos comenzaban a ser interceptados, y escasas y tardías eran las
-noticias que recibía. Los ejércitos españoles si bien deshechos, no
-estaban del todo aniquilados, y era de temer se convirtiesen en otros
-tantos núcleos, en cuyo derredor se agrupasen oficiales y soldados,
-al paso que los franceses teniendo que derramarse enflaquecían sus
-fuerzas, y aun desaparecían sobre la haz espaciosa de España. En
-las demás conquistas dueño Napoleón de la capital lo había sido
-de la suerte de la nación invadida: en esta ni el gobierno ni los
-particulares, ni el más pequeño pueblo de los que no ocupaba se
-habían presentado libremente a prestarle homenaje. Impacientábale
-tal proceder, sobre todo cuando nuevos cuidados podrían llamarle a
-otras y lejanas partes. Mostró su enfado al corregidor de Madrid
-que el 16 de diciembre fue a Chamartín<span class="pagenum"
-id="Page_181">p. 181</span> a cumplimentarle y a pedirle la
-vuelta de José según se había exigido del ayuntamiento: <span
-class="sidenote">Contestación<br/> al corregidor<br/> de Madrid.</span>
-díjole pues Napoleón que por los derechos de conquista que le asistían
-podía gobernar a España nombrando otros tantos virreyes cuantas eran
-sus provincias. Sin embargo añadió que consentiría en ceder dichos
-derechos a José, cuando todos los ciudadanos de la capital le hubieran
-dado pruebas de adhesión y fidelidad por medio de un juramento «que
-saliese no solamente de la boca sino del corazón, y que fuese sin
-restricción jesuítica.»</p>
-
-<div class="sidenote">Juramento<br/> exigido<br/> de los vecinos.</div>
-
-<p>Sujetose el vecindario a la ceremonia que se pedía, y no por eso
-trataba Napoleón de reponer a José en el trono, cosa que a la verdad
-interesaba poco a los madrileños, molestados con la presencia de
-cualquier gobierno que no fuera el nacional. El emperador había dejado
-en Burgos a su hermano, quien sin su permiso vino y se le presentó en
-Chamartín, donde fue tan mal recibido que se retiró a la Monclova y
-luego al Pardo, no gozando de rey sino escasamente la apariencia.</p>
-
-<div class="sidenote">Van<br/> los mariscales<br/> franceses en<br/>
-perseguimiento<br/> de los españoles.</div>
-
-<p>Más que en su persona ocupábase Napoleón en averiguar el paradero
-de los ingleses, y en disipar del todo las reliquias de las tropas
-españolas. El 8 de diciembre llegó a Madrid el cuerpo de ejército del
-duque de Danzig, y con diligencia despachó Napoleón hacia Tarancón al
-mariscal Bessières, dirigiendo sobre Aranjuez y Toledo al mariscal
-Victor y a los generales Milhaud y Lasalle.</p>
-
-<div class="sidenote">Total dispersión<br/> del ejército<br/> de San
-Juan.</div>
-
-<p>Por este lado y la vuelta de Talavera se había retirado Don Benito
-San Juan, quien después<span class="pagenum" id="Page_182">p.
-182</span> de haber recogido en Segovia dispersos, y en unión con Don
-José Heredia, se había apostado en el Escorial antes de la entrega de
-Madrid. Pensaban ir ambos generales al socorro de la capital, y aun
-instados por el vizconde de Gante que con aquel objeto según vimos
-había ido a su encuentro, se pusieron en marcha. Acercábanse, cuando
-esparcida la voz de estar muy apretada la villa y otras siniestras,
-empezó una dispersión horrorosa, abandonando los artilleros y
-carreteros cañones y carruajes. Comenzó por donde estaba San Juan,
-cundió a la vanguardia que mandaba Heredia, y ni uno ni otro fueron
-parte a contenerla. Algunos restos llegaron en la madrugada del 4 casi
-a tocar las puertas de Madrid, en donde noticiosos de la capitulación,
-sueltos y a manera de bandidos, corrieron como los primeros asolando
-los pueblos, y maltratando a los habitadores hasta Talavera, punto de
-reunión que fue teatro de espantosa tragedia.</p>
-
-<p>Habituados a la rapiña y al crimen las mal llamadas tropas,
-pesábales volver a someterse al orden y disciplina militar. Su caudillo
-D. Benito San Juan no era hombre para permitir más tiempo la holganza
-y los excesos encubiertos bajo la capa del patriotismo, de lo cual
-temerosos los alborotadores y cobardes, difundieron por Talavera que
-los jefes los habían traidoramente vendido. Con lo que apandillándose
-una banda de hombres y soldados desalmados, se metieron en la mañana
-del 7 en el convento de Agustinos, y guiados por un furibundo fraile
-penetraron en la celda en donde se albergaba<span class="pagenum"
-id="Page_183">p. 183</span> el general San Juan. Empezó este a
-arengarlos con serenidad, y aun a defenderse con el sable, no bastando
-las razones para aplacarlos. <span class="sidenote">Muerte cruel<br/>
-de este general.</span> Desarmáronle y viéndose perdido, al querer
-arrojarse por una ventana tres tiros le derribaron sin vida. Su cadáver
-despojado de los vestidos, mutilado y arrastrado, le colgaron por
-último de un árbol en medio de un paseo público, y así expuesto, no
-satisfechos todavía le acribillaron a balazos. Faltan palabras para
-calificar debidamente tamaña atrocidad, ejecutada por soldados contra
-su propio jefe, y promovida y abanderizada por quien iba revestido del
-hábito religioso.</p>
-
-<div class="sidenote">Ejército<br/> del centro.<br/> Sus marchas<br/> y
-retirada<br/> a Cuenca.</div>
-
-<p>No tan relajado aunque harto decaído estaba por el lado opuesto
-el ejército del centro. El hambre, los combates, el cansancio, voces
-de traición, la fuga, el mismo desamparo de los pueblos, uniéndose
-a porfía y de tropel, habían causado grandes claros en las filas.
-Cuando le dejamos en Sigüenza estaba reducido su número a 8000 hombres
-casi desnudos. Mas sin embargo determinaron los jefes cumplir con
-las órdenes del gobierno, e ir a reforzar a Somosierra. Emprendió
-la infantería su ruta por Atienza y Jadraque, y la artillería y
-caballería en busca de mejores caminos tomaron la vuelta de Guadalajara
-siguiendo la izquierda del Henares. No tardaron los primeros en
-variar de rumbo, y caminar por donde los segundos con el aviso de
-Castelar recibido en la noche del 1.º al 2 de diciembre, de haber
-los enemigos forzado el paso de Somosierra. Continuando pues todo el
-ejército a Guadalajara, la 1.ª y 4.ª división<span class="pagenum"
-id="Page_184">p. 184</span> entraron por sus calles en la noche del
-2 junto con la artillería y caballería. Casi al propio tiempo llegó
-a dicha ciudad el duque del Infantado; y el 3, avistándose con La
-Peña y celebrando junta de generales, se acordó: 1.º Enviar parte de
-la artillería a Cartagena, como se verificó; y 2.º dirigirse con el
-ejército por los altos de Santorcaz, pueblecito a dos leguas de Alcalá
-y a su oriente, y extenderse a Arganda para que desde aquel punto, si
-ser pudiere, se metiese la vanguardia con un convoy de víveres por
-la Puerta de Atocha. En la marcha tuvieron noticia los jefes de la
-capitulación de Madrid, y obligados por tanto a alejarse, resolvieron
-cruzar el Tajo por Aranjuez y guarecerse de los montes de Toledo. Plan
-demasiadamente arriesgado y que por fortuna estorbó con sus movimientos
-el enemigo sin gran menoscabo nuestro. Caminaron los españoles el 6
-y descansaron en Villarejo de Salvanés. Allí les salió al encuentro
-Don Pedro de Llamas, encargado por la central de custodiar con pocos
-soldados el punto de Aranjuez, que acababa de abandonar forzado por
-la superioridad de fuerzas francesas. Interceptado de este modo el
-camino, se decidieron los nuestros a retroceder y pasar el Tajo por
-las barcas de Villamanrique, Fuentidueña y Estremera, y abrigándose
-de las sierras de Cuenca sentar sus reales en aquella ciudad, paraje
-acomodado para repararse de tantas fatigas y penalidades. Así y por
-entonces se libraron las reliquias del ejército del centro de ser del
-todo aniquiladas en Aranjuez por el mariscal Victor, y en Guadalajara
-por la numerosísima<span class="pagenum" id="Page_185">p. 185</span>
-caballería de Bessières, y el cuerpo de Ney que entró el 6 viniendo
-de Aragón. No hubo sino alguno que otro reencuentro, y haber sido
-acuchillados en Nuevo Baztán los cansados y zagueros.</p>
-
-<div class="sidenote">Rebelión<br/> del oficial<br/> Santiago.</div>
-
-<p>A los males enumerados y al encarnizado seguimiento del enemigo
-agregáronse en su marcha al ejército del centro discordias y
-conspiraciones. El 7 de diciembre estando en Belinchón el cuartel
-general, se mandó ir a la villa de Yebra a la 1.ª y 4.ª división
-que regía entonces el conde de Villariezo. A mitad del camino y en
-Mondéjar, Don José Santiago, teniente coronel de artillería, el mismo
-que en mayo fue de Sevilla para levantar a Granada, se presentó al
-general de las divisiones diciéndole, que estas en vez de proseguir
-a Cuenca, querían retroceder a Madrid para pelear con los franceses,
-y que a él le habían escogido por caudillo; pero que suspendía
-admitir el encargo hasta ver si el general, aprobando la resolución,
-se hacía digno de continuar capitaneándolos. Rehusó Villariezo la
-inesperada oferta, y reprendiendo al Santiago, encomendole contener
-el mal espíritu de la tropa: singular conspirador y singular jefe.
-La artillería, como era de temer, en vez de apaciguarse se apostó en
-el camino de Yebra, y forzó a la otra tropa que iba a continuar su
-marcha a volver atrás. Intentó Villariezo arengar a los sublevados que
-aparentaron escucharle, mas quiso que de nuevo prosiguiesen su ruta;
-y gritando unos «<i>a Madrid</i>» y otros «<i>a Despeñaperros</i>»,
-tuvo que desistir de su empeño y despachar al coronel de Pavía,
-príncipe<span class="pagenum" id="Page_186">p. 186</span> de Anglona,
-para que informase de lo ocurrido al general en jefe, el cual
-creyó prudente separar la infantería y alejarla de la caballería y
-artillería. Los peones dirigiéndose a Illana debían cruzar el vado y
-barcas de Maquilón; los jinetes y cañones con solos dos regimientos de
-infantería, Órdenes y Lorca, las de Estremera: mandando a los primeros
-el mismo Villariezo y a los segundos Don Andrés de Mendoza. Ciertas
-precauciones y la repentina mudanza en la marcha suspendieron algún
-tiempo el alboroto; mas el día 8 al querer salir de Tarancón encrespose
-de nuevo, y sin rebozo se puso Santiago a la cabeza.</p>
-
-<p>Pareciéndole al Mendoza que el carácter y respetos del conde de
-Miranda, comandante de carabineros reales, que allí se hallaba, eran
-más acomodados para atajar el mal que los que a su persona asistían,
-propuso al conde, y este aceptó, sustituirle en el mando. Llamado don
-José Santiago por el nuevo jefe, retúvole este junto a su persona;
-y hubo vagar para que adoptadas prontas y vigorosas providencias se
-continuase, aunque con trabajo, la marcha a Cuenca. El Santiago fue
-conducido a dicha ciudad, y arcabuceado después en 12 de enero con un
-sargento y cabo de su cuerpo.</p>
-
-<div class="sidenote">Nómbrase por<br/> general en jefe<br/> al
-duque<br/> del Infantado.</div>
-
-<p>Mas el mal había echado tan profundas raíces y andaban las
-voluntades tan mal avenidas, que para arrancar aquellas y aunar estas,
-juzgó conveniente Don Manuel de la Peña celebrar un consejo de guerra
-en Alcázar de Huete, y desistiéndose del mando proponer en su lugar
-por general en jefe al duque del Infantado.<span class="pagenum"
-id="Page_187">p. 187</span> Admitiose la propuesta, consintió el duque,
-y aprobolo después la central, con que se legitimaron unos actos que
-solo disculpaba lo arduo de las circunstancias.</p>
-
-<p>La mayor parte del ejército entró en Cuenca en 10 de diciembre.
-Mas remisa estuvo, y llegó en desorden la 2.ª división al mando del
-general Grimarest, que fue atacada en Santa Cruz de la Zarza en la
-noche del 8, y ahuyentada por el general Montbrun. Y el terror y la
-indisciplina fueron tales, que casi sin resistencia corrió dicha
-división precipitadamente y a la primera embestida camino de Cuenca.</p>
-
-<p>En esta ciudad reunido el ejército del centro y abrigado de la
-fragosa tierra que se extendía a su espalda, terminó su retirada de
-86 leguas, emprendida desde las faldas del Moncayo, memorable sin
-duda, aunque costosa; pues al cabo, en medio de tantos tropiezos,
-reencuentros, marchas y contramarchas, escaseces y sublevaciones,
-salvose la artillería y bastante fuerza para con su apoyo formar un
-nuevo ejército, que combatiendo al enemigo o trabajándole le distrajese
-de otros puntos y contribuyese al bueno y final éxito de la causa
-común.</p>
-
-<div class="sidenote">Conde de Alacha.<br/> Su retirada<br/>
-gloriosa.</div>
-
-<p>Descansaban pues y se reponían algún tanto aquellos soldados,
-cuando con asombro vieron el 16 entrar por Cuenca una corta división
-que se contaba por perdida. Recordará el lector como después del
-acontecimiento de Logroño incorporada la gente de Castilla en el
-ejército de Andalucía, se formó una vanguardia de 4000 hombres al mando
-del conde de Cartaojal, destinada a maniobrar en la sierra de Cameros.
-El<span class="pagenum" id="Page_188">p. 188</span> 22 de noviembre,
-según orden de Castaños, se había retirado dicho jefe por el lado de
-Ágreda a Borja, y después de una leve refriega con partidas enemigas
-prosiguiendo a Calatayud, se había allí unido al grueso del ejército,
-de cuya suerte participó en toda la retirada. Mas de este cuerpo de
-Cartaojal quedó el 21 en Nalda separado y como cortado un trozo a las
-órdenes del conde de Alacha.</p>
-
-<p>No desanimándose ni los soldados ni su caudillo, aconsejado de
-buenos oficiales al verse rodeados de enemigos, y ellos en tan pequeño
-número, emprendieron una retirada larga, penosa y atrevida. Por espacio
-de veinte días acampando y marchando a dos y tres leguas del ejército
-francés, cruzando empinados montes y erizadas breñas, descalzos y casi
-desnudos en estación cruda, apenas con alimento, desprovistos de todo
-consuelo, consiguieron, venciendo obstáculos para otros insuperables,
-llegar a Cuenca conformes y aun contentos de presentarse no solo
-salvos, sino con el trofeo de algunos prisioneros franceses. Tanta
-es la constancia, sobriedad e intrepidez del soldado español bien
-capitaneado.</p>
-
-<div class="sidenote">La Mancha.</div>
-
-<p>Pero la estancia en Cuenca del ejército del centro, si bien por una
-parte le daba lugar para recobrarse y le ponía más al abrigo de una
-acometida, por otra dejaba a la Mancha abierta y desamparada. Es cierto
-que sus vastas llanuras nunca hubieran sido bastantemente protegidas
-por las reliquias de un ejército a cuya caballería no le era dado
-hacer rostro a la formidable y robusta de las huestes enemigas. Así
-fue<span class="pagenum" id="Page_189">p. 189</span> que el mariscal
-Victor, sentando ya en 11 de diciembre su cuartel general en Aranjuez y
-Ocaña, desparramó por la Mancha baja gruesas partidas que se proveían
-de vituallas en sus feraces campiñas, y pillaban y maltrataban pueblos
-abandonados a su rapacidad por los fugitivos habitantes.</p>
-
-<div class="sidenote">Toledo.</div>
-
-<p>Habían contado algunos con que Toledo haría resistencia. Mas
-desapercibida la ciudad y cundiendo por sus hogares el terror que
-esparcían la rota y dispersión de los ejércitos, abrió el 19 de
-diciembre sus puertas al vencedor; habiendo antes salido de su recinto
-la junta provincial, muchos de los principales vecinos, y despachado a
-Sevilla 12.000 espadas de su antigua y celebrada fábrica.</p>
-
-<div class="sidenote">Muertes<br/> violentas.</div>
-
-<p>Ciertos y contados pueblos ofrecieron la imagen de la más completa
-anarquía, atropellando o asesinando pasajeros. Doloroso sobre todo
-fue lo que aconteció en Malagón y Ciudad Real. Por el último pasaba
-preso a Andalucía Don Juan Duro, canónigo de Toledo y antiguo amigo
-del príncipe de la Paz: ni su estado, ni su dignidad, ni sus súplicas
-le guarecieron de ser bárbaramente asesinado. La misma suerte cupo en
-el primer pueblo a Don Miguel Cayetano Soler, ministro de hacienda de
-Carlos IV, que también llevaban arrestado: atrocidades que hubieran
-debido evitarse no exponiendo al riesgo de transitar por lugares
-agitados personajes tan aborrecidos.</p>
-
-<p>Templa por dicha la amargura de tales excesos la conducta
-de otras poblaciones, que empleando dignamente su energía y
-cediendo al<span class="pagenum" id="Page_190">p. 190</span>
-noble impulso del patriotismo antes que a los consejos de la
-prudencia, detuvieron y escarmentaron a los invasores. <span
-class="sidenote">Villacañas.</span> Señalose la villa de Villacañas una
-de las comprendidas en el gran priorato de San Juan. Varias partidas
-de caballería enemiga que quisieron penetrar por sus calles fueron
-constantemente rechazadas en diferentes embestidas que dieron en los
-días del 20 al 25 de diciembre. Alabó el gobierno y premió la conducta
-de Villacañas, cuya población quedó, durante algún tiempo, libre de
-enemigos, en medio de la Mancha inundada de sus tropas.</p>
-
-<div class="sidenote">Sierra Morena.</div>
-
-<p>Estas antes de terminar diciembre se habían extendido hasta
-Manzanares y amagaban aproximarse a las gargantas de Sierra Morena.
-Muchos oficiales y soldados del ejército del centro se habían acogido
-a aquellas fraguras. Unos obligados de la necesidad; otros huyendo
-vergonzosamente del peligro. Sin embargo como estos eran los menos
-túvose a dicha su llegada, porque daba cimiento a formar y organizar
-centenares de alistados que acudían de las Andalucías y la Mancha.</p>
-
-<div class="sidenote">Juntas de los<br/> cuatro reinos<br/> de
-Andalucía.</div>
-
-<p>Las juntas de aquellos cuatro reinos, vista la dispersión de los
-ejércitos y en dudas del paradero de la central, trataron de reunirse
-en la Carolina, enviando allí dos diputados de cada una que las
-representasen, invitando también a lo mismo a la de Extremadura y a
-otra que se había establecido en Ciudad Real. Pero la central, fuese
-previsión o temores de que se le segregasen estas provincias, <span
-class="sidenote">Campo Sagrado.</span> había comisionado a Sierra
-Morena al marqués de Campo Sagrado, individuo suyo, con orden de
-promover los alistamientos<span class="pagenum" id="Page_191">p.
-191</span> y de poner en estado de defensa aquella cordillera.
-El 6 de diciembre ya se hallaba en Andújar, como asimismo <span
-class="sidenote">Marqués<br/> del Palacio.</span> el marqués del
-Palacio encargado del mando en jefe del ejército que se reunía en
-Despeñaperros, habiendo sido antes llamado de Cataluña según en su
-lugar veremos. De Sevilla enviaron los útiles y cañones necesarios para
-fortificar la sierra, a donde también y con felicidad retrocedieron
-desde Manzanares 14 piezas que caminaban a Madrid. Por este término
-se consiguió al promediar diciembre, que en la Carolina y contornos
-se juntasen 6000 infantes y 300 caballos, cubriéndose y reforzándose
-sucesivamente los diversos pasos de la sierra.</p>
-
-<p>Cortos eran en verdad semejantes medios si el enemigo con sus
-poderosas fuerzas hubiera intentado penetrar en Andalucía. Pero
-distraída su atención a varios puntos, y fija principalmente en el modo
-de destruir al ejército inglés, único temible que quedaba, trató de
-seguir a este en Castilla y obrar además del lado de Extremadura, como
-movimiento que podría ayudar a las operaciones de Portugal en caso que
-los ingleses se retirasen hacia aquel reino.</p>
-
-<div class="sidenote">Marchan<br/> los franceses<br/> a
-Extremadura.<br/> Estado<br/> de la provincia.</div>
-
-<p>Para lograr el último objeto marchó sobre Talavera el 4.º cuerpo
-del mando del mariscal Lefebvre, compuesto de 22.000 infantes y 3000
-caballos. La provincia de Extremadura, aunque hostigada y revuelta con
-exacciones y dispersos, se mantenía firme y muy entusiasmada. Mas el
-despecho que causaban las desgracias convirtió a veces la energía en
-ferocidad. <span class="sidenote">Excesos.</span> Fueron en Badajoz el
-16 de diciembre inmolados dos<span class="pagenum" id="Page_192">p.
-192</span> prisioneros franceses, el coronel de milicias Don Tiburcio
-Carcelén y el ex tesorero general Don Antonio Noriega, antiguo allegado
-del príncipe de la Paz. También pereció en la villa de Usagre su
-alcalde mayor. Los asesinos descubiertos en ambos pueblos fueron
-juzgados y pagaron su crimen con la vida. Estas muertes, con las que
-hemos contado, y alguna otra que relataremos después, que en todo
-no pasaron de doce, fueron las que desdoraron este segundo periodo
-de nuestra historia, en el cual, rompiéndose de nuevo en ciertas
-provincias los vínculos de la subordinación y el orden, quedó suelta la
-rienda a las pasiones y venganzas particulares.</p>
-
-<p>El general Galluzo, sucesor del desventurado San Juan, escogió la
-orilla izquierda del Tajo como punto propio para detener en su marcha
-a los franceses. Fue su primera idea guardar los vados y cortar los
-principales puentes. Cuéntanse de estos cuatro desde donde el Tiétar
-y Tajo se juntan en una madre hasta Talavera; y son el del Cardenal,
-el de Almaraz, el del Conde y el del Arzobispo. El 2.º por donde cruza
-el camino de Badajoz a Madrid mereció particular atención, colocándose
-allí en persona el mismo Galluzo. La trabazón de su fábrica era tan
-fuerte y compacta, que por entonces no se pudo destruir, y solo si
-resquebrajarle en parte: 5000 hombres le guarnecieron. Don Francisco
-Trías fue enviado el 15 de diciembre al del Arzobispo, del que ya
-enseñoreados los enemigos, tuvo que limitarse a quedar en observación
-suya. Los otros dos puentes fueron ocupados por nuestros soldados.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_193">p. 193</span></p>
-
-<div class="sidenote">Su retirada.</div>
-
-<p>Los franceses se contentaron al principio con escaramuzar en toda
-la línea hasta el día 24, en que viniendo por el del Arzobispo,
-atacaron el frente y flanco derecho del general Trías, y le obligaron
-a recogerse a la sierra camino de Castañar de Ibor. También fue
-amagado en el propio día el del Conde, que sostuvo D. Pablo Morillo,
-subteniente entonces, general ahora.</p>
-
-<p>Noticioso Galluzo de lo ocurrido con Trías y también de que los
-enemigos habían avanzado a Valdelacasa, se replegó a Jaraicejo, tres
-leguas a retaguardia de Almaraz, dejando para guardar el puente los
-batallones de Irlanda y Mallorca y una compañía de zapadores. Así como
-los otros, fue luego atacado este punto, del que se apoderó al cabo
-de una hora de fuego la división del general Valence, cogiendo 300
-prisioneros.</p>
-
-<p>Pensó Galluzo detenerse en Jaraicejo, pero creyéndose poco seguro
-con la toma del puente de Almaraz, a las tres de la tarde del 25
-ordenadamente emprendió su retirada a Trujillo, cuatro leguas distante.
-Este movimiento y voces que esparcía el miedo o la traición, aumentaron
-el desorden del ejército, y temíase otra dispersión. Por ello, y
-la superioridad de fuerzas con que el enemigo se adelantaba, juntó
-Galluzo un consejo de guerra [menguado recurso a que nuestros generales
-continuamente acudían], y se decidió retirarse a Zalamea, 23 leguas
-de Trujillo y del lado de la sierra que parte términos con Andalucía.
-El 28 llegó el ejército a su destino, si ejército merece llamarse lo
-que ya no era sino una sombra. De la artillería<span class="pagenum"
-id="Page_194">p. 194</span> se salvaron 17 piezas, 11 de ellas se
-enviaron de Miajadas a Badajoz, y 6 siguieron a Zalamea. A este punto
-llegaron después y en mejor orden 1200 hombres de los del puente del
-Conde y del Arzobispo.</p>
-
-<p>Los franceses penetraron el 26 hasta Trujillo, quedando a merced
-suya la Extremadura y muy expuesta y desapercibida la Andalucía. Otros
-acontecimientos los obligaron a hacer parada y retroceder prontamente,
-dando lugar a la junta central para reparar en parte tanto daño.</p>
-
-<div class="sidenote">Continúa<br/> la central<br/> su viaje.</div>
-
-<p>El viaje de esta había continuado sin otra interrupción ni descanso
-que el preciso para el despacho de los negocios. En todos los pueblos
-por donde transitaba era atendida y acatada, contribuyendo mucho a ello
-los respetables nombres de Floridablanca y Jovellanos, y la esperanza
-de que la patria se salvaría salvándose la autoridad central. En
-Talavera, en cuya villa la dejamos, celebró dos sesiones. Detúvose
-en Trujillo cuatro días, y recibiendo en esta ciudad pliegos del
-general Escalante enviado al ejército inglés, en los que anunciaba
-la ineficacia de sus oficios con el general Sir Juan Moore para que
-obrase activamente en Castilla; puesta la junta de acuerdo con el
-ministro británico Mr. Frere, nombraron la primera a Don Francisco
-Javier Caro, individuo suyo, y el segundo a Sir Carlos Stuart, a fin de
-que encarecidamente y de palabra repitiesen las mismas instancias a
-dicho general; siendo esencial su movimiento y llamada para evitar la
-irrupción de las Andalucías.</p>
-
-<p>Se expidieron también en Trujillo premiosas<span class="pagenum"
-id="Page_195">p. 195</span> órdenes para el armamento y defensa a los
-generales y juntas, y se resolvió no ir a Badajoz sino a Sevilla como
-ciudad más populosa y centro de mayores recursos.</p>
-
-<div class="sidenote">Sucede Cuesta<br/> a Galluzo.</div>
-
-<p>Al pasar la junta por Mérida una diputación de la de aquella ciudad
-le pidió en nombre del pueblo que eligiese por capitán general de la
-provincia y jefe de sus tropas a Don Gregorio de la Cuesta, que en
-calidad de arrestado seguía a la junta. No convino esta en la petición
-dando por disculpa que se necesitaba <i>averiguar</i> el dictamen de
-la suprema de la provincia congregada en Badajoz, la cual sostuvo
-a Galluzo, hasta que tan atropellada y desordenadamente se replegó
-a Zalamea. Entonces la voz pública pidiendo por general a Cuesta,
-bienquisto en la provincia en donde antes había mandado, uniose a su
-clamor la junta provincial, y la central aunque con repugnancia accedió
-al nombramiento. Cuesta llamó de Zalamea las tropas y estableció
-su cuartel general en Badajoz, en cuya plaza empezó a habilitar
-el ejército para resistir al enemigo, y emprender después nuevas
-operaciones.</p>
-
-<p>Mas en esta providencia, oportuna sin duda y militar, no faltó quien
-viese la enemistad del general Cuesta con la junta central, quedando
-abierta la Andalucía a las incursiones del enemigo, y por tanto Sevilla
-ciudad que había el gobierno escogido para su asiento. Temerosa
-debió de andar la misma junta ya de un ataque de los franceses, o ya
-de los manejos y siniestras miras de Cuesta; pues antes de acabar
-diciembre nombró al brigadier Don José Serrano<span class="pagenum"
-id="Page_196">p. 196</span> Valdenebro para cubrir con cuantas fuerzas
-pudiese los puntos de Santa Olalla y el Ronquillo y las gargantas
-occidentales de Sierra Morena.</p>
-
-<div class="sidenote">Llega a Sevilla<br/> la central en<br/> 17 de
-diciembre.</div>
-
-<p>La junta central entró en Sevilla el 17 de diciembre. Grande fue
-la alegría y júbilo con que fue recibida, y grandes las esperanzas
-que comenzaron a renacer. Abrió sus sesiones en el real alcázar
-el día siguiente 18, y notose luego que mudaba algún tanto y
-mejoraba de rumbo. Los contratiempos, la experiencia adquirida,
-<span class="sidenote">Muerte<br/> de Floridablanca.</span> los
-clamores y la muerte del conde de Floridablanca, influyeron en ello
-extraordinariamente. Falleció dicho conde en el mismo Sevilla el 28 de
-diciembre, cargado de años y oprimido por padecimiento de espíritu y de
-cuerpo. Celebrose en su memoria magnífico funeral, y se le dispensaron
-honores de infante de Castilla. Fue nombrado en su lugar vicepresidente
-de la junta el marqués de Astorga, grande de España, y digno, por su
-conducta política, honrada índole y alta jerarquía, de recibir tan
-honorífica distinción.</p>
-
-<div class="sidenote">Situación penosa<br/> de la central.</div>
-
-<p>El estado de las cosas era sin embargo crítico y penoso. De
-los ejércitos no quedaban sino tristes reliquias en Galicia, León
-y Asturias, en Cuenca, Badajoz y Sierra Morena. Algunas otras se
-habían acogido a Zaragoza ya sitiada; y Cataluña aunque presentase
-una diversión importante, no bastaba por sí sola a impedir la
-completa ruina y destrucción de las demás provincias y del gobierno.
-<span class="sidenote">Sus esperanzas.</span> Dudábase de la activa
-cooperación del ejército inglés, arrimado sin menearse contra Portugal
-y Galicia, y solo se vivía<span class="pagenum" id="Page_197">p.
-197</span> con la esperanza de que el anhelo por repelerle del
-territorio peninsular empeñaría a Napoleón en su seguimiento, y dejaría
-en paz por algún tiempo el levante y mediodía de España, con cuyo
-respiro se podrían rehacer los ejércitos y levantar otros nuevos, no
-solamente por medio de los recursos que estos paises proporcionasen,
-sino también con los que arribaron a sus costas de las ricas provincias
-situadas allende el mar.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter">
- <p><span class="pagenum" id="Page_199">p. 199</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img style="width: 26em; height: auto;"
- src="images/doble_filete.jpg"
- alt="Filete ornamental"/>
- </div>
- <p class="centra fs200 lh200 negr mt1">RESUMEN</p>
- <p class="centra smaller lh200">DEL</p>
- <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO SÉPTIMO.</p>
- <div class="figcenter mt05">
- <img style="width: 8em; height: auto;"
- src="images/separa2.jpg"
- alt="Motivo ornamental"/>
- </div>
-</div>
-
-<p class="resum"><span class="prim"><span
-class="gran">S</span>alida</span> de Napoleón de Chamartín. —
-Situación del ejército inglés. — Dudas y vacilaciones del general
-Moore. — Consulta con Mr. Frere. — Pasos e instancias de la junta
-central y de Morla para que avance. — Resuélvese a ello. — Incidente
-que pudo estorbarlo. — Sale el 12 de Salamanca a Valladolid. — Varía
-de dirección y se mueve hacia Toro y Benavente. — Da de ello aviso a
-Romana. Mal estado del ejército de este. — Parcialidad de escritores
-extranjeros. — Unión en Mayorga de los generales Baird y Moore. —
-Situación del mariscal Soult. — Aviso de la venida de Napoleón.
-Retíranse los ingleses a Benavente y Astorga. — Marcha de Napoleón.
-Paso de Guadarrama. — Empieza a relajarse la disciplina del ejército
-inglés. — Choque<span class="pagenum" id="Page_200">p. 200</span> de
-caballería en Benavente. — Sorprenden en Mansilla los franceses a los
-españoles. — Retírase Romana de León. — Júntase en Astorga con los
-ingleses. — Retírase Romana por Foncebadón. Moore por Manzanal. —
-Desgracias de Romana en su retirada. — Desórdenes de los ingleses en su
-retirada. — Llega Napoleón a Astorga. — Entrada del mariscal Soult en
-el Bierzo. — Reencuentro en Cacabelos. — Retírase el general Moore de
-Villafranca. — Van en aumento los desórdenes de los ingleses. — Llegan
-a Lugo. — Prepárase Moore a aventurar una batalla. — Retírase después.
-— Llega a la Coruña. — Batalla de la Coruña. — Embárcanse los ingleses.
-— Entrega de la Coruña. — Del Ferrol. — Estado de Galicia. — Paradero
-de Romana. — Sucede a Soult el mariscal Ney. — Vuelta de Napoleón a
-Valladolid. — Áspero recibimiento que hace Napoleón a las autoridades.
-— Angustias del ayuntamiento de Valladolid. — Suplicio de algunos
-españoles, y perdón de uno de ellos. — Temores de guerra con Austria.
-Prepárase Napoleón a volver a Francia. — Recibe en Valladolid a los
-diputados de Madrid. — Opinión e intentos de Napoleón sobre España. —
-Parte para Francia. — José en el Pardo. Pasa una revista en Aranjuez. —
-Movimiento del ejército español del centro. Planes de su jefe el duque
-del Infantado. — Ataque de Tarancón. — Avanza el mariscal Victor. —
-Retírase Venegas a Uclés. — Batalla de Uclés. — Excesos cometidos por
-los franceses en Uclés. — Retirada del duque del Infantado. — Sucédele
-en el mando el conde de Cartaojal. — Entrada de José en Madrid. —
-Sucesos<span class="pagenum" id="Page_201">p. 201</span> de Cataluña.
-— La junta del principado se traslada a Villafranca. — Excursiones de
-Duhesme. — Vives sucesor del marqués del Palacio. — Ejército español de
-Cataluña. Su fuerza. — Situación de Barcelona. — Tentativas de Vives
-contra aquella plaza. — Entrada de Saint-Cyr en Cataluña. — Sitio de
-Rosas. — Honrosa resistencia de los españoles. — Capitulación de Rosas.
-— Avanza Saint-Cyr camino de Barcelona. — Vives y las divisiones de
-Reding y Lazán. — Orden singular dada por Lecchi en Barcelona. — Trata
-Vives de seducirle a él y a otros. — Ataques de Vives del 26 y 27
-de noviembre en las cercanías de Barcelona. — Del 5 de diciembre. —
-Reding y Vives van al encuentro de Saint-Cyr. — Continúa Saint-Cyr su
-marcha. — Batalla de Llinas o Cardedeu. — Son derrotados los españoles.
-— Se retiran al Llobregat. — Llega Saint-Cyr a Barcelona. — Avanza al
-Llobregat. — Situación de los españoles. — Batalla de Molins de Rey.
-— Derrota de los españoles y tristes resultas. — Embarazosa también
-la situación de Saint-Cyr. — Acontecimientos de Tarragona. — Sucede
-Reding a Vives. — Segundo sitio de Zaragoza. — Preparativos de defensa.
-— Disposiciones de los franceses. — Preséntanse delante de Zaragoza. —
-El mariscal Moncey se apodera del monte Torrero. — Son rechazados los
-franceses en el Arrabal. — Intimación a la plaza. — Bloqueo y ataques
-que preparan los franceses. — Salida del general Butrón. — Reemplaza
-Junot a Moncey. — Sale Mortier para Calatayud. — Empieza el bombardeo.
-— Ataques contra San José y reducto del Pilar. — Manuela Sancho. —
-Resolución de los<span class="pagenum" id="Page_202">p. 202</span>
-moradores. — Enfermedades y contagio. — Temores de los franceses. —
-Gente que perdieron en Alcañiz. — Llegada del mariscal Lannes. — Llama
-a Mortier. — Dispersa este a Perena. — Asalto de los franceses al
-recinto de la ciudad. — Muerte de Sangenís. — Estragos del bombardeo y
-epidemia. — Intimación de Lannes. — Dicho de Palafox. — Resistencia en
-casas y edificios. — Minas de los franceses. — Patriotismo y fervor de
-algunos eclesiásticos. — Muerte del general Lacoste. — Murmuraciones
-del ejército francés. — Embestida del Arrabal. — Los progresos del
-enemigo en la ciudad. — Nuevas murmuraciones del ejército francés.
-— Toma del Arrabal. — Furioso ataque que los franceses preparan. —
-Deplorable estado de la ciudad. — Enfermedad de Palafox. — Propone la
-junta capitular. — Conferencia con Lannes. — Capitulación. — Palabra
-que da Lannes. — Firma la junta la capitulación. — Quebrántase por
-los franceses horrorosamente. — Mal trato dado a Palafox. — Muerte
-de prisioneros. De Boggiero y Sas. — Entrada de Lannes en Zaragoza.
-— P. Santander. — Junot sucede otra vez a Lannes. — Pérdidas de unos
-y de otros. — Ruinas de edificios y bibliotecas. — Juicio sobre este
-sitio.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter" id="Ch7">
- <p><span class="pagenum" id="Page_203">p. 203</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img style="width: 26em; height: auto;"
- src="images/doble_filete.jpg"
- alt="Filete ornamental"/>
- </div>
- <p class="centra fs150 lh150 negr g0 mt1">HISTORIA</p>
- <p class="centra fs60 lh150">DEL</p>
- <p class="centra fs120 lh150 asc ws1">LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN</p>
- <p class="centra fs120 lh150 ws1">de España.</p>
- <div class="figcenter mt05">
- <img style="width: 8em; height: auto;"
- src="images/separa4.jpg"
- alt="Motivo ornamental"/>
- </div>
- <h2 class="nobreak fs120 negr g0">LIBRO SÉPTIMO.</h2>
- <hr class="tir"/>
-</div>
-
-<div class="sidenote">Salida<br/> de
-Napoleón<br/> de
-Chamartín.</div>
-
-<p class="ti0"><span class="prim"><span
-class="gran">N</span>apoleón</span> permanecía en Chamartín. Allí
-afanado y diligente, agitado su corazón como mar por vientos bravos,
-ocupábale España, Francia, Europa entera, y más que todo averiguar los
-movimientos y paradero del ejército inglés. Posponía a este los demás
-cuidados. Avisos inciertos o fingidos le impelían a tomar encontradas
-determinaciones. Unas veces resuelto a salir vía de Lisboa se aprestaba
-a ello: otras suspendiendo su marcha aguardaba de nuevo posteriores
-informes. Pareció al fin estar próximo el día de su partida, cuando el
-19 de diciembre a las<span class="pagenum" id="Page_204">p. 204</span>
-puertas de la capital pasó reseña a 70.000 hombres de escogidas tropas.
-Así fue: dos días después, el 21, habiendo recibido noticia cierta
-de que los ingleses se internaban en Castilla la Vieja, en la misma
-noche con la rapidez del rayo acordó oportunas providencias para que
-el 22, dejando en Madrid 10.000 hombres, partiesen 60.000 la vuelta de
-Guadarrama.</p>
-
-<div class="sidenote">Situación del<br/> ejército inglés.</div>
-
-<p>Era en efecto tiempo de que atajase los intentos de contrarios tan
-temibles y que tanto aborrecía. Sir Juan Moore vacilante al principio
-había por último tomado la ofensiva con el ejército de su mando. Ya
-hablamos de su llegada a Salamanca el 23 de noviembre. Apenas había
-sentado allí sus reales, empezaron a esparcirse las nuevas de nuestras
-derrotas, funestos acontecimientos que sobresaltaron al general inglés
-con tanto mayor razón cuanto sus fuerzas se hallaban segregadas y entre
-sí distantes. Hasta el 23 del propio noviembre no acabaron de concurrir
-a Salamanca las que con el mismo general Moore habían avanzado por el
-centro: de las restantes las que mandaba Sir David Baird estaban el 26
-unas en Astorga, otras lejos a la retaguardia, no habiendo aún en aquel
-día las de Sir Juan Hope atravesado en su viaje desde Extremadura las
-sierras que dividen ambas Castillas.</p>
-
-<div class="sidenote">Dudas<br/> y vacilaciones<br/> del general<br/>
-Moore.</div>
-
-<p>Como exigía tiempo la reconcentración de todas estas fuerzas, era
-de recelar que los franceses libres de ejércitos españoles, avanzando
-e interponiéndose con su acostumbrada celeridad, embarazasen al de
-los ingleses y le acometiesen separadamente y por trozos: en especial
-cuando<span class="pagenum" id="Page_205">p. 205</span> este, si bien
-lucido en su apariencia, maravillosamente disciplinado, bizarrísimo en
-un día de batalla, flaqueaba del lado de la presteza.</p>
-
-<p>Motivos eran estos para contener el ánimo de cualquier general
-atrevido, mucho más el del general inglés, hombre prudente y a quien
-los riesgos se representaban abultados; porque aunque oficial consumado
-y dignísimo del buen concepto que entre sus compatriotas gozaba,
-adoleciendo por desgracia de aquel achaque entonces común a los
-militares de tener por invencibles a Napoleón y sus huestes, juzgaba la
-causa peninsular de éxito muy dudoso, y por decirlo así la miraba como
-perdida: lo cual no poco contribuyó a su irresolución e incertidumbre.
-Se acrecentaron sus temores al entrar en España, no columbrando en los
-pueblos señales extraordinarias de entusiasmo, como si la manifestación
-de un sentimiento tan vivo pudiera sin término prolongarse, y como si
-la disposición en que veía a todos los habitantes de no querer entrar
-en pacto ni convenio con el enemigo, no fuera bastante para hacerle
-fundadamente esperar que ella sola debía al cabo producir larga y
-porfiada resistencia.</p>
-
-<p>Desalentado por consiguiente el general Moore, y no contemplando
-ya en esta guerra sino una lucha meramente militar, empezó a contar
-bajo dicho respecto sus recursos y los de los españoles, y habiendo
-en gran parte desaparecido los de estos con las derrotas, y siendo
-los suyos muy inferiores a los de los franceses, pensó en retirarse
-a Portugal. Tal fue su primer impulso al saber las dispersiones
-de Espinosa y Burgos.<span class="pagenum" id="Page_206">p.
-206</span> Mas conservándose aún casi intacto el ejército español
-del centro, repugnábale volver atrás antes de haberse empeñado
-en la contienda y de ser estrechado a ello por el enemigo. <span
-class="sidenote">Consulta<br/> con Mr. Frere.</span> En medio de sus
-dudas resolvió tomar consejo con Mr. Frere, ministro británico cerca
-de la junta central, quien no estaba tan desesperanzado de la causa
-peninsular como el general Moore, porque, ministro ya de su corte en
-Madrid en tiempo de Carlos IV, conocía a fondo a los españoles, tenía
-fe en sus promesas, y antes bien pecaba de sobrada afición a ellos que
-de tibieza o desvío. Su opinión por tanto les era favorable.</p>
-
-<p>Pero Sir Juan Moore noticioso el 28 de noviembre de la rota de
-Tudela, sin aguardar la contestación de Mr. Frere, determinó retirarse.
-En consecuencia encargó al general Baird que se encaminase a la Coruña
-o a Vigo, previniéndole solamente que se detuviera algunos días para
-imponer respeto a las tropas del mariscal Soult que estaban del lado
-de Sahagún, y dar lugar a que llegase Sir Juan Hope. Se unió este con
-el cuerpo principal del ejército en los primeros días de diciembre, no
-habiendo condescendido, al pasar su división por cerca de Madrid, con
-los ruegos de Don Tomás de Morla, dirigidos a que entrase con aquella
-en la capital y cooperase a su defensa.</p>
-
-<div class="sidenote">Pasos<br/> e instancias<br/> de la junta<br/>
-central<br/> y de Morla<br/> para que avance.</div>
-
-<p>La junta central recelosa por su parte de que los ingleses
-abandonasen el suelo español, y con objeto también de cumplimentar a
-sus jefes, había enviado al cuartel general de Salamanca a Don Ventura
-Escalante y a Don Agustín Bueno que llegaron a la sazón de estar
-resuelta<span class="pagenum" id="Page_207">p. 207</span> la retirada.
-Inútilmente se esforzaron por impedirla, bien es que, fundando muchas
-de sus razones en los falsos rumores que circulaban por España, en
-vez de conmover con ellas el ánimo desapasionado y cauto del general
-inglés, no hacían sino afirmarle en su propósito.</p>
-
-<p>También por entonces Don Tomás de Morla no habiendo alcanzado lo
-que deseaba de Sir Juan Hope, despachó un correo a Salamanca pidiendo
-al general en jefe inglés que fuese al socorro de Madrid, o que por
-lo menos distrajese al enemigo cayendo sobre su retaguardia. Tampoco
-hubiera suspendido este paso la resolución de Moore, si al mismo tiempo
-Sir Carlos Stuart, habitualmente de esperanzas menos halagüeñas y a
-los ojos de aquel general testigo imparcial, no le hubiese escrito
-manifestándole que creía al pueblo de Madrid dispuesto a recia y
-vigorosa resistencia.</p>
-
-<div class="sidenote">Resuélvese a ello.</div>
-
-<p>Empezó con esto a titubear el ánimo de Moore, y cedió al fin en
-vista de los pliegos que en respuesta a los suyos recibió el propio
-día de Mr. Frere: quien expresando en su contenido ardiente anhelo
-por asistir a los españoles, añadía ser político y conveniente que
-sin tardanza se adelantase el ejército británico a sostener el noble
-arrojo del pueblo de Madrid. Lenguaje digno y generoso de parte de Mr.
-Frere, propio para estimular al general de su nación, pero cuyos buenos
-efectos hubiera podido destruir un desgraciado incidente.</p>
-
-<div class="sidenote">Incidente que<br/> pudo estorbarlo.</div>
-
-<p>Había sido portador de los pliegos el coronel Charmilly, emigrado
-francés, y que por haber presenciado en 1.º de diciembre el
-entusiasmo<span class="pagenum" id="Page_208">p. 208</span> de los
-madrileños, pareció sujeto al caso para dar de palabra puntuales
-y cumplidos informes. Pero la circunstancia de ser francés dicho
-portador, y quizá también otros siniestros y anteriores informes,
-lejos de inspirar confianza al general Moore, fueron causa de que le
-tratase con frialdad y reserva. Achacó el Charmilly recibimiento tan
-tibio a la invariable resolución que había formado aquel de retirarse,
-y pensó oportuno hacer uso de una segunda carta que Mr. Frere le
-había encomendado. La escribió este ministro ansioso de que a todo
-trance socorriese su ejército a los españoles, y sin reparar en la
-circunspección que su elevado puesto exigía, encargó al Charmilly la
-entregase a Moore caso que dicho general insistiese en volver atrás
-sus pasos. Así lo hizo el francés, y fácil es conjeturar cuál sería
-la indignación del jefe británico al leer en su contexto que antes
-de emprender la retirada «se examinase por un consejo de guerra al
-portador de los pliegos.» Apenas pudo Sir Juan reprimir los ímpetus
-de su ira; y forzoso es decir que si bien había animado a Mr. Frere
-intención muy pura y loable, el modo de ponerla en ejecución era
-desusado y ofensivo para un hombre del carácter y respetos del general
-Moore. Este sin embargo sobreponiéndose a su justo resentimiento,
-contentose con mandar salir de los reales ingleses al coronel
-Charmilly, y determinó moverse por el frente con todo su ejército,
-cuyas divisiones estaban ya unidas o por lo menos en disposición de
-darse fácilmente la mano.</p>
-
-<p>Próximo a abrir la marcha, fue también<span class="pagenum"
-id="Page_209">p. 209</span> gran ventura que otros avisos llegados
-al propio tiempo no la retardasen o la impidiesen. Había antes el
-general inglés enviado hacia Madrid al coronel Graham a fin de que
-se cerciorase del verdadero estado de la capital. Mas dicho coronel
-sin haber pasado de Talavera, cuyo rodeo había tomado a causa de las
-circunstancias, se halló de vuelta en Salamanca el 9 de diciembre, y
-trajo tristes y desconsoladas nuevas. Los franceses según su relato,
-eran ya dueños del Retiro y habían intimado la rendición a Madrid.</p>
-
-<div class="sidenote">Sale el 12<br/> de Salamanca<br/> a
-Valladolid.</div>
-
-<p>Por grave que fuese semejante acontecimiento no por eso influyó en
-la resolución de Sir Juan Moore, y el 12 levantó el campo marchando
-con sus tropas y las del general Hope camino de Valladolid, y con la
-buena fortuna de que ya en la noche del mismo día un escuadrón inglés
-al mando del brigadier general Carlos Stewart, hoy Lord Londonderry,
-sorprendió y acuchilló en Rueda un puesto de dragones franceses.</p>
-
-<p>El 14 se entregaron en Alaejos al general Moore pliegos cogidos
-en Valdestillas a un oficial enemigo, muerto por haber maltratado al
-maestro de postas de aquella villa. Iban dirigidos al mariscal Soult,
-a quien después de informarle de hallarse el emperador tranquilo
-poseedor de Madrid, se le mandaba que arrinconase en Galicia a los
-españoles y que ocupase a León, Zamora y tierra llana de Castilla. Del
-contenido de tales pliegos si bien se infería la falta de noticias en
-que estaba Napoleón acerca de los movimientos de los ingleses, también
-con su lectura pudieron estos cerciorarse de cuál fuese en<span
-class="pagenum" id="Page_210">p. 210</span> realidad la situación de
-sus contrarios, y cuáles los triunfos que habían obtenido.</p>
-
-<div class="sidenote">Varía<br/> de dirección<br/> y se mueve<br/>
-hacia Toro<br/> y Benavente.</div>
-
-<p>Con este conocimiento alteró su primer plan Sir Juan Moore, y en
-vez de avanzar a Valladolid tomó por su izquierda del lado de Toro
-y Benavente para unirse con los generales Baird y Romana, y juntos
-deshacer el cuerpo mandado por el mariscal Soult antes que Napoleón
-penetrase en Castilla la Vieja. Estaba el general inglés ejecutando
-su movimiento a la sazón que el 16 de diciembre se avistaron con él
-en Toro Don Francisco Javier Caro y Sir Carlos Stuart, enviados desde
-Trujillo, uno por la junta central de que era individuo, y otro por
-Mr. Frere con el objeto de hacer un nuevo esfuerzo y evitar la tan
-temida retirada. Afortunadamente ya esta se había suspendido, y si las
-operaciones del ejército inglés no fueron del todo conformes a los
-deseos del gobierno español, no dejaron por lo menos de ser oportunas y
-de causar diversión ventajosa.</p>
-
-<div class="sidenote">Da de ello aviso<br/> a Romana.<br/> Mal estado
-del<br/> ejército de este.</div>
-
-<p>Luego que el general Moore se resolvió a llevar a cabo el plan
-indicado se lo comunicó al marqués de la Romana. Hallábase este
-caudillo en León a la cabeza del ejército de la izquierda, cuyas
-reliquias, viniendo unas por la Liébana, según dijimos, y cruzando
-otras el principado de Asturias, se habían ido sucesivamente reuniendo
-en la mencionada ciudad. En ella, en Oviedo y en varios pueblos de
-las dos líneas que atravesaron los dispersos, cundieron y causaron
-grande estrago unas fiebres malignas contagiosas. Las llevaban consigo
-aquellos desgraciados soldados, como triste fruto de la hambre,
-del<span class="pagenum" id="Page_211">p. 211</span> desabrigo, de los
-rigurosos tiempos que habían padecido: cúmulo de males que requería
-prontos y vigorosos remedios. Mas los recursos eran contados, y débil
-y poco diestra la mano que había de aplicarlos. Hablamos ya de las
-prendas y de los defectos del marqués de la Romana. Por desgracia solo
-los últimos aparecieron en circunstancias tan escabrosas. Distraído y
-olvidadizo dejaba correr los días sin tomar notables providencias, y
-sin buscar medios de que aún podía disponer. ¿Quién en efecto pensara
-que teniendo a su espalda y libre de enemigos la provincia de Asturias
-no hubiese acudido a buscar en ella apoyo y auxilios? Pues fue tan al
-contrario que, pésanos decirlo, en el espacio de más de un mes que
-residió en León, solo una vez y tarde escribió a la junta de aquel
-principado para darle gracias por su celo y patriótica conducta.</p>
-
-<p>A pesar de tan reprensible abandono, no perseguido el ejército de
-la izquierda, más tranquilo y mejor alimentado, íbase poco a poco
-reparando de sus fatigas, y no menos de 16.000 hombres se contaban ya
-alojados en León y riberas del Esla; pero de este número escasamente la
-mitad merecía el nombre de soldados.</p>
-
-<p>Atento a su deplorable estado y en el intermedio que corrió entre la
-primera resolución del general Moore de retirarse, y la posterior de
-avanzar, sabedor Romana de que Sir David Baird se disponía a replegarse
-a Galicia, no queriendo quedar expuesto, solo y sin ayuda a los ataques
-de un enemigo superior, había también determinado abandonar a León.
-Súpolo Moore<span class="pagenum" id="Page_212">p. 212</span> en el
-momento en que se movía hacia adelante, y con diligencia escribió a
-Romana sentido de su determinación, y de que pensase tomar el camino
-de Galicia por el que debían venir socorros al ejército de su mando,
-y marchar este en caso de necesidad. Replicole y con razón el general
-español que nunca hubiera imaginado retirarse, si no hubiese visto que
-Sir David Baird se disponía a ello y le dejaba desamparado; pero ahora
-que, según los avisos, había otros proyectos, no solo se mantendría en
-donde estaba, sino que también y de buen grado cooperaría a cualquier
-plan que se le propusiese.</p>
-
-<div class="sidenote">Parcialidad<br/> de escritores<br/>
-extranjeros.</div>
-
-<p>En toda su correspondencia había el de la Romana animado a los
-ingleses a obrar e impedir la toma de Madrid. Algunos historiadores de
-aquella nación le han motejado, así como a otros generales nuestros
-y autoridades, de haber insistido en pedir una cooperación activa,
-y de desfigurar los hechos con exageraciones y falsas noticias.
-En cuanto a lo primero, natural era que oprimidos por continuadas
-desgracias, deseasen todos ofrecer al enemigo un obstáculo que dando
-respiro permitiese a la nación volver en sí, y recobrar parte de las
-perdidas fuerzas: y respecto de lo segundo, las mismas autoridades
-españolas y los generales eran engañados con los avisos que recibían.
-Hubo provincias en que más de un mes iba corrido antes que se hubiese
-averiguado con certeza la rendición de Madrid. Los pueblos oían con
-tal sospecha a los que daban tristes nuevas, que los pocos trajineros
-y viajantes que circulaban en tan aciagos días, en vez de descubrir la
-verdad, la ocultaban,<span class="pagenum" id="Page_213">p. 213</span>
-estando así seguros de ser bien tratados y recibidos. Si además los
-generales españoles y su gobierno ponderaban a veces los medios y
-fuerza que les quedaban, no poco contribuía a ello el desaliento que
-advertían en el general Moore, el cual era tan grande, que causaba
-según los mismos ingleses disgusto y murmuraciones en su ejército. Por
-lo que sin intentar disculpar los errores y faltas que se cometieron
-por nuestra parte, y que somos los primeros a publicar, justo es que
-tampoco se achaquen a nuestros militares y gobernantes los que eran
-hijos de tiempos tan revueltos, ni se olviden las flaquezas de que
-otros adolecieron, igualmente reprensibles aunque por otro extremo.</p>
-
-<div class="sidenote">Unión<br/> en Mayorga<br/> de los generales<br/>
-Baird y Moore.</div>
-
-<p>Volvamos ahora al general Moore. Continuando este su marcha se le
-unió el 20 en Mayorga el general Baird. Juntas así las fuerzas inglesas
-formaban un total de 23.000 infantes y 2300 caballos: algunos otros
-cuerpos estaban todavía en Portugal, Astorga y Lugo. Por su izquierda
-y hacia Cea también empezó a moverse Romana con unos 8000 hombres
-escogidos entre lo mejor de su gente. Sentaron los ingleses el 21 en
-Sahagún su cuartel general, habiendo antes su caballería en el mismo
-punto deshecho 600 jinetes enemigos.</p>
-
-<div class="sidenote">Situación<br/> del mariscal<br/> Soult.</div>
-
-<p>El mariscal Soult se extendía con las tropas de su mando entre
-Saldaña y Carrión de los Condes, teniendo consigo unos 18.000 hombres.
-Después de haber salido a Castilla viniendo de Santander, se había
-mantenido sobre la defensiva aguardando nuevas órdenes. De estas, las
-que le mandaban atacar a los españoles fueron<span class="pagenum"
-id="Page_214">p. 214</span> interceptadas en Valdestillas: además de
-que noticioso Soult del paraje en donde estaban situados los ingleses
-[cosa que al dar aquellas ignoraba Napoleón] no se hubiera con solo su
-fuerza arriesgado a pasar adelante.</p>
-
-<div class="sidenote">Aviso de la venida<br/> de Napoleón.<br/>
-Retíranse<br/> los ingleses<br/> a Benavente<br/> y Astorga.</div>
-
-<p>Sabedor el mariscal francés de que los ingleses movían contra él su
-ejército, se reconcentró en Carrión. Disponíanse aquellos a avanzar,
-cuando en la noche del 23 recibieron aviso de Romana [que también por
-su parte ejecutaba el movimiento concertado] de que Napoleón venía
-sobre ellos con fuerzas numerosas. Confirmado este aviso con otros
-posteriores no prosiguió su marcha el general Moore, y el 24 comenzó
-a retirarse en dos columnas, una, a cuyo frente él iba, tomó por el
-puente de Castro Gonzalo a Benavente, y otra se dirigió a Valencia de
-Don Juan, cubriendo y amparando sus movimientos la caballería.</p>
-
-<div class="sidenote">Marcha<br/> de Napoleón.<br/> Paso<br/> de
-Guadarrama.</div>
-
-<p>Era ya tiempo de adoptar esta resolución. Napoleón avanzaba con su
-acostumbrada diligencia. Al principio la marcha de su ejército había
-sido penosa, y tan intenso el frío para aquel clima, que al pie de las
-montañas de Guadarrama señaló el termómetro de Réaumur nueve grados
-debajo de cero. Cruzaron los franceses el puerto en los días 23 y 24 de
-diciembre, perdiendo hombres y caballos con el mucho frío, la nieve y
-ventisca. Detúvose la artillería volante y parte de la caballería a la
-mitad de la subida, teniendo que esperar algunas horas a que suavizase
-el tiempo. Napoleón siéndole dificultoso continuar a caballo, y deseoso
-también de animar con el ejemplo, se puso a pie y estimuló<span
-class="pagenum" id="Page_215">p. 215</span> a redoblar el paso,
-llegando él a Villacastín el 24. Al bajar a Castilla la Vieja sobrevino
-blandura acompañada de lluvia, y se formaron tales lodazales que hubo
-sitios en que se atascaron la artillería y equipajes, aumentándose el
-desconsuelo de los franceses a la vista de pueblos por la mayor parte
-solitarios y desprovistos.</p>
-
-<p>Tamaños obstáculos, aunque al fin vencidos, retardaron la marcha
-de Napoleón e impidieron la puntual ejecución del plan que había
-combinado. Era este envolver a los ingleses si continuaban en ir tras
-del mariscal Soult, a quien el mismo emperador escribía el 26 desde
-Tordesillas: «si todavía conservan los ingleses el día de hoy su
-posición, están perdidos: si al contrario os atacan, retiraos a una
-jornada de marcha, pues cuanto más se empeñen en avanzar, tanto mejor
-será para nosotros.»</p>
-
-<div class="sidenote">Empieza<br/> a relajarse<br/> la disciplina<br/>
-del ejército inglés.</div>
-
-<p>Pero Sir Juan Moore, previniendo con oportunidad los intentos de
-sus contrarios, prosiguió a Benavente y aseguró su comunicación con
-Astorga. La disciplina sin embargo empezaba a relajarse notablemente
-en su ejército, disgustado con volver atrás. Así fue que la columna
-que cruzó por Valderas cometió lamentables excesos, y con ellos y
-otros que hubo en varios pueblos aterrado el paisanaje, huía y a su
-vez se vengaba en los soldados y partidas sueltas. Censuró agriamente
-el general inglés la conducta de sus soldados; mas de poco sirvió.
-Prosiguieron en sus desmanes, y en Benavente devastaron el palacio
-de los condes-duques del mismo nombre, notable por su antigüedad y
-extensión; mas no fue entonces cuando se quemó, según algunos<span
-class="pagenum" id="Page_216">p. 216</span> han afirmado. Nos consta
-por información judicial que de ello se hizo, que solo el 7 de enero
-apareció incendiado, durando el fuego muchos días sin que se pudiese
-cortar.</p>
-
-<div class="sidenote">Choque<br/> de caballería<br/> en Benavente.</div>
-
-<p>Esta columna, que era la que mandaba Moore, después de haber
-arruinado el puente de Castro Gonzalo se juntó el 29 en Astorga
-con la de Baird, que había caminado por Valencia de Don Juan. La
-caballería permaneció aún en Benavente, enviando destacamentos a
-observar los vados del Esla. Engañado a su vista el general francés
-Lefebvre-Desnouettes, y creyendo que ya no quedaba al otro lado ninguna
-fuerza inglesa sino aquella, vadeó el río con 600 hombres de la guardia
-imperial y acometió impetuosamente a sus contrarios. Cejaron estos al
-principio, excitando gran clamoreo las mujeres, rezagados y bagajeros
-derramados por el llano que yace entre el Esla y Benavente. El general
-Stewart tomó luego el mando de los destacamentos ingleses, se le
-agregaron algunos caballos más y empezó a disputar el terreno a los
-franceses, que continuaron, sin embargo, en adelantar hasta que Lord
-Paget, acudiendo con un regimiento de húsares, los obligó a repasar el
-río. Quedaron en su poder 70 prisioneros, en cuyo número se contó al
-mismo general Lefebvre, de quien hicimos tanta memoria en el primer
-sitio de Zaragoza.</p>
-
-<p>Era precursor este reencuentro de los muchos que unos en pos de
-otros en breve se sucedieron. Frustrada la primera combinación del
-emperador francés a causa de la retirada de Moore, determinó aquel
-perseguir a los ingleses<span class="pagenum" id="Page_217">p.
-217</span> por el camino de Benavente con el grueso de sus fuerzas,
-mandando al mismo tiempo al mariscal Soult que arrojase de León a
-los españoles. La destrucción del puente de Castro Gonzalo retardó
-del lado de Benavente el movimiento de los franceses; pero del otro
-se adelantaron sin dificultad, no habiendo los españoles opuesto
-resistencia.</p>
-
-<div class="sidenote">Sorprenden<br/> en Mansilla<br/> los
-franceses<br/> a los españoles.</div>
-
-<p>Ocupaba a Mansilla de las Mulas la 2.ª división del marqués de
-la Romana, de la cual un trozo se había quedado a retaguardia en el
-convento de Sandoval para conservar el paso del Esla en el puente de
-Villarente. Enfermos en León muchos de los principales jefes, no se
-habían tomado en Mansilla las precauciones oportunas, y el 29 fue
-sorprendido y entrado el pueblo por el general Franceschi, rindiéndose
-casi toda la tropa que tan mal custodiaba aquel punto.</p>
-
-<div class="sidenote">Retírase Romana<br/> de León.</div>
-
-<p>Desapercibido el marqués de la Romana, apresuradamente abandonó a
-León en la misma noche del 29, y los vecinos más principales, temerosos
-de la llegada del enemigo, tuvieron también que salvarse y esconderse
-en las montañas inmediatas, dejando con el azoramiento hasta las
-alhajas y prendas de mayor valor. <span class="sidenote">Júntase<br/>
-en Astorga<br/> con los ingleses.</span> Romana se unió el 30 en
-Astorga con el general Moore, lo cual desagradó en gran manera a este
-que le conceptuaba en las fronteras de Asturias. Con la llegada a
-aquella ciudad de las tropas españolas, desnudas, de todo escasas y en
-sumo grado desarregladas, acreció el desorden y la confusión, yendo por
-instantes en aumento la indisciplina de los ingleses.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_218">p. 218</span></p>
-
-<p>Hasta aquí se habían imaginado muchos oficiales de este ejército que
-en Astorga o entradas del Bierzo haría alto su general en jefe, y que
-aprovechándose de los favorables sitios de aquella escabrosa tierra,
-procuraría en ellos contener al enemigo y aun darle batalla, mayormente
-cuando la insubordinación y el desconcierto no habían todavía llegado
-al extremo. Pero Sir Juan Moore no veía ya seguridad ni salvación
-sino a bordo de sus buques; por lo cual dio órdenes para proseguir su
-camino hacia Galicia y destruir todo género de provisiones de boca
-y guerra que no pudiesen sus tropas llevar consigo. Desde entonces
-soltose la rienda a las pasiones, y el ejército británico acabó del
-todo de desorganizarse. <span class="sidenote">Retírase Romana<br/>
-por Foncebadón.<br/> Moore,<br/> por Manzanal.</span> El marqués de
-la Romana insistía por conservar la cordillera que divide el Bierzo
-del territorio de Astorga; mas fueron vanos sus ruegos y ociosas sus
-razones: y a la verdad por poderosas que estas fuesen, debilitábanse
-saliendo de la boca de un general cuyos soldados se mostraban en
-estado tan deplorable. Forzado pues el general español a someterse a
-la inmutable resolución del británico, tuvo asimismo que consentir en
-dejarle libre el nuevo y hermoso camino de Manzanal, reservando para sí
-el antiguo y agrio de Foncebadón.</p>
-
-<p>A las doce del día del 31 de diciembre empezó el ejército inglés
-su retirada, y el español la suya en la misma noche. La artillería
-del último, que hasta entonces había casi toda podido librarse del
-continuo perseguimiento de los franceses, tomó, según convenio con
-el general Moore, la vía de Manzanal para evitar las asperezas<span
-class="pagenum" id="Page_219">p. 219</span> de la otra. Mas no
-teniendo cuenta los soldados británicos con las órdenes de sus jefes,
-arrancando a viva fuerza los tiros de mulas de nuestra artillería,
-hubo que abandonar algunas piezas y precipitar otras en los abismos de
-las montañas, perdiéndose así por la violencia de manos aliadas unos
-cañones que a tan duras penas y desde Reinosa se habían conservado
-libres de las enemigas.</p>
-
-<div class="sidenote">Desgracias<br/> de Romana<br/> en su
-retirada.</div>
-
-<p>Ni fue Romana más dichoso del lado de Foncebadón. Creía, y
-fundadamente, que ya que le hubiese cabido la peor ruta, por lo menos
-se le dejaría en su retirada solo y desembarazado; mas engañose en su
-juicio. Una división inglesa de 3000 hombres mandada por el general
-Crawford, separándose en Bonillos, a una legua de Astorga, del grueso
-de su ejército, tomó el mismo rumbo que Romana con intento de ir a
-embarcarse en Vigo. Turbó este incidente la marcha de los españoles,
-incomodando a todos el hallar casi cerrado con la nieve el paso de
-Foncebadón.</p>
-
-<p>Uníase a tal conjunto de desgracias estar capitaneadas las
-divisiones españolas por nuevos jefes sucesores de los que habían
-muerto de enfermedad o en los combates. A tres se había reducido el
-número de aquellas fuera de la llamada del norte; y mal aventuradas
-refriegas mostraron en breve su triste estado. De ellas la 1.ª mandada
-por el coronel Rengel, fue al amanecer del 1.º de enero cortada y en
-gran parte cogida por jinetes franceses en Turienzo de los Caballeros.
-Las otras, aunque a costa de trabajos, siempre acosadas y desbandándose
-muchos de<span class="pagenum" id="Page_220">p. 220</span> sus
-soldados, se enmarañaron en la sierra. Romana no había tratado de
-prevenir o disminuir el mal con acertadas disposiciones. Dejó a cada
-división andar y moverse a su arbitrio: y cruzando con su estado mayor
-y algunos caballos por los barrios de Ponferrada, se metió en el valle
-de Valdeorras. Allí reunió las pocas reliquias de su ejército que le
-habían seguido, y situó su cuartel general en la Puebla de Tribes,
-dejando en el Puente de Domingo Flores una corta vanguardia que pasó
-después al de Bibey.</p>
-
-<div class="sidenote">Desórdenes<br/> de los ingleses<br/> en su
-retirada.</div>
-
-<p>Los ingleses en tanto por el puerto de Manzanal continuaron
-precipitadamente su retirada. Repartidos en tres divisiones y una
-reserva, iban delante las de los generales Fraser y Hope, seguía la de
-Sir David Baird, y cerraba la marcha con la última el mismo Sir Juan
-Moore. Llegaron el 2 de enero a Villafranca, habiendo andado en tan
-corto tiempo 14 leguas de las largas de nuestros caminos reales, de
-las que solo entran diez y siete y media en el grado. Los males y el
-desconcierto rápidamente se aumentaban ofreciendo lastimoso cuadro:
-el tiempo crudo, los bagajes abandonados, las municiones rezagadas,
-los fuertes y lucidos caballos ingleses desherrados y muertos por sus
-propios jinetes, los infantes descalzos y despeados, los soldados
-todos abatidos e insubordinados, y metiéndose muchos en los sótanos
-de las casas y las tabernas, se perdían de intento y se entregaban a
-la embriaguez y disolución: fue Bembibre principal y horroroso teatro
-de sus excesos. Cruel castigo recibieron los que así se olvidaban
-de la disciplina y buen orden. Los franceses<span class="pagenum"
-id="Page_221">p. 221</span> corriendo en pos de ellos, duramente y cual
-merecían los trataban, matando a unos, hiriendo a otros y atropellando
-a casi todos. Los que de su poder se escapaban, llenos de tajos y
-cuchilladas poníalos el general inglés como a la vergüenza delante de
-su ejército, a fin de que sirviesen de escarmiento a sus compañeros.</p>
-
-<div class="sidenote">Llega Napoleón<br/> a Astorga.</div>
-
-<p>Notábase en el perseguir de los franceses suma diligencia, mas no
-extraña. Aguijábalos poderosa espuela. Napoleón había llegado a Astorga
-el 1.º de enero. Le acompañaban 70.000 infantes y 10.000 caballos, que
-este número componían los cuerpos de los mariscales Soult y Ney, una
-parte de la guardia imperial y dos divisiones del ejército de Junot,
-las cuales, ya de regreso, iban a pelear contra los mismos con quienes
-pocos meses antes habían capitulado. Napoleón no pasó de Astorga;
-pero envió en seguimiento de las tropas británicas al mariscal Soult
-con 25.000 hombres, de los cuales 4200 de caballería. Tras de estos
-caminaban las divisiones de los generales Loison y Heudelet, debiendo
-todos ser sostenidos por 16.000 hombres del cuerpo del mariscal Ney.
-Aceleradamente fueron los primeros en busca de Sir Juan Moore, que no
-conservaba sino unos 19.000 combatientes, menguadas sus filas con los
-3000 que fueron la vuelta de Vigo y con los perdidos en los diversos
-choques y retirada.</p>
-
-<div class="sidenote">Entrada<br/> del mariscal Soult<br/> en el
-Bierzo.</div>
-
-<p>Entró el mariscal Soult en el Bierzo dividida su gente en dos
-columnas, que tomaron una por Foncebadón, otra por Manzanal, avanzando
-el 3 su vanguardia hasta las cercanías de Cacabelos. Habían los
-ingleses ocupado con 2500<span class="pagenum" id="Page_222">p.
-222</span> hombres y una batería la ceja del ribazo de viñedos que
-se divisa no lejos de aquel pueblo y del lado de Villafranca. Más
-adelante y camino de Bembibre habían también apostado 400 tiradores y
-otros tantos caballos, a los cuales hacía espalda el puente del Cúa,
-río escaso de aguas, pero crecido ahora por las muchas nieves, y cuya
-corriente baña las calles de Cacabelos.</p>
-
-<div class="sidenote">Reencuentro<br/> en Cacabelos.</div>
-
-<p>Venían al frente de la vanguardia francesa unos cuantos escuadrones
-mandados por el general Colbert, quien pensando ser de importancia el
-número de ingleses que le aguardaba en puesto ventajoso, pidió refuerzo
-al mariscal Soult; mas respondiéndole secamente este que sin dilación
-atacase, sentido Colbert de la imperiosa orden, acometió con temerario
-arrojo y arrolló a los caballos y tiradores ingleses que estaban
-avanzados. De estos los hubo que fueron cogidos al pasar el puente del
-Cúa; otros metiéndose en los viñedos de la margen del camino, de cerca
-y a quema ropa dispararon y mataron a muchos jinetes franceses, entre
-ellos a su general Colbert, distinguido por su belleza y denuedo. Llegó
-a poco la división de infantería del general Merle, y aunque quiso
-pasar adelante, detúvose al ver la batería que estaba en lo alto del
-ribazo y también impedido de la noche que sobrevino.</p>
-
-<div class="sidenote">Retírase<br/> el general Moore<br/> de
-Villafranca.</div>
-
-<p>Aquí hubiera podido empeñarse una acción general. Sir Juan
-Moore la evitó retirándose después de oscurecido. En Villafranca
-escandalosamente se renovaron los excesos y demasías de otras
-partes: fueron robados los almacenes, entradas a viva fuerza muchas
-casas y<span class="pagenum" id="Page_223">p. 223</span> oprimidos
-e inhumanamente tratados los vecinos. El general inglés reprimió
-algún tanto los desmanes con severas providencias, mandando también
-arcabucear a un soldado cogido infraganti. Aceleró después su partida,
-y como la tierra es por allí cada vez más quebrada, y está cubierta
-de bosques u otros plantíos, no pudiendo la caballería ser de gran
-provecho, enviola delante con dirección a Lugo. En todo este tránsito
-hay parajes en que pocas fuerzas pudieran detener mucho tiempo a un
-ejército muy superior, pues si bien la calzada es magnífica, corre
-ceñida por largo espacio entre opuestas montañas de dificultoso y agrio
-acceso.</p>
-
-<div class="sidenote">Van en aumento<br/> los desórdenes<br/> de los
-ingleses.</div>
-
-<p>Ningún fruto se sacó de tamañas ventajas: y encontrándose los
-soldados británicos con un convoy, no solo inutilizaron vestuario y
-armamento que de Inglaterra iba para Romana, sino que también cerca
-de Nogales y por orden del general Moore arrojaron a un despeñadero
-en vez de repartírselos 120.000 pesos fuertes. Llegó el desorden
-a su colmo: abandonábanse hasta los cañones y los enfermos y los
-heridos, acrecentando la confusión el gran séquito y embarazos que
-solían entonces acompañar a los ejércitos ingleses. En fin fue
-esta retirada hecha con tal apresuramiento y mala ventura, que uno
-de los generales británicos, testigo de vista, nos afirma en su
-narración [*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_7-1"
-id="Ll_7-1">7-1</a>.)</span> «que por sombrías y horrorosas que fueran
-las relaciones que de ella se hubiesen hecho, aun no se asemejaban a la
-realidad.»</p>
-
-<p>Dos días y una noche tardaron los ingleses en llegar a Lugo, 16
-leguas de Villafranca: acosados<span class="pagenum" id="Page_224">p.
-224</span> en continuas escaramuzas hubieran padecido cerca de
-Constantín recio choque si el general Moore no le hubiese evitado
-haciendo bajar con rapidez la cuesta del río Neira y engañando a sus
-contrarios con un diestro y oportuno amago.</p>
-
-<div class="sidenote">Llegan a Lugo.</div>
-
-<p>Hasta poco antes había permanecido dudoso el general Moore de
-si iría para embarcarse a Vigo o a la Coruña. Informado de las
-dificultades que ofrecía la primera ruta, decidiose a continuar por
-la segunda, avisando en consecuencia al almirante de su escuadra, a
-fin de que los transportes que estaban en Vigo pasasen al otro puerto.
-Y para dar tiempo a que se ejecutase dicha travesía, y también para
-rehacer algo su ejército cansado y desfallecido, determinó el mismo
-general pararse en Lugo y aun arriesgar una batalla si fuese necesario.
-Al intento reunió allí todas sus tropas, excepto los 3000 hombres del
-general Crawford que se embarcaron en Vigo sin ser molestados.</p>
-
-<div class="sidenote">Prepárase Moore<br/> a aventurar<br/> una
-batalla.</div>
-
-<p>A legua y media y antes de llegar a Lugo escogió Sir Juan Moore
-un sitio elevado y ventajoso para pelear contra los franceses, los
-cuales asomaron el 6 por las alturas opuestas. Pasose aquel día y el
-siguiente sin otras refriegas que las de algunos reconocimientos. El
-mariscal Soult hallándose inferior en número, no quería empeñarse
-en acción formal antes de que se le uniesen más tropas. <span
-class="sidenote">Retírase después.</span> Los ingleses por su parte se
-mantuvieron hasta el 8 sin moverse de su posición; mas al anochecer de
-aquel día, pareciéndole peligroso al general Moore aguardar a que los
-franceses se reforzasen, resolvió partir a las<span class="pagenum"
-id="Page_225">p. 225</span> calladas con la esperanza de que ganando
-sobre ellos algunas horas, podría así embarcarse sosegadamente. A
-las diez de la noche y encendidas hogueras en las líneas para cubrir
-su intento, emprendió la continuación de la marcha, que un temporal
-deshecho de lluvia y viento vino a interrumpir y desordenar. Después
-de padecer muchos trabajos y de cometer nuevas demasías, empezaron los
-ingleses a llegar a Betanzos en la tarde del 9 en un estado lamentable
-de confusión y abatimiento. Era tanta la fatiga y tan grande el número
-de rezagados, que tuvieron el 10 que detenerse en aquella ciudad. <span
-class="sidenote">Llega<br/> a la Coruña.</span> Prosiguieron su marcha el
-11 y dieron vista a la Coruña, sin que en su rada se divisasen los
-apetecidos transportes: vientos contrarios habían impedido al almirante
-inglés doblar el cabo de Finisterre. Por este atraso veíase expuesto el
-general Moore a probar la suerte de una batalla, causando pesadumbre
-a muchos de sus oficiales el que se hubiesen para ello desperdiciado
-ocasiones más favorables y en tiempo en que su ejército se conservaba
-más entero y menos indisciplinado.</p>
-
-<p>Cerca de la Coruña no dejaba en verdad de haber sitios ventajosos,
-pero en algunos requeríanse numerosas tropas. Tal era el de Peñasquedo,
-por lo que los ingleses prefirieron a sus alturas las del monte Mero,
-que si bien dominadas por aquellas hallábanse próximas a la Coruña, y
-su posición como más recogida podía guarnecerse con menos gente.</p>
-
-<p>El 12 empezaron los franceses a presentarse del otro lado del puente
-del Burgo, que los ingleses<span class="pagenum" id="Page_226">p.
-226</span> habían cortado. Continuaron ambos ejércitos sin molestarse
-hasta el 14, en cuyo día contando ya los franceses con suficientes
-tropas, repararon el puente destruido, y le fueron sucesivamente
-cruzando. Por la mañana se había de propósito volado un almacén de
-pólvora sito en Peñasquedo, lo cual produjo horroroso estrépito, y por
-la tarde habiéndose el viento cambiado al sur entraron en la Coruña los
-transportes ingleses procedentes de Vigo. Sin tardanza se embarcaron
-por la noche los enfermos y heridos, la caballería desmontada y 52
-cañones: de estos solo se dejaron para en caso de acción ocho ingleses
-y cuatro españoles. No faltó en el campo británico quien aconsejara a
-su general que capitulase con los franceses, a fin de poder libremente
-embarcarse. Desechó con nobleza Sir Juan Moore proposición tan
-deshonrosa.</p>
-
-<p>Puestos ya a bordo los objetos de más embarazo y las personas
-inútiles, debía en la noche del 16 y a su abrigo embarcarse el
-ejército lidiador. Con impaciencia aguardaba aquella hora el general
-inglés, cuando a las dos de la tarde un movimiento general de la línea
-francesa estorbó el proyectado embarco, empeñándose una acción reñida y
-porfiada.</p>
-
-<div class="sidenote">Batalla<br/> de la Coruña.</div>
-
-<p>Disponiéndose a ella en la noche anterior había colocado el mariscal
-Soult en la altura de Peñasquedo una batería de once cañones, en que
-apoyaba su izquierda ocupada por la división del general Mermet,
-guardando el centro y la derecha con las suyas respectivas los
-generales Merle y Delaborde, y prolongándose la del último hasta el
-pueblo de Palavea de Abajo. La<span class="pagenum" id="Page_227">p.
-227</span> caballería francesa se mostraba por la izquierda de
-Peñasquedo hacia San Cristóbal y camino de Bergantiños: el total de
-fuerza ascendía a unos 20.000 hombres.</p>
-
-<p>Era la de los ingleses de unos 16.000 que estaban apostados en el
-monte Mero, desde la ría del mismo nombre hasta el pueblo de Elviña.
-Por este lado se extendían las tropas de Sir David Baird, y por el
-opuesto que atraviesa el camino real de Betanzos las de Sir Juan Hope.
-Dos brigadas de ambas divisiones se situaron detrás en los puntos más
-elevados y extremos de su respectiva línea. La reserva mandada por Lord
-Paget estaba a retaguardia del centro en Eirís, pueblecillo desde cuyo
-punto se registra el valle que corría entre la derecha de los ingleses,
-y los altos ocupados por la caballería francesa. Más inmediato a la
-Coruña y por el camino de Bergantiños se había colocado con su división
-el general Fraser, estando pronto a acudir adonde se le llamase.</p>
-
-<p>Trabose la batalla a la hora indicada, atacando intrépidamente
-el francés con intento de deshacer la derecha de los ingleses. Los
-cierros de las heredades impedían a los soldados de ambos ejércitos
-avanzar a medida de su deseo. Los franceses al principio desalojaron
-de Elviña a las tropas ligeras de sus contrarios; mas yendo adelante
-fueron detenidos y rechazados, si bien a costa de mucha sangre.
-La pelea se encarnizó en toda la línea. Fue gravemente herido el
-general Baird y Sir Juan Moore que con particular esmero vigilaba el
-punto de Elviña, en donde el combate era más reñido que en las otras
-partes:<span class="pagenum" id="Page_228">p. 228</span> recibió
-en el hombro izquierdo una bala de cañón que le derribó por tierra.
-Aunque mortalmente herido incorporose, y registrando con serenidad el
-campo confortó su ánimo al ver que sus tropas iban ganando terreno.
-Solo entonces permitió que se le recogiese a paraje más seguro. Vivió
-todavía algunas horas, y su cuerpo fue enterrado en los muros de la
-Coruña.</p>
-
-<div class="sidenote">Embárcanse<br/> los ingleses.</div>
-
-<p>Los franceses no pudiendo romper la derecha de los ingleses
-trataron de envolverla. Descubierto su intento avanzó Lord Paget con
-la reserva, y obligando a retroceder a los dragones de La Houssaye,
-que habían echado pie a tierra, contuvo a los demás, y aun se acercó a
-la altura en que estaba situada la batería francesa de once cañones.
-Al mismo tiempo los ingleses avanzaban por toda la línea, y a no haber
-sobrevenido la noche quizá la situación del mariscal Soult hubiera
-llegado a ser crítica, escaseando ya en su campo las municiones; mas
-los ingleses contentos con lo obrado tornaron a su primeva posición,
-queriendo embarcarse bajo el amparo de la oscuridad. Fue su pérdida
-de 800 hombres: asegúrase haber sido mayor la de los franceses. El
-general Hope, en quien había recaído el mando en jefe, creyó prudente
-no separarse de la resolución tomada por Sir Juan Moore, y entrada
-la noche ordenó que todo su ejército se embarcase, protegiendo la
-operación los generales Hill y Beresford.</p>
-
-<p>En la mañana siguiente viendo los franceses que estaba abandonado
-el monte Mero, y que sus contrarios les dejaban la tierra libre
-acogiéndose a su preferido elemento, se adelantaron, y<span
-class="pagenum" id="Page_229">p. 229</span> desde la altura de San
-Diego con cañones de grueso calibre, de que se habían apoderado en la
-de las Angustias de Betanzos, empezaron a hacer fuego a los barcos
-de la bahía. Algunos picaron los cables, y se quemaron otros que con
-la precipitación habían varado. Los moradores de la Coruña no solo
-ayudaron a los ingleses en su embarco con desinteresado celo, sino que
-también les guardaron fidelidad no entregando inmediatamente la plaza.
-Noble ejemplo, rara vez dado por los pueblos cuando se ven desamparados
-de los mismos de quienes esperaban protección y ayuda.</p>
-
-<p>Así terminó la retirada del general Moore, censurada de algunos de
-sus propios compatriotas, y defendida y aun alabada de otros. Dejando a
-ellos y a los militares el examen y crítica de esta campaña, pensamos
-que sirvió de mucho para la gloria y buen nombre del general Moore
-la casualidad de haber tenido que pelear antes de que sus tropas se
-embarcasen, y también acabar sus días honrosamente en el campo de
-batalla. Por lo demás si un ejército veterano y disciplinado como el
-inglés, provisto de cuantiosos recursos, empezó antes de combatir
-una retirada, en cuya marcha hubo tanto desorden, tanto estrago,
-tantos escándalos, ¿quién podrá extrañar que en las de los españoles,
-ejecutadas después de haber lidiado, y con soldados bisoños, escasos
-de todo y en su propio país, hubiese dispersiones y desconciertos? No
-decimos esto en menoscabo de la gloria británica; pero sí en reparación
-de la nuestra, tan vilipendiada por ciertos escritores ingleses de los
-mismos que se hallaron en tan funesta campaña.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_230">p. 230</span></p>
-
-<div class="sidenote">Entrega<br/> de la Coruña.</div>
-
-<p>Difícil era que después de semejante suceso resistiese la Coruña
-largo tiempo. El recinto de la plaza solo la ponía al abrigo de un
-rebate; mas ni sus baterías, ni sus murallas estaban reparadas, ni eran
-de suyo bastante fuertes. No haber mejorado a tiempo sus obras pendió
-en parte del descuido que nos es natural, y también de la confianza que
-con su llegada dieron los ingleses. Era gobernador Don Antonio Alcedo,
-y el 19 capituló. Entró el 20 en la plaza el mariscal Soult, y puso
-autoridades de su bando. Dispersose la junta del reino, y la audiencia,
-el gobernador y los otros cuerpos militares, civiles y eclesiásticos
-prestaron homenaje al nuevo rey José.</p>
-
-<div class="sidenote">Del Ferrol.</div>
-
-<p>No tardó Soult en volver los ojos al Ferrol, y ya el 22 empezaron
-a aproximarse a la plaza partidas avanzadas de su ejército. Aquel
-arsenal, primero de la marina española, era inatacable del lado de
-mar, de donde solo se puede entrar con un viento y por boca larga y
-estrecha: no estaba por tierra tan bien fortalecido. Hallábase el
-pueblo con ánimo levantado, sosteniéndole unos 300 soldados que habían
-llegado el 20. Era comandante del departamento Don Francisco Melgarejo,
-anciano e irresoluto, y comandante de tierra Don Joaquín Fidalgo. No
-se había tomado medida alguna de defensa, ni tenido la precaución de
-poner a salvo los buques de guerra allí fondeados. Dichos jefes y
-la junta peculiar del pueblo desde luego se inclinaron a capitular;
-mas no osando declararse tuvieron que responder con la negativa a la
-reiterada intimación de los franceses. Al fin el 26 habiendo<span
-class="pagenum" id="Page_231">p. 231</span> estos descubierto algunas
-obras de batería, y apoderádose de los castillos de Palma y San Martín,
-pudieron las autoridades prevalecer en su opinión y capitularon,
-entrando el 27 de mañana en el Ferrol el general Mermet. Fueron los
-términos de la rendición los mismos de la Coruña, y por los que
-sometiéndose a reconocer a José, solo se añadieron algunos artículos
-respecto de pagas, y de que no se obligase a nadie a servir contra sus
-compatriotas. Don Pedro Obregón, preso desde el levantamiento de mayo,
-fue nombrado comandante del departamento, en cuya dársena, entre buenos
-y malos, había siete navíos, tres fragatas y otros buques menores.</p>
-
-<p>Que estas plazas se hubiesen rendido visto su mal estado y el
-desmayo que causó el embarco de los ingleses, cosa natural era; pero
-no que en una capitulación militar se estipulase el reconocimiento
-de José, ejemplo no dado todavía por las otras partes del reino, ni
-por la capital de la monarquía, de donde provino que las mencionadas
-capitulaciones excitaron la indignación de la junta central, que
-fulminó contra sus autores una declaración tal vez demasiadamente
-severa.</p>
-
-<div class="sidenote">Estado<br/> de Galicia.</div>
-
-<p>Aterrada Galicia con la pérdida de sus dos principales plazas,
-y sobre todo con la retirada de los ingleses, apenas dio por algún
-tiempo señales de vida. Hubo pocos pueblos que hiciesen demostración
-de resistir, y los que lo intentaron fueron luego entrados por el
-vencedor. A todas partes cundió el desaliento y la tristeza. <span
-class="sidenote">Paradero<br/> de Romana.</span> Solo en pie y en
-un rincón quedó Romana con escasos soldados. Los franceses no le
-habían en un principio molestado; pero posteriormente, yendo<span
-class="pagenum" id="Page_232">p. 232</span> en su busca el general
-Marchand, trató de atacarle en el punto de Bibey. Replegose a Orense
-el general español: persiguiole el francés basta que continuando aquel
-hacia Portugal, desistió el último de su intento, pasando poco después
-a Santiago, en donde había entrado el 3 de febrero el mariscal Soult
-sin tropiezo y camino de Tuy.</p>
-
-<p>El marqués de la Romana luego que salió de Orense estableció su
-cuartel general en Villaza, cerca de Monterrey, trasladándose después
-a Oimbra. En los últimos días de enero celebró en el primer pueblo una
-junta militar para determinar lo más conveniente, hallándose con pocas
-fuerzas, sin recursos, y los ingleses ya embarcados. Opinaron unos por
-ir a Ciudad Rodrigo, otros por encaminarse a Tuy; prevaleciendo el
-dictamen que fue más acertado de no alejarse del país que pisaban, ni
-de la frontera de Portugal.</p>
-
-<div class="sidenote">Sucede a Soult<br/> el mariscal Ney.</div>
-
-<p>Mientras tanto tomó el mando de Galicia el mariscal Ney en lugar
-de Soult, que moviéndose del lado de Tuy, según hemos indicado,
-se preparaba a internarse en Portugal. Ocuparon fuerzas francesas
-las principales ciudades de Galicia, y tranquila esta por entonces
-puso también Ney su atención del lado de Asturias, cuyo territorio
-afortunadamente había quedado libre en medio de tan general desdicha.
-Más adelante hablaremos de lo que ocurrió en aquella provincia.
-Ínstanos ahora volver la vista a Napoleón, a quien dejamos en
-Astorga.</p>
-
-<div class="sidenote">Vuelta<br/> de Napoleón<br/> a Valladolid.</div>
-
-<p>Descansó allí dos días, hospedándose en casa del obispo a
-quien trató sin miramiento. Y desasosegado<span class="pagenum"
-id="Page_233">p. 233</span> con noticias que había recibido de Austria,
-no creyendo ya necesario prolongar su estancia vista la priesa con que
-los ingleses se retiraban, volvió atrás y se dirigió a Valladolid, en
-cuya ciudad entró en la tarde del 6 de enero.</p>
-
-<div class="sidenote">Áspero<br/> recibimiento que<br/> hace
-Napoleón<br/> a las autoridades.</div>
-
-<p>Alojose en el palacio real, y al instante mandó venir a su
-presencia al ayuntamiento, a los prelados de los conventos, al cabildo
-eclesiástico y a las demás autoridades. Quería imponer ejemplar castigo
-por las muertes de algunos franceses asesinados, y sobre todo por la
-de dos, cuyos cadáveres fueron descubiertos en un pozo del convento de
-San Pablo de dominicos. Iba al frente de los llamados el ayuntamiento,
-corporación de repente formada en ausencia de los antiguos regidores,
-que los más habían huido después de la rota de Burgos. Procurando dicho
-cuerpo mantener orden en la ciudad, había preservado de la muerte a
-varios extraviados del ejército enemigo, y puéstolos con resguardo en
-el monasterio de San Benito, motivo por el que antes merecía atento
-trato del extranjero que amargas reconvenciones. Sin embargo el
-emperador francés recibiole con rostro entenebrecido, y le habló en
-tono áspero y descompuesto echándole en cara los asesinatos cometidos.
-De los presentes se atemorizaron con sus amenazas aun los más serenos,
-y el que servía de intérprete no acertando a expresarse impacientó a
-Napoleón, que con enfado le mandó salir del aposento donde estaba,
-llamando a otro que desempeñase mejor su oficio. No menos alterado
-prosiguió en su discurso el altivo conquistador, usando de palabras
-impropias de su dignidad,<span class="pagenum" id="Page_234">p.
-234</span> hasta que al cabo despidió a las corporaciones españolas,
-repitiendo nuevas y terribles amenazas.</p>
-
-<div class="sidenote">Angustias<br/> del ayuntamiento<br/> de
-Valladolid.</div>
-
-<p>Triste y pensativo volvía el ayuntamiento a su morada cuando
-algunos de sus individuos, queriendo echar por un rodeo para evitar
-el encuentro de tropas que obstruían el paso, un piquete francés de
-caballería que de lejos los observaba intimoles que iban presos, y
-que así fuesen por el camino más recto. Restituidos todos a las casas
-consistoriales, entró a poco por aquellas puertas un emisario del
-emperador con orden que este le había dado, teniendo el reloj en la
-mano, de que si para las doce de la noche no se le pasaba la lista de
-los que habían asesinado a los franceses, haría ahorcar de los balcones
-del ayuntamiento a cinco de sus individuos. Sin intimidarse con el
-injusto y bárbaro requerimiento, reportados y con esfuerzo respondieron
-los regidores que antes perecerían siendo víctimas de su inocencia,
-que indicar a tientas y sin conocimiento personas que no creyesen
-culpables.</p>
-
-<p>A las nueve de la noche presentose también repitiendo a nombre del
-emperador la anterior amenaza Don José de Hervás, el mismo que en el
-abril de 1808 había acompañado a Madrid al general Savary, y quien como
-español se hizo más fácilmente cargo de las razones que asistían al
-ayuntamiento. Sin embargo manifestó a sus individuos que corrían grave
-peligro, mostrándose Napoleón muy airado. No por eso dejaron aquellos
-de permanecer firmes y resueltos a sufrir la pena que arbitrariamente
-se les quisiera imponer. Sacoles luego del ahogo, y por fortuna para
-ellos, un tal Chamochín, de<span class="pagenum" id="Page_235">p.
-235</span> oficio procurador del número, el cual habiendo sido en tan
-tristes días nombrado corregidor interino, quiso congraciarse con
-el invasor de su patria delatando como motor de los asesinatos a un
-adobador de pieles llamado Domingo que vivía en la plaza mayor. Por
-desgracia de este encontráronse en su casa ropa y otras prendas de
-franceses, ya porque en realidad fuera culpado, o ya más bien, según
-se creyó, por haber dichos efectos llegado casualmente a sus manos.
-<span class="sidenote">Suplicio<br/> de algunos<br/> españoles,<br/>
-y perdón<br/> de uno de ellos.</span> Fue preso Domingo con dos de
-sus criados y condenados los tres a la pena de horca. Ajusticiaron a
-los últimos perdonando Napoleón al primero, más digno de muerte que
-los otros si había delito. Llegó el perdón estando Domingo al pie del
-patíbulo: le obtuvo a ruego de personas respetables, del mencionado
-Hervás, y sobre todo movidos varios generales de las lágrimas y
-clamores de la esposa del sentenciado, en extremo bella y de familia
-honrada de la ciudad. También contribuyeron a ello los benedictinos,
-de quienes Napoleón hacía gran caso, recordando la celebridad de los
-antiguos y doctos de la congregación de San Mauro de Francia. No así de
-los dominicos, cuyo convento de San Pablo suprimió en castigo de los
-franceses que en él se habían encontrado muertos.</p>
-
-<div class="sidenote">Temores<br/> de guerra<br/> con Austria.<br/>
-Prepárase<br/> Napoleón a volver<br/> a Francia.</div>
-
-<p>Mas en tanto otros cuidados de mayor gravedad llamaban la atención
-de Napoleón. En su camino a Astorga había recibido un correo con aviso
-de que el Austria se armaba: novedad impensada y de tal entidad que le
-impelía a volver prontamente a Francia. Así lo<span class="pagenum"
-id="Page_236">p. 236</span> decidió en su pensamiento; mas parose en
-Valladolid diez días, queriendo antes asegurarse de que los ingleses
-proseguían en su retirada, y también tomar acerca del gobierno de
-España una determinación definitiva. Cierto de lo primero apresurose
-a concluir lo segundo. <span class="sidenote">Recibe<br/> en
-Valladolid<br/> a los diputados<br/> de Madrid.</span> Para ello hizo
-venir a Valladolid los diputados del ayuntamiento de Madrid y de los
-tribunales que le fueron presentados el 16 de enero. Traían consigo
-el expediente de las firmas de los libros de asiento que se abrieron
-en la capital, a fin de reconocer y jurar a José: condición que para
-restablecer a este en el trono había puesto Napoleón, pareciéndole
-fuerte abracijo lo que no era sino forzada ceremonia. Recibió el
-emperador francés con particular agasajo a los diputados españoles, y
-les dijo que accediendo a sus súplicas verificaría José dentro de pocos
-días su entrada en Madrid.</p>
-
-<div class="sidenote">Opinión<br/> e intentos<br/> de Napoleón<br/>
-sobre España.</div>
-
-<p>Dudaron entonces algunos que Napoleón se hubiera resuelto a reponer
-a su hermano en el solio, si no se hubiese visto amenazado de guerra
-con Austria. En prueba de ello alegaban el haber solo dejado a José
-después de la toma de Madrid el título de su lugarteniente, y también
-el haber en todo obrado por sí y procedido como conquistador. No deja
-de fortalecer dicho juicio la conversación que el emperador tuvo en
-Valladolid con el exarzobispo de Malinas Mr. de Pradt. Había este
-acompañado desde Madrid a los diputados españoles; y Napoleón antes
-de verlos, deseoso de saber lo que opinaban y lo que en la capital
-ocurría, mandó a aquel prelado que fuese a hablarle. Por<span
-class="pagenum" id="Page_237">p. 237</span> largo espacio platicaron
-ambos sobre la situación de la Península, y entre otras cosas dijo
-Napoleón:[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_7-2"
-id="Ll_7-2">7-2</a>.)</span> «no conocía yo a España: es un país
-más hermoso de lo que pensaba, buen regalo he hecho a mi hermano,
-pero los españoles harán con sus locuras que su país vuelva a ser
-mío: en tal caso le dividiré en cinco grandes virreinatos.» Continuó
-así discurriendo e insistió con particularidad en lo útil que
-sería para Francia el agregar a su territorio el de España. <span
-class="sidenote">Parte<br/> para Francia.</span> Intento que sin
-duda estorbó por entonces el nublado que amagaba del norte, temeroso
-del cual partió para París el 17 de enero de noche y repentinamente,
-haciendo la travesía de Valladolid a Burgos a caballo y con pasmosa
-celeridad.</p>
-
-<div class="sidenote">José en el Pardo.<br/> Pasa una revista<br/> en
-Aranjuez.</div>
-
-<p>En el intervalo que medió desde principios de diciembre hasta
-últimos de enero disgustado José con el título de lugarteniente se
-albergaba en el Pardo, no queriendo ir a Madrid hasta que pudiese
-entrar como rey. Sin embargo esperanzado en los primeros días del
-año de volver a empuñar el cetro, pasó a Aranjuez y revistó allí el
-primer cuerpo mandado por el mariscal Victor, y con el cual procedente
-de Toledo se pensaba atacar al ejército del centro, cuyas reliquias
-rehechas algo en Cuenca, se habían en parte aproximado al Tajo.</p>
-
-<div class="sidenote">Movimiento del<br/> ejército español<br/> del
-centro.<br/> Planes de su jefe<br/> el duque<br/> del Infantado.</div>
-
-<p>El inesperado movimiento de los españoles era hijo de falsas
-noticias y del clamor de los pueblos que expuestos al pillaje y
-extorsiones del enemigo, acusaban a nuestros generales de mantenerse
-espectadores tranquilos de los males que los agobiaban. Para acudir al
-remedio<span class="pagenum" id="Page_238">p. 238</span> y acallar
-la voz pública había el duque del Infantado, jefe de aquel ejército,
-imaginado un plan tras otro, notándose en el concebir de ellos más bien
-loable deseo que atinada combinación.</p>
-
-<p>Por fin decidiose ante todo dicho general a despejar la orilla
-izquierda del Tajo de unos 1500 caballos enemigos que corrían la
-tierra. Nombró para capitanear la empresa al mariscal de campo Don
-Francisco Javier Venegas que mandaba la vanguardia compuesta de 4000
-infantes y 800 caballos, y al brigadier Don Antonio Senra con otra
-división de igual fuerza. Debía el primero posesionarse de Tarancón,
-y al mismo tiempo enseñorearse el segundo de Aranjuez, en cuyos dos
-puntos tenía el enemigo, antes de que viniese el mariscal Victor, lo
-principal de sus destacamentos. Venegas no aprobó el plan, visto el mal
-estado de sus tropas; mas trató de cumplir con lo que se le ordenaba.
-Senra dejó de hacerlo pareciéndole imprudente ir hasta Aranjuez,
-teniendo franceses por su flanco en Villanueva del Cardete: disculpa
-que no admitió el general en jefe por haber ya contado con aquel dato
-en la disposición del ataque.</p>
-
-<div class="sidenote">Ataque<br/> de Tarancón.</div>
-
-<p>Venegas por su parte situado en Uclés determinó atacar en la noche
-del 24 al 25 de diciembre a los franceses de Tarancón. El número de
-estos se reducía a 800 dragones. Distribuyó el general español su gente
-en dos columnas una al mando de Don Pedro Agustín Girón debía amenazar
-por su frente al enemigo, otra capitaneada por el mismo general en
-persona y más numerosa había de interponerse en<span class="pagenum"
-id="Page_239">p. 239</span> el camino que de Tarancón va a Santa Cruz
-de la Zarza, con objeto de cortar a los franceses la retirada, si
-querían huir del ataque de Girón, o encerrarlos entre dos fuegos en
-caso de que resistiesen. La noche era cruda, sobreviniendo tras de
-nieve y ventiscas espesa niebla: lo cual retardó la marcha de Venegas,
-y fue causa del extravío de casi toda su caballería. Girón aunque salió
-más tarde llegó sin tropiezo al punto que se le había señalado, ya
-por ser mejor y más corto el camino, y ya por su cuidado y particular
-vigilancia.</p>
-
-<p>Espantados los dragones franceses con la proximidad de este
-general, huían del lado de Santa Cruz, cuando se encontraron con
-algunas partidas de carabineros reales que iban a la cabeza de la
-tropa de Venegas y los atacaron furiosamente, obligándolos a abrigarse
-de la infantería. Hubiera podido esta desconcertarse, cogiéndola
-desprevenida, si afortunadamente un batallón de guardias españolas
-y otro de tiradores de España puestos ya en columna no hubiesen
-rechazado a los enemigos, desordenándolos completamente. Hizo gran
-falta la caballería, cuya principal fuerza extraviada en el camino no
-llegó hasta después: y entonces su jefe Don Rafael Zambrano desistió
-de todo perseguimiento por juzgarlo ya inútil y estar sus caballos
-muy cansados. La pérdida de los franceses entre muertos, heridos y
-prisioneros fue de unos 100 hombres. Hubo después contestaciones entre
-ciertos jefes, achacándose mutuamente la culpa de no haber salido
-con la empresa. Nos inclinamos a creer que la inexperiencia<span
-class="pagenum" id="Page_240">p. 240</span> de algunos de ellos y lo
-bisoño de la tropa fueron en este caso como en otros muchos la causa
-principal de haberse en parte malogrado la embestida, sirviendo solo a
-despertar la atención de los franceses.</p>
-
-<div class="sidenote">Avanza<br/> el mariscal Victor.</div>
-
-<p>Recelosos estos de que engrosadas con el tiempo las tropas del
-ejército del centro y mejor disciplinadas, pudieran no solo repetir
-otras tentativas como la de Tarancón, mas también en un rebate
-apoderarse de Madrid, cuya guarnición por atender a otros cuidados a
-veces se disminuía, pensaron seriamente en destruirlas y cortar el
-mal en su raíz. Para ello juntaron en Aranjuez y revistaron, según
-hemos dicho, las fuerzas que mandaba en Toledo el mariscal Victor, las
-cuales ascendían a 14.000 infantes y 3000 caballos. Sospechando Venegas
-los intentos del enemigo comunicó el 4 de enero sus temores al duque
-del Infantado, opinando que sería prudente, o que todo el ejército
-se aproximase a su línea, o que él con la vanguardia se replegase a
-Cuenca. No pensó el duque que urgiese adoptar semejante medida, y ya
-fuese enemistad contra Venegas, o ya natural descuido, no contestó
-a su aviso, continuando en idear nuevos planes que tampoco tuvieron
-ejecución.</p>
-
-<div class="sidenote">Retírase Venegas<br/> a Uclés.</div>
-
-<p>Apurando las circunstancias y no recibiendo instrucción alguna
-del general en jefe, juntó Venegas un consejo de guerra, en el que
-unánimemente se acordó pasar a Uclés como posición más ventajosa, e
-incorporarse allí con Senra, en donde aguardarían ambos las órdenes del
-duque. Verificose la retirada en la noche del 11 de enero, y unidos al
-amanecer del<span class="pagenum" id="Page_241">p. 241</span> 12 los
-mencionados Venegas y Senra, contaron juntos unos 8 a 9000 infantes
-y 1500 caballos. Trató desde luego el primero de aprovecharse de las
-ventajas que le ofrecía la situación de Uclés, villa sujeta a la orden
-de Santiago y para batallas de mal pronóstico por la que en sus campos
-se perdió contra los moros en el reinado de Alonso el VI. La derecha
-de la posición era fuerte, consistiendo en varias alturas aisladas y
-divididas de otras por el riachuelo de Bedijar. En el centro está el
-convento llamado Alcázar, y desde allí por la izquierda corre un gran
-cerro de escabrosa subida del lado del pueblo, pero que termina por el
-opuesto en pendiente más suave y de fácil acceso. Venegas apostó en
-Tribaldos, pueblo cercano, algunas tropas al mando de Don Veremundo
-Ramírez de Arellano, que en la tarde y anochecer del 12 comenzaron
-ya a tirotearse con los franceses, replegándose a Uclés en la mañana
-siguiente, acometidas por sus superiores fuerzas.</p>
-
-<div class="sidenote">Batalla de Uclés.</div>
-
-<p>Con aviso de que los enemigos se acercaban, el general Venegas,
-aunque amalado y con los primeros síntomas de una fiebre pútrida, se
-situó en el patio del convento de donde divisaba la posición y el llano
-que se abre al pie de Uclés, yendo a Tribaldos. Distribuyó sus infantes
-en las alturas de derecha e izquierda, y puso abajo en la llanura la
-caballería. Solo había un obús y tres cañones que se colocaron, uno en
-la izquierda, dos en el convento y otro en el llano con los jinetes.</p>
-
-<p>El mariscal Victor había salido de Aranjuez<span class="pagenum"
-id="Page_242">p. 242</span> con el número de tropas indicado, y
-fue en busca de los españoles sin saber de fijo su paradero. Para
-descubrirle tiró el general Villatte con su división derecho a Uclés,
-y el mariscal Victor con la del general Ruffin la vuelta de Alcázar.
-Fue Villatte quien primero se encontró con los españoles, obligándolos
-a retirarse de Tribaldos, desde donde avanzó al llano con dos cuerpos
-de caballería y dos cañones. Al ver aquel movimiento creyó Venegas
-amagada su derecha, y por tanto atendió con particularidad a su
-defensa. Mas los franceses, a las diez de la mañana, tomando por el
-camino de Villarrubio, se acercaron con fuerza considerable a las
-alturas de la izquierda, punto flaco de la posición, cubierto con menos
-gente y al que su caballería pudo subir a trote. Venegas, queriendo
-entonces sostener la tropa allí apostada que comenzaba a ciar, envió
-gente de refresco y para capitanearla a Don Antonio Senra. Ya era
-tarde: los enemigos avanzando rápidamente arrollaron a los nuestros,
-e inútilmente desde el convento quiso Venegas detenerlos. Contuso él
-mismo y ahuyentado con todo su estado mayor, dificultosamente pudo
-salvarse, cayendo a su lado muerto el bizarro oficial de artillería Don
-José Escalera. Deshecho nuestro costado izquierdo empezó a desfilar el
-derecho; y la caballería, que en su mayor parte permanecía en el llano,
-trató de retirarse por una garganta que forman las alturas de aquel
-lado. Consiguiéronlo felizmente los dragones de Castilla, Lusitania
-y Tejas, mas no así los regimientos de la Reina, Príncipe y Borbón,
-cuyo mando había reasumido el<span class="pagenum" id="Page_243">p.
-243</span> marqués de Albudeite. Estos, no pudiendo ya pasar impedidos
-por los fuegos de los franceses, que dueños del convento coronaban
-las cimas, volvieron grupa al llano y faldeando los cerros caminaron
-de priesa y perseguidos la vía de Paredes. Desgraciadamente hacia el
-mismo lado tropezando la infantería con la división de Ruffin, había
-casi toda tenido que rendirse; de lo cual advertidos nuestros jinetes,
-en balde quisieron salvarse, atajados con el cauce de un molino y
-acribillados por el fuego de seis cañones enemigos que dirigía el
-general Senarmont. No hubo ya entonces sino confusión y destrozo, y
-sucedió con la caballería lo mismo que con los infantes: los más de
-sus individuos perecieron o fueron hechos prisioneros: contose entre
-los primeros al marqués de Albudeite. Tal fue el remate de la jornada
-de Uclés, una de las más desastradas, y en la que, por decirlo así,
-se perdieron las tropas que antes mandaban Venegas y Senra. Solo se
-salvaron dos o tres cuerpos de caballería y también algunas otras
-reliquias que libertó la serenidad y esfuerzo de Don Pedro Agustín
-Girón, uniéndose todos al duque del Infantado que ya se hallaba en
-Carrascosa.</p>
-
-<p>Justos cargos hubieran podido pesar sobre los jefes que empeñaron
-semejante acción, o fueron causa de que se malograse. El general
-Venegas y el del Infantado procuraron defenderse ante el público
-acusándose mutuamente. Pensamos que en la conducta de ambos hubo
-motivos bastantes de censura si ya no de responsabilidad. Aconsejaba la
-prudencia al primero retirarse más allá de Uclés, e ir a unirse<span
-class="pagenum" id="Page_244">p. 244</span> al cuerpo principal del
-ejército, no faltándole para ello ni oportunidad ni tiempo; y al
-segundo prescribíale su obligación dar las debidas instrucciones y
-contestar a los oficios del otro, no sacrificando a piques y mezquinas
-pasiones el bien de la patria, el pundonor militar.</p>
-
-<div class="sidenote">Excesos<br/> cometidos<br/> por los
-franceses<br/> en Uclés.</div>
-
-<p>Ganado que hubieron la batalla, entraron los franceses en Uclés y
-cometieron con los vecinos inauditas crueldades. Atormentaron a muchos
-para averiguar si habían ocultado alhajas; robaron las que pudieron
-descubrir, y aparejando con albardas y aguaderas a manera de acémilas
-a algunos conventuales y sujetos distinguidos del pueblo, cargaron
-en sus hombros muebles y efectos inútiles para quemarlos después con
-grande algazara en los altos del alcázar. No contentos con tan duro e
-innoble entretenimiento, remataron tan extraña fiesta con un acto de
-la más insigne barbarie. Fue, ¡cáese la pluma de la mano! que cogiendo
-a 69 habitantes de los principales, y a monjas, y a clérigos, y a los
-conventuales Parada, Canova y Mejía, emparentados con las más ilustres
-familias de la Mancha, atraillados y escarnecidos los degollaron con
-horrorosa inhumanidad, pereciendo algunos en la carnicería pública.
-Sordos ya a la compasión los feroces soldados, desoyeron los ayes y
-clamores de más de 300 mujeres, de las que acorraladas y de montón
-abusaron con exquisita violencia. Prosiguieron los mismos escándalos
-en el campamento, y solo el cansancio, no los jefes, puso término al
-horroroso desenfreno.</p>
-
-<p>No cupo mejor suerte a los prisioneros españoles:<span
-class="pagenum" id="Page_245">p. 245</span> los que de ellos rendidos
-a la fatiga se rezagaban, eran fusilados desapiadadamente. Así nos
-lo cuenta en su obra un testigo de vista, un oficial francés, Mr. de
-Rocca. ¿Qué extraño pues era que nuestros paisanos cometiesen en pago
-otros excesos cuando tal permitían los oficiales del ejército de una
-nación culta?</p>
-
-<div class="sidenote">Retirada<br/> del duque<br/> del Infantado.</div>
-
-<p>El duque del Infantado que aunque tarde se adelantaba a Uclés, supo
-en Carrascosa, legua y media distante, la derrota padecida. Juntando
-allí los dispersos y cortas reliquias, se retiró por Horcajada a la
-venta de Cabrejas, en donde se decidió en consejo militar pasar a
-Valencia con todas las tropas. Entró el ejército en Cuenca el 14 por la
-noche, y al día siguiente continuó la marcha. Dirigiose la artillería
-por camino que pareció más cómodo para volver después a unirse en
-Almodóvar del Pinar; pero atollada en parte y mal defendida por otros
-cuerpos que acudieron en su ayuda, fue en Tórtola cogida casi toda
-por los franceses. Prosiguió lo restante del ejército alejándose; y
-desistiendo Infantado de ir a Valencia, metiose en el reino de Murcia
-y llegó a Chinchilla el 21 de enero. Desde aquel punto hizo nuevo
-movimiento, faldeando la Sierra Morena, y al cabo se situó en Santa
-Cruz de Mudela. <span class="sidenote">Sucédele<br/> en el mando<br/>
-el conde<br/> de Cartaojal.</span> Allí según costumbre no cesó de
-idear sin gran resulta nuevos planes; hasta que en 17 de febrero
-fue relevado del mando por orden de la junta central y puesto en su
-lugar el conde de Cartaojal, que mandaba también las tropas de la
-Carolina.</p>
-
-<div class="sidenote">Entrada de José<br/> en Madrid.</div>
-
-<p>Alcanzada por los franceses la victoria de Uclés, y después de
-obtener el permiso de Napoleón,<span class="pagenum" id="Page_246">p.
-246</span> hizo José en Madrid el 22 de enero su entrada pública y
-solemne. Del Pardo se encaminó por fuera de puertas a la plazuela de
-las Delicias, desde donde montando a caballo entró por la Puerta de
-Atocha, y se dirigió a la iglesia colegiata de San Isidro, tomando la
-vuelta por el Prado, calle de Alcalá y Carretas hasta la de Toledo. Se
-había preparado este recibimiento con más esmero que el anterior de
-julio. Estaba tendida en toda la carrera la tropa francesa; habíanse
-por expresa orden colgado las calles y puéstose de trecho en trecho
-músicas que tocaban sonatas acomodadas al caso. José rodeado de
-gran séquito de franceses y de los españoles que le eran adictos,
-mostrábase satisfecho y placentero. No dejó de ser grande el concurso
-de espectadores: las desgracias, amilanando los ánimos, los disponían
-a la conformidad; pero un silencio profundo, no interrumpido sino por
-alguna que otra voz asalariada, daba bastantemente a entender que las
-circunstancias impelían a la curiosidad, no afectuosa inclinación. Fue
-recibido en la iglesia de San Isidro por el obispo auxiliar y parte de
-su cabildo. Pronunciáronse discursos según el tiempo, díjose una misa,
-se cantó el Te Deum, y concluida la ceremonia se dirigió José por la
-plaza Mayor y calle de la Almudena a Palacio, en donde ocupándose de
-nuevo en el gobierno del reino, nos dará pronto ocasión de volver a
-hablar de él y de sus providencias.</p>
-
-<div class="sidenote">Sucesos<br/> de Cataluña.</div>
-
-<p>Ahora es ya sazón de pensar en Cataluña. El no querer cortar el hilo
-de la narración en los sucesos más abultados y decisivos, nos ha<span
-class="pagenum" id="Page_247">p. 247</span> obligado a postergar los
-de aquel principado, que si bien de grande interés y definitivamente
-de mucha importancia a la causa de la independencia, forman como un
-episodio embarazoso para el historiador, aunque gloriosísimo para
-aquella provincia.</p>
-
-<p>Dejamos en el libro 5.º la campaña de Cataluña, a tiempo que Duhesme
-en el último tercio del mes de agosto se había recogido a Barcelona de
-vuelta de su segunda y malograda expedición de Gerona. De nuestra parte
-por entonces y en 1.º de septiembre <span class="sidenote">La junta<br/>
-del principado<br/> se traslada<br/> a Villafranca.</span> el marqués
-del Palacio y la junta del principado se habían de Tarragona trasladado
-a Villafranca con objeto de estar más cerca del teatro de la guerra.
-Empezaron a acudir a dicha villa los tercios de toda la provincia, y se
-reforzó la línea del Llobregat, a cuyo paraje se había restituido desde
-Gerona el conde de Caldagués.</p>
-
-<div class="sidenote">Excursiones<br/> de Duhesme.</div>
-
-<p>Con el aumento de fuerzas temió el general Duhesme que estrechando
-los españoles cada vez más a Barcelona, hubiese dificultad de
-introducir bastimentos en la plaza. Para alejar el peligro y con
-intento de hacer una excursión en el Panadés, partió de aquella ciudad
-con 6000 hombres de caballería e infantería, y atacó a los españoles
-en su línea al amanecer del 2 de septiembre en los puntos de Molins de
-Rey y de San Boi. Por el último alcanzaron los franceses conocidas
-ventajas; fueron por el otro rechazados. Mas receloso el de Caldagués,
-en vista de un movimiento de los enemigos, de que abandonando estos
-la embestida del puente vadeasen el río y le flanqueasen, previno
-oportunamente<span class="pagenum" id="Page_248">p. 248</span>
-cualquier tentativa situándose en las alturas de Molins de Rey.</p>
-
-<p>Los franceses no pudiendo romper la línea española del Llobregat,
-revolvieron del lado opuesto por donde corre el Besós, en cuyo
-sitio se mantenía Don Francisco Miláns. Ya aquí, y ya en todos los
-puntos alrededor de Barcelona hubo en septiembre y octubre muchas
-escaramuzas y aun choques, entre los que fue grave el acaecido en
-San Cugat del Vallés, principalmente por el respeto que infundió al
-enemigo, obligándole a no alejarse de los muros de Barcelona. También
-contribuyeron a ello los refuerzos que llegaron a los españoles
-sucesivamente de Portugal, Mallorca y otras partes, de algunos de los
-cuales ya hemos hecho mención.</p>
-
-<div class="sidenote">Vives, sucesor<br/> del marqués<br/> del
-Palacio.</div>
-
-<p>El gobierno interior de Cataluña se mejoraba cada día por el
-esmero y cuidado de la junta. Habíase solo levantado grande enemistad
-contra el marqués del Palacio, o porque las calidades de general no
-correspondiesen en él a su patriotismo, o más bien porque en aquellos
-tiempos arduos no siendo dado caminar en la ejecución al son de la
-impaciencia pública, perdíase la confianza y el buen nombre con la
-misma rapidez, y a veces tan infundadamente como se había adquirido.
-Los clamores de la opinión catalana obligaron a la junta central a
-llamar al marqués del Palacio, poniendo en su lugar al capitán general
-de Mallorca Don Juan Miguel de Vives, quien tomó el mando el 28 de
-octubre.</p>
-
-<div class="sidenote">Ejército español<br/> de Cataluña.<br/> Su
-fuerza.</div>
-
-<p>Teniendo este a su disposición fuerzas más considerables, coordinó
-nuevamente su ejército,<span class="pagenum" id="Page_249">p.
-249</span> y según lo resuelto por la central le denominó de Cataluña
-o de la derecha. Constaba en todo de 19.551 infantes, 780 caballos y
-17 piezas, dividido en vanguardia, cuatro divisiones y una reserva.
-De estas fuerzas destinó Vives la vanguardia, al mando de Don Mariano
-Álvarez, a observar al enemigo en el Ampurdán, y las restantes las
-conservó consigo para bloquear a Barcelona, a donde se aproximó el 3
-de noviembre, sentando su cuartel general en Martorell, cuatro leguas
-distante.</p>
-
-<div class="sidenote">Situación<br/> de Barcelona.</div>
-
-<p>Los apuros en aquella plaza del general francés Duhesme crecían en
-extremo: el número de sus tropas, que antes era de 10.000 hombres,
-menguaba con la deserción y las enfermedades. De nadie podía fiarse.
-El disgusto y descontento de los barceloneses tocaba a sus ojos en
-abierta rebelión. Los habitantes más principales huían a causa de las
-contribuciones exorbitantes que había impuesto; teniendo que acudir
-a confiscar los bienes para evitar la emigración. Más tarde, cuando
-apretó la escasez, si bien permitió la salida de Barcelona, permitiola
-con condiciones rigurosas, dando pasaportes a los que abonaban cuatro
-meses anticipados de contribución, y aseguraban con fianza el pago de
-los demás plazos. Fue después adelante en usar sin freno de medidas
-arbitrarias, declarando a Barcelona en estado de sitio. Opúsose a
-ello el conde de Ezpeleta, por lo que se le puso preso, quitándole
-la capitanía general que solo en nombre había conservado. Como más
-antiguo le sucedió Don Galcerán de Villalba, que en secreto se entendía
-con las autoridades patrióticas del principado.<span class="pagenum"
-id="Page_250">p. 250</span> Los oficiales españoles que había dentro
-de la plaza rehusaron después reconocer el gobierno de Napoleón
-prefiriendo a todo ser prisioneros de guerra: lo mismo hicieron los
-que eran extranjeros, excepto Mr. Wrant d’Amelin, que en premio
-recibió el gobierno de Barcelona. Ejerciose la policía con particular
-severidad, prestándose a tan villano servicio un español llamado Don
-Ramón Casanova, sin que por eso se pudiese impedir que muchos y a las
-calladas se escapasen. Tantas molestias y tropelías eran en sumo grado
-favorables a la causa de la independencia.</p>
-
-<div class="sidenote">Tentativas<br/> de Vives contra<br/> aquella
-plaza.</div>
-
-<p>Contando sin duda con el influjo de aquellas y con secretos tratos,
-insistió el general Vives en estrechar a Barcelona, y aun proyectó
-varios ataques. Fue el más notable el que se dio en 8 de noviembre,
-aunque no tuvo ni resulta ni se le consideró tampoco bien meditado.
-Sin embargo la proximidad del ejército español puso en tal desasosiego
-a los franceses, que en la misma mañana del 8 desarmaron al segundo
-batallón de guardias valonas como adicto a los llamados insurgentes.</p>
-
-<p>Desaprobaban los hombres entendidos la permanencia de Vives en
-las cercanías de Barcelona, y con razón juzgándola militarmente;
-pues para formalizar el sitio no se estaba preparado, y para rendir
-por bloqueo la plaza se requería largo tiempo. Creían que hubiera
-sido más conveniente dejar un cuerpo de observación que con los
-somatenes contuviese al enemigo en sus excursiones, y adelantarse a la
-frontera con lo demás del ejército, impidiendo así la toma de<span
-class="pagenum" id="Page_251">p. 251</span> Rosas y la facilidad que
-ella daba de proveer por mar a Barcelona. Vino en apoyo de tan juicioso
-dictamen lo que sucedió bien pronto con el refuerzo que entró en el
-principado al mismo tiempo que por el Bidasoa hacían los franceses su
-principal irrupción.</p>
-
-<div class="sidenote">Entrada<br/> de Saint-Cyr<br/> en Cataluña.</div>
-
-<p>Según insinuamos al hablar de esta, fue destinado el 7.º cuerpo a
-domeñar la Cataluña. Debía formarse con las tropas que allí había a
-las órdenes de los generales Duhesme y Reille y con otras procedentes
-de Italia, al mando de los generales Souham, Pino y Chabert. Todas
-estas fuerzas reunidas ascendían a 25.000 infantes y 2000 caballos,
-compuestas de muchas naciones y en parte de nueva leva. Capitaneábalas
-el general Gouvion Saint-Cyr. Entró este en Cataluña al principiar
-noviembre, estableciendo el 6 en Figueras su cuartel general. Fue su
-primer intento poner sitio a Rosas, y encargado de ello el general
-Reille le comenzó el día 7 del mencionado mes.</p>
-
-<div class="sidenote">Sitio de Rosas.</div>
-
-<p>Pensó el general Saint-Cyr que convenía apoderarse de aquella
-plaza, porque abrigados los ingleses de su rada impedían por mar
-el abastecimiento de Barcelona, que no era hacedero del lado de
-tierra a causa de la insurrección del país. Hubo quien le motejase,
-sentando que en una guerra nacional como esta era de temer que con
-la tardanza pudieran los españoles por medio de secretos tratos
-sorprender a Barcelona apretada con la escasez de víveres. Napoleón
-juzgaba tan importante la posesión de esta plaza, que el solo
-encargo que hizo a Saint-Cyr a su despedida en París fue el de
-conservar a Barcelona;[*]<span class="pagenum" id="Page_252">p.
-252</span> <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_7-3"
-id="Ll_7-3">7-3</a>.)</span> «porque si se perdiese [decía] serían
-necesarios 80.000 hombres para recobrarla.» Sin embargo aquel general
-prefirió comenzar por sitiar a Rosas.</p>
-
-<p>Está situada dicha villa a las raíces del Pirineo y a orillas
-del golfo de su nombre. Tenía de población 1200 almas. No cubría su
-recinto sino un atrincheramiento casi abandonado desde la guerra de
-la revolución de Francia. Consistía su principal fortaleza en la
-ciudadela, colocada al extremo de la villa, y que aunque desmantelada
-quísose apresuradamente poner en estado de defensa, consiguiendo al
-cabo montar 36 piezas: su forma es la de un pentágono irregular con
-foso y camino cubierto, y sin otras obras a prueba que la iglesia,
-habiendo quedado inservibles desde la última guerra los cuarteles y
-almacenes. A la opuesta parte de la ciudadela y a 1100 toesas de la
-villa en un repecho de las alturas llamadas Puig Rom, término por allí
-de los Pirineos, se levanta el fortín de la Trinidad en figura de
-estrella, de construcción ingeniosa pero dominado a corta distancia.</p>
-
-<div class="sidenote">Honrosa<br/> resistencia<br/> de los
-españoles.</div>
-
-<p>Con tan débiles reparos y en el estado de ruina de varias de sus
-obras, hubiérase en otra ocasión abandonado la defensa de la plaza:
-ahora sostúvose con firmeza. Era gobernador Don Pedro O’Daly: constaba
-la guarnición de 3000 hombres; se despidió la gente inútil, recompúsose
-algo el atrincheramiento destruido y se atajaron con zanjas las
-bocacalles. Favorecía a los sitiados un navío de línea inglés y dos
-bombarderas que estaban en la bahía.</p>
-
-<p>La división del general Reille unida a la<span class="pagenum"
-id="Page_253">p. 253</span> italiana de Pino se había acercado a la
-plaza, componiendo juntas unos 7000 hombres. Además el general Souham
-para cubrir las operaciones del sitio y observar a Álvarez que estaba
-con la vanguardia en Gerona, se situó con su división entre Figueras
-y el Fluviá, y ocupó La Junquera con dos batallones el general
-Chabert.</p>
-
-<p>Se había lisonjeado el francés Reille de tomar por sorpresa a
-Rosas: así lo deseaba su general en jefe solícito de acudir al socorro
-de Barcelona y temeroso de la deserción que empezaba a notarse en la
-división italiana de Pino. De esta fueron cogidos por los somatenes
-varios soldados, y el general Saint-Cyr que presumía de humano envió
-en rehenes a Francia hasta el canje igual número de habitantes,
-prefiriendo este medio al de quemar los pueblos, antes usado por sus
-compatriotas. Mas los catalanes consideraron la nueva medida como más
-injusta, imaginándose que los enviaban a servir al norte.</p>
-
-<p>Desde el 7 de noviembre que aparecieron los franceses delante de
-Rosas, y en cuyo día los españoles hicieron una vigorosa salida,
-sobreviniendo copiosas lluvias no pudieron los primeros traer su
-artillería ni empezar sus trabajos hasta el 16. Entonces resolvió el
-general Saint-Cyr embestir simultáneamente la ciudadela y el fortín
-de la Trinidad. Emprendiose el ataque de aquella por el baluarte
-llamado de la plaza, del lado opuesto a la villa, y por donde se
-ejecutó también la acometida en el sitio del año de 1795, al cual había
-asistido el general<span class="pagenum" id="Page_254">p. 254</span>
-enemigo Sanson, jefe ahora de los ingenieros.</p>
-
-<p>Continuaron los trabajos por esta parte hasta el 25. Aquel día
-dueños los franceses de un reducto, cabeza del atrincheramiento que
-cubría la villa, pensaron que sería conveniente apoderarse de esta
-para atacar después la ciudadela por el frente comprendido entre los
-baluartes de Santa María y San Antonio. Fue entrada la villa en la
-noche del 26 al 27 a pesar de porfiada resistencia: de 500 hombres
-que la defendían 300 quedaron muertos, 150 fueron hechos prisioneros;
-pudieron los otros salvarse. El enemigo intimó entonces la rendición a
-la ciudadela; contestósele con la negativa.</p>
-
-<p>Al mismo tiempo el fortín de la Trinidad fue desde el 16
-bizarramente defendido por su comandante Don Lotino Fitzgerald. Los
-ingleses juzgando inútil la resistencia habían retirado la gente que
-dentro habían metido; pero llegando poco después el intrépido Lord
-Cochrane con amplias facultades del almirante Collingwood, reanimó a
-los españoles entrando en el fuerte con unos 80 hombres, y unidos todos
-rechazaron el 30 el asalto de los enemigos que creían practicable la
-brecha.</p>
-
-<p>La guarnición de Rosas había vivido esperanzada de que se la
-socorrería por tierra; mas limitose el auxilio a un movimiento que el
-24 hizo la vanguardia al mando de Don Mariano Álvarez: cruzó este el
-Fluviá y arrolló al principio los puestos avanzados de los franceses,
-que rehechos repelieron después a los nuestros, cogiendo prisionero
-al 2.º comandante Don José Lebrun. Serenado el general Saint-Cyr con
-esto<span class="pagenum" id="Page_255">p. 255</span> y con ver que
-el ejército español de Vives no avanzaba según temía, trató de acabar
-prontamente el sitio de la ciudadela de Rosas.</p>
-
-<div class="sidenote">Capitulación<br/> de Rosas.</div>
-
-<p>Dirigíase el principal ataque contra la cara derecha del baluarte
-de Santa María, y los trabajos prosiguieron con ardor en los días 1.º
-y 2.º, en que inútilmente intentaron los sitiados hacer una salida.
-Por fin el 5, estando la brecha practicable, y después de 29 días de
-asedio, capituló honrosamente el gobernador quedando la guarnición
-prisionera de guerra. Tuvo mayor ventura Don Lotino Fitzgerald
-comandante del fortín de la Trinidad, habiéndose embarcado él y su
-gente con la ayuda y diligencia de Lord Cochrane, quien tal vez hubiera
-del mismo modo salvado la guarnición de la ciudadela si hubiera sido
-comodoro del apostadero inglés.</p>
-
-<div class="sidenote">Avanza<br/> Saint-Cyr camino<br/> de
-Barcelona.</div>
-
-<p>Desembarazado el general Saint-Cyr del sitio de Rosas, se adelantó
-a socorrer a Barcelona con 15.000 infantes y 1500 caballos, después de
-haber dejado en el Ampurdán la división del general Reille. Hubiera
-corrido riesgo el general francés de ser detenido en el camino, si D.
-Juan de Vives en vez de mantener sus tropas en derredor de Barcelona,
-le hubiera salido al encuentro en alguno de los sitios oportunos del
-tránsito: <span class="sidenote">Vives<br/> y las divisiones<br/> de
-Reding<br/> y Lazán.</span> cosa tanto más hacedera cuanto después de
-sus infructuosas tentativas sobre Barcelona se le habían agregado en
-noviembre las divisiones de Granada y Aragón y otros cuerpos sueltos.
-Constaba la primera, al mando de Don Teodoro Reding, de 11.700
-infantes y 670 caballos, y la segunda de unos 4000 hombres regidos
-por el marqués de Lazán, quien pasó a engrosar la vanguardia<span
-class="pagenum" id="Page_256">p. 256</span> después de lo acaecido el
-24 en las riberas del Fluviá.</p>
-
-<p>Insistía el general Vives en acometer a Barcelona estimulado también
-por las ofertas de los comandantes de las fuerzas navales inglesas
-apostadas delante del puerto. Estas hicieron el 19 de noviembre
-un fuego vivísimo contra la plaza, <span class="sidenote">Orden
-singular<br/> dada por Lecchi<br/> en Barcelona.</span> cuyos
-habitantes a pesar del daño que recibían estaban alborozados y
-palmoteaban desde sus casas al ver la pesadumbre que el ataque
-causaba a los franceses: lo cual irritando sobremanera al comandante
-Lecchi, prohibió a los habitantes asomarse a las azoteas en días de
-refriega.</p>
-
-<div class="sidenote">Trata Vives<br/> de seducirle a él<br/> y a
-otros.</div>
-
-<p>Mal informado el general Vives dirigió a dicho general Lecchi y al
-español Casanova proposiciones de acomodamiento si le dejaban entrar
-en la plaza. Las desecharon ambos, notándose en la respuesta de Lecchi
-la dignidad conveniente. Creyeron sin embargo algunos que sin la
-pronta llegada del general Saint-Cyr, y conducida de otra manera la
-negociación, quizá no hubiera esta sido infructuosa.</p>
-
-<div class="sidenote">Ataques de Vives<br/> el 26 y 27<br/> de
-noviembre<br/> en las cercanías<br/> de Barcelona.</div>
-
-<p>Don Juan Vives resolvió repetir el 26 el ataque que había emprendido
-el 8. Ejecutado esta vez con mayor felicidad fueron los franceses
-rechazados hasta Barcelona, y se cogieron prisioneros 104 hombres que
-defendían la favorable posición de San Pedro mártir. Prosiguieron
-las ventajas el 27, adelantándose el cuartel general a San Feliú de
-Llobregat, a legua y media de Barcelona. Desde donde, y con deseo
-siempre de estrechar al enemigo, <span class="sidenote">Del 5<br/>
-de diciembre.</span> se le acometió de nuevo el 5 de diciembre,
-consiguiendo<span class="pagenum" id="Page_257">p. 257</span> clavar
-los cañones y destruir las obras que había formado en la falda de
-Monjuich.</p>
-
-<p>Pero eran cortas estas ventajas al lado de las que hubieran podido
-alcanzarse yendo en busca de Saint-Cyr. Sacrificose todo al deseo de
-enseñorearse de la capital del principado. <span class="sidenote">Reding
-y Vives<br/> van al encuentro<br/> de Saint-Cyr.</span> Sin embargo en
-la noche del 11 de diciembre sabedor Vives de que aquel general se
-había movido el 8 con señales de ir la vuelta de Barcelona, mandó a
-Don Teodoro Reding que se adelantase hacia Granollers. Recibiéndose
-posteriormente confirmación del primer aviso, se celebró un consejo
-de guerra, en el que variando según costumbre los pareceres, no se
-siguió el de Caldagués que era el más acertado, y según el cual debiera
-haberse ido al encuentro de Saint-Cyr con la mayor parte de las
-fuerzas, dejando delante de Barcelona 4000 hombres bien atrincherados.
-Resolviose pues lo contrario, y solo salió Vives con algunas tropas a
-unirse a Reding. Ambos generales juntaron 8000 hombres, agregándoseles
-además los somatenes. Al propio tiempo se previno al marqués de Lazán
-que separándose de la vanguardia que estaba en Gerona, siguiese la
-huella del francés, sin atacarle por la espalda hasta que el mismo
-Vives lo hiciese por el frente, y al coronel Miláns que se apostase con
-cuatro batallones en Coll-Sacreu para molestar al enemigo si quería
-echarse del lado de la marina, o si no concurrir con los demás a la
-acción general que se esperaba.</p>
-
-<div class="sidenote">Continúa<br/> Saint-Cyr<br/> su marcha.</div>
-
-<p>Apremiado el general Saint-Cyr con la urgente necesidad de socorrer
-a Barcelona, no se empeñó en combatir al marqués de Lazán, quien<span
-class="pagenum" id="Page_258">p. 258</span> por su parte esquivó
-también todo serio reencuentro. En seguida maniobró el general francés
-para disfrazar su intención, y el 11 preparose a marchar con rapidez y
-sin embarazos. Así fue que enviando a Figueras la artillería, repartió
-a sus soldados víveres para cuatro días, distribuyoles a razón de 50
-cartuchos, y llevó 150.000 de reserva a lomo de acémilas. El 12 abrió
-la marcha desde La Bisbal, teniendo en el camino algunos choques con
-los miqueletes de Don Juan Clarós. Enderezose a Hostalrich, y al llegar
-a las alturas que le dominan con gran júbilo vio que Vives ni se había
-aún adelantado hasta allí, ni ocupado las gargantas del río Tordera,
-en cuyas estrechuras bastando un corto número de hombres para detener
-a los suyos, hubieran en breve consumido las municiones que consigo
-traían.</p>
-
-<p>Continuó el general Saint-Cyr su marcha, y el 15 para librarse de
-los fuegos de Hostalrich, dio vuelta a la plaza por un sendero agrio
-y desconocido, tornando luego a tomar el camino de Barcelona. Salió
-de Vallgorguina a incomodarle el coronel Miláns, viéndose el general
-francés obligado a retardar su marcha a causa de las cortaduras
-practicadas en el desfiladero de treinta pasos. Mas vencidos los
-obstáculos acampó ya por la noche su ejército al raso a una legua
-del que mandaba Vives, quien pasando el Cardedeu se había colocado
-en ventajoso puesto entre Llinas y Villalba. La situación de los
-franceses, a pesar de las faltas que cometieron los nuestros, no dejaba
-de ser crítica. Por su frente tenían a Vives, flanqueábalos Miláns
-a<span class="pagenum" id="Page_259">p. 259</span> su izquierda, y
-detrás los seguían Clarós y Lazán. Estaban privados de artillería,
-escaseábanles los víveres, solamente les quedaban municiones para
-una hora, y eran sus tropas un conjunto de soldados nuevos de varias
-naciones. Si Vives hubiera sabido aprovecharse de tales ventajas,
-quizá se hubiera repetido aquí la jornada de Bailén, y calificádose de
-intempestivo y temerario el movimiento del general Saint-Cyr, que por
-su buen éxito mereció el nombre de atrevido y sabio.</p>
-
-<div class="sidenote">Batalla de Llinas<br/> o Cardedeu.</div>
-
-<p>Amaneció el 16 de diciembre, y el general español aguardaba a sus
-contrarios colocado en la loma que se levanta después de Cardedeu y
-Villalba, y termina en la Riera de la Roca. En lo más elevado de ella
-y a la derecha del camino real situó cinco piezas, dejando dos a la
-izquierda. Formó su columna en batalla, y desplegó sobre la derecha, que
-mandaba Reding, ocupando el costado opuesto de la línea el somatén de
-Vic. Como el objeto del general francés era pasar a toda costa, decidió
-combatir en una sola columna que rompiese por medio de los españoles.
-Comenzó el ataque la división de Pino con orden expresa de no desviarse
-de lo resuelto por el general en jefe, pero en contravención a ello
-habiendo una de sus brigadas desplegado sobre la izquierda, hubo
-de comprometer a los franceses en una refriega que hubiera sido su
-perdición a haberse prolongado. El peligro fue para ellos grande
-durante algún tiempo. La brigada que había desplegado no solo fue
-rechazada, mas también ahuyentada, y destrozado uno de sus regimientos
-por el de Húsares<span class="pagenum" id="Page_260">p. 260</span>
-españoles, a cuyo frente estaba el coronel Ibarrola, quedando
-prisioneros 2 jefes, 15 oficiales y unos 200 soldados. Acudió pronto y
-oportunamente al remedio el general Saint-Cyr.</p>
-
-<p>De un lado hizo que la división Souham contuviese la brigada puesta
-en desorden, al mismo tiempo que de otro amenazaba la izquierda
-española, que era la parte más flaca y desguarnecida, disponiendo
-igualmente que el general Pino con la 2.ª brigada prosiguiese el ataque
-en columna, y rompiese nuestra línea. Ejecutada la operación a un
-tiempo y en buena sazón, <span class="sidenote">Son derrotados<br/>
-los españoles.</span> se cambió la suerte de las armas, y el ejército
-español fue envuelto y puesto en derrota. Perdiéronse cinco de los
-siete cañones que había, salvándose los dos por la actividad y
-presencia de ánimo del teniente Ulzurrun. Nuestra pérdida fue de
-500 muertos y de 1000 entre heridos y prisioneros. Mayor la de los
-franceses, por el daño que al principio experimentaron de la artillería
-española. Salvose el general Vives a pie y por sendas extraviadas, y el
-general Reding ayudado de la velocidad de su caballo pudo juntarse a
-una columna de infantería y caballería que con el mayor orden se retiró
-por el camino de Granollers a San Cugat. <span class="sidenote">Se
-retiran<br/> al Llobregat.</span> Allí tomó el mando interinamente
-dicho general, y se acogió a la derecha del Llobregat, a donde se
-transfirió el conde del Caldagués, quien aunque salvó la artillería
-y municiones, tuvo por la priesa que abandonar los inmensos acopios
-almacenados en Sarriá, los cuales sirvieron de mucho al enemigo. El
-marqués de Lazán que no tomó parte en la batalla, retrocedió después a
-Gerona,<span class="pagenum" id="Page_261">p. 261</span> y el coronel
-Miláns se mantuvo en Arenys algunos días sin ser molestado.</p>
-
-<p>Graves y desgraciadas fueron las resultas de la acción de Llinas
-o Cardedeu, no tanto por la pérdida de una parte del ejército y por
-el socorro que introdujeron los franceses en Barcelona, cuanto por el
-desánimo que causó en los españoles, y los alientos que comunicó a los
-bisoños y mal seguros soldados del enemigo.</p>
-
-<div class="sidenote">Llega Saint-Cyr<br/> a Barcelona.</div>
-
-<p>Llegó el general Saint-Cyr el 17 delante de Barcelona. No
-reinaba entre él y el general Duhesme el mejor acuerdo, mostrándose
-este descontento con recibir un jefe superior, y al que luego se
-dirigieron quejas y reclamaciones. Por entonces ansioso Saint-Cyr de
-perseguir a los españoles no tomó acerca de ellas providencia, <span
-class="sidenote">Avanza<br/> al Llobregat.</span> y el 20 después de
-haber dado a sus tropas dos días de descanso, salió para el Llobregat
-y se situó en la margen izquierda, reforzado su ejército con cinco
-batallones de la división del general Chabran.</p>
-
-<div class="sidenote">Situación<br/> de los españoles.</div>
-
-<p>Al otro lado habían reunido los españoles el suyo que con la derrota
-del 16 y dispersión que ella causó en todas las tropas no ascendía
-arriba de 10.000 infantes y 900 caballos con artillería numerosa. Allí
-llegó el general Vives que se había embarcado en Mataró, y que después
-de aprobar las medidas tomadas en su ausencia pasó a Villafranca para
-obrar en unión con la junta del principado.</p>
-
-<p>Luego que se alejó asomaron los franceses, e indeciso Don Teodoro
-Reding de si se retiraría o no, consultó al general en jefe que
-tardó en contestar, haciéndolo al fin de un modo ambiguo,<span
-class="pagenum" id="Page_262">p. 262</span> lo cual decidió al primero
-a sostenerse en su puesto. El ejército español estaba atrincherado
-en la margen derecha del Llobregat, en las colinas en que rematan
-las alturas de Ordal, extendiéndose desde San Vicente hasta Pallejá.
-Mandaba la derecha el brigadier D. Gaspar Gómez de la Serna, la
-izquierda el mariscal de Campo Cuadrado, manteniéndose Reding
-juntamente con Caldagués en uno de los reductos que habían levantado en
-el camino real de Valencia.</p>
-
-<div class="sidenote">Batalla<br/> de Molins de Rey.</div>
-
-<p>El enemigo al alborear del 21 empezó su ataque. Apostose el general
-Chabran en Molins de Rey, que estaba a la derecha de los franceses, y
-de donde la batalla tomó el nombre; vadeando la división del general
-Pino el Llobregat por San Feliú, al tiempo que Souham con su tropa
-le cruzaba por San Juan del Pi. Habían en un principio creído los
-españoles que su izquierda sería la primera atacada, mas cerciorados
-de lo contrario mejoraron su posición, haciendo los peones acertado
-fuego. El desaliento no obstante era grande desde la acción de Llinas,
-y no había corrido suficiente tiempo para que se borrase en la mente
-del soldado tan funesta impresión. Envolvieron los enemigos la derecha
-española; arrojáronla sobre el centro, y cayendo unos y otros sobre
-la izquierda, ya no hubo sino desconcierto, acorralados los nuestros
-contra el puente de Molins de Rey. <span class="sidenote">Derrota<br/>
-de los españoles<br/> y tristes resultas.</span> A las diez de la
-mañana llegó Vives solamente para presenciar la destrucción de
-los suyos. El ejército español estuvo muy expuesto a ser del todo
-cogido por los franceses, a no haberse los soldados desbandado<span
-class="pagenum" id="Page_263">p. 263</span> y tirado cada uno por donde
-encontró salida. Fue considerable nuestra pérdida, principalmente de
-jefes: el brigadier la Serna murió en Tarragona de las cuchilladas
-recibidas; el de Caldagués cayó prisionero y lo mismo varios coroneles.
-Quedó en poder de los contrarios toda la artillería.</p>
-
-<p>Por loable que fuera el deseo que animaba al general Reding, con
-razón debió tacharse de extrema imprudencia el aventurar una acción
-con un ejército que además de novel, acababa pocos días antes de
-ser deshecho y en parte disperso. Así fue que el general Saint-Cyr
-maniobrando con sumo arte, sin grande esfuerzo desbarató completamente
-nuestras filas atropellándose unos soldados sobre otros. Aciagas y de
-trascendencia fueron las resultas. Perdiéronse las armas que arrojaron
-los infantes, se abandonaron los cuantiosos almacenes que había en el
-Llobregat, en Villafranca de Panadés y en Villanueva de Sitges, y en
-fin, deshízose enteramente el ejército. Cataluña quedó casi toda ella
-a merced del vencedor, que no solo forzó el paso del Bruch para él tan
-ominoso, sino que también derramó por todas partes el espanto y la
-desolación.</p>
-
-<div class="sidenote">Embarazosa<br/> también<br/> la situación<br/> de
-Saint-Cyr.</div>
-
-<p>Admiró a algunos que el general Saint-Cyr permaneciese ocioso,
-alcanzadas tales ventajas, y atribuíanlo a la condición perezosa de que
-le tachaban. Pero otros motivos obraron en su mente para proceder con
-lentitud y circunspección. Había en su ejército a pesar de los acopios
-cogidos mucha escasez por la necesidad de abastecer a Barcelona; el
-país que le rodeaba estaba<span class="pagenum" id="Page_264">p.
-264</span> ya agotado, la comunicación con Francia no fácil, y
-los obstáculos mayores cada día por el pronto retoño de la guerra
-de somatenes, contra cuyos continuos y desparramados esfuerzos se
-estrellaba la pericia de los generales franceses.</p>
-
-<div class="sidenote">Acontecimientos<br/> de Tarragona.</div>
-
-<p>Era por cierto situación esta embarazosa para ellos, y de grande
-ayuda para los españoles, cuyos dispersos se iban allegando a
-Tarragona. En sus muros alborotose el pueblo, y amenazó de muerte
-al general Vives, quien para preservarse de una catástrofe casi
-inevitable, rotos los vínculos de la subordinación, dejó el mando,
-<span class="sidenote">Sucede Reding<br/> a Vives.</span> que recayó
-en Don Teodoro Reding, grato a la opinión popular. Poco a poco recobró
-la autoridad su fuerza, la junta se trasladó a Tortosa, y el nuevo
-general con actividad y celo empezó a arreglar el ejército, a la sazón
-descompuesto e insubordinado. Todo anunciaba mejora, mas todo se
-malogró, como veremos después por la fatal manía de dar batallas, y
-también por el laudable deseo de socorrer a Zaragoza.</p>
-
-<div class="sidenote">Segundo sitio<br/> de Zaragoza.</div>
-
-<p>Esta ciudad, si bien ilustró su nombre en el primer sitio, ahora
-le engrandeció en el segundo, perpetuándole con nuevas proezas
-y con su imperturbable constancia, en medio de padecimientos y
-angustias. Situada no lejos de la frontera de Francia temiose contra
-ella ya en septiembre un nuevo y más terrible acometimiento. <span
-class="sidenote">Preparativos<br/> de defensa.</span> Palafox como
-general advertido aprestose a repelerle, fortificando con esmero y
-en cuanto se podía población tan extensa y descubierta. Encargó la
-dirección de las obras a Don Antonio Sangenís, ya célebre por lo que
-trabajó en el primer sitio. El tiempo y los medios no permitían<span
-class="pagenum" id="Page_265">p. 265</span> convertir a Zaragoza en
-plaza respetable. Hubo varios planes para fortalecerla: adoptose
-como más fácil el de una fortificación provisional, aprovechándose
-de los edificios que había en su recinto. Por la margen derecha del
-Ebro se recompuso y mejoró el castillo de la Aljafería, estableciendo
-comunicación con el Portillo por medio de una doble caponera, y
-asegurando bastantemente la defensa hasta la Puerta de Sancho. Del
-otro lado del castillo hasta el puente de Huerva se habían fortificado
-los conventos intermedios, se había levantado un terraplén revestido
-de piedra, abierto en partes un foso y construido en el mismo puente
-un reducto que se denominó del Pilar. De allí un atrincheramiento
-doble se extendía al monasterio de Santa Engracia, cuyas ruinas se
-habían grandemente fortalecido. En seguida y hasta el Ebro defendían
-la ciudad varias obras y baterías, no habiéndose descuidado fortificar
-el convento de San José, que situado a la derecha de Huerva descubría
-los ataques del enemigo, y protegía las salidas de los sitiados. En
-el monte Torrero solo se levantó un atrincheramiento, no creyendo
-el puesto susceptible de larga resistencia. Por la ribera izquierda
-del Ebro se resguardó el Arrabal con reductos y flechas, revestidos
-de ladrillo o adobe, haciendo además cortaduras en las calles y
-aspillerando las casas. Otro tanto se practicó en la ciudad, tapiando
-los pisos bajos, atronerando los otros y abriendo comunicaciones por
-las paredes medianeras. Las quintas y edificios, los jardines y los
-árboles que en derredor del recinto quedaban aún en pie después<span
-class="pagenum" id="Page_266">p. 266</span> de los destrozos del primer
-sitio, se arrasaron para despejar los contornos. Todos los moradores a
-porfía y con afanado ahinco coadyuvaron a la pronta conclusión de los
-trabajos emprendidos.</p>
-
-<p>La artillería no era en general de grueso calibre. Había unas 60
-piezas de a 16 y 24, sacadas por la mayor parte del canal en donde los
-franceses las habían arrojado: apenas se hizo uso de los morteros por
-falta de bombas. Se reservaban en los almacenes provisiones suficientes
-para alimentar 15.000 hombres durante seis meses; cada vecino tenía un
-acopio particular para su casa, y los conventos muchas y considerables
-vituallas. En un principio no se contaba para la defensa sino con
-14 o 15.000 hombres: aumentáronse hasta 28.000 con los dispersos de
-Tudela que se incorporaron a la guarnición. Era segundo de Palafox
-Don Felipe Saint-March; mandaba la artillería el general Villalba, y
-los ingenieros el coronel Sangenís. Componíase la caballería de 1400
-hombres a las órdenes del general Butrón.</p>
-
-<div class="sidenote">Disposiciones<br/> de los franceses.</div>
-
-<p>Los franceses después de la batalla de Tudela también se preparaban
-por su parte a comenzar el sitio, reuniendo en Alagón las tropas y
-medios necesarios. El mariscal Moncey aguardaba allí con el tercer
-cuerpo la llegada del quinto que mandaba el mariscal Mortier,
-destinados ambos a aquel objeto, y ascendiendo sus fuerzas reunidas
-a 35.000 hombres, sin contar con seis compañías de artillería, ocho
-de zapadores y tres de minadores que se agregaron. Mandaba la primera
-el general Dedon, y los ingenieros el general<span class="pagenum"
-id="Page_267">p. 267</span> Lacoste. A todos y en jefe debía capitanear
-el mariscal Lannes, que por indisposición se detuvo algunos días en
-Tudela.</p>
-
-<div class="sidenote">Preséntanse<br/> delante<br/> de Zaragoza.</div>
-
-<p>Unidos en Alagón el 19 de diciembre los mencionados tercero y quinto
-cuerpo, presentáronse el 20 delante de Zaragoza, uno por la ribera
-derecha del Ebro, otro por la izquierda. Antes de formalizar el sitio
-pensó el mariscal Moncey general en jefe por ausencia de Lannes, en
-apoderarse del monte Torrero, que resguardaba con 5000 hombres Don
-Felipe Saint-March. <span class="sidenote">El mariscal<br/> Moncey<br/>
-se apodera del<br/> monte Torrero.</span> Para ello al amanecer del
-21 coronaron sus tropas las alturas que dominan aquel sitio, al
-mismo tiempo que distrayendo la atención por nuestra izquierda, se
-enseñorearon, por la derecha, del puente de la Muela y de la Casa
-Blanca. Desde allí flanquearon la batería de Buena Vista, en la que
-volándose un repuesto de granadas con una arrojada por los enemigos,
-causó desorden y obligó a los nuestros a abandonar el puesto. Entonces
-Saint-March descubierto por su derecha pegó fuego en Torrero al puente
-de América, y se replegó al reducto del Pilar, en donde repelidos
-los enemigos tuvieron que hacer alto. De mal pronóstico era para la
-defensa de Zaragoza la pérdida de Torrero: en el anterior sitio igual
-hecho había costado la vida al oficial Falcó: en el actual avínole
-bien a Saint-March para no ser perseguido la particular protección de
-Palafox.</p>
-
-<div class="sidenote">Son rechazados<br/> los franceses<br/> en el
-Arrabal.</div>
-
-<p>Compensose en algo este golpe con lo acaecido en el Arrabal el mismo
-día. Queriendo tomarle el general Gazan empezó por acometer a los
-suizos del ejército español que estaban en el camino de Villamayor:
-superior en número los<span class="pagenum" id="Page_268">p.
-268</span> obligó a retirarse a la torre del Arzobispo, en donde si
-bien se defendieron con el mayor valor, dándoles ejemplo su jefe Don
-Adriano Walker, quedaron allí los más muertos o prisioneros. Animados
-los franceses embistieron tres de las baterías del Arrabal, en cuyo
-paraje mandaba Don José Manso. Durante cinco horas persistieron en
-sus acometidas. Infructuosamente llegaron algunos hasta el pie de los
-cañones del Rastro y el Tejar. El coronel de artillería Don Manuel
-Velasco que dirigía los fuegos, cubriose aquel día de gloria por su
-acierto y bizarra serenidad. Mucho igualmente influyó con su presencia
-Don José de Palafox, que acudía adonde mayor peligro amagaba. El
-éxito fue muy feliz para los españoles, y el haber sido rechazado el
-enemigo, así en este como en otros puntos, comunicó aliento a los
-aragoneses, <span class="sidenote">Intimación<br/> a la plaza.<br/> (*
-Ap. n. <a href="#Ap_7-4" id="Ll_7-4">7-4</a>.)</span> y convenció al
-francés que tampoco en esta ocasión sería ganada de rebate la ciudad de
-Zaragoza. Por eso recurrió igualmente el mariscal Moncey a la vía de
-la negociación; mas Palafox desechó su propuesta con ánimo levantado y
-arrogante.[*]</p>
-
-<div class="sidenote">Bloqueo<br/> y ataques<br/> que preparan<br/> los
-franceses.</div>
-
-<p>Los franceses trataron entonces de establecer un riguroso bloqueo.
-Del lado del Arrabal el general Gazan inundó el terreno para impedir
-las salidas de los sitiados, los cuales el 25 al mando de Don Juan
-O’Neille desalojaron a los enemigos del soto de Mezquita, obligándolos
-a retirarse hasta las alturas de San Gregorio. Por la derecha del río
-propuso el general Lacoste tres ataques, uno contra la Aljafería, y los
-otros dos contra el puente de Huerva y convento de San José, punto que
-miraban los enemigos como más<span class="pagenum" id="Page_269">p.
-269</span> flaco por no haber detrás en el recinto de la plaza muro
-terraplenado. Empezaron a abrir la trinchera en la noche del 29 al 30
-de diciembre.</p>
-
-<div class="sidenote">Salida del<br/> general Butrón.</div>
-
-<p>Notando los españoles que avanzaban los trabajos de los sitiadores,
-se dispusieron el 31 a hacer una salida mandada por el brigadier Don
-Fernando Gómez de Butrón. Fingiose un ataque en todo lo largo de la
-línea, enderezándose nuestra gente a acometer la izquierda enemiga.
-Mas advertido Butrón de que por la llanura que se extiende delante de
-la Puerta de Sancho se adelantaba una columna francesa, prontamente
-revolvió sobre ella, y dándole una carga con la caballería la arrolló
-y cogió 200 prisioneros. Palafox para estimular a la demás tropa, y
-borrar la funesta impresión que pudieran causar las tristes noticias
-del resto de España, recompensó a los soldados de Butrón con el
-distintivo de una cruz encarnada.</p>
-
-<div class="sidenote">Reemplaza<br/> Junot a Moncey.</div>
-
-<p>El 1.º de enero reemplazó en el mando en jefe al mariscal Moncey
-el general Junot duque de Abrantes. En aquel día los sitiadores
-para adelantarse salieron de las paralelas de derecha y centro,
-perdiendo mucha gente, <span class="sidenote">Sale Mortier<br/> para
-Calatayud.</span> y el mariscal Mortier, disgustado del nombramiento
-de Junot, partió para Calatayud con la división del general Suchet, lo
-cual disminuyó momentáneamente las fuerzas de los franceses.</p>
-
-<div class="sidenote">Empieza<br/> el bombardeo.<br/> Ataques
-contra<br/> San José y<br/> reducto del Pilar.</div>
-
-<p>Estos habiendo establecido el 9 ocho baterías, empezaron en la
-mañana del 10 el bombardeo, y a batir en brecha el reducto del Pilar
-y el convento de San José, que aunque bien defendido por Don Mariano
-Renovales, no podía resistir largo tiempo. Era edificio antiguo,
-con<span class="pagenum" id="Page_270">p. 270</span> paredes de poco
-espesor, y que desplomándose, en vez de cubrir dañaban con su caída
-a los defensores. Hiciéronse sin embargo notables esfuerzos, <span
-class="sidenote">Manuela Sancho.</span> sobresaliendo en bizarría una
-mujer llamada Manuela Sancho, de edad de veinticuatro años, natural de
-Plenas en la serranía. El 11 dieron los franceses el asalto, teniendo
-que emplear en su toma las mismas precauciones que para una obra de
-primer orden.</p>
-
-<p>Alojados en aquel convento fueron dueños de la hondonada de Huerva,
-pero no podían avanzar al recinto de la plaza sin enseñorearse del
-reducto del Pilar, cuyos fuegos los incomodaban por su izquierda. El 11
-también este punto había sido atacado con empeño, sin que los franceses
-alcanzasen su objeto. Mandaba Don Domingo Larripa, y se señaló con sus
-acertadas providencias, así como el oficial de ingenieros Don Marcos
-Simonó, y el comandante de la batería Don Francisco Betbezé. Por la
-noche hicieron los nuestros una salida que difundió el terror en el
-campo enemigo, hasta que su ejército vuelto en sí y puesto sobre las
-armas obligó a la retirada. Arrasado el 15 el reducto, quedando solo
-escombros y muertos los más de los oficiales que le defendían, fue
-abandonado entre ocho y nueve de la noche, volando al mismo tiempo el
-puente de Huerva, en que se apoyaba su gola.</p>
-
-<div class="sidenote">Resolución<br/> de los moradores.</div>
-
-<p>Entre este y el Ebro del lado de San José no restaba ya a Zaragoza
-otra defensa sino su débil recinto y las paredes de sus casas; pero
-habitadas estas por hombres resueltos a pelear de muerte, allí empezó
-la resistencia más vigorosa, más tenaz y sangrienta.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_271">p. 271</span></p>
-
-<div class="sidenote">Enfermedades<br/> y contagio.</div>
-
-<p>De la determinación de defender las casas nació la necesidad de
-abandonarlas, y de que se agolpase parte de la población a los barrios
-más lejanos del ataque, con lo cual crecieron en ellos los apuros y
-angustias. El bombardeo era espantoso desde el 10, y para guarecerse
-de él, amontonándose las familias en los sótanos, inficionaban el
-aire con el aliento de tantos, con la falta de ventilación, y el
-continuado arder de luces y leña. De ello provinieron enfermedades
-que a poco se transformaron en horroroso contagio. Contribuyeron a su
-propagación los malos y no renovados alimentos, la zozobra, el temor,
-la no interrumpida agitación, las dolorosas nuevas de la muerte del
-padre, del esposo, del amigo; trabajos que a cada paso martillaban el
-corazón.</p>
-
-<p>Los franceses continuaron sus obras concluyendo el 21 la tercera
-paralela de la derecha, y entonces fijaron el emplazamiento de
-contrabaterías y baterías de brecha del recinto de la plaza. Procuraban
-los españoles por su parte molestar al enemigo con salidas, y
-ejecutando acciones arrojadas, largas de referir.</p>
-
-<div class="sidenote">Temores<br/> de los franceses.</div>
-
-<p>No solo padecían los franceses con el daño que de dentro de Zaragoza
-se les hacía, sino que también andaban alterados con el temor de que de
-fuera los atacasen cuadrillas numerosas: y se confirmaron en ello con
-lo acaecido en Alcañiz. Por aquella parte y camino de Tortosa habían
-destacado para acopiar víveres al general Wathier con 600 caballos y
-1200 infantes. <span class="sidenote">Gente<br/> que perdieron<br/>
-en Alcañiz.</span> En su ruta fue este molestado por los paisanos
-y algunos soldados sueltos, en términos que deseoso de destruirlos
-los acosó hasta Alcañiz, en cuyas calles<span class="pagenum"
-id="Page_272">p. 272</span> los perseguidos y los moradores
-defendiéronse con tal denuedo que para enseñorearse de la población
-perdieron los franceses más de 400 hombres.</p>
-
-<p>Acrecentose su desasosiego con las voces esparcidas de que el
-marqués de Lazán y Don Francisco Palafox venían al socorro de Zaragoza;
-voces entonces falsas, pues Lazán estaba lejos en Cataluña, y su
-hermano Don Francisco, si bien había pasado a Cuenca a implorar la
-ayuda del duque del Infantado, no le fue a este lícito condescender con
-lo que pedía. Daba ocasión al engaño una corta división de 4 a 5000
-hombres que Don Felipe Perena, saliendo de Zaragoza, reunió fuera de
-sus muros, y la cual, ocupando a Villafranca, Leciñena y Zuera, recorría
-la comarca.</p>
-
-<p>Por escasas que fuesen semejantes fuerzas instaba a los franceses
-destruirlas: cuando no, podían servir de núcleo a la organización
-de otras mayores. <span class="sidenote">Llegada del<br/> mariscal
-Lannes.</span> Favoreció a su intento la llegada el 22 de enero
-del mariscal Lannes. Restablecido de su indisposición acudía este
-a tomar el mando supremo del tercero y quinto cuerpo, que mandados
-separadamente por jefes entre sí desavenidos, no concurrían a la
-formación del sitio con la debida unión y celeridad. Puesto ahora
-el poder en una sola mano notáronse luego sus efectos. <span
-class="sidenote">Llama a Mortier.</span> Por de pronto ordenó Lannes
-al mariscal Mortier que de Calatayud volviese con la división del
-general Suchet, y que con ella, y el apoyo de la de Gazan que bloqueaba
-el Arrabal, <span class="sidenote">Dispersa este<br/> a Perena.</span>
-marchase al encuentro de la gente de Perena, que los franceses creían
-ser Don Francisco de<span class="pagenum" id="Page_273">p. 273</span>
-Palafox. Aquel oficial dejando hacia Zuera alguna fuerza, replegose con
-el resto desde Perdiguera, donde estaba, a nuestra Señora de Magallón.
-Gente la suya nueva y allegadiza, ahuyentáronla fácilmente los franceses
-de las cercanías de Zaragoza, y pudieron continuar el sitio sin
-molestia ni diversión de afuera.</p>
-
-<p>Redoblando pues su furia contra la ciudad abrieron espaciosa
-brecha en su recinto, y ya no les quedaba sino pasar el Huerva para
-intentar el asalto. Construyeron dos puentes, y en la orilla izquierda
-dos plazas de armas donde se reuniese la gente necesaria al efecto.
-Los nuestros, sin dejar de defender algunos puntos aislados que
-les quedaban fuera, perfeccionaban también sus atrincheramientos
-interiores.</p>
-
-<div class="sidenote">Asalto<br/> de los franceses<br/> al recinto<br/>
-de la ciudad.</div>
-
-<p>El 27 determinaron los enemigos dar el asalto. Dos brechas
-practicables se les ofrecían, una enfrente del convento de San José,
-y otra más a la derecha cerca de un molino de aceite que ocupaban. En
-el ataque del centro habían también abierto una brecha en el convento
-de Santa Engracia, y por ella y las otras dos corrieron al asalto
-en aquel día a las doce de la mañana. La campana de la torre nueva
-avisó a los sitiados del peligro. Todos a su tañido se atropellaron
-a las brechas. Por la del molino embistieron los franceses, y se
-encaramaron sin que los detuvieran dos hornillos a que se prendió
-fuego; mas un atrincheramiento interior y una granizada de balas,
-metralla y granadas, los forzaron a retirarse, limitándose a coronar
-con dificultad lo alto de la brecha por medio de un alojamiento.
-Enfrente de San José, rechazados repetidas<span class="pagenum"
-id="Page_274">p. 274</span> veces, consiguieron al fin meterse desde
-la brecha en una casa contigua, y hubieran pasado adelante a no
-haberlos contenido la intrepidez de los sitiados. El ataque contra
-Santa Engracia, si bien al principio ventajoso al enemigo, saliole
-después más caro que los otros. Tomaron en efecto sus soldados aquel
-monasterio, enseñoreáronse del convento inmediato de las Descalzas,
-y enfilando desde él la larga cortina que iba de Santa Engracia al
-puente de Huerva obligaron a los españoles a abandonarla. Alentados los
-franceses con la victoria se extendieron hasta la Puerta del Carmen,
-y llevados de igual ardor los que de ellos guardaban la paralela del
-centro, acometieron por la izquierda, se hicieron dueños del convento
-de Trinitarios descalzos, y ya avanzaban a la Misericordia cuando se
-vieron abrasados con el fuego de dos cañones, y el daño que recibían
-de calles y casas. Los nuestros persiguiéndolos hicieron una salida,
-y hasta se metieron en el convento de trinitarios, que fuera otra
-vez suyo sin el pronto socorro que trajo a los contrarios el general
-Morlot. Murieron de los franceses 800 hombres, en cuyo número se
-contaron varios oficiales de ingenieros.</p>
-
-<div class="sidenote">Muerte<br/> de Sangenís.</div>
-
-<p>Pero de esta clase tuvieron los españoles que llorar al siguiente
-día la dolorosa pérdida del comandante Don Antonio Sangenís, que
-fue muerto en la batería llamada Palafox al tiempo que desde ella
-observaba los movimientos del enemigo. Tenía cuarenta y tres años
-de edad, y amábanle todos por ser oficial valiente, experimentado y
-entendido. Y aunque de condición afable, era tal su entereza que desde
-el primer<span class="pagenum" id="Page_275">p. 275</span> sitio había
-dicho: «no se me llame a consejo si se trata de capitular, porque nunca
-será mi opinión que no podamos defendernos.»</p>
-
-<div class="sidenote">Estragos<br/> de bombardeo<br/> y epidemia.</div>
-
-<p>El bombardeo mientras tanto continuaba sus estragos, siendo mayores
-los de la epidemia, de que ya morían 350 personas por día, y los hubo
-en que fallecieron 500. Faltaban los medicamentos, estaban henchidos
-de enfermos los hospitales, costaba una gallina cinco pesos fuertes,
-carecíase de carne y de casi toda legumbre. Ni había tiempo ni
-espacio para sepultar los muertos, cuyos cadáveres hacinados delante
-de las iglesias, esparcidos a veces y desgarrados por las bombas,
-ofrecían a la vista espantoso y lamentable espectáculo. Confiado
-el mariscal Lannes de que en tal aprieto se darían a partido los
-españoles, sobre todo si eran noticiosos de lo que en otras partes
-ocurría, <span class="sidenote">Intimación<br/> de Lannes.<br/> Dicho
-de Palafox.</span> envió un parlamento comunicando los desastres de
-nuestros ejércitos y la retirada de los ingleses. Mas en balde: los
-zaragozanos nada escucharon; en vez de amilanarse crecía su valor al
-par de los apuros. Su caudillo, firme como ellos, repetía: «defenderé
-hasta la última tapia.»</p>
-
-<div class="sidenote">Resistencia<br/> en casas<br/> y edificios.</div>
-
-<p>Los franceses entonces yendo adelante en sus embestidas, inútilmente
-quisieron el 28 y 29 apoderarse por su derecha de los conventos de
-San Agustín y Santa Mónica. Tampoco pudieron vencer el obstáculo de
-una casa intermedia que les quedaba para penetrar en la calle de la
-Puerta quemada. Lo mismo les sucedió con una manzana contigua a Santa
-Engracia, empezando entonces a disputarse con encarnizamiento la
-posesión de cada casa, y de cada piso, y de cada cuarto.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_276">p. 276</span></p>
-
-<div class="sidenote">Minas<br/> de los franceses.</div>
-
-<p>Siendo muy mortífero para los franceses este desconocido linaje de
-defensa, resolvieron no acometer a pecho descubierto, y emprendieron
-por medio de minas una guerra terrible y escondida. Aunque en ella les
-daban su saber y recursos grandes ventajas, no por eso se abatieron
-los sitiados; y sosteniéndose entre las ruinas y derribos que causaban
-las minas enemigas, no solo procuraban conservar aquellos escombros,
-sino que también querían recuperar los perdidos. Intentáronlo aunque en
-vano con el convento de Trinitarios descalzos. La lid fue porfiada y
-sangrienta; quedó herido el general francés Rostollant y muertos muchos
-de sus oficiales. Nuestros paisanos y soldados abalanzábanse al peligro
-como fieras. <span class="sidenote">Patriotismo<br/> y fervor<br/> de
-algunos<br/> eclesiásticos.</span> Y sacerdotes piadosos y atrevidos
-no cesaban de animarlos con sus lenguas y dar consuelos religiosos a
-los que caían heridos de muerte, siendo a veces ellos mismos víctima
-de su fervor. Augusto entonces y grandioso ministerio, que al paso que
-desempeñaba sus propias y sagradas obligaciones, cumplía también con
-las que en tales casos y sin excepción exige la patria de sus hijos.</p>
-
-<p>A fuerza de empeño y trabajos, y valiéndose siempre de sus
-minas, se apoderaron los franceses el 1.º de febrero de San Agustín
-y Santa Mónica, y esperaron penetrar hasta el Coso por la calle
-de la Puerta quemada; empresa la última que se les malogró con
-pérdida de 200 hombres. Dolorosa fue también para ellos la toma en
-aquel día de algunas casas en la calle de Santa Engracia, <span
-class="sidenote">Muerte del<br/> general Lacoste.</span> cayendo
-atravesado de una bala por las sienes el general Lacoste, célebre<span
-class="pagenum" id="Page_277">p. 277</span> ya en otros nombrados
-sitios. Sucediole Mr. Rogniat, herido igualmente en el siguiente
-día.</p>
-
-<div class="sidenote">Murmuraciones<br/> del ejército<br/>
-francés.</div>
-
-<p>Aunque despacio, y por decirlo así, a palmos, avanzaba el enemigo
-por los tres puntos principales de su ataque que acabamos de mencionar.
-Mas como le costaba tanta sangre, excitáronse murmuraciones y quejas
-en su ejército, las cuales estimularon al mariscal Lannes a avivar la
-conclusión de tan fatal sitio, acometiendo el Arrabal.</p>
-
-<div class="sidenote">Embestida<br/> del Arrabal.</div>
-
-<p>Seguía en aquella parte el general Gazan, habiéndose limitado hasta
-entonces a conservar riguroso bloqueo. Ahora según lo dispuesto por
-Lannes, emprendió los trabajos de sitio. El 7 de febrero embistieron
-ya sus soldados el convento de Franciscanos de Jesús a la derecha
-del camino de Barcelona. Tomáronle después de tres horas de fuego,
-arrojando de dentro a 200 hombres que le guarnecían; y no pudiendo
-ir más adelante por la resistencia que los nuestros les opusieron,
-paráronse allí y se atrincheraron.</p>
-
-<div class="sidenote">Los progresos<br/> del enemigo<br/> en la
-ciudad.</div>
-
-<p>Trató Lannes al mismo tiempo de que se diesen la mano con este
-ataque los de la ciudad, y puso su particular conato en que el de la
-derecha de San José se extendiese por la universidad y Puerta del Sol
-hasta salir al pretil del río. Tampoco descuidó el del centro, en
-donde los sitiados defendieron con tal tenacidad unas barracas que
-había junto a las ruinas del hospital, que según la expresión de uno
-de los jefes enemigos «era menester matarlos para vencerlos». Allí
-el sitiador, ayudado de los sótanos del hospital, atravesó la calle
-de Santa Engracia<span class="pagenum" id="Page_278">p. 278</span>
-por medio de una galería, y con la explosión de un hornillo se hizo
-dueño del convento de San Francisco: hasta que subiendo por la noche
-al campanario el coronel español Fleury acompañado de paisanos,
-agujerearon juntos la bóveda y causaron tal daño a los franceses desde
-aquella altura, que huyeron estos recobrando después a duras penas el
-terreno perdido.</p>
-
-<div class="sidenote">Nuevas<br/> murmuraciones<br/> del ejército<br/>
-francés.</div>
-
-<p>Los combates de todos lados eran continuos, y aunque los sostenían
-por nuestra parte hombres flacos y macilentos, ensañábanse tanto, que
-creciendo las quejas del soldado enemigo, exclamaba: «que se aguardasen
-refuerzos, si no se quería que aquellas malhadadas ruinas fuesen su
-sepulcro.»</p>
-
-<div class="sidenote">Toma del Arrabal.</div>
-
-<p>Urgía pues a Lannes acabar sitio tan extraño y porfiado. El 18 de
-febrero volvió a seguirse el ataque del Arrabal; y con horroroso fuego,
-al paso que de un lado se derribaban frágiles casas, flanqueábase del
-otro el puente del Ebro para estorbar todo socorro, pereciendo al
-querer intentarlo el barón de Versages. A las dos de la tarde abierta
-brecha, penetraron los franceses en el convento de mercenarios llamado
-de San Lázaro. Fundación del rey don Jaime el Conquistador y edificio
-grandioso, fue defendido con el mayor valor; y en su escalera, de
-construcción magnífica, anduvo la lucha muy reñida: perecieron casi
-todos los que le guarnecían. Ocupado el convento por los franceses,
-quedó a los demás soldados del Arrabal cortada la retirada. Imposible
-fue, excepto a unos cuantos, repasar el puente, siendo tan tremendo
-el fuego del enemigo que no parecía sino que a manera de las<span
-class="pagenum" id="Page_279">p. 279</span> del Janto, se habían
-incendiado las aguas del Ebro. En tamaño aprieto echaron los más de
-los nuestros por la orilla del río, capitaneándolos el comandante de
-Guardias españolas Manso; pero perseguidos por la caballería francesa,
-enfermos, fatigados y sin municiones, tuvieron que rendirse. Con el
-Arrabal perdieron los españoles entre muertos, heridos y prisioneros
-2000 hombres.</p>
-
-<div class="sidenote">Furioso ataque<br/> que los franceses<br/>
-preparan.</div>
-
-<p>Dueños así los franceses de la orilla izquierda del Ebro, colocaron
-en batería 50 piezas, con cuyo fuego empezaron a arruinar las casas
-situadas al otro lado en el pretil del río. Ganaban también terreno
-dentro de la ciudad, extendiéndose por la derecha del Coso; y ocupado
-el convento de Trinitarios calzados se adelantaron a la calle del
-Sepulcro, procurando de este modo concertar diversos ataques. En tal
-estado, meditando dar un golpe decisivo, habían formado seis galerías
-de mina que atravesaban el Coso, y cargando cada uno de los hornillos
-con 3000 libras de pólvora, confiaban en que su explosión causando
-terrible espanto en los zaragozanos los obligaría a rendirse.</p>
-
-<div class="sidenote">Deplorable estado<br/> de la ciudad.</div>
-
-<p>No necesitaron los franceses acudir a medio tan violento. Menos
-eran de 4000 los hombres que en la ciudad podían sustentar las armas,
-14.000 estaban postrados en cama, muchos convalecientes y los demás
-habían perecido al rigor de la epidemia y de la guerra. Desvanecíanse
-las esperanzas de socorro; <span class="sidenote">Enfermedad<br/> de
-Palafox.</span> y el mismo general Don José de Palafox, acometido de la
-enfermedad reinante, tuvo que transmitir sus facultades a una junta que
-se instaló en la noche del 18 al<span class="pagenum" id="Page_280">p.
-280</span> 19 de febrero. Componíase esta de 34 individuos, siendo
-su presidente Don Pedro María Ric, regente de la audiencia. Rodeada
-de dificultades convocó la nueva autoridad a los principales jefes
-militares, quienes trazando un tristísimo cuadro de los medios que
-quedaban de defensa, inclinaron los ánimos a capitular. Discutiose no
-obstante largamente la materia; mas pasando a votación, hubo de los
-vocales 26 que estuvieron por la rendición, y solo ocho, entre ellos
-Ric, se mantuvieron firmes en la negativa. En virtud de la decisión
-de la mayoría, enviose al cuartel general enemigo un parlamento, a
-nombre de Palafox, aceptando con alguna variación las ofertas que el
-mariscal Lannes había hecho días antes: pero este por tardía desechó
-con indignación la propuesta.</p>
-
-<div class="sidenote">Propone la junta<br/> capitular.</div>
-
-<p>La junta entonces pidió por sí misma suspensión de hostilidades.
-Aceptó el mariscal francés con expresa condición de que dentro
-de dos horas se le presentasen sus comisionados a tratar de la
-capitulación. En el pueblo y entre los militares había un partido
-numeroso que reciamente se oponía a ella, por lo cual hubo de usarse de
-precauciones.</p>
-
-<div class="sidenote">Conferencia<br/> con Lannes.</div>
-
-<p>Fue nombrado para ir al cuartel general francés Don Pedro María
-Ric con otros vocales. Recibiolos aquel mariscal con desdén y aun
-desprecio, censurando agriamente y con irritación la conducta de la
-ciudad, por no haber escuchado primero sus proposiciones. Amansado
-algún tanto con prudentes palabras de los comisionados, añadió
-Lannes, «respetaranse las mujeres y los niños, con lo que queda el
-asunto<span class="pagenum" id="Page_281">p. 281</span> concluido.»
-«Ni aun empezado, replicó prontamente mas con serenidad y firmeza Don
-Pedro Ric, eso sería entregarnos sin condición a merced del enemigo, y
-en tal caso continuará Zaragoza defendiéndose, pues aún tiene armas,
-municiones, y sobre todo puños.»</p>
-
-<div class="sidenote">Capitulación.</div>
-
-<p>No queriendo sin duda el mariscal Lannes compeler a despecho ánimos
-tan altivos, reportose aun más, y comenzó a dictar la capitulación.
-En vano se esforzó Don Pedro Ric por alterar alguna de sus cláusulas
-o introducir otras nuevas. Fueron desatendidas las más de sus
-reclamaciones. Sin embargo instando para que por un artículo expreso se
-permitiese a Don José de Palafox ir a donde tuviese por conveniente,
-<span class="sidenote">Palabra<br/> que da Lannes.</span> replicó
-Lannes que nunca un individuo podía ser objeto de una capitulación;
-pero añadió que empeñaba su palabra de honor de dejar a aquel
-general entera libertad, así como a todo el que quisiese salir de
-Zaragoza. Estos pormenores, que es necesario no echar en olvido,
-han sido publicados en una relación impresa por el mismo Don Pedro
-María Ric, de cuya boca también nosotros se los hemos oído repetidas
-veces, mereciendo su dicho entera fe, como de magistrado veraz y
-respetable.</p>
-
-<div class="sidenote">Firma la junta<br/> la capitulación.</div>
-
-<p>La junta admitió y firmó el 20 la capitulación, airándose
-Lannes de que pidiese nuevas aclaraciones; mas de nada sirvió ni
-aun lo estipulado. <span class="sidenote">Quebrántase<br/> por los
-franceses<br/> horrorosamente.</span> En aquella misma noche la
-soldadesca francesa saqueó y robó; y si bien pudieran atribuirse
-tales excesos a la dificultad de contener al soldado después de tan
-penoso sitio, no admite igual excusa el quebrantamiento de otros<span
-class="pagenum" id="Page_282">p. 282</span> artículos, ni la falta de
-cumplimiento de la palabra empeñada de dejar ir libre a Don José de
-Palafox. <span class="sidenote">Maltrato<br/> dado a Palafox.</span>
-Moribundo sacáronle de Zaragoza, a donde tuvieron que volverle por el
-estado de postración en que se hallaba. Apenas restablecido lleváronle
-a Francia, y encerrado en Vincennes padeció hasta en 1814 durísimo
-cautiverio.</p>
-
-<div class="sidenote">Muerte<br/> de prisioneros,<br/> de Boggiero<br/>
-y Sas.</div>
-
-<p>Fueron aun más allá los enemigos en sus demasías y crueldades.
-Despojaron a muchos prisioneros, mataron a otros y maltrataron a casi
-todos. Tres días después de la capitulación, a la una de la noche,
-llamaron de un cuarto inmediato al de Palafox, donde siempre dormía,
-a su antiguo maestro el padre Don Basilio Boggiero, y al salir se
-encontró con el alcalde mayor Solanilla, un capitán francés y un
-destacamento de granaderos que le sacaron fuera sin decirle a dónde le
-llevaban. Tomaron al paso al capellán Don Santiago Sas, que se había
-distinguido en el segundo sitio tanto como en el anterior, despidieron
-a Solanilla, y solos los franceses marcharon con los dos presos
-al puente de Piedra. Allí matáronlos a bayonetazos, arrojando sus
-cadáveres al río. Hirieron primero a Sas, y no se oyó de su boca como
-tampoco de la de Boggiero otra voz que la de animarse recíprocamente a
-muerte tan bárbara e impensada. Contolo así después y repetidas veces
-el capitán francés encargado de su ejecución, añadiendo que el mariscal
-Lannes le había ordenado los matase sin hacer ruido. ¡Atrocidad
-inaudita! A tal punto el vencedor atropelló en Zaragoza las leyes de la
-guerra y los derechos sagrados de la humanidad.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_283">p. 283</span></p>
-
-<p>La capitulación se publicó en la Gaceta de Madrid de 28 de
-febrero,[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_7-5"
-id="Ll_7-5">7-5</a>.)</span> nunca en los papeles franceses, sin duda
-para que se creyese que se había entregado Zaragoza a merced del
-conquistador, y disculpar así los excesos: como si con capitulación o
-sin ella pudieran permitirse muchos de los que se cometieron.</p>
-
-<div class="sidenote">Entrada<br/> de Lannes<br/> en Zaragoza.</div>
-
-<p>Fue nombrado el general Laval gobernador de Zaragoza. Hizo el 5
-de marzo su entrada solemne Lannes, recibiéndole en la iglesia de
-nuestra Señora del Pilar <span class="sidenote">P. Santander.</span>
-el padre Santander, obispo auxiliar, que ausente en los dos sitios
-volvió a Zaragoza a celebrar el triunfo de los enemigos de su patria.
-<span class="sidenote">(* Véase<br/> Ap. n. <a href="#Ap_7-6"
-id="Ll_7-6">7-6</a>.)<br/><br/> Junot sucede<br/> otra vez<br/> a
-Lannes.</span> Del joyero de aquel templo se sacaron las más preciosas
-alhajas, pasando a manos de los principales jefes franceses bajo el
-nombre de regalos que hacía la junta.[*] El mariscal Lannes permaneció
-en Zaragoza hasta el 14 de marzo que partió a Francia sucediéndole por
-entonces en el mando el general Junot, duque de Abrantes.</p>
-
-<p>Duró el sitio de Zaragoza 62 días; y sin la epidemia, principal
-ayudadora de los franceses, muchos esfuerzos y tiempo hubieran
-todavía empleado estos en la conquista. Al capitular solo era suya
-una cuarta parte de la ciudad, el Arrabal y 13 iglesias o conventos,
-<span class="sidenote">Pérdidas de unos<br/> y de otros.<br/> (*
-Ap. n. <a href="#Ap_7-7" id="Ll_7-7">7-7</a>.)</span> y sin embargo
-su posesión les había costado tanto trabajo y la pérdida de más
-de 8000 hombres. Murieron de los españoles en ambos sitios 53.873
-personas;[*] el mayor número en el último y de la epidemia. <span
-class="sidenote">Ruinas<br/> de edificios<br/> y bibliotecas.</span>
-Fueron destruidos con las bombas los más de los edificios. La
-biblioteca de la universidad, formada con la antigua de los jesuitas
-y enriquecida<span class="pagenum" id="Page_284">p. 284</span>
-con varias dádivas, entre ellas una del ilustre aragonés Don Ramón
-de Pignatelli, se voló con una mina. Pereció también al final del
-sitio la del convenio de dominicos de San Ildefonso, fundada por el
-marqués de la Compuesta secretario de gracia y justicia de Felipe V,
-en la que había, sin los impresos, más de 2000 curiosos manuscritos.
-Tan destructora y enemiga de las letras es la guerra, aun hecha por
-naciones cultas.</p>
-
-<div class="sidenote">Juicio<br/> sobre este sitio.</div>
-
-<p>Muchos han dudado de si fue o no conveniente defender a Zaragoza;
-desaprobando otros con más razón el que se hubiesen encerrado tantas
-tropas en su recinto. Debiérase ciertamente haber acudido al remedio
-de semejante embarazo, sacando de allí las que se recogieron después
-de la rota de Tudela o cualesquiera otras: con tal que se hubiera
-limitado su número a los 14 o 15.000 hombres que antes había, y los
-cuales unidos al entusiasmado vecindario bastaban para escarmentar de
-nuevo al enemigo y detenerle largo tiempo delante de sus muros. Mas por
-lo que toca a la determinación de defender la ciudad, nos parece que
-fue acertada y provechosa. Los laureles adquiridos en el primer sitio
-habían dado al nombre de Zaragoza tan mágico influjo, que su pronta y
-fácil entrega hubiera causado desmayo en toda la nación. De otra parte
-su resistencia no solo impidió la ocupación de algunas provincias,
-deteniendo el ímpetu de huestes formidables, sino que también aquellos
-mismos hombres que tan bravos e impávidos se mostraban guarecidos
-de las tapias y las casas, no hubieran, inexpertos y en campo raso,
-podido<span class="pagenum" id="Page_285">p. 285</span> sostenerse
-contra la práctica y disciplina de los franceses, mayormente cuando la
-impaciencia pública forzaba a aventurar imprudentes batallas.</p>
-
-<p>Por varios y encontrados que en este punto hayan sido los
-dictámenes, nunca discordaron ni discordarán en calificar
-de gloriosísima y extraordinaria la defensa de Zaragoza. El
-general francés Rogniat, testigo de vista, nos dice con loable
-imparcialidad:[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_7-8"
-id="Ll_7-8">7-8</a>.)</span> «La alteza de ánimo que mostraron aquellos
-moradores, fue uno de los más admirables espectáculos que ofrecen los
-anales de las naciones después de los sitios de Sagunto y Numancia.»
-Fuelo en efecto tanto, que en 1814 citose ya su ejemplo a los pueblos
-de Francia, como digno de imitarse, por aquel mismo Napoleón que antes
-hubiera querido borrarle de la memoria de los hombres.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter">
- <p><span class="pagenum" id="Page_287">p. 287</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img style="width: 26em; height: auto;"
- src="images/doble_filete.jpg"
- alt="Filete ornamental"/>
- </div>
- <p class="centra fs200 lh200 negr mt1">RESUMEN</p>
- <p class="centra smaller lh200">DEL</p>
- <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO OCTAVO.</p>
- <div class="figcenter mt05">
- <img style="width: 8em; height: auto;"
- src="images/separa2.jpg"
- alt="Motivo ornamental"/>
- </div>
-</div>
-
-<p class="resum"><span class="prim"><span
-class="gran">J</span>osé</span> en Madrid. — Felicitaciones. — Sus
-providencias. — Comisarios regios. — Tropa española. — Junta criminal.
-— Comisarios de hacienda. — Opinión acerca de José. — Junta central
-en Sevilla. — Declaración unánime en favor de la causa peninsular de
-las provincias de América y Asia. — Auxilios que envían. — Decreto
-de la central sobre América de 22 de enero. — Nuevo reglamento para
-las juntas provinciales de España. — Tratado con Inglaterra de 9 de
-enero. — Subsidios de Inglaterra. — Tribunal de seguridad pública. —
-Centrales enviados a las provincias. — Marqués de Villel en Cádiz. —
-Los ingleses quieren ocupar la plaza. — Altercados que hubo en ello.
-— Alboroto en Cádiz. — Conducta extraña de Villel. — Riesgo que corre
-su<span class="pagenum" id="Page_288">p. 288</span> persona. — Matan
-a Heredia. — Sosiégase el alboroto. — Ejércitos. — El de la Mancha.
-— Ataque de Mora. — Alburquerque y Cartaojal. — Pasa Alburquerque
-al ejército de Cuesta. — Avanza Cartaojal y se retira. — Acción de
-Ciudad Real. — Ejército de Extremadura. — Avanza a Almaraz. — Córtase
-el puente. — Pasan los franceses el Tajo. — Retíranse los nuestros. —
-Ventajas conseguidas por los españoles. — Únese Alburquerque a Cuesta.
-— Batalla de Medellín. — Sus resultas. — Determinación de la central.
-— Venegas sucede a Cartaojal. — Reflexiones. — Comisión de Sotelo. —
-Respuesta de la central. — Cartas de Sebastiani a Jovellanos y otros.
-— Cartas de Sebastiani al señor Jovellanos. — Contestación del señor
-Jovellanos. — Guerra de Austria. — Cataluña. — Alboroto de Lérida. —
-Reding en Tarragona. — Plan prudente de Martí. — Varíase. — Situación
-del ejército español. — Le atacan los franceses. — Entran en Igualada.
-— Movimientos de Saint-Cyr y Reding. — Batalla de Valls. — Entran los
-franceses en Reus. — Esperanzas de Saint-Cyr. — Salen vanas. — Guerra
-de somatenes. — Dificultad de las comunicaciones. — Retírase Saint-Cyr
-de las cercanías de Tarragona. — Pasa por Barcelona. — Estado de la
-ciudad. — Niéganse las autoridades civiles a prestar juramento. —
-Prenden a muchos y los llevan a Francia. — Pasa Saint-Cyr a Vic. —
-Muerte de Reding. — Sucede Coupigny. — Paisanos del Vallés. — Principio
-de las partidas en todo el reino. — Decreto de la central. — Porlier.
-— Don Juan Echávarri. — El Empecinado. — Ciudad Rodrigo y Wilson.
-— Asturias. — <span class="pagenum" id="Page_289">p. 289</span>La
-junta. — Ballesteros. — Sus operaciones en Colombres. — Armamento de
-la provincia. — Worster. — Entran los asturianos en Ribadeo. — Y en
-Mondoñedo. — Sorprenden y dispersan los franceses a Worster. — Romana.
-— Su ejército. — Empieza el levantamiento de Galicia. — Mariscal Soult.
-— Trata de invadir a Portugal. — Inútil tentativa para atravesar el
-Miño. — Toma Soult hacia Orense. — Insurrección. — Los abades de Couto
-y Valladares. — El paisanaje molesta a los franceses en su marcha. —
-Soult y Romana. — Intimación a este. — Es desbaratada la retaguardia
-española. — Ataca a Villafranca. — Se apodera de la guarnición. — Llega
-Romana a Oviedo. — Altercado con la junta. — Invade Ney a Asturias. —
-Kellermann. — Romana se embarca en Gijón. — Saquean los franceses a
-Oviedo. — Sale Ney de Asturias. — Mahy amenaza a Lugo. — Desbarata al
-general Fournier. — Pone cerco a la ciudad. — Crece la insurrección
-de Galicia. — Barrio. — Junta de Lobera. — Sitia a Vigo el abad de
-Valladares. — Limia. — Tenreiro y el portugués Almeida. — Morillo. —
-Gogo. — Ríndese Vigo a los españoles. — Bloqueo de Tuy. — Le alzan. —
-Y evacuan la ciudad los franceses. — Se crea y aumenta la división del
-Miño. — Mándala Don Martín de la Carrera. — Desbarata a los franceses
-en el campo de la Estrella. — Campaña de Soult en Portugal. — Entran
-los franceses en Chaves. — En Braga. — Asoman a Oporto. — Estado de
-la ciudad. — Éntranla los franceses. — Gran matanza. — Conducta del
-mariscal Soult. — Pídenle sea rey. — Silveira recobra a Chaves. —
-Coronel<span class="pagenum" id="Page_290">p. 290</span> Trant. —
-Regencia de Portugal. — Cradock y los ingleses. — Beresford manda a
-los portugueses. — Refuérzase el ejército inglés. — Sir A. Wellesley
-nombrado general en jefe. — Sus providencias. — Avanza a Coimbra. —
-Situación de los franceses. — Sociedad secreta de los filadelfos. —
-Plan de Wellesley. — Se apoderan los ingleses de Oporto. — Apuros de
-Soult. — Pasa la frontera. — Llega a Lugo. — Levanta Mahy el cerco.
-— Encuéntrase con Romana en Mondoñedo. — Marcha atrevida de los
-españoles. — Descontento del soldado con Romana. — Ney y Soult en Lugo.
-— Conciértanse para destruir el ejército español. — Conde de Noroña 2.º
-comandante de Galicia. — Acción del Puente de Sampayo. — Soult trata
-de pasar a Castilla. — Paisanos del Sil. — Quema de varios pueblos.
-— Romana en Celanova. — Soult en la Puebla de Sanabria. — General
-Franceschi cogido por el Capuchino. — Situación de Ney. — Mazarredo. —
-Bazán. — Evacúa Ney a Galicia. — Entra Noroña en la Coruña. — Worster y
-Bárcena. — Ballesteros pasa a Castilla y a las montañas de Santander. —
-Ocupa a Santander. — Echanle los franceses y se embarca. — Intrepidez
-de Porlier. — Marcha admirable del batallón de la Princesa. — Romana
-en la Coruña. — Sus providencias y negligencia. — Sale a Castilla.
-— Nombra a Mahy para Asturias. — Nombra a Ballesteros para mandar
-10.000 hombres. — Sucédele después en el mando del ejército el duque
-del Parque. — Fin de este libro. — Parangón de la guerra de Austria y
-España. — Previsión notable de Pitt.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter" id="Ch8">
- <p><span class="pagenum" id="Page_291">p. 291</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img style="width: 26em; height: auto;"
- src="images/doble_filete.jpg"
- alt="Filete ornamental"/>
- </div>
- <p class="centra fs150 lh150 negr g0 mt1">HISTORIA</p>
- <p class="centra fs60 lh150">DEL</p>
- <p class="centra fs120 lh150 asc ws1">LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN</p>
- <p class="centra fs120 lh150 ws1">de España.</p>
- <div class="figcenter mt05">
- <img style="width: 8em; height: auto;"
- src="images/separa4.jpg"
- alt="Motivo ornamental"/>
- </div>
- <h2 class="nobreak fs120 negr g0">LIBRO OCTAVO.</h2>
- <hr class="tir"/>
-</div>
-
-<div class="sidenote">José en Madrid.</div>
-
-<p class="ti0"><span class="prim"><span
-class="gran">H</span>abiendo</span> la suerte favorecido tan
-poderosamente las armas francesas, pareció a muchos estar ya afianzada
-la corona de España en las sienes de José Bonaparte. Aumentose así
-el número de sus parciales, y ora por este motivo, y ora sobre todo
-por exigirlo el conquistador, acudieron sucesivamente a la corte a
-felicitar al nuevo rey diputaciones de los ayuntamientos y cuerpos de
-los pueblos sojuzgados. <span class="sidenote">Felicitaciones.</span>
-Esmeráronse algunas en sus cumplidos, y no quedaron en zaga las que
-representaban a los cabildos eclesiásticos y a los regulares, con
-la esperanza sin<span class="pagenum" id="Page_292">p. 292</span>
-duda estos de parar el golpe que los amagaba. Mostráronse igualmente
-adictos varios obispos, y en tanto grado que dio contra ellos un
-decreto la junta central,[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a
-href="#Ap_8-1" id="Ll_8-1">8-1</a>.)</span> coligiéndose de ahí que
-si bien la mayoría del clero español como la de la nación estuvo por
-la causa de la independencia, no fue exclusivamente aquella clase ni
-el fanatismo, según queda ya apuntado, la que le dio impulso, sino la
-justa indignación general. Corrobórase esta opinión al ver que entre
-los eclesiásticos que abrazaron el partido de José, contáronse muchos
-de los que pasaban plaza de ignorantes y preocupados. Tan cierto es
-que en las convulsiones políticas el acaso, el error, el miedo colocan
-como a ciegas en una y otra parcialidad a varios de los que siguen sus
-opuestas banderas: motivos que reclaman al final desenlace recíproca
-indulgencia.</p>
-
-<div class="sidenote">Sus providencias.</div>
-
-<p>José luego que entró en Madrid en vano procuró tomar providencias
-que volviendo la paz y orden al reino, cautivasen el ánimo de sus
-nuevos súbditos. Ni tenía para ello medios bastantes, ni era fácil
-que el pueblo español lastimado hasta en lo más hondo de su corazón,
-escuchase una voz que a su entender era fingida y engañosa. Desgraciada
-por lo menos fue y de mal sonido la primera que resonó en los templos,
-y que se transmitió por medio de una circular fecha en 24 de enero.
-Ordenábase en su contenido con promesa de la futura evacuación de
-los franceses cantar en todos los pueblos un Te Deum en acción de
-gracias por las victorias que había en la península alcanzado<span
-class="pagenum" id="Page_293">p. 293</span> Napoleón, que era como
-obligar a los españoles a celebrar sus propias desdichas.</p>
-
-<div class="sidenote">Comisarios<br/> regios.</div>
-
-<p>Al mismo tiempo salieron para las provincias con el título
-de comisarios regios sujetos de cuenta a restablecer el orden y
-las autoridades, predicar la obediencia y representar en todo y
-extraordinariamente la persona del monarca. Hubo de estos quienes
-trataron de disminuir los males que agobiaban a los pueblos; hubo
-otros que los acrecentaron desempeñando su encargo en provecho suyo
-y con acrimonia y pasión. Su influjo no obstante era casi siempre
-limitado, teniendo que someterse a la voluntad varia y antojadiza de
-los generales franceses.</p>
-
-<p>Solo en Madrid se guardaba mayor obediencia al gobierno de José,
-y solo con los recursos de la capital y sobre todo con los derechos
-cobrados a la entrada de puertas podía aquel contar para subvenir a
-los gastos públicos. Estos en verdad no eran grandes, ciñéndose a los
-del gobierno supremo, pues ni corría de su cuenta el pago del ejército
-francés, ni tenía aun tropa ni marina española que aumentasen los
-presupuestos del estado. <span class="sidenote">Tropa española.</span>
-Sin embargo fue uno de sus primeros deseos formar regimientos
-españoles. La derrota de Uclés y las que la siguieron, proporcionaron a
-las banderas de José algunos oficiales y soldados. Pero los madrileños
-miraban a estos individuos con tal ojeriza y desvío, tiznándolos con
-el apellido de jurados, que no pudo al principio el gobierno intruso
-enregimentar ni un cuerpo completo de españoles. Apenas se veía el
-soldado vestido y<span class="pagenum" id="Page_294">p. 294</span>
-calzado y repuesto de sus fatigas, pasaba del lado de los patriotas,
-y no parecía sino que se había separado temporalmente de sus filas
-para recobrar fuerzas, y empuñar armas que le volviesen la estimación
-perdida. Por eso ya en enero dieron en Madrid un decreto riguroso
-contra los ganchos y seductores de soldados y paisanos que de nada
-sirvió, empeñando este género de medidas en actos arbitrarios y de cada
-vez más odiosos cuando la opinión se muestra contraria y universal.</p>
-
-<div class="sidenote">Junta criminal.</div>
-
-<p>Así fue que en 16 de febrero creó el gobierno de José una junta
-criminal extraordinaria compuesta de cinco alcaldes de corte, la cual
-entendiendo en las causas de asesinos y ladrones, debía también juzgar
-a los patriotas. En el decreto [*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a
-href="#Ap_8-2" id="Ll_8-2">8-2</a>.)</span> de su creación confundíanse
-estos bajo el nombre de revoltosos, sediciosos y esparcidores de malas
-nuevas, y no solo se les imponía a todos la misma pena, sino también
-a los que usasen de puñal o rejón. Espantosa desigualdad, mayormente
-si se considera que la pena impuesta era la de horca, la cual según
-la expresión del decreto <i>había de ser ejecutada irremisiblemente
-y sin apelación</i>. Y como si tan destemplado rigor no bastase,
-añadíase en su contexto que aquellos a quienes no se probase del todo
-su delito, quedarían a disposición del ministro de policía general
-para enviarlos a los tribunales ordinarios, y ser castigados con
-penas extraordinarias, conforme a la calidad de los casos y de las
-personas. Muchos perjuicios se siguieron de estas determinaciones:
-varias fueron las víctimas, teniendo que llorar entre ellas a un<span
-class="pagenum" id="Page_295">p. 295</span> abogado respetable de
-nombre Escalera, cuyo delito se reducía a haber recibido cartas de un
-hijo suyo que militaba del lado de los patriotas. Su infausta suerte
-esparció en Madrid profunda consternación. Don Pablo Arribas, hombre
-de algunas letras, despierto, pero duro e inflexible, y que siendo
-ministro de policía promovía con ahinco semejantes causas, fue tachado
-de cruel y en extremo aborrecido, como varios de los jueces del
-tribunal criminal extraordinario: suerte que cabrá siempre a los que no
-obren muy moderadamente en el castigo de los delitos políticos, que por
-lo general solo se consideran tales en medio de la irritación de los
-ánimos, soliendo luego absolverlos la fortuna.</p>
-
-<p>A las medidas de severidad del gobierno de José acompañaron o
-siguieron algunas benéficas que sucesivamente iremos notando. Su
-establecimiento sin embargo fue lento o nunca tuvo otro efecto
-que el de estamparse en la colección de sus decretos. <span
-class="sidenote">Comisarios<br/> de hacienda.</span> Inútilmente
-se mandó en 24 de abril que no se impusieran contribuciones
-extraordinarias en las provincias sometidas, nombrando comisarios de
-hacienda que lo evitasen y diesen principio a arreglar debidamente
-aquel ramo. El continuo paso y mudanza de tropas francesas, la
-necesidad y la codicia y malversación de ciertos empleados impedían el
-cumplimiento de bien ordenadas providencias, y achacábanse a veces al
-gobierno intruso los daños y males que eran obra de las circunstancias.
-Por lo demás nunca hubo, digámoslo así, un plan fijo de administración,
-destruido casi en sus cimientos el antiguo, y no adoptado aún<span
-class="pagenum" id="Page_296">p. 296</span> el que había de emanar de
-la constitución de Bayona.</p>
-
-<div class="sidenote">Opinión<br/> acerca de José.</div>
-
-<p>José por su parte entregado demasiadamente a los deleites, poco
-respetado de los generales franceses, y desairado con frecuencia por su
-hermano, no crecía en aprecio a los ojos de la mayoría española, que le
-miraba como un rey de bálago, sujeto al capricho, a la veleidad y a los
-intereses del gabinete de Francia. Con lo cual si bien las victorias
-le granjeaban algunos amigos, ni su gobierno se fortalecía, ni la
-confianza tomaba el conveniente arraigo.</p>
-
-<div class="sidenote">Junta central<br/> en Sevilla.</div>
-
-<p>Menos afortunada que José en las armas, fuelo más la junta central
-en el acatamiento y obediencia que le rindieron los pueblos. Sin que la
-tuviesen grande afición, censurando a veces con justicia muchas de sus
-resoluciones, la respetaban y cumplían sus órdenes como procedentes de
-una autoridad que estimaban legítima. José Bonaparte no era dueño sino
-de los pueblos en que dominaban las tropas francesas: la central éralo
-de todos, aun de los ocupados por el enemigo, siempre que podían burlar
-la vigilancia de los que apellidaban opresores. Tranquila en su asiento
-de Sevilla apareció allí con más dignidad y brillo, dándole mayor
-realce la declaración en favor de la causa peninsular que hicieron las
-provincias de América y Asia.</p>
-
-<div class="sidenote">Declaración<br/> unánime en favor<br/> de
-la causa<br/> peninsular de las<br/> provincias de<br/> América y
-Asia.</div>
-
-<p>A imitación de las de Europa levantaron estas un grito universal
-de indignación al saber los acontecimientos de Bayona y el alzamiento
-de la península. Los habitantes de Cuba, Puerto Rico, Yucatán y el
-poderoso reino de Nueva España pronunciáronse con no menor unión<span
-class="pagenum" id="Page_297">p. 297</span> y arrebatamiento que
-sus hermanos de Europa. En la ciudad de México, después de recibir
-pliegos de los diputados de Asturias en Londres y de la junta de
-Sevilla, celebrose en 9 de agosto de 1808 una reunión general de las
-autoridades y principales vecinos, en la que reconociendo a todas y a
-cada una de las juntas de España, se juró no someterse a otro soberano
-más que a Fernando VII y a sus legítimos sucesores de la estirpe
-real de Borbón, comprometiéndose a ayudar con el mayor esfuerzo tan
-sagrada causa. En las islas se entusiasmaron a punto de recobrar en
-noviembre de aquel año la parte española de Santo Domingo cedida a
-Francia por el tratado de Basilea. Idénticos fueron los sentimientos
-que mostraron sucesivamente Tierra Firme, Buenos Aires, Chile, el Perú
-y Nueva Granada. Idénticos los de todas las otras provincias de una y
-otra América española, cundiendo rápidamente hasta las remotas islas
-Filipinas y Marianas. Y si los agravios de Madrid y Bayona tocaron
-por su enormidad en inauditos, también es cierto que nunca presentó
-la historia del mundo un compuesto de tantos millones de hombres
-esparcidos por el orbe en distintos climas y lejanas regiones que se
-pronunciasen tan unánimemente contra la iniquidad y violencia de un
-usurpador extranjero.</p>
-
-<div class="sidenote">Auxilios<br/> que envían.</div>
-
-<p>Ni se limitó la declaración a vanos clamores, ni su expresión a
-estudiadas frases: acompañaron a uno y a otro cuantiosos donativos
-que fueron de gran socorro en la deshecha tormenta de fines del
-año de 8 y principios del 9. El laborioso catalán, el gallego, el
-vizcaíno,<span class="pagenum" id="Page_298">p. 298</span> los
-españoles todos que a costa de sudor y trabajo habían allí acumulado
-honroso caudal, apresuráronse a prodigar socorros a su patria ya
-que la lejanía no les permitía servirla con sus brazos. El natural
-de América también siguió entonces el impulso que le dieron sus
-padres,[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_8-3"
-id="Ll_8-3">8-3</a>.)</span> y no menos que doscientos ochenta y
-cuatro millones de reales vinieron para el gobierno de la central en
-el año de 1809. De ellos casi la mitad consistió en dones gratuitos
-o anticipaciones, estando las arcas reales muy agotadas con las
-negociaciones y derroche del tiempo de Carlos IV.</p>
-
-<div class="sidenote">Decreto<br/> de la central<br/> sobre
-América<br/> de 22 de enero.<br/> (* Ap. n. <a href="#Ap_8-3b"
-id="Ll_8-3b">8-3 bis</a>.)</div>
-
-<p>Tan desinteresado y general pronunciamiento provocó en la central
-el memorable decreto [*] de 22 de enero, por el cual declarándose que
-no eran los vastos dominios españoles de Indias propiamente colonias
-sino parte esencial e integrante de la monarquía, se convocaba para
-representarlos a individuos que debían ser nombrados al efecto por sus
-ayuntamientos. Cimentáronse sobre este decreto todos los que después
-se promulgaron en la materia, y conforme a los cuales se igualaron
-en un todo con los peninsulares los naturales de América y Asia.
-Tal fue siempre la mente y aun la letra de la legislación española
-de Indias, debiendo atribuirse el olvido en que a veces cayó a las
-mismas causas que destruyeron y atropellaron en España sus propias y
-mejores leyes. La lejanía, lo tarde que a algunas partes se comunicó
-el decreto e impensados embarazos no permitieron que oportunamente
-acudiesen a Sevilla los representantes de aquellos paises, reservándose
-novedad<span class="pagenum" id="Page_299">p. 299</span> de tamaña
-importancia para los gobiernos que sucedieron a la junta central.</p>
-
-<div class="sidenote">Nuevo<br/> reglamento<br/> para las juntas<br/>
-provinciales<br/> de España.</div>
-
-<p>Otros cuidados de no menor interés ocuparon a esta al comenzar el
-año de 1809. Fue uno de los primeros dar nueva planta a las juntas
-provinciales de donde se derivaba su autoridad, formando un reglamento
-con fecha de 1.º de enero según el cual se limitaban las facultades
-que antes tenían, y se dejaba solo a su cargo lo respectivo a
-contribuciones extraordinarias, donativos, alistamiento, requisiciones
-de caballos y armamento. Reducíase a nueve el número de sus individuos,
-se despojaba a estos de parte de sus honores, y se cambiaba la antigua
-denominación de juntas supremas en la de <i>superiores provinciales de
-observación y defensa</i>. También se encomendaba a su celo precaver
-las asechanzas de personas sospechosas, y proveer a la seguridad y
-apoyo de la central; encargo, por decirlo de paso, a la verdad extraño,
-poner su defensa en manos de autoridades que se deprimían. Aunque
-muchos aprobaron y en lo general se tuvo por justo circunscribir las
-facultades de las juntas, causó gran desagrado el artículo 10 del nuevo
-reglamento, según el cual se prohibía el libre uso de la imprenta,
-no pareciendo sino que al extenderse no estaba aún yerto el puño de
-Floridablanca. Alborotáronse varias juntas con la reforma, y la de
-Sevilla se enojó sobremanera, y a punto que suscitó la cuestión de
-renovar cada seis meses uno de sus individuos en la central, y aun
-llegó a dar sucesor al conde de Tilly. Encendiéndose más y más las
-contestaciones, suspendiose el<span class="pagenum" id="Page_300">p.
-300</span> nuevo reglamento, y nunca tuvo cumplido efecto ni en
-todas las provincias ni en todas sus partes. Quizá obró livianamente
-la central en querer arreglar tan pronto aquellas corporaciones
-mayormente cuando los acontecimientos de la guerra cortaban a veces
-la comunicación con el gobierno supremo; pero al mismo tiempo fueron
-muy reprensibles las juntas que movidas de ambición dieron lugar en
-aquellos apuros a altercados y desabrimientos.</p>
-
-<div class="sidenote">Tratado<br/> con Inglaterra<br/> de 9 de
-enero.</div>
-
-<p>Señalose también la entrada del año de 1809 con estrechar de un
-modo solemne las relaciones con Inglaterra. Hasta entonces las que
-mediaban entre ambos gobiernos eran francas y cordiales, pero no
-estaban apoyadas en pactos formales y obligatorios. Túvose pues por
-conveniente darles mayor y verdadera firmeza, concluyendo en 9 de
-enero en Londres un tratado de paz y alianza. Según su contenido se
-comprometió Inglaterra a asistir a los españoles con todo su poder; y
-a no reconocer otro rey de España e Indias sino a Fernando VII, a sus
-herederos o al legítimo sucesor que la nación española reconociese; y
-por su parte la junta central se obligó a no ceder a Francia porción
-alguna de su territorio en Europa y demás regiones del mundo, no
-pudiendo las partes contratantes concluir tampoco paz con aquella
-nación sino de común acuerdo. Por un artículo adicional se convino en
-dar mutuas y temporales franquicias al comercio de ambos estados, hasta
-que las circunstancias permitiesen arreglar sobre la materia un tratado
-definitivo. Quería entonces la central entablar uno de subsidios<span
-class="pagenum" id="Page_301">p. 301</span> más urgente que ningún
-otro; pero en vano lo intentó.</p>
-
-<div class="sidenote">Subsidios<br/> de Inglaterra.</div>
-
-<p>Los que España había alcanzado de Inglaterra habían sido cuantiosos,
-si bien nunca se elevaron, sobre todo en dinero, a lo que muchos han
-creído. De las juntas provinciales solo las de Galicia, Asturias y
-Sevilla recibieron cada una 20.000.000 de reales vellón, no habiendo
-llegado a manos de las otras cantidad alguna, por lo menos notable.
-Entregáronse a la central 1.600.000 rs. en dinero, y en barras
-20.000.000 de la misma moneda. A sus continuas demandas respondía el
-gobierno británico que le era imposible tener pesos fuertes si España
-no abría al comercio inglés mercados en América, por cuyo medio y en
-cambio de géneros y efectos de su fabricación le darían plata aquellos
-naturales. Por fundada que fuera hasta cierto punto dicha contestación,
-desagradaba al gobierno español, que con más o menos razón estaba
-persuadido de que con la facilidad adquirida desde el principio de la
-guerra de introducir en la península mercaderías inglesas, de donde
-se difundían a América, volvía a Inglaterra el dinero anticipado a
-los españoles, o invertido en el pago de sus propias tropas, siendo
-contados los retornos de otra especie que podía suministrar España.</p>
-
-<p>Lo cierto es que la junta central con los cortos auxilios
-pecuniarios de Inglaterra, y limitada en sus rentas a los productos de
-las provincias meridionales, invirtiendo las otras los suyos en sus
-propios gastos, difícilmente hubiera levantado numerosos ejércitos sin
-el desprendimiento<span class="pagenum" id="Page_302">p. 302</span>
-y patriotismo de los españoles, y sin los poderosos socorros con que
-acudió América, principalmente cuando dentro del reino era casi nulo el
-crédito, y poco conocidos los medios de adquirirle en el extranjero.</p>
-
-<p>Levantáronse clamores contra la central respecto de la distribución
-de fondos, y aun acusáronla de haber malversado algunos. Probable
-es que en medio del trastorno general, y de resultas de batallas
-perdidas y de dispersiones haya habido abusos y ocultaciones hechas por
-manos subalternas, mas injustísimo fue atribuir tales excesos a los
-individuos del gobierno supremo que nunca manejaron por sí caudales,
-y cuya pureza estaba al abrigo en casi todos hasta de la sospecha.
-A los ojos del vulgo siempre aparecen abultados los millones, y la
-malevolencia se aprovecha de esta propensión a fin de ennegrecer la
-conducta de los que gobiernan. En la ocasión actual eran los gastos
-harto considerables para que no se consumiese con creces lo que entró
-en el erario.</p>
-
-<div class="sidenote">Tribunal<br/> de seguridad<br/> pública.</div>
-
-<p>A modo del tribunal criminal de José creó asimismo la central uno
-de seguridad pública que entendiese en los delitos de infidencia, y
-aunque no tan arbitrario como aquel en la aplicación y desigualdad
-de las penas, reprobaron con razón su establecimiento los que no
-quieren ver rotos bajo ningún pretexto los diques que las leyes y la
-experiencia han puesto a las pasiones y a la precipitación de los
-juicios humanos. Ya en Aranjuez se estableció dicho tribunal con
-el nombre de extraordinario de vigilancia y protección; y aun se
-nombraron ministros<span class="pagenum" id="Page_303">p. 303</span>
-por la mayor parte del consejo que le compusieran; mas hasta Sevilla
-y bajo otros jueces no se vio que ejerciese su terrible ministerio.
-Afortunadamente rara vez se mostró severo e implacable. Dirigió
-casi siempre sus tiros contra algunos de los que estaban ausentes y
-abiertamente comprometidos, respondiendo en parte a los fallos de
-la misma naturaleza que pronunciaba el tribunal extraordinario de
-Madrid. Solo impuso la pena capital a un ex guardia de corps que
-se había pasado al enemigo, y en abril de 1809 mandó ajusticiar en
-secreto, exponiéndolos luego al público, a Luis Gutiérrez y a un tal
-Echevarría, su secretario, mozo de entendimiento claro y despejado. El
-Gutiérrez había sido fraile y redactor de una gaceta en español que se
-publicaba en Bayona, y el cual con su compañero llevaba comisión para
-disponer los ánimos de los habitantes de América en favor de José.
-Encontráronles cartas del rey Fernando y del infante Don Carlos que
-se tuvieron por falsas. Quizá no fue injusta la pena impuesta, según
-la legislación vigente, pero el modo y sigilo empleado merecieron con
-razón la desaprobación de los cuerdos e imparciales.</p>
-
-<div class="sidenote">Centrales<br/> enviados<br/> a las
-provincias.</div>
-
-<p>Tampoco reportó provecho el enviar individuos de la central a
-las provincias, de cuya comisión hablamos en el libro sexto. La
-junta intitulándolos comisarios, los autorizó para presidir a las
-provinciales y representarla con la plenitud de sus facultades. Los
-más de ellos no hicieron sino arrimarse a la opinión que encontraron
-establecida, o entorpecer la acción de las juntas, no saliendo por
-lo general de su comisión<span class="pagenum" id="Page_304">p.
-304</span> ninguna providencia acertada ni vigorosa. Verdad es que
-siendo, conforme queda apuntado, pocos entre los individuos de la
-central los que se miraban como prácticos y entendidos en materias
-de gobierno, quedáronse casi siempre los que lo eran en Sevilla,
-yendo ordinariamente a las provincias los más inútiles y limitados.
-<span class="sidenote">Marqués de Villel<br/> en Cádiz.</span> Fue de
-este número el marqués de Villel: enviado a Cádiz para atender a su
-fortificación, y desarraigar añejos abusos en la administración de la
-aduana, provocó por su indiscreción y desatentadas providencias un
-alboroto que a no atajarse con oportunidad, hubiera dado ocasión a
-graves desazones. Como este acontecimiento se rozó con otro que por
-entonces y en la misma ciudad ocurrió con los ingleses, será bien que
-tratemos a un tiempo de entrambos.</p>
-
-<div class="sidenote">Los ingleses<br/> quieren ocupar<br/> la
-plaza.</div>
-
-<p>Luego que el gobierno británico supo las derrotas de los ejércitos
-españoles, y temiendo que los franceses invadiesen las Andalucías,
-pensó poner al abrigo de todo rebate la plaza de Cádiz, y enviar
-tropas suyas que la guarneciesen. Para el recibimiento de estas y para
-proveer en ello lo conveniente envió allí a Sir Jorge Smith con la
-advertencia, según parece, de solo obrar por sí en el caso de que la
-junta central fuese disuelta, o de que se cortasen las comunicaciones
-con el interior. No habiendo sucedido lo que recelaba el ministerio
-inglés, y al contrario estando ya en Sevilla el gobierno supremo, de
-repente y sin otro aviso notició el Sir Jorge al gobernador de Cádiz
-como S. M. B. le había autorizado para exigir que se admitiese<span
-class="pagenum" id="Page_305">p. 305</span> dentro de la plaza
-guarnición inglesa: escribiendo al mismo tiempo a Sir Juan Cradock
-general de su nación en Lisboa, a fin de que sin tardanza enviase a
-Cádiz parte de las tropas que tenía a sus órdenes. Advertida la junta
-central de lo ocurrido, extrañó que no se la hubiera de antemano
-consultado en asunto tan grave, y que el ministro inglés Mr. Frere no
-le hubiese hecho acerca de ello la más leve insinuación. Resentida,
-dióselo a entender con oportunas reflexiones, previniendo al marqués de
-Villel su representante en Cádiz y al gobernador, que de ningún modo
-permitiesen a los ingleses ocupar la plaza, guardando no obstante en la
-ejecución de la orden el miramiento debido a tropas aliadas.</p>
-
-<div class="sidenote">Altercados<br/> que hubo en ello.</div>
-
-<p>A poco tiempo y al principiar febrero llegaron a la bahía gaditana
-con el general Mackenzie dos regimientos de los pedidos a Lisboa,
-y súpose también entonces por el conducto regular cuáles eran los
-intentos del gobierno inglés. Este confiado en que la expedición de
-Moore no tendría el pronto y malhadado término que hemos visto, quería,
-conforme manifestó, trasladar aquel ejército o bien a Lisboa, o bien
-al mediodía de España; y para tener por esta parte un punto seguro
-de desembarco, había resuelto enviar de antemano a Cádiz al general
-Sherbrooke con 4000 hombres que impidiesen una súbita acometida de los
-franceses. Así se lo comunicó Mr. Frere a la junta central, y así en
-Londres Mr. Canning al ministro de España Don Juan Ruiz de Apodaca,
-añadiendo que S. M. B. deseaba que el gobierno español examinase si era
-o no conveniente dicha resolución.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_306">p. 306</span></p>
-
-<p>Parecían contrarios a los anteriores procedimientos de Sir George
-Smith los pasos que en la actualidad se daban, y disgustábale a la
-central que después de haber desconocido su autoridad se pidiese ahora
-su dictamen y consentimiento. No pensaba que Smith se hubiese excedido
-de sus facultades según se le aseguró, y más bien presumió que se
-achacaba al comisionado una culpa que solo era hija de resoluciones
-precipitadas, sugeridas por el temor de que los franceses conquistasen
-en breve a España. Siguiéronse varias contestaciones y conferencias
-que se prolongaron bastantemente. <span class="sidenote">(* Ap. n. <a
-href="#Ap_8-4" id="Ll_8-4">8-4</a>.)</span> La junta mantúvose firme
-y con decoro, y terminó el asunto por medio de una juiciosa nota [*]
-pasada en 1.º de marzo, de cuyas resultas diose otro destino a las
-tropas inglesas que iban a ocupar a Cádiz.</p>
-
-<div class="sidenote">Alboroto<br/> en Cádiz.</div>
-
-<p>Al propio tiempo y cuando aún permanecían en su bahía los
-regimientos que trajo el general Mackenzie, se suscitó dentro de
-aquella plaza el alboroto arriba indicado, cuya coincidencia dio
-ocasión a que unos le atribuyesen a manejos de agentes británicos, y
-otros a enredos y maquinaciones de los parciales de los franceses;
-estos para impedir el desembarco e introducir división y cizaña,
-aquellos para tener un pretexto de meter en Cádiz las tropas que
-estaban en la bahía. Así se inclina el hombre a buscar en origen
-oscuro y extraordinario la causa de muchos acontecimientos. En el
-caso presente se descubre fácilmente esta en el interés que tenían
-varios en conservar los abusos que iba a desarraigar el marqués de
-Villel; en los desacordados procedimientos del último y en la<span
-class="pagenum" id="Page_307">p. 307</span> suma desconfianza que a
-la sazón reinaba. <span class="sidenote">Conducta<br/> extraña de
-Villel.</span> El marqués en vez de contentarse con desempeñar sus
-importantes comisiones, se entrometió en dar providencias de policía
-subalterna, o solo propias del recogimiento de un claustro. Prohibía
-las diversiones, censuraba el vestir de las mujeres, perseguía a las
-de conducta equívoca, o a las que tal le parecían, dando pábulo con
-estas y otras medidas no menos inoportunas a la indignación pública.
-En tal estado bastaba el menor incidente para que de las hablillas y
-desabrimientos se pasase a una abierta insurrección.</p>
-
-<p>Presentose con la entrada en Cádiz el 22 de febrero de un batallón
-de extranjeros compuesto de desertores polacos y alemanes. Desagradaba
-a los gaditanos que se metiesen en la plaza aquellos soldados, a su
-entender poco seguros: con lo que los enemigos de la central y los de
-Villel que eran muchos, soplando el fuego, tumultuaron la gente que
-se encaminó a casa del marqués para leer un pliego sospechoso a los
-ojos del vulgo, y el cual acababa de llegar al capitán del puerto.
-Manifestose el contenido a los alborotados, y como se limitase este a
-una orden para trasladar los prisioneros franceses de Cádiz a las islas
-Baleares, aquietáronse por de pronto, <span class="sidenote">Riesgo
-que corre<br/> su persona.</span> más luego arreciando la conmoción
-fue llevado el marqués con gran peligro de su persona a las casas
-consistoriales. Crecieron las amenazas, y temerosos algunos vecinos
-respetables de que se repitiese la sangrienta y deplorable escena de
-Solano, acudieron a libertar al angustiado Villel acompañados del
-gobernador D. Félix Jones y de Fr. Mariano de Sevilla, guardián<span
-class="pagenum" id="Page_308">p. 308</span> de capuchinos, que ofreció
-custodiarle en su convento. De entre los amotinados salieron voces de
-que los ingleses aprobaban la sublevación, y teniéndolas por falsas
-rogó el gobernador Jones al general Mackenzie que las desvaneciese, en
-cuyo deseo condescendió el inglés. Con lo cual, y con fenecer el día se
-sosegó por entonces el tumulto.</p>
-
-<p>A la mañana siguiente publicó el gobernador un bando que calmase
-los ánimos; más enfureciéndose de nuevo el populacho quiso forzar la
-entrada del castillo de santa Catalina, y matar al general Caraffa
-que con otros estaba allí preso. Púdose afortunadamente contener
-con palabras a la muchedumbre, entre la que hallándose ciertos
-contrabandistas, <span class="sidenote">Matan a Heredia.</span>
-revolvieron sobre la Puerta del mar, cogieron a Don José Heredia,
-comandante del resguardo, contra quien tenían particular encono, y
-le cosieron a puñaladas. <span class="sidenote">Sosiégase<br/> el
-alboroto.</span> La atrocidad del hecho, el cansancio y los ruegos de
-muchos calmaron al fin el tumulto, prendiendo los voluntarios de Cádiz
-a unos cuantos de los más desasosegados.</p>
-
-<div class="sidenote">Ejércitos.</div>
-
-<p>Afligían a los buenos patricios tan tristes y funestas ocurrencias,
-sin que por eso se dejase de continuar con la misma constancia en
-el santo propósito de la libertad de la patria. La central ponía
-gran diligencia en reforzar y dar nueva vida a los ejércitos que
-habiéndose acogido al mediodía de España le servían de valladar. En
-febrero del apellidado del centro y de la gente que el marqués del
-Palacio y después el conde de Cartaojal habían reunido en la Carolina,
-formose solo uno, según insinuamos, a las<span class="pagenum"
-id="Page_309">p. 309</span> órdenes del último general. En Extremadura
-prosiguió Don Gregorio de la Cuesta juntando dispersos y restableciendo
-el orden y la disciplina para hacer sin tardanza frente al enemigo.
-De cada uno de estos dos ejércitos y de sus operaciones hablaremos
-sucesivamente.</p>
-
-<div class="sidenote">El de la Mancha.</div>
-
-<p>El que mandaba Cartaojal, ahora llamado de la Mancha, constaba de
-16.000 infantes y más de 3000 caballos. Los que de ellos se reunieron
-en la Carolina tuvieron más tiempo de arreglarse; y la caballería
-numerosa y bien equipada, si no tenía la práctica y ejercicios
-necesarios, por lo menos sobresalía en sus apariencias. Debían darse
-la mano las operaciones de este ejército con las del general Cuesta
-en Extremadura, y ya antes de ser separado del mando del ejército del
-centro el duque del Infantado, se había convenido en febrero entre él
-y el de Cartaojal hacer un movimiento hacia Toledo, que distrajese
-parte de las fuerzas enemigas que intentaban cargar a Cuesta. Con este
-propósito púsose a las órdenes del duque de Alburquerque, encargado del
-mando de la vanguardia del ejército del centro después de la batalla de
-Uclés, una división formada con soldados de aquel y con otros del de la
-Carolina; constando en todo de 9000 infantes, 2000 caballos y 10 piezas
-de artillería.</p>
-
-<div class="sidenote">Ataque de Mora.</div>
-
-<p>Era el de Alburquerque mozo valiente, dispuesto para este género
-de operaciones. Encaminose por Ciudad Real y el país quebrado y de
-bosque espeso llamado la Gualdería, y se acercó a Mora que ocupaba
-con 500 a 600 dragones franceses el general Dijon. Aunque por
-equivocación<span class="pagenum" id="Page_310">p. 310</span> de los
-guías y cierto desarreglo que casi siempre reinaba en nuestras marchas,
-no había llegado aún toda la gente de Alburquerque, particularmente
-la infantería, determinó este atacar a los enemigos el 18 de febrero:
-los cuales advertidos por el fuego de las guerrillas españolas
-evacuaron la villa de Mora, y solo fueron alcanzados camino de Toledo.
-Acometiéronlos con brío nuestros jinetes, señaladamente los regimientos
-de España y Pavía, mandados por sus coroneles Gámez y príncipe de
-Anglona, y acosándolos de cerca se cogieron unos 80 hombres, equipajes
-y el coche del general Dijon.</p>
-
-<p>Avisados los franceses de las cercanías de tan impensado ataque,
-comenzaron a reunir fuerzas considerables, de lo que temeroso
-Alburquerque se replegó a Consuegra en donde permaneció hasta el 22. En
-dicho día se descubrieron los franceses por la llanura que yace delante
-de la villa, y desde las nueve de la mañana estuvo jugando de ambos
-lados la artillería, hasta que a las tres de la misma tarde sabedor
-Alburquerque de que 11.000 infantes y 3000 caballos venían sobre él,
-creyó prudente replegarse por la Cañada del puerto de Gineta. No siguió
-el enemigo, parándose en el bosque de Consuegra, y los españoles se
-retiraron a Manzanares descansadamente. Infundió esta excursión, aunque
-de poca importancia, seguridad en el soldado, y hubiera podido ser
-comienzo de otras que le hiciesen olvidar las anteriores derrotas y
-dispersiones.</p>
-
-<div class="sidenote">Alburquerque<br/> y Cartaojal.</div>
-
-<p>Pero en vez de pensar los jefes en llevar a cabo tan noble
-resolución, entregáronse a celos<span class="pagenum" id="Page_311">p.
-311</span> y rencillas. El de Alburquerque fundadamente insistía en
-que se hiciesen correrías y expediciones para adiestrar y foguear la
-tropa; mas, inquieto y revolvedor, sustentaba su opinión de modo que,
-enojando a Cartaojal, mirábale este con celosa ojeriza. En tanto los
-franceses habían vuelto a sus antiguas posiciones, y fortaleciéndose en
-el ejército español y cundiendo el dictamen de Alburquerque, aparentó
-el general en jefe adherir a él; determinando que dicho duque fuese con
-2000 jinetes la vuelta de Toledo, en donde los enemigos tenían 4000
-infantes y 1500 caballos. Dobladas fuerzas que las que estos tenían
-había pedido aquel para la expedición, único medio de no aventurar
-malamente tropas bisoñas como lo eran las nuestras. Por lo mismo juzgó
-con razón el de Alburquerque que la condescendencia del conde de
-Cartaojal no era sino imaginada traza para comprometer su buena fama;
-con lo cual creciendo entre ambos la enemistad, acudieron con sus
-quejas a la central, sacrificando así a deplorables pasiones la causa
-pública.</p>
-
-<div class="sidenote">Pasa<br/> Alburquerque<br/> al ejército<br/> de
-Cuesta.</div>
-
-<p>Se aprobó en Sevilla el plan del duque, pero debiendo aumentarse el
-ejército de Cuesta con parte del de la Mancha, por haber engrosado el
-suyo en Extremadura los franceses, aprovechose Cartaojal de aquella
-ocurrencia para dar al de Alburquerque el encargo de capitanear las
-divisiones de los generales Bassecourt y Echávarri, destinadas a
-dicho objeto. Mas compuestas ambas de 3500 hombres y 200 caballos,
-advirtieron todos que con color de poner al cuidado del duque una
-comisión importante, no<span class="pagenum" id="Page_312">p.
-312</span> trataba Cartaojal sino de alejarle de su lado. Censurose
-esta providencia no acomodada a las circunstancias: pues si
-Alburquerque empleaba a veces reprensibles manejos y se mostraba
-presuntuoso, desvanecíanse tales faltas con el espíritu guerrero y
-deseo de buen renombre que le alentaban.</p>
-
-<p>El conde de Cartaojal había sentado su cuartel general en Ciudad
-Real; extendíase la caballería hasta Manzanares ocupando a Daimiel,
-Torralba y Carrión, y la infantería se alojaba a la izquierda y a
-espaldas de Valdepeñas. Don Francisco Abadía, cuartel-maestre, y los
-jefes de las divisiones trabajaron a porfía en ejercitar la tropa,
-pero faltaba práctica en la guerra y mayor conocimiento de las grandes
-maniobras.</p>
-
-<div class="sidenote">Avanza Cartaojal<br/> y se retira.</div>
-
-<p>Comenzó Cartaojal a moverse por su frente y avanzó el 24 de marzo
-hasta Yébenes. Allí Don Juan Bernuy que mandaba la vanguardia, atacó
-a un cuerpo de lanceros polacos, el cual queriendo retirarse por el
-camino de Orgaz, tropezó con el vizconde de Zolina, que le deshizo
-y cogió unos cuantos prisioneros. Mas entonces informado Cartaojal
-de que los franceses venían por otro lado a su encuentro con fuerzas
-considerables, en vano trató de recogerse a Consuegra, ocupada ya la
-villa por los enemigos. Sorprendido de que le hubiesen atajado así el
-paso volvió precipitadamente por Malagón a Ciudad Real, en donde entró
-en 26 a los tres días de su salida, y después de haber inútilmente
-cansado sus tropas.</p>
-
-<div class="sidenote">Acción<br/> de Ciudad Real.</div>
-
-<p>Habían los franceses juntado a las órdenes del general Sebastiani,
-sucesor en el mando del<span class="pagenum" id="Page_313">p.
-313</span> 4.º cuerpo del mariscal Lefebvre, 12.000 hombres de
-infantería y caballería, de los cuales divididos en dos trozos
-había tomado uno por el camino real de Andalucía, en tanto que otro
-partiendo de Toledo seguía por la derecha para flanquear y envolver
-a los españoles que confiadamente se adelantaban. No habiendo
-alcanzado su objeto, acosaron a los nuestros y los acometieron el
-27 por todas partes. Desconcertado Cartaojal, sin tomar disposición
-alguna dejó en la mayor confusión sus columnas, que rechazadas aquel
-día y el siguiente en Ciudad Real, el Viso, Visillo y Santa Cruz
-de Mudela, fueron al cabo desordenadas, apoderándose el enemigo de
-varias piezas de artillería y muchos prisioneros. Las reliquias de
-nuestro ejército se abrigaron de la sierra y prontamente empezaron
-a juntarse en Despeñaperros y puntos inmediatos. Situose el cuartel
-general en Santa Elena y los franceses se detuvieron en Santa Cruz de
-Mudela, aguardando noticias del mariscal Victor, que al propio tiempo
-maniobraba en Extremadura.</p>
-
-<div class="sidenote">Ejército<br/> de Extremadura.</div>
-
-<p>Encargado el general Cuesta en diciembre del ejército que se había
-poco antes dispersado en aquella provincia, trató con particular conato
-de infundir saludable terror en la soldadesca desmandada y bravía
-desde el asesinato del general San Juan, y de reprimir al populacho de
-Badajoz, desbocado con las desgracias que allí ocurrieron al acabar
-el año. Y cierto que si a su condición dura hubiera entonces unido
-Cuesta mayor conocimiento de la milicia, y no tanto apresuramiento en
-batallar, con gran provecho de la patria y realce suyo hubiera llevado
-a término<span class="pagenum" id="Page_314">p. 314</span> importantes
-empresas. A su solo nombre temblaba el soldado, y sus órdenes eran
-cumplidas pronta y religiosamente.</p>
-
-<div class="sidenote">Avanza<br/> a Almaraz.</div>
-
-<p>Rehecho y aumentado el corto ejército de su mando constaba ya a
-mediados de enero de 12.000 hombres repartidos en dos divisiones y
-una vanguardia. El 25 del mismo yendo de Badajoz sentó sus reales en
-Trujillo, y retirándose los franceses hacia Almaraz, fueron desalojados
-de aquellos alrededores, enseñoreándose el 29 del puente la vanguardia
-capitaneada por Don Juan de Henestrosa. Trasladose después el general
-Cuesta a Jaraicejo y Deleitosa, y dispuso cortar dicho puente como en
-vano lo había intentado antes el general Galluzo. Competía aquella obra
-con las principales de los romanos, fabricada por Pedro Uría a expensas
-de la ciudad de Plasencia en el reinado de Carlos V. Tenía 580 pies de
-largo, más de 25 de ancho y 134 de alto hasta los pretiles. Constaba
-de dos ojos y el del lado del norte, cuya abertura excedía de 150
-pies, fue el que se cortó. No habiendo al principio surtido efecto los
-hornillos, hubo que descarnarle a pico y barreno, e hízose con tan poca
-precaución que al destrabar de los sillares, cayeron y se ahogaron 26
-trabajadores con el oficial de ingenieros que los dirigía. Lástima fue
-la destrucción de tamaña grandeza, y en nuestro concepto arruinábanse
-con sobrada celeridad obras importantes y de pública utilidad, sin
-que después resultasen para las operaciones militares ventajas
-conocidas.</p>
-
-<div class="sidenote">Pasan<br/> los franceses<br/> el Tajo.</div>
-
-<p>El general Cuesta continuó en Deleitosa hasta el mes de marzo,
-no habiendo ocurrido en el<span class="pagenum" id="Page_315">p.
-315</span> intermedio sino un amago que hizo el enemigo hacia
-Guadalupe, de donde luego se retiró repasando el Tajo. Mas en dicho
-mes acercándose el mariscal Victor a Extremadura, se situó en el
-pueblo de Almaraz para avivar la construcción de un puente de balsas
-que supliese el destruido, no pudiendo la artillería transitar por
-los caminos que salían a Extremadura, desde los puentes que aún se
-conservaban intactos. Preparado lo necesario para llevar a efecto la
-obra, juzgó antes oportuno el enemigo desalojar a los españoles de
-la ribera opuesta en que ocupaban un sitio ventajoso, para cuyo fin
-pasaron 13.000 hombres y 800 caballos por el puente del Arzobispo, así
-denominado de su fundador el célebre Don Pedro Tenorio, prelado de
-Toledo. Puestos ya en la margen izquierda, se dividieron al amanecer
-del 18 en dos trozos, de los cuales uno marchó sobre las Mesas de Ibor,
-y otro a cortar la comunicación entre este punto y Fresnedoso. <span
-class="sidenote">Retíranse<br/> los nuestros.</span> Estaba entonces
-el ejército de Don Gregorio de la Cuesta colocado del modo siguiente:
-5000 hombres formando la vanguardia, que mandaba Henestrosa, enfrente
-de Almaraz; la primera división de menos fuerza, y a las órdenes del
-duque del Parque recién llegado al ejército, en las Mesas de Ibor;
-la segunda de 2 a 3000 hombres mandada por Don Francisco Trías, en
-Fresnedoso, y la tercera, algo más fuerte, en Deleitosa con el cuartel
-general, por lo que se ve que hubo desde enero aumento en su gente. El
-trozo de franceses que tomó del lado de Mesas de Ibor acometió el mismo
-18 al duque del Parque, quien después de un reencuentro sostenido<span
-class="pagenum" id="Page_316">p. 316</span> se replegó a Deleitosa,
-adonde por la noche se le unió el general Trías. La víspera se había
-desde allí trasladado Cuesta al puerto de Miravete, en cuyo punto se
-reunió el ejército español, habiéndosele agregado Henestrosa con la
-vanguardia al saber que los enemigos se acercaban al puente de Almaraz
-por la orilla izquierda de Tajo.</p>
-
-<div class="sidenote">Ventajas<br/> conseguidas<br/> por los
-españoles.</div>
-
-<p>Entraron los nuestros en Trujillo el 19, y prosiguieron a Santa
-Cruz del Puerto: la vanguardia de Henestrosa, que protegía la
-retirada, tuvo un choque con parte de la caballería enemiga y la
-rechazó, persiguiéndola con señalada ventaja camino de Trujillo.
-Cuesta había pensado aguardar a los franceses en el mencionado Santa
-Cruz; mas detúvole el temor de que quizá viniesen con fuerza superior
-a la suya. Continuó pues retirándose con la buena dicha de que cerca
-de Miajadas los regimientos del Infante y de dragones de Almansa
-arremetiesen al del número 10 de caballería ligera de la vanguardia
-francesa y le acuchillasen, matando más de 150 de sus soldados. <span
-class="sidenote">Únese<br/> Alburquerque<br/> a Cuesta.</span> Entró
-Cuesta en Medellín el 22, y se alejó de allí queriendo esquivar toda
-pelea hasta que se le uniese el duque de Alburquerque, lo cual se
-verificó en la tarde del 27 en Villanueva de la Serena, viniendo, según
-en su lugar dijimos, de la Mancha.</p>
-
-<div class="sidenote">Batalla<br/> de Medellín.</div>
-
-<p>Juntas todas nuestras fuerzas revolvió el general Cuesta sobre
-Medellín en la mañana del 28, resuelto a ofrecer batalla al enemigo.
-Está situada aquella villa a la margen izquierda de Guadiana, y a la
-falda occidental de un cerro en que tiene asiento su antiguo castillo
-muy deteriorado,<span class="pagenum" id="Page_317">p. 317</span> y
-cuyo pie baña el mencionado río. Merece particular memoria haber sido
-Medellín cuna del gran Hernán Cortés, existiendo todavía entonces,
-calle de la Feria, la casa en que nació; mas después de la batalla de
-que vamos a hablar, fue destruida por los franceses, no quedando ahora
-sino algunos restos de las paredes. Llégase a Medellín viniendo de
-Trujillo por una larga puente, y por el otro lado ábrese una espaciosa
-llanura despojada de árboles, y que yace entre la madre del río, la
-villa de Don Benito, y el pueblo de Mingabril. Cuesta trajo allí su
-gente en número de 20.000 infantes y 2000 caballos, desplegándose en
-una línea de una legua de largo, a manera de media luna, y sin dejar la
-menor reserva. Constaba la izquierda, colocada del lado de Mingabril,
-de la vanguardia y primera división, regidas por Don Juan de Henestrosa
-y el duque del Parque: el centro avanzado, y enfrente de Don Benito
-le guarnecía la segunda división del mando de Trías; y la derecha,
-arrimada al Guadiana, se componía de la tercera división del cargo del
-marqués de Portago, y de la fuerza traída por el duque de Alburquerque,
-formando un cuerpo que gobernaba el teniente general Don Francisco de
-Eguía. Situose Don Gregorio de la Cuesta en la izquierda, desde donde
-por ser el terreno algo más elevado descubría la campaña: también
-colocó del mismo lado casi toda la caballería, siendo el más amenazado
-por el enemigo.</p>
-
-<p>Eran las once de la mañana cuando los franceses, saliendo de
-Medellín, empezaron a ordenarse a poca distancia de la villa,
-describiendo<span class="pagenum" id="Page_318">p. 318</span> un arco
-de círculo comprendido entre el Guadiana y una quebrada de arbolado
-y viñedo que va de Medellín a Mingabril. Estaba en su ala izquierda
-la división de caballería ligera del general Lasalle, en el centro
-una división alemana de infantería, y a la derecha la de dragones
-del general Latour-Maubourg, quedando de respeto las divisiones de
-infantería de los generales Villatte y Ruffin. El total de la fuerza
-ascendía a 18.000 infantes y cerca de 3000 caballos. Mandaba en jefe el
-mariscal Victor.</p>
-
-<p>Dio principio a la pelea la división alemana, y cargando dos
-regimientos de dragones repeliolos nuestra infantería que avanzaba
-con intrepidez. Durante dos horas lidiaron los franceses, retirándose
-lentamente y en silencio: nuestra izquierda progresaba, y el centro y
-la derecha cerraban de cerca al enemigo, cuya ala siniestra cejó hasta
-un recodo que forma el Guadiana al acercarse a Medellín. Las tropas
-ligeras de los españoles, esparcidas por el llano, amedrentaban por su
-número y arrojo a los tiradores del enemigo; y como si ya estuviesen
-seguras de la victoria, anunciaban con grande algazara que los campos
-de Medellín serían el sepulcro de los franceses. Por todas partes
-ganaba terreno el grueso de nuestra línea, y ya la izquierda iba a
-posesionarse de una batería enemiga a la sazón que los regimientos de
-caballería de Almansa y el Infante, y dos escuadrones de cazadores
-imperiales de Toledo, en vez de cargar a los contrarios volvieron
-grupa, y atropellándose unos a otros huyeron al galope vergonzosamente.
-En vano Don José de Zayas, oficial<span class="pagenum"
-id="Page_319">p. 319</span> de gran valor y pericia, y que en realidad
-mandaba la vanguardia, en vano les gritaba acompañado de sus infantes
-firmes y serenos, «¿qué es esto? Alto la caballería. Volvamos a ellos
-que son nuestros...» Nada escuchaban, el pavor había embargado sus
-sentidos. Don Gregorio de la Cuesta al advertir tamaño baldón partió
-aceleradamente para contener el desorden; mas atropellado y derribado
-de su caballo estuvo próximo a caer en manos de los jinetes enemigos,
-que pasando adelante en su carga afortunadamente no le percibieron.
-Aunque herido en el pie, maltratado y rendido con sus años, pudo Cuesta
-volver a montar a caballo, y libertarse de ser prisionero.</p>
-
-<p>Abandonada nuestra infantería de la izquierda por la caballería,
-fue desunida y rota, y cayendo sobre nuestro centro y derecha, que al
-mismo tiempo eran atacados por su frente, desapareció la formación
-de nuestra dilatada y endeble línea como hilera de naipes. El duque
-de Alburquerque fue el solo que pudo por algún tiempo conservar el
-orden, para tomar una loma plantada de viña que había a espaldas del
-llano; pero estrechada su gente por los dispersos, y aterrada con los
-gritos de los acuchillados, desarreglose simultáneamente, corriendo
-a guarecerse de los viñedos. Desde entonces todo el ejército no
-presentó ya otra forma sino la de una muchedumbre desbandada, huyendo
-a toda priesa de la caballería enemiga, que hizo gran mortandad en
-nuestros pobres infantes. Durante mucho tiempo los huesos de los
-que allí perecieron se percibían y blanqueaban, contrastando<span
-class="pagenum" id="Page_320">p. 320</span> su color macilento en
-tan hermoso llano con el verde y matizadas flores de la primavera.
-Fue nuestra pérdida entre muertos, heridos y prisioneros de 10.000
-hombres; la de los franceses, aunque bastante inferior, no dejó de ser
-considerable.</p>
-
-<p>Así terminó y tan desgraciadamente la batalla de Medellín. Gloriosa
-para la infantería no lo fue para algunos cuerpos de caballería, que
-castigó severamente Don Gregorio de la Cuesta suspendiendo a tres
-coroneles, y quitando a los soldados una pistola hasta que recobrasen
-en otra acción el honor perdido. Pero por reprensible que en efecto
-fuese la conducta de estos, en nada descargaba a Cuesta del temerario
-arrojo de empeñar una batalla campal con tropas bisoñas y no bien
-disciplinadas, en una posición como la que escogió y en el orden
-en que lo hizo, sin dejar a sus espaldas cuerpo alguno de reserva.
-Claro era que rota una vez la línea quedaba su ejército deshecho, no
-teniendo en que sostenerse ni punto adonde abrigarse, al paso que los
-franceses, aun perdida por ellos la batalla, podían cubrirse detrás
-de unas huertas cerradas con tapia que había a la salida de Medellín,
-y escudarse luego con el mismo pueblo desamparado de los vecinos,
-apoyándose en el cerro del castillo. <span class="sidenote">Sus
-resultas.</span> Don Gregorio de la Cuesta con los restos de su
-ejército se retiró a Monasterio, límite de Extremadura y Andalucía, y
-en cuyo fuerte sitio debiera haber aguardado a los franceses si hubiera
-procedido como general entendido y prudente.</p>
-
-<div class="sidenote">Determinaciones<br/> de la central.</div>
-
-<p>La junta central al saber la rota de Medellín no sintió descaído
-su ánimo, a pesar del peligro<span class="pagenum" id="Page_321">p.
-321</span> que de cerca la amagaba. Elevó a la dignidad de capitán
-general a Don Gregorio de la Cuesta, al paso que temía su antiguo
-resentimiento en caso de que hubiese triunfado, y repartió mercedes a
-los que se habían conducido honrosamente, no menos que a los huérfanos
-y viudas de los muertos en la batalla. Púsose también el ejército de
-la Mancha a las órdenes de Cuesta, <span class="sidenote">Venegas
-sucede<br/> a Cartaojal.</span> aunque se nombró para mandarle de cerca
-a Don Francisco Venegas, restablecido de una larga enfermedad, y fue
-llamado el conde de Cartaojal, cuya conducta apareció muy digna de
-censura por lo ocurrido en Ciudad Real, pues allí no hubo sino desorden
-y confusión, y por lo menos en Medellín se había peleado.</p>
-
-<div class="sidenote">Reflexiones.</div>
-
-<p>Ahora haciendo corta pausa séanos lícito examinar la opinión de
-ciertos escritores, que al ver tantas derrotas y dispersiones han
-querido privar a los españoles de la gloria adquirida en la guerra de
-la independencia. Pocos son en verdad los que tal han intentado, y en
-alguno muéstrase a las claras la mala fe, alterando o desfigurando
-los hechos más conocidos. En los que no han obrado impelidos de
-mezquinas y reprehensibles pasiones, descúbrese luego el origen de
-su error en aquel empeño de querer juzgar la defensa de España como
-el común de las guerras, y no según deben juzgarse las patrióticas
-y nacionales. En las unas gradúase su mérito conforme a reglas
-militares; en las otras ateniéndose a la constancia y duración de la
-resistencia. «Median imperios [decía Napoleón en Leipzig] entre ganar
-o perder una batalla.» Y decíalo con razón en la situación en que se
-hallaba; pero no<span class="pagenum" id="Page_322">p. 322</span>
-así a haber sostenido la Francia su causa, como lo hizo con la de la
-libertad al principio de la revolución. La Holanda, los Estados Unidos,
-todas las naciones en fin que se han visto en el caso de España,
-comenzaron por padecer descalabros y completas derrotas, hasta que
-la continuación de la guerra convirtió en soldados a los que no eran
-sino meros ciudadanos. Con mayor fundamento debía acaecer lo mismo
-entre nosotros. La Francia era una nación vecina, rica y poderosa, de
-donde sin apuro podían a cada paso llegar refuerzos. Sus ejércitos en
-gran parte no eran puramente mercenarios: producto de su revolución
-conservaban cierto apego al nombre de patria, y quince años de guerra
-y de esclarecidos triunfos les habían dado la pericia y confianza de
-invencibles conquistadores. Austriacos, prusianos, rusos, ingleses,
-preparados de antemano con cuantiosos medios, con tropas antiguas y
-bien disciplinadas, les habían cedido el campo en repetidas lides.
-¿Qué extraño pues sucediese otro tanto a los españoles en batallas
-campales, en que el saber y maña en evoluciones y maniobras valían más
-que los ímpetus briosos del patriotismo? Al empezar la insurrección
-en mayo ya vimos cuán desapercibida estaba España para la guerra con
-40.000 soldados escasos, inexpertos y mal acondicionados; dueños los
-franceses de muchas plazas fuertes, y teniendo 100.000 hombres en el
-corazón del reino. Y sin embargo, ¿qué no se hizo? En los primeros
-meses victoriosos los españoles en casi todas partes, estrecharon a
-sus contrarios contra el Pirineo. Cuando después reforzados estos
-inundaron con<span class="pagenum" id="Page_323">p. 323</span> sus
-huestes los campos peninsulares, y oprimieron con su superioridad
-y destreza a nuestros ejércitos, la nación ni se desalentó, ni se
-sometieron los pueblos fácil ni voluntariamente. Y en enero embarcados
-los ingleses, solos los españoles, teniendo contra sí más de 200.000
-enemigos, mirada ya en Europa como perdida su justísima causa, no
-solo se desdeñó todo acomodamiento, sino que peleándose por doquiera
-transitaban franceses, aparecieron de nuevo ejércitos que osaron
-aventurar batallas, desgraciadas es cierto, pero que mostraban los
-redoblados esfuerzos que se hacían, y lo porfiadamente que había de
-sustentarse la lucha empeñada. Cometiéronse graves faltas, descubriose
-a las claras la impericia de varios generales, lo bisoño de nuestros
-soldados, el abandono y atraso en que el anterior gobierno había tenido
-el ramo militar como los demás; pero brilló con luz muy pura el elevado
-carácter de la nación, la sobriedad y valor de sus habitadores, su
-desprendimiento, su conformidad e inalterable constancia en los reveses
-y trabajos, virtudes raras, exquisitas, más difíciles de adquirir que
-la táctica y disciplina de tropas mercenarias. Abulte en buen hora la
-envidia, el despecho, la ignorancia, los errores en que incurrimos:
-su voz nunca ahogará la de la verdad, ni podrá desmentir lo que han
-estampado en sus obras, y casi siempre con admirable imparcialidad,
-muchos de los que entonces eran enemigos nuestros, y señaladamente los
-dignos escritores Foy, Suchet y Saint-Cyr, que mandando a los suyos
-pudieron mejor que otros apreciar la resistencia y el mérito de los
-españoles.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_324">p. 324</span></p>
-
-<div class="sidenote">Comisión<br/> de Sotelo.</div>
-
-<p>Volvamos ya a nuestro propósito. Ocurridas las jornadas de Ciudad
-Real y Medellín, pensó el gobierno de José ser aquella buena sazón para
-tantear al de Sevilla, y entrar en algún acomodamiento. Salió de Madrid
-con la comisión Don Joaquín María Sotelo, magistrado que gozaba antes
-del concepto de hombre ilustrado, y que deteniéndose en Mérida dirigió
-desde allí al presidente de la junta central, por medio del general
-Cuesta, un pliego con fecha de 12 de abril, en el que anunciando estar
-autorizado por José para tratar con la junta el modo de remediar
-los males que ya habían experimentado las provincias ocupadas, y el
-de evitar los de aquellas que todavía no lo estaban, invitaba a que
-se nombrase al efecto por la misma junta una o más personas que se
-abocasen con él. La Central sin contestar en derechura a Sotelo,
-mandó a Don Gregorio de la Cuesta que le comunicase el acuerdo que
-de resultas había formado, justo y enérgico, concebido en estos
-términos. <span class="sidenote">Respuesta<br/> de la central.</span>
-«Si Sotelo trae poderes bastantes para tratar de la restitución de
-nuestro amado Rey, y de que las tropas francesas evacuen al instante
-todo el territorio español, hágalos públicos en la forma reconocida
-por todas las naciones, y se le oirá con anuencia de nuestros aliados.
-De no ser así la junta no puede faltar a la calidad de los poderes de
-que está revestida, ni a la voluntad nacional, que es de no escuchar
-pacto, ni admitir tregua, ni ajustar transacción que no sea establecida
-sobre aquellas bases de eterna necesidad y justicia. Cualquier
-otra especie de negociación, sin salvar al estado, envilecería a
-la<span class="pagenum" id="Page_325">p. 325</span> junta, la cual
-se ha obligado solemnemente a sepultarse primero entre las ruinas
-de la monarquía, que a oír proposición alguna en mengua del honor e
-independencia del nombre español.» Insistió Sotelo respondiendo con una
-carta bastantemente moderada; mas la junta se limitó a mandar a Cuesta
-repitiese el mencionado acuerdo, «advirtiendo a Sotelo que aquella
-sería la última contestación que recibiría mientras los franceses no
-se allanasen, lisa y llanamente a lo que había manifestado la junta.»
-No pasó por consiguiente más adelante esta negociación emprendida
-quizá con sano intento; pero que entonces se interpretó mal, y dañó al
-anterior buen nombre del comisionado.</p>
-
-<div class="sidenote">Cartas<br/> de Sebastiani<br/> a Jovellanos<br/>
-y otros.<br/> (* Ap. n. <a href="#Ap_8-6" id="Ll_8-6">8-6</a>.)</div>
-
-<p>También por la parte de la Mancha se hicieron al mismo tiempo
-iguales tentativas, escribiendo el general francés Sebastiani, que
-allí mandaba,[*] a Don Gaspar Melchor de Jovellanos individuo de
-la central, a Don Francisco de Saavedra ministro de hacienda, y al
-general del ejército de la Carolina Don Francisco Venegas. Es curiosa
-esta correspondencia, por colegirse de ella el modo diverso que tenían
-entonces de juzgar las cosas de España los franceses y los nacionales.
-Como sería prolijo insertarla íntegra, hemos preferido no copiar
-sino la carta del general Sebastiani a Jovellanos, y la contestación
-de este. <span class="sidenote">Carta<br/> de Sebastiani<br/> al
-Señor<br/> Jovellanos.</span> «Señor, la reputación de que gozáis en
-Europa, vuestras ideas liberales, vuestro amor por la patria, el deseo
-que manifestáis de verla feliz, deben haceros abandonar un partido
-que solo combate por la inquisición, por mantener las preocupaciones,
-por el<span class="pagenum" id="Page_326">p. 326</span> interés de
-algunos grandes de España, y por los de la Inglaterra. Prolongar esta
-lucha es querer aumentar las desgracias de la España. Un hombre cual
-vos sois, conocido por su carácter y sus talentos, debe conocer que la
-España puede esperar el resultado más feliz de la sumisión a un rey
-justo e ilustrado, cuyo genio y generosidad deben atraerle a todos los
-españoles que desean la tranquilidad y prosperidad de su patria. La
-libertad constitucional bajo un gobierno monárquico, el libre ejercicio
-de vuestra religión, la destrucción de los obstáculos que varios siglos
-ha se oponen a la regeneración de esta bella nación, serán el resultado
-feliz de la constitución que os ha dado el genio vasto y sublime del
-emperador. Despedazados con facciones, abandonados por los ingleses
-que jamás tuvieron otros proyectos que el de debilitaros, el robaros
-vuestras flotas y destruir vuestro comercio, haciendo de Cádiz un nuevo
-Gibraltar, no podéis ser sordos a la voz de la patria que os pide la
-paz y la tranquilidad. Trabajad en ella de acuerdo con nosotros, y que
-la energía de España solo se emplee desde hoy en cimentar su verdadera
-felicidad. Os presento una gloriosa carrera; no dudo que acojáis con
-gusto la ocasión de ser útil al rey José y a vuestros conciudadanos.
-Conocéis la fuerza y el número de nuestros ejércitos, sabéis que el
-partido en que os halláis no ha obtenido la menor vislumbre de suceso:
-hubiérais llorado un día si las victorias le hubieran coronado,
-pero el Todopoderoso en su infinita bondad os ha libertado de esta
-desgracia.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_327">p. 327</span></p>
-
-<p>Estoy pronto a entablar comunicación con vos y daros pruebas de mi
-alta consideración. — Horacio Sebastiani.»</p>
-
-<div class="sidenote">Contestación<br/> del Señor<br/> Jovellanos.</div>
-
-<p>«Señor general: Yo no sigo un partido, sigo la santa y justa causa
-que sigue mi patria, que unánimemente adoptamos los que recibimos de su
-mano el augusto encargo de defenderla y regirla, y que todos habemos
-jurado seguir y sostener a costa de nuestras vidas. No lidiamos, como
-pretendéis, por la inquisición ni por soñadas preocupaciones, ni por el
-interés de los grandes de España: lidiamos por los preciosos derechos
-de nuestro rey, nuestra religión, nuestra constitución y nuestra
-independencia. Ni creáis que el deseo de conservarlos esté distante del
-de destruir los obstáculos que puedan oponerse a este fin; antes por
-el contrario y para usar de vuestra frase, el deseo y el propósito de
-regenerar la España y levantarla al grado de esplendor que ha tenido
-algún día, es mirado por nosotros como una de nuestras principales
-obligaciones. Acaso no pasará mucho tiempo sin que la Francia y la
-Europa entera reconozcan que la misma nación que sabe sostener con
-tanto valor y constancia la causa de su rey y de su libertad contra
-una agresión tanto más injusta cuanto menos debía esperarla de los que
-se decían sus primeros amigos, tiene también bastante celo, firmeza y
-sabiduría para corregir los abusos que la condujeron insensiblemente
-a la horrorosa suerte que le preparaban. No hay alma sensible que no
-llore los atroces males que esta agresión ha derramado sobre unos
-pueblos inocentes<span class="pagenum" id="Page_328">p. 328</span>
-a quienes después de pretender denigrarlos con el infame título
-de rebeldes, se niega aun aquella humanidad, que el derecho de la
-guerra exige y encuentra en los más bárbaros enemigos. Pero ¿a quién
-serán imputados estos males? ¿A los que los causan violando todos
-los principios de la naturaleza y la justicia, o a los que lidian
-generosamente para defenderse de ellos y alejarlos de una vez y para
-siempre de esta grande y noble nación? Porque, señor general, no os
-dejéis alucinar: estos sentimientos que tengo el honor de expresaros
-son los de la nación entera, sin que haya en ella un solo hombre bueno
-aun entre los que vuestras armas oprimen, que no sienta en su pecho
-la noble llama que arde en el de sus defensores. Hablar de nuestros
-aliados fuera impertinente, si vuestra carta no me obligase a decir en
-honor suyo que los propósitos que les atribuís son tan injuriosos como
-ajenos de la generosidad con que la nación inglesa ofreció su amistad
-y sus auxilios a nuestras provincias, cuando desarmadas y empobrecidas
-los imploraron desde los primeros pasos de la opresión con que la
-amenazaban sus amigos.</p>
-
-<p>En fin, señor general, yo estaré muy dispuesto a respetar los
-humanos y filosóficos principios, que según nos decís profesa vuestro
-rey José, cuando vea que ausentándose de nuestro territorio reconozca
-que una nación, cuya desolación se hace actualmente a su nombre por
-vuestros soldados, no es el teatro más propio para desplegarlos. Este
-sería ciertamente un triunfo digno de su filosofía, y vos, señor
-general,<span class="pagenum" id="Page_329">p. 329</span> si estáis
-penetrado de los sentimientos que ella inspira, deberéis gloriaros
-también de concurrir a este triunfo para que os toque alguna parte
-de nuestra admiración y nuestro reconocimiento. Solo en este caso
-me permitirán mi honor y mis sentimientos entrar con vos en la
-comunicación que me proponéis, si la suprema junta central lo aprobare.
-Entre tanto recibid, señor general, la expresión de mi sincera
-gratitud por el honor con que personalmente me tratáis, seguro de la
-consideración que os profeso. Sevilla 24 de abril de 1809. — Gaspar de
-Jovellanos. — Excmo. señor general Horacio Sebastiani.»</p>
-
-<p>Esta respuesta, digna de la pluma y del patriotismo de su autor, fue
-muy aplaudida en todo el reino así por su noble y elevado estilo, como
-por retratarse en su contenido los verdaderos sentimientos que animaban
-a la gran mayoría de la nación.</p>
-
-<div class="sidenote">Guerra<br/> de Austria.</div>
-
-<p>Semejantes tentativas de conciliación, prescindiendo de lo
-impracticables que eran, parecieron entonces, a pesar de tantas
-desgracias, más fuera de sazón por la guerra que empezaba en Alemania.
-Temores de ella que no tardaron en realizarse, habían, según se
-dijo, estimulado a Napoleón a salir precipitadamente de España. No
-olvidando nunca el Austria las desventajosas paces a que se había
-visto forzada desde la revolución francesa, y sobre todo la última de
-Presburgo, estaba siempre en acecho para no desperdiciar ocasión de
-volver por su honra y de recobrar lo perdido. Pareciole muy oportuna
-la de la insurrección española que produjo<span class="pagenum"
-id="Page_330">p. 330</span> en toda Europa impresión vivísima, y siguió
-aquel gobierno cuidadosamente el hilo de tan grave acontecimiento.
-Demasiadamente abatida el Austria desde la última guerra, no podía
-por de pronto mostrar a las claras su propósito antes de prepararse y
-estar segura de que continuaba la resistencia peninsular. En Erfurt
-mantúvose amiga de Francia, mas con cierta reserva, y solo difirió
-bajo especiosos pretextos el reconocimiento de José. Napoleón, aunque
-receloso, confiando en que si apagaba pronto la insurrección de España
-nadie se atrevería a levantar el grito; sacó para ello conforme
-insinuamos, gran golpe de gente de Alemania, y dio de este modo nuevo
-aliento al Austria que disimuladamente aceleró los preparativos de
-guerra. En los primeros meses del año 1809 dicha potencia comenzó
-a quitarse el embozo publicando una especie de manifiesto en que
-declaraba quería ponerse al abrigo de cualquier empresa contra su
-independencia, y al fin arrojole del todo en 9 de abril en que el
-archiduque Carlos mandando su grande y principal ejército, abrió la
-campaña por medio de un aviso y atravesó el Inn, río que separa la
-Baviera de los estados austriacos. Lo poco prevenido que cogía a
-Napoleón esta guerra, las formidables fuerzas que de súbito desplegó
-el Austria, las muchas que Francia tenía en España, y lo desabrida
-que se mostraba la voz pública en el mismo imperio francés, daba a
-todos fundamento para creer que la primera alcanzaría victorias,
-de cuyas resultas tal vez se cambiaría la faz política de Europa.
-Para contribuir a ello y no desaprovechar<span class="pagenum"
-id="Page_331">p. 331</span> la oportunidad envió la junta central a
-Viena como plenipotenciario suyo a Don Eusebio de Bardají y Azara,
-y aquella corte autorizó a Mr. Gennotte en calidad de encargado de
-negocios cerca del gobierno de Sevilla. Veremos luego cuán poco
-correspondió el éxito a esperanzas tan bien concebidas.</p>
-
-<div class="sidenote">Cataluña</div>
-
-<p>Ahora, después de haber referido lo que ocurrió durante estos meses
-en las provincias meridionales de España, será bien que hablemos de
-Cataluña y de las demás partes del reino. En aquella los ánimos habían
-andado perturbados después de las acciones perdidas, y de las voces y
-amenazas que venían de Aragón y varios puntos. Sin embargo en Tarragona
-no habrá olvidado el lector como la turbación no pasó de ciertos
-límites, luego que Vives dejó el mando y recayó este en Reding, mas en
-Lérida manchose con sangre. <span class="sidenote">Alboroto<br/> de
-Lérida.</span> Fue el caso que en 1.º de enero habiendo introducido
-en la plaza de día y sin precaución varios prisioneros franceses,
-alborotándose a su vista el vecindario y vociferando palabras de
-muerte, forzó el castillo a donde aquellos habían sido conducidos.
-Estaban también dentro encerrados el oidor de la audiencia de Barcelona
-Don Manuel Fortuny y su esposa, con otros cuatro o cinco individuos
-tachados con razón o sin ella de infidencia. Ciega la muchedumbre
-penetró en lo interior y mató a estos desgraciados y a varios de
-los prisioneros franceses. Duró tres días la sublevación, hasta que
-llegaron 300 soldados que envió el general Reding, con cuyo refuerzo
-y las prudentes exhortaciones del gobernador Don José Casimiro<span
-class="pagenum" id="Page_332">p. 332</span> Lavalle, del obispo y
-otras personas, se sosegó el bullicio. Los principales sediciosos
-recibieron después justo y severo castigo: siendo muy de sentir que las
-autoridades andando más precavidas no hubiesen evitado de antemano tan
-lamentable suceso.</p>
-
-<div class="sidenote">Reding<br/> en Tarragona.</div>
-
-<p>Por su parte Don Teodoro Reding con nuevos cuerpos que llegaron de
-Granada y Mallorca y con reclutas había ido completando su ejército
-desde diciembre basta febrero, en cuyo espacio de tiempo había
-permanecido tranquilo el de los franceses sin empeñarse en grandes
-empresas: teniendo para proveerse de víveres que hacer excursiones
-en que perdió hombres y consumió 2.000.000 de cartuchos. El plan que
-en Tarragona siguió al principio el general Reding fue prudente,
-escarmentado con lo sucedido en Llinas y Molins de Rey. <span
-class="sidenote">Plan prudente<br/> de Martí.</span> Era obra de Don
-José Joaquín Martí, y consistía en no trabar acciones campales, en
-molestar al enemigo al abrigo de las plazas y puntos fragosos, en
-mejorar así sucesivamente la instrucción y disciplina del ejército,
-y en convertir la principal defensa en una guerra de montaña, según
-convenía a la índole de los naturales y al terreno en que se lidiaba.
-Todos concurrían con entusiasmo a alcanzar el objeto propuesto, y
-la junta corregimental de Tarragona mostró acendrado patriotismo
-en facilitar caudales, en acuñar la plata de las iglesias y de los
-particulares, y en proporcionar víveres y prendas de vestuario. Quísose
-sujetar a regla a los miqueletes, pero encontró la medida grande
-obstáculo en las costumbres y antiguos usos de los catalanes.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_333">p. 333</span></p>
-
-<p>En sus demás partes, por juicioso que fuese el plan adoptado, no se
-persistió largo tiempo en llevarle adelante. Contribuyó a alterarle
-el marqués de Lazán que habiendo sido llamado de Gerona con la
-división de 6 a 7000 hombres que mandaba, llegó a la línea española
-en sazón de estar apurada Zaragoza. Interesado particularmente en su
-conservación, propuso el marqués y se aprobó que pasaría la sierra
-de Alcubierre con la fuerza de su mando, y que prestaría, si le era
-dado, algún auxilio a aquella ciudad. Llenos entonces los españoles
-de admiración y respeto por la defensa que allí se hacía, <span
-class="sidenote">Varíase.</span> murmuraban de que mayores fuerzas
-no volasen al socorro, pareciéndoles cosa fácil desembarazarse
-en una batalla del ejército del general Saint-Cyr. Había crecido
-el aliento de resultas de algunas cortas ventajas obtenidas en
-reencuentros parciales, y sobre todo porque retirándose el enemigo y
-reconcentrándose más y más, atribuyose a recelo lo que no era sino
-precaución. Aveníase bien con el osado espíritu de Reding la voz
-popular, y cundiendo esta con rapidez, resolvió aquel caudillo dar un
-ataque general; sobreponiéndose a las justas reflexiones de algunos
-jefes cuerdos y experimentados. Movíanle igualmente las esperanzas que
-le daban secretas relaciones de que Barcelona se levantaría al tiempo
-que su ejército se aproximase.</p>
-
-<div class="sidenote">Situación del<br/> ejército español.</div>
-
-<p>Se hallaba este en Tarragona esparcido en una enorme línea de 16
-leguas, que partiendo de aquella ciudad se extendía hasta Olesa por el
-Coll de Santa Cristina, la Llacuna, Igualada y el Bruch. Las tropas
-de dicha línea que estaban<span class="pagenum" id="Page_334">p.
-334</span> fuera de Tarragona pasaban de 15.000 hombres, y las mandaba
-Don Juan Bautista de Castro. Las que había dentro de la plaza a las
-órdenes inmediatas del general en jefe Don Teodoro Reding ascendían a
-unos 10.000 hombres. Según el plan de ataque que se concertó, debía el
-general Castro avanzar e interponerse entre el enemigo y Barcelona, al
-paso que el general Reding aparecería con 8000 hombres en el Coll de
-Santa Cristina, descolgándose también de las montañas y por todos lados
-los somatenes.</p>
-
-<div class="sidenote">Le atacan<br/> los franceses.</div>
-
-<p>Los franceses en número de 18.000 hombres se alojaban en el Panadés,
-y su general en jefe había dejado maniobrar con toda libertad al de
-los españoles, confiado en que fácilmente rompería la inmensa línea
-dentro de la cual se presumía envolverle. Por fin el 16 de febrero
-cuando vio que iba a ser atacado, se anticipó tomando la ofensiva. Para
-ello después de haber dejado en el Vendrell la división del general
-Souham, salió de Villafranca con la de Pino, debiéndosele juntar las de
-los generales Chavot y Chabran cerca de Capelladas, y componiendo las
-tres 11.000 hombres. Antes de que se uniesen se habían encontrado las
-tropas del general Chavot con los españoles, cuyas guerrillas al mando
-de Don Sebastián Ramírez habían rechazado las del enemigo y cogido más
-de 100 prisioneros, entre los que se contó al coronel Carrascosa. Sacó
-de apuro a los suyos la llegada del general Saint-Cyr, quien repelió
-a los nuestros, y maniobrando después con su acostumbrada destreza,
-atravesó la línea española en la dirección de la Llacuna, y con un
-movimiento<span class="pagenum" id="Page_335">p. 335</span> por el
-costado se apareció súbitamente a la vista de Igualada, y sorprendió
-al general Castro, que se imaginaba que solo sería atacado por el
-frente. <span class="sidenote">Entran<br/> en Igualada.</span> Vuelto
-de su error apresuradamente se retiró a Montmeneu y Cervera, a cuyos
-parajes ciaron también en bastante desorden las tropas más avanzadas.
-Los enemigos se apoderaron en Igualada de muchos acopios de que tenían
-premiosa necesidad, y recobraron los prisioneros que habían perdido la
-víspera en Capelladas.</p>
-
-<div class="sidenote">Movimientos<br/> de Saint-Cyr<br/> y Reding.</div>
-
-<p>Habiendo cortado de este modo el general Saint-Cyr la línea
-española, trató de revolver sobre su izquierda para destruir las tropas
-que guarecían los puntos de aquel lado, y unirse al general Souham.
-Dejó en Igualada a los generales Chabot y Chabran, y partió el 18 la
-vuelta de San Magín, de donde desalojó al brigadier Don Miguel Iranzo,
-obligándole a recogerse al monasterio de Santas Cruces, cuyas puertas
-en vano intentó el general francés que se le abriesen ni por fuerza ni
-por capitulación.</p>
-
-<p>Noticioso en tanto Don Teodoro Reding de lo acaecido con Castro,
-salió de Tarragona acompañado de una brigada de artillería, 300
-caballos y un batallón de suizos, con objeto de unir los dispersos
-y libertar al brigadier Iranzo. Consiguió que este y una parte
-considerable de la demás tropa se le agregasen en el Pla, Sarreal
-y Santa Coloma. Pero Saint-Cyr temeroso de ser atacado por fuerzas
-superiores, estando solo con la división de Pino, procuró unirse a la
-de Souham, y colocarse entre Tarragona y D. Teodoro Reding. Advertido
-este del movimiento<span class="pagenum" id="Page_336">p. 336</span>
-del enemigo, decidió retroceder a aquella plaza, dejando a cargo de
-Don Luis Wimpffen unos 5000 hombres que cubriesen el corregimiento de
-Manresa, y observasen a los franceses que habían quedado en Igualada.
-Se mandó asimismo a Wimpffen proteger al somatén del Vallés y a los
-inmediatos destinados a ayudar la proyectada conspiración de Barcelona.
-Moviose después Reding hacia Montblanch llevando 10.000 hombres, y
-el 24 congregó a junta para resolver definitivamente si retrocedería
-a Tarragona, o si iría al encuentro de los franceses: tanto pesaba
-a su atrevido ánimo volver la espalda sin combatir. En el consejo
-opinaron muchos por enriscarse del lado de Prades y enderezar la marcha
-a Constantí enviando la artillería a Lérida: otros, y fue lo que se
-decidió, pensaron ser más honroso caminar con la artillería y los
-bagajes por la carretera que pasando entre el Coll de Riba y orillas
-del Francolí va a Tarragona, mas con la advertencia de no buscar al
-enemigo, ni de esquivar tampoco su encuentro si provocase a la pelea.
-Emprendiose la marcha y el 25 al rayar el alba, después de cruzar el
-puente de Goy, tropezaron los nuestros con la gran guardia de los
-franceses, la cual haciendo dos descargas se recogió al cuerpo de su
-división, que era la del general Souham situada en las alturas de
-Valls.</p>
-
-<div class="sidenote">Batalla de Valls.</div>
-
-<p>Don Teodoro Reding en vez de proseguir su marcha a Tarragona,
-conforme a lo acordado, retrocedió con la vanguardia y se unió al
-grueso del ejército que estaba en la orilla derecha del Francolí,
-colocado en la cima de unas<span class="pagenum" id="Page_337">p.
-337</span> colinas. Tomada esta determinación empeñose luego una acción
-general, a la que sobre todo alentó haber nuestras tropas ligeras
-rechazado a las enemigas. El general Castro regía la derecha española;
-quedó la izquierda y centro al cargo del general Martí.</p>
-
-<p>La fuerza de los franceses consistía únicamente hasta entonces en
-la división de Souham, que teniendo su derecha del lado de Pla apoyaba
-su izquierda en el Francolí. En aquel pueblo permanecía el general
-Saint-Cyr con la división de Pino, cuya vanguardia cubría el boquete
-de Coll de Cabra, hasta que sabedor de haber Reding venido a las manos
-con Souham, se apresuró a juntarse con este. Antes de su llegada
-combatieron bizarramente los españoles durante cuatro horas, perdiendo
-terreno los franceses, los cuales reforzados a las tres de la tarde
-cobraron de nuevo ánimo. Entonces hubo generales españoles que creyeron
-prudente no aventurar las ventajas alcanzadas contra tropas que venían
-de refresco, resolviéndose por tanto a volver a ocupar la primera línea
-y proseguir el camino a Tarragona. Mas fuese por impetuosidad de los
-contrarios, o por la natural inclinación de Reding a no abandonar el
-campo, trabose de nuevo y con mayor ardor la pelea.</p>
-
-<p>Formó el general Saint-Cyr cuatro columnas, dos en el centro con la
-división de Pino, y dos en las alas con la de Souham. Pasó el Francolí,
-y arremetió subir a la cima en que se habían vuelto a colocar nuestras
-tropas. La resistencia de los españoles fue tenacísima, cediendo solo
-al bien concertado ataque de los enemigos.<span class="pagenum"
-id="Page_338">p. 338</span> Rota después y al cabo de largo rato
-la línea en vano se quiso rehacerla, salvándose nuestros soldados
-por las malezas y barrancos de la tierra. Alcanzaron a Don Teodoro
-Reding algunos jinetes enemigos; defendiose él y los oficiales que le
-acompañaban valerosamente, mas recibió cinco heridas y con dificultad
-pudo ponerse en cobro. Nuestra pérdida pasó de 2000 hombres: menor la
-de los franceses. Contamos entre los muertos oficiales superiores,
-y quedó prisionero con otros el marqués de Casteldosríus, grande de
-España. Los dispersos se derramaron por todas partes acogiéndose muchos
-a Tarragona, a donde llegó por la noche el general Reding sin que el
-pueblo le faltase al debido respeto, noticioso de cuanto había expuesto
-su propia persona.</p>
-
-<div class="sidenote">Entran<br/> los franceses<br/> en Reus.</div>
-
-<p>Los franceses entraron al siguiente día en Reus, cuyos vecinos
-permanecieron en sus casas contra la costumbre general de Cataluña,
-y el ayuntamiento salió a recibir a los nuevos huéspedes, y aun
-repartió una contribución para auxiliarlos. Irritó sobre manera
-tan desusado proceder, y desaprobole agriamente el general Reding
-como de mal ejemplo. Villa opulenta a causa de sus fábricas y
-manufacturas no quiso perder en pocas horas la acumulada riqueza de
-muchos años. Extendiéronse los franceses hasta el puerto de Salou, y
-cortaron la comunicación de Tarragona con el resto de España. <span
-class="sidenote">Esperanzas<br/> de Saint-Cyr.</span> Mucho esperó
-Saint-Cyr de la batalla de Valls, principalmente padeciéndose en
-Tarragona una enfermedad contagiosa nacida de los muchos enfermos
-y heridos hacinados dentro<span class="pagenum" id="Page_339">p.
-339</span> de la plaza, y cuyo número se había aumentado de resultas de
-un convenio que propuso el general Saint-Cyr y admitió Reding: según el
-cual no debían en adelante considerarse los enfermos y heridos de los
-hospitales como prisioneros de guerra, sino que luego de convalecidos
-se habían de entregar a sus ejércitos respectivos. Como estaban en este
-caso muchos más soldados españoles que franceses, pensaba el general
-Saint-Cyr que aumentándose así los apuros dentro de Tarragona, acabaría
-esta plaza por abrirle sus puertas. Tenía en ello tanta confianza que
-conforme él mismo nos refiere en sus memorias, determinó no alejarse de
-aquellos muros mientras que pudiese dar a sus soldados la cuarta parte
-de una ración. Conducta permitida si se quiere en la guerra, pero que
-nunca se calificará de humana.</p>
-
-<div class="sidenote">Salen vanas.</div>
-
-<p>Nada logró: los catalanes sin abatirse empezaron por medio
-de los somatenes y miqueletes a renovar una guerra destructora.
-Diez mil de ellos bajo el general Wimpffen y los coroneles Miláns
-y Clarós, atacaron a los franceses de Igualada, y los obligaron
-con su general Chabran a retirarse hasta Villafranca. <span
-class="sidenote">Guerra<br/> de somatenes.</span> Bloquearon otra vez
-a Barcelona, y cortando las comunicaciones de Saint-Cyr con aquella
-plaza, infundieron nuevo aliento en sus moradores. Quiso Chabran
-restablecerlas, mas rechazado retirose precipitadamente, hasta que
-insistiendo después con mayores fuerzas y por orden repetida de su
-general en jefe, abrió el paso en 14 de marzo.</p>
-
-<p>No pudiendo ya, falto de víveres, sostenerse el general Saint-Cyr
-en el campo de Tarragona,<span class="pagenum" id="Page_340">p.
-340</span> se dispuso a abandonar sus posiciones y acercarse a
-Vic, como país más provisto de granos y bastante próximo a Gerona,
-cuyo sitio meditaba. Debía el 18 de marzo emprender la marcha:
-difiriose dos días a causa de un incidente que prueba cuán hostil
-se mantenía contra los franceses toda aquella tierra. <span
-class="sidenote">Dificultad<br/> de las<br/> comunicaciones.</span>
-Estaba el general Chabot apostado en Montblanch para impedir la
-comunicación de Reding con Wimpffen, y de este con la plaza de Lérida.
-Oyose un día en los puntos que ocupaba el ruido de un fuego vivo que
-partía de más allá de sus avanzadas. Tal novedad obligole a hacer un
-reconocimiento, por cuyo medio descubrió que provenía el estrépito de
-un encuentro de los somatenes con 600 hombres y dos piezas que traía
-un coronel enviado de Fraga por el mariscal Mortier, a fin de ponerse
-en relación con el general Saint-Cyr. A duras penas habían llegado
-hasta Montblanch, mas no les fue posible retroceder a Aragón, teniendo
-después que seguir la suerte de su ejército de Cataluña. Hecho que
-muestra de cuán poco había servido domeñar a Zaragoza, y ganar la
-batalla de Valls para ser dueños del país, puesto que a poco tiempo no
-le era dado a un oficial francés poder hacer un corto tránsito a pesar
-de tan fuerte escolta.</p>
-
-<div class="sidenote">Retírase<br/> Saint-Cyr<br/> de las
-cercanías<br/> de Tarragona.</div>
-
-<p>Esta ocurrencia, la de Chabran, y lo demás que por todas partes
-pasaba, afligía a los franceses viendo que aquella era guerra
-sin término, y que en cada habitante tenían un enemigo. Para
-inspirar confianza y dar a entender que nada temía, el 19 de marzo
-antes de salir de Valls envió el general Saint-Cyr a Reding un
-parlamentario<span class="pagenum" id="Page_341">p. 341</span>
-avisándole que forzado por las circunstancias a acercarse a la frontera
-de Francia, partiría al día siguiente, y que si el general español
-quería enviar un oficial con un destacamento, le entregaría el hospital
-que allí había formado. Accedió Reding a la propuesta, manifestando con
-ella el general francés a su ejército el poco recelo que le daban en
-su retirada los españoles de Tarragona, oprimidos con enfermedades y
-trabajos. Paráronse algunos días las divisiones francesas del Llobregat
-allá, y aprovechándose de su reunión ahuyentaron a Wimpffen del lado de
-Manresa.</p>
-
-<div class="sidenote">Pasa<br/> por Barcelona.</div>
-
-<p>Entró al paso en Barcelona el general Saint-Cyr, en donde
-permaneció hasta el 15 de abril. Durante su estancia no solo se
-ocupó en la parte militar, sino que también tomó disposiciones
-políticas, de las que algunas fueron sobradamente opresivas. <span
-class="sidenote">Estado<br/> de la ciudad.</span> El general Duhesme
-había en todos tiempos mostrado temor de las conspiraciones que se
-tramaban en Barcelona, ya porque realmente las juzgase graves, o ya
-también por encarecer su vigilancia. No hay duda que continuaron
-siempre tratos entre gentes de fuera de la plaza y personas notables
-de dentro, siendo de aquellas principal jefe Don Juan Clarós, y de
-estas el mismo capitán general Villalba, sucesor que habían dado a
-Ezpeleta los franceses. En el mes de marzo recobrando ánimo después
-de pasados algunos días de la rota de Valls, acercose muchedumbre de
-miqueletes y somatenes a Barcelona, ayudándoles los ingleses del lado
-de la mar; hubo noche que llegaron hasta el glacis, y aun de dentro
-se tiraron<span class="pagenum" id="Page_342">p. 342</span> tiros
-contra los franceses. En muchas de estas tentativas estaban quizá los
-conspiradores más esperanzados de lo que debieran, y a veces la misma
-policía aumentaba los peligros, y aun fraguaba tramas para recomendar
-su buen celo. Tal se decía de su jefe el español Casanova, y aun lo
-sospechaba el general Saint-Cyr, sirviendo de pretexto el nombre de
-conjuración para apoderarse de los bienes de los acusados. Mas con todo
-no dejó de haber conspiraciones que fueron reales, y que mantuvieron
-justo recelo entre los enemigos: motivo por el que quiso el general
-Saint-Cyr obligar con juramento a las autoridades civiles a reconocer
-a José, del mismo modo que se había intentado antes con los militares,
-sin que en ello fuese más dichoso.</p>
-
-<div class="sidenote">Niéganse<br/> las autoridades<br/> civiles a
-prestar<br/> juramento.</div>
-
-<p>Hasta entonces no había parecido a Duhesme conveniente exigírselo
-deseoso de evitar nueva irritación y disgustos, y se contentaba con
-que ejerciesen sus respectivas jurisdicciones: resolución prudente y
-que no poco contribuyó a la tranquilidad y buen orden de Barcelona.
-Mas ahora cumpliendo con lo que había dispuesto el general Saint-Cyr
-convocó al efecto el 9 de abril a la casa de la audiencia a las
-autoridades civiles, y señaladamente concurrieron a ella los oidores
-Mendieta, Vaca, Córdova, Beltrán, Marchamalo, Dueñas, Lasauca, Ortiz,
-Villanueva y Gutiérrez; nombres dignos de mentarse por la entereza y
-brío con que se portaron. Abriose la sesión con un discurso en que se
-invitaba a prestar el juramento, obligación que se suponía suspendida a
-causa de particulares miramientos. Negáronse a ello resueltamente<span
-class="pagenum" id="Page_343">p. 343</span> casi todos, replicando
-con claras y firmes razones, principalmente los señores Mendieta y
-Don Domingo Dueñas, quien concluyó con expresar «que primero pisaría
-la toga que le revestía, que deshonrarla con juramentos contrarios a
-la lealtad.» Siguieron tan noble ejemplo seis de los siete regidores
-que habían quedado en Barcelona: lo mismo hicieron los empleados en
-las oficinas de contaduría, tesorería y aduana, afirmando el contador
-Asaguirre «que aun cuando toda España proclamase a José, él se
-expatriaría.» Veintinueve fueron los que de resultas se enviaron presos
-a Monjuich y a la ciudadela, sin contar otros muchos que quedaron
-arrestados en sus casas, en cuyo número se distinguían el conde de
-Ezpeleta y su sucesor Don Galcerán de Villalba. Al conducirlos a la
-prisión el pueblo agolpábase al paso, y mirándolos como mártires de
-la lealtad, los colmaba de bendiciones, y les ofrecía todo linaje de
-socorros.</p>
-
-<div class="sidenote">Prenden<br/> a muchos<br/> y los llevan<br/> a
-Francia.</div>
-
-<p>No satisfecho Saint-Cyr con esta determinación, resolvió poco
-después trasladarlos a Francia, medida dura y en verdad ajena de la
-condición apacible y mansa que por lo común mostraba aquel general,
-y tanto menos necesaria cuanto entre los presos si bien se contaban
-magistrados y empleados íntegros y de capacidad, no había ninguno
-inclinado a abanderizar parcialidades.</p>
-
-<div class="sidenote">Pasa Saint-Cyr<br/> a Vic.</div>
-
-<p>Tomada esta y otras providencias se alejó el general Saint-Cyr de
-Barcelona, y llegó a Vic el 18 de abril, cuya ciudad encontró vacía
-de gente, excepto los enfermos, seis ancianos<span class="pagenum"
-id="Page_344">p. 344</span> y el obispo. Con la precipitación
-lleváronse solamente los vecinos las alhajas más preciosas, dejando
-provisiones bastantes que aliviaron la penuria con que siempre andaba
-el ejército enemigo. Allí recibió su general noticias de Francia de
-que carecía por el camino directo después de cinco meses, y empezose a
-preparar para el sitio de Gerona, pensando que el ejército español no
-estaba en el caso de poder incomodarle tan en breve. No se engañaba en
-su juicio, así por el estado enfermizo y de desorden en que se hallaba
-después de la batalla de Valls, <span class="sidenote">Muerte<br/>
-de Reding.</span> como también por el fallecimiento del general
-Reding acaecido en aquella plaza el 23 de abril. Al principio no se
-habían creído sus heridas de gravedad, pero empeorándose con las
-aflicciones y sinsabores pusieron término a su vida. Reding general
-diligente y de gran denuedo mostrose, aunque suizo de nación, <span
-class="sidenote">Sucédele<br/> Coupigny.</span> tan adicto a la
-causa de España, como si fuera hijo de su propio suelo. Sucediole
-interinamente el marqués de Coupigny.</p>
-
-<p>La guerra de somatenes siempre proseguía encarnizadamente, y
-largos y difíciles de contar serían sus particulares y diversos
-trances. Muestra fue del ardor que los animaba la vigorosa <span
-class="sidenote">Paisanos<br/> del Vallés.</span> respuesta de los
-paisanos del Vallés a la intimación que los franceses les hicieron
-de rendirse. «El general Saint-Cyr [decían] y sus dignos compañeros
-podrán tener la funesta gloria de no ver en todo este país más que
-un montón de ruinas... pero ni ellos ni su amo dirán jamás que este
-partido rindió de grado la cerviz a un yugo que justamente rechaza la
-nación.»</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_345">p. 345</span></p>
-
-<div class="sidenote">Principio<br/> de las partidas<br/> en todo el
-reino.</div>
-
-<p>Tal género de guerra cundió a todas las provincias nacido de las
-circunstancias y por acomodarse muy mucho a la situación física y
-geográfica de esta tierra de España, entretejida y enlazada con los
-brazos y ramales de montañas y sierras que como de principal tronco
-se desgajan de los Pirineos y otras cordilleras, las cuales aunque
-interrumpidas a veces por parameras, tendidas llanuras y deliciosas
-vegas, acanalando en unas partes los ríos, y en otras quebrando y
-abarrancando el terreno con los torrentes y arroyadas que de sus cimas
-descienden, forman a cada paso angosturas y desfiladeros propios para
-una guerra defensiva y prolongada. No menos ayudaba a ella la índole
-de los naturales, su valor, la agilidad y soltura de los cuerpos, su
-sencillo arreo, la sobriedad y templanza en el vivir que los hace
-por lo general tan sufridores de la hambre, de la sed y trabajos.
-Hubo sitios en que guerreaba toda la población: así acontecía en
-Cataluña, así en Galicia, según luego veremos, así en otras comarcas.
-En los demás parajes levantáronse bandas de hombres armados, a las
-que se dio el nombre de <i>guerrillas</i>. Al principio cortas en
-número crecieron después prodigiosamente, y acaudilladas por jefes
-atrevidos recorrían la tierra ocupada por el enemigo y le molestaban
-como tropas ligeras. Sin subir a Viriato puede con razón afirmarse que
-los españoles se mostraron siempre inclinados a este linaje de lides,
-que se llaman en la 2.ª Partida correduras y algaras, fruto quizá de
-los muchos siglos que tuvieron aquellos que pelear contra los moros,
-en<span class="pagenum" id="Page_346">p. 346</span> cuyas guerras
-eran continuas las correrías a que debieron su fama los Vivares y los
-Munios Sanchos de Hinojosa. En la de sucesión, aunque varias provincias
-no tomaron parte por ninguno de los pretendientes, aparecieron no
-obstante cuadrillas en algunos parajes, y con tanta utilidad a veces
-de la bandera de la casa de Borbón, que el marqués de Santa Cruz de
-Marcenado en sus reflexiones militares las recomienda por los buenos
-servicios que habían hecho los paisanos de Benavarre. En la guerra
-contra Napoleón nacieron más que de un plan combinado de la naturaleza
-de la misma lucha. Engruesábanlas con gente las dispersiones de los
-ejércitos, la falta de ocupación y trabajo, la pobreza que resultaba, y
-sobre todo la aversión contra los invasores viva siempre y mayor cada
-día por los males que necesariamente causaban sus tropas en guerra tan
-encarnizada.</p>
-
-<div class="sidenote">Decreto<br/> de la central.</div>
-
-<p>La junta central sin embargo previendo cuán provechoso sería
-no dar descanso al enemigo y molestarle a todas horas y en todos
-sentidos, imaginó la formación de estos cuerpos francos, y al efecto
-publicó un reglamento en 28 de diciembre de 1808 en que despertando
-la ambición y excitando el interés personal, trataba al mismo tiempo
-de poner coto a los desmanes y excesos que pudieran cometer tropas no
-sujetas a la rigurosa disciplina de un ejército. Nunca se practicó
-este reglamento en muchas de sus partes, y aún no había circulado por
-las provincias cuando ya las recorrían algunos partidarios. <span
-class="sidenote">Porlier.</span> Fue uno de los primeros Don Juan
-Díaz Porlier, a quien denominaron el Marquesito<span class="pagenum"
-id="Page_347">p. 347</span> por creerle pariente de Romana. Oficial en
-uno de los regimientos que se hallaron en la acción de Burgos, tuvo
-después encargo de juntar dispersos, y situose con este objeto en San
-Cebrián de Campos a tres leguas de Palencia. Allegó en diciembre de
-1808 alguna gente, y ya en enero sorprendió destacamentos enemigos en
-Frómista, Rivas y Paredes de Nava, en donde se pusieron en libertad
-varios prisioneros ingleses, señalándose por su intrepidez Don
-Bartolomé Amor, segundo de Porlier. Próximo este a ser cogido en
-Saldaña y dispersada su tropa, juntola de nuevo, haciéndose dueño
-en febrero del depósito de prisioneros que tenían los franceses en
-Sahagún, y de más de 100 de sus soldados. Creció entonces su fama,
-difundiose a Asturias, y la junta le suministró auxilios, con lo que,
-y engrosada su partida, acometió a la guarnición enemiga de Aguilar de
-Campóo, compuesta de 400 hombres y dos cañones, siendo curioso el modo
-que empleó para rendirlos.</p>
-
-<p>Encerrados los franceses en su cuartel bien pertrechados y
-sostenidos por su artillería, dificultoso era entrarlos a viva fuerza.
-Viendo esto Porlier hizo subir algunos de los suyos a la torre, y de
-allí arrojar grandes piedras, que cayendo sobre el tejado del cuartel,
-le demolieron y dejaron descubiertos a los franceses obligándolos a
-entregarse prisioneros. Concluyó otras empresas con no menor dicha.</p>
-
-<div class="sidenote">Don Juan<br/> Echávarri.</div>
-
-<p>No fue tanta entonces la de Don Juan Fernández de Echávarri
-que, con nombre de Compañía del Norte, levantó una cuadrilla que
-corría la montaña de Santander y señorío de Vizcaya, pues preso él y
-algunos de sus compañeros en<span class="pagenum" id="Page_348">p.
-348</span> 30 de marzo, fue sentenciado a muerte por un tribunal
-criminal extraordinario que a manera del de Madrid se estableció en
-Bilbao, el cual en este y otros casos ejerció inhumanamente su odioso
-ministerio.</p>
-
-<div class="sidenote">El Empecinado.</div>
-
-<p>Otras partidas de menos nombre nacieron y comenzaron a multiplicarse
-por todas las provincias ocupadas. Distinguiose desde los principios
-la de Don Juan Martín Díez que llamaron el <i>Empecinado</i> [apodo
-que dan los comarcanos a los vecinos de Castrillo de Duero de donde
-era natural]. Soldado licenciado después de la guerra de Francia de
-1793, pasaba honradamente la vida dedicado a la labranza en la villa de
-Fuentecén. Mal enojado como todos los españoles con los acontecimientos
-de abril y mayo de 1808, dejó la esteva y empuñó la espada, hallándose
-ya en las acciones de Cabezón y Rioseco. Persiguiéronle después
-envidias y enemistades, y le prendieron en el Burgo de Osma, de donde
-se escapó al entrar los franceses. Luego que se vio libre reunió gente
-ayudado de tres hermanos suyos; y empezando en diciembre a molestar al
-enemigo, recorrió en enero y febrero con fruto los partidos de Aranda,
-Segovia, tierra de Sepúlveda y Pedraza. Aunque acosado en seguida por
-los enemigos, internándose en Santa María de Nieva, recogió en sus
-cercanías muchos caballos y hombres. Con tales hechos se extendió la
-fama de su nombre, mas también el perseguimiento de los franceses que
-enviaron en su alcance fuerzas considerables, y prendieron como en
-rehenes a su madre. Casi rodeado salvose en la primavera con<span
-class="pagenum" id="Page_349">p. 349</span> su partida, y sin abandonar
-ninguno de los prisioneros que había hecho, yendo por las sierras de
-Ávila, se guareció en Ciudad Rodrigo. Llegaron entonces a noticia de la
-central sus correrías, y le condecoró con el grado de capitán. También
-por los meses de abril y mayo tomó las armas y formó partida Don
-Jerónimo Merino cura de Villoviado. Lo mismo hicieron, otros muchos, de
-los que y de sus cuadrillas suspenderemos hablar hasta que ocurra algún
-hecho notable o refiramos lo que pasaba en las provincias en que tenían
-su principal asiento.</p>
-
-<div class="sidenote">Ciudad Rodrigo<br/> y Wilson.</div>
-
-<p>Ayudaron al principio mucho a estas partidas, amparándolas en sus
-apuros las plazas y puntos que todavía quedaban libres. Acabamos de
-ver como el Empecinado se abrigó a Ciudad Rodrigo, en cuya plaza y
-sus alrededores solía permanecer el digno e incansable jefe inglés
-Sir Roberto Wilson. Asistido de su legión lusitana a la que se habían
-agregado españoles e ingleses dispersos, y una corta fuerza bajo Don
-Carlos de España, protegía a nuestros partidarios e incomodaba al
-general Lapisse colocado en Ledesma y Salamanca. Este aunque al frente
-de 10.000 hombres y con mucha artillería, apenas había hecho cosa
-notable hasta abril desde enero en que se apoderó de Zamora, ciudad
-casi abandonada. Solo en 2 de marzo esperanzado en malos tratos se
-presentó delante de Ciudad Rodrigo para entrar de rebate la plaza, mas
-el aviso de buenos españoles y la diligencia de Wilson le impidieron
-salir adelante con su proyecto, incomodándole este continuamente aun en
-sus mismos reales.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_350">p. 350</span></p>
-
-<div class="sidenote">Asturias.</div>
-
-<p>Por aquel tiempo Asturias, provincia que después de la invasión
-de Galicia era la sola libre entre las del norte, mostrose firme,
-y continuó desplegando sus patrióticos sentimientos. <span
-class="sidenote">La junta.</span> Gobernábala la misma junta que
-se había congregado en 1808, compuesta de hacendados y personas
-principales del país. Dio para el armamento y defensa enérgicas
-providencias; que la malquistaron con muchos. Tales fueron un
-alistamiento general sin excepción de clase ni persona; el
-repartimiento extraordinario a toda la provincia de 2.000.000 de
-reales, y el de otras sumas entre los más ricos capitalistas y
-propietarios, la rebaja de sueldos a los empleados; y por último el
-haber mandado a las corporaciones eclesiásticas que tuviesen a su
-disposición los caudales que existieran en sus depósitos. Con estos
-recursos hubo bastante para hacer frente a los considerables gastos
-que ocasionaron las dispersiones de Espinosa y las posteriores; y
-arreglar de nuevo y aumentar la fuerza necesaria para la defensa del
-principado.</p>
-
-<div class="sidenote">Ballesteros.</div>
-
-<p>Uno de los puntos que urgía poner al abrigo de un impensado ataque
-era el del lado oriental, por donde los enemigos se habían extendido
-hasta más acá de San Vicente de la Barquera. Juntáronse las pocas
-tropas que quedaban, y se pusieron a las órdenes de Don Francisco
-Ballesteros; que de capitán retirado y visitador de tabacos había
-ascendido a mariscal de campo en la profusión de grados que se
-concedieron. Contentose al principio el nuevo general con ocupar las
-orillas del río Sella, hasta que reforzado avanzó en enero de 1809
-a Colombres y riberas del<span class="pagenum" id="Page_351">p.
-351</span> Deva. Descubrieron luego Ballesteros y otros jefes suma
-actividad y celo, esmerándose en la instrucción y disciplina de
-subalternos y soldados. Y en aquel campo al paso que se perfeccionaron
-unos y otros en los ejercicios de su profesión, habituáronse también al
-fuego, no estando separados del enemigo sino por el Deva, y al fin se
-alcanzó formar una división que regida por Ballesteros adquirió justo
-renombre en el curso de la guerra.</p>
-
-<div class="sidenote">Sus operaciones<br/> en Colombres.</div>
-
-<p>Antes de empezar febrero ascendía dicha fuerza a 5000 hombres, y
-el 6 del mismo desalojó ya a la del enemigo de la línea que ocupaba,
-incomodándole con frecuencia, y casi siempre ventajosamente. Hubo
-ocasiones en que las refriegas fueron de más empeño, sobre todo una
-acaecida en fines de abril, consiguiendo los nuestros penetrar basta
-San Vicente de la Barquera, en cuyo pueblo celebró su victoria el
-general Ballesteros con grande aparato; vana ostentación a que era
-inclinado, pero con la que entusiasmaba al soldado y granjeaba su
-voluntad.</p>
-
-<div class="sidenote">Armamento<br/> de la provincia.</div>
-
-<p>La junta de Asturias había además establecido dentro del principado,
-bajo el nombre de <i>Alarma</i>, un levantamiento general para que
-acudiesen a la defensa, en caso de irrupción, todos los hombres capaces
-de manejar un fusil o un chuzo, de cuyas armas no había vecino que no
-estuviese provisto.</p>
-
-<div class="sidenote">Worster.</div>
-
-<p>A últimos de enero, al saberse la ocupación de Galicia, igualmente
-paró su atención en formar y juntar con prontitud una división de 7000
-hombres que cubriese la parte occidental de Asturias, y cuyo mando por
-desgracia dio a Don<span class="pagenum" id="Page_352">p. 352</span>
-José Worster, general de menguado seso, aunque antiguo oficial de
-artillería.</p>
-
-<div class="sidenote">Entran<br/> los asturianos<br/> en Ribadeo.</div>
-
-<p>Puesta esta fuerza a orillas del Eo, sabiendo ser corta la que
-tenían enfrente los enemigos, y ansiando por tener un apoyo los
-patriotas de aquellos partidos, de los que del lado de Vivero se
-habían ya levantado algunos, tratose seriamente al comenzar febrero
-de hacer una excursión en Galicia. Verificose así, mas con tan poco
-orden que las tropas de Worster cometieron excesos en Ribadeo como si
-fuesen enemigas, y mataron a Don Raimundo Ibáñez comerciante rico e
-ilustrado de aquella villa. Difícil era que soldados tan insubordinados
-se comportasen debidamente cuando se tratase de guerrear. No obstante
-intentó Worster sorprender a los franceses que guarnecían a Mondoñedo.
-<span class="sidenote">Y en Mondoñedo.</span> Sita esta ciudad en un
-profundo valle, cercada de altas montañas, y sin otro camino llano más
-que el que conduce a Asturias, pudiera fácilmente haberse conseguido
-la empresa. Pero Worster por sus mal concertadas órdenes, y el coronel
-Linares por no atender cumplidamente al punto que guardaba, diéronse
-tan torpe maña que dejaron retirarse a los franceses sin grande
-molestia. Worster luego que entró en Mondoñedo en vez de tener presente
-la clase de enemigo con quien las había, entregose a fiestas y convites
-que le dieron los vecinos, de cuyo descuido enterado el general francés
-Maurice Mathieu que mandaba por aquella parte, después de entrar en
-Vivero, en que se había formado una junta, y de entregar al saco y
-furor del soldado aquella villa, revolvió sobre Mondoñedo, <span
-class="sidenote">Sorprenden<br/> y dispersan<br/> los franceses<br/>
-a Worster.</span> sorprendió y dispersó<span class="pagenum"
-id="Page_353">p. 353</span> la división de Worster, superior en número,
-y penetrando en Asturias hasta el Navia saqueó y aniquiló los concejos
-que median entre este río y el Eo. Afortunadamente se hallaba en las
-cercanías Don Manuel Acevedo individuo de la junta, y hermano del
-general que pereció después de la batalla de Espinosa, y a su actividad
-e ilustrada diligencia debiose la pronta reunión a esta parte del Navia
-de los soldados desbandados, ayudándole con esmero el gobernador del
-partido Don Matías Menéndez, y el bizarro coronel Galdiano. Advertido
-el general francés de que la tropa asturiana se había rehecho, y
-juzgando arriesgado internarse aún en el principado, retrocedió a
-Galicia y se contentó con ocupar sus antiguas posiciones.</p>
-
-<div class="sidenote">Romana.</div>
-
-<p>Tales eran los acontecimientos ocurridos en Asturias, mientras que
-esta provincia, si bien libre, se había mantenido como aislada y sin
-comunicación con las otras, hasta que en la primavera de 1809 pisó
-su suelo por primera vez el marqués de la Romana; mas para averiguar
-los motivos que trajeron a este caudillo al principado, necesario es
-referir antes lo que pasó en Galicia después que le dejamos en enero a
-él y a su gente cerca de la frontera de Portugal.</p>
-
-<div class="sidenote">Su ejército.</div>
-
-<p>Allí continuó todo el febrero mudando a menudo de posición, y
-aproximándose a veces a la plaza portuguesa de Chaves. Consistía
-su fuerza en 9000 hombres, distribuidos en una vanguardia al cargo
-de Don Gabriel de Mendizábal, y en dos divisiones que mandaban los
-generales Mahy y Taboada. Su estancia en aquellos parajes animó
-mucho al paisanaje de Galicia, abultándose<span class="pagenum"
-id="Page_354">p. 354</span> el número de sus tropas y el de sus
-recursos. También procuraba el mismo marqués por medio de emisarios
-atizar el fuego, y el ayudante general Moscoso en una comisión que tuvo
-en lo interior de aquella provincia, repartió con buen éxito ejemplares
-manuscritos de una instrucción que había compuesto para la guerra de
-partidas.</p>
-
-<div class="sidenote">Empieza<br/> el levantamiento<br/> de
-Galicia.</div>
-
-<p>Hubo sitios en que produjeron estos pasos conveniente efecto;
-mas hubo otros en que sin ajeno estímulo formáronse muy luego los
-habitantes en cuadrillas. Así aconteció con los paisanos de la Puebla
-de Tribes que los primeros y antes de comenzar febrero, dirigidos por
-Diego Núñez de Millaroso, cogieron prisioneros a 80 dragones de la
-división del general Marchand, los cuales con varios despojos llevaron
-en triunfo adonde estaba Romana. Imitáronlos en breve otros muchos
-en el valle de Valdeorras, y uniéndose cinco fieldades eligieron
-una junta, escogiendo por su general a Don José, abad de Casoyo,
-mozo arrojado y de la casa de Quiroga, ilustre en aquella tierra. Su
-hermano Don Juan, también de Quiroga y Uría, cooperó grandemente a sus
-empresas, que se multiplicaron y se extendieron hacia el Bierzo. En
-la línea de Lugo desde el valle de Cruzul hasta monte Salgueiro, no
-lejos de Betanzos, interceptaron los naturales correos y destacamentos,
-señalándose el juez de Cancelada Don Ignacio Herbón, quien al acabar
-febrero atacó en Doncos un convoy, y le cogió en su mayor parte. Pero
-en donde se encendió extraordinariamente y tomó forma más regular la
-insurrección, según veremos más adelante, fue del lado de Tuy.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_355">p. 355</span></p>
-
-<p>Mucho hubiera podido contribuir a darle pronto y vigoroso centro
-la permanencia de Romana hacia Monterrey; mas nuevas ocurrencias
-le obligaron a alejarse. Indicamos en otro libro como el mariscal
-Soult avanzaba por la costa de Galicia vía de Portugal. Ejecutó este
-movimiento en virtud de orden que en 28 de enero recibió en el Ferrol
-para invadir aquel reino.</p>
-
-<div class="sidenote">Mariscal Soult.</div>
-
-<p>Luego que se embarcaron los ingleses en la Coruña quedando
-pocos en Lisboa, pareciole fácil a Napoleón llegar a las puertas
-de esta capital, y lavar con su conquista la antigua mancha. <span
-class="sidenote">Trata de invadir<br/> Portugal.</span> Para ello al
-paso que Soult había de realizar la principal invasión por la costa de
-Galicia y provincias portuguesas del norte, el general Lapisse y el
-mariscal Victor estaban encargados de amenazar la frontera portuguesa
-por Ciudad Rodrigo y Extremadura. Componíanse las fuerzas de Soult del
-segundo cuerpo y de parte del que había mandado Junot: según Napoleón
-ascendían en todo a 50.000 hombres, como si no hubiesen tenido pérdidas
-ni baja alguna; mas realmente estaban reducidos a la mitad: 4000 eran
-de caballería.</p>
-
-<div class="sidenote">Inútil tentativa<br/> para atravesar<br/> el
-Miño.</div>
-
-<p>El mariscal Soult después de tomar las correspondientes providencias
-y de dejar en su lugar a Ney, ausente en Lugo al recibo de la orden,
-púsose en marcha, y el 3 de febrero llegó a Santiago. Precediéronle
-los generales La Houssaye y Franceschi: el primero con los dragones se
-encaminó a Ribadavia y Salvatierra, plaza de poco valer y desmantelada
-a orilla derecha del Miño; y el segundo con la caballería ligera fue
-la vuelta de Tuy, ciudad colocada en la misma<span class="pagenum"
-id="Page_356">p. 356</span> ribera. Sostenía a estas divisiones la
-de infantería del general Merle, que avanzó a Pontevedra. Las otras
-con el mariscal Soult salieron de Santiago el 8, llegando el 10 a
-Tuy. Corre el Miño por allí muy caudaloso, y sin que desde Orense se
-encuentre puente alguno; no obstante pensó Soult cruzarle hacia la
-marina, acopiando los preparativos necesarios en el puertecillo de La
-Guardia, separado de la desembocadura por el monte de Santa Tecla.
-Habiendo dificultades para doblar la punta que este forma, y subir río
-arriba, trasladaron los franceses por tierra en carros gallegos cosa de
-una legua con mucho trabajo los botes destinados al transporte de la
-tropa, y los volvieron a poner boyantes en el Tamuge, río pequeño que
-desagua en el Miño. El 15 en la noche a la hora de la marea alta quedó
-encargado de empezar la operación el general Thomières. Ejecutose en
-buen orden por el Tamuge, pero al entrar en la gran corriente del Miño,
-más rápida con el reflujo que comenzaba, separáronse los botes, y pocos
-fueron los que arribaron a la orilla opuesta. Los portugueses mandados
-por el general Bernardino Freire hicieron contra ellos un fuego vivo y
-acertado, con lo cual y la marea ya contraria tuvieron que volver los
-más a tierra de España, quedando prisioneros de los portugueses unos 40
-hombres. El malogramiento de esta tentativa cundiendo por una y otra
-frontera animó al paisanaje, deseoso de molestar a los franceses.</p>
-
-<div class="sidenote">Toma Soult<br/> hacia Orense.</div>
-
-<p>También con aquel contratiempo vio el mariscal Soult los obstáculos
-que se le ofrecían para pasar el Miño, no teniendo a su pronta
-disposición<span class="pagenum" id="Page_357">p. 357</span> los
-medios necesarios. Por lo cual determinó entrar en Portugal vía de
-Orense, tomando río arriba. Salió pues de Tuy el 17 de febrero, y
-nombró al general Lamartinière comandante de la ciudad, en la que dejó
-los enfermos, la mayor parte de la artillería, y alguna guarnición.</p>
-
-<div class="sidenote">Insurrección.</div>
-
-<p>A corta distancia ya percibió síntomas de una insurrección general.
-Habíanla fomentado varios individuos, entre los que se señalaron
-el abad de Couto y el de Valladares. <span class="sidenote">Los
-abades<br/> de Couto<br/> y Valladares.</span> Aquella tierra está
-bien cultivada, con población numerosa y desparramada en caseríos
-rústicos. De las heredades distribuidas en cortas porciones, y por lo
-general a foro enfitéutico, disponen los usufructuarios como de cosa
-propia. Y la gente trabajadora y de suyo guardosa, temía más que la
-de otras provincias perder con la invasión de extraños el producto de
-sus labores e industria, y con tanta mayor razón cuanto los franceses
-escasos de provisiones comenzaron a hacer repartimientos excesivos, y a
-cometer robos y saqueos.</p>
-
-<div class="sidenote">El paisanaje<br/> molesta<br/> a los
-franceses<br/> en su marcha.</div>
-
-<p>Allí los abades, nombre que se da a los curas párrocos, tienen
-mucho influjo por su riqueza y poder. Lo tienen los ricos y cercanos
-monasterios del orden cisterciense de San Clodio y Melón, y teníanlo
-también entonces por su patriotismo varios particulares, los cuales
-juntos y separadamente trataron de aprovechar la buena disposición del
-pueblo contra los extranjeros. Antes que ninguno descubriose el abad
-de Couto Don Mauricio Troncoso, quien congregando a sus feligreses con
-motivo de un repartimiento que los invasores habían echado, díjoles:
-«En<span class="pagenum" id="Page_358">p. 358</span> vez de dar a los
-enemigos lo que nos piden, seré vuestra guía si queréis negárselo y
-emplearlo en vuestra defensa.» Aplaudieron todos aquellas palabras,
-y agregándose personas de cuenta y aun portugueses, soltáronse de
-todos lados partidas que hostigaron a los franceses en su marcha. En
-Mourentan hízoles notable daño el mismo abad de Couto, y quemaron aquel
-pueblo en venganza. Desde el puente de las Hachas hasta Ribadavia
-también padecieron varias acometidas, acaudillando al paisanaje José
-Labrador, el monje bernardo Fray Francisco Carrascón, y después el juez
-de Maside; y si bien en estos reencuentros los franceses con su pericia
-y buenas armas rompían al fin por medio e iban adelante, perdían gente
-y amilanábanse sus soldados con guerra tan continua y encarnizada.</p>
-
-<div class="sidenote">Soult y Romana.<br/> Intimación a este.</div>
-
-<p>De Ribadavia pasó el mariscal Soult a Orense resuelto a entrar en
-Portugal por la plaza de Chaves, y a disipar antes el corto ejército
-de Romana. Manteníase este general en el valle de Monterrey, y
-hallábase en Lamadarcos el 4 de marzo cuando llegó un parlamentario
-francés con un pliego, ofreciendo recompensas y condecoraciones con
-tal que Romana y su ejército reconociesen a José. Replicó el general
-español debidamente, diciendo que a tales proposiciones no había otra
-respuesta sino cañonazos. Pero no habiéndose tomado en el recibimiento
-del oficial parlamentario las acostumbradas precauciones, examinó este
-con sus propios ojos el deplorable estado de nuestro ejército, y dio
-cuenta de ello a su mariscal, quien determinó atacar sin dilación a los
-españoles.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_359">p. 359</span></p>
-
-<div class="sidenote">Es desbaratada<br/> la retaguardia<br/>
-española.</div>
-
-<p>El marqués de la Romana quería evitar cualquier refriega, mas no
-habiéndose retirado tan prontamente como era de desear, fue el 6 de
-marzo alcanzada su retaguardia a las órdenes de Don Nicolás Mahy en
-las inmediaciones de Verín. Cogiole el general Franceschi algunos
-prisioneros y la desordenó, pero no insistiendo en su perseguimiento
-pudo continuar su marcha. Los franceses solo pensaron en entrar en
-Portugal, cuyas tropas mandadas por el general Silveira habían sido
-acometidas en Villaza el mismo día que las españolas por la división de
-Delaborde, teniendo que retirarse después de alguna pérdida al abrigo
-de la noche.</p>
-
-<p>El general Mahy dirigiose a las Portillas, gargantas que parten
-término con Castilla, y se unió en Lubián con el marqués de la Romana.
-Andaban todos inciertos acerca del camino que tomarían, y pesábales
-a algunos que se abandonase a Galicia en la propia sazón en que
-por todas partes cundía el fuego insurreccional. Aprobose al fin a
-propuesta del ayudante general Moscoso el no alejarse de la tierra
-montañosa, y conforme a esta determinación decidió Romana partir la
-vuelta de Asturias, de donde soplaría la hoguera encendida en Galicia.
-En consecuencia cambiose de improviso la marcha, y se revolvió sobre
-las montañas de las Cabreras para cruzarlas por el puerto del Palo,
-país escabroso, solitario, y cuyas sierras más bien se escalan que se
-suben. A su paso sobrecogió la noche a nuestros soldados, en estación
-cruda, expuestos a la inclemencia, desprovistos de todo. Animándose
-unos a otros llegaron por fin<span class="pagenum" id="Page_360">p.
-360</span> a Ponferrada del Bierzo con admiración de sus vecinos que
-los creían lejos de sus hogares. En aquella villa y otros muchos
-pueblos no había francés alguno, contentándose estos con ocupar la
-línea de comunicación de la calzada que de Galicia va a Castilla, y aun
-en ella tenían poca tropa, excepto en Villafranca en que contaban unos
-1000 hombres de escogidas tropas.</p>
-
-<div class="sidenote">Ataca<br/> a Villafranca.</div>
-
-<p>Las de Romana no estaban para emprender expediciones de grande
-importancia, pero el haber casualmente encontrado en una ermita cerca
-de Ponferrada un cañón de a doce abandonado con su cureña y balas de
-su calibre, sugirió la idea al ayudante Moscoso de proponer al general
-en jefe un ataque contra los franceses de Villafranca. Condescendió
-Romana, y desde Toreno a donde se había ya trasladado para entrar en
-Asturias, dispuso que acometiese la empresa con 1500 hombres el general
-Mendizábal.</p>
-
-<div class="sidenote">Se apodera<br/> de la guarnición.</div>
-
-<p>Los franceses a la inesperada vista de los españoles y del cañón
-de grueso calibre, imaginándose venía sobre ellos gran fuerza, se
-arredraron y metieron en el castillo-palacio de la villa, perteneciente
-a los marqueses que llevan su nombre: era edificio antiguo de muros
-sólidos con cuatro torreones que defendían cañones de hierro, y el
-cual quemaron después los paisanos para que no sirviese otra vez de
-refugio al enemigo. Comenzaron los españoles su ataque en la mañana
-del 17 de marzo, distinguiéndose el regimiento de voluntarios de la
-Corona, e íbase ya a entrar por fuerza el castillo, cuando intimada
-la rendición abrieron los franceses la puerta, y quedaron prisioneros
-1000 granaderos<span class="pagenum" id="Page_361">p. 361</span> que
-le guarnecían de las más acreditadas tropas. Avergonzábanse después de
-haber entregado las armas a tan corto número de hombres y a gente de
-tan poca apariencia como eran entonces las tropas de aquel ejército. La
-nueva de este suceso creciendo de boca en boca alentó a los patriotas
-de Galicia, que se figuraban ser ya más numerosas las tropas que
-capitaneaba Romana. Ojalá se hubiera siempre limitado este caudillo a
-tal linaje de empresas, dignas de un militar y de su elevado puesto,
-evitando entrometerse en querellas y divisiones de provincias, según
-aconteció en Oviedo, a cuya ciudad llegó poco después de la toma del
-castillo de Villafranca.</p>
-
-<div class="sidenote">Llega Romana<br/> a Oviedo.</div>
-
-<p>Los disgustos excitados con las providencias oportunas y enérgicas
-de aquella junta, habíanse entonces aumentado con otras intempestivas
-y arbitrarias dadas contra algunas personas. Los descontentos, sobre
-todo ciertos individuos de corporaciones privilegiadas, salieron a
-recibir a Romana, y por desgracia de tal modo preocuparon su ánimo que
-en vez de obrar desapasionadamente, y de contentarse con reprimir los
-abusos de autoridad que hubiese habido, púsose del bando de los que
-se creían agraviados. <span class="sidenote">Altercado<br/> con la
-junta.</span> Tratáronse por consiguiente el general y la junta con
-frialdad y desvío, sin que le fuese dado conciliarlos a la prudencia
-y buen tino de su presidente el brigadier D. José Valdés, antiguo
-jefe de Romana cuando este servía en la armada. La central había
-autorizado al marqués con amplias facultades en la parte militar, y él
-ensanchándolas a su sabor empezó por reprender a la junta en lo que
-precisamente<span class="pagenum" id="Page_362">p. 362</span> merecía
-más alabanza, como lo era en haber mandado que tomasen las armas
-todos sin excepción, inclusos los donados y legos de los conventos,
-y los beneficiados no ordenados <i>in sacris</i>. Compuesta dicha
-corporación de los principales de la provincia y de suyo altiva,
-respondió acerbamente a la inadvertida reprensión; con lo cual irritado
-aún más Romana quiso llamarla a cuentas. Negose a ello la junta por
-no creerle autoridad competente, pero añadiendo que haría públicas
-sus entradas e inversiones para satisfacción de sus comitentes.
-Encendiéndose así el enojo de ambas partes, en especial con motivo de
-un repartimiento de 4.000.000 enviados por la central para uso del
-principado y que Romana quería por sí aplicar a su solo ejército,
-decidiose el último a disolver la junta, a cuyo fin y por orden suya
-penetró en la sala de las sesiones el coronel Don José de O’Donnell
-con 50 hombres del regimiento de la Princesa, haciendo en ello un
-pequeño y ridículo remedo del 18 Brumario de Napoleón. Cedieron los
-vocales a la violencia, sin dejar de hacer fuerte y enérgica oposición,
-señaladamente Don Manuel María de Acevedo. Romana nombró otra junta en
-su lugar, mas la tropelía cometida con la anterior disgustó a los más,
-y desencajó, por decirlo así, de su asiento en el principado el orden
-y buen gobierno.[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_8-7"
-id="Ll_8-7">8-7</a>.)</span> Injustamente acusaron algunos a la junta
-disuelta de malversación de caudales: pudientes y ricos los más de
-sus individuos habían hecho los más de ellos donativos cuantiosos,
-y su patriotismo y celo estaban libres de tacha: solo, repetimos,
-incurrieron en<span class="pagenum" id="Page_363">p. 363</span>
-merecida censura por algunas medidas arbitrarias contra determinadas
-personas. Hablamos en este punto con tanta mayor imparcialidad, cuanto
-no andábamos bien avenidos con aquella junta, por lo que merecimos de
-Romana que nos nombrase de la que había en su lugar creado, gracia que
-no admitimos por considerar su procedimiento ilegal y dañoso.</p>
-
-<div class="sidenote">Invade Ney<br/> Asturias.</div>
-
-<p>Sabedor el mariscal Ney de la discordia suscitada entre la junta de
-Asturias y Romana, y temeroso sobre todo con lo sucedido en Villafranca
-de que uniendo este caudillo sus tropas a las del principado formase
-un cuerpo respetable y bastante numeroso para incomodarle y cortarle
-su comunicación con el reino de León, se preparó a invadir a Asturias
-poniéndose de acuerdo con fuerzas que había en Castilla y en Santander.
-Parece ser que desde Francia también le había venido orden de no
-desperdiciar oportuna coyuntura de verificar dicha invasión. Romana
-por su parte más ocupado en las contestaciones y querellas de la
-junta que en uniformar y arreglar la mucha gente que ahora tenía a su
-disposición, no tomó acerca de ello providencia alguna. Dejó correr
-en el principado los asuntos militares según iban a su llegada, y
-olvidó a su ejército de Galicia, el cual a las órdenes de Don Nicolás
-Mahy pasando el puerto de Ancares se había situado hacia el Navia,
-extendiéndose hasta las avenidas de Lugo y Mondoñedo.</p>
-
-<p>El mariscal Ney rozándose casi con este ejército y acompañado
-de 6000 hombres, se dirigió desde Galicia por la tierra áspera
-y encumbrada de Navia de Suarna a Ibias, y descendiendo<span
-class="pagenum" id="Page_364">p. 364</span> a Cangas de Tineo, Salas
-y Grado se adelantó a Oviedo, al mismo tiempo que procedente de
-Valladolid y con otra tanta o más fuerza se metía en el principado
-por el puerto de Pajares <span class="sidenote">Kellermann.</span>
-el general Kellermann. Estaba ya cercano a Oviedo el mariscal
-Ney y todavía lo ignoraba Romana. Recibió este al fin un aviso y
-apresuradamente después de dar por primera vez órdenes a la división
-de Ballesteros y a la de Worster poco antes malamente repuesto en
-el mando, <span class="sidenote">Romana<br/> se embarca<br/> en
-Gijón.</span> pasó a Gijón en donde se embarcó tomando en seguida
-tierra en Ribadeo. Entró Ney en Oviedo el 19 de mayo, de cuya ciudad
-habían salido casi todos sus moradores, dejando abandonadas sus casas
-y haberes. <span class="sidenote">Saquean<br/> los franceses<br/>
-Oviedo.</span> Entregada al saco durante tres días, viéronse muchos
-arruinados y menguaron los intereses de otros. A la noticia de
-la invasión acercose el general Worster lentamente a Oviedo por
-el país de montaña, y Ballesteros retrocediendo de Colombres al
-Infiesto, enriscose luego por las asperezas de Covadonga, santuario
-célebre mirado como cuna de la monarquía de Castilla. <span
-class="sidenote">Sale Ney<br/> de Asturias.</span> Parose poco Ney en
-la capital de Asturias, y dejando allí a Kellermann y en Villaviciosa
-al general Bonnet que había venido con su división hasta aquel sitio
-de los lindes de Santander, tornó por la costa a Galicia, a donde le
-llamaban acontecimientos de cuantía, y a que daban ocasión reveses de
-Soult en Portugal, la insurrección de la provincia de Tuy y otras,
-y aun también los movimientos del ejército de la Romana, el cual
-amenazaba a Lugo y alentaba al paisanaje con la abultada fama de sus
-hazañas.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_365">p. 365</span></p>
-
-<div class="sidenote">Mahy<br/> amenaza Lugo.</div>
-
-<p>La fuerza de este ejército puede decirse que estaba dividida en dos
-partes, de la una que era la principal acabamos de hacer mención, la
-otra entonces menos numerosa había quedado en la Puebla de Sanabria
-a las órdenes de Don Martín de la Carrera. La primera, gobernada en
-ausencia de Romana por Don Nicolás Mahy, constaba de unos 6000 hombres
-y de 200 caballos: la cual a la propia sazón que Ney se movía la vuelta
-de Asturias, se adelantó hacia el monasterio cisterciense de Meira no
-lejano de Lugo. El general Worster no había querido acompañar a Mahy
-en aquel movimiento creyendo que la fuerza que mandaba debía pensar
-antes que en otra cosa en cubrir a Asturias. Siguió avanzando dicho
-general Mahy, y su vanguardia capitaneada por Don Gabriel de Mendizábal
-tropezó el 17 de mayo en Feria de Castro a dos leguas de Lugo con una
-columna enemiga de 1500 hombres que obligó a meterse en la ciudad.
-Al día siguiente el general Fournier, gobernador francés, militar
-entendido pero de condición singular, y muy dado a hablar en latín a
-los obispos y a los clérigos, <span class="sidenote">Desbarata al<br/>
-general Fournier.</span> salió de dentro y se dispuso a aguardar
-a los nuestros en las inmediaciones, apoyando la izquierda en los
-mismos muros y la derecha en un pinar vecino. Acometiole Don Nicolás
-Mahy formando su gente en dos columnas guiadas por los generales
-Mendizábal y Taboada, junto con los 200 jinetes que mandaba Don Juan
-Caro. A espaldas quedó la reserva a las órdenes del brigadier Losada,
-y aparentose tener otro cuerpo de caballería colocando a distancia,
-montados en acémilas y caballos<span class="pagenum" id="Page_366">p.
-366</span> de oficiales, cierto número de soldados; ardid que no dejó
-de servir, notándose también en nuestras tropas más instrucción y
-confianza. Trabose la pelea y a poco volviendo caras la caballería
-enemiga desconcertó su línea de batalla, e infantes y jinetes corrieron
-precipitadamente a guarecerse de la ciudad, acometiendo con tal brío
-nuestra gente que varios catalanes de tropas ligeras metiéndose dentro
-al mismo tiempo que aquellos, tuvieron después que descolgarse por las
-casas pegadas al muro ayudados de los vecinos. Los franceses perdieron
-bastante gente y los españoles varios oficiales, y en este número al
-comandante de ingenieros D. Pedro González Dávila distinguido por
-su valor. No pudiendo los españoles ganar en seguida a Lugo, ciudad
-rodeada de una antigua y elevada muralla y de muchos torreones aunque
-socavado el revestimiento por los años, <span class="sidenote">Pone
-cerco<br/> a la ciudad.</span> intimaron la rendición al gobernador
-que respondió con honrosa arrogancia. Entonces decidiose a formalizar
-el cerco el general Mahy, y allí le dejaremos para acudir a donde nos
-llaman los gloriosos hechos de las orillas del Miño.</p>
-
-<div class="sidenote">Crece<br/> la insurrección<br/> de Galicia.</div>
-
-<p>Luego que el mariscal Soult hubo pasado de Orense vía de Portugal,
-la insurrección del paisanaje gallego se aumentó, cundiendo por las
-feligresías de las provincias de Tuy, Lugo, Orense y Santiago hasta las
-riberas del Ulla y aún más allá. Por todas partes aparecieron jefes
-para acaudillarla, y Romana y la central enviaron también algunos
-que la fomentasen. Entre los primeros fueron los más distinguidos
-los abades ya nombrados de Couto y Valladares, y además<span
-class="pagenum" id="Page_367">p. 367</span> un caballero de nombre
-Don Joaquín Tenreiro, el alcalde de Tuy Don Cosme de Seoane y Don
-Manuel Cordido, labrador y juez de Cotobad. Así indistintamente se
-aunaban todas las clases contra el enemigo común. El último hizo guerra
-terrible en la carretera de Pontevedra a Santiago, los otros después
-de varios choques recorriendo la tierra de Tuy y Vigo, obligaron a los
-franceses a encerrarse en el recinto de ambas plazas. De los emisarios
-de Romana diéronse particularmente a conocer los capitanes Don Bernardo
-González, dicho Cachamuiña del pueblo de donde era natural, y Don
-Francisco Colombo, incomodando mucho el primero a los enemigos por la
-parte de Soutelo de montes y puente de Ledesma. Fueron los enviados
-de la central el teniente coronel Don Manuel García del Barrio, el
-entonces alférez Don Pablo Morillo, y el canónigo de Santiago Don
-Manuel de Acuña, gallego, y de familia que tenía deudos y amigos en el
-país. Llegaron estos cuando todavía el marqués de la Romana estaba en
-el valle de Monterrey, y permaneciendo Barrio en su compañía hasta que
-partió a Asturias, envió hacia Tuy a los otros dos comisionados para
-obrar de acuerdo con los que por allí lidiaban contra los franceses.</p>
-
-<p>Además no hubo partido ni punto en que antes o después no fuesen
-molestados: así sucedió en Trasdeza, no lejos de Santiago, en que
-se formó una junta, y mandaron la gente los hermanos estudiantes
-Don Benito y Don Gregorio Martínez: así en Muros, en Corcubión, en
-Monforte de Lemos aunque con la desgracia en las<span class="pagenum"
-id="Page_368">p. 368</span> tres últimas villas de haber sido
-incendiadas y horrorosamente puestas a saco. No desanimándose los
-moradores por tamaños contratiempos, sabedor Barrio de que en las
-alturas de Lobera reunía bastante gente el administrador de rentas de
-la Boullosa Don José Joaquín Márquez, incorporósele el 17 de marzo
-viniendo de hacia Chaves. <span class="sidenote">Barrio.<br/> Junta
-de Lobera.</span> Reconocido Barrio como comisionado de la central,
-convino con los demás en congregar una junta compuesta de vocales del
-partido y de las personas que más habían contribuido al levantamiento
-de otras feligresías. Verificose en efecto, instalándose el 21 del
-mismo mes de marzo en aquellas alturas y en campo raso, renovando la
-sencillez de los tiempos primitivos. Sujetáronse todos a la autoridad
-creada, nombrose presidente al obispo de Orense y sin detención se
-tomaron disposiciones que mantuvieron e impulsaron más ordenadamente
-la insurrección. Al Márquez, hombre esforzado y que había trabajado en
-favor de la causa común más que los otros, diósele el mando de un nuevo
-regimiento que se apellidó de Lobera, y mandósele ir a reforzar a los
-que bloqueaban a Tuy. También se expidió orden a Cachamuiña para que
-de Soutelo cayese sobre Vigo y engrosase el número de los sitiadores.
-Dispusiéronse asimismo para entonces y para después varias otras
-correrías, en especial hacia Lugo y valle de Valdeorras, acaudillando
-siempre el paisanaje Don Juan Bernardo de Quiroga y su hermano el abad
-de Casoyo.</p>
-
-<div class="sidenote">Sitia Vigo<br/> el abad<br/> de Valladares.</div>
-
-<p>Entre tanto seguían apretando a las ciudades de Tuy y Vigo los
-abades de Couto y Valladares.<span class="pagenum" id="Page_369">p.
-369</span> Guarnecían a la última 1300 franceses al mando del jefe
-de escuadrón Chalot. Aunque es aquel puerto uno de los mejores y más
-abrigados de España, la fortificación de tierra es defectuosa, y a su
-muralla baja en algunas partes y sin foso la domina a corta distancia
-el castillo del Castro. Sin embargo la plaza estaba bien provista y
-artillada. Estrechábala el abad de Valladares Don Juan Rosendo Arias
-Henríquez, a quien se le había agregado la gente que en el valle de
-Fragoso había levantado <span class="sidenote">Limia.</span> su anciano
-alcalde Don Cayetano Limia, para lo que le facilitó armas el crucero
-inglés de la inmediata costa. <span class="sidenote">Tenreiro<br/> y
-el portugués<br/> Almeida.</span> Asimismo se le juntó Don Joaquín
-Tenreiro que con el portugués Don Juan Bautista Almeida había recogido
-muchos voluntarios de algunos valles, engrosándose de este modo
-considerablemente el número de sitiadores.</p>
-
-<div class="sidenote">Morillo.</div>
-
-<p>También en marzo se presentó entre ellos Don Pablo Morillo, quien
-enterado de que una columna francesa intentaba, encaminándose del
-lado de Pontevedra, venir al socorro de la plaza, corrió al Puente
-de Sampayo para reconocerle y asegurar su defensa, como lo verificó
-ayudado <span class="sidenote">Gogo.</span> de Don Antonio Gogo, vecino
-de Marín, que capitaneaba una partida numerosa de paisanos y era dueño
-de dos piezas de artillería. Colocó estas Morillo con otras tres que
-fueron de Redondela en el paso del puente, que fortalecido dejó al
-mando de Don Juan de Odogerti, comandante de tres lanchas cañoneras.
-Volviose luego Don Pablo al sitio de Vigo, y en su compañía 300
-hombres mandados por Don Bernardo González Cachamuiña y D. Francisco
-Colombo.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_370">p. 370</span></p>
-
-<div class="sidenote">Ríndese Vigo<br/> a los españoles.</div>
-
-<p>Había el abad de Valladares intimado a la plaza varias veces la
-rendición sin que el comandante francés quisiera abrir las puertas,
-pareciéndole vergonzoso y poco seguro capitular con paisanos.
-Tornó como hemos dicho Morillo, y ya por sus activas y acertadas
-disposiciones, y ya por haber sido enviado de Sevilla, eleváronle los
-sitiadores a coronel, y reconociéronle como superior, a fin de que a
-vista de un militar cesasen los escrúpulos y recelos del comandante
-francés. Sin tardanza repitió el nuevo jefe español una áspera
-intimación, amenazando el 27 de marzo con tomar por asalto la plaza
-y no dar cuartel. Pidieron los franceses 24 horas de término para
-contestar, y no accediendo Morillo, rindiéronse por fin, concedidos que
-les fueron los honores de la guerra, y con la cláusula de que serían
-llevados prisioneros a Inglaterra, por lo cual firmó la capitulación
-en unión con el jefe español el comandante británico del crucero.
-Exigió además Morillo que inmediatamente se ratificase lo convenido,
-pues si no, acometería la plaza. Retardábase la respuesta, y a las
-ocho de la noche aproximáronse a sus muros los sitiadores, arrojándose
-a la Puerta de Camboa para hacerla astillas y armado de un hacha un
-marinero anciano que cayó muerto de un balazo: ocupó su puesto y tomó
-el hacha González Cachamuiña, y rompiola aunque herido en varias partes
-de su cuerpo. Íbase ya a entrar por ella cuando Morillo recibió la
-ratificación, y a duras penas pudo con su recia voz hacer cesar el
-fuego y detener a los suyos que se posesionaron de la plaza al día
-siguiente 28. No<span class="pagenum" id="Page_371">p. 371</span> hubo
-en su reconquista ni ingenieros ni cañones, ganada solo a impulsos
-del patriotismo gallego. Entregáronse prisioneros 1213 hombres y 46
-oficiales, y cogiéronse otras preseas con 117.000 francos en moneda de
-Francia. A poco de haberse rendido súpose que de Tuy acudían soldados
-enemigos en auxilio de la guarnición de Vigo: diose priesa Morillo a
-enviar a su encuentro personas y gente de su confianza, quienes los
-deshicieron, mataron a muchos y aun tomaron 72 prisioneros que se
-pusieron a bordo juntamente con los de Vigo.</p>
-
-<div class="sidenote">Bloqueo de Tuy.</div>
-
-<p>Sin embargo la facilidad con que se enviaba este socorro mostraba
-no ser riguroso el bloqueo de Tuy. Habíale comenzado el 15 de marzo
-el abad de Couto, y con él el juez y procurador general de la misma
-ciudad y otros caudillos. También concurrieron portugueses de la
-orilla opuesta, y la plaza de Valencia situada enfrente había tratado
-de molestar a los franceses con sus fuegos. Libertado Vigo esperábase
-que el cerco tendría pronto y feliz éxito, pues además de acudir desde
-allí con su gente Morillo, Tenreiro, Almeida y otros, vino también por
-su lado Don Manuel García del Barrio, reconocido comandante general
-por la junta de Lobera. Pero tanto concurso de jefes y caudillos no
-sirvió sino para suscitar celos y rencillas. Morillo fuese en comisión
-camino de Santiago, y los otros en especial Barrio y Tenreiro, el uno
-presuntuoso y el otro díscolo de condición, desaviniéronse y ocupáronse
-en recíprocos piques y zaherimientos. Y así este bloqueo sostenido con
-cañones y más gente fue mal dirigido y al cabo<span class="pagenum"
-id="Page_372">p. 372</span> se malogró. Mandaba dentro el general
-Lamartinière, y el 6 de abril haciendo una salida apoderose de cuatro
-piezas colocadas en la altura de Francos no muy distante de la ciudad.
-Ocurrida esta desgracia, y agriándose más los ánimos, diose lugar a que
-llegasen socorros a Tuy avanzando del lado de Santiago una columna de
-infantería y caballería a las órdenes del general Maucune, y otra del
-lado de Portugal mandada por el general Heudelet que enviaba Soult,
-ya posesionado de Oporto, para recoger la artillería que allí había
-dejado.</p>
-
-<p>Enseñoreose el 10 de abril sin resistencia el general Heudelet de
-Valencia del Miño. Sabedores los españoles que bloqueaban a Tuy de
-aquel suceso, <span class="sidenote">Le alzan.</span> levantaron el
-sitio quedándose unos en las alturas que median entre esta plaza y
-la de Vigo, y alejándose otros con Barrio a Puente Arcas. Al mismo
-tiempo los franceses que venían de Santiago arrollaron a la gente
-de Morillo en el camino de Redondela, y en venganza incendiaron la
-villa, metiéndose después parte de ellos en Tuy, y tornando los
-otros con el general Maucune al punto de donde habían salido. <span
-class="sidenote">Evacúan<br/> la ciudad<br/> los franceses.</span>
-Socorrida la plaza sacaron los enemigos todos sus efectos y artillería,
-y temiendo nuevo bloqueo la abandonaron el 16, y se unieron con los de
-Valencia.</p>
-
-<p>Por tanto, si no tuvo dichoso remate el cerco de Tuy consiguiose
-por lo menos infundir recelo en los franceses, y ver desembarazada
-la margen derecha del Miño. Esmeráronse entonces aquellos naturales
-en arreglar y disciplinar <span class="sidenote">Se crea<br/> y
-aumenta<br/> la división<br/> del Miño.</span> la gente que se había
-levantado, y que se denominó<span class="pagenum" id="Page_373">p.
-373</span> división del Miño, creando varios regimientos que se
-distinguieron en posteriores acciones. Incorporose a ella la partida
-de Don José María Vázquez, conocido en Castilla por sus hechos con
-el nombre del Salamanquino, y al fin aumentose su fuerza, <span
-class="sidenote">Mándala<br/> Don Martín<br/> de la Carrera.</span> y
-ganó en la opinión gran peso con ponerse a la cabeza el 7 de mayo Don
-Martín de la Carrera, según el deseo público, y cediéndole Barrio las
-facultades que tenía del gobierno supremo.</p>
-
-<div class="sidenote">Desbarata<br/> a los franceses<br/> en el
-campo<br/> de la Estrella.</div>
-
-<p>Había Don Martín permanecido todo aquel tiempo en la Puebla de
-Sanabria juntando dispersos. Unido a la división del Miño completó
-hasta unos 16.000 hombres, y además tenía algunos caballos y nueve
-cañones. Adelantose con parte de su gente por la provincia de Tuy
-a Santiago, de cuya ciudad salieron a repelerle el 23 de mayo unos
-3000 infantes y 300 caballos a las órdenes del general Maucune,
-acometiéndole en el campo de la Estrella. Los desbarató Carrera,
-persiguiéndolos y metiéndose primero que nadie en la ciudad de Santiago
-Don Pablo Morillo. Cogiéronse allí fusiles y vestuarios y cuarenta y
-una arrobas de plata labrada, sin contar otra mucha de los templos.
-Recibidos los nuestros con universal regocijo, hubieron sin embargo
-de retirarse por las operaciones combinadas que luego meditaron
-los mariscales Ney y Soult, de vuelta uno de Asturias y otro de
-Portugal.</p>
-
-<div class="sidenote">Campaña<br/> de Soult<br/> en Portugal.</div>
-
-<p>La campaña del último en este reino había terminado con suma
-desdicha de sus armas. Recorreremos lo que allí pasó con rapidez, según
-es nuestra costumbre en las cosas de Portugal. Pisó el 10 de marzo la
-frontera lusitana el mariscal<span class="pagenum" id="Page_374">p.
-374</span> Soult, <span class="sidenote">Entran<br/> los franceses<br/>
-en Chaves.</span> y el 11 se le rindió Chaves, plaza en la provincia
-de Tras-os-Montes en mal estado, y que aún conservaba las brechas de
-la guerra con España de 1762. Penetró con 21.000 hombres, retirándose
-el general Silveira hacia Vila Pouca. El 13 continuaron los franceses
-su marcha a Braga, con gran recelo de las fuerzas que allí mandaba
-Bernardino Freire. En este tránsito lleno de desfiladeros encontraron
-mucha oposición, teniendo que caminar lentamente y escasos de
-mantenimientos. <span class="sidenote">En Braga.</span> Acercándose
-al fin a Braga no pensó Freire, general poco respetado, en que se
-pudiese defender la ciudad, y así dispuso retirarse. Enojado el pueblo
-le arrestó en un pueblo inmediato y le volvió a Braga, en donde fue
-bárbaramente asesinado. Viose entonces su segundo, el barón de Ebben,
-en la necesidad de defender con gente colecticia la posición de
-Carballo, legua y media distante, de la que apoderados los franceses
-penetraron el 20 en Braga, <span class="sidenote">Asoman<br/> a
-Oporto.</span> asomando el 28 a Oporto, vencidos otros obstáculos no
-menos dificultosos.</p>
-
-<p>Intimó luego la rendición el mariscal Soult a esta ciudad, que
-situada a la derecha de Duero y a una legua de su embocadura, es por su
-población de 70.000 almas y por su gran comercio la primera de Portugal
-después de Lisboa. El ánimo de los naturales mostrábase levantado,
-tanto más cuanto con la invasión francesa veían estancado y destruido
-su principal tráfico, que consiste en la salida de sus vinos para
-Inglaterra. <span class="sidenote">Estado<br/> de la ciudad.</span>
-Con objeto de defender la ciudad se había en su derredor construido
-un campo atrincherado erizado de cañones, cuya derecha se apoyaba
-en<span class="pagenum" id="Page_375">p. 375</span> el Duero, y la
-izquierda en los fuertes vecinos al mar; además habían atajado las
-calles, y colocado en ellas y en diversos puntos muchas piezas de
-artillería. La exaltación popular era tal que fueron víctima de ella
-varias personas, y con dificultad pudo el mariscal Soult intimar la
-rendición, no queriendo la ciudad dar oídos a tregua ni convenio. Hubo
-también ocasión en que so color de querer escuchar las proposiciones
-cogieron a los parlamentarios, como aconteció al general Foy que se
-llevaron prisionero con grave riesgo de su persona. Mandaba en jefe
-el obispo, pero la víspera del ataque abandonó la ciudad poniendo en
-su lugar al general Parreiras. <span class="sidenote">Éntranla<br/>
-los franceses.</span> Acometieron los franceses las líneas el 29
-de marzo, que de grande extensión, mal dispuestas y defendidas por
-gente allegadiza, fueron ganadas sin grande esfuerzo, entrando en la
-ciudad los vencedores, y haciendo su caballería tremenda matanza.
-Los habitantes huyendo del peligro se avalanzaron al puente de
-Duero, que formado de barcas rompiose con el gentío, y allí fueron
-las mayores lástimas ahogándose unos y ametrallando a otros los
-franceses desapiadadamente. <span class="sidenote">Gran matanza.</span>
-Perecieron de 3 a 4000 personas, de ellas muchas mujeres y niños. Hubo
-hechos que ensalzaron al ya tan ilustrado valor de los portugueses: 200
-hombres esforzados se defendieron en la catedral hasta que no quedó uno
-con vida.</p>
-
-<div class="sidenote">Conducta del<br/> mariscal Soult.</div>
-
-<p>Siguiéronse deplorables excesos, no pudiendo Soult contener los
-ímpetus desmandados de su tropa. Este mariscal procuró entonces y
-después granjearse la voluntad de los moradores,<span class="pagenum"
-id="Page_376">p. 376</span> aun imitándolos en las prácticas de un
-fervoroso celo religioso.</p>
-
-<p>Sus votos y ofrendas, y el particular cuidado del mariscal en
-agradar a los portugueses, dieron a sospechar si pensaba a modo de
-Junot ceñir la corona lusitana. <span class="sidenote">Pídenle sea
-rey.</span> Vino como en apoyo la exposición seguida de otras, que se
-imprimió y publicó, de doce habitantes de Braga, en la que llamándole
-padre y libertador se mostraba deseo de que Napoleón le nombrase por su
-rey. Y aunque es cierto que el mariscal les replicó que no pendía de
-él darles respuesta, la mera publicación de aquella demanda en país en
-donde él era árbitro de impedirla o autorizarla, manifestaba que si no
-dimanaba de sugestiones suyas por lo menos no era desagradable a sus
-oídos.</p>
-
-<div class="sidenote">Sus providencias.</div>
-
-<p>Posesionados los franceses de Oporto no prosiguieron a Lisboa,
-así por la oposición que encontraron en el país, como también por
-ignorar el paradero del general Lapisse y del mariscal Victor, cuyos
-movimientos del lado de Castilla y Extremadura debieron corresponder
-con el de Galicia. Limitáronse pues a conservar lo ganado, y a
-prepararse para más adelante. Ya hablamos como con este objeto y el
-de tener la artillería que quedó en Tuy, había retrocedido hacia
-esta plaza y desembarazádola de sitiadores el general Heudelet: otro
-tanto trataron de hacer los enemigos por la parte de Chaves, <span
-class="sidenote">Silveira<br/> recobra Chaves.</span> cuya ciudad había
-recobrado el 20 de marzo el general Silveira, extendiéndose después
-por el Támega hasta Amarante y Peñafiel. Reforzado luego el mismo
-general, y molestando incansablemente a los franceses, permaneció en
-aquellos<span class="pagenum" id="Page_377">p. 377</span> sitios cerca
-de un mes; pero en 18 de abril queriendo el mariscal Soult abrir paso
-y tener libres las comunicaciones con Tras-os-Montes, envió al general
-Delaborde auxiliado de fuerza considerable. Al aproximarse situose
-Silveira en Amarante, y defendió con tal tesón el paso del puente que
-no pudieron superar los franceses hasta el 2 de mayo los obstáculos que
-se les oponían. Defensa para él muy honrosa aunque tuviese por entonces
-que alejarse momentáneamente.</p>
-
-<div class="sidenote">Coronel Trant.</div>
-
-<p>Al mediodía de Oporto y camino de Lisboa no dilataron los franceses
-sus excursiones y correrías más allá del Vouga, persuadidos de que
-resguardaban a Coimbra numerosas fuerzas. Sin embargo reducíanse estas
-a unos 4000 hombres mal disciplinados, y a una turba de paisanos que
-mandaba el coronel Trant, quien no pudo hacer otra cosa sino maniobrar
-con acierto, aparentando mayores medios que los que tenía. Mas como
-eran cortos se hubiera encaminado al fin el mariscal Soult a Lisboa
-luego que supo las resultas de la batalla de Medellín, si no hubiesen
-llegado inmediatamente grandes refuerzos al ejército inglés de
-Portugal.</p>
-
-<div class="sidenote">Regencia<br/> de Portugal.</div>
-
-<p>Continuaba gobernando a este reino la regencia restablecida después
-de la evacuación de Junot. La gente que había levantado nunca había
-salido de sus lindes, no obstante las repetidas instancias de la
-junta central. Obró quizá el gobierno portugués cuerdamente en no
-acceder a ellas hallándose todavía su tropa bastante indisciplinada.
-<span class="sidenote">Cradock<br/> y los ingleses.</span> De los
-ingleses habían quedado unos 10.000 hombres a las órdenes de Sir Juan
-Cradock, contra los que prorrumpieron en grande<span class="pagenum"
-id="Page_378">p. 378</span> enojo los portugueses a causa de las
-muestras que dieron de embarcarse al saber la suerte de Moore,
-apareciendo en sus providencias, más que premeditado plan, desconcierto
-y abatimiento. Aquietado en fin el general inglés por órdenes
-posteriores de su gabinete permaneció en Lisboa, adelantándose después
-a Leiría al mismo tiempo que el ejército portugués se situaba en Tomar,
-el cual sin contar con las fuerzas de Silveira, la legión lusitana
-y las reuniones de paisanos, constaba de unos 15 a 20.000 hombres.
-<span class="sidenote">Beresford manda<br/> a los portugueses.</span>
-Disciplinábalos el general Beresford autorizado desde el mes de febrero
-por el príncipe regente de Portugal para obrar como comandante en jefe
-de sus tropas.</p>
-
-<div class="sidenote">Refuérzase<br/> el ejército inglés.</div>
-
-<p>Así andaban las cosas en aquel reino, cuando el gobierno británico,
-viendo que España no se sometía al yugo extranjero a pesar de sus
-desgracias y de la retirada de Moore, y vislumbrando también la
-guerra entre Austria y Francia, determinó probar de nuevo fortuna
-en la península reforzando considerablemente su ejército, <span
-class="sidenote">Sir Arthur<br/> Wellesley<br/> nombrado<br/> general
-en jefe.</span> y poniéndole a las órdenes de Sir Arthur Wellesley,
-ceñido ya con los laureles de Roliça y Vimeiro. Fueron llegando
-sucesivamente las tropas a las costas portuguesas, y su general en
-jefe desembarcó en Lisboa el 22 de abril, bien recibido y obsequiado
-de sus moradores. Poco después el 29 púsose en marcha sobre Coimbra,
-<span class="sidenote">Sus providencias.</span> llevando consigo 20.000
-ingleses y 8000 portugueses. Doce mil de los últimos con dos brigadas
-británicas a las órdenes del general Mackenzie se apostaron en Santarén
-y Abrantes, adelantándose un regimiento de milicias y la legión
-lusitana,<span class="pagenum" id="Page_379">p. 379</span> al cargo
-ahora del coronel Mayne, hasta el puente de Alcántara. Sir Roberto
-Wilson que poco antes mandaba dicha legión, hallábase destacado con un
-corto cuerpo de portugueses hacia Viseo. <span class="sidenote">Avanza
-a Coimbra.</span> El general Wellesley llegó a Coimbra el 2 de mayo
-prefiriendo antes arrojar a Soult de Portugal que obrar por Extremadura
-de concierto con Cuesta, según era el deseo de este caudillo y el del
-gobierno español.</p>
-
-<div class="sidenote">Situación<br/> de los franceses.</div>
-
-<p>Los franceses no se habían movido de Oporto y de sus puestos del
-Vouga. En su ejército manifestábase disgusto, aburridos todos y
-cansados con aquella clase de guerra, y fomentando gran descontento una
-sociedad secreta, llamada de los filadelfos, cuyo objeto era destruir
-la dinastía imperial y restablecer en Francia un gobierno republicano.
-<span class="sidenote">Sociedad secreta<br/> de los filadelfos.</span>
-Entre los que la componían había oficiales superiores, y tenían pensado
-poner a su cabeza al mariscal Ney o al general Gouvion Saint-Cyr.
-Extendíanse las ramificaciones de la sociedad a los demás ejércitos
-de Napoleón, y en el de España no abandonaron los conspiradores
-su proyecto hasta el año 10. Había echado profundas raíces en las
-tropas del mariscal Soult, y eran tantos los partícipes del secreto,
-que enviado para abrir tratos acerca de ello el ayudante mayor Mr.
-D’Argenton, pudo sin tropiezo ir hasta Lisboa, y con tal desembozo que
-inspiró desconfianza en Sir Arthur Wellesley, por lo cual respondió
-este al emisario francés que rebelárase o no su ejército le atacaría
-en tanto que se mantuviese en Portugal: sin embargo añadió que si
-se declaraba contra Bonaparte se ajustaría quizá un convenio para
-su<span class="pagenum" id="Page_380">p. 380</span> retirada. Otros
-jefes parece ser que tuvieron también conferencias con el general
-británico, y de ellos se citan a los coroneles Donadieu y Lafitte.
-Mas D’Argenton de vuelta a Oporto habiéndose descubierto al general
-Lefebvre que creía en la trama o favorable a ella, fue arrestado
-en la noche del 8 al 9 de mayo teniendo pasaportes del almirante
-inglés Berkley. <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_8-8"
-id="Ll_8-8">8-8</a>.)</span> Dilatose su castigo para averiguar cuáles
-fuesen sus cómplices, y ayudado de estos tuvo ocasión de escaparse y
-pasar a Inglaterra.[*]</p>
-
-<p>Sobresaltó al mariscal Soult tan funesto acontecimiento que
-realizaba anteriores sospechas, al paso que aguijó por su parte al
-general Wellesley a avanzar prontamente, no contando sin embargo mucho
-con la sublevación del ejército contrario. <span class="sidenote">Plan
-de Wellesley.</span> Era el plan del general inglés envolver a Soult,
-y obligarle a una retirada desastrada o a rendirse. Y conforme a su
-pensamiento dispuso que el general Beresford con las tropas de su
-mando, y las portuguesas que estaban en Viseo a las órdenes de Sir
-Roberto Wilson, se dirigiesen anticipadamente por Lamego, y pasasen el
-Duero para juntarse en Amarante con Silveira, cuya retirada todavía
-se ignoraba. Hecho este movimiento la demás fuerza británica debía
-avanzar en dos columnas sobre Oporto, una vía de Aveiro y otra por el
-camino real. No se varió el plan aunque se supo luego el descalabro
-de Silveira, y el 6 de mayo se empezó la operación convenida. El 10 y
-el 11 fue arrojado de las alturas de Grijo el general Franceschi que
-mandaba la vanguardia de los enemigos, la cual en seguida repasó el
-Duero.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_381">p. 381</span></p>
-
-<div class="sidenote">Se apoderan<br/> los ingleses<br/> de
-Oporto.</div>
-
-<p>El mariscal Soult tomando sin tardanza disposiciones para evacuar a
-Oporto y asegurar su retirada, voló el puente de barcas y retuvo en la
-margen derecha todos los botes. Dio vista el 12 a la ciudad Sir Arthur
-Wellesley, y aunque cercano separábale la profunda y rápida corriente
-de Duero. No teniendo prontos los medios necesarios para atravesarla,
-hubiera Soult podido retirarse tranquilamente a Galicia si un feliz
-acaso no hubiese servido a ayudar la combinación que para la travesía
-preparaba el general inglés, quien había destacado río arriba al
-general Murray a fin de que cruzase el Duero por Avintas y cayese sobre
-el flanco del enemigo al tiempo que este fuese atacado por el frente.
-Partió Murray; mas dudábase sobre el modo de verificar el paso a la
-sazón que el coronel Waters descubrió en un recodo que forma el río
-un pequeño bote con el que yendo a la otra orilla, acompañado de dos
-o tres individuos, se apoderó sin ser notado de cuatro grandes barcas
-abandonadas, y de priesa trájolas del lado de los suyos. Al instante
-y el mismo 12 a las diez del día pasó en ellas el Duero Lord Paget
-con tres compañías. Siguieron otros, permaneciendo los enemigos tan
-descuidados que burlándose de los primeros avisos que dio un oficial,
-a nada dieron crédito hasta que el general Foy subiendo casualmente a
-la altura que se eleva enfrente del convento de Serra, advirtió que
-en efecto pasaban los ingleses el río. Entonces todo el campo francés
-se conmovió y se puso sobre las armas. Trabose entre los soldados de
-ambos ejércitos un vivísimo choque, agolpáronse sucesivamente de uno y
-otro lado tropas, y<span class="pagenum" id="Page_382">p. 382</span>
-llegando en fin de Avintas el general Murray abandonaron los franceses
-a Oporto, perseguidos por los ingleses hasta cierta distancia de la
-ciudad. La matanza fue grande. Cayeron heridos los generales Delaborde
-y Foy de una parte, y Lord Paget de la contraria, sin contar otros
-muchos de ambas. Censurose agriamente en su propio ejército al mariscal
-Soult por el descuido de dejar a los ingleses pasar en medio del día
-sin resistencia un río tan caudaloso como por allí corre el Duero.</p>
-
-<div class="sidenote">Apuros de Soult.</div>
-
-<p>Después de la salida de Oporto dos caminos le quedaban a dicho
-mariscal para retirarse, si quería conservar su artillería; uno por
-puente de Lima y Valencia de Miño, y el otro por el lado de Amarante.
-Contaba con que el último paso sería resguardado por el general
-Loison; mas este perseguido por los generales Beresford, Silveira y
-Wilson, le abandonó y puso a Soult en el mayor aprieto, sobre todo no
-pudiendo ir por el otro camino de puente de Lima sin encontrarse con el
-general Wellesley. Aunque rodeado de inminentes peligros no se abatió
-el mariscal francés, y con entereza y prontitud de ánimo admirables,
-destruyendo la artillería y los carruajes, y acallando las voces que
-ya se oían de capitulación, echose por medio de senderos estrechos y
-casi intransitables, guiado en su laberinto por un hombre de la Navarra
-francesa, de los que van a España a ejercer una profesión lucrativa
-si bien poco honrosa. El tiempo aunque en mayo era lluvioso, los
-trabajos grandes, la persecución y molestia de los paisanos continua,
-precipitándose a veces hombres y caballos<span class="pagenum"
-id="Page_383">p. 383</span> por aquellos abismos y derrumbaderos. De
-suerte que hasta cierto punto renovaba ahora el mariscal Soult la
-escena que meses antes había representado el general Moore cuando él
-iba en su perseguimiento. Los pueblos del tránsito fueron quemados y
-sus habitantes tratados cruelmente, y al mismo son que ellos cuando
-podían trataban a los franceses. <span class="sidenote">Pasa la
-frontera.</span> Llegó el ejército de estos el 17 a Montealegre y el 18
-pasó la frontera, no siguiendo el alcance los ingleses tierra adentro
-de España por querer su general retroceder a Extremadura, según antes
-había prometido a Cuesta. Subió a bastante la pérdida de los enemigos
-en la retirada, y sin la celeridad y consumada pericia del mariscal
-Soult difícilmente se hubieran libertado de caer en manos del inglés,
-cuya excesiva prudencia motejaron muchos. <span class="sidenote">Llega
-a Lugo.</span> Llegaron los franceses a Lugo el 23, habiéndolos
-molestado poco el paisanaje español que estaba como desprevenido.</p>
-
-<div class="sidenote">Levanta Mahy<br/> el cerco.</div>
-
-<p>La víspera, sabedor el general Mahy de que se acercaban, levantó el
-sitio que había poco antes puesto a aquella ciudad y se replegó a la de
-Mondoñedo. <span class="sidenote">Encuéntrase<br/> con Romana<br/> en
-Mondoñedo.</span> Encontráronse allí el 24 él y Romana, procedente el
-último de Ribadeo, a donde había desembarcado, salvándose de Asturias.
-Mal colocados entonces y expuestos a ser cogidos entre los mariscales
-Ney y Soult, resolvieron los generales españoles emprender por medio de
-<span class="sidenote">Marcha atrevida<br/> de los españoles.</span>
-una marcha atrevida un movimiento hacia el Sil, para abrigarse de
-Portugal, cruzando con cautela el camino real en las inmediaciones de
-Lugo. Verificose así felizmente, y por Monforte tomaron los nuestros a
-Orense. Aunque<span class="pagenum" id="Page_384">p. 384</span> esta
-marcha era necesaria así para esquivar, como hemos dicho, el encuentro
-de los mariscales franceses, como también para darse la mano con Don
-Martín de la Carrera y las fuerzas que había en las provincias de Tuy
-y Santiago, <span class="sidenote">Descontento<br/> del soldado<br/>
-con Romana.</span> disgustó mucho al soldado que comenzaba a murmurar
-de tanto camino como sin fruto había andado, apellidando al de la
-Romana marqués de las Romerías: porque en efecto si bien era loable
-su constancia en los trabajos y la conformidad con que sobrellevaba
-las escaseces y miseria, nunca se había visto salir de su mente otra
-providencia que la de marchar y contramarchar, y las más veces a
-tientas, de improviso y precipitadamente, falto de plan, a la ventura,
-y como suele decirse, a la buena de Dios. Solo en su ausencia y en los
-puntos en que no se hallaba peleábase, y jefes entendidos y diligentes
-procuraban introducir mayor arreglo y obrar con más concierto y
-actividad. El único, pero en verdad gran servicio, que hizo Romana fue
-el de mantenerse constante en la buena causa, y el de alimentar con su
-nombre las esperanzas y bríos de los gallegos.</p>
-
-<div class="sidenote">Ney y Soult<br/> en Lugo.</div>
-
-<p>Mas las tropas que mandaba, por poco numerosas que fuesen, si se
-unían con las que estaban hacia la parte de Pontevedra y fomentaban
-de cerca la insurrección de la tierra, ponían en peligro a los
-franceses exigiendo de ellos prontas y acordadas medidas. Tales
-eran las que tomaron en Lugo el 29 de mayo los mariscales Soult y
-Ney de vuelta ya este de su rápida excursión en Asturias. <span
-class="sidenote">Conciértanse<br/> para destruir el<br/> ejército
-español.</span> Según ellas, debía el primero perseguir y dispersar a
-Romana, dirigiéndose<span class="pagenum" id="Page_385">p. 385</span>
-sobre la puebla de Sanabria, y conservar por Orense comunicación con
-el segundo, quien, derrotado que fuese Carrera, había de avanzar a
-Tuy y Vigo para sofocar del todo la insurrección. Púsose pues el
-mariscal Ney en camino con 8000 infantes y 1200 caballos, y avanzó
-contra la división del Miño animada del mayor entusiasmo. <span
-class="sidenote">Conde<br/> de Noroña,<br/> 2.º comandante<br/> de
-Galicia.</span> La mandaba entonces en jefe el conde de Noroña,
-nombrado por la central segundo comandante de Galicia, mas este tuvo
-el buen juicio de seguir el dictamen de Carrera, de Morillo y de otros
-jefes que por aquellas partes y antes de su llegada se habían señalado;
-con lo cual obraron todos muy de concierto.</p>
-
-<div class="sidenote">Acción del Puente<br/> de Sampayo.</div>
-
-<p>Al aviso de que Ney se aproximaba cejaron los nuestros a Sampayo,
-punto en donde resolvieron hacerle rostro. Mas cortado anteriormente
-el puente por Morillo, hubo que formar otro de priesa con barcas
-y tablazón, dirigiendo la obra con actividad y particular tino el
-teniente coronel Don José Castellar. Eran los españoles en número de
-10.000, 4000 sin fusiles, y el 7 de junio muy de mañana acabaron todos
-de pasar, atajando después y por segunda vez el puente. A las nueve del
-mismo día aparecieron los franceses en la orilla opuesta, y desde luego
-se rompió de ambos lados vivísimo fuego. Los españoles se aprovecharon
-de las baterías que antes había levantado Don Pablo Morillo, y aun
-establecieron otras: los principales fuegos enfilaban de lo alto de una
-eminencia el camino que viene al puente; ocupose el paso de Caldelas
-dos leguas río arriba por Don Ambrosio de la Cuadra que regía la
-vanguardia, y por<span class="pagenum" id="Page_386">p. 386</span>
-Don José Joaquín Márquez comandante del regimiento de Lobera; apoyose
-la derecha de Sampayo en un terreno escabroso, y la izquierda estaba
-amparada de la ría en donde se habían colocado lanchas cañoneras. Duró
-el fuego hasta las tres de la tarde sin que los franceses consiguiesen
-cosa alguna. Renovose con mayor furor al día siguiente 8, buscando
-los enemigos medio de pasar por su derecha un vado largo que queda
-a marea baja, y de envolver por su izquierda el costado nuestro que
-estaba del lado del puente de Caldelas y vados de Sotomayor. Rechazados
-en todas partes vieron ser infructuosos sus ataques, y al amanecer
-del 9 se retiraron a las calladas, después de haber experimentado
-considerable pérdida. Señaláronse entre los nuestros, y bajo el mando
-del conde de Noroña, La Carrera, Cuadra, Roselló, que gobernaba la
-artillería, Castellar, Márquez y D. Pablo Morillo; por su parte también
-se manejaron con destreza los marinos, y sin duda fue muy gloriosa para
-las armas españolas la defensa del Puente de Sampayo.</p>
-
-<div class="sidenote">Soult trata<br/> de pasar<br/> a Castilla.</div>
-
-<p>Romana, en tanto, se había acogido a Orense al adelantarse el
-mariscal Soult: mas en vez de seguir la huella del primero detúvose
-este en Monforte algunos días. Lo alterado del país, noticias de la
-guerra de Austria, y más que todo los celos y rivalidad que mediaban
-entre él y el mariscal Ney le alejaron de continuar el perseguimiento
-de Romana, y le decidieron a volver a Castilla. Para ello, no pudiendo
-atravesar el Sil por allí falto de vados y de puentes, tuvo que
-subir río arriba hasta Montefurado, así dicho<span class="pagenum"
-id="Page_387">p. 387</span> por perforarle en una de sus faldas la
-corriente del mismo Sil, obra según parece del tiempo de los romanos.
-<span class="sidenote">Paisanos del Sil.</span> Los naturales de
-los contornos, colocados en la orilla opuesta, le causaron grave mal,
-acaudillados por el abad de Casoyo y su hermano Don Juan Quiroga. Para
-vengarse del daño ahora y antes recibido, desde Montefurado mandó el
-mariscal Soult al general Loison descender por la orilla izquierda del
-Sil y castigar a los habitantes. <span class="sidenote">Quema<br/>
-de varios pueblos.</span> Cumplió este tan largamente con el encargo
-que asoló la tierra y varios pueblos fueron quemados, Castro de
-Caldelas, San Clodio y otros menos conocidos. También padecieron mucho
-los otros valles que recorrieron o atravesaron los enemigos. <span
-class="sidenote">Romana<br/> en Celanova.</span> Romana retirose a
-Celanova, y en seguida a Baltar, frontera de Portugal, en donde le
-dejó tranquilo el mariscal Soult, <span class="sidenote">Soult<br/> en
-la Puebla<br/> de Sanabria.</span> pues dirigiéndose por el camino de
-las Portillas llegó el 23 a la Puebla de Sanabria, de cuyo punto se
-retiraron a Ciudad Rodrigo después de haber clavado algunos cañones los
-pocos españoles que le guarnecían.</p>
-
-<div class="sidenote">General<br/> Franceschi<br/> cogido por<br/> el
-Capuchino.</div>
-
-<p>Soult permaneció en la Puebla breves días habiendo despachado a
-Madrid a Franceschi para informar a José del estado de su ejército y
-de sus necesidades. Aquel general partió de Zamora en posta a caballo
-con otros dos compañeros, mas pasado Toro fueron todos cogidos e
-interceptados los pliegos por una guerrilla que mandaba el capuchino
-Fr. Julián de Délica. Los pliegos [*] <span class="sidenote">(* Ap.
-n. <a href="#Ap_8-9" id="Ll_8-9">8-9</a>.)</span> eran importantes
-así porque expresaban el quebranto y escaseces de aquellas tropas,
-como también por indicarse en su contenido el mal ánimo de algunos
-generales.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_388">p. 388</span></p>
-
-<div class="sidenote">Situación de Ney.</div>
-
-<p>Viéndose solo el mariscal Ney y abandonado de Soult, conoció lo
-crítico de su situación. Con nada en realidad podía contar sino con la
-fuerza que le quedaba, y era esta harto corta para hacer rostro a la
-población armada, y al ejército bastante numeroso que contra él podían
-ahora reunir sin embarazo los generales Romana y Noroña. El auxilio que
-le prestaban los españoles sus allegados era casi nulo, y por decirlo
-así perjudicial. <span class="sidenote">Mazarredo.</span> Había ido de
-comisario regio el general de marina Mazarredo que separándose de su
-profesión, en la que había adquirido bien merecido renombre, metiose
-a dar proclamas y a esparcir entre los eclesiásticos y los pueblos
-una especie de catecismo, por cuyo medio apoyándose en textos de la
-Escritura, quería probar la conveniencia y obligación de reconocer
-la autoridad intrusa. No conmovían las conciencias argumentos tan
-extraños, al contrario las irritaban, provocando también a mofa ver
-convertido en misionero político al que solo gozaba de reputación de
-inteligente en la maniobra náutica. Hubo igualmente en Santiago un
-director de policía <span class="sidenote">Bazán.</span> llamado Don
-Pedro Bazán de Mendoza, doctor en Teología, el cual y otros cuantos de
-la misma lechigada cometieron muchas tropelías y defraudaron plata y
-caudales: denominaban los paisanos semejante reunión el conciliábulo
-de Compostela. <span class="sidenote">Evacúa Ney<br/> Galicia.</span>
-Rodeado por tanto de peligros y escaso de fuerzas y recursos, resolvió
-Ney salir de Galicia, y el 22 evacuó la Coruña, enderezándose a Astorga
-por el camino real; en cuyo tránsito asolaron sus tropas horrorosamente
-pueblos y ciudades.</p>
-
-<p>Así tornó aquel reino a verse libre de enemigos<span
-class="pagenum" id="Page_389">p. 389</span> al cabo de cinco meses de
-ocupación, durante los cuales perdieron los franceses la mitad de la
-tropa con que habían penetrado en aquel suelo, ya en las acciones con
-los ingleses, ya en la terrible guerra con que les habían continuamente
-molestado los ejércitos y población de Galicia y Portugal.</p>
-
-<div class="sidenote">Entra Noroña<br/> en la Coruña.</div>
-
-<p>A pocos días entró en la Coruña el conde de Noroña y la división del
-Miño, siendo recibidos no solo con alborozo general y bien sentido,
-sino también quedándose los espectadores admirados de que gente mal
-pertrechada y tan varia en su formación y armamento hubiera conseguido
-tan señaladas ventajas contra un ejército de la apariencia, práctica y
-regularidad que asistían al de los franceses.</p>
-
-<p>Por entonces y antes de promediar junio fue también evacuado el
-principado de Asturias. Además de lo ocurrido en Galicia y Portugal
-aceleraron la retirada de los enemigos los movimientos y amago que
-hicieron las tropas y paisanaje de la misma provincia. 18.000 hombres
-la habían invadido: una parte, según en su lugar se dijo, volvió luego
-a Galicia con el mariscal Ney, otra mandada por el general Bonnet
-viose obligada a acudir a la montaña a donde la llamaba la marcha de
-Don Francisco Ballesteros, y la restante fuerza sobrado débil para
-resistir <span class="sidenote">Worster<br/> y Bárcena.</span> a los
-generales Don Pedro de la Bárcena y Worster que avanzaban a Oviedo del
-lado de poniente, salió con Kellermann camino de Castilla. El primero
-de aquellos generales cayendo de Teberga sobre Grado había antes
-arrojado de esta villa a unos 1300 franceses que<span class="pagenum"
-id="Page_390">p. 390</span> estaban allí apostados, cogiendo 80
-prisioneros.</p>
-
-<div class="sidenote">Ballesteros pasa<br/> a Castilla<br/> y a las
-montañas<br/> de Santander.</div>
-
-<p>Por la parte oriental del principado había reunido el general
-Ballesteros más de 10.000 hombres. Entraba en su número un batallón
-de la Princesa que había ido a Oviedo con Romana, y el cual mandado
-por su coronel D. José O’Donnell se le había unido, no pudiendo
-embarcarse en Gijón. También se agregó después el regimiento de Laredo
-que pertenecía a las montañas de Santander y la partida o cuerpo
-volante de D. Juan Díaz Porlier. Entusiasmado el general Ballesteros
-con las memorias de Covadonga pensó que podían resucitar en aquel
-sitio los días de Pelayo. Anduvo por tanto reacio en alejarse hasta
-que falto de víveres y estrechado por el enemigo tuvo el 24 de mayo
-que abandonar de noche la cueva y santuario, y trepar por las faldas
-de elevados montes, no teniendo más dirección que la de sus cimas,
-pues allí no había otra salida sino el camino que va a Cangas de
-Onís, y este le ocupaban los franceses. En medio de afanes consiguió
-Ballesteros llegar el 26 a Valdeburón en Castilla de donde se trasladó
-a Potes. Meditando entonces lo más conveniente resolvió de acuerdo
-con otros jefes acometer a Santander, cuya guarnición desprevenida
-se juzgaba ser solo de 1000 hombres. Se encaminó con este propósito
-a Torrelavega en donde se detuvo más de lo necesario. Por fin al
-amanecer del 10 emprendiose la expedición, pero tan descuidadamente
-que el enemigo se abrió paso dejando solo en nuestro poder 200
-prisioneros. <span class="sidenote">Ocupa Santander.</span> Entraron
-las tropas de Ballesteros el mismo día en Santander, mas la ocupación
-de esta ciudad no duró<span class="pagenum" id="Page_391">p.
-391</span> largo tiempo. En la misma noche revolviendo sobre ella
-los franceses ya reforzados, penetraron por sus calles y pusiéronlo
-todo en tal confusión que los más de los nuestros se desbandaron,
-y el general Ballesteros creyendo perdida su división se embarcó
-precipitadamente con Don José O’Donnell en una lancha en que bogaron
-por falta de remos y remeros dos soldados con sus fusiles. <span
-class="sidenote">Intrepidez<br/> de Porlier.</span> Don Juan Díaz
-Porlier se salvó con alguna tropa atravesando por medio de los enemigos
-con la intrepidez que le distinguía. Fue también notable y digna de
-la mayor alabanza la conducta del batallón de la Princesa, <span
-class="sidenote">Marcha<br/> admirable<br/> del batallón<br/> de la
-Princesa.</span> que privado de su fugitivo coronel y a las órdenes
-del valiente oficial Garvayo conservó bastante orden y serenidad para
-libertarse y pasar a Medina de Pomar, desde donde, ¡marcha admirable!
-poniéndose en camino atravesó la Castilla y Aragón rodeado de peligros
-y combates, y se incorporó en Molina con el general Villacampa.</p>
-
-<div class="sidenote">Romana<br/> en la Coruña.</div>
-
-<p>Libres en el mes de junio Asturias y Galicia, era ocasión de que
-el marqués de la Romana, tan autorizado como estaba por el gobierno
-supremo, emplease todo su anhelo en mejorar la condición de su
-ejército, y la de ambas provincias. Entró en la Coruña poco después
-que Noroña, y fue recibido con el entusiasmo que excitaba su nombre.
-<span class="sidenote">Sus providencias<br/> y negligencia.</span>
-Reasumió en su persona toda la autoridad, suprimió las juntas de
-partido que se habían multiplicado con la insurrección, y nombró en
-su lugar gobernadores militares. No contento con la destrucción de
-aquellas corporaciones, trató de examinar con severidad la conducta
-de varios de sus individuos, a quien se acusaba<span class="pagenum"
-id="Page_392">p. 392</span> de desmanes en el ejercicio de su cargo,
-procedimiento que desagradó. Pues al paso que se escudriñaban estos
-excesos, nacidos por lo general de los apuros del tiempo, mostró el
-marqués suma benignidad con los que habían abrazado el bando de los
-enemigos. Por lo demás sus providencias en todos los ramos adolecieron
-de aquella dejadez y negligencia característica de su ánimo. Suprimidas
-las juntas cortó el vuelo al entusiasmo e influjo popular, y no
-introdujo con los gobernadores que creó el orden y la energía que son
-propias de la autoridad militar. Transcurrió más de un mes sin que se
-recogiese el fruto de la evacuación francesa, no pasando el tiempo
-aquel jefe sino en agasajos, y en escuchar las quejas y solicitudes de
-personas que se creían agraviadas o que ansiaban colocaciones; y entre
-ellas, como acontece, no andaban ni las realmente ofendidas ni las más
-beneméritas. <span class="sidenote">Sale a Castilla.</span> Por fin
-reunió el marqués la flor del ejército de Galicia y trató de salir a
-Castilla.</p>
-
-<div class="sidenote">Nombra a Mahy<br/> para Asturias.</div>
-
-<p>Antes de efectuar su marcha envió a tomar el mando militar de
-Asturias a Don Nicolás Mahy: el político y económico seguía al
-cuidado de la junta que el mismo marqués había nombrado. <span
-class="sidenote">Nombra<br/> a Ballesteros<br/> para mandar<br/>
-10.000 hombres.</span> Ordenó además este que se le uniese en Castilla
-con 10.000 hombres de lo más escogido de las tropas asturianas
-Don Francisco Ballesteros, que en vez de ser reprendido por lo de
-Santander, recibió este premio. Debiolo a haberse salvado con Don José
-O’Donnell, favorito del marqués, y mal hubiera podido ser censurada la
-conducta del general sin tocar al abandono o deserción del coronel su
-compañero: así un indisculpable<span class="pagenum" id="Page_393">p.
-393</span> desastre sirvió a Ballesteros de principal escalón para
-ganar después gloria y renombre.</p>
-
-<p>Romana llegó a Astorga con unos 16.000 hombres y 40 piezas de
-artillería. Dejó en Galicia pocos cuadros y escasos medios para que con
-ellos pudiese Noroña formar un ejército de reserva. Una corta división
-al mando de Don Juan José García se situó en el Bierzo, y Ballesteros
-desde las cercanías de León hizo posteriormente hacia Santander una
-excursión que no tuvo particular resulta.</p>
-
-<div class="sidenote">Sucédele
-después<br/> en el
-mando<br/> del ejército<br/>
-el duque<br/>
-del Parque.</div>
-
-<p>Permaneció Romana en Astorga hasta el 18
-de agosto en que se despidió de sus tropas habiendo
-sido nombrado por la junta de Valencia
-para desempeñar el puesto vacante en la central
-por fallecimiento del príncipe Pío. El mando
-de su ejército recayó después en el duque del
-Parque, al cual también se unió aunque más
-tarde Ballesteros, caminando todos la vuelta de
-Ciudad Rodrigo.</p>
-
-<p>Los franceses que salieron de Galicia y que
-componían el 2.º y 6.º cuerpo debieron ponerse
-por resolución de Napoleón recibida en 2 de julio
-a las órdenes de Soult, como igualmente el 5.º
-del mando del mariscal Mortier que estaba en
-Valladolid procedente de Aragón. Varios obstáculos
-opuso José al inmediato cumplimiento en
-todas sus partes de la voluntad de su hermano; y
-de ello daremos cuenta en el próximo libro.</p>
-
-<div class="sidenote">Fin de este
-libro.</div>
-
-<p>Ahora terminando este conviene notar lo poco que a pesar de tan
-grandes esfuerzos habían adelantado los franceses en la conquista
-de España. Ocho meses eran corridos después de la terrible invasión
-en noviembre del emperador<span class="pagenum" id="Page_394">p.
-394</span> francés, y sus huestes no enseñoreaban todavía ni un
-tercio del territorio peninsular. Inútilmente daban y ganaban
-batallas, inútilmente se derramaban por las provincias, de las que
-ocupadas unas levantábanse otras, y yendo al remedio de estas,
-aquellas se desasosegaban y de nuevo se trocaban en enemigas. <span
-class="sidenote">Parangón<br/> de la guerra<br/> de Austria<br/> y
-España.</span> ¡Cuán diferente cuadro presentaba por aquel tiempo el
-Austria! Allí había en abril abierto la campaña el archiduque Carlos
-con ejércitos bien pertrechados y numerosos, solo tres o cuatro
-batallas se habían dado, una de éxito contrario a Napoleón, y sin
-embargo ya en 12 de julio celebrose en Znaim una suspensión de armas,
-preludio de la paz. Así una nación poderosa y militar sujetábase a las
-condiciones del vencedor al cabo de tres meses de guerra, y España
-después de un año, sin verdaderos ejércitos y muchas veces sola en
-la lucha, manteníase incontrastable por la firme voluntad de sus
-moradores. Tanta diferencia media, no nos cansaremos de repetirlo,
-entre las guerras de gabinete y las nacionales. Al primer revés se
-cede en aquellas, mas en estas sin someterse fácilmente los defensores
-al remolino de la fortuna, cuando se les considera deshechos, crecen;
-cuando caídos, se empinan. Conocíalo muy bien el grande estadista
-Pitt,[*] <span class="sidenote">(* Ap. n. <a href="#Ap_8-10"
-id="Ll_8-10">8-10</a>.)</span> quien rodeado de sus amigos en 1805
-al saber la rendición de Mack en Ulma con 40.000 hombres exclamando
-aquellos <i>que todo estaba perdido y que no había ya remedio contra
-Napoleón</i>, <span class="sidenote">Previsión notable<br/> de
-Pitt.</span> replicó, <i>todavía lo hay si consigo levantar una guerra
-nacional en Europa</i>, añadiendo en tono, al parecer profético, <i>y
-esta guerra ha de comenzar en España</i>.</p>
-
-
-<div class="tit pt3" id="Apend">
- <hr class="chap"/>
- <p><span class="pagenum" id="Page_i">p. i</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img class="thick"
- style="width: 14em; height: auto;"
- src="images/apendices.jpg"
- alt="Portada de los apéndices"/>
- </div>
- <p class="fs160 lh200 g0 mt05">APÉNDICES</p>
- <p class="fs120 lh200 negr ws1">AL TOMO SEGUNDO.</p>
- <hr class="chap"/>
-</div>
-
-
-<div class="chapter">
- <p><span class="pagenum" id="Page_iii">p. iii</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img style="width: 26em; height: auto;"
- src="images/doble_filete.jpg"
- alt="Filete ornamental"/>
- </div>
- <h2 class="nobreak fs200 lh200 negr mt1" title="Apéndice del Libro Primero.">APÉNDICE</h2>
- <p class="centra smaller lh200">DEL</p>
- <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO QUINTO.</p>
- <div class="figcenter mt05">
- <img style="width: 8em; height: auto;"
- src="images/separa5.jpg"
- alt="Motivo ornamental"/>
- </div>
-</div>
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-1"
-id="Ap_5-1">5-1</a>.</h3>
-
-<p class="ti0"><i><span class="gran">N</span>umantia, quantum
-Carthaginis, Capuæ, Corinthi opibus inferior, ita virtutis nomine et
-honore par omnibus, summumque, si viros æstimes, Hispaniæ decus: quippe
-quæ sine muro, sine turribus, modice edito in tumulo apud flumen Durium
-sita, quatuor millibus Celtiberorum, quadraginta millium exercitum
-per annos quatuordecim sola sustinuit; nec sustinuit modo, sed sævius
-aliquanto perculit, pudendisque fœderibus affecit. — L. A. Flori, lib.
-2, cap. 18.</i></p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-2"
-id="Ap_5-2">5-2</a>.</h3>
-
-<p><i>Annales d’Espagne et de Portugal par Don Juan Alvarez de
-Colmenar, tom. 5.º, pág. 431, edición de Ámsterdam.</i></p>
-
-
-<h3 title="Número 5-3."><span class="pagenum" id="Page_iv">p.
-iv</span><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-3"
-id="Ap_5-3">5-3</a>.</h3>
-
-<p class="subh3"><i>Respuesta dada a la intimación del general Lefebvre
-comandante en jefe del ejército francés que sitiaba a Zaragoza,
-publicada en la Gaceta del 20 de junio de 1808.</i></p>
-
-<p>Zaragoza es mi cuartel general a 18 de junio.</p>
-
-<p>Si S. M. el emperador envía a V. a restablecer la tranquilidad
-que nunca ha perdido este país, es bien inútil se tome S. M. estos
-cuidados. Si debo responder a la confianza que me ha hecho este
-valeroso pueblo sacándome del retiro en que estaba para poner en mi
-mano su custodia, es claro que no llenaría mi deber abandonándole a la
-apariencia de una amistad tan poco verdadera.</p>
-
-<p>Mi espada guarda las puertas de la capital, y mi honor responde de
-su seguridad: no deben tomarse pues este trabajo esas tropas que aún
-estarán cansadas de los días 15 y 16. Sean enhorabuena infatigables en
-sus lides; yo lo seré en mis empeños.</p>
-
-<p>Lejos de haberse apagado el incendio que levantó la indignación
-española, a vista de tantas alevosías se eleva por momentos.</p>
-
-<p>Se conoce que las espías que V. paga son infieles. Gran parte de
-Cataluña se ha puesto bajo mi mando: lo mismo ha hecho otra no menor
-de Castilla. Los capitanes generales de esta y de Valencia están
-unidos conmigo. Galicia, Extremadura, Asturias y los cuatro reinos de
-Andalucía están resueltos a vengar sus agravios. Las tropas francesas
-cometen atrocidades indignas de hombres; saquean, insultan y matan
-impunemente a los que ningún mal les han hecho: ultrajan la religión, y
-queman sus sagradas imágenes de un modo inaudito.</p>
-
-<p>Ni esto ni el todo que V. observa, aun después de los días 15 y
-16, son propios para satisfacer a un pueblo<span class="pagenum"
-id="Page_v">p. v</span> valiente: V. hará lo que quiera; y yo haré lo
-que debo. — B. L. M. de V. — El general de las tropas de Aragón.</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-4"
-id="Ap_5-4">5-4</a>.</h3>
-
-<p class="subh3"><i>Segunda y última respuesta dada al general del
-ejército francés que sitiaba a Zaragoza, en 27 de junio de 1808.</i></p>
-
-<p>El intendente de este ejército y reino me ha transmitido las
-proposiciones que V. le ha hecho, reducidas a que yo permita la entrada
-en esta capital de las tropas francesas que están bajo su mando, que
-vienen con la idea de desarmar al pueblo, restablecer la quietud,
-respetar las propiedades y hacernos felices, conduciéndose como amigos,
-según lo han hecho en los demás pueblos de España que han ocupado, o
-bien si no me conformare a esto que se rinda la ciudad a discreción.
-Los medios que ha empleado el gobierno francés para ocupar las plazas
-que le quedan en España, y la conducta que ha observado su ejército han
-podido persuadir a V. la respuesta que yo daría a sus proposiciones.
-El Austria, la Italia, la Holanda, la Polonia, Suecia, Dinamarca y
-Portugal presentan, no menos que este país, un cuadro muy exacto de la
-confianza que debe inspirar el ejército francés.</p>
-
-<p>Esta ciudad y las valerosas tropas que la guardan han jurado morir
-antes que sujetarse al yugo de la Francia, y la España toda, en
-donde solo quedan ya restos del ejército francés, está resuelta a lo
-mismo.</p>
-
-<p>Tenga V. presentes las contestaciones que le di ocho días ha, y
-los decretos de 31 de mayo y 18 de este mes, que se le incluyeron, y
-no olvide V. que una nación poderosa y valiente decidida a sostener
-la justa causa que defiende, es invencible y no perdonará los delitos
-que V. o su ejército cometan. Zaragoza 26 de<span class="pagenum"
-id="Page_vi">p. vi</span> junio de 1808. — Por el capitán general de
-Aragón. — El marqués de Lazán.</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-5"
-id="Ap_5-5">5-5</a>.</h3>
-
-<p>... καὶ δι᾽ ἐλαχίστου καιροῦ τύχης ἅμα ἀκμῇ τῆς δόξης μᾶλλον ἢ τοῦ
-δέους ἀπηλλάγησαν.</p>
-
-<p class="firma">(<span class="sc">Thucyd.</span>, II, 42.)</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-6"
-id="Ap_5-6">5-6</a>.</h3>
-
-<p class="subh3"><i>Artículos del convenio hecho entre el vicealmirante
-Siniavin, caballero de la orden de San Alejandro, y el almirante Sir
-Carlos Cotton, baronet, para la redención de la escuadra rusa anclada
-en la ribera del Tajo, publicados en la Gaceta extraordinaria de
-Londres de 16 de septiembre.</i></p>
-
-<p>1.º&#160; Los navíos de guerra del emperador de Rusia que están en
-el Tajo se entregarán inmediatamente al almirante Sir Carlos Cotton con
-todas sus municiones: serán enviados a Inglaterra, en donde los tendrá
-S. M. B. como en depósito para restituir a S. M. I. seis meses después
-de la conclusión de la paz entre S. M. B. y S. M. I. el emperador de
-todas las Rusias.</p>
-
-<p>2.º&#160; El vicealmirante Siniavin con todos los oficiales marinos
-y marineros que están a sus órdenes, volverán a Rusia sin ninguna
-condición o estipulación que les impida servir en lo sucesivo: serán
-convoyados por gente de guerra y navíos propios a expensas de S. M.
-B.</p>
-
-<p>Dado y concluido a bordo del navío Twairdai en el Tajo y a bordo
-del Ibernia, navío de S. M. B. en la embocadura de la ribera, a 3 de
-septiembre de 1808. — Signado. — De Siniavin. — Carlos Cotton.</p>
-
-
-<h3 title="Número 5-7."><span class="pagenum" id="Page_vii">p.
-vii</span><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-7"
-id="Ap_5-7">5-7</a>.</h3>
-
-<p class="subh3"><i>Convención definitiva para la evacuación
-de Portugal por las tropas francesas, publicada en la Gaceta
-extraordinaria de Londres.</i></p>
-
-<p>Los generales en jefe de los ejércitos inglés y francés en Portugal,
-habiendo determinado negociar y concluir un tratado para la evacuación
-de este reino por las tropas francesas sobre las bases del concluido
-el 22 del presente para una suspensión de armas, han habilitado a los
-infrascriptos oficiales para negociarlo en su nombre, a saber: de parte
-del general en jefe del ejército británico al teniente coronel Murray,
-cuartel-maestre general, y de la del general en jefe del francés a
-Mr. Kellermann, general de división, a quienes han dado la facultad
-necesaria para negociar y concluir un convenio al efecto, sujetos sin
-embargo a su ratificación respectiva, y a la del almirante comandante
-de la escuadra británica en la embocadura del Tajo. Los oficiales
-después de haber canjeado sus plenos poderes se han convenido en los
-artículos siguientes:</p>
-
-<p>1.º&#160; Todas las plazas y fuertes del reino de Portugal ocupados
-por las tropas francesas se entregarán al ejército británico en el
-estado en que se hallen al tiempo de firmarse este tratado. 2.º&#160;
-Las tropas francesas evacuarán a Portugal con sus armas y bagajes;
-no serán consideradas como prisioneras de guerra, y a su llegada a
-Francia tendrán libertad para servir. 3.º&#160; El gobierno inglés
-suministrará los medios de transporte para el ejército francés,
-que desembarcará en uno de los puertos de Francia entre Rochefort
-y Lorient inclusivamente. 4.º&#160; El ejército francés llevará
-consigo toda su artillería de calibre francés con lo a ella anejo.
-Toda la demás artillería, armas, municiones, como también los
-arsenales militares y navales, serán entregados<span class="pagenum"
-id="Page_viii">p. viii</span> al ejército y navíos británicos en el
-estado en que se hallen al tiempo de la ratificación de este tratado.
-5.º&#160; El ejército francés llevará consigo todos sus equipajes, y
-todo lo que se comprende bajo el nombre de propiedad de un ejército,
-y se le permitirá disponer de la parte de ella que el comandante en
-jefe juzgue inútil para embarcar. Del mismo modo todos los individuos
-del ejército tendrán libertad para disponer de su propiedad privada,
-con plena seguridad en lo sucesivo para los compradores. 6.º&#160; La
-caballería podrá embarcar sus caballos, así como también los generales
-y oficiales de cualquier graduación, quedando a disposición de los
-comandantes británicos los medios de transportarlos: el número de
-caballos que podrán embarcar las tropas no excederá de 600, ni el de
-los jefes de 200. De todos modos el ejército francés tendrá libertad
-para disponer de los que no puedan embarcarse. 7.º&#160; El embarco
-se hará en tres divisiones, y la última de ellas se compondrá de las
-guarniciones de las plazas, de la caballería, artillería, enfermos
-y equipaje del ejército. La primera división se embarcará dentro de
-siete días de la fecha de la ratificación. 8.º&#160; La guarnición de
-Elvas y sus fuertes de Peniche y Palmela se embarcará en Lisboa. La
-de Almeida en Oporto o en el puerto más cercano. 9.º&#160; Todos los
-enfermos o heridos que no puedan embarcarse con las tropas, se confían
-al ejército británico, cuyo gobierno pagará lo que gasten mientras
-estén en este país, quedando de cuenta de la Francia abonarlo cuando
-marchen. El gobierno inglés proporcionará su vuelta a Francia por
-destacamentos como de 200 hombres a un tiempo. 10.&#160; Luego que
-los barcos que lleven el ejército a Francia lo hayan desembarcado en
-los puertos arriba dichos, o en cualquier otro de aquel país adonde
-el temporal los fuerce a ir, se les proporcionará toda comodidad
-para volver a Inglaterra sin dilación y seguridad, o pasaporte para
-no ser apresados<span class="pagenum" id="Page_ix">p. ix</span>
-hasta que lleguen a un puerto amigo. 11.&#160; El ejército francés
-se reconcentrará en Lisboa y dos leguas alrededor. El inglés a tres
-leguas, por manera que haya siempre una entre los dos ejércitos.
-12.&#160; Los fuertes de San Julián, Buxio y Cascaes serán ocupados
-por las tropas británicas cuando se ratifique este convenio. Lisboa y
-su ciudadela con los fuertes y baterías, el lazareto y el fuerte de
-San José los ocuparán cuando se embarque la segunda división, como
-también el puerto con todas las embarcaciones armadas. Las fortalezas
-de Elvas, Almeida, Peniche y Palmela se entregarán a las tropas
-británicas así que lleguen para ocuparlas. El general en jefe inglés
-noticiará a las guarniciones de estas plazas y a las tropas que las
-sitian este convenio para poner fin a las hostilidades. 13.&#160; Se
-nombrarán comisionados por ambas partes para acelerar la ejecución
-de este convenio. 14.&#160; Si se suscitase alguna duda sobre la
-inteligencia de algún artículo, se interpretará a favor del ejército
-francés. 15.&#160; Desde la ratificación todas las deudas atrasadas
-de contribuciones, requisiciones &amp;c. no podrán reclamarse por el
-gobierno francés contra los portugueses, ni ningún otro que resida
-en este país; pues todo lo que se haya pedido e impuesto después que
-el ejército francés entró en Portugal por diciembre de 1807, y no se
-haya pagado aún, queda cancelado, y se levantan los embargos puestos
-en los bienes de los deudores para que se les restituya y queden a
-su libre disposición. 16.&#160; Todos los súbditos de Francia o de
-cualquier otra potencia su aliada o amiga que se hallen en Portugal con
-domicilio o sin él, serán protegidos, sus propiedades serán respetadas,
-y tendrán libertad para acompañar al ejército francés, o permanecer
-aquí. En todo caso se les asegura su propiedad con la libertad de
-retenerla o de disponer de ella; y pasando el producto de la venta a
-Francia o cualquier otro país adonde vayan a fijar su residencia, se
-les concede un<span class="pagenum" id="Page_x">p. x</span> año para
-el intento. Sin embargo ninguna de estas estipulaciones podrá servir de
-pretexto pava una especulación comercial. 17.&#160; Ningún portugués
-será responsable por su conducta política durante la ocupación de este
-país por el ejército francés; y todos los que han continuado en el
-ejercicio de sus empleos, o que los han aceptado durante el gobierno
-francés, quedan bajo la protección de los comandantes ingleses, quienes
-les sostendrán para que no se les cause vejación en sus personas
-y bienes; y podrán también aprovecharse de las estipulaciones del
-artículo 16. &#160;18.&#160; Las tropas españolas detenidas a bordo de los
-navíos en el puerto de Lisboa, serán entregadas al general en jefe
-inglés, quien se obliga a obtener de los españoles la restitución
-de los súbditos franceses, sean militares o civiles, que hayan sido
-detenidos en España, sin haber sido hechos prisioneros en batalla,
-o en consecuencia de operaciones militares, sino con ocasión del 29
-de mayo y días siguientes. 19.&#160; Inmediatamente se hará un canje
-de prisioneros de todas graduaciones que se hayan hecho en Portugal
-desde el principio de las presentes hostilidades. 20.&#160; Para la
-recíproca garantía de este convenio se entregarán rehenes de la clase
-de oficiales generales por parte del ejército francés, del inglés y
-de su armada. El oficial del ejército británico será restituido luego
-que se dé cumplimiento a los artículos pertenecientes al ejército: el
-de la escuadra y el francés cuando las tropas hayan desembarcado en
-su país. 21.&#160; Se permitirá al general francés enviar un oficial
-a Francia con el presente convenio, y el almirante británico le dará
-una embarcación que le convoye a Burdeos o a Rochefort. 22.&#160; Se
-hará porque el almirante británico acomode a S. E. el general en jefe
-y oficiales principales del ejército francés a bordo de los navíos de
-guerra. Dado y concluido en Lisboa a 30 de agosto de 1808. — Firmado. —
-Jorge Murray. — Kellermann.</p>
-
-<p class="subh3c"><span class="pagenum" id="Page_xi">p.
-xi</span><i>Artículos adicionales.</i></p>
-
-<p>1.º&#160; Los empleados civiles del ejército hechos prisioneros, sea
-por las tropas británicas o por las portuguesas en cualquier parte de
-Portugal, serán restituidos, como de costumbre, sin canje.</p>
-
-<p>2.º&#160; El ejército francés subsistirá de sus propios almacenes
-hasta el día del embarco, y la guarnición hasta la evacuación de las
-fortalezas. El remanente de los almacenes se entregará en la forma
-acostumbrada al gobierno británico, quien se encarga de la subsistencia
-y caballos del ejército desde el tiempo referido hasta su llegada a
-Francia, con la condición de ser reembolsado por el gobierno francés
-del exceso de gastos a la estimación que por ambas partes se dé a los
-almacenes entregados al ejército inglés. Las provisiones que estén
-a bordo de los navíos de guerra de que está en posesión el ejército
-francés, se tomarán en cuenta por el gobierno inglés así como los
-almacenes de la fortaleza.</p>
-
-<p>3.º&#160; El general en jefe de las tropas británicas tomará las
-medidas necesarias para restablecer la libre circulación de los medios
-de subsistencia entre el país y la capital. — Dado &amp;c.</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-8"
-id="Ap_5-8">5-8</a>.</h3>
-
-<p class="subh3"><i>En la corte palacio de la reina el 4 de julio de
-1808. Presente en el consejo de S. M. el rey.</i></p>
-
-<p>Habiendo S. M. tomado en consideración los esfuerzos gloriosos de
-la nación española para libertar su país de la tiranía y usurpación
-de Francia, y los ofrecimientos que ha recibido de varias provincias
-de España de su disposición amistosa hacia este reino; se ha dignado
-mandar y manda por la presente de acuerdo con su consejo privado:</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_xii">p. xii</span>1.º&#160;
-Que todas las hostilidades contra España de parte de S. M. cesen
-inmediatamente.</p>
-
-<p>2.º&#160; Que se levante el bloqueo de todos los puertos de España,
-a excepción de los que se hallan todavía en poder de los franceses.</p>
-
-<p>3.º&#160; Que todos los navíos o buques pertenecientes a España sean
-libremente admitidos en los puertos de los dominios de S. M. como lo
-fueron antes de las hostilidades.</p>
-
-<p>4.º&#160; Que todas las embarcaciones españolas que sean encontradas
-por la mar por los navíos o corsarios de S. M., sean tratadas como las
-de las naciones amigas, y se les permita hacer todo tráfico permitido a
-las neutrales.</p>
-
-<p>5.º&#160; Que todos los navíos o mercaderías pertenecientes a los
-individuos establecidos en las colonias españolas, que fueren detenidos
-por los navíos de S. M. después de la fecha de la presente, han de ser
-conducidos al puerto, y conservados cuidadosamente en segura custodia
-hasta que se averigüe si las colonias donde residen los dueños de los
-referidos navíos o efectos han hecho causa común con España contra el
-poder de la Francia.</p>
-
-<p>Y SS. EE. los comisionados de la real tesorería, los secretarios de
-estado de S. M., los comisionados del almirantazgo, y los jueces de
-los tribunales del vicealmirantazgo, han de tomar para el cumplimiento
-de los anteriores artículos las medidas que respectivamente les
-corresponden. — Firmado. — Esteban Coterell.</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-9"
-id="Ap_5-9">5-9</a>.</h3>
-
-<p>ἡμῖν δοκεῖ, εἰ μέν τις ἐᾷ ἡμᾶς ἀπιέναι οἴκαδε, διαπορεύεσθαι τὴν
-χώραν ὡς ἂν δυνώμεθα ἀσινέστατα· ἢν δέ τις ἡμᾶς τῆς ὁδοῦ ἀποκωλύῃ,
-διαπολεμεῖν τούτῳ ὡς ἂν δυνώμεθα κράτιστα.</p>
-
-<p class="firma">(<span class="sc">Xenophontis, Anab., 3, 3.</span>)</p>
-
-
-<h3 title="Número 5-10."><span class="pagenum" id="Page_xiii">p.
-xiii</span><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_5-10"
-id="Ap_5-10">5-10</a>.</h3>
-
-<p><i>Estas palabras están insertas en una memoria escrita por José
-a su hermano Napoleón en Miranda de Ebro a 16 de septiembre de 1808,
-cogida con otros papeles en la batalla de Vitoria.</i></p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter">
- <p><span class="pagenum" id="Page_xv">p. xv</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img style="width: 26em; height: auto;"
- src="images/doble_filete.jpg"
- alt="Filete ornamental"/>
- </div>
- <h2 class="nobreak fs200 lh200 negr mt1" title="Apéndice del Libro Primero.">APÉNDICE</h2>
- <p class="centra smaller lh200">DEL</p>
- <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO SEXTO.</p>
- <div class="figcenter mt05">
- <img style="width: 8em; height: auto;"
- src="images/separa5.jpg"
- alt="Motivo ornamental"/>
- </div>
-</div>
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-1"
-id="Ap_6-1">6-1</a>.</h3>
-
-<p class="subh3"><i><span class="gran">L</span>ista de los individuos
-que compusieron la junta suprema central gubernativa de España e Indias
-por el orden alfabético de las provincias que los nombraron.</i></p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Por Aragón.</span></p>
-
-<p>D. Francisco Palafox y Melci, gentil-hombre de cámara de S. M. con
-ejercicio, brigadier del ejército, y oficial de reales guardias de
-Corps.</p>
-
-<p>Don Lorenzo Calvo de Rozas, vecino de Madrid e intendente del
-ejército y reino de Aragón.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Asturias.</span></p>
-
-<p>Don Gaspar Melchor de Jovellanos, caballero de la orden de
-Alcántara, del consejo de estado de S. M., y antes ministro de gracia y
-justicia.</p>
-
-<p>Marqués de Campo Sagrado, teniente general del<span class="pagenum"
-id="Page_xvi">p. xvi</span> ejército e inspector general de las tropas
-del principado de Asturias.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Canarias.</span></p>
-
-<p>Marqués de Villanueva del Prado.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Castilla la Vieja.</span></p>
-
-<p>Don Lorenzo Bonifaz y Quintano, dignidad de prior de la Santa
-Iglesia de Zamora.</p>
-
-<p>Don Francisco Javier Caro, catedrático de leyes de la universidad de
-Salamanca.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Cataluña.</span></p>
-
-<p>Marqués de Villel, conde de Darnius, grande de España y
-gentil-hombre con ejercicio.</p>
-
-<p>Barón de Sabasona.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Córdoba.</span></p>
-
-<p>Marqués de la Puebla de los Infantes, grande de España.</p>
-
-<p>Don Juan de Dios Gutiérrez Rabé.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Extremadura.</span></p>
-
-<p>Don Martín de Garay, intendente de Extremadura y ministro honorario
-del consejo de guerra: fue el primer secretario general, y despachó
-interinamente los negocios de estado.</p>
-
-<p>Don Félix Ovalle, tesorero de ejército de Extremadura.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Galicia.</span></p>
-
-<p>Conde de Gimonde.</p>
-
-<p>Don Antonio Aballe.</p>
-
-<p class="subh3c"><span class="pagenum" id="Page_xvii">p.
-xvii</span><span class="sc">Granada.</span></p>
-
-<p>Don Rodrigo Riquelme, regente de la chancillería de Granada.</p>
-
-<p>Don Luis de Funes, canónigo de la santa iglesia de Santiago.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Jaén.</span></p>
-
-<p>Don Francisco Castanedo, canónigo de la santa iglesia de Jaén,
-provisor y vicario general de su obispado.</p>
-
-<p>Don Sebastián de Jócano, del consejo de S. M. en el tribunal de
-contaduría mayor, y contador de la provincia de Jaén.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">León.</span></p>
-
-<p>Frey Don Antonio Valdés, bailío, gran cruz de la orden de San Juan,
-caballero del Toisón de oro, gentil-hombre de cámara con ejercicio,
-capitán general de la armada, consejero de estado, y antes ministro de
-marina e interino de Indias.</p>
-
-<p>El vizconde de Quintanilla.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Madrid.</span></p>
-
-<p>Conde de Altamira, marqués de Astorga, grande de España, caballero
-del Toisón de oro, gran cruz de la orden de Carlos III, caballerizo
-mayor y gentil-hombre de cámara de S. M. con ejercicio. Fue presidente
-de la junta.</p>
-
-<p>Don Pedro de Silva, patriarca de las Indias, gran cruz de la orden
-de Carlos III y antes mariscal de campo de los reales ejércitos.
-Falleció en Aranjuez y no fue reemplazado.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Mallorca.</span></p>
-
-<p>Don Tomás de Verí, caballero de la orden de San<span
-class="pagenum" id="Page_xviii">p. xviii</span> Juan, teniente coronel
-del regimiento de voluntarios de Palma, Conde, &amp;c.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Murcia.</span></p>
-
-<p>Conde de Floridablanca, caballero del Toisón de oro, gran cruz de la
-orden de Carlos III, gentil-hombre de cámara de S. M. con ejercicio, y
-antes primer secretario de estado, interino de gracia y justicia. Fue
-el primer presidente de la junta central. Falleció en Sevilla y fue
-subrogado por el</p>
-
-<p>Marqués de San Mamés, que no tomó posesión.</p>
-
-<p>Marqués del Villar.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Navarra.</span></p>
-
-<table class="navarra">
- <tr>
- <td class="tdl">Don&#160;Miguel&#160;de&#160;Balanza.</td>
- <td rowspan="2" class="keyr">&#160;</td>
- <td rowspan="2" class="tdl">Individuos de la muy ilustre diputación del reino de Navarra.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Don&#160;Carlos&#160;de&#160;Amatria.</td>
- </tr>
-</table>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Toledo.</span></p>
-
-<p>Don Pedro de Ribero, canónigo de la santa iglesia de Toledo. Fue
-secretario general.</p>
-
-<p>Don José García de la Torre, abogado de los reales consejos.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Sevilla.</span></p>
-
-<p>Don Juan de Vera y Delgado, arzobispo de Laodicea, coadministrador
-del Sr. cardenal de Borbón en el de Sevilla, y después obispo de Cádiz.
-Fue presidente de la junta central.</p>
-
-<p>Conde de Tilly.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="sc">Valencia.</span></p>
-
-<p>Conde de Contamina, grande de España, gentil-hombre de cámara de S.
-M. con ejercicio.</p>
-
-<p>Príncipe Pío, grande de España, coronel de milicias. Falleció en
-Aranjuez y fue subrogado por el</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_xix">p. xix</span>Marqués de la
-Romana, grande de España, teniente general de los reales ejércitos y
-general en jefe del ejército de la izquierda.</p>
-
-<p>Es de advertir que aunque 35, los individuos de la central nunca
-hubo reunidos sino 34, habiendo fallecido en Aranjuez sin ser
-reemplazado Don Pedro de Silva.</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-2"
-id="Ap_6-2">6-2</a>.</h3>
-
-<p><i>Nam ut quisque est vir optimus, ita dificillimè esse alios
-improbos suspicatur.</i></p>
-
-<p class="firma">(<i>Cic. ad Quintum fratrem, lib. 1.º, Epíst.
-1.ª</i>)</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-3" id="Ap_6-3">6-3</a>.</h3>
-
-<p><i>Véase el manifiesto de los procedimientos del consejo
-real.</i></p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-4"
-id="Ap_6-4">6-4</a>.</h3>
-
-<p>Et Hispani tarditatis notati sunt: <i>me venga la muerte de España:
-veniet mors mea de Hispania</i>. Tum scio cunctanter veniet.</p>
-
-<p class="firma">Franc. Baconi de Verulamio. Sermones fideles. — 25, de
-expediendis negotiis.</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-5"
-id="Ap_6-5">6-5</a>.</h3>
-
-<p><i>Véase la memoria escrita por los Sres. Azanza y Ofárril.</i></p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-6"
-id="Ap_6-6">6-6</a>.</h3>
-
-<p><i>Sæpius enim penuria quam pugna consumit exercitum et ferro sævior
-fames est.</i></p>
-
-<p class="firma">(<i>Veget., De re militari, lib. 3, c. 3.</i>)</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-7"
-id="Ap_6-7">6-7</a>.</h3>
-
-<p><i>Véase Mariana: Historia de España, lib. 8, cap. <span
-class="asc">II</span>.</i></p>
-
-
-<h3 title="Número 6-8"><span class="pagenum" id="Page_xx">p.
-xx</span><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_6-8"
-id="Ap_6-8">6-8</a>.</h3>
-
-<p class="subh3"><i>Capitulación que la junta militar y política de
-Madrid propone a S. M. I. y R. el emperador de los franceses.</i></p>
-
-<p><span class="sc">Artículo</span> 1.º&#160; La conservación de la
-religión católica apostólica y romana sin que se tolere otra, según las
-leyes. — <i>Concedido</i>.</p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 2.º&#160; La libertad y seguridad
-de las vidas y propiedades de los vecinos y residentes en Madrid, y
-los empleados públicos: la conservación de sus empleos, o su salida
-de esta corte, si les conviniese. Igualmente las vidas, derechos y
-propiedades de los eclesiásticos seculares y regulares de ambos sexos,
-conservándose el respeto debido a los templos, todo con arreglo a
-nuestras leyes y prácticas. — <i>Concedido</i>.</p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 3.º&#160; Se asegurarán también
-las vidas y propiedades de los militares de todas graduaciones. —
-<i>Concedido</i>.</p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 4.º&#160; Que no se perseguirá a
-persona alguna por opinión ni escritos políticos, ni tampoco a los
-empleados públicos por razón de lo que hubieren ejecutado hasta el
-presente en el ejercicio de sus empleos, y por obediencia al gobierno
-anterior, ni al pueblo por los esfuerzos que ha hecho para su defensa.
-— <i>Concedido</i>.</p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 5.º&#160; No se exigirán otras
-contribuciones que las ordinarias que se han pagado hasta el presente.
-— <i>Concedido hasta la organización definitiva del reino.</i></p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 6.º&#160; Se conservarán nuestras
-leyes, costumbres y tribunales en su actual constitución. —
-<i>Concedido hasta la organización definitiva del reino.</i></p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 7.º&#160; Las tropas francesas ni los
-oficiales no serán alojados en casas particulares sino en cuarteles
-y pabellones, y no en los conventos ni monasterios, conservando
-los privilegios concedidos por las leyes a las respectivas<span
-class="pagenum" id="Page_xxi">p. xxi</span> clases. — <i>Concedido,
-bien entendido que habrá para los oficiales y para los soldados
-cuarteles y pabellones mueblados conforme a los reglamentos militares,
-a no ser que sean insuficientes dichos edificios.</i></p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 8.º&#160; Las tropas saldrán de
-la villa con los honores de la guerra, y se retirarán donde les
-convenga. — <i>Las tropas saldrán con los honores de la guerra;
-desfilarán hoy 4 a las dos de la tarde; dejarán sus armas y cañones:
-los paisanos armados dejarán igualmente sus armas y artillería, y
-después los habitantes se retirarán a sus casas y los de fuera a sus
-pueblos.</i></p>
-
-<p><i>Todos los individuos alistados en las tropas de línea de cuatro
-meses a esta parte, quedarán libres de su empeño y se retirarán a sus
-pueblos.</i></p>
-
-<p><i>Todos los demás serán prisioneros de guerra hasta su canje, que
-se hará inmediatamente entre igual número grado a grado.</i></p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 9.º&#160; Se pagarán fiel y
-constantemente las deudas del estado. — <i>Este objeto es un objeto
-político que pertenece a la asamblea del reino, y que pende de la
-administración general.</i></p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 10.&#160; Se conservarán los honores
-a los generales que quieran quedarse en la capital, y se concederá la
-libre salida a los que no quieran. — <i>Concedido: continuando en su
-empleo, bien que el pago de sus sueldos será hasta la organización
-definitiva del reino.</i></p>
-
-<p><span class="sc">Art. 11 adicional.</span>&#160; Un destacamento de
-la guardia tomará posesión hoy 4 a mediodía de las puertas de palacio.
-Igualmente a mediodía se entregarán las diferentes puertas de la villa
-al ejército francés.</p>
-
-<p>A mediodía el cuartel de guardias de Corps y el hospital general se
-entregarán al ejército francés.</p>
-
-<p>A la misma hora se entregarán el parque y almacenes de artillería e
-ingenieros a la artillería e ingenieros franceses.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_xxii">p. xxii</span>Las cortaduras y
-espaldones se desharán, y las calles se repararán.</p>
-
-<p>El oficial francés que debe tomar el mando de Madrid acudirá a
-mediodía con una guardia a la casa del principal, para concertar con
-el gobierno las medidas de policía y restablecimiento del buen orden y
-seguridad pública en todas las partes de la villa.</p>
-
-<p>Nosotros los comisionados abajo firmados, autorizados de plenos
-poderes para acordar y firmar la presente capitulación, hemos
-convenido en la fiel y entera ejecución de las disposiciones dichas
-anteriormente.</p>
-
-<p>Campo imperial delante de Madrid 4 de diciembre de 1808. — Fernando
-de la Vera y Pantoja. — Tomás de Morla. — Alejandro. (<i>Príncipe de
-Neuchâtel.</i>) <i>Véase la Gaceta de gobierno de Sevilla de 6 de
-enero de 1809.</i></p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter">
- <p><span class="pagenum" id="Page_xxiii">p. xxiii</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img style="width: 26em; height: auto;"
- src="images/doble_filete.jpg"
- alt="Filete ornamental"/>
- </div>
- <h2 class="nobreak fs200 lh200 negr mt1" title="Apéndice del Libro Primero.">APÉNDICE</h2>
- <p class="centra smaller lh200">DEL</p>
- <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO SÉPTIMO.</p>
- <div class="figcenter mt05">
- <img style="width: 8em; height: auto;"
- src="images/separa5.jpg"
- alt="Motivo ornamental"/>
- </div>
-</div>
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-1"
-id="Ap_7-1">7-1</a>.</h3>
-
-<p class="ti0"><i><span class="gran">N</span>arrative of the peninsular
-war. By Marquess of Londonderry. Chapter 10, vol. 1.º</i></p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-2"
-id="Ap_7-2">7-2</a>.</h3>
-
-<p><i>Mémoires sur la révolution d’Espagne par Mr. de Pradt, pág. 223
-et suiv.</i></p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-3"
-id="Ap_7-3">7-3</a>.</h3>
-
-<p><i>Journal des opérations de l’armée de Catalogne, par le maréchal
-Gouvion Saint Cyr. Ch.</i> 1.<sup>er</sup></p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-4"
-id="Ap_7-4">7-4</a>.</h3>
-
-<p class="subh3c"><i>Carta del mariscal Moncey.</i></p>
-
-<p>Señores: la ciudad de Zaragoza se halla sitiada por todas
-partes, y no tiene ya comunicación alguna.<span class="pagenum"
-id="Page_xxiv">p. xxiv</span> Por tanto podemos emplear contra la plaza
-todos los medios de destrucción que permite el derecho de la guerra.
-Sobrada sangre se ha derramado, y hartos males nos cercan y combaten.
-La quinta división del ejército grande a las órdenes del Sr. mariscal
-Mortier duque de Treviso, y la que yo mando, amenazan los muros. La
-villa de Madrid ha capitulado, y de este modo se ha preservado de los
-infortunios que le hubiera acarreado una resistencia más prolongada.
-Señores, la ciudad de Zaragoza, confiada en el valor de sus vecinos,
-pero imposibilitada a superar los medios y esfuerzos que el arte de la
-guerra va a reunir contra ella, si da lugar a que se haga uso de ellos,
-será inevitable su destrucción total.</p>
-
-<p>El Sr. mariscal Mortier y yo creemos que Vds. tomarán en
-consideración lo que tengo la honra de exponerles, y que convendrán con
-nosotros en el mismo modo de opinar. El contener la efusión de sangre,
-y preservar la hermosa Zaragoza, tan estimable por su población,
-riquezas y comercio, de las desgracias de un sitio, y de las terribles
-consecuencias que podrán resultar, sería el camino para granjearse el
-amor y bendiciones de los pueblos que dependen de Vds. Procuren Vds.
-atraer a sus ciudadanos a las máximas y sentimientos de paz y quietud,
-que por mi parte aseguro a Vds. todo cuanto puede ser compatible, con
-mi corazón, mi obligación, y con las facultades que me ha dado S. M. el
-emperador.</p>
-
-<p>Yo envío a Vds. este despacho con un parlamentario: y les propongo
-que nombren comisarios para tratar con los que yo nombraré a este
-efecto.</p>
-
-<p>Quedo de Vds. con la mayor consideración. — Señores. — El mariscal
-Moncey. — Cuartel general de Torrero 22 de diciembre de 1808.</p>
-
-
-<p class="subh3c"><span class="pagenum" id="Page_xxv">p.
-xxv</span><i>Respuesta del general Palafox.</i></p>
-
-<p>El general en jefe del ejército de reserva responde de la plaza de
-Zaragoza. Esta hermosa ciudad no sabe rendirse. El Sr. mariscal del
-imperio observará todas las leyes de la guerra, y medirá sus fuerzas
-conmigo. Yo estoy en comunicación con todas partes de la península, y
-nada me falta. Sesenta mil hombres resueltos a batirse no conocen más
-premio que el honor, ni yo, que los mando. Tengo esta honra que no la
-cambio por todos los imperios.</p>
-
-<p>S. E. el mariscal Moncey se llenará de gloria si observando las
-nobles leyes de la guerra me bate: no será menor la mía si me defiendo.
-Lo que digo a V. E. es que mi tropa se batirá con honor, y desconozco
-los medios de la opresión que aborrecieron los antiguos mariscales de
-Francia.</p>
-
-<p>Nada le importa un sitio a quien sabe morir con honor, y más cuando
-ya conozco sus efectos en 61 días que duró la vez pasada. Si no supe
-rendirme entonces con menos fuerzas, no debe V. E. esperarlo ahora,
-cuando tengo más que todos los ejércitos que me rodean.</p>
-
-<p>La sangre española vertida nos cubre de gloria; al paso que es
-ignominioso para las armas francesas haber vertido la inocente.</p>
-
-<p>El Sr. mariscal del imperio sabrá que el entusiasmo de once millones
-de habitantes no se apaga con opresión, y que el que quiere ser libre
-lo es. No trato de verter la sangre de los que dependen de mi gobierno;
-pero no hay uno que no la pierda gustoso por defender su patria. Ayer
-las tropas francesas dejaron a nuestras puertas bastantes testimonios
-de esta verdad, no hemos perdido un hombre, y creo poder estar yo más
-en proporción de hablar al Sr. mariscal de rendición, si no quiere
-perder todo su ejército en los muros de esta plaza. La prudencia
-que le es tan<span class="pagenum" id="Page_xxvi">p. xxvi</span>
-característica y que le da el renombre de bueno, no podrá mirar con
-indiferencia estos estragos y más cuando ni la guerra, ni los españoles
-los causan ni autorizan.</p>
-
-<p>Si Madrid capituló, Madrid habrá sido vendido, y no puedo creerlo;
-pero Madrid no es más que un pueblo, y no hay razón para que este
-ceda.</p>
-
-<p>Solo advierto al Sr. mariscal que cuando se envía un parlamento no
-se hacen bajar dos columnas por distintos puntos, pues se ha estado a
-pique de romper el fuego, creyendo ser un reconocimiento más que un
-parlamento.</p>
-
-<p>Tengo el honor de contestar a V. E., Sr. mariscal Moncey, con
-toda atención en el único lenguaje que conozco, y asegurarle mis más
-sagrados deberes. Cuartel general de Zaragoza 22 de diciembre de 1808.
-— El general Palafox.</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-5"
-id="Ap_7-5">7-5</a>.</h3>
-
-<p class="subh3c"><i>Capitulación.</i></p>
-
-<p><span class="sc">Artículo</span> 1.º&#160; La guarnición de Zaragoza
-saldrá mañana 21 al mediodía de la ciudad con sus armas por la Puerta
-del Portillo, y las dejará a cien pasos de la puerta mencionada.</p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 2.º&#160; Todos los oficiales y
-soldados de las tropas españolas prestarán juramento de fidelidad a S.
-M. católica el rey José Napoleón I.</p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 3.º&#160; Todos los oficiales y
-soldados españoles que hayan prestado juramento de fidelidad, podrán,
-si quieren, entrar al servicio para la defensa de S. M. católica.</p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 4.º&#160; Los que no quieran tomar
-servicio irán prisioneros de guerra a Francia.</p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 5.º&#160; Todos los habitantes de
-Zaragoza y los extranjeros, si los hubiere, serán desarmados por
-los<span class="pagenum" id="Page_xxvii">p. xxvii</span> alcaldes,
-y las armas se entregarán en la Puerta del Portillo al mediodía del
-21.</p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 6.º&#160; Las personas y las
-propiedades serán respetadas por las tropas de S. M. el emperador y
-rey.</p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 7.º&#160; La religión y sus ministros
-serán respetados: se pondrán guardias en las puertas de los principales
-edificios.</p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 8.º&#160; Mañana al mediodía las tropas
-francesas ocuparán todas las puertas de la ciudad y el palacio del
-Coso.</p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 9.º&#160; Mañana al mediodía se
-entregarán a las tropas de S. M. el emperador y rey toda la artillería
-y las municiones de toda especie.</p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 10.&#160; Las cajas militares y civiles
-todas se pondrán a disposición de S. M. católica.</p>
-
-<p><span class="sc">Art.</span> 11.&#160; Todas las administraciones
-civiles y toda clase de empleados prestarán juramento de fidelidad a S.
-M. católica.</p>
-
-<p>La justicia se ejercerá como hasta aquí y se hará en nombre de S.
-M. católica José Napoleón I. Cuartel general delante de Zaragoza 20 de
-febrero de 1809. — Firmado. — Lannes.</p>
-
-<p>En comprobación de haberse concluido en toda forma esta
-capitulación, léase la representación hecha a José por la junta de
-Zaragoza en 11 de marzo de 1809 e inserta en la Gaceta de Madrid
-de 19 del mismo mes y año, y en la que se dice «quedó acordada la
-capitulación, que fue ratificada y canjeada en debida forma.»</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-6"
-id="Ap_7-6">7-6</a>.</h3>
-
-<p class="subh3c"><i>He aquí la lista y evaluación de las alhajas
-extraidas.</i></p>
-
-<table class="joyas">
- <tr>
- <td class="tdlj">1.ª&#160; Una joya con 1900 brillantes, nueve de
- ellos de extraordinaria magnitud y muy subido valor. Su hechura
- un corazón que en el centro figuraba un cisne tendidas las alas y
- descansando en el tronco<span class="pagenum" id="Page_xxviii">p.
- xxviii</span> con un polluelo a cada lado. Dádiva testamentaría de
- la reina de España Doña María Bárbara de Portugal. Valuada en pesos
- fuertes</td>
- <td class="tdrb">50.000.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">2.ª&#160; Una corona de la Virgen que en 1775 costeó
- el arzobispo de esta diócesis D. Juan Saenz de Buruaga, de oro
- guarnecida de diamantes, rubíes y topacios brillantes; en el círculo
- formados de diamantes los atributos de la Virgen, a saber; nave,
- pozo, fuente, castillo, luna, sol, estrella, torre, palma, lirio,
- rosa y cedro: en el centro un triángulo de diamantes del cual se
- desprendía una palomita de lo mismo en ademán de mirar a María, y en
- lo alto un pectoral de finísimos topacios: costó pesos</td>
- <td class="tdrb">30.000.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">3.ª&#160; Otra para el Niño, dádiva del mismo
- prelado, a cuya muerte no pudo recobrarse hasta el año 1780, de oro
- y diamantes y rubíes brillantes, por remate una cruz y en el pie un
- círculo de oro con un diamante tostado: pesos</td>
- <td class="tdrb">5000.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">4.ª&#160; Dos retratos guarnecidos de brillantes
- del emperador Francisco I y de la emperatriz su esposa María Teresa
- de Austria reina de Hungría y Bohemia, que por testamento dejó a
- N.<sup>ra</sup> S.<sup>ra</sup> el Excmo. Sr. D. Antonio Azlor:
- pesos</td>
- <td class="tdrb">16.000.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">5.ª&#160; Un clavel jaspeado de chispas de diamantes
- y rubíes brillantes, sobre un pie de esmeraldas orientales, puestas
- en oro, con sus dos capullos el uno cerrado y el otro abierto con
- su gancho largo de oro y puesto en una cajita de zapa verde con su
- charnela de plata. Lo dio a María Santísima la Excma. Sra. Doña María
- Teresa<span class="pagenum" id="Page_xxix">p. xxix</span> de Vallabriga
- esposa del Sermo. Infante de España D. Luis de Borbón, año 1788:
- valorado en pesos</td>
- <td class="tdrb">7000.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">6.ª&#160; Una cruz de la orden de Santiago con 68
- diamantes montados en oro por dos caras, todos rosas y tan bellos que
- por su blancura parecían cortados de una pieza: valuada en pesos</td>
- <td class="tdrb">8418.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">7.ª&#160; Una joya con 106 diamantes rosas, de
- exquisita limpieza y blancura y un precioso esmalte que regaló a María
- Santísima el Sermo. Sr. D. Juan de Austria el día de la Concepción de
- 1669: pesos</td>
- <td class="tdrb">6891 ½.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">8.ª&#160; Una venera de la orden de Calatrava de oro
- esmaltado con 52 diamantes rosas, algunos gruesos y muy finos todos. La
- dio el Excmo. Sr. conde de Baños: apreciada en pesos</td>
- <td class="tdrb">3943.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">9.ª&#160; Un par de pendientes con 28 diamantes rosas
- muy preciosos montados en oro que dejó en 1743 Doña María Ignacia de
- Azlor: valorados sin hechuras en pesos</td>
- <td class="tdrb">1855.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">10.&#160; Un corazón de aljófar grande y bello con
- algunos rubíes, esmeraldas y diamantes: pesos</td>
- <td class="tdrb">116.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">11.&#160; Una joya con corona de oro y 64 diamantes
- rosas: pesos</td>
- <td class="tdrb">128.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">12.&#160; Otra de oro con 59 diamantes: pesos</td>
- <td class="tdrb bb">60.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdc pt1">Suman todas: pesos</td>
- <td class="tdrb pt1">129.411 ½.</td>
- </tr>
-</table>
-
-<p class="mt1">El mariscal Mortier fue el único que rehusó el regalo
-que le presentaron; mas la alhaja parece no volvió al joyero.</p>
-
-
-<h3 title="Número 7-7."><span class="pagenum" id="Page_xxx">p.
-xxx</span><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-7"
-id="Ap_7-7">7-7</a>.</h3>
-
-<p><i>Véase el «Manifiesto del vecindario de Aragón», publicado por D.
-Antonio Plana e impreso en Zaragoza en 1814, según razón tomada por el
-alcalde mayor de Zaragoza D. Ángel Morell de Solanilla.</i></p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_7-8"
-id="Ap_7-8">7-8</a>.</h3>
-
-<p><i>Relation des sièges de Saragosse et de Tortose, par le Baron
-Rogniat. Avant propos.</i></p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter">
- <p><span class="pagenum" id="Page_xxxi">p. xxxi</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img style="width: 26em; height: auto;"
- src="images/doble_filete.jpg"
- alt="Filete ornamental"/>
- </div>
- <h2 class="nobreak fs200 lh200 negr mt1" title="Apéndice del Libro Primero.">APÉNDICE</h2>
- <p class="centra smaller lh200">DEL</p>
- <p class="centra fs150 lh200 g1 ws1">LIBRO OCTAVO.</p>
- <div class="figcenter mt05">
- <img style="width: 8em; height: auto;"
- src="images/separa5.jpg"
- alt="Motivo ornamental"/>
- </div>
-</div>
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-1"
-id="Ap_8-1">8-1</a>.</h3>
-
-<p class="ti0"><i><span class="gran">V</span>éase el decreto de 12 de
-abril de 1809, inserto en el suplemento a la Gaceta del gobierno de
-Sevilla de 15 de mayo de 1809.</i></p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-2"
-id="Ap_8-2">8-2</a>.</h3>
-
-<p><i>Véase el prontuario de las leyes y decretos de José, tom. 1.º,
-pág. 109.</i></p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-3"
-id="Ap_8-3">8-3</a>.</h3>
-
-<p><i>Véase el manifiesto de la junta central; sección tercera,
-hacienda: documentos justificativos núm. 38 y siguientes.</i></p>
-
-<p class="mt1">Entre los donativos y anticipaciones extraordinarias
-de América se cuentan, entre muchos que ascendieron a un millón y dos
-millones, el de D. Antonio<span class="pagenum" id="Page_xxxii">p.
-xxxii</span> Basoco de cuatro millones de reales, y el del gobernador
-del estado D. Manuel Santa María que fue de ocho millones de la misma
-moneda. (<i>Véase sobre esto último Gaceta extraordinaria del gobierno
-de Sevilla del 8 de diciembre de 1809.</i>)</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número <a href="#Ll_8-3b" id="Ap_8-3b">8-3
-bis</a>.</span></h3>
-
-<p class="mt1">El rey nuestro Sr. D. Fernando VII, y en su real nombre
-la junta suprema central gubernativa del reino, considerando que los
-vastos y preciosos dominios que España posee en las Indias no son
-propiamente colonias o factorías como los de otras naciones, sino
-una parte esencial e integrante de la monarquía española; y deseando
-estrechar de un modo indisoluble los sagrados vínculos que unen unos
-y otros dominios, como asimismo corresponder a la heroica lealtad y
-patriotismo de que acaban de dar tan decisiva prueba a la España, en
-la coyuntura más crítica que se ha visto hasta ahora nación alguna, se
-ha servido S. M. declarar, teniendo presente la consulta del consejo
-de Indias de 21 de noviembre último, que los reinos, provincias e
-islas que forman los referidos dominios, deben tener representación
-nacional e inmediata a su real persona, y constituir parte de la
-junta central gubernativa del reino por medio de sus correspondientes
-diputados. Para que tenga efecto esta real resolución han de nombrar
-los virreinatos de Nueva España, el Perú, Nuevo reino de Granada, y
-Buenos Aires, y las capitanías generales independientes de la isla
-de Cuba, Puerto Rico, Guatemala, Chile, provincias de Venezuela
-y Filipinas, un individuo cada cual que represente su respectivo
-distrito. En consecuencia dispondrá V. E. que en las capitales,
-cabezas de partido del virreinato de su mando,<a id="FNanchor_1"
-href="#Footnote_1" class="fnanchor">[1]</a> inclusas las provincias
-internas, procedan los ayuntamientos a nombrar tres individuos de
-notoria probidad, talento<span class="pagenum" id="Page_xxxiii">p.
-xxxiii</span> e instrucción, exentos de toda nota que pueda menoscabar
-su opinión pública; haciendo entender V. E. a los mismos ayuntamientos
-la escrupulosa exactitud con que deben proceder a la elección de
-dichos individuos, y que prescindiendo absolutamente los electores del
-espíritu de partido que suele dominar en tales casos, solo atiendan al
-riguroso mérito de justicia vinculado en las calidades que constituyen
-un buen ciudadano y un celoso patricio.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_1" href="#FNanchor_1" class="label">[1]</a>
-México.</p>
-
-</div>
-
-<p>Verificada la elección de los tres individuos, procederá el
-ayuntamiento con la solemnidad de estilo a sortear uno de los tres,
-según la costumbre, y el primero que salga se tendrá por elegido.
-Inmediatamente participará a V. E. el ayuntamiento con testimonio el
-sujeto que haya salido en suerte, expresando su nombre, apellido,
-patria, edad, carrera o profesión y demás circunstancias políticas y
-morales de que se halle adornado.</p>
-
-<p>Luego que V. E. haya recibido en su poder los testimonios
-del individuo sorteado en esa capital y demás del virreinato,
-procederá con el real acuerdo<a id="FNanchor_2" href="#Footnote_2"
-class="fnanchor">[2]</a> y previo examen de dichos testimonios, a
-elegir tres individuos de la totalidad en quienes concurran cualidades
-más recomendables, bien sea que se le conozca personalmente, bien
-por opinión y voz pública; y en caso de discordia decidirá la
-pluralidad.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_2" href="#FNanchor_2" class="label">[2]</a> Isla de
-Cuba. Procederá con el real acuerdo, si existiese en la Habana, y en su
-defecto con el R. obispo, el intendente, un miembro del ayuntamiento y
-prior del consulado y previo examen etc.</p>
-
-</div>
-
-<p>Esta terna se sorteará en el real acuerdo<a id="FNanchor_3"
-href="#Footnote_3" class="fnanchor">[3]</a> presidido por V. E., y el
-primero que salga se tendrá por elegido y nombrado diputado de ese
-reino<a id="FNanchor_4" href="#Footnote_4" class="fnanchor">[4]</a>
-y vocal de la junta suprema central gubernativa de la monarquía, con
-expresa residencia en esta corte.</p>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_3" href="#FNanchor_3" class="label">[3]</a> O
-junta.</p>
-
-</div>
-
-<div class="footnote">
-
-<p><a id="Footnote_4" href="#FNanchor_4" class="label">[4]</a> O Isla —
-Puerto Rico. Procederá con el R. obispo, y un miembro del ayuntamiento,
-y previo examen etc. — En otra parte. — Tratará V. S. en la junta y con
-los ministros de esas reales cajas la cuota etc.</p>
-
-</div>
-
-<p>Inmediatamente procederán los ayuntamientos de<span class="pagenum"
-id="Page_xxxiv">p. xxxiv</span> esa y demás capitales a extender los
-respectivos poderes o instrucciones, expresando en ellas los ramos y
-objetos de interés nacional que haya de promover.</p>
-
-<p>En seguida se pondrá en camino con destino a esta corte y para los
-indispensables gastos de viajes, navegaciones, arribadas, subsistencia
-y decoro con que se ha de sostener, tratará V. E. en junta superior de
-real hacienda la cuota que se le haya de señalar, bien entendido que
-su porte, aunque decoroso, ha de ser moderado, y que la asignación de
-sueldo no ha de pasar de seis mil pesos fuertes anuales.</p>
-
-<p>Todo lo cual comunico a V. E. de orden de S. M. para su puntual
-observancia y cumplimiento, advirtiendo que no haya demora en la
-ejecución de cuanto va prevenido. Dios guarde a V. E. muchos años. Real
-palacio del Alcázar de Sevilla 22 de enero de 1809.</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-4"
-id="Ap_8-4">8-4</a>.</h3>
-
-<p class="mt1">Señor ministro de la corte de Londres: muy señor mío.
-He dado cuenta a la suprema junta central de la nota que V. S. se
-ha servido pasarme con fecha de 27 de febrero último, relativa a la
-guarnición de la plaza de Cádiz por las tropas inglesas, y asimismo
-de la carta del general D. Gregorio de la Cuesta que V. S. me incluye
-original, y tengo el honor de devolver adjunta: y S. M. queda enterado
-de que no encontrando V. S. por la respuesta del general Cuesta una
-necesidad imperiosa o urgente de hacer marchar a su ejército el pequeño
-cuerpo de tropas británicas que V. S. quería enviarle de refuerzo
-(obteniendo el permiso de que ese cuerpo dejase una fracción suya en la
-plaza de Cádiz), ha escrito V. S. al general Mackenzie, para que los
-transportes vuelvan a Lisboa, donde su presencia parece necesaria según
-los avisos que acaba de recibir. Con este motivo manifiesta V. S. que
-le ha parecido no sería ni decente ni conveniente<span class="pagenum"
-id="Page_xxxv">p. xxxv</span> insistir en la admisión de beneficio,
-cuyas consideraciones inseparables eran miradas con una especie de
-repugnancia. V. S. tendrá presente cuanto sobre este particular he
-tenido el honor de manifestarle en nuestras conferencias; pero la
-suprema junta me manda presentar a V. S. algunas observaciones que
-cree de importancia. Empezaré por repetir a V. S. que la suprema junta
-está muy lejos de concebir la menor sospecha contra los deseos que V.
-S. ha manifestado de que quedasen en la plaza de Cádiz algunas tropas
-británicas. La lealtad del gobierno inglés, la generosidad con que ha
-acudido a nuestro socorro, y la franqueza que ha usado con el gobierno
-español hacen imposible toda sospecha. Pero la suprema junta debe
-respetar la opinión pública nacional; y así se ha propuesto observar
-una conducta mesurada y prudente que la ponga a cubierto de toda
-censura. Si el estado presente de nuestros negocios militares fuese
-tan apurado que hiciese temer alguna próxima amenaza contra Cádiz; si
-nuestras propias fuerzas fuesen incapaces de defender aquel punto;
-si faltasen otros sumamente importantes donde puede ser combatido el
-enemigo con el mejor suceso, la suprema junta no tendría el temor de
-chocar con la opinión pública, admitiendo tropas extranjeras en aquella
-plaza; porque la opinión pública no podría menos de formarse sobre este
-estado supuesto de cosas. Mas V. S. sabe que nada de esto sucede; que
-nuestros ejércitos se mantienen en puntos muy distantes de Cádiz; que
-aquella plaza está por ahora exenta de toda sorpresa; que aun cuando
-las cosas sucediesen tan mal, como no podemos esperar, le quedarían al
-enemigo mucho terreno y muchos obstáculos que vencer antes de amenazar
-a Cádiz, que en ningún caso podía faltar tiempo para replegarse sobre
-una plaza fácil de defender, y que no puede mirarse sino como un
-último punto de retirada; y por último, que esos puntos extremos<span
-class="pagenum" id="Page_xxxvi">p. xxxvi</span> no deben defenderse
-en ellos mismos, a menos de un caso apurado, y sí en otros más
-adelantados. Así es que el ejército de Extremadura defiende por aquella
-parte la entrada de los enemigos, como la defiende por Sierra Morena
-el ejército de la Carolina y del centro combinados. En esos puntos es
-necesario convenir que está la defensa de las Andalucías; y por eso
-S. M. hace todo lo posible para reforzarlos. Allí está el enemigo que
-de algún tiempo a esta parte no ha podido hacer el menor progreso; y
-allí, si conseguimos reunir fuerzas superiores, se puede dar un golpe
-decisivo al enemigo al paso que no será nunca tal contra nosotros el
-que él pudiera darnos. Por otra parte ve V. S. que la Cataluña se
-defiende valerosamente sin dejar al enemigo adelantar un paso; y que
-Zaragoza, que debe mirarse como un antemural, resiste heroicamente a
-los repetidos ataques y hace pagar bien caro al enemigo su obstinada
-porfía. Es pues evidente que los poderosos auxilios de la Gran Bretaña
-serían infinitamente útiles en el ejército de Extremadura, en el de la
-Carolina, y en Cataluña, donde podría servir directa o indirectamente
-a la defensa de Zaragoza. Esta es la opinión de la suprema junta,
-de la nación entera, y esta será sin duda la de quien contemple con
-imparcialidad el verdadero estado de las cosas. La suprema junta espera
-que V. S. reflexionando detenidamente sobre esta franca exposición,
-entrará en sus ideas, y se lisonjea de que ellas merecerán el aprecio
-del gobierno de S. M. B., ya por el valor que ellas tienen, y ya por
-la deferencia que el mismo gobierno ha manifestado hacia la suprema
-junta; pues al dar el ministro británico parte de su pensamiento
-sobre la entrada de tropas inglesas en Cádiz al ministro de S. M. en
-Londres, solo se la presentó como una idea que debía comunicarse a la
-suprema junta para oír su opinión acerca de ella. De aquí nace en gran
-parte la confianza que tiene S. M. sobre los sentimientos de<span
-class="pagenum" id="Page_xxxvii">p. xxxvii</span> S. M. B. en este
-asunto, luego que le sean presentes estas justas observaciones.</p>
-
-<p>Debe también considerarse que desembarcando las tropas auxiliares en
-los puntos que se han indicado a V. S. en las inmediaciones de Cádiz,
-y dirigiéndose a reforzar el ejército del general Cuesta donde pueden
-cubrirse de gloria, siempre encontrarán en Cádiz una segura retirada
-en caso de desgracia. Pero si un cuerpo desde luego poco numeroso
-hubiese de dejar en Cádiz parte de su fuerza para asegurar en tanta
-distancia la retirada, V. S. convendrá que semejante socorro inspiraría
-a la nación poca confianza, sobre todo después de los sucesos de la
-Galicia. V. S. cree que todos los transportes deben volver a Lisboa,
-donde juzga necesaria su presencia, y ha comunicado en su consecuencia
-las órdenes al efecto. De esa medida pudiera decirse lo que de la que
-acabo de exponer; a saber: que la suprema junta tiene la firme opinión
-de que el Portugal no puede defenderse en Lisboa, y de que el mayor
-número de tropas debería emplearse en las líneas más adelantadas donde
-se halla el enemigo, y donde puede ser derrotado de un modo que sea
-decisivo en sus consecuencias. Por todas estas razones está persuadida
-la suprema junta de que si el gobierno británico resolviese que sus
-tropas no obren unidas con las nuestras sino con la condición indicada,
-jamás podrá imputársela esa no cooperación. No puede ocultarse a la
-discreta ilustración de V. S. que la suprema junta debe obrar en todas
-ocasiones, y mucho más en las presentes circunstancias, de tal modo,
-que si por hipótesi fuere necesario manifestar a la nación y a la
-Europa entera las razones de su conducta en todos, o en algunos de los
-grandes negocios que ocupan la atención de S. M., pueda hacerlo con
-aquella seguridad y aquellos fundamentos que la concilien la opinión
-general, que es el primero y principal elemento de su fuerza.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_xxxviii">p. xxxviii</span>S.
-M. espera que tomadas por V. S. en seria consideración estas
-observaciones, serán presentadas por V. S. al gobierno de S. M. B. como
-los sentimientos francos de un aliado fiel y reconocido, que cuenta en
-tan honrosa lucha con el auxilio eficaz de las tropas inglesas. Tengo
-con este motivo el honor &amp;c. — Dios &amp;c. — Sevilla 1.º de marzo
-de 1809. — B. L. M. de V. S. &amp;c. — Martín de Garay.</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> 8-5.</h3>
-
-<p><i>Véase la Gaceta extraordinaria del gobierno de Sevilla de
-24 de abril de 1809 y el suplemento a la misma del 8 de mayo del
-mismo.</i></p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-6"
-id="Ap_8-6">8-6</a>.</h3>
-
-<p><i>Esta correspondencia se insertó íntegra en el suplemento a
-la Gaceta del gobierno de Sevilla de 12 de mayo de 1809. Todas las
-contestaciones honran a sus autores, como también otra que dio más
-adelante y sobre el mismo asunto al general Sebastiani Don Francisco
-Abadía. Esta se insertó en la Gaceta del gobierno de Sevilla de 29 de
-mayo de 1809.</i></p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-7"
-id="Ap_8-7">8-7</a>.</h3>
-
-<table class="reales">
- <tr>
- <td>&#160;</td>
- <td class="tdrb bb">Reales.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">Las rentas ordinarias de la provincia de Asturias
- produjeron entonces al año lo mismo que antes</td>
- <td class="tdrb">8.000.000.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">Los donativos</td>
- <td class="tdrb">4.000.000.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">Un préstamo</td>
- <td class="tdrb">3.500.000.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlj">Así el total que entró en arcas desde mayo de 1808
- hasta mayo de 1809 de rentas y recursos de la provincia, fue de
- unos</td>
- <td class="tdrb">15.500.000.</td>
- </tr>
-</table>
-
-<p>Deben agregarse a estos quince millones quinientos<span
-class="pagenum" id="Page_xxxix">p. xxxix</span> mil rs. vn. veinte
-millones de reales que vinieron de Inglaterra; mas de los últimos
-habiéndose enviado dos a la central, quedan reducidos a diez y ocho,
-ascendiendo por consiguiente el total a 35.500.000 reales vn. Durante
-este tiempo mantuvo la provincia constantemente de 18 a 20.000 hombres
-sobre las armas; a los que al principio dio hasta una peseta diaria.
-Véase si con este gasto y lo que costaba el pago de las autoridades
-civiles había lugar a dilapidaciones. Además el marqués de Vista
-Alegre, que estaba al frente de la hacienda del principado, era hombre
-de gran severidad en la materia e incapaz de entrar en ningún manejo
-deshonroso y feo.</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-8"
-id="Ap_8-8">8-8</a>.</h3>
-
-<p>D’Argenton se escapó por la noche luego que los franceses salieron
-de Oporto. Pasó a Inglaterra y de allí parece ser que yendo a Francia
-para sacar a su mujer y a sus hijos fue cogido y arcabuceado.</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-9"
-id="Ap_8-9">8-9</a>.</h3>
-
-<p>Sabe V. M. que hace más de cinco meses que no he recibido órdenes
-ni noticias, ni socorros: por consiguiente carezco de muchas cosas,
-e ignoro las disposiciones generales. El general de brigada Viallanes
-se hallaba muy cansado, y me dijo en Lugo que estaba malo. Conocí
-que su dolencia no era tan grave como decía; pero viendo su temor
-le mandé que se retirase hacia el lado del mayor general de V. M. a
-recibir sus órdenes. También hubiera querido dar igual destino a los
-generales La Houssaye y Mermet que no siempre han hecho lo que pudieran
-hacer para ventaja nuestra; pero dejé de tomar esta determinación
-hasta llegar a Zamora, para no dar más crédito a las voces de las
-cabalas o conspiraciones que se esparcieron...<span class="pagenum"
-id="Page_xl">p. xl</span> Sacado de la Gaceta del gobierno de 28 de
-julio de 1809. (Pliego interceptado del mariscal Soult a José, fecho en
-la Puebla de Sanabria a 25 de junio de 1809.)</p>
-
-
-<h3><span class="sc">Número</span> <a href="#Ll_8-10"
-id="Ap_8-10">8-10</a>.</h3>
-
-<p>He aquí algunos pormenores de tan singular hecho. Era en el otoño
-de 1805 y daba Mr. Pitt una comida en el campo, a la que asistían los
-lores Liverpool (entonces Hawkesbury) Castelreagh, Bashurst y otros,
-como también el duque de Wellington (entonces Sir Arthur Wellesley)
-que acababa de llegar de la India. Durante la comida recibió Pitt un
-pliego, cuya lectura le dejó pensativo. A los postres yéndose los
-criados, según la costumbre de Inglaterra o como ellos dicen <i>the
-cloth being removed and the servants out</i>, dijo Pitt «Malísimas
-noticias; Mack se ha rendido en Ulm con 40.000 hombres, y Bonaparte
-sigue a Viena sin obstáculo.» Entonces fue cuando exclamaron sus
-amigos, y él replicó lo que insertamos en el texto. Como su respuesta
-era tan extraordinaria, muchos de los concurrentes, aunque callaron por
-el respeto que le tenían, atribuyéronla sobre todo en lo que dijo de
-España a desvarío causado por el mal que le oprimía, y de que falleció
-tres meses después. Pitt percibiendo en los semblantes el efecto que
-habían producido sus primeras palabras, añadió las siguientes bien
-memorables. «Sí, señores, la España será el primer pueblo en donde se
-encenderá esta guerra patriótica que solo puede libertar a Europa. Mis
-noticias sobre aquel país, y las tengo por muy exactas, son de que si
-la nobleza y el clero han degenerado con el mal gobierno y están a
-los pies del favorito, el pueblo conserva toda su pureza primitiva,
-y su odio contra Francia tan grande como siempre, y casi igual a
-su amor a sus soberanos. Bonaparte cree y debe creer la existencia
-de estos incompatible con la suya, tratará<span class="pagenum"
-id="Page_xli">p. xli</span> de quitarlos, y entonces es cuando yo le
-aguardo con la guerra que tanto deseo.»</p>
-
-<p>Hemos oído esto en Inglaterra a varios de los que estaban allí
-presentes: muchas veces ha oído lo mismo al duque de Wellington el
-general Don Miguel de Álava, y dicho duque refirió el suceso en una
-comida diplomática que dio en París el duque de Richelieu en 1816, y
-a la que se hallaban presentes los embajadores y ministros de toda
-Europa.</p>
-
-
-<p class="fin"><span class="sc">Fin del tomo II.</span></p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter">
- <p><span class="pagenum" id="Page_xliii">p. xliii</span></p>
- <h2 class="nobreak fs130 negr g0">ERRATAS</h2>
- <p class="centra fs110 g1 ws2 mt1">DE LOS TOMOS 1.º Y 2.º</p>
- <div class="figcenter mt1">
- <img style="width: 6em; height: auto;"
- src="images/separa3.jpg"
- alt="Motivo ornamental"/>
- </div>
-</div>
-
-<table class="errata">
- <tr>
- <td class="tdc">TOMO 1.º</td>
- <td class="tdc">DICE.</td>
- <td class="tdc">LÉASE.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdc">—</td>
- <td class="tdc">—</td>
- <td class="tdc">—</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl pt1">Pág. 20, lín. 4,</td>
- <td class="tdl pt1">uno y otro,</td>
- <td class="tdl pt1">uno y otra.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Pág. 51, lín. 1,</td>
- <td class="tdl">exprimir,</td>
- <td class="tdl">expresar.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Pág. 73, epígrafe,</td>
- <td class="tdl">16 de abril,</td>
- <td class="tdl">16 de marzo.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Pág. 241, lín. 24,</td>
- <td class="tdl">triunfo,</td>
- <td class="tdl">Triunfo.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Pág. 344, lín. 7,</td>
- <td class="tdl">siguisen,</td>
- <td class="tdl">siguiesen.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Pág. 401, lín. 25,</td>
- <td class="tdl">dospojados,</td>
- <td class="tdl">despojados.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdc pt1">APÉNDICES.</td>
- <td class="tdc pt1">&#160;</td>
- <td class="tdc pt1">&#160;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl pt1">Pág. 100, lín. 24,</td>
- <td class="tdl pt1">cuam,</td>
- <td class="tdl pt1">quam.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Pág. 112, lín. 34,</td>
- <td class="tdl">nullaae,</td>
- <td class="tdl">nullae.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdc pt1">TOMO 2.º</td>
- <td class="tdc pt1">&#160;</td>
- <td class="tdc pt1">&#160;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl pt1">Pág. 304, lín. 24,</td>
- <td class="tdl pt1">esta,</td>
- <td class="tdl pt1">estas.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Pág. 307, lín. 5,</td>
- <td class="tdl">propia,</td>
- <td class="tdl">propias.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Pág. 332, lín. 19,</td>
- <td class="tdl">Marte,</td>
- <td class="tdl">Martí.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Pág. 356, lín. 9,</td>
- <td class="tdl">embocadura,</td>
- <td class="tdl">desembocadura.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Pág. 360, lín. 5,</td>
- <td class="tdl">Calzada,</td>
- <td class="tdl">calzada.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Pág. 363, lín. 3,</td>
- <td class="tdl">tanto,</td>
- <td class="tdl">tanta.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Pág. 394, lín. 13,</td>
- <td class="tdl">Zuaim,</td>
- <td class="tdl">Znaim.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdc pt1">APÉNDICES.</td>
- <td class="tdc pt1">&#160;</td>
- <td class="tdc pt1">&#160;</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl pt1">Pág. 1, lín. 7,</td>
- <td class="tdl pt1">summunque,</td>
- <td class="tdl pt1">summumque.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Pág. 19, lín. 24,</td>
- <td class="tdl">cuam,</td>
- <td class="tdl">quam.</td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdl">Pág. 23, lín. 11,</td>
- <td class="tdl">aperations,</td>
- <td class="tdl">operations.</td>
- </tr>
-</table>
-
-<hr class="chap" />
-
-
-<hr class="full" />
-
-<div lang='en' xml:lang='en'>
-<div style='display:block; margin-top:4em'>*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>HISTORIA DEL LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCIÓN DE ESPAÑA (2 DE 5)</span> ***</div>
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- </div>
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