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| author | nfenwick <nfenwick@pglaf.org> | 2025-04-15 05:21:05 -0700 |
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El lector +interesado puede consultar el mapa de Diccionarios Académicos de la +Real Academia Española. + +En la presente transcripción se adecuó la ortografía de las mayúsculas +acentuadas a las reglas indicadas por la RAE, que establecen que el +acento ortográfico debe utilizarse, incluso si la vocal acentuada está +en mayúsculas. + +La portada de este libro electrónico fue modificada por el transcriptor +y ha sido incluida en el dominio público. + + + * * * * * + + [Ilustración] + _ESTRELLA_ + + + [Ilustración] + + + ABATE + PRÉVOST + + + + + MANON + LESCAUT + + + + + PALABRAS + LIMINARES + + [Ilustración] + + +_Hay libros amables (es la palabra), divertidos, que, bien por +su clave, bien por encarnar una idea o una modalidad superficial, +flotante en la atmósfera, se leen golosamente, se comentan en vaga y +amena charla y... se olvidan. Son libros actuales; tienen la efímera +trascendencia de una moda; como ella pasan pronto y, como ella también, +después de mucho tiempo, adquieren un valor simplemente anecdótico. +Cuando uno de esos libros, en el transcurso de unos años, vuelve a caer +en nuestras manos, sentimos un gran impulso de alegría y decimos para +nuestro capote: «¡Gracias a Dios que hemos dado con un libro ameno! +¡Éste sí que es divertido!». Pero según avanzamos en la lectura, nos +llamamos a engaño, considerándonos defraudados. ¡Pero es posible! ¡Si +cuando lo leímos la primera vez nos encantó! ¡Y vemos con asombro que +aquel libro ha envejecido atrozmente, que todo lo que antes nos pareció +delicioso ahora nos aburre, y dejámoslo caer con un bostezo; es viejo +ya y no tiene aun el interés documental. Y es así porque trátase de un +conflicto artificial, creado por una «manera» de vida convencional, +porque no es humano. Quiero decir, que los lances pueden parecernos +momentáneamente divertidos, pero el pensamiento fundamental no se basa +en una de esas eternas leyes como tales comunes a todos los tiempos y a +todos los pueblos._ + +_Existen, en cambio, obras que no nos parecen tan divertidas, que +hasta leemos con cierta dificultad (si confesamos la verdad, no siendo +profesionales, eruditos o no teniendo el espíritu muy predispuesto +a ello, todas las obras maestras se nos hacen un poco fatigosas de +leer), pero que dejan una huella duradera en nuestro espíritu, que +recordamos en momentos dados, por sus raras concomitancias con nuestro +estado anímico, y que cada vez que son leídas se saborean con mayor +delectación, sencillamente por eso, porque son «humanas», porque las +pasiones que hay en sus páginas no son privativas de éstos o los otros, +sino comunes a toda la humanidad, a todos los tiempos._ + +_«Manon Lescaut», que es además una delicia de gracia, de viveza y de +color, pues que casi ayuna de descripciones, «sugiere» a maravilla el +XVIII francés y revélalo en una serie de estampas mitad sentimentales, +mitad libertino-burlescas, es una novela eterna, porque es la novela +del amor por excelencia. Podrán autores después habernos dado otros +libros en que la tragedia del amor sea más sombría, más violenta, más +recargada de tintas, en que se pinte el descenso hacia la vileza, la +miseria y la muerte por la pendiente de las pasiones con más brío, pero +eso no quitará lozanía a la jugosa narración del abate Prévost, que, +justamente en su sencillez, lleva su encanto de verdad._ + +_¡Manon, deliciosa muñeca que no eres ni perversa, ni liviana, ni +abnegada, ni apasionada, y que, sin embargo, lo eres todo, porque eres +«atrozmente» femenina! ¡Caballero Des Grieux que amas y ofrendas tu +vida, que sabes envilecerte conservando en la vileza tu innato señorío, +qué reales os ofrecéis a nosotros!_ + +_Todo, todo es en estas páginas de una pasmosa certeza; todo está +lleno de amorosos apotegmas, «El amor es o no es desde el primer +momento»; y el futuro caballero de Malta ama a Manon desde que la ve +ante aquella deliciosa posada que tiene el encanto de un grabado de la +época. «En todo amor, uno ama y otro se deja amar»; es el caballero Des +Grieux el que ama. Manon se deja amar de él, se deja amar y es liviana +y egoísta, y ambiciosa y cruel y mentirosa, y encuentra las argucias +perversas de todos los que no aman; «la fidelidad que quiero de vos es +la del corazón; la otra no me importa». «En toda historia de mujer hay +un collar»; y un collar de perlas hay en la de Manon Lescaut._ + +_Y si verdad es ella, no menos verdad es él, con sus +renunciamientos, sus abdicaciones, sus cobardías y las ficciones con +que, exaltando los gestos de ella, pretende engañarse a sí mismo... sin +conseguirlo. Aunque para ello ha de atribuirle virtudes que sabe muy +bien que no posee. El amor envilece al caballero Des Grieux y el amor +le redime._ + +_Y si ciertos son ellos, ciertos son también los que les rodean, el +viejo G... M..., Tiberio, Marcelo y aquellos guardianes que al saber +«la enormidad» de la pasión del caballero, en vez de compadecerlo, le +explotan y suben sus tarifas hasta agotar su exiguo haber._ + +_El caballero ama, ella se deja amar; la ama tanto que ella, algunas +veces, cuando es muy desdichada, llega a amarle también... sin +perjuicio de volver a mentirle el día que volviese a ser feliz._ + + ANTONIO DE HOYOS Y VINENT + + [Ilustración] + + + [Ilustración] + + + + + HISTORIA + DE + MANON LESCAUT + + + [Ilustración] + + + + + PRIMERA + PARTE + + + [Ilustración] + + +Me veo obligado a hacer retroceder al lector a los días de mi +vida en que encontré por vez primera al caballero Des Grieux. Fué +aproximadamente seis meses antes de mi excursión a España. Aunque +raramente abandonaba mi soledad, el cariño que sentía por mi hija y +el deseo de complacerla llevábanme algunas veces a emprender cortos +viajes, que, a decir verdad, abreviaba todo lo posible. + +Volvía un día de Rouen, donde había ido cediendo a sus súplicas, +para solicitar de la administración normanda la resolución favorable +de un asunto de tierras a que tenía derecho por herencia de mi +abuelo materno. Habiendo reanudado mi ruta por Evreux, llegué al día +siguiente a la hora de comer a Passy. Sorprendióme al entrar en la +ciudad encontrarme a los habitantes presa de extraña inquietud; salían +precipitadamente de sus casas para correr a la puerta de una posada +donde veíanse dos carricoches cerrados. Los caballos espumeantes y +cubiertos de sudor, decían muy a las claras que acababan de llegar. + +Detúveme un momento para averiguar las causas del tumulto, pero nada +pude sacar en limpio de aquellas gentes que curiosas se atropellaban +camino de la hostería sin prestar atención ninguna a mis preguntas; por +fin vi en la puerta a un arquero, ostentando su bandolera, un arcabuz a +la espalda, y le llamé; roguéle me explicase las causas de tanto ruido. +«No es nada, caballero--aseguróme--. Son unas cuantas prostitutas que +llevo con mis compañeros a Havre-de-Grâce, donde las embarcaremos para +América. Hay algunas guapas, y eso es al parecer lo que excita la +curiosidad de los buenos campesinos». + +Hubiérame contentado con esa explicación a no ser por las lamentaciones +de una vieja que salió del parador clamando con grandes espavientos +que aquello era una cosa bárbara, una cosa que movía al horror y la +compasión. «¿Pero qué es?»--la interrogué. «¡Ah! caballero, entre +usted--me contestó--y verá si el cuadro no es para oprimir el corazón +a cualquiera». La curiosidad obligóme a descender del caballo, que +entregué a mi palafrenero. Entré abriéndome paso dificultosamente por +entre la multitud, y mis ojos vieron efectivamente algo emocionante. + +Entre las doce hembras, encadenadas de seis en seis por la cintura, +había una cuyo rostro y cuyo aspecto eran tan poco conformes con su +condición, que en cualquier otro lado hubiérala tomado por persona +principal. Su tristeza, la suciedad y miseria de sus ropas, enturbiaban +tan poco su belleza, que su vista me inspiró respeto y piedad. Trataba, +sin embargo, de ocultar su persona y su rostro, todo lo que la cadena +permitía, para recatarlos a las miradas indiscretas, y lo más notable +era que el esfuerzo que hacía para ocultarse era tan natural que +parecía dictado por un sentimiento de modestia. + +Como los seis guardias que acompañaban y vigilaban a las desdichadas +hallábanse en la estancia con ellas, llevéme aparte al jefe que +les mandaba, para pedirle algunos esclarecimientos sobre la suerte +destinada a la joven. No pudo decirme sino generalidades. «La +hemos sacado del _hospital_ por orden expresa del jefe superior de +Policía--aclaró--. Y no es de suponer que estuviese allí por sus +virtudes. Por lo que a mí se refiere, la he interrogado varias veces +durante el viaje, y se obstina en no contestarme. Aunque no tengo +ningún encargo especial de benevolencia para ella, no he dejado de +guardarla ciertas consideraciones, pues me parece de mejor condición +que sus compañeras. Ahí tenéis un joven que tal vez pueda instruiros; +mejor que yo sabe los motivos de su desdicha; viene siguiéndola desde +París sin cesar ni un momento de llorar. Forzosamente, trátase de su +amante o de su hermano». + +Volví los ojos en la dirección que me indicaban, y vi al joven sentado +en un rincón. Parecía sumido en profundo ensueño, y, a decir verdad, +jamás vi más exacta imagen del dolor. Vestía muy sencillamente, pero +distinguíase a primera vista al hombre de cuna y educación. Acerquéme a +él; alzóse de su asiento, y vi en sus ojos, en su rostro y sus ademanes +todos, un no sé qué de noble, que me predispuso a desear servirle. «No +quisiera molestaros--díjele sentándome a su lado--. Desearía tan sólo +que satisficieseis la curiosidad que me impulsa a conocer a la bella +damisela, que no me parece hecha para un destino tan cruel como el que +le cupo en suerte». + +Contestóme con franqueza que se lo impedía la imposibilidad en que +se hallaba de satisfacer mi curiosidad sin aclarar al mismo tiempo +su personalidad propia, y que esto no le era dable por tener muchas +razones para desear guardar el incógnito. «Puedo deciros, eso sí, +lo que no ignoran ni esos miserables--prosiguió mostrándome a los +arqueros--. Que la amo con una pasión violenta que hace de mí el más +infortunado de los hombres. Hice en París esfuerzos sobrehumanos para +conseguir su libertad, pero las súplicas, la astucia y la fuerza han +sido inútiles. He tomado el partido de seguirla aunque sea al fin +del mundo. Me embarcaré con ella; iré a América. Pero lo cruel, lo +inícuo, es que esos malvados--y aludía a los guardianes--, no me dejan +acercarme a ella. Mi intención era atacarlos a algunas leguas de París; +había conseguido asociarme a cuatro hombres, que, a cambio de una suma +considerable, me ofrecieron su ayuda; los canallas me abandonaron a mis +propias fuerzas y se largaron con el dinero. La inutilidad de intentar +vencer por la violencia me hizo rendir armas; entonces propuse a los +arcabuceros que me permitiesen seguirles ofreciendo una recompensa; +la esperanza de las ganancias les movió a acceder. Me han obligado a +pagarles cada vez que he querido hablar con mi querida. Mi bolsa quedó +exhausta en muy poco tiempo, y ahora tienen la crueldad de rechazarme +cuando intento acercarme a ella. Hace un rato, como sin hacer caso de +sus amenazas me aproximé, tuvieron la osadía de alzar contra mí la +culata de sus fusiles. Me veo precisado, para satisfacer su avaricia +y para poder seguir el camino, a vender aquí un caballo muy malo que +hasta ahora me sirvió de cabalgadura y tendré que seguir a pie». + +Aunque pareció hacer su narración con bastante serenidad, dejó, +al concluir, caer algunas lágrimas. La aventura me pareció de las +más emocionantes y enternecedoras. «No quiero arrancaros vuestro +secreto--díjele--, pero si puedo seros útil en algo me ofrezco gustoso +a serviros.--¡Pardiez!--replicó--no veo ni la menor luz de esperanza; +he de someterme a la crueldad de mi destino; iré a América; a lo menos +allí seré libre con la mujer a quien amo. He escrito a un amigo que me +enviara algún dinero a Havre-de-Grâce; no me preocupa sino la manera de +ir hasta allí y la de procurar a esta infeliz criatura--añadió mirando +con ternura a su amada--algunos consuelos durante el camino.--Pues +bien--le dije--voy a poner fin a vuestros apuros. Aquí tenéis algún +dinero que os ruego aceptéis y conste que siento no poder prestaros +mejor ayuda». + +Dile cuatro luises de oro sin que los guardianes se percatasen de ello, +pues suponía, con fundamento, que si le sabían dueño de tal suma, +sus exigencias serían mayores. Hasta ocurrióseme la idea de hacer un +trato con ellos para que el enamorado doncel pudiese hablar libremente +a su querida, hasta llegar al Havre. Dicho y hecho; llamé al jefe y +sin ambages hícele mi proposición. Pareció avergonzado, pese a sus +fanfarronadas. «No es, caballero--comenzó con aire de confusión--, +que nos neguemos a dejarle hablar a esa mujer, pero si fuése por él +estaría perpetuamente a su lado; eso nos crea una molestia; justo es +que pague.--Veamos--interrogué--cuánto haría falta para que no la +experimentaseis». Tuvo la audacia de pedirme dos luises. Se los di +inmediatamente. «Pero tenga cuidado--le previne--que no se les ocurra +hacer ninguna granujada, pues voy a darle mis señas al joven ese con +objeto de que pueda informarme, y esté seguro de que tengo influencia +bastante para hacerles castigar si no cumple lo convenido». Costóme, +pues, el encuentro, seis luises de oro. + +La graciosa sencillez y la viva gratitud que el joven desconocido me +mostró, acabaron de persuadirme de que había nacido en nobles pañales y +que merecía mis liberalidades. Antes de partir dirigí la palabra a su +amiga, la cual me contestó con una modestia tan encantadora y dulce, +que sirvió para sugerirme, mientras me alejaba de allí, mil reflexiones +sobre el extraño carácter de las mujeres. + +Encerrado nuevamente en mi soledad, nada supe sobre la continuación +de la aventura. Pasaron así dos años durante los cuales llegué a +olvidar el lance, hasta que la casualidad me hizo saber todas las +circunstancias de él. + +Volvía yo de Londres a Calais con el marqués de... mi discípulo; nos +habíamos alojado, si no recuerdo mal, en el _León de Oro_, donde por +motivos que no son del caso nos vimos forzados a pasar todo el día y la +noche siguientes. Paseando aquella tarde por las calles, creí divisar +al mismo joven con quien me topara en Passy. Estaba bastante mal de +indumentaria y mucho más pálido que la primera vez que me encontré con +él. Llevaba un viejo portamantas en la mano y parecía recién llegado. + +Sin embargo, como era demasiado guapo chico para pasar inadvertido, no +dudé ni un momento, y dije al marqués: «Hemos de abordar al muchacho +ese». + +Su alegría no tuvo límites cuando él a su vez me reconoció. «¡Ah! +caballero--exclamó con júbilo--. Soy feliz al poder expresaros una vez +más mi gratitud». Le pregunté de dónde venía y me dijo llegaba por mar +de Havre-de-Grâce, donde hacía poco había desembarcado de América. +«No me parece que os halléis floreciente de dinero--insinué--. Id si +queréis al _León de Oro_, donde habito yo. En seguida iré a reunirme +con vos». + +Volví, efectivamente, impaciente por saber los detalles de su +infortunio y de su extraño viaje a América. Hícele mil finezas y di +órdenes para que no le faltase nada. No esperó que yo le incitase +para contarme la historia de su vida. «Caballero--me dijo--os +portáis conmigo de tal guisa que tendría a baja ingratitud ocultaros +nada. Quiero contaros no sólo mis desgracias y mis penas, sino mis +debilidades y mis desórdenes más vergonzosos. Estoy seguro de que, aun +condenándolos, no podréis por menos de compadecerme». + +Debo advertir aquí a mis lectores que escribí su historia casi +inmediatamente después de habérsela oído contar, y que por lo tanto +pueden estar seguros y tranquilos respecto a la veracidad y exactitud +de la misma. He sido gráfico hasta en la reprodución de las reflexiones +y el reflejo de los sentimientos que el aventurero expresaba con gracia +encantadora. He aquí la narración en que no entremezclaré nada que no +haya oído de sus labios. + + * * * * * + +Tenía yo diecisiete años y acababa mis estudios de filosofía en Amiens, +adonde mi familia, perteneciente a una de las más nobles Casas de +P... me había enviado. Llevaba una vida tan ordenada y sensata que +mis maestros me ponían como ejemplo a mis condiscípulos. No es que yo +hiciese esfuerzos extraordinarios para merecer esta opinión halagüeña, +sino más bien que mi carácter es dulce y tranquilo por natural +inclinación. Aplicábame al estudio por afición y me ponían en el activo +de las virtudes lo que en realidad no era sino aversión a los vicios. +Mi nacimiento, mi amor a la aplicación y algunos naturales atractivos +me habían hecho ser conocido y estimado de toda la población. + +Acabé mis ejercicios públicos con general aprobación hasta el punto +de que el señor Obispo, que asistía a ellos, me propuso prepararme +para el estado eclesiástico, donde, según él, adquiriría más gloria +que en la Orden de Malta a que me destinaban mis padres. Hacíanme a +este propósito llevar ya la cruz con la denominación del Caballero Des +Grieux. Llegadas las vacaciones, disponíame a volver a casa de mi padre +que me había prometido enviarme en seguida a la Academia. + +Mi única pena al dejar Amiens era perder un amigo a quien me uniera +siempre tierna amistad. Era mayor que yo. Nos habíamos educado juntos, +pero siendo su patrimonio harto modesto veíase obligado a abrazar el +estado eclesiástico y a permanecer en Amiens después de mi marcha +para seguir los estudios que correspondían a su profesión. Tenía mil +buenas cualidades. Las mejores las iréis encontrando en el curso de +mi historia, sobre todo un celo y una generosidad en la amistad que +sobrepasan los más célebres ejemplos del mundo antiguo. Si yo hubiese +seguido sus consejos, hubiese sido siempre sensato y feliz. Si a lo +menos hubiese aprovechado sus reproches en el abismo a que mis pasiones +me arrastraron, algo hubiese salvado en el naufragio de mi fortuna y +mi reputación. Pero no recogí otro fruto de sus enseñanzas que la pena +de verlas inútiles, y aún, algunas veces, duramente recompensadas con +las repulsas de un ingrato que se ofendía con ellas y las calificaba de +impertinencias. + +Había yo señalado la fecha de mi marcha de Amiens. ¡Por qué no la +señalaría para un día antes o después! Hubiese llevado a la presencia +paterna el tesoro de mi inocencia. La víspera misma del día en que +debía abandonar la villa, estando paseando con mi amigo, que se +llamaba Tiberio, vimos llegar el coche de Arras y lo seguimos hasta la +posada donde esos vehículos se detenían. Ningún motivo que no fuése +la curiosidad nos impulsaba a ello. Salieron de él algunas mujeres +que al instante internáronse en el parador, pero quedó allí una muy +joven que permaneció en el patio, mientras que un viejo, que parecía +servirle de rodrigón, apresurábase a hacer retirar sus equipajes de +los cestos. Parecióme tan bella, que yo, que jamás me había parado a +pensar en la diferencia de los sexos, ni mirado a una mujer con mediana +atención, yo, repito, de quien todo el mundo admiraba la sensatez y la +tranquilidad, hálleme súbitamente inflamado de pasión hasta el delirio. +Tenía el defecto de ser excesivamente tímido y fácil de desconcertar, +pero en aquel caso, en vez de verme detenido por aquella debilidad, +avancé resueltamente hacia la desconocida. + + [Ilustración] + + [Ilustración] + +Aunque seguramente era más joven que yo, recibió mis galanterías sin +mostrarse azorada. Preguntéle qué le llevaba a Amiens, y si tenía +amistades o conocimientos allí. Contestóme ingenuamente que iba enviada +por su familia para profesar como religiosa. El amor, aunque sólo +hacía un momento que anidaba en mi alma, hacíame tan clarividente, +que desde luego miré aquello como un golpe mortal asestado a mis +deseos. Habléle de manera que no le dejó duda respecto a mis +sentimientos, pues por lo visto poseía mucha más experiencia que yo. +Según dijo, la enviaban al convento contra su voluntad, para evitar, +indudablemente, una naciente inclinación al placer, causa luego de +todas sus desgracias y las mías. Combatí la cruel determinación de sus +padres con todas las razones que mi amor y mi elocuencia escolástica me +sugirieron. No mostró ni enfado ni desdén; díjome, tras un momento de +silencio, que presentía desde luego que iba a ser desgraciada, pero que +indudablemente debía ser voluntad celeste, cuando ningún medio tenía de +evitarlo. La dulzura de sus miradas, un aire encantador de tristeza al +pronunciar las anteriores palabras, o mejor la fatalidad de mi destino, +que me arrastraba a la perdición, no me dejaron ni un instante de duda. +La juré que, si quería confiar en mi honor y en la infinita ternura +que me inspiraba ya, daría gustoso mi vida por librarla de la tiranía +de los suyos y hacerla feliz. Mil veces me pregunté después, con +asombro, de dónde me vinieron entonces la audacia y la facilidad para +expresarme, pero no valdría la pena hacer del amor una divinidad si no +supiese realizar tales prodigios. + +Mi bella desconocida no ignoraba que a mi edad no se miente. +Confesóme que si yo creía ver algún medio para ponerla en libertad, +se consideraría deudora a mí de algo que estimaba más que la vida. La +repetí que estaba dispuesto a emprender cualquier empresa por difícil y +arriesgada que fuése, pero que careciendo de la necesaria experiencia +de los medios de qué valerme, tenía que limitarme a aquella afirmación, +que a decir verdad no era de gran utilidad ni para ella ni para mí. +Como llegara entonces su viejo Argos, mis esperanzas iban a evaporarse +a no haber tenido ella suficiente ingenio para suplir la deficiencia +del mío. Quedéme asombrado a la llegada de su ayo, al ver que me +llamaba _primo mío_ y que, sin parecer desconcertada en lo más mínimo, +me decía, que, puesto que había tenido la suerte de encontrarme en +Amiens, dejaba para el día siguiente su entrada en el convento, por +tener el gusto de cenar en mi compañía. Comprendí pronto el alcance de +su astucia y propúsele hospedarse en una posada cuyo dueño, establecido +en Amiens después de haber sido muchos años cochero de mi padre, me era +adicto en cuerpo y alma. + +Llevéla yo mismo, mientras el viejo rumiaba no sé qué protestas, y +mi amigo Tiberio, que no comprendía nada de la escena, nos seguía +sin pronunciar palabra. No había este último oído palabra de nuestra +conversación, entretenido en pasear por el patio, mientras hablaba yo +de amor a mi bella desconocida. Como desconfiaba de su severidad, me +deshice de él, dándole un encargo. Así tuve el placer, al llegar al +albergue, de hablar a solas con la dueña de mi corazón. + +Pronto me di cuenta de que era menos niño de lo que yo mismo creía. +Esponjábase mi corazón en mil tiernas y deliciosas sensaciones de que +jamás había tenido sospecha; una tibia sensación de bienestar corría +por mi cuerpo. Era presa de loco delirio que por algún tiempo me +quitaba el uso de la palabra y que sólo se exteriorizaba en los ojos. + +La señorita Manon Lescaut, así me dijo llamarse, parecía harto +satisfecha del efecto de sus encantos sobre mí. Creí notar que +hallábase no menos emocionada que yo, y aun me confesó que me +encontraba amable y que le encantaría deberme su libertad. Quiso saber +quién era yo, y una vez sabido, el conocimiento pareció aumentar +la naciente simpatía, pues, según dijo, siendo de la misma clase, +halagábala más mi conquista. Buscamos modo de poder ser el uno del otro. + +Después de mucho cavilar no hallamos más camino que la fuga. Había +en primer lugar que burlar la vigilancia del guardián que era hombre +de temer, pese a su simple condición de criado. Decidimos que haría +preparar durante la noche una silla de posta, y que vendría con ella +a buscarla antes de que se hubiese despertado, que nos escaparíamos +secretamente y que iríamos a París, donde nos haríamos casar. Tenía +yo unos cincuenta escudos, fruto de mis ahorros; ella poseía poco +más o menos el doble. Nos imaginábamos, como niños que eramos, sin +experiencia ninguna de la vida, que una suma así no se acabaría nunca, +e igualmente contábamos con el éxito de nuestras otras medidas. + +Después de cenar con más gusto que lo hiciera nunca, me retiré para +poner en ejecución nuestros planes. Mis arreglos fueron tanto más +fáciles, cuanto que, habiendo tenido intenciones de volver al día +siguiente a casa de mi padre, mi reducido equipaje estaba ya preparado. +No hallé, pues, dificultad ninguna para hacer transportar mi cofre y +tener un coche preparado para las cinco de la mañana, que era la hora +en que se abrían las puertas de la ciudad, pero en cambio tropecé con +un obstáculo con el que no contaba, y que estuvo a punto de dar con mis +planes en tierra. + +Tiberio, aunque sólo tenía tres años más que yo, era muchacho de +muy buen sentido y de intachable conducta. Me quería con ternura +extraordinaria. La vista de tan bella damisela como la señorita Manon, +mi apresuramiento en servirla y mi insistencia en deshacerme de él, +hiciéronle concebir sospechas de mi amor. No había osado volver a +la posada por miedo a ofenderme con su vuelta, pero fué a esperarme +a mi habitación, donde le hallé a mi llegada, pese a ser ya más de +las diez de la noche. Su presencia me entristeció; notó él pronto la +contrariedad que me causaba. «Estoy seguro--me dijo sin ambages--que +meditas algún plan que quieres ocultarme; lo veo en tu aspecto». +Contestéle bruscamente «que no estaba ciertamente obligado a rendirle +cuentas de mis acciones». Pero insistió tanto y tan perseverantemente +para que le revelara mi secreto, que no estando acostumbrado a guardar +reserva con él, hícele la confesión completa de mi pasión. Recibióla +con tales muestras de descontento, que me hizo estremecer. Arrepentíme +sobre todo de la indiscreción con que le había descubierto mi plan de +fuga. Díjome que era demasiado amigo mío para no oponerse con todas +sus fuerzas; que quería comenzar por exponerme todo lo que creía +capaz de desviarme del peligroso proyecto, pero que si no renunciaba +inmediatamente a aquella infame resolución, advertiría a las personas +a quienes creyese capacitadas para detener el golpe. Echóme luego un +largo discurso y acabó por reiterarme su amenaza de denunciarme si no +le daba mi palabra de portarme con prudencia y cordura. + +Estaba yo desesperado de haberme traicionado tan torpemente, pero +habiendo, el amor, en unas horas, despertado el ingenio, puse mientes +en que no le había dicho que mi decisión debía realizarse a la mañana +siguiente, y decidí engañarle con un equívoco: «Tiberio--le dije--hasta +hoy te he creído mi mejor amigo y he querido probarte con esta +confidencia. Verdad es que amo, y no te engaño con ello, pero por lo +que a mi fuga se refiere, no es empresa para emprenderla al azar. Ven +a buscarme mañana a las nueve de la mañana; si es posible te haré ver +a mi amada y me dirás si vale o no la pena de dar este paso por ella». +Dejóme por fin solo, tras mil protestas de amistad. + +Empleé toda la noche en poner en orden mis asuntos y habiéndome +encaminado al amanecer a la hostería de la señorita Manon, la encontré +esperándome. Estaba asomada a su ventana, que daba a la calle, así que, +viéndome a lo lejos, vino ella misma a abrirme. No tenía más equipaje +que su ropa blanca, y de ella me encargué yo mismo. La silla de postas +estaba preparada y así nos alejamos en seguida de la villa. Ya os +contaré a continuación cuál fué la conducta de Tiberio, al darse cuenta +de mi engaño. Su abnegación no disminuyó. Ya veréis a qué extremos +le llevó y cuántas lágrimas debiera yo verter pensando lo mal que le +correspondí. + +Tanta prisa nos dimos, que llegamos a Saint-Denis antes de anochecer. +Había galopado a caballo al lado del coche, lo cual nos impidió +hablarnos como no fuése en los relevos, pero viéndonos ya cerca de +París, es decir, casi en seguridad, nos tomamos tiempo para refrescar +y comer algo, cosa que no habíamos hecho desde que salimos de Amiens. +Aunque mi pasión por Manon era muy grande, supo ella persuadirme de que +la suya por mí no era menor, y tan poco reservados éramos en nuestras +caricias, que ni aun paciencia teníamos para esperar a estar a solas. +Los postillones y los hosteleros nos miraban, asombrados de ver dos +adolescentes como nosotros que parecían amarse con tal fervor. + +Nuestros proyectos matrimoniales evaporáronse al llegar a Saint-Denis; +frustramos los derechos de la Iglesia y nos encontramos casados sin +saber cómo. Es indudable que, dado mi natural tierno y amante, mi +felicidad estaba hecha para toda la vida si Manon me hubiese sido fiel. +Cuanto más la trataba, más descubría en ella mil amables cualidades. +Su dulzura, su ingenio, su corazón y el encanto de su belleza formaban +una cadena tan fuerte y tan encantadora que jamás hubiera sido yo capaz +de romperla. Espantosa versatilidad de las cosas humanas, lo que hizo +mi desdicha, pudo hacer mi felicidad. Justamente soy el más desgraciado +de los hombres por esa constancia que debió depararme la suerte más +envidiable y las más hermosas recompensas del amor. + +Alquilamos un piso amueblado en París, en la calle de V..., y quiso mi +suerte aciaga que resultase próxima a la casa del señor de B..., famoso +Granjero-General. Tres semanas iban transcurridas en las cuales de tal +modo me tuvo embargado el amor, que no tuve tiempo de pensar en el +dolor que debía haber producido a mi padre mi inopinada ausencia. Sin +embargo, como el desorden nada tenía que ver con mi conducta, y Manon +se comportaba con gran decoro, la misma tranquilidad en que vivíamos +contribuyó a recordarme la idea del deber. + +Resolví reconciliarme con mi padre si era posible. Valía tanto mi +amante que no dudé poder hacerla grata a sus ojos si conseguía que +llegase hasta él noticia de su bondad y su mérito; en una palabra, +concebí esperanzas de llegar a obtener su consentimiento para casarme +con ella, ya que sin él, había llegado a la conclusión de que era +imposible. Participé mis proyectos a Manon haciéndola ver que, además +de los motivos de amor y de deber, la necesidad podía ser parte en +ello, pues nuestros fondos disminuían de un modo aterrador y comenzaba +a volver sobre mi primitiva idea de que eran inagotables. + +Manon acogió fríamente mi proyecto; sin embargo, las razones que opuso +a él nacían tan sólo de su misma ternura y el miedo de perderme, si +conocido el lugar de nuestro retiro, mi padre no cedía. No tuve ni la +menor sospecha del golpe cruel que iban a asestarme. A mi objeción de +la penuria monetaria, contestó que aun nos quedaba dinero para vivir +algunas semanas y que después acudiría al afecto y a la munificencia +de unos parientes provincianos. Endulzó su negativa con tan tiernas y +apasionadas caricias, que yo, que sólo para ella vivía, y no sentía la +menor desconfianza de su cariño, no pude menos de aprobar todas sus +palabras y todas sus resoluciones. + +Habíale dejado el manejo de nuestra bolsa y el cuidado de saldar los +gastos diarios. Poco tiempo después me di cuenta de que nuestra mesa +era más abundante y de que ella se había comprado algunos adornos de +precio exhorbitante. Como según mis cálculos no debían de quedarnos +sino diez o quince _pistolas_, no pude por menos de expresarle mi +asombro ante aquel aparente aumento de opulencia. Rogóme que no me +preocupara de ello. ¿No te había prometido encontrar recursos?--me +dijo. Queríala yo demasiado y con demasiada ingenuidad para alarmarme. + +Un día que había salido a media tarde, habiéndola advertido que +tardaría más que de costumbre en volver, chocóme que a mi regreso +me hiciese esperar dos o tres minutos antes de abrir la puerta. No +teníamos a nuestro servicio sino una mozuela aproximadamente de nuestra +edad. Venido que hubo a abrirme, le pregunté por qué había tardado +tanto. Me contestó con aire de confusión que no me había oído llamar. +Como no había llamado sino una vez, le dije: «¿Pero si no has oído +llamar, cómo has salido a abrir?». Mi pregunta la desconcertó de tal +modo que no teniendo bastante serenidad para contestarme, echóse a +llorar, mientras entre balbuceos me juraba que no era culpa suya, que +la señorita la había prohibido abrir la puerta hasta que el señor de +B... hubiese salido por la otra escalera que correspondía al gabinete. +Quedé tan confuso que ni aun fuerzas tuve para entrar en casa. Tomé el +partido de volver a salir con pretexto de un negocio urgente y encargué +a la sirvienta que dijese a su ama que volvería al instante, pero que +no le dijese, en cambio, que me había hablado de M. de B... + +Mi consternación fué tal que las lágrimas rodaban por mis mejillas al +bajar la escalera, sin saber aún a qué sentimiento obedecían. Entré +en un café, y habiéndome sentado junto a una mesa oculté la cabeza +entre las manos, tratando de esclarecer lo que pasaba en mi corazón. +No me atrevía a recordar lo que acababa de oir; quería creerlo una +alucinación y tentado estuve dos o tres veces de volver a mi casa sin +mostrar haberlo dado importancia. Parecíame tan absurdo que Manon +me hubiese traicionado, que temía injuriarla con la sola sospecha. +Adorábala, de ello no había duda; tantas pruebas de amor me había dado +ella a mí, como yo a ella. ¿Por qué había, pues, de acusarla de ser +menos sincera y menos constante que yo? ¿Qué razón podía tener para +traicionarme? No hacía sino tres horas que me había agobiado con sus +más tiernas caricias y que había recibido las mías con delirio; creía +conocer su corazón como el mío mismo. «No, no--repetía sin cesar--. ¡Es +imposible que Manon me engañe! No ignora que sólo vivo para ella; sabe +que la adoro... Eso no puede ser motivo para odiarme». + +Sin embargo, la visita, y sobre todo la salida furtiva de M. de B..., +no dejaban de preocuparme. Recordaba también las pequeñas adquisiciones +de Manon, que me parecían exceder nuestros medios presentes. Aquello +parecía denunciar las liberalidades de un nuevo amante. ¡Y aquella +confianza en recursos desconocidos! Costábame trabajo contestar a +tantos enigmas en el sentido favorable en que mi corazón deseaba la +respuesta. Por otra parte, apenas me había separado de ella desde que +estábamos en París. Ocupaciones, paseos, diversiones, siempre habíamos +ido el uno con el otro. ¡Dios mío!, un momento de separación nos +hubiese entristecido demasiado! Teníamos que repetirnos constantemente +que nos amábamos; sin ello hubiésemos muerto de inquietud. No me era +posible figurarme a Manon ni un solo momento ocupada de otro que no +fuése yo. + +Al fin creí haber dado con la clave de aquel misterio. «M. de +B...--repetíame--es indudablemente un señor que posee muchas relaciones +y que hace grandes negocios; la familia de Manon se habrá servido de él +para hacer llegar a sus manos algún dinero. Quizá ha recibido ya algo +de él, tal vez haya vuelto hoy a traerle más. Sin duda quiere bromear +ocultándomelo, para sorprenderme agradablemente. Quién sabe si ya me +hubiese hablado de ello si hubiese vuelto tranquilamente como todos los +días, en vez de venir a afligirme aquí. Por lo menos no me lo ocultará +cuando yo mismo le hable de ello». + +Me afirmé de tal modo en esta opinión, que inmediatamente tuvo poder +bastante para disminuir mi tristeza. Volví a mi casa y abracé a Manon +que, por otra parte me recibió muy bien, con la habitual ternura. +Tentado estuve de descubrirle mis conjeturas que, más que antes, +consideraba ciertas; detúvome, sin embargo, la esperanza de que tal vez +iba ella a abrirme su corazón, contándome lo sucedido. + +Nos sentamos a la mesa; yo estaba muy contento, pero pronto se nubló +mi alegría creyendo percibir huellas de tristeza en el rostro de mi +adorada. Observé también que sus miradas se fijaban en mí de manera +desacostumbrada. No pude definir si era amor o compasión, pero desde +luego me pareció un sentimiento tierno y lánguido. Púseme a mirarla con +redoblada atención; tal vez no sería menor la tristeza que sentiría +ella al juzgar por mis miradas el estado de mi corazón. Ni comíamos, +ni hablábamos; en fin, vi caer lágrimas de sus bellos ojos; ¡pérfidas +lágrimas! + +«¡Dios mío!--clamé con angustia--¡Lloras, mi adorada Manon, sufres +hasta llorar, y no me dices palabra de tus penas!». No me contestó sino +con algunos suspiros que sirvieron para aumentar mi inquietud. Alcéme +del asiento tembloroso y la conjuré con todos los extremos que emplea +el amor en tales casos a descubrirme la razón de sus lágrimas; yo mismo +acabé por verterlas tratando de enjugar las suyas; estaba más muerto +que vivo. Un bárbaro hubiérase enternecido ante los testimonios de mi +dolor y mi temor. + +En los momentos en que así me ocupaba de ella sentí que varias personas +subían las escaleras. Llamaron suavemente a la puerta. Manon me dió +un beso, y escapándose de mis brazos refugióse en su cuarto, donde se +encerró. Me figuré que estando sin arreglar quería ocultarse a las +miradas de los desconocidos visitantes. Fuí a abrir yo mismo. + +Apenas lo hube hecho, me sentí sujeto por tres hombres, en los que +reconocí a los lacayos de mi padre. No emplearon violencias conmigo, +pero habiéndome sujetado dos de ellos por los brazos, el tercero +registró mis bolsillos, sacando de ellos un cuchillito, que era la +única arma que llevaba yo encima. Pidiéronme perdón por la necesidad en +que se veían de faltarme al respeto; dijéronme también, naturalmente, +que obraban por orden de mi padre, y que mi hermano mayor me aguardaba +abajo en una carroza. Tan turbado me hallaba, que me dejé llevar sin +resistencia y sin protestas. Mi hermano me aguardaba, efectivamente. +Colocáronme en la carroza a su lado, y el cochero, que había recibido +órdenes con antelación, nos condujo a buen paso hasta San Denis. Mi +hermano me abrazó afectuosamente, pero no me dijo nada, de modo que +quedé libre para meditar sobre mi infortunio. + +Eran tantas las sombras, que no llegaba a mí ninguna claridad que me +permitiese orientarme. Veíame cruelmente traicionado; pero ¿por quién? +El primero que me vino a las mientes fué Tiberio; «¡Traidor!--pensé--; +¡ay de tu vida si mis sospechas se confirman!». Reflexioné, sin +embargo, que ignorando el lugar de mi retiro era imposible que por él +hubiesen llegado a saberlo. En cuanto a acusar a Manon, era cosa de +que mi corazón no se sentía capaz. La tristeza extraordinaria bajo +cuyo peso habíala visto como anonadada, sus lágrimas, el tierno beso +que me dió a punto de partir, parecíanme, sí, un enigma, pero más bien +me inclinaba a explicármelo como un presentimiento de nuestra común +desdicha. Así, mientras me desesperaba ante los acontecimientos que me +alejaban de ella, tenía el candor de pensar que era aún más digna de +lástima que yo. + +El resultado de mis cavilaciones fué la convicción de haber sido visto +en las calles de París por algunos conocidos que habrían dado aviso a +mi padre. Aquella idea me consoló algo, pensando que saldría del paso +con alguna reprimenda o algún castigo. Prometíme sufrirlo con paciencia +y ofrecer cuanto exigiesen de mí a trueque de facilitarme ocasión de +volver a París lo antes posible, para devolver vida y alegría a mi +querida Manon. + +Llegamos pronto a San Denis. Mi hermano sorprendido por mi silencio +dió a imaginar que era efecto de mi temor y procuró consolarme, +asegurándome que nada tenía que temer de parte de mi padre a condición +de que volviese a él dispuesto a entrar resueltamente por los caminos +del deber, para merecer el gran cariño que me tenía. Hízome pasar la +noche en San Denis, teniendo la precaución de hacer que durmiesen en mi +cuarto los tres lacayos. + +Lo que más me entristeció fué verme en la misma posada donde me había +detenido con Manon viniendo de Amiens a París. El amo y los criados me +reconocieron y adivinaron al mismo tiempo la verdad de lo sucedido. +Oí decir al dueño: «¡Ah!, es el guapo caballerito que pasó por aquí +hace seis semanas con una damisela a quien parecía amar con locura. +¡Qué bonita era! ¡Pobres muchachos, cómo se acariciaban! ¡Pardiez! Es +lástima que les hayan separado». Hice como que no me enteraba de nada y +traté de mostrarme lo menos posible. + +Mi hermano tenía preparada en San Denis una silla de postas en la que +partimos por la mañana temprano, llegando a casa a la noche siguiente. +Vió a mi padre antes que yo, para prevenirle en favor mío, diciéndole +con qué mansedumbre me había dejado conducir allí; de este modo fuí +recibido con menos dureza de la que esperaba. Limitóse a algunos +reproches generales sobre la falta cometida por mí, ausentándome sin +su permiso. Por lo que a mi amante se refería, redújose a decirme que +me estaba muy bien empleado lo sucedido, por haberme entregado en +brazos de una mujer desconocida; que tenía él mejor opinión de mi +prudencia; pero que esperaba que aquella aventurilla sirviese para +hacerme más cauto. No tomé el discurso sino en el sentido que acordaba +con mis ideas. Agradecí a mi padre la bondad de su perdón, y le prometí +observar una conducta más sumisa y ordenada. En el fondo de mi corazón +me conceptuaba vencedor, pues del modo con que las cosas se arreglaban +no dudaba que se me ofrecería ocasión de escaparme de mi casa, quizás +antes de que trascurriese aquella noche. + +Pusímosnos a cenar; burláronse de mi conquista de Amiens y de mi +fuga con aquella _fiel_ amante. Recibí las bromas de buen grado y +aun satisfecho de que me fuése permitido hablar de lo que llenaba +continuamente mi pensamiento. Pero algunas palabras que se le escaparon +a mi padre me hicieron aguzar el oído, con atención grandísima. + +Habló de la perfidia y del servicio interesado, prestado por M. de +B... Quedé turbado al oirle pronunciar aquél nombre, y le rogué +humildemente me explicase lo que quería decir. Entonces, volvióse a +mi hermano para preguntarle si no me había contado toda la historia. +Mi hermano contestó que, encontrándome absolutamente tranquilo, no +había creído necesario usar aquel remedio para curar mi locura. Noté +que mi padre vacilaba entre explicarse por completo o no. Supliquéle +tan insistentemente que al fin me satisfizo, o mejor dicho, me asesinó +cruelmente con la más horrible de las narraciones. + +Empezó por preguntarme si había caído en la necia credulidad de +suponerme amado por mi querida. Contestéle audazmente que estaba +seguro, y que nada podía inspirarme la menor desconfianza. «¡Ah! ¡ah! +¡ah!--exclamó echándose a reir--¡Es magnífico! Eres un pobre engañado, +y me alegra verte en ese estado de espíritu! Es una verdadera lástima, +mi pobre caballero, hacerte entrar en la Orden de Malta, puesto que +tantas disposiciones tienes para hacer un marido cómodo y paciente». +Añadió mil burlas de tal tenor, sobre lo que él llamaba mi tontería y +mi credulidad. + +En fin, como yo permanecía silencioso, siguió diciéndome que, según +el cálculo que podía hacer del tiempo desde mi partida de Amiens, +Manon me había amado doce días. «Sé--añadió--que marchaste de Amiens +el 28 del mes pasado. Estamos a 29 de éste, hace once que M. de B... +me escribió, y supongo que habrá necesitado ocho por lo menos para +trabar conocimiento perfecto con tu querida. Así que quita once y ocho +de treinta, y un día que hay desde el 28 de un mes al 29 del otro, y +quedan doce, poco más o menos». Después de decir esto, volvieron a las +risas. + +Oía todo con tal opresión de corazón, que temía no poder resistir hasta +el fin de aquella triste comedia. «Sabrás--añadió mi padre--puesto que +lo ignoras, que M. de B... ha ganado el corazón de tu princesa, pues no +deja de ser una burla querer convencerme de que ha querido quitártela +por celo desinteresado en mi servicio. ¿Es acaso de un hombre como él, +que por otra parte no me conoce siquiera, de quien hay que esperar +sentimientos tan nobles? Contóle ella indudablemente que eras mi hijo +y me escribió entonces el lugar de tu escondite y el desorden en que +vivías, advirtiéndome que hacía falta mano de hierro para apoderarse +de ti, y ofreciendo facilitarme los medios. He ahí como, gracias a sus +lecciones y a las de tu misma amante, ha encontrado tu hermano manera +de apoderarse de ti. ¡Y ahora felicítate de la duración de tu victoria! +Hay que confesar, caballero, que sabes vencer deprisa, pero que no +sabes conservar tus conquistas». + +No tuve valor para seguir oyendo su discurso, cada una de cuyas +palabras me taladraba el corazón. Me levanté de la mesa y no bien había +dado cuatro pasos me desplomé, perdido el conocimiento. Volví en mí con +rapidez gracias a eficaces auxilios. Abrí los ojos para derramar un +torrente de lágrimas y los labios para proferir amargas y desgarradoras +quejas. Mi padre, que siempre me amó tiernamente, empleó todo su cariño +en consolarme. Escuchábale yo sin oirle. Acabé por arrojarme a sus pies +y, abrazado a sus rodillas, implorar de él que me dejase volverme a +París, para apuñalar a M. de B... «No--clamaba yo desesperadamente--, +no ha conquistado el corazón de Manon; ha empleado la violencia; +seguramente la ha reducido por un sortilegio o por un veneno o tal vez +la ha forzado brutalmente. Manon me ama. ¿No había yo de saberlo? La +habrá amenazado con un puñal en la mano, para obligarla a abandonarme. +¿Qué no habrá hecho para apoderarse de una amante tan encantadora? +¡Oh! ¡Dioses, dioses! ¿será posible que Manon me haya traicionado y +haya dejado de amarme?». + +Como seguía hablando de volverme a París, y me levantaba a cada momento +con esa intención, mi padre comprendió que en el estado de excitación +que me hallaba nada era capaz de detenerme. Condújome a una sala del +piso alto y allí me dejó con dos criados a la vista. Mil vidas hubiese +dado yo por estar solamente un cuarto de hora en París. Comprendía que +habiendo dejado traslucir con tanta claridad mis intenciones, no me +consentirían fácilmente salir de mi cuarto. Medí con los ojos la altura +de las ventanas, y no viendo posibilidad de escapar por aquel camino, +me dirigí humildemente a mis criados. Les ofrecí, con mil juramentos, +hacer su fortuna si querían consentir en mi evasión. Les apremiaba, +les halagaba, les amenazaba; pero aquella tentativa también fué inútil +Perdí entonces toda esperanza. Decidí morir y arrojéme sobre mi lecho +decidido a no dejarle sino con la vida. Así pasé toda la noche y el día +siguiente. Rechacé la comida que me ofrecieron. + +Mi padre vino por la tarde a verme; fué tan bueno que empleó los más +tiernos consuelos en tratar de amortiguar mis penas. Me mandó que +comiese, con tal autoridad que, por respeto, le obedecí. Pasaron +algunos días durante los cuales lo poco que comí fué en su presencia, +y por obedecerle. Seguía él por su parte, prodigándome las razones que +podían traerme al buen camino y hacerme olvidar a la infiel Manon. +Verdad era que ya no la estimaba: ¿cómo hubiera podido estimar a la más +cambiante y pérfida de las criaturas? Pero su imagen, las encantadoras +facciones que llevaba grabadas en el fondo del corazón, no se borraban +fácilmente. «Moriré--decíame yo--; debo morir después de tanta +vergüenza y tanto dolor. ¡Pero sufriría mil muertes sin poder olvidar a +la ingrata Manon!». + +Mi padre se mostraba sorprendido al verme tan gravemente herido. +Conociendo, como conocía, mis ideas sobre el honor, sabía que su +traición a la fuerza tenía que haberla hecho despreciable a mis ojos +y acabó por creer que mi obsesión venía, más que de aquella pasión en +particular, de una viva inclinación hacia el sexo femenino. Encariñóse +de tal modo con aquella idea que, no consultando sino su afecto por +mí, vino un día a decirme abiertamente: «Caballero, hasta ahora, como +sabes, fué mi intención hacerte ostentar sobre el pecho la noble Cruz +de Malta, pero veo que tu vocación no te lleva por ese camino; te +gustan las mujeres bonitas; voy creyendo que lo mejor será buscar una +que te agrade. Dime con franqueza qué te parece». + +Le respondí que no sabía establecer diferencias entre unas mujeres y +otras, y que después de lo que me había sucedido las detestaba a todas +por igual. «Te buscaré una--me dijo mi padre sonriendo--que se parezca +a tu Manon... y que sea más fiel.--¡Ah!, si conservas algún cariño por +mí--le contesté--es ella la que has de devolverme. Está seguro, padre +de mi alma, que no me ha traicionado. Es incapaz de semejante infamia. +El pérfido de M. de B... es quien nos engaña a ti y a mí. Si supieses +lo buena que es, lo tierna y sincera, si la conocieses acabarías por +quererla.--Eres un chiquillo--replicó mi padre--. ¿Cómo puedes cegarte +hasta ese punto después de lo que te he contado de ella? Es ella, ella +misma, quien te entregó a tu hermano. Debes olvidar hasta su nombre y +aprovechar, si eres prudente, la indulgencia que tengo contigo». + +Reconocía yo harto claramente que mi padre tenía razón. Pero era un +movimiento instintivo el que me hacía tomar la defensa de la infiel. +«¡Verdad es, desgraciadamente--dije--, que soy víctima de la más +cobarde de las perfidias!--Sí--continué, derramando lágrimas de +despecho--, bien veo que no soy más que un chiquillo. Mi credulidad no +debe haber costado mucho burlarla. Pero bien sé lo que tengo que hacer +para vengarme». Quiso mi padre saber mis intenciones. «Iré a París, +prenderé fuego a la casa del pérfido M. de B... y le quemaré vivo, +con Manon». Aquel arrebato hizo reir a mi padre y no sirvió sino para +hacerme guardar más severamente en mi cárcel. + +Pasé en ella seis meses, durante el primero de los cuales hubo poco +cambio en mi estado de ánimo. Todos mis sentimientos no eran sino una +perpetua alternativa entre el odio y el amor, entre la esperanza y el +desconsuelo, según la forma en que se aparecía a mi espíritu la imagen +de Manon. Tan pronto no miraba en ella sino la más encantadora de las +mujeres y ardía en deseos de volver a verla; tan pronto ofrecíaseme +como una malvada y traidora amante y me hacía a mí mismo mil juramentos +de no buscarla más que para castigarla. + +Me dieron libros que sirvieron para devolver un poco de tranquilidad a +mi alma. Releí todos mis autores; adquirí nuevos conocimientos; recobré +afición infinita al estudio; ya veréis lo útil que me fué todo ello +luego. La clarividencia que el amor me había dado me hizo orientarme en +multitud de pasajes de Horacio y Virgilio, que hasta entonces hallara +confusos. Hice un comentario amoroso sobre el cuarto libro de la +Eneida; me propongo publicarlo y creo que el público quedará contento +de él. «¡Ay!--pensaba escribiéndolo--Un corazón como el mío hubiese +necesitado la fiel Dido». + +Tiberio vino un día a verme en mi cárcel. Quedé asombrado del afectuoso +transporte con que me abrazó. No había recibido de él, hasta entonces, +otras pruebas de cariño que aquéllas que pudieran hacerme mirarle como +sencilla amistad de colegio, de ésas que se forman entre muchachos que +tienen próximamente la misma edad. Le encontré tan cambiado, y sobre +todo tan serio después de aquellos cuatro o cinco meses transcurridos +desde la última vez que le viera, que me inspiró respeto. Hablóme más +como sensato consejero que como amigo. Dolióse del extravío en que +me había yo precipitado; felicitóme por mi curación, que creía muy +avanzada, y exhortóme, en fin, a aprovechar aquella dura lección para +abrir los ojos a lo efímero de los placeres. + +Mirábale yo con asombro y acabó por darse cuenta de ello. «Querido +caballero--me dijo--, no te digo nada que no sea la pura verdad, y a +cuyo convencimiento no haya yo llegado después de un profundo examen. +Había en mí tanta inclinación como en ti a la voluptuosidad; pero el +cielo me había concedido al mismo tiempo el amor a la virtud. He usado +de mi razón para comparar los frutos de una y otra y no he tardado +mucho en descubrir sus diferencias. La ayuda del cielo se ha unido a +mis reflexiones. El mundo me inspira un desdén que nada iguala. ¿Serías +capaz de adivinar lo que me detiene para correr a la soledad? Pues +únicamente la tierna amistad que te profeso. Conozco la bondad de tu +corazón y de tu inteligencia; no hay buena acción de que no seas capaz. +El veneno del placer te ha desviado de tu camino. ¡Qué pérdida para la +virtud! Tu fuga de Amiens me causó tan gran pena que no he vuelto a +disfrutar desde entonces ni un momento feliz. Juzga tú mismo por los +pasos que me ha hecho dar». Contóme que después de darse cuenta de +que le había engañado y me había fugado con mi amante había montado a +caballo para alcanzarnos, pero que llevándole cuatro horas de ventaja, +le había sido imposible; que, sin embargo, había llegado a San Denis +media hora después de mi partida; que seguro de que me quedaría en +París había pasado seis semanas buscándome; que había frecuentado todos +los lugares donde acariciaba la esperanza de poderme hallar, y que, +por fin, un día, en el teatro, había reconocido a mi amante, que iba +vestida con tal lujo, que supuso debía su fortuna a un nuevo amante; +que la había seguido hasta su casa, y allí había sabido por un criado +que estaba mantenida por la liberalidad de M. de B... «No me detuve +ahí--prosiguió--. Volví al día siguiente para que ella misma me dijese +qué era de ti. Al oirme nombrarte, desapareció bruscamente y hube de +venirme a provincias sin más aclaración. He sabido tu aventura y la +consternación profunda en que te ha sumido; pero no he querido verte +sin asegurarme de que te hallabas ya más tranquilo». + +--Has visto a Manon--exclamé con un suspiro--. «Más feliz has sido, +¡ay de mí!, que yo, condenado a no volverla a ver». Reprochóme aquel +suspiro que indicaba aún en mí una debilidad por ella. Luego halagóme +con tanta maña comentando la bondad de mi carácter y mis inclinaciones, +que hizo nacer en mí desde aquella primera visita un afán de renunciar +como él a todos los placeres del siglo para abrazar el estado +eclesiástico. + +Tanto me agradaba la idea que en cuanto me vi solo no pensé en otra +cosa. Recordé los sermones del señor obispo de Amiens que me había +aconsejado lo mismo, y los augurios felices que había hecho en mi favor +si llegaba a tomar aquel partido. La piedad mezclóse también en mis +determinaciones. «Llevaré una vida tranquila y cristiana--decíame a +mí mismo--. Me ocuparé del estudio y de mis deberes religiosos que no +me dejarán pensar en los peligrosos devaneos del amor. Despreciaré +lo que la mayoría de los hombres admiran. Y como estaré seguro de +que mi corazón no deseará sino aquello que estime, tendré tan pocas +inquietudes como deseos». + +Construía sobre esa base un plan de vida tan tranquila como solitaria. +Hacía entrar en ella una casa de campo apartada en un bosquecillo, +un fresco arroyuelo y un pequeño jardín; una biblioteca de libros +escogidos, algunos amigos virtuosos y de buen juicio, una mesa limpia +y frugal. Unía a esto un cambio de correspondencia con un amigo que +viviría en París y me informaría de los sucesos acaecidos, menos por +satisfacer mi curiosidad que por distraerme en la contemplación de +las locas agitaciones de los hombres. «¿No sería feliz así?--añadía +yo--¿No estarían satisfechos todos mis deseos?». Es indudable que aquel +proyecto halagaba mis inclinaciones. Pero, para remate de tan sensato +plan, sentía yo que mi corazón aguardaba aún algo, y que, para no tener +nada que desear en la más deliciosa soledad, era preciso... estar con +Manon. + +Sin embargo, Tiberio seguía prodigándome sus visitas para fortalecerme +en la determinación que me había inspirado y aproveché la ocasión +para insinuarme con mi padre. Declaróme éste que dejaba a sus hijos +la libertad de escoger el camino que les fuése más grato, y que sólo +se reservaba el derecho de ayudarlos con sus consejos. Diómelos muy +sensatos, tendiendo, menos a hacerme renunciar a mi proyecto, que a +hacérmelo abrazar con conciencia de lo que hacía. + +El comienzo del curso escolar se aproximaba. Convine con Tiberio en +ingresar juntos en el seminario de San Sulpicio; él para acabar sus +estudios de Teología, yo para empezar los míos. Su mérito, que era +harto conocido del obispo de la diócesis, le hizo obtener de aquel +prelado un beneficio de bastante consideración antes de su marcha. + +Mi padre, creyéndome curado del todo de mi pasión, no puso dificultad +ninguna en dejarme marchar. Llegamos a París. El traje eclesiástico +sustituyó a la Cruz de Malta, y al título de caballero el de abate Des +Grieux. Me apliqué al estudio con tal aplicación, que hice grandes +progresos en pocos meses. No perdía ni un momento del día y aun +empleaba parte de la noche. Mi reputación se hizo tan notoria que me +felicitaban ya por las dignidades que no podía menos de obtener; y, +sin haberlo solicitado yo, mi nombre fué escrito en la lista de los +beneficios. No menos fervoroso me mostraba en las prácticas religiosas, +a las que era asiduo. Tiberio estaba encantado de lo que miraba como +obra suya y en varias ocasiones vertió lágrimas de emoción ante lo que +llamaba mi conversión. + +Que las resoluciones humanas estén sujetas a rápidos cambios es +cosa que no me ha sorprendido nunca; una pasión las engendra y otra +pasión puede destruirlas. Pero cuando pienso en la santidad de las +que me llevaron a San Sulpicio y en la alegría que el cielo me hacía +experimentar al llevarlas a cabo, me espanto de la facilidad con que +pude romperlas. Si es verdad que la ayuda celeste es en todo momento +de una fuerza igual a la de las pasiones, que vengan a explicarme por +qué funesto ascendiente se encuentra uno arrastrado de súbito lejos de +su deber, sin encontrarse capaz de la menor resistencia y sin sentir el +menor remordimiento. Creíame absolutamente libertado de las debilidades +del amor. Parecíame que hubiese preferido la lectura de una página de +San Agustín o un cuarto de hora de cristiana meditación a todos los +placeres de los sentidos, sin exceptuar aquéllos que pudiera ofrecerme +la misma Manon. Sin embargo, un instante desdichado me hizo caer en el +precipicio, y mi caída fué tanto más irreparable porque, hallándome +de súbito en el mismo grado de profundidad de donde había salido, los +nuevos desórdenes en que caí me arrastraron a un abismo mucho más hondo. + +Llevaba casi un año en París sin ocuparme para nada de los asuntos de +Manon. Mucho trabajo me había costado al principio; pero los consejos, +siempre prudentes, de Tiberio y mis propios pensamientos habíanme +hecho obtener la victoria. Los últimos meses habían trascurrido con +tal tranquilidad que comenzaba a creerme a punto de olvidar a la +encantadora pérfida. Así llegó el tiempo en que había de hacer un +ejercicio público para ingresar en la Escuela de Teología. Rogué a +varias personas de mi más alta consideración que viniesen a honrar mis +exámenes con su presencia. Mi nombre voló así por todos los barrios de +París y llegó hasta los oídos de mi infiel. No le reconoció con toda +certeza bajo el título de abate; pero un resto de curiosidad, tal +vez el arrepentimiento de haberme engañado (jamás conseguí saber cuál +de aquellos dos sentimientos), hízola interesarse por un nombre tan +semejante al mío. Vino a la Sorbona con algunas otras damas, presenció +mi ejercicio y no cabe duda que debió costarle poco trabajo reconocerme. + +No supe nada de aquella visita. Es sabido que en tales lugares existen +habitaciones reservadas para las damas, que permanecen ocultas tras una +celosía. Volví a San Sulpicio cubierto de gloria y de cumplidos. Eran +las seis de la tarde. Un instante después vinieron a avisarme que una +señora quería verme. Fuí inmediatamente al locutorio. ¡Dios Santo, qué +sorprendente aparición! Allí estaba Manon. Era ella, pero más amable +y más radiante que la viera jamás. Había cumplido dieciocho años; sus +encantos sobrepujaban a cuanto puede imaginarse. ¡Tenía un aire tan +dulce, tan fino, tan fascinador!, el aire del amor mismo. Toda ella me +pareció un encanto. + +Quedé suspenso a su vista, y, no pudiendo conjeturar cuál era el objeto +de aquella visita, esperé, con los ojos bajos, tembloroso, a que se +explicase. Su turbación fué durante algún tiempo igual a la mía; pero +viendo que mi silencio continuaba, ocultó sus ojos con la mano para +disimular sus lágrimas. Díjome con un tono lleno de timidez, que +comprendía que su infidelidad merecía mi odio, pero que si era cierto +que alguna vez hubiese yo sentido la menor ternura por ella había +sido también harto cruel dejando pasar casi dos años sin preocuparme +para nada de su suerte, y aún mucho más viendo en el estado en +que se mostraba a mí sin apiadarme de ella ni tener para ella una +buena palabra. Imposible me sería expresar el desorden de mi alma al +escucharla. + +Sentóse; yo permanecí en pie, casi vuelto de espaldas, sin osar mirarla +frente a frente. Varias veces comencé a hilvanar una respuesta que +no tuve fuerzas para concluir. En fin hice un esfuerzo para exclamar +dolorosamente: «¡Pérfida, Manon! ¡Ah, pérfida, pérfida!». Repitióme +derramando lágrimas, que no pretendía justificar su perfidia. «¿Qué +pretendéis, entonces?--tuve fuerzas para exclamar aún.--¡Quiero +morir!--respondió--, si no me devolvéis vuestro corazón, sin el cual +no es posible que viva.--¡Pídeme, pues, la vida, infiel!--respondí, +derramando a mi vez lágrimas, que me esforzaba en vano por contener--; +¡Pídeme la vida, que es lo único que me queda por sacrificarte, pues mi +corazón nunca ha cesado de ser tuyo!». + +Apenas hube acabado de pronunciar estas últimas palabras, se levantó +para correr a mí y estrecharme en sus brazos con locura. Abrumóme +con las más apasionadas caricias, llamóme con los más tiernos +nombres que inventó el amor para expresar sus más vivas ternuras. +Yo no la contestaba aún, sino con languidez. ¡Qué tránsito desde la +tranquila paz en que había vegetado a los tumultuosos sentimientos +que sentía renacer! Hallábame aterrado; me estremecía, como sucede +cuando nos vemos perdidos de noche en una campiña solitaria: nos +creemos transportados a un mundo desconocido; nos sobrecoge un horror +secreto, del que no nos reponemos hasta haber explorado bien todos los +alrededores. + +Sentámosnos uno junto a otro. Cogí sus manos entre las mías. «¡Ah, +Manon!--díjele acompañando mis palabras de una mirada llena de +tristeza--No esperaba la negra traición con que pagasteis mi amor. +Bien fácil os era engañar a un pobre corazón en que reinabais como +única señora y que cifraba su dicha en obedeceros y seros grato. +Decidme ahora si habéis encontrado otro tan tierno o tan sumiso. No, +imposible, la naturaleza no ha hecho otro de mi temple. Decidme al +menos si pensasteis en él alguna vez con nostalgia. ¿Qué fe he de poner +en vuestra bondad, que hoy os hace venir a consolarle? Bien veo que +sois más encantadora que nunca, pero, a cambio de cuanto por vos sufrí, +bella Manon, decidme si seréis más fiel». + +Tales y tan tiernas cosas me dijo sobre su arrepentimiento y con +tales juramentos se ligó a la fidelidad inquebrantable que acabó +por enternecerme. «Amada Manon--suspiré con una mezcla extraña de +expresiones amorosas y teológicas--; eres demasiado adorable para una +criatura humana. Siento mi corazón arrebatado por victorioso deliquio. +Todo lo que de libertad se habla en San Sulpicio, no es sino una +quimera. Voy a perder mi fortuna y mi reputación por ti, lo preveo; +leo en tus lindos ojos mi destino, pero ¿de qué pérdidas no me vería +consolado por tu amor? Los favores de la fortuna no me importan, +la gloria me parece humo, mis planes de vida eclesiástica, locos +desvaríos, todo bien que no sea el que a tu lado espero es un bien +despreciable, puesto que no tendría fuerza ni un solo instante en mi +corazón contra una sola de tus miradas». + +Aunque ofreciéndole para lo futuro un olvido general de sus pecados +quise saber cómo se había dejado seducir por M. de B... Contóme que, +habiéndola visto asomada a la ventana, se había enamorado de ella; que +le había hecho su declaración en estilo de Granjero-General; es decir, +haciéndole saber que el pago sería proporcionado a los favores; que +había comenzado por capitular aunque sin otra idea que la de sacar de +él alguna cantidad considerable que nos ayudase a vivir cómodamente; +que la había deslumbrado con tan magníficas promesas que se había +dejado vencer poco a poco. Añadió que debía yo, sin embargo, juzgar +su remordimiento por las muestras de dolor que había dado la víspera +de nuestra separación y que, pese a la opulencia de que la rodeara, +jamás había sido feliz con él, no sólo porque no hallaba, añadió, la +delicadeza de mis sentimientos y el encanto de mis modales, sino porque +en medio de los placeres con que la obsequiaba, guardaba en el fondo de +su corazón el recuerdo de mi amor y el remordimiento de su infidelidad. +Hablóme de Tiberio y de la gran turbación que su visita le produjo. +«Una estocada en el corazón hubiese alterado menos mi sangre. Volvíle +la espalda sin poder sostener ni un momento su presencia». + +Continuó contándome por qué medios supo mi estancia en París, mi cambio +de condición y mis ejercicios de la Sorbona. Me aseguró que se había +emocionado de tal modo durante la controversia que le había costado +gran trabajo contener sus lágrimas, sus gemidos y aun sus gritos, +que en más de una ocasión estuvieron a punto de estallar. Díjome, +por último, que había salido la última de aquel lugar, para ocultar +a las miradas indiscretas su turbación y que, siguiendo los impulsos +de su corazón y la impetuosidad de sus deseos, había venido derecha +al seminario con la resolución de morir si no me hallaba dispuesto a +perdonarla. + +¿Dónde habría un bárbaro que ante arrepentimiento tan vivo y tan +apasionado no se hubiese conmovido? Por lo que a mí se refiere +comprendí que hubiese sido capaz de sacrificar a Manon en aquel momento +todos los obispados de la cristiandad. La pregunté qué nuevo orden +creía ella debíamos poner en nuestros negocios. Propúsome lo primero +salir del seminario y suspender toda decisión hasta hallarnos en lugar +más seguro. Consentí en cuanto quiso, sin replicar. Fuese, pues, en su +carroza, a esperarme en la esquina de la calle. Escapéme un momento +después, sin que el portero me viese, y ganando el coche, subí con +ella. Detuvímosnos en una tienda de ropas usadas; volví a recobrar +galones y espada. Manon corrió con los gastos, pues yo no tenía dinero +alguno, porque ante el temor de que pudiese hallar algún obstáculo +para salir de San Sulpicio no había querido que volviese a mi cuarto +a recogerlo. Por otra parte mi tesoro era escaso y en cambio ella lo +bastante rica, gracias a las liberalidades de M. de B..., para desdeñar +lo que me obligaba a abandonar. En casa del ropavejero discutimos el +partido que convenía tomar. Para hacerme más grato el sacrificio de +M. de B... decidió no andarse en paliativos con él. «Quiero dejarle +los muebles, que son suyos. Es de justicia--dijo Manon--. En cambio me +llevaré, como es natural, mis alhajas y casi sesenta mil francos que le +he sacado en dos años. Ningún derecho sobre mí le he dado--añadió--, +así es que podemos vivir sin temor en París, alquilando una casa +cómoda, donde seremos felices». + +Hícele observar que si no había peligro para ella habíalo y muy grande +para mí, que tarde o temprano acabaría por ser reconocido, y que +estaría continuamente expuesto al mismo peligro por el que ya pasé +una vez. Me hizo comprender que sentiría mucho tener que dejar París. +Amábala tanto que temeroso de enojarla no había peligro que no fuése +capaz de correr por ella. Pero, por fin, hallamos un justo medio +razonable, que consistía en alquilar una casa en los alrededores, en +cualquier pueblecillo, desde donde pudiésemos ir a la ciudad siempre +que nos fuése menester para diversiones o negocios. Escogimos Chaillot, +que no está muy lejos. Manon volvió acto seguido a su casa, y yo me fuí +a esperarla a la puerta pequeña del jardín de las Tullerías. + + [Ilustración] + + [Ilustración] + +Volvió una hora más tarde en una carroza de alquiler, con una muchacha +que la servía y algunos baúles, donde estaban encerrados sus +trajes y cuantas cosas tenía de valor. + +Poco tardamos en llegar a Chaillot. Nos hospedamos la primera noche en +la posada para tener tiempo de buscar una casa o por lo menos un piso +donde instalarnos con comodidad. Hallamos, al siguiente día, uno de +nuestro agrado. + +Mi felicidad me pareció establecida sobre bases de firmeza +inquebrantable. Manon era la dulzura y la complacencia personificadas. +Tenía para mí tales y tan delicadas atenciones que por ellas me creí +compensado de todas mis penas. Como habíamos adquirido los dos un +poco de experiencia, razonábamos sobre la solidez de nuestra fortuna. +Sesenta mil francos que constituían el fondo de nuestra riqueza, +no eran una suma que pudiera dar de sí para toda una vida. Tampoco +estábamos dispuestos a limitar nuestros gastos con exceso. La mayor +virtud de Manon, como tampoco mía, no era el ahorro. He aquí el plan +que nos trazamos: «Sesenta mil francos--dije--pueden sostenernos +seis años. Dos mil escudos al año nos bastarán si seguimos viviendo +en Chaillot. Llevaremos vida decorosa, pero sencilla. Nuestro único +gasto será la carroza y el teatro. Ya nos arreglaremos. A la Ópera, +que os agrada, iremos dos veces por semana. En cuanto al juego nos +las compondremos de modo que nuestras pérdidas no pasen nunca de dos +_pistolas_. Es imposible que en el espacio de seis años no haya ningún +cambio en mi familia; mi padre es viejo, puede morir y me hallaría +entonces en situación desahogada, por encima de todo temor». + +Aquel acuerdo no hubiese sido ciertamente la mayor locura de mi vida si +hubiésemos sido capaces de atenernos a él. Pero nuestras resoluciones +no duraron arriba de un mes: Manon sentía pasión por el placer, yo por +ella. Surgían a cada instante nuevas ocasiones de gastar, y lejos de +lamentar los profusos despilfarros yo era el primero en proporcionarle +cuanto creía que podía serle grato. Nuestra casita de Chaillot +comenzaba a cansarle. + +Aproximábase el invierno; todo el mundo volvía a la ciudad, y el campo +iba a quedar desierto. Propúsome volver a París; no consentí en ello, +pero para complacerla de algún modo díjele que podíamos alquilar un +piso amueblado donde pasar la noche los días en que acabasen muy tarde +las reuniones que frecuentábamos, puesto que la gran incomodidad que +suponía volver tan tarde a Chaillot era el pretexto que ponía para +querer abandonarle. Teníamos así dos alojamientos, uno en la ciudad y +otro en el campo. Aquel cambio introdujo pronto el desorden en nuestros +asuntos, provocando dos aventuras que fueron causa de nuestra ruina. + +Manon tenía un hermano que era guardia de Corps y que resultó +desgraciadamente vecino de nuestra misma calle. Reconoció a su hermana +viéndola una mañana en la ventana. Vino en seguida a vernos. Era +hombre brutal y sin principios de honor. Entró en nuestra habitación +profiriendo tremendos juramentos, y como conocía una parte de las +aventuras de su hermana abrumóla a injurias y reproches. + +Había salido yo momentos antes, lo que no dejó de ser una suerte para +él o para mí, poco dispuesto a sufrir injurias de nadie. No volví a +nuestro albergue hasta después de su marcha. La tristeza de Manon me +hizo, sin embargo, sospechar que algo extraordinario había ocurrido. +Contóme la escena desagradable y la actitud brutal de su hermano. Me +sentí tan indignado que hubiese querido correr inmediatamente a tomar +venganza si ella, con sus lágrimas, no me hubiese detenido. + +Mientras estábamos hablando, el guardia de Corps volvió a entrar en la +habitación sin hacerse anunciar. Ciertamente que, de haberle conocido, +no le hubiese recibido con tanta urbanidad como lo hice; pero después +de saludarnos sonriente, dijo a Manon que venía a darle excusas de su +arrebato: que la había creído en una vida de desarreglo, y que aquella +idea había encendido su ira; pero que habiendo interrogado a un criado +sobre mi persona había averiguado cosas tan halagüeñas para mí que su +mayor deseo era el de llevarse bien con nosotros. + +Aunque aquella información procedente de uno de mis lacayos tenía +algo de raro y aun de chocante, recibí sus cumplidos de buena fe, +creyendo dar gusto a Manon, que parecía encantada de verle dispuesto a +reconciliarse. + +Hicímosle quedarse a comer. + +En pocos momentos se hizo tan familiar, que habiéndonos oído hablar de +nuestra vuelta a Chaillot, quiso absolutamente acompañarnos. Hubo que +cederle un sitio en la carroza. Fué una verdadera toma de posesión, +porque se aficionó de tal modo a vernos que hizo de la nuestra su casa, +y se hizo dueño en cierto modo de cuanto nos pertenecía. Llamábame +hermano, y pretextando la gran confianza que tenía, dió en llevar +a todos sus amigos a Chaillot y en obsequiarlos a costa nuestra. +Vistióse con magnificencia por nuestra cuenta y hasta nos comprometió +a pagar todas sus deudas. Cerraba yo los ojos a aquella tiranía para +no disgustar a Manon y aun aparentaba no darme cuenta de que de vez +en cuando le sacaba sumas de consideración. Verdad es que, siendo un +terrible jugador, tenía la honradez de entregarle una parte de las +ganancias cuando la fortuna le era favorable; pero la nuestra era +demasiado mediocre para poder atender a tan considerables gastos. A +punto estaba yo de tener una explicación con él para librarme de sus +inoportunidades, cuando un accidente funesto me ahorró el trabajo, +causándonos otro mucho más grave, que nos dejó sin recursos. + +Nos habíamos quedado un día a dormir en París, como sucedía con harta +frecuencia. La criada que dejábamos en tales ocasiones en Chaillot al +cuidado de la casa vino a advertirme por la mañana que había habido +un incendio durante la noche en nuestra casa y que había costado gran +trabajo el extinguirlo. La pregunté si nuestro mueblaje había sufrido +algún daño y me respondió que era tal la multitud de gente extraña que +había tomado parte en la extinción que no podía responder de nada. +Temblé por nuestro dinero, encerrado en una cajita, y fuíme a Chaillot +con la mayor premura. ¡Diligencia inútil! La caja había desaparecido +ya. Comprendí entonces cómo puede amarse el dinero sin ser avaro. La +pérdida de mi tesoro me causó tan vivo dolor que casi perdí la razón. +Comprendí de golpe las nuevas desdichas que me aguardaban. La pobreza +era la menor. Conocía a Manon; sabía que por muy fiel y enamorada +que fuése en la fortuna, no había que contar con ella en la miseria. +Gustaba demasiado de la abundancia y los placeres para sacrificármelos. +«¡La perderé!--exclamé--¡Desgraciado caballero, volverás a verte +privado de cuanto amas en el mundo!». Tal idea me hizo caer en tan +negra desesperación que por un momento pensé que tal vez sería mejor +acabar mis males con la muerte. + +Sin embargo, quedóme bastante presencia de ánimo para examinar por +anticipado si no me quedaba ningún otro recurso. El cielo me sugirió +una idea que contuvo mi desesperación; parecióme que no sería imposible +ocultar nuestra pérdida a Manon y que por habilidad, o con ayuda de la +casualidad, podría subvenir a sus necesidades en medida suficiente para +que no sintiese privación ninguna. + +«Contaba yo--me decía a mí mismo, para consolarme--con que veinte mil +escudos nos bastarían para seis años. Figurémonos que los seis años han +pasado y que ninguno de los cambios que esperaba haya tenido lugar en +mi familia. ¿Qué partido tomaría? No lo sé; pero ¿qué haría entonces +que no pueda hacer ahora? ¡Cuántas gentes viven en París que no poseen +ni mi ingenio, ni mis cualidades naturales y que, sin embargo, deben +sus medios de vida a sus habilidades propias! La Providencia--añadía, +razonando siempre sobre los diversos estados de la vida--, ¿no ha +arreglado las cosas sabiamente? La mayoría de los ricos y de los +poderosos son necios. Esto está bien claro para quien conoce un poco el +mundo. Pues bien, en ello hay una ley de justicia admirable; si ellos +uniesen el talento al poder y a la riqueza serían demasiado felices, y +el resto de los humanos demasiado desdichados. Las cualidades físicas +y morales han sido concedidas a los menesterosos como medio de salir +de la pobreza y la miseria. Los unos tratan de aprovecharse de la +riqueza de los ricos, ayudándoles en sus placeres, y hacen de ellos sus +víctimas; los otros, contribuyen a su instrucción y tratan de hacer de +ellos hombres honrados; claro es que rara vez lo consiguen; pero eso ya +no entra en los planes de la divina sabiduría; por lo menos sacan fruto +a sus desvelos: el de vivir a costa de aquéllos a quienes instruyen. De +cualquier modo que se mire es innegable que es una renta saneada para +los pobres la necedad de los ricos». + +Tales pensamientos me reanimaron un poco el corazón y la cabeza. +Resolví como primera medida, ir a consultar a M. Lescaut, hermano de +Manon. Conocía perfectamente París y ocasiones no me habían faltado +para convencerme que no era ni de sus rentas, ni de la paga del Rey, +de donde sacaba sus más saneados ingresos. Quedábanme apenas veinte +_pistolas_ que felizmente para mí, guardaba en el bolsillo. Mostréle +mi bolsa confiándole mi desgracia y mis crueles dudas, y acabé por +preguntarle si no veía para mí más solución que morirme de hambre o +saltarme, desesperado, la tapa de los sesos. Contestóme que saltarse la +tapa de los sesos era recurso de necios; en cuanto a morirse de hambre, +efectivamente, había mucha gente de ingenio que se veía reducida a ello +cuando no quería hacer uso de sus habilidades; que sólo de mí dependía +el saber si era o no capaz de ello; que, por lo que a él se refería, no +podía sino ofrecerme su ayuda y su consejo en todas mis empresas. + +«Todo eso es muy vago--le respondí.--Mis apuros piden más pronto +remedio, y soluciones más radicales, así por ejemplo, ¿qué voy a decir +a Manon?--A propósito de Manon--me interrumpió--; ¿qué es lo que os +apura? ¿No tenéis en ella el medio, con sólo quererlo, de acabar para +siempre con vuestras inquietudes? Una mujer como ella debía bastar a +sostenernos a los tres». Cortóme la respuesta que tal impertinencia +merecía, para decirme que me garantizaba mil escudos a partir entre los +dos, antes de la noche, si aceptaba su consejo; que conocía a un señor, +liberal en materia de placeres, que estaba seguro que daría gustoso los +mil escudos con tal de obtener los favores de una mujer como Manon. + +Le interrumpí: «Tenía mejor opinión de vos; siempre creí que el +motivo que os impulsaba a distinguirme con vuestra amistad era un +sentimiento muy distinto del que os mueve a hablarme ahora». Confesóme +impúdicamente que lo mismo había pensado siempre y que, desde que su +hermana había violado las leyes de su sexo, aunque fuése en favor +del hombre que más amaba en el mundo, no se había reconciliado con +ella sino con el designio de sacar provecho de su mala conducta. Poco +trabajo me costó comprender que hasta entonces habíamos sido sus +víctimas. Por muy grande que fuera la impresión que su discurso me +causara, la necesidad que tenía de él me obligó a contestarle riendo +que su consejo era un recurso extremo, que habría que dejar para un +caso desesperado. Le rogué que me indicase otro cualquier camino. + +Propúsome en vista de ello aprovechar mi juventud y mi buena figura +para ponerme bajo la protección de alguna dama vieja y generosa. +Tampoco me agradó aquel medio que me hacía infiel a Manon. + +Le hablé yo entonces del juego como del remedio más decoroso y más +conveniente a mi situación. Díjome que el juego era en verdad un +recurso pero que aquello exigía una explicación; que ponerse a jugar +con las esperanzas de la suerte era rematar seguramente mi pérdida; que +tratar de emplear yo sólo y sin ninguna ayuda ajena, los medios que +cualquier hombre hábil usa para corregir las injusticias de la suerte, +era oficio harto peligroso; que quedaba un tercer recurso que era el +de la asociación, aunque mi juventud le hacía temer que los señores +confederados no me juzgasen con las cualidades necesarias para entrar +en la liga. Sin embargo, ofrecióme interponer sus buenos oficios y lo +que es más, y nunca hubiese esperado de él, puso a mi disposición algún +dinero si me urgía. Yo, por mi parte, lo único que le pedí fué que nada +dijese a Manon de la pérdida que habíamos sufrido ni de la conversación +habida entre ambos. + +Salí de su casa aún menos satisfecho que había entrado, y hasta me +arrepentí de haberle confiado mi secreto. Nada había hecho por mí que +no hubiese podido lograr de él sin necesidad de confiarle mi cuita, y +en cambio temía mortalmente que faltase a la promesa que me hiciera +de no decir nada a Manon. Además, llegué a temer, analizando sus +sentimientos para con mi querida, que aspirase a explotarla por su +cuenta, arrancándola de mis manos o aconsejándola por lo menos que me +abandonase por otro amante más rico y más feliz. Respecto a todo esto +hice mil reflexiones que no sirvieron sino para atormentarme y renovar +la desesperación en que me hallaba por la mañana. Varias veces se me +ocurrió el pensamiento de escribir a mi padre fingiendo una nueva +conversión para así obtener algún dinero, pero me detuvo la idea de +que, pese a su bondad, me había encerrado seis meses en severa prisión +por mi primera falta y que después de un escándalo, como el que debió +de producir mi fuga de San Sulpicio, me impondría castigo mucho más +severo. + +En fin, en aquel torbellino de ideas se destacó una que devolvió la +calma a mi espíritu y me hizo asombrarme de no haberla concebido antes. +Fué recurrir a Tiberio en quien tenía la seguridad de hallar el mismo +fondo de amistad. Nada hay más admirable, ni nada hace más honor a +la virtud que la confianza con que nos dirigimos a las personas cuya +probidad nos es conocida. Sentimos que no hay riesgo en ello; si no +siempre están en condiciones de ayudar materialmente, por lo menos +estamos seguros de hallar bondad y compasión. El corazón que se cierra +con tan gran cuidado, ante los otros hombres, ábrese espontáneamente en +su presencia como se abre una flor a la luz del sol, del que no espera +sino una dulce influencia. + +Miré como prueba de la protección celestial el haberme acordado tan +oportunamente de Tiberio y decidí buscar los medios de verle antes de +la noche. Volvíme inmediatamente a mi casa para escribirle y señalarle +sitio propio para nuestra entrevista. Le encarecía el silencio y la +discreción como uno de los mayores servicios que podía hacerme en mi +situación delicadísima. La alegría que la esperanza de verle encendía +en mi espíritu borró las huellas de la pena que Manon hubiese notado +seguramente. Habléle de nuestra desgracia de Chaillot como de una +bagatela que no tenía por qué inquietarla. Como París era el lugar +del mundo que más le agradaba, oyóme con gusto decir que convenía +permanecer allí hasta que en nuestra residencia campesina se reparasen +algunos desperfectos causados por el incendio. + +Una hora más tarde recibí la respuesta de Tiberio que me ofrecía ir +al lugar designado. Corrí impaciente. Sentía, sin embargo, vergüenza +de mostrarme a un amigo cuya sola vista era un reproche para mis +desórdenes; pero la idea que tenía de la bondad de su corazón y el +interés de Manon, sostuvieron mi flaqueza. + +Habíale rogado que me esperase en el jardín del _Palais-Royal_. Llegó +antes que yo. Estrechóme largamente entre sus brazos y sentí su +rostro bañado en llanto. Díjele que me presentaba ante él confuso y +avergonzado y que comprendía toda mi ingratitud; que lo primero que +le rogaba era que dijese si me era aún permitido mirarle como amigo +después de haber merecido tan justamente perder su estimación y su +cariño. Respondióme con ternura que nada en el mundo era capaz de +hacerle renunciar a esa cualidad; que mi desgracia, y aun mis faltas +y ligerezas, no habían hecho sino redoblar su cariño hacia mí; pero +que era un cariño mezclado con vivísimo dolor, tal como se siente por +una persona muy amada a quien se ve caminar a su perdición sin poderlo +remediar. + +Nos sentamos en un banco. «¡Ay!--le dije con un suspiro que salía del +fondo de mi corazón--Vuestra compasión ha de ser inmensa, querido +Tiberio, si como me aseguráis es igual a mis penas. Vergüenza me causa +confesarlas, pues he de decir que la causa de ellas no es gloriosa; +pero las consecuencias son tan tristes que no es necesario quererme, +como me queréis, para sentirse enternecido». + +Me pidió como una prueba de amistad que le contase todo lo sucedido +desde mi salida de San Sulpicio. Satisfice su curiosidad, y lejos de +alterar nada de la verdad, ni tratar de disimular mis faltas para +hacerlas excusables, le hablé de mi pasión con toda la fuerza que me +inspiraba. Se la expliqué como uno de esos golpes del destino que se +complace en la ruina de un infeliz y de que tan difícil es a la virtud +defenderse como a la prudencia prevenirse. Hícele vivísima pintura de +mis zozobras, mis inquietudes, de la desesperación en que me encontraba +dos horas antes de verle y del estado en que recaería si me faltaba el +apoyo de mis amigos tan implacablemente como el de la fortuna. En fin, +conseguí emocionar de tal modo al buen Tiberio, que le vi tan afligido +por la compasión como lo estaba yo por la pena. + +No se cansaba de abrazarme y exhortarme a tener conformidad y valor, +pero como insistía en creer que había de separarme de Manon hícele +comprender claramente que era esa separación lo que yo miraba como +la mayor de las desgracias y que estaba dispuesto a sufrir no ya la +miseria sino hasta la muerte antes de aceptar un remedio que me parecía +peor que todos mis males juntos. + +«Explicáos--me dijo entonces--. ¿Qué clase de ayuda puedo prestaros +puesto que os subleváis contra todos los medios que os propongo?». +No osaba yo confesarle que era de su bolsa de lo que había menester. +Comprendiólo al fin y permaneció un rato con el aire de persona que +duda. «No creáis--replicó por fin--que mi súbita frialdad provenga +de un relajamiento en mi celo y mi amistad para vos; pero, ¡en qué +alternativa me ponéis, entre negaros el único socorro que queréis +aceptar o faltar a mi deber concediéndooslo!... porque, ¿no es +contribuir a vuestros desórdenes daros los medios de perseverar en +ellos?». «Sin embargo--continuó tras unos momentos de reflexión--, +quiero creer que sea tal vez el estado violento en que os precipita +vuestra indigencia lo que os priva de libertad para tomar el mejor +partido. Hace falta un ánimo sereno para gustar de la sabiduría y de +la verdad. Encontraré medio de procuraros algún dinero. Permitidme, +mi querido caballero--añadió abrazándome--, poneros tan sólo una +condición, y es que a lo menos me indicaréis el lugar donde viváis y no +os opondréis a que realice mis esfuerzos para traeros al camino de la +virtud, del que sólo la violencia de vuestras pasiones os aleja». + +Concedíle gustoso cuanto me pedía y tan sólo le supliqué a mi vez que +compadeciese mi mala suerte que me arrastraba a desaprovechar los +consejos de amigo tan virtuoso. Llevóme acto seguido a casa de un +banquero amigo suyo que me prestó cien _pistolas_ contra una letra +suya, pues él no tenía en aquel momento dinero disponible. Ya he dicho +que no era rico. Su beca era de mil escudos, pero como era el primer +año que estaba en posesión de ella, aún no había cobrado sus rentas, +así que era sobre sus futuros beneficios sobre los que me hacía el +préstamo. + +Comprendí todo el valor de su generosidad. Me emocioné hasta el punto +de deplorar la ceguedad de un amor fatal que me hacía faltar a todos +los deberes. La virtud tuvo durante unos momentos fuerza bastante para +proyectar vivísima luz en mi espíritu, haciéndome ver la indignidad de +mis cadenas. Pero el combate fué ligero y duró poco. La vista de Manon +me hubiese hecho abandonar el cielo y asombréme, al volver a su lado, +de haber podido, por un momento, considerar vergonzosa una ternura tan +justificada por objeto tan encantador. + +Manon era una criatura de carácter extraordinario. Jamás mujer alguna +tuvo menos apego que ella al dinero; pero, en cambio, no podía +permanecer en paz ante el temor de que pudiese faltarle. Eran placeres +y pasatiempos gratos lo que le era menester; no hubiese por su gusto +tocado una pieza de cobre si hubiese sido dable divertirse gratis. +Ni siquiera se informaba de cuál era el estado de nuestra fortuna a +condición de pasar agradablemente el día. De modo que no siendo ni muy +dada al juego, ni apasionada de un lujo extraordinario, nada más fácil +que tenerla contenta con sólo inventar cada día una diversión. Pero +eso sí, érale tan necesario el placer que sin él no había la menor +probabilidad de poder influir sobre su humor y sus inclinaciones. Así +pues, aunque me amaba tiernamente, y era yo el único capaz de hacerle +gustar perfectamente las delicias del amor, tenía la certeza de que su +ternura no resistiría a ciertos temores. Me hubiese preferido al mundo +entero con una fortuna mediocre; pero tenía la triste certeza de que me +abandonaría por un M. de B... cualquiera en cuanto yo no tuviese para +ofrecerle sino mi constancia y mi fidelidad. + +Decidí en vista de todo esto, reducir de tal modo mis gastos +particulares que en cualquier momento me hallase en condiciones de +subvenir a los suyos y antes privarme de mil cosas necesarias que +suprimirle a ella ninguna por superflua que fuése. La carroza me +asustaba más que todo el resto, pues no veía medio de sostener al +cochero y los caballos. + +Descubrí mis zozobras a Lescaut. No le había ocultado haber recibido +cien pistolas de un amigo. Repitióme que si quería probar fortuna en el +juego no desesperaba, siempre que estuviese yo dispuesto a sacrificar +un centenar de francos para obsequiar a sus asociados, de que ellos me +admitiesen, gracias a su recomendación, en la liga de la industria. +Pese a mi repugnancia a engañar, dejéme arrastrar por una cruel +necesidad. + +Lescaut presentóme aquella misma noche como pariente suyo. Añadió que +tenía yo tantas más probabilidades de éxito cuanto que mayores eran +mis necesidades de dinero. Sin embargo, para hacer ver que mi miseria +no era la de un hombre reducido al último extremo, anuncióles que me +proponía invitarles a cenar. La invitación fué aceptada; tratéles +espléndidamente. Hicieron largos comentarios sobre la gentileza de mi +figura y mis felices disposiciones. Sostuvieron que se podía esperar +mucho de mí, porque habiendo en mi rostro algo que denunciaba a la +legua al hombre honrado, nadie desconfiaría de mis manejos. En fin, +dieron las gracias a Lescaut por haberles proporcionado un novicio de +mis méritos, y encargaron a dos caballeros de darme durante algunos +días las instrucciones necesarias. + +El teatro principal de mis empresas había de ser el Hotel de +Transilvania, donde había una mesa de faraón en una sala y otros varios +juegos de cartas y de dados en la galería. Aquella academia funcionaba +en provecho del príncipe de R..., que habitaba entonces en Clagny, y +la mayoría de sus oficiales pertenecían a nuestra sociedad. ¿Lo diré +para vergüenza mía? En poco tiempo supe aprovechar las lecciones de mi +maestro. Adquirí sobre todo gran habilidad para escamotear la carta +y, con ayuda de unos puños largos y rizados, hacíala desaparecer lo +bastante ligeramente para engañar las miradas más hábiles, y arruinar +sin tener apariencias de ello a no pocas gentes honradas. Habilidad tan +extraordinaria acrecentó de tal modo mis ingresos que en pocas semanas +me hallé dueño de sumas considerables, sin contar las que de buena fe +compartía con mis asociados. + +No temí entonces ya participar a Manon nuestra pérdida de Chaillot, y +para consolarla, al comunicarle la nueva infausta, alquilé una casa +amueblada donde instalarnos con apariencias de opulencia y seguridad. + + [Ilustración] + + [Ilustración] + +Tiberio, durante aquel tiempo, no había dejado de visitarme con +frecuencia. Sus sermones no acababan nunca. Sin cesar me representaba +todo el daño que hacía a mi conciencia, a mi honra y a mi fortuna. +Oía sus consejos deferente, y aunque no tenía la menor intención +de seguirlos, le agradecía su interés, conocedor del cariño que le +inspiraba. Algunas veces bromeaba con él en presencia misma de Manon, +y exhortábale a no ser tan escrupuloso cuando no pocos sacerdotes y +aun obispos sabían hacer perfectamente compatible una querida con un +beneficio. «Mirad--decíale señalando los ojos de mi amiga--y decid +si no hay falta que esté disculpada por tan bella causa». Hacía +acopio de paciencia; llevóla aún asaz lejos, pero cuando vió que +mis riquezas iban en aumento y que no sólo le había pagado sus cien +_pistolas_ sino que, habiendo alquilado una casa y doblado mis gastos, +iba a precipitarme aún más en los placeres, cambió por completo de +conducta. Quejóse de mi contumacia, amenazóme con el castigo del cielo +y me predijo una parte de las desgracias, que no tardaron en llover +sobre mí. «Es imposible--me dijo--que las riquezas que os sirven para +mantener vuestros desórdenes os hayan venido por vías legítimas. Las +habéis adquirido injustamente y de igual modo os veréis privado de +ellas. El mayor castigo que Dios pudiera daros sería el de dejaros +disfrutar tranquilamente de ellas. Todos mis consejos os han sido +inútiles; ya preveía yo que pronto os parecerían enojosos. Adiós +ingrato y débil amigo. ¡Ojalá vuestros criminales deleites se evaporen +como una sombra, quiera el cielo que vuestra dicha y vuestras riquezas +desaparezcan sin remedio, para que solo y desnudo podáis comprender la +vanidad de los bienes que tan locamente os embriagaron! Entonces será +cuando me halléis dispuesto a amaros y serviros, pero hoy rompo todo +trato con vos y abomino de la vida que lleváis». + +Fué en mi habitación, ante los ojos de Manon, donde me dirigió esta +arenga apostólica. Levantóse para retirarse; quise detenerle, pero a mi +vez fuí detenido por Manon, que me dijo que era un loco a quien había +que dejar franca la salida. + +Su discurso no dejó de hacerme alguna impresión. Hago notar los varios +impulsos de mi corazón para volver a los senderos del bien, porque +a este recuerdo he debido parte de mi fuerza en las más tristes +circunstancias de mi vida. Las caricias de Manon disiparon en un +momento el disgusto que tal escena me había causado. Seguimos llevando +una vida de placeres y amor. El aumento de riquezas redobló nuestro +cariño. Venus y la Fortuna no tenían esclavos más tiernos y felices. +¡Dioses! ¿Por qué llamar al mundo lugar de miserias, cuando pueden +disfrutarse en él tales dichas? Pero, ¡ay de mí!, su esencia misma +estriba en ser fugaces. ¿Qué otra dicha podría uno anhelar si fuesen de +naturaleza de durar siempre? Las nuestras siguieron el común destino, +es decir, durar poco y traer tras sí un cortejo de amargas nostalgias. + +Había realizado en el juego tales ganancias que comencé a pensar en +la conveniencia de colocar parte del dinero. Nuestros criados no +ignoraban nuestra prosperidad, sobre todo mi ayuda de cámara y la +doncella de Manon, delante de los cuales hablábamos sin rebozo. La +muchacha era guapa y mi ayuda de cámara estaba enamorado de ella. +Habíanselas con amos jóvenes y confiados a quienes se figuraron poder +engañar fácilmente. Concibieron el designio, y lo realizaron, tan +desdichadamente para nosotros, que nos colocaron en estado tal que +jamás nos fué posible salir de él. + +Habiéndonos invitado una noche Lescaut a cenar, eran cerca de las doce +cuando volvimos a casa. Llamé a mi criado, Manon a su doncella; ni el +uno ni el otro acudieron. Nos dijeron que desde las ocho de la noche +no se les había visto por la casa, pues salieron, haciendo previamente +trasladar unos cajones, obedeciendo las órdenes que decían haber +recibido de nosotros. Supuse desde luego algo de la realidad; pero no +forjé sospecha que no fuése sobrepujada por lo que vi al entrar en mi +cuarto. La cerradura de mi secreter había sido saltada y mi dinero y +mis ropas habían desaparecido. En los momentos en que meditaba sobre lo +sucedido vino a mí Manon, consternada, diciéndome que en su habitación +habían hecho el mismo saqueo. + +Fué tan cruel el golpe, que sólo merced a un esfuerzo extraordinario +de mi razón no me abandoné a los gritos y las lágrimas. El temor de +comunicar mi desesperación a Manon hízome tomar aires tranquilos. +Díjele, bromeando, que me vengaría sobre algún incauto del hotel de +Transilvania. Sin embargo, parecióme tan abatida por la desgracia, que +su pena tuvo más fuerza para afligirme que mi fingida alegría había +tenido para impedir su excesivo abatimiento. «¡Estamos perdidos!», +díjome con lágrimas en los ojos. Traté vanamente de consolarla con +mis caricias; mis propias lágrimas traicionaban mi desesperación y mi +consternación. En efecto, estábamos tan absolutamente arruinados, que +no nos quedaba ni una camisa. + +Tomé el partido de enviar a buscar en seguida a Lescaut. Aconsejóme +ir sin tardanza a ver al jefe superior de policía y al gran preboste +de París. Fuí, pero para mi mal; pues, aparte de que aquel paso, así +como los que hice dar a varios oficiales de policía, no sirvieron para +nada, di tiempo a Lescaut para hablar con su hermana y sugerirle en mi +ausencia una atroz determinación. Hablóla de M. de G... M..., viejo +voluptuoso que pagaba pródigamente los placeres, y le hizo ver tales +ventajas en ponerse bajo su protección que, turbada como estaba por +nuestra desgracia, acabó por aceptar cuanto él tuvo a bien proponerle. +Tan honroso trato cerróse antes de mi regreso, y su realización quedó +aplazada para el día siguiente, después que Lescaut hubiese prevenido +a M. de G... M... Encontré a Lescaut que me aguardaba en mi casa; +pero Manon se había acostado y dado orden a su lacayo de decirme que, +necesitada como estaba de reposo, me rogaba la dejase sola por aquella +noche. Lescaut se separó de mí, no sin ofrecerme unas _pistolas_, que +acepté. Eran ya las cuatro cuando me acosté, y habiendo aun meditado +largamente sobre los medios de rehacer mi fortuna, me dormí tan tarde +que hasta las once no pude despertarme. Levantéme prestamente para ir +a informarme de la salud de Manon y me dijeron había salido una hora +antes con su hermano, que vino a recogerla en una carroza de alquiler. +Aunque tal salida me pareció sospechosa, violentéme para rechazar mis +sospechas. Dejé transcurrir algunas horas, que pasé entregado a la +lectura. Por fin, no siendo ya dueño de mi inquietud, púseme a pasear +a grandes pasos por nuestras habitaciones. Vi en la de Manon una carta +cerrada que estaba sobre su mesa. La abrí con mortal presentimiento. +Estaba concebida en estos términos: + +«Te juro, amado caballero, que tú eres el ídolo de mi corazón y que +no hay sino tú en el mundo a quien pueda amar como te amo... ¿Pero no +comprendes, pobre alma mía, que en las circunstancias a que nos vemos +reducidos es necia virtud la fidelidad? ¿Crees que sin pan vive la +ternura? El hambre me causaría alguna equivocación fatal; cualquier día +lanzaría el último suspiro creyendo lanzar uno de amor. Te adoro, ten +la seguridad de ello, pero déjame durante algún tiempo ser yo la que +se ocupe de rehacer nuestra fortuna. ¡Desgraciado aquél que caiga en +mis redes! Trabajo por hacer a mi caballero rico y feliz. Mi hermano te +dará noticias mías y te dirá lo mucho que sufro ante la necesidad de +abandonarte». + +Quedé, tras la lectura de esta carta, sumido en un estado que me será +muy difícil describir, pues ignoro aún hoy qué sentimientos me agitaban +entonces. Fué una de esas situaciones únicas que no han tenido paridad +en otra alguna. No sabe uno explicárselas a los demás porque no pueden +tener ni una idea aproximada de ellas, y es muy difícil explicárselas +a sí mismo, porque siendo únicas en su clase no se enlazan a nada en +nuestra memoria y no pueden ni aun compararse con ningún sentimiento +conocido. De todos modos, cualesquiera que fuesen los míos, +participaban desde luego del dolor, del despecho, de los celos y de la +vergüenza. ¡Feliz de mí si no hubiese sido aún mayor la dosis de amor! + +«Me ama, quiero creerlo así; pero ¿no necesitaría ser un monstruo para +odiarme? ¿Qué derechos existieron jamás sobre un corazón que no tenga +yo sobre el suyo? ¿Qué podría hacer por ella después de todo lo hecho +ya? ¡Sin embargo, me abandona y la ingrata se cree a cubierto de mis +reproches con decirme que no ha cesado de amarme! Y habla del hambre. +¡Gran Dios, con qué grosería de sentimientos responde a mi delicadeza! +¡No pensaba yo en eso cuando por amor a ella renuncié a mi fortuna y a +las dulzuras del hogar paterno; yo que me he privado hasta de lo más +preciso para proporcionarle sus menores deseos y sus menores caprichos! +Me adora, dice. ¡Si me hubieses adorado, ingrata, no hubieses aceptado +los consejos que te daban, no me hubieses abandonado al menos sin +decirme adiós! Soy yo quien ha de decir los crueles sentimientos que +se experimentan al separarse de las personas a quienes se ama». Mis +quejas viéronse interrumpidas por una visita con la que no contaba. La +de Lescaut. «¡Verdugo!--le dije echando mano a la espada--; ¿Dónde +está Manon? ¿Qué has hecho de ella?». Mi impulso pareció aterrarle. +Díjome que si era así como le recibía, justamente cuando venía a darme +cuenta del mayor servicio que cabía ofrecerme, iba a retirarse para no +volver jamás a poner los pies en mi casa. Corrí a la puerta, que cerré. +«No creas--díjele encarándome con él--que vas una vez más a engañarme +con fábulas y cuentos. Has de defender tu vida o devolverme a mi +Manon.--¡Cuidado que sois vivo de genio! Es justamente la única razón +que aquí me trae. Vengo a comunicaros una dicha que no esperáis y por +la que tal vez me debáis un poco de agradecimiento». + +Quise una explicación inmediata. Contóme entonces que Manon no pudiendo +con el miedo a la miseria y sobre todo resignarse de golpe y porrazo +a la reducción de nuestro tren, habíale rogado que le presentase a M. +de G... M..., que pasaba por ser hombre generoso. Guardóse, claro es, +muy bien de decirme que había sido él quien se lo propuso y que había +arreglado las cosas antes de decidirla a ello. «La he presentado esta +mañana, y el buen caballero se ha mostrado tan satisfecho que por +primera providencia la ha invitado a ir a pasar unos días con él en su +casa de campo. Yo--prosiguió Lescaut--que he comprendido en seguida de +qué utilidad podía ser aquello para vos, le hice saber discretamente +que Manon había experimentado en estos últimos tiempos grandes pérdidas +en el juego, y de tal modo he sabido exaltar su generosidad que ha +empezado por hacerle un donativo de doscientas _pistolas_. Le he dicho +que eso estaba bien por el momento, pero que el porvenir traería a mi +hermana grandes gastos, que además se había encargado de la educación +de un hermano menor que nos había quedado después de la muerte de +nuestros padres, y que si la estimaba como decía, no la dejaría +padecer en la persona del pobre niño, que Manon miraba como la mitad +de sí misma. Tal narración ha tenido la virtud de enternecerle. Se ha +comprometido a alquilar una casa cómoda para ella y para vos, puesto +que vos sois ese pobre hermanito huérfano; ha prometido amueblárosla +con decoro y pasaros además, todos los meses, cuatrocientas libras +que, o yo no sé contar, o hacen cuatro mil ochocientas al año. Ha dado +orden a su intendente antes de marchar al campo, de buscar una casa y +tenerlo todo dispuesto para su regreso. Entonces veréis a Manon que me +ha encargado mil abrazos para vos y deciros que os ama más que nunca». + +Sentéme a meditar sobre aquellos curiosos lances que me deparaba +la suerte. Hallábame en tal perplejidad que tardé mucho tiempo en +contestar a las preguntas con que Lescaut me agobiaba. Fué entonces +cuando el honor y la virtud hiciéronme sentir aún las mordeduras del +remordimiento y cuando eché una mirada retrospectiva que abarcaba +Amiens, la casa paterna y San Sulpicio, todos los lugares, en fin, en +que viví inocente y feliz. ¡Qué inmenso abismo separábame de aquellos +días dichosos! Ya no los veía sino como lejanas sombras que si bien +aun atraían mis deseos y mis nostalgias no tenían ya fuerza para hacer +brotar la voluntad. «¿Por qué fatalidad--decíanme--me han hecho de tal +modo criminal? El amor es una pasión inocente; ¿cómo se ha tornado para +mí en fuente de miserias y desórdenes? ¿Qué me impedía vivir virtuoso y +feliz junto a Manon? Mi padre que tan tiernamente me amaba, ¿no hubiese +cedido de apremiarle con justas instancias? ¡Ah!, mi padre hubiérala +amado él mismo como a una hija querida digna de hacer la dicha de su +hijo y ahora sería yo feliz con el amor de Manon, el afecto de mi +padre, la estima de las gentes honradas, los bienes de la fortuna y la +tranquilidad de la virtud. ¡Cruel contrasentido! ¿Qué infamia vienen +a proponerme? ¿Qué abyecciones voy a compartir? ¿Pero, me queda el +recurso de vacilar siendo Manon la que lo ha arreglado y perdiéndola +yo si no me conformo a ello?». «Señor Lescaut--grité cerrando los ojos +como para apartar tan descorazonadoras reflexiones--, si su intención +es servirme os doy las gracias; tal vez hubieseis podido tomar por más +honrados caminos, pero es cosa hecha, ¿verdad? No pensemos pues sino en +aprovechar vuestros esfuerzos y en poner en práctica vuestro proyecto». + +Lescaut a quien mi cólera seguida de tan largo silencio había sumido +en la inquietud, pareció encantado de verme tomar un partido tan +distinto del que temiera. Era todo menos valiente y de ello tuve +buenas pruebas a continuación. «Si, sí, ya lo creo--aseguró--, es un +verdadero favor el que os he hecho y ya veréis cómo trae más ventajas +de las que ahora parece». Pusímosnos de acuerdo sobre la manera de +disipar la desconfianza que M. de G... M... pudiese abrigar sobre +nuestra pretendida fraternidad viéndome mayor y más viejo de lo que +probablemente esperaría. No encontramos sistema mejor que tomar ante el +aire inocente y provinciano y hacerle creer que mi deseo era abrazar +el estado eclesiástico, para lo cual asistía diariamente al colegio. +Resolvimos también que mi indumentaria dejaría mucho que desear la +primera vez que me presentase ante él. + +Volvió a la ciudad tres o cuatro días después; llevó él mismo a Manon +a la casa que su intendente había tenido cuidado de preparar. Hizo +prevenir en seguida a Lescaut de su regreso, y habiéndome avisado éste +a mí, los dos nos presentamos en la casa. El viejo amante había partido +ya. + +Pese a la resignación con que me había sometido a su voluntad, no pude +reprimir la protesta de mi corazón al verme ante ella. La parecí triste +y mustio; la alegría de su presencia no era suficiente para borrar la +pena de su infidelidad. Ella, por el contrario, parecía transfigurada +por la alegría de verme. Hízome reproches de mi frialdad; no impidió, +sin embargo, que los epítetos de pérfida e infiel se escapasen de mis +labios, acompañados de otros tantos suspiros. + +Burlóse primero de mi simplicidad; pero cuando vió mis miradas fijarse +en ella laceradas y la tristeza que ponía en aceptar un cambio tan +opuesto a mi genio y a mis deseos, fuése sola a su habitación, y como +un momento después la siguiera, encontréla deshecha en llanto. Le +pregunté la causa. «¡Bien fácil es adivinarla!--respondióme--. ¿Cómo +he de vivir si mi presencia os da ese aspecto sombrío y os entristece? +No habéis sido para hacerme una caricia en una hora que lleváis aquí +y habéis recibido las mías con la dignidad del Gran Turco en su +serrallo».--«Escuchadme, Manon--repliquéle, abrazándola--. No puedo +ocultaros que tengo el corazón mortalmente afligido. No hablo ahora de +la alarma en que vuestra fuga me sumió, ni de la crueldad que supone +dejarme sin una palabra de consuelo, después de pasar la noche en un +lecho que no era el mío; el encanto de vuestra presencia me haría +olvidar mucho más. Pero ¿creéis que puedo pensar, sin que un sollozo se +escape de mi garganta y las lágrimas se agolpen a mis ojos--proseguí, +vertiendo algunas--, en la triste vida que pretendéis lleve yo en esta +casa? Dejemos mis miramientos y mi honor a un lado; no son tan débiles +razones las que han de combatir un amor como el mío; pero ese mismo +amor, ¿no comprendéis que ha de gemir al verse tan mal recompensado o, +mejor dicho, tan cruelmente tratado por una querida dura e ingrata?». + +Interrumpióme: «Escuchad, mi caballero; es inútil atormentarme con +reproches que me desgarran el corazón cuando vienen de vos. Bien veo lo +que os hiere. Esperaba que aceptaríais el proyecto que había discurrido +para rehacer nuestra fortuna y era por respeto a vuestra delicadeza +que comenzara a ponerlo en ejecución sin consultároslo; pero puesto que +no lo aprobáis, renuncio a él». Añadió que tan sólo me pedía un poco +de complacencia para acabar el día, que había recibido ya doscientas +pistolas de su viejo amante, que además habíale prometido traerle +un collar de perlas y algunas otras alhajas, más la pensión anual. +«Dejadme tan sólo--imploró--el tiempo de recibir sus presentes. Os +juro que no podrá jactarse de lo que ha obtenido de mí, pues yo he ido +demorando mi rendición hasta hallarnos de vuelta aquí. Verdad es que +me ha besado más de un millón de veces las manos; justo es que pague +ese placer y no le costará menos de cinco o seis mil francos, precio +proporcionado a sus años y a sus riquezas». + +Su determinación me fué mucho más agradable que la esperanza de los +cinco o seis mil francos. Tuve ocasión de contestar que mi corazón +no había perdido aún todo sentimiento de honor, puesto que palpitaba +satisfecho de escapar a aquella infamia. Pero había yo nacido para +las alegrías cortas y los dolores largos. La fortuna no me salvaba +de un precipicio sino para arrojarme en otro más hondo. Después de +haber mostrado a Manon mi júbilo por mil mimos y caricias, díjele que +convenía advertir a Lescaut para que nuestras medidas fuesen acordes. +Puso él algunos reparos; pero la idea de los cuatro o cinco mil francos +contantes y sonantes hiciéronle entrar alegremente en nuestros planes. +Quedó acordado que nos reuniríamos todos a comer con M. de G... M..., +por dos razones: una, para ofrecerme una escena divertida, haciéndome +pasar por un escolar hermano de Manon; la segunda, para impedir que +el viejo libertino se propasase con exceso con su querida, usando de +un derecho que creería haber adquirido pagándole, tan generosamente, +por adelantado. Debíamos retirarnos Lescaut y yo en el momento en +que subiese a la habitación donde pensaba pasar la noche. Manon +ofreciónos que, en vez de seguirle, se escaparía y vendría a reunirse +con nosotros. Lescaut prometió tener una carroza en la puerta. Llegada +la hora de la cena, M. de G... M... no se hizo esperar. Lescaut y su +hermana estaban en la sala. La primera atención del viejo fué ofrecer +a su bella un collar, brazaletes y arracadas de perlas, que valían, +por lo menos, mil escudos; en seguida contóla en bellos luises de oro +la suma de dos mil cuatrocientas libras, que constituían la mitad de +la pensión, no sin sazonar su presente con mil ternuras, muy en el +género de la antigua Corte. Manon no pudo negarle algunos besos, que al +fin y al cabo eran pago del dinero que le pusiera entre las manos. Yo +esperaba tras de la puerta, a que Lescaut me avisase que podía entrar. + +Vino a por mí en cuanto Manon hubo guardado el dinero y las alhajas. +Llevóme a M. de G... M... y me ordenó hacerle una reverencia. Hícele +dos o tres de las más profundas. «Dispénsele, caballero--advirtió +Lescaut--; es un chiquillo, novato en lides sociales. Está muy lejos, +como veréis, de tener los aires de París, pero esperamos que un poco de +costumbre le dará aplomo. Tendréis el honor de ver aquí con frecuencia +al señor--continuó, volviéndose a mí--; aprovechad la lección de tan +noble modelo». + +El viejo amante pareció encantado de verme. Dióme unos golpecitos en +la mejilla, diciéndome que era un guapo chico, pero que, por lo mismo, +había de andar sobre guardia en París, donde los muchachos resbalaban +fácilmente hacia el desbarajuste. Lescaut tranquilizóle, asegurándole +que era de natural tan serio que no pensaba sino en hacerme sacerdote +y que mi único entretenimiento consistía en construir rosarios. +«Encuentro en él cierto parecido con Manon--afirmó el viejo, alzándome +la cabeza con la mano.--Caballero, nos tocamos tan de cerca que es +natural... así es que quiero a Manon como a mí mismo.--¿Oís?--hizo +observar a Lescaut--. Tiene ingenio y es lástima que este muchacho no +posea un poco más de mundo.--¡Oh!, caballero--repliqué--. He aprendido +ya mucho en nuestras iglesias y creo que los habrá en París más tontos +que yo.--¿Lo veis? Es pasmoso su despejo para un chico provinciano». + +Toda nuestra conversación fué poco o menos la misma durante la comida. +Manon, que era tentada a la risa, estuvo en varias ocasiones a punto +de estropearlo todo con sus carcajadas. En cuanto a mí, tuve en el +trascurso de la cena ocasión de narrarle su propia historia y aun +de predecir la desgracia que le amagaba. Manon y Lescaut estaban +yertos durante mi cuento, sobre todo al trazar yo su retrato; pero +el amor propio puso una venda en los ojos de la víctima impidiéndole +reconocerse, y supe, por mi parte, rematar de tal modo la historia, que +él fué el primero en encontrarla jocosa. Como ahora veréis, no ha sido +sin motivo que me he extendido con respecto a esta ridícula escena. + +Llegó, por fin, la hora de acostarse, y el viejo habló de amor y de +impaciencia. Nos retiramos Lescaut y yo. Condujéronle a su cuarto, +y Manon, habiendo salido de él con pretexto de una imprescindible +necesidad, vino a reunírsenos en la puerta. La carroza, que nos +esperaba tres o cuatro casas más allá, avanzó para recogernos y en +pocos momentos nos alejamos del barrio. + +Aunque, a mis ojos, aquella acción fuése una verdadera canallada, no +era ciertamente la peor que debía tener que reprocharme. Más escrúpulos +me inspiraba el dinero adquirido en el juego. Pero tan poco disfrutamos +del uno como del otro, y plugo al cielo que el más leve de los dos +delitos fuése el más severamente castigado. + +M. de G... M... no tardó mucho en darse cuenta de que había sido +engañado. No sé si hizo desde aquella misma noche gestiones para +dar con nuestro paradero; pero lo que sí sé es que tenía demasiado +crédito para hacerlas mucho tiempo inútilmente, y que nosotros, por +nuestra parte, fuimos lo suficientemente indiscretos para contar con +las dimensiones de París y la distancia que había entre nuestro nuevo +barrio y el suyo. No sólo supo nuestra habitación, sino también la +vida que lleváramos anteriormente en París, los amores de Manon con +B..., la mixtificación de que le hiciera víctima, en una palabra, todos +los lances escandalosos de nuestra historia. Tomó la resolución de +hacernos detener y de tratarnos, más que como a delincuentes, como a +aturdidos libertinos. Aún estábamos acostados cuando entró en nuestra +habitación un inspector de policía, seguido de una docena de guardias. +Por primera providencia incautáronse de nuestro dinero, o, mejor +dicho, del de G... M..., y luego, haciéndonos levantar sin demora, nos +llevaron a la puerta, donde nos esperaban dos carrozas, en una de las +cuales la pobre Manon fué arrebatada, sin razones de ningún género, +mientras la otra me conducía a mí a San Lázaro. + +Hay que haber pasado por tales sinsabores para poder juzgar de la +desesperación en que me dejaron sumido. Mis guardianes tuvieron la +crueldad de no permitirme abrazar a Manon, ni decirle ni una palabra de +adiós. Por mucho tiempo ignoré lo que había sido de ella. Fué esto una +suerte para mí, pues una catástrofe semejante me hubiera hecho perder +la razón y tal vez la vida. + +Mi pobre amada fué, pues, arrebatada ante mis propios ojos y conducida +a un lugar cuyo solo nombre me estremece. ¡Qué horrenda suerte para +una criatura tan bella, que hubiese ocupado el primer trono del mundo +de tener todos los hombres mis ojos y mi corazón! No la trataban mal, +a decir verdad; pero encerráronle en estrecha prisión y condenáronla a +realizar todos los días algunos trabajos como condición imprescindible +para atender a su alimentación. No supe estos detalles sino algún +tiempo después, cuando yo mismo había pasado por rudas penalidades. +No habiéndome mis guardianes advertido tampoco el lugar donde tenían +orden de conducirme, no lo supe hasta verme en la puerta de San Lázaro. +Hubiera preferido en aquel momento la muerte al estado en que me creí +próximo a caer. Tenía yo una idea terrible de aquella casa. Mi espanto +subió de punto al ver que, una vez allí, mis guardianes registraban mis +bolsillos para cerciorarse de que no me quedaba ningún arma ni medio +alguno de defensa. + +Fuí conducido inmediatamente a presencia del superior, que ya estaba +prevenido de mi llegada. Saludóme con gran bondad. «Padre mío, +libradme, os lo suplico, de toda humillación. Mil vidas que tuviese +perdería antes de pasar por una.--No, no, caballero--respondióme--; +vuestra conducta será prudente y quedaremos satisfechos el uno del +otro». Rogóme que subiese con él a una de las habitaciones del piso +alto y le seguí sin resistencia. Los arqueros nos acompañaron y a una +seña del superior se fueron dejándonos solos. + +«¿Soy vuestro prisionero?--le dije--Pues bien, padre mío, decidme qué +pensáis hacer de mí». Díjome que estaba satisfecho de verme tomar +aquel tono sensato, que su deber sería trabajar para inculcarme el +amor a la virtud y a la religión, y el mío aprovechar sus enseñanzas, +y que por poca buena voluntad que yo pusiese no hallaría sino placer +en mi soledad. «¡Oh, padre mío!--suspiré--No conocéis lo único capaz +de contentarme en la tierra».--«Lo sé; pero espero que vuestras +inclinaciones cambiarán». Su respuesta me hizo comprender que estaba +enterado de mis aventuras y quizás de mi nombre también. Pedíle una +aclaración y me dijo que, como era natural, le habían informado de todo. + +Aquella aclaración fué el más cruel de mis castigos. Empecé a derramar +un torrente de lágrimas con todas las señales de la mayor amargura. No +podía consolarme de una humillación que iba a hacer de mí la comidilla +de todos mis conocimientos y el ludibrio de mi familia. Así pasé ocho +días en la aflicción, incapaz de saber nada, ni de ocuparme de nada que +no fuése mi oprobio. El mismo recuerdo de Manon nada añadía a mi dolor: +todo lo más, entraba como un sentimiento precursor de aquella nueva +pena; la pasión dominante en mi alma era la vergüenza y la confusión. + +Pocas personas conocen la fuerza de esos movimientos particulares del +corazón. La mayoría de los hombres no son capaces sino de cinco o seis +pasiones, en cuyo círculo transcurre su vida, reducidas a ellas todas +sus emociones. Quitadles el amor y el odio, el placer y el dolor, la +esperanza y el miedo y, no les quedará ya nada. Pero las personas +de carácter más noble pueden sentirse angustiadas de mil maneras +distintas; diríase que poseen más de cinco sentidos y que pueden +experimentar sensaciones que se salen de las normas de la naturaleza. Y +como poseen este sentimiento que les eleva del nivel de lo vulgar, no +hay nada en el mundo que tengan en más estima. De ahí viene que sufran +tan intensamente ante el desprecio y que la vergüenza sea una de sus +pasiones más violentas. + +Tenía yo esa triste ventaja en San Lázaro. Mi pena pareció tan excesiva +al superior, que temiendo las consecuencias ulteriores, creyó deber +tratarme con bondad e indulgencia. Visitábame dos o tres veces al día. +Hacíame con frecuencia acompañarle para dar un paseo por el jardín y su +celo se desbordaba en exhortaciones y advertencias saludables. Yo las +escuchaba con mansedumbre y aun le demostraba reconocimiento. De ahí +sacó la esperanza de mi conversión. + +«Sois de natural tan dócil y amable--díjome un día--que no acierto a +comprender los desórdenes de que se os acusa. Dos cosas me asombran: +una, cómo con tan buenas cualidades habéis podido entregaros a tales +excesos de libertinaje; otra, que admiro aún más cómo recibís con tal +conformidad y respeto mis exhortaciones después de varios años de +desorden. Si es arrepentimiento, sois un ejemplo palpable de la bondad +del cielo; si es bondad natural, tenéis por lo menos un excelente fondo +de carácter, que me hace esperar que no necesitaremos teneros aquí +mucho tiempo para haceros volver a una vida honrada y regular». + +Contentísimo me hallé de saberle tan buena opinión de mí. Decidí +afirmarle en ella por una conducta que pudiese satisfacerle por +completo, cierto como estaba de que era la manera de abreviar mi +cautiverio. Pedíle libros. Sorprendióse de que habiéndome dejado la +elección de los que deseaba leer, me decidiese por algunos autores +serios. Afecté aplicarme al estudio con el mayor fervor y le di en toda +ocasión pruebas del cambio que anhelaba. + +Sin embargo, todo aquello era puramente externo. Debo confesarlo para +mi vergüenza; desempeñaba en San Lázaro hipócritamente un papel de +hipócrita. En vez de estudiar cuando estaba solo no hacía sino lamentar +mi destino. Maldecía mi prisión y la tiranía que me tenía en ella. +No bien se calmó un tanto la zozobra en que me arrojara la vergüenza +primera, volví a caer en los tormentos del amor. La ausencia de Manon, +la incertidumbre en que me encontraba respecto a su destino, el temor +de no volver a verla nunca, eran los únicos motivos de mis tristes +meditaciones. Me la imaginaba en los brazos de G... M..., pues aquella +fué mi primera idea, y lejos de creer que le habían dado el mismo trato +que a mí, pensaba que me había alejado para poseerla tranquilamente. + +Pasé así días y noches que me parecieron interminables. No tenía +esperanza sino en el éxito de mi hipocresía. Observaba cuidadosamente +el semblante y las palabras del Superior para cerciorarme bien de lo +que pensaba de mí y me esforzaba en ganar su confianza considerándole +como árbitro de mi destino. Fácil me fué notar que todas sus simpatías +estaban conmigo. Llegué a no dudar de sus buenas disposiciones para +servirme. + +Un día me tomé la libertad de preguntarle si era de él de quien +dependía mi libertad. Díjome que no era dueño absoluto, pero que +esperaba que gracias a sus indicaciones G... M..., a cuyos ruegos el +jefe de Policía habíame encerrado allí, consentiría en devolverme la +libertad. «¿Puedo creer--le dije--que dos meses de prisión sufridos le +parezcan bastante castigo?». Ofrecióme hablarle si yo lo deseaba. A mi +vez le rogué insistentemente que me hiciese aquel favor. + +Díjome dos días más tarde que G... M..., no sólo había parecido +sensible a los elogios que de mí le hiciera, y por ende dispuesto a +dejarme ver de nuevo la luz del sol, sino que le había mostrado deseos +de conocerme más particularmente y que se proponía hacerme una visita +en mi prisión. Aunque su presencia no me era muy grata, la consideré +como un paso hacia la libertad. + +Vino efectivamente a San Lázaro. Le encontré de aspecto más serio y +menos necio que en casa de Manon. Dirigióme unos discursos llenos de +buen sentido sobre mi mala conducta y añadió, con vistas a justificar +sus propios desórdenes, que le es permitido a la debilidad de los +hombres el proporcionarse algunos placeres que la naturaleza exige, +pero que las indelicadezas y las triquiñuelas culpables merecían ser +severamente castigadas. Escuchábale yo con un gesto de sumisión de +que pareció satisfecho. Ni siquiera me mostré ofendido por algunas +burlas sobre mi pretendida fraternidad con Manon y sobre las muchas +capillitas que seguramente haría en San Lázaro, puesto que tal placer +hallaba en tan piadosa ocupación. Pero escapósele, desgraciadamente +para él y para mí, decir que Manon habría hecho también unas cuantas +muy lindas en el _hospital_. Pese al escalofrío que me causó la palabra +_hospital_, aún tuve fuerzas para, dominándome, rogarle con dulzura +que se explicase. «Sí--dijo--hace dos meses que cursa prudencia en el +_hospital general_ y quiera Dios que la lección le haya aprovechado +tanto como a vos la de San Lázaro». + +Aunque hubiese sabido que me esperaba una eterna prisión o aún la misma +muerte, no hubiera sido dueño de mí ante la espantosa noticia. Arrojéme +sobre él con tan furiosa rabia, que en el esfuerzo perdí la mitad de +mis fuerzas. Quedáronme, pese a ello, suficientes para cogerle por +el cuello y arrojarle al suelo. Iba a estrangularle cuando el ruido +de su caída y algunos gritos agudos que apenas le dejaba libertad de +lanzar, atrajeron a mi cuarto al superior y a algunos religiosos que le +libertaron de mis manos. + +Había yo mismo, casi perdido las fuerzas y hasta el aliento. «¡Oh, Dios +mío!--clamaba entre suspiros--¡Justicia del cielo! ¿Viviré aún tras +semejante infamia?». Quise arrojarme de nuevo sobre el bárbaro que +acababa de asestarme aquél golpe. Sujetáronme. Mi desesperación, mis +gritos y mis lágrimas, pasaron el límite de lo imaginable. Hice cosas +tan raras, que todos los asistentes, que ignoraban la causa, mirábanse +con tanto terror como sorpresa. + +G... M... mientras tanto ponía orden en su traje, arreglábase la +peluca y la corbata y en el despecho de verse tan maltratado ordenó +al superior que me vigilase más severamente que nunca y que me +aplicase todos los castigos acostumbrados en San Lázaro. «No, señor, +no es con personas de la cuna del caballero, con quienes usamos tales +procedimientos. Por otra parte, es de tan buen natural que me cuesta +trabajo creer que sin razón se haya entregado a tales excesos». +Aquellas palabras acabaron de exasperar a G... M..., que salió de allí +profiriendo amenazas contra el superior, contra mí y contra cuantos +osaran oponerse a su voluntad. + +El superior, habiendo dado órdenes a los frailes para que le +acompañasen, quedó a solas conmigo. Conjuróme a que le dijese +prestamente de qué procedía todo aquel escándalo. «¡Oh, padre +mío!--dije llorando como un niño--; imaginaos la más odiosa crueldad, +figuraos la barbarie más abominable; eso es lo que G... M... ha tenido +la crueldad de hacer. ¡Oh, me ha destrozado el corazón! ¡Jamás me +consolaré! Quiero contároslo todo. Sois bueno y tendréis piedad de mí». +Narréle abreviada la historia de mi pasión por Manon; la situación +floreciente en que nos hallábamos cuando fuimos robados por nuestros +criados; las ofertas que G... M... había hecho a mi querida; cómo +cerraron el trato y como fué roto. Claro es que presentándole las cosas +del modo más ventajoso para nosotros. «He ahí--continué--las fuentes +del celo que G... M... siente por mi conversión. Me ha hecho encerrar +aquí con el fin de vengarse. Se lo perdono; pero, padre mío, eso no es +todo; no se ha contentado con robarme la más cara mitad de mi vida, +sino que además la ha hecho encerrar en el _hospital_; acabo de saberlo +de sus mismos labios. ¡En el _hospital_, padre mío! ¡Oh, cielos, mi +adorable amada, la reina de mi corazón en el _hospital_, como la más +infame de las criaturas! ¡Dónde hallar fuerzas para no morir de dolor y +de vergüenza!». + +El buen padre, al verme en tal estado de aflicción trató de consolarme. +Díjome que jamás se figuró mi aventura del modo que acababa de +narrársela; que sabía sí, que vivía yo de un modo desordenado, pero +que creyó también, que lo que moviera a G... M... a mezclarse en ello, +era una vieja amistad con mi familia, lo cual corroboraron sus mismas +explicaciones, que lo que acababa de contarle cambiaba mucho las cosas +y que no dudaba, que la narración fiel de los hechos, repetida por él +al jefe general de Policía, contribuiría a devolverme la libertad. +Preguntóme por qué no había pensado yo en avisar a mi familia, puesto +que ella nada tenía que ver en mi cautiverio. Dile satisfactoria +respuesta haciéndole ver mi temor de causar una pena a mi padre y mi +propia vergüenza. Ofrecióme por fin, ir él mismo a ver al jefe general +de Policía. «Aunque no sea más--añadió--que para prever algo peor por +parte de G... M..., que ha salido asaz malhumorado de aquí y que es +persona harto influente». + +Aguardé el regreso del padre, con las inquietudes y zozobras de +un infeliz que espera su sentencia. Era para mí terrible suplicio +figurarme a Manon en el _hospital_. Aparte de la infamia que pesaba +sobre el lugar, ignoraba cómo la tratarían allí, y esto, unido a +ciertas particularidades que había oído de aquella mansión de horror, +renovaba en todo momento mi angustia. Tan decidido estaba a ayudarla +fuése como fuése, que hubiese prendido fuego a San Lázaro si no hubiese +visto otro modo de salir de allí. + +Púseme a pensar sobre los caminos que me quedaban por seguir si el +jefe general de Policía perseveraba en mantenerme prisionero contra mi +voluntad. Puse mi ingenio a prueba y recorrí todas las posibilidades. +No vi nada que pudiese garantizarme una evasión segura y temí verme +aún más vigilado si fracasaba en una tentativa. Pensé qué amigos +podían ayudarme, pero, ¿por qué medios hacerles saber mi situación? +Por fin creí haber trazado un plan hábil y propúseme madurarlo mejor +después que el superior hubiese regresado, si sus gestiones habían sido +infructuosas. + +No tardó en volver; no vi desde luego en su rostro las señales +de júbilo que anuncian por anticipado una buena noticia. «He +hablado--díjome--al jefe general de Policía, pero le he hablado +demasiado tarde. El señor de G... M... fué al salir de aquí, y de tal +modo le previno en contra vuestra que estaba a punto ya de enviarme +nuevas órdenes para hacer aún más severa vuestra prisión. «Sin embargo, +cuando le he puesto al corriente del verdadero fondo de vuestros +asuntos se ablandó, y riéndose un poco de la incontinencia del viejo +G... M..., me ha dicho que, de todos modos, habría que dejaros aquí +seis meses para darle una satisfacción, tanto más cuanto que la +estancia aquí os será provechosa. Me ha encargado que os trate bien y +podéis estar seguro de que no tendréis queja de mí». + +La explicación del buen superior fué lo bastante larga para darme +tiempo de reflexionar, y así llegué a la conclusión de que mostrar +excesiva impaciencia por la libertad sería exponerme a echar por tierra +todos mis planes. Le aseguré, por el contrario, que, dada la dura +necesidad de permanecer allí, era grato consuelo para mí su estimación. +Le rogué acto seguido que me concediese una gracia que, no siendo +importante para nadie, me serviría a mí de gran consuelo. Limitábase a +avisar a un amigo mío, un santo sacerdote que estaba en San Sulpicio, +de que me hallaba en San Lázaro y a la vez permitirme recibir su +visita. Aquella gracia me fué concedida sin demora. + +Tratábase de mi amigo Tiberio; no que esperase de él la libertad, pero +quería hacerle servir como instrumento inconsciente y ciego. He aquí, +en una palabra, mi plan: quería escribir a Lescaut y encargarle a él +y a nuestros comunes amigos del cuidado de libertarme. La primera +dificultad estribaba en hacer llegar a él mi carta; tal era la misión +de Tiberio. Sin embargo, como no conocía al hermano de mi querida, +temía yo que no quisiese encargarse de aquella misión. Mis designios +eran encerrar la carta de Lescaut dentro de otra dirigida a un buen +hombre a quien conocía, rogándole la llevase a su destino; y como era +preciso que yo viese a Lescaut para marchar acordes, quería indicarle +la conveniencia de venir a San Lázaro y de pedir que te dejasen verme, +tomando el nombre de mi hermano mayor y pretextando haber venido a +París noticioso de lo sucedido. Demoraba para nuestra entrevista la +adopción de los medios que nos pareciesen más fáciles y seguros. El +padre Superior hizo advertir a Tiberio de mis deseos. El fiel amigo +habíame perdido de tal modo de vista que ignoraba mis aventuras; +sabía, sí, que estaba yo en San Lázaro, y tal vez no lamentase aquella +desgracia que creía capaz de traerme al buen camino. Apresuróse a venir. + +Nuestra entrevista estuvo llena de amistad. Quiso informarse de mis +disposiciones. Abríle sin reservas mi corazón, excepto, claro es, +en lo que a mi fuga se refería. «No es, ciertamente, ante vuestros +ojos, querido amigo, ante los que quiero mostrarme como no soy. Si +habéis creído encontrar un amigo sensato y arrepentido, un libertino +convertido por milagro del cielo, en una palabra, un corazón +desengañado del amor, y vuelto del maléfico encanto de su Manon, me +habéis juzgado demasiado favorablemente. Me encontráis tal y como me +dejasteis ha cuatro meses; siempre enamorado y siempre desgraciado por +ese fatal amor en el que no me canso de buscar mi dicha». + +Me respondió que mi confesión me hacia indigno de disculpa, que se +veían muchos pecadores de tal modo embriagados por la falsa felicidad +del vicio que llegaban a preferirla a la de la virtud, pero que tenían +la excusa de que eran imágenes de dicha aquéllas a las cuales se +adherían fuertemente, y que estaban engañados; pero que reconocer, como +reconocía yo, que el objeto de mi pasión no servía más que para hacerme +culpable y desdichado, y continuar, sin embargo, arrojándome en la +desgracia y el crimen, era una contradicción de ideas y de conducta que +no hacía honor a mi buen juicio. + +«Tiberio--le repliqué--, ¡qué fácil os es vencer cuando nada se opone +a vuestras armas! Dejadme razonar, a mi vez. ¿Podéis sostener que +lo que llamáis el honor y la virtud esté exceptuado de penas, de +contrariedades y de inquietudes? ¿Qué nombre dais a las prisiones, a +las cruces, a los suplicios y a las torturas de los tiranos? ¿Diréis, +como los místicos, que tales suplicios del cuerpo son un bien para +las almas? No osaréis decirlo; es una paradoja insostenible. Esa +dicha que de tal modo loais está, pues, mezclada con mil penas, o, +para hablar con propiedad, no es sino un tejido de padecimientos, +al través de los cuales se entrevé la felicidad. Pues bien, si la +fuerza de la imaginación puede hallar placer en tales dolores, porque +pueden conducir al término feliz que se espera, ¿por qué tratáis de +contradictoria e insensata en mi conducta una disposición semejante? +Amo a Manon; aspiro, al través de mil dolores y contrariedades, a ser +feliz con ella; el camino porque ando es de espinas, pero la esperanza +de llegar a mi fin esparce siempre dulzura: y me creeré bien pagado, +por un momento pasado con ella, de las penas y fatigas que sufro por +alcanzarle. Todas las cosas ofrecen una gran semejanza, de vuestra +parte y de la mía, y si hay diferencia es en favor mío, puesto que el +bien que espero es un bien cercano y el otro está lejos; el mío es de +la misma naturaleza de las penas, es decir, sensible al cuerpo; el otro +es algo desconocido que no existe sino por la fe». + +Tiberio pareció espantado de aquel razonamiento. Retrocedió dos pasos +diciéndome con aire muy serio que no solamente atacaba, con lo que +acababa de decir, al buen sentido, sino que era además un desdichado +sofisma de impiedad y de irreligión. «Pues--terminó--ese paralelo entre +el término de vuestras penas y el que propone la religión, es una de +las ideas más monstruosas y libertinas que pueden darse». + +«Confieso que no es justo--repliqué--. Pero, tened cuidado, pues no es +sobre él sobre lo que se basa mi razonamiento. Mi intención ha sido +explicar lo que considerais como contradicción en la perseverancia de +un amor desgraciado. Y creo haber probado que si contradicción existe +es tanto para vos como para mí. Sólo desde ese punto de vista he +considerado las cosas iguales y desde ese punto de vista, queráis o no, +lo son. + +»¿Sostenéis que el objeto de la virtud es infinitamente más elevado +que el del amor? ¿Quién lo niega? ¿Pero es acaso de eso de lo que se +trata? ¿No se trata de las fuerzas que uno y otro puedan prestar para +sobrellevar las penas? Juzguemos por los efectos. ¡Cuántos desertores +no habrá de la severa virtud y cuán pocos en cambio del dulce amor! ¿Me +responderíais, acaso, que los sufrimientos que hay en el ejercicio +del bien son evitables, que no existen ya cruces ni tiranos y que son +muchas las gentes virtuosas que llevan una vida dulce y tranquila? Os +responderé que también hay amores dulces y afortunados y aun llegaré +a hacer una salvedad en mi ventaja, y es que el amor, hartas veces +mentiroso, no promete por lo menos sino satisfacciones y ventajas, +mientras que la religión quiere que se entregue uno a prácticas tristes +y mortificantes. No os alarméis--le dije al ver su celo próximo a +escandalizarse--. Lo único que quiero es demostraros que no hay peor +sistema para curar un corazón del amor que descubrirle dulzuras y +prometerle mayores dichas en la virtud. Tal como somos es indudable que +nuestra felicidad está en el placer; desafío a cualquiera a demostrarme +lo contrario; sentado esto, sólo me resta afirmar que el corazón no +necesita grandes razonamientos para llegar a la certeza de que de todos +los placeres los más sabrosos son los del amor. Bien pronto se da +cuenta de que le engañan cuando le ofrecen más placeres fuera del amor, +y este engaño le dispone a desconfiar de las promesas más sólidas. + +»Predicadores que intentáis llevarme a la virtud, decidme que es +indispensable, necesaria; pero no pretendáis convencerme de que no +es severa y penosa. Estableced bien que las dulzuras del amor son +pasajeras, que están prohibidas, que serán castigadas con eternas +penas y, cosa que tal vez me impresione más que nada, que cuanto más +bellas y gratas sean, más generoso será el cielo para recompensar el +sacrificio de renunciar a ellas, pero no me neguéis tampoco que tal y +como están hechos nuestros corazones, son en este bajo mundo nuestras +más perfectas felicidades». + +Aquel final de mi discurso devolvió la tranquilidad a Tiberio que me +confesó que tenían algo de razonable mis pensamientos. La sola objeción +que me opuso fué preguntarme por qué no era fiel a mis principios +sacrificando mi amor a la esperanza de aquella renumeración de que tan +alta idea me formaba. «¡Oh!, amigo mío--respondí--, es que reconozco +mi debilidad y mi miseria. Bien sé que es mi deber poner mis actos +al tenor de mis ideas, pero, ¿está en mi mano realizarlo? ¿De qué +sobrenaturales auxilios no necesitaría yo para olvidar los encantos +de Manon?--Dios me perdone--repuso Tiberio--, creo hallarme ante uno +de nuestros jansenistas.--No sé lo que soy--repliqué--, no sé tampoco +lo que debiera ser, pero demasiado experimenté la verdad de lo que +afirman». + +Nuestra conversación tuvo por el pronto la ventaja para mí de avivar +la piedad de mi amigo. Comprendió que había más debilidad que malicia +en mis desórdenes. Su amistad estuvo en lo sucesivo más dispuesta a +prestarme su ayuda, sin la cual hubiese perecido infaliblemente. Sin +embargo, guardéme de descubrirle mi intención de escapar de San Lázaro. +Roguéle tan sólo se encargase de mi carta. Habíala preparado antes de +su llegada y no me faltaron pretextos para justificar mi necesidad de +escribirla. Tuvo la honradez de cumplir con exactitud mi encargo, y +así, Lescaut recibió mi misiva antes de la noche. + +Vino a verme al día siguiente y consiguió sin dificultad pasar por mi +hermano. Mi alegría al verle en mi habitación fué extremada. Cerré la +puerta con precaución. «No perdamos ni un solo minuto--le dije--. Dadme +primero noticias de Manon y dadme después un buen consejo para romper +los hierros de mi prisión». Aseguróme que no había visto a su hermana +desde la víspera de nuestra detención, y que si había conseguido saber +algo de ella y de mí fué sólo a fuerza de indagaciones y cuidados. Y, +en fin, que habiéndose presentado dos o tres veces en el _hospital_, +habíanle negado el permiso para comunicar con ella. «¡Desgraciado G... +M...!--rugí furioso--¡cuán caro me lo has de pagar!». + +--Por lo que a vuestra liberación se refiere, es empresa más difícil de +lo que podéis suponer. Hemos pasado gran parte de la noche dos amigos +y yo estudiando el edificio y llegamos a la conclusión de que dando +vuestros balcones a un patio rodeado de construcciones, costaría mucho +trabajo sacaros. Por otra parte, habitáis el tercero y es imposible +meter aquí ni cuerdas ni escalas. No veo, pues, ninguna ayuda que pueda +venir de fuera. Es pues, en la casa misma donde hay que hallar los +recursos. + +--No--respondí--; lo he examinado todo, especialmente desde que mi +prisión es menos severa gracias a las bondades del superior, la puerta +de mi cuarto no se cierra ya con llave y disfruto de libertad para +pasearme en las galerías que corresponden a las celdas de los frailes; +pero todas las escaleras están obstruidas por fuertes puertas que +tienen buen cuidado de mantener cerradas noche y día, de modo que es +imposible que la habilidad baste a salvarme. + +«Esperad--rectifiqué después de haber meditado sobre una idea que +me pareció excelente--; ¿podríais prestarme una pistola?--Muy +fácilmente--me contestó--; ¿pero es que queréis matar a alguien?». +Aseguréle que me hallaba tan lejos de la idea de matar a nadie, que ni +aun era necesario que la pistola estuviese cargada. «Traédmela y no +faltéis por la noche a las once frente a esta casa y acompañado de dos +o tres de vuestros amigos. Espero poder ir a reunirme con vosotros». +Quiso inútilmente otras explicaciones, pero yo le dije que una empresa +tal y como la que yo meditaba sólo después del éxito podía parecer +razonable. Le rogué abreviase su visita a fin de que le fuése más fácil +tener acceso hasta mí al día siguiente. Efectivamente, le dejaron +entrar sin oponer más dificultades que la vez primera. Su aspecto era +grave y no hay nadie que no le hubiese tomado por un hombre de honor. + +Cuando me vi en posesión del instrumento de mi libertad no dudé ya del +éxito de mi empresa. Era extraño y arriesgado; pero ¿de qué no sería yo +capaz con los motivos que me animaban? Había yo observado, desde que +me era permitido salir de mi cuarto y pasearme por las galerías, que +todas las noches el portero entregaba todas las llaves al superior, y +que momentos después reinaba profundo silencio, que denunciaba a las +claras que todo el mundo dormía en la casa. Podía yo, sin obstáculo, +ir por una galería de comunicación, desde mi cuarto al de aquel padre. +Mi idea era quitarle las llaves, asustándole con la pistola si oponía +resistencia a dármelas, y ya con ellas abrirme paso. Esperé con +impaciencia. El portero vino a la hora de siempre, es decir, un poco +después de las nueve. Dejé pasar aún una hora para asegurarme de que +todos, frailes y criados, estaban dormidos. Salí al fin con mi pistola +y una vela encendida. Llamé suavemente a la puerta del superior, +procurando meter el menor ruido posible. Oyóme a la segunda vez, y +creyendo, sin duda, que se trataba de algún religioso que se había +puesto enfermo, vino a abrir. Tuvo, sin embargo, antes de franquear +la entrada, la precaución de preguntar quién era y qué querían de él. +No tuve, pues, más remedio que dar mi nombre, pero lo hice con tono +quejumbroso para darle a entender que me hallaba enfermo. «¡Ah!, sois +vos, querido hijo... ¿Qué es lo que os trae a tales horas?». Entré en +la habitación y ya allí le declaré sin ambages que me era imposible +seguir más tiempo en San Lázaro; que la noche me parecía propicia para +marcharse de allí y que esperaba de su amabilidad me diese las llaves o +me abriese él mismo. + +Aquella explicación debió sorprenderle. Permaneció un rato +contemplándome, sin darme explicaciones; como no podía perder el +tiempo, tomé nuevamente la palabra para decirle que estaba muy +agradecido a sus bondades, pero que siendo la libertad el mejor de los +bienes, sobre todo para mí, a quien privaban de ella injustamente, +estaba decidido a procurármela aquella noche, fuése como fuése, y añadí +que para que no se molestase en elevar la voz llevaba en mi cinturón +una razón convincente. «¡Una pistola! ¿Cómo?, ¿queréis arrebatarme +la vida en pago a las bondades que he tenido con vos?--¡Dios me +libre!--respondíle--Tenéis demasiado talento para ponerme en ese +trance, pero quiero ser libre, y mi resolución es tan firme que si mi +plan se desbarata por vuestra culpa os hago responsable de ello.--Pero +hijo mío--protestó lleno de miedo y palideciendo--, ¿qué os he hecho?, +¿por qué razón deseáis mi muerte?--No, no--repliqué impacientándome--; +no quiero vuestra muerte, pero si queréis vivir abridme la puerta y +seré vuestro mejor amigo». Vi las llaves sobre su mesa, las cogí y le +rogué me siguiese, encareciéndole la necesidad de no hacer ruido. + +Hubo a la fuerza de obedecerme. A medida que avanzábamos y que +franqueaba las puertas me repetía con un suspiro: «¡Ah, hijo mío, hijo +mío! ¡Jamás lo hubiera creído!--¡Cuidado con el ruido!--limitábame a +responder». Por fin llegamos a la gran puerta que daba a la calle. +Creíame ya libre, y permanecía detrás del fraile, con la pistola en una +mano, la vela en la otra. + +Mientras él se apresuraba a abrir, un criado, que dormía en una +habitación vecina, al oir el ruido de los cerrojos asomó la cabeza a +la puerta. El buen padre le creyó capaz de detenerme, y le ordenó, con +harta imprudencia, que interviniese. Tratábase de un fornido bribón, +que se arrojó sobre mí sin vacilar. No me anduve en ambajes y le +disparé un tiro en pleno pecho. «He aquí de lo que sois culpable, padre +mío--díjele a mi guía--. Pero que esto no os impida seguir--añadí, +empujándole hacia la última puerta». No se atrevió a resistir. Salí sin +novedad, y a cuatro pasos de allí hallé a Lescaut con dos amigos, según +me habían prometido. + +Nos alejamos. Lescaut me dijo que había creído oir un tiro. «Es culpa +vuestra--respondí--; ¿por qué me trajisteis la pistola cargada?». Sin +embargo, le di las gracias por aquella precaución, sin la cual hubiese +tenido San Lázaro para rato. Fuimos a acabar la noche a una taberna, +donde me indemnicé de la mala mesa que padecía hacía tres meses. No +tenía, sin embargo, humor para gozar de nada; sufría pensando en Manon. +«Hay que salvarla--dije a mis tres amigos--. No he deseado la libertad +más que con tal fin. Os pido la ayuda de vuestra maña; por lo que a +mí atañe estoy dispuesto a jugarme la vida en tal empresa». Lescaut, +que no carecía ni de talento ni de prudencia, nos hizo notar que había +que ir con mucha prudencia; que mi salida de San Lázaro y la desgracia +involuntaria, causada al huir, harían ruido; que el Jefe Superior de +Policía me haría buscar, y tenía las manos largas, y, en fin, que si no +quería exponerme a algo peor que San Lázaro, convenía que permaneciese +oculto unos días para dar tiempo a que el primer fuego de mis enemigos +se extinguiese. + +Su consejo era prudente, pero hubiérase precisado serlo yo también para +seguirlo. Tanta lentitud y precaución compaginaban mal con mi pasión. A +todo lo más que llegué fué a prometerle que el siguiente día lo pasaría +durmiendo. Encerróme en su cuarto, donde permanecí hasta la noche. + +Empleé gran parte del tiempo en hacer proyectos y en inventar +expedientes para librar a Manon. Hallábame convencido de que su +prisión era aún más severa que lo había sido la mía. No se trataba de +emplear la fuerza ni la violencia, sino la habilidad. Tan poco claras +mostrabanme las cosas que decidí tomarme algún tiempo para enterarme de +la marcha interna del _hospital_. + +No bien con la noche recobré la libertad, rogué a Lescaut que me +acompañase. Enhebramos conversación con uno de los porteros, que me +pareció hombre de buen juicio. Fingíme extranjero, que había oído +hablar con elogio del establecimiento y del orden que reinaba allí. +Interroguéle sobre los menores detalles y de unas cosas en otras fuimos +a parar a los administradores, cuyos nombres y cualidades díjele +deseaba saber. Sus respuestas a tales indagatorias hicieron brotar en +mi cerebro una idea que me pareció bien, desde luego, y que no tardé +en poner por obra. Preguntéle, como cosa que era absolutamente precisa +para mis planes, si aquellos señores tenían hijos. Contestóme que por +lo que a la mayor parte se refería no podía contestarme, pero que de +uno, T..., que era de los principales, sí estaba seguro que tenía un +hijo, en edad de matrimoniar, y que había venido ya varias veces con su +padre al _hospital_. Aquella certeza me bastó. + +Abrevié nuestra conversación y expuse a Lescaut, al volver a su casa, +el plan que me había trazado. «Supongo--díjele--que T... hijo, rico, y +de buena familia como es, debe de sentir inclinación por los placeres +como todos los jóvenes de su edad. No le creo capaz de ser enemigo de +las mujeres, ni ridículo hasta el punto de negar su ayuda para una +empresa de amor. Tengo el proyecto de interesarle en la libertad de +Manon. Si es un caballero y tiene sentimientos nobles nos concederá su +auxilio por generosidad. Si no es capaz de hacerlo por este motivo, +hará de todos modos algo por una muchacha amable, aunque no sea más que +con la esperanza de tener parte en sus favores. No quiero retrasar mi +visita más allá de mañana. Me siento tan consolado por este proyecto +que me parece cosa de buen agüero». + +Lescaut convino en que mis ideas no carecían de sentido. Pasé la noche +menos triste. + +A la mañana siguiente me vestí lo más decentemente que pude dada +mi indigencia y me hice conducir en coche a casa de T... Mostróse +extrañado al recibir la visita de un desconocido. Auguré bien de su +cara y de su cortesía. Me expliqué francamente con él, y para ayudar +a su buen natural habléle de mi pasión y de los méritos de mi querida +como de cosas que no podían tener igual sino entre sí. Díjome que +aunque no había visto nunca a Manon por lo menos había oído hablar de +ella si era, como creía, la que fué querida del viejo G... M... No dudé +que le habrían puesto en antecedentes sobre mi participación en aquella +aventura y para ganar más su voluntad fingiendo una confianza absoluta, +le conté detalladamente todo lo que nos sucediera a Manon y a mí. «Ya +veis, señor--continué--, el interés de mi vida y el de mi corazón están +en vuestras manos. La una no me es ciertamente más preciosa que el +otro. No tengo secretos para vos porque sé de vuestra generosidad y +porque la paridad de edades me deja la esperanza de que alguna habrá +entre nuestras inclinaciones». + +Pareció muy sensible a mi prueba de franqueza y de candor. Su respuesta +fué la de un hombre que tiene mundo y buenos sentimientos, cosa que +no siempre da el mundo y en cambio hace perder con frecuencia. Me +dijo que miraba mi visita como algo grato, mi amistad como una de las +adquisiciones más valiosas, y que trataría de merecerla por el celo +que pondría en servirme. No me ofrecía devolverme a Manon, según él, +porque no gozaba de crédito para ello, pero que me ofrecía verla y +hacer todo lo que en él estuviera para devolverla a mis brazos. Más +satisfecho quedé de aquella falta de fe en su poder que si me hubiese +ofrecido una plena y absoluta seguridad de dar satisfacción a todos mis +anhelos. Encontré en la moderación de sus promesas una franqueza que me +encantó. En una palabra, prometímelo todo de sus buenos oficios. La +sola promesa de procurarme una entrevista con Manon me hubiese hecho +realizar cualquier cosa por él. Expreséle algo de tales sentimientos +de modo que vió que tampoco yo era un malnacido. Nos abrazamos y +quedamos amigos sin otras razones que la bondad de nuestros corazones +y esa noble disposición que hace que un hombre leal y generoso profese +amistad a otro que lo es también. Llevó las pruebas de su estima más +lejos aún, pues conociendo mis aventuras, no ignorando mi salida de +San Lázaro y juzgando que no debía hallarme sobrado de medios puso su +bolsa a mi disposición. No acepté, pero le dije: «Es demasiado. Ahora +bien, si con tanta bondad y amistad me hacéis volver a ver a mi adorada +Manon, soy vuestro de por vida; si me devolvéis del todo a esa amada +criatura no creeré pagaros derramando por vos hasta la última gota de +mi sangre». + +Nos separamos después de convenir hora y sitio en que debíamos +encontrarnos; por su parte llevó la complacencia hasta no retrasarlo +más allá de aquella misma tarde. + +Le esperé en un café donde vino a reunirse conmigo a eso de las cuatro +y, ya juntos, emprendimos el camino del _hospital_. Me temblaban las +piernas al atravesar los grandes patios. «¡Poder del amor--decía yo--, +volveré a ver al ídolo de mi corazón, al objeto de tantas lágrimas e +inquietudes! ¡Cielos, dadme fuerzas para vivir hasta llegar a ella y +disponed luego de mi fortuna y de mi vida! No tengo otra gracia que +pediros». + +El señor T... habló con algunos porteros y empleados que se +apresuraron a ofrecerle cuanto estuviese en su mano. Hízose mostrar +el lugar de la prisión de Manon y nos llevaron hasta él mostrándonos +una llave de aterradora magnitud que servía para abrir su puerta. Le +pregunté al lacayo encargado de guiarnos, que era el que le había +servido, cómo había pasado la infeliz el tiempo de su encierro. Díjonos +que era de dulzura angelical; que jamás había recibido de ella una mala +palabra; que no había cesado de llorar las seis primeras semanas de su +reclusión; pero que desde hacía algún tiempo parecía tomar su desgracia +con más calma y que se ocupaba en coser de la mañana a la noche, +excepción hecha de algunos ratos que dedicaba a la lectura. Le pregunté +también si al menos había estado atendida con limpieza, y me contestó +que de lo preciso no había carecido. + +Nos acercamos a su puerta. Mi corazón latía con violencia. Dije a +M. de T... «Entrad solo y prevenidla de mi visita, pues temo que mi +súbita presencia la afecte demasiado». La puerta nos fué franqueada. +Permanecí en la galería. No obstante me enteraba de su conversación. +Díjole que iba a llevarle algún consuelo; que era uno de mis amigos y +que se interesaba mucho por nuestra dicha. Preguntóle ella con gran +viveza que si podría enterarla de lo que había sido de mí. Prometióle +llevarme a sus plantas todo lo enamorado y fiel que ella podía desear. +«¿Cuándo?--interrogó--Hoy mismo--dijo él--. No tardará. Si lo deseáis, +en este mismo momento comparecerá ante vuestros ojos». Comprendió +que yo me hallaba tras de la puerta y corrió allí precipitadamente +en el momento en que al sentirla venir entraba yo. Nos abrazamos con +esa efusión de ternura que una ausencia de tres meses hace tan dulce +para los verdaderos amantes. Nuestros suspiros, nuestras entrecortadas +exclamaciones, mil nombres de amor repetidos languidamente por uno y +otro, constituyeron durante un cuarto de hora una escena que llegó a +emocionar a T... «Os envidio--dijo, mientras nos hacía sentar--. No hay +suerte, por gloriosa que sea, a la que no prefiriese yo una querida +tan bella y apasionada.--También desdeño yo todos los imperios del +mundo--le respondí--para asegurarme la dicha de ser amado por ella. + +Todo el resto de una conversación tan ardientemente deseada no podía +dejar de ser infinitamente tierno. La pobre Manon me contó sus +aventuras y yo le narré las mías. Lloramos amargamente al aludir al +estado en que ella se hallaba y al que acababa yo de escapar; T... +nos consoló renovando sus promesas de trabajar fervorosamente para +poner fin a nuestras miserias. Aconsejónos que abreviásemos aquella +primera entrevista para que le fuera fácil proporcionarnos otras. Le +costó no poco trabajo hacernos seguir su consejo. Sobre todo Manon, +no se resolvía a dejarme partir. Reteníame por las manos y por las +ropas; hízome volver a sentar un centenar de veces. «¡Ah, en qué lugar +me dejáis! ¡Quién puede asegurarme que volveré a veros!»; M. de T... +la prometió que vendría a verla con frecuencia, trayéndome consigo. +«En cuanto al lugar--dijo con galantería--no debe llamarse ya el +_hospital_; es Versalles mismo desde que encierra la persona que merece +el imperio de todos los corazones». + +Al salir mostréme liberal con el lacayo que la servía, para animarle a +poner celo en sus servicios. Aquel muchacho tenía el alma menos dura y +ruin que sus iguales. Había sido testigo de nuestra entrevista. Aquel +espectáculo le había emocionado. Un luis de oro que le entregué acabó +de hacérmele incondicional. Llevóme aparte cuando bajamos a los patios: +«Señor, si queréis tomarme a vuestro servicio o darme una recompensa +que me indemnice del empleo que perdería aquí, creo que no me sería +difícil devolver la libertad a la señorita Manon». + +Agucé el oído ante aquella proposición, y aunque no tenía nada de nada +hícele promesas que sobrepujaban con mucho su deseo. Contaba con que +siempre sería factible recompensar a un hombre de aquel temple. «Puedes +estar persuadido, amigo mío, que no hay nada que no esté dispuesto a +hacer por ti y que tu fortuna está tan segura como la mía». Quise saber +de qué medios pensaba valerse. «Sencillamente, abrirle por la noche la +puerta de su celda y acompañarla hasta la de la calle, donde es preciso +que vos la esperéis pronto a recibirla». Le pregunté si no había +peligro en que fuése reconocida al atravesar las galerías y los patios. +Confesóme que algún peligro habría, pero que era preciso arriesgar +algo. + +Aunque estaba encantado de verle tan resuelto, llamé a T... para +comunicarle el proyecto y la única razón que podía hacerme dudar. +Halló más inconvenientes que yo. Convino en que, efectivamente, podía +escaparse así. «Pero si la reconocen--continuó--y si la detienen en su +fuga, será quizás su pérdida para siempre. Por otra parte, tendríais +que abandonar París inmediatamente, pues nunca estaríais bastante bien +escondidos para las pesquisas que se harían en su busca. Redoblaríanse +en este caso, tanto por vos como por ella. Un hombre escapa fácilmente +si está solo; pero le es casi imposible permanecer en el incógnito +teniendo al lado una mujer bonita». + +Por muy prudente que me pareciese el razonamiento, no tuvo poder en +mi espíritu sobre la esperanza tan próxima de devolver la libertad a +Manon. Díjeselo así a T..., rogándole perdonase al amor un poco de +imprudencia y de temeridad. Díjele que mi intención era, efectivamente, +abandonar París para instalarme en algún pueblo próximo, como hiciera +ya en otra ocasión. Convinimos con el criado en no retrasar la +empresa sino hasta el día siguiente, y para hacerlo todo lo seguro +que estuviese en nuestra mano decidimos traer un traje de hombre para +facilitar nuestra salida. No era cosa fácil hacerlo entrar, pero +la imaginación me dió medios para ello. Rogué tan sólo a T... que +se vistiese dos chupas ligeras, una sobre otra, pues del resto me +encargaba yo. + +Volvimos por la mañana al _hospital_. Llevaba yo para Manon +ropa blanca, medias, etc., y por encima de mi jubón un sobretodo +que no dejaba ver demasiado lo abultado de mis bolsillos. Sólo +permanecimos un momento en su cuarto. Nada faltaba sino el calzón que, +desgraciadamente, había olvidado. + +El olvido de aquella prenda imprescindible nos hubiese hecho +ciertamente reir si el apuro en que nos ponía hubiese sido menos serio. +Hallábame desesperado de que semejante bagatela pudiese hacernos +fracasar. Al fin, tomé un partido extremo, que fué salir yo sin él. +Dejé el mío a Manon. Mi sobretodo era largo y con ayuda de unos +alfileres quedé en estado de pasar decorosamente por la puerta. + +El resto del día me pareció de una lentitud insoportable. En fin, +llegada la noche, fuimos a instalarnos en una carroza, un poco más +abajo de la puerta del _hospital_. No pasó mucho tiempo sin que +viésemos aparecer a Manon con su guía. La portezuela estaba abierta y +ambos subieron en un momento. Recibí a mi amada en mis brazos; temblaba +como una hoja. El cochero preguntó que dónde había de conducirnos. +«Condúcenos al fin del mundo--grité--; llévame donde no haya fuerzas +capaces de separarme nunca de Manon». + +Aquel arrebato, que no fuí dueño de contener, estuvo a punto de traerme +fatales consecuencias. El cochero recapituló sobre mis palabras y al +darle después las señas de la calle donde quería ir, díjome que temía +no fuése yo a meterle en un mal negocio; que no se le ocultaba que +aquel adolescente a quien llamaba Manon era una mujer que raptaba del +_hospital_ y que no estaba de humor de perderse por amor a mí. + +Los escrúpulos de aquel bergante no eran sino deseos de hacerse pagar +el coche más caro. Estábamos demasiado cerca del _hospital_ para no +pasar por todo. «Cállate--le dije--. Hay un luis de oro para ti». +Después de aquello me hubiese ayudado, incluso a quemar el _hospital_. + +Llegamos a la casa en que vivía Lescaut. Como era tarde, T... nos +abandonó a medio camino, prometiéndonos vernos al día siguiente. Sólo +el lacayo quedó con nosotros. + +Estrechaba yo a Manon con tal afán entre mis brazos, que los dos apenas +ocupábamos un solo sitio en la carroza. Lloraba ella de alegría y +sentía yo sus lágrimas mojarme el rostro. + +Pero cuando hubo que apearse para entrar en casa de Lescaut, tuve con +el cochero una nueva cuestión, cuyas consecuencias fueron funestas. Me +arrepentí de haberle ofrecido un luis, no sólo porque el regalo era +excesivo, sino por una razón mucho más importante, la imposibilidad de +pagarle. Hice llamar a Lescaut. Bajó de su habitación para reunírsenos +en la puerta. Díjele al oído cuál era nuestro apuro. Como era de +genio brusco y no estaba acostumbrado a guardar consideraciones a los +cocheros, lo tomó a broma. «¡Un luis de oro!--gritó--¡Veinte palos +a ese rufián!». Fué inútil que le repitiera que iba a perdernos. +Arrebatóme mi bastón con ademanes de maltratar al cochero. Éste, que +había quizás caído ya alguna vez bajo las manos de un guardia de corps +o de un mosquetero, huyó, gritándome que me había burlado de él, pero +que ya se las pagaría. Pedíle, inútilmente, que se detuviese. Su fuga +me causó gran inquietud, pues no dudé que advertiría al Comisario. «Me +perdéis--dije a Lescaut--. Es preciso alejarnos de vuestra casa, donde +no estaremos seguros por el momento». Di el brazo a Manon y salimos +precipitadamente de la calle peligrosa. Lescaut nos acompañó. + +Es algo realmente admirable el modo cómo la providencia encadena los +acontecimientos. Apenas habíamos caminado cinco o seis minutos un +hombre reconoció a Lescaut. Buscábale, sin duda, en los alrededores +de su casa con el fatal propósito que realizó. «Es Lescaut--dijo, +disparándole un tiro a quemarropa--: esta noche irá a cenar con los +ángeles». Escapó inmediatamente mientras Lescaut caía sin dar señales +de vida. Apremié a Manon para que huyésemos, pues nuestros auxilios +a un cadáver eran inútiles, y en cambio temía que nos detuviese la +ronda, que no podía tardar en venir. Enfilé con ella y el lacayo el +primer callejón que cruzaba; estaba tan cansada que me costaba trabajo +sostenerla; vi un coche de alquiler en la esquina. Subimos, pero cuando +el cochero me preguntó dónde tenía que llevarnos me vi cohibido para +contestarle. No tenía ni asilo en que me creyese en salvo ni amigo a +quien recurrir; y para colmo veíame sin dinero, pues no tenía en el +bolsillo arriba de media _pistola_. El miedo y la fatiga habían vencido +de tal modo a Manon que estaba a medias desvanecida sobre mi hombro. +Tenía, por otra parte, el pensamiento obsesionado con la muerte de +Lescaut y no estaba tampoco tranquilo respecto a la ronda. ¿Qué partido +tomar? Me acordé felizmente de la posada de Chaillot, donde pasé unos +días con Manon cuando fuimos a instalarnos al pueblo. Pensé que allí +no sólo estaría en seguridad, sino que podría vivir algún tiempo sin +que me apremiasen para el pago. «Llévanos a Chaillot»--dije al cochero. +Negóse a ir allí tan tarde como no le pagase una pistola; otro motivo +de apuro. En fin, convenimos en que le daría seis francos, que era, por +otra parte, cuanto quedaba en mi bolsa. + +Mientras nos encaminábamos al lugar de nuestro destino traté de +consolar a Manon, aunque en el fondo reinaba profundo desconsuelo en mi +espíritu. Hubiérame dado la muerte si no hubiese tenido en mis brazos +el solo bien que me ataba a la vida. Era aquél el único pensamiento que +me sostenía. «Es mía, la tengo por fin y me ama. Diga lo que quiera +Tiberio no es un fantasma de dicha. Vería yo hundirse el universo sin +que me importase. ¿Por qué? Porque ninguna otra cosa me interesa ya». +Aquel sentimiento era sincero; sin embargo, mientras despreciaba todos +los bienes del mundo comprendía que me sería necesaria una ínfima parte +de ellos para que mi desprecio por el resto pudiese ser aún mayor. El +amor es más poderoso que la abundancia, que todos los tesoros de la +riqueza, pero necesita de su ayuda y nada hay más terrible para un +amante delicado que verse arrastrado por aquel punto vulnerable a las +cosas más miserables y groseras de la vida. + +Eran las once cuando llegamos a Chaillot. Fuimos recibidos en la +posada como personas de absoluta confianza. No se sorprendieron de +ver a Manon en traje de hombre porque están habituados en París y en +sus alrededores a que las mujeres se presenten en las más diversas +trazas. Hice que le sirviesen con igual prontitud que si nadase en +la opulencia. Manon ignoraba mi penuria. Guardéme de decirle nada, +decidido, como estaba, a volver al siguiente día a París para buscar +cualquier clase de remedio a mi antipática enfermedad. + +Parecióme, mientras cenaba, pálida y delgada. No me había percibido +en el _hospital_, porque el cuarto donde estaba era de los peor +alumbrados. Pregúntele si no era aquello efecto del miedo pasado al +ver caer a su hermano. Aseguróme que aunque muy afectada por aquella +desgracia su palidez provenía de haber estado tres meses ausente de +mí. «¿Me quieres mucho?--la interrogué--. Mil veces más de cuanto +pudiera decirte--replicóme--. ¿No me abandonarás ya nunca?--añadí--No, +nunca»--replicó ella--. Aquella afirmación fué corroborada por tantos +juramentos y caricias que, efectivamente, parecióme imposible que +pudiera olvidarlos. Siempre he creído que fué sincera. ¿Qué razón +podría haber tenido para fingir hasta aquel punto? Pero si sincera +era aun era más tornadiza o, por mejor decir, ella misma no era dueña +de su albedrío cuando hallábase ante mujeres que, valiendo mucho menos +que ella, vivían en la abundancia, mientras se veía en la miseria. +Hallábame en vísperas de topar con la prueba más clara y evidente de +cuantas hasta entonces tuviera, prueba que dió lugar a la más extraña +aventura de que fué víctima jamás un hombre de mi nacimiento y mi +fortuna. + +Como sabíale de aquel natural, apresuréme al día siguiente a ir a +París. La muerte de su hermano, y la necesidad de procurarnos ropas +para ella y para mí eran cosas tan naturales que no necesité pretexto +ninguno. Salí de la posada con el designio, según dije a Manon y al +hostelero, de tomar una carroza de alquiler; pero en realidad aquello +no era sino una fanfarronada. La necesidad me obligaba a caminar a pie +e hícelo rápidamente hasta Cours-la-Reine, donde tenía intenciones de +detenerme. Bien necesitaba de unos momentos de soledad y descanso para +ordenar mis pensamientos y prever lo que iba a hacer en París. + +Sentéme sobre la hierba. Pronto me engolfé en un mar de razonamientos +y reflexiones que, poco a poco, redujéronse a tres únicos capítulos. +Necesitaba un socorro inmediato para hacer frente a una serie de +necesidades inmediatas; tenía que abrirme un camino que fuése una +esperanza de vida para lo futuro; y, esto no era lo menos importante, +tenía que tomar informes y precauciones para la futura seguridad de +Manon y mía. Después de haberme extendido en proyectos y combinaciones +sobre aquellos tres puntos creí aún deber aplazar los dos últimos. +No estábamos mal ocultos en un cuarto de Chaillot, y en cuanto a las +necesidades futuras sería hora de pensar en ellas cuando estuviésemos a +cubierto de las presentes. + +Tratábase, por lo pronto, de llenar mi bolsa; T. habíame ofrecido +generosamente la suya, pero causábame repugnancia extrema ser yo quien +volviera sobre el asunto. ¡Qué vergüenza, ir a exponer mi miseria a +un extraño y rogarle me ayudase con su dinero! No hay sino las almas +ruines a quienes la natural bajeza impida ver la indignidad o las almas +cristianas que por un exceso de humildad que les hace superiores a +esa vergüenza no se sientan humilladas y la acepten sin lucha. No era +yo ni un hombre ruin ni un buen cristiano, y hubiese dado la mitad de +mi sangre por evitar aquel bochorno. «Tiberio, el buen Tiberio, ¿me +negará aquello que buenamente pueda darme? No; se sentirá compadecido +de mi miseria, pero en cambio me abrumará con su moral. Tendré que +aguantar sus peroratas, sus consejos, sus exhortaciones, y me hará +pagar tan cara su ayuda que daría una parte de mi sangre por evitarme +esa escena que me dejaría lleno de turbación y de remordimientos. +¡Bueno!--replicábame a mí mismo--, he de renunciar a toda esperanza +puesto que no me quedan otros caminos, y antes que tomar por ellos +derramaría gustoso la mitad de mi sangre, es decir, toda mi sangre +antes que aceptar ambos. Sí, mi sangre toda--añadí, después de un +momento de reflexión--, sí, daríala toda mejor que humillarme a +miserias y bajezas. ¿Pero qué tiene mi sangre que ver en todo esto? Se +trata de la vida de Manon, de su amor y de su fidelidad. ¿Qué puedo +equiparar a ella? Nada hasta ahora. Ella es para mí la gloria, la dicha +y la fortuna. Hay muchas cosas, sin duda, que daría la vida por obtener +o por evitar; pero estimar algo, más que a mi vida, no significa +estimarlo tanto como a Manon». No tardé mucho tiempo, después de tal +razonamiento, en decidirme. Continúe mi camino decidido a ir primero a +ver a Tiberio, luego a T... + +Al entrar en París hallé un coche de alquiler, y aunque no tenía con +qué pagarlo, contando con los recursos que iba a solicitar de unos +y otros lo tomé. Híceme conducir al Luxemburgo, desde donde envíe a +decir a Tiberio que estaba esperándole. Satisfizo mi impaciencia su +prontitud en acudir. Le expuse la situación apurada en que me veía. Me +preguntó si las cien pistolas que le había devuelto me bastarían, y +sin oponer la menor dificultad fué en el mismo momento a buscarlas con +esa sencillez y esa alegría en dar que son patrimonio del amor y de +la amistad verdadera. Aunque no abrigaba la menor duda sobre el éxito +de mi empresa, sorprendióme haberle obtenido a tan poco precio; es +decir, sin tener que aguantar una homilía sobre mi impenitencia. Pero +me equivocaba al creer escapar tan fácilmente; al acabar de entregarme +dinero me rogó que diese una vuelta con él por la avenida del jardín. +No le había hablado de Manon y por ende ignoraba que estuviese en +libertad; así que su disertación no recayó sino sobre mi temeraria +fuga de San Lázaro y sobre sus temores de que en vez de aprovechar la +lección de cordura recibida, perseverase en mis desórdenes. Díjome +que habiendo ido a visitarme a San Lázaro, al día siguiente de mi +evasión, había quedado estupefacto al enterarse de la manera como había +salido; que había hablado de ello con el superior, y halló que el buen +religioso, aunque no se había repuesto de su espanto, había tenido, +sin embargo, la generosidad de ocultar al jefe superior de Policía +los detalles de mi marcha y de evitar que la muerte del portero fuése +conocida fuera de allí y así de aquel lado no tenía, pues, nada que +temer. Pero, añadió, que si aún quedaba en mí el menor vestigio de +prudencia, aprovecharía el desenlace venturoso que daba el cielo a mis +asuntos; que comenzaría por escribir a mi padre y ponerme a bien con +él, y que si por una vez quería seguir sus consejos, me daría el de +marcharme de París y refugiarme en el seno de mi familia. + +Escuché su discurso hasta el fin. Contenía multitud de cosas +satisfactorias. En primer lugar me encantó saber que por parte de San +Lázaro no había nada que temer. Las calles de París volvían a ser campo +libre para mí. En segundo, me alegré de que Tiberio no tuviese idea de +la liberación de Manon y de su vuelta conmigo. Hasta noté que ponía +cuidado en no hablarme de ella creyendo sin duda que ocupaba menos +lugar en mi corazón, puesto que tan tranquilo parecía en lo que se +refería a ella. Resolví, si no volver a mi casa, por lo menos escribir +a mi padre, como me lo aconsejaba y atestiguarle que estaba dispuesto +a volver al camino del deber, que era el de su deseo. Mi esperanza +era decidirle a que me enviase dinero con el pretexto de hacer mis +ejercicios en la academia, pues era muy difícil convencerle de mis +disposiciones para abrazar de nuevo la carrera eclesiástica, sin contar +con que no me parecía desagradable ni imposible lo que le prometía. +Tenía, por el contrario, deseos vehementes de dedicarme a algo honesto +y razonable, siempre que fuése compatible con mi amor. Acariciaba el +plan de vivir con mi querida y al mismo tiempo hacer mis oposiciones. +Eran cosas asaz compatibles. Estaba tan satisfecho con tales ideas, +que prometí a Tiberio enviar el mismo día una carta a mi padre. Entré, +efectivamente, después de dejarle, en un escritorio público y le +escribí en forma tan tierna y sumisa que al releer la carta me lisonjeé +de obtener algo del corazón paterno. + +Aunque ya estaba en condiciones de tomar y pagar un coche, después +de despedirme de Tiberio me fuí orgullosamente a pie, encontrando un +placer en el ejercicio de mi libertad, que mi amigo me había asegurado +no peligraba ya. Sin embargo, vínome súbitamente a la imaginación la +idea de que sus seguridades no atañían sino a San Lázaro y que tenía, +fuera de eso, el asunto del _hospital_, sin contar con la muerte de +Lescaut en la que me veía mezclado a lo menos como testigo. Aquella +idea me asustó de tal modo que me retiré a la primera avenida que me +pareció discreto refugio e hice llamar una carroza. Fuí en derechura +a casa de T..., que se rió de mis temores. Yo mismo me reí de ellos +al saber que nada tenía que temer del lado del _hospital_, ni del de +Lescaut. Díjome que ante la idea de que creyesen en su complicidad +al conocer la fuga de Manon, había ido aquella mañana al _hospital_ +y había preguntado por ella como si no estuviese enterado de nada. +Que tan lejos estaban de creernos culpables que le habían contado la +fuga como noticia fantástica, asombrándose de que una mujer tan bonita +como Manon hubiese tomado el partido de huir con un lacayo. Él, por su +parte, limitóse a responder fríamente que no le sorprendía, pues creía +a la gente capaz de todo a cambio de la libertad. Continuó contándome +que había ido a casa de Lescaut con la esperanza de encontrarme allí +con mi deliciosa querida, y que el dueño de la casa, un alquilador de +carrozas, le había asegurado no habernos visto ni a ella ni a mí, pero +añadió que no le extrañaba, pues si era de Lescaut en busca de quien +íbamos, habríamos sin duda sabido que acababan de matarlo poco más o +menos a la misma hora. Unas dos horas antes, un guardia de corps, amigo +de Lescaut había venido a verle y le había propuesto jugar. Lescaut, +había ganado con tal rapidez, que el otro se había encontrado con cien +escudos menos, todo su capital, en una hora. + +Aquel desgraciado había suplicado a Lescaut que le prestase cincuenta +escudos, o sea la mitad de la suma que acababa de perder, y sobre +ciertas dificultades nacidas de la ocasión habíanse querellado con +extremada violencia. Lescaut se había negado a salir espada en mano a +la calle, y entonces el otro había jurado romperle la cabeza donde lo +hallase, cosa que había realizado aquella misma noche; T... tuvo la +generosidad de añadir que había pasado horas de inquietud pensando en +nosotros y volvió a ofrecerme sus servicios. Rogóme al mismo tiempo que +le diese hospitalidad, pues pensaba ir a comer con nosotros. + +Como sólo me quedaba adquirir ropas para Manon, díjele podíamos salir +inmediatamente si llevaba su complacencia hasta acompañarme a algunas +tiendas. No sé si creyó que le hacía esta proposición para espolear +su generosidad, o si fué por simple impulso de su alma magnánima, +pero es el caso que conforme con marchar a aquella misma hora llevóme +a los comercios que proveían su casa. Allí me hizo elegir telas de +precios mucho más elevados que los que yo me proponía pagar, y, cuando +intentaba hacerlo, prohibió a los comerciantes recibir moneda alguna +mía. Llevó a cabo aquella amabilidad con tan buena maña que creí poder +aceptar sin desdoro. En fin, tomamos juntos el camino de Chaillot, +donde llegué con menos inquietud que había partido. + + * * * * * + +Habiendo empleado el caballero Des Grieux más de una hora en su +narración le rogué tomase algún descanso y nos acompañase a la +mesa. Nuestra atención le demostró que le habíamos escuchado con +gusto. Asegurónos que hallaríamos cosas aún más interesantes en la +continuación de su historia; y cuando hubimos acabado de cenar continuó +en estos términos: + + [Ilustración] + + + [Ilustración] + + + + + SEGUNDA + PARTE + + + [Ilustración] + + +Mi presencia y las amabilidades de T... disiparon todo lo que aún +quedaba de tristeza en el espíritu de Manon. «Olvidemos, alma mía--le +dije al llegar--, nuestros pasados terrores y volvamos a empezar a +vivir más felices que nunca. Después de todo, el amor es buen amo; +la fortuna no guardará seguramente para nosotros tantas penas como +alegrías nos proporciona». Nuestra cena fué una verdadera fiesta. Era +yo más dichoso y me hallaba más orgulloso con mi Manon y mis cien +pistolas que el más rico hacendista de París con sus amontonados +tesoros; hay que contar las riquezas en razón de la facilidad que +ofrecen para dar satisfacción a los deseos, y yo no tenía ni uno solo +que no estuviese realizado ya. El porvenir mismo no me asustaba. +Hallábame casi seguro de que mi padre no pondría grandes dificultades +para darme lo suficiente con que vivir decorosamente en París, pues +habiendo cumplido los veinte años, tenía ya derecho a exigir la parte +de bienes que en la herencia de mi madre me correspondía. No oculté a +Manon que el fondo de nuestra fortuna eran sólo cien pistolas. Era lo +suficiente para esperar mayores bienes, que vendrían, bien fuése por +mis derechos hereditarios, bien por artes del juego. + +Así fué que durante las primeras semanas sólo pensé en disfrutar de +mi situación; mi idea del honor, mezclada con cierto sentimiento de +miedo, hacíame aplazar de día en día la renovación de mis tratos con +los socios del hotel Transilvania, y limitéme a jugar en círculos +menos desacreditados, donde, además, los favores de la fortuna me +libraron de poner en práctica habilidades pecaminosas. Iba a jugar a +la ciudad y volvía a cenar a Chaillot, acompañado muy frecuentemente +de T..., cuya amistad por nosotros crecía de día en día. Manon supo +hallar recursos para combatir el tedio. Intimó en la vecindad misma con +algunas muchachas a quien el buen tiempo y los encantos de la estación +habían traído por allí. El paseo y las menudas labores propias de su +sexo constituían, alternativamente, su ocupación. Una partida de juego, +a que ellas habían señalado límites, servía para hacer frente a los +gastos del coche. Iban a tomar un poco aire al bosque de Bolonia, y por +las tardes, a mi regreso, hallaba a Manon más bella, más apasionada y +más contenta que nunca. + +Sin embargo, algunas nubes parecieron encapotar el horizonte de mi +dicha; pero fueron prestamente barridas por completo, y el genio +alocado de Manon hizo tan cómico el desenlace, que aún encuentro +melancólica dulzura en un recuerdo que evoca su ternura y la gracia +pícara de su ingenio. + +El solo criado que constituía nuestra servidumbre llevóme un día aparte +para decirme, con mucho apuro, que tenía un secreto de gran importancia +que comunicarme. Excitéle a hablar sin rebozo ni temor, y después de +muchos ambages y circunloquios díjome que un señor extranjero parecía +haberse enamorado de la señorita Manon. La sangre se me agolpó al +corazón. «¿Y ella?», interrumpíle con más brusquedad de la que convenía +para seguir enterándome. Mi violencia le asustó. Respondió, con aire +de inquietud, que su perspicacia no había ido tan lejos, pero que como +hacía varios días venía observando que el extranjero iba todos los días +al bosque de Bolonia, y que descendiendo de su carroza, se engolfaba +solo por las avenidas, y pareciendo acechar la ocasión de encontrarse +con Manon, había concebido la idea de trabar amistad con sus servidores +para averiguar su nombre; que le consideraban como a un príncipe +italiano, y que sospechaban ellos también se trataba de una aventura +galante. Añadió, tembloroso, que no había podido proporcionarse otras +luces, porque el príncipe, saliendo del bosque en aquel momento, +habíase aproximado a él y le había preguntado su nombre. Después de +lo cual, como adivinando que se hallaba al servicio de Manon, habíale +felicitado por pertenecer a la criatura más encantadora del mundo. + +Esperé impaciente el final de su narración, pero tan sólo añadió ya +algunas tímidas excusas, que atribuí a mis imprudentes muestras de +agitación. Roguéle me diera más detalles; pero se excusó diciendo que +nada más sabía, y que habiendo tenido lugar todo aquello la víspera +misma, no hubo tiempo para volverse a entrevistar con la servidumbre +del príncipe. Le tranquilicé, no solamente con mis elogios, sino con +una justa recompensa, y le encarecí, sin mostrar la menor desconfianza +de Manon, vigilase todos los pasos del desconocido. + +En el fondo, sus temores me dejaron dudas crueles. Podían haberle hecho +suprimir una parte de la verdad. Sin embargo, tras algunas reflexiones, +volví sobre mis alarmas, hasta el punto de sentir haber dado aquellas +señales de flaqueza. No tenía derecho a mirar como un delito de Manon +el que los demás la amasen. Lo más probable era que ignorase su +conquista; ¿cuál iba a ser su existencia si mi corazón se abría con +tanta facilidad a la duda? Volví a París al siguiente día, sin haber +tomado otra resolución que la de acrecentar mi capital, acelerando las +ganancias, gracias a un juego más fuerte, para ponerme en estado de +salir de Chaillot, al primer motivo de inquietud. + +Ninguna noticia atentatoria a mi tranquilidad tuve aquella noche. El +extranjero había reaparecido en el bosque de Bolonia por la tarde, +y aprovechando lo sucedido la anterior, habíase encarado con mi +confidente y habíale hablado de su amor, pero en términos que no +denunciaban ninguna complicidad con Manon. Habíale pedido mil detalles. +Por último, intentó atraerle a su servicio con considerables promesas, +y al fin, sacando una carta que llevaba preparada, habíale ofrecido +inútilmente algunos luises de oro por entregársela a su ama. + +Dos días transcurrieron sin ningún nuevo incidente. El tercero fué +más tempestuoso. Supe al volver de París, bastante tarde, que Manon, +durante su paseo, se había separado un momento de sus compañeras, y +que el extranjero, que la seguía a poca distancia, habíase acercado a +ella a una señal que le había hecho, y habíale entregado una carta, que +ella recibió con transportes de júbilo. No tuvo tiempo de mostrarlo +más que besando con transporte la misiva, porque casi inmediatamente +se había ido. Pero durante el resto del día pareció presa de alegría +extraordinaria, y, aun después de volver a casa, aquella alegría no +pareció haberla abandonado. «¿Estás bien cierto--dije tristemente a mi +lacayo--de que tus ojos no te han engañado?». Tomó al cielo por testigo +de su buena fe. + +No sé hasta dónde me hubiesen llevado los martirios de mi corazón, si +Manon, que me había oído entrar, no hubiese venido a mí, mostrando su +impaciencia y exhalando amargas quejas sobre mi tardanza. No esperó mi +respuesta para agobiarme a caricias, y cuando se halló a solas conmigo +hízome vivos reproches por la costumbre que iba tomando de regresar tan +tarde. Como mi silencio diese lugar a ello, continuó diciéndome que +hacía ya tres semanas que no había pasado un día entero con ella; que +no podía resistir tan largas ausencias; que, por lo menos, exigía de mi +un día de vez en cuando, y que al siguiente quería tenerme a su lado +desde la mañana a la noche. + +«Estaré, no lo dudéis»--respondí con brusquedad. No mostró gran +atención a mi pena, y en el impulso de su alegría, que efectivamente +parecióme de vivacidad extraordinaria, hízome divertidas pinturas +de cómo había pasado el día. «¡Extraña criatura!--díjeme--, ¿qué +esperar de este preludio?». Los detalles de nuestra primera separación +acudieron a mi memoria. Sin embargo, ahora creía ver en la vivacidad de +sus trasportes y en sus caricias un no sé qué de sincero que estaba de +acuerdo con las apariencias. + +No me fué difícil echar la culpa de mi pena, que me era imposible +disimular durante nuestra colación, a una pérdida considerable que +había tenido en el juego aquella tarde. Miraba como una gran suerte que +la idea de no faltar yo de Chaillot al día siguiente hubiese partido de +ella. Siempre era ganar tiempo para mis deliberaciones. Mi presencia +allí alejaba todo temor para el día siguiente, y si no observaba nada +que me hiciese plantear la cuestión, estaba decidido a trasladar dos +días más tarde mi residencia a la ciudad, a un barrio donde nada +tuviese que temer de los príncipes. Aquel arreglo hízome pasar la noche +más tranquilo, pero no me quitó la amargura de tener que temer una +nueva infidelidad. + +Al despertarnos Manon me previno que aunque íbamos a pasar el día en +nuestra habitación no por eso quería que tuviese el aspecto descuidado +y que ella misma iba a arreglar mis cabellos. Teníalos yo harto bellos +y aquella era diversión que se había ofrecido en varias ocasiones. +Pero en aquélla puso más cuidado que había puesto en ninguna otra. +Para darle gusto hube de sentarme ante su tocador y dejarla probar +todas las combinaciones que se le antojaron. En el curso de su labor +hacíame muchas veces volverme a ella, y apoyando las manos en mis +hombros mirábame con ávida curiosidad; en seguida, tras mostrarme su +satisfacción con un beso, me hacía colocar en situación para reanudar +ella su faena. + +Aquel juego nos entretuvo hasta la hora de la comida. Su diversión, +y el gusto que tomaba en ella, me habían parecido tan naturales, y +su alegría denunciaba tan poco la falsedad temida, que no pudiendo +conciliar tales pruebas de amor con tan negra traición, estuve a punto, +en varias ocasiones, de abrirle mi pecho, descargándole de un peso que +se me hacía insoportable. Pero a cada momento concebía de nuevo la +esperanza de que la confidencia vendría de ella y miraba de antemano, +como un triunfo, aquella confianza. + +Volvimos a su gabinete. Púsose nuevamente a acomodar mi cabellera +cuando vinieron a avisarle que el príncipe de... deseaba verla. Aquel +nombre me exasperó hasta la violencia. «¿Qué significa esto?--grité, +rechazándola--¿Quién? ¿Qué príncipe?». No contestó a mis preguntas. +«Hágale subir»--ordenó, glacial, al criado. Luego, volviéndose a mí: +«Mi amado, a ti, a quien adoro, te pido un momento, de complacencia, +uno tan sólo; te amaré mil veces más, te quedaré agradecida toda mi +vida». + +La indignación y la sorpresa trababan mi lengua. Ella, mientras, +repetía sus súplicas, y yo buscaba inútilmente palabras de desdén con +que rechazarlas. Pero, al sentir abrir la puerta de la antesala, cogió +mis cabellos, que flotaban sobre mi espalda, con la otra mano cogió un +espejo, y empleando todas sus fuerzas llevóme de tal guisa hasta la +puerta del gabinete, y abriéndola con la rodilla ofreció a los ojos del +recién llegado, a quien el ruido parecía haber petrificado en medio de +la estancia, un espectáculo que debió asombrarle. Vi un hombre vestido +con lujo, pero de bastante mala traza. + +Aun en la turbación en que le sumía la escena no dejó de inclinarse en +profunda reverencia. Manon no le dió tiempo a abrir la boca. Presentaba +el espejo. «Vea, señor, miraos bien y hacedme justicia. Me pedís amor. +He aquí el hombre a quien amo y a quien he jurado amar toda mi vida. +Estableced vos mismo la comparación. Si creéis poder disputarle mi +corazón decidme en qué os fundáis, pues a fuer de vuestra muy humilde +servidora he de deciros que a mis ojos todos los príncipes de Italia no +valen uno de los cabellos que tengo en mi mano». + +Mientras duró aquel absurdo discurso, que por las trazas tenía meditado +de antemano, hacía yo desesperados esfuerzos para libertarme, y +compadeciéndome de aquel hombre sentíame dispuesto a reparar el ultraje +con mis atenciones. Pero habiéndose repuesto con bastante facilidad, +su respuesta, que me pareció un tanto grosera, quitóme mis buenas +disposiciones. «Señorita, señorita--dijo con forzada sonrisa--, abro +los ojos y os encuentro en verdad menos novicia de lo que creía». + +Retiróse inmediatamente, sin tener ni una mirada para ella, y rumiando +en voz baja, que las mujeres de Francia allá se iban con las de Italia. +Nada me obligaba, en tal ocasión, a hacerle mejorar sus ideas sobre el +bello sexo. + +Manon abandonó mis cabellos, y arrojándose en una butaca llenó el +cuarto con el estrépito de sus carcajadas. No ocultaré que me había +llegado al alma aquel sacrificio que sólo podía imputar al amor. Sin +embargo, la broma me pareció excesiva e hícela un reproche por ella. +Contóme que mi rival, después de obsesionarla con su persecución unos +días, y dejarla adivinar con muecas y guiños su amor, habíase decidido +a declararse abiertamente, acompañando su declaración con sus nombres y +títulos en una carta que le había hecho remitir por el cochero que les +conducía a ella y sus compañeras; que aparte de las palabras de amor +la prometía cuantiosos presentes. Según decía había vuelto a Chaillot +con el designio de contarme aquella aventura, pero habiendo creído +que podíamos hallar en ella un motivo de diversión no había podido +resistir a su deseo. Entonces había concedido al príncipe italiano la +libertad de visitarla en su propia casa y habíase divertido en hacerme +entrar en sus planes sin ponerme en antecedentes de ellos. No le dije +que hubiese sabido nada por otros conductos y la embriaguez del amor +triunfante me hizo aprobarlo todo. + +He observado en el transcurso de mi vida entera que el cielo escogió +siempre, para castigarme con su mano de hierro, los momentos en que +mi buena suerte me parecía más firme y duradera. Me creía tan feliz +con la amistad de T. y el amor de Manon que hubiese costado mucho +trabajo convencerme de que me amagaba un nuevo infortunio. Sin embargo, +preparábase uno tan funesto, y que me ha reducido al extremo en que me +hallasteis en Passy, y eso pasando por trámites y aventuras tan crueles +que os costará trabajo creer mi narración veraz. + +Un día que el señor T... cenaba con nosotros, oímos el ruido de una +carroza que se detenía a la puerta de la hostería. La curiosidad +nos impulsó a querer saber quién era el que llegaba a tales horas. +Dijéronnos que era el joven G... M..., es decir, el hijo de nuestro +más cruel enemigo, del viejo libertino que me encerrara a mí en San +Lázaro y a Manon en el _hospital_. Su nombre empurpuró mi rostro. «Es +el cielo quien le trae--dije a T...--para castigarle de la infamia de +su padre. No se escapará sin que hayamos medido nuestras espadas». T... +que le conocía y que hasta era uno de sus mejores amigos, esforzóse +en hacerme concebir mejores sentimientos para con él. Aseguróme que +era un muchacho muy amable y tan poco capaz en haber intervenido en la +fea acción de su padre, que yo mismo no hablaría con él un momento sin +concederle mi estimación y sin desear la suya. Después de añadir mil +cosas más, me pidió mi consentimiento para ir a saludarle y proponerle +viniese a ocupar un lugar en nuestra mesa. Previno la objeción del +peligro que significaba para Manon descubrir su refugio al hijo de +nuestro enemigo, afirmando por su honor y por su fe que cuando nos +conociese no tendríamos mejor defensor. Con tales seguridades no opuse +ya ningún reparo. + +T... nos le trajo, claro que no sin haberse tomado antes unos momentos +para informarle de quiénes éramos. Entró con un aire que desde luego +nos previno en su favor. Abrazóme cordialmente y nos sentamos todos. +Mostró su admiración por Manon, por mí, por cuanto nos pertenecía, y +comió con un apetito que hacia honor a nuestra cena. + +Cuando alzaron los manteles la conversación se hizo más seria. Bajó los +ojos y puso sordina en la voz para hablarnos de los excesos cometidos +por su padre con nosotros. Presentónos sus excusas más humildes. «Las +abrevio--dijo--para no avivar un recuerdo que me causa rubor». Si sus +palabras eran sinceras en un principio, hiciéronse aún mucho más a +continuación. Y no había pasado un cuarto de hora sin que me diese +cuenta de la impresión que los encantos de Manon causaban sobre él. Sus +miradas y sus maneras hacíanse rendidas por momentos. Sin embargo, +nada dejó aparecer de tales sentimientos en sus palabras, pero aunque +no hubiese estado iluminado por los celos, tenía demasiada experiencia +en las cosas de amor para no saber lo que aquello significaba. + +Acompañóme parte de la noche y no nos dejó sin haberse felicitado +de nuestro conocimiento y haber solicitado de nosotros permiso para +renovar de vez en cuando la oferta de sus servicios. Marchó de +madrugada con T..., que aceptó un sitio en su carroza. + +No sentía, como he dicho ya, ninguna inclinación celosa. Tenía más fe +que nunca en los juramentos de Manon. Aquella deliciosa criatura poseía +tal ascendiente sobre mi corazón, que no cabía en él ningún pensamiento +que no fuése de fe, amor y respeto. En vez de reprocharle el haber +gustado al joven G... M... estaba orgulloso del efecto de sus encantos, +y hacíame una gloria de ser amado por una criatura que todo el mundo +encontraba bella. Ni aun siquiera juzgué pertinente comunicarle mis +sospechas. Habíamos empleado algunos días en los cuidados de su +vestuario, y, mientras, habíamos discutido si podíamos o no ir al +teatro sin peligro de ser reconocidos. T... vino a vernos antes de +acabar la semana y le consultamos sobre aquel particular. Comprendió, +en seguida, que había que decir que sí para serle agradable a Manon. +Resolvimos ir aquella misma noche. + +Pero aquella determinación no pudo ejecutarse, pues, habiéndome +llamado aparte me dijo sobre poco más o menos: «Estoy en un verdadero +compromiso desde la última vez que os vi y mi visita de hoy no es sino +una consecuencia de ello. G... M... está enamorado de vuestra querida; +me lo ha confesado. Soy su íntimo amigo y estoy dispuesto a todo para +servirle; pero también lo soy vuestro. Considero sus intenciones +injustas y se las reprocho desde el fondo de mi corazón. Hubiérale +guardado el secreto si él, para vencer, no hubiese pensado en emplear +sino los procedimientos corrientes, pero está informado del carácter +de Manon. Ha sabido, no sé cómo, que gusta de la abundancia y los +placeres, y como la fortuna de que disfruta es considerable, ya me +ha dicho que piensa tentarla con un magnífico regalo primero, con la +oferta de diez mil libras de renta después. En igualdad de condiciones +ambos, hubiese tenido grandes escrúpulos en traicionarle, pero la +justicia está unida, de vuestra parte, a la amistad, tanto más que +habiendo sido la causa imprudente de su pasión, introduciéndole aquí, +tengo el deber de remediar el mal que involuntariamente he hecho». + +Agradecí a T... aquella prueba realmente considerable de amistad y le +devolví su confianza confesándole que el carácter de Manon era tal +y como G... M... se lo figuraba, es decir, que no podía soportar el +nombre de la pobreza. «Sin embargo--dije--, no siendo cuestión sino +de más o menos, no la creo capaz de abandonarme por otro. Estoy en +condiciones de no permitir que le falte nada y aun creo que mi fortuna +se acrecentará de día en día. Lo único que temo es que G... M... +aproveche el conocer nuestro refugio para jugarnos una mala pasada». + +T... me aseguró que respecto a eso podía estar tranquilo; que G... +M... era capaz de una locura amorosa, pero no de una bajeza, y que si +hubiese tenido la cobardía de hacer una, sería él, que me hablaba, +el primero en castigarla y en reparar el mal que involuntariamente +habría causado. «Os agradezco vuestras intenciones--le repliqué--, +pero el mal estaría hecho y el remedio sería muy difícil. Así es que +lo más prudente es prevenirle, abandonando Chaillot por otro lugar +cualquiera.--Sí--replicó el señor T...--, pero os será difícil hacerlo +con la rapidez que sería menester, pues G... M... estará aquí antes +de las doce. Me lo dijo ayer, y eso es lo que me ha hecho venir tan +temprano para informaros de sus planes. Puede llegar de un momento a +otro». + +Aviso tan perentorio hízome mirar aquel asunto con atención creciente. +Como me parecía imposible evitar la visita de G... M... y no menos +imposible impedir que se declarase a Manon, tomé el partido de +prevenirle yo mismo sobre los planes de aquel nuevo rival. Pensé que +estando enterada de las proposiciones que iban a hacerle y oyéndolas de +mí mismo tendría más fuerzas para rechazarlas. Descubrí mi pensamiento +a T..., que me dijo que el plan le parecía arriesgadísimo. «Reconozco +que sí--le dije--, pero todas las razones que puede haber para tener fe +en una querida las tengo para creer en la mía. + + [Ilustración] + + [Ilustración] + +No habría sino la cuantía de las promesas que pudiese deslumbrarla y ya +os digo que no conoce el interés. Ama el bienestar, pero me ama a mí +también; y tal como están de florecientes nuestros asuntos, creo que +me preferiría a mí al hijo del hombre que la metió en el _hospital_». +En una palabra, persistí en mi determinación y habiéndome apartado con +Manon, le enteré de todo lo que acababa de saber. + +Dióme las gracias por la buena opinión que tenía de ella y me prometió +acoger las ofertas de G... M... de forma que no le quedasen deseos de +renovarlas. «No--objeté--, no conviene irritarle con un exabrupto, +puesto que podría perdernos. Pero bastante sabes tú, pícara--añadí +riendo--, la manera de deshacerte de un adorador pegajoso y molesto». +Después de permanecer unos momentos soñadora, dijo: «Acaba de +ocurrírseme una idea admirable y estoy encantada con ella; G... M... +es el hijo del peor de nuestros enemigos. Debemos vengarnos del padre, +no en la persona, pero si en la bolsa del hijo. Voy a escucharle, +a aceptar los presentes y a reirme de él.--El proyecto es bonito; +pero ¿no te acuerdas ya, criatura, que fué el camino que te llevó al +_hospital_?». + +Fué inútil que me esforzase en mostrarla los peligros de la empresa; +respondióme que tan sólo era cuestión de tomar bien nuestras medidas, y +halló respuesta a todas mis objeciones. Dadme el ejemplo de un amante +que no haya cedido a todos los caprichos de una querida adorada y os +confesaré que hice mal en conformarme. Decidimos, pues, hacer de G... +M... nuestra víctima, y por una cruel ironía de la suerte la víctima +fuí yo. + +Vimos aparecer su carroza a eso de las once. Hizo mil rebuscados +cumplidos sobre la libertad que se tomaba al venir a comer con +nosotros. No se sorprendió al ver a M. de T..., que le ofreciera la +víspera venir también y que se había excusado con algunos asuntos +urgentes para no venir en el mismo coche. Aunque no había ni uno solo +entre nosotros que no llevase la traición en el corazón, sentámonos a +la mesa con aire de cordialidad y amistad; G... M... halló fácilmente +manera de declarar sus sentimientos a Manon. No debí parecerle molesto, +pues me ausenté exprofeso durante unos minutos. + +Noté bien a las claras, a mi regreso, que no le habían descorazonado +con un exceso de severidad. Parecía del mejor humor del mundo. Yo, +por mi parte, afectaba estarlo también. Reíase interiormente de mi +simpleza; yo de la suya. Durante toda la tarde representamos el uno +para el otro una divertida escena. Arregléme de manera de procurarle, +antes de su partida, una nueva entrevista con Manon, de modo que debió +quedar tan satisfecho de mi prudencia como de la buena mesa. + +No bien hubo subido a su carroza con M. de T..., Manon corrió a mí con +los brazos abiertos, riendo a carcajadas. Repitióme sus discursos y +sus proposiciones, sin cambiar palabra. Reducíanse a lo siguiente: la +adoraba; quería compartir con ella cuarenta mil libras de renta de que +disfrutaba ya, sin contar lo que heredaría cuando muriese su padre. +Iba a ser dueña de su fortuna y de su corazón, y como arras de aquellos +bienes estaba dispuesto a darle una carroza, un hotel amueblado, una +doncella, tres criados y un cocinero. + +«He ahí un hijo--dije a Manon--mucho más generoso que su padre. +Hablemos de buena fe--añadí--; tales promesas, ¿no os tientan?--¿A +mí?--respondió, ajustando a su pensamiento estos versos de Racine: + + ¿Yo? ¿Me creeréis capaz de tal perfidia? + ¡Yo! ¿Podría acaso resistir el semblante odioso + que evoca el recuerdo del _hospital_ a mis ojos? + +--No--repliqué, continuando por mi parte la parodia: + + No; costárame trabajo creer, señora, + que el _hospital_ estuviera grabado + con un trazo de amor en vuestro corazón. + +«Pero no deja de ser un porvenir seductor, un hotel con carroza y tres +lacayos, y el amor mismo puede pocas veces hacer así las cosas». + +Hízome protestas de que su corazón era mío para siempre y que a nadie +amaría jamás sino a mí. «Las promesas que me ha hecho más son aguijón +a mi venganza que dardos de amor». Le pregunté si entraba en sus +designios aceptar el hotel y la carroza. Respondióme que no quería sino +el dinero. + +La gran dificultad estaba en obtener lo uno sin lo otro. Decidimos +esperar las explicaciones de G... M..., que vendrían en una carta que +había prometido escribirle. Recibióla, efectivamente, al día siguiente +de mano de un lacayo sin librea que supo hábilmente hallar ocasión para +hablarla sin testigos. Díjole que esperase su contestación y vino a +traerme la carta a mí. Abrímosla juntos. + +Además de los lugares comunes de ternura amorosa, contenía las promesas +de mi rival. No reparaba en gastos. Comprometíase a entregar diez mil +francos al tomar posesión del hotel, y además a reparar de tal modo +las disminuciones que la susodicha cantidad pudiese padecer que Manon +la tuviese siempre delante de sí en dinero contante. En cuanto a la +inauguración no la retrasaba con exceso. Sólo pedía de plazo dos días +para preparar las cosas y hasta la señalaba el lugar donde el hotel +estaría emplazado y la marcaba la hora en que la esperaría si conseguía +escaparse de entre mis manos. Era esto último lo único que debía +inquietarle, pues respecto a todo lo demás parecía estar completamente +tranquilo, pero añadía que, si tenía dificultades para escaparse, él +encontraría medio de que su fuga fuése cómoda y fácil. + +G... M... era más astuto que su padre y quería tener su presa entre las +manos antes de soltar el dinero. Deliberamos sobre la actitud que Manon +debía adoptar. Hice aún algunos esfuerzos para quitarle la empresa de +la cabeza, haciéndola ver todos los peligros que encerraba. Nada pudo +quebrantar su determinación. + +Escribió breve respuesta a G... M... para decirle que no hallaría +dificultad para ir a París el día señalado y que podía aguardarla con +absoluta certeza. + +Arreglamos en seguida las líneas de nuestra acción. Yo debía partir +inmediatamente para buscar en algún pueblecillo, al otro lado de París, +una casa, y llevaría a ella nuestro equipaje. Al día siguiente, que +era el de la cita, ella iría temprano a París, y después de recibir +los obsequios de G... M... le rogaría insistentemente que la llevase +al teatro, cogería consigo todo lo que pudiese llevar de la suma +aquella, encargaría del resto a mi lacayo, que deseaba llevarse con +ella, pues era el mismo que la salvó del _hospital_ y que nos era +ciegamente adicto. Yo me hallaría con un coche en la esquina de la +calle San Andrés de los Arcos, y a las siete, dejando al coche en +espera, avanzaría en las sombras hasta la puerta de la Comedia. Manon +me prometió hallar una excusa para abandonar el palco un momento y, +aprovechándole, venir en busca mía. El resto era cosa fácil; en un +momento estaríamos en mi coche y en poco tiempo habríamos salido de +París por la puerta del barrio de San Antonio, que era nuestro camino +más corto para nuestra nueva morada. + +Aquel plan, estrafalario y todo, nos pareció muy bien arreglado. Pero +había una ciega temeridad en creer que, aun resultando todo a las mil +maravillas, hubiésemos podido escapar luego a las consecuencias. Sin +embargo, nos expusimos con la confianza más temeraria. Manon fuése +con Marcelo; así se llamaba nuestro criado. La vi marchar con pena. +Díjela al abrazarla: «Manon, ¿no me engañas? ¿Me serás fiel?». Quejóse +tiernamente de mi desconfianza y me renovó todos sus juramentos. + +Según su cuenta debía de llegar a París a las tres. Yo partí después de +ella y fuí a recluirme para perecer de aburrimiento todo el resto de la +tarde al café de Feré, en el puente de San Miguel. Allí permanecí hasta +la noche. Salí entonces para tomar un coche e ir a apostarme con él, +según habíamos quedado, a la entrada de la calle de San Andrés de los +Arcos; después fuí a pie a la puerta del teatro. Sorprendióme no hallar +a Marcelo, que debía de estar esperándome. Esperé pacientemente una +hora, confundido entre los lacayos, ojo avizor, acechando a todos los +transeuntes. En fin, al dar las siete, sin percibir nada que tuviese +relación con nuestros planes, tomé un billete de parterre para ir a ver +si divisaba a Manon y a G... M... en un palco. Ni uno ni otra estaban +allí. Volví a la puerta, donde dejé transcurrir aún un cuarto de hora, +lleno de impaciencia y de inquietud. No viendo nada tampoco, fuí a mi +coche sin resolverme a tomar un partido u otro. Habiéndome visto mi +cochero, vino a mi encuentro para decirme, con aire de misterio, que +una linda damisela me esperaba, hacía una hora, en la carroza, que +había intentado llamar mi atención con multitud de gestos, que él había +visto muy bien, y que sabiendo que había de volver había dicho que no +se impacientaría y me aguardaría tranquilamente allí. + +Creí en seguida que era Manon. Me acerqué rápidamente y entonces vi +un rostro encantador que no era el suyo. Tratábase de una desconocida, +que empezó por preguntarme si no era con el caballero Des Grieux con +quien tenía el honor de hablar. Díjele que, efectivamente, aquel era mi +nombre. «Tengo una carta para vos--díjome--, carta que os instruirá del +objeto de mi presencia y de cómo he tenido el honor de conocer vuestro +nombre». Roguéle me diese tiempo para leerla en un establecimiento +cercano. Quiso acompañarme y aun me aconsejó que pidiese un reservado. +«¿De quién procede esta carta?»--le dije, al subir. Pero ella me +respondió que ya lo vería al leerla. + +Reconocí la letra de Manon. He aquí, poco más o menos, lo que me decía: +G... M... le había recibido con una cortesía y una magnificencia que +sobrepujaban a toda idea. Le había agobiado de presentes y hecho +entrever un porvenir de reina. Me aseguraba, sin embargo, que no me +olvidaba en aquella nueva fase de su fortuna, aunque no habiendo podido +convencer a G... M... de que la llevase al teatro aquella noche, tenía +que dejar para otro día el gusto de verme. Pero que para consolarme +de la pena que adivinaba podría causarme la noticia había encontrado +manera de enviarme a una de las muchachas más bonitas de París, que +sería la portadora de su carta. _Firmado_: vuestra fiel amante, Manon +Lescaut. + +Había algo tan cruel y tan insultante para mí en aquella carta que, +permaneciendo un rato suspenso entre el dolor y la cólera, propúseme +hacer un esfuerzo para olvidar a mi ingrata y pérfida querida. Fijé +los ojos en la mujer que tenía ante mí. Era, en extremo, bella, y yo +hubiese deseado que lo fuése bastante para hacerme a mi vez perjuro y +traidor; pero por desgracia mía no hallé aquellos astutos y tiernos +ojos, aquel divino porte y aquel cutis, cuyos matices había combinado +amor mismo; en fin, aquel conjunto de perfecciones, que constituían el +mágico encanto de mi pérfida amada. «No, no--dije apartando de ella mis +miradas--; la traidora, ingrata que os envió bien sabía que os enviaba +a una tentativa inútil. Volved y decidle que disfrute de su crimen si +puede y que le disfrute sin remordimientos. Renuncio para siempre a +ella, y al mismo tiempo renuncio a todas las mujeres, que si en belleza +no sabrán igualarla, en perfidia le serán todas semejantes». Estuve +entonces a punto de retirarme, sin tratar de saber más de Manon. Los +mortales celos, que me desgarraban el corazón, disfrazábanse de una +opaca y sombría calma, y tanto más me creía próximo a curarme cuanto +que no sentía ninguno de aquellos movimientos de ira que me habían +agitado en circunstancias parecidas. ¡Malhaya mi suerte!, tan víctima +era de las burlas de mi amor como creía serlo de las de Manon y de las +de G... M... + +La muchacha que me había traído la carta, al verme dispuesto a salir, +preguntóme qué quería que contestase a G... M... y a la dama que se +hallaba con él. A esta pregunta, volví a entrar en el cuarto, y por +uno de esos rápidos cambios, en que no podrán creer los que jamás +sufrieron las fatigas y zozobras del amor, pasé de golpe, desde la +tranquilidad en que creía hallarme, al furor más ciego. «Ve--dije--y +cuenta al traidor G... M... y a su pérfida querida la desesperación en +que su maldita carta me ha arrojado, pero añádeles que poco se reirán +de mí, pues con mis propias manos les apuñalaré a los dos». Arrojéme +en una silla; mi sombrero y mi bastón rodaron por el suelo, dos ríos +de llanto brotaron de mis ojos. Entonces el acceso de furor por que +acababa de pasar cambióse en profundo dolor; no hice, durante largo +rato, sino llorar, entre suspiros y gemidos. «Acércate, acércate, +pobre niña--dije a la joven--, puesto que es a ti a quien envían para +consolarme. Dime si sabes algún remedio contra la desesperación, algún +calmante contra la rabia, contra el deseo de darte a ti mismo la muerte +después de dársela a los traidores, que no merecen el don de la vida. +Sí, acércate--continué, al ver que iniciaba algunos pasos tímidos +e inciertos para aproximárseme--, ven a secar mis lágrimas, ven a +devolver la paz a mi corazón, ven y dime que me amas, para habituarme +a la idea de poder ser de otra que de mi traidora. Eres bella, y +quizás pueda amarte a mi vez». La pobre muchacha, que apenas tendría +dieciséis o diecisiete años, y que parecía más pudorosa e inocente que +sus iguales, parecía hallarse profundamente asombrada ante la extraña +escena. Acercóse, pese a ello, para hacerme algunas caricias; pero +entonces yo la aparté con mis manos. «¿Qué quieres de mí?--dije--. +¡Ah!, ¡eres mujer!, ¡eres de un sexo que odio! La dulzura de tu rostro +me amenaza de nuevas traiciones. Vete y déjame solo aquí». Hízome una +reverencia, sin osar decirme nada, y me volvió la espalda para salir. +La grité que esperase. «Pero dime, al menos, cómo, por qué y con qué +objeto te han enviado aquí. ¿Cómo has averiguado mi nombre y el lugar +donde podías hallarme?». + +Entonces me dijo que conociendo de larga fecha a G... M... éste la +había enviado a buscar a las cinco de la tarde, y que habiendo seguido +al lacayo, que fué en su busca, había hallado a su amigo en una +soberbia casa, donde jugaba al _piquet_, con una dama muy bella, y que +entonces los dos le habían encargado que me entregase la carta que me +había dado, después de prevenirla que me encontraría en una carroza +en la esquina de la calle de San Andrés. Preguntéle si nada más le +habían dicho. Contestó, ruborizándose, que le habían hecho concebir la +esperanza de que la conservaría a mi lado para hacerme compañía. «Te +han engañado, mi pobre niña, te han engañado. Eres mujer y necesitas un +hombre, pero necesitas uno que sea rico y feliz, y no es ciertamente +aquí donde puedes hallarlo. Vuelve, vuelve a G... M... Ese tiene cuanto +precisa para ser amado de las bellas; tiene hoteles, muebles y trenes +que ofrecer. En cuanto a mí, que no tengo sino amor que dar, las +mujeres desdeñan mi miseria y hacen juego de mi simplicidad». + +Añadí mil cosas tristes o violentas, según que las pasiones, que me +agitaban alternativamente, cedían o me arrastraban. Pero, a fuerza de +atormentarme, mi delirio disminuyó lo suficiente para dejar sitio a la +reflexión. Comparé aquel infortunio a los que había padecido del mismo +orden, y saqué, en consecuencia, que en aquella ocasión no había por +qué desesperarse más que en las anteriores. Conocía a Manon; ¿por qué, +pues, afligirme de aquel modo por una desgracia que debía de prever? +¿Por qué, mejor, no emplear mis fuerzas en buscar remedio? Aun era +tiempo. Por lo menos, no debía malgastar mis energías, si no quería +hacerme luego el reproche de haber contribuido con mi negligencia a mis +propias penas. Púseme, pues, a pensar en los medios que podían abrirme +un camino de esperanza. + +Tratar de arrancarla por la violencia de las manos de G... M..., era +una insensatez inútil, que no ofrecía la menor probabilidad de éxito, +pero en cambio parecíame, que si podía procurarme la menor entrevista +con ella, ganaría infaliblemente la batalla. ¡Conocía tan bien los +puntos sensibles de su corazón! ¡Estaba tan seguro de ser amado por +ella! Aquella misma extravagancia de enviarme una mujer bonita para +consolarme, estaba seguro que era a ella a quien se le había ocurrido, +y era prueba de su compasión por mis sufrimientos. + +Resolví poner en juego toda mi maña para conseguir entrevistarme con +ella. Entre los varios caminos que fuí examinando, me detuve en el +siguiente: T... había mostrado demasiada buena voluntad en mi ayuda +para que me fuése dado dudar de su sinceridad y su celo. Prometíme +ir a verle inmediatamente y comprometerle a llamar a G... M..., con +pretexto de un asunto importante. Sólo necesitaba media hora para +hablar a Manon. Mi plan era hacerme introducir en su mismo cuarto, y me +parecía cosa fácil en ausencia de G... M... + +Habiéndome devuelto tales resoluciones parte de mi calma, pagué +espléndidamente a la joven que aun permanecía conmigo, y para quitarle +las ganas de volver a reunirse con quienes la habían enviado, tomé sus +señas dejándola entrever que tal vez iría a pasar con ella el resto de +la noche. Subí a mi coche e híceme llevar con toda la rapidez posible +a casa del señor T... Tuve la suerte de encontrarle, aunque durante el +camino me atormentara el temor de su ausencia. Una palabra le puso al +corriente de mis penas y del favor que venía a pedirle. + +Asombróle de tal modo que G... M... hubiese podido seducir a Manon, +que, ignorando la parte que yo mismo había tenido en mi desgracia, +ofrecióse espontáneamente reunir a todos sus amigos para emplear sus +brazos y sus espadas en libertar a mi querida. Hícele comprender que +todo aquel ruido podía sernos perjudicial a ella y a mí. «Guardemos +nuestra sangre para el último extremo. Medito un medio menos ruidoso y +del que espero igual éxito». Ofrecióse a hacer, sin excepción, cuanto +le pidiese. Y habiéndole repetido que tan sólo se trataba de hacer +llamar, con pretexto de hablar con él, a G... M..., y hacerle faltar de +su casa una hora o dos, salió conmigo para complacerme. + +Discutimos sobre el pretexto de que podía valerse para entretenerle +tanto tiempo. Aconsejéle empezar por enviarle una carta fechada en un +figón, citándole urgentemente para un asunto de tal importancia que +no admitía espera. «Espiaré--le dije--el momento de su salida y no +me costará trabajo introducirme en la casa, no siendo, como no soy, +conocido sino de Manon y de Marcelo, mi criado. En cuanto a vos, podéis +decirle que el asunto importante de que deseáis hablarle es un asunto +de dinero. Que acabáis de perder no sólo el vuestro, sino mucho más +sobre palabra. Necesitará tiempo para procurároslo, y yo tendré el que +me hace falta». + +M. de T... hizo ce por be todo lo que yo le había encargado. Dejéle en +el figón, donde escribió inmediatamente su carta. En cuanto a mí, fuí +a colocarme a algunos pasos de la casa de Manon, vi llegar al portador +de la misiva, y partir a poco G... M... a pie y seguido de un lacayo. +Tras de darle tiempo para salir de la calle, me aproximé a la puerta +de la infiel, y pese a mi ira, llamé con el respeto con que lo haría +en un templo. Felizmente, fué Marcelo quien vino a abrirme la puerta. +Hícele una seña y, aunque nada tenía que temer de los demás criados, +le pregunté si podía conducirme al cuarto donde estaba Manon sin ser +notado. Dijo que era cosa fácil, con sólo subir con cuidado la escalera +principal. «Vamos pronto--le dije--, y trata de impedir que suba nadie +mientras yo esté allí». Así llegué sin tropiezo al cuarto de Manon. + +Hallábase ella entregada a la lectura. En tal ocasión fué cuando +mejor pude admirar el carácter de aquella criatura. En vez de parecer +aterrada o asombrada al verme, no dió sino esas ligeras pruebas de +sorpresa naturales cuando nos encontramos con una persona que creemos +lejos. «¡Ah, sois vos, amor mío!--exclamó viniendo a abrazarme con la +ternura habitual--¡Dios mío, qué audaz sois! ¡Quién hubiese podido +esperaros hoy en tal lugar!». Me desprendí de sus brazos, y, en vez +de corresponder a sus caricias, la rechacé con desdén y retrocedí +dos o tres pasos para alejarme de ella. Aquel ademán no dejó de +desconcertarla. Permaneció inmóvil y fijó sus ojos en mí, cambiando de +color. Tan contento me hallaba en el fondo de volverla a ver que, pese +a los numerosos motivos de ira que tenía contra ella, apenas encontraba +fuerzas para hacerle reproches. Sin embargo, mi corazón sangraba aún +por la cruel ofensa que me había inferido. Llamé en mi auxilio a la +memoria para exaltar mi indignación, y traté de encender en mis ojos +otros fuegos que no fuesen los del amor. Como permaneciese yo un rato +en silencio y Manon reparase en mi agitación, vile temblar al parecer +de miedo. + +No pude resistir tal espectáculo. «¡Ah, Manon!--dije con tierna +queja--¡Infiel, perjura Manon! ¿Por dónde comenzaré mis reproches? +Os veo pálida y temblorosa y aun soy tan sensible a vuestros menores +sufrimientos, que temo afligiros excesivamente con mis reproches. Pero +he de decíroslo Manon, tengo el corazón lacerado por la crueldad de +vuestra traición. Esos golpes no se descargan sobre un enamorado si +no se ha decidido su muerte. ¡La tercera vez, Manon! ¡Las llevo bien +contadas! ¡Imposible olvidarlo! En vos misma está decidir en esta hora +suprema, pues mi pobre amor no puede resistir semejante trato. Siento +que va a sucumbir y que está próximo a partirse de dolor. ¡No puedo +más!--gemí sentándome en una silla--. Apenas si me es dado sostenerme y +hablar». + +No me contestó; pero, apenas me vió sentado, se arrodilló y, apoyando +la cabeza en mis rodillas, ocultó el rostro entre mis manos. Sentí +que por un momento las humedecía con su llanto. ¡Dios de Dios, pensad +qué turbación no agitaría mi alma! «¡Ah, Manon, Manon!--repuse +con un suspiro--Es ya tarde para llorarme cuando me habéis matado +primero. Fingís una tristeza que estáis lejos de sentir. El mayor de +vuestros males es indudablemente, el de mi presencia, que siempre +vino a interrumpir vuestros placeres. Abrid bien los ojos y veréis +quién soy. No se llora así por un desdichado a quien se traicionó y +abandonó cruelmente». Seguía besando mis manos sin cambiar de postura. +«Inconstante Manon--añadí aún--, mujer ingrata y sin fe, ¿a dónde, a +dónde están vuestras promesas? Amante versátil y cruel, ¿qué has hecho +del amor que me jurabas aún hoy mismo? ¡Justos cielos! ¿puede una +infiel burlarse de nosotros así, después de invocaros fervorosamente? +¿Es el perjuro quien obtiene la recompensa? ¿La desesperación y el +abandono son para la constancia y la fidelidad?». + +Aquellas palabras mías fueron acompañadas de tan amargas reflexiones +que, mal de mi grado, dejé escapar algunas lágrimas. Manon lo notó en +el cambio de mi voz. Rompió, por fin, el silencio. «Bien se ve--dijo +con tristeza--que soy culpable, cuando tal dolor pude causaros; pero +que el cielo me castigue si creí serlo o si tal pensamiento me asaltó +siquiera». + +Aquel discurso me pareció tan desprovisto de sentido común y buena +fe que no pude librarme de mi primer impulso de cólera. «¡Horrible +disimulo!--exclamé--Veo mejor que nunca que eres una vil y una +pérfida. Ahora es cuando conozco tu miserable carácter. Adiós, ruin +criatura--dije, poniéndome en pie--, mejor quiero morir mil veces que +tener trato alguno contigo. ¡Que el cielo me castigue si te honro con +una sola mirada! Quédate con tu nuevo amante; ámale; ódiame a mí; +renuncia al honor y al sentido de lo justo; me es igual, de todo me he +de reir ya». + +De tal modo la espantó la explosión de mi voz que, siempre de rodillas, +me miró temblorosa, no osando respirar. Di aún algunos pasos, en +dirección a la puerta, sin separar los ojos de ella. Pero hubiese hecho +falta ser inhumano para permanecer indiferente ante tantos encantos. +Tan lejos me hallaba de poseer esa bárbara fuerza que, pasando de golpe +al extremo opuesto, volví hacia ella o, por mejor decir, precipitéme +sin reflexionar. La cogí en mis brazos y le di mil tiernos besos; la +pedí perdón de mi violencia; confesé que era un bárbaro y que no +merecía ser amado de una criatura como ella. + +La hice sentar y me arrodillé, a mi vez, rogándole me escuchase así. +Luego, todo lo que un amante, sumiso y apasionado, pueda discurrir, +de respetuoso y tierno, lo encerré en pocas palabras dándola excusas. +Supliquéla, como singular favor, que me perdonase. Dejó caer sus brazos +en torno a mi cuello, diciéndome, con dulce acento, que era ella la que +necesitaba de perdón, por las penas que involuntariamente me causaba, y +que comenzaba a temer, no sin razón, que no me pareciese suficiente lo +que en descargo suyo iba a decirme. «¡A mí!--interrumpí--¡Si no os pido +justificación ninguna! Apruebo cuanto hicisteis. No soy yo quién para +pedir razones de tu conducta. Soy feliz, y me doy por satisfecho si +mi Manon no me priva de la ternura de su corazón. Pero--continué--sin +necesidad de volver sobre mi estado de espíritu, ¡oh, poderosa Manon, +que a capricho creáis mis alegrías y dolores!, humildemente, después +de mostrarte mi arrepentimiento, ¿no me será permitido hablaros de mis +penas y mis sufrimientos? Quisiera saber de vos misma qué ha de ser de +mí hoy, y si pensáis firmar mi sentencia de muerte, pasando la noche +con mi rival». + +Puso algún tiempo en meditar su respuesta. «Caballero mío--díjome, +recuperando su aspecto tranquilo--, si, desde luego, os hubieseis +explicado con tal claridad os hubieseis ahorrado no pocos sinsabores +y a mí una escena harto penosa. Puesto que vuestro padecimiento sólo +viene de vuestros celos, os hubiese curado al momento, ofreciéndoos +seguiros inmediatamente, aunque fuése al fin del mundo. Pero he +creído que era la carta que os escribí, bajo las miradas inexorables +de G... M..., y la muchacha que os enviamos lo que provocaba vuestra +indignación. Temí que pudierais mirar mi carta como una burla y a la +joven enviada por G... M... como un síntoma de que renunciaba a vos +para unirme definitivamente a él. Este pensamiento me ha llenado de +consternación, pues por muy inocente que yo fuése, no podía ocultárseme +que las apariencias no me eran favorables. Sin embargo, quiero que +seáis mi juez después de explicaros la verdad de lo sucedido». Hízome +saber entonces todo lo que le había pasado desde que había encontrado a +G... M... que la esperaba en el mismo lugar donde ahora nos hallábamos. +Habíale recibido, efectivamente, como a la primera princesa del mundo. +Habíale enseñado todas las estancias de una limpieza y una riqueza +admirables. Entrególe diez mil libras en su gabinete, añadiendo +algunas alhajas, entre las que se hallaba el collar y los brazaletes +de perlas que ya una vez le diera el padre. Hízole servir, por los +nuevos criados que tomó para ella, ordenándoles que de allí en adelante +le mirasen como a su dueña y señora; hízole, en fin, ver la carroza +y los caballos y todo el resto de sus presentes. Después de lo cual +propúsole una partida de juego para esperar la hora de la comida. +«Confieso--dijo--que quedé deslumbrada por tanta magnificencia. Pensé +que sería una tontería renunciar a tales bienes, contentándonos con +llevarnos las diez mil libras y las alhajas; que igual yo que vos +habíamos hecho nuestra fortuna y que podíamos vivir agradablemente a +expensas de G... M... En vez de proponerle el teatro, decidí sondearle, +en lo que a vos se refería, para ver las facilidades que podríamos +hallar para la ejecución de mi sistema. Le he encontrado persona muy +tratable. Preguntóme qué pensaba de vos y si no me había causado +tristeza abandonaros. Contesté que érais tan amable y os habíais +comportado siempre de tal modo conmigo que era natural que no pudiese +odiaros. Confesó que no carecíais de méritos y que él mismo había +sentido vivo impulso de simpatía por vuestra persona. Quiso saber, cómo +creía yo, que tomaríais mi marcha, sobre todo cuando supieseis que +estaba en sus manos. Contestéle que la fecha de nuestro amor era tan +vieja ya, que había tenido tiempo de enfriarse un poco; que al mismo +tiempo pasabais por una crujía material, así que tal vez no miraseis +mi pérdida, que os libraba de pesado fardo, como gran desgracia. Añadí +que no dudando que os conduciríais pacíficamente no había vacilado en +deciros que venía a París para ciertos asuntos, que habíais consentido +en ello y que habiendo venido vos también no parecíais muy inquieto +cuando os dejé. Si le creyese capaz--díjome entonces--de convivir +amistosamente conmigo, sería yo el primero en ofrecerle mis servicios +y mis atenciones. Contesté que conociéndoos como os conocía no dudaba +de que os comportaríais correctamente, sobre todo--añadí--si él podía +ayudaros en vuestros asuntos, harto desarreglados desde la riña con +vuestra familia. Interrumpióme, para hacer protestas de ofreceros toda +la ayuda que de él dependiese, y hasta si queríais embarcaros en un +nuevo amor os presentaría a una querida muy linda que había dejado para +amarme a mí. + +»Aplaudí su idea--añadió--, para borrar toda sospecha en él, y +afirmándome más y más en mi proyecto, no hacía sino pensar en la manera +de avisaros de lo que sucedía, por miedo a que os alarmaseis con exceso +al verme faltar a vuestra cita. Fué con tal intención con la que le +propuse enviaros a vuestra nueva amiga aquella misma noche por tener un +pretexto para escribiros. No hubo más remedio que recurrir a aquella +astucia, pues no tenía esperanzas de que me dejase sola ni un instante. + +»Rió de mi proposición; llamó a su lacayo, y tras de preguntarle si +sabría encontrar a su antigua amiga, mandóle de un lado para otro +en su busca. Creyó primero que era a Chaillot donde había que ir a +buscaros, pero yo le desengañé diciéndole que, al separarnos, os +prometí ir al teatro, y si algo me lo impedía o se presentaba alguna +dificultad me esperaríais en una carroza en la esquina de la calle de +San Andrés, y que, por lo tanto, más valía enviaros allí a vuestra +nueva amante, aunque no fuése más que para impedir que os consumieseis +de aburrimiento toda la noche. Díjele también que no estaría de más +escribiros dos palabras para advertiros de aquel cambio, que os +costaría trabajo explicaros si no. Consintió, pero me vi obligada a +escribir en su presencia, y claro que me guardé muy bien de explicarme +abiertamente en mi carta. He ahí--concluyó Manon--la manera como han +sucedido las cosas. No os oculto nada, ni de mí ni de mis intenciones. +La joven vino; la hallé bella, y como no dudaba de que mi ausencia os +entristecería deseé sinceramente os entretuviera unos momentos, pues la +fidelidad que en vos deseo es la del corazón. Me hubiese gustado poder +enviaros a Marcelo, pero no tuve ni un momento para explicarle lo que +había de deciros». Remató su narración contándome la perplejidad en que +la carta del señor T... sumió a G... M... «Dudaba si dejarme o no, y me +afirmó que su ausencia no podía durar, y esto es lo que me hace veros +con inquietud y lo que me hizo también mostrar sobresaltada tristeza». + +Escuché el discurso con paciencia. Hallaba en él infinidad de cosas +crueles y mortificantes para mí, pues la intención de su infidelidad +estaba tan clara que ni aun había intentado ocultarla. No podía esperar +de G... M... que la dejase toda la noche como a una vestal. Era, pues, +con él con quien esperaba pasarla. ¡Qué confesión para un amante! +Pensé, empero, que yo era en parte culpable de su falta por haberla +puesto en antecedentes de la pasión de G... M... y también por mi +complacencia y ceguedad al entrar en el plan que ella había concebido. +Por otra parte, por uno de esos recodos particulares a mi carácter, +sentíame enternecido por la ingenuidad de su confesión y por la manera +abierta y buena con que me contaba todos los detalles, aun aquéllos +que más debían de ofenderme. «Peca sin malicia--me dije a mí mismo--. +Es ligera e imprudente, pero también recta y sincera». Añádase a esto +que el amor bastaba por sí solo para cerrarme los ojos sobre todas sus +faltas. Hallábame, a decir verdad, demasiado satisfecho con la idea de +robársela aquella misma noche a mi rival. Díjele, sin embargo: «Y la +noche, ¿con quién la hubieseis pasado?». Aquella pregunta, que formulé +tristemente, pareció confundirla. No me contestó sino con evasivas. +Tuve lástima de su confusión e interrumpiendo mi discurso dije que +naturalmente pensaba que me siguiera inmediatamente, sin demora. «Lo +haré--dijo--; pero ¿no aprobáis mi proyecto?--¡Ah!, no basta--dije a mi +vez--, ¿no basta que haya aprobado cuanto hicisteis hasta ahora?--Cómo, +¿ni aun siquiera nos llevaremos los diez mil francos? Me los dió y +son míos». Aconsejela que lo abandonase todo, y que aprovechásemos +el tiempo para alejarnos rápidamente de allí, pues aunque sólo media +hora llevaba con ella, comenzaba a temer el regreso de G... M... Sin +embargo, tales instancias me hizo para convencerme de que no nos +fuésemos con las manos vacías que creí complacerla concediéndole algo, +puesto que tanto me había concedido a mí. + +Cuando nos preparábamos a marchar oí, con un estremecimiento de terror, +llamar con grandes golpes dados en la puerta de la calle. No dudé que +era G... M..., y en la turbación que aquella idea puso en mi espíritu, +dije a Manon que era hombre muerto si se dejaba ver. Efectivamente, +aun no era yo bastante dueño de mí mismo para contenerme a su vista. +Marcelo puso fin a mis penas entregándome una carta que acababan de +darle para mí. Era de T... + +Comunicábame que habiendo ido G... M... a buscar dinero a su casa, +aprovechaba el tiempo para comunicarme una idea muy divertida que se +le había ocurrido. Que creía que no podía vengarme de mi rival de modo +más sabroso que comiéndome su cena y acostándome con mi querida en el +lecho que había pensado disfrutar con ella, y que aquello le parecía +empresa fácil si podía contar con tres o cuatro hombres que tuviesen +bastante valor para detenerle aquella noche y bastante fidelidad a mí +para guardarle a la vista hasta la siguiente mañana; que, por lo que +a él se refería, prometíame entretenerle aún una hora con razones que +tenía pensadas ya. + +Enseñé la misiva a Manon y le conté de qué astucia me había valido para +llegar hasta ella. Mi invención y la de T... le parecieron admirables. +Nos reímos a nuestras anchas unos minutos; pero como la hablase de +la última como de una broma, quedé asombrado al ver que le parecía +cosa muy digna de pensarse y que aun me la proponía como algo cuya +realización le encantaba. En vano fué que la objetase la dificultad +de hallar así, sin más ni más, gentes capaces de detener a G... M... +y vigilarle luego; díjome que, por lo menos, había que intentarlo, +puesto que T... nos garantizaba una hora por lo menos. Y en respuesta +a mis demás objeciones limitábase a decirme que yo actuaba de tirano y +que no tenía la menor complacencia para con ella. Nada le pareció más +divertido que aquel proyecto. «Tendréis su mesa, dormiréis en su lecho +y mañana temprano partiréis llevándoos su dinero y su querida, y así +estaréis bien vengado del padre y del hijo». + +Cedí a sus instancias, pese a los avisos de mi corazón, que parecía +presagiarme una catástrofe. Salí con intención de encargar a dos o +tres guardias de Corps con quienes Lescaut me había puesto en relación +se encargasen del cuidado de detener a G... M... Sólo a uno hallé, +pero era hombre resuelto que en cuanto supo de lo que se trataba me +garantizó el éxito. Tan sólo me pidió diez _pistolas_ para recompensar +a tres soldados de la Guardia, a cuyo frente pensaba ponerse. Roguéle +que no perdiese el tiempo. Reuniólos en menos de un cuarto de hora. +Esperábales yo en su casa, y cuando todo estuvo dispuesto llevéles yo +mismo a la esquina de la calle por donde G... M... había forzosamente +de pasar camino de la morada de Manon. Encarguéles que no le hiciesen +sufrir malos tratos, pero que le guardasen tan estrechamente hasta las +siete de la mañana que yo pudiese descansar en la absoluta seguridad +de que no se les escaparía. Díjome que su designio era llevarle a su +cuarto y allí obligarle a desnudarse y aun a acostarse, mientras él y +sus bravos pasaban la noche jugando y bebiendo. + + [Ilustración] + + [Ilustración] + +Permanecí con ellos hasta que vi venir a G... M..., y entonces me +retiré a un sitio oscuro para ser testigo de escena tan extraordinaria. +El guardia de corps abordóle pistola en mano para advertirle +amablemente que no quería ni su vida ni su bolsa, pero que si oponía +resistencia o gritaba veríase en el caso doloroso de saltarle la +tapa de los sesos. G... M..., viéndole sostenido por tres soldados y +temiendo, sin duda, recibir un tiro si hacía algún gesto, no opuso +resistencia. Vi llevárselo como a un cordero. + +Volví a casa de Manon, y para quitar toda sospecha en los criados, +díjele, delante de ellos, que no debíamos esperar a G... M... para +cenar, que asuntos urgentes reteníanle mal de su grado, y que me había +encargado viniese a excusarle y a ocupar su sitio, cosa que miraba yo +como singular honor, por tratarse de dama tan bella. Supo secundarme +hábilmente. Nos sentamos a la mesa. Mientras los lacayos nos servían, +conservamos un continente grave. En fin, después de despedirles o +autorizarles a que se retirasen, pasamos una de las mejores noches de +nuestra vida. Advertí a Marcelo, en secreto, que buscase un coche y le +encargase estuviese a las seis en punto de la mañana a la puerta. Fingí +abandonar a Manon a media noche, pero en seguida, habiendo vuelto a +entrar gracias a la ayuda de Marcelo, dispúseme a ocupar el sitio de +G... M... en la cama igual que lo había ocupado en la mesa. + +Durante aquel tiempo, nuestro enemigo malo trabajaba laborando por +nuestra perdición. Mientras nos entregábamos a los locos arrebatos del +placer, la catástrofe estaba suspendida sobre nuestras cabezas. Pero, +para mejor comprender las circunstancias de nuestra ruina, hay que +explicar las causas. + +A G... M... seguíale su lacayo cuando los guardias de corps le +detuvieron. El muchacho, aterrado de la aventura de su amo, huyó +desandando el camino, y por primera providencia, para tratar de +socorrer a su señor, fué a advertir al viejo G... M... de lo que +sucedía. + +Tales nuevas no podían por menos de alarmarle. Su vivacidad era +extremada para sus años. Quiso, para empezar, saber de boca del lacayo +todo lo que su hijo había hecho aquella tarde; si se había querellado +con alguien, si había intervenido en alguna riña, si había acudido +a algún lugar sospechoso. El criado, que creía a su señor en el más +espantoso de los peligros, y por ende, mirábase como obligado a todo +para salvarlo, descubrió al viejo cuanto sabía de su pasión por Manon, +de los gastos hechos por ella, de cómo pasara la tarde en su casa hasta +cerca de las nueve que había salido y de la desgracia acaecida al +regreso. Fué bastante para hacer sospechar al viejo que el asunto de +su hijo era una querella amorosa. Aunque eran las diez y media de la +noche, no dudó en ir a casa del jefe superior de Policía. Rogóle diese +órdenes apremiantes a todos sus subordinados y tras pedirle una guardia +para sí mismo, corrió a la calle donde su hijo había sido detenido. +Recorrió todos los lugares en que esperaba encontrarle, y por fin, +no hallando trazas de él, hízose llevar a casa de la querida, donde +esperaba que tal vez hubiese regresado ya. + +Iba a acostarme cuando llegó. Cerrada la puerta del cuarto, no oí +llamar a la de la calle. Entró seguido de dos arqueros, y tras +informarse inútilmente de lo que había sido de su hijo, sintió deseos +de conocer a la querida, para ver de obtener alguna luz en el asunto. +Subió a su habitación, acompañado siempre de los arqueros. Íbamos a +meternos en la cama, cuando abrió la puerta y con su presencia heló +la sangre de nuestras venas. «¡Dios santo, el viejo G...!»--díjele a +Manon. Salté para coger mi espada. Desgraciadamente, habíase enredado +en mi cinturón. Los arqueros, que vieron mi ademán, se aproximaron para +arrebatármela. Un hombre en camisa, es hombre vencido. Me quitaron el +arma. + +Aunque turbado por aquel espectáculo, G... M... no tardó en +reconocernos. «¿Es ilusión de mis sentidos? ¿no tengo realmente ante +mí al caballero Des Grieux y a Manon Lescaut?». Tan ciego me hallaba, +por la ira, que ni aun le contesté. Pareció dar vueltas a algunos +pensamientos en su cabeza y, como si súbitamente se inflamase de +ira, gritó dirigiéndose a mí. «¡Ah, infortunado! ¡Estoy seguro de +que has asesinado a mi hijo!». Aquella injuria me exasperó. «¡Viejo +traidor!--respondí con orgullo--; ¡si hubiese querido matar a alguien, +hubiese sido a ti!--Sujetadle bien--dijo a los arqueros--. Es preciso +que me dé noticias de mi hijo. Le haré ahorcar mañana si no me dice +inmediatamente dónde se halla.--¡Me harás ahorcar!--repliqué--Es a tus +iguales a quienes hay que mandar a la horca. Sabe que soy de sangre más +noble y pura que la tuya. Sí--añadí--, sé que ha sido de tu hijo, y si +sigues agotando mi paciencia, le haré estrangular antes de que sea de +día y tú correrás igual suerte que él». + +Fué imprudencia mía decirle que sabía dónde estaba su hijo, pero +el exceso mismo de mi cólera, me hizo cometer esa torpeza. Llamó +inmediatamente a otros cinco o seis arqueros que aguardaban a la puerta +y les encargó se asegurasen de toda la servidumbre de la casa. «¡Ah, +señor caballero!--díjome con tono burlón--¡Con que sabéis a dónde +está mi hijo y le haréis estrangular! Contad con que a mi vez sabré +poner buen orden a las cosas». Comprendí entonces la torpeza que había +cometido. + +Acercóse a Manon que lloraba sentada en el lecho. Díjole algunas +irónicas galanterías sobre el imperio que ejercía sobre el padre y +sobre el hijo y del buen uso que de él hacía. Aquel vetusto monstruo de +incontinencia quiso tomarse algunas familiaridades con ella. «¡Guárdate +de tocarla!--grité--¡No habría nada, por sagrado que fuése, capaz de +librarte de mis manos». Salió dejando en el cuarto tres arqueros con el +encargo de hacernos vestir rápidamente. + +No sé cuáles eran entonces sus designios respecto a nosotros. Quizás +nos hubiese dejado en libertad si le hubiésemos dicho dónde se hallaba +su hijo. Pensé, mientras me vestía, si no sería aquél el mejor partido. +Pero si se hallaba en tales disposiciones al dejar nuestro cuarto, +volvió con otras muy distintas. Había ido a interrogar a los criados +de Manon, que habían sido detenidos por los arqueros. Nada pudo sacar +de los que G... M... había puesto a su servicio; pero, cuando supo que +Marcelo nos había servido antes a nosotros, decidió hacerle hablar +intimidándole con amenazas. + +Era un muchacho fiel, pero sencillo y tosco. El recuerdo de lo que +había hecho en el _hospital_ para libertar a Manon, junto al terror que +G... M... le inspiraba, causaron tal impresión sobre su alma simple, +que creyó que le iban a llevar al potro o a la rueda. Prometió decir +todo lo que sabía si le perdonaban la vida. G... M... comprendió, por +tales palabras, que había en nuestros asuntos algo más serio y más +criminal de lo que hasta entonces se figurara. Ofreció a Marcelo, no +sólo la vida, sino una recompensa si lo confesaba todo. + +El desdichado le contó una parte de nuestros proyectos, aquélla de que +no nos habíamos recatado para hablar delante de él, puesto que en ella +había de intervenir forzosamente. Cierto que ignoraba los cambios que +habíamos introducido en París, pero le habíamos informado al salir de +Chaillot del proyecto y del papel que en él debía representar. Contó +que nuestra intención era engañar a su hijo; que Manon iba a recibir o +había recibido ya diez mil francos, que según nuestros planes no debían +volver nunca ya a manos de los herederos de la casa G... M... + +Después de hacer aquel descubrimiento el viejo subió presto a nuestro +cuarto. Entró en el gabinete donde le fué fácil encontrar la suma y las +alhajas. Volvió a nosotros, el rostro arrebatado de ira, y enseñándonos +lo que dió en llamar nuestra rapiña nos abrumó a injurias. Mostró a +Manon el collar de perlas y los braceletes. «¿Los reconocéis?--díjole +con sonrisa burlona--No es la primera vez que los tenéis en vuestro +poder. ¡Los mismos, a fe mía! ¡Se ve que eran de vuestro agrado, +buena moza!... Ya no me cabe duda.--¡Pobres criaturas--añadió--; +son encantadoras a decir verdad las dos! ¡Lástima que sean un poco +canallas!». + +Mi corazón ardía de rabia ante aquel afrentoso discurso. Hubiese dado +por ser libre... ¡Justo cielo!, ¿qué no hubiese yo dado por ser libre +un momento? En fin, violentéme para decirle con una parsimonia que no +era sino refinamiento de furor: «Acabemos, señor, con sus injuriosas +burlas. ¿De qué se trata? ¿Qué pretende hacer de nosotros?--Se trata, +señor caballero--díjome calmosamente--, de ir al _Chatelet_. Mañana +será de día y veremos más claro en el asunto, y espero que entonces me +dirá por fin dónde está mi hijo». + +Comprendí, sin necesidad de grandes reflexiones, que era cosa de +terribles consecuencias para nosotros vernos encerrados en el +_Chatelet_. Preví, con un escalofrío, todas las derivaciones. Pese +a mi orgullo dime cuenta de que había que inclinarse al peso de la +adversa fortuna y tratar de obtener algo por el halago de mi más cruel +enemigo. Roguéle con acento de sinceridad leal que me prestase un +momento de atención. «Me hago justicia a mí mismo--le dije--. Confieso +que los pocos años me han hecho cometer grandes faltas y que habéis +sido lo suficientemente perjudicado por ellas para tener el derecho +de quejaros; pero conocéis también la fuerza del amor y debéis saber +lo que padece un infortunado a quien arrebatan lo que más ama; debéis +comprender y perdonar que haya buscado una pequeña venganza o por lo +menos creerme bastante castigado con la afrenta que acabo de sufrir. No +hace falta ni prisión ni suplicios para hacerme confesar dónde se halla +vuestro hijo. Está en lugar seguro. Mi intención no fué ni deshacerme +de él ni ofenderos. Estoy pronto a deciros el lugar donde pasa la noche +si nos concedéis en cambio la libertad». + +El viejo tigre, en vez de sentirse ablandado por mi ruego, volvióme la +espalda riéndose de mí. Dejó escapar tan sólo algunas palabras para +mostrarme que conocía nuestros propósitos hasta en su origen. Por lo +que a su hijo se refería dijo que se bastaba para encontrarle puesto +que no le había asesinado. «Conducidles al pequeño _Chatelet_--ordenó +a los arqueros--, y cuidad que no se escapen, pues el caballero es un +lince y se ha escapado ya de San Lázaro». + +Salió dejándome en el estado que podéis suponer. «¡Oh, cielos!--clamaba +con desesperación--¡Acepto gustoso todos los castigos que queráis +enviar sobre mí, pero que un malvado pueda hacerme víctima de tales +tiranías es lo que más me desespera!». Los arqueros nos rogaron que +no les hiciésemos esperar más. Tenían una carroza a la puerta. Ofrecí +mi mano a Manon para bajar. «Ven, reina amada--díjele--, ven a aceptar +el rigor injusto de la suerte. Tal vez quiera el cielo que algún día +seamos más felices». + +Partimos en la misma carroza. Arrojóse en mis brazos. No le había oído +ni una sola palabra desde la llegada de G... M..., pero al hallarse +sola conmigo díjome mil ternezas acusándose de ser la causa de mi +desgracia. Aseguré que jamás me quejaría de mi suerte mientras ella no +cesase de amarme. «No soy yo a quien debes de compadecer--continué--. +Algunos meses de encierro no me espantan y desde luego prefiero el +_Chatelet_ a San Lázaro. Pero, es por ti, alma mía, por quien tiembla +mi corazón. ¡Qué destino para criatura tan bella! ¡Cielos! ¿Cómo +tratáis así a la más acabada de vuestras obras? ¿Por qué no nacimos con +cualidades acordes a nuestra miseria? Hemos recibido ingenio, gusto, +sentimiento... ¡Qué triste el uso que de ellos hacemos mientras tantas +almas bajas y dignas de esa suerte gozan de los dones y favores de la +fortuna!». + +Tales reflexiones dejáronme transido de dolor. Pero nada significaban +si había de compararlas con las que miraban a lo porvenir, pues si he +de decir verdad estremecíame de miedo por Manon. Había estado ya en el +_hospital_, y aunque hubiese salido, no ignoraba yo lo peligrosas, por +sus consecuencias, que eran ciertas recaídas en aquel lugar. Hubiese +querido participarle mis temores pero temí alarmarle con exceso. +Temblaba por ella sin osar comunicarle mis zozobras y abrazábale con +tiernos suspiros para por lo menos asegurarle de mi amor, que era el +único sentimiento que osaba expresarle. «Manon--díjele--, háblame con +franqueza; ¿me amáis siempre?». Contestóme que le mortificaba el que +pudiese dudarlo. «Pues bien, ya no dudo y afrontaré a todos nuestros +enemigos con esa fe. Emplearé todo mi esfuerzo en salir del _Chatelet_ +y mi sangre no servirá de nada si no empleo hasta la última gota en +sacaros de allí en cuanto yo me vea libre». + +Llegamos a la prisión. Nos pusieron en lugar aparte a cada uno. Aquel +golpe me fué menos cruel por haberlo previsto de antemano. Me recomendó +Manon al portero haciéndole saber que yo era persona distinguida y +ofreciéndole una recompensa. Abracé a mi amada antes de separarme de +ella. La conjuré a no afligirse con exceso y a no temer nada mientras +estuviese yo en el mundo. No careciendo yo de dinero díle algo a ella y +pagué al portero un mes de pensión adelantado para ambos. + +Mi dinero dió resultados óptimos. Pusiéronme en un cuarto limpio y bien +arreglado y me aseguraron que Manon tenía uno igual. + +Ocupéme en seguida de los medios de apresurar mi libertad. No había +nada de realmente criminal en nuestra aventura, y aun suponiendo que +el intento de robo se probase, gracias a la declaración de Marcelo, +no ignoraba yo que las intenciones no podían castigarse. Decidí +escribir en seguida a mi padre para rogarle viniese a París en persona. +Causábame menos vergüenza, como ya he dicho, estar en el _Chatelet_ que +en San Lázaro. Esto sin contar que, aunque conservaba todo mi respeto +por la autoridad paterna, la edad y la experiencia habían disminuido +mucho mi timidez. Escribíle, pues, y en el _Chatelet_ no pusieron +inconveniente a la salida de mi carta. Era, sin embargo, una molestia +que hubiese podido ahorrarme de saber que mi padre llegaba a París al +siguiente día. + +Había recibido la carta que le escribiera ocho días antes. Tuvo una +gran alegría; pero por mucho que mi conversión halagase su deseo no +creyó poder confiar del todo en mis promesas. Tomó así el partido de +venir en persona a asegurarse de mi conversión y trazar su línea creada +al tenor de la sinceridad de mi arrepentimiento. Llegó al día siguiente +de mi prisión. + +Su primera visita fué a Tiberio, a quien indicábale yo que debía +dirigir la respuesta a mi carta. No pudo saber de él ni mi domicilio ni +mi estado presente. Tan sólo supo mis principales aventuras desde que +me escapé de San Sulpicio. Tiberio le habló con elogio de las buenas +disposiciones que viera en mí en su última visita. Añadió que me creía +libre de Manon, pero que así y todo, causábale sorpresa que le tuviese +sin noticias desde hacía ocho días. Mi padre no se dejó engañar. +Comprendió que había algo que escapaba a la penetración de Tiberio +en aquel silencio de que se quejaba, y tanta maña dióse en seguir +mi rastro que a los dos días de su llegada supo que me hallaba en el +_Chatelet_. + +Antes de recibir su visita, que me encontraba muy lejos de creer +inminente, recibí la del Jefe Superior de Policía, o, mejor dicho, +para llamar las cosas por su nombre, sufrí un interrogatorio. Hízome +algunos reproches, pero he de confesar que no se mostró ni severo ni +desagradable. Me dijo que me compadecía por mi mala conducta; que había +mostrado gran falta de tacto al hacerme enemigo de un señor como G... +M...; que había que reconocer que en mi asunto había más imprudencia +que malicia, pero que no por eso dejaba de ser la segunda vez que me +veía sometido a los fallos de un Tribunal y que hubiese sido de esperar +que me volviese más formal después de dos o tres meses de lecciones en +San Lázaro. + +Contento de tenérmelas que haber con un juez razonable, expliquéme +con él de un modo tan sensato y respetuoso que pareció satisfecho en +extremo de mis respuestas. Díjome que no debía de entregarme a la +desesperación, pues estaba dispuesto a servirme por simpatía a mi +nacimiento y a mi juventud. Me tomé la libertad de recomendarle a +Manon, y recomendársela loando su dulzura y buen natural. Rióse para +decirme que no la había visto aún, pero que le habían hablado de ella +como de una persona harto peligrosa. Aquellas palabras exaltaron de +tal modo mi ternura por ella que prorrumpí en mil razones inflamadas +de pasión en defensa de mi pobre amada, y aun no pude contener +mis lágrimas. Ordenó que me llevasen nuevamente a mi habitación. +«¡Amor, amor!--murmuró el grave magistrado al verme salir--, ¿no te +reconciliarás nunca con la prudencia?». + +Hallábame rumiando mis ideas de siempre y meditando sobre la +conversación que acababa de tener con el Jefe Superior de Policía +cuando sentí abrir la puerta de mi celda: era mi padre. Aunque debía +estar preparado para la visita, que esperaba algunos días más tarde, +impresionóme de tal modo que me hubiese precipitado en cualquier abismo +que se hubiese abierto ante mis pies para rehuir su vista. Abracéle +con señales inequívocas de mi turbación. Sentóse, sin que ni él ni yo +hubiésemos abierto aún la boca. + +Como permaneciese en pie, descubierto y con los ojos bajos, díjome +gravemente: «Sentaos, caballero, sentaos. Gracias al ruido escandaloso +de vuestros libertinajes y de vuestras indelicadezas, he hallado el +lugar en que morábais. Es la triste ventaja de tales méritos el no +poder permanecer ocultos. Vais a la celebridad por un camino infalible. +Espero que la meta será pronto la _Greve_ y que disfrutaréis de la +gloria de veros expuesto a la pública admiración». + +No contesté nada. Continuó: «¡Qué desdicha para un padre, después de +haber luchado por un hijo y no haber regateado medios para hacer de +él un hombre honrado, hallarse con que no es sino canalla que les +deshonra! Se consuela uno de una pérdida de fortuna; el tiempo la borra +y la pena disminuye. Pero ¿qué remedio contra un mal que aumenta de +día en día, como sucede con los desórdenes del hijo vicioso que pierde +todo sentimiento de honor. ¿No dices nada, desdichado?--añadió--¡Ved +qué aire contrahecho de modestia, qué hipócrita humildad! ¿No se le +creería acaso, al verle así, un hombre honrado, digno de su raza?». + +Aunque comprendía merecer una parte de sus ultrajes parecíame que los +llevaba demasiado lejos. Creíme con derecho a hacerme oir. + +«Os aseguro, señor, que la humildad con que me presento ante vos no es +fingida; es la actitud natural en un hijo que siente infinito respeto +por su padre, mucho más cuando se muestra irritado con él. No pretendo +tampoco pasar por el hombre más sensato y ecuánime. Reconozco que +merezco vuestros reproches, pero os conjuro a que en ellos pongáis un +poco más de bondad y a que no me tratéis como al más perverso de los +hombres. No merezco tales epítetos. Es el amor, bien lo sabéis, el +causante de todas mis faltas. ¡Fatal pasión! ¿No conocéis su fuerza? +¿Vuestra sangre, que es manantial de la mía, no sintió jamás sus +ardores? El amor me hizo con exceso tierno, apasionado, fiel, quizás +complaciente con exceso a los deseos de una querida encantadora. He +ahí mis crímenes. ¿Veis ahí alguno que os deshonre? Veamos, padre +querido--continué con ternura--, un poco de piedad para un hijo, lleno +siempre de respeto y de afecto por vos, y que no ha renunciado, como +creéis, al honor y al deber, y que es mil veces más de compadecer de lo +que podríais pensar». Vertí algunas lágrimas como acompañamiento de +tales palabras. + +Un corazón paterno es la obra maestra de la Naturaleza; reina en él, +por así decirlo, y ella misma maneja todos sus resortes. El mío, que +unía a su calidad de padre el ser un hombre de talento y de gusto +natural, sintióse tan impresionado del giro que había dado yo a +mis disculpas que no fué dueño de ocultarme el cambio habido en su +espíritu. «¡Ven, pobre caballero, ven a abrazarme! Me das lástima». +Le abracé. Me estrechó contra su pecho de un modo que denunciaba a +las claras lo que sucedía en su corazón. «Pero ¿de qué medio nos +valdremos--dijo--para sacarte de aquí? Explícame todos tus asuntos, sin +disfrazar la verdad». + +Como no había nada en realidad, mirando bien al fondo de mi conducta, +que pudiese deshonrarme, sobre todo si se le comparaba con otros +jóvenes de mi clase y de mi tiempo, y que, en el siglo en que corremos, +no son miradas como vergüenzas, ni una querida guapa, ni el arte para +forzar la mano a la fortuna en el juego, hice a mi padre una confesión +sincera de la vida que había llevado. A cada falta que confesaba, tenía +buen cuidado de añadir ejemplos célebres que disminuyesen su fealdad. + +«Cierto que vivía con una querida, sin hallarme ligado a ellos por +vínculos matrimoniales, pero el duque de... sostiene dos a la vista de +todo París; y el señor de... tiene, hace diez años una, a la que guarda +una fidelidad que no ha guardado nunca a su esposa legítima. Las dos +terceras partes de las gentes honradas en Francia, consideran como +una honra tener una. Cierto también, que usé de algunas supercherías +en el juego, pero el marqués de... y el conde de... no tienen otras +rentas; el príncipe de... y el duque de... capitanean una pandilla +de caballeros de la misma orden». Por lo que se refiere a nuestros +designios, respecto de la bolsa de G... M... hubiese podido probar +con igual facilidad que no me faltaban precedentes, pero me quedaba +aún demasiado sentimiento del honor, para no condenarme a mí mismo en +compañía de cuantos en tal sentido pudiera proponerme por ejemplo, de +modo que rogué a mi padre me perdonase aquella debilidad en gracia a +las dos grandes pasiones que me la inspirase; la venganza y el amor. + +Interrogóme sobre si conocía algún medio de apresurar mi libertad y de +forma que evitase el escándalo. Participéle los sentimientos favorables +a mí, mostrados por el jefe superior de Policía. «Si alguna dificultad +hay--expúsele--vendrá de G... M..., así que creo no estaría de más le +viéseis». Me lo prometió así. + +No me atreví a suplicarle intercediese por Manon. No fué falta de +audacia, sino más bien efecto del miedo que me hacía temer irritarle +y de resultas sugerirle algún plan funesto para ella y para mí. Aún +está por saber para mí si ese temor no ha sido la causa de los mayores +infortunios, impidiéndome explorar las disposiciones de mi padre e +intentar sugerirle ideas de simpatía y compasión por mi infortunada +querida. Tal vez hubiese excitado su piedad; tal vez le hubiese puesto +en guardia contra las impresiones desfavorables que iba a recibir del +viejo G... M... ¿Qué sé yo? Mi fatal destino hubiese sido quizás más +fuerte que todos mis esfuerzos, pero a lo menos no hubiese tenido sino +a ella y la crueldad de mis enemigos a quienes acusar de mis desgracias. + +Después de dejarme mi padre, fuése a hacer una visita a G... M... +Encontróle con su hijo, a quien el guardia de corps había honradamente +devuelto su libertad. Jamás he sabido detalles de su conversación, +pero no me ha sido difícil adivinarlos al juzgar sus mortales efectos. +Fueron juntos, quiero decir, claro es, los dos padres, a casa del jefe +superior de Policía, del que solicitaron dos favores; uno hacerme +salir en seguida del _Chatelet_, el otro encerrar a Manon por todo el +resto de sus días o enviarla a América. Empezábase por aquel entonces +a embarcar multitud de gentes sin ley ni fuero para el Mississipi. El +jefe de Policía dióles palabra de hacer partir a Manon en el primer +barco. + +El señor G... M... y mi padre vinieron juntos a traerme la buena +nueva de mi libertad. G... M... hízome un cumplido sobre el pasado y +habiéndome felicitado por la dicha de tener tal padre, exhortóme a +seguir en lo futuro su ejemplo. Mi padre ordenóme le presentase mis +excusas por la pretendida falta cometida con su familia y darle además +las gracias por haber interpuesto sus buenos oficios para devolverme la +libertad. + +Salimos juntos sin haber pronunciado ni una palabra que se refiriese +a mi querida. Ni aun osé hablar de ella a los carceleros en su +presencia. ¡Inútiles hubiesen sido por otra parte mis recomendaciones! +La orden cruel había llegado al mismo tiempo que la de mi libertad. +Aquella desdichada fué llevada una hora más tarde al _hospital_, para +incorporarse a otras infortunadas criaturas condenadas a compartir su +suerte. + +Habiéndome mi padre obligado a acompañarle a la casa donde moraba, eran +casi las seis cuando conseguí, escabuyéndome a sus miradas, volver al +_Chatelet_. Pensaba enviar algunos refrescos a Manon y recomendársela +al portero, pues no creía me permitiesen verla. Tampoco había tenido +aún tiempo de pensar en los medios de libertarla. + +Pregunté por el conserje. Había quedado satisfecho de mi generosidad +y cortesía, así es que mostró gusto en servirme. Hablóme de la suerte +de Manon como de una desgracia que lamentaba por que sabía me causaría +pena. No comprendí aquel lenguaje. Hablamos pues algunos momentos sin +entendernos. Al fin, notando que necesitaba una explicación, me la dió +tal y como ya tuve el honor de deciros y aún siento horror a repetir. + +Jamás apoplejía causó efecto más rápido y terrible. Caí con +palpitaciones de corazón tan dolorosas, que perdí el conocimiento +y pude creerme libertado de la carga de la vida para siempre. Aún +quedábame algo de aquella impresión cuando recobré el conocimiento. +Volví los ojos a todas partes y aun me palpé para convencerme de si +me quedaba algo de la desdichada condición de ser viviente. Verdad +es que, de seguir tan sólo el natural instinto que nos hace desear +libertarnos de nuestras penas, nada podía parecerme más dulce que la +muerte en aquella hora de angustia y consternación. La misma religión +no podía amenazarme después del tránsito con nada más atroz que las +crueles convulsiones que me atormentaban. La muerte, sin embargo, sólo +a mí hubiese sido útil; Manon necesitaba de mi esfuerzo todo y juré +emplearlo en su servicio sin vacilaciones. + +El portero prestóme toda la asistencia que hubiese podido esperar del +mejor de mis amigos. Recibí sus servicios con vivísima gratitud. «¡Dios +mío, os veo compadecido de mis penas! Todo el mundo me abandona. Mi +mismo padre cuéntase entre mis perseguidores más crueles. Nadie tiene +piedad de mí. Vos sólo, en la mansión de la crueldad y la barbarie, +tenéis lástima del más miserable de los hombres». + +Aconsejóme no salir a la calle hasta haberme repuesto un tanto del +estado de turbación en que me hallaba. «¡Dejad, dejad!--respondíle +saliendo sin hacer caso--Os volveré a ver antes de lo que creéis. +Preparadme el más lúgubre de vuestros calabozos. Voy a hacer méritos +para ser dueño de él». + +Efectivamente, mis primeras resoluciones llegaban nada menos que a +deshacerme de los dos G... M... y del jefe superior de Policía y caer +acto seguido a mano armada sobre el _hospital_ con cuantos pudiese +interesar en mi pleito. Mi mismo padre, con serlo, apenas si escapaba +de la venganza que conceptuaba justa, pues el portero no me había +ocultado que él y G... M... habían sido los autores de mi infortunio. + +Pero cuando hube dado unos pasos por la calle y el aire fresco calmado +un poco mis nervios y mi irritación, mi furor dejó sitio poco a poco a +sentimientos más razonables. La muerte de nuestros enemigos no hubiese +servido de nada a Manon y en cambio me hubiese quitado toda manera de +ayudarle. Ensamblé todas mis fuerzas y todos mis pensamientos para +trabajar por la liberación de Manon, dejando el resto para después del +éxito de aquella empresa. + +Quedábame poco dinero y aquello era una de las bases por donde había +que empezar. No veía sino tres personas de quienes pudiese esperarlo; +M. de T..., mi padre o Tiberio. Había pocas probabilidades de obtener +algo de los dos últimos y avergonzábame de cansar al otro con mis +abusos. Pero no es ciertamente en las horas de desesperación cuando +se guardan las consideraciones. Fuíme inmediatamente al seminario de +San Sulpicio sin preocuparme de si sería reconocido o no. Hice llamar +a Tiberio. Sus primeras palabras diéronme a entender que ignoraba aún +mis últimas aventuras. Aquello me hizo cambiar en mi plan, que era +emocionarle, compadecerle con mi infortunio. Habléle de la alegría +que había tenido al ver a mi padre y roguéle me prestase algún dinero +para pagar mis deudas antes de abandonar París. Ofrecióme su bolsa +para coger lo que quisiese. Cogí quinientos francos de seiscientos que +había en ella y le ofrecí un recibo. Pero era demasiado delicado para +aceptarlo. + +Volví a casa de M. de T... Con él no guardé reserva de nada. Hícele la +exposición de mis desgracias y de mis penas. Sabía ya hasta los menores +detalles por la precaución que tuvo de seguir la aventura del joven +G... M... hasta su fin. Escuchóme, sin embargo, y pareció compadecerme +mucho. Cuando le pedí consejo sobre el modo de salvar a Manon díjome +que veía tan poca luz de esperanza en ello que de no hacer el cielo +un milagro había que renunciar a toda ilusión; que había ido por el +_hospital_ intencionadamente después de encerrada ella allí y que +ni aun él pudo obtener permiso para verla; que las órdenes del Jefe +Superior de Policía eran muy rigurosas, y que para colmo de desdicha +la banda de infelices con quienes estaba condenada a partir debían de +hacerlo el siguiente día. + +Tan consternado me hallaba con sus palabras que hubiese podido estar +hablando durante una hora sin que se me hubiese ocurrido interrumpirle. +Me dijo que no había ido a verme al _Chatelet_ para conservar más +libertad de movimientos no mostrando amistad por mí; que en las horas +que llevaba en libertad había tenido la pena de ignorar dónde me +hallaba y que había deseado ardientemente verme para darme el único +consejo de que creía podía venir algún bien para Manon, pero que se +trataba de un consejo peligroso en el cual me rogaba ocultase siempre +que él había tenido parte, y era elegir algunos valientes que tuviesen +bastante audacia para atacar a los guardas encargados de escoltar +a Manon en cuanto hubiesen salido de París con ella. No esperó que +le hablase de mi indigencia. «Ahí tenéis cien _pistolas_--díjome +ofreciéndome una bolsa--que pueden seros de alguna utilidad. Me las +devolveréis cuando vuestros asuntos estén en orden». Añadió que si el +cuidado de su reputación se lo hubiese permitido él mismo me hubiese +ofrecido la ayuda de su brazo y de su espada. + +Aquella generosidad me emocionó hasta el llanto. Empleé en +testimoniarle mi gratitud toda la vivacidad que mi aflicción me dejaba +aún. Pregunté si no se podía esperar nada por el camino de las súplicas +del Jefe Superior de Policía. Díjome que ya había pensado en ello +pero que le parecía inútil, pues una gracia de aquella naturaleza no +podía pedirse sin una razón y que no veía qué razón podía aducirse +para interesar a tan alto y severo personaje, y que si algo podía +esperarse en tal sentido era interesando a G... M... y a mi padre en +nuestro favor y haciendo que ellos mismos implorasen del Jefe Superior +de Policía la revocación de su sentencia. Ofrecióme hacer todos +los esfuerzos imaginables para ganar a nuestra causa al joven G... +M..., aunque creía hallarle un poco frío con él, tal vez por algunas +sospechas concebidas a su cuenta en nuestro asunto. Aconsejóme no +omitir por mi parte esfuerzo para tratar de ganar la voluntad paterna. + +No era ni mucho menos empresa fácil para mí y no sólo por la dificultad +natural de realizarla, sino por otra razón que me hacía temer mostrarme +ante él. Habíame escapado de nuestro alojamiento, faltando a sus +órdenes, decidido a no volver más desde que supe el triste destino de +Manon. Temía no me detuviese contra mi voluntad y aun no me obligase +a seguirle a provincias. Mi hermano mayor había empleado en otros +tiempos aquel método. Sin embargo, encontré un medio de verme con él +sin peligro: citarlo en un sitio público y hacerme anunciar a él con +un nombre supuesto. Tomé aquel partido; T... fuése a ver a G... M... y +yo por mi parte al Luxemburgo, desde donde envié a avisar a mi padre +que un caballero que era su servidor le aguardaba. Temí tuviese algún +reparo en venir, pues la noche se aproximaba, pero poco después vile +llegar seguido de un lacayo. Roguéle tomásemos por un paseo solitario +en que pudiésemos hablar a solas. Dimos lo menos cien pasos sin +despegar los labios. Supongo comprendería que tantos preparativos no se +habían hecho sin un motivo de importancia. Esperaba, pues, mi discurso: +yo meditaba. + +Por fin hablé. «Señor--díjele temblando--, sois un buen padre. Me +habéis colmado de bienes y me habéis perdonado un número infinito de +faltas. El cielo me es testigo de que tengo por vos los sentimientos +filiales más tiernos y respetuosos. Pero me parece que vuestra +severidad...--¡Mi severidad!...--contestó mi padre, que debía de +hallar que hablaba yo con excesiva calma para la medida de su +impaciencia--. ¡Ah, señor!--repliqué--, paréceme si que vuestra +severidad es excesiva en el trato que habéis infligido a la desdichada +Manon. Habéis escuchado a G... M... Su odio os la ha representado con +los más negros colores. Os habéis hecho de ella una idea odiosa. Sin +embargo, es la más dulce y amable criatura que se vió jamás. ¡Pluguiera +al cielo que hubieseis deseado verla un momento! Estoy seguro que os +habría parecido tan encantadora como a mí. Hubieseis tomado su defensa; +hubieseis detestado las negras astucias de G... M...; hubieseis tenido +compasión de nosotros. Estoy cierto de que vuestro corazón no es +insensible y os hubieseis dejado enternecer». + +Interrumpióme al ver que el fuego con que hablaba no me permitía +acabar. Quiso saber a dónde iba a parar con mi inflamado discurso. +«¡A imploraros la gracia de mi vida, que no podré conservar ni un día +más si Manon parte para América!--No, no--díjome con tono severo--. +Prefiero verte muerto que sin honra y sin decoro.--¡No sigáis +adelante!--dije, cogiéndole por el brazo--¡Arrancadme esta vida odiosa +e insoportable, pues en el estado de desesperación en que me arrojáis +la muerte será un favor para mí! ¡Es regalo digno de la mano de un +padre!--No te daría sino lo que mereces--replicó--. Conozco a muchos +padres que no hubiesen esperado tanto tiempo para ser tus verdugos, +pues mi bondad excesiva es lo que te ha perdido». + +Arrojéme a sus plantas: «¡Ah, si aún os queda un poco de amor por +mí--clamé, abrazándome a sus rodillas--no os mostréis duro e implacable +ante mis lágrimas. Pensad que soy vuestro hijo... Acordaos de mi madre, +a quien amabais tiernamente. ¿Hubieseis sufrido que la arrancasen de +vuestros brazos? No, la hubieseis defendido hasta la muerte. ¿Es que +los demás no tenemos también corazón? ¿Puede serse implacable después +de haber gozado una vez de las dulzuras del amor?--¡No me hables más +de tu madre!--replicóme con irritado acento--. Su recuerdo no sirve +sino para atizar mi indignación. Tus desórdenes la matarían de pena si +hubiese vivido bastante para verlos. Acabemos ya esta entrevista que +me importuna y no me hará cambiar de resolución. Me vuelvo a casa y te +ordeno que me sigas». + +El tono duro y seco con que me intimó aquella orden me hizo comprender +que su corazón era inflexible. Alejéme algunos pasos con el temor que +se le ocurriese la idea de detenerme por su propia mano. «No aumentéis +mi desesperación--díjele--forzándome a desobedeceros. Es imposible que +vaya con vos. No lo es menos que viva después de la dureza con que me +habéis tratado. Os doy mi eterno adiós. Mi muerte, de la que tendréis +pronto noticia, hará tal vez más paternales vuestros sentimientos para +conmigo». Como volviese la espalda para abandonarle, gritó colérico: +«¿Te niegas a venir conmigo? Ve, corre a tu perdición. ¡Adiós, hijo +ingrato y rebelde!--¡Adiós!--díjele con ciego arrebato--¡Adiós, padre +cruel y desnaturalizado!». + +Salí en seguida del Luxemburgo. Anduve por las calles como un loco +hasta dar en casa del señor T... Alzaba, mientras iba caminando, las +manos al cielo para invocar todas las potencias celestiales. «¡Oh, +cielos!--repetía--, ¿seréis siempre implacable para los míseros +mortales? ¡Sólo de vos puedo esperar ayuda!». + +T... no había vuelto aún a su casa, pero regresó después de estarle +esperando unos momentos. Su gestión no había dado mejor resultado que +la mía, y así me lo dijo con abatido rostro. El joven G... M..., aunque +menos irritado que su padre contra mí y contra Manon, no había querido +tomar sobre sí el impetrar piedad para ella. Habíase excusado, alegando +el temor que a él mismo inspiraba aquel viejo vengativo que habíase +enfurecido ya una vez, reprochándole sus proyectos amorosos por lo que +a Manon atañía. + +No me quedaba, pues, más camino que el de la violencia, tal y como T... +me había trazado el plan; a él reduje todas mis esperanzas. «Son bien +endebles--díjele--; pero la más dulce y grata para mí es la de perecer +en la empresa». Dejéle, rogándole me auxiliase con sus votos, y ya no +pensé sino en asociarme unos camaradas a quienes contagiar mi valor y +resolución. + +Al primero que se me ocurrió recurrir fué al guardia de corps que me +había servido ya para detener a G... M... También proyectaba ir a +pasar la noche a su casa, no habiendo tenido ánimos para procurarme +alojamiento. Le hallé solo. Mostró gran alegría al verme, pues me +creía en el _Chatelet_. Ofrecióme sus servicios; le expliqué los que +podía prestarme. Tenía bastante buen sentido para apreciar todas las +dificultades, pero también bastante generosidad para correr los riesgos. + +Pasamos una parte de la noche en madurar mi proyecto. Hablóme de los +tres soldados de la guardia de que se valiera en la última ocasión como +de tres valientes. T... habíame informado con exactitud del número +de los arqueros que debían guardar a Manon en el camino; no eran más +que seis. Cinco hombres valientes y resueltos serían bastante para +sembrar el pánico entre aquellos miserables, incapaces de defenderse +decorosamente si pueden librarse de los riesgos del combate con una +cobardía. + +Como no carecía de dinero, el guardia de corps aconsejóme +no escatimar nada para asegurar el éxito de nuestro ataque. +«Necesitamos--dijo--caballos, pistolas y un mosquete cada uno. Yo me +encargo de hacer mañana los preparativos. Hacen falta también tres +trajes de paisano para los soldados, que, claro es, no osarán mostrarse +en una aventura así con los uniformes del regimiento». Puse en sus +manos las cien _pistolas_ que me diera T... y que fueron gastadas al +siguiente día hasta el último céntimo. Los tres soldados desfilaron +ante mí; les animé con promesas y para ilusionarles más di a cada uno +diez _pistolas_. + +Llegado el día en que la empresa había de tener lugar envié uno al +_hospital_ desde por la mañana temprano, para cerciorarse por sus +propios ojos de la partida de los arqueros con su presa. + +Aunque no había tomado tal precaución sino por un exceso de inquietud +y previsión, resultó que era absolutamente precisa. Había confiado +en algunas indicaciones erróneas que me habían dado sobre el camino +que debían seguir y creía que era en la Rochelle donde la lamentable +caravana iba a embarcar. Hubiese malgastado mis esfuerzos de esperar en +el camino de Orleans. Fuí informado por el soldado de guardia que era +de Havre-de-Grâce de donde partiría el barco para América. + +Corrimos a la Puerta de San Honorato, cuidando de ir por distintos +caminos. Nos reunimos en los límites del barrio. No tardamos en ver +venir los seis guardias y los dos míseros coches que tropezasteis en +Passy hace dos años. Aquel espectáculo estuvo a punto de quitarme las +fuerzas y hasta el conocimiento. «¡Oh, fortuna!--gemí--¡Cruel fortuna! +¡Dame la muerte o la victoria!». + +Nos consultamos un momento sobre la manera de llevar a cabo el ataque; +los arqueros no iban arriba de cuatrocientos pasos delante de nosotros +y podíamos cortarles el paso con sólo cruzar un pequeño campo al que +bordeaba el camino real. Los guardias de corps fueron de opinión de +hacerlo así, para caer de improviso sobre ellos, sembrando el pánico +en sus filas. Aprobé su idea y fuí el primero en picar espuelas al +caballo. Pero la fortuna mostróse sorda a mis ruegos. + +Los arqueros, viendo a cinco caballeros galopar hacia ellos, no +dudaron fuése con intención de atacarles. Pusiéronse a la defensiva, +preparando sus bayonetas y sus fusiles con aire de resolución. + +Aquello que no tuvo otra consecuencia que exasperar nuestra furia en el +guardia de corps y en mí, robó de golpe y porrazo el valor de nuestros +pusilánimes compañeros. Paráronse como de común acuerdo y habiendo +cambiado algunas palabras entre sí, volvieron grupas y a todo galopar +de sus caballos dirigiéronse hacia París. + +«¡Dios mío! ¿qué hacer ahora?--díjome el guardia de corps que parecía +tan anonadado como yo ante aquella infame deserción--No somos sino +dos». Habíame quedado mudo de furor y de asombro. Detúveme dudando si +mi primera venganza no debía de emplearla en la persecución y castigo +de los cobardes que así me abandonaban. Mirábales huir y volvía al +mismo tiempo mis ojos a los arqueros. Si me hubiese sido posible +partirme en dos, hubiese caído a la vez sobre los dos objetos de mi +odio. + +El guardia de corps, que dióse cuenta de mi incertidumbre por mis +miradas de espanto, rogóme prestase oídos a sus consejos. «No siendo +sino dos, sería locura atacar a seis hombres que están tan bien armados +como nosotros y que parecen esperarnos a pie firme. Hay que volver a +París y escoger mejor a nuestros hombres y mañana alcanzarlos. Los +arqueros no podrán hacer grandes jornadas con esos pesados carromatos y +no nos costará gran trabajo». + +Medité un momento sobre aquel partido pero, no viendo por todas partes +sino motivos de desesperación, tomé una resolución verdaderamente +extrema, y fué, después de dar las gracias a mi compañero por sus +servicios, despedirme de él, y luego, en vez de atacar a los arqueros, +acercarme sumiso a ellos y rogarles me permitiesen incorporarme a +su caravana para acompañar a Manon hasta Havre-de-Grâce y pasar +luego con ella al otro lado del mar. «Todo el mundo me persigue o me +traiciona--díjele al guardia de corps--, nada puedo esperar de nadie, +no aguardo nada de la fortuna, ni menos auxilio de los hombres. Mis +males han llegado a la meta, no me queda sino someterme. Así, que +cierro los ojos a la esperanza. Pluga al cielo recompensar vuestra +generosidad. Adiós. Voy a ayudar a mi mala suerte a consumar mi ruina +corriendo a ella voluntariamente». Inútilmente hizo esfuerzos para +convencerme que debía de volver a París. Roguéle que me dejase a merced +de mi destino y que se fuése él, pues temía que los arqueros siguiesen +creyendo en una intención de ataque por nuestra parte. + +Fuí hacia ellos con paso lento y tal consternación en el semblante, que +no pudieron creer en una intención de ataque. Sin embargo, permanecían +a la defensiva. «Tranquilizaos señores--díjeles abordándoles--, no os +traigo la guerra; vengo tan sólo a pediros gracia». Roguéles siguiesen +su camino sin desconfianza y expliquéles, mientras caminábamos, el +favor que esperaba de ellos. + +Consultáronse sobre cómo debían recibir aquella confesión. El jefe +del destacamento tomó la palabra en nombre de los demás. Respondióme +que las ordenes que tenía para vigilar a sus cautivas eran de rigor +extremo; que, sin embargo, parecíales tan simpático y buena persona, +que él y sus compañeros faltarían un algo a su deber, pero que, como +comprendería aquel sacrificio había de costarme algo. Quedábanme quince +_pistolas_ y no tuve inconveniente en decirles lo que constituía mi +capital. «Pues bien, seremos generosos; no os costará sino un _escudo_ +por hora hablar con la mujer que queráis; es el precio corriente en +París». + +No les había hablado de Manon, en particular, porque no entraba en +mis planes que conociesen mi pasión. Imagináronse primero que no era +sino una fantasía muchachil la que me hacía buscar una distracción con +aquellas criaturas. Pero, cuando creyeron notar que estaba enamorado, +aumentaron de tal modo el tributo, que al salir de Nantes, donde +dormimos el día que llegamos a París, mi bolsa estaba exhausta. + +¡Para qué deciros cuál fué el triste motivo de mi conversación con +Manon durante el camino, ni la impresión que su vista causó sobre +mí cuando hube obtenido de los guardias la libertad de acercarme al +carricoche! ¡Ah! las palabras no son capaces, sino de dar a medias idea +de lo que sucedía en nuestro corazón. Pero imaginaos a mi infortunada +amiga sujeta por una cadena que le rodeaba la cintura, sentada sobre +un haz de paja, la cabeza apoyada en la pared del vehículo y el rostro +pálido y humedecido por las lágrimas que brotaban de sus ojos a pesar +de tener los párpados cerrados. Ni aun había tenido la curiosidad de +abrirlos al oir el ruido que hacían sus guardianes ante el temor de +ser atacados. Su ropa estaba sucia y en desorden, sus manos delicadas +expuestas a las crueles caricias del frío, aquel rostro capaz de +convertir al universo a la idolatría, parecía devastado y presa de un +abatimiento sin límites. + +Ocupaba todo mi tiempo en observarla mientras caminaba a caballo al +lado del carricoche. Tan poco en mis cabales me hallaba, que estuve a +punto de caer varias veces. Mis suspiros y mis constantes exclamaciones +me valieron algunas miradas de ella. Entonces me reconoció y pude +observar que su primer impulso había sido arrojarse del coche para +venir a mí, pero retenida por la cadena, volvió a caer en la primitiva +actitud. + +Rogué a los arqueros que por compasión se detuviesen un momento; +cedieron por avaricia. Dejé mi caballo para sentarme a su lado. +Estaba tan debilitada y vencida que permaneció largo rato sin poder +hablar ni mover las manos. Durante aquel tiempo humedecílas con mis +lágrimas, e incapaz de hablar yo mismo, permanecimos así, largo +rato, en la más triste situación que es dado imaginar. No menos +triste fueron nuestras razones cuando hubimos recobrado el uso de la +palabra. Manon habló poco; diríase que el dolor y la vergüenza habían +alterado los resortes de su voz, que era débil y temblorosa. Dióme +las gracias por no haberle olvidado y también por la alegría que la +proporcionaba--díjome suspirando--, verme una vez aún para poder +darme un postrer adiós. Pero cuando le aseguré que no había en el +mundo fuerzas capaces de separarme de ella y que estaba dispuesto a +seguirla al fin del universo para cuidarla y servirla, para amarla y +para ligar mi destino a su miseria, la pobre criatura entregóse a tan +intensas y dolorosas emociones que llegué a temer por su vida ante el +fuerte sacudimiento experimentado. Todos los movimientos que agitaban +su alma parecían reflejarse en sus ojos. Teníalos clavados en mí. A +veces abría la boca sin tener fuerzas para concluir de pronunciar las +palabras que iba a decir. Algunas se le escapaban, sin embargo. Eran de +admiración por mi amor, de protesta contra su exceso, de duda ante la +posibilidad de haberme inspirado una pasión tan perfecta y de súplica +para que renunciase al proyecto de seguirle, y buscar lejos de ella una +felicidad digna de mí que, decía, no podía darme. + +Pese a la crueldad de mi suerte, hallaba mi dicha en sus miradas y en +la seguridad de mi amor. Había perdido, es verdad, todo lo que el resto +de los hombres estiman, pero tenía el corazón de Manon, que era lo que +yo más estimaba. Vivir en Europa o en América... ¿qué me importaba, si +era feliz y si vivía con ella? ¿No es acaso el universo entero patria +común para dos seres que se aman? ¿No encuentran el uno en el otro +padre, madre, amante, amigos, riquezas y felicidad? + +Si algo me inquietaba era la idea de ver a Manon expuesta a las +privaciones de la indigencia. Figurábame ya en su compañía en un +país inculto y poblado por salvajes. «Seguro estoy--decíame a mí +mismo--que no los habrá tan salvajes y crueles como mi padre. A lo +menos nos dejarán en paz. Si las descripciones que de ellos se hacen +son exactas, viven según las leyes de la Naturaleza, no conocen ni +las fatales leyes de la avaricia que dominan a G... M..., ni las +fantásticas preocupaciones del honor que hacen de mi padre un enemigo. +No molestarán, pues, a dos amantes a quienes verán vivir con igual +sencillez que ellos». Por aquel lado estaba tranquilo. + +Pero no me hacía ilusiones por lo que a la parte material de la vida +se refería. Había experimentado con harta frecuencia que existen +necesidades imprescindibles para una criatura delicada como Manon, +acostumbrada a una vida cómoda y regalada. Estaba desesperado de haber +malgastado inútilmente mi dinero y de que el poco que aun me quedaba +amenazase acabárseme por la bribonería de los arcabuceros. Pensaba +que con una modesta suma hubiera podido, no sólo defenderme contra +la miseria una temporada en América, donde el dinero escasea, sino +emprender alguna empresa duradera. + +Aquel pensamiento engendró el de escribir a Tiberio, a quien siempre +encontré propicio a prestarme la noble ayuda de su amistad. Escribíle +desde la primera villa por donde pasamos. No le daba otra razón sino +el gran apuro en que me veía en Havre-de-Grâce, donde le confesaba +había ido acompañando a Manon. Le pedía cien _pistolas_. «Hacedlas +llegar a mi mano--decíale--por el jefe de las postas. Ya veis que es +la última vez que os importuno; pero viéndome forzado a abandonar a mi +infortunada amante no puedo dejarla ir al destierro sin alguna ayuda +que mitigue su situación». + +Los arcabuceros hiciéronse tan intratables, cuando pudieron juzgar de +la violencia de mi pasión, y agobiáronme con tales exigencias, que +pronto me vi reducido a la última miseria. El amor, de otra parte, no +me permitía administrar mi bolsa. Pasaba todo el tiempo junto a Manon, +y no era ya por horas sino por días enteros como había que medirme el +tiempo. En fin, agotado mi tesoro, me vi a la merced de aquellos seis +miserables que me trataban con insoportable grosería. Testigo fuisteis +en Passy. Vuestro encuentro fué un feliz respiro que me acordó la +Fortuna. Vuestra piedad ante mi infortunio, la sola recomendación para +vuestro corazón generoso. Vuestro donativo me permitió llegar al Havre, +pues los arqueros guardaron más fe a su promesa de la que les creía +capaces. + +Llegamos. Fuí al correo. Tiberio no había tenido aún tiempo de +contestarme. Me informé con exactitud del día en que podría recibir +su carta. Resultó que no podía llegar sino dos días después, y por +una burla cruel de mi destino, que el barco en que nos íbamos salía +por la mañana el mismo día en que debía de llegar el dinero. No puedo +pintaros mi desesperación. «¡Cómo--clamé lleno de angustia--aun en la +desgracia misma he de distinguirme por el exceso de mi mal!». Manon +me contestó: «¡Bah! ¿Merece vida tan miserable nuestros trabajos por +conservarla? Muramos en el Havre, mi amado caballero: ¡Que la muerte +acabe de un golpe con nuestras miserias! ¿Debemos ir a buscarla a una +tierra ignorada, donde deben esperarnos dolores sin cuento, puesto que +de ella han querido hacer un castigo para mí? ¡Muramos!--repitió--. O +por mejor decir, ve a buscar la dicha en los brazos de otra amada menos +infortunada que yo.--No, no--respondíle--, es para mí una dicha ser +desdichado con vos». + +Sus palabras hiciéronme temblar. Juzgué que estaba abrumada por sus +penas. Esforcéme en tomar un aire tranquilo para quitarle aquellas +funestas ideas de muerte y desesperación. Resolví comportarme así en +lo futuro y tuve ocasión de aprender que no hay nada capaz de inspirar +confianza a una mujer como la intrepidez del hombre a quien ama. + +Cuando hube perdido la esperanza de recibir ningún socorro de Tiberio, +vendí mi caballo. El dinero que obtuve, junto con el que aun me +quedaba de vuestra liberalidad, formaba la modesta suma de diecisiete +_pistolas_. Gasté siete en comprar algunas cosas precisas a Manon y +guardé las otras diez avaramente, como base de nuestra futura fortuna +en América. No me costó gran trabajo hacerme recibir en el barco. +Buscábase entonces gente joven dispuesta a unirse a la colonia. El +pasaje y la comida me fueron concedidos de un modo gratuito. Como el +correo de París debía marchar al siguiente día, dejé una carta para +Tiberio. Era sincera y capaz de enternecerle, puesto que le hizo tomar +una resolución que sólo podía venir de un amigo sincero, lleno de +infinita ternura y generosidad por otro amigo desgraciado. + +Nos dimos a la vela. El viento nos fué propicio. Obtuve del capitán un +lugar aparte para mí y para Manon. Tuvo la bondad de mirarnos desde +un principio de manera diferente que a nuestros míseros compañeros. +No creí incurrir en ningún pecado afrentoso diciéndole que Manon +y yo estábamos unidos en matrimonio. Desde el primer día habíala +llevado aparte, y para atraernos su simpatía habíale contado una +parte de nuestros infortunios. Nos acordó su protección, y palmarias +señales de ella recibimos durante la travesía. Nos hizo dar de comer +decorosamente, sin contar con que las consideraciones que nos guardaba +nos hicieron respetar por nuestros compañeros de miseria. Mi atención +estaba siempre alerta para que Manon no sufriese la menor incomodidad. +Notábalo ella, y aquello, junto con la idea de la extrema miseria a +que por su amor me había rebajado, hacíanla tan tierna y apasionada, +tan atenta a mis menores deseos, que era entre ella y yo un pugilato +de servidumbres de amor. No tenía ni la menor nostalgia de Europa. Al +contrario; según avanzábamos hacia América sentía esponjarse mi corazón +y se hacía en él la paz. Si hubiese estado seguro de no carecer de las +cosas más necesarias para la vida hubiese dado gracias a la Fortuna por +haber dado aquel giro favorable a mi existencia de desdichas. + +Después de una navegación de dos meses llegamos, por fin, a la orilla +deseada. El país, a primera vista, no nos ofreció nada de agradable. +Eran llanuras yermas e inhospitalarias en que apenas veíase algún +arroyo y algún árbol deshojado por el viento. No se veía rastro de +hombres ni animales; pero habiendo el capitán ordenado que disparasen +algunos tiros de nuestra artillería, no tardamos en ver aparecer a unos +ciudadanos de la Nueva Orleáns que se aproximaron a nosotros con vivas +señales de júbilo. No habíamos visto la villa, que se halla oculta por +aquel lado tras una pequeña colina. Nos recibieron como a emisarios del +cielo. + +Los pobres habitantes apresuráronse a hacernos mil preguntas sobre el +estado de Francia y de cada una de las provincias donde habían nacido. +Abrazábannos como a sus hermanos y como a compañeros amados que venían +a compartir su soledad y su miseria. Con ellos tomamos el camino de la +ciudad; pero al avanzar vimos con pena que lo que nos habían elogiado +como una gran ciudad no era sino un villorrio miserable constituido por +algunas pobres cabañas. Habitábanlo seiscientas o setecientas personas. +La casa del gobernador nos pareció algo mejor por su tamaño y por su +situación. Hállase defendida por algunas fortificaciones hechas con +tierra, en torno de las que corre un largo foso. + +Fuimos llevados a su presencia. Conferenció largamente con el capitán y +luego fué pasando revista, una a una, a todas las mujeres de la remesa. +Eran treinta, pues habíamos hallado en Havre otra banda que se reunió +a la nuestra. Después de haberlas examinado atentamente, el gobernador +hizo llamar a algunos jóvenes de la ciudad que se desesperaban en +espera de una esposa e hizo echar a suertes. No había aún hablado a +Manon, pero cuando ordenó retirarse a los demás nos hizo quedar a ella +y a mí. «Me dice el capitán que estáis casados y que ha podido apreciar +durante el viaje que se trata de dos personas de talento y mérito. No +quiero escudriñar en las razones que han causado vuestra desgracia, +pero si es verdad que tenéis tanto mundo como vuestro aspecto me hace +creer, podéis estar seguros que haré cuanto esté en mi mano para +endulzar vuestra suerte, y a la vez vosotros me ayudaréis a hallar +alguna distracción en este lugar desierto y salvaje». + +Contestéle del modo que creí más conveniente para confirmarle en la +idea que se había formado de nosotros. Dió entonces algunas órdenes +para hacernos preparar alojamiento y nos invitó a quedarnos a cenar +con él. Encontréle muy tratable para ser el jefe de una penitenciaria. +En público no nos hizo pregunta ninguna sobre el fondo de nuestras +aventuras. La conversación fué general y, pese a nuestra tristeza, +Manon y yo nos esforzamos en distraerle. + +Por la noche nos hizo llevar a la habitación que nos habían preparado. +Nos encontramos con una miserable cabaña con muros de barro y de +madera, compuesta de tres habitaciones y un granero. Había hecho poner +cinco o seis sillas y algunas otras cosas necesarias para la vida. + +Manon pareció aterrada a la vista de tan triste morada. Era más +por mí que por ella por lo que se sentía afligida. Cuando quedamos +solos sentóse y púsose a llorar amargamente. Impúseme el deber de +consolarla; pero cuando me dijo que era más por mí que por ella por +lo que lloraba con tanto desconsuelo, y que el motivo de su aflicción +era pensar en las privaciones que por ella me imponía, tomé sobre mí +la misión de consolarla y hacer aquello menos triste. «¿De qué he de +quejarme si tengo cuanto deseo en el mundo? ¿No me amáis? ¿Qué otra +dicha puedo haber deseado? Dejemos al cielo el cuidado de nuestra +fortuna. La situación no es tan desesperada. El gobernador es un hombre +considerado; ha mostrado estima por nosotros; no dejará, seguramente, +que carezcamos de lo preciso. Por lo que a la miseria de nuestra cabaña +y a la tosquedad de los muebles se refiere, habréis podido observar que +hay aquí pocas gentes mejor alojadas que nosotros. ¡Eso sin contar con +que vos sois admirable alquimista, porque todo lo transformáis en oro +con vuestra sola presencia!». + +--Entonces seréis la persona más rica del universo--díjome--, pues si +es verdad que jamás hubo amor como el vuestro, no menos verdad es que +jamás ser humano fué más tiernamente amado que lo sois vos. Quiero ser +justa para conmigo misma--continuó--y confesar que nunca merecí la +prodigiosa devoción que me mostráis. Os he causado penas y sinsabores +que han necesitado de toda vuestra bondad para hallar perdón. He sido +infiel, ligera y aun, amándoos con toda mi alma como os amé siempre, +fuí hasta ingrata. Pero nunca podéis imaginaros hasta qué punto he +cambiado. Las lágrimas que tantas veces visteis brotar de mis ojos +ni una sola vez fueron motivadas por mis propios males. Ésos dejé de +sentirlos cuando vos vinisteis a compartirlos conmigo. No lloraba sino +de ternura y compasión por vos. No podré consolarme de haberos hecho +sufrir ni un solo momento. No ceso de reprocharme mi liviandad ni de +admirar vuestra abnegación por una infortunada indigna de ella, que con +toda la sangre de sus venas no podría pagarla--añadió con abundancia de +lágrimas y suspiros. + +Su llanto, su discurso y el tono en que lo había pronunciado hicieron +sobre mí tan gran impresión que creí sentir partírseme el corazón. +«Tened cuidado--díjela--, tened cuidado, mi adorada Manon; no tengo +fuerzas para soportar pruebas tales de vuestro amor, pues no puedo +habituarme a júbilo tan grande. ¡Oh, Dios mío!--gemí--. Ya nada os +pido, estoy seguro del corazón de mi Manon, que es cuanto deseo +para ser feliz. Ya no cesaré de serlo nunca. Ya soy feliz.--Lo +seréis--respondióme--si de mí hacéis depender vuestra felicidad, y por +lo que a mí se refiere ya no sé dónde hallar la mía». + +Me acosté con aquellas ideas, que hacían de mi cabaña un palacio digno +del más poderoso monarca del mundo. América parecióme después de eso +un lugar de delicias. «Es a Nueva Orleáns--decíale frecuentemente a +Manon--donde hay que venir si queremos gozar de las delicias del amor. +Es aquí donde puede amarse sin celos, sin interés y sin infidelidades. +Nuestros compatriotas vienen a buscar oro, ¡no saben que hemos hallado +tesoros mucho más valiosos!». + +Cultivamos cuidadosamente la amistad del gobernador. Algunas semanas +más tarde me dió un pequeño destino que había vacado en el castillo. +Aunque no era cosa muy admirable, aceptéla como un don del cielo, pues +me colocaba en condiciones de vivir sin ser una carga para nadie. Tomé +un criado para mí y una doncella para Manon. Nuestra pequeña fortuna +quedó en orden. Yo, por mi parte, era muy ordenado; Manon no lo era +menos. No dejábamos pasar ninguna ocasión de hacer un favor o ser +útiles a nuestros convecinos. Aquella servicialidad y nuestro natural +simpático y deferente nos atrajeron las simpatías de la colonia toda. +En poco tiempo llegamos a estar tan considerados que pasábamos por ser +las primeras personalidades de la colonia después del gobernador. + +La inocencia misma de nuestras ocupaciones y la tranquilidad de que +gozábamos continuamente nos llevó a rememorar insensiblemente las ideas +religiosas. Manon nunca fué una mujer descreída; tampoco yo era uno +de esos libertinos que se jactan de unir la irreligión a la torpeza +de costumbres. La experiencia comenzaba a hacer en nosotros las veces +de los años. Nuestras charlas, plenas de reflexión, hicieron nacer +en nosotros el deseo de un amor honesto. Fuí el primero en proponer +aquel cambio a Manon. Conocía bien su corazón y sabía que era recta y +justa en su sentir. Hícele comprender que faltaba algo a nuestra dicha. +«Es--díjele--la bendición del cielo. Nuestras almas son demasiado +bellas y nuestros corazones demasiado justos para vivir voluntariamente +en el olvido de nuestros deberes. Pase que hayamos vivido así en +Francia, donde tan imposible nos era dejar de amarnos como legalizar +nuestro amor; pero en América, donde no dependemos sino de nosotros +mismos, donde no tenemos por qué respetar las leyes arbitrarias del +abolengo y la fortuna, donde hasta nos creen ya casados, ¿qué puede +impedirnos que nos casemos efectivamente y que santifiquemos nuestra +unión con un juramento que autoriza la Iglesia? Por lo que a mí atañe, +nada de nuevo os ofrezco al ofreceros mi mano y mi corazón, pero estoy +dispuesto a renovar la oferta al pie de los altares». + +Parecióme que aquellas palabras llenábanle de alegría. «¿Me creeréis +si os digo que mil veces pensé en ello desde que estamos en América? +El temor de disgustaros me hizo sepultar ese pensamiento en lo más +hondo de mi corazón. No tengo la pretensión de aspirar a ser vuestra +esposa.--¡Ah, Manon!; pronto serías la de un rey si al cielo pluguiese +que hubiese nacido con corona. No vacilemos más. Ningún obstáculo +podemos temer. Hoy mismo quiero hablar al gobernador y decirle que +hasta hoy le mentimos. Dejemos temer a los amantes vulgares las cadenas +irrompibles del matrimonio. No las temerían si, como nosotros, +estuviesen seguros de llevar siempre las del amor». Fuíme, dejando a +Manon transida de júbilo por aquella resolución. + +Estoy seguro que no habría un hombre honrado en el mundo que no +aprobase mi determinación en las circunstancias en que yo me hallaba; +es decir, atado irremisiblemente a una pasión que jamás podría romper y +perseguido por remordimientos que no debía ahogar. Pero ¿habrá alguien +que pueda tachar de injustas mis quejas si lamento la crueldad de los +cielos que rechazaron, qué digo rechazaron, castigaron como tremendo +crimen un plan hecho tan sólo para agradarle. Habíame dejado caminar +tranquilamente por los más arriesgados vericuetos del vicio y reservaba +el más tremendo de sus castigos para cuando intentase marchar por las +sendas de la virtud. Temo carecer de las fuerzas necesarias para acabar +la narración del más funesto lance que sucedió jamás. + +Fuí a ver al gobernador, tal y como había quedado con Manon, para +rogarle consintiese en la celebración de la ceremonia de nuestro +matrimonio. Me hubiese guardado muy bien de hablarle a él ni a nadie +si hubiese creído que su capellán, que era el solo sacerdote que +había en la ciudad, me hubiese hecho aquel favor sin su intervención; +pero no esperando que éste se aviniese al secreto, había tomado la +determinación de obrar abiertamente. + +El gobernador tenía un sobrino llamado Sinelet, a quien quería +mucho. Era un hombre de unos treinta años, valiente, pero iracundo +y violento. No estaba casado. La vista de Manon había encendido una +pasión en su pecho y la constante vista de su belleza durante los +nueve o diez meses que llevábamos allí habíala atizado hasta hacerle +consumirse en ella. Sin embargo, como se hallaba persuadido, igual que +su tío y todo el resto de la ciudad, de que me hallaba casado con ella, +había dominado su amor hasta no dejar traslucir nada, y aun en varias +ocasiones había puesto verdadero celo en servirme. + +Encontréle con su tío cuando llegué al castillo. Como no tenía ningún +motivo para ocultarme a él no vi inconveniente en explicarme en su +presencia. El gobernador me oyó con la bondad acostumbrada. Contéle +parte de mi historia, que pareció escuchar con agrado, y cuando le +rogué asistiese a la ceremonia que proyectaba tuvo la generosidad +de ofrecerme costear el gasto que ocasionase la fiesta. Me fuí muy +contento. + +Una hora más tarde vi llegar al limosnero a mi casa. Creí que venía +a darme algunas instrucciones respecto a mi boda; pero después de +saludarme fríamente, díjome que el gobernador me prohibía ni aun pensar +en ello, pues tenía otros proyectos respecto a Manon. «¿Otros proyectos +respecto a Manon?--interrogué, con el corazón oprimido por mortal +angustia--¿Y cuáles son, señor limosnero?». Contestóme que no debía +yo ignorar que el señor gobernador era el amo allí y, por lo tanto, +que habiendo sido Manon enviada desde Francia para uso de la colonia +era de su incumbencia disponer de ella; que no lo había hecho hasta +entonces porque la creía casada, pero que habiendo sabido de mis mismos +labios que no era así había determinado entregársela al señor Sinnelet, +que estaba enamorado de ella. + +La ira pudo más que la prudencia. Ordené altivamente al limosnero que +saliese inmediatamente de mi casa, advirtiéndole que ni el gobernador, +ni Sinnelet, ni el pueblo entero osarían poner mano en mi mujer o mi +querida, como quisiesen llamarla. + +Participé en seguida a Manon el funesto mensaje que acababa de recibir. +Supusimos que Sinnelet había ejercido presión sobre su tío después +de mi marcha y que todo era el resultado de un siniestro propósito +madurado desde hacía tiempo. Eran los más fuertes. Nos hallábamos en +la Nueva Orleans perdidos como en medio del mar; es decir, separados +del resto del mundo por enormes espacios. ¿Dónde huir en un país +desconocido, desierto o habitado por bestias feroces y por salvajes tan +bárbaros como ellas? Sabíame estimado en la población, pero no podía +esperar conmoverlos hasta obtener un auxilio proporcionado a mi mal. +Hubiese necesitado dinero y era pobre. Por otra parte, el éxito de una +revuelta popular era incierto, y si la fortuna nos era adversa nuestra +desgracia no tendría remedio. + +Daba vueltas en mi cabeza a todas aquellas ideas. Comuniqué algunas +a Manon; concebí nuevas, sin esperar su respuesta; tomaba una +determinación que abandonaba en seguida pareciéndome descabellada; +hablaba solo, contestaba en voz alta a las preguntas que me formulaba +yo mismo; en fin, hallábame en un estado de agitación que a nada podría +comparar, pues nunca fué igualada. Manon no apartaba de mí los ojos. +Por mi turbación juzgaba de la magnitud del peligro y temblaba por mí y +por ella misma. La pobre criatura no osaba expresar su miedo. + +Después de infinidad de reflexiones detúveme en la determinación de +ir a ver al gobernador y tratar de ablandarle con las ideas de la +caballerosidad y el recuerdo de mi respeto y su afecto. Manon quiso +oponerse a mi marcha. Decíame, con los ojos bañados en llanto: «¡Vais a +la muerte; os matarán; no os veré más; quiero morir con vos!». Costóme +grandes esfuerzos convencerla de la necesidad en que me veía de salir y +de la conveniencia de que ella se quedase en casa. Prometíle volver en +seguida. Ignoraba, igual que yo, que era sobre ella sobre quien debía +caer toda la cólera de los cielos y la rabia de nuestros enemigos. + +Fuí al castillo. El gobernador hallábase allí con su limosnero. +Rebajóme para enternecerle a sumisiones que me hubiesen hecho morir de +vergüenza si otra hubiese sido la causa que las motivase; ataquéle por +todas las razones que debían impresionar un corazón que no fuése el de +un tigre feroz y cruel. + +El bárbaro no opuso a mis razones sino dos razones que repitió cien +veces. «Manon--díjome--depende de mí. He dado palabra a mi sobrino». +Estaba decidido a contenerme hasta el último extremo; contentéme, pues, +con decirle que le creía demasiado amigo mío para desear mi muerte, a +la que consentiría antes que en la pérdida de mi amada. + +Tenía, sin embargo, la certeza al salir de allí de que nada podía +esperar de aquel viejo terco, capaz de condenarme mil veces por su +sobrino. Pero yo persistía en mostrarme sereno y moderado, decidido +en el fondo a si llegaban a cometer grandes injusticias conmigo dar +a América el espectáculo de una de las más sangrientas y horribles +escenas de amor que pudiesen soñarse jamás. + +Volvía a mi casa meditando en todo aquello cuando el destino, que debía +querer acelerar mi ruina, me hizo topar con Sinnelet. Debió leer en +mis ojos una parte de mis pensamientos. Ya he dicho que era valiente; +vino a mí. «¿No me buscabais?--díjome--Comprendo que mis intenciones +os molestan y supuse siempre que habríamos nosotros dos de andar a +estocadas. Veamos quién es el más feliz». Díjele que tenía razón, que +sólo mi muerte podía acabar con nuestras diferencias. + +Nos alejamos un centenar de pasos de la ciudad. Cruzáronse nuestras +espadas y casi a un tiempo le herí y le desarmé. Tanto le irritó +aquella desgracia que se negó a pedirme gracia de la vida y a renunciar +a Manon. Tal vez asistíame el derecho de acabar con una y otra, pero la +sangre generosa que corría por mis venas no podía desmentirse nunca. +«Recomencemos--díjele--y pensad que es sin cuartel». Atacóme con +terrible furia. He de confesar que no era muy ducho en las armas, no +teniendo como preparación sino tres meses de sala en París. Pero el +amor guió mi espada. Sinnelet no dejó de traspasarme un brazo de parte +a parte, pero yo, a mi vez, le di un golpe tan violento que cayó a mis +pies sin sentido. + +Pese a la alegría que nos produce la victoria tras de mortal combate, +no pude por menos de reflexionar sobre las consecuencias de aquella +muerte. Conociendo, como conocía, el cariño del gobernador por su +sobrino estaba cierto que no le sobreviviría ni una hora. Pues con ser +apremiante este temor, éralo menos que otro. Manon, el bienestar de +Manon, la necesidad de perderla, perturbábame hasta nublar mis ojos +e impedíame reconocer el lugar donde me hallaba. Sentía lo sucedido +con Sinnelet y la muerte, que pusiese fin a todo, parecíame el único +recurso a mis penas. + +Pero hubo un pensamiento que me hizo reaccionar y recobrar mi presencia +de espíritu. «¡Cómo! ¡Quiero morir para acabar mis penas! ¿Puede +haberlas mayores que perder lo que amo? ¡Ah! ¡Suframos todos los +dolores con tal de ser un consuelo para ella y dejemos el morir para +cuando nuestra presencia sea inútil!». + +Tomé el camino de la ciudad. Volví a mi casa, donde hallé a Manon medio +muerta de miedo y de inquietud. Mi presencia la reanimó. No podía, sin +embargo, ocultarla el terrible accidente que acababa de tener lugar. +Ante la narración de la muerte de Sinnelet y de mi propia herida +cayó desvanecida en mis brazos. Tardé más de un cuarto de hora en +hacerle recobrar el conocimiento. + + [Ilustración] + + [Ilustración] + +Yo mismo estaba medio muerto de espanto, no viendo, como no veía el +menor rayo de esperanza para su salvación y la mía. «Manon, ¿qué +hacemos ahora? ¡Dios mío!, ¿qué será de nosotros? Tengo forzosamente +que alejarme; ¿queréis quedaros vos aquí? Sí, quedaros; aún podéis ser +feliz. Yo parto lejos, para buscar la muerte entre los salvajes o bajo +las garras de las fieras». + +Alzóse, pese a su debilidad, y me cogió la mano para llevarme hacia +la puerta. «Huyamos juntos--díjome--. No perdamos un instante. Pueden +haber hallado el cuerpo de Sinnelet y entonces no tendríamos tiempo +de partir.--Pero, Manon adorada--díjela enloquecido--, decidme dónde +queréis que vayamos. ¿Veis algún recurso? ¿No sería mejor que trataseis +de vivir aquí sin mí y que voluntariamente llevaseis mi cabeza en +ofrenda al gobernador? + +Aquella proposición no sirvió sino para aumentar su ardor; hube de +seguirla. Tuve aun, al partir, la presencia de ánimo de coger algunos +licores fuertes que había y todas las provisiones que pude llevar. +Dijimos a nuestros criados, que se hallaban en el cuarto contiguo, que +nos íbamos a dar nuestro paseo vesperal (teníamos aquella costumbre), +y nos alejamos de la ciudad con más prontitud de lo que la endeble +fragilidad de Manon me dejaba esperar. + +Aunque seguía indeciso respecto a la meta de nuestro viaje, no dejaba +de acariciar algunas esperanzas, sin las que hubiese preferido la +muerte a la incertidumbre de lo que podía ser de Manon. Había adquirido +suficiente conocimiento del país en casi diez meses que llevaba en +América para no ignorar la manera como aprovisionaban a los salvajes. +Podía uno ponerse en sus manos sin riesgo de una muerte segura. Había +incluso aprendido algunas palabras de su lengua y algunas de sus +costumbres en las varias ocasiones en que les había visto. + +Junto a aquella mísera esperanza tenía otra que radicaba en los +ingleses que, como es sabido, tienen, como nosotros, establecimientos +en aquella parte del Nuevo Mundo. Pero espantábame la distancia; antes +de llegar a sus colonias teníamos que atravesar grandes planicies, +cuyo recorrido exigía días enteros, y algunas montañas tan altas y +escarpadas que su acceso parecía difícil a hombres toscos y vigorosos. +Pensaba, sin embargo, que podíamos contar con dos ayudas: los salvajes +para guiarnos, los ingleses para recibirnos en sus colonias. + +Anduvimos cuanto permitieron las fuerzas de Manon, que fueron unas dos +leguas, pues aquella incomparable amante negóse a detenerse antes. +Abrumada al fin de cansancio, confesóme que no podía más. Era noche ya; +sentámosnos en medio de una enorme llanura, sin haber podido hallar un +árbol para cobijarnos. Su primer cuidado fué cambiar los vendajes de mi +herida, que ella misma había curado antes de la marcha. Fué inútil que +me opusiese a su voluntad; hubiese acabado de abrumarla de pena si la +hubiese negado la satisfacción de creerme a gusto y libre de peligro +antes de mirar por su propia conservación. Me sometí unos minutos a sus +deseos y recibí sus cuidados en silencio y avergonzado. Pero cuando +hube satisfecho su anhelo de ternura, ¡con qué fervor no di yo suelta +a la mía! Despojéme de mis ropas para hacer que, extendiéndolas sobre +ella, su lecho fuése menos duro. Púseme, aun contra su voluntad, a +emplear todas mis artes en paliar las incomodidades. Calenté sus manos +con el fuego de mis besos y el aliento de mis suspiros. Pasé toda la +noche en vela, junto a ella, implorando del cielo le concediese un +sueño dulce y sosegado. ¡Dios mío, cuán sinceros eran mis votos y cuán +riguroso fuisteis al no escucharlos! + +Perdonadme si en pocas palabras acabo esta narración que me destroza +de pena. Os cuento desgracias que jamás tuvieron iguales; toda mi +vida está destinada a llorarlas. Pero aunque las tengo perpetuamente +presentes en mi memoria, mi ánimo flaquea y parece vacilar de horror +cada vez que intento expresar con palabras mi recuerdo. + +Habíamos pasado tranquilamente una parte de la noche; creíala dormida y +casi no me atrevía a respirar por miedo a turbar su sueño. + +Al amanecer noté, al tocar sus manos, que las tenía frías y +temblorosas. Apretélas contra mi pecho para devolverles su calor. +Notólo, y con un esfuerzo, para devolverme la caricia, murmuró con voz +débil que creía ya llegada su última hora. + +No atribuí a aquellas palabras otra trascendencia que al lenguaje +corriente en la desgracia y no contesté sino con los tiernos consuelos +del amor. Pero sus frecuentes suspiros, su silencio ante mis preguntas +y las frecuentes crispaciones de sus manos, entre las que estrechaba +las mías, me hicieron temer que se aproximaba el fin de sus males. + +No me pidáis que os describa mi pena ni que os cuente sus últimos +momentos. + +La perdí. Aun en la agonía recibí de ella pruebas inolvidables de amor. +Eso es cuanto aún tengo fuerzas para deciros de aquel deplorable y +triste accidente. + +Mi alma no siguió a la suya. Sin duda, el cielo no me creyó +suficientemente castigado; ha querido que siga arrastrando una vida +lánguida y miserable. Renuncio voluntariamente a llevarla jamás más +feliz. + +Pasé más de veinticuatro horas los labios en el rostro y en las manos +de mi adorada Manon. Mi primera idea fué morir, pero pensé al segundo +día que, después de mi muerte, su cuerpo estaría expuesto a ser pasto +de las bestias feroces. Hice el proyecto de enterrarla y luego esperar +la muerte tendido sobre su fosa. Estaba ya tan próximo a ella por la +debilidad que el ayuno y el dolor me habían causado que me costaba +trabajo tenerme en pie. Me vi precisado a recurrir a los licores que +había traído; ellos devolviéronme las fuerzas necesarias para el triste +oficio que iba a desempeñar. + +No era empresa difícil cavar la tierra en el lugar donde estaba, que +era una llanura cubierta de arena. Rompí mi espada para servirme de +ella para abrir el hoyo, pero me fué menos útil que mis manos. Abrí un +foso profundo. Sentéme aun junto a ella y la contemplé con arrobo, sin +resolverme a cerrar su tumba. Al fin sentí que mis fuerzas comenzaban a +faltarme nuevamente, y temiendo carecer de ellas para mi triste misión, +sepulté para siempre en la tierra a la criatura más bella y amable que +existió jamás. Tendíme acto seguido sobre su tumba, el rostro vuelto a +la tierra, y cerrando los ojos con el designio de no volverlos a abrir, +impetré la ayuda del cielo y esperé la muerte. + +Lo que os costará trabajo, sin duda, creer es que durante el desempeño +de esa triste misión no brotó ni una lágrima de mis ojos, ni un suspiro +de mi pecho. La profunda consternación en que estaba sumido y la +determinación tomada de morir cortaba el curso a toda manifestación de +desesperación y dolor. Así es que no permanecí mucho tiempo en aquella +postura sin perder el conocimiento. + +Después de lo que acabáis de oir, el fin de mi historia tiene tan poco +interés que no merece la pena que os dais en escucharla. Trasladado +el cuerpo de Sinnelet a la ciudad, y examinadas cuidadosamente sus +heridas, halláronse con que no solamente no estaba muerto sino que +aquéllas carecían de importancia. Contóle a su tío cómo habían sucedido +las cosas y su generosidad llevóle a dar cuenta de la mía. Me hicieron +buscar, y mi ausencia, junto con la de Manon, hicieron creer en una +fuga. Era ya tarde para salir en mi seguimiento, pero el día siguiente +y el otro empleáronse en mi busca. + +Halláronme, sin dar señales de vida, tendido sobre la tumba de Manon, +y los que así me encontraron, casi desnudo y sangrando por mi herida, +no dudaron que había sido robado y asesinado. Me llevaron a la ciudad. +El movimiento del traslado me volvió a la realidad. El suspiro que +proferí al abrir los ojos y mi gemir al encontrarme entre los seres +vivientes, les hicieron comprender que aun era hora de prestarme +auxilio; diéronmelos con demasiada fortuna. No dejé de ser encerrado, +sin embargo, en severa prisión. + +Instruyéronme proceso, y como Manon no parecía, acusáronme de haberme +deshecho de ella en un impulso de ira y celos. Conté, claro es, mi +lamentable aventura. Sinnelet, pese a los transportes de dolor que la +narración le produjo, tuvo la generosidad de solicitar gracia para mí. +La obtuvo. + +Estaba tan débil que se vieron obligados a trasportarme desde la +prisión a mi lecho, donde permanecí tres meses víctima de grave +dolencia. Mi odio a la vida no disminuía; invocaba constantemente +la muerte y durante mucho tiempo me obstiné en rechazar todos los +remedios. Pero el cielo, después de haberme castigado con tanto rigor, +tenía el designio de hacerme útiles mis desgracias y sus castigos; +iluminóme con sus luces, que hicieron brotar en mí ideas dignas de mi +nacimiento y educación. + +Habiendo comenzado a renacer la tranquilidad en mi espíritu, aquel +cambio fué seguido de mi curación. Dejéme llevar por entero de las +inspiraciones del honor y seguí desempeñando mi modesto empleo en +espera de los barcos de Francia, que visitaban una vez al año aquella +parte de América. Estaba resuelto a volver a mi patria para borrar con +una vida ejemplar el escándalo de mi conducta. Sinnelet había tomado +sobre sí el cuidado de hacer trasladar el cuerpo de mi amada a un lugar +digno. + +Fueron seis semanas después de mi curación cuando, paseando un día por +la orilla del mar, vi llegar un barco a quien los negocios traían a +Nueva Orleans. Esperé al desembarco de la tripulación. ¡Cuál no seria +mi sorpresa al reconocer a Tiberio entre los que se encaminaban a la +ciudad! Díjome que el único objeto de su viaje había sido verme y +convencerme que volviese a Francia; que habiendo recibido la carta que +le escribí desde el Havre había corrido allí en persona para llevarme +la ayuda que le pedía y había experimentado vivísimo dolor al saber +mi marcha, y que hubiese partido tras de mí si hubiese hallado barco +dispuesto a ello, que habíalo buscado durante meses en varios puertos, +habiendo encontrado por fin uno en _Saint-Maló_ que levaba anclas para +la Martinica habíase embarcado con la esperanza de encontrar allí un +pasaje fácil para Nueva Orleans. Que habiendo sido apresado el barco +por los corsarios españoles y llevado a una de sus islas habíase +escapado gracias a su habilidad, y después de diversas aventuras había +hallado la ocasión en la marcha del barco que le había traído con +felicidad hasta mí. + +No podía menos de sentirme lleno de gratitud por un amigo tan generoso +y constante. Le llevé a mi casa e hícele dueño de cuanto poseía. +Contéle cuanto me había sucedido desde mi salida de Francia, y para +darle una alegría con la que no contaba, díjele que las simientes de +virtud que había sembrado antaño en mi espíritu comenzaban a producir +frutos de que podía estar orgulloso. + +Pasamos dos meses juntos en Nueva Orleans en espera del barco que +venía de Francia, y tras hacernos, por fin, a la mar, tomamos tierra +hace quince días en _Havre-de-Grâce_. Escribí a mi familia al llegar. +He sabido por la contestación de mi hermano mayor la triste nueva +de la muerta de mi padre, a la que temo, con harta razón, que mis +desvaríos hayan contribuido. Como el viento era favorable para Calais, +me embarqué en seguida con designio de ir a casa de un caballero de mi +familia donde mi hermano me espera. + + + FIN + + [Ilustración] + + + +*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK 75868 *** diff --git a/75868-h/75868-h.htm b/75868-h/75868-h.htm new file mode 100644 index 0000000..ab0269d --- /dev/null +++ b/75868-h/75868-h.htm @@ -0,0 +1,6731 @@ +<!DOCTYPE html> +<html lang="es"> +<head> + <meta charset="UTF-8"> + <title> + Manon | Project Gutenberg + </title> + <link rel="icon" href="images/cover.jpg" type="image/x-cover"> + <style> + +body { + margin-left: 10%; + margin-right: 10%; +} + + h1 { + text-align: center; /* all headings centered */ + clear: both; +} + +h1 {margin-top: 1em; font-weight: normal; font-size: 1.0em;} + + +p { + margin-top: .51em; + text-align: justify; + margin-bottom: .49em; +} + + +.p2 {margin-top: 2em;} +.p2b {margin-bottom: 2em;} +.p6 {margin-top: 6em;} +.p4 {margin-top: 4em;} + + + +.big2 { + font-size: 130%; + } + +.big3 { + font-size: 140%; + } + +hr.tb {width: 30%; margin-left: 35%; margin-right: 35%; margin-top: 1.5em; margin-bottom: 1.5em;} + + +div.chapter {page-break-before: always;} + + + +.pagenum { /* uncomment the next line for invisible page numbers */ + visibility: hidden; + position: absolute; + left: 92%; + font-size: small; + text-align: right; + font-style: normal; + font-weight: normal; + font-variant: normal; + text-indent: 0; +} /* page numbers */ + +.right {text-align: right;} + + +.center {text-align: center;} + +.smcap {font-variant: small-caps;} + + + +/* Images */ + +img { + max-width: 100%; + height: auto; +} +img.w100 {width: 100%;} + + +.figcenter { + margin: auto; + text-align: center; + page-break-inside: avoid; + max-width: 100%; +} + +/* Poetry */ +/* uncomment the next line for centered poetry */ + .poetry-container {display: flex; justify-content: center;} +.poetry-container {text-align: center; margin-top: 1em; margin-bottom: 1em;} +.poetry {text-align: left; margin-left: 5%; margin-right: 5%;} + + +/* Transcriber's notes */ + .tnote {border: dashed 1px; margin-left: 10%; + margin-right: 10%; padding-bottom: 2em; padding-top: 2em; + padding-left: 2em; padding-right: 2em; margin-top: 4em; margin-bottom: 4em; } + +/* Illustration classes */ +.illowe10 {width: 10em;} +.illowe15 {width: 15em;} +.illowe17_8125 {width: 17.8125em;} +.illowe18_75 {width: 18.75em;} +.illowe18 {width: 18em;} +.illowe25 {width: 25em;} +.illowe30 {width: 30em;} +.illowe45 {width: 45em;} + + </style> +</head> +<body> +<div style='text-align:center'>*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK 75868 ***</div> + +<figure class="figcenter illowe45" id="cover"> + <img class="w100" src="images/cover.jpg" alt="tapa" title="ilotapa"> +</figure> + +<div class="chapter"> +<div class="tnote"> + <p class="center p2 big2">NOTAS DEL TRANSCRIPTOR</p> + +<p>En la versión de texto sin formatear el texto en <em>cursiva</em> está +encerrado entre guiones bajos (_cursiva_) y el texto en <span class="smcap">Versalitas</span> se +representa en mayúsculas como en VERSALITAS.</p> + +<p>El texto de la obra ha sido controlado según las normas de la lengua +que estaban vigentes cuando la edición usada para esta transcripción +fue publicada. Siguiendo esas mormas se han corregido errores evidentes +de puntuación y otros errores tipográficos y de ortografía. El lector +interesado puede consultar el mapa de Diccionarios Académicos de la +Real Academia Española.</p> + +<p>En la presente transcripción se adecuó la ortografía de las mayúsculas +acentuadas a las reglas indicadas por la RAE, que establecen que el +acento ortográfico debe utilizarse, incluso si la vocal acentuada está +en mayúsculas.</p> + +<p>La portada de este libro electrónico fue modificada por el transcriptor +y ha sido incluida en el dominio público.</p> + +</div> + + +<hr class="tb x-ebookmaker-drop"> +</div> + +<div class="chapter"> +<figure class="figcenter illowe15" id="iloverso"> + <img class="w100 p4" src="images/iloverso.jpg" alt="iloverso" title="versoilo"> +</figure> + +<p class="center"><em>ESTRELLA</em></p> +</div> + +<div class="chapter"> +<figure class="figcenter illowe17_8125" id="ilo-title"> + <img class="w100 p4" src="images/ilo-title.jpg" alt="ilotp" title="tpilo"> +</figure> + +<p class="center">ABATE<br> +PRÉVOST</p> + +<h1>MANON<br> +LESCAUT</h1> +</div> + +<div class="chapter"> +<p><span class="pagenum" id="Page_7">[Pg 7]</span></p> +<figure class="figcenter illowe10" id="ilop7"> + <img class="w100 p6" src="images/ilop7.jpg" alt="ilop7" title="p7ilo"> +</figure> + +<p class="center big2">PALABRAS<br> +LIMINARES</p> +</div> + +<p><span class="pagenum" id="Page_8">[Pg 8]</span></p> + +<div class="chapter"> +<p><span class="pagenum" id="Page_9">[Pg 9]</span></p> + +<figure class="figcenter illowe25" id="ilop9"> + <img class="w100 p4" src="images/ilop9.jpg" alt="ilop9" title="p9ilo"> +</figure> +</div> + + +<p class="p4"><em>Hay libros amables (es la palabra), divertidos, que, bien +por su clave, bien por encarnar una idea o una modalidad +superficial, flotante en la atmósfera, se leen golosamente, +se comentan en vaga y amena charla y... se olvidan. Son +libros actuales; tienen la efímera trascendencia de una +moda; como ella pasan pronto y, como ella también, después +de mucho tiempo, adquieren un valor simplemente +anecdótico. Cuando uno de esos libros, en el transcurso de +unos años, vuelve a caer en nuestras manos, sentimos un +gran impulso de alegría y decimos para nuestro capote: +«¡Gracias a Dios que hemos dado con un libro ameno! +¡Éste sí que es divertido!». Pero según avanzamos en la +lectura, nos llamamos a engaño, considerándonos defraudados. +¡Pero es posible! ¡Si cuando lo leímos la primera<span class="pagenum" id="Page_10">[Pg 10]</span> +vez nos encantó! ¡Y vemos con asombro que aquel libro +ha envejecido atrozmente, que todo lo que antes nos pareció +delicioso ahora nos aburre, y dejámoslo caer con un +bostezo; es viejo ya y no tiene aun el interés documental. +Y es así porque trátase de un conflicto artificial, creado +por una «manera» de vida convencional, porque no es +humano. Quiero decir, que los lances pueden parecernos +momentáneamente divertidos, pero el pensamiento fundamental +no se basa en una de esas eternas leyes como tales +comunes a todos los tiempos y a todos los pueblos.</em></p> + +<p><em>Existen, en cambio, obras que no nos parecen tan divertidas, +que hasta leemos con cierta dificultad (si confesamos +la verdad, no siendo profesionales, eruditos o no +teniendo el espíritu muy predispuesto a ello, todas las +obras maestras se nos hacen un poco fatigosas de leer), +pero que dejan una huella duradera en nuestro espíritu, +que recordamos en momentos dados, por sus raras concomitancias +con nuestro estado anímico, y que cada vez que +son leídas se saborean con mayor delectación, sencillamente +por eso, porque son «humanas», porque las pasiones +que hay en sus páginas no son privativas de éstos o +los otros, sino comunes a toda la humanidad, a todos los +tiempos.</em></p> + +<p><em>«Manon Lescaut», que es además una delicia de gracia, +de viveza y de color, pues que casi ayuna de descripciones, +«sugiere» a maravilla el XVIII francés y revélalo +en una serie de estampas mitad sentimentales, mitad libertino-burlescas, +es una novela eterna, porque es la novela<span class="pagenum" id="Page_11">[Pg 11]</span> +del amor por excelencia. Podrán autores después +habernos dado otros libros en que la tragedia del amor sea +más sombría, más violenta, más recargada de tintas, en +que se pinte el descenso hacia la vileza, la miseria y la +muerte por la pendiente de las pasiones con más brío, +pero eso no quitará lozanía a la jugosa narración del abate +Prévost, que, justamente en su sencillez, lleva su encanto +de verdad.</em></p> + +<p><em>¡Manon, deliciosa muñeca que no eres ni perversa, ni +liviana, ni abnegada, ni apasionada, y que, sin embargo, lo +eres todo, porque eres «atrozmente» femenina! ¡Caballero +Des Grieux que amas y ofrendas tu vida, que sabes envilecerte +conservando en la vileza tu innato señorío, qué reales +os ofrecéis a nosotros!</em></p> + +<p><em>Todo, todo es en estas páginas de una pasmosa certeza; +todo está lleno de amorosos apotegmas, «El amor es o no +es desde el primer momento»; y el futuro caballero de Malta +ama a Manon desde que la ve ante aquella deliciosa posada +que tiene el encanto de un grabado de la época. «En +todo amor, uno ama y otro se deja amar»; es el caballero +Des Grieux el que ama. Manon se deja amar de él, se deja +amar y es liviana y egoísta, y ambiciosa y cruel y mentirosa, +y encuentra las argucias perversas de todos los que +no aman; «la fidelidad que quiero de vos es la del corazón; +la otra no me importa». «En toda historia de mujer +hay un collar»; y un collar de perlas hay en la de Manon +Lescaut.</em></p> + +<p><em>Y si verdad es ella, no menos verdad es él, con sus renunciamientos,<span class="pagenum" id="Page_12">[Pg 12]</span> +sus abdicaciones, sus cobardías y las ficciones +con que, exaltando los gestos de ella, pretende engañarse +a sí mismo... sin conseguirlo. Aunque para ello +ha de atribuirle virtudes que sabe muy bien que no posee. +El amor envilece al caballero Des Grieux y el amor le +redime.</em></p> + +<p><em>Y si ciertos son ellos, ciertos son también los que les rodean, +el viejo G... M..., Tiberio, Marcelo y aquellos +guardianes que al saber «la enormidad» de la pasión del +caballero, en vez de compadecerlo, le explotan y suben sus +tarifas hasta agotar su exiguo haber.</em></p> + +<p><em>El caballero ama, ella se deja amar; la ama tanto que +ella, algunas veces, cuando es muy desdichada, llega a +amarle también... sin perjuicio de volver a mentirle el día +que volviese a ser feliz.</em></p> + +<p class="right" style="padding-right: 2em;"><span class="smcap">Antonio de Hoyos y Vinent</span></p> + +<figure class="figcenter illowe10" id="ilop12"> + <img class="w100 p2" src="images/ilop12.jpg" alt="ilop13" title="p13ilo"> +</figure> + +<div class="chapter"> +<p><span class="pagenum" id="Page_13">[Pg 13]</span></p> +</div> + +<figure class="figcenter illowe15" id="ilop13"> + <img class="w100 p4" src="images/ilop13.jpg" alt="ilop13" title="p13ilo"> +</figure> + +<p class="big3 center"> +HISTORIA<br> +DE<br> +MANON LESCAUT</p> + +<div class="chapter"> +<p><span class="pagenum" id="Page_15">[Pg 15]</span></p> +</div> + +<figure class="figcenter illowe25" id="ilop15"> + <img class="w100 p2" src="images/ilop15.jpg" alt="ilopp" title="ppilo"> +</figure> + +<p class="center">PRIMERA<br> +PARTE</p> + +<div class="chapter"> +<p><span class="pagenum" id="Page_16">[Pg 16]</span></p> +</div> + + +<div class="chapter"> +<p><span class="pagenum" id="Page_17">[Pg 17]</span></p> + +<figure class="figcenter illowe18_75" id="ilop17"> + <img class="w100 p4" src="images/ilop17.jpg" alt=""> +</figure> +</div> + + +<p class="p4">Me veo obligado a hacer retroceder al lector a los días +de mi vida en que encontré por vez primera al caballero +Des Grieux. Fué aproximadamente seis meses antes de +mi excursión a España. Aunque raramente abandonaba +mi soledad, el cariño que sentía por mi hija y el deseo de +complacerla llevábanme algunas veces a emprender cortos +viajes, que, a decir verdad, abreviaba todo lo posible.</p> + +<p>Volvía un día de Rouen, donde había ido cediendo a +sus súplicas, para solicitar de la administración normanda +la resolución favorable de un asunto de tierras a que +tenía derecho por herencia de mi abuelo materno. Habiendo +reanudado mi ruta por Evreux, llegué al día siguiente +a la hora de comer a Passy. Sorprendióme al +entrar en la ciudad encontrarme a los habitantes presa +de extraña inquietud; salían precipitadamente de sus casas +para correr a la puerta de una posada donde veíanse<span class="pagenum" id="Page_18">[Pg 18]</span> +dos carricoches cerrados. Los caballos espumeantes y +cubiertos de sudor, decían muy a las claras que acababan +de llegar.</p> + +<p>Detúveme un momento para averiguar las causas del +tumulto, pero nada pude sacar en limpio de aquellas gentes +que curiosas se atropellaban camino de la hostería +sin prestar atención ninguna a mis preguntas; por fin vi +en la puerta a un arquero, ostentando su bandolera, un +arcabuz a la espalda, y le llamé; roguéle me explicase las +causas de tanto ruido. «No es nada, caballero—aseguróme—. +Son unas cuantas prostitutas que llevo con mis +compañeros a Havre-de-Grâce, donde las embarcaremos +para América. Hay algunas guapas, y eso es al parecer lo +que excita la curiosidad de los buenos campesinos».</p> + +<p>Hubiérame contentado con esa explicación a no ser +por las lamentaciones de una vieja que salió del parador +clamando con grandes espavientos que aquello era una +cosa bárbara, una cosa que movía al horror y la compasión. +«¿Pero qué es?»—la interrogué. «¡Ah! caballero, +entre usted—me contestó—y verá si el cuadro no es para +oprimir el corazón a cualquiera». La curiosidad obligóme +a descender del caballo, que entregué a mi palafrenero. +Entré abriéndome paso dificultosamente por +entre la multitud, y mis ojos vieron efectivamente algo +emocionante.</p> + +<p>Entre las doce hembras, encadenadas de seis en seis +por la cintura, había una cuyo rostro y cuyo aspecto eran +tan poco conformes con su condición, que en cualquier<span class="pagenum" id="Page_19">[Pg 19]</span> +otro lado hubiérala tomado por persona principal. Su +tristeza, la suciedad y miseria de sus ropas, enturbiaban +tan poco su belleza, que su vista me inspiró respeto y +piedad. Trataba, sin embargo, de ocultar su persona y +su rostro, todo lo que la cadena permitía, para recatarlos +a las miradas indiscretas, y lo más notable era que el +esfuerzo que hacía para ocultarse era tan natural que +parecía dictado por un sentimiento de modestia.</p> + +<p>Como los seis guardias que acompañaban y vigilaban +a las desdichadas hallábanse en la estancia con ellas, llevéme +aparte al jefe que les mandaba, para pedirle algunos +esclarecimientos sobre la suerte destinada a la joven. +No pudo decirme sino generalidades. «La hemos sacado +del <em>hospital</em> por orden expresa del jefe superior de Policía—aclaró—. +Y no es de suponer que estuviese allí por +sus virtudes. Por lo que a mí se refiere, la he interrogado +varias veces durante el viaje, y se obstina en no contestarme. +Aunque no tengo ningún encargo especial de benevolencia +para ella, no he dejado de guardarla ciertas +consideraciones, pues me parece de mejor condición que +sus compañeras. Ahí tenéis un joven que tal vez pueda +instruiros; mejor que yo sabe los motivos de su desdicha; +viene siguiéndola desde París sin cesar ni un momento de +llorar. Forzosamente, trátase de su amante o de su hermano».</p> + +<p>Volví los ojos en la dirección que me indicaban, y vi al +joven sentado en un rincón. Parecía sumido en profundo +ensueño, y, a decir verdad, jamás vi más exacta imagen del<span class="pagenum" id="Page_20">[Pg 20]</span> +dolor. Vestía muy sencillamente, pero distinguíase a primera +vista al hombre de cuna y educación. Acerquéme a +él; alzóse de su asiento, y vi en sus ojos, en su rostro y sus +ademanes todos, un no sé qué de noble, que me predispuso +a desear servirle. «No quisiera molestaros—díjele +sentándome a su lado—. Desearía tan sólo que satisficieseis +la curiosidad que me impulsa a conocer a la bella +damisela, que no me parece hecha para un destino tan +cruel como el que le cupo en suerte».</p> + +<p>Contestóme con franqueza que se lo impedía la imposibilidad +en que se hallaba de satisfacer mi curiosidad sin +aclarar al mismo tiempo su personalidad propia, y que +esto no le era dable por tener muchas razones para desear +guardar el incógnito. «Puedo deciros, eso sí, lo que no +ignoran ni esos miserables—prosiguió mostrándome a los +arqueros—. Que la amo con una pasión violenta que hace +de mí el más infortunado de los hombres. Hice en París +esfuerzos sobrehumanos para conseguir su libertad, pero +las súplicas, la astucia y la fuerza han sido inútiles. He +tomado el partido de seguirla aunque sea al fin del mundo. +Me embarcaré con ella; iré a América. Pero lo cruel, +lo inícuo, es que esos malvados—y aludía a los guardianes—, +no me dejan acercarme a ella. Mi intención era +atacarlos a algunas leguas de París; había conseguido +asociarme a cuatro hombres, que, a cambio de una suma +considerable, me ofrecieron su ayuda; los canallas me +abandonaron a mis propias fuerzas y se largaron con el +dinero. La inutilidad de intentar vencer por la violencia me<span class="pagenum" id="Page_21">[Pg 21]</span> +hizo rendir armas; entonces propuse a los arcabuceros +que me permitiesen seguirles ofreciendo una recompensa; +la esperanza de las ganancias les movió a acceder. Me +han obligado a pagarles cada vez que he querido hablar +con mi querida. Mi bolsa quedó exhausta en muy poco +tiempo, y ahora tienen la crueldad de rechazarme cuando +intento acercarme a ella. Hace un rato, como sin hacer +caso de sus amenazas me aproximé, tuvieron la osadía de +alzar contra mí la culata de sus fusiles. Me veo precisado, +para satisfacer su avaricia y para poder seguir el camino, +a vender aquí un caballo muy malo que hasta ahora +me sirvió de cabalgadura y tendré que seguir a pie».</p> + +<p>Aunque pareció hacer su narración con bastante serenidad, +dejó, al concluir, caer algunas lágrimas. La aventura +me pareció de las más emocionantes y enternecedoras. +«No quiero arrancaros vuestro secreto—díjele—, pero si +puedo seros útil en algo me ofrezco gustoso a serviros. +—¡Pardiez!—replicó—no veo ni la menor luz de esperanza; +he de someterme a la crueldad de mi destino; iré +a América; a lo menos allí seré libre con la mujer a quien +amo. He escrito a un amigo que me enviara algún dinero +a Havre-de-Grâce; no me preocupa sino la manera de ir +hasta allí y la de procurar a esta infeliz criatura—añadió +mirando con ternura a su amada—algunos consuelos durante +el camino.—Pues bien—le dije—voy a poner fin a +vuestros apuros. Aquí tenéis algún dinero que os ruego +aceptéis y conste que siento no poder prestaros mejor +ayuda».</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_22">[Pg 22]</span></p> + +<p>Dile cuatro luises de oro sin que los guardianes se +percatasen de ello, pues suponía, con fundamento, que +si le sabían dueño de tal suma, sus exigencias serían mayores. +Hasta ocurrióseme la idea de hacer un trato con +ellos para que el enamorado doncel pudiese hablar libremente +a su querida, hasta llegar al Havre. Dicho y hecho; +llamé al jefe y sin ambages hícele mi proposición. Pareció +avergonzado, pese a sus fanfarronadas. «No es, caballero—comenzó +con aire de confusión—, que nos neguemos +a dejarle hablar a esa mujer, pero si fuése por él +estaría perpetuamente a su lado; eso nos crea una molestia; +justo es que pague.—Veamos—interrogué—cuánto +haría falta para que no la experimentaseis». Tuvo la audacia +de pedirme dos luises. Se los di inmediatamente. +«Pero tenga cuidado—le previne—que no se les ocurra +hacer ninguna granujada, pues voy a darle mis señas al +joven ese con objeto de que pueda informarme, y esté +seguro de que tengo influencia bastante para hacerles +castigar si no cumple lo convenido». Costóme, pues, el +encuentro, seis luises de oro.</p> + +<p>La graciosa sencillez y la viva gratitud que el joven +desconocido me mostró, acabaron de persuadirme de que +había nacido en nobles pañales y que merecía mis liberalidades. +Antes de partir dirigí la palabra a su amiga, la +cual me contestó con una modestia tan encantadora y +dulce, que sirvió para sugerirme, mientras me alejaba de +allí, mil reflexiones sobre el extraño carácter de las mujeres.</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_23">[Pg 23]</span></p> + +<p>Encerrado nuevamente en mi soledad, nada supe sobre +la continuación de la aventura. Pasaron así dos años durante +los cuales llegué a olvidar el lance, hasta que la casualidad +me hizo saber todas las circunstancias de él.</p> + +<p>Volvía yo de Londres a Calais con el marqués de... mi +discípulo; nos habíamos alojado, si no recuerdo mal, en +el <em>León de Oro</em>, donde por motivos que no son del caso +nos vimos forzados a pasar todo el día y la noche siguientes. +Paseando aquella tarde por las calles, creí divisar al +mismo joven con quien me topara en Passy. Estaba bastante +mal de indumentaria y mucho más pálido que la +primera vez que me encontré con él. Llevaba un viejo +portamantas en la mano y parecía recién llegado.</p> + +<p>Sin embargo, como era demasiado guapo chico para +pasar inadvertido, no dudé ni un momento, y dije al marqués: +«Hemos de abordar al muchacho ese».</p> + +<p>Su alegría no tuvo límites cuando él a su vez me reconoció. +«¡Ah! caballero—exclamó con júbilo—. Soy feliz al +poder expresaros una vez más mi gratitud». Le pregunté +de dónde venía y me dijo llegaba por mar de Havre-de-Grâce, +donde hacía poco había desembarcado de América. +«No me parece que os halléis floreciente de dinero—insinué—. +Id si queréis al <em>León de Oro</em>, donde habito +yo. En seguida iré a reunirme con vos».</p> + +<p>Volví, efectivamente, impaciente por saber los detalles +de su infortunio y de su extraño viaje a América. Hícele +mil finezas y di órdenes para que no le faltase nada. No +esperó que yo le incitase para contarme la historia de su<span class="pagenum" id="Page_24">[Pg 24]</span> +vida. «Caballero—me dijo—os portáis conmigo de tal +guisa que tendría a baja ingratitud ocultaros nada. Quiero +contaros no sólo mis desgracias y mis penas, sino mis +debilidades y mis desórdenes más vergonzosos. Estoy +seguro de que, aun condenándolos, no podréis por menos +de compadecerme».</p> + +<p>Debo advertir aquí a mis lectores que escribí su historia +casi inmediatamente después de habérsela oído contar, +y que por lo tanto pueden estar seguros y tranquilos +respecto a la veracidad y exactitud de la misma. He sido +gráfico hasta en la reprodución de las reflexiones y el reflejo +de los sentimientos que el aventurero expresaba con +gracia encantadora. He aquí la narración en que no entremezclaré +nada que no haya oído de sus labios.</p> + +<hr class="tb"> + +<p>Tenía yo diecisiete años y acababa mis estudios de +filosofía en Amiens, adonde mi familia, perteneciente a +una de las más nobles Casas de P... me había enviado. +Llevaba una vida tan ordenada y sensata que mis maestros +me ponían como ejemplo a mis condiscípulos. No +es que yo hiciese esfuerzos extraordinarios para merecer +esta opinión halagüeña, sino más bien que mi carácter +es dulce y tranquilo por natural inclinación. Aplicábame +al estudio por afición y me ponían en el activo +de las virtudes lo que en realidad no era sino aversión a +los vicios. Mi nacimiento, mi amor a la aplicación y algunos +naturales atractivos me habían hecho ser conocido y +estimado de toda la población.</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_25">[Pg 25]</span></p> + +<p>Acabé mis ejercicios públicos con general aprobación +hasta el punto de que el señor Obispo, que asistía a ellos, +me propuso prepararme para el estado eclesiástico, +donde, según él, adquiriría más gloria que en la Orden +de Malta a que me destinaban mis padres. Hacíanme a +este propósito llevar ya la cruz con la denominación del +Caballero Des Grieux. Llegadas las vacaciones, disponíame +a volver a casa de mi padre que me había prometido +enviarme en seguida a la Academia.</p> + +<p>Mi única pena al dejar Amiens era perder un amigo a +quien me uniera siempre tierna amistad. Era mayor que +yo. Nos habíamos educado juntos, pero siendo su patrimonio +harto modesto veíase obligado a abrazar el estado +eclesiástico y a permanecer en Amiens después de mi +marcha para seguir los estudios que correspondían a su +profesión. Tenía mil buenas cualidades. Las mejores las +iréis encontrando en el curso de mi historia, sobre todo +un celo y una generosidad en la amistad que sobrepasan +los más célebres ejemplos del mundo antiguo. Si yo hubiese +seguido sus consejos, hubiese sido siempre sensato y +feliz. Si a lo menos hubiese aprovechado sus reproches +en el abismo a que mis pasiones me arrastraron, algo +hubiese salvado en el naufragio de mi fortuna y mi reputación. +Pero no recogí otro fruto de sus enseñanzas que +la pena de verlas inútiles, y aún, algunas veces, duramente +recompensadas con las repulsas de un ingrato que se +ofendía con ellas y las calificaba de impertinencias.</p> + +<p>Había yo señalado la fecha de mi marcha de Amiens. +<span class="pagenum" id="Page_26">[Pg 26]</span> +¡Por qué no la señalaría para un día antes o después! +Hubiese llevado a la presencia paterna el tesoro de mi +inocencia. La víspera misma del día en que debía abandonar +la villa, estando paseando con mi amigo, que se +llamaba Tiberio, vimos llegar el coche de Arras y lo seguimos +hasta la posada donde esos vehículos se detenían. +Ningún motivo que no fuése la curiosidad nos impulsaba +a ello. Salieron de él algunas mujeres que al +instante internáronse en el parador, pero quedó allí una +muy joven que permaneció en el patio, mientras que un +viejo, que parecía servirle de rodrigón, apresurábase a +hacer retirar sus equipajes de los cestos. Parecióme tan +bella, que yo, que jamás me había parado a pensar en la +diferencia de los sexos, ni mirado a una mujer con mediana +atención, yo, repito, de quien todo el mundo admiraba +la sensatez y la tranquilidad, hálleme súbitamente inflamado +de pasión hasta el delirio. Tenía el defecto de ser +excesivamente tímido y fácil de desconcertar, pero en +aquel caso, en vez de verme detenido por aquella debilidad, +avancé resueltamente hacia la desconocida.</p> + +<div class="chapter"><figure class="figcenter illowe30" id="ilobp27-1"> + <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp27-1.jpg" alt="ilop26" title="p26ilo"> +</figure></div> + +<div class="chapter"> +<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp27-2"> + <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp27-2.jpg" alt="ilo2-p27" title="p27-ilo2"> +</figure> +</div> + +<div class="chapter"> +<p><span class="pagenum" id="Page_27">[Pg 27]</span></p> +</div> + +<p>Aunque seguramente era más joven que yo, recibió +mis galanterías sin mostrarse azorada. Preguntéle qué le +llevaba a Amiens, y si tenía amistades o conocimientos +allí. Contestóme ingenuamente que iba enviada por su +familia para profesar como religiosa. El amor, aunque +sólo hacía un momento que anidaba en mi alma, hacíame +tan clarividente, que desde luego miré aquello como un +golpe mortal asestado a mis deseos. Habléle de manera +que no le dejó duda respecto a mis sentimientos, pues +por lo visto poseía mucha más experiencia que yo. Según +dijo, la enviaban al convento contra su voluntad, para +evitar, indudablemente, una naciente inclinación al placer, +causa luego de todas sus desgracias y las mías. +Combatí la cruel determinación de sus padres con todas +las razones que mi amor y mi elocuencia escolástica me +sugirieron. No mostró ni enfado ni desdén; díjome, tras +un momento de silencio, que presentía desde luego que +iba a ser desgraciada, pero que indudablemente debía +ser voluntad celeste, cuando ningún medio tenía de evitarlo. +La dulzura de sus miradas, un aire encantador de +tristeza al pronunciar las anteriores palabras, o mejor la +fatalidad de mi destino, que me arrastraba a la perdición, +no me dejaron ni un instante de duda. La juré que, si +quería confiar en mi honor y en la infinita ternura que +me inspiraba ya, daría gustoso mi vida por librarla de +la tiranía de los suyos y hacerla feliz. Mil veces me pregunté +después, con asombro, de dónde me vinieron entonces +la audacia y la facilidad para expresarme, pero +no valdría la pena hacer del amor una divinidad si no +supiese realizar tales prodigios.</p> + +<p>Mi bella desconocida no ignoraba que a mi edad no se +miente. Confesóme que si yo creía ver algún medio para +ponerla en libertad, se consideraría deudora a mí de algo +que estimaba más que la vida. La repetí que estaba dispuesto +a emprender cualquier empresa por difícil y arriesgada +que fuése, pero que careciendo de la necesaria experiencia<span class="pagenum" id="Page_28">[Pg 28]</span> +de los medios de qué valerme, tenía que limitarme +a aquella afirmación, que a decir verdad no era de +gran utilidad ni para ella ni para mí. Como llegara entonces +su viejo Argos, mis esperanzas iban a evaporarse +a no haber tenido ella suficiente ingenio para suplir la deficiencia +del mío. Quedéme asombrado a la llegada de su +ayo, al ver que me llamaba <em>primo mío</em> y que, sin parecer +desconcertada en lo más mínimo, me decía, que, puesto +que había tenido la suerte de encontrarme en Amiens, +dejaba para el día siguiente su entrada en el convento, +por tener el gusto de cenar en mi compañía. Comprendí +pronto el alcance de su astucia y propúsele hospedarse +en una posada cuyo dueño, establecido en Amiens después +de haber sido muchos años cochero de mi padre, +me era adicto en cuerpo y alma.</p> + +<p>Llevéla yo mismo, mientras el viejo rumiaba no sé qué +protestas, y mi amigo Tiberio, que no comprendía nada +de la escena, nos seguía sin pronunciar palabra. No había +este último oído palabra de nuestra conversación, entretenido +en pasear por el patio, mientras hablaba yo de amor +a mi bella desconocida. Como desconfiaba de su severidad, +me deshice de él, dándole un encargo. Así tuve el +placer, al llegar al albergue, de hablar a solas con la dueña +de mi corazón.</p> + +<p>Pronto me di cuenta de que era menos niño de lo que +yo mismo creía. Esponjábase mi corazón en mil tiernas y +deliciosas sensaciones de que jamás había tenido sospecha; +una tibia sensación de bienestar corría por mi cuerpo.<span class="pagenum" id="Page_29">[Pg 29]</span> +Era presa de loco delirio que por algún tiempo me +quitaba el uso de la palabra y que sólo se exteriorizaba +en los ojos.</p> + +<p>La señorita Manon Lescaut, así me dijo llamarse, parecía +harto satisfecha del efecto de sus encantos sobre +mí. Creí notar que hallábase no menos emocionada que +yo, y aun me confesó que me encontraba amable y que +le encantaría deberme su libertad. Quiso saber quién era +yo, y una vez sabido, el conocimiento pareció aumentar +la naciente simpatía, pues, según dijo, siendo de la misma +clase, halagábala más mi conquista. Buscamos modo de +poder ser el uno del otro.</p> + +<p>Después de mucho cavilar no hallamos más camino +que la fuga. Había en primer lugar que burlar la vigilancia +del guardián que era hombre de temer, pese a su +simple condición de criado. Decidimos que haría preparar +durante la noche una silla de posta, y que vendría +con ella a buscarla antes de que se hubiese despertado, +que nos escaparíamos secretamente y que iríamos a París, +donde nos haríamos casar. Tenía yo unos cincuenta +escudos, fruto de mis ahorros; ella poseía poco más o +menos el doble. Nos imaginábamos, como niños que eramos, +sin experiencia ninguna de la vida, que una suma +así no se acabaría nunca, e igualmente contábamos con +el éxito de nuestras otras medidas.</p> + +<p>Después de cenar con más gusto que lo hiciera nunca, +me retiré para poner en ejecución nuestros planes. Mis +arreglos fueron tanto más fáciles, cuanto que, habiendo<span class="pagenum" id="Page_30">[Pg 30]</span> +tenido intenciones de volver al día siguiente a casa de +mi padre, mi reducido equipaje estaba ya preparado. No +hallé, pues, dificultad ninguna para hacer transportar mi +cofre y tener un coche preparado para las cinco de la +mañana, que era la hora en que se abrían las puertas de +la ciudad, pero en cambio tropecé con un obstáculo con +el que no contaba, y que estuvo a punto de dar con mis +planes en tierra.</p> + +<p>Tiberio, aunque sólo tenía tres años más que yo, era +muchacho de muy buen sentido y de intachable conducta. +Me quería con ternura extraordinaria. La vista de tan +bella damisela como la señorita Manon, mi apresuramiento +en servirla y mi insistencia en deshacerme de él, +hiciéronle concebir sospechas de mi amor. No había +osado volver a la posada por miedo a ofenderme con su +vuelta, pero fué a esperarme a mi habitación, donde le +hallé a mi llegada, pese a ser ya más de las diez de la +noche. Su presencia me entristeció; notó él pronto la +contrariedad que me causaba. «Estoy seguro—me dijo +sin ambages—que meditas algún plan que quieres ocultarme; +lo veo en tu aspecto». Contestéle bruscamente +«que no estaba ciertamente obligado a rendirle cuentas +de mis acciones». Pero insistió tanto y tan perseverantemente +para que le revelara mi secreto, que no estando +acostumbrado a guardar reserva con él, hícele la confesión +completa de mi pasión. Recibióla con tales muestras +de descontento, que me hizo estremecer. Arrepentíme sobre +todo de la indiscreción con que le había descubierto<span class="pagenum" id="Page_31">[Pg 31]</span> +mi plan de fuga. Díjome que era demasiado amigo mío +para no oponerse con todas sus fuerzas; que quería comenzar +por exponerme todo lo que creía capaz de desviarme +del peligroso proyecto, pero que si no renunciaba +inmediatamente a aquella infame resolución, advertiría a +las personas a quienes creyese capacitadas para detener +el golpe. Echóme luego un largo discurso y acabó por +reiterarme su amenaza de denunciarme si no le daba mi +palabra de portarme con prudencia y cordura.</p> + +<p>Estaba yo desesperado de haberme traicionado tan +torpemente, pero habiendo, el amor, en unas horas, despertado +el ingenio, puse mientes en que no le había dicho +que mi decisión debía realizarse a la mañana siguiente, +y decidí engañarle con un equívoco: «Tiberio—le dije—hasta +hoy te he creído mi mejor amigo y he +querido probarte con esta confidencia. Verdad es que +amo, y no te engaño con ello, pero por lo que a mi fuga +se refiere, no es empresa para emprenderla al azar. Ven +a buscarme mañana a las nueve de la mañana; si es posible +te haré ver a mi amada y me dirás si vale o no la +pena de dar este paso por ella». Dejóme por fin solo, +tras mil protestas de amistad.</p> + +<p>Empleé toda la noche en poner en orden mis asuntos +y habiéndome encaminado al amanecer a la hostería de +la señorita Manon, la encontré esperándome. Estaba +asomada a su ventana, que daba a la calle, así que, viéndome +a lo lejos, vino ella misma a abrirme. No tenía más +equipaje que su ropa blanca, y de ella me encargué yo<span class="pagenum" id="Page_32">[Pg 32]</span> +mismo. La silla de postas estaba preparada y así nos alejamos +en seguida de la villa. Ya os contaré a continuación +cuál fué la conducta de Tiberio, al darse cuenta de +mi engaño. Su abnegación no disminuyó. Ya veréis a qué +extremos le llevó y cuántas lágrimas debiera yo verter +pensando lo mal que le correspondí.</p> + +<p>Tanta prisa nos dimos, que llegamos a Saint-Denis antes +de anochecer. Había galopado a caballo al lado +del coche, lo cual nos impidió hablarnos como no fuése +en los relevos, pero viéndonos ya cerca de París, es decir, +casi en seguridad, nos tomamos tiempo para refrescar +y comer algo, cosa que no habíamos hecho desde que +salimos de Amiens. Aunque mi pasión por Manon era +muy grande, supo ella persuadirme de que la suya por +mí no era menor, y tan poco reservados éramos en nuestras +caricias, que ni aun paciencia teníamos para esperar +a estar a solas. Los postillones y los hosteleros nos miraban, +asombrados de ver dos adolescentes como nosotros +que parecían amarse con tal fervor.</p> + +<p>Nuestros proyectos matrimoniales evaporáronse al llegar +a Saint-Denis; frustramos los derechos de la Iglesia +y nos encontramos casados sin saber cómo. Es indudable +que, dado mi natural tierno y amante, mi felicidad estaba +hecha para toda la vida si Manon me hubiese sido fiel. +Cuanto más la trataba, más descubría en ella mil amables +cualidades. Su dulzura, su ingenio, su corazón y el +encanto de su belleza formaban una cadena tan fuerte y +tan encantadora que jamás hubiera sido yo capaz de<span class="pagenum" id="Page_33">[Pg 33]</span> +romperla. Espantosa versatilidad de las cosas humanas, +lo que hizo mi desdicha, pudo hacer mi felicidad. Justamente +soy el más desgraciado de los hombres por esa +constancia que debió depararme la suerte más envidiable +y las más hermosas recompensas del amor.</p> + +<p>Alquilamos un piso amueblado en París, en la calle de +V..., y quiso mi suerte aciaga que resultase próxima a la +casa del señor de B..., famoso Granjero-General. Tres semanas +iban transcurridas en las cuales de tal modo me +tuvo embargado el amor, que no tuve tiempo de pensar +en el dolor que debía haber producido a mi padre mi +inopinada ausencia. Sin embargo, como el desorden nada +tenía que ver con mi conducta, y Manon se comportaba +con gran decoro, la misma tranquilidad en que vivíamos +contribuyó a recordarme la idea del deber.</p> + +<p>Resolví reconciliarme con mi padre si era posible. Valía +tanto mi amante que no dudé poder hacerla grata a sus +ojos si conseguía que llegase hasta él noticia de su bondad +y su mérito; en una palabra, concebí esperanzas de +llegar a obtener su consentimiento para casarme con ella, +ya que sin él, había llegado a la conclusión de que era +imposible. Participé mis proyectos a Manon haciéndola +ver que, además de los motivos de amor y de deber, la +necesidad podía ser parte en ello, pues nuestros fondos +disminuían de un modo aterrador y comenzaba a volver +sobre mi primitiva idea de que eran inagotables.</p> + +<p>Manon acogió fríamente mi proyecto; sin embargo, las +razones que opuso a él nacían tan sólo de su misma ternura<span class="pagenum" id="Page_34">[Pg 34]</span> +y el miedo de perderme, si conocido el lugar de +nuestro retiro, mi padre no cedía. No tuve ni la menor +sospecha del golpe cruel que iban a asestarme. A mi +objeción de la penuria monetaria, contestó que aun nos +quedaba dinero para vivir algunas semanas y que después +acudiría al afecto y a la munificencia de unos parientes +provincianos. Endulzó su negativa con tan tiernas y apasionadas +caricias, que yo, que sólo para ella vivía, y no +sentía la menor desconfianza de su cariño, no pude menos +de aprobar todas sus palabras y todas sus resoluciones.</p> + +<p>Habíale dejado el manejo de nuestra bolsa y el cuidado +de saldar los gastos diarios. Poco tiempo después me di +cuenta de que nuestra mesa era más abundante y de que +ella se había comprado algunos adornos de precio exhorbitante. +Como según mis cálculos no debían de quedarnos +sino diez o quince <em>pistolas</em>, no pude por menos de +expresarle mi asombro ante aquel aparente aumento de +opulencia. Rogóme que no me preocupara de ello. ¿No +te había prometido encontrar recursos?—me dijo. Queríala +yo demasiado y con demasiada ingenuidad para +alarmarme.</p> + +<p>Un día que había salido a media tarde, habiéndola advertido +que tardaría más que de costumbre en volver, +chocóme que a mi regreso me hiciese esperar dos o tres +minutos antes de abrir la puerta. No teníamos a nuestro +servicio sino una mozuela aproximadamente de nuestra +edad. Venido que hubo a abrirme, le pregunté por qué<span class="pagenum" id="Page_35">[Pg 35]</span> +había tardado tanto. Me contestó con aire de confusión +que no me había oído llamar. Como no había llamado +sino una vez, le dije: «¿Pero si no has oído llamar, cómo +has salido a abrir?». Mi pregunta la desconcertó de tal +modo que no teniendo bastante serenidad para contestarme, +echóse a llorar, mientras entre balbuceos me juraba +que no era culpa suya, que la señorita la había prohibido +abrir la puerta hasta que el señor de B... hubiese +salido por la otra escalera que correspondía al gabinete. +Quedé tan confuso que ni aun fuerzas tuve para entrar +en casa. Tomé el partido de volver a salir con pretexto +de un negocio urgente y encargué a la sirvienta que dijese +a su ama que volvería al instante, pero que no le +dijese, en cambio, que me había hablado de M. de B...</p> + +<p>Mi consternación fué tal que las lágrimas rodaban por +mis mejillas al bajar la escalera, sin saber aún a qué sentimiento +obedecían. Entré en un café, y habiéndome sentado +junto a una mesa oculté la cabeza entre las manos, +tratando de esclarecer lo que pasaba en mi corazón. No +me atrevía a recordar lo que acababa de oir; quería +creerlo una alucinación y tentado estuve dos o tres veces +de volver a mi casa sin mostrar haberlo dado importancia. +Parecíame tan absurdo que Manon me hubiese traicionado, +que temía injuriarla con la sola sospecha. Adorábala, +de ello no había duda; tantas pruebas de amor +me había dado ella a mí, como yo a ella. ¿Por qué había, +pues, de acusarla de ser menos sincera y menos constante +que yo? ¿Qué razón podía tener para traicionarme?<span class="pagenum" id="Page_36">[Pg 36]</span> +No hacía sino tres horas que me había agobiado +con sus más tiernas caricias y que había recibido las mías +con delirio; creía conocer su corazón como el mío mismo. +«No, no—repetía sin cesar—. ¡Es imposible que Manon +me engañe! No ignora que sólo vivo para ella; sabe que +la adoro... Eso no puede ser motivo para odiarme».</p> + +<p>Sin embargo, la visita, y sobre todo la salida furtiva de +M. de B..., no dejaban de preocuparme. Recordaba también +las pequeñas adquisiciones de Manon, que me parecían +exceder nuestros medios presentes. Aquello parecía +denunciar las liberalidades de un nuevo amante. ¡Y aquella +confianza en recursos desconocidos! Costábame trabajo +contestar a tantos enigmas en el sentido favorable +en que mi corazón deseaba la respuesta. Por otra parte, +apenas me había separado de ella desde que estábamos +en París. Ocupaciones, paseos, diversiones, siempre habíamos +ido el uno con el otro. ¡Dios mío!, un momento +de separación nos hubiese entristecido demasiado! Teníamos +que repetirnos constantemente que nos amábamos; +sin ello hubiésemos muerto de inquietud. No me era posible +figurarme a Manon ni un solo momento ocupada de +otro que no fuése yo.</p> + +<p>Al fin creí haber dado con la clave de aquel misterio. +«M. de B...—repetíame—es indudablemente un señor que +posee muchas relaciones y que hace grandes negocios; la +familia de Manon se habrá servido de él para hacer llegar +a sus manos algún dinero. Quizá ha recibido ya algo +de él, tal vez haya vuelto hoy a traerle más. Sin duda<span class="pagenum" id="Page_37">[Pg 37]</span> +quiere bromear ocultándomelo, para sorprenderme agradablemente. +Quién sabe si ya me hubiese hablado de ello +si hubiese vuelto tranquilamente como todos los días, en +vez de venir a afligirme aquí. Por lo menos no me lo +ocultará cuando yo mismo le hable de ello».</p> + +<p>Me afirmé de tal modo en esta opinión, que inmediatamente +tuvo poder bastante para disminuir mi tristeza. +Volví a mi casa y abracé a Manon que, por otra parte +me recibió muy bien, con la habitual ternura. Tentado +estuve de descubrirle mis conjeturas que, más que antes, +consideraba ciertas; detúvome, sin embargo, la esperanza +de que tal vez iba ella a abrirme su corazón, contándome +lo sucedido.</p> + +<p>Nos sentamos a la mesa; yo estaba muy contento, pero +pronto se nubló mi alegría creyendo percibir huellas de +tristeza en el rostro de mi adorada. Observé también que +sus miradas se fijaban en mí de manera desacostumbrada. +No pude definir si era amor o compasión, pero desde +luego me pareció un sentimiento tierno y lánguido. Púseme +a mirarla con redoblada atención; tal vez no sería +menor la tristeza que sentiría ella al juzgar por mis miradas +el estado de mi corazón. Ni comíamos, ni hablábamos; +en fin, vi caer lágrimas de sus bellos ojos; ¡pérfidas +lágrimas!</p> + +<p>«¡Dios mío!—clamé con angustia—¡Lloras, mi adorada +Manon, sufres hasta llorar, y no me dices palabra de tus +penas!». No me contestó sino con algunos suspiros que +sirvieron para aumentar mi inquietud. Alcéme del asiento<span class="pagenum" id="Page_38">[Pg 38]</span> +tembloroso y la conjuré con todos los extremos que emplea +el amor en tales casos a descubrirme la razón de sus +lágrimas; yo mismo acabé por verterlas tratando de enjugar +las suyas; estaba más muerto que vivo. Un bárbaro +hubiérase enternecido ante los testimonios de mi dolor +y mi temor.</p> + +<p>En los momentos en que así me ocupaba de ella sentí +que varias personas subían las escaleras. Llamaron suavemente +a la puerta. Manon me dió un beso, y escapándose +de mis brazos refugióse en su cuarto, donde se encerró. +Me figuré que estando sin arreglar quería ocultarse a las +miradas de los desconocidos visitantes. Fuí a abrir yo +mismo.</p> + +<p>Apenas lo hube hecho, me sentí sujeto por tres hombres, +en los que reconocí a los lacayos de mi padre. No +emplearon violencias conmigo, pero habiéndome sujetado +dos de ellos por los brazos, el tercero registró mis +bolsillos, sacando de ellos un cuchillito, que era la única +arma que llevaba yo encima. Pidiéronme perdón por la +necesidad en que se veían de faltarme al respeto; dijéronme +también, naturalmente, que obraban por orden de +mi padre, y que mi hermano mayor me aguardaba abajo +en una carroza. Tan turbado me hallaba, que me dejé +llevar sin resistencia y sin protestas. Mi hermano me +aguardaba, efectivamente. Colocáronme en la carroza a +su lado, y el cochero, que había recibido órdenes con antelación, +nos condujo a buen paso hasta San Denis. Mi +hermano me abrazó afectuosamente, pero no me dijo<span class="pagenum" id="Page_39">[Pg 39]</span> +nada, de modo que quedé libre para meditar sobre mi +infortunio.</p> + +<p>Eran tantas las sombras, que no llegaba a mí ninguna +claridad que me permitiese orientarme. Veíame cruelmente +traicionado; pero ¿por quién? El primero que me +vino a las mientes fué Tiberio; «¡Traidor!—pensé—; ¡ay +de tu vida si mis sospechas se confirman!». Reflexioné, +sin embargo, que ignorando el lugar de mi retiro era imposible +que por él hubiesen llegado a saberlo. En cuanto +a acusar a Manon, era cosa de que mi corazón no se sentía +capaz. La tristeza extraordinaria bajo cuyo peso habíala +visto como anonadada, sus lágrimas, el tierno beso +que me dió a punto de partir, parecíanme, sí, un enigma, +pero más bien me inclinaba a explicármelo como un presentimiento +de nuestra común desdicha. Así, mientras me +desesperaba ante los acontecimientos que me alejaban de +ella, tenía el candor de pensar que era aún más digna de +lástima que yo.</p> + +<p>El resultado de mis cavilaciones fué la convicción de +haber sido visto en las calles de París por algunos conocidos +que habrían dado aviso a mi padre. Aquella idea +me consoló algo, pensando que saldría del paso con alguna +reprimenda o algún castigo. Prometíme sufrirlo con +paciencia y ofrecer cuanto exigiesen de mí a trueque de +facilitarme ocasión de volver a París lo antes posible, +para devolver vida y alegría a mi querida Manon.</p> + +<p>Llegamos pronto a San Denis. Mi hermano sorprendido +por mi silencio dió a imaginar que era efecto de mi<span class="pagenum" id="Page_40">[Pg 40]</span> +temor y procuró consolarme, asegurándome que nada +tenía que temer de parte de mi padre a condición de que +volviese a él dispuesto a entrar resueltamente por los caminos +del deber, para merecer el gran cariño que me +tenía. Hízome pasar la noche en San Denis, teniendo la +precaución de hacer que durmiesen en mi cuarto los tres +lacayos.</p> + +<p>Lo que más me entristeció fué verme en la misma posada +donde me había detenido con Manon viniendo de +Amiens a París. El amo y los criados me reconocieron y +adivinaron al mismo tiempo la verdad de lo sucedido. Oí +decir al dueño: «¡Ah!, es el guapo caballerito que pasó +por aquí hace seis semanas con una damisela a quien parecía +amar con locura. ¡Qué bonita era! ¡Pobres muchachos, +cómo se acariciaban! ¡Pardiez! Es lástima que les +hayan separado». Hice como que no me enteraba de +nada y traté de mostrarme lo menos posible.</p> + +<p>Mi hermano tenía preparada en San Denis una silla de +postas en la que partimos por la mañana temprano, llegando +a casa a la noche siguiente. Vió a mi padre antes +que yo, para prevenirle en favor mío, diciéndole con qué +mansedumbre me había dejado conducir allí; de este +modo fuí recibido con menos dureza de la que esperaba. +Limitóse a algunos reproches generales sobre la falta +cometida por mí, ausentándome sin su permiso. Por lo +que a mi amante se refería, redújose a decirme que me +estaba muy bien empleado lo sucedido, por haberme entregado +en brazos de una mujer desconocida; que tenía<span class="pagenum" id="Page_41">[Pg 41]</span> +él mejor opinión de mi prudencia; pero que esperaba +que aquella aventurilla sirviese para hacerme más cauto. +No tomé el discurso sino en el sentido que acordaba con +mis ideas. Agradecí a mi padre la bondad de su perdón, +y le prometí observar una conducta más sumisa y ordenada. +En el fondo de mi corazón me conceptuaba vencedor, +pues del modo con que las cosas se arreglaban no +dudaba que se me ofrecería ocasión de escaparme de mi +casa, quizás antes de que trascurriese aquella noche.</p> + +<p>Pusímosnos a cenar; burláronse de mi conquista de +Amiens y de mi fuga con aquella <em>fiel</em> amante. Recibí las +bromas de buen grado y aun satisfecho de que me fuése +permitido hablar de lo que llenaba continuamente mi +pensamiento. Pero algunas palabras que se le escaparon +a mi padre me hicieron aguzar el oído, con atención grandísima.</p> + +<p>Habló de la perfidia y del servicio interesado, prestado +por M. de B... Quedé turbado al oirle pronunciar aquél +nombre, y le rogué humildemente me explicase lo que +quería decir. Entonces, volvióse a mi hermano para preguntarle +si no me había contado toda la historia. Mi hermano +contestó que, encontrándome absolutamente tranquilo, +no había creído necesario usar aquel remedio para +curar mi locura. Noté que mi padre vacilaba entre explicarse +por completo o no. Supliquéle tan insistentemente +que al fin me satisfizo, o mejor dicho, me asesinó cruelmente +con la más horrible de las narraciones.</p> + +<p>Empezó por preguntarme si había caído en la necia<span class="pagenum" id="Page_42">[Pg 42]</span> +credulidad de suponerme amado por mi querida. Contestéle +audazmente que estaba seguro, y que nada podía inspirarme +la menor desconfianza. «¡Ah! ¡ah! ¡ah!—exclamó +echándose a reir—¡Es magnífico! Eres un pobre engañado, +y me alegra verte en ese estado de espíritu! Es una +verdadera lástima, mi pobre caballero, hacerte entrar en +la Orden de Malta, puesto que tantas disposiciones tienes +para hacer un marido cómodo y paciente». Añadió mil +burlas de tal tenor, sobre lo que él llamaba mi tontería +y mi credulidad.</p> + +<p>En fin, como yo permanecía silencioso, siguió diciéndome +que, según el cálculo que podía hacer del tiempo +desde mi partida de Amiens, Manon me había amado doce +días. «Sé—añadió—que marchaste de Amiens el 28 del +mes pasado. Estamos a 29 de éste, hace once que +M. de B... me escribió, y supongo que habrá necesitado +ocho por lo menos para trabar conocimiento perfecto +con tu querida. Así que quita once y ocho de treinta, y +un día que hay desde el 28 de un mes al 29 del otro, y +quedan doce, poco más o menos». Después de decir +esto, volvieron a las risas.</p> + +<p>Oía todo con tal opresión de corazón, que temía no +poder resistir hasta el fin de aquella triste comedia. «Sabrás—añadió +mi padre—puesto que lo ignoras, que +M. de B... ha ganado el corazón de tu princesa, pues no +deja de ser una burla querer convencerme de que ha querido +quitártela por celo desinteresado en mi servicio. ¿Es +acaso de un hombre como él, que por otra parte no me<span class="pagenum" id="Page_43">[Pg 43]</span> +conoce siquiera, de quien hay que esperar sentimientos +tan nobles? Contóle ella indudablemente que eras mi +hijo y me escribió entonces el lugar de tu escondite y el +desorden en que vivías, advirtiéndome que hacía falta +mano de hierro para apoderarse de ti, y ofreciendo facilitarme +los medios. He ahí como, gracias a sus lecciones +y a las de tu misma amante, ha encontrado tu hermano +manera de apoderarse de ti. ¡Y ahora felicítate de la +duración de tu victoria! Hay que confesar, caballero, que +sabes vencer deprisa, pero que no sabes conservar tus +conquistas».</p> + +<p>No tuve valor para seguir oyendo su discurso, cada +una de cuyas palabras me taladraba el corazón. Me levanté +de la mesa y no bien había dado cuatro pasos me +desplomé, perdido el conocimiento. Volví en mí con +rapidez gracias a eficaces auxilios. Abrí los ojos para derramar +un torrente de lágrimas y los labios para proferir +amargas y desgarradoras quejas. Mi padre, que siempre +me amó tiernamente, empleó todo su cariño en consolarme. +Escuchábale yo sin oirle. Acabé por arrojarme a +sus pies y, abrazado a sus rodillas, implorar de él que +me dejase volverme a París, para apuñalar a M. de B... +«No—clamaba yo desesperadamente—, no ha conquistado +el corazón de Manon; ha empleado la violencia; seguramente +la ha reducido por un sortilegio o por un veneno +o tal vez la ha forzado brutalmente. Manon me ama. +¿No había yo de saberlo? La habrá amenazado con un puñal +en la mano, para obligarla a abandonarme. ¿Qué no<span class="pagenum" id="Page_44">[Pg 44]</span> +habrá hecho para apoderarse de una amante tan encantadora? +¡Oh! ¡Dioses, dioses! ¿será posible que Manon +me haya traicionado y haya dejado de amarme?».</p> + +<p>Como seguía hablando de volverme a París, y me levantaba +a cada momento con esa intención, mi padre +comprendió que en el estado de excitación que me hallaba +nada era capaz de detenerme. Condújome a una +sala del piso alto y allí me dejó con dos criados a la vista. +Mil vidas hubiese dado yo por estar solamente un cuarto +de hora en París. Comprendía que habiendo dejado traslucir +con tanta claridad mis intenciones, no me consentirían +fácilmente salir de mi cuarto. Medí con los ojos la +altura de las ventanas, y no viendo posibilidad de escapar +por aquel camino, me dirigí humildemente a mis criados. +Les ofrecí, con mil juramentos, hacer su fortuna si +querían consentir en mi evasión. Les apremiaba, les halagaba, +les amenazaba; pero aquella tentativa también fué +inútil Perdí entonces toda esperanza. Decidí morir y +arrojéme sobre mi lecho decidido a no dejarle sino con la +vida. Así pasé toda la noche y el día siguiente. Rechacé +la comida que me ofrecieron.</p> + +<p>Mi padre vino por la tarde a verme; fué tan bueno que +empleó los más tiernos consuelos en tratar de amortiguar +mis penas. Me mandó que comiese, con tal autoridad +que, por respeto, le obedecí. Pasaron algunos días durante +los cuales lo poco que comí fué en su presencia, y +por obedecerle. Seguía él por su parte, prodigándome las +razones que podían traerme al buen camino y hacerme olvidar<span class="pagenum" id="Page_45">[Pg 45]</span> +a la infiel Manon. Verdad era que ya no la estimaba: +¿cómo hubiera podido estimar a la más cambiante +y pérfida de las criaturas? Pero su imagen, las encantadoras +facciones que llevaba grabadas en el fondo del corazón, +no se borraban fácilmente. «Moriré—decíame yo—; +debo morir después de tanta vergüenza y tanto dolor. +¡Pero sufriría mil muertes sin poder olvidar a la ingrata +Manon!».</p> + +<p>Mi padre se mostraba sorprendido al verme tan gravemente +herido. Conociendo, como conocía, mis ideas sobre +el honor, sabía que su traición a la fuerza tenía que +haberla hecho despreciable a mis ojos y acabó por creer +que mi obsesión venía, más que de aquella pasión en +particular, de una viva inclinación hacia el sexo femenino. +Encariñóse de tal modo con aquella idea que, no consultando +sino su afecto por mí, vino un día a decirme abiertamente: +«Caballero, hasta ahora, como sabes, fué mi intención +hacerte ostentar sobre el pecho la noble Cruz de +Malta, pero veo que tu vocación no te lleva por ese camino; +te gustan las mujeres bonitas; voy creyendo que lo +mejor será buscar una que te agrade. Dime con franqueza +qué te parece».</p> + +<p>Le respondí que no sabía establecer diferencias entre +unas mujeres y otras, y que después de lo que me había +sucedido las detestaba a todas por igual. «Te buscaré +una—me dijo mi padre sonriendo—que se parezca a tu +Manon... y que sea más fiel.—¡Ah!, si conservas algún +cariño por mí—le contesté—es ella la que has de devolverme.<span class="pagenum" id="Page_46">[Pg 46]</span> +Está seguro, padre de mi alma, que no me ha traicionado. +Es incapaz de semejante infamia. El pérfido de +M. de B... es quien nos engaña a ti y a mí. Si supieses lo +buena que es, lo tierna y sincera, si la conocieses acabarías +por quererla.—Eres un chiquillo—replicó mi padre—. +¿Cómo puedes cegarte hasta ese punto después +de lo que te he contado de ella? Es ella, ella misma, +quien te entregó a tu hermano. Debes olvidar hasta su +nombre y aprovechar, si eres prudente, la indulgencia +que tengo contigo».</p> + +<p>Reconocía yo harto claramente que mi padre tenía razón. +Pero era un movimiento instintivo el que me hacía +tomar la defensa de la infiel. «¡Verdad es, desgraciadamente—dije—, +que soy víctima de la más cobarde de las +perfidias!—Sí—continué, derramando lágrimas de despecho—, +bien veo que no soy más que un chiquillo. Mi +credulidad no debe haber costado mucho burlarla. Pero +bien sé lo que tengo que hacer para vengarme». Quiso +mi padre saber mis intenciones. «Iré a París, prenderé +fuego a la casa del pérfido M. de B... y le quemaré vivo, +con Manon». Aquel arrebato hizo reir a mi padre y no +sirvió sino para hacerme guardar más severamente en mi +cárcel.</p> + +<p>Pasé en ella seis meses, durante el primero de los cuales +hubo poco cambio en mi estado de ánimo. Todos mis +sentimientos no eran sino una perpetua alternativa entre +el odio y el amor, entre la esperanza y el desconsuelo, según +la forma en que se aparecía a mi espíritu la imagen<span class="pagenum" id="Page_47">[Pg 47]</span> +de Manon. Tan pronto no miraba en ella sino la más encantadora +de las mujeres y ardía en deseos de volver a +verla; tan pronto ofrecíaseme como una malvada y traidora +amante y me hacía a mí mismo mil juramentos de +no buscarla más que para castigarla.</p> + +<p>Me dieron libros que sirvieron para devolver un poco +de tranquilidad a mi alma. Releí todos mis autores; adquirí +nuevos conocimientos; recobré afición infinita al estudio; +ya veréis lo útil que me fué todo ello luego. La +clarividencia que el amor me había dado me hizo orientarme +en multitud de pasajes de Horacio y Virgilio, que +hasta entonces hallara confusos. Hice un comentario amoroso +sobre el cuarto libro de la Eneida; me propongo +publicarlo y creo que el público quedará contento de él. +«¡Ay!—pensaba escribiéndolo—Un corazón como el mío +hubiese necesitado la fiel Dido».</p> + +<p>Tiberio vino un día a verme en mi cárcel. Quedé asombrado +del afectuoso transporte con que me abrazó. No +había recibido de él, hasta entonces, otras pruebas de +cariño que aquéllas que pudieran hacerme mirarle como +sencilla amistad de colegio, de ésas que se forman entre +muchachos que tienen próximamente la misma edad. Le +encontré tan cambiado, y sobre todo tan serio después +de aquellos cuatro o cinco meses transcurridos desde la +última vez que le viera, que me inspiró respeto. Hablóme +más como sensato consejero que como amigo. Dolióse +del extravío en que me había yo precipitado; felicitóme +por mi curación, que creía muy avanzada, y exhortóme,<span class="pagenum" id="Page_48">[Pg 48]</span> +en fin, a aprovechar aquella dura lección para abrir los +ojos a lo efímero de los placeres.</p> + +<p>Mirábale yo con asombro y acabó por darse cuenta +de ello. «Querido caballero—me dijo—, no te digo nada +que no sea la pura verdad, y a cuyo convencimiento no +haya yo llegado después de un profundo examen. Había +en mí tanta inclinación como en ti a la voluptuosidad; +pero el cielo me había concedido al mismo tiempo el +amor a la virtud. He usado de mi razón para comparar +los frutos de una y otra y no he tardado mucho en descubrir +sus diferencias. La ayuda del cielo se ha unido a +mis reflexiones. El mundo me inspira un desdén que +nada iguala. ¿Serías capaz de adivinar lo que me detiene +para correr a la soledad? Pues únicamente la tierna amistad +que te profeso. Conozco la bondad de tu corazón y +de tu inteligencia; no hay buena acción de que no seas +capaz. El veneno del placer te ha desviado de tu camino. +¡Qué pérdida para la virtud! Tu fuga de Amiens me +causó tan gran pena que no he vuelto a disfrutar desde +entonces ni un momento feliz. Juzga tú mismo por los +pasos que me ha hecho dar». Contóme que después de +darse cuenta de que le había engañado y me había fugado +con mi amante había montado a caballo para alcanzarnos, +pero que llevándole cuatro horas de ventaja, le +había sido imposible; que, sin embargo, había llegado a +San Denis media hora después de mi partida; que seguro +de que me quedaría en París había pasado seis semanas +buscándome; que había frecuentado todos los lugares<span class="pagenum" id="Page_49">[Pg 49]</span> +donde acariciaba la esperanza de poderme hallar, y que, +por fin, un día, en el teatro, había reconocido a mi amante, +que iba vestida con tal lujo, que supuso debía su fortuna +a un nuevo amante; que la había seguido hasta su +casa, y allí había sabido por un criado que estaba mantenida +por la liberalidad de M. de B... «No me detuve ahí—prosiguió—. +Volví al día siguiente para que ella misma +me dijese qué era de ti. Al oirme nombrarte, desapareció +bruscamente y hube de venirme a provincias sin más +aclaración. He sabido tu aventura y la consternación profunda +en que te ha sumido; pero no he querido verte sin +asegurarme de que te hallabas ya más tranquilo».</p> + +<p>—Has visto a Manon—exclamé con un suspiro—. +«Más feliz has sido, ¡ay de mí!, que yo, condenado a no +volverla a ver». Reprochóme aquel suspiro que indicaba +aún en mí una debilidad por ella. Luego halagóme con +tanta maña comentando la bondad de mi carácter y mis +inclinaciones, que hizo nacer en mí desde aquella primera +visita un afán de renunciar como él a todos los placeres +del siglo para abrazar el estado eclesiástico.</p> + +<p>Tanto me agradaba la idea que en cuanto me vi solo +no pensé en otra cosa. Recordé los sermones del señor +obispo de Amiens que me había aconsejado lo mismo, y +los augurios felices que había hecho en mi favor si llegaba +a tomar aquel partido. La piedad mezclóse también en +mis determinaciones. «Llevaré una vida tranquila y cristiana—decíame +a mí mismo—. Me ocuparé del estudio y +de mis deberes religiosos que no me dejarán pensar en<span class="pagenum" id="Page_50">[Pg 50]</span> +los peligrosos devaneos del amor. Despreciaré lo que la +mayoría de los hombres admiran. Y como estaré seguro +de que mi corazón no deseará sino aquello que estime, +tendré tan pocas inquietudes como deseos».</p> + +<p>Construía sobre esa base un plan de vida tan tranquila +como solitaria. Hacía entrar en ella una casa de campo +apartada en un bosquecillo, un fresco arroyuelo y un pequeño +jardín; una biblioteca de libros escogidos, algunos +amigos virtuosos y de buen juicio, una mesa limpia y frugal. +Unía a esto un cambio de correspondencia con un +amigo que viviría en París y me informaría de los sucesos +acaecidos, menos por satisfacer mi curiosidad que por +distraerme en la contemplación de las locas agitaciones +de los hombres. «¿No sería feliz así?—añadía yo—¿No +estarían satisfechos todos mis deseos?». Es indudable que +aquel proyecto halagaba mis inclinaciones. Pero, para remate +de tan sensato plan, sentía yo que mi corazón aguardaba +aún algo, y que, para no tener nada que desear en +la más deliciosa soledad, era preciso... estar con Manon.</p> + +<p>Sin embargo, Tiberio seguía prodigándome sus visitas +para fortalecerme en la determinación que me había inspirado +y aproveché la ocasión para insinuarme con mi +padre. Declaróme éste que dejaba a sus hijos la libertad +de escoger el camino que les fuése más grato, y que sólo +se reservaba el derecho de ayudarlos con sus consejos. +Diómelos muy sensatos, tendiendo, menos a hacerme +renunciar a mi proyecto, que a hacérmelo abrazar con +conciencia de lo que hacía.</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_51">[Pg 51]</span></p> + +<p>El comienzo del curso escolar se aproximaba. Convine +con Tiberio en ingresar juntos en el seminario de San +Sulpicio; él para acabar sus estudios de Teología, yo +para empezar los míos. Su mérito, que era harto conocido +del obispo de la diócesis, le hizo obtener de aquel +prelado un beneficio de bastante consideración antes de +su marcha.</p> + +<p>Mi padre, creyéndome curado del todo de mi pasión, +no puso dificultad ninguna en dejarme marchar. Llegamos +a París. El traje eclesiástico sustituyó a la Cruz de +Malta, y al título de caballero el de abate Des Grieux. +Me apliqué al estudio con tal aplicación, que hice grandes +progresos en pocos meses. No perdía ni un momento +del día y aun empleaba parte de la noche. Mi reputación +se hizo tan notoria que me felicitaban ya por las dignidades +que no podía menos de obtener; y, sin haberlo solicitado +yo, mi nombre fué escrito en la lista de los beneficios. +No menos fervoroso me mostraba en las prácticas religiosas, +a las que era asiduo. Tiberio estaba encantado de lo +que miraba como obra suya y en varias ocasiones vertió +lágrimas de emoción ante lo que llamaba mi conversión.</p> + +<p>Que las resoluciones humanas estén sujetas a rápidos +cambios es cosa que no me ha sorprendido nunca; una +pasión las engendra y otra pasión puede destruirlas. Pero +cuando pienso en la santidad de las que me llevaron a +San Sulpicio y en la alegría que el cielo me hacía experimentar +al llevarlas a cabo, me espanto de la facilidad con +que pude romperlas. Si es verdad que la ayuda celeste<span class="pagenum" id="Page_52">[Pg 52]</span> +es en todo momento de una fuerza igual a la de las pasiones, +que vengan a explicarme por qué funesto ascendiente +se encuentra uno arrastrado de súbito lejos de su +deber, sin encontrarse capaz de la menor resistencia y +sin sentir el menor remordimiento. Creíame absolutamente +libertado de las debilidades del amor. Parecíame +que hubiese preferido la lectura de una página de San +Agustín o un cuarto de hora de cristiana meditación a +todos los placeres de los sentidos, sin exceptuar aquéllos +que pudiera ofrecerme la misma Manon. Sin embargo, +un instante desdichado me hizo caer en el precipicio, +y mi caída fué tanto más irreparable porque, hallándome +de súbito en el mismo grado de profundidad de donde +había salido, los nuevos desórdenes en que caí me arrastraron +a un abismo mucho más hondo.</p> + +<p>Llevaba casi un año en París sin ocuparme para nada +de los asuntos de Manon. Mucho trabajo me había costado +al principio; pero los consejos, siempre prudentes, +de Tiberio y mis propios pensamientos habíanme hecho +obtener la victoria. Los últimos meses habían trascurrido +con tal tranquilidad que comenzaba a creerme a punto +de olvidar a la encantadora pérfida. Así llegó el tiempo +en que había de hacer un ejercicio público para ingresar +en la Escuela de Teología. Rogué a varias personas de +mi más alta consideración que viniesen a honrar mis exámenes +con su presencia. Mi nombre voló así por todos +los barrios de París y llegó hasta los oídos de mi infiel. +No le reconoció con toda certeza bajo el título de abate;<span class="pagenum" id="Page_53">[Pg 53]</span> +pero un resto de curiosidad, tal vez el arrepentimiento +de haberme engañado (jamás conseguí saber cuál de +aquellos dos sentimientos), hízola interesarse por un nombre +tan semejante al mío. Vino a la Sorbona con algunas +otras damas, presenció mi ejercicio y no cabe duda que +debió costarle poco trabajo reconocerme.</p> + +<p>No supe nada de aquella visita. Es sabido que en tales +lugares existen habitaciones reservadas para las damas, +que permanecen ocultas tras una celosía. Volví a San +Sulpicio cubierto de gloria y de cumplidos. Eran las seis +de la tarde. Un instante después vinieron a avisarme que +una señora quería verme. Fuí inmediatamente al locutorio. +¡Dios Santo, qué sorprendente aparición! Allí estaba +Manon. Era ella, pero más amable y más radiante que la +viera jamás. Había cumplido dieciocho años; sus encantos +sobrepujaban a cuanto puede imaginarse. ¡Tenía un aire +tan dulce, tan fino, tan fascinador!, el aire del amor mismo. +Toda ella me pareció un encanto.</p> + +<p>Quedé suspenso a su vista, y, no pudiendo conjeturar +cuál era el objeto de aquella visita, esperé, con los ojos +bajos, tembloroso, a que se explicase. Su turbación fué +durante algún tiempo igual a la mía; pero viendo que mi +silencio continuaba, ocultó sus ojos con la mano para disimular +sus lágrimas. Díjome con un tono lleno de timidez, +que comprendía que su infidelidad merecía mi odio, +pero que si era cierto que alguna vez hubiese yo sentido +la menor ternura por ella había sido también harto cruel +dejando pasar casi dos años sin preocuparme para nada<span class="pagenum" id="Page_54">[Pg 54]</span> +de su suerte, y aún mucho más viendo en el estado en +que se mostraba a mí sin apiadarme de ella ni tener para +ella una buena palabra. Imposible me sería expresar el +desorden de mi alma al escucharla.</p> + +<p>Sentóse; yo permanecí en pie, casi vuelto de espaldas, +sin osar mirarla frente a frente. Varias veces comencé a +hilvanar una respuesta que no tuve fuerzas para concluir. +En fin hice un esfuerzo para exclamar dolorosamente: +«¡Pérfida, Manon! ¡Ah, pérfida, pérfida!». Repitióme derramando +lágrimas, que no pretendía justificar su perfidia. +«¿Qué pretendéis, entonces?—tuve fuerzas para exclamar +aún.—¡Quiero morir!—respondió—, si no me devolvéis +vuestro corazón, sin el cual no es posible que +viva.—¡Pídeme, pues, la vida, infiel!—respondí, derramando +a mi vez lágrimas, que me esforzaba en vano por +contener—; ¡Pídeme la vida, que es lo único que me +queda por sacrificarte, pues mi corazón nunca ha cesado +de ser tuyo!».</p> + +<p>Apenas hube acabado de pronunciar estas últimas palabras, +se levantó para correr a mí y estrecharme en sus +brazos con locura. Abrumóme con las más apasionadas +caricias, llamóme con los más tiernos nombres que inventó +el amor para expresar sus más vivas ternuras. Yo +no la contestaba aún, sino con languidez. ¡Qué tránsito +desde la tranquila paz en que había vegetado a los tumultuosos +sentimientos que sentía renacer! Hallábame aterrado; +me estremecía, como sucede cuando nos vemos +perdidos de noche en una campiña solitaria: nos creemos<span class="pagenum" id="Page_55">[Pg 55]</span> +transportados a un mundo desconocido; nos sobrecoge +un horror secreto, del que no nos reponemos hasta haber +explorado bien todos los alrededores.</p> + +<p>Sentámosnos uno junto a otro. Cogí sus manos entre +las mías. «¡Ah, Manon!—díjele acompañando mis palabras +de una mirada llena de tristeza—No esperaba la +negra traición con que pagasteis mi amor. Bien fácil os +era engañar a un pobre corazón en que reinabais como +única señora y que cifraba su dicha en obedeceros y seros +grato. Decidme ahora si habéis encontrado otro tan +tierno o tan sumiso. No, imposible, la naturaleza no ha +hecho otro de mi temple. Decidme al menos si pensasteis +en él alguna vez con nostalgia. ¿Qué fe he de poner en +vuestra bondad, que hoy os hace venir a consolarle? Bien +veo que sois más encantadora que nunca, pero, a cambio +de cuanto por vos sufrí, bella Manon, decidme si seréis +más fiel».</p> + +<p>Tales y tan tiernas cosas me dijo sobre su arrepentimiento +y con tales juramentos se ligó a la fidelidad inquebrantable +que acabó por enternecerme. «Amada Manon—suspiré +con una mezcla extraña de expresiones amorosas +y teológicas—; eres demasiado adorable para una +criatura humana. Siento mi corazón arrebatado por victorioso +deliquio. Todo lo que de libertad se habla en +San Sulpicio, no es sino una quimera. Voy a perder mi +fortuna y mi reputación por ti, lo preveo; leo en tus lindos +ojos mi destino, pero ¿de qué pérdidas no me vería +consolado por tu amor? Los favores de la fortuna no me<span class="pagenum" id="Page_56">[Pg 56]</span> +importan, la gloria me parece humo, mis planes de vida +eclesiástica, locos desvaríos, todo bien que no sea el que +a tu lado espero es un bien despreciable, puesto que no +tendría fuerza ni un solo instante en mi corazón contra +una sola de tus miradas».</p> + +<p>Aunque ofreciéndole para lo futuro un olvido general +de sus pecados quise saber cómo se había dejado seducir +por M. de B... Contóme que, habiéndola visto asomada +a la ventana, se había enamorado de ella; que le había +hecho su declaración en estilo de Granjero-General; es +decir, haciéndole saber que el pago sería proporcionado +a los favores; que había comenzado por capitular aunque +sin otra idea que la de sacar de él alguna cantidad considerable +que nos ayudase a vivir cómodamente; que la +había deslumbrado con tan magníficas promesas que se +había dejado vencer poco a poco. Añadió que debía yo, +sin embargo, juzgar su remordimiento por las muestras +de dolor que había dado la víspera de nuestra separación +y que, pese a la opulencia de que la rodeara, jamás había +sido feliz con él, no sólo porque no hallaba, añadió, la delicadeza +de mis sentimientos y el encanto de mis modales, +sino porque en medio de los placeres con que la obsequiaba, +guardaba en el fondo de su corazón el recuerdo +de mi amor y el remordimiento de su infidelidad. Hablóme +de Tiberio y de la gran turbación que su visita le +produjo. «Una estocada en el corazón hubiese alterado +menos mi sangre. Volvíle la espalda sin poder sostener +ni un momento su presencia».</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_57">[Pg 57]</span></p> + +<p>Continuó contándome por qué medios supo mi estancia +en París, mi cambio de condición y mis ejercicios de +la Sorbona. Me aseguró que se había emocionado de tal +modo durante la controversia que le había costado gran +trabajo contener sus lágrimas, sus gemidos y aun sus gritos, +que en más de una ocasión estuvieron a punto de +estallar. Díjome, por último, que había salido la última +de aquel lugar, para ocultar a las miradas indiscretas su +turbación y que, siguiendo los impulsos de su corazón y +la impetuosidad de sus deseos, había venido derecha al +seminario con la resolución de morir si no me hallaba +dispuesto a perdonarla.</p> + +<p>¿Dónde habría un bárbaro que ante arrepentimiento +tan vivo y tan apasionado no se hubiese conmovido? Por +lo que a mí se refiere comprendí que hubiese sido capaz +de sacrificar a Manon en aquel momento todos los obispados +de la cristiandad. La pregunté qué nuevo orden +creía ella debíamos poner en nuestros negocios. Propúsome +lo primero salir del seminario y suspender toda decisión +hasta hallarnos en lugar más seguro. Consentí en +cuanto quiso, sin replicar. Fuese, pues, en su carroza, a +esperarme en la esquina de la calle. Escapéme un momento +después, sin que el portero me viese, y ganando el +coche, subí con ella. Detuvímosnos en una tienda de ropas +usadas; volví a recobrar galones y espada. Manon corrió +con los gastos, pues yo no tenía dinero alguno, porque +ante el temor de que pudiese hallar algún obstáculo para +salir de San Sulpicio no había querido que volviese a mi<span class="pagenum" id="Page_58">[Pg 58]</span> +cuarto a recogerlo. Por otra parte mi tesoro era escaso +y en cambio ella lo bastante rica, gracias a las liberalidades +de M. de B..., para desdeñar lo que me obligaba a +abandonar. En casa del ropavejero discutimos el partido +que convenía tomar. Para hacerme más grato el sacrificio +de M. de B... decidió no andarse en paliativos con él. +«Quiero dejarle los muebles, que son suyos. Es de justicia—dijo +Manon—. En cambio me llevaré, como es natural, +mis alhajas y casi sesenta mil francos que le he sacado +en dos años. Ningún derecho sobre mí le he dado—añadió—, +así es que podemos vivir sin temor en París, alquilando +una casa cómoda, donde seremos felices».</p> + +<p>Hícele observar que si no había peligro para ella habíalo +y muy grande para mí, que tarde o temprano acabaría +por ser reconocido, y que estaría continuamente +expuesto al mismo peligro por el que ya pasé una vez. +Me hizo comprender que sentiría mucho tener que dejar +París. Amábala tanto que temeroso de enojarla no había +peligro que no fuése capaz de correr por ella. Pero, por +fin, hallamos un justo medio razonable, que consistía en +alquilar una casa en los alrededores, en cualquier pueblecillo, +desde donde pudiésemos ir a la ciudad siempre que +nos fuése menester para diversiones o negocios. Escogimos +Chaillot, que no está muy lejos. Manon volvió acto +seguido a su casa, y yo me fuí a esperarla a la puerta pequeña +del jardín de las Tullerías.</p> + +<div class="chapter"> +<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp59-1"> + <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp59-1.jpg" alt="ilo1-p59" title="p59-ilo1"> +</figure> +</div> + + +<div class="chapter"> +<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp59-2"> + <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp59-2.jpg" alt="ilo2-p59" title="p59-ilo2"> +</figure> +</div> + +<div class="chapter"> +<p><span class="pagenum" id="Page_59">[Pg 59]</span></p> +</div> + +<p>Volvió una hora más tarde en una carroza de alquiler, +con una muchacha que la servía y algunos baúles, donde +estaban encerrados sus trajes y cuantas cosas tenía de +valor.</p> + +<p>Poco tardamos en llegar a Chaillot. Nos hospedamos +la primera noche en la posada para tener tiempo de buscar +una casa o por lo menos un piso donde instalarnos +con comodidad. Hallamos, al siguiente día, uno de nuestro +agrado.</p> + +<p>Mi felicidad me pareció establecida sobre bases de firmeza +inquebrantable. Manon era la dulzura y la complacencia +personificadas. Tenía para mí tales y tan delicadas +atenciones que por ellas me creí compensado de todas +mis penas. Como habíamos adquirido los dos un poco de +experiencia, razonábamos sobre la solidez de nuestra +fortuna. Sesenta mil francos que constituían el fondo de +nuestra riqueza, no eran una suma que pudiera dar de sí +para toda una vida. Tampoco estábamos dispuestos a +limitar nuestros gastos con exceso. La mayor virtud de +Manon, como tampoco mía, no era el ahorro. He aquí el +plan que nos trazamos: «Sesenta mil francos—dije—pueden +sostenernos seis años. Dos mil escudos al año nos +bastarán si seguimos viviendo en Chaillot. Llevaremos +vida decorosa, pero sencilla. Nuestro único gasto será la +carroza y el teatro. Ya nos arreglaremos. A la Ópera, +que os agrada, iremos dos veces por semana. En cuanto +al juego nos las compondremos de modo que nuestras +pérdidas no pasen nunca de dos <em>pistolas</em>. Es imposible +que en el espacio de seis años no haya ningún cambio en +mi familia; mi padre es viejo, puede morir y me hallaría<span class="pagenum" id="Page_60">[Pg 60]</span> +entonces en situación desahogada, por encima de todo +temor».</p> + +<p>Aquel acuerdo no hubiese sido ciertamente la mayor +locura de mi vida si hubiésemos sido capaces de atenernos +a él. Pero nuestras resoluciones no duraron arriba de +un mes: Manon sentía pasión por el placer, yo por ella. +Surgían a cada instante nuevas ocasiones de gastar, y lejos +de lamentar los profusos despilfarros yo era el primero +en proporcionarle cuanto creía que podía serle +grato. Nuestra casita de Chaillot comenzaba a cansarle.</p> + +<p>Aproximábase el invierno; todo el mundo volvía a la +ciudad, y el campo iba a quedar desierto. Propúsome +volver a París; no consentí en ello, pero para complacerla +de algún modo díjele que podíamos alquilar un piso +amueblado donde pasar la noche los días en que acabasen +muy tarde las reuniones que frecuentábamos, puesto +que la gran incomodidad que suponía volver tan tarde a +Chaillot era el pretexto que ponía para querer abandonarle. +Teníamos así dos alojamientos, uno en la ciudad y +otro en el campo. Aquel cambio introdujo pronto el desorden +en nuestros asuntos, provocando dos aventuras +que fueron causa de nuestra ruina.</p> + +<p>Manon tenía un hermano que era guardia de Corps y +que resultó desgraciadamente vecino de nuestra misma +calle. Reconoció a su hermana viéndola una mañana en +la ventana. Vino en seguida a vernos. Era hombre brutal +y sin principios de honor. Entró en nuestra habitación +profiriendo tremendos juramentos, y como conocía una<span class="pagenum" id="Page_61">[Pg 61]</span> +parte de las aventuras de su hermana abrumóla a injurias +y reproches.</p> + +<p>Había salido yo momentos antes, lo que no dejó de +ser una suerte para él o para mí, poco dispuesto a sufrir +injurias de nadie. No volví a nuestro albergue hasta después +de su marcha. La tristeza de Manon me hizo, sin +embargo, sospechar que algo extraordinario había ocurrido. +Contóme la escena desagradable y la actitud brutal +de su hermano. Me sentí tan indignado que hubiese querido +correr inmediatamente a tomar venganza si ella, con +sus lágrimas, no me hubiese detenido.</p> + +<p>Mientras estábamos hablando, el guardia de Corps volvió +a entrar en la habitación sin hacerse anunciar. Ciertamente +que, de haberle conocido, no le hubiese recibido +con tanta urbanidad como lo hice; pero después de saludarnos +sonriente, dijo a Manon que venía a darle excusas +de su arrebato: que la había creído en una vida de desarreglo, +y que aquella idea había encendido su ira; pero +que habiendo interrogado a un criado sobre mi persona +había averiguado cosas tan halagüeñas para mí que su +mayor deseo era el de llevarse bien con nosotros.</p> + +<p>Aunque aquella información procedente de uno de mis +lacayos tenía algo de raro y aun de chocante, recibí sus +cumplidos de buena fe, creyendo dar gusto a Manon, que +parecía encantada de verle dispuesto a reconciliarse.</p> + +<p>Hicímosle quedarse a comer.</p> + +<p>En pocos momentos se hizo tan familiar, que habiéndonos +oído hablar de nuestra vuelta a Chaillot, quiso<span class="pagenum" id="Page_62">[Pg 62]</span> +absolutamente acompañarnos. Hubo que cederle un sitio +en la carroza. Fué una verdadera toma de posesión, porque +se aficionó de tal modo a vernos que hizo de la nuestra +su casa, y se hizo dueño en cierto modo de cuanto +nos pertenecía. Llamábame hermano, y pretextando la +gran confianza que tenía, dió en llevar a todos sus amigos +a Chaillot y en obsequiarlos a costa nuestra. Vistióse +con magnificencia por nuestra cuenta y hasta nos comprometió +a pagar todas sus deudas. Cerraba yo los ojos +a aquella tiranía para no disgustar a Manon y aun aparentaba +no darme cuenta de que de vez en cuando le sacaba +sumas de consideración. Verdad es que, siendo un +terrible jugador, tenía la honradez de entregarle una +parte de las ganancias cuando la fortuna le era favorable; +pero la nuestra era demasiado mediocre para poder atender +a tan considerables gastos. A punto estaba yo de +tener una explicación con él para librarme de sus inoportunidades, +cuando un accidente funesto me ahorró el trabajo, +causándonos otro mucho más grave, que nos dejó +sin recursos.</p> + +<p>Nos habíamos quedado un día a dormir en París, +como sucedía con harta frecuencia. La criada que dejábamos +en tales ocasiones en Chaillot al cuidado de la +casa vino a advertirme por la mañana que había habido +un incendio durante la noche en nuestra casa y que había +costado gran trabajo el extinguirlo. La pregunté si nuestro +mueblaje había sufrido algún daño y me respondió +que era tal la multitud de gente extraña que había tomado<span class="pagenum" id="Page_63">[Pg 63]</span> +parte en la extinción que no podía responder de nada. +Temblé por nuestro dinero, encerrado en una cajita, y +fuíme a Chaillot con la mayor premura. ¡Diligencia inútil! +La caja había desaparecido ya. Comprendí entonces +cómo puede amarse el dinero sin ser avaro. La pérdida +de mi tesoro me causó tan vivo dolor que casi perdí la +razón. Comprendí de golpe las nuevas desdichas que me +aguardaban. La pobreza era la menor. Conocía a Manon; +sabía que por muy fiel y enamorada que fuése en la fortuna, +no había que contar con ella en la miseria. Gustaba +demasiado de la abundancia y los placeres para sacrificármelos. +«¡La perderé!—exclamé—¡Desgraciado caballero, +volverás a verte privado de cuanto amas en el +mundo!». Tal idea me hizo caer en tan negra desesperación +que por un momento pensé que tal vez sería mejor +acabar mis males con la muerte.</p> + +<p>Sin embargo, quedóme bastante presencia de ánimo +para examinar por anticipado si no me quedaba ningún +otro recurso. El cielo me sugirió una idea que contuvo +mi desesperación; parecióme que no sería imposible ocultar +nuestra pérdida a Manon y que por habilidad, o con +ayuda de la casualidad, podría subvenir a sus necesidades +en medida suficiente para que no sintiese privación +ninguna.</p> + +<p>«Contaba yo—me decía a mí mismo, para consolarme—con +que veinte mil escudos nos bastarían para seis +años. Figurémonos que los seis años han pasado y que +ninguno de los cambios que esperaba haya tenido lugar<span class="pagenum" id="Page_64">[Pg 64]</span> +en mi familia. ¿Qué partido tomaría? No lo sé; pero ¿qué +haría entonces que no pueda hacer ahora? ¡Cuántas gentes +viven en París que no poseen ni mi ingenio, ni mis +cualidades naturales y que, sin embargo, deben sus medios +de vida a sus habilidades propias! La Providencia—añadía, +razonando siempre sobre los diversos estados +de la vida—, ¿no ha arreglado las cosas sabiamente? La +mayoría de los ricos y de los poderosos son necios. Esto +está bien claro para quien conoce un poco el mundo. +Pues bien, en ello hay una ley de justicia admirable; si +ellos uniesen el talento al poder y a la riqueza serían demasiado +felices, y el resto de los humanos demasiado +desdichados. Las cualidades físicas y morales han sido +concedidas a los menesterosos como medio de salir de +la pobreza y la miseria. Los unos tratan de aprovecharse +de la riqueza de los ricos, ayudándoles en sus placeres, +y hacen de ellos sus víctimas; los otros, contribuyen a +su instrucción y tratan de hacer de ellos hombres honrados; +claro es que rara vez lo consiguen; pero eso ya no +entra en los planes de la divina sabiduría; por lo menos +sacan fruto a sus desvelos: el de vivir a costa de aquéllos +a quienes instruyen. De cualquier modo que se mire +es innegable que es una renta saneada para los pobres +la necedad de los ricos».</p> + +<p>Tales pensamientos me reanimaron un poco el corazón +y la cabeza. Resolví como primera medida, ir a consultar +a M. Lescaut, hermano de Manon. Conocía perfectamente +París y ocasiones no me habían faltado para convencerme<span class="pagenum" id="Page_65">[Pg 65]</span> +que no era ni de sus rentas, ni de la paga del +Rey, de donde sacaba sus más saneados ingresos. Quedábanme +apenas veinte <em>pistolas</em> que felizmente para mí, +guardaba en el bolsillo. Mostréle mi bolsa confiándole mi +desgracia y mis crueles dudas, y acabé por preguntarle +si no veía para mí más solución que morirme de hambre +o saltarme, desesperado, la tapa de los sesos. Contestóme +que saltarse la tapa de los sesos era recurso de necios; +en cuanto a morirse de hambre, efectivamente, había +mucha gente de ingenio que se veía reducida a ello cuando +no quería hacer uso de sus habilidades; que sólo +de mí dependía el saber si era o no capaz de ello; que, +por lo que a él se refería, no podía sino ofrecerme su +ayuda y su consejo en todas mis empresas.</p> + +<p>«Todo eso es muy vago—le respondí.—Mis apuros +piden más pronto remedio, y soluciones más radicales, +así por ejemplo, ¿qué voy a decir a Manon?—A propósito +de Manon—me interrumpió—; ¿qué es lo que os +apura? ¿No tenéis en ella el medio, con sólo quererlo, de +acabar para siempre con vuestras inquietudes? Una mujer +como ella debía bastar a sostenernos a los tres». Cortóme +la respuesta que tal impertinencia merecía, para decirme +que me garantizaba mil escudos a partir entre los +dos, antes de la noche, si aceptaba su consejo; que conocía +a un señor, liberal en materia de placeres, que estaba +seguro que daría gustoso los mil escudos con tal de obtener +los favores de una mujer como Manon.</p> + +<p>Le interrumpí: «Tenía mejor opinión de vos; siempre<span class="pagenum" id="Page_66">[Pg 66]</span> +creí que el motivo que os impulsaba a distinguirme +con vuestra amistad era un sentimiento muy distinto del +que os mueve a hablarme ahora». Confesóme impúdicamente +que lo mismo había pensado siempre y que, desde +que su hermana había violado las leyes de su sexo, aunque +fuése en favor del hombre que más amaba en el +mundo, no se había reconciliado con ella sino con el designio +de sacar provecho de su mala conducta. Poco +trabajo me costó comprender que hasta entonces habíamos +sido sus víctimas. Por muy grande que fuera la impresión +que su discurso me causara, la necesidad que +tenía de él me obligó a contestarle riendo que su consejo +era un recurso extremo, que habría que dejar para un +caso desesperado. Le rogué que me indicase otro cualquier +camino.</p> + +<p>Propúsome en vista de ello aprovechar mi juventud y mi +buena figura para ponerme bajo la protección de alguna +dama vieja y generosa. Tampoco me agradó aquel medio +que me hacía infiel a Manon.</p> + +<p>Le hablé yo entonces del juego como del remedio más +decoroso y más conveniente a mi situación. Díjome que +el juego era en verdad un recurso pero que aquello +exigía una explicación; que ponerse a jugar con las esperanzas +de la suerte era rematar seguramente mi pérdida; +que tratar de emplear yo sólo y sin ninguna ayuda ajena, +los medios que cualquier hombre hábil usa para corregir +las injusticias de la suerte, era oficio harto peligroso; que +quedaba un tercer recurso que era el de la asociación,<span class="pagenum" id="Page_67">[Pg 67]</span> +aunque mi juventud le hacía temer que los señores confederados +no me juzgasen con las cualidades necesarias +para entrar en la liga. Sin embargo, ofrecióme interponer +sus buenos oficios y lo que es más, y nunca hubiese esperado +de él, puso a mi disposición algún dinero si me +urgía. Yo, por mi parte, lo único que le pedí fué que +nada dijese a Manon de la pérdida que habíamos sufrido +ni de la conversación habida entre ambos.</p> + +<p>Salí de su casa aún menos satisfecho que había entrado, +y hasta me arrepentí de haberle confiado mi secreto. +Nada había hecho por mí que no hubiese podido lograr +de él sin necesidad de confiarle mi cuita, y en cambio +temía mortalmente que faltase a la promesa que me hiciera +de no decir nada a Manon. Además, llegué a temer, +analizando sus sentimientos para con mi querida, que aspirase +a explotarla por su cuenta, arrancándola de mis +manos o aconsejándola por lo menos que me abandonase +por otro amante más rico y más feliz. Respecto a todo +esto hice mil reflexiones que no sirvieron sino para atormentarme +y renovar la desesperación en que me hallaba +por la mañana. Varias veces se me ocurrió el pensamiento +de escribir a mi padre fingiendo una nueva conversión +para así obtener algún dinero, pero me detuvo la +idea de que, pese a su bondad, me había encerrado seis +meses en severa prisión por mi primera falta y que después +de un escándalo, como el que debió de producir mi +fuga de San Sulpicio, me impondría castigo mucho más +severo.</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_68">[Pg 68]</span></p> + +<p>En fin, en aquel torbellino de ideas se destacó una que +devolvió la calma a mi espíritu y me hizo asombrarme +de no haberla concebido antes. Fué recurrir a Tiberio en +quien tenía la seguridad de hallar el mismo fondo de amistad. +Nada hay más admirable, ni nada hace más honor a +la virtud que la confianza con que nos dirigimos a las personas +cuya probidad nos es conocida. Sentimos que no +hay riesgo en ello; si no siempre están en condiciones de +ayudar materialmente, por lo menos estamos seguros de +hallar bondad y compasión. El corazón que se cierra con +tan gran cuidado, ante los otros hombres, ábrese espontáneamente +en su presencia como se abre una flor a la luz +del sol, del que no espera sino una dulce influencia.</p> + +<p>Miré como prueba de la protección celestial el haberme +acordado tan oportunamente de Tiberio y decidí buscar +los medios de verle antes de la noche. Volvíme inmediatamente +a mi casa para escribirle y señalarle sitio propio +para nuestra entrevista. Le encarecía el silencio y la discreción +como uno de los mayores servicios que podía +hacerme en mi situación delicadísima. La alegría que la +esperanza de verle encendía en mi espíritu borró las +huellas de la pena que Manon hubiese notado seguramente. +Habléle de nuestra desgracia de Chaillot como +de una bagatela que no tenía por qué inquietarla. Como +París era el lugar del mundo que más le agradaba, oyóme +con gusto decir que convenía permanecer allí hasta que +en nuestra residencia campesina se reparasen algunos +desperfectos causados por el incendio.</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_69">[Pg 69]</span></p> + +<p>Una hora más tarde recibí la respuesta de Tiberio que +me ofrecía ir al lugar designado. Corrí impaciente. Sentía, +sin embargo, vergüenza de mostrarme a un amigo cuya +sola vista era un reproche para mis desórdenes; pero la +idea que tenía de la bondad de su corazón y el interés de +Manon, sostuvieron mi flaqueza.</p> + +<p>Habíale rogado que me esperase en el jardín del <em>Palais-Royal</em>. +Llegó antes que yo. Estrechóme largamente +entre sus brazos y sentí su rostro bañado en llanto. Díjele +que me presentaba ante él confuso y avergonzado y +que comprendía toda mi ingratitud; que lo primero que +le rogaba era que dijese si me era aún permitido mirarle +como amigo después de haber merecido tan justamente +perder su estimación y su cariño. Respondióme con ternura +que nada en el mundo era capaz de hacerle renunciar +a esa cualidad; que mi desgracia, y aun mis faltas y +ligerezas, no habían hecho sino redoblar su cariño hacia +mí; pero que era un cariño mezclado con vivísimo dolor, +tal como se siente por una persona muy amada a quien +se ve caminar a su perdición sin poderlo remediar.</p> + +<p>Nos sentamos en un banco. «¡Ay!—le dije con un suspiro +que salía del fondo de mi corazón—Vuestra compasión +ha de ser inmensa, querido Tiberio, si como me +aseguráis es igual a mis penas. Vergüenza me causa confesarlas, +pues he de decir que la causa de ellas no es +gloriosa; pero las consecuencias son tan tristes que no es +necesario quererme, como me queréis, para sentirse enternecido».</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_70">[Pg 70]</span></p> + +<p>Me pidió como una prueba de amistad que le contase +todo lo sucedido desde mi salida de San Sulpicio. Satisfice +su curiosidad, y lejos de alterar nada de la verdad, +ni tratar de disimular mis faltas para hacerlas excusables, +le hablé de mi pasión con toda la fuerza que me inspiraba. +Se la expliqué como uno de esos golpes del destino +que se complace en la ruina de un infeliz y de que tan +difícil es a la virtud defenderse como a la prudencia prevenirse. +Hícele vivísima pintura de mis zozobras, mis inquietudes, +de la desesperación en que me encontraba +dos horas antes de verle y del estado en que recaería si +me faltaba el apoyo de mis amigos tan implacablemente +como el de la fortuna. En fin, conseguí emocionar de tal +modo al buen Tiberio, que le vi tan afligido por la compasión +como lo estaba yo por la pena.</p> + +<p>No se cansaba de abrazarme y exhortarme a tener conformidad +y valor, pero como insistía en creer que había +de separarme de Manon hícele comprender claramente +que era esa separación lo que yo miraba como la mayor +de las desgracias y que estaba dispuesto a sufrir no ya la +miseria sino hasta la muerte antes de aceptar un remedio +que me parecía peor que todos mis males juntos.</p> + +<p>«Explicáos—me dijo entonces—. ¿Qué clase de ayuda +puedo prestaros puesto que os subleváis contra todos los +medios que os propongo?». No osaba yo confesarle que +era de su bolsa de lo que había menester. Comprendiólo +al fin y permaneció un rato con el aire de persona que +duda. «No creáis—replicó por fin—que mi súbita frialdad<span class="pagenum" id="Page_71">[Pg 71]</span> +provenga de un relajamiento en mi celo y mi amistad para +vos; pero, ¡en qué alternativa me ponéis, entre negaros el +único socorro que queréis aceptar o faltar a mi deber +concediéndooslo!... porque, ¿no es contribuir a vuestros +desórdenes daros los medios de perseverar en ellos?». +«Sin embargo—continuó tras unos momentos de reflexión—, +quiero creer que sea tal vez el estado violento +en que os precipita vuestra indigencia lo que os priva de +libertad para tomar el mejor partido. Hace falta un ánimo +sereno para gustar de la sabiduría y de la verdad. +Encontraré medio de procuraros algún dinero. Permitidme, +mi querido caballero—añadió abrazándome—, poneros +tan sólo una condición, y es que a lo menos me indicaréis +el lugar donde viváis y no os opondréis a que +realice mis esfuerzos para traeros al camino de la virtud, +del que sólo la violencia de vuestras pasiones os aleja».</p> + +<p>Concedíle gustoso cuanto me pedía y tan sólo le supliqué +a mi vez que compadeciese mi mala suerte que me +arrastraba a desaprovechar los consejos de amigo tan +virtuoso. Llevóme acto seguido a casa de un banquero +amigo suyo que me prestó cien <em>pistolas</em> contra una letra +suya, pues él no tenía en aquel momento dinero disponible. +Ya he dicho que no era rico. Su beca era de mil +escudos, pero como era el primer año que estaba en posesión +de ella, aún no había cobrado sus rentas, así que +era sobre sus futuros beneficios sobre los que me hacía +el préstamo.</p> + +<p>Comprendí todo el valor de su generosidad. Me emocioné<span class="pagenum" id="Page_72">[Pg 72]</span> +hasta el punto de deplorar la ceguedad de un amor +fatal que me hacía faltar a todos los deberes. La virtud +tuvo durante unos momentos fuerza bastante para proyectar +vivísima luz en mi espíritu, haciéndome ver la indignidad +de mis cadenas. Pero el combate fué ligero y +duró poco. La vista de Manon me hubiese hecho abandonar +el cielo y asombréme, al volver a su lado, de haber +podido, por un momento, considerar vergonzosa una ternura +tan justificada por objeto tan encantador.</p> + +<p>Manon era una criatura de carácter extraordinario. Jamás +mujer alguna tuvo menos apego que ella al dinero; +pero, en cambio, no podía permanecer en paz ante el temor +de que pudiese faltarle. Eran placeres y pasatiempos +gratos lo que le era menester; no hubiese por su gusto +tocado una pieza de cobre si hubiese sido dable divertirse +gratis. Ni siquiera se informaba de cuál era el estado de +nuestra fortuna a condición de pasar agradablemente el +día. De modo que no siendo ni muy dada al juego, ni +apasionada de un lujo extraordinario, nada más fácil que +tenerla contenta con sólo inventar cada día una diversión. +Pero eso sí, érale tan necesario el placer que sin él +no había la menor probabilidad de poder influir sobre su +humor y sus inclinaciones. Así pues, aunque me amaba +tiernamente, y era yo el único capaz de hacerle gustar +perfectamente las delicias del amor, tenía la certeza de +que su ternura no resistiría a ciertos temores. Me hubiese +preferido al mundo entero con una fortuna mediocre; +pero tenía la triste certeza de que me abandonaría por un<span class="pagenum" id="Page_73">[Pg 73]</span> +M. de B... cualquiera en cuanto yo no tuviese para ofrecerle +sino mi constancia y mi fidelidad.</p> + +<p>Decidí en vista de todo esto, reducir de tal modo mis +gastos particulares que en cualquier momento me hallase +en condiciones de subvenir a los suyos y antes privarme +de mil cosas necesarias que suprimirle a ella ninguna por +superflua que fuése. La carroza me asustaba más que todo +el resto, pues no veía medio de sostener al cochero y los +caballos.</p> + +<p>Descubrí mis zozobras a Lescaut. No le había ocultado +haber recibido cien pistolas de un amigo. Repitióme que +si quería probar fortuna en el juego no desesperaba, siempre +que estuviese yo dispuesto a sacrificar un centenar +de francos para obsequiar a sus asociados, de que ellos +me admitiesen, gracias a su recomendación, en la liga de +la industria. Pese a mi repugnancia a engañar, dejéme +arrastrar por una cruel necesidad.</p> + +<p>Lescaut presentóme aquella misma noche como pariente +suyo. Añadió que tenía yo tantas más probabilidades +de éxito cuanto que mayores eran mis necesidades +de dinero. Sin embargo, para hacer ver que mi miseria +no era la de un hombre reducido al último extremo, anuncióles +que me proponía invitarles a cenar. La invitación +fué aceptada; tratéles espléndidamente. Hicieron largos +comentarios sobre la gentileza de mi figura y mis felices +disposiciones. Sostuvieron que se podía esperar mucho +de mí, porque habiendo en mi rostro algo que denunciaba +a la legua al hombre honrado, nadie desconfiaría de mis<span class="pagenum" id="Page_74">[Pg 74]</span> +manejos. En fin, dieron las gracias a Lescaut por haberles +proporcionado un novicio de mis méritos, y encargaron +a dos caballeros de darme durante algunos días las instrucciones +necesarias.</p> + +<p>El teatro principal de mis empresas había de ser el +Hotel de Transilvania, donde había una mesa de faraón +en una sala y otros varios juegos de cartas y de dados +en la galería. Aquella academia funcionaba en provecho +del príncipe de R..., que habitaba entonces en Clagny, y +la mayoría de sus oficiales pertenecían a nuestra sociedad. +¿Lo diré para vergüenza mía? En poco tiempo supe +aprovechar las lecciones de mi maestro. Adquirí sobre +todo gran habilidad para escamotear la carta y, con +ayuda de unos puños largos y rizados, hacíala desaparecer +lo bastante ligeramente para engañar las miradas más +hábiles, y arruinar sin tener apariencias de ello a no pocas +gentes honradas. Habilidad tan extraordinaria acrecentó +de tal modo mis ingresos que en pocas semanas +me hallé dueño de sumas considerables, sin contar las +que de buena fe compartía con mis asociados.</p> + +<p>No temí entonces ya participar a Manon nuestra pérdida +de Chaillot, y para consolarla, al comunicarle la nueva infausta, +alquilé una casa amueblada donde instalarnos con +apariencias de opulencia y seguridad.</p> + +<div class="chapter"> +<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp75-1"> + <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp75-1.jpg" alt="ilo1-p75"> +</figure> +</div> + +<div class="chapter"> +<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp75-2"> + <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp75-2.jpg" alt="ilo2-p75" title="p75-ilo2"> +</figure> +</div> + +<div class="chapter"> +<p><span class="pagenum" id="Page_75">[Pg 75]</span></p> +</div> + +<p>Tiberio, durante aquel tiempo, no había dejado de visitarme +con frecuencia. Sus sermones no acababan nunca. +Sin cesar me representaba todo el daño que hacía a mi +conciencia, a mi honra y a mi fortuna. Oía sus consejos +deferente, y aunque no tenía la menor intención de seguirlos, +le agradecía su interés, conocedor del cariño que le +inspiraba. Algunas veces bromeaba con él en presencia +misma de Manon, y exhortábale a no ser tan escrupuloso +cuando no pocos sacerdotes y aun obispos sabían hacer +perfectamente compatible una querida con un beneficio. +«Mirad—decíale señalando los ojos de mi amiga—y decid +si no hay falta que esté disculpada por tan bella causa». +Hacía acopio de paciencia; llevóla aún asaz lejos, pero +cuando vió que mis riquezas iban en aumento y que no +sólo le había pagado sus cien <em>pistolas</em> sino que, habiendo +alquilado una casa y doblado mis gastos, iba a precipitarme +aún más en los placeres, cambió por completo de +conducta. Quejóse de mi contumacia, amenazóme con el +castigo del cielo y me predijo una parte de las desgracias, +que no tardaron en llover sobre mí. «Es imposible—me dijo—que +las riquezas que os sirven para mantener +vuestros desórdenes os hayan venido por vías legítimas. +Las habéis adquirido injustamente y de igual modo +os veréis privado de ellas. El mayor castigo que Dios pudiera +daros sería el de dejaros disfrutar tranquilamente +de ellas. Todos mis consejos os han sido inútiles; ya preveía +yo que pronto os parecerían enojosos. Adiós ingrato +y débil amigo. ¡Ojalá vuestros criminales deleites se +evaporen como una sombra, quiera el cielo que vuestra +dicha y vuestras riquezas desaparezcan sin remedio, para +que solo y desnudo podáis comprender la vanidad de +los bienes que tan locamente os embriagaron! Entonces<span class="pagenum" id="Page_76">[Pg 76]</span> +será cuando me halléis dispuesto a amaros y serviros, +pero hoy rompo todo trato con vos y abomino de la vida +que lleváis».</p> + +<p>Fué en mi habitación, ante los ojos de Manon, donde +me dirigió esta arenga apostólica. Levantóse para retirarse; +quise detenerle, pero a mi vez fuí detenido por Manon, +que me dijo que era un loco a quien había que dejar +franca la salida.</p> + +<p>Su discurso no dejó de hacerme alguna impresión. +Hago notar los varios impulsos de mi corazón para volver +a los senderos del bien, porque a este recuerdo he +debido parte de mi fuerza en las más tristes circunstancias +de mi vida. Las caricias de Manon disiparon en un +momento el disgusto que tal escena me había causado. +Seguimos llevando una vida de placeres y amor. El +aumento de riquezas redobló nuestro cariño. Venus y la +Fortuna no tenían esclavos más tiernos y felices. ¡Dioses! +¿Por qué llamar al mundo lugar de miserias, cuando pueden +disfrutarse en él tales dichas? Pero, ¡ay de mí!, su +esencia misma estriba en ser fugaces. ¿Qué otra dicha +podría uno anhelar si fuesen de naturaleza de durar siempre? +Las nuestras siguieron el común destino, es decir, +durar poco y traer tras sí un cortejo de amargas nostalgias.</p> + +<p>Había realizado en el juego tales ganancias que comencé +a pensar en la conveniencia de colocar parte del +dinero. Nuestros criados no ignoraban nuestra prosperidad, +sobre todo mi ayuda de cámara y la doncella de<span class="pagenum" id="Page_77">[Pg 77]</span> +Manon, delante de los cuales hablábamos sin rebozo. La +muchacha era guapa y mi ayuda de cámara estaba enamorado +de ella. Habíanselas con amos jóvenes y confiados +a quienes se figuraron poder engañar fácilmente. +Concibieron el designio, y lo realizaron, tan desdichadamente +para nosotros, que nos colocaron en estado tal +que jamás nos fué posible salir de él.</p> + +<p>Habiéndonos invitado una noche Lescaut a cenar, eran +cerca de las doce cuando volvimos a casa. Llamé a mi +criado, Manon a su doncella; ni el uno ni el otro acudieron. +Nos dijeron que desde las ocho de la noche no se +les había visto por la casa, pues salieron, haciendo previamente +trasladar unos cajones, obedeciendo las órdenes +que decían haber recibido de nosotros. Supuse desde +luego algo de la realidad; pero no forjé sospecha que no +fuése sobrepujada por lo que vi al entrar en mi cuarto. +La cerradura de mi secreter había sido saltada y mi dinero +y mis ropas habían desaparecido. En los momentos +en que meditaba sobre lo sucedido vino a mí Manon, +consternada, diciéndome que en su habitación habían +hecho el mismo saqueo.</p> + +<p>Fué tan cruel el golpe, que sólo merced a un esfuerzo +extraordinario de mi razón no me abandoné a los gritos +y las lágrimas. El temor de comunicar mi desesperación +a Manon hízome tomar aires tranquilos. Díjele, bromeando, +que me vengaría sobre algún incauto del hotel de +Transilvania. Sin embargo, parecióme tan abatida por la +desgracia, que su pena tuvo más fuerza para afligirme<span class="pagenum" id="Page_78">[Pg 78]</span> +que mi fingida alegría había tenido para impedir su excesivo +abatimiento. «¡Estamos perdidos!», díjome con lágrimas +en los ojos. Traté vanamente de consolarla con +mis caricias; mis propias lágrimas traicionaban mi desesperación +y mi consternación. En efecto, estábamos tan +absolutamente arruinados, que no nos quedaba ni una +camisa.</p> + +<p>Tomé el partido de enviar a buscar en seguida a +Lescaut. Aconsejóme ir sin tardanza a ver al jefe superior +de policía y al gran preboste de París. Fuí, pero +para mi mal; pues, aparte de que aquel paso, así como +los que hice dar a varios oficiales de policía, no sirvieron +para nada, di tiempo a Lescaut para hablar con su hermana +y sugerirle en mi ausencia una atroz determinación. +Hablóla de M. de G... M..., viejo voluptuoso que pagaba +pródigamente los placeres, y le hizo ver tales ventajas en +ponerse bajo su protección que, turbada como estaba +por nuestra desgracia, acabó por aceptar cuanto él tuvo +a bien proponerle. Tan honroso trato cerróse antes de +mi regreso, y su realización quedó aplazada para el día +siguiente, después que Lescaut hubiese prevenido a M. de +G... M... Encontré a Lescaut que me aguardaba en mi +casa; pero Manon se había acostado y dado orden a su +lacayo de decirme que, necesitada como estaba de reposo, +me rogaba la dejase sola por aquella noche. Lescaut +se separó de mí, no sin ofrecerme unas <em>pistolas</em>, que +acepté. Eran ya las cuatro cuando me acosté, y habiendo +aun meditado largamente sobre los medios de rehacer mi<span class="pagenum" id="Page_79">[Pg 79]</span> +fortuna, me dormí tan tarde que hasta las once no pude +despertarme. Levantéme prestamente para ir a informarme +de la salud de Manon y me dijeron había salido una +hora antes con su hermano, que vino a recogerla en una +carroza de alquiler. Aunque tal salida me pareció sospechosa, +violentéme para rechazar mis sospechas. Dejé +transcurrir algunas horas, que pasé entregado a la lectura. +Por fin, no siendo ya dueño de mi inquietud, púseme +a pasear a grandes pasos por nuestras habitaciones. +Vi en la de Manon una carta cerrada que estaba sobre +su mesa. La abrí con mortal presentimiento. Estaba +concebida en estos términos:</p> + +<p>«Te juro, amado caballero, que tú eres el ídolo de mi +corazón y que no hay sino tú en el mundo a quien pueda +amar como te amo... ¿Pero no comprendes, pobre alma +mía, que en las circunstancias a que nos vemos reducidos +es necia virtud la fidelidad? ¿Crees que sin pan vive la +ternura? El hambre me causaría alguna equivocación fatal; +cualquier día lanzaría el último suspiro creyendo lanzar +uno de amor. Te adoro, ten la seguridad de ello, pero +déjame durante algún tiempo ser yo la que se ocupe de +rehacer nuestra fortuna. ¡Desgraciado aquél que caiga en +mis redes! Trabajo por hacer a mi caballero rico y feliz. +Mi hermano te dará noticias mías y te dirá lo mucho que +sufro ante la necesidad de abandonarte».</p> + +<p>Quedé, tras la lectura de esta carta, sumido en un estado +que me será muy difícil describir, pues ignoro aún +hoy qué sentimientos me agitaban entonces. Fué una de<span class="pagenum" id="Page_80">[Pg 80]</span> +esas situaciones únicas que no han tenido paridad en +otra alguna. No sabe uno explicárselas a los demás porque +no pueden tener ni una idea aproximada de ellas, y +es muy difícil explicárselas a sí mismo, porque siendo +únicas en su clase no se enlazan a nada en nuestra memoria +y no pueden ni aun compararse con ningún sentimiento +conocido. De todos modos, cualesquiera que fuesen +los míos, participaban desde luego del dolor, del despecho, +de los celos y de la vergüenza. ¡Feliz de mí si no +hubiese sido aún mayor la dosis de amor!</p> + +<p>«Me ama, quiero creerlo así; pero ¿no necesitaría ser un +monstruo para odiarme? ¿Qué derechos existieron jamás +sobre un corazón que no tenga yo sobre el suyo? ¿Qué podría +hacer por ella después de todo lo hecho ya? ¡Sin embargo, +me abandona y la ingrata se cree a cubierto de mis +reproches con decirme que no ha cesado de amarme! Y +habla del hambre. ¡Gran Dios, con qué grosería de sentimientos +responde a mi delicadeza! ¡No pensaba yo en +eso cuando por amor a ella renuncié a mi fortuna y a +las dulzuras del hogar paterno; yo que me he privado +hasta de lo más preciso para proporcionarle sus menores +deseos y sus menores caprichos! Me adora, dice. ¡Si me +hubieses adorado, ingrata, no hubieses aceptado los consejos +que te daban, no me hubieses abandonado al menos +sin decirme adiós! Soy yo quien ha de decir los crueles +sentimientos que se experimentan al separarse de las +personas a quienes se ama». Mis quejas viéronse interrumpidas +por una visita con la que no contaba. La de<span class="pagenum" id="Page_81">[Pg 81]</span> +Lescaut. «¡Verdugo!—le dije echando mano a la espada—; +¿Dónde está Manon? ¿Qué has hecho de ella?». Mi impulso +pareció aterrarle. Díjome que si era así como le recibía, +justamente cuando venía a darme cuenta del mayor +servicio que cabía ofrecerme, iba a retirarse para no +volver jamás a poner los pies en mi casa. Corrí a la puerta, +que cerré. «No creas—díjele encarándome con él—que +vas una vez más a engañarme con fábulas y cuentos. +Has de defender tu vida o devolverme a mi Manon.—¡Cuidado +que sois vivo de genio! Es justamente la única +razón que aquí me trae. Vengo a comunicaros una +dicha que no esperáis y por la que tal vez me debáis un +poco de agradecimiento».</p> + +<p>Quise una explicación inmediata. Contóme entonces +que Manon no pudiendo con el miedo a la miseria y sobre +todo resignarse de golpe y porrazo a la reducción de +nuestro tren, habíale rogado que le presentase a M. de +G... M..., que pasaba por ser hombre generoso. Guardóse, +claro es, muy bien de decirme que había sido él quien +se lo propuso y que había arreglado las cosas antes de +decidirla a ello. «La he presentado esta mañana, y el +buen caballero se ha mostrado tan satisfecho que por +primera providencia la ha invitado a ir a pasar unos días +con él en su casa de campo. Yo—prosiguió Lescaut—que +he comprendido en seguida de qué utilidad podía +ser aquello para vos, le hice saber discretamente que +Manon había experimentado en estos últimos tiempos +grandes pérdidas en el juego, y de tal modo he sabido<span class="pagenum" id="Page_82">[Pg 82]</span> +exaltar su generosidad que ha empezado por hacerle un +donativo de doscientas <em>pistolas</em>. Le he dicho que eso estaba +bien por el momento, pero que el porvenir traería +a mi hermana grandes gastos, que además se había encargado +de la educación de un hermano menor que nos +había quedado después de la muerte de nuestros padres, +y que si la estimaba como decía, no la dejaría padecer en +la persona del pobre niño, que Manon miraba como la +mitad de sí misma. Tal narración ha tenido la virtud de +enternecerle. Se ha comprometido a alquilar una casa +cómoda para ella y para vos, puesto que vos sois ese +pobre hermanito huérfano; ha prometido amueblárosla +con decoro y pasaros además, todos los meses, cuatrocientas +libras que, o yo no sé contar, o hacen cuatro mil ochocientas +al año. Ha dado orden a su intendente antes de +marchar al campo, de buscar una casa y tenerlo todo +dispuesto para su regreso. Entonces veréis a Manon que +me ha encargado mil abrazos para vos y deciros que os +ama más que nunca».</p> + +<p>Sentéme a meditar sobre aquellos curiosos lances que +me deparaba la suerte. Hallábame en tal perplejidad que +tardé mucho tiempo en contestar a las preguntas con que +Lescaut me agobiaba. Fué entonces cuando el honor y la +virtud hiciéronme sentir aún las mordeduras del remordimiento +y cuando eché una mirada retrospectiva que abarcaba +Amiens, la casa paterna y San Sulpicio, todos +los lugares, en fin, en que viví inocente y feliz. ¡Qué inmenso +abismo separábame de aquellos días dichosos! Ya no<span class="pagenum" id="Page_83">[Pg 83]</span> +los veía sino como lejanas sombras que si bien aun atraían +mis deseos y mis nostalgias no tenían ya fuerza para +hacer brotar la voluntad. «¿Por qué fatalidad—decíanme—me +han hecho de tal modo criminal? El amor es +una pasión inocente; ¿cómo se ha tornado para mí en +fuente de miserias y desórdenes? ¿Qué me impedía vivir +virtuoso y feliz junto a Manon? Mi padre que tan tiernamente +me amaba, ¿no hubiese cedido de apremiarle con +justas instancias? ¡Ah!, mi padre hubiérala amado él +mismo como a una hija querida digna de hacer la dicha +de su hijo y ahora sería yo feliz con el amor de Manon, +el afecto de mi padre, la estima de las gentes honradas, +los bienes de la fortuna y la tranquilidad de la virtud. +¡Cruel contrasentido! ¿Qué infamia vienen a proponerme? +¿Qué abyecciones voy a compartir? ¿Pero, me queda +el recurso de vacilar siendo Manon la que lo ha arreglado +y perdiéndola yo si no me conformo a ello?». «Señor +Lescaut—grité cerrando los ojos como para apartar tan +descorazonadoras reflexiones—, si su intención es servirme +os doy las gracias; tal vez hubieseis podido tomar +por más honrados caminos, pero es cosa hecha, ¿verdad? +No pensemos pues sino en aprovechar vuestros esfuerzos +y en poner en práctica vuestro proyecto».</p> + +<p>Lescaut a quien mi cólera seguida de tan largo silencio +había sumido en la inquietud, pareció encantado de verme +tomar un partido tan distinto del que temiera. Era +todo menos valiente y de ello tuve buenas pruebas a +continuación. «Si, sí, ya lo creo—aseguró—, es un verdadero<span class="pagenum" id="Page_84">[Pg 84]</span> +favor el que os he hecho y ya veréis cómo trae +más ventajas de las que ahora parece». Pusímosnos de +acuerdo sobre la manera de disipar la desconfianza que +M. de G... M... pudiese abrigar sobre nuestra pretendida +fraternidad viéndome mayor y más viejo de lo que probablemente +esperaría. No encontramos sistema mejor que +tomar ante el aire inocente y provinciano y hacerle creer +que mi deseo era abrazar el estado eclesiástico, para lo +cual asistía diariamente al colegio. Resolvimos también +que mi indumentaria dejaría mucho que desear la primera +vez que me presentase ante él.</p> + +<p>Volvió a la ciudad tres o cuatro días después; llevó él +mismo a Manon a la casa que su intendente había tenido +cuidado de preparar. Hizo prevenir en seguida a Lescaut +de su regreso, y habiéndome avisado éste a mí, los dos +nos presentamos en la casa. El viejo amante había partido +ya.</p> + +<p>Pese a la resignación con que me había sometido a su +voluntad, no pude reprimir la protesta de mi corazón al +verme ante ella. La parecí triste y mustio; la alegría de su +presencia no era suficiente para borrar la pena de su infidelidad. +Ella, por el contrario, parecía transfigurada por la +alegría de verme. Hízome reproches de mi frialdad; no +impidió, sin embargo, que los epítetos de pérfida e infiel +se escapasen de mis labios, acompañados de otros tantos +suspiros.</p> + +<p>Burlóse primero de mi simplicidad; pero cuando vió mis +miradas fijarse en ella laceradas y la tristeza que ponía<span class="pagenum" id="Page_85">[Pg 85]</span> +en aceptar un cambio tan opuesto a mi genio y a mis +deseos, fuése sola a su habitación, y como un momento +después la siguiera, encontréla deshecha en llanto. Le +pregunté la causa. «¡Bien fácil es adivinarla!—respondióme—. +¿Cómo he de vivir si mi presencia os da ese +aspecto sombrío y os entristece? No habéis sido para hacerme +una caricia en una hora que lleváis aquí y habéis +recibido las mías con la dignidad del Gran Turco en su +serrallo».—«Escuchadme, Manon—repliquéle, abrazándola—. +No puedo ocultaros que tengo el corazón mortalmente +afligido. No hablo ahora de la alarma en que vuestra +fuga me sumió, ni de la crueldad que supone dejarme +sin una palabra de consuelo, después de pasar la noche en +un lecho que no era el mío; el encanto de vuestra presencia +me haría olvidar mucho más. Pero ¿creéis que puedo +pensar, sin que un sollozo se escape de mi garganta y las +lágrimas se agolpen a mis ojos—proseguí, vertiendo algunas—, +en la triste vida que pretendéis lleve yo en esta +casa? Dejemos mis miramientos y mi honor a un lado; no +son tan débiles razones las que han de combatir un amor +como el mío; pero ese mismo amor, ¿no comprendéis que +ha de gemir al verse tan mal recompensado o, mejor +dicho, tan cruelmente tratado por una querida dura e ingrata?».</p> + +<p>Interrumpióme: «Escuchad, mi caballero; es inútil atormentarme +con reproches que me desgarran el corazón +cuando vienen de vos. Bien veo lo que os hiere. Esperaba +que aceptaríais el proyecto que había discurrido para rehacer<span class="pagenum" id="Page_86">[Pg 86]</span> +nuestra fortuna y era por respeto a vuestra delicadeza +que comenzara a ponerlo en ejecución sin consultároslo; +pero puesto que no lo aprobáis, renuncio a él». +Añadió que tan sólo me pedía un poco de complacencia +para acabar el día, que había recibido ya doscientas pistolas +de su viejo amante, que además habíale prometido +traerle un collar de perlas y algunas otras alhajas, más la +pensión anual. «Dejadme tan sólo—imploró—el tiempo +de recibir sus presentes. Os juro que no podrá jactarse +de lo que ha obtenido de mí, pues yo he ido demorando +mi rendición hasta hallarnos de vuelta aquí. Verdad es +que me ha besado más de un millón de veces las manos; +justo es que pague ese placer y no le costará menos de +cinco o seis mil francos, precio proporcionado a sus años +y a sus riquezas».</p> + +<p>Su determinación me fué mucho más agradable que la +esperanza de los cinco o seis mil francos. Tuve ocasión de +contestar que mi corazón no había perdido aún todo sentimiento +de honor, puesto que palpitaba satisfecho de +escapar a aquella infamia. Pero había yo nacido para las +alegrías cortas y los dolores largos. La fortuna no me +salvaba de un precipicio sino para arrojarme en otro más +hondo. Después de haber mostrado a Manon mi júbilo +por mil mimos y caricias, díjele que convenía advertir a +Lescaut para que nuestras medidas fuesen acordes. Puso +él algunos reparos; pero la idea de los cuatro o cinco mil +francos contantes y sonantes hiciéronle entrar alegremente +en nuestros planes. Quedó acordado que nos reuniríamos<span class="pagenum" id="Page_87">[Pg 87]</span> +todos a comer con M. de G... M..., por dos +razones: una, para ofrecerme una escena divertida, haciéndome +pasar por un escolar hermano de Manon; la +segunda, para impedir que el viejo libertino se propasase +con exceso con su querida, usando de un derecho que +creería haber adquirido pagándole, tan generosamente, +por adelantado. Debíamos retirarnos Lescaut y yo en el +momento en que subiese a la habitación donde pensaba +pasar la noche. Manon ofreciónos que, en vez de seguirle, +se escaparía y vendría a reunirse con nosotros. Lescaut +prometió tener una carroza en la puerta. +Llegada la hora de la cena, M. de G... M... no se hizo +esperar. Lescaut y su hermana estaban en la sala. La +primera atención del viejo fué ofrecer a su bella un collar, +brazaletes y arracadas de perlas, que valían, por lo +menos, mil escudos; en seguida contóla en bellos luises +de oro la suma de dos mil cuatrocientas libras, que constituían +la mitad de la pensión, no sin sazonar su presente +con mil ternuras, muy en el género de la antigua Corte. +Manon no pudo negarle algunos besos, que al fin y al +cabo eran pago del dinero que le pusiera entre las manos. +Yo esperaba tras de la puerta, a que Lescaut me +avisase que podía entrar.</p> + +<p>Vino a por mí en cuanto Manon hubo guardado el dinero +y las alhajas. Llevóme a M. de G... M... y me ordenó +hacerle una reverencia. Hícele dos o tres de las más profundas. +«Dispénsele, caballero—advirtió Lescaut—; es +un chiquillo, novato en lides sociales. Está muy lejos,<span class="pagenum" id="Page_88">[Pg 88]</span> +como veréis, de tener los aires de París, pero esperamos +que un poco de costumbre le dará aplomo. Tendréis el +honor de ver aquí con frecuencia al señor—continuó, +volviéndose a mí—; aprovechad la lección de tan noble +modelo».</p> + +<p>El viejo amante pareció encantado de verme. Dióme +unos golpecitos en la mejilla, diciéndome que era un +guapo chico, pero que, por lo mismo, había de andar sobre +guardia en París, donde los muchachos resbalaban +fácilmente hacia el desbarajuste. Lescaut tranquilizóle, +asegurándole que era de natural tan serio que no pensaba +sino en hacerme sacerdote y que mi único entretenimiento +consistía en construir rosarios. «Encuentro en +él cierto parecido con Manon—afirmó el viejo, alzándome +la cabeza con la mano.—Caballero, nos tocamos tan +de cerca que es natural... así es que quiero a Manon como +a mí mismo.—¿Oís?—hizo observar a Lescaut—. Tiene +ingenio y es lástima que este muchacho no posea un poco +más de mundo.—¡Oh!, caballero—repliqué—. He aprendido +ya mucho en nuestras iglesias y creo que los habrá +en París más tontos que yo.—¿Lo veis? Es pasmoso su +despejo para un chico provinciano».</p> + +<p>Toda nuestra conversación fué poco o menos la misma +durante la comida. Manon, que era tentada a la risa, +estuvo en varias ocasiones a punto de estropearlo todo +con sus carcajadas. En cuanto a mí, tuve en el trascurso +de la cena ocasión de narrarle su propia historia y aun de +predecir la desgracia que le amagaba. Manon y Lescaut<span class="pagenum" id="Page_89">[Pg 89]</span> +estaban yertos durante mi cuento, sobre todo al trazar yo +su retrato; pero el amor propio puso una venda en los +ojos de la víctima impidiéndole reconocerse, y supe, por +mi parte, rematar de tal modo la historia, que él fué el +primero en encontrarla jocosa. Como ahora veréis, no ha +sido sin motivo que me he extendido con respecto a esta +ridícula escena.</p> + +<p>Llegó, por fin, la hora de acostarse, y el viejo habló de +amor y de impaciencia. Nos retiramos Lescaut y yo. Condujéronle +a su cuarto, y Manon, habiendo salido de él +con pretexto de una imprescindible necesidad, vino a reunírsenos +en la puerta. La carroza, que nos esperaba tres +o cuatro casas más allá, avanzó para recogernos y en +pocos momentos nos alejamos del barrio.</p> + +<p>Aunque, a mis ojos, aquella acción fuése una verdadera +canallada, no era ciertamente la peor que debía tener +que reprocharme. Más escrúpulos me inspiraba el dinero +adquirido en el juego. Pero tan poco disfrutamos del uno +como del otro, y plugo al cielo que el más leve de los +dos delitos fuése el más severamente castigado.</p> + +<p>M. de G... M... no tardó mucho en darse cuenta de que +había sido engañado. No sé si hizo desde aquella misma +noche gestiones para dar con nuestro paradero; pero lo +que sí sé es que tenía demasiado crédito para hacerlas +mucho tiempo inútilmente, y que nosotros, por nuestra +parte, fuimos lo suficientemente indiscretos para contar +con las dimensiones de París y la distancia que había entre +nuestro nuevo barrio y el suyo. No sólo supo nuestra<span class="pagenum" id="Page_90">[Pg 90]</span> +habitación, sino también la vida que lleváramos anteriormente +en París, los amores de Manon con B..., la mixtificación +de que le hiciera víctima, en una palabra, todos +los lances escandalosos de nuestra historia. Tomó la resolución +de hacernos detener y de tratarnos, más que +como a delincuentes, como a aturdidos libertinos. Aún +estábamos acostados cuando entró en nuestra habitación +un inspector de policía, seguido de una docena de guardias. +Por primera providencia incautáronse de nuestro +dinero, o, mejor dicho, del de G... M..., y luego, haciéndonos +levantar sin demora, nos llevaron a la puerta, donde +nos esperaban dos carrozas, en una de las cuales la +pobre Manon fué arrebatada, sin razones de ningún género, +mientras la otra me conducía a mí a San Lázaro.</p> + +<p>Hay que haber pasado por tales sinsabores para poder +juzgar de la desesperación en que me dejaron sumido. +Mis guardianes tuvieron la crueldad de no permitirme +abrazar a Manon, ni decirle ni una palabra de adiós. Por +mucho tiempo ignoré lo que había sido de ella. Fué esto +una suerte para mí, pues una catástrofe semejante me +hubiera hecho perder la razón y tal vez la vida.</p> + +<p>Mi pobre amada fué, pues, arrebatada ante mis propios +ojos y conducida a un lugar cuyo solo nombre me estremece. +¡Qué horrenda suerte para una criatura tan bella, +que hubiese ocupado el primer trono del mundo de tener +todos los hombres mis ojos y mi corazón! No la trataban +mal, a decir verdad; pero encerráronle en estrecha prisión +y condenáronla a realizar todos los días algunos<span class="pagenum" id="Page_91">[Pg 91]</span> +trabajos como condición imprescindible para atender a su +alimentación. No supe estos detalles sino algún tiempo +después, cuando yo mismo había pasado por rudas penalidades. +No habiéndome mis guardianes advertido tampoco +el lugar donde tenían orden de conducirme, no lo +supe hasta verme en la puerta de San Lázaro. Hubiera +preferido en aquel momento la muerte al estado en que +me creí próximo a caer. Tenía yo una idea terrible de +aquella casa. Mi espanto subió de punto al ver que, una +vez allí, mis guardianes registraban mis bolsillos para +cerciorarse de que no me quedaba ningún arma ni medio +alguno de defensa.</p> + +<p>Fuí conducido inmediatamente a presencia del superior, +que ya estaba prevenido de mi llegada. Saludóme +con gran bondad. «Padre mío, libradme, os lo suplico, +de toda humillación. Mil vidas que tuviese perdería antes +de pasar por una.—No, no, caballero—respondióme—; +vuestra conducta será prudente y quedaremos satisfechos +el uno del otro». Rogóme que subiese con él a una +de las habitaciones del piso alto y le seguí sin resistencia. +Los arqueros nos acompañaron y a una seña del superior +se fueron dejándonos solos.</p> + +<p>«¿Soy vuestro prisionero?—le dije—Pues bien, padre +mío, decidme qué pensáis hacer de mí». Díjome que +estaba satisfecho de verme tomar aquel tono sensato, +que su deber sería trabajar para inculcarme el amor a la +virtud y a la religión, y el mío aprovechar sus enseñanzas, +y que por poca buena voluntad que yo pusiese no<span class="pagenum" id="Page_92">[Pg 92]</span> +hallaría sino placer en mi soledad. «¡Oh, padre mío!—suspiré—No +conocéis lo único capaz de contentarme +en la tierra».—«Lo sé; pero espero que vuestras inclinaciones +cambiarán». Su respuesta me hizo comprender que +estaba enterado de mis aventuras y quizás de mi nombre +también. Pedíle una aclaración y me dijo que, como era +natural, le habían informado de todo.</p> + +<p>Aquella aclaración fué el más cruel de mis castigos. +Empecé a derramar un torrente de lágrimas con todas las +señales de la mayor amargura. No podía consolarme de +una humillación que iba a hacer de mí la comidilla de +todos mis conocimientos y el ludibrio de mi familia. +Así pasé ocho días en la aflicción, incapaz de saber nada, +ni de ocuparme de nada que no fuése mi oprobio. El +mismo recuerdo de Manon nada añadía a mi dolor: todo +lo más, entraba como un sentimiento precursor de aquella +nueva pena; la pasión dominante en mi alma era la vergüenza +y la confusión.</p> + +<p>Pocas personas conocen la fuerza de esos movimientos +particulares del corazón. La mayoría de los hombres no +son capaces sino de cinco o seis pasiones, en cuyo círculo +transcurre su vida, reducidas a ellas todas sus emociones. +Quitadles el amor y el odio, el placer y el dolor, la esperanza +y el miedo y, no les quedará ya nada. Pero las personas +de carácter más noble pueden sentirse angustiadas +de mil maneras distintas; diríase que poseen más de +cinco sentidos y que pueden experimentar sensaciones +que se salen de las normas de la naturaleza. Y como poseen<span class="pagenum" id="Page_93">[Pg 93]</span> +este sentimiento que les eleva del nivel de lo vulgar, +no hay nada en el mundo que tengan en más estima. De +ahí viene que sufran tan intensamente ante el desprecio +y que la vergüenza sea una de sus pasiones más violentas.</p> + +<p>Tenía yo esa triste ventaja en San Lázaro. Mi pena pareció +tan excesiva al superior, que temiendo las consecuencias +ulteriores, creyó deber tratarme con bondad e +indulgencia. Visitábame dos o tres veces al día. Hacíame +con frecuencia acompañarle para dar un paseo por el +jardín y su celo se desbordaba en exhortaciones y advertencias +saludables. Yo las escuchaba con mansedumbre +y aun le demostraba reconocimiento. De ahí sacó la +esperanza de mi conversión.</p> + +<p>«Sois de natural tan dócil y amable—díjome un día—que +no acierto a comprender los desórdenes de que se +os acusa. Dos cosas me asombran: una, cómo con tan +buenas cualidades habéis podido entregaros a tales excesos +de libertinaje; otra, que admiro aún más cómo recibís +con tal conformidad y respeto mis exhortaciones +después de varios años de desorden. Si es arrepentimiento, +sois un ejemplo palpable de la bondad del cielo; +si es bondad natural, tenéis por lo menos un excelente +fondo de carácter, que me hace esperar que no necesitaremos +teneros aquí mucho tiempo para haceros volver a +una vida honrada y regular».</p> + +<p>Contentísimo me hallé de saberle tan buena opinión de +mí. Decidí afirmarle en ella por una conducta que pudiese +satisfacerle por completo, cierto como estaba de que era<span class="pagenum" id="Page_94">[Pg 94]</span> +la manera de abreviar mi cautiverio. Pedíle libros. Sorprendióse +de que habiéndome dejado la elección de los +que deseaba leer, me decidiese por algunos autores serios. +Afecté aplicarme al estudio con el mayor fervor y le +di en toda ocasión pruebas del cambio que anhelaba.</p> + +<p>Sin embargo, todo aquello era puramente externo. +Debo confesarlo para mi vergüenza; desempeñaba en San +Lázaro hipócritamente un papel de hipócrita. En vez de +estudiar cuando estaba solo no hacía sino lamentar mi +destino. Maldecía mi prisión y la tiranía que me tenía en +ella. No bien se calmó un tanto la zozobra en que me +arrojara la vergüenza primera, volví a caer en los tormentos +del amor. La ausencia de Manon, la incertidumbre +en que me encontraba respecto a su destino, el temor +de no volver a verla nunca, eran los únicos motivos de +mis tristes meditaciones. Me la imaginaba en los brazos +de G... M..., pues aquella fué mi primera idea, y lejos de +creer que le habían dado el mismo trato que a mí, pensaba +que me había alejado para poseerla tranquilamente.</p> + +<p>Pasé así días y noches que me parecieron interminables. +No tenía esperanza sino en el éxito de mi hipocresía. +Observaba cuidadosamente el semblante y las palabras +del Superior para cerciorarme bien de lo que pensaba de +mí y me esforzaba en ganar su confianza considerándole +como árbitro de mi destino. Fácil me fué notar que todas +sus simpatías estaban conmigo. Llegué a no dudar de sus +buenas disposiciones para servirme.</p> + +<p>Un día me tomé la libertad de preguntarle si era de él<span class="pagenum" id="Page_95">[Pg 95]</span> +de quien dependía mi libertad. Díjome que no era dueño +absoluto, pero que esperaba que gracias a sus indicaciones +G... M..., a cuyos ruegos el jefe de Policía habíame +encerrado allí, consentiría en devolverme la libertad. +«¿Puedo creer—le dije—que dos meses de prisión sufridos +le parezcan bastante castigo?». Ofrecióme hablarle +si yo lo deseaba. A mi vez le rogué insistentemente que +me hiciese aquel favor.</p> + +<p>Díjome dos días más tarde que G... M..., no sólo había +parecido sensible a los elogios que de mí le hiciera, y por +ende dispuesto a dejarme ver de nuevo la luz del sol, sino +que le había mostrado deseos de conocerme más particularmente +y que se proponía hacerme una visita en mi +prisión. Aunque su presencia no me era muy grata, la +consideré como un paso hacia la libertad.</p> + +<p>Vino efectivamente a San Lázaro. Le encontré de aspecto +más serio y menos necio que en casa de Manon. +Dirigióme unos discursos llenos de buen sentido sobre mi +mala conducta y añadió, con vistas a justificar sus propios +desórdenes, que le es permitido a la debilidad de los +hombres el proporcionarse algunos placeres que la naturaleza +exige, pero que las indelicadezas y las triquiñuelas +culpables merecían ser severamente castigadas. +Escuchábale yo con un gesto de sumisión de que pareció +satisfecho. Ni siquiera me mostré ofendido por algunas +burlas sobre mi pretendida fraternidad con Manon +y sobre las muchas capillitas que seguramente haría en +San Lázaro, puesto que tal placer hallaba en tan piadosa<span class="pagenum" id="Page_96">[Pg 96]</span> +ocupación. Pero escapósele, desgraciadamente para él y +para mí, decir que Manon habría hecho también unas +cuantas muy lindas en el <em>hospital</em>. Pese al escalofrío que +me causó la palabra <em>hospital</em>, aún tuve fuerzas para, dominándome, +rogarle con dulzura que se explicase. «Sí—dijo—hace +dos meses que cursa prudencia en el <em>hospital +general</em> y quiera Dios que la lección le haya aprovechado +tanto como a vos la de San Lázaro».</p> + +<p>Aunque hubiese sabido que me esperaba una eterna +prisión o aún la misma muerte, no hubiera sido dueño de +mí ante la espantosa noticia. Arrojéme sobre él con tan +furiosa rabia, que en el esfuerzo perdí la mitad de mis +fuerzas. Quedáronme, pese a ello, suficientes para cogerle +por el cuello y arrojarle al suelo. Iba a estrangularle +cuando el ruido de su caída y algunos gritos agudos que +apenas le dejaba libertad de lanzar, atrajeron a mi cuarto +al superior y a algunos religiosos que le libertaron de +mis manos.</p> + +<p>Había yo mismo, casi perdido las fuerzas y hasta el +aliento. «¡Oh, Dios mío!—clamaba entre suspiros—¡Justicia +del cielo! ¿Viviré aún tras semejante infamia?». Quise +arrojarme de nuevo sobre el bárbaro que acababa de asestarme +aquél golpe. Sujetáronme. Mi desesperación, mis +gritos y mis lágrimas, pasaron el límite de lo imaginable. +Hice cosas tan raras, que todos los asistentes, que ignoraban +la causa, mirábanse con tanto terror como sorpresa.</p> + +<p>G... M... mientras tanto ponía orden en su traje, arreglábase +la peluca y la corbata y en el despecho de verse<span class="pagenum" id="Page_97">[Pg 97]</span> +tan maltratado ordenó al superior que me vigilase más +severamente que nunca y que me aplicase todos los castigos +acostumbrados en San Lázaro. «No, señor, no es +con personas de la cuna del caballero, con quienes usamos +tales procedimientos. Por otra parte, es de tan buen +natural que me cuesta trabajo creer que sin razón se haya +entregado a tales excesos». Aquellas palabras acabaron +de exasperar a G... M..., que salió de allí profiriendo amenazas +contra el superior, contra mí y contra cuantos osaran +oponerse a su voluntad.</p> + +<p>El superior, habiendo dado órdenes a los frailes para +que le acompañasen, quedó a solas conmigo. Conjuróme a +que le dijese prestamente de qué procedía todo aquel escándalo. +«¡Oh, padre mío!—dije llorando como un niño—; +imaginaos la más odiosa crueldad, figuraos la barbarie +más abominable; eso es lo que G... M... ha tenido la crueldad +de hacer. ¡Oh, me ha destrozado el corazón! ¡Jamás +me consolaré! Quiero contároslo todo. Sois bueno y tendréis +piedad de mí». Narréle abreviada la historia de mi +pasión por Manon; la situación floreciente en que nos hallábamos +cuando fuimos robados por nuestros criados; +las ofertas que G... M... había hecho a mi querida; cómo +cerraron el trato y como fué roto. Claro es que presentándole +las cosas del modo más ventajoso para nosotros. +«He ahí—continué—las fuentes del celo que G... M... +siente por mi conversión. Me ha hecho encerrar aquí con +el fin de vengarse. Se lo perdono; pero, padre mío, eso no +es todo; no se ha contentado con robarme la más cara<span class="pagenum" id="Page_98">[Pg 98]</span> +mitad de mi vida, sino que además la ha hecho encerrar +en el <em>hospital</em>; acabo de saberlo de sus mismos labios. +¡En el <em>hospital</em>, padre mío! ¡Oh, cielos, mi adorable +amada, la reina de mi corazón en el <em>hospital</em>, como la +más infame de las criaturas! ¡Dónde hallar fuerzas para +no morir de dolor y de vergüenza!».</p> + +<p>El buen padre, al verme en tal estado de aflicción trató +de consolarme. Díjome que jamás se figuró mi aventura +del modo que acababa de narrársela; que sabía sí, que +vivía yo de un modo desordenado, pero que creyó también, +que lo que moviera a G... M... a mezclarse en ello, +era una vieja amistad con mi familia, lo cual corroboraron +sus mismas explicaciones, que lo que acababa de +contarle cambiaba mucho las cosas y que no dudaba, que +la narración fiel de los hechos, repetida por él al jefe +general de Policía, contribuiría a devolverme la libertad. +Preguntóme por qué no había pensado yo en avisar a mi +familia, puesto que ella nada tenía que ver en mi cautiverio. +Dile satisfactoria respuesta haciéndole ver mi temor +de causar una pena a mi padre y mi propia vergüenza. +Ofrecióme por fin, ir él mismo a ver al jefe general de +Policía. «Aunque no sea más—añadió—que para prever +algo peor por parte de G... M..., que ha salido asaz malhumorado +de aquí y que es persona harto influente».</p> + +<p>Aguardé el regreso del padre, con las inquietudes y +zozobras de un infeliz que espera su sentencia. Era para +mí terrible suplicio figurarme a Manon en el <em>hospital</em>. +Aparte de la infamia que pesaba sobre el lugar, ignoraba<span class="pagenum" id="Page_99">[Pg 99]</span> +cómo la tratarían allí, y esto, unido a ciertas particularidades +que había oído de aquella mansión de horror, renovaba +en todo momento mi angustia. Tan decidido estaba +a ayudarla fuése como fuése, que hubiese prendido fuego a +San Lázaro si no hubiese visto otro modo de salir de allí.</p> + +<p>Púseme a pensar sobre los caminos que me quedaban +por seguir si el jefe general de Policía perseveraba en +mantenerme prisionero contra mi voluntad. Puse mi ingenio +a prueba y recorrí todas las posibilidades. No vi +nada que pudiese garantizarme una evasión segura y +temí verme aún más vigilado si fracasaba en una tentativa. +Pensé qué amigos podían ayudarme, pero, ¿por qué +medios hacerles saber mi situación? Por fin creí haber +trazado un plan hábil y propúseme madurarlo mejor después +que el superior hubiese regresado, si sus gestiones +habían sido infructuosas.</p> + +<p>No tardó en volver; no vi desde luego en su rostro las +señales de júbilo que anuncian por anticipado una buena +noticia. «He hablado—díjome—al jefe general de Policía, +pero le he hablado demasiado tarde. El señor de G... M... +fué al salir de aquí, y de tal modo le previno en contra +vuestra que estaba a punto ya de enviarme nuevas órdenes +para hacer aún más severa vuestra prisión. «Sin embargo, +cuando le he puesto al corriente del verdadero +fondo de vuestros asuntos se ablandó, y riéndose un poco +de la incontinencia del viejo G... M..., me ha dicho que, +de todos modos, habría que dejaros aquí seis meses para +darle una satisfacción, tanto más cuanto que la estancia<span class="pagenum" id="Page_100">[Pg 100]</span> +aquí os será provechosa. Me ha encargado que os trate +bien y podéis estar seguro de que no tendréis queja +de mí».</p> + +<p>La explicación del buen superior fué lo bastante larga +para darme tiempo de reflexionar, y así llegué a la conclusión +de que mostrar excesiva impaciencia por la libertad +sería exponerme a echar por tierra todos mis planes. +Le aseguré, por el contrario, que, dada la dura necesidad +de permanecer allí, era grato consuelo para mí su estimación. +Le rogué acto seguido que me concediese una gracia +que, no siendo importante para nadie, me serviría a +mí de gran consuelo. Limitábase a avisar a un amigo mío, +un santo sacerdote que estaba en San Sulpicio, de que +me hallaba en San Lázaro y a la vez permitirme recibir +su visita. Aquella gracia me fué concedida sin demora.</p> + +<p>Tratábase de mi amigo Tiberio; no que esperase de él +la libertad, pero quería hacerle servir como instrumento +inconsciente y ciego. He aquí, en una palabra, mi plan: +quería escribir a Lescaut y encargarle a él y a nuestros +comunes amigos del cuidado de libertarme. La primera +dificultad estribaba en hacer llegar a él mi carta; tal era +la misión de Tiberio. Sin embargo, como no conocía al +hermano de mi querida, temía yo que no quisiese encargarse +de aquella misión. Mis designios eran encerrar la +carta de Lescaut dentro de otra dirigida a un buen hombre +a quien conocía, rogándole la llevase a su destino; y +como era preciso que yo viese a Lescaut para marchar +acordes, quería indicarle la conveniencia de venir a San<span class="pagenum" id="Page_101">[Pg 101]</span> +Lázaro y de pedir que te dejasen verme, tomando el nombre +de mi hermano mayor y pretextando haber venido a +París noticioso de lo sucedido. Demoraba para nuestra +entrevista la adopción de los medios que nos pareciesen +más fáciles y seguros. El padre Superior hizo advertir a +Tiberio de mis deseos. El fiel amigo habíame perdido de +tal modo de vista que ignoraba mis aventuras; sabía, sí, +que estaba yo en San Lázaro, y tal vez no lamentase +aquella desgracia que creía capaz de traerme al buen camino. +Apresuróse a venir.</p> + +<p>Nuestra entrevista estuvo llena de amistad. Quiso informarse +de mis disposiciones. Abríle sin reservas mi corazón, +excepto, claro es, en lo que a mi fuga se refería. +«No es, ciertamente, ante vuestros ojos, querido amigo, +ante los que quiero mostrarme como no soy. Si habéis +creído encontrar un amigo sensato y arrepentido, un +libertino convertido por milagro del cielo, en una palabra, +un corazón desengañado del amor, y vuelto del maléfico +encanto de su Manon, me habéis juzgado demasiado +favorablemente. Me encontráis tal y como me dejasteis +ha cuatro meses; siempre enamorado y siempre desgraciado +por ese fatal amor en el que no me canso de buscar +mi dicha».</p> + +<p>Me respondió que mi confesión me hacia indigno de +disculpa, que se veían muchos pecadores de tal modo +embriagados por la falsa felicidad del vicio que llegaban +a preferirla a la de la virtud, pero que tenían la excusa +de que eran imágenes de dicha aquéllas a las cuales se<span class="pagenum" id="Page_102">[Pg 102]</span> +adherían fuertemente, y que estaban engañados; pero que +reconocer, como reconocía yo, que el objeto de mi pasión +no servía más que para hacerme culpable y desdichado, +y continuar, sin embargo, arrojándome en la desgracia +y el crimen, era una contradicción de ideas y de +conducta que no hacía honor a mi buen juicio.</p> + +<p>«Tiberio—le repliqué—, ¡qué fácil os es vencer cuando +nada se opone a vuestras armas! Dejadme razonar, a mi +vez. ¿Podéis sostener que lo que llamáis el honor y la +virtud esté exceptuado de penas, de contrariedades y de +inquietudes? ¿Qué nombre dais a las prisiones, a las cruces, +a los suplicios y a las torturas de los tiranos? ¿Diréis, +como los místicos, que tales suplicios del cuerpo +son un bien para las almas? No osaréis decirlo; es una +paradoja insostenible. Esa dicha que de tal modo loais +está, pues, mezclada con mil penas, o, para hablar con +propiedad, no es sino un tejido de padecimientos, al través +de los cuales se entrevé la felicidad. Pues bien, si la +fuerza de la imaginación puede hallar placer en tales dolores, +porque pueden conducir al término feliz que se +espera, ¿por qué tratáis de contradictoria e insensata en +mi conducta una disposición semejante? Amo a Manon; +aspiro, al través de mil dolores y contrariedades, a ser +feliz con ella; el camino porque ando es de espinas, pero +la esperanza de llegar a mi fin esparce siempre dulzura: y +me creeré bien pagado, por un momento pasado con ella, +de las penas y fatigas que sufro por alcanzarle. Todas +las cosas ofrecen una gran semejanza, de vuestra parte y<span class="pagenum" id="Page_103">[Pg 103]</span> +de la mía, y si hay diferencia es en favor mío, puesto que +el bien que espero es un bien cercano y el otro está lejos; +el mío es de la misma naturaleza de las penas, es decir, +sensible al cuerpo; el otro es algo desconocido que no +existe sino por la fe».</p> + +<p>Tiberio pareció espantado de aquel razonamiento. Retrocedió +dos pasos diciéndome con aire muy serio que +no solamente atacaba, con lo que acababa de decir, al +buen sentido, sino que era además un desdichado sofisma +de impiedad y de irreligión. «Pues—terminó—ese +paralelo entre el término de vuestras penas y el que propone +la religión, es una de las ideas más monstruosas y +libertinas que pueden darse».</p> + +<p>«Confieso que no es justo—repliqué—. Pero, tened +cuidado, pues no es sobre él sobre lo que se basa mi razonamiento. +Mi intención ha sido explicar lo que considerais +como contradicción en la perseverancia de un +amor desgraciado. Y creo haber probado que si contradicción +existe es tanto para vos como para mí. Sólo desde +ese punto de vista he considerado las cosas iguales y +desde ese punto de vista, queráis o no, lo son.</p> + +<p>»¿Sostenéis que el objeto de la virtud es infinitamente +más elevado que el del amor? ¿Quién lo niega? ¿Pero es +acaso de eso de lo que se trata? ¿No se trata de las fuerzas +que uno y otro puedan prestar para sobrellevar las +penas? Juzguemos por los efectos. ¡Cuántos desertores +no habrá de la severa virtud y cuán pocos en cambio del +dulce amor! ¿Me responderíais, acaso, que los sufrimientos<span class="pagenum" id="Page_104">[Pg 104]</span> +que hay en el ejercicio del bien son evitables, que no +existen ya cruces ni tiranos y que son muchas las gentes +virtuosas que llevan una vida dulce y tranquila? Os responderé +que también hay amores dulces y afortunados y +aun llegaré a hacer una salvedad en mi ventaja, y es que +el amor, hartas veces mentiroso, no promete por lo menos +sino satisfacciones y ventajas, mientras que la religión +quiere que se entregue uno a prácticas tristes y mortificantes. +No os alarméis—le dije al ver su celo próximo a +escandalizarse—. Lo único que quiero es demostraros que +no hay peor sistema para curar un corazón del amor que +descubrirle dulzuras y prometerle mayores dichas en la +virtud. Tal como somos es indudable que nuestra felicidad +está en el placer; desafío a cualquiera a demostrarme +lo contrario; sentado esto, sólo me resta afirmar que el +corazón no necesita grandes razonamientos para llegar a +la certeza de que de todos los placeres los más sabrosos +son los del amor. Bien pronto se da cuenta de que le engañan +cuando le ofrecen más placeres fuera del amor, y +este engaño le dispone a desconfiar de las promesas más +sólidas.</p> + +<p>»Predicadores que intentáis llevarme a la virtud, decidme +que es indispensable, necesaria; pero no pretendáis +convencerme de que no es severa y penosa. Estableced +bien que las dulzuras del amor son pasajeras, +que están prohibidas, que serán castigadas con eternas +penas y, cosa que tal vez me impresione más que nada, +que cuanto más bellas y gratas sean, más generoso será<span class="pagenum" id="Page_105">[Pg 105]</span> +el cielo para recompensar el sacrificio de renunciar a +ellas, pero no me neguéis tampoco que tal y como están +hechos nuestros corazones, son en este bajo mundo nuestras +más perfectas felicidades».</p> + +<p>Aquel final de mi discurso devolvió la tranquilidad a +Tiberio que me confesó que tenían algo de razonable mis +pensamientos. La sola objeción que me opuso fué preguntarme +por qué no era fiel a mis principios sacrificando +mi amor a la esperanza de aquella renumeración de que +tan alta idea me formaba. «¡Oh!, amigo mío—respondí—, +es que reconozco mi debilidad y mi miseria. Bien sé que +es mi deber poner mis actos al tenor de mis ideas, pero, +¿está en mi mano realizarlo? ¿De qué sobrenaturales +auxilios no necesitaría yo para olvidar los encantos de +Manon?—Dios me perdone—repuso Tiberio—, creo +hallarme ante uno de nuestros jansenistas.—No sé +lo que soy—repliqué—, no sé tampoco lo que debiera +ser, pero demasiado experimenté la verdad de lo que +afirman».</p> + +<p>Nuestra conversación tuvo por el pronto la ventaja +para mí de avivar la piedad de mi amigo. Comprendió +que había más debilidad que malicia en mis desórdenes. +Su amistad estuvo en lo sucesivo más dispuesta a prestarme +su ayuda, sin la cual hubiese perecido infaliblemente. +Sin embargo, guardéme de descubrirle mi intención +de escapar de San Lázaro. Roguéle tan sólo se encargase +de mi carta. Habíala preparado antes de su +llegada y no me faltaron pretextos para justificar mi necesidad<span class="pagenum" id="Page_106">[Pg 106]</span> +de escribirla. Tuvo la honradez de cumplir con +exactitud mi encargo, y así, Lescaut recibió mi misiva +antes de la noche.</p> + +<p>Vino a verme al día siguiente y consiguió sin dificultad +pasar por mi hermano. Mi alegría al verle en mi habitación +fué extremada. Cerré la puerta con precaución. «No perdamos +ni un solo minuto—le dije—. Dadme primero noticias +de Manon y dadme después un buen consejo para +romper los hierros de mi prisión». Aseguróme que no +había visto a su hermana desde la víspera de nuestra detención, +y que si había conseguido saber algo de ella y de +mí fué sólo a fuerza de indagaciones y cuidados. Y, en fin, +que habiéndose presentado dos o tres veces en el <em>hospital</em>, +habíanle negado el permiso para comunicar con +ella. «¡Desgraciado G... M...!—rugí furioso—¡cuán caro +me lo has de pagar!».</p> + +<p>—Por lo que a vuestra liberación se refiere, es empresa +más difícil de lo que podéis suponer. Hemos pasado +gran parte de la noche dos amigos y yo estudiando el +edificio y llegamos a la conclusión de que dando vuestros +balcones a un patio rodeado de construcciones, costaría +mucho trabajo sacaros. Por otra parte, habitáis el tercero +y es imposible meter aquí ni cuerdas ni escalas. No +veo, pues, ninguna ayuda que pueda venir de fuera. Es +pues, en la casa misma donde hay que hallar los recursos.</p> + +<p>—No—respondí—; lo he examinado todo, especialmente +desde que mi prisión es menos severa gracias a las +bondades del superior, la puerta de mi cuarto no se cierra<span class="pagenum" id="Page_107">[Pg 107]</span> +ya con llave y disfruto de libertad para pasearme en +las galerías que corresponden a las celdas de los frailes; +pero todas las escaleras están obstruidas por fuertes +puertas que tienen buen cuidado de mantener cerradas +noche y día, de modo que es imposible que la habilidad +baste a salvarme.</p> + +<p>«Esperad—rectifiqué después de haber meditado sobre +una idea que me pareció excelente—; ¿podríais prestarme +una pistola?—Muy fácilmente—me contestó—; ¿pero es +que queréis matar a alguien?». Aseguréle que me hallaba +tan lejos de la idea de matar a nadie, que ni aun era necesario +que la pistola estuviese cargada. «Traédmela y no +faltéis por la noche a las once frente a esta casa y acompañado +de dos o tres de vuestros amigos. Espero poder +ir a reunirme con vosotros». Quiso inútilmente otras explicaciones, +pero yo le dije que una empresa tal y como la +que yo meditaba sólo después del éxito podía parecer razonable. +Le rogué abreviase su visita a fin de que le fuése +más fácil tener acceso hasta mí al día siguiente. Efectivamente, +le dejaron entrar sin oponer más dificultades que +la vez primera. Su aspecto era grave y no hay nadie que +no le hubiese tomado por un hombre de honor.</p> + +<p>Cuando me vi en posesión del instrumento de mi libertad +no dudé ya del éxito de mi empresa. Era extraño +y arriesgado; pero ¿de qué no sería yo capaz con los motivos +que me animaban? Había yo observado, desde que +me era permitido salir de mi cuarto y pasearme por las +galerías, que todas las noches el portero entregaba todas<span class="pagenum" id="Page_108">[Pg 108]</span> +las llaves al superior, y que momentos después reinaba +profundo silencio, que denunciaba a las claras que todo +el mundo dormía en la casa. Podía yo, sin obstáculo, ir +por una galería de comunicación, desde mi cuarto al de +aquel padre. Mi idea era quitarle las llaves, asustándole +con la pistola si oponía resistencia a dármelas, y ya con +ellas abrirme paso. Esperé con impaciencia. El portero +vino a la hora de siempre, es decir, un poco después de +las nueve. Dejé pasar aún una hora para asegurarme de +que todos, frailes y criados, estaban dormidos. Salí al fin +con mi pistola y una vela encendida. Llamé suavemente +a la puerta del superior, procurando meter el menor +ruido posible. Oyóme a la segunda vez, y creyendo, sin +duda, que se trataba de algún religioso que se había +puesto enfermo, vino a abrir. Tuvo, sin embargo, antes +de franquear la entrada, la precaución de preguntar quién +era y qué querían de él. No tuve, pues, más remedio que +dar mi nombre, pero lo hice con tono quejumbroso para +darle a entender que me hallaba enfermo. «¡Ah!, sois vos, +querido hijo... ¿Qué es lo que os trae a tales horas?». +Entré en la habitación y ya allí le declaré sin ambages +que me era imposible seguir más tiempo en San Lázaro; +que la noche me parecía propicia para marcharse de allí +y que esperaba de su amabilidad me diese las llaves o me +abriese él mismo.</p> + +<p>Aquella explicación debió sorprenderle. Permaneció +un rato contemplándome, sin darme explicaciones; como +no podía perder el tiempo, tomé nuevamente la palabra<span class="pagenum" id="Page_109">[Pg 109]</span> +para decirle que estaba muy agradecido a sus bondades, +pero que siendo la libertad el mejor de los bienes, sobre +todo para mí, a quien privaban de ella injustamente, estaba +decidido a procurármela aquella noche, fuése como +fuése, y añadí que para que no se molestase en elevar +la voz llevaba en mi cinturón una razón convincente. +«¡Una pistola! ¿Cómo?, ¿queréis arrebatarme la vida +en pago a las bondades que he tenido con vos?—¡Dios +me libre!—respondíle—Tenéis demasiado talento para +ponerme en ese trance, pero quiero ser libre, y mi resolución +es tan firme que si mi plan se desbarata por vuestra +culpa os hago responsable de ello.—Pero hijo mío—protestó +lleno de miedo y palideciendo—, ¿qué os +he hecho?, ¿por qué razón deseáis mi muerte?—No, no—repliqué +impacientándome—; no quiero vuestra muerte, +pero si queréis vivir abridme la puerta y seré vuestro +mejor amigo». Vi las llaves sobre su mesa, las cogí y le +rogué me siguiese, encareciéndole la necesidad de no +hacer ruido.</p> + +<p>Hubo a la fuerza de obedecerme. A medida que avanzábamos +y que franqueaba las puertas me repetía con un +suspiro: «¡Ah, hijo mío, hijo mío! ¡Jamás lo hubiera creído!—¡Cuidado +con el ruido!—limitábame a responder». Por +fin llegamos a la gran puerta que daba a la calle. Creíame +ya libre, y permanecía detrás del fraile, con la pistola en +una mano, la vela en la otra.</p> + +<p>Mientras él se apresuraba a abrir, un criado, que dormía +en una habitación vecina, al oir el ruido de los cerrojos<span class="pagenum" id="Page_110">[Pg 110]</span> +asomó la cabeza a la puerta. El buen padre le creyó +capaz de detenerme, y le ordenó, con harta imprudencia, +que interviniese. Tratábase de un fornido bribón, +que se arrojó sobre mí sin vacilar. No me anduve en +ambajes y le disparé un tiro en pleno pecho. «He aquí +de lo que sois culpable, padre mío—díjele a mi guía—. +Pero que esto no os impida seguir—añadí, empujándole +hacia la última puerta». No se atrevió a resistir. Salí sin +novedad, y a cuatro pasos de allí hallé a Lescaut con dos +amigos, según me habían prometido.</p> + +<p>Nos alejamos. Lescaut me dijo que había creído oir +un tiro. «Es culpa vuestra—respondí—; ¿por qué me trajisteis +la pistola cargada?». Sin embargo, le di las gracias +por aquella precaución, sin la cual hubiese tenido San Lázaro +para rato. Fuimos a acabar la noche a una taberna, +donde me indemnicé de la mala mesa que padecía hacía +tres meses. No tenía, sin embargo, humor para gozar +de nada; sufría pensando en Manon. «Hay que salvarla—dije +a mis tres amigos—. No he deseado la libertad +más que con tal fin. Os pido la ayuda de vuestra +maña; por lo que a mí atañe estoy dispuesto a jugarme +la vida en tal empresa». Lescaut, que no carecía ni +de talento ni de prudencia, nos hizo notar que había que +ir con mucha prudencia; que mi salida de San Lázaro y +la desgracia involuntaria, causada al huir, harían ruido; +que el Jefe Superior de Policía me haría buscar, y tenía +las manos largas, y, en fin, que si no quería exponerme +a algo peor que San Lázaro, convenía que permaneciese<span class="pagenum" id="Page_111">[Pg 111]</span> +oculto unos días para dar tiempo a que el primer fuego +de mis enemigos se extinguiese.</p> + +<p>Su consejo era prudente, pero hubiérase precisado +serlo yo también para seguirlo. Tanta lentitud y precaución +compaginaban mal con mi pasión. A todo lo más +que llegué fué a prometerle que el siguiente día lo pasaría +durmiendo. Encerróme en su cuarto, donde permanecí +hasta la noche.</p> + +<p>Empleé gran parte del tiempo en hacer proyectos y en +inventar expedientes para librar a Manon. Hallábame +convencido de que su prisión era aún más severa que lo +había sido la mía. No se trataba de emplear la fuerza ni la +violencia, sino la habilidad. Tan poco claras mostrabanme +las cosas que decidí tomarme algún tiempo para +enterarme de la marcha interna del <em>hospital</em>.</p> + +<p>No bien con la noche recobré la libertad, rogué a Lescaut +que me acompañase. Enhebramos conversación con +uno de los porteros, que me pareció hombre de buen juicio. +Fingíme extranjero, que había oído hablar con elogio +del establecimiento y del orden que reinaba allí. Interroguéle +sobre los menores detalles y de unas cosas en otras +fuimos a parar a los administradores, cuyos nombres y +cualidades díjele deseaba saber. Sus respuestas a tales +indagatorias hicieron brotar en mi cerebro una idea que +me pareció bien, desde luego, y que no tardé en poner +por obra. Preguntéle, como cosa que era absolutamente +precisa para mis planes, si aquellos señores tenían hijos. +Contestóme que por lo que a la mayor parte se refería<span class="pagenum" id="Page_112">[Pg 112]</span> +no podía contestarme, pero que de uno, T..., que era de +los principales, sí estaba seguro que tenía un hijo, en edad +de matrimoniar, y que había venido ya varias veces con +su padre al <em>hospital</em>. Aquella certeza me bastó.</p> + +<p>Abrevié nuestra conversación y expuse a Lescaut, al +volver a su casa, el plan que me había trazado. «Supongo—díjele—que +T... hijo, rico, y de buena familia como +es, debe de sentir inclinación por los placeres como todos +los jóvenes de su edad. No le creo capaz de ser enemigo +de las mujeres, ni ridículo hasta el punto de negar su +ayuda para una empresa de amor. Tengo el proyecto de +interesarle en la libertad de Manon. Si es un caballero y +tiene sentimientos nobles nos concederá su auxilio por +generosidad. Si no es capaz de hacerlo por este motivo, +hará de todos modos algo por una muchacha amable, +aunque no sea más que con la esperanza de tener parte +en sus favores. No quiero retrasar mi visita más allá de +mañana. Me siento tan consolado por este proyecto que +me parece cosa de buen agüero».</p> + +<p>Lescaut convino en que mis ideas no carecían de sentido. +Pasé la noche menos triste.</p> + +<p>A la mañana siguiente me vestí lo más decentemente +que pude dada mi indigencia y me hice conducir en coche +a casa de T... Mostróse extrañado al recibir la visita +de un desconocido. Auguré bien de su cara y de su cortesía. +Me expliqué francamente con él, y para ayudar a su +buen natural habléle de mi pasión y de los méritos de mi +querida como de cosas que no podían tener igual sino<span class="pagenum" id="Page_113">[Pg 113]</span> +entre sí. Díjome que aunque no había visto nunca a Manon +por lo menos había oído hablar de ella si era, como +creía, la que fué querida del viejo G... M... No dudé que +le habrían puesto en antecedentes sobre mi participación +en aquella aventura y para ganar más su voluntad fingiendo +una confianza absoluta, le conté detalladamente todo +lo que nos sucediera a Manon y a mí. «Ya veis, señor—continué—, +el interés de mi vida y el de mi corazón están +en vuestras manos. La una no me es ciertamente más +preciosa que el otro. No tengo secretos para vos porque +sé de vuestra generosidad y porque la paridad de edades +me deja la esperanza de que alguna habrá entre nuestras +inclinaciones».</p> + +<p>Pareció muy sensible a mi prueba de franqueza y de +candor. Su respuesta fué la de un hombre que tiene mundo +y buenos sentimientos, cosa que no siempre da el +mundo y en cambio hace perder con frecuencia. Me dijo +que miraba mi visita como algo grato, mi amistad como +una de las adquisiciones más valiosas, y que trataría de +merecerla por el celo que pondría en servirme. No me +ofrecía devolverme a Manon, según él, porque no gozaba +de crédito para ello, pero que me ofrecía verla y hacer +todo lo que en él estuviera para devolverla a mis brazos. +Más satisfecho quedé de aquella falta de fe en su poder +que si me hubiese ofrecido una plena y absoluta seguridad +de dar satisfacción a todos mis anhelos. Encontré en +la moderación de sus promesas una franqueza que me encantó. +En una palabra, prometímelo todo de sus buenos<span class="pagenum" id="Page_114">[Pg 114]</span> +oficios. La sola promesa de procurarme una entrevista +con Manon me hubiese hecho realizar cualquier cosa por +él. Expreséle algo de tales sentimientos de modo que vió +que tampoco yo era un malnacido. Nos abrazamos y quedamos +amigos sin otras razones que la bondad de nuestros +corazones y esa noble disposición que hace que un +hombre leal y generoso profese amistad a otro que lo es +también. Llevó las pruebas de su estima más lejos aún, +pues conociendo mis aventuras, no ignorando mi salida +de San Lázaro y juzgando que no debía hallarme sobrado +de medios puso su bolsa a mi disposición. No acepté, pero +le dije: «Es demasiado. Ahora bien, si con tanta bondad +y amistad me hacéis volver a ver a mi adorada Manon, +soy vuestro de por vida; si me devolvéis del todo a esa +amada criatura no creeré pagaros derramando por vos +hasta la última gota de mi sangre».</p> + +<p>Nos separamos después de convenir hora y sitio en que +debíamos encontrarnos; por su parte llevó la complacencia +hasta no retrasarlo más allá de aquella misma tarde.</p> + +<p>Le esperé en un café donde vino a reunirse conmigo a +eso de las cuatro y, ya juntos, emprendimos el camino +del <em>hospital</em>. Me temblaban las piernas al atravesar los +grandes patios. «¡Poder del amor—decía yo—, volveré a +ver al ídolo de mi corazón, al objeto de tantas lágrimas +e inquietudes! ¡Cielos, dadme fuerzas para vivir hasta llegar +a ella y disponed luego de mi fortuna y de mi vida! +No tengo otra gracia que pediros».</p> + +<p>El señor T... habló con algunos porteros y empleados<span class="pagenum" id="Page_115">[Pg 115]</span> +que se apresuraron a ofrecerle cuanto estuviese en su +mano. Hízose mostrar el lugar de la prisión de Manon y +nos llevaron hasta él mostrándonos una llave de aterradora +magnitud que servía para abrir su puerta. Le pregunté +al lacayo encargado de guiarnos, que era el que le +había servido, cómo había pasado la infeliz el tiempo de +su encierro. Díjonos que era de dulzura angelical; que +jamás había recibido de ella una mala palabra; que no +había cesado de llorar las seis primeras semanas de su +reclusión; pero que desde hacía algún tiempo parecía +tomar su desgracia con más calma y que se ocupaba en +coser de la mañana a la noche, excepción hecha de algunos +ratos que dedicaba a la lectura. Le pregunté también +si al menos había estado atendida con limpieza, y me +contestó que de lo preciso no había carecido.</p> + +<p>Nos acercamos a su puerta. Mi corazón latía con violencia. +Dije a M. de T... «Entrad solo y prevenidla de +mi visita, pues temo que mi súbita presencia la afecte +demasiado». La puerta nos fué franqueada. Permanecí +en la galería. No obstante me enteraba de su conversación. +Díjole que iba a llevarle algún consuelo; que era +uno de mis amigos y que se interesaba mucho por nuestra +dicha. Preguntóle ella con gran viveza que si podría +enterarla de lo que había sido de mí. Prometióle llevarme +a sus plantas todo lo enamorado y fiel que ella podía +desear. «¿Cuándo?—interrogó—Hoy mismo—dijo él—. +No tardará. Si lo deseáis, en este mismo momento comparecerá +ante vuestros ojos». Comprendió que yo me hallaba<span class="pagenum" id="Page_116">[Pg 116]</span> +tras de la puerta y corrió allí precipitadamente en el +momento en que al sentirla venir entraba yo. Nos abrazamos +con esa efusión de ternura que una ausencia de +tres meses hace tan dulce para los verdaderos amantes. +Nuestros suspiros, nuestras entrecortadas exclamaciones, +mil nombres de amor repetidos languidamente por uno +y otro, constituyeron durante un cuarto de hora una escena +que llegó a emocionar a T... «Os envidio—dijo, +mientras nos hacía sentar—. No hay suerte, por gloriosa +que sea, a la que no prefiriese yo una querida tan bella +y apasionada.—También desdeño yo todos los imperios +del mundo—le respondí—para asegurarme la dicha de +ser amado por ella.</p> + +<p>Todo el resto de una conversación tan ardientemente +deseada no podía dejar de ser infinitamente tierno. La +pobre Manon me contó sus aventuras y yo le narré las +mías. Lloramos amargamente al aludir al estado en que +ella se hallaba y al que acababa yo de escapar; T... nos +consoló renovando sus promesas de trabajar fervorosamente +para poner fin a nuestras miserias. Aconsejónos +que abreviásemos aquella primera entrevista para que +le fuera fácil proporcionarnos otras. Le costó no poco +trabajo hacernos seguir su consejo. Sobre todo Manon, +no se resolvía a dejarme partir. Reteníame por las manos +y por las ropas; hízome volver a sentar un centenar de +veces. «¡Ah, en qué lugar me dejáis! ¡Quién puede asegurarme +que volveré a veros!»; M. de T... la prometió +que vendría a verla con frecuencia, trayéndome consigo.<span class="pagenum" id="Page_117">[Pg 117]</span> +«En cuanto al lugar—dijo con galantería—no debe llamarse +ya el <em>hospital</em>; es Versalles mismo desde que encierra +la persona que merece el imperio de todos los corazones».</p> + +<p>Al salir mostréme liberal con el lacayo que la servía, +para animarle a poner celo en sus servicios. Aquel muchacho +tenía el alma menos dura y ruin que sus iguales. +Había sido testigo de nuestra entrevista. Aquel espectáculo +le había emocionado. Un luis de oro que le entregué +acabó de hacérmele incondicional. Llevóme aparte +cuando bajamos a los patios: «Señor, si queréis tomarme +a vuestro servicio o darme una recompensa que me indemnice +del empleo que perdería aquí, creo que no me +sería difícil devolver la libertad a la señorita Manon».</p> + +<p>Agucé el oído ante aquella proposición, y aunque no +tenía nada de nada hícele promesas que sobrepujaban +con mucho su deseo. Contaba con que siempre sería factible +recompensar a un hombre de aquel temple. «Puedes +estar persuadido, amigo mío, que no hay nada que +no esté dispuesto a hacer por ti y que tu fortuna está +tan segura como la mía». Quise saber de qué medios +pensaba valerse. «Sencillamente, abrirle por la noche la +puerta de su celda y acompañarla hasta la de la calle, +donde es preciso que vos la esperéis pronto a recibirla». +Le pregunté si no había peligro en que fuése reconocida +al atravesar las galerías y los patios. Confesóme +que algún peligro habría, pero que era preciso arriesgar +algo.</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_118">[Pg 118]</span></p> + +<p>Aunque estaba encantado de verle tan resuelto, llamé +a T... para comunicarle el proyecto y la única razón +que podía hacerme dudar. Halló más inconvenientes +que yo. Convino en que, efectivamente, podía escaparse +así. «Pero si la reconocen—continuó—y si la detienen +en su fuga, será quizás su pérdida para siempre. +Por otra parte, tendríais que abandonar París inmediatamente, +pues nunca estaríais bastante bien escondidos +para las pesquisas que se harían en su busca. Redoblaríanse +en este caso, tanto por vos como por ella. Un +hombre escapa fácilmente si está solo; pero le es casi imposible +permanecer en el incógnito teniendo al lado una +mujer bonita».</p> + +<p>Por muy prudente que me pareciese el razonamiento, +no tuvo poder en mi espíritu sobre la esperanza tan +próxima de devolver la libertad a Manon. Díjeselo así a +T..., rogándole perdonase al amor un poco de imprudencia +y de temeridad. Díjele que mi intención era, efectivamente, +abandonar París para instalarme en algún pueblo +próximo, como hiciera ya en otra ocasión. Convinimos +con el criado en no retrasar la empresa sino hasta el +día siguiente, y para hacerlo todo lo seguro que estuviese +en nuestra mano decidimos traer un traje de hombre +para facilitar nuestra salida. No era cosa fácil hacerlo entrar, +pero la imaginación me dió medios para ello. Rogué +tan sólo a T... que se vistiese dos chupas ligeras, una sobre +otra, pues del resto me encargaba yo.</p> + +<p>Volvimos por la mañana al <em>hospital</em>. Llevaba yo para<span class="pagenum" id="Page_119">[Pg 119]</span> +Manon ropa blanca, medias, etc., y por encima de mi jubón +un sobretodo que no dejaba ver demasiado lo abultado +de mis bolsillos. Sólo permanecimos un momento en +su cuarto. Nada faltaba sino el calzón que, desgraciadamente, +había olvidado.</p> + +<p>El olvido de aquella prenda imprescindible nos hubiese +hecho ciertamente reir si el apuro en que nos ponía +hubiese sido menos serio. Hallábame desesperado de que +semejante bagatela pudiese hacernos fracasar. Al fin, +tomé un partido extremo, que fué salir yo sin él. Dejé el +mío a Manon. Mi sobretodo era largo y con ayuda de +unos alfileres quedé en estado de pasar decorosamente +por la puerta.</p> + +<p>El resto del día me pareció de una lentitud insoportable. +En fin, llegada la noche, fuimos a instalarnos en una +carroza, un poco más abajo de la puerta del <em>hospital</em>. +No pasó mucho tiempo sin que viésemos aparecer a Manon +con su guía. La portezuela estaba abierta y ambos +subieron en un momento. Recibí a mi amada en mis brazos; +temblaba como una hoja. El cochero preguntó que +dónde había de conducirnos. «Condúcenos al fin del +mundo—grité—; llévame donde no haya fuerzas capaces +de separarme nunca de Manon».</p> + +<p>Aquel arrebato, que no fuí dueño de contener, estuvo +a punto de traerme fatales consecuencias. El cochero +recapituló sobre mis palabras y al darle después las señas +de la calle donde quería ir, díjome que temía no fuése +yo a meterle en un mal negocio; que no se le ocultaba<span class="pagenum" id="Page_120">[Pg 120]</span> +que aquel adolescente a quien llamaba Manon era una +mujer que raptaba del <em>hospital</em> y que no estaba de humor +de perderse por amor a mí.</p> + +<p>Los escrúpulos de aquel bergante no eran sino deseos +de hacerse pagar el coche más caro. Estábamos demasiado +cerca del <em>hospital</em> para no pasar por todo. «Cállate—le +dije—. Hay un luis de oro para ti». Después de +aquello me hubiese ayudado, incluso a quemar el <em>hospital</em>.</p> + +<p>Llegamos a la casa en que vivía Lescaut. Como era +tarde, T... nos abandonó a medio camino, prometiéndonos +vernos al día siguiente. Sólo el lacayo quedó con +nosotros.</p> + +<p>Estrechaba yo a Manon con tal afán entre mis brazos, +que los dos apenas ocupábamos un solo sitio en la carroza. +Lloraba ella de alegría y sentía yo sus lágrimas +mojarme el rostro.</p> + +<p>Pero cuando hubo que apearse para entrar en casa +de Lescaut, tuve con el cochero una nueva cuestión, cuyas +consecuencias fueron funestas. Me arrepentí de haberle +ofrecido un luis, no sólo porque el regalo era excesivo, +sino por una razón mucho más importante, la +imposibilidad de pagarle. Hice llamar a Lescaut. Bajó de +su habitación para reunírsenos en la puerta. Díjele al +oído cuál era nuestro apuro. Como era de genio brusco +y no estaba acostumbrado a guardar consideraciones a +los cocheros, lo tomó a broma. «¡Un luis de oro!—gritó—¡Veinte +palos a ese rufián!». Fué inútil que le repitiera que<span class="pagenum" id="Page_121">[Pg 121]</span> +iba a perdernos. Arrebatóme mi bastón con ademanes +de maltratar al cochero. Éste, que había quizás caído ya +alguna vez bajo las manos de un guardia de corps o de +un mosquetero, huyó, gritándome que me había burlado +de él, pero que ya se las pagaría. Pedíle, inútilmente, que +se detuviese. Su fuga me causó gran inquietud, pues no +dudé que advertiría al Comisario. «Me perdéis—dije a +Lescaut—. Es preciso alejarnos de vuestra casa, donde +no estaremos seguros por el momento». Di el brazo a +Manon y salimos precipitadamente de la calle peligrosa. +Lescaut nos acompañó.</p> + +<p>Es algo realmente admirable el modo cómo la providencia +encadena los acontecimientos. Apenas habíamos +caminado cinco o seis minutos un hombre reconoció a +Lescaut. Buscábale, sin duda, en los alrededores de su +casa con el fatal propósito que realizó. «Es Lescaut—dijo, +disparándole un tiro a quemarropa—: esta noche +irá a cenar con los ángeles». Escapó inmediatamente +mientras Lescaut caía sin dar señales de vida. Apremié +a Manon para que huyésemos, pues nuestros auxilios +a un cadáver eran inútiles, y en cambio temía que nos +detuviese la ronda, que no podía tardar en venir. Enfilé +con ella y el lacayo el primer callejón que cruzaba; estaba +tan cansada que me costaba trabajo sostenerla; vi +un coche de alquiler en la esquina. Subimos, pero cuando +el cochero me preguntó dónde tenía que llevarnos me +vi cohibido para contestarle. No tenía ni asilo en que +me creyese en salvo ni amigo a quien recurrir; y para<span class="pagenum" id="Page_122">[Pg 122]</span> +colmo veíame sin dinero, pues no tenía en el bolsillo +arriba de media <em>pistola</em>. El miedo y la fatiga habían vencido +de tal modo a Manon que estaba a medias desvanecida +sobre mi hombro. Tenía, por otra parte, el pensamiento +obsesionado con la muerte de Lescaut y no +estaba tampoco tranquilo respecto a la ronda. ¿Qué +partido tomar? Me acordé felizmente de la posada de +Chaillot, donde pasé unos días con Manon cuando fuimos +a instalarnos al pueblo. Pensé que allí no sólo estaría en +seguridad, sino que podría vivir algún tiempo sin que me +apremiasen para el pago. «Llévanos a Chaillot»—dije al +cochero. Negóse a ir allí tan tarde como no le pagase +una pistola; otro motivo de apuro. En fin, convenimos en +que le daría seis francos, que era, por otra parte, cuanto +quedaba en mi bolsa.</p> + +<p>Mientras nos encaminábamos al lugar de nuestro destino +traté de consolar a Manon, aunque en el fondo reinaba +profundo desconsuelo en mi espíritu. Hubiérame +dado la muerte si no hubiese tenido en mis brazos el solo +bien que me ataba a la vida. Era aquél el único pensamiento +que me sostenía. «Es mía, la tengo por fin y me +ama. Diga lo que quiera Tiberio no es un fantasma de +dicha. Vería yo hundirse el universo sin que me importase. +¿Por qué? Porque ninguna otra cosa me interesa ya». +Aquel sentimiento era sincero; sin embargo, mientras +despreciaba todos los bienes del mundo comprendía que +me sería necesaria una ínfima parte de ellos para que mi +desprecio por el resto pudiese ser aún mayor. El amor<span class="pagenum" id="Page_123">[Pg 123]</span> +es más poderoso que la abundancia, que todos los tesoros +de la riqueza, pero necesita de su ayuda y nada hay más +terrible para un amante delicado que verse arrastrado +por aquel punto vulnerable a las cosas más miserables y +groseras de la vida.</p> + +<p>Eran las once cuando llegamos a Chaillot. Fuimos recibidos +en la posada como personas de absoluta confianza. +No se sorprendieron de ver a Manon en traje de +hombre porque están habituados en París y en sus alrededores +a que las mujeres se presenten en las más diversas +trazas. Hice que le sirviesen con igual prontitud +que si nadase en la opulencia. Manon ignoraba mi penuria. +Guardéme de decirle nada, decidido, como estaba, +a volver al siguiente día a París para buscar cualquier +clase de remedio a mi antipática enfermedad.</p> + +<p>Parecióme, mientras cenaba, pálida y delgada. No me +había percibido en el <em>hospital</em>, porque el cuarto donde +estaba era de los peor alumbrados. Pregúntele si no era +aquello efecto del miedo pasado al ver caer a su hermano. +Aseguróme que aunque muy afectada por aquella desgracia +su palidez provenía de haber estado tres meses +ausente de mí. «¿Me quieres mucho?—la interrogué—. +Mil veces más de cuanto pudiera decirte—replicóme—. +¿No me abandonarás ya nunca?—añadí—No, nunca»—replicó +ella—. Aquella afirmación fué corroborada +por tantos juramentos y caricias que, efectivamente, parecióme +imposible que pudiera olvidarlos. Siempre he +creído que fué sincera. ¿Qué razón podría haber tenido<span class="pagenum" id="Page_124">[Pg 124]</span> +para fingir hasta aquel punto? Pero si sincera era aun +era más tornadiza o, por mejor decir, ella misma no era +dueña de su albedrío cuando hallábase ante mujeres +que, valiendo mucho menos que ella, vivían en la abundancia, +mientras se veía en la miseria. Hallábame en +vísperas de topar con la prueba más clara y evidente de +cuantas hasta entonces tuviera, prueba que dió lugar a +la más extraña aventura de que fué víctima jamás un +hombre de mi nacimiento y mi fortuna.</p> + +<p>Como sabíale de aquel natural, apresuréme al día siguiente +a ir a París. La muerte de su hermano, y la necesidad +de procurarnos ropas para ella y para mí eran +cosas tan naturales que no necesité pretexto ninguno. +Salí de la posada con el designio, según dije a Manon y +al hostelero, de tomar una carroza de alquiler; pero en +realidad aquello no era sino una fanfarronada. La necesidad +me obligaba a caminar a pie e hícelo rápidamente +hasta Cours-la-Reine, donde tenía intenciones de detenerme. +Bien necesitaba de unos momentos de soledad y +descanso para ordenar mis pensamientos y prever lo que +iba a hacer en París.</p> + +<p>Sentéme sobre la hierba. Pronto me engolfé en un mar +de razonamientos y reflexiones que, poco a poco, redujéronse +a tres únicos capítulos. Necesitaba un socorro +inmediato para hacer frente a una serie de necesidades +inmediatas; tenía que abrirme un camino que fuése una +esperanza de vida para lo futuro; y, esto no era lo menos +importante, tenía que tomar informes y precauciones<span class="pagenum" id="Page_125">[Pg 125]</span> +para la futura seguridad de Manon y mía. Después de +haberme extendido en proyectos y combinaciones sobre +aquellos tres puntos creí aún deber aplazar los dos últimos. +No estábamos mal ocultos en un cuarto de Chaillot, +y en cuanto a las necesidades futuras sería hora de pensar +en ellas cuando estuviésemos a cubierto de las presentes.</p> + +<p>Tratábase, por lo pronto, de llenar mi bolsa; T. habíame +ofrecido generosamente la suya, pero causábame repugnancia +extrema ser yo quien volviera sobre el asunto. +¡Qué vergüenza, ir a exponer mi miseria a un extraño y +rogarle me ayudase con su dinero! No hay sino las almas +ruines a quienes la natural bajeza impida ver la indignidad +o las almas cristianas que por un exceso de humildad +que les hace superiores a esa vergüenza no se sientan +humilladas y la acepten sin lucha. No era yo ni un hombre +ruin ni un buen cristiano, y hubiese dado la mitad de +mi sangre por evitar aquel bochorno. «Tiberio, el buen +Tiberio, ¿me negará aquello que buenamente pueda +darme? No; se sentirá compadecido de mi miseria, pero +en cambio me abrumará con su moral. Tendré que aguantar +sus peroratas, sus consejos, sus exhortaciones, y me +hará pagar tan cara su ayuda que daría una parte de mi +sangre por evitarme esa escena que me dejaría lleno de +turbación y de remordimientos. ¡Bueno!—replicábame a +mí mismo—, he de renunciar a toda esperanza puesto +que no me quedan otros caminos, y antes que tomar por +ellos derramaría gustoso la mitad de mi sangre, es decir, +toda mi sangre antes que aceptar ambos. Sí, mi sangre<span class="pagenum" id="Page_126">[Pg 126]</span> +toda—añadí, después de un momento de reflexión—, sí, +daríala toda mejor que humillarme a miserias y bajezas. +¿Pero qué tiene mi sangre que ver en todo esto? Se trata +de la vida de Manon, de su amor y de su fidelidad. ¿Qué +puedo equiparar a ella? Nada hasta ahora. Ella es para +mí la gloria, la dicha y la fortuna. Hay muchas cosas, +sin duda, que daría la vida por obtener o por evitar; +pero estimar algo, más que a mi vida, no significa estimarlo +tanto como a Manon». No tardé mucho tiempo, +después de tal razonamiento, en decidirme. Continúe +mi camino decidido a ir primero a ver a Tiberio, luego +a T...</p> + +<p>Al entrar en París hallé un coche de alquiler, y aunque +no tenía con qué pagarlo, contando con los recursos que +iba a solicitar de unos y otros lo tomé. Híceme conducir +al Luxemburgo, desde donde envíe a decir a Tiberio que +estaba esperándole. Satisfizo mi impaciencia su prontitud +en acudir. Le expuse la situación apurada en que +me veía. Me preguntó si las cien pistolas que le había devuelto +me bastarían, y sin oponer la menor dificultad fué +en el mismo momento a buscarlas con esa sencillez y esa +alegría en dar que son patrimonio del amor y de la amistad +verdadera. Aunque no abrigaba la menor duda sobre +el éxito de mi empresa, sorprendióme haberle obtenido a +tan poco precio; es decir, sin tener que aguantar una homilía +sobre mi impenitencia. Pero me equivocaba al creer +escapar tan fácilmente; al acabar de entregarme dinero +me rogó que diese una vuelta con él por la avenida del<span class="pagenum" id="Page_127">[Pg 127]</span> +jardín. No le había hablado de Manon y por ende ignoraba +que estuviese en libertad; así que su disertación no +recayó sino sobre mi temeraria fuga de San Lázaro y sobre +sus temores de que en vez de aprovechar la lección +de cordura recibida, perseverase en mis desórdenes. Díjome +que habiendo ido a visitarme a San Lázaro, al día +siguiente de mi evasión, había quedado estupefacto al +enterarse de la manera como había salido; que había hablado +de ello con el superior, y halló que el buen religioso, +aunque no se había repuesto de su espanto, había +tenido, sin embargo, la generosidad de ocultar al jefe +superior de Policía los detalles de mi marcha y de evitar +que la muerte del portero fuése conocida fuera de allí y +así de aquel lado no tenía, pues, nada que temer. Pero, +añadió, que si aún quedaba en mí el menor vestigio de +prudencia, aprovecharía el desenlace venturoso que daba +el cielo a mis asuntos; que comenzaría por escribir a mi +padre y ponerme a bien con él, y que si por una vez quería +seguir sus consejos, me daría el de marcharme de París +y refugiarme en el seno de mi familia.</p> + +<p>Escuché su discurso hasta el fin. Contenía multitud de +cosas satisfactorias. En primer lugar me encantó saber que +por parte de San Lázaro no había nada que temer. Las +calles de París volvían a ser campo libre para mí. En segundo, +me alegré de que Tiberio no tuviese idea de la +liberación de Manon y de su vuelta conmigo. Hasta noté +que ponía cuidado en no hablarme de ella creyendo sin +duda que ocupaba menos lugar en mi corazón, puesto<span class="pagenum" id="Page_128">[Pg 128]</span> +que tan tranquilo parecía en lo que se refería a ella. Resolví, +si no volver a mi casa, por lo menos escribir a mi +padre, como me lo aconsejaba y atestiguarle que estaba +dispuesto a volver al camino del deber, que era el de su +deseo. Mi esperanza era decidirle a que me enviase dinero +con el pretexto de hacer mis ejercicios en la academia, +pues era muy difícil convencerle de mis disposiciones +para abrazar de nuevo la carrera eclesiástica, sin contar +con que no me parecía desagradable ni imposible lo que +le prometía. Tenía, por el contrario, deseos vehementes +de dedicarme a algo honesto y razonable, siempre que +fuése compatible con mi amor. Acariciaba el plan de vivir +con mi querida y al mismo tiempo hacer mis oposiciones. +Eran cosas asaz compatibles. Estaba tan satisfecho con +tales ideas, que prometí a Tiberio enviar el mismo día +una carta a mi padre. Entré, efectivamente, después de +dejarle, en un escritorio público y le escribí en forma tan +tierna y sumisa que al releer la carta me lisonjeé de obtener +algo del corazón paterno.</p> + +<p>Aunque ya estaba en condiciones de tomar y pagar un +coche, después de despedirme de Tiberio me fuí orgullosamente +a pie, encontrando un placer en el ejercicio de +mi libertad, que mi amigo me había asegurado no peligraba +ya. Sin embargo, vínome súbitamente a la imaginación +la idea de que sus seguridades no atañían sino a San +Lázaro y que tenía, fuera de eso, el asunto del <em>hospital</em>, +sin contar con la muerte de Lescaut en la que me veía +mezclado a lo menos como testigo. Aquella idea me asustó<span class="pagenum" id="Page_129">[Pg 129]</span> +de tal modo que me retiré a la primera avenida que +me pareció discreto refugio e hice llamar una carroza. +Fuí en derechura a casa de T..., que se rió de mis temores. +Yo mismo me reí de ellos al saber que nada tenía que +temer del lado del <em>hospital</em>, ni del de Lescaut. Díjome +que ante la idea de que creyesen en su complicidad al +conocer la fuga de Manon, había ido aquella mañana al +<em>hospital</em> y había preguntado por ella como si no estuviese +enterado de nada. Que tan lejos estaban de creernos +culpables que le habían contado la fuga como noticia +fantástica, asombrándose de que una mujer tan bonita +como Manon hubiese tomado el partido de huir con +un lacayo. Él, por su parte, limitóse a responder fríamente +que no le sorprendía, pues creía a la gente capaz de todo +a cambio de la libertad. Continuó contándome que había +ido a casa de Lescaut con la esperanza de encontrarme +allí con mi deliciosa querida, y que el dueño de la casa, +un alquilador de carrozas, le había asegurado no habernos +visto ni a ella ni a mí, pero añadió que no le extrañaba, +pues si era de Lescaut en busca de quien íbamos, +habríamos sin duda sabido que acababan de matarlo poco +más o menos a la misma hora. Unas dos horas antes, un +guardia de corps, amigo de Lescaut había venido a verle +y le había propuesto jugar. Lescaut, había ganado con tal +rapidez, que el otro se había encontrado con cien escudos +menos, todo su capital, en una hora.</p> + +<p>Aquel desgraciado había suplicado a Lescaut que le +prestase cincuenta escudos, o sea la mitad de la suma<span class="pagenum" id="Page_130">[Pg 130]</span> +que acababa de perder, y sobre ciertas dificultades nacidas +de la ocasión habíanse querellado con extremada +violencia. Lescaut se había negado a salir espada en +mano a la calle, y entonces el otro había jurado romperle +la cabeza donde lo hallase, cosa que había realizado +aquella misma noche; T... tuvo la generosidad de añadir +que había pasado horas de inquietud pensando en nosotros +y volvió a ofrecerme sus servicios. Rogóme al mismo +tiempo que le diese hospitalidad, pues pensaba ir a +comer con nosotros.</p> + +<p>Como sólo me quedaba adquirir ropas para Manon, +díjele podíamos salir inmediatamente si llevaba su complacencia +hasta acompañarme a algunas tiendas. No sé si +creyó que le hacía esta proposición para espolear su generosidad, +o si fué por simple impulso de su alma magnánima, +pero es el caso que conforme con marchar a +aquella misma hora llevóme a los comercios que proveían +su casa. Allí me hizo elegir telas de precios mucho más +elevados que los que yo me proponía pagar, y, cuando intentaba +hacerlo, prohibió a los comerciantes recibir moneda +alguna mía. Llevó a cabo aquella amabilidad con +tan buena maña que creí poder aceptar sin desdoro. En +fin, tomamos juntos el camino de Chaillot, donde llegué +con menos inquietud que había partido.</p> + +<hr class="tb"> + +<p>Habiendo empleado el caballero Des Grieux más de +una hora en su narración le rogué tomase algún descanso +<span class="pagenum" id="Page_131">[Pg 131]</span> +y nos acompañase a la mesa. Nuestra atención le demostró +que le habíamos escuchado con gusto. Asegurónos +que hallaríamos cosas aún más interesantes en la continuación +de su historia; y cuando hubimos acabado de +cenar continuó en estos términos:</p> + +<figure class="figcenter illowe10" id="ilop131"> + <img class="w100 p2" src="images/ilop131.jpg" alt="ilop132" title="p132ilo"> +</figure> + +<div class="chapter"> +<p><span class="pagenum" id="Page_132">[Pg 132]</span></p> +</div> + +<p><span class="pagenum" id="Page_133">[Pg 133]</span></p> + +<figure class="figcenter illowe25" id="ilobp135"> + <img class="w100 p4" src="images/ilobp135.jpg" alt="ilop133" title="p133ilo"> +</figure> + +<p class="center">SEGUNDA<br> +PARTE</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_134">[Pg 134]</span></p> + + + +<div class="chapter"> +<p><span class="pagenum" id="Page_135">[Pg 135]</span></p> + +<figure class="figcenter illowe18" id="ilop135"> + <img class="w100 p2" src="images/ilop135.jpg" alt="ilop135" title="p135ilo"> +</figure> +</div> + + +<p class="p4">Mi presencia y las amabilidades de T... disiparon +todo lo que aún quedaba de tristeza en el espíritu de +Manon. «Olvidemos, alma mía—le dije al llegar—, nuestros +pasados terrores y volvamos a empezar a vivir más +felices que nunca. Después de todo, el amor es buen amo; +la fortuna no guardará seguramente para nosotros tantas +penas como alegrías nos proporciona». Nuestra cena +fué una verdadera fiesta. Era yo más dichoso y me hallaba +más orgulloso con mi Manon y mis cien pistolas que +el más rico hacendista de París con sus amontonados tesoros; +hay que contar las riquezas en razón de la facilidad +que ofrecen para dar satisfacción a los deseos, y yo +no tenía ni uno solo que no estuviese realizado ya. El +porvenir mismo no me asustaba. Hallábame casi seguro +de que mi padre no pondría grandes dificultades para +darme lo suficiente con que vivir decorosamente en París,<span class="pagenum" id="Page_136">[Pg 136]</span> +pues habiendo cumplido los veinte años, tenía ya derecho +a exigir la parte de bienes que en la herencia de mi +madre me correspondía. No oculté a Manon que el fondo +de nuestra fortuna eran sólo cien pistolas. Era lo suficiente +para esperar mayores bienes, que vendrían, bien +fuése por mis derechos hereditarios, bien por artes del +juego.</p> + +<p>Así fué que durante las primeras semanas sólo pensé +en disfrutar de mi situación; mi idea del honor, mezclada +con cierto sentimiento de miedo, hacíame aplazar de día +en día la renovación de mis tratos con los socios del +hotel Transilvania, y limitéme a jugar en círculos menos +desacreditados, donde, además, los favores de la fortuna +me libraron de poner en práctica habilidades pecaminosas. +Iba a jugar a la ciudad y volvía a cenar a Chaillot, +acompañado muy frecuentemente de T..., cuya amistad +por nosotros crecía de día en día. Manon supo hallar +recursos para combatir el tedio. Intimó en la vecindad +misma con algunas muchachas a quien el buen tiempo +y los encantos de la estación habían traído por allí. El +paseo y las menudas labores propias de su sexo constituían, +alternativamente, su ocupación. Una partida de +juego, a que ellas habían señalado límites, servía para +hacer frente a los gastos del coche. Iban a tomar un poco +aire al bosque de Bolonia, y por las tardes, a mi regreso, +hallaba a Manon más bella, más apasionada y más contenta +que nunca.</p> + +<p>Sin embargo, algunas nubes parecieron encapotar el<span class="pagenum" id="Page_137">[Pg 137]</span> +horizonte de mi dicha; pero fueron prestamente barridas +por completo, y el genio alocado de Manon hizo tan +cómico el desenlace, que aún encuentro melancólica dulzura +en un recuerdo que evoca su ternura y la gracia pícara +de su ingenio.</p> + +<p>El solo criado que constituía nuestra servidumbre llevóme +un día aparte para decirme, con mucho apuro, que +tenía un secreto de gran importancia que comunicarme. +Excitéle a hablar sin rebozo ni temor, y después de muchos +ambages y circunloquios díjome que un señor extranjero +parecía haberse enamorado de la señorita Manon. +La sangre se me agolpó al corazón. «¿Y ella?», interrumpíle +con más brusquedad de la que convenía para seguir +enterándome. Mi violencia le asustó. Respondió, con aire +de inquietud, que su perspicacia no había ido tan lejos, +pero que como hacía varios días venía observando que +el extranjero iba todos los días al bosque de Bolonia, y que descendiendo +de su carroza, se engolfaba solo por las avenidas, +y pareciendo acechar la ocasión de encontrarse +con Manon, había concebido la idea de trabar amistad +con sus servidores para averiguar su nombre; que le consideraban +como a un príncipe italiano, y que sospechaban +ellos también se trataba de una aventura galante. +Añadió, tembloroso, que no había podido proporcionarse +otras luces, porque el príncipe, saliendo del bosque en +aquel momento, habíase aproximado a él y le había preguntado +su nombre. Después de lo cual, como adivinando +que se hallaba al servicio de Manon, habíale felicitado por<span class="pagenum" id="Page_138">[Pg 138]</span> +pertenecer a la criatura más encantadora del mundo.</p> + +<p>Esperé impaciente el final de su narración, pero tan +sólo añadió ya algunas tímidas excusas, que atribuí a mis +imprudentes muestras de agitación. Roguéle me diera +más detalles; pero se excusó diciendo que nada más sabía, +y que habiendo tenido lugar todo aquello la víspera misma, +no hubo tiempo para volverse a entrevistar con la +servidumbre del príncipe. Le tranquilicé, no solamente +con mis elogios, sino con una justa recompensa, y le encarecí, +sin mostrar la menor desconfianza de Manon, vigilase +todos los pasos del desconocido.</p> + +<p>En el fondo, sus temores me dejaron dudas crueles. Podían +haberle hecho suprimir una parte de la verdad. Sin +embargo, tras algunas reflexiones, volví sobre mis alarmas, +hasta el punto de sentir haber dado aquellas señales +de flaqueza. No tenía derecho a mirar como un delito de +Manon el que los demás la amasen. Lo más probable era +que ignorase su conquista; ¿cuál iba a ser su existencia +si mi corazón se abría con tanta facilidad a la duda? +Volví a París al siguiente día, sin haber tomado otra resolución +que la de acrecentar mi capital, acelerando las +ganancias, gracias a un juego más fuerte, para ponerme +en estado de salir de Chaillot, al primer motivo de inquietud.</p> + +<p>Ninguna noticia atentatoria a mi tranquilidad tuve +aquella noche. El extranjero había reaparecido en el +bosque de Bolonia por la tarde, y aprovechando lo sucedido +la anterior, habíase encarado con mi confidente<span class="pagenum" id="Page_139">[Pg 139]</span> +y habíale hablado de su amor, pero en términos que +no denunciaban ninguna complicidad con Manon. Habíale +pedido mil detalles. Por último, intentó atraerle a su servicio +con considerables promesas, y al fin, sacando una +carta que llevaba preparada, habíale ofrecido inútilmente +algunos luises de oro por entregársela a su ama.</p> + +<p>Dos días transcurrieron sin ningún nuevo incidente. El +tercero fué más tempestuoso. Supe al volver de París, +bastante tarde, que Manon, durante su paseo, se había +separado un momento de sus compañeras, y que el extranjero, +que la seguía a poca distancia, habíase acercado +a ella a una señal que le había hecho, y habíale +entregado una carta, que ella recibió con transportes de +júbilo. No tuvo tiempo de mostrarlo más que besando +con transporte la misiva, porque casi inmediatamente +se había ido. Pero durante el resto del día pareció +presa de alegría extraordinaria, y, aun después de volver +a casa, aquella alegría no pareció haberla abandonado. +«¿Estás bien cierto—dije tristemente a mi lacayo—de +que tus ojos no te han engañado?». Tomó al cielo +por testigo de su buena fe.</p> + +<p>No sé hasta dónde me hubiesen llevado los martirios +de mi corazón, si Manon, que me había oído entrar, +no hubiese venido a mí, mostrando su impaciencia y +exhalando amargas quejas sobre mi tardanza. No esperó +mi respuesta para agobiarme a caricias, y cuando se +halló a solas conmigo hízome vivos reproches por la costumbre +que iba tomando de regresar tan tarde. Como<span class="pagenum" id="Page_140">[Pg 140]</span> +mi silencio diese lugar a ello, continuó diciéndome que +hacía ya tres semanas que no había pasado un día entero +con ella; que no podía resistir tan largas ausencias; que, +por lo menos, exigía de mi un día de vez en cuando, y +que al siguiente quería tenerme a su lado desde la mañana +a la noche.</p> + +<p>«Estaré, no lo dudéis»—respondí con brusquedad. No +mostró gran atención a mi pena, y en el impulso de su +alegría, que efectivamente parecióme de vivacidad extraordinaria, +hízome divertidas pinturas de cómo había +pasado el día. «¡Extraña criatura!—díjeme—, ¿qué esperar +de este preludio?». Los detalles de nuestra primera +separación acudieron a mi memoria. Sin embargo, ahora +creía ver en la vivacidad de sus trasportes y en sus caricias +un no sé qué de sincero que estaba de acuerdo con +las apariencias.</p> + +<p>No me fué difícil echar la culpa de mi pena, que me +era imposible disimular durante nuestra colación, a una +pérdida considerable que había tenido en el juego aquella +tarde. Miraba como una gran suerte que la idea de +no faltar yo de Chaillot al día siguiente hubiese partido +de ella. Siempre era ganar tiempo para mis deliberaciones. +Mi presencia allí alejaba todo temor para el día +siguiente, y si no observaba nada que me hiciese plantear +la cuestión, estaba decidido a trasladar dos días más +tarde mi residencia a la ciudad, a un barrio donde +nada tuviese que temer de los príncipes. Aquel arreglo +hízome pasar la noche más tranquilo, pero no me<span class="pagenum" id="Page_141">[Pg 141]</span> +quitó la amargura de tener que temer una nueva infidelidad.</p> + +<p>Al despertarnos Manon me previno que aunque íbamos +a pasar el día en nuestra habitación no por eso quería +que tuviese el aspecto descuidado y que ella misma iba +a arreglar mis cabellos. Teníalos yo harto bellos y aquella +era diversión que se había ofrecido en varias ocasiones. +Pero en aquélla puso más cuidado que había +puesto en ninguna otra. Para darle gusto hube de sentarme +ante su tocador y dejarla probar todas las combinaciones +que se le antojaron. En el curso de su labor hacíame +muchas veces volverme a ella, y apoyando las +manos en mis hombros mirábame con ávida curiosidad; +en seguida, tras mostrarme su satisfacción con un beso, +me hacía colocar en situación para reanudar ella su faena.</p> + +<p>Aquel juego nos entretuvo hasta la hora de la comida. +Su diversión, y el gusto que tomaba en ella, me habían +parecido tan naturales, y su alegría denunciaba tan poco +la falsedad temida, que no pudiendo conciliar tales pruebas +de amor con tan negra traición, estuve a punto, en +varias ocasiones, de abrirle mi pecho, descargándole +de un peso que se me hacía insoportable. Pero a cada +momento concebía de nuevo la esperanza de que la confidencia +vendría de ella y miraba de antemano, como un +triunfo, aquella confianza.</p> + +<p>Volvimos a su gabinete. Púsose nuevamente a acomodar +mi cabellera cuando vinieron a avisarle que el príncipe +de... deseaba verla. Aquel nombre me exasperó<span class="pagenum" id="Page_142">[Pg 142]</span> +hasta la violencia. «¿Qué significa esto?—grité, rechazándola—¿Quién? +¿Qué príncipe?». No contestó a mis +preguntas. «Hágale subir»—ordenó, glacial, al criado. +Luego, volviéndose a mí: «Mi amado, a ti, a quien adoro, +te pido un momento, de complacencia, uno tan sólo; te +amaré mil veces más, te quedaré agradecida toda mi +vida».</p> + +<p>La indignación y la sorpresa trababan mi lengua. Ella, +mientras, repetía sus súplicas, y yo buscaba inútilmente +palabras de desdén con que rechazarlas. Pero, al sentir +abrir la puerta de la antesala, cogió mis cabellos, que +flotaban sobre mi espalda, con la otra mano cogió un espejo, +y empleando todas sus fuerzas llevóme de tal guisa +hasta la puerta del gabinete, y abriéndola con la rodilla +ofreció a los ojos del recién llegado, a quien el ruido parecía +haber petrificado en medio de la estancia, un espectáculo +que debió asombrarle. Vi un hombre vestido con +lujo, pero de bastante mala traza.</p> + +<p>Aun en la turbación en que le sumía la escena no dejó +de inclinarse en profunda reverencia. Manon no le dió +tiempo a abrir la boca. Presentaba el espejo. «Vea, señor, +miraos bien y hacedme justicia. Me pedís amor. He aquí +el hombre a quien amo y a quien he jurado amar toda mi +vida. Estableced vos mismo la comparación. Si creéis poder +disputarle mi corazón decidme en qué os fundáis, +pues a fuer de vuestra muy humilde servidora he de deciros +que a mis ojos todos los príncipes de Italia no valen +uno de los cabellos que tengo en mi mano».</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_143">[Pg 143]</span></p> + +<p>Mientras duró aquel absurdo discurso, que por las +trazas tenía meditado de antemano, hacía yo desesperados +esfuerzos para libertarme, y compadeciéndome de +aquel hombre sentíame dispuesto a reparar el ultraje +con mis atenciones. Pero habiéndose repuesto con bastante +facilidad, su respuesta, que me pareció un tanto +grosera, quitóme mis buenas disposiciones. «Señorita, +señorita—dijo con forzada sonrisa—, abro los ojos y os +encuentro en verdad menos novicia de lo que creía».</p> + +<p>Retiróse inmediatamente, sin tener ni una mirada para +ella, y rumiando en voz baja, que las mujeres de Francia +allá se iban con las de Italia. Nada me obligaba, en tal +ocasión, a hacerle mejorar sus ideas sobre el bello sexo.</p> + +<p>Manon abandonó mis cabellos, y arrojándose en una +butaca llenó el cuarto con el estrépito de sus carcajadas. +No ocultaré que me había llegado al alma aquel sacrificio +que sólo podía imputar al amor. Sin embargo, la +broma me pareció excesiva e hícela un reproche por ella. +Contóme que mi rival, después de obsesionarla con su +persecución unos días, y dejarla adivinar con muecas y +guiños su amor, habíase decidido a declararse abiertamente, +acompañando su declaración con sus nombres y +títulos en una carta que le había hecho remitir por el cochero +que les conducía a ella y sus compañeras; que +aparte de las palabras de amor la prometía cuantiosos +presentes. Según decía había vuelto a Chaillot con el designio +de contarme aquella aventura, pero habiendo creído +que podíamos hallar en ella un motivo de diversión<span class="pagenum" id="Page_144">[Pg 144]</span> +no había podido resistir a su deseo. Entonces había concedido +al príncipe italiano la libertad de visitarla en su +propia casa y habíase divertido en hacerme entrar en +sus planes sin ponerme en antecedentes de ellos. No le +dije que hubiese sabido nada por otros conductos y la +embriaguez del amor triunfante me hizo aprobarlo todo.</p> + +<p>He observado en el transcurso de mi vida entera que +el cielo escogió siempre, para castigarme con su mano de +hierro, los momentos en que mi buena suerte me parecía +más firme y duradera. Me creía tan feliz con la amistad +de T. y el amor de Manon que hubiese costado mucho +trabajo convencerme de que me amagaba un nuevo +infortunio. Sin embargo, preparábase uno tan funesto, y +que me ha reducido al extremo en que me hallasteis en +Passy, y eso pasando por trámites y aventuras tan crueles +que os costará trabajo creer mi narración veraz.</p> + +<p>Un día que el señor T... cenaba con nosotros, oímos el +ruido de una carroza que se detenía a la puerta de la +hostería. La curiosidad nos impulsó a querer saber quién +era el que llegaba a tales horas. Dijéronnos que era el joven +G... M..., es decir, el hijo de nuestro más cruel enemigo, +del viejo libertino que me encerrara a mí en San +Lázaro y a Manon en el <em>hospital</em>. Su nombre empurpuró +mi rostro. «Es el cielo quien le trae—dije a T...—para +castigarle de la infamia de su padre. No se escapará +sin que hayamos medido nuestras espadas». T... que le +conocía y que hasta era uno de sus mejores amigos, +esforzóse en hacerme concebir mejores sentimientos para<span class="pagenum" id="Page_145">[Pg 145]</span> +con él. Aseguróme que era un muchacho muy amable +y tan poco capaz en haber intervenido en la fea acción +de su padre, que yo mismo no hablaría con él un momento +sin concederle mi estimación y sin desear la suya. +Después de añadir mil cosas más, me pidió mi consentimiento +para ir a saludarle y proponerle viniese a ocupar +un lugar en nuestra mesa. Previno la objeción del peligro +que significaba para Manon descubrir su refugio al hijo +de nuestro enemigo, afirmando por su honor y por su fe +que cuando nos conociese no tendríamos mejor defensor. +Con tales seguridades no opuse ya ningún reparo.</p> + +<p>T... nos le trajo, claro que no sin haberse tomado antes +unos momentos para informarle de quiénes éramos. +Entró con un aire que desde luego nos previno en su favor. +Abrazóme cordialmente y nos sentamos todos. Mostró +su admiración por Manon, por mí, por cuanto nos +pertenecía, y comió con un apetito que hacia honor a +nuestra cena.</p> + +<p>Cuando alzaron los manteles la conversación se hizo +más seria. Bajó los ojos y puso sordina en la voz para +hablarnos de los excesos cometidos por su padre con nosotros. +Presentónos sus excusas más humildes. «Las abrevio—dijo—para +no avivar un recuerdo que me causa +rubor». Si sus palabras eran sinceras en un principio, +hiciéronse aún mucho más a continuación. Y no había +pasado un cuarto de hora sin que me diese cuenta de la +impresión que los encantos de Manon causaban sobre él. +Sus miradas y sus maneras hacíanse rendidas por momentos.<span class="pagenum" id="Page_146">[Pg 146]</span> +Sin embargo, nada dejó aparecer de tales sentimientos +en sus palabras, pero aunque no hubiese estado +iluminado por los celos, tenía demasiada experiencia en +las cosas de amor para no saber lo que aquello significaba.</p> + +<p>Acompañóme parte de la noche y no nos dejó sin haberse +felicitado de nuestro conocimiento y haber solicitado +de nosotros permiso para renovar de vez en cuando +la oferta de sus servicios. Marchó de madrugada con +T..., que aceptó un sitio en su carroza.</p> + +<p>No sentía, como he dicho ya, ninguna inclinación celosa. +Tenía más fe que nunca en los juramentos de Manon. +Aquella deliciosa criatura poseía tal ascendiente sobre mi +corazón, que no cabía en él ningún pensamiento que no +fuése de fe, amor y respeto. En vez de reprocharle el haber +gustado al joven G... M... estaba orgulloso del efecto +de sus encantos, y hacíame una gloria de ser amado por +una criatura que todo el mundo encontraba bella. Ni aun +siquiera juzgué pertinente comunicarle mis sospechas. +Habíamos empleado algunos días en los cuidados de su +vestuario, y, mientras, habíamos discutido si podíamos o +no ir al teatro sin peligro de ser reconocidos. T... vino +a vernos antes de acabar la semana y le consultamos +sobre aquel particular. Comprendió, en seguida, que había +que decir que sí para serle agradable a Manon. Resolvimos +ir aquella misma noche.</p> + +<p>Pero aquella determinación no pudo ejecutarse, pues, +habiéndome llamado aparte me dijo sobre poco más o<span class="pagenum" id="Page_147">[Pg 147]</span> +menos: «Estoy en un verdadero compromiso desde la última +vez que os vi y mi visita de hoy no es sino una consecuencia +de ello. G... M... está enamorado de vuestra +querida; me lo ha confesado. Soy su íntimo amigo y estoy +dispuesto a todo para servirle; pero también lo soy +vuestro. Considero sus intenciones injustas y se las reprocho +desde el fondo de mi corazón. Hubiérale guardado +el secreto si él, para vencer, no hubiese pensado en +emplear sino los procedimientos corrientes, pero está informado +del carácter de Manon. Ha sabido, no sé cómo, +que gusta de la abundancia y los placeres, y como la fortuna +de que disfruta es considerable, ya me ha dicho que +piensa tentarla con un magnífico regalo primero, con la +oferta de diez mil libras de renta después. En igualdad +de condiciones ambos, hubiese tenido grandes escrúpulos +en traicionarle, pero la justicia está unida, de vuestra +parte, a la amistad, tanto más que habiendo sido la causa +imprudente de su pasión, introduciéndole aquí, tengo el +deber de remediar el mal que involuntariamente he +hecho».</p> + +<p>Agradecí a T... aquella prueba realmente considerable +de amistad y le devolví su confianza confesándole +que el carácter de Manon era tal y como G... M... se lo +figuraba, es decir, que no podía soportar el nombre de +la pobreza. «Sin embargo—dije—, no siendo cuestión +sino de más o menos, no la creo capaz de abandonarme +por otro. Estoy en condiciones de no permitir que le +falte nada y aun creo que mi fortuna se acrecentará de +<span class="pagenum" id="Page_148">[Pg 148]</span> +día en día. Lo único que temo es que G... M... aproveche +el conocer nuestro refugio para jugarnos una mala pasada».</p> + +<p>T... me aseguró que respecto a eso podía estar +tranquilo; que G... M... era capaz de una locura amorosa, +pero no de una bajeza, y que si hubiese tenido la cobardía +de hacer una, sería él, que me hablaba, el primero en +castigarla y en reparar el mal que involuntariamente +habría causado. «Os agradezco vuestras intenciones—le +repliqué—, pero el mal estaría hecho y el remedio sería +muy difícil. Así es que lo más prudente es prevenirle, +abandonando Chaillot por otro lugar cualquiera.—Sí—replicó +el señor T...—, pero os será difícil hacerlo con +la rapidez que sería menester, pues G... M... estará aquí +antes de las doce. Me lo dijo ayer, y eso es lo que me ha +hecho venir tan temprano para informaros de sus planes. +Puede llegar de un momento a otro».</p> + +<p>Aviso tan perentorio hízome mirar aquel asunto con +atención creciente. Como me parecía imposible evitar la +visita de G... M... y no menos imposible impedir que se +declarase a Manon, tomé el partido de prevenirle yo +mismo sobre los planes de aquel nuevo rival. Pensé que +estando enterada de las proposiciones que iban a hacerle +y oyéndolas de mí mismo tendría más fuerzas para +rechazarlas. Descubrí mi pensamiento a T..., que me dijo +que el plan le parecía arriesgadísimo. «Reconozco que sí—le dije—, +pero todas las razones que puede haber para +tener fe en una querida las tengo para creer en la mía.</p> + + +<div class="chapter"> +<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp149-1"> + <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp149-1.jpg" alt="ilo1p149" title="p149ilo1"> +</figure> +</div> + +<div class="chapter"> +<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp149-2"> + <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp149-2.jpg" alt="ilo2p149" title="p149ilo2"> +</figure> +</div> + +<div class="chapter"> +<p><span class="pagenum" id="Page_149">[Pg 149]</span></p> +</div> + + +<p>No habría sino la cuantía de las promesas que pudiese +deslumbrarla y ya os digo que no conoce el interés. Ama +el bienestar, pero me ama a mí también; y tal como están +de florecientes nuestros asuntos, creo que me preferiría a +mí al hijo del hombre que la metió en el <em>hospital</em>». En +una palabra, persistí en mi determinación y habiéndome +apartado con Manon, le enteré de todo lo que acababa +de saber.</p> + +<p>Dióme las gracias por la buena opinión que tenía de +ella y me prometió acoger las ofertas de G... M... de forma +que no le quedasen deseos de renovarlas. «No—objeté—, +no conviene irritarle con un exabrupto, puesto +que podría perdernos. Pero bastante sabes tú, pícara—añadí riendo—, +la manera de deshacerte de un adorador +pegajoso y molesto». Después de permanecer unos +momentos soñadora, dijo: «Acaba de ocurrírseme una +idea admirable y estoy encantada con ella; G... M... es el +hijo del peor de nuestros enemigos. Debemos vengarnos +del padre, no en la persona, pero si en la bolsa del hijo. +Voy a escucharle, a aceptar los presentes y a reirme de +él.—El proyecto es bonito; pero ¿no te acuerdas ya, criatura, +que fué el camino que te llevó al <em>hospital</em>?».</p> + +<p>Fué inútil que me esforzase en mostrarla los peligros +de la empresa; respondióme que tan sólo era cuestión de +tomar bien nuestras medidas, y halló respuesta a todas +mis objeciones. Dadme el ejemplo de un amante que no +haya cedido a todos los caprichos de una querida adorada +y os confesaré que hice mal en conformarme. Decidimos,<span class="pagenum" id="Page_150">[Pg 150]</span> +pues, hacer de G... M... nuestra víctima, y por una +cruel ironía de la suerte la víctima fuí yo.</p> + +<p>Vimos aparecer su carroza a eso de las once. Hizo +mil rebuscados cumplidos sobre la libertad que se tomaba +al venir a comer con nosotros. No se sorprendió al +ver a M. de T..., que le ofreciera la víspera venir también +y que se había excusado con algunos asuntos urgentes +para no venir en el mismo coche. Aunque no había ni +uno solo entre nosotros que no llevase la traición en el +corazón, sentámonos a la mesa con aire de cordialidad y +amistad; G... M... halló fácilmente manera de declarar sus +sentimientos a Manon. No debí parecerle molesto, pues +me ausenté exprofeso durante unos minutos.</p> + +<p>Noté bien a las claras, a mi regreso, que no le habían +descorazonado con un exceso de severidad. Parecía del +mejor humor del mundo. Yo, por mi parte, afectaba estarlo +también. Reíase interiormente de mi simpleza; yo +de la suya. Durante toda la tarde representamos el uno +para el otro una divertida escena. Arregléme de manera +de procurarle, antes de su partida, una nueva entrevista +con Manon, de modo que debió quedar tan satisfecho de +mi prudencia como de la buena mesa.</p> + +<p>No bien hubo subido a su carroza con M. de T..., Manon +corrió a mí con los brazos abiertos, riendo a carcajadas. +Repitióme sus discursos y sus proposiciones, sin +cambiar palabra. Reducíanse a lo siguiente: la adoraba; +quería compartir con ella cuarenta mil libras de renta +de que disfrutaba ya, sin contar lo que heredaría cuando<span class="pagenum" id="Page_151">[Pg 151]</span> +muriese su padre. Iba a ser dueña de su fortuna y de su +corazón, y como arras de aquellos bienes estaba dispuesto +a darle una carroza, un hotel amueblado, una doncella, +tres criados y un cocinero.</p> + +<p>«He ahí un hijo—dije a Manon—mucho más generoso +que su padre. Hablemos de buena fe—añadí—; tales promesas, +¿no os tientan?—¿A mí?—respondió, ajustando a +su pensamiento estos versos de Racine:</p> + +<div class="poetry-container"> +<div class="chapter"> +<p><span style="margin-left: 1em;">¿Yo? ¿Me creeréis capaz de tal perfidia?</span><br> +¡Yo! ¿Podría acaso resistir el semblante odioso<br> +que evoca el recuerdo del <em>hospital</em> a mis ojos?</p> +</div> +</div> + + +<p>—No—repliqué, continuando por mi parte la parodia:</p> + + +<div class="poetry-container"> +<div class="poetry"> +<p><span style="margin-left: 1em;">No; costárame trabajo creer, señora,</span><br> +que el <em>hospital</em> estuviera grabado<br> +con un trazo de amor en vuestro corazón.</p> +</div> +</div> + +<p>«Pero no deja de ser un porvenir seductor, un hotel +con carroza y tres lacayos, y el amor mismo puede pocas +veces hacer así las cosas».</p> + +<p>Hízome protestas de que su corazón era mío para +siempre y que a nadie amaría jamás sino a mí. «Las promesas +que me ha hecho más son aguijón a mi venganza +que dardos de amor». Le pregunté si entraba en sus designios +aceptar el hotel y la carroza. Respondióme que +no quería sino el dinero.</p> + +<p>La gran dificultad estaba en obtener lo uno sin lo<span class="pagenum" id="Page_152">[Pg 152]</span> +otro. Decidimos esperar las explicaciones de G... M..., que +vendrían en una carta que había prometido escribirle. +Recibióla, efectivamente, al día siguiente de mano de un +lacayo sin librea que supo hábilmente hallar ocasión para +hablarla sin testigos. Díjole que esperase su contestación +y vino a traerme la carta a mí. Abrímosla juntos.</p> + +<p>Además de los lugares comunes de ternura amorosa, +contenía las promesas de mi rival. No reparaba en gastos. +Comprometíase a entregar diez mil francos al tomar +posesión del hotel, y además a reparar de tal modo +las disminuciones que la susodicha cantidad pudiese padecer +que Manon la tuviese siempre delante de sí en dinero +contante. En cuanto a la inauguración no la retrasaba +con exceso. Sólo pedía de plazo dos días para preparar +las cosas y hasta la señalaba el lugar donde el hotel +estaría emplazado y la marcaba la hora en que la esperaría +si conseguía escaparse de entre mis manos. Era esto +último lo único que debía inquietarle, pues respecto a +todo lo demás parecía estar completamente tranquilo, +pero añadía que, si tenía dificultades para escaparse, él +encontraría medio de que su fuga fuése cómoda y fácil.</p> + +<p>G... M... era más astuto que su padre y quería tener +su presa entre las manos antes de soltar el dinero. Deliberamos +sobre la actitud que Manon debía adoptar. Hice +aún algunos esfuerzos para quitarle la empresa de la cabeza, +haciéndola ver todos los peligros que encerraba. +Nada pudo quebrantar su determinación.</p> + +<p>Escribió breve respuesta a G... M... para decirle que<span class="pagenum" id="Page_153">[Pg 153]</span> +no hallaría dificultad para ir a París el día señalado y que +podía aguardarla con absoluta certeza.</p> + +<p>Arreglamos en seguida las líneas de nuestra acción. Yo +debía partir inmediatamente para buscar en algún pueblecillo, +al otro lado de París, una casa, y llevaría a ella +nuestro equipaje. Al día siguiente, que era el de la cita, +ella iría temprano a París, y después de recibir los obsequios +de G... M... le rogaría insistentemente que la llevase +al teatro, cogería consigo todo lo que pudiese llevar +de la suma aquella, encargaría del resto a mi lacayo, +que deseaba llevarse con ella, pues era el mismo que la +salvó del <em>hospital</em> y que nos era ciegamente adicto. Yo +me hallaría con un coche en la esquina de la calle San +Andrés de los Arcos, y a las siete, dejando al coche en +espera, avanzaría en las sombras hasta la puerta de la +Comedia. Manon me prometió hallar una excusa para +abandonar el palco un momento y, aprovechándole, venir +en busca mía. El resto era cosa fácil; en un momento +estaríamos en mi coche y en poco tiempo habríamos salido +de París por la puerta del barrio de San Antonio, +que era nuestro camino más corto para nuestra nueva +morada.</p> + +<p>Aquel plan, estrafalario y todo, nos pareció muy bien +arreglado. Pero había una ciega temeridad en creer que, +aun resultando todo a las mil maravillas, hubiésemos podido +escapar luego a las consecuencias. Sin embargo, +nos expusimos con la confianza más temeraria. Manon +fuése con Marcelo; así se llamaba nuestro criado. La vi<span class="pagenum" id="Page_154">[Pg 154]</span> +marchar con pena. Díjela al abrazarla: «Manon, ¿no me +engañas? ¿Me serás fiel?». Quejóse tiernamente de mi +desconfianza y me renovó todos sus juramentos.</p> + +<p>Según su cuenta debía de llegar a París a las tres. Yo +partí después de ella y fuí a recluirme para perecer de +aburrimiento todo el resto de la tarde al café de Feré, en +el puente de San Miguel. Allí permanecí hasta la noche. +Salí entonces para tomar un coche e ir a apostarme con +él, según habíamos quedado, a la entrada de la calle de +San Andrés de los Arcos; después fuí a pie a la puerta +del teatro. Sorprendióme no hallar a Marcelo, que debía +de estar esperándome. Esperé pacientemente una hora, +confundido entre los lacayos, ojo avizor, acechando a todos +los transeuntes. En fin, al dar las siete, sin percibir +nada que tuviese relación con nuestros planes, tomé un +billete de parterre para ir a ver si divisaba a Manon y a +G... M... en un palco. Ni uno ni otra estaban allí. Volví a +la puerta, donde dejé transcurrir aún un cuarto de hora, +lleno de impaciencia y de inquietud. No viendo nada tampoco, +fuí a mi coche sin resolverme a tomar un partido +u otro. Habiéndome visto mi cochero, vino a mi encuentro +para decirme, con aire de misterio, que una linda damisela +me esperaba, hacía una hora, en la carroza, que +había intentado llamar mi atención con multitud de gestos, +que él había visto muy bien, y que sabiendo que +había de volver había dicho que no se impacientaría y +me aguardaría tranquilamente allí.</p> + +<p>Creí en seguida que era Manon. Me acerqué rápidamente<span class="pagenum" id="Page_155">[Pg 155]</span> +y entonces vi un rostro encantador que no era el +suyo. Tratábase de una desconocida, que empezó por preguntarme +si no era con el caballero Des Grieux con quien +tenía el honor de hablar. Díjele que, efectivamente, aquel +era mi nombre. «Tengo una carta para vos—díjome—, +carta que os instruirá del objeto de mi presencia y de +cómo he tenido el honor de conocer vuestro nombre». +Roguéle me diese tiempo para leerla en un establecimiento +cercano. Quiso acompañarme y aun me aconsejó que +pidiese un reservado. «¿De quién procede esta carta?»—le +dije, al subir. Pero ella me respondió que ya lo vería +al leerla.</p> + +<p>Reconocí la letra de Manon. He aquí, poco más o menos, +lo que me decía: G... M... le había recibido con una +cortesía y una magnificencia que sobrepujaban a toda +idea. Le había agobiado de presentes y hecho entrever +un porvenir de reina. Me aseguraba, sin embargo, que no +me olvidaba en aquella nueva fase de su fortuna, aunque +no habiendo podido convencer a G... M... de que la llevase +al teatro aquella noche, tenía que dejar para otro +día el gusto de verme. Pero que para consolarme de la +pena que adivinaba podría causarme la noticia había encontrado +manera de enviarme a una de las muchachas +más bonitas de París, que sería la portadora de su carta. +<em>Firmado</em>: vuestra fiel amante, Manon Lescaut.</p> + +<p>Había algo tan cruel y tan insultante para mí en aquella +carta que, permaneciendo un rato suspenso entre el +dolor y la cólera, propúseme hacer un esfuerzo para olvidar<span class="pagenum" id="Page_156">[Pg 156]</span> +a mi ingrata y pérfida querida. Fijé los ojos en la +mujer que tenía ante mí. Era, en extremo, bella, y yo hubiese +deseado que lo fuése bastante para hacerme a mi +vez perjuro y traidor; pero por desgracia mía no hallé +aquellos astutos y tiernos ojos, aquel divino porte y +aquel cutis, cuyos matices había combinado amor mismo; +en fin, aquel conjunto de perfecciones, que constituían el +mágico encanto de mi pérfida amada. «No, no—dije +apartando de ella mis miradas—; la traidora, ingrata que +os envió bien sabía que os enviaba a una tentativa inútil. +Volved y decidle que disfrute de su crimen si puede y +que le disfrute sin remordimientos. Renuncio para siempre +a ella, y al mismo tiempo renuncio a todas las mujeres, +que si en belleza no sabrán igualarla, en perfidia le +serán todas semejantes». Estuve entonces a punto de retirarme, +sin tratar de saber más de Manon. Los mortales +celos, que me desgarraban el corazón, disfrazábanse de +una opaca y sombría calma, y tanto más me creía próximo +a curarme cuanto que no sentía ninguno de aquellos +movimientos de ira que me habían agitado en circunstancias +parecidas. ¡Malhaya mi suerte!, tan víctima era de las +burlas de mi amor como creía serlo de las de Manon y de +las de G... M...</p> + +<p>La muchacha que me había traído la carta, al verme +dispuesto a salir, preguntóme qué quería que contestase +a G... M... y a la dama que se hallaba con él. A esta +pregunta, volví a entrar en el cuarto, y por uno de esos +rápidos cambios, en que no podrán creer los que jamás<span class="pagenum" id="Page_157">[Pg 157]</span> +sufrieron las fatigas y zozobras del amor, pasé de golpe, +desde la tranquilidad en que creía hallarme, al furor +más ciego. «Ve—dije—y cuenta al traidor G... M... y a su +pérfida querida la desesperación en que su maldita carta +me ha arrojado, pero añádeles que poco se reirán de mí, +pues con mis propias manos les apuñalaré a los dos». +Arrojéme en una silla; mi sombrero y mi bastón rodaron +por el suelo, dos ríos de llanto brotaron de mis ojos. +Entonces el acceso de furor por que acababa de pasar +cambióse en profundo dolor; no hice, durante largo rato, +sino llorar, entre suspiros y gemidos. «Acércate, acércate, +pobre niña—dije a la joven—, puesto que es a ti a +quien envían para consolarme. Dime si sabes algún remedio +contra la desesperación, algún calmante contra la +rabia, contra el deseo de darte a ti mismo la muerte +después de dársela a los traidores, que no merecen el +don de la vida. Sí, acércate—continué, al ver que iniciaba +algunos pasos tímidos e inciertos para aproximárseme—, +ven a secar mis lágrimas, ven a devolver la paz a +mi corazón, ven y dime que me amas, para habituarme +a la idea de poder ser de otra que de mi traidora. Eres +bella, y quizás pueda amarte a mi vez». La pobre muchacha, +que apenas tendría dieciséis o diecisiete años, y que +parecía más pudorosa e inocente que sus iguales, parecía +hallarse profundamente asombrada ante la extraña escena. +Acercóse, pese a ello, para hacerme algunas caricias; +pero entonces yo la aparté con mis manos. «¿Qué quieres +de mí?—dije—. ¡Ah!, ¡eres mujer!, ¡eres de un sexo<span class="pagenum" id="Page_158">[Pg 158]</span> +que odio! La dulzura de tu rostro me amenaza de nuevas +traiciones. Vete y déjame solo aquí». Hízome una reverencia, +sin osar decirme nada, y me volvió la espalda +para salir. La grité que esperase. «Pero dime, al menos, +cómo, por qué y con qué objeto te han enviado aquí. +¿Cómo has averiguado mi nombre y el lugar donde podías +hallarme?».</p> + +<p>Entonces me dijo que conociendo de larga fecha a +G... M... éste la había enviado a buscar a las cinco de la +tarde, y que habiendo seguido al lacayo, que fué en su +busca, había hallado a su amigo en una soberbia casa, +donde jugaba al <em>piquet</em>, con una dama muy bella, y que +entonces los dos le habían encargado que me entregase +la carta que me había dado, después de prevenirla que +me encontraría en una carroza en la esquina de la calle +de San Andrés. Preguntéle si nada más le habían dicho. +Contestó, ruborizándose, que le habían hecho concebir +la esperanza de que la conservaría a mi lado para hacerme +compañía. «Te han engañado, mi pobre niña, te +han engañado. Eres mujer y necesitas un hombre, pero +necesitas uno que sea rico y feliz, y no es ciertamente +aquí donde puedes hallarlo. Vuelve, vuelve a G... M... +Ese tiene cuanto precisa para ser amado de las bellas; +tiene hoteles, muebles y trenes que ofrecer. En cuanto a +mí, que no tengo sino amor que dar, las mujeres desdeñan +mi miseria y hacen juego de mi simplicidad».</p> + +<p>Añadí mil cosas tristes o violentas, según que las pasiones, +que me agitaban alternativamente, cedían o me<span class="pagenum" id="Page_159">[Pg 159]</span> +arrastraban. Pero, a fuerza de atormentarme, mi delirio +disminuyó lo suficiente para dejar sitio a la reflexión. +Comparé aquel infortunio a los que había padecido del +mismo orden, y saqué, en consecuencia, que en aquella +ocasión no había por qué desesperarse más que en las +anteriores. Conocía a Manon; ¿por qué, pues, afligirme +de aquel modo por una desgracia que debía de prever? +¿Por qué, mejor, no emplear mis fuerzas en buscar remedio? +Aun era tiempo. Por lo menos, no debía malgastar +mis energías, si no quería hacerme luego el reproche de +haber contribuido con mi negligencia a mis propias penas. +Púseme, pues, a pensar en los medios que podían +abrirme un camino de esperanza.</p> + +<p>Tratar de arrancarla por la violencia de las manos de +G... M..., era una insensatez inútil, que no ofrecía la menor +probabilidad de éxito, pero en cambio parecíame, +que si podía procurarme la menor entrevista con ella, +ganaría infaliblemente la batalla. ¡Conocía tan bien los +puntos sensibles de su corazón! ¡Estaba tan seguro de +ser amado por ella! Aquella misma extravagancia de enviarme +una mujer bonita para consolarme, estaba seguro +que era a ella a quien se le había ocurrido, y era prueba +de su compasión por mis sufrimientos.</p> + +<p>Resolví poner en juego toda mi maña para conseguir +entrevistarme con ella. Entre los varios caminos que fuí +examinando, me detuve en el siguiente: T... había mostrado +demasiada buena voluntad en mi ayuda para que +me fuése dado dudar de su sinceridad y su celo. Prometíme<span class="pagenum" id="Page_160">[Pg 160]</span> +ir a verle inmediatamente y comprometerle a +llamar a G... M..., con pretexto de un asunto importante. +Sólo necesitaba media hora para hablar a Manon. Mi +plan era hacerme introducir en su mismo cuarto, y me +parecía cosa fácil en ausencia de G... M...</p> + +<p>Habiéndome devuelto tales resoluciones parte de mi +calma, pagué espléndidamente a la joven que aun permanecía +conmigo, y para quitarle las ganas de volver a +reunirse con quienes la habían enviado, tomé sus señas +dejándola entrever que tal vez iría a pasar con ella el +resto de la noche. Subí a mi coche e híceme llevar con +toda la rapidez posible a casa del señor T... Tuve la +suerte de encontrarle, aunque durante el camino me atormentara +el temor de su ausencia. Una palabra le puso al +corriente de mis penas y del favor que venía a pedirle.</p> + +<p>Asombróle de tal modo que G... M... hubiese podido +seducir a Manon, que, ignorando la parte que yo mismo +había tenido en mi desgracia, ofrecióse espontáneamente +reunir a todos sus amigos para emplear sus brazos y sus +espadas en libertar a mi querida. Hícele comprender que +todo aquel ruido podía sernos perjudicial a ella y a mí. +«Guardemos nuestra sangre para el último extremo. Medito +un medio menos ruidoso y del que espero igual +éxito». Ofrecióse a hacer, sin excepción, cuanto le pidiese. +Y habiéndole repetido que tan sólo se trataba de +hacer llamar, con pretexto de hablar con él, a G... M..., +y hacerle faltar de su casa una hora o dos, salió conmigo +para complacerme.</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_161">[Pg 161]</span></p> + +<p>Discutimos sobre el pretexto de que podía valerse +para entretenerle tanto tiempo. Aconsejéle empezar por +enviarle una carta fechada en un figón, citándole urgentemente +para un asunto de tal importancia que no admitía +espera. «Espiaré—le dije—el momento de su salida y +no me costará trabajo introducirme en la casa, no siendo, +como no soy, conocido sino de Manon y de Marcelo, +mi criado. En cuanto a vos, podéis decirle que el asunto +importante de que deseáis hablarle es un asunto de dinero. +Que acabáis de perder no sólo el vuestro, sino +mucho más sobre palabra. Necesitará tiempo para procurároslo, +y yo tendré el que me hace falta».</p> + +<p>M. de T... hizo ce por be todo lo que yo le había encargado. +Dejéle en el figón, donde escribió inmediatamente su +carta. En cuanto a mí, fuí a colocarme a algunos pasos +de la casa de Manon, vi llegar al portador de la misiva, y +partir a poco G... M... a pie y seguido de un lacayo. Tras +de darle tiempo para salir de la calle, me aproximé a la +puerta de la infiel, y pese a mi ira, llamé con el respeto +con que lo haría en un templo. Felizmente, fué Marcelo +quien vino a abrirme la puerta. Hícele una seña y, aunque +nada tenía que temer de los demás criados, le pregunté +si podía conducirme al cuarto donde estaba Manon +sin ser notado. Dijo que era cosa fácil, con sólo subir +con cuidado la escalera principal. «Vamos pronto—le dije—, +y trata de impedir que suba nadie mientras +yo esté allí». Así llegué sin tropiezo al cuarto de Manon.</p> + +<p>Hallábase ella entregada a la lectura. En tal ocasión<span class="pagenum" id="Page_162">[Pg 162]</span> +fué cuando mejor pude admirar el carácter de aquella +criatura. En vez de parecer aterrada o asombrada al +verme, no dió sino esas ligeras pruebas de sorpresa naturales +cuando nos encontramos con una persona que +creemos lejos. «¡Ah, sois vos, amor mío!—exclamó viniendo +a abrazarme con la ternura habitual—¡Dios mío, +qué audaz sois! ¡Quién hubiese podido esperaros hoy en +tal lugar!». Me desprendí de sus brazos, y, en vez de corresponder +a sus caricias, la rechacé con desdén y retrocedí +dos o tres pasos para alejarme de ella. Aquel ademán +no dejó de desconcertarla. Permaneció inmóvil y +fijó sus ojos en mí, cambiando de color. Tan contento +me hallaba en el fondo de volverla a ver que, pese a los +numerosos motivos de ira que tenía contra ella, apenas +encontraba fuerzas para hacerle reproches. Sin embargo, +mi corazón sangraba aún por la cruel ofensa que me había +inferido. Llamé en mi auxilio a la memoria para exaltar +mi indignación, y traté de encender en mis ojos otros +fuegos que no fuesen los del amor. Como permaneciese +yo un rato en silencio y Manon reparase en mi agitación, +vile temblar al parecer de miedo.</p> + +<p>No pude resistir tal espectáculo. «¡Ah, Manon!—dije +con tierna queja—¡Infiel, perjura Manon! ¿Por dónde +comenzaré mis reproches? Os veo pálida y temblorosa y +aun soy tan sensible a vuestros menores sufrimientos, +que temo afligiros excesivamente con mis reproches. +Pero he de decíroslo Manon, tengo el corazón lacerado +por la crueldad de vuestra traición. Esos golpes no se<span class="pagenum" id="Page_163">[Pg 163]</span> +descargan sobre un enamorado si no se ha decidido su +muerte. ¡La tercera vez, Manon! ¡Las llevo bien contadas! +¡Imposible olvidarlo! En vos misma está decidir en +esta hora suprema, pues mi pobre amor no puede resistir +semejante trato. Siento que va a sucumbir y que está +próximo a partirse de dolor. ¡No puedo más!—gemí sentándome +en una silla—. Apenas si me es dado sostenerme +y hablar».</p> + +<p>No me contestó; pero, apenas me vió sentado, se arrodilló +y, apoyando la cabeza en mis rodillas, ocultó el rostro +entre mis manos. Sentí que por un momento las humedecía +con su llanto. ¡Dios de Dios, pensad qué turbación +no agitaría mi alma! «¡Ah, Manon, Manon!—repuse +con un suspiro—Es ya tarde para llorarme cuando me +habéis matado primero. Fingís una tristeza que estáis +lejos de sentir. El mayor de vuestros males es indudablemente, +el de mi presencia, que siempre vino a interrumpir +vuestros placeres. Abrid bien los ojos y veréis +quién soy. No se llora así por un desdichado a quien se +traicionó y abandonó cruelmente». Seguía besando mis +manos sin cambiar de postura. «Inconstante Manon—añadí +aún—, mujer ingrata y sin fe, ¿a dónde, a dónde están +vuestras promesas? Amante versátil y cruel, ¿qué has +hecho del amor que me jurabas aún hoy mismo? ¡Justos +cielos! ¿puede una infiel burlarse de nosotros así, después +de invocaros fervorosamente? ¿Es el perjuro quien +obtiene la recompensa? ¿La desesperación y el abandono +son para la constancia y la fidelidad?».</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_164">[Pg 164]</span></p> + +<p>Aquellas palabras mías fueron acompañadas de tan +amargas reflexiones que, mal de mi grado, dejé escapar +algunas lágrimas. Manon lo notó en el cambio de mi voz. +Rompió, por fin, el silencio. «Bien se ve—dijo con tristeza—que +soy culpable, cuando tal dolor pude causaros; +pero que el cielo me castigue si creí serlo o si tal pensamiento +me asaltó siquiera».</p> + +<p>Aquel discurso me pareció tan desprovisto de sentido +común y buena fe que no pude librarme de mi primer +impulso de cólera. «¡Horrible disimulo!—exclamé—Veo +mejor que nunca que eres una vil y una pérfida. Ahora +es cuando conozco tu miserable carácter. Adiós, ruin +criatura—dije, poniéndome en pie—, mejor quiero morir +mil veces que tener trato alguno contigo. ¡Que el cielo +me castigue si te honro con una sola mirada! Quédate +con tu nuevo amante; ámale; ódiame a mí; renuncia al +honor y al sentido de lo justo; me es igual, de todo me +he de reir ya».</p> + +<p>De tal modo la espantó la explosión de mi voz que, +siempre de rodillas, me miró temblorosa, no osando respirar. +Di aún algunos pasos, en dirección a la puerta, sin +separar los ojos de ella. Pero hubiese hecho falta ser inhumano +para permanecer indiferente ante tantos encantos. +Tan lejos me hallaba de poseer esa bárbara fuerza +que, pasando de golpe al extremo opuesto, volví hacia +ella o, por mejor decir, precipitéme sin reflexionar. La +cogí en mis brazos y le di mil tiernos besos; la pedí +perdón de mi violencia; confesé que era un bárbaro<span class="pagenum" id="Page_165">[Pg 165]</span> +y que no merecía ser amado de una criatura como +ella.</p> + +<p>La hice sentar y me arrodillé, a mi vez, rogándole me +escuchase así. Luego, todo lo que un amante, sumiso y +apasionado, pueda discurrir, de respetuoso y tierno, lo +encerré en pocas palabras dándola excusas. Supliquéla, +como singular favor, que me perdonase. Dejó caer sus +brazos en torno a mi cuello, diciéndome, con dulce acento, +que era ella la que necesitaba de perdón, por las penas +que involuntariamente me causaba, y que comenzaba +a temer, no sin razón, que no me pareciese suficiente lo +que en descargo suyo iba a decirme. «¡A mí!—interrumpí—¡Si +no os pido justificación ninguna! Apruebo cuanto +hicisteis. No soy yo quién para pedir razones de tu conducta. +Soy feliz, y me doy por satisfecho si mi Manon +no me priva de la ternura de su corazón. Pero—continué—sin +necesidad de volver sobre mi estado de espíritu, +¡oh, poderosa Manon, que a capricho creáis mis +alegrías y dolores!, humildemente, después de mostrarte +mi arrepentimiento, ¿no me será permitido hablaros de +mis penas y mis sufrimientos? Quisiera saber de vos misma +qué ha de ser de mí hoy, y si pensáis firmar mi sentencia +de muerte, pasando la noche con mi rival».</p> + +<p>Puso algún tiempo en meditar su respuesta. «Caballero +mío—díjome, recuperando su aspecto tranquilo—, si, +desde luego, os hubieseis explicado con tal claridad os +hubieseis ahorrado no pocos sinsabores y a mí una escena +harto penosa. Puesto que vuestro padecimiento sólo<span class="pagenum" id="Page_166">[Pg 166]</span> +viene de vuestros celos, os hubiese curado al momento, +ofreciéndoos seguiros inmediatamente, aunque fuése al +fin del mundo. Pero he creído que era la carta que os +escribí, bajo las miradas inexorables de G... M..., y la +muchacha que os enviamos lo que provocaba vuestra indignación. +Temí que pudierais mirar mi carta como una +burla y a la joven enviada por G... M... como un síntoma +de que renunciaba a vos para unirme definitivamente a +él. Este pensamiento me ha llenado de consternación, +pues por muy inocente que yo fuése, no podía ocultárseme +que las apariencias no me eran favorables. Sin embargo, +quiero que seáis mi juez después de explicaros la verdad +de lo sucedido». Hízome saber entonces todo lo que +le había pasado desde que había encontrado a G... M... +que la esperaba en el mismo lugar donde ahora nos hallábamos. +Habíale recibido, efectivamente, como a la primera +princesa del mundo. Habíale enseñado todas las +estancias de una limpieza y una riqueza admirables. Entrególe +diez mil libras en su gabinete, añadiendo algunas +alhajas, entre las que se hallaba el collar y los brazaletes +de perlas que ya una vez le diera el padre. Hízole servir, +por los nuevos criados que tomó para ella, ordenándoles +que de allí en adelante le mirasen como a su dueña y +señora; hízole, en fin, ver la carroza y los caballos y todo +el resto de sus presentes. Después de lo cual propúsole +una partida de juego para esperar la hora de la comida. +«Confieso—dijo—que quedé deslumbrada por tanta +magnificencia. Pensé que sería una tontería renunciar a<span class="pagenum" id="Page_167">[Pg 167]</span> +tales bienes, contentándonos con llevarnos las diez mil +libras y las alhajas; que igual yo que vos habíamos hecho +nuestra fortuna y que podíamos vivir agradablemente a +expensas de G... M... En vez de proponerle el teatro, decidí +sondearle, en lo que a vos se refería, para ver las +facilidades que podríamos hallar para la ejecución de mi +sistema. Le he encontrado persona muy tratable. Preguntóme +qué pensaba de vos y si no me había causado +tristeza abandonaros. Contesté que érais tan amable y os +habíais comportado siempre de tal modo conmigo que +era natural que no pudiese odiaros. Confesó que no carecíais +de méritos y que él mismo había sentido vivo +impulso de simpatía por vuestra persona. Quiso saber, +cómo creía yo, que tomaríais mi marcha, sobre todo +cuando supieseis que estaba en sus manos. Contestéle +que la fecha de nuestro amor era tan vieja ya, que había +tenido tiempo de enfriarse un poco; que al mismo tiempo +pasabais por una crujía material, así que tal vez no +miraseis mi pérdida, que os libraba de pesado fardo, +como gran desgracia. Añadí que no dudando que os +conduciríais pacíficamente no había vacilado en deciros +que venía a París para ciertos asuntos, que habíais consentido +en ello y que habiendo venido vos también no +parecíais muy inquieto cuando os dejé. Si le creyese capaz—díjome +entonces—de convivir amistosamente conmigo, +sería yo el primero en ofrecerle mis servicios y +mis atenciones. Contesté que conociéndoos como os conocía +no dudaba de que os comportaríais correctamente,<span class="pagenum" id="Page_168">[Pg 168]</span> +sobre todo—añadí—si él podía ayudaros en vuestros +asuntos, harto desarreglados desde la riña con vuestra +familia. Interrumpióme, para hacer protestas de ofreceros +toda la ayuda que de él dependiese, y hasta si queríais +embarcaros en un nuevo amor os presentaría a una +querida muy linda que había dejado para amarme a mí.</p> + +<p>»Aplaudí su idea—añadió—, para borrar toda sospecha +en él, y afirmándome más y más en mi proyecto, no +hacía sino pensar en la manera de avisaros de lo que sucedía, +por miedo a que os alarmaseis con exceso al verme +faltar a vuestra cita. Fué con tal intención con la que le +propuse enviaros a vuestra nueva amiga aquella misma +noche por tener un pretexto para escribiros. No hubo +más remedio que recurrir a aquella astucia, pues no tenía +esperanzas de que me dejase sola ni un instante.</p> + +<p>»Rió de mi proposición; llamó a su lacayo, y tras de +preguntarle si sabría encontrar a su antigua amiga, mandóle +de un lado para otro en su busca. Creyó primero +que era a Chaillot donde había que ir a buscaros, pero +yo le desengañé diciéndole que, al separarnos, os prometí +ir al teatro, y si algo me lo impedía o se presentaba +alguna dificultad me esperaríais en una carroza en la esquina +de la calle de San Andrés, y que, por lo tanto, más +valía enviaros allí a vuestra nueva amante, aunque no fuése +más que para impedir que os consumieseis de aburrimiento +toda la noche. Díjele también que no estaría de +más escribiros dos palabras para advertiros de aquel +cambio, que os costaría trabajo explicaros si no. Consintió,<span class="pagenum" id="Page_169">[Pg 169]</span> +pero me vi obligada a escribir en su presencia, y +claro que me guardé muy bien de explicarme abiertamente +en mi carta. He ahí—concluyó Manon—la manera +como han sucedido las cosas. No os oculto nada, ni de +mí ni de mis intenciones. La joven vino; la hallé bella, y +como no dudaba de que mi ausencia os entristecería deseé +sinceramente os entretuviera unos momentos, pues +la fidelidad que en vos deseo es la del corazón. Me hubiese +gustado poder enviaros a Marcelo, pero no tuve +ni un momento para explicarle lo que había de deciros». +Remató su narración contándome la perplejidad en que +la carta del señor T... sumió a G... M... «Dudaba si dejarme +o no, y me afirmó que su ausencia no podía durar, +y esto es lo que me hace veros con inquietud y lo que +me hizo también mostrar sobresaltada tristeza».</p> + +<p>Escuché el discurso con paciencia. Hallaba en él infinidad +de cosas crueles y mortificantes para mí, pues la +intención de su infidelidad estaba tan clara que ni aun +había intentado ocultarla. No podía esperar de G... M... +que la dejase toda la noche como a una vestal. Era, pues, +con él con quien esperaba pasarla. ¡Qué confesión para +un amante! Pensé, empero, que yo era en parte culpable +de su falta por haberla puesto en antecedentes de la pasión +de G... M... y también por mi complacencia y ceguedad +al entrar en el plan que ella había concebido. Por +otra parte, por uno de esos recodos particulares a mi +carácter, sentíame enternecido por la ingenuidad de su +confesión y por la manera abierta y buena con que me<span class="pagenum" id="Page_170">[Pg 170]</span> +contaba todos los detalles, aun aquéllos que más debían +de ofenderme. «Peca sin malicia—me dije a mí mismo—. +Es ligera e imprudente, pero también recta y sincera». +Añádase a esto que el amor bastaba por sí solo para cerrarme +los ojos sobre todas sus faltas. Hallábame, a decir +verdad, demasiado satisfecho con la idea de robársela +aquella misma noche a mi rival. Díjele, sin embargo: «Y +la noche, ¿con quién la hubieseis pasado?». Aquella pregunta, +que formulé tristemente, pareció confundirla. No +me contestó sino con evasivas. Tuve lástima de su confusión +e interrumpiendo mi discurso dije que naturalmente +pensaba que me siguiera inmediatamente, sin demora. +«Lo haré—dijo—; pero ¿no aprobáis mi proyecto?—¡Ah!, +no basta—dije a mi vez—, ¿no basta que haya +aprobado cuanto hicisteis hasta ahora?—Cómo, ¿ni aun +siquiera nos llevaremos los diez mil francos? Me los dió +y son míos». Aconsejela que lo abandonase todo, y que +aprovechásemos el tiempo para alejarnos rápidamente +de allí, pues aunque sólo media hora llevaba con ella, +comenzaba a temer el regreso de G... M... Sin embargo, +tales instancias me hizo para convencerme de que no +nos fuésemos con las manos vacías que creí complacerla +concediéndole algo, puesto que tanto me había concedido +a mí.</p> + +<p>Cuando nos preparábamos a marchar oí, con un estremecimiento +de terror, llamar con grandes golpes dados +en la puerta de la calle. No dudé que era G... M..., y en +la turbación que aquella idea puso en mi espíritu, dije a<span class="pagenum" id="Page_171">[Pg 171]</span> +Manon que era hombre muerto si se dejaba ver. Efectivamente, +aun no era yo bastante dueño de mí mismo +para contenerme a su vista. Marcelo puso fin a mis penas +entregándome una carta que acababan de darle para mí. +Era de T...</p> + +<p>Comunicábame que habiendo ido G... M... a buscar dinero +a su casa, aprovechaba el tiempo para comunicarme +una idea muy divertida que se le había ocurrido. Que +creía que no podía vengarme de mi rival de modo más +sabroso que comiéndome su cena y acostándome con mi +querida en el lecho que había pensado disfrutar con ella, +y que aquello le parecía empresa fácil si podía contar con +tres o cuatro hombres que tuviesen bastante valor para +detenerle aquella noche y bastante fidelidad a mí para +guardarle a la vista hasta la siguiente mañana; que, por +lo que a él se refería, prometíame entretenerle aún una +hora con razones que tenía pensadas ya.</p> + +<p>Enseñé la misiva a Manon y le conté de qué astucia +me había valido para llegar hasta ella. Mi invención y la +de T... le parecieron admirables. Nos reímos a nuestras +anchas unos minutos; pero como la hablase de la última +como de una broma, quedé asombrado al ver que le parecía +cosa muy digna de pensarse y que aun me la proponía +como algo cuya realización le encantaba. En vano +fué que la objetase la dificultad de hallar así, sin más ni +más, gentes capaces de detener a G... M... y vigilarle +luego; díjome que, por lo menos, había que intentarlo, +puesto que T... nos garantizaba una hora por lo menos. +<span class="pagenum" id="Page_172">[Pg 172]</span> +Y en respuesta a mis demás objeciones limitábase a decirme +que yo actuaba de tirano y que no tenía la menor +complacencia para con ella. Nada le pareció más divertido +que aquel proyecto. «Tendréis su mesa, dormiréis +en su lecho y mañana temprano partiréis llevándoos su +dinero y su querida, y así estaréis bien vengado del padre +y del hijo».</p> + +<p>Cedí a sus instancias, pese a los avisos de mi corazón, +que parecía presagiarme una catástrofe. Salí con intención +de encargar a dos o tres guardias de Corps con +quienes Lescaut me había puesto en relación se encargasen +del cuidado de detener a G... M... Sólo a uno hallé, +pero era hombre resuelto que en cuanto supo de lo que +se trataba me garantizó el éxito. Tan sólo me pidió diez +<em>pistolas</em> para recompensar a tres soldados de la Guardia, +a cuyo frente pensaba ponerse. Roguéle que no perdiese +el tiempo. Reuniólos en menos de un cuarto de hora. Esperábales +yo en su casa, y cuando todo estuvo dispuesto +llevéles yo mismo a la esquina de la calle por donde +G... M... había forzosamente de pasar camino de la morada +de Manon. Encarguéles que no le hiciesen sufrir +malos tratos, pero que le guardasen tan estrechamente +hasta las siete de la mañana que yo pudiese descansar +en la absoluta seguridad de que no se les escaparía. Díjome +que su designio era llevarle a su cuarto y allí obligarle +a desnudarse y aun a acostarse, mientras él y sus +bravos pasaban la noche jugando y bebiendo.</p> + +<div class="chapter"> +<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp173-1"> + <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp173-1.jpg" alt="ilo1p173" title="p173ilo1"> +</figure> +</div> + +<div class="chapter"> +<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp173-2"> + <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp173-2.jpg" alt="ilo2p173" title="p173ilo2"> +</figure> +</div> + +<div class="chapter"> +<p><span class="pagenum" id="Page_173">[Pg 173]</span></p> +</div> + + +<p>Permanecí con ellos hasta que vi venir a G... M..., y +entonces me retiré a un sitio oscuro para ser testigo de +escena tan extraordinaria. El guardia de corps abordóle +pistola en mano para advertirle amablemente que no +quería ni su vida ni su bolsa, pero que si oponía resistencia +o gritaba veríase en el caso doloroso de saltarle la +tapa de los sesos. G... M..., viéndole sostenido por tres +soldados y temiendo, sin duda, recibir un tiro si hacía +algún gesto, no opuso resistencia. Vi llevárselo como a un +cordero.</p> + +<p>Volví a casa de Manon, y para quitar toda sospecha +en los criados, díjele, delante de ellos, que no debíamos +esperar a G... M... para cenar, que asuntos urgentes reteníanle +mal de su grado, y que me había encargado viniese +a excusarle y a ocupar su sitio, cosa que miraba yo +como singular honor, por tratarse de dama tan bella. +Supo secundarme hábilmente. Nos sentamos a la mesa. +Mientras los lacayos nos servían, conservamos un continente +grave. En fin, después de despedirles o autorizarles +a que se retirasen, pasamos una de las mejores noches +de nuestra vida. Advertí a Marcelo, en secreto, que +buscase un coche y le encargase estuviese a las seis en +punto de la mañana a la puerta. Fingí abandonar a Manon +a media noche, pero en seguida, habiendo vuelto a +entrar gracias a la ayuda de Marcelo, dispúseme a ocupar +el sitio de G... M... en la cama igual que lo había +ocupado en la mesa.</p> + +<p>Durante aquel tiempo, nuestro enemigo malo trabajaba +laborando por nuestra perdición. Mientras nos entregábamos<span class="pagenum" id="Page_174">[Pg 174]</span> +a los locos arrebatos del placer, la catástrofe +estaba suspendida sobre nuestras cabezas. Pero, para mejor +comprender las circunstancias de nuestra ruina, hay +que explicar las causas.</p> + +<p>A G... M... seguíale su lacayo cuando los guardias de +corps le detuvieron. El muchacho, aterrado de la aventura +de su amo, huyó desandando el camino, y por primera +providencia, para tratar de socorrer a su señor, fué +a advertir al viejo G... M... de lo que sucedía.</p> + +<p>Tales nuevas no podían por menos de alarmarle. Su +vivacidad era extremada para sus años. Quiso, para empezar, +saber de boca del lacayo todo lo que su hijo había +hecho aquella tarde; si se había querellado con alguien, si +había intervenido en alguna riña, si había acudido a algún +lugar sospechoso. El criado, que creía a su señor en el +más espantoso de los peligros, y por ende, mirábase como +obligado a todo para salvarlo, descubrió al viejo cuanto +sabía de su pasión por Manon, de los gastos hechos por +ella, de cómo pasara la tarde en su casa hasta cerca de +las nueve que había salido y de la desgracia acaecida al +regreso. Fué bastante para hacer sospechar al viejo que +el asunto de su hijo era una querella amorosa. Aunque +eran las diez y media de la noche, no dudó en ir a casa +del jefe superior de Policía. Rogóle diese órdenes apremiantes +a todos sus subordinados y tras pedirle una guardia +para sí mismo, corrió a la calle donde su hijo había +sido detenido. Recorrió todos los lugares en que esperaba +encontrarle, y por fin, no hallando trazas de él, hízose<span class="pagenum" id="Page_175">[Pg 175]</span> +llevar a casa de la querida, donde esperaba que tal vez +hubiese regresado ya.</p> + +<p>Iba a acostarme cuando llegó. Cerrada la puerta del +cuarto, no oí llamar a la de la calle. Entró seguido de +dos arqueros, y tras informarse inútilmente de lo que +había sido de su hijo, sintió deseos de conocer a la querida, +para ver de obtener alguna luz en el asunto. Subió +a su habitación, acompañado siempre de los arqueros. +Íbamos a meternos en la cama, cuando abrió la puerta y +con su presencia heló la sangre de nuestras venas. «¡Dios +santo, el viejo G...!»—díjele a Manon. Salté para coger +mi espada. Desgraciadamente, habíase enredado en mi +cinturón. Los arqueros, que vieron mi ademán, se aproximaron +para arrebatármela. Un hombre en camisa, es hombre +vencido. Me quitaron el arma.</p> + +<p>Aunque turbado por aquel espectáculo, G... M... no +tardó en reconocernos. «¿Es ilusión de mis sentidos? ¿no +tengo realmente ante mí al caballero Des Grieux y a Manon +Lescaut?». Tan ciego me hallaba, por la ira, que ni aun +le contesté. Pareció dar vueltas a algunos pensamientos +en su cabeza y, como si súbitamente se inflamase de ira, +gritó dirigiéndose a mí. «¡Ah, infortunado! ¡Estoy seguro +de que has asesinado a mi hijo!». Aquella injuria me exasperó. +«¡Viejo traidor!—respondí con orgullo—; ¡si hubiese +querido matar a alguien, hubiese sido a ti!—Sujetadle +bien—dijo a los arqueros—. Es preciso que me dé noticias +de mi hijo. Le haré ahorcar mañana si no me dice +inmediatamente dónde se halla.—¡Me harás ahorcar!—repliqué—Es<span class="pagenum" id="Page_176">[Pg 176]</span> +a tus iguales a quienes hay que mandar +a la horca. Sabe que soy de sangre más noble y pura que +la tuya. Sí—añadí—, sé que ha sido de tu hijo, y si sigues +agotando mi paciencia, le haré estrangular antes de que +sea de día y tú correrás igual suerte que él».</p> + +<p>Fué imprudencia mía decirle que sabía dónde estaba +su hijo, pero el exceso mismo de mi cólera, me hizo cometer +esa torpeza. Llamó inmediatamente a otros cinco +o seis arqueros que aguardaban a la puerta y les encargó +se asegurasen de toda la servidumbre de la casa. «¡Ah, +señor caballero!—díjome con tono burlón—¡Con que +sabéis a dónde está mi hijo y le haréis estrangular! Contad +con que a mi vez sabré poner buen orden a las cosas». +Comprendí entonces la torpeza que había cometido.</p> + +<p>Acercóse a Manon que lloraba sentada en el lecho. Díjole +algunas irónicas galanterías sobre el imperio que ejercía +sobre el padre y sobre el hijo y del buen uso que de +él hacía. Aquel vetusto monstruo de incontinencia quiso +tomarse algunas familiaridades con ella. «¡Guárdate de +tocarla!—grité—¡No habría nada, por sagrado que fuése, +capaz de librarte de mis manos». Salió dejando en el +cuarto tres arqueros con el encargo de hacernos vestir +rápidamente.</p> + +<p>No sé cuáles eran entonces sus designios respecto a +nosotros. Quizás nos hubiese dejado en libertad si le +hubiésemos dicho dónde se hallaba su hijo. Pensé, mientras +me vestía, si no sería aquél el mejor partido. Pero si +se hallaba en tales disposiciones al dejar nuestro cuarto,<span class="pagenum" id="Page_177">[Pg 177]</span> +volvió con otras muy distintas. Había ido a interrogar a +los criados de Manon, que habían sido detenidos por los +arqueros. Nada pudo sacar de los que G... M... había +puesto a su servicio; pero, cuando supo que Marcelo nos +había servido antes a nosotros, decidió hacerle hablar +intimidándole con amenazas.</p> + +<p>Era un muchacho fiel, pero sencillo y tosco. El recuerdo +de lo que había hecho en el <em>hospital</em> para libertar a +Manon, junto al terror que G... M... le inspiraba, causaron +tal impresión sobre su alma simple, que creyó que le iban +a llevar al potro o a la rueda. Prometió decir todo lo que +sabía si le perdonaban la vida. G... M... comprendió, por +tales palabras, que había en nuestros asuntos algo más +serio y más criminal de lo que hasta entonces se figurara. +Ofreció a Marcelo, no sólo la vida, sino una recompensa +si lo confesaba todo.</p> + +<p>El desdichado le contó una parte de nuestros proyectos, +aquélla de que no nos habíamos recatado para hablar +delante de él, puesto que en ella había de intervenir forzosamente. +Cierto que ignoraba los cambios que habíamos +introducido en París, pero le habíamos informado +al salir de Chaillot del proyecto y del papel que en él +debía representar. Contó que nuestra intención era engañar +a su hijo; que Manon iba a recibir o había recibido +ya diez mil francos, que según nuestros planes no debían +volver nunca ya a manos de los herederos de la +casa G... M...</p> + +<p>Después de hacer aquel descubrimiento el viejo subió<span class="pagenum" id="Page_178">[Pg 178]</span> +presto a nuestro cuarto. Entró en el gabinete donde le +fué fácil encontrar la suma y las alhajas. Volvió a nosotros, +el rostro arrebatado de ira, y enseñándonos lo que +dió en llamar nuestra rapiña nos abrumó a injurias. Mostró +a Manon el collar de perlas y los braceletes. «¿Los +reconocéis?—díjole con sonrisa burlona—No es la primera +vez que los tenéis en vuestro poder. ¡Los mismos, a +fe mía! ¡Se ve que eran de vuestro agrado, buena moza!... +Ya no me cabe duda.—¡Pobres criaturas—añadió—; +son encantadoras a decir verdad las dos! ¡Lástima que +sean un poco canallas!».</p> + +<p>Mi corazón ardía de rabia ante aquel afrentoso discurso. +Hubiese dado por ser libre... ¡Justo cielo!, ¿qué no +hubiese yo dado por ser libre un momento? En fin, violentéme +para decirle con una parsimonia que no era sino +refinamiento de furor: «Acabemos, señor, con sus injuriosas +burlas. ¿De qué se trata? ¿Qué pretende hacer de +nosotros?—Se trata, señor caballero—díjome calmosamente—, +de ir al <em>Chatelet</em>. Mañana será de día y veremos +más claro en el asunto, y espero que entonces me dirá +por fin dónde está mi hijo».</p> + +<p>Comprendí, sin necesidad de grandes reflexiones, que +era cosa de terribles consecuencias para nosotros vernos +encerrados en el <em>Chatelet</em>. Preví, con un escalofrío, todas +las derivaciones. Pese a mi orgullo dime cuenta de +que había que inclinarse al peso de la adversa fortuna y +tratar de obtener algo por el halago de mi más cruel +enemigo. Roguéle con acento de sinceridad leal que me<span class="pagenum" id="Page_179">[Pg 179]</span> +prestase un momento de atención. «Me hago justicia a +mí mismo—le dije—. Confieso que los pocos años me +han hecho cometer grandes faltas y que habéis sido lo +suficientemente perjudicado por ellas para tener el derecho +de quejaros; pero conocéis también la fuerza del +amor y debéis saber lo que padece un infortunado a +quien arrebatan lo que más ama; debéis comprender y +perdonar que haya buscado una pequeña venganza o por +lo menos creerme bastante castigado con la afrenta que +acabo de sufrir. No hace falta ni prisión ni suplicios para +hacerme confesar dónde se halla vuestro hijo. Está en +lugar seguro. Mi intención no fué ni deshacerme de él ni +ofenderos. Estoy pronto a deciros el lugar donde pasa +la noche si nos concedéis en cambio la libertad».</p> + +<p>El viejo tigre, en vez de sentirse ablandado por mi ruego, +volvióme la espalda riéndose de mí. Dejó escapar tan +sólo algunas palabras para mostrarme que conocía nuestros +propósitos hasta en su origen. Por lo que a su hijo se +refería dijo que se bastaba para encontrarle puesto que +no le había asesinado. «Conducidles al pequeño <em>Chatelet</em>—ordenó +a los arqueros—, y cuidad que no se escapen, +pues el caballero es un lince y se ha escapado ya +de San Lázaro».</p> + +<p>Salió dejándome en el estado que podéis suponer. +«¡Oh, cielos!—clamaba con desesperación—¡Acepto gustoso +todos los castigos que queráis enviar sobre mí, pero +que un malvado pueda hacerme víctima de tales tiranías +es lo que más me desespera!». Los arqueros nos rogaron<span class="pagenum" id="Page_180">[Pg 180]</span> +que no les hiciésemos esperar más. Tenían una carroza +a la puerta. Ofrecí mi mano a Manon para bajar. «Ven, +reina amada—díjele—, ven a aceptar el rigor injusto de +la suerte. Tal vez quiera el cielo que algún día seamos +más felices».</p> + +<p>Partimos en la misma carroza. Arrojóse en mis brazos. +No le había oído ni una sola palabra desde la llegada de +G... M..., pero al hallarse sola conmigo díjome mil ternezas +acusándose de ser la causa de mi desgracia. Aseguré +que jamás me quejaría de mi suerte mientras ella no +cesase de amarme. «No soy yo a quien debes de compadecer—continué—. +Algunos meses de encierro no me +espantan y desde luego prefiero el <em>Chatelet</em> a San Lázaro. +Pero, es por ti, alma mía, por quien tiembla mi corazón. +¡Qué destino para criatura tan bella! ¡Cielos! ¿Cómo +tratáis así a la más acabada de vuestras obras? ¿Por qué +no nacimos con cualidades acordes a nuestra miseria? +Hemos recibido ingenio, gusto, sentimiento... ¡Qué triste +el uso que de ellos hacemos mientras tantas almas bajas +y dignas de esa suerte gozan de los dones y favores de +la fortuna!».</p> + +<p>Tales reflexiones dejáronme transido de dolor. Pero +nada significaban si había de compararlas con las que +miraban a lo porvenir, pues si he de decir verdad estremecíame +de miedo por Manon. Había estado ya en el +<em>hospital</em>, y aunque hubiese salido, no ignoraba yo lo +peligrosas, por sus consecuencias, que eran ciertas recaídas +en aquel lugar. Hubiese querido participarle mis temores<span class="pagenum" id="Page_181">[Pg 181]</span> +pero temí alarmarle con exceso. Temblaba por +ella sin osar comunicarle mis zozobras y abrazábale con +tiernos suspiros para por lo menos asegurarle de mi amor, +que era el único sentimiento que osaba expresarle. «Manon—díjele—, +háblame con franqueza; ¿me amáis siempre?». +Contestóme que le mortificaba el que pudiese dudarlo. +«Pues bien, ya no dudo y afrontaré a todos nuestros +enemigos con esa fe. Emplearé todo mi esfuerzo en +salir del <em>Chatelet</em> y mi sangre no servirá de nada si no +empleo hasta la última gota en sacaros de allí en cuanto +yo me vea libre».</p> + +<p>Llegamos a la prisión. Nos pusieron en lugar aparte a +cada uno. Aquel golpe me fué menos cruel por haberlo +previsto de antemano. Me recomendó Manon al portero +haciéndole saber que yo era persona distinguida y ofreciéndole +una recompensa. Abracé a mi amada antes de +separarme de ella. La conjuré a no afligirse con exceso +y a no temer nada mientras estuviese yo en el mundo. +No careciendo yo de dinero díle algo a ella y pagué al +portero un mes de pensión adelantado para ambos.</p> + +<p>Mi dinero dió resultados óptimos. Pusiéronme en un +cuarto limpio y bien arreglado y me aseguraron que +Manon tenía uno igual.</p> + +<p>Ocupéme en seguida de los medios de apresurar mi +libertad. No había nada de realmente criminal en nuestra +aventura, y aun suponiendo que el intento de robo +se probase, gracias a la declaración de Marcelo, no ignoraba +yo que las intenciones no podían castigarse. Decidí<span class="pagenum" id="Page_182">[Pg 182]</span> +escribir en seguida a mi padre para rogarle viniese a París +en persona. Causábame menos vergüenza, como ya +he dicho, estar en el <em>Chatelet</em> que en San Lázaro. Esto +sin contar que, aunque conservaba todo mi respeto por +la autoridad paterna, la edad y la experiencia habían +disminuido mucho mi timidez. Escribíle, pues, y en el +<em>Chatelet</em> no pusieron inconveniente a la salida de mi carta. +Era, sin embargo, una molestia que hubiese podido +ahorrarme de saber que mi padre llegaba a París al siguiente +día.</p> + +<p>Había recibido la carta que le escribiera ocho días antes. +Tuvo una gran alegría; pero por mucho que mi conversión +halagase su deseo no creyó poder confiar del +todo en mis promesas. Tomó así el partido de venir en +persona a asegurarse de mi conversión y trazar su línea +creada al tenor de la sinceridad de mi arrepentimiento. +Llegó al día siguiente de mi prisión.</p> + +<p>Su primera visita fué a Tiberio, a quien indicábale yo +que debía dirigir la respuesta a mi carta. No pudo saber +de él ni mi domicilio ni mi estado presente. Tan sólo supo +mis principales aventuras desde que me escapé de San +Sulpicio. Tiberio le habló con elogio de las buenas disposiciones +que viera en mí en su última visita. Añadió +que me creía libre de Manon, pero que así y todo, causábale +sorpresa que le tuviese sin noticias desde hacía +ocho días. Mi padre no se dejó engañar. Comprendió que +había algo que escapaba a la penetración de Tiberio en +aquel silencio de que se quejaba, y tanta maña dióse en<span class="pagenum" id="Page_183">[Pg 183]</span> +seguir mi rastro que a los dos días de su llegada supo +que me hallaba en el <em>Chatelet</em>.</p> + +<p>Antes de recibir su visita, que me encontraba muy lejos +de creer inminente, recibí la del Jefe Superior de Policía, +o, mejor dicho, para llamar las cosas por su nombre, sufrí +un interrogatorio. Hízome algunos reproches, pero he +de confesar que no se mostró ni severo ni desagradable. +Me dijo que me compadecía por mi mala conducta; que +había mostrado gran falta de tacto al hacerme enemigo +de un señor como G... M...; que había que reconocer que +en mi asunto había más imprudencia que malicia, pero +que no por eso dejaba de ser la segunda vez que me veía +sometido a los fallos de un Tribunal y que hubiese sido +de esperar que me volviese más formal después de dos +o tres meses de lecciones en San Lázaro.</p> + +<p>Contento de tenérmelas que haber con un juez razonable, +expliquéme con él de un modo tan sensato y respetuoso +que pareció satisfecho en extremo de mis respuestas. +Díjome que no debía de entregarme a la desesperación, +pues estaba dispuesto a servirme por simpatía +a mi nacimiento y a mi juventud. Me tomé la libertad de +recomendarle a Manon, y recomendársela loando su dulzura +y buen natural. Rióse para decirme que no la había +visto aún, pero que le habían hablado de ella como de +una persona harto peligrosa. Aquellas palabras exaltaron +de tal modo mi ternura por ella que prorrumpí en mil +razones inflamadas de pasión en defensa de mi pobre +amada, y aun no pude contener mis lágrimas. Ordenó<span class="pagenum" id="Page_184">[Pg 184]</span> +que me llevasen nuevamente a mi habitación. «¡Amor, +amor!—murmuró el grave magistrado al verme salir—, +¿no te reconciliarás nunca con la prudencia?».</p> + +<p>Hallábame rumiando mis ideas de siempre y meditando +sobre la conversación que acababa de tener con el Jefe +Superior de Policía cuando sentí abrir la puerta de mi +celda: era mi padre. Aunque debía estar preparado para +la visita, que esperaba algunos días más tarde, impresionóme +de tal modo que me hubiese precipitado en cualquier +abismo que se hubiese abierto ante mis pies para +rehuir su vista. Abracéle con señales inequívocas de mi +turbación. Sentóse, sin que ni él ni yo hubiésemos abierto +aún la boca.</p> + +<p>Como permaneciese en pie, descubierto y con los ojos +bajos, díjome gravemente: «Sentaos, caballero, sentaos. +Gracias al ruido escandaloso de vuestros libertinajes y +de vuestras indelicadezas, he hallado el lugar en que morábais. +Es la triste ventaja de tales méritos el no poder +permanecer ocultos. Vais a la celebridad por un camino +infalible. Espero que la meta será pronto la <em>Greve</em> y que +disfrutaréis de la gloria de veros expuesto a la pública +admiración».</p> + +<p>No contesté nada. Continuó: «¡Qué desdicha para un +padre, después de haber luchado por un hijo y no haber +regateado medios para hacer de él un hombre honrado, +hallarse con que no es sino canalla que les deshonra! Se +consuela uno de una pérdida de fortuna; el tiempo la +borra y la pena disminuye. Pero ¿qué remedio contra un<span class="pagenum" id="Page_185">[Pg 185]</span> +mal que aumenta de día en día, como sucede con los +desórdenes del hijo vicioso que pierde todo sentimiento +de honor. ¿No dices nada, desdichado?—añadió—¡Ved +qué aire contrahecho de modestia, qué hipócrita humildad! +¿No se le creería acaso, al verle así, un hombre +honrado, digno de su raza?».</p> + +<p>Aunque comprendía merecer una parte de sus ultrajes +parecíame que los llevaba demasiado lejos. Creíme con +derecho a hacerme oir.</p> + +<p>«Os aseguro, señor, que la humildad con que me presento +ante vos no es fingida; es la actitud natural en un +hijo que siente infinito respeto por su padre, mucho más +cuando se muestra irritado con él. No pretendo tampoco +pasar por el hombre más sensato y ecuánime. Reconozco +que merezco vuestros reproches, pero os conjuro a que +en ellos pongáis un poco más de bondad y a que no me +tratéis como al más perverso de los hombres. No merezco +tales epítetos. Es el amor, bien lo sabéis, el causante +de todas mis faltas. ¡Fatal pasión! ¿No conocéis su fuerza? +¿Vuestra sangre, que es manantial de la mía, no sintió +jamás sus ardores? El amor me hizo con exceso tierno, +apasionado, fiel, quizás complaciente con exceso a los +deseos de una querida encantadora. He ahí mis crímenes. +¿Veis ahí alguno que os deshonre? Veamos, padre querido—continué +con ternura—, un poco de piedad para +un hijo, lleno siempre de respeto y de afecto por vos, y +que no ha renunciado, como creéis, al honor y al deber, +y que es mil veces más de compadecer de lo que podríais<span class="pagenum" id="Page_186">[Pg 186]</span> +pensar». Vertí algunas lágrimas como acompañamiento +de tales palabras.</p> + +<p>Un corazón paterno es la obra maestra de la Naturaleza; +reina en él, por así decirlo, y ella misma maneja todos +sus resortes. El mío, que unía a su calidad de padre +el ser un hombre de talento y de gusto natural, sintióse +tan impresionado del giro que había dado yo a mis disculpas +que no fué dueño de ocultarme el cambio habido +en su espíritu. «¡Ven, pobre caballero, ven a abrazarme! +Me das lástima». Le abracé. Me estrechó contra su pecho +de un modo que denunciaba a las claras lo que sucedía +en su corazón. «Pero ¿de qué medio nos valdremos—dijo—para +sacarte de aquí? Explícame todos tus asuntos, +sin disfrazar la verdad».</p> + +<p>Como no había nada en realidad, mirando bien al fondo +de mi conducta, que pudiese deshonrarme, sobre todo si +se le comparaba con otros jóvenes de mi clase y +de mi tiempo, y que, en el siglo en que corremos, +no son miradas como vergüenzas, ni una querida guapa, +ni el arte para forzar la mano a la fortuna en el juego, +hice a mi padre una confesión sincera de la vida que había +llevado. A cada falta que confesaba, tenía buen cuidado +de añadir ejemplos célebres que disminuyesen su +fealdad.</p> + +<p>«Cierto que vivía con una querida, sin hallarme ligado +a ellos por vínculos matrimoniales, pero el duque de... +sostiene dos a la vista de todo París; y el señor de... tiene, +hace diez años una, a la que guarda una fidelidad que no<span class="pagenum" id="Page_187">[Pg 187]</span> +ha guardado nunca a su esposa legítima. Las dos terceras +partes de las gentes honradas en Francia, consideran +como una honra tener una. Cierto también, que usé de +algunas supercherías en el juego, pero el marqués de... y +el conde de... no tienen otras rentas; el príncipe de... y +el duque de... capitanean una pandilla de caballeros de la +misma orden». Por lo que se refiere a nuestros designios, +respecto de la bolsa de G... M... hubiese podido probar +con igual facilidad que no me faltaban precedentes, pero +me quedaba aún demasiado sentimiento del honor, para +no condenarme a mí mismo en compañía de cuantos en +tal sentido pudiera proponerme por ejemplo, de modo +que rogué a mi padre me perdonase aquella debilidad en +gracia a las dos grandes pasiones que me la inspirase; la +venganza y el amor.</p> + +<p>Interrogóme sobre si conocía algún medio de apresurar +mi libertad y de forma que evitase el escándalo. Participéle +los sentimientos favorables a mí, mostrados por +el jefe superior de Policía. «Si alguna dificultad hay—expúsele—vendrá +de G... M..., así que creo no estaría de +más le viéseis». Me lo prometió así.</p> + +<p>No me atreví a suplicarle intercediese por Manon. No +fué falta de audacia, sino más bien efecto del miedo que +me hacía temer irritarle y de resultas sugerirle algún plan +funesto para ella y para mí. Aún está por saber para +mí si ese temor no ha sido la causa de los mayores infortunios, +impidiéndome explorar las disposiciones de mi +padre e intentar sugerirle ideas de simpatía y compasión<span class="pagenum" id="Page_188">[Pg 188]</span> +por mi infortunada querida. Tal vez hubiese excitado su +piedad; tal vez le hubiese puesto en guardia contra las +impresiones desfavorables que iba a recibir del viejo +G... M... ¿Qué sé yo? Mi fatal destino hubiese sido quizás +más fuerte que todos mis esfuerzos, pero a lo menos no +hubiese tenido sino a ella y la crueldad de mis enemigos +a quienes acusar de mis desgracias.</p> + +<p>Después de dejarme mi padre, fuése a hacer una visita +a G... M... Encontróle con su hijo, a quien el guardia de +corps había honradamente devuelto su libertad. Jamás he +sabido detalles de su conversación, pero no me ha sido +difícil adivinarlos al juzgar sus mortales efectos. Fueron +juntos, quiero decir, claro es, los dos padres, a casa del +jefe superior de Policía, del que solicitaron dos favores; +uno hacerme salir en seguida del <em>Chatelet</em>, el otro encerrar +a Manon por todo el resto de sus días o enviarla a +América. Empezábase por aquel entonces a embarcar +multitud de gentes sin ley ni fuero para el Mississipi. El +jefe de Policía dióles palabra de hacer partir a Manon +en el primer barco.</p> + +<p>El señor G... M... y mi padre vinieron juntos a traerme +la buena nueva de mi libertad. G... M... hízome un +cumplido sobre el pasado y habiéndome felicitado por la +dicha de tener tal padre, exhortóme a seguir en lo futuro +su ejemplo. Mi padre ordenóme le presentase mis excusas +por la pretendida falta cometida con su familia y darle +además las gracias por haber interpuesto sus buenos oficios +para devolverme la libertad.</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_189">[Pg 189]</span></p> + +<p>Salimos juntos sin haber pronunciado ni una palabra +que se refiriese a mi querida. Ni aun osé hablar de ella a +los carceleros en su presencia. ¡Inútiles hubiesen sido por +otra parte mis recomendaciones! La orden cruel había llegado +al mismo tiempo que la de mi libertad. Aquella desdichada +fué llevada una hora más tarde al <em>hospital</em>, para +incorporarse a otras infortunadas criaturas condenadas a +compartir su suerte.</p> + +<p>Habiéndome mi padre obligado a acompañarle a la +casa donde moraba, eran casi las seis cuando conseguí, +escabuyéndome a sus miradas, volver al <em>Chatelet</em>. Pensaba +enviar algunos refrescos a Manon y recomendársela +al portero, pues no creía me permitiesen verla. Tampoco +había tenido aún tiempo de pensar en los medios de libertarla.</p> + +<p>Pregunté por el conserje. Había quedado satisfecho de +mi generosidad y cortesía, así es que mostró gusto en +servirme. Hablóme de la suerte de Manon como de una +desgracia que lamentaba por que sabía me causaría pena. +No comprendí aquel lenguaje. Hablamos pues algunos +momentos sin entendernos. Al fin, notando que necesitaba +una explicación, me la dió tal y como ya tuve el honor +de deciros y aún siento horror a repetir.</p> + +<p>Jamás apoplejía causó efecto más rápido y terrible. Caí +con palpitaciones de corazón tan dolorosas, que perdí el +conocimiento y pude creerme libertado de la carga de +la vida para siempre. Aún quedábame algo de aquella +impresión cuando recobré el conocimiento. Volví los ojos<span class="pagenum" id="Page_190">[Pg 190]</span> +a todas partes y aun me palpé para convencerme de si +me quedaba algo de la desdichada condición de ser viviente. +Verdad es que, de seguir tan sólo el natural instinto +que nos hace desear libertarnos de nuestras penas, +nada podía parecerme más dulce que la muerte en aquella +hora de angustia y consternación. La misma religión +no podía amenazarme después del tránsito con nada más +atroz que las crueles convulsiones que me atormentaban. +La muerte, sin embargo, sólo a mí hubiese sido útil; Manon +necesitaba de mi esfuerzo todo y juré emplearlo en +su servicio sin vacilaciones.</p> + +<p>El portero prestóme toda la asistencia que hubiese podido +esperar del mejor de mis amigos. Recibí sus servicios +con vivísima gratitud. «¡Dios mío, os veo compadecido +de mis penas! Todo el mundo me abandona. Mi mismo +padre cuéntase entre mis perseguidores más crueles. +Nadie tiene piedad de mí. Vos sólo, en la mansión de la +crueldad y la barbarie, tenéis lástima del más miserable +de los hombres».</p> + +<p>Aconsejóme no salir a la calle hasta haberme repuesto +un tanto del estado de turbación en que me hallaba. +«¡Dejad, dejad!—respondíle saliendo sin hacer caso—Os +volveré a ver antes de lo que creéis. Preparadme el +más lúgubre de vuestros calabozos. Voy a hacer méritos +para ser dueño de él».</p> + +<p>Efectivamente, mis primeras resoluciones llegaban nada +menos que a deshacerme de los dos G... M... y del jefe +superior de Policía y caer acto seguido a mano armada<span class="pagenum" id="Page_191">[Pg 191]</span> +sobre el <em>hospital</em> con cuantos pudiese interesar en mi +pleito. Mi mismo padre, con serlo, apenas si escapaba de +la venganza que conceptuaba justa, pues el portero no +me había ocultado que él y G... M... habían sido los autores +de mi infortunio.</p> + +<p>Pero cuando hube dado unos pasos por la calle y el +aire fresco calmado un poco mis nervios y mi irritación, +mi furor dejó sitio poco a poco a sentimientos más razonables. +La muerte de nuestros enemigos no hubiese servido +de nada a Manon y en cambio me hubiese quitado +toda manera de ayudarle. Ensamblé todas mis fuerzas y +todos mis pensamientos para trabajar por la liberación +de Manon, dejando el resto para después del éxito de +aquella empresa.</p> + +<p>Quedábame poco dinero y aquello era una de las bases +por donde había que empezar. No veía sino tres personas +de quienes pudiese esperarlo; M. de T..., mi padre o Tiberio. +Había pocas probabilidades de obtener algo de los +dos últimos y avergonzábame de cansar al otro con mis +abusos. Pero no es ciertamente en las horas de desesperación +cuando se guardan las consideraciones. Fuíme inmediatamente +al seminario de San Sulpicio sin preocuparme +de si sería reconocido o no. Hice llamar a Tiberio. +Sus primeras palabras diéronme a entender que ignoraba +aún mis últimas aventuras. Aquello me hizo cambiar +en mi plan, que era emocionarle, compadecerle con mi +infortunio. Habléle de la alegría que había tenido al ver +a mi padre y roguéle me prestase algún dinero para pagar<span class="pagenum" id="Page_192">[Pg 192]</span> +mis deudas antes de abandonar París. Ofrecióme su +bolsa para coger lo que quisiese. Cogí quinientos francos +de seiscientos que había en ella y le ofrecí un recibo. +Pero era demasiado delicado para aceptarlo.</p> + +<p>Volví a casa de M. de T... Con él no guardé reserva +de nada. Hícele la exposición de mis desgracias y de mis +penas. Sabía ya hasta los menores detalles por la precaución +que tuvo de seguir la aventura del joven G... M... +hasta su fin. Escuchóme, sin embargo, y pareció compadecerme +mucho. Cuando le pedí consejo sobre el modo +de salvar a Manon díjome que veía tan poca luz de esperanza +en ello que de no hacer el cielo un milagro había +que renunciar a toda ilusión; que había ido por el +<em>hospital</em> intencionadamente después de encerrada ella +allí y que ni aun él pudo obtener permiso para verla; que +las órdenes del Jefe Superior de Policía eran muy rigurosas, +y que para colmo de desdicha la banda de infelices +con quienes estaba condenada a partir debían de hacerlo +el siguiente día.</p> + +<p>Tan consternado me hallaba con sus palabras que hubiese +podido estar hablando durante una hora sin que se +me hubiese ocurrido interrumpirle. Me dijo que no había +ido a verme al <em>Chatelet</em> para conservar más libertad de +movimientos no mostrando amistad por mí; que en las horas +que llevaba en libertad había tenido la pena de ignorar +dónde me hallaba y que había deseado ardientemente +verme para darme el único consejo de que creía podía +venir algún bien para Manon, pero que se trataba de un<span class="pagenum" id="Page_193">[Pg 193]</span> +consejo peligroso en el cual me rogaba ocultase siempre +que él había tenido parte, y era elegir algunos valientes +que tuviesen bastante audacia para atacar a los guardas +encargados de escoltar a Manon en cuanto hubiesen salido +de París con ella. No esperó que le hablase de mi +indigencia. «Ahí tenéis cien <em>pistolas</em>—díjome ofreciéndome +una bolsa—que pueden seros de alguna utilidad. +Me las devolveréis cuando vuestros asuntos estén en orden». +Añadió que si el cuidado de su reputación se lo +hubiese permitido él mismo me hubiese ofrecido la ayuda +de su brazo y de su espada.</p> + +<p>Aquella generosidad me emocionó hasta el llanto. Empleé +en testimoniarle mi gratitud toda la vivacidad que +mi aflicción me dejaba aún. Pregunté si no se podía esperar +nada por el camino de las súplicas del Jefe Superior +de Policía. Díjome que ya había pensado en ello pero que +le parecía inútil, pues una gracia de aquella naturaleza no +podía pedirse sin una razón y que no veía qué razón podía +aducirse para interesar a tan alto y severo personaje, +y que si algo podía esperarse en tal sentido era interesando +a G... M... y a mi padre en nuestro favor y haciendo +que ellos mismos implorasen del Jefe Superior de +Policía la revocación de su sentencia. Ofrecióme hacer todos +los esfuerzos imaginables para ganar a nuestra causa +al joven G... M..., aunque creía hallarle un poco frío con +él, tal vez por algunas sospechas concebidas a su cuenta +en nuestro asunto. Aconsejóme no omitir por mi parte +esfuerzo para tratar de ganar la voluntad paterna.</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_194">[Pg 194]</span></p> + +<p>No era ni mucho menos empresa fácil para mí y no +sólo por la dificultad natural de realizarla, sino por otra +razón que me hacía temer mostrarme ante él. Habíame +escapado de nuestro alojamiento, faltando a sus órdenes, +decidido a no volver más desde que supe el triste destino +de Manon. Temía no me detuviese contra mi voluntad +y aun no me obligase a seguirle a provincias. Mi +hermano mayor había empleado en otros tiempos aquel +método. Sin embargo, encontré un medio de verme con +él sin peligro: citarlo en un sitio público y hacerme +anunciar a él con un nombre supuesto. Tomé aquel partido; +T... fuése a ver a G... M... y yo por mi parte al +Luxemburgo, desde donde envié a avisar a mi padre +que un caballero que era su servidor le aguardaba. Temí +tuviese algún reparo en venir, pues la noche se aproximaba, +pero poco después vile llegar seguido de un lacayo. +Roguéle tomásemos por un paseo solitario en que +pudiésemos hablar a solas. Dimos lo menos cien pasos +sin despegar los labios. Supongo comprendería que tantos +preparativos no se habían hecho sin un motivo de importancia. +Esperaba, pues, mi discurso: yo meditaba.</p> + +<p>Por fin hablé. «Señor—díjele temblando—, sois un +buen padre. Me habéis colmado de bienes y me habéis +perdonado un número infinito de faltas. El cielo me es +testigo de que tengo por vos los sentimientos filiales más +tiernos y respetuosos. Pero me parece que vuestra severidad... +—¡Mi severidad!...—contestó mi padre, que debía +de hallar que hablaba yo con excesiva calma para la medida<span class="pagenum" id="Page_195">[Pg 195]</span> +de su impaciencia—. ¡Ah, señor!—repliqué—, paréceme +si que vuestra severidad es excesiva en el trato que +habéis infligido a la desdichada Manon. Habéis escuchado +a G... M... Su odio os la ha representado con los +más negros colores. Os habéis hecho de ella una idea +odiosa. Sin embargo, es la más dulce y amable criatura +que se vió jamás. ¡Pluguiera al cielo que hubieseis deseado +verla un momento! Estoy seguro que os habría parecido +tan encantadora como a mí. Hubieseis tomado su defensa; +hubieseis detestado las negras astucias de G... M...; +hubieseis tenido compasión de nosotros. Estoy cierto de +que vuestro corazón no es insensible y os hubieseis dejado +enternecer».</p> + +<p>Interrumpióme al ver que el fuego con que hablaba no +me permitía acabar. Quiso saber a dónde iba a parar +con mi inflamado discurso. «¡A imploraros la gracia de +mi vida, que no podré conservar ni un día más si Manon +parte para América!—No, no—díjome con tono severo—. +Prefiero verte muerto que sin honra y sin decoro. +—¡No sigáis adelante!—dije, cogiéndole por el brazo—¡Arrancadme +esta vida odiosa e insoportable, pues en +el estado de desesperación en que me arrojáis la muerte +será un favor para mí! ¡Es regalo digno de la mano de +un padre!—No te daría sino lo que mereces—replicó—. +Conozco a muchos padres que no hubiesen esperado +tanto tiempo para ser tus verdugos, pues mi bondad excesiva +es lo que te ha perdido».</p> + +<p>Arrojéme a sus plantas: «¡Ah, si aún os queda un poco<span class="pagenum" id="Page_196">[Pg 196]</span> +de amor por mí—clamé, abrazándome a sus rodillas—no +os mostréis duro e implacable ante mis lágrimas. Pensad +que soy vuestro hijo... Acordaos de mi madre, a quien +amabais tiernamente. ¿Hubieseis sufrido que la arrancasen +de vuestros brazos? No, la hubieseis defendido hasta +la muerte. ¿Es que los demás no tenemos también corazón? +¿Puede serse implacable después de haber gozado +una vez de las dulzuras del amor?—¡No me hables más +de tu madre!—replicóme con irritado acento—. Su recuerdo +no sirve sino para atizar mi indignación. Tus desórdenes +la matarían de pena si hubiese vivido bastante +para verlos. Acabemos ya esta entrevista que me importuna +y no me hará cambiar de resolución. Me vuelvo a +casa y te ordeno que me sigas».</p> + +<p>El tono duro y seco con que me intimó aquella orden +me hizo comprender que su corazón era inflexible. Alejéme +algunos pasos con el temor que se le ocurriese la +idea de detenerme por su propia mano. «No aumentéis +mi desesperación—díjele—forzándome a desobedeceros. +Es imposible que vaya con vos. No lo es menos que viva +después de la dureza con que me habéis tratado. Os doy +mi eterno adiós. Mi muerte, de la que tendréis pronto +noticia, hará tal vez más paternales vuestros sentimientos +para conmigo». Como volviese la espalda para abandonarle, +gritó colérico: «¿Te niegas a venir conmigo? Ve, +corre a tu perdición. ¡Adiós, hijo ingrato y rebelde! +—¡Adiós!—díjele con ciego arrebato—¡Adiós, padre +cruel y desnaturalizado!».</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_197">[Pg 197]</span></p> + +<p>Salí en seguida del Luxemburgo. Anduve por las calles +como un loco hasta dar en casa del señor T... Alzaba, +mientras iba caminando, las manos al cielo para invocar +todas las potencias celestiales. «¡Oh, cielos!—repetía—, +¿seréis siempre implacable para los míseros mortales? +¡Sólo de vos puedo esperar ayuda!».</p> + +<p>T... no había vuelto aún a su casa, pero regresó después +de estarle esperando unos momentos. Su gestión no +había dado mejor resultado que la mía, y así me lo dijo +con abatido rostro. El joven G... M..., aunque menos irritado +que su padre contra mí y contra Manon, no había +querido tomar sobre sí el impetrar piedad para ella. Habíase +excusado, alegando el temor que a él mismo inspiraba +aquel viejo vengativo que habíase enfurecido ya una +vez, reprochándole sus proyectos amorosos por lo que a +Manon atañía.</p> + +<p>No me quedaba, pues, más camino que el de la violencia, +tal y como T... me había trazado el plan; a él reduje +todas mis esperanzas. «Son bien endebles—díjele—; +pero la más dulce y grata para mí es la de perecer en la +empresa». Dejéle, rogándole me auxiliase con sus votos, +y ya no pensé sino en asociarme unos camaradas a quienes +contagiar mi valor y resolución.</p> + +<p>Al primero que se me ocurrió recurrir fué al guardia +de corps que me había servido ya para detener a G... M... +También proyectaba ir a pasar la noche a su casa, no habiendo +tenido ánimos para procurarme alojamiento. Le +hallé solo. Mostró gran alegría al verme, pues me creía<span class="pagenum" id="Page_198">[Pg 198]</span> +en el <em>Chatelet</em>. Ofrecióme sus servicios; le expliqué los +que podía prestarme. Tenía bastante buen sentido para +apreciar todas las dificultades, pero también bastante generosidad +para correr los riesgos.</p> + +<p>Pasamos una parte de la noche en madurar mi proyecto. +Hablóme de los tres soldados de la guardia de +que se valiera en la última ocasión como de tres valientes. +T... habíame informado con exactitud del número de +los arqueros que debían guardar a Manon en el camino; +no eran más que seis. Cinco hombres valientes y resueltos +serían bastante para sembrar el pánico entre aquellos +miserables, incapaces de defenderse decorosamente +si pueden librarse de los riesgos del combate con una +cobardía.</p> + +<p>Como no carecía de dinero, el guardia de corps aconsejóme +no escatimar nada para asegurar el éxito de +nuestro ataque. «Necesitamos—dijo—caballos, pistolas +y un mosquete cada uno. Yo me encargo de hacer +mañana los preparativos. Hacen falta también tres trajes +de paisano para los soldados, que, claro es, no osarán +mostrarse en una aventura así con los uniformes del regimiento». +Puse en sus manos las cien <em>pistolas</em> que me +diera T... y que fueron gastadas al siguiente día hasta el +último céntimo. Los tres soldados desfilaron ante mí; les +animé con promesas y para ilusionarles más di a cada +uno diez <em>pistolas</em>.</p> + +<p>Llegado el día en que la empresa había de tener lugar +envié uno al <em>hospital</em> desde por la mañana temprano,<span class="pagenum" id="Page_199">[Pg 199]</span> +para cerciorarse por sus propios ojos de la partida de +los arqueros con su presa.</p> + +<p>Aunque no había tomado tal precaución sino por un +exceso de inquietud y previsión, resultó que era absolutamente +precisa. Había confiado en algunas indicaciones +erróneas que me habían dado sobre el camino que debían +seguir y creía que era en la Rochelle donde la lamentable +caravana iba a embarcar. Hubiese malgastado +mis esfuerzos de esperar en el camino de Orleans. Fuí +informado por el soldado de guardia que era de Havre-de-Grâce +de donde partiría el barco para América.</p> + +<p>Corrimos a la Puerta de San Honorato, cuidando de +ir por distintos caminos. Nos reunimos en los límites del +barrio. No tardamos en ver venir los seis guardias y los +dos míseros coches que tropezasteis en Passy hace dos +años. Aquel espectáculo estuvo a punto de quitarme las +fuerzas y hasta el conocimiento. «¡Oh, fortuna!—gemí—¡Cruel +fortuna! ¡Dame la muerte o la victoria!».</p> + +<p>Nos consultamos un momento sobre la manera de llevar +a cabo el ataque; los arqueros no iban arriba de cuatrocientos +pasos delante de nosotros y podíamos cortarles +el paso con sólo cruzar un pequeño campo al que +bordeaba el camino real. Los guardias de corps fueron +de opinión de hacerlo así, para caer de improviso sobre +ellos, sembrando el pánico en sus filas. Aprobé su idea +y fuí el primero en picar espuelas al caballo. Pero la +fortuna mostróse sorda a mis ruegos.</p> + +<p>Los arqueros, viendo a cinco caballeros galopar hacia<span class="pagenum" id="Page_200">[Pg 200]</span> +ellos, no dudaron fuése con intención de atacarles. Pusiéronse +a la defensiva, preparando sus bayonetas y sus fusiles +con aire de resolución.</p> + +<p>Aquello que no tuvo otra consecuencia que exasperar +nuestra furia en el guardia de corps y en mí, robó de +golpe y porrazo el valor de nuestros pusilánimes compañeros. +Paráronse como de común acuerdo y habiendo +cambiado algunas palabras entre sí, volvieron grupas y a +todo galopar de sus caballos dirigiéronse hacia París.</p> + +<p>«¡Dios mío! ¿qué hacer ahora?—díjome el guardia de +corps que parecía tan anonadado como yo ante aquella infame +deserción—No somos sino dos». Habíame quedado +mudo de furor y de asombro. Detúveme dudando si mi +primera venganza no debía de emplearla en la persecución +y castigo de los cobardes que así me abandonaban. +Mirábales huir y volvía al mismo tiempo mis ojos a los arqueros. +Si me hubiese sido posible partirme en dos, hubiese +caído a la vez sobre los dos objetos de mi odio.</p> + +<p>El guardia de corps, que dióse cuenta de mi incertidumbre +por mis miradas de espanto, rogóme prestase oídos a +sus consejos. «No siendo sino dos, sería locura atacar a +seis hombres que están tan bien armados como nosotros +y que parecen esperarnos a pie firme. Hay que volver a +París y escoger mejor a nuestros hombres y mañana alcanzarlos. +Los arqueros no podrán hacer grandes jornadas +con esos pesados carromatos y no nos costará gran +trabajo».</p> + +<p>Medité un momento sobre aquel partido pero, no viendo<span class="pagenum" id="Page_201">[Pg 201]</span> +por todas partes sino motivos de desesperación, tomé +una resolución verdaderamente extrema, y fué, después +de dar las gracias a mi compañero por sus servicios, despedirme +de él, y luego, en vez de atacar a los arqueros, +acercarme sumiso a ellos y rogarles me permitiesen incorporarme +a su caravana para acompañar a Manon +hasta Havre-de-Grâce y pasar luego con ella al otro lado +del mar. «Todo el mundo me persigue o me traiciona—díjele +al guardia de corps—, nada puedo esperar de nadie, +no aguardo nada de la fortuna, ni menos auxilio de +los hombres. Mis males han llegado a la meta, no me +queda sino someterme. Así, que cierro los ojos a la esperanza. +Pluga al cielo recompensar vuestra generosidad. +Adiós. Voy a ayudar a mi mala suerte a consumar mi +ruina corriendo a ella voluntariamente». Inútilmente hizo +esfuerzos para convencerme que debía de volver a París. +Roguéle que me dejase a merced de mi destino y que se +fuése él, pues temía que los arqueros siguiesen creyendo +en una intención de ataque por nuestra parte.</p> + +<p>Fuí hacia ellos con paso lento y tal consternación en +el semblante, que no pudieron creer en una intención de +ataque. Sin embargo, permanecían a la defensiva. «Tranquilizaos +señores—díjeles abordándoles—, no os traigo +la guerra; vengo tan sólo a pediros gracia». Roguéles siguiesen +su camino sin desconfianza y expliquéles, mientras +caminábamos, el favor que esperaba de ellos.</p> + +<p>Consultáronse sobre cómo debían recibir aquella confesión. +El jefe del destacamento tomó la palabra en nombre<span class="pagenum" id="Page_202">[Pg 202]</span> +de los demás. Respondióme que las ordenes que tenía +para vigilar a sus cautivas eran de rigor extremo; +que, sin embargo, parecíales tan simpático y buena persona, +que él y sus compañeros faltarían un algo a su deber, +pero que, como comprendería aquel sacrificio había de +costarme algo. Quedábanme quince <em>pistolas</em> y no tuve inconveniente +en decirles lo que constituía mi capital. «Pues +bien, seremos generosos; no os costará sino un <em>escudo</em> +por hora hablar con la mujer que queráis; es el precio corriente +en París».</p> + +<p>No les había hablado de Manon, en particular, porque +no entraba en mis planes que conociesen mi pasión. Imagináronse +primero que no era sino una fantasía muchachil +la que me hacía buscar una distracción con aquellas +criaturas. Pero, cuando creyeron notar que estaba enamorado, +aumentaron de tal modo el tributo, que al salir +de Nantes, donde dormimos el día que llegamos a París, +mi bolsa estaba exhausta.</p> + +<p>¡Para qué deciros cuál fué el triste motivo de mi conversación +con Manon durante el camino, ni la impresión +que su vista causó sobre mí cuando hube obtenido de +los guardias la libertad de acercarme al carricoche! ¡Ah! +las palabras no son capaces, sino de dar a medias idea +de lo que sucedía en nuestro corazón. Pero imaginaos a +mi infortunada amiga sujeta por una cadena que le rodeaba +la cintura, sentada sobre un haz de paja, la cabeza +apoyada en la pared del vehículo y el rostro pálido y +humedecido por las lágrimas que brotaban de sus ojos a<span class="pagenum" id="Page_203">[Pg 203]</span> +pesar de tener los párpados cerrados. Ni aun había tenido +la curiosidad de abrirlos al oir el ruido que hacían +sus guardianes ante el temor de ser atacados. Su ropa +estaba sucia y en desorden, sus manos delicadas expuestas +a las crueles caricias del frío, aquel rostro capaz de +convertir al universo a la idolatría, parecía devastado y +presa de un abatimiento sin límites.</p> + +<p>Ocupaba todo mi tiempo en observarla mientras caminaba +a caballo al lado del carricoche. Tan poco en mis +cabales me hallaba, que estuve a punto de caer varias veces. +Mis suspiros y mis constantes exclamaciones me valieron +algunas miradas de ella. Entonces me reconoció y +pude observar que su primer impulso había sido arrojarse +del coche para venir a mí, pero retenida por la cadena, +volvió a caer en la primitiva actitud.</p> + +<p>Rogué a los arqueros que por compasión se detuviesen +un momento; cedieron por avaricia. Dejé mi caballo para +sentarme a su lado. Estaba tan debilitada y vencida que +permaneció largo rato sin poder hablar ni mover las manos. +Durante aquel tiempo humedecílas con mis lágrimas, +e incapaz de hablar yo mismo, permanecimos así, +largo rato, en la más triste situación que es dado imaginar. +No menos triste fueron nuestras razones cuando hubimos +recobrado el uso de la palabra. Manon habló poco; +diríase que el dolor y la vergüenza habían alterado los +resortes de su voz, que era débil y temblorosa. Dióme las +gracias por no haberle olvidado y también por la alegría +que la proporcionaba—díjome suspirando—, verme una<span class="pagenum" id="Page_204">[Pg 204]</span> +vez aún para poder darme un postrer adiós. Pero cuando +le aseguré que no había en el mundo fuerzas capaces de +separarme de ella y que estaba dispuesto a seguirla al fin +del universo para cuidarla y servirla, para amarla y para +ligar mi destino a su miseria, la pobre criatura entregóse +a tan intensas y dolorosas emociones que llegué a temer +por su vida ante el fuerte sacudimiento experimentado. +Todos los movimientos que agitaban su alma parecían +reflejarse en sus ojos. Teníalos clavados en mí. A veces +abría la boca sin tener fuerzas para concluir de pronunciar +las palabras que iba a decir. Algunas se le escapaban, +sin embargo. Eran de admiración por mi amor, de +protesta contra su exceso, de duda ante la posibilidad +de haberme inspirado una pasión tan perfecta y de súplica +para que renunciase al proyecto de seguirle, y buscar +lejos de ella una felicidad digna de mí que, decía, no +podía darme.</p> + +<p>Pese a la crueldad de mi suerte, hallaba mi dicha en +sus miradas y en la seguridad de mi amor. Había perdido, +es verdad, todo lo que el resto de los hombres estiman, +pero tenía el corazón de Manon, que era lo que yo +más estimaba. Vivir en Europa o en América... ¿qué me +importaba, si era feliz y si vivía con ella? ¿No es acaso +el universo entero patria común para dos seres que se +aman? ¿No encuentran el uno en el otro padre, madre, +amante, amigos, riquezas y felicidad?</p> + +<p>Si algo me inquietaba era la idea de ver a Manon expuesta +a las privaciones de la indigencia. Figurábame ya<span class="pagenum" id="Page_205">[Pg 205]</span> +en su compañía en un país inculto y poblado por salvajes. +«Seguro estoy—decíame a mí mismo—que no los habrá +tan salvajes y crueles como mi padre. A lo menos nos +dejarán en paz. Si las descripciones que de ellos se hacen +son exactas, viven según las leyes de la Naturaleza, +no conocen ni las fatales leyes de la avaricia que dominan +a G... M..., ni las fantásticas preocupaciones del honor +que hacen de mi padre un enemigo. No molestarán, +pues, a dos amantes a quienes verán vivir con igual sencillez +que ellos». Por aquel lado estaba tranquilo.</p> + +<p>Pero no me hacía ilusiones por lo que a la parte material +de la vida se refería. Había experimentado con +harta frecuencia que existen necesidades imprescindibles +para una criatura delicada como Manon, acostumbrada +a una vida cómoda y regalada. Estaba desesperado de +haber malgastado inútilmente mi dinero y de que el poco +que aun me quedaba amenazase acabárseme por la bribonería +de los arcabuceros. Pensaba que con una modesta +suma hubiera podido, no sólo defenderme contra la miseria +una temporada en América, donde el dinero escasea, +sino emprender alguna empresa duradera.</p> + +<p>Aquel pensamiento engendró el de escribir a Tiberio, +a quien siempre encontré propicio a prestarme la noble +ayuda de su amistad. Escribíle desde la primera villa por +donde pasamos. No le daba otra razón sino el gran apuro +en que me veía en Havre-de-Grâce, donde le confesaba +había ido acompañando a Manon. Le pedía cien <em>pistolas</em>. +«Hacedlas llegar a mi mano—decíale—por el jefe de las<span class="pagenum" id="Page_206">[Pg 206]</span> +postas. Ya veis que es la última vez que os importuno; +pero viéndome forzado a abandonar a mi infortunada +amante no puedo dejarla ir al destierro sin alguna ayuda +que mitigue su situación».</p> + +<p>Los arcabuceros hiciéronse tan intratables, cuando pudieron +juzgar de la violencia de mi pasión, y agobiáronme +con tales exigencias, que pronto me vi reducido a la última +miseria. El amor, de otra parte, no me permitía administrar +mi bolsa. Pasaba todo el tiempo junto a Manon, +y no era ya por horas sino por días enteros como había +que medirme el tiempo. En fin, agotado mi tesoro, me vi +a la merced de aquellos seis miserables que me trataban +con insoportable grosería. Testigo fuisteis en Passy. +Vuestro encuentro fué un feliz respiro que me acordó la +Fortuna. Vuestra piedad ante mi infortunio, la sola recomendación +para vuestro corazón generoso. Vuestro donativo +me permitió llegar al Havre, pues los arqueros +guardaron más fe a su promesa de la que les creía +capaces.</p> + +<p>Llegamos. Fuí al correo. Tiberio no había tenido aún +tiempo de contestarme. Me informé con exactitud del +día en que podría recibir su carta. Resultó que no podía +llegar sino dos días después, y por una burla cruel de mi +destino, que el barco en que nos íbamos salía por la +mañana el mismo día en que debía de llegar el dinero. +No puedo pintaros mi desesperación. «¡Cómo—clamé +lleno de angustia—aun en la desgracia misma he de distinguirme +por el exceso de mi mal!». Manon me contestó:<span class="pagenum" id="Page_207">[Pg 207]</span> +«¡Bah! ¿Merece vida tan miserable nuestros trabajos por +conservarla? Muramos en el Havre, mi amado caballero: +¡Que la muerte acabe de un golpe con nuestras miserias! +¿Debemos ir a buscarla a una tierra ignorada, donde deben +esperarnos dolores sin cuento, puesto que de ella +han querido hacer un castigo para mí? ¡Muramos!—repitió—. +O por mejor decir, ve a buscar la dicha en los brazos +de otra amada menos infortunada que yo.—No, no—respondíle—, +es para mí una dicha ser desdichado +con vos».</p> + +<p>Sus palabras hiciéronme temblar. Juzgué que estaba +abrumada por sus penas. Esforcéme en tomar un aire +tranquilo para quitarle aquellas funestas ideas de muerte +y desesperación. Resolví comportarme así en lo futuro y +tuve ocasión de aprender que no hay nada capaz de inspirar +confianza a una mujer como la intrepidez del hombre +a quien ama.</p> + +<p>Cuando hube perdido la esperanza de recibir ningún +socorro de Tiberio, vendí mi caballo. El dinero que obtuve, +junto con el que aun me quedaba de vuestra liberalidad, +formaba la modesta suma de diecisiete <em>pistolas</em>. +Gasté siete en comprar algunas cosas precisas a Manon +y guardé las otras diez avaramente, como base de nuestra +futura fortuna en América. No me costó gran trabajo +hacerme recibir en el barco. Buscábase entonces gente +joven dispuesta a unirse a la colonia. El pasaje y la comida +me fueron concedidos de un modo gratuito. Como +el correo de París debía marchar al siguiente día, dejé<span class="pagenum" id="Page_208">[Pg 208]</span> +una carta para Tiberio. Era sincera y capaz de enternecerle, +puesto que le hizo tomar una resolución que sólo +podía venir de un amigo sincero, lleno de infinita ternura +y generosidad por otro amigo desgraciado.</p> + +<p>Nos dimos a la vela. El viento nos fué propicio. Obtuve +del capitán un lugar aparte para mí y para Manon. Tuvo +la bondad de mirarnos desde un principio de manera diferente +que a nuestros míseros compañeros. No creí incurrir +en ningún pecado afrentoso diciéndole que Manon +y yo estábamos unidos en matrimonio. Desde el primer +día habíala llevado aparte, y para atraernos su simpatía +habíale contado una parte de nuestros infortunios. Nos +acordó su protección, y palmarias señales de ella recibimos +durante la travesía. Nos hizo dar de comer decorosamente, +sin contar con que las consideraciones que nos +guardaba nos hicieron respetar por nuestros compañeros +de miseria. Mi atención estaba siempre alerta para que +Manon no sufriese la menor incomodidad. Notábalo ella, +y aquello, junto con la idea de la extrema miseria a que +por su amor me había rebajado, hacíanla tan tierna y apasionada, +tan atenta a mis menores deseos, que era entre +ella y yo un pugilato de servidumbres de amor. No tenía +ni la menor nostalgia de Europa. Al contrario; según +avanzábamos hacia América sentía esponjarse mi corazón +y se hacía en él la paz. Si hubiese estado seguro de +no carecer de las cosas más necesarias para la vida hubiese +dado gracias a la Fortuna por haber dado aquel +giro favorable a mi existencia de desdichas.</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_209">[Pg 209]</span></p> + +<p>Después de una navegación de dos meses llegamos, +por fin, a la orilla deseada. El país, a primera vista, no +nos ofreció nada de agradable. Eran llanuras yermas e +inhospitalarias en que apenas veíase algún arroyo y algún +árbol deshojado por el viento. No se veía rastro de hombres +ni animales; pero habiendo el capitán ordenado que +disparasen algunos tiros de nuestra artillería, no tardamos +en ver aparecer a unos ciudadanos de la Nueva Orleáns +que se aproximaron a nosotros con vivas señales +de júbilo. No habíamos visto la villa, que se halla oculta +por aquel lado tras una pequeña colina. Nos recibieron +como a emisarios del cielo.</p> + +<p>Los pobres habitantes apresuráronse a hacernos mil +preguntas sobre el estado de Francia y de cada una de +las provincias donde habían nacido. Abrazábannos como +a sus hermanos y como a compañeros amados que venían +a compartir su soledad y su miseria. Con ellos tomamos +el camino de la ciudad; pero al avanzar vimos con pena +que lo que nos habían elogiado como una gran ciudad +no era sino un villorrio miserable constituido por algunas +pobres cabañas. Habitábanlo seiscientas o setecientas +personas. La casa del gobernador nos pareció algo mejor +por su tamaño y por su situación. Hállase defendida por +algunas fortificaciones hechas con tierra, en torno de las +que corre un largo foso.</p> + +<p>Fuimos llevados a su presencia. Conferenció largamente +con el capitán y luego fué pasando revista, una a +una, a todas las mujeres de la remesa. Eran treinta, pues<span class="pagenum" id="Page_210">[Pg 210]</span> +habíamos hallado en Havre otra banda que se reunió a +la nuestra. Después de haberlas examinado atentamente, +el gobernador hizo llamar a algunos jóvenes de la ciudad +que se desesperaban en espera de una esposa e hizo +echar a suertes. No había aún hablado a Manon, pero +cuando ordenó retirarse a los demás nos hizo quedar a +ella y a mí. «Me dice el capitán que estáis casados y que +ha podido apreciar durante el viaje que se trata de dos +personas de talento y mérito. No quiero escudriñar en +las razones que han causado vuestra desgracia, pero si es +verdad que tenéis tanto mundo como vuestro aspecto +me hace creer, podéis estar seguros que haré cuanto esté +en mi mano para endulzar vuestra suerte, y a la vez vosotros +me ayudaréis a hallar alguna distracción en este +lugar desierto y salvaje».</p> + +<p>Contestéle del modo que creí más conveniente para +confirmarle en la idea que se había formado de nosotros. +Dió entonces algunas órdenes para hacernos preparar +alojamiento y nos invitó a quedarnos a cenar con él. Encontréle +muy tratable para ser el jefe de una penitenciaria. +En público no nos hizo pregunta ninguna sobre el +fondo de nuestras aventuras. La conversación fué general +y, pese a nuestra tristeza, Manon y yo nos esforzamos +en distraerle.</p> + +<p>Por la noche nos hizo llevar a la habitación que nos +habían preparado. Nos encontramos con una miserable +cabaña con muros de barro y de madera, compuesta de +tres habitaciones y un granero. Había hecho poner cinco<span class="pagenum" id="Page_211">[Pg 211]</span> +o seis sillas y algunas otras cosas necesarias para la vida.</p> + +<p>Manon pareció aterrada a la vista de tan triste morada. +Era más por mí que por ella por lo que se sentía afligida. +Cuando quedamos solos sentóse y púsose a llorar +amargamente. Impúseme el deber de consolarla; pero +cuando me dijo que era más por mí que por ella por lo +que lloraba con tanto desconsuelo, y que el motivo de su +aflicción era pensar en las privaciones que por ella me +imponía, tomé sobre mí la misión de consolarla y hacer +aquello menos triste. «¿De qué he de quejarme si tengo +cuanto deseo en el mundo? ¿No me amáis? ¿Qué otra +dicha puedo haber deseado? Dejemos al cielo el cuidado +de nuestra fortuna. La situación no es tan desesperada. +El gobernador es un hombre considerado; ha mostrado +estima por nosotros; no dejará, seguramente, que carezcamos +de lo preciso. Por lo que a la miseria de nuestra +cabaña y a la tosquedad de los muebles se refiere, habréis +podido observar que hay aquí pocas gentes mejor +alojadas que nosotros. ¡Eso sin contar con que vos sois +admirable alquimista, porque todo lo transformáis en oro +con vuestra sola presencia!».</p> + +<p>—Entonces seréis la persona más rica del universo—díjome—, +pues si es verdad que jamás hubo amor +como el vuestro, no menos verdad es que jamás ser humano +fué más tiernamente amado que lo sois vos. Quiero +ser justa para conmigo misma—continuó—y confesar +que nunca merecí la prodigiosa devoción que me mostráis. +Os he causado penas y sinsabores que han necesitado<span class="pagenum" id="Page_212">[Pg 212]</span> +de toda vuestra bondad para hallar perdón. He sido +infiel, ligera y aun, amándoos con toda mi alma como os +amé siempre, fuí hasta ingrata. Pero nunca podéis imaginaros +hasta qué punto he cambiado. Las lágrimas que +tantas veces visteis brotar de mis ojos ni una sola vez +fueron motivadas por mis propios males. Ésos dejé de +sentirlos cuando vos vinisteis a compartirlos conmigo. +No lloraba sino de ternura y compasión por vos. No podré +consolarme de haberos hecho sufrir ni un solo momento. +No ceso de reprocharme mi liviandad ni de admirar +vuestra abnegación por una infortunada indigna +de ella, que con toda la sangre de sus venas no podría +pagarla—añadió con abundancia de lágrimas y suspiros.</p> + +<p>Su llanto, su discurso y el tono en que lo había pronunciado +hicieron sobre mí tan gran impresión que creí +sentir partírseme el corazón. «Tened cuidado—díjela—, +tened cuidado, mi adorada Manon; no tengo fuerzas para +soportar pruebas tales de vuestro amor, pues no puedo +habituarme a júbilo tan grande. ¡Oh, Dios mío!—gemí—. +Ya nada os pido, estoy seguro del corazón de mi Manon, +que es cuanto deseo para ser feliz. Ya no cesaré de serlo +nunca. Ya soy feliz.—Lo seréis—respondióme—si de mí +hacéis depender vuestra felicidad, y por lo que a mí se +refiere ya no sé dónde hallar la mía».</p> + +<p>Me acosté con aquellas ideas, que hacían de mi cabaña +un palacio digno del más poderoso monarca del mundo. +América parecióme después de eso un lugar de delicias. +«Es a Nueva Orleáns—decíale frecuentemente a Manon—donde<span class="pagenum" id="Page_213">[Pg 213]</span> +hay que venir si queremos gozar de las delicias +del amor. Es aquí donde puede amarse sin celos, +sin interés y sin infidelidades. Nuestros compatriotas vienen +a buscar oro, ¡no saben que hemos hallado tesoros +mucho más valiosos!».</p> + +<p>Cultivamos cuidadosamente la amistad del gobernador. +Algunas semanas más tarde me dió un pequeño destino +que había vacado en el castillo. Aunque no era cosa +muy admirable, aceptéla como un don del cielo, pues me +colocaba en condiciones de vivir sin ser una carga para +nadie. Tomé un criado para mí y una doncella para Manon. +Nuestra pequeña fortuna quedó en orden. Yo, por +mi parte, era muy ordenado; Manon no lo era menos. No +dejábamos pasar ninguna ocasión de hacer un favor o +ser útiles a nuestros convecinos. Aquella servicialidad y +nuestro natural simpático y deferente nos atrajeron las +simpatías de la colonia toda. En poco tiempo llegamos +a estar tan considerados que pasábamos por ser las primeras +personalidades de la colonia después del gobernador.</p> + +<p>La inocencia misma de nuestras ocupaciones y la tranquilidad +de que gozábamos continuamente nos llevó a +rememorar insensiblemente las ideas religiosas. Manon +nunca fué una mujer descreída; tampoco yo era uno de +esos libertinos que se jactan de unir la irreligión a la torpeza +de costumbres. La experiencia comenzaba a hacer +en nosotros las veces de los años. Nuestras charlas, plenas +de reflexión, hicieron nacer en nosotros el deseo de<span class="pagenum" id="Page_214">[Pg 214]</span> +un amor honesto. Fuí el primero en proponer aquel cambio +a Manon. Conocía bien su corazón y sabía que era +recta y justa en su sentir. Hícele comprender que faltaba +algo a nuestra dicha. «Es—díjele—la bendición del cielo. +Nuestras almas son demasiado bellas y nuestros corazones +demasiado justos para vivir voluntariamente en el +olvido de nuestros deberes. Pase que hayamos vivido así +en Francia, donde tan imposible nos era dejar de amarnos +como legalizar nuestro amor; pero en América, donde +no dependemos sino de nosotros mismos, donde no +tenemos por qué respetar las leyes arbitrarias del abolengo +y la fortuna, donde hasta nos creen ya casados, +¿qué puede impedirnos que nos casemos efectivamente +y que santifiquemos nuestra unión con un juramento que +autoriza la Iglesia? Por lo que a mí atañe, nada de nuevo +os ofrezco al ofreceros mi mano y mi corazón, pero estoy +dispuesto a renovar la oferta al pie de los altares».</p> + +<p>Parecióme que aquellas palabras llenábanle de alegría. +«¿Me creeréis si os digo que mil veces pensé en ello desde +que estamos en América? El temor de disgustaros me +hizo sepultar ese pensamiento en lo más hondo de mi +corazón. No tengo la pretensión de aspirar a ser vuestra +esposa.—¡Ah, Manon!; pronto serías la de un rey si al +cielo pluguiese que hubiese nacido con corona. No vacilemos +más. Ningún obstáculo podemos temer. Hoy mismo +quiero hablar al gobernador y decirle que hasta hoy +le mentimos. Dejemos temer a los amantes vulgares las +cadenas irrompibles del matrimonio. No las temerían si,<span class="pagenum" id="Page_215">[Pg 215]</span> +como nosotros, estuviesen seguros de llevar siempre las +del amor». Fuíme, dejando a Manon transida de júbilo +por aquella resolución.</p> + +<p>Estoy seguro que no habría un hombre honrado en el +mundo que no aprobase mi determinación en las circunstancias +en que yo me hallaba; es decir, atado irremisiblemente +a una pasión que jamás podría romper y perseguido +por remordimientos que no debía ahogar. Pero +¿habrá alguien que pueda tachar de injustas mis quejas +si lamento la crueldad de los cielos que rechazaron, qué +digo rechazaron, castigaron como tremendo crimen un +plan hecho tan sólo para agradarle. Habíame dejado caminar +tranquilamente por los más arriesgados vericuetos +del vicio y reservaba el más tremendo de sus castigos +para cuando intentase marchar por las sendas de la virtud. +Temo carecer de las fuerzas necesarias para acabar la +narración del más funesto lance que sucedió jamás.</p> + +<p>Fuí a ver al gobernador, tal y como había quedado +con Manon, para rogarle consintiese en la celebración +de la ceremonia de nuestro matrimonio. Me hubiese guardado +muy bien de hablarle a él ni a nadie si hubiese +creído que su capellán, que era el solo sacerdote que +había en la ciudad, me hubiese hecho aquel favor sin su +intervención; pero no esperando que éste se aviniese al +secreto, había tomado la determinación de obrar abiertamente.</p> + +<p>El gobernador tenía un sobrino llamado Sinelet, a +quien quería mucho. Era un hombre de unos treinta años,<span class="pagenum" id="Page_216">[Pg 216]</span> +valiente, pero iracundo y violento. No estaba casado. +La vista de Manon había encendido una pasión en su +pecho y la constante vista de su belleza durante los +nueve o diez meses que llevábamos allí habíala atizado +hasta hacerle consumirse en ella. Sin embargo, como se +hallaba persuadido, igual que su tío y todo el resto de la +ciudad, de que me hallaba casado con ella, había dominado +su amor hasta no dejar traslucir nada, y aun en +varias ocasiones había puesto verdadero celo en servirme.</p> + +<p>Encontréle con su tío cuando llegué al castillo. Como +no tenía ningún motivo para ocultarme a él no vi inconveniente +en explicarme en su presencia. El gobernador +me oyó con la bondad acostumbrada. Contéle parte de +mi historia, que pareció escuchar con agrado, y cuando +le rogué asistiese a la ceremonia que proyectaba tuvo la +generosidad de ofrecerme costear el gasto que ocasionase +la fiesta. Me fuí muy contento.</p> + +<p>Una hora más tarde vi llegar al limosnero a mi casa. +Creí que venía a darme algunas instrucciones respecto a +mi boda; pero después de saludarme fríamente, díjome +que el gobernador me prohibía ni aun pensar en ello, +pues tenía otros proyectos respecto a Manon. «¿Otros +proyectos respecto a Manon?—interrogué, con el corazón +oprimido por mortal angustia—¿Y cuáles son, señor +limosnero?». Contestóme que no debía yo ignorar que el +señor gobernador era el amo allí y, por lo tanto, que habiendo +sido Manon enviada desde Francia para uso de<span class="pagenum" id="Page_217">[Pg 217]</span> +la colonia era de su incumbencia disponer de ella; que +no lo había hecho hasta entonces porque la creía casada, +pero que habiendo sabido de mis mismos labios que no +era así había determinado entregársela al señor Sinnelet, +que estaba enamorado de ella.</p> + +<p>La ira pudo más que la prudencia. Ordené altivamente +al limosnero que saliese inmediatamente de mi casa, advirtiéndole +que ni el gobernador, ni Sinnelet, ni el pueblo +entero osarían poner mano en mi mujer o mi querida, +como quisiesen llamarla.</p> + +<p>Participé en seguida a Manon el funesto mensaje que +acababa de recibir. Supusimos que Sinnelet había ejercido +presión sobre su tío después de mi marcha y que todo +era el resultado de un siniestro propósito madurado desde +hacía tiempo. Eran los más fuertes. Nos hallábamos +en la Nueva Orleans perdidos como en medio del mar; +es decir, separados del resto del mundo por enormes espacios. +¿Dónde huir en un país desconocido, desierto o +habitado por bestias feroces y por salvajes tan bárbaros +como ellas? Sabíame estimado en la población, pero no +podía esperar conmoverlos hasta obtener un auxilio proporcionado +a mi mal. Hubiese necesitado dinero y era +pobre. Por otra parte, el éxito de una revuelta popular +era incierto, y si la fortuna nos era adversa nuestra desgracia +no tendría remedio.</p> + +<p>Daba vueltas en mi cabeza a todas aquellas ideas. Comuniqué +algunas a Manon; concebí nuevas, sin esperar +su respuesta; tomaba una determinación que abandonaba<span class="pagenum" id="Page_218">[Pg 218]</span> +en seguida pareciéndome descabellada; hablaba solo, +contestaba en voz alta a las preguntas que me formulaba +yo mismo; en fin, hallábame en un estado de agitación +que a nada podría comparar, pues nunca fué igualada. +Manon no apartaba de mí los ojos. Por mi turbación juzgaba +de la magnitud del peligro y temblaba por mí y por +ella misma. La pobre criatura no osaba expresar su +miedo.</p> + +<p>Después de infinidad de reflexiones detúveme en la +determinación de ir a ver al gobernador y tratar de +ablandarle con las ideas de la caballerosidad y el recuerdo +de mi respeto y su afecto. Manon quiso oponerse a +mi marcha. Decíame, con los ojos bañados en llanto: +«¡Vais a la muerte; os matarán; no os veré más; quiero +morir con vos!». Costóme grandes esfuerzos convencerla +de la necesidad en que me veía de salir y de la conveniencia +de que ella se quedase en casa. Prometíle volver +en seguida. Ignoraba, igual que yo, que era sobre ella +sobre quien debía caer toda la cólera de los cielos y la +rabia de nuestros enemigos.</p> + +<p>Fuí al castillo. El gobernador hallábase allí con su limosnero. +Rebajóme para enternecerle a sumisiones que +me hubiesen hecho morir de vergüenza si otra hubiese +sido la causa que las motivase; ataquéle por todas las +razones que debían impresionar un corazón que no fuése +el de un tigre feroz y cruel.</p> + +<p>El bárbaro no opuso a mis razones sino dos razones +que repitió cien veces. «Manon—díjome—depende de<span class="pagenum" id="Page_219">[Pg 219]</span> +mí. He dado palabra a mi sobrino». Estaba decidido a +contenerme hasta el último extremo; contentéme, pues, +con decirle que le creía demasiado amigo mío para desear +mi muerte, a la que consentiría antes que en la +pérdida de mi amada.</p> + +<p>Tenía, sin embargo, la certeza al salir de allí de que +nada podía esperar de aquel viejo terco, capaz de condenarme +mil veces por su sobrino. Pero yo persistía en +mostrarme sereno y moderado, decidido en el fondo a +si llegaban a cometer grandes injusticias conmigo dar a +América el espectáculo de una de las más sangrientas y +horribles escenas de amor que pudiesen soñarse jamás.</p> + +<p>Volvía a mi casa meditando en todo aquello cuando +el destino, que debía querer acelerar mi ruina, me hizo +topar con Sinnelet. Debió leer en mis ojos una parte de +mis pensamientos. Ya he dicho que era valiente; vino a +mí. «¿No me buscabais?—díjome—Comprendo que mis +intenciones os molestan y supuse siempre que habríamos +nosotros dos de andar a estocadas. Veamos quién es el +más feliz». Díjele que tenía razón, que sólo mi muerte +podía acabar con nuestras diferencias.</p> + +<p>Nos alejamos un centenar de pasos de la ciudad. Cruzáronse +nuestras espadas y casi a un tiempo le herí y le +desarmé. Tanto le irritó aquella desgracia que se negó a +pedirme gracia de la vida y a renunciar a Manon. Tal +vez asistíame el derecho de acabar con una y otra, pero +la sangre generosa que corría por mis venas no podía +desmentirse nunca. «Recomencemos—díjele—y pensad<span class="pagenum" id="Page_220">[Pg 220]</span> +que es sin cuartel». Atacóme con terrible furia. He de +confesar que no era muy ducho en las armas, no teniendo +como preparación sino tres meses de sala en París. +Pero el amor guió mi espada. Sinnelet no dejó de traspasarme +un brazo de parte a parte, pero yo, a mi vez, le +di un golpe tan violento que cayó a mis pies sin sentido.</p> + +<p>Pese a la alegría que nos produce la victoria tras de +mortal combate, no pude por menos de reflexionar sobre +las consecuencias de aquella muerte. Conociendo, como +conocía, el cariño del gobernador por su sobrino estaba +cierto que no le sobreviviría ni una hora. Pues con ser +apremiante este temor, éralo menos que otro. Manon, el +bienestar de Manon, la necesidad de perderla, perturbábame +hasta nublar mis ojos e impedíame reconocer el +lugar donde me hallaba. Sentía lo sucedido con Sinnelet +y la muerte, que pusiese fin a todo, parecíame el único +recurso a mis penas.</p> + +<p>Pero hubo un pensamiento que me hizo reaccionar y +recobrar mi presencia de espíritu. «¡Cómo! ¡Quiero morir +para acabar mis penas! ¿Puede haberlas mayores que +perder lo que amo? ¡Ah! ¡Suframos todos los dolores +con tal de ser un consuelo para ella y dejemos el morir +para cuando nuestra presencia sea inútil!».</p> + +<p>Tomé el camino de la ciudad. Volví a mi casa, donde +hallé a Manon medio muerta de miedo y de inquietud. +Mi presencia la reanimó. No podía, sin embargo, ocultarla +el terrible accidente que acababa de tener lugar. +Ante la narración de la muerte de Sinnelet y de mi +propia herida cayó desvanecida en mis brazos. Tardé +más de un cuarto de hora en hacerle recobrar el conocimiento.</p> + +<div class="chapter"> +<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp221-1"> + <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp221-1.jpg" alt="ilo1p221" title="p221ilo1"> +</figure> +</div> + +<div class="chapter"> +<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp221-2"> + <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp221-2.jpg" alt="ilo2p221" title="p221ilo2"> +</figure> +</div> + +<div class="chapter"> +<p><span class="pagenum" id="Page_221">[Pg 221]</span></p> +</div> + +<p>Yo mismo estaba medio muerto de espanto, no viendo, +como no veía el menor rayo de esperanza para su salvación +y la mía. «Manon, ¿qué hacemos ahora? ¡Dios mío!, +¿qué será de nosotros? Tengo forzosamente que alejarme; +¿queréis quedaros vos aquí? Sí, quedaros; aún podéis +ser feliz. Yo parto lejos, para buscar la muerte entre los +salvajes o bajo las garras de las fieras».</p> + + +<p>Alzóse, pese a su debilidad, y me cogió la mano para +llevarme hacia la puerta. «Huyamos juntos—díjome—. +No perdamos un instante. Pueden haber hallado el cuerpo +de Sinnelet y entonces no tendríamos tiempo de partir.—Pero, +Manon adorada—díjela enloquecido—, decidme +dónde queréis que vayamos. ¿Veis algún recurso? +¿No sería mejor que trataseis de vivir aquí sin mí y que +voluntariamente llevaseis mi cabeza en ofrenda al gobernador?</p> + +<p>Aquella proposición no sirvió sino para aumentar su +ardor; hube de seguirla. Tuve aun, al partir, la presencia +de ánimo de coger algunos licores fuertes que había y +todas las provisiones que pude llevar. Dijimos a nuestros +criados, que se hallaban en el cuarto contiguo, que +nos íbamos a dar nuestro paseo vesperal (teníamos aquella +costumbre), y nos alejamos de la ciudad con más prontitud +de lo que la endeble fragilidad de Manon me dejaba +esperar.</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_222">[Pg 222]</span></p> + +<p>Aunque seguía indeciso respecto a la meta de nuestro +viaje, no dejaba de acariciar algunas esperanzas, sin las +que hubiese preferido la muerte a la incertidumbre de lo +que podía ser de Manon. Había adquirido suficiente conocimiento +del país en casi diez meses que llevaba en +América para no ignorar la manera como aprovisionaban +a los salvajes. Podía uno ponerse en sus manos sin riesgo +de una muerte segura. Había incluso aprendido algunas +palabras de su lengua y algunas de sus costumbres en las +varias ocasiones en que les había visto.</p> + +<p>Junto a aquella mísera esperanza tenía otra que radicaba +en los ingleses que, como es sabido, tienen, como +nosotros, establecimientos en aquella parte del Nuevo +Mundo. Pero espantábame la distancia; antes de llegar a +sus colonias teníamos que atravesar grandes planicies, +cuyo recorrido exigía días enteros, y algunas montañas +tan altas y escarpadas que su acceso parecía difícil a +hombres toscos y vigorosos. Pensaba, sin embargo, que +podíamos contar con dos ayudas: los salvajes para guiarnos, +los ingleses para recibirnos en sus colonias.</p> + +<p>Anduvimos cuanto permitieron las fuerzas de Manon, +que fueron unas dos leguas, pues aquella incomparable +amante negóse a detenerse antes. Abrumada al fin de +cansancio, confesóme que no podía más. Era noche ya; +sentámosnos en medio de una enorme llanura, sin haber +podido hallar un árbol para cobijarnos. Su primer cuidado +fué cambiar los vendajes de mi herida, que ella +misma había curado antes de la marcha. Fué inútil que<span class="pagenum" id="Page_223">[Pg 223]</span> +me opusiese a su voluntad; hubiese acabado de abrumarla +de pena si la hubiese negado la satisfacción de +creerme a gusto y libre de peligro antes de mirar por su +propia conservación. Me sometí unos minutos a sus deseos +y recibí sus cuidados en silencio y avergonzado. +Pero cuando hube satisfecho su anhelo de ternura, ¡con +qué fervor no di yo suelta a la mía! Despojéme de mis +ropas para hacer que, extendiéndolas sobre ella, su lecho +fuése menos duro. Púseme, aun contra su voluntad, a +emplear todas mis artes en paliar las incomodidades. Calenté +sus manos con el fuego de mis besos y el aliento +de mis suspiros. Pasé toda la noche en vela, junto a ella, +implorando del cielo le concediese un sueño dulce y sosegado. +¡Dios mío, cuán sinceros eran mis votos y cuán +riguroso fuisteis al no escucharlos!</p> + +<p>Perdonadme si en pocas palabras acabo esta narración +que me destroza de pena. Os cuento desgracias que jamás +tuvieron iguales; toda mi vida está destinada a llorarlas. +Pero aunque las tengo perpetuamente presentes +en mi memoria, mi ánimo flaquea y parece vacilar de horror +cada vez que intento expresar con palabras mi recuerdo.</p> + +<p>Habíamos pasado tranquilamente una parte de la noche; +creíala dormida y casi no me atrevía a respirar por +miedo a turbar su sueño.</p> + +<p>Al amanecer noté, al tocar sus manos, que las tenía +frías y temblorosas. Apretélas contra mi pecho para devolverles +su calor. Notólo, y con un esfuerzo, para devolverme<span class="pagenum" id="Page_224">[Pg 224]</span> +la caricia, murmuró con voz débil que creía ya llegada +su última hora.</p> + +<p>No atribuí a aquellas palabras otra trascendencia que +al lenguaje corriente en la desgracia y no contesté sino con +los tiernos consuelos del amor. Pero sus frecuentes suspiros, +su silencio ante mis preguntas y las frecuentes crispaciones +de sus manos, entre las que estrechaba las mías, +me hicieron temer que se aproximaba el fin de sus males.</p> + +<p>No me pidáis que os describa mi pena ni que os cuente +sus últimos momentos.</p> + +<p>La perdí. Aun en la agonía recibí de ella pruebas inolvidables +de amor. Eso es cuanto aún tengo fuerzas para +deciros de aquel deplorable y triste accidente.</p> + +<p>Mi alma no siguió a la suya. Sin duda, el cielo no me +creyó suficientemente castigado; ha querido que siga +arrastrando una vida lánguida y miserable. Renuncio voluntariamente +a llevarla jamás más feliz.</p> + +<p>Pasé más de veinticuatro horas los labios en el rostro +y en las manos de mi adorada Manon. Mi primera idea +fué morir, pero pensé al segundo día que, después de mi +muerte, su cuerpo estaría expuesto a ser pasto de las +bestias feroces. Hice el proyecto de enterrarla y luego +esperar la muerte tendido sobre su fosa. Estaba ya tan +próximo a ella por la debilidad que el ayuno y el dolor +me habían causado que me costaba trabajo tenerme en +pie. Me vi precisado a recurrir a los licores que había +traído; ellos devolviéronme las fuerzas necesarias para el +triste oficio que iba a desempeñar.</p> + +<p><span class="pagenum" id="Page_225">[Pg 225]</span></p> + +<p>No era empresa difícil cavar la tierra en el lugar donde +estaba, que era una llanura cubierta de arena. Rompí mi +espada para servirme de ella para abrir el hoyo, pero me +fué menos útil que mis manos. Abrí un foso profundo. +Sentéme aun junto a ella y la contemplé con arrobo, sin +resolverme a cerrar su tumba. Al fin sentí que mis fuerzas +comenzaban a faltarme nuevamente, y temiendo carecer +de ellas para mi triste misión, sepulté para siempre +en la tierra a la criatura más bella y amable que existió +jamás. Tendíme acto seguido sobre su tumba, el rostro +vuelto a la tierra, y cerrando los ojos con el designio de +no volverlos a abrir, impetré la ayuda del cielo y esperé +la muerte.</p> + +<p>Lo que os costará trabajo, sin duda, creer es que durante +el desempeño de esa triste misión no brotó ni una +lágrima de mis ojos, ni un suspiro de mi pecho. La profunda +consternación en que estaba sumido y la determinación +tomada de morir cortaba el curso a toda manifestación +de desesperación y dolor. Así es que no permanecí +mucho tiempo en aquella postura sin perder el +conocimiento.</p> + +<p>Después de lo que acabáis de oir, el fin de mi historia +tiene tan poco interés que no merece la pena que os +dais en escucharla. Trasladado el cuerpo de Sinnelet a +la ciudad, y examinadas cuidadosamente sus heridas, halláronse +con que no solamente no estaba muerto sino +que aquéllas carecían de importancia. Contóle a su tío +cómo habían sucedido las cosas y su generosidad llevóle<span class="pagenum" id="Page_226">[Pg 226]</span> +a dar cuenta de la mía. Me hicieron buscar, y mi ausencia, +junto con la de Manon, hicieron creer en una fuga. +Era ya tarde para salir en mi seguimiento, pero el día +siguiente y el otro empleáronse en mi busca.</p> + +<p>Halláronme, sin dar señales de vida, tendido sobre la +tumba de Manon, y los que así me encontraron, casi desnudo +y sangrando por mi herida, no dudaron que había +sido robado y asesinado. Me llevaron a la ciudad. El +movimiento del traslado me volvió a la realidad. El suspiro +que proferí al abrir los ojos y mi gemir al encontrarme +entre los seres vivientes, les hicieron comprender +que aun era hora de prestarme auxilio; diéronmelos con +demasiada fortuna. No dejé de ser encerrado, sin embargo, +en severa prisión.</p> + +<p>Instruyéronme proceso, y como Manon no parecía, +acusáronme de haberme deshecho de ella en un impulso +de ira y celos. Conté, claro es, mi lamentable aventura. +Sinnelet, pese a los transportes de dolor que la narración +le produjo, tuvo la generosidad de solicitar gracia +para mí. La obtuvo.</p> + +<p>Estaba tan débil que se vieron obligados a trasportarme +desde la prisión a mi lecho, donde permanecí tres +meses víctima de grave dolencia. Mi odio a la vida no +disminuía; invocaba constantemente la muerte y durante +mucho tiempo me obstiné en rechazar todos los remedios. +Pero el cielo, después de haberme castigado con +tanto rigor, tenía el designio de hacerme útiles mis desgracias +y sus castigos; iluminóme con sus luces, que<span class="pagenum" id="Page_227">[Pg 227]</span> +hicieron brotar en mí ideas dignas de mi nacimiento y +educación.</p> + +<p>Habiendo comenzado a renacer la tranquilidad en mi +espíritu, aquel cambio fué seguido de mi curación. Dejéme +llevar por entero de las inspiraciones del honor y seguí +desempeñando mi modesto empleo en espera de los +barcos de Francia, que visitaban una vez al año aquella +parte de América. Estaba resuelto a volver a mi patria +para borrar con una vida ejemplar el escándalo de mi +conducta. Sinnelet había tomado sobre sí el cuidado de +hacer trasladar el cuerpo de mi amada a un lugar digno.</p> + +<p>Fueron seis semanas después de mi curación cuando, paseando +un día por la orilla del mar, vi llegar un barco a +quien los negocios traían a Nueva Orleans. Esperé al desembarco +de la tripulación. ¡Cuál no seria mi sorpresa al +reconocer a Tiberio entre los que se encaminaban a la +ciudad! Díjome que el único objeto de su viaje había sido +verme y convencerme que volviese a Francia; que habiendo +recibido la carta que le escribí desde el Havre +había corrido allí en persona para llevarme la ayuda que +le pedía y había experimentado vivísimo dolor al saber +mi marcha, y que hubiese partido tras de mí si hubiese +hallado barco dispuesto a ello, que habíalo buscado durante +meses en varios puertos, habiendo encontrado por +fin uno en <em>Saint-Maló</em> que levaba anclas para la Martinica +habíase embarcado con la esperanza de encontrar +allí un pasaje fácil para Nueva Orleans. Que habiendo +sido apresado el barco por los corsarios españoles y llevado<span class="pagenum" id="Page_228">[Pg 228]</span> +a una de sus islas habíase escapado gracias a su +habilidad, y después de diversas aventuras había hallado +la ocasión en la marcha del barco que le había traído con +felicidad hasta mí.</p> + +<p>No podía menos de sentirme lleno de gratitud por un +amigo tan generoso y constante. Le llevé a mi casa e hícele +dueño de cuanto poseía. Contéle cuanto me había +sucedido desde mi salida de Francia, y para darle una +alegría con la que no contaba, díjele que las simientes de +virtud que había sembrado antaño en mi espíritu comenzaban +a producir frutos de que podía estar orgulloso.</p> + +<p>Pasamos dos meses juntos en Nueva Orleans en espera +del barco que venía de Francia, y tras hacernos, por +fin, a la mar, tomamos tierra hace quince días en <em>Havre-de-Grâce</em>. +Escribí a mi familia al llegar. He sabido por la +contestación de mi hermano mayor la triste nueva de la +muerta de mi padre, a la que temo, con harta razón, que +mis desvaríos hayan contribuido. Como el viento era favorable +para Calais, me embarqué en seguida con designio +de ir a casa de un caballero de mi familia donde mi +hermano me espera.</p> + + +<p class="center p2 big2">FIN</p> + +<div class="chapter"> +<figure class="figcenter illowe10" id="ilop229"> + <img class="w100 p4" src="images/ilop229.jpg" alt="iloend" title="endilo"> +</figure> +</div> + +<div style='text-align:center'>*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK 75868 ***</div> +</body> +</html> + diff --git a/75868-h/images/cover.jpg b/75868-h/images/cover.jpg Binary files differnew file mode 100644 index 0000000..592cfd4 --- /dev/null +++ b/75868-h/images/cover.jpg diff --git a/75868-h/images/ilo-title.jpg b/75868-h/images/ilo-title.jpg Binary files differnew file mode 100644 index 0000000..59f502b --- /dev/null +++ b/75868-h/images/ilo-title.jpg diff --git a/75868-h/images/ilobp135.jpg b/75868-h/images/ilobp135.jpg Binary files differnew file mode 100644 index 0000000..9c20634 --- /dev/null +++ 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