diff options
| author | Roger Frank <rfrank@pglaf.org> | 2025-10-15 04:50:49 -0700 |
|---|---|---|
| committer | Roger Frank <rfrank@pglaf.org> | 2025-10-15 04:50:49 -0700 |
| commit | 248824c7e536117b44ce08fbe0691d6b349c659a (patch) | |
| tree | 76973feb831344980d1a3049e9bce07c8b9552f0 | |
| -rw-r--r-- | .gitattributes | 3 | ||||
| -rw-r--r-- | 17317-8.txt | 5917 | ||||
| -rw-r--r-- | 17317-8.zip | bin | 0 -> 131430 bytes | |||
| -rw-r--r-- | 17317-h.zip | bin | 0 -> 138683 bytes | |||
| -rw-r--r-- | 17317-h/17317-h.htm | 6025 | ||||
| -rw-r--r-- | LICENSE.txt | 11 | ||||
| -rw-r--r-- | README.md | 2 |
7 files changed, 11958 insertions, 0 deletions
diff --git a/.gitattributes b/.gitattributes new file mode 100644 index 0000000..6833f05 --- /dev/null +++ b/.gitattributes @@ -0,0 +1,3 @@ +* text=auto +*.txt text +*.md text diff --git a/17317-8.txt b/17317-8.txt new file mode 100644 index 0000000..a8e22eb --- /dev/null +++ b/17317-8.txt @@ -0,0 +1,5917 @@ +The Project Gutenberg EBook of Genio y figura, by Juan Valera + +This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with +almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or +re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included +with this eBook or online at www.gutenberg.org + + +Title: Genio y figura + +Author: Juan Valera + +Release Date: December 16, 2005 [EBook #17317] + +Language: Spanish + +Character set encoding: ISO-8859-1 + +*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK GENIO Y FIGURA *** + + + + +Produced by Chuck Greif + + + + +Genio y figura + +Por + +Juan Valera + +Librería de Fernando Fé + +Madrid + +1897 + + _Medio de fonte leporum_ + _Surgit amari aliquid, quod in ipsis floribus augat_. + + (Lucretii. _De nat. rer._ _libr. IV_). + + + + +-I- + + +En tres distintas y muy apartadas épocas de mi vida, peregrinando yo +por diversos países de Europa y América, o residiendo en las capitales, +he tratado al vizconde de Goivo-Formoso, diplomático portugués, con +quien he tenido amistad afectuosa y constante. En nuestras +conversaciones, cuando estábamos en el mismo punto, y por cartas, cuando +estábamos en punto distinto, discutíamos no poco, sosteniendo las más +opuestas opiniones, lo cual, lejos de desatar los lazos de nuestra +amistad, contribuía a estrecharlos, porque siempre teníamos qué +decirnos, y nuestras conversaciones y disputas nos parecían animadas y +amenas. + +Firme creyente yo en el libre albedrío, aseguraba que todo ser humano, +ya por naturaleza, ya por gracia, que Dios le concede si de ella se hace +merecedor, puede vencer las más perversas inclinaciones, domar el +carácter más avieso y no incurrir ni en falta ni en pecado. El Vizconde, +por el contrario, lo explicaba todo por el determinismo; aseguraba que +toda persona era como Dios o el diablo la había hecho, y que no había +poder en su alma para modificar su carácter y para que las acciones de +su vida no fuesen sin excepción efecto lógico e inevitable de ese +carácter mismo. + +Los ejemplos, en mi sentir, nada prueban. De ningún caso particular +pueden inferirse reglas generales. Por esto creo yo que siempre es falsa +o es vana cualquier moraleja que de una novela, de un cuento o de una +historia se saca. + +Mi amigo quería sacarla de los sucesos de la vida de cierta dama que +ambos hemos conocido y tratado con alguna intimidad, y quería probar su +tesis y la verdad trascendente del refrán que dice: _genio y figura, +hasta la sepultura_. + +Yo no quiero probar nada, y menos aún dejarme convencer; pero la vida, +el carácter y los varios lances, acciones y pasiones de la persona que +mi amigo ponía como muestra son tan curiosos y singulares, que me +inspiran el deseo de relatarlos aquí, contándolos como quien cuenta un +cuento. + +Voy, pues, a ver si los relato, y si consigo, no adoctrinar ni enseñar +nada, sino divertir algunos momentos o interesar a quien me lea. + + + + +-II- + + +Hace ya muchos años, el vizconde y yo, jóvenes entonces ambos, +vivíamos en la hermosa ciudad de Río de Janeiro, capital del Brasil, de +la que estábamos encantados y se nos antojaba un paraíso, a pesar de +ciertos inconvenientes, faltas y aun sobras. + +La fiebre amarilla, recién establecida en aquellas regiones, solía +ensañarse con los forasteros. + +Las _baratas_, que así llaman allí a ciertas asquerosas cucarachas con +alas, nos daban muchísimo asco, sobre todo en los instantes que preceden +a la lluvia, porque dichos animalitos buscan refugio en las +habitaciones, las invaden, cuajan el aire formando espesas nubes, se +posan en los muebles, en las manos y en las caras y esparcen un olor +empalagoso y algo nauseabundo. + +Otros inconvenientes y sobras había también por allí, aunque no hablo de +ellos por no pecar de prolijo. Pero en cambio, ¡cuánta hermosura y +cuánta magnificencia! El Bósforo de Tracia, el risueño golfo de Nápoles +y la dilatada extensión del Tajo frente de Lisboa, son mezquinos, feos y +pobres, comparados con la gran bahía de Río sembrada de islas +fertilísimas siempre floridas y verdes, y cuyos árboles llegan y se +inclinan hasta el mar y bañan los frondosos ramos en las ondas azules. +Los bosques de naranjos y de limoneros, con fruto y con flor a la vez, +embalsaman el aire. Los pintados pajarillos, las mariposas y las +libélulas de resplandecientes colores esmaltan y alegran el ambiente +diáfano. Por la noche, el cielo parece más hondo que en Europa, no negro +sino azul, y todo él lleno de estrellas más luminosas y grandes que las +que se ven en nuestro hemisferio. + +Confieso que es lástima que la vista de todo aquello no despierte en +nuestra alma recuerdos históricos muy ricos de poesía, y que las +montañas que circundan la bahía tengan nombres tan vulgares. No es allí, +por ejemplo, como en Nápoles y en sus alrededores, donde cada piedra, +cada escollo y cada gruta tiene su leyenda y evoca las sombras de uno o +de muchos personajes históricos o míticos: Ulises, las Sirenas, Eneas, +la Sibila de Cumas, los héroes de Roma, los sabios de la magna Grecia, +Aníbal olvidándose de sus triunfos en las delicias de Capua, Alfonso de +Aragón el Magnánimo haciendo renacer y florecer la antigua clásica +cultura, todo esto acude a la mente del que vive en Nápoles y hasta se +pone en consonancia con los nombres sonoros y nobles que conservan los +sitios: el Posilipo, el Vómero, Capri, Ischia, Sorrento, el Vesubio, +Capua, Pestum, Cumas, Amalfi y Salerno. + +En cambio, los nombres de los alrededores de Río no pueden ser más +vulgares ni más vacíos de todo poético significado: la Sierra de los +Órganos, el Corcobado, el Pan de Azúcar, Botafogo, las Larangeiras y la +Tejuca. + +La falta, no obstante, de sonoridad y nobleza en los nombres, y de altos +recuerdos históricos en los sitios, está más que compensada por la +espléndida pompa y por la gala inmarcesible que la fértil naturaleza +despliega allí y difunde por todos lados. + +Nuestro mayor recreo campestre era ir a caballo a la Tejuca, con la +fresca, casi al anochecer. Pasábamos la noche en una buena fonda que +allí había, donde nunca faltaba gente alegre que jugaba a los naipes y +cenaba ya tarde. También se solía bailar cuando había mujeres. + +Aquel sitio era delicioso. El fresco y abundante caudal de agua +cristalina que traía un riachuelo se lanzaba desde la altura de unos +cuantos metros y formaba una cascada espumosa y resonante. Por todas +partes había gran espesura de siempre verdes árboles; palmas, cocoteros, +mangueras y enormes matas de bambúes. Innumerable multitud de +luciérnagas o cocuyos volaban y bullían por donde quiera, durante la +noche, e iluminaban con sus fugaces y fantásticos resplandores hasta lo +más esquivo y umbrío de las enramadas. + +De las frecuentes expediciones a la Tejuca, ya volvíamos a altas horas +de la noche, formando alegre cabalgata, ya volvíamos al rayar el alba. + +No se crea con todo, que las expediciones a la Tejuca eran el mayor +encanto que Río tenía para nosotros. Había otro encanto mucho mayor, la +casa de la Sra. de Figueredo, centro brillantísimo de la _high life_ +_fluminense_. + +La Sra. de Figueredo tendría entonces de veinticinco a treinta años: era +una de las mujeres más hermosas, elegantes y amables que he conocido. Su +marido, ya muy viejo, era quizá el más rico capitalista de todo el +Brasil. Prendado de su mujer, gustaba de que luciese, y lejos de +escatimar, prodigaba el dinero que dicho fin requería. + +Su vivienda era un hotel espacioso, amueblado con primor y con lujo, en +el centro de un bello jardín, bastante dilatado para que por su +extensión casi pudiera llamarse parque. + +Menos en las temporadas en que había teatro, la Sra. de Figueredo +recibía todas las noches. Cuando había teatro recibía también, pero no +siempre. Sus tertulias eran animadísimas y solían durar hasta después de +la una. Bien podía afirmarse que empezaban a las siete, porque la Sra. +de Figueredo rara vez dejaba de tener convidados a comer, agasajándolos +con cuantas delicadezas gastronómicas puede inventar y condimentar un +buen cocinero, sin freno ni tasa en el gasto. Pero lo que sobre todo +hacía agradable aquella casa, era la misma Sra. de Figueredo, que unía a +su elegancia, discreción y hermosura, el carácter más franco y +regocijado. Del sitio en que ella se presentaba, salía huyendo la +tristeza. En torno suyo y en su presencia, no había más que +conversaciones apacibles o jocosas, risas y burlas inocentes, sin +mordacidad ni grave perjuicio del prójimo. Natural era, pues, que el +primer obsequio que, no bien llegase a Río, se podía hacer a un +forastero, era presentarle a una dama tan hospitalaria y divertida. + + + + +-III- + + +En el tiempo de que voy hablando, aportó a Río, como secretario de +la Legación de Su Majestad Británica, un inglesito joven y guapo; +probablemente tendría ya cerca de treinta años, pero su rostro era muy +aniñado y parecía de mucha menor edad. Era blanco, rubio, con ojos +azules y con poquísima barba, que llevaba muy afeitada, salvo el +bigotillo, tan suave, que parecía bozo y que era más rubio que el +cabello. Era alto y esbelto, pero distaba no poco de ser un alfeñique. +En realidad era fuerte y muy ágil y adiestrado en todos los ejercicios +corporales. Tenía talento e instrucción, y hablaba bien francés, español +e italiano, aunque todo con el acento de su tierra. Tenía modales +finísimos, aire aristocrático y conversación muy amena cuando tomaba +confianza, pues en general parecía tímido y vergonzoso, y a cada paso, +por cualquier motivo y a veces sin aparente motivo, se ponía colorado +como la grana. + +No está bien que se declare aquí el verdadero nombre de este inglesito. +Para designarle le daré un nombre cualquiera. El apellido Maury es muy +común. Hay Maurys en Francia, Inglaterra y España. Supongamos, pues, que +nuestro inglesito se llamaba Juan Maury. + +El Vizconde y yo nos hicimos en seguida muy amigos suyos, y los tres +íbamos juntos a todas partes. Claro está que una de las primeras a donde +le llevamos fue a la tertulia de la Sra. de Figueredo, la cual le +recibió con extremada afabilidad, y dejó conocer desde luego que el +inglesito no le había parecido saco de paja. Él también, a pesar de ser +muy reservado, como tomó con nosotros grandísima confianza, nos confesó +que la Sra. de Figueredo era muy de su gusto, y se nos mostró +curiosísimo de saber sus antecedentes; su vida y milagros, como si +dijéramos. El Vizconde, que estaba bien informado de todo, y si no de +todo, de mucho, le contó cuanto sabía, haciendo una relación, que vamos +a reproducir aquí, poco más o menos como el Vizconde la hizo. + + + + +-IV- + + +Hace ya mucho tiempo que ciertas niñas españolas, y particularmente +las andaluzas, acuden a la gran ciudad de Lisboa, en busca de mejor +suerte. Los señoritos de por allí, los _janotas_, que es como si +dijéramos los jóvenes elegantes, _dandies_ o _gomosos_ de Portugal, se +pirran y despepitan por las tales niñas españolas. De ellas aprenden a +hablar un castellano muy chusco y andaluzado: _flamenco_, como ahora se +dice no sé porqué. Ignoro si persisten estas costumbres; pero sí diré +que, hace veinte años, todavía el vocablo españolita era en Lisboa +sinónimo de lo que por aquí pudiéramos llamar _hetera, suripanta_ o +_moza de rumbo_. La afición decidida a las españolitas era entonces el +más pronunciado síntoma y el más elocuente indicio de la posible unión +ibérica. + +El Vizconde, al empezar su narración, sostenía sin rodeos ni disimulos +que ocho años antes del momento en que hablaba, había conocido a la Sra. +de Figueredo, soltera aún y figurando y descollando entre las +españolitas de Lisboa. + +La llamaban Rafaela, y por sus altas prendas y rarísimas cualidades la +apellidaban _la Generosa_. + +Rafaela apenas tenía entonces veinte abriles. Era gaditana, y hubiera +podido decirse que se había traído a Lisboa todo el salero, la gracia y +el garabato de Andalucía. + +--Yo la vi por vez primera, decía el Vizconde, en aquella plaza de toros. +Al aparecer en un palco, con otras tres amigas, los cinco o seis mil +espectadores que había en la plaza, clavaron la vista en Rafaela y +rompieron en gritos de admiración y entusiasmo. Venía ella con vestido +de seda muy ceñido, que revelaba todas las airosas curvas de su cuerpo +juvenil, y en la graciosa cabeza, sobre el pelo negro como el azabache, +llevaba claveles rojos y una mantilla blanca de rica blonda catalana. + +La función hacía tiempo que había empezado. Un diestro caballero en +plaza sobre fogoso caballo, que hacía caracolear con pasmosa maestría, +se aprestaba a poner un par de banderillas a un soberbio toro _puro_, +que de esta suerte califican en Portugal los toros que nunca han sido +lidiados. + +Pero todo se suspendió y durante uno o dos minutos, nadie prestó +atención ni al diestro de las banderillas ni al toro _puro_ tampoco, +distraída y embelesada la gente por la aparición de Rafaela la Generosa. +En el brazo izquierdo llevaba ella un enorme pañolón de seda roja, +cubierto de lindas flores prolijamente bordadas en el Imperio Celeste; +y, según es uso en Lisboa, lo extendió como colgadura sobre el antepecho +del palco. En otros muchos había colgaduras por el estilo, lo cual daba +a la plaza apariencia vistosa y alegre, pero ningún pañolón era más +bonito que el de Rafaela ni había sido extendido con mayor garbo y +desenfado. + +Así recordaba el Vizconde este y otros muchos triunfos de Rafaela; pero +no sin razón la llamaban la Generosa. + +Su magnanimidad y su desprendimiento eran tales que siempre los ingresos +resultaban para ella muy inferiores a los gastos y el auge de su fortuna +distaba muchísimo de corresponder a sus triunfos. + +Los _janotas_ que frecuentaban más a Rafaela, aseguraban que era toda +ella corazón. De aquí que sus negocios económicos fuesen de mal en peor +en Lisboa, donde llegó a tener mil desazones y apuros. + +En ellos la socorrió generosamente cierto caballero principal, +entusiasta del arte y de la belleza, pero no bastante rico para ser muy +dadivoso. Rafaela además tenía estrecha conciencia, y aunque parezca +inverosímil en mujeres de su clase, no exigía ni pedía y hasta rehusaba +las dádivas de sus buenos amigos cuando pensaba que eran superiores a +sus medios y recursos. + +En esta situación, el caballero que tanto se interesaba por ella, formó +un proyecto algo aventurado, pero que daba esperanzas de buen éxito. + +En su sentir, la hermosura corporal no era el único mérito de la +muchacha. Aunque poco o nada cultivado, poseía además gran talento +artístico, que aquel su protector tal vez exageraba deslumbrado por el +cariño. Como quiera que fuese, él imaginaba que Rafaela tenía una voz +dulce y simpática; que cantaba lindamente canciones andaluzas y que +bailaba el fandango, el vito y el jaleo de Jerez por estilo admirable. +No había aprendido ni la música ni la danza, pero la misma carencia de +arte y de estudio prestaba a su baile y a su canto cierta originalidad +espontánea, llena de singular hechizo. + +¿Porqué no había de ir Rafaela a un país remoto y presentarse allí no +como aventurera sino como artista? + +El protector decidió, pues, que Rafaela fuese a Río de Janeiro a cantar +y a bailar. + +Los brasileños son muy aficionados a la música, y asimismo muy músicos. +Sus _modinhas_ y sus _londums_ merecen la fama de que gozan, por lo +inspirados y graciosos, prestándoles singular carácter el elemento o +fondo que en ellos se nota de la música de los negros. Grande es mi +ignorancia del arte musical y temo incurrir en error; pero valiéndome de +una comparación, he de decir lo que me parece. + +Figurémonos que hay en una pipa una solera de vino generoso, muy +exquisito y rancio; que se reparte la solera entre tres vinicultores, y +que cada uno de ellos aliña su vino y le da valor con el vino exquisito +que en su parte de la solera le ha tocado. Los tres vinos tendrán +distintas cualidades, pero habrá en los tres algo de común y de +idéntico, precisamente en lo de más valer y en lo más sustancioso. Así +encuentro yo que en las guajiras y en otros cantares y músicas de la +isla de Cuba, en los de los _minstrels_ de los Estados Unidos y en los +cantos y bailes populares del Brasil, hay un fondo idéntico que les da +singular carácter, y que proviene de la inspiración musical de la raza +camítica. + +Si Rafaela iba al Brasil y cantaba y bailaba allí con originalidad de +muy distinto género, ya que el elemento o fondo primitivo de sus +canciones o era indígena de nuestra Península o provenía acaso de Arabia +o del Indostán por medio de los gitanos, Rafaela, sin duda, iba a pasmar +agradablemente a los brasileños por la exótica extrañeza de sus cantos y +de sus bailes. + +Aprobó la muchacha el plan que su protector le propuso. Este, aunque no +sin fatiga y esfuerzo, le prestó dinero para el viaje y logró darle +también una muy valiosa carta de recomendación, dirigida con el mayor +empeño y ahínco y por persona de grande influjo al más rico capitalista +de Río de Janeiro, que era el Sr. de Figueredo, a quien ya conocemos. + +El Sr. de Figueredo, sin embargo, era entonces un personaje muy distinto +del que más tarde fue. Sin dejar de enriquecerse, acometiendo, movido +por la codicia, las más atrevidas empresas, debía principalmente sus +grandes bienes de fortuna a una economía tan severa que rayaba en lo +sórdido, y al ejercicio de la usura prestando dinero sobre buenas +hipotecas y a interés muy alto. + +Habitaba, se trataba y se vestía casi como un pordiosero, y exhalaba un +millón de suspiros y daba cincuenta vueltas a un _cruzado_ antes de +gastarle. Tales prendas y condiciones no eran las más apropósito para +que en Río le quisiesen y le respetasen. El Sr. de Figueredo era más +bien despreciado y aborrecido, y por lo tanto, el sujeto menos idóneo +para patrocinar e introducir ante el público a una artista que aspirase +a hacerse aplaudir. + +Consternado recibió la carta, porque debía favores a quien se la +escribía, tenía obligación de complacerle y no se consideraba muy apto +para tan difícil empeño. + +Rafaela era además tan mona, tan insinuante y tan dulce, que el Sr. de +Figueredo, a pesar de lo arisco e invulnerable que había sido toda su +vida, que por entonces contaba ya sesenta y cinco años de duración, se +sintió muy propenso a favorecer a la muchacha en cuanto estuviera a su +alcance. Así es que hizo muchas gestiones y consiguió que el periódico +de mayor circulación de Río, _O Jornal do comercio_, anunciase con bombo +y platillos la feliz llegada y próxima aparición en el teatro de la +famosa artista española, y consiguió también que el empresario la oyese, +la viese y la ajustase para dar un concierto con intermedios sabrosos de +danza andaluza. Pronto llegó la noche de la función. El teatro estaba de +bote en bote. El público había acudido, excitado por la curiosidad, mas +no por la benevolencia. Al contrario, el odio y el desprecio que el Sr. +de Figueredo inspiraba, tocaron como por carambola y se estrellaron +contra la pobre Rafaela. La mayoría de los oyentes sostuvo que Rafaela +desentonaba y daba feroces gallipavos, y las damas severas y virtuosas y +los honrados padres de familia clamaron contra el escándalo, e hicieron +que su pudor ofendido tocase a somatén. El resultado de todo fue una +espantosa silba, acompañada de variados proyectiles, con los que en +aquel fecundo suelo brinda Pomona. Sobre la pobre Rafaela cayó un +diluvio de aguacates, tomates, naranjas, bananas, cambucás y mantecosas +chirimoyas. Rafaela estaba dotada de un estoicismo, no sólo a prueba de +fruta, sino a prueba de bomba. Sufrió con calma el descalabro y hasta lo +tomó a risa, calificando de majaderos a los que suponían que cantaba mal +y de hipócritas a los que censuraban sus evoluciones y meneos +coreográficos. + + + + +-V- + + +Las burlas y los chistes con que Rafaela se vengaba de la silba, +hacían mucha gracia al señor de Figueredo, quien se consideraba también +vejado, lastimado, silbado y rechazado por la sociedad elegante de Río. +Entendía además el señor de Figueredo que Rafaela cantaba como un +_sabía_ o como un _gaturramo_, que son la calandria y el ruiseñor de por +allí, y que en punto a danzar echaba la zancadilla a la propia +Terpsícore. La silba, por consiguiente, de que Rafaela había sido +víctima, parecía injusta al viejo usurero y motivada por el odio que a +él le tenían, por donde imaginaba que debía consolar a Rafaela e +indemnizarla del daño que le había causado. + +El oficio de darle consuelo le parecía gratísimo y en su modestia llegó +a creer que él, y no ella, era el verdadero consolado. + +Cada día simpatizaba más con Rafaela. Se ponía melancólico cuando estaba +lejos de ella. Y no bien despachaba los asuntos de su casa, se iba a +acompañarla en la fonda donde ella vivía. + +Con rapidez extraordinaria tomó Rafaela sobre el viejo omnímodo +ascendiente y le ejerció con discreción y provecho. El Sr. de Figueredo +estaba en borrador, y Rafaela se propuso y consiguió ponerle en limpio, +realizando en él una transfiguración de las más milagrosas. + +Ella misma sabía por experiencia lo que era y valía transfigurarse. No +recordaba de dónde había salido ni cómo había crecido. En Cádiz, en el +Puerto, en Sevilla y en otros lugares andaluces, había pasado su primera +mocedad, tratándose con majos, contrabandistas, chalanes y otra gente +menuda, sin picar al principio muy alto y sin elevarse sino muy rara vez +hasta los señoritos. Así es, que en dicha primera mocedad, había sido +algo descuidadilla. En Lisboa fue donde se aristocratizó, se encumbró, y +con el trato de los _janotas_, acabó por asearse, pulirse, adobarse y +llegar en el esmero con que cuidaba su persona hasta el refinamiento más +exquisito. + +El desaliño y la suciedad de los sujetos que andaban cerca de ella, como +ella era tan pulcra, le causaban repugnancia. Puso pues, en prensa su +claro y apremiante entendimiento para insinuar el concepto y el apetito +de la limpieza en la mente obscura y en la aletargada voluntad del Sr. +de Figueredo. Con mil perífrasis sutiles y con diez mil ingeniosos +rodeos le hizo conocer, sin decírselo, que era lo que vulgarmente +llamamos un cochino, y logró hacer en él, con la magia de su persuasiva +elocuencia, lo contrario de lo que hizo Circe en los compañeros de +Ulises, a quienes dio la forma del mencionado paquidermo. Tanto habló de +lo conveniente para la salud que eran los baños diarios, y el frotarse, +fregarse y escamondarse con jabón y con un guante áspero, que infundió +al Sr. de Figueredo la gana de hacer todas aquellas operaciones. Y las +hizo, y ya parecía otro y tan remozado como si él no fuese él sino su +hijo. Luego fue Rafaela a la _rua do Ouvidor_, donde están las mejores +tiendas, y en la perfumería de moda, compró cepillos de dientes y pelo, +polvos y loción vegetal para limpiárselos, y aguas olorosas, cosméticos, +peines y otros utensilios de tocador. Este fue el primer regalo que hizo +Rafaela a D. Joaquín, que tal era el nombre de pila del Sr. de +Figueredo. Y bueno será advertir en este lugar, porque yo soy muy +escrupuloso y no quiero apartarme un ápice de la verdad, que pongo el +Don antes del Joaquín por acomodarme al uso y lenguaje de España, porque +en Portugal, y más aún en el Brasil, son rarísimos los Dones y sólo le +llevan los hombres de pocas familias. Cuando yo estuve en el Brasil, si +no recuerdo mal, sólo habría media docena de Dones en todo el Imperio. +Las señoras en cambio tienen todas, no sólo Don sino excelencia, y hasta +la más humilde es la Excma. Sra. doña Fulana: prueba inequívoca de la +extremada galantería de los portugueses. + +A pesar de lo dicho, se justifica el que yo llame _Don_ al Sr. de +Figueredo, porque, como al fin se casó con Rafaela que era española, y +esta dio en llamarle mi D. Joaquín, todos los amigos y conocidos, y +llegó a tener enjambres de ellos, aunque le suprimieron el _mi_, le +dejaron el _Don_, y él acabó por ser universalmente _donificado_. Pero +no adelantemos los sucesos. + + + + +-VI- + + +Mucho se ha discutido, se discute y se discutirá, sobre si la amena +literatura y otras artes del deleite, estéticas o bellas, deben o no ser +docentes. Afirman muchos que basta con que sean decentes, sin procurar +fuera de ellas fin alguno, y sin enseñar nada: pero es lo cierto, que la +creación de la belleza, y su contemplación, una vez creada, elevan el +alma de los hombres y los mejora, por donde casi siempre las bellas +artes enseñan sin querer, y tienen eficacia para convertir en buenas y +hasta en excelentes las almas que por su rudeza y por los fines vulgares +a que antes se habían consagrado eran menos que medianas, ya que no +malas. Algo de este influjo benéfico ejercieron en el espíritu de don +Joaquín las bellas artes de Rafaela. No me atreveré yo a calificarlas de +decentes por completo, pero no puede negarse que fueron docentes. Ella +las ejerció con certero instinto, superior a toda reflexión y a todo +cálculo. Procedió con lentitud prudentísima para que la transfiguración +no chocase, ni sorprendiese en extremo, ni al público que había de +verla, ni al transfigurado que en su propio ser había de realizarla. + +Escamondado ya interiormente D. Joaquín, Rafaela le obligó a que se +afeitase casi de diario y a que se cortase bien las canas, que limpias, +lustrosas y alisadas tomaron apariencia de venerables. + +A fin de que todas estas reformas fuesen persistentes y no efímeras, +buscó Rafaela para su amigo, en vez del negro ignorante que antes le +servía, un excelente ayuda de cámara, gallego desbastado, ágil y listo. + +Después, y siempre poquito a poco, fue modificando el traje de D. +Joaquín, empezando por los pantalones, que, como se los pisaba por +detrás, los tenía con flecos o pingajos, que solían rebozarse en el lodo +de las calles. Después declaró Rafaela guerra a muerte a toda mancha o +lamparón que sus ojos de lince descubrían en el traje de D. Joaquín, +resultando de esta guerra la desaparición completa del antiguo +vestuario, que apenas pudo servir ya para los negros desvalidos, y la +adquisición de otro nuevo, hecho en Río con menos que mediana elegancia. +Pero Rafaela era insaciable en su anhelo de perfección; y, deseosa de +que D. Joaquín estuviese, no sólo aseado, sino _chic_, y como ella le +decía, hablando en portugués, _muito tafulo_ o _casquilho_, hizo que le +tomasen las medidas y escribió a París y Londres encargándole ropa, que +no tardaron en enviarle. Como por los pantalones era por donde más había +claudicado, mandó Rafaela que se los hiciese en adelante un famoso +sastre especialista, _culottier_, que por entonces había en París, _rue +de la Paix_, llamado Spiegelhalter. De los fracs y de las levitas se +encargaron en competencia Cheuvreuil, en París, y Poole, en Londres. Las +camisas, bien cortadas, sin bordados ni primores de mal gusto, pero +también sin buches, vinieron de las mejores casas parisienses que a la +sazón había, correspondientes a las de Charvet y Tremlett de ahora. Y +por último, como Rafaela aspiraba a que todo estuviese en consonancia, +hizo venir de París el calzado de D. Joaquín, encomendando al Hellstern +o al Costa, que florecía en aquel momento histórico, que reforzase con +clavitos los tacones y que pusiese los contrafuertes debidos, para que +D. Joaquín perdiese la perversa maña de torcer y deformar, como solía, +botines y zapatos. + +En resolución, y para no cansar más a mis lectores, diré que antes de +cumplirse el año de conocerse y tratarse D. Joaquín y la bella Rafaela, +él, con asombro general de sus compatriotas, parecía un hombre nuevo: +era como la oruga, asquerosa y fea durante el período de nutrición y +crecimiento, que por milagroso misterio de Amor, y para que se cumplan +sus altos fines, transforma la mencionada deidad en brillante y pintada +mariposa. + + + + +-VII- + + +Como aún me queda no sé qué escozor y desasosiego de no haber dado, +a pesar de todo lo dicho, concepto cabal de la transfiguración visible y +palpable que en D. Joaquín se había verificado, quiero hablar aquí de un +solo perfil o toque, a fin de que por él se infiera, rastree y calcule +el cambio radical de aquel hombre. Era algo miope y tenía además la +vista un poco fatigada. Para remediar esta falta, usaba antiparras, que +en el Brasil y en Portugal llaman _cangalhas_. Siempre las tenía +prendidas en las orejas, y cuando no necesitaba de ellas para ver, se +las apartaba de los ojos y se las levantaba apoyadas sobre la frente, lo +cual no era nada bonito. Así es que Rafaela hizo que suprimiese las +_cangalhas_ y que, en lugar de ellas, gastase monóculo. Todo, pues, +contribuía a que tuviese el aspecto _fashionable_, atildado y digno de +un antiguo diplomático jubilado. + +A su rara discreción y al entrañable afecto que había inspirado debió +Rafaela los mencionados triunfos; pero los debió también a sus lisonjas, +llenas de sinceridad y fundadas en fe _altruista_. Esto requiere +explicación, y voy a darla. + +Seriamente no es lícito afirmar que Rafaela se enamorase de D. Joaquín; +pero sí puede, y debe afirmarse, que le cobró grande amistad y le estimó +en mucho, considerándole casi un genio para todo aquello que a la +crematística se refiere. Y como se lo decía, dándole encarecidas +alabanzas, le adulaba, le enamoraba y le animaba a la vez, todo sin el +menor artificio. Así el imperio que sobre él había adquirido se hizo más +firme y más completo. + +No se vaya a creer que presentamos aquí a Rafaela como un pozo de +sabiduría. Su educación había sido descuidadísima, o mejor dicho, +Rafaela no había recibido ninguna educación; pero naturalmente era muy +lista. En sus ratos de ocio, había aprendido a leer y a escribir, aunque +escribía sin reglas y apenas leía de corrido. Sólo había leído algunas +novelas y los periódicos. Como tenía buen oído, excelente memoria y +notable facundia, hablaba, sin embargo, la lengua castellana con primor +y gracia, si bien con acento andaluz muy marcado. Y en Lisboa además, +con el trato constante de la gente fina, se había soltado a hablar en +portugués y hasta a chapurrear el francés un poquito. Pero lo que mejor +adquirió, no en escuelas ni en academias, ni menos con lecturas asiduas, +sino en la conversación y trato de personas de mérito, fue un temprano y +pasmoso conocimiento de los hombres, de la vida social y de los asuntos +que se llaman vulgarmente positivos. Para todo esto Rafaela tenía +disposición maravillosa. Era una mujer de prendas naturales nada +comunes. + +Comprendido así el carácter y el entendimiento de Rafaela, no parecerá +inverosímil lo que tenemos que contar ahora y podremos contarlo en +resumen rápido, sin entrar en pormenores. + +Luego que consiguió informarse con exactitud de lo que importaba todo el +caudal de don Joaquín, concibió un plan económico muy hábil, e hizo que +él le adoptase, cambiando enteramente su manera de vivir, como había +cambiado la apariencia de su persona. Rafaela dividió en dos partes los +cuantiosos bienes de D. Joaquín. A la parte más pequeña, aunque +suficiente para el fin a que ella la destinaba, llamó capital triunfante +y beatífico. Y a la otra parte, muchísimo mayor, llamó capital +militante. + +El capital triunfante y beatífico estaba compuesto de predios rústicos y +urbanos y de valores públicos muy seguros; todo ello, hasta donde cabe +en la inestabilidad de los casos, al abrigo de los vaivenes, golpes y +reveses de la fortuna. + +De la renta de dicho capital, que no había de ser ni alterado ni +mermado, viviría D. Joaquín con grande esplendor y lujo, y cuanto +sobrase, sin hacer ahorros mezquinos, se dedicaría a obras de caridad y +a socorrer y a aupar a los parientes pobres y menesterosos, de quienes +en manera alguna debe avergonzarse quien los tenga, si bien ha de +procurar ponerlos en situación de poder alternar con ellos sin el +disgusto que causa el alternar con gente zafia, hambrienta y mal +vestida. + +Hecho esto, y asegurada ya una vida holgada, cómoda y generosa, D. +Joaquín quedaba con un gran capital militante para no tenerle ocioso ni +estarlo él, sino para emplearle y emplearse en empresas, no mezquinas y +ruines, sino grandiosas, y tanto para él como para la nación a que él +pertenecía, y aun para la sociedad entera bienhechoras o productivas. +Hasta entonces D. Joaquín, según Rafaela le hizo notar y comprender, no +había creado riqueza alguna: no había hecho más que dislocar la de los +otros, absorbiéndola y acumulándola por medios ingeniosos, más o menos +de acuerdo con la moral, pero que no infringían el menor precepto de los +códigos. + +En esto se empeñó y consiguió Rafaela que D. Joaquín cambiase de método +y conducta. En adelante no había él de ganar un solo _rei_ que +presupusiese que otro le había perdido, sino que había de ser un _rei_ +nuevo, si añadido a su caudal, añadido también a todo el acervo de la +riqueza de su nación y hasta del género humano. + +En ninguna región del mundo mejor que en el Brasil podía entonces +conseguirse esta creación de la riqueza, aplicándose a tareas agrícolas, +industriales, mercantiles y constructoras. El territorio dilatado y +fertilísimo, la coexistencia en él de todos los climas y de las +producciones más varias, la apenas explotada virtud productiva del suelo +y del subsuelo, la carencia de vías de comunicación que convenía abrir, +los ríos caudalosos de curso dilatadísimo que se podían navegar, y las +risueñas y pomposas florestas vírgenes, bellísimas, pero inútiles al +hombre, que convidaban a que su codicia y su trabajo las trocase en +plantíos y sembrados ubérrimos, todo esto más que indicio era prueba +evidente de que, si D. Joaquín consagraba su ingenio, su actividad y el +capital ya acumulado a producir objetos provechosos a la generalidad de +los seres de su especie, podría hacerse mucho más rico de lo que ya era, +mereciendo, en vez de ser aborrecido, que sus conciudadanos le mirasen +como a un bienhechor con gratitud y con respeto. + +No bien Rafaela trazó este plan, el obediente y sumiso Sr. de Figueredo +le aceptó y empezó a realizarle. + +En la parte primera del plan había un punto que Rafaela no quiso tocar, +ni menos señalar, no por hábil, sino por modesta y desprendida. Este +punto le adivinó, le tocó y le señaló el propio D. Joaquín, impulsado +por el afecto y por la admiración que Rafaela le infundía. Sin duda para +animar y alegrar su magnífico hotel, necesitaba D. Joaquín de mujer +propia y elegante que en él viviera. ¿Y quién había de hacer este papel +y ejercer este cargo mejor que Rafaela? Es cierto que ella, aunque nos +sea muy simpática y nos duela decirlo, era lo que ruda, cruel y +groseramente se llama una perdida. Pero D. Joaquín nada tenía que perder +tampoco en lo que toca a buen nombre y fama. No eran en esto dos +nulidades o ceros cuya suma es siempre cero, sino dos cantidades +negativas que se convierten en positivas al multiplicarse. + +Rafaela no empleó ni ardid, ni astucia, ni embustes, ni retrechería, ni +ningún otro artificio de los que suelen emplear las mujeres para +proveerse de un marido y sobre todo de un marido rico. Él fue quien +solicitó y quien rogó para el casamiento. Ella consintió al cabo, porque +le deseaba y le convenía, pero en todo puso y lució su lealtad, su +franqueza y su desprendimiento. Y no fueron menos dignos de aplauso la +moderación y el talento con que ella supo, ya que no evitar, amortiguar +el escándalo y el ruido. Para que no hubiese la cencerrada moral de las +hablillas, tomaron ambos, sin asesorarse con persona alguna, la +resolución de casarse, y se casaron luego, al año de conocerse, sin +boato ni fiestas y como si dijéramos a cencerros tapados. + +Rafaela fue desde la fonda a instalarse en la casa de su marido: en el +hotel que ella le había hecho comprar y amueblar con el mejor gusto. +Ella eligió para la servidumbre los criados blancos que más convenían, y +los esclavos negros más hábiles y de mejor facha. El jefe de la cocina +era gallego, como el ayuda de cámara del señor, pero tan diestro e +inspirado artista como en las edades pretéritas pudo serlo Ruperto de +Nola y como puede serlo en el día el más aventajado y brillante +discípulo de Gouffé o del glorioso Antonio María Carême, más que +_oficial_, príncipe _de boca_. + +El cocinero de los Sres. de Figueredo era cosmopolita en su arte, +poseyendo el de la clásica cocina francesa y lo más selecto de la +antigua y hoy degenerada cocina española. Se pintaba solo además para +confeccionar guisos y _acepipes_ a la brasileña, y para preparar ciertas +legumbres del país, como _palmito_ y _quinbombó_, haciendo deliciosos +_quitutes_, según en Río de Janeiro se llaman. + +Con tales aprestos, D. Joaquín, mejorado de facha, empezó a ganar +amigos; y Rafaela, bien vestida, mejor hablada, decorosa e insinuante, +fue haciendo olvidar su vida pasada, se introdujo poco a poco entre la +flor y la crema de la sociedad, abrió sus salones y convidó a su mesa a +lo más encopetado y aristocrático de todo el Imperio: a los poetas, a +los Ministros, a los oradores, a los diplomáticos y a los militares. + + + + +-VIII- + + +Todas las anteriores noticias sobre la Sra. de Figueredo y algunas +otras que se omiten en obsequio de la brevedad, se las dio al inglesito +mi amigo el Vizconde de Goivo-Formoso, cuyo conocimiento y amistad con +Rafaela tenían ya fecha muy larga. La había conocido y tratado desde su +primera humilde aparición en la gran ciudad de Lisboa, cuando ella no +desdeñaba aún, sino que estimaba como el más delicado obsequio y regalo, +que algún amigo generoso la llevase al _Retiro de Camoens_, taberna, +_casa de pasto_ o figón muy frecuentado y celebrado, a comer los +excelentes _petiscos_ que allí se hacían y a beber los deliciosos vinos +de Colares y de Bucelas que allí se escanciaban. + +Enteramente cambiadas las cosas en el momento de que vamos hablando, +Rafaela tenía toda la traza de una dama de muy alto copete, y, sin +aparecer orgullosa y soberbia, mostraba cierta dulce majestad y +aristocrático decoro. + +No frecuentaban mucho su casa ni su tertulia las señoronas del país; +pero esto le importaba poco y nada hacía para conseguirlo. De lo que +ella gustaba, era de reunir en torno suyo lo más selecto de los +caballeros, y lo había conseguido. Sus salones parecían un club, que +tenía a una mujer por presidenta, o regio alcázar donde figuraba ella +como reina en día de besamanos. Las señoras, por lo general de medio +pelo, que se allanaban a ir a la tertulia, no parecían sus iguales, sino +las acompañantas y servidumbre de una princesa o las figurantas y +coristas que rodean en el escenario a la encumbrada y aplaudida _prima +donna_. Manifestó Juan Maury no pequeña curiosidad y deseo de enterarse +de cuanto se traslucía y decía acerca de cierto punto un tanto +escabroso. ¿Cuál había sido y cuál era la conducta de la señora de +Figueredo desde que se casó hasta aquellos días? El Vizconde de +Goivo-Formoso quiso indudablemente satisfacer con franqueza la +curiosidad del joven inglés; pero, como hay cosas que no se ven a las +claras y que suelen quedar en la penumbra o envueltas en más o menos +densa nube de misterio, el Vizconde no atinó a poner en claro la +certidumbre de los hechos, y se limitó a presentar hipótesis, no +fundadas en pruebas fehacientes, sino en sospechas y en indicios vagos. + +Como quiera que ello sea, yo voy a dejar hablar al Vizconde. Oigamos lo +que sobre este particular decía: + +--Rafaela es, a mi ver, una mezcla de extrañas cualidades. Las +espontáneas, las que debe a la naturaleza inculta, sin modificación ni +mejora, tienen cierta bondad radical. Sobre las que debe al arte hay que +decir no poco, empezando por hacer una distinción. + +Por naturaleza Rafaela es leal, sincera y agradecida. Ni quiere mentir +ni pagar los beneficios con ofensas. El afecto y la gratitud que muestra +al Sr. de Figueredo, no pueden ser más verdaderos. Están además +sancionados y como santificados por las creencias religiosas. Rafaela es +católica ferviente. El anciano padre cura que la casó, el Padre García, +español como ella, no sólo es su confesor, sino su consultor para los +asuntos más arduos, en los seis años que lleva ya de matrimonio. Y a lo +que parece, no sólo discurre Rafaela con este padre sobre los casos de +moral y de conducta que en la vida práctica se presentan, sino que +también se eleva a disquisiciones metafísicas sobre lo divino y lo +eterno, pensando y hablando del cielo, de Dios, y del origen y fin de +las cosas creadas con notable acierto, elevación y ortodoxia. El Padre, +que es un excelente varón, y además instruido y discreto, la celebra +mucho. Y hay que dar crédito a sus alabanzas, porque el hombre es +desinteresado. + +Si todo el ser de Rafaela consistiese en lo dicho, Penélope, Lucrecia y +cuantos modelos de perfectas casadas hubo después en el mundo hasta el +día de hoy, quedarían eclipsados y por su virtud conyugal +resplandecerían menos que Rafaela. Pero la mayor parte de los seres +humanos, y Rafaela entra en esta cuenta, no son sólo de un modo sino de +varios: se diría que no tienen un alma sola, sino dos almas con opuestas +propensiones y hasta con principios, conceptos y doctrinas filosóficas, +tal vez no aprendidas, sino nacidas en el alma, como en la tierra nacen +los hongos, los cuales conceptos, propensiones y doctrinas, acaso malas, +se insurreccionan contra las buenas y suelen dominarlos. + +Como yo soy ferviente admirador de Rafaela, no se ha de extrañar que vea +y note cierta bondad ingénita hasta en aquella parte de su alma que la +induce e impulsa hacia lo malo. Si ella peca, según se murmura, a pesar +del honesto recato con que lo encubre, su pecado, en mi sentir, nace de +ciertas virtudes originales, que no sé cómo demonios se tuercen y se +ladean. Su generosidad y su piadosa misericordia son tan grandes que a +veces no sabe decir que no a quien ella cree verdaderamente necesitado y +a quien le pide con ahínco. Al mismo tiempo su comprensión de la +hermosura es clara y sublime, y se combina con la caridad, y está en su +mente unida en apretado lazo con la idea de un fin y de un propósito. +Ella, a no dudarlo, debe ver y reconocer su gallardo cuerpo, y sobre +todo ahora que se halla en la plenitud de su florecimiento, en el punto +culminante de su esplendidez y de su gala, como el sol en el meridiano. +Y de seguro que dice para sí, en misteriosos soliloquios: ¿Para qué +sirve, para qué vale todo esto, si no lo comunico y si lo escondo? +Cuando de mí depende la bienaventuranza de alguien, ¿cómo negarme a que +sea bienaventurado? ¿Del chico mal que causo a mi D. Joaquín, sin que él +lo sienta ni lo vea, no resulta un bien grandísimo para otros sujetos? +¿Qué cosa sustancial, qué tesoro, qué joya quito yo a mi D. Joaquín para +que un extraño la disfrute? ¿Por qué no regalar a quien lo merece y +puede con lo que mi D. Joaquín ya no sabe ni puede regalarse? + +Tales son los execrables raciocinios que han de acudir en ocasiones a la +mente de Rafaela, y que, corroborados por la compasión y la ternura, +pueden haber dado al traste con todos sus propósitos de honestidad, en +tal cual deplorable momento. + +Yo estoy segurísimo de que Rafaela se ha arrepentido después, ha llorado +como una Magdalena, ha confesado su culpa, ha hecho penitencia y +propósito de la enmienda; pero recelo que ha reincidido más tarde con +lastimosa flaqueza. + +Ya que no para disculparla, para atenuar su falta y su responsabilidad +moral deben valer el descuido de su vida pasada; el nunca conocido por +ella vergonzoso temor de las niñas que se crían vigiladas por madres +virtuosas; los ejemplos, siempre desaforados, que ha visto en torno +suyo, en vez de verlos buenos, y hasta la carencia del orgullo señoril, +que no podía perder, porque nunca le había tenido, y que sólo podía +contrahacer para la generalidad de los hombres que le eran indiferentes, +mas no para aquellos cuyo talento, gallardía o elegancia le +entusiasmaban. Para estos no acertaba a ser arisca, y el escudo que +ponía contra ellos delante de su corazón se derretía como la escarcha +cuando se levanta el sol en el Oriente en las mañanas del mes de Mayo. + +Así disertaba el Vizconde con profundidad filosófica, elevándose a las +causas sin determinar los efectos. Dejaba entrever, examinando las +causas, cuál había podido ser la conducta de Rafaela, pero no declaraba +cuál en realidad había sido. Esto me hace pensar que el método con que +hasta ahora voy escribiendo esta narración, más que de novela, es propio +de historia. Y como la historia, por falta de testigos, documentos +justificativos y otras pruebas, quedaría en no pocas interioridades +incompleta y obscura, voy en adelante a prescindir del método histórico +y a seguir el método novelesco, penetrando, con el auxilio del numen que +inspira a los novelistas, si logro que también me inspire, así en el +alma de los personajes como en los más apartados sitios donde ellos +viven, sin atenerme sólo a lo que el Vizconde o yo podríamos averiguar +vulgar y humanamente. + +En lo sucesivo, además, yo me retiro de la escena, donde, como actor, +nada tengo que hacer. De esta suerte podré contar con menos dificultades +y tropiezos lo que hagan los otros. En cuanto a mi amigo el Vizconde, yo +no le retiro, sino que le dejo en la escena, porque es uno de los +principales actores. + + + + +-IX- + + +Todavía, antes de proseguir contando la vida y milagros de Rafaela, +me incumbe hacer una aclaración. Voy a penetrar, no ya como mero +historiador, sino como novelista, así en los más apartados rincones de +la casa de Rafaela, como en el centro más recóndito de su alma; pero por +ningún estilo quiero fingir nada, y sólo penetraré en las profundidades +donde el novelista penetra, cuando lo que yo muestre en dichas +profundidades sea tan lógica consecuencia de la verdad históricamente +demostrada que no pueda menos de ser también la verdad. Y sobre aquello +de que yo no esté seguro, sino dudoso, no imaginaré ni bordaré nada, +dejándolo en cierta penumbra y como entre nubes. + +Es innegable que Rafaela pagaba a D. Joaquín la posición que le había +dado. Por ella andaba él aseado, elegantemente vestido y empleado en +negocios importantes que le daban honra y provecho. Ella le cuidaba, le +mimaba, mostraba quererle, y, sin duda, le quería. Lograba que fuera de +su casa olvidara o prescindiera el vulgo de los antecedentes de D. +Joaquín, no le quisiera mal y casi le respetara. Y lo que es en casa, +con sus mimos y con su dulzura, Rafaela le hacía dichoso, arrebolando y +dorando con luz alegre los días de su vejez y colmándolos de +satisfacción y de ventura. + +De las coqueterías de Rafaela no había nadie que no tuviese certidumbre; +pero, si estas coqueterías no pasaban de cierto límite, más que ofender +a D. Joaquín lisonjeaban su amor propio. Lo que es él, estaba convencido +o se empeñaba en estar convencido de la fidelidad de Rafaela. + +Los maldicientes y murmuradores tenían sus hablillas, pero con +certidumbre nada malo se dijo durante los tres primeros años del +matrimonio de los Sres. de Figueredo. Sólo se propalaban vagas +acusaciones. + +Don Joaquín, entre las diversas empresas que había acometido, contaba +también la de agricultor en grande. No lejos de Petrópolis había +comprado extensísimos terrenos y había formado en ellos una magnífica +_fazenda_ de diversos plantíos y sembrados, donde empleaba para la +dirección y los más delicados trabajos a bastantes colonos alemanes y +para las faenas más rudas multitud de esclavos negros. En el sitio más +pintoresco de la propiedad, al borde de un riachuelo de agua cristalina +y cercada de ameno jardín, se parecía la _chácara_ o casa de campo, con +vivienda muy cómoda para señores. Allí iba D. Joaquín a menudo, ya para +inspeccionar la finca, ya para solazarse con algunos viejos amigos en el +ejercicio de la caza, a lo que convidaba no corta porción de la tierra +que poseía, inculta aún y formando risueña e intrincada floresta, en +cuyo seno abundaban los pájaros y no pocos otros animales silvestres, +como grandes lagartos y _tatúes_ o armadillos. + +Aquel bosque, aun sin el aliciente de la caza, era delicioso, tanto por +los gigantescos árboles que le daban sombra y frescura, como por las +olorosas y variadas flores que cubrían el suelo, por las orquídeas que +crecían parásitas en los añosos troncos, y por las plantas enredaderas +que, formando guirnaldas y festones, entrelazaban los árboles, haciendo +a veces impenetrable la espesura, si un negro no caminaba delante con +una hoz abriendo camino. + +Rafaela era poco campestre. Rara vez iba a la _chácara_. Y como D. +Joaquín iba a menudo y pasaba en ella tres o cuatro días seguidos y en +ocasiones hasta una semana, el vulgo malicioso murmuraba que, durante +estas ausencias, Rafaela usaba y hasta abusaba de la libertad en que la +dejaba su marido. + +Como quiera que ello fuese, al menos durante los tres primeros años, +según ya queda dicho siempre fue de maravillar o la virtud de Rafaela o +su prudencia sigilosa. A pesar de la jactancia de muchos hombres que +gustan de hacer creer que son favorecidos, ninguna acusación terminante +hubo contra Rafaela. D. Joaquín, atendidas sus circunstancias y las de +su señora, podía pasar, por inverosímil milagro, como marido venturoso y +respetadísimo. + +La primera sospecha que vino poco a poco a tomar cuerpo, adquiriendo +visos y trazas de certidumbre, fue de inusitada y singular importancia. +Se supuso que un egregio personaje, sin par en todo el imperio por su +elevación, en noches en que Rafaela no recibía a sus tertulianos por +tener jaqueca, penetraba en la casa de ella y permanecía allí no pocas +horas. + +Hasta llegó a contarse una muy curiosa particularidad, que prueba cómo +el vulgo lo atisba, lo huele y lo descubre todo. + +En las noches en que el personaje egregio penetraba o se suponía que +penetraba con misterioso recato en casa de Rafaela, se cuenta que poco +antes venía un sujeto de honrosa servidumbre trayendo en su coche dos +tatarretes. + +¿Qué pensará el curioso lector que dichos tatarretes contenían? La gente +lo declaraba como si lo hubiese visto y probado. En el uno había leche, +y manteca de vacas en el otro. Es rareza inexplicable que en toda +nuestra península ibérica, y probablemente en sus colonias hasta tiempos +novísimos, apenas haya habido nunca vacas de leche ni con la leche de +vacas se haya hecho manteca. Tal vez, hará cuatro o cinco siglos, la +manteca de vacas se hacía en España y se llamaba _butiro_. Si la palabra +cayó en desuso fue porque antes dejó de usarse la sustancia que con la +palabra se significa. Apenas se comprende, pero es lo cierto, que cosa +tan primitiva no se haya hecho nunca o haya dejado de hacerse en España +durante cuatro o cinco siglos. Lejos de ser el _butiro_ una novedad, +traída por el progreso humano, parece que ya las hijas de los primitivos +arios, en las faldas del Parapamiso, ordeñaban las vacas y de su leche +sacaban exquisita y fresca manteca, tomando ellas nombre de este mismo +oficio o arte en que se empleaban, pues afirman los sabios etimólogos +que la palabra hija, en el lenguaje de los vedas, equivale a la que +ordeña las vacas y hace la manteca. + +Pero pongamos a un lado estas sabias disquisiciones y contentémonos con +declarar que, allá por el tiempo en que ocurría lo que voy contando, era +punto menos que imposible proveerse en el Brasil de leche de vacas y +_butiro_ fresco para tomar el té, por donde, cuando un egregio personaje +quería tomarle en compañía de alguna dama muy querida, enviaba él de +antemano a la casa de ella la leche de vacas y la manteca. + +Supuesto lo que antecede, murmuraban unos y celebraban otros que, +avergonzada Rafaela de no tener en su casa ni leche de vacas ni _butiro_ +fresco, había inducido a D. Joaquín a fundar una buena casa de vacas en +la _chácara_ de Petrópolis, donde había ricos y abundantes pastos: un +_capim_ exquisito. D. Joaquín hizo venir, de Inglaterra, de Holanda y de +Suiza, vacas de leche de las mejores castas, y pronto tuvo _butiro_ +fresco en abundancia y crema deliciosa. + + + + +-X- + + +Harto notarán los que lean con atención este relato, que el más +marcado rasgo del carácter de Rafaela era su propensión invencible a ser +didáctica. Y no puede negarse que para educar y perfeccionar a cuantos +seres la rodeaban poseía aptitud pasmosa. Ya hemos visto los milagros +que obró en su D. Joaquín. + +En su confidenta, que las malas lenguas suponían su Enone, hizo también +maravillas. Era una francesa que antes de entrar en su casa se había +sustentado dando lecciones del propio idioma y del inglés, que sabía +casi con igual perfección. Rafaela, que la había tomado primero por +maestra, acabó por tomarla por acompañanta. La sentaba a su mesa, la +llevaba consigo a misa, a tiendas y a paseo, ya a pie, ya en coche, y en +sus tertulias le encomendaba que sirviese el té y que diese conversación +a los tertulianos más fastidiosos y ordinarios. + +_Madame_ Duval, que así se llamaba la confidenta, por afirmar ella misma +que era viuda de un Comandante francés de caballería, muerto +heroicamente en Argelia matando moros, tenía cualidades excelentes, pero +era remilgadísima y empalagosamente afectada, y empleaba al hablar tres +o cuatro muletillas y frases sentimentales, que apenas se podían sufrir +y pervertían y maleaban todas las virtudes y excelencias de la buena +señora. Rafaela acertó a curarla de estos resabios, por tal arte, que, a +los pocos meses de tener a _Madame_ Duval a su servicio, se había esta +convertido en persona natural y sencilla, de trato franco y agradable, +el cual ya como antes no se quebraba de puro fino. + +Tenía Rafaela la habilidad de insinuarse en los espíritus, de dominar +las voluntades y de hacer eficaces sus amonestaciones educadoras sin +ofender el amor propio de los educandos. De aquí que los criados de su +casa, blancos y negros, la respetasen y la amasen, resultando todos más +instruidos y hábiles a poco de entrar a servirla. El cocinero guisaba +mejor. El cochero mulato era un verdadero automedonte, y sentado en el +pescante del landó tenía la mejor facha: hubiera podido pasar por el +cochero del Príncipe de Gales, untada la cara con tizne. El jardinero +negro había llegado a saber casi tanta botánica como Spix y Martius, +doctísimos investigadores de la Flora brasílica. Entre los mozos de +caballeriza descollaba, cual hábil palafrenero, el ínclito y triunfador +Trajano, negro _mina_ que tenía singularmente a su cuidado los dos +hermosos caballos ingleses en que solía pasear la señora. El +maestresala, que era asturiano, se había pulido tanto en su oficio, que +hubiera podido escribir, en consonancia con los adelantos de la época +presente, una _Arte cisoria_ más bonita que la de D. Enrique de Villena. +Y por último, los otros criados de comedor, aunque eran negros, servían +con primor en los banquetes, y todos se habían acostumbrado a llevar +zapatos de continuo, y a no ir descalzos de pie y pierna, según la común +usanza de entonces. + +El benéfico prurito de educar y de corregir que había en el alma de +Rafaela, llegó a tener influjo hasta en su confesor y director +espiritual el Padre García. + +Era este un venerable siervo de Dios, diserto y suave en sus coloquios, +notable teólogo dogmático y severo moralista, cuyos consejos y +advertencias valieron mucho a Rafaela, aunque a menudo, y muy a pesar +suyo, no los seguía: culpa acaso del irresistible ímpetu de su +apasionado carácter. + +Sólo deslustraba el indiscutible mérito del Padre García una inveterada +y perversa maña, que desde la infancia había en él, y que le había +valido entre sus condiscípulos del seminario el farmacéutico apodo de +_Pildorillas_. Era prodigiosa la inagotable fecundidad del filón de +donde el Padre García las sacaba y las fabricaba. Sus narices eran +venero inexhausto. Eran como los encantados cubiletes del +prestidigitador más aplaudido. En cuanto cabe en lo humano, daban una +idea aproximada del milagro de pan y peces. ¡Pues bien: apenas parece +creíble! Rafaela, con gracioso talento, con amistosa delicadeza, sin dar +a conocer que notaba en el Padre aquel vicio y censurándole sólo en los +otros, logró curarle de él radicalmente, y esto, hasta tal extremo de +perfecta curación, que, según los informes que he podido adquirir, el +Padre García en los muchos años, que para bien y provecho de las almas, +ha vivido después, no ha fabricado una sola píldora siquiera. + + + + +-XI- + + +Mientras mejor dotado de brillantes cualidades entendía Rafaela que +estaba un sujeto, y mientras mayores simpatías le inspiraba, mayor y más +vehemente era en ella el deseo de corregir sus faltas, haciendo de él un +dechado de perfección, hasta donde la perfección es dable a nuestra +decaída humana naturaleza. Por esto me atrevo a asegurar que con nadie +anheló más fervorosamente ejercer su eficaz magisterio que con el +ilustre Pedro Lobo, Ayudante de campo de Juan Manuel Rosas, dictador de +la República Argentina. + +En 1850, Pedro Lobo había venido a Río con el carácter oficial de +Agregado militar a la Legación de su patria, si bien se susurraba que +tenía instrucciones secretas del dictador, cuyo favorito era. + +La fama había precedido en Río a Pedro Lobo, refiriendo sus +extraordinarias hazañas contra los indios del extremo Sur de la Pampa, +más allá de Carmen de Patagones, y contra los unitarios refugiados en +Montevideo, dando cuenta, con mil novelescos pormenores, de sus +correrías por las más apartadas regiones de la misma Pampa, de los +Andes, y de la Patagonia, y ensalzando sus raras prendas de carácter, su +brío indómito y su agilidad y destreza en todos los ejercicios del +cuerpo. Nadie desbravaba mejor que él el más fogoso potro no domado; +nadie disparaba mejor las bolas ni detenía con el lazo, ya a los toros +bravos, ya a los ligeros avestruces o ñandúes, ni nadie manejaba mejor +el puñal y el machete, ni tenía tino más certero con la carabina. + +Mil lances extraños y no pocos actos de inaudito arrojo habían dado a +Pedro Lobo fama de hábil y astuto capitán y de valeroso soldado, +sirviendo, durante seis años, en la República Oriental del Uruguay, en +favor de Rosas y a las órdenes de Oribe. Pedro Lobo se jactaba, y no sin +fundamento, de haberse hallado en cien combates, y de haber sido el más +rudo adversario de la valerosa legión italiana mandada por Garibaldi. + +Sabedor Juan Manuel Rosas de los grandes servicios y del raro mérito de +Pedro Lobo, le llamó a su lado y le prestó toda su confianza. + +Era Pedro Lobo fanático de americanismo. Nunca fue Rosas tan lejos como +él en su amor y en su entusiasmo por América y en su aborrecimiento de +los europeos. + +Allá a su manera, no sabré decir si de su propio caletre, o de oídas, o +por lecturas de algunos libros, Pedro Lobo había sacado o construido una +singular filosofía de la historia. Según él era evidentísimo el progreso +del linaje humano, viniendo a realizarle sucesivamente razas cada vez +más nobles. Fue primero la raza negra: vino después la raza amarilla. Y +cuando la raza amarilla alcanzó el término de su cultura y puso en +práctica todo su ideal, apareció la raza blanca con su gloriosa historia +de persas, babilonios y fenicios, griegos y romanos, y naciones +cristianas, medioevales y modernas. Pero el fin de la civilización de +Europa tocaba ya a su término. De su propio seno habían de surgir sus +destructores: un proletariado inculto, hambriento, esclavo de la +miseria, atormentado por el trabajo continuo, y ofendido por el +desprecio, había de levantarse lleno de ira y acabar con todo. Las +abultadas noticias de las recientes luchas revolucionarias, promovidas +por el socialismo, corroboraban a Pedro Lobo en su opinión. Aquello era +para él el principio del fin. La evolución total de la cultura europea +vendría al cabo a terminar en espantosa tragedia; pero en América estaba +el porvenir del mundo. Una nueva raza, la americana, debía ya mostrar en +flor la aurora de más alta, sana, poderosa y duradera civilización, en +aquel nuevo continente. La audaz empresa de Colón y la venida de los +españoles habían retardado este florecimiento y aun puesto en peligro de +que se secara o se destruyera la planta en que había de darse. Según +Pedro Lobo, los españoles habían sido como venenoso reptil que trepa a +lo alto de la roca donde el cóndor tiene su nido, y devora o mutila a +los polluelos antes de que les crezcan las alas para enseñorearse del +espacio sin límites, remontarse más allá de las nubes, y mirar el sol de +hito en hito. Los españoles habían sido, cuando aportaron a América, +como granizo destructor que cae en fértil suelo, al empezar la +primavera, y rompe y destroza las yemas y los brotes de los árboles, +impidiendo que se revistan de flores y verdura, y que den más tarde +frutas sabrosas y dulces. En todas las tribus y lenguas que cubrían y +animaban el Nuevo Mundo, en el Anahuac, en el Yucatán, en Guatemala, en +la risueña meseta de los Andes, donde moraban los chibchas y en el resto +de la América del Sur, sobre todo, entre los quichúas y los guaraníes, +germinaba y estaba ya pronta a abrirse como flor hermosa una +civilización original e indígena que los españoles arrancaron de cuajo, +borrando sus huellas, aniquilando hasta su recuerdo, y, ora destruyendo +la raza que iba a dar al mundo esa civilización llena de novedad +inaudita, ora sumiendo en la abyección a esa raza por medio de la +servidumbre, del oprobio, de rudos trabajos y de inhumanos castigos. + +Pedro Lobo tenía en sus venas mucha sangre india, pero también tenía en +sus venas sangre española. La sangre india, sin embargo, se sublevaba +furiosa contra todo cuanto había en él de español. Aún esperaba él el +remedio de tantos males: que manase de nuevo con abundancia el represado +manantial americano; que se regenerasen los pueblos del Nuevo Mundo, y +que su comprimida superior cultura retoñase y apareciese espléndida +antes de que desapareciese la civilización europea en medio de las +convulsiones de un horroroso cataclismo. + +A veces columbraba Pedro Lobo, en visión profética, a toda Europa tan +arruinada ya y tan desierta como contemplamos hoy el centro de Asia. Se +figuraba a París, Londres y Viena, como contemplamos hoy los amontonados +escombros de Nínive y de Babilonia. Lo que es de Madrid afirmaba que +apenas quedaría rastro: sólo quedarían tal vez algunos cimientos del +Palacio Real. Y como estos cimientos estarían tan solos, los hombres de +las futuras edades imaginarían que había habitado en aquel alcázar un +tirano anacoreta, un monarca misántropo y amigo de la soledad, que había +ido a buscar para su vivienda un yermo inhospitable, feo y estéril. + +Después de trazar de tan linda manera el cuadro de la Europa del +porvenir, Pedro Lobo pintaba en su imaginación una América +resplandeciente y dichosa, con artes y ciencias superiores a las +europeas, originalísimas y casi sin antecedentes. Y como ciudad +principal, centro y cabeza de este nuevo mundo, ponía él a Buenos Aires, +su patria, en cuya ingente plaza mayor se levantaría grandioso +monumento, más alto que la más alta de las pirámides, a la memoria de +Juan Manuel Rosas, precursor y fundador de la nueva era y tremendo +nivelador y constructor del camino por donde el linaje humano en América +había de subir a tamaña altura. + +El profeta filósofo, sustentador de las teorías que aquí se ponen en +resumen, se hizo pronto uno de los más asiduos tertulianos de la señora +de Figueredo. + +Apenas tendría él treinta y cinco años. A pesar de su odio a España, +tenía más apariencias de español que de indio. Parecía un andaluz +moreno, esbelto y gracioso, con un no sé qué de extraño que le +diferenciaba y distinguía. Y a pesar de su odio contra la civilización +europea y a pesar de su vida y hábitos de gaucho, se allanaba y se +resignaba, con naturalidad y sin esfuerzo, a aparecer, en la vida y +trato de las ciudades, como un caballero atildado, pulcro y bien +vestido, ya de frac, ya de levita, a la última moda, con botas de +charol, y por las noches con corbata blanca y guantes amarillos o lilas. +Rafaela le encontraba muy fino, y lo que es el señor de Figueredo aún +ponderaba más su finura. + +Con lo único que Rafaela no podía transigir era con el fanatismo +anti-europeo y sobre todo anti-español de sus doctrinas históricas. + +Rafaela se empeñó, pues, en convertir a Pedro Lobo, haciendo de él una +persona razonable. + +Este empeño no podía ser más natural ni más propio de las mujeres. +¿Cuántas de ellas no han soñado con traer o han traído, ya herejes o +paganos al gremio de la cristiandad, ya desaforados criminales a una +vida penitente, y ya a la templanza, a la paz y a las costumbres +morigeradas a hombres crapulosos, jugadores y pendencieros? + +La tentación de Rafaela era difícil de vencer. Rafaela se propuso hacer +de Pedro Lobo otro hombre. Y para ello decidió emplear su buena maña y +sus suaves rodeos; pero como Rafaela profesaba con ardor una filosofía +de la historia totalmente contraria a la del gaucho y era además una +española llena del más ardiente patriotismo, siempre le faltaban la +paciencia y el disimulo para no impugnar con violenta furia los asertos +del gaucho, que ella juzgaba intolerables errores y desaforadas +blasfemias. + +De aquí que muy a menudo sus conversaciones con Pedro Lobo, más +frecuentes cada día, fuesen una acalorada disputa. + + + + +-XII- + + +Soliviantado el espíritu de Rafaela por la contradicción, extremaba +su doctrina casi tanto como extremaba la suya el gallardo gaucho. Según +ella todos los pueblos y tribus del Nuevo Mundo habían degenerado y se +habían depravado hasta tal punto, que jamás ellos solos hubieran podido +salir del tenebroso abismo en que se habían sumido. Fue menester que +vinieran los españoles y que para sacarlos de él les tendiesen la mano. +Aunque tarde, llegaron a tiempo. Si hubieran llegado pocos años después, +las semicivilizaciones que encontraron en Méjico, en Bogotá y en el +vasto dominio de los Incas, hubieran ya desaparecido. Todo hubiera caído +en el estado salvaje, y tal vez los sacrificios humanos, el canibalismo +y las guerras constantes de unas tribus con otras hubieran barrido de +sobre la faz de aquel inmenso continente la degradada especie humana. +Los indios, por lo tanto, debían estar eternamente agradecidos a los +españoles que los habían levantado de la abyección y que les habían +devuelto el ser de criaturas racionales que casi habían perdido. + +Los razonamientos empleados por Rafaela para sostener su tesis excitaban +la cólera de Pedro Lobo y hacían brotar de sus labios feroces discursos +en contra. + +Solían verificarse tales controversias después de la comida, cuando +Pedro Lobo estaba convidado a comer en casa de los Sres. de Figueredo. + +A menudo, arrullado por los gritos de los contendientes, el Anfitrión se +quedaba dormido; pero cuando no se dormía, o bien cuando despertaba y +veía a su mujer y a Pedro Lobo enfurecidos ambos y en la más encarnizada +contienda, se apuraba y hasta se asustaba, porque era hombre conciliador +y benigno; procuraba ponerlos en paz; y agarraba la mano de él y la mano +de ella y los atraía para que se las diesen, aconsejándoles que echasen +pelillos a la mar, para lo cual pronunciaba también su discurso, +buscando y quizás hallando un juicioso término medio entre las dos +opuestas doctrinas. + +--Confesemos--decía--que los españoles fueron unos heroicos desalmados, lo +peor de cada casa, y que, cuando el descubrimiento y la conquista, +hicieron infinidad de barbaridades; pero confesemos también que los +indios en su mayor parte estaban empecatados y entregados a todos los +diablos. Su ignorancia era tal que no sabían escribir ni leer, ni +alumbrarse con un candil durante la noche, ni valerse de más bestias de +carga que de ellos mismos, ni criar animales domésticos, ni ser pastores +siquiera. En cambio se sacrificaban a millares a sus ídolos y estaban +corroídos por la gangrena de los vicios más nefandos, y sobre todo por +la afición de comerse unos a otros. Los españoles vinieron a remediar +todo esto, y aunque trajeron inquisición, intolerancia religiosa, cruel +codicia, malos tratamientos y trabajos forzados para los indios que se +les _encomendaban_, todavía puede asegurarse que trajeron más bienes que +males; animales de carga para que el indio no lo fuese, animales +sabrosos para que el indio se los comiese en vez de comerse a otro +indio, y otras muchísimas cosas, que sería prolijo enumerar, así para +bienestar del cuerpo como para solaz y consuelo del alma. Y en cuanto a +la ruina de Europa que mi amigo Lobo presiente, yo no la veo tan +cercana. Por allá son listos y ya irán pasteleando y allanando +dificultades, hasta que todos los hombres, a fuerza de máquinas, +ingeniaturas y otras invenciones sutiles, coman mejor, vivan más +cómodamente y luzcan trapitos de cristianar de diario. Esto no obsta +para que progresemos también por aquí, sin que nuestra prosperidad nazca +de la ruina del mundo viejo, sino que, al contrario, por allá y por acá +prosperemos en competencia y nos amemos como hermanos. Así pues, hija +mía, tú y el Sr. D. Pedro Lobo debéis empezar por dar el ejemplo, y tú +como representante de Europa y singularmente de España, y él como si +fuera el propio genio de América, lejos de pelearos y de maltrataros con +insultantes recriminaciones, debéis formar estrecha alianza fraternal y +ser clarísimo espejo de amistad y de concordia. + +Con tal discurso y con otros de la misma laya sosegaba D. Joaquín los +ánimos exaltados de su gentil esposa y del fanático americano. + +Estos, en efecto, ya que no perpetua paz, tenían largos momentos y aun +horas de tregua agradabilísima; se hablaban al oído sin disputarse +cuando así hablaban; y solían salir juntos a caballo y dar deliciosos +paseos, galopando y trotando por los fértiles y pintorescos alrededores +de la ciudad, ya cuando se ponía el sol a la caída de la tarde, ya en +noches apacibles de luna. + +Cierto egregio personaje no tuvo noticia de las disputas +histórico-filosóficas, pero la tuvo pronto de las intimidades y de los +paseos. En su dignidad, jamás quiso darse por entendido ni mostrarse +quejoso, pero desistió por completo de acudir y aun de pedir nuevas +citas, dado que las antiguas hubiesen sido realidad y no invención o +fábula de desocupados maldicientes. + + + + +-XIII- + + +Aunque dicen que de la discusión sale la luz, fuerza es confesar +aquí que no salió luz ninguna de la discusión constante que Rafaela y el +gaucho tenían, y en la que a veces tomaban parte varios tertulianos de +la casa, diputados, senadores, hombres políticos y poetas, que siempre +en el Brasil los hubo eminentes, descollando entonces entre todos +Magalhaens, Gonzálvez Díaz y Araujo Portoalegre, los cuales eran +comensales de la casa, complaciéndose Rafaela en tratarlos y +agasajarlos. + +Gustaba ella de lucir por todos estilos y de dar a sus salones cierto +tinte de sabiduría y refinamiento aristocráticos. + +Había educado tan bien a D. Joaquín, espoleándole para aquellos trotes, +que él había ido, en su carrera desenfrenada, más allá de la meta que +ella le puso. De aquí algunos percances y desengaños, que aguaron algo +el contento con que D. Joaquín vivía, pero que a Rafaela no le +importaron un comino. + +D. Joaquín había prestado al gobierno Imperial muy notables servicios, +en premio de los cuales, le habían dado la encomienda de la Rosa y hasta +se habló de que acaso le darían un título, si bien el título no llegó +nunca. + +Para no hacer ruido y para no dar qué decir, D. Joaquín pretendió con +mucho disimulo, tentando antes el vado, que Rafaela fuese presentada a +la emperatriz; pero la augusta señora no quiso recibirla, ya pensando en +la vida que se decía que Rafaela había hecho en España y en Lisboa, ya +recordando que en el gran teatro de Río la habían silbado cuando ella +bailaba el vito o cantaba canciones del maestro Iradier, muy celebradas +entonces. + +Ella rabió algo, riñó a D. Joaquín por haber andado en tales +pretensiones sin consultarla antes, y, al fin, olvidó el desaire y se +quedó tan fresca. ¿Qué necesidad tenía ella de emperatrices, cuando era +en su casa la Emperatriz de la hermosura, de la discreción, de la +elegancia y del buen tono: una princesa de Lieven o una _madame_ +Recamier de entretrópicos? + +D. Joaquín fue el que se sintió quemado del desaire, originándose de la +quema ciertos humos nobiliarios, que antes nadie había notado en él y +que aparecieron de repente. + +Hasta entonces D. Joaquín había sido despreocupadísimo, pero, con el +boato y magnificencia de su casa, se desenvolvieron en su espíritu los +instintos de nobleza, combinados con la afición a la poesía. En suma, D. +Joaquín hizo saber a todos sus amigos que descendía nada menos que del +heroico trovador Güesto Ansures, el cual machucó a un enjambre de moros +con un ramo de higuera, por donde tomó el apellido de Figueredo, que D. +Joaquín todavía llevaba. + +Aunque Rafaela lo repugnó, D. Joaquín no quiso ceder nunca: no la +obedeció contra su costumbre, e hizo bordar en los tapices, reposteros y +cortinas de su antecámara, y pintar en sus coches, el escudo de armas de +los Figueredos, con las cinco hojas de higuera, en memoria de las cinco +doncellas que Güesto Ansures había libertado, cuando las llevaban a la +morería para pagar el feudo de ciento a que se obligó al rey Mauregato. + +A regañadientes aguantó Rafaela este capricho de su esposo, pero no pudo +resistir a la tentación de reírse un poco de él. Y para ello aseguraba +que, según el antiquísimo romance, que escribió Güesto Ansures, las +doncellas que iban cautivas eran seis, y cinco nada más las hojas de +higuera del escudo. Lo cual significaba que tres o cuatro de aquellos +malditos moros pudieron escaparse, huyendo a uña de caballo del +machucador ramo de higuera del ascendiente de don Joaquín, y se llevaron +a Andalucía a una de las seis niñas gallegas, la cual vino a ser pronto +la sultana favorita del Miramamolín. De esta sultana afirmaba Rafaela +que descendía ella, de suerte que su nobleza era tal para cual y no +menos antigua que la de su marido. En prueba de esto, si él tenía por +apellido Figueredo, ella, a pesar de lo nebuloso y recóndito de su +origen, había llegado a averiguar, por claros y evidentes indicios, que +su estirpe, prosapia, abolengo y apellido era Benjumea, que equivale a +Ben Humeya, apellido de los califas de Córdoba, estropeado y mal +pronunciado por los ignorantes. + +Un argumento presentaba Rafaela a veces contra las pretensiones de D. +Joaquín, pero éste refutaba victoriosamente el argumento. Decía Rafaela +que no eran los Figueredos de Portugal, sino los Vargas Machucas de +Castilla, los que machucaron a los moros y acabaron con el feudo de las +cien doncellas. Y D. Joaquín contestaba que los Vargas Machucas, en +efecto, descendían también de Güesto Ansures, si bien la rama principal +y legítima era la de los Figueredos, mientras que los Vargas Machucas +eran una rama secundaria, y en su sentir, bastarda, ya que, según D. +Joaquín había oído explicar a una persona muy docta en la ciencia del +blasón, a la que aplicaba como auxiliar la ciencia etimológica, Vargas o +Bargas, que es como debiera escribirse, es una contracción de los +vocablos _Barragana_ y _Barragania_. Por fortuna, ningún caballero que +tuviese el apellido de Vargas asistió jamás a la tertulia de Rafaela, y +D. Joaquín pudo sostener su tesis, poco lisonjera para los Vargas, sin +promover el menor altercado. + + + + +-XIV- + + +Salva la discrepancia en que solían estar marido y mujer sobre este +punto de la nobleza, don Joaquín se mostraba siempre en perfecto acuerdo +con Rafaela, gustando de lo que ella gustaba, y ensalzando y aplaudiendo +lo que ella ensalzaba y aplaudía. + +Pedro Lobo, pues, vino a ser el encanto de D. Joaquín, quien siempre +quería tenerle en su casa, de suerte que, cuando Pedro Lobo, retenido +por sus quehaceres, dejaba algún día de venir o retardaba su venida, D. +Joaquín iba a buscarle y no paraba ni descansaba hasta que se le traía +consigo. Todo esto daba ocasión a no pocos chistes, que cundían por la +ciudad, pero que por fortuna jamás llegaban a los oídos de don Joaquín, +víctima de ellos. + +Algo más de un año duró esta armonía y constante convivencia entre D. +Joaquín, Rafaela y Pedro Lobo. + +No hubo de ser éste tan afortunado como en otras cosas en su secreta +misión política. El Brasil, más enemigo cada día del dictador Rosas, +conspiró contra su poder, hizo un tratado secreto con la República +Oriental del Uruguay, se concertó con el general Justo José Urquiza, +gobernador de Entreríos, y suministró toda clase de recursos para el +levantamiento contra el tirano. + +El representante diplomático de Rosas en Río de Janeiro pidió entonces +sus pasaportes. Y retirada la Legación argentina, Pedro Lobo se marchó +con ella, volviendo a Buenos Aires, para dar al dictador auxilio de más +valer como soldado que como agente secreto. + +Rafaela sintió la partida de Pedro Lobo, pero como su carácter era tan +alegre, logró consolarse pronto. Pedro Lobo además no se dejaba +convencer, y esto mortificaba a Rafaela, y como él tenía un carácter +dominante y ella también le tenía, procurando avasallar y repugnando que +la avasallasen, sus relaciones con el gaucho nada tuvieron de apacibles +y no pocas veces la enojaban y desesperaban. El prurito de romper +aquellas relaciones, que ella en el fondo de su alma calificaba de +cadenas, estimulaba entonces su voluntad, pero, aunque era muy valerosa +y apenas conocía el miedo, no se atrevía a intentar la ruptura. Puede, +por lo tanto, conjeturarse que Rafaela vio con oculta satisfacción las +circunstancias políticas que, si por una parte la privaban del agradable +trato de una persona de tanto mérito como Pedro Lobo, la libertaban por +otra, sin rebelión ni pendencias, de lo que se le figuraba en ocasiones +que tenía traza de yugo y de servidumbre. + +Rafaela, aunque aparentó sentir, no sintió demasiado, por lo que ya +queda dicho, la partida de Pedro Lobo. Quien la sintió con todo su +corazón, y la lamentó y la lloró, fue D. Joaquín, que era muy tierno, +pudiendo asegurarse que poseía el _don de lágrimas_. + +A poco de la partida del gaucho, ocurrió en Río cierta novedad, que, aun +suponiendo a Rafaela muy melancólica, hubiera distraído sus melancolías. + +El Sr. Gregorio Machado era el más rico propietario de todo el Brasil, +dueño de muchos fondos públicos y de acciones del Banco, de magníficas +_fazendas_ en las provincias de San Pablo y Pernambuco y de florestas +dilatadas, donde abundaban las maderas preciosas, en la interior +provincia de Mato-Grosso. Centenares de esclavos cultivaban sus +posesiones; y sus rentas y ganancias eran tres o cuatro veces mayores +que las de D. Joaquín, con ser éste uno de los más acaudalados +brasileños. + +Viudo el Sr. Machado, tenía un hijo, llamado Arturo, de veintiséis años +de edad y muy lindo mozo. + +Arturo había estudiado leyes en la Universidad de San Pablo, donde las +mujeres son guapísimas. En todo el Brasil alcanzan fama de seductoras y +de que tienen misteriosas cualidades y encantados lazos con que saben +cautivar a los hombres. De San Pablo han salido mujeres que, por su +belleza y por otros atractivos, han llegado al pináculo de la fortuna. + +Arturito, que era muy enamorado, estudió poquísimo e hizo en San Pablo +doscientos mil disparates. Su padre creyó prudente sacarle y le sacó de +aquella Pafos del Brasil y le envió a Olinda, donde hay también escuela +de Derecho. Allí, bien o mal, tomó la borla de doctor el joven Arturo. + +Ya doctorado, nada más natural que ir a Europa para acabar de +civilizarse y conocer por experiencia hasta los más delicados perfiles y +las más recientes conquistas del espíritu humano. Arturo fue, pues, a +París, haciendo de París su residencia habitual y el centro de sus +excursiones. Desde allí salió a recorrer con rapidez y por pocos meses +la Alemania y la Italia, y desde allí fue a solazarse, durante los +veranos, en Baden, Wiesbaden y Homburgo, donde había _treinta y +cuarenta_ y ruleta, y donde asistía multitud de ninfas sabias y +elegantes, más aptas que Egeria para adoctrinar, pulir y dar charol a +los modernos Numas. + +No se descuidó Arturo, aprendió cuanto hay que aprender y supo +aprovechar las lecciones que le dieron; pero las lecciones salieron +extremadamente caras. A los dos años de haber estado Arturo en Europa, +había ya gastado a su padre, perdiéndolo al juego o en obsequio de las +ninfas, cerca de 400 millones o _contos_ de reis. + +No hay que asustarse ni considerar monstruosa la suma, porque los _reis_ +del Brasil son _fracos_, y cada uno vale la mitad de un _rei_ de +Portugal o _rei gordo_. Arturo, por lo tanto, no gastó una enormidad; +pero, como cada _conto de reis fracos_ equivale sobre poco más o menos a +2.500 francos, siempre resultó que su gasto, a pesar de las grandes +riquezas del Sr. Gregorio Machado, había sido excesivo, elevándose a un +millón de francos en moneda francesa. + +El padre se hartó de enviar dinero, sitió por hambre a su hijo, y éste +tuvo que volver a los patrios lares harto desconsolado y mohíno, pero +convertido en el caballerete más elegante que había pisado el suelo del +Brasil desde los tiempos de Pedro Cabral y de Diego Correa, apellidado +_Carumurú_ y fundador de Bahía. + +Acostumbrado Arturito a las exquisiteces, primores y alambicadas quintas +esencias de las mujeres de París, volvió muy desdeñoso, encontrando a +sus compatriotas feas, zafias y mal vestidas. En ninguna de ellas +descubría un átomo de _chic_. La misma princesa de los Tupinambas, la +divina Paraguassú, heroína de la epopeya nacional, si hubiera resucitado +y se le hubiera presentado, le hubiera parecido un adefesio. + +Cuando Rafaela se enteró de todas estas cosas, concibió el propósito de +vindicar al Brasil de aquellos injustificados desdenes, volviendo por el +honor de su patria adoptiva y probando a Arturito que todas las heteras +parisinas no valían un pitoche comparadas con ella, y que ella las +vencía en beldad, ingenio, sal y garabato. + +Acudió a reforzar su patriótico intento el prurito didáctico que había +en su alma y que jamás la abandonaba. Se propuso mejorar la condición de +aquel extraviado mancebo, hacerle aborrecer el desorden y el despilfarro +absurdo, y hacerle amar el orden y la economía. + +Impulsada por tan benéficas miras, pronto atrajo Rafaela a su casa al +joven Arturo; y pronto también logró que olvidase los devaneos de París +y que reconociese que ella era por todos estilos más guapa que cuantas +mujeres habían ido a cenar con él en el _Café Inglés_, en la _Maison +Dorée_ o en los _kursaals_ que regocijaban y animaban, en aquellos días, +las inmediaciones del Taunus y de la Selva Negra. + + + + +-XV- + + +El poder didáctico de Rafaela jamás realizó en nadie tan rápidas y +provechosas mudanzas como en el ánimo y en todo el ser de Arturo +Machado. + +Las _saudades_ que él tenía de París, y que le hacían fastidioso a él +mismo y a las demás personas, se disiparon por completo. Arturito volvió +a gustar de su patria como cuando era estudiante y no había vivido aún +en el _corazón y en el cerebro del mundo_, como llama a París Víctor +Hugo. Se hizo ordenado y económico y ni gastaba ni sabía en qué gastar +su dinero. No pensaba ya en francachelas ni en vigilias tempestuosas. Y +con su vida regular y morigerada recobró la salud, que nunca había sido +muy fuerte y que habían estragado las excitaciones constantes de la +existencia de calavera, para la cual no había nacido. Porque, si bien +era lindo mozo, agraciado y simpático, tenía más de enclenque que de +robusto. Era de genio manso, suave e inclinado a la quietud y a la paz. +Y sólo el mal ejemplo, las perversas compañías y hasta la propia +docilidad con que cedía él y dejaba que le guiasen habían sido causa de +sus travesuras y derroches pasados. Para Rafaela, hecha ya esta +conversión, se desvaneció por desgracia casi todo el atractivo de +Arturito. Empezó a hallarle poco ameno, y después soso, y por último +llegó a encontrarle empalagosísimo a causa de su dulzura. + +Entonces sentía Rafaela grandes veleidades de plantarle; pero, como era +caritativa y estimaba además como gloriosa producción de su ingenio y de +la energía de su voluntad todos los progresos y mejoras de un espíritu +cultivado por ella, resistía a la tentación de plantar a Arturito. Allá +en sus adentros se comparaba a la vara que sostiene en el aire a una +planta rastrera a fin de que no caiga al suelo y se ensucie y pudra en +el fango. Temía Rafaela que Arturito cayese si le dejaba ella, y por eso +no le dejaba. A menudo solía lamentar que aquel muchacho hubiera sido +tan dócil y se hubiera convertido tan pronto. Lo conforme a su gusto +hubiera sido una educación más larga y difícil, así porque, durando la +educación, también hubiera durado el prestigio que hacia Arturito la +había atraído como porque la misma tardanza en educarse y en cambiar de +condición hubiera sido garantía de lo seguro y firme del cambio. + +En estas cavilaciones hubiera persistido largo tiempo Rafaela sin +atreverse a despedir a Arturito, a no ser porque ella tenía a veces +crisis extrañas en el corazón y en la mente. Religioso fervor la +dominaba. Iba a confesarse o tenía largos y piadosos coloquios con el +Padre García, su director espiritual. Sus remordimientos de engañar a D. +Joaquín no la mortificaban demasiado, pues, aunque ella repugnaba el +engaño y nunca había engañado a nadie sino a D. Joaquín, todavía se +figuraba ella que en realidad no había tal engaño. Nada disimuló ni +ocultó al casarse, y su marido por lo tanto debió comprender desde luego +a lo que había de atenerse. Ella le hizo confesión general anticipada. +Fue como si de una vez le confesase y descubriese todas sus culpas, +pasadas y futuras. ¿Para qué, pues, molerle y atormentarle +confesándoselas después una a una según iban sobreviviendo? Esto no +hubiera sido noble franqueza sino crueldad insensata. No era, pues, por +D. Joaquín sino por ella misma por lo que el pecado le dolía. Le dolía +el pecado porque en su anhelo de toda clase de perfección, para ella y +para los otros, soñaba con una vida honrada y limpia. + +Por rara coincidencia, estos sueños de limpieza y de honradez acudían en +tropel a su mente, y más amenudo que nunca, desde que empezó a visitarla +Juan Maury. + +Sus facultades críticas y analíticas, sin poderlo remediar ella, se +aplicaban a la comparación. Y comparando al joven inglés con Arturo, +Arturo salía siempre muy mal parado. Arturo era de menos que mediana +estatura y estrecho de hombros. El inglés alto, sin dejar de ser bien +proporcionado, y ancho de espaldas, sin que la esbeltez y la elegancia +le faltasen. Era el uno moreno pálido, casi cetrino, blanco y sonrosado +el otro y rubio como las candelas. Y por último, en lo tocante a las +prendas intelectuales y morales, al ingenio, al saber y a la energía de +voluntad que en medio de su aparente timidez en el inglesito se notaba, +la diferencia aparecía enorme en la mente escrutadora de Rafaela. + +Empezó, pues, a tener vergüenza del afecto que Arturito le había +inspirado. La compasión hacia él fue disminuyéndose casi hasta +desaparecer. Y el anhelo de elevarse hasta la virtud más sólida, de +consagrarse fielmente a D. Joaquín y de ser modelo de casadas y señora +muy respetable vino a ser la constante obsesión de su alma. Aunque ella +era un lince para notar los defectos de las personas que trataba, no sé +cómo se las compuso que no halló el menor defecto en el inglesito. Todo +él le pareció una perfección. Y en vez de pensar en educarle para +elevarle a su altura, pensó en educarse a sí misma para subir a la +altura en que le veía colocado. + +Bullían todos estos pensamientos en la mente de Rafaela de modo harto +confuso. Lejos de ella el imaginarse enamorada del inglesito. El +propósito de enamorarle más lejos aún. Sólo meditaba entonces virtud, +abnegación y toda clase de sublimidades. + +La única determinación firme que nacía de todo ello era la de despedir a +Arturito, que ya le parecía insufrible. + +Pero Rafaela era la bondad misma y, antes de hacer la herida que +consideraba indispensable hacer, preparaba bálsamos para curarla. + +Pensó en que el término dichoso, honesto y santo de la educación que a +Arturito había dado, era casarle con la más linda señorita que hubiese +en Río de Janeiro, cristiana y recatadamente educada, bonita y amable y +de distinguida familia, en quien Arturito hallase una compañera digna y +fiel y lograse dar a su padre el Sr. D. Gregorio algunos graciosos y +queridísimos nietos, que fueran el hechizo y el consuelo de su cansada +senectud. + +No acierto a encarecer cuánto se deleitó Rafaela al concebir este +proyecto y el arte delicado y el impaciente afán con que trató de +realizarle. + +Rafaela, que gustaba tanto de educar a los otros, no se había descuidado +en aquellos últimos años, y singularmente desde que era gran señora, en +formar su corazón y su espíritu, leyendo no pocos libros, sobre todo de +novelas y poesías. Según vulgarmente se dice, se había hecho bastante +_licurga_ o marisabidilla. Con el inglesito hablaba de artes, de +religión, de historia y hasta de filosofía. Arturito estaba presente a +estas conversaciones, que nada tenían de misteriosas, pero no entendía +palabra y no tomaba parte en ellas. + +Así mientras duraban estos coloquios, como después al retraerlos a la +memoria, Rafaela lo veía todo tan pulcro, tan acicalado y tan moralmente +pulido y lustroso, que se desesperaba de sus amistosas relaciones con +Arturito como si fuesen fea mancha en medio de tanto resplandor, nitidez +y aseo. En suma, no había ya remedio; era menester borrar aquella +mancha, pero sin rasgar la tela; era menester dar a Arturito su +pasaporte, pero en forma de cucurucho repleto de delicadísimos confites. + + + + +-XVI- + + +Llegó por fin el día prefijado por Rafaela para tomar la cruel +resolución, inevitable ya según su atormentada conciencia, de decir al +pobre Arturito: hasta aquí llegó, no sigamos adelante. + +D. Joaquín se había ido a la _chácara_ por una semana en compañía de +tres o cuatro amigos. + +Rafaela no recibía a sus tertulianos, pretextando frecuentes jaquecas, +única enfermedad que solía alterar levemente su salud envidiable. + +En las noches de jaqueca muchos tertulianos acrecentaban el mal de +Rafaela, pero la visita de uno sólo podía aliviarla. + +Arturito acudió, pues, aquella noche, esperando tener la satisfacción de +dar el alivio mencionado. Como de costumbre, el portero negro que +guardaba la puerta de la verja de hierro que rodeaba el jardín, le dio +paso franco sin sonar la campana, porque estaba industriado y al +corriente de todo y sabía bien su oficio. + +_Madame_ Duval, que aún sabía mejor el suyo y que tenía ojos de lince y +oído de liebre, se hallaba atisbando a la hora convenida, abrió la +puerta y, sin hacer ruido, introdujo al joven brasileño en el +confortable y primoroso _boudoir_ de su señora. + +Lo primero que notó Arturito, con desagradable sorpresa, aunque parezca +extraño y nada compasivo, fue que la Sra. de Figueredo debía de estar +aquella noche muy poco atormentada por la jaqueca, porque en vez de +hallarla en vaporoso _deshabillé_, de bata, peinada muy al descuido y +recostada o casi tendida en su _chaise-longue_, la encontró bastante +atildada y compuesta, con traje casi de ceremonia, y sentada en un +sillón, como si fuese a recibir una visita de mucho cumplido. + +El recibimiento correspondió al traje y aumentó la sorpresa y el +disgusto del joven visitante. + +Rafaela le alargó, sin duda, cariñosamente la mano, si bien con cierta +tibia y lánguida indiferencia. Y luego, como él se acercase mucho, ella +le rechazó con suave dignidad y casi le obligó a que se sentase en una +silla frente de ella. + +Después de algunas frases que entre ambos mediaron, Arturito empezó a +dar sentidas quejas de recibimiento tan frío. Ella entonces, con el +incontrastable imperio que tenía sobre él, le cortó la palabra, y sobre +poco más o menos, pronunció las siguientes, que casi podemos calificar +de discurso: + +--Días ha, mi querido Arturito, que tengo la conciencia muy escrupulosa y +atribulada. Es infame mi modo de proceder con D. Joaquín. Indigno pago +estoy dando a sus grandes beneficios, a su entrañable afecto, a la +sublime confianza que en mí tiene. Dios podrá perdonarme porque es todo +misericordia; mi marido es tan bueno que también me perdonaría si +supiese lo que pasa, aunque sería muy capaz de morirse de pena: yo soy +quien no me perdono, quien necesita romper este lazo criminal que nos +une, si he de vivir en paz y si no he de seguir aumentando las causas de +mi remordimiento y de mi vergüenza. Todo se lo he confesado al Padre +García, mi confesor, que es un santo, severo consigo mismo y con sus +prójimos indulgente. Pero, a pesar de su indulgencia, se resiste a darme +la absolución si no me aparto para siempre del mal camino. Es, pues, +necesario que nuestras relaciones concluyan. + +Al llegar a este punto, Arturito se puso tan enternecido que las +lágrimas asomaron a sus ojos. Rafaela lo notó y siguió hablando con +mayor dulzura: + +--Ten valor, hijo mío. Acaso no me expresé bien, o tú no me entendiste. +Yo no quiero dejar de ser tu amiga. Tú tienes y tendrás siempre +preferente lugar en mi corazón. Te he querido, te quiero y te querré +toda mi vida. Huérfano tú desde la infancia, no has gozado del afecto +puro y santo de una madre. Yo te ofrezco hoy un amor que debe +purificarse y adquirir la apariencia, si no el ser de amor maternal. No +le desdeñes con perversión soberbia, seducido por amor vicioso y lleno +de liviandades. Hoy que te amo yo con amistad inmaculada, entiendo que +te amo más que te he amado nunca y no hago sino pensar en tu dicha. +Considera que tu padre es ya muy anciano, que pronto acaso tendrá que +rendir el inevitable tributo que a la naturaleza rendimos todos, y que +te dejará dueño de un nombre respetadísimo en este país y de cuantiosos +bienes de fortuna. ¡Cuánto se alegraría tu padre de ver, en vida, +asegurada en más extenso porvenir su sucesión y en contemplar y +acariciar a los legítimos y preciosos nietos que tú puedes y debes +darle! + +Aquí se enterneció más Arturito y pasó de las lágrimas a los sollozos. +Rafaela, algo conmovida y muy piadosa, se levantó de su asiento, se +llegó a él y le dio para animarle tres o cuatro blandos cogotacitos con +la blanca y linda mano. Volvió luego a sentarse lejos de él y con grave +autoridad le informó de que andaba buscándole novia y aun le citó los +nombres y le habló de las condiciones de tres o cuatro muchachas de la +ciudad en quienes ella había puesto ya la mira. + +--Tú eres muy buena, muy buena, decía Arturito; pero es inútil el trabajo +que estás tomando. Yo no quiero casarme. Yo sólo me casaría contigo. + +--Sí... hombre del diablo--exclamó Rafaela riendo--. ¿Qué crimen meditas? +¿Quieres matar a mi excelente D. Joaquín? + +--Guárdeme Dios de semejante pecado--contestó Arturito--; pero si él +buenamente se muriera.... + +--No pienses ni digas tan abominable desatino. Es horroroso desear la +muerte de alguien, y más aún la de una persona que tanto te quiere. + +En efecto, D. Joaquín, según su constante modo de ser, había concebido +por Arturito la amistad más entrañable. Bien había querido al gaucho +Pedro Lobo, pero a Arturito le quería mil veces más, por lo manso y +apacible que era, por paisano y hasta por hijo del Sr. Gregorio, con +quien tenía, desde hacía muchos años, estrechos lazos de amistoso +compañerismo. + +Conoció Arturito que no debía desear la muerte de D. Joaquín y se +compungió del improvisado deseo que había asaltado su corazón en un +instante de descuido. + +Entonces apeló a otros medios para disuadir a Rafaela de la ruptura. Le +dijo que ella le sostenía y guiaba por la senda de orden y de conducta +juiciosa que él había emprendido, y que, no bien ella le dejase, +descarrilaría él de nuevo, y sólo Dios o el diablo sabía en qué +infernales abismos podría él hundirse. + +A esto replicó Rafaela, que pecar era detestable medio de prevenir el +pecado; le aseguró que velaría sobre él para que no se extraviase, y +reiterándole repetidas veces la seguridad y la promesa de que aún le +amaba con la amistad más pura, y de que seguiría amándole siempre, se +quejó de dolor de cabeza, dijo que necesitaba estar sola y hasta le +empujó con maternal familiaridad para que se largase, llamando a +_Madame_ Duval, a fin de que le acompañara hasta la misma puerta del +hotel. Arturito tuvo que irse muy triste y desolado. + +No se le ocurrió, ni por un momento, dudar de la sinceridad de Rafaela +ni de su reciente empeño de volverse santa. A todos los hombres nos +ciega algo la vanidad y no acertamos a ver, en ocasiones, al rival que +aparece, ni a descubrir en él mayor mérito que en nosotros, ni más +seductores recursos. Y por otra parte, los diálogos entre Rafaela y Juan +Maury, que Arturito había oído, y que versaban sobre historia, +metafísica y otros objetos profundos, apartaban del pensamiento de +Arturito toda sospecha de que los interlocutores pudieran enamorarse. Lo +que es él ni con las mujeres de San Pablo, ni con las de Olinda, ni por +último, con las ninfas que había tratado en París, se había engolfado +nunca en tales honduras y discreteos. En París, dígase lo que se diga, +no abundan las Aspasias. Al menos él no las había encontrado, o bien +ellas, considerándole profano, le habían ocultado su retórica y su +filosofía, guardándolas para los Pericles y los Sócrates, y luciendo, a +lo más, su ingenio en _calembours_ más o menos desvergonzados y burdos. + +Dicho sea en honor de la verdad y en alabanza de Rafaela, su sinceridad +en todo aquello era completísima. Rafaela creía en la propia contrición, +en su horror al pecado y en su firme propósito de la enmienda que la +movían a despedir a Arturito. Lejos, muy lejos de ella la idea de que +Juan Maury diese o pudiese dar el menor impulso para aquel acto. + +Si algún cálculo extraño a la contrición y al arrepentimiento era parte +en la resolución que Rafaela había tomado, este cálculo la honraba, +demostrando que era prudente y buena. + +La noche en que Rafaela despidió a Arturito, era el 5 de Febrero de +1852. Rafaela acababa de saber, con no pequeño sobresalto, que el +dictador Juan Manuel Rosas, al frente de sus parciales, había presentado +la batalla en Monte Casero a los coligados que habían acudido para +despojarle de la dictadura. La derrota del dictador había sido completa. +Disfrazado de gaucho, se había refugiado en el barco de vapor inglés +_Locusta_ y navegaba ya con rumbo a Inglaterra. + +Rafaela tenía claro presentimiento de que si Pedro Lobo no había muerto +en la pelea, no habría querido ni podido permanecer en territorio +argentino y también se habría expatriado. Estaba además segura de su +poderoso atractivo y de que él no se iría a Europa sin pasar por Río y +sin venir a verla. Le creía apasionado, celoso y tal vez enterado de +todo, porque nunca falta gente chismosa que se deleite en dar ciertas +noticias. Derrotado y huido de su patria, Pedro Lobo debía de estar más +feroz que nunca, y Rafaela temía, sino ponía en salvo a Arturito, +apartándole de sí, que ocurriese a éste un lastimoso percance. Su +propósito, perseverando en su plan de enmienda y santificación, era +despedir también a Pedro Lobo, pero, por lo mismo, tenía mayor empeño en +despedir antes a Arturo, para que ni remotamente imaginase el otro que +aquel infeliz muchacho era causa de su despedida. + + + + +-XVII- + + +Rafaela no se había engañado. Dos días después de haber despedido +a Arturito, supo que Pedro Lobo acababa de desembarcar en Río de Janeiro +y que pretendía venir a verla. + +Ausente D. Joaquín y víctima Rafaela de jaquecas continuas, Rafaela no +recibía entonces ni salía de su casa. + +Pedro Lobo buscó en la calle a _Madame_ Duval, le habló, y le pidió y +casi le exigió que le diese una cita con su señora. + +_Madame_ Duval se excusó como pudo, pero, cediendo a la terca +insistencia del gaucho, tuvo que encargarse de una carta que éste le dio +para Rafaela. Ella la recibió y la leyó con hondo disgusto, y, si no +tuvo miedo, fue porque de nada le tenía. + +Era, sin embargo, prudente y rehuía comprometerse escribiendo. No tenía +gana tampoco de recibir al gaucho para despedirle y para tener con él +una escena violenta y acaso trágica. + +Se valió, pues, de _Madame_ Duval como mensajera. La instruyó +detenidamente en todo cuanto había de decir: en la resolución que había +tomado de seguir nueva vida, en sus remordimientos y en su firme +propósito de no reanudar con él las pasadas relaciones y de no recibirle +en secreto. + +Bramó de ira el gaucho al recibir el mensaje, pero disimuló la ira y +hasta aparentó cierta conformidad, meditando y proyectando una venganza. + +Aunque no dijo a _Madame_ Duval que lo sabía, Pedro Lobo era sabedor de +la ventura del joven Arturo. No habían faltado amigos oficiosos que le +escribiesen a Buenos Aires informándole de cuanto se sabía o se presumía +como evidente. + +Arturito supo también la llegada de Pedro Lobo no bien éste llegó. Y si +hemos de decir la verdad, allá en el fondo de su alma pacífica y +humilde, se alegró entonces de que le hubiese despedido Rafaela. Así se +creyó libre y exento de tener un lance con el gaucho, que alcanzaba fama +de brutal y grosero. + +Entre tanto, a fin de mostrar a Rafaela que por ella sólo había sido +ordenada y juiciosa su vida; a fin de hacerle notar que se consolaba de +su desdén volviendo a sus antiguas travesuras y locos deportes; y a fin +acaso de que el mismo Pedro Lobo comprendiese que nada tenía él que ver +con Rafaela, y que Rafaela no le importaba nada, decidió y concertó con +los más alegres jóvenes de Río una regocijada partida de campo para el +día siguiente, o mejor diremos para la siguiente noche. Era entonces el +mes de Febrero, el más caluroso del año en aquellos climas, y sólo de +noche podía disfrutarse algún fresco. + +Estaba ya preparado un _pick-nick_ en la Tejuca. Cuantos amigos +quisiesen, podían ir inscribiéndose para ello en el casino y pagando +después su cuota. Sólo las damas irían convidadas y sin pagar. Arturito +había formado lista de ellas y dispuesto que las hubiese de todas +procedencias y de todos colores: desde la alemana Catalina, apellidada +por su cándida y sonrosada tez y por su dulce y buena pasta el _Merengue +de fresa_, hasta lo que llaman en el Brasil café con leche más o menos +cargado y café puro; esto es, que había tres o cuatro mulatas convidadas +a la función y una negra gentilísima a quien llamaban la Venus de +bronce. No faltarían tampoco dos garridas mozas, importación de las +Islas Canarias, y algunas nacidas en las márgenes del Piratininga, +fecundas en hermosas mujeres, una de las cuales descollaba por su +aptitud y habilidad para cantar las _modinhas_ más chuscas y amorosas. + +La cena había de ser espléndida, y como el fondín de la Tejuca era pobre +y se prestaba mal al esplendor, y aun al regalo, se discurrió llevar de +Río algunos platos fiambres, el _champagne_ y otros buenos vinos, y a un +hábil mozo de comedor que lo ordenase y dirigiese todo. Nadie más +apropósito para esto que un esclavo negro de Arturo Machado, que fue el +elegido. Según costumbre brasileña o por rara inclinación que allí +había, los negros, cuando se bautizaban, sobre todo si se bautizaban +adultos, y no eran criollos sino traídos de África, solían tomar nombres +pomposos de héroes, emperadores y príncipes de la clásica antigüedad +greco-latina. No ha de extrañarse, pues, que el maestresala que había de +ir a la Tejuca se llamase Octaviano. Era alto y fornido, y, aunque tenía +ya más de cincuenta años, parecía joven. Procedía este negro de un +territorio del interior del África, cercano aunque independiente de las +posesiones portuguesas. Y la gente afirmaba que en su país no era un +cualquiera. Hasta que le cautivaron y le trajeron al Brasil, siendo él +de edad de dieciséis años, se había criado con mucho mimo y cercado de +profundo respeto, pues era hijo nada menos que del rey de los _Bundas_. +Sobre esta particularidad el lector podrá creer lo que quiera. Yo +refiero lo que se decía sin detenerme en averiguaciones. Sólo añadiré +que el aire majestuoso y digno de Octaviano inducía a cuantos le miraban +a no tener por fabulosa su regia estirpe. Resignado estoicamente a su +ineluctable servidumbre, aprendió pronto cuanto le enseñaron, porque +tenía mucho despejo. Y como era tan hábil y bien mandado, el látigo o +chicote jamás hirió sus espaldas. Ni era conveniente para él tan rudo y +degradante castigo. Si incurría en falta, la menor reprensión bastaba. +Él la sufría con modesta paciencia y luego se corregía. Mas si por acaso +la reprensión era injusta, en sus ojos relampagueaba el coraje, y el +reprensor, con cierta consideración temerosa, medía el alcance de sus +palabras y dulcificaba y mitigaba su acritud y dureza. Aun sin notar en +sus ojos el citado relámpago, se conocía cuando estaba enojado por un +muy raro y singular aviso. Octaviano, que era limpísimo en su persona y +que vendía salud, jamás olía mal, ni aun en la fuga de las mayores +faenas; pero no bien se irritaba, era como si se abriese de súbito un +pomo de concentrados aromas, esparciéndose en el aire la fragancia. La +_catinga_, represada y latente en los largos períodos de placidez, se +alborotaba y se desbordaba entonces, brotando por todos los poros y +trascendiendo a muchos metros de distancia, como los proyectiles de una +ametralladora. + +Hacemos aquí tan particular y detenida mención de Octaviano por lo mucho +que amaba a Arturito, de quien había tenido especial cuidado y con quien +había jugado cuando niño, llevándole a paseo y a la escuela, y +acompañándole luego cuando fue a estudiar a las Universidades de San +Pablo y de Olinda. Arturito no llevó a París a Octaviano por no llamar +la atención. Y no porque Octaviano fuese negro, sino por la singularidad +de ciertos indelebles adornos que le distinguían, y que sin duda le +hicieron y trajo de su país como señales de su categoría principesca. +Ello es, que desde la punta de la nariz, subiendo por el caballete, +atravesando el entrecejo y por medio de la frente hasta el nacimiento de +sus cabellos crespos, tenía como una ristra de burujoncillos que +parecían repulgos de empanada, y en las negras y relucientes mejillas +llevaba un laberinto de incisiones, formando caprichosos dibujos, que +sólo Dios sabe si serían expresión simbólica de la Teogonía y de la +Cosmogonía de su tierra. Para averiguarlo, acaso no hubiera sido +suficiente que sabios profundísimos empleasen más tiempo en estudiar su +cara que Juan Francisco Champollion en estudiar la piedra de Roseta o +que León de Rosny en estudiar los enmarañados códices cortesiano y +troano. + +Así se preparó la fiesta, que prometía ser notabilísima por todo; hasta +por la singularidad del maestresala. + + + + +-XVIII- + + +Todo el tiempo de la larga residencia de Pedro Lobo en Río, +Arturito había estado en París y no había tenido ocasión de conocer y de +tratar al gaucho. Esto no ofrecía, sin embargo, el menor inconveniente +para que el gaucho fuese a la fiesta. Era un _pick-nick_ donde Arturito +no figuraba importando más que cualquiera de los otros jóvenes +brasileños y extranjeros que habían de ser de la partida, y a quienes el +gaucho conocía y trataba. Deseoso de asistir a la fiesta y aun excitado +a asistir por los ruegos de dichos jóvenes y con el fin de divertirse y +de distraer sus penas, Pedro Lobo fue como uno de tantos. + +Por lo pronto, sólo pensó en el placer que aquello podría traerle, y no +formó proyecto alguno de armar escándalo y camorra. Llegó a la Tejuca a +caballo, con tres o cuatro de los que eran más amigos suyos, y se hizo +presentar a Arturito del modo más correcto. Arturito le acogió con la +debida cortesía. + +No pasó por las mientes de nadie que pudiera sobrevenir un lance entre +ambos. + +Al anochecer, llegaron en un ómnibus las niñas, figurando como la +capitana el Merengue de fresa. + +Todos la aclamaron reina de la función, así por su calidad de +extranjera, como por ser la más hermosa, y, sin duda, la de más +encumbrada jerarquía entre las de su oficio. Casi, casi, era una +señorita. Vivía con su papá, que tenía no poco de respetable, que se +ganaba la vida componiendo relojes, y que era fervoroso cristiano, +aunque protestante, leyendo mucho la Biblia en sus horas de asueto. Ni +se le podía acusar de excitación, connivencia o tolerancia en las +transgresiones de su hija. Se oponía a ellas, pero como nada lograba con +oponerse, acababa por aguantarlas, si bien con hondo dolor, para cuyo +alivio apelaba a la bebida, de suerte que el ver al relojero alemán un +tanto cuanto tomado del aguardiente, era indicio infalible de que +Catalina no estaba en casa y andaba corriendo aventuras. Porque eso sí, +ella respetaba la casa paterna y jamás allí las tenía, como no fuese con +mil sigilosas precauciones y a furto del severo autor de su existencia. + +Catalina, al acudir a fiesta tan numerosa y estruendosa, daba un paso +atrevido e inusitado, y atropellaba un poco su decoro, y, si no su +buena, su mediana fama: todo por devoción a Arturito, cuya munificencia +la encantaba y seducía. + +Hasta la una de la noche, aunque la animación y la alegría fueron +grandes, bien se puede afirmar que en la reunión apenas hubo el menor +incidente digno de censura. Al contrario, todo fue estético, artístico y +literario. Las piratininganas recitaron lindamente sentidos versos de la +Marilia de Dirceo; las muchachas de Canarias cantaron seguidillas y +coplas de fandango; cantaron _londums_ las mulatas; la negra bailó con +gran primor y salero, y entonó, por último, Catalina tan afinada y +primorosamente varias canciones alemanas, que por unanimidad confirmaron +todos su nombramiento de reina de la fiesta. Llegó la hora de cenar, y +Catalina, como tal reina, dio el brazo a Pedro Lobo para ir al salón del +banquete. Ella iba a presidirle, y, por extranjero y persona de más +cumplimiento y ceremonia, sentó a su derecha a Pedro Lobo, mas no sin +decir a Arturito que al otro lado suyo tomase asiento en la mesa. Él no +dejó de tomarle, y todos cenaron con apetito y regocijo. Hubo platos a +la francesa, varios _quitutes_ brasileños, y Jerez, Madera, _Champagne_ +y Oporto en abundancia. + +De resultas de las frecuentes libaciones, hirvió la sangre, se +acaloraron las cabezas, las dulces pláticas se convirtieron en confusión +y bullicio, y el banquete empezó a tener carácter de orgía. Podría +decirse, si la mitología clásica no hubiera pasado de moda, que un +enjambre de cupidillos menores revoloteaba, cerniéndose sobre la mesa, +disparaba flechas sutiles e invisibles y desasosegaba y punzaba con +ellas a los galanes y a las damas. + +No por eso se alteraba la paz. Todos se arreglaban, acoplaban y +componían. Nadie se sentía desairado ni se mostraba descontento. + +Tal era la situación general; pero había dos sujetos, que acaso habían +bebido más que los otros, que estaban más acalorados y que empezaron a +mirarse con malos ojos por aspirar a lo mismo. + +Pedro Lobo y Arturito se empeñaron ambos en querer Merengue de fresa. + +La conciliadora y benigna alemana tenía dulzura para los dos; +alternativamente se inclinaba a un lado y a otro y procuraba contener y +complacer a ambos. Pero por más que hizo, no logró que ninguno de ellos +aceptase la simultaneidad ni el turno pacífico. + +El juego terminó mal. Las cañas se volvieron lanzas. Pedro Lobo vio en +aquella rivalidad, si no motivo, ocasión y pretexto para vengarse de +otra rivalidad que infinitamente más le dolía. De súbito, pues, y cuando +todos los concurrentes menos lo preveían, lanzó el gaucho varios feroces +reniegos, se levantó de la mesa, agarró del brazo a Catalina e intentó +llevársela consigo a tirones y poco menos que arrastrando. Llena de +susto y lastimada por la violencia, la muchacha dio chillidos. Acudió +Arturito a defenderla, pero el gaucho, más fuerte y más decidido, le dio +un empellón y le apartó de sí bastante maltrecho. Todavía se lanzó sobre +Arturito, decidido a darle de golpes; pero unas manos poderosas que +parecían dos garras le asieron por ambos brazos, le zarandearon y +sacudieron como si fuera un pelele y le derribaron por tierra con +desprecio. Era el negro Octaviano que intervenía briosamente en defensa +de su señor. Animado Arturito con aquel auxilio y enojado por los +insultos y por la afrenta que Pedro Lobo le había hecho, prorrumpió en +injurias contra él, le llamó satélite del sanguinario tirano Rosas y le +calificó de derrotado y forajido. Los señores jóvenes que allí había +consiguieron, no sin grande esfuerzo, separar a Octaviano de su +intervención en la contienda e interponerse entre los dos principales +contendientes, reteniendo sus manos y refrenando sus lenguas. + +Completamente se acibaró el contento que allí reinaba. Antes de que +amaneciese se expidieron en el ómnibus el Merengue de fresa y las demás +niñas. Algunos caballeros se eclipsaron también. Contra Octaviano hubo +una verdadera conjura, y medio por persuasión, medio por violencia, le +encerraron en un cuarto para evitar que escandalizara, tratando de +inculcar en su mente que por mucho que se sintiese, era ya ineludible un +encuentro muy serio entre Pedro Lobo y su amo. A Pedro Lobo no le +faltaron dos testigos. Con otros dos que nombró Arturito concertaron un +lance, el cual, por hallarse muy embravecidos los dos contrarios, no +podía menos de ser serio. + +Arturito no sabía manejar el sable, ni esgrimir la espada, ni tirar a la +pistola. Era menester procurar para él la menor desventaja posible, +equilibrando las fuerzas y buscando iguales probabilidades de triunfo. + +Se hallaron dos pistolas de arzón que, muy cargadas, habían de levantar +mucho y enviar la bala harto lejos del punto de mira. + +Se concertó que los combatientes se colocasen a cuarenta y cinco pasos +de distancia. Al dar una palmada podrían marchar ambos, el uno contra el +otro, hasta que sólo quince pasos los separasen. Durante la marcha cada +uno podía tirar cuando quisiera. + +No bien fue de día claro, combatientes y padrinos fueron a un sitio +apartado y esquivo, a más de dos kilómetros de la fonda, a una pradera +sin árboles, en medio del bosque. Todo se hizo allí como estaba +concertado. Arturito, sostenido por el pundonor, disimulaba su +abatimiento: conocía que el duelo era inevitable, sopena de quedar para +siempre humillado, pero presentía el desenlace más triste. + +El gaucho estaba muy sobre sí, ansioso de satisfacer su rabia y +confiando en su destreza en las armas. + +Ambos ya en el sitio y con la pistola en la mano, marcharon el uno +contra el otro. Inseguro Arturito de su puntería, no quiso disparar +hasta llegar a la raya que se le había marcado. El gaucho, más seguro, +disparó al dar el quinto paso. Todos los testigos tenían el +convencimiento, la casi seguridad de que, no sólo el tiro de Arturito, +sino también el del gaucho, tan malas y tan cargadas estaban las +pistolas, iban a perderse en el aire. Esperaban que terminase el lance +en reconciliación, y ya que no en almuerzo, porque la cena estaba +reciente y no tenían gana, en otra nueva cena aquella noche en el mejor +restaurante de Río de Janeiro. + +Pero el hombre propone, y no siempre Dios sino el diablo dispone. Nadie +imaginó, por bien que en su sentir el gaucho tirase, que lo que ocurrió +fue el resultado de su tino. Lo que ocurrió fue el resultado de la +fatalidad más deplorable. La bala que disparó el gaucho penetró por la +sien derecha en la cabeza del pobre joven y le dejó muerto en el acto. + +Grande fue el pasmo y profunda la lástima de todos los cómplices en +aquel horror. El mismo Pedro Lobo, disipada de pronto su cólera, se +sintió afligido. + +El caso, de común acuerdo, se ocultó o se disimuló para con el público. +La fiebre amarilla hacía entonces muchas víctimas en Río. En la Tejuca +no atacaba nunca aquella enfermedad, pero si alguien la traía a la +Tejuca desde Río, la muerte era inevitable y rápida. + +Para el público se supuso que Arturito había muerto en la Tejuca de la +fiebre amarilla. + + + + +-XIX- + + +Rafaela tuvo pronta y exacta noticia de cuanto había ocurrido, y su +dolor fue muy hondo. Ella tendría sus defectos, pero no se puede negar +que era leal y verídica, y que abominaba del embuste. Lo que había dicho +a Arturito cuando le despidió era la verdad misma. Al dejar de quererle, +como amante, había seguido queriéndole como si fuera su hijo: como +criatura de su espíritu, ya que le había iluminado y mejorado. De aquí +que la función de la Tejuca, triste prueba de la recaída del joven, +abandonado por ella, bastó para afligirla; pero lo que la desoló, por no +ofrecer ya remedio ni esperanza, fue la muerte violenta tan estúpida y +brutalmente motivada. + +Rafaela, distando mucho de ser merengue de fresa, sin tener nada de +empalagoso sino de brioso, atesoraba en el centro de su corazón un +inexhausto manantial de cariño. No por reflexión ni por estudiadas +teorías, sino por ciego e indomable instinto, era la mujer filántropa. +El Padre García se lo había dicho muchas veces: ¡Ay, hija mía, sí tú +amases a Dios la mitad siquiera que a los hombres, no estarías ya en la +tierra, sino en el cielo, en el ardiente coro de los más enamorados +serafines que coronan cual nimbo luminoso el trono del Altísimo! Lo +conveniente, añadía el Padre en otra ocasión, es que tu filantropía se +trueque en caridad cristiana: que ames a Dios sobre todas las cosas. +Considera lo encaramada y elevada que estás ya en el amor, y calcula, si +puedes, hasta dónde te encumbrarías en cuanto pusieses sobre todo ello +tu amor divino. + +Por desgracia, esta deseada y aconsejada superposición no había llegado +a verificarse, aunque Rafaela a menudo la apetecía. + +Indudablemente, sin ninguna intención y sin oculto propósito, sin +descubrir ni reconocer ella como causa de su cambio la impresión que +Juan Maury le había hecho, y creyéndose impulsada por las amonestaciones +y piadosos discursos del Padre García, no sólo había despedido a +Arturito, sino que también se propuso no volver a recibir al gaucho y +romper para siempre con él, aunque bien notaba, con cierto sentimiento +entre lisonjero y penoso, que la segunda venida del gaucho a Río había +sido por ella. + +Y como ella jamás desechaba la gratitud ni la amistad, aunque desechase +el amor, todavía, al despedir resueltamente al gaucho por medio de +_Madame_ Duval, conservaba por él estimación y afecto. Sólo cuando supo +la tragedia de la Tejuca, obra sin duda del injustificado rencor de +Pedro Lobo, su amistad y su estimación hacia él se trocaron en +aborrecimiento. + +La insistencia pertinaz que mostró Pedro Lobo en volver a verla, +exacerbó este odio, agotó su paciencia y le hizo perder los estribos. + +Ella no recibía entonces, ni salía de casa; pero _Madame_ Duval era +perseguida y detenida por Pedro Lobo, y ora por su medio, ora +imprudentemente, valiéndose de un criado cualquiera, Pedro Lobo la +inquietaba y la atormentaba con cartas pidiéndole, casi exigiéndole una +cita. + +A las cuatro primeras cartas, dos al día, nada contestó Rafaela. A la +quinta, en la mañana del día tercero, Rafaela se puso fuera de sí, +perdió toda su circunspección, desechó recelos, resolvió arrostrar +cualquier peligro que sobreviniese y contestó al gaucho, sin rasgar el +papel, aunque bien pudiera decirse, citando el antiguo romance, que le +escribió: + +_Con tanta cólera y rabia_, +_que donde pone la pluma_ +_el delgado papel rasga_. + +La carta de Rafaela era como sigue: + +«Sr. D. Pedro Lobo: Ni usted tiene, ni yo he dado a usted el menor +derecho para lo que hace, inquietándome, afligiéndome y desesperándome. +Jamás prometí ni exigí a usted que me prometiera fidelidad ni +constancia. No hay lazo que nos ate ni obligación que nos encadene. +Libre es usted y yo también lo soy de querer a quien se nos antoje. Con +plena libertad, aun después de haber arrojado de mi alma, por motivos de +que no tengo que darle cuenta, todo tierno afecto hacia usted, le +consagraba yo aún estimación amistosa. Esta se ha perdido también por la +tremenda culpa de usted cometida hace pocos días. Ya ni amor, ni +amistad, ni estimación le tengo. No diré que le odio, porque no odio a +nadie, y si le odiase haría de usted excepción honrosa. Me es usted +indiferente, pero me aburren y me atacan los nervios sus persecuciones. +Váyase usted de Río y déjeme en paz. Como no gusto de frases pomposas, +cuyo contenido pudiera alguien poner en duda, no me meto en decir que +soy una dama y que usted es un caballero: diré sólo que soy una buena +mujer, aunque pecadora, y que espero que sea usted un hombre bueno para +mí y que como tal se conduzca. Con dicha esperanza escribo esta carta, y +confío en que no me comprometerá usted abusando de ella; mas aunque +desconfiase, de nada tendría miedo. Podría usted causarme el mayor daño +y me sería menos insufrible que su empeño de reanudar relaciones. Rotas +están para siempre y nada temo por mí. Temo por usted y le aconsejo que +se vaya cuanto antes a Europa. Por nada del mundo quisiera yo más +tragedia. Yo no soy vengativa, pero hay personas que lo son. Guárdese +usted de ellas, y póngase en salvo.» + +Así terminaba la carta, firmada sólo con la inicial R. + +_Madame_ Duval la llevó a la fonda donde el gaucho vivía, y estuvo +presente a su lectura. + +No bien acabó de leer, Pedro Lobo dijo furioso: + +--Me insulta y hasta se atreve a amenazarme. Sin duda tiene nuevo galán y +con él es con quien me amenaza. Yo me río. Morirá a mis manos como +Arturito ha muerto. + +--Sosiéguese usted--dijo _Madame_ Duval con mucho reposo--. No es amenaza +sino aviso lo que da mi señora. Ella dista mucho de tener nuevo galán. +Créame usted. Hablo sinceramente. Mi señora se ha entrado por la +devoción y lleva camino de ser una santa. + +--¿Pues entonces quién es la persona de quien dice que debo salvarme? Yo +no quiero salvarme de nadie. La buscaré y nos veremos las caras. + +--No se exalte usted, señor Pedro Lobo--replicó la dueña--. No hay motivo +ni posibilidad de que usted tenga nuevo lance. El aviso de mi señora se +funda.... + +--¿En qué se funda? + +--Tal vez en que ha irritado usted a un hombre rico y poderoso +arrebatándole su único hijo, a quien idolatraba. + +--¿Cree Rafaela acaso que el viejo Machado es capaz de pagar sicarios +para que me asesinen? + +--Muy lejos está de creerlo, pero tal vez haya quien, sin esperar ni +recibir salarios, ponga a usted asechanzas y atente contra su vida. + +--¿Y quién puede ser ese guapo? + +--Pues bien, señor Pedro Lobo, voy a decírselo a usted para su gobierno. +No digo que sea, pero puede ser el negro Octaviano. Acusarle sería +inútil y hasta peligroso porque se pondría cierto lance en conocimiento +de la justicia y porque no hay prueba alguna contra Octaviano. Yo sólo +sé que él es rencoroso y fuerte, que sabe disimular sus propósitos y que +amaba en extremo a su niño, como él llamaba al señorito Arturo. El brío +del tal negro es para aterrar a cualquiera. Todos los otros negros le +reconocen como el más diestro y pujante en la _carnerada_. + +--¿Y qué diantre de _carnerada_ es esa?--preguntó Pedro Lobo riendo, +aunque preocupado y un tanto cuanto con la risa del conejo. + +--La _carnerada_--contestó _Madame_ Duval--, es un raro arte de esgrima que +los negros aprenden y ejercen. Como tienen la cabeza más dura que +hierro, hacen de ella un arma y llegan a dar topetadas feroces y a veces +mortales. A menudo, ni la ley puede castigarlos por este crimen, porque +una fiebre o un delirio, que también se llama _carnerada_, se apodera de +ellos, les quita la responsabilidad y el juicio y los impulsa a correr +frenéticos por las calles y a chocar con el primero que más a propósito +se les antoja, dándole a veces tan tremendo golpe en el pecho, que le +causa la muerte. Ni mi señora ni yo podemos saber de fijo que Octaviano +quiera emplear en usted la _carnerada_; pero todo es posible, y tenga +usted entendido que Octaviano no es solamente audaz, sino también +precavido y astuto, por lo cual, si se propone _topar_ contra usted, no +le bastaría fiar en su destreza, aunque es mucho lo que en ella fía, y +de seguro que habrá juramentado a varios de sus amigos y discípulos en +el arte, para que si él malogra la empresa, ellos la terminen. + +Al oír esta relación, Pedro Lobo no pudo aguantar más, montó en cólera y +dijo a la dueña: + +--Ea, basta ya, doña Duval o doña Marisápalos, y no pretenda burlarse de +mí e intimidarme con mentiras o con ridiculeces. Pronto, largo de aquí, +si no quiere usted que me olvide de que es mujer y... vieja. + +Lo de vieja dolió en extremo a _Madame_ Duval, porque se consideraba +joven y casi lo era. Aún no había cumplido cuarenta años; gozaba de muy +buena salud; si bien algo chata, no tenía mal ver, y estaba rolliza y +sonrosada, y con la tez tersa y jugosa. + +Al llamarla vieja, Pedro Lobo procedía con injusticia notoria y con +falta bestial de galantería, pero, como estaba tan enojado, algo debemos +perdonarle. + +Lo que es _Madame_ Duval no le perdonó nada. Tuvo, sí, miedo de su furia +y puso pies en polvorosa. Sin embargo, al llegar a la puerta de la sala, +y antes de apresurar el paso y aun de echar a correr, no pudo resistir a +la tentación de imitar a los partos y de disparar huyendo la más +emponzoñada flecha. + +--Señor valiente--dijo--. No disimule usted su miedo con la cólera. El caso +es grave. No morirá usted de cornada de burro, pero puede morir de +topetada de negro. Esté sobre aviso. + +Pedro Lobo quedó bramando de coraje. Hallaba ridículo que le amenazasen +con la _carnerada_, y más ridículo aún que él la temiese. Pedro Lobo, no +obstante, la temía, aunque trataba de disipar el temor y de ocultarle a +su propia conciencia. + +Harto sabía él que lo de la fiebre o delirio de la _carnerada_ no era +fábula. Por otra parte ¿qué adelantaba con seguir en Río? La carta de +Rafaela era feroz, pero él desistía de vengarse de ella villanamente. Y +pretender o exigir de nuevo reconciliación, ya con súplicas, ya con +intimidaciones, estaba convencido de que era inútil. + +En Río, además, donde el Sr. Gregorio Machado era bastante querido, casi +toda la gente de la sociedad miraba al gaucho con disgusto mal +disimulado como a matador de un mozo que en medio de todos sus extravíos +siempre había sido dulce y afable. + +Pedro Lobo revolvió mil cosas en su mente, formó mil desatinados +proyectos: hasta pensó en ir de mano armada a buscar a Octaviano, +adelantándose a matarle antes de que él le matara; pero al cabo, después +de muchos desvaríos, prevaleció la determinación más juiciosa; y, cuatro +días después de la conversación que tuvo con _Madame_ Duval, Pedro Lobo +se embarcó en un vapor inglés que iba a Southampton y libró de su odiada +presencia a Rafaela, a _Madame_ Duval, al señor Gregorio Machado, a +Octaviano, y a casi toda la sociedad _fluminense_. + + + + +-XX- + + +Grosero y pesimista es el refrán que dice: el muerto al hoyo y el +vivo al bollo. El refrán, con todo, tiene por desgracia mucho de verdad. +A los siete u ocho días de muerto Arturito y a los tres o cuatro de ido +Pedro Lobo, nadie se acordaba ya de Arturito, salvo su padre, Octaviano, +Rafaela y el Sr. D. Joaquín, que le amaba y le lloraba como a su mejor +amigo. Porque D. Joaquín, cual fruto almibarado y sabroso con cáscara +amarga, no bien quedó despojado por el amor y el arte de su mujer de la +cáscara de usurero en que durante muchos años se había parapetado y +escondido, apareció como el ser más tierno y angelical entre todos los +seres humanos. + +En Río se seguía la vida de costumbre, si bien muchos caballeros y la +elegante juventud dorada echaban de menos la tertulia de Rafaela, la +cual andaba retraída y triste, y no recibía. + +Muchos jóvenes de la buena sociedad acudían con frecuencia al casino +como único recurso. Nuestros amigos, o por lo menos conocidos ya del +lector, el vizconde de Goivoformoso y Juan Maury, eran de los que allí +más acudían. + +Hubo, a la sazón, un incidente que tiene trazas de insignificante, pero +del cual importa dar cuenta ahora, porque contribuye algo a la claridad +y al proceso de esta historia, quizás más verdadera que divertida. + +En sus ademanes, en su conversación, en su modo de vestir, de +presentarse y hasta de andar, era tan sencillo Juan Maury y carecía +tanto de afectación y estudio, o los disimulaba tan bien, que las +personas ordinarias no caían en la cuenta de su aristocrática y natural +distinción, y sólo las personas que, si no tenían la misma distinción, +eran dignas y capaces de tenerla, comprendían y estimaban en todos sus +quilates la del inglesito: pero ni a unas ni a otras personas +deslumbraba él ni hería o lastimaba con elegancias de relumbrón. Era +todo lo contrario de lo que había sido Arturito al volver de París. La +ropa, los dijes y los primores de Arturito habían excitado la admiración +y la envidia. Su _dandinismo_ había hecho estruendosa irrupción en la +mente de sus maravillados compatriotas, mientras que el _dandinismo_ de +Juan Maury, casi a despecho de su poseedor, sólo se insinuaba con suave +lentitud en el espíritu de la gente más delicada. Evidentemente, Juan +Maury ni tenía en Río, ni hubiera tenido en parte alguna, el menor +propósito de llamar la atención, y menos que por nada por adornos o +perfiles que pueden comprarse en una tienda. Pero aún era muchacho y +solía tener caprichos casi infantiles. Por uno, pues, había llamado la +atención a pesar suyo. Nadie había reparado en que sus fracs y sus +levitas tenían corte más elegante, ni que en todo lo demás de su traje +había el sello de la perfección que cabe en lo humano; pero el bastón +que llevaba de diario excitó la admiración e hizo el encanto de todos, +porque entonces era objeto de altísima novedad, y de invención tan +reciente, que tal vez no se contaría aún por todo el mundo media docena +de semejantes bastones, los cuales, con el andar del tiempo, se han +emplebeyecido y divulgado tanto, que ya nadie los lleva, a no ser algún +cursi frenético y atrasado de moda. + +El bastón de Juan Maury era un bambú como cualquiera otro. Por donde +descollaba y pasmaba, era por el puño, hecho de marfil en forma de +cabeza semi-humana, semi-perruna, bastante bien tallada. Los ojos eran +de vidrio, imitando los naturales, y muy luminosos. La parte que +figuraba el pelo estaba teñida de negro; en las mejillas había un tinte +sonrosado, y en la boca vivísimo color rojo. Se tocaba un resorte o +botoncito, y la figura entonces bajaba y subía los párpados, abría mucho +la boca y sacaba y enseñaba una lengua muy larga y puntiaguda. + +Las muecas de la cabeza esculpida, al moverse por medio del resorte de +la manera ya indicada, divirtieron mucho a los jóvenes brasileños, y no +pocos se apresuraron a ser presentados a Juan Maury para que les +enseñara el bastón, cuyo éxito fue tan grande que le pidieron las señas +de la ciudad y de la tienda donde le había comprado, y pidieron una +buena remesa de ellos para Río. + +Mucho distaba aún de llegar la remesa, cuando, en aquellos mismos días +del lance entre Arturito y el gaucho, notó la gente que Juan Maury no +llevaba ya el bastón. Le preguntaron por su paradero y él contestó que +no sabía. El bastón se le había perdido. No había quedado rastro de él. +Era como si la tierra se le hubiese tragado. + +Tres puntos fueron los que en aquellos días se tocaron en las +conversaciones en que la política o la literatura no entraban por nada. +La muerte de Arturito y la pérdida del bastón, aunque pronto empezaron a +olvidarse ambas cosas, y por último la aparición de la famosa contralto +Rosina Stolz, que iba a estrenarse en el teatro principal, en la +Semíramis de Rossini, donde ella era admirable, como actriz y como +cantora, haciendo el papel de Arsaces. + +Los filarmónicos, que en los ensayos la habían oído, estaban +entusiasmados y referían maravillas, lo cual acrecentaba la envidiable +fama que la había precedido antes de llegar de Europa y estimulaba en +todas las personas de buen gusto la curiosidad y el anhelo de verla y de +oírla. + +Daba mayor interés a la aparición de la Stolz en el teatro de Río, el +que se había formado un terrible partido contra ella, impulsado por el +sentimiento patriótico. Y no porque nadie imaginase que podía existir +rivalidad entre las _modinhas_ del país y la música de los grandes +maestros italianos, ni entre las indígenas y populares cantoras y una +_diva_ tan eminente y tan aplaudida en los principales teatros europeos. +Todo era por culpa de un desaforado crítico francés, que no ha dejado de +tener imitadores más tarde. Anticipándose a Julio Lemaître, que publicó +un artículo en los periódicos dando consejos a Sara Bernhardt cuando fue +a América, el referido crítico había dado y publicado también consejos a +la Stolz antes de que se embarcase en un puerto de Europa para ir a la +conquista del Nuevo Mundo. + +Muy de veras me aflige no conservar el artículo de los consejos +dirigidos a la Stolz para poder copiar aquí un trocito; pero como Julio +Lemaître, en caso parecido, si no idéntico, vino a decir lo propio, +pondré aquí algo de lo que dijo: + +«Vais--le dijo, yo supongo que dirigiéndose a la Stolz--, a mostraros a +hombres de poco arte y de menos literatura, que os comprenderán mal, que +os mirarán con el asombro que se mira una ternera de cinco patas, que +verán en vos un ser extravagante y estruendoso, y no la artista +infinitamente seductora; y que no reconocerán vuestro talento sino +porque les costará caro el oíros». + +Para remachar el clavo con que el crítico hería el orgullo de la América +latina, como ahora se dice, había en el artículo algunas amonestaciones +a la artista, a fin de que no se dejase enternecer por las ardientes +adoraciones de los entusiastas americanos, a quienes el articulista +calificaba de sensuales y de candorosos, y que, inflamados de amor, +irían a ponerse de hinojos ante ella. + +Este arranque de la _outrecuidance_ parisina enojó en extremo a los +brasileños más patriotas, faltando poco para que no le produjese a la +Stolz el amargo fruto de una silba. Por fortuna la filarmonía pudo más +en esta ocasión que el patriotismo vidrioso, y la Stolz fue aplaudida +frenéticamente, y llevada a su casa en triunfo, con música, antorchas y +faroles encendidos. Hubo, no obstante, algún poeta satírico y +avinagrado, que se vengó en la Stolz de la insolencia del crítico +francés, y todavía conservo yo en la memoria algo de una graciosísima +sátira que le compuso, donde después de afirmar que la artista era un +desecho del viejo mundo y ella también vieja, justifica irónicamente los +aplausos que le han dado con razones y comparaciones como las contenidas +en los siguientes versos: + +_Um velho poema de capa extragada_ +_Nao perde por isso o interno valor_, +_E a veces de baixo da pranta pisada_ +_Descóbrense ainda vestigios da flor_. + +Pero no adelantemos los sucesos; prescindamos de este episodio que +apenas tiene relación con nuestra historia, y volvamos a la noche en que +Rosina Stolz apareció en el teatro de Río por vez primera. + + + + +-XXI- + + +Rafaela, que era generosa de todo, lo era también de aplausos y de +alabanzas. Por nada del mundo hubiera gustado de que silbasen a la Stolz +como la habían silbado a ella, a no tener a la mano otro D. Joaquín para +consolarla de la silba. Rafaela quiso, pues, que la Stolz triunfase, y +se propuso contribuir a su triunfo. Y como Rafaela además era +aficionadísima a la música, no se resignó a dejar de oír a tan egregia +cantarina. De aquí que saliese del retraimiento en que por la pena de la +reciente muerte de Arturito se encontraba y apareciese en su palco, en +el teatro, la primera noche en que la Stolz cantó en la _Semíramis_. Don +Joaquín fue también, aunque estaba tan apesadumbrado como si hubiese +perdido un hijo. + +En el entreacto, el vizconde de Goivoformoso y Juan Maury, que estaban +en butacas contiguas, subieron juntos a visitar a Rafaela. + +Muy impresionado estaba el vizconde, así por el canto como por la acción +y la mímica de la Stolz, pero casi le borró aquella impresión una +sorpresa que D. Joaquín, sin pensarlo ni quererlo, acertó a dar a él, y +también a Juan Maury y a Rafaela. + +No sabemos cómo se habló de Arturito y se lamentó su muerte. Don Joaquín +se conmovió, hizo tres o cuatro pucheritos y se le saltaron las +lágrimas. + +--Toda mi vida--exclamó--, conservaré como recuerdo una prenda suya, que, +sin duda, _Madame_ Duval llevó a la alcoba de mi mujer, donde yo la +encontré hace dos o tres días. Esta es la prenda. + +Y levantando la mano del puño del bastón en que la tenía apoyada, dejó +ver la cabecita de marfil que ya hemos descrito. Y llorando todavía por +el difunto, tocó el resorte y movió la cabecita para que bajase y +subiese los párpados, abriese la boca y sacase la lengua, luciendo sus +habilidades. Al ver aquello, el vizconde se sonrió con malicia mirando a +Juan Maury; éste se puso rojo como la grana, y Rafaela, sin poder +reprimirse, empezó a reír a carcajadas. Don Joaquín hubo de imaginar que +a Rafaela le hacían mucha gracia las muecas de aquel muñeco, y le movió +más, poniéndosele delante. Rafaela rió entonces con carcajadas más +sonoras, y, para no llamar la atención del público, se retiró al fondo +del palco. Allí siguió la risa, y siguió, hasta que D. Joaquín, que +había cesado ya de mover el resorte, acabó por alarmarse. También se +alarmaron Juan Maury y el vizconde, únicos allí presentes. La risa, por +caso extraño, se convirtió en ataque de nervios. Fue menester que +Rafaela se retirase a su casa a media función, sin contribuir al triunfo +de la famosa cantarina y sin presenciarle. + +Sólo el vizconde, testigo de aquella escena, pudo comprender sus causas +y explicar su significado. + +Don Joaquín no volvió a servirse del bastón, porque Rafaela le dijo que +el verle le hacía daño. + +En efecto; Rafaela era una criatura muy singular. Al principio halló +chistosa la equivocación de su marido y se rió de todas veras, con +placer semejante al que produce la representación de un grotesco +sainete; pero la tenaz persistencia de la escultura en sus muecas y +visajes le produjo un efecto muy raro. Del mismo modo que al restregar +un fósforo se hace brotar la llama, se diría que aquella figura, con sus +persistentes y fantásticos movimientos, le restregó las telas del +cerebro, y barriendo de allí las imágenes ridículas, hizo aparecer el +cuadro vivo de tristes sucesos a que ella había dado ocasión, cuando no +causa, y la no menos viva representación de la deplorable facilidad con +que ella, casi sin saber cómo, había abandonado, en un momento de +alucinación, los sinceros propósitos y los excelentes planes que le +había hecho concebir el Padre García. Tal vez en la misma noche en que +Arturito y el gaucho reñían un duelo a muerte, ella con el inglesito se +había olvidado de todo. El puño del bastón, con su monstruosa y +semi-humana figura, de repente se trocó en un espectro para ella; en un +espectro que acudía a atormentarla con burlas espantosas. + +La señora de Figueredo, con todo, no se ahogaba en poca agua ni se +asustaba por cualquier niñería. El ahogo y el susto pasaron pronto. +Todas las cosas volvieron al ser que tenían. + +El inglesito llegó a ser íntimo en casa de Rafaela. Don Joaquín concibió +por él mucho más cariño que el que tuvo al gaucho, y casi estamos por +afirmar que un poco más que el que tuvo a Arturito. Hasta la propia +_Madame_ Duval le cobró mayor amistad, le consideró más que a nadie y le +miró como si fuese el señorito hijo de la casa, hablándole siempre en +inglés y dándole el tratamiento de Master John. + +Pasado este incidente, advertido sólo por el vizconde de Goivoformoso y +por los tres actores principales, empezó y transcurrió una época +brillantísima para el hotel de los señores de Figueredo y famosa en los +anales de la _high life_ fluminense. Banquetes, animadas tertulias, +bailes, lucidas cabalgatas y hasta giras de campo se sucedían con corta +interrupción. El inglesito no faltaba jamás en estas diversiones. Y +Rafaela, como el sol en el meridiano, resplandecía por su hermosura y +elegancia y parecía dichosa. Lo que es D. Joaquín no se mostraba menos +elegante ni menos satisfecho, aunque sí harto menos bonito, y dejando +notar en la flojedad de sus piernas y en el temblor de sus manos que lo +que llaman vulgarmente el _bajón_ iba llegando para él, y que así para +él como para los demás mortales, no pasan en balde los años. + + + + +-XXII- + + +Pronto pasó uno más, cuando ocurrió algo que, si bien hubiera +debido preverse, fue muy doloroso para Rafaela. Juan Maury, trasladado +por su gobierno con ascenso a una Legación de Europa, tuvo que abandonar +a Río de Janeiro. Rafaela sintió sin duda grandísimo pesar, pero no le +faltó energía para disimularle, y a los ojos del público apareció +impasible y serena, así en los días que precedieron a la partida de Juan +Maury como después de su partida. + +Lo que pasó, durante aquellos días, en el corazón de Rafaela, no lo supo +más que una persona. Rafaela no se lo podía ni se lo quería decir a +_Madame_ Duval, por juzgar sobrado sublime su secreto para hacer +partícipe de él a tan vulgar personaje. Ni podía ni quería tampoco +confesarle al Padre García, por considerar su secreto profano y por no +ver en él culpa acompañada de arrepentimiento. + +Rafaela, no obstante, sentía la necesidad de desahogar con alguien su +corazón, hablando de sus penas. Y como su único, constante y muy íntimo +amigo en la ciudad era el Vizconde de Goivoformoso, a quien trataba +desde que ella había llegado a Lisboa, Rafaela reconoció que sólo el +Vizconde era su posible confidente, y habló con él de todo, si bien con +mayor seriedad, con el mismo desenfado y con la misma franqueza que +empleaba para hablar con él cuando, hacía ya más de diez años, él y ella +iban a merendar o a cenar juntos en el _Retiro de Camoens_. + +Después de la ida de Juan Maury, Rafaela, a fin de evitar las hablillas +y para que no se burlasen de ella afectando compadecerla como a mujer +abandonada, siguió recibiendo por las noches y procurando que su +tertulia no estuviese menos concurrida ni menos alegre que antes. + +Las expediciones campestres de D. Joaquín a la _chácara_ y las +frecuentes jaquecas de que ella padecía, eran recursos de que no se +había desprendido ni quería desprenderse. De estos recursos se valió +entonces, no en pro del amor, sino en pro de una antigua y constante +amistad, de la que esperaba consuelo y alivio en sus penas. Deseosa de +hablar reposadamente con el Vizconde, le citó para una noche en que no +recibía a los demás tertulianos, y tuvo con él el coloquio que vamos a +reproducir aquí. + +Después de los amistosos saludos de costumbre, con la inveterada +familiaridad de siempre, y tuteando al Vizconde como solía, Rafaela le +dijo: + +--Tú eres mi mejor amigo, lleno para mí de amabilidad y de indulgencia. A +solas contigo, no sé disimular: todo lo confieso: pienso alto. No me lo +agradezcas. Yo soy quien debe mostrarte su gratitud. Si yo no pudiera +decir a alguien lo que siento, si no te tuviera a ti para decirlo, creo +que mi corazón estallaría como una bomba. + +--Pues, hija mía, di cuanto se te ocurra, que pronto estoy a escucharte y +a consolarte si puedo. + +--De sobra--replicó ella--sabes mis relaciones con Juan Maury. Lo que no +sabes es lo que ha habido de singular y de nuevo en estas relaciones. +Otros hombres me han inspirado simpatías más o menos vehementes. Por +ellos he sentido lo que se llama amistad. A caer en sus brazos me ha +impulsado no sé qué extraña misericordia, no sé qué endiablada +generosidad, que califico de perversa, y no sé qué vanidosa estimación +de mi propia hermosura. He sido como engreído artista que anhela mostrar +la linda joya que ha cincelado al que juzga delicado conocedor y buen +perito. He sido como el poeta que, por más esfuerzos que hace, no sabe +resistir a la tentación de recitar sus versos a quien juzga persona de +gusto exquisito, capaz de estimar y de tasar el valor de ellos y los +quilates de perfección y de belleza que contienen. Esta soberbia mía y +el benigno afán de conceder yo venturas, sin pena para mí, sino tal vez +con deleite, han sido la causa de no pocos extravíos y ligerezas que +deploro. La gente me calificará de mujer galante y enamorada. Pero, si +bien se mira, yo no he conocido el amor, como este no sea una +combinación de amistad, aprecio, deseo de agradar y de embelesar, y +empeño vanidoso en mostrar a quien se aprecia y a quien se profesa +cierto cariño, todo el valer, toda la lozanía y toda la potencia +deleitable y beatífica de la propia persona. Pero esto no es el +verdadero amor. Si no fuese por los versos y las novelas que he leído, +yo no tendría de él ni noticia ni presentimiento. En mi alma ha habido +predilección no pocas veces. Tú, por ejemplo, y no quiero lisonjearte, +has sido uno de mis predilectos. Lo que no ha habido en mi alma ha sido +el amor perfectísimo de que nos habla la poesía. Mi alma ha tenido sus +predilectos. Nunca ha llegado a tener al amado: al único, al verdadero y +legítimo esposo; al que exclusivamente y para siempre se rinde la +voluntad y se entrega y se abandona la vida. Sin él no se concibe goce. +Las aspiraciones todas del espíritu, la fe en el mérito y excelencia de +un ser extraño, el ansia de inefables placeres, todo, según dicen, se +pone y se busca en el amado, el cual sólo podría tener rival en Dios, si +lográsemos mortificar y aniquilar nuestro cuerpo y convertirnos en +espíritu puro. Para la mujer amante no tiene, pues, ni puede tener en la +tierra, rival el amado. Yo no había llegado ni me consideraba capaz de +llegar a tan gentil idolatría. Sólo he entrevisto y columbrado así la +capacidad de sentirla como el hechizo que debe de haber en ella, desde +que fui de Juan Maury. Pero él, bondadoso, agradecido, con notable +afecto hacia mí, porque yo no puedo ni quiero quejarme de su tibieza ni +de su egoísmo, siempre me consideró como a una buena mujer, aunque harto +ligera, y ese amor verdadero, ese apretado lazo de unión completa e +indisoluble entre dos corazones humanos, jamás imaginó que pudiera +enlazar su corazón con el mío. Yo entiendo que esto no llega a +conseguirse jamás con súplicas y excitaciones de una parte. En ambas, +para que prevalezca, ha de nacer de un modo espontáneo. Además, yo soy +orgullosa y detesto la ficción y la mentira, aunque la piedad las +motive. De aquí que al amor ideal, al amor exclusivo y único, que iba a +brotar en mi alma, por primera vez y como flor tardía, le corté yo las +alas antes de que remontase el vuelo. Juan Maury se ha ido. Yo no le +censuro. Ha hecho bien. Ni él podía darme ni yo podía exigirle amor +constante y para siempre. Deploro el amor ahogado antes de nacer, mas no +el que ya vivía y ha muerto. Hasta en mi propia alma había obstáculos +invencibles contra el nacimiento del amor, obstáculos que hubieran +combatido contra él para darle muerte apenas nacido. La amistad que me +inspira Joaquín Figueredo, mi gratitud hacia él, la estimación que le +tengo, al ver en él un conjunto de nobles prendas, oculto y sepultado +antes bajo las ruines condiciones de su sórdida existencia primera, y +que yo he descubierto después, así para mí como para la generalidad de +los hombres, todo esto no ha podido vencer la inclinación viciosa de mi +naturaleza, la vehemencia de mis pasiones y la licencia y el desenfreno +en que me he criado. Inútiles han sido mis propósitos de serle fiel; +pero, me parece que no puede haber fuerza en el mundo que me impulse a +serle inconstante, a abandonarle, a causarle inmenso dolor dejándole ver +con claridad mi desvío, siendo con él cruelmente ingrata. Tengo por +cierto que si mi amor hubiera nacido y se hubiera manifestado con la +mayor vehemencia y si Juan Maury hubiera participado de él por completo, +todavía hubiera yo preferido morir a dejar solo a Joaquín Figueredo, sin +los cuidados y la ternura que hoy más que nunca necesita y que yo le +dedico. Por esta consideración, casi me alegro de que Juan Maury me haya +dejado y se haya ido muy lejos. Más vale que amor no nazca que no que +muera en terrible lucha con una obligación que juzgo sagrada. Acaso +halles tú harto alambicado y sutil lo que estoy diciendo, pero digo lo +que siento aunque te parezca inverosímil. Hoy, perdido para mí Juan +Maury y demostrada mi imposibilidad de amor, queda cual único fin de mi +vida el propósito de hacer feliz a Figueredo, de mirar por su salud y +bienestar, de endulzar y de prolongar su vida hasta donde sea posible, +y, si le sobrevivo, de cerrar piadosamente sus ojos y de llorar su +muerte. + +El Vizconde oyó con placer este en su sentir bello discurso, y le oyó +también con asombro, porque apenas había hablado íntimamente con Rafaela +desde que, en la aurora de la vida de ella y de él, tuvieron ambos +frecuentes y encantadores coloquios en el famoso figón de Lisboa, +llamado _Retiro de Camoens_. + +En extremo se pasmó el Vizconde del extraordinario progreso del espíritu +de Rafaela en agudeza y en profundidad, y de su corazón en elevaciones +morales. Él pensó, no obstante, que estas elevaciones, la gratitud de +Rafaela y su reconocido deber de hacer dichoso a D. Joaquín, no se +habían opuesto hasta entonces, ni se opondrían en lo futuro, a ciertos +dulces, misteriosos y fugaces abandonos. Pensó también que Rafaela +estaba afligidísima porque no había podido nacer en ella el amor puro. Y +pensó, por último, que para consolación de tantas cuitas, y vista y +declarada la imposibilidad del amor puro, aún podría servir el mixto, +tal como Rafaela le entendía y le había descrito, o sea la combinación +de la amistad, del aprecio, del anhelo de lucir generosidad y gallardía +y de la sed del deleite. + +Rafaela estaba bellísima: incomparablemente más bella que allá en +Lisboa, en la plaza de toros o en el _Retiro de Camoens_. Entonces era +diamante en bruto: ahora diamante pulimentado y primorosamente engarzado +en cerco de oro. Entonces era como planta silvestre de flor menuda y +desabrido fruto, y ahora como planta cultivada con el mayor esmero, rica +en flores odorantes y pomposas y en los frutos más exquisitos y +sazonados. + +Hechas estas reflexiones, que asaltaron con rapidez y en tumulto la +mente del Vizconde, y movido además por el deseo, por el cariño y hasta +por la obligación en que se creía de ofrecer consuelo, a fin de no pasar +por descortés y por sandio, el Vizconde recordó con viveza las antiguas +intimidades y mostró con mayor viveza aún el prurito de renovarlas. Pero +se llevó chasco y se quedó frío. + +Rafaela, sin menguar en nada su amistad hacia el Vizconde, y sin +descomponerse con violencia y con enojo, le rechazó de modo tan resuelto +y tan firme, que se disiparon las ilusiones que él se había forjado y +reconoció que sólo con amistad podía consolar a Rafaela y ella quería +ser consolada por él. + +El Vizconde tuvo el buen gusto de acomodarse a las circunstancias e hizo +bien el papel de confidente y amigo. Así el coloquio duró aún más de una +hora. Rafaela volvió a hablar de su pena, de su aspiración no cumplida +de amor verdadero y de la desesperanza que de este amor tenía, +celebrando y llorando a la vez por ello la partida de Juan Maury. +Declaró por último su firme propósito de consagrarse en adelante a la +amistad sólo; a la amistad sin combinaciones y llena de limpieza. Para +esto, para que fuese su íntimo amigo, había citado al Vizconde. El otro +amigo predilecto, cuya vida, mejorada por ella, quería seguir endulzando +hasta que llegase a su fin e iluminándola con luz hechicera, era el +señor de Figueredo. + +Terminadas todas estas revelaciones y apasionados discreteos, Rafaela +tocó la campanilla, vino _Madame_ Duval y sirvió el té con bizcochos, +pastas y tostadas, y ya con excelente crema de las vacas que había en la +_chácara_ de Petrópolis. + +El Vizconde tuvo que irse después por donde había venido, con el +contento de que se hubiese reanudado y estrechado tan dulce amistad, y +con la melancolía de que fuese ya otra su forma, harto más sutil, +depurada y etérea que en lo antiguo. + + + + +-XXIII- + + +Nada, durante los dos o tres meses que se siguieron pudo notar la +persona más lince ni propalar la más maldiciente, que en la conducta de +Rafaela contradijese los propósitos expresados por ella en su coloquio +con el Vizconde. Se diría, por el contrario, que ella se extremaba en +realizarlos. Sus mimos, sus cuidados hacia D. Joaquín eran incesantes. +Entonces aún no había ferrocarril hasta Petrópolis. D. Joaquín, que +había envejecido, aunque gustaba de ir allí, se fatigaba mucho y Rafaela +se opuso a que fuese. Si iba alguna vez, Rafaela le acompañaba y +compartía con él la fatiga. Jamás se quejaba ya de jaqueca, ni enviaba +al campo a D. Joaquín cuando estaba jaquecosa. Casi siempre, sin +jaqueca, y aun cuando por acaso la padeciese, se complacía en tener a D. +Joaquín a su lado. Y al mismo tiempo no se mostraba ni triste ni más +seria que en lo pasado; su buen humor y su alegría eran como siempre. +Sus concurridas tertulias se hicieron diarias y sin interrupción. Nadie +hubiera podido declarar con fundamento que la partida de Juan Maury +había modificado el ser de Rafaela. + +Su amistad hacia el Vizconde siguió tan fina y tan estrecha como en el +coloquio, pero sin que el coloquio se repitiese. Ella seguía hablando +con el Vizconde, si bien delante de todos y sin dar que sospechar. Su +conversación amistosa la consolaba y la deleitaba. + +No tardó Rafaela en perder también este consuelo y este deleite. + +El Vizconde tuvo que irse a Berlín a ocupar otro puesto diplomático. + +Sufrió Rafaela con calma la nueva contrariedad, y aún siguió, durante +algunas semanas, el mismo género de vida. + +De repente, y sin que nadie pudiera atribuirlo a otra causa que a una +enfermedad, Rafaela dejó de recibir, se retiró y se aisló. Nadie la veía +ni en visitas, ni en paseos, ni en teatros. + +Este eclipse, aunque largo, terminó al fin, cuando pasaron otros cuatro +o cinco meses. + +Rafaela reapareció entonces, lozana, bella y refulgente como un astro, y +volvió a ser, durante más de un año, el delicioso centro de las +elegancias de Río. + +Quien enfermó después fue el pobre D. Joaquín. D. Joaquín enfermó muy de +veras y de la última enfermedad, que fue larga y penosa. En ella le +atendió, le veló y le cuidó Rafaela como la más santa, más fiel, más +devota y más apasionada de las mujeres. Hubo tal sinceridad, abnegación +y fervor en ella, que hasta las personas más incrédulas y mal pensadas +la miraron como modelo de cariñosas enfermeras. D. Joaquín exhaló en la +hermosa cara de ella el último suspiro, y ella con la dulzura de su +mirada mitigó el terror que infunde el ángel de la muerte, y en la +herida con que mata derramó el bálsamo de sus lágrimas. + +Rafaela, por bondad y por orgullo, era generosa y desprendida. En +aquella ocasión lo fue de suerte que dejó maravillados a todos los +brasileños. Pudo disponer y dispuso de la última voluntad de D. Joaquín +como de la suya propia. Todo D. Joaquín era suyo. + +Ella, no obstante, en vez de quedarse con el inmenso caudal de D. +Joaquín, se enorgulleció y hasta cierto punto se consoló con repartirle +en legados a todos los parientes pobres de él, que eran muchos, y a +varios establecimientos de beneficencia del imperio. A casi todos los +esclavos, en recompensa de sus servicios, les concedió libertad. Sólo +guardó consigo, aunque también beneficiados por el testamento de D. +Joaquín, a _Madame_ Duval, a dos doncellas, y a tres negros de los más +fieles, hechos también libertos. + +La gente profana decía, entre admiración y broma, que jamás había habido +en el mundo aventurera más rumbosa, ni más bizarra y espléndida mujer +galante. + +Claro está que la esplendidez de Rafaela no llegó hasta el necio extremo +de quedar ella a pedir limosna o en estrechez tal que la obligase a +vivir muy en desacuerdo con la magnificencia de que, durante años, había +gozado. Rafaela conservó para sí una pequeña parte, en fondos +extranjeros, del gran capital de su difunto marido; conservó lo bastante +para que le produjese de setenta a ochenta mil francos de renta, con los +que decidió irse de Río y venir a vivir en Europa. + +Así lo hizo, a los pocos meses de viuda. + +De los posteriores sucesos de su vida, por espacio de mucho tiempo, ni +tenemos noticias circunstanciadas ni nos convendría darlas aquí aunque +las tuviésemos. + +Sólo veinte años después por medio del Vizconde de Goivoformoso, he +vuelto yo a saber de Rafaela, reanudándose su historia en lo más +esencial con lo que contaré en adelante. + + + + +-XXIV- + + +Entre no echar de menos a una persona y olvidarla por completo hay +una enorme distancia. Si el Vizconde de Goivoformoso hubiera seguido +siempre en Río de Janeiro, todo en torno de él, no sólo le hubiera +recordado a Rafaela, si no le hubiera hecho desear su presencia y +lamentar la falta de su trato y de su vista. Pero el Vizconde anduvo +peregrinando por muy diversos y distantes países, viendo objetos nuevos, +penetrando en el seno de muy diversas sociedades, hablando y oyendo +hablar lenguas distintas y corriendo no pocas y variadas aventuras. +Estuvo en Constantinopla, en Roma, en San Petersburgo, en Berlín y en +Viena; y, aunque la nación a quien servía, así por su posición +geográfica, como por la decadencia a que ha venido, no se mezclaba +activamente en los grandes sucesos, él, por afición natural y también +por su oficio, tuvo que enterarse circunstanciadamente de todos y +mirarlos con interés. Ocurrieron casos extraordinarios que no pudieron +menos de cautivar su atención poderosamente. Acabaron muchas dinastías, +se hundieron muchos tronos; Italia logró al fin su unidad, en balde +deseada durante trece o catorce siglos; se deshizo la confederación +germánica; Austria perdió la hegemonía; Prusia, vencedora, se puso al +frente de casi todos los pueblos germánicos; y por último, en tremenda +lucha con Francia, Prusia la venció y la desmembró, apoderándose de +algunas de sus hermosas ciudades y de parte de su fértil territorio y +obligándola, desde su misma capital, de que se había apoderado, a pagar +suma enormísima por su rescate. + +La vida del Vizconde, que permaneció soltero, fue, a su modo, y aunque +por estilo apacible, no menos rica de acontecimientos que la del mundo. +No faltaron en ella lances de honor y fortuna que no nos incumbe relatar +aquí. Baste saber que, durante veinte años, sobre pocos más o menos, +pues no creo que importe mucho una gran exactitud cronológica, el +Vizconde no volvió a ver en parte alguna a Rafaela, y ésta, si bien +siguió presente en su memoria, fue como imagen aérea y algo confusa, +velada como entre nubes de vagos recuerdos y de agradables antiguas +emociones. + +En los primeros días del año 1873, el Vizconde de Goivoformoso vino a +París a pasar una larga temporada. + +Vencida Francia, despojada de ricas provincias, desquiciado el primer +imperio entre anárquicas convulsiones, y cruelmente multada ella, +todavía se repuso o más bien no tuvo necesidad de reponerse, porque no +decayó, permaneciendo robusta y firme en medio de tantos males y +conservando su poder y su riqueza gracias a la constancia y a la energía +de sus hijos. La fertilidad de su suelo y más aún el talento de los que +en él nacen y viven para todas las artes que hermosean, hechizan o +consuelan la vida humana, su industria y su comercio, su fecunda +habilidad para producir objetos de lujo y de regalo y su virtud +económica para crear riqueza y para conservarla, todo esto concurrió a +que Francia siguiese siendo, si no la primera en poderío material, la +más querida, la más admirada, la más respetada, y fuera de Inglaterra, +la más rica nación de Europa. Francia siguió dando la moda, enseñando la +elegancia y siendo escuela y centro de toda cortesía. La más brillante +antorcha de la moderna cultura se diría que siguió ardiendo en París y +que desde allí iluminaba al mundo y atraía amorosamente a las almas. +Sabios, poetas, dramaturgos y novelistas hay, sin duda, en otras +naciones, pero los que más se leen, se celebran y se admiran en todas +son los franceses. Apenas hay doctrina flamante, buena o mala, ni +filosofía, ni sistema político, social o religioso, ni corriente que +arrebate y lleve por nuevo camino las creaciones de la literatura y del +arte que no nazca en Francia o que desde Francia no sea difundida y +divulgada por todo el mundo. El francés sigue siendo, por donde quiera, +la lengua diplomática y el idioma universal de los refinados y de los +ilustrados. Las gentes de otros países de Europa, y más aún las de +América, si tienen medios para ello, acuden a París, como las mariposas +acuden a la luz, cegadas por su brillo. Allí creen las mujeres que, +sobre las prendas que en el suelo natal debieron a la naturaleza, van a +adquirir otras prendas artísticas y en cierto modo sobrenaturales, con +las cuales, cuando vuelvan a su tierra, pasmarán a sus compatriotas, +matando de amor a los hombres y de envidia a las mujeres. Los mancebos, +que van allí desde apartadas regiones, imaginan que van a probar +alambicadísimos deleites, ignorados y apenas columbrados en sueños en +los lugares de donde vienen, y que van a trocar su primitiva rudeza en +tan raro y gentil atildamiento que parecerán otros, y que, al salir del +baño de París, resplandecerán como seres punto menos que divinos; y los +hombres inclinados a las ciencias, a las letras o a las artes, entienden +que en París van a dar a su educación los últimos y más delicados toques +y van a hacerse dignos y capaces de la gloria, difundiéndola desde allí, +si es que la consiguen, con mayor facilidad y prontitud que desde su +misma patria o desde cualquier otro punto del planeta. + +No es de extrañar, en atención a lo expuesto, que los aspirantes a +_high-life_, en todos sentidos, vayan en peregrinación a París como van +a la Meca los musulmanes. Las mujeres van a comprarse dijes, afeites y +mudas, a vestirse con Worth y a aprender a saludar, a andar y moverse +con suprema distinción y según el último estilo; los seres humanos de +ambos sexos, que presumen de discreción, van allí a adquirir desenfado y +soltura fina y a ejercitarse en lo que llaman la _causerie_, o dígase en +cierto linaje de amenísima y sutilísima charla, que, según afirman los +franceses, y casi todos los que no son franceses creen, sólo en Francia +y en francés es posible; y los jóvenes, por último, que sienten arder en +su cabeza, ora el volcán de la inspiración poética o artística, ora el +fuego sagrado y creador de las especulaciones filosóficas o de las +ciencias experimentales, van a París a iniciarse en ellas, a inspirarse, +a saturarse bien de civilización, ya frecuentando la Sorbona, ya +asistiendo a los teatros, ya paseándose por los _boulevards_, ya +conversando con las _heteras_, como Sócrates, Alcibíades y Pericles +conversaban con Aspasia. + +Claro está que estos peregrinos de la cultura procuran visitar y tratar +a los ídolos a quienes mayor devoción consagran. Para el que se precia +en su país de hidalgo y linajudo, ¿qué mayor triunfo que introducirse en +algunas casas y en el seno de algunas ilustres familias del _Faubourg +Saint Germain_? Para el novicio o recluta de la sabiduría, ¿qué honra +más superfina y disparatada que la de ser presentado y bien recibido, +por ejemplo, en el año 1873 a que nos referimos, por el sabio Ernesto +Renan o por el espiritualista Caro, almibarado filósofo y maestro de +filosofía para las damas? ¿Y qué mayor encanto en el mismo año de 1873 +que el de hablar con Víctor Hugo o con Flaubert que aún vivían? Si el +que era presentado a ellos componía versos, pongamos por caso, impresos +o manuscritos podía llevárselos al ídolo, el cual tal vez tenía la +dignación de aparentar que los leía y que los entendía, aunque no los +leyese ni los entendiese. Y si por dicha llegaba a celebrarlos con +olímpica benevolencia, el poeta peregrino se llenaba de entusiasmo, de +fe y de aliento para atreverse a mayores cosas y ser en su tierra +trasunto, arrendajo, o copia en menor escala, guardando siempre la +proporción debida, de aquel a modo de numen tutelar de que había +acertado a proveerse. Pero, ¿qué mucho si hasta menos altas facultades y +virtudes, cuando están en potencia, se actúan, se acicalan, se templan, +se bruñen y se aguzan en París como la espada en la oficina del armero? + +En París, no sólo el entendimiento, la imaginación y la sensibilidad, no +sólo los sentidos estéticos, o sea la vista y el oído, sino también los +otros tres sentidos, se educan y se perfeccionan. + +El olfato se adiestra para atinar con los perfumes distinguidos y para +no confundirlos con los que sahúman o aromatizan a la gente ordinaria; +el tacto adquiere perspicacia asombrosa para reconocer y disfrutar lo +suave, aterciopelado, tibio y madoroso; y el paladar, por último, deja +de estar embotado por los groseros guisotes patrios, se limpia y se +despeja y llega a penetrarse de cuantos deliciosos sabores dan a sus +guisos los más inspirados cocineros del mundo. + +De lo exterior y somero de todas estas cosas goza el peregrino que llega +a París con dinero bastante; mas para entrar bien en París, para +naturalizarse allí de veras, y no en los bajos y obscuros círculos, sino +en los más eminentes y luminosos, el dinero no basta. Se necesita además +saber muy bien la lengua, poseer notables prendas de entendimiento o de +carácter, tener alguna habilidad rara que pueda manifestarse fácilmente, +estar dotado de cierta desenvoltura y atrevimiento, y sobre todo, caer +en gracia, lo cual suele depender, más que del mérito, de la suerte. Si +esta elevada naturalización no se consigue, el que va a París no goza en +París sino de lo que se paga; se queda aislado o desnivelado, sin llegar +a vencer la prevención, si a veces algo justificada, siempre fatua, de +que él es un ser retrasado en la marcha ascendente de la humanidad hacia +las regiones de la luz: un individuo de una casta o nacionalidad +inferior, y un bárbaro en suma. Verdad es, que siempre que un feliz +mortal, viniendo de tierras extrañas, logra vencer la prevención +susodicha, su triunfo es completísimo, su propia calidad de exótico le +da mayor precio, y los más encumbrados parisienses le ponen sobre el +pedestal en que ellos mismos están o se creen colocados. Así sucedió, +por ejemplo, con el célebre Enrique Heine, y así sucedía en el año a que +nos referimos con el famoso novelista ruso Ivan Turgueneff. + +Harto difícil y muy raro es el mencionado triunfo; de suerte que la +mayoría de los extranjeros que van a París, sobre todo si son +portugueses, españoles o hispano-americanos, a fin de gozar en París de +algo más que de aquello que se paga, forman sociedad aparte, y son como +una colonia, y están como en un teatro, cuyas magníficas decoraciones +son la gran ciudad de las orillas del Sena, pero entre cuyos personajes +apenas hay un francés de cierta importancia, a no ser alguno que por +curiosidad cruce el escenario de pasada y tome parte en la acción sin +premeditarlo y casualmente. + +Claro está que el Vizconde de Goivoformoso, aunque sólo fuera por su +posición diplomática, podía aspirar a más honda penetración en París y a +trato más íntimo con las varias aristocracias indígenas; pero, como +recién llegado, empezó por visitar y frecuentar los círculos +hispano-americano, español, portugués y brasileño. + +La acaudalada señora de Pinto, rica propietaria de Bahía de Todos los +Santos, que hacía cuatro años vivía en París con gran lujo, no bien se +informó de la llegada del Vizconde, a quien había conocido en Río, le +escribió un billetito, convidándole a los tés musicales y a veces +danzantes que tenía todos los viernes, y donde la mayor de sus hijas, +que eran dos, y ambas bonitas, mostraba su habilidad y hechizaba con su +voz melodiosa, cantando alternativamente, ya las _modinhas_ de su país, +ya las canciones más sentimentales y melancólicas de Alemania, Italia y +Francia. + +El Vizconde de Goivoformoso aceptó gustosísimo aquella amable +invitación, y casi puede decirse que la primera tertulia a que asistió, +después de su llegada, fue a un té en casa de la mencionada dama +brasileña. + + + + +-XXV- + + +Vivía la señora de Pinto en una de las mejores calles que cortan +perpendicularmente la calle de la Universidad: en la parte menos +bulliciosa de las dos en que la ciudad está dividida por el Sena. La +casa de la dama brasileña era nueva y tenía hermoso aspecto. La señora +de Pinto habitaba en un piso principal, cómodo y espacioso. + +Ella tenía buen gusto y había amueblado su estancia, valiéndose de los +mejores tapiceros, con muebles elegantes y hasta lujosos, pero sin +relumbrón alguno. Nadie hubiera podido criticar sus salones por lo +chillón y lo dorado de los adornos, pero hubiera habido en ellos algo de +trivial y sin carácter propio, si la mencionada dama, o por reflexión o +por instinto, no hubiera acudido a ponerles un sello de originalidad +peregrina, un tinte marcado de distinción semi-aristocrática, +semi-americana. Había en la antesala tapices y reposteros, donde se +veían bordados los complicadísimos escudos de la gloriosa e histórica +familia de los Pintos; y en el centro, frente a la puerta de entrada, +resplandecía, en gran cuadro al óleo, al parecer antiguo, la reverenda +imagen de Fernán-Méndez, tan célebre por sus estupendas peregrinaciones, +y uno de los más brillantes antepasados de que aquella familia se +jactaba. Y como si fueran reliquias de los mil curiosos objetos que +Fernán-Méndez Pinto hubo sin duda de traer cuando volvió a Europa, se +admiraban en aquella antesala broqueles, armaduras, lanzas y sables +chinos, japoneses e indostaníes, combinado todo en las panoplias con +flechas y cuchillos de pedernal de los tupinambas, de los tupíes y de +otras tribus guerreras del imperio brasílico. En dos salas contiguas +apenas había nada de exótico, pero sí muchos primorcitos y antiguallas +de porcelana, bronce y plata, estatuetas, esmaltes y vasos colocados en +rinconeras, anaqueles y repisas, o ya sobre los mismos muebles, ya +custodiados en _vitrinas_ de prolija talla y gracioso dibujo. El salón +de baile era de la más sencilla elegancia, estilo Luis XVI; sin más +adornos que grandes espejos. Los marcos y demás ornamentación, aljabas, +palomitas, lazos y flores, todo de madera charolada o más bien esmaltada +de blanco con filetes azules. En los ricos aparadores del comedor y en +sus armarios de roble esculpido, había mucha plata labrada, y en las +paredes se veía suspendida multitud de platos de diversas épocas y +procedencias, muestras escogidas del arte cerámica. + +La señora de Pinto, por último, había echado el resto en su _boudoir_ y +marcádole más hondamente con el sello de su originalidad brasileña. +Allí, sobre un fondo de muebles cómodos y bonitos, de lo más perfecto y +refinado que en París se construye, había en urnas de cristal lindos +pajaritos disecados, mariposas e insectos de vivísimos colores; pájaros +vivos en doradas jaulas, y lozanas plantas de entre trópicos criadas en +invernáculo con atinado esmero. + +Todas estas preciosidades y otras muchas que aquí no se ponen para que +no parezca inventario este escrito, no evitaban que los maldicientes, +los descontentadizos y los muy preciados de pertenecer a la flor y nata +de la _high-life_ o de la _smart-set_, calificasen de _interlopes_ y de +_rastaquouères_, tanto la escena que acabamos de presentar, como las +personas que en ella aparecían. + +Contribuían no poco a que se formase este mal juicio las dos señoritas +de la casa, cuyo prurito de señalarse entre las demás mujeres y de +llamar la atención era harto extremado. No se contentaban con ser +elegantes y con andar bien vestidas como las mujeres parisienses, sino +que gustaban de añadir a las galas europeas, rasgos y perfiles del +remoto país en que habían nacido y de otras apartadas regiones. + +La noche de la tertulia a que asistió por primera vez el Vizconde de +Goivoformoso, la mayor de las señoritas de Pinto, que se llamaba Julia, +tenía un collar de brillantes coleópteros, cuyos élitros, heridos por la +luz de lámparas y bujías, lanzaban deslumbradores y tornasolados +reflejos; y la segunda, que se llamaba Flora, llevaba zarcillos y collar +de uñas de tigre, muy lustrosas y acicaladas, engarzadas en oro. Atado +además de sutilísima cadenilla, pendiente de un brazalete, llevaba esta +señorita, para colmo de distinción caprichosa y rara, un magnífico +escarabajo vivo, que se le paseaba por el brazo, el talle y la desnuda +garganta y cuyo refulgente color verde oscuro le hacía parecer animada +esmeralda. + +La mamá nada tenía de extraño en su tocado y vestido. En sus modales, si +por algo pecaba, era por sobra de naturalidad y franqueza. La señora de +Pinto, con relación a los remilgos afectados y a las ceremonias de +París, era por demás llanota y campechana. Como ya frisaba en sesenta +años, aunque se conservaba muy bien, no tenía para qué reportarse, ni se +reportaba y refrenaba en sus manifestaciones de cariño; de modo que +recibió al Vizconde materialmente con los brazos abiertos. Sus salones +estaban ya llenos de gente, pero no impidió esto que el Vizconde fuese +por ella abrazado y casi besado. Ella decía que era como una hermana +que, después de largos años de ausencia, vuelve a ver a su hermano; pero +él entendía que la suposición hubiera estado mejor hecha figurando ella +como madre y él como hijo. La verdad era, que si bien el Vizconde tenía +más de cincuenta años, estaba tan bien, que parecía un muchacho, un buen +mozo, atildado, gallardo y fino. + + + + +-XXVI- + + +Creyendo la señora de Pinto cumplir con un deber y deseosa además +de presentar al Vizconde a los más notables personajes de su tertulia, +se apoyo en su brazo y recorrió con él los salones. La concurrencia era +verdaderamente cosmopolita, y, al parecer, de lo más selecto y +encopetado. Verdad es que la señora de Pinto no nombraba sino a las +personas que más notables le parecían, y sólo a las archinotables +presentaba al Vizconde. Había allí cuatro príncipes rusos y dos o tres +griegos, varios marqueses italianos, un miembro del Parlamento inglés, +un célebre poeta rumano, algunos señores polacos y seis o siete condes +de Alemania y de Austria, todos _hof-fähig_, o dígase capaces de asistir +en la corte, con dieciséis cuarteles cabales, y sin el menor menoscabo +ni deterioro en ninguno de ellos. Las esposas, hijas o hermanas de todo +aquel señorío masculino daban a los salones gracia, hermosura y +lucimiento. + +Había allí también literatos franceses, aunque de quinto o sexto orden, +o de aquellos cuya celebridad y gloria estaban aún en ciernes o en +capullo, sin acabar de florecer y de abrirse a la clara luz del día; +periodistas de varios partidos y media docena de banqueros o aprendices +de banqueros, unos israelitas y otros católicos. + +No se habla aquí de los españoles, portugueses y americanos, porque +estos eran muchos y formaban la gran mayoría de tan híbrida asamblea. + +Entre los varios sujetos a quienes la señora de Pinto presentó al +Vizconde, ninguno llamó más su atención, atrajo más su curiosidad ni le +inspiró mayor simpatía que un caballero gascón, llamado el Barón de +Castel-Bourdac. Sin ver en ello el menor rasgo de caricatura, y sin +poner ironía en el tono o en el giro de la frase, podíase afirmar de +este Barón, tanto a primera vista, como después de hablarle y tratarle, +que en su porte, en sus modales, en su conversación y en su traza, era +todo un gentil hombre: un caballero muy distinguido. Algo había en él de +ridículo, pero estaba tan hondo y bien disimulado, que era menester +penetrar mucho para que se descubriese. Tenía él cerca de setenta años, +pero no estaba ni muy grueso ni muy flaco, era ágil y esbelto, no se +pintaba la cara ni se teñía la barba ni el pelo, cuya limpia blancura +despedía resplandor argentino. Su traje, sin nada que se contrapusiese a +la ancianidad de la persona, era sencillo y elegante. Nada de dijes. +Sólo botoncillos de nácar cerraban la bien planchada pechera. El lazo de +la corbata blanca estaba improvisado sin artificio. El chaleco era +negro. + +Pasaba el Barón por persona de conversación amenísima. Sus chistes eran +repentinos, frescos y no recalentados ni preparados en casa. Todo el +mundo sabía que era pobre, y él distaba infinito de ocultarlo, aunque +nunca se lamentaba de su pobreza. No adulaba a nadie, pero no hablaba +mal de nadie tampoco. Estaba lleno de ingénita benignidad y de natural +indulgencia. Era gracioso y hacía reír con sus ocurrencias, sin poderlo +remediar: de la manera más espontánea, sin chocarrerías ni bufonadas, y +sin que ni remotamente se descubriera en él el propósito de ganarse por +aquel mérito las voluntades y de adquirir reputación y valimiento. + +Lo más censurable que en él había, estaba fundado en el consorcio +estrecho, en la combinación fecunda de su imaginación y de su memoria. +Se diría que recordaba cuanto inventaba y que inventaba cuanto +recordaba. Siempre que contaba algo, lo soñado y lo vivido eran como si +fuesen idénticos, apareciendo él de resultas, no embustero, sino poeta. +Pero en sus cuentos, ora fuesen ficción, ora historia verdadera, nada +había nunca en perjuicio del prójimo, y a veces había mucho de verdad, +aunque exagerada y bordada. Las telas de su cerebro eran como mapa +confuso, donde estaban muy borrosos los límites entre lo real y lo +ideal, lo fantástico y lo positivo. + +De todos modos, era innegable y notorio que el Barón había poseído +bastantes bienes de fortuna que en su mocedad había disipado; que hacía +treinta o cuarenta años había figurado como joven muy gallardo e +interesante, conquistador de no pocos corazones femeninos, y que por su +nacimiento y familia bien se podía jactar de ser muy ilustre. Él +ponderaba y encarecía sus perdidas riquezas, sus antiguas conquistas, lo +glorioso de su cuna y su clarísima prosapia. Sin duda, él elevaba todo +esto a la cuarta o a la quinta potencia, pero tenía por raíz exacta la +verdad, y nadie lo desconocía. + +Puestos ya en comunicación el Barón y el Vizconde, la señora de Pinto +dijo a éste: + +--Ahora voy a dar a usted una muy agradable sorpresa; voy a llevarle a la +presencia de la que por su beldad, discreción y elegancia, es reina de +estos salones y lo sería de cualesquiera otros en que se hallase. + +--¿Y por qué ha de ser eso una sorpresa?--preguntó el Vizconde. + +--Es una sorpresa--replicó la señora de Pinto--, porque la dama de que +hablo es una antigua, íntima y constante amiga de usted, a quien tiene +usted muy olvidada. + +Y sin más explicaciones, llevó al Vizconde al _boudoir_, donde no habían +entrado aún. + +Cercada allí de seis o siete caballeros y en muy animada conversación, +había una dama, en cuyo traje y adornos nada se notaba de llamativo ni +de extraordinario, pero en quien todo sujeto inteligente y perito en +cosas del gran mundo hubiera notado en seguida valer superior a cuanto +en torno tenía. Hubiera podido imaginarse que era un ser de más fina y +noble naturaleza, como caído de las nubes, en medio de aquella sociedad +de distinción más aparente que real. + +La dama llevaba un traje de seda negra. En su blanca garganta lucía un +magnífico collar de gruesas y redondas perlas. Y perlas adornaban +también sus negrísimos cabellos. Su edad, nadie hubiera acertado a +determinarla. Parecía no tener edad, como las diosas o como las +inmortales obras del arte. En sus expresivos y negros ojos ardía la +llama de perdurable primavera y en sus mejillas tersas, sin el menor +afeite, florecían las rosas de juventud sana, inmarcesible y sin +término. Grande era la serena majestad que se notaba en sus movimientos +y en los gestos y expresión de su cara, aunque hablaba y reía con la +mayor animación, naturalidad y desenfado, no dejando traslucir, ni por +un leve instante, el afán de excitar la admiración y de obtener el +encomio. Ella parecía como olvidada de sí misma, deleitándose en hablar +sin oírse y sin pensar en el efecto que su figura corporal, su voz y su +palabra producirían. + +Inmenso fue el asombro del Vizconde cuando reconoció en aquella dama a +su excelente amiga Rafaela la generosa, bellísima como en el _Retiro de +Camoens_, elegantísima y no menos bella que en Río de Janeiro, pero +perfeccionada, refinada y elevada a un grado supremo de cultura, gracias +a los muchos años que en la sabia escuela de París había cursado. Si +vale y cabe la comparación, Rafaela se asemejaba, en lo vivo y en lo +natural, a la obra maestra de un arte exquisito que con el tiempo gana y +se mejora: a pasmosa e inspirada pintura, a la que presta suavidad +apacible y aterciopelado realce la pátina del tiempo. + +No bien la Sra. de Pinto presentó o mejor diremos _representó_ al +Vizconde a la Sra. de Figueredo, ésta le recibió con efusión vivísima y +con la alegría franca y cordial de quien vuelve a ver, después de cerca +de veinte años de ausencia, a un bueno y cariñoso amigo. + +No tuvo, sin embargo, Rafaela, a quien pronto dejaron sola con el +Vizconde los que antes la rodeaban, ni una sola palabra de queja por el +olvido y por la indiferencia que al parecer él había tenido para con +ella. + +Rafaela pasó con rapidez deslizándose sobre toda la serie de años que +ella y el Vizconde habían estado sin verse. + +Habló con él como habló Fray Luis de León con sus discípulos después de +salir de la cárcel. Rafaela dijo también: _decíamos ayer_; esto es, +habló con el Vizconde como si reanudase con él la conversación de la +víspera. Si algo se aludió al tiempo pasado, fue para afirmar él, con +admiración y con insistencia, que ese tiempo no había pasado por ella +sino para mejorarla, o que al menos, durante todo ese tiempo, ella había +estado como las encantadas princesas de los cuentos de hadas, sin que el +tiempo, al pasar, las toque con sus alas, ni las ofenda, ni las huelle. +El tiempo las deja en el mismo ser que tienen, ya que al empezar el +encantamiento y al ponerse en ellas no les preste algo de sobrenatural y +divino. Con la obligada y casi indispensable modestia, que en ocasiones +tales se usa, Rafaela trató de probar que había envejecido; pero al +cabo, tal vez porque no lo creía, o tal vez para evitar enojosas +discusiones, convino en que estaba tan bien o mejor que nunca. Después, +ella y el Vizconde charlaron muy largo rato y ambos volvieron a sentirse +tan amigos como veinte años antes en Río de Janeiro, y como cerca de +treinta años antes en Lisboa. + + + + +-XXVII- + + +Muy lisonjeado estaba el Vizconde al notar el contento y la +satisfacción que al volver a verle y al hablar con él sentía la señora +de Figueredo; pero el Vizconde no era presumido ni fatuo, sino razonable +y juicioso. Como todos los que lo son, receló que, si abusaba de la +ventaja de reanudar aquellas relaciones amistosas después de tanto +tiempo, prolongando mucho el coloquio, no era difícil que en el alma de +Rafaela se desbaratase o se disipase el hechizo de la novedad y que el +gusto se convirtiese en enfado. Quien tiene en rico vaso un licor +exquisito, no le apura de un sorbo, sino que le contempla, le paladea y +poco a poco le va bebiendo. En suma, el Vizconde no quiso apurar hasta +las heces el deleite de hablar aquella noche con Rafaela, exponiéndose a +cansarla y a hartarla con la mera conversación, aburriendo, marchitando +y hasta secando, en el alma de ella, el deseo que tal vez pudiera nacer +de que la conversación dejase de ser término y llegase a ser medio y +camino para mayores y más dulces intimidades. Rafaela, en verdad, hacía +involuntariamente que las deseara el Vizconde, porque estaba más guapa y +más interesante que nunca. + +Hechas en lo interior de su espíritu todas estas consideraciones y +forjando mil propósitos vagos, el Vizconde, después de preguntar a +Rafaela las señas de su casa, insinuó la pretensión de no ir sólo a +dejarle tarjeta, sino de hallar a Rafaela y de ser recibido. + +Rafaela le contestó que ella vivía más desordenadamente que nunca; que +para recibir a sus amigos no había fijado ni día ni hora; pero que a él, +por excepción, le recibiría cuando a ella le fuese posible y él fuese a +verla. + +Todo esto, por virtud de un arte o de un instinto que suelen tener las +mujeres, quedó indeciso y como flotando en el aire, sin que el Vizconde, +que no quería tampoco tocar por lo insistente en pesado, lograse +conseguir una cita, sin calificarla de cita: una cita implícita, +disimulada y vergonzante, que era lo que él ansiaba. + +Algo le contuvo también cierta ligera sonrisa burlona, que imaginó dos o +tres veces ver pasar como un relámpago sobre el rostro de Rafaela, la +cual harto bien sabía él que nunca había gustado de disimulos y rodeos, +sino de prometer, conceder o negar, por estilo franco, sin el menor +rebozo en la promesa. El Vizconde, además, no osaba pedir nada y nada +pedía. ¿Con qué título, con qué motivo, había de pedir algo? ¿Era afecto +renaciente, era liviano capricho, qué era lo que en aquel momento +agitaba su corazón? Él mismo lo ignoraba. Sólo notaba, en el fondo de su +alma, repentinos anhelos de deleite y una resucitada admiración, más +vehemente que nunca, hacia aquella extraña mujer que sobre la lozana y +alegre condición natural de la moza de Lisboa y sobre la graciosa +pomposidad de la señora hacendada de entretrópicos, había logrado poner +todos los perfiles, realces y filigranas de la parisiense más curtida y +docta en el arte de los amores. El Vizconde, al menos, imaginaba todo +esto, aunque nosotros no podamos asegurar que era real y exacto lo que +imaginaba. Lo cierto es, que, en aquella noche, habló de todo con +Rafaela: de teatros, de música, de libros recién publicados, de política +y hasta de filosofía, pero no se atrevió o no halló ocasión oportuna +para decirle, de sopetón y muy por lo serio, que de nuevo la amaba. Se +limitó, pues, a echarle piropos, si bien con sobriedad, por miedo de +hacerla reír, o lo que es peor, de fastidiarla. Así llegó la hora en que +Rafaela tenía costumbre de retirarse. El Barón de Castell-Bourdac, su +reconocido _cavaliere servente_, vino en su busca, le dio el brazo, y se +fue con ella, sin duda en el mismo coche, acompañándola hasta su casa, +antes de retirarse a la suya. + + + + +-XXVIII- + + +Al día siguiente el Vizconde fue a visitar a Rafaela, que vivía +en el primer piso de una magnífica casa, no lejos del Arco de la +Estrella, en calle y barrio nuevos y elegantes. Rafaela no estaba en +casa o no recibía. El Vizconde volvió casi de diario, pero siempre en +balde. + +Así transcurrió, no sin grande impaciencia del Vizconde, una semana +entera, y llegó otro viernes, día en que la señora de Pinto tenía su +tertulia. + +El Vizconde acudió tan temprano, que sólo encontró a la señora y +señoritas de la casa y a tres o cuatro amigos íntimos que habían estado +a comer con ellas. Tuvo, pues, ocasión de ir pasando revista, según +entraban, a todas las personas que fueron a la tertulia aquella noche. + +Rafaela no aparecía y el Vizconde casi había perdido la esperanza de que +apareciese, cuando al fin la anunció en voz alta un criado, diciendo +desde la antesala: + +--La señora de Figueredo y el Barón de Castell-Bourdac. + +Se diría que el Barón era el indispensable complemento de Rafaela. + +El Vizconde la saludó al entrar y cruzó con ella algunas palabras; pero +acertó a contenerse durante más de una hora, para que ella se cansase de +charlar con sus admiradores y amigos y de recibir adoraciones, y espió +la ocasión propicia en que ella estaba menos rodeada, a fin de osear +fácilmente a los interlocutores enojosos y poder hablar con ella sin que +nadie interviniese en la conversación ni le molestase. + +Harto difícil era esto, pero al cabo lo consiguió. Creyó notar además, +con íntima alegría, que para conseguirlo, si el amor propio no le +alucinaba, Rafaela había puesto mucho de su parte, haciendo que +desmayase la conversación, no dando cuerda a los que hablaban con ella y +disimulando poco su fastidio. + +En suma, el Vizconde pudo hablar con Rafaela en medio de aquel bullicio, +como si estuviesen ambos a solas. + +Aunque pequemos de entrometidos, acerquémonos al sofá del _boudoir_ en +que ambos están sentados y oigamos algo de lo que dicen. Sin duda habían +hablado ya de muchas cosas, cuando Rafaela prosiguió diciendo: + +--Ahora soy independiente y libre como el aire. Alguna compensación ha de +tener lo melancólico de mi aislamiento. Ni el deber, ni la gratitud, ni +el amor me enlazan hoy, por manera singular, fuerte y exclusiva, con +ningún ser humano. Esta paz y este sosiego de que gozo fomentan mi +egoísmo, y cada día se acrecienta más mi temor de perder ese sosiego y +esa paz que me son tan gratos y tan caros en medio de la agitación y del +tumulto de esta ciudad populosa. ¿Por qué pretende usted privarme de mi +tranquilidad y despertar mi corazón que se reposa y está como dormido? +Desecharé la modestia y convendré con usted en que el tiempo no ha hecho +estragos en mi ser corporal. + +--Está usted más hermosa, más interesante, más lozana que +nunca,--interrumpió el Vizconde. + +--Sea así,--replicó ella--. Muy lisonjeada me siento de que usted lo crea y +muy inclinada a creer y muy satisfecha de creer que usted no se engaña; +pero si el cuerpo permanece como si hubiera vivido encantado o como si +no hubiera vivido, el alma mía ha envejecido de una manera horrible. Se +me figura que mi alma vive, piensa, padece y ama desde hace miles de +años. Mi alma está fatigadísima. Déjela usted que se repose. No me la +inquiete. Seamos buenos amigos, mejores amigos que nunca; pero nada más. + +--Hoy menos que nunca puedo yo resignarme a no ser más que buen amigo de +usted. Esa necesidad de reposo que usted me dice que siente me parece +fingida. Cuando el cuerpo, que es mortal, está brioso y floreciente +¿cómo quiere usted que crea yo que el alma está fatigada? A veces +sospecho que tiene usted otros amores. Comprendo entonces que usted no +me ame; pero si no tiene usted otros amores, ámeme a mí y sean estos los +últimos amores de usted y míos. Busca usted el reposo, pero el reposo no +se halla en la negación del amor. El reposo y la dicha no están en que +el alma ame sin objeto, o en que combata para vencer un amor naciente, o +en que muerto en ella el amor de todo lo visible y asequible, se forje +para satisfacción de su amor siempre vivo un objeto ideal, que jamás se +realiza en la tierra. Mi alma también se siente como la de usted triste +y fatigada; mas por eso mismo, y conociendo que la soledad no disiparía +su tristeza ni aliviaría su fatiga, quiere el dulce apoyo de una +compañera, no para lanzarse con ella en busca de violentas emociones, +sino para hallar en ella la paz que le falta y el bien y el regalo que +sólo pueden calmar la sed que siente de inefables venturas. + +--Muy sutil y poético está usted esta noche--dijo Rafaela sonriendo--. Y lo +peor es que está usted muy razonador y dialéctico; y vamos, empiezo a +tener miedo de que usted me convenza. Para huir del peligro me decido a +poner término a este coloquio. Déme usted el brazo. + +Rafaela se levantó del sofá, tomó el brazo del Vizconde, recorrió las +salas y fue saludando y hablando a multitud de personas. + +El Vizconde, a pesar de tantos saludos y conversaciones diversas, no +dejaba de insistir en su pretensión. De vez en cuando, en los +intermedios, esto es, siempre que Rafaela dejaba de hablar a una persona +para ir a hablar con otra, el Vizconde, con palabras rápidas, dichas +casi al oído de ella, le rogaba que le amase. Ella parecía no oír o no +entender y no le daba respuesta. + +Llegó por último la hora de partir, sin que Rafaela cediese, sin que al +menos diese esperanza. + +Vio Rafaela al Barón de Castell-Bourdac y le encargó que fuese a buscar +su abrigo. Se despidió luego de la Sra. de Pinto, y, siempre del brazo +del Vizconde, se dirigió a la antesala. + +Aquella noche había en la tertulia mucha gente, y el Barón tardó +bastante en volver con el abrigo, a pesar de lo habilidoso que era para +tales menesteres. Las súplicas del Vizconde fueron entonces más +fervorosas y reiteradas. Rafaela se quedó un momento pensativa y como +vacilante. Al fin dijo al Vizconde en voz muy baja: + +--Sea; usted lo quiere y el diablo lo quiere también. + +--¿Y cuándo?--dijo con ansia el Vizconde. + +--Dentro de doce días, el 20 de este mes--contestó ella--, hasta entonces +ni nos hablaremos ni nos veremos. + +--¿Y por qué tan largo plazo?--exclamó él. + +--Porque quiero--dijo ella--imitar con usted lo que hizo Ninon de Lenclos +con el abate Gedoyn. + +--¿Y qué hizo Ninon con el abate? + +--Aguardó para hacerle dichoso y le hizo dichoso el día de su cumpleaños. +Trazas tiene de fábula, pero afirman las historias que Ninon cumplió +ochenta aquel día. Mucho disto yo de ser tan anciana, pero el 20 de este +mes cumpliré los cincuenta. Quiero que al terminar el primer medio siglo +de mi vida, la cual no sé si tema o espere yo que dure todo un siglo, +empiecen mis más serios, constantes y últimos amores. No me engañe +usted, Vizconde; ¿quiere usted como yo que estos últimos amores nuestros +sean serios y constantes? + +--No me basta con desear que sean para toda la vida; quiero que sean +inmortales. + +--Pues a fin de entrar solemnemente, y como en nueva era, en la +inmortalidad de esos amores, vaya usted a mi casa el 20, a las cinco de +la tarde. Estaré sola. + +En esto volvía ya el Barón de Castell-Bourdac, muy diligente y +apresurado, con el abrigo de Rafaela. Trató de disculpar su tardanza, +puso el abrigo a la dama, le dio el brazo, bajó con ella la escalera y +sin duda la acompañó en coche a su casa. + +El Vizconde apenas se dignó reparar en esta intimidad de Rafaela y del +Barón, a quien había calificado de tan simpático como inofensivo. + +Refrenando con dificultad su impaciencia, el Vizconde sintió pasar los +días con lentitud hasta que llegó el 20 al cabo. + +Aún no habían dado las diez de la mañana, cuando le trajeron un grueso +pliego cerrado y sellado. Rompió el sobre y halló dentro un precioso +librito, encuadernado con buen gusto y esmero en cuero de Rusia, al cual +estaban asidos tres _No me olvides_ y un trébol de cuatro hojas, en oro +esmaltado. Un broche de oro, esmaltado también, cerraba el librito. +Separadamente había un papel, donde el Vizconde leyó estas palabras: + +--Antes de que vengas a verme y antes de que tu alma llegue a unirse en +estrecho lazo con la mía, quiero que la conozcas bien y que penetres en +los abismos que en ella hay. + +Hasta el día en que te fuiste de Río, nadie mejor que tú conoce mi vida. +Después han sobrevenido en ella sucesos que profundamente la modifican. +Ni para confiarlos, ni para decir las penas y los sentimientos que estos +sucesos han causado en mi alma, he encontrado un amigo a propósito hasta +que hará cerca de veinte días te encontré en casa de la señora de Pinto. +Mi alegría fue grande al verte de nuevo. No pensé aún en que por amor +iba a volver a ser tuya, pero pensé en nuestra antigua amistad y me +propuse renovarla, estrecharla y hacerla ya más constante y sin +interrupciones. Pensé también confiarme en ti y desahogar mi corazón +diciéndote todos mis disgustos y mis dolores todos. Con este intento, +sin orden, según las ideas y los recuerdos acudían a mi mente, me puse a +escribirlos con precipitación en el libro que te remito adjunto. +Escritos están ya, léelos y queda así apercibido para que no te +sorprenda lo más extraordinario ni lo más raro. + +Lleno el Vizconde de curiosa ansiedad, después de leer esta advertencia, +abrió el libro, le leyó y vio que decía de esta suerte: + + + + +Confidencias + + +Mucho de lo que voy a escribir ha de parecerte singular y raro, pero +apenas hay en ello otra rareza que la sinceridad con que yo lo digo. +Como poseedora de un maravilloso instrumento óptico, escudriñaré cuanto +se oculta en los más hondos senos de mi alma y te lo contaré todo. Lo +contaré en resumen para no cansarte ni cansarme. + +No quiero ponderar aquí la devoción, la dulzura y el incesante desvelo +con que cuidé de mi D. Joaquín durante su larga enfermedad hasta el día +de su muerte. Piadosamente cerré sus ojos, y no por carencia de dolor, +sino por vigor y constancia de ánimo, quise y pude amortajarle. + +Te aseguro que lamenté y lloré mi viudez con no menor abundancia de +lágrimas que las que vertería la más fiel y enamorada de las esposas a +quien se le muriese, en la flor de la juventud, su idolatrado y gentil +marido. No se afligió más que yo Artemisa con la muerte de Mausolo, ni +Victoria Colonna con la del Marqués de Pescara, ni la propia Venus con +la de Adonis. Y esto se explica muy bien. Las mencionadas señoras +perdían algo de muy querido, perdían su encanto, sus delicias, pero, al +cabo, no perdían nada que fuese como el propio ser de ellas mismas. Yo +sí que le perdía, porque mi D. Joaquín, tal como le había yo +transformado y mejorado, era primorosa producción y criatura de mi +ingenio. Para afligirse como yo hubiera sido menester que, con los +respectivos amados, perdiesen la Colonna sus canciones y sonetos, +Artemisa su famoso y monumental sepulcro, y Venus el cinto donde están +en germen sus virtudes y milagros. + +El espíritu no es extenso, y por consiguiente no tiene lados, pero yo me +le represento con lados para comprenderle mejor. Así es, que, cuando +miraba yo mi espíritu por el lado de mi profundo dolor de viuda, veía +lúgubre y tristísima noche; pero, al mismo tiempo, por el lado +contrario, empezaba a clarear, como cuando por el Oriente nace el alba, +y hasta pensaba oír yo el leve susurro del viento matutino y allá más +lejos el melodioso canto de los pájaros. Será contradictorio, pero nada +más natural que las contradicciones. Había dado yo cima al cumplimiento +de un penoso deber y podía reposarme: había acabado la obligación que +contraje y había acabado también, aunque dorada y fácil, la servidumbre +en que yo había vivido. Me sentía de nuevo en plena libertad y esto me +alegraba. El susurro del viento, el canto melodioso de los pájaros y la +luz de la aurora, eran la vida del porvenir que venía a consolarme, a +desvanecer mi tristeza y a convidarme a nuevos goces. + +Yo me hallaba, además, satisfecha y hasta engreída de mi conducta, lo +cual basta y sobra para aliviar y calmar todo dolor por grande que sea. +Pude lícita y honradamente ser millonaria y no quise. Con pasmosa +generosidad repartí entre parientes, amigos y paisanos los cuantiosos +bienes de mi marido. Sólo guardé para mí, relativamente, una pequeñísima +parte: menos, mucho menos de lo ganado durante la sociedad conyugal: +mucho menos de lo que por derecho me pertenecía. Mi estupenda +generosidad tenía pasmados a todos los brasileños. No había quien no me +celebrase y aplaudiese. Buena ocasión me pareció esta para responder al +aplauso con un finísimo saludo de despedida y buscar otros horizontes, +otras escenas y otras gentes, según correspondía a la vida nueva que iba +a empezar para mí. + +En efecto, no bien embarqué en Río, levó anclas el barco de vapor y +empezó a andar, dejando un surco de espuma, si por una parte la vista de +la ciudad y de la fértil y risueña costa que iba desvaneciéndose, y el +recuerdo de las personas queridas, hicieron brotar de mis ojos algunas +lágrimas, por otra parte sentí que se me ensanchaba el pecho, que surgía +para mí como una nueva juventud, y hasta imaginé que el fresco +vientecillo que corría, húmedo y salado, agitaba mis recuerdos tristes, +como si fuesen las hojas secas de un árbol, y los arrojaba en el surco +que la nave iba formando, a fin de que en el árbol, libre de aquel peso +enojoso, brotasen con premura nuevas hojas y nuevas flores. + +En resolución (¿y para qué te lo he de negar?), antes de salir de la +bahía de Río de Janeiro me sentí y me reconocí yo, en el centro de mi +ser, como la viuda más sentimental y llorosa, y más regocijada y alegre +al mismo tiempo, que sin dificultad puede concebirse, pero que con gran +dificultad suele confesarse. + +La navegación, que duró dieciocho días, no pudo ser más próspera. Nos +detuvimos y desembarcamos en Bahía de Todos los Santos, antigua capital +del Imperio, y en la hermosa ciudad de Pernambuco. Al abandonar luego +las costas de América, tal vez para siempre, sentí nueva aunque dulce +melancolía. Era al ponerse el sol entre nubes de carmín y de oro. El +cielo despejado parecía sobre nuestras cabezas y todo alrededor bóveda +de zafiro limpio y claro. Y la risueña costa iba alejándose, esfumándose +en el aire, y, por último, sepultando sus cocoteros, sus palmas y toda +la pomposa lozanía de sus ricos campos y de su perenne verdura en áureo +piélago de líquidos rubíes, que tal era el aspecto del mar al sepultarse +también el sol en el ocaso. + +Durante ocho días no vimos después sino mar y cielo. En mal sitio +aportamos al antiguo mundo. Aportamos a la fea y desolada isla de San +Vicente de Cabo Verde. Fuimos luego a Tenerife y, como quien saluda a su +patria después de larga ausencia, saludé desde lejos el majestuoso pico +de Teide. En Tenerife no pudimos desembarcar por precaución sanitaria. +Ni desembarcamos tampoco, aunque nos detuvimos en Funchal un día entero. +Cuando de allí nos alejamos, toda la hermosa isla de Madera, con su +montaña cubierta hasta la cima de pomposos árboles, me parecía rico y +gracioso canastillo de flores, que los Genios del mar sacaban al aire +claro, al más diáfano ambiente, desde el fresco seno de las azules +ondas. + +En fin, para que no te rías y para que no pienses que pretendo lucir mi +estilo poético, te diré que llegué a Lisboa. + +Durante la navegación, sin embargo, tuve una aventura harto notable. Y +como este escrito tiene trazas de confesión general, no me parece bien +que se quede en el tintero, y voy a contártelo aquí aunque me exponga a +tu reprobación y a tu censura. + +Venían muchos pasajeros a bordo, pero tan vulgares todos que no merecen +que yo te los describa aquí, ni aunque quisiera podría describirlos +porque los he olvidado por completo. Sólo había uno que excitó mi +curiosidad y me inspiró interés y simpatía. Extraño personaje de los que +no se usan ni se ven con frecuencia en el mundo. Aunque iba aseado y +vestido a la europea, yo me lo representé, no bien supe su nombre y su +origen, como si fuera el propio Adán que acababa de ser echado por +segunda vez del Paraíso. Y no era quien le echaba un querubín con espada +de fuego, sino su tío el doctor López. + +Para no tenerte más largo tiempo suspenso te diré sin más preámbulos que +el tal personaje se llamaba Pepito Domínguez, joven paraguayo, que +acababa de cumplir dieciocho abriles, y a quien el mencionado doctor, +Presidente de la República, enviaba de Secretario de la Legación ubicua +que ya tenía en todas las capitales de Europa y de la que su hijo, el +segundo doctor López, era jefe. + +Sabido es que, imitando a su antecesor el doctor Francia, como éste +había imitado a su vez a los padres jesuitas, el doctor López había +tenido a toda la población del Paraguay separada del mundo y apartada +del trato humano a fin de que conservase su dichosa y primitiva +inocencia. Y llegó a tal punto el aislamiento, que se cuenta que un +sabio francés, llamado Bonpland, que entró por allí a herborizar, fue +detenido por fuerza y tuvo que residir en el Paraguay muchos años. En +virtud de este modo de gobierno, dicen que los paraguayos fueron +felices, y como su tierra es hermosa y fértil, imaginaron vivir en el +paraíso, con celestial candor y envidiable ignorancia de las cosas +terrenales. Poco a poco se fue relajando aquella clausura en que vivía +toda la nación. El doctor López consintió en que fuesen a su capital +varios Cónsules extranjeros. Y el más ladino de todos, que era el +_yankee_, hizo allí papel semejante al de la serpiente en el primitivo +Paraíso, induciendo a la mujer del doctor López, y por medio de ella al +mismo doctor, a quebrantar la clausura y a ponerse al habla y en +relación con el resto del humano linaje. Así lo decretó el doctor López, +y de resultas y como corolario de su decreto, envió a su hijo con cartas +credenciales para todos los Soberanos de Europa, proponiéndose celebrar +con ellos sendos tratados de paz, alianza, navegación y comercio. Y no +contento el doctor López con esta novedad, resolvió a los seis meses +enviar cerca de su hijo, para secretario de la Legación, a su ya +nombrado sobrino Pepito Domínguez. + +Acertado fue el nombramiento. Ni los más maldicientes hubieran podido +calificarle de acto de nepotismo. El flamante secretario podría muy bien +figurar en Europa como exquisita muestra de lo mejor que produce el +cruzamiento de las razas. La sangre guaraní corría por sus venas +mezclada con la sangre española. Y esta mezcla o combinación había +tenido un resultado excelente. El mozo era por su traza un andalucito +muy agraciado, si bien con un no sé qué de peregrino, que borraba de su +fisonomía, de su ademán y de sus movimientos toda huella de vulgaridad, +dándole distinción y atrayendo hacia él las miradas curiosas de cuantos +sujetos gustan de lo que no se tiene a todo pasto ni se encuentra al +revolver de una esquina. + +Pepito Domínguez parecía, además, naturalmente listo: dotado de rápida y +clara comprensión y muy expedito para todo. Las esperanzas del doctor +López no eran infundadas. El Cónsul _yankee_ le había hecho comprender o +creer que, por culpa de aquella clausura y de aquella incomunicación en +que los paraguayos habían vivido, todos ellos se habían quedado, salvo +la moral y el dogma de Cristo, que conocían aunque de un modo burdo, en +inmenso atraso con relación a lo restante de la humanidad; y que todo +cuanto esta había descubierto, inventado, experimentado, fabricado y +averiguado durante ocho mil o nueve mil años, era para los paraguayos +asunto desconocido, arcano tenebroso, libro de siete sellos.--Menester es +ilustrarse, pensaba ya el doctor López: menester es alcanzar con rapidez +la civilización de Europa; dar un brinco audaz y saltar de este solo +brinco los nueve mil años que de la civilización nos separan. Y nadie +más a propósito que Pepito Domínguez para tan arriesgada empresa. El +muchacho es tan ágil que, en un santiamén, en menos que se persigna un +cura loco, va a enterarse de cuanto ocurre por esos mundos, y va a +aprender a escape y sin la menor fatiga todo lo substancial de lo que a +fuerza de seculares cavilaciones han llegado nuestros prójimos a poner +en claro. + +Esto o algo por el estilo había pensado el doctor López, y con esta +misión, a más de la misión diplomática, enviaba a Europa a Pepito +Domínguez. Su inteligencia era, sin duda, tabla rasa, pero tabla +bruñida, tersa y maravillosamente adecuada para que los conceptos se +grabasen en ella con prontitud, se ordenasen allí sin confusión y +distintamente y persistiesen luego como indelebles signos, sin borrarse +ni alterarse nunca. La vanidad y el afecto de tío movían al doctor López +a pensar así de su sobrino D. Pepito. Y lo que es él no tenía menos +favorable opinión de sí propio; pero el candor y la ignorancia hacían +amable y chistoso su presumido atrevimiento. La petulancia infantil de +D. Pepito era encantadora. + +Yo, que hablé con él desde el primer día que ambos estuvimos juntos y +nos vimos a bordo, hallaba en la susodicha petulancia irresistible +hechizo. + +De sobra conoces tú, mi querido Vizconde, la propensión didáctica que he +tenido siempre. Aquel chico que tan confiada y valerosamente se proponía +aprender y saber como por ensalmo, que aspiraba a poner la atrevida mano +en el árbol de la ciencia, coger su fruto, que había tardado noventa +siglos en madurar, estrujarle en la pujante prensa de su entendimiento, +alambicar el zumo y bebérsele luego de un trago sin temor de embriaguez +ni de trastorno, te confieso que me divirtió mucho y que despertó y +estimuló en mí la antigua manía didáctica que siempre he tenido. +¿Porqué, me decía yo, no he de hacer con este muchacho el papel de +Minerva o de Sabiduría personificada? ¿No podía yo darle a beber en +mágico cáliz la sublimada quinta esencia de todo lo sabido hasta ahora? + +Difícil de vencer era mi tentación. El mal disimulado asombro con que D. +Pepito me miraba hacía mi tentación más fuerte. D. Pepito veía en mí el +sobrenatural y más complicado producto de esa civilización de noventa +siglos de que él quería apoderarse. Yo era para él como resumen y +compendio de todas las ciencias, artes e industrias. Algo como +enciclopedia viva. Entendió D. Pepito que si llegaba a entenderme y a +saberme a mí, todo lo entendería y lo sabría. Y persuadido de esto, él +me lo explicaba a su manera, y yo me sentía muy lisonjeada cuando él me +lo explicaba. Sus explicaciones eran por lo común en castellano, pero de +vez en cuando se empeñaba él en dármelas en guaraní. Yo no comprendía +palabra, y él, entonces, quería enseñarme su lengua, asegurándome que +para tratar de no pocos asuntos y sobre todo para el amor era mil veces +más expresiva y eficaz que el habla de Castilla. Para complacerle le +solía yo pedir que me dijese algo en guaraní y hasta que me enseñase a +contestarle. Él entonces me decía: + +--_Nde cuñá porá. Che-r-ayhub-i_, esto es: tú eres mujer bonita. Ámame. + +Adiestrada luego por él en la pronunciación, casi me obligaba a decir y +yo decía riendo: + +--_Nde-hayhú_, o sea: te amo. + +Él en seguida se ponía contentísimo, me miraba con unos ojos muy dulces +y con un mirar muy intenso y fijo, y aseguraba que toda su ventura se +cifraba en ser mi _o-hayhú-bae_, o, como si dijéramos, mi amante. Con +esto me reía yo mucho más: me reía como una loca: y, para excitarle más +por la contradicción, añadía: + +--Hijo mío, todo eso está muy bien: tus vocablos guaraníes son musicales +y sonoros, pero yo no veo por dónde han de ser más expresivos ni más +eficaces que los correspondientes vocablos castellanos. + +D. Pepito entonces procuraba realzar y fortificar la eficacia de sus +vocablos; y en su entusiasmo filológico, sin maliciosa premeditación, +apelaba a la mímica. + +--Modérese usted, tenía yo que decirle, y advierta que con ese auxilio no +hay idioma que no sea tan eficaz y expresivo como el guaraní. Con ese +auxilio hasta sin hablar se expresa cualquiera con primor, claridad y +eficacia. Lo malo está en que yo no acepto ese lenguaje auxiliar, y +menos aún en esta ocasión y en este sitio. + +Estábamos sentados sobre cubierta y rodeados de multitud de pasajeros. +Anhelaba yo mostrarme severa y grave, pero apenas me lo consentía la +risa que me retozaba en el cuerpo, porque D. Pepito ponía una cara +cómicamente triste, y que por cierto no me parecía mal. En fin, yo +vencía los estorbos que a mi severidad se oponían, me mostraba entonada +y digna y conseguía que el joven se arredrase y estuviese respetuoso. + +Reportado ya y muy compungido, suspiraba él y decía en guaraní: + +--_Che rací-hayhub-guasú_. + +--¿Qué significa ese a modo de gruñido que usted exhala?--le preguntaba +yo. + +Y él me contestaba con tono lastimero: + +--Pues significa: estoy enfermo de amor grande. De la voluntad de usted +depende que yo me muera o me cure. + +Muy extremoso me parecía el dilema que don Pepito me ponía. Algo, no +obstante, podía tener de cierto. Siempre fui compasiva y el tal dilema +me atribulaba. Calamitoso hubiera sido que don Pepito se hubiera muerto +en vez de volver al Paraguay, al cabo de dos o tres años, con todo lo +esencial de la civilización, puesto en cifra y bien estampado en el +meollo. + +Pasaban días, el barco iba adelantando, y, si no recuerdo mal, estábamos +ya cerca de las Islas Canarias. + +Bueno es que advierta yo aquí, para que mi erudición no te sorprenda, +que mi prurito de enseñar ha estimulado mucho mi prurito de estudiar y +de saber, desde que en el _Retiro de Camoens_ nos conocimos y tratamos +íntimamente. No te maraville, pues, que yo me muestre en algunas +ocasiones algo erudita. + +A D. Pepito, que quería enseñarme el guaraní ¿cómo no había yo en pago +de enseñarle un poco de lo que sabía? + +De aquí que, cuando él no me hablaba de su amor, y a menudo para +distraerle e impedir que me hablase, solía yo darle lecciones y contarle +historias. Estas, por antiguas y sabidas que fuesen, siempre eran nuevas +para él. ¿Qué mayor deleite para mí que esta ignorancia suya, que +prestaba a cuanto yo le decía el aliciente de lo inaudito y la magia de +lo no sabido, ni siquiera soñado? + +No puedes figurarte cuánto me complací yo refiriendo y cuánto se deleitó +D. Pepito oyéndome referir, a vista de las Canarias, todo lo que +aconteció a Rinaldo en los jardines de Armida y el regalo, la elegancia +y el cariño con que en ellos le recibió y le agasajó aquella voluptuosa +maga. + +Con tales pláticas no es de maravillar que cada día fuese yo cobrando +más afición a D. Pepito. + +Pero no fue esto lo más escabroso ni lo más ocasionado a deslices. Lo +peor fue que allá en mis adentros discurrí yo de esta suerte, cuando +íbamos llegando ya a la isla de Madera: + +--Las historias que yo cuento y las doctrinas que expongo a D. Pepito son +desatados fragmentos, hojas rotas arrancadas de un libro sin orden y sin +método, carecen de conjunto, no tienen unidad, ni principio, ni fin, ni +objeto. Al pobre muchacho, en vez de servirle de algo cuanto yo le digo, +va a armarle en la cabeza una confusa maraña, un enredo, un caos +inextricable. ¿No sería más natural y más conveniente ser su maestra por +estilo sintético? Ariadna, que no poseía plano del Laberinto, no se +empeñó en manifestar a Teseo sus reconditeces y revueltas, con lo cual +le hubiera calentado el cerebro sin la menor ventaja, sino que le dio el +hilo para que se guiase por él y saliese airoso de aquella aventura, +diciéndole probablemente: Dios te la depare buena. Y yo he leído, no +recuerdo bien en qué libro tan docto como ameno, que el joven Anacarsis, +el cual era escita, o como si dijéramos un paraguayo de las edades +clásicas, cuando quiso iniciarse en los misterios de Ceres eleusina, +acudió a una sacerdotisa tan avisada como discreta, de las que dependían +del hierofante principal, y esta sacerdotisa se guardó muy bien de +perder su tiempo tratando de comunicarle punto por punto las ocultas +doctrinas de los iniciados, sino sencillamente le abrió de par en par la +puerta del camino que iba al santuario y le dio la antorcha luminosa y +ardiente que hasta él había de conducirle. Estas parábolas o símbolos se +presentaban a mi mente y me tenían obsesa, vacilante, casi rendida. + +Ya te he dicho que D. Pepito era guapo. Y por la mañana, cuando antes +del almuerzo, estando yo sobre cubierta, le veía venir hacia mí, se me +ocurría, ya que era el joven Teseo que acudía a pedirme el hilo, ya que +era el joven Anacarsis que requería la antorcha para penetrar en las +profundidades y descubrir los misterios. + +La verdad sea dicha: mi alma anhelaba entonces prestarle la antorcha y +darle el hilo. + +Y este anhelo subía de punto al notar yo o al imaginar que notaba que D. +Pepito estaba pálido y triste. Y yo me ponía triste también, pero no +pálida, sino encendida como la grana, y sintiendo traidora compasión y +suave quebranto. Llegaba él luego cerca de mí, se sentaba a mi lado, y +aproximando su boca a mi oído, decía en voz bajita, dulce y suplicante: + +--_Che rací-hayhub-guasú_, o sea estoy enfermo de amor grande. + +Al cabo, me faltaron las fuerzas para defenderme. Cité a D. Pepito, en +el obscuro silencio de la noche, y él vino a mí y yo le di el remedio +que apetecía. + +Aquello fue para él una revelación, antes ni en sueños presentida. El +pasmo, el embeleso, la sorpresa inefable y beatífica que todo, todo, +todo le causaba, inundaron mi alma de satisfacción y de orgullo. Yo fui +mil y mil veces más dichosa de su dicha que de la mía. Se me figuró que +le abría con llave de oro las puertas del Edén; que amasaba yo entre mis +manos el árbol de la ciencia y el árbol de la vida y sacaba de ambos un +filtro poderoso, que, vertido sobre el corazón de aquel muchacho, le +magnificaba y ensalzaba, y que vertido sobre su cabeza llenaba su mente +de alegría y de una luz riquísima penetrando todos los arcanos. + +Al siguiente día llegamos al puerto de Lisboa, término de mi viaje. D. +Pepito continuó el suyo hasta Inglaterra. Gran ventura fue ésta para mí. +No hubo tiempo para desengaño, cansancio ni hastío. + +Dejé el barco de vapor y salté en tierra, como quien sale a escape del +teatro, donde ha visto una _féerie_, un precioso baile de hadas, antes +de que se disipe la ilusión escénica y no se vean sino los oropeles, la +ruda maquinaria, los telones y bambalinas y los comparsas y figurantes +untados de colorete, que la han promovido. + +Entonces me afligió separarme de D. Pepito. Más tarde, he pensado a +veces, ¿estuvo en la realidad toda aquella poesía o brotó de mi alma, +exuberante a la sazón de represada y viciosa lozanía, y de ocios y +ensueños de mi por largo tiempo no empleada ternura? + +No lo supe ni lo sé. Me place seguir dudando. Y a fin de que no termine +la duda, he procurado no informarme jamás ni saber el paradero del joven +paraguayo, como si hubiera sido un ser peregrino que estuvo algunos +instantes en nuestro planeta, y en seguida se desvaneció para siempre. + + * * * * * + +Quise detenerme y me detuve en Lisboa, porque yo tenía _saudades_ de +Lisboa. Aunque tan otra de la que me fui, ansiaba ver a los antiguos +amigos, y singularmente al que me proporcionó recursos para ir al Brasil +y me dio las cartas de recomendación para Figueredo, que causaron el +cambio de mi fortuna. + +Los más de estos antiguos amigos se me mostraron muy amables. Con +algunos estuve yo amabilísima. + +Todo, no obstante, había variado con el transcurso del tiempo, a pesar +de la lentitud y reposo con que en Portugal todo camina. + +Los regocijados _janotas_ que habían formado mi sociedad, se hallaban +convertidos en personajes muy serios. Unos eran Pares, diputados otros, +y no faltaban entre ellos altos funcionarios y hasta Ministros cesantes +o militantes. Los más eran padres de familia, con señora encopetada y +con prole. + +Ni ellos ni yo queríamos, debíamos ni podíamos volver a la vida pasada, +salvo el hacer resurgir del seno de lo que fue, y por evocación mágica, +una fugaz apariencia que, no bien se dejaba columbrar, mostraba +marchitas y ajadas las lindas galas que en el recuerdo había conservado. +Se asemejaba a brillante mariposa custodiada muchos años bajo un fanal, +y que se deshace y convierte en ceniza, no bien se levanta el fanal y +una ligera ráfaga de viento toca en ella y la mueve. + +No podía yo tampoco, en Lisboa menos que en parte alguna, porque en +Lisboa era muy conocida, intentar, sin peligro de desdenes y de +sofiones, penetrar en lo que se llama la buena sociedad y hacer bien el +papel de la señora viuda de Figueredo. + +La melancolía se apoderó de mi espíritu. Para distraerla, siguiendo mis +aficiones didácticas, me entretuve en hacer cerca de _Madame_ Duval el +papel de _cicerone_. _Madame_ Duval seguía a mi servicio y jamás se +había detenido en las orillas del Tajo. Yo gocé inocentemente en hacerle +ver y admirar todas sus bellezas; las espléndidas vistas que desde la +Patriarcal quemada se admiran; la plaza del Rocío y las anchas calles +paralelas que después del terremoto hizo construir Pombal; el espléndido +Terreiro do Pazo; la soberbia anchura con que frente de él se dilata el +Tajo, como para recibir todas las escuadras del mundo; el risueño camino +que va por su orilla derecha, llena de quintas, palacios y graciosos +jardines, hasta la desembocadura, cerca de Pazo de Arcos; y sobre todo, +el admirable templo de Belén, con sus esbeltos y aéreos pilares, +exquisita muestra de la original arquitectura _manuelina_ y digno +monumento de la más noble hazaña de los portugueses, cuando, en edades +para nosotros más dichosas, competimos en descubrir y recorrer el mundo +y en dilatar por mares y por tierras remotas o ignoradas la civilización +de Europa y la fe de Cristo. + +Mi papel de _cicerone_ me agradaba y divertía. Hice, pues, algunas +pequeñas excursiones con _Madame_ Duval. La llevé a Cintra, a Colares, a +Cascaes y a Mafra. + +En Cintra, aun viniendo como veníamos del Brasil, nos extasiamos +contemplando la fertilidad y hermosura de aquellas montañas, con sus +bosques floridos de magnolias y de camelias. El castillo reedificado por +el rey D. Fernando, o, mejor dicho, creado por él con estupenda +inspiración artística, me pareció más encantador que nunca, y procuré, +aunque lo conseguí sólo a medias, infundir en el alma de _Madame_ Duval +una admiración igual a la mía. Ella prefería a todo, recordándolos con +entusiasmo, los jardines de _Mabille_ y la _Closerie des Lilas_, donde +había bailado el _cancán_ en sus verdes años, muy por lo alto, y siendo +a veces frenéticamente aplaudida. + +Nunca pude fijar la cronología de estos triunfos de _Madame_ Duval, y +saber a punto fijo si los alcanzó de soltera, o ya de casada, mientras +su marido combatía en Argel, o si le valieron como consuelo y desahogo +después de viuda. En fin, _Madame_ Duval gustó también de Cintra, aunque +no tanto como yo y como Lord Byron. + +Es inexplicable el sentimiento que llaman patriotismo. Sábete, Vizconde, +si ya no lo sabes, que mi madre se llamaba la Pascuala, celebradísima +como única en el cante gitano y en bailar el vito. Siendo yo muy niña +todavía, me dejó huérfana y menesterosa. Bien sabe el diablo cómo +después me he criado y he crecido. Nada debo a España. No recuerdo haber +dejado por allí una sola deuda de gratitud. ¿Qué me va ni qué me viene +con la decadencia o con la prosperidad de esa patria, donde sólo tuve de +balde, o sea sin ganarlo yo, el aire que respiré, y obscuridad y +desprecio? Y sin embargo no acierto a ponderarte lo muy patriota que +soy. No lo son más las Duquesas y las Princesas que en Madrid viven y a +quienes tantos respetan y adulan. + +Digo todo esto, porque en Lisboa se recrudeció mi patriotismo. ¡Qué gran +Capital para nuestra gran nación, señora de dos mundos, hubiera sido +aquella ciudad espléndida y hermosa, si D. Felipe el Prudente hubiera +sido D. Felipe el Previsor y hubiera tenido más elevadas miras! + +Pero ya basta. No nos engolfemos en cosas que no son ahora del caso. A +pesar de todos sus esplendores, Lisboa se me caía encima. A las dos +semanas de estar allí, abandoné a Lisboa. + +Viajaba yo con no pequeño acompañamiento. Además de la Duval, que era y +sigue siendo mi dama de compañía, estaba conmigo y está aún mi +_mucamba_, o sea mi primera doncella, mulata muy ágil, llamada +Petronila, que me peina con primor y buen gusto, que cose y borda y +tiene otras mil habilidades; una segunda doncella, dos fieles criados +negros, y por último, la mujer que cuidaba y alimentaba a mi tesoro. + +Aquí conviene que te imponga yo de algo, en extremo importante para mí, +y que tal vez ignores. + +Mi alma ha sentido no pocas veces inclinación amistosa, compasión, +aprecio y cariño a los seres humanos; pero lo desaforado y suelto de los +primeros años de mi vida ha impedido acaso que llegue yo a amar a un +solo hombre con aquel amor exclusivo, persistente y celoso, con que +deben amar y aman las mujeres honestas criadas con recato. He tenido +muchos amoríos y casi no me atrevo a decir que he tenido amor. Una vez +sola en mi vida me parece que entreví, que columbré a lo lejos la +celestial aparición del verdadero amor, que benigno me sonreía y que +ansiaba penetrar en mi alma, llenarla de su divina beatitud y +purificarla e iluminarla. + +Fue esto cuando tuve relaciones con Juan Maury. Tú estabas en Río y +debes acordarte de todo. + +Contra Juan Maury no tengo yo la menor queja. Era un cumplido caballero. +Me quiso todo lo que podía quererme. Me respetó todo lo que podía +respetarme. Me atendió, me obsequió, me consideró como atiende, obsequia +y considera el galán más delicado a la más noble dama. Pero hubiera sido +absurdo que hubiese tratado yo de inspirar a Juan Maury más hondos +sentimientos y más apasionado afecto que los de la amistad y la +galantería. Yo misma tuve miedo de sentir hacia él verdadero amor. + +Yo casi me atrevo a afirmar que no he engañado a D. Joaquín. Para evitar +el medio engaño en que le tenía, hubiera sido menester hacerle infeliz +con revelaciones feroces y con el más amargo de los desengaños. El amor +mío, si hubiese llegado a ser hacia Juan Maury exclusivo y profundo, +hubiera tenido que romper dolorosamente el lazo que a mi bienhechor y +protector me ligaba; hubiera sido para D. Joaquín horrible infortunio: +todo el bien, todo el contento y el reposo y toda la superior serenidad +hasta donde había yo logrado elevar su espíritu, hubieran venido a +desvanecerse o a hundirse en negro abismo. Por otra parte, aunque yo +debo ser humilde, y aunque lo soy, soy también muy orgullosa en cierto +sentido. Es el orgullo que nace de mi propia humildad. Si por la vileza +de mi origen, si por el ruin desorden de mi primera vida no merezco ni +soy digna de ciertas cosas, me repugna reclamarlas, solicitarlas de +nadie y hasta insinuarme para que se me concedan por favor ya que para +ellas no tengo el menor derecho. + +De aquí que yo, más bien que mostrar a Juan Maury toda la vehemencia y +la elevación de mi afecto, traté de disimularlas. Quise aparecer y +aparecí a sus ojos como la más fina y complaciente de las amigas, como +bastante capaz de entender y de apreciar el valer y las excelentes +prendas de toda su persona y como no indigna de obtener su amistad y su +aprecio; pero todo, sin llegar a ser y sin mostrarme siquiera +profundamente enamorada, y sin propender a infundirle de mí otro +concepto que el de una mujer alegre, fácil y galante. + +Si el verdadero amor, si el hijo divino de la Venus del cielo revoloteó +cerca de mí en aquellos días, yo huí de él por indigna y le ahuyenté por +peligroso. + +Juan Maury se fue de Río y me abandonó sin gran pena. Nada más natural. +No le culpo. Sólo me lisonjea y me contenta el figurarme que él ha de +guardar dulce recuerdo de las dulces horas que pasó conmigo; de nuestros +íntimos coloquios y de nuestra ternura. + +Fue tal la ligereza de aquellas efímeras relaciones, que ni yo le rogué +que me escribiese ni él me ha escrito. De estas relaciones, sin embargo, +me dejó él una prenda preciosa. Suya era, pero era mía más que suya; y +yo apenas la sentí en mi seno, me propuse con firme resolución que no +fuese sino mía. + +Hasta donde alcanza mi memoria, desde que tengo uso de razón, en el +libre abandono de los años primeros de mi vida, no me remuerde la +conciencia de hurto, de estafa, ni de engaño o embuste para medrar. +Escudriñando yo hasta los más obscuros rincones de mi vida pasada, no +encuentro en ellos ni asomo de ruin bellaquería. Esto me consuela. De +ciertos pecados, en que con frecuencia he incurrido, después de +absolverme el confesor, me he absuelto yo también. De aquellos otros, +tal es el inflexible y recto tribunal de mi conciencia, jamás me hubiera +absuelto yo aun después de recibir la absolución en el confesonario. +Espantoso torcedor hubieran sido para mí, humillándome y abatiéndome. +Faltas, pues, en que yo no había incurrido cuando desamparada y +menesterosa, no habían de ser cometidas por mí cuando ya estaba próspera +y rica. + +Por otro lado, lo que era mío, lo que yo esperaba y yo me figuraba ya +que iba a ser un primor, un asombro de gracia y de belleza, por nada del +mundo quería yo atribuírselo en parte a alguien de quien no era. ¿Y qué +aliciente había para el engaño? Usurpar para el fruto de mis entrañas la +hacienda que no le pertenecía y además un nombre cualquiera. ¿Quién sabe +si un nombre ilustre y glorioso, si un título histórico me hubieran +seducido y me hubieran hecho faltar? ¿Pero cómo había de seducirme que +lo que iba a nacer se apellidase Figueredo a secas, a pesar de la +supuesta descendencia de Güesto Ansures de que yo misma me había +burlado? + +Con persistente disimulo, con firme y enérgica voluntad, con raras +precauciones e incesante recato, sin dejarme ver de nadie y fingiéndome +enferma, dejé pasar los meses. + +Llegó la hora y sólo _Madame_ Duval, mi _mucamba_ y el médico, de +quienes tuve que valerme y me valí, exigiendo el mayor sigilo, supieron +que fui madre. + +Mi hija, a quien di por nombre Lucía, se crió lejos de mí, aunque yo +velaba sobre ella e iba a verla a menudo. + +Muerto D. Joaquín, procuré no poner en ridículo su memoria, dejando +conocer en Río que tenía yo una niña de cerca de dos años. Casi de +oculto hice que se embarcara y me la traje conmigo cuando vine para +Europa. + +Quisiera yo escribir a escape estas confidencias: no contarte sino lo +más esencial: pero tal vez dejo correr la pluma y tal vez divago. + +Lo que yo principalmente quiero que comprendas, es que en mi espíritu +hay como dos focos distintos de actividad, de donde brotan dos +corrientes también harto distintas, si bien la una y la otra están +alegremente iluminadas por la luz clarísima con que yo veo y entiendo +todo lo creado. Jamás se me ha ocurrido hallar mal lo hecho por la madre +naturaleza, ni echar la culpa a la sociedad mal organizada de ningún +caso adverso que me haya ocurrido, ni de ninguna contrariedad o percance +angustioso en que yo me haya encontrado. Y no quejándome yo ni de la +naturaleza, ni del orden social tal como los hombres han ido +disponiéndole, muchísimo menos puedo quejarme de la divina providencia, +que acato, adoro y bendigo. Apenas hay objeto que no vea yo de color de +rosa, y siempre que se ennegrece, me culpo a mí y a nadie culpo. Como +soy muy indulgente para con los otros, no es tan de censurar que lo sea +también para conmigo misma. Por eso me dejo llevar de mis generosos +afectos, harto poco en consonancia con una moral rígida, y de mi +inclinación irresistible a lucir las prendas de que me dotó el cielo y a +dar con ellas a los seres que me son caros ventura y deleite. Hay en mí +asimismo un tenaz empeño de progreso, de adelanto en el camino de la +perfección. Y tanto lo que creo realizado en mí, cuanto lo que en mí no +está realizado ni puede realizarse nunca, anhelo yo con vehemencia +ponerlo y realizarlo en un ser predilecto, en quien brillen, a par de +cuanto hay en mí de que puedo con razón ufanarme, todas las excelencias +y virtudes de que carezco y que no son pocas. Por esto, desde que nació +mi hija, desde que por primera vez la vi y presentí que iba a ser +hermosa, me propuse y ansié que su hermosura eclipsase la mía, que en +discreción, elegancia y saber me aventajase, y que estuviese exenta de +todos los defectos y manchas que en mí hay. Me propuse criarla con +esmerado desvelo para que fuese tan casta y tan pura como bella, y para +que no columbrase sólo el verdadero y exclusivo amor, hijo del cielo, +sino para que fuese capaz de poseerle, de gozarle y de recibirle en su +alma inmaculada como en su propio y consagrado templo. + +Y para que veas lo extraño y contradictorio de mi condición, o más bien +lo extraño y contradictorio de la decaída condición humana, mi alma, que +tan altos propósitos tuvo y que a tan alta misión quiso consagrarse, se +dejaba arrastrar de sus regocijados ímpetus, de su perversión bondadosa +y de su liviandad inveterada, hasta el extremo de buscar y de forjar +aventuras como la que te conté ya del paraguayo y como varias otras que +he tenido después y sobre las cuales prefiero callarme. + + * * * * * + +No pude refrenar mi deseo de volver a mi patria. Desde Lisboa fui a +Sevilla y a Cádiz. + +Mi antiguo confesor, el Padre García, había hecho algunos ahorros y +había heredado también a un hermano suyo que se había enriquecido. Harto +el Padre de rodar por el mundo, vivía retirado en el lugar de su +nacimiento, no lejos de Sevilla. Le anuncié mi llegada y él vino a +verme. + +Para descargo de mi conciencia, en este punto muy escrupulosa, quise, +viéndome rica y convertida en toda una señorona, no desdeñar a mis +parientes, si los tenía, y hasta favorecerlos y socorrerlos si se +hallaban en la abyección y en la miseria. El Padre García me sirvió en +esto muy bien. Buscó con tino y diligencia a mis parientes, y no los +halló sino dudosos y muy lejanos. Yo había sido la única hija de la +Pascuala. + +En Río de Janeiro, no recuerdo bien con qué tramoya, suplió D. Joaquín +la falta de mi fe de bautismo, que para nuestro casamiento se requería. +Hasta que el Padre García me la sacó, jamás había tenido yo ni visto +semejante documento. + +Considerando yo que mis parientes más seguros habían de estar en los +hospicios, en las inclusas y en los conventos de mujeres recogidas, di +al Padre García pródigamente todos mis ahorros para que en aquellas +santas casas los repartiera. Él cumplió mi encargo y me trajo los +recibos que conservo aún, donde constan las donaciones de una dama +brasileña, cuyo nombre se calla. + +A decir verdad, a pesar de todo mi patriotismo y de mi amistad hacia el +Padre García, me repugnaba permanecer en España. Dicen algunos autores +que las mujeres como yo suelen tener _nostalgia del fango_. No sé qué +quieren decir con esto; pero si es lo que yo entiendo, declaro que no he +tenido jamás semejante nostalgia. Al contrario, yo recordaba bien todos +los sitios, y al pasar por algunos se me encendía la cara de vergüenza. +Por fortuna, estaba yo tan encumbrada y en posición tan diferente de la +que allí tuve, que nadie me reconoció ni reconocí a nadie. Hice en mi +patria el papel de peregrina misteriosa. + +Fuera del Padre García, con nadie quise tratar. Después de separarme de +él, estuve en Granada, Córdoba, Madrid, Toledo, Burgos y otros puntos, +visitando los monumentos en compañía de _Madame_ Duval, que detestaba +las antiguallas y suspiraba por los _boulevards_ de París. Allí fui por +último, y pronto me instalé comprando muebles y poniendo casa. + +He vivido desde entonces con comodidad y hasta con lujo, pero sin el +menor empeño de llamar la atención ni de brillar, y con tanto arreglo y +economía que, a pesar de no pocos gastos extraordinarios y de viajes de +recreo que he hecho por Alemania y por Italia, he doblado mi capital y +mi renta. Hoy casi puedo asegurar que soy rica. + + * * * * * + +Mi vida de París ha sido alegre, desenfadada y modesta. Expondré aquí, +en pocas palabras, cómo concierto yo la modestia con la alegría y el +desenfado. Mi modestia ha consistido en no desear ni aspirar a hacerme +conocida, celebrada y famosa. Más he huido que buscado que nadie me +señale con el dedo, que la atención pública se fije en mí, y que la +gloria infame de que algunas mujeres gozan, gloria que yo me jacto de +poder adquirir fácilmente, me circunde con sus resplandores. En vez de +mostrarme, puedo afirmar que me he ocultado. + +Como la soledad me entristece, he ido a reuniones y tertulias, pero +nunca he pretendido salir de la colonia ibero-americana. Y aun dentro de +esta colonia no he sido asidua en el trato ni he intimado mucho, sobre +todo con mujeres. Hasta que mi hija llegó a tener ocho años, como apenas +exigía otro cuidado que el de su corporal desarrollo, cuidado harto leve +porque mi hija se ha criado con excelente salud, ora pensando yo en +distraerme, ora anhelando hacerme apta para contribuir a su educación, +he leído muchísimo y casi sin sentir me he convertido en marisabidilla. + +Soy franca admiradora de la literatura francesa. Me parece esta nación +fecundísima en ingenios de toda clase. Yo los admiro y quiero seguir +admirándolos sin tropiezo. Acaso te parezca extravagante modo de +discurrir, mas es lo cierto que, a fin de no tropezar y conseguir que la +tal admiración salga rodando por el suelo, me he abstenido de buscar la +sociedad literaria parisina. Al conocer los libros, he conocido lo más +noble, depurado y selecto de cada autor. ¿Para qué conocer lo restante? +He recelado desilusionarme al conocerlo. ¿Quién me asegura que los +escritores franceses no sean presumidos y fatuos? ¿Qué necesidad tengo +yo de extremar mis amabilidades y de hacer esfuerzos para insinuar en la +mente de esos señores que no soy una salvaje, que estoy al nivel de +ellos, que comprendo sus profundidades y sutilezas, y que, aun +suponiendo que en España, en Portugal y en el Brasil esté la gente muy +atrasada y hasta sea de casta inferior, yo, por excepción fenomenal y +monstruosa, he podido elevarme hasta hombrearme con ellos? + +Ahora comprenderás en qué sentido digo yo que mi vida en París ha sido +modesta. En cuanto a su desenfado y a su alegría, no es menester que +entre yo en pormenores para que tú lo comprendas. El cielo, el infierno, +la naturaleza, un poder sobrenatural, lo que tú quieras o supongas, no +parece sino que me ha dotado de imperecedera lozanía de cuerpo y de alma +y de una bondad y de una ternura inagotables y prontas, pero que han +hallado siempre obstáculos insuperables para el verdadero y definitivo +amor, y se han quedado en mitad del camino. + + * * * * * + +Voy a contarte una curiosa aventura, que, si bien tiene mucho de +ridículo, no puedo ni debo pasar en silencio, porque sus consecuencias +fueron serias para mí y han influido bastante en los ulteriores sucesos +de mi vida. De esta aventura hace ya mucho tiempo, pero la tengo tan +presente como si ayer hubiera sido. + +El Barón de Castell-Bourdac es el personaje más inverosímil y complejo +de cuantos he conocido. Sus excentricidades mueven a risa, sus chistes, +sus exageraciones y sus embustes involuntarios nos divierten a par que +rebajan el concepto que de él formamos; pero cuantos le conocen y tratan +y penetran bien en el fondo de su alma, no pueden menos de quererle y de +estimarle. La fantasía del Barón ha bordado su vida sencilla y honrada, +desfigurándola con falsos adornos. Sobre la historia ha venido a +sobreponerse la leyenda: pero aunque por la leyenda aparezca el Barón +como personaje cómico, por la historia es siempre digno de respeto. No +pretendamos tasar y aquilatar con exactitud lo egregio y lo rancio de su +nobleza. Él cree, y esto me basta, que es nobilísimo. Apenas hubo +Cruzada en que un Castell-Bourdac no figurase. La importancia de los +Castell-Bourdac ha sido grande desde entonces hasta la caída del antiguo +régimen en 1789. La revolución los arruinó. Y desde entonces hasta ahora +la inflexible energía de sus opiniones legitimistas ha impedido que +salgan de la obscuridad. Ni durante la Restauración intervinieron en +nada, porque hallaron a Luis XVIII y a Carlos X sobrado transigentes con +las ideas nuevas. + +Aunque el Barón de Castell-Bourdac, restablecida en gran parte la +hacienda de su casa, poseyó por entonces bastantes bienes de fortuna, +que hubieran podido servirle de sostén y aun de resorte para su +elevación en la política, por desgracia e no quiso mezclarse en nada, y +no acertó a emplear mejor su actividad que en disipar alegremente sus +bienes y volver a quedarse pobre. + +Desde el año de treinta en adelante, fue imposible que el Barón pusiese +mano en los negocios públicos. Si él hubiera querido ceder, humillarse, +renegar hasta cierto punto de las creencias y de la misión de sus +antepasados, hubiera sido Diputado, Senador, Embajador, Ministro y +cuanto le hubiera dado la gana; él al menos así lo creía; pero como el +Barón no había querido ceder ni renegar, había tenido que limitarse y +resignarse a ser un caballero, si bien encopetado, viviendo de sus +rentas, que eran cortísimas. + +En este punto de la situación económica, ya no entra por nada la +fantasía del Barón. La pura verdad acude en su abono y le concede justa +alabanza. + +El Barón es un prodigio de arreglo y de economía. No disimula su +pobreza, pero tampoco la deplora. En los círculos más elegantes se +presenta siempre con el decoro propio de su clase. No juega, ni bebe. +Por no tener vicio alguno, no fuma, y también porque el fumar le parece +plebeyo, apestoso, impropio de un Castell-Bourdac y en plena disonancia +con el ideal del atildado y noble cortesano del antiguo régimen tal como +él se le representa. + +El Barón no debe nada a nadie y nadie puede jactarse de que él le haya +pedido dinero prestado. + +Cada día come en una casa distinta. Es muy buscado y está convidado a +las mejores mesas, así por su divertida conversación, como por su +extraordinaria fama de hondo conocedor y perito en todas las artes del +deleite. El Barón pasa por el _gourmet_ más delicado que hoy vive, +paladea y olfatea en Francia. No es rico para pagar unos convites con +otros, ni es zafio tampoco para pagarlos de otra manera sin el menor +disimulo; pero, quizás sin pensarlo, paga los obsequios que recibe y no +hay quien le tilde de _pique-assiette_ o de parásito. Los cumpleaños, +las bodas y otras festividades le ofrecen ocasión, que él aprovecha, de +pagar cumplidamente cuantos obsequios recibe. En suma, y en mi opinión, +que creo fundada, el Barón es un modelo de cortesanía. Sólo han podido +los maldicientes echarle en cara un defecto, del que, a mi ver, se ha +corregido. El defecto, si lo es, consiste en su extremada galantería, +muy en desacuerdo para muchos con la edad provecta a que ha llegado. +Conceden sus críticos censores que él, en su juventud, hizo brillantes +conquistas y cautivó no pocos corazones indómitos y soberbios, pero +añaden que hace ya más de veinte años que debe el Barón recogerse a buen +vivir y reposarse sobre sus laureles. + +Mucho disto yo de seguir semejante parecer. Desde que conocí al Barón, +trece o catorce años ha, he opinado lo contrario. Hay belleza, elegancia +y distinción para todas las edades, con tal de que no falten la salud y +el aseo. Y como el Barón está saludable y es aseado y pulcro, yo le +hallé y le hallo siempre muy agradable persona y además un hermoso +viejo. Por otra parte, como el alma humana es inmortal, no hay vejez que +valga contra ella, mientras no se destruyan o deterioren en extremo los +aparatos y órganos que la ponen en relación con el mundo y le sirven de +medio para pensar y sentir y para expresar lo que piensa y siente +mientras en el cuerpo está encerrada. Sea como sea, y a fin de que no +digas que me quiebro de sutil, prescindiré de más aclaraciones, y te +diré con llaneza que el Barón se prendó de mí y me hizo muy respetuosa y +finamente la corte. + +Yo me lisonjeo de no haber tenido jamás ciertos defectos que se +atribuyen, así a los que llaman en Francia _parvenus_ como a los que en +España llaman cursis. Sin duda a la aparición en mí de estos defectos se +ha opuesto el orgullo. No he anhelado ni buscado para darme tono el +trato y la amistad de personas encumbradas por nacimiento, educación y +riqueza. Naturalmente me he encontrado yo y me encuentro tan distinguida +como si hubiera nacido en la púrpura y no me hubiera echado al mundo la +Pascuala, sabe Dios en qué zahurda. No podía yo esperar, por +consiguiente, que el influjo o el arrimo de sujetos aristocráticos +viniese a prestarme como un reflejo de su valer. Creía yo y creo tener +luz propia, digámoslo así, y que no la necesito prestada. No sé si +aplaudirás o censurarás esta vanidad mía. Yo te confieso que la tengo +para confesarte además que el Barón me aduló esta vanidad, sin artificio +y por manera irresistible. El Barón procuraba demostrarme con evidencia, +empleando para ello muy elocuentes palabras, que yo, sobre ser hermosa, +poseía tal majestad en el gesto, en los modales y en todo, que más +parecía una princesa o una emperatriz que una perdida plebeya, puesta +casualmente en zancos por su enlace con un ricacho usurero. + +El arte y el ingenio con que el Barón iba insinuando en mi alma estas +lisonjas me tenían cada vez más hechizada. El Barón me comprende bien, +pensaba yo, y cuando tan bien me comprende señal es, y prueba es +clarísima, de la elevación y de la agudeza de su entendimiento. Así +infundió el Barón en mi pecho la amistad más acendrada hacia él. + +Hízose mi _cavaliere servente_, y yo me deleitaba y hasta me +enorgullecía de que me acompañara y me sirviera. + +Con modesta timidez, que de su ancianidad se originaba, el Barón empezó +con suavísimo tiento y cautela a mostrarse enamorado de mí, pero sin +persistir en sus manifestaciones para no cansarme, refrenando su +vehemencia para evitar mi enojo, y haciéndolas, cuando las hacía, como +por un arranque involuntario y muy a despecho suyo. + +¿Quieres creer que con tal proceder el Barón me enterneció, y cautivó en +cierto modo mi espíritu? Mi estimación y mi amistad se las tenía ya +ganadas por completo. Después, poco a poco y al compás que él iba siendo +más atrevido y más explícito, fueron despertándose en mí aquellas ideas, +pasiones o inclinaciones, pues no sé cómo las llame, que siempre, a +pesar del freno religioso y a falta del freno del orgullo y del decoro +en este particular, han hecho de mí lo que rudamente podemos llamar una +mujer liviana, o más bien han impedido que yo no quiera, ni pueda, ni +logre nunca desechar de mí la liviandad primitiva. Consideré al Barón +herido, y tuve piedad de él y pensé en el bálsamo que podía curarle. Mi +generosa piedad fue aguijoneada por algo a modo de remordimientos. Me di +a cavilar que con mis favores amistosos, aunque concedidos sin malicia, +con mi dulce abandono cuando le tenía a mi lado, con el mal disimulado +placer con que yo oía sus requiebros, y hasta con mi reír y burlar +cuando me hablaba de su cariño, había sido yo una desalmada coqueta, que +había robado la tranquilidad de aquel señor excelente y había levantado +en el mar pacífico de su ya fatigado corazón la más deshecha borrasca. +Casi o sin casi, me creí en la ineludible obligación de apaciguarla para +descargo de mi conciencia. En fin, y sin más preámbulos, en una tarde de +invierno, a las cinco, hora en que suele tomarse el té, cité al Barón, +como recientemente te tengo citado a ti, para que viniese a tomarle +conmigo a solas. Mis jaquecas un tanto cuanto imaginarias han persistido +siempre. Aquella tarde para todos tuve jaqueca menos para el Barón. Este +acudió a la hora justa, lleno de gratitud, contento y ufanía. Parecía +remozado por virtud de una poción mágica o por hechizos del amor. Entró, +me saludó y se llegó a mí con la gracia, desenfado y ligereza de un +pollo o _gomoso_, no de nuestro siglo decadente, sino de otras edades +caballerescas en que fueron los hombres de temple más recio y más fino. +Yo, con el pretexto de la jaqueca, estaba en el más cuidadoso y esmerado +_négligé_. Mi vestidura era una elegantísima bata de flexible seda. + +Pocas mujeres pueden hacer lo que yo hice entonces y puedo hacer y hago +todavía. Cuando el corsé me enoja no le llevo, y nada, absolutamente +nada, se humilla falto de sostén y baja de su sitio: todo permanece +firme como el mármol y el bronce. Perdona que entre en estas +menudencias. Mi presunción tiene alguna disculpa por lo no comunes que +son las cualidades de que me jacto. Importa además consignar esta +circunstancia de mi _toilette_ para que se entienda lo que ocurrió en +seguida. + +No estaría bien que yo paso a paso te lo refiriese todo. Baste decir que +pronto noté, en medio de las vivas muestras de cariño que el Barón +quería darme, no sé qué disgusto, no sé qué penoso rubor en su cara. +Creí entender lo que aquello significaba y me apesadumbré por él. En +esto se abrió un poco mi bata y hubo de descubrirse mi garganta: no +mucho más que lo que en un baile o en una recepción de etiqueta se deja +ver al público. El sonrojo y la turbación de mi amigo subieron entonces +de punto. Pero ¡qué imaginación tan poderosa y tan socorrida la suya! + +Por dicha llevaba yo, pendiente del cuello en una cadenita de oro muy +sutil, una pequeña medalla de plata, representando la Virgen de Araceli, +patrona de la ciudad de Lucena. + +Fijó el Barón la vista en la medalla y la tomó entre sus dedos, para +examinarla mejor. + +--¿De dónde procede esta medalla?--preguntó con curiosidad tal, que +parecía embargar su espíritu y distraerle de los otros objetos. + +--Es el único recuerdo que conservo de mi madre, contesté yo, como era la +verdad. + +--¿Y cómo se llamaba tu madre? + +--Pascuala, le dije. + +--¡Oh inescrutables designios del cielo!, exclamó el Barón, arrancando de +su pecho un hondo suspiro que se diría que le desahogaba. + +--¿Qué pasa?--pregunté yo imaginando que el Barón iba a desmayarse. + +--Esa medalla, dijo el Barón, se la di yo a tu madre cuando estuve en +Andalucía hace cuarenta y pico de años. Entonces... fuimos muy amigos... +¿no me comprendes? + +Me entró al oír esta pregunta tan feroz gana de reír, que a duras penas +pude contenerme, temerosa de que el Barón se ofendiera. + +--¡Ah!, sí, te comprendo, dije al cabo, y di rienda suelta a mi alegría, +riendo ya sin temor. + +--¡Hija del alma!--dijo el Barón con tan profundo acento y con tantas +apariencias de estar convencido, que sin duda empezó desde aquel punto a +dar por cierto y por evidente lo que de improviso había imaginado. Ello +es que ambos salimos muy agradablemente de aquel a modo de apuro, +trocándose de súbito nuestra amistad y nuestro conato de amor anacrónico +en el santo y puro afecto de un padre y de una hija. + +--¡Padre mío!--dije yo y eché al Barón los brazos al cuello. + +Después de esta dulcísima expansión, llamé a _Madame_ Duval para que nos +hiciese compañía. Con el debido sigilo le revelé nuestro parentesco, de +que ella se maravilló y holgó mucho. Luego charlamos los tres a +cántaros. Con lo ameno de la conversación se nos olvidó tomar el té y +llegó la hora de la comida. + +La imprevista anagnórisis, como el Barón la llamaba, fue solemnizada con +un exquisito _petit diner fin_ en que se lució mi cocinera, _cordon +bleu_ de primera fuerza, y brindamos los tres a la persistencia del +santo lazo recién descubierto y reanudado, primero con _Chateau Iquem_, +y a los postres con tintilla de Rota, mi casi paisana. No hubo +_champagne_, porque ni el Barón ni yo gustamos de ese vino, con algún +pesar de _Madame_ Duval, que gusta de él más que de nada. + +Mi pobrecita hija Lucía, que apenas contaba entonces siete años, +inocente como un ángel, luminosa, bella y serena como el lucero del +alba, fue la cuarta persona que estuvo en la mesa y comió con nosotros. +Con ojos algo espantados y sin comprender nada, se alegró de hallarse +repentinamente con un abuelito, y más aun cuando el Barón, que es bueno +e ingenioso y muy a propósito para divertir a los niños, le contó tres o +cuatro cuentos fantásticos e infantiles, y le hizo varios juegos de +prestidigitación con no escasa maestría. + +Admirable es el encadenamiento de las cosas, y cómo de ciertas causas +nacen a veces los efectos más imprevistos. ¿Quién hubiera podido +imaginar que del descubrimiento de mi padre y de su aparición algo +cómica, habían de resultar tan serias modificaciones y hasta cambios en +la dirección de mi vida? Sin embargo, así aconteció. Lo que para salir +de su atolladero inventó de súbito el Barón y yo acepté con risa, +hallándolo disparatadamente gracioso, él y yo lo fuimos tomando más por +lo serio cada día, y por virtud de nuestra voluntad atamos nuestras +almas con lazo tan limpio y tan fuerte como si él fuese en realidad mi +padre y yo su hija. + +De esta ficción, que apenas ya me lo parecía, brotó en mi espíritu un +sentimiento jamás experimentado por mí: algo de más fervoroso que la +amistad; algo en que no entraba por nada el vehemente anhelo de los +sentidos y algo que no era tampoco eso que llaman amor platónico y puro. +Este sentimiento llegó a ser más puro y más grave que el amor platónico. +Olvidada yo de que nacía de una mentira, le vi nacer en mí con sorpresa +y deleite, y le cuidé con esmero para que creciese y floreciese. + +Yo no niego ni afirmo la existencia de lo que llaman amor platónico; +pero, si existe, hallo en él, mientras vivimos esta vida mortal y +tenemos el alma en el cuerpo, y cuando son los que se aman mujer y +hombre, un no sé qué de incompleto y aun de monstruoso. + +No es, en verdad, amor, ni merece tan santo nombre, lo que yo he sentido +y conocido desde la bajeza impura en que nací hasta el día de hoy. Sólo +es amor, cumplido y entero, el que yo columbré remotamente entre los +brazos de Juan Maury, y que por mi indignidad o por mi desgracia no pude +alcanzar nunca. + +Del amor cumplido y entero, exclusivo y honrado desistí desde entonces, +considerándole para mí imposible. + +El lazo afectuoso que hace años al Barón me une, no es amor ni amistad, +porque es más apretado lazo que el que ata a los amigos, y porque es más +espiritual y cae menos bajo el influjo de los sentidos que el amor más +platónico y más puro. + +Yo he leído y aprendido mucho en estos últimos años. Pocos escritos me +han encantado más, como divino ensueño poético, que las últimas áureas +páginas del libro de Baltasar Castiglione, titulado _El Cortesano_. Allí +explica el ingenioso, sutil y elocuente Pedro Bembo cómo se complace y +cuánto goza el amante en la contemplación de la mujer amada, viéndola, +oyéndola y hasta mereciendo de ella ciertos delicados e inocentes +favores, entre los cuales pone el de abandonar por largo rato en las +manos de él las manos de ella, y hasta el de dar y recibir, con mero +contentamiento espiritual y sin sensualidad alguna, besos en la boca, a +fin de que allí acudan las almas y se unan y compenetren, como cuentan +que le sucedió a Platón con su amiga, que hubo de ser la linda +Arqueanasa. + +Sin duda que esto es muy bonito, pero no veo yo cómo ha de ser el medio +para encumbrarse a la contemplación, primero de la belleza universal, +donde se encierran y cifran todas las bellezas individuales, y después a +la eterna y perenne fuente de la belleza creada e increada, en cuyas +llamas arda nuestro espíritu como ardió Alcides en la cumbre del monte +Oeta, y por cuyo fuego seamos arrebatados al empíreo como Enoch y Elías. + +Repito que todo esto me parece muy bien para leído en el libro que he +citado, pero no en la práctica. Por eso doy gracias al cielo de que el +Barón haya inventado tan a tiempo su paternidad. Dios me preserve de que +él, por la contemplación estática de mi hermosura, y de que yo, +prodigándole los referidos favores, aspiremos también a remontarnos al +empíreo. Más fácil sería resbalar por este camino y caer en inmundicia, +que subir, purificados y gloriosos, como el solitario del Carmelo, en el +ardiente carro. + +En suma, lo excelente que tuvieron mis relaciones con el Barón desde que +se convirtió en mi padre, fue lo neutral, lo apacible, lo manso y lo sin +sexo ni siquiera platónico, con que se señalaron. El Barón casi dejó de +admirarme como hermosa, a fin de quererme, de atenderme y de servirme +como buena. + + * * * * * + +No soy yo alegre y regocijada por mera y espontánea energía de mi +espíritu. Lo he sido y lo soy también porque me impongo, porque me +decreto la alegría. Las cosas no pueden estar mejor de lo que están. Me +parecería ingratitud para con Dios, si yo me quejase. Desde lo más hondo +de la abyección impura he logrado elevarme a una esfera brillante y +relativamente limpia. Soy rica, libre, respetada, a pesar de mis +extravíos, y considerada y atendida en cierta sociedad, que tendrá sus +máculas, pero a la que algún respeto se concede. Claro está que yo, +aspirando siempre a lo más perfecto, ora supongo que hay, ora si no hay, +gustaría de que hubiese, una sociedad más escogida, elegante y honrada, +un círculo de gente más selecta, dentro del cual fuese yo digna de +colocarme. Pero jamás me conformaría yo a ser recibida en ese círculo +por indulgente piedad; a que ese círculo descendiese de su nivel para +recibirme, a que entendiesen los que viven en él que con su trato me +purificaban o me realzaban. Para esto prefiero estar donde estoy, y aun +me resignaría a estar mucho más abajo. + +Completa es, por lo tanto, mi conformidad con mi posición y con mi +suerte. + +Tengo además grandes motivos de satisfacción y contento. Mi salud es +inmejorable y mi mocedad se diría que no acaba. ¿Para qué he de fingir +modestia contigo? Me encuentro ahora más bella, más lozana, que cuando +nos veíamos en el _Retiro de Camoens_. Imagíname entonces como mata de +azalea sin flor aún y toda verde, e imagíname ahora como la misma planta +con toda la pompa y las galas de sus abiertas flores. + +Aduladora es mi _mucamba_, que sigue siempre llamándome su niña; pero no +creo que me adula cuando salgo del baño y me enjuga y me mira con +agradable pasmo, y suele decirme: + +--¡Ay, niña, niña!, cada día estás más hermosa. ¡Bienaventurado el que +así te vea! + +Lo que es yo me miro también con complacencia en grandes y opuestos +espejos y me siento en perfecta consonancia con el parecer de Petronila. + +Te lo confesaré todo: cuando Petronila me deja sola, incurro en una +puerilidad que no sé decidir si es inocente o viciosa. Sólo sé que es +acto meramente contemplativo; que es desinteresada admiración de la +belleza; No es grosería sensual, sino platonismo estético lo que hago. +Imito a Narciso; y sobre el haz fría del espejo aplico los labios y beso +mi imagen. Esto sí que es platonismo, me digo entonces. Esto es el amor +de la hermosura por la hermosura: la expresión del cariño y del afecto +hacia lo que Dios hizo manifestada en un beso candoroso que en el vano e +incorpóreo reflejo se estampa. + +Ya ves tú que te hablo hasta de mi sencilla fatuidad y que te declaro +todas mis venturas. Bien es que sepas también lo que durante mucho +tiempo he procurado ocultarme a mí misma, lo que yo veo distintamente +con susto y con pena y lo que me duele confesarte. + +Como si de un lago tranquilo surgiese de repente un monstruo, como si en +una pradera cubierta de olorosas hierbas y flores viese yo bullir, por +bajo de ellas, multitud de escorpiones y de víboras, así, en medio de +mis alegrías y placeres, surge a menudo, desde hace tiempo y desde lo +más intrínseco de mi ser, un desconsuelo, una melancolía, una amargura +que me esfuerzo por ahogar o remediar y no lo consigo. + +No es hastío: yo no estoy ni fatigada ni hastiada. No es desilusión: las +ilusiones, si alguna vez las he tenido, jamás me han contentado con su +falacia y antes he celebrado que deplorado el perderlas. La causa de mi +mal es mi ambición trascendente; mi empeño de ir en busca de un ideal +para mí inasequible; el vano propósito de borrar de mi ser las +indelebles manchas, con cuyo germen al menos nací manchada. Este mal, +que en mí no tiene cura ni remedio, quise curarle y remediarle yo en +otro ser amado, que me pertenece, que ha nacido de mis entrañas. + +Mi propósito de educar altamente a mi hija fue corroborándose cada vez +más. De él hice el más noble fin de mi vida. Lucía, si mi deseo se +realizaba, había de ser limpio dechado de castidad, de pureza y de +cuantas excelencias y virtudes pueden sublimar y glorificar a un alma +humana en esta baja tierra. + +Preví un peligro, preví para mí el más enorme de los infortunios, pero +arrostré el peligro con valor porque sobre todo prevalecía mi afán de +que ella fuese perfecta, inmaculada, tan hermosa como yo de cuerpo y mil +y mil veces más hermosa de alma; conseguido esto, me sentía yo con +fortaleza bastante para sufrir que ella, desde la elevación moral en que +iba a verse, tuviera harto involuntariamente que despreciarme y que +avergonzarse de mí. Movida yo por esta pasión, tuve por principal empleo +hasta que Lucía cumplió doce años, el cultivar su corazón y su mente con +el más activo desvelo. Yo misma, ocultándole con recato cuidadoso cuanto +yo pensaba y sabía de malo, la instruí en todo lo bueno y santo que mi +alma había conservado o aprendido. + +Mi fe religiosa, profunda en mi mocedad y consuelo en mi abyección de +entonces, o había sido combatida por dudas o se había bastardeado, +combinándose con ideas filosóficas que tal vez quebrantaban su entereza +con el pretexto de ensanchar un estrecho molde donde imaginaban que su +grandeza no tenía cabida. Así es que busqué y hallé a un virtuoso e +ilustrado sacerdote que completase la educación moral y religiosa de +Lucía sin inficionarla con los elementos heterodoxos con que mi fe se +había pervertido. + +No acierto a ponderarte el miedo que tenía yo de que Lucía descubriese +mi indignidad; el recato con que viví para que no comprendiese ella o +para que tardase en comprender mis faltas y pecados, y cuánto vigilé +para que ningún pensamiento impuro penetrase en la mente de ella; y, lo +que es imposible cuando un ser humano es inteligente, para perpetuar en +su espíritu la ignorancia de lo malo y de lo vicioso. + +Recelando yo que esta ignorancia de Lucía se disipase y que ella abriese +los ojos y me viese tal como soy, no me sosegué hasta que, haciendo un +inmenso sacrificio en separarme de ella, la hice entrar, desde poco +después que cumplió doce años, en el convento del Sagrado Corazón de +Jesús, donde permaneció hasta los diecisiete. + + * * * * * + +Muchas veces salía mi hija del convento y venía a pasar algunos días +conmigo. Con más frecuencia iba yo al convento a visitarla y a hablar +con ella. + +Mi amor y mi vanidad de madre estaban cada día más lisonjeados. Lucía +iba creciendo en hermosura y en natural elegancia. Algo había en ella de +parecido a mí, pero se parecía mucho más a su padre. No envidiosa sino +encantada notaba yo que había en todo su ser corporal algo de más +aristocrático que en el mío. Era además blanca y rubia, mientras que yo +soy pelinegra y trigueña. Mis ojos son verdi-oscuros; los suyos azules +como el cielo. Yo soy alta y esbelta: ella es más esbelta y más alta que +yo, aunque igualmente bien proporcionada. Para que comprendas bien la +diferencia que hay entre nosotras, te diré, aunque peque yo de +presumida, que mi estampa retrae al pensamiento la de una diosa del +gentilismo, y la suya la de una _madonna_ de antes de Rafael. + +Las caricias y las alabanzas, que yo le prodigaba, eran siempre +tiernamente recibidas y pagadas por ella. Había, sin embargo, entre +nosotras no poco que limitaba la expansión. No me atrevía yo a hablarle +de ciertos puntos. Le decía que era su madre, pero no le decía de qué +suerte era su madre, como deseando que lo ignorara. Y salvo en lo +indiferente y en las relaciones entre ella y yo desde que nació ella, +ponía yo en toda mi vida, cuando con ella hablaba, un sigilo harto +embarazoso. + +Intenciones tuve a veces de confesarme con ella: de decirle mis faltas +para que ella las perdonase. Pero pronto un orgullo, en mi sentir bien +entendido, me hacía desechar aquella tentación. Era preferible que ella +supiese por otras personas quién yo era y no que lo supiese por mí +misma. Yo no me podría resistir al deseo de justificarme o al menos de +disculparme; y de aquí podrían originarse dos casos que igualmente me +horrorizaban. O bien que, al disculparme yo, ella aceptase como buena y +como plausible mi disculpa, y entonces la elevación de su moralidad se +relajaría, siendo yo su maestra y su iniciadora en liviandades; o bien +que ella, con severo criterio, allá en el centro de su alma y aunque no +me lo dijese, rechazara mis disculpas, y tal vez sospechara, a pesar +suyo, que yo le daba lecciones infames, y que, acaso sin querer, pero +arrastrada por mis instintos perversos, ansiaba rebajarla a mi nivel, +aunque sólo fuese para que ella mejor me amase. + +Tales cavilaciones fueron la causa de mi silencio. + +Por mi desdicha, es absurdo imaginar que una virgen, una santa, una +criatura inmaculada y purísima, si no es tonta, permanezca siempre a +obscuras y con los ojos del alma completamente cerrados para todo cuanto +hay en el mundo que no es honesto. La honestidad, la castidad y hasta la +inocencia más columbina, consisten en abominar de lo malo y no en +ignorarlo del todo, como si no existiera. Lucía, pues, austera, virtuosa +y sin ningún pensamiento feo, y sin ninguna imagen impura que enturbiase +el claro espejo de su conciencia, reflejándose en él, no pudo menos de +saber al cabo y supo del mal, y fue conociendo poco a poco todo cuanto +de este mal en mí había. Callándome siempre, pero con mirada +escrutadora, procuraba yo, con curiosidad irresistible, penetrar en el +centro de su alma, y ver el progreso que iba haciendo allí el +conocimiento del mal y los estragos y la ruina que este conocimiento +hacía en el buen concepto que ella de mí tenía formado. Grandísimo pesar +me causaba lo que acabo de querer explicarte. El amor maternal, no +obstante, y casi tanto como el amor maternal uno a modo de orgullo de +artista que se deleita en su obra, siempre me impidieron desear, en el +juicio de Lucía, la menor indulgencia que implicase relajación o +quebranto en la ley por cuya virtud su espíritu había de dictar un +fallo. + +Ya se entiende que todo esto lo veía o lo creía ver yo como si mi mirada +penetrase en los más abismados pensamientos de mi hija. Lo que es ella, +nunca dejaba de mostrarse tan cariñosa conmigo como con ella yo, y tan +respetuosa como la hija más cristianamente educada. + +Después de nuestros deberes para con Dios, los mandamientos de su ley +ordenan que respetemos y honremos a nuestros padres. ¿Cómo hubiera +podido Lucía faltar nunca en lo más mínimo a este mandamiento? Ella, +además, me amaba y me ama, porque ha nacido de mis entrañas y porque es +mi sangre y porque recuerda y agradece mis mimos, mi ternura, el esmero +con que la he criado, y hasta esa misma elevación moral y religiosa a +que he procurado elevarla, quedándome yo tan lejos y tan por bajo de +ella. + + * * * * * + +Jamás he tenido la tentación de destruir mi obra; de hacer que Lucía +baje hasta mí desde la altura en que la he puesto. Pero, a veces me +pregunto: ¿no fue delirio ponerla en esa altura? + +A este propósito recordaba yo ciertas palabras de una dama andaluza que +conocí un verano en Biarritz cuando Lucía no contaba aún sino ocho años +de edad. Tenía esta dama una hija de la misma edad que Lucía. Las niñas +se conocieron y jugaron juntas en el _Port Vieux_. Y por esto, y por ser +españolas ambas madres, y por lo franco y fácil del trato en los lugares +de baños, trabé yo cierta amistad con la madre de la niña, que se +llamaba la señora de Benítez. Su marido, D. Ambrosio, era un personaje +político de cuarta o quinta magnitud, si bien con esperanzas más o menos +fundadas de llegar a serlo de primera, ya que poseía notable desenfado, +gran facilidad de palabra y otras brillantes prendas. Por lo pronto, D. +Ambrosio estaba como parado, por no decir extraviado en su carrera. O +por haberse comprometido en conjuraciones y pronunciamientos, o sin +necesidad y sólo para contraer méritos y darse tono, gemía en la +emigración. Verdad es que no era muy lastimero el gemido, porque cuando +los suyos estuvieron en el poder, le habían enviado a Cuba de vista de +una Aduana o no sé bien con qué otro empleo en Hacienda. Al año y medio +cayó su partido y le dejaron cesante, pero él no se había dormido ni +descuidado y había aprovechado tan bien el tiempo, que pudo volver y +volvió, con no despreciables ahorros. Así podía esperar y esperaba sin +sobrada angustia la vuelta al poder de su partido, para que le hiciese +Director general, Ministro y quién sabe si Conde. Sus esperanzas eran +grandes. Su mujer era quien no se las prometía tan felices. La señora de +Benítez tenía un carácter apocado y siempre pronosticaba males y no +bienes. Ella era lo contrario de D. Ambrosio, que veía el porvenir de +color de rosa y que soñaba con todos los refinamientos y primores del +lujo y de la distinción suprema. La señora de Benítez, a pesar de lo +tétrica que era en el pronosticar, tenía mil excelentes cualidades. +Desde que, siendo estudiante D. Ambrosio y ella hija de la pupilera en +cuya casa D. Ambrosio se hospedaba, ambos se amaron y se casaron, había +sido fiel, sufrida y hacendosa compañera de aquel hombre, gobernando la +casa y cuidando de todo con ordenada economía y dando a D. Ambrosio, sin +molestarle ni ofender su orgullo, los más juiciosos consejos. Ella se +esforzaba, sobre todo, en esfumar los ensueños de grandeza de su marido, +y en procurar que éste no viniese a ser un Faetonte del _chic_, y +acabase por caer despeñado. + +En el invierno que siguió al verano y al otoño en que los conocí, +vinieron a París ambos esposos a pasar una corta temporada. A ellos y a +su niña los obsequié cuanto pude. Un día en que estaban los tres +comiendo a mi mesa, mi cocinera estuvo inspirada. Don Ambrosio, que era +francote a pesar de su vanidad, se entusiasmó con todos los platos que +se sirvieron, y singularmente con un _chaud-froid_ de _ortolans_, que en +realidad fue una obra maestra. Mas ¡oh, desgracia!, la niña del Sr. +Benítez comió muy poco de todo. Lo que es el _chaud-froid_, por culpa de +la gelatina que le envolvía y por lo frío que estaba, le dio mucho asco +y no consintió en llevársele a la boca. Don Ambrosio perdió con esto los +estribos; no acertó a contenerse y deploró en mi presencia con acerbas +frases la ingénita ordinariez de su hija, que no gustaba sino de +alboronía, chanfaina, pepitoria y sobrehúsa de bacalao. Herido con esto +el orgullo maternal de la señora de Benítez, habló con elocuencia y +refutó el parecer de su marido, diciéndole para concluir: + +--Pues debieras dar gracias a Dios y no lamentarte de que sea así tu +hija, porque tal vez se quede para vestir santos, o bien se case con +algún pobretón que, en vez de darle a comer pajaritos sin hueso y +rellenos de trufas, tenga que alimentarla, y gracias, con esos guisotes +que tú desdeñas, aunque con ellos te has alimentado y bien robusto te +has criado. + +Ya comprenderás tú de qué manera aplicaba yo este caso a Lucía y a mí. +Y, sin embargo, aunque me parecía atinado y juicioso lo que con relación +al refinamiento material decía la señora de Benítez, yo seguía +hallándolo vil y grosero aplicado al refinamiento del alma. Lo que es en +esto persistía yo y me aferraba en ser más exquisita que D. Ambrosio. + + * * * * * + +Mi entendimiento vacila, cambia y duda mucho. Suele mirar las cosas por +diversos lados, y según el lado por donde las mira, las ve con aspecto +distinto. + +Me inclino a creer que a todo el mundo le sucede lo mismo. La diferencia +está en que yo lo confieso, y son raras las personas que lo confiesan. + +Digo esto porque hasta en los momentos de mi mayor entusiasmo por la +sublimidad moral y religiosa de Lucía, asaltaban mi mente no pocas +consideraciones que propendían a echar por tierra el entusiasmo +mencionado. + +Siempre me figuraba yo como legítimo y bueno el andamio, la escala, la a +modo de Torre de Babel que el alma construye a veces para encaramarse +por ella y subir al cielo de su ideal más alto; pero importa que esta +torre, andamio o lo que sea se construya sobre firme y sólido cimiento +de sentido común. De lo contrario, es casi seguro que cuando ya esté muy +alta la torre y nos complazcamos y ufanemos en contemplarla, se cuartee +por culpa de la base y acabe por hundirse lastimosamente en el ancho +foso de tontería que la rodea. + +Así pensaba yo y así me atormentaba al penetrar cada vez más en la mente +de Lucía y al recelar que en la dirección que yo había dado al vuelo de +su espíritu, había acaso falta de tino. Pues qué, ¿no podía ella ser +todo lo santa que quisiese sin avergonzarse de mí, aunque fuese de un +modo involuntario? ¿Si ella se hubiese criado en el abandono en que yo +me crié, hubiera sido más que yo virtuosa y honrada? + +En el abismo de mi alma ocultaba yo mis cavilaciones. No hallaba +términos con que declarárselas a Lucía, ni con qué darle al menos leve +indicio de ellas. Ignoro hasta qué hondura penetraría Lucía en mi +conciencia y leería lo que allí pasaba. Lo que sé es que yo leía en la +conciencia de ella como en un libro abierto, donde las sanas doctrinas +del ilustrado sacerdote que la había educado, y las no menos sanas de +las benditas madres del convento habían venido a combinarse con los +rumores del mundo y con las malévolas insinuaciones de las compañeras de +colegio a quienes la envidia movía, y habían formado un amargo conjunto +que menoscababa el respeto y que acibaraba y aun emponzoñaba el amor de +la hija a la madre. + +Sin duda en la mente de Lucía había llegado a formarse un concepto de mí +harto peor que el merecido. Ella hubo de creerse hija de un padre hasta +de mí misma ignorado. + +No creas tú por lo que aquí manifiesto que Lucía me mostrase el menor +desvío. Antes era cada vez para mí más entrañablemente afectuosa. Por +gratitud, por deber y por natural inclinación Lucía me amaba. + +Modelo de cristiana humildad para con Dios, Lucía era tan orgullosa o +más orgullosa que yo en sus relaciones con el prójimo, salvo que mi +vileza primitiva había cortado las alas de mi orgullo y su orgullo tenía +alas, aunque estaba herido por mi culpa y por mi vergüenza. + +Una tristeza dulce y al parecer sin causa se pintaba en su rostro desde +que salió del convento. La llevé a paseos y tertulias, la vestí y la +adorné con los más elegantes trajes de moda, y procuré distraerla y +alegrarla, pero todo fue en balde. Ella me confesó al cabo que tenía la +más decidida vocación de abandonar el mundo y de entrar en el claustro. +Inútiles fueron todas mis amonestaciones en contra; inútil la pintura +que reiteradamente le hice de un porvenir brillante, honrado y tan +dichoso y tan digno cuanto en este bajo mundo es posible. ¿Por qué no +había ella de inspirar a un hombre y de sentir por un hombre que la +mereciese el único y persistente amor que al pie de los altares se +purifica y que un sacramento religioso ennoblece y ensalza? + +Todo por mi parte fue empeño vano. Lucía persistió en no ser esposa sino +de Cristo, y fue tan resuelto su propósito que no pude atajar los +primeros pasos que quiso dar para lograrle, y, harto a despecho mío, +hube de consentir en que se volviese al convento. + + * * * * * + +Sobre lo que tengo que contarte ahora, voy a pasar con rapidez como +sobre ascuas. Aun así me quemará la sangre el recordarlo. + +Por amor, por devoción a mi hija, concebí un proyecto tan sentimental +como descabellado. A fin de realizarle me expuse a la más dura de las +humillaciones. + +Mi efímero amante, el joven Secretario de la Legación inglesa en Río de +Janeiro, no era ya Master John, era _Sir_ John. Se había transformado en +un señor respetabilísimo de cuyas circunstancias había yo tomado exactos +informes. Era un personaje rico, notable e influyente en la política de +su patria. + +Bien podía afirmarse que dominaba fuera de su casa y que dentro de ella +estaba dominado. Trece años hacía que había contraído matrimonio con una +noble _Lady_, bella, muy aristocrática y tan dotada de virtudes como de +soberbia. Juan Maury tenía de esta mujer tres hijos legítimos; y, según +me contaron, si a ellos los amaba como padre, a ella la obedecía y la +acataba como rendido adorador a una diosa. + +Allá en mis adentros, allá en lo más hondo y oculto de mi corazón, aún +descubría yo rastros del verdadero amor que, por única vez en mi vida y +evocado por Juan Maury, había pasado por mi alma, tocándola con sus alas +e iluminándola toda. Juan Maury nunca lo supo, ni lo presumió siquiera. +Durante el corto tiempo que me poseyó me tuvo por una mujer galante: muy +agradable, muy divertida, y nada más. Para él aquellos nuestros amores +no fueron más que amoríos. + +¿Cómo pues me atreví a considerar posible que Juan Maury, dieciocho o +diecinueve años después, había de llegar a saber que había tenido de mí +una hija y había de estar tan seguro de ello que se allanase a +reconocerla? + +Sin embargo, fue tan grande mi deseo de que mi hija supiese quién era su +padre y de que él declarase que lo era, que yo vencí mi repugnancia, +humillé mi soberbia y acudí a Juan Maury con mi pretensión. Le escribí +varias cartas a las que no se dignó contestar, y yo sufrí y devoré su +desprecio. Apelé entonces al confesor de mi hija, le puse en el secreto +de todo y le di la comisión de ir a Inglaterra, de buscar a Juan Maury, +de hablar con él, de reiterarle mi pretensión y de exponerle mis planes. + +Mi hija era suya, y yo lo juraba por lo más sagrado. No necesitaba de la +hacienda de él. Yo era bastante rica y estaba dispuesta a dar desde +luego más de la mitad de la mía y el resto a mi muerte. Yo me conformaba +asimismo con renegar de mi maternidad o con ocultarla, para que Juan +Maury buscase y fingiese, para su hija, al reconocerla por tal, más +decorosa madre que yo, y no casada sino soltera. Yo me comprometía, si +era necesario, a no volver a ver a mi hija para no contaminarla con mi +contacto. A ella, si Juan Maury no quería tenerla en su casa, la podría +tener bajo la custodia y autoridad de una ilustre y anciana parienta +suya, viuda y sin hijos, y de quien sabía yo que le amaba en extremo. De +la virtud, de la limpieza y santidad de costumbres y del recato de Lucía +fácil era que pudiese informarse Juan Maury. De su hermosura, de su +distinción y de su talento, él mismo podía juzgar, viniendo a visitarla +en el convento en que ella estaba. Tal vez (en mi concepto casi de +seguro) notaría él viéndola, por los rasgos de su fisonomía y por todo +su aspecto, que era ella de su casta y de su sangre. ¿Qué recelo, qué +temor podía impedir a Juan Maury confesar a su mujer una culpa suya +cometida cuatro o cinco años antes de su casamiento, e impetrar su +beneplácito para expiar en parte dicha culpa reconociendo por hija y +dando su nombre a la que de la culpa había nacido? Ni los bienes de +fortuna de Juan Maury sufrirían con esto menoscabo, porque Lucía era +rica de por sí y nunca le sería gravosa. + +Pero Juan Maury era más egoísta de lo que yo había imaginado. Era además +tan gurrumino que tenía más miedo de su mujer que de una espada desnuda; +y _Lady_ Maury era quizás la más severa, la más entonada, la más en sus +puntos y la más enemiga de lo escandaloso e incorrecto de cuantas +_Ladies_ vestían y calzaban a la sazón en todo el Reino Unido de la Gran +Bretaña. + +Por otra parte, yo soy muy imparcial, y cuando hay disculpa, la hallo +aunque sea contra mí. Mi pretensión pecaba de extemporánea, era harto +sospechosa y carecía de documentos fehacientes en que fundarse. + +Mi orgullo maternal y mi altivo menosprecio de las consideraciones y +respetos sociales, en época en que estaba yo más sobre mí y muy +engreída, me habían inducido a ser imprevisora y a no desear ni buscar +con oportunidad mayor el reconocimiento de mi hija por quien +evidentemente era su padre. + +Mi empeño fue ya tardío. A fuerza de gestiones mi embajador clérigo +consiguió ver en secreto a Juan Maury y exponerle el objeto de su +embajada; pero Juan Maury, lleno de desconfianza, le despidió sin +hacerle caso. + +Todavía, con humillante terquedad, persistí yo en mis ruegos y escribí +varias cartas a mi antiguo y descastado amante. El único resultado que +obtuve fue infundir en su ánimo un miserable terror de que su _Lady_ +sorprendiese mi correspondencia a medias y pusiese el grito en el cielo. +Para salvarse de tamaña calamidad, Juan Maury me envió como mensajero a +un hombre de negocios de toda su confianza, quien, más que a convenir en +nada, vino a imponerme silencio. Aunque era inglés y no hablaba la +lengua francesa muy de corrido, yo no he visto ni oído nunca a nadie más +fresco, circunspecto y reposado en su hablar, ni que acertase a decir +mayores crudezas y enormidades, sin descomponerse y sin manifestar en la +forma y combinación de sus palabras nada de _shocking_ ni de feo. +Traducido lo que me dijo en rudas frases era como sigue: que si Juan +Maury, que había sido guapo y muy querido de las damas, tuviese que +aceptar un hijo por cada uno de los extravíos o ligerezas de su primera +juventud, se expondría a poder formar un batallón con su prole; que sus +relaciones conmigo habían sido de lo más ligeras, sin compromiso +ninguno, y de duración muy corta; y que él no tenía ningún motivo +justificado para afirmar con pleno convencimiento que durante dichas +relaciones había sido el único, porque entonces había también un marido +legítimo, y había además dos rivales que con grave escándalo y por celos +riñeron en desafío, resultando muerto uno de ellos. En suma, el +mensajero inglés me amonestó para que abandonase mi empeño absurdo, del +cual sólo podría originarse la perturbación de la paz doméstica en el +seno de una honrada y nobilísima familia. + +No he de negarte aquí que el discurso de aquel mensajero inglés me +revolvió ferozmente la bilis: estuvo a punto de restaurar en mí las +bizarrías de mis verdes años y mis arrestos de chula. En mis manos, +cuidadas ahora con el esmero de las manos de una princesa, sentí bullir +la comezón y el prurito de hartar a aquel inglés de bofetadas y de +arañazos. Pero su corrección, su calma y su serenidad impasible me +contuvieron y lo aguanté todo. Lo que sí hice fue derribar con ira y +hasta con asco el ídolo de Juan Maury del altar que misteriosamente le +había yo erigido en el templo de mis recuerdos. Y aunque mis manos +permanecieron ociosas e inertes, no le sucedió lo mismo a mi lengua. La +esgrimí como puñal buido. Si no calenté bien con mis manos la cara del +inglés, con la lengua le calenté las orejas. En contestación de lo que +él insinuó acerca del nombre ilustre que anhelaba yo dar a mi hija, +llegué a decir al inglés que ya prefería yo hacerla hija de un zapatero +remendón a que fuese hija de su amo. En suma, yo me desahogué de veras y +despedí al inglés con cajas destempladas. + +Para siempre deseché la esperanza y abandoné el propósito de que mi hija +tuviera padre en la tierra. Casi creí juiciosa la idea extravagante del +sansimoniano Padre Enfantín de no conceder sino madres a los seres +humanos y de suponerles un padre ideal para que imitasen mejor a Cristo. + +No era Lucía de este parecer. No poco traslució de los pasos que había +yo dado y del mal éxito que habían tenido. Su amargura hubo de ser +grande. La opinión que de mí tenía hubo también de malearse mucho. No +dejó por eso de mostrarme sino que extremó más que antes su cariño y su +respeto hacia mí; pero cada día ponderó más lo decidido y lo invencible +de su vocación. + +En balde fueron mis razonamientos y mis súplicas para que Lucía +desistiera. Al fin tuve que ceder y que consentir. + +Hace ya más de un año que Lucía tomó el velo y se encerró para siempre +en el claustro. + +Nada diría yo si creyese su determinación enteramente nacida de fervor +religioso; pero yo me atormentaba y aún me atormento sospechando que la +desesperada soberbia de mi hija y la lucha interior entre el respetuoso +cariño que me tenía y me debía y el pésimo concepto que de mí formaba, +la habían llevado a sacrificarse. + +Aun así la grandeza del sacrificio la ennoblecía a mis ojos. Por orgullo +había desdeñado la riqueza, las galas, los deleites y los triunfos que a +pesar de la impureza de su origen, hubiera ella podido lograr en el +mundo. + +Sin embargo, yo cavilo mucho y de vez en cuando hago suposiciones y +consideraciones que rebajan el mérito de Lucía y con las cuales también +me culpo y miro mi desgracia como natural resultado de mi imprudente +necedad. Me comparo entonces a cierto aprendiz de mago de una antigua +leyenda, que se propuso evocar y llamar a sí a un ser etéreo, a una +sílfide, a una diosa beatificante, y equivocó las fórmulas, los +procedimientos y los conjuros, y suscitó un vestiglo que cayó sobre él, +le derribó por tierra y le pisoteó el cuerpo y el alma. + +Mi propensión a reír y a burlar, aunque sea a costa mía, me induce en +ocasiones a ver este asunto por el lado cómico, pero no sazono el acerbo +chiste con sal y pimienta, sino con hiel y vinagre. La cualidad de +_snob_, me digo, puede encumbrarse a un grado heroico. Para probarlo +acude a mi memoria lo que ocurrió a mis amigas la señora y las señoritas +de Pinto. Vinieron a París, desde la provincia brasílica de Minas +Geraes, tres sobrinos de la madre, primos hermanos de las hijas. Se +habían enriquecido cultivando una magnífica _fazenda_, pero eran +ordinarios y medio salvajes y chapurreaban el francés por detestable +estilo. Llevaban, además, en el rostro el indeleble signo de su plebeyo +e híbrido origen. Estaba patente en ellos la mezcla de la sangre europea +con la del _caboclo_ y aun con la del negro. No puedes figurarte la +consternación que produjo en las de Pinto la llegada de estos señores. +Para colmo de horror acertaron ellos a presentarse en casa de las de +Pinto una tarde en que dichas señoras tenían un _five o'clock tea_, más +subido de punto que nunca por lo aristocrático. Allí estaban el Barón de +Castell-Bourdac, quien casi o sin casi es del _Faubourg_; dos príncipes +rusos, descendiente uno de Gengiskan y otro de un compañero de Rurik; +tres marqueses italianos; y una condesa polaca, de la clarísima estirpe +de los Jaguelones. También estaba yo, aunque plebeya, considerada como +muy elegante. ¿Qué hubiera sido del crédito de las de Pinto si llegan a +entrar en la sala aquellos salvajes, tuteándolas y abrazándolas como a +primas? Por fortuna ellas acudieron a tiempo de evitar la catástrofe. +Los Pintos exóticos fueron introducidos y enchiquerados en un salón +vacío. ¡Pero cuánto sobresalto, cuánta angustia, divinos cielos! +Aquellas señoras iban y venían por turno de un salón a otro para dar +conversación a los inoportunos y descomunales parientes. A mí no +pudieron menos de ponerme en el secreto y también me enviaron con +disimulo a darles un poco de conversación. + +En suma, para qué cansarte: las angustias y los apuros de las señoras de +Pinto fueron inefables e innumerables durante cerca de dos meses que +permanecieron sus parientes en la capital de Francia. Por dicha se +marearon estos de oír tanto ruido como hay en estas calles de París, de +estropear la lengua de Voltaire y de que nadie les hiciera caso sino los +que les sacaban el dinero. Se largaron, pues, no sé dónde, y las de +Pinto respiraron. Segura estoy de que si no llegan a irse, atribuladas y +compungidas las de Pinto por una perpetua y abominable obsesión, las +tres abandonan el mundo y se meten monjas. + +Valiéndome del recuerdo de este lance como término de comparación, +pugnaba yo por achicar en mi pensamiento la mística heroicidad y el +desprendimiento de Lucía; pero mi obstinado amor hacia ella y mi juicio +favorable a sus nobles prendas la amparaban contra la ridiculez que mi +despecho quería lanzar sobre ella. Sólo conseguía yo mortificarme más y +desesperarme. + +A pesar de lo apacible y alegre de mi carácter durante toda mi vida, +empecé a sentir entonces, con enojosa persistencia, odio y desprecio +hacia mí misma y hacia la gente que me rodeaba y miedo de verme tan +sola, sin haber obtenido nunca sino fugaces amistades y sin contar con +persona alguna en quien poner mi confianza y mi profundo y verdadero +afecto. Apenas tenía yo más amigos que el Barón; y yo no desconocía, por +más que estimase su fidelidad perruna y su devoción hacia mí, cuánto +había de cómico en todo ello. Las ganas de morir asediaron mi espíritu +con la contemplación de tales miserias. + + * * * * * + +Para distraer mis penas, para aturdirme, me lancé entonces al mundo con +mayor ímpetu y frenesí que nunca. Te confieso que llegué a sentir +veleidades de conquistar cierta extraña clase de nombradía; de echar mi +modestia a un lado y de obtener palma y corona en el certamen de la +hermosura. No fue el sentido moral quien detuvo mis arranques e impidió +que cayese yo en aquel precipicio: fue mi soberano desdén hacia el +juicio y la estimación de los hombres. Parodiando en mi pensamiento una +sentencia evangélica, me decía yo que para cebar a los cerdos bastan +afrecho y bellotas, y que es lástima arrojar perlas en la pocilga. + +Con todo, otro sentir menos soberbio y de purificante delicadeza agitó +por entonces mi pecho. Imaginé posible todavía, cuando no el amor +verdadero, fiel, único y sin mancha que pudiese unir mi ser con el de un +hombre, un apacible y amoroso afecto que, sin poseer ya la vehemencia +del amor juvenil, tuviese su limpieza, su persistente duración y su +fidelidad exclusiva. ¿Pero dónde hallar este amigo, este amante, este +esposo con quien yo aún atrevidamente soñaba? ¿Cómo podría yo +desprenderme de lo pasado para ser digna de ser suya? Y si de lo pasado +no me desprendía, ¿cómo enredarle en mi imaginado lazo sin rebajarle +hasta mi nivel y sin hundirle en la abyección en que yo estaba? + +Mis alambicados pensamientos y el ensueño ideal que repentinamente, +tarde y fuera de sazón, movían y embriagaban mi alma, la llenaban de +desesperanza y de anhelo de muerte, aunque yo seguía hallando hermoso el +mundo, y rico en encantos, en curiosos misterios y en amena variedad de +casos el espléndido tejido de la vida humana. + + * * * * * + +Deseo hacerte comprender las vacilaciones de mi espíritu, y de qué +suerte, con incesantes alternativas, paso de la tranquilidad apacible al +dolor desesperado. Nunca engañé, ni ofendí, ni robé, ni herí a nadie. En +nada de esto pequé ni tengo de qué arrepentirme. En ocasiones, la fe +perdida renace en mí. Recuerdo y reconozco como mortales muchos pecados +míos, pero confiando en la infinita misericordia de Dios, creo que me +los perdona. Siento la contrición y yo misma me absuelvo. El +remordimiento ya no me atosiga, pero hay un sentir poco cristiano, hay +en mi ser un cruelísimo orgullo, que, más que todo remordimiento, +atormenta y mata. La humillación y la vileza de mis primeros años se +representan en mi memoria y me cubren de oprobio. No hay penitencia, ni +conjuro, ni sacramento, ni palabra mágica, diabólica o divina, que borre +ciertas manchas indelebles. La vergüenza que inspiro a mi hija se vuelve +contra mí. La misma consideración de mi riqueza, de mi material +bienestar, de mi salud y de mi elegancia, se contrapone al estado de mi +espíritu y me impulsa a contemplarle con mayor espanto y repugnancia. Mi +cuerpo está sano y hermoso, pero mi alma, cuando caen los recuerdos +sobre ella, está como Job en el muladar. Imposible apartar de ella y +raer la ponzoña de sus úlceras, a no despojarla de una de sus +principales potencias, a no privarla para siempre de la memoria. + + * * * * * + +Tal era el estado de mi alma cuando, después de tanto tiempo, volví a +verte en casa de las de Pinto. Te lo digo sin lisonja: me pareciste muy +bien. Tu presencia y tu conversación me confirmaron en la idea que he +tenido siempre de que el hombre de naturaleza sana y robusta, si el +vicio no le deprava, va creciendo en valer y como completándose hasta +llegar a la edad de cincuenta años, que es sobre poco más o menos la que +tú debes de tener ahora. Hay en su aspecto, en su ademán y en todo él +una majestad y un brío reposado que están muy por cima de la +intranquilidad y de la petulante inconsistencia de la primera juventud. +En fin, ¿para qué buscar aquí los motivos? Bástete saber que te encontré +muy de mi gusto, y que aquella noche volví a casa harto imaginativa y +soñadora. + +Después, a solas conmigo, se apacentó mi espíritu en los lejanos +recuerdos que desde Lisboa guardaba yo de ti, profundamente sepultados, +bajo otra multitud de recuerdos, allá en los abismos de mi memoria. Y no +contenta yo con exhumar recuerdos tan distantes, me complací en +combinarlos, empleando para ello un arte sibarítica, con las recientes +impresiones que de ti había recibido. Entonces los traviesos y +regocijados amores que en mi seno dormían se despertaron en tumulto y se +pusieron a tocar diana, como si saliese para ellos la aurora de un nuevo +día, con cuyo anuncio querían levantar y alborozar mis sentidos y +potencias. + +En mi pensamiento ya no podía yo estar más rendida ni ser de nuevo más +tuya. Pensé o imaginé, no obstante, multitud de cosas que vinieron a +complicar aquel sentir sencillo y alegre. Anhelaba yo y buscaba desde +hacía tiempo formar o estrechar vínculos de amistad con alguien que me +comprendiese y en quien yo pudiese poner toda mi confianza y desahogar +mi pecho. También para este oficio te elegí en seguida, e impaciente y +deseosa de que le ejercieras, empecé aquella misma noche a escribir +estas _confidencias_ que pronto leerás. + +Al mismo tiempo, brotó en mi mente otra aspiración, otro propósito, +apenas hasta entonces concebido por mí, que mucho me turbaba y me +inquietaba. No aspiré ya al logro de fugaces deleites. Forjé un raro y +para mí inverosímil cuento de amores; la unión apacible y duradera de +dos voluntades humanas; algo de muy semejante a la historia de Filemón y +Baucis. + +Por desgracia, la concepción de este último propósito cayó con violencia +sobre los propósitos anteriores, y pugnó por desbaratarlos. + +No; aunque tú lo quisieras, aunque movido tú por amor vehementísimo, que +yo con todas las energías de mi alma lograse inspirarte, te humillaras +hasta el extremo de convertir el rápido capricho y el pasajero enlace en +persistente unión, y aunque te complacieras en ser mi constante y único +compañero y en consagrarme tu vida, yo no podría ni debería aceptar el +sacrificio, y aunque lo aceptara, no se conseguiría mi objeto. Al +hacerte tú mío, completamente y para siempre mío, perderías el valer, el +encanto y el mérito que me lleva a desearte como mío para siempre. + +Harto comprenderás por lo que te indico los encontrados anhelos que +combaten dentro de mi alma. No has de extrañar, pues, que en medio de +esta lucha, brote de lo hondo y como de la raíz de mi existencia, en mí +que amo tanto el mundo y la vida, la imagen de la muerte, rica de +hermosura y de poderosos atractivos, y trayendo en su mano paz y reposo. + +A menudo, independientemente del renovado y repentino afecto que me +inspiras y de las otras consideraciones que dejo expuestas, me aflijo y +me mortifico haciendo lamentables pronósticos. Yo, según has podido +entrever y pronto es probable que veas, he empleado tal fuerza de +voluntad y me he esmerado con tal sabiduría en cuidarme, que si mis ojos +y el amor propio no me engañan, estoy como el sol que culmina en el +meridiano; estoy, como nunca, lozana y bella. Pero esto mismo aumenta mi +terror de una pronta caída. Me espanta descender con precipitación del +único pedestal que me sostiene. ¿Qué será de mí cuando sea yo vieja y +fea? ¿Qué me quedará de respetable y de digno y de simpático cuando +vengan la vejez y las enfermedades y poco a poco me vayan destruyendo y +matando? Hasta la distinción, hasta la traza de mujer elegante y hasta +el señorío majestuoso que muchas personas hallan hoy y celebran en mí, +todo me abandonará para siempre. Ya lo he notado yo con espanto en no +pocas mujeres de mi laya que han envejecido. Su aristocrática distinción +era formal y somera; no procedía de lo íntimo y de lo esencial, sino de +la forma exterior y de los atavíos que la engalanaban. Para mujeres +tales, la vejez no llega sola, sino que viene acompañada de la vileza y +de la ruindad en que nacieron y en que vivieron hasta envolverse en el +alucinador artificio de que al fin la vejez las desnuda. Pensando en +todo esto me amedrenta la vejez, de tal suerte, que deseo morir antes. + + * * * * * + +Vas a tenerme por presa de un delirio. No importa. Es menester que lo +sepas, y te lo contaré todo. Se acerca el día en que has de venir a esta +casa; en que he de cumplirte lo ofrecido. A menudo lo deseo, más todavía +que puedes tú desearlo. Y sin condición, sin promesa, sin seguridad de +que dure mi dicha, me propongo gozar de ella con tan reconcentrada +intensidad, que encierre y cifre yo siglos y siglos en pocas horas. + +Y con todo, aquí no puedo menos de hacerte la confesión que me +apesadumbra por el temor de que te lastime. + +Tienes un rival que se interpone entre tú y yo, y quiere y manda que yo +no te cumpla lo ofrecido. Pretende guardarme para sí; que a ti te +desdeñe y que sea yo para él solo. De subidísimo precio son las joyas y +dones con que él me brinda y trata de ganarme la voluntad. Con un beso +suyo se jacta de infiltrar en mis venas llama sutil que las purifique. +Su abrazo será para mí como crisol candente en que mi ser se funda, y en +que el metal de que está forjado deseche las escorias y salga limpio +como el oro. Así seré digna de él, y él me hará suya para siempre. El +entregarme a él con rendido y confiado abandono será la efusión de todo +mi ser en lo infinito. Él me traerá completa hartura para mis anhelos de +deleite, bálsamo para mis dolores, y eterno olvido para todas mis penas. +Cuando pose él su mano sobre mi frente, borrará de allí el signo o la +mancha que me desdora. En su regazo me dormiré en largo sueño que +disipará y ahuyentará de mí para siempre todos los recuerdos vergonzosos +de cuantas vilezas y ruindades me atormentan hoy. Prodigiosa es la +hermosura de este rival que me solicita en tu daño. Su poder es inmenso. + +Imaginan las gentes que el Amor y la Muerte son hermanos. Yo me inclino +ya a creer que el Genio de la muerte es el amor mismo. Morir es el +supremo acto de amor que puede hacer toda criatura. La que se rinde y +entrega enamorada a otra criatura mortal como ella, da su vida y su ser, +pero limitadamente, con egoísmo, con abnegación fugitiva, recobrándose +pronto y casi sin perderse ni por un instante. Pero el consorcio con el +Genio de la muerte, que es el mismo amor, es eterno e indisoluble. + +La sustancia individual apenas tiene ya valer ni significado. Lo penetra +y lo lleva todo, se diluye por la amplitud inmensa del éter y se +prolonga en lo pasado y en lo venidero por el tiempo sin término que con +la eternidad se confunde. + +Ya ves tú cuán seductor es el rival que tienes, rival que me persigue y +a quien no quisiera yo dar los miserables restos de que la cansada vejez +no me despoje; divinidad en cuyas aras no quisiera yo hacer ruin +libación, vertiendo las heces del cáliz de mi vida, sino derramarle +allí, generosa y hasta pródiga, cuando aún está lleno hasta la orla del +filtro ardiente de pasiones y anhelos. + + * * * * * + +Es más de media noche. Ha empezado el día de mi cumpleaños. Hoy vendrás +a verme y yo debo recibirte. + +El empeño contra ti de tu rival prosigue con ímpetu. Mi egoísta amor de +la vida, el terror que infunden lo desconocido, lo inmenso y lo obscuro +que hay más allá, y todas mis aficiones a los materiales regalos y +dulzuras, luchan en favor tuyo y me encadenan y tratan de retenerme +cautiva para ti. Y por otra parte, mi imposible propósito de amor +verdadero y único en la tierra, de purificación de culpas y de olvido de +afrentas, me arrebata y pugna por echarme en brazos de la muerte. Hoy, +como hace ya muchos años, no repruebo yo ni censuro las obras divinas +que en torno mío resplandecen y cuya imagen se graba en mi alma. Todo, +sin duda, está ordenado, perfecto, hermoso hoy como antes y como +siempre. No exhalo la menor queja. En mí hay admiración y +agradecimiento. La providencia, la fortuna, lo que quiera que sea, me ha +mimado y me ha acariciado en vez de herirme. ¿Qué habrá sido de cuantas +en Cádiz y en Sevilla fueron las compañeras de mi primera mocedad? +Muchas habrán muerto; otras gemirán aún despreciadas y miserables en el +hospital o en la reclusión de las delincuentes o de las arrepentidas, y +otras se revolcarán en el lodo de las más hondas y negras capas +sociales. ¡Cuántas gracias no me incumbe dar al cielo por la excepcional +elevación en que estoy! Nada de protesta por parte mía ni de acusación +contra él. Hasta el resultado de la santa educación que he dado a mi +hija y que me ha valido que ella, sin poderlo remediar, de mí se +avergüence, me parece natural y justo. Si me voy, pues, del haz de la +tierra, no será por ira ni por enojo contra el cielo, será por el ansia +impaciente de buscar y de hallar el amor que en la tierra no hallo. + +Años ha que esta sed de amor supremo acude a mi alma y me excita a +buscarle fuera de la vida que hoy vivo. Pero antes había un fuerte lazo +que a esta vida me ligaba, y ahora está desatado. Lucía me abandonó para +unirse con su esposo eterno. ¿Por qué no he de volar yo también a unirme +con mi eterno esposo? + + * * * * * + +Mil veces antes de ahora han surgido en mi alma pensamientos y deseos de +muerte. En otro tiempo, la fe viva los sofocaba. Hoy, muerta la fe, aún +combate contra esos deseos y contra esos pensamientos mi natural +discurso. Sin duda, me digo, existe una inteligencia soberana, presente +en todo y que todo lo ordena y encamina a fin alto y dichoso. Don suyo +es mi vida. Mi vida, hasta en medio de su vileza y de su +insignificancia, tiene un objeto y concurre al orden natural de las +cosas y al término y al desenlace de todas ellas prescritos en el plan +divino. Despojarme yo de la vida sería rechazar con sacrílega soberbia +el don que el cielo me ha otorgado: sería infringir monstruosamente la +ley eterna y romper el orden natural con la energía de mi voluntad +rebelde. No me disculpa el ansia de llegar al bien supremo. No debo ir a +él violentamente: debo aguardar a que me llame. Soy impura, pero no es +mi sangre, son mis lágrimas las que deben limpiar las impurezas de mi +pecado. Hago mal en temer la vejez, la fealdad y las enfermedades que +han de sobrevenirme. Hago mal en temer el abandono y el aislamiento en +que voy a encontrarme y el desprecio con que me mirarán cuantos seres +humanos me rodeen. De la soledad y del abismo de abyección en que yo +caiga, mi alma podrá levantarse hermosa y feliz si la resignación la +purifica. Así, y no en virtud de un acto de feroz violencia, podré +elevarme hasta lo infinito a que aspiro. + +De esta suerte discurro yo por momentos, pero no tardo en burlarme de mi +discurso y en imaginarle nacido de mi cobardía: del mísero egoísmo, del +ruin apego a todo mi ser material, que me hace preferir su pausada +decadencia en medio del desdén y del olvido de mis semejantes a su +desaparición rápida y completa, que me lance de súbito en otro mundo +mejor y perdurable y más amplia vida. + + * * * * * + +Tiempo ha que adquirí, a costa de mucho oro, la poción libertadora. +Contenida está en este lindísimo pomo que pongo sobre mi bufete. El +sabio que me la vendió aseguraba que, sin dolor ninguno, en medio de un +sueño delicioso, para con suavidad el movimiento del corazón y en las +arterias y en las venas cuaja la sangre. La poción está compuesta de +láudano y del jugo calmante de varias flores y plantas. Tal vez hay en +la poción el refinado zumo de aquella hierba que gustó Glauco y le +convirtió en Dios. + +Aún estoy vacilante, pero por momentos creo oír lejana música y voces +suaves que desde una región desconocida y llena de misterios me llaman, +me atraen y promueven en mí embriaguez y furor y apetito de ir a unirme +con ellas. + +Adiós. Me pesan los párpados y van a cerrarse mis ojos. Aún persisto en +la indecisión; no sé si beberé del pomo y mis ojos quedarán cerrados +para siempre. + +De todos modos, hoy, antes de las diez, recibirás y leerás este libro. + + + + +Conclusión + + +El Vizconde de Goivoformoso le leyó en efecto, sintiendo sucesivamente +dudas, sorpresa, susto e indecible angustia. Tenía por Rafaela cuanta +estimación, cuanta amistad y cuanto cariño puede tener un gentil +caballero por una mujer fácil y alegre, aunque por otra parte de corazón +noble y leal y de muy buena pasta. Esperaba terminar una aventura +amorosa, gratísima, bastante sentimental para que no fuese grosera, y lo +menos trágica y lúgubre de cuantas aventuras puede haber en el mundo. +Así es que el Vizconde pensó, primero, que Rafaela quería embromarle con +todo aquello, aunque la broma era harto pesada. Imaginó luego que +Rafaela se había vuelto loca: que los desdenes místicos de su hija +habían perturbado su razón. Tal vez pensó también que la asidua lectura +de libros malos e impíos había arrancado del alma de Rafaela las +creencias cristianas que fueron su consuelo y la había inducido a tan +horrendas abominaciones. En extremo le pasmó el deseo concebido y +formulado por Rafaela de poner término y corona a la larga serie de sus +livianos amores con un amor puro, fiel y constante. No quiso el Vizconde +perder la esperanza. Aun aceptando como sinceramente sentido todo lo +escrito por Rafaela, notó su indecisión hasta lo último, y se complació +en suponer que el amor de la vida y del mundo había triunfado al fin, y +que Rafaela le aguardaba, viva, lozana y amorosa. Dada esta suposición, +él se prometía quitarle de la cabeza los romanticismos funestos y los +ideales absurdos. + +--Dicen--exclamaba atribulado el Vizconde--que nuestro siglo carece de +ideal. Las personas que presumen de poéticas y delicadas deploran mucho +esta carencia. ¿Puede imaginarse mayor majadería? Al contrario: en +nuestro siglo hay plaga de ideales. Son una epidemia, casi estoy por +llamarlos una epizootia, causa de mil infortunios, guerras, revoluciones +y muertes. + +Todo esto y mucho más lo discurría el Vizconde, sin sosiego, casi +temblando de emoción, tomando a escape el sombrero, bajando +precipitadamente las escaleras y entrando en el primer _fiacre_ que vio +pasar para que le llevase a todo correr, y mucho antes de la hora +convenida, en casa de la Sra. de Figueredo. + +Todavía en el camino, aunque le hizo el caballo a todo correr, pugnó el +Vizconde por fortalecer su espíritu y por creer que lo que había leído +no podía tener mal resultado y era sólo conjunto de burlas o de +declamaciones, inventado por Rafaela para lucirse y hacer gala de las +muchísimas cosas que había aprendido durante su larga estancia en París +y de lo acicalado y agudo que había llegado a ponerse su ingenio. + +--Me va a recibir con risa. Va a soltar una sonora carcajada al ver mi +inquietud. Es evidente... ella me ha enviado el libro para que yo acuda +a la cita algunas horas antes... impaciente de verme... deseosa de que +pasemos todo el día en amor y compaña. + +Fueron, no obstante, inútiles todos estos discursos del Vizconde. No +consiguió tranquilizarse. Subió de dos en dos los escalones de la casa +de Rafaela, y brincándole aceleradamente el corazón en el pecho, llamó a +la puerta. + +El Barón de Castell-Bourdac, que acababa de llegar, fue quien le abrió. +El espanto y el dolor estaban pintados en su cara. + +--Rafaela ha muerto, dijo, y lloró como un niño. + +Grande fue también la pena y el horror del Vizconde. + +_Madame_ Duval y la _mucamba_ estaban en la alcoba de la muerta, y ésta +yacía tendida en la cama, pálida, inmóvil y hermosa. La última sonrisa +plegaba aún suavemente sus labios. Sus ojos estaban cerrados, como si +los tuviese así para ver interiormente con el espíritu prodigios y +visiones de más altas esferas. + + * * * * * + +Aquella extraña mujer había premeditado el suicidio desde mucho tiempo +antes. Todo lo había dejado bien dispuesto, sin olvidar pormenores. +Lucía quedaba por principal heredera, pero había cuantiosos legados para +varios establecimientos de beneficencia en Andalucía, para _madame_ +Duval, la _mucamba_ y los demás criados. + +Al Barón, para no ofenderle y segura de que daría a los pobres lo que +ella le dejase y no querría conservándolo pasar por interesado, nada le +dejó sino la autorización de tomar de sus prendas y joyas todo cuanto +quisiese como recuerdo. El Barón se limitó a tomar la sutil cadenita de +oro y la medalla de la Virgen de Araceli, patrona de la ciudad de +Lucena, que en su imaginación creadora le había pertenecido cincuenta +años antes, cuando la hermosa Rafaela fue concebida. + +No acierto a ponderar el profundísimo dolor, la tristeza y el asombro +que este trágico suceso produjo en el ánimo de mi buen amigo el Vizconde +de Goivoformoso, que, más bien que como hombre maduro, como apasionado y +vehemente mancebo había esperado y soñado en los regocijos y deleites de +aquel día. + +Rafaela, además del testamento, había dejado instrucciones hasta sobre +su entierro y sepultura, que el Barón y el Vizconde religiosamente +cumplieron. + +El entierro fue modesto, como la señora de Figueredo lo había +determinado. La enterraron en el cementerio del _Père_ Lachaise. Sobre +la losa se grabó este epitafio que ella misma había escrito: + +_Aquí yace Rafaela la generosa, a quien Dios perdone por lo mucho que ha +amado_. + +FIN + + + + + +End of the Project Gutenberg EBook of Genio y figura, by Juan Valera + +*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK GENIO Y FIGURA *** + +***** This file should be named 17317-8.txt or 17317-8.zip ***** +This and all associated files of various formats will be found in: + https://www.gutenberg.org/1/7/3/1/17317/ + +Produced by Chuck Greif + +Updated editions will replace the previous one--the old editions +will be renamed. + +Creating the works from public domain print editions means that no +one owns a United States copyright in these works, so the Foundation +(and you!) can copy and distribute it in the United States without +permission and without paying copyright royalties. Special rules, +set forth in the General Terms of Use part of this license, apply to +copying and distributing Project Gutenberg-tm electronic works to +protect the PROJECT GUTENBERG-tm concept and trademark. Project +Gutenberg is a registered trademark, and may not be used if you +charge for the eBooks, unless you receive specific permission. If you +do not charge anything for copies of this eBook, complying with the +rules is very easy. You may use this eBook for nearly any purpose +such as creation of derivative works, reports, performances and +research. They may be modified and printed and given away--you may do +practically ANYTHING with public domain eBooks. Redistribution is +subject to the trademark license, especially commercial +redistribution. + + + +*** START: FULL LICENSE *** + +THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE +PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK + +To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free +distribution of electronic works, by using or distributing this work +(or any other work associated in any way with the phrase "Project +Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full Project +Gutenberg-tm License (available with this file or online at +https://gutenberg.org/license). + + +Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg-tm +electronic works + +1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm +electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to +and accept all the terms of this license and intellectual property +(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all +the terms of this agreement, you must cease using and return or destroy +all copies of Project Gutenberg-tm electronic works in your possession. +If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a Project +Gutenberg-tm electronic work and you do not agree to be bound by the +terms of this agreement, you may obtain a refund from the person or +entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph 1.E.8. + +1.B. "Project Gutenberg" is a registered trademark. It may only be +used on or associated in any way with an electronic work by people who +agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few +things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works +even without complying with the full terms of this agreement. See +paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project +Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this agreement +and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm electronic +works. See paragraph 1.E below. + +1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the Foundation" +or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection of Project +Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual works in the +collection are in the public domain in the United States. If an +individual work is in the public domain in the United States and you are +located in the United States, we do not claim a right to prevent you from +copying, distributing, performing, displaying or creating derivative +works based on the work as long as all references to Project Gutenberg +are removed. Of course, we hope that you will support the Project +Gutenberg-tm mission of promoting free access to electronic works by +freely sharing Project Gutenberg-tm works in compliance with the terms of +this agreement for keeping the Project Gutenberg-tm name associated with +the work. You can easily comply with the terms of this agreement by +keeping this work in the same format with its attached full Project +Gutenberg-tm License when you share it without charge with others. + +1.D. The copyright laws of the place where you are located also govern +what you can do with this work. Copyright laws in most countries are in +a constant state of change. If you are outside the United States, check +the laws of your country in addition to the terms of this agreement +before downloading, copying, displaying, performing, distributing or +creating derivative works based on this work or any other Project +Gutenberg-tm work. The Foundation makes no representations concerning +the copyright status of any work in any country outside the United +States. + +1.E. Unless you have removed all references to Project Gutenberg: + +1.E.1. The following sentence, with active links to, or other immediate +access to, the full Project Gutenberg-tm License must appear prominently +whenever any copy of a Project Gutenberg-tm work (any work on which the +phrase "Project Gutenberg" appears, or with which the phrase "Project +Gutenberg" is associated) is accessed, displayed, performed, viewed, +copied or distributed: + +This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with +almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or +re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included +with this eBook or online at www.gutenberg.org + +1.E.2. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is derived +from the public domain (does not contain a notice indicating that it is +posted with permission of the copyright holder), the work can be copied +and distributed to anyone in the United States without paying any fees +or charges. If you are redistributing or providing access to a work +with the phrase "Project Gutenberg" associated with or appearing on the +work, you must comply either with the requirements of paragraphs 1.E.1 +through 1.E.7 or obtain permission for the use of the work and the +Project Gutenberg-tm trademark as set forth in paragraphs 1.E.8 or +1.E.9. + +1.E.3. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is posted +with the permission of the copyright holder, your use and distribution +must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any additional +terms imposed by the copyright holder. Additional terms will be linked +to the Project Gutenberg-tm License for all works posted with the +permission of the copyright holder found at the beginning of this work. + +1.E.4. Do not unlink or detach or remove the full Project Gutenberg-tm +License terms from this work, or any files containing a part of this +work or any other work associated with Project Gutenberg-tm. + +1.E.5. Do not copy, display, perform, distribute or redistribute this +electronic work, or any part of this electronic work, without +prominently displaying the sentence set forth in paragraph 1.E.1 with +active links or immediate access to the full terms of the Project +Gutenberg-tm License. + +1.E.6. You may convert to and distribute this work in any binary, +compressed, marked up, nonproprietary or proprietary form, including any +word processing or hypertext form. However, if you provide access to or +distribute copies of a Project Gutenberg-tm work in a format other than +"Plain Vanilla ASCII" or other format used in the official version +posted on the official Project Gutenberg-tm web site (www.gutenberg.org), +you must, at no additional cost, fee or expense to the user, provide a +copy, a means of exporting a copy, or a means of obtaining a copy upon +request, of the work in its original "Plain Vanilla ASCII" or other +form. Any alternate format must include the full Project Gutenberg-tm +License as specified in paragraph 1.E.1. + +1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying, +performing, copying or distributing any Project Gutenberg-tm works +unless you comply with paragraph 1.E.8 or 1.E.9. + +1.E.8. You may charge a reasonable fee for copies of or providing +access to or distributing Project Gutenberg-tm electronic works provided +that + +- You pay a royalty fee of 20% of the gross profits you derive from + the use of Project Gutenberg-tm works calculated using the method + you already use to calculate your applicable taxes. The fee is + owed to the owner of the Project Gutenberg-tm trademark, but he + has agreed to donate royalties under this paragraph to the + Project Gutenberg Literary Archive Foundation. Royalty payments + must be paid within 60 days following each date on which you + prepare (or are legally required to prepare) your periodic tax + returns. Royalty payments should be clearly marked as such and + sent to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation at the + address specified in Section 4, "Information about donations to + the Project Gutenberg Literary Archive Foundation." + +- You provide a full refund of any money paid by a user who notifies + you in writing (or by e-mail) within 30 days of receipt that s/he + does not agree to the terms of the full Project Gutenberg-tm + License. You must require such a user to return or + destroy all copies of the works possessed in a physical medium + and discontinue all use of and all access to other copies of + Project Gutenberg-tm works. + +- You provide, in accordance with paragraph 1.F.3, a full refund of any + money paid for a work or a replacement copy, if a defect in the + electronic work is discovered and reported to you within 90 days + of receipt of the work. + +- You comply with all other terms of this agreement for free + distribution of Project Gutenberg-tm works. + +1.E.9. If you wish to charge a fee or distribute a Project Gutenberg-tm +electronic work or group of works on different terms than are set +forth in this agreement, you must obtain permission in writing from +both the Project Gutenberg Literary Archive Foundation and Michael +Hart, the owner of the Project Gutenberg-tm trademark. Contact the +Foundation as set forth in Section 3 below. + +1.F. + +1.F.1. Project Gutenberg volunteers and employees expend considerable +effort to identify, do copyright research on, transcribe and proofread +public domain works in creating the Project Gutenberg-tm +collection. Despite these efforts, Project Gutenberg-tm electronic +works, and the medium on which they may be stored, may contain +"Defects," such as, but not limited to, incomplete, inaccurate or +corrupt data, transcription errors, a copyright or other intellectual +property infringement, a defective or damaged disk or other medium, a +computer virus, or computer codes that damage or cannot be read by +your equipment. + +1.F.2. LIMITED WARRANTY, DISCLAIMER OF DAMAGES - Except for the "Right +of Replacement or Refund" described in paragraph 1.F.3, the Project +Gutenberg Literary Archive Foundation, the owner of the Project +Gutenberg-tm trademark, and any other party distributing a Project +Gutenberg-tm electronic work under this agreement, disclaim all +liability to you for damages, costs and expenses, including legal +fees. YOU AGREE THAT YOU HAVE NO REMEDIES FOR NEGLIGENCE, STRICT +LIABILITY, BREACH OF WARRANTY OR BREACH OF CONTRACT EXCEPT THOSE +PROVIDED IN PARAGRAPH F3. YOU AGREE THAT THE FOUNDATION, THE +TRADEMARK OWNER, AND ANY DISTRIBUTOR UNDER THIS AGREEMENT WILL NOT BE +LIABLE TO YOU FOR ACTUAL, DIRECT, INDIRECT, CONSEQUENTIAL, PUNITIVE OR +INCIDENTAL DAMAGES EVEN IF YOU GIVE NOTICE OF THE POSSIBILITY OF SUCH +DAMAGE. + +1.F.3. LIMITED RIGHT OF REPLACEMENT OR REFUND - If you discover a +defect in this electronic work within 90 days of receiving it, you can +receive a refund of the money (if any) you paid for it by sending a +written explanation to the person you received the work from. If you +received the work on a physical medium, you must return the medium with +your written explanation. The person or entity that provided you with +the defective work may elect to provide a replacement copy in lieu of a +refund. If you received the work electronically, the person or entity +providing it to you may choose to give you a second opportunity to +receive the work electronically in lieu of a refund. If the second copy +is also defective, you may demand a refund in writing without further +opportunities to fix the problem. + +1.F.4. Except for the limited right of replacement or refund set forth +in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS' WITH NO OTHER +WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT LIMITED TO +WARRANTIES OF MERCHANTIBILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE. + +1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied +warranties or the exclusion or limitation of certain types of damages. +If any disclaimer or limitation set forth in this agreement violates the +law of the state applicable to this agreement, the agreement shall be +interpreted to make the maximum disclaimer or limitation permitted by +the applicable state law. The invalidity or unenforceability of any +provision of this agreement shall not void the remaining provisions. + +1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the +trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone +providing copies of Project Gutenberg-tm electronic works in accordance +with this agreement, and any volunteers associated with the production, +promotion and distribution of Project Gutenberg-tm electronic works, +harmless from all liability, costs and expenses, including legal fees, +that arise directly or indirectly from any of the following which you do +or cause to occur: (a) distribution of this or any Project Gutenberg-tm +work, (b) alteration, modification, or additions or deletions to any +Project Gutenberg-tm work, and (c) any Defect you cause. + + +Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm + +Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of +electronic works in formats readable by the widest variety of computers +including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists +because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from +people in all walks of life. + +Volunteers and financial support to provide volunteers with the +assistance they need, is critical to reaching Project Gutenberg-tm's +goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will +remain freely available for generations to come. In 2001, the Project +Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure +and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations. +To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation +and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4 +and the Foundation web page at https://www.pglaf.org. + + +Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive +Foundation + +The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit +501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the +state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal +Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification +number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at +https://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg +Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent +permitted by U.S. federal laws and your state's laws. + +The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S. +Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered +throughout numerous locations. Its business office is located at +809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email +business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact +information can be found at the Foundation's web site and official +page at https://pglaf.org + +For additional contact information: + Dr. Gregory B. Newby + Chief Executive and Director + gbnewby@pglaf.org + + +Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg +Literary Archive Foundation + +Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide +spread public support and donations to carry out its mission of +increasing the number of public domain and licensed works that can be +freely distributed in machine readable form accessible by the widest +array of equipment including outdated equipment. Many small donations +($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt +status with the IRS. + +The Foundation is committed to complying with the laws regulating +charities and charitable donations in all 50 states of the United +States. Compliance requirements are not uniform and it takes a +considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up +with these requirements. We do not solicit donations in locations +where we have not received written confirmation of compliance. To +SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any +particular state visit https://pglaf.org + +While we cannot and do not solicit contributions from states where we +have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition +against accepting unsolicited donations from donors in such states who +approach us with offers to donate. + +International donations are gratefully accepted, but we cannot make +any statements concerning tax treatment of donations received from +outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff. + +Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation +methods and addresses. Donations are accepted in a number of other +ways including including checks, online payments and credit card +donations. To donate, please visit: https://pglaf.org/donate + + +Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic +works. + +Professor Michael S. Hart was the originator of the Project Gutenberg-tm +concept of a library of electronic works that could be freely shared +with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project +Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support. + + +Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed +editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S. +unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily +keep eBooks in compliance with any particular paper edition. + + +Most people start at our Web site which has the main PG search facility: + + https://www.gutenberg.org + +This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, +including how to make donations to the Project Gutenberg Literary +Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to +subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. diff --git a/17317-8.zip b/17317-8.zip Binary files differnew file mode 100644 index 0000000..ae42174 --- /dev/null +++ b/17317-8.zip diff --git a/17317-h.zip b/17317-h.zip Binary files differnew file mode 100644 index 0000000..31c76fd --- /dev/null +++ b/17317-h.zip diff --git a/17317-h/17317-h.htm b/17317-h/17317-h.htm new file mode 100644 index 0000000..00a219f --- /dev/null +++ b/17317-h/17317-h.htm @@ -0,0 +1,6025 @@ +<!DOCTYPE html PUBLIC "-//W3C//DTD XHTML 1.0 Strict//EN" + "http://www.w3.org/TR/xhtml1/DTD/xhtml1-strict.dtd"> + +<html xmlns="http://www.w3.org/1999/xhtml"> + <head> + <meta http-equiv="Content-Type" content="text/html;charset=iso-8859-1" /> + <title> + The Project Gutenberg eBook of Genio y figura, por Juan Valera. + </title> + <style type="text/css"> +/*<![CDATA[ XML blockout */ +<!-- + p { margin-top: .75em; + text-align: justify; + margin-bottom: .75em; + text-indent: 2% + } + p.derecha {text-align: right} + p.noindent {text-indent: 0% } + h1,h2,h3 { + text-align: center; /* all headings centered */ + clear: both; + } + hr { width: 33%; + margin-top: 2em; + margin-bottom: 2em; + margin-left: auto; + margin-right: auto; + clear: both; + } + table {margin-left: auto; margin-right: auto;} + body{margin-left: 10%; + margin-right: 10%; + } + a:link {color: blue; text-decoration: none; } + link {color: blue; text-decoration: none; } + a:visited {color: blue; text-decoration: none; } + a:hover {color: red } + // --> + /* XML end ]]>*/ + </style> + </head> +<body> + + +<pre> + +The Project Gutenberg EBook of Genio y figura, by Juan Valera + +This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with +almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or +re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included +with this eBook or online at www.gutenberg.org + + +Title: Genio y figura + +Author: Juan Valera + +Release Date: December 16, 2005 [EBook #17317] + +Language: Spanish + +Character set encoding: ISO-8859-1 + +*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK GENIO Y FIGURA *** + + + + +Produced by Chuck Greif + + + + +Character set for HTML: ISO-8859-1 + + +</pre> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<h1><big>Genio y figura</big></h1> + +<h2>Por</h2> + +<h1>Juan Valera</h1> +<hr style="width: 65%;" /> +<h3>Librería de Fernando Fé</h3> +<h3>Madrid</h3> +<h3>1897</h3> +<hr style="width: 65%;" /> +<h3>Capítulos:</h3> +<table summary="capitulos"><tr><td> +<a href="#I"><b>-I-,</b></a> +<a href="#II"><b>-II-,</b></a> +<a href="#III"><b>-III-,</b></a> +<a href="#IV"><b>-IV-,</b></a> +<a href="#V"><b>-V-,</b></a> +<a href="#VI"><b>-VI-,</b></a> +<a href="#VII"><b>-VII-,</b></a> +<a href="#VIII"><b>-VIII-,</b></a> +<a href="#IX"><b>-IX-,</b></a> +<a href="#X"><b>-X-,</b></a> +<a href="#XI"><b>-XI-,</b></a> +<a href="#XII"><b>-XII-,</b></a> +<a href="#XIII"><b>-XIII-,</b></a> +<a href="#XIV"><b>-XIV-,</b></a> +<a href="#XV"><b>-XV-,</b></a> +<a href="#XVI"><b>-XVI-,</b></a> +<a href="#XVII"><b>-XVII-,</b></a> +<a href="#XVIII"><b>-XVIII-,</b></a> +<a href="#XIX"><b>-XIX-,</b></a> +<a href="#XX"><b>-XX-,</b></a> +<a href="#XXI"><b>-XXI-,</b></a> +<a href="#XXII"><b>-XXII-,</b></a> +<a href="#XXIII"><b>-XXIII-,</b></a> +<a href="#XXIV"><b>-XXIV-,</b></a> +<a href="#XXV"><b>-XXV-,</b></a> +<a href="#XXVI"><b>-XXVI-,</b></a> +<a href="#XXVII"><b>-XXVII-,</b></a> +<a href="#XXVIII"><b>-XXVIII-,</b></a> +<a href="#Confidencias"><b>Confidencias,</b></a> +<a href="#Conclusion"><b>Conclusión.</b></a></td></tr> +</table> + +<p class="derecha"> +<i>Medio de fonte leporum</i><br /> +<i>Surgit amari aliquid, quod in ipsis floribus augat</i>.<br /> +<br /> +(Lucretii. <i>De nat. rer.</i> <i>libr. IV</i>).<br /> +</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="I" id="I"></a>-I-</h2> + + +<p>En tres distintas y muy apartadas épocas de mi vida, peregrinando yo +por diversos países de Europa y América, o residiendo en las capitales, +he tratado al vizconde de Goivo-Formoso, diplomático portugués, con +quien he tenido amistad afectuosa y constante. En nuestras +conversaciones, cuando estábamos en el mismo punto, y por cartas, cuando +estábamos en punto distinto, discutíamos no poco, sosteniendo las más +opuestas opiniones, lo cual, lejos de desatar los lazos de nuestra +amistad, contribuía a estrecharlos, porque siempre teníamos qué +decirnos, y nuestras conversaciones y disputas nos parecían animadas y +amenas.</p> + +<p>Firme creyente yo en el libre albedrío, aseguraba que todo ser humano, +ya por naturaleza, ya por gracia, que Dios le concede si de ella se hace +merecedor, puede vencer las más perversas inclinaciones, domar el +carácter más avieso y no incurrir ni en falta ni en pecado. El Vizconde, +por el contrario, lo explicaba todo por el determinismo; aseguraba que +toda persona era como Dios o el diablo la había hecho, y que no había +poder en su alma para modificar su carácter y para que las acciones de +su vida no fuesen sin excepción efecto lógico e inevitable de ese +carácter mismo.</p> + +<p>Los ejemplos, en mi sentir, nada prueban. De ningún caso particular +pueden inferirse reglas generales. Por esto creo yo que siempre es falsa +o es vana cualquier moraleja que de una novela, de un cuento o de una +historia se saca.</p> + +<p>Mi amigo quería sacarla de los sucesos de la vida de cierta dama que +ambos hemos conocido y tratado con alguna intimidad, y quería probar su +tesis y la verdad trascendente del refrán que dice: <i>genio y figura, +hasta la sepultura</i>.</p> + +<p>Yo no quiero probar nada, y menos aún dejarme convencer; pero la vida, +el carácter y los varios lances, acciones y pasiones de la persona que +mi amigo ponía como muestra son tan curiosos y singulares, que me +inspiran el deseo de relatarlos aquí, contándolos como quien cuenta un +cuento.</p> + +<p>Voy, pues, a ver si los relato, y si consigo, no adoctrinar ni enseñar +nada, sino divertir algunos momentos o interesar a quien me lea.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="II" id="II"></a>-II-</h2> + + +<p>Hace ya muchos años, el vizconde y yo, jóvenes entonces ambos, +vivíamos en la hermosa ciudad de Río de Janeiro, capital del Brasil, de +la que estábamos encantados y se nos antojaba un paraíso, a pesar de +ciertos inconvenientes, faltas y aun sobras.</p> + +<p>La fiebre amarilla, recién establecida en aquellas regiones, solía +ensañarse con los forasteros.</p> + +<p>Las <i>baratas</i>, que así llaman allí a ciertas asquerosas cucarachas con +alas, nos daban muchísimo asco, sobre todo en los instantes que preceden +a la lluvia, porque dichos animalitos buscan refugio en las +habitaciones, las invaden, cuajan el aire formando espesas nubes, se +posan en los muebles, en las manos y en las caras y esparcen un olor +empalagoso y algo nauseabundo.</p> + +<p>Otros inconvenientes y sobras había también por allí, aunque no hablo de +ellos por no pecar de prolijo. Pero en cambio, ¡cuánta hermosura y +cuánta magnificencia! El Bósforo de Tracia, el risueño golfo de Nápoles +y la dilatada extensión del Tajo frente de Lisboa, son mezquinos, feos y +pobres, comparados con la gran bahía de Río sembrada de islas +fertilísimas siempre floridas y verdes, y cuyos árboles llegan y se +inclinan hasta el mar y bañan los frondosos ramos en las ondas azules. +Los bosques de naranjos y de limoneros, con fruto y con flor a la vez, +embalsaman el aire. Los pintados pajarillos, las mariposas y las +libélulas de resplandecientes colores esmaltan y alegran el ambiente +diáfano. Por la noche, el cielo parece más hondo que en Europa, no negro +sino azul, y todo él lleno de estrellas más luminosas y grandes que las +que se ven en nuestro hemisferio.</p> + +<p>Confieso que es lástima que la vista de todo aquello no despierte en +nuestra alma recuerdos históricos muy ricos de poesía, y que las +montañas que circundan la bahía tengan nombres tan vulgares. No es allí, +por ejemplo, como en Nápoles y en sus alrededores, donde cada piedra, +cada escollo y cada gruta tiene su leyenda y evoca las sombras de uno o +de muchos personajes históricos o míticos: Ulises, las Sirenas, Eneas, +la Sibila de Cumas, los héroes de Roma, los sabios de la magna Grecia, +Aníbal olvidándose de sus triunfos en las delicias de Capua, Alfonso de +Aragón el Magnánimo haciendo renacer y florecer la antigua clásica +cultura, todo esto acude a la mente del que vive en Nápoles y hasta se +pone en consonancia con los nombres sonoros y nobles que conservan los +sitios: el Posilipo, el Vómero, Capri, Ischia, Sorrento, el Vesubio, +Capua, Pestum, Cumas, Amalfi y Salerno.</p> + +<p>En cambio, los nombres de los alrededores de Río no pueden ser más +vulgares ni más vacíos de todo poético significado: la Sierra de los +Órganos, el Corcobado, el Pan de Azúcar, Botafogo, las Larangeiras y la +Tejuca.</p> + +<p>La falta, no obstante, de sonoridad y nobleza en los nombres, y de altos +recuerdos históricos en los sitios, está más que compensada por la +espléndida pompa y por la gala inmarcesible que la fértil naturaleza +despliega allí y difunde por todos lados.</p> + +<p>Nuestro mayor recreo campestre era ir a caballo a la Tejuca, con la +fresca, casi al anochecer. Pasábamos la noche en una buena fonda que +allí había, donde nunca faltaba gente alegre que jugaba a los naipes y +cenaba ya tarde. También se solía bailar cuando había mujeres.</p> + +<p>Aquel sitio era delicioso. El fresco y abundante caudal de agua +cristalina que traía un riachuelo se lanzaba desde la altura de unos +cuantos metros y formaba una cascada espumosa y resonante. Por todas +partes había gran espesura de siempre verdes árboles; palmas, cocoteros, +mangueras y enormes matas de bambúes. Innumerable multitud de +luciérnagas o cocuyos volaban y bullían por donde quiera, durante la +noche, e iluminaban con sus fugaces y fantásticos resplandores hasta lo +más esquivo y umbrío de las enramadas.</p> + +<p>De las frecuentes expediciones a la Tejuca, ya volvíamos a altas horas +de la noche, formando alegre cabalgata, ya volvíamos al rayar el alba.</p> + +<p>No se crea con todo, que las expediciones a la Tejuca eran el mayor +encanto que Río tenía para nosotros. Había otro encanto mucho mayor, la +casa de la Sra. de Figueredo, centro brillantísimo de la <i>high life</i> +<i>fluminense</i>.</p> + +<p>La Sra. de Figueredo tendría entonces de veinticinco a treinta años: era +una de las mujeres más hermosas, elegantes y amables que he conocido. Su +marido, ya muy viejo, era quizá el más rico capitalista de todo el +Brasil. Prendado de su mujer, gustaba de que luciese, y lejos de +escatimar, prodigaba el dinero que dicho fin requería.</p> + +<p>Su vivienda era un hotel espacioso, amueblado con primor y con lujo, en +el centro de un bello jardín, bastante dilatado para que por su +extensión casi pudiera llamarse parque.</p> + +<p>Menos en las temporadas en que había teatro, la Sra. de Figueredo +recibía todas las noches. Cuando había teatro recibía también, pero no +siempre. Sus tertulias eran animadísimas y solían durar hasta después de +la una. Bien podía afirmarse que empezaban a las siete, porque la Sra. +de Figueredo rara vez dejaba de tener convidados a comer, agasajándolos +con cuantas delicadezas gastronómicas puede inventar y condimentar un +buen cocinero, sin freno ni tasa en el gasto. Pero lo que sobre todo +hacía agradable aquella casa, era la misma Sra. de Figueredo, que unía a +su elegancia, discreción y hermosura, el carácter más franco y +regocijado. Del sitio en que ella se presentaba, salía huyendo la +tristeza. En torno suyo y en su presencia, no había más que +conversaciones apacibles o jocosas, risas y burlas inocentes, sin +mordacidad ni grave perjuicio del prójimo. Natural era, pues, que el +primer obsequio que, no bien llegase a Río, se podía hacer a un +forastero, era presentarle a una dama tan hospitalaria y divertida.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="III" id="III"></a>-III-</h2> + + +<p>En el tiempo de que voy hablando, aportó a Río, como secretario de +la Legación de Su Majestad Británica, un inglesito joven y guapo; +probablemente tendría ya cerca de treinta años, pero su rostro era muy +aniñado y parecía de mucha menor edad. Era blanco, rubio, con ojos +azules y con poquísima barba, que llevaba muy afeitada, salvo el +bigotillo, tan suave, que parecía bozo y que era más rubio que el +cabello. Era alto y esbelto, pero distaba no poco de ser un alfeñique. +En realidad era fuerte y muy ágil y adiestrado en todos los ejercicios +corporales. Tenía talento e instrucción, y hablaba bien francés, español +e italiano, aunque todo con el acento de su tierra. Tenía modales +finísimos, aire aristocrático y conversación muy amena cuando tomaba +confianza, pues en general parecía tímido y vergonzoso, y a cada paso, +por cualquier motivo y a veces sin aparente motivo, se ponía colorado +como la grana.</p> + +<p>No está bien que se declare aquí el verdadero nombre de este inglesito. +Para designarle le daré un nombre cualquiera. El apellido Maury es muy +común. Hay Maurys en Francia, Inglaterra y España. Supongamos, pues, que +nuestro inglesito se llamaba Juan Maury.</p> + +<p>El Vizconde y yo nos hicimos en seguida muy amigos suyos, y los tres +íbamos juntos a todas partes. Claro está que una de las primeras a donde +le llevamos fue a la tertulia de la Sra. de Figueredo, la cual le +recibió con extremada afabilidad, y dejó conocer desde luego que el +inglesito no le había parecido saco de paja. Él también, a pesar de ser +muy reservado, como tomó con nosotros grandísima confianza, nos confesó +que la Sra. de Figueredo era muy de su gusto, y se nos mostró +curiosísimo de saber sus antecedentes; su vida y milagros, como si +dijéramos. El Vizconde, que estaba bien informado de todo, y si no de +todo, de mucho, le contó cuanto sabía, haciendo una relación, que vamos +a reproducir aquí, poco más o menos como el Vizconde la hizo.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="IV" id="IV"></a>-IV-</h2> + + +<p>Hace ya mucho tiempo que ciertas niñas españolas, y particularmente +las andaluzas, acuden a la gran ciudad de Lisboa, en busca de mejor +suerte. Los señoritos de por allí, los <i>janotas</i>, que es como si +dijéramos los jóvenes elegantes, <i>dandies</i> o <i>gomosos</i> de Portugal, se +pirran y despepitan por las tales niñas españolas. De ellas aprenden a +hablar un castellano muy chusco y andaluzado: <i>flamenco</i>, como ahora se +dice no sé porqué. Ignoro si persisten estas costumbres; pero sí diré +que, hace veinte años, todavía el vocablo españolita era en Lisboa +sinónimo de lo que por aquí pudiéramos llamar <i>hetera, suripanta</i> o +<i>moza de rumbo</i>. La afición decidida a las españolitas era entonces el +más pronunciado síntoma y el más elocuente indicio de la posible unión +ibérica.</p> + +<p>El Vizconde, al empezar su narración, sostenía sin rodeos ni disimulos +que ocho años antes del momento en que hablaba, había conocido a la Sra. +de Figueredo, soltera aún y figurando y descollando entre las +españolitas de Lisboa.</p> + +<p>La llamaban Rafaela, y por sus altas prendas y rarísimas cualidades la +apellidaban <i>la Generosa</i>.</p> + +<p>Rafaela apenas tenía entonces veinte abriles. Era gaditana, y hubiera +podido decirse que se había traído a Lisboa todo el salero, la gracia y +el garabato de Andalucía.</p> + +<p>—Yo la vi por vez primera, decía el Vizconde, en aquella plaza de toros. +Al aparecer en un palco, con otras tres amigas, los cinco o seis mil +espectadores que había en la plaza, clavaron la vista en Rafaela y +rompieron en gritos de admiración y entusiasmo. Venía ella con vestido +de seda muy ceñido, que revelaba todas las airosas curvas de su cuerpo +juvenil, y en la graciosa cabeza, sobre el pelo negro como el azabache, +llevaba claveles rojos y una mantilla blanca de rica blonda catalana.</p> + +<p>La función hacía tiempo que había empezado. Un diestro caballero en +plaza sobre fogoso caballo, que hacía caracolear con pasmosa maestría, +se aprestaba a poner un par de banderillas a un soberbio toro <i>puro</i>, +que de esta suerte califican en Portugal los toros que nunca han sido +lidiados.</p> + +<p>Pero todo se suspendió y durante uno o dos minutos, nadie prestó +atención ni al diestro de las banderillas ni al toro <i>puro</i> tampoco, +distraída y embelesada la gente por la aparición de Rafaela la Generosa. +En el brazo izquierdo llevaba ella un enorme pañolón de seda roja, +cubierto de lindas flores prolijamente bordadas en el Imperio Celeste; +y, según es uso en Lisboa, lo extendió como colgadura sobre el antepecho +del palco. En otros muchos había colgaduras por el estilo, lo cual daba +a la plaza apariencia vistosa y alegre, pero ningún pañolón era más +bonito que el de Rafaela ni había sido extendido con mayor garbo y +desenfado.</p> + +<p>Así recordaba el Vizconde este y otros muchos triunfos de Rafaela; pero +no sin razón la llamaban la Generosa.</p> + +<p>Su magnanimidad y su desprendimiento eran tales que siempre los ingresos +resultaban para ella muy inferiores a los gastos y el auge de su fortuna +distaba muchísimo de corresponder a sus triunfos.</p> + +<p>Los <i>janotas</i> que frecuentaban más a Rafaela, aseguraban que era toda +ella corazón. De aquí que sus negocios económicos fuesen de mal en peor +en Lisboa, donde llegó a tener mil desazones y apuros.</p> + +<p>En ellos la socorrió generosamente cierto caballero principal, +entusiasta del arte y de la belleza, pero no bastante rico para ser muy +dadivoso. Rafaela además tenía estrecha conciencia, y aunque parezca +inverosímil en mujeres de su clase, no exigía ni pedía y hasta rehusaba +las dádivas de sus buenos amigos cuando pensaba que eran superiores a +sus medios y recursos.</p> + +<p>En esta situación, el caballero que tanto se interesaba por ella, formó +un proyecto algo aventurado, pero que daba esperanzas de buen éxito.</p> + +<p>En su sentir, la hermosura corporal no era el único mérito de la +muchacha. Aunque poco o nada cultivado, poseía además gran talento +artístico, que aquel su protector tal vez exageraba deslumbrado por el +cariño. Como quiera que fuese, él imaginaba que Rafaela tenía una voz +dulce y simpática; que cantaba lindamente canciones andaluzas y que +bailaba el fandango, el vito y el jaleo de Jerez por estilo admirable. +No había aprendido ni la música ni la danza, pero la misma carencia de +arte y de estudio prestaba a su baile y a su canto cierta originalidad +espontánea, llena de singular hechizo.</p> + +<p>¿Porqué no había de ir Rafaela a un país remoto y presentarse allí no +como aventurera sino como artista?</p> + +<p>El protector decidió, pues, que Rafaela fuese a Río de Janeiro a cantar +y a bailar.</p> + +<p>Los brasileños son muy aficionados a la música, y asimismo muy músicos. +Sus <i>modinhas</i> y sus <i>londums</i> merecen la fama de que gozan, por lo +inspirados y graciosos, prestándoles singular carácter el elemento o +fondo que en ellos se nota de la música de los negros. Grande es mi +ignorancia del arte musical y temo incurrir en error; pero valiéndome de +una comparación, he de decir lo que me parece.</p> + +<p>Figurémonos que hay en una pipa una solera de vino generoso, muy +exquisito y rancio; que se reparte la solera entre tres vinicultores, y +que cada uno de ellos aliña su vino y le da valor con el vino exquisito +que en su parte de la solera le ha tocado. Los tres vinos tendrán +distintas cualidades, pero habrá en los tres algo de común y de +idéntico, precisamente en lo de más valer y en lo más sustancioso. Así +encuentro yo que en las guajiras y en otros cantares y músicas de la +isla de Cuba, en los de los <i>minstrels</i> de los Estados Unidos y en los +cantos y bailes populares del Brasil, hay un fondo idéntico que les da +singular carácter, y que proviene de la inspiración musical de la raza +camítica.</p> + +<p>Si Rafaela iba al Brasil y cantaba y bailaba allí con originalidad de +muy distinto género, ya que el elemento o fondo primitivo de sus +canciones o era indígena de nuestra Península o provenía acaso de Arabia +o del Indostán por medio de los gitanos, Rafaela, sin duda, iba a pasmar +agradablemente a los brasileños por la exótica extrañeza de sus cantos y +de sus bailes.</p> + +<p>Aprobó la muchacha el plan que su protector le propuso. Este, aunque no +sin fatiga y esfuerzo, le prestó dinero para el viaje y logró darle +también una muy valiosa carta de recomendación, dirigida con el mayor +empeño y ahínco y por persona de grande influjo al más rico capitalista +de Río de Janeiro, que era el Sr. de Figueredo, a quien ya conocemos.</p> + +<p>El Sr. de Figueredo, sin embargo, era entonces un personaje muy distinto +del que más tarde fue. Sin dejar de enriquecerse, acometiendo, movido +por la codicia, las más atrevidas empresas, debía principalmente sus +grandes bienes de fortuna a una economía tan severa que rayaba en lo +sórdido, y al ejercicio de la usura prestando dinero sobre buenas +hipotecas y a interés muy alto.</p> + +<p>Habitaba, se trataba y se vestía casi como un pordiosero, y exhalaba un +millón de suspiros y daba cincuenta vueltas a un <i>cruzado</i> antes de +gastarle. Tales prendas y condiciones no eran las más apropósito para +que en Río le quisiesen y le respetasen. El Sr. de Figueredo era más +bien despreciado y aborrecido, y por lo tanto, el sujeto menos idóneo +para patrocinar e introducir ante el público a una artista que aspirase +a hacerse aplaudir.</p> + +<p>Consternado recibió la carta, porque debía favores a quien se la +escribía, tenía obligación de complacerle y no se consideraba muy apto +para tan difícil empeño.</p> + +<p>Rafaela era además tan mona, tan insinuante y tan dulce, que el Sr. de +Figueredo, a pesar de lo arisco e invulnerable que había sido toda su +vida, que por entonces contaba ya sesenta y cinco años de duración, se +sintió muy propenso a favorecer a la muchacha en cuanto estuviera a su +alcance. Así es que hizo muchas gestiones y consiguió que el periódico +de mayor circulación de Río, <i>O Jornal do comercio</i>, anunciase con bombo +y platillos la feliz llegada y próxima aparición en el teatro de la +famosa artista española, y consiguió también que el empresario la oyese, +la viese y la ajustase para dar un concierto con intermedios sabrosos de +danza andaluza. Pronto llegó la noche de la función. El teatro estaba de +bote en bote. El público había acudido, excitado por la curiosidad, mas +no por la benevolencia. Al contrario, el odio y el desprecio que el Sr. +de Figueredo inspiraba, tocaron como por carambola y se estrellaron +contra la pobre Rafaela. La mayoría de los oyentes sostuvo que Rafaela +desentonaba y daba feroces gallipavos, y las damas severas y virtuosas y +los honrados padres de familia clamaron contra el escándalo, e hicieron +que su pudor ofendido tocase a somatén. El resultado de todo fue una +espantosa silba, acompañada de variados proyectiles, con los que en +aquel fecundo suelo brinda Pomona. Sobre la pobre Rafaela cayó un +diluvio de aguacates, tomates, naranjas, bananas, cambucás y mantecosas +chirimoyas. Rafaela estaba dotada de un estoicismo, no sólo a prueba de +fruta, sino a prueba de bomba. Sufrió con calma el descalabro y hasta lo +tomó a risa, calificando de majaderos a los que suponían que cantaba mal +y de hipócritas a los que censuraban sus evoluciones y meneos +coreográficos.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="V" id="V"></a>-V-</h2> + + +<p>Las burlas y los chistes con que Rafaela se vengaba de la silba, +hacían mucha gracia al señor de Figueredo, quien se consideraba también +vejado, lastimado, silbado y rechazado por la sociedad elegante de Río. +Entendía además el señor de Figueredo que Rafaela cantaba como un +<i>sabía</i> o como un <i>gaturramo</i>, que son la calandria y el ruiseñor de por +allí, y que en punto a danzar echaba la zancadilla a la propia +Terpsícore. La silba, por consiguiente, de que Rafaela había sido +víctima, parecía injusta al viejo usurero y motivada por el odio que a +él le tenían, por donde imaginaba que debía consolar a Rafaela e +indemnizarla del daño que le había causado.</p> + +<p>El oficio de darle consuelo le parecía gratísimo y en su modestia llegó +a creer que él, y no ella, era el verdadero consolado.</p> + +<p>Cada día simpatizaba más con Rafaela. Se ponía melancólico cuando estaba +lejos de ella. Y no bien despachaba los asuntos de su casa, se iba a +acompañarla en la fonda donde ella vivía.</p> + +<p>Con rapidez extraordinaria tomó Rafaela sobre el viejo omnímodo +ascendiente y le ejerció con discreción y provecho. El Sr. de Figueredo +estaba en borrador, y Rafaela se propuso y consiguió ponerle en limpio, +realizando en él una transfiguración de las más milagrosas.</p> + +<p>Ella misma sabía por experiencia lo que era y valía transfigurarse. No +recordaba de dónde había salido ni cómo había crecido. En Cádiz, en el +Puerto, en Sevilla y en otros lugares andaluces, había pasado su primera +mocedad, tratándose con majos, contrabandistas, chalanes y otra gente +menuda, sin picar al principio muy alto y sin elevarse sino muy rara vez +hasta los señoritos. Así es, que en dicha primera mocedad, había sido +algo descuidadilla. En Lisboa fue donde se aristocratizó, se encumbró, y +con el trato de los <i>janotas</i>, acabó por asearse, pulirse, adobarse y +llegar en el esmero con que cuidaba su persona hasta el refinamiento más +exquisito.</p> + +<p>El desaliño y la suciedad de los sujetos que andaban cerca de ella, como +ella era tan pulcra, le causaban repugnancia. Puso pues, en prensa su +claro y apremiante entendimiento para insinuar el concepto y el apetito +de la limpieza en la mente obscura y en la aletargada voluntad del Sr. +de Figueredo. Con mil perífrasis sutiles y con diez mil ingeniosos +rodeos le hizo conocer, sin decírselo, que era lo que vulgarmente +llamamos un cochino, y logró hacer en él, con la magia de su persuasiva +elocuencia, lo contrario de lo que hizo Circe en los compañeros de +Ulises, a quienes dio la forma del mencionado paquidermo. Tanto habló de +lo conveniente para la salud que eran los baños diarios, y el frotarse, +fregarse y escamondarse con jabón y con un guante áspero, que infundió +al Sr. de Figueredo la gana de hacer todas aquellas operaciones. Y las +hizo, y ya parecía otro y tan remozado como si él no fuese él sino su +hijo. Luego fue Rafaela a la <i>rua do Ouvidor</i>, donde están las mejores +tiendas, y en la perfumería de moda, compró cepillos de dientes y pelo, +polvos y loción vegetal para limpiárselos, y aguas olorosas, cosméticos, +peines y otros utensilios de tocador. Este fue el primer regalo que hizo +Rafaela a D. Joaquín, que tal era el nombre de pila del Sr. de +Figueredo. Y bueno será advertir en este lugar, porque yo soy muy +escrupuloso y no quiero apartarme un ápice de la verdad, que pongo el +Don antes del Joaquín por acomodarme al uso y lenguaje de España, porque +en Portugal, y más aún en el Brasil, son rarísimos los Dones y sólo le +llevan los hombres de pocas familias. Cuando yo estuve en el Brasil, si +no recuerdo mal, sólo habría media docena de Dones en todo el Imperio. +Las señoras en cambio tienen todas, no sólo Don sino excelencia, y hasta +la más humilde es la Excma. Sra. doña Fulana: prueba inequívoca de la +extremada galantería de los portugueses.</p> + +<p>A pesar de lo dicho, se justifica el que yo llame <i>Don</i> al Sr. de +Figueredo, porque, como al fin se casó con Rafaela que era española, y +esta dio en llamarle mi D. Joaquín, todos los amigos y conocidos, y +llegó a tener enjambres de ellos, aunque le suprimieron el <i>mi</i>, le +dejaron el <i>Don</i>, y él acabó por ser universalmente <i>donificado</i>. Pero +no adelantemos los sucesos.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="VI" id="VI"></a>-VI-</h2> + + +<p>Mucho se ha discutido, se discute y se discutirá, sobre si la amena +literatura y otras artes del deleite, estéticas o bellas, deben o no ser +docentes. Afirman muchos que basta con que sean decentes, sin procurar +fuera de ellas fin alguno, y sin enseñar nada: pero es lo cierto, que la +creación de la belleza, y su contemplación, una vez creada, elevan el +alma de los hombres y los mejora, por donde casi siempre las bellas +artes enseñan sin querer, y tienen eficacia para convertir en buenas y +hasta en excelentes las almas que por su rudeza y por los fines vulgares +a que antes se habían consagrado eran menos que medianas, ya que no +malas. Algo de este influjo benéfico ejercieron en el espíritu de don +Joaquín las bellas artes de Rafaela. No me atreveré yo a calificarlas de +decentes por completo, pero no puede negarse que fueron docentes. Ella +las ejerció con certero instinto, superior a toda reflexión y a todo +cálculo. Procedió con lentitud prudentísima para que la transfiguración +no chocase, ni sorprendiese en extremo, ni al público que había de +verla, ni al transfigurado que en su propio ser había de realizarla.</p> + +<p>Escamondado ya interiormente D. Joaquín, Rafaela le obligó a que se +afeitase casi de diario y a que se cortase bien las canas, que limpias, +lustrosas y alisadas tomaron apariencia de venerables.</p> + +<p>A fin de que todas estas reformas fuesen persistentes y no efímeras, +buscó Rafaela para su amigo, en vez del negro ignorante que antes le +servía, un excelente ayuda de cámara, gallego desbastado, ágil y listo.</p> + +<p>Después, y siempre poquito a poco, fue modificando el traje de D. +Joaquín, empezando por los pantalones, que, como se los pisaba por +detrás, los tenía con flecos o pingajos, que solían rebozarse en el lodo +de las calles. Después declaró Rafaela guerra a muerte a toda mancha o +lamparón que sus ojos de lince descubrían en el traje de D. Joaquín, +resultando de esta guerra la desaparición completa del antiguo +vestuario, que apenas pudo servir ya para los negros desvalidos, y la +adquisición de otro nuevo, hecho en Río con menos que mediana elegancia. +Pero Rafaela era insaciable en su anhelo de perfección; y, deseosa de +que D. Joaquín estuviese, no sólo aseado, sino <i>chic</i>, y como ella le +decía, hablando en portugués, <i>muito tafulo</i> o <i>casquilho</i>, hizo que le +tomasen las medidas y escribió a París y Londres encargándole ropa, que +no tardaron en enviarle. Como por los pantalones era por donde más había +claudicado, mandó Rafaela que se los hiciese en adelante un famoso +sastre especialista, <i>culottier</i>, que por entonces había en París, <i>rue +de la Paix</i>, llamado Spiegelhalter. De los fracs y de las levitas se +encargaron en competencia Cheuvreuil, en París, y Poole, en Londres. Las +camisas, bien cortadas, sin bordados ni primores de mal gusto, pero +también sin buches, vinieron de las mejores casas parisienses que a la +sazón había, correspondientes a las de Charvet y Tremlett de ahora. Y +por último, como Rafaela aspiraba a que todo estuviese en consonancia, +hizo venir de París el calzado de D. Joaquín, encomendando al Hellstern +o al Costa, que florecía en aquel momento histórico, que reforzase con +clavitos los tacones y que pusiese los contrafuertes debidos, para que +D. Joaquín perdiese la perversa maña de torcer y deformar, como solía, +botines y zapatos.</p> + +<p>En resolución, y para no cansar más a mis lectores, diré que antes de +cumplirse el año de conocerse y tratarse D. Joaquín y la bella Rafaela, +él, con asombro general de sus compatriotas, parecía un hombre nuevo: +era como la oruga, asquerosa y fea durante el período de nutrición y +crecimiento, que por milagroso misterio de Amor, y para que se cumplan +sus altos fines, transforma la mencionada deidad en brillante y pintada +mariposa.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="VII" id="VII"></a>-VII-</h2> + + +<p>Como aún me queda no sé qué escozor y desasosiego de no haber dado, +a pesar de todo lo dicho, concepto cabal de la transfiguración visible y +palpable que en D. Joaquín se había verificado, quiero hablar aquí de un +solo perfil o toque, a fin de que por él se infiera, rastree y calcule +el cambio radical de aquel hombre. Era algo miope y tenía además la +vista un poco fatigada. Para remediar esta falta, usaba antiparras, que +en el Brasil y en Portugal llaman <i>cangalhas</i>. Siempre las tenía +prendidas en las orejas, y cuando no necesitaba de ellas para ver, se +las apartaba de los ojos y se las levantaba apoyadas sobre la frente, lo +cual no era nada bonito. Así es que Rafaela hizo que suprimiese las +<i>cangalhas</i> y que, en lugar de ellas, gastase monóculo. Todo, pues, +contribuía a que tuviese el aspecto <i>fashionable</i>, atildado y digno de +un antiguo diplomático jubilado.</p> + +<p>A su rara discreción y al entrañable afecto que había inspirado debió +Rafaela los mencionados triunfos; pero los debió también a sus lisonjas, +llenas de sinceridad y fundadas en fe <i>altruista</i>. Esto requiere +explicación, y voy a darla.</p> + +<p>Seriamente no es lícito afirmar que Rafaela se enamorase de D. Joaquín; +pero sí puede, y debe afirmarse, que le cobró grande amistad y le estimó +en mucho, considerándole casi un genio para todo aquello que a la +crematística se refiere. Y como se lo decía, dándole encarecidas +alabanzas, le adulaba, le enamoraba y le animaba a la vez, todo sin el +menor artificio. Así el imperio que sobre él había adquirido se hizo más +firme y más completo.</p> + +<p>No se vaya a creer que presentamos aquí a Rafaela como un pozo de +sabiduría. Su educación había sido descuidadísima, o mejor dicho, +Rafaela no había recibido ninguna educación; pero naturalmente era muy +lista. En sus ratos de ocio, había aprendido a leer y a escribir, aunque +escribía sin reglas y apenas leía de corrido. Sólo había leído algunas +novelas y los periódicos. Como tenía buen oído, excelente memoria y +notable facundia, hablaba, sin embargo, la lengua castellana con primor +y gracia, si bien con acento andaluz muy marcado. Y en Lisboa además, +con el trato constante de la gente fina, se había soltado a hablar en +portugués y hasta a chapurrear el francés un poquito. Pero lo que mejor +adquirió, no en escuelas ni en academias, ni menos con lecturas asiduas, +sino en la conversación y trato de personas de mérito, fue un temprano y +pasmoso conocimiento de los hombres, de la vida social y de los asuntos +que se llaman vulgarmente positivos. Para todo esto Rafaela tenía +disposición maravillosa. Era una mujer de prendas naturales nada +comunes.</p> + +<p>Comprendido así el carácter y el entendimiento de Rafaela, no parecerá +inverosímil lo que tenemos que contar ahora y podremos contarlo en +resumen rápido, sin entrar en pormenores.</p> + +<p>Luego que consiguió informarse con exactitud de lo que importaba todo el +caudal de don Joaquín, concibió un plan económico muy hábil, e hizo que +él le adoptase, cambiando enteramente su manera de vivir, como había +cambiado la apariencia de su persona. Rafaela dividió en dos partes los +cuantiosos bienes de D. Joaquín. A la parte más pequeña, aunque +suficiente para el fin a que ella la destinaba, llamó capital triunfante +y beatífico. Y a la otra parte, muchísimo mayor, llamó capital +militante.</p> + +<p>El capital triunfante y beatífico estaba compuesto de predios rústicos y +urbanos y de valores públicos muy seguros; todo ello, hasta donde cabe +en la inestabilidad de los casos, al abrigo de los vaivenes, golpes y +reveses de la fortuna.</p> + +<p>De la renta de dicho capital, que no había de ser ni alterado ni +mermado, viviría D. Joaquín con grande esplendor y lujo, y cuanto +sobrase, sin hacer ahorros mezquinos, se dedicaría a obras de caridad y +a socorrer y a aupar a los parientes pobres y menesterosos, de quienes +en manera alguna debe avergonzarse quien los tenga, si bien ha de +procurar ponerlos en situación de poder alternar con ellos sin el +disgusto que causa el alternar con gente zafia, hambrienta y mal +vestida.</p> + +<p>Hecho esto, y asegurada ya una vida holgada, cómoda y generosa, D. +Joaquín quedaba con un gran capital militante para no tenerle ocioso ni +estarlo él, sino para emplearle y emplearse en empresas, no mezquinas y +ruines, sino grandiosas, y tanto para él como para la nación a que él +pertenecía, y aun para la sociedad entera bienhechoras o productivas. +Hasta entonces D. Joaquín, según Rafaela le hizo notar y comprender, no +había creado riqueza alguna: no había hecho más que dislocar la de los +otros, absorbiéndola y acumulándola por medios ingeniosos, más o menos +de acuerdo con la moral, pero que no infringían el menor precepto de los +códigos.</p> + +<p>En esto se empeñó y consiguió Rafaela que D. Joaquín cambiase de método +y conducta. En adelante no había él de ganar un solo <i>rei</i> que +presupusiese que otro le había perdido, sino que había de ser un <i>rei</i> +nuevo, si añadido a su caudal, añadido también a todo el acervo de la +riqueza de su nación y hasta del género humano.</p> + +<p>En ninguna región del mundo mejor que en el Brasil podía entonces +conseguirse esta creación de la riqueza, aplicándose a tareas agrícolas, +industriales, mercantiles y constructoras. El territorio dilatado y +fertilísimo, la coexistencia en él de todos los climas y de las +producciones más varias, la apenas explotada virtud productiva del suelo +y del subsuelo, la carencia de vías de comunicación que convenía abrir, +los ríos caudalosos de curso dilatadísimo que se podían navegar, y las +risueñas y pomposas florestas vírgenes, bellísimas, pero inútiles al +hombre, que convidaban a que su codicia y su trabajo las trocase en +plantíos y sembrados ubérrimos, todo esto más que indicio era prueba +evidente de que, si D. Joaquín consagraba su ingenio, su actividad y el +capital ya acumulado a producir objetos provechosos a la generalidad de +los seres de su especie, podría hacerse mucho más rico de lo que ya era, +mereciendo, en vez de ser aborrecido, que sus conciudadanos le mirasen +como a un bienhechor con gratitud y con respeto.</p> + +<p>No bien Rafaela trazó este plan, el obediente y sumiso Sr. de Figueredo +le aceptó y empezó a realizarle.</p> + +<p>En la parte primera del plan había un punto que Rafaela no quiso tocar, +ni menos señalar, no por hábil, sino por modesta y desprendida. Este +punto le adivinó, le tocó y le señaló el propio D. Joaquín, impulsado +por el afecto y por la admiración que Rafaela le infundía. Sin duda para +animar y alegrar su magnífico hotel, necesitaba D. Joaquín de mujer +propia y elegante que en él viviera. ¿Y quién había de hacer este papel +y ejercer este cargo mejor que Rafaela? Es cierto que ella, aunque nos +sea muy simpática y nos duela decirlo, era lo que ruda, cruel y +groseramente se llama una perdida. Pero D. Joaquín nada tenía que perder +tampoco en lo que toca a buen nombre y fama. No eran en esto dos +nulidades o ceros cuya suma es siempre cero, sino dos cantidades +negativas que se convierten en positivas al multiplicarse.</p> + +<p>Rafaela no empleó ni ardid, ni astucia, ni embustes, ni retrechería, ni +ningún otro artificio de los que suelen emplear las mujeres para +proveerse de un marido y sobre todo de un marido rico. Él fue quien +solicitó y quien rogó para el casamiento. Ella consintió al cabo, porque +le deseaba y le convenía, pero en todo puso y lució su lealtad, su +franqueza y su desprendimiento. Y no fueron menos dignos de aplauso la +moderación y el talento con que ella supo, ya que no evitar, amortiguar +el escándalo y el ruido. Para que no hubiese la cencerrada moral de las +hablillas, tomaron ambos, sin asesorarse con persona alguna, la +resolución de casarse, y se casaron luego, al año de conocerse, sin +boato ni fiestas y como si dijéramos a cencerros tapados.</p> + +<p>Rafaela fue desde la fonda a instalarse en la casa de su marido: en el +hotel que ella le había hecho comprar y amueblar con el mejor gusto. +Ella eligió para la servidumbre los criados blancos que más convenían, y +los esclavos negros más hábiles y de mejor facha. El jefe de la cocina +era gallego, como el ayuda de cámara del señor, pero tan diestro e +inspirado artista como en las edades pretéritas pudo serlo Ruperto de +Nola y como puede serlo en el día el más aventajado y brillante +discípulo de Gouffé o del glorioso Antonio María Carême, más que +<i>oficial</i>, príncipe <i>de boca</i>.</p> + +<p>El cocinero de los Sres. de Figueredo era cosmopolita en su arte, +poseyendo el de la clásica cocina francesa y lo más selecto de la +antigua y hoy degenerada cocina española. Se pintaba solo además para +confeccionar guisos y <i>acepipes</i> a la brasileña, y para preparar ciertas +legumbres del país, como <i>palmito</i> y <i>quinbombó</i>, haciendo deliciosos +<i>quitutes</i>, según en Río de Janeiro se llaman.</p> + +<p>Con tales aprestos, D. Joaquín, mejorado de facha, empezó a ganar +amigos; y Rafaela, bien vestida, mejor hablada, decorosa e insinuante, +fue haciendo olvidar su vida pasada, se introdujo poco a poco entre la +flor y la crema de la sociedad, abrió sus salones y convidó a su mesa a +lo más encopetado y aristocrático de todo el Imperio: a los poetas, a +los Ministros, a los oradores, a los diplomáticos y a los militares.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="VIII" id="VIII"></a>-VIII-</h2> + + +<p>Todas las anteriores noticias sobre la Sra. de Figueredo y algunas +otras que se omiten en obsequio de la brevedad, se las dio al inglesito +mi amigo el Vizconde de Goivo-Formoso, cuyo conocimiento y amistad con +Rafaela tenían ya fecha muy larga. La había conocido y tratado desde su +primera humilde aparición en la gran ciudad de Lisboa, cuando ella no +desdeñaba aún, sino que estimaba como el más delicado obsequio y regalo, +que algún amigo generoso la llevase al <i>Retiro de Camoens</i>, taberna, +<i>casa de pasto</i> o figón muy frecuentado y celebrado, a comer los +excelentes <i>petiscos</i> que allí se hacían y a beber los deliciosos vinos +de Colares y de Bucelas que allí se escanciaban.</p> + +<p>Enteramente cambiadas las cosas en el momento de que vamos hablando, +Rafaela tenía toda la traza de una dama de muy alto copete, y, sin +aparecer orgullosa y soberbia, mostraba cierta dulce majestad y +aristocrático decoro.</p> + +<p>No frecuentaban mucho su casa ni su tertulia las señoronas del país; +pero esto le importaba poco y nada hacía para conseguirlo. De lo que +ella gustaba, era de reunir en torno suyo lo más selecto de los +caballeros, y lo había conseguido. Sus salones parecían un club, que +tenía a una mujer por presidenta, o regio alcázar donde figuraba ella +como reina en día de besamanos. Las señoras, por lo general de medio +pelo, que se allanaban a ir a la tertulia, no parecían sus iguales, sino +las acompañantas y servidumbre de una princesa o las figurantas y +coristas que rodean en el escenario a la encumbrada y aplaudida <i>prima +donna</i>. Manifestó Juan Maury no pequeña curiosidad y deseo de enterarse +de cuanto se traslucía y decía acerca de cierto punto un tanto +escabroso. ¿Cuál había sido y cuál era la conducta de la señora de +Figueredo desde que se casó hasta aquellos días? El Vizconde de +Goivo-Formoso quiso indudablemente satisfacer con franqueza la +curiosidad del joven inglés; pero, como hay cosas que no se ven a las +claras y que suelen quedar en la penumbra o envueltas en más o menos +densa nube de misterio, el Vizconde no atinó a poner en claro la +certidumbre de los hechos, y se limitó a presentar hipótesis, no +fundadas en pruebas fehacientes, sino en sospechas y en indicios vagos.</p> + +<p>Como quiera que ello sea, yo voy a dejar hablar al Vizconde. Oigamos lo +que sobre este particular decía:</p> + +<p>—Rafaela es, a mi ver, una mezcla de extrañas cualidades. Las +espontáneas, las que debe a la naturaleza inculta, sin modificación ni +mejora, tienen cierta bondad radical. Sobre las que debe al arte hay que +decir no poco, empezando por hacer una distinción.</p> + +<p>Por naturaleza Rafaela es leal, sincera y agradecida. Ni quiere mentir +ni pagar los beneficios con ofensas. El afecto y la gratitud que muestra +al Sr. de Figueredo, no pueden ser más verdaderos. Están además +sancionados y como santificados por las creencias religiosas. Rafaela es +católica ferviente. El anciano padre cura que la casó, el Padre García, +español como ella, no sólo es su confesor, sino su consultor para los +asuntos más arduos, en los seis años que lleva ya de matrimonio. Y a lo +que parece, no sólo discurre Rafaela con este padre sobre los casos de +moral y de conducta que en la vida práctica se presentan, sino que +también se eleva a disquisiciones metafísicas sobre lo divino y lo +eterno, pensando y hablando del cielo, de Dios, y del origen y fin de +las cosas creadas con notable acierto, elevación y ortodoxia. El Padre, +que es un excelente varón, y además instruido y discreto, la celebra +mucho. Y hay que dar crédito a sus alabanzas, porque el hombre es +desinteresado.</p> + +<p>Si todo el ser de Rafaela consistiese en lo dicho, Penélope, Lucrecia y +cuantos modelos de perfectas casadas hubo después en el mundo hasta el +día de hoy, quedarían eclipsados y por su virtud conyugal +resplandecerían menos que Rafaela. Pero la mayor parte de los seres +humanos, y Rafaela entra en esta cuenta, no son sólo de un modo sino de +varios: se diría que no tienen un alma sola, sino dos almas con opuestas +propensiones y hasta con principios, conceptos y doctrinas filosóficas, +tal vez no aprendidas, sino nacidas en el alma, como en la tierra nacen +los hongos, los cuales conceptos, propensiones y doctrinas, acaso malas, +se insurreccionan contra las buenas y suelen dominarlos.</p> + +<p>Como yo soy ferviente admirador de Rafaela, no se ha de extrañar que vea +y note cierta bondad ingénita hasta en aquella parte de su alma que la +induce e impulsa hacia lo malo. Si ella peca, según se murmura, a pesar +del honesto recato con que lo encubre, su pecado, en mi sentir, nace de +ciertas virtudes originales, que no sé cómo demonios se tuercen y se +ladean. Su generosidad y su piadosa misericordia son tan grandes que a +veces no sabe decir que no a quien ella cree verdaderamente necesitado y +a quien le pide con ahínco. Al mismo tiempo su comprensión de la +hermosura es clara y sublime, y se combina con la caridad, y está en su +mente unida en apretado lazo con la idea de un fin y de un propósito. +Ella, a no dudarlo, debe ver y reconocer su gallardo cuerpo, y sobre +todo ahora que se halla en la plenitud de su florecimiento, en el punto +culminante de su esplendidez y de su gala, como el sol en el meridiano. +Y de seguro que dice para sí, en misteriosos soliloquios: ¿Para qué +sirve, para qué vale todo esto, si no lo comunico y si lo escondo? +Cuando de mí depende la bienaventuranza de alguien, ¿cómo negarme a que +sea bienaventurado? ¿Del chico mal que causo a mi D. Joaquín, sin que él +lo sienta ni lo vea, no resulta un bien grandísimo para otros sujetos? +¿Qué cosa sustancial, qué tesoro, qué joya quito yo a mi D. Joaquín para +que un extraño la disfrute? ¿Por qué no regalar a quien lo merece y +puede con lo que mi D. Joaquín ya no sabe ni puede regalarse?</p> + +<p>Tales son los execrables raciocinios que han de acudir en ocasiones a la +mente de Rafaela, y que, corroborados por la compasión y la ternura, +pueden haber dado al traste con todos sus propósitos de honestidad, en +tal cual deplorable momento.</p> + +<p>Yo estoy segurísimo de que Rafaela se ha arrepentido después, ha llorado +como una Magdalena, ha confesado su culpa, ha hecho penitencia y +propósito de la enmienda; pero recelo que ha reincidido más tarde con +lastimosa flaqueza.</p> + +<p>Ya que no para disculparla, para atenuar su falta y su responsabilidad +moral deben valer el descuido de su vida pasada; el nunca conocido por +ella vergonzoso temor de las niñas que se crían vigiladas por madres +virtuosas; los ejemplos, siempre desaforados, que ha visto en torno +suyo, en vez de verlos buenos, y hasta la carencia del orgullo señoril, +que no podía perder, porque nunca le había tenido, y que sólo podía +contrahacer para la generalidad de los hombres que le eran indiferentes, +mas no para aquellos cuyo talento, gallardía o elegancia le +entusiasmaban. Para estos no acertaba a ser arisca, y el escudo que +ponía contra ellos delante de su corazón se derretía como la escarcha +cuando se levanta el sol en el Oriente en las mañanas del mes de Mayo.</p> + +<p>Así disertaba el Vizconde con profundidad filosófica, elevándose a las +causas sin determinar los efectos. Dejaba entrever, examinando las +causas, cuál había podido ser la conducta de Rafaela, pero no declaraba +cuál en realidad había sido. Esto me hace pensar que el método con que +hasta ahora voy escribiendo esta narración, más que de novela, es propio +de historia. Y como la historia, por falta de testigos, documentos +justificativos y otras pruebas, quedaría en no pocas interioridades +incompleta y obscura, voy en adelante a prescindir del método histórico +y a seguir el método novelesco, penetrando, con el auxilio del numen que +inspira a los novelistas, si logro que también me inspire, así en el +alma de los personajes como en los más apartados sitios donde ellos +viven, sin atenerme sólo a lo que el Vizconde o yo podríamos averiguar +vulgar y humanamente.</p> + +<p>En lo sucesivo, además, yo me retiro de la escena, donde, como actor, +nada tengo que hacer. De esta suerte podré contar con menos dificultades +y tropiezos lo que hagan los otros. En cuanto a mi amigo el Vizconde, yo +no le retiro, sino que le dejo en la escena, porque es uno de los +principales actores.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="IX" id="IX"></a>-IX-</h2> + + +<p>Todavía, antes de proseguir contando la vida y milagros de Rafaela, +me incumbe hacer una aclaración. Voy a penetrar, no ya como mero +historiador, sino como novelista, así en los más apartados rincones de +la casa de Rafaela, como en el centro más recóndito de su alma; pero por +ningún estilo quiero fingir nada, y sólo penetraré en las profundidades +donde el novelista penetra, cuando lo que yo muestre en dichas +profundidades sea tan lógica consecuencia de la verdad históricamente +demostrada que no pueda menos de ser también la verdad. Y sobre aquello +de que yo no esté seguro, sino dudoso, no imaginaré ni bordaré nada, +dejándolo en cierta penumbra y como entre nubes.</p> + +<p>Es innegable que Rafaela pagaba a D. Joaquín la posición que le había +dado. Por ella andaba él aseado, elegantemente vestido y empleado en +negocios importantes que le daban honra y provecho. Ella le cuidaba, le +mimaba, mostraba quererle, y, sin duda, le quería. Lograba que fuera de +su casa olvidara o prescindiera el vulgo de los antecedentes de D. +Joaquín, no le quisiera mal y casi le respetara. Y lo que es en casa, +con sus mimos y con su dulzura, Rafaela le hacía dichoso, arrebolando y +dorando con luz alegre los días de su vejez y colmándolos de +satisfacción y de ventura.</p> + +<p>De las coqueterías de Rafaela no había nadie que no tuviese certidumbre; +pero, si estas coqueterías no pasaban de cierto límite, más que ofender +a D. Joaquín lisonjeaban su amor propio. Lo que es él, estaba convencido +o se empeñaba en estar convencido de la fidelidad de Rafaela.</p> + +<p>Los maldicientes y murmuradores tenían sus hablillas, pero con +certidumbre nada malo se dijo durante los tres primeros años del +matrimonio de los Sres. de Figueredo. Sólo se propalaban vagas +acusaciones.</p> + +<p>Don Joaquín, entre las diversas empresas que había acometido, contaba +también la de agricultor en grande. No lejos de Petrópolis había +comprado extensísimos terrenos y había formado en ellos una magnífica +<i>fazenda</i> de diversos plantíos y sembrados, donde empleaba para la +dirección y los más delicados trabajos a bastantes colonos alemanes y +para las faenas más rudas multitud de esclavos negros. En el sitio más +pintoresco de la propiedad, al borde de un riachuelo de agua cristalina +y cercada de ameno jardín, se parecía la <i>chácara</i> o casa de campo, con +vivienda muy cómoda para señores. Allí iba D. Joaquín a menudo, ya para +inspeccionar la finca, ya para solazarse con algunos viejos amigos en el +ejercicio de la caza, a lo que convidaba no corta porción de la tierra +que poseía, inculta aún y formando risueña e intrincada floresta, en +cuyo seno abundaban los pájaros y no pocos otros animales silvestres, +como grandes lagartos y <i>tatúes</i> o armadillos.</p> + +<p>Aquel bosque, aun sin el aliciente de la caza, era delicioso, tanto por +los gigantescos árboles que le daban sombra y frescura, como por las +olorosas y variadas flores que cubrían el suelo, por las orquídeas que +crecían parásitas en los añosos troncos, y por las plantas enredaderas +que, formando guirnaldas y festones, entrelazaban los árboles, haciendo +a veces impenetrable la espesura, si un negro no caminaba delante con +una hoz abriendo camino.</p> + +<p>Rafaela era poco campestre. Rara vez iba a la <i>chácara</i>. Y como D. +Joaquín iba a menudo y pasaba en ella tres o cuatro días seguidos y en +ocasiones hasta una semana, el vulgo malicioso murmuraba que, durante +estas ausencias, Rafaela usaba y hasta abusaba de la libertad en que la +dejaba su marido.</p> + +<p>Como quiera que ello fuese, al menos durante los tres primeros años, +según ya queda dicho siempre fue de maravillar o la virtud de Rafaela o +su prudencia sigilosa. A pesar de la jactancia de muchos hombres que +gustan de hacer creer que son favorecidos, ninguna acusación terminante +hubo contra Rafaela. D. Joaquín, atendidas sus circunstancias y las de +su señora, podía pasar, por inverosímil milagro, como marido venturoso y +respetadísimo.</p> + +<p>La primera sospecha que vino poco a poco a tomar cuerpo, adquiriendo +visos y trazas de certidumbre, fue de inusitada y singular importancia. +Se supuso que un egregio personaje, sin par en todo el imperio por su +elevación, en noches en que Rafaela no recibía a sus tertulianos por +tener jaqueca, penetraba en la casa de ella y permanecía allí no pocas +horas.</p> + +<p>Hasta llegó a contarse una muy curiosa particularidad, que prueba cómo +el vulgo lo atisba, lo huele y lo descubre todo.</p> + +<p>En las noches en que el personaje egregio penetraba o se suponía que +penetraba con misterioso recato en casa de Rafaela, se cuenta que poco +antes venía un sujeto de honrosa servidumbre trayendo en su coche dos +tatarretes.</p> + +<p>¿Qué pensará el curioso lector que dichos tatarretes contenían? La gente +lo declaraba como si lo hubiese visto y probado. En el uno había leche, +y manteca de vacas en el otro. Es rareza inexplicable que en toda +nuestra península ibérica, y probablemente en sus colonias hasta tiempos +novísimos, apenas haya habido nunca vacas de leche ni con la leche de +vacas se haya hecho manteca. Tal vez, hará cuatro o cinco siglos, la +manteca de vacas se hacía en España y se llamaba <i>butiro</i>. Si la palabra +cayó en desuso fue porque antes dejó de usarse la sustancia que con la +palabra se significa. Apenas se comprende, pero es lo cierto, que cosa +tan primitiva no se haya hecho nunca o haya dejado de hacerse en España +durante cuatro o cinco siglos. Lejos de ser el <i>butiro</i> una novedad, +traída por el progreso humano, parece que ya las hijas de los primitivos +arios, en las faldas del Parapamiso, ordeñaban las vacas y de su leche +sacaban exquisita y fresca manteca, tomando ellas nombre de este mismo +oficio o arte en que se empleaban, pues afirman los sabios etimólogos +que la palabra hija, en el lenguaje de los vedas, equivale a la que +ordeña las vacas y hace la manteca.</p> + +<p>Pero pongamos a un lado estas sabias disquisiciones y contentémonos con +declarar que, allá por el tiempo en que ocurría lo que voy contando, era +punto menos que imposible proveerse en el Brasil de leche de vacas y +<i>butiro</i> fresco para tomar el té, por donde, cuando un egregio personaje +quería tomarle en compañía de alguna dama muy querida, enviaba él de +antemano a la casa de ella la leche de vacas y la manteca.</p> + +<p>Supuesto lo que antecede, murmuraban unos y celebraban otros que, +avergonzada Rafaela de no tener en su casa ni leche de vacas ni <i>butiro</i> +fresco, había inducido a D. Joaquín a fundar una buena casa de vacas en +la <i>chácara</i> de Petrópolis, donde había ricos y abundantes pastos: un +<i>capim</i> exquisito. D. Joaquín hizo venir, de Inglaterra, de Holanda y de +Suiza, vacas de leche de las mejores castas, y pronto tuvo <i>butiro</i> +fresco en abundancia y crema deliciosa.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="X" id="X"></a>-X-</h2> + + +<p>Harto notarán los que lean con atención este relato, que el más +marcado rasgo del carácter de Rafaela era su propensión invencible a ser +didáctica. Y no puede negarse que para educar y perfeccionar a cuantos +seres la rodeaban poseía aptitud pasmosa. Ya hemos visto los milagros +que obró en su D. Joaquín.</p> + +<p>En su confidenta, que las malas lenguas suponían su Enone, hizo también +maravillas. Era una francesa que antes de entrar en su casa se había +sustentado dando lecciones del propio idioma y del inglés, que sabía +casi con igual perfección. Rafaela, que la había tomado primero por +maestra, acabó por tomarla por acompañanta. La sentaba a su mesa, la +llevaba consigo a misa, a tiendas y a paseo, ya a pie, ya en coche, y en +sus tertulias le encomendaba que sirviese el té y que diese conversación +a los tertulianos más fastidiosos y ordinarios.</p> + +<p><i>Madame</i> Duval, que así se llamaba la confidenta, por afirmar ella misma +que era viuda de un Comandante francés de caballería, muerto +heroicamente en Argelia matando moros, tenía cualidades excelentes, pero +era remilgadísima y empalagosamente afectada, y empleaba al hablar tres +o cuatro muletillas y frases sentimentales, que apenas se podían sufrir +y pervertían y maleaban todas las virtudes y excelencias de la buena +señora. Rafaela acertó a curarla de estos resabios, por tal arte, que, a +los pocos meses de tener a <i>Madame</i> Duval a su servicio, se había esta +convertido en persona natural y sencilla, de trato franco y agradable, +el cual ya como antes no se quebraba de puro fino.</p> + +<p>Tenía Rafaela la habilidad de insinuarse en los espíritus, de dominar +las voluntades y de hacer eficaces sus amonestaciones educadoras sin +ofender el amor propio de los educandos. De aquí que los criados de su +casa, blancos y negros, la respetasen y la amasen, resultando todos más +instruidos y hábiles a poco de entrar a servirla. El cocinero guisaba +mejor. El cochero mulato era un verdadero automedonte, y sentado en el +pescante del landó tenía la mejor facha: hubiera podido pasar por el +cochero del Príncipe de Gales, untada la cara con tizne. El jardinero +negro había llegado a saber casi tanta botánica como Spix y Martius, +doctísimos investigadores de la Flora brasílica. Entre los mozos de +caballeriza descollaba, cual hábil palafrenero, el ínclito y triunfador +Trajano, negro <i>mina</i> que tenía singularmente a su cuidado los dos +hermosos caballos ingleses en que solía pasear la señora. El +maestresala, que era asturiano, se había pulido tanto en su oficio, que +hubiera podido escribir, en consonancia con los adelantos de la época +presente, una <i>Arte cisoria</i> más bonita que la de D. Enrique de Villena. +Y por último, los otros criados de comedor, aunque eran negros, servían +con primor en los banquetes, y todos se habían acostumbrado a llevar +zapatos de continuo, y a no ir descalzos de pie y pierna, según la común +usanza de entonces.</p> + +<p>El benéfico prurito de educar y de corregir que había en el alma de +Rafaela, llegó a tener influjo hasta en su confesor y director +espiritual el Padre García.</p> + +<p>Era este un venerable siervo de Dios, diserto y suave en sus coloquios, +notable teólogo dogmático y severo moralista, cuyos consejos y +advertencias valieron mucho a Rafaela, aunque a menudo, y muy a pesar +suyo, no los seguía: culpa acaso del irresistible ímpetu de su +apasionado carácter.</p> + +<p>Sólo deslustraba el indiscutible mérito del Padre García una inveterada +y perversa maña, que desde la infancia había en él, y que le había +valido entre sus condiscípulos del seminario el farmacéutico apodo de +<i>Pildorillas</i>. Era prodigiosa la inagotable fecundidad del filón de +donde el Padre García las sacaba y las fabricaba. Sus narices eran +venero inexhausto. Eran como los encantados cubiletes del +prestidigitador más aplaudido. En cuanto cabe en lo humano, daban una +idea aproximada del milagro de pan y peces. ¡Pues bien: apenas parece +creíble! Rafaela, con gracioso talento, con amistosa delicadeza, sin dar +a conocer que notaba en el Padre aquel vicio y censurándole sólo en los +otros, logró curarle de él radicalmente, y esto, hasta tal extremo de +perfecta curación, que, según los informes que he podido adquirir, el +Padre García en los muchos años, que para bien y provecho de las almas, +ha vivido después, no ha fabricado una sola píldora siquiera.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XI" id="XI"></a>-XI-</h2> + + +<p>Mientras mejor dotado de brillantes cualidades entendía Rafaela que +estaba un sujeto, y mientras mayores simpatías le inspiraba, mayor y más +vehemente era en ella el deseo de corregir sus faltas, haciendo de él un +dechado de perfección, hasta donde la perfección es dable a nuestra +decaída humana naturaleza. Por esto me atrevo a asegurar que con nadie +anheló más fervorosamente ejercer su eficaz magisterio que con el +ilustre Pedro Lobo, Ayudante de campo de Juan Manuel Rosas, dictador de +la República Argentina.</p> + +<p>En 1850, Pedro Lobo había venido a Río con el carácter oficial de +Agregado militar a la Legación de su patria, si bien se susurraba que +tenía instrucciones secretas del dictador, cuyo favorito era.</p> + +<p>La fama había precedido en Río a Pedro Lobo, refiriendo sus +extraordinarias hazañas contra los indios del extremo Sur de la Pampa, +más allá de Carmen de Patagones, y contra los unitarios refugiados en +Montevideo, dando cuenta, con mil novelescos pormenores, de sus +correrías por las más apartadas regiones de la misma Pampa, de los +Andes, y de la Patagonia, y ensalzando sus raras prendas de carácter, su +brío indómito y su agilidad y destreza en todos los ejercicios del +cuerpo. Nadie desbravaba mejor que él el más fogoso potro no domado; +nadie disparaba mejor las bolas ni detenía con el lazo, ya a los toros +bravos, ya a los ligeros avestruces o ñandúes, ni nadie manejaba mejor +el puñal y el machete, ni tenía tino más certero con la carabina.</p> + +<p>Mil lances extraños y no pocos actos de inaudito arrojo habían dado a +Pedro Lobo fama de hábil y astuto capitán y de valeroso soldado, +sirviendo, durante seis años, en la República Oriental del Uruguay, en +favor de Rosas y a las órdenes de Oribe. Pedro Lobo se jactaba, y no sin +fundamento, de haberse hallado en cien combates, y de haber sido el más +rudo adversario de la valerosa legión italiana mandada por Garibaldi.</p> + +<p>Sabedor Juan Manuel Rosas de los grandes servicios y del raro mérito de +Pedro Lobo, le llamó a su lado y le prestó toda su confianza.</p> + +<p>Era Pedro Lobo fanático de americanismo. Nunca fue Rosas tan lejos como +él en su amor y en su entusiasmo por América y en su aborrecimiento de +los europeos.</p> + +<p>Allá a su manera, no sabré decir si de su propio caletre, o de oídas, o +por lecturas de algunos libros, Pedro Lobo había sacado o construido una +singular filosofía de la historia. Según él era evidentísimo el progreso +del linaje humano, viniendo a realizarle sucesivamente razas cada vez +más nobles. Fue primero la raza negra: vino después la raza amarilla. Y +cuando la raza amarilla alcanzó el término de su cultura y puso en +práctica todo su ideal, apareció la raza blanca con su gloriosa historia +de persas, babilonios y fenicios, griegos y romanos, y naciones +cristianas, medioevales y modernas. Pero el fin de la civilización de +Europa tocaba ya a su término. De su propio seno habían de surgir sus +destructores: un proletariado inculto, hambriento, esclavo de la +miseria, atormentado por el trabajo continuo, y ofendido por el +desprecio, había de levantarse lleno de ira y acabar con todo. Las +abultadas noticias de las recientes luchas revolucionarias, promovidas +por el socialismo, corroboraban a Pedro Lobo en su opinión. Aquello era +para él el principio del fin. La evolución total de la cultura europea +vendría al cabo a terminar en espantosa tragedia; pero en América estaba +el porvenir del mundo. Una nueva raza, la americana, debía ya mostrar en +flor la aurora de más alta, sana, poderosa y duradera civilización, en +aquel nuevo continente. La audaz empresa de Colón y la venida de los +españoles habían retardado este florecimiento y aun puesto en peligro de +que se secara o se destruyera la planta en que había de darse. Según +Pedro Lobo, los españoles habían sido como venenoso reptil que trepa a +lo alto de la roca donde el cóndor tiene su nido, y devora o mutila a +los polluelos antes de que les crezcan las alas para enseñorearse del +espacio sin límites, remontarse más allá de las nubes, y mirar el sol de +hito en hito. Los españoles habían sido, cuando aportaron a América, +como granizo destructor que cae en fértil suelo, al empezar la +primavera, y rompe y destroza las yemas y los brotes de los árboles, +impidiendo que se revistan de flores y verdura, y que den más tarde +frutas sabrosas y dulces. En todas las tribus y lenguas que cubrían y +animaban el Nuevo Mundo, en el Anahuac, en el Yucatán, en Guatemala, en +la risueña meseta de los Andes, donde moraban los chibchas y en el resto +de la América del Sur, sobre todo, entre los quichúas y los guaraníes, +germinaba y estaba ya pronta a abrirse como flor hermosa una +civilización original e indígena que los españoles arrancaron de cuajo, +borrando sus huellas, aniquilando hasta su recuerdo, y, ora destruyendo +la raza que iba a dar al mundo esa civilización llena de novedad +inaudita, ora sumiendo en la abyección a esa raza por medio de la +servidumbre, del oprobio, de rudos trabajos y de inhumanos castigos.</p> + +<p>Pedro Lobo tenía en sus venas mucha sangre india, pero también tenía en +sus venas sangre española. La sangre india, sin embargo, se sublevaba +furiosa contra todo cuanto había en él de español. Aún esperaba él el +remedio de tantos males: que manase de nuevo con abundancia el represado +manantial americano; que se regenerasen los pueblos del Nuevo Mundo, y +que su comprimida superior cultura retoñase y apareciese espléndida +antes de que desapareciese la civilización europea en medio de las +convulsiones de un horroroso cataclismo.</p> + +<p>A veces columbraba Pedro Lobo, en visión profética, a toda Europa tan +arruinada ya y tan desierta como contemplamos hoy el centro de Asia. Se +figuraba a París, Londres y Viena, como contemplamos hoy los amontonados +escombros de Nínive y de Babilonia. Lo que es de Madrid afirmaba que +apenas quedaría rastro: sólo quedarían tal vez algunos cimientos del +Palacio Real. Y como estos cimientos estarían tan solos, los hombres de +las futuras edades imaginarían que había habitado en aquel alcázar un +tirano anacoreta, un monarca misántropo y amigo de la soledad, que había +ido a buscar para su vivienda un yermo inhospitable, feo y estéril.</p> + +<p>Después de trazar de tan linda manera el cuadro de la Europa del +porvenir, Pedro Lobo pintaba en su imaginación una América +resplandeciente y dichosa, con artes y ciencias superiores a las +europeas, originalísimas y casi sin antecedentes. Y como ciudad +principal, centro y cabeza de este nuevo mundo, ponía él a Buenos Aires, +su patria, en cuya ingente plaza mayor se levantaría grandioso +monumento, más alto que la más alta de las pirámides, a la memoria de +Juan Manuel Rosas, precursor y fundador de la nueva era y tremendo +nivelador y constructor del camino por donde el linaje humano en América +había de subir a tamaña altura.</p> + +<p>El profeta filósofo, sustentador de las teorías que aquí se ponen en +resumen, se hizo pronto uno de los más asiduos tertulianos de la señora +de Figueredo.</p> + +<p>Apenas tendría él treinta y cinco años. A pesar de su odio a España, +tenía más apariencias de español que de indio. Parecía un andaluz +moreno, esbelto y gracioso, con un no sé qué de extraño que le +diferenciaba y distinguía. Y a pesar de su odio contra la civilización +europea y a pesar de su vida y hábitos de gaucho, se allanaba y se +resignaba, con naturalidad y sin esfuerzo, a aparecer, en la vida y +trato de las ciudades, como un caballero atildado, pulcro y bien +vestido, ya de frac, ya de levita, a la última moda, con botas de +charol, y por las noches con corbata blanca y guantes amarillos o lilas. +Rafaela le encontraba muy fino, y lo que es el señor de Figueredo aún +ponderaba más su finura.</p> + +<p>Con lo único que Rafaela no podía transigir era con el fanatismo +anti-europeo y sobre todo anti-español de sus doctrinas históricas.</p> + +<p>Rafaela se empeñó, pues, en convertir a Pedro Lobo, haciendo de él una +persona razonable.</p> + +<p>Este empeño no podía ser más natural ni más propio de las mujeres. +¿Cuántas de ellas no han soñado con traer o han traído, ya herejes o +paganos al gremio de la cristiandad, ya desaforados criminales a una +vida penitente, y ya a la templanza, a la paz y a las costumbres +morigeradas a hombres crapulosos, jugadores y pendencieros?</p> + +<p>La tentación de Rafaela era difícil de vencer. Rafaela se propuso hacer +de Pedro Lobo otro hombre. Y para ello decidió emplear su buena maña y +sus suaves rodeos; pero como Rafaela profesaba con ardor una filosofía +de la historia totalmente contraria a la del gaucho y era además una +española llena del más ardiente patriotismo, siempre le faltaban la +paciencia y el disimulo para no impugnar con violenta furia los asertos +del gaucho, que ella juzgaba intolerables errores y desaforadas +blasfemias.</p> + +<p>De aquí que muy a menudo sus conversaciones con Pedro Lobo, más +frecuentes cada día, fuesen una acalorada disputa.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XII" id="XII"></a>-XII-</h2> + + +<p>Soliviantado el espíritu de Rafaela por la contradicción, extremaba +su doctrina casi tanto como extremaba la suya el gallardo gaucho. Según +ella todos los pueblos y tribus del Nuevo Mundo habían degenerado y se +habían depravado hasta tal punto, que jamás ellos solos hubieran podido +salir del tenebroso abismo en que se habían sumido. Fue menester que +vinieran los españoles y que para sacarlos de él les tendiesen la mano. +Aunque tarde, llegaron a tiempo. Si hubieran llegado pocos años después, +las semicivilizaciones que encontraron en Méjico, en Bogotá y en el +vasto dominio de los Incas, hubieran ya desaparecido. Todo hubiera caído +en el estado salvaje, y tal vez los sacrificios humanos, el canibalismo +y las guerras constantes de unas tribus con otras hubieran barrido de +sobre la faz de aquel inmenso continente la degradada especie humana. +Los indios, por lo tanto, debían estar eternamente agradecidos a los +españoles que los habían levantado de la abyección y que les habían +devuelto el ser de criaturas racionales que casi habían perdido.</p> + +<p>Los razonamientos empleados por Rafaela para sostener su tesis excitaban +la cólera de Pedro Lobo y hacían brotar de sus labios feroces discursos +en contra.</p> + +<p>Solían verificarse tales controversias después de la comida, cuando +Pedro Lobo estaba convidado a comer en casa de los Sres. de Figueredo.</p> + +<p>A menudo, arrullado por los gritos de los contendientes, el Anfitrión se +quedaba dormido; pero cuando no se dormía, o bien cuando despertaba y +veía a su mujer y a Pedro Lobo enfurecidos ambos y en la más encarnizada +contienda, se apuraba y hasta se asustaba, porque era hombre conciliador +y benigno; procuraba ponerlos en paz; y agarraba la mano de él y la mano +de ella y los atraía para que se las diesen, aconsejándoles que echasen +pelillos a la mar, para lo cual pronunciaba también su discurso, +buscando y quizás hallando un juicioso término medio entre las dos +opuestas doctrinas.</p> + +<p>—Confesemos—decía—que los españoles fueron unos heroicos desalmados, lo +peor de cada casa, y que, cuando el descubrimiento y la conquista, +hicieron infinidad de barbaridades; pero confesemos también que los +indios en su mayor parte estaban empecatados y entregados a todos los +diablos. Su ignorancia era tal que no sabían escribir ni leer, ni +alumbrarse con un candil durante la noche, ni valerse de más bestias de +carga que de ellos mismos, ni criar animales domésticos, ni ser pastores +siquiera. En cambio se sacrificaban a millares a sus ídolos y estaban +corroídos por la gangrena de los vicios más nefandos, y sobre todo por +la afición de comerse unos a otros. Los españoles vinieron a remediar +todo esto, y aunque trajeron inquisición, intolerancia religiosa, cruel +codicia, malos tratamientos y trabajos forzados para los indios que se +les <i>encomendaban</i>, todavía puede asegurarse que trajeron más bienes que +males; animales de carga para que el indio no lo fuese, animales +sabrosos para que el indio se los comiese en vez de comerse a otro +indio, y otras muchísimas cosas, que sería prolijo enumerar, así para +bienestar del cuerpo como para solaz y consuelo del alma. Y en cuanto a +la ruina de Europa que mi amigo Lobo presiente, yo no la veo tan +cercana. Por allá son listos y ya irán pasteleando y allanando +dificultades, hasta que todos los hombres, a fuerza de máquinas, +ingeniaturas y otras invenciones sutiles, coman mejor, vivan más +cómodamente y luzcan trapitos de cristianar de diario. Esto no obsta +para que progresemos también por aquí, sin que nuestra prosperidad nazca +de la ruina del mundo viejo, sino que, al contrario, por allá y por acá +prosperemos en competencia y nos amemos como hermanos. Así pues, hija +mía, tú y el Sr. D. Pedro Lobo debéis empezar por dar el ejemplo, y tú +como representante de Europa y singularmente de España, y él como si +fuera el propio genio de América, lejos de pelearos y de maltrataros con +insultantes recriminaciones, debéis formar estrecha alianza fraternal y +ser clarísimo espejo de amistad y de concordia.</p> + +<p>Con tal discurso y con otros de la misma laya sosegaba D. Joaquín los +ánimos exaltados de su gentil esposa y del fanático americano.</p> + +<p>Estos, en efecto, ya que no perpetua paz, tenían largos momentos y aun +horas de tregua agradabilísima; se hablaban al oído sin disputarse +cuando así hablaban; y solían salir juntos a caballo y dar deliciosos +paseos, galopando y trotando por los fértiles y pintorescos alrededores +de la ciudad, ya cuando se ponía el sol a la caída de la tarde, ya en +noches apacibles de luna.</p> + +<p>Cierto egregio personaje no tuvo noticia de las disputas +histórico-filosóficas, pero la tuvo pronto de las intimidades y de los +paseos. En su dignidad, jamás quiso darse por entendido ni mostrarse +quejoso, pero desistió por completo de acudir y aun de pedir nuevas +citas, dado que las antiguas hubiesen sido realidad y no invención o +fábula de desocupados maldicientes.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XIII" id="XIII"></a>-XIII-</h2> + + +<p>Aunque dicen que de la discusión sale la luz, fuerza es confesar +aquí que no salió luz ninguna de la discusión constante que Rafaela y el +gaucho tenían, y en la que a veces tomaban parte varios tertulianos de +la casa, diputados, senadores, hombres políticos y poetas, que siempre +en el Brasil los hubo eminentes, descollando entonces entre todos +Magalhaens, Gonzálvez Díaz y Araujo Portoalegre, los cuales eran +comensales de la casa, complaciéndose Rafaela en tratarlos y +agasajarlos.</p> + +<p>Gustaba ella de lucir por todos estilos y de dar a sus salones cierto +tinte de sabiduría y refinamiento aristocráticos.</p> + +<p>Había educado tan bien a D. Joaquín, espoleándole para aquellos trotes, +que él había ido, en su carrera desenfrenada, más allá de la meta que +ella le puso. De aquí algunos percances y desengaños, que aguaron algo +el contento con que D. Joaquín vivía, pero que a Rafaela no le +importaron un comino.</p> + +<p>D. Joaquín había prestado al gobierno Imperial muy notables servicios, +en premio de los cuales, le habían dado la encomienda de la Rosa y hasta +se habló de que acaso le darían un título, si bien el título no llegó +nunca.</p> + +<p>Para no hacer ruido y para no dar qué decir, D. Joaquín pretendió con +mucho disimulo, tentando antes el vado, que Rafaela fuese presentada a +la emperatriz; pero la augusta señora no quiso recibirla, ya pensando en +la vida que se decía que Rafaela había hecho en España y en Lisboa, ya +recordando que en el gran teatro de Río la habían silbado cuando ella +bailaba el vito o cantaba canciones del maestro Iradier, muy celebradas +entonces.</p> + +<p>Ella rabió algo, riñó a D. Joaquín por haber andado en tales +pretensiones sin consultarla antes, y, al fin, olvidó el desaire y se +quedó tan fresca. ¿Qué necesidad tenía ella de emperatrices, cuando era +en su casa la Emperatriz de la hermosura, de la discreción, de la +elegancia y del buen tono: una princesa de Lieven o una <i>madame</i> +Recamier de entretrópicos?</p> + +<p>D. Joaquín fue el que se sintió quemado del desaire, originándose de la +quema ciertos humos nobiliarios, que antes nadie había notado en él y +que aparecieron de repente.</p> + +<p>Hasta entonces D. Joaquín había sido despreocupadísimo, pero, con el +boato y magnificencia de su casa, se desenvolvieron en su espíritu los +instintos de nobleza, combinados con la afición a la poesía. En suma, D. +Joaquín hizo saber a todos sus amigos que descendía nada menos que del +heroico trovador Güesto Ansures, el cual machucó a un enjambre de moros +con un ramo de higuera, por donde tomó el apellido de Figueredo, que D. +Joaquín todavía llevaba.</p> + +<p>Aunque Rafaela lo repugnó, D. Joaquín no quiso ceder nunca: no la +obedeció contra su costumbre, e hizo bordar en los tapices, reposteros y +cortinas de su antecámara, y pintar en sus coches, el escudo de armas de +los Figueredos, con las cinco hojas de higuera, en memoria de las cinco +doncellas que Güesto Ansures había libertado, cuando las llevaban a la +morería para pagar el feudo de ciento a que se obligó al rey Mauregato.</p> + +<p>A regañadientes aguantó Rafaela este capricho de su esposo, pero no pudo +resistir a la tentación de reírse un poco de él. Y para ello aseguraba +que, según el antiquísimo romance, que escribió Güesto Ansures, las +doncellas que iban cautivas eran seis, y cinco nada más las hojas de +higuera del escudo. Lo cual significaba que tres o cuatro de aquellos +malditos moros pudieron escaparse, huyendo a uña de caballo del +machucador ramo de higuera del ascendiente de don Joaquín, y se llevaron +a Andalucía a una de las seis niñas gallegas, la cual vino a ser pronto +la sultana favorita del Miramamolín. De esta sultana afirmaba Rafaela +que descendía ella, de suerte que su nobleza era tal para cual y no +menos antigua que la de su marido. En prueba de esto, si él tenía por +apellido Figueredo, ella, a pesar de lo nebuloso y recóndito de su +origen, había llegado a averiguar, por claros y evidentes indicios, que +su estirpe, prosapia, abolengo y apellido era Benjumea, que equivale a +Ben Humeya, apellido de los califas de Córdoba, estropeado y mal +pronunciado por los ignorantes.</p> + +<p>Un argumento presentaba Rafaela a veces contra las pretensiones de D. +Joaquín, pero éste refutaba victoriosamente el argumento. Decía Rafaela +que no eran los Figueredos de Portugal, sino los Vargas Machucas de +Castilla, los que machucaron a los moros y acabaron con el feudo de las +cien doncellas. Y D. Joaquín contestaba que los Vargas Machucas, en +efecto, descendían también de Güesto Ansures, si bien la rama principal +y legítima era la de los Figueredos, mientras que los Vargas Machucas +eran una rama secundaria, y en su sentir, bastarda, ya que, según D. +Joaquín había oído explicar a una persona muy docta en la ciencia del +blasón, a la que aplicaba como auxiliar la ciencia etimológica, Vargas o +Bargas, que es como debiera escribirse, es una contracción de los +vocablos <i>Barragana</i> y <i>Barragania</i>. Por fortuna, ningún caballero que +tuviese el apellido de Vargas asistió jamás a la tertulia de Rafaela, y +D. Joaquín pudo sostener su tesis, poco lisonjera para los Vargas, sin +promover el menor altercado.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XIV" id="XIV"></a>-XIV-</h2> + + +<p>Salva la discrepancia en que solían estar marido y mujer sobre este +punto de la nobleza, don Joaquín se mostraba siempre en perfecto acuerdo +con Rafaela, gustando de lo que ella gustaba, y ensalzando y aplaudiendo +lo que ella ensalzaba y aplaudía.</p> + +<p>Pedro Lobo, pues, vino a ser el encanto de D. Joaquín, quien siempre +quería tenerle en su casa, de suerte que, cuando Pedro Lobo, retenido +por sus quehaceres, dejaba algún día de venir o retardaba su venida, D. +Joaquín iba a buscarle y no paraba ni descansaba hasta que se le traía +consigo. Todo esto daba ocasión a no pocos chistes, que cundían por la +ciudad, pero que por fortuna jamás llegaban a los oídos de don Joaquín, +víctima de ellos.</p> + +<p>Algo más de un año duró esta armonía y constante convivencia entre D. +Joaquín, Rafaela y Pedro Lobo.</p> + +<p>No hubo de ser éste tan afortunado como en otras cosas en su secreta +misión política. El Brasil, más enemigo cada día del dictador Rosas, +conspiró contra su poder, hizo un tratado secreto con la República +Oriental del Uruguay, se concertó con el general Justo José Urquiza, +gobernador de Entreríos, y suministró toda clase de recursos para el +levantamiento contra el tirano.</p> + +<p>El representante diplomático de Rosas en Río de Janeiro pidió entonces +sus pasaportes. Y retirada la Legación argentina, Pedro Lobo se marchó +con ella, volviendo a Buenos Aires, para dar al dictador auxilio de más +valer como soldado que como agente secreto.</p> + +<p>Rafaela sintió la partida de Pedro Lobo, pero como su carácter era tan +alegre, logró consolarse pronto. Pedro Lobo además no se dejaba +convencer, y esto mortificaba a Rafaela, y como él tenía un carácter +dominante y ella también le tenía, procurando avasallar y repugnando que +la avasallasen, sus relaciones con el gaucho nada tuvieron de apacibles +y no pocas veces la enojaban y desesperaban. El prurito de romper +aquellas relaciones, que ella en el fondo de su alma calificaba de +cadenas, estimulaba entonces su voluntad, pero, aunque era muy valerosa +y apenas conocía el miedo, no se atrevía a intentar la ruptura. Puede, +por lo tanto, conjeturarse que Rafaela vio con oculta satisfacción las +circunstancias políticas que, si por una parte la privaban del agradable +trato de una persona de tanto mérito como Pedro Lobo, la libertaban por +otra, sin rebelión ni pendencias, de lo que se le figuraba en ocasiones +que tenía traza de yugo y de servidumbre.</p> + +<p>Rafaela, aunque aparentó sentir, no sintió demasiado, por lo que ya +queda dicho, la partida de Pedro Lobo. Quien la sintió con todo su +corazón, y la lamentó y la lloró, fue D. Joaquín, que era muy tierno, +pudiendo asegurarse que poseía el <i>don de lágrimas</i>.</p> + +<p>A poco de la partida del gaucho, ocurrió en Río cierta novedad, que, aun +suponiendo a Rafaela muy melancólica, hubiera distraído sus melancolías.</p> + +<p>El Sr. Gregorio Machado era el más rico propietario de todo el Brasil, +dueño de muchos fondos públicos y de acciones del Banco, de magníficas +<i>fazendas</i> en las provincias de San Pablo y Pernambuco y de florestas +dilatadas, donde abundaban las maderas preciosas, en la interior +provincia de Mato-Grosso. Centenares de esclavos cultivaban sus +posesiones; y sus rentas y ganancias eran tres o cuatro veces mayores +que las de D. Joaquín, con ser éste uno de los más acaudalados +brasileños.</p> + +<p>Viudo el Sr. Machado, tenía un hijo, llamado Arturo, de veintiséis años +de edad y muy lindo mozo.</p> + +<p>Arturo había estudiado leyes en la Universidad de San Pablo, donde las +mujeres son guapísimas. En todo el Brasil alcanzan fama de seductoras y +de que tienen misteriosas cualidades y encantados lazos con que saben +cautivar a los hombres. De San Pablo han salido mujeres que, por su +belleza y por otros atractivos, han llegado al pináculo de la fortuna.</p> + +<p>Arturito, que era muy enamorado, estudió poquísimo e hizo en San Pablo +doscientos mil disparates. Su padre creyó prudente sacarle y le sacó de +aquella Pafos del Brasil y le envió a Olinda, donde hay también escuela +de Derecho. Allí, bien o mal, tomó la borla de doctor el joven Arturo.</p> + +<p>Ya doctorado, nada más natural que ir a Europa para acabar de +civilizarse y conocer por experiencia hasta los más delicados perfiles y +las más recientes conquistas del espíritu humano. Arturo fue, pues, a +París, haciendo de París su residencia habitual y el centro de sus +excursiones. Desde allí salió a recorrer con rapidez y por pocos meses +la Alemania y la Italia, y desde allí fue a solazarse, durante los +veranos, en Baden, Wiesbaden y Homburgo, donde había <i>treinta y +cuarenta</i> y ruleta, y donde asistía multitud de ninfas sabias y +elegantes, más aptas que Egeria para adoctrinar, pulir y dar charol a +los modernos Numas.</p> + +<p>No se descuidó Arturo, aprendió cuanto hay que aprender y supo +aprovechar las lecciones que le dieron; pero las lecciones salieron +extremadamente caras. A los dos años de haber estado Arturo en Europa, +había ya gastado a su padre, perdiéndolo al juego o en obsequio de las +ninfas, cerca de 400 millones o <i>contos</i> de reis.</p> + +<p>No hay que asustarse ni considerar monstruosa la suma, porque los <i>reis</i> +del Brasil son <i>fracos</i>, y cada uno vale la mitad de un <i>rei</i> de +Portugal o <i>rei gordo</i>. Arturo, por lo tanto, no gastó una enormidad; +pero, como cada <i>conto de reis fracos</i> equivale sobre poco más o menos a +2.500 francos, siempre resultó que su gasto, a pesar de las grandes +riquezas del Sr. Gregorio Machado, había sido excesivo, elevándose a un +millón de francos en moneda francesa.</p> + +<p>El padre se hartó de enviar dinero, sitió por hambre a su hijo, y éste +tuvo que volver a los patrios lares harto desconsolado y mohíno, pero +convertido en el caballerete más elegante que había pisado el suelo del +Brasil desde los tiempos de Pedro Cabral y de Diego Correa, apellidado +<i>Carumurú</i> y fundador de Bahía.</p> + +<p>Acostumbrado Arturito a las exquisiteces, primores y alambicadas quintas +esencias de las mujeres de París, volvió muy desdeñoso, encontrando a +sus compatriotas feas, zafias y mal vestidas. En ninguna de ellas +descubría un átomo de <i>chic</i>. La misma princesa de los Tupinambas, la +divina Paraguassú, heroína de la epopeya nacional, si hubiera resucitado +y se le hubiera presentado, le hubiera parecido un adefesio.</p> + +<p>Cuando Rafaela se enteró de todas estas cosas, concibió el propósito de +vindicar al Brasil de aquellos injustificados desdenes, volviendo por el +honor de su patria adoptiva y probando a Arturito que todas las heteras +parisinas no valían un pitoche comparadas con ella, y que ella las +vencía en beldad, ingenio, sal y garabato.</p> + +<p>Acudió a reforzar su patriótico intento el prurito didáctico que había +en su alma y que jamás la abandonaba. Se propuso mejorar la condición de +aquel extraviado mancebo, hacerle aborrecer el desorden y el despilfarro +absurdo, y hacerle amar el orden y la economía.</p> + +<p>Impulsada por tan benéficas miras, pronto atrajo Rafaela a su casa al +joven Arturo; y pronto también logró que olvidase los devaneos de París +y que reconociese que ella era por todos estilos más guapa que cuantas +mujeres habían ido a cenar con él en el <i>Café Inglés</i>, en la <i>Maison +Dorée</i> o en los <i>kursaals</i> que regocijaban y animaban, en aquellos días, +las inmediaciones del Taunus y de la Selva Negra.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XV" id="XV"></a>-XV-</h2> + + +<p>El poder didáctico de Rafaela jamás realizó en nadie tan rápidas y +provechosas mudanzas como en el ánimo y en todo el ser de Arturo +Machado.</p> + +<p>Las <i>saudades</i> que él tenía de París, y que le hacían fastidioso a él +mismo y a las demás personas, se disiparon por completo. Arturito volvió +a gustar de su patria como cuando era estudiante y no había vivido aún +en el <i>corazón y en el cerebro del mundo</i>, como llama a París Víctor +Hugo. Se hizo ordenado y económico y ni gastaba ni sabía en qué gastar +su dinero. No pensaba ya en francachelas ni en vigilias tempestuosas. Y +con su vida regular y morigerada recobró la salud, que nunca había sido +muy fuerte y que habían estragado las excitaciones constantes de la +existencia de calavera, para la cual no había nacido. Porque, si bien +era lindo mozo, agraciado y simpático, tenía más de enclenque que de +robusto. Era de genio manso, suave e inclinado a la quietud y a la paz. +Y sólo el mal ejemplo, las perversas compañías y hasta la propia +docilidad con que cedía él y dejaba que le guiasen habían sido causa de +sus travesuras y derroches pasados. Para Rafaela, hecha ya esta +conversión, se desvaneció por desgracia casi todo el atractivo de +Arturito. Empezó a hallarle poco ameno, y después soso, y por último +llegó a encontrarle empalagosísimo a causa de su dulzura.</p> + +<p>Entonces sentía Rafaela grandes veleidades de plantarle; pero, como era +caritativa y estimaba además como gloriosa producción de su ingenio y de +la energía de su voluntad todos los progresos y mejoras de un espíritu +cultivado por ella, resistía a la tentación de plantar a Arturito. Allá +en sus adentros se comparaba a la vara que sostiene en el aire a una +planta rastrera a fin de que no caiga al suelo y se ensucie y pudra en +el fango. Temía Rafaela que Arturito cayese si le dejaba ella, y por eso +no le dejaba. A menudo solía lamentar que aquel muchacho hubiera sido +tan dócil y se hubiera convertido tan pronto. Lo conforme a su gusto +hubiera sido una educación más larga y difícil, así porque, durando la +educación, también hubiera durado el prestigio que hacia Arturito la +había atraído como porque la misma tardanza en educarse y en cambiar de +condición hubiera sido garantía de lo seguro y firme del cambio.</p> + +<p>En estas cavilaciones hubiera persistido largo tiempo Rafaela sin +atreverse a despedir a Arturito, a no ser porque ella tenía a veces +crisis extrañas en el corazón y en la mente. Religioso fervor la +dominaba. Iba a confesarse o tenía largos y piadosos coloquios con el +Padre García, su director espiritual. Sus remordimientos de engañar a D. +Joaquín no la mortificaban demasiado, pues, aunque ella repugnaba el +engaño y nunca había engañado a nadie sino a D. Joaquín, todavía se +figuraba ella que en realidad no había tal engaño. Nada disimuló ni +ocultó al casarse, y su marido por lo tanto debió comprender desde luego +a lo que había de atenerse. Ella le hizo confesión general anticipada. +Fue como si de una vez le confesase y descubriese todas sus culpas, +pasadas y futuras. ¿Para qué, pues, molerle y atormentarle +confesándoselas después una a una según iban sobreviviendo? Esto no +hubiera sido noble franqueza sino crueldad insensata. No era, pues, por +D. Joaquín sino por ella misma por lo que el pecado le dolía. Le dolía +el pecado porque en su anhelo de toda clase de perfección, para ella y +para los otros, soñaba con una vida honrada y limpia.</p> + +<p>Por rara coincidencia, estos sueños de limpieza y de honradez acudían en +tropel a su mente, y más amenudo que nunca, desde que empezó a visitarla +Juan Maury.</p> + +<p>Sus facultades críticas y analíticas, sin poderlo remediar ella, se +aplicaban a la comparación. Y comparando al joven inglés con Arturo, +Arturo salía siempre muy mal parado. Arturo era de menos que mediana +estatura y estrecho de hombros. El inglés alto, sin dejar de ser bien +proporcionado, y ancho de espaldas, sin que la esbeltez y la elegancia +le faltasen. Era el uno moreno pálido, casi cetrino, blanco y sonrosado +el otro y rubio como las candelas. Y por último, en lo tocante a las +prendas intelectuales y morales, al ingenio, al saber y a la energía de +voluntad que en medio de su aparente timidez en el inglesito se notaba, +la diferencia aparecía enorme en la mente escrutadora de Rafaela.</p> + +<p>Empezó, pues, a tener vergüenza del afecto que Arturito le había +inspirado. La compasión hacia él fue disminuyéndose casi hasta +desaparecer. Y el anhelo de elevarse hasta la virtud más sólida, de +consagrarse fielmente a D. Joaquín y de ser modelo de casadas y señora +muy respetable vino a ser la constante obsesión de su alma. Aunque ella +era un lince para notar los defectos de las personas que trataba, no sé +cómo se las compuso que no halló el menor defecto en el inglesito. Todo +él le pareció una perfección. Y en vez de pensar en educarle para +elevarle a su altura, pensó en educarse a sí misma para subir a la +altura en que le veía colocado.</p> + +<p>Bullían todos estos pensamientos en la mente de Rafaela de modo harto +confuso. Lejos de ella el imaginarse enamorada del inglesito. El +propósito de enamorarle más lejos aún. Sólo meditaba entonces virtud, +abnegación y toda clase de sublimidades.</p> + +<p>La única determinación firme que nacía de todo ello era la de despedir a +Arturito, que ya le parecía insufrible.</p> + +<p>Pero Rafaela era la bondad misma y, antes de hacer la herida que +consideraba indispensable hacer, preparaba bálsamos para curarla.</p> + +<p>Pensó en que el término dichoso, honesto y santo de la educación que a +Arturito había dado, era casarle con la más linda señorita que hubiese +en Río de Janeiro, cristiana y recatadamente educada, bonita y amable y +de distinguida familia, en quien Arturito hallase una compañera digna y +fiel y lograse dar a su padre el Sr. D. Gregorio algunos graciosos y +queridísimos nietos, que fueran el hechizo y el consuelo de su cansada +senectud.</p> + +<p>No acierto a encarecer cuánto se deleitó Rafaela al concebir este +proyecto y el arte delicado y el impaciente afán con que trató de +realizarle.</p> + +<p>Rafaela, que gustaba tanto de educar a los otros, no se había descuidado +en aquellos últimos años, y singularmente desde que era gran señora, en +formar su corazón y su espíritu, leyendo no pocos libros, sobre todo de +novelas y poesías. Según vulgarmente se dice, se había hecho bastante +<i>licurga</i> o marisabidilla. Con el inglesito hablaba de artes, de +religión, de historia y hasta de filosofía. Arturito estaba presente a +estas conversaciones, que nada tenían de misteriosas, pero no entendía +palabra y no tomaba parte en ellas.</p> + +<p>Así mientras duraban estos coloquios, como después al retraerlos a la +memoria, Rafaela lo veía todo tan pulcro, tan acicalado y tan moralmente +pulido y lustroso, que se desesperaba de sus amistosas relaciones con +Arturito como si fuesen fea mancha en medio de tanto resplandor, nitidez +y aseo. En suma, no había ya remedio; era menester borrar aquella +mancha, pero sin rasgar la tela; era menester dar a Arturito su +pasaporte, pero en forma de cucurucho repleto de delicadísimos confites.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XVI" id="XVI"></a>-XVI-</h2> + + +<p>Llegó por fin el día prefijado por Rafaela para tomar la cruel +resolución, inevitable ya según su atormentada conciencia, de decir al +pobre Arturito: hasta aquí llegó, no sigamos adelante.</p> + +<p>D. Joaquín se había ido a la <i>chácara</i> por una semana en compañía de +tres o cuatro amigos.</p> + +<p>Rafaela no recibía a sus tertulianos, pretextando frecuentes jaquecas, +única enfermedad que solía alterar levemente su salud envidiable.</p> + +<p>En las noches de jaqueca muchos tertulianos acrecentaban el mal de +Rafaela, pero la visita de uno sólo podía aliviarla.</p> + +<p>Arturito acudió, pues, aquella noche, esperando tener la satisfacción de +dar el alivio mencionado. Como de costumbre, el portero negro que +guardaba la puerta de la verja de hierro que rodeaba el jardín, le dio +paso franco sin sonar la campana, porque estaba industriado y al +corriente de todo y sabía bien su oficio.</p> + +<p><i>Madame</i> Duval, que aún sabía mejor el suyo y que tenía ojos de lince y +oído de liebre, se hallaba atisbando a la hora convenida, abrió la +puerta y, sin hacer ruido, introdujo al joven brasileño en el +confortable y primoroso <i>boudoir</i> de su señora.</p> + +<p>Lo primero que notó Arturito, con desagradable sorpresa, aunque parezca +extraño y nada compasivo, fue que la Sra. de Figueredo debía de estar +aquella noche muy poco atormentada por la jaqueca, porque en vez de +hallarla en vaporoso <i>deshabillé</i>, de bata, peinada muy al descuido y +recostada o casi tendida en su <i>chaise-longue</i>, la encontró bastante +atildada y compuesta, con traje casi de ceremonia, y sentada en un +sillón, como si fuese a recibir una visita de mucho cumplido.</p> + +<p>El recibimiento correspondió al traje y aumentó la sorpresa y el +disgusto del joven visitante.</p> + +<p>Rafaela le alargó, sin duda, cariñosamente la mano, si bien con cierta +tibia y lánguida indiferencia. Y luego, como él se acercase mucho, ella +le rechazó con suave dignidad y casi le obligó a que se sentase en una +silla frente de ella.</p> + +<p>Después de algunas frases que entre ambos mediaron, Arturito empezó a +dar sentidas quejas de recibimiento tan frío. Ella entonces, con el +incontrastable imperio que tenía sobre él, le cortó la palabra, y sobre +poco más o menos, pronunció las siguientes, que casi podemos calificar +de discurso:</p> + +<p>—Días ha, mi querido Arturito, que tengo la conciencia muy escrupulosa y +atribulada. Es infame mi modo de proceder con D. Joaquín. Indigno pago +estoy dando a sus grandes beneficios, a su entrañable afecto, a la +sublime confianza que en mí tiene. Dios podrá perdonarme porque es todo +misericordia; mi marido es tan bueno que también me perdonaría si +supiese lo que pasa, aunque sería muy capaz de morirse de pena: yo soy +quien no me perdono, quien necesita romper este lazo criminal que nos +une, si he de vivir en paz y si no he de seguir aumentando las causas de +mi remordimiento y de mi vergüenza. Todo se lo he confesado al Padre +García, mi confesor, que es un santo, severo consigo mismo y con sus +prójimos indulgente. Pero, a pesar de su indulgencia, se resiste a darme +la absolución si no me aparto para siempre del mal camino. Es, pues, +necesario que nuestras relaciones concluyan.</p> + +<p>Al llegar a este punto, Arturito se puso tan enternecido que las +lágrimas asomaron a sus ojos. Rafaela lo notó y siguió hablando con +mayor dulzura:</p> + +<p>—Ten valor, hijo mío. Acaso no me expresé bien, o tú no me entendiste. +Yo no quiero dejar de ser tu amiga. Tú tienes y tendrás siempre +preferente lugar en mi corazón. Te he querido, te quiero y te querré +toda mi vida. Huérfano tú desde la infancia, no has gozado del afecto +puro y santo de una madre. Yo te ofrezco hoy un amor que debe +purificarse y adquirir la apariencia, si no el ser de amor maternal. No +le desdeñes con perversión soberbia, seducido por amor vicioso y lleno +de liviandades. Hoy que te amo yo con amistad inmaculada, entiendo que +te amo más que te he amado nunca y no hago sino pensar en tu dicha. +Considera que tu padre es ya muy anciano, que pronto acaso tendrá que +rendir el inevitable tributo que a la naturaleza rendimos todos, y que +te dejará dueño de un nombre respetadísimo en este país y de cuantiosos +bienes de fortuna. ¡Cuánto se alegraría tu padre de ver, en vida, +asegurada en más extenso porvenir su sucesión y en contemplar y +acariciar a los legítimos y preciosos nietos que tú puedes y debes +darle!</p> + +<p>Aquí se enterneció más Arturito y pasó de las lágrimas a los sollozos. +Rafaela, algo conmovida y muy piadosa, se levantó de su asiento, se +llegó a él y le dio para animarle tres o cuatro blandos cogotacitos con +la blanca y linda mano. Volvió luego a sentarse lejos de él y con grave +autoridad le informó de que andaba buscándole novia y aun le citó los +nombres y le habló de las condiciones de tres o cuatro muchachas de la +ciudad en quienes ella había puesto ya la mira.</p> + +<p>—Tú eres muy buena, muy buena, decía Arturito; pero es inútil el trabajo +que estás tomando. Yo no quiero casarme. Yo sólo me casaría contigo.</p> + +<p>—Sí... hombre del diablo—exclamó Rafaela riendo—. ¿Qué crimen meditas? +¿Quieres matar a mi excelente D. Joaquín?</p> + +<p>—Guárdeme Dios de semejante pecado—contestó Arturito—; pero si él +buenamente se muriera....</p> + +<p>—No pienses ni digas tan abominable desatino. Es horroroso desear la +muerte de alguien, y más aún la de una persona que tanto te quiere.</p> + +<p>En efecto, D. Joaquín, según su constante modo de ser, había concebido +por Arturito la amistad más entrañable. Bien había querido al gaucho +Pedro Lobo, pero a Arturito le quería mil veces más, por lo manso y +apacible que era, por paisano y hasta por hijo del Sr. Gregorio, con +quien tenía, desde hacía muchos años, estrechos lazos de amistoso +compañerismo.</p> + +<p>Conoció Arturito que no debía desear la muerte de D. Joaquín y se +compungió del improvisado deseo que había asaltado su corazón en un +instante de descuido.</p> + +<p>Entonces apeló a otros medios para disuadir a Rafaela de la ruptura. Le +dijo que ella le sostenía y guiaba por la senda de orden y de conducta +juiciosa que él había emprendido, y que, no bien ella le dejase, +descarrilaría él de nuevo, y sólo Dios o el diablo sabía en qué +infernales abismos podría él hundirse.</p> + +<p>A esto replicó Rafaela, que pecar era detestable medio de prevenir el +pecado; le aseguró que velaría sobre él para que no se extraviase, y +reiterándole repetidas veces la seguridad y la promesa de que aún le +amaba con la amistad más pura, y de que seguiría amándole siempre, se +quejó de dolor de cabeza, dijo que necesitaba estar sola y hasta le +empujó con maternal familiaridad para que se largase, llamando a +<i>Madame</i> Duval, a fin de que le acompañara hasta la misma puerta del +hotel. Arturito tuvo que irse muy triste y desolado.</p> + +<p>No se le ocurrió, ni por un momento, dudar de la sinceridad de Rafaela +ni de su reciente empeño de volverse santa. A todos los hombres nos +ciega algo la vanidad y no acertamos a ver, en ocasiones, al rival que +aparece, ni a descubrir en él mayor mérito que en nosotros, ni más +seductores recursos. Y por otra parte, los diálogos entre Rafaela y Juan +Maury, que Arturito había oído, y que versaban sobre historia, +metafísica y otros objetos profundos, apartaban del pensamiento de +Arturito toda sospecha de que los interlocutores pudieran enamorarse. Lo +que es él ni con las mujeres de San Pablo, ni con las de Olinda, ni por +último, con las ninfas que había tratado en París, se había engolfado +nunca en tales honduras y discreteos. En París, dígase lo que se diga, +no abundan las Aspasias. Al menos él no las había encontrado, o bien +ellas, considerándole profano, le habían ocultado su retórica y su +filosofía, guardándolas para los Pericles y los Sócrates, y luciendo, a +lo más, su ingenio en <i>calembours</i> más o menos desvergonzados y burdos.</p> + +<p>Dicho sea en honor de la verdad y en alabanza de Rafaela, su sinceridad +en todo aquello era completísima. Rafaela creía en la propia contrición, +en su horror al pecado y en su firme propósito de la enmienda que la +movían a despedir a Arturito. Lejos, muy lejos de ella la idea de que +Juan Maury diese o pudiese dar el menor impulso para aquel acto.</p> + +<p>Si algún cálculo extraño a la contrición y al arrepentimiento era parte +en la resolución que Rafaela había tomado, este cálculo la honraba, +demostrando que era prudente y buena.</p> + +<p>La noche en que Rafaela despidió a Arturito, era el 5 de Febrero de +1852. Rafaela acababa de saber, con no pequeño sobresalto, que el +dictador Juan Manuel Rosas, al frente de sus parciales, había presentado +la batalla en Monte Casero a los coligados que habían acudido para +despojarle de la dictadura. La derrota del dictador había sido completa. +Disfrazado de gaucho, se había refugiado en el barco de vapor inglés +<i>Locusta</i> y navegaba ya con rumbo a Inglaterra.</p> + +<p>Rafaela tenía claro presentimiento de que si Pedro Lobo no había muerto +en la pelea, no habría querido ni podido permanecer en territorio +argentino y también se habría expatriado. Estaba además segura de su +poderoso atractivo y de que él no se iría a Europa sin pasar por Río y +sin venir a verla. Le creía apasionado, celoso y tal vez enterado de +todo, porque nunca falta gente chismosa que se deleite en dar ciertas +noticias. Derrotado y huido de su patria, Pedro Lobo debía de estar más +feroz que nunca, y Rafaela temía, sino ponía en salvo a Arturito, +apartándole de sí, que ocurriese a éste un lastimoso percance. Su +propósito, perseverando en su plan de enmienda y santificación, era +despedir también a Pedro Lobo, pero, por lo mismo, tenía mayor empeño en +despedir antes a Arturo, para que ni remotamente imaginase el otro que +aquel infeliz muchacho era causa de su despedida.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XVII" id="XVII"></a>-XVII-</h2> + + +<p>Rafaela no se había engañado. Dos días después de haber despedido +a Arturito, supo que Pedro Lobo acababa de desembarcar en Río de Janeiro +y que pretendía venir a verla.</p> + +<p>Ausente D. Joaquín y víctima Rafaela de jaquecas continuas, Rafaela no +recibía entonces ni salía de su casa.</p> + +<p>Pedro Lobo buscó en la calle a <i>Madame</i> Duval, le habló, y le pidió y +casi le exigió que le diese una cita con su señora.</p> + +<p><i>Madame</i> Duval se excusó como pudo, pero, cediendo a la terca +insistencia del gaucho, tuvo que encargarse de una carta que éste le dio +para Rafaela. Ella la recibió y la leyó con hondo disgusto, y, si no +tuvo miedo, fue porque de nada le tenía.</p> + +<p>Era, sin embargo, prudente y rehuía comprometerse escribiendo. No tenía +gana tampoco de recibir al gaucho para despedirle y para tener con él +una escena violenta y acaso trágica.</p> + +<p>Se valió, pues, de <i>Madame</i> Duval como mensajera. La instruyó +detenidamente en todo cuanto había de decir: en la resolución que había +tomado de seguir nueva vida, en sus remordimientos y en su firme +propósito de no reanudar con él las pasadas relaciones y de no recibirle +en secreto.</p> + +<p>Bramó de ira el gaucho al recibir el mensaje, pero disimuló la ira y +hasta aparentó cierta conformidad, meditando y proyectando una venganza.</p> + +<p>Aunque no dijo a <i>Madame</i> Duval que lo sabía, Pedro Lobo era sabedor de +la ventura del joven Arturo. No habían faltado amigos oficiosos que le +escribiesen a Buenos Aires informándole de cuanto se sabía o se presumía +como evidente.</p> + +<p>Arturito supo también la llegada de Pedro Lobo no bien éste llegó. Y si +hemos de decir la verdad, allá en el fondo de su alma pacífica y +humilde, se alegró entonces de que le hubiese despedido Rafaela. Así se +creyó libre y exento de tener un lance con el gaucho, que alcanzaba fama +de brutal y grosero.</p> + +<p>Entre tanto, a fin de mostrar a Rafaela que por ella sólo había sido +ordenada y juiciosa su vida; a fin de hacerle notar que se consolaba de +su desdén volviendo a sus antiguas travesuras y locos deportes; y a fin +acaso de que el mismo Pedro Lobo comprendiese que nada tenía él que ver +con Rafaela, y que Rafaela no le importaba nada, decidió y concertó con +los más alegres jóvenes de Río una regocijada partida de campo para el +día siguiente, o mejor diremos para la siguiente noche. Era entonces el +mes de Febrero, el más caluroso del año en aquellos climas, y sólo de +noche podía disfrutarse algún fresco.</p> + +<p>Estaba ya preparado un <i>pick-nick</i> en la Tejuca. Cuantos amigos +quisiesen, podían ir inscribiéndose para ello en el casino y pagando +después su cuota. Sólo las damas irían convidadas y sin pagar. Arturito +había formado lista de ellas y dispuesto que las hubiese de todas +procedencias y de todos colores: desde la alemana Catalina, apellidada +por su cándida y sonrosada tez y por su dulce y buena pasta el <i>Merengue +de fresa</i>, hasta lo que llaman en el Brasil café con leche más o menos +cargado y café puro; esto es, que había tres o cuatro mulatas convidadas +a la función y una negra gentilísima a quien llamaban la Venus de +bronce. No faltarían tampoco dos garridas mozas, importación de las +Islas Canarias, y algunas nacidas en las márgenes del Piratininga, +fecundas en hermosas mujeres, una de las cuales descollaba por su +aptitud y habilidad para cantar las <i>modinhas</i> más chuscas y amorosas.</p> + +<p>La cena había de ser espléndida, y como el fondín de la Tejuca era pobre +y se prestaba mal al esplendor, y aun al regalo, se discurrió llevar de +Río algunos platos fiambres, el <i>champagne</i> y otros buenos vinos, y a un +hábil mozo de comedor que lo ordenase y dirigiese todo. Nadie más +apropósito para esto que un esclavo negro de Arturo Machado, que fue el +elegido. Según costumbre brasileña o por rara inclinación que allí +había, los negros, cuando se bautizaban, sobre todo si se bautizaban +adultos, y no eran criollos sino traídos de África, solían tomar nombres +pomposos de héroes, emperadores y príncipes de la clásica antigüedad +greco-latina. No ha de extrañarse, pues, que el maestresala que había de +ir a la Tejuca se llamase Octaviano. Era alto y fornido, y, aunque tenía +ya más de cincuenta años, parecía joven. Procedía este negro de un +territorio del interior del África, cercano aunque independiente de las +posesiones portuguesas. Y la gente afirmaba que en su país no era un +cualquiera. Hasta que le cautivaron y le trajeron al Brasil, siendo él +de edad de dieciséis años, se había criado con mucho mimo y cercado de +profundo respeto, pues era hijo nada menos que del rey de los <i>Bundas</i>. +Sobre esta particularidad el lector podrá creer lo que quiera. Yo +refiero lo que se decía sin detenerme en averiguaciones. Sólo añadiré +que el aire majestuoso y digno de Octaviano inducía a cuantos le miraban +a no tener por fabulosa su regia estirpe. Resignado estoicamente a su +ineluctable servidumbre, aprendió pronto cuanto le enseñaron, porque +tenía mucho despejo. Y como era tan hábil y bien mandado, el látigo o +chicote jamás hirió sus espaldas. Ni era conveniente para él tan rudo y +degradante castigo. Si incurría en falta, la menor reprensión bastaba. +Él la sufría con modesta paciencia y luego se corregía. Mas si por acaso +la reprensión era injusta, en sus ojos relampagueaba el coraje, y el +reprensor, con cierta consideración temerosa, medía el alcance de sus +palabras y dulcificaba y mitigaba su acritud y dureza. Aun sin notar en +sus ojos el citado relámpago, se conocía cuando estaba enojado por un +muy raro y singular aviso. Octaviano, que era limpísimo en su persona y +que vendía salud, jamás olía mal, ni aun en la fuga de las mayores +faenas; pero no bien se irritaba, era como si se abriese de súbito un +pomo de concentrados aromas, esparciéndose en el aire la fragancia. La +<i>catinga</i>, represada y latente en los largos períodos de placidez, se +alborotaba y se desbordaba entonces, brotando por todos los poros y +trascendiendo a muchos metros de distancia, como los proyectiles de una +ametralladora.</p> + +<p>Hacemos aquí tan particular y detenida mención de Octaviano por lo mucho +que amaba a Arturito, de quien había tenido especial cuidado y con quien +había jugado cuando niño, llevándole a paseo y a la escuela, y +acompañándole luego cuando fue a estudiar a las Universidades de San +Pablo y de Olinda. Arturito no llevó a París a Octaviano por no llamar +la atención. Y no porque Octaviano fuese negro, sino por la singularidad +de ciertos indelebles adornos que le distinguían, y que sin duda le +hicieron y trajo de su país como señales de su categoría principesca. +Ello es, que desde la punta de la nariz, subiendo por el caballete, +atravesando el entrecejo y por medio de la frente hasta el nacimiento de +sus cabellos crespos, tenía como una ristra de burujoncillos que +parecían repulgos de empanada, y en las negras y relucientes mejillas +llevaba un laberinto de incisiones, formando caprichosos dibujos, que +sólo Dios sabe si serían expresión simbólica de la Teogonía y de la +Cosmogonía de su tierra. Para averiguarlo, acaso no hubiera sido +suficiente que sabios profundísimos empleasen más tiempo en estudiar su +cara que Juan Francisco Champollion en estudiar la piedra de Roseta o +que León de Rosny en estudiar los enmarañados códices cortesiano y +troano.</p> + +<p>Así se preparó la fiesta, que prometía ser notabilísima por todo; hasta +por la singularidad del maestresala.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XVIII" id="XVIII"></a>-XVIII-</h2> + + +<p>Todo el tiempo de la larga residencia de Pedro Lobo en Río, +Arturito había estado en París y no había tenido ocasión de conocer y de +tratar al gaucho. Esto no ofrecía, sin embargo, el menor inconveniente +para que el gaucho fuese a la fiesta. Era un <i>pick-nick</i> donde Arturito +no figuraba importando más que cualquiera de los otros jóvenes +brasileños y extranjeros que habían de ser de la partida, y a quienes el +gaucho conocía y trataba. Deseoso de asistir a la fiesta y aun excitado +a asistir por los ruegos de dichos jóvenes y con el fin de divertirse y +de distraer sus penas, Pedro Lobo fue como uno de tantos.</p> + +<p>Por lo pronto, sólo pensó en el placer que aquello podría traerle, y no +formó proyecto alguno de armar escándalo y camorra. Llegó a la Tejuca a +caballo, con tres o cuatro de los que eran más amigos suyos, y se hizo +presentar a Arturito del modo más correcto. Arturito le acogió con la +debida cortesía.</p> + +<p>No pasó por las mientes de nadie que pudiera sobrevenir un lance entre +ambos.</p> + +<p>Al anochecer, llegaron en un ómnibus las niñas, figurando como la +capitana el Merengue de fresa.</p> + +<p>Todos la aclamaron reina de la función, así por su calidad de +extranjera, como por ser la más hermosa, y, sin duda, la de más +encumbrada jerarquía entre las de su oficio. Casi, casi, era una +señorita. Vivía con su papá, que tenía no poco de respetable, que se +ganaba la vida componiendo relojes, y que era fervoroso cristiano, +aunque protestante, leyendo mucho la Biblia en sus horas de asueto. Ni +se le podía acusar de excitación, connivencia o tolerancia en las +transgresiones de su hija. Se oponía a ellas, pero como nada lograba con +oponerse, acababa por aguantarlas, si bien con hondo dolor, para cuyo +alivio apelaba a la bebida, de suerte que el ver al relojero alemán un +tanto cuanto tomado del aguardiente, era indicio infalible de que +Catalina no estaba en casa y andaba corriendo aventuras. Porque eso sí, +ella respetaba la casa paterna y jamás allí las tenía, como no fuese con +mil sigilosas precauciones y a furto del severo autor de su existencia.</p> + +<p>Catalina, al acudir a fiesta tan numerosa y estruendosa, daba un paso +atrevido e inusitado, y atropellaba un poco su decoro, y, si no su +buena, su mediana fama: todo por devoción a Arturito, cuya munificencia +la encantaba y seducía.</p> + +<p>Hasta la una de la noche, aunque la animación y la alegría fueron +grandes, bien se puede afirmar que en la reunión apenas hubo el menor +incidente digno de censura. Al contrario, todo fue estético, artístico y +literario. Las piratininganas recitaron lindamente sentidos versos de la +Marilia de Dirceo; las muchachas de Canarias cantaron seguidillas y +coplas de fandango; cantaron <i>londums</i> las mulatas; la negra bailó con +gran primor y salero, y entonó, por último, Catalina tan afinada y +primorosamente varias canciones alemanas, que por unanimidad confirmaron +todos su nombramiento de reina de la fiesta. Llegó la hora de cenar, y +Catalina, como tal reina, dio el brazo a Pedro Lobo para ir al salón del +banquete. Ella iba a presidirle, y, por extranjero y persona de más +cumplimiento y ceremonia, sentó a su derecha a Pedro Lobo, mas no sin +decir a Arturito que al otro lado suyo tomase asiento en la mesa. Él no +dejó de tomarle, y todos cenaron con apetito y regocijo. Hubo platos a +la francesa, varios <i>quitutes</i> brasileños, y Jerez, Madera, <i>Champagne</i> +y Oporto en abundancia.</p> + +<p>De resultas de las frecuentes libaciones, hirvió la sangre, se +acaloraron las cabezas, las dulces pláticas se convirtieron en confusión +y bullicio, y el banquete empezó a tener carácter de orgía. Podría +decirse, si la mitología clásica no hubiera pasado de moda, que un +enjambre de cupidillos menores revoloteaba, cerniéndose sobre la mesa, +disparaba flechas sutiles e invisibles y desasosegaba y punzaba con +ellas a los galanes y a las damas.</p> + +<p>No por eso se alteraba la paz. Todos se arreglaban, acoplaban y +componían. Nadie se sentía desairado ni se mostraba descontento.</p> + +<p>Tal era la situación general; pero había dos sujetos, que acaso habían +bebido más que los otros, que estaban más acalorados y que empezaron a +mirarse con malos ojos por aspirar a lo mismo.</p> + +<p>Pedro Lobo y Arturito se empeñaron ambos en querer Merengue de fresa.</p> + +<p>La conciliadora y benigna alemana tenía dulzura para los dos; +alternativamente se inclinaba a un lado y a otro y procuraba contener y +complacer a ambos. Pero por más que hizo, no logró que ninguno de ellos +aceptase la simultaneidad ni el turno pacífico.</p> + +<p>El juego terminó mal. Las cañas se volvieron lanzas. Pedro Lobo vio en +aquella rivalidad, si no motivo, ocasión y pretexto para vengarse de +otra rivalidad que infinitamente más le dolía. De súbito, pues, y cuando +todos los concurrentes menos lo preveían, lanzó el gaucho varios feroces +reniegos, se levantó de la mesa, agarró del brazo a Catalina e intentó +llevársela consigo a tirones y poco menos que arrastrando. Llena de +susto y lastimada por la violencia, la muchacha dio chillidos. Acudió +Arturito a defenderla, pero el gaucho, más fuerte y más decidido, le dio +un empellón y le apartó de sí bastante maltrecho. Todavía se lanzó sobre +Arturito, decidido a darle de golpes; pero unas manos poderosas que +parecían dos garras le asieron por ambos brazos, le zarandearon y +sacudieron como si fuera un pelele y le derribaron por tierra con +desprecio. Era el negro Octaviano que intervenía briosamente en defensa +de su señor. Animado Arturito con aquel auxilio y enojado por los +insultos y por la afrenta que Pedro Lobo le había hecho, prorrumpió en +injurias contra él, le llamó satélite del sanguinario tirano Rosas y le +calificó de derrotado y forajido. Los señores jóvenes que allí había +consiguieron, no sin grande esfuerzo, separar a Octaviano de su +intervención en la contienda e interponerse entre los dos principales +contendientes, reteniendo sus manos y refrenando sus lenguas.</p> + +<p>Completamente se acibaró el contento que allí reinaba. Antes de que +amaneciese se expidieron en el ómnibus el Merengue de fresa y las demás +niñas. Algunos caballeros se eclipsaron también. Contra Octaviano hubo +una verdadera conjura, y medio por persuasión, medio por violencia, le +encerraron en un cuarto para evitar que escandalizara, tratando de +inculcar en su mente que por mucho que se sintiese, era ya ineludible un +encuentro muy serio entre Pedro Lobo y su amo. A Pedro Lobo no le +faltaron dos testigos. Con otros dos que nombró Arturito concertaron un +lance, el cual, por hallarse muy embravecidos los dos contrarios, no +podía menos de ser serio.</p> + +<p>Arturito no sabía manejar el sable, ni esgrimir la espada, ni tirar a la +pistola. Era menester procurar para él la menor desventaja posible, +equilibrando las fuerzas y buscando iguales probabilidades de triunfo.</p> + +<p>Se hallaron dos pistolas de arzón que, muy cargadas, habían de levantar +mucho y enviar la bala harto lejos del punto de mira.</p> + +<p>Se concertó que los combatientes se colocasen a cuarenta y cinco pasos +de distancia. Al dar una palmada podrían marchar ambos, el uno contra el +otro, hasta que sólo quince pasos los separasen. Durante la marcha cada +uno podía tirar cuando quisiera.</p> + +<p>No bien fue de día claro, combatientes y padrinos fueron a un sitio +apartado y esquivo, a más de dos kilómetros de la fonda, a una pradera +sin árboles, en medio del bosque. Todo se hizo allí como estaba +concertado. Arturito, sostenido por el pundonor, disimulaba su +abatimiento: conocía que el duelo era inevitable, sopena de quedar para +siempre humillado, pero presentía el desenlace más triste.</p> + +<p>El gaucho estaba muy sobre sí, ansioso de satisfacer su rabia y +confiando en su destreza en las armas.</p> + +<p>Ambos ya en el sitio y con la pistola en la mano, marcharon el uno +contra el otro. Inseguro Arturito de su puntería, no quiso disparar +hasta llegar a la raya que se le había marcado. El gaucho, más seguro, +disparó al dar el quinto paso. Todos los testigos tenían el +convencimiento, la casi seguridad de que, no sólo el tiro de Arturito, +sino también el del gaucho, tan malas y tan cargadas estaban las +pistolas, iban a perderse en el aire. Esperaban que terminase el lance +en reconciliación, y ya que no en almuerzo, porque la cena estaba +reciente y no tenían gana, en otra nueva cena aquella noche en el mejor +restaurante de Río de Janeiro.</p> + +<p>Pero el hombre propone, y no siempre Dios sino el diablo dispone. Nadie +imaginó, por bien que en su sentir el gaucho tirase, que lo que ocurrió +fue el resultado de su tino. Lo que ocurrió fue el resultado de la +fatalidad más deplorable. La bala que disparó el gaucho penetró por la +sien derecha en la cabeza del pobre joven y le dejó muerto en el acto.</p> + +<p>Grande fue el pasmo y profunda la lástima de todos los cómplices en +aquel horror. El mismo Pedro Lobo, disipada de pronto su cólera, se +sintió afligido.</p> + +<p>El caso, de común acuerdo, se ocultó o se disimuló para con el público. +La fiebre amarilla hacía entonces muchas víctimas en Río. En la Tejuca +no atacaba nunca aquella enfermedad, pero si alguien la traía a la +Tejuca desde Río, la muerte era inevitable y rápida.</p> + +<p>Para el público se supuso que Arturito había muerto en la Tejuca de la +fiebre amarilla.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XIX" id="XIX"></a>-XIX-</h2> + + +<p>Rafaela tuvo pronta y exacta noticia de cuanto había ocurrido, y su +dolor fue muy hondo. Ella tendría sus defectos, pero no se puede negar +que era leal y verídica, y que abominaba del embuste. Lo que había dicho +a Arturito cuando le despidió era la verdad misma. Al dejar de quererle, +como amante, había seguido queriéndole como si fuera su hijo: como +criatura de su espíritu, ya que le había iluminado y mejorado. De aquí +que la función de la Tejuca, triste prueba de la recaída del joven, +abandonado por ella, bastó para afligirla; pero lo que la desoló, por no +ofrecer ya remedio ni esperanza, fue la muerte violenta tan estúpida y +brutalmente motivada.</p> + +<p>Rafaela, distando mucho de ser merengue de fresa, sin tener nada de +empalagoso sino de brioso, atesoraba en el centro de su corazón un +inexhausto manantial de cariño. No por reflexión ni por estudiadas +teorías, sino por ciego e indomable instinto, era la mujer filántropa. +El Padre García se lo había dicho muchas veces: ¡Ay, hija mía, sí tú +amases a Dios la mitad siquiera que a los hombres, no estarías ya en la +tierra, sino en el cielo, en el ardiente coro de los más enamorados +serafines que coronan cual nimbo luminoso el trono del Altísimo! Lo +conveniente, añadía el Padre en otra ocasión, es que tu filantropía se +trueque en caridad cristiana: que ames a Dios sobre todas las cosas. +Considera lo encaramada y elevada que estás ya en el amor, y calcula, si +puedes, hasta dónde te encumbrarías en cuanto pusieses sobre todo ello +tu amor divino.</p> + +<p>Por desgracia, esta deseada y aconsejada superposición no había llegado +a verificarse, aunque Rafaela a menudo la apetecía.</p> + +<p>Indudablemente, sin ninguna intención y sin oculto propósito, sin +descubrir ni reconocer ella como causa de su cambio la impresión que +Juan Maury le había hecho, y creyéndose impulsada por las amonestaciones +y piadosos discursos del Padre García, no sólo había despedido a +Arturito, sino que también se propuso no volver a recibir al gaucho y +romper para siempre con él, aunque bien notaba, con cierto sentimiento +entre lisonjero y penoso, que la segunda venida del gaucho a Río había +sido por ella.</p> + +<p>Y como ella jamás desechaba la gratitud ni la amistad, aunque desechase +el amor, todavía, al despedir resueltamente al gaucho por medio de +<i>Madame</i> Duval, conservaba por él estimación y afecto. Sólo cuando supo +la tragedia de la Tejuca, obra sin duda del injustificado rencor de +Pedro Lobo, su amistad y su estimación hacia él se trocaron en +aborrecimiento.</p> + +<p>La insistencia pertinaz que mostró Pedro Lobo en volver a verla, +exacerbó este odio, agotó su paciencia y le hizo perder los estribos.</p> + +<p>Ella no recibía entonces, ni salía de casa; pero <i>Madame</i> Duval era +perseguida y detenida por Pedro Lobo, y ora por su medio, ora +imprudentemente, valiéndose de un criado cualquiera, Pedro Lobo la +inquietaba y la atormentaba con cartas pidiéndole, casi exigiéndole una +cita.</p> + +<p>A las cuatro primeras cartas, dos al día, nada contestó Rafaela. A la +quinta, en la mañana del día tercero, Rafaela se puso fuera de sí, +perdió toda su circunspección, desechó recelos, resolvió arrostrar +cualquier peligro que sobreviniese y contestó al gaucho, sin rasgar el +papel, aunque bien pudiera decirse, citando el antiguo romance, que le +escribió:</p> + +<p class="noindent"> +<span style="margin-left: 6em;"><i>Con tanta cólera y rabia</i>,</span><br /> +<span style="margin-left: 6em;"><i>que donde pone la pluma</i></span><br /> +<span style="margin-left: 6em;"><i>el delgado papel rasga</i>.</span><br /> +</p> + +<p>La carta de Rafaela era como sigue:</p> + +<p>«Sr. D. Pedro Lobo: Ni usted tiene, ni yo he dado a usted el menor +derecho para lo que hace, inquietándome, afligiéndome y desesperándome. +Jamás prometí ni exigí a usted que me prometiera fidelidad ni +constancia. No hay lazo que nos ate ni obligación que nos encadene. +Libre es usted y yo también lo soy de querer a quien se nos antoje. Con +plena libertad, aun después de haber arrojado de mi alma, por motivos de +que no tengo que darle cuenta, todo tierno afecto hacia usted, le +consagraba yo aún estimación amistosa. Esta se ha perdido también por la +tremenda culpa de usted cometida hace pocos días. Ya ni amor, ni +amistad, ni estimación le tengo. No diré que le odio, porque no odio a +nadie, y si le odiase haría de usted excepción honrosa. Me es usted +indiferente, pero me aburren y me atacan los nervios sus persecuciones. +Váyase usted de Río y déjeme en paz. Como no gusto de frases pomposas, +cuyo contenido pudiera alguien poner en duda, no me meto en decir que +soy una dama y que usted es un caballero: diré sólo que soy una buena +mujer, aunque pecadora, y que espero que sea usted un hombre bueno para +mí y que como tal se conduzca. Con dicha esperanza escribo esta carta, y +confío en que no me comprometerá usted abusando de ella; mas aunque +desconfiase, de nada tendría miedo. Podría usted causarme el mayor daño +y me sería menos insufrible que su empeño de reanudar relaciones. Rotas +están para siempre y nada temo por mí. Temo por usted y le aconsejo que +se vaya cuanto antes a Europa. Por nada del mundo quisiera yo más +tragedia. Yo no soy vengativa, pero hay personas que lo son. Guárdese +usted de ellas, y póngase en salvo.»</p> + +<p>Así terminaba la carta, firmada sólo con la inicial R.</p> + +<p><i>Madame</i> Duval la llevó a la fonda donde el gaucho vivía, y estuvo +presente a su lectura.</p> + +<p>No bien acabó de leer, Pedro Lobo dijo furioso:</p> + +<p>—Me insulta y hasta se atreve a amenazarme. Sin duda tiene nuevo galán y +con él es con quien me amenaza. Yo me río. Morirá a mis manos como +Arturito ha muerto.</p> + +<p>—Sosiéguese usted—dijo <i>Madame</i> Duval con mucho reposo—. No es amenaza +sino aviso lo que da mi señora. Ella dista mucho de tener nuevo galán. +Créame usted. Hablo sinceramente. Mi señora se ha entrado por la +devoción y lleva camino de ser una santa.</p> + +<p>—¿Pues entonces quién es la persona de quien dice que debo salvarme? Yo +no quiero salvarme de nadie. La buscaré y nos veremos las caras.</p> + +<p>—No se exalte usted, señor Pedro Lobo—replicó la dueña—. No hay motivo +ni posibilidad de que usted tenga nuevo lance. El aviso de mi señora se +funda....</p> + +<p>—¿En qué se funda?</p> + +<p>—Tal vez en que ha irritado usted a un hombre rico y poderoso +arrebatándole su único hijo, a quien idolatraba.</p> + +<p>—¿Cree Rafaela acaso que el viejo Machado es capaz de pagar sicarios +para que me asesinen?</p> + +<p>—Muy lejos está de creerlo, pero tal vez haya quien, sin esperar ni +recibir salarios, ponga a usted asechanzas y atente contra su vida.</p> + +<p>—¿Y quién puede ser ese guapo?</p> + +<p>—Pues bien, señor Pedro Lobo, voy a decírselo a usted para su gobierno. +No digo que sea, pero puede ser el negro Octaviano. Acusarle sería +inútil y hasta peligroso porque se pondría cierto lance en conocimiento +de la justicia y porque no hay prueba alguna contra Octaviano. Yo sólo +sé que él es rencoroso y fuerte, que sabe disimular sus propósitos y que +amaba en extremo a su niño, como él llamaba al señorito Arturo. El brío +del tal negro es para aterrar a cualquiera. Todos los otros negros le +reconocen como el más diestro y pujante en la <i>carnerada</i>.</p> + +<p>—¿Y qué diantre de <i>carnerada</i> es esa?—preguntó Pedro Lobo riendo, +aunque preocupado y un tanto cuanto con la risa del conejo.</p> + +<p>—La <i>carnerada</i>—contestó <i>Madame</i> Duval—, es un raro arte de esgrima que +los negros aprenden y ejercen. Como tienen la cabeza más dura que +hierro, hacen de ella un arma y llegan a dar topetadas feroces y a veces +mortales. A menudo, ni la ley puede castigarlos por este crimen, porque +una fiebre o un delirio, que también se llama <i>carnerada</i>, se apodera de +ellos, les quita la responsabilidad y el juicio y los impulsa a correr +frenéticos por las calles y a chocar con el primero que más a propósito +se les antoja, dándole a veces tan tremendo golpe en el pecho, que le +causa la muerte. Ni mi señora ni yo podemos saber de fijo que Octaviano +quiera emplear en usted la <i>carnerada</i>; pero todo es posible, y tenga +usted entendido que Octaviano no es solamente audaz, sino también +precavido y astuto, por lo cual, si se propone <i>topar</i> contra usted, no +le bastaría fiar en su destreza, aunque es mucho lo que en ella fía, y +de seguro que habrá juramentado a varios de sus amigos y discípulos en +el arte, para que si él malogra la empresa, ellos la terminen.</p> + +<p>Al oír esta relación, Pedro Lobo no pudo aguantar más, montó en cólera y +dijo a la dueña:</p> + +<p>—Ea, basta ya, doña Duval o doña Marisápalos, y no pretenda burlarse de +mí e intimidarme con mentiras o con ridiculeces. Pronto, largo de aquí, +si no quiere usted que me olvide de que es mujer y... vieja.</p> + +<p>Lo de vieja dolió en extremo a <i>Madame</i> Duval, porque se consideraba +joven y casi lo era. Aún no había cumplido cuarenta años; gozaba de muy +buena salud; si bien algo chata, no tenía mal ver, y estaba rolliza y +sonrosada, y con la tez tersa y jugosa.</p> + +<p>Al llamarla vieja, Pedro Lobo procedía con injusticia notoria y con +falta bestial de galantería, pero, como estaba tan enojado, algo debemos +perdonarle.</p> + +<p>Lo que es <i>Madame</i> Duval no le perdonó nada. Tuvo, sí, miedo de su furia +y puso pies en polvorosa. Sin embargo, al llegar a la puerta de la sala, +y antes de apresurar el paso y aun de echar a correr, no pudo resistir a +la tentación de imitar a los partos y de disparar huyendo la más +emponzoñada flecha.</p> + +<p>—Señor valiente—dijo—. No disimule usted su miedo con la cólera. El caso +es grave. No morirá usted de cornada de burro, pero puede morir de +topetada de negro. Esté sobre aviso.</p> + +<p>Pedro Lobo quedó bramando de coraje. Hallaba ridículo que le amenazasen +con la <i>carnerada</i>, y más ridículo aún que él la temiese. Pedro Lobo, no +obstante, la temía, aunque trataba de disipar el temor y de ocultarle a +su propia conciencia.</p> + +<p>Harto sabía él que lo de la fiebre o delirio de la <i>carnerada</i> no era +fábula. Por otra parte ¿qué adelantaba con seguir en Río? La carta de +Rafaela era feroz, pero él desistía de vengarse de ella villanamente. Y +pretender o exigir de nuevo reconciliación, ya con súplicas, ya con +intimidaciones, estaba convencido de que era inútil.</p> + +<p>En Río, además, donde el Sr. Gregorio Machado era bastante querido, casi +toda la gente de la sociedad miraba al gaucho con disgusto mal +disimulado como a matador de un mozo que en medio de todos sus extravíos +siempre había sido dulce y afable.</p> + +<p>Pedro Lobo revolvió mil cosas en su mente, formó mil desatinados +proyectos: hasta pensó en ir de mano armada a buscar a Octaviano, +adelantándose a matarle antes de que él le matara; pero al cabo, después +de muchos desvaríos, prevaleció la determinación más juiciosa; y, cuatro +días después de la conversación que tuvo con <i>Madame</i> Duval, Pedro Lobo +se embarcó en un vapor inglés que iba a Southampton y libró de su odiada +presencia a Rafaela, a <i>Madame</i> Duval, al señor Gregorio Machado, a +Octaviano, y a casi toda la sociedad <i>fluminense</i>.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XX" id="XX"></a>-XX-</h2> + + +<p>Grosero y pesimista es el refrán que dice: el muerto al hoyo y el +vivo al bollo. El refrán, con todo, tiene por desgracia mucho de verdad. +A los siete u ocho días de muerto Arturito y a los tres o cuatro de ido +Pedro Lobo, nadie se acordaba ya de Arturito, salvo su padre, Octaviano, +Rafaela y el Sr. D. Joaquín, que le amaba y le lloraba como a su mejor +amigo. Porque D. Joaquín, cual fruto almibarado y sabroso con cáscara +amarga, no bien quedó despojado por el amor y el arte de su mujer de la +cáscara de usurero en que durante muchos años se había parapetado y +escondido, apareció como el ser más tierno y angelical entre todos los +seres humanos.</p> + +<p>En Río se seguía la vida de costumbre, si bien muchos caballeros y la +elegante juventud dorada echaban de menos la tertulia de Rafaela, la +cual andaba retraída y triste, y no recibía.</p> + +<p>Muchos jóvenes de la buena sociedad acudían con frecuencia al casino +como único recurso. Nuestros amigos, o por lo menos conocidos ya del +lector, el vizconde de Goivoformoso y Juan Maury, eran de los que allí +más acudían.</p> + +<p>Hubo, a la sazón, un incidente que tiene trazas de insignificante, pero +del cual importa dar cuenta ahora, porque contribuye algo a la claridad +y al proceso de esta historia, quizás más verdadera que divertida.</p> + +<p>En sus ademanes, en su conversación, en su modo de vestir, de +presentarse y hasta de andar, era tan sencillo Juan Maury y carecía +tanto de afectación y estudio, o los disimulaba tan bien, que las +personas ordinarias no caían en la cuenta de su aristocrática y natural +distinción, y sólo las personas que, si no tenían la misma distinción, +eran dignas y capaces de tenerla, comprendían y estimaban en todos sus +quilates la del inglesito: pero ni a unas ni a otras personas +deslumbraba él ni hería o lastimaba con elegancias de relumbrón. Era +todo lo contrario de lo que había sido Arturito al volver de París. La +ropa, los dijes y los primores de Arturito habían excitado la admiración +y la envidia. Su <i>dandinismo</i> había hecho estruendosa irrupción en la +mente de sus maravillados compatriotas, mientras que el <i>dandinismo</i> de +Juan Maury, casi a despecho de su poseedor, sólo se insinuaba con suave +lentitud en el espíritu de la gente más delicada. Evidentemente, Juan +Maury ni tenía en Río, ni hubiera tenido en parte alguna, el menor +propósito de llamar la atención, y menos que por nada por adornos o +perfiles que pueden comprarse en una tienda. Pero aún era muchacho y +solía tener caprichos casi infantiles. Por uno, pues, había llamado la +atención a pesar suyo. Nadie había reparado en que sus fracs y sus +levitas tenían corte más elegante, ni que en todo lo demás de su traje +había el sello de la perfección que cabe en lo humano; pero el bastón +que llevaba de diario excitó la admiración e hizo el encanto de todos, +porque entonces era objeto de altísima novedad, y de invención tan +reciente, que tal vez no se contaría aún por todo el mundo media docena +de semejantes bastones, los cuales, con el andar del tiempo, se han +emplebeyecido y divulgado tanto, que ya nadie los lleva, a no ser algún +cursi frenético y atrasado de moda.</p> + +<p>El bastón de Juan Maury era un bambú como cualquiera otro. Por donde +descollaba y pasmaba, era por el puño, hecho de marfil en forma de +cabeza semi-humana, semi-perruna, bastante bien tallada. Los ojos eran +de vidrio, imitando los naturales, y muy luminosos. La parte que +figuraba el pelo estaba teñida de negro; en las mejillas había un tinte +sonrosado, y en la boca vivísimo color rojo. Se tocaba un resorte o +botoncito, y la figura entonces bajaba y subía los párpados, abría mucho +la boca y sacaba y enseñaba una lengua muy larga y puntiaguda.</p> + +<p>Las muecas de la cabeza esculpida, al moverse por medio del resorte de +la manera ya indicada, divirtieron mucho a los jóvenes brasileños, y no +pocos se apresuraron a ser presentados a Juan Maury para que les +enseñara el bastón, cuyo éxito fue tan grande que le pidieron las señas +de la ciudad y de la tienda donde le había comprado, y pidieron una +buena remesa de ellos para Río.</p> + +<p>Mucho distaba aún de llegar la remesa, cuando, en aquellos mismos días +del lance entre Arturito y el gaucho, notó la gente que Juan Maury no +llevaba ya el bastón. Le preguntaron por su paradero y él contestó que +no sabía. El bastón se le había perdido. No había quedado rastro de él. +Era como si la tierra se le hubiese tragado.</p> + +<p>Tres puntos fueron los que en aquellos días se tocaron en las +conversaciones en que la política o la literatura no entraban por nada. +La muerte de Arturito y la pérdida del bastón, aunque pronto empezaron a +olvidarse ambas cosas, y por último la aparición de la famosa contralto +Rosina Stolz, que iba a estrenarse en el teatro principal, en la +Semíramis de Rossini, donde ella era admirable, como actriz y como +cantora, haciendo el papel de Arsaces.</p> + +<p>Los filarmónicos, que en los ensayos la habían oído, estaban +entusiasmados y referían maravillas, lo cual acrecentaba la envidiable +fama que la había precedido antes de llegar de Europa y estimulaba en +todas las personas de buen gusto la curiosidad y el anhelo de verla y de +oírla.</p> + +<p>Daba mayor interés a la aparición de la Stolz en el teatro de Río, el +que se había formado un terrible partido contra ella, impulsado por el +sentimiento patriótico. Y no porque nadie imaginase que podía existir +rivalidad entre las <i>modinhas</i> del país y la música de los grandes +maestros italianos, ni entre las indígenas y populares cantoras y una +<i>diva</i> tan eminente y tan aplaudida en los principales teatros europeos. +Todo era por culpa de un desaforado crítico francés, que no ha dejado de +tener imitadores más tarde. Anticipándose a Julio Lemaître, que publicó +un artículo en los periódicos dando consejos a Sara Bernhardt cuando fue +a América, el referido crítico había dado y publicado también consejos a +la Stolz antes de que se embarcase en un puerto de Europa para ir a la +conquista del Nuevo Mundo.</p> + +<p>Muy de veras me aflige no conservar el artículo de los consejos +dirigidos a la Stolz para poder copiar aquí un trocito; pero como Julio +Lemaître, en caso parecido, si no idéntico, vino a decir lo propio, +pondré aquí algo de lo que dijo:</p> + +<p>«Vais—le dijo, yo supongo que dirigiéndose a la Stolz—, a mostraros a +hombres de poco arte y de menos literatura, que os comprenderán mal, que +os mirarán con el asombro que se mira una ternera de cinco patas, que +verán en vos un ser extravagante y estruendoso, y no la artista +infinitamente seductora; y que no reconocerán vuestro talento sino +porque les costará caro el oíros».</p> + +<p>Para remachar el clavo con que el crítico hería el orgullo de la América +latina, como ahora se dice, había en el artículo algunas amonestaciones +a la artista, a fin de que no se dejase enternecer por las ardientes +adoraciones de los entusiastas americanos, a quienes el articulista +calificaba de sensuales y de candorosos, y que, inflamados de amor, +irían a ponerse de hinojos ante ella.</p> + +<p>Este arranque de la <i>outrecuidance</i> parisina enojó en extremo a los +brasileños más patriotas, faltando poco para que no le produjese a la +Stolz el amargo fruto de una silba. Por fortuna la filarmonía pudo más +en esta ocasión que el patriotismo vidrioso, y la Stolz fue aplaudida +frenéticamente, y llevada a su casa en triunfo, con música, antorchas y +faroles encendidos. Hubo, no obstante, algún poeta satírico y +avinagrado, que se vengó en la Stolz de la insolencia del crítico +francés, y todavía conservo yo en la memoria algo de una graciosísima +sátira que le compuso, donde después de afirmar que la artista era un +desecho del viejo mundo y ella también vieja, justifica irónicamente los +aplausos que le han dado con razones y comparaciones como las contenidas +en los siguientes versos:</p> + +<p class="noindent"> +<span style="margin-left: 6em;"><i>Um velho poema de capa extragada</i></span><br /> +<span style="margin-left: 6em;"><i>Nao perde por isso o interno valor</i></span>,<br /> +<span style="margin-left: 6em;"><i>E a veces de baixo da pranta pisada</i></span><br /> +<span style="margin-left: 6em;"><i>Descóbrense ainda vestigios da flor</i>.</span><br /> +</p> + +<p>Pero no adelantemos los sucesos; prescindamos de este episodio que +apenas tiene relación con nuestra historia, y volvamos a la noche en que +Rosina Stolz apareció en el teatro de Río por vez primera.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XXI" id="XXI"></a>-XXI-</h2> + + +<p>Rafaela, que era generosa de todo, lo era también de aplausos y de +alabanzas. Por nada del mundo hubiera gustado de que silbasen a la Stolz +como la habían silbado a ella, a no tener a la mano otro D. Joaquín para +consolarla de la silba. Rafaela quiso, pues, que la Stolz triunfase, y +se propuso contribuir a su triunfo. Y como Rafaela además era +aficionadísima a la música, no se resignó a dejar de oír a tan egregia +cantarina. De aquí que saliese del retraimiento en que por la pena de la +reciente muerte de Arturito se encontraba y apareciese en su palco, en +el teatro, la primera noche en que la Stolz cantó en la <i>Semíramis</i>. Don +Joaquín fue también, aunque estaba tan apesadumbrado como si hubiese +perdido un hijo.</p> + +<p>En el entreacto, el vizconde de Goivoformoso y Juan Maury, que estaban +en butacas contiguas, subieron juntos a visitar a Rafaela.</p> + +<p>Muy impresionado estaba el vizconde, así por el canto como por la acción +y la mímica de la Stolz, pero casi le borró aquella impresión una +sorpresa que D. Joaquín, sin pensarlo ni quererlo, acertó a dar a él, y +también a Juan Maury y a Rafaela.</p> + +<p>No sabemos cómo se habló de Arturito y se lamentó su muerte. Don Joaquín +se conmovió, hizo tres o cuatro pucheritos y se le saltaron las +lágrimas.</p> + +<p>—Toda mi vida—exclamó—, conservaré como recuerdo una prenda suya, que, +sin duda, <i>Madame</i> Duval llevó a la alcoba de mi mujer, donde yo la +encontré hace dos o tres días. Esta es la prenda.</p> + +<p>Y levantando la mano del puño del bastón en que la tenía apoyada, dejó +ver la cabecita de marfil que ya hemos descrito. Y llorando todavía por +el difunto, tocó el resorte y movió la cabecita para que bajase y +subiese los párpados, abriese la boca y sacase la lengua, luciendo sus +habilidades. Al ver aquello, el vizconde se sonrió con malicia mirando a +Juan Maury; éste se puso rojo como la grana, y Rafaela, sin poder +reprimirse, empezó a reír a carcajadas. Don Joaquín hubo de imaginar que +a Rafaela le hacían mucha gracia las muecas de aquel muñeco, y le movió +más, poniéndosele delante. Rafaela rió entonces con carcajadas más +sonoras, y, para no llamar la atención del público, se retiró al fondo +del palco. Allí siguió la risa, y siguió, hasta que D. Joaquín, que +había cesado ya de mover el resorte, acabó por alarmarse. También se +alarmaron Juan Maury y el vizconde, únicos allí presentes. La risa, por +caso extraño, se convirtió en ataque de nervios. Fue menester que +Rafaela se retirase a su casa a media función, sin contribuir al triunfo +de la famosa cantarina y sin presenciarle.</p> + +<p>Sólo el vizconde, testigo de aquella escena, pudo comprender sus causas +y explicar su significado.</p> + +<p>Don Joaquín no volvió a servirse del bastón, porque Rafaela le dijo que +el verle le hacía daño.</p> + +<p>En efecto; Rafaela era una criatura muy singular. Al principio halló +chistosa la equivocación de su marido y se rió de todas veras, con +placer semejante al que produce la representación de un grotesco +sainete; pero la tenaz persistencia de la escultura en sus muecas y +visajes le produjo un efecto muy raro. Del mismo modo que al restregar +un fósforo se hace brotar la llama, se diría que aquella figura, con sus +persistentes y fantásticos movimientos, le restregó las telas del +cerebro, y barriendo de allí las imágenes ridículas, hizo aparecer el +cuadro vivo de tristes sucesos a que ella había dado ocasión, cuando no +causa, y la no menos viva representación de la deplorable facilidad con +que ella, casi sin saber cómo, había abandonado, en un momento de +alucinación, los sinceros propósitos y los excelentes planes que le +había hecho concebir el Padre García. Tal vez en la misma noche en que +Arturito y el gaucho reñían un duelo a muerte, ella con el inglesito se +había olvidado de todo. El puño del bastón, con su monstruosa y +semi-humana figura, de repente se trocó en un espectro para ella; en un +espectro que acudía a atormentarla con burlas espantosas.</p> + +<p>La señora de Figueredo, con todo, no se ahogaba en poca agua ni se +asustaba por cualquier niñería. El ahogo y el susto pasaron pronto. +Todas las cosas volvieron al ser que tenían.</p> + +<p>El inglesito llegó a ser íntimo en casa de Rafaela. Don Joaquín concibió +por él mucho más cariño que el que tuvo al gaucho, y casi estamos por +afirmar que un poco más que el que tuvo a Arturito. Hasta la propia +<i>Madame</i> Duval le cobró mayor amistad, le consideró más que a nadie y le +miró como si fuese el señorito hijo de la casa, hablándole siempre en +inglés y dándole el tratamiento de Master John.</p> + +<p>Pasado este incidente, advertido sólo por el vizconde de Goivoformoso y +por los tres actores principales, empezó y transcurrió una época +brillantísima para el hotel de los señores de Figueredo y famosa en los +anales de la <i>high life</i> fluminense. Banquetes, animadas tertulias, +bailes, lucidas cabalgatas y hasta giras de campo se sucedían con corta +interrupción. El inglesito no faltaba jamás en estas diversiones. Y +Rafaela, como el sol en el meridiano, resplandecía por su hermosura y +elegancia y parecía dichosa. Lo que es D. Joaquín no se mostraba menos +elegante ni menos satisfecho, aunque sí harto menos bonito, y dejando +notar en la flojedad de sus piernas y en el temblor de sus manos que lo +que llaman vulgarmente el <i>bajón</i> iba llegando para él, y que así para +él como para los demás mortales, no pasan en balde los años.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XXII" id="XXII"></a>-XXII-</h2> + + +<p>Pronto pasó uno más, cuando ocurrió algo que, si bien hubiera +debido preverse, fue muy doloroso para Rafaela. Juan Maury, trasladado +por su gobierno con ascenso a una Legación de Europa, tuvo que abandonar +a Río de Janeiro. Rafaela sintió sin duda grandísimo pesar, pero no le +faltó energía para disimularle, y a los ojos del público apareció +impasible y serena, así en los días que precedieron a la partida de Juan +Maury como después de su partida.</p> + +<p>Lo que pasó, durante aquellos días, en el corazón de Rafaela, no lo supo +más que una persona. Rafaela no se lo podía ni se lo quería decir a +<i>Madame</i> Duval, por juzgar sobrado sublime su secreto para hacer +partícipe de él a tan vulgar personaje. Ni podía ni quería tampoco +confesarle al Padre García, por considerar su secreto profano y por no +ver en él culpa acompañada de arrepentimiento.</p> + +<p>Rafaela, no obstante, sentía la necesidad de desahogar con alguien su +corazón, hablando de sus penas. Y como su único, constante y muy íntimo +amigo en la ciudad era el Vizconde de Goivoformoso, a quien trataba +desde que ella había llegado a Lisboa, Rafaela reconoció que sólo el +Vizconde era su posible confidente, y habló con él de todo, si bien con +mayor seriedad, con el mismo desenfado y con la misma franqueza que +empleaba para hablar con él cuando, hacía ya más de diez años, él y ella +iban a merendar o a cenar juntos en el <i>Retiro de Camoens</i>.</p> + +<p>Después de la ida de Juan Maury, Rafaela, a fin de evitar las hablillas +y para que no se burlasen de ella afectando compadecerla como a mujer +abandonada, siguió recibiendo por las noches y procurando que su +tertulia no estuviese menos concurrida ni menos alegre que antes.</p> + +<p>Las expediciones campestres de D. Joaquín a la <i>chácara</i> y las +frecuentes jaquecas de que ella padecía, eran recursos de que no se +había desprendido ni quería desprenderse. De estos recursos se valió +entonces, no en pro del amor, sino en pro de una antigua y constante +amistad, de la que esperaba consuelo y alivio en sus penas. Deseosa de +hablar reposadamente con el Vizconde, le citó para una noche en que no +recibía a los demás tertulianos, y tuvo con él el coloquio que vamos a +reproducir aquí.</p> + +<p>Después de los amistosos saludos de costumbre, con la inveterada +familiaridad de siempre, y tuteando al Vizconde como solía, Rafaela le +dijo:</p> + +<p>—Tú eres mi mejor amigo, lleno para mí de amabilidad y de indulgencia. A +solas contigo, no sé disimular: todo lo confieso: pienso alto. No me lo +agradezcas. Yo soy quien debe mostrarte su gratitud. Si yo no pudiera +decir a alguien lo que siento, si no te tuviera a ti para decirlo, creo +que mi corazón estallaría como una bomba.</p> + +<p>—Pues, hija mía, di cuanto se te ocurra, que pronto estoy a escucharte y +a consolarte si puedo.</p> + +<p>—De sobra—replicó ella—sabes mis relaciones con Juan Maury. Lo que no +sabes es lo que ha habido de singular y de nuevo en estas relaciones. +Otros hombres me han inspirado simpatías más o menos vehementes. Por +ellos he sentido lo que se llama amistad. A caer en sus brazos me ha +impulsado no sé qué extraña misericordia, no sé qué endiablada +generosidad, que califico de perversa, y no sé qué vanidosa estimación +de mi propia hermosura. He sido como engreído artista que anhela mostrar +la linda joya que ha cincelado al que juzga delicado conocedor y buen +perito. He sido como el poeta que, por más esfuerzos que hace, no sabe +resistir a la tentación de recitar sus versos a quien juzga persona de +gusto exquisito, capaz de estimar y de tasar el valor de ellos y los +quilates de perfección y de belleza que contienen. Esta soberbia mía y +el benigno afán de conceder yo venturas, sin pena para mí, sino tal vez +con deleite, han sido la causa de no pocos extravíos y ligerezas que +deploro. La gente me calificará de mujer galante y enamorada. Pero, si +bien se mira, yo no he conocido el amor, como este no sea una +combinación de amistad, aprecio, deseo de agradar y de embelesar, y +empeño vanidoso en mostrar a quien se aprecia y a quien se profesa +cierto cariño, todo el valer, toda la lozanía y toda la potencia +deleitable y beatífica de la propia persona. Pero esto no es el +verdadero amor. Si no fuese por los versos y las novelas que he leído, +yo no tendría de él ni noticia ni presentimiento. En mi alma ha habido +predilección no pocas veces. Tú, por ejemplo, y no quiero lisonjearte, +has sido uno de mis predilectos. Lo que no ha habido en mi alma ha sido +el amor perfectísimo de que nos habla la poesía. Mi alma ha tenido sus +predilectos. Nunca ha llegado a tener al amado: al único, al verdadero y +legítimo esposo; al que exclusivamente y para siempre se rinde la +voluntad y se entrega y se abandona la vida. Sin él no se concibe goce. +Las aspiraciones todas del espíritu, la fe en el mérito y excelencia de +un ser extraño, el ansia de inefables placeres, todo, según dicen, se +pone y se busca en el amado, el cual sólo podría tener rival en Dios, si +lográsemos mortificar y aniquilar nuestro cuerpo y convertirnos en +espíritu puro. Para la mujer amante no tiene, pues, ni puede tener en la +tierra, rival el amado. Yo no había llegado ni me consideraba capaz de +llegar a tan gentil idolatría. Sólo he entrevisto y columbrado así la +capacidad de sentirla como el hechizo que debe de haber en ella, desde +que fui de Juan Maury. Pero él, bondadoso, agradecido, con notable +afecto hacia mí, porque yo no puedo ni quiero quejarme de su tibieza ni +de su egoísmo, siempre me consideró como a una buena mujer, aunque harto +ligera, y ese amor verdadero, ese apretado lazo de unión completa e +indisoluble entre dos corazones humanos, jamás imaginó que pudiera +enlazar su corazón con el mío. Yo entiendo que esto no llega a +conseguirse jamás con súplicas y excitaciones de una parte. En ambas, +para que prevalezca, ha de nacer de un modo espontáneo. Además, yo soy +orgullosa y detesto la ficción y la mentira, aunque la piedad las +motive. De aquí que al amor ideal, al amor exclusivo y único, que iba a +brotar en mi alma, por primera vez y como flor tardía, le corté yo las +alas antes de que remontase el vuelo. Juan Maury se ha ido. Yo no le +censuro. Ha hecho bien. Ni él podía darme ni yo podía exigirle amor +constante y para siempre. Deploro el amor ahogado antes de nacer, mas no +el que ya vivía y ha muerto. Hasta en mi propia alma había obstáculos +invencibles contra el nacimiento del amor, obstáculos que hubieran +combatido contra él para darle muerte apenas nacido. La amistad que me +inspira Joaquín Figueredo, mi gratitud hacia él, la estimación que le +tengo, al ver en él un conjunto de nobles prendas, oculto y sepultado +antes bajo las ruines condiciones de su sórdida existencia primera, y +que yo he descubierto después, así para mí como para la generalidad de +los hombres, todo esto no ha podido vencer la inclinación viciosa de mi +naturaleza, la vehemencia de mis pasiones y la licencia y el desenfreno +en que me he criado. Inútiles han sido mis propósitos de serle fiel; +pero, me parece que no puede haber fuerza en el mundo que me impulse a +serle inconstante, a abandonarle, a causarle inmenso dolor dejándole ver +con claridad mi desvío, siendo con él cruelmente ingrata. Tengo por +cierto que si mi amor hubiera nacido y se hubiera manifestado con la +mayor vehemencia y si Juan Maury hubiera participado de él por completo, +todavía hubiera yo preferido morir a dejar solo a Joaquín Figueredo, sin +los cuidados y la ternura que hoy más que nunca necesita y que yo le +dedico. Por esta consideración, casi me alegro de que Juan Maury me haya +dejado y se haya ido muy lejos. Más vale que amor no nazca que no que +muera en terrible lucha con una obligación que juzgo sagrada. Acaso +halles tú harto alambicado y sutil lo que estoy diciendo, pero digo lo +que siento aunque te parezca inverosímil. Hoy, perdido para mí Juan +Maury y demostrada mi imposibilidad de amor, queda cual único fin de mi +vida el propósito de hacer feliz a Figueredo, de mirar por su salud y +bienestar, de endulzar y de prolongar su vida hasta donde sea posible, +y, si le sobrevivo, de cerrar piadosamente sus ojos y de llorar su +muerte.</p> + +<p>El Vizconde oyó con placer este en su sentir bello discurso, y le oyó +también con asombro, porque apenas había hablado íntimamente con Rafaela +desde que, en la aurora de la vida de ella y de él, tuvieron ambos +frecuentes y encantadores coloquios en el famoso figón de Lisboa, +llamado <i>Retiro de Camoens</i>.</p> + +<p>En extremo se pasmó el Vizconde del extraordinario progreso del espíritu +de Rafaela en agudeza y en profundidad, y de su corazón en elevaciones +morales. Él pensó, no obstante, que estas elevaciones, la gratitud de +Rafaela y su reconocido deber de hacer dichoso a D. Joaquín, no se +habían opuesto hasta entonces, ni se opondrían en lo futuro, a ciertos +dulces, misteriosos y fugaces abandonos. Pensó también que Rafaela +estaba afligidísima porque no había podido nacer en ella el amor puro. Y +pensó, por último, que para consolación de tantas cuitas, y vista y +declarada la imposibilidad del amor puro, aún podría servir el mixto, +tal como Rafaela le entendía y le había descrito, o sea la combinación +de la amistad, del aprecio, del anhelo de lucir generosidad y gallardía +y de la sed del deleite.</p> + +<p>Rafaela estaba bellísima: incomparablemente más bella que allá en +Lisboa, en la plaza de toros o en el <i>Retiro de Camoens</i>. Entonces era +diamante en bruto: ahora diamante pulimentado y primorosamente engarzado +en cerco de oro. Entonces era como planta silvestre de flor menuda y +desabrido fruto, y ahora como planta cultivada con el mayor esmero, rica +en flores odorantes y pomposas y en los frutos más exquisitos y +sazonados.</p> + +<p>Hechas estas reflexiones, que asaltaron con rapidez y en tumulto la +mente del Vizconde, y movido además por el deseo, por el cariño y hasta +por la obligación en que se creía de ofrecer consuelo, a fin de no pasar +por descortés y por sandio, el Vizconde recordó con viveza las antiguas +intimidades y mostró con mayor viveza aún el prurito de renovarlas. Pero +se llevó chasco y se quedó frío.</p> + +<p>Rafaela, sin menguar en nada su amistad hacia el Vizconde, y sin +descomponerse con violencia y con enojo, le rechazó de modo tan resuelto +y tan firme, que se disiparon las ilusiones que él se había forjado y +reconoció que sólo con amistad podía consolar a Rafaela y ella quería +ser consolada por él.</p> + +<p>El Vizconde tuvo el buen gusto de acomodarse a las circunstancias e hizo +bien el papel de confidente y amigo. Así el coloquio duró aún más de una +hora. Rafaela volvió a hablar de su pena, de su aspiración no cumplida +de amor verdadero y de la desesperanza que de este amor tenía, +celebrando y llorando a la vez por ello la partida de Juan Maury. +Declaró por último su firme propósito de consagrarse en adelante a la +amistad sólo; a la amistad sin combinaciones y llena de limpieza. Para +esto, para que fuese su íntimo amigo, había citado al Vizconde. El otro +amigo predilecto, cuya vida, mejorada por ella, quería seguir endulzando +hasta que llegase a su fin e iluminándola con luz hechicera, era el +señor de Figueredo.</p> + +<p>Terminadas todas estas revelaciones y apasionados discreteos, Rafaela +tocó la campanilla, vino <i>Madame</i> Duval y sirvió el té con bizcochos, +pastas y tostadas, y ya con excelente crema de las vacas que había en la +<i>chácara</i> de Petrópolis.</p> + +<p>El Vizconde tuvo que irse después por donde había venido, con el +contento de que se hubiese reanudado y estrechado tan dulce amistad, y +con la melancolía de que fuese ya otra su forma, harto más sutil, +depurada y etérea que en lo antiguo.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XXIII" id="XXIII"></a>-XXIII-</h2> + + +<p>Nada, durante los dos o tres meses que se siguieron pudo notar la +persona más lince ni propalar la más maldiciente, que en la conducta de +Rafaela contradijese los propósitos expresados por ella en su coloquio +con el Vizconde. Se diría, por el contrario, que ella se extremaba en +realizarlos. Sus mimos, sus cuidados hacia D. Joaquín eran incesantes. +Entonces aún no había ferrocarril hasta Petrópolis. D. Joaquín, que +había envejecido, aunque gustaba de ir allí, se fatigaba mucho y Rafaela +se opuso a que fuese. Si iba alguna vez, Rafaela le acompañaba y +compartía con él la fatiga. Jamás se quejaba ya de jaqueca, ni enviaba +al campo a D. Joaquín cuando estaba jaquecosa. Casi siempre, sin +jaqueca, y aun cuando por acaso la padeciese, se complacía en tener a D. +Joaquín a su lado. Y al mismo tiempo no se mostraba ni triste ni más +seria que en lo pasado; su buen humor y su alegría eran como siempre. +Sus concurridas tertulias se hicieron diarias y sin interrupción. Nadie +hubiera podido declarar con fundamento que la partida de Juan Maury +había modificado el ser de Rafaela.</p> + +<p>Su amistad hacia el Vizconde siguió tan fina y tan estrecha como en el +coloquio, pero sin que el coloquio se repitiese. Ella seguía hablando +con el Vizconde, si bien delante de todos y sin dar que sospechar. Su +conversación amistosa la consolaba y la deleitaba.</p> + +<p>No tardó Rafaela en perder también este consuelo y este deleite.</p> + +<p>El Vizconde tuvo que irse a Berlín a ocupar otro puesto diplomático.</p> + +<p>Sufrió Rafaela con calma la nueva contrariedad, y aún siguió, durante +algunas semanas, el mismo género de vida.</p> + +<p>De repente, y sin que nadie pudiera atribuirlo a otra causa que a una +enfermedad, Rafaela dejó de recibir, se retiró y se aisló. Nadie la veía +ni en visitas, ni en paseos, ni en teatros.</p> + +<p>Este eclipse, aunque largo, terminó al fin, cuando pasaron otros cuatro +o cinco meses.</p> + +<p>Rafaela reapareció entonces, lozana, bella y refulgente como un astro, y +volvió a ser, durante más de un año, el delicioso centro de las +elegancias de Río.</p> + +<p>Quien enfermó después fue el pobre D. Joaquín. D. Joaquín enfermó muy de +veras y de la última enfermedad, que fue larga y penosa. En ella le +atendió, le veló y le cuidó Rafaela como la más santa, más fiel, más +devota y más apasionada de las mujeres. Hubo tal sinceridad, abnegación +y fervor en ella, que hasta las personas más incrédulas y mal pensadas +la miraron como modelo de cariñosas enfermeras. D. Joaquín exhaló en la +hermosa cara de ella el último suspiro, y ella con la dulzura de su +mirada mitigó el terror que infunde el ángel de la muerte, y en la +herida con que mata derramó el bálsamo de sus lágrimas.</p> + +<p>Rafaela, por bondad y por orgullo, era generosa y desprendida. En +aquella ocasión lo fue de suerte que dejó maravillados a todos los +brasileños. Pudo disponer y dispuso de la última voluntad de D. Joaquín +como de la suya propia. Todo D. Joaquín era suyo.</p> + +<p>Ella, no obstante, en vez de quedarse con el inmenso caudal de D. +Joaquín, se enorgulleció y hasta cierto punto se consoló con repartirle +en legados a todos los parientes pobres de él, que eran muchos, y a +varios establecimientos de beneficencia del imperio. A casi todos los +esclavos, en recompensa de sus servicios, les concedió libertad. Sólo +guardó consigo, aunque también beneficiados por el testamento de D. +Joaquín, a <i>Madame</i> Duval, a dos doncellas, y a tres negros de los más +fieles, hechos también libertos.</p> + +<p>La gente profana decía, entre admiración y broma, que jamás había habido +en el mundo aventurera más rumbosa, ni más bizarra y espléndida mujer +galante.</p> + +<p>Claro está que la esplendidez de Rafaela no llegó hasta el necio extremo +de quedar ella a pedir limosna o en estrechez tal que la obligase a +vivir muy en desacuerdo con la magnificencia de que, durante años, había +gozado. Rafaela conservó para sí una pequeña parte, en fondos +extranjeros, del gran capital de su difunto marido; conservó lo bastante +para que le produjese de setenta a ochenta mil francos de renta, con los +que decidió irse de Río y venir a vivir en Europa.</p> + +<p>Así lo hizo, a los pocos meses de viuda.</p> + +<p>De los posteriores sucesos de su vida, por espacio de mucho tiempo, ni +tenemos noticias circunstanciadas ni nos convendría darlas aquí aunque +las tuviésemos.</p> + +<p>Sólo veinte años después por medio del Vizconde de Goivoformoso, he +vuelto yo a saber de Rafaela, reanudándose su historia en lo más +esencial con lo que contaré en adelante.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XXIV" id="XXIV"></a>-XXIV-</h2> + + +<p>Entre no echar de menos a una persona y olvidarla por completo hay +una enorme distancia. Si el Vizconde de Goivoformoso hubiera seguido +siempre en Río de Janeiro, todo en torno de él, no sólo le hubiera +recordado a Rafaela, si no le hubiera hecho desear su presencia y +lamentar la falta de su trato y de su vista. Pero el Vizconde anduvo +peregrinando por muy diversos y distantes países, viendo objetos nuevos, +penetrando en el seno de muy diversas sociedades, hablando y oyendo +hablar lenguas distintas y corriendo no pocas y variadas aventuras. +Estuvo en Constantinopla, en Roma, en San Petersburgo, en Berlín y en +Viena; y, aunque la nación a quien servía, así por su posición +geográfica, como por la decadencia a que ha venido, no se mezclaba +activamente en los grandes sucesos, él, por afición natural y también +por su oficio, tuvo que enterarse circunstanciadamente de todos y +mirarlos con interés. Ocurrieron casos extraordinarios que no pudieron +menos de cautivar su atención poderosamente. Acabaron muchas dinastías, +se hundieron muchos tronos; Italia logró al fin su unidad, en balde +deseada durante trece o catorce siglos; se deshizo la confederación +germánica; Austria perdió la hegemonía; Prusia, vencedora, se puso al +frente de casi todos los pueblos germánicos; y por último, en tremenda +lucha con Francia, Prusia la venció y la desmembró, apoderándose de +algunas de sus hermosas ciudades y de parte de su fértil territorio y +obligándola, desde su misma capital, de que se había apoderado, a pagar +suma enormísima por su rescate.</p> + +<p>La vida del Vizconde, que permaneció soltero, fue, a su modo, y aunque +por estilo apacible, no menos rica de acontecimientos que la del mundo. +No faltaron en ella lances de honor y fortuna que no nos incumbe relatar +aquí. Baste saber que, durante veinte años, sobre pocos más o menos, +pues no creo que importe mucho una gran exactitud cronológica, el +Vizconde no volvió a ver en parte alguna a Rafaela, y ésta, si bien +siguió presente en su memoria, fue como imagen aérea y algo confusa, +velada como entre nubes de vagos recuerdos y de agradables antiguas +emociones.</p> + +<p>En los primeros días del año 1873, el Vizconde de Goivoformoso vino a +París a pasar una larga temporada.</p> + +<p>Vencida Francia, despojada de ricas provincias, desquiciado el primer +imperio entre anárquicas convulsiones, y cruelmente multada ella, +todavía se repuso o más bien no tuvo necesidad de reponerse, porque no +decayó, permaneciendo robusta y firme en medio de tantos males y +conservando su poder y su riqueza gracias a la constancia y a la energía +de sus hijos. La fertilidad de su suelo y más aún el talento de los que +en él nacen y viven para todas las artes que hermosean, hechizan o +consuelan la vida humana, su industria y su comercio, su fecunda +habilidad para producir objetos de lujo y de regalo y su virtud +económica para crear riqueza y para conservarla, todo esto concurrió a +que Francia siguiese siendo, si no la primera en poderío material, la +más querida, la más admirada, la más respetada, y fuera de Inglaterra, +la más rica nación de Europa. Francia siguió dando la moda, enseñando la +elegancia y siendo escuela y centro de toda cortesía. La más brillante +antorcha de la moderna cultura se diría que siguió ardiendo en París y +que desde allí iluminaba al mundo y atraía amorosamente a las almas. +Sabios, poetas, dramaturgos y novelistas hay, sin duda, en otras +naciones, pero los que más se leen, se celebran y se admiran en todas +son los franceses. Apenas hay doctrina flamante, buena o mala, ni +filosofía, ni sistema político, social o religioso, ni corriente que +arrebate y lleve por nuevo camino las creaciones de la literatura y del +arte que no nazca en Francia o que desde Francia no sea difundida y +divulgada por todo el mundo. El francés sigue siendo, por donde quiera, +la lengua diplomática y el idioma universal de los refinados y de los +ilustrados. Las gentes de otros países de Europa, y más aún las de +América, si tienen medios para ello, acuden a París, como las mariposas +acuden a la luz, cegadas por su brillo. Allí creen las mujeres que, +sobre las prendas que en el suelo natal debieron a la naturaleza, van a +adquirir otras prendas artísticas y en cierto modo sobrenaturales, con +las cuales, cuando vuelvan a su tierra, pasmarán a sus compatriotas, +matando de amor a los hombres y de envidia a las mujeres. Los mancebos, +que van allí desde apartadas regiones, imaginan que van a probar +alambicadísimos deleites, ignorados y apenas columbrados en sueños en +los lugares de donde vienen, y que van a trocar su primitiva rudeza en +tan raro y gentil atildamiento que parecerán otros, y que, al salir del +baño de París, resplandecerán como seres punto menos que divinos; y los +hombres inclinados a las ciencias, a las letras o a las artes, entienden +que en París van a dar a su educación los últimos y más delicados toques +y van a hacerse dignos y capaces de la gloria, difundiéndola desde allí, +si es que la consiguen, con mayor facilidad y prontitud que desde su +misma patria o desde cualquier otro punto del planeta.</p> + +<p>No es de extrañar, en atención a lo expuesto, que los aspirantes a +<i>high-life</i>, en todos sentidos, vayan en peregrinación a París como van +a la Meca los musulmanes. Las mujeres van a comprarse dijes, afeites y +mudas, a vestirse con Worth y a aprender a saludar, a andar y moverse +con suprema distinción y según el último estilo; los seres humanos de +ambos sexos, que presumen de discreción, van allí a adquirir desenfado y +soltura fina y a ejercitarse en lo que llaman la <i>causerie</i>, o dígase en +cierto linaje de amenísima y sutilísima charla, que, según afirman los +franceses, y casi todos los que no son franceses creen, sólo en Francia +y en francés es posible; y los jóvenes, por último, que sienten arder en +su cabeza, ora el volcán de la inspiración poética o artística, ora el +fuego sagrado y creador de las especulaciones filosóficas o de las +ciencias experimentales, van a París a iniciarse en ellas, a inspirarse, +a saturarse bien de civilización, ya frecuentando la Sorbona, ya +asistiendo a los teatros, ya paseándose por los <i>boulevards</i>, ya +conversando con las <i>heteras</i>, como Sócrates, Alcibíades y Pericles +conversaban con Aspasia.</p> + +<p>Claro está que estos peregrinos de la cultura procuran visitar y tratar +a los ídolos a quienes mayor devoción consagran. Para el que se precia +en su país de hidalgo y linajudo, ¿qué mayor triunfo que introducirse en +algunas casas y en el seno de algunas ilustres familias del <i>Faubourg +Saint Germain</i>? Para el novicio o recluta de la sabiduría, ¿qué honra +más superfina y disparatada que la de ser presentado y bien recibido, +por ejemplo, en el año 1873 a que nos referimos, por el sabio Ernesto +Renan o por el espiritualista Caro, almibarado filósofo y maestro de +filosofía para las damas? ¿Y qué mayor encanto en el mismo año de 1873 +que el de hablar con Víctor Hugo o con Flaubert que aún vivían? Si el +que era presentado a ellos componía versos, pongamos por caso, impresos +o manuscritos podía llevárselos al ídolo, el cual tal vez tenía la +dignación de aparentar que los leía y que los entendía, aunque no los +leyese ni los entendiese. Y si por dicha llegaba a celebrarlos con +olímpica benevolencia, el poeta peregrino se llenaba de entusiasmo, de +fe y de aliento para atreverse a mayores cosas y ser en su tierra +trasunto, arrendajo, o copia en menor escala, guardando siempre la +proporción debida, de aquel a modo de numen tutelar de que había +acertado a proveerse. Pero, ¿qué mucho si hasta menos altas facultades y +virtudes, cuando están en potencia, se actúan, se acicalan, se templan, +se bruñen y se aguzan en París como la espada en la oficina del armero?</p> + +<p>En París, no sólo el entendimiento, la imaginación y la sensibilidad, no +sólo los sentidos estéticos, o sea la vista y el oído, sino también los +otros tres sentidos, se educan y se perfeccionan.</p> + +<p>El olfato se adiestra para atinar con los perfumes distinguidos y para +no confundirlos con los que sahúman o aromatizan a la gente ordinaria; +el tacto adquiere perspicacia asombrosa para reconocer y disfrutar lo +suave, aterciopelado, tibio y madoroso; y el paladar, por último, deja +de estar embotado por los groseros guisotes patrios, se limpia y se +despeja y llega a penetrarse de cuantos deliciosos sabores dan a sus +guisos los más inspirados cocineros del mundo.</p> + +<p>De lo exterior y somero de todas estas cosas goza el peregrino que llega +a París con dinero bastante; mas para entrar bien en París, para +naturalizarse allí de veras, y no en los bajos y obscuros círculos, sino +en los más eminentes y luminosos, el dinero no basta. Se necesita además +saber muy bien la lengua, poseer notables prendas de entendimiento o de +carácter, tener alguna habilidad rara que pueda manifestarse fácilmente, +estar dotado de cierta desenvoltura y atrevimiento, y sobre todo, caer +en gracia, lo cual suele depender, más que del mérito, de la suerte. Si +esta elevada naturalización no se consigue, el que va a París no goza en +París sino de lo que se paga; se queda aislado o desnivelado, sin llegar +a vencer la prevención, si a veces algo justificada, siempre fatua, de +que él es un ser retrasado en la marcha ascendente de la humanidad hacia +las regiones de la luz: un individuo de una casta o nacionalidad +inferior, y un bárbaro en suma. Verdad es, que siempre que un feliz +mortal, viniendo de tierras extrañas, logra vencer la prevención +susodicha, su triunfo es completísimo, su propia calidad de exótico le +da mayor precio, y los más encumbrados parisienses le ponen sobre el +pedestal en que ellos mismos están o se creen colocados. Así sucedió, +por ejemplo, con el célebre Enrique Heine, y así sucedía en el año a que +nos referimos con el famoso novelista ruso Ivan Turgueneff.</p> + +<p>Harto difícil y muy raro es el mencionado triunfo; de suerte que la +mayoría de los extranjeros que van a París, sobre todo si son +portugueses, españoles o hispano-americanos, a fin de gozar en París de +algo más que de aquello que se paga, forman sociedad aparte, y son como +una colonia, y están como en un teatro, cuyas magníficas decoraciones +son la gran ciudad de las orillas del Sena, pero entre cuyos personajes +apenas hay un francés de cierta importancia, a no ser alguno que por +curiosidad cruce el escenario de pasada y tome parte en la acción sin +premeditarlo y casualmente.</p> + +<p>Claro está que el Vizconde de Goivoformoso, aunque sólo fuera por su +posición diplomática, podía aspirar a más honda penetración en París y a +trato más íntimo con las varias aristocracias indígenas; pero, como +recién llegado, empezó por visitar y frecuentar los círculos +hispano-americano, español, portugués y brasileño.</p> + +<p>La acaudalada señora de Pinto, rica propietaria de Bahía de Todos los +Santos, que hacía cuatro años vivía en París con gran lujo, no bien se +informó de la llegada del Vizconde, a quien había conocido en Río, le +escribió un billetito, convidándole a los tés musicales y a veces +danzantes que tenía todos los viernes, y donde la mayor de sus hijas, +que eran dos, y ambas bonitas, mostraba su habilidad y hechizaba con su +voz melodiosa, cantando alternativamente, ya las <i>modinhas</i> de su país, +ya las canciones más sentimentales y melancólicas de Alemania, Italia y +Francia.</p> + +<p>El Vizconde de Goivoformoso aceptó gustosísimo aquella amable +invitación, y casi puede decirse que la primera tertulia a que asistió, +después de su llegada, fue a un té en casa de la mencionada dama +brasileña.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XXV" id="XXV"></a>-XXV-</h2> + + +<p>Vivía la señora de Pinto en una de las mejores calles que cortan +perpendicularmente la calle de la Universidad: en la parte menos +bulliciosa de las dos en que la ciudad está dividida por el Sena. La +casa de la dama brasileña era nueva y tenía hermoso aspecto. La señora +de Pinto habitaba en un piso principal, cómodo y espacioso.</p> + +<p>Ella tenía buen gusto y había amueblado su estancia, valiéndose de los +mejores tapiceros, con muebles elegantes y hasta lujosos, pero sin +relumbrón alguno. Nadie hubiera podido criticar sus salones por lo +chillón y lo dorado de los adornos, pero hubiera habido en ellos algo de +trivial y sin carácter propio, si la mencionada dama, o por reflexión o +por instinto, no hubiera acudido a ponerles un sello de originalidad +peregrina, un tinte marcado de distinción semi-aristocrática, +semi-americana. Había en la antesala tapices y reposteros, donde se +veían bordados los complicadísimos escudos de la gloriosa e histórica +familia de los Pintos; y en el centro, frente a la puerta de entrada, +resplandecía, en gran cuadro al óleo, al parecer antiguo, la reverenda +imagen de Fernán-Méndez, tan célebre por sus estupendas peregrinaciones, +y uno de los más brillantes antepasados de que aquella familia se +jactaba. Y como si fueran reliquias de los mil curiosos objetos que +Fernán-Méndez Pinto hubo sin duda de traer cuando volvió a Europa, se +admiraban en aquella antesala broqueles, armaduras, lanzas y sables +chinos, japoneses e indostaníes, combinado todo en las panoplias con +flechas y cuchillos de pedernal de los tupinambas, de los tupíes y de +otras tribus guerreras del imperio brasílico. En dos salas contiguas +apenas había nada de exótico, pero sí muchos primorcitos y antiguallas +de porcelana, bronce y plata, estatuetas, esmaltes y vasos colocados en +rinconeras, anaqueles y repisas, o ya sobre los mismos muebles, ya +custodiados en <i>vitrinas</i> de prolija talla y gracioso dibujo. El salón +de baile era de la más sencilla elegancia, estilo Luis XVI; sin más +adornos que grandes espejos. Los marcos y demás ornamentación, aljabas, +palomitas, lazos y flores, todo de madera charolada o más bien esmaltada +de blanco con filetes azules. En los ricos aparadores del comedor y en +sus armarios de roble esculpido, había mucha plata labrada, y en las +paredes se veía suspendida multitud de platos de diversas épocas y +procedencias, muestras escogidas del arte cerámica.</p> + +<p>La señora de Pinto, por último, había echado el resto en su <i>boudoir</i> y +marcádole más hondamente con el sello de su originalidad brasileña. +Allí, sobre un fondo de muebles cómodos y bonitos, de lo más perfecto y +refinado que en París se construye, había en urnas de cristal lindos +pajaritos disecados, mariposas e insectos de vivísimos colores; pájaros +vivos en doradas jaulas, y lozanas plantas de entre trópicos criadas en +invernáculo con atinado esmero.</p> + +<p>Todas estas preciosidades y otras muchas que aquí no se ponen para que +no parezca inventario este escrito, no evitaban que los maldicientes, +los descontentadizos y los muy preciados de pertenecer a la flor y nata +de la <i>high-life</i> o de la <i>smart-set</i>, calificasen de <i>interlopes</i> y de +<i>rastaquouères</i>, tanto la escena que acabamos de presentar, como las +personas que en ella aparecían.</p> + +<p>Contribuían no poco a que se formase este mal juicio las dos señoritas +de la casa, cuyo prurito de señalarse entre las demás mujeres y de +llamar la atención era harto extremado. No se contentaban con ser +elegantes y con andar bien vestidas como las mujeres parisienses, sino +que gustaban de añadir a las galas europeas, rasgos y perfiles del +remoto país en que habían nacido y de otras apartadas regiones.</p> + +<p>La noche de la tertulia a que asistió por primera vez el Vizconde de +Goivoformoso, la mayor de las señoritas de Pinto, que se llamaba Julia, +tenía un collar de brillantes coleópteros, cuyos élitros, heridos por la +luz de lámparas y bujías, lanzaban deslumbradores y tornasolados +reflejos; y la segunda, que se llamaba Flora, llevaba zarcillos y collar +de uñas de tigre, muy lustrosas y acicaladas, engarzadas en oro. Atado +además de sutilísima cadenilla, pendiente de un brazalete, llevaba esta +señorita, para colmo de distinción caprichosa y rara, un magnífico +escarabajo vivo, que se le paseaba por el brazo, el talle y la desnuda +garganta y cuyo refulgente color verde oscuro le hacía parecer animada +esmeralda.</p> + +<p>La mamá nada tenía de extraño en su tocado y vestido. En sus modales, si +por algo pecaba, era por sobra de naturalidad y franqueza. La señora de +Pinto, con relación a los remilgos afectados y a las ceremonias de +París, era por demás llanota y campechana. Como ya frisaba en sesenta +años, aunque se conservaba muy bien, no tenía para qué reportarse, ni se +reportaba y refrenaba en sus manifestaciones de cariño; de modo que +recibió al Vizconde materialmente con los brazos abiertos. Sus salones +estaban ya llenos de gente, pero no impidió esto que el Vizconde fuese +por ella abrazado y casi besado. Ella decía que era como una hermana +que, después de largos años de ausencia, vuelve a ver a su hermano; pero +él entendía que la suposición hubiera estado mejor hecha figurando ella +como madre y él como hijo. La verdad era, que si bien el Vizconde tenía +más de cincuenta años, estaba tan bien, que parecía un muchacho, un buen +mozo, atildado, gallardo y fino.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XXVI" id="XXVI"></a>-XXVI-</h2> + + +<p>Creyendo la señora de Pinto cumplir con un deber y deseosa además +de presentar al Vizconde a los más notables personajes de su tertulia, +se apoyo en su brazo y recorrió con él los salones. La concurrencia era +verdaderamente cosmopolita, y, al parecer, de lo más selecto y +encopetado. Verdad es que la señora de Pinto no nombraba sino a las +personas que más notables le parecían, y sólo a las archinotables +presentaba al Vizconde. Había allí cuatro príncipes rusos y dos o tres +griegos, varios marqueses italianos, un miembro del Parlamento inglés, +un célebre poeta rumano, algunos señores polacos y seis o siete condes +de Alemania y de Austria, todos <i>hof-fähig</i>, o dígase capaces de asistir +en la corte, con dieciséis cuarteles cabales, y sin el menor menoscabo +ni deterioro en ninguno de ellos. Las esposas, hijas o hermanas de todo +aquel señorío masculino daban a los salones gracia, hermosura y +lucimiento.</p> + +<p>Había allí también literatos franceses, aunque de quinto o sexto orden, +o de aquellos cuya celebridad y gloria estaban aún en ciernes o en +capullo, sin acabar de florecer y de abrirse a la clara luz del día; +periodistas de varios partidos y media docena de banqueros o aprendices +de banqueros, unos israelitas y otros católicos.</p> + +<p>No se habla aquí de los españoles, portugueses y americanos, porque +estos eran muchos y formaban la gran mayoría de tan híbrida asamblea.</p> + +<p>Entre los varios sujetos a quienes la señora de Pinto presentó al +Vizconde, ninguno llamó más su atención, atrajo más su curiosidad ni le +inspiró mayor simpatía que un caballero gascón, llamado el Barón de +Castel-Bourdac. Sin ver en ello el menor rasgo de caricatura, y sin +poner ironía en el tono o en el giro de la frase, podíase afirmar de +este Barón, tanto a primera vista, como después de hablarle y tratarle, +que en su porte, en sus modales, en su conversación y en su traza, era +todo un gentil hombre: un caballero muy distinguido. Algo había en él de +ridículo, pero estaba tan hondo y bien disimulado, que era menester +penetrar mucho para que se descubriese. Tenía él cerca de setenta años, +pero no estaba ni muy grueso ni muy flaco, era ágil y esbelto, no se +pintaba la cara ni se teñía la barba ni el pelo, cuya limpia blancura +despedía resplandor argentino. Su traje, sin nada que se contrapusiese a +la ancianidad de la persona, era sencillo y elegante. Nada de dijes. +Sólo botoncillos de nácar cerraban la bien planchada pechera. El lazo de +la corbata blanca estaba improvisado sin artificio. El chaleco era +negro.</p> + +<p>Pasaba el Barón por persona de conversación amenísima. Sus chistes eran +repentinos, frescos y no recalentados ni preparados en casa. Todo el +mundo sabía que era pobre, y él distaba infinito de ocultarlo, aunque +nunca se lamentaba de su pobreza. No adulaba a nadie, pero no hablaba +mal de nadie tampoco. Estaba lleno de ingénita benignidad y de natural +indulgencia. Era gracioso y hacía reír con sus ocurrencias, sin poderlo +remediar: de la manera más espontánea, sin chocarrerías ni bufonadas, y +sin que ni remotamente se descubriera en él el propósito de ganarse por +aquel mérito las voluntades y de adquirir reputación y valimiento.</p> + +<p>Lo más censurable que en él había, estaba fundado en el consorcio +estrecho, en la combinación fecunda de su imaginación y de su memoria. +Se diría que recordaba cuanto inventaba y que inventaba cuanto +recordaba. Siempre que contaba algo, lo soñado y lo vivido eran como si +fuesen idénticos, apareciendo él de resultas, no embustero, sino poeta. +Pero en sus cuentos, ora fuesen ficción, ora historia verdadera, nada +había nunca en perjuicio del prójimo, y a veces había mucho de verdad, +aunque exagerada y bordada. Las telas de su cerebro eran como mapa +confuso, donde estaban muy borrosos los límites entre lo real y lo +ideal, lo fantástico y lo positivo.</p> + +<p>De todos modos, era innegable y notorio que el Barón había poseído +bastantes bienes de fortuna que en su mocedad había disipado; que hacía +treinta o cuarenta años había figurado como joven muy gallardo e +interesante, conquistador de no pocos corazones femeninos, y que por su +nacimiento y familia bien se podía jactar de ser muy ilustre. Él +ponderaba y encarecía sus perdidas riquezas, sus antiguas conquistas, lo +glorioso de su cuna y su clarísima prosapia. Sin duda, él elevaba todo +esto a la cuarta o a la quinta potencia, pero tenía por raíz exacta la +verdad, y nadie lo desconocía.</p> + +<p>Puestos ya en comunicación el Barón y el Vizconde, la señora de Pinto +dijo a éste:</p> + +<p>—Ahora voy a dar a usted una muy agradable sorpresa; voy a llevarle a la +presencia de la que por su beldad, discreción y elegancia, es reina de +estos salones y lo sería de cualesquiera otros en que se hallase.</p> + +<p>—¿Y por qué ha de ser eso una sorpresa?—preguntó el Vizconde.</p> + +<p>—Es una sorpresa—replicó la señora de Pinto—, porque la dama de que +hablo es una antigua, íntima y constante amiga de usted, a quien tiene +usted muy olvidada.</p> + +<p>Y sin más explicaciones, llevó al Vizconde al <i>boudoir</i>, donde no habían +entrado aún.</p> + +<p>Cercada allí de seis o siete caballeros y en muy animada conversación, +había una dama, en cuyo traje y adornos nada se notaba de llamativo ni +de extraordinario, pero en quien todo sujeto inteligente y perito en +cosas del gran mundo hubiera notado en seguida valer superior a cuanto +en torno tenía. Hubiera podido imaginarse que era un ser de más fina y +noble naturaleza, como caído de las nubes, en medio de aquella sociedad +de distinción más aparente que real.</p> + +<p>La dama llevaba un traje de seda negra. En su blanca garganta lucía un +magnífico collar de gruesas y redondas perlas. Y perlas adornaban +también sus negrísimos cabellos. Su edad, nadie hubiera acertado a +determinarla. Parecía no tener edad, como las diosas o como las +inmortales obras del arte. En sus expresivos y negros ojos ardía la +llama de perdurable primavera y en sus mejillas tersas, sin el menor +afeite, florecían las rosas de juventud sana, inmarcesible y sin +término. Grande era la serena majestad que se notaba en sus movimientos +y en los gestos y expresión de su cara, aunque hablaba y reía con la +mayor animación, naturalidad y desenfado, no dejando traslucir, ni por +un leve instante, el afán de excitar la admiración y de obtener el +encomio. Ella parecía como olvidada de sí misma, deleitándose en hablar +sin oírse y sin pensar en el efecto que su figura corporal, su voz y su +palabra producirían.</p> + +<p>Inmenso fue el asombro del Vizconde cuando reconoció en aquella dama a +su excelente amiga Rafaela la generosa, bellísima como en el <i>Retiro de +Camoens</i>, elegantísima y no menos bella que en Río de Janeiro, pero +perfeccionada, refinada y elevada a un grado supremo de cultura, gracias +a los muchos años que en la sabia escuela de París había cursado. Si +vale y cabe la comparación, Rafaela se asemejaba, en lo vivo y en lo +natural, a la obra maestra de un arte exquisito que con el tiempo gana y +se mejora: a pasmosa e inspirada pintura, a la que presta suavidad +apacible y aterciopelado realce la pátina del tiempo.</p> + +<p>No bien la Sra. de Pinto presentó o mejor diremos <i>representó</i> al +Vizconde a la Sra. de Figueredo, ésta le recibió con efusión vivísima y +con la alegría franca y cordial de quien vuelve a ver, después de cerca +de veinte años de ausencia, a un bueno y cariñoso amigo.</p> + +<p>No tuvo, sin embargo, Rafaela, a quien pronto dejaron sola con el +Vizconde los que antes la rodeaban, ni una sola palabra de queja por el +olvido y por la indiferencia que al parecer él había tenido para con +ella.</p> + +<p>Rafaela pasó con rapidez deslizándose sobre toda la serie de años que +ella y el Vizconde habían estado sin verse.</p> + +<p>Habló con él como habló Fray Luis de León con sus discípulos después de +salir de la cárcel. Rafaela dijo también: <i>decíamos ayer</i>; esto es, +habló con el Vizconde como si reanudase con él la conversación de la +víspera. Si algo se aludió al tiempo pasado, fue para afirmar él, con +admiración y con insistencia, que ese tiempo no había pasado por ella +sino para mejorarla, o que al menos, durante todo ese tiempo, ella había +estado como las encantadas princesas de los cuentos de hadas, sin que el +tiempo, al pasar, las toque con sus alas, ni las ofenda, ni las huelle. +El tiempo las deja en el mismo ser que tienen, ya que al empezar el +encantamiento y al ponerse en ellas no les preste algo de sobrenatural y +divino. Con la obligada y casi indispensable modestia, que en ocasiones +tales se usa, Rafaela trató de probar que había envejecido; pero al +cabo, tal vez porque no lo creía, o tal vez para evitar enojosas +discusiones, convino en que estaba tan bien o mejor que nunca. Después, +ella y el Vizconde charlaron muy largo rato y ambos volvieron a sentirse +tan amigos como veinte años antes en Río de Janeiro, y como cerca de +treinta años antes en Lisboa.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XXVII" id="XXVII"></a>-XXVII-</h2> + + +<p>Muy lisonjeado estaba el Vizconde al notar el contento y la +satisfacción que al volver a verle y al hablar con él sentía la señora +de Figueredo; pero el Vizconde no era presumido ni fatuo, sino razonable +y juicioso. Como todos los que lo son, receló que, si abusaba de la +ventaja de reanudar aquellas relaciones amistosas después de tanto +tiempo, prolongando mucho el coloquio, no era difícil que en el alma de +Rafaela se desbaratase o se disipase el hechizo de la novedad y que el +gusto se convirtiese en enfado. Quien tiene en rico vaso un licor +exquisito, no le apura de un sorbo, sino que le contempla, le paladea y +poco a poco le va bebiendo. En suma, el Vizconde no quiso apurar hasta +las heces el deleite de hablar aquella noche con Rafaela, exponiéndose a +cansarla y a hartarla con la mera conversación, aburriendo, marchitando +y hasta secando, en el alma de ella, el deseo que tal vez pudiera nacer +de que la conversación dejase de ser término y llegase a ser medio y +camino para mayores y más dulces intimidades. Rafaela, en verdad, hacía +involuntariamente que las deseara el Vizconde, porque estaba más guapa y +más interesante que nunca.</p> + +<p>Hechas en lo interior de su espíritu todas estas consideraciones y +forjando mil propósitos vagos, el Vizconde, después de preguntar a +Rafaela las señas de su casa, insinuó la pretensión de no ir sólo a +dejarle tarjeta, sino de hallar a Rafaela y de ser recibido.</p> + +<p>Rafaela le contestó que ella vivía más desordenadamente que nunca; que +para recibir a sus amigos no había fijado ni día ni hora; pero que a él, +por excepción, le recibiría cuando a ella le fuese posible y él fuese a +verla.</p> + +<p>Todo esto, por virtud de un arte o de un instinto que suelen tener las +mujeres, quedó indeciso y como flotando en el aire, sin que el Vizconde, +que no quería tampoco tocar por lo insistente en pesado, lograse +conseguir una cita, sin calificarla de cita: una cita implícita, +disimulada y vergonzante, que era lo que él ansiaba.</p> + +<p>Algo le contuvo también cierta ligera sonrisa burlona, que imaginó dos o +tres veces ver pasar como un relámpago sobre el rostro de Rafaela, la +cual harto bien sabía él que nunca había gustado de disimulos y rodeos, +sino de prometer, conceder o negar, por estilo franco, sin el menor +rebozo en la promesa. El Vizconde, además, no osaba pedir nada y nada +pedía. ¿Con qué título, con qué motivo, había de pedir algo? ¿Era afecto +renaciente, era liviano capricho, qué era lo que en aquel momento +agitaba su corazón? Él mismo lo ignoraba. Sólo notaba, en el fondo de su +alma, repentinos anhelos de deleite y una resucitada admiración, más +vehemente que nunca, hacia aquella extraña mujer que sobre la lozana y +alegre condición natural de la moza de Lisboa y sobre la graciosa +pomposidad de la señora hacendada de entretrópicos, había logrado poner +todos los perfiles, realces y filigranas de la parisiense más curtida y +docta en el arte de los amores. El Vizconde, al menos, imaginaba todo +esto, aunque nosotros no podamos asegurar que era real y exacto lo que +imaginaba. Lo cierto es, que, en aquella noche, habló de todo con +Rafaela: de teatros, de música, de libros recién publicados, de política +y hasta de filosofía, pero no se atrevió o no halló ocasión oportuna +para decirle, de sopetón y muy por lo serio, que de nuevo la amaba. Se +limitó, pues, a echarle piropos, si bien con sobriedad, por miedo de +hacerla reír, o lo que es peor, de fastidiarla. Así llegó la hora en que +Rafaela tenía costumbre de retirarse. El Barón de Castell-Bourdac, su +reconocido <i>cavaliere servente</i>, vino en su busca, le dio el brazo, y se +fue con ella, sin duda en el mismo coche, acompañándola hasta su casa, +antes de retirarse a la suya.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="XXVIII" id="XXVIII"></a>-XXVIII-</h2> + + +<p>Al día siguiente el Vizconde fue a visitar a Rafaela, que vivía +en el primer piso de una magnífica casa, no lejos del Arco de la +Estrella, en calle y barrio nuevos y elegantes. Rafaela no estaba en +casa o no recibía. El Vizconde volvió casi de diario, pero siempre en +balde.</p> + +<p>Así transcurrió, no sin grande impaciencia del Vizconde, una semana +entera, y llegó otro viernes, día en que la señora de Pinto tenía su +tertulia.</p> + +<p>El Vizconde acudió tan temprano, que sólo encontró a la señora y +señoritas de la casa y a tres o cuatro amigos íntimos que habían estado +a comer con ellas. Tuvo, pues, ocasión de ir pasando revista, según +entraban, a todas las personas que fueron a la tertulia aquella noche.</p> + +<p>Rafaela no aparecía y el Vizconde casi había perdido la esperanza de que +apareciese, cuando al fin la anunció en voz alta un criado, diciendo +desde la antesala:</p> + +<p>—La señora de Figueredo y el Barón de Castell-Bourdac.</p> + +<p>Se diría que el Barón era el indispensable complemento de Rafaela.</p> + +<p>El Vizconde la saludó al entrar y cruzó con ella algunas palabras; pero +acertó a contenerse durante más de una hora, para que ella se cansase de +charlar con sus admiradores y amigos y de recibir adoraciones, y espió +la ocasión propicia en que ella estaba menos rodeada, a fin de osear +fácilmente a los interlocutores enojosos y poder hablar con ella sin que +nadie interviniese en la conversación ni le molestase.</p> + +<p>Harto difícil era esto, pero al cabo lo consiguió. Creyó notar además, +con íntima alegría, que para conseguirlo, si el amor propio no le +alucinaba, Rafaela había puesto mucho de su parte, haciendo que +desmayase la conversación, no dando cuerda a los que hablaban con ella y +disimulando poco su fastidio.</p> + +<p>En suma, el Vizconde pudo hablar con Rafaela en medio de aquel bullicio, +como si estuviesen ambos a solas.</p> + +<p>Aunque pequemos de entrometidos, acerquémonos al sofá del <i>boudoir</i> en +que ambos están sentados y oigamos algo de lo que dicen. Sin duda habían +hablado ya de muchas cosas, cuando Rafaela prosiguió diciendo:</p> + +<p>—Ahora soy independiente y libre como el aire. Alguna compensación ha de +tener lo melancólico de mi aislamiento. Ni el deber, ni la gratitud, ni +el amor me enlazan hoy, por manera singular, fuerte y exclusiva, con +ningún ser humano. Esta paz y este sosiego de que gozo fomentan mi +egoísmo, y cada día se acrecienta más mi temor de perder ese sosiego y +esa paz que me son tan gratos y tan caros en medio de la agitación y del +tumulto de esta ciudad populosa. ¿Por qué pretende usted privarme de mi +tranquilidad y despertar mi corazón que se reposa y está como dormido? +Desecharé la modestia y convendré con usted en que el tiempo no ha hecho +estragos en mi ser corporal.</p> + +<p>—Está usted más hermosa, más interesante, más lozana que +nunca,—interrumpió el Vizconde.</p> + +<p>—Sea así,—replicó ella—. Muy lisonjeada me siento de que usted lo crea y +muy inclinada a creer y muy satisfecha de creer que usted no se engaña; +pero si el cuerpo permanece como si hubiera vivido encantado o como si +no hubiera vivido, el alma mía ha envejecido de una manera horrible. Se +me figura que mi alma vive, piensa, padece y ama desde hace miles de +años. Mi alma está fatigadísima. Déjela usted que se repose. No me la +inquiete. Seamos buenos amigos, mejores amigos que nunca; pero nada más.</p> + +<p>—Hoy menos que nunca puedo yo resignarme a no ser más que buen amigo de +usted. Esa necesidad de reposo que usted me dice que siente me parece +fingida. Cuando el cuerpo, que es mortal, está brioso y floreciente +¿cómo quiere usted que crea yo que el alma está fatigada? A veces +sospecho que tiene usted otros amores. Comprendo entonces que usted no +me ame; pero si no tiene usted otros amores, ámeme a mí y sean estos los +últimos amores de usted y míos. Busca usted el reposo, pero el reposo no +se halla en la negación del amor. El reposo y la dicha no están en que +el alma ame sin objeto, o en que combata para vencer un amor naciente, o +en que muerto en ella el amor de todo lo visible y asequible, se forje +para satisfacción de su amor siempre vivo un objeto ideal, que jamás se +realiza en la tierra. Mi alma también se siente como la de usted triste +y fatigada; mas por eso mismo, y conociendo que la soledad no disiparía +su tristeza ni aliviaría su fatiga, quiere el dulce apoyo de una +compañera, no para lanzarse con ella en busca de violentas emociones, +sino para hallar en ella la paz que le falta y el bien y el regalo que +sólo pueden calmar la sed que siente de inefables venturas.</p> + +<p>—Muy sutil y poético está usted esta noche—dijo Rafaela sonriendo—. Y lo +peor es que está usted muy razonador y dialéctico; y vamos, empiezo a +tener miedo de que usted me convenza. Para huir del peligro me decido a +poner término a este coloquio. Déme usted el brazo.</p> + +<p>Rafaela se levantó del sofá, tomó el brazo del Vizconde, recorrió las +salas y fue saludando y hablando a multitud de personas.</p> + +<p>El Vizconde, a pesar de tantos saludos y conversaciones diversas, no +dejaba de insistir en su pretensión. De vez en cuando, en los +intermedios, esto es, siempre que Rafaela dejaba de hablar a una persona +para ir a hablar con otra, el Vizconde, con palabras rápidas, dichas +casi al oído de ella, le rogaba que le amase. Ella parecía no oír o no +entender y no le daba respuesta.</p> + +<p>Llegó por último la hora de partir, sin que Rafaela cediese, sin que al +menos diese esperanza.</p> + +<p>Vio Rafaela al Barón de Castell-Bourdac y le encargó que fuese a buscar +su abrigo. Se despidió luego de la Sra. de Pinto, y, siempre del brazo +del Vizconde, se dirigió a la antesala.</p> + +<p>Aquella noche había en la tertulia mucha gente, y el Barón tardó +bastante en volver con el abrigo, a pesar de lo habilidoso que era para +tales menesteres. Las súplicas del Vizconde fueron entonces más +fervorosas y reiteradas. Rafaela se quedó un momento pensativa y como +vacilante. Al fin dijo al Vizconde en voz muy baja:</p> + +<p>—Sea; usted lo quiere y el diablo lo quiere también.</p> + +<p>—¿Y cuándo?—dijo con ansia el Vizconde.</p> + +<p>—Dentro de doce días, el 20 de este mes—contestó ella—, hasta entonces +ni nos hablaremos ni nos veremos.</p> + +<p>—¿Y por qué tan largo plazo?—exclamó él.</p> + +<p>—Porque quiero—dijo ella—imitar con usted lo que hizo Ninon de Lenclos +con el abate Gedoyn.</p> + +<p>—¿Y qué hizo Ninon con el abate?</p> + +<p>—Aguardó para hacerle dichoso y le hizo dichoso el día de su cumpleaños. +Trazas tiene de fábula, pero afirman las historias que Ninon cumplió +ochenta aquel día. Mucho disto yo de ser tan anciana, pero el 20 de este +mes cumpliré los cincuenta. Quiero que al terminar el primer medio siglo +de mi vida, la cual no sé si tema o espere yo que dure todo un siglo, +empiecen mis más serios, constantes y últimos amores. No me engañe +usted, Vizconde; ¿quiere usted como yo que estos últimos amores nuestros +sean serios y constantes?</p> + +<p>—No me basta con desear que sean para toda la vida; quiero que sean +inmortales.</p> + +<p>—Pues a fin de entrar solemnemente, y como en nueva era, en la +inmortalidad de esos amores, vaya usted a mi casa el 20, a las cinco de +la tarde. Estaré sola.</p> + +<p>En esto volvía ya el Barón de Castell-Bourdac, muy diligente y +apresurado, con el abrigo de Rafaela. Trató de disculpar su tardanza, +puso el abrigo a la dama, le dio el brazo, bajó con ella la escalera y +sin duda la acompañó en coche a su casa.</p> + +<p>El Vizconde apenas se dignó reparar en esta intimidad de Rafaela y del +Barón, a quien había calificado de tan simpático como inofensivo.</p> + +<p>Refrenando con dificultad su impaciencia, el Vizconde sintió pasar los +días con lentitud hasta que llegó el 20 al cabo.</p> + +<p>Aún no habían dado las diez de la mañana, cuando le trajeron un grueso +pliego cerrado y sellado. Rompió el sobre y halló dentro un precioso +librito, encuadernado con buen gusto y esmero en cuero de Rusia, al cual +estaban asidos tres <i>No me olvides</i> y un trébol de cuatro hojas, en oro +esmaltado. Un broche de oro, esmaltado también, cerraba el librito. +Separadamente había un papel, donde el Vizconde leyó estas palabras:</p> + +<p>—Antes de que vengas a verme y antes de que tu alma llegue a unirse en +estrecho lazo con la mía, quiero que la conozcas bien y que penetres en +los abismos que en ella hay.</p> + +<p>Hasta el día en que te fuiste de Río, nadie mejor que tú conoce mi vida. +Después han sobrevenido en ella sucesos que profundamente la modifican. +Ni para confiarlos, ni para decir las penas y los sentimientos que estos +sucesos han causado en mi alma, he encontrado un amigo a propósito hasta +que hará cerca de veinte días te encontré en casa de la señora de Pinto. +Mi alegría fue grande al verte de nuevo. No pensé aún en que por amor +iba a volver a ser tuya, pero pensé en nuestra antigua amistad y me +propuse renovarla, estrecharla y hacerla ya más constante y sin +interrupciones. Pensé también confiarme en ti y desahogar mi corazón +diciéndote todos mis disgustos y mis dolores todos. Con este intento, +sin orden, según las ideas y los recuerdos acudían a mi mente, me puse a +escribirlos con precipitación en el libro que te remito adjunto. +Escritos están ya, léelos y queda así apercibido para que no te +sorprenda lo más extraordinario ni lo más raro.</p> + +<p>Lleno el Vizconde de curiosa ansiedad, después de leer esta advertencia, +abrió el libro, le leyó y vio que decía de esta suerte:</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="Confidencias" id="Confidencias"></a>Confidencias</h2> + + +<p>Mucho de lo que voy a escribir ha de parecerte singular y raro, pero +apenas hay en ello otra rareza que la sinceridad con que yo lo digo. +Como poseedora de un maravilloso instrumento óptico, escudriñaré cuanto +se oculta en los más hondos senos de mi alma y te lo contaré todo. Lo +contaré en resumen para no cansarte ni cansarme.</p> + +<p>No quiero ponderar aquí la devoción, la dulzura y el incesante desvelo +con que cuidé de mi D. Joaquín durante su larga enfermedad hasta el día +de su muerte. Piadosamente cerré sus ojos, y no por carencia de dolor, +sino por vigor y constancia de ánimo, quise y pude amortajarle.</p> + +<p>Te aseguro que lamenté y lloré mi viudez con no menor abundancia de +lágrimas que las que vertería la más fiel y enamorada de las esposas a +quien se le muriese, en la flor de la juventud, su idolatrado y gentil +marido. No se afligió más que yo Artemisa con la muerte de Mausolo, ni +Victoria Colonna con la del Marqués de Pescara, ni la propia Venus con +la de Adonis. Y esto se explica muy bien. Las mencionadas señoras +perdían algo de muy querido, perdían su encanto, sus delicias, pero, al +cabo, no perdían nada que fuese como el propio ser de ellas mismas. Yo +sí que le perdía, porque mi D. Joaquín, tal como le había yo +transformado y mejorado, era primorosa producción y criatura de mi +ingenio. Para afligirse como yo hubiera sido menester que, con los +respectivos amados, perdiesen la Colonna sus canciones y sonetos, +Artemisa su famoso y monumental sepulcro, y Venus el cinto donde están +en germen sus virtudes y milagros.</p> + +<p>El espíritu no es extenso, y por consiguiente no tiene lados, pero yo me +le represento con lados para comprenderle mejor. Así es, que, cuando +miraba yo mi espíritu por el lado de mi profundo dolor de viuda, veía +lúgubre y tristísima noche; pero, al mismo tiempo, por el lado +contrario, empezaba a clarear, como cuando por el Oriente nace el alba, +y hasta pensaba oír yo el leve susurro del viento matutino y allá más +lejos el melodioso canto de los pájaros. Será contradictorio, pero nada +más natural que las contradicciones. Había dado yo cima al cumplimiento +de un penoso deber y podía reposarme: había acabado la obligación que +contraje y había acabado también, aunque dorada y fácil, la servidumbre +en que yo había vivido. Me sentía de nuevo en plena libertad y esto me +alegraba. El susurro del viento, el canto melodioso de los pájaros y la +luz de la aurora, eran la vida del porvenir que venía a consolarme, a +desvanecer mi tristeza y a convidarme a nuevos goces.</p> + +<p>Yo me hallaba, además, satisfecha y hasta engreída de mi conducta, lo +cual basta y sobra para aliviar y calmar todo dolor por grande que sea. +Pude lícita y honradamente ser millonaria y no quise. Con pasmosa +generosidad repartí entre parientes, amigos y paisanos los cuantiosos +bienes de mi marido. Sólo guardé para mí, relativamente, una pequeñísima +parte: menos, mucho menos de lo ganado durante la sociedad conyugal: +mucho menos de lo que por derecho me pertenecía. Mi estupenda +generosidad tenía pasmados a todos los brasileños. No había quien no me +celebrase y aplaudiese. Buena ocasión me pareció esta para responder al +aplauso con un finísimo saludo de despedida y buscar otros horizontes, +otras escenas y otras gentes, según correspondía a la vida nueva que iba +a empezar para mí.</p> + +<p>En efecto, no bien embarqué en Río, levó anclas el barco de vapor y +empezó a andar, dejando un surco de espuma, si por una parte la vista de +la ciudad y de la fértil y risueña costa que iba desvaneciéndose, y el +recuerdo de las personas queridas, hicieron brotar de mis ojos algunas +lágrimas, por otra parte sentí que se me ensanchaba el pecho, que surgía +para mí como una nueva juventud, y hasta imaginé que el fresco +vientecillo que corría, húmedo y salado, agitaba mis recuerdos tristes, +como si fuesen las hojas secas de un árbol, y los arrojaba en el surco +que la nave iba formando, a fin de que en el árbol, libre de aquel peso +enojoso, brotasen con premura nuevas hojas y nuevas flores.</p> + +<p>En resolución (¿y para qué te lo he de negar?), antes de salir de la +bahía de Río de Janeiro me sentí y me reconocí yo, en el centro de mi +ser, como la viuda más sentimental y llorosa, y más regocijada y alegre +al mismo tiempo, que sin dificultad puede concebirse, pero que con gran +dificultad suele confesarse.</p> + +<p>La navegación, que duró dieciocho días, no pudo ser más próspera. Nos +detuvimos y desembarcamos en Bahía de Todos los Santos, antigua capital +del Imperio, y en la hermosa ciudad de Pernambuco. Al abandonar luego +las costas de América, tal vez para siempre, sentí nueva aunque dulce +melancolía. Era al ponerse el sol entre nubes de carmín y de oro. El +cielo despejado parecía sobre nuestras cabezas y todo alrededor bóveda +de zafiro limpio y claro. Y la risueña costa iba alejándose, esfumándose +en el aire, y, por último, sepultando sus cocoteros, sus palmas y toda +la pomposa lozanía de sus ricos campos y de su perenne verdura en áureo +piélago de líquidos rubíes, que tal era el aspecto del mar al sepultarse +también el sol en el ocaso.</p> + +<p>Durante ocho días no vimos después sino mar y cielo. En mal sitio +aportamos al antiguo mundo. Aportamos a la fea y desolada isla de San +Vicente de Cabo Verde. Fuimos luego a Tenerife y, como quien saluda a su +patria después de larga ausencia, saludé desde lejos el majestuoso pico +de Teide. En Tenerife no pudimos desembarcar por precaución sanitaria. +Ni desembarcamos tampoco, aunque nos detuvimos en Funchal un día entero. +Cuando de allí nos alejamos, toda la hermosa isla de Madera, con su +montaña cubierta hasta la cima de pomposos árboles, me parecía rico y +gracioso canastillo de flores, que los Genios del mar sacaban al aire +claro, al más diáfano ambiente, desde el fresco seno de las azules +ondas.</p> + +<p>En fin, para que no te rías y para que no pienses que pretendo lucir mi +estilo poético, te diré que llegué a Lisboa.</p> + +<p>Durante la navegación, sin embargo, tuve una aventura harto notable. Y +como este escrito tiene trazas de confesión general, no me parece bien +que se quede en el tintero, y voy a contártelo aquí aunque me exponga a +tu reprobación y a tu censura.</p> + +<p>Venían muchos pasajeros a bordo, pero tan vulgares todos que no merecen +que yo te los describa aquí, ni aunque quisiera podría describirlos +porque los he olvidado por completo. Sólo había uno que excitó mi +curiosidad y me inspiró interés y simpatía. Extraño personaje de los que +no se usan ni se ven con frecuencia en el mundo. Aunque iba aseado y +vestido a la europea, yo me lo representé, no bien supe su nombre y su +origen, como si fuera el propio Adán que acababa de ser echado por +segunda vez del Paraíso. Y no era quien le echaba un querubín con espada +de fuego, sino su tío el doctor López.</p> + +<p>Para no tenerte más largo tiempo suspenso te diré sin más preámbulos que +el tal personaje se llamaba Pepito Domínguez, joven paraguayo, que +acababa de cumplir dieciocho abriles, y a quien el mencionado doctor, +Presidente de la República, enviaba de Secretario de la Legación ubicua +que ya tenía en todas las capitales de Europa y de la que su hijo, el +segundo doctor López, era jefe.</p> + +<p>Sabido es que, imitando a su antecesor el doctor Francia, como éste +había imitado a su vez a los padres jesuitas, el doctor López había +tenido a toda la población del Paraguay separada del mundo y apartada +del trato humano a fin de que conservase su dichosa y primitiva +inocencia. Y llegó a tal punto el aislamiento, que se cuenta que un +sabio francés, llamado Bonpland, que entró por allí a herborizar, fue +detenido por fuerza y tuvo que residir en el Paraguay muchos años. En +virtud de este modo de gobierno, dicen que los paraguayos fueron +felices, y como su tierra es hermosa y fértil, imaginaron vivir en el +paraíso, con celestial candor y envidiable ignorancia de las cosas +terrenales. Poco a poco se fue relajando aquella clausura en que vivía +toda la nación. El doctor López consintió en que fuesen a su capital +varios Cónsules extranjeros. Y el más ladino de todos, que era el +<i>yankee</i>, hizo allí papel semejante al de la serpiente en el primitivo +Paraíso, induciendo a la mujer del doctor López, y por medio de ella al +mismo doctor, a quebrantar la clausura y a ponerse al habla y en +relación con el resto del humano linaje. Así lo decretó el doctor López, +y de resultas y como corolario de su decreto, envió a su hijo con cartas +credenciales para todos los Soberanos de Europa, proponiéndose celebrar +con ellos sendos tratados de paz, alianza, navegación y comercio. Y no +contento el doctor López con esta novedad, resolvió a los seis meses +enviar cerca de su hijo, para secretario de la Legación, a su ya +nombrado sobrino Pepito Domínguez.</p> + +<p>Acertado fue el nombramiento. Ni los más maldicientes hubieran podido +calificarle de acto de nepotismo. El flamante secretario podría muy bien +figurar en Europa como exquisita muestra de lo mejor que produce el +cruzamiento de las razas. La sangre guaraní corría por sus venas +mezclada con la sangre española. Y esta mezcla o combinación había +tenido un resultado excelente. El mozo era por su traza un andalucito +muy agraciado, si bien con un no sé qué de peregrino, que borraba de su +fisonomía, de su ademán y de sus movimientos toda huella de vulgaridad, +dándole distinción y atrayendo hacia él las miradas curiosas de cuantos +sujetos gustan de lo que no se tiene a todo pasto ni se encuentra al +revolver de una esquina.</p> + +<p>Pepito Domínguez parecía, además, naturalmente listo: dotado de rápida y +clara comprensión y muy expedito para todo. Las esperanzas del doctor +López no eran infundadas. El Cónsul <i>yankee</i> le había hecho comprender o +creer que, por culpa de aquella clausura y de aquella incomunicación en +que los paraguayos habían vivido, todos ellos se habían quedado, salvo +la moral y el dogma de Cristo, que conocían aunque de un modo burdo, en +inmenso atraso con relación a lo restante de la humanidad; y que todo +cuanto esta había descubierto, inventado, experimentado, fabricado y +averiguado durante ocho mil o nueve mil años, era para los paraguayos +asunto desconocido, arcano tenebroso, libro de siete sellos.—Menester es +ilustrarse, pensaba ya el doctor López: menester es alcanzar con rapidez +la civilización de Europa; dar un brinco audaz y saltar de este solo +brinco los nueve mil años que de la civilización nos separan. Y nadie +más a propósito que Pepito Domínguez para tan arriesgada empresa. El +muchacho es tan ágil que, en un santiamén, en menos que se persigna un +cura loco, va a enterarse de cuanto ocurre por esos mundos, y va a +aprender a escape y sin la menor fatiga todo lo substancial de lo que a +fuerza de seculares cavilaciones han llegado nuestros prójimos a poner +en claro.</p> + +<p>Esto o algo por el estilo había pensado el doctor López, y con esta +misión, a más de la misión diplomática, enviaba a Europa a Pepito +Domínguez. Su inteligencia era, sin duda, tabla rasa, pero tabla +bruñida, tersa y maravillosamente adecuada para que los conceptos se +grabasen en ella con prontitud, se ordenasen allí sin confusión y +distintamente y persistiesen luego como indelebles signos, sin borrarse +ni alterarse nunca. La vanidad y el afecto de tío movían al doctor López +a pensar así de su sobrino D. Pepito. Y lo que es él no tenía menos +favorable opinión de sí propio; pero el candor y la ignorancia hacían +amable y chistoso su presumido atrevimiento. La petulancia infantil de +D. Pepito era encantadora.</p> + +<p>Yo, que hablé con él desde el primer día que ambos estuvimos juntos y +nos vimos a bordo, hallaba en la susodicha petulancia irresistible +hechizo.</p> + +<p>De sobra conoces tú, mi querido Vizconde, la propensión didáctica que he +tenido siempre. Aquel chico que tan confiada y valerosamente se proponía +aprender y saber como por ensalmo, que aspiraba a poner la atrevida mano +en el árbol de la ciencia, coger su fruto, que había tardado noventa +siglos en madurar, estrujarle en la pujante prensa de su entendimiento, +alambicar el zumo y bebérsele luego de un trago sin temor de embriaguez +ni de trastorno, te confieso que me divirtió mucho y que despertó y +estimuló en mí la antigua manía didáctica que siempre he tenido. +¿Porqué, me decía yo, no he de hacer con este muchacho el papel de +Minerva o de Sabiduría personificada? ¿No podía yo darle a beber en +mágico cáliz la sublimada quinta esencia de todo lo sabido hasta ahora?</p> + +<p>Difícil de vencer era mi tentación. El mal disimulado asombro con que D. +Pepito me miraba hacía mi tentación más fuerte. D. Pepito veía en mí el +sobrenatural y más complicado producto de esa civilización de noventa +siglos de que él quería apoderarse. Yo era para él como resumen y +compendio de todas las ciencias, artes e industrias. Algo como +enciclopedia viva. Entendió D. Pepito que si llegaba a entenderme y a +saberme a mí, todo lo entendería y lo sabría. Y persuadido de esto, él +me lo explicaba a su manera, y yo me sentía muy lisonjeada cuando él me +lo explicaba. Sus explicaciones eran por lo común en castellano, pero de +vez en cuando se empeñaba él en dármelas en guaraní. Yo no comprendía +palabra, y él, entonces, quería enseñarme su lengua, asegurándome que +para tratar de no pocos asuntos y sobre todo para el amor era mil veces +más expresiva y eficaz que el habla de Castilla. Para complacerle le +solía yo pedir que me dijese algo en guaraní y hasta que me enseñase a +contestarle. Él entonces me decía:</p> + +<p>—<i>Nde cuñá porá. Che-r-ayhub-i</i>, esto es: tú eres mujer bonita. Ámame.</p> + +<p>Adiestrada luego por él en la pronunciación, casi me obligaba a decir y +yo decía riendo:</p> + +<p>—<i>Nde-hayhú</i>, o sea: te amo.</p> + +<p>Él en seguida se ponía contentísimo, me miraba con unos ojos muy dulces +y con un mirar muy intenso y fijo, y aseguraba que toda su ventura se +cifraba en ser mi <i>o-hayhú-bae</i>, o, como si dijéramos, mi amante. Con +esto me reía yo mucho más: me reía como una loca: y, para excitarle más +por la contradicción, añadía:</p> + +<p>—Hijo mío, todo eso está muy bien: tus vocablos guaraníes son musicales +y sonoros, pero yo no veo por dónde han de ser más expresivos ni más +eficaces que los correspondientes vocablos castellanos.</p> + +<p>D. Pepito entonces procuraba realzar y fortificar la eficacia de sus +vocablos; y en su entusiasmo filológico, sin maliciosa premeditación, +apelaba a la mímica.</p> + +<p>—Modérese usted, tenía yo que decirle, y advierta que con ese auxilio no +hay idioma que no sea tan eficaz y expresivo como el guaraní. Con ese +auxilio hasta sin hablar se expresa cualquiera con primor, claridad y +eficacia. Lo malo está en que yo no acepto ese lenguaje auxiliar, y +menos aún en esta ocasión y en este sitio.</p> + +<p>Estábamos sentados sobre cubierta y rodeados de multitud de pasajeros. +Anhelaba yo mostrarme severa y grave, pero apenas me lo consentía la +risa que me retozaba en el cuerpo, porque D. Pepito ponía una cara +cómicamente triste, y que por cierto no me parecía mal. En fin, yo +vencía los estorbos que a mi severidad se oponían, me mostraba entonada +y digna y conseguía que el joven se arredrase y estuviese respetuoso.</p> + +<p>Reportado ya y muy compungido, suspiraba él y decía en guaraní:</p> + +<p>—<i>Che rací-hayhub-guasú</i>.</p> + +<p>—¿Qué significa ese a modo de gruñido que usted exhala?—le preguntaba +yo.</p> + +<p>Y él me contestaba con tono lastimero:</p> + +<p>—Pues significa: estoy enfermo de amor grande. De la voluntad de usted +depende que yo me muera o me cure.</p> + +<p>Muy extremoso me parecía el dilema que don Pepito me ponía. Algo, no +obstante, podía tener de cierto. Siempre fui compasiva y el tal dilema +me atribulaba. Calamitoso hubiera sido que don Pepito se hubiera muerto +en vez de volver al Paraguay, al cabo de dos o tres años, con todo lo +esencial de la civilización, puesto en cifra y bien estampado en el +meollo.</p> + +<p>Pasaban días, el barco iba adelantando, y, si no recuerdo mal, estábamos +ya cerca de las Islas Canarias.</p> + +<p>Bueno es que advierta yo aquí, para que mi erudición no te sorprenda, +que mi prurito de enseñar ha estimulado mucho mi prurito de estudiar y +de saber, desde que en el <i>Retiro de Camoens</i> nos conocimos y tratamos +íntimamente. No te maraville, pues, que yo me muestre en algunas +ocasiones algo erudita.</p> + +<p>A D. Pepito, que quería enseñarme el guaraní ¿cómo no había yo en pago +de enseñarle un poco de lo que sabía?</p> + +<p>De aquí que, cuando él no me hablaba de su amor, y a menudo para +distraerle e impedir que me hablase, solía yo darle lecciones y contarle +historias. Estas, por antiguas y sabidas que fuesen, siempre eran nuevas +para él. ¿Qué mayor deleite para mí que esta ignorancia suya, que +prestaba a cuanto yo le decía el aliciente de lo inaudito y la magia de +lo no sabido, ni siquiera soñado?</p> + +<p>No puedes figurarte cuánto me complací yo refiriendo y cuánto se deleitó +D. Pepito oyéndome referir, a vista de las Canarias, todo lo que +aconteció a Rinaldo en los jardines de Armida y el regalo, la elegancia +y el cariño con que en ellos le recibió y le agasajó aquella voluptuosa +maga.</p> + +<p>Con tales pláticas no es de maravillar que cada día fuese yo cobrando +más afición a D. Pepito.</p> + +<p>Pero no fue esto lo más escabroso ni lo más ocasionado a deslices. Lo +peor fue que allá en mis adentros discurrí yo de esta suerte, cuando +íbamos llegando ya a la isla de Madera:</p> + +<p>—Las historias que yo cuento y las doctrinas que expongo a D. Pepito son +desatados fragmentos, hojas rotas arrancadas de un libro sin orden y sin +método, carecen de conjunto, no tienen unidad, ni principio, ni fin, ni +objeto. Al pobre muchacho, en vez de servirle de algo cuanto yo le digo, +va a armarle en la cabeza una confusa maraña, un enredo, un caos +inextricable. ¿No sería más natural y más conveniente ser su maestra por +estilo sintético? Ariadna, que no poseía plano del Laberinto, no se +empeñó en manifestar a Teseo sus reconditeces y revueltas, con lo cual +le hubiera calentado el cerebro sin la menor ventaja, sino que le dio el +hilo para que se guiase por él y saliese airoso de aquella aventura, +diciéndole probablemente: Dios te la depare buena. Y yo he leído, no +recuerdo bien en qué libro tan docto como ameno, que el joven Anacarsis, +el cual era escita, o como si dijéramos un paraguayo de las edades +clásicas, cuando quiso iniciarse en los misterios de Ceres eleusina, +acudió a una sacerdotisa tan avisada como discreta, de las que dependían +del hierofante principal, y esta sacerdotisa se guardó muy bien de +perder su tiempo tratando de comunicarle punto por punto las ocultas +doctrinas de los iniciados, sino sencillamente le abrió de par en par la +puerta del camino que iba al santuario y le dio la antorcha luminosa y +ardiente que hasta él había de conducirle. Estas parábolas o símbolos se +presentaban a mi mente y me tenían obsesa, vacilante, casi rendida.</p> + +<p>Ya te he dicho que D. Pepito era guapo. Y por la mañana, cuando antes +del almuerzo, estando yo sobre cubierta, le veía venir hacia mí, se me +ocurría, ya que era el joven Teseo que acudía a pedirme el hilo, ya que +era el joven Anacarsis que requería la antorcha para penetrar en las +profundidades y descubrir los misterios.</p> + +<p>La verdad sea dicha: mi alma anhelaba entonces prestarle la antorcha y +darle el hilo.</p> + +<p>Y este anhelo subía de punto al notar yo o al imaginar que notaba que D. +Pepito estaba pálido y triste. Y yo me ponía triste también, pero no +pálida, sino encendida como la grana, y sintiendo traidora compasión y +suave quebranto. Llegaba él luego cerca de mí, se sentaba a mi lado, y +aproximando su boca a mi oído, decía en voz bajita, dulce y suplicante:</p> + +<p>—<i>Che rací-hayhub-guasú</i>, o sea estoy enfermo de amor grande.</p> + +<p>Al cabo, me faltaron las fuerzas para defenderme. Cité a D. Pepito, en +el obscuro silencio de la noche, y él vino a mí y yo le di el remedio +que apetecía.</p> + +<p>Aquello fue para él una revelación, antes ni en sueños presentida. El +pasmo, el embeleso, la sorpresa inefable y beatífica que todo, todo, +todo le causaba, inundaron mi alma de satisfacción y de orgullo. Yo fui +mil y mil veces más dichosa de su dicha que de la mía. Se me figuró que +le abría con llave de oro las puertas del Edén; que amasaba yo entre mis +manos el árbol de la ciencia y el árbol de la vida y sacaba de ambos un +filtro poderoso, que, vertido sobre el corazón de aquel muchacho, le +magnificaba y ensalzaba, y que vertido sobre su cabeza llenaba su mente +de alegría y de una luz riquísima penetrando todos los arcanos.</p> + +<p>Al siguiente día llegamos al puerto de Lisboa, término de mi viaje. D. +Pepito continuó el suyo hasta Inglaterra. Gran ventura fue ésta para mí. +No hubo tiempo para desengaño, cansancio ni hastío.</p> + +<p>Dejé el barco de vapor y salté en tierra, como quien sale a escape del +teatro, donde ha visto una <i>féerie</i>, un precioso baile de hadas, antes +de que se disipe la ilusión escénica y no se vean sino los oropeles, la +ruda maquinaria, los telones y bambalinas y los comparsas y figurantes +untados de colorete, que la han promovido.</p> + +<p>Entonces me afligió separarme de D. Pepito. Más tarde, he pensado a +veces, ¿estuvo en la realidad toda aquella poesía o brotó de mi alma, +exuberante a la sazón de represada y viciosa lozanía, y de ocios y +ensueños de mi por largo tiempo no empleada ternura?</p> + +<p>No lo supe ni lo sé. Me place seguir dudando. Y a fin de que no termine +la duda, he procurado no informarme jamás ni saber el paradero del joven +paraguayo, como si hubiera sido un ser peregrino que estuvo algunos +instantes en nuestro planeta, y en seguida se desvaneció para siempre.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Quise detenerme y me detuve en Lisboa, porque yo tenía <i>saudades</i> de +Lisboa. Aunque tan otra de la que me fui, ansiaba ver a los antiguos +amigos, y singularmente al que me proporcionó recursos para ir al Brasil +y me dio las cartas de recomendación para Figueredo, que causaron el +cambio de mi fortuna.</p> + +<p>Los más de estos antiguos amigos se me mostraron muy amables. Con +algunos estuve yo amabilísima.</p> + +<p>Todo, no obstante, había variado con el transcurso del tiempo, a pesar +de la lentitud y reposo con que en Portugal todo camina.</p> + +<p>Los regocijados <i>janotas</i> que habían formado mi sociedad, se hallaban +convertidos en personajes muy serios. Unos eran Pares, diputados otros, +y no faltaban entre ellos altos funcionarios y hasta Ministros cesantes +o militantes. Los más eran padres de familia, con señora encopetada y +con prole.</p> + +<p>Ni ellos ni yo queríamos, debíamos ni podíamos volver a la vida pasada, +salvo el hacer resurgir del seno de lo que fue, y por evocación mágica, +una fugaz apariencia que, no bien se dejaba columbrar, mostraba +marchitas y ajadas las lindas galas que en el recuerdo había conservado. +Se asemejaba a brillante mariposa custodiada muchos años bajo un fanal, +y que se deshace y convierte en ceniza, no bien se levanta el fanal y +una ligera ráfaga de viento toca en ella y la mueve.</p> + +<p>No podía yo tampoco, en Lisboa menos que en parte alguna, porque en +Lisboa era muy conocida, intentar, sin peligro de desdenes y de +sofiones, penetrar en lo que se llama la buena sociedad y hacer bien el +papel de la señora viuda de Figueredo.</p> + +<p>La melancolía se apoderó de mi espíritu. Para distraerla, siguiendo mis +aficiones didácticas, me entretuve en hacer cerca de <i>Madame</i> Duval el +papel de <i>cicerone</i>. <i>Madame</i> Duval seguía a mi servicio y jamás se +había detenido en las orillas del Tajo. Yo gocé inocentemente en hacerle +ver y admirar todas sus bellezas; las espléndidas vistas que desde la +Patriarcal quemada se admiran; la plaza del Rocío y las anchas calles +paralelas que después del terremoto hizo construir Pombal; el espléndido +Terreiro do Pazo; la soberbia anchura con que frente de él se dilata el +Tajo, como para recibir todas las escuadras del mundo; el risueño camino +que va por su orilla derecha, llena de quintas, palacios y graciosos +jardines, hasta la desembocadura, cerca de Pazo de Arcos; y sobre todo, +el admirable templo de Belén, con sus esbeltos y aéreos pilares, +exquisita muestra de la original arquitectura <i>manuelina</i> y digno +monumento de la más noble hazaña de los portugueses, cuando, en edades +para nosotros más dichosas, competimos en descubrir y recorrer el mundo +y en dilatar por mares y por tierras remotas o ignoradas la civilización +de Europa y la fe de Cristo.</p> + +<p>Mi papel de <i>cicerone</i> me agradaba y divertía. Hice, pues, algunas +pequeñas excursiones con <i>Madame</i> Duval. La llevé a Cintra, a Colares, a +Cascaes y a Mafra.</p> + +<p>En Cintra, aun viniendo como veníamos del Brasil, nos extasiamos +contemplando la fertilidad y hermosura de aquellas montañas, con sus +bosques floridos de magnolias y de camelias. El castillo reedificado por +el rey D. Fernando, o, mejor dicho, creado por él con estupenda +inspiración artística, me pareció más encantador que nunca, y procuré, +aunque lo conseguí sólo a medias, infundir en el alma de <i>Madame</i> Duval +una admiración igual a la mía. Ella prefería a todo, recordándolos con +entusiasmo, los jardines de <i>Mabille</i> y la <i>Closerie des Lilas</i>, donde +había bailado el <i>cancán</i> en sus verdes años, muy por lo alto, y siendo +a veces frenéticamente aplaudida.</p> + +<p>Nunca pude fijar la cronología de estos triunfos de <i>Madame</i> Duval, y +saber a punto fijo si los alcanzó de soltera, o ya de casada, mientras +su marido combatía en Argel, o si le valieron como consuelo y desahogo +después de viuda. En fin, <i>Madame</i> Duval gustó también de Cintra, aunque +no tanto como yo y como Lord Byron.</p> + +<p>Es inexplicable el sentimiento que llaman patriotismo. Sábete, Vizconde, +si ya no lo sabes, que mi madre se llamaba la Pascuala, celebradísima +como única en el cante gitano y en bailar el vito. Siendo yo muy niña +todavía, me dejó huérfana y menesterosa. Bien sabe el diablo cómo +después me he criado y he crecido. Nada debo a España. No recuerdo haber +dejado por allí una sola deuda de gratitud. ¿Qué me va ni qué me viene +con la decadencia o con la prosperidad de esa patria, donde sólo tuve de +balde, o sea sin ganarlo yo, el aire que respiré, y obscuridad y +desprecio? Y sin embargo no acierto a ponderarte lo muy patriota que +soy. No lo son más las Duquesas y las Princesas que en Madrid viven y a +quienes tantos respetan y adulan.</p> + +<p>Digo todo esto, porque en Lisboa se recrudeció mi patriotismo. ¡Qué gran +Capital para nuestra gran nación, señora de dos mundos, hubiera sido +aquella ciudad espléndida y hermosa, si D. Felipe el Prudente hubiera +sido D. Felipe el Previsor y hubiera tenido más elevadas miras!</p> + +<p>Pero ya basta. No nos engolfemos en cosas que no son ahora del caso. A +pesar de todos sus esplendores, Lisboa se me caía encima. A las dos +semanas de estar allí, abandoné a Lisboa.</p> + +<p>Viajaba yo con no pequeño acompañamiento. Además de la Duval, que era y +sigue siendo mi dama de compañía, estaba conmigo y está aún mi +<i>mucamba</i>, o sea mi primera doncella, mulata muy ágil, llamada +Petronila, que me peina con primor y buen gusto, que cose y borda y +tiene otras mil habilidades; una segunda doncella, dos fieles criados +negros, y por último, la mujer que cuidaba y alimentaba a mi tesoro.</p> + +<p>Aquí conviene que te imponga yo de algo, en extremo importante para mí, +y que tal vez ignores.</p> + +<p>Mi alma ha sentido no pocas veces inclinación amistosa, compasión, +aprecio y cariño a los seres humanos; pero lo desaforado y suelto de los +primeros años de mi vida ha impedido acaso que llegue yo a amar a un +solo hombre con aquel amor exclusivo, persistente y celoso, con que +deben amar y aman las mujeres honestas criadas con recato. He tenido +muchos amoríos y casi no me atrevo a decir que he tenido amor. Una vez +sola en mi vida me parece que entreví, que columbré a lo lejos la +celestial aparición del verdadero amor, que benigno me sonreía y que +ansiaba penetrar en mi alma, llenarla de su divina beatitud y +purificarla e iluminarla.</p> + +<p>Fue esto cuando tuve relaciones con Juan Maury. Tú estabas en Río y +debes acordarte de todo.</p> + +<p>Contra Juan Maury no tengo yo la menor queja. Era un cumplido caballero. +Me quiso todo lo que podía quererme. Me respetó todo lo que podía +respetarme. Me atendió, me obsequió, me consideró como atiende, obsequia +y considera el galán más delicado a la más noble dama. Pero hubiera sido +absurdo que hubiese tratado yo de inspirar a Juan Maury más hondos +sentimientos y más apasionado afecto que los de la amistad y la +galantería. Yo misma tuve miedo de sentir hacia él verdadero amor.</p> + +<p>Yo casi me atrevo a afirmar que no he engañado a D. Joaquín. Para evitar +el medio engaño en que le tenía, hubiera sido menester hacerle infeliz +con revelaciones feroces y con el más amargo de los desengaños. El amor +mío, si hubiese llegado a ser hacia Juan Maury exclusivo y profundo, +hubiera tenido que romper dolorosamente el lazo que a mi bienhechor y +protector me ligaba; hubiera sido para D. Joaquín horrible infortunio: +todo el bien, todo el contento y el reposo y toda la superior serenidad +hasta donde había yo logrado elevar su espíritu, hubieran venido a +desvanecerse o a hundirse en negro abismo. Por otra parte, aunque yo +debo ser humilde, y aunque lo soy, soy también muy orgullosa en cierto +sentido. Es el orgullo que nace de mi propia humildad. Si por la vileza +de mi origen, si por el ruin desorden de mi primera vida no merezco ni +soy digna de ciertas cosas, me repugna reclamarlas, solicitarlas de +nadie y hasta insinuarme para que se me concedan por favor ya que para +ellas no tengo el menor derecho.</p> + +<p>De aquí que yo, más bien que mostrar a Juan Maury toda la vehemencia y +la elevación de mi afecto, traté de disimularlas. Quise aparecer y +aparecí a sus ojos como la más fina y complaciente de las amigas, como +bastante capaz de entender y de apreciar el valer y las excelentes +prendas de toda su persona y como no indigna de obtener su amistad y su +aprecio; pero todo, sin llegar a ser y sin mostrarme siquiera +profundamente enamorada, y sin propender a infundirle de mí otro +concepto que el de una mujer alegre, fácil y galante.</p> + +<p>Si el verdadero amor, si el hijo divino de la Venus del cielo revoloteó +cerca de mí en aquellos días, yo huí de él por indigna y le ahuyenté por +peligroso.</p> + +<p>Juan Maury se fue de Río y me abandonó sin gran pena. Nada más natural. +No le culpo. Sólo me lisonjea y me contenta el figurarme que él ha de +guardar dulce recuerdo de las dulces horas que pasó conmigo; de nuestros +íntimos coloquios y de nuestra ternura.</p> + +<p>Fue tal la ligereza de aquellas efímeras relaciones, que ni yo le rogué +que me escribiese ni él me ha escrito. De estas relaciones, sin embargo, +me dejó él una prenda preciosa. Suya era, pero era mía más que suya; y +yo apenas la sentí en mi seno, me propuse con firme resolución que no +fuese sino mía.</p> + +<p>Hasta donde alcanza mi memoria, desde que tengo uso de razón, en el +libre abandono de los años primeros de mi vida, no me remuerde la +conciencia de hurto, de estafa, ni de engaño o embuste para medrar. +Escudriñando yo hasta los más obscuros rincones de mi vida pasada, no +encuentro en ellos ni asomo de ruin bellaquería. Esto me consuela. De +ciertos pecados, en que con frecuencia he incurrido, después de +absolverme el confesor, me he absuelto yo también. De aquellos otros, +tal es el inflexible y recto tribunal de mi conciencia, jamás me hubiera +absuelto yo aun después de recibir la absolución en el confesonario. +Espantoso torcedor hubieran sido para mí, humillándome y abatiéndome. +Faltas, pues, en que yo no había incurrido cuando desamparada y +menesterosa, no habían de ser cometidas por mí cuando ya estaba próspera +y rica.</p> + +<p>Por otro lado, lo que era mío, lo que yo esperaba y yo me figuraba ya +que iba a ser un primor, un asombro de gracia y de belleza, por nada del +mundo quería yo atribuírselo en parte a alguien de quien no era. ¿Y qué +aliciente había para el engaño? Usurpar para el fruto de mis entrañas la +hacienda que no le pertenecía y además un nombre cualquiera. ¿Quién sabe +si un nombre ilustre y glorioso, si un título histórico me hubieran +seducido y me hubieran hecho faltar? ¿Pero cómo había de seducirme que +lo que iba a nacer se apellidase Figueredo a secas, a pesar de la +supuesta descendencia de Güesto Ansures de que yo misma me había +burlado?</p> + +<p>Con persistente disimulo, con firme y enérgica voluntad, con raras +precauciones e incesante recato, sin dejarme ver de nadie y fingiéndome +enferma, dejé pasar los meses.</p> + +<p>Llegó la hora y sólo <i>Madame</i> Duval, mi <i>mucamba</i> y el médico, de +quienes tuve que valerme y me valí, exigiendo el mayor sigilo, supieron +que fui madre.</p> + +<p>Mi hija, a quien di por nombre Lucía, se crió lejos de mí, aunque yo +velaba sobre ella e iba a verla a menudo.</p> + +<p>Muerto D. Joaquín, procuré no poner en ridículo su memoria, dejando +conocer en Río que tenía yo una niña de cerca de dos años. Casi de +oculto hice que se embarcara y me la traje conmigo cuando vine para +Europa.</p> + +<p>Quisiera yo escribir a escape estas confidencias: no contarte sino lo +más esencial: pero tal vez dejo correr la pluma y tal vez divago.</p> + +<p>Lo que yo principalmente quiero que comprendas, es que en mi espíritu +hay como dos focos distintos de actividad, de donde brotan dos +corrientes también harto distintas, si bien la una y la otra están +alegremente iluminadas por la luz clarísima con que yo veo y entiendo +todo lo creado. Jamás se me ha ocurrido hallar mal lo hecho por la madre +naturaleza, ni echar la culpa a la sociedad mal organizada de ningún +caso adverso que me haya ocurrido, ni de ninguna contrariedad o percance +angustioso en que yo me haya encontrado. Y no quejándome yo ni de la +naturaleza, ni del orden social tal como los hombres han ido +disponiéndole, muchísimo menos puedo quejarme de la divina providencia, +que acato, adoro y bendigo. Apenas hay objeto que no vea yo de color de +rosa, y siempre que se ennegrece, me culpo a mí y a nadie culpo. Como +soy muy indulgente para con los otros, no es tan de censurar que lo sea +también para conmigo misma. Por eso me dejo llevar de mis generosos +afectos, harto poco en consonancia con una moral rígida, y de mi +inclinación irresistible a lucir las prendas de que me dotó el cielo y a +dar con ellas a los seres que me son caros ventura y deleite. Hay en mí +asimismo un tenaz empeño de progreso, de adelanto en el camino de la +perfección. Y tanto lo que creo realizado en mí, cuanto lo que en mí no +está realizado ni puede realizarse nunca, anhelo yo con vehemencia +ponerlo y realizarlo en un ser predilecto, en quien brillen, a par de +cuanto hay en mí de que puedo con razón ufanarme, todas las excelencias +y virtudes de que carezco y que no son pocas. Por esto, desde que nació +mi hija, desde que por primera vez la vi y presentí que iba a ser +hermosa, me propuse y ansié que su hermosura eclipsase la mía, que en +discreción, elegancia y saber me aventajase, y que estuviese exenta de +todos los defectos y manchas que en mí hay. Me propuse criarla con +esmerado desvelo para que fuese tan casta y tan pura como bella, y para +que no columbrase sólo el verdadero y exclusivo amor, hijo del cielo, +sino para que fuese capaz de poseerle, de gozarle y de recibirle en su +alma inmaculada como en su propio y consagrado templo.</p> + +<p>Y para que veas lo extraño y contradictorio de mi condición, o más bien +lo extraño y contradictorio de la decaída condición humana, mi alma, que +tan altos propósitos tuvo y que a tan alta misión quiso consagrarse, se +dejaba arrastrar de sus regocijados ímpetus, de su perversión bondadosa +y de su liviandad inveterada, hasta el extremo de buscar y de forjar +aventuras como la que te conté ya del paraguayo y como varias otras que +he tenido después y sobre las cuales prefiero callarme.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>No pude refrenar mi deseo de volver a mi patria. Desde Lisboa fui a +Sevilla y a Cádiz.</p> + +<p>Mi antiguo confesor, el Padre García, había hecho algunos ahorros y +había heredado también a un hermano suyo que se había enriquecido. Harto +el Padre de rodar por el mundo, vivía retirado en el lugar de su +nacimiento, no lejos de Sevilla. Le anuncié mi llegada y él vino a +verme.</p> + +<p>Para descargo de mi conciencia, en este punto muy escrupulosa, quise, +viéndome rica y convertida en toda una señorona, no desdeñar a mis +parientes, si los tenía, y hasta favorecerlos y socorrerlos si se +hallaban en la abyección y en la miseria. El Padre García me sirvió en +esto muy bien. Buscó con tino y diligencia a mis parientes, y no los +halló sino dudosos y muy lejanos. Yo había sido la única hija de la +Pascuala.</p> + +<p>En Río de Janeiro, no recuerdo bien con qué tramoya, suplió D. Joaquín +la falta de mi fe de bautismo, que para nuestro casamiento se requería. +Hasta que el Padre García me la sacó, jamás había tenido yo ni visto +semejante documento.</p> + +<p>Considerando yo que mis parientes más seguros habían de estar en los +hospicios, en las inclusas y en los conventos de mujeres recogidas, di +al Padre García pródigamente todos mis ahorros para que en aquellas +santas casas los repartiera. Él cumplió mi encargo y me trajo los +recibos que conservo aún, donde constan las donaciones de una dama +brasileña, cuyo nombre se calla.</p> + +<p>A decir verdad, a pesar de todo mi patriotismo y de mi amistad hacia el +Padre García, me repugnaba permanecer en España. Dicen algunos autores +que las mujeres como yo suelen tener <i>nostalgia del fango</i>. No sé qué +quieren decir con esto; pero si es lo que yo entiendo, declaro que no he +tenido jamás semejante nostalgia. Al contrario, yo recordaba bien todos +los sitios, y al pasar por algunos se me encendía la cara de vergüenza. +Por fortuna, estaba yo tan encumbrada y en posición tan diferente de la +que allí tuve, que nadie me reconoció ni reconocí a nadie. Hice en mi +patria el papel de peregrina misteriosa.</p> + +<p>Fuera del Padre García, con nadie quise tratar. Después de separarme de +él, estuve en Granada, Córdoba, Madrid, Toledo, Burgos y otros puntos, +visitando los monumentos en compañía de <i>Madame</i> Duval, que detestaba +las antiguallas y suspiraba por los <i>boulevards</i> de París. Allí fui por +último, y pronto me instalé comprando muebles y poniendo casa.</p> + +<p>He vivido desde entonces con comodidad y hasta con lujo, pero sin el +menor empeño de llamar la atención ni de brillar, y con tanto arreglo y +economía que, a pesar de no pocos gastos extraordinarios y de viajes de +recreo que he hecho por Alemania y por Italia, he doblado mi capital y +mi renta. Hoy casi puedo asegurar que soy rica.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Mi vida de París ha sido alegre, desenfadada y modesta. Expondré aquí, +en pocas palabras, cómo concierto yo la modestia con la alegría y el +desenfado. Mi modestia ha consistido en no desear ni aspirar a hacerme +conocida, celebrada y famosa. Más he huido que buscado que nadie me +señale con el dedo, que la atención pública se fije en mí, y que la +gloria infame de que algunas mujeres gozan, gloria que yo me jacto de +poder adquirir fácilmente, me circunde con sus resplandores. En vez de +mostrarme, puedo afirmar que me he ocultado.</p> + +<p>Como la soledad me entristece, he ido a reuniones y tertulias, pero +nunca he pretendido salir de la colonia ibero-americana. Y aun dentro de +esta colonia no he sido asidua en el trato ni he intimado mucho, sobre +todo con mujeres. Hasta que mi hija llegó a tener ocho años, como apenas +exigía otro cuidado que el de su corporal desarrollo, cuidado harto leve +porque mi hija se ha criado con excelente salud, ora pensando yo en +distraerme, ora anhelando hacerme apta para contribuir a su educación, +he leído muchísimo y casi sin sentir me he convertido en marisabidilla.</p> + +<p>Soy franca admiradora de la literatura francesa. Me parece esta nación +fecundísima en ingenios de toda clase. Yo los admiro y quiero seguir +admirándolos sin tropiezo. Acaso te parezca extravagante modo de +discurrir, mas es lo cierto que, a fin de no tropezar y conseguir que la +tal admiración salga rodando por el suelo, me he abstenido de buscar la +sociedad literaria parisina. Al conocer los libros, he conocido lo más +noble, depurado y selecto de cada autor. ¿Para qué conocer lo restante? +He recelado desilusionarme al conocerlo. ¿Quién me asegura que los +escritores franceses no sean presumidos y fatuos? ¿Qué necesidad tengo +yo de extremar mis amabilidades y de hacer esfuerzos para insinuar en la +mente de esos señores que no soy una salvaje, que estoy al nivel de +ellos, que comprendo sus profundidades y sutilezas, y que, aun +suponiendo que en España, en Portugal y en el Brasil esté la gente muy +atrasada y hasta sea de casta inferior, yo, por excepción fenomenal y +monstruosa, he podido elevarme hasta hombrearme con ellos?</p> + +<p>Ahora comprenderás en qué sentido digo yo que mi vida en París ha sido +modesta. En cuanto a su desenfado y a su alegría, no es menester que +entre yo en pormenores para que tú lo comprendas. El cielo, el infierno, +la naturaleza, un poder sobrenatural, lo que tú quieras o supongas, no +parece sino que me ha dotado de imperecedera lozanía de cuerpo y de alma +y de una bondad y de una ternura inagotables y prontas, pero que han +hallado siempre obstáculos insuperables para el verdadero y definitivo +amor, y se han quedado en mitad del camino.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Voy a contarte una curiosa aventura, que, si bien tiene mucho de +ridículo, no puedo ni debo pasar en silencio, porque sus consecuencias +fueron serias para mí y han influido bastante en los ulteriores sucesos +de mi vida. De esta aventura hace ya mucho tiempo, pero la tengo tan +presente como si ayer hubiera sido.</p> + +<p>El Barón de Castell-Bourdac es el personaje más inverosímil y complejo +de cuantos he conocido. Sus excentricidades mueven a risa, sus chistes, +sus exageraciones y sus embustes involuntarios nos divierten a par que +rebajan el concepto que de él formamos; pero cuantos le conocen y tratan +y penetran bien en el fondo de su alma, no pueden menos de quererle y de +estimarle. La fantasía del Barón ha bordado su vida sencilla y honrada, +desfigurándola con falsos adornos. Sobre la historia ha venido a +sobreponerse la leyenda: pero aunque por la leyenda aparezca el Barón +como personaje cómico, por la historia es siempre digno de respeto. No +pretendamos tasar y aquilatar con exactitud lo egregio y lo rancio de su +nobleza. Él cree, y esto me basta, que es nobilísimo. Apenas hubo +Cruzada en que un Castell-Bourdac no figurase. La importancia de los +Castell-Bourdac ha sido grande desde entonces hasta la caída del antiguo +régimen en 1789. La revolución los arruinó. Y desde entonces hasta ahora +la inflexible energía de sus opiniones legitimistas ha impedido que +salgan de la obscuridad. Ni durante la Restauración intervinieron en +nada, porque hallaron a Luis XVIII y a Carlos X sobrado transigentes con +las ideas nuevas.</p> + +<p>Aunque el Barón de Castell-Bourdac, restablecida en gran parte la +hacienda de su casa, poseyó por entonces bastantes bienes de fortuna, +que hubieran podido servirle de sostén y aun de resorte para su +elevación en la política, por desgracia e no quiso mezclarse en nada, y +no acertó a emplear mejor su actividad que en disipar alegremente sus +bienes y volver a quedarse pobre.</p> + +<p>Desde el año de treinta en adelante, fue imposible que el Barón pusiese +mano en los negocios públicos. Si él hubiera querido ceder, humillarse, +renegar hasta cierto punto de las creencias y de la misión de sus +antepasados, hubiera sido Diputado, Senador, Embajador, Ministro y +cuanto le hubiera dado la gana; él al menos así lo creía; pero como el +Barón no había querido ceder ni renegar, había tenido que limitarse y +resignarse a ser un caballero, si bien encopetado, viviendo de sus +rentas, que eran cortísimas.</p> + +<p>En este punto de la situación económica, ya no entra por nada la +fantasía del Barón. La pura verdad acude en su abono y le concede justa +alabanza.</p> + +<p>El Barón es un prodigio de arreglo y de economía. No disimula su +pobreza, pero tampoco la deplora. En los círculos más elegantes se +presenta siempre con el decoro propio de su clase. No juega, ni bebe. +Por no tener vicio alguno, no fuma, y también porque el fumar le parece +plebeyo, apestoso, impropio de un Castell-Bourdac y en plena disonancia +con el ideal del atildado y noble cortesano del antiguo régimen tal como +él se le representa.</p> + +<p>El Barón no debe nada a nadie y nadie puede jactarse de que él le haya +pedido dinero prestado.</p> + +<p>Cada día come en una casa distinta. Es muy buscado y está convidado a +las mejores mesas, así por su divertida conversación, como por su +extraordinaria fama de hondo conocedor y perito en todas las artes del +deleite. El Barón pasa por el <i>gourmet</i> más delicado que hoy vive, +paladea y olfatea en Francia. No es rico para pagar unos convites con +otros, ni es zafio tampoco para pagarlos de otra manera sin el menor +disimulo; pero, quizás sin pensarlo, paga los obsequios que recibe y no +hay quien le tilde de <i>pique-assiette</i> o de parásito. Los cumpleaños, +las bodas y otras festividades le ofrecen ocasión, que él aprovecha, de +pagar cumplidamente cuantos obsequios recibe. En suma, y en mi opinión, +que creo fundada, el Barón es un modelo de cortesanía. Sólo han podido +los maldicientes echarle en cara un defecto, del que, a mi ver, se ha +corregido. El defecto, si lo es, consiste en su extremada galantería, +muy en desacuerdo para muchos con la edad provecta a que ha llegado. +Conceden sus críticos censores que él, en su juventud, hizo brillantes +conquistas y cautivó no pocos corazones indómitos y soberbios, pero +añaden que hace ya más de veinte años que debe el Barón recogerse a buen +vivir y reposarse sobre sus laureles.</p> + +<p>Mucho disto yo de seguir semejante parecer. Desde que conocí al Barón, +trece o catorce años ha, he opinado lo contrario. Hay belleza, elegancia +y distinción para todas las edades, con tal de que no falten la salud y +el aseo. Y como el Barón está saludable y es aseado y pulcro, yo le +hallé y le hallo siempre muy agradable persona y además un hermoso +viejo. Por otra parte, como el alma humana es inmortal, no hay vejez que +valga contra ella, mientras no se destruyan o deterioren en extremo los +aparatos y órganos que la ponen en relación con el mundo y le sirven de +medio para pensar y sentir y para expresar lo que piensa y siente +mientras en el cuerpo está encerrada. Sea como sea, y a fin de que no +digas que me quiebro de sutil, prescindiré de más aclaraciones, y te +diré con llaneza que el Barón se prendó de mí y me hizo muy respetuosa y +finamente la corte.</p> + +<p>Yo me lisonjeo de no haber tenido jamás ciertos defectos que se +atribuyen, así a los que llaman en Francia <i>parvenus</i> como a los que en +España llaman cursis. Sin duda a la aparición en mí de estos defectos se +ha opuesto el orgullo. No he anhelado ni buscado para darme tono el +trato y la amistad de personas encumbradas por nacimiento, educación y +riqueza. Naturalmente me he encontrado yo y me encuentro tan distinguida +como si hubiera nacido en la púrpura y no me hubiera echado al mundo la +Pascuala, sabe Dios en qué zahurda. No podía yo esperar, por +consiguiente, que el influjo o el arrimo de sujetos aristocráticos +viniese a prestarme como un reflejo de su valer. Creía yo y creo tener +luz propia, digámoslo así, y que no la necesito prestada. No sé si +aplaudirás o censurarás esta vanidad mía. Yo te confieso que la tengo +para confesarte además que el Barón me aduló esta vanidad, sin artificio +y por manera irresistible. El Barón procuraba demostrarme con evidencia, +empleando para ello muy elocuentes palabras, que yo, sobre ser hermosa, +poseía tal majestad en el gesto, en los modales y en todo, que más +parecía una princesa o una emperatriz que una perdida plebeya, puesta +casualmente en zancos por su enlace con un ricacho usurero.</p> + +<p>El arte y el ingenio con que el Barón iba insinuando en mi alma estas +lisonjas me tenían cada vez más hechizada. El Barón me comprende bien, +pensaba yo, y cuando tan bien me comprende señal es, y prueba es +clarísima, de la elevación y de la agudeza de su entendimiento. Así +infundió el Barón en mi pecho la amistad más acendrada hacia él.</p> + +<p>Hízose mi <i>cavaliere servente</i>, y yo me deleitaba y hasta me +enorgullecía de que me acompañara y me sirviera.</p> + +<p>Con modesta timidez, que de su ancianidad se originaba, el Barón empezó +con suavísimo tiento y cautela a mostrarse enamorado de mí, pero sin +persistir en sus manifestaciones para no cansarme, refrenando su +vehemencia para evitar mi enojo, y haciéndolas, cuando las hacía, como +por un arranque involuntario y muy a despecho suyo.</p> + +<p>¿Quieres creer que con tal proceder el Barón me enterneció, y cautivó en +cierto modo mi espíritu? Mi estimación y mi amistad se las tenía ya +ganadas por completo. Después, poco a poco y al compás que él iba siendo +más atrevido y más explícito, fueron despertándose en mí aquellas ideas, +pasiones o inclinaciones, pues no sé cómo las llame, que siempre, a +pesar del freno religioso y a falta del freno del orgullo y del decoro +en este particular, han hecho de mí lo que rudamente podemos llamar una +mujer liviana, o más bien han impedido que yo no quiera, ni pueda, ni +logre nunca desechar de mí la liviandad primitiva. Consideré al Barón +herido, y tuve piedad de él y pensé en el bálsamo que podía curarle. Mi +generosa piedad fue aguijoneada por algo a modo de remordimientos. Me di +a cavilar que con mis favores amistosos, aunque concedidos sin malicia, +con mi dulce abandono cuando le tenía a mi lado, con el mal disimulado +placer con que yo oía sus requiebros, y hasta con mi reír y burlar +cuando me hablaba de su cariño, había sido yo una desalmada coqueta, que +había robado la tranquilidad de aquel señor excelente y había levantado +en el mar pacífico de su ya fatigado corazón la más deshecha borrasca. +Casi o sin casi, me creí en la ineludible obligación de apaciguarla para +descargo de mi conciencia. En fin, y sin más preámbulos, en una tarde de +invierno, a las cinco, hora en que suele tomarse el té, cité al Barón, +como recientemente te tengo citado a ti, para que viniese a tomarle +conmigo a solas. Mis jaquecas un tanto cuanto imaginarias han persistido +siempre. Aquella tarde para todos tuve jaqueca menos para el Barón. Este +acudió a la hora justa, lleno de gratitud, contento y ufanía. Parecía +remozado por virtud de una poción mágica o por hechizos del amor. Entró, +me saludó y se llegó a mí con la gracia, desenfado y ligereza de un +pollo o <i>gomoso</i>, no de nuestro siglo decadente, sino de otras edades +caballerescas en que fueron los hombres de temple más recio y más fino. +Yo, con el pretexto de la jaqueca, estaba en el más cuidadoso y esmerado +<i>négligé</i>. Mi vestidura era una elegantísima bata de flexible seda.</p> + +<p>Pocas mujeres pueden hacer lo que yo hice entonces y puedo hacer y hago +todavía. Cuando el corsé me enoja no le llevo, y nada, absolutamente +nada, se humilla falto de sostén y baja de su sitio: todo permanece +firme como el mármol y el bronce. Perdona que entre en estas +menudencias. Mi presunción tiene alguna disculpa por lo no comunes que +son las cualidades de que me jacto. Importa además consignar esta +circunstancia de mi <i>toilette</i> para que se entienda lo que ocurrió en +seguida.</p> + +<p>No estaría bien que yo paso a paso te lo refiriese todo. Baste decir que +pronto noté, en medio de las vivas muestras de cariño que el Barón +quería darme, no sé qué disgusto, no sé qué penoso rubor en su cara. +Creí entender lo que aquello significaba y me apesadumbré por él. En +esto se abrió un poco mi bata y hubo de descubrirse mi garganta: no +mucho más que lo que en un baile o en una recepción de etiqueta se deja +ver al público. El sonrojo y la turbación de mi amigo subieron entonces +de punto. Pero ¡qué imaginación tan poderosa y tan socorrida la suya!</p> + +<p>Por dicha llevaba yo, pendiente del cuello en una cadenita de oro muy +sutil, una pequeña medalla de plata, representando la Virgen de Araceli, +patrona de la ciudad de Lucena.</p> + +<p>Fijó el Barón la vista en la medalla y la tomó entre sus dedos, para +examinarla mejor.</p> + +<p>—¿De dónde procede esta medalla?—preguntó con curiosidad tal, que +parecía embargar su espíritu y distraerle de los otros objetos.</p> + +<p>—Es el único recuerdo que conservo de mi madre, contesté yo, como era la +verdad.</p> + +<p>—¿Y cómo se llamaba tu madre?</p> + +<p>—Pascuala, le dije.</p> + +<p>—¡Oh inescrutables designios del cielo!, exclamó el Barón, arrancando de +su pecho un hondo suspiro que se diría que le desahogaba.</p> + +<p>—¿Qué pasa?—pregunté yo imaginando que el Barón iba a desmayarse.</p> + +<p>—Esa medalla, dijo el Barón, se la di yo a tu madre cuando estuve en +Andalucía hace cuarenta y pico de años. Entonces... fuimos muy amigos... +¿no me comprendes?</p> + +<p>Me entró al oír esta pregunta tan feroz gana de reír, que a duras penas +pude contenerme, temerosa de que el Barón se ofendiera.</p> + +<p>—¡Ah!, sí, te comprendo, dije al cabo, y di rienda suelta a mi alegría, +riendo ya sin temor.</p> + +<p>—¡Hija del alma!—dijo el Barón con tan profundo acento y con tantas +apariencias de estar convencido, que sin duda empezó desde aquel punto a +dar por cierto y por evidente lo que de improviso había imaginado. Ello +es que ambos salimos muy agradablemente de aquel a modo de apuro, +trocándose de súbito nuestra amistad y nuestro conato de amor anacrónico +en el santo y puro afecto de un padre y de una hija.</p> + +<p>—¡Padre mío!—dije yo y eché al Barón los brazos al cuello.</p> + +<p>Después de esta dulcísima expansión, llamé a <i>Madame</i> Duval para que nos +hiciese compañía. Con el debido sigilo le revelé nuestro parentesco, de +que ella se maravilló y holgó mucho. Luego charlamos los tres a +cántaros. Con lo ameno de la conversación se nos olvidó tomar el té y +llegó la hora de la comida.</p> + +<p>La imprevista anagnórisis, como el Barón la llamaba, fue solemnizada con +un exquisito <i>petit diner fin</i> en que se lució mi cocinera, <i>cordon +bleu</i> de primera fuerza, y brindamos los tres a la persistencia del +santo lazo recién descubierto y reanudado, primero con <i>Chateau Iquem</i>, +y a los postres con tintilla de Rota, mi casi paisana. No hubo +<i>champagne</i>, porque ni el Barón ni yo gustamos de ese vino, con algún +pesar de <i>Madame</i> Duval, que gusta de él más que de nada.</p> + +<p>Mi pobrecita hija Lucía, que apenas contaba entonces siete años, +inocente como un ángel, luminosa, bella y serena como el lucero del +alba, fue la cuarta persona que estuvo en la mesa y comió con nosotros. +Con ojos algo espantados y sin comprender nada, se alegró de hallarse +repentinamente con un abuelito, y más aun cuando el Barón, que es bueno +e ingenioso y muy a propósito para divertir a los niños, le contó tres o +cuatro cuentos fantásticos e infantiles, y le hizo varios juegos de +prestidigitación con no escasa maestría.</p> + +<p>Admirable es el encadenamiento de las cosas, y cómo de ciertas causas +nacen a veces los efectos más imprevistos. ¿Quién hubiera podido +imaginar que del descubrimiento de mi padre y de su aparición algo +cómica, habían de resultar tan serias modificaciones y hasta cambios en +la dirección de mi vida? Sin embargo, así aconteció. Lo que para salir +de su atolladero inventó de súbito el Barón y yo acepté con risa, +hallándolo disparatadamente gracioso, él y yo lo fuimos tomando más por +lo serio cada día, y por virtud de nuestra voluntad atamos nuestras +almas con lazo tan limpio y tan fuerte como si él fuese en realidad mi +padre y yo su hija.</p> + +<p>De esta ficción, que apenas ya me lo parecía, brotó en mi espíritu un +sentimiento jamás experimentado por mí: algo de más fervoroso que la +amistad; algo en que no entraba por nada el vehemente anhelo de los +sentidos y algo que no era tampoco eso que llaman amor platónico y puro. +Este sentimiento llegó a ser más puro y más grave que el amor platónico. +Olvidada yo de que nacía de una mentira, le vi nacer en mí con sorpresa +y deleite, y le cuidé con esmero para que creciese y floreciese.</p> + +<p>Yo no niego ni afirmo la existencia de lo que llaman amor platónico; +pero, si existe, hallo en él, mientras vivimos esta vida mortal y +tenemos el alma en el cuerpo, y cuando son los que se aman mujer y +hombre, un no sé qué de incompleto y aun de monstruoso.</p> + +<p>No es, en verdad, amor, ni merece tan santo nombre, lo que yo he sentido +y conocido desde la bajeza impura en que nací hasta el día de hoy. Sólo +es amor, cumplido y entero, el que yo columbré remotamente entre los +brazos de Juan Maury, y que por mi indignidad o por mi desgracia no pude +alcanzar nunca.</p> + +<p>Del amor cumplido y entero, exclusivo y honrado desistí desde entonces, +considerándole para mí imposible.</p> + +<p>El lazo afectuoso que hace años al Barón me une, no es amor ni amistad, +porque es más apretado lazo que el que ata a los amigos, y porque es más +espiritual y cae menos bajo el influjo de los sentidos que el amor más +platónico y más puro.</p> + +<p>Yo he leído y aprendido mucho en estos últimos años. Pocos escritos me +han encantado más, como divino ensueño poético, que las últimas áureas +páginas del libro de Baltasar Castiglione, titulado <i>El Cortesano</i>. Allí +explica el ingenioso, sutil y elocuente Pedro Bembo cómo se complace y +cuánto goza el amante en la contemplación de la mujer amada, viéndola, +oyéndola y hasta mereciendo de ella ciertos delicados e inocentes +favores, entre los cuales pone el de abandonar por largo rato en las +manos de él las manos de ella, y hasta el de dar y recibir, con mero +contentamiento espiritual y sin sensualidad alguna, besos en la boca, a +fin de que allí acudan las almas y se unan y compenetren, como cuentan +que le sucedió a Platón con su amiga, que hubo de ser la linda +Arqueanasa.</p> + +<p>Sin duda que esto es muy bonito, pero no veo yo cómo ha de ser el medio +para encumbrarse a la contemplación, primero de la belleza universal, +donde se encierran y cifran todas las bellezas individuales, y después a +la eterna y perenne fuente de la belleza creada e increada, en cuyas +llamas arda nuestro espíritu como ardió Alcides en la cumbre del monte +Oeta, y por cuyo fuego seamos arrebatados al empíreo como Enoch y Elías.</p> + +<p>Repito que todo esto me parece muy bien para leído en el libro que he +citado, pero no en la práctica. Por eso doy gracias al cielo de que el +Barón haya inventado tan a tiempo su paternidad. Dios me preserve de que +él, por la contemplación estática de mi hermosura, y de que yo, +prodigándole los referidos favores, aspiremos también a remontarnos al +empíreo. Más fácil sería resbalar por este camino y caer en inmundicia, +que subir, purificados y gloriosos, como el solitario del Carmelo, en el +ardiente carro.</p> + +<p>En suma, lo excelente que tuvieron mis relaciones con el Barón desde que +se convirtió en mi padre, fue lo neutral, lo apacible, lo manso y lo sin +sexo ni siquiera platónico, con que se señalaron. El Barón casi dejó de +admirarme como hermosa, a fin de quererme, de atenderme y de servirme +como buena.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>No soy yo alegre y regocijada por mera y espontánea energía de mi +espíritu. Lo he sido y lo soy también porque me impongo, porque me +decreto la alegría. Las cosas no pueden estar mejor de lo que están. Me +parecería ingratitud para con Dios, si yo me quejase. Desde lo más hondo +de la abyección impura he logrado elevarme a una esfera brillante y +relativamente limpia. Soy rica, libre, respetada, a pesar de mis +extravíos, y considerada y atendida en cierta sociedad, que tendrá sus +máculas, pero a la que algún respeto se concede. Claro está que yo, +aspirando siempre a lo más perfecto, ora supongo que hay, ora si no hay, +gustaría de que hubiese, una sociedad más escogida, elegante y honrada, +un círculo de gente más selecta, dentro del cual fuese yo digna de +colocarme. Pero jamás me conformaría yo a ser recibida en ese círculo +por indulgente piedad; a que ese círculo descendiese de su nivel para +recibirme, a que entendiesen los que viven en él que con su trato me +purificaban o me realzaban. Para esto prefiero estar donde estoy, y aun +me resignaría a estar mucho más abajo.</p> + +<p>Completa es, por lo tanto, mi conformidad con mi posición y con mi +suerte.</p> + +<p>Tengo además grandes motivos de satisfacción y contento. Mi salud es +inmejorable y mi mocedad se diría que no acaba. ¿Para qué he de fingir +modestia contigo? Me encuentro ahora más bella, más lozana, que cuando +nos veíamos en el <i>Retiro de Camoens</i>. Imagíname entonces como mata de +azalea sin flor aún y toda verde, e imagíname ahora como la misma planta +con toda la pompa y las galas de sus abiertas flores.</p> + +<p>Aduladora es mi <i>mucamba</i>, que sigue siempre llamándome su niña; pero no +creo que me adula cuando salgo del baño y me enjuga y me mira con +agradable pasmo, y suele decirme:</p> + +<p>—¡Ay, niña, niña!, cada día estás más hermosa. ¡Bienaventurado el que +así te vea!</p> + +<p>Lo que es yo me miro también con complacencia en grandes y opuestos +espejos y me siento en perfecta consonancia con el parecer de Petronila.</p> + +<p>Te lo confesaré todo: cuando Petronila me deja sola, incurro en una +puerilidad que no sé decidir si es inocente o viciosa. Sólo sé que es +acto meramente contemplativo; que es desinteresada admiración de la +belleza; No es grosería sensual, sino platonismo estético lo que hago. +Imito a Narciso; y sobre el haz fría del espejo aplico los labios y beso +mi imagen. Esto sí que es platonismo, me digo entonces. Esto es el amor +de la hermosura por la hermosura: la expresión del cariño y del afecto +hacia lo que Dios hizo manifestada en un beso candoroso que en el vano e +incorpóreo reflejo se estampa.</p> + +<p>Ya ves tú que te hablo hasta de mi sencilla fatuidad y que te declaro +todas mis venturas. Bien es que sepas también lo que durante mucho +tiempo he procurado ocultarme a mí misma, lo que yo veo distintamente +con susto y con pena y lo que me duele confesarte.</p> + +<p>Como si de un lago tranquilo surgiese de repente un monstruo, como si en +una pradera cubierta de olorosas hierbas y flores viese yo bullir, por +bajo de ellas, multitud de escorpiones y de víboras, así, en medio de +mis alegrías y placeres, surge a menudo, desde hace tiempo y desde lo +más intrínseco de mi ser, un desconsuelo, una melancolía, una amargura +que me esfuerzo por ahogar o remediar y no lo consigo.</p> + +<p>No es hastío: yo no estoy ni fatigada ni hastiada. No es desilusión: las +ilusiones, si alguna vez las he tenido, jamás me han contentado con su +falacia y antes he celebrado que deplorado el perderlas. La causa de mi +mal es mi ambición trascendente; mi empeño de ir en busca de un ideal +para mí inasequible; el vano propósito de borrar de mi ser las +indelebles manchas, con cuyo germen al menos nací manchada. Este mal, +que en mí no tiene cura ni remedio, quise curarle y remediarle yo en +otro ser amado, que me pertenece, que ha nacido de mis entrañas.</p> + +<p>Mi propósito de educar altamente a mi hija fue corroborándose cada vez +más. De él hice el más noble fin de mi vida. Lucía, si mi deseo se +realizaba, había de ser limpio dechado de castidad, de pureza y de +cuantas excelencias y virtudes pueden sublimar y glorificar a un alma +humana en esta baja tierra.</p> + +<p>Preví un peligro, preví para mí el más enorme de los infortunios, pero +arrostré el peligro con valor porque sobre todo prevalecía mi afán de +que ella fuese perfecta, inmaculada, tan hermosa como yo de cuerpo y mil +y mil veces más hermosa de alma; conseguido esto, me sentía yo con +fortaleza bastante para sufrir que ella, desde la elevación moral en que +iba a verse, tuviera harto involuntariamente que despreciarme y que +avergonzarse de mí. Movida yo por esta pasión, tuve por principal empleo +hasta que Lucía cumplió doce años, el cultivar su corazón y su mente con +el más activo desvelo. Yo misma, ocultándole con recato cuidadoso cuanto +yo pensaba y sabía de malo, la instruí en todo lo bueno y santo que mi +alma había conservado o aprendido.</p> + +<p>Mi fe religiosa, profunda en mi mocedad y consuelo en mi abyección de +entonces, o había sido combatida por dudas o se había bastardeado, +combinándose con ideas filosóficas que tal vez quebrantaban su entereza +con el pretexto de ensanchar un estrecho molde donde imaginaban que su +grandeza no tenía cabida. Así es que busqué y hallé a un virtuoso e +ilustrado sacerdote que completase la educación moral y religiosa de +Lucía sin inficionarla con los elementos heterodoxos con que mi fe se +había pervertido.</p> + +<p>No acierto a ponderarte el miedo que tenía yo de que Lucía descubriese +mi indignidad; el recato con que viví para que no comprendiese ella o +para que tardase en comprender mis faltas y pecados, y cuánto vigilé +para que ningún pensamiento impuro penetrase en la mente de ella; y, lo +que es imposible cuando un ser humano es inteligente, para perpetuar en +su espíritu la ignorancia de lo malo y de lo vicioso.</p> + +<p>Recelando yo que esta ignorancia de Lucía se disipase y que ella abriese +los ojos y me viese tal como soy, no me sosegué hasta que, haciendo un +inmenso sacrificio en separarme de ella, la hice entrar, desde poco +después que cumplió doce años, en el convento del Sagrado Corazón de +Jesús, donde permaneció hasta los diecisiete.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Muchas veces salía mi hija del convento y venía a pasar algunos días +conmigo. Con más frecuencia iba yo al convento a visitarla y a hablar +con ella.</p> + +<p>Mi amor y mi vanidad de madre estaban cada día más lisonjeados. Lucía +iba creciendo en hermosura y en natural elegancia. Algo había en ella de +parecido a mí, pero se parecía mucho más a su padre. No envidiosa sino +encantada notaba yo que había en todo su ser corporal algo de más +aristocrático que en el mío. Era además blanca y rubia, mientras que yo +soy pelinegra y trigueña. Mis ojos son verdi-oscuros; los suyos azules +como el cielo. Yo soy alta y esbelta: ella es más esbelta y más alta que +yo, aunque igualmente bien proporcionada. Para que comprendas bien la +diferencia que hay entre nosotras, te diré, aunque peque yo de +presumida, que mi estampa retrae al pensamiento la de una diosa del +gentilismo, y la suya la de una <i>madonna</i> de antes de Rafael.</p> + +<p>Las caricias y las alabanzas, que yo le prodigaba, eran siempre +tiernamente recibidas y pagadas por ella. Había, sin embargo, entre +nosotras no poco que limitaba la expansión. No me atrevía yo a hablarle +de ciertos puntos. Le decía que era su madre, pero no le decía de qué +suerte era su madre, como deseando que lo ignorara. Y salvo en lo +indiferente y en las relaciones entre ella y yo desde que nació ella, +ponía yo en toda mi vida, cuando con ella hablaba, un sigilo harto +embarazoso.</p> + +<p>Intenciones tuve a veces de confesarme con ella: de decirle mis faltas +para que ella las perdonase. Pero pronto un orgullo, en mi sentir bien +entendido, me hacía desechar aquella tentación. Era preferible que ella +supiese por otras personas quién yo era y no que lo supiese por mí +misma. Yo no me podría resistir al deseo de justificarme o al menos de +disculparme; y de aquí podrían originarse dos casos que igualmente me +horrorizaban. O bien que, al disculparme yo, ella aceptase como buena y +como plausible mi disculpa, y entonces la elevación de su moralidad se +relajaría, siendo yo su maestra y su iniciadora en liviandades; o bien +que ella, con severo criterio, allá en el centro de su alma y aunque no +me lo dijese, rechazara mis disculpas, y tal vez sospechara, a pesar +suyo, que yo le daba lecciones infames, y que, acaso sin querer, pero +arrastrada por mis instintos perversos, ansiaba rebajarla a mi nivel, +aunque sólo fuese para que ella mejor me amase.</p> + +<p>Tales cavilaciones fueron la causa de mi silencio.</p> + +<p>Por mi desdicha, es absurdo imaginar que una virgen, una santa, una +criatura inmaculada y purísima, si no es tonta, permanezca siempre a +obscuras y con los ojos del alma completamente cerrados para todo cuanto +hay en el mundo que no es honesto. La honestidad, la castidad y hasta la +inocencia más columbina, consisten en abominar de lo malo y no en +ignorarlo del todo, como si no existiera. Lucía, pues, austera, virtuosa +y sin ningún pensamiento feo, y sin ninguna imagen impura que enturbiase +el claro espejo de su conciencia, reflejándose en él, no pudo menos de +saber al cabo y supo del mal, y fue conociendo poco a poco todo cuanto +de este mal en mí había. Callándome siempre, pero con mirada +escrutadora, procuraba yo, con curiosidad irresistible, penetrar en el +centro de su alma, y ver el progreso que iba haciendo allí el +conocimiento del mal y los estragos y la ruina que este conocimiento +hacía en el buen concepto que ella de mí tenía formado. Grandísimo pesar +me causaba lo que acabo de querer explicarte. El amor maternal, no +obstante, y casi tanto como el amor maternal uno a modo de orgullo de +artista que se deleita en su obra, siempre me impidieron desear, en el +juicio de Lucía, la menor indulgencia que implicase relajación o +quebranto en la ley por cuya virtud su espíritu había de dictar un +fallo.</p> + +<p>Ya se entiende que todo esto lo veía o lo creía ver yo como si mi mirada +penetrase en los más abismados pensamientos de mi hija. Lo que es ella, +nunca dejaba de mostrarse tan cariñosa conmigo como con ella yo, y tan +respetuosa como la hija más cristianamente educada.</p> + +<p>Después de nuestros deberes para con Dios, los mandamientos de su ley +ordenan que respetemos y honremos a nuestros padres. ¿Cómo hubiera +podido Lucía faltar nunca en lo más mínimo a este mandamiento? Ella, +además, me amaba y me ama, porque ha nacido de mis entrañas y porque es +mi sangre y porque recuerda y agradece mis mimos, mi ternura, el esmero +con que la he criado, y hasta esa misma elevación moral y religiosa a +que he procurado elevarla, quedándome yo tan lejos y tan por bajo de +ella.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Jamás he tenido la tentación de destruir mi obra; de hacer que Lucía +baje hasta mí desde la altura en que la he puesto. Pero, a veces me +pregunto: ¿no fue delirio ponerla en esa altura?</p> + +<p>A este propósito recordaba yo ciertas palabras de una dama andaluza que +conocí un verano en Biarritz cuando Lucía no contaba aún sino ocho años +de edad. Tenía esta dama una hija de la misma edad que Lucía. Las niñas +se conocieron y jugaron juntas en el <i>Port Vieux</i>. Y por esto, y por ser +españolas ambas madres, y por lo franco y fácil del trato en los lugares +de baños, trabé yo cierta amistad con la madre de la niña, que se +llamaba la señora de Benítez. Su marido, D. Ambrosio, era un personaje +político de cuarta o quinta magnitud, si bien con esperanzas más o menos +fundadas de llegar a serlo de primera, ya que poseía notable desenfado, +gran facilidad de palabra y otras brillantes prendas. Por lo pronto, D. +Ambrosio estaba como parado, por no decir extraviado en su carrera. O +por haberse comprometido en conjuraciones y pronunciamientos, o sin +necesidad y sólo para contraer méritos y darse tono, gemía en la +emigración. Verdad es que no era muy lastimero el gemido, porque cuando +los suyos estuvieron en el poder, le habían enviado a Cuba de vista de +una Aduana o no sé bien con qué otro empleo en Hacienda. Al año y medio +cayó su partido y le dejaron cesante, pero él no se había dormido ni +descuidado y había aprovechado tan bien el tiempo, que pudo volver y +volvió, con no despreciables ahorros. Así podía esperar y esperaba sin +sobrada angustia la vuelta al poder de su partido, para que le hiciese +Director general, Ministro y quién sabe si Conde. Sus esperanzas eran +grandes. Su mujer era quien no se las prometía tan felices. La señora de +Benítez tenía un carácter apocado y siempre pronosticaba males y no +bienes. Ella era lo contrario de D. Ambrosio, que veía el porvenir de +color de rosa y que soñaba con todos los refinamientos y primores del +lujo y de la distinción suprema. La señora de Benítez, a pesar de lo +tétrica que era en el pronosticar, tenía mil excelentes cualidades. +Desde que, siendo estudiante D. Ambrosio y ella hija de la pupilera en +cuya casa D. Ambrosio se hospedaba, ambos se amaron y se casaron, había +sido fiel, sufrida y hacendosa compañera de aquel hombre, gobernando la +casa y cuidando de todo con ordenada economía y dando a D. Ambrosio, sin +molestarle ni ofender su orgullo, los más juiciosos consejos. Ella se +esforzaba, sobre todo, en esfumar los ensueños de grandeza de su marido, +y en procurar que éste no viniese a ser un Faetonte del <i>chic</i>, y +acabase por caer despeñado.</p> + +<p>En el invierno que siguió al verano y al otoño en que los conocí, +vinieron a París ambos esposos a pasar una corta temporada. A ellos y a +su niña los obsequié cuanto pude. Un día en que estaban los tres +comiendo a mi mesa, mi cocinera estuvo inspirada. Don Ambrosio, que era +francote a pesar de su vanidad, se entusiasmó con todos los platos que +se sirvieron, y singularmente con un <i>chaud-froid</i> de <i>ortolans</i>, que en +realidad fue una obra maestra. Mas ¡oh, desgracia!, la niña del Sr. +Benítez comió muy poco de todo. Lo que es el <i>chaud-froid</i>, por culpa de +la gelatina que le envolvía y por lo frío que estaba, le dio mucho asco +y no consintió en llevársele a la boca. Don Ambrosio perdió con esto los +estribos; no acertó a contenerse y deploró en mi presencia con acerbas +frases la ingénita ordinariez de su hija, que no gustaba sino de +alboronía, chanfaina, pepitoria y sobrehúsa de bacalao. Herido con esto +el orgullo maternal de la señora de Benítez, habló con elocuencia y +refutó el parecer de su marido, diciéndole para concluir:</p> + +<p>—Pues debieras dar gracias a Dios y no lamentarte de que sea así tu +hija, porque tal vez se quede para vestir santos, o bien se case con +algún pobretón que, en vez de darle a comer pajaritos sin hueso y +rellenos de trufas, tenga que alimentarla, y gracias, con esos guisotes +que tú desdeñas, aunque con ellos te has alimentado y bien robusto te +has criado.</p> + +<p>Ya comprenderás tú de qué manera aplicaba yo este caso a Lucía y a mí. +Y, sin embargo, aunque me parecía atinado y juicioso lo que con relación +al refinamiento material decía la señora de Benítez, yo seguía +hallándolo vil y grosero aplicado al refinamiento del alma. Lo que es en +esto persistía yo y me aferraba en ser más exquisita que D. Ambrosio.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Mi entendimiento vacila, cambia y duda mucho. Suele mirar las cosas por +diversos lados, y según el lado por donde las mira, las ve con aspecto +distinto.</p> + +<p>Me inclino a creer que a todo el mundo le sucede lo mismo. La diferencia +está en que yo lo confieso, y son raras las personas que lo confiesan.</p> + +<p>Digo esto porque hasta en los momentos de mi mayor entusiasmo por la +sublimidad moral y religiosa de Lucía, asaltaban mi mente no pocas +consideraciones que propendían a echar por tierra el entusiasmo +mencionado.</p> + +<p>Siempre me figuraba yo como legítimo y bueno el andamio, la escala, la a +modo de Torre de Babel que el alma construye a veces para encaramarse +por ella y subir al cielo de su ideal más alto; pero importa que esta +torre, andamio o lo que sea se construya sobre firme y sólido cimiento +de sentido común. De lo contrario, es casi seguro que cuando ya esté muy +alta la torre y nos complazcamos y ufanemos en contemplarla, se cuartee +por culpa de la base y acabe por hundirse lastimosamente en el ancho +foso de tontería que la rodea.</p> + +<p>Así pensaba yo y así me atormentaba al penetrar cada vez más en la mente +de Lucía y al recelar que en la dirección que yo había dado al vuelo de +su espíritu, había acaso falta de tino. Pues qué, ¿no podía ella ser +todo lo santa que quisiese sin avergonzarse de mí, aunque fuese de un +modo involuntario? ¿Si ella se hubiese criado en el abandono en que yo +me crié, hubiera sido más que yo virtuosa y honrada?</p> + +<p>En el abismo de mi alma ocultaba yo mis cavilaciones. No hallaba +términos con que declarárselas a Lucía, ni con qué darle al menos leve +indicio de ellas. Ignoro hasta qué hondura penetraría Lucía en mi +conciencia y leería lo que allí pasaba. Lo que sé es que yo leía en la +conciencia de ella como en un libro abierto, donde las sanas doctrinas +del ilustrado sacerdote que la había educado, y las no menos sanas de +las benditas madres del convento habían venido a combinarse con los +rumores del mundo y con las malévolas insinuaciones de las compañeras de +colegio a quienes la envidia movía, y habían formado un amargo conjunto +que menoscababa el respeto y que acibaraba y aun emponzoñaba el amor de +la hija a la madre.</p> + +<p>Sin duda en la mente de Lucía había llegado a formarse un concepto de mí +harto peor que el merecido. Ella hubo de creerse hija de un padre hasta +de mí misma ignorado.</p> + +<p>No creas tú por lo que aquí manifiesto que Lucía me mostrase el menor +desvío. Antes era cada vez para mí más entrañablemente afectuosa. Por +gratitud, por deber y por natural inclinación Lucía me amaba.</p> + +<p>Modelo de cristiana humildad para con Dios, Lucía era tan orgullosa o +más orgullosa que yo en sus relaciones con el prójimo, salvo que mi +vileza primitiva había cortado las alas de mi orgullo y su orgullo tenía +alas, aunque estaba herido por mi culpa y por mi vergüenza.</p> + +<p>Una tristeza dulce y al parecer sin causa se pintaba en su rostro desde +que salió del convento. La llevé a paseos y tertulias, la vestí y la +adorné con los más elegantes trajes de moda, y procuré distraerla y +alegrarla, pero todo fue en balde. Ella me confesó al cabo que tenía la +más decidida vocación de abandonar el mundo y de entrar en el claustro. +Inútiles fueron todas mis amonestaciones en contra; inútil la pintura +que reiteradamente le hice de un porvenir brillante, honrado y tan +dichoso y tan digno cuanto en este bajo mundo es posible. ¿Por qué no +había ella de inspirar a un hombre y de sentir por un hombre que la +mereciese el único y persistente amor que al pie de los altares se +purifica y que un sacramento religioso ennoblece y ensalza?</p> + +<p>Todo por mi parte fue empeño vano. Lucía persistió en no ser esposa sino +de Cristo, y fue tan resuelto su propósito que no pude atajar los +primeros pasos que quiso dar para lograrle, y, harto a despecho mío, +hube de consentir en que se volviese al convento.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Sobre lo que tengo que contarte ahora, voy a pasar con rapidez como +sobre ascuas. Aun así me quemará la sangre el recordarlo.</p> + +<p>Por amor, por devoción a mi hija, concebí un proyecto tan sentimental +como descabellado. A fin de realizarle me expuse a la más dura de las +humillaciones.</p> + +<p>Mi efímero amante, el joven Secretario de la Legación inglesa en Río de +Janeiro, no era ya Master John, era <i>Sir</i> John. Se había transformado en +un señor respetabilísimo de cuyas circunstancias había yo tomado exactos +informes. Era un personaje rico, notable e influyente en la política de +su patria.</p> + +<p>Bien podía afirmarse que dominaba fuera de su casa y que dentro de ella +estaba dominado. Trece años hacía que había contraído matrimonio con una +noble <i>Lady</i>, bella, muy aristocrática y tan dotada de virtudes como de +soberbia. Juan Maury tenía de esta mujer tres hijos legítimos; y, según +me contaron, si a ellos los amaba como padre, a ella la obedecía y la +acataba como rendido adorador a una diosa.</p> + +<p>Allá en mis adentros, allá en lo más hondo y oculto de mi corazón, aún +descubría yo rastros del verdadero amor que, por única vez en mi vida y +evocado por Juan Maury, había pasado por mi alma, tocándola con sus alas +e iluminándola toda. Juan Maury nunca lo supo, ni lo presumió siquiera. +Durante el corto tiempo que me poseyó me tuvo por una mujer galante: muy +agradable, muy divertida, y nada más. Para él aquellos nuestros amores +no fueron más que amoríos.</p> + +<p>¿Cómo pues me atreví a considerar posible que Juan Maury, dieciocho o +diecinueve años después, había de llegar a saber que había tenido de mí +una hija y había de estar tan seguro de ello que se allanase a +reconocerla?</p> + +<p>Sin embargo, fue tan grande mi deseo de que mi hija supiese quién era su +padre y de que él declarase que lo era, que yo vencí mi repugnancia, +humillé mi soberbia y acudí a Juan Maury con mi pretensión. Le escribí +varias cartas a las que no se dignó contestar, y yo sufrí y devoré su +desprecio. Apelé entonces al confesor de mi hija, le puse en el secreto +de todo y le di la comisión de ir a Inglaterra, de buscar a Juan Maury, +de hablar con él, de reiterarle mi pretensión y de exponerle mis planes.</p> + +<p>Mi hija era suya, y yo lo juraba por lo más sagrado. No necesitaba de la +hacienda de él. Yo era bastante rica y estaba dispuesta a dar desde +luego más de la mitad de la mía y el resto a mi muerte. Yo me conformaba +asimismo con renegar de mi maternidad o con ocultarla, para que Juan +Maury buscase y fingiese, para su hija, al reconocerla por tal, más +decorosa madre que yo, y no casada sino soltera. Yo me comprometía, si +era necesario, a no volver a ver a mi hija para no contaminarla con mi +contacto. A ella, si Juan Maury no quería tenerla en su casa, la podría +tener bajo la custodia y autoridad de una ilustre y anciana parienta +suya, viuda y sin hijos, y de quien sabía yo que le amaba en extremo. De +la virtud, de la limpieza y santidad de costumbres y del recato de Lucía +fácil era que pudiese informarse Juan Maury. De su hermosura, de su +distinción y de su talento, él mismo podía juzgar, viniendo a visitarla +en el convento en que ella estaba. Tal vez (en mi concepto casi de +seguro) notaría él viéndola, por los rasgos de su fisonomía y por todo +su aspecto, que era ella de su casta y de su sangre. ¿Qué recelo, qué +temor podía impedir a Juan Maury confesar a su mujer una culpa suya +cometida cuatro o cinco años antes de su casamiento, e impetrar su +beneplácito para expiar en parte dicha culpa reconociendo por hija y +dando su nombre a la que de la culpa había nacido? Ni los bienes de +fortuna de Juan Maury sufrirían con esto menoscabo, porque Lucía era +rica de por sí y nunca le sería gravosa.</p> + +<p>Pero Juan Maury era más egoísta de lo que yo había imaginado. Era además +tan gurrumino que tenía más miedo de su mujer que de una espada desnuda; +y <i>Lady</i> Maury era quizás la más severa, la más entonada, la más en sus +puntos y la más enemiga de lo escandaloso e incorrecto de cuantas +<i>Ladies</i> vestían y calzaban a la sazón en todo el Reino Unido de la Gran +Bretaña.</p> + +<p>Por otra parte, yo soy muy imparcial, y cuando hay disculpa, la hallo +aunque sea contra mí. Mi pretensión pecaba de extemporánea, era harto +sospechosa y carecía de documentos fehacientes en que fundarse.</p> + +<p>Mi orgullo maternal y mi altivo menosprecio de las consideraciones y +respetos sociales, en época en que estaba yo más sobre mí y muy +engreída, me habían inducido a ser imprevisora y a no desear ni buscar +con oportunidad mayor el reconocimiento de mi hija por quien +evidentemente era su padre.</p> + +<p>Mi empeño fue ya tardío. A fuerza de gestiones mi embajador clérigo +consiguió ver en secreto a Juan Maury y exponerle el objeto de su +embajada; pero Juan Maury, lleno de desconfianza, le despidió sin +hacerle caso.</p> + +<p>Todavía, con humillante terquedad, persistí yo en mis ruegos y escribí +varias cartas a mi antiguo y descastado amante. El único resultado que +obtuve fue infundir en su ánimo un miserable terror de que su <i>Lady</i> +sorprendiese mi correspondencia a medias y pusiese el grito en el cielo. +Para salvarse de tamaña calamidad, Juan Maury me envió como mensajero a +un hombre de negocios de toda su confianza, quien, más que a convenir en +nada, vino a imponerme silencio. Aunque era inglés y no hablaba la +lengua francesa muy de corrido, yo no he visto ni oído nunca a nadie más +fresco, circunspecto y reposado en su hablar, ni que acertase a decir +mayores crudezas y enormidades, sin descomponerse y sin manifestar en la +forma y combinación de sus palabras nada de <i>shocking</i> ni de feo. +Traducido lo que me dijo en rudas frases era como sigue: que si Juan +Maury, que había sido guapo y muy querido de las damas, tuviese que +aceptar un hijo por cada uno de los extravíos o ligerezas de su primera +juventud, se expondría a poder formar un batallón con su prole; que sus +relaciones conmigo habían sido de lo más ligeras, sin compromiso +ninguno, y de duración muy corta; y que él no tenía ningún motivo +justificado para afirmar con pleno convencimiento que durante dichas +relaciones había sido el único, porque entonces había también un marido +legítimo, y había además dos rivales que con grave escándalo y por celos +riñeron en desafío, resultando muerto uno de ellos. En suma, el +mensajero inglés me amonestó para que abandonase mi empeño absurdo, del +cual sólo podría originarse la perturbación de la paz doméstica en el +seno de una honrada y nobilísima familia.</p> + +<p>No he de negarte aquí que el discurso de aquel mensajero inglés me +revolvió ferozmente la bilis: estuvo a punto de restaurar en mí las +bizarrías de mis verdes años y mis arrestos de chula. En mis manos, +cuidadas ahora con el esmero de las manos de una princesa, sentí bullir +la comezón y el prurito de hartar a aquel inglés de bofetadas y de +arañazos. Pero su corrección, su calma y su serenidad impasible me +contuvieron y lo aguanté todo. Lo que sí hice fue derribar con ira y +hasta con asco el ídolo de Juan Maury del altar que misteriosamente le +había yo erigido en el templo de mis recuerdos. Y aunque mis manos +permanecieron ociosas e inertes, no le sucedió lo mismo a mi lengua. La +esgrimí como puñal buido. Si no calenté bien con mis manos la cara del +inglés, con la lengua le calenté las orejas. En contestación de lo que +él insinuó acerca del nombre ilustre que anhelaba yo dar a mi hija, +llegué a decir al inglés que ya prefería yo hacerla hija de un zapatero +remendón a que fuese hija de su amo. En suma, yo me desahogué de veras y +despedí al inglés con cajas destempladas.</p> + +<p>Para siempre deseché la esperanza y abandoné el propósito de que mi hija +tuviera padre en la tierra. Casi creí juiciosa la idea extravagante del +sansimoniano Padre Enfantín de no conceder sino madres a los seres +humanos y de suponerles un padre ideal para que imitasen mejor a Cristo.</p> + +<p>No era Lucía de este parecer. No poco traslució de los pasos que había +yo dado y del mal éxito que habían tenido. Su amargura hubo de ser +grande. La opinión que de mí tenía hubo también de malearse mucho. No +dejó por eso de mostrarme sino que extremó más que antes su cariño y su +respeto hacia mí; pero cada día ponderó más lo decidido y lo invencible +de su vocación.</p> + +<p>En balde fueron mis razonamientos y mis súplicas para que Lucía +desistiera. Al fin tuve que ceder y que consentir.</p> + +<p>Hace ya más de un año que Lucía tomó el velo y se encerró para siempre +en el claustro.</p> + +<p>Nada diría yo si creyese su determinación enteramente nacida de fervor +religioso; pero yo me atormentaba y aún me atormento sospechando que la +desesperada soberbia de mi hija y la lucha interior entre el respetuoso +cariño que me tenía y me debía y el pésimo concepto que de mí formaba, +la habían llevado a sacrificarse.</p> + +<p>Aun así la grandeza del sacrificio la ennoblecía a mis ojos. Por orgullo +había desdeñado la riqueza, las galas, los deleites y los triunfos que a +pesar de la impureza de su origen, hubiera ella podido lograr en el +mundo.</p> + +<p>Sin embargo, yo cavilo mucho y de vez en cuando hago suposiciones y +consideraciones que rebajan el mérito de Lucía y con las cuales también +me culpo y miro mi desgracia como natural resultado de mi imprudente +necedad. Me comparo entonces a cierto aprendiz de mago de una antigua +leyenda, que se propuso evocar y llamar a sí a un ser etéreo, a una +sílfide, a una diosa beatificante, y equivocó las fórmulas, los +procedimientos y los conjuros, y suscitó un vestiglo que cayó sobre él, +le derribó por tierra y le pisoteó el cuerpo y el alma.</p> + +<p>Mi propensión a reír y a burlar, aunque sea a costa mía, me induce en +ocasiones a ver este asunto por el lado cómico, pero no sazono el acerbo +chiste con sal y pimienta, sino con hiel y vinagre. La cualidad de +<i>snob</i>, me digo, puede encumbrarse a un grado heroico. Para probarlo +acude a mi memoria lo que ocurrió a mis amigas la señora y las señoritas +de Pinto. Vinieron a París, desde la provincia brasílica de Minas +Geraes, tres sobrinos de la madre, primos hermanos de las hijas. Se +habían enriquecido cultivando una magnífica <i>fazenda</i>, pero eran +ordinarios y medio salvajes y chapurreaban el francés por detestable +estilo. Llevaban, además, en el rostro el indeleble signo de su plebeyo +e híbrido origen. Estaba patente en ellos la mezcla de la sangre europea +con la del <i>caboclo</i> y aun con la del negro. No puedes figurarte la +consternación que produjo en las de Pinto la llegada de estos señores. +Para colmo de horror acertaron ellos a presentarse en casa de las de +Pinto una tarde en que dichas señoras tenían un <i>five o'clock tea</i>, más +subido de punto que nunca por lo aristocrático. Allí estaban el Barón de +Castell-Bourdac, quien casi o sin casi es del <i>Faubourg</i>; dos príncipes +rusos, descendiente uno de Gengiskan y otro de un compañero de Rurik; +tres marqueses italianos; y una condesa polaca, de la clarísima estirpe +de los Jaguelones. También estaba yo, aunque plebeya, considerada como +muy elegante. ¿Qué hubiera sido del crédito de las de Pinto si llegan a +entrar en la sala aquellos salvajes, tuteándolas y abrazándolas como a +primas? Por fortuna ellas acudieron a tiempo de evitar la catástrofe. +Los Pintos exóticos fueron introducidos y enchiquerados en un salón +vacío. ¡Pero cuánto sobresalto, cuánta angustia, divinos cielos! +Aquellas señoras iban y venían por turno de un salón a otro para dar +conversación a los inoportunos y descomunales parientes. A mí no +pudieron menos de ponerme en el secreto y también me enviaron con +disimulo a darles un poco de conversación.</p> + +<p>En suma, para qué cansarte: las angustias y los apuros de las señoras de +Pinto fueron inefables e innumerables durante cerca de dos meses que +permanecieron sus parientes en la capital de Francia. Por dicha se +marearon estos de oír tanto ruido como hay en estas calles de París, de +estropear la lengua de Voltaire y de que nadie les hiciera caso sino los +que les sacaban el dinero. Se largaron, pues, no sé dónde, y las de +Pinto respiraron. Segura estoy de que si no llegan a irse, atribuladas y +compungidas las de Pinto por una perpetua y abominable obsesión, las +tres abandonan el mundo y se meten monjas.</p> + +<p>Valiéndome del recuerdo de este lance como término de comparación, +pugnaba yo por achicar en mi pensamiento la mística heroicidad y el +desprendimiento de Lucía; pero mi obstinado amor hacia ella y mi juicio +favorable a sus nobles prendas la amparaban contra la ridiculez que mi +despecho quería lanzar sobre ella. Sólo conseguía yo mortificarme más y +desesperarme.</p> + +<p>A pesar de lo apacible y alegre de mi carácter durante toda mi vida, +empecé a sentir entonces, con enojosa persistencia, odio y desprecio +hacia mí misma y hacia la gente que me rodeaba y miedo de verme tan +sola, sin haber obtenido nunca sino fugaces amistades y sin contar con +persona alguna en quien poner mi confianza y mi profundo y verdadero +afecto. Apenas tenía yo más amigos que el Barón; y yo no desconocía, por +más que estimase su fidelidad perruna y su devoción hacia mí, cuánto +había de cómico en todo ello. Las ganas de morir asediaron mi espíritu +con la contemplación de tales miserias.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Para distraer mis penas, para aturdirme, me lancé entonces al mundo con +mayor ímpetu y frenesí que nunca. Te confieso que llegué a sentir +veleidades de conquistar cierta extraña clase de nombradía; de echar mi +modestia a un lado y de obtener palma y corona en el certamen de la +hermosura. No fue el sentido moral quien detuvo mis arranques e impidió +que cayese yo en aquel precipicio: fue mi soberano desdén hacia el +juicio y la estimación de los hombres. Parodiando en mi pensamiento una +sentencia evangélica, me decía yo que para cebar a los cerdos bastan +afrecho y bellotas, y que es lástima arrojar perlas en la pocilga.</p> + +<p>Con todo, otro sentir menos soberbio y de purificante delicadeza agitó +por entonces mi pecho. Imaginé posible todavía, cuando no el amor +verdadero, fiel, único y sin mancha que pudiese unir mi ser con el de un +hombre, un apacible y amoroso afecto que, sin poseer ya la vehemencia +del amor juvenil, tuviese su limpieza, su persistente duración y su +fidelidad exclusiva. ¿Pero dónde hallar este amigo, este amante, este +esposo con quien yo aún atrevidamente soñaba? ¿Cómo podría yo +desprenderme de lo pasado para ser digna de ser suya? Y si de lo pasado +no me desprendía, ¿cómo enredarle en mi imaginado lazo sin rebajarle +hasta mi nivel y sin hundirle en la abyección en que yo estaba?</p> + +<p>Mis alambicados pensamientos y el ensueño ideal que repentinamente, +tarde y fuera de sazón, movían y embriagaban mi alma, la llenaban de +desesperanza y de anhelo de muerte, aunque yo seguía hallando hermoso el +mundo, y rico en encantos, en curiosos misterios y en amena variedad de +casos el espléndido tejido de la vida humana.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Deseo hacerte comprender las vacilaciones de mi espíritu, y de qué +suerte, con incesantes alternativas, paso de la tranquilidad apacible al +dolor desesperado. Nunca engañé, ni ofendí, ni robé, ni herí a nadie. En +nada de esto pequé ni tengo de qué arrepentirme. En ocasiones, la fe +perdida renace en mí. Recuerdo y reconozco como mortales muchos pecados +míos, pero confiando en la infinita misericordia de Dios, creo que me +los perdona. Siento la contrición y yo misma me absuelvo. El +remordimiento ya no me atosiga, pero hay un sentir poco cristiano, hay +en mi ser un cruelísimo orgullo, que, más que todo remordimiento, +atormenta y mata. La humillación y la vileza de mis primeros años se +representan en mi memoria y me cubren de oprobio. No hay penitencia, ni +conjuro, ni sacramento, ni palabra mágica, diabólica o divina, que borre +ciertas manchas indelebles. La vergüenza que inspiro a mi hija se vuelve +contra mí. La misma consideración de mi riqueza, de mi material +bienestar, de mi salud y de mi elegancia, se contrapone al estado de mi +espíritu y me impulsa a contemplarle con mayor espanto y repugnancia. Mi +cuerpo está sano y hermoso, pero mi alma, cuando caen los recuerdos +sobre ella, está como Job en el muladar. Imposible apartar de ella y +raer la ponzoña de sus úlceras, a no despojarla de una de sus +principales potencias, a no privarla para siempre de la memoria.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Tal era el estado de mi alma cuando, después de tanto tiempo, volví a +verte en casa de las de Pinto. Te lo digo sin lisonja: me pareciste muy +bien. Tu presencia y tu conversación me confirmaron en la idea que he +tenido siempre de que el hombre de naturaleza sana y robusta, si el +vicio no le deprava, va creciendo en valer y como completándose hasta +llegar a la edad de cincuenta años, que es sobre poco más o menos la que +tú debes de tener ahora. Hay en su aspecto, en su ademán y en todo él +una majestad y un brío reposado que están muy por cima de la +intranquilidad y de la petulante inconsistencia de la primera juventud. +En fin, ¿para qué buscar aquí los motivos? Bástete saber que te encontré +muy de mi gusto, y que aquella noche volví a casa harto imaginativa y +soñadora.</p> + +<p>Después, a solas conmigo, se apacentó mi espíritu en los lejanos +recuerdos que desde Lisboa guardaba yo de ti, profundamente sepultados, +bajo otra multitud de recuerdos, allá en los abismos de mi memoria. Y no +contenta yo con exhumar recuerdos tan distantes, me complací en +combinarlos, empleando para ello un arte sibarítica, con las recientes +impresiones que de ti había recibido. Entonces los traviesos y +regocijados amores que en mi seno dormían se despertaron en tumulto y se +pusieron a tocar diana, como si saliese para ellos la aurora de un nuevo +día, con cuyo anuncio querían levantar y alborozar mis sentidos y +potencias.</p> + +<p>En mi pensamiento ya no podía yo estar más rendida ni ser de nuevo más +tuya. Pensé o imaginé, no obstante, multitud de cosas que vinieron a +complicar aquel sentir sencillo y alegre. Anhelaba yo y buscaba desde +hacía tiempo formar o estrechar vínculos de amistad con alguien que me +comprendiese y en quien yo pudiese poner toda mi confianza y desahogar +mi pecho. También para este oficio te elegí en seguida, e impaciente y +deseosa de que le ejercieras, empecé aquella misma noche a escribir +estas <i>confidencias</i> que pronto leerás.</p> + +<p>Al mismo tiempo, brotó en mi mente otra aspiración, otro propósito, +apenas hasta entonces concebido por mí, que mucho me turbaba y me +inquietaba. No aspiré ya al logro de fugaces deleites. Forjé un raro y +para mí inverosímil cuento de amores; la unión apacible y duradera de +dos voluntades humanas; algo de muy semejante a la historia de Filemón y +Baucis.</p> + +<p>Por desgracia, la concepción de este último propósito cayó con violencia +sobre los propósitos anteriores, y pugnó por desbaratarlos.</p> + +<p>No; aunque tú lo quisieras, aunque movido tú por amor vehementísimo, que +yo con todas las energías de mi alma lograse inspirarte, te humillaras +hasta el extremo de convertir el rápido capricho y el pasajero enlace en +persistente unión, y aunque te complacieras en ser mi constante y único +compañero y en consagrarme tu vida, yo no podría ni debería aceptar el +sacrificio, y aunque lo aceptara, no se conseguiría mi objeto. Al +hacerte tú mío, completamente y para siempre mío, perderías el valer, el +encanto y el mérito que me lleva a desearte como mío para siempre.</p> + +<p>Harto comprenderás por lo que te indico los encontrados anhelos que +combaten dentro de mi alma. No has de extrañar, pues, que en medio de +esta lucha, brote de lo hondo y como de la raíz de mi existencia, en mí +que amo tanto el mundo y la vida, la imagen de la muerte, rica de +hermosura y de poderosos atractivos, y trayendo en su mano paz y reposo.</p> + +<p>A menudo, independientemente del renovado y repentino afecto que me +inspiras y de las otras consideraciones que dejo expuestas, me aflijo y +me mortifico haciendo lamentables pronósticos. Yo, según has podido +entrever y pronto es probable que veas, he empleado tal fuerza de +voluntad y me he esmerado con tal sabiduría en cuidarme, que si mis ojos +y el amor propio no me engañan, estoy como el sol que culmina en el +meridiano; estoy, como nunca, lozana y bella. Pero esto mismo aumenta mi +terror de una pronta caída. Me espanta descender con precipitación del +único pedestal que me sostiene. ¿Qué será de mí cuando sea yo vieja y +fea? ¿Qué me quedará de respetable y de digno y de simpático cuando +vengan la vejez y las enfermedades y poco a poco me vayan destruyendo y +matando? Hasta la distinción, hasta la traza de mujer elegante y hasta +el señorío majestuoso que muchas personas hallan hoy y celebran en mí, +todo me abandonará para siempre. Ya lo he notado yo con espanto en no +pocas mujeres de mi laya que han envejecido. Su aristocrática distinción +era formal y somera; no procedía de lo íntimo y de lo esencial, sino de +la forma exterior y de los atavíos que la engalanaban. Para mujeres +tales, la vejez no llega sola, sino que viene acompañada de la vileza y +de la ruindad en que nacieron y en que vivieron hasta envolverse en el +alucinador artificio de que al fin la vejez las desnuda. Pensando en +todo esto me amedrenta la vejez, de tal suerte, que deseo morir antes.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Vas a tenerme por presa de un delirio. No importa. Es menester que lo +sepas, y te lo contaré todo. Se acerca el día en que has de venir a esta +casa; en que he de cumplirte lo ofrecido. A menudo lo deseo, más todavía +que puedes tú desearlo. Y sin condición, sin promesa, sin seguridad de +que dure mi dicha, me propongo gozar de ella con tan reconcentrada +intensidad, que encierre y cifre yo siglos y siglos en pocas horas.</p> + +<p>Y con todo, aquí no puedo menos de hacerte la confesión que me +apesadumbra por el temor de que te lastime.</p> + +<p>Tienes un rival que se interpone entre tú y yo, y quiere y manda que yo +no te cumpla lo ofrecido. Pretende guardarme para sí; que a ti te +desdeñe y que sea yo para él solo. De subidísimo precio son las joyas y +dones con que él me brinda y trata de ganarme la voluntad. Con un beso +suyo se jacta de infiltrar en mis venas llama sutil que las purifique. +Su abrazo será para mí como crisol candente en que mi ser se funda, y en +que el metal de que está forjado deseche las escorias y salga limpio +como el oro. Así seré digna de él, y él me hará suya para siempre. El +entregarme a él con rendido y confiado abandono será la efusión de todo +mi ser en lo infinito. Él me traerá completa hartura para mis anhelos de +deleite, bálsamo para mis dolores, y eterno olvido para todas mis penas. +Cuando pose él su mano sobre mi frente, borrará de allí el signo o la +mancha que me desdora. En su regazo me dormiré en largo sueño que +disipará y ahuyentará de mí para siempre todos los recuerdos vergonzosos +de cuantas vilezas y ruindades me atormentan hoy. Prodigiosa es la +hermosura de este rival que me solicita en tu daño. Su poder es inmenso.</p> + +<p>Imaginan las gentes que el Amor y la Muerte son hermanos. Yo me inclino +ya a creer que el Genio de la muerte es el amor mismo. Morir es el +supremo acto de amor que puede hacer toda criatura. La que se rinde y +entrega enamorada a otra criatura mortal como ella, da su vida y su ser, +pero limitadamente, con egoísmo, con abnegación fugitiva, recobrándose +pronto y casi sin perderse ni por un instante. Pero el consorcio con el +Genio de la muerte, que es el mismo amor, es eterno e indisoluble.</p> + +<p>La sustancia individual apenas tiene ya valer ni significado. Lo penetra +y lo lleva todo, se diluye por la amplitud inmensa del éter y se +prolonga en lo pasado y en lo venidero por el tiempo sin término que con +la eternidad se confunde.</p> + +<p>Ya ves tú cuán seductor es el rival que tienes, rival que me persigue y +a quien no quisiera yo dar los miserables restos de que la cansada vejez +no me despoje; divinidad en cuyas aras no quisiera yo hacer ruin +libación, vertiendo las heces del cáliz de mi vida, sino derramarle +allí, generosa y hasta pródiga, cuando aún está lleno hasta la orla del +filtro ardiente de pasiones y anhelos.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Es más de media noche. Ha empezado el día de mi cumpleaños. Hoy vendrás +a verme y yo debo recibirte.</p> + +<p>El empeño contra ti de tu rival prosigue con ímpetu. Mi egoísta amor de +la vida, el terror que infunden lo desconocido, lo inmenso y lo obscuro +que hay más allá, y todas mis aficiones a los materiales regalos y +dulzuras, luchan en favor tuyo y me encadenan y tratan de retenerme +cautiva para ti. Y por otra parte, mi imposible propósito de amor +verdadero y único en la tierra, de purificación de culpas y de olvido de +afrentas, me arrebata y pugna por echarme en brazos de la muerte. Hoy, +como hace ya muchos años, no repruebo yo ni censuro las obras divinas +que en torno mío resplandecen y cuya imagen se graba en mi alma. Todo, +sin duda, está ordenado, perfecto, hermoso hoy como antes y como +siempre. No exhalo la menor queja. En mí hay admiración y +agradecimiento. La providencia, la fortuna, lo que quiera que sea, me ha +mimado y me ha acariciado en vez de herirme. ¿Qué habrá sido de cuantas +en Cádiz y en Sevilla fueron las compañeras de mi primera mocedad? +Muchas habrán muerto; otras gemirán aún despreciadas y miserables en el +hospital o en la reclusión de las delincuentes o de las arrepentidas, y +otras se revolcarán en el lodo de las más hondas y negras capas +sociales. ¡Cuántas gracias no me incumbe dar al cielo por la excepcional +elevación en que estoy! Nada de protesta por parte mía ni de acusación +contra él. Hasta el resultado de la santa educación que he dado a mi +hija y que me ha valido que ella, sin poderlo remediar, de mí se +avergüence, me parece natural y justo. Si me voy, pues, del haz de la +tierra, no será por ira ni por enojo contra el cielo, será por el ansia +impaciente de buscar y de hallar el amor que en la tierra no hallo.</p> + +<p>Años ha que esta sed de amor supremo acude a mi alma y me excita a +buscarle fuera de la vida que hoy vivo. Pero antes había un fuerte lazo +que a esta vida me ligaba, y ahora está desatado. Lucía me abandonó para +unirse con su esposo eterno. ¿Por qué no he de volar yo también a unirme +con mi eterno esposo?</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Mil veces antes de ahora han surgido en mi alma pensamientos y deseos de +muerte. En otro tiempo, la fe viva los sofocaba. Hoy, muerta la fe, aún +combate contra esos deseos y contra esos pensamientos mi natural +discurso. Sin duda, me digo, existe una inteligencia soberana, presente +en todo y que todo lo ordena y encamina a fin alto y dichoso. Don suyo +es mi vida. Mi vida, hasta en medio de su vileza y de su +insignificancia, tiene un objeto y concurre al orden natural de las +cosas y al término y al desenlace de todas ellas prescritos en el plan +divino. Despojarme yo de la vida sería rechazar con sacrílega soberbia +el don que el cielo me ha otorgado: sería infringir monstruosamente la +ley eterna y romper el orden natural con la energía de mi voluntad +rebelde. No me disculpa el ansia de llegar al bien supremo. No debo ir a +él violentamente: debo aguardar a que me llame. Soy impura, pero no es +mi sangre, son mis lágrimas las que deben limpiar las impurezas de mi +pecado. Hago mal en temer la vejez, la fealdad y las enfermedades que +han de sobrevenirme. Hago mal en temer el abandono y el aislamiento en +que voy a encontrarme y el desprecio con que me mirarán cuantos seres +humanos me rodeen. De la soledad y del abismo de abyección en que yo +caiga, mi alma podrá levantarse hermosa y feliz si la resignación la +purifica. Así, y no en virtud de un acto de feroz violencia, podré +elevarme hasta lo infinito a que aspiro.</p> + +<p>De esta suerte discurro yo por momentos, pero no tardo en burlarme de mi +discurso y en imaginarle nacido de mi cobardía: del mísero egoísmo, del +ruin apego a todo mi ser material, que me hace preferir su pausada +decadencia en medio del desdén y del olvido de mis semejantes a su +desaparición rápida y completa, que me lance de súbito en otro mundo +mejor y perdurable y más amplia vida.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Tiempo ha que adquirí, a costa de mucho oro, la poción libertadora. +Contenida está en este lindísimo pomo que pongo sobre mi bufete. El +sabio que me la vendió aseguraba que, sin dolor ninguno, en medio de un +sueño delicioso, para con suavidad el movimiento del corazón y en las +arterias y en las venas cuaja la sangre. La poción está compuesta de +láudano y del jugo calmante de varias flores y plantas. Tal vez hay en +la poción el refinado zumo de aquella hierba que gustó Glauco y le +convirtió en Dios.</p> + +<p>Aún estoy vacilante, pero por momentos creo oír lejana música y voces +suaves que desde una región desconocida y llena de misterios me llaman, +me atraen y promueven en mí embriaguez y furor y apetito de ir a unirme +con ellas.</p> + +<p>Adiós. Me pesan los párpados y van a cerrarse mis ojos. Aún persisto en +la indecisión; no sé si beberé del pomo y mis ojos quedarán cerrados +para siempre.</p> + +<p>De todos modos, hoy, antes de las diez, recibirás y leerás este libro.</p> + + + +<hr style="width: 65%;" /> +<h2><a name="Conclusion" id="Conclusion"></a>Conclusión</h2> + + +<p>El Vizconde de Goivoformoso le leyó en efecto, sintiendo sucesivamente +dudas, sorpresa, susto e indecible angustia. Tenía por Rafaela cuanta +estimación, cuanta amistad y cuanto cariño puede tener un gentil +caballero por una mujer fácil y alegre, aunque por otra parte de corazón +noble y leal y de muy buena pasta. Esperaba terminar una aventura +amorosa, gratísima, bastante sentimental para que no fuese grosera, y lo +menos trágica y lúgubre de cuantas aventuras puede haber en el mundo. +Así es que el Vizconde pensó, primero, que Rafaela quería embromarle con +todo aquello, aunque la broma era harto pesada. Imaginó luego que +Rafaela se había vuelto loca: que los desdenes místicos de su hija +habían perturbado su razón. Tal vez pensó también que la asidua lectura +de libros malos e impíos había arrancado del alma de Rafaela las +creencias cristianas que fueron su consuelo y la había inducido a tan +horrendas abominaciones. En extremo le pasmó el deseo concebido y +formulado por Rafaela de poner término y corona a la larga serie de sus +livianos amores con un amor puro, fiel y constante. No quiso el Vizconde +perder la esperanza. Aun aceptando como sinceramente sentido todo lo +escrito por Rafaela, notó su indecisión hasta lo último, y se complació +en suponer que el amor de la vida y del mundo había triunfado al fin, y +que Rafaela le aguardaba, viva, lozana y amorosa. Dada esta suposición, +él se prometía quitarle de la cabeza los romanticismos funestos y los +ideales absurdos.</p> + +<p>—Dicen—exclamaba atribulado el Vizconde—que nuestro siglo carece de +ideal. Las personas que presumen de poéticas y delicadas deploran mucho +esta carencia. ¿Puede imaginarse mayor majadería? Al contrario: en +nuestro siglo hay plaga de ideales. Son una epidemia, casi estoy por +llamarlos una epizootia, causa de mil infortunios, guerras, revoluciones +y muertes.</p> + +<p>Todo esto y mucho más lo discurría el Vizconde, sin sosiego, casi +temblando de emoción, tomando a escape el sombrero, bajando +precipitadamente las escaleras y entrando en el primer <i>fiacre</i> que vio +pasar para que le llevase a todo correr, y mucho antes de la hora +convenida, en casa de la Sra. de Figueredo.</p> + +<p>Todavía en el camino, aunque le hizo el caballo a todo correr, pugnó el +Vizconde por fortalecer su espíritu y por creer que lo que había leído +no podía tener mal resultado y era sólo conjunto de burlas o de +declamaciones, inventado por Rafaela para lucirse y hacer gala de las +muchísimas cosas que había aprendido durante su larga estancia en París +y de lo acicalado y agudo que había llegado a ponerse su ingenio.</p> + +<p>—Me va a recibir con risa. Va a soltar una sonora carcajada al ver mi +inquietud. Es evidente... ella me ha enviado el libro para que yo acuda +a la cita algunas horas antes... impaciente de verme... deseosa de que +pasemos todo el día en amor y compaña.</p> + +<p>Fueron, no obstante, inútiles todos estos discursos del Vizconde. No +consiguió tranquilizarse. Subió de dos en dos los escalones de la casa +de Rafaela, y brincándole aceleradamente el corazón en el pecho, llamó a +la puerta.</p> + +<p>El Barón de Castell-Bourdac, que acababa de llegar, fue quien le abrió. +El espanto y el dolor estaban pintados en su cara.</p> + +<p>—Rafaela ha muerto, dijo, y lloró como un niño.</p> + +<p>Grande fue también la pena y el horror del Vizconde.</p> + +<p><i>Madame</i> Duval y la <i>mucamba</i> estaban en la alcoba de la muerta, y ésta +yacía tendida en la cama, pálida, inmóvil y hermosa. La última sonrisa +plegaba aún suavemente sus labios. Sus ojos estaban cerrados, como si +los tuviese así para ver interiormente con el espíritu prodigios y +visiones de más altas esferas.</p> + +<hr style="width: 65%;" /> + +<p>Aquella extraña mujer había premeditado el suicidio desde mucho tiempo +antes. Todo lo había dejado bien dispuesto, sin olvidar pormenores. +Lucía quedaba por principal heredera, pero había cuantiosos legados para +varios establecimientos de beneficencia en Andalucía, para <i>madame</i> +Duval, la <i>mucamba</i> y los demás criados.</p> + +<p>Al Barón, para no ofenderle y segura de que daría a los pobres lo que +ella le dejase y no querría conservándolo pasar por interesado, nada le +dejó sino la autorización de tomar de sus prendas y joyas todo cuanto +quisiese como recuerdo. El Barón se limitó a tomar la sutil cadenita de +oro y la medalla de la Virgen de Araceli, patrona de la ciudad de +Lucena, que en su imaginación creadora le había pertenecido cincuenta +años antes, cuando la hermosa Rafaela fue concebida.</p> + +<p>No acierto a ponderar el profundísimo dolor, la tristeza y el asombro +que este trágico suceso produjo en el ánimo de mi buen amigo el Vizconde +de Goivoformoso, que, más bien que como hombre maduro, como apasionado y +vehemente mancebo había esperado y soñado en los regocijos y deleites de +aquel día.</p> + +<p>Rafaela, además del testamento, había dejado instrucciones hasta sobre +su entierro y sepultura, que el Barón y el Vizconde religiosamente +cumplieron.</p> + +<p>El entierro fue modesto, como la señora de Figueredo lo había +determinado. La enterraron en el cementerio del <i>Père</i> Lachaise. Sobre +la losa se grabó este epitafio que ella misma había escrito:</p> + +<p><i>Aquí yace Rafaela la generosa, a quien Dios perdone por lo mucho que ha +amado</i>.</p> + +<h3>FIN</h3> +<hr style="width: 65%;" /> + + + + + + + + +<pre> + + + + + +End of the Project Gutenberg EBook of Genio y figura, by Juan Valera + +*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK GENIO Y FIGURA *** + +***** This file should be named 17317-h.htm or 17317-h.zip ***** +This and all associated files of various formats will be found in: + https://www.gutenberg.org/1/7/3/1/17317/ + +Produced by Chuck Greif + +Updated editions will replace the previous one--the old editions +will be renamed. + +Creating the works from public domain print editions means that no +one owns a United States copyright in these works, so the Foundation +(and you!) can copy and distribute it in the United States without +permission and without paying copyright royalties. Special rules, +set forth in the General Terms of Use part of this license, apply to +copying and distributing Project Gutenberg-tm electronic works to +protect the PROJECT GUTENBERG-tm concept and trademark. Project +Gutenberg is a registered trademark, and may not be used if you +charge for the eBooks, unless you receive specific permission. If you +do not charge anything for copies of this eBook, complying with the +rules is very easy. You may use this eBook for nearly any purpose +such as creation of derivative works, reports, performances and +research. They may be modified and printed and given away--you may do +practically ANYTHING with public domain eBooks. Redistribution is +subject to the trademark license, especially commercial +redistribution. + + + +*** START: FULL LICENSE *** + +THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE +PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK + +To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free +distribution of electronic works, by using or distributing this work +(or any other work associated in any way with the phrase "Project +Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full Project +Gutenberg-tm License (available with this file or online at +https://gutenberg.org/license). + + +Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg-tm +electronic works + +1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm +electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to +and accept all the terms of this license and intellectual property +(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all +the terms of this agreement, you must cease using and return or destroy +all copies of Project Gutenberg-tm electronic works in your possession. +If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a Project +Gutenberg-tm electronic work and you do not agree to be bound by the +terms of this agreement, you may obtain a refund from the person or +entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph 1.E.8. + +1.B. "Project Gutenberg" is a registered trademark. It may only be +used on or associated in any way with an electronic work by people who +agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few +things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works +even without complying with the full terms of this agreement. See +paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project +Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this agreement +and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm electronic +works. See paragraph 1.E below. + +1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the Foundation" +or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection of Project +Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual works in the +collection are in the public domain in the United States. If an +individual work is in the public domain in the United States and you are +located in the United States, we do not claim a right to prevent you from +copying, distributing, performing, displaying or creating derivative +works based on the work as long as all references to Project Gutenberg +are removed. Of course, we hope that you will support the Project +Gutenberg-tm mission of promoting free access to electronic works by +freely sharing Project Gutenberg-tm works in compliance with the terms of +this agreement for keeping the Project Gutenberg-tm name associated with +the work. You can easily comply with the terms of this agreement by +keeping this work in the same format with its attached full Project +Gutenberg-tm License when you share it without charge with others. + +1.D. The copyright laws of the place where you are located also govern +what you can do with this work. Copyright laws in most countries are in +a constant state of change. If you are outside the United States, check +the laws of your country in addition to the terms of this agreement +before downloading, copying, displaying, performing, distributing or +creating derivative works based on this work or any other Project +Gutenberg-tm work. The Foundation makes no representations concerning +the copyright status of any work in any country outside the United +States. + +1.E. Unless you have removed all references to Project Gutenberg: + +1.E.1. The following sentence, with active links to, or other immediate +access to, the full Project Gutenberg-tm License must appear prominently +whenever any copy of a Project Gutenberg-tm work (any work on which the +phrase "Project Gutenberg" appears, or with which the phrase "Project +Gutenberg" is associated) is accessed, displayed, performed, viewed, +copied or distributed: + +This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with +almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or +re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included +with this eBook or online at www.gutenberg.org + +1.E.2. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is derived +from the public domain (does not contain a notice indicating that it is +posted with permission of the copyright holder), the work can be copied +and distributed to anyone in the United States without paying any fees +or charges. If you are redistributing or providing access to a work +with the phrase "Project Gutenberg" associated with or appearing on the +work, you must comply either with the requirements of paragraphs 1.E.1 +through 1.E.7 or obtain permission for the use of the work and the +Project Gutenberg-tm trademark as set forth in paragraphs 1.E.8 or +1.E.9. + +1.E.3. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is posted +with the permission of the copyright holder, your use and distribution +must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any additional +terms imposed by the copyright holder. Additional terms will be linked +to the Project Gutenberg-tm License for all works posted with the +permission of the copyright holder found at the beginning of this work. + +1.E.4. Do not unlink or detach or remove the full Project Gutenberg-tm +License terms from this work, or any files containing a part of this +work or any other work associated with Project Gutenberg-tm. + +1.E.5. Do not copy, display, perform, distribute or redistribute this +electronic work, or any part of this electronic work, without +prominently displaying the sentence set forth in paragraph 1.E.1 with +active links or immediate access to the full terms of the Project +Gutenberg-tm License. + +1.E.6. You may convert to and distribute this work in any binary, +compressed, marked up, nonproprietary or proprietary form, including any +word processing or hypertext form. However, if you provide access to or +distribute copies of a Project Gutenberg-tm work in a format other than +"Plain Vanilla ASCII" or other format used in the official version +posted on the official Project Gutenberg-tm web site (www.gutenberg.org), +you must, at no additional cost, fee or expense to the user, provide a +copy, a means of exporting a copy, or a means of obtaining a copy upon +request, of the work in its original "Plain Vanilla ASCII" or other +form. Any alternate format must include the full Project Gutenberg-tm +License as specified in paragraph 1.E.1. + +1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying, +performing, copying or distributing any Project Gutenberg-tm works +unless you comply with paragraph 1.E.8 or 1.E.9. + +1.E.8. You may charge a reasonable fee for copies of or providing +access to or distributing Project Gutenberg-tm electronic works provided +that + +- You pay a royalty fee of 20% of the gross profits you derive from + the use of Project Gutenberg-tm works calculated using the method + you already use to calculate your applicable taxes. The fee is + owed to the owner of the Project Gutenberg-tm trademark, but he + has agreed to donate royalties under this paragraph to the + Project Gutenberg Literary Archive Foundation. Royalty payments + must be paid within 60 days following each date on which you + prepare (or are legally required to prepare) your periodic tax + returns. Royalty payments should be clearly marked as such and + sent to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation at the + address specified in Section 4, "Information about donations to + the Project Gutenberg Literary Archive Foundation." + +- You provide a full refund of any money paid by a user who notifies + you in writing (or by e-mail) within 30 days of receipt that s/he + does not agree to the terms of the full Project Gutenberg-tm + License. You must require such a user to return or + destroy all copies of the works possessed in a physical medium + and discontinue all use of and all access to other copies of + Project Gutenberg-tm works. + +- You provide, in accordance with paragraph 1.F.3, a full refund of any + money paid for a work or a replacement copy, if a defect in the + electronic work is discovered and reported to you within 90 days + of receipt of the work. + +- You comply with all other terms of this agreement for free + distribution of Project Gutenberg-tm works. + +1.E.9. If you wish to charge a fee or distribute a Project Gutenberg-tm +electronic work or group of works on different terms than are set +forth in this agreement, you must obtain permission in writing from +both the Project Gutenberg Literary Archive Foundation and Michael +Hart, the owner of the Project Gutenberg-tm trademark. Contact the +Foundation as set forth in Section 3 below. + +1.F. + +1.F.1. Project Gutenberg volunteers and employees expend considerable +effort to identify, do copyright research on, transcribe and proofread +public domain works in creating the Project Gutenberg-tm +collection. Despite these efforts, Project Gutenberg-tm electronic +works, and the medium on which they may be stored, may contain +"Defects," such as, but not limited to, incomplete, inaccurate or +corrupt data, transcription errors, a copyright or other intellectual +property infringement, a defective or damaged disk or other medium, a +computer virus, or computer codes that damage or cannot be read by +your equipment. + +1.F.2. LIMITED WARRANTY, DISCLAIMER OF DAMAGES - Except for the "Right +of Replacement or Refund" described in paragraph 1.F.3, the Project +Gutenberg Literary Archive Foundation, the owner of the Project +Gutenberg-tm trademark, and any other party distributing a Project +Gutenberg-tm electronic work under this agreement, disclaim all +liability to you for damages, costs and expenses, including legal +fees. YOU AGREE THAT YOU HAVE NO REMEDIES FOR NEGLIGENCE, STRICT +LIABILITY, BREACH OF WARRANTY OR BREACH OF CONTRACT EXCEPT THOSE +PROVIDED IN PARAGRAPH F3. YOU AGREE THAT THE FOUNDATION, THE +TRADEMARK OWNER, AND ANY DISTRIBUTOR UNDER THIS AGREEMENT WILL NOT BE +LIABLE TO YOU FOR ACTUAL, DIRECT, INDIRECT, CONSEQUENTIAL, PUNITIVE OR +INCIDENTAL DAMAGES EVEN IF YOU GIVE NOTICE OF THE POSSIBILITY OF SUCH +DAMAGE. + +1.F.3. LIMITED RIGHT OF REPLACEMENT OR REFUND - If you discover a +defect in this electronic work within 90 days of receiving it, you can +receive a refund of the money (if any) you paid for it by sending a +written explanation to the person you received the work from. If you +received the work on a physical medium, you must return the medium with +your written explanation. The person or entity that provided you with +the defective work may elect to provide a replacement copy in lieu of a +refund. If you received the work electronically, the person or entity +providing it to you may choose to give you a second opportunity to +receive the work electronically in lieu of a refund. If the second copy +is also defective, you may demand a refund in writing without further +opportunities to fix the problem. + +1.F.4. Except for the limited right of replacement or refund set forth +in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS' WITH NO OTHER +WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT LIMITED TO +WARRANTIES OF MERCHANTIBILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE. + +1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied +warranties or the exclusion or limitation of certain types of damages. +If any disclaimer or limitation set forth in this agreement violates the +law of the state applicable to this agreement, the agreement shall be +interpreted to make the maximum disclaimer or limitation permitted by +the applicable state law. The invalidity or unenforceability of any +provision of this agreement shall not void the remaining provisions. + +1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the +trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone +providing copies of Project Gutenberg-tm electronic works in accordance +with this agreement, and any volunteers associated with the production, +promotion and distribution of Project Gutenberg-tm electronic works, +harmless from all liability, costs and expenses, including legal fees, +that arise directly or indirectly from any of the following which you do +or cause to occur: (a) distribution of this or any Project Gutenberg-tm +work, (b) alteration, modification, or additions or deletions to any +Project Gutenberg-tm work, and (c) any Defect you cause. + + +Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm + +Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of +electronic works in formats readable by the widest variety of computers +including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists +because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from +people in all walks of life. + +Volunteers and financial support to provide volunteers with the +assistance they need, is critical to reaching Project Gutenberg-tm's +goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will +remain freely available for generations to come. In 2001, the Project +Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure +and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations. +To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation +and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4 +and the Foundation web page at https://www.pglaf.org. + + +Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive +Foundation + +The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit +501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the +state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal +Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification +number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at +https://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg +Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent +permitted by U.S. federal laws and your state's laws. + +The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S. +Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered +throughout numerous locations. Its business office is located at +809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email +business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact +information can be found at the Foundation's web site and official +page at https://pglaf.org + +For additional contact information: + Dr. Gregory B. Newby + Chief Executive and Director + gbnewby@pglaf.org + + +Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg +Literary Archive Foundation + +Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide +spread public support and donations to carry out its mission of +increasing the number of public domain and licensed works that can be +freely distributed in machine readable form accessible by the widest +array of equipment including outdated equipment. Many small donations +($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt +status with the IRS. + +The Foundation is committed to complying with the laws regulating +charities and charitable donations in all 50 states of the United +States. Compliance requirements are not uniform and it takes a +considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up +with these requirements. We do not solicit donations in locations +where we have not received written confirmation of compliance. To +SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any +particular state visit https://pglaf.org + +While we cannot and do not solicit contributions from states where we +have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition +against accepting unsolicited donations from donors in such states who +approach us with offers to donate. + +International donations are gratefully accepted, but we cannot make +any statements concerning tax treatment of donations received from +outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff. + +Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation +methods and addresses. Donations are accepted in a number of other +ways including including checks, online payments and credit card +donations. To donate, please visit: https://pglaf.org/donate + + +Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic +works. + +Professor Michael S. Hart was the originator of the Project Gutenberg-tm +concept of a library of electronic works that could be freely shared +with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project +Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support. + + +Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed +editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S. +unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily +keep eBooks in compliance with any particular paper edition. + + +Most people start at our Web site which has the main PG search facility: + + https://www.gutenberg.org + +This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, +including how to make donations to the Project Gutenberg Literary +Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to +subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. + + +</pre> + +</body> +</html> diff --git a/LICENSE.txt b/LICENSE.txt new file mode 100644 index 0000000..6312041 --- /dev/null +++ b/LICENSE.txt @@ -0,0 +1,11 @@ +This eBook, including all associated images, markup, improvements, +metadata, and any other content or labor, has been confirmed to be +in the PUBLIC DOMAIN IN THE UNITED STATES. + +Procedures for determining public domain status are described in +the "Copyright How-To" at https://www.gutenberg.org. + +No investigation has been made concerning possible copyrights in +jurisdictions other than the United States. Anyone seeking to utilize +this eBook outside of the United States should confirm copyright +status under the laws that apply to them. diff --git a/README.md b/README.md new file mode 100644 index 0000000..cf11a70 --- /dev/null +++ b/README.md @@ -0,0 +1,2 @@ +Project Gutenberg (https://www.gutenberg.org) public repository for +eBook #17317 (https://www.gutenberg.org/ebooks/17317) |
