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+The Project Gutenberg EBook of Tradiciones peruanas, by Ricardo Palma
+
+This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
+almost no restrictions whatsoever.  You may copy it, give it away or
+re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
+with this eBook or online at www.gutenberg.org
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+Title: Tradiciones peruanas
+
+Author: Ricardo Palma
+
+Release Date: May 4, 2007 [EBook #21282]
+
+Language: Spanish
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+Character set encoding: ISO-8859-1
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+*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK TRADICIONES PERUANAS ***
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+Produced by Chuck Greif and the Online Distributed
+Proofreading Team at http://www.pgdp.net
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+
+RICARDO PALMA
+
+TRADICIONES PERUANAS
+
+
+
+
+INDICE
+
+
+Los duendes del Cuzco
+Los polvos de la condesa
+El justicia mayor de Laycacota
+Racimo de horca
+Amor de madre
+Lucas el sacrílego
+Rudamente, pulidamente, mañosamente
+El resucitado
+El corregidor de Tinta
+La gatita de Mari-Ramos que halaga con la cola y araña con las manos
+¡A la cárcel todo Cristo!
+Nadie se muere hasta que Dios quiere
+El fraile y la monja del Callao
+Por beber una copa de oro
+Una excomunión famosa
+Aceituna, una
+Oficiosidad no agradecida
+El alma de fray Venancio
+La trenza de sus cabellos
+De asta y rejón
+Los argumentos del corregidor
+La niña del antojo
+La llorona del Viernes Santo
+¡A nadar, peces!
+Conversión de un libertino
+El Rey del Monte
+Tres cuestiones históricas sobre Pizarro
+
+
+
+
+TRADICIONES PERUANAS
+
+
+
+
+LOS DUENDES DEL CUZCO
+
+CRÓNICA QUE TRATA DE CÓMO EL VIRREY POETA ENTENDÍA LA JUSTICIA
+
+
+Esta tradición no tiene otra fuente de autoridad que el relato del
+pueblo. Todos la conocen en el Cuzco tal como hoy la presento. Ningún
+cronista hace mención de ella, y sólo en un manuscrito de rápidas
+apuntaciones, que abarca desde la época del virrey marqués de Salinas
+hasta la del duque de la Palata, encuentro las siguientes líneas:
+
+«En este tiempo del gobierno del príncipe de Squillace, murió malamente
+en el Cuzco, a manos del diablo, el almirante de Castilla, conocido por
+el descomulgado».
+
+Como se ve, muy poca luz proporcionan estas líneas, y me afirman que en
+los _Anales del Cuzco_, que posee inéditos el señor obispo de Ochoa,
+tampoco se avanza más, sino que el misterioso suceso está colocado en
+época diversa a la que yo le asigno.
+
+Y he tenido en cuenta para preferir los tiempos de don Francisco de
+Borja; y Aragón, no sólo la apuntación ya citada, sino la especialísima
+circunstancia de que, conocido el carácter del virrey poeta, son propias
+de él las espirituales palabras con que termina esta leyenda.
+
+Hechas las salvedades anteriores, en descargo de mi conciencia de
+cronista, pongo punto redondo y entro en materia.
+
+
+I
+
+Don Francisco de Borja y Aragón, príncipe de Esquilache y conde de
+Mayalde, natural de Madrid y caballero de las Ordenes de Santiago y
+Montesa, contaba treinta y dos años cuando Felipe III, que lo estimaba,
+en mucho, le nombró virrey del Perú. Los cortesanos criticaron el
+nombramiento, porque don Francisco sólo se había ocupado hasta entonces
+en escribir versos, galanteos y desafíos. Pero Felipe III, a cuyo regio
+oído, y contra la costumbre, llegaron las murmuraciones, dijo:--En
+verdad que es el más joven de los virreyes que hasta hoy han ido a
+Indias; pero en Esquilache hay cabeza, y más que cabeza brazo fuerte.
+
+El monarca no se equivocó. El Perú estaba amagado por flotas
+filibusteras: y por muy buen gobernante que hiciese don Juan de Mendoza
+y Luna, marqués de Montesclaros, faltábale los bríos de la juventud.
+Jorge Spitberg, con una escuadra holandesa, después de talar las costas
+de Chile, se dirigió al Callao. La escuadra española le salió al
+encuentro el 22 de julio de 1615, y después de cinco horas de reñido y
+feroz combate frente a Cerro Azul o Cañete, se incendió la capitana, se
+fueron a pique varias naves, y los piratas vencedores pasaron a cuchillo
+a los prisioneros.
+
+El virrey marqués de Montesclaros se constituyó en el Callao para
+dirigir la resistencia, más por llenar el deber que porque tuviese la
+esperanza de impedir, con los pocos y malos elementos de que disponía,
+el desembarque de los piratas y el consiguiente saqueo de Lima. En la
+ciudad de los Reyes dominaba un verdadero pánico; y las iglesias no sólo
+se hallaban invadidas por débiles mujeres, sino por hombres que, lejos
+de pensar en defender como bravos sus hogares, invocaban la protección
+divina contra los herejes holandeses. El anciano y corajudo virrey
+disponía escasamente de mil hombres en el Callao, y nótese que, según el
+censo de 1614, el número de habitantes de Lima ascendía a 25.454.
+
+Pero Spitberg se conformó con disparar algunos cañonazos que le fueron
+débilmente contestados, e hizo rumbo para Paita. Peralta en su _Lima
+fundada_, y el conde de la Granja, en su poema de _Santa Rosa_, traen
+detalles sobre esos luctuosos días. El sentimiento cristiano atribuye la
+retirada de los piratas a milagro que realizó la virgen limeña, que
+murió dos años después, el 24 de agosto de 1617.
+
+Según unos el 18 y según otros el 23 de diciembre de 1615, entró en Lima
+el príncipe de Esquilache, habiendo salvado providencialmente, en la
+travesía de Panamá al Callao, de caer en manos de los piratas.
+
+El recibimiento de este virrey fué suntuoso, y el Cabildo no se paró en
+gastos para darle esplendidez.
+
+Su primera atención fué crear y fortificar el puerto, lo que mantuvo a
+raya la audacia de los filibusteros hasta el gobierno de su sucesor, en
+que el holandés Jacobo L'Heremite acometió su formidable empresa
+pirática Descendiente del Papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia) y de San
+Francisco de Borja, duque de Gandía, el príncipe de Esquilache, como
+años más tarde su sucesor y pariente el conde de Lemos, gobernó el Perú
+bajo la influencia de los jesuítas.
+
+Calmada la zozobra que inspiraban los amagos filibusteros, don Francisco
+se contrajo al arreglo de la hacienda pública, dictó sabias ordenanzas
+para los minerales de Potosí v Huancavelica, y en 20 de diciembre de
+1619 erigió el tribunal del Consulado de Comercio.
+
+Hombre de letras, creó el famoso colegio del Príncipe, para educación de
+los hijos de caciques, y no permitió la representación de comedias ni
+autos sacramentales que no hubieran pasado antes por su censura. «Deber
+del que gobierna--decía--es ser solícito por que no se pervierta el
+gusto».
+
+La censura que ejercía el príncipe de Esquilache era puramente
+literaria, y a fe que el juez no podía ser más autorizado. En la plévade
+de poetas del siglo XVII, siglo que produjo a Cervantes, Calderón, Lope,
+Quevedo, Tirso de Molina, Alarcón y Moreto, el príncipe de Esquilache es
+uno de los más notables, si no por la grandeza de la idea, por la
+lozanía y corrección de la forma. Sus composiciones sueltas y su poema
+histórico _Nápoles recuperada_, bastan para darle lugar preeminente en
+el español Parnaso.
+
+No es menos notable como prosador castizo y elegante. En uno de los
+volúmenes de la obra _Memorias de los virreyes_ se encuentra la
+_Relación_ de su época de mando, escrito que entregó a la Audiencia para
+que ésta lo pasase a su sucesor don Diego Fernández de Córdova, marqués
+de Guadalcázar. La pureza de dicción y la claridad del pensamiento
+resaltan en este trabajo, digno, en verdad, de juicio menos sintético.
+
+Para dar una idea del culto que Esquilache rendía a las letras, nos será
+suficiente apuntar que, en Lima, estableció una academia o _club_
+literario, como hoy decimos, cuyas sesiones tenían lugar los sábados en
+una de las salas de palacio. Según un escritor amigo mío y que cultivó
+el ramo de crónicas, los asistentes no pasaban de doce, personajes los
+más caracterizados en el foro, la milicia o la iglesia. «Allí asistía el
+profundo teólogo y humanista don Pedro de Yarpe Montenegro, coronel de
+ejército; don Baltasar de Laza y Rebolledo, oidor de la Real Audiencia;
+don Luis de la Puente, abogado insigne; fray Baldomero Illescas,
+religioso franciscano, gran conocedor de los clásicos griegos y latinos;
+don Baltasar Moreyra, poeta, y otros cuyos nombres no han podido
+atravesar los dos siglos y medio que nos separan de su época. El virrey
+los recibía con exquisita urbanidad; y los bollos, bizcochos de garapiña
+chocolate y sorbetes distraían las conferencias literarias de sus
+convidados. Lástima que no se hubieran extendido actas de aquellas
+sesiones, que seguramente serían preferibles a las de nuestros
+Congresos».
+
+Entre las agudezas del príncipe de Esquilache, cuentan que le dijo a un
+sujeto muy cerrado de mollera, que leía mucho y ningún fruto sacaba de
+la lectura:--Déjese de libros, amigo, y persuádase que el huevo mientras
+más cocido, más duro.
+
+Esquilache, al regresar a España en 1622, fué muy considerado del nuevo
+monarca Felipe IV, y murió en 1658 en la coronada villa del oso y el
+madroño.
+
+Las armas de la casa de Borja eran un toro de gules en campo de oro,
+bordura de sinople y ocho brezos de oro.
+
+Presentado el virrey poeta, pasemos a la tradición popular.
+
+
+II
+
+Existe en la ciudad del Cuzco una soberbia casa conocida por la del
+_Almirante_; y parece que el tal almirante tuvo tanto de marino, como
+alguno que yo me sé y que sólo ha visto el mar en pintura. La verdad es
+que el título era hereditario y pasaba de padres a hijos.
+
+La casa era obra notabilísima. El acueducto y el tallado de los techos,
+en uno de los cuales se halla modelado el busto del almirante que la
+fabricó, llaman preferentemente la atención.
+
+Que vivieron en el Cuzco cuatro almirantes, lo comprueba el árbol
+genealógico que en 1861 presentó ante el Soberano Congreso del Perú el
+señor don Sixto Laza, para que se le declarase legítimo y único
+representante del Inca Huáscar, con derecho a una parte de las huaneras,
+al ducado de Medina de Ríoseco, al marquesado de Oropesa y varias otras
+gollerías. ¡Carillo iba a costarnos el gusto de tener príncipe en casa!
+Pero conste, para cuando nos cansemos de la república, teórica o
+práctica, y proclamemos, por variar de plato, la monarquía, absoluta o
+constitucional, que todo puede suceder, Dios mediante y el trotecito
+trajinero que llevamos.
+
+Refiriéndose a ese árbol genealógico, el primer almirante fué don Manuel
+de Castilla, el segundo don Cristóbal de Castilla Espinosa y Lugo, al
+cual sucedió su hijo don Gabriel de Castilla Vázquez de Vargas, siendo
+el cuarto y último don Juan de Castilla y González, cuya descendencia se
+pierde en la rama femenina.
+
+Cuéntase de los Castilla, para comprobar lo ensoberbecidos que vivían de
+su alcurnia, que cuando rezaban el Avemaría usaban esta frase: _Santa
+María, madre de Dios, parienta y señora nuestra, ruega por nos._
+
+Las armas de los Castilla eran: escudo tronchado; el primer cuartel en
+gules y castillo de oro aclarado de azur; el segundo en plata, con león
+rampante de gules y banda de sinople con dos dragantes también de
+sinople.
+
+Aventurado sería determinar cuál de los cuatro es el héroe de la
+tradición, y en esta incertidumbre puede el lector aplicar el mochuelo
+a cualquiera, que de fijo no vendrá del otro barrio a querellarse de
+calumnia.
+
+El tal almirante era hombre de más humos que una chimenea, muy pagado de
+sus pergaminos y más tieso que su almidonada gorguera. En el patio de la
+casa ostentábase una magnífica fuente de piedra, a la que el vecindario
+acudía para proveerse de agua, tomando al pie de la letra el refrán de
+que agua y candela a nadie se niegan.
+
+Pero una mañana se levantó su señoría con un humor de todos los diablos,
+y dió orden a sus fámulos para que moliesen a palos a cualquier bicho de
+la canalla que fuese osado a atravesar los umbrales en busca del
+elemento refrigerador.
+
+Una de las primeras que sufrió el castigo fué una pobre vieja, lo que
+produjo algún escándalo en el pueblo.
+
+Al otro día el hijo de ésta, que era un joven clérigo que servía la
+parroquia de San Jerónimo, a pocas leguas del Cuzco, llegó a la ciudad y
+se impuso del ultraje inferido a su anciana madre. Dirigióse
+inmediatamente a casa del almirante; y el hombre de los pergaminos lo
+llamó hijo de cabra y vela verde, y echó verbos y gerundios, sapos y
+culebras por esa aristocrática boca, terminando por darle una soberana
+paliza al sacerdote.
+
+La excitación que causó el atentado fué inmensa. Las autoridades no se
+atrevían a declararse abiertamente contra el magnate, y dieron tiempo al
+tiempo, que a la postre todo lo calma. Pero la gente de iglesia y el
+pueblo declararon excomulgado al orgulloso almirante.
+
+El insultado clérigo, pocas horas después de recibido el agravio, se
+dirigió a la Catedral y se puso de rodillas a orar ante la imagen de
+Cristo, obsequiada a la ciudad por Carlos V. Terminada su oración, dejó
+a los pies del Juez Supremo un memorial exponiendo su queja y demandando
+la justicia de Dios, persuadido que no había de lograrla de los hombres.
+Diz que volvió al templo al siguiente día, y recogió la querella
+proveída con un decreto marginal de _Como se pide: se hará justicia._ Y
+así pasaron tres meses, hasta que un día amaneció frente a la casa una
+horca y pendiente de ella el cadáver del excomulgado, sin que nadie
+alcanzara a descubrir los autores del crimen, por mucho que las
+sospechas recayeran sobre el clérigo, quien supo, con numerosos
+testimonios, _probar la coartada_.
+
+En el proceso que se siguió declararon dos mujeres de la vecindad que
+habían visto un grupo de hombres _cabezones y chiquirriticos,_ vulgo
+duendes, preparando la horca; y que cuando ésta quedó alzada, llamaron
+por tres veces a la puerta de la casa, la que se abrió al tercer
+aldabonazo. Poco después el almirante, vestido de gala, salió en medio
+de los duendes, que sin más ceremonia lo suspendieron como un racimo.
+
+Con tales declaraciones la justicia se quedó a obscuras y no pudiendo
+proceder contra los duendes, pensó que era cuerdo el sobreseimiento.
+
+Si el pueblo cree como artículo de fe que los duendes dieron fin del
+excomulgado almirante, no es un cronista el que ha de meterse en
+atolladeros para convencerlo de lo contrario, por mucho que la gente
+descreída de aquel tiempo murmurara por lo bajo que todo lo acontecido
+era obra de los jesuítas, para acrecer la importancia y respeto debidos
+al estado sacerdotal.
+
+
+III
+
+El intendente y los alcaldes del Cuzco dieron cuenta de todo al virrey,
+quien después de oír leer el minucioso informe le dijo a su secretario:
+
+--¡Pláceme el tema para un romance moruno! ¿Qué te parece de esto, mi
+buen Estúñiga?
+
+--Que vuecelencia debe echar una mónita a esos sandios golillas que no
+han sabido hallar la pista de los fautores del crimen.
+
+--Y entonces se pierde lo poético del sucedido--repuso el de Esquilache
+sonriéndose.
+
+--Verdad, señor; pero se habrá hecho justicia.
+
+El virrey se quedó algunos segundos pensativo; y luego, levantándose de
+su asiento, puso la mano sobre el hombro de su secretario:
+
+--Amigo mío, lo hecho está bien hecho; y mejor andaría el mundo si, en
+casos dados, no fuesen leguleyos trapisondistas y demás cuervos de
+Temis, sino duendes, los que administrasen justicia. Y con esto, buenas
+noches y que Dios y Santa María nos tengan en su santa guarda y nos
+libren de duendes y remordimientos.
+
+
+
+
+LOS POLVOS DE LA CONDESA
+
+CRÓNICA DE LA ÉPOCA DEL DECIMOCUARTO VIRREY DEL PERÚ
+
+_(Al doctor Ignacio La-Puente.)_
+
+
+I
+
+En una tarde de junio de 1631 las campanas todas de las iglesias de Lima
+plañían fúnebres rogativas, y los monjes de las cuatro órdenes
+religiosas que a la sazón existían, congregados en pleno coro, entonaban
+salmos y preces.
+
+Los habitantes de la tres veces coronada ciudad cruzaban por los sitios
+en que, sesenta años después, el virrey conde de la Monclova debía
+construir los portales de Escribanos y Botoneros, deteniéndose frente a
+la puerta lateral de palacio.
+
+En éste todo se volvía entradas y salidas de personajes, más o menos
+caracterizados.
+
+No se diría sino que acababa de dar fondo en el Callao un galeón con
+importantísimas nuevas de España, ¡tanta era la agitación palaciega y
+popular! o que, como en nuestros democráticos días, se estaba realizando
+uno de aquellos golpes de teatro a que sabe dar pronto término la
+justicia de cuerda y hoguera.
+
+Los sucesos, como el agua, deben beberse en la fuente; y por esto, con
+venia del capitán de arcabuceros que está de facción en la susodicha
+puerta, penetraremos, lector, si te place mi compañía, en un recamarín
+de palacio.
+
+Hallábanse en él el excelentísimo señor don Luis Jerónimo Fernández de
+Cabrera Bobadilla y Mendoza, conde de Chinchón, virrey de estos reinos
+del Perú por S. M. don Felipe IV, y su íntimo amigo el marqués de
+Corpa. Ambos estaban silenciosos y mirando con avidez hacia una puerta
+de escape, la que al abrirse dió paso a un nuevo personaje.
+
+Era éste un anciano. Vestía calzón de paño negro a media pierna, zapatos
+de pana con hebillas de piedra, casaca y chaleco de terciopelo,
+pendiendo de este último una gruesa cadena de plata con hermosísimos
+sellos. Si añadimos que gastaba guantes de gamuza, habrá el lector
+conocido el perfecto tipo de un esculapio de aquella época.
+
+El doctor Juan de Vega, nativo de Cataluña y recién llegado al Perú, en
+calidad de médico de la casa del virrey, era una de las lumbreras de la
+ciencia que enseña a matar por medio de un _récipe_.
+
+--¿Y bien, don Juan?--le interrogó el virrey, más con la mirada que con
+la palabra.
+
+--Señor, no hay esperanza. Sólo un milagro puede salvar a doña
+Francisca.
+
+Y don Juan se retiró con aire compungido.
+
+Este corto diálogo basta para que el lector menos avisado conozca de qué
+se trata.
+
+El virrey había llegado a Lima en enero de 1639, y dos meses más tarde
+su bellísima y joven esposa doña Francisca Henríquez de Ribera, a la que
+había desembarcado en Paita para no exponerla a los azares de un
+probable combate naval con los piratas. Algún tiempo después se sintió
+la virreina atacada de esa fiebre periódica que se designa con el nombre
+de terciana, y que era conocida por los Incas como endémica en el valle
+de Rimac.
+
+Sabido es que cuando, en 1378, Pachacutec envió un ejército de treinta
+mil cuzqueños a la conquista de Pachacamac, perdió lo más florido de sus
+tropas a estragos de la terciana. En los primeros siglos de la
+dominación europea, los españoles que se avecindaban en Lima pagaban
+también tributo a esta terrible enfermedad, de la que muchos sanaban sin
+específico conocido, y a no pocos arrebataba el mal.
+
+La condesa de Chinchón estaba desahuciada. La ciencia, por boca de su
+oráculo don Juan de Vega, había fallado.
+
+--¡Tan joven y tan bella!--decía a su amigo el desconsolado esposo--.
+¡Pobre Francisca! ¿Quién te habría dicho que no volveríais a ver tu
+cielo de Castilla ni los cármenes de Granada? ¡Dios mío! ¡Un milagro,
+Señor, un milagro!...
+
+--Se salvará la condesa, excelentísimo señor--contestó una voz en la
+puerta de la habitación.
+
+El virrey se volvió sorprendido. Era un sacerdote, un hijo de Ignacio de
+Loyola, el que había pronunciado tan consoladoras palabras.
+
+El conde de Chinchón se inclinó ante el jesuíta. Este continuó:
+
+--Quiero ver a la virreina, tenga vuecencia fe, y Dios hará el resto.
+
+El virrey condujo al sacerdote al lecho de la moribunda.
+
+
+II
+
+Suspendamos nuestra narración para trazar muy a la ligera el cuadro de
+la época del gobierno de don Luis Jerónimo Fernández de Cabrera, hijo de
+Madrid, comendador de Criptana entre los caballeros de Santiago, alcaide
+del alcázar de Segovia, tesorero de Aragón, y cuarto conde de Chinchón,
+que ejerció el mando desde el 14 de enero de 1629 hasta el 18 del mismo
+mes de 1639.
+
+Amenazado el Pacífico por los portugueses y por la flotilla del pirata
+holandés _Pie de palo_, gran parte de la actividad del conde de Chinchón
+se consagró a poner el Callao y la escuadra en actitud de defensa. Envió
+además a Chile mil hombres contra los araucanos, y tres expediciones
+contra algunas tribus de Puno, Tucumán y Paraguay.
+
+Para sostener el caprichoso lujo de Felipe IV y sus cortesanos, tuvo la
+América que contribuir con daño de su prosperidad. Hubo exceso de
+impuestos y gabelas, que el comercio de Lima se vió forzado a soportar.
+
+Data de entonces la decadencia de los minerales de Potosí y
+Huancavelica, a la vez que el descubrimiento de las vetas de Bombón y
+Caylloma.
+
+Fué bajo el gobierno de este virrey cuando, en 1635, aconteció la famosa
+quiebra del banquero Juan de la Cueva, en cuyo Banco--dice
+Lorente--tenían suma confianza así los particulares como el Gobierno.
+Esa quiebra se conmemoró, hasta hace poco, con la mojiganga llamada
+_Juan de la Cova, coscoroba_.
+
+El conde de Chinchón fué tan fanático como cumplía a un cristiano viejo.
+Lo comprueban muchas de sus disposiciones. Ningún naviero podía recibir
+pasajeros a bordo, si previamente no exhibía una cédula de constancia de
+haber confesado y comulgado la víspera. Los soldados estaban también
+obligados, bajo severas penas, a llenar cada año este precepto, y se
+prohibió que en los días de Cuaresma se juntasen hombres y mujeres en un
+mismo templo.
+
+Como lo hemos escrito en nuestro _Anales de la Inquisición de Lima_, fué
+ésta la época en que más víctimas sacrificó el implacable tribunal de la
+fe. Bastaba ser portugués y tener fortuna para verse sepultado en las
+mazmorras del Santo Oficio. En uno solo de los tres autos de fe a que
+asistió el conde de Chinchón fueron quemados once judíos portugueses,
+acaudalados comerciantes de Lima.
+
+Hemos leído en el librejo del duque de Frías que, en la primera visita
+de cárceles a que asistió el conde, se le hizo relación de una causa
+seguida a un caballero de Quito, acusado de haber pretendido sublevarse
+contra el monarca. De los autos dedujo el virrey que todo era calumnia,
+y mandó poner en libertad al preso, autorizándolo para volver a Quito y
+dándole seis meses de plazo para que sublevase el territorio;
+entendiéndose que si no lo conseguía, pagarían los delatores las costas
+del proceso y los perjuicios sufridos por el caballero.
+
+¡Hábil manera de castigar envidiosos y denunciantes infames!
+
+Alguna quisquilla debió tener su excelencia con las limeñas cuando en
+dos ocasiones promulgó bando contra las _tapadas_; las que, forzoso es
+decirlo, hicieron con ellos papillotas y tirabuzones. Legislar contra
+las mujeres ha sido y será siempre sermón perdido.
+
+Volvamos a la virreina, que dejamos moribunda en el lecho.
+
+
+III
+
+Un mes después se daba una gran fiesta en palacio en celebración del
+restablecimiento de doña Francisca.
+
+La virtud febrífuga de la cascarilla quedaba descubierta.
+
+Atacado de fiebres un indio de Loja llamado Pedro de Leyva bebió, para
+calmar los ardores de la sed, del agua de un remanso, en cuyas orillas
+crecían algunos árboles de _quina_. Salvado así, hizo la experiencia de
+dar de beber a otros enfermos del mismo mal cántaros de agua, en los que
+depositaba raíces de cascarilla. Con su descubrimiento vino a Lima y lo
+comunicó a un jesuíta, el que, realizando la feliz curación de la
+virreina, prestó a la humanidad mayor servicio que el fraile que inventó
+la pólvora.
+
+Los jesuítas guardaron por algunos años el secreto, y a ellos acudía
+todo el que era atacado de terciana. Por eso, durante mucho tiempo, los
+polvos de la corteza de quina se conocieron con el nombre de _polvos de
+los jesuítas_.
+
+El doctor Scrivener dice que un médico inglés, Mr. Talbot, curó con la
+quinina al príncipe de Condé, al delfín, a Colbert y otros personajes,
+vendiendo el secreto al gobierno francés por una suma considerable y una
+pensión vitalicia.
+
+Linneo, tributando en ello un homenaje a la virreina condesa de
+Chinchón, señala a la quina el nombre que hoy le da la ciencia:
+_Chinchona_.
+
+Mendiburu dice que, al principio, encontró el uso de la quina fuerte
+oposición en Europa, y que en Salamanca se sostuvo que caía en pecado
+mortal el médico que la recetaba, pues sus virtudes eran debidas a pacto
+de dos peruanos con el diablo.
+
+En cuanto al pueblo de Lima, hasta hace pocos años conocía los polvos de
+la corteza de este árbol maravilloso con el nombre de _polvos de la
+condesa_.[1]
+
+[Nota 1: La primera esposa del conde de Chinchón llamóse doña Ana de
+Osorio, y por muchos se ha creído que fué ella la salvada por las
+virtudes de la quina. Un interesante estudio histórico publicado por don
+Félix Cipriano Zegarra en la _Revista Peruana_, en 1879, nos ha
+convencido de que la virreina que estuvo en Lima se llamó doña Francisca
+Henríquez de Ribera. Rectificamos, pues, con esta nota la grave
+equivocación en que habíamos incurrido.]
+
+
+
+
+EL JUSTICIA MAYOR DE LAYCACOTA
+
+CRÓNICA DE LA ÉPOCA DEL DÉCIMONONO VIRREY DEL PERÚ
+
+_(Al doctor don José Mariano Jiménez.)_
+
+
+I
+
+En una serena tarde de marzo del año del Señor de 1665, hallábase
+reunida a la puerta de su choza una familia de indios. Componíase ésta
+de una anciana que se decía descendiente del gran general Ollantay, dos
+hijas, Carmen y Teresa, y un mancebo llamado Tomás.
+
+La choza estaba situada a la falda del cerro de Laycacota. Ella con
+quince o veinte más constituían lo que se llama una aldea de cien
+habitantes.
+
+Mientras las muchachas se entretenían en hilar, la madre contaba al
+hijo, por la milésima vez, la tradición de su familia. Esta no es un
+secreto, y bien puedo darla a conocer a mis lectores, que la hallarán
+relatada con extensos y curiosos pormenores en el importante libro que
+con el título _Anales del Cuzco_, publicó mi ilustrado amigo y compañero
+de Congreso don Pío Benigno Mesa.
+
+He aquí la tradición sobre Ollantay:
+
+Bajo el imperio del Inca Pachacutec, noveno soberano del Cuzco, era
+Ollantay, curaca de Ollantaytambo, el generalísimo de los ejércitos.
+Amante correspondido de una de las _ñustas_ o infantas, solicitó de
+Pachacutec, y como recompensa a importantes servicios, que le acordase
+la mano de la joven. Rechazada su pretensión por el orgulloso monarca,
+cuya sangre, según las leyes del imperio, no podía mezclarse con la de
+una familia que no descendiese directamente de Mango Capac, el
+enamorado cacique desapareció una noche del Cuzco, robándose a su
+querida Cusicoyllor.
+
+Durante cinco años fué imposible al Inca vencer al rebelde vasallo, que
+se mantuvo en armas en las fortalezas de Ollantaytambo, cuyas ruinas son
+hoy la admiración del viajero. Pero Rumiñahui, otro de los generales de
+Pachacutec, en secreta entrevista con su rey, lo convenció de que, más
+que a la fuerza, era preciso recurrir a la maña y a la traición para
+sujetar a Ollantay. El plan acordado fué poner preso a Rumiñahui, con el
+pretexto de que había violado el santuario de las vírgenes del Sol.
+Según lo pactado, se le degradó y azotó en la plaza pública para que,
+envilecido así, huyese del Cuzco y fuese a ofrecer sus servicios a
+Ollantay, que viendo en él una ilustre víctima a la vez que un general
+de prestigio, no podría menos que dispensarle entera confianza. Todo se
+realizó como inicuamente estaba previsto, y la fortaleza fué entregada
+por el infame Rumiñahui, mandando el Inca decapitar a los
+prisioneros[2].
+
+[Nota 2: Sobre este argumento, el cura de Tinta don Antonio Valdés
+escribió por los años de 1780 un drama en lengua quechua, el cual se
+representó en presencia del rebelde Inca Tupac-Amaru.
+
+Tschudi, Markham, Nadal, Barrancas y muchos americanistas se empeñaron
+en sostener que el drama _Ollanta_ había sido compuesto en los tiempos
+incásicos, y que era, por consiguiente, un monumento literario anterior
+a la conquista. Traducido en verso por un poeta peruano, Constantino
+Carrasco, publicó el autor de estas _Tradiciones_ un ligero juicio
+crítico, en el que se atrevió a apuntar (alegando muy al correr de la
+pluma varias razones en apoyo de su opinión) que el _Ollanta_ era ni más
+ni menos que comedia española, de las de capa y espada, escrita en voces
+quechuas: y que, aunque lo diga Garcilaso, que no pocos embustes estampó
+en los _Comentarios reales_, los antiguos peruanos estuvieron muy lejos
+de cultivar la literatura dramática. Tanto osamos escribir, y se nos
+vino la casa a cuestas... Hasta de mal patriota nos acusó un quechuista;
+y un señor Pacheco Zegarra, entre otros cultos piropos, nos llamó
+ignorante y charlatán. Con razones de ese fuste nos dimos por
+convencidos de que habíamos estampado un disparate de a folio. Pero en
+1881, el literato argentino don Bartolomé Mitre, en un serio y extenso
+estudio, con gran acopio de pruebas y con sesuda argumentación, puso en
+transparencia la filiación, genuinamente española, del drama _Ollanta_
+en su forma, en su fondo y hasta en sus elementos lingüísticos.]
+
+Un leal capitán salvó a Cusicoyllor y su tierna hija Imasumac, y se
+estableció con ellas en la falda del Laycacota, en el sitio donde en
+1669 debía erigirse la villa de San Carlos de Puno.
+
+Concluía la anciana de referir a su hijo esta tradición, cuando se
+presentó ante ella un hombre, apoyado en un bastón, cubierto el cuerpo
+con un largo poncho de bayeta, y la cabeza por un ancho y viejo sombrero
+de fieltro. El extranjero era un joven de veinticinco años, y a pesar de
+la ruindad de su traje, su porte era distinguido, su rostro varonil y
+simpático y su palabra graciosa y cortesana.
+
+Dijo que era andaluz, y que su desventura lo traía a tal punto que se
+hallaba sin pan ni hogar. Los vástagos de la hija de Pachacutec le
+acordaron de buen grado la hospitalidad que demandaba.
+
+Así transcurrieron pocos meses. La familia se ocupaba en la cría de
+ganado y en el comercio de lanas, sirviéndola el huésped muy útilmente.
+Pero la verdad era que el joven español se sentía apasionado de Carmen,
+la mayor de las hijas de la anciana, y que ella no se daba por ofendida
+con ser objeto de las amorosas ansias del mancebo.
+
+Como el platonismo, en punto a terrenales afectos, no es eterno, llegó
+un día en que el galán, cansado de conversar con las estrellas en la
+soledad de sus noches, se espontaneó con la madre, y ésta, que había
+aprendido a estimar al español, le dijo:
+
+--Mi Carmen te llevará en dote una riqueza digna de la descendiente de
+emperadores.
+
+El novio no dio por el momento importancia a la frase; pero tres días
+después de realizado el matrimonio, la anciana lo hizo levantarse de
+madrugada y lo condujo a una bocamina, diciéndole:
+
+--Aquí tienes la dote de tu esposa.
+
+La hasta entonces ignorada, y después famosísima, mina de Laycacota fué
+desde ese día propiedad de don José Salcedo, que tal era el nombre del
+afortunado andaluz.
+
+
+II
+
+La opulencia de la mina y la generosidad de Salcedo y de su hermano don
+Gaspar atrajeron, en breve, gran número de aventureros a Laycacota.
+
+Oigamos a un historiador: «Había allí plata pura y metales, cuyo
+beneficio dejaba tantos marcos como pesaba el cajón. En ciertos días se
+sacaron centenares de miles de pesos».
+
+Estas aseveraciones parecerían fabulosas si todos los historiadores no
+estuvieran uniformes en ellas.
+
+Cuando algún español, principalmente andaluz o castellano, solicitaba un
+socorro de Salcedo, éste le regalaba lo que pudiese sacar de la mina en
+determinado número de horas. El obsequio importaba casi siempre por lo
+menos el valor de una barra, que representaba dos mil pesos.
+
+Pronto los catalanes, gallegos y vizcaínos que residían en el mineral
+entraron en disensiones con los andaluces, castellanos y criollos
+favorecidos por los Salcedo. Se dieron batallas sangrientas con variado
+éxito, hasta que el virrey don Diego de Benavides, conde de Santisteban,
+encomendó al obispo de Arequipa, fray Juan de Almoguera, la pacificación
+del mineral. Los partidarios de los Salcedo derrotaron a las tropas del
+obispo, librando mal herido el corregidor Peredo.
+
+En estos combates, hallándose los de Salcedo escasos de plomo, fundieron
+balas de plata. No se dirá que no mataban lujosamente.
+
+Así las cosas, aconteció en Lima la muerte de Santisteban, y la Real
+Audiencia asumió el poder. El gobernador que ésta nombró para Laycacota,
+viéndose sin fuerzas para hacer respetar su autoridad, entregó el mando
+a don José Salcedo, que lo aceptó bajo el título de _justicia mayor_. La
+Audiencia se declaró impotente y contemporizó con Salcedo, el cual,
+recelando nuevos ataques de los vascongados, levantó y artilló una
+fortaleza en el cerro.
+
+En verdad que la Audiencia tenía por entonces mucho grave de que
+ocuparse con los disturbios que promovía en Chile el gobernador Meneses
+y con la tremenda y vasta conspiración del Inca Bohorques, descubierta
+en Lima casi al estallar, y que condujo al caudillo y sus tenientes al
+cadalso.
+
+El orden se había por completo restablecido en Laycacota, y todos los
+vecinos estaban contentos del buen gobierno y la caballerosidad del
+justicia mayor.
+
+Pero en 1667, la Audiencia tuvo que reconocer al nuevo virrey llegado de
+España.
+
+Era éste el conde Lemos, mozo de treinta y tres años, a quien, según los
+historiadores, _sólo faltaba sotana para ser completo jesuíta_. En cerca
+de cinco años de mando, brilló poco como administrador. Sus empresas se
+limitaron a enviar, aunque sin éxito, una fuerte escuadra en persecución
+del bucanero Morgán, que había incendiado Panamá, y a apresar en las
+costas de Chile a Enrique Clerk. Un año después de su destrucción por
+los bucaneros (1670), la antigua Panamá, fundada en 1518, se trasladó al
+lugar donde hoy se encuentra. Dos voraces incendios, uno en febrero de
+1737 y otro en marzo de 1756, convirtieron en cenizas dos terceras
+partes de los edificios, entre los que algunos debieron ser
+monumentales, a juzgar por las ruinas que aun llaman la atención del
+viajero.
+
+El virrey conde de Lemos se distinguió únicamente por su devoción. Con
+frecuencia se le veía barriendo el piso de la iglesia de los
+Desamparados, tocando en ella el órgano, y haciendo el oficio de cantar
+en la solemne misa dominical, dándosele tres pepinillos de las
+murmuraciones de la nobleza, que juzgaba tales actos indignos de un
+grande de España.
+
+Dispuso este virrey, bajo pena de cárcel y multa, que nadie pintase cruz
+en sitio donde pudiera ser pisada; que todos se arrodillasen al toque de
+oraciones; y escogió para padrino de uno de sus hijos al cocinero del
+convento de San Francisco, que era un negro con un jeme de jeta y fama
+de santidad.
+
+Por cada individuo de los que ajusticiaba, mandaba celebrar treinta
+misas; y consagró, por lo menos, tres horas diarias al rezo del oficio
+parvo y del rosario, confesando y comulgando todas las mañanas, y
+concurriendo al jubileo y a cuanta fiesta o distribución religiosa se
+le anunciara.
+
+Jamás se han vista en Lima procesiones tan espléndidas como las de
+entonces; y Lorente, en su _Historia_, trae la descripción de una que se
+trasladó desde palacio a los Desamparados, dando largo rodeo, una imagen
+de María que el virrey había hecho traer expresamente desde Zaragoza.
+Arco hubo en esa fiesta cuyo valor se estimó en más de doscientos mil
+pesos, tal era la profusión de alhajas y piezas de oro y plata que lo
+adornaban. La calle de Mercaderes lució por pavimento barras de plata,
+que representaban más de dos millones de ducados. ¡Viva el lujo y quien
+lo _trujo_!
+
+El fanático don Pedro Antonio de Castro y Andrade, conde de Lemos,
+marqués de Sarria y de Gátiva y duque de Taratifanco, que cifraba su
+orgullo en descender de San Francisco de Borja, y que, a estar en sus
+manos, como él decía, habría fundado en cada calle de Lima un colegio de
+Jesuítas, apenas fué proclamado en Lima como representante de Carlos II
+el _Hechizado_, se dirigió a Puno con gran aparato de fuerza y
+aprehendió a Salcedo.
+
+El justicia contaba con poderosos elementos para resistir; pero no quiso
+hacerse reo de rebeldía a su rey y señor natural.
+
+El virrey, según muchos historiadores, lo condujo preso, tratándolo
+durante la marcha con extremado rigor. En breve tiempo quedó concluída
+la causa, sentenciado Salcedo a muerte, y confiscados sus bienes en
+provecho del real tesoro.
+
+Como hemos dicho, los jesuítas dominaban al virrey. Jesuíta era su
+confesor el padre Castillo, y jesuítas sus secretarios. Las crónicas de
+aquellos tiempos acusan a los hijos de Loyola de haber contribuido
+eficazmente al trágico fin del rico minero, que había prestado no pocos
+servicios a la causa de la corona y enviado a España algunos millones
+por el quinto de los provechos de la mina.
+
+Cuando leyeron a Salcedo la sentencia, propuso al virrey que le
+permitiese apelar a España, y que por el tiempo que transcurriese desde
+la salida del navío hasta su regreso con la resolución de la corte de
+Madrid, lo obsequiaría diariamente con una barra de plata.
+
+Y téngase en cuenta no sólo que cada barra de plata se valorizaba en dos
+mil duros, sino que el viaje del Callao a Cádiz no era realizable en
+menos de seis meses.
+
+La tentación era poderosa, y el conde de Lemos vaciló.
+
+Pero los jesuítas le hicieron presente que mejor partido sacaría
+ejecutando a Salcedo y confiscándole sus bienes.
+
+El que más influyó en el ánimo de su excelencia fué el padre Francisco
+del Castillo, jesuíta peruano que está en olor de santidad, el cual era
+padrino de bautismo de don Salvador Fernández de Castro, marqués de
+Almuña e hijo del virrey.
+
+Salcedo fué ejecutado en el sitio llamado _Orcca-Pata_, a poca distancia
+de Puno.
+
+
+III
+
+Cuando la esposa de Salcedo supo el terrible desenlace del proceso,
+convocó a sus deudos y les dijo:
+
+--Mis riquezas han traído mi desdicha. Los que las codician han dado
+muerte afrentosa al hombre que Dios me deparó por compañero. Mirad cómo
+le vengáis.
+
+Tres días después la mina de Laycacota había _dado en agua_, y su
+entrada fué cubierta con peñas, sin que hasta hoy haya podido
+descubrirse el sitio donde ella existió.
+
+Los parientes de la mujer de Salcedo inundaron la mina, haciendo estéril
+para los asesinos del justicia mayor el crimen a que la codicia los
+arrastrara.
+
+Carmen, la desolada viuda, había desaparecido, y es fama que se sepultó
+viva en uno de los corredores de la mina.
+
+Muchos sostienen que la mina de Salcedo era la que hoy se conoce con el
+nombre del _Manto_. Este es un error que debemos rectificar. La
+codiciada mina de Salcedo estaba entre los cerros Laycacota y
+Cancharani.
+
+El virrey, conde Lemos, en cuyo período de mando tuvo lugar la
+canonización de Santa Rosa, murió en diciembre de 1673, y su corazón fué
+enterrado bajo el altar mayor de la iglesia de los Desamparados.
+
+Las armas de este virrey eran, por Castro, un sol de oro sobre gules.
+
+En cuanto a los descendientes de los hermanos Salcedo, alcanzaron bajo
+el reinado de Felipe V la rehabilitación de su nombre y el título de
+marqués de Villarrica para el jefe de la familia.
+
+
+
+
+RACIMO DE HORCA
+
+CRÓNICA DE LA ÉPOCA DEL VIGÉSIMO VIRREY DEL PERÚ
+
+
+I
+
+_Mi buen amigo y alcalde don Rodrigo de Odría:_
+
+_Hanme dado cuenta de que, en deservicio de Su Majestad y en agravio de
+la honra que Dios me dió, ha delinquido torpemente Juan de Villegas,
+empleado en esta Caja real de Lima. Por ende procederéis, con la mayor
+presteza y cuidando de estar a todo apercibido y de no dar campo para
+grave escándalo, a la prisión del antedicho Villegas, y fecha que sea y
+depositado en la cárcel de corte, me daréis inmediato conocimiento._
+
+_Guarde Dios a vuesa merced muchos años._
+
+EL CONDE DE CASTELLAR.
+
+_Hoy 10 de septiembre de 1676._
+
+Sentábase a la mesa en los momentos en que, llamando a coro a los
+canónigos, daban las campanas la _gorda_ para las tres, el alcalde del
+crimen don Rodrigo de Odría, y acababa de echar la bendición al pan,
+cuando se presentó un alguacil y le entregó un pliego, diciéndole:
+
+--De parte de su excelencia el virrey, y con urgencia.
+
+Cabalgó las gafas sobre la nariz el honrado alcalde, y después de
+releer, para mejor estimar los conceptos, la orden que dejamos copiada,
+se levantó bruscamente y dijo al alguacil, que era un mozo listo como
+una avispa:
+
+--¡Hola, Güerequeque! Que se preparen ahora mismo tus compañeros, que
+nos ha caído trabajo, y de lo fino.
+
+Mientras se concertaban los alguaciles, el alcalde paseaba por el
+comedor, completamente olvidado de que la sopa, el cocido y la ensalada
+esperaban que tuviese a bien hacerles los honores cotidianos. Como se
+ve, el bueno de don Rodrigo no era víctima del pecado de gula; pues su
+comida se limitaba a sota, caballo y rey, sazonados con la salsa de San
+Bernardo.
+
+--Ya me daba a mí un tufillo que este don Juan no caminaba tan derecho
+como Dios manda y al rey conviene. Verdad que hay en él un aire de tuno
+que no es para envidiado, y que no me entró nunca por el ojo derecho a
+pesar de sus zalamerías y dingolodangos. Y cuando el virrey que ha sido
+su amigote me intima que le eche la zarpa, ¡digo si habrá motivo
+sobrado! A cumplir, Rodrigo, y haz de ese caldo tajadas, quien manda,
+manda, y su excelencia no gasta buenas pulgas. Adelante, que no hay más
+bronce que años once, ni más lana que no saber que hay mañana.
+
+Y plantándose capa y sombrero, y empuñando la vara de alcalde, se echó a
+la calle, seguido de una chusma de corchetes, y enderezó a la esquina
+del Colegio Real.
+
+Llegado a ella, comunicó órdenes a sus lebreles, que se esparcieron en
+distintas direcciones para tomar todas las avenidas e impedir que
+escapase el reo, que, a juzgar por los preliminares, debía ser pájaro de
+cuenta.
+
+Don Rodrigo, acompañado de cuatro alguaciles, penetró en una casa en la
+calle de Ildefonso, que según el lujo y apariencias no podía dejar de
+ser habitada por persona de calidad.
+
+Don Juan de Villegas era un vizcaíno que frisaba en los treinta y cinco
+años, y que llegó a Lima en 1674 nombrado para un empleo de sesenta
+duros al mes, renta asaz mezquina aun para el puchero de una mujer y
+cuatro hijos, que comían más que un cáncer en el estómago. De repente, y
+sin que le hubiese caído lotería ni heredado en América a tío
+millonario, se le vió desplegar gran boato, dando pábulo y comidilla al
+chichisbeo de las comadres del barrio y demás gente cuya ocupación es
+averiguar vidas ajenas. Ratones arriba, que todo lo blanco no es harina.
+
+Don Juan dormía esa tarde, y sobre un sofá de la sala, la obligada
+siesta de los españoles rancios, y despertó, rodeado de esbirros, a la
+intimación que le dirigió el alcalde.
+
+--¡Por el rey! Dése preso vuesa merced.
+
+El vizcaíno echó mano de un puñal de Albacete que llevaba al cinto y se
+lanzó sobre el alcalde y su comitiva, que aterrorizados lo dejaron salir
+hasta el patio. Mas Güerequeque, que había quedado de vigía en la puerta
+de la calle, viendo despavoridos y maltrechos a sus compañeros, se quitó
+la capa y con pasmosa rapidez la arrojó sobre la cabeza del delincuente,
+que tropezó y vino al suelo: entonces toda la jauría cayó sobre el
+caído, según es de añeja práctica en el mundo, y fuertemente atado
+dieron con él en la cárcel de corte, situada en la calle de la
+Pescadería.
+
+--¡Qué cosas tan guapas--murmuraba don Rodrigo por el camino--hemos de
+ver el día del juicio en el valle de Josafat! Sabios sin sabiduría,
+honrados sin honra, volver cada peso al bolsillo de su legítimo dueño, y
+a muchos hijos encontradizos del verdadero padre que los engendró.
+Algunos pasarán de rocín a ruin. ¡Qué bahorrina, Señor, qué bahorrina!
+Bien barruntaba yo que este don Juan tenía cara de beato y uñas de
+gato... ¡Nada! Al capón que se hace gallo, descañonarlo; que como dice
+la copla:
+
+_Arbol tierno aunque se tuerza_
+_recto se puede poner;_
+_pero en adquiriendo fuerza_
+_no basta humano poder._
+
+Tres meses después, Juan de Villega, que previamente recibió doscientos
+ramalazos por mano del verdugo, marchaba en traílla con otros criminales
+al presidio de Chagres, convicto y confeso del crimen de defraudador del
+real tesoro, reagravado con los de falsificación de la firma del virrey
+y resistencia a la justicia.
+
+Cuando el virrey conde de Castellar, que a la sazón contaba cuarenta y
+seis años, vino a Lima, trajo en su compañía, entre otros empleados que
+habían comprado sus cargos en la corte, a don Juan de Villegas. Durante
+el viaje tuvo ocasión de frecuentar el trato del virrey, que le tomó
+algún cariño y lo invitaba a veces a comer en palacio... Pero caigo en
+cuenta que estoy hablando del virrey sin haberlo presentado en forma a
+mis lectores. Hagamos, pues, conocimiento con su excelencia.
+
+
+II
+
+Don Baltasar de la Cueva, conde de Castellar y de Villa-Alonso, marqués
+de Malagón, señor de las villas de Viso, Paracuellos, Fuente el Fresno,
+Porcuna y Benarfases, natural de Madrid, hijo segundo del duque de
+Alburquerque, caballero de Santiago, alguacil mayor perpetuo de la
+ciudad de Toro, alfaqueque de Castilla y vigésimo virrey del Perú, entró
+en Lima el 15 de agosto de 1674, _ostentando_--dice un historiador--_en
+acémilas lujosamente ataviadas la opulencia que solían sacar otros
+virreyes_. El pueblo pensó, y pensó juiciosamente, que don Baltasar no
+venía en pos de logros y granjerías, sino en busca de honra, y lo acogió
+con vivo entusiasmo.
+
+Sus primeros actos administrativos fueron organizar la escuadra en
+previsión de ataques piráticos, artillar Valparaíso, fortificar Arica,
+Guayaquil y Panamá, y reparar los muros del Callao, aumentando a la vez
+su guarnición.
+
+En el orden civil y en el orden religioso dictó acertadísimas
+disposiciones. Dió respetabilidad a los tribunales; fué celoso guardián
+del patronato, sosteniendo graves querellas con el arzobispo; reformó la
+Universidad; creó fondos para el sostenimiento del hospital de Santa
+Ana, y promulgó ordenanzas para moderar el lujo de los coches y
+tumultos, para impedir los desafíos y mejorar otros ramos de policía.
+
+En Hacienda realizó varias economías en los gastos públicos, castigó con
+extremo rigor los abusos de los corregidores, y practicó minuciosa
+inspección de las cajas reales. Por resultado de ella marcharon al
+presidio de Valdivia varios empleados fiscales, se ahorcó al tesorero de
+Chuquiavo, y confiscados los bienes de los culpables, recuperó el tesoro
+algunos realejos. Ningún libramiento se pagaba si no llevaba el
+_cúmplase_ de letra del virrey, y con su firma al pie. Muchos de estos
+documentos fueron falsificados por Villegas.
+
+Hablando de tan ilustre virrey, dice Lorente:
+
+«Oía a todos en audiencias públicas y secretas, sin tener horas
+reservadas ni porteros que impidieran hablarle, y daba por sí mismo
+decretos y órdenes, con admiración de los limeños, que ponderaban no
+haber observado actividad igual en el trabajo, ni forma semejante de
+administración en ninguno de los virreyes anteriores.
+
+Pocos años hace que un prestidigitador (Paraff) ofreció sacar del cobre
+oro en abundancia. Establecióse en Chile, donde organizó una Sociedad
+cuyos accionistas sembraron oro, que fué a esconderse en las arcas de
+Paraff, y cosecharon cobre de mala ley.
+
+Algo parecido sucedió en tiempo del conde de Castellar, sólo que allí no
+hubo bellaco embaucador, sino inocente visionario. Sigamos a Mendiburu
+en la relación del hecho.
+
+Don Juan del Corro, uno de los principales azogueros del Potosí, expuso
+al gobierno que había encontrado un nuevo método de beneficiar metales
+de plata, dando de aumento en unos la mitad, en otros la tercera o
+cuarta parte, y en todos un ahorro de azogue de cincuenta por ciento,
+solicitando en pago de su descubrimiento mercedes de la corona. El
+presidente de Charcas, el corregidor, los oficiales reales de Potosí, y
+muchos mineros y azogueros informaron favorablemente. El virrey puso en
+duda la maravilla, y envió a Potosí comisionados de su entera confianza
+para que hiciesen nuevos experimentos prácticos.
+
+Tres o cuatro meses después llegaba una tarde a Lima un propio,
+conduciendo cartas y pliegos de los comisionados. Estos informaban que
+el descubrimiento de don Juan del Corro no era embolismo, sino
+prodigiosa realidad.
+
+Entusiasmado el virrey se quitó la cadena de oro que traía al cuello y
+la regaló, por vía de albricias, al conductor de las comunicaciones. En
+seguida mandó repicar campanas y que se iluminase la ciudad.
+
+Esto produjo general alboroto, _Tedéum_ en la Catedral, misa solemne de
+gracias celebrada por el arzobispo Almoguera, lucidas comparsas de
+máscaras y otros regocijos públicos. No paró en esto. Castellar dispuso
+se llevase a la Catedral las imágenes de la Virgen del Rosario, Santo
+Domingo y Santa Rosa en procesión solemne, que atravesó muchas calles
+ricamente adornadas y en las que había altares y arcos de mucho costo.
+Hízose un novenario suntuoso, costeando de su propio peculio la devota
+virreina doña Teresa María Arias de Saavedra los gastos de tan
+magníficas fiestas.
+
+El virrey mandó imprimir y distribuyó entre los mineros del Perú la
+instrucción escrita por el autor del nuevo método. En todas partes fué
+objeto de prolijos ensayos que probaron mal, e hicieron ver que los
+provechos eran tan pequeños y aun dudosos, que no merecían la pena. El
+virrey creía hasta cierto punto desairado su amor propio con este
+resultado; y don Juan del Corro no se daba por vencido, atribuyendo su
+desventura a ardides de enemigos y envidiosos. El de Castellar,
+acompañado de todos los funcionarios y gente notable de Lima, presenció
+al fin, un ensayo, y quedó convencido de que eran nulas las ventajas, y
+soñadas las utilidades del nuevo sistema que a tantos había alucinado;
+pero quedó memoria--bien risible por cierto--del entusiasmo y fiestas
+con que fué acogido.
+
+Su intransigencia con arraigados abusos le concitó poderosísimos
+enemigos, que gastaron su influjo todo y no economizaron expediente para
+desquiciar al virrey en el ánimo del soberano.
+
+El 7 de julio de 1678, cuando tenía lugar en Lima una procesión de
+rogativa, a consecuencia de un terrible terremoto que en el mes anterior
+dejó a la ciudad casi en escombros, recibió el conde de Castellar una
+real orden de Carlos II en que se le intimaba la inmediata entrega del
+mando al orgulloso y arbitrario arzobispo don Melchor de Liñán y
+Cisneros. Este lo sujetó a un estrecho juicio de residencia, y durante
+él tuvo la mezquindad de mantenerlo, por cerca de dos años, desterrado
+en Paita.
+
+Cuando en 1681 reemplazó el excelente duque de la Palata al arzobispo
+Cisneros, don Baltasar de la Cueva, absuelto en el juicio, presentó su
+_Relación_ de mando, fechada en el pueblecillo de Surco, inmediato a
+Chorrillos, que es una de las más notables entre las _Memorias_ que
+conocemos de los virreyes.
+
+El conde de Castellar trajo al Perú gran fortuna, cuya mayor parte
+pertenecía a la dote de su esposa, dama española que se hizo querer
+mucho en Lima, por su caridad para con los pobres y por los valiosos
+donativos con que favoreció a las iglesias. De él se decía que entró
+rico al mando y salió casi pobre.
+
+Las armas del de la Cueva eran: escudo cortinado; el primero y segundo
+cuartel en oro con un bastón de gules; el tercero en plata y un dragón o
+grifo de sinople en actitud de salir de una cueva; bordura de plata con
+ocho aspas de oro.
+
+En 1682, Carlos II, en desagravio del desaire que tan injustamente le
+infiriera, lo nombró consejero de Indias. Desempeñando este cargo
+falleció don Baltasar en España, tres o cuatro años después.
+
+
+III
+
+El conde de Castellar acostumbraba todas las tardes dar un paseo a pie
+por la ciudad, acompañado de su secretario y de uno de los capitanes de
+servicio; pero antes de regresar a palacio, y cuando las campanas
+tocaban el _Angelus_, entraba al templo de Santo Domingo para rezar
+devotamente un rosario.
+
+Era la noche del 10 de febrero de 1678.
+
+Su excelencia se encontraba arrodillado en el escabel que un lego del
+convento tenía cuidado de alistarle frente al altar de la Virgen. A
+pocos pasos de él, y de pie junto a un escaño se hallaban el secretario
+y el capitán de la escolta.
+
+A pesar de la semiobscuridad del templo, llamó la atención del último un
+bulto que se recataba tras las columnas de la vasta nave. De pronto, la
+misteriosa sombra se dirigió con pisada cautelosa hacia el escabel del
+virrey; y acogotando a éste con la mano izquierda, lo arrojó al suelo, a
+la vez que en su derecha relucía un puñal.
+
+Por dicha para el virrey, el capitán era un mancebo ágil y forzudo, que
+con la mayor presteza se lanzó sobre el asesino y le sujetó por la
+muñeca. El sacrílego bregaba desesperadamente con el puño de hierro del
+joven, hasta que, agolpándose los frailes y devotos que se encontraban
+en la iglesia, lograron quitarle el arma.
+
+Aquel hombre era Juan de Villegas.
+
+Prófugo del presidio, hacía una semana que se encontraba en Lima; y
+desde su regreso no cesó de acechar en el templo al virrey, buscando
+ocasión propicia para asesinarlo.
+
+Aquella misma noche se encomendó la causa al alcalde don Rodrigo de
+Odría, y tanta fué su actividad que, ocho días después, el cuerpo de
+Villegas se balanceaba como un racimo en la horca.
+
+--¡Lástima de pícaro!--decía al pie del patíbulo don Rodrigo a su
+alguacil--. ¿No es verdad, Güerequeque, que siempre sostuve que este
+bellaco había de acabar muy alto?
+
+--Con perdón de _usiría_--contestó el interpelado--, que ese palo es de
+poca altura para el merecimiento del bribón.
+
+
+
+
+AMOR DE MADRE
+
+CRÓNICA DE LA ÉPOCA DEL VIRREY «BRAZO DE PLATA»
+
+_(A Juana Manuela Gorriti.)_
+
+
+Juzgamos conveniente alterar los nombres de los principales personajes
+de esta tradición, pecado venial que hemos cometido en _La emplazada_ y
+alguna otra. Poco significan los nombres si se cuida de no falsear la
+verdad histórica; y bien barruntará el lector qué razón, y muy poderosa,
+habremos tenido para desbautizar prójimos.
+
+
+I
+
+En agosto de 1690 hizo su entrada en Lima el excelentísimo señor don
+Melchor Portocarrero Lazo de la Vega, conde de la Monclova, comendador
+de Zarza en la Orden de Alcántara y vigésimo tercio virrey del Perú por
+su majestad don Carlos II. Además de su hija doña Josefa, y de su
+familia y servidumbre, acompañábanlo desde México, de cuyo gobierno fué
+trasladado a estos reinos, algunos soldados españoles. Distinguíase
+entre ellos, por su bizarro y marcial aspecto, don Fernando de Vergara,
+hijodalgo extremeño, capitán de gentileshombres lanzas; y contábase de
+él que entre las bellezas mexicanas no había dejado la reputación
+austera de monje benedictino. Pendenciero, jugador y amante de dar
+guerra a las mujeres, era más que difícil hacerlo sentar la cabeza; y el
+virrey, que le profesaba paternal afecto, se propuso en Lima casarlo de
+su mano, por ver si resultaba verdad aquello de _estado muda
+costumbres_.
+
+Evangelina Zamora, amén de su juventud y belleza, tenía prendas que la
+hacían el partido más codiciable de la ciudad de los Reyes. Su bisabuelo
+había sido, después de Jerónimo de Aliaga, del alcalde Ribera, de Martín
+de Alcántara y de Diego Maldonado el Rico, uno de los conquistadores más
+favorecidos por Pizarro con repartimientos en el valle del Rimac. El
+emperador le acordó el uso del _Don_, y algunos años después los
+valiosos presentes que enviaba a la corona le alcanzaron la merced de un
+hábito de Santiago. Con un siglo a cuestas, rico y ennoblecido, pensó
+nuestro conquistador que no tenía ya misión sobre este valle de
+lágrimas, y en 1604 lió el petate, legando al mayorazgo, en propiedades
+rústicas y urbanas, un caudal que se estimó entonces en un quinto de
+millón.
+
+El abuelo y el padre de Evangelina acrecieron la herencia; y la joven se
+halló huérfana a la edad de veinte años, bajo el amparo de un tutor y
+envidiada por su riqueza.
+
+Entre la modesta hija del conde de la Monclova y la opulenta limeña se
+estableció, en breve, la más cordial amistad. Evangelina tuvo así motivo
+para encontrarse frecuentemente en palacio en sociedad con el capitán de
+gentileshombres, que a fuer de galante no desperdició coyuntura para
+hacer su corte a la doncella; la que al fin, sin confesar la inclinación
+amorosa que el hidalgo extremeño había sabido hacer brotar en su pecho,
+escuchó con secreta complacencia la propuesta de matrimonio con don
+Fernando. El intermediario era el virrey nada menos, y una joven bien
+doctrinada no podía inferir desaire a tan encumbrado padrino.
+
+Durante los cinco primeros años de matrimonio, el capitán Vergara olvidó
+su antigua vida de disipación. Su esposa y sus hijos constituían toda su
+felicidad: era, digámoslo así, un marido ejemplar.
+
+Pero un día fatal hizo el diablo que don Fernando acompañase a su mujer
+a una fiesta de familia, y que en ella hubiera una sala, donde no sólo
+se jugaba la clásica _malilla_ abarrotada, sino que, alrededor de una
+mesa con tapete verde, se hallaban congregados muchos devotos de los
+culbículos. La pasión del juego estaba sólo adormecida en el alma del
+capitán, y no es extraño que a la vista de los dados se despertase con
+mayor fuerza. Jugó, y con tan aviesa fortuna, que perdió en esa noche
+veinte mil pesos.
+
+Desde esa hora, el esposo modelo cambió por completo su manera de ser, y
+volvió a la febricitante existencia del jugador. Mostrándosele la suerte
+cada día más rebelde, tuvo que mermar la hacienda de su mujer y de sus
+hijos para hacer frente a las pérdidas, y lanzarse en ese abismo sin
+fondo que se llama _el desquite_.
+
+Entre sus compañeros de vicio había un joven, marqués a quien los dados
+favorecían con tenacidad, y don Fernando tomó a capricho luchar contra
+tan loca fortuna. Muchas noches lo llevaba a cenar a la casa de
+Evangelina y, terminada la cena, los dos amigos se encerraban en una
+habitación a _descamisarse_, palabra que en el tecnicismo de los
+jugadores tiene una repugnante exactitud.
+
+Decididamente, el jugador y el loco son una misma entidad. Si algo
+empequeñece, a mi juicio, la figura histórica del emperador Augusto es
+que, según Suetonio, después de cenar jugaba a pares y nones.
+
+En vano Evangelina se esforzaba para apartar del precipicio al
+desenfrenado jugador. Lágrimas y ternezas, enojos y reconciliaciones
+fueron inútiles. La mujer honrada no tiene otras armas que emplear sobre
+el corazón del hombre amado.
+
+Una noche la infeliz esposa se encontraba ya recogida en su lecho,
+cuando la despertó don Fernando pidiéndole el anillo nupcial. Era éste
+un brillante de crecidísimo valor. Evangelina se sobresaltó; pero su
+marido calmó su zozobra, diciéndola que trataba sólo de satisfacer la
+curiosidad de unos amigos que dudaban del mérito de la preciosa alhaja.
+
+¿Qué había pasado en la habitación donde se encontraban los rivales de
+tapete? Don Fernando perdía una gran suma, y no teniendo ya prenda que
+jugar, se acordó del espléndido anillo de su esposa.
+
+La desgracia es inexorable. La valiosa alhaja lucía pocos minutos más
+tarde en el dedo anular del ganancioso marqués.
+
+Don Fernando se estremeció de vergüenza y remordimiento. Despidióse el
+marqués, y Vergara lo acompañaba a la sala; pero al llegar a ésta,
+volvió la cabeza hacia una mampara que comunicaba al dormitorio de
+Evangelina, y al través de los cristales vióla sollozando de rodillas
+ante una imagen de María.
+
+Un vértigo horrible se apoderó del espíritu de don Fernando, y rápido
+como el tigre, se abalanzó sobre el marqués y le dió tres puñaladas por
+la espalda.
+
+El desventurado huyó hacia el dormitorio, y cayó exánime delante del
+lecho de Evangelina.
+
+
+II
+
+El conde de la Monclova, muy joven a la sazón, mandaba una compañía en
+la batalla de Arras, dada en 1654. Su denuedo lo arrastró a lo más
+reñido de la pelea, y fué retirado del campo casi moribundo.
+Restablecióse al fin, pero con pérdida del brazo derecho, que hubo
+necesidad de amputarle. El lo substituyó con otro plateado, y de aquí
+vino el apodo con que, en México y en Lima lo bautizaron.
+
+El virrey _Brazo de plata_, en cuyo escudo de armas se leía este mote:
+_Ave María gratia plena_, sucedió en el gobierno del Perú al ilustre don
+Melchor de Navarra y Rocafull. «Con igual prestigio que su antecesor,
+aunque con menos dotes administrativas--dice Lorente--, de costumbres
+puras, religioso, conciliador y moderado, el conde de la Monclova
+edificaba al pueblo con su ejemplo, y los necesitados le hallaron
+siempre pronto a dar de limosna sus sueldos y las rentas de su casa».
+
+En los quince años y cuatro meses que duró el gobierno de _Brazo de
+plata_, período a que ni hasta entonces ni después llegó ningún virrey,
+disfrutó el país de completa paz; la administración fué ordenada, y se
+edificaron en Lima magníficas casas. Verdad que el tesoro público no
+anduvo muy floreciente; pero por causas extrañas a la política. Las
+procesiones y fiestas religiosas de entonces recordaban, por su
+magnificencia y lujo, los tiempos del conde de Lemos. Los portales, con
+sus ochenta y cinco arcos, cuya fábrica se hizo con gasto de veinticinco
+mil pesos, el Cabildo y la galería de palacio fueron obras de esa época.
+
+En 1694 nació en Lima un monstruo con dos cabezas y rostros hermosos,
+dos corazones, cuatro brazos y dos pechos unidos por un cartílago. De la
+cintura a los pies poco tenía de fenomenal, y el enciclopédico limeño
+don Pedro de Peralta escribió con el título de _Desvíos de la
+naturaleza_ un curioso libro, en que, a la vez que hace una descripción
+anatómica del monstruo, se empeña en probar que estaba dotado de dos
+almas.
+
+Muerto Carlos _el Hechizado_ en 1700, Felipe V, que lo sucedió,
+recompensó al conde de la Monclova haciéndolo grande de España.
+
+Enfermo, octogenario y cansado del mando, el virrey _Brazo de plata_
+instaba a la corte para que se le reemplazase. Sin ver logrado este
+deseo, falleció el conde de la Monclova el 22 de septiembre de 1702,
+siendo sepultado en la Catedral; y su sucesor, el marqués de Casteldos
+Ríus, no llegó a Lima sino en junio de 1707.
+
+Doña Josefa, la hija del conde de la Monclova, siguió habitando en
+palacio después de la muerte del virrey; mas una noche, concertada ya
+con su confesor, el padre Alonso Mesía, se descolgó por una ventana y
+tomó asilo en las monjas de Santa Catalina, profesando con el hábito de
+Santa Rosa, cuyo monasterio se hallaba en fábrica. En mayo de 1710 se
+trasladó doña Josefa Portocarrero Lazo de la Vega al nuevo convento, del
+que fué la primera abadesa.
+
+
+III
+
+Cuatro meses después de su prisión, la Real Audiencia condenaba a muerte
+a don Fernando de Vergara. Este desde el primer momento había declarado
+que mató al marqués con alevosía, en un arranque de desesperación de
+jugador arruinado. Ante tan franca confesión no quedaba al tribunal más
+que aplicar la pena.
+
+Evangelina puso en juego todo resorte para libertar a su marido de una
+muerte infamante; y en tal desconsuelo, llegó el día designado para el
+suplicio del criminal. Entonces la abnegada y valerosa Evangelina
+resolvió hacer, por amor al nombre de sus hijos, un sacrificio sin
+ejemplo.
+
+Vestida de duelo se presentó en el salón de palacio en momentos de
+hallarse el virrey conde de la Monclova en acuerdo con los oidores, y
+expuso: que don Fernando había asesinado al marqués, amparado por la
+ley; que ella era adúltera, y que, sorprendida por el esposo, huyó de
+sus iras, recibiendo su cómplice justa muerte del ultrajado marido.
+
+La frecuencia de las visitas del marqués a la casa de Evangelina, el
+anillo de ésta como gaje de amor en la mano del cadáver, las heridas por
+la espalda, la circunstancia de habérsele hallado al muerto al pie del
+lecho de la señora, y otros pequeños detalles eran motivos bastantes
+para que el virrey, dando crédito a la revelación, mandase suspender la
+sentencia.
+
+El juez de la causa se constituyó en la cárcel para que don Fernando
+ratificara la declaración de su esposa. Mas apenas terminó el escribano
+la lectura, cuando Vergara, presa de mil encontrados sentimientos, lanzó
+una espantosa carcajada.
+
+¡El infeliz se había vuelto loco!
+
+Pocos años después, la muerte cernía sus alas sobre el casto lecho de la
+noble esposa, y un austero sacerdote prodigaba a la moribunda los
+consuelos de la religión.
+
+Los cuatro hijos de Evangelina esperaban arrodillados la postrera
+bendición maternal. Entonces la abnegada víctima, forzada por su
+confesor, les reveló el tremendo secreto:--El mundo olvidará--les
+dijo--el nombre de la mujer que os dió la vida; pero habría sido
+implacable para con vosotros si vuestro padre hubiese subido los
+escalones del cadalso. Dios, que lee en el cristal de mi conciencia,
+sabe que ante la sociedad perdí mi honra porque no os llamasen un día
+los hijos del ajusticiado.
+
+
+
+
+LUCAS EL SACRÍLEGO
+
+CRÓNICA DE LA ÉPOCA DEL VIGÉSIMONONO VIRREY DEL PERÚ
+
+I
+
+El que hubiera pasado por la plazuela de San Agustín a la hora de las
+once de la noche del 22 de octubre de 1743, habría visto un bulto sobre
+la cornisa de la fachada del templo, esforzándose a penetrar en él por
+una estrecha claraboya. Grandes pruebas de agilidad y equilibrio tuvo
+sin duda que realizar el escalador hasta encaramarse sobre la cornisa, y
+el cristiano que lo hubiese contemplado habría tenido que santiguarse
+tomándolo por el _enemigo malo_ o por duende cuando menos. Y no se
+olvide que, por aquellos, tiempos, era de pública voz y fama que, en
+ciertas noches, la plazuela de San Agustín era invadida por una
+procesión de ánimas del purgatorio con cirio en mano. Yo ni quito ni
+pongo; pero sospecho que con la república y el gas les hemos metido el
+resuello a las ánimas benditas, que se están muy mohinas y quietas en el
+sitio donde a su Divina Majestad plugo ponerlas.
+
+El atrio de la iglesia no tenía por entonces la magnífica verja de
+hierro que hoy la adorna, y la policía nocturna de la ciudad estaba en
+abandono tal, que era asaz difícil encontrar una ronda. Los buenos
+habitantes de Lima se encerraban en casita a las diez de la noche,
+después de apagar el farol de la puerta, y la población quedaba
+sumergida en plena tiniebla, con gran contentamiento de gatos y
+lechuzas, de los devotos de la hacienda ajena y de la gente dada a
+amorosas empresas.
+
+El avisado lector, que no puede creer en duendes ni en demonios
+coronados, y que, como es de moda en estos tiempos de civilización,
+acaso no cree ni en Dios, habrá sospechado que es un ladrón el que se
+introduce por la claraboya de la iglesia. Piensa mal y acertarás.
+
+En efecto. Nuestro hombre con auxilio de una cuerda se descolgó al
+templo, y con paso resuelto se dirigió al altar mayor.
+
+Yo no sé, lector, si alguna ocasión te has encontrado de noche en un
+vasto templo, sin más luz que la que despiden algunas lamparillas
+colocadas al pie de las efigies, y sintiendo el vuelo y el graznar
+fatídico de esas aves que anidan en las torres y bóvedas. De mí sé decir
+que nada ha producido en mi espíritu una impresión más sombría y solemne
+a la vez, y que por ello tengo a los sacristanes y monaguillos en
+opinión, no diré de santos, sino de ser los hombres de más hígados de la
+cristiandad. ¡Me río yo de los bravos de la Independencia!
+
+Llegado nuestro hombre al sagrario, abrió el recamarín, sacó la Custodia
+envolvió en su pañuelo la Hostia divina, dejándola sobre el altar y
+salió del templo por la misma claraboya que le había dado entrada.
+
+Sólo dos días después, en la mañana del sábado 25, cuando debía hacerse
+la renovación de la Forma, vino a descubrirse el robo. Había
+desaparecido el sol de oro, evaluado en más de cuarenta mil pesos, y
+cuyas ricas perlas, rubíes, brillantes, zafiros, ópalos y esmeraldas
+eran obsequio de las principales familias de Lima. Aunque el pedestal
+era también de oro v admirable como obra de arte, no despertó la codicia
+del ladrón.
+
+Fácil es imaginarse la conmoción que este sacrilegio causaría en el
+devoto pueblo. Según refiere el erudito escritor del _Diario de Lima_,
+en los números del 4 y 5 de octubre de 1791, hubo procesión de
+penitencia, sermón sobre el texto de David: _Exurge, Domine, et judica
+causam tuam_, constantes rogativas, prisión de legos y sacristanes, y
+carteles fijando premios para quien denunciase al ladrón. Se cerraron
+los coliseos y el duelo fué general cuando, corriendo los días sin
+descubrirse al delincuente, recurrió la autoridad eclesiástica al
+tremendo resorte de leer censuras y apagar candelas.
+
+Por su parte el marqués de Villagarcía, virrey del Perú, había llenado
+su deber, dictando todas las providencias eme en su arbitrio estaban
+para capturar al sacrílego. Los expresos a los corregidores y demás
+autoridades del virreinato se sucedieron sin tregua, hasta que a fines
+de noviembre llegó a Lima un alguacil del intendente de Huancavelica don
+Jerónimo Solá, ex consejero de Indias, con pliegos en los que éste
+comunicaba a su excelencia que el ladrón se hallaba aposentado en la
+cárcel y con su respectivo par de calcetas de Vizcaya. Bien dice el
+refrán que entre bonete y almete se hacen cosas de copete.
+
+Las campanas se echaron a vuelo, el teatro volvió a funcionar, los
+vecinos abandonaron el luto, y Lima se entregó a fiestas y regocijos.
+
+
+II
+
+Ciñéndonos al plan que hemos seguido en las TRADICIONES, viene aquí a
+cuento una rápida reseña histórica de la época de mando del
+excelentísimo señor don José de Mendoza Caamaño y Sotomayor, marqués de
+Villagarcía, de Monroy y de Cusano, conde de Barrantes y Señor de Vista
+Alegre, Rubianes y Villanueva vigésimonono virrey del Perú por su
+majestad don Felipe V, y que, a la edad de sesenta años, se hizo cargo
+del gobierno de estos reinos en 4 de enero de 1736.
+
+El marqués de Villagarcía se resistió mucho a aceptar el virreinato del
+Perú, y persuadiéndolo uno de los ministros del rey para que no
+rechazase lo que tantos codiciaban, dijo:
+
+--Señor, vueseñoría me ponga a los pies de Su Majestad, a quien venero
+como es justo y de ley, y represéntele que haciendo cuentas conmigo
+mismo, he hallado que me conviene más vivir pobre hidalgo que morir rico
+virrey.
+
+El soberano encontró sin fundamento la excusa, y el nombrado tuvo que
+embarcarse para América.
+
+Sucediendo al enérgico marqués de Castelfuerte, la ley de las
+compensaciones exigía del nuevo virrey una política menos severa. Así, a
+fuerza de sagacidad y moderación, pudo el de Villagarcía impedir que
+tomasen incremento las turbulencias de Oruro y mantener a raya al
+cuzqueño Juan Santos, que se había proclamado Inca.
+
+No fué tan feliz con los almirantes ingleses Vernon y Jorge Andson, que
+con sus piraterías alarmaban la costa. Haciendo grandes esfuerzos e
+imponiendo una contribución al comercio, logró el virrey alistar una
+escuadra, cuyo jefe evitó siempre poner sus naves al alcance de los
+cañones ingleses, dando lugar a que Andson apresara el galeón de Manila,
+que llevaba un cargamento valuado en más de tres millones de pesos.
+
+Bajo su gobierno fué cuando el mineral del Cerro de Pasco principió a
+adquirir la importancia de que hoy goza, y entre otros sucesos curiosos
+de su época merecen consignarse la aurora boreal que se vió una noche en
+el Cuzco, y la muerte que dieron los fanáticos habitantes de Cuenca al
+cirujano de la expedición científica que a las órdenes del sabio La
+Condamine visitó la América. Los sencillos naturales pensaron, al ver
+unos extranjeros examinando el cielo con grandes telescopios, que esos
+hombres se ocupaban de hechicerías y malas artes.
+
+A propósito de la venida de la comisión científica, leemos en un
+precioso manuscrito que existe en la Biblioteca de Lima, titulado _Viaje
+al globo de la luna_, que el pueblo limeño bautizó a los ilustres
+marinos españoles don Jorge Juan y don Antonio de Ulloa y a los sabios
+franceses Gaudin y La Condamine con el sobrenombre de los _caballeros
+del punto fijo_, aludiendo a que se proponían determinar con _fijeza_ la
+magnitud y figura de la tierra. Un pedante, creyendo que los cuatro
+comisionados tenían la facultad de alejar de Lima cuanto quisiesen la
+línea equinoccial, se echó a murmurar entre el pueblo ignorante contra
+el virrey marqués de Villagarcía, acusándolo de tacaño y menguado; pues
+por ahorrar un gasto de quince o veinte mil pesos que pudiera costar la
+obra, consentía en que la línea equinoccial se quedase como se estaba y
+los vecinos expuestos a sufrir los recios calores del verano. Trabajillo
+parece que costó convencer al populacho de que aquel charlatán ensartaba
+disparates. Así lo refiere el autor anónimo del ya citado manuscrito.
+
+Después de nueve años y medio de gobierno, y cuando menos lo esperaba,
+fué el virrey desairosamente relevado con el futuro conde de Superunda
+en julio de 1745. Este agravio afectó tanto al anciano marqués de
+Villagarcía, que regresando para España, a bordo del navío Héctor, murió
+en el mar, en la costa patagónica, en diciembre del mismo año.
+
+
+III
+
+Lucas de Valladolid era un mestizo, de la ciudad de Huamanga, que
+ejercía en Lima el oficio de platero. Obra de sus manos eran las mejores
+alhajas que a la sazón se fabricaban. Pero el maestro Lucas pecaba de
+generoso, y en el juego, el vino y las mozas de partido derrochaba sus
+ganancias.
+
+Los padres agustinos le dispensaban gran consideración, y el maestro
+Lucas era uno de sus obligados comensales en los días de mantel largo.
+Nuestro platero conocía, pues, a palmos el convento y la iglesia,
+circunstancia que le sirvió para realizar el robo de la Custodia, tal
+como lo dejamos referido.
+
+Dueño de tan valiosa prenda, se dirigió con ella a su casa, desarmó el
+sol, fundió el oro y engarzó en anillos algunas piedras. Viendo la
+excitación que su crimen había producido, se resolvió a abandonar la
+ciudad y emprendió viaje a Huancavelica, enterrando antes en la falda
+del San Cristóbal una parte de su riqueza.
+
+La esposa del intendente Solá era limeña, y a ésta se presentó el
+maestro Lucas ofreciéndole en venta seis magníficos anillos. En uno de
+ellos lucía una preciosa esmeralda, y examinándola la señora, exclamó:
+«¡Qué rareza! Esta piedra es idéntica a la que obsequié para la Custodia
+de San Agustín».
+
+Turbóse el platero, y no tardó en despedirse.
+
+Pocos minutos después entraba el intendente en la estancia de su esposa,
+y la participó que acababa de llegar un expreso de Lima con la noticia
+del sacrílego robo.
+
+--Pues, hijo mío--le interrumpió la señora--, hace un rato que he tenido
+en casa al ladrón.
+
+Con los informes de la intendenta procedióse en el acto a buscar al
+maestro Lucas; pero ya éste había abandonado la población. Redobláronse
+los esfuerzos y salieron inmediatamente algunos indios en todas
+direcciones en busca del criminal, logrando aprehenderlo a tres leguas
+de distancia.
+
+El sacrílego principió por una tenaz negativa; pero le aplicaron
+garrotillo en los pulgares o un cuarto de rueda, y canto de plano.
+
+Cuando el virrey recibió el oficio del intendente de Hancavelica
+despachó para guarda del reo una compañía de su escolta.
+
+Llegado éste a Lima, en enero de 1744, costó gran trabajo impedir que el
+pueblo lo hiciese añicos. ¡Las justicias populares son cosa rancia por
+lo visto!
+
+A los pocos días fué el ladrón puesto en capilla, y entonces solicitó la
+gracia de que se le acordasen cuatro meses para fabricar una Custodia
+superior en mérito a la que él había destruido. Los agustinos
+intercedieron y la gracia fué otorgada.
+
+Las familias pudientes contribuyeron con oro y nuevas alhajas, y cuatro
+meses después, día por día, la Custodia, verdadera obra de arte, estaba
+concluída. En este intervalo el maestro Lucas dió en su prisión tan
+positivas muestras de arrepentimiento que le valieron la merced de que
+se le conmutase la pena.
+
+Es decir, que en vez de achicharrarlo como a sacrílego, se le ahorcó muy
+pulcramente como a ladrón.
+
+
+
+
+RUDAMENTE, PULIDAMENTE, MAÑOSAMENTE
+
+CRÓNICA DE LA ÉPOCA DEL VIRREY AMAT
+
+
+I
+
+_En que el lector hace conocimiento con una hembra del coco, de
+Rechupete y Tilín_
+
+Leonorcica Michel era lo que hoy llamaríamos una limeña de _rompe y
+rasga_, lo que en los tiempos del virrey Amat se conocía por una mocita
+del _tecum_ y de las que se amarran la liga encima de la rodilla.
+Veintisiete años con más mundo que el que descubrió Colón, color
+sonrosado, ojos de más preguntas y respuestas que el catecismo, nariz de
+escribano por lo picaresca, labios retozones, y una tabla de pecho como
+para asirse de ella un náufrago, tal era en compendio la muchacha.
+Añádase a estas perfecciones brevísimo pie, torneada pantorrilla,
+cintura estrecha, aire de taco y sandunguero, de esos que hacen
+estremecer hasta a los muertos del campo santo. La moza, en fin, no era
+_boccato di cardinale_, sino _boccato_ de concilio ecuménico.
+
+Paréceme que con el retrato basta y sobra para esperar mucho de esa
+pieza de tela emplástica, que
+
+_era como el canario
+  que va y se baña,
+y luego se sacude
+  con arte y maña._
+
+Leonorcica, para colmo de venturanza, era casada con un honradísimo
+pulpero español, más bruto que el que asó la manteca, y a la vez más
+manso que todos los carneros juntos de la cristiandad y morería. El
+pobrete no sabía otra cosa que aguar el vino, vender gato por liebre y
+ganar en su comercio muy buenos cuartos, que su bellaca mujer se
+encargaba de gastar bonitamente en cintajos y faralares, no para más
+encariñar a su cónyuge, sino para engatusar a los oficiales de los
+regimientos del rey. A la chica, que de suyo era tornadiza, la había
+agarrado el diablo por la, milicia y... ¡échele usted un galgo a su
+honestidad! Con razón decía uno:--Algo tendrá, el matrimonio, cuando
+necesita bendición de cura.
+
+El pazguato del marido, siempre que la sorprendía en gatuperios y juegos
+nada limpios con los militares, en vez de coger una tranca y
+derrengarla, se conformaba con decir:
+
+--Mira, mujer, que no me gustan militronchos en casa y que un día me
+pican las pulgas y hago una que sea sonada.
+
+--Pues mira, ¡arrastrado!, no tienes más que empezar--contestaba la
+mozuela, puesta en jarras y mirando entre ceja y ceja a su víctima.
+
+Cuentan que una vez fué el pulpero a querellarse ante el provisor y a
+solicitar divorcio, alegando que su conjunta lo trataba mal.
+
+--¡Hombre de Dios! ¿Acaso te pega?--le preguntó su señoría.
+
+--No, señor--contestó el pobre diablo--, no me pega..., pero me la
+pega.
+
+Este marido era de la misma masa de aquel otro que cantaba:
+
+_mi mujer me han robado
+      tres días ha:
+ya para bromas basta:
+      vuelvanmelá._
+
+Al fin la cachaza tuvo su límite, y el marido hizo... una que fué
+sonada. ¿Perniquebró a su costilla? ¿Le rompió el bautismo a algún
+galán? ¡Quia! Razonando filosóficamente, pensó que era tontuna perderse
+un hombre por perrerías de una mala pécora; que de hembras está más
+poblado este pícaro mundo, y que como dijo no sé quién, las mujeres son
+como las ranas, que por una que zambulle salen cuatro a flor de agua.
+
+De la noche a la mañana traspasó, pues, la pulpería, y con los reales
+que el negocio le produjo se trasladó a Chile, donde en Valdivia puso
+una cantina.
+
+¡Qué fortuna la de las anchovetas! En vez de ir al puchero se las deja
+tranquilamente en el agua.
+
+Esta metáfora traducida a buen romance quiere decir que Leonorcica,
+lejos de lloriquear y tirarse de las greñas, tocó generala, revistó a
+sus amigos de cuartel, y de entre ellos, sin más recancamusas, escogió
+para amante de relumbrón al alférez del regimiento de Córdoba don Juan
+Francisco Pulido, mocito que andaba siempre más emperejilado que rey de
+baraja fina.
+
+
+II
+
+_Mano de Historia_
+
+Si ha caído bajo tu dominio, lector amable, mi primer libro de
+TRADICIONES, habrás hecho conocimiento con el excelentísimo señor don
+Manuel Amat y Juniet, trigésimo primo virrey del Perú por su majestad
+Fernando VI. Ampliaremos hoy las noticias históricas que sobre él
+teníamos consignadas.
+
+La capitanía general de Chile fué, en el siglo pasado, un escalón para
+subir al virreinato. Manso de Velazco, Amat, Jáuregui, O'Higgins y
+Avilés, después de haber gobernado en Chile, vinieron a ser virreyes del
+Perú.
+
+A fines de 1761 se hizo Amat cargo del gobierno. «Traía--dice un
+historiador--la reputación de activo, organizador, inteligente, recto
+hasta el rigorismo y muy celoso de los intereses públicos, _sin olvidar
+la propia conveniencia_». Su valor personal lo había puesto a prueba en
+una sublevación de presos en Santiago. Amat entró solo en la cárcel, y
+recibido a pedradas, contuvo con su espada a los rebeldes. Al otro día
+ahorcó docena y media de ellos. Como se ve, el hombre no se andaba con
+repulgos.
+
+Amat principió a ejercer el gobierno cuando hallándose más encarnizada
+la guerra de España con Inglaterra y Portugal, las colonias de América
+recelaban una invasión. El nuevo virrey atendió perfectamente a poner en
+pie de defensa la costa desde Panamá a Chile, y envió eficaces auxilios
+de armas y dinero al Paraguay y Buenos Aires. Organizó en Lima milicias
+cívicas, que subieron a cinco mil hombres de infantería y dos mil de
+caballería, y él mismo se hizo reconocer por coronel del regimiento de
+nobles, que contaba con cuatrocientas plazas. Efectuada la paz, Carlos
+III premió a Amat con la cruz de San Jenaro, y mandó a Lima veintidós
+hábitos de caballeros de diversas Ordenes para los vecinos que más se
+habían distinguido por su entusiasmo en la formación, equipo y
+disciplina de las milicias.
+
+Bajo su gobierno se verificó el Concilio provincial de 1772, presidido
+por el arzobispo don Diego Parada, en que fueron confirmados los cánones
+del Concilio de Santo Toribio.
+
+Hubo de curioso en este Concilio que habiendo investido Amat al
+franciscano fray Juan de Marimón, su paisano, confesor y aun pariente,
+con el carácter de teólogo representante del real patronato, se vió en
+el conflicto de tener que destituirlo y desterrarlo por dos años a
+Trujillo. El padre Marimón, combatiendo en la sesión del 28 de febrero
+al obispo Espiñeyra y al crucífero Durán, que defendían la doctrina del
+probabilismo, anduvo algo cáustico con sus adversarios. Llamado al orden
+Marimón, contestó, dando una palmada sobre la tribuna:--Nada de gritos,
+ilustrísimo señor, que respetos guardan respetos, y si su señoría vuelve
+a gritarme, yo tengo pulmón más fuerte y le sacaré ventaja--. En uno de
+los volúmenes de _Papeles varios_ de la Biblioteca de Lima se encuentran
+un opúsculo del padre agonizante Durán, una carta del obispo fray Pedro
+Ángel de Espiñeyra, el decreto de Amat y una réplica de Marimón, así
+como el sermón que pronunció éste en las exequias del padre Pachi,
+muerto en olor de santidad.
+
+El virrey, cuyo liberalismo en materia religiosa se adelantaba a su
+época, influyó, aunque sin éxito, para que se obligase a los frailes a
+hacer vida común y a reformar sus costumbres, que no eran ciertamente
+evangélicas. Lima encerraba entonces entre sus murallas la bicoca de mil
+trescientos frailes, y los monasterios de monjas de pigricia de
+setecientas mujeres.
+
+Para espiar a los frailes que andaban en malos pasos por los barrios de
+Abajo el Puente, hizo Amat construir el balcón de palacio que da a la
+plazuela de los Desamparados, y se pasaba muchas horas escondido tras de
+las celosías.
+
+Algún motivo de tirria debieron darle los frailes de la Merced, pues
+siempre que divisaba hábito de esa comunidad murmuraba entre dientes:
+«¡Buen blanco!» Los que lo oían pensaban que el virrey se refería a la
+tela del traje, hasta que un curioso se atrevió a pedirle aclaración, y
+entonces dijo Amat: «¡Buen blanco para una bala de cañón!»
+
+En otra ocasión hemos hablado de las medidas prudentes y acertadas que
+tomó Amat para cumplir la real orden por la que fueron expulsados los
+miembros de la Compañía de Jesús. El virrey inauguró inmediatamente en
+el local del colegio de los jesuítas el famoso Convictorio de San
+Carlos, que tantos hombres ilustres ha dado a la América.
+
+Amotinada en el Callao a los gritos de ¡Viva el rey y muera su mal
+gobierno! la tripulación de los navíos _Septentrión_ y _Astuto_, por
+retardo en el pagamento de sueldos, el virrey enarboló en un torreón la
+bandera de justicia, asegurándola con siete cañonazos. Fué luego a
+bordo, y tras brevísima información mandó colgar de las antenas a los
+dos cabecillas y diezmó la marinería insurrecta, fusilando diez y siete.
+Amat decía que la justicia debe ser como el relámpago.
+
+Amat cuidó mucho de la buena policía, limpieza y ornato de Lima. Un
+hospital para marineros en Bellavista; un templo de las Nazarenas, en
+cuya obra trabajaba a veces como carpintero; la Alameda y plaza de Acho
+para la corrida de toros, y el Coliseo, que ya no existe, para las
+lidias de gallos, fueron de su época. Emprendió también la fábrica, que
+no llegó a terminarse, del Paseo de Aguas y que, a juzgar por lo que aun
+se ve, habría hecho competencia a Saint-Cloud y a Versalles.
+
+Licencioso en sus costumbres, escandalizó bastante al país con sus
+aventuras amorosas. Muchas páginas ocuparían las historietas picantes en
+que figura el nombre de Amat unido al de Micaela Villegas, la
+Perricholi, actriz del teatro de Lima.
+
+Sus contemporáneos acusaron a Amat de poca pureza en el manejo de los
+fondos públicos, y daban por prueba de su acusación que vino de Chile
+con pequeña fortuna y que, a pesar de lo mucho que derrochó con la
+Perricholi, que gastaba un lujo insultante, salió del mando millonario.
+Nosotros ni quitamos ni ponemos, no entramos en esas honduras y decimos
+caritativamente que el virrey supo, en el juicio de residencia, hacerse
+absolver de este cargo, como hijo de la envidia y de la maledicencia
+humanas.
+
+En julio de 1776, después de cerca de quince años de gobierno, lo
+reemplazó el excelentísimo señor don Manuel Guirior.
+
+Amat se retiró a Cataluña, país de su nacimiento, en donde, aunque
+octogenario y achacoso, contrajo matrimonio con una joven sobrina suya.
+Las armas de Amat eran: escudo en oro con una ave de siete cabezas de
+azur.
+
+
+III
+
+_Donde el lector hallará tres retruécanos no rebuscados sino históricos_
+
+Por el año de 1772 los habitantes de esta, hoy prácticamente
+republicana, ciudad de los Reyes, se hallaban poseídos del más profundo
+pánico. ¿Quien era el guapo que después de las diez de la noche asomaba
+las narices por esas calles? Una carrera de gatos o ratones en el techo
+bastaba para producir en una casa soponcios femeniles, alarmas
+masculinas y barullópolis mayúsculo.
+
+La situación no era para menos. Cada dos o tres noches se realizaba
+algún robo de magnitud, y según los cronistas de esos tiempos, tales
+delitos salían, en la forma, de las prácticas hasta entonces usadas por
+los discípulos de Caco. Caminos subterráneos, forados abiertos por medio
+del fuego, escalas de alambre y otras invenciones mecánicas revelaban,
+amén de la seguridad de sus golpes, que los ladrones no sólo eran
+hombres de enjundia y pelo en pecho, sino de imaginativa y cálculo. En
+la noche del 10 de julio ejecutaron un robo que se estimó en treinta mil
+pesos.
+
+Que los ladrones no eran gentuza de poco más o menos, lo reconocía el
+mismo virrey, quien, conversando una tarde con los oficiales de guardia
+que lo acompañaban a la mesa, dijo con su acento de catalán cerrado.
+
+--¡Muchi diablus de latrons!
+
+--En efecto, excelentísimo señor--le repuso el alférez don Juan
+Francisco Pulido--. Hay que convenir en que roban _pulidamente_.
+
+Entonces el teniente de artillería don José Manuel Martínez Ruda le
+interrumpió:
+
+--Perdone el alférez. Nada de pulido encuentro; y lejos de eso, desde
+que desvalijan una casa contra la voluntad de su dueño, digo que
+proceden _rudamente_.
+
+--¡Bien! Señores oficiales, se conoce que hay chispa--añadió el alcalde
+ordinario don Tomás Muñoz, y que era, en cuanto a sutileza, capaz de
+sentir el galope del caballo de copas--. Pero no en vano empuño yo una
+vara que hacer caer _mañosamente_ sobre esos pícaros que traen al
+vecindario con el credo en la boca.
+
+
+IV
+
+_Donde se comprueba que a la larga el toro fina en el matadero y el
+ladrón en la horca_
+
+Al anochecer del 31 de julio del susodicho año de 1772, un soldado entró
+cautelosamente en la casa del alcalde ordinario don Tomás Muñoz y se
+entretuvo con él una hora en secreta plática.
+
+Poco después circulaban por la ciudad rondas de alguaciles y agentes de
+la policía que fundó Amat con el nombre de _encapados_.
+
+En la mañana del 1º de agosto todo el mundo supo que en la cárcel de
+corte y con gruesas garras de grillos se hallaban aposentados el
+teniente Ruda, el alférez Pulido, seis soldados del regimiento de
+Saboya, tres del regimiento de Córdoba y ocho paisanos. Hacíanles
+también compañía doña Leonor Michel y doña Manuela Sánchez, queridas de
+los dos oficiales, y tres mujeres del pueblo, mancebas de soldados. Era
+justo que quienes estuvieron a las maduras participasen de las duras.
+Quien comió la carne que roa el hueso.
+
+El proceso, curiosísimo en verdad y que existe en los archivos de la
+excelentísima Corte Suprema, es largo para extractarlo. Baste saber que
+el 13 de agosto no quedó en Lima títere que no concurriese a la Plaza
+mayor, en la que estaban formadas las tropas regulares y milicias
+cívicas.
+
+Después de degradados con el solemne ceremonial de las ordenanzas
+militares los oficiales Ruda y Pulido, pasaron junto con nueve de sus
+cómplices a balancearse en la horca, alzada frente al callejón de
+Petateros. El verdugo cortó luego las cabezas que fueron colocadas en
+escarpias en el Callao y en Lima.
+
+Los demás reos obtuvieron pena de presidio, y cuatro fueron absueltos,
+contándose entre éstos doña Manuela Sánchez, la querida de Ruda. El
+proceso demuestra que si bien fué cierto que ella percibió los
+provechos, ignoró siempre de dónde salían las misas.
+
+
+V
+
+_En que se copia una sentencia que puede arder en un candil_
+
+«En cuanto a doña Leonor Michel, receptora de especies furtivas, la
+condeno a que sufra cincuenta azotes, que le darán en su prisión de mano
+del verdugo, y a ser rapada la cabeza y cejas, y después de pasada tres
+veces por la horca, será conducida al real beaterio de Amparadas de la
+Concepción de esta ciudad a servir en los oficios más bajos y viles de
+la casa, reencargándola a la madre superiora para que la mantenga con la
+mayor custodia y precaución, ínterin se presenta ocasión de navío que
+salga para la plaza de Valdivia, adonde será trasladada en partida de
+registro _a vivir en unión de su marido_, y se mantendrá perpetuamente
+en dicha plaza.--Dió y pronunció esta sentencia el excelentísimo señor
+don Manuel de Amat y Juniet, caballero de la Orden de San Juan, del
+Consejo de su Majestad, su gentilhombre de cámara con entrada, teniente
+general de sus reales ejércitos, virrey, gobernador y capitán general de
+estos reinos del Perú y Chile; y en ella firmó su nombre estando
+haciendo audiencia en su gabinete, en los Reves, a 11 de agosto de 1772,
+siendo testigo don Pedro Juan Sanz, su secretario de cámara, y don José
+Garmendia, que lo es de cartas.--_Gregorio González de Mendoza_,
+escribano de su majestad y Guerra.»
+
+¡Cáscaras! ¿No le parece a ustedes que la sentencia tiene tres pares de
+perendengues?
+
+Ignoramos si el marido entablaría recurso de fuerza al rey por la parte
+en que, sin comerlo ni beberlo, se le obligaba a vivir en ayuntamiento
+con la media naranja que le dió la Iglesia, o si cerró los ojos y aceptó
+la libranza, que bien pudo ser; pues para todo hay genios en la viña del
+Señor.
+
+
+
+
+EL RESUCITADO
+
+CRÓNICA DE LA ÉPOCA DEL TRIGÉSIMO SEGUNDO VIRREY
+
+
+A principios del actual siglo existía en la Recolección de los descalzos
+un octogenario de austera virtud y que vestía el hábito de hermano lego.
+El pueblo, que amaba mucho al humilde monje, conocíalo sólo con el
+nombre de el _Resucitado_. Y he aquí la auténtica y sencilla tradición
+que sobre él ha llegado hasta nosotros.
+
+
+I
+
+En el año de los tres sietes (número apocalíptico y famoso por la
+importancia de los sucesos que se realizaron en América) presentóse un
+día en el hospital de San Andrés un hombre que frisaba en los cuarenta
+agostos, pidiendo ser medicinado en el santo asilo. Desde el primer
+momento los médicos opinaron que la dolencia del enfermo era mortal, y
+le previnieron que alistase el bagaje para pasar a mundo mejor.
+
+Sin inmutarse oyó nuestro individuo el fatal dictamen, y después de
+recibir los auxilios espirituales o de tener _el práctico a bordo_, como
+decía un marino, llamó a Gil Paz, ecónomo del hospital, y díjole, sobre
+poco más o menos:
+
+--Hace quince años que vine de España, donde no dejo deudos, pues soy un
+pobre expósito. Mi existencia en Indias ha sido la del que honradamente
+busca el pan por medio del trabajo; pero con tan aviesa fortuna que todo
+mi caudal, fruto de mil privaciones y fatigas, apenas pasa de cien onzas
+de oro que encontrará vuesa merced en un cincho que llevo al cuerpo. Si
+como creen los físicos, y yo con ellos, su Divina Majestad es servida
+llamarme a su presencia, lego a vuesamerced mi dinero para que lo goce,
+pidiéndole únicamente que vista mi cadáver con una buena mortaja del
+seráfico padre San Francisco, y pague algunas misas en sufragio de mi
+alma pecadora.
+
+Don Gil juró por todos los santos del calendario cumplir religiosamente
+con los deseos del moribundo, y que no sólo tendría mortaja y misas,
+sino un decente funeral. Consolado así el enfermo, pensó que lo mejor
+que le quedaba por hacer era morirse cuanto antes; y aquella misma noche
+empezaron a enfriársele las extremidades, y a las cinco de la madrugada
+era alma de la otra vida.
+
+Inmediatamente pasaron las peluconas al bolsillo del ecónomo, que era un
+avaro más ruin que la encarnación de la avaricia. Hasta su nombre revela
+lo menguado del sujeto: _¡¡Gil Paz!!_ No es posible ser más tacaño de
+letras ni gastar menos tinta para una firma.
+
+Por entonces no existía aún en Lima el cementerio general, que, como es
+sabido, se inauguró el martes 31 de mayo de 1808; y aquí es curioso
+consignar que el primer cadáver que se sepultó en nuestra necrópolis al
+día siguiente fué el de un pobre de solemnidad llamado Matías Isurriaga,
+quien, cayéndose de un andamio sobre el cual trabajaba como albañil, se
+hizo tortilla en el atrio.
+
+Dejemos por un rato en reposo al muerto, y mientras el sepulturero abre
+la zanja fumemos un cigarrillo, charlando sobre el gobierno y la
+política de aquellos tiempos, mismo del cementerio. Los difuntos se
+enterraban en un corralón o campo santo que tenía cada hospital, o en
+las bóvedas de las iglesias, con no poco peligro de la salubridad
+pública.
+
+Nuestro don Gil reflexionó que el finado le había pedido muchas
+gollerías; que podía entrar en la fosa común sin asperges, responsos ni
+sufragios; y que, en cuanto a ropaje, bien aviado iba con el raído
+pantalón y la mugrienta camisa con que lo había sorprendido la flaca.
+
+--En el hoyo no es como en el mundo--filosofaba Gil Paz--, donde nos
+pagamos de exterioridades y apariencias, y muchos hacen papel por la
+tela del vestido. ¡Vaya una pechuga la del difunto! No seré yo, en mis
+días, quien halague su vanidad, gastando los cuatro pesos que importa la
+jerga franciscana. ¿Querer lujo hasta para pudrir tierra? ¡Hase visto
+presunción de la laya! ¡Milagro no le vino en antojo que lo enterrasen
+con guantes de gamuza, botas de campana y gorguera de encaje! Vaya al
+agujero como está el muy bellaco, y agradézcame que no lo mande en el
+traje que usaba el padre Adán antes de la golosina.
+
+Y dos negros esclavos del hospital cogieron el cadáver y lo
+transportaron al corralón que servía de cementerio.
+
+
+II
+
+El excelentísimo señor don Manuel Guirior, natural de Navarra y de la
+familia de San Francisco Javier, caballero de la Orden de San Juan,
+teniente general de la real armada, gentilhombre de cámara y marqués de
+Guirior, hallábase como virrey en el nuevo reino de Granada, donde había
+contraído matrimonio con doña María Ventura, joven bogotana, cuando fué
+promovido por Carlos III al gobierno del Perú.
+
+Guirior, acompañado de su esposa, llegó a Lima de incógnito el 17 de
+julio de 1776, como sucesor de Amat. Su recibimiento público se
+verificó con mucha pompa el 3 de diciembre, es decir, a los cuatro meses
+de haberse hecho cargo del gobierno. La sagacidad de su carácter y sus
+buenas dotes administrativas le conquistaron en breve el aprecio
+general. Atendió mucho a la conversión de infieles, y aun fundó en
+Chanchamayo colonias y fortalezas, que posteriormente fueron destruidas
+por los salvajes. En Lima estableció el alumbrado público con pequeño
+gravamen de los vecinos, y fué el primer virrey que hizo publicar bandos
+contra el diluvio llamado juego de carnavales. Verdad es que, entonces
+como ahora, bandos tales fueron letra muerta.
+
+Guirior fué el único, entre los virreyes, que cedió a los hospitales los
+diez pesos que, para sorbetes y pastas, estaban asignados por real
+cédula a su excelencia siempre que honraba con su presencia una función
+de teatro. En su época se erigió el virreinato de Buenos Aires y quedó
+terminada la demarcación de límites del Perú, según el tratado de 1777
+entre España y Portugal, tratado que después nos ha traído algunas
+desazones con el Brasil y el Ecuador.
+
+En el mismo aciago año de los tres sietes nos envió la corte al
+consejero de Indias don José de Areche, con el título de superintendente
+y visitador general de la real Hacienda, y revestido de facultades
+omnímodas tales, que hacían casi irrisoria la autoridad del virrey. La
+verdadera misión del enviado regio era la de exprimir la naranja hasta
+dejarla sin jugo. Areche elevó la contribución de indígenas a un millón
+de pesos; creó la junta de diezmos; los estancos y alcabalas dieron
+pingües rendimientos; abrumó de impuestos y socaliñas a los comerciantes
+y mineros, y tanto ajustó la cuerda que en Huaraz, Lambaveque, Huánuco,
+Pasco, Huancavelica, Moquegua y otros lugares estallaron serios
+desórdenes, en los que hubo corregidores, alcabaleros y empleados reales
+ajusticiados por el pueblo. «La excitación era tan grande--dice
+Lorente--que en Arequipa los muchachos de una escuela dieron muerte a
+uno de sus camaradas que, en sus juegos, había hecho el papel de
+aduanero, y en el llano de Santa Marta dos mil arequipeños osaron,
+aunque con mal éxito, presentar batalla a las milicias reales.» En el
+Cuzco se descubrió muy oportunamente una vasta conspiración encabezada
+por don Lorenzo Farfán y un indio cacique los que, aprehendidos,
+terminaron su existencia en el cadalso.
+
+Guirior se esforzó en convencer al superintendente de que iba por mal
+camino; que era mayúsculo el descontento, y que con el rigorismo de sus
+medidas no lograría establecer los nuevos impuestos, sino crear el
+peligro de que el país en masa recurriese a la protesta armada,
+previsión que dos años más tarde y bajo otro virrey, vino a justificar
+la sangrienta rebelión de Tupac-Amaru. Pero Areche pensaba que el rey lo
+había enviado al Perú para que, sin pararse en barras, enriqueciese el
+real tesoro a expensas de la tierra conquistada, y que los peruanos eran
+siervos cuyo sudor, convertido en oro, debía pasar a las arcas de Carlos
+III. Por lo tanto, informó al soberano que Guirior lo embarazaba para
+esquilmar el país y que nombrase otro virrey, pues su excelencia maldito
+si servía para lobo rapaz y carnicero. Después de cuatro años de
+gobierno, y sin la más leve fórmula de cortesía, se vió destituido don
+Manuel Guirior, trigésimo segundo virrey del Perú, y llamado a Madrid,
+donde murió pocos meses después de su llegada.
+
+Vivió una vida bien vivida.
+
+Así en el juicio de residencia como en el secreto que se le siguió,
+salió victorioso el virrey y fué castigado Areche severamente.
+
+
+III
+
+En tanto que el sepulturero abría la zanja, una brisa fresca y retozona
+oreaba el rostro del muerto, quien ciertamente no debía estarlo en
+regla, pues sus músculos empezaron a agitarse débilmente, abrió luego
+los ojos y, al fin, por uno de esos maravillosos instintos del organismo
+humano, hízose cargo de su situación. Un par de minutos que hubiera
+tardado nuestro español en volver de su paroxismo o catalepsia, y las
+paladas de tierra no le habrían dejado campo para rebullirse y
+protestar.
+
+Distraído el sepulturero con su lúgubre y habitual faena, no observó la
+resurrección que se estaba verificando hasta que el muerto se puso sobre
+sus puntales y empezó a marchar con dirección a la puerta. El buho de
+cementerio cayó accidentado, realizándose casi al pie de la letra
+aquello que canta la copla:
+
+_el vivo se cayó muerto
+y el muerto partió a correr._
+
+Encontrábase don Gil en la sala de San Ignacio vigilando que los
+topiqueros no hiciesen mucho gasto de azúcar para endulzar las tisanas
+cuando una mano se posó familiarmente en su hombro y oyó una voz
+cavernosa que le dijo: ¡Avariento! ¿Dónde está mi mortaja?
+
+Volvióse aterrorizado don Gil. Sea el espanto de ver un resucitado de
+tan extraño pelaje, o sea que la voz de la conciencia hubiese hablado en
+él muy alto, es el hecho que el infeliz perdió desde ese instante la
+razón. Su sacrílega avaricia tuvo la locura por castigo.
+
+En cuanto al español, quince días más tarde salía del hospital
+completamente restablecido, y después de repartir en limosnas las
+peluconas, causa de la desventura de don Gil, tomó el hábito de lego en
+el convento de los padres descalzos, y personas respetables que lo
+conocieron y trataron nos afirman que alcanzó a morir en olor de
+santidad, allá por los años de 1812.
+
+
+
+
+EL CORREGIDOR DE TINTA
+
+CRÓNICA DE LA ÉPOCA DEL TRIGÉSIMO TERCIO VIRREY
+
+_Ahorcaban a un delincuente
+y decía su mujer:
+--No tengas pena, pariente,
+todavía puede ser
+que la soga se reviente._
+
+ANÓNIMO.
+
+
+I
+
+Era el 4 de noviembre de 1780, y el cura de Tungasuca, para celebrar a
+su santo patrón, que lo era también de su majestad Carlos III, tenía
+congregados en opíparo almuerzo a los más notables vecinos de la
+parroquia y algunos amigos de los pueblos inmediatos que, desde el
+amanecer, habían llegado a felicitarlo por su cumpleaños.
+
+El cura don Carlos Rodríguez era un clérigo campechano, caritativo y
+poco exigente en el cobro de los diezmos y demás provechos parroquiales,
+cualidades apostólicas que lo hacían el ídolo de sus feligreses. Ocupaba
+aquella mañana la cabecera de la mesa, teniendo a su izquierda a un
+descendiente de los Incas, llamado don José Gabriel Tupac-Amaru, y a su
+derecha a doña Micaela Bastidas, esposa del cacique. Las libaciones se
+multiplicaban y, como consecuencia de ellas, reinaba la más expansiva
+alegría. De pronto sintióse el galope de un caballo que se detuvo a la
+puerta de la casa parroquial, y el jinete, sin descalzarse las espuelas
+penetró en la sala del festín.
+
+El nuevo personaje llamábase don Antonio de Arriaga, corregidor de la
+provincia de Tinta, hidalgo español muy engreído con lo rancio de su
+nobleza v que despotizaba, por plebeyos, a europeos y criollos. Grosero
+en sus palabras, brusco de modales, cruel para con los indios de la mita
+y avaro hasta el extremo de que si en vez de nacer hombre hubiera nacido
+reloj, por no dar no habría dado ni las horas, tal era su señoría. Y
+para colmo de desprestigio, el provisor y canónigos del Cuzco lo habían
+excomulgado solemnemente por ciertos avances contra la autoridad
+eclesiástica.
+
+Todos los comensales se pusieron de pie a la entrada, del corregidor,
+quien, sin hacer atención en el cacique don José Gabriel, se dejó caer
+sobre la silla que éste ocupaba, y el noble indio fué a colocarse a otro
+extremo de la mesa, sin darse por entendido de la falta de cortesía del
+empingorotado español. Después de algunas frases vulgares, de haber
+refocilado el estómago con las viandas y remojado la palabra, dijo su
+señoría:
+
+--No piense vuesa merced que me he pegado un trote desde Yanaoca sólo
+para darle saludes.
+
+--Usiría sabe--contestó el párroco--que cualquiera que sea la causa que
+lo trae es siempre bien recibida en esta humilde choza.
+
+--Huélgome por vuesa merced de haberme convencido personalmente de la
+falsedad de un aviso que recibí ayer, que a haberlo encontrado real,
+juro cierto que no habría reparado en hopalandas ni tonsuras para
+amarrar a vuesa merced y darle una zurribanda de que guardara memoria en
+los días de su vida; que mientras yo empuñe la vara, ningún monigote me
+ha de resollar gordo.
+
+--Dios me es testigo de que no sé a qué vienen las airadas palabras de
+su señoría--murmuró el cura, intimidado por los impertinentes conceptos
+de Arriaga.
+
+--Yo me entiendo y bailo solo, señor don Carlos. Bonito es mi pergenio
+para tolerar que en mi corregimiento, a mis barbas, como quien dice, se
+lean censuras ni esos papelotes de excomunión que contra mí reparte el
+viejo loco que anda de provisor en el Cuzco, y ¡por el ánima de mi
+padre, que esté en gloria, que tengo de hacer mangas y capirotes con el
+primer cura que se me descantille en mi jurisdicción! ¡Y cuenta que se
+me suba la mostaza a las narices y me atufe un tantico, que en un verbo
+me planto en el Cuzco y torno chafaina y picadillo a esos canónigos
+barrigudos y abarraganados!
+
+Y enfrascado el corregidor en sus groseras baladronadas, que sólo
+interrumpía para apurar gordos tragos de vino, no observó que don
+Gabriel y algunos de los convidados iban desapareciendo de la sala.
+
+
+II
+
+A las seis de la tarde el insolente hidalgo galopaba en dirección a la
+villa de su residencia, cuando fué enlazado su caballo; y don Antonio se
+encontró en medio de cinco hombres armados, en los que reconoció a otros
+tantos de los comensales del cura.
+
+--Dése preso vuesa merced--le dijo Tupac-Amaru, que era el que
+acaudillaba el grupo.
+
+Y sin dar tiempo al maltrecho corregidor para que opusiera la menor
+resistencia, le remacharon un par de grillos y lo condujeron a
+Tungasuca. Inmediatamente salieron indios con pliegos para el Alto Perú
+y otros lugares, y Tupac-Amaru alzó bandera contra España.
+
+Pocos días después, el 10 de noviembre, destacábase una horca frente a
+la capilla de Tungasuca; y el altivo español, vestido de uniforme y
+acompañado de un sacerdote que lo exhortaba a morir cristianamente, oyó
+al pregonero estas palabras:
+
+_Esta es la justicia que don José Gabriel I, por la gracia de Dios,
+Inca, rey del Perú, Santa Fe, Quito, Chile, Buenos Aires y continente de
+los mares del Sur, duque y señor de los Amazonas y del gran Paititi,
+manda hacer en la persona de Antonio de Arriaga por tirano, alevoso,
+enemigo de Dios y sus ministros, corruptor y falsario._
+
+En seguida el verdugo, que era un negro esclavo del infeliz corregidor,
+le arrancó el uniforme en señal de degradación, le vistió una mortaja y
+le puso la soga al cuello. Más al suspender el cuerpo, a pocas pulgadas
+de la tierra, reventó la cuerda; y Arriaga, aprovechando la natural
+sorpresa que en los indios produjo este incidente, echó a correr en
+dirección a la capilla, gritando: ¡Salvo soy! ¡A iglesia me llamo! ¡La
+iglesia me vale!
+
+Iba ya el hidalgo a penetrar en sagrado, cuando se le interpuso el Inca
+Tupac-Amaru y lo tomó del cuello, diciéndole:
+
+--¡No vale la iglesia a tan pícaro como vos! ¡No vale la iglesia a un
+excomulgado por la Iglesia!
+
+Y volviendo el verdugo a apoderarse del sentenciado, dió pronto remate a
+su sangrienta misión.
+
+
+III
+
+Aquí deberíamos dar por terminada la tradición; pero el plan de nuestra
+obra exige que consagremos algunas líneas por vía de epílogo al virrey
+en cuya época de mando aconteció este suceso.
+
+El excelentísimo señor don Agustín de Jáuregui, natural de Navarra y de
+la familia de los condes de Miranda y de Teba, caballero de la Orden de
+Santiago y teniente general de los reales ejércitos, desempeñaba la
+presidencia de Chile cuando Carlos III relevó con él, injusta y
+desairosamente, el virrey don Manuel Guirior. El caballero de Jáuregui
+llegó a Lima el 21 de junio de 1780, y francamente, que ninguno de sus
+antecesores recibió el mando bajo peores auspicios.
+
+Por una parte, los salvajes de Chanchamayo acababan de incendiar y
+saquear varias poblaciones civilizadas; y por otra, el recargo de
+impuestos y los procedimientos tiránicos del visitador Areche habían
+producido serios disturbios, en los que muchos corregidores y
+alcabaleros fueron sacrificados a la cólera popular. Puede decirse que
+la conflagración era general en el país, sin embargo de que Guirior
+había declarado en suspenso el cobro de las odiosas y exageradas
+contribuciones, mientras con mejor acuerdo volvía el monarca sobre sus
+pasos.
+
+Además en 1779 se declaró la guerra entre España e Inglaterra, y
+reiterados avisos de Europa afirmaban al nuevo virrey que la reina de
+los mares alistaba una flota con destino al Pacífico.
+
+Jáuregui (apellido que, en vascuence, significa _residencia del señor_),
+en previsión de los amagos piráticos, tuvo que fortificar y artillar la
+costa, organizar milicias y aumentar la marina de guerra, medidas que
+reclamaron fuertes gastos, con los que se acrecentó la penuria pública.
+
+Apenas hacía cuatro meses que don Agustín de Jáuregui ocupaba el solio
+de los virreyes, cuando se tuvo noticia de la muerte dada al corregidor
+Arriaga, y con ella de que en una extensión de más de trescientas leguas
+era proclamado por Inca y soberano del Perú el cacique Tupac-Amaru.
+
+No es del caso historiar aquí esta tremenda revolución que, como es
+sabido, puso en grave peligro al gobierno colonial. Poquísimo faltó para
+que entonces hubiese quedado realizada la obra de la Independencia.
+
+El 6 de abril, viernes de Dolores del año 1781, cayeron prisioneros el
+Inca y sus principales vasallos, con los que se ejercieron los más
+bárbaros horrores. Hubo lenguas y manos cortadas, cuerpos
+descuartizados, horca y garrote vil. Areche autorizó barbaridad y media.
+
+Con el suplicio del Inca, de su esposa doña Micaela, de sus hijos y
+hermanos, quedaron los revolucionarios sin un centro de unidad. Sin
+embargo, la chispa no se extinguió hasta julio de 1783, en que tuvo
+lugar en Lima la ejecución de don Felipe Tupac, hermano del infortunado
+Inca, caudillo de los naturales de Huarochirí. «Así--dice el deán
+Funes--terminó esta revolución, y difícilmente presentará la historia
+otra ni más justificada ni menos feliz.»
+
+Las armas de la casa de Jáuregui eran: escudo cortinado, el primer
+cuartel en oro con un roble copado y un jabalí pasante; el segundo de
+gules y un castillo de plata con bandera; el tercero de azur, con tres
+flores de lis.
+
+Es fama que el 26 de abril de 1784 el virrey don Agustín de Jáuregui
+recibió el regalo de un canastillo de cerezas, fruta a la que era su
+excelencia muy aficionado, y que apenas hubo comido dos o tres cayó al
+suelo sin sentido. Treinta horas después se abría en palacio la gran
+puerta del salón de recepciones; y en un sillón, bajo el dosel, se veía
+a Jáuregui vestido de gran uniforme. Con arreglo al ceremonial del caso
+el escribano de cámara, seguido de la Real Audiencia, avanzó hasta pocos
+pasos distante del dosel, y dijo en voz alta por tres veces:
+¡Excelentísimo señor don Agustín Jáuregui! Y luego, volviéndose al
+concurso, pronunció esta frase obligada: Señores, no responde.
+¡Falleció! ¡Falleció! ¡Falleció! En seguida sacó un protocolo, y los
+oidores estamparon en él sus firmas.
+
+Así vengaron los indios la muerte de Tupac-Amaru.
+
+
+
+
+LA GATITA DE MARI-RAMOS QUE HALAGA CON LA COLA Y ARAÑA CON LAS MANOS
+
+CRÓNICA DE LA ÉPOCA DEL TRIGÉSIMO CUARTO VIRREY DEL PERÚ
+
+_(A Carlos Toribio Robinet.)_
+
+
+Al principiar la Alameda de Acho y en la acera que forma espalda a la
+capilla de San Lorenzo, fabricada en 1834, existe una casa de ruinoso
+aspecto, la cual fué, por los años de 1788, teatro no de uno de esos
+cuentos de entre dijes y babador, sino de un drama que la tradición se
+ha encargado de hacer llegar hasta nosotros con todos sus terribles
+detalles.
+
+
+I
+
+Veinte abriles muy galanos; cutis de ese gracioso moreno aterciopelado
+que tanta fama dió a las limeñas, antes de que cundiese la maldita moda
+de adobarse el rostro con menjurjes, y de andar a la rebatiña y como
+albañil en pared con los polvos de rosa arroz; ojos más negros que noche
+de trapisonda y velados por rizadas pestañas; boca incitante, como un
+azucarillo amerengado; cuerpo airoso, si los hubo, y un pie que daba pie
+para despertar en el prójimo tentación de besarlo; tal era, en el año de
+gracia de 1776, Benedicta Salazar.
+
+Sus padres, al morir, la dejaron sin casa ni canastilla y al abrigo de
+una tía entre bruja y celestina, como dijo Quevedo, y más gruñona que
+mastín piltrafero, la cual tomó a capricho casar a la sobrina con un su
+compadre, español que de a legua revelaba en cierto tufillo ser hijo de
+Cataluña, y que aindamáis tenía las manos callosas y la barba más
+crecida que deuda pública. Benedicta miraba al pretendiente con el mismo
+fastidio que a mosquito de trompetilla, y no atreviéndose a darle
+calabazas como melones, recurrió al manoseado expediende de hacerse
+archidevota, tener padre de espíritu y decir que su aspiración era a
+monjío y no a casorio.
+
+El catalán, atento a los repulgos de la muchacha, murmuraba:
+
+_niña de los muchos novios,_
+_que con ninguno te casas;_
+_si te guardas para un rey_
+_cuatro tiene la baraja._
+
+De aquí surgían desazones entre sobrina y tía. La vieja la trataba de
+gazmoña y papahostias, y la chica rompía a llorar como una bendita de
+Dios, con lo que enfureciéndose más aquella megera, la
+gritaba:--¡Hipócrita! A mí no me engatusas con purisimitas. ¿A qué
+vienen esos lloriqueos? Eres como el perro de Juan Molleja, que antes
+que le caiga el palo ya se queja. ¿Conque monjío? Quien no te conozca
+que te compre, saquito de cucarachas. Cualquiera diría que no rompe
+plato, y es capaz de sacarle los ojos al verdugo Grano de Oro. ¿Si no
+conoceré yo las uvas de mi majuelo? ¿Conque te apestan las barbas?
+¡Miren a la remilgada de Jurquillos, que lavaba los huesos para
+freírlos! ¡Pues has de ver toros y cañas como yo pille al alcance de mis
+uñas al barbilampiño que te baraja el juicio! Miren, miren a la gatita
+de Mari-Ramos, que hacía ascos a los ratones y engullía los gusanos!
+¡Malhaya la niña de la media almendra!
+
+Como estas peloteras eran pan cotidiano, las muchachas de la vecindad,
+envidiosas de la hermosura de Benedicta, dieron en bautizarla con el
+apodo de _Gatita de Mari-Ramos_; y pronto en la parroquia entera los
+mozalbetes y demás niños zangolotinos que la encontraban al paso,
+saliendo de misa mayor, le decían:
+
+--¡Qué modosita y qué linda que va la Gatita de Mari-Ramos!
+
+La verdad del cuento es que la tía no iba descaminada en sus barruntos.
+Un petimetre, don Aquilino de Leuro, era el quebradero de cabeza de la
+sobrina; y ya fuese que éste se exasperara de andar siempre al morro por
+un quítame allá esas pajas, o bien que su amor hubiese llegado a extremo
+de atropellar por todo respeto, dando al diablo el hato y el garabato,
+ello es que una noche sucedió... lo que tenía que suceder. La gatita de
+Mari-Ramos se escapó por el tejado, en amor y compaña de un gato
+pizpireto, que olía a almizcle y que tenía la mano suave.
+
+
+II
+
+Demos tiempo al tiempo y no andemos con lilailas y recancanillas. Es
+decir, que mientras los amantes apuran la luna de miel para dar entrada
+a la de hiel, podemos echar, lector carísimo, el consabido parrafillo
+histórico.
+
+El excelentísimo señor don Teodoro de Croix, caballero de Croix,
+comendador de la muy distinguida orden teutónica en Alemania, capitán de
+guardias valonas y teniente general de los reales ejércitos, hizo su
+entrada en Lima el 6 de abril de 1784.
+
+Durante largos años había servido en México bajo las órdenes de su tío
+(el virrey marqués de Croix), y vuelto a España, Carlos III lo nombró su
+representante en estos reinos del Perú. «Fué su excelencia--dice un
+cronista--hombre de virtud eminente, y se distinguió mucho por su
+caridad, pues varias veces se quedó con la vela en la mano porque el
+candelero de plata lo había dado a los pobres, no teniendo de pronto
+moneda con que socorrerlos; frecuentaba sacramentos y era un verdadero
+cristiano.»
+
+La administración del caballero Croix, a quien llamaban _el Flamenco_,
+fué de gran beneficio para el país.
+
+El virreinato se dividió en siete intendencias, y éstas en distritos o
+subdelegaciones. Estableciéronse la Real Audiencia del Cuzco y el
+tribunal de Minería, repobláronse los valles de Víctor y Acobamba, y el
+ejemplar obispo Chávez de la Rosa fundó en Arequipa la famosa casa de
+huérfanos, que no pocos hombres ilustres ha dado después a la república.
+
+Por entonces llegó al Callao, consignado al conde de San Isidro, el
+primer navío de la Compañía de Filipinas; y para comprobar el gran
+desarrollo del comercio en los cinco años del gobierno de Croix, bastará
+consignar que la importación subió a cuarenta y dos millones de pesos y
+la exportación a treinta y seis.
+
+Las rentas del Estado alcanzaron a poco más de cuatro y medio millones,
+y los gastos no excedieron de esta cifra, viéndose por primera y única
+vez entre nosotros realizado el fenómeno del equilibrio en el
+presupuesto. Verdad es que, para lograrlo, recurrió el virrey al sistema
+de economías, disminuyendo empleados, cercenando sueldos, licenciando
+los batallones de Soria y Extremadura, y reduciendo su escolta a la
+tercera parte de la fuerza que mantuvieron sus predecesores desde Amat.
+
+La querella entre el marqués de Lara, intendente de Huamanga, y el señor
+López Sánchez, obispo de la diócesis, fué la piedra de escándalo de la
+época. Su ilustrísima, despojándose de la mansedumbre sacerdotal, dejó
+desbordar su bilis hasta el extremo de abofetear al escribano real que
+le notificaba una providencia. El juicio terminó, desairosamente para el
+iracundo prelado, por fallo del Consejo de Indias.
+
+Lorente, en su _Historia_, habla de un acontecimiento que tiene alguna
+semejanza con el proceso del falso nuncio de Portugal. «Un pobre
+gallego--dice--que había venido en clase de soldado y ejercido después
+los poco lucrativos oficios de mercachifle y corredor de muebles,
+cargado de familia, necesidades y años, se acordó que era hijo natural
+de un hermano del cardenal patriarca, presidente del Consejo de
+Castilla, y para explotar la necedad de los ricos, fingió recibir cartas
+del rey y de otros encumbrados personajes, las que hacía contestar por
+un religioso de la Merced. La superchería no podía ser más grosera, y
+sin embargo engañó con ella a varias personas. Descubierta la impostura
+y amenazado con el tormento, hubo de declararlo todo. Su farsa se
+consideró como crimen de Estado, y por circunstancias atenuantes salió
+condenado a diez años de presidio, enviándose para España, bajo partida
+de registro, a su cómplice el religioso».
+
+El sabio don Hipólito Unanue que con el seudónimo de _Aristeo_ escribió
+eruditos artículos en el famoso _Mercurio peruano_; el elocuente
+mercedario fray Cipriano Jerónimo Calatayud, que firmaba sus escritos en
+el mismo periódico con el nombre de _Sofronio_; el egregio médico
+Dávalos, tan ensalzado por la Universidad de Montpellier; el clérigo
+Rodríguez de Mendoza, llamado por su vasta ciencia el _Bacón del Perú_ y
+que durante treinta años fué rector de San Carlos; el poeta andaluz
+Terralla y Landa, y otros hombres no menos esclarecidos formaban la
+tertulia de su excelencia, quien, a pesar de su ilustración y del
+prestigio de tan inteligente círculo, dictó severas órdenes para impedir
+que se introdujesen en el país las obras de los enciclopedistas.
+
+Este virrey, tan apasionado por el cáustico y libertino _poeta de las
+adivinanzas_, no pudo soportar que el religioso de San Agustín fray Juan
+Alcedo le llevase personalmente y recomendase la lectura de un
+manuscrito. Era éste una sátira, en medianos versos, sobre la conducta
+de los españoles en América. Su excelencia calificó la pretensión de
+desacato a su persona, y el pobre hijo de Apolo fué desterrado a la
+metrópoli para escarmiento de frailes murmuradores y de poetas de
+aguachirle.
+
+El caballero de Croix se embarcó para España el 7 de abril de 1790, y
+murió en Madrid en 1791 a poco de su llegada a la patria.
+
+
+III
+
+_¿Hay huevos?_
+--_A la otra esquina por ellos._
+
+(Popular).
+
+Pues, señores, ya que he escrito el resumen de la historia
+administrativa del gobernante, no dejaré en el tintero, pues con su
+excelencia se relaciona, el origen de un juego que conocen todos los
+muchachos de Lima. Nada pondré de mi estuche, que hombre verídico es el
+compañero de _La Broma_ [3] que me hizo el relato que van ustedes a
+leer.
+
+[Nota 3: _La Broma_ fué un periódico humorístico que se publicaba en
+Lima en 1878.]
+
+Es el caso que el excelentísimo señor don Teodoro de Croix tenía la
+costumbre de almorzar diariamente cuatro huevos frescos pasados por agua
+caliente; y era sobre este punto tan delicado, que su mayordomo, Julián
+de Córdova y Soriano, estaba encargado de escoger y comprar él mismo los
+huevos todas las mañanas.
+
+Mas si el virrey era delicado, el mayordomo llevaba la cansera y la
+avaricia hasta el punto de regatear con los pulperos para economizar un
+piquillo en la compra; pero al mismo tiempo que esto intentaba había de
+escoger los huevos más grandes y más pesados, para cuyo examen llevaba
+un anillo y ponía además los huevos en la balanza. Si un huevo pasaba
+por el anillo o pesaba un adarme menos que otro, lo dejaba.
+
+Tanto llegó a fastidiar a los pulperos de la esquina del Arzobispo,
+esquina de Palacio, esquina de las Mantas y esquina de Judíos, que
+encontrándose éstos un día reunidos en Cabildo para elegir balanceador,
+recayó la conversación sobre el mayordomo don Julián de Córdova y
+Soriano, y los susodichos pulperos acordaron no venderle más huevos.
+
+Al día siguiente al del acuerdo presentóse don Julián en una de las
+pulperías, y el mozo le dijo:--No hay huevos, señor don Julián. Vaya su
+merced a la otra esquina por ellos.
+
+Recibió el mayordomo igual contestación en las cuatro esquinas, y tuvo
+que ir más lejos para hacer su compra. Al cabo de poco tiempo, los
+pulperos de ocho manzanas a la redonda de la plaza estaban fastidiados
+del cominero don Julián y adoptaron el mismo acuerdo de sus cuatro
+camaradas.
+
+No faltó quien contara al virrey los trotes y apuros de su mayordomo
+para conseguir huevos frescos, y un día que estaba su excelencia de buen
+humor le dijo:
+
+--Julián, ¿en dónde compraste hoy los huevos?
+
+--En la esquina de San Andrés.
+
+--Pues mañana irás a la otra esquina por ellos.
+
+--Segurito, señor, y ha de llegar día en que tenga que ir a buscarlos a
+Jetafe.
+
+Contado el origen del infantil juego de los _huevos_, paréceme que puedo
+dejar en paz al virrey y seguir con la tradición.
+
+
+IV
+
+Dice un refrán que la mula y la paciencia se fatigan si hay apuro, y lo
+mismo pensamos del amor. Benedicta y Aquilino se dieron tanta prisa que,
+medio año después de la escapatoria, hastiado el galán se despidió a la
+francesa, esto es, sin decir abur y ahí queda el queso para que se lo
+almuercen los ratones, y fué a dar con su humanidad en el Cerro de
+Pasco, mineral boyante a la sazón. Benedicta pasó días y semanas
+esperando la vuelta del humo o, lo que es lo mismo, la del ingrato que
+le dejaba más desnuda que cerrojo; hasta que, convencida de su
+desgracia, resolvió no volver al hogar de la tía, sino arrendar un
+entresuelo en la calle de la Alameda.
+
+En su nueva morada era por demás misteriosa la existencia de nuestra
+gatita. Vivía encerrada, y evitando entrar en relaciones con la
+vecindad. Los domingos salía a misa de alba, compraba sus provisiones
+para la semana y no volvía a pisar la calle hasta el jueves, al
+anochecer, para entregar y recibir trabajo. Benedicta era costurera de
+la marquesa de Sotoflorido, con sueldo de ocho pesos semanales.
+
+Pero por retraída que fuese la vida de Benedicta y por mucho que al
+salir rebujase el rostro entre los pliegues del manto, no debió la
+tapada parecerle costal de paja a un vecino del cuarto de reja, quien
+dió en la flor siempre que la atisbaba, de dispararla a quemarropa un
+par de chicoleos, entremezclados con suspiros, capaces de sacar de
+quicio a una estatua de piedra berroqueña.
+
+Hay nombres que parecen una ironía, y uno de ellos era el del vecino
+Fortunato, que bien podía, en punto a femeniles conquistas, pasar por el
+más infortunado de los mortales. Tenía hormiguillo por todas las
+muchachas de la feligresía de San Lázaro, y así se desmerecían y
+ocupaban ellas de él como _del gallo de la Pasión_ que, con arroz
+graneado, ají mirasol y culantrillo, _debió ser guiso de chuparse los
+dedos_.
+
+Era el tal--no _el gallo de la Pasión_, sino Fortunato--, lo que se
+conoce por un pobre diablo, no mal empatillado y de buena cepa, como que
+pasaba por hijo natural del conde de Pozosdulces. Servía de amanuense en
+la escribanía mayor del gobierno, cuyo cargo de escribano mayor era
+desempeñado entonces por el marqués de Salinas, quien pagaba a nuestro
+joven veinte duros al mes, le daba por pascua del Niño Dios un decente
+aguinaldo y se hacía de la vista gorda cuando era asunto de que el
+mocito agenciase lo que en tecnicismo burocrático se llama _buscas
+legales_.
+
+Forzoso es decir que Benedicta jamás paró mientes en los arrumacos del
+vecino, ni lo miró a hurtadillas y ni siquiera desplegó los labios para
+desahuciarlo, diciéndole: «Perdone, hermano, y toque a otra puerta, que
+lo que es en ésta no se da posada al peregrino».
+
+Mas una noche, al regresar la joven de hacer entrega de costuras, halló
+a Fortunato bajo el dintel de la casa, y antes de que éste le endilgase
+uno de sus habituales piropos, ella con voz dulce y argentina como una
+lluvia de perlas y que al amartelado mancebo debió parecerle música
+celestial, le dijo:
+
+--Buenas noches, vecino.
+
+El plumario, que era mozo muy socarrón y amigo de donaires, díjose para
+el cuello de su camisa:--Al fin ha arriado bandera esta prójima y quiere
+parlamentar. Decididamente tengo mucho aquel y mucho garabato para las
+hembras, y a la que le guiño el ojo izquierdo, que es el del corazón,
+no le queda más recurso que darse por derrotada.
+
+  _Yo domino de todas la arrogancia,_
+_conmigo no hay Sagunto ni Numancia_...
+
+Y con airecillo de terne y de conquistador, siguió sin más circunloquios
+a la costurera hasta la puerta del entresuelo. La llave era dura, y el
+mocito, a fuer de cortés, no podía permitir que la niña se maltratase la
+mano. La gratitud por tan magno servicio exigía que Benedicta, entre
+ruborosa y complacida, murmurase un--Pase usted adelante, aunque la casa
+no es como para la persona.
+
+Suponemos que esto o cosa parecida sucedería, y que Fortunato no se dejó
+decir dos veces que le permitían entrar en la gloria, que tal es para
+todo enamorado una mano de conversación a solas con una chica como un
+piñón de almendra. El estuvo apasionado y decidor:
+
+  _Las palabras amorosas_
+_son las cuentas de un collar,_
+_en saliendo la primera_
+_salen todas las demás._
+
+Ella, con palabritas cortadas y melindres, dió a entender que su corazón
+no era de cal y ladrillo; pero que como los hombres son tan pícaros y
+reveseros, había que dar largas y cobrar confianza, antes de aventurarse
+en un juego en que casi siempre todos los naipes se vuelven malillas. El
+juró, por un calvario de cruces, no sólo amarla eternamente, sino las
+demás paparruchas que es de práctica jurar en casos tales, y para
+festejar la aventura añadió que en su cuarto tenía dos botellas del
+riquísimo moscatel que había venido de regalo para su excelencia el
+virrey. Y rápido como un cohete descendió y volvió a subir, armado de
+las susodichas limetas.
+
+Fortunato no daba la victoria por un ochavo menos. La familia que
+habitaba en el principal se encontraba en el campo, y no había que temer
+ni el pretexto del escándalo. Adán y Eva no estuvieron más solos en el
+paraíso cuando se concertaron para aquella jugarreta cuyas
+consecuencias, sin comerlo ni beberlo, está pagando la prole, y siglos
+van y siglos vienen sin que la deuda se finiquite. Por otra parte, el
+galán contaba con el refuerzo del moscatelillo, y como reza el refrán,
+de menos hizo Dios a Cañete y lo deshizo de un puñete.
+
+Apuraba ya la segunda copa, buscando en ella bríos para emprender un
+ataque decisivo, cuando en el reloj del Puente empezaron a sonar las
+campanas de las diez, y Benedicta con gran agitación y congoja exclamó:
+
+--¡Dios mío! ¡Estamos perdidos! Entre usted en este otro cuarto y suceda
+lo que sucediere, ni una palabra ni intente salir hasta que yo lo
+busque.
+
+Fortunato no se distinguía por la bravura y de buena gana habría querido
+tocar de suela; pero sintiendo pasos en el patio, la carne se le volvió
+de gallina, y con la docilidad de un niño se dejó encerrar en la
+habitación contigua.
+
+
+V
+
+Abramos un corto paréntesis para referir lo que había pasado pocas horas
+antes.
+
+A las siete de la noche, cruzando Benedicta por la esquina de Palacio,
+se encontró con Aquilino. Ella, lejos de reprocharle su conducta, le
+habló con cariño, y en gracia de la brevedad diremos que, como donde
+hubo fuego siempre quedan cenizas, el amante solicitó y obtuvo una cita
+para las diez de la noche.
+
+Benedicta sabía que el ingrato la había abandonado para casarse con la
+hija de un rico minero; y desde entonces juró en Dios y en su ánima
+vivir para la venganza. Al encontrarse aquella noche con Aquilino y
+acordarle una cita, la fecunda imaginación de la mujer trazó rápidamente
+su plan. Necesitaba un cómplice, se acordó del plumario, y he aquí el
+secreto de su repentina coquetería para con Fortunato.
+
+Ahora volvamos al entresuelo.
+
+
+VI
+
+Entre los dos reconciliados amantes no hubo quejas ni recriminaciones,
+sino frases de amor. Ni una palabra sobre lo pasado, nada sobre la
+deslealtad del joven que nuevamente la engañaba, callándola que ya no
+era libre y prometiéndola no separarse más de ella. Benedicta fingió
+creerlo y lo embriagaba de caricias para mejor afianzar su venganza.
+
+Entretanto el moscatel desempeñaba una función terrible. Benedicta había
+echado un narcótico en la copa de su seductor. Aquí cabe el refrán: más
+mató la cena que curó Avicena.
+
+Rendido Leuro al soporífero influjo, la joven lo ató con fuertes
+ligaduras a las columnas de su lecho, sacó un puñal, y esperó impasible
+durante una hora a que empezara a desvanecerse el poder narcótico.
+
+A las doce mojó su pañuelo en vinagre, lo pasó por la frente del
+narcotizado, y entonces principió la horrible tragedia.
+
+Benedicta era tribunal y verdugo.
+
+Enrostró a Aquilino la villanía de su conducta, rechazó sus descargos y
+luego le dijo:
+
+--¡Estás sentenciado! Tienes un minuto para pensar en Dios.
+
+Y con mano segura hundió el acero en el corazón del hombre a quien tanto
+había amado...
+
+* * *
+
+El pobre amanuense temblaba como la hoja del árbol. Había oído y visto
+todo por un agujero de la puerta.
+
+Benedicta, realizada su venganza, dió vuelta a la llave y lo sacó del
+encierro.
+
+--Si aspiras a mi amor--le dijo--empieza por ser mi cómplice. El premio
+lo tendrás cuando este cadáver haya desaparecido de aquí. La calle está
+desierta, la noche es lóbrega, el río corre en frente de la casa... Ven
+y ayúdame.
+
+Y para vencer toda vacilación en el ánimo del acobardado mancebo,
+aquella mujer, alma de demonio encarnada en la figura de un ángel, dió
+un salto como la pantera que se lanza sobre su presa y estampó un beso
+de fuego en los labios de Fortunato.
+
+La fascinación fué completa. Ese beso llevó a la sangre y a la
+conciencia del joven el contagio del crimen.
+
+Si hoy, con los faroles de gas y el crecido personal de agentes de
+policía, es empresa de guapos aventurarse después de las ocho de la
+noche por la Alameda de Acho, imagínese el lector lo que sería ese sitio
+en el siglo pasado y cuando sólo en 1776 se había establecido el
+alumbrado para las calles centrales de la ciudad.
+
+La obscuridad de aquella noche era espantosa. No parecía sino que la
+naturaleza tomaba su parte de complicidad en el crimen.
+
+Entreabrióse el postigo de la casa, y por él salió cautelosamente
+Fortunato, llevando al hombro, cosido en una manta, el cadáver de
+Aquilino. Benedicta lo seguía, y mientras con una mano lo ayudaba a
+sostener el peso, con la otra, armada de una aguja con hilo grueso,
+cosía la manta a la casaca del joven. La zozobra de éste y las tinieblas
+servían de auxiliares a un nuevo delito.
+
+Las sombras vivientes llegaron al pie del parapeto del río.
+
+Fortunato, con su fúnebre carga sobre los hombros, subió el tramo de
+adobes y se inclinó para arrojar el cadáver.
+
+¡Horror!... El muerto arrastró en su caída al vivo.
+
+Tres días después unos pescadores encontraron en las playas de Bocanegra
+el cuerpo del infortunado Fortunato. Su padre, el conde de Pozosdulces,
+y su jefe, el marqués de Salinas, recelando que el joven hubiera sido
+víctima de algún enemigo, hicieron aprehender a un individuo sobre el
+que recaían no sabemos qué sospechas de mala voluntad para con el
+difunto.
+
+Y corrían los meses y la causa iba con pies de plomo, y el pobre diablo
+se encontraba metido en un dédalo de acusaciones, y el fiscal veía
+pruebas clarísimas en donde todos hallaban el caos, y el juez vacilaba,
+para dar sentencia, entre horca y presidio.
+
+Pero la Providencia que vela por los inocentes, tiene resortes
+misteriosos para hacer la luz sobre el crimen.
+
+Benedicta, moribunda y devorada por el remordimiento, reveló todo a un
+sacerdote, rogándole que para salvar al encarcelado hiciese pública su
+confesión; y he aquí cómo en la forma de proceso ha venido a caer bajo
+nuestra pluma de cronista la sombría leyenda de la _Gatita de
+Mari-Ramos_.
+
+
+
+
+¡A LA CÁRCEL TODO CRISTO!
+
+CRÓNICA DE LA ÉPOCA DEL VIRREY INGLÉS
+
+
+I
+
+Por los años de 1752 recorría las calles de Lima un buhonero o
+_mercachifle_, hombre de mediana talla, grueso, de manos y facciones
+toscas, pelo rubio, color casi alabastrino y que representaba muy poco
+más de veinte años. Era irlandés, hijo de pobres labradores y, según su
+biógrafo Lavalle, pasó los primeros años de su vida conduciendo haces de
+leña para la cocina del castillo da Dungán, residencia de la condesa de
+Bective, hasta que un su tío, padre jesuíta de un convento de Cádiz, lo
+llamó a su lado, lo educó medianamente, y viéndolo decidido por el
+comercio más que por el santo hábito, lo envió a América con una
+pacotilla.
+
+_Ño Ambrosio el inglés_, como llamaban las limeñas al mercachifle,
+convencido de que el comercio de cintas, agujas, blondas, dedales y
+otras chucherías no le produciría nunca para hacer caldo gordo, resolvió
+pasar a Chile, donde consiguió por la influencia de un médico irlandés
+muy relacionado en Santiago, que con el carácter de ingeniero delineador
+lo empleasen en la construcción de albergues o casitas para abrigo de
+los correos que, al través de la cordillera, conducían la
+correspondencia entre Chile y Buenos Aires.
+
+Ocupábase en llenar concienzudamente su compromiso, cuando acaeció una
+formidable invasión de los araucanos, y para rechazarla organizó el
+capitán general, entre otras fuerzas, una compañía de voluntarios
+extranjeros, cuyo mando se acordó a nuestro flamante ingeniero. La
+campaña le dió honra y provecho; y sucesivamente el rey le confirió los
+grados de capitán de dragones, teniente coronel, coronel y brigadier; y
+en 1785, al ascenderlo a mariscal de campo, lo invistió con el carácter
+de presidente de la Audiencia, gobernador y capitán general del reino de
+Chile.
+
+Ni tenemos los suficientes datos, ni la forma ligera de nuestras
+tradiciones nos permite historiar los diez años del memorable gobierno
+de don Ambrosio O'Higgins. La fortaleza del Barón, en Valparaíso, y
+multitud da obras públicas hacen su nombre imperecedero en Chile.
+
+Habiendo reconquistado la ciudad de Osorno del poder de los araucanos,
+el monarca lo nombró marqués de Osorno, lo ascendió a teniente general y
+lo trasladó al Perú como virrey, en reemplazo del bailío don Francisco
+Gil y Lemus de Toledo y Villamarín, caballero profesor de la orden de
+San Juan, comendador del Puente Orgivo y teniente general de la real
+armada.
+
+En 5 de junio de 1796 se encargó O'Higgins del mando. Bajo su breve
+gobierno se empedraron las calles y concluyeron las torres de la
+Catedral de Lima, se creó la sociedad de Beneficencia, y se
+establecieron fábricas de tejidos. La portada, alameda y camino
+carretero del Callao fueron también obra de su administración.
+
+En su época se incorporó al Perú la intendencia de Puno, que había
+estado sujeta al virreinato de Buenos Aires, y fué separado Chile de la
+jurisdicción del virreinato del Perú.
+
+La alianza que por el tratado de San Ildefonso, después de la campaña
+del Rosellón, celebró con Francia el ministro don Manuel Godoy, duque de
+Acudía y príncipe de la Paz, trajo como consecuencia la guerra entre
+España e Inglaterra. O'Higgins envió a la corona siete millones de pesos
+con los que el Perú contribuyó, más que a las necesidades de la guerra,
+al lujo de los cortesanos y a los placeres de Godoy y de su real manceba
+María Luisa.
+
+Rápida, pero fructuosa en bienes, fué la administración de O'Higgins, a
+quien llamaban en Lima el _virrey inglés_. Falleció el 18 de marzo de
+1800, y fué enterrado en las bóvedas de la iglesia de San Pedro.
+
+
+II
+
+Grande era la desmoralización de Lima cuando O'Higgins entró a ejercer
+el mando. Según el censo mandado formar por el virrey-bailío Gil y
+Lemus, contaba la ciudad en el recinto de sus murallas 52.627
+habitantes, y para tan reducida población excedía de setecientos el
+número de carruajes particulares que, con ricos arneses y soberbios
+troncos, se ostentaban en el paseo de la Alameda. Tal exceso de lujo
+basta a revelarnos que la moralidad social no podía rayar muy alto.
+
+Los robos, asesinatos y otros escándalos nocturnos se multiplicaban y
+para remediarlos juzgó oportuno su excelencia promulgar bandos,
+previniendo que sería aposentado en la cárcel todo el que después de las
+diez de la noche fuese encontrado en la calle por las comisiones de
+ronda. Las compañías de _encapados_ o agentes de policía, establecidas
+por el virrey Amat, recibieron aumento y mejora en el personal con el
+nombramiento de capitanes, que recayó en personas notables.
+
+Pero los bandos se quedaban escritos en las esquinas, y los desórdenes
+no disminuían. Precisamente los jóvenes de la nobleza colonial hacían
+gala de ser los primeros infractores. El pueblo tomaba ejemplo de ellos;
+y viendo el virrey que no había forma de extirpar el mal, llamó un día a
+los cinco capitanes de las compañías de encapados.
+
+--Tengo noticias, señores--les dijo--que ustedes llevan a la cárcel sólo
+a los pobres diablos que no tienen padrino que les valga; pero que
+cuando se trata de uno de los marquesitos o condesitos que andan
+escandalizando el vecindario con escalamientos, serenatas, estocadas y
+holgorios, vienen las contemporizaciones y se hacen ustedes de la vista
+gorda. Yo quiero que la justicia no tenga dos pesas y dos medidas, sino
+que sea igual para grandes y chicos. Téngalo ustedes así por entendido,
+y después de las diez de la noche... ¡a la cárcel todo Cristo!
+
+Antes de proseguir refiramos, pues viene a pelo, el origen del refrán
+popular _a la cárcel todo Cristo_. Cuentan que en un pueblecito de
+Andalucía se sacó una procesión de penitencia, en la que muchos devotos
+salieron vestidos con túnica nazarena y llevando al hombro una pesada
+cruz de madera. Parece que uno de los parodiadores de Cristo empujó
+maliciosamente a otro compañero, que no tenía aguachirle en las venas y
+que, olvidando la mansedumbre a que lo comprometía su papel, sacó a
+relucir la navaja. Los demás penitentes tomaron cartas en el juego y
+anduvieron a mojicón cerrado y puñalada limpia, hasta que apareciéndose
+el alcalde, dijo:--¡A la cárcel todo Cristo!
+
+Probablemente don Ambrosio O'Higgins se acordó del cuento cuando, al
+sermonear a los capitanes, terminó la reprimenda empleando las palabras
+del alcalde andaluz.
+
+Aquella noche quiso su excelencia convencerse personalmente de la manera
+como se obedecían sus prescripciones. Después de las once y cuando
+estaba la ciudad en plena tiniebla, embozóse el virrey en su capa y
+salió de palacio.
+
+A poco andar tropezó con una ronda; mas reconociéndolo el capitán lo
+dejó seguir tranquilamente, murmurando:
+
+--¡Vamos, ya pareció aquello! También su excelencia anda en galanteo, y
+por eso no quiere que los demás tengan un arreglillo y se diviertan.
+Está visto que el oficio de virrey tiene más gangas que el testamento
+del moqueguano.
+
+Esta frase pide a gritos explicación. Hubo en Moquegua un ricacho
+nombrado don Cristóbal Cugate, a quien su mujer, que era de la piel del
+diablo, hizo pasar la pena negra. Estando el infeliz en las
+postrimerías, pensó que era imposible comiese pan en el mundo hombre de
+genio tan manso como el suyo, y que otro cualquiera, con la décima parte
+de lo que él había soportado, le habría aplicado diez palizas a su
+conjunta.
+
+--Es preciso que haya quien me vengue--díjose el moribundo; y haciendo
+venir un escribano, dictó su testamento, dejando a aquella arpía por
+heredera de su fortuna, con la condición de que había de contraer
+segundas nupcias antes de cumplirse los seis meses de su muerte, y de no
+verificarlo así, era su voluntad que pasase la herencia a un hospital.
+
+Mujer joven, no mal laminada, rica y autorizada para dar pronto
+reemplazó al difunto--decían los moqueguanos--,¡qué gangas de
+testamento! Y el dicho pasó a refrán.
+
+Y el virrey encontró otras tres rondas, y los capitanes le dieron las
+buenas noches, y le preguntaron si quería ser acompañado, y se
+derritieron en cortesías, y le dejaron libre el paso.
+
+Sonaron las dos, y el virrey, cansado del ejercicio, se retiraba ya a
+dormir, cuando le dió en la cara la luz del farolillo de la quinta
+ronda, cuyo capitán era don Juan Pedro Lostaunau.
+
+--¡Alto! ¿Quien vive?
+
+--Soy yo, don Juan Pedro, el virrey.
+
+--No conozco al virrey en la calle después de las diez de la noche. ¡Al
+centro el vagabundo!
+
+--Pero, señor capitán...
+
+--¡¡Nada!! El bando es bando y ¡a la cárcel todo Cristo!
+
+Al día siguiente quedaron destituidos de sus empleos los cuatro
+capitanes que, por respeto, no habían arrestado al virrey; y los que los
+reemplazaron fueron bastante enérgicos para no andarse en
+contemplaciones, poniendo, en breve, término a los desórdenes.
+
+El hecho es que pasó la noche en el calabozo de la cárcel de la
+Pescadería, como cualquier pelafustán, todo un don Ambrosio O'Higgins,
+marqués de Osorno, barón de Ballenari, teniente general de los reales
+ejércitos, y trigésimo sexto virrey del Perú por su majestad don Carlos
+IV.
+
+
+
+
+NADIE SE MUERE HASTA QUE DIOS QUIERE
+
+CRÓNICA DE LA ÉPOCA DEL TRIGÉSIMO SÉPTIMO VIRREY DEL PERÚ
+
+
+I
+
+Cuentan que un fraile con ribetes de tuno y de filósofo, administrando
+el sacramento del matrimonio, le dijo al varón:
+
+  _Ahí te entrego esa mujer:_
+_trátala como a mula de alquiler,_
+_mucho garrote y poco de comer._
+
+Otro que tal debió ser el que casó en Lima al platero Román, sólo que
+cambió de frenos y dijo a la mujer:
+
+_Ahí tienes ese marido:_
+_trátalo como a buey al yugo uncido_
+_y procura que se ahorque de aburrido._
+
+Viven aún personas que conocieron y trataron al platero, a quien
+llamaremos Román; pues causa existe para no estampar en letras de molde
+su nombre verdadero. El presente sucedido es popularísimo en Lima y te
+lo referirá, lector, con puntos y comas, el primer octogenario con quien
+tropieces por esas calles.
+
+La mujer de Román, si bien honradísima hembra en punto a fidelidad
+conyugal, tenía las peores cualidades apetecibles en una hija de Eva.
+Amiga del boato, manirrota, terca y regañona, atosigaba al pobrete del
+marido con exigencias de dinero; y aquello no era casa, ni hogar, ni
+Cristo que lo fundó, sino trasunto vivo del infierno. Ni se daba
+escobada, ni se zurcían las calcetas del pagano, ni se cuidaba del
+puchero, y todo, en fin, andaba a la bolina. Madama no pensaba sino en
+dijes y faralares, en bebendurrias y paseos.
+
+A ese andar, la tienda y los haberes del marido se evaporaron en menos
+de lo que se persigna un cura loco, y con la pobreza estalló la guerra
+civil en esa república práctica que se llama matrimonio. Los cónyuges
+andaban siempre a pícame Pedro que picarte quiero. Por quítame allá esta
+paja se tiraban los cacharros a la cabeza, a riesgo de descalabrarse, y
+no quedaba silla con palo sano. A bien librar salía siempre el bonachón
+del marido llevando en el rostro reminiscencias de las uñas de su
+conjunta persona.
+
+Este matrimonio nos trae al magín un soneto que escribimos, allá por los
+alegres tiempos de nuestra mocedad, y que, pues la ocasión es tentadora
+para endilgarlo, ahí va como el caballo de copas:
+
+  _Caséme por mi mal con una indina,_
+_fresca como la pera bergamota;_
+_trájome suegra y larga familiota_
+_y por dote su cara peregrina._
+  _A trote largo mi caudal camina_
+_a sumergirse en una sirte ignota;_
+_pronto he de hacer con ella bancarrota,_
+_salvo que encuentre una boyante mina._
+  _Un diablo pedigüeño anda conmigo;_
+_es ¡dame! su perenne cantinela,_
+_y así estoy en los huesos, caro amigo._
+  _¿Qué me dices? ¿Mi afán te desconsuela?_
+--_Dígote, don Peruétano, que digo,_
+_que aquella no es mujer... es sanguijuela._
+
+No recuerdo a quién oí decir que los mandamientos de la mujer casada
+son, como los de la ley de Dios, diez:
+
+El primero, amar a su marido sobre todas las cosas.
+
+El segundo, no jurarle amor en vano.
+
+El tercero, hacerle fiestas.
+
+El cuarto, quererlo más que a padre y madre.
+
+El quinto, no atormentarlo con celos y refunfuños.
+
+El sexto, no traicionarlo.
+
+El séptimo, no gastarle la plata en perifollos.
+
+El octavo, no fingir ataque de nervios ni hacer mimos a los primos.
+
+El noveno, no desear más prójimo que su marido.
+
+El décimo, no codiciar el lujo ajeno.
+
+Estos diez mandamientos se encierran en la cajita de los polvos de
+arroz, y se leen cada día hasta aprenderlos de memoria.
+
+El quid está en no quebrantar ninguno, como hacemos los cristianos con
+varios de los del Decálogo. Sigamos con el platero.
+
+Una mañana, después de haber tenido Román una de esas cotidianas zambras
+de moros y cristianos, gutibambas y muziferreras, se dijo:
+
+--Pues, señor, esto no puede durar más tiempo, que penas más negras que
+las que paso con mi costilla no me ha de deparar su Divina Majestad en
+el otro mundo. Bien dijo el que dijo que si el mar se casase había de
+perder su braveza, y embobalicarse. Decididamente, hoy me ahorco.
+
+Y con la única peseta columnaria que le quedaba en el bolsillo, se
+dirigió al ventorrillo o pulpería de la esquina y compró cuatro varas de
+cuerda fuerte y nueva, lujo muy excusable en quien se prometía no tener
+ya otros en la vida.
+
+
+II
+
+--¿Y qué virrey gobernaba entonces?--Paréceme oír esta pregunta, que es
+de estilo cuando se escucha contar algo de cuya exactitud dudan los
+oyentes.
+
+Pues, lectores míos, gobernaba el excelentísimo señor don Gabriel de
+Avilés y Fierro, marqués de Avilés, teniente general de los reales
+ejércitos y que, después de haber servido la presidencia de Chile y el
+virreinato de Buenos Aires, vino en noviembre de 1801 a hacerse cargo
+del mando de esta bendita tierra.
+
+Avilés había llegado al Perú en la época del virrey Amat; y cuando
+estalló en 1780 la famosa revolución de Tupac-Amaru fué mandado con
+tropas para sofocarla. Excesivo fué el rigor que empleó Avilés en esa
+campaña.
+
+Durante su gobierno se erigió el obispado de Maynas y se incorporó
+Guayaquil al virreinato. Se estableció en Lima el hospital del Refugio
+para mujeres, a expensas de Avilés y de su esposa la limeña doña
+Mercedes Risco, y se principió la fábrica del fuerte de Santa Catalina
+para cuartel de artillería, bajo la dirección del entonces coronel, y
+más tarde virrey, don Joaquín de la Pezuela.
+
+Con grandes fiestas se celebró la llegada del flúido vacuno. Tuvo el
+Perú la visita del sabio Humboldt, y en Lima se experimentó una noche el
+alarmante fenómeno de haberse oído con claridad muchos truenos. En esa
+época se plantaron los árboles de la Alameda de Acho.
+
+Como España y Francia hacían causa común contra Inglaterra y acababa de
+realizarse el desastre de Trafalgar, dos bergantines ingleses atacaron
+en Arica a la fragata de guerra española Astrea, ocasionándola fuertes
+averías y forzándola a buscar abrigo en la bahía.
+
+Tratando de dar cumplimiento a una real orden sobre desamortización de
+bienes eclesiásticos, tropezó Avilés con serias resistencias, que el
+prudente virrey calmó dando largas al asunto y enviando consultas y
+memoriales a la corona. No fué ésta la primera vez en que el virrey
+apeló al expediente de dar tiempo al tiempo para libertarse de
+compromisos. En 1804 interesábase la ciudad porque el virrey dictase
+cierta providencia; mas él, creyendo que la cosa no era hacedera o que
+no entraba en sus atribuciones, decidió consultar al monarca. El pueblo,
+que lo ignoraba, se echó a murmurar sin embozo, y en la puerta de
+palacio apareció este pasquín:
+
+_¡Avilés! ¡Avilés!_
+_¿Qué haces que por la ciudad no ves?_
+
+El virrey no lo tomó a enojo, y mandó escribir debajo:
+
+_Para dar gusto a antojos_
+_he mandado hasta España por anteojos._
+
+Respuesta que tranquilizó los ánimos, pues vieron los vecinos que su
+empeño estaba sujeto a la decisión del rey.
+
+Avilés consagraba gran parte de su tiempo a las prácticas religiosas. El
+pueblo lo pintaba con esta frase. En la oración _hábil es y en gobierno
+inhábil es_.
+
+En julio de 1806 entregó el mando a Abascal.
+
+Anciano, enfermo y abatido de ánimo, por la reciente muerte de su
+esposa, quiso Avilés regresar a España. La nave que lo conducía arribó a
+Valparaíso, y a los pocos días falleció en este puerto el _virrey
+devoto_, como lo llamaban las picarescas limeñas.
+
+
+III
+
+Provisto de cuerda y sin cuidarse de escribir previamente esquelas de
+despedida, como es de moda desde la invención de los nervios y del
+romanticismo, se dirigió nuestro hombre al estanque de Santa Beatriz,
+lugar amenisimo entonces y rodeado de naranjos y otros árboles, que no
+parecía sino que estaban convidando al prójimo para colgarse de ellos y
+dar al traste con el aburrimiento y pesadumbres.
+
+Principió Román por pasar revista a los árboles, y a todos hallaba algún
+pero que ponerles. Este no era bastante elevado; aquél no ofrecía
+consistencia para soportar por fruto el cuerpo de un tagarote como él;
+el otro era poco frondoso, y el de más allá un tanto encorvado. Cuando
+uno se ahorca debe siquiera llevar el consuelo de haberlo hecho a su
+regalado gusto. Al fin encontró árbol con las condiciones que el caso
+requería y, encaramándose en él, ató la cuerda en una de las ramas más
+vigorosas.
+
+En estos preparativos reflexionó que, para no ser interrumpido y
+quedarse a medio morir y tener tal vez que empezar de nuevo la faena, lo
+mejor era esperar a que el camino estuviese desierto. Indias pescadoras
+que venían de Chorrillos, hierbateros de Surco, yanaconas de Miraflores,
+cimarrones de San Juan y peones de las haciendas, traficaban a esa hora
+a pequeña distancia del estanque. No había forma de que un hombre
+pudiera matarse en paz.
+
+--¡Pues sería andrómina que, a lo mejor de la función, me descolgase un
+transeúnte inoportuno! Si ello, al fin, ha de ser, nada se pierde con
+esperar un rato, que no llega tarde quien llega.
+
+En estas y otras cavilaciones hallábase Román escondido entre el espeso
+ramaje del árbol, cuando vió llegar con tardo paso, y mirando a todas
+partes con faz recelosa, un hombrecillo envuelto en un capote lleno de
+remiendos.
+
+Era éste un vejete español que vivía de la caridad pública, y a quien en
+Lima conocían con el apodo de _Ovillitos_. El apodo le venía de que en
+una época entraba de casa en casa vendiendo ovillos de hilo, hasta que
+un día resolvió cambiar de oficio sentando plaza de mendigo.
+
+Ovillitos, después de dirigir miradas escudriñadoras a las tapias y al
+camino, se sentó bajo el árbol que cobijaba a Román, y sacando una
+tijera, descosió dos de los infinitos parches que esmaltaban su
+mugriento capote de barragán.
+
+¿Cuál sería la sorpresa del encaramado Román al ver que de cada parche
+sacó Ovillitos una onza de oro y que luego las enterró al pie del árbol,
+después de haber permanecido gran espacio de tiempo contemplándolas
+amorosamente?
+
+--¡Qué suicidio ni qué ocho cuartos!--exclamó Román, descendiendo
+listamente de su árbol apenas se alejó el mendigo--. Pues Dios me ha
+venido a ver, aprovechemos la ocasión y empuñémosla por el único pelo de
+la calva. ¡Arbol feliz el que tal abono tiene!
+
+Y se puso a la obra, y desenterró poco más de cien peluconas, de esas
+que bajo el _Indiae et Hispaniarum Rex_ lucían el busto de Carlos III o
+Carlos IV.
+
+
+IV
+
+Román volvió a habilitar la tienda, y su comercio de platería marchó
+viento en popa. Aleccionado por los días de penuria, puso coto a los
+derroches de su mujer, cuyo carácter, por milagro sin duda de la Divina
+Providencia, para quien no hay imposibles, mejoró notablemente.
+
+Ovillitos enfermó de gravedad al descubrir que su tesoro se había
+convertido en pájaro y volado del encierro. El infeliz ignoraba que el
+dinero no es monje cartujo que gusta de estar guardado y criar moho, y
+que es un libertino que se desvive por andar al aire libre y de mano en
+mano. Mendigos ha habido, en todos los tiempos, que a su muerte han
+dejado un caudal decente.
+
+Román murió, ya en los tiempos de la república, repartiéndose entre sus
+herederos una fortuna que se estimó en más de cincuenta mil pesos.
+
+Una de las cláusulas de su testamento, que hemos leído, señala durante
+veinticinco años la suma de treinta pesos al mes para misas en sufragio
+del alma de Ovillitos.
+
+
+
+
+EL FRAILE Y LA MONJA DEL CALLAO
+
+
+Escribo esta tradición para purgar un pecado gordo que contra la
+historia y la literatura cometí cuando muchacho.
+
+Contaba dieciocho años y hacía pinicos de escritor y de poeta. Mi sueño
+dorado era oír, entre los aplausos de un público bonachón, los
+destemplados gritos: ¡el autor! ¡el autor! A esa edad todo el monte
+antojábaseme orégano y cominillo, e imaginábame que con cuatro coplas,
+mal zurcidas, y una docena de articulejos, peor hilvanados, había puesto
+una pica en Flandes u otra en Jerez. Maldito si ni por el forro
+consultaba clásicos, ni si sabía por experiencia propia que los viejos
+pergaminos son criadero de polilla. Casi, casi me habría atrevido a dar
+quince y raya al más entendido en materias literarias, siendo yo
+entonces uno de aquellos zopencos que, por comer pan en lugar de
+bellota, ponen al _Quijote_ por las patas de los caballos, llamándolo
+libro disparatado y sin pies ni cabeza. ¿Por qué? _Porque sí_. Este
+_porque sí_ será una razón de pie de banco, una razón de incuestionable
+y caprichosa brutalidad, convengo; pero es la razón que alegamos todos
+los hombres a falta de razón.
+
+Como la ignorancia es atrevida, echéme a escribir para el teatro: y así
+Dios me perdone si cada uno de mis engendros dramáticos no fué puñalada
+de pícaro al buen sentido, a las musas y a la historia. Y sin embargo,
+hubo público bobalicón que llamara a la escena al asesino poeta y que,
+en vez de tirarle los bancos a la cabeza, le arrojara coronitas de
+laurel hechizo. Verdad es que, por esos tiempos, no era yo el único
+malaventurado que con fenomenales producciones desacreditaba el teatro
+nacional, ilustrado por las buenas comedias de Pardo y de Segura.
+Consuela ver que no es todo el sayal alforjas.
+
+Titulábase uno de mis desatinos dramáticos _Rodil_, especie de alacrán
+de cuatro colas o actos, y ¡sandio de mí!, fuí tan bruto que no sólo
+creí a mi hijo la octava maravilla, sino que, ¡mal pecado!, consentí en
+que un mi amigo, que no tenía mucho de lo de Salomón, lo hiciera poner
+en letras de molde. ¡Qué tinta y qué papel tan mal empleados!
+
+Aquello no era drama ni piñón mondado. Versos ramplones, lirismo tonto,
+diálogo extravagante, argumento inverosímil, lances traídos a lazo,
+caracteres imposibles, la propiedad de la lengua tratada a puntapiés, la
+historia arreglada a mi antojo y... vamos, aquello era un mamarracho
+digno de un soberbio varapalo. A guisa, pues, de protesta contra tal
+paternidad escribo esta tradición, en la que, por lo menos, sabré
+guardar respetos a los fueros de la historia y la sombra de Rodil no
+tendrá derecho para querellarse de calumnia y dar de soplamocos a la mía
+cuando ambas se den un tropezón en el valle de Josafat.
+
+--¡Basta de preámbulo, y al hecho!--exclamó el presidente de un
+tribunal, interrumpiendo a un abogado que se andaba con perfiles y
+rodeos en un alegato sobre filiación o paternidad de un mamón. El
+letrado dijo entonces de corrido:--El hecho es un muchacho hecho: el
+que lo ha hecho niega el hecho: he aquí el hecho.
+
+
+I
+
+Con la batalla de Ayacucho quedó afianzada la Independencia de
+Sudamérica. Sin embargo, y como una morisqueta de la Providencia, España
+dominó por trece meses más en un área de media legua cuadrada. La
+traición del sargento Moyano, en febrero de 1824, había entregado a los
+realistas una plaza fuerte y bien guarnecida y municionada. El pabellón
+de Castilla flameaba en el Callao, y preciso es confesar que la
+obstinación de Rodil en defender este último baluarte de la monarquía
+rayó en heroica temeridad. El historiador Torrente, que llama a Rodil el
+_nuevo Leónidas_, dice que hizo demasiado por su gloria de soldado.
+Stevenson y aun García Camba convienen en que Rodil fué cruel hasta la
+barbarie, y que no necesitó mantener una resistencia tan desesperada
+para dejar su reputación bien puesta y a salvo el honor de las armas
+españolas.
+
+Sin esperanzas de que llegasen en su socorro fuerzas de la Península, ni
+de que en el país hubiese una reacción en favor del sistema colonial,
+viendo a sus compañeros desaparecer día a día, diezmados por el
+escorbuto y por las balas republicanas, no por eso desmayó un instante
+la indomable terquedad del castellano del Callao.
+
+Mucho hemos investigado sobre el origen del nombre Callao que lleva el
+primer puerto de la república, y entre otras versiones, la más
+generalizada es la de que viene por la abundancia que hay en su playa
+del pequeño guijarro llamado por los marinos _zahorra_ o _callao_.
+
+A medida que pasan los años, la figura de Rodil toma proporciones
+legendarias. Más que hombre, parécenos ser fantástico que encarnaba una
+voluntad de bronce en un cuerpo de acero. Siempre en vigilia, jamás
+pudieron los suyos saber cuáles eran las horas que consagraba al reposo,
+y en el momento más inesperado se aparecía como fantasma en los
+baluartes y en la caserna de sus soldados. Ni la implacable peste que
+arrebató a seis mil de los moradores del Callao lo acometió un
+instante; pues Rodil había empleado el preservativo de hacerse abrir
+fuentes en los brazos.
+
+Rodil era gallego y nacido en Santa María del Trovo. Alumno de la
+Universidad de Santiago de Galicia, donde estudiaba jurisprudencia,
+abandonó los claustros junto con otros colegiales, y en 1808 sentó plaza
+en el batallón de cadetes literarios. En abril de 1817 llegó al Perú con
+el grado de primer ayudante del regimiento del Infante. Ascendido poco
+después a comandante, se le encomendó la formación del batallón
+Arequipa. Rodil se posesionó con los reclutas de la solitaria islita del
+Alacrán, frente a Arica, donde pasó meses disciplinándolos, hasta que
+Osorio lo condujo a Chile. Allí concurrió Rodil, mandando el cuerpo que
+había creado, a las batallas de Talca, Cancharrayada y Maipú.
+
+Regresó al Perú, tomando parte activa en la campaña contra los
+patriotas, y salió herido el 7 de julio de 1822 en el combate de
+Pucarán.
+
+Al encargarse del gobierno político y militar del Callao, en 1824, el
+brigadier don José Ramón Rodil, hallábase condecorado con las cruces de
+Somorso, Espinosa de los Monteros, San Payo, Tumanes, Medina del Campo,
+Tarifa, Pamplona y Cancharrayada, cruces que atestiguaban las batallas
+en que había tenido la suerte de encontrarse entre los vencedores.
+Sitiado el Callao por las tropas de Bolívar, al mando del general Salom,
+y por la escuadra patriota, que disponía de 171 cañones, fué
+verdaderamente titánica la resistencia. La historia consigna la, para
+Rodil, decorosa capitulación de 23 de enero de 1826, en que el bravo
+jefe español, vestido de gran uniforme y con los honores de ordenanza,
+abandonó el castillo para embarcarse en la fragata de guerra inglesa
+_Briton_. El general La Mar, que era, valiéndome de una feliz expresión
+del Inca Garcilaso, un caballero muy caballero en todas sus cosas,
+tributó en esta ocasión justo homenaje al valor y la lealtad de Rodil,
+que desde el 1º de marzo de 1824, en que reemplazó a Casariego en el
+mando del Callao, hasta enero de 1826, casi no pasó día sin combatir.
+
+Rodil tuvo durante el sitio que desplegar una maravillosa actividad, una
+astucia sin límites y una energía incontestable para sofocar complots.
+En sólo un día fusiló treinta y seis conspiradores, acto de crueldad
+que le rodeó de terrorífico y aun supersticioso respeto. Uno de los
+fusilados en esa ocasión fué Frasquito, muchacho andaluz muy popular por
+sus chistes y agudezas, y que era el amanuense de Rodil.
+
+El general Canterac (que tan tristemente murió en 1835 al apaciguar en
+Madrid un motín de cuartel) fué comisionado por el virrey conde de los
+Andes para celebrar el tratado de Ayacucho, y en él se estipuló la
+inmediata entrega de los castillos. Al recibir Rodil la carta u oficio
+en que Canterac le transcribía el artículo de capitulación concerniente
+al Callao, exclamó furioso:--¡Canario! Que capitulen ellos que se
+dejaron derrotar, y no yo. ¿Abogaderas conmigo? Mientras tenga pólvora y
+balas, no quiero dimes ni diretes con esos p...ícaros insurgentes.
+
+
+II
+
+Durante el sitio disparó sobre el campamento de Bellavista, ocupado por
+los patriotas, 9.553 balas de cañón, 454 bombas, 908 granadas, y 34.713
+tiros de metralla, ocasionando a los sitiadores la muerte de siete
+oficiales y ciento dos individuos de tropa, y seis oficiales y sesenta y
+dos soldados heridos. Los patriotas, por su parte, no anduvieron cortos
+en la respuesta, y lanzaron sobre las fortalezas 20.327 balas de cañón,
+317 bombas e incalculable cantidad de metralla.
+
+Al principiarse el sitio contaba Rodil en los castillos una guarnición
+de 2.800 soldados, y el día de la capitulación sólo tuvo 376 hombres en
+estado de manejar un arma. El resto había sucumbido al rigor de la peste
+y de las balas republicanas. En las calles del Callao, donde un año
+antes pasaban de 8.000 los asilados o partidarios del rey, apenas si
+llegaban a 700 almas las que presenciaron el desenlace del sitio. Según
+García Camba, fueron 6.000 las víctimas del escorbuto y 767 los que
+murieron combatiendo.
+
+En los primeros meses del sitio, Rodil expulsó de la plaza 2.389
+personas. El gobierno de Lima resolvió no admitir más expulsados, y
+vióse el feroz espectáculo de infelices mujeres que no podían pasar al
+campamento de Miranaves ni volver a la plaza, porque de ambas partes se
+las rechazaba a balazos. Las desventuradas se encontraban entre dos
+fuegos y sufriendo angustias imposibles de relatarse por pluma humana.
+He aquí lo que sobre este punto dice Rodil en el curioso manifiesto que
+publicó en España, sin alcanzar ciertamente a disculpar un hecho ajeno a
+todo sentimiento de humanidad.
+
+«Yo, que necesitaba aminorar la población para suspender consumos que no
+podían reponerse, mandé que los que no pudieran subsistir con sus
+provisiones o industria saliesen del Callao. Esta orden fué cumplida con
+prudencia, con pausa y con buen éxito. La noticia de los primeros que
+emigraron fué animando a los que carecían de recursos para vivir en la
+población, y en cuatro meses me descargué de 2.389 bocas inútiles. Los
+enemigos, a la decimocuarta emigración de ellas, entendieron que su
+conservación me sería nociva, y tentaron no admitirlas con esfuerzo
+inhumano. Yo las repelí decisivamente».
+
+Inútil es hacer sobre estas líneas apreciaciones que están en la
+conciencia de todos los espíritus generosos. Si indigna hasta la
+barbarie y ajena del carácter compasivo de los peruanos fué la conducta
+del sitiador, no menos vituperable encontrará el juicio de la historia
+la conducta del gobernador de la plaza.
+
+Rodil estaba resuelto a prolongar la resistencia; pero su coraje desmayó
+cuando, en los primeros días de enero de 1826, se vió abandonado por su
+íntimo amigo el comandante Ponce de León, que se pasó a las filas
+patriotas, y por el comandante Riera, gobernador del castillo de San
+Rafael, quien entregó esta fortaleza a los republicanos. Ambos poseían
+el secreto de las minas que debían hacer explosión cuando los patriotas
+emprendiesen un asalto formal. Ellos conocían en sus manores detalles
+todo el plan de defensa imaginado por el impertérrito brigadier. La
+traición de sus amigos y tenientes había venido a hacer imposible la
+defensa.
+
+El 11 de enero se dió principio a los tratados que terminaron con la
+capitulación del 23, honrosa para el vencido y magnánima para el
+vencedor.
+
+Las banderas de los regimientos Infante don Carlos y Arequipa, cuerpos
+muy queridos para Rodil, le fueron concedidas para que se las llevase a
+España. De las nueve banderas españolas tomadas en el Callao, dispuso el
+general La Mar que una se enviase al gobierno de Colombia, que cuatro se
+guardasen en la Catedral de Lima, y las otras cuatro en el templo de
+Nuestra Señora de las Mercedes, patrona de las armas peruanas.
+
+¿Se conservan tan preciosas reliquias? Ignoro, lector, el contenido de
+la pregunta.
+
+
+III
+
+Vuelto Rodil a su patria, lo trataron sus paisanos con especial
+distinción; y fué el único, de los que militaron en el Perú, a quien no
+aplicaron el epíteto de _ayacucho_ con que se bautizó en España a los
+amigos políticos de Espartero. Rodil figuró, y en altísima escala, en la
+guerra civil de cristinos y carlistas; y como no nos hemos propuesto
+escribir una biografía de este personaje, nos limitaremos a decir que
+obtuvo los cargos más importantes y honoríficos. Fué general en jefe del
+ejército que afianzó sobre las sienes de doña María de la Gloria la
+corona de Portugal. Tuvo después el mando del ejército que defendió los
+derechos de Isabel II al trono de España, aunque le asistió poca fortuna
+en las operaciones militares de esta lucha, que sólo terminó cuando
+Espartero eclipsó el prestigio de Rodil.
+
+Fué virrey de Navarra, marqués de Rodil y sucesivamente capitán general
+de Extremadura, Valencia, Aragón y Castilla la Nueva, diputado a Cortes,
+ministro de la Guerra, presidente del Consejo de ministros, senador de
+la Alta Cámara, prócer del reino, caballero de collar y placa de la
+orden de la Torre y Espada, gran cruz de las de Isabel la Católica y
+Carlos III, y caballero con banda de las de San Fernando y San
+Hermenegildo. Entre él y Espartero existió siempre antagonismo político
+y aun personal, habiendo llegado a extremo tal que, en 1845, siendo
+ministro el duque de la Victoria, hizo juzgar a Rodil en consejo de
+guerra y lo exoneró de sus empleos, honores, títulos y condecoraciones.
+Al primer cambio de tortilla, a la caída de Espartero, el nuevo
+ministerio amnistió a Rodil, devolviéndole su clase de capitán general y
+demás preeminencias.
+
+El marqués de Rodil no volvió desde entonces a tomar parte activa en la
+política española, y murió en 1861.
+
+Espartero murió en enero de 1879, de más de ochenta años de edad.
+
+
+IV
+
+Desalentados los que acompañaban a Rodil y convencidos de la esterilidad
+de esfuerzos y sacrificios, se echaron a conspirar contra su jefe. Clara
+idea del estado de ánimo de los habitantes del castillo puede dar este
+pasquín:
+
+_Como estuvimos estamos,_
+_como estamos estaremos,_
+_enemigos sí tenemos_
+_y amigos... los esperamos._
+
+El presidente marqués de Torre-Tagle y su vicepresidente don Diego
+Aliaga, los condes de San Juan de Lurigancho, de Castellón y de Fuente
+González, y otros personajes de la nobleza colonial, habían muerto
+víctimas del escorbuto y de la disentería que se desarrollan en toda
+plaza mal abastecida. Los oficiales y tropa, estaban sometidos a ración
+de carne de caballo, y sobrándoles el oro a los sitiados, pagaban a
+precios fabulosos un panecillo o una fruta. El marqués de Torre-Tagle,
+moribundo ya del escorbuto, consiguió tres limones ceutíes en cambio de
+otros tantos platillos de oro macizo, y llegó época en que se vendieron
+ratas como manjar delicioso.
+
+Por otra parte, las cartas y proclamas de los patriotas penetraban
+misteriosamente en el Callao alentando a los conspiradores. Hoy
+descubría Rodil una conspiración, e inmediatamente, sin fórmulas ni
+proceso, mandaba fusilar a los comprometidos, y mañana tenía que repetir
+los castigos de la víspera. Encontrando muchas veces un traidor en aquel
+que más había alambicado antes su lealtad a la causa del rey, pasó Rodil
+por el martirio de desconfiar hasta del cuello de su camisa.
+
+Las mujeres encerradas en el Callao eran las que más activamente
+conspiraban. Los soldados del general Salom llegaban de noche hasta
+ponerse a tiro de fusil, y gritaban:
+
+--A Lima, muchachas, que la patria engorda y da colores--palabras que
+eran una apetitosa promesa para las pobres hijas de Eva, a quienes el
+hambre y la zozobra traían escuálidas y ojerosas.
+
+
+V
+
+A pesar de los frecuentes fusilamientos no desaparecía el germen de
+sedición, y vino día en que almas del otro mundo se metieron a
+revolucionarias. ¡No sabían las pobrecitas que don Ramón Rodil era
+hombre para habérselas tiesas con el purgatorio entero!
+
+Fué el caso que una mañana encontraron privados de sentido, y echando
+espumarajos por la boca, a dos centinelas de un bastión o lienzo de
+muralla fronterizo a Bellavista. Eran los tales dos gallegos crudos,
+mozos de letras gordas y de poca sindéresis, tan brutos como valientes,
+capaces de derribar a un toro de una puñada en el testuz y de clavarle
+una bala en el hueso palomo al mismísimo gallo de la Pasión; pero los
+infelices eran hombres de su época, es decir, supersticiosos y fanáticos
+hasta dejarlo de sobra.
+
+Vueltos en sí, declaró uno de ellos que, a la hora en que Pedro negó al
+Maestro, se le apareció como vomitado por la tierra un franciscano con
+la capucha calada, y que con aquella voz gangosa que diz que se estila
+en el otro barrio le preguntó:--¡Hermanito! ¿Pasó la monja?
+
+El otro soldado declaró, sobre poco más o menos, que a él se le había
+aparecido una mujer con hábito de monja clarisa, y díchole:--¡Hermanito!
+¿Pasó el fraile?
+
+Ambos añadieron que no estando acostumbrados a hablar con gente de la
+otra vida, se olvidaron de la consigna y de dar el quién vive, porque la
+carne se les volvió de gallina, se les erizó el cabello, se les atravesó
+la palabra en el galillo y cayeron redondos como troncos.
+
+Don Ramón Rodil, para curarlos de espanto, les mandó aplicar carrera de
+baquetas.
+
+El castellano del Real Felipe, que no tragaba rueda, de molino ni se
+asustaba con duendes ni demonios coronados, dióse a cavilar en los
+fantasmas, y entre ceja y ceja se le encajó la idea de que aquello
+trascendía de a legua a embuchado revolucionario. Y tal maña dióse y a
+tales expedientes recurrió, que ocho días después sacó en claro que
+fraile y monja no eran sino conspiradores de carne y hueso, que se
+valían del disfraz para acercarse a la muralla y entablar por medio de
+una cuerda cambio de cartas con los patriotas.
+
+Era la del alba, cuando Rodil en persona ponía bajo sombra, en la
+casamata del castillo, una docena de sospechosos, y a la vez mandaba
+fusilar al fraile y a la monja, dándoles el hábito por mortaja.
+
+Aunque a contar de ese día no han vuelto fantasmas a peregrinar o correr
+aventuras por las murallas del hoy casi destruido Real Felipe, no por
+eso el pueblo, dado siempre a lo sobrenatural y maravilloso, deja de
+creer a pies juntillas que el fraile y la monja vinieron al Callao en
+tren directo y desde el país de las calaveras, por el solo placer de dar
+un susto mayúsculo al par de tagarotes que hacía centinela en el bastión
+del castillo.
+
+
+
+
+POR BEBER UNA COPA DE ORO
+
+
+El pueblo de Tintay, situado sobre una colina del Pachachaca, en la
+provincia de Aymaraes, era en 1613 cabeza de distrito de Colcabamba.
+Cerca de seis mil indios habitaban el pueblo, de cuya importancia
+bastará a dar idea el consignar que tenía cuatro iglesias.
+
+El cacique de Tintay cumplía anualmente por enero con la obligación de
+ir al Cuzco, para entregar al corregidor los tributos colectados, y su
+regreso era celebrado por los indios con tres días de ancho jolgorio.
+
+En febrero de aquel año volvió a su pueblo el cacique muy quejoso de las
+autoridades españolas, que lo habían tratado con poco miramiento. Acaso
+por esta razón fueron más animadas las fiestas; y en el último día,
+cuando la embriaguez llegó a su colmo, dió el cacique rienda suelta a su
+enojo con estas palabras:
+
+--Nuestros padres hacían sus libaciones en copas de oro, y nosotros,
+hijos degenerados, bebemos en tazas de barro. _Los viracochas_ son
+señores de lo nuestro, porque nos hemos envilecido hasta el punto de que
+en nuestras almas ha muerto el coraje para romper el yugo. Esclavos,
+bailad y cantad al compás de la cadena. Esclavos, bebed en vasos toscos,
+que los de fino metal no son para vosotros.
+
+El reproche del cacique exaltó a los indios, y uno de ellos, rompiendo
+la vasija de barro que en la mano traía, exclamó:
+
+--¡Que me sigan los que quieran beber en copa de oro!
+
+El pueblo se desbordó como un río que sale de cauce, y lanzándose sobre
+los templos, se apoderó de los calices de oro destinados para el santo
+sacrificio.
+
+El cura de Tintay, que era un venerable anciano, se presentó en la
+puerta de la iglesia parroquial con un crucifijo en la mano, amonestando
+a los profanadores e impidiéndoles la entrada. Pero los indios,
+sobreexcitados por la bebida, lo arrojaron al suelo, pasaron sobre su
+cuerpo, y dando gritos espantosos penetraron en el santuario.
+
+Allí, sobre el altar mayor y en el sagrado cáliz, cometieron sacrilegas
+profanaciones.
+
+Pero en medio de la danza y la algazara, la voz del ministro del
+Altísimo vibró tremenda, poderosa, irresistible, gritándoles:
+
+--¡Malditos! ¡Malditos! ¡Malditos!
+
+La sacrílega orgía se prolongó hasta media noche, y al fin, rendidos de
+cansancio, se entregaron al sueño los impíos.
+
+Con el alba despertaron muchos sintiendo las angustias de una sed
+devoradora, y sus mujeres e hijos salieron a traer agua de los arroyos
+vecinos.
+
+¡Poder de Dios! Los arroyos estaban secos.
+
+Hoy (1880) es Tintay una pobre aldea de sombrío aspecto, con trescientos
+cuarenta y cuatro vecinos, y sus alrededores son de escasa vegetación.
+El agua de sus arroyos es ligeramente salobre y malsana para los
+viajeros.
+
+Entre las ruinas, y perfectamente conservada, encontróse en 1804 una
+efigie del Señor de la Exaltación, a cuya solemne fiesta concurren el 14
+de septiembre los creyentes de diez leguas a la redonda.
+
+
+
+
+UNA EXCOMUNION FAMOSA
+
+
+I
+
+Tiempos de fanatismo religioso fueron sin duda aquellos en que, por su
+majestad don Felipe II, gobernaba estos reinos del Perú don Andrés
+Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete y montero mayor del rey. Y no lo
+digo por la abundancia de fundaciones, ni por la suntuosidad de las
+fiestas, ni porque los ricos dejasen su fortuna a los conventos,
+empobreciendo con ello a sus legítimos herederos, ni porque, como lo
+pensaban los conquistadores, todo crimen e inmundicia que hubiera sobre
+la conciencia se lavaba dejando en el trance del morir, un buen legado
+para misas, sino porque la Iglesia había dado en la flor de tomar cartas
+en todo y para todo, y por un quítate allá esas pajas le endilgaba al
+prójimo una excomunión mayor que lo volvía tarumba.
+
+Sin embargo de que era frecuente el espectáculo de enlutar templos y
+apagar candelas, nuestros antepasados se impresionaban cada vez más con
+el tremendo aparato de las excomuniones. En algunas de mis leyendas
+tradicionales he tenido oportunidad de hablar más despacio sobre muchas
+de las que se fulminaron contra ladrones sacrílegos y contra alcaldes y
+gente de justicia que, para apoderarse de un delincuente, osaron violar
+la santidad del asilo en las iglesias. Pero todas ellas son chirinola y
+cháchara celeste, parangonadas con una de las que el primer arzobispo de
+Lima don fray Jerónimo de Loayza lanzó en 1561. Verdad es que su señoría
+ilustrísima no anduvo nunca parco en esto de entredichos, censuras y
+demás actos terroríficos, como lo prueba el hecho de que antes de que la
+Inquisición viniera a establecerse por estos trigales, el señor Loayza
+celebró tres autos de fe. Otra prueba de mi aseveración es que amenazó
+con ladrillazo de Roma (nombre que daba el pueblo español a las
+excomuniones) al mismo _sursum corda_, es decir, a todo un virrey del
+Perú. He aquí el lance:
+
+Cuéntase que cuando el virrey don Fernando de Toledo vino de España,
+trajo como capellán de su casa y persona a un clérigo un tanto
+ensimismado, disputador y atrabiliario, al cual el arzobispo creyó
+oportuno encarcelar, seguir juicio y sentenciar a que regresase a la
+metrópoli. El virrey puso el grito en el cielo y dijo, en un arrebato de
+cólera: que si su capellán iba desterrado, no haría el viaje solo, sino
+acompañado del fraile arzobispo. Súpolo éste, que faltar no podía
+oficioso que con el chisme fuese, y diz que su excelencia amainó tan
+luego como tuvo aviso de que el arzobispo había tenido reunión de
+teólogos y que, como resultado de ello, traía el ceño fruncido y se
+estaban cosiendo en secreto bayetas negras. El cleriguillo, abandonado
+por su padrino el virrey, marchó a España bajo partida de registro.
+
+Pero la excomunión que ha puesto por hoy la péñola en mis manos es
+excomunión mayúscula y, por ende, merece capítulo aparte.
+
+
+II
+
+El decenio de 1550 a 1560 pudo dar en el Perú nombre a un siglo que
+llamaríamos sin empacho el siglo de las gallinas, del pan, del vino, del
+aceite y de los pericotes. Nos explicaremos.
+
+Sábese, por tradición, que los indios bautizaron a las gallinas con el
+nombre de _hualpa_, sincopando el de su último inca Atahualpa. El padre
+Blas Valera (cuzqueño) dice que cuando cantaban los gallos, los indios
+creían que lloraban por la muerte del _inca_, por lo cual llamaron al
+gallo _hualpa_. El mismo cronista refiere que durante muchos años no se
+pudo lograr que las gallinas españolas empollasen en el Cuzco, lo que se
+conseguía en los valles templados. En cuanto a los pavos, fueron traídos
+de México.
+
+Garcilaso, Zárate, Gómara y muchos historiadores y cronistas dicen que
+fué por entonces cuando doña María de Escobar, esposa del conquistador
+Diego de Chávez, trajo de España medio almud de trigo que repartió a
+razón de veinte o treinta granos entre varios vecinos. De las primeras
+cosechas enviaron algunas fanegas a Chile y otros pueblos de la América.
+
+Casi con la del trigo coincidió la introducción de los pericotes o
+ratones en un navío que, por el estrecho de Magallanes, vino al Callao.
+Los indios dieron a esta plaga de dañinos inmigrantes el nombre de
+_hucuchas_, que significa salidos del mar. Afortunadamente el español
+Montenegro había traído gatos en 1537 y es fama que don Diego de Almagro
+le compró uno en seiscientos pesos. Los naturales no alcanzando a
+pronunciar bien el _mizmiz_ de los castellanos, los llamaron _michitus_.
+
+Y aquí, por vía de ilustración, apuntaremos que en los primeros veinte
+años de la conquista el precio mínimo de un caballo era de cuatro mil
+pesos, trescientos el de una vaca, quinientos pesos el de un burro,
+doscientos el de un cerdo, cien el de una cabra o de una oveja, y por un
+perro se daban sumas caprichosas. En la víspera de la batalla de
+Chuquinga ofreció un rico capitán a un soldado diez mil pesos por su
+caballo, propuesta que el dueño rechazó con indignación,
+diciendo:--Aunque no poseo un maravedí, estimo a mi compañero más que a
+los tesoros de Potosí.
+
+Habiendo gran escasez de vino, a punto tal que en 1555 se vendía la
+arroba en quinientos pesos, Francisco Carabantes trajo de las Canarias
+los primeros sarmientos de uva negra que se plantaron en el Perú. En el
+pago de Tacaraca, en Ica (escribía Córdova y Urrutia en 1840) existe hoy
+una viña de uva negra, que se asegura ser una de las plantadas por
+Carabantes, la cual da hasta ahora muy buena cosecha. ¡Injusticias
+humanas! Los borrachos bendicen siempre al padre Noé, que plantó las
+viñas, y no tienen una palabra de gratitud para Carabantes, que fué el
+Noé de nuestra Patria.
+
+Obtenido pan y vino, hacía falta el aceite. Probablemente lo pensó así
+don Antonio de Ribera, y al embarcarse en Sevilla en 1559 cuidó meter a
+bordo cien estacas de olivos.
+
+Don Antonio de Ribera fué, en Lima, persona de mucho viso; como que
+tenía escudo de armas en el que había pintado dos lobos con dos lobeznos
+en campo de oro. Casado con la viuda de Francisco Martín de Alcántara,
+hermano materno del marqués Pizarro, y que murió a su lado
+defendiéndolo, trájole ésta pingüe dote. Tomó gran participación en las
+guerras civiles de los conquistadores, y después de la rebeldía de Girón
+marchó a España en 1557 con el nombramiento de procurador del Perú.
+
+Ribera fué dueño de la espaciosa huerta que conocemos, en Lima, con el
+nombre de _Huerta perdida_. Poseía una fortuna de trescientos mil duros,
+adquirida haciendo vender por sus _mitayos_ higos, melones, naranjas,
+pepinos, duraznos y demás frutas desconocidas hasta entonces en el Perú.
+La primera granada que se produjo en Lima fué paseada en procesión en
+las andas en que iba el Santísimo Sacramento, y dicen que era de
+fenomenal tamaño.
+
+Desgraciadamente para Ribera, la navegación, llena de peligros y
+contratiempos, duró nueve meses, y a pesar de sus precauciones se
+encontró al pisar tierra con que sólo tres de las estacas podían
+aprovecharse, pues las demás no servían sino para avivar una hoguera.
+
+Dióse a cultivarlas con grande ahinco, cuidándolas más que a sus talegas
+de duros; y eso que su reputación de avaro era piramidal. Y para que ni
+un instante escapasen a su vigilancia, plantó las tres estacas en un
+jardinillo bien murado y resguardado por dos negros colosales y una
+jauría de perros bravos.
+
+Pero fíese usted de murallas como las de Pekín, en gigantes como
+Polifemo y en canes como el Cerbero, y estará más fresco que una
+horchata de chufas. Las dichosas estacas tenían más enamorados que
+muchacha bonita y ya se sabe que para hombres que se apasionan del bien
+ajeno, sea hija de Eva o cosa que valga la pena, no hay obstáculo exento
+de atropello.
+
+Una mañana levantóse don Antonio con el alba. No había podido cerrar los
+párpados en toda la santa noche. Tenía la corazonada, el presentimiento
+de una gran desgracia.
+
+Después de santiguarse, y en chanclas y envuelto en el capote, se
+dirigió al jardinillo; y el corazón le dio tan gran vuelco que casi se
+le escapa por la boca junto con el taco redondo que lanzó.
+
+--¡Canario! ¡Me han robado!
+
+Y cayó al suelo presa de un accidente.
+
+En efecto, había desaparecido una de las tres estacas.
+
+Aquel día Ribera derrengó a palos media jauría de perros, y el látigo
+anduvo bobo entre los pobres esclavos, que a su merced se le había
+subido la cólera al campanario.
+
+Cansado de castigos y de pesquisas y viendo que sus afanes no daban
+fruto, se acerco al arzobispo, que era muy su amigo, y lo informó de su
+gran desventura, al lado de la cual los trabajos de Job eran can-can y
+zanguaraña.
+
+Pero no es cuento, lectores míos, sino muy auténtico, lo que sucedió, y
+así se lo dirá a ustedes el primer cronista que hojeen.
+
+Aquel día las campanas clamorearon como nunca; y por fin, después de
+otras imponentes ceremonias de rito, el ilustrísimo señor arzobispo
+fulminó excomunión mayor contra el ladrón de la estaca.
+
+Pero ni por ésas.
+
+El ladrón sería algún descreído o _espirt fort_, de esos que pululan en
+este siglo del gas y del vapor, pensará el lector.
+
+Pues se lleva un chasco de marca.
+
+En aquellos tiempos una excomunión pesaba muchas toneladas en la
+conciencia.
+
+
+III
+
+Tres años transcurrieron y la estaca no parecía.
+
+Verdad es que ni pizca de falta le hacía a Ribera, quien tuvo la fortuna
+de ver multiplicados los dos olivos que le dejara el ladrón y disponía
+ya de estacas para vender y regalar. Presumo que los famosos olivares de
+Camaná, tierra clásica por sus aceitunas y por otras cosas que
+prudentemente me callo, pues no quiero andar al rodapelo con los
+camanejos, tuvieron por fundador un retoño de la _Huerta perdida_.
+
+Un día presentóse al arzobispo, con cartas de recomendación, un
+caballero recién llegado en un navío que, con procedencia de Valparaíso,
+había dado fondo en el Callao; y bajo secreto de confesión le reveló que
+él era el ladrón de la celebérrima estaca, la cual había llevado con
+gran cautela a su hacienda de Chile, y que, no embargante la excomunión,
+la estaca se había aclimatado y convertidose en un famoso olivar.
+
+Como la cosa pasó bajo secreto de confesión, no me creo autorizado para
+poner en letras de imprenta el nombre del pecador, tronco de una muy
+respetable y acaudalada familia de la república vecina.
+
+Todo lo que puedo decirte, lector, es que el comején de la excomunión
+traía en constante angustia a nuestro hombre. El arzobispo convino en
+levantarsela, pero imponiéndole la penitencia de restituir la estaca con
+el mismo misterio que se la había llevado.
+
+¿Cómo se las compuso el excomulgado? No sabré decir más sino que una
+mañana, al visitar don Antonio su jardincillo, se encontró con la
+viajera, y al pie de ella un talego de a mil duros con un billete sin
+firma, en que se le pedía cristianamente un perdón que él acordó, con
+tanta mejor voluntad cuanto que le caían de las nubes muy relucientes
+monedas.
+
+El hospital de Santa Ana, cuya fábrica emprendía entonces el arzobispo
+Loayza, recibió también una limosna de dos mil pesos, sin que nadie, a
+excepción del ilustrísimo, supiera el nombre del caritativo.
+
+Lo positivo es que quien ganó con creces en el negocio fué don Antonio
+de Ribera.
+
+En Sevilla la estaca le había costado media peseta.
+
+
+IV
+
+A la muerte del comendador don Antonio de Ribera, del hábito de
+Santiago, su viuda, doña Inés Muñoz, fundó en 1573 el monasterio de la
+Concepción, tomando en él el velo de monja y dejándole su inmensa
+fortuna.
+
+El retrato de doña Inés Muñoz de Ribera se encuentra aún en el
+presbiterio de la iglesia, y sobre su sepulcro se lee:
+
+_Este cielo animado en breve esfera_
+_depósito es de un sol que en él reposa,_
+_el sol de la gran madre y generosa_
+_doña Inés de Muñoz y de Ribera._
+_Fué de Ana-Cuenca encomendera,_
+_de don Antonio de Ribera esposa,_
+_de aquel que tremoló con mano airosa_
+_del Alférez Real la real bandera._
+
+
+
+
+ACEITUNA, UNA
+
+
+Acabo de referir que uno de los tres primeros olivos que se plantaron en
+el Perú fué reivindicado por un prójimo chileno, sobre el cual recayó
+por el hurto nada menos que excomunión mayor, recurso terrorífico merced
+al cual, años más tarde, restituyó la robada estaca, que a orillas del
+Mapocho u otro río fuera fundadora de un olivar famoso.
+
+Cuando yo oía decir aceituna, una, pensaba que la frase no envolvía
+malicia o significación, sino que era hija del diccionario de la rima o
+de algún quídam que anduvo a caza de ecos y consonancias. Pero ahí verán
+ustedes que la erré de medio a medio, y que si aquella frase como esta
+otra: _aceituna, oro es una, la segunda plata y la tercera mata_, son
+frases que tienen historia y razón de ser.
+
+Siempre se ha dicho por el hombre que cae generalmente en gracia o que
+es simpático: _Este tiene la suerte de las aceitunas_, frase de
+conceptuosa profundidad, pues las aceitunas tienen la virtud de no
+gustar ni disgustar a medias, sino por entero. _Llegar a las aceitunas_
+era también otra locución con que nuestros abuelos expresaban que había
+uno presentádose a los postres en un convite, o presenciado sólo el
+final de una fiesta. _Aceituna zapatera_ llamaban a la oleosa que había
+perdido color y buen sabor y que, por falta de jugo, empieza a
+encogerse. Así decían por la mujer hermosa a quien los años o los
+achaques empiezan a desmejorar:--Estás, hija, hecha una aceituna
+zapatera--. Probablemente los cofrades de San Crispín no podían consumir
+sino aceitunas de desecho.
+
+Cuentan varios cronistas, y citaré entre ellos al padre Acosta, que es
+el que más a la memoria me viene, que a los principios, en los grandes
+banquetes, y _por mucho regalo y magnificencia_, se obsequiaba a cada
+comensal con una aceituna. El dueño del convite, como para disculpar una
+mezquindad que en el fondo era positivo lujo, pues la producción era
+escasa y carísima, solía decir a sus convidados: _caballeros, aceituna,
+una_. Y así nació la frase.
+
+Ya en 1565 y en la huerta de don Antonio de Ribera, se vendían cuatro
+aceitunas por un real. Este precio permitía a su anfitrión ser
+rumboroso, y desde ese año eran tres las aceitunas asignadas por cada
+cubierto.
+
+Sea que opinasen que la buena crianza exige no consumir toda la ración
+del plato, o que el dueño de la casa dijera, agradeciendo el elogio que
+hicieran de las oleosas: _aceituna, oro es una, dos son plata y la
+tercera mata_, ello es que la conclusión de la coplilla daba en qué
+cavilar a muchos cristianos que, después de masticar la primera y
+segunda aceituna, no se atrevían con la última, que eso habría
+equivalido a suicidarse a sabiendas. Si la tercera mata, dejémosla estar
+en el platillo y que la coma su abuela.
+
+Andando los tiempos vinieron los de _ño Cerezo_, el aceitunero del
+Puente, un vejestorio que a los setenta años de edad dió pie para que le
+sacasen esta ingeniosa y epigramática redondilla:
+
+_Dicen por ahí que Cerezo_
+_tiene encinta a su mujer._
+_Digo que no puede ser,_
+_porque no puede ser eso._
+
+Como iba diciendo, en los tiempos de Cerezo era la aceituna inseparable
+compañera de la copa de aguardiente; y todo buen peruano hacía ascos a
+la cerveza, que para amarguras bastábanle las propias. De ahí la frase
+que se usaba en los días de San Martín y Bolívar para tomar las _once_
+(hoy se dice _lunch_, en gringo):--Señores, vamos a remojar una
+aceitunita.
+
+Y ¿por qué--preguntará alguno--llamaban los antiguos las _once_, al
+acto de echar después de mediodía, un remiendo al estómago? ¿Por qué?
+
+  _Once las letras son del_ aguardiente.
+_Ya lo sabe el curioso impertinente._
+
+Gracias a Dios que hoy nadie nos ofrece ración tasada y que hogaño nos
+atracamos de aceitunas sin que nos asusten frases. ¡Lo que va de tiempo
+a tiempo!
+
+Hoy también se dice: _aceituna, una; mas si es buena, una docena_.
+
+
+
+
+OFICIOSIDAD NO AGRADECIDA
+
+
+Cuentan las crónicas, para probar que el arzobispo Loayza tenía sus
+ribetes de mozón, que en Lima había un clérigo extremadamente avaro, que
+usaba sotana, manteo, alzacuello y sombrero tan raídos, que hacía años
+pedían a grito herido inmediato reemplazo. En arca de avariento, el
+diablo está de asiento, como reza el refrán.
+
+Su ilustrísima, que porfiaba por ver a su clero vestido con decencia,
+llamóle un día y le dijo:
+
+--Padre Godoy, tengo una necesidad y querría que me prestase una barrita
+de plata.
+
+El clérigo, que aspiraba a canonjía, contestó sin vacilar:
+
+--Eso, y mucho más que su ilustrísima necesite, está a su disposición.
+
+--Gracias. Por ahora me basta con la barrita, y Ribera, mi mayordomo,
+irá por ella esta tarde.
+
+Despidióse el avaro contentísimo por haber prestado un servicio al señor
+Loayza, y viendo en el porvenir, por vía de réditos, la canonjía
+magistral cuando menos.
+
+Ocho días después volvía Ribera a casa del padre Godoy, llevando un
+envoltorio bajo el brazo, y le dijo:
+
+--De parte de su ilustrísima le traigo estas prendas.
+
+El envoltorio contenía una sotana de chamalote de seda, un manteo de
+paño de Segovia, un par de zapatos con hebilla dorada, un alzacuello de
+crin y un sombrero de piel de vicuña.
+
+El padre Godoy brincó de gusto, vistióse las flamantes prendas, y
+encaminóse al palacio arzobispal a dar las gracias a quien con tanta
+liberalidad lo aviaba, pues presumía que aquello era un agasajo o
+angulema del prelado agradecido al préstamo.
+
+Nada tiene que agradecerme, padre Godoy--le dijo el arzobispo.--Véase
+con mi mayordomo para que le devuelva lo que haya sobrado de la barrita;
+pues como usted no cuidaba de su traje, sin duda porque no tenía tiempo
+para pensar en esa frivolidad, yo me he encargado de comprárselo con su
+propio dinero. Vaya con Dios y con mi bendición.
+
+Retiróse mohino el padre, fuése donde Ribera, ajustó con él cuentas, y
+halló que el chamalote y el paño importaban un dineral, pues el
+mayordomo había pagado sin regatear.
+
+Al otro día, y después de echar cuentas y cuentas para convencerse de
+que en el traje habrían podido economizarse dos o tres duros, volvió
+Godoy donde el arzobispo y le dijo:
+
+--Vengo a pedir a su ilustrísima una gracia.
+
+--Hable, padre, y será servido a pedir de boca.
+
+--Pues bien, ilustrísimo señor. Ruégole que no vuelva a tomarse el
+trabajo de vestirme.
+
+
+
+
+EL ALMA DE FRAY VENANCIO
+
+
+Allá por la primera mitad del anterior siglo no se hablaba en Lima sino
+del alma de un padre mercedario que vino del otro mundo, no sé si en
+coche, navío o _pedibus andando_, con el expreso destino de dar un susto
+de los gordos a un comerciante de esta tierra. Aquello fué tan popular
+como la procesión de ánimas de San Agustín, el encapuchado de San
+Francisco, la monja sin cabeza, el coche de Zavala, el alma de
+Gasparito, la mano peluda de no sé qué calle, el perro negro de la
+plazuela de San Pedro, la viudita del cementerio de la Concepción, los
+duendes de Santa Catalina y demás paparruchas que nos contaban las
+abuelas, haciéndonos tiritar de miedo y rebujarnos en la cama.
+
+De buena gana querría dar hoy a mis lectores algo en que no danzasen
+espíritus del otro barrio, aunque tuviera que echar mano de la historia
+de los hijos de Noé, que fueron cinco, y se llamaron Bran, Bren, Brin,
+Bron, Brun, como dicen las viejas. Pero es el caso que una niña, muy
+guapa y muy devota a la vez, me ha pedido que ponga en letras de molde
+esta conseja, y ya ven ustedes que no hay forma de esquivar el
+compromiso.
+
+  _¡Ay, que se quema! ¡Ay, que se abrasa_
+_el ánima que está en pena!_
+
+era el estribillo con que el sacristán de la parroquia de San Marcelo
+pedía limosna para las benditas ánimas del purgatorio, a lo cual
+contestaba siempre algún chusco completando la redondilla:
+
+_que se queme en hora buena,_
+_que yo me voy a mi casa._
+
+
+I
+
+El padre Venancio y el padre Antolín se querían tan entrañablemente como
+dos hermanos, se entiende como dos hermanos que saben quererse y no
+andan al morro por centavo más o menos de la herencia.
+
+En el mismo día habían entrado en el convento, juntos pasaron el
+noviciado y el mismo obispo les confirió las sagradas órdenes.
+
+Eran, digámoslo así, Damón y Pithias tonsurados, Orestes y Pílades con
+cerquillo.
+
+No pasaron ciertamente por frailes de gran ciencia, ni lucieron sermones
+gerundianos, ni alcanzaron sindicato, procuración o pingüe capellanía, y
+ni siquiera dieron que hablar a la murmuración con un escándalo
+callejero o una querella capitular.
+
+Jamás asistieron a lidia de toros, ni después de las ocho de la noche se
+les encontró barriendo con los hábitos las aceras de la ciudad. ¡Vamos!
+¡Cuando yo digo que sus reverencias eran unos benditos!
+
+Eran dos frailes de poco meollo, de ninguna enjundia, modestos y de
+austeras costumbres; como quien dice, dos frailes de misa y olla, y pare
+usted de contar.
+
+Pero ni en la santidad del claustro hay espíritu tranquilo, y aunque no
+mundana, sino muy ascética, fray Venancio tenía una preocupación
+constante.
+
+Los dominicos, agustinos, franciscanos y hasta juandedianos y barbones o
+belethmitas ostentaban con orgullo, en su primer claustro, las
+principales escenas de la vida de sus santos patrones, pintadas en
+lienzos que, a decir verdad, no seducen por el mérito de sus pinceles.
+
+¡Qué vergüenza! Los mercedarios no adornaban su claustro con la vida de
+San Pedro Nolasco.
+
+Al pensar así, había en el ánima de nuestro buen religioso su puntita de
+envidia.
+
+Y esto era lo que le escarabajeaba a fray Venancio, y lo que hizo voto
+de realizar en pro del decoro de su comunidad.
+
+El padre Antolín, para quien el padre Venancio no tenía secretos, creyó
+irrealizable el propósito, pues los lienzos no los pintan ángeles, sino
+hombres que, como el abad, de lo que cantan yantan. Según el cálculo de
+ambos frailes, eran precisos diez mil duros por lo menos para la obra.
+
+El padre Venancio no se descorazonó, y contestó a su compañero que con
+fe y constancia se allanan imposibles y se realizan milagros. Y entre
+ellos no se volvió a hablar más del asunto.
+
+Pero el padrecito se echó pacientemente a juntar realejos, y cada vez
+que de las economías de su mesada conventual, alboroques, limosnas de
+misas y otros gajes alcanzaba a ver apiladas sesenta pulidas onzas de
+oro, íbase con gran cautela al portal de Botoneros y entraba en la
+tienda de don Marcos Guruceta, comerciante que gozaba de gran reputación
+de probidad, y que por ello era el banquero o depositario de los
+caudales de muchos prójimos.
+
+Y el depósito se realizaba sin que mediase una tira de papel; pues la
+honorabilidad del mercader, hombre que diariamente cumplía con el
+precepto, que comulgaba en las grandes festividades y que era mayordomo
+de una archicofradía, se habría ofendido si alguno le hubiese exigido
+recibo u otro comprobante. ¡Qué tiempos tan patriarcales! Haga usted hoy
+lo propio, y verá dónde le llega el agua.
+
+Sumaban ya seis mil pesos los entregados por fray Venancio, cuando una
+noche se sintió éste acometido de un violento cólico _miserere_,
+enfermedad muy frecuente en esos siglos, y al acudir fray Antolín
+encontró a su _alter ego_ con las quijadas trabadas y en la agonía. No
+pudo, pues, mediar entre ellos la menor confidencia, y fray Venancio fué
+al hoyo.
+
+El honrado comerciante, viendo que pasaban meses y meses sin que nadie
+le reclamase el depósito, llegó a encariñarse con él y a mirarlo como
+cosa propia. Pero a San Pedro Nolasco no hubo de parecerle bien quedarse
+sin lucir su gallardía en cuadro al óleo.
+
+
+II
+
+Y pasaron años de la muerte de fray Venancio.
+
+Dormía una noche tranquilamente el padre Antolín y despertó sobresaltado
+sintiendo una mano fría que se posaba en su frente.
+
+Un cerillo encendido bajo una imagen de la Virgen Protectora de Cautivos
+esparcía, en la celda, débiles y misteriosos reflejos.
+
+A la cabecera de la cama, y en una silla de vaqueta estaba sentado fray
+Venancio.
+
+--No te alarmes--dijo el aparecido--. Dios me ha dado licencia para
+venir a encomendarte un asunto. Ve mañana al mediodía al portal de
+Botoneros y pídele a don Marcos Guruceta seis mil pesos que le di a
+guardar, y que están destinados para poner en el primer claustro la vida
+de nuestro santo patrón.
+
+Y dicho esto, la visión desapareció.
+
+El padre Antolín se quedó como es de presumirse. Cosa muy seria es ésta
+de oír hablar a un difunto.
+
+Por la mañana se acercó nuestro asustado religioso al comendador de la
+orden y le refirió, sueño o realidad, lo que le había pasado.
+
+--Nada se pierde, hermano--contestó el superior--, con que vea a
+Guruceta.
+
+En efecto, mediodía era por filo cuando fray Antolín llegaba al
+mostrador del comerciante y le hacía el reclamo consabido. Don Marcos se
+subió al cerezo y díjole que era un fraile loco o trapalón.
+
+Retiróse mohino el comisionado; pero al llegar a la portería de su
+convento, salióle al encuentro un fraile en el cual reconoció a fray
+Venancio.
+
+--Y bien, hermano, ¿cómo te ha ido?
+
+--Malísimamente, hermano--contestó el interpelado--. Guruceta me ha
+tratado de visionario y embaucador.
+
+--¿Sí? Pues vuelve donde él y dile que, si no se allana a pagarte, voy
+yo mismo dentro de cinco minutos por mi plata.
+
+Fray Antolín regresó al portal, y al verlo don Marcos entrar por la
+puerta de la tienda, le dijo:
+
+--¿Vuelve usted a fastidiarme?
+
+--Nada de eso, señor Guruceta. Vengo a decirle que dentro de pocos
+instantes estará aquí fray Venancio en persona a entenderse con usted.
+Yo me he adelantado a esperarlo.
+
+Al oír estas palabras, y ante el aplomo con que fueron dichas,
+experimentó Guruceta una conmoción extraña, y decididamente temió tener
+que habérselas con un alma de la otra vida.
+
+--Que no se moleste en venir fray Venancio--dijo tartamudeando--. Es
+posible que, con tanto asunto como tengo en esta cabeza, haya olvidado
+que me dió dinero. Sea ello lo que fuere, pues el propósito es cristiano
+y yo muy devoto de San Pedro Nolasco, mande su paternidad un criado por
+las seis talegas.
+
+La religiosidad de los limeños suplió con limosnas y donativos la suma
+que faltaba para el pago de pintores, y un año después, en la festividad
+del patrón, se estrenaban los lienzos que conocemos.
+
+Tal es la tradición que, en su infancia, oyó contar el que esto escribe
+a fray León Fajardo, respetabilísimo sacerdote y comendador de la
+Merced.
+
+
+
+
+LA TRENZA DE SUS CABELLOS
+
+AL POETA ESPAÑOL DON TOMÁS RODRÍGUEZ RUBÍ, AUTOR DE UN DRAMA QUE LLEVA
+EL MISMO TÍTULO DE ESTA TRADICIÓN
+
+
+I
+
+_De cómo Mariquita Martínez no quiso que la llamasen Mariquita la
+pelona_
+
+Allá por los años de 1734 paseábase muy risueña por estas calles de
+Lima, Mariquita Martínez, muchacha como una perla, mejorando lo
+presente, lectora mía. Paréceme estar viendo, no porque yo la hubiese
+conocido, ¡qué diablos! (pues cuando ella comía pan de trigo, este
+servidor de ustedes no pasaba de la categoría de proyecto en la mente
+del Padre Eterno), sino por la pintura que de sus prendas y garabato
+hizo un coplero de aquel siglo, que por la pinta debió ser enamoradizo y
+andar bebiendo los vientos tras de ese pucherito de mixtura. Marujita
+era de esas limeñas que tienen más gracia andando que un obispo
+confirmado, y por las que dijo un poeta:
+
+  _Parece en Lima más clara_
+_la luz, que cuando hizo Dios_
+_el sol que al mundo alumbrara,_
+_puso amoroso en la cara_
+_de cada limeña, dos._
+
+En las noches de luna era cuando había que ver a Mariquita paseando,
+Puente arriba y Puente abajo, con albísimo traje de zaraza, pañuelo de
+tul blanco, zapatito de cuatro puntos y medio, dengue de resucitar
+difuntos, y la cabeza cubierta de jazmines. Los rayos de la luna
+prestaban a la belleza de la joven un no sé qué de fantástico; y los
+hombres, que nos pirramos siempre por esas fantasías de carne y hueso,
+la echaban una andanada de requiebros, a los que ella, por no quedarse
+con nada ajeno, contestaba con aquel oportuno donaire que hizo
+proverbiales la gracia y agudeza de la limeña.
+
+Mariquita era de las que dicen: Yo no soy la _salve_ para suspirar y
+gemir. ¡Vida alegre, y hacer sumas hasta que se rompa el lápiz o se
+gaste la pizarra!
+
+En la época colonial casi no se podía transitar por el Puente en las
+noches de luna. Era ése el punto de cita para todos. Ambas aceras
+estaban ocupadas por los jóvenes elegantes, que a la vez que con el
+airecito del río hallaban refrigerio al calor canicular, deleitaban los
+ojos clavándolos en las limeñas que salían a aspirar la fresca brisa,
+embalsamando la atmósfera con el suave perfume de los jazmines que
+poblaban sus cabelleras.
+
+La moda no era lucir constantemente aderezos de rica pedrería, sino
+flores; y tal moda no podía ser más barata para padres y maridos, que
+con medio real de plata salían de compromisos, y aun sacaban alma del
+purgatorio. Tenían, además, la ventaja de satisfacer curiosidades sobre
+el estado civil de las mujeres, pues las solteras acostumbraban ponerse
+las flores al lado izquierdo de la cabeza y las casadas al derecho.
+
+Todas las tardes de verano cruzaban por las calles de Lima varios
+muchachos, y al pregón de _¡el jazminero!_, salían las jóvenes a la
+ventana de reja, y compraban un par de hojas de plátano, sobre las que
+había una porción de jazmines, diamelas, aromas, suches, azahares,
+flores de chirimoya, y otras no menos perfumadas. Las limeñas de
+entonces buscaban sus adornos en la naturaleza, y no en el arte.
+
+La antigua limeña no usaba elixires odontálgicos ni polvos para los
+dientes; y, sin embargo, era notable la regularidad y limpieza de éstos.
+Ignorábase aún que en la caverna de una muela se puede esconder una
+California de oro, y que con el marfil se fabricarían mandíbulas que
+nada tendrían que envidiar a las que Dios nos regalara. ¿Saben ustedes a
+quién debía la limeña la blancura de sus dientes? Al _raicero_. Como el
+jazminero, era éste otro industrioso ambulante que vendía ciertas raíces
+blandas y jugosas, que las jóvenes se entretenían en morder
+restregándolas sobre los dientes.
+
+Parece broma; pero la industria decae. Ya no hay jazmineros ni raiceros,
+y es lástima; que a haberlos, les caería encima una contribución
+municipal que los partiera por el eje, en estos tiempos en que hasta los
+perros pagan su cuota por ejercer el derecho de ladrar. Y, con venia de
+ustedes, también se han eclipsado el _pajuelero_ o vendedor de mechas
+azufradas, el _puchero_ o vendedor de puntas de cigarros, el
+_anticuchero_ y otros industriosos.
+
+Digresiones a un lado, y volvamos a Mariquita.
+
+La limeña de marras no conoció peluquero ni _castañas_ sino uno que otro
+ricito volado en los días de repicar gordo, ni fierros calientes ni
+papillotas, ni usó jamás aceitillo, bálsamos, glicerina ni pomadas para
+el pelo. El agua de Dios y san se acabó, y las cabelleras eran de lo
+bueno, lo mejor.
+
+Pero hoy dicen las niñas que el agua pudre la raíz del pelo, y no estoy
+de humor para armar gresca con ellas sosteniendo la contraria. También
+los borrachos dicen que prefieren el licor, porque el agua cría ranas y
+sabandijas.
+
+Mariquita tenía su diablo en su mata de cabellos. Su orgullo era lucir
+dos lujosas trenzas que, como dijo Zorrilla pintando la hermosura de
+Eva,
+
+_la medían en pie la talla entera._
+
+Una de esas noches de luna iba Mariquita por el Puente lanzando una
+mirada a éste, esgrimiendo una sonrisa a aquél, endilgando una pulla al
+de más allá, cuando de improviso un hombre la tomó por la cintura, sacó
+una afilada navaja, y ¡zis! ¡zas!, en menos de un periquete le rebanó
+una trenza.
+
+Gritos y confusión. A Mariquita le acometió la pataleta, la gente echó a
+correr, hubo cierre de puertas, y a palacio llegó la noticia de que unos
+corsarios se habían venido a la chita callando por la boca del río y
+tomado la ciudad por la sorpresa.
+
+En conclusión, la chica quedó _mocha_, y para no dar campo a que la
+llamasen _Mariquita la pelona_, se llamó a buen vivir, entró en un
+beaterio y no se volvió a hablar de ella.
+
+
+II
+
+_De cómo la trenza de sus cabellos fué causa de que el Perú tuviera una
+gloria artística_
+
+El sujeto que, por berrinche, había trasquilado a Mariquita era un joven
+de veintiséis años, hijo de un español y de una india. Llamábase
+Baltasar Gavilán. Su padre le había dejado algunos cuartejos; pero el
+muchacho, encalabrinado con la susodicha hembra, se dió a gastar hasta
+que vió el fondo de la bolsa, que ciertamente no podía ser perdurable
+como las cinco monedas de Juan Espera-en-Dios, alias el Judío Errante.
+
+Era padrino de Baltasar el guardián de San Francisco, fraile de muchas
+campanillas y circunstancias, quien, aunque profesaba al ahijado gran
+cariño, echó un sermón de tres horas al informarse del motivo que traía
+en cuitas al mancebo. El alcalde del crimen reclamó, en los primeros
+días, la persona del delincuente; pero fuese que Mariquita meditara que,
+aunque ahorcaran a su enemigo, no por eso había de recobrar la perdida
+trenza, o, lo más probable, que el influjo de su reverencia alcanzase a
+torcer las narices a la justicia, lo cierto es que la autoridad no hizo
+hincapié en el artículo de extradición.
+
+Baltasar, para distraerse en su forzada vida monástica, empezó por
+labrar un trozo de madera y hacer de él los bustos de la Virgen, el niño
+Jesús, los tres Reyes Magos y, en fin, todos los accesorios del misterio
+de Belén. Aunque las figuras eran de pequeñas dimensiones, el conjunto
+quedó lucidísimo, y los visitantes del guardián propalaban que aquello
+era una maravilla artística. Alentado por los elogios, Gavilán se
+consagró a hacer imágenes de tamaño natural, no sólo en madera, sino en
+piedra de Huamanga, algunas de las cuales existen en diversas iglesias
+de Lima.
+
+La obra más aplaudida de nuestro artista fué una _Dolorosa_, que no
+sabemos si se conserva aún en San Francisco. El virrey marqués de
+Villagarcía, noticioso del mérito del escultor, quiso personalmente
+convencerse, y una mañana se presentó en la celda convertida en taller.
+Su excelencia, declarando que los palaciegos se habían quedado cortos en
+el elogio, departió familiarmente con el artista; y éste, animado por la
+amabilidad del virrey, le dijo que ya le aburría la clausura, que harto
+purgada estaba su falta en tres años de vida conventual, y que anhelaba
+ancho campo de libertad. El marqués se rascó la punta de la oreja, y le
+contestó que la sociedad necesitaba un desagravio, y que pues en el
+Puente había dado el escándalo, era preciso que en el Puente se
+ostentase una obra cuyo mérito hiciese olvidar la falta del hombre para
+admirar el genio del artista. Y con esto, su excelencia giró sobre los
+talones y tomó el camino de la puerta.
+
+Cinco meses después, en 1738, celebrábase en Lima, con solemne pompa y
+espléndidos festejos, la colocación sobre el arco del Puente de la
+estatua ecuestre de Felipe V.
+
+En la descripción que de estas fiestas hemos leído, son grandes los
+encomios que se tributan al artista. Desgraciadamente para su gloria, no
+le sobrevivió su obra; pues en el famoso terremoto de 1746, al
+derrumbarse una parte del arco, vino al suelo la estatua.
+
+Y aquí queremos consignar una coincidencia curiosa. Casi a la vez que
+caía de su pedestal el busto del monarca, recibióse en Lima la noticia
+de la muerte de Felipe V a consecuencia de una apoplejía fulminante, que
+es como quien dice un terremoto en el organismo.
+
+
+III
+
+_De cómo una escultura dió la muerte al escultor_
+
+Los padres agustinianos sacaban, hasta poco después de 1824, la célebre
+procesión de Jueves Santo, que concluía, pasada la medianoche con no
+poco barullo, alharaca de viejas y escapatoria de muchachas. Más de
+veinte eran las andas que componían la procesión, y en la primera de
+ellas iba una perfecta imagen de la Muerte con su guadaña y demás
+menesteres, obra soberbia del artista Baltasar Gavilán.
+
+El día en que Gavilán dió la última mano al esqueleto fueron a su taller
+los religiosos y muchos personajes del país, mereciendo entusiasta y
+unánime aprobación el buen desempeño del trabajo. El artista alcanzaba
+un nuevo triunfo.
+
+Baltasar, desde los tiempos en que vivió asilado en San Francisco, se
+había entregado con pasión al culto de Baco, y es fama que labró sus
+mejores efigies en completo estado de embriaguez.
+
+Hace poco leí un magnífico artículo sobre Edgardo Poe y Alfredo de
+Musset, titulado _El alcoholismo en literatura_. Baltasar puede dar tema
+para otro escrito que titularíamos _El alcoholismo en las bellas artes_.
+
+El alcohol retemplaba el espíritu y el cuerpo de nuestro artista; era su
+ninfa Egeria, por decirlo así. Idea y fuerza, sentimiento y verdad, todo
+lo hallaba Baltasar en el fondo de una copa.
+
+Para celebrar el buen término de la obra que le encomendaron los
+agustinos, fuése Baltasar con sus amigos a la casa de bochas y se tomó
+una turca soberana. Agarrándose de las paredes pudo, a las diez de la
+noche, volver a su taller, cogió pedernal, eslabón y pajuela, y
+encendiendo una vela de sebo se arrojó vestido sobre la cama.
+
+A medianoche despertó. La mortecina luz despedía un extraño reflejo
+sobre el esqueleto colocado a los pies del lecho. La guadaña de la Parca
+parecía levantada sobre Baltasar.
+
+Espantado, y bajo la influencia embrutecedora del alcohol, desconoció la
+obra de sus manos. Dió horribles gritos, y acudiendo los vecinos
+comprendieron, por la incoherencia de sus palabras, la alucinación de
+que era víctima.
+
+El gran escultor peruano murió loco el mismo día en que terminó el
+esqueleto, de cuyo mérito artístico hablan aún con mucho aprecio las
+personas que, en los primeros años de la Independencia, asistieron a la
+procesión de Jueves Santo.
+
+
+
+
+DE ASTA Y REJON
+
+
+Supongo, lector, que tienes edad para haber conversado con
+contemporáneos del virrey Pezuela, y que hablándote de una hija de Eva,
+esforzada y varonil, les habrás oído esta frase: _Es mujer de asta y
+rejón_.
+
+¿Que sí has oído la frase? Pues entonces allá va el origen de ella, tal
+cual me ha sido referido por un descendiente de la protagonista.
+
+
+I
+
+En una de las casas de la calle de Aparicio vivía por los años de 1760
+la señora doña Feliciana Chaves de Mesía.
+
+Era doña Feliciana lo que se llamaba una mujer muy de su casa y que, a
+pesar de ser rica hasta el punto de sacar al sol la vajilla de plata
+labrada y los zurrones de pesos duros, no pensaba en emperejilarse, sino
+en aumentar su caudal. Dueña de una hacienda en los valles próximos a
+la ciudad y de la panadería del _Serrano_, tenía en el patio de su casa
+dos vastos almacenes donde vendía por mayor harina, azúcar, aceite y
+otros artículos de general consumo.
+
+¡Qué tiempos aquéllos! En materia de trabajo nuestras abuelas eran la
+romana del diablo, y cuando un hombre se casaba encontraba en la
+conjunta, no sólo la costilla complementaria de su individuo, sino un
+socio mercantil que le ahorraba el gasto de dependientes.
+
+El marido de doña Feliciana hacía tres años que había ido a Ica a
+establecer una sucursal de la casa de Lima, quedándose la señora al
+frente de múltiples operaciones comerciales; y como si Dios se
+complaciera en echar su bendición sobre la trabajadora limeña, en cuanto
+negocio ponía mano encontraba una ganancia loca.
+
+Pero no todo es tortas y pan pintado en este valle de lágrimas, y cuando
+más confiada estaba doña Feliciana en que su marido no pensaba sino en
+ganar peluconas, recibió de Ica una carta anónima en que la informaban,
+con puntos y comas, de cómo el señor Mesía tenía su chichisbeo, y de
+cómo gastaba el oro y el moro con la _sujeta_, y que la susodicha no
+valía un carámbano ni llegaba a la suela del zapato de doña Feliciana,
+que aunque jamona se conservaba bastante apetecible y no era digna de
+que el perillán de su marido la hiciese ascos. Dijo la gallina de cierto
+cuento:--Poner huevo y no comer trigo, ésa no va conmigo.
+
+El anónimo levantó roncha en el espíritu de la señora, y se dió a pensar
+en la infidelidad del señor Mesía; y tanto zumbó en su alma el tábano de
+los celos, que decidió remontar el vuelo, caerle al cuello al perjuro y
+sorprenderlo en el gatuperio. Pero era el caso que para ir, en esos
+tiempos, a Ica se gastaba muchos días y se corrían mil peligros; y como
+las bodegas no podían quedar cerradas o a merced de un dependiente,
+resolvióse a venderlas, comisión que encargó a un español llamado
+Vilches, que era su compadre y hombre para ella de toda confianza.
+
+En esos tiempos las transacciones eran muy expeditivas, como que no se
+estilaban muchas fórmulas, y antes de cuarenta y ocho horas vió doña
+Feliciana entrar por las puertas de su casa algunas talegas de a mil.
+La señora regaló a Vilches una de ellas en recompensa de su actividad,
+y desembarazada de estorbos alistó viaje para tres días después.
+
+
+II
+
+Aquella noche doña Feliciana echó sus cuentas y resolvió que, apenas
+amaneciese Dios, debía depositar su dinero y alhajas en casa de un
+comerciante de proverbial honradez. Pero sus celosas cavilaciones por un
+lado, y por otro sus cálculos rentísticos, la quitaron el sueño, y en
+ello tuvo no poca ventura.
+
+Serían las dos de la madrugada, hora de gatos y ladrones, cuando sintió
+un ligero y cauteloso ruido de pasos en el traspatio. Aguzó el oído, y
+se convenció de que en una puerta que comunicaba con su dormitorio
+estaban aplicando lo que no en tecnicismo de botica, sino en el de los
+hijos de Caco, se llamaba entonces una _ventosa_. Consistía este
+experimento en abrir por medio del fuego un boquete en la madera.
+
+Doña Feliciana saltó con presteza del lecho, y de una esquina del cuarto
+tomó una asta o varilla de palo a cuyo extremo adaptó un puntiagudo
+rejoncillo de hierro. Era ésta el arma con que acostumbraban salir al
+campo todos los hacendados.
+
+Así prevenida, nuestra heroína se colocó en acecho tras la puerta.
+Apenas la ventosa hubo dejado expedito un gran agujero, asomó por él una
+cabeza. Doña Feliciana, sin dar el quién vive, le clavó el rejoncillo en
+la nuca.
+
+El ladrón exhaló un grito de muerte, y sus compañeros pusieron pie en
+pared. Entonces la señora dió voces, alborotóse el vecindario, acudió la
+ronda, y con universal sorpresa hallaron moribundo al honrado Vilches,
+quien cantó de plano y denunció a sus compañeros de empresa.
+
+
+III
+
+Todos se hicieron lenguas del arrojo de doña Feliciana, y en Lima no se
+hablaba de otra cosa. De haber habido periódicos, la habrían consagrado
+estrepitoso bombo en la crónica local.
+
+La fama de su hazaña la había precedido a Ica, adonde llegó una mañana,
+armada de asta y rejón, y abocándose a su marido le dijo:
+
+--A Lima, señor mío, y a su casa si no quiere usted que haga en su
+personita otro tanto de lo que hice en la de Vilches, y lo deje tal que
+no sirva ni para simiente de rábanos.
+
+El de Mesía tembló como azogado, mandó ensillar la mula y, sin chistar
+ni mistar, obedeció el precepto.
+
+Desde entonces ella llevó en la casa los pantalones, y él fué el más
+fiel de los maridos de que hacen mención las historias sagradas y
+profanas, como que sabía que le iba la pelleja en el primer tropezón en
+que lo pillase madama.
+
+Mucho cuento es tener por compañera una _mujer de asta y rejón_.
+
+
+
+
+LOS ARGUMENTOS DEL CORREGIDOR
+
+
+I
+
+Parece que una mañana se levantó Carlos III con humor de suegra, y
+francamente que razón había harta para avinagrar el ánimo del monarca.
+Su majestad había soñado que las arcas reales corrían el peligro de
+verse como Dios quiere a las almas, es decir, limpias, porque sus
+súbditos de las Américas andaban un si es no es remolones para
+proveerlas.
+
+--¡Carrampempe! Pues a mí no ha de pasarme lo que a don Enrique el
+Doliente que, no embargante ser rey y de los tiesos, llegó día en que no
+tuvo cosa sólida que meter bajo las narices, y empeñó el gabán para que
+el cocinero pudiera condimentarle una sopa de ajos y un trozo de jabalí
+ahumado. Que me llamen a don José Antonio.
+
+Y don José Antonio de Areche, del Consejo de Indias y caballero de la
+distinguida orden de Carlos III, no tardó en presentarse ante su rey, y
+disertar con él largo y tendido sobre los atrenzos del real tesoro. Y
+por consecuencia de la plática entre señor y vasallo, nos cayó como
+llovido por estos reinos del Perú, en 1777 y con el título de Visitador
+general, un culebrón de los finos.
+
+El Visitador, a poco de llegado a Lima, se convenció de que la tierra
+era muy rica y la comisión sabrosa y de papilla. Item, adivinó, sin ser
+brujo, que los peruleros éramos mansitos de genio y, por ende,
+susceptibles de soportar cuanta albarda pluguiera a su señoria echarnos
+a cuestas. Y pensado y hecho, y sin andarse con algórgoras ni brujoleos,
+se nos vino al bulto y decretó impuestos, y estancos, y tarifas y qué sé
+yo cuántas gurruminas. ¡Dios me perdone!, pero cuentan que,
+anticipándose a un municipio de estos maravillosos tiempos, estuvo en un
+tumbo de dado que estableciera contribución canina, sin exceptuar de
+ella al perro de San Roque, ni al de Santo Domingo, ni al de San Lázaro,
+ni al de Santa Margarita que, según colijo, fueron santos aficionados a
+chuchos.
+
+Pero tanto estiró la cuerda que, a la postre, vino el estallido, y
+reventó y se armó la tremenda. El Visitador era testarudo, no cejó un
+ápice y siguió ajustándonos las clavijas como a guitarra ajena. Y hubo
+una tal de zambomba y degollina, horca, y jicarazo, que... ¡vamos!
+debemos tomar por especial cariño y bendición de Dios no haber comido
+pan en aquel desbarajustado siglo. Por fin de fines, los pícaros
+impuestos subsistieron y, entre gruñido y refunfuños, hubo de pagarlos
+todo aquel que, teniendo ley a su pescuezo, no ambicionara ponerlo en
+relaciones íntimas con el verdugo.
+
+A la vez que así nos sacaba roñosos maravedises para su majestad, echóse
+su señoría a pesquisar a todos los empleados que tenían manejo de fondos
+públicos; y tal revoltijo y gatuperio hallaría en el examen de algunas
+cuentas, que plantó en chirona a encopetados personajes responsables de
+éstas. Es fama que, oyendo los descargos que le daba un empleado, dijo
+aburrido el señor de Areche:
+
+--¿Sabe usted, señor alcabelero, que no entiendo sus cuentas?
+
+--No es extraño, señor Visitador. Yo tampoco las entiendo, y eso que las
+cuentas son mías.
+
+¡Vaya si las malditas andarían enredadas!
+
+Entre los presos hallábase cierto corregidor, de quien decíase que había
+sido más voraz que sanguijuela para sacar el quilo a los pueblos cuyo
+gobierno le estaba encomendado. La causa, entre probanzas, testigos,
+careos, apelaciones y demás batiborrillo de la chusma forense, llevaba
+trazas de dar tela para pleito durante tres generaciones por lo menos.
+Nuestro hombre resolvió cortar por el atajo y, abocándose con el
+carcelero, le pidió resueltamente que lo dejase salir por un par de
+horas, empeñándole palabra de regresar a la prisión antes de que
+expirase el término fijado. El carcelero reflexionó que la palabra de
+honor no es cosa para empeñada, pues sobre tal prenda no desata un
+usurero los cordones de la bolsa, y dijo rotundamente que nones. Mas
+deslumbrado por el brillo de algunas peluconas, que al descuido y con
+cuidado le puso entre las manos el preso, acabó por ablandarse y correr
+cerrojos y abrir rejas.
+
+
+II
+
+Eran las siete de la noche. Hallábase el señor Visitador en el salón de
+su casa echando una mano de _tresillo_ con unos amigos, y acababan de
+hacerle _puesta real_ en _solo de oros_ con _estuches, falla y rey
+enano_, cuando entró su mayordomo y, llamándolo aparte, le dijo:
+
+--Un caballero quiere hablar en el instante con su señoría.
+
+--¡Algún importuno! Que vuelva mañana. ¿No te ha dicho su nombre?
+
+--No, señor; pero me ha regalado dos onzas de oro porque pasara recado,
+y como no era decente que esperase respuesta en el zaguán, lo he hecho
+entrar en el cuarto de estudio.
+
+--¡Y dices que te ha dado dos onzas de alboroque! Pues ha de ser algo de
+importancia lo que trae a ese sujeto.
+
+Y volviéndose a sus tertulios, les dijo:
+
+--Con permiso, caballeros, no tardaré en volver, y que don Narciso
+juegue por mí. ¡Es vida muy aporreada la que llevo, y no se la doy a mi
+mayor enemigo!
+
+Y don José Antonio se dirigió al estudio, que estaba situado en el patio
+de la casa. Esperábalo allí un embozado que, al presentarse Areche, se
+descubrió y dijo cortésmente:
+
+--Buenas y santas noches.
+
+--Así se las dé Dios. ¡Hola, hola, señor mío! ¿Cómo ha salido de la
+cárcel sin mi licencia?
+
+--No hizo falta, señor Visitador. He dado mi palabra, y sabré cumplirla,
+de regresar en breve a la prisión.
+
+--Supongo a lo que usted viene..., a hablarme, sin duda, de su causa.
+
+--Precisamente, señor Visitador.
+
+--Pues tiempo perdido, amigo mío. Lo veo a usted en mal caballo, y con
+dolor de mi corazón tendré que ser severo; que el rey no me ha enviado
+para que ande con blanduras y contemplaciones. En su causa hay
+documentos atroces y testigos libres de tacha cuyas declaraciones bastan
+y sobran para enviar a la horca diez prójimos de su calibre. Yo soy muy
+recto, y tratándose de administrar justicia no me caso ni con la madre
+que me parió.
+
+--Pues, señor Visitador, contra todo lo que dice su señoría que hay de
+grave en mi proceso, poseo yo mil argumentos irrefutables; sí, señor,
+mil argumentos. Y lo mejor es que seamos amigos y nos dejemos de
+pleitos, que no sirven sino para traer desazones, criar mala sangre y
+hacer caldo gordo a escribas y fariseos.
+
+--¿Y por qué, si tiene tanta confianza en que han de sacarlo airoso, no
+ha hecho uso de sus argumentos? Ya quisiera conocer uno para
+refutárselo.
+
+--Si el señor Visitador me ofrece no airarse y guardarme el secreto,
+diréle en puridad cuáles son mis argumentos.
+
+--Hable usted clara y como Cristo nos enseña. Presénteme uno solo de sus
+argumentos, y guarde los novecientos noventa y nueve restantes, que ni
+tiempo hay sobrado ni ocasión es ésta para hacerme cargo de ellos.
+
+Entonces el corregidor metió mano al bolsillo, y entre el pulgar y el
+índice sacó una onza de oro.
+
+--¿Ve su señoría este argumento?
+
+--¡Eso es una pelucona, señor corregidor!
+
+--Pues mil argumentos de su especie tengo listos para que se corte el
+proceso. Y buenas noches, señor Visitador, que las horas vuelan y la
+palabra es palabra.
+
+Y paso entre paso, el corregidor siguió camino de la cárcel.
+
+En cuanto al señor de Areche, refieren que volvió cogitabundo a ocupar
+su puesto en la mesa de tresillo, que en toda la santa noche no hizo
+jugada en regla, y que, por primera vez en su vida, cometió dos
+_renuncios_, prueba clara de la preocupación de su ánimo.
+
+
+III
+
+¡Qué demonche! Yo no soy maldiciente, pero en la historia hay hechos que
+lo sacan a uno de quicio.
+
+Y la prueba de que don José Antonio de Areche no jugó muy limpio, que
+digamos, en el desempeño de la comisión que el rey le confiara, está en
+que, a pesar de los pesares, su majestad se vió forzado a destituirlo,
+llamándolo a España, confiscándole la hacienda, y sentenciándolo a vivir
+desterrado de la villa y corte de Madrid.
+
+Al siguiente día de la entrevista con el Visitador, fué puesto en
+libertad el preso y se sobreseyó en la causa.
+
+¡Y tenga usted fe en la incorruptibilidad de la justicia!
+
+Digo, ¡si fumarían en pipa los argumentos del corregidor!
+
+
+
+
+LA NIÑA DEL ANTOJO
+
+
+Generalizada creencia era entre nuestros abuelos que a las mujeres
+encintas debía complacerse aún en sus más extravagantes caprichos.
+Oponerse a ellos equivalía a malograr obra hecha. Y los discípulos de
+Galeno eran los que más contribuían a vigorizar esa opinión, si hemos de
+dar crédito a muchas tesis o disertaciones médicas, que impresas en
+Lima, en diversos años, se encuentran reunidas en el tomo XXIX de
+_Papeles varios_ de la Biblioteca Nacional.
+
+Las mujeres de suyo son curiosas, y bastaba que les estuviese vedado
+entrar en claustros para que todas se desviviesen por pasear conventos.
+No había, pues, en el siglo pasado limeña que no los hubiese recorrido
+desde la celda del prior o abadesa hasta la cocina.
+
+Tan luego como en la familia se presentaba hija de Eva en estado
+interesante, las hermanitas, amigas y hasta las criadas se echaban a
+arreglar programa para un mes de romería por los conventos. Y la mejor
+mañana se aparecían diez o doce tapadas a la portería de San Francisco,
+por ejemplo, y la más vivaracha de ellas decía, dirigiéndose al lego
+portero:
+
+--¡Ave María purísima!
+
+--Sin pecado concebida. ¿Qué se ofrece, hermanitas?
+
+--Que vaya usted donde el reverendo padre guardián y le diga que esta
+niña, como a la vista está, se encuentra abultadita, que se le ha
+antojado pasear el convento, y que nosotras venimos acompañándola por si
+le sucede un trabajo.
+
+--¡Pero tantas!...--murmuraba el lego entre dientes.
+
+--Todas somos de la familia: esta buena moza es su tía carnal; estas dos
+son sus hermanas, que en la cara se les conoce; estas tres
+gordinfloncitas son sus primas por parte de madre; yo y esta borradita,
+sus sobrinas, aunque no lo parezcamos; la de más allá, esa negra
+chicharrona, es la _mama_ que la crió; ésta es su...
+
+--Basta, basta con la parentela, que es larguita--interrumpía el lego
+sonriendo.
+
+Aquí la niña del antojo lanzaba un suspiro, y las que la acompañaban
+decían en coro:
+
+--¡Jesús, hijita! ¿Sientes algo? Vaya usted prontito, hermano, a sacar
+la licencia. ¡No se embrome y tengamos aquí un trabajo! ¡Virgen de la
+Candelaria! ¡Corra usted, hombre, corra usted!
+
+Y el portero se encaminaba, paso entre paso, a la celda del guardián; y
+cinco minutos después regresaba con la superior licencia, que su
+paternidad no tenía entrañas de ogro para contrariar deseo de
+embarazada.
+
+--Puede pasar la niña del antojo con toda la sacra familia.
+
+Y otro lego asumía las funciones de guía o _ciceron_
+
+Por supuesto que en muchas ocasiones la barriga era de pega, es decir,
+rollo de trapos; pero ni guardián ni portero podían meterse a
+averiguarlo. Para ellos vientre abovedado era pasaporte en regla.
+
+Y de los conventos de frailes pasaban a los monasterios de monjas; y de
+cada visita regresaba a casa la niña del antojo provista de ramos de
+flores, cerezas y albaricoques, escapularios y pastillas. Las camaradas
+participaban también del pan bendito.
+
+Y la romería en Lima duraba un mes por lo menos.
+
+Un arzobispo, para poner coto al abuso y sin atreverse a romper
+abiertamente con la costumbre, dispuso que las antojadizas limeñas
+recabasen la licencia, no de la autoridad conventual, sino de la curia;
+pero como había que gastar en una hoja de papel sellado, y firmar
+solicitud, y volver al siguiente día por el decreto, empezaron a
+disminuir los antojos.
+
+Su sucesor, el señor La Reguera, cortó de raíz el mal contestando un
+_no_ redondo a la primera prójima que fué con el empeño.
+
+--¿Y si malparo, ilustrísimo señor?--insistió la postulante.
+
+--De eso no entiendo yo, hijita, que no soy comadrón, sino arzobispo.
+
+Y lo positivo es que no hay tradición de que limeña alguna haya abortado
+por no pasear claustros.
+
+* * *
+
+Entre los manuscritos que en la Real Academia de la Historia, en Madrid,
+forman la colección de Matalinares, archivo de curiosos documentos
+relativos a la América, hay uno (cuaderno 3º del tomo LXXVII) códice que
+no es sino el extracto de un proceso a que en el Perú dió motivo la niña
+del antojo.
+
+Guardián de la Recoleta de Cajamarca era, por los años de 1806, fray
+Fernando Jesús de Arce, quien, contrariando la arzobispal y
+disciplinaria disposición, dió en permitir el paseíto por su claustro a
+las cristianas que lo solicitaban alegando el delicado achaque. La
+autoridad civil tuvo o no tuvo sus razones para pretender hacerlo entrar
+en vereda, y se armó proceso, y gordo.
+
+El padre comisario general apoyó al padre Arce, presentando, entre otros
+argumentos, el siguiente que, a su juicio, era capital y decisivo:--La
+conservación del feto es de derecho natural y el precepto de la clausura
+es de derecho positivo, y por consideración al último no sería
+caritativo exponer una mujer al aborto.
+
+El padre Arce decía que para él era caso de conciencia consentir en el
+capricho femenino; pues una vez que se negó a conceder tal licencia
+acontecióle que, a los tres días, se le presentó la niña del antojo
+llevando el feto en un frasco y culpándolo de su desventura. Añadía el
+padre Arce que por él no había de ir otra almita al limbo, que no se
+sentía con hígados para hacer un feo a antojos de mujer encinta.
+
+El vicario foráneo se vió de los hombres más apurados para dar su fallo,
+y solicitó el dictamen de Matalinares, que era a la sazón fiscal de la
+Audiencia de Lima. Matalinares sostuvo que no por el peligro del feto,
+sino por corruptelas y consideraciones de conveniencia o por privilegios
+apostólicos para determinadas personas de distinción, se había tolerado
+la entrada de mujeres en clausura de regulares, y que eso de los antojos
+era grilla y preocupación. En resumen, terminaba opinando que se
+previniese al padre comisario general ordenase al guardián de la
+Recoleta que por ningún pretexto consintiese en lo sucesivo visitas de
+faldas, bajo las penas designadas por la Bula de Benedicto XV, expedida
+en 3 de enero de 1742.
+
+El vicario, apoyándose en tan autorizado dictamen, falló contra el
+guardián; pero éste no se dió por derrotado, y apeló ante el obispo,
+quien confirmó la resolución.
+
+Fray Fernando Jesús de Arce era testarudo, y dijo en el primer momento
+que no acataba el mandato mientras no viniese del mismo Papa; pero su
+amigo, el comisario general, consiguió apaciguarlo, diciéndole:
+
+--Padre reverendo, más vale maña que fuerza. Pues la cuestión ante todo
+es de amor propio, éste quedará a salvo acatando y no cumpliendo.
+
+El padre Arce quedó un minuto pensativo; y luego, pegándose una palmada
+en la frente, como quien ha dado en el _quid_ de intrincado asunto,
+exclamó:
+
+--¡Cabalito! ¡Eso es!
+
+Y en el acto hizo formal renuncia de la guardianía, para que otro y no
+él cargase con el mochuelo de enviar almitas al limbo.
+
+
+
+
+LA LLORONA DEL VIERNES SANTO
+
+CUADRO TRADICIONAL DE COSTUMBRES ANTIGUAS
+
+
+Existía en Lima, hasta hace cincuenta años, una asociación de mujeres
+todas garabateadas de arrugas y más pilongas que piojo de pobre, cuyo
+oficio era gimotear y echar lagrimones como garbanzos. ¡Vaya una
+profesión perra y barrabasada! Lo particular es que toda socia era vieja
+como el pecado, fea como un chisme y con pespuntes de bruja y rufiana.
+En España dábanlas el nombre de _plañidoras_; pero en estos reinos del
+Perú se les bautizó con el de _doloridas_ o _lloronas_.
+
+Que el gobierno colonial hizo lo posible por desterrarlas, me lo prueba
+un bando o reglamento de duelos que el virrey don Teodoro de Croix mandó
+promulgar en Lima con fecha 31 de agosto de 1786, y que he tenido
+oportunidad de leer en el tomo XXXVIII de _Papeles varios_ de la
+Biblioteca Nacional. Dice así, al pie de la letra, el artículo 12 del
+bando: «El uso de las lloronas o plañidoras, tan opuesto a las máximas
+de nuestra religión como contrario a las leyes, queda perpetuamente
+proscrito y abolido, imponiéndose a las contraventoras la pena de un mes
+de servicio en un hospital, casa de misericordia o panadería». Parece
+que este bando fué como tantos otros, letra muerta.
+
+No bien fallecía prójimo que dejase hacienda con que pagar un decente
+funeral, cuando el albacea y deudos se echaban por esas calles en busca
+de la llorona de más fama, la cual se encargaba de contratar a las
+comadres que la habían de acompañar. El estipendio, según reza un añejo
+centón que he consultado, era de cuatro pesos para la plañidera en jefe
+y dos para cada subalterna. Y cuando los dolientes, echándola de
+rumbosos, añadían algunos realejos sobre el precio de tarifa, entonces
+las doloridas estaban también obligadas a hacer algo de extraordinario,
+y este algo era acompañar el llanto con patatuses, convulsiones
+epilépticas y repelones. Ellas, en unión de los llamados _pobres de
+hacha_, que concurrían con un cirio en la mano, esperaban a la puerta
+del templo la entrada y salida del cadáver para dar rienda suelta a su
+aflicción de contrabando.
+
+Dígase lo que se quiera en contra de ellas; pero lo que yo sostengo es
+que ganaban la plata en conciencia. Habíalas tan adiestradas que no
+parece sino que llevaban dentro del cuerpo un almacén de lágrimas; tanto
+eran éstas bien fingidas, merced al expediente de pasarse por los ojos
+los dedos untados en zumo de ajos y cebollas. Con frecuencia, así habían
+conocido ellas al difundo como al moro Muza, y mentían que era un
+contento exaltando entre ayes y congojas las cualidades del muerto.
+
+--¡Ay, ay! ¡Tan generoso y caritativo!--y el que iba en el cajón había
+sido usurero nada menos.
+
+--¡Ay, ay! ¡Tan valiente y animoso!--el infeliz había liado los bártulos
+por consecuencia del mal de espanto que le ocasionaron los duendes y las
+_penas_.
+
+--¡Ay, ay! ¡Tan honrado y buen cristiano!--y el difunto había sido, por
+sus picardías y por lo encallecida que traía la conciencia, digno de
+morir en alto puesto, es decir, en la horca.
+
+Y por este tono eran las jeremiadas.
+
+No concluía aquí la misión de las lloronas. Quedaba aún el rabo por
+desollar; esto es, la ceremonia de _recibir el duelo_ en casa del
+difunto durante treinta noches. Enlutábanse con cortinados negros la
+sala y cuadra, alumbrándolas con un fanal o guardabrisa cubierta por un
+tul que escasamente dejaba adivinar la luz, o bien encendían una
+palomilla de aceite que despedía algo como amago de claridad, pero que
+realmente no servía sino para hacer más terrorífica la lobreguez. Desde
+las siete de la noche los amigos del finado entraban silenciosos en la
+sala y tomaban asiento sin proferir palabra. Un duelo era en buen
+romance una consagración de mudos.
+
+La cuadra era el cuartel general de las faldas y de las pulgas. Las
+amigas imitaban a los varones en no mover sus labios, lo cual, bien
+mirado, debía ser ruda penitencia para las hijas de Eva. Sólo a las
+lloronas les era lícito sonarse con estrépito y lanzar de rato en rato
+un _¡ay Jesús!_ o un suspiro cavernoso, que parecía queja del otro
+mundo.
+
+Escenas ridículas acontecían en los duelos. Un travieso, por ejemplo,
+largaba media docena de ratoncillos en la cuadra, y entonces se armaba
+una de gritos, carreras, chillidos y pataletas.
+
+Por fortuna, con las campanadas de las ocho terminaba la recepción: aquí
+eran los apuros entre las mujeres. Ninguna quería ser la primera en
+levantarse. Llamábase este acto _romper el chivato_.
+
+A la postre se decidía alguna a dar esta muestra de coraje, y
+acercándose a la no siempre inconsolable viuda, le decía:
+
+--¡Cómo ha de ser! Hágase la voluntad de Dios. Confórmate, hija mía, que
+él está entre santos y descansando de este mundo ingrato. No te des a la
+pena, que eso es ofender a quien todo lo puede.
+
+Y todas iban despidiéndose con idéntica retahila.
+
+Cuando la familia regresaba de _dar el pésame_, por supuesto que ponía
+sobre el tapete a la viuda y a la concurrencia, y cortaban las
+muchachas, con la tijera que Dios les dió, unos sayos primorosos. Lo que
+es la abuela o alguna tía, a quienes el romadizo había impedido _ir a
+cumplir_ con la viuda, preguntaban.
+
+--¿Y quién _rompió el chivato_?
+
+--Doña Estatira, la mujer del escribano.
+
+--Ella había de ser, ¡la muy sinvergüenza! ¡Ya se ve..., una mujer que
+tiene coraje para llamarse Estatira!...
+
+Por más que cavilo no acierto a darme cuenta del porqué de esta
+murmuración. ¡Caramba! Supongo que una visita no ha de ser eterna, y que
+alguien ha de dar ejemplo en lo de tomar el camino de la puerta, y que
+no hay ofensa a Dios ni al prójimo en llamarse Estatira.
+
+En cada noche recibía la llorona una peseta columnaria y un bollo de
+chocolate. Y no se olvide que la ganga duraba un mes cabal.
+
+Sólo en el fallecimiento de los niños no tenían las lloronas misión que
+desempeñar. ¡Ya se ve! ¡Angelitos al cielo!
+
+Pero entre todas las plañidoras había una que era la categoría, el _non
+plus ultra_ del género, y que sólo se dignaba asistir a entierro de
+virrey, de obispos o personajes muy encumbrados. Distinguíase con el
+título de la _llorona del Viernes Santo_. El pueblo la llamaba con otro
+nombre que, por no ruborizar a nuestras lectoras, dejamos en el fondo
+del tintero.
+
+Así, se decía:--El entierro de don Fulano ha estado de lo bueno lo
+mejor. ¡Con decirte, niña, que hasta la llorona del Viernes Santo estuvo
+en la puerta de la iglesia!
+
+Para mí sólo hay una profanación superior a ésta, y es la que anualmente
+se realiza en las grandes ciudades, con el paseo o romería que, en
+noviembre, se emprende al cementerio. La vanidad de los vivos y no el
+dolor de los deudos es quien ese día adorna las tumbas con flores,
+cintas y coronas emblemáticas.--¿Qué se diría de nosotros?--dicen los
+cariñosos parientes--. Es preciso que los demás vean que gastamos
+lujo--. _Y encontré vanidad hasta en la muerte_, dice el más sabio de
+los libros.
+
+Las losas sepulcrales son objeto de escarnio y difamación en esa
+romería.
+
+--¡Hombre!--dice un mozalbete a otro chisgarabís de su estofa, pasando
+revista a las lápidas--. Mira quién está aquí... La Carmencita... ¿No te
+acuerdas, chico?... La que fué querida de mi primo el banquero, y le
+costó un ojo de la cara... Muchacha muy caritativa... y bonita, eso sí,
+sólo que se pintaba las cejas y fruncía la boca para esconder un diente
+mellado.--¡Preciosa corona le han puesto a don Melquíades! Mejor se la
+puso su mujer en vida.--¡Buen mausoleo tiene don Junípero! ¡Podría ser
+mejor, que para eso robó bastante cuando fué ministro de Hacienda!
+¡Valiente pillo!--Fíjate en el epitafio que le han puesto a don Milón,
+que no fué sino un borrico con herrajes de oro y albarda de plata.
+¡Llamar pozo de ciencia y de sabiduría a ese grandísimo cangrejo!--¡Gran
+zorra fué doña Remedios! La conocí mucho, mucho. ¡Como que casi tuve un
+lance con el Juan Lanas de su marido!--No sabía yo que se había ya
+muerto el marqués del Algarrobo. ¡Bien viejo ha ido al hoyo! ¡Como que
+era contemporáneo de los espolines de Pizarro!--¡Pucha! Aquí está un
+patriota abnegado, de esos que dan el ala para comerse la pechuga y que
+saben sacar provecho de toda calamidad pública.
+
+Y basta para muestra de irreverente murmuración. A estas maldicientes
+les viene a pelo la copla popular:
+
+_El zapato traigo roto,_
+_¿con qué lo remedaré?_
+_Con picos de malas lenguas_
+_que propalan lo que no es._
+
+El verdadero dolor huye del bullicio. Ir de paseo al cementerio el día
+de finados por ver y hacerse ver, por aquello de--¿adónde vas Vicente?,
+a donde va toda la gente--como se va a la plaza de toros, por novelería
+y por matar tiempo, es cometer el más repugnante y estúpido de los
+sacrilegios.
+
+Dejo en paz a los difuntos y vuelvo a las lloronas.
+
+Los padres mercedarios, en competencia con lo que la víspera hacían los
+agustinianos, sacaban el Viernes Santo en procesión unas andas con el
+sepulcro de Cristo, y tras ellas y rodeada por multitud de beatas, iba
+una mujer desgreñada, dando alaridos, echando maldiciones a Judas, a
+Caifás, a Pilatos y a todos los sayones; y lo gracioso es que, sin que
+se escandalizase alma viviente, lanzaba a los judíos apóstrofes tan
+subidos de punto como el llamarlos hijos de... la mala palabra.
+
+De la capilla de la Vera Cruz salía también, a las once de la noche, la
+famosa procesión de la _Minerva_, que, como se sabe, era costeada por
+los nobles descendientes de los compañeros de Pizarro, quien fué el
+fundador de la aristocrática hermandad y obtuvo que el Papa enviara para
+la iglesia un trozo del verdadero _lignun crucis_, reliquia que aun
+conservan los dominicos.
+
+Pero en esta procesión todo era severidad, a la vez que lujo y grandeza.
+La aristocracia no dió cabida nunca a las _lloronas_, dejando ese adorno
+para la popular procesión de los mercedarios.
+
+El arzobispo don Bartolomé María de las Heras no había gozado de esas
+mojigangas; y el primer año, que fué el de 1807, en que asistió a la
+procesión hizo, a media calle, detener las andas, ordenando que se
+retirase aquella mujer escandalosa que, sin respeto a la santidad del
+día, osaba pronunciar palabrotas inmundas.
+
+¿Creerán ustedes que el pueblo se arremolinó para impedirlo? Pues así
+como suena. ¡No faltaba más que deslucir la procesión eliminando de ella
+a la llorona!
+
+El sagaz arzobispo se sonrió y, acatando la voluntad del pueblo, mandó
+que siguiese su curso la procesión; pero en el año siguiente prohibió
+con toda entereza a los mercedarios semejante profanación.
+
+En cuanto a las plañidoras de entierros, ellas pelecharon por algunos
+años más.
+
+Como se ve por este ligero cuadro, si había en Lima oficio productivo
+era el de las lloronas. Pero vino la Patria con todo su cortejo de
+impiedades, y desde entonces da grima morirse; pues lleva uno al mudar
+de barrio la certidumbre de que no lo han de llorar en regla.
+
+A las lloronas las hemos reemplazado con algo peor si cabe..., con las
+necrologías de los periódicos.
+
+
+
+
+¡A NADAR, PECES!
+
+
+Posible es que algunos de mis lectores hayan olvidado que el área en que
+hoy está situada la estación del ferrocarril de Lima al Callao
+constituyó en días no remotos la iglesia, convento y hospital de las
+padres juandedianos.
+
+En los tiempos del virrey Avilés, es decir, a principios del siglo,
+existía en el susodicho convento de San Juan de Dios un lego ya entrado
+en años, conocido entre el pueblo con el apodo de _el padre Carapulcra_,
+mote que le vino por los estragos que en su rostro hiciera la viruela.
+
+Gozaba _el padre Carapulcra_ de la reputación de hombre de agudísimo
+ingenio, y a él se atribuyen muchos refranes populares y dichos
+picantes.
+
+Aunque los hermanos hospitalarios tenían hecho voto de pobreza, nuestro
+lego no era tan calvo que no tuviera enterrados, en un rincón de su
+celda, cinco mil pesos en onzas de oro.
+
+Era tertulio del convento un mozalbete, de aquellos que usaban _arito_
+de oro en la oreja izquierda y lucían pañuelito de seda filipina en el
+bolsillo de la chaqueta, que hablaban ceceando, y que eran los
+_dompreciso_ en las jaranas de mediopelo, que _chupaban_ más que esponja
+y que rasgueaban de lo lindo, haciendo decir maravillas a las cuerdas de
+la guitarra.
+
+Sus barruntos tuvo éste de que el hermano lego no era tan pobre de
+solemnidad como las reglas de su instituto lo exigían; y dióse tal maña,
+que _el padre Carapulcra_ llegó a confesarle en confianza que,
+realmente, tenía algunos maravedíes en lugar seguro.
+
+--Pues ya son míos--dijo para sí el _niño Cututeo_, que tal era el
+nombre de guerra con que el mocito había sido solemnemente bautizado
+entre la gente de _chispa, arranque y traquido_.
+
+Estas últimas líneas están pidiendo a gritos una explicación. Démosla a
+vuela pluma.
+
+El bautismo de un _mozo de tumbo y trueno_ se hacía delante de una
+botija de aguardiente, cubierta de cintas y flores. El aspirante la
+rompía de una pedrada, que lanzaba a tres varas de distancia, y el
+mérito estribaba en que no excediese de un litro la cantidad de licor
+que caía al suelo; en seguida el padrino servía a todos los asistentes,
+mancebos y damiselas; y antes de apurar la primera copa, pronunciaba un
+_speach_, aplicando al candidato el apodo con que, desde ese instante,
+quedaba inscripto en la cofradía de los _legítimos chuchumecos_.
+Concluída esta ceremonia, empezaba una crápula de esas de hacer temblar
+el mundo y sus alrededores.
+
+Entre esos bohemios del vicio era mucha honra poder decir:
+
+--Yo soy _chuchumeco legítimo_ y recibido, no como quiera, sino por el
+mismo Pablo Tello en persona, con botija abierta, arpa, guitarra y
+cajón.
+
+Largo podríamos escribir sobre este tema y sobre el tecnicismo o
+jerigonza que hablaban los afiliados; pero ello es comprometedor y
+peliagudo, y será mejor que lo dejemos para otro rato, que no se ganó
+Zamora en una hora.
+
+Una tarde en que, con motivo de no sé qué fiesta, hubo mantel largo en
+el refectorio de los juandedianos, se agarraron a trago va y trago viene
+el lego y el _chuchumeco_, y cuando aquél estaba ya madio chispo, hubo
+de parecerle a éste propicia la oportunidad para venturar el golpe de
+gracia.
+
+--Si su paternidad me confiara parte de esos realejos que tiene ociosos
+y criando moho, permita Dios que el _piscolabis_ que he bebido se me
+vuelva en el buche rejalgar o agua de estanque con sapos y sabandijas,
+si antes de un año no se los he triplicado.
+
+El demonio de la codicia dió un mordisco en el corazón del lego.
+
+--Mire su paternidad--prosiguió el niño--. Yo he sido mancebo de la
+botica de don Silverio, y tengo la farmacopea en la punta de la uña. Con
+dos mil pesos ponemos una botica que le eche la pata encima a la del
+Gato.
+
+--¡Con tan poco, hombre!--balbuceó el juandediano.
+
+--Y hasta con menos; pero me fijo en suma redonda porque me gusta hacer
+las cosas en grande y sin miseria. Un almirez, un morterito de piedra,
+una retorta, un alambique, un tarro de sanguijuelas, unas cuantas onzas
+de goma, linaza, achicoria y raíz de altea, unos frascos vistosos,
+vacíos los más y pocos con droga, y pare de contar... Es cuanto
+necesitamos. Créame su paternidad. Con _cuatro simples_, en un verbo le
+pongo yo la primera botica de Lima.
+
+Y prosiguió, con variaciones sobre el mismo tema, excitando la codicia
+del hospitalario y halagando su vanidad con llamarlo a roso y velloso su
+_paternidad_. Parece que el muy tunante guardaba en la memoria este
+pareado:
+
+_para surgir, con adularte basta;_
+_la lisonja es jabón que no se gasta._
+
+Mucho alcanza un adulador, sobre todo cuando sabe exagerar la lisonja. A
+propósito de adulaciones, no recuerdo en qué cronicón he leído que uno
+de los virreyes del Perú fué hombre que se pagaba infinito que lo
+creyesen omnipotente. Discurríase una noche en la tertulia palaciega
+sobre el Apocalipsis y el juicio final; y el virrey, volviéndose a un
+garnacha, mozo limeño y decidor, que hasta ese momento no había
+despegado los labios para hablar en la cuestión, le dijo:--Y usted,
+señor doctor, ¿cuándo cree que se acabará el mundo?--Es claro--contestó
+el interpelado--, cuando vuecelencia mande que se acabe.--Agrega el
+cronista que el virrey tomó por lisonja fina la picante y epigramática
+respuesta. ¡Si viviría el hombre convencido de su omnipotencia!
+
+A la postre, el buen lego mordió el anzuelo y empezó por desenterrar
+cien peluconas.
+
+Y la botica se puso, luciendo en el mostrador cuatro redomas con aguas
+de colores y una garrafa con pececitos del río. En los escaparates se
+ostentaban también algunos elegantes frascos de drogas; pero con el
+pretexto de que hoy se necesita tal bálsamo y mañana cual menjurge,
+llegó el boticario a arrancarle a su socio todas las muelas que tenía
+bajo tierra.
+
+Y pasaron meses; y el mocito, que entendía de picardías más que una
+culebra, le hacía cuentas alegres, hasta que aburrido _Carapulcra_, le
+dijo:
+
+--Pues, señor, es preciso que demos un balance, y cuanto más pronto
+mejor.
+
+--Convenido--contestó impávido _Cututeo_--: mañana mismo nos ocuparemos
+de eso.
+
+Y aquella tarde vendió a otros del oficio, por la mitad de precio,
+cuanto había en los escaparates, y la botica quedó limpia sin necesidad
+de escoba.
+
+Cuando al día siguiente fué _Carapulcra_ en busca del compañero para dar
+principio al balance, se encontró con que el pájaro había volado, y por
+única existencia la garrafa de los peces.
+
+Púsose el lego furioso, y en su arrebato cogió la garrafa y la arrojó a
+la acequia diciendo:
+
+--¡A nadar, peces!
+
+Y he aquí, por si ustedes lo ignoran, el origen de esta frase.
+
+Y luego _el padre Carapulcra_, tomándose la cabeza entre las manos, se
+dejó caer en un sillón de vaqueta murmurando:
+
+--¡Ah pícaro! Con _cuatro simples_ me dijo que se ponía una botica...
+¡Embustero! El la puso con sólo _un simple_... ¡y ése fuí yo!
+
+
+
+
+CONVERSION DE UN LIBERTINO
+
+  _Un faldellín he de hacerme_
+_de bayeta de temblor,_
+_con un letrero que diga:_
+  _¡misericordia, Señor!_
+
+(Copla popular en 1746).
+
+
+En el convento de la Merced existe un cuadro representando un hombre a
+caballo (que no es San Pedro Nolasco, sino un criollo del Perú), dentro
+de la iglesia y rodeado de la comunidad. Como esto no pudo pintarse a
+humo de pajas, sino para conmemorar algún suceso, dime a averiguarlo, y
+he aquí la tradición que sobre el particular me ha referido un
+religioso.
+
+
+I
+
+Don Juan de Andueza era todo lo que hay que ser de tarambana y mozo
+tigre. Para esto de chamuscar casadas y encender doncellas no tenía
+coteja.
+
+Gran devoto de San Rorro, patrón de holgazanes y borrachos, vivía, como
+dicen los franceses, _au jour le jour_, y tanto se le daba de lo de
+arriba como de lo de abajo. Mientras encontrara sobre la tierra mozas,
+vino, naipes, pendencias y francachelas, no había que esperar reforma en
+su conducta.
+
+Para gallo sin traba, todo terreno es _cancha_.
+
+El 28 de octubre de 1746 hallábase en una taberna del Callao, reunido
+con otros como él y media docena de hembras de la _cuerda_, gente toda
+de no inspirar codicia ni al demonio. El _copeo_ era en regla, y al son
+de una guitarra con romadizo, una de las mozuelas bailaba con su
+respectivo galán una desenfrenada _sajuriana o cueca_, como hoy decimos,
+haciendo contorsiones de cintura, que envidiaría una culebra, para
+levantar del suelo, con la boca y sin auxilio de las manos, un cacharro
+de aguardiente. A la vez, y llevando el compás con palmadas, cantaban
+los circunstantes:
+
+  _Levántamelo, María;_
+_levántamelo, José;_
+_si tú no me lo levantas_
+_yo me lo levantaré._
+  _¡Qué se quema el sango!_
+    _¡No se quemará,_
+_pues vendrán las olas_
+    _y lo apagarán!_
+
+Aquella bacanal no podía ser más inmunda, ni la bailarina más
+asquerosamente lúbrica en sus movimientos. Eso era para escandalizar
+hasta a un budinga. Con decir que la jarana era de las llamadas de
+cascabel gordo, ahorro gasto de tinta.
+
+La _zamacueca_ o _mozamala_ es un bailecito de mi tierra y que, nacido
+en Lima, no ha podido aclimatarse en otros pueblos. Para bailarlo bien
+es indispensable una limeña con mucha sal y mucho rejo. Según la pareja
+que lo baila, puede tocar en los extremos: o fantásticamente espiritual
+o desvergonzadamente sensual; habla al alma o a los sentidos. Todo
+depende de la _almea_.
+
+Refieren que un arzobispo vió de una manera casual bailar la mozamala, y
+volviéndose al familiar que lo acompañaba, preguntó:
+
+--¿Cómo se llama este bailecito?
+
+--La zamacueca, ilustrísimo señor.
+
+--Mal puesto nombre. Esto debe llamarse _la resurrección de la carne_.
+
+
+II
+
+Acababan de _picar_ a bordo del navío de guerra _San Fermín_ (construído
+en 1731 en el astillero de Guayaquil, con gasto de ochenta mil pesos)
+las diez y media de la noche, cuando un ruido espantoso, acompañado de
+un atroz sacudimiento de tierra, vino a interrumpir a los jaranistas.
+Pasado éste, y sin cuidarse de averiguar lo ocurrido en la población,
+volvió aquella gentuza a meterse en el chiribitil y a continuar el
+fandango.
+
+Un cuarto de hora después Juan de Andueza, que había dejado su caballo a
+la puerta del lupanar, salió para sacar cigarros de la bolsa del pellón,
+y de una manera inconsciente dirigió la mirada hacia el mar. El
+espectáculo que éste ofrecía era tan aterrador, que Andueza se puso de
+un brinco sobra la silla, y aplicando espuela al caballo, pardo al
+escape, no sin gritar a sus compañeros de orgía:
+
+--¡Agarrarse, muchachos, que el mar se sale y apaga el sango!
+
+En efecto, el mar, como un gladiador que reconcentra sus fuerzas para
+lanzarse con mayor brío sobre su adversario, se había retirado dos
+millas de la playa, y una ola gigantesca y espumosa alanzaba sobre la
+población.
+
+De los siete mil habitantes del Callao, según las relaciones del marqués
+de Obando, del jesuíta Lozano y del ilustrado Llano Zapata, no alcanzó
+al número de doscientos once años, contados desde la fundación de la
+ciudad por las olas.
+
+El terremoto, habido a las diez y media de la noche, ocasionó en Lima no
+menores estragos; pues de setenta mil habitantes quedaron cuatro mil
+sepultados entre las ruinas de los edificios. «En tres minutos--dice uno
+de los escritores citados--quedó en escombros la obra de doscientos once
+años, contando desde la fundación de la ciudad».
+
+Aunque los templos no ofrecían seguro asilo, y algunos, como el de San
+Sebastián, estaban en el suelo, abriéronse las puertas de las
+principales iglesias, cuyas comunidades elevaban preces al Altísimo, en
+unión del aterrorizado pueblo, que buscaba refugio en la casa del Señor.
+
+Entretanto, ignorábase en Lima el atroz cataclismo del Callao, cuando
+después de las once, un jinete, penetrando a escape por un lienzo
+derrumbado de la muralla, cruzó el Rastro de San Jacinto y la calle de
+San Juan de Dios, y viendo abierta la iglesia de la Merced, lanzóse en
+ella y llegó a caballo hasta cerca del altar mayor, con no poco espanto
+del afligido pueblo y de los mercedarios, que no atinaban a hallar
+disculpa para semejante profanación.
+
+Detenido por los fieles el fogoso animal, dejóse caer el elebronado
+jinete, y poniéndose de rodillas delante del comendador, gritó:
+
+--¡Confesión! ¡Confesión! ¡El mar se sale!
+
+Tan tremenda noticia se esparció por Lima con velocidad eléctrica, y la
+gente echó a correr en dirección al San Cristóbal y demás cerros
+vecinos.
+
+No hay pluma capaz de describir escena de desolación tan infinita.
+
+El virrey Manso de Velazco estuvo a la altura de la aflictiva situación,
+y el monarca le hizo justicia premiándole con el título de conde de
+Superunda.
+
+
+III
+
+Juan de Andueza, el libertino, cambió por completo de vida y vistió el
+hábito de lego de la Merced, en cuyo convento murió en olor de santidad.
+
+
+
+
+EL REY DEL MONTE
+
+QUE, ENTRE OTRAS COSAS, TRATA DE CÓMO LA REINA DE LOS TERRANOVAS PERDIÓ
+HONRA, CETRO Y VIDA
+
+
+I
+
+Con el cristianismo, que es fraternidad, nos vino desde la civilizada
+Europa, y como una negación de la doctrina religiosa, la trata de
+esclavos. Los crueles expedientes de que se valían los traficantes en
+carne humana para completar en las costas de África el cargamento de sus
+buques, y la manera bárbara como después eran tratados los infelices
+negros, no son asuntos para artículos del carácter ligero de mis
+TRADICIONES.
+
+El esclavo que trabajaba en el campo vivía perennemente amagado del
+látigo y el grillete, y el que lograba la buena suerte de residir en la
+ciudad tenía también, como otra espada de Damocles, suspendida sobre su
+cabeza la amenaza de que, al primer renuncio, se abrirían para él las
+puertas de hierro de un amasijo.
+
+Muchos amos cometían la atrocidad de _carimbar_ o poner marca sobre la
+piel de los negros, como se práctica actualmente con el ganado vacuno o
+caballar, hasta que vino de España real cédula prohibiendo la _carimba_.
+
+En el siglo anterior empezó a ser menos ruda la existencia de los
+esclavos. Los africanos, que por aquel tiempo se vendían en el Perú a
+precio más o menos igual al que hoy se paga por la contrata de un colono
+asiático, merecieron de sus amos la gracia de que, después de
+cristianados, pudieran, según sus respectivas nacionalidades o tribus,
+asociarse en cofradías. Aun creemos que vino de España una real cédula
+sobre el particular.
+
+Andando los años, y con sus ahorrillos y gajes, llegaban muchos esclavos
+a pagar su carta de libertad; y entonces se consagraban al ejercicio de
+alguna industria, no siendo pocos los que lograron adquirir una decente
+fortuna. Precisamente la calle que se llama de Otárola debió su nombre a
+un acaudalado chala o mozambique, del cual, pues viene a cuento, he de
+referir una ocurrencia.
+
+Colocóse en cierta ocasión en la puerta de un templo una mesa con la
+indispensable bandeja para que los fieles oblasen limosnas. Llegó su
+excelencia y el virrey echó un par de peluconas, y los oidores, y damas,
+y cabildantes, y gente de alto coturno hicieron resonar la metálica
+bandeja con una onza o un escudo por lo menos. Tal era la costumbre o la
+moda.
+
+De repente presentóse _taita Otárola_, seguido de dos negros, cada uno
+de los cuales traía a cuestas un talego de a mil duros, y sacando del
+bolsillo medio real de plata lo echó en la bandeja, diciendo:
+
+--Esta es la limosna.
+
+Luego mandó avanzar a los negros, y colocando sobre la mesa los dos
+talegos añadió:
+
+--Esta es la fantasía.
+
+Ahora comenten ustedes a sus anchas la cosa, que no deja de tener
+entripado.
+
+Como era consiguiente, muchas de las asociaciones de negros llegaron a
+poner su tesorería en situación holgada. Los angolas, caravelís,
+mozambiques, congos, chalas y terranovas compraron solares en las calles
+extremas de la ciudad, y edificaron las casas llamadas de cofradías. En
+festividades determinadas, y con venia de sus amos, se reunían allí para
+celebrar jolgorios y comilonas a la usanza de sus países nativos.
+
+Estando todos bautizados, eligieron por patrona de las cofradías a la
+Virgen del Rosario, y era de ver el boato que desplegaban para la
+fiesta. Cada tribu tenía su reina, que era siempre negra y rica. En la
+procesión solemne salía ésta con traje de raso blanco, cubierto de
+finísimas blondas valencianas, banda bordada de piedras preciosas,
+cinturón y cetro de oro, arracadas y gargantilla de perlas. Todas
+echaban, como se dice, la casa por la ventana y llevaban un caudal
+encima. Cada reina iba acompañada de sus damas de honor, que por lo
+regular eran esclavas jóvenes, mimadas de sus aristocráticas señoras, y
+a quienes éstas por vanidad engalanaban ese día con sus joyas más
+valiosas. Seguía a la corte el populacho de la tribu, con cirio en mano
+las mujeres y los hombres tocando instrumentos africanos.
+
+Aunque con menos lujo, concurrían también las cofradías a las fiestas de
+San Benito y Nuestra Señora de la Luz, en el templo de San Francisco, y
+a las procesiones de Corpus y Cuasimodo. En estas últimas eran africanos
+los que formaban las cuadrillas de diablos danzantes que acompañaban a
+la _tarasca, papahuevos y gigantones_.
+
+La reina de los terranovas, en 1799, era una negra de más de cincuenta
+inviernos, conocida con el nombre de _mama Salomé_, la que habiendo
+comprado su libertad, puso una mazamorrería; y el hecho es que cundiendo
+la venta del artículo adquirió un fortunón tal que sus compatriotas,
+cuando vacó el trono, la aclamaron, _nemine discrepante_, por reina y
+señora.
+
+Probablemente los limeños del siglo anterior se engolosinarían con la
+mazamorra, cuando los provincianos les aplicaban a guisa de injuria el
+epíteto de _mazamorreros_. ¡Ahí nos las den todas! Tanta deshonra hay en
+ello como en mascar pan o _chacchar_ coca.
+
+A Dios gracias, hoy estamos archicivilizados, y no hay miedo de que nos
+endilguen aquel mote que nos ruborizaba hasta el blanco de los ojos. A
+la inofensiva mazamorra la tenemos relegada al olvido, y como dijo mi
+inolvidable amigo el festivo y popular poeta Manuel Segura:
+
+  _Yo conozco cierta dama_
+_que con este siglo irá,_
+_que dice que a su mama_
+_no la llamó nunca mama,_
+_y otra de aspecto cetrino_
+_que, por mostrar gusto inglés,_
+_dice: yo no se lo que es_
+_mazamorra de cochino._
+
+Lo que hoy triunfa es la cerveza de Bass, marca T y el _bitter_ de los
+hermanos Broggi. ¡Viva mi Pepa!
+
+  _Impulso de blandir cachiporra_
+_nunca a nadie inspiró la mazamorra,_
+_que ella no daba bríos_
+_para andarse buscando desafíos,_
+_ni faltar al respeto cortesano_
+_a la mujer, al monje o al anciano._
+_Mientras hoy, con un vaso de cerveza_
+_a cuestas, o una copa vergonzante_
+_de bitter de Torino, hasta al gigante_
+_Goliath le rebanamos la cabeza_
+_hablamos de tú a Cristo, y un piropo_
+_le echa a una dama el último galopo._
+_¡La diferencia es nada!_
+_¿Ganamos o perdemos, camarada?_
+
+Basta de digresión y adelante con los faroles.
+
+Años llevaba ya nuestra _macuita_ en pacífica posesión de un trono tan
+real como el de la reina Pintiquiniestra. Pero ¡mire usted lo que es la
+envidia!
+
+Como nadie alcanzaba a hacer competencia a la acreditada mazamorrería de
+_mama_ Salomé, otra del gremio levantó la especie de que la terranova
+era bruja, y que para hacer apetitoso su manjar meneaba la olla, ¡qué
+asco!, con una canilla de muerto, canilla de judío, por añadidura.
+
+¿Bruja dijiste? ¡A la Inquisición con ella! Y la pobre negra, convicta y
+confesa (con auxilio de la polea) de malas artes, fué sacada a la
+vergüenza pública, con pregonero delante y zurrador detrás, medio
+desnuda y montada en un burro flaco.
+
+Y diz que lo es frío o calor bien pudo tener; pero lo que es vergüenza,
+ni el canto de una uña, pues en la piel no se le notó la menor señal de
+sonrojo.
+
+Entendido está que la Inquisición se echó sobre el último maravedí de la
+mazamorrera, y que los terranovas la negaron obediencia y la
+destituyeron. Barrunto que entre ellos sería caso de vacancia la
+acusación de brujería. No conozco el artículo constitucional de los
+terranovas; pero me gusta, y ya lo quisiera ver incrustado en el código
+político de mi tierra, en que tachas peores no fueron nunca pretexto
+para tamaño desaire.
+
+_Mama_ Salomé, reina de mojiganga o de mentirijillas, no se parecía a
+los soberanos de verdad, que cuando sus vasallos los echan del trono
+poco menos que a puntapiés, se van orondos a comer el pan del extranjero
+y engordan que es una maravilla, y hablan a tontas y locas de que Dios
+consiente, pero no para siempre, y que como hay viñas, han de volver a
+empuñar el pandero.
+
+_Mama_ Salomé no intentó siquiera una revolucioncilla de mala muerte; se
+echó a dar y cavar en la ingratitud y felonía de los suyos, y a tal
+grado se le melancolizó el ánimo, que sin más ni más se la llevó Pateta.
+
+
+II
+
+DE CÓMO LA MUERTE DE UNA REINA INFLUYÓ EN LA VIDA DE UN REY
+
+_Mama_ Salomé dejaba un hijo, libre como ella y mocetón de quince años,
+el cual se juró a sí mismo, para cuando tuviese edad, vengar en la
+sociedad el ultraje hecho a su madre encorozándola por bruja, y a la vez
+castigar a los terranovas por la rebeldía contra su reina.
+
+Cuentan que un día, sin que hubiese llegado el galeón de Cádiz trayendo
+noticia de la muerte del rey o de un príncipe de la sangre, ni fallecido
+en Lima magnate alguno, civil o eclesiástico, las campanas de la
+Catedral principiaron a doblar solemnemente, siguiendo su ejemplo las de
+las infinitas torres que tiene la ciudad. Las gentes se echaban a las
+calles preguntando quién era el muerto, y la autoridad misma no sabía
+qué responder.
+
+Interrogados los campaneros, contestaban, y con razón, que ellos no
+tenían para qué meterse en averiguaciones, estándoles prevenido que
+repitiesen todo y por todo el toque de la matriz. Llamado ante el
+arzobispo el campanero de la Catedral, dijo:
+
+--Ilustrísimo señor: los mandamientos rezan «honrar padre y madre». La
+que me envió al mundo murió en el hospital esta mañana, y yo, que no
+tengo más prebenda que la torre, honro a mi madre haciendo gemir a mis
+camparas.
+
+_Mutatis mutandis_, puede decirse que el hijo de Salomé pensaba como el
+campanero de marras, proponiéndose honrar con crímenes la memoria de su
+madre.
+
+Gozaba Lima de aparente tranquilidad, pues ya se empezaba a sentir en la
+atmósfera olor a chamusquina revolucionaria, cuando de pronto cundió
+grave alarma, y a fe que había sobrado motivo para ella. Tratábase nada
+menos que de la aparición de una fuerte cuadrilla de bandoleros, que, no
+contentos con cometer en despoblado mil y un estropicios, penetraban de
+noche en la ciudad, realizaban robos y se retiraban tan frescos como
+quien no quiebra un plato ni cosa que lo valga. En diversas ocasiones
+salieron las partidas de campo con orden de exterminarlos; pero los
+bandidos se batían tan en regla, que sus perseguidores se veían forzados
+a volver grupas, regresando maltrechos y con algunas bajas a la ciudad.
+
+Rara era la incursión de los bandoleros a la capital en que no se
+llevasen cautivo algún terranova, que pocos días después devolvían bien
+azotado y con la cabeza al rape. Con las mujeres terranovas hacían
+también lo mismo, y algo más. Una noche hallábase la reina de regodeo en
+la casa de la cofradía, cuando de improviso se presentaron los de la
+cuadrilla, azotaron a su majestad, y cometieron con ella desaguisados
+tales que volando, volando y en pocos días la llevaron al panteón. El
+trono quedó vacante, no habiendo quien lo codiciase por miedo a las
+consecuencias; lo que ocasionó el desprestigio de la tribu y dió
+preponderancia a las otras cofradías, partidarias entusiastas del _Rey
+del Monte_, título con que era conocido el negro hijo de _mama_ Salomé,
+capitán de la falange maldita.
+
+Contribuían a dar cierta popularidad al _Rey del Monte_ las mentiras y
+verdades que sobre él se contaban. Sólo los ricos eran víctimas de sus
+robos, y su parte de botín la repartía entre los pobres; no había jinete
+que lo superase, y en cuanto a su valor y hazañas, referíanse de él
+tantas historias que a la postre el pueblo empezó a mirarlo como a
+personaje de leyenda.
+
+Tan grande fué el terror que el famoso bandido llegó a inspirar, que los
+más poderosos hacendados, para verse libres de un ataque, se hicieron
+sus feudatarios, pagándole cada mes una contribución en dinero y víveres
+para sostenimiento de la banda.
+
+En vano mandó el virrey colocar en los caminos postes con carteles
+ofreciendo cuatro mil pesos por la cabeza del _Rey del Monte_. Y pasaban
+meses y corrían años, y convencida la autoridad de que empleando la
+fuerza no podría atrapar al muy pícaro, que siempre se escabullía de la
+celada mejor dispuesta, resolvió recurrir a la traición.
+
+Nada más traicionero que el amor. Una Dalila de azabache se comprometió
+a entregar maniatados al nuevo Sansón y a sus principales filisteos.
+
+Pasando por alto detalles desnudos de interés, diremos que una noche,
+hallándose el _Rey del Monte_ entre la espesura de un bosque, acompañado
+de su coima y de cuatro o seis de los suyos, Dalila cuidó de
+embriagarlos, y a una hora concertada de antemano penetraron en el
+bosque los soldados.
+
+El _Rey del Monte_ despertó al ruido, se lanzó sobre su trabuco, apuntó
+y el arma no dio fuego. Entonces, adivinando instintivamente que la
+mujer lo había traicionado, tomó el trabuco por el cañón y lo dejó caer
+pesadamente sobre la infeliz, que se desplomó con el cráneo destrozado.
+
+
+III
+
+MAÑUCO EL PARLAMPÁN
+
+Si hubo hombre en Lima con reputación de _bonus vir_ o de pobre diablo,
+ése fué sin disputa el negro Mañuco.
+
+Llamábanlo el _Parlampán_ porque en las corridas de toros se presentaba
+vestido de monigote en la mojiganga o cuadrilla de _parlampanes_, y
+desempeñábase con tanto gracejo que se había conquistado no poca
+populachería.
+
+Una tarde se exhibió en el redondel llevando dentro del cuerpo más
+aguardiente del acostumbrado, cogiólo el toro, y en una camilla
+lleváronle al hospital.
+
+Vino el cirujano, reconoció la herida, meneó la cabeza murmurando
+_malorum_, y tras el cirujano se acercó a la covacha el capellán, y oyó
+en confesión a Mañuco.
+
+Vivió aún el infeliz cuarenta y ocho horas, y mientras tuvo alientos no
+cesaba de gritar:
+
+--Señores, llévense de mi consejo: tranca y cerrojo..., nada de
+cerraduras..., la mejor no vale un pucho..., para toda chapa hay
+llave..., tranca y cerrojo, y echarse a dormir a pierna suelta...
+
+Tanto repetía el consejo, que el ecónomo del hospital de San Andrés
+pensó que aquello no era hijo del delirio, sino grito de la conciencia,
+y fuése al alcalde del barrio con el cuento. Este hurgó lo suficiente
+para sacar en claro que Mañuco el _Parlampán_ había sido pájaro de
+cuenta, y tan diestro en el manejo de la ganzúa que con él no había
+chapa segura, siquiera tuviese cien pestillos. Item, descubrió la
+autoridad que el _honrado_ Mañuco era el brazo derecho del _Rey del
+Monte_ para los robos domésticos.
+
+Ya lo saben ustedes, lectores míos: tranca cerrojo.
+
+Concluyamos ahora con su majestad el _Rey_.
+
+
+IV
+
+DONDE SE VE QUE PARA TODO AQUILES HAY UN HOMERO
+
+Inmenso era el gentío que ocupaba la Plaza mayor de Lima en la mañana
+del 13 de octubre de 1815.
+
+Todos querían conocer a un bandido que robaba por amor al arte,
+repartiendo entre los pobres aquello de que despojaba a los ricos.
+
+El _Rey del Monte_ y tres de sus compañeros estaban condenados a muerte
+de horca.
+
+La ene de palo se alzaba fatídica en el sitio de costumbre, frente al
+callejón de Petateros.
+
+El virrey Abascal, que había recibido varios avisos de que grupos del
+pueblo se preparaban a armar un motín para libertar al sentenciado,
+rodeó la plaza con tropas reales y milicias cívicas.
+
+La excitación no pasó de oleadas y refunfuños, y el verdugo Pancho Sales
+llenó tranquilamente sus funciones.
+
+Al día siguiente se vendía al precio de un real de plata un chabacano
+romance, en que se relataban con exageración gongorina las proezas del
+ahorcado. Del mérito del romance encomiástico bastará a dar una idea
+este fragmento:
+
+  _Más que Rey, Cid de los montes_
+_fué por su arrojo tremendo,_
+_por fortunado en la lidia,_
+_por generoso y mañero;_
+_Roldan de tez africana,_
+_desafiador de mil riesgos,_
+_no le rindieron bravuras,_
+_sino a dides le rindieron._
+
+Por supuesto, que el poeta agotó la edición y pescó buenos cuartos.
+
+
+
+
+TRES CUESTIONES HISTORICAS SOBRE PIZARRO
+
+¿SUPO O NO SUPO ESCRIBIR? ¿FUÉ O NO FUÉ MARQUÉS DE LOS ATAVILLOS? ¿CUÁL
+FUÉ Y DÓNDE ESTÁ SU GONFALÓN DE GUERRA?
+
+
+I
+
+Variadísimas y contradictorias son las opiniones históricas sobre si
+Pizarro supo o no escribir, y cronistas sesudos y minuciosos aseveran
+que ni aun conoció la O por redonda. Así se ha generalizado la anécdota
+de que estando Atahualpa en la prisión de Cajamarca, uno de los soldados
+que lo custodiaban le escribió en la uña la palabra _Dios_. El
+prisionero mostraba lo escrito a cuantos le visitaban, y hallando que
+todos, excepto Pizarro, acertaban a descifrar de corrido los signos,
+tuvo desde ese instante en menos al jefe de la conquista, y lo consideró
+inferior al último de los españoles. Deducen de aquí malignos o
+apasionados escritores que don Francisco se sintió lastimado en su amor
+propio, y que por tan pueril quisquilla se vengó del Inca haciéndole
+degollar.
+
+Duro se nos hace creer que quien hombreándose con lo más granado de la
+nobleza española, pues alanceó toros en presencia de la reina doña Juana
+y de su corte, adquiriendo por su gallardía y destreza de picador fama
+tan imperecedera como la que años más tarde se conquistara por sus
+hazañas en el Perú; duro es, repetimos, concebir que hubiera sido
+indolente hasta el punto de ignorar el abecedario, tanto más, cuanto que
+Pizarro aunque soldado rudo, supo estimar y distinguir a los hombres de
+letras.
+
+Además, en el siglo del emperador Carlos V no se descuidaba tanto como
+en los anteriores la instrucción. No se sostenía ya que eso de saber
+leer y escribir era propio de segundones y de frailes, y empezaba a
+causar risa la fórmula empleada por los Reyes Católicos en el pergamino
+con que agraciaban a los nobles a quienes hacían la merced de nombrar
+ayudas de Cámara, título tanto o más codiciado que el hábito de las
+órdenes de Santiago, Montesa, Alcántara y Calatrava. Una de las frases
+más curiosas y que, dígase lo que se quiera en contrario, encierra mucho
+de ofensivo a la dignidad del hombre, era la siguiente: «Y por cuanto
+vos (Perico de los Palotes) nos habéis probado _no saber leer ni
+escribir y ser expedito en el manejo de la aguja_, hemos venido en
+nombraros ayuda de nuestra real Cámara, etc.».
+
+Pedro Sancho y Francisco de Jerez, secretarios de Pizarro, antes que
+Antonio Picado desempeñara tal empleo, han dejado algunas noticias sobre
+su jefe; y de ellas, lejos de resultar la sospecha de tan suprema
+ignorancia, aparece que el gobernador _leyó cartas_.
+
+No obstante, refiere Montesinos en sus _Anales del Perú_ que en 1525 se
+propuso Pizarro aprender a leer, que su empeño fué estéril, y que
+contentóse sólo en aprender a firmar. Reíase de esto Almagro, y agregaba
+que firmar sin saber leer era lo mismo que recibir una herida sin poder
+darla.
+
+Tratándose de Almagro el Viejo es punto históricamente comprobado que no
+supo leer.
+
+Lo que sí está para nosotros fuera de duda, como lo está para el ilustre
+Quintana, es que don Francisco Pizarro no supo escribir, por mucho que
+la opinión de sus contemporáneos no ande uniforme en este punto.
+Bastarla para probarlo tener a la vista el contrato de compañía
+celebrado en Panamá, a 10 de marzo de 1525, entre el clérigo Luque,
+Pizarro y Almagro, que concluye literalmente así: «Y porque no saben
+firmar el dicho capitán Francisco Pizarro y Diego de Almagro, firmaron
+por ellos en el registro de esta carta Juan de Panés y Alvaro del
+Quiro».
+
+Un historiador del pasado siglo dice:
+
+«En el archivo eclesiástico de Lima he encontrado varias cédulas e
+instrumentos firmados del marqués (en gallarda letra), los que mostré a
+varias personas, cotejando unas firmas con otras, admirado de las
+audacias de la calumnia con que intentaron sus enemigos desdorarlo y
+apocarlo, vengando así contra este gran capitán las pasiones propias y
+heredadas».
+
+En oposición a éste, Zárate y otros cronistas dicen que Pizarro sólo
+sabía hacer dos rúbricas, y que en medio de ellas, el secretario ponía
+estas palabras: _El marqués Francisco Pizarro_.
+
+Los documentos que de Pizarro he visto en la Biblioteca de Lima, sección
+de manuscritos, tienen todos las dos rúbricas. En unos se lee
+_Franxº. Piçarro_, y en muy pocos _El marqués_. En el Archivo
+Nacional y en el del Cabildo existen también varios de estos autógrafos.
+
+Poniendo término a la cuestión de si Pizarro supo o no firmar me decido
+por la negativa, y he aquí la razón más concluyente que para ello tengo:
+
+En el Archivo General de Indias, establecido en la que fué Casa de
+Contratación en Sevilla, hay varias cartas en las que, como en los
+documentos que poseemos en Lima, se reconoce, hasta por el menos
+entendido en paleografía, que la letra de la firma es, a veces, de la
+misma mano del pendolista o amanuense que escribió el cuerpo del
+documento. «Pero si duda cupiese--añade un distinguido escritor
+bonaerense, don Vicente Quesada, que en 1874 visitó el Archivo de
+Indias--, he visto en una información, en la cual Pizarro declara como
+testigo, que el escribano _da fe_ de que, después de prestada la
+declaración, la señaló con las _señales que acostumbraba hacer_,
+mientras que da fe en otras declaraciones de que los testigos las
+_firman a su presencia_».
+
+
+II
+
+Don Francisco Pizarro no fué marqués de los Atavillos ni marqués de las
+Charcas, como con variedad lo llaman muchísimos escritores. No hay
+documento oficial alguno con que se puedan comprobar estos títulos, ni
+el mismo Pizarro, en el encabezamiento de órdenes y bandos, usó otro
+dictado que éste: _El marqués_.
+
+En apoyo de nuestra creencia, citaremos las palabras de Gonzalo Pizarro
+cuando, prisionero de Gasca, lo reconvino éste por su rebeldía e
+ingratitud para con el rey, que tanto había distinguido y honrado a don
+Francisco:--La merced que su majestad hizo a mi hermano fué solamente
+el título y nombre de marqués, sin darle estado alguno, y si no díganme
+cuál es.
+
+El blasón y armas del marqués Pizarro era el siguiente: Escudo puesto a
+mantel: en la primera parte, en oro, águila negra, columnas y aguas; y
+en rojo, castillo de oro, orla de ocho lobos, en oro; en la segunda
+parte, puesto a mantel en rojo, castillo de oro con una corona; y en
+plata, león rojo con una F, y debajo, en plata, león rojo; en la parte
+baja, campo de plata, once cabezas de indios y la del medio coronada;
+orla total con cadenas y ocho grifos, en oro; al timbre, coronel de
+marqués.
+
+En una carta que con fecha 10 de octubre de 1537 dirigió Carlos V a
+Pizarro, se leen estos conceptos que vigorizan nuestra afirmación:
+«Entretanto os llamaréis marqués, como os lo escribo, que, por no saber
+el nombre que tendrá la tierra que en repartimiento se os dará, no se
+envía dicho título»; y como hasta la llegada de Vaca de Castro no se
+habían determinado por la corona las tierras y vasallos que
+constituirían el marquesado, es claro que don Francisco no fué sino
+marqués a secas, o marqués sin marquesado, como dijo su hermano Gonzalo.
+
+Sabido es que Pizarro tuvo en doña Angelina, hija de Atahualpa, un niño
+a quien se bautizó con el nombre de Francisco, el que murió antes de
+cumplir quince años. En doña Inés Huaylas o Yupanqui, hija de
+Manco-Capac, tuvo una niña, doña Francisca, la cual casó en España en
+primeras nupcias con su tío Hernando, y después con don Pedro Arias.
+
+Por cédula real, y sin que hubiera mediado matrimonio con doña Angelina
+o doña Inés, fueron declarados legítimos los hijos de Pizarro. Si éste
+hubiera tenido tal título de marqués de los Atavillos, habríanlo
+heredado sus descendientes. Fué casi un siglo después, en 1628, cuando
+don Juan Fernando Pizarro, nieto de doña Francisca, obtuvo del rey el
+título de marqués de la Conquista.
+
+Piferrer, en su _Nobiliario español_, dice que, según los genealogistas,
+era muy antiguo e ilustre el linaje de los Pizarros; que algunos de ese
+apellido se distinguieron con Pelayo en Covadonga, y que luego sus
+descendientes se avecindaron en Aragón, Navarra y Extremadura. Y
+concluye estampando que las armas del linaje de los Pizarro son: «escudo
+de oro y un pino con piñas de oro, acompañado de dos lobos empinantes al
+mismo y de dos pizarras al pie del trono». Estos genealogistas se las
+pintan para inventar abolengos y entroncamientos. ¡Para el tonto que
+crea en los muy embusteros!
+
+
+III
+
+Acerca de la bandera de Pizarro hay también un error que me propongo
+desvanecer.
+
+Jurada en 1821 la Independencia del Perú, el Cabildo de Lima pasó al
+generalísimo don José de San Martín un oficio, por el cual la ciudad le
+hacía el obsequio del _estandarte de Pizarro_. Poco antes de morir en
+Boulogne, este prohombre de la revolución americana hizo testamento,
+devolviendo a Lima la obsequiada bandera. En efecto, los albaceas
+hicieron formal entrega de la preciosa reliquia a nuestro representante
+en París, y éste cuidó de remitirla al gobierno del Perú en una caja muy
+bien acondicionada. Fué esto en los días de la fugaz administración del
+general Pezet, y entonces tuvimos ocasión de ver el clásico estandarte
+depositado en uno de los salones del Ministerio de Relaciones
+Exteriores. A la caída de este gobierno, el 6 de noviembre de 1865, el
+populacho saqueó varias de las oficinas de palacio, y desapareció la
+bandera, que acaso fué despedazada por algún rabioso que se imaginaría
+ver en ella un comprobante de las calumnias que, por entonces, inventó
+el espíritu de partido para derrocar al presidente Pezet, vencedor en
+los campos de Junín y Ayacucho, y a quien acusaban sus enemigos
+políticos de _connivencias criminales_ con España, para someter
+nuevamente el país al yugo de la antigua metrópoli.
+
+Las turbas no reaccionan ni discuten, y mientras más absurda sea la
+especie más fácil aceptación encuentra.
+
+La bandera que nosotros vimos tenía, no las armas de España, sino las
+que Carlos V acordó a la ciudad por real cédula de 7 de diciembre de
+1537. Las armas de Lima eran: un escudo en campo azul con tres coronas
+regias en triángulo, y encima de ellas una estrella de oro cuyas puntas
+tocaban las coronas. Por orla, en campo colorado, se leía este mote en
+letras de oro: _Hoc signum vere regum est_. Por timbre y divisa dos
+águilas negras con corona de oro, una J y una K (primeras letras de
+_Karolus_ y _Juana_, los monarcas), y encima de estas letras una
+estrella de oro. Esta bandera era la que el alférez real por juro de
+heredad, paseaba el día 5 de enero, en las procesiones de Corpus y Santa
+Rosa, proclamación de soberano, y otros actos de igual solemnidad.
+
+El pueblo de Lima dió impropiamente en llamar a ese estandarte la
+bandera de Pizarro, y su examen aceptó que ése fué el pendón de guerra
+que los españoles trajeron para la conquista. Y pasando sin refutarse de
+generación en generación, el error se hizo tradicional e histórico.
+
+Ocupémonos ahora del verdadero estandarte de Pizarro.
+
+Después del suplicio de Atahualpa, se encaminó al Cuzco don Francisco
+Pizarro, y creemos que fué el 16 de noviembre de 1533 cuando verificó su
+entrada triunfal en la augusta capital de los Incas.
+
+El estandarte que en esa ocasión llevaba su alférez Jerónimo de Aliaga
+era de la forma que la gente de iglesia llama gonfalón. En una de sus
+caras, de damasco color grana, estaban bordadas las armas de Carlos V; y
+en la opuesta, que era de color blanco según unos, o amarillo según
+otros, se veía pintado el apóstol Santiago en actitud de combate sobre
+un caballo blanco, con escudo, coraza y casco de plumeros o airones,
+luciendo cruz roja en el pecho y una espada en la mano derecha.
+
+Cuando Pizarro salió del Cuzco (para pasar al valle de Jauja y fundar la
+ciudad de Lima) no lo hizo en son de guerra, y dejó depositada su
+bandera o gonfalón en el templo del Sol, convertido ya en catedral
+cristiana. Durante las luchas civiles de los conquistadores, ni
+almagristas, ni gonzalistas, ni gironistas, ni realistas se atrevieron a
+llevarlo a los combates, y permaneció como objeto sagrado en un altar.
+Allí, en 1825, un mes después de la batalla de Ayacucho, lo encontró el
+general Sucre; éste lo envió a Bogotá, y el gobierno inmediatamente lo
+remitió a Bolívar, quien lo regaló a la municipalidad de Caracas, donde
+actualmente se conserva. Ignoramos si tres siglos y medio de fecha
+habrán bastado para convertir en hilachas el emblema marcial de la
+conquista.
+
+FIN
+
+
+
+
+
+End of the Project Gutenberg EBook of Tradiciones peruanas, by Ricardo Palma
+
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+Section  2.  Information about the Mission of Project Gutenberg-tm
+
+Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
+electronic works in formats readable by the widest variety of computers
+including obsolete, old, middle-aged and new computers.  It exists
+because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from
+people in all walks of life.
+
+Volunteers and financial support to provide volunteers with the
+assistance they need, is critical to reaching Project Gutenberg-tm's
+goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
+remain freely available for generations to come.  In 2001, the Project
+Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
+and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations.
+To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
+and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
+and the Foundation web page at http://www.pglaf.org.
+
+
+Section 3.  Information about the Project Gutenberg Literary Archive
+Foundation
+
+The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
+501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
+state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
+Revenue Service.  The Foundation's EIN or federal tax identification
+number is 64-6221541.  Its 501(c)(3) letter is posted at
+http://pglaf.org/fundraising.  Contributions to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
+permitted by U.S. federal laws and your state's laws.
+
+The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S.
+Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered
+throughout numerous locations.  Its business office is located at
+809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email
+business@pglaf.org.  Email contact links and up to date contact
+information can be found at the Foundation's web site and official
+page at http://pglaf.org
+
+For additional contact information:
+     Dr. Gregory B. Newby
+     Chief Executive and Director
+     gbnewby@pglaf.org
+
+
+Section 4.  Information about Donations to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation
+
+Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide
+spread public support and donations to carry out its mission of
+increasing the number of public domain and licensed works that can be
+freely distributed in machine readable form accessible by the widest
+array of equipment including outdated equipment.  Many small donations
+($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
+status with the IRS.
+
+The Foundation is committed to complying with the laws regulating
+charities and charitable donations in all 50 states of the United
+States.  Compliance requirements are not uniform and it takes a
+considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
+with these requirements.  We do not solicit donations in locations
+where we have not received written confirmation of compliance.  To
+SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any
+particular state visit http://pglaf.org
+
+While we cannot and do not solicit contributions from states where we
+have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
+against accepting unsolicited donations from donors in such states who
+approach us with offers to donate.
+
+International donations are gratefully accepted, but we cannot make
+any statements concerning tax treatment of donations received from
+outside the United States.  U.S. laws alone swamp our small staff.
+
+Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation
+methods and addresses.  Donations are accepted in a number of other
+ways including checks, online payments and credit card donations.
+To donate, please visit: http://pglaf.org/donate
+
+
+Section 5.  General Information About Project Gutenberg-tm electronic
+works.
+
+Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm
+concept of a library of electronic works that could be freely shared
+with anyone.  For thirty years, he produced and distributed Project
+Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support.
+
+
+Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed
+editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S.
+unless a copyright notice is included.  Thus, we do not necessarily
+keep eBooks in compliance with any particular paper edition.
+
+
+Most people start at our Web site which has the main PG search facility:
+
+     http://www.gutenberg.org
+
+This Web site includes information about Project Gutenberg-tm,
+including how to make donations to the Project Gutenberg Literary
+Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
+subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.
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@@ -0,0 +1,6499 @@
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+<pre>
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+The Project Gutenberg EBook of Tradiciones peruanas, by Ricardo Palma
+
+This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
+almost no restrictions whatsoever.  You may copy it, give it away or
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+
+Title: Tradiciones peruanas
+
+Author: Ricardo Palma
+
+Release Date: May 4, 2007 [EBook #21282]
+
+Language: Spanish
+
+Character set encoding: ISO-8859-1
+
+*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK TRADICIONES PERUANAS ***
+
+
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+Produced by Chuck Greif and the Online Distributed
+Proofreading Team at http://www.pgdp.net
+
+
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+
+
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+<h3>RICARDO PALMA</h3>
+
+<h1>TRADICIONES PERUANAS</h1>
+
+<p><a name="toc" id="toc"></a></p>
+
+
+<hr style="width: 65%;" />
+
+
+<table summary="toc" cellpadding="0" cellspacing="0" style="text-align:center;">
+<tr><td style="font-size: 130%;"><b>INDICE</b><br /></td></tr>
+<tr><td>&nbsp;<br /></td></tr>
+<tr><td>
+<a href="#LOS_DUENDES_DEL_CUZCO"><b>LOS DUENDES DEL CUZCO</b></a><br />
+<a href="#LOS_POLVOS_DE_LA_CONDESA"><b>LOS POLVOS DE LA CONDESA</b></a><br />
+<a href="#EL_JUSTICIA_MAYOR_DE_LAYCACOTA"><b>EL JUSTICIA MAYOR DE LAYCACOTA</b></a><br />
+<a href="#RACIMO_DE_HORCA"><b>RACIMO DE HORCA</b></a><br />
+<a href="#AMOR_DE_MADRE"><b>AMOR DE MADRE</b></a><br />
+<a href="#LUCAS_EL_SACRILEGO"><b>LUCAS EL SACR&Iacute;LEGO</b></a><br />
+<a href="#RUDAMENTE_PULIDAMENTE_MANOSAMENTE"><b>RUDAMENTE, PULIDAMENTE, MA&Ntilde;OSAMENTE</b></a><br />
+<a href="#EL_RESUCITADO"><b>EL RESUCITADO</b></a><br />
+<a href="#EL_CORREGIDOR_DE_TINTA"><b>EL CORREGIDOR DE TINTA</b></a><br />
+<a href="#LA_GATITA_DE_MARI-RAMOS_QUE_HALAGA_CON_LA_COLA_Y_ARANA_CON_LAS_MANOS"><b>LA GATITA DE MARI-RAMOS QUE HALAGA CON LA COLA Y ARA&Ntilde;A CON LAS MANOS</b></a><br />
+<a href="#A_LA_CARCEL_TODO_CRISTO"><b>&iexcl;A LA C&Aacute;RCEL TODO CRISTO!</b></a><br />
+<a href="#NADIE_SE_MUERE_HASTA_QUE_DIOS_QUIERE"><b>NADIE SE MUERE HASTA QUE DIOS QUIERE</b></a><br />
+<a href="#EL_FRAILE_Y_LA_MONJA_DEL_CALLAO"><b>EL FRAILE Y LA MONJA DEL CALLAO</b></a><br />
+<a href="#POR_BEBER_UNA_COPA_DE_ORO"><b>POR BEBER UNA COPA DE ORO</b></a><br />
+<a href="#UNA_EXCOMUNION_FAMOSA"><b>UNA EXCOMUNION FAMOSA</b></a><br />
+<a href="#ACEITUNA_UNA"><b>ACEITUNA, UNA</b></a><br />
+<a href="#OFICIOSIDAD_NO_AGRADECIDA"><b>OFICIOSIDAD NO AGRADECIDA</b></a><br />
+<a href="#EL_ALMA_DE_FRAY_VENANCIO"><b>EL ALMA DE FRAY VENANCIO</b></a><br />
+<a href="#LA_TRENZA_DE_SUS_CABELLOS"><b>LA TRENZA DE SUS CABELLOS</b></a><br />
+<a href="#DE_ASTA_Y_REJON"><b>DE ASTA Y REJON</b></a><br />
+<a href="#LOS_ARGUMENTOS_DEL_CORREGIDOR"><b>LOS ARGUMENTOS DEL CORREGIDOR</b></a><br />
+<a href="#LA_NINA_DEL_ANTOJO"><b>LA NI&Ntilde;A DEL ANTOJO</b></a><br />
+<a href="#LA_LLORONA_DEL_VIERNES_SANTO"><b>LA LLORONA DEL VIERNES SANTO</b></a><br />
+<a href="#A_NADAR_PECES"><b>&iexcl;A NADAR, PECES!</b></a><br />
+<a href="#CONVERSION_DE_UN_LIBERTINO"><b>CONVERSION DE UN LIBERTINO</b></a><br />
+<a href="#EL_REY_DEL_MONTE"><b>EL REY DEL MONTE</b></a><br />
+<a href="#TRES_CUESTIONES_HISTORICAS_SOBRE_PIZARRO"><b>TRES CUESTIONES HISTORICAS SOBRE PIZARRO</b></a><br />
+</td></tr>
+</table>
+
+
+<hr style="width: 65%;" />
+<h2><a name="LOS_DUENDES_DEL_CUZCO" id="LOS_DUENDES_DEL_CUZCO"></a><a href="#toc">LOS DUENDES DEL CUZCO</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">cr&oacute;nica que trata de c&oacute;mo el virrey poeta entend&iacute;a la justicia</span></p>
+
+
+<p>Esta tradici&oacute;n no tiene otra fuente de autoridad que el relato del
+pueblo. Todos la conocen en el Cuzco tal como hoy la presento. Ning&uacute;n
+cronista hace menci&oacute;n de ella, y s&oacute;lo en un manuscrito de r&aacute;pidas
+apuntaciones, que abarca desde la &eacute;poca del virrey marqu&eacute;s de Salinas
+hasta la del duque de la Palata, encuentro las siguientes l&iacute;neas:</p>
+
+<p>&laquo;En este tiempo del gobierno del pr&iacute;ncipe de Squillace, muri&oacute; malamente
+en el Cuzco, a manos del diablo, el almirante de Castilla, conocido por
+el descomulgado&raquo;.</p>
+
+<p>Como se ve, muy poca luz proporcionan estas l&iacute;neas, y me afirman que en
+los <i>Anales del Cuzco</i>, que posee in&eacute;ditos el se&ntilde;or obispo de Ochoa,
+tampoco se avanza m&aacute;s, sino que el misterioso suceso est&aacute; colocado en
+&eacute;poca diversa a la que yo le asigno.</p>
+
+<p>Y he tenido en cuenta para preferir los tiempos de don Francisco de
+Borja; y Arag&oacute;n, no s&oacute;lo la apuntaci&oacute;n ya citada, sino la especial&iacute;sima
+circunstancia de que, conocido el car&aacute;cter del virrey poeta, son propias
+de &eacute;l las espirituales palabras con que termina esta leyenda.</p>
+
+<p>Hechas las salvedades anteriores, en descargo de mi conciencia de
+cronista, pongo punto redondo y entro en materia.</p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>Don Francisco de Borja y Arag&oacute;n, pr&iacute;ncipe de Esquilache y conde de
+Mayalde, natural de Madrid y caballero de las Ordenes de Santiago y
+Montesa, contaba treinta y dos a&ntilde;os cuando Felipe III, que lo estimaba,
+en mucho, le nombr&oacute; virrey del Per&uacute;. Los cortesanos criticaron el
+nombramiento, porque don Francisco s&oacute;lo se hab&iacute;a ocupado hasta entonces
+en escribir versos, galanteos y desaf&iacute;os. Pero Felipe III, a cuyo regio
+o&iacute;do, y contra la costumbre, llegaron las murmuraciones, dijo:&mdash;En
+verdad que es el m&aacute;s joven de los virreyes que hasta hoy han ido a
+Indias; pero en Esquilache hay cabeza, y m&aacute;s que cabeza brazo fuerte.</p>
+
+<p>El monarca no se equivoc&oacute;. El Per&uacute; estaba amagado por flotas
+filibusteras: y por muy buen gobernante que hiciese don Juan de Mendoza
+y Luna, marqu&eacute;s de Montesclaros, falt&aacute;bale los br&iacute;os de la juventud.
+Jorge Spitberg, con una escuadra holandesa, despu&eacute;s de talar las costas
+de Chile, se dirigi&oacute; al Callao. La escuadra espa&ntilde;ola le sali&oacute; al
+encuentro el 22 de julio de 1615, y despu&eacute;s de cinco horas de re&ntilde;ido y
+feroz combate frente a Cerro Azul o Ca&ntilde;ete, se incendi&oacute; la capitana, se
+fueron a pique varias naves, y los piratas vencedores pasaron a cuchillo
+a los prisioneros.</p>
+
+<p>El virrey marqu&eacute;s de Montesclaros se constituy&oacute; en el Callao para
+dirigir la resistencia, m&aacute;s por llenar el deber que porque tuviese la
+esperanza de impedir, con los pocos y malos elementos de que dispon&iacute;a,
+el desembarque de los piratas y el consiguiente saqueo de Lima. En la
+ciudad de los Reyes dominaba un verdadero p&aacute;nico; y las iglesias no s&oacute;lo
+se hallaban invadidas por d&eacute;biles mujeres, sino por hombres que, lejos
+de pensar en defender como bravos sus hogares, invocaban la protecci&oacute;n
+divina contra los herejes holandeses. El anciano y corajudo virrey
+dispon&iacute;a escasamente de mil hombres en el Callao, y n&oacute;tese que, seg&uacute;n el
+censo de 1614, el n&uacute;mero de habitantes de Lima ascend&iacute;a a 25.454.</p>
+
+<p>Pero Spitberg se conform&oacute; con disparar algunos ca&ntilde;onazos que le fueron
+d&eacute;bilmente contestados, e hizo rumbo para Paita. Peralta en su <i>Lima
+fundada</i>, y el conde de la Granja, en su poema de <i>Santa Rosa</i>, traen
+detalles sobre esos luctuosos d&iacute;as. El sentimiento cristiano atribuye la
+retirada de los piratas a milagro que realiz&oacute; la virgen lime&ntilde;a, que
+muri&oacute; dos a&ntilde;os despu&eacute;s, el 24 de agosto de 1617.</p>
+
+<p>Seg&uacute;n unos el 18 y seg&uacute;n otros el 23 de diciembre de 1615, entr&oacute; en Lima
+el pr&iacute;ncipe de Esquilache, habiendo salvado providencialmente, en la
+traves&iacute;a de Panam&aacute; al Callao, de caer en manos de los piratas.</p>
+
+<p>El recibimiento de este virrey fu&eacute; suntuoso, y el Cabildo no se par&oacute; en
+gastos para darle esplendidez.</p>
+
+<p>Su primera atenci&oacute;n fu&eacute; crear y fortificar el puerto, lo que mantuvo a
+raya la audacia de los filibusteros hasta el gobierno de su sucesor, en
+que el holand&eacute;s Jacobo L'Heremite acometi&oacute; su formidable empresa
+pir&aacute;tica Descendiente del Papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia) y de San
+Francisco de Borja, duque de Gand&iacute;a, el pr&iacute;ncipe de Esquilache, como
+a&ntilde;os m&aacute;s tarde su sucesor y pariente el conde de Lemos, gobern&oacute; el Per&uacute;
+bajo la influencia de los jesu&iacute;tas.</p>
+
+<p>Calmada la zozobra que inspiraban los amagos filibusteros, don Francisco
+se contrajo al arreglo de la hacienda p&uacute;blica, dict&oacute; sabias ordenanzas
+para los minerales de Potos&iacute; v Huancavelica, y en 20 de diciembre de
+1619 erigi&oacute; el tribunal del Consulado de Comercio.</p>
+
+<p>Hombre de letras, cre&oacute; el famoso colegio del Pr&iacute;ncipe, para educaci&oacute;n de
+los hijos de caciques, y no permiti&oacute; la representaci&oacute;n de comedias ni
+autos sacramentales que no hubieran pasado antes por su censura. &laquo;Deber
+del que gobierna&mdash;dec&iacute;a&mdash;es ser sol&iacute;cito por que no se pervierta el
+gusto&raquo;.</p>
+
+<p>La censura que ejerc&iacute;a el pr&iacute;ncipe de Esquilache era puramente
+literaria, y a fe que el juez no pod&iacute;a ser m&aacute;s autorizado. En la pl&eacute;vade
+de poetas del siglo XVII, siglo que produjo a Cervantes, Calder&oacute;n, Lope,
+Quevedo, Tirso de Molina, Alarc&oacute;n y Moreto, el pr&iacute;ncipe de Esquilache es
+uno de los m&aacute;s notables, si no por la grandeza de la idea, por la
+lozan&iacute;a y correcci&oacute;n de la forma. Sus composiciones sueltas y su poema
+hist&oacute;rico <i>N&aacute;poles recuperada</i>, bastan para darle lugar preeminente en
+el espa&ntilde;ol Parnaso.</p>
+
+<p>No es menos notable como prosador castizo y elegante. En uno de los
+vol&uacute;menes de la obra <i>Memorias de los virreyes</i> se encuentra la
+<i>Relaci&oacute;n</i> de su &eacute;poca de mando, escrito que entreg&oacute; a la Audiencia para
+que &eacute;sta lo pasase a su sucesor don Diego Fern&aacute;ndez de C&oacute;rdova, marqu&eacute;s
+de Guadalc&aacute;zar. La pureza de dicci&oacute;n y la claridad del pensamiento
+resaltan en este trabajo, digno, en verdad, de juicio menos sint&eacute;tico.</p>
+
+<p>Para dar una idea del culto que Esquilache rend&iacute;a a las letras, nos ser&aacute;
+suficiente apuntar que, en Lima, estableci&oacute; una academia o <i>club</i>
+literario, como hoy decimos, cuyas sesiones ten&iacute;an lugar los s&aacute;bados en
+una de las salas de palacio. Seg&uacute;n un escritor amigo m&iacute;o y que cultiv&oacute;
+el ramo de cr&oacute;nicas, los asistentes no pasaban de doce, personajes los
+m&aacute;s caracterizados en el foro, la milicia o la iglesia. &laquo;All&iacute; asist&iacute;a el
+profundo te&oacute;logo y humanista don Pedro de Yarpe Montenegro, coronel de
+ej&eacute;rcito; don Baltasar de Laza y Rebolledo, oidor de la Real Audiencia;
+don Luis de la Puente, abogado insigne; fray Baldomero Illescas,
+religioso franciscano, gran conocedor de los cl&aacute;sicos griegos y latinos;
+don Baltasar Moreyra, poeta, y otros cuyos nombres no han podido
+atravesar los dos siglos y medio que nos separan de su &eacute;poca. El virrey
+los recib&iacute;a con exquisita urbanidad; y los bollos, bizcochos de garapi&ntilde;a
+chocolate y sorbetes distra&iacute;an las conferencias literarias de sus
+convidados. L&aacute;stima que no se hubieran extendido actas de aquellas
+sesiones, que seguramente ser&iacute;an preferibles a las de nuestros
+Congresos&raquo;.</p>
+
+<p>Entre las agudezas del pr&iacute;ncipe de Esquilache, cuentan que le dijo a un
+sujeto muy cerrado de mollera, que le&iacute;a mucho y ning&uacute;n fruto sacaba de
+la lectura:&mdash;D&eacute;jese de libros, amigo, y persu&aacute;dase que el huevo mientras
+m&aacute;s cocido, m&aacute;s duro.</p>
+
+<p>Esquilache, al regresar a Espa&ntilde;a en 1622, fu&eacute; muy considerado del nuevo
+monarca Felipe IV, y muri&oacute; en 1658 en la coronada villa del oso y el
+madro&ntilde;o.</p>
+
+<p>Las armas de la casa de Borja eran un toro de gules en campo de oro,
+bordura de sinople y ocho brezos de oro.</p>
+
+<p>Presentado el virrey poeta, pasemos a la tradici&oacute;n popular.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>Existe en la ciudad del Cuzco una soberbia casa conocida por la del
+<i>Almirante</i>; y parece que el tal almirante tuvo tanto de marino, como
+alguno que yo me s&eacute; y que s&oacute;lo ha visto el mar en pintura. La verdad es
+que el t&iacute;tulo era hereditario y pasaba de padres a hijos.</p>
+
+<p>La casa era obra notabil&iacute;sima. El acueducto y el tallado de los techos,
+en uno de los cuales se halla modelado el busto del almirante que la
+fabric&oacute;, llaman preferentemente la atenci&oacute;n.</p>
+
+<p>Que vivieron en el Cuzco cuatro almirantes, lo comprueba el &aacute;rbol
+geneal&oacute;gico que en 1861 present&oacute; ante el Soberano Congreso del Per&uacute; el
+se&ntilde;or don Sixto Laza, para que se le declarase leg&iacute;timo y &uacute;nico
+representante del Inca Hu&aacute;scar, con derecho a una parte de las huaneras,
+al ducado de Medina de R&iacute;oseco, al marquesado de Oropesa y varias otras
+goller&iacute;as. &iexcl;Carillo iba a costarnos el gusto de tener pr&iacute;ncipe en casa!
+Pero conste, para cuando nos cansemos de la rep&uacute;blica, te&oacute;rica o
+pr&aacute;ctica, y proclamemos, por variar de plato, la monarqu&iacute;a, absoluta o
+constitucional, que todo puede suceder, Dios mediante y el trotecito
+trajinero que llevamos.</p>
+
+<p>Refiri&eacute;ndose a ese &aacute;rbol geneal&oacute;gico, el primer almirante fu&eacute; don Manuel
+de Castilla, el segundo don Crist&oacute;bal de Castilla Espinosa y Lugo, al
+cual sucedi&oacute; su hijo don Gabriel de Castilla V&aacute;zquez de Vargas, siendo
+el cuarto y &uacute;ltimo don Juan de Castilla y Gonz&aacute;lez, cuya descendencia se
+pierde en la rama femenina.</p>
+
+<p>Cu&eacute;ntase de los Castilla, para comprobar lo ensoberbecidos que viv&iacute;an de
+su alcurnia, que cuando rezaban el Avemar&iacute;a usaban esta frase: <i>Santa
+Mar&iacute;a, madre de Dios, parienta y se&ntilde;ora nuestra, ruega por nos.</i></p>
+
+<p>Las armas de los Castilla eran: escudo tronchado; el primer cuartel en
+gules y castillo de oro aclarado de azur; el segundo en plata, con le&oacute;n
+rampante de gules y banda de sinople con dos dragantes tambi&eacute;n de
+sinople.</p>
+
+<p>Aventurado ser&iacute;a determinar cu&aacute;l de los cuatro es el h&eacute;roe de la
+tradici&oacute;n, y en esta incertidumbre puede el lector aplicar el mochuelo
+a cualquiera, que de fijo no vendr&aacute; del otro barrio a querellarse de
+calumnia.</p>
+
+<p>El tal almirante era hombre de m&aacute;s humos que una chimenea, muy pagado de
+sus pergaminos y m&aacute;s tieso que su almidonada gorguera. En el patio de la
+casa ostent&aacute;base una magn&iacute;fica fuente de piedra, a la que el vecindario
+acud&iacute;a para proveerse de agua, tomando al pie de la letra el refr&aacute;n de
+que agua y candela a nadie se niegan.</p>
+
+<p>Pero una ma&ntilde;ana se levant&oacute; su se&ntilde;or&iacute;a con un humor de todos los diablos,
+y di&oacute; orden a sus f&aacute;mulos para que moliesen a palos a cualquier bicho de
+la canalla que fuese osado a atravesar los umbrales en busca del
+elemento refrigerador.</p>
+
+<p>Una de las primeras que sufri&oacute; el castigo fu&eacute; una pobre vieja, lo que
+produjo alg&uacute;n esc&aacute;ndalo en el pueblo.</p>
+
+<p>Al otro d&iacute;a el hijo de &eacute;sta, que era un joven cl&eacute;rigo que serv&iacute;a la
+parroquia de San Jer&oacute;nimo, a pocas leguas del Cuzco, lleg&oacute; a la ciudad y
+se impuso del ultraje inferido a su anciana madre. Dirigi&oacute;se
+inmediatamente a casa del almirante; y el hombre de los pergaminos lo
+llam&oacute; hijo de cabra y vela verde, y ech&oacute; verbos y gerundios, sapos y
+culebras por esa aristocr&aacute;tica boca, terminando por darle una soberana
+paliza al sacerdote.</p>
+
+<p>La excitaci&oacute;n que caus&oacute; el atentado fu&eacute; inmensa. Las autoridades no se
+atrev&iacute;an a declararse abiertamente contra el magnate, y dieron tiempo al
+tiempo, que a la postre todo lo calma. Pero la gente de iglesia y el
+pueblo declararon excomulgado al orgulloso almirante.</p>
+
+<p>El insultado cl&eacute;rigo, pocas horas despu&eacute;s de recibido el agravio, se
+dirigi&oacute; a la Catedral y se puso de rodillas a orar ante la imagen de
+Cristo, obsequiada a la ciudad por Carlos V. Terminada su oraci&oacute;n, dej&oacute;
+a los pies del Juez Supremo un memorial exponiendo su queja y demandando
+la justicia de Dios, persuadido que no hab&iacute;a de lograrla de los hombres.
+Diz que volvi&oacute; al templo al siguiente d&iacute;a, y recogi&oacute; la querella
+prove&iacute;da con un decreto marginal de <i>Como se pide: se har&aacute; justicia.</i> Y
+as&iacute; pasaron tres meses, hasta que un d&iacute;a amaneci&oacute; frente a la casa una
+horca y pendiente de ella el cad&aacute;ver del excomulgado, sin que nadie
+alcanzara a descubrir los autores del crimen, por mucho que las
+sospechas recayeran sobre el cl&eacute;rigo, quien supo, con numerosos
+testimonios, <i>probar la coartada</i>.</p>
+
+<p>En el proceso que se sigui&oacute; declararon dos mujeres de la vecindad que
+hab&iacute;an visto un grupo de hombres <i>cabezones y chiquirriticos,</i> vulgo
+duendes, preparando la horca; y que cuando &eacute;sta qued&oacute; alzada, llamaron
+por tres veces a la puerta de la casa, la que se abri&oacute; al tercer
+aldabonazo. Poco despu&eacute;s el almirante, vestido de gala, sali&oacute; en medio
+de los duendes, que sin m&aacute;s ceremonia lo suspendieron como un racimo.</p>
+
+<p>Con tales declaraciones la justicia se qued&oacute; a obscuras y no pudiendo
+proceder contra los duendes, pens&oacute; que era cuerdo el sobreseimiento.</p>
+
+<p>Si el pueblo cree como art&iacute;culo de fe que los duendes dieron fin del
+excomulgado almirante, no es un cronista el que ha de meterse en
+atolladeros para convencerlo de lo contrario, por mucho que la gente
+descre&iacute;da de aquel tiempo murmurara por lo bajo que todo lo acontecido
+era obra de los jesu&iacute;tas, para acrecer la importancia y respeto debidos
+al estado sacerdotal.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>El intendente y los alcaldes del Cuzco dieron cuenta de todo al virrey,
+quien despu&eacute;s de o&iacute;r leer el minucioso informe le dijo a su secretario:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Pl&aacute;ceme el tema para un romance moruno! &iquest;Qu&eacute; te parece de esto, mi
+buen Est&uacute;&ntilde;iga?</p>
+
+<p>&mdash;Que vuecelencia debe echar una m&oacute;nita a esos sandios golillas que no
+han sabido hallar la pista de los fautores del crimen.</p>
+
+<p>&mdash;Y entonces se pierde lo po&eacute;tico del sucedido&mdash;repuso el de Esquilache
+sonri&eacute;ndose.</p>
+
+<p>&mdash;Verdad, se&ntilde;or; pero se habr&aacute; hecho justicia.</p>
+
+<p>El virrey se qued&oacute; algunos segundos pensativo; y luego, levant&aacute;ndose de
+su asiento, puso la mano sobre el hombro de su secretario:</p>
+
+<p>&mdash;Amigo m&iacute;o, lo hecho est&aacute; bien hecho; y mejor andar&iacute;a el mundo si, en
+casos dados, no fuesen leguleyos trapisondistas y dem&aacute;s cuervos de
+Temis, sino duendes, los que administrasen justicia. Y con esto, buenas
+noches y que Dios y Santa Mar&iacute;a nos tengan en su santa guarda y nos
+libren de duendes y remordimientos.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="LOS_POLVOS_DE_LA_CONDESA" id="LOS_POLVOS_DE_LA_CONDESA"></a><a href="#toc">LOS POLVOS DE LA CONDESA</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">cr&oacute;nica de la &eacute;poca del decimocuarto virrey del per&uacute;</span></p>
+
+<p class="r"><i>(Al doctor Ignacio La-Puente.)</i></p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>En una tarde de junio de 1631 las campanas todas de las iglesias de Lima
+pla&ntilde;&iacute;an f&uacute;nebres rogativas, y los monjes de las cuatro &oacute;rdenes
+religiosas que a la saz&oacute;n exist&iacute;an, congregados en pleno coro, entonaban
+salmos y preces.</p>
+
+<p>Los habitantes de la tres veces coronada ciudad cruzaban por los sitios
+en que, sesenta a&ntilde;os despu&eacute;s, el virrey conde de la Monclova deb&iacute;a
+construir los portales de Escribanos y Botoneros, deteni&eacute;ndose frente a
+la puerta lateral de palacio.</p>
+
+<p>En &eacute;ste todo se volv&iacute;a entradas y salidas de personajes, m&aacute;s o menos
+caracterizados.</p>
+
+<p>No se dir&iacute;a sino que acababa de dar fondo en el Callao un gale&oacute;n con
+important&iacute;simas nuevas de Espa&ntilde;a, &iexcl;tanta era la agitaci&oacute;n palaciega y
+popular! o que, como en nuestros democr&aacute;ticos d&iacute;as, se estaba realizando
+uno de aquellos golpes de teatro a que sabe dar pronto t&eacute;rmino la
+justicia de cuerda y hoguera.</p>
+
+<p>Los sucesos, como el agua, deben beberse en la fuente; y por esto, con
+venia del capit&aacute;n de arcabuceros que est&aacute; de facci&oacute;n en la susodicha
+puerta, penetraremos, lector, si te place mi compa&ntilde;&iacute;a, en un recamar&iacute;n
+de palacio.</p>
+
+<p>Hall&aacute;banse en &eacute;l el excelent&iacute;simo se&ntilde;or don Luis Jer&oacute;nimo Fern&aacute;ndez de
+Cabrera Bobadilla y Mendoza, conde de Chinch&oacute;n, virrey de estos reinos
+del Per&uacute; por S. M. don Felipe IV, y su &iacute;ntimo amigo el marqu&eacute;s de
+Corpa. Ambos estaban silenciosos y mirando con avidez hacia una puerta
+de escape, la que al abrirse di&oacute; paso a un nuevo personaje.</p>
+
+<p>Era &eacute;ste un anciano. Vest&iacute;a calz&oacute;n de pa&ntilde;o negro a media pierna, zapatos
+de pana con hebillas de piedra, casaca y chaleco de terciopelo,
+pendiendo de este &uacute;ltimo una gruesa cadena de plata con hermos&iacute;simos
+sellos. Si a&ntilde;adimos que gastaba guantes de gamuza, habr&aacute; el lector
+conocido el perfecto tipo de un esculapio de aquella &eacute;poca.</p>
+
+<p>El doctor Juan de Vega, nativo de Catalu&ntilde;a y reci&eacute;n llegado al Per&uacute;, en
+calidad de m&eacute;dico de la casa del virrey, era una de las lumbreras de la
+ciencia que ense&ntilde;a a matar por medio de un <i>r&eacute;cipe</i>.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y bien, don Juan?&mdash;le interrog&oacute; el virrey, m&aacute;s con la mirada que con
+la palabra.</p>
+
+<p>&mdash;Se&ntilde;or, no hay esperanza. S&oacute;lo un milagro puede salvar a do&ntilde;a
+Francisca.</p>
+
+<p>Y don Juan se retir&oacute; con aire compungido.</p>
+
+<p>Este corto di&aacute;logo basta para que el lector menos avisado conozca de qu&eacute;
+se trata.</p>
+
+<p>El virrey hab&iacute;a llegado a Lima en enero de 1639, y dos meses m&aacute;s tarde
+su bell&iacute;sima y joven esposa do&ntilde;a Francisca Henr&iacute;quez de Ribera, a la que
+hab&iacute;a desembarcado en Paita para no exponerla a los azares de un
+probable combate naval con los piratas. Alg&uacute;n tiempo despu&eacute;s se sinti&oacute;
+la virreina atacada de esa fiebre peri&oacute;dica que se designa con el nombre
+de terciana, y que era conocida por los Incas como end&eacute;mica en el valle
+de Rimac.</p>
+
+<p>Sabido es que cuando, en 1378, Pachacutec envi&oacute; un ej&eacute;rcito de treinta
+mil cuzque&ntilde;os a la conquista de Pachacamac, perdi&oacute; lo m&aacute;s florido de sus
+tropas a estragos de la terciana. En los primeros siglos de la
+dominaci&oacute;n europea, los espa&ntilde;oles que se avecindaban en Lima pagaban
+tambi&eacute;n tributo a esta terrible enfermedad, de la que muchos sanaban sin
+espec&iacute;fico conocido, y a no pocos arrebataba el mal.</p>
+
+<p>La condesa de Chinch&oacute;n estaba desahuciada. La ciencia, por boca de su
+or&aacute;culo don Juan de Vega, hab&iacute;a fallado.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Tan joven y tan bella!&mdash;dec&iacute;a a su amigo el desconsolado esposo&mdash;.
+&iexcl;Pobre Francisca! &iquest;Qui&eacute;n te habr&iacute;a dicho que no volver&iacute;ais a ver tu
+cielo de Castilla ni los c&aacute;rmenes de Granada? &iexcl;Dios m&iacute;o! &iexcl;Un milagro,
+Se&ntilde;or, un milagro!...</p>
+
+<p>&mdash;Se salvar&aacute; la condesa, excelent&iacute;simo se&ntilde;or&mdash;contest&oacute; una voz en la
+puerta de la habitaci&oacute;n.</p>
+
+<p>El virrey se volvi&oacute; sorprendido. Era un sacerdote, un hijo de Ignacio de
+Loyola, el que hab&iacute;a pronunciado tan consoladoras palabras.</p>
+
+<p>El conde de Chinch&oacute;n se inclin&oacute; ante el jesu&iacute;ta. Este continu&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;Quiero ver a la virreina, tenga vuecencia fe, y Dios har&aacute; el resto.</p>
+
+<p>El virrey condujo al sacerdote al lecho de la moribunda.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>Suspendamos nuestra narraci&oacute;n para trazar muy a la ligera el cuadro de
+la &eacute;poca del gobierno de don Luis Jer&oacute;nimo Fern&aacute;ndez de Cabrera, hijo de
+Madrid, comendador de Criptana entre los caballeros de Santiago, alcaide
+del alc&aacute;zar de Segovia, tesorero de Arag&oacute;n, y cuarto conde de Chinch&oacute;n,
+que ejerci&oacute; el mando desde el 14 de enero de 1629 hasta el 18 del mismo
+mes de 1639.</p>
+
+<p>Amenazado el Pac&iacute;fico por los portugueses y por la flotilla del pirata
+holand&eacute;s <i>Pie de palo</i>, gran parte de la actividad del conde de Chinch&oacute;n
+se consagr&oacute; a poner el Callao y la escuadra en actitud de defensa. Envi&oacute;
+adem&aacute;s a Chile mil hombres contra los araucanos, y tres expediciones
+contra algunas tribus de Puno, Tucum&aacute;n y Paraguay.</p>
+
+<p>Para sostener el caprichoso lujo de Felipe IV y sus cortesanos, tuvo la
+Am&eacute;rica que contribuir con da&ntilde;o de su prosperidad. Hubo exceso de
+impuestos y gabelas, que el comercio de Lima se vi&oacute; forzado a soportar.</p>
+
+<p>Data de entonces la decadencia de los minerales de Potos&iacute; y
+Huancavelica, a la vez que el descubrimiento de las vetas de Bomb&oacute;n y
+Caylloma.</p>
+
+<p>Fu&eacute; bajo el gobierno de este virrey cuando, en 1635, aconteci&oacute; la famosa
+quiebra del banquero Juan de la Cueva, en cuyo Banco&mdash;dice
+Lorente&mdash;ten&iacute;an suma confianza as&iacute; los particulares como el Gobierno.
+Esa quiebra se conmemor&oacute;, hasta hace poco, con la mojiganga llamada
+<i>Juan de la Cova, coscoroba</i>.</p>
+
+<p>El conde de Chinch&oacute;n fu&eacute; tan fan&aacute;tico como cumpl&iacute;a a un cristiano viejo.
+Lo comprueban muchas de sus disposiciones. Ning&uacute;n naviero pod&iacute;a recibir
+pasajeros a bordo, si previamente no exhib&iacute;a una c&eacute;dula de constancia de
+haber confesado y comulgado la v&iacute;spera. Los soldados estaban tambi&eacute;n
+obligados, bajo severas penas, a llenar cada a&ntilde;o este precepto, y se
+prohibi&oacute; que en los d&iacute;as de Cuaresma se juntasen hombres y mujeres en un
+mismo templo.</p>
+
+<p>Como lo hemos escrito en nuestro <i>Anales de la Inquisici&oacute;n de Lima</i>, fu&eacute;
+&eacute;sta la &eacute;poca en que m&aacute;s v&iacute;ctimas sacrific&oacute; el implacable tribunal de la
+fe. Bastaba ser portugu&eacute;s y tener fortuna para verse sepultado en las
+mazmorras del Santo Oficio. En uno solo de los tres autos de fe a que
+asisti&oacute; el conde de Chinch&oacute;n fueron quemados once jud&iacute;os portugueses,
+acaudalados comerciantes de Lima.</p>
+
+<p>Hemos le&iacute;do en el librejo del duque de Fr&iacute;as que, en la primera visita
+de c&aacute;rceles a que asisti&oacute; el conde, se le hizo relaci&oacute;n de una causa
+seguida a un caballero de Quito, acusado de haber pretendido sublevarse
+contra el monarca. De los autos dedujo el virrey que todo era calumnia,
+y mand&oacute; poner en libertad al preso, autoriz&aacute;ndolo para volver a Quito y
+d&aacute;ndole seis meses de plazo para que sublevase el territorio;
+entendi&eacute;ndose que si no lo consegu&iacute;a, pagar&iacute;an los delatores las costas
+del proceso y los perjuicios sufridos por el caballero.</p>
+
+<p>&iexcl;H&aacute;bil manera de castigar envidiosos y denunciantes infames!</p>
+
+<p>Alguna quisquilla debi&oacute; tener su excelencia con las lime&ntilde;as cuando en
+dos ocasiones promulg&oacute; bando contra las <i>tapadas</i>; las que, forzoso es
+decirlo, hicieron con ellos papillotas y tirabuzones. Legislar contra
+las mujeres ha sido y ser&aacute; siempre serm&oacute;n perdido.</p>
+
+<p>Volvamos a la virreina, que dejamos moribunda en el lecho.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>Un mes despu&eacute;s se daba una gran fiesta en palacio en celebraci&oacute;n del
+restablecimiento de do&ntilde;a Francisca.</p>
+
+<p>La virtud febr&iacute;fuga de la cascarilla quedaba descubierta.</p>
+
+<p>Atacado de fiebres un indio de Loja llamado Pedro de Leyva bebi&oacute;, para
+calmar los ardores de la sed, del agua de un remanso, en cuyas orillas
+crec&iacute;an algunos &aacute;rboles de <i>quina</i>. Salvado as&iacute;, hizo la experiencia de
+dar de beber a otros enfermos del mismo mal c&aacute;ntaros de agua, en los que
+depositaba ra&iacute;ces de cascarilla. Con su descubrimiento vino a Lima y lo
+comunic&oacute; a un jesu&iacute;ta, el que, realizando la feliz curaci&oacute;n de la
+virreina, prest&oacute; a la humanidad mayor servicio que el fraile que invent&oacute;
+la p&oacute;lvora.</p>
+
+<p>Los jesu&iacute;tas guardaron por algunos a&ntilde;os el secreto, y a ellos acud&iacute;a
+todo el que era atacado de terciana. Por eso, durante mucho tiempo, los
+polvos de la corteza de quina se conocieron con el nombre de <i>polvos de
+los jesu&iacute;tas</i>.</p>
+
+<p>El doctor Scrivener dice que un m&eacute;dico ingl&eacute;s, Mr. Talbot, cur&oacute; con la
+quinina al pr&iacute;ncipe de Cond&eacute;, al delf&iacute;n, a Colbert y otros personajes,
+vendiendo el secreto al gobierno franc&eacute;s por una suma considerable y una
+pensi&oacute;n vitalicia.</p>
+
+<p>Linneo, tributando en ello un homenaje a la virreina condesa de
+Chinch&oacute;n, se&ntilde;ala a la quina el nombre que hoy le da la ciencia:
+<i>Chinchona</i>.</p>
+
+<p>Mendiburu dice que, al principio, encontr&oacute; el uso de la quina fuerte
+oposici&oacute;n en Europa, y que en Salamanca se sostuvo que ca&iacute;a en pecado
+mortal el m&eacute;dico que la recetaba, pues sus virtudes eran debidas a pacto
+de dos peruanos con el diablo.</p>
+
+<p>En cuanto al pueblo de Lima, hasta hace pocos a&ntilde;os conoc&iacute;a los polvos de
+la corteza de este &aacute;rbol maravilloso con el nombre de <i>polvos de la
+condesa</i>.<a name="FNanchor_1_1" id="FNanchor_1_1"></a><a href="#Footnote_1_1" class="fnanchor">[1]</a></p>
+
+
+
+
+<h2><a name="EL_JUSTICIA_MAYOR_DE_LAYCACOTA" id="EL_JUSTICIA_MAYOR_DE_LAYCACOTA"></a><a href="#toc">EL JUSTICIA MAYOR DE LAYCACOTA</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">cr&oacute;nica de la &eacute;poca del d&eacute;cimonono virrey del per&uacute;</span></p>
+
+<p class="r"><i>(Al doctor don Jos&eacute; Mariano Jim&eacute;nez.)</i></p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>En una serena tarde de marzo del a&ntilde;o del Se&ntilde;or de 1665, hall&aacute;base
+reunida a la puerta de su choza una familia de indios. Compon&iacute;ase &eacute;sta
+de una anciana que se dec&iacute;a descendiente del gran general Ollantay, dos
+hijas, Carmen y Teresa, y un mancebo llamado Tom&aacute;s.</p>
+
+<p>La choza estaba situada a la falda del cerro de Laycacota. Ella con
+quince o veinte m&aacute;s constitu&iacute;an lo que se llama una aldea de cien
+habitantes.</p>
+
+<p>Mientras las muchachas se entreten&iacute;an en hilar, la madre contaba al
+hijo, por la mil&eacute;sima vez, la tradici&oacute;n de su familia. Esta no es un
+secreto, y bien puedo darla a conocer a mis lectores, que la hallar&aacute;n
+relatada con extensos y curiosos pormenores en el importante libro que
+con el t&iacute;tulo <i>Anales del Cuzco</i>, public&oacute; mi ilustrado amigo y compa&ntilde;ero
+de Congreso don P&iacute;o Benigno Mesa.</p>
+
+<p>He aqu&iacute; la tradici&oacute;n sobre Ollantay:</p>
+
+<p>Bajo el imperio del Inca Pachacutec, noveno soberano del Cuzco, era
+Ollantay, curaca de Ollantaytambo, el general&iacute;simo de los ej&eacute;rcitos.
+Amante correspondido de una de las <i>&ntilde;ustas</i> o infantas, solicit&oacute; de
+Pachacutec, y como recompensa a importantes servicios, que le acordase
+la mano de la joven. Rechazada su pretensi&oacute;n por el orgulloso monarca,
+cuya sangre, seg&uacute;n las leyes del imperio, no pod&iacute;a mezclarse con la de
+una familia que no descendiese directamente de Mango Capac, el
+enamorado cacique desapareci&oacute; una noche del Cuzco, rob&aacute;ndose a su
+querida Cusicoyllor.</p>
+
+<p>Durante cinco a&ntilde;os fu&eacute; imposible al Inca vencer al rebelde vasallo, que
+se mantuvo en armas en las fortalezas de Ollantaytambo, cuyas ruinas son
+hoy la admiraci&oacute;n del viajero. Pero Rumi&ntilde;ahui, otro de los generales de
+Pachacutec, en secreta entrevista con su rey, lo convenci&oacute; de que, m&aacute;s
+que a la fuerza, era preciso recurrir a la ma&ntilde;a y a la traici&oacute;n para
+sujetar a Ollantay. El plan acordado fu&eacute; poner preso a Rumi&ntilde;ahui, con el
+pretexto de que hab&iacute;a violado el santuario de las v&iacute;rgenes del Sol.
+Seg&uacute;n lo pactado, se le degrad&oacute; y azot&oacute; en la plaza p&uacute;blica para que,
+envilecido as&iacute;, huyese del Cuzco y fuese a ofrecer sus servicios a
+Ollantay, que viendo en &eacute;l una ilustre v&iacute;ctima a la vez que un general
+de prestigio, no podr&iacute;a menos que dispensarle entera confianza. Todo se
+realiz&oacute; como inicuamente estaba previsto, y la fortaleza fu&eacute; entregada
+por el infame Rumi&ntilde;ahui, mandando el Inca decapitar a los
+prisioneros<a name="FNanchor_2_2" id="FNanchor_2_2"></a><a href="#Footnote_2_2" class="fnanchor">[2]</a>.</p>
+
+<p>Un leal capit&aacute;n salv&oacute; a Cusicoyllor y su tierna hija Imasumac, y se
+estableci&oacute; con ellas en la falda del Laycacota, en el sitio donde en
+1669 deb&iacute;a erigirse la villa de San Carlos de Puno.</p>
+
+<p>Conclu&iacute;a la anciana de referir a su hijo esta tradici&oacute;n, cuando se
+present&oacute; ante ella un hombre, apoyado en un bast&oacute;n, cubierto el cuerpo
+con un largo poncho de bayeta, y la cabeza por un ancho y viejo sombrero
+de fieltro. El extranjero era un joven de veinticinco a&ntilde;os, y a pesar de
+la ruindad de su traje, su porte era distinguido, su rostro varonil y
+simp&aacute;tico y su palabra graciosa y cortesana.</p>
+
+<p>Dijo que era andaluz, y que su desventura lo tra&iacute;a a tal punto que se
+hallaba sin pan ni hogar. Los v&aacute;stagos de la hija de Pachacutec le
+acordaron de buen grado la hospitalidad que demandaba.</p>
+
+<p>As&iacute; transcurrieron pocos meses. La familia se ocupaba en la cr&iacute;a de
+ganado y en el comercio de lanas, sirvi&eacute;ndola el hu&eacute;sped muy &uacute;tilmente.
+Pero la verdad era que el joven espa&ntilde;ol se sent&iacute;a apasionado de Carmen,
+la mayor de las hijas de la anciana, y que ella no se daba por ofendida
+con ser objeto de las amorosas ansias del mancebo.</p>
+
+<p>Como el platonismo, en punto a terrenales afectos, no es eterno, lleg&oacute;
+un d&iacute;a en que el gal&aacute;n, cansado de conversar con las estrellas en la
+soledad de sus noches, se espontane&oacute; con la madre, y &eacute;sta, que hab&iacute;a
+aprendido a estimar al espa&ntilde;ol, le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Mi Carmen te llevar&aacute; en dote una riqueza digna de la descendiente de
+emperadores.</p>
+
+<p>El novio no dio por el momento importancia a la frase; pero tres d&iacute;as
+despu&eacute;s de realizado el matrimonio, la anciana lo hizo levantarse de
+madrugada y lo condujo a una bocamina, dici&eacute;ndole:</p>
+
+<p>&mdash;Aqu&iacute; tienes la dote de tu esposa.</p>
+
+<p>La hasta entonces ignorada, y despu&eacute;s famos&iacute;sima, mina de Laycacota fu&eacute;
+desde ese d&iacute;a propiedad de don Jos&eacute; Salcedo, que tal era el nombre del
+afortunado andaluz.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>La opulencia de la mina y la generosidad de Salcedo y de su hermano don
+Gaspar atrajeron, en breve, gran n&uacute;mero de aventureros a Laycacota.</p>
+
+<p>Oigamos a un historiador: &laquo;Hab&iacute;a all&iacute; plata pura y metales, cuyo
+beneficio dejaba tantos marcos como pesaba el caj&oacute;n. En ciertos d&iacute;as se
+sacaron centenares de miles de pesos&raquo;.</p>
+
+<p>Estas aseveraciones parecer&iacute;an fabulosas si todos los historiadores no
+estuvieran uniformes en ellas.</p>
+
+<p>Cuando alg&uacute;n espa&ntilde;ol, principalmente andaluz o castellano, solicitaba un
+socorro de Salcedo, &eacute;ste le regalaba lo que pudiese sacar de la mina en
+determinado n&uacute;mero de horas. El obsequio importaba casi siempre por lo
+menos el valor de una barra, que representaba dos mil pesos.</p>
+
+<p>Pronto los catalanes, gallegos y vizca&iacute;nos que resid&iacute;an en el mineral
+entraron en disensiones con los andaluces, castellanos y criollos
+favorecidos por los Salcedo. Se dieron batallas sangrientas con variado
+&eacute;xito, hasta que el virrey don Diego de Benavides, conde de Santisteban,
+encomend&oacute; al obispo de Arequipa, fray Juan de Almoguera, la pacificaci&oacute;n
+del mineral. Los partidarios de los Salcedo derrotaron a las tropas del
+obispo, librando mal herido el corregidor Peredo.</p>
+
+<p>En estos combates, hall&aacute;ndose los de Salcedo escasos de plomo, fundieron
+balas de plata. No se dir&aacute; que no mataban lujosamente.</p>
+
+<p>As&iacute; las cosas, aconteci&oacute; en Lima la muerte de Santisteban, y la Real
+Audiencia asumi&oacute; el poder. El gobernador que &eacute;sta nombr&oacute; para Laycacota,
+vi&eacute;ndose sin fuerzas para hacer respetar su autoridad, entreg&oacute; el mando
+a don Jos&eacute; Salcedo, que lo acept&oacute; bajo el t&iacute;tulo de <i>justicia mayor</i>. La
+Audiencia se declar&oacute; impotente y contemporiz&oacute; con Salcedo, el cual,
+recelando nuevos ataques de los vascongados, levant&oacute; y artill&oacute; una
+fortaleza en el cerro.</p>
+
+<p>En verdad que la Audiencia ten&iacute;a por entonces mucho grave de que
+ocuparse con los disturbios que promov&iacute;a en Chile el gobernador Meneses
+y con la tremenda y vasta conspiraci&oacute;n del Inca Bohorques, descubierta
+en Lima casi al estallar, y que condujo al caudillo y sus tenientes al
+cadalso.</p>
+
+<p>El orden se hab&iacute;a por completo restablecido en Laycacota, y todos los
+vecinos estaban contentos del buen gobierno y la caballerosidad del
+justicia mayor.</p>
+
+<p>Pero en 1667, la Audiencia tuvo que reconocer al nuevo virrey llegado de
+Espa&ntilde;a.</p>
+
+<p>Era &eacute;ste el conde Lemos, mozo de treinta y tres a&ntilde;os, a quien, seg&uacute;n los
+historiadores, <i>s&oacute;lo faltaba sotana para ser completo jesu&iacute;ta</i>. En cerca
+de cinco a&ntilde;os de mando, brill&oacute; poco como administrador. Sus empresas se
+limitaron a enviar, aunque sin &eacute;xito, una fuerte escuadra en persecuci&oacute;n
+del bucanero Morg&aacute;n, que hab&iacute;a incendiado Panam&aacute;, y a apresar en las
+costas de Chile a Enrique Clerk. Un a&ntilde;o despu&eacute;s de su destrucci&oacute;n por
+los bucaneros (1670), la antigua Panam&aacute;, fundada en 1518, se traslad&oacute; al
+lugar donde hoy se encuentra. Dos voraces incendios, uno en febrero de
+1737 y otro en marzo de 1756, convirtieron en cenizas dos terceras
+partes de los edificios, entre los que algunos debieron ser
+monumentales, a juzgar por las ruinas que aun llaman la atenci&oacute;n del
+viajero.</p>
+
+<p>El virrey conde de Lemos se distingui&oacute; &uacute;nicamente por su devoci&oacute;n. Con
+frecuencia se le ve&iacute;a barriendo el piso de la iglesia de los
+Desamparados, tocando en ella el &oacute;rgano, y haciendo el oficio de cantar
+en la solemne misa dominical, d&aacute;ndosele tres pepinillos de las
+murmuraciones de la nobleza, que juzgaba tales actos indignos de un
+grande de Espa&ntilde;a.</p>
+
+<p>Dispuso este virrey, bajo pena de c&aacute;rcel y multa, que nadie pintase cruz
+en sitio donde pudiera ser pisada; que todos se arrodillasen al toque de
+oraciones; y escogi&oacute; para padrino de uno de sus hijos al cocinero del
+convento de San Francisco, que era un negro con un jeme de jeta y fama
+de santidad.</p>
+
+<p>Por cada individuo de los que ajusticiaba, mandaba celebrar treinta
+misas; y consagr&oacute;, por lo menos, tres horas diarias al rezo del oficio
+parvo y del rosario, confesando y comulgando todas las ma&ntilde;anas, y
+concurriendo al jubileo y a cuanta fiesta o distribuci&oacute;n religiosa se
+le anunciara.</p>
+
+<p>Jam&aacute;s se han vista en Lima procesiones tan espl&eacute;ndidas como las de
+entonces; y Lorente, en su <i>Historia</i>, trae la descripci&oacute;n de una que se
+traslad&oacute; desde palacio a los Desamparados, dando largo rodeo, una imagen
+de Mar&iacute;a que el virrey hab&iacute;a hecho traer expresamente desde Zaragoza.
+Arco hubo en esa fiesta cuyo valor se estim&oacute; en m&aacute;s de doscientos mil
+pesos, tal era la profusi&oacute;n de alhajas y piezas de oro y plata que lo
+adornaban. La calle de Mercaderes luci&oacute; por pavimento barras de plata,
+que representaban m&aacute;s de dos millones de ducados. &iexcl;Viva el lujo y quien
+lo <i>trujo</i>!</p>
+
+<p>El fan&aacute;tico don Pedro Antonio de Castro y Andrade, conde de Lemos,
+marqu&eacute;s de Sarria y de G&aacute;tiva y duque de Taratifanco, que cifraba su
+orgullo en descender de San Francisco de Borja, y que, a estar en sus
+manos, como &eacute;l dec&iacute;a, habr&iacute;a fundado en cada calle de Lima un colegio de
+Jesu&iacute;tas, apenas fu&eacute; proclamado en Lima como representante de Carlos II
+el <i>Hechizado</i>, se dirigi&oacute; a Puno con gran aparato de fuerza y
+aprehendi&oacute; a Salcedo.</p>
+
+<p>El justicia contaba con poderosos elementos para resistir; pero no quiso
+hacerse reo de rebeld&iacute;a a su rey y se&ntilde;or natural.</p>
+
+<p>El virrey, seg&uacute;n muchos historiadores, lo condujo preso, trat&aacute;ndolo
+durante la marcha con extremado rigor. En breve tiempo qued&oacute; conclu&iacute;da
+la causa, sentenciado Salcedo a muerte, y confiscados sus bienes en
+provecho del real tesoro.</p>
+
+<p>Como hemos dicho, los jesu&iacute;tas dominaban al virrey. Jesu&iacute;ta era su
+confesor el padre Castillo, y jesu&iacute;tas sus secretarios. Las cr&oacute;nicas de
+aquellos tiempos acusan a los hijos de Loyola de haber contribuido
+eficazmente al tr&aacute;gico fin del rico minero, que hab&iacute;a prestado no pocos
+servicios a la causa de la corona y enviado a Espa&ntilde;a algunos millones
+por el quinto de los provechos de la mina.</p>
+
+<p>Cuando leyeron a Salcedo la sentencia, propuso al virrey que le
+permitiese apelar a Espa&ntilde;a, y que por el tiempo que transcurriese desde
+la salida del nav&iacute;o hasta su regreso con la resoluci&oacute;n de la corte de
+Madrid, lo obsequiar&iacute;a diariamente con una barra de plata.</p>
+
+<p>Y t&eacute;ngase en cuenta no s&oacute;lo que cada barra de plata se valorizaba en dos
+mil duros, sino que el viaje del Callao a C&aacute;diz no era realizable en
+menos de seis meses.</p>
+
+<p>La tentaci&oacute;n era poderosa, y el conde de Lemos vacil&oacute;.</p>
+
+<p>Pero los jesu&iacute;tas le hicieron presente que mejor partido sacar&iacute;a
+ejecutando a Salcedo y confisc&aacute;ndole sus bienes.</p>
+
+<p>El que m&aacute;s influy&oacute; en el &aacute;nimo de su excelencia fu&eacute; el padre Francisco
+del Castillo, jesu&iacute;ta peruano que est&aacute; en olor de santidad, el cual era
+padrino de bautismo de don Salvador Fern&aacute;ndez de Castro, marqu&eacute;s de
+Almu&ntilde;a e hijo del virrey.</p>
+
+<p>Salcedo fu&eacute; ejecutado en el sitio llamado <i>Orcca-Pata</i>, a poca distancia
+de Puno.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>Cuando la esposa de Salcedo supo el terrible desenlace del proceso,
+convoc&oacute; a sus deudos y les dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Mis riquezas han tra&iacute;do mi desdicha. Los que las codician han dado
+muerte afrentosa al hombre que Dios me depar&oacute; por compa&ntilde;ero. Mirad c&oacute;mo
+le veng&aacute;is.</p>
+
+<p>Tres d&iacute;as despu&eacute;s la mina de Laycacota hab&iacute;a <i>dado en agua</i>, y su
+entrada fu&eacute; cubierta con pe&ntilde;as, sin que hasta hoy haya podido
+descubrirse el sitio donde ella existi&oacute;.</p>
+
+<p>Los parientes de la mujer de Salcedo inundaron la mina, haciendo est&eacute;ril
+para los asesinos del justicia mayor el crimen a que la codicia los
+arrastrara.</p>
+
+<p>Carmen, la desolada viuda, hab&iacute;a desaparecido, y es fama que se sepult&oacute;
+viva en uno de los corredores de la mina.</p>
+
+<p>Muchos sostienen que la mina de Salcedo era la que hoy se conoce con el
+nombre del <i>Manto</i>. Este es un error que debemos rectificar. La
+codiciada mina de Salcedo estaba entre los cerros Laycacota y
+Cancharani.</p>
+
+<p>El virrey, conde Lemos, en cuyo per&iacute;odo de mando tuvo lugar la
+canonizaci&oacute;n de Santa Rosa, muri&oacute; en diciembre de 1673, y su coraz&oacute;n fu&eacute;
+enterrado bajo el altar mayor de la iglesia de los Desamparados.</p>
+
+<p>Las armas de este virrey eran, por Castro, un sol de oro sobre gules.</p>
+
+<p>En cuanto a los descendientes de los hermanos Salcedo, alcanzaron bajo
+el reinado de Felipe V la rehabilitaci&oacute;n de su nombre y el t&iacute;tulo de
+marqu&eacute;s de Villarrica para el jefe de la familia.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="RACIMO_DE_HORCA" id="RACIMO_DE_HORCA"></a><a href="#toc">RACIMO DE HORCA</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">cr&oacute;nica de la &eacute;poca del vig&eacute;simo virrey del per&uacute;</span></p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p><i>Mi buen amigo y alcalde don Rodrigo de Odr&iacute;a:</i></p>
+
+<p><i>Hanme dado cuenta de que, en deservicio de Su Majestad y en agravio de
+la honra que Dios me di&oacute;, ha delinquido torpemente Juan de Villegas,
+empleado en esta Caja real de Lima. Por ende proceder&eacute;is, con la mayor
+presteza y cuidando de estar a todo apercibido y de no dar campo para
+grave esc&aacute;ndalo, a la prisi&oacute;n del antedicho Villegas, y fecha que sea y
+depositado en la c&aacute;rcel de corte, me dar&eacute;is inmediato conocimiento.</i></p>
+
+<p><i>Guarde Dios a vuesa merced muchos a&ntilde;os.</i></p>
+
+<p class="r"><span class="smcap">El conde de Castellar.</span></p>
+
+<p><i>Hoy 10 de septiembre de 1676.</i></p>
+
+<p>Sent&aacute;base a la mesa en los momentos en que, llamando a coro a los
+can&oacute;nigos, daban las campanas la <i>gorda</i> para las tres, el alcalde del
+crimen don Rodrigo de Odr&iacute;a, y acababa de echar la bendici&oacute;n al pan,
+cuando se present&oacute; un alguacil y le entreg&oacute; un pliego, dici&eacute;ndole:</p>
+
+<p>&mdash;De parte de su excelencia el virrey, y con urgencia.</p>
+
+<p>Cabalg&oacute; las gafas sobre la nariz el honrado alcalde, y despu&eacute;s de
+releer, para mejor estimar los conceptos, la orden que dejamos copiada,
+se levant&oacute; bruscamente y dijo al alguacil, que era un mozo listo como
+una avispa:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Hola, G&uuml;erequeque! Que se preparen ahora mismo tus compa&ntilde;eros, que
+nos ha ca&iacute;do trabajo, y de lo fino.</p>
+
+<p>Mientras se concertaban los alguaciles, el alcalde paseaba por el
+comedor, completamente olvidado de que la sopa, el cocido y la ensalada
+esperaban que tuviese a bien hacerles los honores cotidianos. Como se
+ve, el bueno de don Rodrigo no era v&iacute;ctima del pecado de gula; pues su
+comida se limitaba a sota, caballo y rey, sazonados con la salsa de San
+Bernardo.</p>
+
+<p>&mdash;Ya me daba a m&iacute; un tufillo que este don Juan no caminaba tan derecho
+como Dios manda y al rey conviene. Verdad que hay en &eacute;l un aire de tuno
+que no es para envidiado, y que no me entr&oacute; nunca por el ojo derecho a
+pesar de sus zalamer&iacute;as y dingolodangos. Y cuando el virrey que ha sido
+su amigote me intima que le eche la zarpa, &iexcl;digo si habr&aacute; motivo
+sobrado! A cumplir, Rodrigo, y haz de ese caldo tajadas, quien manda,
+manda, y su excelencia no gasta buenas pulgas. Adelante, que no hay m&aacute;s
+bronce que a&ntilde;os once, ni m&aacute;s lana que no saber que hay ma&ntilde;ana.</p>
+
+<p>Y plant&aacute;ndose capa y sombrero, y empu&ntilde;ando la vara de alcalde, se ech&oacute; a
+la calle, seguido de una chusma de corchetes, y enderez&oacute; a la esquina
+del Colegio Real.</p>
+
+<p>Llegado a ella, comunic&oacute; &oacute;rdenes a sus lebreles, que se esparcieron en
+distintas direcciones para tomar todas las avenidas e impedir que
+escapase el reo, que, a juzgar por los preliminares, deb&iacute;a ser p&aacute;jaro de
+cuenta.</p>
+
+<p>Don Rodrigo, acompa&ntilde;ado de cuatro alguaciles, penetr&oacute; en una casa en la
+calle de Ildefonso, que seg&uacute;n el lujo y apariencias no pod&iacute;a dejar de
+ser habitada por persona de calidad.</p>
+
+<p>Don Juan de Villegas era un vizca&iacute;no que frisaba en los treinta y cinco
+a&ntilde;os, y que lleg&oacute; a Lima en 1674 nombrado para un empleo de sesenta
+duros al mes, renta asaz mezquina aun para el puchero de una mujer y
+cuatro hijos, que com&iacute;an m&aacute;s que un c&aacute;ncer en el est&oacute;mago. De repente, y
+sin que le hubiese ca&iacute;do loter&iacute;a ni heredado en Am&eacute;rica a t&iacute;o
+millonario, se le vi&oacute; desplegar gran boato, dando p&aacute;bulo y comidilla al
+chichisbeo de las comadres del barrio y dem&aacute;s gente cuya ocupaci&oacute;n es
+averiguar vidas ajenas. Ratones arriba, que todo lo blanco no es harina.</p>
+
+<p>Don Juan dorm&iacute;a esa tarde, y sobre un sof&aacute; de la sala, la obligada
+siesta de los espa&ntilde;oles rancios, y despert&oacute;, rodeado de esbirros, a la
+intimaci&oacute;n que le dirigi&oacute; el alcalde.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Por el rey! D&eacute;se preso vuesa merced.</p>
+
+<p>El vizca&iacute;no ech&oacute; mano de un pu&ntilde;al de Albacete que llevaba al cinto y se
+lanz&oacute; sobre el alcalde y su comitiva, que aterrorizados lo dejaron salir
+hasta el patio. Mas G&uuml;erequeque, que hab&iacute;a quedado de vig&iacute;a en la puerta
+de la calle, viendo despavoridos y maltrechos a sus compa&ntilde;eros, se quit&oacute;
+la capa y con pasmosa rapidez la arroj&oacute; sobre la cabeza del delincuente,
+que tropez&oacute; y vino al suelo: entonces toda la jaur&iacute;a cay&oacute; sobre el
+ca&iacute;do, seg&uacute;n es de a&ntilde;eja pr&aacute;ctica en el mundo, y fuertemente atado
+dieron con &eacute;l en la c&aacute;rcel de corte, situada en la calle de la
+Pescader&iacute;a.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Qu&eacute; cosas tan guapas&mdash;murmuraba don Rodrigo por el camino&mdash;hemos de
+ver el d&iacute;a del juicio en el valle de Josafat! Sabios sin sabidur&iacute;a,
+honrados sin honra, volver cada peso al bolsillo de su leg&iacute;timo due&ntilde;o, y
+a muchos hijos encontradizos del verdadero padre que los engendr&oacute;.
+Algunos pasar&aacute;n de roc&iacute;n a ruin. &iexcl;Qu&eacute; bahorrina, Se&ntilde;or, qu&eacute; bahorrina!
+Bien barruntaba yo que este don Juan ten&iacute;a cara de beato y u&ntilde;as de
+gato... &iexcl;Nada! Al cap&oacute;n que se hace gallo, desca&ntilde;onarlo; que como dice
+la copla:</p>
+
+<p><span style="margin-left: 4em;"><i>Arbol tierno aunque se tuerza</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>recto se puede poner;</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>pero en adquiriendo fuerza</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>no basta humano poder.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Tres meses despu&eacute;s, Juan de Villega, que previamente recibi&oacute; doscientos
+ramalazos por mano del verdugo, marchaba en tra&iacute;lla con otros criminales
+al presidio de Chagres, convicto y confeso del crimen de defraudador del
+real tesoro, reagravado con los de falsificaci&oacute;n de la firma del virrey
+y resistencia a la justicia.</p>
+
+<p>Cuando el virrey conde de Castellar, que a la saz&oacute;n contaba cuarenta y
+seis a&ntilde;os, vino a Lima, trajo en su compa&ntilde;&iacute;a, entre otros empleados que
+hab&iacute;an comprado sus cargos en la corte, a don Juan de Villegas. Durante
+el viaje tuvo ocasi&oacute;n de frecuentar el trato del virrey, que le tom&oacute;
+alg&uacute;n cari&ntilde;o y lo invitaba a veces a comer en palacio... Pero caigo en
+cuenta que estoy hablando del virrey sin haberlo presentado en forma a
+mis lectores. Hagamos, pues, conocimiento con su excelencia.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>Don Baltasar de la Cueva, conde de Castellar y de Villa-Alonso, marqu&eacute;s
+de Malag&oacute;n, se&ntilde;or de las villas de Viso, Paracuellos, Fuente el Fresno,
+Porcuna y Benarfases, natural de Madrid, hijo segundo del duque de
+Alburquerque, caballero de Santiago, alguacil mayor perpetuo de la
+ciudad de Toro, alfaqueque de Castilla y vig&eacute;simo virrey del Per&uacute;, entr&oacute;
+en Lima el 15 de agosto de 1674, <i>ostentando</i>&mdash;dice un historiador&mdash;<i>en
+ac&eacute;milas lujosamente ataviadas la opulencia que sol&iacute;an sacar otros
+virreyes</i>. El pueblo pens&oacute;, y pens&oacute; juiciosamente, que don Baltasar no
+ven&iacute;a en pos de logros y granjer&iacute;as, sino en busca de honra, y lo acogi&oacute;
+con vivo entusiasmo.</p>
+
+<p>Sus primeros actos administrativos fueron organizar la escuadra en
+previsi&oacute;n de ataques pir&aacute;ticos, artillar Valpara&iacute;so, fortificar Arica,
+Guayaquil y Panam&aacute;, y reparar los muros del Callao, aumentando a la vez
+su guarnici&oacute;n.</p>
+
+<p>En el orden civil y en el orden religioso dict&oacute; acertad&iacute;simas
+disposiciones. Di&oacute; respetabilidad a los tribunales; fu&eacute; celoso guardi&aacute;n
+del patronato, sosteniendo graves querellas con el arzobispo; reform&oacute; la
+Universidad; cre&oacute; fondos para el sostenimiento del hospital de Santa
+Ana, y promulg&oacute; ordenanzas para moderar el lujo de los coches y
+tumultos, para impedir los desaf&iacute;os y mejorar otros ramos de polic&iacute;a.</p>
+
+<p>En Hacienda realiz&oacute; varias econom&iacute;as en los gastos p&uacute;blicos, castig&oacute; con
+extremo rigor los abusos de los corregidores, y practic&oacute; minuciosa
+inspecci&oacute;n de las cajas reales. Por resultado de ella marcharon al
+presidio de Valdivia varios empleados fiscales, se ahorc&oacute; al tesorero de
+Chuquiavo, y confiscados los bienes de los culpables, recuper&oacute; el tesoro
+algunos realejos. Ning&uacute;n libramiento se pagaba si no llevaba el
+<i>c&uacute;mplase</i> de letra del virrey, y con su firma al pie. Muchos de estos
+documentos fueron falsificados por Villegas.</p>
+
+<p>Hablando de tan ilustre virrey, dice Lorente:</p>
+
+<p>&laquo;O&iacute;a a todos en audiencias p&uacute;blicas y secretas, sin tener horas
+reservadas ni porteros que impidieran hablarle, y daba por s&iacute; mismo
+decretos y &oacute;rdenes, con admiraci&oacute;n de los lime&ntilde;os, que ponderaban no
+haber observado actividad igual en el trabajo, ni forma semejante de
+administraci&oacute;n en ninguno de los virreyes anteriores.</p>
+
+<p>Pocos a&ntilde;os hace que un prestidigitador (Paraff) ofreci&oacute; sacar del cobre
+oro en abundancia. Estableci&oacute;se en Chile, donde organiz&oacute; una Sociedad
+cuyos accionistas sembraron oro, que fu&eacute; a esconderse en las arcas de
+Paraff, y cosecharon cobre de mala ley.</p>
+
+<p>Algo parecido sucedi&oacute; en tiempo del conde de Castellar, s&oacute;lo que all&iacute; no
+hubo bellaco embaucador, sino inocente visionario. Sigamos a Mendiburu
+en la relaci&oacute;n del hecho.</p>
+
+<p>Don Juan del Corro, uno de los principales azogueros del Potos&iacute;, expuso
+al gobierno que hab&iacute;a encontrado un nuevo m&eacute;todo de beneficiar metales
+de plata, dando de aumento en unos la mitad, en otros la tercera o
+cuarta parte, y en todos un ahorro de azogue de cincuenta por ciento,
+solicitando en pago de su descubrimiento mercedes de la corona. El
+presidente de Charcas, el corregidor, los oficiales reales de Potos&iacute;, y
+muchos mineros y azogueros informaron favorablemente. El virrey puso en
+duda la maravilla, y envi&oacute; a Potos&iacute; comisionados de su entera confianza
+para que hiciesen nuevos experimentos pr&aacute;cticos.</p>
+
+<p>Tres o cuatro meses despu&eacute;s llegaba una tarde a Lima un propio,
+conduciendo cartas y pliegos de los comisionados. Estos informaban que
+el descubrimiento de don Juan del Corro no era embolismo, sino
+prodigiosa realidad.</p>
+
+<p>Entusiasmado el virrey se quit&oacute; la cadena de oro que tra&iacute;a al cuello y
+la regal&oacute;, por v&iacute;a de albricias, al conductor de las comunicaciones. En
+seguida mand&oacute; repicar campanas y que se iluminase la ciudad.</p>
+
+<p>Esto produjo general alboroto, <i>Ted&eacute;um</i> en la Catedral, misa solemne de
+gracias celebrada por el arzobispo Almoguera, lucidas comparsas de
+m&aacute;scaras y otros regocijos p&uacute;blicos. No par&oacute; en esto. Castellar dispuso
+se llevase a la Catedral las im&aacute;genes de la Virgen del Rosario, Santo
+Domingo y Santa Rosa en procesi&oacute;n solemne, que atraves&oacute; muchas calles
+ricamente adornadas y en las que hab&iacute;a altares y arcos de mucho costo.
+H&iacute;zose un novenario suntuoso, costeando de su propio peculio la devota
+virreina do&ntilde;a Teresa Mar&iacute;a Arias de Saavedra los gastos de tan
+magn&iacute;ficas fiestas.</p>
+
+<p>El virrey mand&oacute; imprimir y distribuy&oacute; entre los mineros del Per&uacute; la
+instrucci&oacute;n escrita por el autor del nuevo m&eacute;todo. En todas partes fu&eacute;
+objeto de prolijos ensayos que probaron mal, e hicieron ver que los
+provechos eran tan peque&ntilde;os y aun dudosos, que no merec&iacute;an la pena. El
+virrey cre&iacute;a hasta cierto punto desairado su amor propio con este
+resultado; y don Juan del Corro no se daba por vencido, atribuyendo su
+desventura a ardides de enemigos y envidiosos. El de Castellar,
+acompa&ntilde;ado de todos los funcionarios y gente notable de Lima, presenci&oacute;
+al fin, un ensayo, y qued&oacute; convencido de que eran nulas las ventajas, y
+so&ntilde;adas las utilidades del nuevo sistema que a tantos hab&iacute;a alucinado;
+pero qued&oacute; memoria&mdash;bien risible por cierto&mdash;del entusiasmo y fiestas
+con que fu&eacute; acogido.</p>
+
+<p>Su intransigencia con arraigados abusos le concit&oacute; poderos&iacute;simos
+enemigos, que gastaron su influjo todo y no economizaron expediente para
+desquiciar al virrey en el &aacute;nimo del soberano.</p>
+
+<p>El 7 de julio de 1678, cuando ten&iacute;a lugar en Lima una procesi&oacute;n de
+rogativa, a consecuencia de un terrible terremoto que en el mes anterior
+dej&oacute; a la ciudad casi en escombros, recibi&oacute; el conde de Castellar una
+real orden de Carlos II en que se le intimaba la inmediata entrega del
+mando al orgulloso y arbitrario arzobispo don Melchor de Li&ntilde;&aacute;n y
+Cisneros. Este lo sujet&oacute; a un estrecho juicio de residencia, y durante
+&eacute;l tuvo la mezquindad de mantenerlo, por cerca de dos a&ntilde;os, desterrado
+en Paita.</p>
+
+<p>Cuando en 1681 reemplaz&oacute; el excelente duque de la Palata al arzobispo
+Cisneros, don Baltasar de la Cueva, absuelto en el juicio, present&oacute; su
+<i>Relaci&oacute;n</i> de mando, fechada en el pueblecillo de Surco, inmediato a
+Chorrillos, que es una de las m&aacute;s notables entre las <i>Memorias</i> que
+conocemos de los virreyes.</p>
+
+<p>El conde de Castellar trajo al Per&uacute; gran fortuna, cuya mayor parte
+pertenec&iacute;a a la dote de su esposa, dama espa&ntilde;ola que se hizo querer
+mucho en Lima, por su caridad para con los pobres y por los valiosos
+donativos con que favoreci&oacute; a las iglesias. De &eacute;l se dec&iacute;a que entr&oacute;
+rico al mando y sali&oacute; casi pobre.</p>
+
+<p>Las armas del de la Cueva eran: escudo cortinado; el primero y segundo
+cuartel en oro con un bast&oacute;n de gules; el tercero en plata y un drag&oacute;n o
+grifo de sinople en actitud de salir de una cueva; bordura de plata con
+ocho aspas de oro.</p>
+
+<p>En 1682, Carlos II, en desagravio del desaire que tan injustamente le
+infiriera, lo nombr&oacute; consejero de Indias. Desempe&ntilde;ando este cargo
+falleci&oacute; don Baltasar en Espa&ntilde;a, tres o cuatro a&ntilde;os despu&eacute;s.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>El conde de Castellar acostumbraba todas las tardes dar un paseo a pie
+por la ciudad, acompa&ntilde;ado de su secretario y de uno de los capitanes de
+servicio; pero antes de regresar a palacio, y cuando las campanas
+tocaban el <i>Angelus</i>, entraba al templo de Santo Domingo para rezar
+devotamente un rosario.</p>
+
+<p>Era la noche del 10 de febrero de 1678.</p>
+
+<p>Su excelencia se encontraba arrodillado en el escabel que un lego del
+convento ten&iacute;a cuidado de alistarle frente al altar de la Virgen. A
+pocos pasos de &eacute;l, y de pie junto a un esca&ntilde;o se hallaban el secretario
+y el capit&aacute;n de la escolta.</p>
+
+<p>A pesar de la semiobscuridad del templo, llam&oacute; la atenci&oacute;n del &uacute;ltimo un
+bulto que se recataba tras las columnas de la vasta nave. De pronto, la
+misteriosa sombra se dirigi&oacute; con pisada cautelosa hacia el escabel del
+virrey; y acogotando a &eacute;ste con la mano izquierda, lo arroj&oacute; al suelo, a
+la vez que en su derecha reluc&iacute;a un pu&ntilde;al.</p>
+
+<p>Por dicha para el virrey, el capit&aacute;n era un mancebo &aacute;gil y forzudo, que
+con la mayor presteza se lanz&oacute; sobre el asesino y le sujet&oacute; por la
+mu&ntilde;eca. El sacr&iacute;lego bregaba desesperadamente con el pu&ntilde;o de hierro del
+joven, hasta que, agolp&aacute;ndose los frailes y devotos que se encontraban
+en la iglesia, lograron quitarle el arma.</p>
+
+<p>Aquel hombre era Juan de Villegas.</p>
+
+<p>Pr&oacute;fugo del presidio, hac&iacute;a una semana que se encontraba en Lima; y
+desde su regreso no ces&oacute; de acechar en el templo al virrey, buscando
+ocasi&oacute;n propicia para asesinarlo.</p>
+
+<p>Aquella misma noche se encomend&oacute; la causa al alcalde don Rodrigo de
+Odr&iacute;a, y tanta fu&eacute; su actividad que, ocho d&iacute;as despu&eacute;s, el cuerpo de
+Villegas se balanceaba como un racimo en la horca.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;L&aacute;stima de p&iacute;caro!&mdash;dec&iacute;a al pie del pat&iacute;bulo don Rodrigo a su
+alguacil&mdash;. &iquest;No es verdad, G&uuml;erequeque, que siempre sostuve que este
+bellaco hab&iacute;a de acabar muy alto?</p>
+
+<p>&mdash;Con perd&oacute;n de <i>usir&iacute;a</i>&mdash;contest&oacute; el interpelado&mdash;, que ese palo es de
+poca altura para el merecimiento del brib&oacute;n.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="AMOR_DE_MADRE" id="AMOR_DE_MADRE"></a><a href="#toc">AMOR DE MADRE</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">cr&oacute;nica de la &eacute;poca del virrey &laquo;brazo de plata&raquo;</span></p>
+
+<p class="r"><i>(A Juana Manuela Gorriti.)</i></p>
+
+
+<p>Juzgamos conveniente alterar los nombres de los principales personajes
+de esta tradici&oacute;n, pecado venial que hemos cometido en <i>La emplazada</i> y
+alguna otra. Poco significan los nombres si se cuida de no falsear la
+verdad hist&oacute;rica; y bien barruntar&aacute; el lector qu&eacute; raz&oacute;n, y muy poderosa,
+habremos tenido para desbautizar pr&oacute;jimos.</p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>En agosto de 1690 hizo su entrada en Lima el excelent&iacute;simo se&ntilde;or don
+Melchor Portocarrero Lazo de la Vega, conde de la Monclova, comendador
+de Zarza en la Orden de Alc&aacute;ntara y vig&eacute;simo tercio virrey del Per&uacute; por
+su majestad don Carlos II. Adem&aacute;s de su hija do&ntilde;a Josefa, y de su
+familia y servidumbre, acompa&ntilde;&aacute;banlo desde M&eacute;xico, de cuyo gobierno fu&eacute;
+trasladado a estos reinos, algunos soldados espa&ntilde;oles. Distingu&iacute;ase
+entre ellos, por su bizarro y marcial aspecto, don Fernando de Vergara,
+hijodalgo extreme&ntilde;o, capit&aacute;n de gentileshombres lanzas; y cont&aacute;base de
+&eacute;l que entre las bellezas mexicanas no hab&iacute;a dejado la reputaci&oacute;n
+austera de monje benedictino. Pendenciero, jugador y amante de dar
+guerra a las mujeres, era m&aacute;s que dif&iacute;cil hacerlo sentar la cabeza; y el
+virrey, que le profesaba paternal afecto, se propuso en Lima casarlo de
+su mano, por ver si resultaba verdad aquello de <i>estado muda
+costumbres</i>.</p>
+
+<p>Evangelina Zamora, am&eacute;n de su juventud y belleza, ten&iacute;a prendas que la
+hac&iacute;an el partido m&aacute;s codiciable de la ciudad de los Reyes. Su bisabuelo
+hab&iacute;a sido, despu&eacute;s de Jer&oacute;nimo de Aliaga, del alcalde Ribera, de Mart&iacute;n
+de Alc&aacute;ntara y de Diego Maldonado el Rico, uno de los conquistadores m&aacute;s
+favorecidos por Pizarro con repartimientos en el valle del Rimac. El
+emperador le acord&oacute; el uso del <i>Don</i>, y algunos a&ntilde;os despu&eacute;s los
+valiosos presentes que enviaba a la corona le alcanzaron la merced de un
+h&aacute;bito de Santiago. Con un siglo a cuestas, rico y ennoblecido, pens&oacute;
+nuestro conquistador que no ten&iacute;a ya misi&oacute;n sobre este valle de
+l&aacute;grimas, y en 1604 li&oacute; el petate, legando al mayorazgo, en propiedades
+r&uacute;sticas y urbanas, un caudal que se estim&oacute; entonces en un quinto de
+mill&oacute;n.</p>
+
+<p>El abuelo y el padre de Evangelina acrecieron la herencia; y la joven se
+hall&oacute; hu&eacute;rfana a la edad de veinte a&ntilde;os, bajo el amparo de un tutor y
+envidiada por su riqueza.</p>
+
+<p>Entre la modesta hija del conde de la Monclova y la opulenta lime&ntilde;a se
+estableci&oacute;, en breve, la m&aacute;s cordial amistad. Evangelina tuvo as&iacute; motivo
+para encontrarse frecuentemente en palacio en sociedad con el capit&aacute;n de
+gentileshombres, que a fuer de galante no desperdici&oacute; coyuntura para
+hacer su corte a la doncella; la que al fin, sin confesar la inclinaci&oacute;n
+amorosa que el hidalgo extreme&ntilde;o hab&iacute;a sabido hacer brotar en su pecho,
+escuch&oacute; con secreta complacencia la propuesta de matrimonio con don
+Fernando. El intermediario era el virrey nada menos, y una joven bien
+doctrinada no pod&iacute;a inferir desaire a tan encumbrado padrino.</p>
+
+<p>Durante los cinco primeros a&ntilde;os de matrimonio, el capit&aacute;n Vergara olvid&oacute;
+su antigua vida de disipaci&oacute;n. Su esposa y sus hijos constitu&iacute;an toda su
+felicidad: era, dig&aacute;moslo as&iacute;, un marido ejemplar.</p>
+
+<p>Pero un d&iacute;a fatal hizo el diablo que don Fernando acompa&ntilde;ase a su mujer
+a una fiesta de familia, y que en ella hubiera una sala, donde no s&oacute;lo
+se jugaba la cl&aacute;sica <i>malilla</i> abarrotada, sino que, alrededor de una
+mesa con tapete verde, se hallaban congregados muchos devotos de los
+culb&iacute;culos. La pasi&oacute;n del juego estaba s&oacute;lo adormecida en el alma del
+capit&aacute;n, y no es extra&ntilde;o que a la vista de los dados se despertase con
+mayor fuerza. Jug&oacute;, y con tan aviesa fortuna, que perdi&oacute; en esa noche
+veinte mil pesos.</p>
+
+<p>Desde esa hora, el esposo modelo cambi&oacute; por completo su manera de ser, y
+volvi&oacute; a la febricitante existencia del jugador. Mostr&aacute;ndosele la suerte
+cada d&iacute;a m&aacute;s rebelde, tuvo que mermar la hacienda de su mujer y de sus
+hijos para hacer frente a las p&eacute;rdidas, y lanzarse en ese abismo sin
+fondo que se llama <i>el desquite</i>.</p>
+
+<p>Entre sus compa&ntilde;eros de vicio hab&iacute;a un joven, marqu&eacute;s a quien los dados
+favorec&iacute;an con tenacidad, y don Fernando tom&oacute; a capricho luchar contra
+tan loca fortuna. Muchas noches lo llevaba a cenar a la casa de
+Evangelina y, terminada la cena, los dos amigos se encerraban en una
+habitaci&oacute;n a <i>descamisarse</i>, palabra que en el tecnicismo de los
+jugadores tiene una repugnante exactitud.</p>
+
+<p>Decididamente, el jugador y el loco son una misma entidad. Si algo
+empeque&ntilde;ece, a mi juicio, la figura hist&oacute;rica del emperador Augusto es
+que, seg&uacute;n Suetonio, despu&eacute;s de cenar jugaba a pares y nones.</p>
+
+<p>En vano Evangelina se esforzaba para apartar del precipicio al
+desenfrenado jugador. L&aacute;grimas y ternezas, enojos y reconciliaciones
+fueron in&uacute;tiles. La mujer honrada no tiene otras armas que emplear sobre
+el coraz&oacute;n del hombre amado.</p>
+
+<p>Una noche la infeliz esposa se encontraba ya recogida en su lecho,
+cuando la despert&oacute; don Fernando pidi&eacute;ndole el anillo nupcial. Era &eacute;ste
+un brillante de crecid&iacute;simo valor. Evangelina se sobresalt&oacute;; pero su
+marido calm&oacute; su zozobra, dici&eacute;ndola que trataba s&oacute;lo de satisfacer la
+curiosidad de unos amigos que dudaban del m&eacute;rito de la preciosa alhaja.</p>
+
+<p>&iquest;Qu&eacute; hab&iacute;a pasado en la habitaci&oacute;n donde se encontraban los rivales de
+tapete? Don Fernando perd&iacute;a una gran suma, y no teniendo ya prenda que
+jugar, se acord&oacute; del espl&eacute;ndido anillo de su esposa.</p>
+
+<p>La desgracia es inexorable. La valiosa alhaja luc&iacute;a pocos minutos m&aacute;s
+tarde en el dedo anular del ganancioso marqu&eacute;s.</p>
+
+<p>Don Fernando se estremeci&oacute; de verg&uuml;enza y remordimiento. Despidi&oacute;se el
+marqu&eacute;s, y Vergara lo acompa&ntilde;aba a la sala; pero al llegar a &eacute;sta,
+volvi&oacute; la cabeza hacia una mampara que comunicaba al dormitorio de
+Evangelina, y al trav&eacute;s de los cristales vi&oacute;la sollozando de rodillas
+ante una imagen de Mar&iacute;a.</p>
+
+<p>Un v&eacute;rtigo horrible se apoder&oacute; del esp&iacute;ritu de don Fernando, y r&aacute;pido
+como el tigre, se abalanz&oacute; sobre el marqu&eacute;s y le di&oacute; tres pu&ntilde;aladas por
+la espalda.</p>
+
+<p>El desventurado huy&oacute; hacia el dormitorio, y cay&oacute; ex&aacute;nime delante del
+lecho de Evangelina.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>El conde de la Monclova, muy joven a la saz&oacute;n, mandaba una compa&ntilde;&iacute;a en
+la batalla de Arras, dada en 1654. Su denuedo lo arrastr&oacute; a lo m&aacute;s
+re&ntilde;ido de la pelea, y fu&eacute; retirado del campo casi moribundo.
+Restableci&oacute;se al fin, pero con p&eacute;rdida del brazo derecho, que hubo
+necesidad de amputarle. El lo substituy&oacute; con otro plateado, y de aqu&iacute;
+vino el apodo con que, en M&eacute;xico y en Lima lo bautizaron.</p>
+
+<p>El virrey <i>Brazo de plata</i>, en cuyo escudo de armas se le&iacute;a este mote:
+<i>Ave Mar&iacute;a gratia plena</i>, sucedi&oacute; en el gobierno del Per&uacute; al ilustre don
+Melchor de Navarra y Rocafull. &laquo;Con igual prestigio que su antecesor,
+aunque con menos dotes administrativas&mdash;dice Lorente&mdash;, de costumbres
+puras, religioso, conciliador y moderado, el conde de la Monclova
+edificaba al pueblo con su ejemplo, y los necesitados le hallaron
+siempre pronto a dar de limosna sus sueldos y las rentas de su casa&raquo;.</p>
+
+<p>En los quince a&ntilde;os y cuatro meses que dur&oacute; el gobierno de <i>Brazo de
+plata</i>, per&iacute;odo a que ni hasta entonces ni despu&eacute;s lleg&oacute; ning&uacute;n virrey,
+disfrut&oacute; el pa&iacute;s de completa paz; la administraci&oacute;n fu&eacute; ordenada, y se
+edificaron en Lima magn&iacute;ficas casas. Verdad que el tesoro p&uacute;blico no
+anduvo muy floreciente; pero por causas extra&ntilde;as a la pol&iacute;tica. Las
+procesiones y fiestas religiosas de entonces recordaban, por su
+magnificencia y lujo, los tiempos del conde de Lemos. Los portales, con
+sus ochenta y cinco arcos, cuya f&aacute;brica se hizo con gasto de veinticinco
+mil pesos, el Cabildo y la galer&iacute;a de palacio fueron obras de esa &eacute;poca.</p>
+
+<p>En 1694 naci&oacute; en Lima un monstruo con dos cabezas y rostros hermosos,
+dos corazones, cuatro brazos y dos pechos unidos por un cart&iacute;lago. De la
+cintura a los pies poco ten&iacute;a de fenomenal, y el enciclop&eacute;dico lime&ntilde;o
+don Pedro de Peralta escribi&oacute; con el t&iacute;tulo de <i>Desv&iacute;os de la
+naturaleza</i> un curioso libro, en que, a la vez que hace una descripci&oacute;n
+anat&oacute;mica del monstruo, se empe&ntilde;a en probar que estaba dotado de dos
+almas.</p>
+
+<p>Muerto Carlos <i>el Hechizado</i> en 1700, Felipe V, que lo sucedi&oacute;,
+recompens&oacute; al conde de la Monclova haci&eacute;ndolo grande de Espa&ntilde;a.</p>
+
+<p>Enfermo, octogenario y cansado del mando, el virrey <i>Brazo de plata</i>
+instaba a la corte para que se le reemplazase. Sin ver logrado este
+deseo, falleci&oacute; el conde de la Monclova el 22 de septiembre de 1702,
+siendo sepultado en la Catedral; y su sucesor, el marqu&eacute;s de Casteldos
+R&iacute;us, no lleg&oacute; a Lima sino en junio de 1707.</p>
+
+<p>Do&ntilde;a Josefa, la hija del conde de la Monclova, sigui&oacute; habitando en
+palacio despu&eacute;s de la muerte del virrey; mas una noche, concertada ya
+con su confesor, el padre Alonso Mes&iacute;a, se descolg&oacute; por una ventana y
+tom&oacute; asilo en las monjas de Santa Catalina, profesando con el h&aacute;bito de
+Santa Rosa, cuyo monasterio se hallaba en f&aacute;brica. En mayo de 1710 se
+traslad&oacute; do&ntilde;a Josefa Portocarrero Lazo de la Vega al nuevo convento, del
+que fu&eacute; la primera abadesa.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>Cuatro meses despu&eacute;s de su prisi&oacute;n, la Real Audiencia condenaba a muerte
+a don Fernando de Vergara. Este desde el primer momento hab&iacute;a declarado
+que mat&oacute; al marqu&eacute;s con alevos&iacute;a, en un arranque de desesperaci&oacute;n de
+jugador arruinado. Ante tan franca confesi&oacute;n no quedaba al tribunal m&aacute;s
+que aplicar la pena.</p>
+
+<p>Evangelina puso en juego todo resorte para libertar a su marido de una
+muerte infamante; y en tal desconsuelo, lleg&oacute; el d&iacute;a designado para el
+suplicio del criminal. Entonces la abnegada y valerosa Evangelina
+resolvi&oacute; hacer, por amor al nombre de sus hijos, un sacrificio sin
+ejemplo.</p>
+
+<p>Vestida de duelo se present&oacute; en el sal&oacute;n de palacio en momentos de
+hallarse el virrey conde de la Monclova en acuerdo con los oidores, y
+expuso: que don Fernando hab&iacute;a asesinado al marqu&eacute;s, amparado por la
+ley; que ella era ad&uacute;ltera, y que, sorprendida por el esposo, huy&oacute; de
+sus iras, recibiendo su c&oacute;mplice justa muerte del ultrajado marido.</p>
+
+<p>La frecuencia de las visitas del marqu&eacute;s a la casa de Evangelina, el
+anillo de &eacute;sta como gaje de amor en la mano del cad&aacute;ver, las heridas por
+la espalda, la circunstancia de hab&eacute;rsele hallado al muerto al pie del
+lecho de la se&ntilde;ora, y otros peque&ntilde;os detalles eran motivos bastantes
+para que el virrey, dando cr&eacute;dito a la revelaci&oacute;n, mandase suspender la
+sentencia.</p>
+
+<p>El juez de la causa se constituy&oacute; en la c&aacute;rcel para que don Fernando
+ratificara la declaraci&oacute;n de su esposa. Mas apenas termin&oacute; el escribano
+la lectura, cuando Vergara, presa de mil encontrados sentimientos, lanz&oacute;
+una espantosa carcajada.</p>
+
+<p>&iexcl;El infeliz se hab&iacute;a vuelto loco!</p>
+
+<p>Pocos a&ntilde;os despu&eacute;s, la muerte cern&iacute;a sus alas sobre el casto lecho de la
+noble esposa, y un austero sacerdote prodigaba a la moribunda los
+consuelos de la religi&oacute;n.</p>
+
+<p>Los cuatro hijos de Evangelina esperaban arrodillados la postrera
+bendici&oacute;n maternal. Entonces la abnegada v&iacute;ctima, forzada por su
+confesor, les revel&oacute; el tremendo secreto:&mdash;El mundo olvidar&aacute;&mdash;les
+dijo&mdash;el nombre de la mujer que os di&oacute; la vida; pero habr&iacute;a sido
+implacable para con vosotros si vuestro padre hubiese subido los
+escalones del cadalso. Dios, que lee en el cristal de mi conciencia,
+sabe que ante la sociedad perd&iacute; mi honra porque no os llamasen un d&iacute;a
+los hijos del ajusticiado.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="LUCAS_EL_SACRILEGO" id="LUCAS_EL_SACRILEGO"></a><a href="#toc">LUCAS EL SACR&Iacute;LEGO</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">cr&oacute;nica de la &eacute;poca del vig&eacute;simonono virrey del per&uacute;</span></p>
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>El que hubiera pasado por la plazuela de San Agust&iacute;n a la hora de las
+once de la noche del 22 de octubre de 1743, habr&iacute;a visto un bulto sobre
+la cornisa de la fachada del templo, esforz&aacute;ndose a penetrar en &eacute;l por
+una estrecha claraboya. Grandes pruebas de agilidad y equilibrio tuvo
+sin duda que realizar el escalador hasta encaramarse sobre la cornisa, y
+el cristiano que lo hubiese contemplado habr&iacute;a tenido que santiguarse
+tom&aacute;ndolo por el <i>enemigo malo</i> o por duende cuando menos. Y no se
+olvide que, por aquellos, tiempos, era de p&uacute;blica voz y fama que, en
+ciertas noches, la plazuela de San Agust&iacute;n era invadida por una
+procesi&oacute;n de &aacute;nimas del purgatorio con cirio en mano. Yo ni quito ni
+pongo; pero sospecho que con la rep&uacute;blica y el gas les hemos metido el
+resuello a las &aacute;nimas benditas, que se est&aacute;n muy mohinas y quietas en el
+sitio donde a su Divina Majestad plugo ponerlas.</p>
+
+<p>El atrio de la iglesia no ten&iacute;a por entonces la magn&iacute;fica verja de
+hierro que hoy la adorna, y la polic&iacute;a nocturna de la ciudad estaba en
+abandono tal, que era asaz dif&iacute;cil encontrar una ronda. Los buenos
+habitantes de Lima se encerraban en casita a las diez de la noche,
+despu&eacute;s de apagar el farol de la puerta, y la poblaci&oacute;n quedaba
+sumergida en plena tiniebla, con gran contentamiento de gatos y
+lechuzas, de los devotos de la hacienda ajena y de la gente dada a
+amorosas empresas.</p>
+
+<p>El avisado lector, que no puede creer en duendes ni en demonios
+coronados, y que, como es de moda en estos tiempos de civilizaci&oacute;n,
+acaso no cree ni en Dios, habr&aacute; sospechado que es un ladr&oacute;n el que se
+introduce por la claraboya de la iglesia. Piensa mal y acertar&aacute;s.</p>
+
+<p>En efecto. Nuestro hombre con auxilio de una cuerda se descolg&oacute; al
+templo, y con paso resuelto se dirigi&oacute; al altar mayor.</p>
+
+<p>Yo no s&eacute;, lector, si alguna ocasi&oacute;n te has encontrado de noche en un
+vasto templo, sin m&aacute;s luz que la que despiden algunas lamparillas
+colocadas al pie de las efigies, y sintiendo el vuelo y el graznar
+fat&iacute;dico de esas aves que anidan en las torres y b&oacute;vedas. De m&iacute; s&eacute; decir
+que nada ha producido en mi esp&iacute;ritu una impresi&oacute;n m&aacute;s sombr&iacute;a y solemne
+a la vez, y que por ello tengo a los sacristanes y monaguillos en
+opini&oacute;n, no dir&eacute; de santos, sino de ser los hombres de m&aacute;s h&iacute;gados de la
+cristiandad. &iexcl;Me r&iacute;o yo de los bravos de la Independencia!</p>
+
+<p>Llegado nuestro hombre al sagrario, abri&oacute; el recamar&iacute;n, sac&oacute; la Custodia
+envolvi&oacute; en su pa&ntilde;uelo la Hostia divina, dej&aacute;ndola sobre el altar y
+sali&oacute; del templo por la misma claraboya que le hab&iacute;a dado entrada.</p>
+
+<p>S&oacute;lo dos d&iacute;as despu&eacute;s, en la ma&ntilde;ana del s&aacute;bado 25, cuando deb&iacute;a hacerse
+la renovaci&oacute;n de la Forma, vino a descubrirse el robo. Hab&iacute;a
+desaparecido el sol de oro, evaluado en m&aacute;s de cuarenta mil pesos, y
+cuyas ricas perlas, rub&iacute;es, brillantes, zafiros, &oacute;palos y esmeraldas
+eran obsequio de las principales familias de Lima. Aunque el pedestal
+era tambi&eacute;n de oro v admirable como obra de arte, no despert&oacute; la codicia
+del ladr&oacute;n.</p>
+
+<p>F&aacute;cil es imaginarse la conmoci&oacute;n que este sacrilegio causar&iacute;a en el
+devoto pueblo. Seg&uacute;n refiere el erudito escritor del <i>Diario de Lima</i>,
+en los n&uacute;meros del 4 y 5 de octubre de 1791, hubo procesi&oacute;n de
+penitencia, serm&oacute;n sobre el texto de David: <i>Exurge, Domine, et judica
+causam tuam</i>, constantes rogativas, prisi&oacute;n de legos y sacristanes, y
+carteles fijando premios para quien denunciase al ladr&oacute;n. Se cerraron
+los coliseos y el duelo fu&eacute; general cuando, corriendo los d&iacute;as sin
+descubrirse al delincuente, recurri&oacute; la autoridad eclesi&aacute;stica al
+tremendo resorte de leer censuras y apagar candelas.</p>
+
+<p>Por su parte el marqu&eacute;s de Villagarc&iacute;a, virrey del Per&uacute;, hab&iacute;a llenado
+su deber, dictando todas las providencias eme en su arbitrio estaban
+para capturar al sacr&iacute;lego. Los expresos a los corregidores y dem&aacute;s
+autoridades del virreinato se sucedieron sin tregua, hasta que a fines
+de noviembre lleg&oacute; a Lima un alguacil del intendente de Huancavelica don
+Jer&oacute;nimo Sol&aacute;, ex consejero de Indias, con pliegos en los que &eacute;ste
+comunicaba a su excelencia que el ladr&oacute;n se hallaba aposentado en la
+c&aacute;rcel y con su respectivo par de calcetas de Vizcaya. Bien dice el
+refr&aacute;n que entre bonete y almete se hacen cosas de copete.</p>
+
+<p>Las campanas se echaron a vuelo, el teatro volvi&oacute; a funcionar, los
+vecinos abandonaron el luto, y Lima se entreg&oacute; a fiestas y regocijos.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>Ci&ntilde;&eacute;ndonos al plan que hemos seguido en las <span class="smcap">Tradiciones</span>, viene aqu&iacute; a
+cuento una r&aacute;pida rese&ntilde;a hist&oacute;rica de la &eacute;poca de mando del
+excelent&iacute;simo se&ntilde;or don Jos&eacute; de Mendoza Caama&ntilde;o y Sotomayor, marqu&eacute;s de
+Villagarc&iacute;a, de Monroy y de Cusano, conde de Barrantes y Se&ntilde;or de Vista
+Alegre, Rubianes y Villanueva vig&eacute;simonono virrey del Per&uacute; por su
+majestad don Felipe V, y que, a la edad de sesenta a&ntilde;os, se hizo cargo
+del gobierno de estos reinos en 4 de enero de 1736.</p>
+
+<p>El marqu&eacute;s de Villagarc&iacute;a se resisti&oacute; mucho a aceptar el virreinato del
+Per&uacute;, y persuadi&eacute;ndolo uno de los ministros del rey para que no
+rechazase lo que tantos codiciaban, dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Se&ntilde;or, vuese&ntilde;or&iacute;a me ponga a los pies de Su Majestad, a quien venero
+como es justo y de ley, y repres&eacute;ntele que haciendo cuentas conmigo
+mismo, he hallado que me conviene m&aacute;s vivir pobre hidalgo que morir rico
+virrey.</p>
+
+<p>El soberano encontr&oacute; sin fundamento la excusa, y el nombrado tuvo que
+embarcarse para Am&eacute;rica.</p>
+
+<p>Sucediendo al en&eacute;rgico marqu&eacute;s de Castelfuerte, la ley de las
+compensaciones exig&iacute;a del nuevo virrey una pol&iacute;tica menos severa. As&iacute;, a
+fuerza de sagacidad y moderaci&oacute;n, pudo el de Villagarc&iacute;a impedir que
+tomasen incremento las turbulencias de Oruro y mantener a raya al
+cuzque&ntilde;o Juan Santos, que se hab&iacute;a proclamado Inca.</p>
+
+<p>No fu&eacute; tan feliz con los almirantes ingleses Vernon y Jorge Andson, que
+con sus pirater&iacute;as alarmaban la costa. Haciendo grandes esfuerzos e
+imponiendo una contribuci&oacute;n al comercio, logr&oacute; el virrey alistar una
+escuadra, cuyo jefe evit&oacute; siempre poner sus naves al alcance de los
+ca&ntilde;ones ingleses, dando lugar a que Andson apresara el gale&oacute;n de Manila,
+que llevaba un cargamento valuado en m&aacute;s de tres millones de pesos.</p>
+
+<p>Bajo su gobierno fu&eacute; cuando el mineral del Cerro de Pasco principi&oacute; a
+adquirir la importancia de que hoy goza, y entre otros sucesos curiosos
+de su &eacute;poca merecen consignarse la aurora boreal que se vi&oacute; una noche en
+el Cuzco, y la muerte que dieron los fan&aacute;ticos habitantes de Cuenca al
+cirujano de la expedici&oacute;n cient&iacute;fica que a las &oacute;rdenes del sabio La
+Condamine visit&oacute; la Am&eacute;rica. Los sencillos naturales pensaron, al ver
+unos extranjeros examinando el cielo con grandes telescopios, que esos
+hombres se ocupaban de hechicer&iacute;as y malas artes.</p>
+
+<p>A prop&oacute;sito de la venida de la comisi&oacute;n cient&iacute;fica, leemos en un
+precioso manuscrito que existe en la Biblioteca de Lima, titulado <i>Viaje
+al globo de la luna</i>, que el pueblo lime&ntilde;o bautiz&oacute; a los ilustres
+marinos espa&ntilde;oles don Jorge Juan y don Antonio de Ulloa y a los sabios
+franceses Gaudin y La Condamine con el sobrenombre de los <i>caballeros
+del punto fijo</i>, aludiendo a que se propon&iacute;an determinar con <i>fijeza</i> la
+magnitud y figura de la tierra. Un pedante, creyendo que los cuatro
+comisionados ten&iacute;an la facultad de alejar de Lima cuanto quisiesen la
+l&iacute;nea equinoccial, se ech&oacute; a murmurar entre el pueblo ignorante contra
+el virrey marqu&eacute;s de Villagarc&iacute;a, acus&aacute;ndolo de taca&ntilde;o y menguado; pues
+por ahorrar un gasto de quince o veinte mil pesos que pudiera costar la
+obra, consent&iacute;a en que la l&iacute;nea equinoccial se quedase como se estaba y
+los vecinos expuestos a sufrir los recios calores del verano. Trabajillo
+parece que cost&oacute; convencer al populacho de que aquel charlat&aacute;n ensartaba
+disparates. As&iacute; lo refiere el autor an&oacute;nimo del ya citado manuscrito.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s de nueve a&ntilde;os y medio de gobierno, y cuando menos lo esperaba,
+fu&eacute; el virrey desairosamente relevado con el futuro conde de Superunda
+en julio de 1745. Este agravio afect&oacute; tanto al anciano marqu&eacute;s de
+Villagarc&iacute;a, que regresando para Espa&ntilde;a, a bordo del nav&iacute;o H&eacute;ctor, muri&oacute;
+en el mar, en la costa patag&oacute;nica, en diciembre del mismo a&ntilde;o.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>Lucas de Valladolid era un mestizo, de la ciudad de Huamanga, que
+ejerc&iacute;a en Lima el oficio de platero. Obra de sus manos eran las mejores
+alhajas que a la saz&oacute;n se fabricaban. Pero el maestro Lucas pecaba de
+generoso, y en el juego, el vino y las mozas de partido derrochaba sus
+ganancias.</p>
+
+<p>Los padres agustinos le dispensaban gran consideraci&oacute;n, y el maestro
+Lucas era uno de sus obligados comensales en los d&iacute;as de mantel largo.
+Nuestro platero conoc&iacute;a, pues, a palmos el convento y la iglesia,
+circunstancia que le sirvi&oacute; para realizar el robo de la Custodia, tal
+como lo dejamos referido.</p>
+
+<p>Due&ntilde;o de tan valiosa prenda, se dirigi&oacute; con ella a su casa, desarm&oacute; el
+sol, fundi&oacute; el oro y engarz&oacute; en anillos algunas piedras. Viendo la
+excitaci&oacute;n que su crimen hab&iacute;a producido, se resolvi&oacute; a abandonar la
+ciudad y emprendi&oacute; viaje a Huancavelica, enterrando antes en la falda
+del San Crist&oacute;bal una parte de su riqueza.</p>
+
+<p>La esposa del intendente Sol&aacute; era lime&ntilde;a, y a &eacute;sta se present&oacute; el
+maestro Lucas ofreci&eacute;ndole en venta seis magn&iacute;ficos anillos. En uno de
+ellos luc&iacute;a una preciosa esmeralda, y examin&aacute;ndola la se&ntilde;ora, exclam&oacute;:
+&laquo;&iexcl;Qu&eacute; rareza! Esta piedra es id&eacute;ntica a la que obsequi&eacute; para la Custodia
+de San Agust&iacute;n&raquo;.</p>
+
+<p>Turb&oacute;se el platero, y no tard&oacute; en despedirse.</p>
+
+<p>Pocos minutos despu&eacute;s entraba el intendente en la estancia de su esposa,
+y la particip&oacute; que acababa de llegar un expreso de Lima con la noticia
+del sacr&iacute;lego robo.</p>
+
+<p>&mdash;Pues, hijo m&iacute;o&mdash;le interrumpi&oacute; la se&ntilde;ora&mdash;, hace un rato que he tenido
+en casa al ladr&oacute;n.</p>
+
+<p>Con los informes de la intendenta procedi&oacute;se en el acto a buscar al
+maestro Lucas; pero ya &eacute;ste hab&iacute;a abandonado la poblaci&oacute;n. Redobl&aacute;ronse
+los esfuerzos y salieron inmediatamente algunos indios en todas
+direcciones en busca del criminal, logrando aprehenderlo a tres leguas
+de distancia.</p>
+
+<p>El sacr&iacute;lego principi&oacute; por una tenaz negativa; pero le aplicaron
+garrotillo en los pulgares o un cuarto de rueda, y canto de plano.</p>
+
+<p>Cuando el virrey recibi&oacute; el oficio del intendente de Hancavelica
+despach&oacute; para guarda del reo una compa&ntilde;&iacute;a de su escolta.</p>
+
+<p>Llegado &eacute;ste a Lima, en enero de 1744, cost&oacute; gran trabajo impedir que el
+pueblo lo hiciese a&ntilde;icos. &iexcl;Las justicias populares son cosa rancia por
+lo visto!</p>
+
+<p>A los pocos d&iacute;as fu&eacute; el ladr&oacute;n puesto en capilla, y entonces solicit&oacute; la
+gracia de que se le acordasen cuatro meses para fabricar una Custodia
+superior en m&eacute;rito a la que &eacute;l hab&iacute;a destruido. Los agustinos
+intercedieron y la gracia fu&eacute; otorgada.</p>
+
+<p>Las familias pudientes contribuyeron con oro y nuevas alhajas, y cuatro
+meses despu&eacute;s, d&iacute;a por d&iacute;a, la Custodia, verdadera obra de arte, estaba
+conclu&iacute;da. En este intervalo el maestro Lucas di&oacute; en su prisi&oacute;n tan
+positivas muestras de arrepentimiento que le valieron la merced de que
+se le conmutase la pena.</p>
+
+<p>Es decir, que en vez de achicharrarlo como a sacr&iacute;lego, se le ahorc&oacute; muy
+pulcramente como a ladr&oacute;n.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="RUDAMENTE_PULIDAMENTE_MANOSAMENTE" id="RUDAMENTE_PULIDAMENTE_MANOSAMENTE"></a><a href="#toc">RUDAMENTE, PULIDAMENTE, MA&Ntilde;OSAMENTE</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">cr&oacute;nica de la &eacute;poca del virrey amat</span></p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p><i>En que el lector hace conocimiento con una hembra del coco, de
+Rechupete y Til&iacute;n</i></p>
+
+<p>Leonorcica Michel era lo que hoy llamar&iacute;amos una lime&ntilde;a de <i>rompe y
+rasga</i>, lo que en los tiempos del virrey Amat se conoc&iacute;a por una mocita
+del <i>tecum</i> y de las que se amarran la liga encima de la rodilla.
+Veintisiete a&ntilde;os con m&aacute;s mundo que el que descubri&oacute; Col&oacute;n, color
+sonrosado, ojos de m&aacute;s preguntas y respuestas que el catecismo, nariz de
+escribano por lo picaresca, labios retozones, y una tabla de pecho como
+para asirse de ella un n&aacute;ufrago, tal era en compendio la muchacha.
+A&ntilde;&aacute;dase a estas perfecciones brev&iacute;simo pie, torneada pantorrilla,
+cintura estrecha, aire de taco y sandunguero, de esos que hacen
+estremecer hasta a los muertos del campo santo. La moza, en fin, no era
+<i>boccato di cardinale</i>, sino <i>boccato</i> de concilio ecum&eacute;nico.</p>
+
+<p>Par&eacute;ceme que con el retrato basta y sobra para esperar mucho de esa
+pieza de tela empl&aacute;stica, que</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 3em;"><i>era como el canario</i></span><br />
+<span style="margin-left: 5em;"><i>que va y se ba&ntilde;a,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>y luego se sacude</i></span><br />
+<span style="margin-left: 5em;"><i>con arte y ma&ntilde;a.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Leonorcica, para colmo de venturanza, era casada con un honrad&iacute;simo
+pulpero espa&ntilde;ol, m&aacute;s bruto que el que as&oacute; la manteca, y a la vez m&aacute;s
+manso que todos los carneros juntos de la cristiandad y morer&iacute;a. El
+pobrete no sab&iacute;a otra cosa que aguar el vino, vender gato por liebre y
+ganar en su comercio muy buenos cuartos, que su bellaca mujer se
+encargaba de gastar bonitamente en cintajos y faralares, no para m&aacute;s
+encari&ntilde;ar a su c&oacute;nyuge, sino para engatusar a los oficiales de los
+regimientos del rey. A la chica, que de suyo era tornadiza, la hab&iacute;a
+agarrado el diablo por la, milicia y... &iexcl;&eacute;chele usted un galgo a su
+honestidad! Con raz&oacute;n dec&iacute;a uno:&mdash;Algo tendr&aacute;, el matrimonio, cuando
+necesita bendici&oacute;n de cura.</p>
+
+<p>El pazguato del marido, siempre que la sorprend&iacute;a en gatuperios y juegos
+nada limpios con los militares, en vez de coger una tranca y
+derrengarla, se conformaba con decir:</p>
+
+<p>&mdash;Mira, mujer, que no me gustan militronchos en casa y que un d&iacute;a me
+pican las pulgas y hago una que sea sonada.</p>
+
+<p>&mdash;Pues mira, &iexcl;arrastrado!, no tienes m&aacute;s que empezar&mdash;contestaba la
+mozuela, puesta en jarras y mirando entre ceja y ceja a su v&iacute;ctima.</p>
+
+<p>Cuentan que una vez fu&eacute; el pulpero a querellarse ante el provisor y a
+solicitar divorcio, alegando que su conjunta lo trataba mal.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Hombre de Dios! &iquest;Acaso te pega?&mdash;le pregunt&oacute; su se&ntilde;or&iacute;a.</p>
+
+<p>&mdash;No, se&ntilde;or&mdash;contest&oacute; el pobre diablo&mdash;, no me pega..., pero me la
+pega.</p>
+
+<p>Este marido era de la misma masa de aquel otro que cantaba:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 3em;"><i>mi mujer me han robado</i></span><br />
+<span style="margin-left: 6em;"><i>tres d&iacute;as ha:</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>ya para bromas basta:</i></span><br />
+<span style="margin-left: 6em;"><i>vuelvanmel&aacute;.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Al fin la cachaza tuvo su l&iacute;mite, y el marido hizo... una que fu&eacute;
+sonada. &iquest;Perniquebr&oacute; a su costilla? &iquest;Le rompi&oacute; el bautismo a alg&uacute;n
+gal&aacute;n? &iexcl;Quia! Razonando filos&oacute;ficamente, pens&oacute; que era tontuna perderse
+un hombre por perrer&iacute;as de una mala p&eacute;cora; que de hembras est&aacute; m&aacute;s
+poblado este p&iacute;caro mundo, y que como dijo no s&eacute; qui&eacute;n, las mujeres son
+como las ranas, que por una que zambulle salen cuatro a flor de agua.</p>
+
+<p>De la noche a la ma&ntilde;ana traspas&oacute;, pues, la pulper&iacute;a, y con los reales
+que el negocio le produjo se traslad&oacute; a Chile, donde en Valdivia puso
+una cantina.</p>
+
+<p>&iexcl;Qu&eacute; fortuna la de las anchovetas! En vez de ir al puchero se las deja
+tranquilamente en el agua.</p>
+
+<p>Esta met&aacute;fora traducida a buen romance quiere decir que Leonorcica,
+lejos de lloriquear y tirarse de las gre&ntilde;as, toc&oacute; generala, revist&oacute; a
+sus amigos de cuartel, y de entre ellos, sin m&aacute;s recancamusas, escogi&oacute;
+para amante de relumbr&oacute;n al alf&eacute;rez del regimiento de C&oacute;rdoba don Juan
+Francisco Pulido, mocito que andaba siempre m&aacute;s emperejilado que rey de
+baraja fina.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<h3><i>Mano de Historia</i></h3>
+
+<p>Si ha ca&iacute;do bajo tu dominio, lector amable, mi primer libro de
+<span class="smcap">Tradiciones</span>, habr&aacute;s hecho conocimiento con el excelent&iacute;simo se&ntilde;or don
+Manuel Amat y Juniet, trig&eacute;simo primo virrey del Per&uacute; por su majestad
+Fernando VI. Ampliaremos hoy las noticias hist&oacute;ricas que sobre &eacute;l
+ten&iacute;amos consignadas.</p>
+
+<p>La capitan&iacute;a general de Chile fu&eacute;, en el siglo pasado, un escal&oacute;n para
+subir al virreinato. Manso de Velazco, Amat, J&aacute;uregui, O'Higgins y
+Avil&eacute;s, despu&eacute;s de haber gobernado en Chile, vinieron a ser virreyes del
+Per&uacute;.</p>
+
+<p>A fines de 1761 se hizo Amat cargo del gobierno. &laquo;Tra&iacute;a&mdash;dice un
+historiador&mdash;la reputaci&oacute;n de activo, organizador, inteligente, recto
+hasta el rigorismo y muy celoso de los intereses p&uacute;blicos, <i>sin olvidar
+la propia conveniencia</i>&raquo;. Su valor personal lo hab&iacute;a puesto a prueba en
+una sublevaci&oacute;n de presos en Santiago. Amat entr&oacute; solo en la c&aacute;rcel, y
+recibido a pedradas, contuvo con su espada a los rebeldes. Al otro d&iacute;a
+ahorc&oacute; docena y media de ellos. Como se ve, el hombre no se andaba con
+repulgos.</p>
+
+<p>Amat principi&oacute; a ejercer el gobierno cuando hall&aacute;ndose m&aacute;s encarnizada
+la guerra de Espa&ntilde;a con Inglaterra y Portugal, las colonias de Am&eacute;rica
+recelaban una invasi&oacute;n. El nuevo virrey atendi&oacute; perfectamente a poner en
+pie de defensa la costa desde Panam&aacute; a Chile, y envi&oacute; eficaces auxilios
+de armas y dinero al Paraguay y Buenos Aires. Organiz&oacute; en Lima milicias
+c&iacute;vicas, que subieron a cinco mil hombres de infanter&iacute;a y dos mil de
+caballer&iacute;a, y &eacute;l mismo se hizo reconocer por coronel del regimiento de
+nobles, que contaba con cuatrocientas plazas. Efectuada la paz, Carlos
+III premi&oacute; a Amat con la cruz de San Jenaro, y mand&oacute; a Lima veintid&oacute;s
+h&aacute;bitos de caballeros de diversas Ordenes para los vecinos que m&aacute;s se
+hab&iacute;an distinguido por su entusiasmo en la formaci&oacute;n, equipo y
+disciplina de las milicias.</p>
+
+<p>Bajo su gobierno se verific&oacute; el Concilio provincial de 1772, presidido
+por el arzobispo don Diego Parada, en que fueron confirmados los c&aacute;nones
+del Concilio de Santo Toribio.</p>
+
+<p>Hubo de curioso en este Concilio que habiendo investido Amat al
+franciscano fray Juan de Marim&oacute;n, su paisano, confesor y aun pariente,
+con el car&aacute;cter de te&oacute;logo representante del real patronato, se vi&oacute; en
+el conflicto de tener que destituirlo y desterrarlo por dos a&ntilde;os a
+Trujillo. El padre Marim&oacute;n, combatiendo en la sesi&oacute;n del 28 de febrero
+al obispo Espi&ntilde;eyra y al cruc&iacute;fero Dur&aacute;n, que defend&iacute;an la doctrina del
+probabilismo, anduvo algo c&aacute;ustico con sus adversarios. Llamado al orden
+Marim&oacute;n, contest&oacute;, dando una palmada sobre la tribuna:&mdash;Nada de gritos,
+ilustr&iacute;simo se&ntilde;or, que respetos guardan respetos, y si su se&ntilde;or&iacute;a vuelve
+a gritarme, yo tengo pulm&oacute;n m&aacute;s fuerte y le sacar&eacute; ventaja&mdash;. En uno de
+los vol&uacute;menes de <i>Papeles varios</i> de la Biblioteca de Lima se encuentran
+un op&uacute;sculo del padre agonizante Dur&aacute;n, una carta del obispo fray Pedro
+&Aacute;ngel de Espi&ntilde;eyra, el decreto de Amat y una r&eacute;plica de Marim&oacute;n, as&iacute;
+como el serm&oacute;n que pronunci&oacute; &eacute;ste en las exequias del padre Pachi,
+muerto en olor de santidad.</p>
+
+<p>El virrey, cuyo liberalismo en materia religiosa se adelantaba a su
+&eacute;poca, influy&oacute;, aunque sin &eacute;xito, para que se obligase a los frailes a
+hacer vida com&uacute;n y a reformar sus costumbres, que no eran ciertamente
+evang&eacute;licas. Lima encerraba entonces entre sus murallas la bicoca de mil
+trescientos frailes, y los monasterios de monjas de pigricia de
+setecientas mujeres.</p>
+
+<p>Para espiar a los frailes que andaban en malos pasos por los barrios de
+Abajo el Puente, hizo Amat construir el balc&oacute;n de palacio que da a la
+plazuela de los Desamparados, y se pasaba muchas horas escondido tras de
+las celos&iacute;as.</p>
+
+<p>Alg&uacute;n motivo de tirria debieron darle los frailes de la Merced, pues
+siempre que divisaba h&aacute;bito de esa comunidad murmuraba entre dientes:
+&laquo;&iexcl;Buen blanco!&raquo; Los que lo o&iacute;an pensaban que el virrey se refer&iacute;a a la
+tela del traje, hasta que un curioso se atrevi&oacute; a pedirle aclaraci&oacute;n, y
+entonces dijo Amat: &laquo;&iexcl;Buen blanco para una bala de ca&ntilde;&oacute;n!&raquo;</p>
+
+<p>En otra ocasi&oacute;n hemos hablado de las medidas prudentes y acertadas que
+tom&oacute; Amat para cumplir la real orden por la que fueron expulsados los
+miembros de la Compa&ntilde;&iacute;a de Jes&uacute;s. El virrey inaugur&oacute; inmediatamente en
+el local del colegio de los jesu&iacute;tas el famoso Convictorio de San
+Carlos, que tantos hombres ilustres ha dado a la Am&eacute;rica.</p>
+
+<p>Amotinada en el Callao a los gritos de &iexcl;Viva el rey y muera su mal
+gobierno! la tripulaci&oacute;n de los nav&iacute;os <i>Septentri&oacute;n</i> y <i>Astuto</i>, por
+retardo en el pagamento de sueldos, el virrey enarbol&oacute; en un torre&oacute;n la
+bandera de justicia, asegur&aacute;ndola con siete ca&ntilde;onazos. Fu&eacute; luego a
+bordo, y tras brev&iacute;sima informaci&oacute;n mand&oacute; colgar de las antenas a los
+dos cabecillas y diezm&oacute; la mariner&iacute;a insurrecta, fusilando diez y siete.
+Amat dec&iacute;a que la justicia debe ser como el rel&aacute;mpago.</p>
+
+<p>Amat cuid&oacute; mucho de la buena polic&iacute;a, limpieza y ornato de Lima. Un
+hospital para marineros en Bellavista; un templo de las Nazarenas, en
+cuya obra trabajaba a veces como carpintero; la Alameda y plaza de Acho
+para la corrida de toros, y el Coliseo, que ya no existe, para las
+lidias de gallos, fueron de su &eacute;poca. Emprendi&oacute; tambi&eacute;n la f&aacute;brica, que
+no lleg&oacute; a terminarse, del Paseo de Aguas y que, a juzgar por lo que aun
+se ve, habr&iacute;a hecho competencia a Saint-Cloud y a Versalles.</p>
+
+<p>Licencioso en sus costumbres, escandaliz&oacute; bastante al pa&iacute;s con sus
+aventuras amorosas. Muchas p&aacute;ginas ocupar&iacute;an las historietas picantes en
+que figura el nombre de Amat unido al de Micaela Villegas, la
+Perricholi, actriz del teatro de Lima.</p>
+
+<p>Sus contempor&aacute;neos acusaron a Amat de poca pureza en el manejo de los
+fondos p&uacute;blicos, y daban por prueba de su acusaci&oacute;n que vino de Chile
+con peque&ntilde;a fortuna y que, a pesar de lo mucho que derroch&oacute; con la
+Perricholi, que gastaba un lujo insultante, sali&oacute; del mando millonario.
+Nosotros ni quitamos ni ponemos, no entramos en esas honduras y decimos
+caritativamente que el virrey supo, en el juicio de residencia, hacerse
+absolver de este cargo, como hijo de la envidia y de la maledicencia
+humanas.</p>
+
+<p>En julio de 1776, despu&eacute;s de cerca de quince a&ntilde;os de gobierno, lo
+reemplaz&oacute; el excelent&iacute;simo se&ntilde;or don Manuel Guirior.</p>
+
+<p>Amat se retir&oacute; a Catalu&ntilde;a, pa&iacute;s de su nacimiento, en donde, aunque
+octogenario y achacoso, contrajo matrimonio con una joven sobrina suya.
+Las armas de Amat eran: escudo en oro con una ave de siete cabezas de
+azur.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p class="c"><i>Donde el lector hallar&aacute; tres retru&eacute;canos no rebuscados sino hist&oacute;ricos</i></p>
+
+<p>Por el a&ntilde;o de 1772 los habitantes de esta, hoy pr&aacute;cticamente
+republicana, ciudad de los Reyes, se hallaban pose&iacute;dos del m&aacute;s profundo
+p&aacute;nico. &iquest;Quien era el guapo que despu&eacute;s de las diez de la noche asomaba
+las narices por esas calles? Una carrera de gatos o ratones en el techo
+bastaba para producir en una casa soponcios femeniles, alarmas
+masculinas y barull&oacute;polis may&uacute;sculo.</p>
+
+<p>La situaci&oacute;n no era para menos. Cada dos o tres noches se realizaba
+alg&uacute;n robo de magnitud, y seg&uacute;n los cronistas de esos tiempos, tales
+delitos sal&iacute;an, en la forma, de las pr&aacute;cticas hasta entonces usadas por
+los disc&iacute;pulos de Caco. Caminos subterr&aacute;neos, forados abiertos por medio
+del fuego, escalas de alambre y otras invenciones mec&aacute;nicas revelaban,
+am&eacute;n de la seguridad de sus golpes, que los ladrones no s&oacute;lo eran
+hombres de enjundia y pelo en pecho, sino de imaginativa y c&aacute;lculo. En
+la noche del 10 de julio ejecutaron un robo que se estim&oacute; en treinta mil
+pesos.</p>
+
+<p>Que los ladrones no eran gentuza de poco m&aacute;s o menos, lo reconoc&iacute;a el
+mismo virrey, quien, conversando una tarde con los oficiales de guardia
+que lo acompa&ntilde;aban a la mesa, dijo con su acento de catal&aacute;n cerrado.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Muchi diablus de latrons!</p>
+
+<p>&mdash;En efecto, excelent&iacute;simo se&ntilde;or&mdash;le repuso el alf&eacute;rez don Juan
+Francisco Pulido&mdash;. Hay que convenir en que roban <i>pulidamente</i>.</p>
+
+<p>Entonces el teniente de artiller&iacute;a don Jos&eacute; Manuel Mart&iacute;nez Ruda le
+interrumpi&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;Perdone el alf&eacute;rez. Nada de pulido encuentro; y lejos de eso, desde
+que desvalijan una casa contra la voluntad de su due&ntilde;o, digo que
+proceden <i>rudamente</i>.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Bien! Se&ntilde;ores oficiales, se conoce que hay chispa&mdash;a&ntilde;adi&oacute; el alcalde
+ordinario don Tom&aacute;s Mu&ntilde;oz, y que era, en cuanto a sutileza, capaz de
+sentir el galope del caballo de copas&mdash;. Pero no en vano empu&ntilde;o yo una
+vara que hacer caer <i>ma&ntilde;osamente</i> sobre esos p&iacute;caros que traen al
+vecindario con el credo en la boca.</p>
+
+
+<h3>IV</h3>
+
+<p class="c"><i>Donde se comprueba que a la larga el toro fina en el matadero y el
+ladr&oacute;n en la horca</i></p>
+
+<p>Al anochecer del 31 de julio del susodicho a&ntilde;o de 1772, un soldado entr&oacute;
+cautelosamente en la casa del alcalde ordinario don Tom&aacute;s Mu&ntilde;oz y se
+entretuvo con &eacute;l una hora en secreta pl&aacute;tica.</p>
+
+<p>Poco despu&eacute;s circulaban por la ciudad rondas de alguaciles y agentes de
+la polic&iacute;a que fund&oacute; Amat con el nombre de <i>encapados</i>.</p>
+
+<p>En la ma&ntilde;ana del 1&ordm; de agosto todo el mundo supo que en la c&aacute;rcel de
+corte y con gruesas garras de grillos se hallaban aposentados el
+teniente Ruda, el alf&eacute;rez Pulido, seis soldados del regimiento de
+Saboya, tres del regimiento de C&oacute;rdoba y ocho paisanos. Hac&iacute;anles
+tambi&eacute;n compa&ntilde;&iacute;a do&ntilde;a Leonor Michel y do&ntilde;a Manuela S&aacute;nchez, queridas de
+los dos oficiales, y tres mujeres del pueblo, mancebas de soldados. Era
+justo que quienes estuvieron a las maduras participasen de las duras.
+Quien comi&oacute; la carne que roa el hueso.</p>
+
+<p>El proceso, curios&iacute;simo en verdad y que existe en los archivos de la
+excelent&iacute;sima Corte Suprema, es largo para extractarlo. Baste saber que
+el 13 de agosto no qued&oacute; en Lima t&iacute;tere que no concurriese a la Plaza
+mayor, en la que estaban formadas las tropas regulares y milicias
+c&iacute;vicas.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s de degradados con el solemne ceremonial de las ordenanzas
+militares los oficiales Ruda y Pulido, pasaron junto con nueve de sus
+c&oacute;mplices a balancearse en la horca, alzada frente al callej&oacute;n de
+Petateros. El verdugo cort&oacute; luego las cabezas que fueron colocadas en
+escarpias en el Callao y en Lima.</p>
+
+<p>Los dem&aacute;s reos obtuvieron pena de presidio, y cuatro fueron absueltos,
+cont&aacute;ndose entre &eacute;stos do&ntilde;a Manuela S&aacute;nchez, la querida de Ruda. El
+proceso demuestra que si bien fu&eacute; cierto que ella percibi&oacute; los
+provechos, ignor&oacute; siempre de d&oacute;nde sal&iacute;an las misas.</p>
+
+
+<h3>V</h3>
+
+<p class="c"><i>En que se copia una sentencia que puede arder en un candil</i></p>
+
+<p>&laquo;En cuanto a do&ntilde;a Leonor Michel, receptora de especies furtivas, la
+condeno a que sufra cincuenta azotes, que le dar&aacute;n en su prisi&oacute;n de mano
+del verdugo, y a ser rapada la cabeza y cejas, y despu&eacute;s de pasada tres
+veces por la horca, ser&aacute; conducida al real beaterio de Amparadas de la
+Concepci&oacute;n de esta ciudad a servir en los oficios m&aacute;s bajos y viles de
+la casa, reencarg&aacute;ndola a la madre superiora para que la mantenga con la
+mayor custodia y precauci&oacute;n, &iacute;nterin se presenta ocasi&oacute;n de nav&iacute;o que
+salga para la plaza de Valdivia, adonde ser&aacute; trasladada en partida de
+registro <i>a vivir en uni&oacute;n de su marido</i>, y se mantendr&aacute; perpetuamente
+en dicha plaza.&mdash;Di&oacute; y pronunci&oacute; esta sentencia el excelent&iacute;simo se&ntilde;or
+don Manuel de Amat y Juniet, caballero de la Orden de San Juan, del
+Consejo de su Majestad, su gentilhombre de c&aacute;mara con entrada, teniente
+general de sus reales ej&eacute;rcitos, virrey, gobernador y capit&aacute;n general de
+estos reinos del Per&uacute; y Chile; y en ella firm&oacute; su nombre estando
+haciendo audiencia en su gabinete, en los Reves, a 11 de agosto de 1772,
+siendo testigo don Pedro Juan Sanz, su secretario de c&aacute;mara, y don Jos&eacute;
+Garmendia, que lo es de cartas.&mdash;<i>Gregorio Gonz&aacute;lez de Mendoza</i>,
+escribano de su majestad y Guerra.&raquo;</p>
+
+<p>&iexcl;C&aacute;scaras! &iquest;No le parece a ustedes que la sentencia tiene tres pares de
+perendengues?</p>
+
+<p>Ignoramos si el marido entablar&iacute;a recurso de fuerza al rey por la parte
+en que, sin comerlo ni beberlo, se le obligaba a vivir en ayuntamiento
+con la media naranja que le di&oacute; la Iglesia, o si cerr&oacute; los ojos y acept&oacute;
+la libranza, que bien pudo ser; pues para todo hay genios en la vi&ntilde;a del
+Se&ntilde;or.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="EL_RESUCITADO" id="EL_RESUCITADO"></a><a href="#toc">EL RESUCITADO</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">cr&oacute;nica de la &eacute;poca del trig&eacute;simo segundo virrey</span></p>
+
+
+<p>A principios del actual siglo exist&iacute;a en la Recolecci&oacute;n de los descalzos
+un octogenario de austera virtud y que vest&iacute;a el h&aacute;bito de hermano lego.
+El pueblo, que amaba mucho al humilde monje, conoc&iacute;alo s&oacute;lo con el
+nombre de el <i>Resucitado</i>. Y he aqu&iacute; la aut&eacute;ntica y sencilla tradici&oacute;n
+que sobre &eacute;l ha llegado hasta nosotros.</p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>En el a&ntilde;o de los tres sietes (n&uacute;mero apocal&iacute;ptico y famoso por la
+importancia de los sucesos que se realizaron en Am&eacute;rica) present&oacute;se un
+d&iacute;a en el hospital de San Andr&eacute;s un hombre que frisaba en los cuarenta
+agostos, pidiendo ser medicinado en el santo asilo. Desde el primer
+momento los m&eacute;dicos opinaron que la dolencia del enfermo era mortal, y
+le previnieron que alistase el bagaje para pasar a mundo mejor.</p>
+
+<p>Sin inmutarse oy&oacute; nuestro individuo el fatal dictamen, y despu&eacute;s de
+recibir los auxilios espirituales o de tener <i>el pr&aacute;ctico a bordo</i>, como
+dec&iacute;a un marino, llam&oacute; a Gil Paz, ec&oacute;nomo del hospital, y d&iacute;jole, sobre
+poco m&aacute;s o menos:</p>
+
+<p>&mdash;Hace quince a&ntilde;os que vine de Espa&ntilde;a, donde no dejo deudos, pues soy un
+pobre exp&oacute;sito. Mi existencia en Indias ha sido la del que honradamente
+busca el pan por medio del trabajo; pero con tan aviesa fortuna que todo
+mi caudal, fruto de mil privaciones y fatigas, apenas pasa de cien onzas
+de oro que encontrar&aacute; vuesa merced en un cincho que llevo al cuerpo. Si
+como creen los f&iacute;sicos, y yo con ellos, su Divina Majestad es servida
+llamarme a su presencia, lego a vuesamerced mi dinero para que lo goce,
+pidi&eacute;ndole &uacute;nicamente que vista mi cad&aacute;ver con una buena mortaja del
+ser&aacute;fico padre San Francisco, y pague algunas misas en sufragio de mi
+alma pecadora.</p>
+
+<p>Don Gil jur&oacute; por todos los santos del calendario cumplir religiosamente
+con los deseos del moribundo, y que no s&oacute;lo tendr&iacute;a mortaja y misas,
+sino un decente funeral. Consolado as&iacute; el enfermo, pens&oacute; que lo mejor
+que le quedaba por hacer era morirse cuanto antes; y aquella misma noche
+empezaron a enfri&aacute;rsele las extremidades, y a las cinco de la madrugada
+era alma de la otra vida.</p>
+
+<p>Inmediatamente pasaron las peluconas al bolsillo del ec&oacute;nomo, que era un
+avaro m&aacute;s ruin que la encarnaci&oacute;n de la avaricia. Hasta su nombre revela
+lo menguado del sujeto: <i>&iexcl;&iexcl;Gil Paz!!</i> No es posible ser m&aacute;s taca&ntilde;o de
+letras ni gastar menos tinta para una firma.</p>
+
+<p>Por entonces no exist&iacute;a a&uacute;n en Lima el cementerio general, que, como es
+sabido, se inaugur&oacute; el martes 31 de mayo de 1808; y aqu&iacute; es curioso
+consignar que el primer cad&aacute;ver que se sepult&oacute; en nuestra necr&oacute;polis al
+d&iacute;a siguiente fu&eacute; el de un pobre de solemnidad llamado Mat&iacute;as Isurriaga,
+quien, cay&eacute;ndose de un andamio sobre el cual trabajaba como alba&ntilde;il, se
+hizo tortilla en el atrio.</p>
+
+<p>Dejemos por un rato en reposo al muerto, y mientras el sepulturero abre
+la zanja fumemos un cigarrillo, charlando sobre el gobierno y la
+pol&iacute;tica de aquellos tiempos, mismo del cementerio. Los difuntos se
+enterraban en un corral&oacute;n o campo santo que ten&iacute;a cada hospital, o en
+las b&oacute;vedas de las iglesias, con no poco peligro de la salubridad
+p&uacute;blica.</p>
+
+<p>Nuestro don Gil reflexion&oacute; que el finado le hab&iacute;a pedido muchas
+goller&iacute;as; que pod&iacute;a entrar en la fosa com&uacute;n sin asperges, responsos ni
+sufragios; y que, en cuanto a ropaje, bien aviado iba con el ra&iacute;do
+pantal&oacute;n y la mugrienta camisa con que lo hab&iacute;a sorprendido la flaca.</p>
+
+<p>&mdash;En el hoyo no es como en el mundo&mdash;filosofaba Gil Paz&mdash;, donde nos
+pagamos de exterioridades y apariencias, y muchos hacen papel por la
+tela del vestido. &iexcl;Vaya una pechuga la del difunto! No ser&eacute; yo, en mis
+d&iacute;as, quien halague su vanidad, gastando los cuatro pesos que importa la
+jerga franciscana. &iquest;Querer lujo hasta para pudrir tierra? &iexcl;Hase visto
+presunci&oacute;n de la laya! &iexcl;Milagro no le vino en antojo que lo enterrasen
+con guantes de gamuza, botas de campana y gorguera de encaje! Vaya al
+agujero como est&aacute; el muy bellaco, y agrad&eacute;zcame que no lo mande en el
+traje que usaba el padre Ad&aacute;n antes de la golosina.</p>
+
+<p>Y dos negros esclavos del hospital cogieron el cad&aacute;ver y lo
+transportaron al corral&oacute;n que serv&iacute;a de cementerio.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>El excelent&iacute;simo se&ntilde;or don Manuel Guirior, natural de Navarra y de la
+familia de San Francisco Javier, caballero de la Orden de San Juan,
+teniente general de la real armada, gentilhombre de c&aacute;mara y marqu&eacute;s de
+Guirior, hall&aacute;base como virrey en el nuevo reino de Granada, donde hab&iacute;a
+contra&iacute;do matrimonio con do&ntilde;a Mar&iacute;a Ventura, joven bogotana, cuando fu&eacute;
+promovido por Carlos III al gobierno del Per&uacute;.</p>
+
+<p>Guirior, acompa&ntilde;ado de su esposa, lleg&oacute; a Lima de inc&oacute;gnito el 17 de
+julio de 1776, como sucesor de Amat. Su recibimiento p&uacute;blico se
+verific&oacute; con mucha pompa el 3 de diciembre, es decir, a los cuatro meses
+de haberse hecho cargo del gobierno. La sagacidad de su car&aacute;cter y sus
+buenas dotes administrativas le conquistaron en breve el aprecio
+general. Atendi&oacute; mucho a la conversi&oacute;n de infieles, y aun fund&oacute; en
+Chanchamayo colonias y fortalezas, que posteriormente fueron destruidas
+por los salvajes. En Lima estableci&oacute; el alumbrado p&uacute;blico con peque&ntilde;o
+gravamen de los vecinos, y fu&eacute; el primer virrey que hizo publicar bandos
+contra el diluvio llamado juego de carnavales. Verdad es que, entonces
+como ahora, bandos tales fueron letra muerta.</p>
+
+<p>Guirior fu&eacute; el &uacute;nico, entre los virreyes, que cedi&oacute; a los hospitales los
+diez pesos que, para sorbetes y pastas, estaban asignados por real
+c&eacute;dula a su excelencia siempre que honraba con su presencia una funci&oacute;n
+de teatro. En su &eacute;poca se erigi&oacute; el virreinato de Buenos Aires y qued&oacute;
+terminada la demarcaci&oacute;n de l&iacute;mites del Per&uacute;, seg&uacute;n el tratado de 1777
+entre Espa&ntilde;a y Portugal, tratado que despu&eacute;s nos ha tra&iacute;do algunas
+desazones con el Brasil y el Ecuador.</p>
+
+<p>En el mismo aciago a&ntilde;o de los tres sietes nos envi&oacute; la corte al
+consejero de Indias don Jos&eacute; de Areche, con el t&iacute;tulo de superintendente
+y visitador general de la real Hacienda, y revestido de facultades
+omn&iacute;modas tales, que hac&iacute;an casi irrisoria la autoridad del virrey. La
+verdadera misi&oacute;n del enviado regio era la de exprimir la naranja hasta
+dejarla sin jugo. Areche elev&oacute; la contribuci&oacute;n de ind&iacute;genas a un mill&oacute;n
+de pesos; cre&oacute; la junta de diezmos; los estancos y alcabalas dieron
+ping&uuml;es rendimientos; abrum&oacute; de impuestos y socali&ntilde;as a los comerciantes
+y mineros, y tanto ajust&oacute; la cuerda que en Huaraz, Lambaveque, Hu&aacute;nuco,
+Pasco, Huancavelica, Moquegua y otros lugares estallaron serios
+des&oacute;rdenes, en los que hubo corregidores, alcabaleros y empleados reales
+ajusticiados por el pueblo. &laquo;La excitaci&oacute;n era tan grande&mdash;dice
+Lorente&mdash;que en Arequipa los muchachos de una escuela dieron muerte a
+uno de sus camaradas que, en sus juegos, hab&iacute;a hecho el papel de
+aduanero, y en el llano de Santa Marta dos mil arequipe&ntilde;os osaron,
+aunque con mal &eacute;xito, presentar batalla a las milicias reales.&raquo; En el
+Cuzco se descubri&oacute; muy oportunamente una vasta conspiraci&oacute;n encabezada
+por don Lorenzo Farf&aacute;n y un indio cacique los que, aprehendidos,
+terminaron su existencia en el cadalso.</p>
+
+<p>Guirior se esforz&oacute; en convencer al superintendente de que iba por mal
+camino; que era may&uacute;sculo el descontento, y que con el rigorismo de sus
+medidas no lograr&iacute;a establecer los nuevos impuestos, sino crear el
+peligro de que el pa&iacute;s en masa recurriese a la protesta armada,
+previsi&oacute;n que dos a&ntilde;os m&aacute;s tarde y bajo otro virrey, vino a justificar
+la sangrienta rebeli&oacute;n de Tupac-Amaru. Pero Areche pensaba que el rey lo
+hab&iacute;a enviado al Per&uacute; para que, sin pararse en barras, enriqueciese el
+real tesoro a expensas de la tierra conquistada, y que los peruanos eran
+siervos cuyo sudor, convertido en oro, deb&iacute;a pasar a las arcas de Carlos
+III. Por lo tanto, inform&oacute; al soberano que Guirior lo embarazaba para
+esquilmar el pa&iacute;s y que nombrase otro virrey, pues su excelencia maldito
+si serv&iacute;a para lobo rapaz y carnicero. Despu&eacute;s de cuatro a&ntilde;os de
+gobierno, y sin la m&aacute;s leve f&oacute;rmula de cortes&iacute;a, se vi&oacute; destituido don
+Manuel Guirior, trig&eacute;simo segundo virrey del Per&uacute;, y llamado a Madrid,
+donde muri&oacute; pocos meses despu&eacute;s de su llegada.</p>
+
+<p>Vivi&oacute; una vida bien vivida.</p>
+
+<p>As&iacute; en el juicio de residencia como en el secreto que se le sigui&oacute;,
+sali&oacute; victorioso el virrey y fu&eacute; castigado Areche severamente.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>En tanto que el sepulturero abr&iacute;a la zanja, una brisa fresca y retozona
+oreaba el rostro del muerto, quien ciertamente no deb&iacute;a estarlo en
+regla, pues sus m&uacute;sculos empezaron a agitarse d&eacute;bilmente, abri&oacute; luego
+los ojos y, al fin, por uno de esos maravillosos instintos del organismo
+humano, h&iacute;zose cargo de su situaci&oacute;n. Un par de minutos que hubiera
+tardado nuestro espa&ntilde;ol en volver de su paroxismo o catalepsia, y las
+paladas de tierra no le habr&iacute;an dejado campo para rebullirse y
+protestar.</p>
+
+<p>Distra&iacute;do el sepulturero con su l&uacute;gubre y habitual faena, no observ&oacute; la
+resurrecci&oacute;n que se estaba verificando hasta que el muerto se puso sobre
+sus puntales y empez&oacute; a marchar con direcci&oacute;n a la puerta. El buho de
+cementerio cay&oacute; accidentado, realiz&aacute;ndose casi al pie de la letra
+aquello que canta la copla:</p>
+
+<p><span style="margin-left: 3em;"><i>el vivo se cay&oacute; muerto</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>y el muerto parti&oacute; a correr.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Encontr&aacute;base don Gil en la sala de San Ignacio vigilando que los
+topiqueros no hiciesen mucho gasto de az&uacute;car para endulzar las tisanas
+cuando una mano se pos&oacute; familiarmente en su hombro y oy&oacute; una voz
+cavernosa que le dijo: &iexcl;Avariento! &iquest;D&oacute;nde est&aacute; mi mortaja?</p>
+
+<p>Volvi&oacute;se aterrorizado don Gil. Sea el espanto de ver un resucitado de
+tan extra&ntilde;o pelaje, o sea que la voz de la conciencia hubiese hablado en
+&eacute;l muy alto, es el hecho que el infeliz perdi&oacute; desde ese instante la
+raz&oacute;n. Su sacr&iacute;lega avaricia tuvo la locura por castigo.</p>
+
+<p>En cuanto al espa&ntilde;ol, quince d&iacute;as m&aacute;s tarde sal&iacute;a del hospital
+completamente restablecido, y despu&eacute;s de repartir en limosnas las
+peluconas, causa de la desventura de don Gil, tom&oacute; el h&aacute;bito de lego en
+el convento de los padres descalzos, y personas respetables que lo
+conocieron y trataron nos afirman que alcanz&oacute; a morir en olor de
+santidad, all&aacute; por los a&ntilde;os de 1812.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="EL_CORREGIDOR_DE_TINTA" id="EL_CORREGIDOR_DE_TINTA"></a><a href="#toc">EL CORREGIDOR DE TINTA</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">cr&oacute;nica de la &eacute;poca del trig&eacute;simo tercio virrey </span></p>
+
+<p class="r">
+<i>Ahorcaban a un delincuente<br />
+y dec&iacute;a su mujer:<br />
+&mdash;No tengas pena, pariente,<br />
+todav&iacute;a puede ser<br />
+que la soga se reviente.</i><br />
+<br />
+<span style="margin-left: 4em;"><span class="smcap">An&oacute;nimo.</span></span><br />
+</p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>Era el 4 de noviembre de 1780, y el cura de Tungasuca, para celebrar a
+su santo patr&oacute;n, que lo era tambi&eacute;n de su majestad Carlos III, ten&iacute;a
+congregados en op&iacute;paro almuerzo a los m&aacute;s notables vecinos de la
+parroquia y algunos amigos de los pueblos inmediatos que, desde el
+amanecer, hab&iacute;an llegado a felicitarlo por su cumplea&ntilde;os.</p>
+
+<p>El cura don Carlos Rodr&iacute;guez era un cl&eacute;rigo campechano, caritativo y
+poco exigente en el cobro de los diezmos y dem&aacute;s provechos parroquiales,
+cualidades apost&oacute;licas que lo hac&iacute;an el &iacute;dolo de sus feligreses. Ocupaba
+aquella ma&ntilde;ana la cabecera de la mesa, teniendo a su izquierda a un
+descendiente de los Incas, llamado don Jos&eacute; Gabriel Tupac-Amaru, y a su
+derecha a do&ntilde;a Micaela Bastidas, esposa del cacique. Las libaciones se
+multiplicaban y, como consecuencia de ellas, reinaba la m&aacute;s expansiva
+alegr&iacute;a. De pronto sinti&oacute;se el galope de un caballo que se detuvo a la
+puerta de la casa parroquial, y el jinete, sin descalzarse las espuelas
+penetr&oacute; en la sala del fest&iacute;n.</p>
+
+<p>El nuevo personaje llam&aacute;base don Antonio de Arriaga, corregidor de la
+provincia de Tinta, hidalgo espa&ntilde;ol muy engre&iacute;do con lo rancio de su
+nobleza v que despotizaba, por plebeyos, a europeos y criollos. Grosero
+en sus palabras, brusco de modales, cruel para con los indios de la mita
+y avaro hasta el extremo de que si en vez de nacer hombre hubiera nacido
+reloj, por no dar no habr&iacute;a dado ni las horas, tal era su se&ntilde;or&iacute;a. Y
+para colmo de desprestigio, el provisor y can&oacute;nigos del Cuzco lo hab&iacute;an
+excomulgado solemnemente por ciertos avances contra la autoridad
+eclesi&aacute;stica.</p>
+
+<p>Todos los comensales se pusieron de pie a la entrada, del corregidor,
+quien, sin hacer atenci&oacute;n en el cacique don Jos&eacute; Gabriel, se dej&oacute; caer
+sobre la silla que &eacute;ste ocupaba, y el noble indio fu&eacute; a colocarse a otro
+extremo de la mesa, sin darse por entendido de la falta de cortes&iacute;a del
+empingorotado espa&ntilde;ol. Despu&eacute;s de algunas frases vulgares, de haber
+refocilado el est&oacute;mago con las viandas y remojado la palabra, dijo su
+se&ntilde;or&iacute;a:</p>
+
+<p>&mdash;No piense vuesa merced que me he pegado un trote desde Yanaoca s&oacute;lo
+para darle saludes.</p>
+
+<p>&mdash;Usir&iacute;a sabe&mdash;contest&oacute; el p&aacute;rroco&mdash;que cualquiera que sea la causa que
+lo trae es siempre bien recibida en esta humilde choza.</p>
+
+<p>&mdash;Hu&eacute;lgome por vuesa merced de haberme convencido personalmente de la
+falsedad de un aviso que recib&iacute; ayer, que a haberlo encontrado real,
+juro cierto que no habr&iacute;a reparado en hopalandas ni tonsuras para
+amarrar a vuesa merced y darle una zurribanda de que guardara memoria en
+los d&iacute;as de su vida; que mientras yo empu&ntilde;e la vara, ning&uacute;n monigote me
+ha de resollar gordo.</p>
+
+<p>&mdash;Dios me es testigo de que no s&eacute; a qu&eacute; vienen las airadas palabras de
+su se&ntilde;or&iacute;a&mdash;murmur&oacute; el cura, intimidado por los impertinentes conceptos
+de Arriaga.</p>
+
+<p>&mdash;Yo me entiendo y bailo solo, se&ntilde;or don Carlos. Bonito es mi pergenio
+para tolerar que en mi corregimiento, a mis barbas, como quien dice, se
+lean censuras ni esos papelotes de excomuni&oacute;n que contra m&iacute; reparte el
+viejo loco que anda de provisor en el Cuzco, y &iexcl;por el &aacute;nima de mi
+padre, que est&eacute; en gloria, que tengo de hacer mangas y capirotes con el
+primer cura que se me descantille en mi jurisdicci&oacute;n! &iexcl;Y cuenta que se
+me suba la mostaza a las narices y me atufe un tantico, que en un verbo
+me planto en el Cuzco y torno chafaina y picadillo a esos can&oacute;nigos
+barrigudos y abarraganados!</p>
+
+<p>Y enfrascado el corregidor en sus groseras baladronadas, que s&oacute;lo
+interrump&iacute;a para apurar gordos tragos de vino, no observ&oacute; que don
+Gabriel y algunos de los convidados iban desapareciendo de la sala.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>A las seis de la tarde el insolente hidalgo galopaba en direcci&oacute;n a la
+villa de su residencia, cuando fu&eacute; enlazado su caballo; y don Antonio se
+encontr&oacute; en medio de cinco hombres armados, en los que reconoci&oacute; a otros
+tantos de los comensales del cura.</p>
+
+<p>&mdash;D&eacute;se preso vuesa merced&mdash;le dijo Tupac-Amaru, que era el que
+acaudillaba el grupo.</p>
+
+<p>Y sin dar tiempo al maltrecho corregidor para que opusiera la menor
+resistencia, le remacharon un par de grillos y lo condujeron a
+Tungasuca. Inmediatamente salieron indios con pliegos para el Alto Per&uacute;
+y otros lugares, y Tupac-Amaru alz&oacute; bandera contra Espa&ntilde;a.</p>
+
+<p>Pocos d&iacute;as despu&eacute;s, el 10 de noviembre, destac&aacute;base una horca frente a
+la capilla de Tungasuca; y el altivo espa&ntilde;ol, vestido de uniforme y
+acompa&ntilde;ado de un sacerdote que lo exhortaba a morir cristianamente, oy&oacute;
+al pregonero estas palabras:</p>
+
+<p><i>Esta es la justicia que don Jos&eacute; Gabriel I, por la gracia de Dios,
+Inca, rey del Per&uacute;, Santa Fe, Quito, Chile, Buenos Aires y continente de
+los mares del Sur, duque y se&ntilde;or de los Amazonas y del gran Paititi,
+manda hacer en la persona de Antonio de Arriaga por tirano, alevoso,
+enemigo de Dios y sus ministros, corruptor y falsario.</i></p>
+
+<p>En seguida el verdugo, que era un negro esclavo del infeliz corregidor,
+le arranc&oacute; el uniforme en se&ntilde;al de degradaci&oacute;n, le visti&oacute; una mortaja y
+le puso la soga al cuello. M&aacute;s al suspender el cuerpo, a pocas pulgadas
+de la tierra, revent&oacute; la cuerda; y Arriaga, aprovechando la natural
+sorpresa que en los indios produjo este incidente, ech&oacute; a correr en
+direcci&oacute;n a la capilla, gritando: &iexcl;Salvo soy! &iexcl;A iglesia me llamo! &iexcl;La
+iglesia me vale!</p>
+
+<p>Iba ya el hidalgo a penetrar en sagrado, cuando se le interpuso el Inca
+Tupac-Amaru y lo tom&oacute; del cuello, dici&eacute;ndole:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;No vale la iglesia a tan p&iacute;caro como vos! &iexcl;No vale la iglesia a un
+excomulgado por la Iglesia!</p>
+
+<p>Y volviendo el verdugo a apoderarse del sentenciado, di&oacute; pronto remate a
+su sangrienta misi&oacute;n.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>Aqu&iacute; deber&iacute;amos dar por terminada la tradici&oacute;n; pero el plan de nuestra
+obra exige que consagremos algunas l&iacute;neas por v&iacute;a de ep&iacute;logo al virrey
+en cuya &eacute;poca de mando aconteci&oacute; este suceso.</p>
+
+<p>El excelent&iacute;simo se&ntilde;or don Agust&iacute;n de J&aacute;uregui, natural de Navarra y de
+la familia de los condes de Miranda y de Teba, caballero de la Orden de
+Santiago y teniente general de los reales ej&eacute;rcitos, desempe&ntilde;aba la
+presidencia de Chile cuando Carlos III relev&oacute; con &eacute;l, injusta y
+desairosamente, el virrey don Manuel Guirior. El caballero de J&aacute;uregui
+lleg&oacute; a Lima el 21 de junio de 1780, y francamente, que ninguno de sus
+antecesores recibi&oacute; el mando bajo peores auspicios.</p>
+
+<p>Por una parte, los salvajes de Chanchamayo acababan de incendiar y
+saquear varias poblaciones civilizadas; y por otra, el recargo de
+impuestos y los procedimientos tir&aacute;nicos del visitador Areche hab&iacute;an
+producido serios disturbios, en los que muchos corregidores y
+alcabaleros fueron sacrificados a la c&oacute;lera popular. Puede decirse que
+la conflagraci&oacute;n era general en el pa&iacute;s, sin embargo de que Guirior
+hab&iacute;a declarado en suspenso el cobro de las odiosas y exageradas
+contribuciones, mientras con mejor acuerdo volv&iacute;a el monarca sobre sus
+pasos.</p>
+
+<p>Adem&aacute;s en 1779 se declar&oacute; la guerra entre Espa&ntilde;a e Inglaterra, y
+reiterados avisos de Europa afirmaban al nuevo virrey que la reina de
+los mares alistaba una flota con destino al Pac&iacute;fico.</p>
+
+<p>J&aacute;uregui (apellido que, en vascuence, significa <i>residencia del se&ntilde;or</i>),
+en previsi&oacute;n de los amagos pir&aacute;ticos, tuvo que fortificar y artillar la
+costa, organizar milicias y aumentar la marina de guerra, medidas que
+reclamaron fuertes gastos, con los que se acrecent&oacute; la penuria p&uacute;blica.</p>
+
+<p>Apenas hac&iacute;a cuatro meses que don Agust&iacute;n de J&aacute;uregui ocupaba el solio
+de los virreyes, cuando se tuvo noticia de la muerte dada al corregidor
+Arriaga, y con ella de que en una extensi&oacute;n de m&aacute;s de trescientas leguas
+era proclamado por Inca y soberano del Per&uacute; el cacique Tupac-Amaru.</p>
+
+<p>No es del caso historiar aqu&iacute; esta tremenda revoluci&oacute;n que, como es
+sabido, puso en grave peligro al gobierno colonial. Poqu&iacute;simo falt&oacute; para
+que entonces hubiese quedado realizada la obra de la Independencia.</p>
+
+<p>El 6 de abril, viernes de Dolores del a&ntilde;o 1781, cayeron prisioneros el
+Inca y sus principales vasallos, con los que se ejercieron los m&aacute;s
+b&aacute;rbaros horrores. Hubo lenguas y manos cortadas, cuerpos
+descuartizados, horca y garrote vil. Areche autoriz&oacute; barbaridad y media.</p>
+
+<p>Con el suplicio del Inca, de su esposa do&ntilde;a Micaela, de sus hijos y
+hermanos, quedaron los revolucionarios sin un centro de unidad. Sin
+embargo, la chispa no se extingui&oacute; hasta julio de 1783, en que tuvo
+lugar en Lima la ejecuci&oacute;n de don Felipe Tupac, hermano del infortunado
+Inca, caudillo de los naturales de Huarochir&iacute;. &laquo;As&iacute;&mdash;dice el de&aacute;n
+Funes&mdash;termin&oacute; esta revoluci&oacute;n, y dif&iacute;cilmente presentar&aacute; la historia
+otra ni m&aacute;s justificada ni menos feliz.&raquo;</p>
+
+<p>Las armas de la casa de J&aacute;uregui eran: escudo cortinado, el primer
+cuartel en oro con un roble copado y un jabal&iacute; pasante; el segundo de
+gules y un castillo de plata con bandera; el tercero de azur, con tres
+flores de lis.</p>
+
+<p>Es fama que el 26 de abril de 1784 el virrey don Agust&iacute;n de J&aacute;uregui
+recibi&oacute; el regalo de un canastillo de cerezas, fruta a la que era su
+excelencia muy aficionado, y que apenas hubo comido dos o tres cay&oacute; al
+suelo sin sentido. Treinta horas despu&eacute;s se abr&iacute;a en palacio la gran
+puerta del sal&oacute;n de recepciones; y en un sill&oacute;n, bajo el dosel, se ve&iacute;a
+a J&aacute;uregui vestido de gran uniforme. Con arreglo al ceremonial del caso
+el escribano de c&aacute;mara, seguido de la Real Audiencia, avanz&oacute; hasta pocos
+pasos distante del dosel, y dijo en voz alta por tres veces:
+&iexcl;Excelent&iacute;simo se&ntilde;or don Agust&iacute;n J&aacute;uregui! Y luego, volvi&eacute;ndose al
+concurso, pronunci&oacute; esta frase obligada: Se&ntilde;ores, no responde.
+&iexcl;Falleci&oacute;! &iexcl;Falleci&oacute;! &iexcl;Falleci&oacute;! En seguida sac&oacute; un protocolo, y los
+oidores estamparon en &eacute;l sus firmas.</p>
+
+<p>As&iacute; vengaron los indios la muerte de Tupac-Amaru.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="LA_GATITA_DE_MARI-RAMOS_QUE_HALAGA_CON_LA_COLA_Y_ARANA_CON_LAS_MANOS" id="LA_GATITA_DE_MARI-RAMOS_QUE_HALAGA_CON_LA_COLA_Y_ARANA_CON_LAS_MANOS"></a><a href="#toc">LA GATITA DE MARI-RAMOS QUE HALAGA CON LA COLA Y ARA&Ntilde;A CON LAS MANOS</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">cr&oacute;nica de la &eacute;poca del trig&eacute;simo cuarto virrey del per&uacute;</span></p>
+
+<p class="r"><i>(A Carlos Toribio Robinet.)</i></p>
+
+
+<p>Al principiar la Alameda de Acho y en la acera que forma espalda a la
+capilla de San Lorenzo, fabricada en 1834, existe una casa de ruinoso
+aspecto, la cual fu&eacute;, por los a&ntilde;os de 1788, teatro no de uno de esos
+cuentos de entre dijes y babador, sino de un drama que la tradici&oacute;n se
+ha encargado de hacer llegar hasta nosotros con todos sus terribles
+detalles.</p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>Veinte abriles muy galanos; cutis de ese gracioso moreno aterciopelado
+que tanta fama di&oacute; a las lime&ntilde;as, antes de que cundiese la maldita moda
+de adobarse el rostro con menjurjes, y de andar a la rebati&ntilde;a y como
+alba&ntilde;il en pared con los polvos de rosa arroz; ojos m&aacute;s negros que noche
+de trapisonda y velados por rizadas pesta&ntilde;as; boca incitante, como un
+azucarillo amerengado; cuerpo airoso, si los hubo, y un pie que daba pie
+para despertar en el pr&oacute;jimo tentaci&oacute;n de besarlo; tal era, en el a&ntilde;o de
+gracia de 1776, Benedicta Salazar.</p>
+
+<p>Sus padres, al morir, la dejaron sin casa ni canastilla y al abrigo de
+una t&iacute;a entre bruja y celestina, como dijo Quevedo, y m&aacute;s gru&ntilde;ona que
+mast&iacute;n piltrafero, la cual tom&oacute; a capricho casar a la sobrina con un su
+compadre, espa&ntilde;ol que de a legua revelaba en cierto tufillo ser hijo de
+Catalu&ntilde;a, y que aindam&aacute;is ten&iacute;a las manos callosas y la barba m&aacute;s
+crecida que deuda p&uacute;blica. Benedicta miraba al pretendiente con el mismo
+fastidio que a mosquito de trompetilla, y no atrevi&eacute;ndose a darle
+calabazas como melones, recurri&oacute; al manoseado expediende de hacerse
+archidevota, tener padre de esp&iacute;ritu y decir que su aspiraci&oacute;n era a
+monj&iacute;o y no a casorio.</p>
+
+<p>El catal&aacute;n, atento a los repulgos de la muchacha, murmuraba:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>ni&ntilde;a de los muchos novios,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>que con ninguno te casas;</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>si te guardas para un rey</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>cuatro tiene la baraja.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>De aqu&iacute; surg&iacute;an desazones entre sobrina y t&iacute;a. La vieja la trataba de
+gazmo&ntilde;a y papahostias, y la chica romp&iacute;a a llorar como una bendita de
+Dios, con lo que enfureci&eacute;ndose m&aacute;s aquella megera, la
+gritaba:&mdash;&iexcl;Hip&oacute;crita! A m&iacute; no me engatusas con purisimitas. &iquest;A qu&eacute;
+vienen esos lloriqueos? Eres como el perro de Juan Molleja, que antes
+que le caiga el palo ya se queja. &iquest;Conque monj&iacute;o? Quien no te conozca
+que te compre, saquito de cucarachas. Cualquiera dir&iacute;a que no rompe
+plato, y es capaz de sacarle los ojos al verdugo Grano de Oro. &iquest;Si no
+conocer&eacute; yo las uvas de mi majuelo? &iquest;Conque te apestan las barbas?
+&iexcl;Miren a la remilgada de Jurquillos, que lavaba los huesos para
+fre&iacute;rlos! &iexcl;Pues has de ver toros y ca&ntilde;as como yo pille al alcance de mis
+u&ntilde;as al barbilampi&ntilde;o que te baraja el juicio! Miren, miren a la gatita
+de Mari-Ramos, que hac&iacute;a ascos a los ratones y engull&iacute;a los gusanos!
+&iexcl;Malhaya la ni&ntilde;a de la media almendra!</p>
+
+<p>Como estas peloteras eran pan cotidiano, las muchachas de la vecindad,
+envidiosas de la hermosura de Benedicta, dieron en bautizarla con el
+apodo de <i>Gatita de Mari-Ramos</i>; y pronto en la parroquia entera los
+mozalbetes y dem&aacute;s ni&ntilde;os zangolotinos que la encontraban al paso,
+saliendo de misa mayor, le dec&iacute;an:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Qu&eacute; modosita y qu&eacute; linda que va la Gatita de Mari-Ramos!</p>
+
+<p>La verdad del cuento es que la t&iacute;a no iba descaminada en sus barruntos.
+Un petimetre, don Aquilino de Leuro, era el quebradero de cabeza de la
+sobrina; y ya fuese que &eacute;ste se exasperara de andar siempre al morro por
+un qu&iacute;tame all&aacute; esas pajas, o bien que su amor hubiese llegado a extremo
+de atropellar por todo respeto, dando al diablo el hato y el garabato,
+ello es que una noche sucedi&oacute;... lo que ten&iacute;a que suceder. La gatita de
+Mari-Ramos se escap&oacute; por el tejado, en amor y compa&ntilde;a de un gato
+pizpireto, que ol&iacute;a a almizcle y que ten&iacute;a la mano suave.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>Demos tiempo al tiempo y no andemos con lilailas y recancanillas. Es
+decir, que mientras los amantes apuran la luna de miel para dar entrada
+a la de hiel, podemos echar, lector car&iacute;simo, el consabido parrafillo
+hist&oacute;rico.</p>
+
+<p>El excelent&iacute;simo se&ntilde;or don Teodoro de Croix, caballero de Croix,
+comendador de la muy distinguida orden teut&oacute;nica en Alemania, capit&aacute;n de
+guardias valonas y teniente general de los reales ej&eacute;rcitos, hizo su
+entrada en Lima el 6 de abril de 1784.</p>
+
+<p>Durante largos a&ntilde;os hab&iacute;a servido en M&eacute;xico bajo las &oacute;rdenes de su t&iacute;o
+(el virrey marqu&eacute;s de Croix), y vuelto a Espa&ntilde;a, Carlos III lo nombr&oacute; su
+representante en estos reinos del Per&uacute;. &laquo;Fu&eacute; su excelencia&mdash;dice un
+cronista&mdash;hombre de virtud eminente, y se distingui&oacute; mucho por su
+caridad, pues varias veces se qued&oacute; con la vela en la mano porque el
+candelero de plata lo hab&iacute;a dado a los pobres, no teniendo de pronto
+moneda con que socorrerlos; frecuentaba sacramentos y era un verdadero
+cristiano.&raquo;</p>
+
+<p>La administraci&oacute;n del caballero Croix, a quien llamaban <i>el Flamenco</i>,
+fu&eacute; de gran beneficio para el pa&iacute;s.</p>
+
+<p>El virreinato se dividi&oacute; en siete intendencias, y &eacute;stas en distritos o
+subdelegaciones. Estableci&eacute;ronse la Real Audiencia del Cuzco y el
+tribunal de Miner&iacute;a, repobl&aacute;ronse los valles de V&iacute;ctor y Acobamba, y el
+ejemplar obispo Ch&aacute;vez de la Rosa fund&oacute; en Arequipa la famosa casa de
+hu&eacute;rfanos, que no pocos hombres ilustres ha dado despu&eacute;s a la rep&uacute;blica.</p>
+
+<p>Por entonces lleg&oacute; al Callao, consignado al conde de San Isidro, el
+primer nav&iacute;o de la Compa&ntilde;&iacute;a de Filipinas; y para comprobar el gran
+desarrollo del comercio en los cinco a&ntilde;os del gobierno de Croix, bastar&aacute;
+consignar que la importaci&oacute;n subi&oacute; a cuarenta y dos millones de pesos y
+la exportaci&oacute;n a treinta y seis.</p>
+
+<p>Las rentas del Estado alcanzaron a poco m&aacute;s de cuatro y medio millones,
+y los gastos no excedieron de esta cifra, vi&eacute;ndose por primera y &uacute;nica
+vez entre nosotros realizado el fen&oacute;meno del equilibrio en el
+presupuesto. Verdad es que, para lograrlo, recurri&oacute; el virrey al sistema
+de econom&iacute;as, disminuyendo empleados, cercenando sueldos, licenciando
+los batallones de Soria y Extremadura, y reduciendo su escolta a la
+tercera parte de la fuerza que mantuvieron sus predecesores desde Amat.</p>
+
+<p>La querella entre el marqu&eacute;s de Lara, intendente de Huamanga, y el se&ntilde;or
+L&oacute;pez S&aacute;nchez, obispo de la di&oacute;cesis, fu&eacute; la piedra de esc&aacute;ndalo de la
+&eacute;poca. Su ilustr&iacute;sima, despoj&aacute;ndose de la mansedumbre sacerdotal, dej&oacute;
+desbordar su bilis hasta el extremo de abofetear al escribano real que
+le notificaba una providencia. El juicio termin&oacute;, desairosamente para el
+iracundo prelado, por fallo del Consejo de Indias.</p>
+
+<p>Lorente, en su <i>Historia</i>, habla de un acontecimiento que tiene alguna
+semejanza con el proceso del falso nuncio de Portugal. &laquo;Un pobre
+gallego&mdash;dice&mdash;que hab&iacute;a venido en clase de soldado y ejercido despu&eacute;s
+los poco lucrativos oficios de mercachifle y corredor de muebles,
+cargado de familia, necesidades y a&ntilde;os, se acord&oacute; que era hijo natural
+de un hermano del cardenal patriarca, presidente del Consejo de
+Castilla, y para explotar la necedad de los ricos, fingi&oacute; recibir cartas
+del rey y de otros encumbrados personajes, las que hac&iacute;a contestar por
+un religioso de la Merced. La supercher&iacute;a no pod&iacute;a ser m&aacute;s grosera, y
+sin embargo enga&ntilde;&oacute; con ella a varias personas. Descubierta la impostura
+y amenazado con el tormento, hubo de declararlo todo. Su farsa se
+consider&oacute; como crimen de Estado, y por circunstancias atenuantes sali&oacute;
+condenado a diez a&ntilde;os de presidio, envi&aacute;ndose para Espa&ntilde;a, bajo partida
+de registro, a su c&oacute;mplice el religioso&raquo;.</p>
+
+<p>El sabio don Hip&oacute;lito Unanue que con el seud&oacute;nimo de <i>Aristeo</i> escribi&oacute;
+eruditos art&iacute;culos en el famoso <i>Mercurio peruano</i>; el elocuente
+mercedario fray Cipriano Jer&oacute;nimo Calatayud, que firmaba sus escritos en
+el mismo peri&oacute;dico con el nombre de <i>Sofronio</i>; el egregio m&eacute;dico
+D&aacute;valos, tan ensalzado por la Universidad de Montpellier; el cl&eacute;rigo
+Rodr&iacute;guez de Mendoza, llamado por su vasta ciencia el <i>Bac&oacute;n del Per&uacute;</i> y
+que durante treinta a&ntilde;os fu&eacute; rector de San Carlos; el poeta andaluz
+Terralla y Landa, y otros hombres no menos esclarecidos formaban la
+tertulia de su excelencia, quien, a pesar de su ilustraci&oacute;n y del
+prestigio de tan inteligente c&iacute;rculo, dict&oacute; severas &oacute;rdenes para impedir
+que se introdujesen en el pa&iacute;s las obras de los enciclopedistas.</p>
+
+<p>Este virrey, tan apasionado por el c&aacute;ustico y libertino <i>poeta de las
+adivinanzas</i>, no pudo soportar que el religioso de San Agust&iacute;n fray Juan
+Alcedo le llevase personalmente y recomendase la lectura de un
+manuscrito. Era &eacute;ste una s&aacute;tira, en medianos versos, sobre la conducta
+de los espa&ntilde;oles en Am&eacute;rica. Su excelencia calific&oacute; la pretensi&oacute;n de
+desacato a su persona, y el pobre hijo de Apolo fu&eacute; desterrado a la
+metr&oacute;poli para escarmiento de frailes murmuradores y de poetas de
+aguachirle.</p>
+
+<p>El caballero de Croix se embarc&oacute; para Espa&ntilde;a el 7 de abril de 1790, y
+muri&oacute; en Madrid en 1791 a poco de su llegada a la patria.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p style="margin-left: 40%;"><i>&iquest;Hay huevos?</i><br />
+&mdash;<i>A la otra esquina por ellos.</i><br />
+<br />
+<span style="margin-left: 4em;">(Popular).</span><br />
+</p>
+
+<p>Pues, se&ntilde;ores, ya que he escrito el resumen de la historia
+administrativa del gobernante, no dejar&eacute; en el tintero, pues con su
+excelencia se relaciona, el origen de un juego que conocen todos los
+muchachos de Lima. Nada pondr&eacute; de mi estuche, que hombre ver&iacute;dico es el
+compa&ntilde;ero de <i>La Broma</i><a name="FNanchor_3_3" id="FNanchor_3_3"></a><a href="#Footnote_3_3" class="fnanchor">[3]</a> que me hizo el relato que van ustedes a
+leer.</p>
+
+<p>Es el caso que el excelent&iacute;simo se&ntilde;or don Teodoro de Croix ten&iacute;a la
+costumbre de almorzar diariamente cuatro huevos frescos pasados por agua
+caliente; y era sobre este punto tan delicado, que su mayordomo, Juli&aacute;n
+de C&oacute;rdova y Soriano, estaba encargado de escoger y comprar &eacute;l mismo los
+huevos todas las ma&ntilde;anas.</p>
+
+<p>Mas si el virrey era delicado, el mayordomo llevaba la cansera y la
+avaricia hasta el punto de regatear con los pulperos para economizar un
+piquillo en la compra; pero al mismo tiempo que esto intentaba hab&iacute;a de
+escoger los huevos m&aacute;s grandes y m&aacute;s pesados, para cuyo examen llevaba
+un anillo y pon&iacute;a adem&aacute;s los huevos en la balanza. Si un huevo pasaba
+por el anillo o pesaba un adarme menos que otro, lo dejaba.</p>
+
+<p>Tanto lleg&oacute; a fastidiar a los pulperos de la esquina del Arzobispo,
+esquina de Palacio, esquina de las Mantas y esquina de Jud&iacute;os, que
+encontr&aacute;ndose &eacute;stos un d&iacute;a reunidos en Cabildo para elegir balanceador,
+recay&oacute; la conversaci&oacute;n sobre el mayordomo don Juli&aacute;n de C&oacute;rdova y
+Soriano, y los susodichos pulperos acordaron no venderle m&aacute;s huevos.</p>
+
+<p>Al d&iacute;a siguiente al del acuerdo present&oacute;se don Juli&aacute;n en una de las
+pulper&iacute;as, y el mozo le dijo:&mdash;No hay huevos, se&ntilde;or don Juli&aacute;n. Vaya su
+merced a la otra esquina por ellos.</p>
+
+<p>Recibi&oacute; el mayordomo igual contestaci&oacute;n en las cuatro esquinas, y tuvo
+que ir m&aacute;s lejos para hacer su compra. Al cabo de poco tiempo, los
+pulperos de ocho manzanas a la redonda de la plaza estaban fastidiados
+del cominero don Juli&aacute;n y adoptaron el mismo acuerdo de sus cuatro
+camaradas.</p>
+
+<p>No falt&oacute; quien contara al virrey los trotes y apuros de su mayordomo
+para conseguir huevos frescos, y un d&iacute;a que estaba su excelencia de buen
+humor le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Juli&aacute;n, &iquest;en d&oacute;nde compraste hoy los huevos?</p>
+
+<p>&mdash;En la esquina de San Andr&eacute;s.</p>
+
+<p>&mdash;Pues ma&ntilde;ana ir&aacute;s a la otra esquina por ellos.</p>
+
+<p>&mdash;Segurito, se&ntilde;or, y ha de llegar d&iacute;a en que tenga que ir a buscarlos a
+Jetafe.</p>
+
+<p>Contado el origen del infantil juego de los <i>huevos</i>, par&eacute;ceme que puedo
+dejar en paz al virrey y seguir con la tradici&oacute;n.</p>
+
+
+<h3>IV</h3>
+
+<p>Dice un refr&aacute;n que la mula y la paciencia se fatigan si hay apuro, y lo
+mismo pensamos del amor. Benedicta y Aquilino se dieron tanta prisa que,
+medio a&ntilde;o despu&eacute;s de la escapatoria, hastiado el gal&aacute;n se despidi&oacute; a la
+francesa, esto es, sin decir abur y ah&iacute; queda el queso para que se lo
+almuercen los ratones, y fu&eacute; a dar con su humanidad en el Cerro de
+Pasco, mineral boyante a la saz&oacute;n. Benedicta pas&oacute; d&iacute;as y semanas
+esperando la vuelta del humo o, lo que es lo mismo, la del ingrato que
+le dejaba m&aacute;s desnuda que cerrojo; hasta que, convencida de su
+desgracia, resolvi&oacute; no volver al hogar de la t&iacute;a, sino arrendar un
+entresuelo en la calle de la Alameda.</p>
+
+<p>En su nueva morada era por dem&aacute;s misteriosa la existencia de nuestra
+gatita. Viv&iacute;a encerrada, y evitando entrar en relaciones con la
+vecindad. Los domingos sal&iacute;a a misa de alba, compraba sus provisiones
+para la semana y no volv&iacute;a a pisar la calle hasta el jueves, al
+anochecer, para entregar y recibir trabajo. Benedicta era costurera de
+la marquesa de Sotoflorido, con sueldo de ocho pesos semanales.</p>
+
+<p>Pero por retra&iacute;da que fuese la vida de Benedicta y por mucho que al
+salir rebujase el rostro entre los pliegues del manto, no debi&oacute; la
+tapada parecerle costal de paja a un vecino del cuarto de reja, quien
+di&oacute; en la flor siempre que la atisbaba, de dispararla a quemarropa un
+par de chicoleos, entremezclados con suspiros, capaces de sacar de
+quicio a una estatua de piedra berroque&ntilde;a.</p>
+
+<p>Hay nombres que parecen una iron&iacute;a, y uno de ellos era el del vecino
+Fortunato, que bien pod&iacute;a, en punto a femeniles conquistas, pasar por el
+m&aacute;s infortunado de los mortales. Ten&iacute;a hormiguillo por todas las
+muchachas de la feligres&iacute;a de San L&aacute;zaro, y as&iacute; se desmerec&iacute;an y
+ocupaban ellas de &eacute;l como <i>del gallo de la Pasi&oacute;n</i> que, con arroz
+graneado, aj&iacute; mirasol y culantrillo, <i>debi&oacute; ser guiso de chuparse los
+dedos</i>.</p>
+
+<p>Era el tal&mdash;no <i>el gallo de la Pasi&oacute;n</i>, sino Fortunato&mdash;, lo que se
+conoce por un pobre diablo, no mal empatillado y de buena cepa, como que
+pasaba por hijo natural del conde de Pozosdulces. Serv&iacute;a de amanuense en
+la escriban&iacute;a mayor del gobierno, cuyo cargo de escribano mayor era
+desempe&ntilde;ado entonces por el marqu&eacute;s de Salinas, quien pagaba a nuestro
+joven veinte duros al mes, le daba por pascua del Ni&ntilde;o Dios un decente
+aguinaldo y se hac&iacute;a de la vista gorda cuando era asunto de que el
+mocito agenciase lo que en tecnicismo burocr&aacute;tico se llama <i>buscas
+legales</i>.</p>
+
+<p>Forzoso es decir que Benedicta jam&aacute;s par&oacute; mientes en los arrumacos del
+vecino, ni lo mir&oacute; a hurtadillas y ni siquiera despleg&oacute; los labios para
+desahuciarlo, dici&eacute;ndole: &laquo;Perdone, hermano, y toque a otra puerta, que
+lo que es en &eacute;sta no se da posada al peregrino&raquo;.</p>
+
+<p>Mas una noche, al regresar la joven de hacer entrega de costuras, hall&oacute;
+a Fortunato bajo el dintel de la casa, y antes de que &eacute;ste le endilgase
+uno de sus habituales piropos, ella con voz dulce y argentina como una
+lluvia de perlas y que al amartelado mancebo debi&oacute; parecerle m&uacute;sica
+celestial, le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Buenas noches, vecino.</p>
+
+<p>El plumario, que era mozo muy socarr&oacute;n y amigo de donaires, d&iacute;jose para
+el cuello de su camisa:&mdash;Al fin ha arriado bandera esta pr&oacute;jima y quiere
+parlamentar. Decididamente tengo mucho aquel y mucho garabato para las
+hembras, y a la que le gui&ntilde;o el ojo izquierdo, que es el del coraz&oacute;n,
+no le queda m&aacute;s recurso que darse por derrotada.</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Yo domino de todas la arrogancia,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>conmigo no hay Sagunto ni Numancia</i>...</span><br />
+</p>
+
+<p>Y con airecillo de terne y de conquistador, sigui&oacute; sin m&aacute;s circunloquios
+a la costurera hasta la puerta del entresuelo. La llave era dura, y el
+mocito, a fuer de cort&eacute;s, no pod&iacute;a permitir que la ni&ntilde;a se maltratase la
+mano. La gratitud por tan magno servicio exig&iacute;a que Benedicta, entre
+ruborosa y complacida, murmurase un&mdash;Pase usted adelante, aunque la casa
+no es como para la persona.</p>
+
+<p>Suponemos que esto o cosa parecida suceder&iacute;a, y que Fortunato no se dej&oacute;
+decir dos veces que le permit&iacute;an entrar en la gloria, que tal es para
+todo enamorado una mano de conversaci&oacute;n a solas con una chica como un
+pi&ntilde;&oacute;n de almendra. El estuvo apasionado y decidor:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Las palabras amorosas</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>son las cuentas de un collar,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>en saliendo la primera</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>salen todas las dem&aacute;s.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Ella, con palabritas cortadas y melindres, di&oacute; a entender que su coraz&oacute;n
+no era de cal y ladrillo; pero que como los hombres son tan p&iacute;caros y
+reveseros, hab&iacute;a que dar largas y cobrar confianza, antes de aventurarse
+en un juego en que casi siempre todos los naipes se vuelven malillas. El
+jur&oacute;, por un calvario de cruces, no s&oacute;lo amarla eternamente, sino las
+dem&aacute;s paparruchas que es de pr&aacute;ctica jurar en casos tales, y para
+festejar la aventura a&ntilde;adi&oacute; que en su cuarto ten&iacute;a dos botellas del
+riqu&iacute;simo moscatel que hab&iacute;a venido de regalo para su excelencia el
+virrey. Y r&aacute;pido como un cohete descendi&oacute; y volvi&oacute; a subir, armado de
+las susodichas limetas.</p>
+
+<p>Fortunato no daba la victoria por un ochavo menos. La familia que
+habitaba en el principal se encontraba en el campo, y no hab&iacute;a que temer
+ni el pretexto del esc&aacute;ndalo. Ad&aacute;n y Eva no estuvieron m&aacute;s solos en el
+para&iacute;so cuando se concertaron para aquella jugarreta cuyas
+consecuencias, sin comerlo ni beberlo, est&aacute; pagando la prole, y siglos
+van y siglos vienen sin que la deuda se finiquite. Por otra parte, el
+gal&aacute;n contaba con el refuerzo del moscatelillo, y como reza el refr&aacute;n,
+de menos hizo Dios a Ca&ntilde;ete y lo deshizo de un pu&ntilde;ete.</p>
+
+<p>Apuraba ya la segunda copa, buscando en ella br&iacute;os para emprender un
+ataque decisivo, cuando en el reloj del Puente empezaron a sonar las
+campanas de las diez, y Benedicta con gran agitaci&oacute;n y congoja exclam&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Dios m&iacute;o! &iexcl;Estamos perdidos! Entre usted en este otro cuarto y suceda
+lo que sucediere, ni una palabra ni intente salir hasta que yo lo
+busque.</p>
+
+<p>Fortunato no se distingu&iacute;a por la bravura y de buena gana habr&iacute;a querido
+tocar de suela; pero sintiendo pasos en el patio, la carne se le volvi&oacute;
+de gallina, y con la docilidad de un ni&ntilde;o se dej&oacute; encerrar en la
+habitaci&oacute;n contigua.</p>
+
+
+<h3>V</h3>
+
+<p>Abramos un corto par&eacute;ntesis para referir lo que hab&iacute;a pasado pocas horas
+antes.</p>
+
+<p>A las siete de la noche, cruzando Benedicta por la esquina de Palacio,
+se encontr&oacute; con Aquilino. Ella, lejos de reprocharle su conducta, le
+habl&oacute; con cari&ntilde;o, y en gracia de la brevedad diremos que, como donde
+hubo fuego siempre quedan cenizas, el amante solicit&oacute; y obtuvo una cita
+para las diez de la noche.</p>
+
+<p>Benedicta sab&iacute;a que el ingrato la hab&iacute;a abandonado para casarse con la
+hija de un rico minero; y desde entonces jur&oacute; en Dios y en su &aacute;nima
+vivir para la venganza. Al encontrarse aquella noche con Aquilino y
+acordarle una cita, la fecunda imaginaci&oacute;n de la mujer traz&oacute; r&aacute;pidamente
+su plan. Necesitaba un c&oacute;mplice, se acord&oacute; del plumario, y he aqu&iacute; el
+secreto de su repentina coqueter&iacute;a para con Fortunato.</p>
+
+<p>Ahora volvamos al entresuelo.</p>
+
+
+<h3>VI</h3>
+
+<p>Entre los dos reconciliados amantes no hubo quejas ni recriminaciones,
+sino frases de amor. Ni una palabra sobre lo pasado, nada sobre la
+deslealtad del joven que nuevamente la enga&ntilde;aba, call&aacute;ndola que ya no
+era libre y prometi&eacute;ndola no separarse m&aacute;s de ella. Benedicta fingi&oacute;
+creerlo y lo embriagaba de caricias para mejor afianzar su venganza.</p>
+
+<p>Entretanto el moscatel desempe&ntilde;aba una funci&oacute;n terrible. Benedicta hab&iacute;a
+echado un narc&oacute;tico en la copa de su seductor. Aqu&iacute; cabe el refr&aacute;n: m&aacute;s
+mat&oacute; la cena que cur&oacute; Avicena.</p>
+
+<p>Rendido Leuro al sopor&iacute;fero influjo, la joven lo at&oacute; con fuertes
+ligaduras a las columnas de su lecho, sac&oacute; un pu&ntilde;al, y esper&oacute; impasible
+durante una hora a que empezara a desvanecerse el poder narc&oacute;tico.</p>
+
+<p>A las doce moj&oacute; su pa&ntilde;uelo en vinagre, lo pas&oacute; por la frente del
+narcotizado, y entonces principi&oacute; la horrible tragedia.</p>
+
+<p>Benedicta era tribunal y verdugo.</p>
+
+<p>Enrostr&oacute; a Aquilino la villan&iacute;a de su conducta, rechaz&oacute; sus descargos y
+luego le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Est&aacute;s sentenciado! Tienes un minuto para pensar en Dios.</p>
+
+<p>Y con mano segura hundi&oacute; el acero en el coraz&oacute;n del hombre a quien tanto
+hab&iacute;a amado...</p>
+
+<p class="c">. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .</p>
+
+<p>El pobre amanuense temblaba como la hoja del &aacute;rbol. Hab&iacute;a o&iacute;do y visto
+todo por un agujero de la puerta.</p>
+
+<p>Benedicta, realizada su venganza, di&oacute; vuelta a la llave y lo sac&oacute; del
+encierro.</p>
+
+<p>&mdash;Si aspiras a mi amor&mdash;le dijo&mdash;empieza por ser mi c&oacute;mplice. El premio
+lo tendr&aacute;s cuando este cad&aacute;ver haya desaparecido de aqu&iacute;. La calle est&aacute;
+desierta, la noche es l&oacute;brega, el r&iacute;o corre en frente de la casa... Ven
+y ay&uacute;dame.</p>
+
+<p>Y para vencer toda vacilaci&oacute;n en el &aacute;nimo del acobardado mancebo,
+aquella mujer, alma de demonio encarnada en la figura de un &aacute;ngel, di&oacute;
+un salto como la pantera que se lanza sobre su presa y estamp&oacute; un beso
+de fuego en los labios de Fortunato.</p>
+
+<p>La fascinaci&oacute;n fu&eacute; completa. Ese beso llev&oacute; a la sangre y a la
+conciencia del joven el contagio del crimen.</p>
+
+<p>Si hoy, con los faroles de gas y el crecido personal de agentes de
+polic&iacute;a, es empresa de guapos aventurarse despu&eacute;s de las ocho de la
+noche por la Alameda de Acho, imag&iacute;nese el lector lo que ser&iacute;a ese sitio
+en el siglo pasado y cuando s&oacute;lo en 1776 se hab&iacute;a establecido el
+alumbrado para las calles centrales de la ciudad.</p>
+
+<p>La obscuridad de aquella noche era espantosa. No parec&iacute;a sino que la
+naturaleza tomaba su parte de complicidad en el crimen.</p>
+
+<p>Entreabri&oacute;se el postigo de la casa, y por &eacute;l sali&oacute; cautelosamente
+Fortunato, llevando al hombro, cosido en una manta, el cad&aacute;ver de
+Aquilino. Benedicta lo segu&iacute;a, y mientras con una mano lo ayudaba a
+sostener el peso, con la otra, armada de una aguja con hilo grueso,
+cos&iacute;a la manta a la casaca del joven. La zozobra de &eacute;ste y las tinieblas
+serv&iacute;an de auxiliares a un nuevo delito.</p>
+
+<p>Las sombras vivientes llegaron al pie del parapeto del r&iacute;o.</p>
+
+<p>Fortunato, con su f&uacute;nebre carga sobre los hombros, subi&oacute; el tramo de
+adobes y se inclin&oacute; para arrojar el cad&aacute;ver.</p>
+
+<p>&iexcl;Horror!... El muerto arrastr&oacute; en su ca&iacute;da al vivo.</p>
+
+<p>Tres d&iacute;as despu&eacute;s unos pescadores encontraron en las playas de Bocanegra
+el cuerpo del infortunado Fortunato. Su padre, el conde de Pozosdulces,
+y su jefe, el marqu&eacute;s de Salinas, recelando que el joven hubiera sido
+v&iacute;ctima de alg&uacute;n enemigo, hicieron aprehender a un individuo sobre el
+que reca&iacute;an no sabemos qu&eacute; sospechas de mala voluntad para con el
+difunto.</p>
+
+<p>Y corr&iacute;an los meses y la causa iba con pies de plomo, y el pobre diablo
+se encontraba metido en un d&eacute;dalo de acusaciones, y el fiscal ve&iacute;a
+pruebas clar&iacute;simas en donde todos hallaban el caos, y el juez vacilaba,
+para dar sentencia, entre horca y presidio.</p>
+
+<p>Pero la Providencia que vela por los inocentes, tiene resortes
+misteriosos para hacer la luz sobre el crimen.</p>
+
+<p>Benedicta, moribunda y devorada por el remordimiento, revel&oacute; todo a un
+sacerdote, rog&aacute;ndole que para salvar al encarcelado hiciese p&uacute;blica su
+confesi&oacute;n; y he aqu&iacute; c&oacute;mo en la forma de proceso ha venido a caer bajo
+nuestra pluma de cronista la sombr&iacute;a leyenda de la <i>Gatita de
+Mari-Ramos</i>.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="A_LA_CARCEL_TODO_CRISTO" id="A_LA_CARCEL_TODO_CRISTO"></a><a href="#toc">&iexcl;A LA C&Aacute;RCEL TODO CRISTO!</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">cr&oacute;nica de la &eacute;poca del virrey ingl&eacute;s</span></p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>Por los a&ntilde;os de 1752 recorr&iacute;a las calles de Lima un buhonero o
+<i>mercachifle</i>, hombre de mediana talla, grueso, de manos y facciones
+toscas, pelo rubio, color casi alabastrino y que representaba muy poco
+m&aacute;s de veinte a&ntilde;os. Era irland&eacute;s, hijo de pobres labradores y, seg&uacute;n su
+bi&oacute;grafo Lavalle, pas&oacute; los primeros a&ntilde;os de su vida conduciendo haces de
+le&ntilde;a para la cocina del castillo da Dung&aacute;n, residencia de la condesa de
+Bective, hasta que un su t&iacute;o, padre jesu&iacute;ta de un convento de C&aacute;diz, lo
+llam&oacute; a su lado, lo educ&oacute; medianamente, y vi&eacute;ndolo decidido por el
+comercio m&aacute;s que por el santo h&aacute;bito, lo envi&oacute; a Am&eacute;rica con una
+pacotilla.</p>
+
+<p><i>&Ntilde;o Ambrosio el ingl&eacute;s</i>, como llamaban las lime&ntilde;as al mercachifle,
+convencido de que el comercio de cintas, agujas, blondas, dedales y
+otras chucher&iacute;as no le producir&iacute;a nunca para hacer caldo gordo, resolvi&oacute;
+pasar a Chile, donde consigui&oacute; por la influencia de un m&eacute;dico irland&eacute;s
+muy relacionado en Santiago, que con el car&aacute;cter de ingeniero delineador
+lo empleasen en la construcci&oacute;n de albergues o casitas para abrigo de
+los correos que, al trav&eacute;s de la cordillera, conduc&iacute;an la
+correspondencia entre Chile y Buenos Aires.</p>
+
+<p>Ocup&aacute;base en llenar concienzudamente su compromiso, cuando acaeci&oacute; una
+formidable invasi&oacute;n de los araucanos, y para rechazarla organiz&oacute; el
+capit&aacute;n general, entre otras fuerzas, una compa&ntilde;&iacute;a de voluntarios
+extranjeros, cuyo mando se acord&oacute; a nuestro flamante ingeniero. La
+campa&ntilde;a le di&oacute; honra y provecho; y sucesivamente el rey le confiri&oacute; los
+grados de capit&aacute;n de dragones, teniente coronel, coronel y brigadier; y
+en 1785, al ascenderlo a mariscal de campo, lo invisti&oacute; con el car&aacute;cter
+de presidente de la Audiencia, gobernador y capit&aacute;n general del reino de
+Chile.</p>
+
+<p>Ni tenemos los suficientes datos, ni la forma ligera de nuestras
+tradiciones nos permite historiar los diez a&ntilde;os del memorable gobierno
+de don Ambrosio O'Higgins. La fortaleza del Bar&oacute;n, en Valpara&iacute;so, y
+multitud da obras p&uacute;blicas hacen su nombre imperecedero en Chile.</p>
+
+<p>Habiendo reconquistado la ciudad de Osorno del poder de los araucanos,
+el monarca lo nombr&oacute; marqu&eacute;s de Osorno, lo ascendi&oacute; a teniente general y
+lo traslad&oacute; al Per&uacute; como virrey, en reemplazo del bail&iacute;o don Francisco
+Gil y Lemus de Toledo y Villamar&iacute;n, caballero profesor de la orden de
+San Juan, comendador del Puente Orgivo y teniente general de la real
+armada.</p>
+
+<p>En 5 de junio de 1796 se encarg&oacute; O'Higgins del mando. Bajo su breve
+gobierno se empedraron las calles y concluyeron las torres de la
+Catedral de Lima, se cre&oacute; la sociedad de Beneficencia, y se
+establecieron f&aacute;bricas de tejidos. La portada, alameda y camino
+carretero del Callao fueron tambi&eacute;n obra de su administraci&oacute;n.</p>
+
+<p>En su &eacute;poca se incorpor&oacute; al Per&uacute; la intendencia de Puno, que hab&iacute;a
+estado sujeta al virreinato de Buenos Aires, y fu&eacute; separado Chile de la
+jurisdicci&oacute;n del virreinato del Per&uacute;.</p>
+
+<p>La alianza que por el tratado de San Ildefonso, despu&eacute;s de la campa&ntilde;a
+del Rosell&oacute;n, celebr&oacute; con Francia el ministro don Manuel Godoy, duque de
+Acud&iacute;a y pr&iacute;ncipe de la Paz, trajo como consecuencia la guerra entre
+Espa&ntilde;a e Inglaterra. O'Higgins envi&oacute; a la corona siete millones de pesos
+con los que el Per&uacute; contribuy&oacute;, m&aacute;s que a las necesidades de la guerra,
+al lujo de los cortesanos y a los placeres de Godoy y de su real manceba
+Mar&iacute;a Luisa.</p>
+
+<p>R&aacute;pida, pero fructuosa en bienes, fu&eacute; la administraci&oacute;n de O'Higgins, a
+quien llamaban en Lima el <i>virrey ingl&eacute;s</i>. Falleci&oacute; el 18 de marzo de
+1800, y fu&eacute; enterrado en las b&oacute;vedas de la iglesia de San Pedro.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>Grande era la desmoralizaci&oacute;n de Lima cuando O'Higgins entr&oacute; a ejercer
+el mando. Seg&uacute;n el censo mandado formar por el virrey-bail&iacute;o Gil y
+Lemus, contaba la ciudad en el recinto de sus murallas 52.627
+habitantes, y para tan reducida poblaci&oacute;n exced&iacute;a de setecientos el
+n&uacute;mero de carruajes particulares que, con ricos arneses y soberbios
+troncos, se ostentaban en el paseo de la Alameda. Tal exceso de lujo
+basta a revelarnos que la moralidad social no pod&iacute;a rayar muy alto.</p>
+
+<p>Los robos, asesinatos y otros esc&aacute;ndalos nocturnos se multiplicaban y
+para remediarlos juzg&oacute; oportuno su excelencia promulgar bandos,
+previniendo que ser&iacute;a aposentado en la c&aacute;rcel todo el que despu&eacute;s de las
+diez de la noche fuese encontrado en la calle por las comisiones de
+ronda. Las compa&ntilde;&iacute;as de <i>encapados</i> o agentes de polic&iacute;a, establecidas
+por el virrey Amat, recibieron aumento y mejora en el personal con el
+nombramiento de capitanes, que recay&oacute; en personas notables.</p>
+
+<p>Pero los bandos se quedaban escritos en las esquinas, y los des&oacute;rdenes
+no disminu&iacute;an. Precisamente los j&oacute;venes de la nobleza colonial hac&iacute;an
+gala de ser los primeros infractores. El pueblo tomaba ejemplo de ellos;
+y viendo el virrey que no hab&iacute;a forma de extirpar el mal, llam&oacute; un d&iacute;a a
+los cinco capitanes de las compa&ntilde;&iacute;as de encapados.</p>
+
+<p>&mdash;Tengo noticias, se&ntilde;ores&mdash;les dijo&mdash;que ustedes llevan a la c&aacute;rcel s&oacute;lo
+a los pobres diablos que no tienen padrino que les valga; pero que
+cuando se trata de uno de los marquesitos o condesitos que andan
+escandalizando el vecindario con escalamientos, serenatas, estocadas y
+holgorios, vienen las contemporizaciones y se hacen ustedes de la vista
+gorda. Yo quiero que la justicia no tenga dos pesas y dos medidas, sino
+que sea igual para grandes y chicos. T&eacute;ngalo ustedes as&iacute; por entendido,
+y despu&eacute;s de las diez de la noche... &iexcl;a la c&aacute;rcel todo Cristo!</p>
+
+<p>Antes de proseguir refiramos, pues viene a pelo, el origen del refr&aacute;n
+popular <i>a la c&aacute;rcel todo Cristo</i>. Cuentan que en un pueblecito de
+Andaluc&iacute;a se sac&oacute; una procesi&oacute;n de penitencia, en la que muchos devotos
+salieron vestidos con t&uacute;nica nazarena y llevando al hombro una pesada
+cruz de madera. Parece que uno de los parodiadores de Cristo empuj&oacute;
+maliciosamente a otro compa&ntilde;ero, que no ten&iacute;a aguachirle en las venas y
+que, olvidando la mansedumbre a que lo compromet&iacute;a su papel, sac&oacute; a
+relucir la navaja. Los dem&aacute;s penitentes tomaron cartas en el juego y
+anduvieron a mojic&oacute;n cerrado y pu&ntilde;alada limpia, hasta que apareci&eacute;ndose
+el alcalde, dijo:&mdash;&iexcl;A la c&aacute;rcel todo Cristo!</p>
+
+<p>Probablemente don Ambrosio O'Higgins se acord&oacute; del cuento cuando, al
+sermonear a los capitanes, termin&oacute; la reprimenda empleando las palabras
+del alcalde andaluz.</p>
+
+<p>Aquella noche quiso su excelencia convencerse personalmente de la manera
+como se obedec&iacute;an sus prescripciones. Despu&eacute;s de las once y cuando
+estaba la ciudad en plena tiniebla, emboz&oacute;se el virrey en su capa y
+sali&oacute; de palacio.</p>
+
+<p>A poco andar tropez&oacute; con una ronda; mas reconoci&eacute;ndolo el capit&aacute;n lo
+dej&oacute; seguir tranquilamente, murmurando:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Vamos, ya pareci&oacute; aquello! Tambi&eacute;n su excelencia anda en galanteo, y
+por eso no quiere que los dem&aacute;s tengan un arreglillo y se diviertan.
+Est&aacute; visto que el oficio de virrey tiene m&aacute;s gangas que el testamento
+del moqueguano.</p>
+
+<p>Esta frase pide a gritos explicaci&oacute;n. Hubo en Moquegua un ricacho
+nombrado don Crist&oacute;bal Cugate, a quien su mujer, que era de la piel del
+diablo, hizo pasar la pena negra. Estando el infeliz en las
+postrimer&iacute;as, pens&oacute; que era imposible comiese pan en el mundo hombre de
+genio tan manso como el suyo, y que otro cualquiera, con la d&eacute;cima parte
+de lo que &eacute;l hab&iacute;a soportado, le habr&iacute;a aplicado diez palizas a su
+conjunta.</p>
+
+<p>&mdash;Es preciso que haya quien me vengue&mdash;d&iacute;jose el moribundo; y haciendo
+venir un escribano, dict&oacute; su testamento, dejando a aquella arp&iacute;a por
+heredera de su fortuna, con la condici&oacute;n de que hab&iacute;a de contraer
+segundas nupcias antes de cumplirse los seis meses de su muerte, y de no
+verificarlo as&iacute;, era su voluntad que pasase la herencia a un hospital.</p>
+
+<p>Mujer joven, no mal laminada, rica y autorizada para dar pronto
+reemplaz&oacute; al difunto&mdash;dec&iacute;an los moqueguanos&mdash;,&iexcl;qu&eacute; gangas de
+testamento! Y el dicho pas&oacute; a refr&aacute;n.</p>
+
+<p>Y el virrey encontr&oacute; otras tres rondas, y los capitanes le dieron las
+buenas noches, y le preguntaron si quer&iacute;a ser acompa&ntilde;ado, y se
+derritieron en cortes&iacute;as, y le dejaron libre el paso.</p>
+
+<p>Sonaron las dos, y el virrey, cansado del ejercicio, se retiraba ya a
+dormir, cuando le di&oacute; en la cara la luz del farolillo de la quinta
+ronda, cuyo capit&aacute;n era don Juan Pedro Lostaunau.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Alto! &iquest;Quien vive?</p>
+
+<p>&mdash;Soy yo, don Juan Pedro, el virrey.</p>
+
+<p>&mdash;No conozco al virrey en la calle despu&eacute;s de las diez de la noche. &iexcl;Al
+centro el vagabundo!</p>
+
+<p>&mdash;Pero, se&ntilde;or capit&aacute;n...</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;&iexcl;Nada!! El bando es bando y &iexcl;a la c&aacute;rcel todo Cristo!</p>
+
+<p>Al d&iacute;a siguiente quedaron destituidos de sus empleos los cuatro
+capitanes que, por respeto, no hab&iacute;an arrestado al virrey; y los que los
+reemplazaron fueron bastante en&eacute;rgicos para no andarse en
+contemplaciones, poniendo, en breve, t&eacute;rmino a los des&oacute;rdenes.</p>
+
+<p>El hecho es que pas&oacute; la noche en el calabozo de la c&aacute;rcel de la
+Pescader&iacute;a, como cualquier pelafust&aacute;n, todo un don Ambrosio O'Higgins,
+marqu&eacute;s de Osorno, bar&oacute;n de Ballenari, teniente general de los reales
+ej&eacute;rcitos, y trig&eacute;simo sexto virrey del Per&uacute; por su majestad don Carlos
+IV.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="NADIE_SE_MUERE_HASTA_QUE_DIOS_QUIERE" id="NADIE_SE_MUERE_HASTA_QUE_DIOS_QUIERE"></a><a href="#toc">NADIE SE MUERE HASTA QUE DIOS QUIERE</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">cr&oacute;nica de la &eacute;poca del trig&eacute;simo s&eacute;ptimo virrey del per&uacute;</span></p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>Cuentan que un fraile con ribetes de tuno y de fil&oacute;sofo, administrando
+el sacramento del matrimonio, le dijo al var&oacute;n:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Ah&iacute; te entrego esa mujer:</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>tr&aacute;tala como a mula de alquiler,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>mucho garrote y poco de comer.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Otro que tal debi&oacute; ser el que cas&oacute; en Lima al platero Rom&aacute;n, s&oacute;lo que
+cambi&oacute; de frenos y dijo a la mujer:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Ah&iacute; tienes ese marido:</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>tr&aacute;talo como a buey al yugo uncido</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>y procura que se ahorque de aburrido.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Viven a&uacute;n personas que conocieron y trataron al platero, a quien
+llamaremos Rom&aacute;n; pues causa existe para no estampar en letras de molde
+su nombre verdadero. El presente sucedido es popular&iacute;simo en Lima y te
+lo referir&aacute;, lector, con puntos y comas, el primer octogenario con quien
+tropieces por esas calles.</p>
+
+<p>La mujer de Rom&aacute;n, si bien honrad&iacute;sima hembra en punto a fidelidad
+conyugal, ten&iacute;a las peores cualidades apetecibles en una hija de Eva.
+Amiga del boato, manirrota, terca y rega&ntilde;ona, atosigaba al pobrete del
+marido con exigencias de dinero; y aquello no era casa, ni hogar, ni
+Cristo que lo fund&oacute;, sino trasunto vivo del infierno. Ni se daba
+escobada, ni se zurc&iacute;an las calcetas del pagano, ni se cuidaba del
+puchero, y todo, en fin, andaba a la bolina. Madama no pensaba sino en
+dijes y faralares, en bebendurrias y paseos.</p>
+
+<p>A ese andar, la tienda y los haberes del marido se evaporaron en menos
+de lo que se persigna un cura loco, y con la pobreza estall&oacute; la guerra
+civil en esa rep&uacute;blica pr&aacute;ctica que se llama matrimonio. Los c&oacute;nyuges
+andaban siempre a p&iacute;came Pedro que picarte quiero. Por qu&iacute;tame all&aacute; esta
+paja se tiraban los cacharros a la cabeza, a riesgo de descalabrarse, y
+no quedaba silla con palo sano. A bien librar sal&iacute;a siempre el bonach&oacute;n
+del marido llevando en el rostro reminiscencias de las u&ntilde;as de su
+conjunta persona.</p>
+
+<p>Este matrimonio nos trae al mag&iacute;n un soneto que escribimos, all&aacute; por los
+alegres tiempos de nuestra mocedad, y que, pues la ocasi&oacute;n es tentadora
+para endilgarlo, ah&iacute; va como el caballo de copas:</p>
+
+<p><span style="margin-left: 4em;"><i>Cas&eacute;me por mi mal con una indina,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>fresca como la pera bergamota;</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>tr&aacute;jome suegra y larga familiota</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>y por dote su cara peregrina.</i></span><br />
+<span style="margin-left: 5em;"><i>A trote largo mi caudal camina</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>a sumergirse en una sirte ignota;</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>pronto he de hacer con ella bancarrota,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>salvo que encuentre una boyante mina.</i></span><br />
+<span style="margin-left: 5em;"><i>Un diablo pedig&uuml;e&ntilde;o anda conmigo;</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>es &iexcl;dame! su perenne cantinela,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>y as&iacute; estoy en los huesos, caro amigo.</i></span><br />
+<span style="margin-left: 5em;"><i>&iquest;Qu&eacute; me dices? &iquest;Mi af&aacute;n te desconsuela?</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;">&mdash;<i>D&iacute;gote, don Peru&eacute;tano, que digo,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>que aquella no es mujer... es sanguijuela.</i></span><br />
+</p>
+
+
+<p>No recuerdo a qui&eacute;n o&iacute; decir que los mandamientos de la mujer casada
+son, como los de la ley de Dios, diez:</p>
+
+<p>El primero, amar a su marido sobre todas las cosas.</p>
+
+<p>El segundo, no jurarle amor en vano.</p>
+
+<p>El tercero, hacerle fiestas.</p>
+
+<p>El cuarto, quererlo m&aacute;s que a padre y madre.</p>
+
+<p>El quinto, no atormentarlo con celos y refunfu&ntilde;os.</p>
+
+<p>El sexto, no traicionarlo.</p>
+
+<p>El s&eacute;ptimo, no gastarle la plata en perifollos.</p>
+
+<p>El octavo, no fingir ataque de nervios ni hacer mimos a los primos.</p>
+
+<p>El noveno, no desear m&aacute;s pr&oacute;jimo que su marido.</p>
+
+<p>El d&eacute;cimo, no codiciar el lujo ajeno.</p>
+
+<p>Estos diez mandamientos se encierran en la cajita de los polvos de
+arroz, y se leen cada d&iacute;a hasta aprenderlos de memoria.</p>
+
+<p>El quid est&aacute; en no quebrantar ninguno, como hacemos los cristianos con
+varios de los del Dec&aacute;logo. Sigamos con el platero.</p>
+
+<p>Una ma&ntilde;ana, despu&eacute;s de haber tenido Rom&aacute;n una de esas cotidianas zambras
+de moros y cristianos, gutibambas y muziferreras, se dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Pues, se&ntilde;or, esto no puede durar m&aacute;s tiempo, que penas m&aacute;s negras que
+las que paso con mi costilla no me ha de deparar su Divina Majestad en
+el otro mundo. Bien dijo el que dijo que si el mar se casase hab&iacute;a de
+perder su braveza, y embobalicarse. Decididamente, hoy me ahorco.</p>
+
+<p>Y con la &uacute;nica peseta columnaria que le quedaba en el bolsillo, se
+dirigi&oacute; al ventorrillo o pulper&iacute;a de la esquina y compr&oacute; cuatro varas de
+cuerda fuerte y nueva, lujo muy excusable en quien se promet&iacute;a no tener
+ya otros en la vida.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y qu&eacute; virrey gobernaba entonces?&mdash;Par&eacute;ceme o&iacute;r esta pregunta, que es
+de estilo cuando se escucha contar algo de cuya exactitud dudan los
+oyentes.</p>
+
+<p>Pues, lectores m&iacute;os, gobernaba el excelent&iacute;simo se&ntilde;or don Gabriel de
+Avil&eacute;s y Fierro, marqu&eacute;s de Avil&eacute;s, teniente general de los reales
+ej&eacute;rcitos y que, despu&eacute;s de haber servido la presidencia de Chile y el
+virreinato de Buenos Aires, vino en noviembre de 1801 a hacerse cargo
+del mando de esta bendita tierra.</p>
+
+<p>Avil&eacute;s hab&iacute;a llegado al Per&uacute; en la &eacute;poca del virrey Amat; y cuando
+estall&oacute; en 1780 la famosa revoluci&oacute;n de Tupac-Amaru fu&eacute; mandado con
+tropas para sofocarla. Excesivo fu&eacute; el rigor que emple&oacute; Avil&eacute;s en esa
+campa&ntilde;a.</p>
+
+<p>Durante su gobierno se erigi&oacute; el obispado de Maynas y se incorpor&oacute;
+Guayaquil al virreinato. Se estableci&oacute; en Lima el hospital del Refugio
+para mujeres, a expensas de Avil&eacute;s y de su esposa la lime&ntilde;a do&ntilde;a
+Mercedes Risco, y se principi&oacute; la f&aacute;brica del fuerte de Santa Catalina
+para cuartel de artiller&iacute;a, bajo la direcci&oacute;n del entonces coronel, y
+m&aacute;s tarde virrey, don Joaqu&iacute;n de la Pezuela.</p>
+
+<p>Con grandes fiestas se celebr&oacute; la llegada del fl&uacute;ido vacuno. Tuvo el
+Per&uacute; la visita del sabio Humboldt, y en Lima se experiment&oacute; una noche el
+alarmante fen&oacute;meno de haberse o&iacute;do con claridad muchos truenos. En esa
+&eacute;poca se plantaron los &aacute;rboles de la Alameda de Acho.</p>
+
+<p>Como Espa&ntilde;a y Francia hac&iacute;an causa com&uacute;n contra Inglaterra y acababa de
+realizarse el desastre de Trafalgar, dos bergantines ingleses atacaron
+en Arica a la fragata de guerra espa&ntilde;ola Astrea, ocasion&aacute;ndola fuertes
+aver&iacute;as y forz&aacute;ndola a buscar abrigo en la bah&iacute;a.</p>
+
+<p>Tratando de dar cumplimiento a una real orden sobre desamortizaci&oacute;n de
+bienes eclesi&aacute;sticos, tropez&oacute; Avil&eacute;s con serias resistencias, que el
+prudente virrey calm&oacute; dando largas al asunto y enviando consultas y
+memoriales a la corona. No fu&eacute; &eacute;sta la primera vez en que el virrey
+apel&oacute; al expediente de dar tiempo al tiempo para libertarse de
+compromisos. En 1804 interes&aacute;base la ciudad porque el virrey dictase
+cierta providencia; mas &eacute;l, creyendo que la cosa no era hacedera o que
+no entraba en sus atribuciones, decidi&oacute; consultar al monarca. El pueblo,
+que lo ignoraba, se ech&oacute; a murmurar sin embozo, y en la puerta de
+palacio apareci&oacute; este pasqu&iacute;n:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 3em;"><i>&iexcl;Avil&eacute;s! &iexcl;Avil&eacute;s!</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>&iquest;Qu&eacute; haces que por la ciudad no ves?</i></span><br />
+</p>
+
+<p>El virrey no lo tom&oacute; a enojo, y mand&oacute; escribir debajo:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 3em;"><i>Para dar gusto a antojos</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>he mandado hasta Espa&ntilde;a por anteojos.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Respuesta que tranquiliz&oacute; los &aacute;nimos, pues vieron los vecinos que su
+empe&ntilde;o estaba sujeto a la decisi&oacute;n del rey.</p>
+
+<p>Avil&eacute;s consagraba gran parte de su tiempo a las pr&aacute;cticas religiosas. El
+pueblo lo pintaba con esta frase. En la oraci&oacute;n <i>h&aacute;bil es y en gobierno
+inh&aacute;bil es</i>.</p>
+
+<p>En julio de 1806 entreg&oacute; el mando a Abascal.</p>
+
+<p>Anciano, enfermo y abatido de &aacute;nimo, por la reciente muerte de su
+esposa, quiso Avil&eacute;s regresar a Espa&ntilde;a. La nave que lo conduc&iacute;a arrib&oacute; a
+Valpara&iacute;so, y a los pocos d&iacute;as falleci&oacute; en este puerto el <i>virrey
+devoto</i>, como lo llamaban las picarescas lime&ntilde;as.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>Provisto de cuerda y sin cuidarse de escribir previamente esquelas de
+despedida, como es de moda desde la invenci&oacute;n de los nervios y del
+romanticismo, se dirigi&oacute; nuestro hombre al estanque de Santa Beatriz,
+lugar amenisimo entonces y rodeado de naranjos y otros &aacute;rboles, que no
+parec&iacute;a sino que estaban convidando al pr&oacute;jimo para colgarse de ellos y
+dar al traste con el aburrimiento y pesadumbres.</p>
+
+<p>Principi&oacute; Rom&aacute;n por pasar revista a los &aacute;rboles, y a todos hallaba alg&uacute;n
+pero que ponerles. Este no era bastante elevado; aqu&eacute;l no ofrec&iacute;a
+consistencia para soportar por fruto el cuerpo de un tagarote como &eacute;l;
+el otro era poco frondoso, y el de m&aacute;s all&aacute; un tanto encorvado. Cuando
+uno se ahorca debe siquiera llevar el consuelo de haberlo hecho a su
+regalado gusto. Al fin encontr&oacute; &aacute;rbol con las condiciones que el caso
+requer&iacute;a y, encaram&aacute;ndose en &eacute;l, at&oacute; la cuerda en una de las ramas m&aacute;s
+vigorosas.</p>
+
+<p>En estos preparativos reflexion&oacute; que, para no ser interrumpido y
+quedarse a medio morir y tener tal vez que empezar de nuevo la faena, lo
+mejor era esperar a que el camino estuviese desierto. Indias pescadoras
+que ven&iacute;an de Chorrillos, hierbateros de Surco, yanaconas de Miraflores,
+cimarrones de San Juan y peones de las haciendas, traficaban a esa hora
+a peque&ntilde;a distancia del estanque. No hab&iacute;a forma de que un hombre
+pudiera matarse en paz.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Pues ser&iacute;a andr&oacute;mina que, a lo mejor de la funci&oacute;n, me descolgase un
+transe&uacute;nte inoportuno! Si ello, al fin, ha de ser, nada se pierde con
+esperar un rato, que no llega tarde quien llega.</p>
+
+<p>En estas y otras cavilaciones hall&aacute;base Rom&aacute;n escondido entre el espeso
+ramaje del &aacute;rbol, cuando vi&oacute; llegar con tardo paso, y mirando a todas
+partes con faz recelosa, un hombrecillo envuelto en un capote lleno de
+remiendos.</p>
+
+<p>Era &eacute;ste un vejete espa&ntilde;ol que viv&iacute;a de la caridad p&uacute;blica, y a quien en
+Lima conoc&iacute;an con el apodo de <i>Ovillitos</i>. El apodo le ven&iacute;a de que en
+una &eacute;poca entraba de casa en casa vendiendo ovillos de hilo, hasta que
+un d&iacute;a resolvi&oacute; cambiar de oficio sentando plaza de mendigo.</p>
+
+<p>Ovillitos, despu&eacute;s de dirigir miradas escudri&ntilde;adoras a las tapias y al
+camino, se sent&oacute; bajo el &aacute;rbol que cobijaba a Rom&aacute;n, y sacando una
+tijera, descosi&oacute; dos de los infinitos parches que esmaltaban su
+mugriento capote de barrag&aacute;n.</p>
+
+<p>&iquest;Cu&aacute;l ser&iacute;a la sorpresa del encaramado Rom&aacute;n al ver que de cada parche
+sac&oacute; Ovillitos una onza de oro y que luego las enterr&oacute; al pie del &aacute;rbol,
+despu&eacute;s de haber permanecido gran espacio de tiempo contempl&aacute;ndolas
+amorosamente?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Qu&eacute; suicidio ni qu&eacute; ocho cuartos!&mdash;exclam&oacute; Rom&aacute;n, descendiendo
+listamente de su &aacute;rbol apenas se alej&oacute; el mendigo&mdash;. Pues Dios me ha
+venido a ver, aprovechemos la ocasi&oacute;n y empu&ntilde;&eacute;mosla por el &uacute;nico pelo de
+la calva. &iexcl;Arbol feliz el que tal abono tiene!</p>
+
+<p>Y se puso a la obra, y desenterr&oacute; poco m&aacute;s de cien peluconas, de esas
+que bajo el <i>Indiae et Hispaniarum Rex</i> luc&iacute;an el busto de Carlos III o
+Carlos IV.</p>
+
+
+<h3>IV</h3>
+
+<p>Rom&aacute;n volvi&oacute; a habilitar la tienda, y su comercio de plater&iacute;a march&oacute;
+viento en popa. Aleccionado por los d&iacute;as de penuria, puso coto a los
+derroches de su mujer, cuyo car&aacute;cter, por milagro sin duda de la Divina
+Providencia, para quien no hay imposibles, mejor&oacute; notablemente.</p>
+
+<p>Ovillitos enferm&oacute; de gravedad al descubrir que su tesoro se hab&iacute;a
+convertido en p&aacute;jaro y volado del encierro. El infeliz ignoraba que el
+dinero no es monje cartujo que gusta de estar guardado y criar moho, y
+que es un libertino que se desvive por andar al aire libre y de mano en
+mano. Mendigos ha habido, en todos los tiempos, que a su muerte han
+dejado un caudal decente.</p>
+
+<p>Rom&aacute;n muri&oacute;, ya en los tiempos de la rep&uacute;blica, reparti&eacute;ndose entre sus
+herederos una fortuna que se estim&oacute; en m&aacute;s de cincuenta mil pesos.</p>
+
+<p>Una de las cl&aacute;usulas de su testamento, que hemos le&iacute;do, se&ntilde;ala durante
+veinticinco a&ntilde;os la suma de treinta pesos al mes para misas en sufragio
+del alma de Ovillitos.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="EL_FRAILE_Y_LA_MONJA_DEL_CALLAO" id="EL_FRAILE_Y_LA_MONJA_DEL_CALLAO"></a><a href="#toc">EL FRAILE Y LA MONJA DEL CALLAO</a></h2>
+
+
+<p>Escribo esta tradici&oacute;n para purgar un pecado gordo que contra la
+historia y la literatura comet&iacute; cuando muchacho.</p>
+
+<p>Contaba dieciocho a&ntilde;os y hac&iacute;a pinicos de escritor y de poeta. Mi sue&ntilde;o
+dorado era o&iacute;r, entre los aplausos de un p&uacute;blico bonach&oacute;n, los
+destemplados gritos: &iexcl;el autor! &iexcl;el autor! A esa edad todo el monte
+antoj&aacute;baseme or&eacute;gano y cominillo, e imagin&aacute;bame que con cuatro coplas,
+mal zurcidas, y una docena de articulejos, peor hilvanados, hab&iacute;a puesto
+una pica en Flandes u otra en Jerez. Maldito si ni por el forro
+consultaba cl&aacute;sicos, ni si sab&iacute;a por experiencia propia que los viejos
+pergaminos son criadero de polilla. Casi, casi me habr&iacute;a atrevido a dar
+quince y raya al m&aacute;s entendido en materias literarias, siendo yo
+entonces uno de aquellos zopencos que, por comer pan en lugar de
+bellota, ponen al <i>Quijote</i> por las patas de los caballos, llam&aacute;ndolo
+libro disparatado y sin pies ni cabeza. &iquest;Por qu&eacute;? <i>Porque s&iacute;</i>. Este
+<i>porque s&iacute;</i> ser&aacute; una raz&oacute;n de pie de banco, una raz&oacute;n de incuestionable
+y caprichosa brutalidad, convengo; pero es la raz&oacute;n que alegamos todos
+los hombres a falta de raz&oacute;n.</p>
+
+<p>Como la ignorancia es atrevida, ech&eacute;me a escribir para el teatro: y as&iacute;
+Dios me perdone si cada uno de mis engendros dram&aacute;ticos no fu&eacute; pu&ntilde;alada
+de p&iacute;caro al buen sentido, a las musas y a la historia. Y sin embargo,
+hubo p&uacute;blico bobalic&oacute;n que llamara a la escena al asesino poeta y que,
+en vez de tirarle los bancos a la cabeza, le arrojara coronitas de
+laurel hechizo. Verdad es que, por esos tiempos, no era yo el &uacute;nico
+malaventurado que con fenomenales producciones desacreditaba el teatro
+nacional, ilustrado por las buenas comedias de Pardo y de Segura.
+Consuela ver que no es todo el sayal alforjas.</p>
+
+<p>Titul&aacute;base uno de mis desatinos dram&aacute;ticos <i>Rodil</i>, especie de alacr&aacute;n
+de cuatro colas o actos, y &iexcl;sandio de m&iacute;!, fu&iacute; tan bruto que no s&oacute;lo
+cre&iacute; a mi hijo la octava maravilla, sino que, &iexcl;mal pecado!, consent&iacute; en
+que un mi amigo, que no ten&iacute;a mucho de lo de Salom&oacute;n, lo hiciera poner
+en letras de molde. &iexcl;Qu&eacute; tinta y qu&eacute; papel tan mal empleados!</p>
+
+<p>Aquello no era drama ni pi&ntilde;&oacute;n mondado. Versos ramplones, lirismo tonto,
+di&aacute;logo extravagante, argumento inveros&iacute;mil, lances tra&iacute;dos a lazo,
+caracteres imposibles, la propiedad de la lengua tratada a puntapi&eacute;s, la
+historia arreglada a mi antojo y... vamos, aquello era un mamarracho
+digno de un soberbio varapalo. A guisa, pues, de protesta contra tal
+paternidad escribo esta tradici&oacute;n, en la que, por lo menos, sabr&eacute;
+guardar respetos a los fueros de la historia y la sombra de Rodil no
+tendr&aacute; derecho para querellarse de calumnia y dar de soplamocos a la m&iacute;a
+cuando ambas se den un tropez&oacute;n en el valle de Josafat.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Basta de pre&aacute;mbulo, y al hecho!&mdash;exclam&oacute; el presidente de un
+tribunal, interrumpiendo a un abogado que se andaba con perfiles y
+rodeos en un alegato sobre filiaci&oacute;n o paternidad de un mam&oacute;n. El
+letrado dijo entonces de corrido:&mdash;El hecho es un muchacho hecho: el
+que lo ha hecho niega el hecho: he aqu&iacute; el hecho.</p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>Con la batalla de Ayacucho qued&oacute; afianzada la Independencia de
+Sudam&eacute;rica. Sin embargo, y como una morisqueta de la Providencia, Espa&ntilde;a
+domin&oacute; por trece meses m&aacute;s en un &aacute;rea de media legua cuadrada. La
+traici&oacute;n del sargento Moyano, en febrero de 1824, hab&iacute;a entregado a los
+realistas una plaza fuerte y bien guarnecida y municionada. El pabell&oacute;n
+de Castilla flameaba en el Callao, y preciso es confesar que la
+obstinaci&oacute;n de Rodil en defender este &uacute;ltimo baluarte de la monarqu&iacute;a
+ray&oacute; en heroica temeridad. El historiador Torrente, que llama a Rodil el
+<i>nuevo Le&oacute;nidas</i>, dice que hizo demasiado por su gloria de soldado.
+Stevenson y aun Garc&iacute;a Camba convienen en que Rodil fu&eacute; cruel hasta la
+barbarie, y que no necesit&oacute; mantener una resistencia tan desesperada
+para dejar su reputaci&oacute;n bien puesta y a salvo el honor de las armas
+espa&ntilde;olas.</p>
+
+<p>Sin esperanzas de que llegasen en su socorro fuerzas de la Pen&iacute;nsula, ni
+de que en el pa&iacute;s hubiese una reacci&oacute;n en favor del sistema colonial,
+viendo a sus compa&ntilde;eros desaparecer d&iacute;a a d&iacute;a, diezmados por el
+escorbuto y por las balas republicanas, no por eso desmay&oacute; un instante
+la indomable terquedad del castellano del Callao.</p>
+
+<p>Mucho hemos investigado sobre el origen del nombre Callao que lleva el
+primer puerto de la rep&uacute;blica, y entre otras versiones, la m&aacute;s
+generalizada es la de que viene por la abundancia que hay en su playa
+del peque&ntilde;o guijarro llamado por los marinos <i>zahorra</i> o <i>callao</i>.</p>
+
+<p>A medida que pasan los a&ntilde;os, la figura de Rodil toma proporciones
+legendarias. M&aacute;s que hombre, par&eacute;cenos ser fant&aacute;stico que encarnaba una
+voluntad de bronce en un cuerpo de acero. Siempre en vigilia, jam&aacute;s
+pudieron los suyos saber cu&aacute;les eran las horas que consagraba al reposo,
+y en el momento m&aacute;s inesperado se aparec&iacute;a como fantasma en los
+baluartes y en la caserna de sus soldados. Ni la implacable peste que
+arrebat&oacute; a seis mil de los moradores del Callao lo acometi&oacute; un
+instante; pues Rodil hab&iacute;a empleado el preservativo de hacerse abrir
+fuentes en los brazos.</p>
+
+<p>Rodil era gallego y nacido en Santa Mar&iacute;a del Trovo. Alumno de la
+Universidad de Santiago de Galicia, donde estudiaba jurisprudencia,
+abandon&oacute; los claustros junto con otros colegiales, y en 1808 sent&oacute; plaza
+en el batall&oacute;n de cadetes literarios. En abril de 1817 lleg&oacute; al Per&uacute; con
+el grado de primer ayudante del regimiento del Infante. Ascendido poco
+despu&eacute;s a comandante, se le encomend&oacute; la formaci&oacute;n del batall&oacute;n
+Arequipa. Rodil se posesion&oacute; con los reclutas de la solitaria islita del
+Alacr&aacute;n, frente a Arica, donde pas&oacute; meses disciplin&aacute;ndolos, hasta que
+Osorio lo condujo a Chile. All&iacute; concurri&oacute; Rodil, mandando el cuerpo que
+hab&iacute;a creado, a las batallas de Talca, Cancharrayada y Maip&uacute;.</p>
+
+<p>Regres&oacute; al Per&uacute;, tomando parte activa en la campa&ntilde;a contra los
+patriotas, y sali&oacute; herido el 7 de julio de 1822 en el combate de
+Pucar&aacute;n.</p>
+
+<p>Al encargarse del gobierno pol&iacute;tico y militar del Callao, en 1824, el
+brigadier don Jos&eacute; Ram&oacute;n Rodil, hall&aacute;base condecorado con las cruces de
+Somorso, Espinosa de los Monteros, San Payo, Tumanes, Medina del Campo,
+Tarifa, Pamplona y Cancharrayada, cruces que atestiguaban las batallas
+en que hab&iacute;a tenido la suerte de encontrarse entre los vencedores.
+Sitiado el Callao por las tropas de Bol&iacute;var, al mando del general Salom,
+y por la escuadra patriota, que dispon&iacute;a de 171 ca&ntilde;ones, fu&eacute;
+verdaderamente tit&aacute;nica la resistencia. La historia consigna la, para
+Rodil, decorosa capitulaci&oacute;n de 23 de enero de 1826, en que el bravo
+jefe espa&ntilde;ol, vestido de gran uniforme y con los honores de ordenanza,
+abandon&oacute; el castillo para embarcarse en la fragata de guerra inglesa
+<i>Briton</i>. El general La Mar, que era, vali&eacute;ndome de una feliz expresi&oacute;n
+del Inca Garcilaso, un caballero muy caballero en todas sus cosas,
+tribut&oacute; en esta ocasi&oacute;n justo homenaje al valor y la lealtad de Rodil,
+que desde el 1&ordm; de marzo de 1824, en que reemplaz&oacute; a Casariego en el
+mando del Callao, hasta enero de 1826, casi no pas&oacute; d&iacute;a sin combatir.</p>
+
+<p>Rodil tuvo durante el sitio que desplegar una maravillosa actividad, una
+astucia sin l&iacute;mites y una energ&iacute;a incontestable para sofocar complots.
+En s&oacute;lo un d&iacute;a fusil&oacute; treinta y seis conspiradores, acto de crueldad
+que le rode&oacute; de terror&iacute;fico y aun supersticioso respeto. Uno de los
+fusilados en esa ocasi&oacute;n fu&eacute; Frasquito, muchacho andaluz muy popular por
+sus chistes y agudezas, y que era el amanuense de Rodil.</p>
+
+<p>El general Canterac (que tan tristemente muri&oacute; en 1835 al apaciguar en
+Madrid un mot&iacute;n de cuartel) fu&eacute; comisionado por el virrey conde de los
+Andes para celebrar el tratado de Ayacucho, y en &eacute;l se estipul&oacute; la
+inmediata entrega de los castillos. Al recibir Rodil la carta u oficio
+en que Canterac le transcrib&iacute;a el art&iacute;culo de capitulaci&oacute;n concerniente
+al Callao, exclam&oacute; furioso:&mdash;&iexcl;Canario! Que capitulen ellos que se
+dejaron derrotar, y no yo. &iquest;Abogaderas conmigo? Mientras tenga p&oacute;lvora y
+balas, no quiero dimes ni diretes con esos p...&iacute;caros insurgentes.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>Durante el sitio dispar&oacute; sobre el campamento de Bellavista, ocupado por
+los patriotas, 9.553 balas de ca&ntilde;&oacute;n, 454 bombas, 908 granadas, y 34.713
+tiros de metralla, ocasionando a los sitiadores la muerte de siete
+oficiales y ciento dos individuos de tropa, y seis oficiales y sesenta y
+dos soldados heridos. Los patriotas, por su parte, no anduvieron cortos
+en la respuesta, y lanzaron sobre las fortalezas 20.327 balas de ca&ntilde;&oacute;n,
+317 bombas e incalculable cantidad de metralla.</p>
+
+<p>Al principiarse el sitio contaba Rodil en los castillos una guarnici&oacute;n
+de 2.800 soldados, y el d&iacute;a de la capitulaci&oacute;n s&oacute;lo tuvo 376 hombres en
+estado de manejar un arma. El resto hab&iacute;a sucumbido al rigor de la peste
+y de las balas republicanas. En las calles del Callao, donde un a&ntilde;o
+antes pasaban de 8.000 los asilados o partidarios del rey, apenas si
+llegaban a 700 almas las que presenciaron el desenlace del sitio. Seg&uacute;n
+Garc&iacute;a Camba, fueron 6.000 las v&iacute;ctimas del escorbuto y 767 los que
+murieron combatiendo.</p>
+
+<p>En los primeros meses del sitio, Rodil expuls&oacute; de la plaza 2.389
+personas. El gobierno de Lima resolvi&oacute; no admitir m&aacute;s expulsados, y
+vi&oacute;se el feroz espect&aacute;culo de infelices mujeres que no pod&iacute;an pasar al
+campamento de Miranaves ni volver a la plaza, porque de ambas partes se
+las rechazaba a balazos. Las desventuradas se encontraban entre dos
+fuegos y sufriendo angustias imposibles de relatarse por pluma humana.
+He aqu&iacute; lo que sobre este punto dice Rodil en el curioso manifiesto que
+public&oacute; en Espa&ntilde;a, sin alcanzar ciertamente a disculpar un hecho ajeno a
+todo sentimiento de humanidad.</p>
+
+<p>&laquo;Yo, que necesitaba aminorar la poblaci&oacute;n para suspender consumos que no
+pod&iacute;an reponerse, mand&eacute; que los que no pudieran subsistir con sus
+provisiones o industria saliesen del Callao. Esta orden fu&eacute; cumplida con
+prudencia, con pausa y con buen &eacute;xito. La noticia de los primeros que
+emigraron fu&eacute; animando a los que carec&iacute;an de recursos para vivir en la
+poblaci&oacute;n, y en cuatro meses me descargu&eacute; de 2.389 bocas in&uacute;tiles. Los
+enemigos, a la decimocuarta emigraci&oacute;n de ellas, entendieron que su
+conservaci&oacute;n me ser&iacute;a nociva, y tentaron no admitirlas con esfuerzo
+inhumano. Yo las repel&iacute; decisivamente&raquo;.</p>
+
+<p>In&uacute;til es hacer sobre estas l&iacute;neas apreciaciones que est&aacute;n en la
+conciencia de todos los esp&iacute;ritus generosos. Si indigna hasta la
+barbarie y ajena del car&aacute;cter compasivo de los peruanos fu&eacute; la conducta
+del sitiador, no menos vituperable encontrar&aacute; el juicio de la historia
+la conducta del gobernador de la plaza.</p>
+
+<p>Rodil estaba resuelto a prolongar la resistencia; pero su coraje desmay&oacute;
+cuando, en los primeros d&iacute;as de enero de 1826, se vi&oacute; abandonado por su
+&iacute;ntimo amigo el comandante Ponce de Le&oacute;n, que se pas&oacute; a las filas
+patriotas, y por el comandante Riera, gobernador del castillo de San
+Rafael, quien entreg&oacute; esta fortaleza a los republicanos. Ambos pose&iacute;an
+el secreto de las minas que deb&iacute;an hacer explosi&oacute;n cuando los patriotas
+emprendiesen un asalto formal. Ellos conoc&iacute;an en sus manores detalles
+todo el plan de defensa imaginado por el impert&eacute;rrito brigadier. La
+traici&oacute;n de sus amigos y tenientes hab&iacute;a venido a hacer imposible la
+defensa.</p>
+
+<p>El 11 de enero se di&oacute; principio a los tratados que terminaron con la
+capitulaci&oacute;n del 23, honrosa para el vencido y magn&aacute;nima para el
+vencedor.</p>
+
+<p>Las banderas de los regimientos Infante don Carlos y Arequipa, cuerpos
+muy queridos para Rodil, le fueron concedidas para que se las llevase a
+Espa&ntilde;a. De las nueve banderas espa&ntilde;olas tomadas en el Callao, dispuso el
+general La Mar que una se enviase al gobierno de Colombia, que cuatro se
+guardasen en la Catedral de Lima, y las otras cuatro en el templo de
+Nuestra Se&ntilde;ora de las Mercedes, patrona de las armas peruanas.</p>
+
+<p>&iquest;Se conservan tan preciosas reliquias? Ignoro, lector, el contenido de
+la pregunta.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>Vuelto Rodil a su patria, lo trataron sus paisanos con especial
+distinci&oacute;n; y fu&eacute; el &uacute;nico, de los que militaron en el Per&uacute;, a quien no
+aplicaron el ep&iacute;teto de <i>ayacucho</i> con que se bautiz&oacute; en Espa&ntilde;a a los
+amigos pol&iacute;ticos de Espartero. Rodil figur&oacute;, y en alt&iacute;sima escala, en la
+guerra civil de cristinos y carlistas; y como no nos hemos propuesto
+escribir una biograf&iacute;a de este personaje, nos limitaremos a decir que
+obtuvo los cargos m&aacute;s importantes y honor&iacute;ficos. Fu&eacute; general en jefe del
+ej&eacute;rcito que afianz&oacute; sobre las sienes de do&ntilde;a Mar&iacute;a de la Gloria la
+corona de Portugal. Tuvo despu&eacute;s el mando del ej&eacute;rcito que defendi&oacute; los
+derechos de Isabel II al trono de Espa&ntilde;a, aunque le asisti&oacute; poca fortuna
+en las operaciones militares de esta lucha, que s&oacute;lo termin&oacute; cuando
+Espartero eclips&oacute; el prestigio de Rodil.</p>
+
+<p>Fu&eacute; virrey de Navarra, marqu&eacute;s de Rodil y sucesivamente capit&aacute;n general
+de Extremadura, Valencia, Arag&oacute;n y Castilla la Nueva, diputado a Cortes,
+ministro de la Guerra, presidente del Consejo de ministros, senador de
+la Alta C&aacute;mara, pr&oacute;cer del reino, caballero de collar y placa de la
+orden de la Torre y Espada, gran cruz de las de Isabel la Cat&oacute;lica y
+Carlos III, y caballero con banda de las de San Fernando y San
+Hermenegildo. Entre &eacute;l y Espartero existi&oacute; siempre antagonismo pol&iacute;tico
+y aun personal, habiendo llegado a extremo tal que, en 1845, siendo
+ministro el duque de la Victoria, hizo juzgar a Rodil en consejo de
+guerra y lo exoner&oacute; de sus empleos, honores, t&iacute;tulos y condecoraciones.
+Al primer cambio de tortilla, a la ca&iacute;da de Espartero, el nuevo
+ministerio amnisti&oacute; a Rodil, devolvi&eacute;ndole su clase de capit&aacute;n general y
+dem&aacute;s preeminencias.</p>
+
+<p>El marqu&eacute;s de Rodil no volvi&oacute; desde entonces a tomar parte activa en la
+pol&iacute;tica espa&ntilde;ola, y muri&oacute; en 1861.</p>
+
+<p>Espartero muri&oacute; en enero de 1879, de m&aacute;s de ochenta a&ntilde;os de edad.</p>
+
+
+<h3>IV</h3>
+
+<p>Desalentados los que acompa&ntilde;aban a Rodil y convencidos de la esterilidad
+de esfuerzos y sacrificios, se echaron a conspirar contra su jefe. Clara
+idea del estado de &aacute;nimo de los habitantes del castillo puede dar este
+pasqu&iacute;n:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Como estuvimos estamos,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>como estamos estaremos,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>enemigos s&iacute; tenemos</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>y amigos... los esperamos.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>El presidente marqu&eacute;s de Torre-Tagle y su vicepresidente don Diego
+Aliaga, los condes de San Juan de Lurigancho, de Castell&oacute;n y de Fuente
+Gonz&aacute;lez, y otros personajes de la nobleza colonial, hab&iacute;an muerto
+v&iacute;ctimas del escorbuto y de la disenter&iacute;a que se desarrollan en toda
+plaza mal abastecida. Los oficiales y tropa, estaban sometidos a raci&oacute;n
+de carne de caballo, y sobr&aacute;ndoles el oro a los sitiados, pagaban a
+precios fabulosos un panecillo o una fruta. El marqu&eacute;s de Torre-Tagle,
+moribundo ya del escorbuto, consigui&oacute; tres limones ceut&iacute;es en cambio de
+otros tantos platillos de oro macizo, y lleg&oacute; &eacute;poca en que se vendieron
+ratas como manjar delicioso.</p>
+
+<p>Por otra parte, las cartas y proclamas de los patriotas penetraban
+misteriosamente en el Callao alentando a los conspiradores. Hoy
+descubr&iacute;a Rodil una conspiraci&oacute;n, e inmediatamente, sin f&oacute;rmulas ni
+proceso, mandaba fusilar a los comprometidos, y ma&ntilde;ana ten&iacute;a que repetir
+los castigos de la v&iacute;spera. Encontrando muchas veces un traidor en aquel
+que m&aacute;s hab&iacute;a alambicado antes su lealtad a la causa del rey, pas&oacute; Rodil
+por el martirio de desconfiar hasta del cuello de su camisa.</p>
+
+<p>Las mujeres encerradas en el Callao eran las que m&aacute;s activamente
+conspiraban. Los soldados del general Salom llegaban de noche hasta
+ponerse a tiro de fusil, y gritaban:</p>
+
+<p>&mdash;A Lima, muchachas, que la patria engorda y da colores&mdash;palabras que
+eran una apetitosa promesa para las pobres hijas de Eva, a quienes el
+hambre y la zozobra tra&iacute;an escu&aacute;lidas y ojerosas.</p>
+
+
+<h3>V</h3>
+
+<p>A pesar de los frecuentes fusilamientos no desaparec&iacute;a el germen de
+sedici&oacute;n, y vino d&iacute;a en que almas del otro mundo se metieron a
+revolucionarias. &iexcl;No sab&iacute;an las pobrecitas que don Ram&oacute;n Rodil era
+hombre para hab&eacute;rselas tiesas con el purgatorio entero!</p>
+
+<p>Fu&eacute; el caso que una ma&ntilde;ana encontraron privados de sentido, y echando
+espumarajos por la boca, a dos centinelas de un basti&oacute;n o lienzo de
+muralla fronterizo a Bellavista. Eran los tales dos gallegos crudos,
+mozos de letras gordas y de poca sind&eacute;resis, tan brutos como valientes,
+capaces de derribar a un toro de una pu&ntilde;ada en el testuz y de clavarle
+una bala en el hueso palomo al mism&iacute;simo gallo de la Pasi&oacute;n; pero los
+infelices eran hombres de su &eacute;poca, es decir, supersticiosos y fan&aacute;ticos
+hasta dejarlo de sobra.</p>
+
+<p>Vueltos en s&iacute;, declar&oacute; uno de ellos que, a la hora en que Pedro neg&oacute; al
+Maestro, se le apareci&oacute; como vomitado por la tierra un franciscano con
+la capucha calada, y que con aquella voz gangosa que diz que se estila
+en el otro barrio le pregunt&oacute;:&mdash;&iexcl;Hermanito! &iquest;Pas&oacute; la monja?</p>
+
+<p>El otro soldado declar&oacute;, sobre poco m&aacute;s o menos, que a &eacute;l se le hab&iacute;a
+aparecido una mujer con h&aacute;bito de monja clarisa, y d&iacute;chole:&mdash;&iexcl;Hermanito!
+&iquest;Pas&oacute; el fraile?</p>
+
+<p>Ambos a&ntilde;adieron que no estando acostumbrados a hablar con gente de la
+otra vida, se olvidaron de la consigna y de dar el qui&eacute;n vive, porque la
+carne se les volvi&oacute; de gallina, se les eriz&oacute; el cabello, se les atraves&oacute;
+la palabra en el galillo y cayeron redondos como troncos.</p>
+
+<p>Don Ram&oacute;n Rodil, para curarlos de espanto, les mand&oacute; aplicar carrera de
+baquetas.</p>
+
+<p>El castellano del Real Felipe, que no tragaba rueda, de molino ni se
+asustaba con duendes ni demonios coronados, di&oacute;se a cavilar en los
+fantasmas, y entre ceja y ceja se le encaj&oacute; la idea de que aquello
+trascend&iacute;a de a legua a embuchado revolucionario. Y tal ma&ntilde;a di&oacute;se y a
+tales expedientes recurri&oacute;, que ocho d&iacute;as despu&eacute;s sac&oacute; en claro que
+fraile y monja no eran sino conspiradores de carne y hueso, que se
+val&iacute;an del disfraz para acercarse a la muralla y entablar por medio de
+una cuerda cambio de cartas con los patriotas.</p>
+
+<p>Era la del alba, cuando Rodil en persona pon&iacute;a bajo sombra, en la
+casamata del castillo, una docena de sospechosos, y a la vez mandaba
+fusilar al fraile y a la monja, d&aacute;ndoles el h&aacute;bito por mortaja.</p>
+
+<p>Aunque a contar de ese d&iacute;a no han vuelto fantasmas a peregrinar o correr
+aventuras por las murallas del hoy casi destruido Real Felipe, no por
+eso el pueblo, dado siempre a lo sobrenatural y maravilloso, deja de
+creer a pies juntillas que el fraile y la monja vinieron al Callao en
+tren directo y desde el pa&iacute;s de las calaveras, por el solo placer de dar
+un susto may&uacute;sculo al par de tagarotes que hac&iacute;a centinela en el basti&oacute;n
+del castillo.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="POR_BEBER_UNA_COPA_DE_ORO" id="POR_BEBER_UNA_COPA_DE_ORO"></a><a href="#toc">POR BEBER UNA COPA DE ORO</a></h2>
+
+
+<p>El pueblo de Tintay, situado sobre una colina del Pachachaca, en la
+provincia de Aymaraes, era en 1613 cabeza de distrito de Colcabamba.
+Cerca de seis mil indios habitaban el pueblo, de cuya importancia
+bastar&aacute; a dar idea el consignar que ten&iacute;a cuatro iglesias.</p>
+
+<p>El cacique de Tintay cumpl&iacute;a anualmente por enero con la obligaci&oacute;n de
+ir al Cuzco, para entregar al corregidor los tributos colectados, y su
+regreso era celebrado por los indios con tres d&iacute;as de ancho jolgorio.</p>
+
+<p>En febrero de aquel a&ntilde;o volvi&oacute; a su pueblo el cacique muy quejoso de las
+autoridades espa&ntilde;olas, que lo hab&iacute;an tratado con poco miramiento. Acaso
+por esta raz&oacute;n fueron m&aacute;s animadas las fiestas; y en el &uacute;ltimo d&iacute;a,
+cuando la embriaguez lleg&oacute; a su colmo, di&oacute; el cacique rienda suelta a su
+enojo con estas palabras:</p>
+
+<p>&mdash;Nuestros padres hac&iacute;an sus libaciones en copas de oro, y nosotros,
+hijos degenerados, bebemos en tazas de barro. <i>Los viracochas</i> son
+se&ntilde;ores de lo nuestro, porque nos hemos envilecido hasta el punto de que
+en nuestras almas ha muerto el coraje para romper el yugo. Esclavos,
+bailad y cantad al comp&aacute;s de la cadena. Esclavos, bebed en vasos toscos,
+que los de fino metal no son para vosotros.</p>
+
+<p>El reproche del cacique exalt&oacute; a los indios, y uno de ellos, rompiendo
+la vasija de barro que en la mano tra&iacute;a, exclam&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Que me sigan los que quieran beber en copa de oro!</p>
+
+<p>El pueblo se desbord&oacute; como un r&iacute;o que sale de cauce, y lanz&aacute;ndose sobre
+los templos, se apoder&oacute; de los calices de oro destinados para el santo
+sacrificio.</p>
+
+<p>El cura de Tintay, que era un venerable anciano, se present&oacute; en la
+puerta de la iglesia parroquial con un crucifijo en la mano, amonestando
+a los profanadores e impidi&eacute;ndoles la entrada. Pero los indios,
+sobreexcitados por la bebida, lo arrojaron al suelo, pasaron sobre su
+cuerpo, y dando gritos espantosos penetraron en el santuario.</p>
+
+<p>All&iacute;, sobre el altar mayor y en el sagrado c&aacute;liz, cometieron sacrilegas
+profanaciones.</p>
+
+<p>Pero en medio de la danza y la algazara, la voz del ministro del
+Alt&iacute;simo vibr&oacute; tremenda, poderosa, irresistible, grit&aacute;ndoles:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Malditos! &iexcl;Malditos! &iexcl;Malditos!</p>
+
+<p>La sacr&iacute;lega org&iacute;a se prolong&oacute; hasta media noche, y al fin, rendidos de
+cansancio, se entregaron al sue&ntilde;o los imp&iacute;os.</p>
+
+<p>Con el alba despertaron muchos sintiendo las angustias de una sed
+devoradora, y sus mujeres e hijos salieron a traer agua de los arroyos
+vecinos.</p>
+
+<p>&iexcl;Poder de Dios! Los arroyos estaban secos.</p>
+
+<p>Hoy (1880) es Tintay una pobre aldea de sombr&iacute;o aspecto, con trescientos
+cuarenta y cuatro vecinos, y sus alrededores son de escasa vegetaci&oacute;n.
+El agua de sus arroyos es ligeramente salobre y malsana para los
+viajeros.</p>
+
+<p>Entre las ruinas, y perfectamente conservada, encontr&oacute;se en 1804 una
+efigie del Se&ntilde;or de la Exaltaci&oacute;n, a cuya solemne fiesta concurren el 14
+de septiembre los creyentes de diez leguas a la redonda.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="UNA_EXCOMUNION_FAMOSA" id="UNA_EXCOMUNION_FAMOSA"></a><a href="#toc">UNA EXCOMUNION FAMOSA</a></h2>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>Tiempos de fanatismo religioso fueron sin duda aquellos en que, por su
+majestad don Felipe II, gobernaba estos reinos del Per&uacute; don Andr&eacute;s
+Hurtado de Mendoza, marqu&eacute;s de Ca&ntilde;ete y montero mayor del rey. Y no lo
+digo por la abundancia de fundaciones, ni por la suntuosidad de las
+fiestas, ni porque los ricos dejasen su fortuna a los conventos,
+empobreciendo con ello a sus leg&iacute;timos herederos, ni porque, como lo
+pensaban los conquistadores, todo crimen e inmundicia que hubiera sobre
+la conciencia se lavaba dejando en el trance del morir, un buen legado
+para misas, sino porque la Iglesia hab&iacute;a dado en la flor de tomar cartas
+en todo y para todo, y por un qu&iacute;tate all&aacute; esas pajas le endilgaba al
+pr&oacute;jimo una excomuni&oacute;n mayor que lo volv&iacute;a tarumba.</p>
+
+<p>Sin embargo de que era frecuente el espect&aacute;culo de enlutar templos y
+apagar candelas, nuestros antepasados se impresionaban cada vez m&aacute;s con
+el tremendo aparato de las excomuniones. En algunas de mis leyendas
+tradicionales he tenido oportunidad de hablar m&aacute;s despacio sobre muchas
+de las que se fulminaron contra ladrones sacr&iacute;legos y contra alcaldes y
+gente de justicia que, para apoderarse de un delincuente, osaron violar
+la santidad del asilo en las iglesias. Pero todas ellas son chirinola y
+ch&aacute;chara celeste, parangonadas con una de las que el primer arzobispo de
+Lima don fray Jer&oacute;nimo de Loayza lanz&oacute; en 1561. Verdad es que su se&ntilde;or&iacute;a
+ilustr&iacute;sima no anduvo nunca parco en esto de entredichos, censuras y
+dem&aacute;s actos terror&iacute;ficos, como lo prueba el hecho de que antes de que la
+Inquisici&oacute;n viniera a establecerse por estos trigales, el se&ntilde;or Loayza
+celebr&oacute; tres autos de fe. Otra prueba de mi aseveraci&oacute;n es que amenaz&oacute;
+con ladrillazo de Roma (nombre que daba el pueblo espa&ntilde;ol a las
+excomuniones) al mismo <i>sursum corda</i>, es decir, a todo un virrey del
+Per&uacute;. He aqu&iacute; el lance:</p>
+
+<p>Cu&eacute;ntase que cuando el virrey don Fernando de Toledo vino de Espa&ntilde;a,
+trajo como capell&aacute;n de su casa y persona a un cl&eacute;rigo un tanto
+ensimismado, disputador y atrabiliario, al cual el arzobispo crey&oacute;
+oportuno encarcelar, seguir juicio y sentenciar a que regresase a la
+metr&oacute;poli. El virrey puso el grito en el cielo y dijo, en un arrebato de
+c&oacute;lera: que si su capell&aacute;n iba desterrado, no har&iacute;a el viaje solo, sino
+acompa&ntilde;ado del fraile arzobispo. S&uacute;polo &eacute;ste, que faltar no pod&iacute;a
+oficioso que con el chisme fuese, y diz que su excelencia amain&oacute; tan
+luego como tuvo aviso de que el arzobispo hab&iacute;a tenido reuni&oacute;n de
+te&oacute;logos y que, como resultado de ello, tra&iacute;a el ce&ntilde;o fruncido y se
+estaban cosiendo en secreto bayetas negras. El cleriguillo, abandonado
+por su padrino el virrey, march&oacute; a Espa&ntilde;a bajo partida de registro.</p>
+
+<p>Pero la excomuni&oacute;n que ha puesto por hoy la p&eacute;&ntilde;ola en mis manos es
+excomuni&oacute;n may&uacute;scula y, por ende, merece cap&iacute;tulo aparte.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>El decenio de 1550 a 1560 pudo dar en el Per&uacute; nombre a un siglo que
+llamar&iacute;amos sin empacho el siglo de las gallinas, del pan, del vino, del
+aceite y de los pericotes. Nos explicaremos.</p>
+
+<p>S&aacute;bese, por tradici&oacute;n, que los indios bautizaron a las gallinas con el
+nombre de <i>hualpa</i>, sincopando el de su &uacute;ltimo inca Atahualpa. El padre
+Blas Valera (cuzque&ntilde;o) dice que cuando cantaban los gallos, los indios
+cre&iacute;an que lloraban por la muerte del <i>inca</i>, por lo cual llamaron al
+gallo <i>hualpa</i>. El mismo cronista refiere que durante muchos a&ntilde;os no se
+pudo lograr que las gallinas espa&ntilde;olas empollasen en el Cuzco, lo que se
+consegu&iacute;a en los valles templados. En cuanto a los pavos, fueron tra&iacute;dos
+de M&eacute;xico.</p>
+
+<p>Garcilaso, Z&aacute;rate, G&oacute;mara y muchos historiadores y cronistas dicen que
+fu&eacute; por entonces cuando do&ntilde;a Mar&iacute;a de Escobar, esposa del conquistador
+Diego de Ch&aacute;vez, trajo de Espa&ntilde;a medio almud de trigo que reparti&oacute; a
+raz&oacute;n de veinte o treinta granos entre varios vecinos. De las primeras
+cosechas enviaron algunas fanegas a Chile y otros pueblos de la Am&eacute;rica.</p>
+
+<p>Casi con la del trigo coincidi&oacute; la introducci&oacute;n de los pericotes o
+ratones en un nav&iacute;o que, por el estrecho de Magallanes, vino al Callao.
+Los indios dieron a esta plaga de da&ntilde;inos inmigrantes el nombre de
+<i>hucuchas</i>, que significa salidos del mar. Afortunadamente el espa&ntilde;ol
+Montenegro hab&iacute;a tra&iacute;do gatos en 1537 y es fama que don Diego de Almagro
+le compr&oacute; uno en seiscientos pesos. Los naturales no alcanzando a
+pronunciar bien el <i>mizmiz</i> de los castellanos, los llamaron <i>michitus</i>.</p>
+
+<p>Y aqu&iacute;, por v&iacute;a de ilustraci&oacute;n, apuntaremos que en los primeros veinte
+a&ntilde;os de la conquista el precio m&iacute;nimo de un caballo era de cuatro mil
+pesos, trescientos el de una vaca, quinientos pesos el de un burro,
+doscientos el de un cerdo, cien el de una cabra o de una oveja, y por un
+perro se daban sumas caprichosas. En la v&iacute;spera de la batalla de
+Chuquinga ofreci&oacute; un rico capit&aacute;n a un soldado diez mil pesos por su
+caballo, propuesta que el due&ntilde;o rechaz&oacute; con indignaci&oacute;n,
+diciendo:&mdash;Aunque no poseo un maraved&iacute;, estimo a mi compa&ntilde;ero m&aacute;s que a
+los tesoros de Potos&iacute;.</p>
+
+<p>Habiendo gran escasez de vino, a punto tal que en 1555 se vend&iacute;a la
+arroba en quinientos pesos, Francisco Carabantes trajo de las Canarias
+los primeros sarmientos de uva negra que se plantaron en el Per&uacute;. En el
+pago de Tacaraca, en Ica (escrib&iacute;a C&oacute;rdova y Urrutia en 1840) existe hoy
+una vi&ntilde;a de uva negra, que se asegura ser una de las plantadas por
+Carabantes, la cual da hasta ahora muy buena cosecha. &iexcl;Injusticias
+humanas! Los borrachos bendicen siempre al padre No&eacute;, que plant&oacute; las
+vi&ntilde;as, y no tienen una palabra de gratitud para Carabantes, que fu&eacute; el
+No&eacute; de nuestra Patria.</p>
+
+<p>Obtenido pan y vino, hac&iacute;a falta el aceite. Probablemente lo pens&oacute; as&iacute;
+don Antonio de Ribera, y al embarcarse en Sevilla en 1559 cuid&oacute; meter a
+bordo cien estacas de olivos.</p>
+
+<p>Don Antonio de Ribera fu&eacute;, en Lima, persona de mucho viso; como que
+ten&iacute;a escudo de armas en el que hab&iacute;a pintado dos lobos con dos lobeznos
+en campo de oro. Casado con la viuda de Francisco Mart&iacute;n de Alc&aacute;ntara,
+hermano materno del marqu&eacute;s Pizarro, y que muri&oacute; a su lado
+defendi&eacute;ndolo, tr&aacute;jole &eacute;sta ping&uuml;e dote. Tom&oacute; gran participaci&oacute;n en las
+guerras civiles de los conquistadores, y despu&eacute;s de la rebeld&iacute;a de Gir&oacute;n
+march&oacute; a Espa&ntilde;a en 1557 con el nombramiento de procurador del Per&uacute;.</p>
+
+<p>Ribera fu&eacute; due&ntilde;o de la espaciosa huerta que conocemos, en Lima, con el
+nombre de <i>Huerta perdida</i>. Pose&iacute;a una fortuna de trescientos mil duros,
+adquirida haciendo vender por sus <i>mitayos</i> higos, melones, naranjas,
+pepinos, duraznos y dem&aacute;s frutas desconocidas hasta entonces en el Per&uacute;.
+La primera granada que se produjo en Lima fu&eacute; paseada en procesi&oacute;n en
+las andas en que iba el Sant&iacute;simo Sacramento, y dicen que era de
+fenomenal tama&ntilde;o.</p>
+
+<p>Desgraciadamente para Ribera, la navegaci&oacute;n, llena de peligros y
+contratiempos, dur&oacute; nueve meses, y a pesar de sus precauciones se
+encontr&oacute; al pisar tierra con que s&oacute;lo tres de las estacas pod&iacute;an
+aprovecharse, pues las dem&aacute;s no serv&iacute;an sino para avivar una hoguera.</p>
+
+<p>Di&oacute;se a cultivarlas con grande ahinco, cuid&aacute;ndolas m&aacute;s que a sus talegas
+de duros; y eso que su reputaci&oacute;n de avaro era piramidal. Y para que ni
+un instante escapasen a su vigilancia, plant&oacute; las tres estacas en un
+jardinillo bien murado y resguardado por dos negros colosales y una
+jaur&iacute;a de perros bravos.</p>
+
+<p>Pero f&iacute;ese usted de murallas como las de Pek&iacute;n, en gigantes como
+Polifemo y en canes como el Cerbero, y estar&aacute; m&aacute;s fresco que una
+horchata de chufas. Las dichosas estacas ten&iacute;an m&aacute;s enamorados que
+muchacha bonita y ya se sabe que para hombres que se apasionan del bien
+ajeno, sea hija de Eva o cosa que valga la pena, no hay obst&aacute;culo exento
+de atropello.</p>
+
+<p>Una ma&ntilde;ana levant&oacute;se don Antonio con el alba. No hab&iacute;a podido cerrar los
+p&aacute;rpados en toda la santa noche. Ten&iacute;a la corazonada, el presentimiento
+de una gran desgracia.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s de santiguarse, y en chanclas y envuelto en el capote, se
+dirigi&oacute; al jardinillo; y el coraz&oacute;n le dio tan gran vuelco que casi se
+le escapa por la boca junto con el taco redondo que lanz&oacute;.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Canario! &iexcl;Me han robado!</p>
+
+<p>Y cay&oacute; al suelo presa de un accidente.</p>
+
+<p>En efecto, hab&iacute;a desaparecido una de las tres estacas.</p>
+
+<p>Aquel d&iacute;a Ribera derreng&oacute; a palos media jaur&iacute;a de perros, y el l&aacute;tigo
+anduvo bobo entre los pobres esclavos, que a su merced se le hab&iacute;a
+subido la c&oacute;lera al campanario.</p>
+
+<p>Cansado de castigos y de pesquisas y viendo que sus afanes no daban
+fruto, se acerco al arzobispo, que era muy su amigo, y lo inform&oacute; de su
+gran desventura, al lado de la cual los trabajos de Job eran can-can y
+zanguara&ntilde;a.</p>
+
+<p>Pero no es cuento, lectores m&iacute;os, sino muy aut&eacute;ntico, lo que sucedi&oacute;, y
+as&iacute; se lo dir&aacute; a ustedes el primer cronista que hojeen.</p>
+
+<p>Aquel d&iacute;a las campanas clamorearon como nunca; y por fin, despu&eacute;s de
+otras imponentes ceremonias de rito, el ilustr&iacute;simo se&ntilde;or arzobispo
+fulmin&oacute; excomuni&oacute;n mayor contra el ladr&oacute;n de la estaca.</p>
+
+<p>Pero ni por &eacute;sas.</p>
+
+<p>El ladr&oacute;n ser&iacute;a alg&uacute;n descre&iacute;do o <i>espirt fort</i>, de esos que pululan en
+este siglo del gas y del vapor, pensar&aacute; el lector.</p>
+
+<p>Pues se lleva un chasco de marca.</p>
+
+<p>En aquellos tiempos una excomuni&oacute;n pesaba muchas toneladas en la
+conciencia.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>Tres a&ntilde;os transcurrieron y la estaca no parec&iacute;a.</p>
+
+<p>Verdad es que ni pizca de falta le hac&iacute;a a Ribera, quien tuvo la fortuna
+de ver multiplicados los dos olivos que le dejara el ladr&oacute;n y dispon&iacute;a
+ya de estacas para vender y regalar. Presumo que los famosos olivares de
+Caman&aacute;, tierra cl&aacute;sica por sus aceitunas y por otras cosas que
+prudentemente me callo, pues no quiero andar al rodapelo con los
+camanejos, tuvieron por fundador un reto&ntilde;o de la <i>Huerta perdida</i>.</p>
+
+<p>Un d&iacute;a present&oacute;se al arzobispo, con cartas de recomendaci&oacute;n, un
+caballero reci&eacute;n llegado en un nav&iacute;o que, con procedencia de Valpara&iacute;so,
+hab&iacute;a dado fondo en el Callao; y bajo secreto de confesi&oacute;n le revel&oacute; que
+&eacute;l era el ladr&oacute;n de la celeb&eacute;rrima estaca, la cual hab&iacute;a llevado con
+gran cautela a su hacienda de Chile, y que, no embargante la excomuni&oacute;n,
+la estaca se hab&iacute;a aclimatado y convertidose en un famoso olivar.</p>
+
+<p>Como la cosa pas&oacute; bajo secreto de confesi&oacute;n, no me creo autorizado para
+poner en letras de imprenta el nombre del pecador, tronco de una muy
+respetable y acaudalada familia de la rep&uacute;blica vecina.</p>
+
+<p>Todo lo que puedo decirte, lector, es que el comej&eacute;n de la excomuni&oacute;n
+tra&iacute;a en constante angustia a nuestro hombre. El arzobispo convino en
+levantarsela, pero imponi&eacute;ndole la penitencia de restituir la estaca con
+el mismo misterio que se la hab&iacute;a llevado.</p>
+
+<p>&iquest;C&oacute;mo se las compuso el excomulgado? No sabr&eacute; decir m&aacute;s sino que una
+ma&ntilde;ana, al visitar don Antonio su jardincillo, se encontr&oacute; con la
+viajera, y al pie de ella un talego de a mil duros con un billete sin
+firma, en que se le ped&iacute;a cristianamente un perd&oacute;n que &eacute;l acord&oacute;, con
+tanta mejor voluntad cuanto que le ca&iacute;an de las nubes muy relucientes
+monedas.</p>
+
+<p>El hospital de Santa Ana, cuya f&aacute;brica emprend&iacute;a entonces el arzobispo
+Loayza, recibi&oacute; tambi&eacute;n una limosna de dos mil pesos, sin que nadie, a
+excepci&oacute;n del ilustr&iacute;simo, supiera el nombre del caritativo.</p>
+
+<p>Lo positivo es que quien gan&oacute; con creces en el negocio fu&eacute; don Antonio
+de Ribera.</p>
+
+<p>En Sevilla la estaca le hab&iacute;a costado media peseta.</p>
+
+
+<h3>IV</h3>
+
+<p>A la muerte del comendador don Antonio de Ribera, del h&aacute;bito de
+Santiago, su viuda, do&ntilde;a In&eacute;s Mu&ntilde;oz, fund&oacute; en 1573 el monasterio de la
+Concepci&oacute;n, tomando en &eacute;l el velo de monja y dej&aacute;ndole su inmensa
+fortuna.</p>
+
+<p>El retrato de do&ntilde;a In&eacute;s Mu&ntilde;oz de Ribera se encuentra a&uacute;n en el
+presbiterio de la iglesia, y sobre su sepulcro se lee:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Este cielo animado en breve esfera</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>dep&oacute;sito es de un sol que en &eacute;l reposa,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>el sol de la gran madre y generosa</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>do&ntilde;a In&eacute;s de Mu&ntilde;oz y de Ribera.</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Fu&eacute; de Ana-Cuenca encomendera,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>de don Antonio de Ribera esposa,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>de aquel que tremol&oacute; con mano airosa</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>del Alf&eacute;rez Real la real bandera.</i></span><br />
+</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="ACEITUNA_UNA" id="ACEITUNA_UNA"></a><a href="#toc">ACEITUNA, UNA</a></h2>
+
+
+<p>Acabo de referir que uno de los tres primeros olivos que se plantaron en
+el Per&uacute; fu&eacute; reivindicado por un pr&oacute;jimo chileno, sobre el cual recay&oacute;
+por el hurto nada menos que excomuni&oacute;n mayor, recurso terror&iacute;fico merced
+al cual, a&ntilde;os m&aacute;s tarde, restituy&oacute; la robada estaca, que a orillas del
+Mapocho u otro r&iacute;o fuera fundadora de un olivar famoso.</p>
+
+<p>Cuando yo o&iacute;a decir aceituna, una, pensaba que la frase no envolv&iacute;a
+malicia o significaci&oacute;n, sino que era hija del diccionario de la rima o
+de alg&uacute;n qu&iacute;dam que anduvo a caza de ecos y consonancias. Pero ah&iacute; ver&aacute;n
+ustedes que la err&eacute; de medio a medio, y que si aquella frase como esta
+otra: <i>aceituna, oro es una, la segunda plata y la tercera mata</i>, son
+frases que tienen historia y raz&oacute;n de ser.</p>
+
+<p>Siempre se ha dicho por el hombre que cae generalmente en gracia o que
+es simp&aacute;tico: <i>Este tiene la suerte de las aceitunas</i>, frase de
+conceptuosa profundidad, pues las aceitunas tienen la virtud de no
+gustar ni disgustar a medias, sino por entero. <i>Llegar a las aceitunas</i>
+era tambi&eacute;n otra locuci&oacute;n con que nuestros abuelos expresaban que hab&iacute;a
+uno present&aacute;dose a los postres en un convite, o presenciado s&oacute;lo el
+final de una fiesta. <i>Aceituna zapatera</i> llamaban a la oleosa que hab&iacute;a
+perdido color y buen sabor y que, por falta de jugo, empieza a
+encogerse. As&iacute; dec&iacute;an por la mujer hermosa a quien los a&ntilde;os o los
+achaques empiezan a desmejorar:&mdash;Est&aacute;s, hija, hecha una aceituna
+zapatera&mdash;. Probablemente los cofrades de San Crisp&iacute;n no pod&iacute;an consumir
+sino aceitunas de desecho.</p>
+
+<p>Cuentan varios cronistas, y citar&eacute; entre ellos al padre Acosta, que es
+el que m&aacute;s a la memoria me viene, que a los principios, en los grandes
+banquetes, y <i>por mucho regalo y magnificencia</i>, se obsequiaba a cada
+comensal con una aceituna. El due&ntilde;o del convite, como para disculpar una
+mezquindad que en el fondo era positivo lujo, pues la producci&oacute;n era
+escasa y car&iacute;sima, sol&iacute;a decir a sus convidados: <i>caballeros, aceituna,
+una</i>. Y as&iacute; naci&oacute; la frase.</p>
+
+<p>Ya en 1565 y en la huerta de don Antonio de Ribera, se vend&iacute;an cuatro
+aceitunas por un real. Este precio permit&iacute;a a su anfitri&oacute;n ser
+rumboroso, y desde ese a&ntilde;o eran tres las aceitunas asignadas por cada
+cubierto.</p>
+
+<p>Sea que opinasen que la buena crianza exige no consumir toda la raci&oacute;n
+del plato, o que el due&ntilde;o de la casa dijera, agradeciendo el elogio que
+hicieran de las oleosas: <i>aceituna, oro es una, dos son plata y la
+tercera mata</i>, ello es que la conclusi&oacute;n de la coplilla daba en qu&eacute;
+cavilar a muchos cristianos que, despu&eacute;s de masticar la primera y
+segunda aceituna, no se atrev&iacute;an con la &uacute;ltima, que eso habr&iacute;a
+equivalido a suicidarse a sabiendas. Si la tercera mata, dej&eacute;mosla estar
+en el platillo y que la coma su abuela.</p>
+
+<p>Andando los tiempos vinieron los de <i>&ntilde;o Cerezo</i>, el aceitunero del
+Puente, un vejestorio que a los setenta a&ntilde;os de edad di&oacute; pie para que le
+sacasen esta ingeniosa y epigram&aacute;tica redondilla:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Dicen por ah&iacute; que Cerezo</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>tiene encinta a su mujer.</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Digo que no puede ser,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>porque no puede ser eso.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Como iba diciendo, en los tiempos de Cerezo era la aceituna inseparable
+compa&ntilde;era de la copa de aguardiente; y todo buen peruano hac&iacute;a ascos a
+la cerveza, que para amarguras bast&aacute;banle las propias. De ah&iacute; la frase
+que se usaba en los d&iacute;as de San Mart&iacute;n y Bol&iacute;var para tomar las <i>once</i>
+(hoy se dice <i>lunch</i>, en gringo):&mdash;Se&ntilde;ores, vamos a remojar una
+aceitunita.</p>
+
+<p>Y &iquest;por qu&eacute;&mdash;preguntar&aacute; alguno&mdash;llamaban los antiguos las <i>once</i>, al
+acto de echar despu&eacute;s de mediod&iacute;a, un remiendo al est&oacute;mago? &iquest;Por qu&eacute;?</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Once las letras son del</i> aguardiente.</span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Ya lo sabe el curioso impertinente.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Gracias a Dios que hoy nadie nos ofrece raci&oacute;n tasada y que hoga&ntilde;o nos
+atracamos de aceitunas sin que nos asusten frases. &iexcl;Lo que va de tiempo
+a tiempo!</p>
+
+<p>Hoy tambi&eacute;n se dice: <i>aceituna, una; mas si es buena, una docena</i>.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="OFICIOSIDAD_NO_AGRADECIDA" id="OFICIOSIDAD_NO_AGRADECIDA"></a><a href="#toc">OFICIOSIDAD NO AGRADECIDA</a></h2>
+
+
+<p>Cuentan las cr&oacute;nicas, para probar que el arzobispo Loayza ten&iacute;a sus
+ribetes de moz&oacute;n, que en Lima hab&iacute;a un cl&eacute;rigo extremadamente avaro, que
+usaba sotana, manteo, alzacuello y sombrero tan ra&iacute;dos, que hac&iacute;a a&ntilde;os
+ped&iacute;an a grito herido inmediato reemplazo. En arca de avariento, el
+diablo est&aacute; de asiento, como reza el refr&aacute;n.</p>
+
+<p>Su ilustr&iacute;sima, que porfiaba por ver a su clero vestido con decencia,
+llam&oacute;le un d&iacute;a y le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Padre Godoy, tengo una necesidad y querr&iacute;a que me prestase una barrita
+de plata.</p>
+
+<p>El cl&eacute;rigo, que aspiraba a canonj&iacute;a, contest&oacute; sin vacilar:</p>
+
+<p>&mdash;Eso, y mucho m&aacute;s que su ilustr&iacute;sima necesite, est&aacute; a su disposici&oacute;n.</p>
+
+<p>&mdash;Gracias. Por ahora me basta con la barrita, y Ribera, mi mayordomo,
+ir&aacute; por ella esta tarde.</p>
+
+<p>Despidi&oacute;se el avaro content&iacute;simo por haber prestado un servicio al se&ntilde;or
+Loayza, y viendo en el porvenir, por v&iacute;a de r&eacute;ditos, la canonj&iacute;a
+magistral cuando menos.</p>
+
+<p>Ocho d&iacute;as despu&eacute;s volv&iacute;a Ribera a casa del padre Godoy, llevando un
+envoltorio bajo el brazo, y le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;De parte de su ilustr&iacute;sima le traigo estas prendas.</p>
+
+<p>El envoltorio conten&iacute;a una sotana de chamalote de seda, un manteo de
+pa&ntilde;o de Segovia, un par de zapatos con hebilla dorada, un alzacuello de
+crin y un sombrero de piel de vicu&ntilde;a.</p>
+
+<p>El padre Godoy brinc&oacute; de gusto, visti&oacute;se las flamantes prendas, y
+encamin&oacute;se al palacio arzobispal a dar las gracias a quien con tanta
+liberalidad lo aviaba, pues presum&iacute;a que aquello era un agasajo o
+angulema del prelado agradecido al pr&eacute;stamo.</p>
+
+<p>Nada tiene que agradecerme, padre Godoy&mdash;le dijo el arzobispo.&mdash;V&eacute;ase
+con mi mayordomo para que le devuelva lo que haya sobrado de la barrita;
+pues como usted no cuidaba de su traje, sin duda porque no ten&iacute;a tiempo
+para pensar en esa frivolidad, yo me he encargado de compr&aacute;rselo con su
+propio dinero. Vaya con Dios y con mi bendici&oacute;n.</p>
+
+<p>Retir&oacute;se mohino el padre, fu&eacute;se donde Ribera, ajust&oacute; con &eacute;l cuentas, y
+hall&oacute; que el chamalote y el pa&ntilde;o importaban un dineral, pues el
+mayordomo hab&iacute;a pagado sin regatear.</p>
+
+<p>Al otro d&iacute;a, y despu&eacute;s de echar cuentas y cuentas para convencerse de
+que en el traje habr&iacute;an podido economizarse dos o tres duros, volvi&oacute;
+Godoy donde el arzobispo y le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Vengo a pedir a su ilustr&iacute;sima una gracia.</p>
+
+<p>&mdash;Hable, padre, y ser&aacute; servido a pedir de boca.</p>
+
+<p>&mdash;Pues bien, ilustr&iacute;simo se&ntilde;or. Ru&eacute;gole que no vuelva a tomarse el
+trabajo de vestirme.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="EL_ALMA_DE_FRAY_VENANCIO" id="EL_ALMA_DE_FRAY_VENANCIO"></a><a href="#toc">EL ALMA DE FRAY VENANCIO</a></h2>
+
+
+<p>All&aacute; por la primera mitad del anterior siglo no se hablaba en Lima sino
+del alma de un padre mercedario que vino del otro mundo, no s&eacute; si en
+coche, nav&iacute;o o <i>pedibus andando</i>, con el expreso destino de dar un susto
+de los gordos a un comerciante de esta tierra. Aquello fu&eacute; tan popular
+como la procesi&oacute;n de &aacute;nimas de San Agust&iacute;n, el encapuchado de San
+Francisco, la monja sin cabeza, el coche de Zavala, el alma de
+Gasparito, la mano peluda de no s&eacute; qu&eacute; calle, el perro negro de la
+plazuela de San Pedro, la viudita del cementerio de la Concepci&oacute;n, los
+duendes de Santa Catalina y dem&aacute;s paparruchas que nos contaban las
+abuelas, haci&eacute;ndonos tiritar de miedo y rebujarnos en la cama.</p>
+
+<p>De buena gana querr&iacute;a dar hoy a mis lectores algo en que no danzasen
+esp&iacute;ritus del otro barrio, aunque tuviera que echar mano de la historia
+de los hijos de No&eacute;, que fueron cinco, y se llamaron Bran, Bren, Brin,
+Bron, Brun, como dicen las viejas. Pero es el caso que una ni&ntilde;a, muy
+guapa y muy devota a la vez, me ha pedido que ponga en letras de molde
+esta conseja, y ya ven ustedes que no hay forma de esquivar el
+compromiso.</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>&iexcl;Ay, que se quema! &iexcl;Ay, que se abrasa</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>el &aacute;nima que est&aacute; en pena!</i></span><br />
+</p>
+
+<p>era el estribillo con que el sacrist&aacute;n de la parroquia de San Marcelo
+ped&iacute;a limosna para las benditas &aacute;nimas del purgatorio, a lo cual
+contestaba siempre alg&uacute;n chusco completando la redondilla:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>que se queme en hora buena,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>que yo me voy a mi casa.</i></span><br />
+</p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>El padre Venancio y el padre Antol&iacute;n se quer&iacute;an tan entra&ntilde;ablemente como
+dos hermanos, se entiende como dos hermanos que saben quererse y no
+andan al morro por centavo m&aacute;s o menos de la herencia.</p>
+
+<p>En el mismo d&iacute;a hab&iacute;an entrado en el convento, juntos pasaron el
+noviciado y el mismo obispo les confiri&oacute; las sagradas &oacute;rdenes.</p>
+
+<p>Eran, dig&aacute;moslo as&iacute;, Dam&oacute;n y Pithias tonsurados, Orestes y P&iacute;lades con
+cerquillo.</p>
+
+<p>No pasaron ciertamente por frailes de gran ciencia, ni lucieron sermones
+gerundianos, ni alcanzaron sindicato, procuraci&oacute;n o ping&uuml;e capellan&iacute;a, y
+ni siquiera dieron que hablar a la murmuraci&oacute;n con un esc&aacute;ndalo
+callejero o una querella capitular.</p>
+
+<p>Jam&aacute;s asistieron a lidia de toros, ni despu&eacute;s de las ocho de la noche se
+les encontr&oacute; barriendo con los h&aacute;bitos las aceras de la ciudad. &iexcl;Vamos!
+&iexcl;Cuando yo digo que sus reverencias eran unos benditos!</p>
+
+<p>Eran dos frailes de poco meollo, de ninguna enjundia, modestos y de
+austeras costumbres; como quien dice, dos frailes de misa y olla, y pare
+usted de contar.</p>
+
+<p>Pero ni en la santidad del claustro hay esp&iacute;ritu tranquilo, y aunque no
+mundana, sino muy asc&eacute;tica, fray Venancio ten&iacute;a una preocupaci&oacute;n
+constante.</p>
+
+<p>Los dominicos, agustinos, franciscanos y hasta juandedianos y barbones o
+belethmitas ostentaban con orgullo, en su primer claustro, las
+principales escenas de la vida de sus santos patrones, pintadas en
+lienzos que, a decir verdad, no seducen por el m&eacute;rito de sus pinceles.</p>
+
+<p>&iexcl;Qu&eacute; verg&uuml;enza! Los mercedarios no adornaban su claustro con la vida de
+San Pedro Nolasco.</p>
+
+<p>Al pensar as&iacute;, hab&iacute;a en el &aacute;nima de nuestro buen religioso su puntita de
+envidia.</p>
+
+<p>Y esto era lo que le escarabajeaba a fray Venancio, y lo que hizo voto
+de realizar en pro del decoro de su comunidad.</p>
+
+<p>El padre Antol&iacute;n, para quien el padre Venancio no ten&iacute;a secretos, crey&oacute;
+irrealizable el prop&oacute;sito, pues los lienzos no los pintan &aacute;ngeles, sino
+hombres que, como el abad, de lo que cantan yantan. Seg&uacute;n el c&aacute;lculo de
+ambos frailes, eran precisos diez mil duros por lo menos para la obra.</p>
+
+<p>El padre Venancio no se descorazon&oacute;, y contest&oacute; a su compa&ntilde;ero que con
+fe y constancia se allanan imposibles y se realizan milagros. Y entre
+ellos no se volvi&oacute; a hablar m&aacute;s del asunto.</p>
+
+<p>Pero el padrecito se ech&oacute; pacientemente a juntar realejos, y cada vez
+que de las econom&iacute;as de su mesada conventual, alboroques, limosnas de
+misas y otros gajes alcanzaba a ver apiladas sesenta pulidas onzas de
+oro, &iacute;base con gran cautela al portal de Botoneros y entraba en la
+tienda de don Marcos Guruceta, comerciante que gozaba de gran reputaci&oacute;n
+de probidad, y que por ello era el banquero o depositario de los
+caudales de muchos pr&oacute;jimos.</p>
+
+<p>Y el dep&oacute;sito se realizaba sin que mediase una tira de papel; pues la
+honorabilidad del mercader, hombre que diariamente cumpl&iacute;a con el
+precepto, que comulgaba en las grandes festividades y que era mayordomo
+de una archicofrad&iacute;a, se habr&iacute;a ofendido si alguno le hubiese exigido
+recibo u otro comprobante. &iexcl;Qu&eacute; tiempos tan patriarcales! Haga usted hoy
+lo propio, y ver&aacute; d&oacute;nde le llega el agua.</p>
+
+<p>Sumaban ya seis mil pesos los entregados por fray Venancio, cuando una
+noche se sinti&oacute; &eacute;ste acometido de un violento c&oacute;lico <i>miserere</i>,
+enfermedad muy frecuente en esos siglos, y al acudir fray Antol&iacute;n
+encontr&oacute; a su <i>alter ego</i> con las quijadas trabadas y en la agon&iacute;a. No
+pudo, pues, mediar entre ellos la menor confidencia, y fray Venancio fu&eacute;
+al hoyo.</p>
+
+<p>El honrado comerciante, viendo que pasaban meses y meses sin que nadie
+le reclamase el dep&oacute;sito, lleg&oacute; a encari&ntilde;arse con &eacute;l y a mirarlo como
+cosa propia. Pero a San Pedro Nolasco no hubo de parecerle bien quedarse
+sin lucir su gallard&iacute;a en cuadro al &oacute;leo.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>Y pasaron a&ntilde;os de la muerte de fray Venancio.</p>
+
+<p>Dorm&iacute;a una noche tranquilamente el padre Antol&iacute;n y despert&oacute; sobresaltado
+sintiendo una mano fr&iacute;a que se posaba en su frente.</p>
+
+<p>Un cerillo encendido bajo una imagen de la Virgen Protectora de Cautivos
+esparc&iacute;a, en la celda, d&eacute;biles y misteriosos reflejos.</p>
+
+<p>A la cabecera de la cama, y en una silla de vaqueta estaba sentado fray
+Venancio.</p>
+
+<p>&mdash;No te alarmes&mdash;dijo el aparecido&mdash;. Dios me ha dado licencia para
+venir a encomendarte un asunto. Ve ma&ntilde;ana al mediod&iacute;a al portal de
+Botoneros y p&iacute;dele a don Marcos Guruceta seis mil pesos que le di a
+guardar, y que est&aacute;n destinados para poner en el primer claustro la vida
+de nuestro santo patr&oacute;n.</p>
+
+<p>Y dicho esto, la visi&oacute;n desapareci&oacute;.</p>
+
+<p>El padre Antol&iacute;n se qued&oacute; como es de presumirse. Cosa muy seria es &eacute;sta
+de o&iacute;r hablar a un difunto.</p>
+
+<p>Por la ma&ntilde;ana se acerc&oacute; nuestro asustado religioso al comendador de la
+orden y le refiri&oacute;, sue&ntilde;o o realidad, lo que le hab&iacute;a pasado.</p>
+
+<p>&mdash;Nada se pierde, hermano&mdash;contest&oacute; el superior&mdash;, con que vea a
+Guruceta.</p>
+
+<p>En efecto, mediod&iacute;a era por filo cuando fray Antol&iacute;n llegaba al
+mostrador del comerciante y le hac&iacute;a el reclamo consabido. Don Marcos se
+subi&oacute; al cerezo y d&iacute;jole que era un fraile loco o trapal&oacute;n.</p>
+
+<p>Retir&oacute;se mohino el comisionado; pero al llegar a la porter&iacute;a de su
+convento, sali&oacute;le al encuentro un fraile en el cual reconoci&oacute; a fray
+Venancio.</p>
+
+<p>&mdash;Y bien, hermano, &iquest;c&oacute;mo te ha ido?</p>
+
+<p>&mdash;Mal&iacute;simamente, hermano&mdash;contest&oacute; el interpelado&mdash;. Guruceta me ha
+tratado de visionario y embaucador.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;S&iacute;? Pues vuelve donde &eacute;l y dile que, si no se allana a pagarte, voy
+yo mismo dentro de cinco minutos por mi plata.</p>
+
+<p>Fray Antol&iacute;n regres&oacute; al portal, y al verlo don Marcos entrar por la
+puerta de la tienda, le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Vuelve usted a fastidiarme?</p>
+
+<p>&mdash;Nada de eso, se&ntilde;or Guruceta. Vengo a decirle que dentro de pocos
+instantes estar&aacute; aqu&iacute; fray Venancio en persona a entenderse con usted.
+Yo me he adelantado a esperarlo.</p>
+
+<p>Al o&iacute;r estas palabras, y ante el aplomo con que fueron dichas,
+experiment&oacute; Guruceta una conmoci&oacute;n extra&ntilde;a, y decididamente temi&oacute; tener
+que hab&eacute;rselas con un alma de la otra vida.</p>
+
+<p>&mdash;Que no se moleste en venir fray Venancio&mdash;dijo tartamudeando&mdash;. Es
+posible que, con tanto asunto como tengo en esta cabeza, haya olvidado
+que me di&oacute; dinero. Sea ello lo que fuere, pues el prop&oacute;sito es cristiano
+y yo muy devoto de San Pedro Nolasco, mande su paternidad un criado por
+las seis talegas.</p>
+
+<p>La religiosidad de los lime&ntilde;os supli&oacute; con limosnas y donativos la suma
+que faltaba para el pago de pintores, y un a&ntilde;o despu&eacute;s, en la festividad
+del patr&oacute;n, se estrenaban los lienzos que conocemos.</p>
+
+<p>Tal es la tradici&oacute;n que, en su infancia, oy&oacute; contar el que esto escribe
+a fray Le&oacute;n Fajardo, respetabil&iacute;simo sacerdote y comendador de la
+Merced.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="LA_TRENZA_DE_SUS_CABELLOS" id="LA_TRENZA_DE_SUS_CABELLOS"></a><a href="#toc">LA TRENZA DE SUS CABELLOS</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">al poeta espa&ntilde;ol don tom&aacute;s rodr&iacute;guez rub&iacute;, autor de un drama que lleva
+el mismo t&iacute;tulo de esta tradici&oacute;n</span></p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p class="c"><i>De c&oacute;mo Mariquita Mart&iacute;nez no quiso que la llamasen Mariquita la
+pelona</i></p>
+
+<p>All&aacute; por los a&ntilde;os de 1734 pase&aacute;base muy risue&ntilde;a por estas calles de
+Lima, Mariquita Mart&iacute;nez, muchacha como una perla, mejorando lo
+presente, lectora m&iacute;a. Par&eacute;ceme estar viendo, no porque yo la hubiese
+conocido, &iexcl;qu&eacute; diablos! (pues cuando ella com&iacute;a pan de trigo, este
+servidor de ustedes no pasaba de la categor&iacute;a de proyecto en la mente
+del Padre Eterno), sino por la pintura que de sus prendas y garabato
+hizo un coplero de aquel siglo, que por la pinta debi&oacute; ser enamoradizo y
+andar bebiendo los vientos tras de ese pucherito de mixtura. Marujita
+era de esas lime&ntilde;as que tienen m&aacute;s gracia andando que un obispo
+confirmado, y por las que dijo un poeta:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Parece en Lima m&aacute;s clara</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>la luz, que cuando hizo Dios</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>el sol que al mundo alumbrara,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>puso amoroso en la cara</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>de cada lime&ntilde;a, dos.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>En las noches de luna era cuando hab&iacute;a que ver a Mariquita paseando,
+Puente arriba y Puente abajo, con alb&iacute;simo traje de zaraza, pa&ntilde;uelo de
+tul blanco, zapatito de cuatro puntos y medio, dengue de resucitar
+difuntos, y la cabeza cubierta de jazmines. Los rayos de la luna
+prestaban a la belleza de la joven un no s&eacute; qu&eacute; de fant&aacute;stico; y los
+hombres, que nos pirramos siempre por esas fantas&iacute;as de carne y hueso,
+la echaban una andanada de requiebros, a los que ella, por no quedarse
+con nada ajeno, contestaba con aquel oportuno donaire que hizo
+proverbiales la gracia y agudeza de la lime&ntilde;a.</p>
+
+<p>Mariquita era de las que dicen: Yo no soy la <i>salve</i> para suspirar y
+gemir. &iexcl;Vida alegre, y hacer sumas hasta que se rompa el l&aacute;piz o se
+gaste la pizarra!</p>
+
+<p>En la &eacute;poca colonial casi no se pod&iacute;a transitar por el Puente en las
+noches de luna. Era &eacute;se el punto de cita para todos. Ambas aceras
+estaban ocupadas por los j&oacute;venes elegantes, que a la vez que con el
+airecito del r&iacute;o hallaban refrigerio al calor canicular, deleitaban los
+ojos clav&aacute;ndolos en las lime&ntilde;as que sal&iacute;an a aspirar la fresca brisa,
+embalsamando la atm&oacute;sfera con el suave perfume de los jazmines que
+poblaban sus cabelleras.</p>
+
+<p>La moda no era lucir constantemente aderezos de rica pedrer&iacute;a, sino
+flores; y tal moda no pod&iacute;a ser m&aacute;s barata para padres y maridos, que
+con medio real de plata sal&iacute;an de compromisos, y aun sacaban alma del
+purgatorio. Ten&iacute;an, adem&aacute;s, la ventaja de satisfacer curiosidades sobre
+el estado civil de las mujeres, pues las solteras acostumbraban ponerse
+las flores al lado izquierdo de la cabeza y las casadas al derecho.</p>
+
+<p>Todas las tardes de verano cruzaban por las calles de Lima varios
+muchachos, y al preg&oacute;n de <i>&iexcl;el jazminero!</i>, sal&iacute;an las j&oacute;venes a la
+ventana de reja, y compraban un par de hojas de pl&aacute;tano, sobre las que
+hab&iacute;a una porci&oacute;n de jazmines, diamelas, aromas, suches, azahares,
+flores de chirimoya, y otras no menos perfumadas. Las lime&ntilde;as de
+entonces buscaban sus adornos en la naturaleza, y no en el arte.</p>
+
+<p>La antigua lime&ntilde;a no usaba elixires odont&aacute;lgicos ni polvos para los
+dientes; y, sin embargo, era notable la regularidad y limpieza de &eacute;stos.
+Ignor&aacute;base a&uacute;n que en la caverna de una muela se puede esconder una
+California de oro, y que con el marfil se fabricar&iacute;an mand&iacute;bulas que
+nada tendr&iacute;an que envidiar a las que Dios nos regalara. &iquest;Saben ustedes a
+qui&eacute;n deb&iacute;a la lime&ntilde;a la blancura de sus dientes? Al <i>raicero</i>. Como el
+jazminero, era &eacute;ste otro industrioso ambulante que vend&iacute;a ciertas ra&iacute;ces
+blandas y jugosas, que las j&oacute;venes se entreten&iacute;an en morder
+restreg&aacute;ndolas sobre los dientes.</p>
+
+<p>Parece broma; pero la industria decae. Ya no hay jazmineros ni raiceros,
+y es l&aacute;stima; que a haberlos, les caer&iacute;a encima una contribuci&oacute;n
+municipal que los partiera por el eje, en estos tiempos en que hasta los
+perros pagan su cuota por ejercer el derecho de ladrar. Y, con venia de
+ustedes, tambi&eacute;n se han eclipsado el <i>pajuelero</i> o vendedor de mechas
+azufradas, el <i>puchero</i> o vendedor de puntas de cigarros, el
+<i>anticuchero</i> y otros industriosos.</p>
+
+<p>Digresiones a un lado, y volvamos a Mariquita.</p>
+
+<p>La lime&ntilde;a de marras no conoci&oacute; peluquero ni <i>casta&ntilde;as</i> sino uno que otro
+ricito volado en los d&iacute;as de repicar gordo, ni fierros calientes ni
+papillotas, ni us&oacute; jam&aacute;s aceitillo, b&aacute;lsamos, glicerina ni pomadas para
+el pelo. El agua de Dios y san se acab&oacute;, y las cabelleras eran de lo
+bueno, lo mejor.</p>
+
+<p>Pero hoy dicen las ni&ntilde;as que el agua pudre la ra&iacute;z del pelo, y no estoy
+de humor para armar gresca con ellas sosteniendo la contraria. Tambi&eacute;n
+los borrachos dicen que prefieren el licor, porque el agua cr&iacute;a ranas y
+sabandijas.</p>
+
+<p>Mariquita ten&iacute;a su diablo en su mata de cabellos. Su orgullo era lucir
+dos lujosas trenzas que, como dijo Zorrilla pintando la hermosura de
+Eva,</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>la med&iacute;an en pie la talla entera.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Una de esas noches de luna iba Mariquita por el Puente lanzando una
+mirada a &eacute;ste, esgrimiendo una sonrisa a aqu&eacute;l, endilgando una pulla al
+de m&aacute;s all&aacute;, cuando de improviso un hombre la tom&oacute; por la cintura, sac&oacute;
+una afilada navaja, y &iexcl;zis! &iexcl;zas!, en menos de un periquete le reban&oacute;
+una trenza.</p>
+
+<p>Gritos y confusi&oacute;n. A Mariquita le acometi&oacute; la pataleta, la gente ech&oacute; a
+correr, hubo cierre de puertas, y a palacio lleg&oacute; la noticia de que unos
+corsarios se hab&iacute;an venido a la chita callando por la boca del r&iacute;o y
+tomado la ciudad por la sorpresa.</p>
+
+<p>En conclusi&oacute;n, la chica qued&oacute; <i>mocha</i>, y para no dar campo a que la
+llamasen <i>Mariquita la pelona</i>, se llam&oacute; a buen vivir, entr&oacute; en un
+beaterio y no se volvi&oacute; a hablar de ella.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p class="c"><i>De c&oacute;mo la trenza de sus cabellos fu&eacute; causa de que el Per&uacute; tuviera una
+gloria art&iacute;stica</i></p>
+
+<p>El sujeto que, por berrinche, hab&iacute;a trasquilado a Mariquita era un joven
+de veintis&eacute;is a&ntilde;os, hijo de un espa&ntilde;ol y de una india. Llam&aacute;base
+Baltasar Gavil&aacute;n. Su padre le hab&iacute;a dejado algunos cuartejos; pero el
+muchacho, encalabrinado con la susodicha hembra, se di&oacute; a gastar hasta
+que vi&oacute; el fondo de la bolsa, que ciertamente no pod&iacute;a ser perdurable
+como las cinco monedas de Juan Espera-en-Dios, alias el Jud&iacute;o Errante.</p>
+
+<p>Era padrino de Baltasar el guardi&aacute;n de San Francisco, fraile de muchas
+campanillas y circunstancias, quien, aunque profesaba al ahijado gran
+cari&ntilde;o, ech&oacute; un serm&oacute;n de tres horas al informarse del motivo que tra&iacute;a
+en cuitas al mancebo. El alcalde del crimen reclam&oacute;, en los primeros
+d&iacute;as, la persona del delincuente; pero fuese que Mariquita meditara que,
+aunque ahorcaran a su enemigo, no por eso hab&iacute;a de recobrar la perdida
+trenza, o, lo m&aacute;s probable, que el influjo de su reverencia alcanzase a
+torcer las narices a la justicia, lo cierto es que la autoridad no hizo
+hincapi&eacute; en el art&iacute;culo de extradici&oacute;n.</p>
+
+<p>Baltasar, para distraerse en su forzada vida mon&aacute;stica, empez&oacute; por
+labrar un trozo de madera y hacer de &eacute;l los bustos de la Virgen, el ni&ntilde;o
+Jes&uacute;s, los tres Reyes Magos y, en fin, todos los accesorios del misterio
+de Bel&eacute;n. Aunque las figuras eran de peque&ntilde;as dimensiones, el conjunto
+qued&oacute; lucid&iacute;simo, y los visitantes del guardi&aacute;n propalaban que aquello
+era una maravilla art&iacute;stica. Alentado por los elogios, Gavil&aacute;n se
+consagr&oacute; a hacer im&aacute;genes de tama&ntilde;o natural, no s&oacute;lo en madera, sino en
+piedra de Huamanga, algunas de las cuales existen en diversas iglesias
+de Lima.</p>
+
+<p>La obra m&aacute;s aplaudida de nuestro artista fu&eacute; una <i>Dolorosa</i>, que no
+sabemos si se conserva a&uacute;n en San Francisco. El virrey marqu&eacute;s de
+Villagarc&iacute;a, noticioso del m&eacute;rito del escultor, quiso personalmente
+convencerse, y una ma&ntilde;ana se present&oacute; en la celda convertida en taller.
+Su excelencia, declarando que los palaciegos se hab&iacute;an quedado cortos en
+el elogio, departi&oacute; familiarmente con el artista; y &eacute;ste, animado por la
+amabilidad del virrey, le dijo que ya le aburr&iacute;a la clausura, que harto
+purgada estaba su falta en tres a&ntilde;os de vida conventual, y que anhelaba
+ancho campo de libertad. El marqu&eacute;s se rasc&oacute; la punta de la oreja, y le
+contest&oacute; que la sociedad necesitaba un desagravio, y que pues en el
+Puente hab&iacute;a dado el esc&aacute;ndalo, era preciso que en el Puente se
+ostentase una obra cuyo m&eacute;rito hiciese olvidar la falta del hombre para
+admirar el genio del artista. Y con esto, su excelencia gir&oacute; sobre los
+talones y tom&oacute; el camino de la puerta.</p>
+
+<p>Cinco meses despu&eacute;s, en 1738, celebr&aacute;base en Lima, con solemne pompa y
+espl&eacute;ndidos festejos, la colocaci&oacute;n sobre el arco del Puente de la
+estatua ecuestre de Felipe V.</p>
+
+<p>En la descripci&oacute;n que de estas fiestas hemos le&iacute;do, son grandes los
+encomios que se tributan al artista. Desgraciadamente para su gloria, no
+le sobrevivi&oacute; su obra; pues en el famoso terremoto de 1746, al
+derrumbarse una parte del arco, vino al suelo la estatua.</p>
+
+<p>Y aqu&iacute; queremos consignar una coincidencia curiosa. Casi a la vez que
+ca&iacute;a de su pedestal el busto del monarca, recibi&oacute;se en Lima la noticia
+de la muerte de Felipe V a consecuencia de una apoplej&iacute;a fulminante, que
+es como quien dice un terremoto en el organismo.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p class="c"><i>De c&oacute;mo una escultura di&oacute; la muerte al escultor</i></p>
+
+<p>Los padres agustinianos sacaban, hasta poco despu&eacute;s de 1824, la c&eacute;lebre
+procesi&oacute;n de Jueves Santo, que conclu&iacute;a, pasada la medianoche con no
+poco barullo, alharaca de viejas y escapatoria de muchachas. M&aacute;s de
+veinte eran las andas que compon&iacute;an la procesi&oacute;n, y en la primera de
+ellas iba una perfecta imagen de la Muerte con su guada&ntilde;a y dem&aacute;s
+menesteres, obra soberbia del artista Baltasar Gavil&aacute;n.</p>
+
+<p>El d&iacute;a en que Gavil&aacute;n di&oacute; la &uacute;ltima mano al esqueleto fueron a su taller
+los religiosos y muchos personajes del pa&iacute;s, mereciendo entusiasta y
+un&aacute;nime aprobaci&oacute;n el buen desempe&ntilde;o del trabajo. El artista alcanzaba
+un nuevo triunfo.</p>
+
+<p>Baltasar, desde los tiempos en que vivi&oacute; asilado en San Francisco, se
+hab&iacute;a entregado con pasi&oacute;n al culto de Baco, y es fama que labr&oacute; sus
+mejores efigies en completo estado de embriaguez.</p>
+
+<p>Hace poco le&iacute; un magn&iacute;fico art&iacute;culo sobre Edgardo Poe y Alfredo de
+Musset, titulado <i>El alcoholismo en literatura</i>. Baltasar puede dar tema
+para otro escrito que titular&iacute;amos <i>El alcoholismo en las bellas artes</i>.</p>
+
+<p>El alcohol retemplaba el esp&iacute;ritu y el cuerpo de nuestro artista; era su
+ninfa Egeria, por decirlo as&iacute;. Idea y fuerza, sentimiento y verdad, todo
+lo hallaba Baltasar en el fondo de una copa.</p>
+
+<p>Para celebrar el buen t&eacute;rmino de la obra que le encomendaron los
+agustinos, fu&eacute;se Baltasar con sus amigos a la casa de bochas y se tom&oacute;
+una turca soberana. Agarr&aacute;ndose de las paredes pudo, a las diez de la
+noche, volver a su taller, cogi&oacute; pedernal, eslab&oacute;n y pajuela, y
+encendiendo una vela de sebo se arroj&oacute; vestido sobre la cama.</p>
+
+<p>A medianoche despert&oacute;. La mortecina luz desped&iacute;a un extra&ntilde;o reflejo
+sobre el esqueleto colocado a los pies del lecho. La guada&ntilde;a de la Parca
+parec&iacute;a levantada sobre Baltasar.</p>
+
+<p>Espantado, y bajo la influencia embrutecedora del alcohol, desconoci&oacute; la
+obra de sus manos. Di&oacute; horribles gritos, y acudiendo los vecinos
+comprendieron, por la incoherencia de sus palabras, la alucinaci&oacute;n de
+que era v&iacute;ctima.</p>
+
+<p>El gran escultor peruano muri&oacute; loco el mismo d&iacute;a en que termin&oacute; el
+esqueleto, de cuyo m&eacute;rito art&iacute;stico hablan a&uacute;n con mucho aprecio las
+personas que, en los primeros a&ntilde;os de la Independencia, asistieron a la
+procesi&oacute;n de Jueves Santo.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="DE_ASTA_Y_REJON" id="DE_ASTA_Y_REJON"></a><a href="#toc">DE ASTA Y REJON</a></h2>
+
+
+<p>Supongo, lector, que tienes edad para haber conversado con
+contempor&aacute;neos del virrey Pezuela, y que habl&aacute;ndote de una hija de Eva,
+esforzada y varonil, les habr&aacute;s o&iacute;do esta frase: <i>Es mujer de asta y
+rej&oacute;n</i>.</p>
+
+<p>&iquest;Que s&iacute; has o&iacute;do la frase? Pues entonces all&aacute; va el origen de ella, tal
+cual me ha sido referido por un descendiente de la protagonista.</p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>En una de las casas de la calle de Aparicio viv&iacute;a por los a&ntilde;os de 1760
+la se&ntilde;ora do&ntilde;a Feliciana Chaves de Mes&iacute;a.</p>
+
+<p>Era do&ntilde;a Feliciana lo que se llamaba una mujer muy de su casa y que, a
+pesar de ser rica hasta el punto de sacar al sol la vajilla de plata
+labrada y los zurrones de pesos duros, no pensaba en emperejilarse, sino
+en aumentar su caudal. Due&ntilde;a de una hacienda en los valles pr&oacute;ximos a
+la ciudad y de la panader&iacute;a del <i>Serrano</i>, ten&iacute;a en el patio de su casa
+dos vastos almacenes donde vend&iacute;a por mayor harina, az&uacute;car, aceite y
+otros art&iacute;culos de general consumo.</p>
+
+<p>&iexcl;Qu&eacute; tiempos aqu&eacute;llos! En materia de trabajo nuestras abuelas eran la
+romana del diablo, y cuando un hombre se casaba encontraba en la
+conjunta, no s&oacute;lo la costilla complementaria de su individuo, sino un
+socio mercantil que le ahorraba el gasto de dependientes.</p>
+
+<p>El marido de do&ntilde;a Feliciana hac&iacute;a tres a&ntilde;os que hab&iacute;a ido a Ica a
+establecer una sucursal de la casa de Lima, qued&aacute;ndose la se&ntilde;ora al
+frente de m&uacute;ltiples operaciones comerciales; y como si Dios se
+complaciera en echar su bendici&oacute;n sobre la trabajadora lime&ntilde;a, en cuanto
+negocio pon&iacute;a mano encontraba una ganancia loca.</p>
+
+<p>Pero no todo es tortas y pan pintado en este valle de l&aacute;grimas, y cuando
+m&aacute;s confiada estaba do&ntilde;a Feliciana en que su marido no pensaba sino en
+ganar peluconas, recibi&oacute; de Ica una carta an&oacute;nima en que la informaban,
+con puntos y comas, de c&oacute;mo el se&ntilde;or Mes&iacute;a ten&iacute;a su chichisbeo, y de
+c&oacute;mo gastaba el oro y el moro con la <i>sujeta</i>, y que la susodicha no
+val&iacute;a un car&aacute;mbano ni llegaba a la suela del zapato de do&ntilde;a Feliciana,
+que aunque jamona se conservaba bastante apetecible y no era digna de
+que el perill&aacute;n de su marido la hiciese ascos. Dijo la gallina de cierto
+cuento:&mdash;Poner huevo y no comer trigo, &eacute;sa no va conmigo.</p>
+
+<p>El an&oacute;nimo levant&oacute; roncha en el esp&iacute;ritu de la se&ntilde;ora, y se di&oacute; a pensar
+en la infidelidad del se&ntilde;or Mes&iacute;a; y tanto zumb&oacute; en su alma el t&aacute;bano de
+los celos, que decidi&oacute; remontar el vuelo, caerle al cuello al perjuro y
+sorprenderlo en el gatuperio. Pero era el caso que para ir, en esos
+tiempos, a Ica se gastaba muchos d&iacute;as y se corr&iacute;an mil peligros; y como
+las bodegas no pod&iacute;an quedar cerradas o a merced de un dependiente,
+resolvi&oacute;se a venderlas, comisi&oacute;n que encarg&oacute; a un espa&ntilde;ol llamado
+Vilches, que era su compadre y hombre para ella de toda confianza.</p>
+
+<p>En esos tiempos las transacciones eran muy expeditivas, como que no se
+estilaban muchas f&oacute;rmulas, y antes de cuarenta y ocho horas vi&oacute; do&ntilde;a
+Feliciana entrar por las puertas de su casa algunas talegas de a mil.
+La se&ntilde;ora regal&oacute; a Vilches una de ellas en recompensa de su actividad,
+y desembarazada de estorbos alist&oacute; viaje para tres d&iacute;as despu&eacute;s.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>Aquella noche do&ntilde;a Feliciana ech&oacute; sus cuentas y resolvi&oacute; que, apenas
+amaneciese Dios, deb&iacute;a depositar su dinero y alhajas en casa de un
+comerciante de proverbial honradez. Pero sus celosas cavilaciones por un
+lado, y por otro sus c&aacute;lculos rent&iacute;sticos, la quitaron el sue&ntilde;o, y en
+ello tuvo no poca ventura.</p>
+
+<p>Ser&iacute;an las dos de la madrugada, hora de gatos y ladrones, cuando sinti&oacute;
+un ligero y cauteloso ruido de pasos en el traspatio. Aguz&oacute; el o&iacute;do, y
+se convenci&oacute; de que en una puerta que comunicaba con su dormitorio
+estaban aplicando lo que no en tecnicismo de botica, sino en el de los
+hijos de Caco, se llamaba entonces una <i>ventosa</i>. Consist&iacute;a este
+experimento en abrir por medio del fuego un boquete en la madera.</p>
+
+<p>Do&ntilde;a Feliciana salt&oacute; con presteza del lecho, y de una esquina del cuarto
+tom&oacute; una asta o varilla de palo a cuyo extremo adapt&oacute; un puntiagudo
+rejoncillo de hierro. Era &eacute;sta el arma con que acostumbraban salir al
+campo todos los hacendados.</p>
+
+<p>As&iacute; prevenida, nuestra hero&iacute;na se coloc&oacute; en acecho tras la puerta.
+Apenas la ventosa hubo dejado expedito un gran agujero, asom&oacute; por &eacute;l una
+cabeza. Do&ntilde;a Feliciana, sin dar el qui&eacute;n vive, le clav&oacute; el rejoncillo en
+la nuca.</p>
+
+<p>El ladr&oacute;n exhal&oacute; un grito de muerte, y sus compa&ntilde;eros pusieron pie en
+pared. Entonces la se&ntilde;ora di&oacute; voces, alborot&oacute;se el vecindario, acudi&oacute; la
+ronda, y con universal sorpresa hallaron moribundo al honrado Vilches,
+quien cant&oacute; de plano y denunci&oacute; a sus compa&ntilde;eros de empresa.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>Todos se hicieron lenguas del arrojo de do&ntilde;a Feliciana, y en Lima no se
+hablaba de otra cosa. De haber habido peri&oacute;dicos, la habr&iacute;an consagrado
+estrepitoso bombo en la cr&oacute;nica local.</p>
+
+<p>La fama de su haza&ntilde;a la hab&iacute;a precedido a Ica, adonde lleg&oacute; una ma&ntilde;ana,
+armada de asta y rej&oacute;n, y aboc&aacute;ndose a su marido le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;A Lima, se&ntilde;or m&iacute;o, y a su casa si no quiere usted que haga en su
+personita otro tanto de lo que hice en la de Vilches, y lo deje tal que
+no sirva ni para simiente de r&aacute;banos.</p>
+
+<p>El de Mes&iacute;a tembl&oacute; como azogado, mand&oacute; ensillar la mula y, sin chistar
+ni mistar, obedeci&oacute; el precepto.</p>
+
+<p>Desde entonces ella llev&oacute; en la casa los pantalones, y &eacute;l fu&eacute; el m&aacute;s
+fiel de los maridos de que hacen menci&oacute;n las historias sagradas y
+profanas, como que sab&iacute;a que le iba la pelleja en el primer tropez&oacute;n en
+que lo pillase madama.</p>
+
+<p>Mucho cuento es tener por compa&ntilde;era una <i>mujer de asta y rej&oacute;n</i>.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="LOS_ARGUMENTOS_DEL_CORREGIDOR" id="LOS_ARGUMENTOS_DEL_CORREGIDOR"></a><a href="#toc">LOS ARGUMENTOS DEL CORREGIDOR</a></h2>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>Parece que una ma&ntilde;ana se levant&oacute; Carlos III con humor de suegra, y
+francamente que raz&oacute;n hab&iacute;a harta para avinagrar el &aacute;nimo del monarca.
+Su majestad hab&iacute;a so&ntilde;ado que las arcas reales corr&iacute;an el peligro de
+verse como Dios quiere a las almas, es decir, limpias, porque sus
+s&uacute;bditos de las Am&eacute;ricas andaban un si es no es remolones para
+proveerlas.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Carrampempe! Pues a m&iacute; no ha de pasarme lo que a don Enrique el
+Doliente que, no embargante ser rey y de los tiesos, lleg&oacute; d&iacute;a en que no
+tuvo cosa s&oacute;lida que meter bajo las narices, y empe&ntilde;&oacute; el gab&aacute;n para que
+el cocinero pudiera condimentarle una sopa de ajos y un trozo de jabal&iacute;
+ahumado. Que me llamen a don Jos&eacute; Antonio.</p>
+
+<p>Y don Jos&eacute; Antonio de Areche, del Consejo de Indias y caballero de la
+distinguida orden de Carlos III, no tard&oacute; en presentarse ante su rey, y
+disertar con &eacute;l largo y tendido sobre los atrenzos del real tesoro. Y
+por consecuencia de la pl&aacute;tica entre se&ntilde;or y vasallo, nos cay&oacute; como
+llovido por estos reinos del Per&uacute;, en 1777 y con el t&iacute;tulo de Visitador
+general, un culebr&oacute;n de los finos.</p>
+
+<p>El Visitador, a poco de llegado a Lima, se convenci&oacute; de que la tierra
+era muy rica y la comisi&oacute;n sabrosa y de papilla. Item, adivin&oacute;, sin ser
+brujo, que los peruleros &eacute;ramos mansitos de genio y, por ende,
+susceptibles de soportar cuanta albarda pluguiera a su se&ntilde;oria echarnos
+a cuestas. Y pensado y hecho, y sin andarse con alg&oacute;rgoras ni brujoleos,
+se nos vino al bulto y decret&oacute; impuestos, y estancos, y tarifas y qu&eacute; s&eacute;
+yo cu&aacute;ntas gurruminas. &iexcl;Dios me perdone!, pero cuentan que,
+anticip&aacute;ndose a un municipio de estos maravillosos tiempos, estuvo en un
+tumbo de dado que estableciera contribuci&oacute;n canina, sin exceptuar de
+ella al perro de San Roque, ni al de Santo Domingo, ni al de San L&aacute;zaro,
+ni al de Santa Margarita que, seg&uacute;n colijo, fueron santos aficionados a
+chuchos.</p>
+
+<p>Pero tanto estir&oacute; la cuerda que, a la postre, vino el estallido, y
+revent&oacute; y se arm&oacute; la tremenda. El Visitador era testarudo, no cej&oacute; un
+&aacute;pice y sigui&oacute; ajust&aacute;ndonos las clavijas como a guitarra ajena. Y hubo
+una tal de zambomba y degollina, horca, y jicarazo, que... &iexcl;vamos!
+debemos tomar por especial cari&ntilde;o y bendici&oacute;n de Dios no haber comido
+pan en aquel desbarajustado siglo. Por fin de fines, los p&iacute;caros
+impuestos subsistieron y, entre gru&ntilde;ido y refunfu&ntilde;os, hubo de pagarlos
+todo aquel que, teniendo ley a su pescuezo, no ambicionara ponerlo en
+relaciones &iacute;ntimas con el verdugo.</p>
+
+<p>A la vez que as&iacute; nos sacaba ro&ntilde;osos maravedises para su majestad, ech&oacute;se
+su se&ntilde;or&iacute;a a pesquisar a todos los empleados que ten&iacute;an manejo de fondos
+p&uacute;blicos; y tal revoltijo y gatuperio hallar&iacute;a en el examen de algunas
+cuentas, que plant&oacute; en chirona a encopetados personajes responsables de
+&eacute;stas. Es fama que, oyendo los descargos que le daba un empleado, dijo
+aburrido el se&ntilde;or de Areche:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Sabe usted, se&ntilde;or alcabelero, que no entiendo sus cuentas?</p>
+
+<p>&mdash;No es extra&ntilde;o, se&ntilde;or Visitador. Yo tampoco las entiendo, y eso que las
+cuentas son m&iacute;as.</p>
+
+<p>&iexcl;Vaya si las malditas andar&iacute;an enredadas!</p>
+
+<p>Entre los presos hall&aacute;base cierto corregidor, de quien dec&iacute;ase que hab&iacute;a
+sido m&aacute;s voraz que sanguijuela para sacar el quilo a los pueblos cuyo
+gobierno le estaba encomendado. La causa, entre probanzas, testigos,
+careos, apelaciones y dem&aacute;s batiborrillo de la chusma forense, llevaba
+trazas de dar tela para pleito durante tres generaciones por lo menos.
+Nuestro hombre resolvi&oacute; cortar por el atajo y, aboc&aacute;ndose con el
+carcelero, le pidi&oacute; resueltamente que lo dejase salir por un par de
+horas, empe&ntilde;&aacute;ndole palabra de regresar a la prisi&oacute;n antes de que
+expirase el t&eacute;rmino fijado. El carcelero reflexion&oacute; que la palabra de
+honor no es cosa para empe&ntilde;ada, pues sobre tal prenda no desata un
+usurero los cordones de la bolsa, y dijo rotundamente que nones. Mas
+deslumbrado por el brillo de algunas peluconas, que al descuido y con
+cuidado le puso entre las manos el preso, acab&oacute; por ablandarse y correr
+cerrojos y abrir rejas.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>Eran las siete de la noche. Hall&aacute;base el se&ntilde;or Visitador en el sal&oacute;n de
+su casa echando una mano de <i>tresillo</i> con unos amigos, y acababan de
+hacerle <i>puesta real</i> en <i>solo de oros</i> con <i>estuches, falla y rey
+enano</i>, cuando entr&oacute; su mayordomo y, llam&aacute;ndolo aparte, le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Un caballero quiere hablar en el instante con su se&ntilde;or&iacute;a.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Alg&uacute;n importuno! Que vuelva ma&ntilde;ana. &iquest;No te ha dicho su nombre?</p>
+
+<p>&mdash;No, se&ntilde;or; pero me ha regalado dos onzas de oro porque pasara recado,
+y como no era decente que esperase respuesta en el zagu&aacute;n, lo he hecho
+entrar en el cuarto de estudio.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Y dices que te ha dado dos onzas de alboroque! Pues ha de ser algo de
+importancia lo que trae a ese sujeto.</p>
+
+<p>Y volvi&eacute;ndose a sus tertulios, les dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Con permiso, caballeros, no tardar&eacute; en volver, y que don Narciso
+juegue por m&iacute;. &iexcl;Es vida muy aporreada la que llevo, y no se la doy a mi
+mayor enemigo!</p>
+
+<p>Y don Jos&eacute; Antonio se dirigi&oacute; al estudio, que estaba situado en el patio
+de la casa. Esper&aacute;balo all&iacute; un embozado que, al presentarse Areche, se
+descubri&oacute; y dijo cort&eacute;smente:</p>
+
+<p>&mdash;Buenas y santas noches.</p>
+
+<p>&mdash;As&iacute; se las d&eacute; Dios. &iexcl;Hola, hola, se&ntilde;or m&iacute;o! &iquest;C&oacute;mo ha salido de la
+c&aacute;rcel sin mi licencia?</p>
+
+<p>&mdash;No hizo falta, se&ntilde;or Visitador. He dado mi palabra, y sabr&eacute; cumplirla,
+de regresar en breve a la prisi&oacute;n.</p>
+
+<p>&mdash;Supongo a lo que usted viene..., a hablarme, sin duda, de su causa.</p>
+
+<p>&mdash;Precisamente, se&ntilde;or Visitador.</p>
+
+<p>&mdash;Pues tiempo perdido, amigo m&iacute;o. Lo veo a usted en mal caballo, y con
+dolor de mi coraz&oacute;n tendr&eacute; que ser severo; que el rey no me ha enviado
+para que ande con blanduras y contemplaciones. En su causa hay
+documentos atroces y testigos libres de tacha cuyas declaraciones bastan
+y sobran para enviar a la horca diez pr&oacute;jimos de su calibre. Yo soy muy
+recto, y trat&aacute;ndose de administrar justicia no me caso ni con la madre
+que me pari&oacute;.</p>
+
+<p>&mdash;Pues, se&ntilde;or Visitador, contra todo lo que dice su se&ntilde;or&iacute;a que hay de
+grave en mi proceso, poseo yo mil argumentos irrefutables; s&iacute;, se&ntilde;or,
+mil argumentos. Y lo mejor es que seamos amigos y nos dejemos de
+pleitos, que no sirven sino para traer desazones, criar mala sangre y
+hacer caldo gordo a escribas y fariseos.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y por qu&eacute;, si tiene tanta confianza en que han de sacarlo airoso, no
+ha hecho uso de sus argumentos? Ya quisiera conocer uno para
+refut&aacute;rselo.</p>
+
+<p>&mdash;Si el se&ntilde;or Visitador me ofrece no airarse y guardarme el secreto,
+dir&eacute;le en puridad cu&aacute;les son mis argumentos.</p>
+
+<p>&mdash;Hable usted clara y como Cristo nos ense&ntilde;a. Pres&eacute;nteme uno solo de sus
+argumentos, y guarde los novecientos noventa y nueve restantes, que ni
+tiempo hay sobrado ni ocasi&oacute;n es &eacute;sta para hacerme cargo de ellos.</p>
+
+<p>Entonces el corregidor meti&oacute; mano al bolsillo, y entre el pulgar y el
+&iacute;ndice sac&oacute; una onza de oro.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Ve su se&ntilde;or&iacute;a este argumento?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Eso es una pelucona, se&ntilde;or corregidor!</p>
+
+<p>&mdash;Pues mil argumentos de su especie tengo listos para que se corte el
+proceso. Y buenas noches, se&ntilde;or Visitador, que las horas vuelan y la
+palabra es palabra.</p>
+
+<p>Y paso entre paso, el corregidor sigui&oacute; camino de la c&aacute;rcel.</p>
+
+<p>En cuanto al se&ntilde;or de Areche, refieren que volvi&oacute; cogitabundo a ocupar
+su puesto en la mesa de tresillo, que en toda la santa noche no hizo
+jugada en regla, y que, por primera vez en su vida, cometi&oacute; dos
+<i>renuncios</i>, prueba clara de la preocupaci&oacute;n de su &aacute;nimo.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>&iexcl;Qu&eacute; demonche! Yo no soy maldiciente, pero en la historia hay hechos que
+lo sacan a uno de quicio.</p>
+
+<p>Y la prueba de que don Jos&eacute; Antonio de Areche no jug&oacute; muy limpio, que
+digamos, en el desempe&ntilde;o de la comisi&oacute;n que el rey le confiara, est&aacute; en
+que, a pesar de los pesares, su majestad se vi&oacute; forzado a destituirlo,
+llam&aacute;ndolo a Espa&ntilde;a, confisc&aacute;ndole la hacienda, y sentenci&aacute;ndolo a vivir
+desterrado de la villa y corte de Madrid.</p>
+
+<p>Al siguiente d&iacute;a de la entrevista con el Visitador, fu&eacute; puesto en
+libertad el preso y se sobresey&oacute; en la causa.</p>
+
+<p>&iexcl;Y tenga usted fe en la incorruptibilidad de la justicia!</p>
+
+<p>Digo, &iexcl;si fumar&iacute;an en pipa los argumentos del corregidor!</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="LA_NINA_DEL_ANTOJO" id="LA_NINA_DEL_ANTOJO"></a><a href="#toc">LA NI&Ntilde;A DEL ANTOJO</a></h2>
+
+
+<p>Generalizada creencia era entre nuestros abuelos que a las mujeres
+encintas deb&iacute;a complacerse a&uacute;n en sus m&aacute;s extravagantes caprichos.
+Oponerse a ellos equival&iacute;a a malograr obra hecha. Y los disc&iacute;pulos de
+Galeno eran los que m&aacute;s contribu&iacute;an a vigorizar esa opini&oacute;n, si hemos de
+dar cr&eacute;dito a muchas tesis o disertaciones m&eacute;dicas, que impresas en
+Lima, en diversos a&ntilde;os, se encuentran reunidas en el tomo XXIX de
+<i>Papeles varios</i> de la Biblioteca Nacional.</p>
+
+<p>Las mujeres de suyo son curiosas, y bastaba que les estuviese vedado
+entrar en claustros para que todas se desviviesen por pasear conventos.
+No hab&iacute;a, pues, en el siglo pasado lime&ntilde;a que no los hubiese recorrido
+desde la celda del prior o abadesa hasta la cocina.</p>
+
+<p>Tan luego como en la familia se presentaba hija de Eva en estado
+interesante, las hermanitas, amigas y hasta las criadas se echaban a
+arreglar programa para un mes de romer&iacute;a por los conventos. Y la mejor
+ma&ntilde;ana se aparec&iacute;an diez o doce tapadas a la porter&iacute;a de San Francisco,
+por ejemplo, y la m&aacute;s vivaracha de ellas dec&iacute;a, dirigi&eacute;ndose al lego
+portero:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ave Mar&iacute;a pur&iacute;sima!</p>
+
+<p>&mdash;Sin pecado concebida. &iquest;Qu&eacute; se ofrece, hermanitas?</p>
+
+<p>&mdash;Que vaya usted donde el reverendo padre guardi&aacute;n y le diga que esta
+ni&ntilde;a, como a la vista est&aacute;, se encuentra abultadita, que se le ha
+antojado pasear el convento, y que nosotras venimos acompa&ntilde;&aacute;ndola por si
+le sucede un trabajo.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Pero tantas!...&mdash;murmuraba el lego entre dientes.</p>
+
+<p>&mdash;Todas somos de la familia: esta buena moza es su t&iacute;a carnal; estas dos
+son sus hermanas, que en la cara se les conoce; estas tres
+gordinfloncitas son sus primas por parte de madre; yo y esta borradita,
+sus sobrinas, aunque no lo parezcamos; la de m&aacute;s all&aacute;, esa negra
+chicharrona, es la <i>mama</i> que la cri&oacute;; &eacute;sta es su...</p>
+
+<p>&mdash;Basta, basta con la parentela, que es larguita&mdash;interrump&iacute;a el lego
+sonriendo.</p>
+
+<p>Aqu&iacute; la ni&ntilde;a del antojo lanzaba un suspiro, y las que la acompa&ntilde;aban
+dec&iacute;an en coro:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Jes&uacute;s, hijita! &iquest;Sientes algo? Vaya usted prontito, hermano, a sacar
+la licencia. &iexcl;No se embrome y tengamos aqu&iacute; un trabajo! &iexcl;Virgen de la
+Candelaria! &iexcl;Corra usted, hombre, corra usted!</p>
+
+<p>Y el portero se encaminaba, paso entre paso, a la celda del guardi&aacute;n; y
+cinco minutos despu&eacute;s regresaba con la superior licencia, que su
+paternidad no ten&iacute;a entra&ntilde;as de ogro para contrariar deseo de
+embarazada.</p>
+
+<p>&mdash;Puede pasar la ni&ntilde;a del antojo con toda la sacra familia.</p>
+
+<p>Y otro lego asum&iacute;a las funciones de gu&iacute;a o <i>ciceron</i></p>
+
+<p>Por supuesto que en muchas ocasiones la barriga era de pega, es decir,
+rollo de trapos; pero ni guardi&aacute;n ni portero pod&iacute;an meterse a
+averiguarlo. Para ellos vientre abovedado era pasaporte en regla.</p>
+
+<p>Y de los conventos de frailes pasaban a los monasterios de monjas; y de
+cada visita regresaba a casa la ni&ntilde;a del antojo provista de ramos de
+flores, cerezas y albaricoques, escapularios y pastillas. Las camaradas
+participaban tambi&eacute;n del pan bendito.</p>
+
+<p>Y la romer&iacute;a en Lima duraba un mes por lo menos.</p>
+
+<p>Un arzobispo, para poner coto al abuso y sin atreverse a romper
+abiertamente con la costumbre, dispuso que las antojadizas lime&ntilde;as
+recabasen la licencia, no de la autoridad conventual, sino de la curia;
+pero como hab&iacute;a que gastar en una hoja de papel sellado, y firmar
+solicitud, y volver al siguiente d&iacute;a por el decreto, empezaron a
+disminuir los antojos.</p>
+
+<p>Su sucesor, el se&ntilde;or La Reguera, cort&oacute; de ra&iacute;z el mal contestando un
+<i>no</i> redondo a la primera pr&oacute;jima que fu&eacute; con el empe&ntilde;o.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y si malparo, ilustr&iacute;simo se&ntilde;or?&mdash;insisti&oacute; la postulante.</p>
+
+<p>&mdash;De eso no entiendo yo, hijita, que no soy comadr&oacute;n, sino arzobispo.</p>
+
+<p>Y lo positivo es que no hay tradici&oacute;n de que lime&ntilde;a alguna haya abortado
+por no pasear claustros.</p>
+
+<p>&nbsp;</p>
+
+<p>Entre los manuscritos que en la Real Academia de la Historia, en Madrid,
+forman la colecci&oacute;n de Matalinares, archivo de curiosos documentos
+relativos a la Am&eacute;rica, hay uno (cuaderno 3&ordm; del tomo LXXVII) c&oacute;dice que
+no es sino el extracto de un proceso a que en el Per&uacute; di&oacute; motivo la ni&ntilde;a
+del antojo.</p>
+
+<p>Guardi&aacute;n de la Recoleta de Cajamarca era, por los a&ntilde;os de 1806, fray
+Fernando Jes&uacute;s de Arce, quien, contrariando la arzobispal y
+disciplinaria disposici&oacute;n, di&oacute; en permitir el pase&iacute;to por su claustro a
+las cristianas que lo solicitaban alegando el delicado achaque. La
+autoridad civil tuvo o no tuvo sus razones para pretender hacerlo entrar
+en vereda, y se arm&oacute; proceso, y gordo.</p>
+
+<p>El padre comisario general apoy&oacute; al padre Arce, presentando, entre otros
+argumentos, el siguiente que, a su juicio, era capital y decisivo:&mdash;La
+conservaci&oacute;n del feto es de derecho natural y el precepto de la clausura
+es de derecho positivo, y por consideraci&oacute;n al &uacute;ltimo no ser&iacute;a
+caritativo exponer una mujer al aborto.</p>
+
+<p>El padre Arce dec&iacute;a que para &eacute;l era caso de conciencia consentir en el
+capricho femenino; pues una vez que se neg&oacute; a conceder tal licencia
+aconteci&oacute;le que, a los tres d&iacute;as, se le present&oacute; la ni&ntilde;a del antojo
+llevando el feto en un frasco y culp&aacute;ndolo de su desventura. A&ntilde;ad&iacute;a el
+padre Arce que por &eacute;l no hab&iacute;a de ir otra almita al limbo, que no se
+sent&iacute;a con h&iacute;gados para hacer un feo a antojos de mujer encinta.</p>
+
+<p>El vicario for&aacute;neo se vi&oacute; de los hombres m&aacute;s apurados para dar su fallo,
+y solicit&oacute; el dictamen de Matalinares, que era a la saz&oacute;n fiscal de la
+Audiencia de Lima. Matalinares sostuvo que no por el peligro del feto,
+sino por corruptelas y consideraciones de conveniencia o por privilegios
+apost&oacute;licos para determinadas personas de distinci&oacute;n, se hab&iacute;a tolerado
+la entrada de mujeres en clausura de regulares, y que eso de los antojos
+era grilla y preocupaci&oacute;n. En resumen, terminaba opinando que se
+previniese al padre comisario general ordenase al guardi&aacute;n de la
+Recoleta que por ning&uacute;n pretexto consintiese en lo sucesivo visitas de
+faldas, bajo las penas designadas por la Bula de Benedicto XV, expedida
+en 3 de enero de 1742.</p>
+
+<p>El vicario, apoy&aacute;ndose en tan autorizado dictamen, fall&oacute; contra el
+guardi&aacute;n; pero &eacute;ste no se di&oacute; por derrotado, y apel&oacute; ante el obispo,
+quien confirm&oacute; la resoluci&oacute;n.</p>
+
+<p>Fray Fernando Jes&uacute;s de Arce era testarudo, y dijo en el primer momento
+que no acataba el mandato mientras no viniese del mismo Papa; pero su
+amigo, el comisario general, consigui&oacute; apaciguarlo, dici&eacute;ndole:</p>
+
+<p>&mdash;Padre reverendo, m&aacute;s vale ma&ntilde;a que fuerza. Pues la cuesti&oacute;n ante todo
+es de amor propio, &eacute;ste quedar&aacute; a salvo acatando y no cumpliendo.</p>
+
+<p>El padre Arce qued&oacute; un minuto pensativo; y luego, peg&aacute;ndose una palmada
+en la frente, como quien ha dado en el <i>quid</i> de intrincado asunto,
+exclam&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Cabalito! &iexcl;Eso es!</p>
+
+<p>Y en el acto hizo formal renuncia de la guardian&iacute;a, para que otro y no
+&eacute;l cargase con el mochuelo de enviar almitas al limbo.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="LA_LLORONA_DEL_VIERNES_SANTO" id="LA_LLORONA_DEL_VIERNES_SANTO"></a><a href="#toc">LA LLORONA DEL VIERNES SANTO</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">cuadro tradicional de costumbres antiguas</span></p>
+
+
+<p>Exist&iacute;a en Lima, hasta hace cincuenta a&ntilde;os, una asociaci&oacute;n de mujeres
+todas garabateadas de arrugas y m&aacute;s pilongas que piojo de pobre, cuyo
+oficio era gimotear y echar lagrimones como garbanzos. &iexcl;Vaya una
+profesi&oacute;n perra y barrabasada! Lo particular es que toda socia era vieja
+como el pecado, fea como un chisme y con pespuntes de bruja y rufiana.
+En Espa&ntilde;a d&aacute;banlas el nombre de <i>pla&ntilde;idoras</i>; pero en estos reinos del
+Per&uacute; se les bautiz&oacute; con el de <i>doloridas</i> o <i>lloronas</i>.</p>
+
+<p>Que el gobierno colonial hizo lo posible por desterrarlas, me lo prueba
+un bando o reglamento de duelos que el virrey don Teodoro de Croix mand&oacute;
+promulgar en Lima con fecha 31 de agosto de 1786, y que he tenido
+oportunidad de leer en el tomo XXXVIII de <i>Papeles varios</i> de la
+Biblioteca Nacional. Dice as&iacute;, al pie de la letra, el art&iacute;culo 12 del
+bando: &laquo;El uso de las lloronas o pla&ntilde;idoras, tan opuesto a las m&aacute;ximas
+de nuestra religi&oacute;n como contrario a las leyes, queda perpetuamente
+proscrito y abolido, imponi&eacute;ndose a las contraventoras la pena de un mes
+de servicio en un hospital, casa de misericordia o panader&iacute;a&raquo;. Parece
+que este bando fu&eacute; como tantos otros, letra muerta.</p>
+
+<p>No bien fallec&iacute;a pr&oacute;jimo que dejase hacienda con que pagar un decente
+funeral, cuando el albacea y deudos se echaban por esas calles en busca
+de la llorona de m&aacute;s fama, la cual se encargaba de contratar a las
+comadres que la hab&iacute;an de acompa&ntilde;ar. El estipendio, seg&uacute;n reza un a&ntilde;ejo
+cent&oacute;n que he consultado, era de cuatro pesos para la pla&ntilde;idera en jefe
+y dos para cada subalterna. Y cuando los dolientes, ech&aacute;ndola de
+rumbosos, a&ntilde;ad&iacute;an algunos realejos sobre el precio de tarifa, entonces
+las doloridas estaban tambi&eacute;n obligadas a hacer algo de extraordinario,
+y este algo era acompa&ntilde;ar el llanto con patatuses, convulsiones
+epil&eacute;pticas y repelones. Ellas, en uni&oacute;n de los llamados <i>pobres de
+hacha</i>, que concurr&iacute;an con un cirio en la mano, esperaban a la puerta
+del templo la entrada y salida del cad&aacute;ver para dar rienda suelta a su
+aflicci&oacute;n de contrabando.</p>
+
+<p>D&iacute;gase lo que se quiera en contra de ellas; pero lo que yo sostengo es
+que ganaban la plata en conciencia. Hab&iacute;alas tan adiestradas que no
+parece sino que llevaban dentro del cuerpo un almac&eacute;n de l&aacute;grimas; tanto
+eran &eacute;stas bien fingidas, merced al expediente de pasarse por los ojos
+los dedos untados en zumo de ajos y cebollas. Con frecuencia, as&iacute; hab&iacute;an
+conocido ellas al difundo como al moro Muza, y ment&iacute;an que era un
+contento exaltando entre ayes y congojas las cualidades del muerto.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ay, ay! &iexcl;Tan generoso y caritativo!&mdash;y el que iba en el caj&oacute;n hab&iacute;a
+sido usurero nada menos.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ay, ay! &iexcl;Tan valiente y animoso!&mdash;el infeliz hab&iacute;a liado los b&aacute;rtulos
+por consecuencia del mal de espanto que le ocasionaron los duendes y las
+<i>penas</i>.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ay, ay! &iexcl;Tan honrado y buen cristiano!&mdash;y el difunto hab&iacute;a sido, por
+sus picard&iacute;as y por lo encallecida que tra&iacute;a la conciencia, digno de
+morir en alto puesto, es decir, en la horca.</p>
+
+<p>Y por este tono eran las jeremiadas.</p>
+
+<p>No conclu&iacute;a aqu&iacute; la misi&oacute;n de las lloronas. Quedaba a&uacute;n el rabo por
+desollar; esto es, la ceremonia de <i>recibir el duelo</i> en casa del
+difunto durante treinta noches. Enlut&aacute;banse con cortinados negros la
+sala y cuadra, alumbr&aacute;ndolas con un fanal o guardabrisa cubierta por un
+tul que escasamente dejaba adivinar la luz, o bien encend&iacute;an una
+palomilla de aceite que desped&iacute;a algo como amago de claridad, pero que
+realmente no serv&iacute;a sino para hacer m&aacute;s terror&iacute;fica la lobreguez. Desde
+las siete de la noche los amigos del finado entraban silenciosos en la
+sala y tomaban asiento sin proferir palabra. Un duelo era en buen
+romance una consagraci&oacute;n de mudos.</p>
+
+<p>La cuadra era el cuartel general de las faldas y de las pulgas. Las
+amigas imitaban a los varones en no mover sus labios, lo cual, bien
+mirado, deb&iacute;a ser ruda penitencia para las hijas de Eva. S&oacute;lo a las
+lloronas les era l&iacute;cito sonarse con estr&eacute;pito y lanzar de rato en rato
+un <i>&iexcl;ay Jes&uacute;s!</i> o un suspiro cavernoso, que parec&iacute;a queja del otro
+mundo.</p>
+
+<p>Escenas rid&iacute;culas acontec&iacute;an en los duelos. Un travieso, por ejemplo,
+largaba media docena de ratoncillos en la cuadra, y entonces se armaba
+una de gritos, carreras, chillidos y pataletas.</p>
+
+<p>Por fortuna, con las campanadas de las ocho terminaba la recepci&oacute;n: aqu&iacute;
+eran los apuros entre las mujeres. Ninguna quer&iacute;a ser la primera en
+levantarse. Llam&aacute;base este acto <i>romper el chivato</i>.</p>
+
+<p>A la postre se decid&iacute;a alguna a dar esta muestra de coraje, y
+acerc&aacute;ndose a la no siempre inconsolable viuda, le dec&iacute;a:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;C&oacute;mo ha de ser! H&aacute;gase la voluntad de Dios. Conf&oacute;rmate, hija m&iacute;a, que
+&eacute;l est&aacute; entre santos y descansando de este mundo ingrato. No te des a la
+pena, que eso es ofender a quien todo lo puede.</p>
+
+<p>Y todas iban despidi&eacute;ndose con id&eacute;ntica retahila.</p>
+
+<p>Cuando la familia regresaba de <i>dar el p&eacute;same</i>, por supuesto que pon&iacute;a
+sobre el tapete a la viuda y a la concurrencia, y cortaban las
+muchachas, con la tijera que Dios les di&oacute;, unos sayos primorosos. Lo que
+es la abuela o alguna t&iacute;a, a quienes el romadizo hab&iacute;a impedido <i>ir a
+cumplir</i> con la viuda, preguntaban.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y qui&eacute;n <i>rompi&oacute; el chivato</i>?</p>
+
+<p>&mdash;Do&ntilde;a Estatira, la mujer del escribano.</p>
+
+<p>&mdash;Ella hab&iacute;a de ser, &iexcl;la muy sinverg&uuml;enza! &iexcl;Ya se ve..., una mujer que
+tiene coraje para llamarse Estatira!...</p>
+
+<p>Por m&aacute;s que cavilo no acierto a darme cuenta del porqu&eacute; de esta
+murmuraci&oacute;n. &iexcl;Caramba! Supongo que una visita no ha de ser eterna, y que
+alguien ha de dar ejemplo en lo de tomar el camino de la puerta, y que
+no hay ofensa a Dios ni al pr&oacute;jimo en llamarse Estatira.</p>
+
+<p>En cada noche recib&iacute;a la llorona una peseta columnaria y un bollo de
+chocolate. Y no se olvide que la ganga duraba un mes cabal.</p>
+
+<p>S&oacute;lo en el fallecimiento de los ni&ntilde;os no ten&iacute;an las lloronas misi&oacute;n que
+desempe&ntilde;ar. &iexcl;Ya se ve! &iexcl;Angelitos al cielo!</p>
+
+<p>Pero entre todas las pla&ntilde;idoras hab&iacute;a una que era la categor&iacute;a, el <i>non
+plus ultra</i> del g&eacute;nero, y que s&oacute;lo se dignaba asistir a entierro de
+virrey, de obispos o personajes muy encumbrados. Distingu&iacute;ase con el
+t&iacute;tulo de la <i>llorona del Viernes Santo</i>. El pueblo la llamaba con otro
+nombre que, por no ruborizar a nuestras lectoras, dejamos en el fondo
+del tintero.</p>
+
+<p>As&iacute;, se dec&iacute;a:&mdash;El entierro de don Fulano ha estado de lo bueno lo
+mejor. &iexcl;Con decirte, ni&ntilde;a, que hasta la llorona del Viernes Santo estuvo
+en la puerta de la iglesia!</p>
+
+<p>Para m&iacute; s&oacute;lo hay una profanaci&oacute;n superior a &eacute;sta, y es la que anualmente
+se realiza en las grandes ciudades, con el paseo o romer&iacute;a que, en
+noviembre, se emprende al cementerio. La vanidad de los vivos y no el
+dolor de los deudos es quien ese d&iacute;a adorna las tumbas con flores,
+cintas y coronas emblem&aacute;ticas.&mdash;&iquest;Qu&eacute; se dir&iacute;a de nosotros?&mdash;dicen los
+cari&ntilde;osos parientes&mdash;. Es preciso que los dem&aacute;s vean que gastamos
+lujo&mdash;. <i>Y encontr&eacute; vanidad hasta en la muerte</i>, dice el m&aacute;s sabio de
+los libros.</p>
+
+<p>Las losas sepulcrales son objeto de escarnio y difamaci&oacute;n en esa
+romer&iacute;a.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Hombre!&mdash;dice un mozalbete a otro chisgarab&iacute;s de su estofa, pasando
+revista a las l&aacute;pidas&mdash;. Mira qui&eacute;n est&aacute; aqu&iacute;... La Carmencita... &iquest;No te
+acuerdas, chico?... La que fu&eacute; querida de mi primo el banquero, y le
+cost&oacute; un ojo de la cara... Muchacha muy caritativa... y bonita, eso s&iacute;,
+s&oacute;lo que se pintaba las cejas y frunc&iacute;a la boca para esconder un diente
+mellado.&mdash;&iexcl;Preciosa corona le han puesto a don Melqu&iacute;ades! Mejor se la
+puso su mujer en vida.&mdash;&iexcl;Buen mausoleo tiene don Jun&iacute;pero! &iexcl;Podr&iacute;a ser
+mejor, que para eso rob&oacute; bastante cuando fu&eacute; ministro de Hacienda!
+&iexcl;Valiente pillo!&mdash;F&iacute;jate en el epitafio que le han puesto a don Mil&oacute;n,
+que no fu&eacute; sino un borrico con herrajes de oro y albarda de plata.
+&iexcl;Llamar pozo de ciencia y de sabidur&iacute;a a ese grand&iacute;simo cangrejo!&mdash;&iexcl;Gran
+zorra fu&eacute; do&ntilde;a Remedios! La conoc&iacute; mucho, mucho. &iexcl;Como que casi tuve un
+lance con el Juan Lanas de su marido!&mdash;No sab&iacute;a yo que se hab&iacute;a ya
+muerto el marqu&eacute;s del Algarrobo. &iexcl;Bien viejo ha ido al hoyo! &iexcl;Como que
+era contempor&aacute;neo de los espolines de Pizarro!&mdash;&iexcl;Pucha! Aqu&iacute; est&aacute; un
+patriota abnegado, de esos que dan el ala para comerse la pechuga y que
+saben sacar provecho de toda calamidad p&uacute;blica.</p>
+
+<p>Y basta para muestra de irreverente murmuraci&oacute;n. A estas maldicientes
+les viene a pelo la copla popular:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>El zapato traigo roto,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>&iquest;con qu&eacute; lo remedar&eacute;?</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Con picos de malas lenguas</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>que propalan lo que no es.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>El verdadero dolor huye del bullicio. Ir de paseo al cementerio el d&iacute;a
+de finados por ver y hacerse ver, por aquello de&mdash;&iquest;ad&oacute;nde vas Vicente?,
+a donde va toda la gente&mdash;como se va a la plaza de toros, por noveler&iacute;a
+y por matar tiempo, es cometer el m&aacute;s repugnante y est&uacute;pido de los
+sacrilegios.</p>
+
+<p>Dejo en paz a los difuntos y vuelvo a las lloronas.</p>
+
+<p>Los padres mercedarios, en competencia con lo que la v&iacute;spera hac&iacute;an los
+agustinianos, sacaban el Viernes Santo en procesi&oacute;n unas andas con el
+sepulcro de Cristo, y tras ellas y rodeada por multitud de beatas, iba
+una mujer desgre&ntilde;ada, dando alaridos, echando maldiciones a Judas, a
+Caif&aacute;s, a Pilatos y a todos los sayones; y lo gracioso es que, sin que
+se escandalizase alma viviente, lanzaba a los jud&iacute;os ap&oacute;strofes tan
+subidos de punto como el llamarlos hijos de... la mala palabra.</p>
+
+<p>De la capilla de la Vera Cruz sal&iacute;a tambi&eacute;n, a las once de la noche, la
+famosa procesi&oacute;n de la <i>Minerva</i>, que, como se sabe, era costeada por
+los nobles descendientes de los compa&ntilde;eros de Pizarro, quien fu&eacute; el
+fundador de la aristocr&aacute;tica hermandad y obtuvo que el Papa enviara para
+la iglesia un trozo del verdadero <i>lignun crucis</i>, reliquia que aun
+conservan los dominicos.</p>
+
+<p>Pero en esta procesi&oacute;n todo era severidad, a la vez que lujo y grandeza.
+La aristocracia no di&oacute; cabida nunca a las <i>lloronas</i>, dejando ese adorno
+para la popular procesi&oacute;n de los mercedarios.</p>
+
+<p>El arzobispo don Bartolom&eacute; Mar&iacute;a de las Heras no hab&iacute;a gozado de esas
+mojigangas; y el primer a&ntilde;o, que fu&eacute; el de 1807, en que asisti&oacute; a la
+procesi&oacute;n hizo, a media calle, detener las andas, ordenando que se
+retirase aquella mujer escandalosa que, sin respeto a la santidad del
+d&iacute;a, osaba pronunciar palabrotas inmundas.</p>
+
+<p>&iquest;Creer&aacute;n ustedes que el pueblo se arremolin&oacute; para impedirlo? Pues as&iacute;
+como suena. &iexcl;No faltaba m&aacute;s que deslucir la procesi&oacute;n eliminando de ella
+a la llorona!</p>
+
+<p>El sagaz arzobispo se sonri&oacute; y, acatando la voluntad del pueblo, mand&oacute;
+que siguiese su curso la procesi&oacute;n; pero en el a&ntilde;o siguiente prohibi&oacute;
+con toda entereza a los mercedarios semejante profanaci&oacute;n.</p>
+
+<p>En cuanto a las pla&ntilde;idoras de entierros, ellas pelecharon por algunos
+a&ntilde;os m&aacute;s.</p>
+
+<p>Como se ve por este ligero cuadro, si hab&iacute;a en Lima oficio productivo
+era el de las lloronas. Pero vino la Patria con todo su cortejo de
+impiedades, y desde entonces da grima morirse; pues lleva uno al mudar
+de barrio la certidumbre de que no lo han de llorar en regla.</p>
+
+<p>A las lloronas las hemos reemplazado con algo peor si cabe..., con las
+necrolog&iacute;as de los peri&oacute;dicos.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="A_NADAR_PECES" id="A_NADAR_PECES"></a><a href="#toc">&iexcl;A NADAR, PECES!</a></h2>
+
+
+<p>Posible es que algunos de mis lectores hayan olvidado que el &aacute;rea en que
+hoy est&aacute; situada la estaci&oacute;n del ferrocarril de Lima al Callao
+constituy&oacute; en d&iacute;as no remotos la iglesia, convento y hospital de las
+padres juandedianos.</p>
+
+<p>En los tiempos del virrey Avil&eacute;s, es decir, a principios del siglo,
+exist&iacute;a en el susodicho convento de San Juan de Dios un lego ya entrado
+en a&ntilde;os, conocido entre el pueblo con el apodo de <i>el padre Carapulcra</i>,
+mote que le vino por los estragos que en su rostro hiciera la viruela.</p>
+
+<p>Gozaba <i>el padre Carapulcra</i> de la reputaci&oacute;n de hombre de agud&iacute;simo
+ingenio, y a &eacute;l se atribuyen muchos refranes populares y dichos
+picantes.</p>
+
+<p>Aunque los hermanos hospitalarios ten&iacute;an hecho voto de pobreza, nuestro
+lego no era tan calvo que no tuviera enterrados, en un rinc&oacute;n de su
+celda, cinco mil pesos en onzas de oro.</p>
+
+<p>Era tertulio del convento un mozalbete, de aquellos que usaban <i>arito</i>
+de oro en la oreja izquierda y luc&iacute;an pa&ntilde;uelito de seda filipina en el
+bolsillo de la chaqueta, que hablaban ceceando, y que eran los
+<i>dompreciso</i> en las jaranas de mediopelo, que <i>chupaban</i> m&aacute;s que esponja
+y que rasgueaban de lo lindo, haciendo decir maravillas a las cuerdas de
+la guitarra.</p>
+
+<p>Sus barruntos tuvo &eacute;ste de que el hermano lego no era tan pobre de
+solemnidad como las reglas de su instituto lo exig&iacute;an; y di&oacute;se tal ma&ntilde;a,
+que <i>el padre Carapulcra</i> lleg&oacute; a confesarle en confianza que,
+realmente, ten&iacute;a algunos maraved&iacute;es en lugar seguro.</p>
+
+<p>&mdash;Pues ya son m&iacute;os&mdash;dijo para s&iacute; el <i>ni&ntilde;o Cututeo</i>, que tal era el
+nombre de guerra con que el mocito hab&iacute;a sido solemnemente bautizado
+entre la gente de <i>chispa, arranque y traquido</i>.</p>
+
+<p>Estas &uacute;ltimas l&iacute;neas est&aacute;n pidiendo a gritos una explicaci&oacute;n. D&eacute;mosla a
+vuela pluma.</p>
+
+<p>El bautismo de un <i>mozo de tumbo y trueno</i> se hac&iacute;a delante de una
+botija de aguardiente, cubierta de cintas y flores. El aspirante la
+romp&iacute;a de una pedrada, que lanzaba a tres varas de distancia, y el
+m&eacute;rito estribaba en que no excediese de un litro la cantidad de licor
+que ca&iacute;a al suelo; en seguida el padrino serv&iacute;a a todos los asistentes,
+mancebos y damiselas; y antes de apurar la primera copa, pronunciaba un
+<i>speach</i>, aplicando al candidato el apodo con que, desde ese instante,
+quedaba inscripto en la cofrad&iacute;a de los <i>leg&iacute;timos chuchumecos</i>.
+Conclu&iacute;da esta ceremonia, empezaba una cr&aacute;pula de esas de hacer temblar
+el mundo y sus alrededores.</p>
+
+<p>Entre esos bohemios del vicio era mucha honra poder decir:</p>
+
+<p>&mdash;Yo soy <i>chuchumeco leg&iacute;timo</i> y recibido, no como quiera, sino por el
+mismo Pablo Tello en persona, con botija abierta, arpa, guitarra y
+caj&oacute;n.</p>
+
+<p>Largo podr&iacute;amos escribir sobre este tema y sobre el tecnicismo o
+jerigonza que hablaban los afiliados; pero ello es comprometedor y
+peliagudo, y ser&aacute; mejor que lo dejemos para otro rato, que no se gan&oacute;
+Zamora en una hora.</p>
+
+<p>Una tarde en que, con motivo de no s&eacute; qu&eacute; fiesta, hubo mantel largo en
+el refectorio de los juandedianos, se agarraron a trago va y trago viene
+el lego y el <i>chuchumeco</i>, y cuando aqu&eacute;l estaba ya madio chispo, hubo
+de parecerle a &eacute;ste propicia la oportunidad para venturar el golpe de
+gracia.</p>
+
+<p>&mdash;Si su paternidad me confiara parte de esos realejos que tiene ociosos
+y criando moho, permita Dios que el <i>piscolabis</i> que he bebido se me
+vuelva en el buche rejalgar o agua de estanque con sapos y sabandijas,
+si antes de un a&ntilde;o no se los he triplicado.</p>
+
+<p>El demonio de la codicia di&oacute; un mordisco en el coraz&oacute;n del lego.</p>
+
+<p>&mdash;Mire su paternidad&mdash;prosigui&oacute; el ni&ntilde;o&mdash;. Yo he sido mancebo de la
+botica de don Silverio, y tengo la farmacopea en la punta de la u&ntilde;a. Con
+dos mil pesos ponemos una botica que le eche la pata encima a la del
+Gato.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Con tan poco, hombre!&mdash;balbuce&oacute; el juandediano.</p>
+
+<p>&mdash;Y hasta con menos; pero me fijo en suma redonda porque me gusta hacer
+las cosas en grande y sin miseria. Un almirez, un morterito de piedra,
+una retorta, un alambique, un tarro de sanguijuelas, unas cuantas onzas
+de goma, linaza, achicoria y ra&iacute;z de altea, unos frascos vistosos,
+vac&iacute;os los m&aacute;s y pocos con droga, y pare de contar... Es cuanto
+necesitamos. Cr&eacute;ame su paternidad. Con <i>cuatro simples</i>, en un verbo le
+pongo yo la primera botica de Lima.</p>
+
+<p>Y prosigui&oacute;, con variaciones sobre el mismo tema, excitando la codicia
+del hospitalario y halagando su vanidad con llamarlo a roso y velloso su
+<i>paternidad</i>. Parece que el muy tunante guardaba en la memoria este
+pareado:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>para surgir, con adularte basta;</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>la lisonja es jab&oacute;n que no se gasta.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Mucho alcanza un adulador, sobre todo cuando sabe exagerar la lisonja. A
+prop&oacute;sito de adulaciones, no recuerdo en qu&eacute; cronic&oacute;n he le&iacute;do que uno
+de los virreyes del Per&uacute; fu&eacute; hombre que se pagaba infinito que lo
+creyesen omnipotente. Discurr&iacute;ase una noche en la tertulia palaciega
+sobre el Apocalipsis y el juicio final; y el virrey, volvi&eacute;ndose a un
+garnacha, mozo lime&ntilde;o y decidor, que hasta ese momento no hab&iacute;a
+despegado los labios para hablar en la cuesti&oacute;n, le dijo:&mdash;Y usted,
+se&ntilde;or doctor, &iquest;cu&aacute;ndo cree que se acabar&aacute; el mundo?&mdash;Es claro&mdash;contest&oacute;
+el interpelado&mdash;, cuando vuecelencia mande que se acabe.&mdash;Agrega el
+cronista que el virrey tom&oacute; por lisonja fina la picante y epigram&aacute;tica
+respuesta. &iexcl;Si vivir&iacute;a el hombre convencido de su omnipotencia!</p>
+
+<p>A la postre, el buen lego mordi&oacute; el anzuelo y empez&oacute; por desenterrar
+cien peluconas.</p>
+
+<p>Y la botica se puso, luciendo en el mostrador cuatro redomas con aguas
+de colores y una garrafa con pececitos del r&iacute;o. En los escaparates se
+ostentaban tambi&eacute;n algunos elegantes frascos de drogas; pero con el
+pretexto de que hoy se necesita tal b&aacute;lsamo y ma&ntilde;ana cual menjurge,
+lleg&oacute; el boticario a arrancarle a su socio todas las muelas que ten&iacute;a
+bajo tierra.</p>
+
+<p>Y pasaron meses; y el mocito, que entend&iacute;a de picard&iacute;as m&aacute;s que una
+culebra, le hac&iacute;a cuentas alegres, hasta que aburrido <i>Carapulcra</i>, le
+dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Pues, se&ntilde;or, es preciso que demos un balance, y cuanto m&aacute;s pronto
+mejor.</p>
+
+<p>&mdash;Convenido&mdash;contest&oacute; imp&aacute;vido <i>Cututeo</i>&mdash;: ma&ntilde;ana mismo nos ocuparemos
+de eso.</p>
+
+<p>Y aquella tarde vendi&oacute; a otros del oficio, por la mitad de precio,
+cuanto hab&iacute;a en los escaparates, y la botica qued&oacute; limpia sin necesidad
+de escoba.</p>
+
+<p>Cuando al d&iacute;a siguiente fu&eacute; <i>Carapulcra</i> en busca del compa&ntilde;ero para dar
+principio al balance, se encontr&oacute; con que el p&aacute;jaro hab&iacute;a volado, y por
+&uacute;nica existencia la garrafa de los peces.</p>
+
+<p>P&uacute;sose el lego furioso, y en su arrebato cogi&oacute; la garrafa y la arroj&oacute; a
+la acequia diciendo:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;A nadar, peces!</p>
+
+<p>Y he aqu&iacute;, por si ustedes lo ignoran, el origen de esta frase.</p>
+
+<p>Y luego <i>el padre Carapulcra</i>, tom&aacute;ndose la cabeza entre las manos, se
+dej&oacute; caer en un sill&oacute;n de vaqueta murmurando:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ah p&iacute;caro! Con <i>cuatro simples</i> me dijo que se pon&iacute;a una botica...
+&iexcl;Embustero! El la puso con s&oacute;lo <i>un simple</i>... &iexcl;y &eacute;se fu&iacute; yo!</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="CONVERSION_DE_UN_LIBERTINO" id="CONVERSION_DE_UN_LIBERTINO"></a><a href="#toc">CONVERSION DE UN LIBERTINO</a></h2>
+
+<p style="margin-left: 40%;"><i>Un faldell&iacute;n he de hacerme</i><br />
+<i>de bayeta de temblor,</i><br />
+<i>con un letrero que diga:</i><br />
+<span style="margin-left: 1em;"><i>&iexcl;misericordia, Se&ntilde;or!</i></span><br />
+<br />
+<span style="margin-left: 4em;">(Copla popular en 1746).</span><br />
+</p>
+
+
+<p>En el convento de la Merced existe un cuadro representando un hombre a
+caballo (que no es San Pedro Nolasco, sino un criollo del Per&uacute;), dentro
+de la iglesia y rodeado de la comunidad. Como esto no pudo pintarse a
+humo de pajas, sino para conmemorar alg&uacute;n suceso, dime a averiguarlo, y
+he aqu&iacute; la tradici&oacute;n que sobre el particular me ha referido un
+religioso.</p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>Don Juan de Andueza era todo lo que hay que ser de tarambana y mozo
+tigre. Para esto de chamuscar casadas y encender doncellas no ten&iacute;a
+coteja.</p>
+
+<p>Gran devoto de San Rorro, patr&oacute;n de holgazanes y borrachos, viv&iacute;a, como
+dicen los franceses, <i>au jour le jour</i>, y tanto se le daba de lo de
+arriba como de lo de abajo. Mientras encontrara sobre la tierra mozas,
+vino, naipes, pendencias y francachelas, no hab&iacute;a que esperar reforma en
+su conducta.</p>
+
+<p>Para gallo sin traba, todo terreno es <i>cancha</i>.</p>
+
+<p>El 28 de octubre de 1746 hall&aacute;base en una taberna del Callao, reunido
+con otros como &eacute;l y media docena de hembras de la <i>cuerda</i>, gente toda
+de no inspirar codicia ni al demonio. El <i>copeo</i> era en regla, y al son
+de una guitarra con romadizo, una de las mozuelas bailaba con su
+respectivo gal&aacute;n una desenfrenada <i>sajuriana o cueca</i>, como hoy decimos,
+haciendo contorsiones de cintura, que envidiar&iacute;a una culebra, para
+levantar del suelo, con la boca y sin auxilio de las manos, un cacharro
+de aguardiente. A la vez, y llevando el comp&aacute;s con palmadas, cantaban
+los circunstantes:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 5em;"><i>Lev&aacute;ntamelo, Mar&iacute;a;</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>lev&aacute;ntamelo, Jos&eacute;;</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>si t&uacute; no me lo levantas</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>yo me lo levantar&eacute;.</i></span><br />
+<span style="margin-left: 5em;"><i>&iexcl;Qu&eacute; se quema el sango!</i></span><br />
+<span style="margin-left: 6em;"><i>&iexcl;No se quemar&aacute;,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>pues vendr&aacute;n las olas</i></span><br />
+<span style="margin-left: 5em;"><i>y lo apagar&aacute;n!</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Aquella bacanal no pod&iacute;a ser m&aacute;s inmunda, ni la bailarina m&aacute;s
+asquerosamente l&uacute;brica en sus movimientos. Eso era para escandalizar
+hasta a un budinga. Con decir que la jarana era de las llamadas de
+cascabel gordo, ahorro gasto de tinta.</p>
+
+<p>La <i>zamacueca</i> o <i>mozamala</i> es un bailecito de mi tierra y que, nacido
+en Lima, no ha podido aclimatarse en otros pueblos. Para bailarlo bien
+es indispensable una lime&ntilde;a con mucha sal y mucho rejo. Seg&uacute;n la pareja
+que lo baila, puede tocar en los extremos: o fant&aacute;sticamente espiritual
+o desvergonzadamente sensual; habla al alma o a los sentidos. Todo
+depende de la <i>almea</i>.</p>
+
+<p>Refieren que un arzobispo vi&oacute; de una manera casual bailar la mozamala, y
+volvi&eacute;ndose al familiar que lo acompa&ntilde;aba, pregunt&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;C&oacute;mo se llama este bailecito?</p>
+
+<p>&mdash;La zamacueca, ilustr&iacute;simo se&ntilde;or.</p>
+
+<p>&mdash;Mal puesto nombre. Esto debe llamarse <i>la resurrecci&oacute;n de la carne</i>.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>Acababan de <i>picar</i> a bordo del nav&iacute;o de guerra <i>San Ferm&iacute;n</i> (constru&iacute;do
+en 1731 en el astillero de Guayaquil, con gasto de ochenta mil pesos)
+las diez y media de la noche, cuando un ruido espantoso, acompa&ntilde;ado de
+un atroz sacudimiento de tierra, vino a interrumpir a los jaranistas.
+Pasado &eacute;ste, y sin cuidarse de averiguar lo ocurrido en la poblaci&oacute;n,
+volvi&oacute; aquella gentuza a meterse en el chiribitil y a continuar el
+fandango.</p>
+
+<p>Un cuarto de hora despu&eacute;s Juan de Andueza, que hab&iacute;a dejado su caballo a
+la puerta del lupanar, sali&oacute; para sacar cigarros de la bolsa del pell&oacute;n,
+y de una manera inconsciente dirigi&oacute; la mirada hacia el mar. El
+espect&aacute;culo que &eacute;ste ofrec&iacute;a era tan aterrador, que Andueza se puso de
+un brinco sobra la silla, y aplicando espuela al caballo, pardo al
+escape, no sin gritar a sus compa&ntilde;eros de org&iacute;a:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Agarrarse, muchachos, que el mar se sale y apaga el sango!</p>
+
+<p>En efecto, el mar, como un gladiador que reconcentra sus fuerzas para
+lanzarse con mayor br&iacute;o sobre su adversario, se hab&iacute;a retirado dos
+millas de la playa, y una ola gigantesca y espumosa alanzaba sobre la
+poblaci&oacute;n.</p>
+
+<p>De los siete mil habitantes del Callao, seg&uacute;n las relaciones del marqu&eacute;s
+de Obando, del jesu&iacute;ta Lozano y del ilustrado Llano Zapata, no alcanz&oacute;
+al n&uacute;mero de doscientos once a&ntilde;os, contados desde la fundaci&oacute;n de la
+ciudad por las olas.</p>
+
+<p>El terremoto, habido a las diez y media de la noche, ocasion&oacute; en Lima no
+menores estragos; pues de setenta mil habitantes quedaron cuatro mil
+sepultados entre las ruinas de los edificios. &laquo;En tres minutos&mdash;dice uno
+de los escritores citados&mdash;qued&oacute; en escombros la obra de doscientos once
+a&ntilde;os, contando desde la fundaci&oacute;n de la ciudad&raquo;.</p>
+
+<p>Aunque los templos no ofrec&iacute;an seguro asilo, y algunos, como el de San
+Sebasti&aacute;n, estaban en el suelo, abri&eacute;ronse las puertas de las
+principales iglesias, cuyas comunidades elevaban preces al Alt&iacute;simo, en
+uni&oacute;n del aterrorizado pueblo, que buscaba refugio en la casa del Se&ntilde;or.</p>
+
+<p>Entretanto, ignor&aacute;base en Lima el atroz cataclismo del Callao, cuando
+despu&eacute;s de las once, un jinete, penetrando a escape por un lienzo
+derrumbado de la muralla, cruz&oacute; el Rastro de San Jacinto y la calle de
+San Juan de Dios, y viendo abierta la iglesia de la Merced, lanz&oacute;se en
+ella y lleg&oacute; a caballo hasta cerca del altar mayor, con no poco espanto
+del afligido pueblo y de los mercedarios, que no atinaban a hallar
+disculpa para semejante profanaci&oacute;n.</p>
+
+<p>Detenido por los fieles el fogoso animal, dej&oacute;se caer el elebronado
+jinete, y poni&eacute;ndose de rodillas delante del comendador, grit&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Confesi&oacute;n! &iexcl;Confesi&oacute;n! &iexcl;El mar se sale!</p>
+
+<p>Tan tremenda noticia se esparci&oacute; por Lima con velocidad el&eacute;ctrica, y la
+gente ech&oacute; a correr en direcci&oacute;n al San Crist&oacute;bal y dem&aacute;s cerros
+vecinos.</p>
+
+<p>No hay pluma capaz de describir escena de desolaci&oacute;n tan infinita.</p>
+
+<p>El virrey Manso de Velazco estuvo a la altura de la aflictiva situaci&oacute;n,
+y el monarca le hizo justicia premi&aacute;ndole con el t&iacute;tulo de conde de
+Superunda.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>Juan de Andueza, el libertino, cambi&oacute; por completo de vida y visti&oacute; el
+h&aacute;bito de lego de la Merced, en cuyo convento muri&oacute; en olor de santidad.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="EL_REY_DEL_MONTE" id="EL_REY_DEL_MONTE"></a><a href="#toc">EL REY DEL MONTE</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">que, entre otras cosas, trata de c&oacute;mo la reina de los terranovas perdi&oacute;
+honra, cetro y vida</span></p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>Con el cristianismo, que es fraternidad, nos vino desde la civilizada
+Europa, y como una negaci&oacute;n de la doctrina religiosa, la trata de
+esclavos. Los crueles expedientes de que se val&iacute;an los traficantes en
+carne humana para completar en las costas de &Aacute;frica el cargamento de sus
+buques, y la manera b&aacute;rbara como despu&eacute;s eran tratados los infelices
+negros, no son asuntos para art&iacute;culos del car&aacute;cter ligero de mis
+<span class="smcap">Tradiciones</span>.</p>
+
+<p>El esclavo que trabajaba en el campo viv&iacute;a perennemente amagado del
+l&aacute;tigo y el grillete, y el que lograba la buena suerte de residir en la
+ciudad ten&iacute;a tambi&eacute;n, como otra espada de Damocles, suspendida sobre su
+cabeza la amenaza de que, al primer renuncio, se abrir&iacute;an para &eacute;l las
+puertas de hierro de un amasijo.</p>
+
+<p>Muchos amos comet&iacute;an la atrocidad de <i>carimbar</i> o poner marca sobre la
+piel de los negros, como se pr&aacute;ctica actualmente con el ganado vacuno o
+caballar, hasta que vino de Espa&ntilde;a real c&eacute;dula prohibiendo la <i>carimba</i>.</p>
+
+<p>En el siglo anterior empez&oacute; a ser menos ruda la existencia de los
+esclavos. Los africanos, que por aquel tiempo se vend&iacute;an en el Per&uacute; a
+precio m&aacute;s o menos igual al que hoy se paga por la contrata de un colono
+asi&aacute;tico, merecieron de sus amos la gracia de que, despu&eacute;s de
+cristianados, pudieran, seg&uacute;n sus respectivas nacionalidades o tribus,
+asociarse en cofrad&iacute;as. Aun creemos que vino de Espa&ntilde;a una real c&eacute;dula
+sobre el particular.</p>
+
+<p>Andando los a&ntilde;os, y con sus ahorrillos y gajes, llegaban muchos esclavos
+a pagar su carta de libertad; y entonces se consagraban al ejercicio de
+alguna industria, no siendo pocos los que lograron adquirir una decente
+fortuna. Precisamente la calle que se llama de Ot&aacute;rola debi&oacute; su nombre a
+un acaudalado chala o mozambique, del cual, pues viene a cuento, he de
+referir una ocurrencia.</p>
+
+<p>Coloc&oacute;se en cierta ocasi&oacute;n en la puerta de un templo una mesa con la
+indispensable bandeja para que los fieles oblasen limosnas. Lleg&oacute; su
+excelencia y el virrey ech&oacute; un par de peluconas, y los oidores, y damas,
+y cabildantes, y gente de alto coturno hicieron resonar la met&aacute;lica
+bandeja con una onza o un escudo por lo menos. Tal era la costumbre o la
+moda.</p>
+
+<p>De repente present&oacute;se <i>taita Ot&aacute;rola</i>, seguido de dos negros, cada uno
+de los cuales tra&iacute;a a cuestas un talego de a mil duros, y sacando del
+bolsillo medio real de plata lo ech&oacute; en la bandeja, diciendo:</p>
+
+<p>&mdash;Esta es la limosna.</p>
+
+<p>Luego mand&oacute; avanzar a los negros, y colocando sobre la mesa los dos
+talegos a&ntilde;adi&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;Esta es la fantas&iacute;a.</p>
+
+<p>Ahora comenten ustedes a sus anchas la cosa, que no deja de tener
+entripado.</p>
+
+<p>Como era consiguiente, muchas de las asociaciones de negros llegaron a
+poner su tesorer&iacute;a en situaci&oacute;n holgada. Los angolas, caravel&iacute;s,
+mozambiques, congos, chalas y terranovas compraron solares en las calles
+extremas de la ciudad, y edificaron las casas llamadas de cofrad&iacute;as. En
+festividades determinadas, y con venia de sus amos, se reun&iacute;an all&iacute; para
+celebrar jolgorios y comilonas a la usanza de sus pa&iacute;ses nativos.</p>
+
+<p>Estando todos bautizados, eligieron por patrona de las cofrad&iacute;as a la
+Virgen del Rosario, y era de ver el boato que desplegaban para la
+fiesta. Cada tribu ten&iacute;a su reina, que era siempre negra y rica. En la
+procesi&oacute;n solemne sal&iacute;a &eacute;sta con traje de raso blanco, cubierto de
+fin&iacute;simas blondas valencianas, banda bordada de piedras preciosas,
+cintur&oacute;n y cetro de oro, arracadas y gargantilla de perlas. Todas
+echaban, como se dice, la casa por la ventana y llevaban un caudal
+encima. Cada reina iba acompa&ntilde;ada de sus damas de honor, que por lo
+regular eran esclavas j&oacute;venes, mimadas de sus aristocr&aacute;ticas se&ntilde;oras, y
+a quienes &eacute;stas por vanidad engalanaban ese d&iacute;a con sus joyas m&aacute;s
+valiosas. Segu&iacute;a a la corte el populacho de la tribu, con cirio en mano
+las mujeres y los hombres tocando instrumentos africanos.</p>
+
+<p>Aunque con menos lujo, concurr&iacute;an tambi&eacute;n las cofrad&iacute;as a las fiestas de
+San Benito y Nuestra Se&ntilde;ora de la Luz, en el templo de San Francisco, y
+a las procesiones de Corpus y Cuasimodo. En estas &uacute;ltimas eran africanos
+los que formaban las cuadrillas de diablos danzantes que acompa&ntilde;aban a
+la <i>tarasca, papahuevos y gigantones</i>.</p>
+
+<p>La reina de los terranovas, en 1799, era una negra de m&aacute;s de cincuenta
+inviernos, conocida con el nombre de <i>mama Salom&eacute;</i>, la que habiendo
+comprado su libertad, puso una mazamorrer&iacute;a; y el hecho es que cundiendo
+la venta del art&iacute;culo adquiri&oacute; un fortun&oacute;n tal que sus compatriotas,
+cuando vac&oacute; el trono, la aclamaron, <i>nemine discrepante</i>, por reina y
+se&ntilde;ora.</p>
+
+<p>Probablemente los lime&ntilde;os del siglo anterior se engolosinar&iacute;an con la
+mazamorra, cuando los provincianos les aplicaban a guisa de injuria el
+ep&iacute;teto de <i>mazamorreros</i>. &iexcl;Ah&iacute; nos las den todas! Tanta deshonra hay en
+ello como en mascar pan o <i>chacchar</i> coca.</p>
+
+<p>A Dios gracias, hoy estamos archicivilizados, y no hay miedo de que nos
+endilguen aquel mote que nos ruborizaba hasta el blanco de los ojos. A
+la inofensiva mazamorra la tenemos relegada al olvido, y como dijo mi
+inolvidable amigo el festivo y popular poeta Manuel Segura:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Yo conozco cierta dama</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>que con este siglo ir&aacute;,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>que dice que a su mama</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>no la llam&oacute; nunca mama,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>y otra de aspecto cetrino</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>que, por mostrar gusto ingl&eacute;s,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>dice: yo no se lo que es</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>mazamorra de cochino.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Lo que hoy triunfa es la cerveza de Bass, marca T y el <i>bitter</i> de los
+hermanos Broggi. &iexcl;Viva mi Pepa!</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Impulso de blandir cachiporra</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>nunca a nadie inspir&oacute; la mazamorra,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>que ella no daba br&iacute;os</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>para andarse buscando desaf&iacute;os,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>ni faltar al respeto cortesano</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>a la mujer, al monje o al anciano.</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Mientras hoy, con un vaso de cerveza</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>a cuestas, o una copa vergonzante</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>de bitter de Torino, hasta al gigante</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Goliath le rebanamos la cabeza</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>hablamos de t&uacute; a Cristo, y un piropo</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>le echa a una dama el &uacute;ltimo galopo.</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>&iexcl;La diferencia es nada!</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>&iquest;Ganamos o perdemos, camarada?</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Basta de digresi&oacute;n y adelante con los faroles.</p>
+
+<p>A&ntilde;os llevaba ya nuestra <i>macuita</i> en pac&iacute;fica posesi&oacute;n de un trono tan
+real como el de la reina Pintiquiniestra. Pero &iexcl;mire usted lo que es la
+envidia!</p>
+
+<p>Como nadie alcanzaba a hacer competencia a la acreditada mazamorrer&iacute;a de
+<i>mama</i> Salom&eacute;, otra del gremio levant&oacute; la especie de que la terranova
+era bruja, y que para hacer apetitoso su manjar meneaba la olla, &iexcl;qu&eacute;
+asco!, con una canilla de muerto, canilla de jud&iacute;o, por a&ntilde;adidura.</p>
+
+<p>&iquest;Bruja dijiste? &iexcl;A la Inquisici&oacute;n con ella! Y la pobre negra, convicta y
+confesa (con auxilio de la polea) de malas artes, fu&eacute; sacada a la
+verg&uuml;enza p&uacute;blica, con pregonero delante y zurrador detr&aacute;s, medio
+desnuda y montada en un burro flaco.</p>
+
+<p>Y diz que lo es fr&iacute;o o calor bien pudo tener; pero lo que es verg&uuml;enza,
+ni el canto de una u&ntilde;a, pues en la piel no se le not&oacute; la menor se&ntilde;al de
+sonrojo.</p>
+
+<p>Entendido est&aacute; que la Inquisici&oacute;n se ech&oacute; sobre el &uacute;ltimo maraved&iacute; de la
+mazamorrera, y que los terranovas la negaron obediencia y la
+destituyeron. Barrunto que entre ellos ser&iacute;a caso de vacancia la
+acusaci&oacute;n de brujer&iacute;a. No conozco el art&iacute;culo constitucional de los
+terranovas; pero me gusta, y ya lo quisiera ver incrustado en el c&oacute;digo
+pol&iacute;tico de mi tierra, en que tachas peores no fueron nunca pretexto
+para tama&ntilde;o desaire.</p>
+
+<p><i>Mama</i> Salom&eacute;, reina de mojiganga o de mentirijillas, no se parec&iacute;a a
+los soberanos de verdad, que cuando sus vasallos los echan del trono
+poco menos que a puntapi&eacute;s, se van orondos a comer el pan del extranjero
+y engordan que es una maravilla, y hablan a tontas y locas de que Dios
+consiente, pero no para siempre, y que como hay vi&ntilde;as, han de volver a
+empu&ntilde;ar el pandero.</p>
+
+<p><i>Mama</i> Salom&eacute; no intent&oacute; siquiera una revolucioncilla de mala muerte; se
+ech&oacute; a dar y cavar en la ingratitud y felon&iacute;a de los suyos, y a tal
+grado se le melancoliz&oacute; el &aacute;nimo, que sin m&aacute;s ni m&aacute;s se la llev&oacute; Pateta.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p class="c"><span class="smcap">de c&oacute;mo la muerte de una reina influy&oacute; en la vida de un rey</span></p>
+
+<p><i>Mama</i> Salom&eacute; dejaba un hijo, libre como ella y mocet&oacute;n de quince a&ntilde;os,
+el cual se jur&oacute; a s&iacute; mismo, para cuando tuviese edad, vengar en la
+sociedad el ultraje hecho a su madre encoroz&aacute;ndola por bruja, y a la vez
+castigar a los terranovas por la rebeld&iacute;a contra su reina.</p>
+
+<p>Cuentan que un d&iacute;a, sin que hubiese llegado el gale&oacute;n de C&aacute;diz trayendo
+noticia de la muerte del rey o de un pr&iacute;ncipe de la sangre, ni fallecido
+en Lima magnate alguno, civil o eclesi&aacute;stico, las campanas de la
+Catedral principiaron a doblar solemnemente, siguiendo su ejemplo las de
+las infinitas torres que tiene la ciudad. Las gentes se echaban a las
+calles preguntando qui&eacute;n era el muerto, y la autoridad misma no sab&iacute;a
+qu&eacute; responder.</p>
+
+<p>Interrogados los campaneros, contestaban, y con raz&oacute;n, que ellos no
+ten&iacute;an para qu&eacute; meterse en averiguaciones, est&aacute;ndoles prevenido que
+repitiesen todo y por todo el toque de la matriz. Llamado ante el
+arzobispo el campanero de la Catedral, dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Ilustr&iacute;simo se&ntilde;or: los mandamientos rezan &laquo;honrar padre y madre&raquo;. La
+que me envi&oacute; al mundo muri&oacute; en el hospital esta ma&ntilde;ana, y yo, que no
+tengo m&aacute;s prebenda que la torre, honro a mi madre haciendo gemir a mis
+camparas.</p>
+
+<p><i>Mutatis mutandis</i>, puede decirse que el hijo de Salom&eacute; pensaba como el
+campanero de marras, proponi&eacute;ndose honrar con cr&iacute;menes la memoria de su
+madre.</p>
+
+<p>Gozaba Lima de aparente tranquilidad, pues ya se empezaba a sentir en la
+atm&oacute;sfera olor a chamusquina revolucionaria, cuando de pronto cundi&oacute;
+grave alarma, y a fe que hab&iacute;a sobrado motivo para ella. Trat&aacute;base nada
+menos que de la aparici&oacute;n de una fuerte cuadrilla de bandoleros, que, no
+contentos con cometer en despoblado mil y un estropicios, penetraban de
+noche en la ciudad, realizaban robos y se retiraban tan frescos como
+quien no quiebra un plato ni cosa que lo valga. En diversas ocasiones
+salieron las partidas de campo con orden de exterminarlos; pero los
+bandidos se bat&iacute;an tan en regla, que sus perseguidores se ve&iacute;an forzados
+a volver grupas, regresando maltrechos y con algunas bajas a la ciudad.</p>
+
+<p>Rara era la incursi&oacute;n de los bandoleros a la capital en que no se
+llevasen cautivo alg&uacute;n terranova, que pocos d&iacute;as despu&eacute;s devolv&iacute;an bien
+azotado y con la cabeza al rape. Con las mujeres terranovas hac&iacute;an
+tambi&eacute;n lo mismo, y algo m&aacute;s. Una noche hall&aacute;base la reina de regodeo en
+la casa de la cofrad&iacute;a, cuando de improviso se presentaron los de la
+cuadrilla, azotaron a su majestad, y cometieron con ella desaguisados
+tales que volando, volando y en pocos d&iacute;as la llevaron al pante&oacute;n. El
+trono qued&oacute; vacante, no habiendo quien lo codiciase por miedo a las
+consecuencias; lo que ocasion&oacute; el desprestigio de la tribu y di&oacute;
+preponderancia a las otras cofrad&iacute;as, partidarias entusiastas del <i>Rey
+del Monte</i>, t&iacute;tulo con que era conocido el negro hijo de <i>mama</i> Salom&eacute;,
+capit&aacute;n de la falange maldita.</p>
+
+<p>Contribu&iacute;an a dar cierta popularidad al <i>Rey del Monte</i> las mentiras y
+verdades que sobre &eacute;l se contaban. S&oacute;lo los ricos eran v&iacute;ctimas de sus
+robos, y su parte de bot&iacute;n la repart&iacute;a entre los pobres; no hab&iacute;a jinete
+que lo superase, y en cuanto a su valor y haza&ntilde;as, refer&iacute;anse de &eacute;l
+tantas historias que a la postre el pueblo empez&oacute; a mirarlo como a
+personaje de leyenda.</p>
+
+<p>Tan grande fu&eacute; el terror que el famoso bandido lleg&oacute; a inspirar, que los
+m&aacute;s poderosos hacendados, para verse libres de un ataque, se hicieron
+sus feudatarios, pag&aacute;ndole cada mes una contribuci&oacute;n en dinero y v&iacute;veres
+para sostenimiento de la banda.</p>
+
+<p>En vano mand&oacute; el virrey colocar en los caminos postes con carteles
+ofreciendo cuatro mil pesos por la cabeza del <i>Rey del Monte</i>. Y pasaban
+meses y corr&iacute;an a&ntilde;os, y convencida la autoridad de que empleando la
+fuerza no podr&iacute;a atrapar al muy p&iacute;caro, que siempre se escabull&iacute;a de la
+celada mejor dispuesta, resolvi&oacute; recurrir a la traici&oacute;n.</p>
+
+<p>Nada m&aacute;s traicionero que el amor. Una Dalila de azabache se comprometi&oacute;
+a entregar maniatados al nuevo Sans&oacute;n y a sus principales filisteos.</p>
+
+<p>Pasando por alto detalles desnudos de inter&eacute;s, diremos que una noche,
+hall&aacute;ndose el <i>Rey del Monte</i> entre la espesura de un bosque, acompa&ntilde;ado
+de su coima y de cuatro o seis de los suyos, Dalila cuid&oacute; de
+embriagarlos, y a una hora concertada de antemano penetraron en el
+bosque los soldados.</p>
+
+<p>El <i>Rey del Monte</i> despert&oacute; al ruido, se lanz&oacute; sobre su trabuco, apunt&oacute;
+y el arma no dio fuego. Entonces, adivinando instintivamente que la
+mujer lo hab&iacute;a traicionado, tom&oacute; el trabuco por el ca&ntilde;&oacute;n y lo dej&oacute; caer
+pesadamente sobre la infeliz, que se desplom&oacute; con el cr&aacute;neo destrozado.</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p class="c"><span class="smcap">ma&ntilde;uco el parlamp&aacute;n</span></p>
+
+<p>Si hubo hombre en Lima con reputaci&oacute;n de <i>bonus vir</i> o de pobre diablo,
+&eacute;se fu&eacute; sin disputa el negro Ma&ntilde;uco.</p>
+
+<p>Llam&aacute;banlo el <i>Parlamp&aacute;n</i> porque en las corridas de toros se presentaba
+vestido de monigote en la mojiganga o cuadrilla de <i>parlampanes</i>, y
+desempe&ntilde;&aacute;base con tanto gracejo que se hab&iacute;a conquistado no poca
+populacher&iacute;a.</p>
+
+<p>Una tarde se exhibi&oacute; en el redondel llevando dentro del cuerpo m&aacute;s
+aguardiente del acostumbrado, cogi&oacute;lo el toro, y en una camilla
+llev&aacute;ronle al hospital.</p>
+
+<p>Vino el cirujano, reconoci&oacute; la herida, mene&oacute; la cabeza murmurando
+<i>malorum</i>, y tras el cirujano se acerc&oacute; a la covacha el capell&aacute;n, y oy&oacute;
+en confesi&oacute;n a Ma&ntilde;uco.</p>
+
+<p>Vivi&oacute; a&uacute;n el infeliz cuarenta y ocho horas, y mientras tuvo alientos no
+cesaba de gritar:</p>
+
+<p>&mdash;Se&ntilde;ores, ll&eacute;vense de mi consejo: tranca y cerrojo..., nada de
+cerraduras..., la mejor no vale un pucho..., para toda chapa hay
+llave..., tranca y cerrojo, y echarse a dormir a pierna suelta...</p>
+
+<p>Tanto repet&iacute;a el consejo, que el ec&oacute;nomo del hospital de San Andr&eacute;s
+pens&oacute; que aquello no era hijo del delirio, sino grito de la conciencia,
+y fu&eacute;se al alcalde del barrio con el cuento. Este hurg&oacute; lo suficiente
+para sacar en claro que Ma&ntilde;uco el <i>Parlamp&aacute;n</i> hab&iacute;a sido p&aacute;jaro de
+cuenta, y tan diestro en el manejo de la ganz&uacute;a que con &eacute;l no hab&iacute;a
+chapa segura, siquiera tuviese cien pestillos. Item, descubri&oacute; la
+autoridad que el <i>honrado</i> Ma&ntilde;uco era el brazo derecho del <i>Rey del
+Monte</i> para los robos dom&eacute;sticos.</p>
+
+<p>Ya lo saben ustedes, lectores m&iacute;os: tranca cerrojo.</p>
+
+<p>Concluyamos ahora con su majestad el <i>Rey</i>.</p>
+
+
+<h3>IV</h3>
+
+<p class="c"><span class="smcap">donde se ve que para todo aquiles hay un homero</span></p>
+
+<p>Inmenso era el gent&iacute;o que ocupaba la Plaza mayor de Lima en la ma&ntilde;ana
+del 13 de octubre de 1815.</p>
+
+<p>Todos quer&iacute;an conocer a un bandido que robaba por amor al arte,
+repartiendo entre los pobres aquello de que despojaba a los ricos.</p>
+
+<p>El <i>Rey del Monte</i> y tres de sus compa&ntilde;eros estaban condenados a muerte
+de horca.</p>
+
+<p>La ene de palo se alzaba fat&iacute;dica en el sitio de costumbre, frente al
+callej&oacute;n de Petateros.</p>
+
+<p>El virrey Abascal, que hab&iacute;a recibido varios avisos de que grupos del
+pueblo se preparaban a armar un mot&iacute;n para libertar al sentenciado,
+rode&oacute; la plaza con tropas reales y milicias c&iacute;vicas.</p>
+
+<p>La excitaci&oacute;n no pas&oacute; de oleadas y refunfu&ntilde;os, y el verdugo Pancho Sales
+llen&oacute; tranquilamente sus funciones.</p>
+
+<p>Al d&iacute;a siguiente se vend&iacute;a al precio de un real de plata un chabacano
+romance, en que se relataban con exageraci&oacute;n gongorina las proezas del
+ahorcado. Del m&eacute;rito del romance encomi&aacute;stico bastar&aacute; a dar una idea
+este fragmento:</p>
+
+<p>
+<span style="margin-left: 4em;"><i>M&aacute;s que Rey, Cid de los montes</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>fu&eacute; por su arrojo tremendo,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>por fortunado en la lidia,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>por generoso y ma&ntilde;ero;</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>Roldan de tez africana,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>desafiador de mil riesgos,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>no le rindieron bravuras,</i></span><br />
+<span style="margin-left: 4em;"><i>sino a dides le rindieron.</i></span><br />
+</p>
+
+<p>Por supuesto, que el poeta agot&oacute; la edici&oacute;n y pesc&oacute; buenos cuartos.</p>
+
+
+
+
+<h2><a name="TRES_CUESTIONES_HISTORICAS_SOBRE_PIZARRO" id="TRES_CUESTIONES_HISTORICAS_SOBRE_PIZARRO"></a><a href="#toc">TRES CUESTIONES HISTORICAS SOBRE PIZARRO</a></h2>
+
+<p class="c"><span class="smcap">&iquest;supo o no supo escribir? &iquest;fu&eacute; o no fu&eacute; marqu&eacute;s de los atavillos? &iquest;cu&aacute;l
+fu&eacute; y d&oacute;nde est&aacute; su gonfal&oacute;n de guerra?</span></p>
+
+
+<h3>I</h3>
+
+<p>Variad&iacute;simas y contradictorias son las opiniones hist&oacute;ricas sobre si
+Pizarro supo o no escribir, y cronistas sesudos y minuciosos aseveran
+que ni aun conoci&oacute; la O por redonda. As&iacute; se ha generalizado la an&eacute;cdota
+de que estando Atahualpa en la prisi&oacute;n de Cajamarca, uno de los soldados
+que lo custodiaban le escribi&oacute; en la u&ntilde;a la palabra <i>Dios</i>. El
+prisionero mostraba lo escrito a cuantos le visitaban, y hallando que
+todos, excepto Pizarro, acertaban a descifrar de corrido los signos,
+tuvo desde ese instante en menos al jefe de la conquista, y lo consider&oacute;
+inferior al &uacute;ltimo de los espa&ntilde;oles. Deducen de aqu&iacute; malignos o
+apasionados escritores que don Francisco se sinti&oacute; lastimado en su amor
+propio, y que por tan pueril quisquilla se veng&oacute; del Inca haci&eacute;ndole
+degollar.</p>
+
+<p>Duro se nos hace creer que quien hombre&aacute;ndose con lo m&aacute;s granado de la
+nobleza espa&ntilde;ola, pues alance&oacute; toros en presencia de la reina do&ntilde;a Juana
+y de su corte, adquiriendo por su gallard&iacute;a y destreza de picador fama
+tan imperecedera como la que a&ntilde;os m&aacute;s tarde se conquistara por sus
+haza&ntilde;as en el Per&uacute;; duro es, repetimos, concebir que hubiera sido
+indolente hasta el punto de ignorar el abecedario, tanto m&aacute;s, cuanto que
+Pizarro aunque soldado rudo, supo estimar y distinguir a los hombres de
+letras.</p>
+
+<p>Adem&aacute;s, en el siglo del emperador Carlos V no se descuidaba tanto como
+en los anteriores la instrucci&oacute;n. No se sosten&iacute;a ya que eso de saber
+leer y escribir era propio de segundones y de frailes, y empezaba a
+causar risa la f&oacute;rmula empleada por los Reyes Cat&oacute;licos en el pergamino
+con que agraciaban a los nobles a quienes hac&iacute;an la merced de nombrar
+ayudas de C&aacute;mara, t&iacute;tulo tanto o m&aacute;s codiciado que el h&aacute;bito de las
+&oacute;rdenes de Santiago, Montesa, Alc&aacute;ntara y Calatrava. Una de las frases
+m&aacute;s curiosas y que, d&iacute;gase lo que se quiera en contrario, encierra mucho
+de ofensivo a la dignidad del hombre, era la siguiente: &laquo;Y por cuanto
+vos (Perico de los Palotes) nos hab&eacute;is probado <i>no saber leer ni
+escribir y ser expedito en el manejo de la aguja</i>, hemos venido en
+nombraros ayuda de nuestra real C&aacute;mara, etc.&raquo;.</p>
+
+<p>Pedro Sancho y Francisco de Jerez, secretarios de Pizarro, antes que
+Antonio Picado desempe&ntilde;ara tal empleo, han dejado algunas noticias sobre
+su jefe; y de ellas, lejos de resultar la sospecha de tan suprema
+ignorancia, aparece que el gobernador <i>ley&oacute; cartas</i>.</p>
+
+<p>No obstante, refiere Montesinos en sus <i>Anales del Per&uacute;</i> que en 1525 se
+propuso Pizarro aprender a leer, que su empe&ntilde;o fu&eacute; est&eacute;ril, y que
+content&oacute;se s&oacute;lo en aprender a firmar. Re&iacute;ase de esto Almagro, y agregaba
+que firmar sin saber leer era lo mismo que recibir una herida sin poder
+darla.</p>
+
+<p>Trat&aacute;ndose de Almagro el Viejo es punto hist&oacute;ricamente comprobado que no
+supo leer.</p>
+
+<p>Lo que s&iacute; est&aacute; para nosotros fuera de duda, como lo est&aacute; para el ilustre
+Quintana, es que don Francisco Pizarro no supo escribir, por mucho que
+la opini&oacute;n de sus contempor&aacute;neos no ande uniforme en este punto.
+Bastarla para probarlo tener a la vista el contrato de compa&ntilde;&iacute;a
+celebrado en Panam&aacute;, a 10 de marzo de 1525, entre el cl&eacute;rigo Luque,
+Pizarro y Almagro, que concluye literalmente as&iacute;: &laquo;Y porque no saben
+firmar el dicho capit&aacute;n Francisco Pizarro y Diego de Almagro, firmaron
+por ellos en el registro de esta carta Juan de Pan&eacute;s y Alvaro del
+Quiro&raquo;.</p>
+
+<p>Un historiador del pasado siglo dice:</p>
+
+<p>&laquo;En el archivo eclesi&aacute;stico de Lima he encontrado varias c&eacute;dulas e
+instrumentos firmados del marqu&eacute;s (en gallarda letra), los que mostr&eacute; a
+varias personas, cotejando unas firmas con otras, admirado de las
+audacias de la calumnia con que intentaron sus enemigos desdorarlo y
+apocarlo, vengando as&iacute; contra este gran capit&aacute;n las pasiones propias y
+heredadas&raquo;.</p>
+
+<p>En oposici&oacute;n a &eacute;ste, Z&aacute;rate y otros cronistas dicen que Pizarro s&oacute;lo
+sab&iacute;a hacer dos r&uacute;bricas, y que en medio de ellas, el secretario pon&iacute;a
+estas palabras: <i>El marqu&eacute;s Francisco Pizarro</i>.</p>
+
+<p>Los documentos que de Pizarro he visto en la Biblioteca de Lima, secci&oacute;n
+de manuscritos, tienen todos las dos r&uacute;bricas. En unos se lee
+<i>Franx<sup>o</sup>. Pi&ccedil;arro</i>, y en muy pocos <i>El marqu&eacute;s</i>. En el Archivo
+Nacional y en el del Cabildo existen tambi&eacute;n varios de estos aut&oacute;grafos.</p>
+
+<p>Poniendo t&eacute;rmino a la cuesti&oacute;n de si Pizarro supo o no firmar me decido
+por la negativa, y he aqu&iacute; la raz&oacute;n m&aacute;s concluyente que para ello tengo:</p>
+
+<p>En el Archivo General de Indias, establecido en la que fu&eacute; Casa de
+Contrataci&oacute;n en Sevilla, hay varias cartas en las que, como en los
+documentos que poseemos en Lima, se reconoce, hasta por el menos
+entendido en paleograf&iacute;a, que la letra de la firma es, a veces, de la
+misma mano del pendolista o amanuense que escribi&oacute; el cuerpo del
+documento. &laquo;Pero si duda cupiese&mdash;a&ntilde;ade un distinguido escritor
+bonaerense, don Vicente Quesada, que en 1874 visit&oacute; el Archivo de
+Indias&mdash;, he visto en una informaci&oacute;n, en la cual Pizarro declara como
+testigo, que el escribano <i>da fe</i> de que, despu&eacute;s de prestada la
+declaraci&oacute;n, la se&ntilde;al&oacute; con las <i>se&ntilde;ales que acostumbraba hacer</i>,
+mientras que da fe en otras declaraciones de que los testigos las
+<i>firman a su presencia</i>&raquo;.</p>
+
+
+<h3>II</h3>
+
+<p>Don Francisco Pizarro no fu&eacute; marqu&eacute;s de los Atavillos ni marqu&eacute;s de las
+Charcas, como con variedad lo llaman much&iacute;simos escritores. No hay
+documento oficial alguno con que se puedan comprobar estos t&iacute;tulos, ni
+el mismo Pizarro, en el encabezamiento de &oacute;rdenes y bandos, us&oacute; otro
+dictado que &eacute;ste: <i>El marqu&eacute;s</i>.</p>
+
+<p>En apoyo de nuestra creencia, citaremos las palabras de Gonzalo Pizarro
+cuando, prisionero de Gasca, lo reconvino &eacute;ste por su rebeld&iacute;a e
+ingratitud para con el rey, que tanto hab&iacute;a distinguido y honrado a don
+Francisco:&mdash;La merced que su majestad hizo a mi hermano fu&eacute; solamente
+el t&iacute;tulo y nombre de marqu&eacute;s, sin darle estado alguno, y si no d&iacute;ganme
+cu&aacute;l es.</p>
+
+<p>El blas&oacute;n y armas del marqu&eacute;s Pizarro era el siguiente: Escudo puesto a
+mantel: en la primera parte, en oro, &aacute;guila negra, columnas y aguas; y
+en rojo, castillo de oro, orla de ocho lobos, en oro; en la segunda
+parte, puesto a mantel en rojo, castillo de oro con una corona; y en
+plata, le&oacute;n rojo con una F, y debajo, en plata, le&oacute;n rojo; en la parte
+baja, campo de plata, once cabezas de indios y la del medio coronada;
+orla total con cadenas y ocho grifos, en oro; al timbre, coronel de
+marqu&eacute;s.</p>
+
+<p>En una carta que con fecha 10 de octubre de 1537 dirigi&oacute; Carlos V a
+Pizarro, se leen estos conceptos que vigorizan nuestra afirmaci&oacute;n:
+&laquo;Entretanto os llamar&eacute;is marqu&eacute;s, como os lo escribo, que, por no saber
+el nombre que tendr&aacute; la tierra que en repartimiento se os dar&aacute;, no se
+env&iacute;a dicho t&iacute;tulo&raquo;; y como hasta la llegada de Vaca de Castro no se
+hab&iacute;an determinado por la corona las tierras y vasallos que
+constituir&iacute;an el marquesado, es claro que don Francisco no fu&eacute; sino
+marqu&eacute;s a secas, o marqu&eacute;s sin marquesado, como dijo su hermano Gonzalo.</p>
+
+<p>Sabido es que Pizarro tuvo en do&ntilde;a Angelina, hija de Atahualpa, un ni&ntilde;o
+a quien se bautiz&oacute; con el nombre de Francisco, el que muri&oacute; antes de
+cumplir quince a&ntilde;os. En do&ntilde;a In&eacute;s Huaylas o Yupanqui, hija de
+Manco-Capac, tuvo una ni&ntilde;a, do&ntilde;a Francisca, la cual cas&oacute; en Espa&ntilde;a en
+primeras nupcias con su t&iacute;o Hernando, y despu&eacute;s con don Pedro Arias.</p>
+
+<p>Por c&eacute;dula real, y sin que hubiera mediado matrimonio con do&ntilde;a Angelina
+o do&ntilde;a In&eacute;s, fueron declarados leg&iacute;timos los hijos de Pizarro. Si &eacute;ste
+hubiera tenido tal t&iacute;tulo de marqu&eacute;s de los Atavillos, habr&iacute;anlo
+heredado sus descendientes. Fu&eacute; casi un siglo despu&eacute;s, en 1628, cuando
+don Juan Fernando Pizarro, nieto de do&ntilde;a Francisca, obtuvo del rey el
+t&iacute;tulo de marqu&eacute;s de la Conquista.</p>
+
+<p>Piferrer, en su <i>Nobiliario espa&ntilde;ol</i>, dice que, seg&uacute;n los genealogistas,
+era muy antiguo e ilustre el linaje de los Pizarros; que algunos de ese
+apellido se distinguieron con Pelayo en Covadonga, y que luego sus
+descendientes se avecindaron en Arag&oacute;n, Navarra y Extremadura. Y
+concluye estampando que las armas del linaje de los Pizarro son: &laquo;escudo
+de oro y un pino con pi&ntilde;as de oro, acompa&ntilde;ado de dos lobos empinantes al
+mismo y de dos pizarras al pie del trono&raquo;. Estos genealogistas se las
+pintan para inventar abolengos y entroncamientos. &iexcl;Para el tonto que
+crea en los muy embusteros!</p>
+
+
+<h3>III</h3>
+
+<p>Acerca de la bandera de Pizarro hay tambi&eacute;n un error que me propongo
+desvanecer.</p>
+
+<p>Jurada en 1821 la Independencia del Per&uacute;, el Cabildo de Lima pas&oacute; al
+general&iacute;simo don Jos&eacute; de San Mart&iacute;n un oficio, por el cual la ciudad le
+hac&iacute;a el obsequio del <i>estandarte de Pizarro</i>. Poco antes de morir en
+Boulogne, este prohombre de la revoluci&oacute;n americana hizo testamento,
+devolviendo a Lima la obsequiada bandera. En efecto, los albaceas
+hicieron formal entrega de la preciosa reliquia a nuestro representante
+en Par&iacute;s, y &eacute;ste cuid&oacute; de remitirla al gobierno del Per&uacute; en una caja muy
+bien acondicionada. Fu&eacute; esto en los d&iacute;as de la fugaz administraci&oacute;n del
+general Pezet, y entonces tuvimos ocasi&oacute;n de ver el cl&aacute;sico estandarte
+depositado en uno de los salones del Ministerio de Relaciones
+Exteriores. A la ca&iacute;da de este gobierno, el 6 de noviembre de 1865, el
+populacho saque&oacute; varias de las oficinas de palacio, y desapareci&oacute; la
+bandera, que acaso fu&eacute; despedazada por alg&uacute;n rabioso que se imaginar&iacute;a
+ver en ella un comprobante de las calumnias que, por entonces, invent&oacute;
+el esp&iacute;ritu de partido para derrocar al presidente Pezet, vencedor en
+los campos de Jun&iacute;n y Ayacucho, y a quien acusaban sus enemigos
+pol&iacute;ticos de <i>connivencias criminales</i> con Espa&ntilde;a, para someter
+nuevamente el pa&iacute;s al yugo de la antigua metr&oacute;poli.</p>
+
+<p>Las turbas no reaccionan ni discuten, y mientras m&aacute;s absurda sea la
+especie m&aacute;s f&aacute;cil aceptaci&oacute;n encuentra.</p>
+
+<p>La bandera que nosotros vimos ten&iacute;a, no las armas de Espa&ntilde;a, sino las
+que Carlos V acord&oacute; a la ciudad por real c&eacute;dula de 7 de diciembre de
+1537. Las armas de Lima eran: un escudo en campo azul con tres coronas
+regias en tri&aacute;ngulo, y encima de ellas una estrella de oro cuyas puntas
+tocaban las coronas. Por orla, en campo colorado, se le&iacute;a este mote en
+letras de oro: <i>Hoc signum vere regum est</i>. Por timbre y divisa dos
+&aacute;guilas negras con corona de oro, una J y una K (primeras letras de
+<i>Karolus</i> y <i>Juana</i>, los monarcas), y encima de estas letras una
+estrella de oro. Esta bandera era la que el alf&eacute;rez real por juro de
+heredad, paseaba el d&iacute;a 5 de enero, en las procesiones de Corpus y Santa
+Rosa, proclamaci&oacute;n de soberano, y otros actos de igual solemnidad.</p>
+
+<p>El pueblo de Lima di&oacute; impropiamente en llamar a ese estandarte la
+bandera de Pizarro, y su examen acept&oacute; que &eacute;se fu&eacute; el pend&oacute;n de guerra
+que los espa&ntilde;oles trajeron para la conquista. Y pasando sin refutarse de
+generaci&oacute;n en generaci&oacute;n, el error se hizo tradicional e hist&oacute;rico.</p>
+
+<p>Ocup&eacute;monos ahora del verdadero estandarte de Pizarro.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s del suplicio de Atahualpa, se encamin&oacute; al Cuzco don Francisco
+Pizarro, y creemos que fu&eacute; el 16 de noviembre de 1533 cuando verific&oacute; su
+entrada triunfal en la augusta capital de los Incas.</p>
+
+<p>El estandarte que en esa ocasi&oacute;n llevaba su alf&eacute;rez Jer&oacute;nimo de Aliaga
+era de la forma que la gente de iglesia llama gonfal&oacute;n. En una de sus
+caras, de damasco color grana, estaban bordadas las armas de Carlos V; y
+en la opuesta, que era de color blanco seg&uacute;n unos, o amarillo seg&uacute;n
+otros, se ve&iacute;a pintado el ap&oacute;stol Santiago en actitud de combate sobre
+un caballo blanco, con escudo, coraza y casco de plumeros o airones,
+luciendo cruz roja en el pecho y una espada en la mano derecha.</p>
+
+<p>Cuando Pizarro sali&oacute; del Cuzco (para pasar al valle de Jauja y fundar la
+ciudad de Lima) no lo hizo en son de guerra, y dej&oacute; depositada su
+bandera o gonfal&oacute;n en el templo del Sol, convertido ya en catedral
+cristiana. Durante las luchas civiles de los conquistadores, ni
+almagristas, ni gonzalistas, ni gironistas, ni realistas se atrevieron a
+llevarlo a los combates, y permaneci&oacute; como objeto sagrado en un altar.
+All&iacute;, en 1825, un mes despu&eacute;s de la batalla de Ayacucho, lo encontr&oacute; el
+general Sucre; &eacute;ste lo envi&oacute; a Bogot&aacute;, y el gobierno inmediatamente lo
+remiti&oacute; a Bol&iacute;var, quien lo regal&oacute; a la municipalidad de Caracas, donde
+actualmente se conserva. Ignoramos si tres siglos y medio de fecha
+habr&aacute;n bastado para convertir en hilachas el emblema marcial de la
+conquista.</p>
+
+<h3>FIN</h3>
+
+
+<div class="footnotes"><h3>NOTAS:</h3>
+
+<div class="footnote"><p><a name="Footnote_1_1" id="Footnote_1_1"></a><a href="#FNanchor_1_1"><span class="label">[1]</span></a> La primera esposa del conde de Chinch&oacute;n llam&oacute;se do&ntilde;a Ana de
+Osorio, y por muchos se ha cre&iacute;do que fu&eacute; ella la salvada por las
+virtudes de la quina. Un interesante estudio hist&oacute;rico publicado por don
+F&eacute;lix Cipriano Zegarra en la <i>Revista Peruana</i>, en 1879, nos ha
+convencido de que la virreina que estuvo en Lima se llam&oacute; do&ntilde;a Francisca
+Henr&iacute;quez de Ribera. Rectificamos, pues, con esta nota la grave
+equivocaci&oacute;n en que hab&iacute;amos incurrido.</p></div>
+
+<div class="footnote"><p><a name="Footnote_2_2" id="Footnote_2_2"></a><a href="#FNanchor_2_2"><span class="label">[2]</span></a> Sobre este argumento, el cura de Tinta don Antonio Vald&eacute;s
+escribi&oacute; por los a&ntilde;os de 1780 un drama en lengua quechua, el cual se
+represent&oacute; en presencia del rebelde Inca Tupac-Amaru.
+</p><p>
+Tschudi, Markham, Nadal, Barrancas y muchos americanistas se empe&ntilde;aron
+en sostener que el drama <i>Ollanta</i> hab&iacute;a sido compuesto en los tiempos
+inc&aacute;sicos, y que era, por consiguiente, un monumento literario anterior
+a la conquista. Traducido en verso por un poeta peruano, Constantino
+Carrasco, public&oacute; el autor de estas <i>Tradiciones</i> un ligero juicio
+cr&iacute;tico, en el que se atrevi&oacute; a apuntar (alegando muy al correr de la
+pluma varias razones en apoyo de su opini&oacute;n) que el <i>Ollanta</i> era ni m&aacute;s
+ni menos que comedia espa&ntilde;ola, de las de capa y espada, escrita en voces
+quechuas: y que, aunque lo diga Garcilaso, que no pocos embustes estamp&oacute;
+en los <i>Comentarios reales</i>, los antiguos peruanos estuvieron muy lejos
+de cultivar la literatura dram&aacute;tica. Tanto osamos escribir, y se nos
+vino la casa a cuestas... Hasta de mal patriota nos acus&oacute; un quechuista;
+y un se&ntilde;or Pacheco Zegarra, entre otros cultos piropos, nos llam&oacute;
+ignorante y charlat&aacute;n. Con razones de ese fuste nos dimos por
+convencidos de que hab&iacute;amos estampado un disparate de a folio. Pero en
+1881, el literato argentino don Bartolom&eacute; Mitre, en un serio y extenso
+estudio, con gran acopio de pruebas y con sesuda argumentaci&oacute;n, puso en
+transparencia la filiaci&oacute;n, genuinamente espa&ntilde;ola, del drama <i>Ollanta</i>
+en su forma, en su fondo y hasta en sus elementos ling&uuml;&iacute;sticos.</p></div>
+
+<div class="footnote"><p><a name="Footnote_3_3" id="Footnote_3_3"></a><a href="#FNanchor_3_3"><span class="label">[3]</span></a> <i>La Broma</i> fu&eacute; un peri&oacute;dico humor&iacute;stico que se publicaba en
+Lima en 1878.</p></div>
+
+</div>
+
+
+
+
+
+
+
+<pre>
+
+
+
+
+
+End of the Project Gutenberg EBook of Tradiciones peruanas, by Ricardo Palma
+
+*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK TRADICIONES PERUANAS ***
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+and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
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+
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+Foundation
+
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+     Chief Executive and Director
+     gbnewby@pglaf.org
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+
+Section 4.  Information about Donations to the Project Gutenberg
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