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index e84e3fa..d3d52ec 100644
--- a/42440-h/42440-h.htm
+++ b/42440-h/42440-h.htm
@@ -3,10 +3,10 @@
<html xmlns="http://www.w3.org/1999/xhtml" lang="es" xml:lang="es">
<head> <link rel="coverpage" href="images/cover.jpg" />
-<meta http-equiv="Content-Type" content="text/html;charset=iso-8859-1" />
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<title>
- The Project Gutenberg eBook of Sonata de primavera; Memorias del Marqus de Bradomn,
-por Ramn Valle-Incln.
+ The Project Gutenberg eBook of Sonata de primavera; Memorias del Marqués de Bradomín,
+por Ramón Valle-Inclán.
</title>
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@@ -54,44 +54,7 @@ margin-left:auto;margin-right:auto;text-align:center;text-indent:0%;}
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</head>
<body>
-
-
-<pre>
-
-The Project Gutenberg EBook of Sonata de primavera, by Ramn del Valle-Incln
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
-almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
-re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
-with this eBook or online at www.gutenberg.org
-
-
-Title: Sonata de primavera
- memorias del marqus de Bradomn
-
-Author: Ramn del Valle-Incln
-
-Release Date: March 30, 2013 [EBook #42440]
-
-Language: Spanish
-
-Character set encoding: ISO-8859-1
-
-*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK SONATA DE PRIMAVERA ***
-
-
-
-
-Produced by Chuck Greif and the Online Distributed
-Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This file was
-produced from images available at The Internet Archive)
-
-
-
-
-
-
-</pre>
+<div>*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK 42440 ***</div>
<hr class="full" />
@@ -103,7 +66,7 @@ produced from images available at The Internet Archive)
<p style="clear:both;"><a name="page_002" id="page_002"></a>&nbsp;</p>
-<p class="ccol">PERLADO, PAEZ Y COMPAA, EDITORES.&mdash;MADRID</p>
+<p class="ccol">PERLADO, PAEZ Y COMPAÑÍA, EDITORES.&mdash;MADRID</p>
<p><a name="page_003" id="page_003"></a>&nbsp;</p>
@@ -159,17 +122,17 @@ VOL V" /></a>
<p class="figcenter">
<a href="images/ill_pg_009_lg.jpg">
-<img src="images/ill_pg_009.jpg" width="392" height="550" alt="NO hace todava tres aos viva yo escribiendo novelas
-por entregas, que firmaba orgulloso, no s si por desdn si por
-despecho. Me complaca dolorosamente la oscuridad de mi nombre y el
-olvido en que todos me tenan. Hubiera querido entonces que los libros
+<img src="images/ill_pg_009.jpg" width="392" height="550" alt="NO hace todavía tres años vivía yo escribiendo novelas
+por entregas, que firmaba orgulloso, no sé si por desdén si por
+despecho. Me complacía dolorosamente la oscuridad de mi nombre y el
+olvido en que todos me tenían. Hubiera querido entonces que los libros
estuviesen escritos en letra lombarda, como las antiguas ejecutorias, y
-que slo algunos" title="NO hace todava tres aos viva yo escribiendo novelas
-por entregas, que firmaba orgulloso, no s si por desdn si por
-despecho. Me complaca dolorosamente la oscuridad de mi nombre y el
-olvido en que todos me tenan. Hubiera querido entonces que los libros
+que sólo algunos" title="NO hace todavía tres años vivía yo escribiendo novelas
+por entregas, que firmaba orgulloso, no sé si por desdén si por
+despecho. Me complacía dolorosamente la oscuridad de mi nombre y el
+olvido en que todos me tenían. Hubiera querido entonces que los libros
estuviesen escritos en letra lombarda, como las antiguas ejecutorias, y
-que slo algunos" /></a>
+que sólo algunos" /></a>
</p>
<p><a name="page_010" id="page_010"></a></p>
@@ -177,35 +140,35 @@ que slo algunos" /></a>
<p class="figcenter">
<a href="images/ill_pg_010_lg.jpg">
<img src="images/ill_pg_010.jpg" width="385" height="550" alt="iniciados pudiesen leerlas. Esta quimera ha sido para
-m como un talismn. Ella me ha guardado de las competencias mezquinas,
+mí como un talismán. Ella me ha guardado de las competencias mezquinas,
y por ella no he sentido las crueldades de una vida toda de dolor. Solo,
-altivo y pobre he llegado la literatura sin enviar mis libros esos
-que llaman crticos, y sin sentarme una sola vez en el corro donde
+altivo y pobre he llegado á la literatura sin enviar mis libros á esos
+que llaman críticos, y sin sentarme una sola vez en el corro donde á
diario alientan sus vanidades las hembras y los eunucos del Arte. De
-alguien, sin embargo, he recibido proteccin tan generosa y noble,
-que sin ella nunca hubiera escrito las Memorias del Marqus de
-Bradomn. Tal proteccin, nica en mi vida, fu de un gran literato
-y de un gran corazn: He nombrado Don Jos Ortega Munilla.
+alguien, sin embargo, he recibido protección tan generosa y noble,
+que sin ella nunca hubiera escrito las Memorias del Marqués de
+Bradomín. Tal protección, única en mi vida, fué de un gran literato
+y de un gran corazón: He nombrado á Don José Ortega Munilla.
Hoy quiero ofrecerle este libro con aquel ingenuo y amoroso respeto que,
-cuando yo era nio, ofrecan los pastores de los casales amigos el ms
+cuando yo era niño, ofrecían los pastores de los casales amigos el más
blanco de sus corderos en la casa de mi padre.
V.-I.
Real Sitio de Aranjuez.&mdash;Mayo de 1904." title="iniciados pudiesen leerlas. Esta quimera ha sido para
-m como un talismn. Ella me ha guardado de las competencias mezquinas,
+mí como un talismán. Ella me ha guardado de las competencias mezquinas,
y por ella no he sentido las crueldades de una vida toda de dolor. Solo,
-altivo y pobre he llegado la literatura sin enviar mis libros esos
-que llaman crticos, y sin sentarme una sola vez en el corro donde
+altivo y pobre he llegado á la literatura sin enviar mis libros á esos
+que llaman críticos, y sin sentarme una sola vez en el corro donde á
diario alientan sus vanidades las hembras y los eunucos del Arte. De
-alguien, sin embargo, he recibido proteccin tan generosa y noble,
-que sin ella nunca hubiera escrito las Memorias del Marqus de
-Bradomn. Tal proteccin, nica en mi vida, fu de un gran literato
-y de un gran corazn: He nombrado Don Jos Ortega Munilla.
+alguien, sin embargo, he recibido protección tan generosa y noble,
+que sin ella nunca hubiera escrito las Memorias del Marqués de
+Bradomín. Tal protección, única en mi vida, fué de un gran literato
+y de un gran corazón: He nombrado á Don José Ortega Munilla.
Hoy quiero ofrecerle este libro con aquel ingenuo y amoroso respeto que,
-cuando yo era nio, ofrecan los pastores de los casales amigos el ms
+cuando yo era niño, ofrecían los pastores de los casales amigos el más
blanco de sus corderos en la casa de mi padre.
V.-I.
@@ -224,45 +187,45 @@ Real Sitio de Aranjuez.&mdash;Mayo de 1904." /></a></p>
<a href="images/ill_pg_013_lg.jpg">
<img src="images/ill_pg_013.jpg" width="364" height="550" alt="SONETO AUTUMNAL
PARA
-EL SEOR MARQUS DE BRADOMN
+EL SEÑOR MARQUÉS DE BRADOMÍN
-MARQVS (COMO EL DIVINO LO ERES) TE SALUDO!
+MARQVÉS (COMO EL DIVINO LO ERES) TE SALUDO!
-Es el Otoo y vengo de un Versalles doliente,
-Haca mucho fro y erraba vulgar gente,
+Es el Otoño y vengo de un Versalles doliente,
+Hacía mucho frío y erraba vulgar gente,
El chorro de agua de Verlaine, estaba mudo.
-Me qued pensativo ante un mrmol desnudo,
-Cuando vi una paloma que cruz de repente,
-Y por caso de cerebracin inconsciente,
-Pens en ti. Toda exgesis en este caso eludo.
-Versalles melanclico, una paloma, un lindo
-Mrmol, un vulgo errante municipal y espeso,
+Me quedé pensativo ante un mármol desnudo,
+Cuando vi una paloma que cruzó de repente,
+Y por caso de cerebración inconsciente,
+Pensé en ti. Toda exégesis en este caso eludo.
+Versalles melancólico, una paloma, un lindo
+Mármol, un vulgo errante municipal y espeso,
Anteriores lecturas de tus sutiles prosas,
-La reciente impresin de tus triunfos... Prescindo
-De ms detalles, para explicarte por eso
-Como autumnal te envo este ramo de rosas.
+La reciente impresión de tus triunfos... Prescindo
+De más detalles, para explicarte por eso
+Como autumnal te envío este ramo de rosas.
-Rubn Daro" title="SONETO AUTUMNAL
+Rubén Darío" title="SONETO AUTUMNAL
PARA
-EL SEOR MARQUS DE BRADOMN
+EL SEÑOR MARQUÉS DE BRADOMÍN
-MARQVS (COMO EL DIVINO LO ERES) TE SALUDO!
+MARQVÉS (COMO EL DIVINO LO ERES) TE SALUDO!
-Es el Otoo y vengo de un Versalles doliente,
-Haca mucho fro y erraba vulgar gente,
+Es el Otoño y vengo de un Versalles doliente,
+Hacía mucho frío y erraba vulgar gente,
El chorro de agua de Verlaine, estaba mudo.
-Me qued pensativo ante un mrmol desnudo,
-Cuando vi una paloma que cruz de repente,
-Y por caso de cerebracin inconsciente,
-Pens en ti. Toda exgesis en este caso eludo.
-Versalles melanclico, una paloma, un lindo
-Mrmol, un vulgo errante municipal y espeso,
+Me quedé pensativo ante un mármol desnudo,
+Cuando vi una paloma que cruzó de repente,
+Y por caso de cerebración inconsciente,
+Pensé en ti. Toda exégesis en este caso eludo.
+Versalles melancólico, una paloma, un lindo
+Mármol, un vulgo errante municipal y espeso,
Anteriores lecturas de tus sutiles prosas,
-La reciente impresin de tus triunfos... Prescindo
-De ms detalles, para explicarte por eso
-Como autumnal te envo este ramo de rosas.
+La reciente impresión de tus triunfos... Prescindo
+De más detalles, para explicarte por eso
+Como autumnal te envío este ramo de rosas.
-Rubn Daro" /></a></p>
+Rubén Darío" /></a></p>
<p class="figcenter">
<a href="images/ill_pg_014_lg.jpg">
@@ -274,76 +237,76 @@ title="MI SANGRE SE DERRAMA POR LA CAZA QUE CAZO" /></a>
<p class="figcenter">
<a href="images/ill_pg_015_lg.jpg">
-<img src="images/ill_pg_015.jpg" width="376" height="550" alt="MEMORIAS DEL MARQVS DE BRADOMN"
-title="MEMORIAS DEL MARQVS DE BRADOMN" /></a>
+<img src="images/ill_pg_015.jpg" width="376" height="550" alt="MEMORIAS DEL MARQVÉS DE BRADOMÍN"
+title="MEMORIAS DEL MARQVÉS DE BRADOMÍN" /></a>
</p>
<p><a name="page_016" id="page_016"></a></p>
<p class="nind"><i>NOTA</i></p>
-<p><i>Estas pginas son un fragmento de las Memorias Amables, que ya muy
-viejo empez escribir en la emigracin el Marqus de Bradomn. Un Don
-Juan admirable. El ms admirable tal vez!...</i></p>
+<p><i>Estas páginas son un fragmento de las «Memorias Amables», que ya muy
+viejo empezó á escribir en la emigración el Marqués de Bradomín. Un Don
+Juan admirable. ¡El más admirable tal vez!...</i></p>
-<p><i>Era feo, catlico y sentimental.</i><a name="page_017" id="page_017"></a></p>
+<p><i>Era feo, católico y sentimental.</i><a name="page_017" id="page_017"></a></p>
<h1>M E M O R I A S &nbsp; D E L<br />
M A R Q V E S &nbsp; D E &nbsp; B R A D O M I N<img src="images/ill_pg_017.png"
width="55"
height="23"
-alt="decoracin no disponible"
-title="decoracin no disponible" /></h1>
+alt="decoración no disponible"
+title="decoración no disponible" /></h1>
<p class="nind"><span class="lettre"><img src="images/ill_a.jpg"
width="150"
height="163"
alt="A"
-title="A" /></span>NOCHECA cuando la silla de posta traspuso la Puerta
-Salaria y comenzamos cruzar la campia llena de misterio y de rumores
-lejanos. Era la campia clsica de las vides y de los olivos, con sus
-acueductos ruinosos, y sus colinas que tienen la graciosa ondulacin de
+title="A" /></span>NOCHECÍA cuando la silla de posta traspuso la Puerta
+Salaria y comenzamos á cruzar la campiña llena de misterio y de rumores
+lejanos. Era la campiña clásica de las vides y de los olivos, con sus
+acueductos ruinosos, y sus colinas que tienen la graciosa ondulación de
los senos femeninos. La silla de posta caminaba por una vieja calzada:
-Las mulas del tiro sacudan pesadamente las colleras, y el golpe<a name="page_018" id="page_018"></a> alegre
+Las mulas del tiro sacudían pesadamente las colleras, y el golpe<a name="page_018" id="page_018"></a> alegre
y desigual de los cascabeles despertaba un eco en los floridos olivares.
Antiguos sepulcros orillaban el camino y mustios cipreses dejaban caer
sobre ellos su sombra venerable.</p>
-<p>La silla de posta segua siempre la vieja calzada, y mis ojos fatigados
-de mirar en la noche, se cerraban con sueo. Al fin quedme dormido, y
-no despert hasta cerca del amanecer, cuando la luna, ya muy plida, se
-desvaneca en el cielo. Poco despus, todava entumecido por la quietud
-y el fro de la noche, comenc oir el canto de madrugueros gallos, y
-el murmullo bullente de un arroyo que pareca despertarse con el sol. A
-lo lejos, almenados muros se destacaban negros y sombros sobre celajes
-de fro azul. Era la vieja, la noble, la piadosa ciudad de Ligura.<a name="page_019" id="page_019"></a></p>
+<p>La silla de posta seguía siempre la vieja calzada, y mis ojos fatigados
+de mirar en la noche, se cerraban con sueño. Al fin quedéme dormido, y
+no desperté hasta cerca del amanecer, cuando la luna, ya muy pálida, se
+desvanecía en el cielo. Poco después, todavía entumecido por la quietud
+y el frío de la noche, comencé á oir el canto de madrugueros gallos, y
+el murmullo bullente de un arroyo que parecía despertarse con el sol. A
+lo lejos, almenados muros se destacaban negros y sombríos sobre celajes
+de frío azul. Era la vieja, la noble, la piadosa ciudad de Ligura.<a name="page_019" id="page_019"></a></p>
<p>Entramos por la Puerta Lorencina. La silla de posta caminaba lentamente,
-y el cascabeleo de las mulas hallaba un eco burln, casi sacrlego, en
-las calles desiertas donde creca la yerba. Tres viejas, que parecan
-tres sombras, esperaban acurrucadas la puerta de una iglesia todava
-cerrada, pero otras campanas distantes ya tocaban la misa de alba. La
-silla de posta segua una calle de huertos, de caserones y de conventos,
-una calle antigua, enlosada y resonante. Bajo los aleros sombros
+y el cascabeleo de las mulas hallaba un eco burlón, casi sacrílego, en
+las calles desiertas donde crecía la yerba. Tres viejas, que parecían
+tres sombras, esperaban acurrucadas á la puerta de una iglesia todavía
+cerrada, pero otras campanas distantes ya tocaban á la misa de alba. La
+silla de posta seguía una calle de huertos, de caserones y de conventos,
+una calle antigua, enlosada y resonante. Bajo los aleros sombríos
revoloteaban los gorriones, y en el fondo de la calle el farol de una
-hornacina agonizaba. El tardo paso de las mulas me dej vislumbrar una
-Madona: Sostena al Nio en el regazo, y el Nio, riente y desnudo,
-tenda los brazos para alcanzar un pez que los dedos virginales de la
-madre le mostraban<a name="page_020" id="page_020"></a> en alto, como en un juego cndido y celeste. La
-silla de posta se detuvo. Estbamos las puertas del Colegio Clementino.</p>
-
-<p>Ocurra esto en los felices tiempos del Papa-Rey, y el Colegio
-Clementino conservaba todas sus premticas, sus fueros y sus rentas.
-Todava era retiro de ilustres varones, todava se le llamaba noble
-archivo de las ciencias. El rectorado ejercalo desde haca muchos aos
-un ilustre prelado: Monseor Estefano Gaetani, obispo de Betulia, de la
-familia de los Prncipes Gaetani. Para aquel varn, lleno de evanglicas
-virtudes y de ciencia teolgica, llevaba yo el capelo cardenalicio. Su
-Santidad haba querido honrar mis juveniles aos, eligindome entre sus
-guardias nobles, para tan alta misin. Yo soy Bibiena di Rienzo, por la
-lnea de mi abuela<a name="page_021" id="page_021"></a> paterna. Julia Aldegrina, hija del Prncipe Mximo
-de Bibiena, que muri en 1770, envenenado por la famosa comedianta
-Simoneta la Corticelli, que tiene un largo captulo en las Memorias del
+hornacina agonizaba. El tardo paso de las mulas me dejó vislumbrar una
+Madona: Sostenía al Niño en el regazo, y el Niño, riente y desnudo,
+tendía los brazos para alcanzar un pez que los dedos virginales de la
+madre le mostraban<a name="page_020" id="page_020"></a> en alto, como en un juego cándido y celeste. La
+silla de posta se detuvo. Estábamos á las puertas del Colegio Clementino.</p>
+
+<p>Ocurría esto en los felices tiempos del Papa-Rey, y el Colegio
+Clementino conservaba todas sus premáticas, sus fueros y sus rentas.
+Todavía era retiro de ilustres varones, todavía se le llamaba noble
+archivo de las ciencias. El rectorado ejercíalo desde hacía muchos años
+un ilustre prelado: Monseñor Estefano Gaetani, obispo de Betulia, de la
+familia de los Príncipes Gaetani. Para aquel varón, lleno de evangélicas
+virtudes y de ciencia teológica, llevaba yo el capelo cardenalicio. Su
+Santidad había querido honrar mis juveniles años, eligiéndome entre sus
+guardias nobles, para tan alta misión. Yo soy Bibiena di Rienzo, por la
+línea de mi abuela<a name="page_021" id="page_021"></a> paterna. Julia Aldegrina, hija del Príncipe Máximo
+de Bibiena, que murió en 1770, envenenado por la famosa comedianta
+Simoneta la Corticelli, que tiene un largo capítulo en las Memorias del
Caballero de Sentgal.</p>
<p class="figcenter">
@@ -358,80 +321,80 @@ Caballero de Sentgal.</p>
width="150"
height="168"
alt="D"
-title="D" /></span>OS BEDELES con sotana y birreta pasebanse en el
-claustro. Eran viejos y ceremoniosos. Al verme entrar corrieron mi
+title="D" /></span>OS BEDELES con sotana y birreta paseábanse en el
+claustro. Eran viejos y ceremoniosos. Al verme entrar corrieron á mi
encuentro:</p>
-<p>&mdash;Una gran desgracia, Excelencia! Una gran desgracia!</p>
+<p>&mdash;¡Una gran desgracia, Excelencia! ¡Una gran desgracia!</p>
-<p>Me detuve, mirndoles alternativamente:</p>
+<p>Me detuve, mirándoles alternativamente:</p>
-<p>&mdash;Qu ocurre?</p>
+<p>&mdash;¿Qué ocurre?</p>
-<p>Los dos bedeles suspiraron. Uno de ellos comenz:<a name="page_024" id="page_024"></a></p>
+<p>Los dos bedeles suspiraron. Uno de ellos comenzó:<a name="page_024" id="page_024"></a></p>
<p>&mdash;Nuestro sabio rector...</p>
-<p>Y el otro, lloroso y doctoral, rectific:</p>
+<p>Y el otro, lloroso y doctoral, rectificó:</p>
-<p>&mdash;Nuestro amantsimo padre, Excelencia!... Nuestro amantsimo padre,
-nuestro maestro, nuestro gua, est en trance de muerte. Ayer sufri un
-accidente hallndose en casa de su hermana...</p>
+<p>&mdash;¡Nuestro amantísimo padre, Excelencia!... Nuestro amantísimo padre,
+nuestro maestro, nuestro guía, está en trance de muerte. Ayer sufrió un
+accidente hallándose en casa de su hermana...</p>
-<p>Y aqu el otro bedel, que callaba enjugndose los ojos, rectific su
+<p>Y aquí el otro bedel, que callaba enjugándose los ojos, rectificó á su
vez:</p>
-<p>&mdash;La Seora Princesa Gaetani. Una dama espaola que estuvo casada con el
-hermano mayor de Su Ilustrsima. El Prncipe Filipo Gaetani. An no hace
-el ao que falleci en una cacera. Otra gran desgracia, Excelencia!</p>
+<p>&mdash;La Señora Princesa Gaetani. Una dama española que estuvo casada con el
+hermano mayor de Su Ilustrísima. El Príncipe Filipo Gaetani. Aún no hace
+el año que falleció en una cacería. ¡Otra gran desgracia, Excelencia!</p>
-<p>Yo interrump un poco impaciente:</p>
+<p>Yo interrumpí un poco impaciente:</p>
-<p>&mdash;Monseor ha sido trasladado al Colegio?<a name="page_025" id="page_025"></a></p>
+<p>&mdash;¿Monseñor ha sido trasladado al Colegio?<a name="page_025" id="page_025"></a></p>
-<p>&mdash;No lo ha consentido la Seora Princesa. Ya os digo que est en trance
+<p>&mdash;No lo ha consentido la Señora Princesa. Ya os digo que está en trance
de muerte.</p>
-<p>Inclinme con solemne pesadumbre:</p>
-
-<p>&mdash;Acatemos la voluntad de Dios!</p>
-
-<p>Los dos bedeles se santiguaron devotamente. All en el fondo del
-claustro resonaba un campanilleo argentino, grave, litrgico. Era
-el vitico para Monseor, y los bedeles se quitaron las birretas.
-Poco despus, bajo los arcos, comenzaron desfilar los colegiales:
-Humanistas y telogos, doctores y bachilleres formaban larga procesin.
-Salan por un arco divididos en dos hileras, y rezaban con sordo rumor.
-Sus manos cruzadas sobre el pecho, opriman las birretas, mientras las
-flotantes becas barran las losas. Yo hinqu una rodilla en tierra y
-los mir pasar. Bachilleres y doctores tambin me miraban.<a name="page_026" id="page_026"></a> Mi manto de
-guardia noble pregonaba quin era yo, y ellos lo comentaban en voz baja.
-Cuando pasaron todos, me levant y segu detrs.</p>
-
-<p>La campanilla del vitico ya resonaba en el confn de la calle. De
-tiempo en tiempo algn viejo devoto sala de su casa con un farol
-encendido, y haciendo la seal de la cruz se incorporaba al cortejo.
-Nos detuvimos en una plaza solitaria, frente un palacio que tena
-todas las ventanas iluminadas. Lentamente el cortejo penetr en el ancho
-zagun. Bajo la bveda, el rumor de los rezos se hizo ms grave, y el
+<p>Inclinéme con solemne pesadumbre:</p>
+
+<p>&mdash;¡Acatemos la voluntad de Dios!</p>
+
+<p>Los dos bedeles se santiguaron devotamente. Allá en el fondo del
+claustro resonaba un campanilleo argentino, grave, litúrgico. Era
+el viático para Monseñor, y los bedeles se quitaron las birretas.
+Poco después, bajo los arcos, comenzaron á desfilar los colegiales:
+Humanistas y teólogos, doctores y bachilleres formaban larga procesión.
+Salían por un arco divididos en dos hileras, y rezaban con sordo rumor.
+Sus manos cruzadas sobre el pecho, oprimían las birretas, mientras las
+flotantes becas barrían las losas. Yo hinqué una rodilla en tierra y
+los miré pasar. Bachilleres y doctores también me miraban.<a name="page_026" id="page_026"></a> Mi manto de
+guardia noble pregonaba quién era yo, y ellos lo comentaban en voz baja.
+Cuando pasaron todos, me levanté y seguí detrás.</p>
+
+<p>La campanilla del viático ya resonaba en el confín de la calle. De
+tiempo en tiempo algún viejo devoto salía de su casa con un farol
+encendido, y haciendo la señal de la cruz se incorporaba al cortejo.
+Nos detuvimos en una plaza solitaria, frente á un palacio que tenía
+todas las ventanas iluminadas. Lentamente el cortejo penetró en el ancho
+zaguán. Bajo la bóveda, el rumor de los rezos se hizo más grave, y el
argentino son de la campanilla revoloteaba glorioso sobre las voces
apagadas y contritas.</p>
-<p>Subimos la seorial escalera. Hallbanse francas todas las puertas,
-y viejos criados<a name="page_027" id="page_027"></a> con hachas de cera nos guiaron travs de los
-salones desiertos. La cmara donde agoniza Monseor Estefano Gaetani
-estaba sumida en religiosa oscuridad. El noble prelado yaca sobre un
-lecho antiguo con dosel de seda. Tena cerrados los ojos: Su cabeza
-desapareca en el hoyo de las almohadas, y su corvo perfil de patricio
-romano destacbase en la penumbra, inmvil, blanco, sepulcral, como el
-perfil de las estatuas yacentes. En el fondo de la estancia, donde haba
+<p>Subimos la señorial escalera. Hallábanse francas todas las puertas,
+y viejos criados<a name="page_027" id="page_027"></a> con hachas de cera nos guiaron á través de los
+salones desiertos. La cámara donde agoniza Monseñor Estefano Gaetani
+estaba sumida en religiosa oscuridad. El noble prelado yacía sobre un
+lecho antiguo con dosel de seda. Tenía cerrados los ojos: Su cabeza
+desaparecía en el hoyo de las almohadas, y su corvo perfil de patricio
+romano destacábase en la penumbra, inmóvil, blanco, sepulcral, como el
+perfil de las estatuas yacentes. En el fondo de la estancia, donde había
un altar, rezaban arrodilladas la Princesa y sus cinco hijas.</p>
-<p>La Princesa Gaetani era una dama todava hermosa, blanca y rubia: Tena
+<p>La Princesa Gaetani era una dama todavía hermosa, blanca y rubia: Tenía
la boca muy roja, las manos como de nieve, dorados los ojos y dorado
-el cabello. Al verme clav en m una larga mirada y sonri con amable<a name="page_028" id="page_028"></a>
-tristeza. Yo me inclin y volv contemplarla. Aquella Princesa Gaetani
-me recordaba el retrato de Mara de Mdicis, pintado cuando sus bodas
+el cabello. Al verme clavó en mí una larga mirada y sonrió con amable<a name="page_028" id="page_028"></a>
+tristeza. Yo me incliné y volví á contemplarla. Aquella Princesa Gaetani
+me recordaba el retrato de María de Médicis, pintado cuando sus bodas
con el Rey de Francia, por Pedro Pablo Rubens.</p>
<p class="figcenter">
@@ -444,130 +407,130 @@ con el Rey de Francia, por Pedro Pablo Rubens.</p>
width="150"
height="165"
alt="M"
-title="M" /></span>ONSEOR apenas pudo entreabrir los ojos y alzarse sobre
-las almohadas cuando el sacerdote que llevaba el vitico se acerc
-su lecho: Recibida la comunin, su cabeza volvi caer desfallecida,
-mientras sus labios balbuceaban una oracin latina, fervorosos y torpes.
-El cortejo comenz retirarse en silencio: Yo tambin sal de la
-alcoba. Al cruzar la antecmara, acercse m un familiar de Monseor:<a name="page_030" id="page_030"></a></p>
+title="M" /></span>ONSEÑOR apenas pudo entreabrir los ojos y alzarse sobre
+las almohadas cuando el sacerdote que llevaba el viático se acercó á
+su lecho: Recibida la comunión, su cabeza volvió á caer desfallecida,
+mientras sus labios balbuceaban una oración latina, fervorosos y torpes.
+El cortejo comenzó á retirarse en silencio: Yo también salí de la
+alcoba. Al cruzar la antecámara, acercóse á mí un familiar de Monseñor:<a name="page_030" id="page_030"></a></p>
-<p>&mdash;Vos, sin duda, sois el enviado de Su Santidad?...</p>
+<p>&mdash;¿Vos, sin duda, sois el enviado de Su Santidad?...</p>
-<p>&mdash;As es: Soy el Marqus de Bradomn.</p>
+<p>&mdash;Así es: Soy el Marqués de Bradomín.</p>
-<p>&mdash;La Princesa acaba de decrmelo...</p>
+<p>&mdash;La Princesa acaba de decírmelo...</p>
-<p>&mdash;La Princesa me conoce?</p>
+<p>&mdash;¿La Princesa me conoce?</p>
-<p>&mdash;Ha conocido vuestros padres.</p>
+<p>&mdash;Ha conocido á vuestros padres.</p>
-<p>&mdash;Cundo podr ofrecerle mis respetos?</p>
+<p>&mdash;¿Cuándo podré ofrecerle mis respetos?</p>
<p>&mdash;La Princesa desea hablaros ahora mismo.</p>
-<p>Nos apartamos para seguir la pltica en el hueco de una ventana. Cuando
-desfilaron los ltimos colegiales y qued desierta la antecmara, mir
-instintivamente hacia la puerta de la alcoba, y vi la Princesa que
-sala rodeada de sus hijas, enjugndose los ojos con un pauelo de
-encajes. Me acerqu y le bes la mano. Ella murmur dbilmente:</p>
+<p>Nos apartamos para seguir la plática en el hueco de una ventana. Cuando
+desfilaron los últimos colegiales y quedó desierta la antecámara, miré
+instintivamente hacia la puerta de la alcoba, y vi á la Princesa que
+salía rodeada de sus hijas, enjugándose los ojos con un pañuelo de
+encajes. Me acerqué y le besé la mano. Ella murmuró débilmente:</p>
-<p>&mdash;En qu triste ocasin vuelvo verte, hijo mo!<a name="page_031" id="page_031"></a></p>
+<p>&mdash;¡En qué triste ocasión vuelvo á verte, hijo mío!<a name="page_031" id="page_031"></a></p>
<p>La voz de la Princesa Gaetani despertaba en mi alma un mundo de
-recuerdos lejanos que tenan esa vaguedad risuea y feliz de los
-recuerdos infantiles. La Princesa continu:</p>
+recuerdos lejanos que tenían esa vaguedad risueña y feliz de los
+recuerdos infantiles. La Princesa continuó:</p>
-<p>&mdash;Qu sabes de tu madre? De nio te parecas mucho ella, ahora no...
-Cuntas veces te tuve en mi regazo! No te acuerdas de m?</p>
+<p>&mdash;¿Qué sabes de tu madre? De niño te parecías mucho á ella, ahora no...
+¡Cuántas veces te tuve en mi regazo! ¿No te acuerdas de mí?</p>
-<p>Yo murmur indeciso:</p>
+<p>Yo murmuré indeciso:</p>
<p>&mdash;Me acuerdo de la voz...</p>
-<p>Y call evocando el pasado. La Princesa Gaetani me contemplaba
-sonriendo, y de pronto, en el dorado misterio de sus ojos, yo adivin
-quin era. mi vez sonre: Ella entonces me dijo:</p>
+<p>Y callé evocando el pasado. La Princesa Gaetani me contemplaba
+sonriendo, y de pronto, en el dorado misterio de sus ojos, yo adiviné
+quién era. Á mi vez sonreí: Ella entonces me dijo:</p>
-<p>&mdash;Ya te acuerdas?</p>
+<p>&mdash;¿Ya te acuerdas?</p>
-<p>&mdash;S...<a name="page_032" id="page_032"></a></p>
+<p>&mdash;Sí...<a name="page_032" id="page_032"></a></p>
-<p>&mdash;Quin soy?</p>
+<p>&mdash;¿Quién soy?</p>
-<p>Volv besar su mano, y luego respond:</p>
+<p>Volví á besar su mano, y luego respondí:</p>
-<p>&mdash;La hija del Marqus de Agar...</p>
+<p>&mdash;La hija del Marqués de Agar...</p>
-<p>Sonri tristemente recordando su juventud, y me present sus hijas:</p>
+<p>Sonrió tristemente recordando su juventud, y me presentó á sus hijas:</p>
-<p>&mdash;Mara del Rosario, Mara del Carmen, Mara del Pilar, Mara de la
-Soledad, Mara de las Nieves... Las cinco son Maras.</p>
+<p>&mdash;María del Rosario, María del Carmen, María del Pilar, María de la
+Soledad, María de las Nieves... Las cinco son Marías.</p>
-<p>Con una sola y profunda reverencia las salude todas. La mayor, Mara
-del Rosario, era una mujer de veinte aos, y la ms pequea, Mara de
-las Nieves, una nia de cinco. Todas me parecieron bellas y gentiles.
-Mara del Rosario era plida, con los ojos negros, llenos de luz
-ardiente y lnguida. Las otras, en todo semejantes su madre, tenan
-dorados los ojos y el cabello. La Princesa tom asiento en un ancho
-sof de damasco<a name="page_033" id="page_033"></a> carmes, y empez hablarme en voz baja. Sus hijas se
-retiraron en silencio, despidindose de m con una sonrisa, que era la
-vez tmida y amable. Mara del Rosario sali la ltima. Creo que adems
-de sus labios me sonrieron sus ojos, pero han pasado tantos aos, que
-no puedo asegurarlo. Lo que recuerdo todava es que vindola alejarse,
-sent que una nube de vaga tristeza me cubra el alma. La Princesa
-se qued un momento con la mirada fija en la puerta por donde haban
+<p>Con una sola y profunda reverencia las salude á todas. La mayor, María
+del Rosario, era una mujer de veinte años, y la más pequeña, María de
+las Nieves, una niña de cinco. Todas me parecieron bellas y gentiles.
+María del Rosario era pálida, con los ojos negros, llenos de luz
+ardiente y lánguida. Las otras, en todo semejantes á su madre, tenían
+dorados los ojos y el cabello. La Princesa tomó asiento en un ancho
+sofá de damasco<a name="page_033" id="page_033"></a> carmesí, y empezó á hablarme en voz baja. Sus hijas se
+retiraron en silencio, despidiéndose de mí con una sonrisa, que era á la
+vez tímida y amable. María del Rosario salió la última. Creo que además
+de sus labios me sonrieron sus ojos, pero han pasado tantos años, que
+no puedo asegurarlo. Lo que recuerdo todavía es que viéndola alejarse,
+sentí que una nube de vaga tristeza me cubría el alma. La Princesa
+se quedó un momento con la mirada fija en la puerta por donde habían
desaparecido sus hijas, y luego, con aquella sonrisa de dama amable y
devota, me dijo:</p>
-<p>&mdash;Ya las conoces!</p>
+<p>&mdash;¡Ya las conoces!</p>
-<p>Yo me inclin:</p>
+<p>Yo me incliné:</p>
-<p>&mdash;Son tan bellas como su madre!</p>
+<p>&mdash;¡Son tan bellas como su madre!</p>
-<p>&mdash;Son muy buenas y eso vale ms.</p>
+<p>&mdash;Son muy buenas y eso vale más.</p>
-<p>Yo guard silencio, porque siempre he<a name="page_034" id="page_034"></a> credo que la bondad de las
-mujeres es todava ms efmera que su hermosura. Aquella pobre seora
-crea lo contrario, y continu:</p>
+<p>Yo guardé silencio, porque siempre he<a name="page_034" id="page_034"></a> creído que la bondad de las
+mujeres es todavía más efímera que su hermosura. Aquella pobre señora
+creía lo contrario, y continuó:</p>
-<p>&mdash;Mara Rosario entrar en un convento dentro de pocos das. Dios la
-haga llegar ser otra Beata Francisca Gaetani!</p>
+<p>&mdash;María Rosario entrará en un convento dentro de pocos días. ¡Dios la
+haga llegar á ser otra Beata Francisca Gaetani!</p>
-<p>Yo murmur con solemnidad:</p>
+<p>Yo murmuré con solemnidad:</p>
-<p>&mdash;Es una separacin tan cruel como la muerte!</p>
+<p>&mdash;¡Es una separación tan cruel como la muerte!</p>
-<p>La Princesa me interrumpi vivamente:</p>
+<p>La Princesa me interrumpió vivamente:</p>
-<p>&mdash;Sin duda que es un dolor muy grande, pero tambin es un consuelo saber
+<p>&mdash;Sin duda que es un dolor muy grande, pero también es un consuelo saber
que las tentaciones y los riesgos del mundo no existen para ese ser
-querido. Si todas mis hijas entrasen en un convento, yo las seguira
-feliz... Desgraciadamente no son todas como Mara Rosario!</p>
+querido. Si todas mis hijas entrasen en un convento, yo las seguiría
+feliz... ¡Desgraciadamente no son todas como María Rosario!</p>
-<p>Call, suspirando con la mirada abstrada,<a name="page_035" id="page_035"></a> y en el fondo dorado de sus
-ojos yo cre ver la llama de un fanatismo trgico y sombro. En aquel
-momento, uno de los familiares que velaban Monseor Gaetani asomse
- la puerta de la alcoba, y all estuvo sin hacer ruido, dudoso de
-turbar nuestro silencio, hasta que la Princesa se dign interrogarle,
-suspirando entre desdeosa y afable:</p>
+<p>Calló, suspirando con la mirada abstraída,<a name="page_035" id="page_035"></a> y en el fondo dorado de sus
+ojos yo creí ver la llama de un fanatismo trágico y sombrío. En aquel
+momento, uno de los familiares que velaban á Monseñor Gaetani asomóse
+á la puerta de la alcoba, y allí estuvo sin hacer ruido, dudoso de
+turbar nuestro silencio, hasta que la Princesa se dignó interrogarle,
+suspirando entre desdeñosa y afable:</p>
-<p>&mdash;Qu ocurre, Don Antonino?</p>
+<p>&mdash;¿Qué ocurre, Don Antonino?</p>
-<p>Don Antonino sonri con beatitud:</p>
+<p>Don Antonino sonrió con beatitud:</p>
-<p>&mdash;Ocurre, Excelencia, que Monseor desea hablar al enviado de Su
+<p>&mdash;Ocurre, Excelencia, que Monseñor desea hablar al enviado de Su
Santidad.</p>
-<p>&mdash;Sabe que est aqu?</p>
+<p>&mdash;¿Sabe que está aquí?</p>
-<p>&mdash;Lo sabe, s, Excelencia. Le ha visto cuando recibi la Santa Uncin.
-Aun cuando pudiera parecer lo contrario, Monseor no ha perdido el
+<p>&mdash;Lo sabe, sí, Excelencia. Le ha visto cuando recibió la Santa Unción.
+Aun cuando pudiera parecer lo contrario, Monseñor no ha perdido el
conocimiento un solo instante.</p>
-<p> todo esto yo me haba puesto en pie. La<a name="page_036" id="page_036"></a> Princesa me alarg su mano,
-que todava en aquel trance supe besar con ms galantera que respeto, y
-entr en la cmara donde agonizaba Monseor.</p>
+<p>Á todo esto yo me había puesto en pie. La<a name="page_036" id="page_036"></a> Princesa me alargó su mano,
+que todavía en aquel trance supe besar con más galantería que respeto, y
+entré en la cámara donde agonizaba Monseñor.</p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_036.jpg" width="136" height="96" alt="" title="" />
@@ -579,100 +542,100 @@ entr en la cmara donde agonizaba Monseor.</p>
width="150"
height="162"
alt="E"
-title="E" /></span>L NOBLE prelado fij en m los ojos moribundos y quiso
-bendecirme, pero su mano cay desfallecida lo largo del cuerpo, al
-mismo tiempo que una lgrima le resbalaba lenta y angustiosa por la
-mejilla. En el silencio de la cmara, slo el resuello de su respiracin
+title="E" /></span>L NOBLE prelado fijó en mí los ojos moribundos y quiso
+bendecirme, pero su mano cayó desfallecida á lo largo del cuerpo, al
+mismo tiempo que una lágrima le resbalaba lenta y angustiosa por la
+mejilla. En el silencio de la cámara, sólo el resuello de su respiración
se escuchaba. Al cabo de un momento pudo decir con afanoso balbuceo:</p>
-<p>&mdash;Seor Capitn, quiero que llevis el testimonio<a name="page_038" id="page_038"></a> de mi gratitud al
+<p>&mdash;Señor Capitán, quiero que llevéis el testimonio<a name="page_038" id="page_038"></a> de mi gratitud al
Santo Padre...</p>
-<p>Call, y estuvo largo espacio con los ojos cerrados. Sus labios secos
-y azulencos, parecan agitados por el temblor de un rezo. Al abrir de
-nuevo los ojos, continu:</p>
+<p>Calló, y estuvo largo espacio con los ojos cerrados. Sus labios secos
+y azulencos, parecían agitados por el temblor de un rezo. Al abrir de
+nuevo los ojos, continuó:</p>
-<p>&mdash;Mis horas estn contadas. Los honores, las grandezas, las jerarquas,
-todo cuanto ambicion durante mi vida, en este momento se esparce
-como vana ceniza ante mis ojos de moribundo. Dios Nuestro Seor no me
+<p>&mdash;Mis horas están contadas. Los honores, las grandezas, las jerarquías,
+todo cuanto ambicioné durante mi vida, en este momento se esparce
+como vana ceniza ante mis ojos de moribundo. Dios Nuestro Señor no me
abandona, y me muestra la aspereza y desnudez de todas las cosas...
Me cercan las sombras de la Eternidad, pero mi alma se ilumina
interiormente con las claridades divinas de la Gracia...</p>
-<p>Otra vez tuvo que interrumpirse, y falto de fuerzas cerr los ojos.
-Uno de los familiares acercse y le enjug la frente sudorosa con<a name="page_039" id="page_039"></a> un
-pauelo de fina batista. Despus, dirigindose m, murmur en voz baja:</p>
+<p>Otra vez tuvo que interrumpirse, y falto de fuerzas cerró los ojos.
+Uno de los familiares acercóse y le enjugó la frente sudorosa con<a name="page_039" id="page_039"></a> un
+pañuelo de fina batista. Después, dirigiéndose á mí, murmuró en voz baja:</p>
-<p>&mdash;Seor Capitn, procurad que no hable.</p>
+<p>&mdash;Señor Capitán, procurad que no hable.</p>
-<p>Yo asent con un gesto. Monseor abri los ojos, y nos mir los dos.
-Un murmullo apagado sali de sus labios: Me inclin para oirle, pero
-no pude entender lo que deca. El familiar me apart suavemente, y
-doblndose su vez sobre el pecho del moribundo, pronunci con amable
+<p>Yo asentí con un gesto. Monseñor abrió los ojos, y nos miró á los dos.
+Un murmullo apagado salió de sus labios: Me incliné para oirle, pero
+no pude entender lo que decía. El familiar me apartó suavemente, y
+doblándose á su vez sobre el pecho del moribundo, pronunció con amable
imperio:</p>
-<p>&mdash;Ahora es preciso que descanse Su Ilustrsima! No hablis...</p>
+<p>&mdash;¡Ahora es preciso que descanse Su Ilustrísima! No habléis...</p>
-<p>El prelado hizo un gesto doloroso. El familiar volvi pasarle el
-pauelo por la frente, y al mismo tiempo, sus ojos sagaces de clrigo
-italiano, me indicaban que no deba continuar all. Como ello era
-tambin mi deseo, le hice una cortesa y me alej. El familiar ocupo<a name="page_040" id="page_040"></a>
-un silln que haba cercano la cabecera, y recogiendo suavemente los
-hbitos, se dispuso meditar, acaso dormir, pero en aquel momento
-advirti Monseor que yo me retiraba, y alzndose con supremo esfuerzo,
-me llam:</p>
+<p>El prelado hizo un gesto doloroso. El familiar volvió á pasarle el
+pañuelo por la frente, y al mismo tiempo, sus ojos sagaces de clérigo
+italiano, me indicaban que no debía continuar allí. Como ello era
+también mi deseo, le hice una cortesía y me alejé. El familiar ocupo<a name="page_040" id="page_040"></a>
+un sillón que había cercano á la cabecera, y recogiendo suavemente los
+hábitos, se dispuso á meditar, ó acaso á dormir, pero en aquel momento
+advirtió Monseñor que yo me retiraba, y alzándose con supremo esfuerzo,
+me llamó:</p>
-<p>&mdash;No te vayas, hijo mo! Quiero que lleves mi confesin al Santo Padre.</p>
+<p>&mdash;¡No te vayas, hijo mío! Quiero que lleves mi confesión al Santo Padre.</p>
-<p>Esper que nuevamente me acercase, y con los ojos fijos en el cndido
-altar que haba en un extremo de la cmara, comenz:</p>
+<p>Esperó á que nuevamente me acercase, y con los ojos fijos en el cándido
+altar que había en un extremo de la cámara, comenzó:</p>
-<p>&mdash;Dios mo, que me sirva de penitencia el dolor de mi culpa y la
-vergenza que me causa confesarla!</p>
+<p>&mdash;¡Dios mío, que me sirva de penitencia el dolor de mi culpa y la
+vergüenza que me causa confesarla!</p>
-<p>Los ojos del prelado estaban llenos de lgrimas. Era afanosa y ronca
+<p>Los ojos del prelado estaban llenos de lágrimas. Era afanosa y ronca
su voz. Los familiares se congregaban en torno del lecho. Sus frentes
-inclinbanse al suelo: Todos aparentaban<a name="page_041" id="page_041"></a> una gran pesadumbre, y
-parecan de antemano edificados por aquella confesin que intentaba
-hacer ante ellos el moribundo obispo de Betulia. Yo me arrodill. El
+inclinábanse al suelo: Todos aparentaban<a name="page_041" id="page_041"></a> una gran pesadumbre, y
+parecían de antemano edificados por aquella confesión que intentaba
+hacer ante ellos el moribundo obispo de Betulia. Yo me arrodillé. El
prelado rezaba en silencio, con los ojos puestos en el crucifijo que
-haba en el altar. Por sus mejillas descarnadas las lgrimas corran
-hilo hilo. Al cabo de un momento, comenz:</p>
-
-<p>&mdash;Naci mi culpa cuando recib las primeras cartas donde mi amigo,
-Monseor Ferrati, me anunciaba el designio que de otorgarme el capelo
-tena Su Santidad. Cun flaca es nuestra humana naturaleza, y cun
-frgil el barro de que somos hechos! Cre que mi estirpe de Prncipes
-vala ms que la ciencia y que la virtud de otros varones: Naci en mi
-alma el orgullo, el ms fatal de los consejeros humanos, y pens que
-algn da serame dado<a name="page_042" id="page_042"></a> regir la Cristiandad. Pontfices y Santos
-hubo en mi casa, y juzgu que poda ser como ellos. De esta suerte nos
-ciega Satans! Sentame viejo y esper que la muerte allanase mi camino.
-Dios Nuestro Seor no quiso que llegase vestir la sagrada prpura, y,
-sin embargo, cuando llegaron inciertas y alarmantes noticias, yo tem
-que hiciese naufragar mis esperanzas la muerte que todos teman de Su
-Santidad... Dios mo, he profanado tu altar rogndote que reservases
-aquella vida preciosa porque, segada en ms lejanos das, pudiera serme
-propicia su muerte! Dios mo, cegado por el Demonio, hasta hoy no he
-tenido conciencia de mi culpa! Seor, t que lees en el fondo de las
-almas, t que conoces mi pecado y mi arrepentimiento, devulveme tu
+había en el altar. Por sus mejillas descarnadas las lágrimas corrían
+hilo á hilo. Al cabo de un momento, comenzó:</p>
+
+<p>&mdash;Nació mi culpa cuando recibí las primeras cartas donde mi amigo,
+Monseñor Ferrati, me anunciaba el designio que de otorgarme el capelo
+tenía Su Santidad. ¡Cuán flaca es nuestra humana naturaleza, y cuán
+frágil el barro de que somos hechos! Creí que mi estirpe de Príncipes
+valía más que la ciencia y que la virtud de otros varones: Nació en mi
+alma el orgullo, el más fatal de los consejeros humanos, y pensé que
+algún día seríame dado<a name="page_042" id="page_042"></a> regir á la Cristiandad. Pontífices y Santos
+hubo en mi casa, y juzgué que podía ser como ellos. ¡De esta suerte nos
+ciega Satanás! Sentíame viejo y esperé que la muerte allanase mi camino.
+Dios Nuestro Señor no quiso que llegase á vestir la sagrada púrpura, y,
+sin embargo, cuando llegaron inciertas y alarmantes noticias, yo temí
+que hiciese naufragar mis esperanzas la muerte que todos temían de Su
+Santidad... ¡Dios mío, he profanado tu altar rogándote que reservases
+aquella vida preciosa porque, segada en más lejanos días, pudiera serme
+propicia su muerte! ¡Dios mío, cegado por el Demonio, hasta hoy no he
+tenido conciencia de mi culpa! ¡Señor, tú que lees en el fondo de las
+almas, tú que conoces mi pecado y mi arrepentimiento, devuélveme tu
Gracia!<a name="page_043" id="page_043"></a></p>
-<p>Call, y un largo estremecimiento de agona recorri su cuerpo. Haba
+<p>Calló, y un largo estremecimiento de agonía recorrió su cuerpo. Había
hablado con apagada voz, impregnada de apacible y sereno desconsuelo. La
-huella de sus ojeras se difundi por la mejilla, y sus ojos, cada vez
-ms hundidos en las cuencas, se nublaron con una sombra de muerte. Luego
-qued estirado, rgido, indiferente, la cabeza torcida, entreabierta
-la boca por la respiracin, el pecho agitado. Todos permanecimos de
+huella de sus ojeras se difundió por la mejilla, y sus ojos, cada vez
+más hundidos en las cuencas, se nublaron con una sombra de muerte. Luego
+quedó estirado, rígido, indiferente, la cabeza torcida, entreabierta
+la boca por la respiración, el pecho agitado. Todos permanecimos de
rodillas, irresolutos, sin osar llamarle ni movernos, por no turbar
-aquel reposo que nos causaba horror. All abajo exhalaba su perpetuo
-sollozo la fuente que haba en medio de la plaza, y se oan las voces
-de unas nias que jugaban la rueda: Cantaban una antigua letra de
-cadencia lnguida y nostlgica. Un rayo de sol, abrileo y matinal,
+aquel reposo que nos causaba horror. Allá abajo exhalaba su perpetuo
+sollozo la fuente que había en medio de la plaza, y se oían las voces
+de unas niñas que jugaban á la rueda: Cantaban una antigua letra de
+cadencia lánguida y nostálgica. Un rayo de sol, abrileño y matinal,
brillaba en los vasos<a name="page_044" id="page_044"></a> sagrados del altar, y los familiares rezaban en
-voz baja, edificados por aquellos devotos escrpulos que torturaban el
-alma cndida del prelado... Yo, pecador de m, empezaba dormirme, que
-haba corrido toda la noche en silla de posta, y cansa cuando es larga
+voz baja, edificados por aquellos devotos escrúpulos que torturaban el
+alma cándida del prelado... Yo, pecador de mí, empezaba á dormirme, que
+había corrido toda la noche en silla de posta, y cansa cuando es larga
una jornada.<a name="page_045" id="page_045"></a></p>
<p class="figcenter">
@@ -683,122 +646,122 @@ una jornada.<a name="page_045" id="page_045"></a></p>
width="150"
height="163"
alt="A"
-title="A" /></span>L SALIR de la cmara donde agonizaba Monseor Gaetani,
-hallme con un viejo mayordomo que me esperaba en la puerta.</p>
+title="A" /></span>L SALIR de la cámara donde agonizaba Monseñor Gaetani,
+halléme con un viejo mayordomo que me esperaba en la puerta.</p>
-<p>&mdash;Excelencia, m Seora la Princesa, me enva para que os muestre
+<p>&mdash;Excelencia, mí Señora la Princesa, me envía para que os muestre
vuestras habitaciones.</p>
-<p>Yo apenas pude reprimir un estremecimiento. En aquel instante, no s
-decir qu vago aroma primaveral traa mi alma el recuerdo de las cinco
+<p>Yo apenas pude reprimir un estremecimiento. En aquel instante, no sé
+decir qué vago aroma primaveral traía á mi alma el recuerdo de las cinco
hijas de la Princesa.<a name="page_046" id="page_046"></a> Mucho me alegraba la idea de vivir en el Palacio
Gaetani, y, sin embargo, tuve valor para negarme:</p>
-<p>&mdash;Decid vuestra Seora la Princesa Gaetani, que me hospedo en el
+<p>&mdash;Decid á vuestra Señora la Princesa Gaetani, que me hospedo en el
Colegio Clementino.</p>
-<p>El mayordomo pareci consternado:</p>
+<p>El mayordomo pareció consternado:</p>
-<p>&mdash;Excelencia, creedme que la causis una gran contrariedad. En fin, si
-os negis, tengo orden de llevarle recado. Os dignaris esperar algunos
-momentos. Est terminando de or misa.</p>
+<p>&mdash;Excelencia, creedme que la causáis una gran contrariedad. En fin, si
+os negáis, tengo orden de llevarle recado. Os dignaréis esperar algunos
+momentos. Está terminando de oír misa.</p>
-<p>Yo hice un gesto de resignacin:</p>
+<p>Yo hice un gesto de resignación:</p>
-<p>&mdash;No le digis nada. Dios me perdonar si prefiero este Palacio, con sus
-cinco doncellas encantadas, los graves telogos del Colegio Clementino.</p>
+<p>&mdash;No le digáis nada. Dios me perdonará si prefiero este Palacio, con sus
+cinco doncellas encantadas, á los graves teólogos del Colegio Clementino.</p>
-<p>El mayordomo me mir con asombro, como<a name="page_047" id="page_047"></a> si dudase de mi juicio.
-Despus mostr deseos de hablarme, pero tras algunas vacilaciones,
-termin indicndome el camino, acompaando la accin tan slo con una
-sonrisa. Yo le segu. Era un viejo rasurado, vestido con largo levitn
-eclesistico que casi le rozaba los zapatos, ornados con hebillas de
+<p>El mayordomo me miró con asombro, como<a name="page_047" id="page_047"></a> si dudase de mi juicio.
+Después mostró deseos de hablarme, pero tras algunas vacilaciones,
+terminó indicándome el camino, acompañando la acción tan sólo con una
+sonrisa. Yo le seguí. Era un viejo rasurado, vestido con largo levitón
+eclesiástico que casi le rozaba los zapatos, ornados con hebillas de
plata. Se llamaba Polonio, andaba en la punta de los pies, sin hacer
-ruido, y cada momento se volva para hablarme en voz baja y llena de
+ruido, y á cada momento se volvía para hablarme en voz baja y llena de
misterio:</p>
-<p>&mdash;Pocas esperanzas hay de que Monseor reserve la vida...</p>
+<p>&mdash;Pocas esperanzas hay de que Monseñor reserve la vida...</p>
-<p>Y despus de algunos pasos:</p>
+<p>Y después de algunos pasos:</p>
-<p>&mdash;Yo tengo ofrecida una novena la Santa Madona.</p>
+<p>&mdash;Yo tengo ofrecida una novena á la Santa Madona.</p>
-<p>Y un poco ms all, mientras levantaba una cortina:<a name="page_048" id="page_048"></a></p>
+<p>Y un poco más allá, mientras levantaba una cortina:<a name="page_048" id="page_048"></a></p>
-<p>&mdash;No estaba obligado menos. Monseor me haba prometido llevarme
+<p>&mdash;No estaba obligado á menos. Monseñor me había prometido llevarme á
Roma.</p>
-<p>Y volviendo continuar la marcha:</p>
+<p>Y volviendo á continuar la marcha:</p>
-<p>&mdash;No lo quiso Dios!... No lo quiso Dios!...</p>
+<p>&mdash;¡No lo quiso Dios!... ¡No lo quiso Dios!...</p>
-<p>De esta suerte atravesamos la antecmara, y un saln casi oscuro y
-una biblioteca desierta. All el mayordomo se detuvo, palpndose las
-faltriqueras de su calzn, ante una puerta cerrada:</p>
+<p>De esta suerte atravesamos la antecámara, y un salón casi oscuro y
+una biblioteca desierta. Allí el mayordomo se detuvo, palpándose las
+faltriqueras de su calzón, ante una puerta cerrada:</p>
-<p>&mdash;Vlgame Dios!... He perdido mis llaves...</p>
+<p>&mdash;¡Válgame Dios!... He perdido mis llaves...</p>
-<p>Todava continu registrndose: Al cabo di con ellas, abri y apartse
-dejndome paso:</p>
+<p>Todavía continuó registrándose: Al cabo dió con ellas, abrió y apartóse
+dejándome paso:</p>
-<p>&mdash;La Seora Princesa desea que dispongis del saln, de la biblioteca y
-de esta cmara.</p>
+<p>&mdash;La Señora Princesa desea que dispongáis del salón, de la biblioteca y
+de esta cámara.</p>
-<p>Yo entr. Aquella estancia me pareci en<a name="page_049" id="page_049"></a> todo semejante la cmara
-en que agonizaba Monseor Gaetani. Tambin era honda y silenciosa, con
-antiguos cortinajes de damasco carmes. Arroj sobre un silln mi manto
-de guardia noble, y me volv mirando los cuadros que colgaban de los
+<p>Yo entré. Aquella estancia me pareció en<a name="page_049" id="page_049"></a> todo semejante á la cámara
+en que agonizaba Monseñor Gaetani. También era honda y silenciosa, con
+antiguos cortinajes de damasco carmesí. Arrojé sobre un sillón mi manto
+de guardia noble, y me volví mirando los cuadros que colgaban de los
muros. Eran antiguos lienzos de la escuela florentina, que representaban
-escenas bblicas:&mdash;Moiss salvado de las aguas, Susana y los ancianos,
+escenas bíblicas:&mdash;Moisés salvado de las aguas, Susana y los ancianos,
Judith con la cabeza de Holofernes.&mdash;Para que pudiese verlos mejor, el
-mayordomo corri de un lado al otro levantando todos los cortinajes de
-las ventanas. Despus me dej contemplarlos en silencio: Andaba detrs
-de m como una sombra, sin dejar caer de los labios la sonrisa, una
-vaga sonrisa doctoral. Cuando juzg que los haba mirado todo sabor y
-talante, acercse en la punta de los<a name="page_050" id="page_050"></a> pies y dej or su voz cascada,
-ms amable y misteriosa que nunca:</p>
+mayordomo corrió de un lado al otro levantando todos los cortinajes de
+las ventanas. Después me dejó contemplarlos en silencio: Andaba detrás
+de mí como una sombra, sin dejar caer de los labios la sonrisa, una
+vaga sonrisa doctoral. Cuando juzgó que los había mirado á todo sabor y
+talante, acercóse en la punta de los<a name="page_050" id="page_050"></a> pies y dejó oír su voz cascada,
+más amable y misteriosa que nunca:</p>
-<p>&mdash;Qu os parece? Son todos de la misma mano... Y qu mano!...</p>
+<p>&mdash;¿Qué os parece? Son todos de la misma mano... ¡Y qué mano!...</p>
-<p>Yo le interrump:</p>
+<p>Yo le interrumpí:</p>
-<p>&mdash;Sin duda, Andrea del Sarto?</p>
+<p>&mdash;¿Sin duda, Andrea del Sarto?</p>
-<p>El Seor Polonio adquiri un continente grave, casi solemne:</p>
+<p>El Señor Polonio adquirió un continente grave, casi solemne:</p>
-<p>&mdash;Atribudos Rafael.</p>
+<p>&mdash;Atribuídos á Rafael.</p>
-<p>Me volv dirigirles una nueva ojeada, y el Seor Polonio continu:</p>
+<p>Me volví á dirigirles una nueva ojeada, y el Señor Polonio continuó:</p>
-<p>&mdash;Reparad que tan slo digo atribudos. En mi humilde parecer valen ms
-que si fuesen de Rafael... Yo los creo del Divino!</p>
+<p>&mdash;Reparad que tan sólo digo atribuídos. En mi humilde parecer valen más
+que si fuesen de Rafael... ¡Yo los creo del Divino!</p>
-<p>&mdash;Quin es el Divino?</p>
+<p>&mdash;¿Quién es el Divino?</p>
-<p>El mayordomo abri los brazos definitivamente consternado:</p>
+<p>El mayordomo abrió los brazos definitivamente consternado:</p>
-<p>&mdash;Y vos me lo preguntis, Excelencia?<a name="page_051" id="page_051"></a> Quin puede ser sino Leonardo
+<p>&mdash;¿Y vos me lo preguntáis, Excelencia?<a name="page_051" id="page_051"></a> ¡Quién puede ser sino Leonardo
de Vinci!...</p>
-<p>Y guard silencio, contemplndome con verdadera lstima. Yo apenas
-disimul una sonrisa burlona: el Seor Polonio aparent no verla, y,
-sagaz como un cardenal romano, comenz adularme:</p>
+<p>Y guardó silencio, contemplándome con verdadera lástima. Yo apenas
+disimulé una sonrisa burlona: el Señor Polonio aparentó no verla, y,
+sagaz como un cardenal romano, comenzó á adularme:</p>
-<p>&mdash;Hasta hoy no haba dudado... Ahora os confieso que dudo. Excelencia,
-acaso tengis razn. Andrea del Sarto pint mucho en el taller de
-Leonardo, y sus cuadros de esa poca se parecen tanto, que ms de una
+<p>&mdash;Hasta hoy no había dudado... Ahora os confieso que dudo. Excelencia,
+acaso tengáis razón. Andrea del Sarto pintó mucho en el taller de
+Leonardo, y sus cuadros de esa época se parecen tanto, que más de una
vez han sido confundidos... En el mismo Vaticano hay un ejemplo: La
Madona de la Rosa. Unos la juzgan del Vinci y otros del Sarto. Yo la
-creo del marido de doa Lucrecia del Fede, pero tocada por el Divino. Ya
-sabis que era cosa frecuente entre maestros y discpulos.</p>
+creo del marido de doña Lucrecia del Fede, pero tocada por el Divino. Ya
+sabéis que era cosa frecuente entre maestros y discípulos.</p>
-<p>Yo le escuchaba con un gesto de fatiga.<a name="page_052" id="page_052"></a> El Seor Polonio, al terminar
-su oracin, me hizo una profunda reverencia, y corri con los brazos en
-alto, de una en otra ventana, soltando los cortinajes. La cmara qued
-en una media luz, propicia para el sueo. El Seor Polonio se despidi
-en voz baja, como si estuviese en una capilla, y sali sin ruido,
-cerrando tras s la puerta... Era tanta mi fatiga, que dorm hasta la
-cada de la tarde. Me despert soando con Mara Rosario.<a name="page_053" id="page_053"></a></p>
+<p>Yo le escuchaba con un gesto de fatiga.<a name="page_052" id="page_052"></a> El Señor Polonio, al terminar
+su oración, me hizo una profunda reverencia, y corrió con los brazos en
+alto, de una en otra ventana, soltando los cortinajes. La cámara quedó
+en una media luz, propicia para el sueño. El Señor Polonio se despidió
+en voz baja, como si estuviese en una capilla, y salió sin ruido,
+cerrando tras sí la puerta... Era tanta mi fatiga, que dormí hasta la
+caída de la tarde. Me desperté soñando con María Rosario.<a name="page_053" id="page_053"></a></p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_052.jpg" width="185" height="63" alt="" title="" />
@@ -808,109 +771,109 @@ cada de la tarde. Me despert soando con Mara Rosario.<a name="page_053" id="
width="150"
height="163"
alt="L"
-title="L" /></span>A BIBLIOTECA tena tres puertas que daban sobre una
-terraza de mrmol. En el jardn las fuentes repetan el comentario
-voluptuoso que parecen hacer todos los pensamientos de amor, sus voces
-eternas y juveniles. Al inclinarme sobre la balaustrada, yo sent que
-el hlito de la Primavera me suba al rostro. Aquel viejo jardn de
-mirtos y de laureles mostrbase bajo el sol poniente lleno de gracia
-gentlica.<a name="page_054" id="page_054"></a> En el fondo, caminando por los tortuosos senderos de un
-laberinto, las cinco hermanas se aparecan con las faldas llenas de
-rosas, como en una fbula antigua. A lo lejos, surcado por numerosas
-velas latinas que parecan de mbar, extendase el Mar Tirreno. Sobre la
-playa de dorada arena moran mansas las olas, y el son de los caracoles,
-con que anunciaban los pescadores su arribada la playa, y el ronco
-canto del mar, parecan acordarse con la fragancia de aquel jardn
-antiguo donde las cinco hermanas se contaban sus sueos juveniles la
-sombra de los rosceos laureles.</p>
-
-<p>Se haban sentado en un gran banco de piedra componer sus ramos. Sobre
-el hombro de Mara Rosario estaba posada una paloma, y en aquel cndido
-suceso yo hall la gracia y el misterio de una alegora. Tocaban
-fiesta<a name="page_055" id="page_055"></a> unas campanas de aldea, y la iglesia se perfilaba lo lejos, en
-lo alto de una colina verde, rodeada de cipreses. Sala la procesin,
-que anduvo alrededor de la iglesia, y distinguanse las imgenes en
+title="L" /></span>A BIBLIOTECA tenía tres puertas que daban sobre una
+terraza de mármol. En el jardín las fuentes repetían el comentario
+voluptuoso que parecen hacer á todos los pensamientos de amor, sus voces
+eternas y juveniles. Al inclinarme sobre la balaustrada, yo sentí que
+el hálito de la Primavera me subía al rostro. Aquel viejo jardín de
+mirtos y de laureles mostrábase bajo el sol poniente lleno de gracia
+gentílica.<a name="page_054" id="page_054"></a> En el fondo, caminando por los tortuosos senderos de un
+laberinto, las cinco hermanas se aparecían con las faldas llenas de
+rosas, como en una fábula antigua. A lo lejos, surcado por numerosas
+velas latinas que parecían de ámbar, extendíase el Mar Tirreno. Sobre la
+playa de dorada arena morían mansas las olas, y el son de los caracoles,
+con que anunciaban los pescadores su arribada á la playa, y el ronco
+canto del mar, parecían acordarse con la fragancia de aquel jardín
+antiguo donde las cinco hermanas se contaban sus sueños juveniles á la
+sombra de los rosáceos laureles.</p>
+
+<p>Se habían sentado en un gran banco de piedra á componer sus ramos. Sobre
+el hombro de María Rosario estaba posada una paloma, y en aquel cándido
+suceso yo hallé la gracia y el misterio de una alegoría. Tocaban á
+fiesta<a name="page_055" id="page_055"></a> unas campanas de aldea, y la iglesia se perfilaba á lo lejos, en
+lo alto de una colina verde, rodeada de cipreses. Salía la procesión,
+que anduvo alrededor de la iglesia, y distinguíanse las imágenes en
sus andas, con los mantos bordados que brillaban al sol, y los rojos
pendones parroquiales que iban delante, flameando victoriosos como
-triunfos litrgicos. Las cinco hermanas se arrodillaron sobre la yerba,
+triunfos litúrgicos. Las cinco hermanas se arrodillaron sobre la yerba,
y juntaron las manos llenas de rosas.</p>
-<p>Los mirlos cantaban en las ramas, y sus cantos se respondan
-encadenndose en un ritmo remoto, como las olas del mar. Las cinco
-hermanas haban vuelto sentarse: Tejan sus ramos en silencio, y entre
-la prpura de las rosas revoloteaban como albas palomas sus manos, y los
-rayos del sol que<a name="page_056" id="page_056"></a> pasaban travs del follaje, temblaban en ellas como
-msticos haces encendidos. Los tritones y las sirenas de las fuentes
-borboteaban su risa quimrica, y las aguas de plata corran con juvenil
+<p>Los mirlos cantaban en las ramas, y sus cantos se respondían
+encadenándose en un ritmo remoto, como las olas del mar. Las cinco
+hermanas habían vuelto á sentarse: Tejían sus ramos en silencio, y entre
+la púrpura de las rosas revoloteaban como albas palomas sus manos, y los
+rayos del sol que<a name="page_056" id="page_056"></a> pasaban á través del follaje, temblaban en ellas como
+místicos haces encendidos. Los tritones y las sirenas de las fuentes
+borboteaban su risa quimérica, y las aguas de plata corrían con juvenil
murmullo por las barbas limosas de los viejos monstruos marinos, que se
-inclinaban para besar las sirenas, presas en sus brazos. Las cinco
+inclinaban para besar á las sirenas, presas en sus brazos. Las cinco
hermanas se levantaron para volver al Palacio. Caminaban lentamente por
los senderos del laberinto como princesas encantadas que acarician un
-mismo ensueo. Cuando hablaban, el rumor de sus voces se perda en los
-rumores de la tarde, y slo la onda primaveral de sus risas se levantaba
-armnica bajo la sombra de los clsicos laureles.</p>
+mismo ensueño. Cuando hablaban, el rumor de sus voces se perdía en los
+rumores de la tarde, y sólo la onda primaveral de sus risas se levantaba
+armónica bajo la sombra de los clásicos laureles.</p>
-<p>Cuando penetr en el saln de la Princesa ya estaban las luces
+<p>Cuando penetré en el salón de la Princesa ya estaban las luces
encendidas. En medio<a name="page_057" id="page_057"></a> del silencio resonaba llena de gravedad la voz
-de un Colegial Mayor, que conversaba con las seoras que componan la
-tertulia de la Princesa Gaetani. El saln era dorado y de un gusto
-francs, femenino y lujoso. Amorcillos con guirnaldas, ninfas vestidas
+de un Colegial Mayor, que conversaba con las señoras que componían la
+tertulia de la Princesa Gaetani. El salón era dorado y de un gusto
+francés, femenino y lujoso. Amorcillos con guirnaldas, ninfas vestidas
de encajes, galantes cazadores y venados de enramada cornamenta,
-poblaban la tapicera del muro, y sobre las consolas, en graciosos
-grupos de porcelana, duques pastores cean el florido talle de
+poblaban la tapicería del muro, y sobre las consolas, en graciosos
+grupos de porcelana, duques pastores ceñían el florido talle de
marquesas aldeanas. Yo me detuve un momento en la puerta. Al verme, las
damas que ocupaban el estrado sonrieron y el Colegial Mayor se puso en
pie:</p>
-<p>&mdash;Permtame el Seor Capitn que le salude en nombre de todo el Colegio
+<p>&mdash;Permítame el Señor Capitán que le salude en nombre de todo el Colegio
Clementino.</p>
-<p>Y me alarg su mano carnosa y blanca, que pareca reclamar la pastoral
-amatista.<a name="page_058" id="page_058"></a> Por privilegio pontificio vesta beca de terciopelo que
-realzaba su figura prcer y llena de majestad. Era un hombre joven,
-pero con los cabellos blancos. Tena los ojos llenos de fuego, la nariz
-aguilea y la boca de estatua, firme y bien dibujada. La Princesa me lo
-present con un gesto lleno de languidez sentimental:</p>
+<p>Y me alargó su mano carnosa y blanca, que parecía reclamar la pastoral
+amatista.<a name="page_058" id="page_058"></a> Por privilegio pontificio vestía beca de terciopelo que
+realzaba su figura prócer y llena de majestad. Era un hombre joven,
+pero con los cabellos blancos. Tenía los ojos llenos de fuego, la nariz
+aguileña y la boca de estatua, firme y bien dibujada. La Princesa me lo
+presentó con un gesto lleno de languidez sentimental:</p>
-<p>&mdash;Monseor Antonelli. Un sabio y un santo!</p>
+<p>&mdash;Monseñor Antonelli. ¡Un sabio y un santo!</p>
-<p>Yo me inclin:</p>
+<p>Yo me incliné:</p>
-<p>&mdash;S, Princesa, que los cardenales romanos le consultan las ms arduas
-cuestiones teolgicas, y la fama de sus virtudes todas partes llega...</p>
+<p>&mdash;Sé, Princesa, que los cardenales romanos le consultan las más arduas
+cuestiones teológicas, y la fama de sus virtudes á todas partes llega...</p>
-<p>El Colegial interrumpi con su grave voz, reposada y amable:</p>
+<p>El Colegial interrumpió con su grave voz, reposada y amable:</p>
-<p>&mdash;No soy ms que un filsofo, entendiendo<a name="page_059" id="page_059"></a> la filosofa como la
-entendan los antiguos: Amor la sabidura.</p>
+<p>&mdash;No soy más que un filósofo, entendiendo<a name="page_059" id="page_059"></a> la filosofía como la
+entendían los antiguos: Amor á la sabiduría.</p>
-<p>Despus, volviendo sentarse, continu:</p>
+<p>Después, volviendo á sentarse, continuó:</p>
-<p>&mdash;Habis visto Monseor Gaetani? Qu desgracia! Tan grande como
+<p>&mdash;¿Habéis visto á Monseñor Gaetani? ¡Qué desgracia! ¡Tan grande como
impensada!...</p>
-<p>Todos guardamos un silencio triste. Dos seoras ancianas, las dos
-vestidas de seda con noble severidad, interrogaron un mismo tiempo y
+<p>Todos guardamos un silencio triste. Dos señoras ancianas, las dos
+vestidas de seda con noble severidad, interrogaron á un mismo tiempo y
con la misma voz:</p>
-<p>&mdash;No hay esperanzas?</p>
+<p>&mdash;¿No hay esperanzas?</p>
-<p>La Princesa suspir:</p>
+<p>La Princesa suspiró:</p>
<p>&mdash;No las hay... Solamente un milagro:</p>
-<p>De nuevo volvi el silencio. En el otro extremo del saln las hijas
-de la Princesa bordaban un pao de tis, las cinco sentadas en rueda.
-Hablaban en voz baja las unas con las otras, y sonrean con las cabezas
-inclinadas: Slo Mara Rosario permaneca silenciosa,<a name="page_060" id="page_060"></a> y bordaba
-lentamente como si soase. Temblaba en las agujas el hilo de oro, y
-bajo los dedos de las cinco doncellas nacan las rosas y los lirios
-de la flora celeste que puebla los paos sagrados. De improviso, en
-medio de aquella paz, resonaron tres aldabadas. La Princesa palideci
-mortalmente: Los dems no hicieron sino mirarse. El Colegial Mayor se
+<p>De nuevo volvió el silencio. En el otro extremo del salón las hijas
+de la Princesa bordaban un paño de tisú, las cinco sentadas en rueda.
+Hablaban en voz baja las unas con las otras, y sonreían con las cabezas
+inclinadas: Sólo María Rosario permanecía silenciosa,<a name="page_060" id="page_060"></a> y bordaba
+lentamente como si soñase. Temblaba en las agujas el hilo de oro, y
+bajo los dedos de las cinco doncellas nacían las rosas y los lirios
+de la flora celeste que puebla los paños sagrados. De improviso, en
+medio de aquella paz, resonaron tres aldabadas. La Princesa palideció
+mortalmente: Los demás no hicieron sino mirarse. El Colegial Mayor se
puso en pie:</p>
-<p>&mdash;Permitirn que me retire: No cre que fuese tan tarde... Cmo han
+<p>&mdash;Permitirán que me retire: No creí que fuese tan tarde... ¿Cómo han
cerrado ya las puertas?</p>
<p>La Princesa repuso temblando:</p>
@@ -919,30 +882,30 @@ cerrado ya las puertas?</p>
<p>Y las dos ancianas vestidas de seda negra, susurraron:</p>
-<p>&mdash;Algn insolente!</p>
+<p>&mdash;¡Algún insolente!</p>
-<p>Cambiaron entre ellas una mirada tmida,<a name="page_061" id="page_061"></a> como para infundirse nimo,
-y quedaron atentas, con un ligero temblor. Las aldabadas volvan
-sonar, pero esta vez era dentro del Palacio Gaetani. Una rfaga pas por
-el saln y apag algunas luces. La Princesa lanz un grito. Todos la
-rodeamos: Ella nos miraba con los labios trmulos y los ojos asustados:
-Insinu una voz:</p>
+<p>Cambiaron entre ellas una mirada tímida,<a name="page_061" id="page_061"></a> como para infundirse ánimo,
+y quedaron atentas, con un ligero temblor. Las aldabadas volvían á
+sonar, pero esta vez era dentro del Palacio Gaetani. Una ráfaga pasó por
+el salón y apagó algunas luces. La Princesa lanzó un grito. Todos la
+rodeamos: Ella nos miraba con los labios trémulos y los ojos asustados:
+Insinuó una voz:</p>
-<p>&mdash;Cuando muri el Prncipe Filipo, ocurri esto... Y l lo contaba de
+<p>&mdash;Cuando murió el Príncipe Filipo, ocurrió esto... ¡Y él lo contaba de
su padre!</p>
-<p>En aquel momento el Seor Polonio apareci en la puerta del saln, y
-en ella se detuvo. La Princesa incorporse en el sof, y se enjug los
-ojos: Despus, con noble entereza, le interrog:</p>
+<p>En aquel momento el Señor Polonio apareció en la puerta del salón, y
+en ella se detuvo. La Princesa incorporóse en el sofá, y se enjugó los
+ojos: Después, con noble entereza, le interrogó:</p>
-<p>&mdash;Ha muerto?</p>
+<p>&mdash;¿Ha muerto?</p>
-<p>El mayordomo inclin la frente:</p>
+<p>El mayordomo inclinó la frente:</p>
-<p>&mdash;Ya goza de Dios!<a name="page_062" id="page_062"></a></p>
+<p>&mdash;¡Ya goza de Dios!<a name="page_062" id="page_062"></a></p>
-<p>Una onda de gemidos se levant en el estrado. Las damas rodearon la
-Princesa, y el Colegial Mayor se santigu.</p>
+<p>Una onda de gemidos se levantó en el estrado. Las damas rodearon á la
+Princesa, y el Colegial Mayor se santiguó.</p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_062.jpg" width="313" height="191" alt="" title="" />
@@ -954,82 +917,82 @@ Princesa, y el Colegial Mayor se santigu.</p>
width="150"
height="165"
alt="M"
-title="M" /></span>ARA ROSARIO, con los ojos arrasados de lgrimas
-guardaba lentamente sus agujas y su hilo de oro. Yo la vea en el otro
-extremo del saln, inclinada sobre un menudo y cincelado cofre que
-sostena abierto en el regazo: Sin duda rezaba en voz baja, porque sus
-labios se movan dbilmente. En su mejilla temblaba la sombra de las
-pestaas, y yo senta que en el fondo de mi alma aquel rostro plido
-temblaba<a name="page_064" id="page_064"></a> con el encanto misterioso y potico que tiembla en el fondo de
-un lago, el rostro de la luna. Mara Rosario cerr el cofre, y dejando
-en l la llave de oro, lo puso sobre la alfombra para tomar en brazos
-la ms nia de sus hermanas que lloraba asustada. Despus se inclin,
-besndola. Yo vea cmo la infantil y rubia guedeja de Mara Nieves
-desbordaba sobre el brazo de Mara Rosario, y hallaba en aquel grupo la
-gracia cndida de esos cuadros antiguos que pintaron los monjes devotos
-de la Virgen. La nia murmur:</p>
-
-<p>&mdash;Tengo sueo!...</p>
-
-<p>&mdash;Quieres que llame tu doncella para que te acueste?</p>
+title="M" /></span>ARÍA ROSARIO, con los ojos arrasados de lágrimas
+guardaba lentamente sus agujas y su hilo de oro. Yo la veía en el otro
+extremo del salón, inclinada sobre un menudo y cincelado cofre que
+sostenía abierto en el regazo: Sin duda rezaba en voz baja, porque sus
+labios se movían débilmente. En su mejilla temblaba la sombra de las
+pestañas, y yo sentía que en el fondo de mi alma aquel rostro pálido
+temblaba<a name="page_064" id="page_064"></a> con el encanto misterioso y poético que tiembla en el fondo de
+un lago, el rostro de la luna. María Rosario cerró el cofre, y dejando
+en él la llave de oro, lo puso sobre la alfombra para tomar en brazos á
+la más niña de sus hermanas que lloraba asustada. Después se inclinó,
+besándola. Yo veía cómo la infantil y rubia guedeja de María Nieves
+desbordaba sobre el brazo de María Rosario, y hallaba en aquel grupo la
+gracia cándida de esos cuadros antiguos que pintaron los monjes devotos
+de la Virgen. La niña murmuró:</p>
+
+<p>&mdash;¡Tengo sueño!...</p>
+
+<p>&mdash;¿Quieres que llame á tu doncella para que te acueste?</p>
<p>&mdash;Malvina me deja sola. Se figura que estoy durmiendo y se va muy
despacio, y cuando estoy sola tengo miedo.<a name="page_065" id="page_065"></a></p>
-<p>Mara Rosario alzse con la nia en brazos, y como una sombra silenciosa
-y plida atraves el saln. Yo acud presuroso levantar el cortinaje
-de la puerta. Mara Rosario pas con los ojos bajos, sin mirarme: La
-nia, en cambio, volvi hacia m sus claras pupilas llenas de lgrimas,
+<p>María Rosario alzóse con la niña en brazos, y como una sombra silenciosa
+y pálida atravesó el salón. Yo acudí presuroso á levantar el cortinaje
+de la puerta. María Rosario pasó con los ojos bajos, sin mirarme: La
+niña, en cambio, volvió hacia mí sus claras pupilas llenas de lágrimas,
y me dijo con una voz muy tenue:</p>
-<p>&mdash;Buenas noches, Marqus, hasta maana.</p>
+<p>&mdash;Buenas noches, Marqués, hasta mañana.</p>
-<p>&mdash;Adis, preciosa.</p>
+<p>&mdash;Adiós, preciosa.</p>
-<p>Y con el alma herida por el desdn que Mara Rosario me mostrara, volv
-al estrado, donde la Princesa segua con el pauelo sobre los ojos. Las
-ancianas de su tertulia la rodeaban, y de tiempo en tiempo se volvan
-aconsejadoras y prudentes para hablar en voz baja con las nias, que
-tambin suspiraban, pero con menos dolor que su madre:<a name="page_066" id="page_066"></a></p>
+<p>Y con el alma herida por el desdén que María Rosario me mostrara, volví
+al estrado, donde la Princesa seguía con el pañuelo sobre los ojos. Las
+ancianas de su tertulia la rodeaban, y de tiempo en tiempo se volvían
+aconsejadoras y prudentes para hablar en voz baja con las niñas, que
+también suspiraban, pero con menos dolor que su madre:<a name="page_066" id="page_066"></a></p>
-<p>&mdash;Hijas mas, debis hacer que se acueste.</p>
+<p>&mdash;Hijas mías, debéis hacer que se acueste.</p>
<p>&mdash;Hay que disponer los lutos.</p>
-<p>&mdash;Dnde ha ido Mara Rosario?</p>
+<p>&mdash;¿Dónde ha ido María Rosario?</p>
-<p>El Colegial Mayor tambin dejaba oir alguna vez su voz grave y amable:
-Cada palabra suya produca un murmullo de admiracin entre las seoras.
-La verdad es que cuanto manaba de sus labios pareca lleno de ciencia
-teolgica y de uncin cristiana. De rato en rato fijaba en m una mirada
-rpida y sagaz, y yo comprenda, con un estremecimiento, que aquellos
-ojos negros queran leer en mi alma. Yo era el nico que all permaneca
-silencioso, y acaso el nico que estaba triste. Adivinaba, por primera
+<p>El Colegial Mayor también dejaba oir alguna vez su voz grave y amable:
+Cada palabra suya producía un murmullo de admiración entre las señoras.
+La verdad es que cuanto manaba de sus labios parecía lleno de ciencia
+teológica y de unción cristiana. De rato en rato fijaba en mí una mirada
+rápida y sagaz, y yo comprendía, con un estremecimiento, que aquellos
+ojos negros querían leer en mi alma. Yo era el único que allí permanecía
+silencioso, y acaso el único que estaba triste. Adivinaba, por primera
vez en mi vida, todo el influjo galante de los prelados romanos, y
-acuda mi memoria la leyenda de sus fortunas amorosas. Confieso que
-hubo instantes<a name="page_067" id="page_067"></a> donde olvid la ocasin, el sitio y hasta los cabellos
+acudía á mi memoria la leyenda de sus fortunas amorosas. Confieso que
+hubo instantes<a name="page_067" id="page_067"></a> donde olvidé la ocasión, el sitio y hasta los cabellos
blancos que peinaban aquellas nobles damas, y que tuve celos, celos
-rabiosos del Colegial Mayor. De pronto me estremec: Haca un momento
-que callaban todos, y en medio del silencio, el Colegial se acercaba
-m: Pos familiar su diestra sobre mi hombro, y me dijo:</p>
+rabiosos del Colegial Mayor. De pronto me estremecí: Hacía un momento
+que callaban todos, y en medio del silencio, el Colegial se acercaba á
+mí: Posó familiar su diestra sobre mi hombro, y me dijo:</p>
-<p>&mdash;Caro Marqus, es preciso enviar un correo Su Santidad.</p>
+<p>&mdash;Caro Marqués, es preciso enviar un correo á Su Santidad.</p>
-<p>Yo me inclin:</p>
+<p>Yo me incliné:</p>
-<p>&mdash;Tenis razn, Monseor.</p>
+<p>&mdash;Tenéis razón, Monseñor.</p>
-<p>Y l repuso con extremada cortesa:</p>
+<p>Y él repuso con extremada cortesía:</p>
-<p>&mdash;Me congratula que seis del mismo consejo... Qu gran desgracia,
-Marqus!</p>
+<p>&mdash;Me congratula que seáis del mismo consejo... ¡Qué gran desgracia,
+Marqués!</p>
-<p>&mdash;Muy grande, Monseor!</p>
+<p>&mdash;¡Muy grande, Monseñor!</p>
<p>Nos miramos de hito en hito, con un profundo convencimiento de que
-fingamos por<a name="page_068" id="page_068"></a> igual, y nos separamos. El Colegial Mayor volvi al
-lado de la Princesa, y yo sal del saln para escribir al Cardenal
-Camarlengo, que lo era entonces Monseor Sassoferrato.</p>
+fingíamos por<a name="page_068" id="page_068"></a> igual, y nos separamos. El Colegial Mayor volvió al
+lado de la Princesa, y yo salí del salón para escribir al Cardenal
+Camarlengo, que lo era entonces Monseñor Sassoferrato.</p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_068.jpg" width="292" height="141" alt="" title="" />
@@ -1041,90 +1004,90 @@ Camarlengo, que lo era entonces Monseor Sassoferrato.</p>
width="150"
height="165"
alt="M"
-title="M" /></span>ARA ROSARIO, en aquella hora, tal vez estaba velando
-el cadver de Monseor Gaetani! Tuve este pensamiento al entrar en la
+title="M" /></span>ARÍA ROSARIO, en aquella hora, tal vez estaba velando
+el cadáver de Monseñor Gaetani! Tuve este pensamiento al entrar en la
biblioteca, llena de silencio y de sombras. Vino del mundo lejano, y
-pas sobre mi alma como soplo de aire sobre un lago de misterio. Sent
-en las sienes el fro de unas manos mortales, y, estremecido, me puse de
-pie. Qued abandonado sobre la mesa el pliego de papel, donde<a name="page_070" id="page_070"></a> solamente
-haba trazado la cruz, y dirig mis pasos hacia la cmara mortuoria. El
+pasó sobre mi alma como soplo de aire sobre un lago de misterio. Sentí
+en las sienes el frío de unas manos mortales, y, estremecido, me puse de
+pie. Quedó abandonado sobre la mesa el pliego de papel, donde<a name="page_070" id="page_070"></a> solamente
+había trazado la cruz, y dirigí mis pasos hacia la cámara mortuoria. El
olor de la cera llenaba el Palacio. Criados silenciosos velaban en los
-largos corredores, y en la antecmara paseaban dos familiares, que me
-saludaron con una inclinacin de cabeza. Slo se oa el rumor de sus
-pisadas y el chisporroteo de los cirios que ardan en la alcoba.</p>
+largos corredores, y en la antecámara paseaban dos familiares, que me
+saludaron con una inclinación de cabeza. Sólo se oía el rumor de sus
+pisadas y el chisporroteo de los cirios que ardían en la alcoba.</p>
-<p>Yo llegu hasta la puerta y me detuve: Monseor Gaetani yaca rgido
-en su lecho, amortajado con hbito franciscano: En las manos yertas
-sostena una cruz de plata, y sobre su rostro marfileo la llama de los
-cirios, tan pronto pona un resplandor como una sombra. All en el fondo
-de la estancia rezaba Mara Rosario: Yo permanec un momento mirndola:
-Ella levant los ojos, se santigu tres veces, bes la cruz de sus
-dedos,<a name="page_071" id="page_071"></a> y ponindose en pie vino hacia la puerta:</p>
+<p>Yo llegué hasta la puerta y me detuve: Monseñor Gaetani yacía rígido
+en su lecho, amortajado con hábito franciscano: En las manos yertas
+sostenía una cruz de plata, y sobre su rostro marfileño la llama de los
+cirios, tan pronto ponía un resplandor como una sombra. Allá en el fondo
+de la estancia rezaba María Rosario: Yo permanecí un momento mirándola:
+Ella levantó los ojos, se santiguó tres veces, besó la cruz de sus
+dedos,<a name="page_071" id="page_071"></a> y poniéndose en pie vino hacia la puerta:</p>
-<p>&mdash;Marqus, queda mi madre en el saln?</p>
+<p>&mdash;¿Marqués, queda mi madre en el salón?</p>
-<p>&mdash;All la dej...</p>
+<p>&mdash;Allí la dejé...</p>
-<p>&mdash;Es preciso que descanse, porque ya lleva as dos noches... Adis,
-Marqus!</p>
+<p>&mdash;Es preciso que descanse, porque ya lleva así dos noches... ¡Adiós,
+Marqués!</p>
-<p>&mdash;No queris que os acompae?</p>
+<p>&mdash;¿No queréis que os acompañe?</p>
-<p>Ella se volvi:</p>
+<p>Ella se volvió:</p>
-<p>&mdash;Acompaadme, s... La verdad es que Mara Nieves me ha contagiado su
+<p>&mdash;Acompañadme, sí... La verdad es que María Nieves me ha contagiado su
miedo...</p>
-<p>Atravesamos la antecmara. Los familiares detuvieron un momento el
+<p>Atravesamos la antecámara. Los familiares detuvieron un momento el
silencioso pasear, y sus ojos inquisidores nos siguieron hasta la
-puerta. Salimos al corredor, que estaba slo, y sin poder dominarme
-estrech una mano de Mara Rosario, y quise besarla, pero ella la retir
+puerta. Salimos al corredor, que estaba sólo, y sin poder dominarme
+estreché una mano de María Rosario, y quise besarla, pero ella la retiró
con vivo enojo:</p>
-<p>&mdash;Qu hacis?</p>
+<p>&mdash;¿Qué hacéis?</p>
-<p>&mdash;Que os adoro! Que os adoro!<a name="page_072" id="page_072"></a></p>
+<p>&mdash;¡Que os adoro! ¡Que os adoro!<a name="page_072" id="page_072"></a></p>
-<p>Asustada, huy por el largo corredor. Yo la segu.</p>
+<p>Asustada, huyó por el largo corredor. Yo la seguí.</p>
-<p>&mdash;Os adoro! Os adoro!</p>
+<p>&mdash;¡Os adoro! ¡Os adoro!</p>
<p>Mi aliento casi rozaba su nuca, que era blanca como la de una estatua, y
-exhalaba no s qu aroma de flor y de doncella.</p>
+exhalaba no sé qué aroma de flor y de doncella.</p>
-<p>&mdash;Os adoro! Os adoro!</p>
+<p>&mdash;¡Os adoro! ¡Os adoro!</p>
-<p>Ella suspir con angustia:</p>
+<p>Ella suspiró con angustia:</p>
-<p>&mdash;Dejadme! Por favor, dejadme!</p>
+<p>&mdash;¡Dejadme! ¡Por favor, dejadme!</p>
-<p>Y sin volver la cabeza, azorada, trmula, hua por el corredor. Sin
-aliento y sin fuerzas se detuvo en la puerta del saln. Yo todava
-murmur su odo:</p>
+<p>Y sin volver la cabeza, azorada, trémula, huía por el corredor. Sin
+aliento y sin fuerzas se detuvo en la puerta del salón. Yo todavía
+murmuré á su oído:</p>
-<p>&mdash;Os adoro! Os adoro!</p>
+<p>&mdash;¡Os adoro! ¡Os adoro!</p>
-<p>Mara Rosario se pas la mano por los ojos y entr. Yo entr detrs
-atusndome el mostacho. Mara Rosario se detuvo bajo la lmpara y me
-mir con ojos asustados, enrojeciendo<a name="page_073" id="page_073"></a> de pronto: Luego qued plida,
-plida como la muerte. Vacilando se acerc sus hermanas, y tom
+<p>María Rosario se pasó la mano por los ojos y entró. Yo entré detrás
+atusándome el mostacho. María Rosario se detuvo bajo la lámpara y me
+miró con ojos asustados, enrojeciendo<a name="page_073" id="page_073"></a> de pronto: Luego quedó pálida,
+pálida como la muerte. Vacilando se acercó á sus hermanas, y tomó
asiento entre ellas, que se inclinaron en sus sillas para interrogarla:
-Apenas responda. Se hablaban en voz baja con tmida mesura, y en los
-momentos de silencio oase el pndulo de un reloj. Poco poco haba ido
-menguando la tertulia: Solamente quedaban aquellas dos seoras de los
+Apenas respondía. Se hablaban en voz baja con tímida mesura, y en los
+momentos de silencio oíase el péndulo de un reloj. Poco á poco había ido
+menguando la tertulia: Solamente quedaban aquellas dos señoras de los
cabellos blancos y los vestidos de gro negro. Ya cerca de media noche la
-Princesa consinti en retirarse descansar, pero sus hijas continuaron
-en el saln, velando hasta el da, acompaadas por las dos seoras, que
+Princesa consintió en retirarse á descansar, pero sus hijas continuaron
+en el salón, velando hasta el día, acompañadas por las dos señoras, que
contaban historias de su juventud: Recuerdos de antiguas modas femeninas
-y de las guerras de Bonaparte. Yo escuchaba distrado, y desde el fondo
-de un silln, oculto en la sombra,<a name="page_074" id="page_074"></a> contemplaba Mara Rosario: Pareca
-sumida en un ensueo: Su boca, plida de ideales nostalgias, permaneca
+y de las guerras de Bonaparte. Yo escuchaba distraído, y desde el fondo
+de un sillón, oculto en la sombra,<a name="page_074" id="page_074"></a> contemplaba á María Rosario: Parecía
+sumida en un ensueño: Su boca, pálida de ideales nostalgias, permanecía
anhelante como si hablase con las almas invisibles, y sus ojos
-inmviles, abiertos sobre el infinito, miraban sin ver. Al contemplarla,
-yo senta que en mi corazn se levantaba el amor, ardiente y trmulo
-como una llama mstica. Todas mis pasiones se purificaban en aquel fuego
-sagrado y aromaban como gomas de Arabia. Han pasado muchos aos, y
-todava el recuerdo me hace suspirar!</p>
+inmóviles, abiertos sobre el infinito, miraban sin ver. Al contemplarla,
+yo sentía que en mi corazón se levantaba el amor, ardiente y trémulo
+como una llama mística. Todas mis pasiones se purificaban en aquel fuego
+sagrado y aromaban como gomas de Arabia. ¡Han pasado muchos años, y
+todavía el recuerdo me hace suspirar!</p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_074.jpg" width="250" height="38" alt="" title="" />
@@ -1136,93 +1099,93 @@ todava el recuerdo me hace suspirar!</p>
width="150"
height="161"
alt="Y"
-title="Y" /></span>A CERCA del amanecer me retir la biblioteca. Era
-forzoso escribir al Cardenal Camarlengo, y decid hacerlo en aquellas
-horas de montona tristeza, cuando todas las campanas de Ligura se
-despertaban tocando muerto, y prestes y arciprestes encomendaban
+title="Y" /></span>A CERCA del amanecer me retiré á la biblioteca. Era
+forzoso escribir al Cardenal Camarlengo, y decidí hacerlo en aquellas
+horas de monótona tristeza, cuando todas las campanas de Ligura se
+despertaban tocando á muerto, y prestes y arciprestes encomendaban á
Dios el alma del difunto Obispo de Betulia.</p>
-<p>En mi carta, dile Monseor Sassoferrato cuenta de todo muy
+<p>En mi carta, dile á Monseñor Sassoferrato cuenta de todo muy
extensamente, y luego<a name="page_076" id="page_076"></a> de haber lacrado y puesto los cinco sellos con
-las armas pontificias, llam al mayordomo y le entregu el pliego, para
-que sin prdida de momento, un correo lo llevase Roma. Hecho esto,
-me dirig al oratorio de la Princesa, donde sin intervalo se sucedan
-las misas desde antes de rayar el sol. Primero haban celebrado los
-familiares que velaran el cadver de Monseor Gaetani, despus los
-capellanes de la casa, y luego algn obeso colegial mayor que llegaba
-apresurado y jadeante. La Princesa haba mandado franquear las puertas
-del Palacio, y lo largo de los corredores sentase el sordo murmullo
-del pueblo que entraba visitar el cadver. Los criados vigilaban en
-las antesalas, y los aclitos pasaban y repasaban con su ropn rojo y su
-roquete blanco, metindose<a name="page_077" id="page_077"></a> empujones por entre los devotos.</p>
-
-<p>Al entrar en el oratorio mi corazn palpit. All estaba Mara Rosario,
-y cercano ella tuve la suerte de oir misa. Recibida la bendicin me
-adelant saludarla. Ella me respondi temblando: Tambin mi corazn
-temblaba, pero los ojos de Mara Rosario no podan verlo. Yo hubirale
-rogado que pusiese su mano sobre mi pecho, pero tem que desoyese mi
-ruego. Aquella nia era cruel como todas las santas que tremolan en la
-tersa diestra la palma virginal. Confieso que yo tengo predileccin por
+las armas pontificias, llamé al mayordomo y le entregué el pliego, para
+que sin pérdida de momento, un correo lo llevase á Roma. Hecho esto,
+me dirigí al oratorio de la Princesa, donde sin intervalo se sucedían
+las misas desde antes de rayar el sol. Primero habían celebrado los
+familiares que velaran el cadáver de Monseñor Gaetani, después los
+capellanes de la casa, y luego algún obeso colegial mayor que llegaba
+apresurado y jadeante. La Princesa había mandado franquear las puertas
+del Palacio, y á lo largo de los corredores sentíase el sordo murmullo
+del pueblo que entraba á visitar el cadáver. Los criados vigilaban en
+las antesalas, y los acólitos pasaban y repasaban con su ropón rojo y su
+roquete blanco, metiéndose<a name="page_077" id="page_077"></a> á empujones por entre los devotos.</p>
+
+<p>Al entrar en el oratorio mi corazón palpitó. Allí estaba María Rosario,
+y cercano á ella tuve la suerte de oir misa. Recibida la bendición me
+adelanté á saludarla. Ella me respondió temblando: También mi corazón
+temblaba, pero los ojos de María Rosario no podían verlo. Yo hubiérale
+rogado que pusiese su mano sobre mi pecho, pero temí que desoyese mi
+ruego. Aquella niña era cruel como todas las santas que tremolan en la
+tersa diestra la palma virginal. Confieso que yo tengo predilección por
aquellas otras que primero han sido grandes pecadoras. Desgraciadamente
-Mara Rosario nunca quiso comprender que era su destino mucho menos
-bello que el de Mara de Magdala. La pobre no saba que lo mejor de
+María Rosario nunca quiso comprender que era su destino mucho menos
+bello que el de María de Magdala. La pobre no sabía que lo mejor de
la santidad son las tentaciones.<a name="page_078" id="page_078"></a> Quise ofrecerle agua bendita, y con
-galante apresuramiento me adelant tomarla: Mara Rosario toc apenas
-mis dedos, y haciendo la seal de la cruz, sali del oratorio. Sal
-detrs, y pude verla un momento en el fondo tenebroso del corredor,
-hablando con el mayordomo. Al parecer le daba rdenes en voz baja:
-Volvi la cabeza, y viendo que me acercaba, enrojeci vivamente. El
-mayordomo exclam:</p>
+galante apresuramiento me adelanté á tomarla: María Rosario tocó apenas
+mis dedos, y haciendo la señal de la cruz, salió del oratorio. Salí
+detrás, y pude verla un momento en el fondo tenebroso del corredor,
+hablando con el mayordomo. Al parecer le daba órdenes en voz baja:
+Volvió la cabeza, y viendo que me acercaba, enrojeció vivamente. El
+mayordomo exclamó:</p>
-<p>&mdash;Aqu est el Seor Marqus!</p>
+<p>&mdash;¡Aquí está el Señor Marqués!</p>
-<p>Y luego, dirigindose m con una profunda reverencia, continu:</p>
+<p>Y luego, dirigiéndose á mí con una profunda reverencia, continuó:</p>
-<p>&mdash;Excelencia, perdonad que os moleste, pero decid si estis quejoso de
-m. He cometido con vos, alguna falta, acaso algn olvido?...</p>
+<p>&mdash;Excelencia, perdonad que os moleste, pero decid si estáis quejoso de
+mí. ¿He cometido con vos, alguna falta, acaso algún olvido?...</p>
-<p>Mara Rosario le interrumpi con enojo:<a name="page_079" id="page_079"></a></p>
+<p>María Rosario le interrumpió con enojo:<a name="page_079" id="page_079"></a></p>
<p>&mdash;Callad, Polonio.</p>
-<p>El melifluo mayordomo pareci consternado:</p>
+<p>El melifluo mayordomo pareció consternado:</p>
-<p>&mdash;Qu hice yo para merecer?...</p>
+<p>&mdash;¿Qué hice yo para merecer?...</p>
-<p>&mdash;Os digo que callis.</p>
+<p>&mdash;Os digo que calléis.</p>
-<p>&mdash;Y os obedezco, pero como me reprochis haber descuidado el servicio
-del Seor Marqus...</p>
+<p>&mdash;Y os obedezco, pero como me reprocháis haber descuidado el servicio
+del Señor Marqués...</p>
-<p>Mara Rosario, con las mejillas llameantes y la voz timbrada de clera y
-de lgrimas, volvi interrumpir:</p>
+<p>María Rosario, con las mejillas llameantes y la voz timbrada de cólera y
+de lágrimas, volvió á interrumpir:</p>
-<p>&mdash;Os mando que callis. Son insoportables vuestras explicaciones.</p>
+<p>&mdash;Os mando que calléis. Son insoportables vuestras explicaciones.</p>
-<p>&mdash;Qu hice yo, cndida paloma, qu hice yo?</p>
+<p>&mdash;¡Qué hice yo, cándida paloma, qué hice yo?</p>
-<p>Mara Rosario, con un poco ms de indulgencia, murmur:</p>
+<p>María Rosario, con un poco más de indulgencia, murmuró:</p>
-<p>&mdash;Basta!... Basta!... Perdonad, Marqus.<a name="page_080" id="page_080"></a></p>
+<p>&mdash;¡Basta!... ¡Basta!... Perdonad, Marqués.<a name="page_080" id="page_080"></a></p>
-<p>Y hacindome una leve cortesa, se alej. El mayordomo quedse en medio
+<p>Y haciéndome una leve cortesía, se alejó. El mayordomo quedóse en medio
del corredor con las manos en la cabeza y los ojos llorosos:</p>
-<p>&mdash;Hubirame tratado as una de sus hermanas, y me hubiera redo... La
-ms pequea no ignora que es princesina. No, no me hubiera redo, porque
-son mis seoras... Pero ella, ella que jams ha reido con nadie, venir
- reir hoy con este pobre viejo... Y qu injustamente, Seor, qu
+<p>&mdash;Hubiérame tratado así una de sus hermanas, y me hubiera reído... La
+más pequeña no ignora que es princesina. No, no me hubiera reído, porque
+son mis señoras... Pero ella, ella que jamás ha reñido con nadie, venir
+á reñir hoy con este pobre viejo... ¡Y qué injustamente, Señor, qué
injustamente!</p>
-<p>Yo le pregunt con una emocin para m desconocida hasta entonces:</p>
+<p>Yo le pregunté con una emoción para mí desconocida hasta entonces:</p>
-<p>&mdash;Es la mejor de sus hermanas?</p>
+<p>&mdash;¿Es la mejor de sus hermanas?</p>
-<p>&mdash;Y la mejor de las criaturas. Esa nia ha sido engendrada por los
-ngeles...</p>
+<p>&mdash;Y la mejor de las criaturas. Esa niña ha sido engendrada por los
+ángeles...</p>
-<p>Y el Seor Polonio, enternecido, comenz un largo relato de las virtudes
-que adornaban<a name="page_081" id="page_081"></a> el alma de aquella doncella hija de prncipes, y era el
+<p>Y el Señor Polonio, enternecido, comenzó un largo relato de las virtudes
+que adornaban<a name="page_081" id="page_081"></a> el alma de aquella doncella hija de príncipes, y era el
relato del viejo mayordomo ingenuo y sencillo, como los que pueblan la
Leyenda Dorada.</p>
@@ -1238,72 +1201,72 @@ Leyenda Dorada.</p>
width="150"
height="163"
alt="L"
-title="L" /></span>LEGABAN por el cadver de Monseor!... Y el mayordomo
-partise de mi lado muy afligido y presuroso. Todas las campanas de la
-histrica ciudad doblaban un tiempo. Oase el canto latino de los
-clrigos resonando bajo el prtico del Palacio, y el murmullo de la
+title="L" /></span>LEGABAN por el cadáver de Monseñor!... Y el mayordomo
+partióse de mi lado muy afligido y presuroso. Todas las campanas de la
+histórica ciudad doblaban á un tiempo. Oíase el canto latino de los
+clérigos resonando bajo el pórtico del Palacio, y el murmullo de la
gente que llenaba la plaza. Cuatro colegiales mayores bajaron en hombros
-el fretro y el duelo se puso en marcha. Monseor Antonelli me hizo<a name="page_084" id="page_084"></a>
-sitio su derecha, y con humildad, que me pareci estudiada, comenz
+el féretro y el duelo se puso en marcha. Monseñor Antonelli me hizo<a name="page_084" id="page_084"></a>
+sitio á su derecha, y con humildad, que me pareció estudiada, comenzó á
dolerse de lo mucho que con la muerte de aquel santo y de aquel sabio
-perda el Colegio Clementino: Yo todo asenta con un vago gesto, y
-disimuladamente miraba las ventanas, llenas de mujeres: Monseor tard
+perdía el Colegio Clementino: Yo á todo asentía con un vago gesto, y
+disimuladamente miraba á las ventanas, llenas de mujeres: Monseñor tardó
poco en advertirlo, y me dijo con una sonrisa tan amable como sagaz:</p>
-<p>&mdash;Sin duda no conocis nuestra ciudad.</p>
+<p>&mdash;Sin duda no conocéis nuestra ciudad.</p>
-<p>&mdash;No, Monseor.</p>
+<p>&mdash;No, Monseñor.</p>
-<p>&mdash;Si permanecis algn tiempo entre nosotros y queris conocerla, yo me
-ofrezco ser vuestro gua. Est llena de riquezas artsticas!</p>
+<p>&mdash;Si permanecéis algún tiempo entre nosotros y queréis conocerla, yo me
+ofrezco á ser vuestro guía. ¡Está llena de riquezas artísticas!</p>
-<p>&mdash;Gracias, Monseor.</p>
+<p>&mdash;Gracias, Monseñor.</p>
<p>Seguimos en silencio. El son de las campanas llenaba el aire, y el grave
-cntico de los<a name="page_085" id="page_085"></a> clrigos pareca reposar en la tierra, donde todo es
-polvo y podredumbre. Jaculatorias, misereres, responsos caan sobre el
-fretro como el agua bendita del hisopo. Encima de nuestras cabezas las
-campanas seguan siempre sonando, y el sol, un sol abrileo, joven y
+cántico de los<a name="page_085" id="page_085"></a> clérigos parecía reposar en la tierra, donde todo es
+polvo y podredumbre. Jaculatorias, misereres, responsos caían sobre el
+féretro como el agua bendita del hisopo. Encima de nuestras cabezas las
+campanas seguían siempre sonando, y el sol, un sol abrileño, joven y
rubio como un mancebo, brillaba en las vestiduras sagradas, en la seda
de los pendones y en las cruces parroquiales con un alarde de poder
pagano.</p>
-<p>Atravesamos casi toda la ciudad. Monseor haba dispuesto que se diese
-tierra su cuerpo en el Convento de los Franciscanos, donde haca
-ms de cuatro siglos tenan enterramiento los Prncipes Gaetani. Una
-tradicin piadosa, dice que el Santo de Ass fund el Convento de
-Ligura, y que vivi all algn tiempo. Todava florece en el huerto,<a name="page_086" id="page_086"></a>
-el viejo rosal que se cubra de rosas en todas las ocasiones que
-visitaba aquella fundacin, el Divino Francisco. Llegamos entre dobles
-de campanas. En la puerta de la iglesia, alumbrndose con cirios,
+<p>Atravesamos casi toda la ciudad. Monseñor había dispuesto que se diese
+tierra á su cuerpo en el Convento de los Franciscanos, donde hacía
+más de cuatro siglos tenían enterramiento los Príncipes Gaetani. Una
+tradición piadosa, dice que el Santo de Asís fundó el Convento de
+Ligura, y que vivió allí algún tiempo. Todavía florece en el huerto,<a name="page_086" id="page_086"></a>
+el viejo rosal que se cubría de rosas en todas las ocasiones que
+visitaba aquella fundación, el Divino Francisco. Llegamos entre dobles
+de campanas. En la puerta de la iglesia, alumbrándose con cirios,
esperaba la Comunidad dividida en dos largas hileras. Primero los
-novicios, plidos, ingenuos, demacrados: Despus los profesos, sombros,
+novicios, pálidos, ingenuos, demacrados: Después los profesos, sombríos,
torturados, penitentes: Todos rezaban con la vista baja y sobre las
-sandalias los cirios lloraban gota gota su cera amarilla.</p>
-
-<p>Dijronse muchas misas, cantse un largo entierro, y el atad baj al
-sepulcro que esperaba abierto desde el amanecer. Cay la losa encima,
-y un colegial me busc con deferencia cortesana, para llevarme la
-sacrista. Los frailes seguan murmurando sus responsos, y la iglesia
-iba quedando en soledad<a name="page_087" id="page_087"></a> y en silencio. En la sacrista salud muchos
-sabios y venerables telogos que me edificaron con sus plticas. Luego
-vino el Prior, un anciano de blanca barba, que haba vivido largos aos
-en los Santos Lugares. Me salud con dulzura evanglica, y hacindome
-sentar su lado comenz preguntarme por la salud de Su Santidad. Los
-graves telogos hicieron corro para escuchar mis nuevas, y como era muy
-poco lo que poda decirles, tuve que inventar en honor suyo toda una
-leyenda piadosa y milagrera: Su Santidad recobrando la lozana juvenil
+sandalias los cirios lloraban gota á gota su cera amarilla.</p>
+
+<p>Dijéronse muchas misas, cantóse un largo entierro, y el ataúd bajó al
+sepulcro que esperaba abierto desde el amanecer. Cayó la losa encima,
+y un colegial me buscó con deferencia cortesana, para llevarme á la
+sacristía. Los frailes seguían murmurando sus responsos, y la iglesia
+iba quedando en soledad<a name="page_087" id="page_087"></a> y en silencio. En la sacristía saludé á muchos
+sabios y venerables teólogos que me edificaron con sus pláticas. Luego
+vino el Prior, un anciano de blanca barba, que había vivido largos años
+en los Santos Lugares. Me saludó con dulzura evangélica, y haciéndome
+sentar á su lado comenzó á preguntarme por la salud de Su Santidad. Los
+graves teólogos hicieron corro para escuchar mis nuevas, y como era muy
+poco lo que podía decirles, tuve que inventar en honor suyo toda una
+leyenda piadosa y milagrera: ¡Su Santidad recobrando la lozanía juvenil
por medio de una reliquia! El Prior con el rostro resplandeciente de fe,
-me pregunt:</p>
+me preguntó:</p>
-<p>&mdash;De qu Santo era, hijo mo?</p>
+<p>&mdash;¿De qué Santo era, hijo mío?</p>
<p>&mdash;De un Santo de mi familia.</p>
<p>Todos se inclinaron como si yo fuese el<a name="page_088" id="page_088"></a> Santo: El temblor de un rezo,
-pas por las luengas barbas, que salan del misterio de las capuchas, y
-en aquel momento yo sent el deseo de arrodillarme y besar la mano del
-Prior. Aquella mano que sobre todos mis pecados poda hacer la cruz: Ego
+pasó por las luengas barbas, que salían del misterio de las capuchas, y
+en aquel momento yo sentí el deseo de arrodillarme y besar la mano del
+Prior. Aquella mano que sobre todos mis pecados podía hacer la cruz: Ego
Te Absolvo.</p>
<p class="figcenter">
@@ -1316,102 +1279,102 @@ Te Absolvo.</p>
width="150"
height="165"
alt="C"
-title="C" /></span>UANDO volv al Palacio hall Mara Rosario en la
+title="C" /></span>UANDO volví al Palacio hallé á María Rosario en la
puerta de la capilla repartiendo limosnas entre una corte de mendigos
-que alargaban las manos esculidas bajo los rotos mantos. Mara Rosario
+que alargaban las manos escuálidas bajo los rotos mantos. María Rosario
era una figura ideal que me hizo recordar aquellas santas hijas de
-prncipes y de reyes: Doncellas de soberana hermosura, que con sus manos
-delicadas curaban los leprosos. El alma de aquella nia encendase con
-el<a name="page_090" id="page_090"></a> mismo anhelo de santidad. A una vieja encorvada le deca:</p>
+príncipes y de reyes: Doncellas de soberana hermosura, que con sus manos
+delicadas curaban á los leprosos. El alma de aquella niña encendíase con
+el<a name="page_090" id="page_090"></a> mismo anhelo de santidad. A una vieja encorvada le decía:</p>
-<p>&mdash;Cmo est tu marido, Liberata?</p>
+<p>&mdash;¿Cómo está tu marido, Liberata?</p>
-<p>&mdash;Siempre lo mismo, seorina!... Siempre lo mismo!</p>
+<p>&mdash;¡Siempre lo mismo, señorina!... ¡Siempre lo mismo!</p>
-<p>Y despus de recoger su limosna y de besarla, retirbase la vieja
-salmodiando bendiciones, temblona sobre su bculo. Mara Rosario la
+<p>Y después de recoger su limosna y de besarla, retirábase la vieja
+salmodiando bendiciones, temblona sobre su báculo. María Rosario la
miraba un momento, y luego sus ojos compasivos se tornaban hacia otra
-mendiga que daba el pecho un nio esculido, envuelto en el jirn de
+mendiga que daba el pecho á un niño escuálido, envuelto en el jirón de
un manto:</p>
-<p>&mdash;Es tuyo ese nio, Paula?</p>
+<p>&mdash;¿Es tuyo ese niño, Paula?</p>
<p>&mdash;No, Princesina: Era de una curmana que se ha muerto: Tres ha dejado la
-pobre, ste es el ms pequeo.</p>
+pobre, éste es el más pequeño.</p>
-<p>&mdash;Y t lo has recogido?</p>
+<p>&mdash;¿Y tú lo has recogido?</p>
-<p>&mdash;La madre me lo recomend al morir!<a name="page_091" id="page_091"></a></p>
+<p>&mdash;¡La madre me lo recomendó al morir!<a name="page_091" id="page_091"></a></p>
-<p>&mdash;Y qu es de los otros dos?</p>
+<p>&mdash;¿Y qué es de los otros dos?</p>
-<p>&mdash;Por esas calles andan. El uno tiene cinco aos, el otro siete: Pena da
-mirarlos, desnudos como ngeles del Cielo.</p>
+<p>&mdash;Por esas calles andan. El uno tiene cinco años, el otro siete: Pena da
+mirarlos, desnudos como ángeles del Cielo.</p>
-<p>Mara Rosario tom en brazos al nio, y lo bes con dos lgrimas en los
-ojos. Al entregrselo la mendiga, le dijo:</p>
+<p>María Rosario tomó en brazos al niño, y lo besó con dos lágrimas en los
+ojos. Al entregárselo á la mendiga, le dijo:</p>
-<p>&mdash;Vuelve esta tarde y pregunta por el Seor Polonio.</p>
+<p>&mdash;Vuelve esta tarde y pregunta por el Señor Polonio.</p>
-<p>&mdash;Gracias, mi seorina!</p>
+<p>&mdash;¡Gracias, mi señorina!</p>
-<p>Un murmullo ardiente como una oracin, entreabri las bocas renegridas y
+<p>Un murmullo ardiente como una oración, entreabrió las bocas renegridas y
tristes de aquellos mendigos:</p>
-<p>&mdash;La pobre madre se lo agradecer en el Cielo!</p>
+<p>&mdash;¡La pobre madre se lo agradecerá en el Cielo!</p>
-<p>Mara Rosario continu:</p>
+<p>María Rosario continuó:</p>
-<p>&mdash;Y si encuentras los otros dos pequeos, trelos tambin contigo.<a name="page_092" id="page_092"></a></p>
+<p>&mdash;Y si encuentras á los otros dos pequeños, tráelos también contigo.<a name="page_092" id="page_092"></a></p>
-<p>&mdash;Los otros, hoy no s dnde poder hallarlos, mi Princesina.</p>
+<p>&mdash;Los otros, hoy no sé dónde poder hallarlos, mi Princesina.</p>
-<p>Un viejo de calva sien y luenga barba nevada, sereno y evanglico en su
-pobreza, se adelant gravemente:</p>
+<p>Un viejo de calva sien y luenga barba nevada, sereno y evangélico en su
+pobreza, se adelantó gravemente:</p>
-<p>&mdash;Los otros, aunque cativo, tienen tambin amparo. Los ha recogido
-Barberina la Prisca. Una viuda lavandera que tambin m me tiene
+<p>&mdash;Los otros, aunque cativo, tienen también amparo. Los ha recogido
+Barberina la Prisca. Una viuda lavandera que también á mí me tiene
recogido.</p>
-<p>Y el viejo, que insensiblemente haba ido algunos pasos hacia delante,
-retrocedi tentando en el suelo con el bculo, y en el aire con
-una mano, porque era ciego. Mara Rosario lloraba en silencio, y
-resplandeca, hermosa y cndida como una Madona, en medio de la srdida
+<p>Y el viejo, que insensiblemente había ido algunos pasos hacia delante,
+retrocedió tentando en el suelo con el báculo, y en el aire con
+una mano, porque era ciego. María Rosario lloraba en silencio, y
+resplandecía, hermosa y cándida como una Madona, en medio de la sórdida
corte de mendigos, que se acercaban de rodillas para besarle las manos.
-Aquellas cabezas humildes, demacradas, miserables,<a name="page_093" id="page_093"></a> tenan una expresin
-de amor. Yo record entonces los antiguos cuadros, vistos tantas veces
-en un antiguo monasterio de la Umbra: Tablas prerrafalicas que pint
+Aquellas cabezas humildes, demacradas, miserables,<a name="page_093" id="page_093"></a> tenían una expresión
+de amor. Yo recordé entonces los antiguos cuadros, vistos tantas veces
+en un antiguo monasterio de la Umbría: Tablas prerrafaélicas que pintó
en el retiro de su celda un monje desconocido, enamorado de los ingenuos
milagros que florecen la leyenda de la Reina de Turingia.</p>
-<p>Mara Rosario tambin tena una hermosa leyenda, y los lirios blancos de
-la caridad tambin la aromaban. Viva en el Palacio como en un convento.
-Cuando bajaba al jardn traa la falda llena de espliego que esparca
-entre sus vestidos, y cuando sus manos se aplicaban una labor monjil,
-su mente soaba sueos de santidad. Eran sueos albos como las parbolas
-de Jess, y el pensamiento acariciaba los sueos, como la mano acaricia
-el suave y tibio plumaje de las palomas<a name="page_094" id="page_094"></a> familiares. Mara Rosario
+<p>María Rosario también tenía una hermosa leyenda, y los lirios blancos de
+la caridad también la aromaban. Vivía en el Palacio como en un convento.
+Cuando bajaba al jardín traía la falda llena de espliego que esparcía
+entre sus vestidos, y cuando sus manos se aplicaban á una labor monjil,
+su mente soñaba sueños de santidad. Eran sueños albos como las parábolas
+de Jesús, y el pensamiento acariciaba los sueños, como la mano acaricia
+el suave y tibio plumaje de las palomas<a name="page_094" id="page_094"></a> familiares. María Rosario
hubiera querido convertir el Palacio en albergue donde se recogiese
-la procesin de viejos y lisiados, de hurfanos y locos que llenaban
+la procesión de viejos y lisiados, de huérfanos y locos que llenaban
la capilla pidiendo limosna y salmodiando padrenuestros. Suspiraba
-recordando la historia de aquellas santas princesas que acogan en sus
-castillos los peregrinos que volvan de Jerusaln.</p>
+recordando la historia de aquellas santas princesas que acogían en sus
+castillos á los peregrinos que volvían de Jerusalén.</p>
-<p>En la vieja ciudad hablbase de ella como de una santa lejana, una
-santa triste y bella que de nadie se dejase ver. Sus das se deslizaban
+<p>En la vieja ciudad hablábase de ella como de una santa lejana, una
+santa triste y bella que de nadie se dejase ver. Sus días se deslizaban
como esos arroyos silenciosos que parecen llevar dormido en su fondo el
cielo que reflejan: Reza y borda en el silencio de las grandes salas
-desiertas y melanclicas: Tiemblan las oraciones en sus labios, tiembla
-en sus dedos la aguja, que enhebra el hilo de oro, y en el pao de tis
+desiertas y melancólicas: Tiemblan las oraciones en sus labios, tiembla
+en sus dedos la aguja, que enhebra el hilo de oro, y en el paño de tisú
florecen las rosas y<a name="page_095" id="page_095"></a> los lirios que pueblan los mantos sagrados. Y
-despus del da, lleno de quehaceres humildes, silenciosos, cristianos,
-por las noches se arrodilla en su alcoba, y reza con fe ingenua al Nio
-Jess, que resplandece bajo un fanal, vestido con alba de seda recamada
+después del día, lleno de quehaceres humildes, silenciosos, cristianos,
+por las noches se arrodilla en su alcoba, y reza con fe ingenua al Niño
+Jesús, que resplandece bajo un fanal, vestido con alba de seda recamada
de lentejuelas y abalorios. La paz familiar se levanta como una alondra
del nido de su pecho, y revolotea por todo el Palacio, y canta sobre las
-puertas, la entrada de las grandes salas. Mara Rosario fu el nico
-amor de mi vida. Han pasado muchos aos, y al recordarla ahora todava
-se llenan de lgrimas mis ojos ridos, ya casi ciegos.</p>
+puertas, á la entrada de las grandes salas. María Rosario fué el único
+amor de mi vida. Han pasado muchos años, y al recordarla ahora todavía
+se llenan de lágrimas mis ojos áridos, ya casi ciegos.</p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_095.jpg" width="239" height="32" alt="" title="" />
@@ -1425,123 +1388,123 @@ se llenan de lgrimas mis ojos ridos, ya casi ciegos.</p>
width="150"
height="164"
alt="Q"
-title="Q" /></span>UEDABA todava el olor de la cera en el Palacio. La
-Princesa tendida en el canap de su tocador, se dola de la jaqueca.
+title="Q" /></span>UEDABA todavía el olor de la cera en el Palacio. La
+Princesa tendida en el canapé de su tocador, se dolía de la jaqueca.
Sus hijas, vestidas de luto, hablaban en voz baja, y de tiempo en
-tiempo, entraba sala sin ruido, alguna de ellas. En medio de un gran
-silencio, la Princesa incorporse lnguidamente, volviendo hacia m el
-rostro todava hermoso, que pareca ms blanco bajo una toca de negro
+tiempo, entraba ó salía sin ruido, alguna de ellas. En medio de un gran
+silencio, la Princesa incorporóse lánguidamente, volviendo hacia mí el
+rostro todavía hermoso, que parecía más blanco bajo una toca de negro
encaje:<a name="page_098" id="page_098"></a></p>
-<p>&mdash;Xavier, t cundo tienes que volver Roma?</p>
+<p>&mdash;¿Xavier, tú cuándo tienes que volver á Roma?</p>
-<p>Yo me estremec:</p>
+<p>Yo me estremecí:</p>
-<p>&mdash;Maana, seora.</p>
+<p>&mdash;Mañana, señora.</p>
-<p>Y mir Mara Rosario, que baj la cabeza y se puso encendida como una
-rosa. La Princesa, sin reparar en ello, apoy la frente en la mano, una
-mano evocacin de aquellas que en los retratos antiguos sostienen
-veces una flor, y veces un paolito de encaje: En tan bella actitud
-suspir largamente, y volvi interrogarme:</p>
+<p>Y miré á María Rosario, que bajó la cabeza y se puso encendida como una
+rosa. La Princesa, sin reparar en ello, apoyó la frente en la mano, una
+mano evocación de aquellas que en los retratos antiguos sostienen á
+veces una flor, y á veces un pañolito de encaje: En tan bella actitud
+suspiró largamente, y volvió á interrogarme:</p>
-<p>&mdash;Por qu maana?</p>
+<p>&mdash;¿Por qué mañana?</p>
-<p>&mdash;Porque ha terminado mi misin, seora.</p>
+<p>&mdash;Porque ha terminado mi misión, señora.</p>
-<p>&mdash;Y no puedes quedarte algunos das ms con nosotras?</p>
+<p>&mdash;¿Y no puedes quedarte algunos días más con nosotras?</p>
-<p>&mdash;Necesitara un permiso.</p>
+<p>&mdash;Necesitaría un permiso.</p>
-<p>&mdash;Pues yo escribir hoy mismo Roma.<a name="page_099" id="page_099"></a></p>
+<p>&mdash;Pues yo escribiré hoy mismo á Roma.<a name="page_099" id="page_099"></a></p>
-<p>Mir disimuladamente Mara Rosario: Sus hermosos ojos negros me
-contemplaban asustados, y su boca intensamente plida, que pareca
+<p>Miré disimuladamente á María Rosario: Sus hermosos ojos negros me
+contemplaban asustados, y su boca intensamente pálida, que parecía
entreabierta por el anhelo de un suspiro, temblaba. En aquel momento, su
-madre volvi la cabeza hacia donde ella estaba:</p>
+madre volvió la cabeza hacia donde ella estaba:</p>
-<p>&mdash;Mara Rosario.</p>
+<p>&mdash;María Rosario.</p>
-<p>&mdash;Seora.</p>
+<p>&mdash;Señora.</p>
-<p>&mdash;Acurdate de escribir en mi nombre Monseor Sassoferrato. Yo firmar
+<p>&mdash;Acuérdate de escribir en mi nombre á Monseñor Sassoferrato. Yo firmaré
la carta.</p>
-<p>Mara Rosario, siempre ruborosa, repuso con aquella serena dulzura que
+<p>María Rosario, siempre ruborosa, repuso con aquella serena dulzura que
era como un aroma:</p>
-<p>&mdash;Queris que escriba ahora?</p>
+<p>&mdash;¿Queréis que escriba ahora?</p>
<p>&mdash;Como te parezca, hija.</p>
-<p>Mara Rosario se puso en pie.</p>
+<p>María Rosario se puso en pie.</p>
-<p>&mdash;Y qu debo decirle Monseor?<a name="page_100" id="page_100"></a></p>
+<p>&mdash;¿Y qué debo decirle á Monseñor?<a name="page_100" id="page_100"></a></p>
-<p>&mdash;Le notificas nuestra desgracia, y aades que vivimos muy solas, y que
-esperamos de su bondad un permiso para retener nuestro lado por algn
-tiempo al Marqus de Bradomn.</p>
+<p>&mdash;Le notificas nuestra desgracia, y añades que vivimos muy solas, y que
+esperamos de su bondad un permiso para retener á nuestro lado por algún
+tiempo al Marqués de Bradomín.</p>
-<p>Mara Rosario se dirigi hacia la puerta: Tuvo que pasar por mi lado y
-aprovechando audazmente la ocasin, le dije en voz baja:</p>
+<p>María Rosario se dirigió hacia la puerta: Tuvo que pasar por mi lado y
+aprovechando audazmente la ocasión, le dije en voz baja:</p>
-<p>&mdash;Me quedo, porque os adoro!</p>
+<p>&mdash;¡Me quedo, porque os adoro!</p>
-<p>Fingi no haberme odo, y sali. Volvme entonces hacia la Princesa, que
-me miraba con una sombra de afn, y le pregunt aparentando indiferencia:</p>
+<p>Fingió no haberme oído, y salió. Volvíme entonces hacia la Princesa, que
+me miraba con una sombra de afán, y le pregunté aparentando indiferencia:</p>
-<p>&mdash;Cundo toma el velo Mara Rosario?</p>
+<p>&mdash;¿Cuándo toma el velo María Rosario?</p>
-<p>&mdash;No est designado el da.</p>
+<p>&mdash;No está designado el día.</p>
-<p>&mdash;La muerte de Monseor Gaetani, acaso lo retardar.</p>
+<p>&mdash;La muerte de Monseñor Gaetani, acaso lo retardará.</p>
-<p>&mdash;Por qu?<a name="page_101" id="page_101"></a></p>
+<p>&mdash;¿Por qué?<a name="page_101" id="page_101"></a></p>
<p>&mdash;Porque ha de ser un nuevo disgusto para vos.</p>
-<p>&mdash;No soy egosta. Comprendo que mi hija ser feliz en el convento, mucho
-ms feliz que mi lado, y me resigno.</p>
+<p>&mdash;No soy egoísta. Comprendo que mi hija será feliz en el convento, mucho
+más feliz que á mi lado, y me resigno.</p>
-<p>&mdash;Es muy antigua la vocacin de Mara Rosario?</p>
+<p>&mdash;¿Es muy antigua la vocación de María Rosario?</p>
-<p>&mdash;Desde nia.</p>
+<p>&mdash;Desde niña.</p>
-<p>&mdash;Y no ha tenido veleidades?</p>
+<p>&mdash;¿Y no ha tenido veleidades?</p>
-<p>&mdash;Jams!</p>
+<p>&mdash;¡Jamás!</p>
-<p>Yo me atus el bigote con la mano un poco trmula.</p>
+<p>Yo me atusé el bigote con la mano un poco trémula.</p>
-<p>&mdash;Es una vocacin de Santa.</p>
+<p>&mdash;Es una vocación de Santa.</p>
-<p>&mdash;S, de Santa... Te advierto que no sera la primera en nuestra
+<p>&mdash;Sí, de Santa... Te advierto que no sería la primera en nuestra
familia. Santa Margarita de Ligura, Abadesa de Fiesoli, era hija de un
-Prncipe Gaetani. Su cuerpo se conserva en la capilla del Palacio, y
-despus de<a name="page_102" id="page_102"></a> cuatrocientos aos est como si acabase de expirar: Parece
-dormida. T no bajaste la cripta?</p>
+Príncipe Gaetani. Su cuerpo se conserva en la capilla del Palacio, y
+después de<a name="page_102" id="page_102"></a> cuatrocientos años está como si acabase de expirar: Parece
+dormida. ¿Tú no bajaste á la cripta?</p>
-<p>&mdash;No, seora.</p>
+<p>&mdash;No, señora.</p>
-<p>&mdash;Pues es preciso que bajes un da.</p>
+<p>&mdash;Pues es preciso que bajes un día.</p>
-<p>Quedamos en silencio. La Princesa volvi suspirar llevndose las manos
- la frente: Sus hijas, all en el fondo de la estancia, se hablaban
-en voz baja. Yo las miraba sonriendo y ellas me respondan en idntica
-forma, con cierta alegra infantil y burlona, que contrastaba con sus
-negros vestidos de duelo. Empezaba decaer la tarde, y la Princesa
-mand abrir una ventana que daba sobre el jardn.</p>
+<p>Quedamos en silencio. La Princesa volvió á suspirar llevándose las manos
+á la frente: Sus hijas, allá en el fondo de la estancia, se hablaban
+en voz baja. Yo las miraba sonriendo y ellas me respondían en idéntica
+forma, con cierta alegría infantil y burlona, que contrastaba con sus
+negros vestidos de duelo. Empezaba á decaer la tarde, y la Princesa
+mandó abrir una ventana que daba sobre el jardín.</p>
-<p>&mdash;Me marea el olor de esas rosas, hijas mas!</p>
+<p>&mdash;¡Me marea el olor de esas rosas, hijas mías!</p>
-<p>Y sealaba los floreros que estaban sobre<a name="page_103" id="page_103"></a> el tocador. Abierta la
-ventana, una ligera brisa entr en la estancia: Era alegre, perfumada y
+<p>Y señalaba los floreros que estaban sobre<a name="page_103" id="page_103"></a> el tocador. Abierta la
+ventana, una ligera brisa entró en la estancia: Era alegre, perfumada y
gentil como un mensaje de la Primavera: Sus alas invisibles alborotaron
-los rizos de aquellas cabezas juveniles, que all en el fondo de la
-estancia me miraban y me sonrean. Rizos rubios, dorados, luminosos,
-cabezas adorables, cuntas veces os he visto en mis sueos pecadores ms
-bellas que esas aladas cabezas anglicas que solan ver en sus sueos
-celestiales los santos ermitaos!</p>
+los rizos de aquellas cabezas juveniles, que allá en el fondo de la
+estancia me miraban y me sonreían. ¡Rizos rubios, dorados, luminosos,
+cabezas adorables, cuántas veces os he visto en mis sueños pecadores más
+bellas que esas aladas cabezas angélicas que solían ver en sus sueños
+celestiales los santos ermitaños!</p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_103.jpg" width="203" height="74" alt="" title="" />
@@ -1555,64 +1518,64 @@ celestiales los santos ermitaos!</p>
width="150"
height="163"
alt="L"
-title="L" /></span>A PRINCESA se acost al comienzo de la noche, poco
-despus del rosario. En el saln, medio apagado, hablaban en voz baja
-las viejas damas que desde haca veinte aos acudan regularmente
- la tertulia del Palacio Gaetani: Comenzaba sentirse el calor,
-y estaban abiertas las puertas de cristales que daban al jardn.
-Dos hijas de la Princesa, Mara Socorro y Mara Pilar, hacan los
-honores: La conversacin<a name="page_106" id="page_106"></a> era lnguida, de una languidez apocada y
+title="L" /></span>A PRINCESA se acostó al comienzo de la noche, poco
+después del rosario. En el salón, medio apagado, hablaban en voz baja
+las viejas damas que desde hacía veinte años acudían regularmente
+á la tertulia del Palacio Gaetani: Comenzaba á sentirse el calor,
+y estaban abiertas las puertas de cristales que daban al jardín.
+Dos hijas de la Princesa, María Socorro y María Pilar, hacían los
+honores: La conversación<a name="page_106" id="page_106"></a> era lánguida, de una languidez apocada y
beata. Afortunadamente, al sonar las nueve en el reloj de la Catedral,
-las seoras se levantaron, y Mara Socorro y Mara Pilar salieron
-acompandolas. Yo qued solo en el vasto saln, y no sabiendo qu
-hacer, baj al jardn.</p>
+las señoras se levantaron, y María Socorro y María Pilar salieron
+acompañándolas. Yo quedé solo en el vasto salón, y no sabiendo qué
+hacer, bajé al jardín.</p>
<p>Era una noche de Primavera, silenciosa y fragante. El aire agitaba las
-ramas de los rboles con blando movimiento, y la luna iluminaba por un
-instante la sombra y el misterio de los follajes. Sentase pasar por el
-jardn un largo estremecimiento, y luego todo quedaba en esa amorosa paz
+ramas de los árboles con blando movimiento, y la luna iluminaba por un
+instante la sombra y el misterio de los follajes. Sentíase pasar por el
+jardín un largo estremecimiento, y luego todo quedaba en esa amorosa paz
de las noches serenas. En el azul profundo temblaban las estrellas, y la
-quietud del jardn pareca mayor que la quietud del cielo. A lo lejos,
+quietud del jardín parecía mayor que la quietud del cielo. A lo lejos,
el mar, misterioso y ondulante, exhalaba su eterna<a name="page_107" id="page_107"></a> queja. Las dormidas
-olas fosforecan al pasar tumbando los delfines, y una vela latina
-cruzaba el horizonte bajo la luna plida.</p>
-
-<p>Yo recorra un sendero orillado por floridos rosales: Las lucirnagas
-brillaban al pie de los arbustos, el aire era fragante, y el ms leve
-soplo bastaba para deshojar en los tallos las rosas marchitas. Yo senta
-esa vaga y romntica tristeza que encanta los enamoramientos juveniles,
-con la leyenda de los grandes y trgicos dolores que se visten la
-usanza antigua. Consideraba la herida de mi corazn como aquellas que
-no tienen cura, y pensaba que de un modo fatal decidira de mi suerte.
-Con extremos verterianos soaba superar todos los amantes que en el
-mundo han sido, y por infortunados y leales pasaron la historia, y an
-asomaron ms de una vez<a name="page_108" id="page_108"></a> la faz lacrimosa en las cantigas del vulgo.
-Desgraciadamente, quedme sin superarlos, porque tales romanticismos
+olas fosforecían al pasar tumbando los delfines, y una vela latina
+cruzaba el horizonte bajo la luna pálida.</p>
+
+<p>Yo recorría un sendero orillado por floridos rosales: Las luciérnagas
+brillaban al pie de los arbustos, el aire era fragante, y el más leve
+soplo bastaba para deshojar en los tallos las rosas marchitas. Yo sentía
+esa vaga y romántica tristeza que encanta los enamoramientos juveniles,
+con la leyenda de los grandes y trágicos dolores que se visten á la
+usanza antigua. Consideraba la herida de mi corazón como aquellas que
+no tienen cura, y pensaba que de un modo fatal decidiría de mi suerte.
+Con extremos verterianos soñaba superar á todos los amantes que en el
+mundo han sido, y por infortunados y leales pasaron á la historia, y aún
+asomaron más de una vez<a name="page_108" id="page_108"></a> la faz lacrimosa en las cantigas del vulgo.
+Desgraciadamente, quedéme sin superarlos, porque tales romanticismos
nunca fueron otra cosa que un perfume derramado sobre todos mis amores
-de juventud. Locuras gentiles y fugaces que duraban algunas horas, y
+de juventud. ¡Locuras gentiles y fugaces que duraban algunas horas, y
que, sin duda por eso, me han hecho suspirar y sonreir toda la vida!</p>
<p>De pronto huyeron mis pensamientos. Daba las doce el viejo reloj de
-la Catedral, y cada campanada, en el silencio del jardn, retumb con
-majestad sonora. Volv al saln, donde ya estaban apagadas las luces. En
-los cristales de una ventana temblaba el reflejo de la luna, y all, en
+la Catedral, y cada campanada, en el silencio del jardín, retumbó con
+majestad sonora. Volví al salón, donde ya estaban apagadas las luces. En
+los cristales de una ventana temblaba el reflejo de la luna, y allá, en
el fondo, brillaba la esfera de un reloj, que con delicado y argentino
-son daba tambin las doce. Me detuve en la puerta, para acostumbrarme
-la<a name="page_109" id="page_109"></a> oscuridad, y poco poco mis ojos columbraron la forma incierta de
-las cosas. Una mujer hallbase sentada en el sof del estrado. Yo slo
-distingua sus manos blancas: El cuerpo era una sombra negra. Quise
-acercarme, y vi cmo sin ruido se pona en pie y cmo sin ruido se
-alejaba y desapareca. Hubirala credo un fantasma engao de mis ojos,
-si al dejar de verla no llegase hasta m un sollozo. Al pie del sof
-estaba cado un pauelo perfumado de rosas y hmedo de llanto. Lo bes
-con afn. No dudaba que aquel fantasma haba sido Mara Rosario.</p>
-
-<p>Pas la noche en vela, sin conseguir conciliar el sueo. Vi rayar el
-alba en las ventanas de mi alcoba, y slo entonces, en medio del alegre
-voltear de un esquiln que tocaba misa, me dorm. Al despertarme, ya
-muy entrado<a name="page_110" id="page_110"></a> el da, supe con profundo reconocimiento cunto por la
-salud de mi alma se interesaba la Princesa Gaetani. La noble seora
-estaba muy afligida porque yo haba perdido el Oficio Divino.</p>
+son daba también las doce. Me detuve en la puerta, para acostumbrarme á
+la<a name="page_109" id="page_109"></a> oscuridad, y poco á poco mis ojos columbraron la forma incierta de
+las cosas. Una mujer hallábase sentada en el sofá del estrado. Yo sólo
+distinguía sus manos blancas: El cuerpo era una sombra negra. Quise
+acercarme, y vi cómo sin ruido se ponía en pie y cómo sin ruido se
+alejaba y desaparecía. Hubiérala creído un fantasma engaño de mis ojos,
+si al dejar de verla no llegase hasta mí un sollozo. Al pie del sofá
+estaba caído un pañuelo perfumado de rosas y húmedo de llanto. Lo besé
+con afán. No dudaba que aquel fantasma había sido María Rosario.</p>
+
+<p>Pasé la noche en vela, sin conseguir conciliar el sueño. Vi rayar el
+alba en las ventanas de mi alcoba, y sólo entonces, en medio del alegre
+voltear de un esquilón que tocaba á misa, me dormí. Al despertarme, ya
+muy entrado<a name="page_110" id="page_110"></a> el día, supe con profundo reconocimiento cuánto por la
+salud de mi alma se interesaba la Princesa Gaetani. La noble señora
+estaba muy afligida porque yo había perdido el Oficio Divino.</p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_110.jpg" width="136" height="94" alt="" title="" />
@@ -1624,151 +1587,151 @@ estaba muy afligida porque yo haba perdido el Oficio Divino.</p>
width="150"
height="163"
alt="A"
-title="A" /></span>L CAER de la tarde llegaron aquellas dos seoras de los
+title="A" /></span>L CAER de la tarde llegaron aquellas dos señoras de los
cabellos blancos y los negros y crujientes vestidos de seda. La Princesa
-se incorpor saludndolas con amable y desfallecida voz:</p>
+se incorporó saludándolas con amable y desfallecida voz:</p>
-<p>&mdash;Dnde habis estado?</p>
+<p>&mdash;¿Dónde habéis estado?</p>
-<p>&mdash;Hemos corrido toda Ligura!</p>
+<p>&mdash;¡Hemos corrido toda Ligura!</p>
-<p>&mdash;Vosotras!</p>
+<p>&mdash;¡Vosotras!</p>
-<p>Ante el asombro de la Princesa, las dos seoras se miraron sonriendo:<a name="page_112" id="page_112"></a></p>
+<p>Ante el asombro de la Princesa, las dos señoras se miraron sonriendo:<a name="page_112" id="page_112"></a></p>
-<p>&mdash;Cuntale t, Antonina.</p>
+<p>&mdash;Cuéntale tú, Antonina.</p>
-<p>&mdash;Cuntale t, Lorencina.</p>
+<p>&mdash;Cuéntale tú, Lorencina.</p>
-<p>Y luego las dos comienzan el relato al mismo tiempo: Haban odo un
-sermn en la Catedral: Haban pasado por el Convento de las Carmelitas
-para preguntar por la Madre Superiora que estaba enferma: Haban velado
-al Santsimo. Aqu la Princesa interrumpi:</p>
+<p>Y luego las dos comienzan el relato al mismo tiempo: Habían oído un
+sermón en la Catedral: Habían pasado por el Convento de las Carmelitas
+para preguntar por la Madre Superiora que estaba enferma: Habían velado
+al Santísimo. Aquí la Princesa interrumpió:</p>
-<p>&mdash;Y cmo sigue la Madre Superiora?</p>
+<p>&mdash;¿Y cómo sigue la Madre Superiora?</p>
-<p>&mdash;Todava no baja al locutorio.</p>
+<p>&mdash;Todavía no baja al locutorio.</p>
-<p>&mdash;A quin habis visto?</p>
+<p>&mdash;¿A quién habéis visto?</p>
-<p>&mdash;A la Madre Escolstica. La pobre siempre tan buena y tan cariosa! No
-sabes cunto nos pregunt por ti y por tus hijas: Nos ense el hbito
-de Mara Rosario: Iba mandrselo para que lo probase: Lo ha cosido
-ella misma: Dice que ser el ltimo, porque est casi ciega.<a name="page_113" id="page_113"></a></p>
+<p>&mdash;A la Madre Escolástica. ¡La pobre siempre tan buena y tan cariñosa! No
+sabes cuánto nos preguntó por ti y por tus hijas: Nos enseñó el hábito
+de María Rosario: Iba á mandárselo para que lo probase: Lo ha cosido
+ella misma: Dice que será el último, porque está casi ciega.<a name="page_113" id="page_113"></a></p>
-<p>La Princesa suspir:</p>
+<p>La Princesa suspiró:</p>
-<p>&mdash;Yo no saba que estuviese ciega!</p>
+<p>&mdash;¡Yo no sabía que estuviese ciega!</p>
<p>&mdash;Ciega no, pero ve muy poco.</p>
-<p>&mdash;Pues no tiene aos para eso...</p>
+<p>&mdash;Pues no tiene años para eso...</p>
-<p>La Princesa acab con un gesto de fatiga, llevndose las manos la
-frente. Despus se distrajo mirando hacia la puerta, donde asomaba la
-esculida figura del Seor Polonio. Detenido en el umbral, el mayordomo
+<p>La Princesa acabó con un gesto de fatiga, llevándose las manos á la
+frente. Después se distrajo mirando hacia la puerta, donde asomaba la
+escuálida figura del Señor Polonio. Detenido en el umbral, el mayordomo
saludaba con una profunda reverencia:</p>
-<p>&mdash;Da su permiso mi Seora la Princesa?</p>
+<p>&mdash;¿Da su permiso mi Señora la Princesa?</p>
-<p>&mdash;Adelante, Polonio. Qu ocurre?</p>
+<p>&mdash;Adelante, Polonio. ¿Qué ocurre?</p>
-<p>&mdash;Ha venido el sacristn de las Madres Carmelitas con el hbito de la
-Seorina.</p>
+<p>&mdash;Ha venido el sacristán de las Madres Carmelitas con el hábito de la
+Señorina.</p>
-<p>&mdash;Y ella lo sabe?</p>
+<p>&mdash;¿Y ella lo sabe?</p>
-<p>&mdash;Probndoselo queda.</p>
+<p>&mdash;Probándoselo queda.</p>
-<p>Al or esto, las otras hijas de la Princesa, que sentadas en rueda,
-bordaban el manto de<a name="page_114" id="page_114"></a> Santa Margarita de Ligura, hablronse en voz baja,
+<p>Al oír esto, las otras hijas de la Princesa, que sentadas en rueda,
+bordaban el manto de<a name="page_114" id="page_114"></a> Santa Margarita de Ligura, habláronse en voz baja,
juntando las cabezas, y salieron de la estancia con alegre murmullo,
-en un grupo casto y primaveral como aquel que pint Sandro Boticelli.
-La Princesa las mir con maternal orgullo, y luego hizo un ademn
-despidiendo al mayordomo, que, en lugar de irse, adelant algunos pasos
+en un grupo casto y primaveral como aquel que pintó Sandro Boticelli.
+La Princesa las miró con maternal orgullo, y luego hizo un ademán
+despidiendo al mayordomo, que, en lugar de irse, adelantó algunos pasos
balbuciendo:</p>
-<p>&mdash;Ya he dado el ltimo perfil al Paso de las Cadas... Hoy empiezan las
+<p>&mdash;Ya he dado el último perfil al Paso de las Caídas... Hoy empiezan las
procesiones de Semana Santa.</p>
-<p>La Princesa replic con desdeosa altivez:</p>
+<p>La Princesa replicó con desdeñosa altivez:</p>
-<p>&mdash;Y sin duda has credo que yo lo ignoraba.</p>
+<p>&mdash;Y sin duda has creído que yo lo ignoraba.</p>
-<p>El mayordomo pareci consternado:</p>
+<p>El mayordomo pareció consternado:</p>
-<p>&mdash;Lbreme el Cielo, Seora!</p>
+<p>&mdash;¡Líbreme el Cielo, Señora!</p>
-<p>&mdash;Pues entonces?...</p>
+<p>&mdash;¿Pues entonces?...</p>
-<p>&mdash;Hablando de las procesiones, el sacristn<a name="page_115" id="page_115"></a> de las Madres me dijo que
-tal vez este ao no saliesen las que costea y patrocina mi Seora la
+<p>&mdash;Hablando de las procesiones, el sacristán<a name="page_115" id="page_115"></a> de las Madres me dijo que
+tal vez este año no saliesen las que costea y patrocina mi Señora la
Princesa.</p>
-<p>&mdash;Y por qu causa?</p>
+<p>&mdash;¿Y por qué causa?</p>
-<p>&mdash;Por la muerte de Monseor, y el luto de la casa.</p>
+<p>&mdash;Por la muerte de Monseñor, y el luto de la casa.</p>
-<p>&mdash;Nada tiene que ver con la religin, Polonio.</p>
+<p>&mdash;Nada tiene que ver con la religión, Polonio.</p>
-<p>Aqu la Princesa crey del caso suspirar. El mayordomo se inclin:</p>
+<p>Aquí la Princesa creyó del caso suspirar. El mayordomo se inclinó:</p>
-<p>&mdash;Cierto, Seora, ciertsimo. El sacristn lo deca contemplando mi
-obra. Ya sabe la Seora Princesa... El Paso de las Cadas... Espero que
-mi Seora se digne verlo...</p>
+<p>&mdash;Cierto, Señora, ciertísimo. El sacristán lo decía contemplando mi
+obra. Ya sabe la Señora Princesa... El Paso de las Caídas... Espero que
+mi Señora se digne verlo...</p>
-<p>El mayordomo se detuvo sonriendo ceremoniosamente. La Princesa asinti
-con un gesto, y luego volvindose m pronunci con ligera irona:<a name="page_116" id="page_116"></a></p>
+<p>El mayordomo se detuvo sonriendo ceremoniosamente. La Princesa asintió
+con un gesto, y luego volviéndose á mí pronunció con ligera ironía:<a name="page_116" id="page_116"></a></p>
-<p>&mdash;T acaso ignoras que mi mayordomo es un gran artista?</p>
+<p>&mdash;¿Tú acaso ignoras que mi mayordomo es un gran artista?</p>
-<p>El viejo se inclin:</p>
+<p>El viejo se inclinó:</p>
-<p>&mdash;Un artista!... Hoy da ya no hay artistas. Los hubo en la antigedad.</p>
+<p>&mdash;¡Un artista!... Hoy día ya no hay artistas. Los hubo en la antigüedad.</p>
<p>Yo intervine con mi juvenil insolencia:</p>
-<p>&mdash;Pero de qu epoca sois, Seor Polonio?</p>
+<p>&mdash;¿Pero de qué epoca sois, Señor Polonio?</p>
<p>El mayordomo repuso sonriendo:</p>
-<p>&mdash;Vos tenis razn, Excelencia... Hablando con verdad, no puedo decir
-que ste sea mi siglo...</p>
+<p>&mdash;Vos tenéis razón, Excelencia... Hablando con verdad, no puedo decir
+que éste sea mi siglo...</p>
-<p>&mdash;Vos pertenecis la antigedad ms clsica y ms remota. Y cul arte
-cultivis, Seor Polonio?</p>
+<p>&mdash;Vos pertenecéis á la antigüedad más clásica y más remota. ¿Y cuál arte
+cultiváis, Señor Polonio?</p>
-<p>El Seor Polonio repuso con suma modestia:</p>
+<p>El Señor Polonio repuso con suma modestia:</p>
<p>&mdash;Todas, Excelencia.</p>
-<p>&mdash;Sois un nieto de Miguel Angel!<a name="page_117" id="page_117"></a></p>
+<p>&mdash;¡Sois un nieto de Miguel Angel!<a name="page_117" id="page_117"></a></p>
<p>&mdash;El cultivarlas todas no quiere decir que sea maestro en ellas,
Excelencia.</p>
-<p>La Princesa sonri con aquella amable irona que al mismo tiempo
-mostraba seoril y compasivo afecto por el viejo mayordomo:</p>
+<p>La Princesa sonrió con aquella amable ironía que al mismo tiempo
+mostraba señoril y compasivo afecto por el viejo mayordomo:</p>
-<p>&mdash;Xavier, tienes que ver su ltima obra: El Paso de las Cadas! Una
+<p>&mdash;Xavier, tienes que ver su última obra: ¡El Paso de las Caídas! ¡Una
maravilla!</p>
-<p>Las dos ancianas juntaron las secas manos con infantil admiracin:</p>
+<p>Las dos ancianas juntaron las secas manos con infantil admiración:</p>
-<p>&mdash;Si cuando joven hubiera querido ir Roma!... Oh!</p>
+<p>&mdash;¡Si cuando joven hubiera querido ir á Roma!... ¡Oh!</p>
<p>El mayordomo lloraba enternecido:</p>
-<p>&mdash;Seoras!... Mis nobles Mecenas!</p>
+<p>&mdash;¡Señoras!... ¡Mis nobles Mecenas!</p>
-<p>De pronto se oy murmullo de juveniles voces que se aproximaban, y un
-momento despus el coro de las cinco hermanas invada la estancia. Mara
-Rosario traa puesto el blanco hbito que deba llevar durante<a name="page_118" id="page_118"></a> toda
+<p>De pronto se oyó murmullo de juveniles voces que se aproximaban, y un
+momento después el coro de las cinco hermanas invadía la estancia. María
+Rosario traía puesto el blanco hábito que debía llevar durante<a name="page_118" id="page_118"></a> toda
la vida, y las otras se agrupaban en torno como si fuese una Santa. Al
-verlas entrar, la Princesa se incorpor muy plida: Las lgrimas acudan
- sus ojos, y luchaba en vano por retenerlas. Cuando Mara Rosario se
-acerc besarle la mano, le ech los brazos al cuello y la estrech
-amorosamente. Qued despus contemplndola, y no pudo contener un grito
+verlas entrar, la Princesa se incorporó muy pálida: Las lágrimas acudían
+á sus ojos, y luchaba en vano por retenerlas. Cuando María Rosario se
+acercó á besarle la mano, le echó los brazos al cuello y la estrechó
+amorosamente. Quedó después contemplándola, y no pudo contener un grito
de angustia.</p>
<p class="figcenter">
@@ -1781,103 +1744,103 @@ de angustia.</p>
width="150"
height="161"
alt="Y"
-title="Y" /></span>O ESTABA tan conmovido que, como en sueos, o la voz
-del viejo mayordomo: Hablaba despus de un profundo silencio:</p>
+title="Y" /></span>O ESTABA tan conmovido que, como en sueños, oí la voz
+del viejo mayordomo: Hablaba después de un profundo silencio:</p>
-<p>&mdash;Si merezco el honor... Perdonad, pero ahora van llevarse esa pobre
-obra de mis manos pecadoras. Si queris verla, apenas queda tiempo...</p>
+<p>&mdash;Si merezco el honor... Perdonad, pero ahora van á llevarse esa pobre
+obra de mis manos pecadoras. Si queréis verla, apenas queda tiempo...</p>
-<p>Las dos seoras se levantaron sacudindose las crujientes y arrugadas
+<p>Las dos señoras se levantaron sacudiéndose las crujientes y arrugadas
faldas:</p>
-<p>&mdash;Oh!... Vamos all.<a name="page_120" id="page_120"></a></p>
+<p>&mdash;¡Oh!... Vamos allá.<a name="page_120" id="page_120"></a></p>
-<p>Antes de salir ya comenzaron las explicaciones del Seor Polonio:</p>
+<p>Antes de salir ya comenzaron las explicaciones del Señor Polonio:</p>
-<p>&mdash;Conviene saber que el Nazareno y el Cirineo son los mismos que haba
-antiguamente. De mi mano son nicamente los judos. Los hice de cartn.
-Ya conocen mi antigua mana de hacer caretas. Una mana y de las peores.
-Con ella di gran impulso los Carnavales, que es la fiesta de Satans.
-Aqu, antes nadie se vesta de mscara, pero como yo regalaba todo el
-mundo mis caretas de cartn! Dios me perdone! Los Carnavales de Ligura
-llegaron ser famosos en Italia... Vengan por aqu sus Excelencias.</p>
+<p>&mdash;Conviene saber que el Nazareno y el Cirineo son los mismos que había
+antiguamente. De mi mano son únicamente los judíos. Los hice de cartón.
+Ya conocen mi antigua manía de hacer caretas. Una manía y de las peores.
+Con ella di gran impulso á los Carnavales, que es la fiesta de Satanás.
+¡Aquí, antes nadie se vestía de máscara, pero como yo regalaba á todo el
+mundo mis caretas de cartón! ¡Dios me perdone! Los Carnavales de Ligura
+llegaron á ser famosos en Italia... Vengan por aquí sus Excelencias.</p>
-<p>Pasamos una gran sala que tena las ventanas cerradas. El Seor
-Polonio adelantse para abrirlas. Despus se volvi pidiendo mil
+<p>Pasamos á una gran sala que tenía las ventanas cerradas. El Señor
+Polonio adelantóse para abrirlas. Después se volvió pidiendo mil
perdones, y nosotros entramos. Mis ojos quedaron<a name="page_121" id="page_121"></a> extasiados al ver en
-medio de la sala unas andas con Jess Nazareno, entre cuatro judos
-torvos y barbudos. Las dos seoras lloraban de emocin:</p>
+medio de la sala unas andas con Jesús Nazareno, entre cuatro judíos
+torvos y barbudos. Las dos señoras lloraban de emoción:</p>
-<p>&mdash;Si considersemos lo que Nuestro Seor padeci por nosotros!</p>
+<p>&mdash;¡Si considerásemos lo que Nuestro Señor padeció por nosotros!</p>
-<p>&mdash;Ay!... Si lo considersemos!</p>
+<p>&mdash;¡Ay!... Si lo considerásemos!</p>
-<p>En presencia de aquellos cuatro judos vestidos la chamberga, era
-indudable que las devotas seoras procuraban hacerse cargo del drama
-de la Pasin. El Seor Polonio daba vueltas en torno de las andas, y
+<p>En presencia de aquellos cuatro judíos vestidos á la chamberga, era
+indudable que las devotas señoras procuraban hacerse cargo del drama
+de la Pasión. El Señor Polonio daba vueltas en torno de las andas, y
con los nudillos golpeaba suavemente las fieras cabezas de los cuatro
deicidas:</p>
-<p>&mdash;De cartn!... S, seoras, igual que las caretas. Fu una idea que me
-vino sin saber cmo.</p>
+<p>&mdash;¡De cartón!... Sí, señoras, igual que las caretas. Fué una idea que me
+vino sin saber cómo.</p>
-<p>Las damas repetan juntando las manos:<a name="page_122" id="page_122"></a></p>
+<p>Las damas repetían juntando las manos:<a name="page_122" id="page_122"></a></p>
-<p>&mdash;Inspiracin divina!...</p>
+<p>&mdash;¡Inspiración divina!...</p>
-<p>&mdash;Inspiracin de lo alto!...</p>
+<p>&mdash;¡Inspiración de lo alto!...</p>
-<p>El Seor Polonio sonrea:</p>
+<p>El Señor Polonio sonreía:</p>
<p>&mdash;Nadie, absolutamente nadie, esperaba que pudiese realizar la idea...
-Se burlaban de m... Ahora, en cambio, todo se vuelven parabienes. Y
-yo perdono aquellos sarcasmos! He llevado mi idea en la frente un ao
+Se burlaban de mí... Ahora, en cambio, todo se vuelven parabienes. ¡Y
+yo perdono aquellos sarcasmos! ¡He llevado mi idea en la frente un año
entero!</p>
-<p>Oyndole, las seoras, repetan enternecidas:</p>
+<p>Oyéndole, las señoras, repetían enternecidas:</p>
-<p>&mdash;Inspiracin!...</p>
+<p>&mdash;¡Inspiración!...</p>
-<p>&mdash;Inspiracin!...</p>
+<p>&mdash;¡Inspiración!...</p>
-<p>Jess Nazareno, desmelenado, lvido, sangriento, agobiado bajo el peso
-de la cruz, pareca clavar en nosotros su mirada dulce y moribunda.
-Los cuatro judos, vestidos de rojo, le rodeaban fieros. El que iba
-delante tocaba la trompeta. Los que le daban escolta<a name="page_123" id="page_123"></a> uno y otro lado,
-llevaban sendas disciplinas, y aquel que caminaba detrs, mostraba al
-pueblo la sentencia de Pilatos. Era un papel de msica, y el mayordomo
-tuvo cuidado de advertirnos cmo en aquel tiempo de gentiles, los
-escribanos hacan unos garabatos muy semejantes los que hacen los
-msicos. Volvindose m con gravedad doctoral, continu:</p>
+<p>Jesús Nazareno, desmelenado, lívido, sangriento, agobiado bajo el peso
+de la cruz, parecía clavar en nosotros su mirada dulce y moribunda.
+Los cuatro judíos, vestidos de rojo, le rodeaban fieros. El que iba
+delante tocaba la trompeta. Los que le daban escolta<a name="page_123" id="page_123"></a> á uno y otro lado,
+llevaban sendas disciplinas, y aquel que caminaba detrás, mostraba al
+pueblo la sentencia de Pilatos. Era un papel de música, y el mayordomo
+tuvo cuidado de advertirnos cómo en aquel tiempo de gentiles, los
+escribanos hacían unos garabatos muy semejantes á los que hacen los
+músicos. Volviéndose á mí con gravedad doctoral, continuó:</p>
-<p>&mdash;Los moros y los judos todava escriben de una manera semejante.
-Verdad, Excelencia?</p>
+<p>&mdash;Los moros y los judíos todavía escriben de una manera semejante.
+¿Verdad, Excelencia?</p>
-<p>Cuando el Seor Polonio se hallaba en esta erudita explicacin, lleg
-un sacristn capitaneando cuatro devotos que venan para llevarse
-la iglesia de los Capuchinos aquel famoso Paso de las Cadas. El Seor
-Polonio cubri las andas con una colcha, y les ayud<a name="page_124" id="page_124"></a> levantarlas.
-Despus los acompa hasta la puerta de la estancia:</p>
+<p>Cuando el Señor Polonio se hallaba en esta erudita explicación, llegó
+un sacristán capitaneando á cuatro devotos que venían para llevarse á
+la iglesia de los Capuchinos aquel famoso Paso de las Caídas. El Señor
+Polonio cubrió las andas con una colcha, y les ayudó<a name="page_124" id="page_124"></a> á levantarlas.
+Después los acompañó hasta la puerta de la estancia:</p>
-<p>&mdash;Cuidado!... No tropezar con las paredes... Cuidado!...</p>
+<p>&mdash;¡Cuidado!... No tropezar con las paredes... ¡Cuidado!...</p>
-<p>Enjugse las lgrimas, y abri una ventana para verlos salir. La primera
-preocupacin del sacristn, cuando asom en la calle, fu mirar al
+<p>Enjugóse las lágrimas, y abrió una ventana para verlos salir. La primera
+preocupación del sacristán, cuando asomó en la calle, fué mirar al
cielo, que estaba completamente encapotado. Luego se puso al frente de
-su tropa, y ech por medio. Los cuatro devotos iban casi corriendo. Las
+su tropa, y echó por medio. Los cuatro devotos iban casi corriendo. Las
andas envueltas en la colcha roja bamboleaban sobre sus hombros. El
-Seor Polonio se dirigi nosotros:</p>
+Señor Polonio se dirigió á nosotros:</p>
-<p>&mdash;Sin cumplimiento: Qu les ha parecido?</p>
+<p>&mdash;Sin cumplimiento: ¿Qué les ha parecido?</p>
-<p>Las dos seoras estuvieron, como siempre, de acuerdo.</p>
+<p>Las dos señoras estuvieron, como siempre, de acuerdo.</p>
-<p>&mdash;Edificante!</p>
+<p>&mdash;¡Edificante!</p>
-<p>&mdash;Edificante!<a name="page_125" id="page_125"></a></p>
+<p>&mdash;¡Edificante!<a name="page_125" id="page_125"></a></p>
-<p>El Seor Polonio sonri beatficamente, y se volvi la ventana con la
-mano extendida hacia la calle para enterarse si llova.</p>
+<p>El Señor Polonio sonrió beatíficamente, y se volvió á la ventana con la
+mano extendida hacia la calle para enterarse si llovía.</p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_125.jpg" width="295" height="139" alt="" title="" />
@@ -1891,85 +1854,85 @@ mano extendida hacia la calle para enterarse si llova.</p>
width="150"
height="163"
alt="A"
-title="A" /></span>QUELLA noche las hijas de la Princesa habanse
+title="A" /></span>QUELLA noche las hijas de la Princesa habíanse
refugiado en la terraza, bajo la luna, como las hadas de los cuentos:
-Rodeaban una amiga joven y muy bella, que de tiempo en tiempo
-me miraba llena de curiosidad. En el saln, las seoras ancianas
-conversaban discretamente, y sonrean al oir las voces juveniles que
-llegaban en rfagas, perfumadas con el perfume de las lilas que se
-abran al pie de la terraza.<a name="page_128" id="page_128"></a> Desde el saln distinguase el jardn,
-inmvil bajo la luna, que envolva en plida claridad la cima mustia de
-los cipreses y el balconaje de la terraza, donde un pavo real abra su
+Rodeaban á una amiga joven y muy bella, que de tiempo en tiempo
+me miraba llena de curiosidad. En el salón, las señoras ancianas
+conversaban discretamente, y sonreían al oir las voces juveniles que
+llegaban en ráfagas, perfumadas con el perfume de las lilas que se
+abrían al pie de la terraza.<a name="page_128" id="page_128"></a> Desde el salón distinguíase el jardín,
+inmóvil bajo la luna, que envolvía en pálida claridad la cima mustia de
+los cipreses y el balconaje de la terraza, donde un pavo real abría su
abanico de quimera y de cuento.</p>
-<p>Yo quise varias veces acercarme Mara Rosario. Todo fu intil: Ella
-adivinaba mis intenciones, y alejbase cautelosa, sin ruido, con la
-vista baja y las manos cruzadas sobre el escapulario del hbito monjil
-que conservaba puesto. Vindola tal extremo temerosa, yo senta
-halagado mi orgullo donjuanesco, y algunas veces, slo por turbarla,
-cruzaba de un lado al otro. La pobre nia al instante se prevena para
+<p>Yo quise varias veces acercarme á María Rosario. Todo fué inútil: Ella
+adivinaba mis intenciones, y alejábase cautelosa, sin ruido, con la
+vista baja y las manos cruzadas sobre el escapulario del hábito monjil
+que conservaba puesto. Viéndola á tal extremo temerosa, yo sentía
+halagado mi orgullo donjuanesco, y algunas veces, sólo por turbarla,
+cruzaba de un lado al otro. La pobre niña al instante se prevenía para
huir: Yo pasaba aparentando no advertirlo.</p>
-<p>Algunas veces entraba en el saln, y detename al lado de las viejas
-damas, que reciban<a name="page_129" id="page_129"></a> mis homenajes con timidez de doncellas. Recuerdo
+<p>Algunas veces entraba en el salón, y deteníame al lado de las viejas
+damas, que recibían<a name="page_129" id="page_129"></a> mis homenajes con timidez de doncellas. Recuerdo
que me hallaba hablando con aquella devota Marquesa de Tescara, cuando,
-movido por un oscuro presentimiento, volv la cabeza y busqu con los
-ojos la blanca figura de Mara Rosario: la Santa ya no estaba.</p>
-
-<p>Una nube de tristeza cubri mi alma. Dej la vieja linajuda y sal
-la terraza. Mucho tiempo permanec reclinado sobre el florido balconaje
-de piedra, contemplando el jardn. En el silencio perfumado cantaba un
-ruiseor, y pareca acordar su voz con la voz de las fuentes. El reflejo
-de la luna iluminaba aquel sendero de los rosales que yo haba recorrido
-otra noche. El aire suave y gentil, un aire propsito para llevar
-suspiros, pasaba murmurando, y lo lejos, entre mirtos inmviles,<a name="page_130" id="page_130"></a>
+movido por un oscuro presentimiento, volví la cabeza y busqué con los
+ojos la blanca figura de María Rosario: la Santa ya no estaba.</p>
+
+<p>Una nube de tristeza cubrió mi alma. Dejé á la vieja linajuda y salí á
+la terraza. Mucho tiempo permanecí reclinado sobre el florido balconaje
+de piedra, contemplando el jardín. En el silencio perfumado cantaba un
+ruiseñor, y parecía acordar su voz con la voz de las fuentes. El reflejo
+de la luna iluminaba aquel sendero de los rosales que yo había recorrido
+otra noche. El aire suave y gentil, un aire á propósito para llevar
+suspiros, pasaba murmurando, y á lo lejos, entre mirtos inmóviles,<a name="page_130" id="page_130"></a>
ondulaba el agua de un estanque. Yo evocaba en la memoria el rostro de
-Mara Rosario, y no cesaba de pensar:</p>
+María Rosario, y no cesaba de pensar:</p>
-<p>&mdash;Qu siente ella?... Qu siente ella por m?...</p>
+<p>&mdash;¿Qué siente ella?... ¿Qué siente ella por mí?...</p>
-<p>Baj lentamente hacia el estanque. Las ranas que estaban en la orilla
+<p>Bajé lentamente hacia el estanque. Las ranas que estaban en la orilla
saltaron al agua produciendo un ligero estremecimiento en el dormido
-cristal. Haba all un banco de piedra y me sent. La noche y la luna
-eran propicias al ensueo, y pude sumergirme en una contemplacin
-semejante al xtasis. Confusos recuerdos de otros tiempos y otros
-amores se levantaron en mi memoria. Todo el pasado resurga como una
-gran tristeza y un gran remordimiento. Mi juventud me pareca mar de
-soledad y de tormentas, siempre en noche. El alma languideca en el
-recogimiento<a name="page_131" id="page_131"></a> del jardn, y el mismo pensamiento volva como el motivo
+cristal. Había allí un banco de piedra y me senté. La noche y la luna
+eran propicias al ensueño, y pude sumergirme en una contemplación
+semejante al éxtasis. Confusos recuerdos de otros tiempos y otros
+amores se levantaron en mi memoria. Todo el pasado resurgía como una
+gran tristeza y un gran remordimiento. Mi juventud me parecía mar de
+soledad y de tormentas, siempre en noche. El alma languidecía en el
+recogimiento<a name="page_131" id="page_131"></a> del jardín, y el mismo pensamiento volvía como el motivo
de un canto lejano:</p>
-<p>&mdash;Qu siente ella?... Qu siente ella por m?</p>
-
-<p>Ligeras nubes blancas erraban en torno de la luna y la seguan en
-su curso fantstico y vagabundo: Empujadas por un soplo invisible,
-la cubrieron y qued sumido en sombras el jardn. El estanque dej
-de brillar entre los mirtos inmviles: Slo la cima de los cipreses
-permaneci iluminada. Como para armonizar con la sombra, se levant una
-brisa que pas despertando largo susurro en todo el recinto y trajo
-hasta m el aroma de las rosas deshojadas. Lentamente volv hacia el
-Palacio: Mis ojos se detuvieron en una ventana iluminada, y no s
-qu oscuro presentimiento hizo palpitar mi corazn. Aquella ventana
-alzbase<a name="page_132" id="page_132"></a> apenas sobre la terraza, permaneca abierta, y el aire
-ondulaba la cortina. Me pareci que por el fondo de la estancia cruzaba
+<p>&mdash;¿Qué siente ella?... ¿Qué siente ella por mí?</p>
+
+<p>Ligeras nubes blancas erraban en torno de la luna y la seguían en
+su curso fantástico y vagabundo: Empujadas por un soplo invisible,
+la cubrieron y quedó sumido en sombras el jardín. El estanque dejó
+de brillar entre los mirtos inmóviles: Sólo la cima de los cipreses
+permaneció iluminada. Como para armonizar con la sombra, se levantó una
+brisa que pasó despertando largo susurro en todo el recinto y trajo
+hasta mí el aroma de las rosas deshojadas. Lentamente volví hacia el
+Palacio: Mis ojos se detuvieron en una ventana iluminada, y no sé
+qué oscuro presentimiento hizo palpitar mi corazón. Aquella ventana
+alzábase<a name="page_132" id="page_132"></a> apenas sobre la terraza, permanecía abierta, y el aire
+ondulaba la cortina. Me pareció que por el fondo de la estancia cruzaba
una sombra blanca. Quise acercarme, pero el rumor de unas pisadas bajo
-la avenida de los cipreses me detuvo: El viejo mayordomo paseaba la
-luz de la luna sus ensueos de artista. Yo qued inmvil en el fondo del
-jardn. Y contemplando aquella luz, el corazn lata:</p>
-
-<p>&mdash;Qu siente ella?... Qu siente ella por m?</p>
-
-<p>Pobre Mara Rosario! Yo la crea enamorada, y, sin embargo, mi corazn
-presenta no s qu quimrica y confusa desventura. Quise volver
-sumergirme en mi amoroso ensueo, pero el canto de un sapo repetido
-montonamente bajo la arcada de los cipreses, distraa y turbaba mi
-pensamiento. Recuerdo<a name="page_133" id="page_133"></a> que de nio he ledo muchas veces en un libro
-de devociones donde rezaba mi abuela, que el diablo sola tomar ese
-aspecto para turbar la oracin de un santo monje. Era natural que m
+la avenida de los cipreses me detuvo: El viejo mayordomo paseaba á la
+luz de la luna sus ensueños de artista. Yo quedé inmóvil en el fondo del
+jardín. Y contemplando aquella luz, el corazón latía:</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué siente ella?... ¿Qué siente ella por mí?</p>
+
+<p>¡Pobre María Rosario! Yo la creía enamorada, y, sin embargo, mi corazón
+presentía no sé qué quimérica y confusa desventura. Quise volver á
+sumergirme en mi amoroso ensueño, pero el canto de un sapo repetido
+monótonamente bajo la arcada de los cipreses, distraía y turbaba mi
+pensamiento. Recuerdo<a name="page_133" id="page_133"></a> que de niño he leído muchas veces en un libro
+de devociones donde rezaba mi abuela, que el diablo solía tomar ese
+aspecto para turbar la oración de un santo monje. Era natural que á mí
me ocurriese lo mismo. Yo calumniado y mal comprendido, nunca fui otra
-cosa que un mstico galante, como San Juan de la Cruz. En lo ms florido
-de mis aos, hubiera dado gustoso todas las glorias mundanas para poder
-escribir en mis tarjetas: El Marqus de Bradomn, Confesor de Princesas.</p>
+cosa que un místico galante, como San Juan de la Cruz. En lo más florido
+de mis años, hubiera dado gustoso todas las glorias mundanas para poder
+escribir en mis tarjetas: El Marqués de Bradomín, Confesor de Princesas.</p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_133.jpg" width="241" height="39" alt="" title="" />
@@ -1983,100 +1946,100 @@ escribir en mis tarjetas: El Marqus de Bradomn, Confesor de Princesas.</p>
width="150"
height="162"
alt="E"
-title="E" /></span>N ACHAQUES de amor, quin no ha pecado. Yo estoy
-convencido de que el diablo tienta siempre los mejores. Aquella
-noche el cornudo monarca del abismo encendi mi sangre con su aliento
-de llamas y despert mi carne flaca, fustigndola con su rabo negro.
-Yo cruzaba la terraza, cuando una rfaga violenta alz la flameante
+title="E" /></span>N ACHAQUES de amor, quién no ha pecado. Yo estoy
+convencido de que el diablo tienta siempre á los mejores. Aquella
+noche el cornudo monarca del abismo encendió mi sangre con su aliento
+de llamas y despertó mi carne flaca, fustigándola con su rabo negro.
+Yo cruzaba la terraza, cuando una ráfaga violenta alzó la flameante
cortina, y mis ojos mortales vieron arrodillada en el fondo de la
-estancia la sombra plida<a name="page_136" id="page_136"></a> de Mara Rosario. No puedo decir lo que
-entonces pas por m. Creo que primero fu un impulso ardiente, y
-despus una audacia fra y cruel: La audacia que se admira en los labios
-y en los ojos de aquel retrato que del divino Csar Borgia, pint el
-divino Rafael de Sanzio. Me volv mirando en torno: Escuch un instante:
-En el jardn y en el Palacio todo era silencio. Llegu cauteloso la
-ventana, y salt dentro. La Santa di un grito: Se dobl blandamente
-como una flor cuando pasa el viento, y qued tendida, desmayada, con el
-rostro pegado la tierra. En mi memoria vive siempre el recuerdo de sus
-manos blancas y fras: Manos difanas como la hostia!...</p>
-
-<p>Al verla desmayada la cog en brazos y la llev su lecho, que era como
-altar de lino albo, y de rizado encaje. Despus, con una<a name="page_137" id="page_137"></a> sombra de
-recelo, apagu la luz: Qued en tinieblas el aposento y con los brazos
-extendidos comenc caminar en la oscuridad. Ya tocaba el borde de
-su lecho y perciba la blancura del hbito monjil, cuando el rumor de
-unos pasos en la terraza hel mi sangre, y me detuvo. Manos invisibles
-alzaron la flameante cortina y la claridad de la luna penetr en la
-estancia. Los pasos haban cesado: Una sombra oscura se destacaba en el
-hueco iluminado de la ventana. La sombra se inclin mirando hacia el
-fondo del aposento, y volvi erguirse. Cay la cortina, y escuch de
+estancia la sombra pálida<a name="page_136" id="page_136"></a> de María Rosario. No puedo decir lo que
+entonces pasó por mí. Creo que primero fué un impulso ardiente, y
+después una audacia fría y cruel: La audacia que se admira en los labios
+y en los ojos de aquel retrato que del divino César Borgia, pintó el
+divino Rafael de Sanzio. Me volví mirando en torno: Escuché un instante:
+En el jardín y en el Palacio todo era silencio. Llegué cauteloso á la
+ventana, y salté dentro. La Santa dió un grito: Se dobló blandamente
+como una flor cuando pasa el viento, y quedó tendida, desmayada, con el
+rostro pegado á la tierra. En mi memoria vive siempre el recuerdo de sus
+manos blancas y frías: ¡Manos diáfanas como la hostia!...</p>
+
+<p>Al verla desmayada la cogí en brazos y la llevé á su lecho, que era como
+altar de lino albo, y de rizado encaje. Después, con una<a name="page_137" id="page_137"></a> sombra de
+recelo, apagué la luz: Quedó en tinieblas el aposento y con los brazos
+extendidos comencé á caminar en la oscuridad. Ya tocaba el borde de
+su lecho y percibía la blancura del hábito monjil, cuando el rumor de
+unos pasos en la terraza heló mi sangre, y me detuvo. Manos invisibles
+alzaron la flameante cortina y la claridad de la luna penetró en la
+estancia. Los pasos habían cesado: Una sombra oscura se destacaba en el
+hueco iluminado de la ventana. La sombra se inclinó mirando hacia el
+fondo del aposento, y volvió á erguirse. Cayó la cortina, y escuché de
nuevo el rumor de los pasos que se alejaban.</p>
-<p>Inmvil, yerto, anhelante, permanec sin moverme. De tiempo en tiempo
-la cortina temblaba: Un rayo de luna esclareca el aposento, y con
-amoroso sobresalto mis ojos <a name="page_138" id="page_138"></a>volvan distinguir el cndido lecho y la
-figura cndida que yaca como la estatua en un sepulcro. Tuve miedo,
-y cauteloso llegu hasta la ventana. El sapo dejaba oir su canto bajo
-la arcada de los cipreses, y el jardn, hmedo y sombro, susurrante
-y oscuro, pareca su reino. Salt la ventana como un ladrn, y anduve
- lo largo de la terraza pegado al muro. De pronto, me pareci sentir
-leve rumor, como de alguno que camina recatndose. Me detuve y mir,
-pero en la inmensa sombra que el Palacio tenda sobre la terraza y el
-jardn, nada poda verse. Segu adelante, y apenas haba dado algunos
-pasos cuando un aliento jadeante roz mi cuello, y la punta de un pual
-desgarr mi hombro. Me volv con fiera presteza: Un hombre corra
-ocultarse en el jardn. Le reconoc con asombro, casi<a name="page_139" id="page_139"></a> con miedo, al
-cruzar un claro iluminado por la luna, y desist de seguirle, para
-evitar todo escndalo. Ms, mucho ms que la herida, me dola dejar de
-castigarle, pero ello era forzoso, y entrme en el Palacio, sintiendo el
+<p>Inmóvil, yerto, anhelante, permanecí sin moverme. De tiempo en tiempo
+la cortina temblaba: Un rayo de luna esclarecía el aposento, y con
+amoroso sobresalto mis ojos <a name="page_138" id="page_138"></a>volvían á distinguir el cándido lecho y la
+figura cándida que yacía como la estatua en un sepulcro. Tuve miedo,
+y cauteloso llegué hasta la ventana. El sapo dejaba oir su canto bajo
+la arcada de los cipreses, y el jardín, húmedo y sombrío, susurrante
+y oscuro, parecía su reino. Salté la ventana como un ladrón, y anduve
+á lo largo de la terraza pegado al muro. De pronto, me pareció sentir
+leve rumor, como de alguno que camina recatándose. Me detuve y miré,
+pero en la inmensa sombra que el Palacio tendía sobre la terraza y el
+jardín, nada podía verse. Seguí adelante, y apenas había dado algunos
+pasos cuando un aliento jadeante rozó mi cuello, y la punta de un puñal
+desgarró mi hombro. Me volví con fiera presteza: Un hombre corría á
+ocultarse en el jardín. Le reconocí con asombro, casi<a name="page_139" id="page_139"></a> con miedo, al
+cruzar un claro iluminado por la luna, y desistí de seguirle, para
+evitar todo escándalo. Más, mucho más que la herida, me dolía dejar de
+castigarle, pero ello era forzoso, y entréme en el Palacio, sintiendo el
calor tibio de la sangre correr por mi cuerpo. Musarelo, mi criado, que
-dormitaba en la antecmara, despertse al ruido de mis pasos y encendi
-las luces de un candelabro. Despus se cuadr militarmente:</p>
+dormitaba en la antecámara, despertóse al ruido de mis pasos y encendió
+las luces de un candelabro. Después se cuadró militarmente:</p>
-<p>&mdash;A la orden, mi Capitn.</p>
+<p>&mdash;A la orden, mi Capitán.</p>
-<p>&mdash;Acrcate, Musarelo...</p>
+<p>&mdash;Acércate, Musarelo...</p>
<p>Y tuve que apoyarme en la puerta para no caer. Musarelo era un soldado
-veterano que me serva desde mi entrada en la Guardia Noble. En voz baja
+veterano que me servía desde mi entrada en la Guardia Noble. En voz baja
y serena, le dije:</p>
<p>&mdash;Vengo herido...</p>
-<p>Me mir con ojos asustados:<a name="page_140" id="page_140"></a></p>
+<p>Me miró con ojos asustados:<a name="page_140" id="page_140"></a></p>
-<p>&mdash;Dnde, Seor?</p>
+<p>&mdash;¿Dónde, Señor?</p>
<p>&mdash;En el hombro.</p>
-<p>Musarelo levant los brazos, y clam con la pasin religiosa de un
-fantico:</p>
+<p>Musarelo levantó los brazos, y clamó con la pasión religiosa de un
+fanático:</p>
-<p>&mdash;A traicin sera!...</p>
+<p>&mdash;¡A traición sería!...</p>
-<p>Yo sonre. Musarelo juzgaba imposible que un hombre pudiese herirme cara
- cara:</p>
+<p>Yo sonreí. Musarelo juzgaba imposible que un hombre pudiese herirme cara
+á cara:</p>
-<p>&mdash;S, fu traicin. Ahora vndame, y que nadie se entere...</p>
+<p>&mdash;Sí, fué á traición. Ahora véndame, y que nadie se entere...</p>
-<p>El soldado comenz desabrocharme la bizarra ropilla. Al descubrir la
-herida, yo sent que sus manos temblaban:</p>
+<p>El soldado comenzó á desabrocharme la bizarra ropilla. Al descubrir la
+herida, yo sentí que sus manos temblaban:</p>
<p>&mdash;No te desmayes, Musarelo.</p>
-<p>&mdash;No, mi Capitn.</p>
+<p>&mdash;No, mi Capitán.</p>
<p>Y todo el tiempo, mientras me curaba, estuvo repitiendo por lo bajo:</p>
-<p>&mdash;Ya buscaremos ese bergante!...</p>
+<p>&mdash;¡Ya buscaremos á ese bergante!...</p>
-<p>No, no era posible buscarle. El bergante<a name="page_141" id="page_141"></a> estaba bajo la proteccin de
-la Princesa, y acaso en aquel instante le refera las hazaas de su
-pual. Torturado por este pensamiento, pas la noche inquieto y febril.
-Quera adivinar lo venidero, y perdame en cavilaciones.</p>
+<p>No, no era posible buscarle. El bergante<a name="page_141" id="page_141"></a> estaba bajo la protección de
+la Princesa, y acaso en aquel instante le refería las hazañas de su
+puñal. Torturado por este pensamiento, pasé la noche inquieto y febril.
+Quería adivinar lo venidero, y perdíame en cavilaciones.</p>
-<p>An recuerdo que mi corazn tembl como el corazn de un nio, cuando
-volv verme enfrente de la Princesa Gaetani.</p>
+<p>Aún recuerdo que mi corazón tembló como el corazón de un niño, cuando
+volví á verme enfrente de la Princesa Gaetani.</p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_141.jpg" width="177" height="119" alt="" title="" />
@@ -2090,103 +2053,103 @@ volv verme enfrente de la Princesa Gaetani.</p>
width="150"
height="166"
alt="F"
-title="F" /></span>U AL ENTRAR en la biblioteca, que por hallarse
-oscuras yo haba supuesto solitaria, cuando o la voz apasionada de la
+title="F" /></span>UÉ AL ENTRAR en la biblioteca, que por hallarse á
+oscuras yo había supuesto solitaria, cuando oí la voz apasionada de la
Princesa Gaetani:</p>
-<p>&mdash;Cunta infamia! Cunta infamia!</p>
+<p>&mdash;¡Cuánta infamia! ¡Cuánta infamia!</p>
-<p>Desde aquel momento tuve por cierto que la noble seora lo saba todo,
-y, cosa extraa, al dejar de dudar dej de temer. Con la sonrisa en los
-labios y atusndome el mostacho entr en la biblioteca:<a name="page_144" id="page_144"></a></p>
+<p>Desde aquel momento tuve por cierto que la noble señora lo sabía todo,
+y, cosa extraña, al dejar de dudar dejé de temer. Con la sonrisa en los
+labios y atusándome el mostacho entré en la biblioteca:<a name="page_144" id="page_144"></a></p>
-<p>&mdash;Me pareci oiros, y no quise pasar sin saludaros, Princesa.</p>
+<p>&mdash;Me pareció oiros, y no quise pasar sin saludaros, Princesa.</p>
-<p>La Princesa estaba plida como una muerta:</p>
+<p>La Princesa estaba pálida como una muerta:</p>
-<p>&mdash;Gracias!</p>
+<p>&mdash;¡Gracias!</p>
-<p>En pie, tras el silln que ocupaba la dama, hallbase el mayordomo, y
-en la penumbra de la biblioteca, yo le adivinaba asaetndome con los
-ojos. La Princesa inclinse hojeando un libro. Sobre el vasto recinto
-se cerna el silencio como un murcilago de maleficio, que slo se
-anuncia por el aire fro de sus alas. Yo comprenda que la noble seora
-buscaba herirme con su desdn, y un poco indeciso, me detuve en medio de
-la estancia. Mi orgullo levantbase en rfagas, pero sobre los labios
-temblorosos estaba la sonrisa. Supe dominar mi despecho y me acerqu
+<p>En pie, tras el sillón que ocupaba la dama, hallábase el mayordomo, y
+en la penumbra de la biblioteca, yo le adivinaba asaetándome con los
+ojos. La Princesa inclinóse hojeando un libro. Sobre el vasto recinto
+se cernía el silencio como un murciélago de maleficio, que sólo se
+anuncia por el aire frío de sus alas. Yo comprendía que la noble señora
+buscaba herirme con su desdén, y un poco indeciso, me detuve en medio de
+la estancia. Mi orgullo levantábase en ráfagas, pero sobre los labios
+temblorosos estaba la sonrisa. Supe dominar mi despecho y me acerqué
galante y familiar:<a name="page_145" id="page_145"></a></p>
-<p>&mdash;Estis enferma, seora?</p>
+<p>&mdash;¿Estáis enferma, señora?</p>
<p>&mdash;No...</p>
<p>La Princesa continuaba hojeando el libro, y hubo otro largo silencio. Al
-cabo suspir dolorida, incorporndose en su silln:</p>
+cabo suspiró dolorida, incorporándose en su sillón:</p>
<p>&mdash;Vamos, Polonio...</p>
-<p>El mayordomo me dirigi una mirada oblicua que me record al viejo
-Bandelone, que haca los papeles de traidor en la compaa de Ludovico
+<p>El mayordomo me dirigió una mirada oblicua que me recordó al viejo
+Bandelone, que hacía los papeles de traidor en la compañía de Ludovico
Straza:</p>
-<p>&mdash;A vuestras rdenes, Excelencia.</p>
+<p>&mdash;A vuestras órdenes, Excelencia.</p>
-<p>Y la Princesa, seguida del mayordomo, sin mirarme, atraves el largo
-saln de la biblioteca. Yo sent la afrenta, pero todava supe
+<p>Y la Princesa, seguida del mayordomo, sin mirarme, atravesó el largo
+salón de la biblioteca. Yo sentí la afrenta, pero todavía supe
dominarme, y le dije:</p>
-<p>&mdash;Princesa, esperad que os cuente cmo esta noche me han herido...</p>
+<p>&mdash;Princesa, esperad que os cuente cómo esta noche me han herido...</p>
-<p>Y mi voz, helada por un temblor nervioso,<a name="page_146" id="page_146"></a> tena cierta amabilidad
-felina que puso miedo en el corazn de la Princesa. Yo la vi palidecer
-y detenerse mirando al mayordomo: Despus murmur framente, casi sin
+<p>Y mi voz, helada por un temblor nervioso,<a name="page_146" id="page_146"></a> tenía cierta amabilidad
+felina que puso miedo en el corazón de la Princesa. Yo la vi palidecer
+y detenerse mirando al mayordomo: Después murmuró fríamente, casi sin
mover los labios:</p>
-<p>&mdash;Dices que te han herido?</p>
+<p>&mdash;¿Dices que te han herido?</p>
-<p>Su mirada se clav en la ma, y sent el odio en aquellos ojos redondos
-y vibrantes como los ojos de las serpientes. Un momento cre que llamase
- sus criados para que me arrojasen del Palacio, pero temi hacerme tal
-afrenta, y desdeosa sigui hasta la puerta, donde se volvi lentamente:</p>
+<p>Su mirada se clavó en la mía, y sentí el odio en aquellos ojos redondos
+y vibrantes como los ojos de las serpientes. Un momento creí que llamase
+á sus criados para que me arrojasen del Palacio, pero temió hacerme tal
+afrenta, y desdeñosa siguió hasta la puerta, donde se volvió lentamente:</p>
-<p>&mdash;Ah!... No tuve carta autorizando tu estancia en Ligura.</p>
+<p>&mdash;¡Ah!... No tuve carta autorizando tu estancia en Ligura.</p>
<p>Yo repuse sonriendo, sin apartar mis ojos de los suyos:</p>
-<p>&mdash;Ser preciso volver escribir.<a name="page_147" id="page_147"></a></p>
+<p>&mdash;Será preciso volver á escribir.<a name="page_147" id="page_147"></a></p>
-<p>&mdash;Quin?</p>
+<p>&mdash;¿Quién?</p>
-<p>&mdash;Quien escribi antes: Mara Rosario...</p>
+<p>&mdash;Quien escribió antes: María Rosario...</p>
-<p>La Princesa no esperaba tanta osada y tembl. Mi leyenda juvenil,
-apasionada y violenta, pona en aquellas palabras un nimbo satnico.
-Los ojos de la Princesa se llenaron de lgrimas, y como eran todava
-muy bellos, mi corazn de andante caballero tuvo un remordimiento. Por
-fortuna las lgrimas de la Princesa no llegaron rodar, slo empaaron
-el claro iris de su pupila. Tena el corazn de una gran dama y supo
-triunfar del miedo: Sus labios se plegaron por el hbito de la sonrisa,
-sus ojos me miraron con amable indiferencia, y su rostro cobr una
-expresin calma, serena, tersa, como esas santas de aldea que parecen
-mirar benvolamente los fieles. Detenida en la puerta, me pregunt:<a name="page_148" id="page_148"></a></p>
+<p>La Princesa no esperaba tanta osadía y tembló. Mi leyenda juvenil,
+apasionada y violenta, ponía en aquellas palabras un nimbo satánico.
+Los ojos de la Princesa se llenaron de lágrimas, y como eran todavía
+muy bellos, mi corazón de andante caballero tuvo un remordimiento. Por
+fortuna las lágrimas de la Princesa no llegaron á rodar, sólo empañaron
+el claro iris de su pupila. Tenía el corazón de una gran dama y supo
+triunfar del miedo: Sus labios se plegaron por el hábito de la sonrisa,
+sus ojos me miraron con amable indiferencia, y su rostro cobró una
+expresión calma, serena, tersa, como esas santas de aldea que parecen
+mirar benévolamente á los fieles. Detenida en la puerta, me preguntó:<a name="page_148" id="page_148"></a></p>
-<p>&mdash;Y cmo te han herido?</p>
+<p>&mdash;¿Y cómo te han herido?</p>
-<p>&mdash;En el jardn, seora...</p>
+<p>&mdash;En el jardín, señora...</p>
-<p>La Princesa, sin moverse del umbral, escuch la historia que yo quise
-contarle. Atenda sin mostrar sorpresa, sin desplegar los labios, sin
+<p>La Princesa, sin moverse del umbral, escuchó la historia que yo quise
+contarle. Atendía sin mostrar sorpresa, sin desplegar los labios, sin
hacer un gesto. Por aquel camino de mutismo intentaba quebrantar mi
-audacia, y como yo adivinaba su intencin, me complaca hablando sin
-reposo para velar su silencio. Mis ltimas palabras fueron acompaadas
-de una profunda cortesa, pero ya no tuve valor para besarle la mano:</p>
+audacia, y como yo adivinaba su intención, me complacía hablando sin
+reposo para velar su silencio. Mis últimas palabras fueron acompañadas
+de una profunda cortesía, pero ya no tuve valor para besarle la mano:</p>
-<p>&mdash;Adis, Princesa!... Avisadme si tenis noticias de Roma.</p>
+<p>&mdash;¡Adiós, Princesa!... Avisadme si tenéis noticias de Roma.</p>
-<p>Cruc la silenciosa biblioteca y sal. Despus, meditando solas si
-deba abandonar el Palacio Gaetani, resolv quedarme. Quera mostrar
-la Princesa que cuando suelen<a name="page_149" id="page_149"></a> otros desesperarse, yo saba sonreir, y
-que donde otros son humillados, yo era triunfador. El orgullo ha sido
+<p>Crucé la silenciosa biblioteca y salí. Después, meditando á solas si
+debía abandonar el Palacio Gaetani, resolví quedarme. Quería mostrar á
+la Princesa que cuando suelen<a name="page_149" id="page_149"></a> otros desesperarse, yo sabía sonreir, y
+que donde otros son humillados, yo era triunfador. ¡El orgullo ha sido
siempre mi mayor virtud!</p>
<p class="figcenter">
@@ -2201,16 +2164,16 @@ siempre mi mayor virtud!</p>
width="150"
height="164"
alt="P"
-title="P" /></span>ERMANEC todo el da retirado en mi cmara. Hallbame
-cansado como despus de una larga jornada, senta en los prpados
-una aridez febril, y senta los pensamientos enroscados y dormidos
-dentro de m, como reptiles. A veces se despertaban y corran sueltos,
+title="P" /></span>ERMANECÍ todo el día retirado en mi cámara. Hallábame
+cansado como después de una larga jornada, sentía en los párpados
+una aridez febril, y sentía los pensamientos enroscados y dormidos
+dentro de mí, como reptiles. A veces se despertaban y corrían sueltos,
silenciosos, indecisos: Ya no eran aquellos pensamientos de orgullo y de
-conquista, que volaban como guilas con las garras abiertas. Ahora mi<a name="page_152" id="page_152"></a>
-voluntad flaqueaba, sentame vencido y slo quera abandonar el Palacio.
-Hallbame combatido por tales bascas, cuando entr Musarelo:</p>
+conquista, que volaban como águilas con las garras abiertas. Ahora mi<a name="page_152" id="page_152"></a>
+voluntad flaqueaba, sentíame vencido y sólo quería abandonar el Palacio.
+Hallábame combatido por tales bascas, cuando entró Musarelo:</p>
-<p>&mdash;Mi Capitn, un padre capuchino desea hablaros.</p>
+<p>&mdash;Mi Capitán, un padre capuchino desea hablaros.</p>
<p>&mdash;Dile que estoy enfermo.</p>
@@ -2220,15 +2183,15 @@ Hallbame combatido por tales bascas, cuando entr Musarelo:</p>
<p>&mdash;Se lo he dicho, Excelencia.</p>
-<p>Mir Musarelo que permaneca ante m con un gesto impasible y
+<p>Miré á Musarelo que permanecía ante mí con un gesto impasible y
bufonesco:</p>
-<p>&mdash;Pues entonces qu pretende ese padre capuchino?</p>
+<p>&mdash;¿Pues entonces qué pretende ese padre capuchino?</p>
<p>&mdash;Rezaros los responsos, Excelencia.</p>
-<p>Iba yo replicar, pero en aquel momento una mano levant el majestuoso
-cortinaje de terciopelo carmes:<a name="page_153" id="page_153"></a></p>
+<p>Iba yo á replicar, pero en aquel momento una mano levantó el majestuoso
+cortinaje de terciopelo carmesí:<a name="page_153" id="page_153"></a></p>
<p>&mdash;Perdonad que os moleste, joven caballero.</p>
@@ -2237,80 +2200,80 @@ en el umbral de la puerta. Su aspecto venerable me impuso respeto:</p>
<p>&mdash;Entrad, Reverendo Padre.</p>
-<p>Y adelantndome le ofrec un silln. El capuchino rehus sentarse, y
+<p>Y adelantándome le ofrecí un sillón. El capuchino rehusó sentarse, y
sus barbas de plata se iluminaron con la sonrisa grave y humilde de los
-Santos. Volvi repetir:</p>
+Santos. Volvió á repetir:</p>
<p>&mdash;Perdonad que os moleste...</p>
-<p>Hizo una pausa esperando que saliese Musarelo, y despus continu:</p>
+<p>Hizo una pausa esperando á que saliese Musarelo, y después continuó:</p>
-<p>&mdash;Joven caballero, poned atencin en cuanto voy deciros, y lbreos
-el Cielo de menospreciar mi aviso. Acaso pudiera costaros la vida!
-Prometedme que despus de haberme<a name="page_154" id="page_154"></a> odo no querris saber ms, porque
-responderos me sera imposible. Vos comprenderis que este silencio
+<p>&mdash;Joven caballero, poned atención en cuanto voy á deciros, y líbreos
+el Cielo de menospreciar mi aviso. ¡Acaso pudiera costaros la vida!
+Prometedme que después de haberme<a name="page_154" id="page_154"></a> oído no querréis saber más, porque
+responderos me sería imposible. Vos comprenderéis que este silencio
lo impone un deber de mi estado religioso, que todo cristiano ha de
-respetarlo. Vos sois cristiano!...</p>
+respetarlo. ¡Vos sois cristiano!...</p>
-<p>Yo repuse inclinndome profundamente:</p>
+<p>Yo repuse inclinándome profundamente:</p>
<p>&mdash;Soy un gran pecador, Reverendo Padre.</p>
-<p>El rostro del capuchino volvi iluminarse con indulgente sonrisa:</p>
+<p>El rostro del capuchino volvió á iluminarse con indulgente sonrisa:</p>
-<p>&mdash;Todos lo somos, hijo mo.</p>
+<p>&mdash;Todos lo somos, hijo mío.</p>
-<p>Despus, con las manos juntas y los ojos cerrados, permaneci un momento
+<p>Después, con las manos juntas y los ojos cerrados, permaneció un momento
como meditando. En las hundidas cuencas, casi se transparentaba el globo
-de los ojos bajo el velo descarnado y amarillento de los prpados. Al
-cabo de algn tiempo continu:</p>
+de los ojos bajo el velo descarnado y amarillento de los párpados. Al
+cabo de algún tiempo continuó:</p>
-<p>&mdash;Mi palabra y mi fe no pueden seros sospechosas, puesto que ningn
-inters vil me<a name="page_155" id="page_155"></a> trae vuestra presencia. Solamente me gua una poderosa
-inspiracin, y no dudo que es vuestro Angel quien se sirve de m para
-salvaros la vida, no pudiendo comunicar con vos. Ahora decidme si estis
-conmovido, y si puedo daros el consejo que guardo en mi corazn:</p>
+<p>&mdash;Mi palabra y mi fe no pueden seros sospechosas, puesto que ningún
+interés vil me<a name="page_155" id="page_155"></a> trae á vuestra presencia. Solamente me guía una poderosa
+inspiración, y no dudo que es vuestro Angel quien se sirve de mí para
+salvaros la vida, no pudiendo comunicar con vos. Ahora decidme si estáis
+conmovido, y si puedo daros el consejo que guardo en mi corazón:</p>
-<p>&mdash;No lo dudis, Reverendo Padre! Vuestras palabras me han hecho sentir
+<p>&mdash;¡No lo dudéis, Reverendo Padre! Vuestras palabras me han hecho sentir
algo semejante al terror. Yo juro seguir vuestro consejo, si en su
-ejecucin no hallo nada contra mi honor de caballero.</p>
+ejecución no hallo nada contra mi honor de caballero.</p>
-<p>&mdash;Est bien, hijo mo. Espero que por un sentimiento de caridad, suceda
-lo que suceda, nadie hablaris de este pobre capuchino.</p>
+<p>&mdash;Está bien, hijo mío. Espero que por un sentimiento de caridad, suceda
+lo que suceda, á nadie hablaréis de este pobre capuchino.</p>
<p>&mdash;Lo prometo por mi fe de cristiano, Reverendo Padre... Pero hablad, os
lo ruego.<a name="page_156" id="page_156"></a></p>
-<p>&mdash;Hoy, despus de anochecido, salid por la cancela del jardn, y bajad
-rodeando la muralla. Encontraris una casa terrea que tiene en el
-tejado un crneo de buey: Llamad all. Os abrir una vieja, y le diris
-que deseis hablarla: Con esto solo os har entrar. Es probable que ni
-siquiera os pregunte quin sois, pero si lo hiciseis, dad un nombre
+<p>&mdash;Hoy, después de anochecido, salid por la cancela del jardín, y bajad
+rodeando la muralla. Encontraréis una casa terreña que tiene en el
+tejado un cráneo de buey: Llamad allí. Os abrirá una vieja, y le diréis
+que deseáis hablarla: Con esto solo os hará entrar. Es probable que ni
+siquiera os pregunte quién sois, pero si lo hiciéseis, dad un nombre
supuesto. Una vez en la casa, rogadle que os escuche, y exigidle secreto
-sobre lo que vais confiarle. Es pobre, y debis mostraros liberal con
-ella, porque as os servir mejor. Veris cmo inmediatamente cierra su
-puerta para que podis hablar sin recelo. Vos entonces, hacedle entender
-que estis resuelto recobrar el anillo, y cuanto ha recibido con l.
-No olvidis esto: El anillo y cuanto ha recibido con l. Amenazadla
-si se resiste, pero no<a name="page_157" id="page_157"></a> hagis ruido, ni la dejis que pida socorro.
-Procurad persuadirla ofrecindole doble dinero del que alguien le ha
-ofrecido por perderos. Estoy seguro que acabar haciendo aquello que
-le mandis, y que todo os costar bien poco. Pero aun cuando as no
-fuese, vuestra vida debe seros ms preciada que todo el oro del Per.
-No me preguntis ms, porque ms no puedo deciros... Ahora, antes de
-abandonaros, juradme que estis dispuesto seguir mi consejo.</p>
-
-<p>&mdash;S, Reverendo Padre, seguir la inspiracin del Angel que os trajo.</p>
-
-<p>&mdash;As sea!</p>
-
-<p>El capuchino traz en el aire una lenta bendicin, y yo inclin la
-cabeza para recibirla. Cuando sali, confieso que no tuve nimos de
-reir. Con estupor, casi con miedo, advert que<a name="page_158" id="page_158"></a> en mi mano faltaba un
-anillo que llevaba desde haca muchos aos, y sola usar como sello. No
-pude recordar dnde lo haba perdido. Era un anillo antiguo: Tena el
-escudo grabado en amatista, y haba pertenecido mi abuelo el Marqus
-de Bradomn.</p>
+sobre lo que vais á confiarle. Es pobre, y debéis mostraros liberal con
+ella, porque así os servirá mejor. Veréis cómo inmediatamente cierra su
+puerta para que podáis hablar sin recelo. Vos entonces, hacedle entender
+que estáis resuelto á recobrar el anillo, y cuanto ha recibido con él.
+No olvidéis esto: El anillo y cuanto ha recibido con él. Amenazadla
+si se resiste, pero no<a name="page_157" id="page_157"></a> hagáis ruido, ni la dejéis que pida socorro.
+Procurad persuadirla ofreciéndole doble dinero del que alguien le ha
+ofrecido por perderos. Estoy seguro que acabará haciendo aquello que
+le mandéis, y que todo os costará bien poco. Pero aun cuando así no
+fuese, vuestra vida debe seros más preciada que todo el oro del Perú.
+No me preguntéis más, porque más no puedo deciros... Ahora, antes de
+abandonaros, juradme que estáis dispuesto á seguir mi consejo.</p>
+
+<p>&mdash;Sí, Reverendo Padre, seguiré la inspiración del Angel que os trajo.</p>
+
+<p>&mdash;¡Así sea!</p>
+
+<p>El capuchino trazó en el aire una lenta bendición, y yo incliné la
+cabeza para recibirla. Cuando salió, confieso que no tuve ánimos de
+reir. Con estupor, casi con miedo, advertí que<a name="page_158" id="page_158"></a> en mi mano faltaba un
+anillo que llevaba desde hacía muchos años, y solía usar como sello. No
+pude recordar dónde lo había perdido. Era un anillo antiguo: Tenía el
+escudo grabado en amatista, y había pertenecido á mi abuelo el Marqués
+de Bradomín.</p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_158.jpg" width="132" height="90" alt="" title="" />
@@ -2322,137 +2285,137 @@ de Bradomn.</p>
width="150"
height="165"
alt="B"
-title="B" /></span>AJ AL JARDN donde volaban los vencejos en la sombra
+title="B" /></span>AJÉ AL JARDÍN donde volaban los vencejos en la sombra
azul de la tarde. Las veredas de mirtos seculares, hondas y silenciosas,
-parecan caminos ideales que convidaban la meditacin y al olvido,
-entre frescos aromas que esparcan en el aire las yerbas humildes que
-brotaban escondidas como virtudes. Llegaba m sofocado y continuo el
+parecían caminos ideales que convidaban á la meditación y al olvido,
+entre frescos aromas que esparcían en el aire las yerbas humildes que
+brotaban escondidas como virtudes. Llegaba á mí sofocado y continuo el
rumor de las fuentes sepultadas entre el verde perenne de los mirtos,<a name="page_160" id="page_160"></a>
-de los laureles y de los bojes. Una vibracin misteriosa pareca salir
-del jardn solitario, y un afn desconocido me oprima el corazn.
+de los laureles y de los bojes. Una vibración misteriosa parecía salir
+del jardín solitario, y un afán desconocido me oprimía el corazón.
Yo caminaba bajo los cipreses, que dejaban caer de su cima un velo
-de sombra. Desde lejos, como travs de larga sucesin de prticos,
-distingu Mara Rosario sentada al pie de una fuente, leyendo en un
-libro: Segu andando con los ojos fijos en aquella feliz aparicin. Al
-ruido de mis pasos alz levemente la cabeza, y con dos rosas de fuego
-en las mejillas volvi inclinarla, y continu leyendo. Yo me detuve
+de sombra. Desde lejos, como á través de larga sucesión de pórticos,
+distinguí á María Rosario sentada al pie de una fuente, leyendo en un
+libro: Seguí andando con los ojos fijos en aquella feliz aparición. Al
+ruido de mis pasos alzó levemente la cabeza, y con dos rosas de fuego
+en las mejillas volvió á inclinarla, y continuó leyendo. Yo me detuve
porque esperaba verla huir, y no encontraba las delicadas palabras que
-convenan su gracia eucarstica de lirio blanco. Al verla sentada al
+convenían á su gracia eucarística de lirio blanco. Al verla sentada al
pie de la fuente, sobre aquel fondo de bojes antiguos, leyendo el libro
-abierto en sus rodillas, adivin que<a name="page_161" id="page_161"></a> Mara Rosario tena por engao
-del sueo, mi aparicin en su alcoba. Al cabo de un momento volvi
-levantar la cabeza, y sus ojos, en un batir de prpados, echaron sobre
-m una mirada furtiva. Entonces le dije:</p>
+abierto en sus rodillas, adiviné que<a name="page_161" id="page_161"></a> María Rosario tenía por engaño
+del sueño, mi aparición en su alcoba. Al cabo de un momento volvió á
+levantar la cabeza, y sus ojos, en un batir de párpados, echaron sobre
+mí una mirada furtiva. Entonces le dije:</p>
-<p>&mdash;Qu leis en este retiro?</p>
+<p>&mdash;¿Qué leéis en este retiro?</p>
-<p>Sonri tmidamente:</p>
+<p>Sonrió tímidamente:</p>
-<p>&mdash;La Vida de la Virgen Mara.</p>
+<p>&mdash;La Vida de la Virgen María.</p>
-<p>Tom el libro de sus manos, y al cedrmelo, mientras una tenue llamarada
-encenda de nuevo sus mejillas, me advirti:</p>
+<p>Tomé el libro de sus manos, y al cedérmelo, mientras una tenue llamarada
+encendía de nuevo sus mejillas, me advirtió:</p>
<p>&mdash;Tened cuidado que no caigan las flores disecadas que hay entre las
-pginas.</p>
+páginas.</p>
-<p>&mdash;No temis...</p>
+<p>&mdash;No temáis...</p>
-<p>Abr el libro con religioso cuidado, aspirando la fragancia delicada y
-marchita que exhalaba como un aroma de santidad. En voz baja le:<a name="page_162" id="page_162"></a></p>
+<p>Abrí el libro con religioso cuidado, aspirando la fragancia delicada y
+marchita que exhalaba como un aroma de santidad. En voz baja leí:<a name="page_162" id="page_162"></a></p>
-<p>&mdash;La Ciudad Mstica de Sor Mara de Jess, llamada de Agreda.</p>
+<p>&mdash;«La Ciudad Mística de Sor María de Jesús, llamada de Agreda.»</p>
-<p>Volv entregrselo, y ella, al recibirlo, interrog sin osar mirarme:</p>
+<p>Volví á entregárselo, y ella, al recibirlo, interrogó sin osar mirarme:</p>
-<p>&mdash;Acaso conocis este libro?</p>
+<p>&mdash;¿Acaso conocéis este libro?</p>
-<p>&mdash;Lo conozco porque mi padre espiritual lo lea cuando estuvo prisionero
+<p>&mdash;Lo conozco porque mi padre espiritual lo leía cuando estuvo prisionero
en los Plomos de Venecia.</p>
-<p>Mara Rosario, un poco confusa, murmur:</p>
+<p>María Rosario, un poco confusa, murmuró:</p>
-<p>&mdash;Vuestro padre espiritual! Quin es vuestro padre espiritual?</p>
+<p>&mdash;¡Vuestro padre espiritual! ¿Quién es vuestro padre espiritual?</p>
<p>&mdash;El Caballero de Casanova.</p>
-<p>&mdash;Un noble espaol?</p>
+<p>&mdash;¿Un noble español?</p>
<p>&mdash;No, un aventurero veneciano.</p>
-<p>&mdash;Y un aventurero?...</p>
+<p>&mdash;¿Y un aventurero?...</p>
-<p>Yo la interrump:</p>
+<p>Yo la interrumpí:</p>
-<p>&mdash;Se arrepinti al final de su vida.</p>
+<p>&mdash;Se arrepintió al final de su vida.</p>
-<p>&mdash;Se hizo fraile?<a name="page_163" id="page_163"></a></p>
+<p>&mdash;¿Se hizo fraile?<a name="page_163" id="page_163"></a></p>
-<p>&mdash;No tuvo tiempo, aun cuando dej escritas sus confesiones.</p>
+<p>&mdash;No tuvo tiempo, aun cuando dejó escritas sus confesiones.</p>
-<p>&mdash;Como San Agustn?</p>
+<p>&mdash;¿Como San Agustín?</p>
-<p>&mdash;Lo mismo! Pero humilde y cristiano, no quiso igualarse con aquel
-doctor de la iglesia, y las llam Memorias.</p>
+<p>&mdash;¡Lo mismo! Pero humilde y cristiano, no quiso igualarse con aquel
+doctor de la iglesia, y las llamó Memorias.</p>
-<p>&mdash;Vos las habis ledo?</p>
+<p>&mdash;¿Vos las habéis leído?</p>
<p>&mdash;Es mi lectura favorita.</p>
-<p>&mdash;Sern muy edificantes?</p>
+<p>&mdash;¿Serán muy edificantes?</p>
-<p>&mdash;Oh!... Cunto aprenderais en ellas!... Jacobo de Casanova fue gran
+<p>&mdash;¡Oh!... ¡Cuánto aprenderíais en ellas!... Jacobo de Casanova fue gran
amigo de una monja en Venecia.</p>
-<p>&mdash;Como San Francisco fu amigo de Santa Clara?</p>
+<p>&mdash;¿Como San Francisco fué amigo de Santa Clara?</p>
-<p>&mdash;Con una amistad todava ms ntima.</p>
+<p>&mdash;Con una amistad todavía más íntima.</p>
-<p>&mdash;Y cul era la regla de la monja?</p>
+<p>&mdash;¿Y cuál era la regla de la monja?</p>
<p>&mdash;Carmelita.</p>
-<p>&mdash;Yo tambin ser carmelita.<a name="page_164" id="page_164"></a></p>
+<p>&mdash;Yo también seré carmelita.<a name="page_164" id="page_164"></a></p>
-<p>Mara Rosario call ruborizndose, y qued con los ojos fijos en el
+<p>María Rosario calló ruborizándose, y quedó con los ojos fijos en el
cristal de la fuente, que la reflejaba toda entera. Era una fuente
-rstica cubierta de musgo: Tena un murmullo tmido como de plegaria, y
+rústica cubierta de musgo: Tenía un murmullo tímido como de plegaria, y
estaba sepultada en el fondo de un claustro circular, formado por arcos
-de antiqusimos bojes. Yo me inclin sobre la fuente, y como si hablase
-con la imagen que temblaba en el cristal de agua, murmur:</p>
+de antiquísimos bojes. Yo me incliné sobre la fuente, y como si hablase
+con la imagen que temblaba en el cristal de agua, murmuré:</p>
-<p>&mdash;Vos, cuando estis en el convento, no seris mi amiga!...</p>
+<p>&mdash;¡Vos, cuando estéis en el convento, no seréis mi amiga!...</p>
-<p>Mara Rosario se apart vivamente:</p>
+<p>María Rosario se apartó vivamente:</p>
-<p>&mdash;Callad!... Callad, os lo suplico!...</p>
+<p>&mdash;¡Callad!... ¡Callad, os lo suplico!...</p>
-<p>Estaba plida, y juntaba las manos mirndome con sus hermosos ojos
-angustiados. Me sent tan conmovido, que slo supe inclinarme en demanda
-de perdn. Ella gimi:<a name="page_165" id="page_165"></a></p>
+<p>Estaba pálida, y juntaba las manos mirándome con sus hermosos ojos
+angustiados. Me sentí tan conmovido, que sólo supe inclinarme en demanda
+de perdón. Ella gimió:<a name="page_165" id="page_165"></a></p>
-<p>&mdash;Callad, porque de otra suerte no podr deciros...</p>
+<p>&mdash;Callad, porque de otra suerte no podré deciros...</p>
-<p>Se llev las manos la frente y estuvo as un instante. Yo vea que
-toda su figura temblaba. De repente, con una fuerza trgica se descubri
-el rostro, y clam enronquecida:</p>
+<p>Se llevó las manos á la frente y estuvo así un instante. Yo veía que
+toda su figura temblaba. De repente, con una fuerza trágica se descubrió
+el rostro, y clamó enronquecida:</p>
-<p>&mdash;Aqu vuestra vida peligra!... Salid hoy mismo!</p>
+<p>&mdash;¡Aquí vuestra vida peligra!... ¡Salid hoy mismo!</p>
-<p>Y corri reunirse con sus hermanas, que venan por una honda carrera
+<p>Y corrió á reunirse con sus hermanas, que venían por una honda carrera
de mirtos, las unas en pos de las otras, hablando y cogiendo flores
-para el altar de la capilla. Me alej lentamente. Empezaba declinar
-la tarde, y sobre la piedra de armas que coronaba la puerta del jardn,
-se arrullaban dos palomas que huyeron al acercarme. Tenan adornado
-el cuello con alegres listones de seda, tal vez anudados un da por
-aquellas manos msticas<a name="page_166" id="page_166"></a> y ardientes que slo hicieron el bien sobre
-la tierra. Matas de viejos aleles florecan en las grietas del muro,
+para el altar de la capilla. Me alejé lentamente. Empezaba á declinar
+la tarde, y sobre la piedra de armas que coronaba la puerta del jardín,
+se arrullaban dos palomas que huyeron al acercarme. Tenían adornado
+el cuello con alegres listones de seda, tal vez anudados un día por
+aquellas manos místicas<a name="page_166" id="page_166"></a> y ardientes que sólo hicieron el bien sobre
+la tierra. Matas de viejos alelíes florecían en las grietas del muro,
y los lagartos tomaban el sol sobre las piedras caldeadas, cubiertas
-de un liquen seco y amarillento. Abr la cancela y qued un momento
-contemplando aquel jardn lleno de verdor umbro y de reposo seorial.
+de un liquen seco y amarillento. Abrí la cancela y quedé un momento
+contemplando aquel jardín lleno de verdor umbrío y de reposo señorial.
El sol poniente dejaba un reflejo dorado sobre los cristales de una
-torre que apareca cubierta de negros vencejos, y en el silencio de
-la tarde se oa el murmullo de las fuentes y las voces de las cinco
+torre que aparecía cubierta de negros vencejos, y en el silencio de
+la tarde se oía el murmullo de las fuentes y las voces de las cinco
hermanas.</p>
<p class="figcenter">
@@ -2465,96 +2428,96 @@ hermanas.</p>
width="150"
height="166"
alt="S"
-title="S" /></span>IGUIENDO el muro del jardn, llegu la casa terrea
-que tena el crneo de buey en el tejado. Una vieja hilaba sentada
-en el quicio de la puerta, y por el camino pasaban rebaos de ovejas
+title="S" /></span>IGUIENDO el muro del jardín, llegué á la casa terreña
+que tenía el cráneo de buey en el tejado. Una vieja hilaba sentada
+en el quicio de la puerta, y por el camino pasaban rebaños de ovejas
levantando nubes de polvo. La vieja al verme llegar se puso en pie:</p>
-<p>&mdash;Qu deseis?</p>
+<p>&mdash;¿Qué deseáis?</p>
-<p>Y al mismo tiempo, con un gesto de bruja avarienta, humedeca en los
-labios decrpitos<a name="page_168" id="page_168"></a> el dedo pulgar para seguir torciendo el lino. Yo le
+<p>Y al mismo tiempo, con un gesto de bruja avarienta, humedecía en los
+labios decrépitos<a name="page_168" id="page_168"></a> el dedo pulgar para seguir torciendo el lino. Yo le
dije:</p>
<p>&mdash;Tengo que hablaros.</p>
-<p>A la vista de dos sequines, la vieja sonri agasajadora:</p>
+<p>A la vista de dos sequines, la vieja sonrió agasajadora:</p>
-<p>&mdash;Pasad!... Pasad!...</p>
+<p>&mdash;¡Pasad!... ¡Pasad!...</p>
<p>Dentro de la casa ya era completamente de noche, y la vieja tuvo que
-andar tientas para encender un candil de aceite. Luego de colgarle en
-un clavo, volvise m:</p>
+andar á tientas para encender un candil de aceite. Luego de colgarle en
+un clavo, volvióse á mí:</p>
-<p>&mdash;Veamos qu desea tan gentil caballero?</p>
+<p>&mdash;¿Veamos qué desea tan gentil caballero?</p>
-<p>Y sonrea mostrando la caverna desdentada de su boca. Yo hice un gesto
-indicndole que cerrase la puerta, y obedeci solcita, no sin echar
-antes una mirada al camino por donde un rebao desfilaba tardo, al son
-de las esquilas. Despus vino sentarse en un taburete, debajo del
-candil, y me dijo juntando<a name="page_169" id="page_169"></a> sobre el regazo las manos que parecan un
+<p>Y sonreía mostrando la caverna desdentada de su boca. Yo hice un gesto
+indicándole que cerrase la puerta, y obedeció solícita, no sin echar
+antes una mirada al camino por donde un rebaño desfilaba tardo, al son
+de las esquilas. Después vino á sentarse en un taburete, debajo del
+candil, y me dijo juntando<a name="page_169" id="page_169"></a> sobre el regazo las manos que parecían un
haz de huesos:</p>
-<p>&mdash;Por sabido tengo que estis enamorado, y vuestra es la culpa si no
-sois feliz. Antes hubiseis venido, y antes tendrais el remedio.</p>
+<p>&mdash;Por sabido tengo que estáis enamorado, y vuestra es la culpa si no
+sois feliz. Antes hubiéseis venido, y antes tendríais el remedio.</p>
-<p>Oyndola hablar de esta suerte comprend que se haca pasar por
+<p>Oyéndola hablar de esta suerte comprendí que se hacía pasar por
hechicera, y no pude menos de sorprenderme, recordando las misteriosas
-palabras del capuchino. Qued un momento silencioso, y la vieja,
+palabras del capuchino. Quedé un momento silencioso, y la vieja,
esperando mi respuesta, no me apartaba los ojos astutos y desconfiados.
-De pronto le grit:</p>
+De pronto le grité:</p>
-<p>&mdash;Sabed, seora bruja, que tan slo vengo por un anillo que me han
+<p>&mdash;Sabed, señora bruja, que tan sólo vengo por un anillo que me han
robado.</p>
-<p>La vieja se incorpor horriblemente demudada:</p>
+<p>La vieja se incorporó horriblemente demudada:</p>
-<p>&mdash;Qu decs?</p>
+<p>&mdash;¿Qué decís?</p>
<p>&mdash;Que vengo por mi anillo.<a name="page_170" id="page_170"></a></p>
-<p>&mdash;No lo tengo! Yo no os conozco!</p>
+<p>&mdash;¡No lo tengo! ¡Yo no os conozco!</p>
<p>Y quiso correr hacia la puerta para abrirla, pero yo le puse una pistola
-en el pecho, y retrocedi hacia un rincn dando suspiros. Entonces sin
+en el pecho, y retrocedió hacia un rincón dando suspiros. Entonces sin
moverme le dije:</p>
-<p>&mdash;Vengo dispuesto daros doble dinero del que os han prometido por
-obrar el maleficio, y lejos de perder, ganaris entregndome el anillo y
-cuanto os trajeron con l...</p>
+<p>&mdash;Vengo dispuesto á daros doble dinero del que os han prometido por
+obrar el maleficio, y lejos de perder, ganaréis entregándome el anillo y
+cuanto os trajeron con él...</p>
-<p>Se levant del suelo todava dando suspiros, y vino sentarse en el
+<p>Se levantó del suelo todavía dando suspiros, y vino á sentarse en el
taburete debajo del candil, que al oscilar tan pronto dejaba toda la
figura en la sombra, como la iluminaba el pergamino del rostro y de las
-manos. Lagrimeando murmur:</p>
+manos. Lagrimeando murmuró:</p>
-<p>&mdash;Perder cinco sequines, pero vos me daris doble cuando sepis...
+<p>&mdash;Perderé cinco sequines, pero vos me daréis doble cuando sepáis...
Porque acabo de reconoceros.<a name="page_171" id="page_171"></a></p>
-<p>&mdash;Decid entonces quin soy?</p>
+<p>&mdash;¿Decid entonces quién soy?</p>
-<p>&mdash;Sois un caballero espaol, que sirve en la Guardia Noble del Santo
+<p>&mdash;Sois un caballero español, que sirve en la Guardia Noble del Santo
Padre.</p>
-<p>&mdash;No sabis mi nombre?</p>
+<p>&mdash;¿No sabéis mi nombre?</p>
-<p>&mdash;S, esperad...</p>
+<p>&mdash;Sí, esperad...</p>
-<p>Y qued un momento con la cabeza inclinada, procurando acordarse. Yo
-vea temblar sobre sus labios palabras que no podan oirse. De pronto me
+<p>Y quedó un momento con la cabeza inclinada, procurando acordarse. Yo
+veía temblar sobre sus labios palabras que no podían oirse. De pronto me
dijo:</p>
-<p>&mdash;Sois el Marqus de Bradomn.</p>
+<p>&mdash;Sois el Marqués de Bradomín.</p>
-<p>Juzgu entonces que deba sacar de la bolsa los diez sequines prometidos
-y mostrrselos. La vieja al verlos llor enternecida:</p>
+<p>Juzgué entonces que debía sacar de la bolsa los diez sequines prometidos
+y mostrárselos. La vieja al verlos lloró enternecida:</p>
<p>&mdash;Excelencia, nunca os hubiera hecho morir, pero os hubiera quitado la
-lozana...</p>
+lozanía...</p>
<p>&mdash;Explicadme eso.</p>
-<p>&mdash;Venid conmigo...<a name="page_172" id="page_172"></a> Me hizo pasar tras un caizo negro y derrengado, que
+<p>&mdash;Venid conmigo...<a name="page_172" id="page_172"></a> Me hizo pasar tras un cañizo negro y derrengado, que
ocultaba el hogar donde ahumaba una lumbre mortecina con olor de azufre.</p>
<p class="figcenter">
@@ -2567,74 +2530,74 @@ ocultaba el hogar donde ahumaba una lumbre mortecina con olor de azufre.</p>
width="150"
height="163"
alt="L"
-title="L" /></span>A VIEJA haba descolgado el candil: Alzbale sobre su
+title="L" /></span>A VIEJA había descolgado el candil: Alzábale sobre su
cabeza para alumbrarse mejor, y me mostraba el fondo de su vivienda, que
-hasta entonces, por estar entre sombras, no haba podido ver. Al oscilar
-la luz, yo distingua claramente sobre las paredes negras de humo,
+hasta entonces, por estar entre sombras, no había podido ver. Al oscilar
+la luz, yo distinguía claramente sobre las paredes negras de humo,
lagartos, huesos puestos en cruz, piedras lucientes, clavos y tenazas.
-La bruja puso el candil en tierra y se agach revolviendo en la ceniza:<a name="page_174" id="page_174"></a></p>
+La bruja puso el candil en tierra y se agachó revolviendo en la ceniza:<a name="page_174" id="page_174"></a></p>
-<p>&mdash;Ved aqu vuestro anillo.</p>
+<p>&mdash;Ved aquí vuestro anillo.</p>
-<p>Y lo limpi cuidadosamente en la falda, antes de drmelo, y quiso ella
+<p>Y lo limpió cuidadosamente en la falda, antes de dármelo, y quiso ella
misma colocarlo en mi mano:</p>
-<p>&mdash;Por qu os trajeron ese anillo?</p>
+<p>&mdash;¿Por qué os trajeron ese anillo?</p>
-<p>&mdash;Para hacer el sortilegio era necesaria una piedra que llevseis desde
-haca muchos aos.</p>
+<p>&mdash;Para hacer el sortilegio era necesaria una piedra que lleváseis desde
+hacía muchos años.</p>
-<p>&mdash;Y cmo me la robaron?</p>
+<p>&mdash;¿Y cómo me la robaron?</p>
<p>&mdash;Estando dormido, Excelencia.</p>
-<p>&mdash;Y vos qu intentbais hacer?</p>
+<p>&mdash;¿Y vos qué intentábais hacer?</p>
<p>&mdash;Ya antes os lo dije... Me mandaban privaros de toda vuestra fuerza
-viril... Hubirais quedado como un nio acabado de nacer...</p>
+viril... Hubiérais quedado como un niño acabado de nacer...</p>
-<p>&mdash;Cmo obrarais ese prodigio?</p>
+<p>&mdash;¿Cómo obraríais ese prodigio?</p>
-<p>&mdash;Vais verlo.</p>
+<p>&mdash;Vais á verlo.</p>
-<p>Sigui revolviendo en la ceniza y descubri<a name="page_175" id="page_175"></a> una figura de cera toda
-desnuda, acostada en el fondo del brasero. Aquel dolo, esculpido sin
-duda por el mayordomo, tena una grotesca semejanza conmigo. Mirndole
-yo rea largamente, mientras la bruja rezongaba:</p>
+<p>Siguió revolviendo en la ceniza y descubrió<a name="page_175" id="page_175"></a> una figura de cera toda
+desnuda, acostada en el fondo del brasero. Aquel ídolo, esculpido sin
+duda por el mayordomo, tenía una grotesca semejanza conmigo. Mirándole
+yo reía largamente, mientras la bruja rezongaba:</p>
-<p>&mdash;Ahora os burlis! Desgraciado de vos si hubiese baado esa figura
-en sangre de mujer, segn mi ciencia... Y ms desgraciado cuando la
+<p>&mdash;¡Ahora os burláis! Desgraciado de vos si hubiese bañado esa figura
+en sangre de mujer, según mi ciencia... ¡Y más desgraciado cuando la
hubiese fundido en las brasas!...</p>
-<p>&mdash;Era eso todo?</p>
+<p>&mdash;¿Era eso todo?</p>
-<p>&mdash;S...</p>
+<p>&mdash;Sí...</p>
<p>&mdash;Tened vuestros diez sequines. Ahora abrid la puerta.</p>
-<p>La vieja me mir astuta:</p>
+<p>La vieja me miró astuta:</p>
-<p>&mdash;Ya os vais, Excelencia? No deseis nada de m? Si me dais otros diez
-sequines yo har delirar por vuestros amores la Seora Princesa. No
-queris, Excelencia?<a name="page_176" id="page_176"></a></p>
+<p>&mdash;¿Ya os vais, Excelencia? ¿No deseáis nada de mí? Si me dais otros diez
+sequines yo haré delirar por vuestros amores á la Señora Princesa. ¿No
+queréis, Excelencia?<a name="page_176" id="page_176"></a></p>
<p>Yo repuse secamente:</p>
<p>&mdash;No.</p>
-<p>La vieja entonces tom del suelo el candil, y abri la puerta. Sal al
+<p>La vieja entonces tomó del suelo el candil, y abrió la puerta. Salí al
camino, que estaba desierto. Era completamente de noche, y comenzaban
- caer gruesas gotas de agua, que me hicieron apresurar el paso.
-Mientras me alejaba iba pensando en el reverendo capuchino que haba
-tenido tan cabal noticia de todo aquello. Hall cerrada la cancela del
-jardn y tuve que hacer un largo rodeo. Daban las nueve en el reloj de
-la Catedral cuando atravesaba el arco romnico que conduca la plaza
+á caer gruesas gotas de agua, que me hicieron apresurar el paso.
+Mientras me alejaba iba pensando en el reverendo capuchino que había
+tenido tan cabal noticia de todo aquello. Hallé cerrada la cancela del
+jardín y tuve que hacer un largo rodeo. Daban las nueve en el reloj de
+la Catedral cuando atravesaba el arco románico que conducía á la plaza
donde se alzaba el Palacio Gaetani. Estaban iluminados los balcones,
-y de la iglesia de los Dominicos, sala entre cirios el Paso de la
-Cena. An recuerdo aquellas procesiones largas, tristes, rumorosas, que
-desfilaban<a name="page_177" id="page_177"></a> en medio de grandes chubascos. Haba procesiones al rayar
-el da, y procesiones por la tarde, y procesiones la media noche. Las
-cofradas eran innumerables. Entonces la Semana Santa tena fama en
+y de la iglesia de los Dominicos, salía entre cirios el Paso de la
+Cena. Aún recuerdo aquellas procesiones largas, tristes, rumorosas, que
+desfilaban<a name="page_177" id="page_177"></a> en medio de grandes chubascos. Había procesiones al rayar
+el día, y procesiones por la tarde, y procesiones á la media noche. Las
+cofradías eran innumerables. Entonces la Semana Santa tenía fama en
aquella vieja ciudad pontificia.</p>
<p class="figcenter">
@@ -2649,98 +2612,98 @@ aquella vieja ciudad pontificia.</p>
width="150"
height="163"
alt="L"
-title="L" /></span>A PRINCESA, durante la tertulia, no me habl ni me
-mir una sola vez. Yo, temiendo que aquel desdn fuese advertido,
-decid re-retirarme. Con la sonrisa en los labios llegu hasta donde
-la noble seora hablaba suspirando. Cog audazmente su mano, y la
-bes, hacindole sentir la presin decidida y fuerte de mis labios. Vi
+title="L" /></span>A PRINCESA, durante la tertulia, no me habló ni me
+miró una sola vez. Yo, temiendo que aquel desdén fuese advertido,
+decidí re-retirarme. Con la sonrisa en los labios llegué hasta donde
+la noble señora hablaba suspirando. Cogí audazmente su mano, y la
+besé, haciéndole sentir la presión decidida y fuerte de mis labios. Vi
palidecer intensamente sus mejillas y brillar el odio en sus ojos, sin
embargo, supe<a name="page_180" id="page_180"></a> inclinarme con galante rendimiento y solicitar su venia
-para retirarme. Ella repuso framente:</p>
+para retirarme. Ella repuso fríamente:</p>
-<p>&mdash;Eres dueo de hacer tu voluntad.</p>
+<p>&mdash;Eres dueño de hacer tu voluntad.</p>
-<p>&mdash;Gracias, Princesa!</p>
+<p>&mdash;¡Gracias, Princesa!</p>
-<p>Sal del saln en medio de un profundo silencio. Sentame humillado, y
-comprenda que acababa de hacerse imposible mi estancia en el Palacio.
-Pas la noche en el retiro de la biblioteca, preocupado con este
-pensamiento, oyendo batir montonamente el agua en los cristales de las
-ventanas. Sentame presa de un afn doloroso y contenido, algo que era
-insensata impaciencia de m mismo, y de las horas, y de todo cuanto me
-rodeaba. Veame como prisionero en aquella biblioteca oscura, y buscaba
+<p>Salí del salón en medio de un profundo silencio. Sentíame humillado, y
+comprendía que acababa de hacerse imposible mi estancia en el Palacio.
+Pasé la noche en el retiro de la biblioteca, preocupado con este
+pensamiento, oyendo batir monótonamente el agua en los cristales de las
+ventanas. Sentíame presa de un afán doloroso y contenido, algo que era
+insensata impaciencia de mí mismo, y de las horas, y de todo cuanto me
+rodeaba. Veíame como prisionero en aquella biblioteca oscura, y buscaba
entrar en mi verdadera conciencia, para juzgar todo lo acaecido durante<a name="page_181" id="page_181"></a>
-aquel da con serena y firme reflexin. Quera resolver, quera decidir,
-y extravibase mi pensamiento, y mi voluntad desapareca, y todo
+aquel día con serena y firme reflexión. Quería resolver, quería decidir,
+y extraviábase mi pensamiento, y mi voluntad desaparecía, y todo
esfuerzo era vano.</p>
-<p>Fueron horas de tortura indefinible! Rfagas de una insensata violencia
-agitaban mi alma. Con el vrtigo de los abismos me atraan aquellas
-asechanzas misteriosas, urdidas contra m en la sombra perfumada de
-los grandes salones. Luchaba intilmente por dominar mi orgullo y
-convencerme que era ms altivo y ms gallardo abandonar aquella misma
-noche, en medio de la tormenta, el Palacio Gaetani. Advertame presa
-de una desusada agitacin, y al mismo tiempo comprenda que no era
-dueo de vencerla, y que todas aquellas larvas que entonces empezaban
- removerse dentro de m, haban de ser<a name="page_182" id="page_182"></a> fatalmente furias y sierpes.
-Con un presentimiento sombro, senta que mi mal era incurable y que mi
-voluntad era impotente para vencer la tentacin de hacer alguna cosa
-audaz, irreparable. Era aquello el vrtigo de la perdicin!...</p>
-
-<p>A pesar de la lluvia, abr la ventana. Necesitaba respirar el aire
-fresco de la noche. El cielo estaba negro. Una rfaga aborrascada pas
-sobre mi cabeza: Algunos pjaros sin nido haban buscado albergue bajo
-el alar, y con estremecimientos llenos de fro sacudan el plumaje
-mojado, piando tristemente. En la plaza resonaba la cantura de una
-procesin lejana. La iglesia del convento tena las puertas abiertas,
-y en el fondo brillaba el altar iluminado. Oase la voz senil de una
-carraca. Las devotas salan de la iglesia y se<a name="page_183" id="page_183"></a> cobijaban bajo el arco
-de la plaza para ver llegar la procesin. Entre dos hileras de cirios,
-bamboleaban las andas, all en el confn de una calle estrecha y alta.
-En la plaza esperaban muchos curiosos cantando una oracin rimada. La
+<p>¡Fueron horas de tortura indefinible! Ráfagas de una insensata violencia
+agitaban mi alma. Con el vértigo de los abismos me atraían aquellas
+asechanzas misteriosas, urdidas contra mí en la sombra perfumada de
+los grandes salones. Luchaba inútilmente por dominar mi orgullo y
+convencerme que era más altivo y más gallardo abandonar aquella misma
+noche, en medio de la tormenta, el Palacio Gaetani. Advertíame presa
+de una desusada agitación, y al mismo tiempo comprendía que no era
+dueño de vencerla, y que todas aquellas larvas que entonces empezaban
+á removerse dentro de mí, habían de ser<a name="page_182" id="page_182"></a> fatalmente furias y sierpes.
+Con un presentimiento sombrío, sentía que mi mal era incurable y que mi
+voluntad era impotente para vencer la tentación de hacer alguna cosa
+audaz, irreparable. ¡Era aquello el vértigo de la perdición!...</p>
+
+<p>A pesar de la lluvia, abrí la ventana. Necesitaba respirar el aire
+fresco de la noche. El cielo estaba negro. Una ráfaga aborrascada pasó
+sobre mi cabeza: Algunos pájaros sin nido habían buscado albergue bajo
+el alar, y con estremecimientos llenos de frío sacudían el plumaje
+mojado, piando tristemente. En la plaza resonaba la canturía de una
+procesión lejana. La iglesia del convento tenía las puertas abiertas,
+y en el fondo brillaba el altar iluminado. Oíase la voz senil de una
+carraca. Las devotas salían de la iglesia y se<a name="page_183" id="page_183"></a> cobijaban bajo el arco
+de la plaza para ver llegar la procesión. Entre dos hileras de cirios,
+bamboleaban las andas, allá en el confín de una calle estrecha y alta.
+En la plaza esperaban muchos curiosos cantando una oración rimada. La
lluvia redoblando en los paraguas, y el chapoteo de los pies en los
charcas contrastaba con la nota tibia y sensual de las enaguas blancas
que asomaban bordeando los vestidos negros, como espumas que bordean
-sombro oleaje de tempestad. Las dos seoras de los negros y crujientes
+sombrío oleaje de tempestad. Las dos señoras de los negros y crujientes
vestidos de seda, salieron de la iglesia, y pisando en la punta de los
-pies, atravesaron corriendo la plaza, para ver la procesin desde las
-ventanas del Palacio. Una rfaga agitaba sus mantos.</p>
-
-<p>Caan gruesas gotas de agua que dejaban<a name="page_184" id="page_184"></a> un lamparn oscuro en las
-losas de la plaza. Yo tena las mejillas mojadas, y senta como una
-vaga efusin de lgrimas. De pronto se iluminaron los balcones, y las
-Princesas, con otras damas, asomaron en ellos. Cuando la procesin
-llegaba bajo el arco, llova torrentes. Yo la vi desfilar desde
-el balcn de la biblioteca, sintiendo cada instante en la cara el
+pies, atravesaron corriendo la plaza, para ver la procesión desde las
+ventanas del Palacio. Una ráfaga agitaba sus mantos.</p>
+
+<p>Caían gruesas gotas de agua que dejaban<a name="page_184" id="page_184"></a> un lamparón oscuro en las
+losas de la plaza. Yo tenía las mejillas mojadas, y sentía como una
+vaga efusión de lágrimas. De pronto se iluminaron los balcones, y las
+Princesas, con otras damas, asomaron en ellos. Cuando la procesión
+llegaba bajo el arco, llovía á torrentes. Yo la vi desfilar desde
+el balcón de la biblioteca, sintiendo á cada instante en la cara el
salpicar de la lluvia arremolinada por el viento. Pasaron primero los
-Hermanos del Calvario, silenciosos y encapuchados. Despus los Hermanos
-de la Pasin, con hopas amarillas y cirios en las manos. Luego seguan
-los Pasos: Jess en el Huerto de las Olivas, Jess ante Pilatos, Jess
-ante Herodes, Jess atado la Columna. Bajo aquella lluvia fra y
-cenicienta tenan una austeridad triste y desolada. El ltimo en
-aparecer fu<a name="page_185" id="page_185"></a> el Paso de las Cadas. Sin cuidarse del agua, las damas se
-arrastraron de rodillas hasta la balaustrada del balcn. Oyse la voz
-trmula del mayordomo:</p>
-
-<p>&mdash;Ya llega! Ya llega!</p>
-
-<p>Llegaba, s, pero cun diferente de como lo habamos visto la primera
-vez en una sala del Palacio. Los cuatro judos haban depuesto
-su fiereza bajo la lluvia. Sus cabezas de cartn se despintaban:
-Ablandbanse los cuerpos, y flaqueaban las piernas como si fuesen
-hincarse de rodillas. Parecan arrepentidos. Las dos hermanas de los
-rancios vestidos de gro, viendo en ello un milagro, repetan llenas de
-uncin:</p>
-
-<p>&mdash;Edificante, Antonina!</p>
-
-<p>&mdash;Edificante, Lorencina!</p>
-
-<p>La lluvia caa sin tregua como un castigo,<a name="page_186" id="page_186"></a> y desde un balcn vecino
-llegaban con vaguedad de poesa y de misterio, los arrullos de dos
-trtolas que cuidaba una vieja enlutada y consumida que rezaba entre dos
-cirios encendidos en altos candeleros, tras los cristales. Busqu con
-los ojos al Seor Polonio: Haba desaparecido.</p>
+Hermanos del Calvario, silenciosos y encapuchados. Después los Hermanos
+de la Pasión, con hopas amarillas y cirios en las manos. Luego seguían
+los Pasos: Jesús en el Huerto de las Olivas, Jesús ante Pilatos, Jesús
+ante Herodes, Jesús atado á la Columna. Bajo aquella lluvia fría y
+cenicienta tenían una austeridad triste y desolada. El último en
+aparecer fué<a name="page_185" id="page_185"></a> el Paso de las Caídas. Sin cuidarse del agua, las damas se
+arrastraron de rodillas hasta la balaustrada del balcón. Oyóse la voz
+trémula del mayordomo:</p>
+
+<p>&mdash;¡Ya llega! ¡Ya llega!</p>
+
+<p>Llegaba, sí, pero cuán diferente de como lo habíamos visto la primera
+vez en una sala del Palacio. Los cuatro judíos habían depuesto
+su fiereza bajo la lluvia. Sus cabezas de cartón se despintaban:
+Ablandábanse los cuerpos, y flaqueaban las piernas como si fuesen á
+hincarse de rodillas. Parecían arrepentidos. Las dos hermanas de los
+rancios vestidos de gro, viendo en ello un milagro, repetían llenas de
+unción:</p>
+
+<p>&mdash;¡Edificante, Antonina!</p>
+
+<p>&mdash;¡Edificante, Lorencina!</p>
+
+<p>La lluvia caía sin tregua como un castigo,<a name="page_186" id="page_186"></a> y desde un balcón vecino
+llegaban con vaguedad de poesía y de misterio, los arrullos de dos
+tórtolas que cuidaba una vieja enlutada y consumida que rezaba entre dos
+cirios encendidos en altos candeleros, tras los cristales. Busqué con
+los ojos al Señor Polonio: Había desaparecido.</p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_186.jpg" width="175" height="119" alt="" title="" />
@@ -2752,86 +2715,86 @@ los ojos al Seor Polonio: Haba desaparecido.</p>
width="150"
height="164"
alt="P"
-title="P" /></span>OCO DESPUS, apesadumbrado y dolorido, meditaba en
-mi cmara cuando una mano bati con los artejos en la puerta y la voz
-cascada del mayordomo vino sacarme un momento del penoso cavilar:</p>
+title="P" /></span>OCO DESPUÉS, apesadumbrado y dolorido, meditaba en
+mi cámara cuando una mano batió con los artejos en la puerta y la voz
+cascada del mayordomo vino á sacarme un momento del penoso cavilar:</p>
<p>&mdash;Excelencia, este pliego.</p>
-<p>&mdash;Quin lo ha trado?</p>
+<p>&mdash;¿Quién lo ha traído?</p>
<p>&mdash;Un correo que acaba de llegar.</p>
-<p>Abr el pliego y pas por l una mirada. Monseor Sassoferrato me
-ordenaba presentarme<a name="page_188" id="page_188"></a> en Roma. Sin acabar de leerlo me volv al
-mayordomo, mostrando un profundo desdn:</p>
+<p>Abrí el pliego y pasé por él una mirada. Monseñor Sassoferrato me
+ordenaba presentarme<a name="page_188" id="page_188"></a> en Roma. Sin acabar de leerlo me volví al
+mayordomo, mostrando un profundo desdén:</p>
-<p>&mdash;Seor Polonio, que dispongan mi silla de posta.</p>
+<p>&mdash;Señor Polonio, que dispongan mi silla de posta.</p>
-<p>El mayordomo pregunt hipcritamente:</p>
+<p>El mayordomo preguntó hipócritamente:</p>
-<p>&mdash;Vais partir, Excelencia?</p>
+<p>&mdash;¿Vais á partir, Excelencia?</p>
<p>&mdash;Antes de una hora.</p>
-<p>&mdash;Lo sabe mi seora la Princesa?</p>
+<p>&mdash;¿Lo sabe mi señora la Princesa?</p>
-<p>&mdash;Vos cuidaris de decrselo.</p>
+<p>&mdash;Vos cuidaréis de decírselo.</p>
-<p>&mdash;Muy honrado, Excelencia! Ya sabis que el postilln est enfermo...
-Habr que buscar otro. Si me autorizis para ello yo me encargo de
+<p>&mdash;¡Muy honrado, Excelencia! Ya sabéis que el postillón está enfermo...
+Habrá que buscar otro. Si me autorizáis para ello yo me encargo de
hallar uno que os deje contento.</p>
<p>La voz del viejo y su mirada esquiva, despertaron en mi alma una
-sospecha. Juzgu que era temerario confiarse tal hombre, y le dije:<a name="page_189" id="page_189"></a></p>
+sospecha. Juzgué que era temerario confiarse á tal hombre, y le dije:<a name="page_189" id="page_189"></a></p>
-<p>&mdash;Yo ver mi postilln.</p>
+<p>&mdash;Yo veré á mi postillón.</p>
<p>Me hizo una profunda reverencia, y quiso retirarse, pero le detuve:</p>
-<p>&mdash;Escuchad, Seor Polonio.</p>
+<p>&mdash;Escuchad, Señor Polonio.</p>
<p>&mdash;Mandad, Excelencia.</p>
-<p>Y cada vez se inclinaba con mayor respeto. Yo le clav los ojos,
-mirndole en silencio: Me pareci que no poda dominar su inquietud.
+<p>Y cada vez se inclinaba con mayor respeto. Yo le clavé los ojos,
+mirándole en silencio: Me pareció que no podía dominar su inquietud.
Adelantando un paso le dije:</p>
-<p>&mdash;Como recuerdo de mi visita, quiero que conservis esta piedra.</p>
+<p>&mdash;Como recuerdo de mi visita, quiero que conservéis esta piedra.</p>
-<p>Y sonriendo me saqu de la mano aquel anillo, que tena en una amatista
-grabadas mis armas. El mayordomo me mir con ojos extraviados:</p>
+<p>Y sonriendo me saqué de la mano aquel anillo, que tenía en una amatista
+grabadas mis armas. El mayordomo me miró con ojos extraviados:</p>
-<p>&mdash;Perdonad!</p>
+<p>&mdash;¡Perdonad!</p>
-<p>Y sus manos agitadas rechazaban el anillo. Yo insist:<a name="page_190" id="page_190"></a></p>
+<p>Y sus manos agitadas rechazaban el anillo. Yo insistí:<a name="page_190" id="page_190"></a></p>
<p>&mdash;Tomadlo.</p>
-<p>Inclin la cabeza y lo recibi temblando. Con un gesto imperioso le
-seal la puerta.</p>
+<p>Inclinó la cabeza y lo recibió temblando. Con un gesto imperioso le
+señalé la puerta.</p>
<p>&mdash;Ahora salid.</p>
-<p>El mayordomo lleg al umbral, y murmur resuelto y acobardado:</p>
+<p>El mayordomo llegó al umbral, y murmuró resuelto y acobardado:</p>
<p>&mdash;Guardad vuestro anillo.</p>
-<p>Con insolencia de criado lo arroj sobre una mesa. Yo le mir amenazador:</p>
+<p>Con insolencia de criado lo arrojó sobre una mesa. Yo le miré amenazador:</p>
-<p>&mdash;Presumo que vais salir por la ventana, Seor Polonio.</p>
+<p>&mdash;Presumo que vais á salir por la ventana, Señor Polonio.</p>
-<p>Retrocedi, gritando con energa:</p>
+<p>Retrocedió, gritando con energía:</p>
-<p>&mdash;Conozco vuestro pensamiento! No basta vuestra venganza el maleficio
-con que habis deshecho aquellos judos, obra de mis manos, y con ese
-anillo queris embrujarme. Yo har que os delaten al Santo Oficio!</p>
+<p>&mdash;¡Conozco vuestro pensamiento! No basta á vuestra venganza el maleficio
+con que habéis deshecho aquellos judíos, obra de mis manos, y con ese
+anillo queréis embrujarme. ¡Yo haré que os delaten al Santo Oficio!</p>
-<p>Y huy de mi presencia haciendo la seal<a name="page_191" id="page_191"></a> de la cruz como si huyese
-del Diablo. No pude menos de reirme largamente. Llam Musarelo, y le
-orden que se enterase del mal que aquejaba al postilln. Pero Musarelo
-haba bebido tanto, que no estaba capaz para cumplir mi mandato. Slo
-pude averiguar que el postilln y Musarelo haban cenado con el Seor
+<p>Y huyó de mi presencia haciendo la señal<a name="page_191" id="page_191"></a> de la cruz como si huyese
+del Diablo. No pude menos de reirme largamente. Llamé á Musarelo, y le
+ordené que se enterase del mal que aquejaba al postillón. Pero Musarelo
+había bebido tanto, que no estaba capaz para cumplir mi mandato. Sólo
+pude averiguar que el postillón y Musarelo habían cenado con el Señor
Polonio.</p>
<p class="figcenter">
@@ -2846,103 +2809,103 @@ Polonio.</p>
width="150"
height="164"
alt="Q"
-title="Q" /></span>U TRISTE es para m el recuerdo de aquel da. Mara
-Rosario estaba en el fondo de un saln llenando de rosas los floreros
-de la capilla. Cuando yo entr quedse un momento indecisa: Sus ojos
-miraron medrosos hacia la puerta, y luego se volvieron m con un ruego
-tmido y ardiente. Llenaba en aquel momento el ltimo florero, y sobre
-sus manos deshojse una rosa. Yo entonces la dije, sonriendo:<a name="page_194" id="page_194"></a></p>
-
-<p>&mdash;Hasta las rosas se mueren por besar vuestras manos!</p>
-
-<p>Ella tambin sonri contemplando las hojas que haba entre sus dedos,
-y despus con leve soplo las hizo volar. Quedamos silenciosos: Era la
-cada de la tarde y el sol doraba una ventana con sus ltimos reflejos:
-Los cipreses del jardn levantaban sus cimas pensativas en el azul
-del crepsculo, al pie de la vidriera iluminada. Dentro apenas si se
-distingua la forma de las cosas, y en el recogimiento del saln las
-rosas esparcan un perfume tenue y las palabras moran lentamente igual
-que la tarde. Mis ojos buscaban los ojos de Mara Rosario con el empeo
-de aprisionarlos en la sombra. Ella suspir angustiada como si el aire
-le faltase, y apartndose el cabello de la frente con ambas manos, huy<a name="page_195" id="page_195"></a>
-hacia la ventana. Yo, temeroso de asustarla, no intent seguirla, y slo
-le dije despus de un largo silencio:</p>
-
-<p>&mdash;No me daris una rosa?</p>
-
-<p>Volvise lentamente y repuso con voz tenue:</p>
-
-<p>&mdash;Si la queris...</p>
-
-<p>Dud un instante, y de nuevo se acerc. Procuraba mostrarse serena, pero
-yo vea temblar sus manos sobre los floreros al elegir la rosa. Con una
+title="Q" /></span>UÉ TRISTE es para mí el recuerdo de aquel día. María
+Rosario estaba en el fondo de un salón llenando de rosas los floreros
+de la capilla. Cuando yo entré quedóse un momento indecisa: Sus ojos
+miraron medrosos hacia la puerta, y luego se volvieron á mí con un ruego
+tímido y ardiente. Llenaba en aquel momento el último florero, y sobre
+sus manos deshojóse una rosa. Yo entonces la dije, sonriendo:<a name="page_194" id="page_194"></a></p>
+
+<p>&mdash;¡Hasta las rosas se mueren por besar vuestras manos!</p>
+
+<p>Ella también sonrió contemplando las hojas que había entre sus dedos,
+y después con leve soplo las hizo volar. Quedamos silenciosos: Era la
+caída de la tarde y el sol doraba una ventana con sus últimos reflejos:
+Los cipreses del jardín levantaban sus cimas pensativas en el azul
+del crepúsculo, al pie de la vidriera iluminada. Dentro apenas si se
+distinguía la forma de las cosas, y en el recogimiento del salón las
+rosas esparcían un perfume tenue y las palabras morían lentamente igual
+que la tarde. Mis ojos buscaban los ojos de María Rosario con el empeño
+de aprisionarlos en la sombra. Ella suspiró angustiada como si el aire
+le faltase, y apartándose el cabello de la frente con ambas manos, huyó<a name="page_195" id="page_195"></a>
+hacia la ventana. Yo, temeroso de asustarla, no intenté seguirla, y sólo
+le dije después de un largo silencio:</p>
+
+<p>&mdash;¿No me daréis una rosa?</p>
+
+<p>Volvióse lentamente y repuso con voz tenue:</p>
+
+<p>&mdash;Si la queréis...</p>
+
+<p>Dudó un instante, y de nuevo se acercó. Procuraba mostrarse serena, pero
+yo veía temblar sus manos sobre los floreros al elegir la rosa. Con una
sonrisa llena de angustia me dijo:</p>
-<p>&mdash;Os dar la mejor.</p>
+<p>&mdash;Os daré la mejor.</p>
-<p>Ella segua buscando en los floreros. Yo suspir romntico:</p>
+<p>Ella seguía buscando en los floreros. Yo suspiré romántico:</p>
-<p>&mdash;La mejor est en vuestros labios.</p>
+<p>&mdash;La mejor está en vuestros labios.</p>
-<p>Me mir apartndose plida y angustiada:</p>
+<p>Me miró apartándose pálida y angustiada:</p>
-<p>&mdash;No sois bueno... Por qu me decs esas cosas?<a name="page_196" id="page_196"></a></p>
+<p>&mdash;No sois bueno... ¿Por qué me decís esas cosas?<a name="page_196" id="page_196"></a></p>
<p>&mdash;Por veros enojada.</p>
-<p>&mdash;Algunas veces me parecis el Demonio!...</p>
+<p>&mdash;¡Algunas veces me parecéis el Demonio!...</p>
<p>&mdash;El Demonio no sabe querer.</p>
-<p>Quedse silenciosa. Apenas poda distinguirse su rostro en la tenue
-claridad del saln, y slo supe que lloraba cuando estallaron sus
-sollozos. Me acerqu queriendo consolarla:</p>
+<p>Quedóse silenciosa. Apenas podía distinguirse su rostro en la tenue
+claridad del salón, y sólo supe que lloraba cuando estallaron sus
+sollozos. Me acerqué queriendo consolarla:</p>
-<p>&mdash;Oh!... Perdonadme.</p>
+<p>&mdash;¡Oh!... Perdonadme.</p>
-<p>Y mi voz fu tierna, apasionada y sumisa. Yo mismo, al oirla, sent
-su extrao poder de seduccin. Era llegado el momento supremo, y
-presintindolo, mi corazn se estremeca con el ansia de la espera
-cuando est prxima una gran ventura. Mara Rosario cerraba los ojos con
-espanto, como al borde de un abismo. Su boca descolorida pareca sentir<a name="page_197" id="page_197"></a>
-una voluptuosidad angustiosa. Yo cog sus manos que estaban yertas: Ella
-me las abandon sollozando, con un frenes doloroso:</p>
+<p>Y mi voz fué tierna, apasionada y sumisa. Yo mismo, al oirla, sentí
+su extraño poder de seducción. Era llegado el momento supremo, y
+presintiéndolo, mi corazón se estremecía con el ansia de la espera
+cuando está próxima una gran ventura. María Rosario cerraba los ojos con
+espanto, como al borde de un abismo. Su boca descolorida parecía sentir<a name="page_197" id="page_197"></a>
+una voluptuosidad angustiosa. Yo cogí sus manos que estaban yertas: Ella
+me las abandonó sollozando, con un frenesí doloroso:</p>
-<p>&mdash;Por qu os gozis en hacerme sufrir?... Si sabis que todo es
+<p>&mdash;¿Por qué os gozáis en hacerme sufrir?... ¡Si sabéis que todo es
imposible!...</p>
-<p>&mdash;Imposible!... Yo nunca esper conseguir vuestro amor... Ya s que no
-lo merezco!... Solamente quiero pediros perdn y oir de vuestros labios
-que rezaris por m cuando est lejos.</p>
+<p>&mdash;¡Imposible!... Yo nunca esperé conseguir vuestro amor... ¡Ya sé que no
+lo merezco!... Solamente quiero pediros perdón y oir de vuestros labios
+que rezaréis por mí cuando esté lejos.</p>
-<p>&mdash;Callad!... Callad!...</p>
+<p>&mdash;¡Callad!... ¡Callad!...</p>
-<p>&mdash;Os contemplo tan alta, tan lejos de m, tan ideal, que juzgo vuestras
+<p>&mdash;Os contemplo tan alta, tan lejos de mí, tan ideal, que juzgo vuestras
oraciones como las de una Santa.</p>
-<p>&mdash;Callad!... Callad!...</p>
+<p>&mdash;¡Callad!... ¡Callad!...</p>
-<p>&mdash;Mi corazn agoniza sin esperanza. Acaso podr olvidaros, pero este
-amor habr sido para m como un fuego purificador.<a name="page_198" id="page_198"></a></p>
+<p>&mdash;Mi corazón agoniza sin esperanza. Acaso podré olvidaros, pero este
+amor habrá sido para mí como un fuego purificador.<a name="page_198" id="page_198"></a></p>
-<p>&mdash;Callad!... Callad!...</p>
+<p>&mdash;¡Callad!... ¡Callad!...</p>
-<p>Yo tena lgrimas en los ojos, y saba que cuando se llora, las manos
-pueden arriesgarse ser audaces. Pobre Mara Rosario, quedse plida
-como una muerta, y pens que iba desmayarse en mis brazos! Aquella
-nia era una Santa, y vindome tal extremo desgraciado, no tena valor
-para mostrarse ms cruel conmigo. Cerraba los ojos, y gema agoniada:</p>
+<p>Yo tenía lágrimas en los ojos, y sabía que cuando se llora, las manos
+pueden arriesgarse á ser audaces. ¡Pobre María Rosario, quedóse pálida
+como una muerta, y pensé que iba á desmayarse en mis brazos! Aquella
+niña era una Santa, y viéndome á tal extremo desgraciado, no tenía valor
+para mostrarse más cruel conmigo. Cerraba los ojos, y gemía agoniada:</p>
-<p>&mdash;Dejadme!... Dejadme!...</p>
+<p>&mdash;¡Dejadme!... ¡Dejadme!...</p>
-<p>Yo murmur:</p>
+<p>Yo murmuré:</p>
-<p>&mdash;Por qu me aborrecis tanto?</p>
+<p>&mdash;¿Por qué me aborrecéis tanto?</p>
-<p>Me mir despavorida, como si al sonido de mi voz se despertase, y
-arrancndose de mis brazos huy hacia la ventana que doraban todava
-los ltimos rayos del sol. Apoy la frente en los cristales y comenz
- sollozar.<a name="page_199" id="page_199"></a> En el jardn se levantaba el canto de un ruiseor, que
+<p>Me miró despavorida, como si al sonido de mi voz se despertase, y
+arrancándose de mis brazos huyó hacia la ventana que doraban todavía
+los últimos rayos del sol. Apoyó la frente en los cristales y comenzó
+á sollozar.<a name="page_199" id="page_199"></a> En el jardín se levantaba el canto de un ruiseñor, que
evocaba en la sombra azul de la tarde, un recuerdo ingenuo de santidad.</p>
<p class="figcenter">
@@ -2957,95 +2920,95 @@ evocaba en la sombra azul de la tarde, un recuerdo ingenuo de santidad.</p>
width="150"
height="165"
alt="M"
-title="M" /></span>ARIA ROSARIO llam la ms nia de sus hermanas, que
-con una mueca en brazos, acababa de asomar en la puerta del saln: La
-llamaba con un afn angustioso y pudoroso que encenda su carne con
+title="M" /></span>ARIA ROSARIO llamó á la más niña de sus hermanas, que
+con una muñeca en brazos, acababa de asomar en la puerta del salón: La
+llamaba con un afán angustioso y pudoroso que encendía su carne con
divinas rosas:</p>
-<p>&mdash;Entra!... Entra!...</p>
+<p>&mdash;¡Entra!... ¡Entra!...</p>
-<p>La llamaba tendindole los brazos desde el fondo de la ventana. La nia,
-sin moverse, le mostr la mueca:<a name="page_202" id="page_202"></a></p>
+<p>La llamaba tendiéndole los brazos desde el fondo de la ventana. La niña,
+sin moverse, le mostró la muñeca:<a name="page_202" id="page_202"></a></p>
<p>&mdash;Me la hizo Polonio.</p>
-<p>&mdash;Ven ensermela.</p>
+<p>&mdash;Ven á enseñármela.</p>
-<p>&mdash;No la ves as?...</p>
+<p>&mdash;¿No la ves así?...</p>
<p>&mdash;No, no la veo.</p>
-<p>Mara Nieves acab por decidirse, y entr corriendo: Los cabellos
+<p>María Nieves acabó por decidirse, y entró corriendo: Los cabellos
flotaban sobre su espalda como una nube de oro. Era llena de gentileza,
-con movimientos de pjaro, alegres y ligeros: Mara Rosario, vindola
-llegar, sonrea, cubierto el rostro de rubor y sin secar las lgrimas.
-Inclinse para besarla, y la nia se le colg al cuello, hablndole con
-agasajo al odo:</p>
+con movimientos de pájaro, alegres y ligeros: María Rosario, viéndola
+llegar, sonreía, cubierto el rostro de rubor y sin secar las lágrimas.
+Inclinóse para besarla, y la niña se le colgó al cuello, hablándole con
+agasajo al oído:</p>
-<p>&mdash;Si le hicieses un vestido mi mueca!...</p>
+<p>&mdash;¡Si le hicieses un vestido á mi muñeca!...</p>
-<p>&mdash;Cmo lo quieres?...</p>
+<p>&mdash;¿Cómo lo quieres?...</p>
-<p>Mara Rosario le acariciaba los cabellos, retenindola su lado. Yo
-vea cmo sus dedos trmulos desaparecan bajo la infantil<a name="page_203" id="page_203"></a> y olorosa
+<p>María Rosario le acariciaba los cabellos, reteniéndola á su lado. Yo
+veía cómo sus dedos trémulos desaparecían bajo la infantil<a name="page_203" id="page_203"></a> y olorosa
crencha. En voz baja le dije:</p>
-<p>&mdash;Qu temais de m?</p>
+<p>&mdash;¿Qué temíais de mí?</p>
<p>Sus mejillas llamearon:</p>
<p>&mdash;Nada...</p>
<p>Y aquellos ojos, como no he visto otros hasta ahora, ni los espero ver
-ya, tuvieron para m una mirada tmida y amante. Callbamos conmovidos,
-y la nia empez referirnos la historia de su mueca: Se llamaba
-Yolanda, y era una reina. Cuando le hiciesen aquel vestido de tis, le
-pondran tambin una corona. Mara Nieves hablaba sin descanso: Sonaba
+ya, tuvieron para mí una mirada tímida y amante. Callábamos conmovidos,
+y la niña empezó á referirnos la historia de su muñeca: Se llamaba
+Yolanda, y era una reina. Cuando le hiciesen aquel vestido de tisú, le
+pondrían también una corona. María Nieves hablaba sin descanso: Sonaba
su voz con murmullo alegre, continuo, como el borboteo de una fuente.
-Recordaba cuntas muecas haba tenido, y quera contar la historia de
-todas: Unas haban sido reinas, otras pastoras. Eran largas historias
-confusas, donde se repetan continuamente<a name="page_204" id="page_204"></a> las mismas cosas. La nia
-extravibase en aquellos relatos como en el jardn encantado del ogro
-las tres nias hermanas, Andara, Magalona y Aladina... De pronto huy de
-nuestro lado. Mara Rosario la llam sobresaltada:</p>
+Recordaba cuántas muñecas había tenido, y quería contar la historia de
+todas: Unas habían sido reinas, otras pastoras. Eran largas historias
+confusas, donde se repetían continuamente<a name="page_204" id="page_204"></a> las mismas cosas. La niña
+extraviábase en aquellos relatos como en el jardín encantado del ogro
+las tres niñas hermanas, Andara, Magalona y Aladina... De pronto huyó de
+nuestro lado. María Rosario la llamó sobresaltada:</p>
-<p>&mdash;Ven!... No te vayas!</p>
+<p>&mdash;¡Ven!... ¡No te vayas!</p>
<p>&mdash;No me voy.</p>
-<p>Corra por el saln, y la cabellera de oro le revoloteaba sobre los
-hombros. Como cautivos, la seguan todas partes los ojos de Mara
-Rosario: Volvi suplicarle:</p>
+<p>Corría por el salón, y la cabellera de oro le revoloteaba sobre los
+hombros. Como cautivos, la seguían á todas partes los ojos de María
+Rosario: Volvió á suplicarle:</p>
-<p>&mdash;No te vayas!...</p>
+<p>&mdash;¡No te vayas!...</p>
<p>&mdash;Si no me voy.</p>
-<p>La nia hablaba desde el fondo oscuro del saln. Mara Rosario,
-aprovechando el instante, murmur con apagado acento:</p>
+<p>La niña hablaba desde el fondo oscuro del salón. María Rosario,
+aprovechando el instante, murmuró con apagado acento:</p>
-<p>&mdash;Marqus, salid de Ligura...<a name="page_205" id="page_205"></a></p>
+<p>&mdash;Marqués, salid de Ligura...<a name="page_205" id="page_205"></a></p>
-<p>&mdash;Sera renunciar veros!</p>
+<p>&mdash;¡Sería renunciar á veros!</p>
-<p>&mdash;Y acaso no es hoy la ltima vez? Maana entrar en el convento.
-Marqus, oid mi ruego!...</p>
+<p>&mdash;¿Y acaso no es hoy la última vez? Mañana entraré en el convento.
+¡Marqués, oid mi ruego!...</p>
-<p>&mdash;Quiero sufrir aqu... Quiero que mis ojos, que no lloran nunca, lloren
-cuando os vistan el hbito, cuando os corten los cabellos, cuando las
-rejas se cierren ante vos. Quin sabe, si al veros sagrada por los
-votos, mi amor terreno no se convertir en una devocin! Vos sois una
+<p>&mdash;Quiero sufrir aquí... Quiero que mis ojos, que no lloran nunca, lloren
+cuando os vistan el hábito, cuando os corten los cabellos, cuando las
+rejas se cierren ante vos. ¡Quién sabe, si al veros sagrada por los
+votos, mi amor terreno no se convertirá en una devoción! ¡Vos sois una
Santa!...</p>
-<p>&mdash;Marqus, no digis impiedades!</p>
+<p>&mdash;¡Marqués, no digáis impiedades!</p>
-<p>Y me clav los ojos tristes, suplicantes, guarnecidos de lgrimas como
-de oraciones pursimas. Entonces ya pareca olvidada de la nia, que
-sentada en un canap, adormeca su mueca con viejas tonadillas del
-tiempo de las abuelas. En la sombra de aquel<a name="page_206" id="page_206"></a> vasto saln donde las
-rosas esparcan su aroma, la cancin de la nia tena el encanto de esas
-rancias galanteras que parece se hayan desvanecido con los ltimos
-sones de un minu.</p>
+<p>Y me clavó los ojos tristes, suplicantes, guarnecidos de lágrimas como
+de oraciones purísimas. Entonces ya parecía olvidada de la niña, que
+sentada en un canapé, adormecía á su muñeca con viejas tonadillas del
+tiempo de las abuelas. En la sombra de aquel<a name="page_206" id="page_206"></a> vasto salón donde las
+rosas esparcían su aroma, la canción de la niña tenía el encanto de esas
+rancias galanterías que parece se hayan desvanecido con los últimos
+sones de un minué.</p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_206.jpg" width="285" height="137" alt="" title="" />
@@ -3057,123 +3020,123 @@ sones de un minu.</p>
width="150"
height="165"
alt="C"
-title="C" /></span>OMO UNA flor de sensitiva, Mara Rosario temblaba bajo
+title="C" /></span>OMO UNA flor de sensitiva, María Rosario temblaba bajo
mis ojos. Yo adivinaba en sus labios el anhelo y el temor de hablarme.
-De pronto me mir ansiosa, parpadeando como si saliese de un sueo. Con
-los brazos tendidos hacia m, murmur arrebatada, casi violenta:</p>
+De pronto me miró ansiosa, parpadeando como si saliese de un sueño. Con
+los brazos tendidos hacia mí, murmuró arrebatada, casi violenta:</p>
-<p>&mdash;Salid hoy mismo para Roma. Os amenaza un peligro y tenis que
-defenderos. Habis sido delatado al Santo Oficio.<a name="page_208" id="page_208"></a></p>
+<p>&mdash;Salid hoy mismo para Roma. Os amenaza un peligro y tenéis que
+defenderos. Habéis sido delatado al Santo Oficio.<a name="page_208" id="page_208"></a></p>
-<p>Yo repet, sin ocultar mi sorpresa:</p>
+<p>Yo repetí, sin ocultar mi sorpresa:</p>
-<p>&mdash;Delatado al Santo Oficio?</p>
+<p>&mdash;¿Delatado al Santo Oficio?</p>
-<p>&mdash;S, por brujo... Vos habais perdido un anillo, y por arte diablica
-lo recobrsteis... Eso dicen, Marqus!</p>
+<p>&mdash;Sí, por brujo... Vos habíais perdido un anillo, y por arte diabólica
+lo recobrásteis... ¡Eso dicen, Marqués!</p>
-<p>Yo exclam con irona:</p>
+<p>Yo exclamé con ironía:</p>
-<p>&mdash;Y quien lo dice es vuestra madre?</p>
+<p>&mdash;¿Y quien lo dice es vuestra madre?</p>
-<p>&mdash;No!...</p>
+<p>&mdash;¡No!...</p>
-<p>Sonre tristemente:</p>
+<p>Sonreí tristemente:</p>
-<p>&mdash;Vuestra madre, que me aborrece porque vos me amis!</p>
+<p>&mdash;¡Vuestra madre, que me aborrece porque vos me amáis!</p>
-<p>&mdash;Jams!... Jams!...</p>
+<p>&mdash;¡Jamás!... ¡Jamás!...</p>
-<p>&mdash;Pobre nia, vuestro corazn tiembla por m, presiente los peligros
+<p>&mdash;¡Pobre niña, vuestro corazón tiembla por mí, presiente los peligros
que me cercan, y quiere prevenirlos.</p>
-<p>&mdash;Callad, por compasin!... No acusis mi madre!...</p>
+<p>&mdash;¡Callad, por compasión!... ¡No acuséis á mi madre!...</p>
-<p>&mdash;Acaso ella no llev su crueldad hasta<a name="page_209" id="page_209"></a> acusaros vos misma? Acaso
-crey vuestras palabras cuando le jurabais que no me habais visto una
+<p>&mdash;¿Acaso ella no llevó su crueldad hasta<a name="page_209" id="page_209"></a> acusaros á vos misma? ¿Acaso
+creyó vuestras palabras cuando le jurabais que no me habíais visto una
noche?...</p>
-<p>&mdash;S, las crey!</p>
+<p>&mdash;¡Sí, las creyó!</p>
-<p>Mara Rosario haba dejado de temblar. Erguase inmaculada y heroica,
-como las Santas ante las fieras del Circo. Yo insist, con triste
+<p>María Rosario había dejado de temblar. Erguíase inmaculada y heroica,
+como las Santas ante las fieras del Circo. Yo insistí, con triste
acento, gustando el placer doloroso y supremo del verdugo:</p>
-<p>&mdash;No, no fuisteis creda. Vos lo sabis. Y cuntas lgrimas han vertido
+<p>&mdash;No, no fuisteis creída. Vos lo sabéis. ¡Y cuántas lágrimas han vertido
en la oscuridad vuestros ojos!</p>
-<p>Mara Rosario retrocedi hacia el fondo de la ventana:</p>
+<p>María Rosario retrocedió hacia el fondo de la ventana:</p>
-<p>&mdash;Sois brujo!... Han dicho la verdad!... Sois brujo!...</p>
+<p>&mdash;¡Sois brujo!... ¡Han dicho la verdad!... ¡Sois brujo!...</p>
-<p>Luego, rehacindose, quiso huir, pero yo la detuve:<a name="page_210" id="page_210"></a></p>
+<p>Luego, rehaciéndose, quiso huir, pero yo la detuve:<a name="page_210" id="page_210"></a></p>
<p>&mdash;Escuchadme.</p>
-<p>Ella me miraba con los ojos extraviados, haciendo la seal de la cruz:</p>
+<p>Ella me miraba con los ojos extraviados, haciendo la señal de la cruz:</p>
-<p>&mdash;Sois brujo!... Por favor, dejadme!</p>
+<p>&mdash;¡Sois brujo!... ¡Por favor, dejadme!</p>
-<p>Yo murmur con desesperacin:</p>
+<p>Yo murmuré con desesperación:</p>
-<p>&mdash;Tambin vos me acusis?</p>
+<p>&mdash;¿También vos me acusáis?</p>
-<p>&mdash;Decid entonces, cmo habis sabido?...</p>
+<p>&mdash;¿Decid entonces, cómo habéis sabido?...</p>
-<p>La mir largo rato en silencio, hasta que sent descender sobre mi
-espritu el numen sagrado de los profetas:</p>
+<p>La miré largo rato en silencio, hasta que sentí descender sobre mi
+espíritu el numen sagrado de los profetas:</p>
-<p>&mdash;Lo he sabido, porque habis rezado mucho para que lo supiese... He
-tenido en un sueo revelacin de todo!...</p>
+<p>&mdash;Lo he sabido, porque habéis rezado mucho para que lo supiese... ¡He
+tenido en un sueño revelación de todo!...</p>
-<p>Mara Rosario respiraba anhelante. Otra vez quiso huir, y otra vez
-la detuve. Desfallecida y resignada, mir hacia el fondo del saln,
-llamando la nia:</p>
+<p>María Rosario respiraba anhelante. Otra vez quiso huir, y otra vez
+la detuve. Desfallecida y resignada, miró hacia el fondo del salón,
+llamando á la niña:</p>
-<p>&mdash;Ven, hermana!... Ven!<a name="page_211" id="page_211"></a></p>
+<p>&mdash;¡Ven, hermana!... ¡Ven!<a name="page_211" id="page_211"></a></p>
-<p>Y le tenda los brazos: La nia acudi corriendo: Mara Rosario
-la estrech contra su pecho alzndola del suelo, pero estaba tan
-desfallecida de fuerzas, que apenas poda sostenerla, y suspirando con
-fatiga tuvo que sentarla sobre el alfizar de la ventana. Los rayos del
+<p>Y le tendía los brazos: La niña acudió corriendo: María Rosario
+la estrechó contra su pecho alzándola del suelo, pero estaba tan
+desfallecida de fuerzas, que apenas podía sostenerla, y suspirando con
+fatiga tuvo que sentarla sobre el alféizar de la ventana. Los rayos del
sol poniente circundaron como una aureola la cabeza infantil: La crencha
-sedea y olorosa fu como onda de luz sobre los hombros de la nia. Yo
-busqu en la sombra la mano de Mara Rosario:</p>
+sedeña y olorosa fué como onda de luz sobre los hombros de la niña. Yo
+busqué en la sombra la mano de María Rosario:</p>
-<p>&mdash;Curadme!...</p>
+<p>&mdash;¡Curadme!...</p>
-<p>Ella murmur retirndose:</p>
+<p>Ella murmuró retirándose:</p>
-<p>&mdash;Y cmo?...</p>
+<p>&mdash;¿Y cómo?...</p>
-<p>&mdash;Jurad que me aborrecis.</p>
+<p>&mdash;Jurad que me aborrecéis.</p>
<p>&mdash;Eso no...</p>
-<p>&mdash;Y amarme?</p>
+<p>&mdash;¿Y amarme?</p>
-<p>&mdash;Tampoco. Mi amor no es de este mundo!<a name="page_212" id="page_212"></a></p>
+<p>&mdash;Tampoco. ¡Mi amor no es de este mundo!<a name="page_212" id="page_212"></a></p>
-<p>Y su voz era tan triste al pronunciar estas palabras, que yo sent una
-emocin voluptuosa como si cayese sobre mi corazn roco de lgrimas
-pursimas. Inclinndome para beber su aliento y su perfume, murmur en
+<p>Y su voz era tan triste al pronunciar estas palabras, que yo sentí una
+emoción voluptuosa como si cayese sobre mi corazón rocío de lágrimas
+purísimas. Inclinándome para beber su aliento y su perfume, murmuré en
voz baja y apasionada:</p>
-<p>&mdash;Vos me pertenecis. Hasta la celda del convento os seguir mi
+<p>&mdash;Vos me pertenecéis. Hasta la celda del convento os seguirá mi
culto mundano. Solamente por vivir en vuestro recuerdo y en vuestras
-oraciones, morira gustoso.</p>
-
-<p>&mdash;Callad!... Callad!...</p>
-
-<p>Mara Rosario, con el rostro intensamente plido, tenda sus manos
-temblorosas hacia la nia que estaba sobre el alfizar, circundada por
-el ltimo resplandor de la tarde, como un arcngel en una vidriera
-antigua. El recuerdo de aquel momento, an pone en mis mejillas un fro
-de muerte. Ante nuestros<a name="page_213" id="page_213"></a> ojos espantados se abri la ventana, con ese
-silencio de las cosas inexorables que estn determinadas en lo invisible
-y han de suceder por un destino fatal y cruel. La figura de la nia,
-inmvil sobre el alfizar, se destac un momento en el azul del cielo
-donde palidecan las estrellas, y cay al jardn, cuando llegaban
+oraciones, moriría gustoso.</p>
+
+<p>&mdash;¡Callad!... ¡Callad!...</p>
+
+<p>María Rosario, con el rostro intensamente pálido, tendía sus manos
+temblorosas hacia la niña que estaba sobre el alféizar, circundada por
+el último resplandor de la tarde, como un arcángel en una vidriera
+antigua. El recuerdo de aquel momento, aún pone en mis mejillas un frío
+de muerte. Ante nuestros<a name="page_213" id="page_213"></a> ojos espantados se abrió la ventana, con ese
+silencio de las cosas inexorables que están determinadas en lo invisible
+y han de suceder por un destino fatal y cruel. La figura de la niña,
+inmóvil sobre el alféizar, se destacó un momento en el azul del cielo
+donde palidecían las estrellas, y cayó al jardín, cuando llegaban á
tocarla los brazos de la hermana.</p>
<p class="figcenter">
@@ -3188,52 +3151,52 @@ tocarla los brazos de la hermana.</p>
width="150"
height="166"
alt="F"
-title="F" /></span>U SATANS! Fu Satans!... An resuena en mi odo
-aquel grito angustiado de Mara Rosario: Despus de tantos aos, an la
-veo plida, divina y trgica como el mrmol de una estatua antigua: An
+title="F" /></span>UÉ SATANÁS! ¡Fué Satanás!... Aún resuena en mi oído
+aquel grito angustiado de María Rosario: Después de tantos años, aún la
+veo pálida, divina y trágica como el mármol de una estatua antigua: Aún
siento el horror de aquella hora:</p>
-<p>&mdash;Fu Satans!... Fu Satans!...</p>
+<p>&mdash;¡Fué Satanás!... ¡Fué Satanás!...</p>
-<p>La nia estaba inerte sobre la escalinata. El rostro apareca entre el
+<p>La niña estaba inerte sobre la escalinata. El rostro aparecía entre el
velo de los cabellos,<a name="page_216" id="page_216"></a> blanco como un lirio, y de la rota sien manaba
-el hilo de sangre que los iba empapando. La hermana, como una poseda,
+el hilo de sangre que los iba empapando. La hermana, como una poseída,
gritaba:</p>
-<p>&mdash;Fu Satans!... Fu Satans!...</p>
-
-<p>Levant la nia en brazos y sus ojos se abrieron un momento llenos de
-tristeza. La cabeza ensangrentada y mortal, rod yerta sobre mi hombro,
-y los ojos se cerraron de nuevo, lentos como dos agonas. Los gritos de
-la hermana, resonaban en el silencio del jardn:</p>
-
-<p>&mdash;Fu Satans!... Fu Satans!...</p>
-
-<p>La cabellera de oro, aquella cabellera flida como la luz, olorosa como
-un huerto, estaba negra de sangre. Yo la sent pesar sobre mi hombro
-semejante la fatalidad en un destino trgico. Con la nia en brazos
-sub la<a name="page_217" id="page_217"></a> escalinata. En lo alto sali mi encuentro el coro angustiado
-de las hermanas. Yo escuch su llanto y sus gritos, yo sent la muda
-interrogacin de aquellos rostros plidos que tenan el espanto en los
-ojos. Los brazos se tendan hacia m desesperados, y ellos recogieron el
-cuerpo de la hermana, y lo llevaron hacia el Palacio. Yo qued inmvil,
-sin valor para ir detrs, contemplando la sangre que tena en las
-manos. Desde el fondo de las estancias llegaba hasta m el lloro de las
+<p>&mdash;¡Fué Satanás!... ¡Fué Satanás!...</p>
+
+<p>Levanté á la niña en brazos y sus ojos se abrieron un momento llenos de
+tristeza. La cabeza ensangrentada y mortal, rodó yerta sobre mi hombro,
+y los ojos se cerraron de nuevo, lentos como dos agonías. Los gritos de
+la hermana, resonaban en el silencio del jardín:</p>
+
+<p>&mdash;¡Fué Satanás!... ¡Fué Satanás!...</p>
+
+<p>La cabellera de oro, aquella cabellera flúida como la luz, olorosa como
+un huerto, estaba negra de sangre. Yo la sentí pesar sobre mi hombro
+semejante á la fatalidad en un destino trágico. Con la niña en brazos
+subí la<a name="page_217" id="page_217"></a> escalinata. En lo alto salió á mi encuentro el coro angustiado
+de las hermanas. Yo escuché su llanto y sus gritos, yo sentí la muda
+interrogación de aquellos rostros pálidos que tenían el espanto en los
+ojos. Los brazos se tendían hacia mí desesperados, y ellos recogieron el
+cuerpo de la hermana, y lo llevaron hacia el Palacio. Yo quedé inmóvil,
+sin valor para ir detrás, contemplando la sangre que tenía en las
+manos. Desde el fondo de las estancias llegaba hasta mí el lloro de las
hermanas y los gritos ya roncos de aquella que clamaba enloquecida:</p>
-<p>&mdash;Fu Satans!... Fu Satans!...</p>
+<p>&mdash;¡Fué Satanás!... ¡Fué Satanás!...</p>
-<p>Sent miedo. Baj las caballerizas y con ayuda de un criado enganch
-los caballos la silla de posta. Part al galope. Al desaparecer bajo
-el arco de la plaza, volv los ojos<a name="page_218" id="page_218"></a> llenos de lgrimas para enviarle
-un adis al Palacio Gaetani. En la ventana, siempre abierta, me pareci
-distinguir una sombra trgica y desolada. Pobre sombra envejecida,
-arrugada, miedosa que vaga todava por aquellas estancias, y todava
-cree verme acechndola en la oscuridad! Me contaron que ahora, al cabo
-de tantos aos, ya repite sin pasin, sin duelo, con la monotona de una
+<p>Sentí miedo. Bajé á las caballerizas y con ayuda de un criado enganché
+los caballos á la silla de posta. Partí al galope. Al desaparecer bajo
+el arco de la plaza, volví los ojos<a name="page_218" id="page_218"></a> llenos de lágrimas para enviarle
+un adiós al Palacio Gaetani. En la ventana, siempre abierta, me pareció
+distinguir una sombra trágica y desolada. ¡Pobre sombra envejecida,
+arrugada, miedosa que vaga todavía por aquellas estancias, y todavía
+cree verme acechándola en la oscuridad! Me contaron que ahora, al cabo
+de tantos años, ya repite sin pasión, sin duelo, con la monotonía de una
vieja que reza:</p>
-<p class="c"><small>FU SATANS!</small></p>
+<p class="c"><small>¡FUÉ SATANÁS!</small></p>
<p class="figcenter">
<img src="images/ill_pg_218.jpg" width="242" height="34" alt="" title="" />
@@ -3249,404 +3212,24 @@ vieja que reza:</p>
<p><a name="page_221" id="page_221"></a>&nbsp;&nbsp;</p>
-<p class="cb">ACABSE DE IMPRIMIR ESTE LIBRO<br />
-EN LA IMPRENTA HELNICA<br />
-DE MADRID XXX DAS<br />
+<p class="cb">ACABÓSE DE IMPRIMIR ESTE LIBRO<br />
+EN LA IMPRENTA HELÉNICA<br />
+DE MADRID Á XXX DÍAS<br />
DEL MES DE MAYO<br />
DE MCMXIII<br />
-AOS<br />
+AÑOS<br />
</p>
<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary=""
style="padding:2%;border:3px dotted gray;">
-<tr><td align="center">Errores corregidos por el transcriptor del texto electnico:</td></tr>
+<tr><td align="center">Errores corregidos por el transcriptor del texto electónico:</td></tr>
<tr><td align="center">que <span class="errata">llenaba</span> la capilla pidiendo=> que llenaban la capilla pidiendo {pg 94}</td></tr>
<tr><td align="center">Al <span class="errata">desaparer</span> bajo el arco=> Al desaparecer bajo el arco {pg 217}</td></tr>
</table>
<hr class="full" />
-
-
-
-
-
-
-
-<pre>
-
-
-
-
-
-End of Project Gutenberg's Sonata de primavera, by Ramn del Valle-Incln
-
-*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK SONATA DE PRIMAVERA ***
-
-***** This file should be named 42440-h.htm or 42440-h.zip *****
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-</pre>
-
+<div>*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK 42440 ***</div>
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