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| author | nfenwick <nfenwick@pglaf.org> | 2025-03-08 00:51:17 -0800 |
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You may copy it, give it away or -re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included -with this eBook or online at www.gutenberg.org - - -Title: Sonata de primavera - memorias del marqus de Bradomn - -Author: Ramn del Valle-Incln - -Release Date: March 30, 2013 [EBook #42440] - -Language: Spanish - -Character set encoding: ISO-8859-1 - -*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK SONATA DE PRIMAVERA *** - - - - -Produced by Chuck Greif and the Online Distributed -Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This file was -produced from images available at The Internet Archive) - - - - - - -</pre> +<div>*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK 42440 ***</div> <hr class="full" /> @@ -103,7 +66,7 @@ produced from images available at The Internet Archive) <p style="clear:both;"><a name="page_002" id="page_002"></a> </p> -<p class="ccol">PERLADO, PAEZ Y COMPAA, EDITORES.—MADRID</p> +<p class="ccol">PERLADO, PAEZ Y COMPAÑÍA, EDITORES.—MADRID</p> <p><a name="page_003" id="page_003"></a> </p> @@ -159,17 +122,17 @@ VOL V" /></a> <p class="figcenter"> <a href="images/ill_pg_009_lg.jpg"> -<img src="images/ill_pg_009.jpg" width="392" height="550" alt="NO hace todava tres aos viva yo escribiendo novelas -por entregas, que firmaba orgulloso, no s si por desdn si por -despecho. Me complaca dolorosamente la oscuridad de mi nombre y el -olvido en que todos me tenan. Hubiera querido entonces que los libros +<img src="images/ill_pg_009.jpg" width="392" height="550" alt="NO hace todavía tres años vivía yo escribiendo novelas +por entregas, que firmaba orgulloso, no sé si por desdén si por +despecho. Me complacía dolorosamente la oscuridad de mi nombre y el +olvido en que todos me tenían. Hubiera querido entonces que los libros estuviesen escritos en letra lombarda, como las antiguas ejecutorias, y -que slo algunos" title="NO hace todava tres aos viva yo escribiendo novelas -por entregas, que firmaba orgulloso, no s si por desdn si por -despecho. Me complaca dolorosamente la oscuridad de mi nombre y el -olvido en que todos me tenan. Hubiera querido entonces que los libros +que sólo algunos" title="NO hace todavía tres años vivía yo escribiendo novelas +por entregas, que firmaba orgulloso, no sé si por desdén si por +despecho. Me complacía dolorosamente la oscuridad de mi nombre y el +olvido en que todos me tenían. Hubiera querido entonces que los libros estuviesen escritos en letra lombarda, como las antiguas ejecutorias, y -que slo algunos" /></a> +que sólo algunos" /></a> </p> <p><a name="page_010" id="page_010"></a></p> @@ -177,35 +140,35 @@ que slo algunos" /></a> <p class="figcenter"> <a href="images/ill_pg_010_lg.jpg"> <img src="images/ill_pg_010.jpg" width="385" height="550" alt="iniciados pudiesen leerlas. Esta quimera ha sido para -m como un talismn. Ella me ha guardado de las competencias mezquinas, +mí como un talismán. Ella me ha guardado de las competencias mezquinas, y por ella no he sentido las crueldades de una vida toda de dolor. Solo, -altivo y pobre he llegado la literatura sin enviar mis libros esos -que llaman crticos, y sin sentarme una sola vez en el corro donde +altivo y pobre he llegado á la literatura sin enviar mis libros á esos +que llaman críticos, y sin sentarme una sola vez en el corro donde á diario alientan sus vanidades las hembras y los eunucos del Arte. De -alguien, sin embargo, he recibido proteccin tan generosa y noble, -que sin ella nunca hubiera escrito las Memorias del Marqus de -Bradomn. Tal proteccin, nica en mi vida, fu de un gran literato -y de un gran corazn: He nombrado Don Jos Ortega Munilla. +alguien, sin embargo, he recibido protección tan generosa y noble, +que sin ella nunca hubiera escrito las Memorias del Marqués de +Bradomín. Tal protección, única en mi vida, fué de un gran literato +y de un gran corazón: He nombrado á Don José Ortega Munilla. Hoy quiero ofrecerle este libro con aquel ingenuo y amoroso respeto que, -cuando yo era nio, ofrecan los pastores de los casales amigos el ms +cuando yo era niño, ofrecían los pastores de los casales amigos el más blanco de sus corderos en la casa de mi padre. V.-I. Real Sitio de Aranjuez.—Mayo de 1904." title="iniciados pudiesen leerlas. Esta quimera ha sido para -m como un talismn. Ella me ha guardado de las competencias mezquinas, +mí como un talismán. Ella me ha guardado de las competencias mezquinas, y por ella no he sentido las crueldades de una vida toda de dolor. Solo, -altivo y pobre he llegado la literatura sin enviar mis libros esos -que llaman crticos, y sin sentarme una sola vez en el corro donde +altivo y pobre he llegado á la literatura sin enviar mis libros á esos +que llaman críticos, y sin sentarme una sola vez en el corro donde á diario alientan sus vanidades las hembras y los eunucos del Arte. De -alguien, sin embargo, he recibido proteccin tan generosa y noble, -que sin ella nunca hubiera escrito las Memorias del Marqus de -Bradomn. Tal proteccin, nica en mi vida, fu de un gran literato -y de un gran corazn: He nombrado Don Jos Ortega Munilla. +alguien, sin embargo, he recibido protección tan generosa y noble, +que sin ella nunca hubiera escrito las Memorias del Marqués de +Bradomín. Tal protección, única en mi vida, fué de un gran literato +y de un gran corazón: He nombrado á Don José Ortega Munilla. Hoy quiero ofrecerle este libro con aquel ingenuo y amoroso respeto que, -cuando yo era nio, ofrecan los pastores de los casales amigos el ms +cuando yo era niño, ofrecían los pastores de los casales amigos el más blanco de sus corderos en la casa de mi padre. V.-I. @@ -224,45 +187,45 @@ Real Sitio de Aranjuez.—Mayo de 1904." /></a></p> <a href="images/ill_pg_013_lg.jpg"> <img src="images/ill_pg_013.jpg" width="364" height="550" alt="SONETO AUTUMNAL PARA -EL SEOR MARQUS DE BRADOMN +EL SEÑOR MARQUÉS DE BRADOMÍN -MARQVS (COMO EL DIVINO LO ERES) TE SALUDO! +MARQVÉS (COMO EL DIVINO LO ERES) TE SALUDO! -Es el Otoo y vengo de un Versalles doliente, -Haca mucho fro y erraba vulgar gente, +Es el Otoño y vengo de un Versalles doliente, +Hacía mucho frío y erraba vulgar gente, El chorro de agua de Verlaine, estaba mudo. -Me qued pensativo ante un mrmol desnudo, -Cuando vi una paloma que cruz de repente, -Y por caso de cerebracin inconsciente, -Pens en ti. Toda exgesis en este caso eludo. -Versalles melanclico, una paloma, un lindo -Mrmol, un vulgo errante municipal y espeso, +Me quedé pensativo ante un mármol desnudo, +Cuando vi una paloma que cruzó de repente, +Y por caso de cerebración inconsciente, +Pensé en ti. Toda exégesis en este caso eludo. +Versalles melancólico, una paloma, un lindo +Mármol, un vulgo errante municipal y espeso, Anteriores lecturas de tus sutiles prosas, -La reciente impresin de tus triunfos... Prescindo -De ms detalles, para explicarte por eso -Como autumnal te envo este ramo de rosas. +La reciente impresión de tus triunfos... Prescindo +De más detalles, para explicarte por eso +Como autumnal te envío este ramo de rosas. -Rubn Daro" title="SONETO AUTUMNAL +Rubén Darío" title="SONETO AUTUMNAL PARA -EL SEOR MARQUS DE BRADOMN +EL SEÑOR MARQUÉS DE BRADOMÍN -MARQVS (COMO EL DIVINO LO ERES) TE SALUDO! +MARQVÉS (COMO EL DIVINO LO ERES) TE SALUDO! -Es el Otoo y vengo de un Versalles doliente, -Haca mucho fro y erraba vulgar gente, +Es el Otoño y vengo de un Versalles doliente, +Hacía mucho frío y erraba vulgar gente, El chorro de agua de Verlaine, estaba mudo. -Me qued pensativo ante un mrmol desnudo, -Cuando vi una paloma que cruz de repente, -Y por caso de cerebracin inconsciente, -Pens en ti. Toda exgesis en este caso eludo. -Versalles melanclico, una paloma, un lindo -Mrmol, un vulgo errante municipal y espeso, +Me quedé pensativo ante un mármol desnudo, +Cuando vi una paloma que cruzó de repente, +Y por caso de cerebración inconsciente, +Pensé en ti. Toda exégesis en este caso eludo. +Versalles melancólico, una paloma, un lindo +Mármol, un vulgo errante municipal y espeso, Anteriores lecturas de tus sutiles prosas, -La reciente impresin de tus triunfos... Prescindo -De ms detalles, para explicarte por eso -Como autumnal te envo este ramo de rosas. +La reciente impresión de tus triunfos... Prescindo +De más detalles, para explicarte por eso +Como autumnal te envío este ramo de rosas. -Rubn Daro" /></a></p> +Rubén Darío" /></a></p> <p class="figcenter"> <a href="images/ill_pg_014_lg.jpg"> @@ -274,76 +237,76 @@ title="MI SANGRE SE DERRAMA POR LA CAZA QUE CAZO" /></a> <p class="figcenter"> <a href="images/ill_pg_015_lg.jpg"> -<img src="images/ill_pg_015.jpg" width="376" height="550" alt="MEMORIAS DEL MARQVS DE BRADOMN" -title="MEMORIAS DEL MARQVS DE BRADOMN" /></a> +<img src="images/ill_pg_015.jpg" width="376" height="550" alt="MEMORIAS DEL MARQVÉS DE BRADOMÍN" +title="MEMORIAS DEL MARQVÉS DE BRADOMÍN" /></a> </p> <p><a name="page_016" id="page_016"></a></p> <p class="nind"><i>NOTA</i></p> -<p><i>Estas pginas son un fragmento de las Memorias Amables, que ya muy -viejo empez escribir en la emigracin el Marqus de Bradomn. Un Don -Juan admirable. El ms admirable tal vez!...</i></p> +<p><i>Estas páginas son un fragmento de las «Memorias Amables», que ya muy +viejo empezó á escribir en la emigración el Marqués de Bradomín. Un Don +Juan admirable. ¡El más admirable tal vez!...</i></p> -<p><i>Era feo, catlico y sentimental.</i><a name="page_017" id="page_017"></a></p> +<p><i>Era feo, católico y sentimental.</i><a name="page_017" id="page_017"></a></p> <h1>M E M O R I A S D E L<br /> M A R Q V E S D E B R A D O M I N<img src="images/ill_pg_017.png" width="55" height="23" -alt="decoracin no disponible" -title="decoracin no disponible" /></h1> +alt="decoración no disponible" +title="decoración no disponible" /></h1> <p class="nind"><span class="lettre"><img src="images/ill_a.jpg" width="150" height="163" alt="A" -title="A" /></span>NOCHECA cuando la silla de posta traspuso la Puerta -Salaria y comenzamos cruzar la campia llena de misterio y de rumores -lejanos. Era la campia clsica de las vides y de los olivos, con sus -acueductos ruinosos, y sus colinas que tienen la graciosa ondulacin de +title="A" /></span>NOCHECÍA cuando la silla de posta traspuso la Puerta +Salaria y comenzamos á cruzar la campiña llena de misterio y de rumores +lejanos. Era la campiña clásica de las vides y de los olivos, con sus +acueductos ruinosos, y sus colinas que tienen la graciosa ondulación de los senos femeninos. La silla de posta caminaba por una vieja calzada: -Las mulas del tiro sacudan pesadamente las colleras, y el golpe<a name="page_018" id="page_018"></a> alegre +Las mulas del tiro sacudían pesadamente las colleras, y el golpe<a name="page_018" id="page_018"></a> alegre y desigual de los cascabeles despertaba un eco en los floridos olivares. Antiguos sepulcros orillaban el camino y mustios cipreses dejaban caer sobre ellos su sombra venerable.</p> -<p>La silla de posta segua siempre la vieja calzada, y mis ojos fatigados -de mirar en la noche, se cerraban con sueo. Al fin quedme dormido, y -no despert hasta cerca del amanecer, cuando la luna, ya muy plida, se -desvaneca en el cielo. Poco despus, todava entumecido por la quietud -y el fro de la noche, comenc oir el canto de madrugueros gallos, y -el murmullo bullente de un arroyo que pareca despertarse con el sol. A -lo lejos, almenados muros se destacaban negros y sombros sobre celajes -de fro azul. Era la vieja, la noble, la piadosa ciudad de Ligura.<a name="page_019" id="page_019"></a></p> +<p>La silla de posta seguía siempre la vieja calzada, y mis ojos fatigados +de mirar en la noche, se cerraban con sueño. Al fin quedéme dormido, y +no desperté hasta cerca del amanecer, cuando la luna, ya muy pálida, se +desvanecía en el cielo. Poco después, todavía entumecido por la quietud +y el frío de la noche, comencé á oir el canto de madrugueros gallos, y +el murmullo bullente de un arroyo que parecía despertarse con el sol. A +lo lejos, almenados muros se destacaban negros y sombríos sobre celajes +de frío azul. Era la vieja, la noble, la piadosa ciudad de Ligura.<a name="page_019" id="page_019"></a></p> <p>Entramos por la Puerta Lorencina. La silla de posta caminaba lentamente, -y el cascabeleo de las mulas hallaba un eco burln, casi sacrlego, en -las calles desiertas donde creca la yerba. Tres viejas, que parecan -tres sombras, esperaban acurrucadas la puerta de una iglesia todava -cerrada, pero otras campanas distantes ya tocaban la misa de alba. La -silla de posta segua una calle de huertos, de caserones y de conventos, -una calle antigua, enlosada y resonante. Bajo los aleros sombros +y el cascabeleo de las mulas hallaba un eco burlón, casi sacrílego, en +las calles desiertas donde crecía la yerba. Tres viejas, que parecían +tres sombras, esperaban acurrucadas á la puerta de una iglesia todavía +cerrada, pero otras campanas distantes ya tocaban á la misa de alba. La +silla de posta seguía una calle de huertos, de caserones y de conventos, +una calle antigua, enlosada y resonante. Bajo los aleros sombríos revoloteaban los gorriones, y en el fondo de la calle el farol de una -hornacina agonizaba. El tardo paso de las mulas me dej vislumbrar una -Madona: Sostena al Nio en el regazo, y el Nio, riente y desnudo, -tenda los brazos para alcanzar un pez que los dedos virginales de la -madre le mostraban<a name="page_020" id="page_020"></a> en alto, como en un juego cndido y celeste. La -silla de posta se detuvo. Estbamos las puertas del Colegio Clementino.</p> - -<p>Ocurra esto en los felices tiempos del Papa-Rey, y el Colegio -Clementino conservaba todas sus premticas, sus fueros y sus rentas. -Todava era retiro de ilustres varones, todava se le llamaba noble -archivo de las ciencias. El rectorado ejercalo desde haca muchos aos -un ilustre prelado: Monseor Estefano Gaetani, obispo de Betulia, de la -familia de los Prncipes Gaetani. Para aquel varn, lleno de evanglicas -virtudes y de ciencia teolgica, llevaba yo el capelo cardenalicio. Su -Santidad haba querido honrar mis juveniles aos, eligindome entre sus -guardias nobles, para tan alta misin. Yo soy Bibiena di Rienzo, por la -lnea de mi abuela<a name="page_021" id="page_021"></a> paterna. Julia Aldegrina, hija del Prncipe Mximo -de Bibiena, que muri en 1770, envenenado por la famosa comedianta -Simoneta la Corticelli, que tiene un largo captulo en las Memorias del +hornacina agonizaba. El tardo paso de las mulas me dejó vislumbrar una +Madona: Sostenía al Niño en el regazo, y el Niño, riente y desnudo, +tendía los brazos para alcanzar un pez que los dedos virginales de la +madre le mostraban<a name="page_020" id="page_020"></a> en alto, como en un juego cándido y celeste. La +silla de posta se detuvo. Estábamos á las puertas del Colegio Clementino.</p> + +<p>Ocurría esto en los felices tiempos del Papa-Rey, y el Colegio +Clementino conservaba todas sus premáticas, sus fueros y sus rentas. +Todavía era retiro de ilustres varones, todavía se le llamaba noble +archivo de las ciencias. El rectorado ejercíalo desde hacía muchos años +un ilustre prelado: Monseñor Estefano Gaetani, obispo de Betulia, de la +familia de los Príncipes Gaetani. Para aquel varón, lleno de evangélicas +virtudes y de ciencia teológica, llevaba yo el capelo cardenalicio. Su +Santidad había querido honrar mis juveniles años, eligiéndome entre sus +guardias nobles, para tan alta misión. Yo soy Bibiena di Rienzo, por la +línea de mi abuela<a name="page_021" id="page_021"></a> paterna. Julia Aldegrina, hija del Príncipe Máximo +de Bibiena, que murió en 1770, envenenado por la famosa comedianta +Simoneta la Corticelli, que tiene un largo capítulo en las Memorias del Caballero de Sentgal.</p> <p class="figcenter"> @@ -358,80 +321,80 @@ Caballero de Sentgal.</p> width="150" height="168" alt="D" -title="D" /></span>OS BEDELES con sotana y birreta pasebanse en el -claustro. Eran viejos y ceremoniosos. Al verme entrar corrieron mi +title="D" /></span>OS BEDELES con sotana y birreta paseábanse en el +claustro. Eran viejos y ceremoniosos. Al verme entrar corrieron á mi encuentro:</p> -<p>—Una gran desgracia, Excelencia! Una gran desgracia!</p> +<p>—¡Una gran desgracia, Excelencia! ¡Una gran desgracia!</p> -<p>Me detuve, mirndoles alternativamente:</p> +<p>Me detuve, mirándoles alternativamente:</p> -<p>—Qu ocurre?</p> +<p>—¿Qué ocurre?</p> -<p>Los dos bedeles suspiraron. Uno de ellos comenz:<a name="page_024" id="page_024"></a></p> +<p>Los dos bedeles suspiraron. Uno de ellos comenzó:<a name="page_024" id="page_024"></a></p> <p>—Nuestro sabio rector...</p> -<p>Y el otro, lloroso y doctoral, rectific:</p> +<p>Y el otro, lloroso y doctoral, rectificó:</p> -<p>—Nuestro amantsimo padre, Excelencia!... Nuestro amantsimo padre, -nuestro maestro, nuestro gua, est en trance de muerte. Ayer sufri un -accidente hallndose en casa de su hermana...</p> +<p>—¡Nuestro amantísimo padre, Excelencia!... Nuestro amantísimo padre, +nuestro maestro, nuestro guía, está en trance de muerte. Ayer sufrió un +accidente hallándose en casa de su hermana...</p> -<p>Y aqu el otro bedel, que callaba enjugndose los ojos, rectific su +<p>Y aquí el otro bedel, que callaba enjugándose los ojos, rectificó á su vez:</p> -<p>—La Seora Princesa Gaetani. Una dama espaola que estuvo casada con el -hermano mayor de Su Ilustrsima. El Prncipe Filipo Gaetani. An no hace -el ao que falleci en una cacera. Otra gran desgracia, Excelencia!</p> +<p>—La Señora Princesa Gaetani. Una dama española que estuvo casada con el +hermano mayor de Su Ilustrísima. El Príncipe Filipo Gaetani. Aún no hace +el año que falleció en una cacería. ¡Otra gran desgracia, Excelencia!</p> -<p>Yo interrump un poco impaciente:</p> +<p>Yo interrumpí un poco impaciente:</p> -<p>—Monseor ha sido trasladado al Colegio?<a name="page_025" id="page_025"></a></p> +<p>—¿Monseñor ha sido trasladado al Colegio?<a name="page_025" id="page_025"></a></p> -<p>—No lo ha consentido la Seora Princesa. Ya os digo que est en trance +<p>—No lo ha consentido la Señora Princesa. Ya os digo que está en trance de muerte.</p> -<p>Inclinme con solemne pesadumbre:</p> - -<p>—Acatemos la voluntad de Dios!</p> - -<p>Los dos bedeles se santiguaron devotamente. All en el fondo del -claustro resonaba un campanilleo argentino, grave, litrgico. Era -el vitico para Monseor, y los bedeles se quitaron las birretas. -Poco despus, bajo los arcos, comenzaron desfilar los colegiales: -Humanistas y telogos, doctores y bachilleres formaban larga procesin. -Salan por un arco divididos en dos hileras, y rezaban con sordo rumor. -Sus manos cruzadas sobre el pecho, opriman las birretas, mientras las -flotantes becas barran las losas. Yo hinqu una rodilla en tierra y -los mir pasar. Bachilleres y doctores tambin me miraban.<a name="page_026" id="page_026"></a> Mi manto de -guardia noble pregonaba quin era yo, y ellos lo comentaban en voz baja. -Cuando pasaron todos, me levant y segu detrs.</p> - -<p>La campanilla del vitico ya resonaba en el confn de la calle. De -tiempo en tiempo algn viejo devoto sala de su casa con un farol -encendido, y haciendo la seal de la cruz se incorporaba al cortejo. -Nos detuvimos en una plaza solitaria, frente un palacio que tena -todas las ventanas iluminadas. Lentamente el cortejo penetr en el ancho -zagun. Bajo la bveda, el rumor de los rezos se hizo ms grave, y el +<p>Inclinéme con solemne pesadumbre:</p> + +<p>—¡Acatemos la voluntad de Dios!</p> + +<p>Los dos bedeles se santiguaron devotamente. Allá en el fondo del +claustro resonaba un campanilleo argentino, grave, litúrgico. Era +el viático para Monseñor, y los bedeles se quitaron las birretas. +Poco después, bajo los arcos, comenzaron á desfilar los colegiales: +Humanistas y teólogos, doctores y bachilleres formaban larga procesión. +Salían por un arco divididos en dos hileras, y rezaban con sordo rumor. +Sus manos cruzadas sobre el pecho, oprimían las birretas, mientras las +flotantes becas barrían las losas. Yo hinqué una rodilla en tierra y +los miré pasar. Bachilleres y doctores también me miraban.<a name="page_026" id="page_026"></a> Mi manto de +guardia noble pregonaba quién era yo, y ellos lo comentaban en voz baja. +Cuando pasaron todos, me levanté y seguí detrás.</p> + +<p>La campanilla del viático ya resonaba en el confín de la calle. De +tiempo en tiempo algún viejo devoto salía de su casa con un farol +encendido, y haciendo la señal de la cruz se incorporaba al cortejo. +Nos detuvimos en una plaza solitaria, frente á un palacio que tenía +todas las ventanas iluminadas. Lentamente el cortejo penetró en el ancho +zaguán. Bajo la bóveda, el rumor de los rezos se hizo más grave, y el argentino son de la campanilla revoloteaba glorioso sobre las voces apagadas y contritas.</p> -<p>Subimos la seorial escalera. Hallbanse francas todas las puertas, -y viejos criados<a name="page_027" id="page_027"></a> con hachas de cera nos guiaron travs de los -salones desiertos. La cmara donde agoniza Monseor Estefano Gaetani -estaba sumida en religiosa oscuridad. El noble prelado yaca sobre un -lecho antiguo con dosel de seda. Tena cerrados los ojos: Su cabeza -desapareca en el hoyo de las almohadas, y su corvo perfil de patricio -romano destacbase en la penumbra, inmvil, blanco, sepulcral, como el -perfil de las estatuas yacentes. En el fondo de la estancia, donde haba +<p>Subimos la señorial escalera. Hallábanse francas todas las puertas, +y viejos criados<a name="page_027" id="page_027"></a> con hachas de cera nos guiaron á través de los +salones desiertos. La cámara donde agoniza Monseñor Estefano Gaetani +estaba sumida en religiosa oscuridad. El noble prelado yacía sobre un +lecho antiguo con dosel de seda. Tenía cerrados los ojos: Su cabeza +desaparecía en el hoyo de las almohadas, y su corvo perfil de patricio +romano destacábase en la penumbra, inmóvil, blanco, sepulcral, como el +perfil de las estatuas yacentes. En el fondo de la estancia, donde había un altar, rezaban arrodilladas la Princesa y sus cinco hijas.</p> -<p>La Princesa Gaetani era una dama todava hermosa, blanca y rubia: Tena +<p>La Princesa Gaetani era una dama todavía hermosa, blanca y rubia: Tenía la boca muy roja, las manos como de nieve, dorados los ojos y dorado -el cabello. Al verme clav en m una larga mirada y sonri con amable<a name="page_028" id="page_028"></a> -tristeza. Yo me inclin y volv contemplarla. Aquella Princesa Gaetani -me recordaba el retrato de Mara de Mdicis, pintado cuando sus bodas +el cabello. Al verme clavó en mí una larga mirada y sonrió con amable<a name="page_028" id="page_028"></a> +tristeza. Yo me incliné y volví á contemplarla. Aquella Princesa Gaetani +me recordaba el retrato de María de Médicis, pintado cuando sus bodas con el Rey de Francia, por Pedro Pablo Rubens.</p> <p class="figcenter"> @@ -444,130 +407,130 @@ con el Rey de Francia, por Pedro Pablo Rubens.</p> width="150" height="165" alt="M" -title="M" /></span>ONSEOR apenas pudo entreabrir los ojos y alzarse sobre -las almohadas cuando el sacerdote que llevaba el vitico se acerc -su lecho: Recibida la comunin, su cabeza volvi caer desfallecida, -mientras sus labios balbuceaban una oracin latina, fervorosos y torpes. -El cortejo comenz retirarse en silencio: Yo tambin sal de la -alcoba. Al cruzar la antecmara, acercse m un familiar de Monseor:<a name="page_030" id="page_030"></a></p> +title="M" /></span>ONSEÑOR apenas pudo entreabrir los ojos y alzarse sobre +las almohadas cuando el sacerdote que llevaba el viático se acercó á +su lecho: Recibida la comunión, su cabeza volvió á caer desfallecida, +mientras sus labios balbuceaban una oración latina, fervorosos y torpes. +El cortejo comenzó á retirarse en silencio: Yo también salí de la +alcoba. Al cruzar la antecámara, acercóse á mí un familiar de Monseñor:<a name="page_030" id="page_030"></a></p> -<p>—Vos, sin duda, sois el enviado de Su Santidad?...</p> +<p>—¿Vos, sin duda, sois el enviado de Su Santidad?...</p> -<p>—As es: Soy el Marqus de Bradomn.</p> +<p>—Así es: Soy el Marqués de Bradomín.</p> -<p>—La Princesa acaba de decrmelo...</p> +<p>—La Princesa acaba de decírmelo...</p> -<p>—La Princesa me conoce?</p> +<p>—¿La Princesa me conoce?</p> -<p>—Ha conocido vuestros padres.</p> +<p>—Ha conocido á vuestros padres.</p> -<p>—Cundo podr ofrecerle mis respetos?</p> +<p>—¿Cuándo podré ofrecerle mis respetos?</p> <p>—La Princesa desea hablaros ahora mismo.</p> -<p>Nos apartamos para seguir la pltica en el hueco de una ventana. Cuando -desfilaron los ltimos colegiales y qued desierta la antecmara, mir -instintivamente hacia la puerta de la alcoba, y vi la Princesa que -sala rodeada de sus hijas, enjugndose los ojos con un pauelo de -encajes. Me acerqu y le bes la mano. Ella murmur dbilmente:</p> +<p>Nos apartamos para seguir la plática en el hueco de una ventana. Cuando +desfilaron los últimos colegiales y quedó desierta la antecámara, miré +instintivamente hacia la puerta de la alcoba, y vi á la Princesa que +salía rodeada de sus hijas, enjugándose los ojos con un pañuelo de +encajes. Me acerqué y le besé la mano. Ella murmuró débilmente:</p> -<p>—En qu triste ocasin vuelvo verte, hijo mo!<a name="page_031" id="page_031"></a></p> +<p>—¡En qué triste ocasión vuelvo á verte, hijo mío!<a name="page_031" id="page_031"></a></p> <p>La voz de la Princesa Gaetani despertaba en mi alma un mundo de -recuerdos lejanos que tenan esa vaguedad risuea y feliz de los -recuerdos infantiles. La Princesa continu:</p> +recuerdos lejanos que tenían esa vaguedad risueña y feliz de los +recuerdos infantiles. La Princesa continuó:</p> -<p>—Qu sabes de tu madre? De nio te parecas mucho ella, ahora no... -Cuntas veces te tuve en mi regazo! No te acuerdas de m?</p> +<p>—¿Qué sabes de tu madre? De niño te parecías mucho á ella, ahora no... +¡Cuántas veces te tuve en mi regazo! ¿No te acuerdas de mí?</p> -<p>Yo murmur indeciso:</p> +<p>Yo murmuré indeciso:</p> <p>—Me acuerdo de la voz...</p> -<p>Y call evocando el pasado. La Princesa Gaetani me contemplaba -sonriendo, y de pronto, en el dorado misterio de sus ojos, yo adivin -quin era. mi vez sonre: Ella entonces me dijo:</p> +<p>Y callé evocando el pasado. La Princesa Gaetani me contemplaba +sonriendo, y de pronto, en el dorado misterio de sus ojos, yo adiviné +quién era. Á mi vez sonreí: Ella entonces me dijo:</p> -<p>—Ya te acuerdas?</p> +<p>—¿Ya te acuerdas?</p> -<p>—S...<a name="page_032" id="page_032"></a></p> +<p>—Sí...<a name="page_032" id="page_032"></a></p> -<p>—Quin soy?</p> +<p>—¿Quién soy?</p> -<p>Volv besar su mano, y luego respond:</p> +<p>Volví á besar su mano, y luego respondí:</p> -<p>—La hija del Marqus de Agar...</p> +<p>—La hija del Marqués de Agar...</p> -<p>Sonri tristemente recordando su juventud, y me present sus hijas:</p> +<p>Sonrió tristemente recordando su juventud, y me presentó á sus hijas:</p> -<p>—Mara del Rosario, Mara del Carmen, Mara del Pilar, Mara de la -Soledad, Mara de las Nieves... Las cinco son Maras.</p> +<p>—María del Rosario, María del Carmen, María del Pilar, María de la +Soledad, María de las Nieves... Las cinco son Marías.</p> -<p>Con una sola y profunda reverencia las salude todas. La mayor, Mara -del Rosario, era una mujer de veinte aos, y la ms pequea, Mara de -las Nieves, una nia de cinco. Todas me parecieron bellas y gentiles. -Mara del Rosario era plida, con los ojos negros, llenos de luz -ardiente y lnguida. Las otras, en todo semejantes su madre, tenan -dorados los ojos y el cabello. La Princesa tom asiento en un ancho -sof de damasco<a name="page_033" id="page_033"></a> carmes, y empez hablarme en voz baja. Sus hijas se -retiraron en silencio, despidindose de m con una sonrisa, que era la -vez tmida y amable. Mara del Rosario sali la ltima. Creo que adems -de sus labios me sonrieron sus ojos, pero han pasado tantos aos, que -no puedo asegurarlo. Lo que recuerdo todava es que vindola alejarse, -sent que una nube de vaga tristeza me cubra el alma. La Princesa -se qued un momento con la mirada fija en la puerta por donde haban +<p>Con una sola y profunda reverencia las salude á todas. La mayor, María +del Rosario, era una mujer de veinte años, y la más pequeña, María de +las Nieves, una niña de cinco. Todas me parecieron bellas y gentiles. +María del Rosario era pálida, con los ojos negros, llenos de luz +ardiente y lánguida. Las otras, en todo semejantes á su madre, tenían +dorados los ojos y el cabello. La Princesa tomó asiento en un ancho +sofá de damasco<a name="page_033" id="page_033"></a> carmesí, y empezó á hablarme en voz baja. Sus hijas se +retiraron en silencio, despidiéndose de mí con una sonrisa, que era á la +vez tímida y amable. María del Rosario salió la última. Creo que además +de sus labios me sonrieron sus ojos, pero han pasado tantos años, que +no puedo asegurarlo. Lo que recuerdo todavía es que viéndola alejarse, +sentí que una nube de vaga tristeza me cubría el alma. La Princesa +se quedó un momento con la mirada fija en la puerta por donde habían desaparecido sus hijas, y luego, con aquella sonrisa de dama amable y devota, me dijo:</p> -<p>—Ya las conoces!</p> +<p>—¡Ya las conoces!</p> -<p>Yo me inclin:</p> +<p>Yo me incliné:</p> -<p>—Son tan bellas como su madre!</p> +<p>—¡Son tan bellas como su madre!</p> -<p>—Son muy buenas y eso vale ms.</p> +<p>—Son muy buenas y eso vale más.</p> -<p>Yo guard silencio, porque siempre he<a name="page_034" id="page_034"></a> credo que la bondad de las -mujeres es todava ms efmera que su hermosura. Aquella pobre seora -crea lo contrario, y continu:</p> +<p>Yo guardé silencio, porque siempre he<a name="page_034" id="page_034"></a> creído que la bondad de las +mujeres es todavía más efímera que su hermosura. Aquella pobre señora +creía lo contrario, y continuó:</p> -<p>—Mara Rosario entrar en un convento dentro de pocos das. Dios la -haga llegar ser otra Beata Francisca Gaetani!</p> +<p>—María Rosario entrará en un convento dentro de pocos días. ¡Dios la +haga llegar á ser otra Beata Francisca Gaetani!</p> -<p>Yo murmur con solemnidad:</p> +<p>Yo murmuré con solemnidad:</p> -<p>—Es una separacin tan cruel como la muerte!</p> +<p>—¡Es una separación tan cruel como la muerte!</p> -<p>La Princesa me interrumpi vivamente:</p> +<p>La Princesa me interrumpió vivamente:</p> -<p>—Sin duda que es un dolor muy grande, pero tambin es un consuelo saber +<p>—Sin duda que es un dolor muy grande, pero también es un consuelo saber que las tentaciones y los riesgos del mundo no existen para ese ser -querido. Si todas mis hijas entrasen en un convento, yo las seguira -feliz... Desgraciadamente no son todas como Mara Rosario!</p> +querido. Si todas mis hijas entrasen en un convento, yo las seguiría +feliz... ¡Desgraciadamente no son todas como María Rosario!</p> -<p>Call, suspirando con la mirada abstrada,<a name="page_035" id="page_035"></a> y en el fondo dorado de sus -ojos yo cre ver la llama de un fanatismo trgico y sombro. En aquel -momento, uno de los familiares que velaban Monseor Gaetani asomse - la puerta de la alcoba, y all estuvo sin hacer ruido, dudoso de -turbar nuestro silencio, hasta que la Princesa se dign interrogarle, -suspirando entre desdeosa y afable:</p> +<p>Calló, suspirando con la mirada abstraída,<a name="page_035" id="page_035"></a> y en el fondo dorado de sus +ojos yo creí ver la llama de un fanatismo trágico y sombrío. En aquel +momento, uno de los familiares que velaban á Monseñor Gaetani asomóse +á la puerta de la alcoba, y allí estuvo sin hacer ruido, dudoso de +turbar nuestro silencio, hasta que la Princesa se dignó interrogarle, +suspirando entre desdeñosa y afable:</p> -<p>—Qu ocurre, Don Antonino?</p> +<p>—¿Qué ocurre, Don Antonino?</p> -<p>Don Antonino sonri con beatitud:</p> +<p>Don Antonino sonrió con beatitud:</p> -<p>—Ocurre, Excelencia, que Monseor desea hablar al enviado de Su +<p>—Ocurre, Excelencia, que Monseñor desea hablar al enviado de Su Santidad.</p> -<p>—Sabe que est aqu?</p> +<p>—¿Sabe que está aquí?</p> -<p>—Lo sabe, s, Excelencia. Le ha visto cuando recibi la Santa Uncin. -Aun cuando pudiera parecer lo contrario, Monseor no ha perdido el +<p>—Lo sabe, sí, Excelencia. Le ha visto cuando recibió la Santa Unción. +Aun cuando pudiera parecer lo contrario, Monseñor no ha perdido el conocimiento un solo instante.</p> -<p> todo esto yo me haba puesto en pie. La<a name="page_036" id="page_036"></a> Princesa me alarg su mano, -que todava en aquel trance supe besar con ms galantera que respeto, y -entr en la cmara donde agonizaba Monseor.</p> +<p>Á todo esto yo me había puesto en pie. La<a name="page_036" id="page_036"></a> Princesa me alargó su mano, +que todavía en aquel trance supe besar con más galantería que respeto, y +entré en la cámara donde agonizaba Monseñor.</p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_036.jpg" width="136" height="96" alt="" title="" /> @@ -579,100 +542,100 @@ entr en la cmara donde agonizaba Monseor.</p> width="150" height="162" alt="E" -title="E" /></span>L NOBLE prelado fij en m los ojos moribundos y quiso -bendecirme, pero su mano cay desfallecida lo largo del cuerpo, al -mismo tiempo que una lgrima le resbalaba lenta y angustiosa por la -mejilla. En el silencio de la cmara, slo el resuello de su respiracin +title="E" /></span>L NOBLE prelado fijó en mí los ojos moribundos y quiso +bendecirme, pero su mano cayó desfallecida á lo largo del cuerpo, al +mismo tiempo que una lágrima le resbalaba lenta y angustiosa por la +mejilla. En el silencio de la cámara, sólo el resuello de su respiración se escuchaba. Al cabo de un momento pudo decir con afanoso balbuceo:</p> -<p>—Seor Capitn, quiero que llevis el testimonio<a name="page_038" id="page_038"></a> de mi gratitud al +<p>—Señor Capitán, quiero que llevéis el testimonio<a name="page_038" id="page_038"></a> de mi gratitud al Santo Padre...</p> -<p>Call, y estuvo largo espacio con los ojos cerrados. Sus labios secos -y azulencos, parecan agitados por el temblor de un rezo. Al abrir de -nuevo los ojos, continu:</p> +<p>Calló, y estuvo largo espacio con los ojos cerrados. Sus labios secos +y azulencos, parecían agitados por el temblor de un rezo. Al abrir de +nuevo los ojos, continuó:</p> -<p>—Mis horas estn contadas. Los honores, las grandezas, las jerarquas, -todo cuanto ambicion durante mi vida, en este momento se esparce -como vana ceniza ante mis ojos de moribundo. Dios Nuestro Seor no me +<p>—Mis horas están contadas. Los honores, las grandezas, las jerarquías, +todo cuanto ambicioné durante mi vida, en este momento se esparce +como vana ceniza ante mis ojos de moribundo. Dios Nuestro Señor no me abandona, y me muestra la aspereza y desnudez de todas las cosas... Me cercan las sombras de la Eternidad, pero mi alma se ilumina interiormente con las claridades divinas de la Gracia...</p> -<p>Otra vez tuvo que interrumpirse, y falto de fuerzas cerr los ojos. -Uno de los familiares acercse y le enjug la frente sudorosa con<a name="page_039" id="page_039"></a> un -pauelo de fina batista. Despus, dirigindose m, murmur en voz baja:</p> +<p>Otra vez tuvo que interrumpirse, y falto de fuerzas cerró los ojos. +Uno de los familiares acercóse y le enjugó la frente sudorosa con<a name="page_039" id="page_039"></a> un +pañuelo de fina batista. Después, dirigiéndose á mí, murmuró en voz baja:</p> -<p>—Seor Capitn, procurad que no hable.</p> +<p>—Señor Capitán, procurad que no hable.</p> -<p>Yo asent con un gesto. Monseor abri los ojos, y nos mir los dos. -Un murmullo apagado sali de sus labios: Me inclin para oirle, pero -no pude entender lo que deca. El familiar me apart suavemente, y -doblndose su vez sobre el pecho del moribundo, pronunci con amable +<p>Yo asentí con un gesto. Monseñor abrió los ojos, y nos miró á los dos. +Un murmullo apagado salió de sus labios: Me incliné para oirle, pero +no pude entender lo que decía. El familiar me apartó suavemente, y +doblándose á su vez sobre el pecho del moribundo, pronunció con amable imperio:</p> -<p>—Ahora es preciso que descanse Su Ilustrsima! No hablis...</p> +<p>—¡Ahora es preciso que descanse Su Ilustrísima! No habléis...</p> -<p>El prelado hizo un gesto doloroso. El familiar volvi pasarle el -pauelo por la frente, y al mismo tiempo, sus ojos sagaces de clrigo -italiano, me indicaban que no deba continuar all. Como ello era -tambin mi deseo, le hice una cortesa y me alej. El familiar ocupo<a name="page_040" id="page_040"></a> -un silln que haba cercano la cabecera, y recogiendo suavemente los -hbitos, se dispuso meditar, acaso dormir, pero en aquel momento -advirti Monseor que yo me retiraba, y alzndose con supremo esfuerzo, -me llam:</p> +<p>El prelado hizo un gesto doloroso. El familiar volvió á pasarle el +pañuelo por la frente, y al mismo tiempo, sus ojos sagaces de clérigo +italiano, me indicaban que no debía continuar allí. Como ello era +también mi deseo, le hice una cortesía y me alejé. El familiar ocupo<a name="page_040" id="page_040"></a> +un sillón que había cercano á la cabecera, y recogiendo suavemente los +hábitos, se dispuso á meditar, ó acaso á dormir, pero en aquel momento +advirtió Monseñor que yo me retiraba, y alzándose con supremo esfuerzo, +me llamó:</p> -<p>—No te vayas, hijo mo! Quiero que lleves mi confesin al Santo Padre.</p> +<p>—¡No te vayas, hijo mío! Quiero que lleves mi confesión al Santo Padre.</p> -<p>Esper que nuevamente me acercase, y con los ojos fijos en el cndido -altar que haba en un extremo de la cmara, comenz:</p> +<p>Esperó á que nuevamente me acercase, y con los ojos fijos en el cándido +altar que había en un extremo de la cámara, comenzó:</p> -<p>—Dios mo, que me sirva de penitencia el dolor de mi culpa y la -vergenza que me causa confesarla!</p> +<p>—¡Dios mío, que me sirva de penitencia el dolor de mi culpa y la +vergüenza que me causa confesarla!</p> -<p>Los ojos del prelado estaban llenos de lgrimas. Era afanosa y ronca +<p>Los ojos del prelado estaban llenos de lágrimas. Era afanosa y ronca su voz. Los familiares se congregaban en torno del lecho. Sus frentes -inclinbanse al suelo: Todos aparentaban<a name="page_041" id="page_041"></a> una gran pesadumbre, y -parecan de antemano edificados por aquella confesin que intentaba -hacer ante ellos el moribundo obispo de Betulia. Yo me arrodill. El +inclinábanse al suelo: Todos aparentaban<a name="page_041" id="page_041"></a> una gran pesadumbre, y +parecían de antemano edificados por aquella confesión que intentaba +hacer ante ellos el moribundo obispo de Betulia. Yo me arrodillé. El prelado rezaba en silencio, con los ojos puestos en el crucifijo que -haba en el altar. Por sus mejillas descarnadas las lgrimas corran -hilo hilo. Al cabo de un momento, comenz:</p> - -<p>—Naci mi culpa cuando recib las primeras cartas donde mi amigo, -Monseor Ferrati, me anunciaba el designio que de otorgarme el capelo -tena Su Santidad. Cun flaca es nuestra humana naturaleza, y cun -frgil el barro de que somos hechos! Cre que mi estirpe de Prncipes -vala ms que la ciencia y que la virtud de otros varones: Naci en mi -alma el orgullo, el ms fatal de los consejeros humanos, y pens que -algn da serame dado<a name="page_042" id="page_042"></a> regir la Cristiandad. Pontfices y Santos -hubo en mi casa, y juzgu que poda ser como ellos. De esta suerte nos -ciega Satans! Sentame viejo y esper que la muerte allanase mi camino. -Dios Nuestro Seor no quiso que llegase vestir la sagrada prpura, y, -sin embargo, cuando llegaron inciertas y alarmantes noticias, yo tem -que hiciese naufragar mis esperanzas la muerte que todos teman de Su -Santidad... Dios mo, he profanado tu altar rogndote que reservases -aquella vida preciosa porque, segada en ms lejanos das, pudiera serme -propicia su muerte! Dios mo, cegado por el Demonio, hasta hoy no he -tenido conciencia de mi culpa! Seor, t que lees en el fondo de las -almas, t que conoces mi pecado y mi arrepentimiento, devulveme tu +había en el altar. Por sus mejillas descarnadas las lágrimas corrían +hilo á hilo. Al cabo de un momento, comenzó:</p> + +<p>—Nació mi culpa cuando recibí las primeras cartas donde mi amigo, +Monseñor Ferrati, me anunciaba el designio que de otorgarme el capelo +tenía Su Santidad. ¡Cuán flaca es nuestra humana naturaleza, y cuán +frágil el barro de que somos hechos! Creí que mi estirpe de Príncipes +valía más que la ciencia y que la virtud de otros varones: Nació en mi +alma el orgullo, el más fatal de los consejeros humanos, y pensé que +algún día seríame dado<a name="page_042" id="page_042"></a> regir á la Cristiandad. Pontífices y Santos +hubo en mi casa, y juzgué que podía ser como ellos. ¡De esta suerte nos +ciega Satanás! Sentíame viejo y esperé que la muerte allanase mi camino. +Dios Nuestro Señor no quiso que llegase á vestir la sagrada púrpura, y, +sin embargo, cuando llegaron inciertas y alarmantes noticias, yo temí +que hiciese naufragar mis esperanzas la muerte que todos temían de Su +Santidad... ¡Dios mío, he profanado tu altar rogándote que reservases +aquella vida preciosa porque, segada en más lejanos días, pudiera serme +propicia su muerte! ¡Dios mío, cegado por el Demonio, hasta hoy no he +tenido conciencia de mi culpa! ¡Señor, tú que lees en el fondo de las +almas, tú que conoces mi pecado y mi arrepentimiento, devuélveme tu Gracia!<a name="page_043" id="page_043"></a></p> -<p>Call, y un largo estremecimiento de agona recorri su cuerpo. Haba +<p>Calló, y un largo estremecimiento de agonía recorrió su cuerpo. Había hablado con apagada voz, impregnada de apacible y sereno desconsuelo. La -huella de sus ojeras se difundi por la mejilla, y sus ojos, cada vez -ms hundidos en las cuencas, se nublaron con una sombra de muerte. Luego -qued estirado, rgido, indiferente, la cabeza torcida, entreabierta -la boca por la respiracin, el pecho agitado. Todos permanecimos de +huella de sus ojeras se difundió por la mejilla, y sus ojos, cada vez +más hundidos en las cuencas, se nublaron con una sombra de muerte. Luego +quedó estirado, rígido, indiferente, la cabeza torcida, entreabierta +la boca por la respiración, el pecho agitado. Todos permanecimos de rodillas, irresolutos, sin osar llamarle ni movernos, por no turbar -aquel reposo que nos causaba horror. All abajo exhalaba su perpetuo -sollozo la fuente que haba en medio de la plaza, y se oan las voces -de unas nias que jugaban la rueda: Cantaban una antigua letra de -cadencia lnguida y nostlgica. Un rayo de sol, abrileo y matinal, +aquel reposo que nos causaba horror. Allá abajo exhalaba su perpetuo +sollozo la fuente que había en medio de la plaza, y se oían las voces +de unas niñas que jugaban á la rueda: Cantaban una antigua letra de +cadencia lánguida y nostálgica. Un rayo de sol, abrileño y matinal, brillaba en los vasos<a name="page_044" id="page_044"></a> sagrados del altar, y los familiares rezaban en -voz baja, edificados por aquellos devotos escrpulos que torturaban el -alma cndida del prelado... Yo, pecador de m, empezaba dormirme, que -haba corrido toda la noche en silla de posta, y cansa cuando es larga +voz baja, edificados por aquellos devotos escrúpulos que torturaban el +alma cándida del prelado... Yo, pecador de mí, empezaba á dormirme, que +había corrido toda la noche en silla de posta, y cansa cuando es larga una jornada.<a name="page_045" id="page_045"></a></p> <p class="figcenter"> @@ -683,122 +646,122 @@ una jornada.<a name="page_045" id="page_045"></a></p> width="150" height="163" alt="A" -title="A" /></span>L SALIR de la cmara donde agonizaba Monseor Gaetani, -hallme con un viejo mayordomo que me esperaba en la puerta.</p> +title="A" /></span>L SALIR de la cámara donde agonizaba Monseñor Gaetani, +halléme con un viejo mayordomo que me esperaba en la puerta.</p> -<p>—Excelencia, m Seora la Princesa, me enva para que os muestre +<p>—Excelencia, mí Señora la Princesa, me envía para que os muestre vuestras habitaciones.</p> -<p>Yo apenas pude reprimir un estremecimiento. En aquel instante, no s -decir qu vago aroma primaveral traa mi alma el recuerdo de las cinco +<p>Yo apenas pude reprimir un estremecimiento. En aquel instante, no sé +decir qué vago aroma primaveral traía á mi alma el recuerdo de las cinco hijas de la Princesa.<a name="page_046" id="page_046"></a> Mucho me alegraba la idea de vivir en el Palacio Gaetani, y, sin embargo, tuve valor para negarme:</p> -<p>—Decid vuestra Seora la Princesa Gaetani, que me hospedo en el +<p>—Decid á vuestra Señora la Princesa Gaetani, que me hospedo en el Colegio Clementino.</p> -<p>El mayordomo pareci consternado:</p> +<p>El mayordomo pareció consternado:</p> -<p>—Excelencia, creedme que la causis una gran contrariedad. En fin, si -os negis, tengo orden de llevarle recado. Os dignaris esperar algunos -momentos. Est terminando de or misa.</p> +<p>—Excelencia, creedme que la causáis una gran contrariedad. En fin, si +os negáis, tengo orden de llevarle recado. Os dignaréis esperar algunos +momentos. Está terminando de oír misa.</p> -<p>Yo hice un gesto de resignacin:</p> +<p>Yo hice un gesto de resignación:</p> -<p>—No le digis nada. Dios me perdonar si prefiero este Palacio, con sus -cinco doncellas encantadas, los graves telogos del Colegio Clementino.</p> +<p>—No le digáis nada. Dios me perdonará si prefiero este Palacio, con sus +cinco doncellas encantadas, á los graves teólogos del Colegio Clementino.</p> -<p>El mayordomo me mir con asombro, como<a name="page_047" id="page_047"></a> si dudase de mi juicio. -Despus mostr deseos de hablarme, pero tras algunas vacilaciones, -termin indicndome el camino, acompaando la accin tan slo con una -sonrisa. Yo le segu. Era un viejo rasurado, vestido con largo levitn -eclesistico que casi le rozaba los zapatos, ornados con hebillas de +<p>El mayordomo me miró con asombro, como<a name="page_047" id="page_047"></a> si dudase de mi juicio. +Después mostró deseos de hablarme, pero tras algunas vacilaciones, +terminó indicándome el camino, acompañando la acción tan sólo con una +sonrisa. Yo le seguí. Era un viejo rasurado, vestido con largo levitón +eclesiástico que casi le rozaba los zapatos, ornados con hebillas de plata. Se llamaba Polonio, andaba en la punta de los pies, sin hacer -ruido, y cada momento se volva para hablarme en voz baja y llena de +ruido, y á cada momento se volvía para hablarme en voz baja y llena de misterio:</p> -<p>—Pocas esperanzas hay de que Monseor reserve la vida...</p> +<p>—Pocas esperanzas hay de que Monseñor reserve la vida...</p> -<p>Y despus de algunos pasos:</p> +<p>Y después de algunos pasos:</p> -<p>—Yo tengo ofrecida una novena la Santa Madona.</p> +<p>—Yo tengo ofrecida una novena á la Santa Madona.</p> -<p>Y un poco ms all, mientras levantaba una cortina:<a name="page_048" id="page_048"></a></p> +<p>Y un poco más allá, mientras levantaba una cortina:<a name="page_048" id="page_048"></a></p> -<p>—No estaba obligado menos. Monseor me haba prometido llevarme +<p>—No estaba obligado á menos. Monseñor me había prometido llevarme á Roma.</p> -<p>Y volviendo continuar la marcha:</p> +<p>Y volviendo á continuar la marcha:</p> -<p>—No lo quiso Dios!... No lo quiso Dios!...</p> +<p>—¡No lo quiso Dios!... ¡No lo quiso Dios!...</p> -<p>De esta suerte atravesamos la antecmara, y un saln casi oscuro y -una biblioteca desierta. All el mayordomo se detuvo, palpndose las -faltriqueras de su calzn, ante una puerta cerrada:</p> +<p>De esta suerte atravesamos la antecámara, y un salón casi oscuro y +una biblioteca desierta. Allí el mayordomo se detuvo, palpándose las +faltriqueras de su calzón, ante una puerta cerrada:</p> -<p>—Vlgame Dios!... He perdido mis llaves...</p> +<p>—¡Válgame Dios!... He perdido mis llaves...</p> -<p>Todava continu registrndose: Al cabo di con ellas, abri y apartse -dejndome paso:</p> +<p>Todavía continuó registrándose: Al cabo dió con ellas, abrió y apartóse +dejándome paso:</p> -<p>—La Seora Princesa desea que dispongis del saln, de la biblioteca y -de esta cmara.</p> +<p>—La Señora Princesa desea que dispongáis del salón, de la biblioteca y +de esta cámara.</p> -<p>Yo entr. Aquella estancia me pareci en<a name="page_049" id="page_049"></a> todo semejante la cmara -en que agonizaba Monseor Gaetani. Tambin era honda y silenciosa, con -antiguos cortinajes de damasco carmes. Arroj sobre un silln mi manto -de guardia noble, y me volv mirando los cuadros que colgaban de los +<p>Yo entré. Aquella estancia me pareció en<a name="page_049" id="page_049"></a> todo semejante á la cámara +en que agonizaba Monseñor Gaetani. También era honda y silenciosa, con +antiguos cortinajes de damasco carmesí. Arrojé sobre un sillón mi manto +de guardia noble, y me volví mirando los cuadros que colgaban de los muros. Eran antiguos lienzos de la escuela florentina, que representaban -escenas bblicas:—Moiss salvado de las aguas, Susana y los ancianos, +escenas bíblicas:—Moisés salvado de las aguas, Susana y los ancianos, Judith con la cabeza de Holofernes.—Para que pudiese verlos mejor, el -mayordomo corri de un lado al otro levantando todos los cortinajes de -las ventanas. Despus me dej contemplarlos en silencio: Andaba detrs -de m como una sombra, sin dejar caer de los labios la sonrisa, una -vaga sonrisa doctoral. Cuando juzg que los haba mirado todo sabor y -talante, acercse en la punta de los<a name="page_050" id="page_050"></a> pies y dej or su voz cascada, -ms amable y misteriosa que nunca:</p> +mayordomo corrió de un lado al otro levantando todos los cortinajes de +las ventanas. Después me dejó contemplarlos en silencio: Andaba detrás +de mí como una sombra, sin dejar caer de los labios la sonrisa, una +vaga sonrisa doctoral. Cuando juzgó que los había mirado á todo sabor y +talante, acercóse en la punta de los<a name="page_050" id="page_050"></a> pies y dejó oír su voz cascada, +más amable y misteriosa que nunca:</p> -<p>—Qu os parece? Son todos de la misma mano... Y qu mano!...</p> +<p>—¿Qué os parece? Son todos de la misma mano... ¡Y qué mano!...</p> -<p>Yo le interrump:</p> +<p>Yo le interrumpí:</p> -<p>—Sin duda, Andrea del Sarto?</p> +<p>—¿Sin duda, Andrea del Sarto?</p> -<p>El Seor Polonio adquiri un continente grave, casi solemne:</p> +<p>El Señor Polonio adquirió un continente grave, casi solemne:</p> -<p>—Atribudos Rafael.</p> +<p>—Atribuídos á Rafael.</p> -<p>Me volv dirigirles una nueva ojeada, y el Seor Polonio continu:</p> +<p>Me volví á dirigirles una nueva ojeada, y el Señor Polonio continuó:</p> -<p>—Reparad que tan slo digo atribudos. En mi humilde parecer valen ms -que si fuesen de Rafael... Yo los creo del Divino!</p> +<p>—Reparad que tan sólo digo atribuídos. En mi humilde parecer valen más +que si fuesen de Rafael... ¡Yo los creo del Divino!</p> -<p>—Quin es el Divino?</p> +<p>—¿Quién es el Divino?</p> -<p>El mayordomo abri los brazos definitivamente consternado:</p> +<p>El mayordomo abrió los brazos definitivamente consternado:</p> -<p>—Y vos me lo preguntis, Excelencia?<a name="page_051" id="page_051"></a> Quin puede ser sino Leonardo +<p>—¿Y vos me lo preguntáis, Excelencia?<a name="page_051" id="page_051"></a> ¡Quién puede ser sino Leonardo de Vinci!...</p> -<p>Y guard silencio, contemplndome con verdadera lstima. Yo apenas -disimul una sonrisa burlona: el Seor Polonio aparent no verla, y, -sagaz como un cardenal romano, comenz adularme:</p> +<p>Y guardó silencio, contemplándome con verdadera lástima. Yo apenas +disimulé una sonrisa burlona: el Señor Polonio aparentó no verla, y, +sagaz como un cardenal romano, comenzó á adularme:</p> -<p>—Hasta hoy no haba dudado... Ahora os confieso que dudo. Excelencia, -acaso tengis razn. Andrea del Sarto pint mucho en el taller de -Leonardo, y sus cuadros de esa poca se parecen tanto, que ms de una +<p>—Hasta hoy no había dudado... Ahora os confieso que dudo. Excelencia, +acaso tengáis razón. Andrea del Sarto pintó mucho en el taller de +Leonardo, y sus cuadros de esa época se parecen tanto, que más de una vez han sido confundidos... En el mismo Vaticano hay un ejemplo: La Madona de la Rosa. Unos la juzgan del Vinci y otros del Sarto. Yo la -creo del marido de doa Lucrecia del Fede, pero tocada por el Divino. Ya -sabis que era cosa frecuente entre maestros y discpulos.</p> +creo del marido de doña Lucrecia del Fede, pero tocada por el Divino. Ya +sabéis que era cosa frecuente entre maestros y discípulos.</p> -<p>Yo le escuchaba con un gesto de fatiga.<a name="page_052" id="page_052"></a> El Seor Polonio, al terminar -su oracin, me hizo una profunda reverencia, y corri con los brazos en -alto, de una en otra ventana, soltando los cortinajes. La cmara qued -en una media luz, propicia para el sueo. El Seor Polonio se despidi -en voz baja, como si estuviese en una capilla, y sali sin ruido, -cerrando tras s la puerta... Era tanta mi fatiga, que dorm hasta la -cada de la tarde. Me despert soando con Mara Rosario.<a name="page_053" id="page_053"></a></p> +<p>Yo le escuchaba con un gesto de fatiga.<a name="page_052" id="page_052"></a> El Señor Polonio, al terminar +su oración, me hizo una profunda reverencia, y corrió con los brazos en +alto, de una en otra ventana, soltando los cortinajes. La cámara quedó +en una media luz, propicia para el sueño. El Señor Polonio se despidió +en voz baja, como si estuviese en una capilla, y salió sin ruido, +cerrando tras sí la puerta... Era tanta mi fatiga, que dormí hasta la +caída de la tarde. Me desperté soñando con María Rosario.<a name="page_053" id="page_053"></a></p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_052.jpg" width="185" height="63" alt="" title="" /> @@ -808,109 +771,109 @@ cada de la tarde. Me despert soando con Mara Rosario.<a name="page_053" id=" width="150" height="163" alt="L" -title="L" /></span>A BIBLIOTECA tena tres puertas que daban sobre una -terraza de mrmol. En el jardn las fuentes repetan el comentario -voluptuoso que parecen hacer todos los pensamientos de amor, sus voces -eternas y juveniles. Al inclinarme sobre la balaustrada, yo sent que -el hlito de la Primavera me suba al rostro. Aquel viejo jardn de -mirtos y de laureles mostrbase bajo el sol poniente lleno de gracia -gentlica.<a name="page_054" id="page_054"></a> En el fondo, caminando por los tortuosos senderos de un -laberinto, las cinco hermanas se aparecan con las faldas llenas de -rosas, como en una fbula antigua. A lo lejos, surcado por numerosas -velas latinas que parecan de mbar, extendase el Mar Tirreno. Sobre la -playa de dorada arena moran mansas las olas, y el son de los caracoles, -con que anunciaban los pescadores su arribada la playa, y el ronco -canto del mar, parecan acordarse con la fragancia de aquel jardn -antiguo donde las cinco hermanas se contaban sus sueos juveniles la -sombra de los rosceos laureles.</p> - -<p>Se haban sentado en un gran banco de piedra componer sus ramos. Sobre -el hombro de Mara Rosario estaba posada una paloma, y en aquel cndido -suceso yo hall la gracia y el misterio de una alegora. Tocaban -fiesta<a name="page_055" id="page_055"></a> unas campanas de aldea, y la iglesia se perfilaba lo lejos, en -lo alto de una colina verde, rodeada de cipreses. Sala la procesin, -que anduvo alrededor de la iglesia, y distinguanse las imgenes en +title="L" /></span>A BIBLIOTECA tenía tres puertas que daban sobre una +terraza de mármol. En el jardín las fuentes repetían el comentario +voluptuoso que parecen hacer á todos los pensamientos de amor, sus voces +eternas y juveniles. Al inclinarme sobre la balaustrada, yo sentí que +el hálito de la Primavera me subía al rostro. Aquel viejo jardín de +mirtos y de laureles mostrábase bajo el sol poniente lleno de gracia +gentílica.<a name="page_054" id="page_054"></a> En el fondo, caminando por los tortuosos senderos de un +laberinto, las cinco hermanas se aparecían con las faldas llenas de +rosas, como en una fábula antigua. A lo lejos, surcado por numerosas +velas latinas que parecían de ámbar, extendíase el Mar Tirreno. Sobre la +playa de dorada arena morían mansas las olas, y el son de los caracoles, +con que anunciaban los pescadores su arribada á la playa, y el ronco +canto del mar, parecían acordarse con la fragancia de aquel jardín +antiguo donde las cinco hermanas se contaban sus sueños juveniles á la +sombra de los rosáceos laureles.</p> + +<p>Se habían sentado en un gran banco de piedra á componer sus ramos. Sobre +el hombro de María Rosario estaba posada una paloma, y en aquel cándido +suceso yo hallé la gracia y el misterio de una alegoría. Tocaban á +fiesta<a name="page_055" id="page_055"></a> unas campanas de aldea, y la iglesia se perfilaba á lo lejos, en +lo alto de una colina verde, rodeada de cipreses. Salía la procesión, +que anduvo alrededor de la iglesia, y distinguíanse las imágenes en sus andas, con los mantos bordados que brillaban al sol, y los rojos pendones parroquiales que iban delante, flameando victoriosos como -triunfos litrgicos. Las cinco hermanas se arrodillaron sobre la yerba, +triunfos litúrgicos. Las cinco hermanas se arrodillaron sobre la yerba, y juntaron las manos llenas de rosas.</p> -<p>Los mirlos cantaban en las ramas, y sus cantos se respondan -encadenndose en un ritmo remoto, como las olas del mar. Las cinco -hermanas haban vuelto sentarse: Tejan sus ramos en silencio, y entre -la prpura de las rosas revoloteaban como albas palomas sus manos, y los -rayos del sol que<a name="page_056" id="page_056"></a> pasaban travs del follaje, temblaban en ellas como -msticos haces encendidos. Los tritones y las sirenas de las fuentes -borboteaban su risa quimrica, y las aguas de plata corran con juvenil +<p>Los mirlos cantaban en las ramas, y sus cantos se respondían +encadenándose en un ritmo remoto, como las olas del mar. Las cinco +hermanas habían vuelto á sentarse: Tejían sus ramos en silencio, y entre +la púrpura de las rosas revoloteaban como albas palomas sus manos, y los +rayos del sol que<a name="page_056" id="page_056"></a> pasaban á través del follaje, temblaban en ellas como +místicos haces encendidos. Los tritones y las sirenas de las fuentes +borboteaban su risa quimérica, y las aguas de plata corrían con juvenil murmullo por las barbas limosas de los viejos monstruos marinos, que se -inclinaban para besar las sirenas, presas en sus brazos. Las cinco +inclinaban para besar á las sirenas, presas en sus brazos. Las cinco hermanas se levantaron para volver al Palacio. Caminaban lentamente por los senderos del laberinto como princesas encantadas que acarician un -mismo ensueo. Cuando hablaban, el rumor de sus voces se perda en los -rumores de la tarde, y slo la onda primaveral de sus risas se levantaba -armnica bajo la sombra de los clsicos laureles.</p> +mismo ensueño. Cuando hablaban, el rumor de sus voces se perdía en los +rumores de la tarde, y sólo la onda primaveral de sus risas se levantaba +armónica bajo la sombra de los clásicos laureles.</p> -<p>Cuando penetr en el saln de la Princesa ya estaban las luces +<p>Cuando penetré en el salón de la Princesa ya estaban las luces encendidas. En medio<a name="page_057" id="page_057"></a> del silencio resonaba llena de gravedad la voz -de un Colegial Mayor, que conversaba con las seoras que componan la -tertulia de la Princesa Gaetani. El saln era dorado y de un gusto -francs, femenino y lujoso. Amorcillos con guirnaldas, ninfas vestidas +de un Colegial Mayor, que conversaba con las señoras que componían la +tertulia de la Princesa Gaetani. El salón era dorado y de un gusto +francés, femenino y lujoso. Amorcillos con guirnaldas, ninfas vestidas de encajes, galantes cazadores y venados de enramada cornamenta, -poblaban la tapicera del muro, y sobre las consolas, en graciosos -grupos de porcelana, duques pastores cean el florido talle de +poblaban la tapicería del muro, y sobre las consolas, en graciosos +grupos de porcelana, duques pastores ceñían el florido talle de marquesas aldeanas. Yo me detuve un momento en la puerta. Al verme, las damas que ocupaban el estrado sonrieron y el Colegial Mayor se puso en pie:</p> -<p>—Permtame el Seor Capitn que le salude en nombre de todo el Colegio +<p>—Permítame el Señor Capitán que le salude en nombre de todo el Colegio Clementino.</p> -<p>Y me alarg su mano carnosa y blanca, que pareca reclamar la pastoral -amatista.<a name="page_058" id="page_058"></a> Por privilegio pontificio vesta beca de terciopelo que -realzaba su figura prcer y llena de majestad. Era un hombre joven, -pero con los cabellos blancos. Tena los ojos llenos de fuego, la nariz -aguilea y la boca de estatua, firme y bien dibujada. La Princesa me lo -present con un gesto lleno de languidez sentimental:</p> +<p>Y me alargó su mano carnosa y blanca, que parecía reclamar la pastoral +amatista.<a name="page_058" id="page_058"></a> Por privilegio pontificio vestía beca de terciopelo que +realzaba su figura prócer y llena de majestad. Era un hombre joven, +pero con los cabellos blancos. Tenía los ojos llenos de fuego, la nariz +aguileña y la boca de estatua, firme y bien dibujada. La Princesa me lo +presentó con un gesto lleno de languidez sentimental:</p> -<p>—Monseor Antonelli. Un sabio y un santo!</p> +<p>—Monseñor Antonelli. ¡Un sabio y un santo!</p> -<p>Yo me inclin:</p> +<p>Yo me incliné:</p> -<p>—S, Princesa, que los cardenales romanos le consultan las ms arduas -cuestiones teolgicas, y la fama de sus virtudes todas partes llega...</p> +<p>—Sé, Princesa, que los cardenales romanos le consultan las más arduas +cuestiones teológicas, y la fama de sus virtudes á todas partes llega...</p> -<p>El Colegial interrumpi con su grave voz, reposada y amable:</p> +<p>El Colegial interrumpió con su grave voz, reposada y amable:</p> -<p>—No soy ms que un filsofo, entendiendo<a name="page_059" id="page_059"></a> la filosofa como la -entendan los antiguos: Amor la sabidura.</p> +<p>—No soy más que un filósofo, entendiendo<a name="page_059" id="page_059"></a> la filosofía como la +entendían los antiguos: Amor á la sabiduría.</p> -<p>Despus, volviendo sentarse, continu:</p> +<p>Después, volviendo á sentarse, continuó:</p> -<p>—Habis visto Monseor Gaetani? Qu desgracia! Tan grande como +<p>—¿Habéis visto á Monseñor Gaetani? ¡Qué desgracia! ¡Tan grande como impensada!...</p> -<p>Todos guardamos un silencio triste. Dos seoras ancianas, las dos -vestidas de seda con noble severidad, interrogaron un mismo tiempo y +<p>Todos guardamos un silencio triste. Dos señoras ancianas, las dos +vestidas de seda con noble severidad, interrogaron á un mismo tiempo y con la misma voz:</p> -<p>—No hay esperanzas?</p> +<p>—¿No hay esperanzas?</p> -<p>La Princesa suspir:</p> +<p>La Princesa suspiró:</p> <p>—No las hay... Solamente un milagro:</p> -<p>De nuevo volvi el silencio. En el otro extremo del saln las hijas -de la Princesa bordaban un pao de tis, las cinco sentadas en rueda. -Hablaban en voz baja las unas con las otras, y sonrean con las cabezas -inclinadas: Slo Mara Rosario permaneca silenciosa,<a name="page_060" id="page_060"></a> y bordaba -lentamente como si soase. Temblaba en las agujas el hilo de oro, y -bajo los dedos de las cinco doncellas nacan las rosas y los lirios -de la flora celeste que puebla los paos sagrados. De improviso, en -medio de aquella paz, resonaron tres aldabadas. La Princesa palideci -mortalmente: Los dems no hicieron sino mirarse. El Colegial Mayor se +<p>De nuevo volvió el silencio. En el otro extremo del salón las hijas +de la Princesa bordaban un paño de tisú, las cinco sentadas en rueda. +Hablaban en voz baja las unas con las otras, y sonreían con las cabezas +inclinadas: Sólo María Rosario permanecía silenciosa,<a name="page_060" id="page_060"></a> y bordaba +lentamente como si soñase. Temblaba en las agujas el hilo de oro, y +bajo los dedos de las cinco doncellas nacían las rosas y los lirios +de la flora celeste que puebla los paños sagrados. De improviso, en +medio de aquella paz, resonaron tres aldabadas. La Princesa palideció +mortalmente: Los demás no hicieron sino mirarse. El Colegial Mayor se puso en pie:</p> -<p>—Permitirn que me retire: No cre que fuese tan tarde... Cmo han +<p>—Permitirán que me retire: No creí que fuese tan tarde... ¿Cómo han cerrado ya las puertas?</p> <p>La Princesa repuso temblando:</p> @@ -919,30 +882,30 @@ cerrado ya las puertas?</p> <p>Y las dos ancianas vestidas de seda negra, susurraron:</p> -<p>—Algn insolente!</p> +<p>—¡Algún insolente!</p> -<p>Cambiaron entre ellas una mirada tmida,<a name="page_061" id="page_061"></a> como para infundirse nimo, -y quedaron atentas, con un ligero temblor. Las aldabadas volvan -sonar, pero esta vez era dentro del Palacio Gaetani. Una rfaga pas por -el saln y apag algunas luces. La Princesa lanz un grito. Todos la -rodeamos: Ella nos miraba con los labios trmulos y los ojos asustados: -Insinu una voz:</p> +<p>Cambiaron entre ellas una mirada tímida,<a name="page_061" id="page_061"></a> como para infundirse ánimo, +y quedaron atentas, con un ligero temblor. Las aldabadas volvían á +sonar, pero esta vez era dentro del Palacio Gaetani. Una ráfaga pasó por +el salón y apagó algunas luces. La Princesa lanzó un grito. Todos la +rodeamos: Ella nos miraba con los labios trémulos y los ojos asustados: +Insinuó una voz:</p> -<p>—Cuando muri el Prncipe Filipo, ocurri esto... Y l lo contaba de +<p>—Cuando murió el Príncipe Filipo, ocurrió esto... ¡Y él lo contaba de su padre!</p> -<p>En aquel momento el Seor Polonio apareci en la puerta del saln, y -en ella se detuvo. La Princesa incorporse en el sof, y se enjug los -ojos: Despus, con noble entereza, le interrog:</p> +<p>En aquel momento el Señor Polonio apareció en la puerta del salón, y +en ella se detuvo. La Princesa incorporóse en el sofá, y se enjugó los +ojos: Después, con noble entereza, le interrogó:</p> -<p>—Ha muerto?</p> +<p>—¿Ha muerto?</p> -<p>El mayordomo inclin la frente:</p> +<p>El mayordomo inclinó la frente:</p> -<p>—Ya goza de Dios!<a name="page_062" id="page_062"></a></p> +<p>—¡Ya goza de Dios!<a name="page_062" id="page_062"></a></p> -<p>Una onda de gemidos se levant en el estrado. Las damas rodearon la -Princesa, y el Colegial Mayor se santigu.</p> +<p>Una onda de gemidos se levantó en el estrado. Las damas rodearon á la +Princesa, y el Colegial Mayor se santiguó.</p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_062.jpg" width="313" height="191" alt="" title="" /> @@ -954,82 +917,82 @@ Princesa, y el Colegial Mayor se santigu.</p> width="150" height="165" alt="M" -title="M" /></span>ARA ROSARIO, con los ojos arrasados de lgrimas -guardaba lentamente sus agujas y su hilo de oro. Yo la vea en el otro -extremo del saln, inclinada sobre un menudo y cincelado cofre que -sostena abierto en el regazo: Sin duda rezaba en voz baja, porque sus -labios se movan dbilmente. En su mejilla temblaba la sombra de las -pestaas, y yo senta que en el fondo de mi alma aquel rostro plido -temblaba<a name="page_064" id="page_064"></a> con el encanto misterioso y potico que tiembla en el fondo de -un lago, el rostro de la luna. Mara Rosario cerr el cofre, y dejando -en l la llave de oro, lo puso sobre la alfombra para tomar en brazos -la ms nia de sus hermanas que lloraba asustada. Despus se inclin, -besndola. Yo vea cmo la infantil y rubia guedeja de Mara Nieves -desbordaba sobre el brazo de Mara Rosario, y hallaba en aquel grupo la -gracia cndida de esos cuadros antiguos que pintaron los monjes devotos -de la Virgen. La nia murmur:</p> - -<p>—Tengo sueo!...</p> - -<p>—Quieres que llame tu doncella para que te acueste?</p> +title="M" /></span>ARÍA ROSARIO, con los ojos arrasados de lágrimas +guardaba lentamente sus agujas y su hilo de oro. Yo la veía en el otro +extremo del salón, inclinada sobre un menudo y cincelado cofre que +sostenía abierto en el regazo: Sin duda rezaba en voz baja, porque sus +labios se movían débilmente. En su mejilla temblaba la sombra de las +pestañas, y yo sentía que en el fondo de mi alma aquel rostro pálido +temblaba<a name="page_064" id="page_064"></a> con el encanto misterioso y poético que tiembla en el fondo de +un lago, el rostro de la luna. María Rosario cerró el cofre, y dejando +en él la llave de oro, lo puso sobre la alfombra para tomar en brazos á +la más niña de sus hermanas que lloraba asustada. Después se inclinó, +besándola. Yo veía cómo la infantil y rubia guedeja de María Nieves +desbordaba sobre el brazo de María Rosario, y hallaba en aquel grupo la +gracia cándida de esos cuadros antiguos que pintaron los monjes devotos +de la Virgen. La niña murmuró:</p> + +<p>—¡Tengo sueño!...</p> + +<p>—¿Quieres que llame á tu doncella para que te acueste?</p> <p>—Malvina me deja sola. Se figura que estoy durmiendo y se va muy despacio, y cuando estoy sola tengo miedo.<a name="page_065" id="page_065"></a></p> -<p>Mara Rosario alzse con la nia en brazos, y como una sombra silenciosa -y plida atraves el saln. Yo acud presuroso levantar el cortinaje -de la puerta. Mara Rosario pas con los ojos bajos, sin mirarme: La -nia, en cambio, volvi hacia m sus claras pupilas llenas de lgrimas, +<p>María Rosario alzóse con la niña en brazos, y como una sombra silenciosa +y pálida atravesó el salón. Yo acudí presuroso á levantar el cortinaje +de la puerta. María Rosario pasó con los ojos bajos, sin mirarme: La +niña, en cambio, volvió hacia mí sus claras pupilas llenas de lágrimas, y me dijo con una voz muy tenue:</p> -<p>—Buenas noches, Marqus, hasta maana.</p> +<p>—Buenas noches, Marqués, hasta mañana.</p> -<p>—Adis, preciosa.</p> +<p>—Adiós, preciosa.</p> -<p>Y con el alma herida por el desdn que Mara Rosario me mostrara, volv -al estrado, donde la Princesa segua con el pauelo sobre los ojos. Las -ancianas de su tertulia la rodeaban, y de tiempo en tiempo se volvan -aconsejadoras y prudentes para hablar en voz baja con las nias, que -tambin suspiraban, pero con menos dolor que su madre:<a name="page_066" id="page_066"></a></p> +<p>Y con el alma herida por el desdén que María Rosario me mostrara, volví +al estrado, donde la Princesa seguía con el pañuelo sobre los ojos. Las +ancianas de su tertulia la rodeaban, y de tiempo en tiempo se volvían +aconsejadoras y prudentes para hablar en voz baja con las niñas, que +también suspiraban, pero con menos dolor que su madre:<a name="page_066" id="page_066"></a></p> -<p>—Hijas mas, debis hacer que se acueste.</p> +<p>—Hijas mías, debéis hacer que se acueste.</p> <p>—Hay que disponer los lutos.</p> -<p>—Dnde ha ido Mara Rosario?</p> +<p>—¿Dónde ha ido María Rosario?</p> -<p>El Colegial Mayor tambin dejaba oir alguna vez su voz grave y amable: -Cada palabra suya produca un murmullo de admiracin entre las seoras. -La verdad es que cuanto manaba de sus labios pareca lleno de ciencia -teolgica y de uncin cristiana. De rato en rato fijaba en m una mirada -rpida y sagaz, y yo comprenda, con un estremecimiento, que aquellos -ojos negros queran leer en mi alma. Yo era el nico que all permaneca -silencioso, y acaso el nico que estaba triste. Adivinaba, por primera +<p>El Colegial Mayor también dejaba oir alguna vez su voz grave y amable: +Cada palabra suya producía un murmullo de admiración entre las señoras. +La verdad es que cuanto manaba de sus labios parecía lleno de ciencia +teológica y de unción cristiana. De rato en rato fijaba en mí una mirada +rápida y sagaz, y yo comprendía, con un estremecimiento, que aquellos +ojos negros querían leer en mi alma. Yo era el único que allí permanecía +silencioso, y acaso el único que estaba triste. Adivinaba, por primera vez en mi vida, todo el influjo galante de los prelados romanos, y -acuda mi memoria la leyenda de sus fortunas amorosas. Confieso que -hubo instantes<a name="page_067" id="page_067"></a> donde olvid la ocasin, el sitio y hasta los cabellos +acudía á mi memoria la leyenda de sus fortunas amorosas. Confieso que +hubo instantes<a name="page_067" id="page_067"></a> donde olvidé la ocasión, el sitio y hasta los cabellos blancos que peinaban aquellas nobles damas, y que tuve celos, celos -rabiosos del Colegial Mayor. De pronto me estremec: Haca un momento -que callaban todos, y en medio del silencio, el Colegial se acercaba -m: Pos familiar su diestra sobre mi hombro, y me dijo:</p> +rabiosos del Colegial Mayor. De pronto me estremecí: Hacía un momento +que callaban todos, y en medio del silencio, el Colegial se acercaba á +mí: Posó familiar su diestra sobre mi hombro, y me dijo:</p> -<p>—Caro Marqus, es preciso enviar un correo Su Santidad.</p> +<p>—Caro Marqués, es preciso enviar un correo á Su Santidad.</p> -<p>Yo me inclin:</p> +<p>Yo me incliné:</p> -<p>—Tenis razn, Monseor.</p> +<p>—Tenéis razón, Monseñor.</p> -<p>Y l repuso con extremada cortesa:</p> +<p>Y él repuso con extremada cortesía:</p> -<p>—Me congratula que seis del mismo consejo... Qu gran desgracia, -Marqus!</p> +<p>—Me congratula que seáis del mismo consejo... ¡Qué gran desgracia, +Marqués!</p> -<p>—Muy grande, Monseor!</p> +<p>—¡Muy grande, Monseñor!</p> <p>Nos miramos de hito en hito, con un profundo convencimiento de que -fingamos por<a name="page_068" id="page_068"></a> igual, y nos separamos. El Colegial Mayor volvi al -lado de la Princesa, y yo sal del saln para escribir al Cardenal -Camarlengo, que lo era entonces Monseor Sassoferrato.</p> +fingíamos por<a name="page_068" id="page_068"></a> igual, y nos separamos. El Colegial Mayor volvió al +lado de la Princesa, y yo salí del salón para escribir al Cardenal +Camarlengo, que lo era entonces Monseñor Sassoferrato.</p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_068.jpg" width="292" height="141" alt="" title="" /> @@ -1041,90 +1004,90 @@ Camarlengo, que lo era entonces Monseor Sassoferrato.</p> width="150" height="165" alt="M" -title="M" /></span>ARA ROSARIO, en aquella hora, tal vez estaba velando -el cadver de Monseor Gaetani! Tuve este pensamiento al entrar en la +title="M" /></span>ARÍA ROSARIO, en aquella hora, tal vez estaba velando +el cadáver de Monseñor Gaetani! Tuve este pensamiento al entrar en la biblioteca, llena de silencio y de sombras. Vino del mundo lejano, y -pas sobre mi alma como soplo de aire sobre un lago de misterio. Sent -en las sienes el fro de unas manos mortales, y, estremecido, me puse de -pie. Qued abandonado sobre la mesa el pliego de papel, donde<a name="page_070" id="page_070"></a> solamente -haba trazado la cruz, y dirig mis pasos hacia la cmara mortuoria. El +pasó sobre mi alma como soplo de aire sobre un lago de misterio. Sentí +en las sienes el frío de unas manos mortales, y, estremecido, me puse de +pie. Quedó abandonado sobre la mesa el pliego de papel, donde<a name="page_070" id="page_070"></a> solamente +había trazado la cruz, y dirigí mis pasos hacia la cámara mortuoria. El olor de la cera llenaba el Palacio. Criados silenciosos velaban en los -largos corredores, y en la antecmara paseaban dos familiares, que me -saludaron con una inclinacin de cabeza. Slo se oa el rumor de sus -pisadas y el chisporroteo de los cirios que ardan en la alcoba.</p> +largos corredores, y en la antecámara paseaban dos familiares, que me +saludaron con una inclinación de cabeza. Sólo se oía el rumor de sus +pisadas y el chisporroteo de los cirios que ardían en la alcoba.</p> -<p>Yo llegu hasta la puerta y me detuve: Monseor Gaetani yaca rgido -en su lecho, amortajado con hbito franciscano: En las manos yertas -sostena una cruz de plata, y sobre su rostro marfileo la llama de los -cirios, tan pronto pona un resplandor como una sombra. All en el fondo -de la estancia rezaba Mara Rosario: Yo permanec un momento mirndola: -Ella levant los ojos, se santigu tres veces, bes la cruz de sus -dedos,<a name="page_071" id="page_071"></a> y ponindose en pie vino hacia la puerta:</p> +<p>Yo llegué hasta la puerta y me detuve: Monseñor Gaetani yacía rígido +en su lecho, amortajado con hábito franciscano: En las manos yertas +sostenía una cruz de plata, y sobre su rostro marfileño la llama de los +cirios, tan pronto ponía un resplandor como una sombra. Allá en el fondo +de la estancia rezaba María Rosario: Yo permanecí un momento mirándola: +Ella levantó los ojos, se santiguó tres veces, besó la cruz de sus +dedos,<a name="page_071" id="page_071"></a> y poniéndose en pie vino hacia la puerta:</p> -<p>—Marqus, queda mi madre en el saln?</p> +<p>—¿Marqués, queda mi madre en el salón?</p> -<p>—All la dej...</p> +<p>—Allí la dejé...</p> -<p>—Es preciso que descanse, porque ya lleva as dos noches... Adis, -Marqus!</p> +<p>—Es preciso que descanse, porque ya lleva así dos noches... ¡Adiós, +Marqués!</p> -<p>—No queris que os acompae?</p> +<p>—¿No queréis que os acompañe?</p> -<p>Ella se volvi:</p> +<p>Ella se volvió:</p> -<p>—Acompaadme, s... La verdad es que Mara Nieves me ha contagiado su +<p>—Acompañadme, sí... La verdad es que María Nieves me ha contagiado su miedo...</p> -<p>Atravesamos la antecmara. Los familiares detuvieron un momento el +<p>Atravesamos la antecámara. Los familiares detuvieron un momento el silencioso pasear, y sus ojos inquisidores nos siguieron hasta la -puerta. Salimos al corredor, que estaba slo, y sin poder dominarme -estrech una mano de Mara Rosario, y quise besarla, pero ella la retir +puerta. Salimos al corredor, que estaba sólo, y sin poder dominarme +estreché una mano de María Rosario, y quise besarla, pero ella la retiró con vivo enojo:</p> -<p>—Qu hacis?</p> +<p>—¿Qué hacéis?</p> -<p>—Que os adoro! Que os adoro!<a name="page_072" id="page_072"></a></p> +<p>—¡Que os adoro! ¡Que os adoro!<a name="page_072" id="page_072"></a></p> -<p>Asustada, huy por el largo corredor. Yo la segu.</p> +<p>Asustada, huyó por el largo corredor. Yo la seguí.</p> -<p>—Os adoro! Os adoro!</p> +<p>—¡Os adoro! ¡Os adoro!</p> <p>Mi aliento casi rozaba su nuca, que era blanca como la de una estatua, y -exhalaba no s qu aroma de flor y de doncella.</p> +exhalaba no sé qué aroma de flor y de doncella.</p> -<p>—Os adoro! Os adoro!</p> +<p>—¡Os adoro! ¡Os adoro!</p> -<p>Ella suspir con angustia:</p> +<p>Ella suspiró con angustia:</p> -<p>—Dejadme! Por favor, dejadme!</p> +<p>—¡Dejadme! ¡Por favor, dejadme!</p> -<p>Y sin volver la cabeza, azorada, trmula, hua por el corredor. Sin -aliento y sin fuerzas se detuvo en la puerta del saln. Yo todava -murmur su odo:</p> +<p>Y sin volver la cabeza, azorada, trémula, huía por el corredor. Sin +aliento y sin fuerzas se detuvo en la puerta del salón. Yo todavía +murmuré á su oído:</p> -<p>—Os adoro! Os adoro!</p> +<p>—¡Os adoro! ¡Os adoro!</p> -<p>Mara Rosario se pas la mano por los ojos y entr. Yo entr detrs -atusndome el mostacho. Mara Rosario se detuvo bajo la lmpara y me -mir con ojos asustados, enrojeciendo<a name="page_073" id="page_073"></a> de pronto: Luego qued plida, -plida como la muerte. Vacilando se acerc sus hermanas, y tom +<p>María Rosario se pasó la mano por los ojos y entró. Yo entré detrás +atusándome el mostacho. María Rosario se detuvo bajo la lámpara y me +miró con ojos asustados, enrojeciendo<a name="page_073" id="page_073"></a> de pronto: Luego quedó pálida, +pálida como la muerte. Vacilando se acercó á sus hermanas, y tomó asiento entre ellas, que se inclinaron en sus sillas para interrogarla: -Apenas responda. Se hablaban en voz baja con tmida mesura, y en los -momentos de silencio oase el pndulo de un reloj. Poco poco haba ido -menguando la tertulia: Solamente quedaban aquellas dos seoras de los +Apenas respondía. Se hablaban en voz baja con tímida mesura, y en los +momentos de silencio oíase el péndulo de un reloj. Poco á poco había ido +menguando la tertulia: Solamente quedaban aquellas dos señoras de los cabellos blancos y los vestidos de gro negro. Ya cerca de media noche la -Princesa consinti en retirarse descansar, pero sus hijas continuaron -en el saln, velando hasta el da, acompaadas por las dos seoras, que +Princesa consintió en retirarse á descansar, pero sus hijas continuaron +en el salón, velando hasta el día, acompañadas por las dos señoras, que contaban historias de su juventud: Recuerdos de antiguas modas femeninas -y de las guerras de Bonaparte. Yo escuchaba distrado, y desde el fondo -de un silln, oculto en la sombra,<a name="page_074" id="page_074"></a> contemplaba Mara Rosario: Pareca -sumida en un ensueo: Su boca, plida de ideales nostalgias, permaneca +y de las guerras de Bonaparte. Yo escuchaba distraído, y desde el fondo +de un sillón, oculto en la sombra,<a name="page_074" id="page_074"></a> contemplaba á María Rosario: Parecía +sumida en un ensueño: Su boca, pálida de ideales nostalgias, permanecía anhelante como si hablase con las almas invisibles, y sus ojos -inmviles, abiertos sobre el infinito, miraban sin ver. Al contemplarla, -yo senta que en mi corazn se levantaba el amor, ardiente y trmulo -como una llama mstica. Todas mis pasiones se purificaban en aquel fuego -sagrado y aromaban como gomas de Arabia. Han pasado muchos aos, y -todava el recuerdo me hace suspirar!</p> +inmóviles, abiertos sobre el infinito, miraban sin ver. Al contemplarla, +yo sentía que en mi corazón se levantaba el amor, ardiente y trémulo +como una llama mística. Todas mis pasiones se purificaban en aquel fuego +sagrado y aromaban como gomas de Arabia. ¡Han pasado muchos años, y +todavía el recuerdo me hace suspirar!</p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_074.jpg" width="250" height="38" alt="" title="" /> @@ -1136,93 +1099,93 @@ todava el recuerdo me hace suspirar!</p> width="150" height="161" alt="Y" -title="Y" /></span>A CERCA del amanecer me retir la biblioteca. Era -forzoso escribir al Cardenal Camarlengo, y decid hacerlo en aquellas -horas de montona tristeza, cuando todas las campanas de Ligura se -despertaban tocando muerto, y prestes y arciprestes encomendaban +title="Y" /></span>A CERCA del amanecer me retiré á la biblioteca. Era +forzoso escribir al Cardenal Camarlengo, y decidí hacerlo en aquellas +horas de monótona tristeza, cuando todas las campanas de Ligura se +despertaban tocando á muerto, y prestes y arciprestes encomendaban á Dios el alma del difunto Obispo de Betulia.</p> -<p>En mi carta, dile Monseor Sassoferrato cuenta de todo muy +<p>En mi carta, dile á Monseñor Sassoferrato cuenta de todo muy extensamente, y luego<a name="page_076" id="page_076"></a> de haber lacrado y puesto los cinco sellos con -las armas pontificias, llam al mayordomo y le entregu el pliego, para -que sin prdida de momento, un correo lo llevase Roma. Hecho esto, -me dirig al oratorio de la Princesa, donde sin intervalo se sucedan -las misas desde antes de rayar el sol. Primero haban celebrado los -familiares que velaran el cadver de Monseor Gaetani, despus los -capellanes de la casa, y luego algn obeso colegial mayor que llegaba -apresurado y jadeante. La Princesa haba mandado franquear las puertas -del Palacio, y lo largo de los corredores sentase el sordo murmullo -del pueblo que entraba visitar el cadver. Los criados vigilaban en -las antesalas, y los aclitos pasaban y repasaban con su ropn rojo y su -roquete blanco, metindose<a name="page_077" id="page_077"></a> empujones por entre los devotos.</p> - -<p>Al entrar en el oratorio mi corazn palpit. All estaba Mara Rosario, -y cercano ella tuve la suerte de oir misa. Recibida la bendicin me -adelant saludarla. Ella me respondi temblando: Tambin mi corazn -temblaba, pero los ojos de Mara Rosario no podan verlo. Yo hubirale -rogado que pusiese su mano sobre mi pecho, pero tem que desoyese mi -ruego. Aquella nia era cruel como todas las santas que tremolan en la -tersa diestra la palma virginal. Confieso que yo tengo predileccin por +las armas pontificias, llamé al mayordomo y le entregué el pliego, para +que sin pérdida de momento, un correo lo llevase á Roma. Hecho esto, +me dirigí al oratorio de la Princesa, donde sin intervalo se sucedían +las misas desde antes de rayar el sol. Primero habían celebrado los +familiares que velaran el cadáver de Monseñor Gaetani, después los +capellanes de la casa, y luego algún obeso colegial mayor que llegaba +apresurado y jadeante. La Princesa había mandado franquear las puertas +del Palacio, y á lo largo de los corredores sentíase el sordo murmullo +del pueblo que entraba á visitar el cadáver. Los criados vigilaban en +las antesalas, y los acólitos pasaban y repasaban con su ropón rojo y su +roquete blanco, metiéndose<a name="page_077" id="page_077"></a> á empujones por entre los devotos.</p> + +<p>Al entrar en el oratorio mi corazón palpitó. Allí estaba María Rosario, +y cercano á ella tuve la suerte de oir misa. Recibida la bendición me +adelanté á saludarla. Ella me respondió temblando: También mi corazón +temblaba, pero los ojos de María Rosario no podían verlo. Yo hubiérale +rogado que pusiese su mano sobre mi pecho, pero temí que desoyese mi +ruego. Aquella niña era cruel como todas las santas que tremolan en la +tersa diestra la palma virginal. Confieso que yo tengo predilección por aquellas otras que primero han sido grandes pecadoras. Desgraciadamente -Mara Rosario nunca quiso comprender que era su destino mucho menos -bello que el de Mara de Magdala. La pobre no saba que lo mejor de +María Rosario nunca quiso comprender que era su destino mucho menos +bello que el de María de Magdala. La pobre no sabía que lo mejor de la santidad son las tentaciones.<a name="page_078" id="page_078"></a> Quise ofrecerle agua bendita, y con -galante apresuramiento me adelant tomarla: Mara Rosario toc apenas -mis dedos, y haciendo la seal de la cruz, sali del oratorio. Sal -detrs, y pude verla un momento en el fondo tenebroso del corredor, -hablando con el mayordomo. Al parecer le daba rdenes en voz baja: -Volvi la cabeza, y viendo que me acercaba, enrojeci vivamente. El -mayordomo exclam:</p> +galante apresuramiento me adelanté á tomarla: María Rosario tocó apenas +mis dedos, y haciendo la señal de la cruz, salió del oratorio. Salí +detrás, y pude verla un momento en el fondo tenebroso del corredor, +hablando con el mayordomo. Al parecer le daba órdenes en voz baja: +Volvió la cabeza, y viendo que me acercaba, enrojeció vivamente. El +mayordomo exclamó:</p> -<p>—Aqu est el Seor Marqus!</p> +<p>—¡Aquí está el Señor Marqués!</p> -<p>Y luego, dirigindose m con una profunda reverencia, continu:</p> +<p>Y luego, dirigiéndose á mí con una profunda reverencia, continuó:</p> -<p>—Excelencia, perdonad que os moleste, pero decid si estis quejoso de -m. He cometido con vos, alguna falta, acaso algn olvido?...</p> +<p>—Excelencia, perdonad que os moleste, pero decid si estáis quejoso de +mí. ¿He cometido con vos, alguna falta, acaso algún olvido?...</p> -<p>Mara Rosario le interrumpi con enojo:<a name="page_079" id="page_079"></a></p> +<p>María Rosario le interrumpió con enojo:<a name="page_079" id="page_079"></a></p> <p>—Callad, Polonio.</p> -<p>El melifluo mayordomo pareci consternado:</p> +<p>El melifluo mayordomo pareció consternado:</p> -<p>—Qu hice yo para merecer?...</p> +<p>—¿Qué hice yo para merecer?...</p> -<p>—Os digo que callis.</p> +<p>—Os digo que calléis.</p> -<p>—Y os obedezco, pero como me reprochis haber descuidado el servicio -del Seor Marqus...</p> +<p>—Y os obedezco, pero como me reprocháis haber descuidado el servicio +del Señor Marqués...</p> -<p>Mara Rosario, con las mejillas llameantes y la voz timbrada de clera y -de lgrimas, volvi interrumpir:</p> +<p>María Rosario, con las mejillas llameantes y la voz timbrada de cólera y +de lágrimas, volvió á interrumpir:</p> -<p>—Os mando que callis. Son insoportables vuestras explicaciones.</p> +<p>—Os mando que calléis. Son insoportables vuestras explicaciones.</p> -<p>—Qu hice yo, cndida paloma, qu hice yo?</p> +<p>—¡Qué hice yo, cándida paloma, qué hice yo?</p> -<p>Mara Rosario, con un poco ms de indulgencia, murmur:</p> +<p>María Rosario, con un poco más de indulgencia, murmuró:</p> -<p>—Basta!... Basta!... Perdonad, Marqus.<a name="page_080" id="page_080"></a></p> +<p>—¡Basta!... ¡Basta!... Perdonad, Marqués.<a name="page_080" id="page_080"></a></p> -<p>Y hacindome una leve cortesa, se alej. El mayordomo quedse en medio +<p>Y haciéndome una leve cortesía, se alejó. El mayordomo quedóse en medio del corredor con las manos en la cabeza y los ojos llorosos:</p> -<p>—Hubirame tratado as una de sus hermanas, y me hubiera redo... La -ms pequea no ignora que es princesina. No, no me hubiera redo, porque -son mis seoras... Pero ella, ella que jams ha reido con nadie, venir - reir hoy con este pobre viejo... Y qu injustamente, Seor, qu +<p>—Hubiérame tratado así una de sus hermanas, y me hubiera reído... La +más pequeña no ignora que es princesina. No, no me hubiera reído, porque +son mis señoras... Pero ella, ella que jamás ha reñido con nadie, venir +á reñir hoy con este pobre viejo... ¡Y qué injustamente, Señor, qué injustamente!</p> -<p>Yo le pregunt con una emocin para m desconocida hasta entonces:</p> +<p>Yo le pregunté con una emoción para mí desconocida hasta entonces:</p> -<p>—Es la mejor de sus hermanas?</p> +<p>—¿Es la mejor de sus hermanas?</p> -<p>—Y la mejor de las criaturas. Esa nia ha sido engendrada por los -ngeles...</p> +<p>—Y la mejor de las criaturas. Esa niña ha sido engendrada por los +ángeles...</p> -<p>Y el Seor Polonio, enternecido, comenz un largo relato de las virtudes -que adornaban<a name="page_081" id="page_081"></a> el alma de aquella doncella hija de prncipes, y era el +<p>Y el Señor Polonio, enternecido, comenzó un largo relato de las virtudes +que adornaban<a name="page_081" id="page_081"></a> el alma de aquella doncella hija de príncipes, y era el relato del viejo mayordomo ingenuo y sencillo, como los que pueblan la Leyenda Dorada.</p> @@ -1238,72 +1201,72 @@ Leyenda Dorada.</p> width="150" height="163" alt="L" -title="L" /></span>LEGABAN por el cadver de Monseor!... Y el mayordomo -partise de mi lado muy afligido y presuroso. Todas las campanas de la -histrica ciudad doblaban un tiempo. Oase el canto latino de los -clrigos resonando bajo el prtico del Palacio, y el murmullo de la +title="L" /></span>LEGABAN por el cadáver de Monseñor!... Y el mayordomo +partióse de mi lado muy afligido y presuroso. Todas las campanas de la +histórica ciudad doblaban á un tiempo. Oíase el canto latino de los +clérigos resonando bajo el pórtico del Palacio, y el murmullo de la gente que llenaba la plaza. Cuatro colegiales mayores bajaron en hombros -el fretro y el duelo se puso en marcha. Monseor Antonelli me hizo<a name="page_084" id="page_084"></a> -sitio su derecha, y con humildad, que me pareci estudiada, comenz +el féretro y el duelo se puso en marcha. Monseñor Antonelli me hizo<a name="page_084" id="page_084"></a> +sitio á su derecha, y con humildad, que me pareció estudiada, comenzó á dolerse de lo mucho que con la muerte de aquel santo y de aquel sabio -perda el Colegio Clementino: Yo todo asenta con un vago gesto, y -disimuladamente miraba las ventanas, llenas de mujeres: Monseor tard +perdía el Colegio Clementino: Yo á todo asentía con un vago gesto, y +disimuladamente miraba á las ventanas, llenas de mujeres: Monseñor tardó poco en advertirlo, y me dijo con una sonrisa tan amable como sagaz:</p> -<p>—Sin duda no conocis nuestra ciudad.</p> +<p>—Sin duda no conocéis nuestra ciudad.</p> -<p>—No, Monseor.</p> +<p>—No, Monseñor.</p> -<p>—Si permanecis algn tiempo entre nosotros y queris conocerla, yo me -ofrezco ser vuestro gua. Est llena de riquezas artsticas!</p> +<p>—Si permanecéis algún tiempo entre nosotros y queréis conocerla, yo me +ofrezco á ser vuestro guía. ¡Está llena de riquezas artísticas!</p> -<p>—Gracias, Monseor.</p> +<p>—Gracias, Monseñor.</p> <p>Seguimos en silencio. El son de las campanas llenaba el aire, y el grave -cntico de los<a name="page_085" id="page_085"></a> clrigos pareca reposar en la tierra, donde todo es -polvo y podredumbre. Jaculatorias, misereres, responsos caan sobre el -fretro como el agua bendita del hisopo. Encima de nuestras cabezas las -campanas seguan siempre sonando, y el sol, un sol abrileo, joven y +cántico de los<a name="page_085" id="page_085"></a> clérigos parecía reposar en la tierra, donde todo es +polvo y podredumbre. Jaculatorias, misereres, responsos caían sobre el +féretro como el agua bendita del hisopo. Encima de nuestras cabezas las +campanas seguían siempre sonando, y el sol, un sol abrileño, joven y rubio como un mancebo, brillaba en las vestiduras sagradas, en la seda de los pendones y en las cruces parroquiales con un alarde de poder pagano.</p> -<p>Atravesamos casi toda la ciudad. Monseor haba dispuesto que se diese -tierra su cuerpo en el Convento de los Franciscanos, donde haca -ms de cuatro siglos tenan enterramiento los Prncipes Gaetani. Una -tradicin piadosa, dice que el Santo de Ass fund el Convento de -Ligura, y que vivi all algn tiempo. Todava florece en el huerto,<a name="page_086" id="page_086"></a> -el viejo rosal que se cubra de rosas en todas las ocasiones que -visitaba aquella fundacin, el Divino Francisco. Llegamos entre dobles -de campanas. En la puerta de la iglesia, alumbrndose con cirios, +<p>Atravesamos casi toda la ciudad. Monseñor había dispuesto que se diese +tierra á su cuerpo en el Convento de los Franciscanos, donde hacía +más de cuatro siglos tenían enterramiento los Príncipes Gaetani. Una +tradición piadosa, dice que el Santo de Asís fundó el Convento de +Ligura, y que vivió allí algún tiempo. Todavía florece en el huerto,<a name="page_086" id="page_086"></a> +el viejo rosal que se cubría de rosas en todas las ocasiones que +visitaba aquella fundación, el Divino Francisco. Llegamos entre dobles +de campanas. En la puerta de la iglesia, alumbrándose con cirios, esperaba la Comunidad dividida en dos largas hileras. Primero los -novicios, plidos, ingenuos, demacrados: Despus los profesos, sombros, +novicios, pálidos, ingenuos, demacrados: Después los profesos, sombríos, torturados, penitentes: Todos rezaban con la vista baja y sobre las -sandalias los cirios lloraban gota gota su cera amarilla.</p> - -<p>Dijronse muchas misas, cantse un largo entierro, y el atad baj al -sepulcro que esperaba abierto desde el amanecer. Cay la losa encima, -y un colegial me busc con deferencia cortesana, para llevarme la -sacrista. Los frailes seguan murmurando sus responsos, y la iglesia -iba quedando en soledad<a name="page_087" id="page_087"></a> y en silencio. En la sacrista salud muchos -sabios y venerables telogos que me edificaron con sus plticas. Luego -vino el Prior, un anciano de blanca barba, que haba vivido largos aos -en los Santos Lugares. Me salud con dulzura evanglica, y hacindome -sentar su lado comenz preguntarme por la salud de Su Santidad. Los -graves telogos hicieron corro para escuchar mis nuevas, y como era muy -poco lo que poda decirles, tuve que inventar en honor suyo toda una -leyenda piadosa y milagrera: Su Santidad recobrando la lozana juvenil +sandalias los cirios lloraban gota á gota su cera amarilla.</p> + +<p>Dijéronse muchas misas, cantóse un largo entierro, y el ataúd bajó al +sepulcro que esperaba abierto desde el amanecer. Cayó la losa encima, +y un colegial me buscó con deferencia cortesana, para llevarme á la +sacristía. Los frailes seguían murmurando sus responsos, y la iglesia +iba quedando en soledad<a name="page_087" id="page_087"></a> y en silencio. En la sacristía saludé á muchos +sabios y venerables teólogos que me edificaron con sus pláticas. Luego +vino el Prior, un anciano de blanca barba, que había vivido largos años +en los Santos Lugares. Me saludó con dulzura evangélica, y haciéndome +sentar á su lado comenzó á preguntarme por la salud de Su Santidad. Los +graves teólogos hicieron corro para escuchar mis nuevas, y como era muy +poco lo que podía decirles, tuve que inventar en honor suyo toda una +leyenda piadosa y milagrera: ¡Su Santidad recobrando la lozanía juvenil por medio de una reliquia! El Prior con el rostro resplandeciente de fe, -me pregunt:</p> +me preguntó:</p> -<p>—De qu Santo era, hijo mo?</p> +<p>—¿De qué Santo era, hijo mío?</p> <p>—De un Santo de mi familia.</p> <p>Todos se inclinaron como si yo fuese el<a name="page_088" id="page_088"></a> Santo: El temblor de un rezo, -pas por las luengas barbas, que salan del misterio de las capuchas, y -en aquel momento yo sent el deseo de arrodillarme y besar la mano del -Prior. Aquella mano que sobre todos mis pecados poda hacer la cruz: Ego +pasó por las luengas barbas, que salían del misterio de las capuchas, y +en aquel momento yo sentí el deseo de arrodillarme y besar la mano del +Prior. Aquella mano que sobre todos mis pecados podía hacer la cruz: Ego Te Absolvo.</p> <p class="figcenter"> @@ -1316,102 +1279,102 @@ Te Absolvo.</p> width="150" height="165" alt="C" -title="C" /></span>UANDO volv al Palacio hall Mara Rosario en la +title="C" /></span>UANDO volví al Palacio hallé á María Rosario en la puerta de la capilla repartiendo limosnas entre una corte de mendigos -que alargaban las manos esculidas bajo los rotos mantos. Mara Rosario +que alargaban las manos escuálidas bajo los rotos mantos. María Rosario era una figura ideal que me hizo recordar aquellas santas hijas de -prncipes y de reyes: Doncellas de soberana hermosura, que con sus manos -delicadas curaban los leprosos. El alma de aquella nia encendase con -el<a name="page_090" id="page_090"></a> mismo anhelo de santidad. A una vieja encorvada le deca:</p> +príncipes y de reyes: Doncellas de soberana hermosura, que con sus manos +delicadas curaban á los leprosos. El alma de aquella niña encendíase con +el<a name="page_090" id="page_090"></a> mismo anhelo de santidad. A una vieja encorvada le decía:</p> -<p>—Cmo est tu marido, Liberata?</p> +<p>—¿Cómo está tu marido, Liberata?</p> -<p>—Siempre lo mismo, seorina!... Siempre lo mismo!</p> +<p>—¡Siempre lo mismo, señorina!... ¡Siempre lo mismo!</p> -<p>Y despus de recoger su limosna y de besarla, retirbase la vieja -salmodiando bendiciones, temblona sobre su bculo. Mara Rosario la +<p>Y después de recoger su limosna y de besarla, retirábase la vieja +salmodiando bendiciones, temblona sobre su báculo. María Rosario la miraba un momento, y luego sus ojos compasivos se tornaban hacia otra -mendiga que daba el pecho un nio esculido, envuelto en el jirn de +mendiga que daba el pecho á un niño escuálido, envuelto en el jirón de un manto:</p> -<p>—Es tuyo ese nio, Paula?</p> +<p>—¿Es tuyo ese niño, Paula?</p> <p>—No, Princesina: Era de una curmana que se ha muerto: Tres ha dejado la -pobre, ste es el ms pequeo.</p> +pobre, éste es el más pequeño.</p> -<p>—Y t lo has recogido?</p> +<p>—¿Y tú lo has recogido?</p> -<p>—La madre me lo recomend al morir!<a name="page_091" id="page_091"></a></p> +<p>—¡La madre me lo recomendó al morir!<a name="page_091" id="page_091"></a></p> -<p>—Y qu es de los otros dos?</p> +<p>—¿Y qué es de los otros dos?</p> -<p>—Por esas calles andan. El uno tiene cinco aos, el otro siete: Pena da -mirarlos, desnudos como ngeles del Cielo.</p> +<p>—Por esas calles andan. El uno tiene cinco años, el otro siete: Pena da +mirarlos, desnudos como ángeles del Cielo.</p> -<p>Mara Rosario tom en brazos al nio, y lo bes con dos lgrimas en los -ojos. Al entregrselo la mendiga, le dijo:</p> +<p>María Rosario tomó en brazos al niño, y lo besó con dos lágrimas en los +ojos. Al entregárselo á la mendiga, le dijo:</p> -<p>—Vuelve esta tarde y pregunta por el Seor Polonio.</p> +<p>—Vuelve esta tarde y pregunta por el Señor Polonio.</p> -<p>—Gracias, mi seorina!</p> +<p>—¡Gracias, mi señorina!</p> -<p>Un murmullo ardiente como una oracin, entreabri las bocas renegridas y +<p>Un murmullo ardiente como una oración, entreabrió las bocas renegridas y tristes de aquellos mendigos:</p> -<p>—La pobre madre se lo agradecer en el Cielo!</p> +<p>—¡La pobre madre se lo agradecerá en el Cielo!</p> -<p>Mara Rosario continu:</p> +<p>María Rosario continuó:</p> -<p>—Y si encuentras los otros dos pequeos, trelos tambin contigo.<a name="page_092" id="page_092"></a></p> +<p>—Y si encuentras á los otros dos pequeños, tráelos también contigo.<a name="page_092" id="page_092"></a></p> -<p>—Los otros, hoy no s dnde poder hallarlos, mi Princesina.</p> +<p>—Los otros, hoy no sé dónde poder hallarlos, mi Princesina.</p> -<p>Un viejo de calva sien y luenga barba nevada, sereno y evanglico en su -pobreza, se adelant gravemente:</p> +<p>Un viejo de calva sien y luenga barba nevada, sereno y evangélico en su +pobreza, se adelantó gravemente:</p> -<p>—Los otros, aunque cativo, tienen tambin amparo. Los ha recogido -Barberina la Prisca. Una viuda lavandera que tambin m me tiene +<p>—Los otros, aunque cativo, tienen también amparo. Los ha recogido +Barberina la Prisca. Una viuda lavandera que también á mí me tiene recogido.</p> -<p>Y el viejo, que insensiblemente haba ido algunos pasos hacia delante, -retrocedi tentando en el suelo con el bculo, y en el aire con -una mano, porque era ciego. Mara Rosario lloraba en silencio, y -resplandeca, hermosa y cndida como una Madona, en medio de la srdida +<p>Y el viejo, que insensiblemente había ido algunos pasos hacia delante, +retrocedió tentando en el suelo con el báculo, y en el aire con +una mano, porque era ciego. María Rosario lloraba en silencio, y +resplandecía, hermosa y cándida como una Madona, en medio de la sórdida corte de mendigos, que se acercaban de rodillas para besarle las manos. -Aquellas cabezas humildes, demacradas, miserables,<a name="page_093" id="page_093"></a> tenan una expresin -de amor. Yo record entonces los antiguos cuadros, vistos tantas veces -en un antiguo monasterio de la Umbra: Tablas prerrafalicas que pint +Aquellas cabezas humildes, demacradas, miserables,<a name="page_093" id="page_093"></a> tenían una expresión +de amor. Yo recordé entonces los antiguos cuadros, vistos tantas veces +en un antiguo monasterio de la Umbría: Tablas prerrafaélicas que pintó en el retiro de su celda un monje desconocido, enamorado de los ingenuos milagros que florecen la leyenda de la Reina de Turingia.</p> -<p>Mara Rosario tambin tena una hermosa leyenda, y los lirios blancos de -la caridad tambin la aromaban. Viva en el Palacio como en un convento. -Cuando bajaba al jardn traa la falda llena de espliego que esparca -entre sus vestidos, y cuando sus manos se aplicaban una labor monjil, -su mente soaba sueos de santidad. Eran sueos albos como las parbolas -de Jess, y el pensamiento acariciaba los sueos, como la mano acaricia -el suave y tibio plumaje de las palomas<a name="page_094" id="page_094"></a> familiares. Mara Rosario +<p>María Rosario también tenía una hermosa leyenda, y los lirios blancos de +la caridad también la aromaban. Vivía en el Palacio como en un convento. +Cuando bajaba al jardín traía la falda llena de espliego que esparcía +entre sus vestidos, y cuando sus manos se aplicaban á una labor monjil, +su mente soñaba sueños de santidad. Eran sueños albos como las parábolas +de Jesús, y el pensamiento acariciaba los sueños, como la mano acaricia +el suave y tibio plumaje de las palomas<a name="page_094" id="page_094"></a> familiares. María Rosario hubiera querido convertir el Palacio en albergue donde se recogiese -la procesin de viejos y lisiados, de hurfanos y locos que llenaban +la procesión de viejos y lisiados, de huérfanos y locos que llenaban la capilla pidiendo limosna y salmodiando padrenuestros. Suspiraba -recordando la historia de aquellas santas princesas que acogan en sus -castillos los peregrinos que volvan de Jerusaln.</p> +recordando la historia de aquellas santas princesas que acogían en sus +castillos á los peregrinos que volvían de Jerusalén.</p> -<p>En la vieja ciudad hablbase de ella como de una santa lejana, una -santa triste y bella que de nadie se dejase ver. Sus das se deslizaban +<p>En la vieja ciudad hablábase de ella como de una santa lejana, una +santa triste y bella que de nadie se dejase ver. Sus días se deslizaban como esos arroyos silenciosos que parecen llevar dormido en su fondo el cielo que reflejan: Reza y borda en el silencio de las grandes salas -desiertas y melanclicas: Tiemblan las oraciones en sus labios, tiembla -en sus dedos la aguja, que enhebra el hilo de oro, y en el pao de tis +desiertas y melancólicas: Tiemblan las oraciones en sus labios, tiembla +en sus dedos la aguja, que enhebra el hilo de oro, y en el paño de tisú florecen las rosas y<a name="page_095" id="page_095"></a> los lirios que pueblan los mantos sagrados. Y -despus del da, lleno de quehaceres humildes, silenciosos, cristianos, -por las noches se arrodilla en su alcoba, y reza con fe ingenua al Nio -Jess, que resplandece bajo un fanal, vestido con alba de seda recamada +después del día, lleno de quehaceres humildes, silenciosos, cristianos, +por las noches se arrodilla en su alcoba, y reza con fe ingenua al Niño +Jesús, que resplandece bajo un fanal, vestido con alba de seda recamada de lentejuelas y abalorios. La paz familiar se levanta como una alondra del nido de su pecho, y revolotea por todo el Palacio, y canta sobre las -puertas, la entrada de las grandes salas. Mara Rosario fu el nico -amor de mi vida. Han pasado muchos aos, y al recordarla ahora todava -se llenan de lgrimas mis ojos ridos, ya casi ciegos.</p> +puertas, á la entrada de las grandes salas. María Rosario fué el único +amor de mi vida. Han pasado muchos años, y al recordarla ahora todavía +se llenan de lágrimas mis ojos áridos, ya casi ciegos.</p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_095.jpg" width="239" height="32" alt="" title="" /> @@ -1425,123 +1388,123 @@ se llenan de lgrimas mis ojos ridos, ya casi ciegos.</p> width="150" height="164" alt="Q" -title="Q" /></span>UEDABA todava el olor de la cera en el Palacio. La -Princesa tendida en el canap de su tocador, se dola de la jaqueca. +title="Q" /></span>UEDABA todavía el olor de la cera en el Palacio. La +Princesa tendida en el canapé de su tocador, se dolía de la jaqueca. Sus hijas, vestidas de luto, hablaban en voz baja, y de tiempo en -tiempo, entraba sala sin ruido, alguna de ellas. En medio de un gran -silencio, la Princesa incorporse lnguidamente, volviendo hacia m el -rostro todava hermoso, que pareca ms blanco bajo una toca de negro +tiempo, entraba ó salía sin ruido, alguna de ellas. En medio de un gran +silencio, la Princesa incorporóse lánguidamente, volviendo hacia mí el +rostro todavía hermoso, que parecía más blanco bajo una toca de negro encaje:<a name="page_098" id="page_098"></a></p> -<p>—Xavier, t cundo tienes que volver Roma?</p> +<p>—¿Xavier, tú cuándo tienes que volver á Roma?</p> -<p>Yo me estremec:</p> +<p>Yo me estremecí:</p> -<p>—Maana, seora.</p> +<p>—Mañana, señora.</p> -<p>Y mir Mara Rosario, que baj la cabeza y se puso encendida como una -rosa. La Princesa, sin reparar en ello, apoy la frente en la mano, una -mano evocacin de aquellas que en los retratos antiguos sostienen -veces una flor, y veces un paolito de encaje: En tan bella actitud -suspir largamente, y volvi interrogarme:</p> +<p>Y miré á María Rosario, que bajó la cabeza y se puso encendida como una +rosa. La Princesa, sin reparar en ello, apoyó la frente en la mano, una +mano evocación de aquellas que en los retratos antiguos sostienen á +veces una flor, y á veces un pañolito de encaje: En tan bella actitud +suspiró largamente, y volvió á interrogarme:</p> -<p>—Por qu maana?</p> +<p>—¿Por qué mañana?</p> -<p>—Porque ha terminado mi misin, seora.</p> +<p>—Porque ha terminado mi misión, señora.</p> -<p>—Y no puedes quedarte algunos das ms con nosotras?</p> +<p>—¿Y no puedes quedarte algunos días más con nosotras?</p> -<p>—Necesitara un permiso.</p> +<p>—Necesitaría un permiso.</p> -<p>—Pues yo escribir hoy mismo Roma.<a name="page_099" id="page_099"></a></p> +<p>—Pues yo escribiré hoy mismo á Roma.<a name="page_099" id="page_099"></a></p> -<p>Mir disimuladamente Mara Rosario: Sus hermosos ojos negros me -contemplaban asustados, y su boca intensamente plida, que pareca +<p>Miré disimuladamente á María Rosario: Sus hermosos ojos negros me +contemplaban asustados, y su boca intensamente pálida, que parecía entreabierta por el anhelo de un suspiro, temblaba. En aquel momento, su -madre volvi la cabeza hacia donde ella estaba:</p> +madre volvió la cabeza hacia donde ella estaba:</p> -<p>—Mara Rosario.</p> +<p>—María Rosario.</p> -<p>—Seora.</p> +<p>—Señora.</p> -<p>—Acurdate de escribir en mi nombre Monseor Sassoferrato. Yo firmar +<p>—Acuérdate de escribir en mi nombre á Monseñor Sassoferrato. Yo firmaré la carta.</p> -<p>Mara Rosario, siempre ruborosa, repuso con aquella serena dulzura que +<p>María Rosario, siempre ruborosa, repuso con aquella serena dulzura que era como un aroma:</p> -<p>—Queris que escriba ahora?</p> +<p>—¿Queréis que escriba ahora?</p> <p>—Como te parezca, hija.</p> -<p>Mara Rosario se puso en pie.</p> +<p>María Rosario se puso en pie.</p> -<p>—Y qu debo decirle Monseor?<a name="page_100" id="page_100"></a></p> +<p>—¿Y qué debo decirle á Monseñor?<a name="page_100" id="page_100"></a></p> -<p>—Le notificas nuestra desgracia, y aades que vivimos muy solas, y que -esperamos de su bondad un permiso para retener nuestro lado por algn -tiempo al Marqus de Bradomn.</p> +<p>—Le notificas nuestra desgracia, y añades que vivimos muy solas, y que +esperamos de su bondad un permiso para retener á nuestro lado por algún +tiempo al Marqués de Bradomín.</p> -<p>Mara Rosario se dirigi hacia la puerta: Tuvo que pasar por mi lado y -aprovechando audazmente la ocasin, le dije en voz baja:</p> +<p>María Rosario se dirigió hacia la puerta: Tuvo que pasar por mi lado y +aprovechando audazmente la ocasión, le dije en voz baja:</p> -<p>—Me quedo, porque os adoro!</p> +<p>—¡Me quedo, porque os adoro!</p> -<p>Fingi no haberme odo, y sali. Volvme entonces hacia la Princesa, que -me miraba con una sombra de afn, y le pregunt aparentando indiferencia:</p> +<p>Fingió no haberme oído, y salió. Volvíme entonces hacia la Princesa, que +me miraba con una sombra de afán, y le pregunté aparentando indiferencia:</p> -<p>—Cundo toma el velo Mara Rosario?</p> +<p>—¿Cuándo toma el velo María Rosario?</p> -<p>—No est designado el da.</p> +<p>—No está designado el día.</p> -<p>—La muerte de Monseor Gaetani, acaso lo retardar.</p> +<p>—La muerte de Monseñor Gaetani, acaso lo retardará.</p> -<p>—Por qu?<a name="page_101" id="page_101"></a></p> +<p>—¿Por qué?<a name="page_101" id="page_101"></a></p> <p>—Porque ha de ser un nuevo disgusto para vos.</p> -<p>—No soy egosta. Comprendo que mi hija ser feliz en el convento, mucho -ms feliz que mi lado, y me resigno.</p> +<p>—No soy egoísta. Comprendo que mi hija será feliz en el convento, mucho +más feliz que á mi lado, y me resigno.</p> -<p>—Es muy antigua la vocacin de Mara Rosario?</p> +<p>—¿Es muy antigua la vocación de María Rosario?</p> -<p>—Desde nia.</p> +<p>—Desde niña.</p> -<p>—Y no ha tenido veleidades?</p> +<p>—¿Y no ha tenido veleidades?</p> -<p>—Jams!</p> +<p>—¡Jamás!</p> -<p>Yo me atus el bigote con la mano un poco trmula.</p> +<p>Yo me atusé el bigote con la mano un poco trémula.</p> -<p>—Es una vocacin de Santa.</p> +<p>—Es una vocación de Santa.</p> -<p>—S, de Santa... Te advierto que no sera la primera en nuestra +<p>—Sí, de Santa... Te advierto que no sería la primera en nuestra familia. Santa Margarita de Ligura, Abadesa de Fiesoli, era hija de un -Prncipe Gaetani. Su cuerpo se conserva en la capilla del Palacio, y -despus de<a name="page_102" id="page_102"></a> cuatrocientos aos est como si acabase de expirar: Parece -dormida. T no bajaste la cripta?</p> +Príncipe Gaetani. Su cuerpo se conserva en la capilla del Palacio, y +después de<a name="page_102" id="page_102"></a> cuatrocientos años está como si acabase de expirar: Parece +dormida. ¿Tú no bajaste á la cripta?</p> -<p>—No, seora.</p> +<p>—No, señora.</p> -<p>—Pues es preciso que bajes un da.</p> +<p>—Pues es preciso que bajes un día.</p> -<p>Quedamos en silencio. La Princesa volvi suspirar llevndose las manos - la frente: Sus hijas, all en el fondo de la estancia, se hablaban -en voz baja. Yo las miraba sonriendo y ellas me respondan en idntica -forma, con cierta alegra infantil y burlona, que contrastaba con sus -negros vestidos de duelo. Empezaba decaer la tarde, y la Princesa -mand abrir una ventana que daba sobre el jardn.</p> +<p>Quedamos en silencio. La Princesa volvió á suspirar llevándose las manos +á la frente: Sus hijas, allá en el fondo de la estancia, se hablaban +en voz baja. Yo las miraba sonriendo y ellas me respondían en idéntica +forma, con cierta alegría infantil y burlona, que contrastaba con sus +negros vestidos de duelo. Empezaba á decaer la tarde, y la Princesa +mandó abrir una ventana que daba sobre el jardín.</p> -<p>—Me marea el olor de esas rosas, hijas mas!</p> +<p>—¡Me marea el olor de esas rosas, hijas mías!</p> -<p>Y sealaba los floreros que estaban sobre<a name="page_103" id="page_103"></a> el tocador. Abierta la -ventana, una ligera brisa entr en la estancia: Era alegre, perfumada y +<p>Y señalaba los floreros que estaban sobre<a name="page_103" id="page_103"></a> el tocador. Abierta la +ventana, una ligera brisa entró en la estancia: Era alegre, perfumada y gentil como un mensaje de la Primavera: Sus alas invisibles alborotaron -los rizos de aquellas cabezas juveniles, que all en el fondo de la -estancia me miraban y me sonrean. Rizos rubios, dorados, luminosos, -cabezas adorables, cuntas veces os he visto en mis sueos pecadores ms -bellas que esas aladas cabezas anglicas que solan ver en sus sueos -celestiales los santos ermitaos!</p> +los rizos de aquellas cabezas juveniles, que allá en el fondo de la +estancia me miraban y me sonreían. ¡Rizos rubios, dorados, luminosos, +cabezas adorables, cuántas veces os he visto en mis sueños pecadores más +bellas que esas aladas cabezas angélicas que solían ver en sus sueños +celestiales los santos ermitaños!</p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_103.jpg" width="203" height="74" alt="" title="" /> @@ -1555,64 +1518,64 @@ celestiales los santos ermitaos!</p> width="150" height="163" alt="L" -title="L" /></span>A PRINCESA se acost al comienzo de la noche, poco -despus del rosario. En el saln, medio apagado, hablaban en voz baja -las viejas damas que desde haca veinte aos acudan regularmente - la tertulia del Palacio Gaetani: Comenzaba sentirse el calor, -y estaban abiertas las puertas de cristales que daban al jardn. -Dos hijas de la Princesa, Mara Socorro y Mara Pilar, hacan los -honores: La conversacin<a name="page_106" id="page_106"></a> era lnguida, de una languidez apocada y +title="L" /></span>A PRINCESA se acostó al comienzo de la noche, poco +después del rosario. En el salón, medio apagado, hablaban en voz baja +las viejas damas que desde hacía veinte años acudían regularmente +á la tertulia del Palacio Gaetani: Comenzaba á sentirse el calor, +y estaban abiertas las puertas de cristales que daban al jardín. +Dos hijas de la Princesa, María Socorro y María Pilar, hacían los +honores: La conversación<a name="page_106" id="page_106"></a> era lánguida, de una languidez apocada y beata. Afortunadamente, al sonar las nueve en el reloj de la Catedral, -las seoras se levantaron, y Mara Socorro y Mara Pilar salieron -acompandolas. Yo qued solo en el vasto saln, y no sabiendo qu -hacer, baj al jardn.</p> +las señoras se levantaron, y María Socorro y María Pilar salieron +acompañándolas. Yo quedé solo en el vasto salón, y no sabiendo qué +hacer, bajé al jardín.</p> <p>Era una noche de Primavera, silenciosa y fragante. El aire agitaba las -ramas de los rboles con blando movimiento, y la luna iluminaba por un -instante la sombra y el misterio de los follajes. Sentase pasar por el -jardn un largo estremecimiento, y luego todo quedaba en esa amorosa paz +ramas de los árboles con blando movimiento, y la luna iluminaba por un +instante la sombra y el misterio de los follajes. Sentíase pasar por el +jardín un largo estremecimiento, y luego todo quedaba en esa amorosa paz de las noches serenas. En el azul profundo temblaban las estrellas, y la -quietud del jardn pareca mayor que la quietud del cielo. A lo lejos, +quietud del jardín parecía mayor que la quietud del cielo. A lo lejos, el mar, misterioso y ondulante, exhalaba su eterna<a name="page_107" id="page_107"></a> queja. Las dormidas -olas fosforecan al pasar tumbando los delfines, y una vela latina -cruzaba el horizonte bajo la luna plida.</p> - -<p>Yo recorra un sendero orillado por floridos rosales: Las lucirnagas -brillaban al pie de los arbustos, el aire era fragante, y el ms leve -soplo bastaba para deshojar en los tallos las rosas marchitas. Yo senta -esa vaga y romntica tristeza que encanta los enamoramientos juveniles, -con la leyenda de los grandes y trgicos dolores que se visten la -usanza antigua. Consideraba la herida de mi corazn como aquellas que -no tienen cura, y pensaba que de un modo fatal decidira de mi suerte. -Con extremos verterianos soaba superar todos los amantes que en el -mundo han sido, y por infortunados y leales pasaron la historia, y an -asomaron ms de una vez<a name="page_108" id="page_108"></a> la faz lacrimosa en las cantigas del vulgo. -Desgraciadamente, quedme sin superarlos, porque tales romanticismos +olas fosforecían al pasar tumbando los delfines, y una vela latina +cruzaba el horizonte bajo la luna pálida.</p> + +<p>Yo recorría un sendero orillado por floridos rosales: Las luciérnagas +brillaban al pie de los arbustos, el aire era fragante, y el más leve +soplo bastaba para deshojar en los tallos las rosas marchitas. Yo sentía +esa vaga y romántica tristeza que encanta los enamoramientos juveniles, +con la leyenda de los grandes y trágicos dolores que se visten á la +usanza antigua. Consideraba la herida de mi corazón como aquellas que +no tienen cura, y pensaba que de un modo fatal decidiría de mi suerte. +Con extremos verterianos soñaba superar á todos los amantes que en el +mundo han sido, y por infortunados y leales pasaron á la historia, y aún +asomaron más de una vez<a name="page_108" id="page_108"></a> la faz lacrimosa en las cantigas del vulgo. +Desgraciadamente, quedéme sin superarlos, porque tales romanticismos nunca fueron otra cosa que un perfume derramado sobre todos mis amores -de juventud. Locuras gentiles y fugaces que duraban algunas horas, y +de juventud. ¡Locuras gentiles y fugaces que duraban algunas horas, y que, sin duda por eso, me han hecho suspirar y sonreir toda la vida!</p> <p>De pronto huyeron mis pensamientos. Daba las doce el viejo reloj de -la Catedral, y cada campanada, en el silencio del jardn, retumb con -majestad sonora. Volv al saln, donde ya estaban apagadas las luces. En -los cristales de una ventana temblaba el reflejo de la luna, y all, en +la Catedral, y cada campanada, en el silencio del jardín, retumbó con +majestad sonora. Volví al salón, donde ya estaban apagadas las luces. En +los cristales de una ventana temblaba el reflejo de la luna, y allá, en el fondo, brillaba la esfera de un reloj, que con delicado y argentino -son daba tambin las doce. Me detuve en la puerta, para acostumbrarme -la<a name="page_109" id="page_109"></a> oscuridad, y poco poco mis ojos columbraron la forma incierta de -las cosas. Una mujer hallbase sentada en el sof del estrado. Yo slo -distingua sus manos blancas: El cuerpo era una sombra negra. Quise -acercarme, y vi cmo sin ruido se pona en pie y cmo sin ruido se -alejaba y desapareca. Hubirala credo un fantasma engao de mis ojos, -si al dejar de verla no llegase hasta m un sollozo. Al pie del sof -estaba cado un pauelo perfumado de rosas y hmedo de llanto. Lo bes -con afn. No dudaba que aquel fantasma haba sido Mara Rosario.</p> - -<p>Pas la noche en vela, sin conseguir conciliar el sueo. Vi rayar el -alba en las ventanas de mi alcoba, y slo entonces, en medio del alegre -voltear de un esquiln que tocaba misa, me dorm. Al despertarme, ya -muy entrado<a name="page_110" id="page_110"></a> el da, supe con profundo reconocimiento cunto por la -salud de mi alma se interesaba la Princesa Gaetani. La noble seora -estaba muy afligida porque yo haba perdido el Oficio Divino.</p> +son daba también las doce. Me detuve en la puerta, para acostumbrarme á +la<a name="page_109" id="page_109"></a> oscuridad, y poco á poco mis ojos columbraron la forma incierta de +las cosas. Una mujer hallábase sentada en el sofá del estrado. Yo sólo +distinguía sus manos blancas: El cuerpo era una sombra negra. Quise +acercarme, y vi cómo sin ruido se ponía en pie y cómo sin ruido se +alejaba y desaparecía. Hubiérala creído un fantasma engaño de mis ojos, +si al dejar de verla no llegase hasta mí un sollozo. Al pie del sofá +estaba caído un pañuelo perfumado de rosas y húmedo de llanto. Lo besé +con afán. No dudaba que aquel fantasma había sido María Rosario.</p> + +<p>Pasé la noche en vela, sin conseguir conciliar el sueño. Vi rayar el +alba en las ventanas de mi alcoba, y sólo entonces, en medio del alegre +voltear de un esquilón que tocaba á misa, me dormí. Al despertarme, ya +muy entrado<a name="page_110" id="page_110"></a> el día, supe con profundo reconocimiento cuánto por la +salud de mi alma se interesaba la Princesa Gaetani. La noble señora +estaba muy afligida porque yo había perdido el Oficio Divino.</p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_110.jpg" width="136" height="94" alt="" title="" /> @@ -1624,151 +1587,151 @@ estaba muy afligida porque yo haba perdido el Oficio Divino.</p> width="150" height="163" alt="A" -title="A" /></span>L CAER de la tarde llegaron aquellas dos seoras de los +title="A" /></span>L CAER de la tarde llegaron aquellas dos señoras de los cabellos blancos y los negros y crujientes vestidos de seda. La Princesa -se incorpor saludndolas con amable y desfallecida voz:</p> +se incorporó saludándolas con amable y desfallecida voz:</p> -<p>—Dnde habis estado?</p> +<p>—¿Dónde habéis estado?</p> -<p>—Hemos corrido toda Ligura!</p> +<p>—¡Hemos corrido toda Ligura!</p> -<p>—Vosotras!</p> +<p>—¡Vosotras!</p> -<p>Ante el asombro de la Princesa, las dos seoras se miraron sonriendo:<a name="page_112" id="page_112"></a></p> +<p>Ante el asombro de la Princesa, las dos señoras se miraron sonriendo:<a name="page_112" id="page_112"></a></p> -<p>—Cuntale t, Antonina.</p> +<p>—Cuéntale tú, Antonina.</p> -<p>—Cuntale t, Lorencina.</p> +<p>—Cuéntale tú, Lorencina.</p> -<p>Y luego las dos comienzan el relato al mismo tiempo: Haban odo un -sermn en la Catedral: Haban pasado por el Convento de las Carmelitas -para preguntar por la Madre Superiora que estaba enferma: Haban velado -al Santsimo. Aqu la Princesa interrumpi:</p> +<p>Y luego las dos comienzan el relato al mismo tiempo: Habían oído un +sermón en la Catedral: Habían pasado por el Convento de las Carmelitas +para preguntar por la Madre Superiora que estaba enferma: Habían velado +al Santísimo. Aquí la Princesa interrumpió:</p> -<p>—Y cmo sigue la Madre Superiora?</p> +<p>—¿Y cómo sigue la Madre Superiora?</p> -<p>—Todava no baja al locutorio.</p> +<p>—Todavía no baja al locutorio.</p> -<p>—A quin habis visto?</p> +<p>—¿A quién habéis visto?</p> -<p>—A la Madre Escolstica. La pobre siempre tan buena y tan cariosa! No -sabes cunto nos pregunt por ti y por tus hijas: Nos ense el hbito -de Mara Rosario: Iba mandrselo para que lo probase: Lo ha cosido -ella misma: Dice que ser el ltimo, porque est casi ciega.<a name="page_113" id="page_113"></a></p> +<p>—A la Madre Escolástica. ¡La pobre siempre tan buena y tan cariñosa! No +sabes cuánto nos preguntó por ti y por tus hijas: Nos enseñó el hábito +de María Rosario: Iba á mandárselo para que lo probase: Lo ha cosido +ella misma: Dice que será el último, porque está casi ciega.<a name="page_113" id="page_113"></a></p> -<p>La Princesa suspir:</p> +<p>La Princesa suspiró:</p> -<p>—Yo no saba que estuviese ciega!</p> +<p>—¡Yo no sabía que estuviese ciega!</p> <p>—Ciega no, pero ve muy poco.</p> -<p>—Pues no tiene aos para eso...</p> +<p>—Pues no tiene años para eso...</p> -<p>La Princesa acab con un gesto de fatiga, llevndose las manos la -frente. Despus se distrajo mirando hacia la puerta, donde asomaba la -esculida figura del Seor Polonio. Detenido en el umbral, el mayordomo +<p>La Princesa acabó con un gesto de fatiga, llevándose las manos á la +frente. Después se distrajo mirando hacia la puerta, donde asomaba la +escuálida figura del Señor Polonio. Detenido en el umbral, el mayordomo saludaba con una profunda reverencia:</p> -<p>—Da su permiso mi Seora la Princesa?</p> +<p>—¿Da su permiso mi Señora la Princesa?</p> -<p>—Adelante, Polonio. Qu ocurre?</p> +<p>—Adelante, Polonio. ¿Qué ocurre?</p> -<p>—Ha venido el sacristn de las Madres Carmelitas con el hbito de la -Seorina.</p> +<p>—Ha venido el sacristán de las Madres Carmelitas con el hábito de la +Señorina.</p> -<p>—Y ella lo sabe?</p> +<p>—¿Y ella lo sabe?</p> -<p>—Probndoselo queda.</p> +<p>—Probándoselo queda.</p> -<p>Al or esto, las otras hijas de la Princesa, que sentadas en rueda, -bordaban el manto de<a name="page_114" id="page_114"></a> Santa Margarita de Ligura, hablronse en voz baja, +<p>Al oír esto, las otras hijas de la Princesa, que sentadas en rueda, +bordaban el manto de<a name="page_114" id="page_114"></a> Santa Margarita de Ligura, habláronse en voz baja, juntando las cabezas, y salieron de la estancia con alegre murmullo, -en un grupo casto y primaveral como aquel que pint Sandro Boticelli. -La Princesa las mir con maternal orgullo, y luego hizo un ademn -despidiendo al mayordomo, que, en lugar de irse, adelant algunos pasos +en un grupo casto y primaveral como aquel que pintó Sandro Boticelli. +La Princesa las miró con maternal orgullo, y luego hizo un ademán +despidiendo al mayordomo, que, en lugar de irse, adelantó algunos pasos balbuciendo:</p> -<p>—Ya he dado el ltimo perfil al Paso de las Cadas... Hoy empiezan las +<p>—Ya he dado el último perfil al Paso de las Caídas... Hoy empiezan las procesiones de Semana Santa.</p> -<p>La Princesa replic con desdeosa altivez:</p> +<p>La Princesa replicó con desdeñosa altivez:</p> -<p>—Y sin duda has credo que yo lo ignoraba.</p> +<p>—Y sin duda has creído que yo lo ignoraba.</p> -<p>El mayordomo pareci consternado:</p> +<p>El mayordomo pareció consternado:</p> -<p>—Lbreme el Cielo, Seora!</p> +<p>—¡Líbreme el Cielo, Señora!</p> -<p>—Pues entonces?...</p> +<p>—¿Pues entonces?...</p> -<p>—Hablando de las procesiones, el sacristn<a name="page_115" id="page_115"></a> de las Madres me dijo que -tal vez este ao no saliesen las que costea y patrocina mi Seora la +<p>—Hablando de las procesiones, el sacristán<a name="page_115" id="page_115"></a> de las Madres me dijo que +tal vez este año no saliesen las que costea y patrocina mi Señora la Princesa.</p> -<p>—Y por qu causa?</p> +<p>—¿Y por qué causa?</p> -<p>—Por la muerte de Monseor, y el luto de la casa.</p> +<p>—Por la muerte de Monseñor, y el luto de la casa.</p> -<p>—Nada tiene que ver con la religin, Polonio.</p> +<p>—Nada tiene que ver con la religión, Polonio.</p> -<p>Aqu la Princesa crey del caso suspirar. El mayordomo se inclin:</p> +<p>Aquí la Princesa creyó del caso suspirar. El mayordomo se inclinó:</p> -<p>—Cierto, Seora, ciertsimo. El sacristn lo deca contemplando mi -obra. Ya sabe la Seora Princesa... El Paso de las Cadas... Espero que -mi Seora se digne verlo...</p> +<p>—Cierto, Señora, ciertísimo. El sacristán lo decía contemplando mi +obra. Ya sabe la Señora Princesa... El Paso de las Caídas... Espero que +mi Señora se digne verlo...</p> -<p>El mayordomo se detuvo sonriendo ceremoniosamente. La Princesa asinti -con un gesto, y luego volvindose m pronunci con ligera irona:<a name="page_116" id="page_116"></a></p> +<p>El mayordomo se detuvo sonriendo ceremoniosamente. La Princesa asintió +con un gesto, y luego volviéndose á mí pronunció con ligera ironía:<a name="page_116" id="page_116"></a></p> -<p>—T acaso ignoras que mi mayordomo es un gran artista?</p> +<p>—¿Tú acaso ignoras que mi mayordomo es un gran artista?</p> -<p>El viejo se inclin:</p> +<p>El viejo se inclinó:</p> -<p>—Un artista!... Hoy da ya no hay artistas. Los hubo en la antigedad.</p> +<p>—¡Un artista!... Hoy día ya no hay artistas. Los hubo en la antigüedad.</p> <p>Yo intervine con mi juvenil insolencia:</p> -<p>—Pero de qu epoca sois, Seor Polonio?</p> +<p>—¿Pero de qué epoca sois, Señor Polonio?</p> <p>El mayordomo repuso sonriendo:</p> -<p>—Vos tenis razn, Excelencia... Hablando con verdad, no puedo decir -que ste sea mi siglo...</p> +<p>—Vos tenéis razón, Excelencia... Hablando con verdad, no puedo decir +que éste sea mi siglo...</p> -<p>—Vos pertenecis la antigedad ms clsica y ms remota. Y cul arte -cultivis, Seor Polonio?</p> +<p>—Vos pertenecéis á la antigüedad más clásica y más remota. ¿Y cuál arte +cultiváis, Señor Polonio?</p> -<p>El Seor Polonio repuso con suma modestia:</p> +<p>El Señor Polonio repuso con suma modestia:</p> <p>—Todas, Excelencia.</p> -<p>—Sois un nieto de Miguel Angel!<a name="page_117" id="page_117"></a></p> +<p>—¡Sois un nieto de Miguel Angel!<a name="page_117" id="page_117"></a></p> <p>—El cultivarlas todas no quiere decir que sea maestro en ellas, Excelencia.</p> -<p>La Princesa sonri con aquella amable irona que al mismo tiempo -mostraba seoril y compasivo afecto por el viejo mayordomo:</p> +<p>La Princesa sonrió con aquella amable ironía que al mismo tiempo +mostraba señoril y compasivo afecto por el viejo mayordomo:</p> -<p>—Xavier, tienes que ver su ltima obra: El Paso de las Cadas! Una +<p>—Xavier, tienes que ver su última obra: ¡El Paso de las Caídas! ¡Una maravilla!</p> -<p>Las dos ancianas juntaron las secas manos con infantil admiracin:</p> +<p>Las dos ancianas juntaron las secas manos con infantil admiración:</p> -<p>—Si cuando joven hubiera querido ir Roma!... Oh!</p> +<p>—¡Si cuando joven hubiera querido ir á Roma!... ¡Oh!</p> <p>El mayordomo lloraba enternecido:</p> -<p>—Seoras!... Mis nobles Mecenas!</p> +<p>—¡Señoras!... ¡Mis nobles Mecenas!</p> -<p>De pronto se oy murmullo de juveniles voces que se aproximaban, y un -momento despus el coro de las cinco hermanas invada la estancia. Mara -Rosario traa puesto el blanco hbito que deba llevar durante<a name="page_118" id="page_118"></a> toda +<p>De pronto se oyó murmullo de juveniles voces que se aproximaban, y un +momento después el coro de las cinco hermanas invadía la estancia. María +Rosario traía puesto el blanco hábito que debía llevar durante<a name="page_118" id="page_118"></a> toda la vida, y las otras se agrupaban en torno como si fuese una Santa. Al -verlas entrar, la Princesa se incorpor muy plida: Las lgrimas acudan - sus ojos, y luchaba en vano por retenerlas. Cuando Mara Rosario se -acerc besarle la mano, le ech los brazos al cuello y la estrech -amorosamente. Qued despus contemplndola, y no pudo contener un grito +verlas entrar, la Princesa se incorporó muy pálida: Las lágrimas acudían +á sus ojos, y luchaba en vano por retenerlas. Cuando María Rosario se +acercó á besarle la mano, le echó los brazos al cuello y la estrechó +amorosamente. Quedó después contemplándola, y no pudo contener un grito de angustia.</p> <p class="figcenter"> @@ -1781,103 +1744,103 @@ de angustia.</p> width="150" height="161" alt="Y" -title="Y" /></span>O ESTABA tan conmovido que, como en sueos, o la voz -del viejo mayordomo: Hablaba despus de un profundo silencio:</p> +title="Y" /></span>O ESTABA tan conmovido que, como en sueños, oí la voz +del viejo mayordomo: Hablaba después de un profundo silencio:</p> -<p>—Si merezco el honor... Perdonad, pero ahora van llevarse esa pobre -obra de mis manos pecadoras. Si queris verla, apenas queda tiempo...</p> +<p>—Si merezco el honor... Perdonad, pero ahora van á llevarse esa pobre +obra de mis manos pecadoras. Si queréis verla, apenas queda tiempo...</p> -<p>Las dos seoras se levantaron sacudindose las crujientes y arrugadas +<p>Las dos señoras se levantaron sacudiéndose las crujientes y arrugadas faldas:</p> -<p>—Oh!... Vamos all.<a name="page_120" id="page_120"></a></p> +<p>—¡Oh!... Vamos allá.<a name="page_120" id="page_120"></a></p> -<p>Antes de salir ya comenzaron las explicaciones del Seor Polonio:</p> +<p>Antes de salir ya comenzaron las explicaciones del Señor Polonio:</p> -<p>—Conviene saber que el Nazareno y el Cirineo son los mismos que haba -antiguamente. De mi mano son nicamente los judos. Los hice de cartn. -Ya conocen mi antigua mana de hacer caretas. Una mana y de las peores. -Con ella di gran impulso los Carnavales, que es la fiesta de Satans. -Aqu, antes nadie se vesta de mscara, pero como yo regalaba todo el -mundo mis caretas de cartn! Dios me perdone! Los Carnavales de Ligura -llegaron ser famosos en Italia... Vengan por aqu sus Excelencias.</p> +<p>—Conviene saber que el Nazareno y el Cirineo son los mismos que había +antiguamente. De mi mano son únicamente los judíos. Los hice de cartón. +Ya conocen mi antigua manía de hacer caretas. Una manía y de las peores. +Con ella di gran impulso á los Carnavales, que es la fiesta de Satanás. +¡Aquí, antes nadie se vestía de máscara, pero como yo regalaba á todo el +mundo mis caretas de cartón! ¡Dios me perdone! Los Carnavales de Ligura +llegaron á ser famosos en Italia... Vengan por aquí sus Excelencias.</p> -<p>Pasamos una gran sala que tena las ventanas cerradas. El Seor -Polonio adelantse para abrirlas. Despus se volvi pidiendo mil +<p>Pasamos á una gran sala que tenía las ventanas cerradas. El Señor +Polonio adelantóse para abrirlas. Después se volvió pidiendo mil perdones, y nosotros entramos. Mis ojos quedaron<a name="page_121" id="page_121"></a> extasiados al ver en -medio de la sala unas andas con Jess Nazareno, entre cuatro judos -torvos y barbudos. Las dos seoras lloraban de emocin:</p> +medio de la sala unas andas con Jesús Nazareno, entre cuatro judíos +torvos y barbudos. Las dos señoras lloraban de emoción:</p> -<p>—Si considersemos lo que Nuestro Seor padeci por nosotros!</p> +<p>—¡Si considerásemos lo que Nuestro Señor padeció por nosotros!</p> -<p>—Ay!... Si lo considersemos!</p> +<p>—¡Ay!... Si lo considerásemos!</p> -<p>En presencia de aquellos cuatro judos vestidos la chamberga, era -indudable que las devotas seoras procuraban hacerse cargo del drama -de la Pasin. El Seor Polonio daba vueltas en torno de las andas, y +<p>En presencia de aquellos cuatro judíos vestidos á la chamberga, era +indudable que las devotas señoras procuraban hacerse cargo del drama +de la Pasión. El Señor Polonio daba vueltas en torno de las andas, y con los nudillos golpeaba suavemente las fieras cabezas de los cuatro deicidas:</p> -<p>—De cartn!... S, seoras, igual que las caretas. Fu una idea que me -vino sin saber cmo.</p> +<p>—¡De cartón!... Sí, señoras, igual que las caretas. Fué una idea que me +vino sin saber cómo.</p> -<p>Las damas repetan juntando las manos:<a name="page_122" id="page_122"></a></p> +<p>Las damas repetían juntando las manos:<a name="page_122" id="page_122"></a></p> -<p>—Inspiracin divina!...</p> +<p>—¡Inspiración divina!...</p> -<p>—Inspiracin de lo alto!...</p> +<p>—¡Inspiración de lo alto!...</p> -<p>El Seor Polonio sonrea:</p> +<p>El Señor Polonio sonreía:</p> <p>—Nadie, absolutamente nadie, esperaba que pudiese realizar la idea... -Se burlaban de m... Ahora, en cambio, todo se vuelven parabienes. Y -yo perdono aquellos sarcasmos! He llevado mi idea en la frente un ao +Se burlaban de mí... Ahora, en cambio, todo se vuelven parabienes. ¡Y +yo perdono aquellos sarcasmos! ¡He llevado mi idea en la frente un año entero!</p> -<p>Oyndole, las seoras, repetan enternecidas:</p> +<p>Oyéndole, las señoras, repetían enternecidas:</p> -<p>—Inspiracin!...</p> +<p>—¡Inspiración!...</p> -<p>—Inspiracin!...</p> +<p>—¡Inspiración!...</p> -<p>Jess Nazareno, desmelenado, lvido, sangriento, agobiado bajo el peso -de la cruz, pareca clavar en nosotros su mirada dulce y moribunda. -Los cuatro judos, vestidos de rojo, le rodeaban fieros. El que iba -delante tocaba la trompeta. Los que le daban escolta<a name="page_123" id="page_123"></a> uno y otro lado, -llevaban sendas disciplinas, y aquel que caminaba detrs, mostraba al -pueblo la sentencia de Pilatos. Era un papel de msica, y el mayordomo -tuvo cuidado de advertirnos cmo en aquel tiempo de gentiles, los -escribanos hacan unos garabatos muy semejantes los que hacen los -msicos. Volvindose m con gravedad doctoral, continu:</p> +<p>Jesús Nazareno, desmelenado, lívido, sangriento, agobiado bajo el peso +de la cruz, parecía clavar en nosotros su mirada dulce y moribunda. +Los cuatro judíos, vestidos de rojo, le rodeaban fieros. El que iba +delante tocaba la trompeta. Los que le daban escolta<a name="page_123" id="page_123"></a> á uno y otro lado, +llevaban sendas disciplinas, y aquel que caminaba detrás, mostraba al +pueblo la sentencia de Pilatos. Era un papel de música, y el mayordomo +tuvo cuidado de advertirnos cómo en aquel tiempo de gentiles, los +escribanos hacían unos garabatos muy semejantes á los que hacen los +músicos. Volviéndose á mí con gravedad doctoral, continuó:</p> -<p>—Los moros y los judos todava escriben de una manera semejante. -Verdad, Excelencia?</p> +<p>—Los moros y los judíos todavía escriben de una manera semejante. +¿Verdad, Excelencia?</p> -<p>Cuando el Seor Polonio se hallaba en esta erudita explicacin, lleg -un sacristn capitaneando cuatro devotos que venan para llevarse -la iglesia de los Capuchinos aquel famoso Paso de las Cadas. El Seor -Polonio cubri las andas con una colcha, y les ayud<a name="page_124" id="page_124"></a> levantarlas. -Despus los acompa hasta la puerta de la estancia:</p> +<p>Cuando el Señor Polonio se hallaba en esta erudita explicación, llegó +un sacristán capitaneando á cuatro devotos que venían para llevarse á +la iglesia de los Capuchinos aquel famoso Paso de las Caídas. El Señor +Polonio cubrió las andas con una colcha, y les ayudó<a name="page_124" id="page_124"></a> á levantarlas. +Después los acompañó hasta la puerta de la estancia:</p> -<p>—Cuidado!... No tropezar con las paredes... Cuidado!...</p> +<p>—¡Cuidado!... No tropezar con las paredes... ¡Cuidado!...</p> -<p>Enjugse las lgrimas, y abri una ventana para verlos salir. La primera -preocupacin del sacristn, cuando asom en la calle, fu mirar al +<p>Enjugóse las lágrimas, y abrió una ventana para verlos salir. La primera +preocupación del sacristán, cuando asomó en la calle, fué mirar al cielo, que estaba completamente encapotado. Luego se puso al frente de -su tropa, y ech por medio. Los cuatro devotos iban casi corriendo. Las +su tropa, y echó por medio. Los cuatro devotos iban casi corriendo. Las andas envueltas en la colcha roja bamboleaban sobre sus hombros. El -Seor Polonio se dirigi nosotros:</p> +Señor Polonio se dirigió á nosotros:</p> -<p>—Sin cumplimiento: Qu les ha parecido?</p> +<p>—Sin cumplimiento: ¿Qué les ha parecido?</p> -<p>Las dos seoras estuvieron, como siempre, de acuerdo.</p> +<p>Las dos señoras estuvieron, como siempre, de acuerdo.</p> -<p>—Edificante!</p> +<p>—¡Edificante!</p> -<p>—Edificante!<a name="page_125" id="page_125"></a></p> +<p>—¡Edificante!<a name="page_125" id="page_125"></a></p> -<p>El Seor Polonio sonri beatficamente, y se volvi la ventana con la -mano extendida hacia la calle para enterarse si llova.</p> +<p>El Señor Polonio sonrió beatíficamente, y se volvió á la ventana con la +mano extendida hacia la calle para enterarse si llovía.</p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_125.jpg" width="295" height="139" alt="" title="" /> @@ -1891,85 +1854,85 @@ mano extendida hacia la calle para enterarse si llova.</p> width="150" height="163" alt="A" -title="A" /></span>QUELLA noche las hijas de la Princesa habanse +title="A" /></span>QUELLA noche las hijas de la Princesa habíanse refugiado en la terraza, bajo la luna, como las hadas de los cuentos: -Rodeaban una amiga joven y muy bella, que de tiempo en tiempo -me miraba llena de curiosidad. En el saln, las seoras ancianas -conversaban discretamente, y sonrean al oir las voces juveniles que -llegaban en rfagas, perfumadas con el perfume de las lilas que se -abran al pie de la terraza.<a name="page_128" id="page_128"></a> Desde el saln distinguase el jardn, -inmvil bajo la luna, que envolva en plida claridad la cima mustia de -los cipreses y el balconaje de la terraza, donde un pavo real abra su +Rodeaban á una amiga joven y muy bella, que de tiempo en tiempo +me miraba llena de curiosidad. En el salón, las señoras ancianas +conversaban discretamente, y sonreían al oir las voces juveniles que +llegaban en ráfagas, perfumadas con el perfume de las lilas que se +abrían al pie de la terraza.<a name="page_128" id="page_128"></a> Desde el salón distinguíase el jardín, +inmóvil bajo la luna, que envolvía en pálida claridad la cima mustia de +los cipreses y el balconaje de la terraza, donde un pavo real abría su abanico de quimera y de cuento.</p> -<p>Yo quise varias veces acercarme Mara Rosario. Todo fu intil: Ella -adivinaba mis intenciones, y alejbase cautelosa, sin ruido, con la -vista baja y las manos cruzadas sobre el escapulario del hbito monjil -que conservaba puesto. Vindola tal extremo temerosa, yo senta -halagado mi orgullo donjuanesco, y algunas veces, slo por turbarla, -cruzaba de un lado al otro. La pobre nia al instante se prevena para +<p>Yo quise varias veces acercarme á María Rosario. Todo fué inútil: Ella +adivinaba mis intenciones, y alejábase cautelosa, sin ruido, con la +vista baja y las manos cruzadas sobre el escapulario del hábito monjil +que conservaba puesto. Viéndola á tal extremo temerosa, yo sentía +halagado mi orgullo donjuanesco, y algunas veces, sólo por turbarla, +cruzaba de un lado al otro. La pobre niña al instante se prevenía para huir: Yo pasaba aparentando no advertirlo.</p> -<p>Algunas veces entraba en el saln, y detename al lado de las viejas -damas, que reciban<a name="page_129" id="page_129"></a> mis homenajes con timidez de doncellas. Recuerdo +<p>Algunas veces entraba en el salón, y deteníame al lado de las viejas +damas, que recibían<a name="page_129" id="page_129"></a> mis homenajes con timidez de doncellas. Recuerdo que me hallaba hablando con aquella devota Marquesa de Tescara, cuando, -movido por un oscuro presentimiento, volv la cabeza y busqu con los -ojos la blanca figura de Mara Rosario: la Santa ya no estaba.</p> - -<p>Una nube de tristeza cubri mi alma. Dej la vieja linajuda y sal -la terraza. Mucho tiempo permanec reclinado sobre el florido balconaje -de piedra, contemplando el jardn. En el silencio perfumado cantaba un -ruiseor, y pareca acordar su voz con la voz de las fuentes. El reflejo -de la luna iluminaba aquel sendero de los rosales que yo haba recorrido -otra noche. El aire suave y gentil, un aire propsito para llevar -suspiros, pasaba murmurando, y lo lejos, entre mirtos inmviles,<a name="page_130" id="page_130"></a> +movido por un oscuro presentimiento, volví la cabeza y busqué con los +ojos la blanca figura de María Rosario: la Santa ya no estaba.</p> + +<p>Una nube de tristeza cubrió mi alma. Dejé á la vieja linajuda y salí á +la terraza. Mucho tiempo permanecí reclinado sobre el florido balconaje +de piedra, contemplando el jardín. En el silencio perfumado cantaba un +ruiseñor, y parecía acordar su voz con la voz de las fuentes. El reflejo +de la luna iluminaba aquel sendero de los rosales que yo había recorrido +otra noche. El aire suave y gentil, un aire á propósito para llevar +suspiros, pasaba murmurando, y á lo lejos, entre mirtos inmóviles,<a name="page_130" id="page_130"></a> ondulaba el agua de un estanque. Yo evocaba en la memoria el rostro de -Mara Rosario, y no cesaba de pensar:</p> +María Rosario, y no cesaba de pensar:</p> -<p>—Qu siente ella?... Qu siente ella por m?...</p> +<p>—¿Qué siente ella?... ¿Qué siente ella por mí?...</p> -<p>Baj lentamente hacia el estanque. Las ranas que estaban en la orilla +<p>Bajé lentamente hacia el estanque. Las ranas que estaban en la orilla saltaron al agua produciendo un ligero estremecimiento en el dormido -cristal. Haba all un banco de piedra y me sent. La noche y la luna -eran propicias al ensueo, y pude sumergirme en una contemplacin -semejante al xtasis. Confusos recuerdos de otros tiempos y otros -amores se levantaron en mi memoria. Todo el pasado resurga como una -gran tristeza y un gran remordimiento. Mi juventud me pareca mar de -soledad y de tormentas, siempre en noche. El alma languideca en el -recogimiento<a name="page_131" id="page_131"></a> del jardn, y el mismo pensamiento volva como el motivo +cristal. Había allí un banco de piedra y me senté. La noche y la luna +eran propicias al ensueño, y pude sumergirme en una contemplación +semejante al éxtasis. Confusos recuerdos de otros tiempos y otros +amores se levantaron en mi memoria. Todo el pasado resurgía como una +gran tristeza y un gran remordimiento. Mi juventud me parecía mar de +soledad y de tormentas, siempre en noche. El alma languidecía en el +recogimiento<a name="page_131" id="page_131"></a> del jardín, y el mismo pensamiento volvía como el motivo de un canto lejano:</p> -<p>—Qu siente ella?... Qu siente ella por m?</p> - -<p>Ligeras nubes blancas erraban en torno de la luna y la seguan en -su curso fantstico y vagabundo: Empujadas por un soplo invisible, -la cubrieron y qued sumido en sombras el jardn. El estanque dej -de brillar entre los mirtos inmviles: Slo la cima de los cipreses -permaneci iluminada. Como para armonizar con la sombra, se levant una -brisa que pas despertando largo susurro en todo el recinto y trajo -hasta m el aroma de las rosas deshojadas. Lentamente volv hacia el -Palacio: Mis ojos se detuvieron en una ventana iluminada, y no s -qu oscuro presentimiento hizo palpitar mi corazn. Aquella ventana -alzbase<a name="page_132" id="page_132"></a> apenas sobre la terraza, permaneca abierta, y el aire -ondulaba la cortina. Me pareci que por el fondo de la estancia cruzaba +<p>—¿Qué siente ella?... ¿Qué siente ella por mí?</p> + +<p>Ligeras nubes blancas erraban en torno de la luna y la seguían en +su curso fantástico y vagabundo: Empujadas por un soplo invisible, +la cubrieron y quedó sumido en sombras el jardín. El estanque dejó +de brillar entre los mirtos inmóviles: Sólo la cima de los cipreses +permaneció iluminada. Como para armonizar con la sombra, se levantó una +brisa que pasó despertando largo susurro en todo el recinto y trajo +hasta mí el aroma de las rosas deshojadas. Lentamente volví hacia el +Palacio: Mis ojos se detuvieron en una ventana iluminada, y no sé +qué oscuro presentimiento hizo palpitar mi corazón. Aquella ventana +alzábase<a name="page_132" id="page_132"></a> apenas sobre la terraza, permanecía abierta, y el aire +ondulaba la cortina. Me pareció que por el fondo de la estancia cruzaba una sombra blanca. Quise acercarme, pero el rumor de unas pisadas bajo -la avenida de los cipreses me detuvo: El viejo mayordomo paseaba la -luz de la luna sus ensueos de artista. Yo qued inmvil en el fondo del -jardn. Y contemplando aquella luz, el corazn lata:</p> - -<p>—Qu siente ella?... Qu siente ella por m?</p> - -<p>Pobre Mara Rosario! Yo la crea enamorada, y, sin embargo, mi corazn -presenta no s qu quimrica y confusa desventura. Quise volver -sumergirme en mi amoroso ensueo, pero el canto de un sapo repetido -montonamente bajo la arcada de los cipreses, distraa y turbaba mi -pensamiento. Recuerdo<a name="page_133" id="page_133"></a> que de nio he ledo muchas veces en un libro -de devociones donde rezaba mi abuela, que el diablo sola tomar ese -aspecto para turbar la oracin de un santo monje. Era natural que m +la avenida de los cipreses me detuvo: El viejo mayordomo paseaba á la +luz de la luna sus ensueños de artista. Yo quedé inmóvil en el fondo del +jardín. Y contemplando aquella luz, el corazón latía:</p> + +<p>—¿Qué siente ella?... ¿Qué siente ella por mí?</p> + +<p>¡Pobre María Rosario! Yo la creía enamorada, y, sin embargo, mi corazón +presentía no sé qué quimérica y confusa desventura. Quise volver á +sumergirme en mi amoroso ensueño, pero el canto de un sapo repetido +monótonamente bajo la arcada de los cipreses, distraía y turbaba mi +pensamiento. Recuerdo<a name="page_133" id="page_133"></a> que de niño he leído muchas veces en un libro +de devociones donde rezaba mi abuela, que el diablo solía tomar ese +aspecto para turbar la oración de un santo monje. Era natural que á mí me ocurriese lo mismo. Yo calumniado y mal comprendido, nunca fui otra -cosa que un mstico galante, como San Juan de la Cruz. En lo ms florido -de mis aos, hubiera dado gustoso todas las glorias mundanas para poder -escribir en mis tarjetas: El Marqus de Bradomn, Confesor de Princesas.</p> +cosa que un místico galante, como San Juan de la Cruz. En lo más florido +de mis años, hubiera dado gustoso todas las glorias mundanas para poder +escribir en mis tarjetas: El Marqués de Bradomín, Confesor de Princesas.</p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_133.jpg" width="241" height="39" alt="" title="" /> @@ -1983,100 +1946,100 @@ escribir en mis tarjetas: El Marqus de Bradomn, Confesor de Princesas.</p> width="150" height="162" alt="E" -title="E" /></span>N ACHAQUES de amor, quin no ha pecado. Yo estoy -convencido de que el diablo tienta siempre los mejores. Aquella -noche el cornudo monarca del abismo encendi mi sangre con su aliento -de llamas y despert mi carne flaca, fustigndola con su rabo negro. -Yo cruzaba la terraza, cuando una rfaga violenta alz la flameante +title="E" /></span>N ACHAQUES de amor, quién no ha pecado. Yo estoy +convencido de que el diablo tienta siempre á los mejores. Aquella +noche el cornudo monarca del abismo encendió mi sangre con su aliento +de llamas y despertó mi carne flaca, fustigándola con su rabo negro. +Yo cruzaba la terraza, cuando una ráfaga violenta alzó la flameante cortina, y mis ojos mortales vieron arrodillada en el fondo de la -estancia la sombra plida<a name="page_136" id="page_136"></a> de Mara Rosario. No puedo decir lo que -entonces pas por m. Creo que primero fu un impulso ardiente, y -despus una audacia fra y cruel: La audacia que se admira en los labios -y en los ojos de aquel retrato que del divino Csar Borgia, pint el -divino Rafael de Sanzio. Me volv mirando en torno: Escuch un instante: -En el jardn y en el Palacio todo era silencio. Llegu cauteloso la -ventana, y salt dentro. La Santa di un grito: Se dobl blandamente -como una flor cuando pasa el viento, y qued tendida, desmayada, con el -rostro pegado la tierra. En mi memoria vive siempre el recuerdo de sus -manos blancas y fras: Manos difanas como la hostia!...</p> - -<p>Al verla desmayada la cog en brazos y la llev su lecho, que era como -altar de lino albo, y de rizado encaje. Despus, con una<a name="page_137" id="page_137"></a> sombra de -recelo, apagu la luz: Qued en tinieblas el aposento y con los brazos -extendidos comenc caminar en la oscuridad. Ya tocaba el borde de -su lecho y perciba la blancura del hbito monjil, cuando el rumor de -unos pasos en la terraza hel mi sangre, y me detuvo. Manos invisibles -alzaron la flameante cortina y la claridad de la luna penetr en la -estancia. Los pasos haban cesado: Una sombra oscura se destacaba en el -hueco iluminado de la ventana. La sombra se inclin mirando hacia el -fondo del aposento, y volvi erguirse. Cay la cortina, y escuch de +estancia la sombra pálida<a name="page_136" id="page_136"></a> de María Rosario. No puedo decir lo que +entonces pasó por mí. Creo que primero fué un impulso ardiente, y +después una audacia fría y cruel: La audacia que se admira en los labios +y en los ojos de aquel retrato que del divino César Borgia, pintó el +divino Rafael de Sanzio. Me volví mirando en torno: Escuché un instante: +En el jardín y en el Palacio todo era silencio. Llegué cauteloso á la +ventana, y salté dentro. La Santa dió un grito: Se dobló blandamente +como una flor cuando pasa el viento, y quedó tendida, desmayada, con el +rostro pegado á la tierra. En mi memoria vive siempre el recuerdo de sus +manos blancas y frías: ¡Manos diáfanas como la hostia!...</p> + +<p>Al verla desmayada la cogí en brazos y la llevé á su lecho, que era como +altar de lino albo, y de rizado encaje. Después, con una<a name="page_137" id="page_137"></a> sombra de +recelo, apagué la luz: Quedó en tinieblas el aposento y con los brazos +extendidos comencé á caminar en la oscuridad. Ya tocaba el borde de +su lecho y percibía la blancura del hábito monjil, cuando el rumor de +unos pasos en la terraza heló mi sangre, y me detuvo. Manos invisibles +alzaron la flameante cortina y la claridad de la luna penetró en la +estancia. Los pasos habían cesado: Una sombra oscura se destacaba en el +hueco iluminado de la ventana. La sombra se inclinó mirando hacia el +fondo del aposento, y volvió á erguirse. Cayó la cortina, y escuché de nuevo el rumor de los pasos que se alejaban.</p> -<p>Inmvil, yerto, anhelante, permanec sin moverme. De tiempo en tiempo -la cortina temblaba: Un rayo de luna esclareca el aposento, y con -amoroso sobresalto mis ojos <a name="page_138" id="page_138"></a>volvan distinguir el cndido lecho y la -figura cndida que yaca como la estatua en un sepulcro. Tuve miedo, -y cauteloso llegu hasta la ventana. El sapo dejaba oir su canto bajo -la arcada de los cipreses, y el jardn, hmedo y sombro, susurrante -y oscuro, pareca su reino. Salt la ventana como un ladrn, y anduve - lo largo de la terraza pegado al muro. De pronto, me pareci sentir -leve rumor, como de alguno que camina recatndose. Me detuve y mir, -pero en la inmensa sombra que el Palacio tenda sobre la terraza y el -jardn, nada poda verse. Segu adelante, y apenas haba dado algunos -pasos cuando un aliento jadeante roz mi cuello, y la punta de un pual -desgarr mi hombro. Me volv con fiera presteza: Un hombre corra -ocultarse en el jardn. Le reconoc con asombro, casi<a name="page_139" id="page_139"></a> con miedo, al -cruzar un claro iluminado por la luna, y desist de seguirle, para -evitar todo escndalo. Ms, mucho ms que la herida, me dola dejar de -castigarle, pero ello era forzoso, y entrme en el Palacio, sintiendo el +<p>Inmóvil, yerto, anhelante, permanecí sin moverme. De tiempo en tiempo +la cortina temblaba: Un rayo de luna esclarecía el aposento, y con +amoroso sobresalto mis ojos <a name="page_138" id="page_138"></a>volvían á distinguir el cándido lecho y la +figura cándida que yacía como la estatua en un sepulcro. Tuve miedo, +y cauteloso llegué hasta la ventana. El sapo dejaba oir su canto bajo +la arcada de los cipreses, y el jardín, húmedo y sombrío, susurrante +y oscuro, parecía su reino. Salté la ventana como un ladrón, y anduve +á lo largo de la terraza pegado al muro. De pronto, me pareció sentir +leve rumor, como de alguno que camina recatándose. Me detuve y miré, +pero en la inmensa sombra que el Palacio tendía sobre la terraza y el +jardín, nada podía verse. Seguí adelante, y apenas había dado algunos +pasos cuando un aliento jadeante rozó mi cuello, y la punta de un puñal +desgarró mi hombro. Me volví con fiera presteza: Un hombre corría á +ocultarse en el jardín. Le reconocí con asombro, casi<a name="page_139" id="page_139"></a> con miedo, al +cruzar un claro iluminado por la luna, y desistí de seguirle, para +evitar todo escándalo. Más, mucho más que la herida, me dolía dejar de +castigarle, pero ello era forzoso, y entréme en el Palacio, sintiendo el calor tibio de la sangre correr por mi cuerpo. Musarelo, mi criado, que -dormitaba en la antecmara, despertse al ruido de mis pasos y encendi -las luces de un candelabro. Despus se cuadr militarmente:</p> +dormitaba en la antecámara, despertóse al ruido de mis pasos y encendió +las luces de un candelabro. Después se cuadró militarmente:</p> -<p>—A la orden, mi Capitn.</p> +<p>—A la orden, mi Capitán.</p> -<p>—Acrcate, Musarelo...</p> +<p>—Acércate, Musarelo...</p> <p>Y tuve que apoyarme en la puerta para no caer. Musarelo era un soldado -veterano que me serva desde mi entrada en la Guardia Noble. En voz baja +veterano que me servía desde mi entrada en la Guardia Noble. En voz baja y serena, le dije:</p> <p>—Vengo herido...</p> -<p>Me mir con ojos asustados:<a name="page_140" id="page_140"></a></p> +<p>Me miró con ojos asustados:<a name="page_140" id="page_140"></a></p> -<p>—Dnde, Seor?</p> +<p>—¿Dónde, Señor?</p> <p>—En el hombro.</p> -<p>Musarelo levant los brazos, y clam con la pasin religiosa de un -fantico:</p> +<p>Musarelo levantó los brazos, y clamó con la pasión religiosa de un +fanático:</p> -<p>—A traicin sera!...</p> +<p>—¡A traición sería!...</p> -<p>Yo sonre. Musarelo juzgaba imposible que un hombre pudiese herirme cara - cara:</p> +<p>Yo sonreí. Musarelo juzgaba imposible que un hombre pudiese herirme cara +á cara:</p> -<p>—S, fu traicin. Ahora vndame, y que nadie se entere...</p> +<p>—Sí, fué á traición. Ahora véndame, y que nadie se entere...</p> -<p>El soldado comenz desabrocharme la bizarra ropilla. Al descubrir la -herida, yo sent que sus manos temblaban:</p> +<p>El soldado comenzó á desabrocharme la bizarra ropilla. Al descubrir la +herida, yo sentí que sus manos temblaban:</p> <p>—No te desmayes, Musarelo.</p> -<p>—No, mi Capitn.</p> +<p>—No, mi Capitán.</p> <p>Y todo el tiempo, mientras me curaba, estuvo repitiendo por lo bajo:</p> -<p>—Ya buscaremos ese bergante!...</p> +<p>—¡Ya buscaremos á ese bergante!...</p> -<p>No, no era posible buscarle. El bergante<a name="page_141" id="page_141"></a> estaba bajo la proteccin de -la Princesa, y acaso en aquel instante le refera las hazaas de su -pual. Torturado por este pensamiento, pas la noche inquieto y febril. -Quera adivinar lo venidero, y perdame en cavilaciones.</p> +<p>No, no era posible buscarle. El bergante<a name="page_141" id="page_141"></a> estaba bajo la protección de +la Princesa, y acaso en aquel instante le refería las hazañas de su +puñal. Torturado por este pensamiento, pasé la noche inquieto y febril. +Quería adivinar lo venidero, y perdíame en cavilaciones.</p> -<p>An recuerdo que mi corazn tembl como el corazn de un nio, cuando -volv verme enfrente de la Princesa Gaetani.</p> +<p>Aún recuerdo que mi corazón tembló como el corazón de un niño, cuando +volví á verme enfrente de la Princesa Gaetani.</p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_141.jpg" width="177" height="119" alt="" title="" /> @@ -2090,103 +2053,103 @@ volv verme enfrente de la Princesa Gaetani.</p> width="150" height="166" alt="F" -title="F" /></span>U AL ENTRAR en la biblioteca, que por hallarse -oscuras yo haba supuesto solitaria, cuando o la voz apasionada de la +title="F" /></span>UÉ AL ENTRAR en la biblioteca, que por hallarse á +oscuras yo había supuesto solitaria, cuando oí la voz apasionada de la Princesa Gaetani:</p> -<p>—Cunta infamia! Cunta infamia!</p> +<p>—¡Cuánta infamia! ¡Cuánta infamia!</p> -<p>Desde aquel momento tuve por cierto que la noble seora lo saba todo, -y, cosa extraa, al dejar de dudar dej de temer. Con la sonrisa en los -labios y atusndome el mostacho entr en la biblioteca:<a name="page_144" id="page_144"></a></p> +<p>Desde aquel momento tuve por cierto que la noble señora lo sabía todo, +y, cosa extraña, al dejar de dudar dejé de temer. Con la sonrisa en los +labios y atusándome el mostacho entré en la biblioteca:<a name="page_144" id="page_144"></a></p> -<p>—Me pareci oiros, y no quise pasar sin saludaros, Princesa.</p> +<p>—Me pareció oiros, y no quise pasar sin saludaros, Princesa.</p> -<p>La Princesa estaba plida como una muerta:</p> +<p>La Princesa estaba pálida como una muerta:</p> -<p>—Gracias!</p> +<p>—¡Gracias!</p> -<p>En pie, tras el silln que ocupaba la dama, hallbase el mayordomo, y -en la penumbra de la biblioteca, yo le adivinaba asaetndome con los -ojos. La Princesa inclinse hojeando un libro. Sobre el vasto recinto -se cerna el silencio como un murcilago de maleficio, que slo se -anuncia por el aire fro de sus alas. Yo comprenda que la noble seora -buscaba herirme con su desdn, y un poco indeciso, me detuve en medio de -la estancia. Mi orgullo levantbase en rfagas, pero sobre los labios -temblorosos estaba la sonrisa. Supe dominar mi despecho y me acerqu +<p>En pie, tras el sillón que ocupaba la dama, hallábase el mayordomo, y +en la penumbra de la biblioteca, yo le adivinaba asaetándome con los +ojos. La Princesa inclinóse hojeando un libro. Sobre el vasto recinto +se cernía el silencio como un murciélago de maleficio, que sólo se +anuncia por el aire frío de sus alas. Yo comprendía que la noble señora +buscaba herirme con su desdén, y un poco indeciso, me detuve en medio de +la estancia. Mi orgullo levantábase en ráfagas, pero sobre los labios +temblorosos estaba la sonrisa. Supe dominar mi despecho y me acerqué galante y familiar:<a name="page_145" id="page_145"></a></p> -<p>—Estis enferma, seora?</p> +<p>—¿Estáis enferma, señora?</p> <p>—No...</p> <p>La Princesa continuaba hojeando el libro, y hubo otro largo silencio. Al -cabo suspir dolorida, incorporndose en su silln:</p> +cabo suspiró dolorida, incorporándose en su sillón:</p> <p>—Vamos, Polonio...</p> -<p>El mayordomo me dirigi una mirada oblicua que me record al viejo -Bandelone, que haca los papeles de traidor en la compaa de Ludovico +<p>El mayordomo me dirigió una mirada oblicua que me recordó al viejo +Bandelone, que hacía los papeles de traidor en la compañía de Ludovico Straza:</p> -<p>—A vuestras rdenes, Excelencia.</p> +<p>—A vuestras órdenes, Excelencia.</p> -<p>Y la Princesa, seguida del mayordomo, sin mirarme, atraves el largo -saln de la biblioteca. Yo sent la afrenta, pero todava supe +<p>Y la Princesa, seguida del mayordomo, sin mirarme, atravesó el largo +salón de la biblioteca. Yo sentí la afrenta, pero todavía supe dominarme, y le dije:</p> -<p>—Princesa, esperad que os cuente cmo esta noche me han herido...</p> +<p>—Princesa, esperad que os cuente cómo esta noche me han herido...</p> -<p>Y mi voz, helada por un temblor nervioso,<a name="page_146" id="page_146"></a> tena cierta amabilidad -felina que puso miedo en el corazn de la Princesa. Yo la vi palidecer -y detenerse mirando al mayordomo: Despus murmur framente, casi sin +<p>Y mi voz, helada por un temblor nervioso,<a name="page_146" id="page_146"></a> tenía cierta amabilidad +felina que puso miedo en el corazón de la Princesa. Yo la vi palidecer +y detenerse mirando al mayordomo: Después murmuró fríamente, casi sin mover los labios:</p> -<p>—Dices que te han herido?</p> +<p>—¿Dices que te han herido?</p> -<p>Su mirada se clav en la ma, y sent el odio en aquellos ojos redondos -y vibrantes como los ojos de las serpientes. Un momento cre que llamase - sus criados para que me arrojasen del Palacio, pero temi hacerme tal -afrenta, y desdeosa sigui hasta la puerta, donde se volvi lentamente:</p> +<p>Su mirada se clavó en la mía, y sentí el odio en aquellos ojos redondos +y vibrantes como los ojos de las serpientes. Un momento creí que llamase +á sus criados para que me arrojasen del Palacio, pero temió hacerme tal +afrenta, y desdeñosa siguió hasta la puerta, donde se volvió lentamente:</p> -<p>—Ah!... No tuve carta autorizando tu estancia en Ligura.</p> +<p>—¡Ah!... No tuve carta autorizando tu estancia en Ligura.</p> <p>Yo repuse sonriendo, sin apartar mis ojos de los suyos:</p> -<p>—Ser preciso volver escribir.<a name="page_147" id="page_147"></a></p> +<p>—Será preciso volver á escribir.<a name="page_147" id="page_147"></a></p> -<p>—Quin?</p> +<p>—¿Quién?</p> -<p>—Quien escribi antes: Mara Rosario...</p> +<p>—Quien escribió antes: María Rosario...</p> -<p>La Princesa no esperaba tanta osada y tembl. Mi leyenda juvenil, -apasionada y violenta, pona en aquellas palabras un nimbo satnico. -Los ojos de la Princesa se llenaron de lgrimas, y como eran todava -muy bellos, mi corazn de andante caballero tuvo un remordimiento. Por -fortuna las lgrimas de la Princesa no llegaron rodar, slo empaaron -el claro iris de su pupila. Tena el corazn de una gran dama y supo -triunfar del miedo: Sus labios se plegaron por el hbito de la sonrisa, -sus ojos me miraron con amable indiferencia, y su rostro cobr una -expresin calma, serena, tersa, como esas santas de aldea que parecen -mirar benvolamente los fieles. Detenida en la puerta, me pregunt:<a name="page_148" id="page_148"></a></p> +<p>La Princesa no esperaba tanta osadía y tembló. Mi leyenda juvenil, +apasionada y violenta, ponía en aquellas palabras un nimbo satánico. +Los ojos de la Princesa se llenaron de lágrimas, y como eran todavía +muy bellos, mi corazón de andante caballero tuvo un remordimiento. Por +fortuna las lágrimas de la Princesa no llegaron á rodar, sólo empañaron +el claro iris de su pupila. Tenía el corazón de una gran dama y supo +triunfar del miedo: Sus labios se plegaron por el hábito de la sonrisa, +sus ojos me miraron con amable indiferencia, y su rostro cobró una +expresión calma, serena, tersa, como esas santas de aldea que parecen +mirar benévolamente á los fieles. Detenida en la puerta, me preguntó:<a name="page_148" id="page_148"></a></p> -<p>—Y cmo te han herido?</p> +<p>—¿Y cómo te han herido?</p> -<p>—En el jardn, seora...</p> +<p>—En el jardín, señora...</p> -<p>La Princesa, sin moverse del umbral, escuch la historia que yo quise -contarle. Atenda sin mostrar sorpresa, sin desplegar los labios, sin +<p>La Princesa, sin moverse del umbral, escuchó la historia que yo quise +contarle. Atendía sin mostrar sorpresa, sin desplegar los labios, sin hacer un gesto. Por aquel camino de mutismo intentaba quebrantar mi -audacia, y como yo adivinaba su intencin, me complaca hablando sin -reposo para velar su silencio. Mis ltimas palabras fueron acompaadas -de una profunda cortesa, pero ya no tuve valor para besarle la mano:</p> +audacia, y como yo adivinaba su intención, me complacía hablando sin +reposo para velar su silencio. Mis últimas palabras fueron acompañadas +de una profunda cortesía, pero ya no tuve valor para besarle la mano:</p> -<p>—Adis, Princesa!... Avisadme si tenis noticias de Roma.</p> +<p>—¡Adiós, Princesa!... Avisadme si tenéis noticias de Roma.</p> -<p>Cruc la silenciosa biblioteca y sal. Despus, meditando solas si -deba abandonar el Palacio Gaetani, resolv quedarme. Quera mostrar -la Princesa que cuando suelen<a name="page_149" id="page_149"></a> otros desesperarse, yo saba sonreir, y -que donde otros son humillados, yo era triunfador. El orgullo ha sido +<p>Crucé la silenciosa biblioteca y salí. Después, meditando á solas si +debía abandonar el Palacio Gaetani, resolví quedarme. Quería mostrar á +la Princesa que cuando suelen<a name="page_149" id="page_149"></a> otros desesperarse, yo sabía sonreir, y +que donde otros son humillados, yo era triunfador. ¡El orgullo ha sido siempre mi mayor virtud!</p> <p class="figcenter"> @@ -2201,16 +2164,16 @@ siempre mi mayor virtud!</p> width="150" height="164" alt="P" -title="P" /></span>ERMANEC todo el da retirado en mi cmara. Hallbame -cansado como despus de una larga jornada, senta en los prpados -una aridez febril, y senta los pensamientos enroscados y dormidos -dentro de m, como reptiles. A veces se despertaban y corran sueltos, +title="P" /></span>ERMANECÍ todo el día retirado en mi cámara. Hallábame +cansado como después de una larga jornada, sentía en los párpados +una aridez febril, y sentía los pensamientos enroscados y dormidos +dentro de mí, como reptiles. A veces se despertaban y corrían sueltos, silenciosos, indecisos: Ya no eran aquellos pensamientos de orgullo y de -conquista, que volaban como guilas con las garras abiertas. Ahora mi<a name="page_152" id="page_152"></a> -voluntad flaqueaba, sentame vencido y slo quera abandonar el Palacio. -Hallbame combatido por tales bascas, cuando entr Musarelo:</p> +conquista, que volaban como águilas con las garras abiertas. Ahora mi<a name="page_152" id="page_152"></a> +voluntad flaqueaba, sentíame vencido y sólo quería abandonar el Palacio. +Hallábame combatido por tales bascas, cuando entró Musarelo:</p> -<p>—Mi Capitn, un padre capuchino desea hablaros.</p> +<p>—Mi Capitán, un padre capuchino desea hablaros.</p> <p>—Dile que estoy enfermo.</p> @@ -2220,15 +2183,15 @@ Hallbame combatido por tales bascas, cuando entr Musarelo:</p> <p>—Se lo he dicho, Excelencia.</p> -<p>Mir Musarelo que permaneca ante m con un gesto impasible y +<p>Miré á Musarelo que permanecía ante mí con un gesto impasible y bufonesco:</p> -<p>—Pues entonces qu pretende ese padre capuchino?</p> +<p>—¿Pues entonces qué pretende ese padre capuchino?</p> <p>—Rezaros los responsos, Excelencia.</p> -<p>Iba yo replicar, pero en aquel momento una mano levant el majestuoso -cortinaje de terciopelo carmes:<a name="page_153" id="page_153"></a></p> +<p>Iba yo á replicar, pero en aquel momento una mano levantó el majestuoso +cortinaje de terciopelo carmesí:<a name="page_153" id="page_153"></a></p> <p>—Perdonad que os moleste, joven caballero.</p> @@ -2237,80 +2200,80 @@ en el umbral de la puerta. Su aspecto venerable me impuso respeto:</p> <p>—Entrad, Reverendo Padre.</p> -<p>Y adelantndome le ofrec un silln. El capuchino rehus sentarse, y +<p>Y adelantándome le ofrecí un sillón. El capuchino rehusó sentarse, y sus barbas de plata se iluminaron con la sonrisa grave y humilde de los -Santos. Volvi repetir:</p> +Santos. Volvió á repetir:</p> <p>—Perdonad que os moleste...</p> -<p>Hizo una pausa esperando que saliese Musarelo, y despus continu:</p> +<p>Hizo una pausa esperando á que saliese Musarelo, y después continuó:</p> -<p>—Joven caballero, poned atencin en cuanto voy deciros, y lbreos -el Cielo de menospreciar mi aviso. Acaso pudiera costaros la vida! -Prometedme que despus de haberme<a name="page_154" id="page_154"></a> odo no querris saber ms, porque -responderos me sera imposible. Vos comprenderis que este silencio +<p>—Joven caballero, poned atención en cuanto voy á deciros, y líbreos +el Cielo de menospreciar mi aviso. ¡Acaso pudiera costaros la vida! +Prometedme que después de haberme<a name="page_154" id="page_154"></a> oído no querréis saber más, porque +responderos me sería imposible. Vos comprenderéis que este silencio lo impone un deber de mi estado religioso, que todo cristiano ha de -respetarlo. Vos sois cristiano!...</p> +respetarlo. ¡Vos sois cristiano!...</p> -<p>Yo repuse inclinndome profundamente:</p> +<p>Yo repuse inclinándome profundamente:</p> <p>—Soy un gran pecador, Reverendo Padre.</p> -<p>El rostro del capuchino volvi iluminarse con indulgente sonrisa:</p> +<p>El rostro del capuchino volvió á iluminarse con indulgente sonrisa:</p> -<p>—Todos lo somos, hijo mo.</p> +<p>—Todos lo somos, hijo mío.</p> -<p>Despus, con las manos juntas y los ojos cerrados, permaneci un momento +<p>Después, con las manos juntas y los ojos cerrados, permaneció un momento como meditando. En las hundidas cuencas, casi se transparentaba el globo -de los ojos bajo el velo descarnado y amarillento de los prpados. Al -cabo de algn tiempo continu:</p> +de los ojos bajo el velo descarnado y amarillento de los párpados. Al +cabo de algún tiempo continuó:</p> -<p>—Mi palabra y mi fe no pueden seros sospechosas, puesto que ningn -inters vil me<a name="page_155" id="page_155"></a> trae vuestra presencia. Solamente me gua una poderosa -inspiracin, y no dudo que es vuestro Angel quien se sirve de m para -salvaros la vida, no pudiendo comunicar con vos. Ahora decidme si estis -conmovido, y si puedo daros el consejo que guardo en mi corazn:</p> +<p>—Mi palabra y mi fe no pueden seros sospechosas, puesto que ningún +interés vil me<a name="page_155" id="page_155"></a> trae á vuestra presencia. Solamente me guía una poderosa +inspiración, y no dudo que es vuestro Angel quien se sirve de mí para +salvaros la vida, no pudiendo comunicar con vos. Ahora decidme si estáis +conmovido, y si puedo daros el consejo que guardo en mi corazón:</p> -<p>—No lo dudis, Reverendo Padre! Vuestras palabras me han hecho sentir +<p>—¡No lo dudéis, Reverendo Padre! Vuestras palabras me han hecho sentir algo semejante al terror. Yo juro seguir vuestro consejo, si en su -ejecucin no hallo nada contra mi honor de caballero.</p> +ejecución no hallo nada contra mi honor de caballero.</p> -<p>—Est bien, hijo mo. Espero que por un sentimiento de caridad, suceda -lo que suceda, nadie hablaris de este pobre capuchino.</p> +<p>—Está bien, hijo mío. Espero que por un sentimiento de caridad, suceda +lo que suceda, á nadie hablaréis de este pobre capuchino.</p> <p>—Lo prometo por mi fe de cristiano, Reverendo Padre... Pero hablad, os lo ruego.<a name="page_156" id="page_156"></a></p> -<p>—Hoy, despus de anochecido, salid por la cancela del jardn, y bajad -rodeando la muralla. Encontraris una casa terrea que tiene en el -tejado un crneo de buey: Llamad all. Os abrir una vieja, y le diris -que deseis hablarla: Con esto solo os har entrar. Es probable que ni -siquiera os pregunte quin sois, pero si lo hiciseis, dad un nombre +<p>—Hoy, después de anochecido, salid por la cancela del jardín, y bajad +rodeando la muralla. Encontraréis una casa terreña que tiene en el +tejado un cráneo de buey: Llamad allí. Os abrirá una vieja, y le diréis +que deseáis hablarla: Con esto solo os hará entrar. Es probable que ni +siquiera os pregunte quién sois, pero si lo hiciéseis, dad un nombre supuesto. Una vez en la casa, rogadle que os escuche, y exigidle secreto -sobre lo que vais confiarle. Es pobre, y debis mostraros liberal con -ella, porque as os servir mejor. Veris cmo inmediatamente cierra su -puerta para que podis hablar sin recelo. Vos entonces, hacedle entender -que estis resuelto recobrar el anillo, y cuanto ha recibido con l. -No olvidis esto: El anillo y cuanto ha recibido con l. Amenazadla -si se resiste, pero no<a name="page_157" id="page_157"></a> hagis ruido, ni la dejis que pida socorro. -Procurad persuadirla ofrecindole doble dinero del que alguien le ha -ofrecido por perderos. Estoy seguro que acabar haciendo aquello que -le mandis, y que todo os costar bien poco. Pero aun cuando as no -fuese, vuestra vida debe seros ms preciada que todo el oro del Per. -No me preguntis ms, porque ms no puedo deciros... Ahora, antes de -abandonaros, juradme que estis dispuesto seguir mi consejo.</p> - -<p>—S, Reverendo Padre, seguir la inspiracin del Angel que os trajo.</p> - -<p>—As sea!</p> - -<p>El capuchino traz en el aire una lenta bendicin, y yo inclin la -cabeza para recibirla. Cuando sali, confieso que no tuve nimos de -reir. Con estupor, casi con miedo, advert que<a name="page_158" id="page_158"></a> en mi mano faltaba un -anillo que llevaba desde haca muchos aos, y sola usar como sello. No -pude recordar dnde lo haba perdido. Era un anillo antiguo: Tena el -escudo grabado en amatista, y haba pertenecido mi abuelo el Marqus -de Bradomn.</p> +sobre lo que vais á confiarle. Es pobre, y debéis mostraros liberal con +ella, porque así os servirá mejor. Veréis cómo inmediatamente cierra su +puerta para que podáis hablar sin recelo. Vos entonces, hacedle entender +que estáis resuelto á recobrar el anillo, y cuanto ha recibido con él. +No olvidéis esto: El anillo y cuanto ha recibido con él. Amenazadla +si se resiste, pero no<a name="page_157" id="page_157"></a> hagáis ruido, ni la dejéis que pida socorro. +Procurad persuadirla ofreciéndole doble dinero del que alguien le ha +ofrecido por perderos. Estoy seguro que acabará haciendo aquello que +le mandéis, y que todo os costará bien poco. Pero aun cuando así no +fuese, vuestra vida debe seros más preciada que todo el oro del Perú. +No me preguntéis más, porque más no puedo deciros... Ahora, antes de +abandonaros, juradme que estáis dispuesto á seguir mi consejo.</p> + +<p>—Sí, Reverendo Padre, seguiré la inspiración del Angel que os trajo.</p> + +<p>—¡Así sea!</p> + +<p>El capuchino trazó en el aire una lenta bendición, y yo incliné la +cabeza para recibirla. Cuando salió, confieso que no tuve ánimos de +reir. Con estupor, casi con miedo, advertí que<a name="page_158" id="page_158"></a> en mi mano faltaba un +anillo que llevaba desde hacía muchos años, y solía usar como sello. No +pude recordar dónde lo había perdido. Era un anillo antiguo: Tenía el +escudo grabado en amatista, y había pertenecido á mi abuelo el Marqués +de Bradomín.</p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_158.jpg" width="132" height="90" alt="" title="" /> @@ -2322,137 +2285,137 @@ de Bradomn.</p> width="150" height="165" alt="B" -title="B" /></span>AJ AL JARDN donde volaban los vencejos en la sombra +title="B" /></span>AJÉ AL JARDÍN donde volaban los vencejos en la sombra azul de la tarde. Las veredas de mirtos seculares, hondas y silenciosas, -parecan caminos ideales que convidaban la meditacin y al olvido, -entre frescos aromas que esparcan en el aire las yerbas humildes que -brotaban escondidas como virtudes. Llegaba m sofocado y continuo el +parecían caminos ideales que convidaban á la meditación y al olvido, +entre frescos aromas que esparcían en el aire las yerbas humildes que +brotaban escondidas como virtudes. Llegaba á mí sofocado y continuo el rumor de las fuentes sepultadas entre el verde perenne de los mirtos,<a name="page_160" id="page_160"></a> -de los laureles y de los bojes. Una vibracin misteriosa pareca salir -del jardn solitario, y un afn desconocido me oprima el corazn. +de los laureles y de los bojes. Una vibración misteriosa parecía salir +del jardín solitario, y un afán desconocido me oprimía el corazón. Yo caminaba bajo los cipreses, que dejaban caer de su cima un velo -de sombra. Desde lejos, como travs de larga sucesin de prticos, -distingu Mara Rosario sentada al pie de una fuente, leyendo en un -libro: Segu andando con los ojos fijos en aquella feliz aparicin. Al -ruido de mis pasos alz levemente la cabeza, y con dos rosas de fuego -en las mejillas volvi inclinarla, y continu leyendo. Yo me detuve +de sombra. Desde lejos, como á través de larga sucesión de pórticos, +distinguí á María Rosario sentada al pie de una fuente, leyendo en un +libro: Seguí andando con los ojos fijos en aquella feliz aparición. Al +ruido de mis pasos alzó levemente la cabeza, y con dos rosas de fuego +en las mejillas volvió á inclinarla, y continuó leyendo. Yo me detuve porque esperaba verla huir, y no encontraba las delicadas palabras que -convenan su gracia eucarstica de lirio blanco. Al verla sentada al +convenían á su gracia eucarística de lirio blanco. Al verla sentada al pie de la fuente, sobre aquel fondo de bojes antiguos, leyendo el libro -abierto en sus rodillas, adivin que<a name="page_161" id="page_161"></a> Mara Rosario tena por engao -del sueo, mi aparicin en su alcoba. Al cabo de un momento volvi -levantar la cabeza, y sus ojos, en un batir de prpados, echaron sobre -m una mirada furtiva. Entonces le dije:</p> +abierto en sus rodillas, adiviné que<a name="page_161" id="page_161"></a> María Rosario tenía por engaño +del sueño, mi aparición en su alcoba. Al cabo de un momento volvió á +levantar la cabeza, y sus ojos, en un batir de párpados, echaron sobre +mí una mirada furtiva. Entonces le dije:</p> -<p>—Qu leis en este retiro?</p> +<p>—¿Qué leéis en este retiro?</p> -<p>Sonri tmidamente:</p> +<p>Sonrió tímidamente:</p> -<p>—La Vida de la Virgen Mara.</p> +<p>—La Vida de la Virgen María.</p> -<p>Tom el libro de sus manos, y al cedrmelo, mientras una tenue llamarada -encenda de nuevo sus mejillas, me advirti:</p> +<p>Tomé el libro de sus manos, y al cedérmelo, mientras una tenue llamarada +encendía de nuevo sus mejillas, me advirtió:</p> <p>—Tened cuidado que no caigan las flores disecadas que hay entre las -pginas.</p> +páginas.</p> -<p>—No temis...</p> +<p>—No temáis...</p> -<p>Abr el libro con religioso cuidado, aspirando la fragancia delicada y -marchita que exhalaba como un aroma de santidad. En voz baja le:<a name="page_162" id="page_162"></a></p> +<p>Abrí el libro con religioso cuidado, aspirando la fragancia delicada y +marchita que exhalaba como un aroma de santidad. En voz baja leí:<a name="page_162" id="page_162"></a></p> -<p>—La Ciudad Mstica de Sor Mara de Jess, llamada de Agreda.</p> +<p>—«La Ciudad Mística de Sor María de Jesús, llamada de Agreda.»</p> -<p>Volv entregrselo, y ella, al recibirlo, interrog sin osar mirarme:</p> +<p>Volví á entregárselo, y ella, al recibirlo, interrogó sin osar mirarme:</p> -<p>—Acaso conocis este libro?</p> +<p>—¿Acaso conocéis este libro?</p> -<p>—Lo conozco porque mi padre espiritual lo lea cuando estuvo prisionero +<p>—Lo conozco porque mi padre espiritual lo leía cuando estuvo prisionero en los Plomos de Venecia.</p> -<p>Mara Rosario, un poco confusa, murmur:</p> +<p>María Rosario, un poco confusa, murmuró:</p> -<p>—Vuestro padre espiritual! Quin es vuestro padre espiritual?</p> +<p>—¡Vuestro padre espiritual! ¿Quién es vuestro padre espiritual?</p> <p>—El Caballero de Casanova.</p> -<p>—Un noble espaol?</p> +<p>—¿Un noble español?</p> <p>—No, un aventurero veneciano.</p> -<p>—Y un aventurero?...</p> +<p>—¿Y un aventurero?...</p> -<p>Yo la interrump:</p> +<p>Yo la interrumpí:</p> -<p>—Se arrepinti al final de su vida.</p> +<p>—Se arrepintió al final de su vida.</p> -<p>—Se hizo fraile?<a name="page_163" id="page_163"></a></p> +<p>—¿Se hizo fraile?<a name="page_163" id="page_163"></a></p> -<p>—No tuvo tiempo, aun cuando dej escritas sus confesiones.</p> +<p>—No tuvo tiempo, aun cuando dejó escritas sus confesiones.</p> -<p>—Como San Agustn?</p> +<p>—¿Como San Agustín?</p> -<p>—Lo mismo! Pero humilde y cristiano, no quiso igualarse con aquel -doctor de la iglesia, y las llam Memorias.</p> +<p>—¡Lo mismo! Pero humilde y cristiano, no quiso igualarse con aquel +doctor de la iglesia, y las llamó Memorias.</p> -<p>—Vos las habis ledo?</p> +<p>—¿Vos las habéis leído?</p> <p>—Es mi lectura favorita.</p> -<p>—Sern muy edificantes?</p> +<p>—¿Serán muy edificantes?</p> -<p>—Oh!... Cunto aprenderais en ellas!... Jacobo de Casanova fue gran +<p>—¡Oh!... ¡Cuánto aprenderíais en ellas!... Jacobo de Casanova fue gran amigo de una monja en Venecia.</p> -<p>—Como San Francisco fu amigo de Santa Clara?</p> +<p>—¿Como San Francisco fué amigo de Santa Clara?</p> -<p>—Con una amistad todava ms ntima.</p> +<p>—Con una amistad todavía más íntima.</p> -<p>—Y cul era la regla de la monja?</p> +<p>—¿Y cuál era la regla de la monja?</p> <p>—Carmelita.</p> -<p>—Yo tambin ser carmelita.<a name="page_164" id="page_164"></a></p> +<p>—Yo también seré carmelita.<a name="page_164" id="page_164"></a></p> -<p>Mara Rosario call ruborizndose, y qued con los ojos fijos en el +<p>María Rosario calló ruborizándose, y quedó con los ojos fijos en el cristal de la fuente, que la reflejaba toda entera. Era una fuente -rstica cubierta de musgo: Tena un murmullo tmido como de plegaria, y +rústica cubierta de musgo: Tenía un murmullo tímido como de plegaria, y estaba sepultada en el fondo de un claustro circular, formado por arcos -de antiqusimos bojes. Yo me inclin sobre la fuente, y como si hablase -con la imagen que temblaba en el cristal de agua, murmur:</p> +de antiquísimos bojes. Yo me incliné sobre la fuente, y como si hablase +con la imagen que temblaba en el cristal de agua, murmuré:</p> -<p>—Vos, cuando estis en el convento, no seris mi amiga!...</p> +<p>—¡Vos, cuando estéis en el convento, no seréis mi amiga!...</p> -<p>Mara Rosario se apart vivamente:</p> +<p>María Rosario se apartó vivamente:</p> -<p>—Callad!... Callad, os lo suplico!...</p> +<p>—¡Callad!... ¡Callad, os lo suplico!...</p> -<p>Estaba plida, y juntaba las manos mirndome con sus hermosos ojos -angustiados. Me sent tan conmovido, que slo supe inclinarme en demanda -de perdn. Ella gimi:<a name="page_165" id="page_165"></a></p> +<p>Estaba pálida, y juntaba las manos mirándome con sus hermosos ojos +angustiados. Me sentí tan conmovido, que sólo supe inclinarme en demanda +de perdón. Ella gimió:<a name="page_165" id="page_165"></a></p> -<p>—Callad, porque de otra suerte no podr deciros...</p> +<p>—Callad, porque de otra suerte no podré deciros...</p> -<p>Se llev las manos la frente y estuvo as un instante. Yo vea que -toda su figura temblaba. De repente, con una fuerza trgica se descubri -el rostro, y clam enronquecida:</p> +<p>Se llevó las manos á la frente y estuvo así un instante. Yo veía que +toda su figura temblaba. De repente, con una fuerza trágica se descubrió +el rostro, y clamó enronquecida:</p> -<p>—Aqu vuestra vida peligra!... Salid hoy mismo!</p> +<p>—¡Aquí vuestra vida peligra!... ¡Salid hoy mismo!</p> -<p>Y corri reunirse con sus hermanas, que venan por una honda carrera +<p>Y corrió á reunirse con sus hermanas, que venían por una honda carrera de mirtos, las unas en pos de las otras, hablando y cogiendo flores -para el altar de la capilla. Me alej lentamente. Empezaba declinar -la tarde, y sobre la piedra de armas que coronaba la puerta del jardn, -se arrullaban dos palomas que huyeron al acercarme. Tenan adornado -el cuello con alegres listones de seda, tal vez anudados un da por -aquellas manos msticas<a name="page_166" id="page_166"></a> y ardientes que slo hicieron el bien sobre -la tierra. Matas de viejos aleles florecan en las grietas del muro, +para el altar de la capilla. Me alejé lentamente. Empezaba á declinar +la tarde, y sobre la piedra de armas que coronaba la puerta del jardín, +se arrullaban dos palomas que huyeron al acercarme. Tenían adornado +el cuello con alegres listones de seda, tal vez anudados un día por +aquellas manos místicas<a name="page_166" id="page_166"></a> y ardientes que sólo hicieron el bien sobre +la tierra. Matas de viejos alelíes florecían en las grietas del muro, y los lagartos tomaban el sol sobre las piedras caldeadas, cubiertas -de un liquen seco y amarillento. Abr la cancela y qued un momento -contemplando aquel jardn lleno de verdor umbro y de reposo seorial. +de un liquen seco y amarillento. Abrí la cancela y quedé un momento +contemplando aquel jardín lleno de verdor umbrío y de reposo señorial. El sol poniente dejaba un reflejo dorado sobre los cristales de una -torre que apareca cubierta de negros vencejos, y en el silencio de -la tarde se oa el murmullo de las fuentes y las voces de las cinco +torre que aparecía cubierta de negros vencejos, y en el silencio de +la tarde se oía el murmullo de las fuentes y las voces de las cinco hermanas.</p> <p class="figcenter"> @@ -2465,96 +2428,96 @@ hermanas.</p> width="150" height="166" alt="S" -title="S" /></span>IGUIENDO el muro del jardn, llegu la casa terrea -que tena el crneo de buey en el tejado. Una vieja hilaba sentada -en el quicio de la puerta, y por el camino pasaban rebaos de ovejas +title="S" /></span>IGUIENDO el muro del jardín, llegué á la casa terreña +que tenía el cráneo de buey en el tejado. Una vieja hilaba sentada +en el quicio de la puerta, y por el camino pasaban rebaños de ovejas levantando nubes de polvo. La vieja al verme llegar se puso en pie:</p> -<p>—Qu deseis?</p> +<p>—¿Qué deseáis?</p> -<p>Y al mismo tiempo, con un gesto de bruja avarienta, humedeca en los -labios decrpitos<a name="page_168" id="page_168"></a> el dedo pulgar para seguir torciendo el lino. Yo le +<p>Y al mismo tiempo, con un gesto de bruja avarienta, humedecía en los +labios decrépitos<a name="page_168" id="page_168"></a> el dedo pulgar para seguir torciendo el lino. Yo le dije:</p> <p>—Tengo que hablaros.</p> -<p>A la vista de dos sequines, la vieja sonri agasajadora:</p> +<p>A la vista de dos sequines, la vieja sonrió agasajadora:</p> -<p>—Pasad!... Pasad!...</p> +<p>—¡Pasad!... ¡Pasad!...</p> <p>Dentro de la casa ya era completamente de noche, y la vieja tuvo que -andar tientas para encender un candil de aceite. Luego de colgarle en -un clavo, volvise m:</p> +andar á tientas para encender un candil de aceite. Luego de colgarle en +un clavo, volvióse á mí:</p> -<p>—Veamos qu desea tan gentil caballero?</p> +<p>—¿Veamos qué desea tan gentil caballero?</p> -<p>Y sonrea mostrando la caverna desdentada de su boca. Yo hice un gesto -indicndole que cerrase la puerta, y obedeci solcita, no sin echar -antes una mirada al camino por donde un rebao desfilaba tardo, al son -de las esquilas. Despus vino sentarse en un taburete, debajo del -candil, y me dijo juntando<a name="page_169" id="page_169"></a> sobre el regazo las manos que parecan un +<p>Y sonreía mostrando la caverna desdentada de su boca. Yo hice un gesto +indicándole que cerrase la puerta, y obedeció solícita, no sin echar +antes una mirada al camino por donde un rebaño desfilaba tardo, al son +de las esquilas. Después vino á sentarse en un taburete, debajo del +candil, y me dijo juntando<a name="page_169" id="page_169"></a> sobre el regazo las manos que parecían un haz de huesos:</p> -<p>—Por sabido tengo que estis enamorado, y vuestra es la culpa si no -sois feliz. Antes hubiseis venido, y antes tendrais el remedio.</p> +<p>—Por sabido tengo que estáis enamorado, y vuestra es la culpa si no +sois feliz. Antes hubiéseis venido, y antes tendríais el remedio.</p> -<p>Oyndola hablar de esta suerte comprend que se haca pasar por +<p>Oyéndola hablar de esta suerte comprendí que se hacía pasar por hechicera, y no pude menos de sorprenderme, recordando las misteriosas -palabras del capuchino. Qued un momento silencioso, y la vieja, +palabras del capuchino. Quedé un momento silencioso, y la vieja, esperando mi respuesta, no me apartaba los ojos astutos y desconfiados. -De pronto le grit:</p> +De pronto le grité:</p> -<p>—Sabed, seora bruja, que tan slo vengo por un anillo que me han +<p>—Sabed, señora bruja, que tan sólo vengo por un anillo que me han robado.</p> -<p>La vieja se incorpor horriblemente demudada:</p> +<p>La vieja se incorporó horriblemente demudada:</p> -<p>—Qu decs?</p> +<p>—¿Qué decís?</p> <p>—Que vengo por mi anillo.<a name="page_170" id="page_170"></a></p> -<p>—No lo tengo! Yo no os conozco!</p> +<p>—¡No lo tengo! ¡Yo no os conozco!</p> <p>Y quiso correr hacia la puerta para abrirla, pero yo le puse una pistola -en el pecho, y retrocedi hacia un rincn dando suspiros. Entonces sin +en el pecho, y retrocedió hacia un rincón dando suspiros. Entonces sin moverme le dije:</p> -<p>—Vengo dispuesto daros doble dinero del que os han prometido por -obrar el maleficio, y lejos de perder, ganaris entregndome el anillo y -cuanto os trajeron con l...</p> +<p>—Vengo dispuesto á daros doble dinero del que os han prometido por +obrar el maleficio, y lejos de perder, ganaréis entregándome el anillo y +cuanto os trajeron con él...</p> -<p>Se levant del suelo todava dando suspiros, y vino sentarse en el +<p>Se levantó del suelo todavía dando suspiros, y vino á sentarse en el taburete debajo del candil, que al oscilar tan pronto dejaba toda la figura en la sombra, como la iluminaba el pergamino del rostro y de las -manos. Lagrimeando murmur:</p> +manos. Lagrimeando murmuró:</p> -<p>—Perder cinco sequines, pero vos me daris doble cuando sepis... +<p>—Perderé cinco sequines, pero vos me daréis doble cuando sepáis... Porque acabo de reconoceros.<a name="page_171" id="page_171"></a></p> -<p>—Decid entonces quin soy?</p> +<p>—¿Decid entonces quién soy?</p> -<p>—Sois un caballero espaol, que sirve en la Guardia Noble del Santo +<p>—Sois un caballero español, que sirve en la Guardia Noble del Santo Padre.</p> -<p>—No sabis mi nombre?</p> +<p>—¿No sabéis mi nombre?</p> -<p>—S, esperad...</p> +<p>—Sí, esperad...</p> -<p>Y qued un momento con la cabeza inclinada, procurando acordarse. Yo -vea temblar sobre sus labios palabras que no podan oirse. De pronto me +<p>Y quedó un momento con la cabeza inclinada, procurando acordarse. Yo +veía temblar sobre sus labios palabras que no podían oirse. De pronto me dijo:</p> -<p>—Sois el Marqus de Bradomn.</p> +<p>—Sois el Marqués de Bradomín.</p> -<p>Juzgu entonces que deba sacar de la bolsa los diez sequines prometidos -y mostrrselos. La vieja al verlos llor enternecida:</p> +<p>Juzgué entonces que debía sacar de la bolsa los diez sequines prometidos +y mostrárselos. La vieja al verlos lloró enternecida:</p> <p>—Excelencia, nunca os hubiera hecho morir, pero os hubiera quitado la -lozana...</p> +lozanía...</p> <p>—Explicadme eso.</p> -<p>—Venid conmigo...<a name="page_172" id="page_172"></a> Me hizo pasar tras un caizo negro y derrengado, que +<p>—Venid conmigo...<a name="page_172" id="page_172"></a> Me hizo pasar tras un cañizo negro y derrengado, que ocultaba el hogar donde ahumaba una lumbre mortecina con olor de azufre.</p> <p class="figcenter"> @@ -2567,74 +2530,74 @@ ocultaba el hogar donde ahumaba una lumbre mortecina con olor de azufre.</p> width="150" height="163" alt="L" -title="L" /></span>A VIEJA haba descolgado el candil: Alzbale sobre su +title="L" /></span>A VIEJA había descolgado el candil: Alzábale sobre su cabeza para alumbrarse mejor, y me mostraba el fondo de su vivienda, que -hasta entonces, por estar entre sombras, no haba podido ver. Al oscilar -la luz, yo distingua claramente sobre las paredes negras de humo, +hasta entonces, por estar entre sombras, no había podido ver. Al oscilar +la luz, yo distinguía claramente sobre las paredes negras de humo, lagartos, huesos puestos en cruz, piedras lucientes, clavos y tenazas. -La bruja puso el candil en tierra y se agach revolviendo en la ceniza:<a name="page_174" id="page_174"></a></p> +La bruja puso el candil en tierra y se agachó revolviendo en la ceniza:<a name="page_174" id="page_174"></a></p> -<p>—Ved aqu vuestro anillo.</p> +<p>—Ved aquí vuestro anillo.</p> -<p>Y lo limpi cuidadosamente en la falda, antes de drmelo, y quiso ella +<p>Y lo limpió cuidadosamente en la falda, antes de dármelo, y quiso ella misma colocarlo en mi mano:</p> -<p>—Por qu os trajeron ese anillo?</p> +<p>—¿Por qué os trajeron ese anillo?</p> -<p>—Para hacer el sortilegio era necesaria una piedra que llevseis desde -haca muchos aos.</p> +<p>—Para hacer el sortilegio era necesaria una piedra que lleváseis desde +hacía muchos años.</p> -<p>—Y cmo me la robaron?</p> +<p>—¿Y cómo me la robaron?</p> <p>—Estando dormido, Excelencia.</p> -<p>—Y vos qu intentbais hacer?</p> +<p>—¿Y vos qué intentábais hacer?</p> <p>—Ya antes os lo dije... Me mandaban privaros de toda vuestra fuerza -viril... Hubirais quedado como un nio acabado de nacer...</p> +viril... Hubiérais quedado como un niño acabado de nacer...</p> -<p>—Cmo obrarais ese prodigio?</p> +<p>—¿Cómo obraríais ese prodigio?</p> -<p>—Vais verlo.</p> +<p>—Vais á verlo.</p> -<p>Sigui revolviendo en la ceniza y descubri<a name="page_175" id="page_175"></a> una figura de cera toda -desnuda, acostada en el fondo del brasero. Aquel dolo, esculpido sin -duda por el mayordomo, tena una grotesca semejanza conmigo. Mirndole -yo rea largamente, mientras la bruja rezongaba:</p> +<p>Siguió revolviendo en la ceniza y descubrió<a name="page_175" id="page_175"></a> una figura de cera toda +desnuda, acostada en el fondo del brasero. Aquel ídolo, esculpido sin +duda por el mayordomo, tenía una grotesca semejanza conmigo. Mirándole +yo reía largamente, mientras la bruja rezongaba:</p> -<p>—Ahora os burlis! Desgraciado de vos si hubiese baado esa figura -en sangre de mujer, segn mi ciencia... Y ms desgraciado cuando la +<p>—¡Ahora os burláis! Desgraciado de vos si hubiese bañado esa figura +en sangre de mujer, según mi ciencia... ¡Y más desgraciado cuando la hubiese fundido en las brasas!...</p> -<p>—Era eso todo?</p> +<p>—¿Era eso todo?</p> -<p>—S...</p> +<p>—Sí...</p> <p>—Tened vuestros diez sequines. Ahora abrid la puerta.</p> -<p>La vieja me mir astuta:</p> +<p>La vieja me miró astuta:</p> -<p>—Ya os vais, Excelencia? No deseis nada de m? Si me dais otros diez -sequines yo har delirar por vuestros amores la Seora Princesa. No -queris, Excelencia?<a name="page_176" id="page_176"></a></p> +<p>—¿Ya os vais, Excelencia? ¿No deseáis nada de mí? Si me dais otros diez +sequines yo haré delirar por vuestros amores á la Señora Princesa. ¿No +queréis, Excelencia?<a name="page_176" id="page_176"></a></p> <p>Yo repuse secamente:</p> <p>—No.</p> -<p>La vieja entonces tom del suelo el candil, y abri la puerta. Sal al +<p>La vieja entonces tomó del suelo el candil, y abrió la puerta. Salí al camino, que estaba desierto. Era completamente de noche, y comenzaban - caer gruesas gotas de agua, que me hicieron apresurar el paso. -Mientras me alejaba iba pensando en el reverendo capuchino que haba -tenido tan cabal noticia de todo aquello. Hall cerrada la cancela del -jardn y tuve que hacer un largo rodeo. Daban las nueve en el reloj de -la Catedral cuando atravesaba el arco romnico que conduca la plaza +á caer gruesas gotas de agua, que me hicieron apresurar el paso. +Mientras me alejaba iba pensando en el reverendo capuchino que había +tenido tan cabal noticia de todo aquello. Hallé cerrada la cancela del +jardín y tuve que hacer un largo rodeo. Daban las nueve en el reloj de +la Catedral cuando atravesaba el arco románico que conducía á la plaza donde se alzaba el Palacio Gaetani. Estaban iluminados los balcones, -y de la iglesia de los Dominicos, sala entre cirios el Paso de la -Cena. An recuerdo aquellas procesiones largas, tristes, rumorosas, que -desfilaban<a name="page_177" id="page_177"></a> en medio de grandes chubascos. Haba procesiones al rayar -el da, y procesiones por la tarde, y procesiones la media noche. Las -cofradas eran innumerables. Entonces la Semana Santa tena fama en +y de la iglesia de los Dominicos, salía entre cirios el Paso de la +Cena. Aún recuerdo aquellas procesiones largas, tristes, rumorosas, que +desfilaban<a name="page_177" id="page_177"></a> en medio de grandes chubascos. Había procesiones al rayar +el día, y procesiones por la tarde, y procesiones á la media noche. Las +cofradías eran innumerables. Entonces la Semana Santa tenía fama en aquella vieja ciudad pontificia.</p> <p class="figcenter"> @@ -2649,98 +2612,98 @@ aquella vieja ciudad pontificia.</p> width="150" height="163" alt="L" -title="L" /></span>A PRINCESA, durante la tertulia, no me habl ni me -mir una sola vez. Yo, temiendo que aquel desdn fuese advertido, -decid re-retirarme. Con la sonrisa en los labios llegu hasta donde -la noble seora hablaba suspirando. Cog audazmente su mano, y la -bes, hacindole sentir la presin decidida y fuerte de mis labios. Vi +title="L" /></span>A PRINCESA, durante la tertulia, no me habló ni me +miró una sola vez. Yo, temiendo que aquel desdén fuese advertido, +decidí re-retirarme. Con la sonrisa en los labios llegué hasta donde +la noble señora hablaba suspirando. Cogí audazmente su mano, y la +besé, haciéndole sentir la presión decidida y fuerte de mis labios. Vi palidecer intensamente sus mejillas y brillar el odio en sus ojos, sin embargo, supe<a name="page_180" id="page_180"></a> inclinarme con galante rendimiento y solicitar su venia -para retirarme. Ella repuso framente:</p> +para retirarme. Ella repuso fríamente:</p> -<p>—Eres dueo de hacer tu voluntad.</p> +<p>—Eres dueño de hacer tu voluntad.</p> -<p>—Gracias, Princesa!</p> +<p>—¡Gracias, Princesa!</p> -<p>Sal del saln en medio de un profundo silencio. Sentame humillado, y -comprenda que acababa de hacerse imposible mi estancia en el Palacio. -Pas la noche en el retiro de la biblioteca, preocupado con este -pensamiento, oyendo batir montonamente el agua en los cristales de las -ventanas. Sentame presa de un afn doloroso y contenido, algo que era -insensata impaciencia de m mismo, y de las horas, y de todo cuanto me -rodeaba. Veame como prisionero en aquella biblioteca oscura, y buscaba +<p>Salí del salón en medio de un profundo silencio. Sentíame humillado, y +comprendía que acababa de hacerse imposible mi estancia en el Palacio. +Pasé la noche en el retiro de la biblioteca, preocupado con este +pensamiento, oyendo batir monótonamente el agua en los cristales de las +ventanas. Sentíame presa de un afán doloroso y contenido, algo que era +insensata impaciencia de mí mismo, y de las horas, y de todo cuanto me +rodeaba. Veíame como prisionero en aquella biblioteca oscura, y buscaba entrar en mi verdadera conciencia, para juzgar todo lo acaecido durante<a name="page_181" id="page_181"></a> -aquel da con serena y firme reflexin. Quera resolver, quera decidir, -y extravibase mi pensamiento, y mi voluntad desapareca, y todo +aquel día con serena y firme reflexión. Quería resolver, quería decidir, +y extraviábase mi pensamiento, y mi voluntad desaparecía, y todo esfuerzo era vano.</p> -<p>Fueron horas de tortura indefinible! Rfagas de una insensata violencia -agitaban mi alma. Con el vrtigo de los abismos me atraan aquellas -asechanzas misteriosas, urdidas contra m en la sombra perfumada de -los grandes salones. Luchaba intilmente por dominar mi orgullo y -convencerme que era ms altivo y ms gallardo abandonar aquella misma -noche, en medio de la tormenta, el Palacio Gaetani. Advertame presa -de una desusada agitacin, y al mismo tiempo comprenda que no era -dueo de vencerla, y que todas aquellas larvas que entonces empezaban - removerse dentro de m, haban de ser<a name="page_182" id="page_182"></a> fatalmente furias y sierpes. -Con un presentimiento sombro, senta que mi mal era incurable y que mi -voluntad era impotente para vencer la tentacin de hacer alguna cosa -audaz, irreparable. Era aquello el vrtigo de la perdicin!...</p> - -<p>A pesar de la lluvia, abr la ventana. Necesitaba respirar el aire -fresco de la noche. El cielo estaba negro. Una rfaga aborrascada pas -sobre mi cabeza: Algunos pjaros sin nido haban buscado albergue bajo -el alar, y con estremecimientos llenos de fro sacudan el plumaje -mojado, piando tristemente. En la plaza resonaba la cantura de una -procesin lejana. La iglesia del convento tena las puertas abiertas, -y en el fondo brillaba el altar iluminado. Oase la voz senil de una -carraca. Las devotas salan de la iglesia y se<a name="page_183" id="page_183"></a> cobijaban bajo el arco -de la plaza para ver llegar la procesin. Entre dos hileras de cirios, -bamboleaban las andas, all en el confn de una calle estrecha y alta. -En la plaza esperaban muchos curiosos cantando una oracin rimada. La +<p>¡Fueron horas de tortura indefinible! Ráfagas de una insensata violencia +agitaban mi alma. Con el vértigo de los abismos me atraían aquellas +asechanzas misteriosas, urdidas contra mí en la sombra perfumada de +los grandes salones. Luchaba inútilmente por dominar mi orgullo y +convencerme que era más altivo y más gallardo abandonar aquella misma +noche, en medio de la tormenta, el Palacio Gaetani. Advertíame presa +de una desusada agitación, y al mismo tiempo comprendía que no era +dueño de vencerla, y que todas aquellas larvas que entonces empezaban +á removerse dentro de mí, habían de ser<a name="page_182" id="page_182"></a> fatalmente furias y sierpes. +Con un presentimiento sombrío, sentía que mi mal era incurable y que mi +voluntad era impotente para vencer la tentación de hacer alguna cosa +audaz, irreparable. ¡Era aquello el vértigo de la perdición!...</p> + +<p>A pesar de la lluvia, abrí la ventana. Necesitaba respirar el aire +fresco de la noche. El cielo estaba negro. Una ráfaga aborrascada pasó +sobre mi cabeza: Algunos pájaros sin nido habían buscado albergue bajo +el alar, y con estremecimientos llenos de frío sacudían el plumaje +mojado, piando tristemente. En la plaza resonaba la canturía de una +procesión lejana. La iglesia del convento tenía las puertas abiertas, +y en el fondo brillaba el altar iluminado. Oíase la voz senil de una +carraca. Las devotas salían de la iglesia y se<a name="page_183" id="page_183"></a> cobijaban bajo el arco +de la plaza para ver llegar la procesión. Entre dos hileras de cirios, +bamboleaban las andas, allá en el confín de una calle estrecha y alta. +En la plaza esperaban muchos curiosos cantando una oración rimada. La lluvia redoblando en los paraguas, y el chapoteo de los pies en los charcas contrastaba con la nota tibia y sensual de las enaguas blancas que asomaban bordeando los vestidos negros, como espumas que bordean -sombro oleaje de tempestad. Las dos seoras de los negros y crujientes +sombrío oleaje de tempestad. Las dos señoras de los negros y crujientes vestidos de seda, salieron de la iglesia, y pisando en la punta de los -pies, atravesaron corriendo la plaza, para ver la procesin desde las -ventanas del Palacio. Una rfaga agitaba sus mantos.</p> - -<p>Caan gruesas gotas de agua que dejaban<a name="page_184" id="page_184"></a> un lamparn oscuro en las -losas de la plaza. Yo tena las mejillas mojadas, y senta como una -vaga efusin de lgrimas. De pronto se iluminaron los balcones, y las -Princesas, con otras damas, asomaron en ellos. Cuando la procesin -llegaba bajo el arco, llova torrentes. Yo la vi desfilar desde -el balcn de la biblioteca, sintiendo cada instante en la cara el +pies, atravesaron corriendo la plaza, para ver la procesión desde las +ventanas del Palacio. Una ráfaga agitaba sus mantos.</p> + +<p>Caían gruesas gotas de agua que dejaban<a name="page_184" id="page_184"></a> un lamparón oscuro en las +losas de la plaza. Yo tenía las mejillas mojadas, y sentía como una +vaga efusión de lágrimas. De pronto se iluminaron los balcones, y las +Princesas, con otras damas, asomaron en ellos. Cuando la procesión +llegaba bajo el arco, llovía á torrentes. Yo la vi desfilar desde +el balcón de la biblioteca, sintiendo á cada instante en la cara el salpicar de la lluvia arremolinada por el viento. Pasaron primero los -Hermanos del Calvario, silenciosos y encapuchados. Despus los Hermanos -de la Pasin, con hopas amarillas y cirios en las manos. Luego seguan -los Pasos: Jess en el Huerto de las Olivas, Jess ante Pilatos, Jess -ante Herodes, Jess atado la Columna. Bajo aquella lluvia fra y -cenicienta tenan una austeridad triste y desolada. El ltimo en -aparecer fu<a name="page_185" id="page_185"></a> el Paso de las Cadas. Sin cuidarse del agua, las damas se -arrastraron de rodillas hasta la balaustrada del balcn. Oyse la voz -trmula del mayordomo:</p> - -<p>—Ya llega! Ya llega!</p> - -<p>Llegaba, s, pero cun diferente de como lo habamos visto la primera -vez en una sala del Palacio. Los cuatro judos haban depuesto -su fiereza bajo la lluvia. Sus cabezas de cartn se despintaban: -Ablandbanse los cuerpos, y flaqueaban las piernas como si fuesen -hincarse de rodillas. Parecan arrepentidos. Las dos hermanas de los -rancios vestidos de gro, viendo en ello un milagro, repetan llenas de -uncin:</p> - -<p>—Edificante, Antonina!</p> - -<p>—Edificante, Lorencina!</p> - -<p>La lluvia caa sin tregua como un castigo,<a name="page_186" id="page_186"></a> y desde un balcn vecino -llegaban con vaguedad de poesa y de misterio, los arrullos de dos -trtolas que cuidaba una vieja enlutada y consumida que rezaba entre dos -cirios encendidos en altos candeleros, tras los cristales. Busqu con -los ojos al Seor Polonio: Haba desaparecido.</p> +Hermanos del Calvario, silenciosos y encapuchados. Después los Hermanos +de la Pasión, con hopas amarillas y cirios en las manos. Luego seguían +los Pasos: Jesús en el Huerto de las Olivas, Jesús ante Pilatos, Jesús +ante Herodes, Jesús atado á la Columna. Bajo aquella lluvia fría y +cenicienta tenían una austeridad triste y desolada. El último en +aparecer fué<a name="page_185" id="page_185"></a> el Paso de las Caídas. Sin cuidarse del agua, las damas se +arrastraron de rodillas hasta la balaustrada del balcón. Oyóse la voz +trémula del mayordomo:</p> + +<p>—¡Ya llega! ¡Ya llega!</p> + +<p>Llegaba, sí, pero cuán diferente de como lo habíamos visto la primera +vez en una sala del Palacio. Los cuatro judíos habían depuesto +su fiereza bajo la lluvia. Sus cabezas de cartón se despintaban: +Ablandábanse los cuerpos, y flaqueaban las piernas como si fuesen á +hincarse de rodillas. Parecían arrepentidos. Las dos hermanas de los +rancios vestidos de gro, viendo en ello un milagro, repetían llenas de +unción:</p> + +<p>—¡Edificante, Antonina!</p> + +<p>—¡Edificante, Lorencina!</p> + +<p>La lluvia caía sin tregua como un castigo,<a name="page_186" id="page_186"></a> y desde un balcón vecino +llegaban con vaguedad de poesía y de misterio, los arrullos de dos +tórtolas que cuidaba una vieja enlutada y consumida que rezaba entre dos +cirios encendidos en altos candeleros, tras los cristales. Busqué con +los ojos al Señor Polonio: Había desaparecido.</p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_186.jpg" width="175" height="119" alt="" title="" /> @@ -2752,86 +2715,86 @@ los ojos al Seor Polonio: Haba desaparecido.</p> width="150" height="164" alt="P" -title="P" /></span>OCO DESPUS, apesadumbrado y dolorido, meditaba en -mi cmara cuando una mano bati con los artejos en la puerta y la voz -cascada del mayordomo vino sacarme un momento del penoso cavilar:</p> +title="P" /></span>OCO DESPUÉS, apesadumbrado y dolorido, meditaba en +mi cámara cuando una mano batió con los artejos en la puerta y la voz +cascada del mayordomo vino á sacarme un momento del penoso cavilar:</p> <p>—Excelencia, este pliego.</p> -<p>—Quin lo ha trado?</p> +<p>—¿Quién lo ha traído?</p> <p>—Un correo que acaba de llegar.</p> -<p>Abr el pliego y pas por l una mirada. Monseor Sassoferrato me -ordenaba presentarme<a name="page_188" id="page_188"></a> en Roma. Sin acabar de leerlo me volv al -mayordomo, mostrando un profundo desdn:</p> +<p>Abrí el pliego y pasé por él una mirada. Monseñor Sassoferrato me +ordenaba presentarme<a name="page_188" id="page_188"></a> en Roma. Sin acabar de leerlo me volví al +mayordomo, mostrando un profundo desdén:</p> -<p>—Seor Polonio, que dispongan mi silla de posta.</p> +<p>—Señor Polonio, que dispongan mi silla de posta.</p> -<p>El mayordomo pregunt hipcritamente:</p> +<p>El mayordomo preguntó hipócritamente:</p> -<p>—Vais partir, Excelencia?</p> +<p>—¿Vais á partir, Excelencia?</p> <p>—Antes de una hora.</p> -<p>—Lo sabe mi seora la Princesa?</p> +<p>—¿Lo sabe mi señora la Princesa?</p> -<p>—Vos cuidaris de decrselo.</p> +<p>—Vos cuidaréis de decírselo.</p> -<p>—Muy honrado, Excelencia! Ya sabis que el postilln est enfermo... -Habr que buscar otro. Si me autorizis para ello yo me encargo de +<p>—¡Muy honrado, Excelencia! Ya sabéis que el postillón está enfermo... +Habrá que buscar otro. Si me autorizáis para ello yo me encargo de hallar uno que os deje contento.</p> <p>La voz del viejo y su mirada esquiva, despertaron en mi alma una -sospecha. Juzgu que era temerario confiarse tal hombre, y le dije:<a name="page_189" id="page_189"></a></p> +sospecha. Juzgué que era temerario confiarse á tal hombre, y le dije:<a name="page_189" id="page_189"></a></p> -<p>—Yo ver mi postilln.</p> +<p>—Yo veré á mi postillón.</p> <p>Me hizo una profunda reverencia, y quiso retirarse, pero le detuve:</p> -<p>—Escuchad, Seor Polonio.</p> +<p>—Escuchad, Señor Polonio.</p> <p>—Mandad, Excelencia.</p> -<p>Y cada vez se inclinaba con mayor respeto. Yo le clav los ojos, -mirndole en silencio: Me pareci que no poda dominar su inquietud. +<p>Y cada vez se inclinaba con mayor respeto. Yo le clavé los ojos, +mirándole en silencio: Me pareció que no podía dominar su inquietud. Adelantando un paso le dije:</p> -<p>—Como recuerdo de mi visita, quiero que conservis esta piedra.</p> +<p>—Como recuerdo de mi visita, quiero que conservéis esta piedra.</p> -<p>Y sonriendo me saqu de la mano aquel anillo, que tena en una amatista -grabadas mis armas. El mayordomo me mir con ojos extraviados:</p> +<p>Y sonriendo me saqué de la mano aquel anillo, que tenía en una amatista +grabadas mis armas. El mayordomo me miró con ojos extraviados:</p> -<p>—Perdonad!</p> +<p>—¡Perdonad!</p> -<p>Y sus manos agitadas rechazaban el anillo. Yo insist:<a name="page_190" id="page_190"></a></p> +<p>Y sus manos agitadas rechazaban el anillo. Yo insistí:<a name="page_190" id="page_190"></a></p> <p>—Tomadlo.</p> -<p>Inclin la cabeza y lo recibi temblando. Con un gesto imperioso le -seal la puerta.</p> +<p>Inclinó la cabeza y lo recibió temblando. Con un gesto imperioso le +señalé la puerta.</p> <p>—Ahora salid.</p> -<p>El mayordomo lleg al umbral, y murmur resuelto y acobardado:</p> +<p>El mayordomo llegó al umbral, y murmuró resuelto y acobardado:</p> <p>—Guardad vuestro anillo.</p> -<p>Con insolencia de criado lo arroj sobre una mesa. Yo le mir amenazador:</p> +<p>Con insolencia de criado lo arrojó sobre una mesa. Yo le miré amenazador:</p> -<p>—Presumo que vais salir por la ventana, Seor Polonio.</p> +<p>—Presumo que vais á salir por la ventana, Señor Polonio.</p> -<p>Retrocedi, gritando con energa:</p> +<p>Retrocedió, gritando con energía:</p> -<p>—Conozco vuestro pensamiento! No basta vuestra venganza el maleficio -con que habis deshecho aquellos judos, obra de mis manos, y con ese -anillo queris embrujarme. Yo har que os delaten al Santo Oficio!</p> +<p>—¡Conozco vuestro pensamiento! No basta á vuestra venganza el maleficio +con que habéis deshecho aquellos judíos, obra de mis manos, y con ese +anillo queréis embrujarme. ¡Yo haré que os delaten al Santo Oficio!</p> -<p>Y huy de mi presencia haciendo la seal<a name="page_191" id="page_191"></a> de la cruz como si huyese -del Diablo. No pude menos de reirme largamente. Llam Musarelo, y le -orden que se enterase del mal que aquejaba al postilln. Pero Musarelo -haba bebido tanto, que no estaba capaz para cumplir mi mandato. Slo -pude averiguar que el postilln y Musarelo haban cenado con el Seor +<p>Y huyó de mi presencia haciendo la señal<a name="page_191" id="page_191"></a> de la cruz como si huyese +del Diablo. No pude menos de reirme largamente. Llamé á Musarelo, y le +ordené que se enterase del mal que aquejaba al postillón. Pero Musarelo +había bebido tanto, que no estaba capaz para cumplir mi mandato. Sólo +pude averiguar que el postillón y Musarelo habían cenado con el Señor Polonio.</p> <p class="figcenter"> @@ -2846,103 +2809,103 @@ Polonio.</p> width="150" height="164" alt="Q" -title="Q" /></span>U TRISTE es para m el recuerdo de aquel da. Mara -Rosario estaba en el fondo de un saln llenando de rosas los floreros -de la capilla. Cuando yo entr quedse un momento indecisa: Sus ojos -miraron medrosos hacia la puerta, y luego se volvieron m con un ruego -tmido y ardiente. Llenaba en aquel momento el ltimo florero, y sobre -sus manos deshojse una rosa. Yo entonces la dije, sonriendo:<a name="page_194" id="page_194"></a></p> - -<p>—Hasta las rosas se mueren por besar vuestras manos!</p> - -<p>Ella tambin sonri contemplando las hojas que haba entre sus dedos, -y despus con leve soplo las hizo volar. Quedamos silenciosos: Era la -cada de la tarde y el sol doraba una ventana con sus ltimos reflejos: -Los cipreses del jardn levantaban sus cimas pensativas en el azul -del crepsculo, al pie de la vidriera iluminada. Dentro apenas si se -distingua la forma de las cosas, y en el recogimiento del saln las -rosas esparcan un perfume tenue y las palabras moran lentamente igual -que la tarde. Mis ojos buscaban los ojos de Mara Rosario con el empeo -de aprisionarlos en la sombra. Ella suspir angustiada como si el aire -le faltase, y apartndose el cabello de la frente con ambas manos, huy<a name="page_195" id="page_195"></a> -hacia la ventana. Yo, temeroso de asustarla, no intent seguirla, y slo -le dije despus de un largo silencio:</p> - -<p>—No me daris una rosa?</p> - -<p>Volvise lentamente y repuso con voz tenue:</p> - -<p>—Si la queris...</p> - -<p>Dud un instante, y de nuevo se acerc. Procuraba mostrarse serena, pero -yo vea temblar sus manos sobre los floreros al elegir la rosa. Con una +title="Q" /></span>UÉ TRISTE es para mí el recuerdo de aquel día. María +Rosario estaba en el fondo de un salón llenando de rosas los floreros +de la capilla. Cuando yo entré quedóse un momento indecisa: Sus ojos +miraron medrosos hacia la puerta, y luego se volvieron á mí con un ruego +tímido y ardiente. Llenaba en aquel momento el último florero, y sobre +sus manos deshojóse una rosa. Yo entonces la dije, sonriendo:<a name="page_194" id="page_194"></a></p> + +<p>—¡Hasta las rosas se mueren por besar vuestras manos!</p> + +<p>Ella también sonrió contemplando las hojas que había entre sus dedos, +y después con leve soplo las hizo volar. Quedamos silenciosos: Era la +caída de la tarde y el sol doraba una ventana con sus últimos reflejos: +Los cipreses del jardín levantaban sus cimas pensativas en el azul +del crepúsculo, al pie de la vidriera iluminada. Dentro apenas si se +distinguía la forma de las cosas, y en el recogimiento del salón las +rosas esparcían un perfume tenue y las palabras morían lentamente igual +que la tarde. Mis ojos buscaban los ojos de María Rosario con el empeño +de aprisionarlos en la sombra. Ella suspiró angustiada como si el aire +le faltase, y apartándose el cabello de la frente con ambas manos, huyó<a name="page_195" id="page_195"></a> +hacia la ventana. Yo, temeroso de asustarla, no intenté seguirla, y sólo +le dije después de un largo silencio:</p> + +<p>—¿No me daréis una rosa?</p> + +<p>Volvióse lentamente y repuso con voz tenue:</p> + +<p>—Si la queréis...</p> + +<p>Dudó un instante, y de nuevo se acercó. Procuraba mostrarse serena, pero +yo veía temblar sus manos sobre los floreros al elegir la rosa. Con una sonrisa llena de angustia me dijo:</p> -<p>—Os dar la mejor.</p> +<p>—Os daré la mejor.</p> -<p>Ella segua buscando en los floreros. Yo suspir romntico:</p> +<p>Ella seguía buscando en los floreros. Yo suspiré romántico:</p> -<p>—La mejor est en vuestros labios.</p> +<p>—La mejor está en vuestros labios.</p> -<p>Me mir apartndose plida y angustiada:</p> +<p>Me miró apartándose pálida y angustiada:</p> -<p>—No sois bueno... Por qu me decs esas cosas?<a name="page_196" id="page_196"></a></p> +<p>—No sois bueno... ¿Por qué me decís esas cosas?<a name="page_196" id="page_196"></a></p> <p>—Por veros enojada.</p> -<p>—Algunas veces me parecis el Demonio!...</p> +<p>—¡Algunas veces me parecéis el Demonio!...</p> <p>—El Demonio no sabe querer.</p> -<p>Quedse silenciosa. Apenas poda distinguirse su rostro en la tenue -claridad del saln, y slo supe que lloraba cuando estallaron sus -sollozos. Me acerqu queriendo consolarla:</p> +<p>Quedóse silenciosa. Apenas podía distinguirse su rostro en la tenue +claridad del salón, y sólo supe que lloraba cuando estallaron sus +sollozos. Me acerqué queriendo consolarla:</p> -<p>—Oh!... Perdonadme.</p> +<p>—¡Oh!... Perdonadme.</p> -<p>Y mi voz fu tierna, apasionada y sumisa. Yo mismo, al oirla, sent -su extrao poder de seduccin. Era llegado el momento supremo, y -presintindolo, mi corazn se estremeca con el ansia de la espera -cuando est prxima una gran ventura. Mara Rosario cerraba los ojos con -espanto, como al borde de un abismo. Su boca descolorida pareca sentir<a name="page_197" id="page_197"></a> -una voluptuosidad angustiosa. Yo cog sus manos que estaban yertas: Ella -me las abandon sollozando, con un frenes doloroso:</p> +<p>Y mi voz fué tierna, apasionada y sumisa. Yo mismo, al oirla, sentí +su extraño poder de seducción. Era llegado el momento supremo, y +presintiéndolo, mi corazón se estremecía con el ansia de la espera +cuando está próxima una gran ventura. María Rosario cerraba los ojos con +espanto, como al borde de un abismo. Su boca descolorida parecía sentir<a name="page_197" id="page_197"></a> +una voluptuosidad angustiosa. Yo cogí sus manos que estaban yertas: Ella +me las abandonó sollozando, con un frenesí doloroso:</p> -<p>—Por qu os gozis en hacerme sufrir?... Si sabis que todo es +<p>—¿Por qué os gozáis en hacerme sufrir?... ¡Si sabéis que todo es imposible!...</p> -<p>—Imposible!... Yo nunca esper conseguir vuestro amor... Ya s que no -lo merezco!... Solamente quiero pediros perdn y oir de vuestros labios -que rezaris por m cuando est lejos.</p> +<p>—¡Imposible!... Yo nunca esperé conseguir vuestro amor... ¡Ya sé que no +lo merezco!... Solamente quiero pediros perdón y oir de vuestros labios +que rezaréis por mí cuando esté lejos.</p> -<p>—Callad!... Callad!...</p> +<p>—¡Callad!... ¡Callad!...</p> -<p>—Os contemplo tan alta, tan lejos de m, tan ideal, que juzgo vuestras +<p>—Os contemplo tan alta, tan lejos de mí, tan ideal, que juzgo vuestras oraciones como las de una Santa.</p> -<p>—Callad!... Callad!...</p> +<p>—¡Callad!... ¡Callad!...</p> -<p>—Mi corazn agoniza sin esperanza. Acaso podr olvidaros, pero este -amor habr sido para m como un fuego purificador.<a name="page_198" id="page_198"></a></p> +<p>—Mi corazón agoniza sin esperanza. Acaso podré olvidaros, pero este +amor habrá sido para mí como un fuego purificador.<a name="page_198" id="page_198"></a></p> -<p>—Callad!... Callad!...</p> +<p>—¡Callad!... ¡Callad!...</p> -<p>Yo tena lgrimas en los ojos, y saba que cuando se llora, las manos -pueden arriesgarse ser audaces. Pobre Mara Rosario, quedse plida -como una muerta, y pens que iba desmayarse en mis brazos! Aquella -nia era una Santa, y vindome tal extremo desgraciado, no tena valor -para mostrarse ms cruel conmigo. Cerraba los ojos, y gema agoniada:</p> +<p>Yo tenía lágrimas en los ojos, y sabía que cuando se llora, las manos +pueden arriesgarse á ser audaces. ¡Pobre María Rosario, quedóse pálida +como una muerta, y pensé que iba á desmayarse en mis brazos! Aquella +niña era una Santa, y viéndome á tal extremo desgraciado, no tenía valor +para mostrarse más cruel conmigo. Cerraba los ojos, y gemía agoniada:</p> -<p>—Dejadme!... Dejadme!...</p> +<p>—¡Dejadme!... ¡Dejadme!...</p> -<p>Yo murmur:</p> +<p>Yo murmuré:</p> -<p>—Por qu me aborrecis tanto?</p> +<p>—¿Por qué me aborrecéis tanto?</p> -<p>Me mir despavorida, como si al sonido de mi voz se despertase, y -arrancndose de mis brazos huy hacia la ventana que doraban todava -los ltimos rayos del sol. Apoy la frente en los cristales y comenz - sollozar.<a name="page_199" id="page_199"></a> En el jardn se levantaba el canto de un ruiseor, que +<p>Me miró despavorida, como si al sonido de mi voz se despertase, y +arrancándose de mis brazos huyó hacia la ventana que doraban todavía +los últimos rayos del sol. Apoyó la frente en los cristales y comenzó +á sollozar.<a name="page_199" id="page_199"></a> En el jardín se levantaba el canto de un ruiseñor, que evocaba en la sombra azul de la tarde, un recuerdo ingenuo de santidad.</p> <p class="figcenter"> @@ -2957,95 +2920,95 @@ evocaba en la sombra azul de la tarde, un recuerdo ingenuo de santidad.</p> width="150" height="165" alt="M" -title="M" /></span>ARIA ROSARIO llam la ms nia de sus hermanas, que -con una mueca en brazos, acababa de asomar en la puerta del saln: La -llamaba con un afn angustioso y pudoroso que encenda su carne con +title="M" /></span>ARIA ROSARIO llamó á la más niña de sus hermanas, que +con una muñeca en brazos, acababa de asomar en la puerta del salón: La +llamaba con un afán angustioso y pudoroso que encendía su carne con divinas rosas:</p> -<p>—Entra!... Entra!...</p> +<p>—¡Entra!... ¡Entra!...</p> -<p>La llamaba tendindole los brazos desde el fondo de la ventana. La nia, -sin moverse, le mostr la mueca:<a name="page_202" id="page_202"></a></p> +<p>La llamaba tendiéndole los brazos desde el fondo de la ventana. La niña, +sin moverse, le mostró la muñeca:<a name="page_202" id="page_202"></a></p> <p>—Me la hizo Polonio.</p> -<p>—Ven ensermela.</p> +<p>—Ven á enseñármela.</p> -<p>—No la ves as?...</p> +<p>—¿No la ves así?...</p> <p>—No, no la veo.</p> -<p>Mara Nieves acab por decidirse, y entr corriendo: Los cabellos +<p>María Nieves acabó por decidirse, y entró corriendo: Los cabellos flotaban sobre su espalda como una nube de oro. Era llena de gentileza, -con movimientos de pjaro, alegres y ligeros: Mara Rosario, vindola -llegar, sonrea, cubierto el rostro de rubor y sin secar las lgrimas. -Inclinse para besarla, y la nia se le colg al cuello, hablndole con -agasajo al odo:</p> +con movimientos de pájaro, alegres y ligeros: María Rosario, viéndola +llegar, sonreía, cubierto el rostro de rubor y sin secar las lágrimas. +Inclinóse para besarla, y la niña se le colgó al cuello, hablándole con +agasajo al oído:</p> -<p>—Si le hicieses un vestido mi mueca!...</p> +<p>—¡Si le hicieses un vestido á mi muñeca!...</p> -<p>—Cmo lo quieres?...</p> +<p>—¿Cómo lo quieres?...</p> -<p>Mara Rosario le acariciaba los cabellos, retenindola su lado. Yo -vea cmo sus dedos trmulos desaparecan bajo la infantil<a name="page_203" id="page_203"></a> y olorosa +<p>María Rosario le acariciaba los cabellos, reteniéndola á su lado. Yo +veía cómo sus dedos trémulos desaparecían bajo la infantil<a name="page_203" id="page_203"></a> y olorosa crencha. En voz baja le dije:</p> -<p>—Qu temais de m?</p> +<p>—¿Qué temíais de mí?</p> <p>Sus mejillas llamearon:</p> <p>—Nada...</p> <p>Y aquellos ojos, como no he visto otros hasta ahora, ni los espero ver -ya, tuvieron para m una mirada tmida y amante. Callbamos conmovidos, -y la nia empez referirnos la historia de su mueca: Se llamaba -Yolanda, y era una reina. Cuando le hiciesen aquel vestido de tis, le -pondran tambin una corona. Mara Nieves hablaba sin descanso: Sonaba +ya, tuvieron para mí una mirada tímida y amante. Callábamos conmovidos, +y la niña empezó á referirnos la historia de su muñeca: Se llamaba +Yolanda, y era una reina. Cuando le hiciesen aquel vestido de tisú, le +pondrían también una corona. María Nieves hablaba sin descanso: Sonaba su voz con murmullo alegre, continuo, como el borboteo de una fuente. -Recordaba cuntas muecas haba tenido, y quera contar la historia de -todas: Unas haban sido reinas, otras pastoras. Eran largas historias -confusas, donde se repetan continuamente<a name="page_204" id="page_204"></a> las mismas cosas. La nia -extravibase en aquellos relatos como en el jardn encantado del ogro -las tres nias hermanas, Andara, Magalona y Aladina... De pronto huy de -nuestro lado. Mara Rosario la llam sobresaltada:</p> +Recordaba cuántas muñecas había tenido, y quería contar la historia de +todas: Unas habían sido reinas, otras pastoras. Eran largas historias +confusas, donde se repetían continuamente<a name="page_204" id="page_204"></a> las mismas cosas. La niña +extraviábase en aquellos relatos como en el jardín encantado del ogro +las tres niñas hermanas, Andara, Magalona y Aladina... De pronto huyó de +nuestro lado. María Rosario la llamó sobresaltada:</p> -<p>—Ven!... No te vayas!</p> +<p>—¡Ven!... ¡No te vayas!</p> <p>—No me voy.</p> -<p>Corra por el saln, y la cabellera de oro le revoloteaba sobre los -hombros. Como cautivos, la seguan todas partes los ojos de Mara -Rosario: Volvi suplicarle:</p> +<p>Corría por el salón, y la cabellera de oro le revoloteaba sobre los +hombros. Como cautivos, la seguían á todas partes los ojos de María +Rosario: Volvió á suplicarle:</p> -<p>—No te vayas!...</p> +<p>—¡No te vayas!...</p> <p>—Si no me voy.</p> -<p>La nia hablaba desde el fondo oscuro del saln. Mara Rosario, -aprovechando el instante, murmur con apagado acento:</p> +<p>La niña hablaba desde el fondo oscuro del salón. María Rosario, +aprovechando el instante, murmuró con apagado acento:</p> -<p>—Marqus, salid de Ligura...<a name="page_205" id="page_205"></a></p> +<p>—Marqués, salid de Ligura...<a name="page_205" id="page_205"></a></p> -<p>—Sera renunciar veros!</p> +<p>—¡Sería renunciar á veros!</p> -<p>—Y acaso no es hoy la ltima vez? Maana entrar en el convento. -Marqus, oid mi ruego!...</p> +<p>—¿Y acaso no es hoy la última vez? Mañana entraré en el convento. +¡Marqués, oid mi ruego!...</p> -<p>—Quiero sufrir aqu... Quiero que mis ojos, que no lloran nunca, lloren -cuando os vistan el hbito, cuando os corten los cabellos, cuando las -rejas se cierren ante vos. Quin sabe, si al veros sagrada por los -votos, mi amor terreno no se convertir en una devocin! Vos sois una +<p>—Quiero sufrir aquí... Quiero que mis ojos, que no lloran nunca, lloren +cuando os vistan el hábito, cuando os corten los cabellos, cuando las +rejas se cierren ante vos. ¡Quién sabe, si al veros sagrada por los +votos, mi amor terreno no se convertirá en una devoción! ¡Vos sois una Santa!...</p> -<p>—Marqus, no digis impiedades!</p> +<p>—¡Marqués, no digáis impiedades!</p> -<p>Y me clav los ojos tristes, suplicantes, guarnecidos de lgrimas como -de oraciones pursimas. Entonces ya pareca olvidada de la nia, que -sentada en un canap, adormeca su mueca con viejas tonadillas del -tiempo de las abuelas. En la sombra de aquel<a name="page_206" id="page_206"></a> vasto saln donde las -rosas esparcan su aroma, la cancin de la nia tena el encanto de esas -rancias galanteras que parece se hayan desvanecido con los ltimos -sones de un minu.</p> +<p>Y me clavó los ojos tristes, suplicantes, guarnecidos de lágrimas como +de oraciones purísimas. Entonces ya parecía olvidada de la niña, que +sentada en un canapé, adormecía á su muñeca con viejas tonadillas del +tiempo de las abuelas. En la sombra de aquel<a name="page_206" id="page_206"></a> vasto salón donde las +rosas esparcían su aroma, la canción de la niña tenía el encanto de esas +rancias galanterías que parece se hayan desvanecido con los últimos +sones de un minué.</p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_206.jpg" width="285" height="137" alt="" title="" /> @@ -3057,123 +3020,123 @@ sones de un minu.</p> width="150" height="165" alt="C" -title="C" /></span>OMO UNA flor de sensitiva, Mara Rosario temblaba bajo +title="C" /></span>OMO UNA flor de sensitiva, María Rosario temblaba bajo mis ojos. Yo adivinaba en sus labios el anhelo y el temor de hablarme. -De pronto me mir ansiosa, parpadeando como si saliese de un sueo. Con -los brazos tendidos hacia m, murmur arrebatada, casi violenta:</p> +De pronto me miró ansiosa, parpadeando como si saliese de un sueño. Con +los brazos tendidos hacia mí, murmuró arrebatada, casi violenta:</p> -<p>—Salid hoy mismo para Roma. Os amenaza un peligro y tenis que -defenderos. Habis sido delatado al Santo Oficio.<a name="page_208" id="page_208"></a></p> +<p>—Salid hoy mismo para Roma. Os amenaza un peligro y tenéis que +defenderos. Habéis sido delatado al Santo Oficio.<a name="page_208" id="page_208"></a></p> -<p>Yo repet, sin ocultar mi sorpresa:</p> +<p>Yo repetí, sin ocultar mi sorpresa:</p> -<p>—Delatado al Santo Oficio?</p> +<p>—¿Delatado al Santo Oficio?</p> -<p>—S, por brujo... Vos habais perdido un anillo, y por arte diablica -lo recobrsteis... Eso dicen, Marqus!</p> +<p>—Sí, por brujo... Vos habíais perdido un anillo, y por arte diabólica +lo recobrásteis... ¡Eso dicen, Marqués!</p> -<p>Yo exclam con irona:</p> +<p>Yo exclamé con ironía:</p> -<p>—Y quien lo dice es vuestra madre?</p> +<p>—¿Y quien lo dice es vuestra madre?</p> -<p>—No!...</p> +<p>—¡No!...</p> -<p>Sonre tristemente:</p> +<p>Sonreí tristemente:</p> -<p>—Vuestra madre, que me aborrece porque vos me amis!</p> +<p>—¡Vuestra madre, que me aborrece porque vos me amáis!</p> -<p>—Jams!... Jams!...</p> +<p>—¡Jamás!... ¡Jamás!...</p> -<p>—Pobre nia, vuestro corazn tiembla por m, presiente los peligros +<p>—¡Pobre niña, vuestro corazón tiembla por mí, presiente los peligros que me cercan, y quiere prevenirlos.</p> -<p>—Callad, por compasin!... No acusis mi madre!...</p> +<p>—¡Callad, por compasión!... ¡No acuséis á mi madre!...</p> -<p>—Acaso ella no llev su crueldad hasta<a name="page_209" id="page_209"></a> acusaros vos misma? Acaso -crey vuestras palabras cuando le jurabais que no me habais visto una +<p>—¿Acaso ella no llevó su crueldad hasta<a name="page_209" id="page_209"></a> acusaros á vos misma? ¿Acaso +creyó vuestras palabras cuando le jurabais que no me habíais visto una noche?...</p> -<p>—S, las crey!</p> +<p>—¡Sí, las creyó!</p> -<p>Mara Rosario haba dejado de temblar. Erguase inmaculada y heroica, -como las Santas ante las fieras del Circo. Yo insist, con triste +<p>María Rosario había dejado de temblar. Erguíase inmaculada y heroica, +como las Santas ante las fieras del Circo. Yo insistí, con triste acento, gustando el placer doloroso y supremo del verdugo:</p> -<p>—No, no fuisteis creda. Vos lo sabis. Y cuntas lgrimas han vertido +<p>—No, no fuisteis creída. Vos lo sabéis. ¡Y cuántas lágrimas han vertido en la oscuridad vuestros ojos!</p> -<p>Mara Rosario retrocedi hacia el fondo de la ventana:</p> +<p>María Rosario retrocedió hacia el fondo de la ventana:</p> -<p>—Sois brujo!... Han dicho la verdad!... Sois brujo!...</p> +<p>—¡Sois brujo!... ¡Han dicho la verdad!... ¡Sois brujo!...</p> -<p>Luego, rehacindose, quiso huir, pero yo la detuve:<a name="page_210" id="page_210"></a></p> +<p>Luego, rehaciéndose, quiso huir, pero yo la detuve:<a name="page_210" id="page_210"></a></p> <p>—Escuchadme.</p> -<p>Ella me miraba con los ojos extraviados, haciendo la seal de la cruz:</p> +<p>Ella me miraba con los ojos extraviados, haciendo la señal de la cruz:</p> -<p>—Sois brujo!... Por favor, dejadme!</p> +<p>—¡Sois brujo!... ¡Por favor, dejadme!</p> -<p>Yo murmur con desesperacin:</p> +<p>Yo murmuré con desesperación:</p> -<p>—Tambin vos me acusis?</p> +<p>—¿También vos me acusáis?</p> -<p>—Decid entonces, cmo habis sabido?...</p> +<p>—¿Decid entonces, cómo habéis sabido?...</p> -<p>La mir largo rato en silencio, hasta que sent descender sobre mi -espritu el numen sagrado de los profetas:</p> +<p>La miré largo rato en silencio, hasta que sentí descender sobre mi +espíritu el numen sagrado de los profetas:</p> -<p>—Lo he sabido, porque habis rezado mucho para que lo supiese... He -tenido en un sueo revelacin de todo!...</p> +<p>—Lo he sabido, porque habéis rezado mucho para que lo supiese... ¡He +tenido en un sueño revelación de todo!...</p> -<p>Mara Rosario respiraba anhelante. Otra vez quiso huir, y otra vez -la detuve. Desfallecida y resignada, mir hacia el fondo del saln, -llamando la nia:</p> +<p>María Rosario respiraba anhelante. Otra vez quiso huir, y otra vez +la detuve. Desfallecida y resignada, miró hacia el fondo del salón, +llamando á la niña:</p> -<p>—Ven, hermana!... Ven!<a name="page_211" id="page_211"></a></p> +<p>—¡Ven, hermana!... ¡Ven!<a name="page_211" id="page_211"></a></p> -<p>Y le tenda los brazos: La nia acudi corriendo: Mara Rosario -la estrech contra su pecho alzndola del suelo, pero estaba tan -desfallecida de fuerzas, que apenas poda sostenerla, y suspirando con -fatiga tuvo que sentarla sobre el alfizar de la ventana. Los rayos del +<p>Y le tendía los brazos: La niña acudió corriendo: María Rosario +la estrechó contra su pecho alzándola del suelo, pero estaba tan +desfallecida de fuerzas, que apenas podía sostenerla, y suspirando con +fatiga tuvo que sentarla sobre el alféizar de la ventana. Los rayos del sol poniente circundaron como una aureola la cabeza infantil: La crencha -sedea y olorosa fu como onda de luz sobre los hombros de la nia. Yo -busqu en la sombra la mano de Mara Rosario:</p> +sedeña y olorosa fué como onda de luz sobre los hombros de la niña. Yo +busqué en la sombra la mano de María Rosario:</p> -<p>—Curadme!...</p> +<p>—¡Curadme!...</p> -<p>Ella murmur retirndose:</p> +<p>Ella murmuró retirándose:</p> -<p>—Y cmo?...</p> +<p>—¿Y cómo?...</p> -<p>—Jurad que me aborrecis.</p> +<p>—Jurad que me aborrecéis.</p> <p>—Eso no...</p> -<p>—Y amarme?</p> +<p>—¿Y amarme?</p> -<p>—Tampoco. Mi amor no es de este mundo!<a name="page_212" id="page_212"></a></p> +<p>—Tampoco. ¡Mi amor no es de este mundo!<a name="page_212" id="page_212"></a></p> -<p>Y su voz era tan triste al pronunciar estas palabras, que yo sent una -emocin voluptuosa como si cayese sobre mi corazn roco de lgrimas -pursimas. Inclinndome para beber su aliento y su perfume, murmur en +<p>Y su voz era tan triste al pronunciar estas palabras, que yo sentí una +emoción voluptuosa como si cayese sobre mi corazón rocío de lágrimas +purísimas. Inclinándome para beber su aliento y su perfume, murmuré en voz baja y apasionada:</p> -<p>—Vos me pertenecis. Hasta la celda del convento os seguir mi +<p>—Vos me pertenecéis. Hasta la celda del convento os seguirá mi culto mundano. Solamente por vivir en vuestro recuerdo y en vuestras -oraciones, morira gustoso.</p> - -<p>—Callad!... Callad!...</p> - -<p>Mara Rosario, con el rostro intensamente plido, tenda sus manos -temblorosas hacia la nia que estaba sobre el alfizar, circundada por -el ltimo resplandor de la tarde, como un arcngel en una vidriera -antigua. El recuerdo de aquel momento, an pone en mis mejillas un fro -de muerte. Ante nuestros<a name="page_213" id="page_213"></a> ojos espantados se abri la ventana, con ese -silencio de las cosas inexorables que estn determinadas en lo invisible -y han de suceder por un destino fatal y cruel. La figura de la nia, -inmvil sobre el alfizar, se destac un momento en el azul del cielo -donde palidecan las estrellas, y cay al jardn, cuando llegaban +oraciones, moriría gustoso.</p> + +<p>—¡Callad!... ¡Callad!...</p> + +<p>María Rosario, con el rostro intensamente pálido, tendía sus manos +temblorosas hacia la niña que estaba sobre el alféizar, circundada por +el último resplandor de la tarde, como un arcángel en una vidriera +antigua. El recuerdo de aquel momento, aún pone en mis mejillas un frío +de muerte. Ante nuestros<a name="page_213" id="page_213"></a> ojos espantados se abrió la ventana, con ese +silencio de las cosas inexorables que están determinadas en lo invisible +y han de suceder por un destino fatal y cruel. La figura de la niña, +inmóvil sobre el alféizar, se destacó un momento en el azul del cielo +donde palidecían las estrellas, y cayó al jardín, cuando llegaban á tocarla los brazos de la hermana.</p> <p class="figcenter"> @@ -3188,52 +3151,52 @@ tocarla los brazos de la hermana.</p> width="150" height="166" alt="F" -title="F" /></span>U SATANS! Fu Satans!... An resuena en mi odo -aquel grito angustiado de Mara Rosario: Despus de tantos aos, an la -veo plida, divina y trgica como el mrmol de una estatua antigua: An +title="F" /></span>UÉ SATANÁS! ¡Fué Satanás!... Aún resuena en mi oído +aquel grito angustiado de María Rosario: Después de tantos años, aún la +veo pálida, divina y trágica como el mármol de una estatua antigua: Aún siento el horror de aquella hora:</p> -<p>—Fu Satans!... Fu Satans!...</p> +<p>—¡Fué Satanás!... ¡Fué Satanás!...</p> -<p>La nia estaba inerte sobre la escalinata. El rostro apareca entre el +<p>La niña estaba inerte sobre la escalinata. El rostro aparecía entre el velo de los cabellos,<a name="page_216" id="page_216"></a> blanco como un lirio, y de la rota sien manaba -el hilo de sangre que los iba empapando. La hermana, como una poseda, +el hilo de sangre que los iba empapando. La hermana, como una poseída, gritaba:</p> -<p>—Fu Satans!... Fu Satans!...</p> - -<p>Levant la nia en brazos y sus ojos se abrieron un momento llenos de -tristeza. La cabeza ensangrentada y mortal, rod yerta sobre mi hombro, -y los ojos se cerraron de nuevo, lentos como dos agonas. Los gritos de -la hermana, resonaban en el silencio del jardn:</p> - -<p>—Fu Satans!... Fu Satans!...</p> - -<p>La cabellera de oro, aquella cabellera flida como la luz, olorosa como -un huerto, estaba negra de sangre. Yo la sent pesar sobre mi hombro -semejante la fatalidad en un destino trgico. Con la nia en brazos -sub la<a name="page_217" id="page_217"></a> escalinata. En lo alto sali mi encuentro el coro angustiado -de las hermanas. Yo escuch su llanto y sus gritos, yo sent la muda -interrogacin de aquellos rostros plidos que tenan el espanto en los -ojos. Los brazos se tendan hacia m desesperados, y ellos recogieron el -cuerpo de la hermana, y lo llevaron hacia el Palacio. Yo qued inmvil, -sin valor para ir detrs, contemplando la sangre que tena en las -manos. Desde el fondo de las estancias llegaba hasta m el lloro de las +<p>—¡Fué Satanás!... ¡Fué Satanás!...</p> + +<p>Levanté á la niña en brazos y sus ojos se abrieron un momento llenos de +tristeza. La cabeza ensangrentada y mortal, rodó yerta sobre mi hombro, +y los ojos se cerraron de nuevo, lentos como dos agonías. Los gritos de +la hermana, resonaban en el silencio del jardín:</p> + +<p>—¡Fué Satanás!... ¡Fué Satanás!...</p> + +<p>La cabellera de oro, aquella cabellera flúida como la luz, olorosa como +un huerto, estaba negra de sangre. Yo la sentí pesar sobre mi hombro +semejante á la fatalidad en un destino trágico. Con la niña en brazos +subí la<a name="page_217" id="page_217"></a> escalinata. En lo alto salió á mi encuentro el coro angustiado +de las hermanas. Yo escuché su llanto y sus gritos, yo sentí la muda +interrogación de aquellos rostros pálidos que tenían el espanto en los +ojos. Los brazos se tendían hacia mí desesperados, y ellos recogieron el +cuerpo de la hermana, y lo llevaron hacia el Palacio. Yo quedé inmóvil, +sin valor para ir detrás, contemplando la sangre que tenía en las +manos. Desde el fondo de las estancias llegaba hasta mí el lloro de las hermanas y los gritos ya roncos de aquella que clamaba enloquecida:</p> -<p>—Fu Satans!... Fu Satans!...</p> +<p>—¡Fué Satanás!... ¡Fué Satanás!...</p> -<p>Sent miedo. Baj las caballerizas y con ayuda de un criado enganch -los caballos la silla de posta. Part al galope. Al desaparecer bajo -el arco de la plaza, volv los ojos<a name="page_218" id="page_218"></a> llenos de lgrimas para enviarle -un adis al Palacio Gaetani. En la ventana, siempre abierta, me pareci -distinguir una sombra trgica y desolada. Pobre sombra envejecida, -arrugada, miedosa que vaga todava por aquellas estancias, y todava -cree verme acechndola en la oscuridad! Me contaron que ahora, al cabo -de tantos aos, ya repite sin pasin, sin duelo, con la monotona de una +<p>Sentí miedo. Bajé á las caballerizas y con ayuda de un criado enganché +los caballos á la silla de posta. Partí al galope. Al desaparecer bajo +el arco de la plaza, volví los ojos<a name="page_218" id="page_218"></a> llenos de lágrimas para enviarle +un adiós al Palacio Gaetani. En la ventana, siempre abierta, me pareció +distinguir una sombra trágica y desolada. ¡Pobre sombra envejecida, +arrugada, miedosa que vaga todavía por aquellas estancias, y todavía +cree verme acechándola en la oscuridad! Me contaron que ahora, al cabo +de tantos años, ya repite sin pasión, sin duelo, con la monotonía de una vieja que reza:</p> -<p class="c"><small>FU SATANS!</small></p> +<p class="c"><small>¡FUÉ SATANÁS!</small></p> <p class="figcenter"> <img src="images/ill_pg_218.jpg" width="242" height="34" alt="" title="" /> @@ -3249,404 +3212,24 @@ vieja que reza:</p> <p><a name="page_221" id="page_221"></a> </p> -<p class="cb">ACABSE DE IMPRIMIR ESTE LIBRO<br /> -EN LA IMPRENTA HELNICA<br /> -DE MADRID XXX DAS<br /> +<p class="cb">ACABÓSE DE IMPRIMIR ESTE LIBRO<br /> +EN LA IMPRENTA HELÉNICA<br /> +DE MADRID Á XXX DÍAS<br /> DEL MES DE MAYO<br /> DE MCMXIII<br /> -AOS<br /> +AÑOS<br /> </p> <table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" summary="" style="padding:2%;border:3px dotted gray;"> -<tr><td align="center">Errores corregidos por el transcriptor del texto electnico:</td></tr> +<tr><td align="center">Errores corregidos por el transcriptor del texto electónico:</td></tr> <tr><td align="center">que <span class="errata">llenaba</span> la capilla pidiendo=> que llenaban la capilla pidiendo {pg 94}</td></tr> <tr><td align="center">Al <span class="errata">desaparer</span> bajo el arco=> Al desaparecer bajo el arco {pg 217}</td></tr> </table> <hr class="full" /> - - - - - - - -<pre> - - - - - -End of Project Gutenberg's Sonata de primavera, by Ramn del Valle-Incln - -*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK SONATA DE PRIMAVERA *** - -***** This file should be named 42440-h.htm or 42440-h.zip ***** -This and all associated files of various formats will be found in: - http://www.gutenberg.org/4/2/4/4/42440/ - -Produced by Chuck Greif and the Online Distributed -Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This file was -produced from images available at The Internet Archive) - - -Updated editions will replace the previous one--the old editions -will be renamed. - -Creating the works from public domain print editions means that no -one owns a United States copyright in these works, so the Foundation -(and you!) can copy and distribute it in the United States without -permission and without paying copyright royalties. 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It exists -because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from -people in all walks of life. - -Volunteers and financial support to provide volunteers with the -assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's -goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will -remain freely available for generations to come. In 2001, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure -and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations. -To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation -and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4 -and the Foundation web page at http://www.pglaf.org. - - -Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive -Foundation - -The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit -501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the -state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal -Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification -number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at -http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent -permitted by U.S. federal laws and your state's laws. - -The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S. -Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered -throughout numerous locations. Its business office is located at -809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email -business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact -information can be found at the Foundation's web site and official -page at http://pglaf.org - -For additional contact information: - Dr. Gregory B. Newby - Chief Executive and Director - gbnewby@pglaf.org - - -Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation - -Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide -spread public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. - -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. 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