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authornfenwick <nfenwick@pglaf.org>2025-04-15 05:21:05 -0700
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@@ -0,0 +1,6731 @@
+<!DOCTYPE html>
+<html lang="es">
+<head>
+ <meta charset="UTF-8">
+ <title>
+ Manon | Project Gutenberg
+ </title>
+ <link rel="icon" href="images/cover.jpg" type="image/x-cover">
+ <style>
+
+body {
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+ margin-right: 10%;
+}
+
+ h1 {
+ text-align: center; /* all headings centered */
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+}
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+h1 {margin-top: 1em; font-weight: normal; font-size: 1.0em;}
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+
+p {
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+
+/* Transcriber's notes */
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+<body>
+<div style='text-align:center'>*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK 75868 ***</div>
+
+<figure class="figcenter illowe45" id="cover">
+ <img class="w100" src="images/cover.jpg" alt="tapa" title="ilotapa">
+</figure>
+
+<div class="chapter">
+<div class="tnote">
+ <p class="center p2 big2">NOTAS DEL TRANSCRIPTOR</p>
+
+<p>En la versión de texto sin formatear el texto en <em>cursiva</em> está
+encerrado entre guiones bajos (_cursiva_) y el texto en <span class="smcap">Versalitas</span> se
+representa en mayúsculas como en VERSALITAS.</p>
+
+<p>El texto de la obra ha sido controlado según las normas de la lengua
+que estaban vigentes cuando la edición usada para esta transcripción
+fue publicada. Siguiendo esas mormas se han corregido errores evidentes
+de puntuación y otros errores tipográficos y de ortografía. El lector
+interesado puede consultar el mapa de Diccionarios Académicos de la
+Real Academia Española.</p>
+
+<p>En la presente transcripción se adecuó la ortografía de las mayúsculas
+acentuadas a las reglas indicadas por la RAE, que establecen que el
+acento ortográfico debe utilizarse, incluso si la vocal acentuada está
+en mayúsculas.</p>
+
+<p>La portada de este libro electrónico fue modificada por el transcriptor
+y ha sido incluida en el dominio público.</p>
+
+</div>
+
+
+<hr class="tb x-ebookmaker-drop">
+</div>
+
+<div class="chapter">
+<figure class="figcenter illowe15" id="iloverso">
+ <img class="w100 p4" src="images/iloverso.jpg" alt="iloverso" title="versoilo">
+</figure>
+
+<p class="center"><em>ESTRELLA</em></p>
+</div>
+
+<div class="chapter">
+<figure class="figcenter illowe17_8125" id="ilo-title">
+ <img class="w100 p4" src="images/ilo-title.jpg" alt="ilotp" title="tpilo">
+</figure>
+
+<p class="center">ABATE<br>
+PRÉVOST</p>
+
+<h1>MANON<br>
+LESCAUT</h1>
+</div>
+
+<div class="chapter">
+<p><span class="pagenum" id="Page_7">[Pg 7]</span></p>
+<figure class="figcenter illowe10" id="ilop7">
+ <img class="w100 p6" src="images/ilop7.jpg" alt="ilop7" title="p7ilo">
+</figure>
+
+<p class="center big2">PALABRAS<br>
+LIMINARES</p>
+</div>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_8">[Pg 8]</span></p>
+
+<div class="chapter">
+<p><span class="pagenum" id="Page_9">[Pg 9]</span></p>
+
+<figure class="figcenter illowe25" id="ilop9">
+ <img class="w100 p4" src="images/ilop9.jpg" alt="ilop9" title="p9ilo">
+</figure>
+</div>
+
+
+<p class="p4"><em>Hay libros amables (es la palabra), divertidos, que, bien
+por su clave, bien por encarnar una idea o una modalidad
+superficial, flotante en la atmósfera, se leen golosamente,
+se comentan en vaga y amena charla y... se olvidan. Son
+libros actuales; tienen la efímera trascendencia de una
+moda; como ella pasan pronto y, como ella también, después
+de mucho tiempo, adquieren un valor simplemente
+anecdótico. Cuando uno de esos libros, en el transcurso de
+unos años, vuelve a caer en nuestras manos, sentimos un
+gran impulso de alegría y decimos para nuestro capote:
+«¡Gracias a Dios que hemos dado con un libro ameno!
+¡Éste sí que es divertido!». Pero según avanzamos en la
+lectura, nos llamamos a engaño, considerándonos defraudados.
+¡Pero es posible! ¡Si cuando lo leímos la primera<span class="pagenum" id="Page_10">[Pg 10]</span>
+vez nos encantó! ¡Y vemos con asombro que aquel libro
+ha envejecido atrozmente, que todo lo que antes nos pareció
+delicioso ahora nos aburre, y dejámoslo caer con un
+bostezo; es viejo ya y no tiene aun el interés documental.
+Y es así porque trátase de un conflicto artificial, creado
+por una «manera» de vida convencional, porque no es
+humano. Quiero decir, que los lances pueden parecernos
+momentáneamente divertidos, pero el pensamiento fundamental
+no se basa en una de esas eternas leyes como tales
+comunes a todos los tiempos y a todos los pueblos.</em></p>
+
+<p><em>Existen, en cambio, obras que no nos parecen tan divertidas,
+que hasta leemos con cierta dificultad (si confesamos
+la verdad, no siendo profesionales, eruditos o no
+teniendo el espíritu muy predispuesto a ello, todas las
+obras maestras se nos hacen un poco fatigosas de leer),
+pero que dejan una huella duradera en nuestro espíritu,
+que recordamos en momentos dados, por sus raras concomitancias
+con nuestro estado anímico, y que cada vez que
+son leídas se saborean con mayor delectación, sencillamente
+por eso, porque son «humanas», porque las pasiones
+que hay en sus páginas no son privativas de éstos o
+los otros, sino comunes a toda la humanidad, a todos los
+tiempos.</em></p>
+
+<p><em>«Manon Lescaut», que es además una delicia de gracia,
+de viveza y de color, pues que casi ayuna de descripciones,
+«sugiere» a maravilla el XVIII francés y revélalo
+en una serie de estampas mitad sentimentales, mitad libertino-burlescas,
+es una novela eterna, porque es la novela<span class="pagenum" id="Page_11">[Pg 11]</span>
+del amor por excelencia. Podrán autores después
+habernos dado otros libros en que la tragedia del amor sea
+más sombría, más violenta, más recargada de tintas, en
+que se pinte el descenso hacia la vileza, la miseria y la
+muerte por la pendiente de las pasiones con más brío,
+pero eso no quitará lozanía a la jugosa narración del abate
+Prévost, que, justamente en su sencillez, lleva su encanto
+de verdad.</em></p>
+
+<p><em>¡Manon, deliciosa muñeca que no eres ni perversa, ni
+liviana, ni abnegada, ni apasionada, y que, sin embargo, lo
+eres todo, porque eres «atrozmente» femenina! ¡Caballero
+Des Grieux que amas y ofrendas tu vida, que sabes envilecerte
+conservando en la vileza tu innato señorío, qué reales
+os ofrecéis a nosotros!</em></p>
+
+<p><em>Todo, todo es en estas páginas de una pasmosa certeza;
+todo está lleno de amorosos apotegmas, «El amor es o no
+es desde el primer momento»; y el futuro caballero de Malta
+ama a Manon desde que la ve ante aquella deliciosa posada
+que tiene el encanto de un grabado de la época. «En
+todo amor, uno ama y otro se deja amar»; es el caballero
+Des Grieux el que ama. Manon se deja amar de él, se deja
+amar y es liviana y egoísta, y ambiciosa y cruel y mentirosa,
+y encuentra las argucias perversas de todos los que
+no aman; «la fidelidad que quiero de vos es la del corazón;
+la otra no me importa». «En toda historia de mujer
+hay un collar»; y un collar de perlas hay en la de Manon
+Lescaut.</em></p>
+
+<p><em>Y si verdad es ella, no menos verdad es él, con sus renunciamientos,<span class="pagenum" id="Page_12">[Pg 12]</span>
+sus abdicaciones, sus cobardías y las ficciones
+con que, exaltando los gestos de ella, pretende engañarse
+a sí mismo... sin conseguirlo. Aunque para ello
+ha de atribuirle virtudes que sabe muy bien que no posee.
+El amor envilece al caballero Des Grieux y el amor le
+redime.</em></p>
+
+<p><em>Y si ciertos son ellos, ciertos son también los que les rodean,
+el viejo G... M..., Tiberio, Marcelo y aquellos
+guardianes que al saber «la enormidad» de la pasión del
+caballero, en vez de compadecerlo, le explotan y suben sus
+tarifas hasta agotar su exiguo haber.</em></p>
+
+<p><em>El caballero ama, ella se deja amar; la ama tanto que
+ella, algunas veces, cuando es muy desdichada, llega a
+amarle también... sin perjuicio de volver a mentirle el día
+que volviese a ser feliz.</em></p>
+
+<p class="right" style="padding-right: 2em;"><span class="smcap">Antonio de Hoyos y Vinent</span></p>
+
+<figure class="figcenter illowe10" id="ilop12">
+ <img class="w100 p2" src="images/ilop12.jpg" alt="ilop13" title="p13ilo">
+</figure>
+
+<div class="chapter">
+<p><span class="pagenum" id="Page_13">[Pg 13]</span></p>
+</div>
+
+<figure class="figcenter illowe15" id="ilop13">
+ <img class="w100 p4" src="images/ilop13.jpg" alt="ilop13" title="p13ilo">
+</figure>
+
+<p class="big3 center">
+HISTORIA<br>
+DE<br>
+MANON LESCAUT</p>
+
+<div class="chapter">
+<p><span class="pagenum" id="Page_15">[Pg 15]</span></p>
+</div>
+
+<figure class="figcenter illowe25" id="ilop15">
+ <img class="w100 p2" src="images/ilop15.jpg" alt="ilopp" title="ppilo">
+</figure>
+
+<p class="center">PRIMERA<br>
+PARTE</p>
+
+<div class="chapter">
+<p><span class="pagenum" id="Page_16">[Pg 16]</span></p>
+</div>
+
+
+<div class="chapter">
+<p><span class="pagenum" id="Page_17">[Pg 17]</span></p>
+
+<figure class="figcenter illowe18_75" id="ilop17">
+ <img class="w100 p4" src="images/ilop17.jpg" alt="">
+</figure>
+</div>
+
+
+<p class="p4">Me veo obligado a hacer retroceder al lector a los días
+de mi vida en que encontré por vez primera al caballero
+Des Grieux. Fué aproximadamente seis meses antes de
+mi excursión a España. Aunque raramente abandonaba
+mi soledad, el cariño que sentía por mi hija y el deseo de
+complacerla llevábanme algunas veces a emprender cortos
+viajes, que, a decir verdad, abreviaba todo lo posible.</p>
+
+<p>Volvía un día de Rouen, donde había ido cediendo a
+sus súplicas, para solicitar de la administración normanda
+la resolución favorable de un asunto de tierras a que
+tenía derecho por herencia de mi abuelo materno. Habiendo
+reanudado mi ruta por Evreux, llegué al día siguiente
+a la hora de comer a Passy. Sorprendióme al
+entrar en la ciudad encontrarme a los habitantes presa
+de extraña inquietud; salían precipitadamente de sus casas
+para correr a la puerta de una posada donde veíanse<span class="pagenum" id="Page_18">[Pg 18]</span>
+dos carricoches cerrados. Los caballos espumeantes y
+cubiertos de sudor, decían muy a las claras que acababan
+de llegar.</p>
+
+<p>Detúveme un momento para averiguar las causas del
+tumulto, pero nada pude sacar en limpio de aquellas gentes
+que curiosas se atropellaban camino de la hostería
+sin prestar atención ninguna a mis preguntas; por fin vi
+en la puerta a un arquero, ostentando su bandolera, un
+arcabuz a la espalda, y le llamé; roguéle me explicase las
+causas de tanto ruido. «No es nada, caballero—aseguróme—.
+Son unas cuantas prostitutas que llevo con mis
+compañeros a Havre-de-Grâce, donde las embarcaremos
+para América. Hay algunas guapas, y eso es al parecer lo
+que excita la curiosidad de los buenos campesinos».</p>
+
+<p>Hubiérame contentado con esa explicación a no ser
+por las lamentaciones de una vieja que salió del parador
+clamando con grandes espavientos que aquello era una
+cosa bárbara, una cosa que movía al horror y la compasión.
+«¿Pero qué es?»—la interrogué. «¡Ah! caballero,
+entre usted—me contestó—y verá si el cuadro no es para
+oprimir el corazón a cualquiera». La curiosidad obligóme
+a descender del caballo, que entregué a mi palafrenero.
+Entré abriéndome paso dificultosamente por
+entre la multitud, y mis ojos vieron efectivamente algo
+emocionante.</p>
+
+<p>Entre las doce hembras, encadenadas de seis en seis
+por la cintura, había una cuyo rostro y cuyo aspecto eran
+tan poco conformes con su condición, que en cualquier<span class="pagenum" id="Page_19">[Pg 19]</span>
+otro lado hubiérala tomado por persona principal. Su
+tristeza, la suciedad y miseria de sus ropas, enturbiaban
+tan poco su belleza, que su vista me inspiró respeto y
+piedad. Trataba, sin embargo, de ocultar su persona y
+su rostro, todo lo que la cadena permitía, para recatarlos
+a las miradas indiscretas, y lo más notable era que el
+esfuerzo que hacía para ocultarse era tan natural que
+parecía dictado por un sentimiento de modestia.</p>
+
+<p>Como los seis guardias que acompañaban y vigilaban
+a las desdichadas hallábanse en la estancia con ellas, llevéme
+aparte al jefe que les mandaba, para pedirle algunos
+esclarecimientos sobre la suerte destinada a la joven.
+No pudo decirme sino generalidades. «La hemos sacado
+del <em>hospital</em> por orden expresa del jefe superior de Policía—aclaró—.
+Y no es de suponer que estuviese allí por
+sus virtudes. Por lo que a mí se refiere, la he interrogado
+varias veces durante el viaje, y se obstina en no contestarme.
+Aunque no tengo ningún encargo especial de benevolencia
+para ella, no he dejado de guardarla ciertas
+consideraciones, pues me parece de mejor condición que
+sus compañeras. Ahí tenéis un joven que tal vez pueda
+instruiros; mejor que yo sabe los motivos de su desdicha;
+viene siguiéndola desde París sin cesar ni un momento de
+llorar. Forzosamente, trátase de su amante o de su hermano».</p>
+
+<p>Volví los ojos en la dirección que me indicaban, y vi al
+joven sentado en un rincón. Parecía sumido en profundo
+ensueño, y, a decir verdad, jamás vi más exacta imagen del<span class="pagenum" id="Page_20">[Pg 20]</span>
+dolor. Vestía muy sencillamente, pero distinguíase a primera
+vista al hombre de cuna y educación. Acerquéme a
+él; alzóse de su asiento, y vi en sus ojos, en su rostro y sus
+ademanes todos, un no sé qué de noble, que me predispuso
+a desear servirle. «No quisiera molestaros—díjele
+sentándome a su lado—. Desearía tan sólo que satisficieseis
+la curiosidad que me impulsa a conocer a la bella
+damisela, que no me parece hecha para un destino tan
+cruel como el que le cupo en suerte».</p>
+
+<p>Contestóme con franqueza que se lo impedía la imposibilidad
+en que se hallaba de satisfacer mi curiosidad sin
+aclarar al mismo tiempo su personalidad propia, y que
+esto no le era dable por tener muchas razones para desear
+guardar el incógnito. «Puedo deciros, eso sí, lo que no
+ignoran ni esos miserables—prosiguió mostrándome a los
+arqueros—. Que la amo con una pasión violenta que hace
+de mí el más infortunado de los hombres. Hice en París
+esfuerzos sobrehumanos para conseguir su libertad, pero
+las súplicas, la astucia y la fuerza han sido inútiles. He
+tomado el partido de seguirla aunque sea al fin del mundo.
+Me embarcaré con ella; iré a América. Pero lo cruel,
+lo inícuo, es que esos malvados—y aludía a los guardianes—,
+no me dejan acercarme a ella. Mi intención era
+atacarlos a algunas leguas de París; había conseguido
+asociarme a cuatro hombres, que, a cambio de una suma
+considerable, me ofrecieron su ayuda; los canallas me
+abandonaron a mis propias fuerzas y se largaron con el
+dinero. La inutilidad de intentar vencer por la violencia me<span class="pagenum" id="Page_21">[Pg 21]</span>
+hizo rendir armas; entonces propuse a los arcabuceros
+que me permitiesen seguirles ofreciendo una recompensa;
+la esperanza de las ganancias les movió a acceder. Me
+han obligado a pagarles cada vez que he querido hablar
+con mi querida. Mi bolsa quedó exhausta en muy poco
+tiempo, y ahora tienen la crueldad de rechazarme cuando
+intento acercarme a ella. Hace un rato, como sin hacer
+caso de sus amenazas me aproximé, tuvieron la osadía de
+alzar contra mí la culata de sus fusiles. Me veo precisado,
+para satisfacer su avaricia y para poder seguir el camino,
+a vender aquí un caballo muy malo que hasta ahora
+me sirvió de cabalgadura y tendré que seguir a pie».</p>
+
+<p>Aunque pareció hacer su narración con bastante serenidad,
+dejó, al concluir, caer algunas lágrimas. La aventura
+me pareció de las más emocionantes y enternecedoras.
+«No quiero arrancaros vuestro secreto—díjele—, pero si
+puedo seros útil en algo me ofrezco gustoso a serviros.
+—¡Pardiez!—replicó—no veo ni la menor luz de esperanza;
+he de someterme a la crueldad de mi destino; iré
+a América; a lo menos allí seré libre con la mujer a quien
+amo. He escrito a un amigo que me enviara algún dinero
+a Havre-de-Grâce; no me preocupa sino la manera de ir
+hasta allí y la de procurar a esta infeliz criatura—añadió
+mirando con ternura a su amada—algunos consuelos durante
+el camino.—Pues bien—le dije—voy a poner fin a
+vuestros apuros. Aquí tenéis algún dinero que os ruego
+aceptéis y conste que siento no poder prestaros mejor
+ayuda».</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_22">[Pg 22]</span></p>
+
+<p>Dile cuatro luises de oro sin que los guardianes se
+percatasen de ello, pues suponía, con fundamento, que
+si le sabían dueño de tal suma, sus exigencias serían mayores.
+Hasta ocurrióseme la idea de hacer un trato con
+ellos para que el enamorado doncel pudiese hablar libremente
+a su querida, hasta llegar al Havre. Dicho y hecho;
+llamé al jefe y sin ambages hícele mi proposición. Pareció
+avergonzado, pese a sus fanfarronadas. «No es, caballero—comenzó
+con aire de confusión—, que nos neguemos
+a dejarle hablar a esa mujer, pero si fuése por él
+estaría perpetuamente a su lado; eso nos crea una molestia;
+justo es que pague.—Veamos—interrogué—cuánto
+haría falta para que no la experimentaseis». Tuvo la audacia
+de pedirme dos luises. Se los di inmediatamente.
+«Pero tenga cuidado—le previne—que no se les ocurra
+hacer ninguna granujada, pues voy a darle mis señas al
+joven ese con objeto de que pueda informarme, y esté
+seguro de que tengo influencia bastante para hacerles
+castigar si no cumple lo convenido». Costóme, pues, el
+encuentro, seis luises de oro.</p>
+
+<p>La graciosa sencillez y la viva gratitud que el joven
+desconocido me mostró, acabaron de persuadirme de que
+había nacido en nobles pañales y que merecía mis liberalidades.
+Antes de partir dirigí la palabra a su amiga, la
+cual me contestó con una modestia tan encantadora y
+dulce, que sirvió para sugerirme, mientras me alejaba de
+allí, mil reflexiones sobre el extraño carácter de las mujeres.</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_23">[Pg 23]</span></p>
+
+<p>Encerrado nuevamente en mi soledad, nada supe sobre
+la continuación de la aventura. Pasaron así dos años durante
+los cuales llegué a olvidar el lance, hasta que la casualidad
+me hizo saber todas las circunstancias de él.</p>
+
+<p>Volvía yo de Londres a Calais con el marqués de... mi
+discípulo; nos habíamos alojado, si no recuerdo mal, en
+el <em>León de Oro</em>, donde por motivos que no son del caso
+nos vimos forzados a pasar todo el día y la noche siguientes.
+Paseando aquella tarde por las calles, creí divisar al
+mismo joven con quien me topara en Passy. Estaba bastante
+mal de indumentaria y mucho más pálido que la
+primera vez que me encontré con él. Llevaba un viejo
+portamantas en la mano y parecía recién llegado.</p>
+
+<p>Sin embargo, como era demasiado guapo chico para
+pasar inadvertido, no dudé ni un momento, y dije al marqués:
+«Hemos de abordar al muchacho ese».</p>
+
+<p>Su alegría no tuvo límites cuando él a su vez me reconoció.
+«¡Ah! caballero—exclamó con júbilo—. Soy feliz al
+poder expresaros una vez más mi gratitud». Le pregunté
+de dónde venía y me dijo llegaba por mar de Havre-de-Grâce,
+donde hacía poco había desembarcado de América.
+«No me parece que os halléis floreciente de dinero—insinué—.
+Id si queréis al <em>León de Oro</em>, donde habito
+yo. En seguida iré a reunirme con vos».</p>
+
+<p>Volví, efectivamente, impaciente por saber los detalles
+de su infortunio y de su extraño viaje a América. Hícele
+mil finezas y di órdenes para que no le faltase nada. No
+esperó que yo le incitase para contarme la historia de su<span class="pagenum" id="Page_24">[Pg 24]</span>
+vida. «Caballero—me dijo—os portáis conmigo de tal
+guisa que tendría a baja ingratitud ocultaros nada. Quiero
+contaros no sólo mis desgracias y mis penas, sino mis
+debilidades y mis desórdenes más vergonzosos. Estoy
+seguro de que, aun condenándolos, no podréis por menos
+de compadecerme».</p>
+
+<p>Debo advertir aquí a mis lectores que escribí su historia
+casi inmediatamente después de habérsela oído contar,
+y que por lo tanto pueden estar seguros y tranquilos
+respecto a la veracidad y exactitud de la misma. He sido
+gráfico hasta en la reprodución de las reflexiones y el reflejo
+de los sentimientos que el aventurero expresaba con
+gracia encantadora. He aquí la narración en que no entremezclaré
+nada que no haya oído de sus labios.</p>
+
+<hr class="tb">
+
+<p>Tenía yo diecisiete años y acababa mis estudios de
+filosofía en Amiens, adonde mi familia, perteneciente a
+una de las más nobles Casas de P... me había enviado.
+Llevaba una vida tan ordenada y sensata que mis maestros
+me ponían como ejemplo a mis condiscípulos. No
+es que yo hiciese esfuerzos extraordinarios para merecer
+esta opinión halagüeña, sino más bien que mi carácter
+es dulce y tranquilo por natural inclinación. Aplicábame
+al estudio por afición y me ponían en el activo
+de las virtudes lo que en realidad no era sino aversión a
+los vicios. Mi nacimiento, mi amor a la aplicación y algunos
+naturales atractivos me habían hecho ser conocido y
+estimado de toda la población.</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_25">[Pg 25]</span></p>
+
+<p>Acabé mis ejercicios públicos con general aprobación
+hasta el punto de que el señor Obispo, que asistía a ellos,
+me propuso prepararme para el estado eclesiástico,
+donde, según él, adquiriría más gloria que en la Orden
+de Malta a que me destinaban mis padres. Hacíanme a
+este propósito llevar ya la cruz con la denominación del
+Caballero Des Grieux. Llegadas las vacaciones, disponíame
+a volver a casa de mi padre que me había prometido
+enviarme en seguida a la Academia.</p>
+
+<p>Mi única pena al dejar Amiens era perder un amigo a
+quien me uniera siempre tierna amistad. Era mayor que
+yo. Nos habíamos educado juntos, pero siendo su patrimonio
+harto modesto veíase obligado a abrazar el estado
+eclesiástico y a permanecer en Amiens después de mi
+marcha para seguir los estudios que correspondían a su
+profesión. Tenía mil buenas cualidades. Las mejores las
+iréis encontrando en el curso de mi historia, sobre todo
+un celo y una generosidad en la amistad que sobrepasan
+los más célebres ejemplos del mundo antiguo. Si yo hubiese
+seguido sus consejos, hubiese sido siempre sensato y
+feliz. Si a lo menos hubiese aprovechado sus reproches
+en el abismo a que mis pasiones me arrastraron, algo
+hubiese salvado en el naufragio de mi fortuna y mi reputación.
+Pero no recogí otro fruto de sus enseñanzas que
+la pena de verlas inútiles, y aún, algunas veces, duramente
+recompensadas con las repulsas de un ingrato que se
+ofendía con ellas y las calificaba de impertinencias.</p>
+
+<p>Había yo señalado la fecha de mi marcha de Amiens.
+<span class="pagenum" id="Page_26">[Pg 26]</span>
+¡Por qué no la señalaría para un día antes o después!
+Hubiese llevado a la presencia paterna el tesoro de mi
+inocencia. La víspera misma del día en que debía abandonar
+la villa, estando paseando con mi amigo, que se
+llamaba Tiberio, vimos llegar el coche de Arras y lo seguimos
+hasta la posada donde esos vehículos se detenían.
+Ningún motivo que no fuése la curiosidad nos impulsaba
+a ello. Salieron de él algunas mujeres que al
+instante internáronse en el parador, pero quedó allí una
+muy joven que permaneció en el patio, mientras que un
+viejo, que parecía servirle de rodrigón, apresurábase a
+hacer retirar sus equipajes de los cestos. Parecióme tan
+bella, que yo, que jamás me había parado a pensar en la
+diferencia de los sexos, ni mirado a una mujer con mediana
+atención, yo, repito, de quien todo el mundo admiraba
+la sensatez y la tranquilidad, hálleme súbitamente inflamado
+de pasión hasta el delirio. Tenía el defecto de ser
+excesivamente tímido y fácil de desconcertar, pero en
+aquel caso, en vez de verme detenido por aquella debilidad,
+avancé resueltamente hacia la desconocida.</p>
+
+<div class="chapter"><figure class="figcenter illowe30" id="ilobp27-1">
+ <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp27-1.jpg" alt="ilop26" title="p26ilo">
+</figure></div>
+
+<div class="chapter">
+<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp27-2">
+ <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp27-2.jpg" alt="ilo2-p27" title="p27-ilo2">
+</figure>
+</div>
+
+<div class="chapter">
+<p><span class="pagenum" id="Page_27">[Pg 27]</span></p>
+</div>
+
+<p>Aunque seguramente era más joven que yo, recibió
+mis galanterías sin mostrarse azorada. Preguntéle qué le
+llevaba a Amiens, y si tenía amistades o conocimientos
+allí. Contestóme ingenuamente que iba enviada por su
+familia para profesar como religiosa. El amor, aunque
+sólo hacía un momento que anidaba en mi alma, hacíame
+tan clarividente, que desde luego miré aquello como un
+golpe mortal asestado a mis deseos. Habléle de manera
+que no le dejó duda respecto a mis sentimientos, pues
+por lo visto poseía mucha más experiencia que yo. Según
+dijo, la enviaban al convento contra su voluntad, para
+evitar, indudablemente, una naciente inclinación al placer,
+causa luego de todas sus desgracias y las mías.
+Combatí la cruel determinación de sus padres con todas
+las razones que mi amor y mi elocuencia escolástica me
+sugirieron. No mostró ni enfado ni desdén; díjome, tras
+un momento de silencio, que presentía desde luego que
+iba a ser desgraciada, pero que indudablemente debía
+ser voluntad celeste, cuando ningún medio tenía de evitarlo.
+La dulzura de sus miradas, un aire encantador de
+tristeza al pronunciar las anteriores palabras, o mejor la
+fatalidad de mi destino, que me arrastraba a la perdición,
+no me dejaron ni un instante de duda. La juré que, si
+quería confiar en mi honor y en la infinita ternura que
+me inspiraba ya, daría gustoso mi vida por librarla de
+la tiranía de los suyos y hacerla feliz. Mil veces me pregunté
+después, con asombro, de dónde me vinieron entonces
+la audacia y la facilidad para expresarme, pero
+no valdría la pena hacer del amor una divinidad si no
+supiese realizar tales prodigios.</p>
+
+<p>Mi bella desconocida no ignoraba que a mi edad no se
+miente. Confesóme que si yo creía ver algún medio para
+ponerla en libertad, se consideraría deudora a mí de algo
+que estimaba más que la vida. La repetí que estaba dispuesto
+a emprender cualquier empresa por difícil y arriesgada
+que fuése, pero que careciendo de la necesaria experiencia<span class="pagenum" id="Page_28">[Pg 28]</span>
+de los medios de qué valerme, tenía que limitarme
+a aquella afirmación, que a decir verdad no era de
+gran utilidad ni para ella ni para mí. Como llegara entonces
+su viejo Argos, mis esperanzas iban a evaporarse
+a no haber tenido ella suficiente ingenio para suplir la deficiencia
+del mío. Quedéme asombrado a la llegada de su
+ayo, al ver que me llamaba <em>primo mío</em> y que, sin parecer
+desconcertada en lo más mínimo, me decía, que, puesto
+que había tenido la suerte de encontrarme en Amiens,
+dejaba para el día siguiente su entrada en el convento,
+por tener el gusto de cenar en mi compañía. Comprendí
+pronto el alcance de su astucia y propúsele hospedarse
+en una posada cuyo dueño, establecido en Amiens después
+de haber sido muchos años cochero de mi padre,
+me era adicto en cuerpo y alma.</p>
+
+<p>Llevéla yo mismo, mientras el viejo rumiaba no sé qué
+protestas, y mi amigo Tiberio, que no comprendía nada
+de la escena, nos seguía sin pronunciar palabra. No había
+este último oído palabra de nuestra conversación, entretenido
+en pasear por el patio, mientras hablaba yo de amor
+a mi bella desconocida. Como desconfiaba de su severidad,
+me deshice de él, dándole un encargo. Así tuve el
+placer, al llegar al albergue, de hablar a solas con la dueña
+de mi corazón.</p>
+
+<p>Pronto me di cuenta de que era menos niño de lo que
+yo mismo creía. Esponjábase mi corazón en mil tiernas y
+deliciosas sensaciones de que jamás había tenido sospecha;
+una tibia sensación de bienestar corría por mi cuerpo.<span class="pagenum" id="Page_29">[Pg 29]</span>
+Era presa de loco delirio que por algún tiempo me
+quitaba el uso de la palabra y que sólo se exteriorizaba
+en los ojos.</p>
+
+<p>La señorita Manon Lescaut, así me dijo llamarse, parecía
+harto satisfecha del efecto de sus encantos sobre
+mí. Creí notar que hallábase no menos emocionada que
+yo, y aun me confesó que me encontraba amable y que
+le encantaría deberme su libertad. Quiso saber quién era
+yo, y una vez sabido, el conocimiento pareció aumentar
+la naciente simpatía, pues, según dijo, siendo de la misma
+clase, halagábala más mi conquista. Buscamos modo de
+poder ser el uno del otro.</p>
+
+<p>Después de mucho cavilar no hallamos más camino
+que la fuga. Había en primer lugar que burlar la vigilancia
+del guardián que era hombre de temer, pese a su
+simple condición de criado. Decidimos que haría preparar
+durante la noche una silla de posta, y que vendría
+con ella a buscarla antes de que se hubiese despertado,
+que nos escaparíamos secretamente y que iríamos a París,
+donde nos haríamos casar. Tenía yo unos cincuenta
+escudos, fruto de mis ahorros; ella poseía poco más o
+menos el doble. Nos imaginábamos, como niños que eramos,
+sin experiencia ninguna de la vida, que una suma
+así no se acabaría nunca, e igualmente contábamos con
+el éxito de nuestras otras medidas.</p>
+
+<p>Después de cenar con más gusto que lo hiciera nunca,
+me retiré para poner en ejecución nuestros planes. Mis
+arreglos fueron tanto más fáciles, cuanto que, habiendo<span class="pagenum" id="Page_30">[Pg 30]</span>
+tenido intenciones de volver al día siguiente a casa de
+mi padre, mi reducido equipaje estaba ya preparado. No
+hallé, pues, dificultad ninguna para hacer transportar mi
+cofre y tener un coche preparado para las cinco de la
+mañana, que era la hora en que se abrían las puertas de
+la ciudad, pero en cambio tropecé con un obstáculo con
+el que no contaba, y que estuvo a punto de dar con mis
+planes en tierra.</p>
+
+<p>Tiberio, aunque sólo tenía tres años más que yo, era
+muchacho de muy buen sentido y de intachable conducta.
+Me quería con ternura extraordinaria. La vista de tan
+bella damisela como la señorita Manon, mi apresuramiento
+en servirla y mi insistencia en deshacerme de él,
+hiciéronle concebir sospechas de mi amor. No había
+osado volver a la posada por miedo a ofenderme con su
+vuelta, pero fué a esperarme a mi habitación, donde le
+hallé a mi llegada, pese a ser ya más de las diez de la
+noche. Su presencia me entristeció; notó él pronto la
+contrariedad que me causaba. «Estoy seguro—me dijo
+sin ambages—que meditas algún plan que quieres ocultarme;
+lo veo en tu aspecto». Contestéle bruscamente
+«que no estaba ciertamente obligado a rendirle cuentas
+de mis acciones». Pero insistió tanto y tan perseverantemente
+para que le revelara mi secreto, que no estando
+acostumbrado a guardar reserva con él, hícele la confesión
+completa de mi pasión. Recibióla con tales muestras
+de descontento, que me hizo estremecer. Arrepentíme sobre
+todo de la indiscreción con que le había descubierto<span class="pagenum" id="Page_31">[Pg 31]</span>
+mi plan de fuga. Díjome que era demasiado amigo mío
+para no oponerse con todas sus fuerzas; que quería comenzar
+por exponerme todo lo que creía capaz de desviarme
+del peligroso proyecto, pero que si no renunciaba
+inmediatamente a aquella infame resolución, advertiría a
+las personas a quienes creyese capacitadas para detener
+el golpe. Echóme luego un largo discurso y acabó por
+reiterarme su amenaza de denunciarme si no le daba mi
+palabra de portarme con prudencia y cordura.</p>
+
+<p>Estaba yo desesperado de haberme traicionado tan
+torpemente, pero habiendo, el amor, en unas horas, despertado
+el ingenio, puse mientes en que no le había dicho
+que mi decisión debía realizarse a la mañana siguiente,
+y decidí engañarle con un equívoco: «Tiberio—le dije—hasta
+hoy te he creído mi mejor amigo y he
+querido probarte con esta confidencia. Verdad es que
+amo, y no te engaño con ello, pero por lo que a mi fuga
+se refiere, no es empresa para emprenderla al azar. Ven
+a buscarme mañana a las nueve de la mañana; si es posible
+te haré ver a mi amada y me dirás si vale o no la
+pena de dar este paso por ella». Dejóme por fin solo,
+tras mil protestas de amistad.</p>
+
+<p>Empleé toda la noche en poner en orden mis asuntos
+y habiéndome encaminado al amanecer a la hostería de
+la señorita Manon, la encontré esperándome. Estaba
+asomada a su ventana, que daba a la calle, así que, viéndome
+a lo lejos, vino ella misma a abrirme. No tenía más
+equipaje que su ropa blanca, y de ella me encargué yo<span class="pagenum" id="Page_32">[Pg 32]</span>
+mismo. La silla de postas estaba preparada y así nos alejamos
+en seguida de la villa. Ya os contaré a continuación
+cuál fué la conducta de Tiberio, al darse cuenta de
+mi engaño. Su abnegación no disminuyó. Ya veréis a qué
+extremos le llevó y cuántas lágrimas debiera yo verter
+pensando lo mal que le correspondí.</p>
+
+<p>Tanta prisa nos dimos, que llegamos a Saint-Denis antes
+de anochecer. Había galopado a caballo al lado
+del coche, lo cual nos impidió hablarnos como no fuése
+en los relevos, pero viéndonos ya cerca de París, es decir,
+casi en seguridad, nos tomamos tiempo para refrescar
+y comer algo, cosa que no habíamos hecho desde que
+salimos de Amiens. Aunque mi pasión por Manon era
+muy grande, supo ella persuadirme de que la suya por
+mí no era menor, y tan poco reservados éramos en nuestras
+caricias, que ni aun paciencia teníamos para esperar
+a estar a solas. Los postillones y los hosteleros nos miraban,
+asombrados de ver dos adolescentes como nosotros
+que parecían amarse con tal fervor.</p>
+
+<p>Nuestros proyectos matrimoniales evaporáronse al llegar
+a Saint-Denis; frustramos los derechos de la Iglesia
+y nos encontramos casados sin saber cómo. Es indudable
+que, dado mi natural tierno y amante, mi felicidad estaba
+hecha para toda la vida si Manon me hubiese sido fiel.
+Cuanto más la trataba, más descubría en ella mil amables
+cualidades. Su dulzura, su ingenio, su corazón y el
+encanto de su belleza formaban una cadena tan fuerte y
+tan encantadora que jamás hubiera sido yo capaz de<span class="pagenum" id="Page_33">[Pg 33]</span>
+romperla. Espantosa versatilidad de las cosas humanas,
+lo que hizo mi desdicha, pudo hacer mi felicidad. Justamente
+soy el más desgraciado de los hombres por esa
+constancia que debió depararme la suerte más envidiable
+y las más hermosas recompensas del amor.</p>
+
+<p>Alquilamos un piso amueblado en París, en la calle de
+V..., y quiso mi suerte aciaga que resultase próxima a la
+casa del señor de B..., famoso Granjero-General. Tres semanas
+iban transcurridas en las cuales de tal modo me
+tuvo embargado el amor, que no tuve tiempo de pensar
+en el dolor que debía haber producido a mi padre mi
+inopinada ausencia. Sin embargo, como el desorden nada
+tenía que ver con mi conducta, y Manon se comportaba
+con gran decoro, la misma tranquilidad en que vivíamos
+contribuyó a recordarme la idea del deber.</p>
+
+<p>Resolví reconciliarme con mi padre si era posible. Valía
+tanto mi amante que no dudé poder hacerla grata a sus
+ojos si conseguía que llegase hasta él noticia de su bondad
+y su mérito; en una palabra, concebí esperanzas de
+llegar a obtener su consentimiento para casarme con ella,
+ya que sin él, había llegado a la conclusión de que era
+imposible. Participé mis proyectos a Manon haciéndola
+ver que, además de los motivos de amor y de deber, la
+necesidad podía ser parte en ello, pues nuestros fondos
+disminuían de un modo aterrador y comenzaba a volver
+sobre mi primitiva idea de que eran inagotables.</p>
+
+<p>Manon acogió fríamente mi proyecto; sin embargo, las
+razones que opuso a él nacían tan sólo de su misma ternura<span class="pagenum" id="Page_34">[Pg 34]</span>
+y el miedo de perderme, si conocido el lugar de
+nuestro retiro, mi padre no cedía. No tuve ni la menor
+sospecha del golpe cruel que iban a asestarme. A mi
+objeción de la penuria monetaria, contestó que aun nos
+quedaba dinero para vivir algunas semanas y que después
+acudiría al afecto y a la munificencia de unos parientes
+provincianos. Endulzó su negativa con tan tiernas y apasionadas
+caricias, que yo, que sólo para ella vivía, y no
+sentía la menor desconfianza de su cariño, no pude menos
+de aprobar todas sus palabras y todas sus resoluciones.</p>
+
+<p>Habíale dejado el manejo de nuestra bolsa y el cuidado
+de saldar los gastos diarios. Poco tiempo después me di
+cuenta de que nuestra mesa era más abundante y de que
+ella se había comprado algunos adornos de precio exhorbitante.
+Como según mis cálculos no debían de quedarnos
+sino diez o quince <em>pistolas</em>, no pude por menos de
+expresarle mi asombro ante aquel aparente aumento de
+opulencia. Rogóme que no me preocupara de ello. ¿No
+te había prometido encontrar recursos?—me dijo. Queríala
+yo demasiado y con demasiada ingenuidad para
+alarmarme.</p>
+
+<p>Un día que había salido a media tarde, habiéndola advertido
+que tardaría más que de costumbre en volver,
+chocóme que a mi regreso me hiciese esperar dos o tres
+minutos antes de abrir la puerta. No teníamos a nuestro
+servicio sino una mozuela aproximadamente de nuestra
+edad. Venido que hubo a abrirme, le pregunté por qué<span class="pagenum" id="Page_35">[Pg 35]</span>
+había tardado tanto. Me contestó con aire de confusión
+que no me había oído llamar. Como no había llamado
+sino una vez, le dije: «¿Pero si no has oído llamar, cómo
+has salido a abrir?». Mi pregunta la desconcertó de tal
+modo que no teniendo bastante serenidad para contestarme,
+echóse a llorar, mientras entre balbuceos me juraba
+que no era culpa suya, que la señorita la había prohibido
+abrir la puerta hasta que el señor de B... hubiese
+salido por la otra escalera que correspondía al gabinete.
+Quedé tan confuso que ni aun fuerzas tuve para entrar
+en casa. Tomé el partido de volver a salir con pretexto
+de un negocio urgente y encargué a la sirvienta que dijese
+a su ama que volvería al instante, pero que no le
+dijese, en cambio, que me había hablado de M. de B...</p>
+
+<p>Mi consternación fué tal que las lágrimas rodaban por
+mis mejillas al bajar la escalera, sin saber aún a qué sentimiento
+obedecían. Entré en un café, y habiéndome sentado
+junto a una mesa oculté la cabeza entre las manos,
+tratando de esclarecer lo que pasaba en mi corazón. No
+me atrevía a recordar lo que acababa de oir; quería
+creerlo una alucinación y tentado estuve dos o tres veces
+de volver a mi casa sin mostrar haberlo dado importancia.
+Parecíame tan absurdo que Manon me hubiese traicionado,
+que temía injuriarla con la sola sospecha. Adorábala,
+de ello no había duda; tantas pruebas de amor
+me había dado ella a mí, como yo a ella. ¿Por qué había,
+pues, de acusarla de ser menos sincera y menos constante
+que yo? ¿Qué razón podía tener para traicionarme?<span class="pagenum" id="Page_36">[Pg 36]</span>
+No hacía sino tres horas que me había agobiado
+con sus más tiernas caricias y que había recibido las mías
+con delirio; creía conocer su corazón como el mío mismo.
+«No, no—repetía sin cesar—. ¡Es imposible que Manon
+me engañe! No ignora que sólo vivo para ella; sabe que
+la adoro... Eso no puede ser motivo para odiarme».</p>
+
+<p>Sin embargo, la visita, y sobre todo la salida furtiva de
+M. de B..., no dejaban de preocuparme. Recordaba también
+las pequeñas adquisiciones de Manon, que me parecían
+exceder nuestros medios presentes. Aquello parecía
+denunciar las liberalidades de un nuevo amante. ¡Y aquella
+confianza en recursos desconocidos! Costábame trabajo
+contestar a tantos enigmas en el sentido favorable
+en que mi corazón deseaba la respuesta. Por otra parte,
+apenas me había separado de ella desde que estábamos
+en París. Ocupaciones, paseos, diversiones, siempre habíamos
+ido el uno con el otro. ¡Dios mío!, un momento
+de separación nos hubiese entristecido demasiado! Teníamos
+que repetirnos constantemente que nos amábamos;
+sin ello hubiésemos muerto de inquietud. No me era posible
+figurarme a Manon ni un solo momento ocupada de
+otro que no fuése yo.</p>
+
+<p>Al fin creí haber dado con la clave de aquel misterio.
+«M. de B...—repetíame—es indudablemente un señor que
+posee muchas relaciones y que hace grandes negocios; la
+familia de Manon se habrá servido de él para hacer llegar
+a sus manos algún dinero. Quizá ha recibido ya algo
+de él, tal vez haya vuelto hoy a traerle más. Sin duda<span class="pagenum" id="Page_37">[Pg 37]</span>
+quiere bromear ocultándomelo, para sorprenderme agradablemente.
+Quién sabe si ya me hubiese hablado de ello
+si hubiese vuelto tranquilamente como todos los días, en
+vez de venir a afligirme aquí. Por lo menos no me lo
+ocultará cuando yo mismo le hable de ello».</p>
+
+<p>Me afirmé de tal modo en esta opinión, que inmediatamente
+tuvo poder bastante para disminuir mi tristeza.
+Volví a mi casa y abracé a Manon que, por otra parte
+me recibió muy bien, con la habitual ternura. Tentado
+estuve de descubrirle mis conjeturas que, más que antes,
+consideraba ciertas; detúvome, sin embargo, la esperanza
+de que tal vez iba ella a abrirme su corazón, contándome
+lo sucedido.</p>
+
+<p>Nos sentamos a la mesa; yo estaba muy contento, pero
+pronto se nubló mi alegría creyendo percibir huellas de
+tristeza en el rostro de mi adorada. Observé también que
+sus miradas se fijaban en mí de manera desacostumbrada.
+No pude definir si era amor o compasión, pero desde
+luego me pareció un sentimiento tierno y lánguido. Púseme
+a mirarla con redoblada atención; tal vez no sería
+menor la tristeza que sentiría ella al juzgar por mis miradas
+el estado de mi corazón. Ni comíamos, ni hablábamos;
+en fin, vi caer lágrimas de sus bellos ojos; ¡pérfidas
+lágrimas!</p>
+
+<p>«¡Dios mío!—clamé con angustia—¡Lloras, mi adorada
+Manon, sufres hasta llorar, y no me dices palabra de tus
+penas!». No me contestó sino con algunos suspiros que
+sirvieron para aumentar mi inquietud. Alcéme del asiento<span class="pagenum" id="Page_38">[Pg 38]</span>
+tembloroso y la conjuré con todos los extremos que emplea
+el amor en tales casos a descubrirme la razón de sus
+lágrimas; yo mismo acabé por verterlas tratando de enjugar
+las suyas; estaba más muerto que vivo. Un bárbaro
+hubiérase enternecido ante los testimonios de mi dolor
+y mi temor.</p>
+
+<p>En los momentos en que así me ocupaba de ella sentí
+que varias personas subían las escaleras. Llamaron suavemente
+a la puerta. Manon me dió un beso, y escapándose
+de mis brazos refugióse en su cuarto, donde se encerró.
+Me figuré que estando sin arreglar quería ocultarse a las
+miradas de los desconocidos visitantes. Fuí a abrir yo
+mismo.</p>
+
+<p>Apenas lo hube hecho, me sentí sujeto por tres hombres,
+en los que reconocí a los lacayos de mi padre. No
+emplearon violencias conmigo, pero habiéndome sujetado
+dos de ellos por los brazos, el tercero registró mis
+bolsillos, sacando de ellos un cuchillito, que era la única
+arma que llevaba yo encima. Pidiéronme perdón por la
+necesidad en que se veían de faltarme al respeto; dijéronme
+también, naturalmente, que obraban por orden de
+mi padre, y que mi hermano mayor me aguardaba abajo
+en una carroza. Tan turbado me hallaba, que me dejé
+llevar sin resistencia y sin protestas. Mi hermano me
+aguardaba, efectivamente. Colocáronme en la carroza a
+su lado, y el cochero, que había recibido órdenes con antelación,
+nos condujo a buen paso hasta San Denis. Mi
+hermano me abrazó afectuosamente, pero no me dijo<span class="pagenum" id="Page_39">[Pg 39]</span>
+nada, de modo que quedé libre para meditar sobre mi
+infortunio.</p>
+
+<p>Eran tantas las sombras, que no llegaba a mí ninguna
+claridad que me permitiese orientarme. Veíame cruelmente
+traicionado; pero ¿por quién? El primero que me
+vino a las mientes fué Tiberio; «¡Traidor!—pensé—; ¡ay
+de tu vida si mis sospechas se confirman!». Reflexioné,
+sin embargo, que ignorando el lugar de mi retiro era imposible
+que por él hubiesen llegado a saberlo. En cuanto
+a acusar a Manon, era cosa de que mi corazón no se sentía
+capaz. La tristeza extraordinaria bajo cuyo peso habíala
+visto como anonadada, sus lágrimas, el tierno beso
+que me dió a punto de partir, parecíanme, sí, un enigma,
+pero más bien me inclinaba a explicármelo como un presentimiento
+de nuestra común desdicha. Así, mientras me
+desesperaba ante los acontecimientos que me alejaban de
+ella, tenía el candor de pensar que era aún más digna de
+lástima que yo.</p>
+
+<p>El resultado de mis cavilaciones fué la convicción de
+haber sido visto en las calles de París por algunos conocidos
+que habrían dado aviso a mi padre. Aquella idea
+me consoló algo, pensando que saldría del paso con alguna
+reprimenda o algún castigo. Prometíme sufrirlo con
+paciencia y ofrecer cuanto exigiesen de mí a trueque de
+facilitarme ocasión de volver a París lo antes posible,
+para devolver vida y alegría a mi querida Manon.</p>
+
+<p>Llegamos pronto a San Denis. Mi hermano sorprendido
+por mi silencio dió a imaginar que era efecto de mi<span class="pagenum" id="Page_40">[Pg 40]</span>
+temor y procuró consolarme, asegurándome que nada
+tenía que temer de parte de mi padre a condición de que
+volviese a él dispuesto a entrar resueltamente por los caminos
+del deber, para merecer el gran cariño que me
+tenía. Hízome pasar la noche en San Denis, teniendo la
+precaución de hacer que durmiesen en mi cuarto los tres
+lacayos.</p>
+
+<p>Lo que más me entristeció fué verme en la misma posada
+donde me había detenido con Manon viniendo de
+Amiens a París. El amo y los criados me reconocieron y
+adivinaron al mismo tiempo la verdad de lo sucedido. Oí
+decir al dueño: «¡Ah!, es el guapo caballerito que pasó
+por aquí hace seis semanas con una damisela a quien parecía
+amar con locura. ¡Qué bonita era! ¡Pobres muchachos,
+cómo se acariciaban! ¡Pardiez! Es lástima que les
+hayan separado». Hice como que no me enteraba de
+nada y traté de mostrarme lo menos posible.</p>
+
+<p>Mi hermano tenía preparada en San Denis una silla de
+postas en la que partimos por la mañana temprano, llegando
+a casa a la noche siguiente. Vió a mi padre antes
+que yo, para prevenirle en favor mío, diciéndole con qué
+mansedumbre me había dejado conducir allí; de este
+modo fuí recibido con menos dureza de la que esperaba.
+Limitóse a algunos reproches generales sobre la falta
+cometida por mí, ausentándome sin su permiso. Por lo
+que a mi amante se refería, redújose a decirme que me
+estaba muy bien empleado lo sucedido, por haberme entregado
+en brazos de una mujer desconocida; que tenía<span class="pagenum" id="Page_41">[Pg 41]</span>
+él mejor opinión de mi prudencia; pero que esperaba
+que aquella aventurilla sirviese para hacerme más cauto.
+No tomé el discurso sino en el sentido que acordaba con
+mis ideas. Agradecí a mi padre la bondad de su perdón,
+y le prometí observar una conducta más sumisa y ordenada.
+En el fondo de mi corazón me conceptuaba vencedor,
+pues del modo con que las cosas se arreglaban no
+dudaba que se me ofrecería ocasión de escaparme de mi
+casa, quizás antes de que trascurriese aquella noche.</p>
+
+<p>Pusímosnos a cenar; burláronse de mi conquista de
+Amiens y de mi fuga con aquella <em>fiel</em> amante. Recibí las
+bromas de buen grado y aun satisfecho de que me fuése
+permitido hablar de lo que llenaba continuamente mi
+pensamiento. Pero algunas palabras que se le escaparon
+a mi padre me hicieron aguzar el oído, con atención grandísima.</p>
+
+<p>Habló de la perfidia y del servicio interesado, prestado
+por M. de B... Quedé turbado al oirle pronunciar aquél
+nombre, y le rogué humildemente me explicase lo que
+quería decir. Entonces, volvióse a mi hermano para preguntarle
+si no me había contado toda la historia. Mi hermano
+contestó que, encontrándome absolutamente tranquilo,
+no había creído necesario usar aquel remedio para
+curar mi locura. Noté que mi padre vacilaba entre explicarse
+por completo o no. Supliquéle tan insistentemente
+que al fin me satisfizo, o mejor dicho, me asesinó cruelmente
+con la más horrible de las narraciones.</p>
+
+<p>Empezó por preguntarme si había caído en la necia<span class="pagenum" id="Page_42">[Pg 42]</span>
+credulidad de suponerme amado por mi querida. Contestéle
+audazmente que estaba seguro, y que nada podía inspirarme
+la menor desconfianza. «¡Ah! ¡ah! ¡ah!—exclamó
+echándose a reir—¡Es magnífico! Eres un pobre engañado,
+y me alegra verte en ese estado de espíritu! Es una
+verdadera lástima, mi pobre caballero, hacerte entrar en
+la Orden de Malta, puesto que tantas disposiciones tienes
+para hacer un marido cómodo y paciente». Añadió mil
+burlas de tal tenor, sobre lo que él llamaba mi tontería
+y mi credulidad.</p>
+
+<p>En fin, como yo permanecía silencioso, siguió diciéndome
+que, según el cálculo que podía hacer del tiempo
+desde mi partida de Amiens, Manon me había amado doce
+días. «Sé—añadió—que marchaste de Amiens el 28 del
+mes pasado. Estamos a 29 de éste, hace once que
+M. de B... me escribió, y supongo que habrá necesitado
+ocho por lo menos para trabar conocimiento perfecto
+con tu querida. Así que quita once y ocho de treinta, y
+un día que hay desde el 28 de un mes al 29 del otro, y
+quedan doce, poco más o menos». Después de decir
+esto, volvieron a las risas.</p>
+
+<p>Oía todo con tal opresión de corazón, que temía no
+poder resistir hasta el fin de aquella triste comedia. «Sabrás—añadió
+mi padre—puesto que lo ignoras, que
+M. de B... ha ganado el corazón de tu princesa, pues no
+deja de ser una burla querer convencerme de que ha querido
+quitártela por celo desinteresado en mi servicio. ¿Es
+acaso de un hombre como él, que por otra parte no me<span class="pagenum" id="Page_43">[Pg 43]</span>
+conoce siquiera, de quien hay que esperar sentimientos
+tan nobles? Contóle ella indudablemente que eras mi
+hijo y me escribió entonces el lugar de tu escondite y el
+desorden en que vivías, advirtiéndome que hacía falta
+mano de hierro para apoderarse de ti, y ofreciendo facilitarme
+los medios. He ahí como, gracias a sus lecciones
+y a las de tu misma amante, ha encontrado tu hermano
+manera de apoderarse de ti. ¡Y ahora felicítate de la
+duración de tu victoria! Hay que confesar, caballero, que
+sabes vencer deprisa, pero que no sabes conservar tus
+conquistas».</p>
+
+<p>No tuve valor para seguir oyendo su discurso, cada
+una de cuyas palabras me taladraba el corazón. Me levanté
+de la mesa y no bien había dado cuatro pasos me
+desplomé, perdido el conocimiento. Volví en mí con
+rapidez gracias a eficaces auxilios. Abrí los ojos para derramar
+un torrente de lágrimas y los labios para proferir
+amargas y desgarradoras quejas. Mi padre, que siempre
+me amó tiernamente, empleó todo su cariño en consolarme.
+Escuchábale yo sin oirle. Acabé por arrojarme a
+sus pies y, abrazado a sus rodillas, implorar de él que
+me dejase volverme a París, para apuñalar a M. de B...
+«No—clamaba yo desesperadamente—, no ha conquistado
+el corazón de Manon; ha empleado la violencia; seguramente
+la ha reducido por un sortilegio o por un veneno
+o tal vez la ha forzado brutalmente. Manon me ama.
+¿No había yo de saberlo? La habrá amenazado con un puñal
+en la mano, para obligarla a abandonarme. ¿Qué no<span class="pagenum" id="Page_44">[Pg 44]</span>
+habrá hecho para apoderarse de una amante tan encantadora?
+¡Oh! ¡Dioses, dioses! ¿será posible que Manon
+me haya traicionado y haya dejado de amarme?».</p>
+
+<p>Como seguía hablando de volverme a París, y me levantaba
+a cada momento con esa intención, mi padre
+comprendió que en el estado de excitación que me hallaba
+nada era capaz de detenerme. Condújome a una
+sala del piso alto y allí me dejó con dos criados a la vista.
+Mil vidas hubiese dado yo por estar solamente un cuarto
+de hora en París. Comprendía que habiendo dejado traslucir
+con tanta claridad mis intenciones, no me consentirían
+fácilmente salir de mi cuarto. Medí con los ojos la
+altura de las ventanas, y no viendo posibilidad de escapar
+por aquel camino, me dirigí humildemente a mis criados.
+Les ofrecí, con mil juramentos, hacer su fortuna si
+querían consentir en mi evasión. Les apremiaba, les halagaba,
+les amenazaba; pero aquella tentativa también fué
+inútil Perdí entonces toda esperanza. Decidí morir y
+arrojéme sobre mi lecho decidido a no dejarle sino con la
+vida. Así pasé toda la noche y el día siguiente. Rechacé
+la comida que me ofrecieron.</p>
+
+<p>Mi padre vino por la tarde a verme; fué tan bueno que
+empleó los más tiernos consuelos en tratar de amortiguar
+mis penas. Me mandó que comiese, con tal autoridad
+que, por respeto, le obedecí. Pasaron algunos días durante
+los cuales lo poco que comí fué en su presencia, y
+por obedecerle. Seguía él por su parte, prodigándome las
+razones que podían traerme al buen camino y hacerme olvidar<span class="pagenum" id="Page_45">[Pg 45]</span>
+a la infiel Manon. Verdad era que ya no la estimaba:
+¿cómo hubiera podido estimar a la más cambiante
+y pérfida de las criaturas? Pero su imagen, las encantadoras
+facciones que llevaba grabadas en el fondo del corazón,
+no se borraban fácilmente. «Moriré—decíame yo—;
+debo morir después de tanta vergüenza y tanto dolor.
+¡Pero sufriría mil muertes sin poder olvidar a la ingrata
+Manon!».</p>
+
+<p>Mi padre se mostraba sorprendido al verme tan gravemente
+herido. Conociendo, como conocía, mis ideas sobre
+el honor, sabía que su traición a la fuerza tenía que
+haberla hecho despreciable a mis ojos y acabó por creer
+que mi obsesión venía, más que de aquella pasión en
+particular, de una viva inclinación hacia el sexo femenino.
+Encariñóse de tal modo con aquella idea que, no consultando
+sino su afecto por mí, vino un día a decirme abiertamente:
+«Caballero, hasta ahora, como sabes, fué mi intención
+hacerte ostentar sobre el pecho la noble Cruz de
+Malta, pero veo que tu vocación no te lleva por ese camino;
+te gustan las mujeres bonitas; voy creyendo que lo
+mejor será buscar una que te agrade. Dime con franqueza
+qué te parece».</p>
+
+<p>Le respondí que no sabía establecer diferencias entre
+unas mujeres y otras, y que después de lo que me había
+sucedido las detestaba a todas por igual. «Te buscaré
+una—me dijo mi padre sonriendo—que se parezca a tu
+Manon... y que sea más fiel.—¡Ah!, si conservas algún
+cariño por mí—le contesté—es ella la que has de devolverme.<span class="pagenum" id="Page_46">[Pg 46]</span>
+Está seguro, padre de mi alma, que no me ha traicionado.
+Es incapaz de semejante infamia. El pérfido de
+M. de B... es quien nos engaña a ti y a mí. Si supieses lo
+buena que es, lo tierna y sincera, si la conocieses acabarías
+por quererla.—Eres un chiquillo—replicó mi padre—.
+¿Cómo puedes cegarte hasta ese punto después
+de lo que te he contado de ella? Es ella, ella misma,
+quien te entregó a tu hermano. Debes olvidar hasta su
+nombre y aprovechar, si eres prudente, la indulgencia
+que tengo contigo».</p>
+
+<p>Reconocía yo harto claramente que mi padre tenía razón.
+Pero era un movimiento instintivo el que me hacía
+tomar la defensa de la infiel. «¡Verdad es, desgraciadamente—dije—,
+que soy víctima de la más cobarde de las
+perfidias!—Sí—continué, derramando lágrimas de despecho—,
+bien veo que no soy más que un chiquillo. Mi
+credulidad no debe haber costado mucho burlarla. Pero
+bien sé lo que tengo que hacer para vengarme». Quiso
+mi padre saber mis intenciones. «Iré a París, prenderé
+fuego a la casa del pérfido M. de B... y le quemaré vivo,
+con Manon». Aquel arrebato hizo reir a mi padre y no
+sirvió sino para hacerme guardar más severamente en mi
+cárcel.</p>
+
+<p>Pasé en ella seis meses, durante el primero de los cuales
+hubo poco cambio en mi estado de ánimo. Todos mis
+sentimientos no eran sino una perpetua alternativa entre
+el odio y el amor, entre la esperanza y el desconsuelo, según
+la forma en que se aparecía a mi espíritu la imagen<span class="pagenum" id="Page_47">[Pg 47]</span>
+de Manon. Tan pronto no miraba en ella sino la más encantadora
+de las mujeres y ardía en deseos de volver a
+verla; tan pronto ofrecíaseme como una malvada y traidora
+amante y me hacía a mí mismo mil juramentos de
+no buscarla más que para castigarla.</p>
+
+<p>Me dieron libros que sirvieron para devolver un poco
+de tranquilidad a mi alma. Releí todos mis autores; adquirí
+nuevos conocimientos; recobré afición infinita al estudio;
+ya veréis lo útil que me fué todo ello luego. La
+clarividencia que el amor me había dado me hizo orientarme
+en multitud de pasajes de Horacio y Virgilio, que
+hasta entonces hallara confusos. Hice un comentario amoroso
+sobre el cuarto libro de la Eneida; me propongo
+publicarlo y creo que el público quedará contento de él.
+«¡Ay!—pensaba escribiéndolo—Un corazón como el mío
+hubiese necesitado la fiel Dido».</p>
+
+<p>Tiberio vino un día a verme en mi cárcel. Quedé asombrado
+del afectuoso transporte con que me abrazó. No
+había recibido de él, hasta entonces, otras pruebas de
+cariño que aquéllas que pudieran hacerme mirarle como
+sencilla amistad de colegio, de ésas que se forman entre
+muchachos que tienen próximamente la misma edad. Le
+encontré tan cambiado, y sobre todo tan serio después
+de aquellos cuatro o cinco meses transcurridos desde la
+última vez que le viera, que me inspiró respeto. Hablóme
+más como sensato consejero que como amigo. Dolióse
+del extravío en que me había yo precipitado; felicitóme
+por mi curación, que creía muy avanzada, y exhortóme,<span class="pagenum" id="Page_48">[Pg 48]</span>
+en fin, a aprovechar aquella dura lección para abrir los
+ojos a lo efímero de los placeres.</p>
+
+<p>Mirábale yo con asombro y acabó por darse cuenta
+de ello. «Querido caballero—me dijo—, no te digo nada
+que no sea la pura verdad, y a cuyo convencimiento no
+haya yo llegado después de un profundo examen. Había
+en mí tanta inclinación como en ti a la voluptuosidad;
+pero el cielo me había concedido al mismo tiempo el
+amor a la virtud. He usado de mi razón para comparar
+los frutos de una y otra y no he tardado mucho en descubrir
+sus diferencias. La ayuda del cielo se ha unido a
+mis reflexiones. El mundo me inspira un desdén que
+nada iguala. ¿Serías capaz de adivinar lo que me detiene
+para correr a la soledad? Pues únicamente la tierna amistad
+que te profeso. Conozco la bondad de tu corazón y
+de tu inteligencia; no hay buena acción de que no seas
+capaz. El veneno del placer te ha desviado de tu camino.
+¡Qué pérdida para la virtud! Tu fuga de Amiens me
+causó tan gran pena que no he vuelto a disfrutar desde
+entonces ni un momento feliz. Juzga tú mismo por los
+pasos que me ha hecho dar». Contóme que después de
+darse cuenta de que le había engañado y me había fugado
+con mi amante había montado a caballo para alcanzarnos,
+pero que llevándole cuatro horas de ventaja, le
+había sido imposible; que, sin embargo, había llegado a
+San Denis media hora después de mi partida; que seguro
+de que me quedaría en París había pasado seis semanas
+buscándome; que había frecuentado todos los lugares<span class="pagenum" id="Page_49">[Pg 49]</span>
+donde acariciaba la esperanza de poderme hallar, y que,
+por fin, un día, en el teatro, había reconocido a mi amante,
+que iba vestida con tal lujo, que supuso debía su fortuna
+a un nuevo amante; que la había seguido hasta su
+casa, y allí había sabido por un criado que estaba mantenida
+por la liberalidad de M. de B... «No me detuve ahí—prosiguió—.
+Volví al día siguiente para que ella misma
+me dijese qué era de ti. Al oirme nombrarte, desapareció
+bruscamente y hube de venirme a provincias sin más
+aclaración. He sabido tu aventura y la consternación profunda
+en que te ha sumido; pero no he querido verte sin
+asegurarme de que te hallabas ya más tranquilo».</p>
+
+<p>—Has visto a Manon—exclamé con un suspiro—.
+«Más feliz has sido, ¡ay de mí!, que yo, condenado a no
+volverla a ver». Reprochóme aquel suspiro que indicaba
+aún en mí una debilidad por ella. Luego halagóme con
+tanta maña comentando la bondad de mi carácter y mis
+inclinaciones, que hizo nacer en mí desde aquella primera
+visita un afán de renunciar como él a todos los placeres
+del siglo para abrazar el estado eclesiástico.</p>
+
+<p>Tanto me agradaba la idea que en cuanto me vi solo
+no pensé en otra cosa. Recordé los sermones del señor
+obispo de Amiens que me había aconsejado lo mismo, y
+los augurios felices que había hecho en mi favor si llegaba
+a tomar aquel partido. La piedad mezclóse también en
+mis determinaciones. «Llevaré una vida tranquila y cristiana—decíame
+a mí mismo—. Me ocuparé del estudio y
+de mis deberes religiosos que no me dejarán pensar en<span class="pagenum" id="Page_50">[Pg 50]</span>
+los peligrosos devaneos del amor. Despreciaré lo que la
+mayoría de los hombres admiran. Y como estaré seguro
+de que mi corazón no deseará sino aquello que estime,
+tendré tan pocas inquietudes como deseos».</p>
+
+<p>Construía sobre esa base un plan de vida tan tranquila
+como solitaria. Hacía entrar en ella una casa de campo
+apartada en un bosquecillo, un fresco arroyuelo y un pequeño
+jardín; una biblioteca de libros escogidos, algunos
+amigos virtuosos y de buen juicio, una mesa limpia y frugal.
+Unía a esto un cambio de correspondencia con un
+amigo que viviría en París y me informaría de los sucesos
+acaecidos, menos por satisfacer mi curiosidad que por
+distraerme en la contemplación de las locas agitaciones
+de los hombres. «¿No sería feliz así?—añadía yo—¿No
+estarían satisfechos todos mis deseos?». Es indudable que
+aquel proyecto halagaba mis inclinaciones. Pero, para remate
+de tan sensato plan, sentía yo que mi corazón aguardaba
+aún algo, y que, para no tener nada que desear en
+la más deliciosa soledad, era preciso... estar con Manon.</p>
+
+<p>Sin embargo, Tiberio seguía prodigándome sus visitas
+para fortalecerme en la determinación que me había inspirado
+y aproveché la ocasión para insinuarme con mi
+padre. Declaróme éste que dejaba a sus hijos la libertad
+de escoger el camino que les fuése más grato, y que sólo
+se reservaba el derecho de ayudarlos con sus consejos.
+Diómelos muy sensatos, tendiendo, menos a hacerme
+renunciar a mi proyecto, que a hacérmelo abrazar con
+conciencia de lo que hacía.</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_51">[Pg 51]</span></p>
+
+<p>El comienzo del curso escolar se aproximaba. Convine
+con Tiberio en ingresar juntos en el seminario de San
+Sulpicio; él para acabar sus estudios de Teología, yo
+para empezar los míos. Su mérito, que era harto conocido
+del obispo de la diócesis, le hizo obtener de aquel
+prelado un beneficio de bastante consideración antes de
+su marcha.</p>
+
+<p>Mi padre, creyéndome curado del todo de mi pasión,
+no puso dificultad ninguna en dejarme marchar. Llegamos
+a París. El traje eclesiástico sustituyó a la Cruz de
+Malta, y al título de caballero el de abate Des Grieux.
+Me apliqué al estudio con tal aplicación, que hice grandes
+progresos en pocos meses. No perdía ni un momento
+del día y aun empleaba parte de la noche. Mi reputación
+se hizo tan notoria que me felicitaban ya por las dignidades
+que no podía menos de obtener; y, sin haberlo solicitado
+yo, mi nombre fué escrito en la lista de los beneficios.
+No menos fervoroso me mostraba en las prácticas religiosas,
+a las que era asiduo. Tiberio estaba encantado de lo
+que miraba como obra suya y en varias ocasiones vertió
+lágrimas de emoción ante lo que llamaba mi conversión.</p>
+
+<p>Que las resoluciones humanas estén sujetas a rápidos
+cambios es cosa que no me ha sorprendido nunca; una
+pasión las engendra y otra pasión puede destruirlas. Pero
+cuando pienso en la santidad de las que me llevaron a
+San Sulpicio y en la alegría que el cielo me hacía experimentar
+al llevarlas a cabo, me espanto de la facilidad con
+que pude romperlas. Si es verdad que la ayuda celeste<span class="pagenum" id="Page_52">[Pg 52]</span>
+es en todo momento de una fuerza igual a la de las pasiones,
+que vengan a explicarme por qué funesto ascendiente
+se encuentra uno arrastrado de súbito lejos de su
+deber, sin encontrarse capaz de la menor resistencia y
+sin sentir el menor remordimiento. Creíame absolutamente
+libertado de las debilidades del amor. Parecíame
+que hubiese preferido la lectura de una página de San
+Agustín o un cuarto de hora de cristiana meditación a
+todos los placeres de los sentidos, sin exceptuar aquéllos
+que pudiera ofrecerme la misma Manon. Sin embargo,
+un instante desdichado me hizo caer en el precipicio,
+y mi caída fué tanto más irreparable porque, hallándome
+de súbito en el mismo grado de profundidad de donde
+había salido, los nuevos desórdenes en que caí me arrastraron
+a un abismo mucho más hondo.</p>
+
+<p>Llevaba casi un año en París sin ocuparme para nada
+de los asuntos de Manon. Mucho trabajo me había costado
+al principio; pero los consejos, siempre prudentes,
+de Tiberio y mis propios pensamientos habíanme hecho
+obtener la victoria. Los últimos meses habían trascurrido
+con tal tranquilidad que comenzaba a creerme a punto
+de olvidar a la encantadora pérfida. Así llegó el tiempo
+en que había de hacer un ejercicio público para ingresar
+en la Escuela de Teología. Rogué a varias personas de
+mi más alta consideración que viniesen a honrar mis exámenes
+con su presencia. Mi nombre voló así por todos
+los barrios de París y llegó hasta los oídos de mi infiel.
+No le reconoció con toda certeza bajo el título de abate;<span class="pagenum" id="Page_53">[Pg 53]</span>
+pero un resto de curiosidad, tal vez el arrepentimiento
+de haberme engañado (jamás conseguí saber cuál de
+aquellos dos sentimientos), hízola interesarse por un nombre
+tan semejante al mío. Vino a la Sorbona con algunas
+otras damas, presenció mi ejercicio y no cabe duda que
+debió costarle poco trabajo reconocerme.</p>
+
+<p>No supe nada de aquella visita. Es sabido que en tales
+lugares existen habitaciones reservadas para las damas,
+que permanecen ocultas tras una celosía. Volví a San
+Sulpicio cubierto de gloria y de cumplidos. Eran las seis
+de la tarde. Un instante después vinieron a avisarme que
+una señora quería verme. Fuí inmediatamente al locutorio.
+¡Dios Santo, qué sorprendente aparición! Allí estaba
+Manon. Era ella, pero más amable y más radiante que la
+viera jamás. Había cumplido dieciocho años; sus encantos
+sobrepujaban a cuanto puede imaginarse. ¡Tenía un aire
+tan dulce, tan fino, tan fascinador!, el aire del amor mismo.
+Toda ella me pareció un encanto.</p>
+
+<p>Quedé suspenso a su vista, y, no pudiendo conjeturar
+cuál era el objeto de aquella visita, esperé, con los ojos
+bajos, tembloroso, a que se explicase. Su turbación fué
+durante algún tiempo igual a la mía; pero viendo que mi
+silencio continuaba, ocultó sus ojos con la mano para disimular
+sus lágrimas. Díjome con un tono lleno de timidez,
+que comprendía que su infidelidad merecía mi odio,
+pero que si era cierto que alguna vez hubiese yo sentido
+la menor ternura por ella había sido también harto cruel
+dejando pasar casi dos años sin preocuparme para nada<span class="pagenum" id="Page_54">[Pg 54]</span>
+de su suerte, y aún mucho más viendo en el estado en
+que se mostraba a mí sin apiadarme de ella ni tener para
+ella una buena palabra. Imposible me sería expresar el
+desorden de mi alma al escucharla.</p>
+
+<p>Sentóse; yo permanecí en pie, casi vuelto de espaldas,
+sin osar mirarla frente a frente. Varias veces comencé a
+hilvanar una respuesta que no tuve fuerzas para concluir.
+En fin hice un esfuerzo para exclamar dolorosamente:
+«¡Pérfida, Manon! ¡Ah, pérfida, pérfida!». Repitióme derramando
+lágrimas, que no pretendía justificar su perfidia.
+«¿Qué pretendéis, entonces?—tuve fuerzas para exclamar
+aún.—¡Quiero morir!—respondió—, si no me devolvéis
+vuestro corazón, sin el cual no es posible que
+viva.—¡Pídeme, pues, la vida, infiel!—respondí, derramando
+a mi vez lágrimas, que me esforzaba en vano por
+contener—; ¡Pídeme la vida, que es lo único que me
+queda por sacrificarte, pues mi corazón nunca ha cesado
+de ser tuyo!».</p>
+
+<p>Apenas hube acabado de pronunciar estas últimas palabras,
+se levantó para correr a mí y estrecharme en sus
+brazos con locura. Abrumóme con las más apasionadas
+caricias, llamóme con los más tiernos nombres que inventó
+el amor para expresar sus más vivas ternuras. Yo
+no la contestaba aún, sino con languidez. ¡Qué tránsito
+desde la tranquila paz en que había vegetado a los tumultuosos
+sentimientos que sentía renacer! Hallábame aterrado;
+me estremecía, como sucede cuando nos vemos
+perdidos de noche en una campiña solitaria: nos creemos<span class="pagenum" id="Page_55">[Pg 55]</span>
+transportados a un mundo desconocido; nos sobrecoge
+un horror secreto, del que no nos reponemos hasta haber
+explorado bien todos los alrededores.</p>
+
+<p>Sentámosnos uno junto a otro. Cogí sus manos entre
+las mías. «¡Ah, Manon!—díjele acompañando mis palabras
+de una mirada llena de tristeza—No esperaba la
+negra traición con que pagasteis mi amor. Bien fácil os
+era engañar a un pobre corazón en que reinabais como
+única señora y que cifraba su dicha en obedeceros y seros
+grato. Decidme ahora si habéis encontrado otro tan
+tierno o tan sumiso. No, imposible, la naturaleza no ha
+hecho otro de mi temple. Decidme al menos si pensasteis
+en él alguna vez con nostalgia. ¿Qué fe he de poner en
+vuestra bondad, que hoy os hace venir a consolarle? Bien
+veo que sois más encantadora que nunca, pero, a cambio
+de cuanto por vos sufrí, bella Manon, decidme si seréis
+más fiel».</p>
+
+<p>Tales y tan tiernas cosas me dijo sobre su arrepentimiento
+y con tales juramentos se ligó a la fidelidad inquebrantable
+que acabó por enternecerme. «Amada Manon—suspiré
+con una mezcla extraña de expresiones amorosas
+y teológicas—; eres demasiado adorable para una
+criatura humana. Siento mi corazón arrebatado por victorioso
+deliquio. Todo lo que de libertad se habla en
+San Sulpicio, no es sino una quimera. Voy a perder mi
+fortuna y mi reputación por ti, lo preveo; leo en tus lindos
+ojos mi destino, pero ¿de qué pérdidas no me vería
+consolado por tu amor? Los favores de la fortuna no me<span class="pagenum" id="Page_56">[Pg 56]</span>
+importan, la gloria me parece humo, mis planes de vida
+eclesiástica, locos desvaríos, todo bien que no sea el que
+a tu lado espero es un bien despreciable, puesto que no
+tendría fuerza ni un solo instante en mi corazón contra
+una sola de tus miradas».</p>
+
+<p>Aunque ofreciéndole para lo futuro un olvido general
+de sus pecados quise saber cómo se había dejado seducir
+por M. de B... Contóme que, habiéndola visto asomada
+a la ventana, se había enamorado de ella; que le había
+hecho su declaración en estilo de Granjero-General; es
+decir, haciéndole saber que el pago sería proporcionado
+a los favores; que había comenzado por capitular aunque
+sin otra idea que la de sacar de él alguna cantidad considerable
+que nos ayudase a vivir cómodamente; que la
+había deslumbrado con tan magníficas promesas que se
+había dejado vencer poco a poco. Añadió que debía yo,
+sin embargo, juzgar su remordimiento por las muestras
+de dolor que había dado la víspera de nuestra separación
+y que, pese a la opulencia de que la rodeara, jamás había
+sido feliz con él, no sólo porque no hallaba, añadió, la delicadeza
+de mis sentimientos y el encanto de mis modales,
+sino porque en medio de los placeres con que la obsequiaba,
+guardaba en el fondo de su corazón el recuerdo
+de mi amor y el remordimiento de su infidelidad. Hablóme
+de Tiberio y de la gran turbación que su visita le
+produjo. «Una estocada en el corazón hubiese alterado
+menos mi sangre. Volvíle la espalda sin poder sostener
+ni un momento su presencia».</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_57">[Pg 57]</span></p>
+
+<p>Continuó contándome por qué medios supo mi estancia
+en París, mi cambio de condición y mis ejercicios de
+la Sorbona. Me aseguró que se había emocionado de tal
+modo durante la controversia que le había costado gran
+trabajo contener sus lágrimas, sus gemidos y aun sus gritos,
+que en más de una ocasión estuvieron a punto de
+estallar. Díjome, por último, que había salido la última
+de aquel lugar, para ocultar a las miradas indiscretas su
+turbación y que, siguiendo los impulsos de su corazón y
+la impetuosidad de sus deseos, había venido derecha al
+seminario con la resolución de morir si no me hallaba
+dispuesto a perdonarla.</p>
+
+<p>¿Dónde habría un bárbaro que ante arrepentimiento
+tan vivo y tan apasionado no se hubiese conmovido? Por
+lo que a mí se refiere comprendí que hubiese sido capaz
+de sacrificar a Manon en aquel momento todos los obispados
+de la cristiandad. La pregunté qué nuevo orden
+creía ella debíamos poner en nuestros negocios. Propúsome
+lo primero salir del seminario y suspender toda decisión
+hasta hallarnos en lugar más seguro. Consentí en
+cuanto quiso, sin replicar. Fuese, pues, en su carroza, a
+esperarme en la esquina de la calle. Escapéme un momento
+después, sin que el portero me viese, y ganando el
+coche, subí con ella. Detuvímosnos en una tienda de ropas
+usadas; volví a recobrar galones y espada. Manon corrió
+con los gastos, pues yo no tenía dinero alguno, porque
+ante el temor de que pudiese hallar algún obstáculo para
+salir de San Sulpicio no había querido que volviese a mi<span class="pagenum" id="Page_58">[Pg 58]</span>
+cuarto a recogerlo. Por otra parte mi tesoro era escaso
+y en cambio ella lo bastante rica, gracias a las liberalidades
+de M. de B..., para desdeñar lo que me obligaba a
+abandonar. En casa del ropavejero discutimos el partido
+que convenía tomar. Para hacerme más grato el sacrificio
+de M. de B... decidió no andarse en paliativos con él.
+«Quiero dejarle los muebles, que son suyos. Es de justicia—dijo
+Manon—. En cambio me llevaré, como es natural,
+mis alhajas y casi sesenta mil francos que le he sacado
+en dos años. Ningún derecho sobre mí le he dado—añadió—,
+así es que podemos vivir sin temor en París, alquilando
+una casa cómoda, donde seremos felices».</p>
+
+<p>Hícele observar que si no había peligro para ella habíalo
+y muy grande para mí, que tarde o temprano acabaría
+por ser reconocido, y que estaría continuamente
+expuesto al mismo peligro por el que ya pasé una vez.
+Me hizo comprender que sentiría mucho tener que dejar
+París. Amábala tanto que temeroso de enojarla no había
+peligro que no fuése capaz de correr por ella. Pero, por
+fin, hallamos un justo medio razonable, que consistía en
+alquilar una casa en los alrededores, en cualquier pueblecillo,
+desde donde pudiésemos ir a la ciudad siempre que
+nos fuése menester para diversiones o negocios. Escogimos
+Chaillot, que no está muy lejos. Manon volvió acto
+seguido a su casa, y yo me fuí a esperarla a la puerta pequeña
+del jardín de las Tullerías.</p>
+
+<div class="chapter">
+<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp59-1">
+ <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp59-1.jpg" alt="ilo1-p59" title="p59-ilo1">
+</figure>
+</div>
+
+
+<div class="chapter">
+<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp59-2">
+ <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp59-2.jpg" alt="ilo2-p59" title="p59-ilo2">
+</figure>
+</div>
+
+<div class="chapter">
+<p><span class="pagenum" id="Page_59">[Pg 59]</span></p>
+</div>
+
+<p>Volvió una hora más tarde en una carroza de alquiler,
+con una muchacha que la servía y algunos baúles, donde
+estaban encerrados sus trajes y cuantas cosas tenía de
+valor.</p>
+
+<p>Poco tardamos en llegar a Chaillot. Nos hospedamos
+la primera noche en la posada para tener tiempo de buscar
+una casa o por lo menos un piso donde instalarnos
+con comodidad. Hallamos, al siguiente día, uno de nuestro
+agrado.</p>
+
+<p>Mi felicidad me pareció establecida sobre bases de firmeza
+inquebrantable. Manon era la dulzura y la complacencia
+personificadas. Tenía para mí tales y tan delicadas
+atenciones que por ellas me creí compensado de todas
+mis penas. Como habíamos adquirido los dos un poco de
+experiencia, razonábamos sobre la solidez de nuestra
+fortuna. Sesenta mil francos que constituían el fondo de
+nuestra riqueza, no eran una suma que pudiera dar de sí
+para toda una vida. Tampoco estábamos dispuestos a
+limitar nuestros gastos con exceso. La mayor virtud de
+Manon, como tampoco mía, no era el ahorro. He aquí el
+plan que nos trazamos: «Sesenta mil francos—dije—pueden
+sostenernos seis años. Dos mil escudos al año nos
+bastarán si seguimos viviendo en Chaillot. Llevaremos
+vida decorosa, pero sencilla. Nuestro único gasto será la
+carroza y el teatro. Ya nos arreglaremos. A la Ópera,
+que os agrada, iremos dos veces por semana. En cuanto
+al juego nos las compondremos de modo que nuestras
+pérdidas no pasen nunca de dos <em>pistolas</em>. Es imposible
+que en el espacio de seis años no haya ningún cambio en
+mi familia; mi padre es viejo, puede morir y me hallaría<span class="pagenum" id="Page_60">[Pg 60]</span>
+entonces en situación desahogada, por encima de todo
+temor».</p>
+
+<p>Aquel acuerdo no hubiese sido ciertamente la mayor
+locura de mi vida si hubiésemos sido capaces de atenernos
+a él. Pero nuestras resoluciones no duraron arriba de
+un mes: Manon sentía pasión por el placer, yo por ella.
+Surgían a cada instante nuevas ocasiones de gastar, y lejos
+de lamentar los profusos despilfarros yo era el primero
+en proporcionarle cuanto creía que podía serle
+grato. Nuestra casita de Chaillot comenzaba a cansarle.</p>
+
+<p>Aproximábase el invierno; todo el mundo volvía a la
+ciudad, y el campo iba a quedar desierto. Propúsome
+volver a París; no consentí en ello, pero para complacerla
+de algún modo díjele que podíamos alquilar un piso
+amueblado donde pasar la noche los días en que acabasen
+muy tarde las reuniones que frecuentábamos, puesto
+que la gran incomodidad que suponía volver tan tarde a
+Chaillot era el pretexto que ponía para querer abandonarle.
+Teníamos así dos alojamientos, uno en la ciudad y
+otro en el campo. Aquel cambio introdujo pronto el desorden
+en nuestros asuntos, provocando dos aventuras
+que fueron causa de nuestra ruina.</p>
+
+<p>Manon tenía un hermano que era guardia de Corps y
+que resultó desgraciadamente vecino de nuestra misma
+calle. Reconoció a su hermana viéndola una mañana en
+la ventana. Vino en seguida a vernos. Era hombre brutal
+y sin principios de honor. Entró en nuestra habitación
+profiriendo tremendos juramentos, y como conocía una<span class="pagenum" id="Page_61">[Pg 61]</span>
+parte de las aventuras de su hermana abrumóla a injurias
+y reproches.</p>
+
+<p>Había salido yo momentos antes, lo que no dejó de
+ser una suerte para él o para mí, poco dispuesto a sufrir
+injurias de nadie. No volví a nuestro albergue hasta después
+de su marcha. La tristeza de Manon me hizo, sin
+embargo, sospechar que algo extraordinario había ocurrido.
+Contóme la escena desagradable y la actitud brutal
+de su hermano. Me sentí tan indignado que hubiese querido
+correr inmediatamente a tomar venganza si ella, con
+sus lágrimas, no me hubiese detenido.</p>
+
+<p>Mientras estábamos hablando, el guardia de Corps volvió
+a entrar en la habitación sin hacerse anunciar. Ciertamente
+que, de haberle conocido, no le hubiese recibido
+con tanta urbanidad como lo hice; pero después de saludarnos
+sonriente, dijo a Manon que venía a darle excusas
+de su arrebato: que la había creído en una vida de desarreglo,
+y que aquella idea había encendido su ira; pero
+que habiendo interrogado a un criado sobre mi persona
+había averiguado cosas tan halagüeñas para mí que su
+mayor deseo era el de llevarse bien con nosotros.</p>
+
+<p>Aunque aquella información procedente de uno de mis
+lacayos tenía algo de raro y aun de chocante, recibí sus
+cumplidos de buena fe, creyendo dar gusto a Manon, que
+parecía encantada de verle dispuesto a reconciliarse.</p>
+
+<p>Hicímosle quedarse a comer.</p>
+
+<p>En pocos momentos se hizo tan familiar, que habiéndonos
+oído hablar de nuestra vuelta a Chaillot, quiso<span class="pagenum" id="Page_62">[Pg 62]</span>
+absolutamente acompañarnos. Hubo que cederle un sitio
+en la carroza. Fué una verdadera toma de posesión, porque
+se aficionó de tal modo a vernos que hizo de la nuestra
+su casa, y se hizo dueño en cierto modo de cuanto
+nos pertenecía. Llamábame hermano, y pretextando la
+gran confianza que tenía, dió en llevar a todos sus amigos
+a Chaillot y en obsequiarlos a costa nuestra. Vistióse
+con magnificencia por nuestra cuenta y hasta nos comprometió
+a pagar todas sus deudas. Cerraba yo los ojos
+a aquella tiranía para no disgustar a Manon y aun aparentaba
+no darme cuenta de que de vez en cuando le sacaba
+sumas de consideración. Verdad es que, siendo un
+terrible jugador, tenía la honradez de entregarle una
+parte de las ganancias cuando la fortuna le era favorable;
+pero la nuestra era demasiado mediocre para poder atender
+a tan considerables gastos. A punto estaba yo de
+tener una explicación con él para librarme de sus inoportunidades,
+cuando un accidente funesto me ahorró el trabajo,
+causándonos otro mucho más grave, que nos dejó
+sin recursos.</p>
+
+<p>Nos habíamos quedado un día a dormir en París,
+como sucedía con harta frecuencia. La criada que dejábamos
+en tales ocasiones en Chaillot al cuidado de la
+casa vino a advertirme por la mañana que había habido
+un incendio durante la noche en nuestra casa y que había
+costado gran trabajo el extinguirlo. La pregunté si nuestro
+mueblaje había sufrido algún daño y me respondió
+que era tal la multitud de gente extraña que había tomado<span class="pagenum" id="Page_63">[Pg 63]</span>
+parte en la extinción que no podía responder de nada.
+Temblé por nuestro dinero, encerrado en una cajita, y
+fuíme a Chaillot con la mayor premura. ¡Diligencia inútil!
+La caja había desaparecido ya. Comprendí entonces
+cómo puede amarse el dinero sin ser avaro. La pérdida
+de mi tesoro me causó tan vivo dolor que casi perdí la
+razón. Comprendí de golpe las nuevas desdichas que me
+aguardaban. La pobreza era la menor. Conocía a Manon;
+sabía que por muy fiel y enamorada que fuése en la fortuna,
+no había que contar con ella en la miseria. Gustaba
+demasiado de la abundancia y los placeres para sacrificármelos.
+«¡La perderé!—exclamé—¡Desgraciado caballero,
+volverás a verte privado de cuanto amas en el
+mundo!». Tal idea me hizo caer en tan negra desesperación
+que por un momento pensé que tal vez sería mejor
+acabar mis males con la muerte.</p>
+
+<p>Sin embargo, quedóme bastante presencia de ánimo
+para examinar por anticipado si no me quedaba ningún
+otro recurso. El cielo me sugirió una idea que contuvo
+mi desesperación; parecióme que no sería imposible ocultar
+nuestra pérdida a Manon y que por habilidad, o con
+ayuda de la casualidad, podría subvenir a sus necesidades
+en medida suficiente para que no sintiese privación
+ninguna.</p>
+
+<p>«Contaba yo—me decía a mí mismo, para consolarme—con
+que veinte mil escudos nos bastarían para seis
+años. Figurémonos que los seis años han pasado y que
+ninguno de los cambios que esperaba haya tenido lugar<span class="pagenum" id="Page_64">[Pg 64]</span>
+en mi familia. ¿Qué partido tomaría? No lo sé; pero ¿qué
+haría entonces que no pueda hacer ahora? ¡Cuántas gentes
+viven en París que no poseen ni mi ingenio, ni mis
+cualidades naturales y que, sin embargo, deben sus medios
+de vida a sus habilidades propias! La Providencia—añadía,
+razonando siempre sobre los diversos estados
+de la vida—, ¿no ha arreglado las cosas sabiamente? La
+mayoría de los ricos y de los poderosos son necios. Esto
+está bien claro para quien conoce un poco el mundo.
+Pues bien, en ello hay una ley de justicia admirable; si
+ellos uniesen el talento al poder y a la riqueza serían demasiado
+felices, y el resto de los humanos demasiado
+desdichados. Las cualidades físicas y morales han sido
+concedidas a los menesterosos como medio de salir de
+la pobreza y la miseria. Los unos tratan de aprovecharse
+de la riqueza de los ricos, ayudándoles en sus placeres,
+y hacen de ellos sus víctimas; los otros, contribuyen a
+su instrucción y tratan de hacer de ellos hombres honrados;
+claro es que rara vez lo consiguen; pero eso ya no
+entra en los planes de la divina sabiduría; por lo menos
+sacan fruto a sus desvelos: el de vivir a costa de aquéllos
+a quienes instruyen. De cualquier modo que se mire
+es innegable que es una renta saneada para los pobres
+la necedad de los ricos».</p>
+
+<p>Tales pensamientos me reanimaron un poco el corazón
+y la cabeza. Resolví como primera medida, ir a consultar
+a M. Lescaut, hermano de Manon. Conocía perfectamente
+París y ocasiones no me habían faltado para convencerme<span class="pagenum" id="Page_65">[Pg 65]</span>
+que no era ni de sus rentas, ni de la paga del
+Rey, de donde sacaba sus más saneados ingresos. Quedábanme
+apenas veinte <em>pistolas</em> que felizmente para mí,
+guardaba en el bolsillo. Mostréle mi bolsa confiándole mi
+desgracia y mis crueles dudas, y acabé por preguntarle
+si no veía para mí más solución que morirme de hambre
+o saltarme, desesperado, la tapa de los sesos. Contestóme
+que saltarse la tapa de los sesos era recurso de necios;
+en cuanto a morirse de hambre, efectivamente, había
+mucha gente de ingenio que se veía reducida a ello cuando
+no quería hacer uso de sus habilidades; que sólo
+de mí dependía el saber si era o no capaz de ello; que,
+por lo que a él se refería, no podía sino ofrecerme su
+ayuda y su consejo en todas mis empresas.</p>
+
+<p>«Todo eso es muy vago—le respondí.—Mis apuros
+piden más pronto remedio, y soluciones más radicales,
+así por ejemplo, ¿qué voy a decir a Manon?—A propósito
+de Manon—me interrumpió—; ¿qué es lo que os
+apura? ¿No tenéis en ella el medio, con sólo quererlo, de
+acabar para siempre con vuestras inquietudes? Una mujer
+como ella debía bastar a sostenernos a los tres». Cortóme
+la respuesta que tal impertinencia merecía, para decirme
+que me garantizaba mil escudos a partir entre los
+dos, antes de la noche, si aceptaba su consejo; que conocía
+a un señor, liberal en materia de placeres, que estaba
+seguro que daría gustoso los mil escudos con tal de obtener
+los favores de una mujer como Manon.</p>
+
+<p>Le interrumpí: «Tenía mejor opinión de vos; siempre<span class="pagenum" id="Page_66">[Pg 66]</span>
+creí que el motivo que os impulsaba a distinguirme
+con vuestra amistad era un sentimiento muy distinto del
+que os mueve a hablarme ahora». Confesóme impúdicamente
+que lo mismo había pensado siempre y que, desde
+que su hermana había violado las leyes de su sexo, aunque
+fuése en favor del hombre que más amaba en el
+mundo, no se había reconciliado con ella sino con el designio
+de sacar provecho de su mala conducta. Poco
+trabajo me costó comprender que hasta entonces habíamos
+sido sus víctimas. Por muy grande que fuera la impresión
+que su discurso me causara, la necesidad que
+tenía de él me obligó a contestarle riendo que su consejo
+era un recurso extremo, que habría que dejar para un
+caso desesperado. Le rogué que me indicase otro cualquier
+camino.</p>
+
+<p>Propúsome en vista de ello aprovechar mi juventud y mi
+buena figura para ponerme bajo la protección de alguna
+dama vieja y generosa. Tampoco me agradó aquel medio
+que me hacía infiel a Manon.</p>
+
+<p>Le hablé yo entonces del juego como del remedio más
+decoroso y más conveniente a mi situación. Díjome que
+el juego era en verdad un recurso pero que aquello
+exigía una explicación; que ponerse a jugar con las esperanzas
+de la suerte era rematar seguramente mi pérdida;
+que tratar de emplear yo sólo y sin ninguna ayuda ajena,
+los medios que cualquier hombre hábil usa para corregir
+las injusticias de la suerte, era oficio harto peligroso; que
+quedaba un tercer recurso que era el de la asociación,<span class="pagenum" id="Page_67">[Pg 67]</span>
+aunque mi juventud le hacía temer que los señores confederados
+no me juzgasen con las cualidades necesarias
+para entrar en la liga. Sin embargo, ofrecióme interponer
+sus buenos oficios y lo que es más, y nunca hubiese esperado
+de él, puso a mi disposición algún dinero si me
+urgía. Yo, por mi parte, lo único que le pedí fué que
+nada dijese a Manon de la pérdida que habíamos sufrido
+ni de la conversación habida entre ambos.</p>
+
+<p>Salí de su casa aún menos satisfecho que había entrado,
+y hasta me arrepentí de haberle confiado mi secreto.
+Nada había hecho por mí que no hubiese podido lograr
+de él sin necesidad de confiarle mi cuita, y en cambio
+temía mortalmente que faltase a la promesa que me hiciera
+de no decir nada a Manon. Además, llegué a temer,
+analizando sus sentimientos para con mi querida, que aspirase
+a explotarla por su cuenta, arrancándola de mis
+manos o aconsejándola por lo menos que me abandonase
+por otro amante más rico y más feliz. Respecto a todo
+esto hice mil reflexiones que no sirvieron sino para atormentarme
+y renovar la desesperación en que me hallaba
+por la mañana. Varias veces se me ocurrió el pensamiento
+de escribir a mi padre fingiendo una nueva conversión
+para así obtener algún dinero, pero me detuvo la
+idea de que, pese a su bondad, me había encerrado seis
+meses en severa prisión por mi primera falta y que después
+de un escándalo, como el que debió de producir mi
+fuga de San Sulpicio, me impondría castigo mucho más
+severo.</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_68">[Pg 68]</span></p>
+
+<p>En fin, en aquel torbellino de ideas se destacó una que
+devolvió la calma a mi espíritu y me hizo asombrarme
+de no haberla concebido antes. Fué recurrir a Tiberio en
+quien tenía la seguridad de hallar el mismo fondo de amistad.
+Nada hay más admirable, ni nada hace más honor a
+la virtud que la confianza con que nos dirigimos a las personas
+cuya probidad nos es conocida. Sentimos que no
+hay riesgo en ello; si no siempre están en condiciones de
+ayudar materialmente, por lo menos estamos seguros de
+hallar bondad y compasión. El corazón que se cierra con
+tan gran cuidado, ante los otros hombres, ábrese espontáneamente
+en su presencia como se abre una flor a la luz
+del sol, del que no espera sino una dulce influencia.</p>
+
+<p>Miré como prueba de la protección celestial el haberme
+acordado tan oportunamente de Tiberio y decidí buscar
+los medios de verle antes de la noche. Volvíme inmediatamente
+a mi casa para escribirle y señalarle sitio propio
+para nuestra entrevista. Le encarecía el silencio y la discreción
+como uno de los mayores servicios que podía
+hacerme en mi situación delicadísima. La alegría que la
+esperanza de verle encendía en mi espíritu borró las
+huellas de la pena que Manon hubiese notado seguramente.
+Habléle de nuestra desgracia de Chaillot como
+de una bagatela que no tenía por qué inquietarla. Como
+París era el lugar del mundo que más le agradaba, oyóme
+con gusto decir que convenía permanecer allí hasta que
+en nuestra residencia campesina se reparasen algunos
+desperfectos causados por el incendio.</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_69">[Pg 69]</span></p>
+
+<p>Una hora más tarde recibí la respuesta de Tiberio que
+me ofrecía ir al lugar designado. Corrí impaciente. Sentía,
+sin embargo, vergüenza de mostrarme a un amigo cuya
+sola vista era un reproche para mis desórdenes; pero la
+idea que tenía de la bondad de su corazón y el interés de
+Manon, sostuvieron mi flaqueza.</p>
+
+<p>Habíale rogado que me esperase en el jardín del <em>Palais-Royal</em>.
+Llegó antes que yo. Estrechóme largamente
+entre sus brazos y sentí su rostro bañado en llanto. Díjele
+que me presentaba ante él confuso y avergonzado y
+que comprendía toda mi ingratitud; que lo primero que
+le rogaba era que dijese si me era aún permitido mirarle
+como amigo después de haber merecido tan justamente
+perder su estimación y su cariño. Respondióme con ternura
+que nada en el mundo era capaz de hacerle renunciar
+a esa cualidad; que mi desgracia, y aun mis faltas y
+ligerezas, no habían hecho sino redoblar su cariño hacia
+mí; pero que era un cariño mezclado con vivísimo dolor,
+tal como se siente por una persona muy amada a quien
+se ve caminar a su perdición sin poderlo remediar.</p>
+
+<p>Nos sentamos en un banco. «¡Ay!—le dije con un suspiro
+que salía del fondo de mi corazón—Vuestra compasión
+ha de ser inmensa, querido Tiberio, si como me
+aseguráis es igual a mis penas. Vergüenza me causa confesarlas,
+pues he de decir que la causa de ellas no es
+gloriosa; pero las consecuencias son tan tristes que no es
+necesario quererme, como me queréis, para sentirse enternecido».</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_70">[Pg 70]</span></p>
+
+<p>Me pidió como una prueba de amistad que le contase
+todo lo sucedido desde mi salida de San Sulpicio. Satisfice
+su curiosidad, y lejos de alterar nada de la verdad,
+ni tratar de disimular mis faltas para hacerlas excusables,
+le hablé de mi pasión con toda la fuerza que me inspiraba.
+Se la expliqué como uno de esos golpes del destino
+que se complace en la ruina de un infeliz y de que tan
+difícil es a la virtud defenderse como a la prudencia prevenirse.
+Hícele vivísima pintura de mis zozobras, mis inquietudes,
+de la desesperación en que me encontraba
+dos horas antes de verle y del estado en que recaería si
+me faltaba el apoyo de mis amigos tan implacablemente
+como el de la fortuna. En fin, conseguí emocionar de tal
+modo al buen Tiberio, que le vi tan afligido por la compasión
+como lo estaba yo por la pena.</p>
+
+<p>No se cansaba de abrazarme y exhortarme a tener conformidad
+y valor, pero como insistía en creer que había
+de separarme de Manon hícele comprender claramente
+que era esa separación lo que yo miraba como la mayor
+de las desgracias y que estaba dispuesto a sufrir no ya la
+miseria sino hasta la muerte antes de aceptar un remedio
+que me parecía peor que todos mis males juntos.</p>
+
+<p>«Explicáos—me dijo entonces—. ¿Qué clase de ayuda
+puedo prestaros puesto que os subleváis contra todos los
+medios que os propongo?». No osaba yo confesarle que
+era de su bolsa de lo que había menester. Comprendiólo
+al fin y permaneció un rato con el aire de persona que
+duda. «No creáis—replicó por fin—que mi súbita frialdad<span class="pagenum" id="Page_71">[Pg 71]</span>
+provenga de un relajamiento en mi celo y mi amistad para
+vos; pero, ¡en qué alternativa me ponéis, entre negaros el
+único socorro que queréis aceptar o faltar a mi deber
+concediéndooslo!... porque, ¿no es contribuir a vuestros
+desórdenes daros los medios de perseverar en ellos?».
+«Sin embargo—continuó tras unos momentos de reflexión—,
+quiero creer que sea tal vez el estado violento
+en que os precipita vuestra indigencia lo que os priva de
+libertad para tomar el mejor partido. Hace falta un ánimo
+sereno para gustar de la sabiduría y de la verdad.
+Encontraré medio de procuraros algún dinero. Permitidme,
+mi querido caballero—añadió abrazándome—, poneros
+tan sólo una condición, y es que a lo menos me indicaréis
+el lugar donde viváis y no os opondréis a que
+realice mis esfuerzos para traeros al camino de la virtud,
+del que sólo la violencia de vuestras pasiones os aleja».</p>
+
+<p>Concedíle gustoso cuanto me pedía y tan sólo le supliqué
+a mi vez que compadeciese mi mala suerte que me
+arrastraba a desaprovechar los consejos de amigo tan
+virtuoso. Llevóme acto seguido a casa de un banquero
+amigo suyo que me prestó cien <em>pistolas</em> contra una letra
+suya, pues él no tenía en aquel momento dinero disponible.
+Ya he dicho que no era rico. Su beca era de mil
+escudos, pero como era el primer año que estaba en posesión
+de ella, aún no había cobrado sus rentas, así que
+era sobre sus futuros beneficios sobre los que me hacía
+el préstamo.</p>
+
+<p>Comprendí todo el valor de su generosidad. Me emocioné<span class="pagenum" id="Page_72">[Pg 72]</span>
+hasta el punto de deplorar la ceguedad de un amor
+fatal que me hacía faltar a todos los deberes. La virtud
+tuvo durante unos momentos fuerza bastante para proyectar
+vivísima luz en mi espíritu, haciéndome ver la indignidad
+de mis cadenas. Pero el combate fué ligero y
+duró poco. La vista de Manon me hubiese hecho abandonar
+el cielo y asombréme, al volver a su lado, de haber
+podido, por un momento, considerar vergonzosa una ternura
+tan justificada por objeto tan encantador.</p>
+
+<p>Manon era una criatura de carácter extraordinario. Jamás
+mujer alguna tuvo menos apego que ella al dinero;
+pero, en cambio, no podía permanecer en paz ante el temor
+de que pudiese faltarle. Eran placeres y pasatiempos
+gratos lo que le era menester; no hubiese por su gusto
+tocado una pieza de cobre si hubiese sido dable divertirse
+gratis. Ni siquiera se informaba de cuál era el estado de
+nuestra fortuna a condición de pasar agradablemente el
+día. De modo que no siendo ni muy dada al juego, ni
+apasionada de un lujo extraordinario, nada más fácil que
+tenerla contenta con sólo inventar cada día una diversión.
+Pero eso sí, érale tan necesario el placer que sin él
+no había la menor probabilidad de poder influir sobre su
+humor y sus inclinaciones. Así pues, aunque me amaba
+tiernamente, y era yo el único capaz de hacerle gustar
+perfectamente las delicias del amor, tenía la certeza de
+que su ternura no resistiría a ciertos temores. Me hubiese
+preferido al mundo entero con una fortuna mediocre;
+pero tenía la triste certeza de que me abandonaría por un<span class="pagenum" id="Page_73">[Pg 73]</span>
+M. de B... cualquiera en cuanto yo no tuviese para ofrecerle
+sino mi constancia y mi fidelidad.</p>
+
+<p>Decidí en vista de todo esto, reducir de tal modo mis
+gastos particulares que en cualquier momento me hallase
+en condiciones de subvenir a los suyos y antes privarme
+de mil cosas necesarias que suprimirle a ella ninguna por
+superflua que fuése. La carroza me asustaba más que todo
+el resto, pues no veía medio de sostener al cochero y los
+caballos.</p>
+
+<p>Descubrí mis zozobras a Lescaut. No le había ocultado
+haber recibido cien pistolas de un amigo. Repitióme que
+si quería probar fortuna en el juego no desesperaba, siempre
+que estuviese yo dispuesto a sacrificar un centenar
+de francos para obsequiar a sus asociados, de que ellos
+me admitiesen, gracias a su recomendación, en la liga de
+la industria. Pese a mi repugnancia a engañar, dejéme
+arrastrar por una cruel necesidad.</p>
+
+<p>Lescaut presentóme aquella misma noche como pariente
+suyo. Añadió que tenía yo tantas más probabilidades
+de éxito cuanto que mayores eran mis necesidades
+de dinero. Sin embargo, para hacer ver que mi miseria
+no era la de un hombre reducido al último extremo, anuncióles
+que me proponía invitarles a cenar. La invitación
+fué aceptada; tratéles espléndidamente. Hicieron largos
+comentarios sobre la gentileza de mi figura y mis felices
+disposiciones. Sostuvieron que se podía esperar mucho
+de mí, porque habiendo en mi rostro algo que denunciaba
+a la legua al hombre honrado, nadie desconfiaría de mis<span class="pagenum" id="Page_74">[Pg 74]</span>
+manejos. En fin, dieron las gracias a Lescaut por haberles
+proporcionado un novicio de mis méritos, y encargaron
+a dos caballeros de darme durante algunos días las instrucciones
+necesarias.</p>
+
+<p>El teatro principal de mis empresas había de ser el
+Hotel de Transilvania, donde había una mesa de faraón
+en una sala y otros varios juegos de cartas y de dados
+en la galería. Aquella academia funcionaba en provecho
+del príncipe de R..., que habitaba entonces en Clagny, y
+la mayoría de sus oficiales pertenecían a nuestra sociedad.
+¿Lo diré para vergüenza mía? En poco tiempo supe
+aprovechar las lecciones de mi maestro. Adquirí sobre
+todo gran habilidad para escamotear la carta y, con
+ayuda de unos puños largos y rizados, hacíala desaparecer
+lo bastante ligeramente para engañar las miradas más
+hábiles, y arruinar sin tener apariencias de ello a no pocas
+gentes honradas. Habilidad tan extraordinaria acrecentó
+de tal modo mis ingresos que en pocas semanas
+me hallé dueño de sumas considerables, sin contar las
+que de buena fe compartía con mis asociados.</p>
+
+<p>No temí entonces ya participar a Manon nuestra pérdida
+de Chaillot, y para consolarla, al comunicarle la nueva infausta,
+alquilé una casa amueblada donde instalarnos con
+apariencias de opulencia y seguridad.</p>
+
+<div class="chapter">
+<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp75-1">
+ <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp75-1.jpg" alt="ilo1-p75">
+</figure>
+</div>
+
+<div class="chapter">
+<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp75-2">
+ <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp75-2.jpg" alt="ilo2-p75" title="p75-ilo2">
+</figure>
+</div>
+
+<div class="chapter">
+<p><span class="pagenum" id="Page_75">[Pg 75]</span></p>
+</div>
+
+<p>Tiberio, durante aquel tiempo, no había dejado de visitarme
+con frecuencia. Sus sermones no acababan nunca.
+Sin cesar me representaba todo el daño que hacía a mi
+conciencia, a mi honra y a mi fortuna. Oía sus consejos
+deferente, y aunque no tenía la menor intención de seguirlos,
+le agradecía su interés, conocedor del cariño que le
+inspiraba. Algunas veces bromeaba con él en presencia
+misma de Manon, y exhortábale a no ser tan escrupuloso
+cuando no pocos sacerdotes y aun obispos sabían hacer
+perfectamente compatible una querida con un beneficio.
+«Mirad—decíale señalando los ojos de mi amiga—y decid
+si no hay falta que esté disculpada por tan bella causa».
+Hacía acopio de paciencia; llevóla aún asaz lejos, pero
+cuando vió que mis riquezas iban en aumento y que no
+sólo le había pagado sus cien <em>pistolas</em> sino que, habiendo
+alquilado una casa y doblado mis gastos, iba a precipitarme
+aún más en los placeres, cambió por completo de
+conducta. Quejóse de mi contumacia, amenazóme con el
+castigo del cielo y me predijo una parte de las desgracias,
+que no tardaron en llover sobre mí. «Es imposible—me dijo—que
+las riquezas que os sirven para mantener
+vuestros desórdenes os hayan venido por vías legítimas.
+Las habéis adquirido injustamente y de igual modo
+os veréis privado de ellas. El mayor castigo que Dios pudiera
+daros sería el de dejaros disfrutar tranquilamente
+de ellas. Todos mis consejos os han sido inútiles; ya preveía
+yo que pronto os parecerían enojosos. Adiós ingrato
+y débil amigo. ¡Ojalá vuestros criminales deleites se
+evaporen como una sombra, quiera el cielo que vuestra
+dicha y vuestras riquezas desaparezcan sin remedio, para
+que solo y desnudo podáis comprender la vanidad de
+los bienes que tan locamente os embriagaron! Entonces<span class="pagenum" id="Page_76">[Pg 76]</span>
+será cuando me halléis dispuesto a amaros y serviros,
+pero hoy rompo todo trato con vos y abomino de la vida
+que lleváis».</p>
+
+<p>Fué en mi habitación, ante los ojos de Manon, donde
+me dirigió esta arenga apostólica. Levantóse para retirarse;
+quise detenerle, pero a mi vez fuí detenido por Manon,
+que me dijo que era un loco a quien había que dejar
+franca la salida.</p>
+
+<p>Su discurso no dejó de hacerme alguna impresión.
+Hago notar los varios impulsos de mi corazón para volver
+a los senderos del bien, porque a este recuerdo he
+debido parte de mi fuerza en las más tristes circunstancias
+de mi vida. Las caricias de Manon disiparon en un
+momento el disgusto que tal escena me había causado.
+Seguimos llevando una vida de placeres y amor. El
+aumento de riquezas redobló nuestro cariño. Venus y la
+Fortuna no tenían esclavos más tiernos y felices. ¡Dioses!
+¿Por qué llamar al mundo lugar de miserias, cuando pueden
+disfrutarse en él tales dichas? Pero, ¡ay de mí!, su
+esencia misma estriba en ser fugaces. ¿Qué otra dicha
+podría uno anhelar si fuesen de naturaleza de durar siempre?
+Las nuestras siguieron el común destino, es decir,
+durar poco y traer tras sí un cortejo de amargas nostalgias.</p>
+
+<p>Había realizado en el juego tales ganancias que comencé
+a pensar en la conveniencia de colocar parte del
+dinero. Nuestros criados no ignoraban nuestra prosperidad,
+sobre todo mi ayuda de cámara y la doncella de<span class="pagenum" id="Page_77">[Pg 77]</span>
+Manon, delante de los cuales hablábamos sin rebozo. La
+muchacha era guapa y mi ayuda de cámara estaba enamorado
+de ella. Habíanselas con amos jóvenes y confiados
+a quienes se figuraron poder engañar fácilmente.
+Concibieron el designio, y lo realizaron, tan desdichadamente
+para nosotros, que nos colocaron en estado tal
+que jamás nos fué posible salir de él.</p>
+
+<p>Habiéndonos invitado una noche Lescaut a cenar, eran
+cerca de las doce cuando volvimos a casa. Llamé a mi
+criado, Manon a su doncella; ni el uno ni el otro acudieron.
+Nos dijeron que desde las ocho de la noche no se
+les había visto por la casa, pues salieron, haciendo previamente
+trasladar unos cajones, obedeciendo las órdenes
+que decían haber recibido de nosotros. Supuse desde
+luego algo de la realidad; pero no forjé sospecha que no
+fuése sobrepujada por lo que vi al entrar en mi cuarto.
+La cerradura de mi secreter había sido saltada y mi dinero
+y mis ropas habían desaparecido. En los momentos
+en que meditaba sobre lo sucedido vino a mí Manon,
+consternada, diciéndome que en su habitación habían
+hecho el mismo saqueo.</p>
+
+<p>Fué tan cruel el golpe, que sólo merced a un esfuerzo
+extraordinario de mi razón no me abandoné a los gritos
+y las lágrimas. El temor de comunicar mi desesperación
+a Manon hízome tomar aires tranquilos. Díjele, bromeando,
+que me vengaría sobre algún incauto del hotel de
+Transilvania. Sin embargo, parecióme tan abatida por la
+desgracia, que su pena tuvo más fuerza para afligirme<span class="pagenum" id="Page_78">[Pg 78]</span>
+que mi fingida alegría había tenido para impedir su excesivo
+abatimiento. «¡Estamos perdidos!», díjome con lágrimas
+en los ojos. Traté vanamente de consolarla con
+mis caricias; mis propias lágrimas traicionaban mi desesperación
+y mi consternación. En efecto, estábamos tan
+absolutamente arruinados, que no nos quedaba ni una
+camisa.</p>
+
+<p>Tomé el partido de enviar a buscar en seguida a
+Lescaut. Aconsejóme ir sin tardanza a ver al jefe superior
+de policía y al gran preboste de París. Fuí, pero
+para mi mal; pues, aparte de que aquel paso, así como
+los que hice dar a varios oficiales de policía, no sirvieron
+para nada, di tiempo a Lescaut para hablar con su hermana
+y sugerirle en mi ausencia una atroz determinación.
+Hablóla de M. de G... M..., viejo voluptuoso que pagaba
+pródigamente los placeres, y le hizo ver tales ventajas en
+ponerse bajo su protección que, turbada como estaba
+por nuestra desgracia, acabó por aceptar cuanto él tuvo
+a bien proponerle. Tan honroso trato cerróse antes de
+mi regreso, y su realización quedó aplazada para el día
+siguiente, después que Lescaut hubiese prevenido a M. de
+G... M... Encontré a Lescaut que me aguardaba en mi
+casa; pero Manon se había acostado y dado orden a su
+lacayo de decirme que, necesitada como estaba de reposo,
+me rogaba la dejase sola por aquella noche. Lescaut
+se separó de mí, no sin ofrecerme unas <em>pistolas</em>, que
+acepté. Eran ya las cuatro cuando me acosté, y habiendo
+aun meditado largamente sobre los medios de rehacer mi<span class="pagenum" id="Page_79">[Pg 79]</span>
+fortuna, me dormí tan tarde que hasta las once no pude
+despertarme. Levantéme prestamente para ir a informarme
+de la salud de Manon y me dijeron había salido una
+hora antes con su hermano, que vino a recogerla en una
+carroza de alquiler. Aunque tal salida me pareció sospechosa,
+violentéme para rechazar mis sospechas. Dejé
+transcurrir algunas horas, que pasé entregado a la lectura.
+Por fin, no siendo ya dueño de mi inquietud, púseme
+a pasear a grandes pasos por nuestras habitaciones.
+Vi en la de Manon una carta cerrada que estaba sobre
+su mesa. La abrí con mortal presentimiento. Estaba
+concebida en estos términos:</p>
+
+<p>«Te juro, amado caballero, que tú eres el ídolo de mi
+corazón y que no hay sino tú en el mundo a quien pueda
+amar como te amo... ¿Pero no comprendes, pobre alma
+mía, que en las circunstancias a que nos vemos reducidos
+es necia virtud la fidelidad? ¿Crees que sin pan vive la
+ternura? El hambre me causaría alguna equivocación fatal;
+cualquier día lanzaría el último suspiro creyendo lanzar
+uno de amor. Te adoro, ten la seguridad de ello, pero
+déjame durante algún tiempo ser yo la que se ocupe de
+rehacer nuestra fortuna. ¡Desgraciado aquél que caiga en
+mis redes! Trabajo por hacer a mi caballero rico y feliz.
+Mi hermano te dará noticias mías y te dirá lo mucho que
+sufro ante la necesidad de abandonarte».</p>
+
+<p>Quedé, tras la lectura de esta carta, sumido en un estado
+que me será muy difícil describir, pues ignoro aún
+hoy qué sentimientos me agitaban entonces. Fué una de<span class="pagenum" id="Page_80">[Pg 80]</span>
+esas situaciones únicas que no han tenido paridad en
+otra alguna. No sabe uno explicárselas a los demás porque
+no pueden tener ni una idea aproximada de ellas, y
+es muy difícil explicárselas a sí mismo, porque siendo
+únicas en su clase no se enlazan a nada en nuestra memoria
+y no pueden ni aun compararse con ningún sentimiento
+conocido. De todos modos, cualesquiera que fuesen
+los míos, participaban desde luego del dolor, del despecho,
+de los celos y de la vergüenza. ¡Feliz de mí si no
+hubiese sido aún mayor la dosis de amor!</p>
+
+<p>«Me ama, quiero creerlo así; pero ¿no necesitaría ser un
+monstruo para odiarme? ¿Qué derechos existieron jamás
+sobre un corazón que no tenga yo sobre el suyo? ¿Qué podría
+hacer por ella después de todo lo hecho ya? ¡Sin embargo,
+me abandona y la ingrata se cree a cubierto de mis
+reproches con decirme que no ha cesado de amarme! Y
+habla del hambre. ¡Gran Dios, con qué grosería de sentimientos
+responde a mi delicadeza! ¡No pensaba yo en
+eso cuando por amor a ella renuncié a mi fortuna y a
+las dulzuras del hogar paterno; yo que me he privado
+hasta de lo más preciso para proporcionarle sus menores
+deseos y sus menores caprichos! Me adora, dice. ¡Si me
+hubieses adorado, ingrata, no hubieses aceptado los consejos
+que te daban, no me hubieses abandonado al menos
+sin decirme adiós! Soy yo quien ha de decir los crueles
+sentimientos que se experimentan al separarse de las
+personas a quienes se ama». Mis quejas viéronse interrumpidas
+por una visita con la que no contaba. La de<span class="pagenum" id="Page_81">[Pg 81]</span>
+Lescaut. «¡Verdugo!—le dije echando mano a la espada—;
+¿Dónde está Manon? ¿Qué has hecho de ella?». Mi impulso
+pareció aterrarle. Díjome que si era así como le recibía,
+justamente cuando venía a darme cuenta del mayor
+servicio que cabía ofrecerme, iba a retirarse para no
+volver jamás a poner los pies en mi casa. Corrí a la puerta,
+que cerré. «No creas—díjele encarándome con él—que
+vas una vez más a engañarme con fábulas y cuentos.
+Has de defender tu vida o devolverme a mi Manon.—¡Cuidado
+que sois vivo de genio! Es justamente la única
+razón que aquí me trae. Vengo a comunicaros una
+dicha que no esperáis y por la que tal vez me debáis un
+poco de agradecimiento».</p>
+
+<p>Quise una explicación inmediata. Contóme entonces
+que Manon no pudiendo con el miedo a la miseria y sobre
+todo resignarse de golpe y porrazo a la reducción de
+nuestro tren, habíale rogado que le presentase a M. de
+G... M..., que pasaba por ser hombre generoso. Guardóse,
+claro es, muy bien de decirme que había sido él quien
+se lo propuso y que había arreglado las cosas antes de
+decidirla a ello. «La he presentado esta mañana, y el
+buen caballero se ha mostrado tan satisfecho que por
+primera providencia la ha invitado a ir a pasar unos días
+con él en su casa de campo. Yo—prosiguió Lescaut—que
+he comprendido en seguida de qué utilidad podía
+ser aquello para vos, le hice saber discretamente que
+Manon había experimentado en estos últimos tiempos
+grandes pérdidas en el juego, y de tal modo he sabido<span class="pagenum" id="Page_82">[Pg 82]</span>
+exaltar su generosidad que ha empezado por hacerle un
+donativo de doscientas <em>pistolas</em>. Le he dicho que eso estaba
+bien por el momento, pero que el porvenir traería
+a mi hermana grandes gastos, que además se había encargado
+de la educación de un hermano menor que nos
+había quedado después de la muerte de nuestros padres,
+y que si la estimaba como decía, no la dejaría padecer en
+la persona del pobre niño, que Manon miraba como la
+mitad de sí misma. Tal narración ha tenido la virtud de
+enternecerle. Se ha comprometido a alquilar una casa
+cómoda para ella y para vos, puesto que vos sois ese
+pobre hermanito huérfano; ha prometido amueblárosla
+con decoro y pasaros además, todos los meses, cuatrocientas
+libras que, o yo no sé contar, o hacen cuatro mil ochocientas
+al año. Ha dado orden a su intendente antes de
+marchar al campo, de buscar una casa y tenerlo todo
+dispuesto para su regreso. Entonces veréis a Manon que
+me ha encargado mil abrazos para vos y deciros que os
+ama más que nunca».</p>
+
+<p>Sentéme a meditar sobre aquellos curiosos lances que
+me deparaba la suerte. Hallábame en tal perplejidad que
+tardé mucho tiempo en contestar a las preguntas con que
+Lescaut me agobiaba. Fué entonces cuando el honor y la
+virtud hiciéronme sentir aún las mordeduras del remordimiento
+y cuando eché una mirada retrospectiva que abarcaba
+Amiens, la casa paterna y San Sulpicio, todos
+los lugares, en fin, en que viví inocente y feliz. ¡Qué inmenso
+abismo separábame de aquellos días dichosos! Ya no<span class="pagenum" id="Page_83">[Pg 83]</span>
+los veía sino como lejanas sombras que si bien aun atraían
+mis deseos y mis nostalgias no tenían ya fuerza para
+hacer brotar la voluntad. «¿Por qué fatalidad—decíanme—me
+han hecho de tal modo criminal? El amor es
+una pasión inocente; ¿cómo se ha tornado para mí en
+fuente de miserias y desórdenes? ¿Qué me impedía vivir
+virtuoso y feliz junto a Manon? Mi padre que tan tiernamente
+me amaba, ¿no hubiese cedido de apremiarle con
+justas instancias? ¡Ah!, mi padre hubiérala amado él
+mismo como a una hija querida digna de hacer la dicha
+de su hijo y ahora sería yo feliz con el amor de Manon,
+el afecto de mi padre, la estima de las gentes honradas,
+los bienes de la fortuna y la tranquilidad de la virtud.
+¡Cruel contrasentido! ¿Qué infamia vienen a proponerme?
+¿Qué abyecciones voy a compartir? ¿Pero, me queda
+el recurso de vacilar siendo Manon la que lo ha arreglado
+y perdiéndola yo si no me conformo a ello?». «Señor
+Lescaut—grité cerrando los ojos como para apartar tan
+descorazonadoras reflexiones—, si su intención es servirme
+os doy las gracias; tal vez hubieseis podido tomar
+por más honrados caminos, pero es cosa hecha, ¿verdad?
+No pensemos pues sino en aprovechar vuestros esfuerzos
+y en poner en práctica vuestro proyecto».</p>
+
+<p>Lescaut a quien mi cólera seguida de tan largo silencio
+había sumido en la inquietud, pareció encantado de verme
+tomar un partido tan distinto del que temiera. Era
+todo menos valiente y de ello tuve buenas pruebas a
+continuación. «Si, sí, ya lo creo—aseguró—, es un verdadero<span class="pagenum" id="Page_84">[Pg 84]</span>
+favor el que os he hecho y ya veréis cómo trae
+más ventajas de las que ahora parece». Pusímosnos de
+acuerdo sobre la manera de disipar la desconfianza que
+M. de G... M... pudiese abrigar sobre nuestra pretendida
+fraternidad viéndome mayor y más viejo de lo que probablemente
+esperaría. No encontramos sistema mejor que
+tomar ante el aire inocente y provinciano y hacerle creer
+que mi deseo era abrazar el estado eclesiástico, para lo
+cual asistía diariamente al colegio. Resolvimos también
+que mi indumentaria dejaría mucho que desear la primera
+vez que me presentase ante él.</p>
+
+<p>Volvió a la ciudad tres o cuatro días después; llevó él
+mismo a Manon a la casa que su intendente había tenido
+cuidado de preparar. Hizo prevenir en seguida a Lescaut
+de su regreso, y habiéndome avisado éste a mí, los dos
+nos presentamos en la casa. El viejo amante había partido
+ya.</p>
+
+<p>Pese a la resignación con que me había sometido a su
+voluntad, no pude reprimir la protesta de mi corazón al
+verme ante ella. La parecí triste y mustio; la alegría de su
+presencia no era suficiente para borrar la pena de su infidelidad.
+Ella, por el contrario, parecía transfigurada por la
+alegría de verme. Hízome reproches de mi frialdad; no
+impidió, sin embargo, que los epítetos de pérfida e infiel
+se escapasen de mis labios, acompañados de otros tantos
+suspiros.</p>
+
+<p>Burlóse primero de mi simplicidad; pero cuando vió mis
+miradas fijarse en ella laceradas y la tristeza que ponía<span class="pagenum" id="Page_85">[Pg 85]</span>
+en aceptar un cambio tan opuesto a mi genio y a mis
+deseos, fuése sola a su habitación, y como un momento
+después la siguiera, encontréla deshecha en llanto. Le
+pregunté la causa. «¡Bien fácil es adivinarla!—respondióme—.
+¿Cómo he de vivir si mi presencia os da ese
+aspecto sombrío y os entristece? No habéis sido para hacerme
+una caricia en una hora que lleváis aquí y habéis
+recibido las mías con la dignidad del Gran Turco en su
+serrallo».—«Escuchadme, Manon—repliquéle, abrazándola—.
+No puedo ocultaros que tengo el corazón mortalmente
+afligido. No hablo ahora de la alarma en que vuestra
+fuga me sumió, ni de la crueldad que supone dejarme
+sin una palabra de consuelo, después de pasar la noche en
+un lecho que no era el mío; el encanto de vuestra presencia
+me haría olvidar mucho más. Pero ¿creéis que puedo
+pensar, sin que un sollozo se escape de mi garganta y las
+lágrimas se agolpen a mis ojos—proseguí, vertiendo algunas—,
+en la triste vida que pretendéis lleve yo en esta
+casa? Dejemos mis miramientos y mi honor a un lado; no
+son tan débiles razones las que han de combatir un amor
+como el mío; pero ese mismo amor, ¿no comprendéis que
+ha de gemir al verse tan mal recompensado o, mejor
+dicho, tan cruelmente tratado por una querida dura e ingrata?».</p>
+
+<p>Interrumpióme: «Escuchad, mi caballero; es inútil atormentarme
+con reproches que me desgarran el corazón
+cuando vienen de vos. Bien veo lo que os hiere. Esperaba
+que aceptaríais el proyecto que había discurrido para rehacer<span class="pagenum" id="Page_86">[Pg 86]</span>
+nuestra fortuna y era por respeto a vuestra delicadeza
+que comenzara a ponerlo en ejecución sin consultároslo;
+pero puesto que no lo aprobáis, renuncio a él».
+Añadió que tan sólo me pedía un poco de complacencia
+para acabar el día, que había recibido ya doscientas pistolas
+de su viejo amante, que además habíale prometido
+traerle un collar de perlas y algunas otras alhajas, más la
+pensión anual. «Dejadme tan sólo—imploró—el tiempo
+de recibir sus presentes. Os juro que no podrá jactarse
+de lo que ha obtenido de mí, pues yo he ido demorando
+mi rendición hasta hallarnos de vuelta aquí. Verdad es
+que me ha besado más de un millón de veces las manos;
+justo es que pague ese placer y no le costará menos de
+cinco o seis mil francos, precio proporcionado a sus años
+y a sus riquezas».</p>
+
+<p>Su determinación me fué mucho más agradable que la
+esperanza de los cinco o seis mil francos. Tuve ocasión de
+contestar que mi corazón no había perdido aún todo sentimiento
+de honor, puesto que palpitaba satisfecho de
+escapar a aquella infamia. Pero había yo nacido para las
+alegrías cortas y los dolores largos. La fortuna no me
+salvaba de un precipicio sino para arrojarme en otro más
+hondo. Después de haber mostrado a Manon mi júbilo
+por mil mimos y caricias, díjele que convenía advertir a
+Lescaut para que nuestras medidas fuesen acordes. Puso
+él algunos reparos; pero la idea de los cuatro o cinco mil
+francos contantes y sonantes hiciéronle entrar alegremente
+en nuestros planes. Quedó acordado que nos reuniríamos<span class="pagenum" id="Page_87">[Pg 87]</span>
+todos a comer con M. de G... M..., por dos
+razones: una, para ofrecerme una escena divertida, haciéndome
+pasar por un escolar hermano de Manon; la
+segunda, para impedir que el viejo libertino se propasase
+con exceso con su querida, usando de un derecho que
+creería haber adquirido pagándole, tan generosamente,
+por adelantado. Debíamos retirarnos Lescaut y yo en el
+momento en que subiese a la habitación donde pensaba
+pasar la noche. Manon ofreciónos que, en vez de seguirle,
+se escaparía y vendría a reunirse con nosotros. Lescaut
+prometió tener una carroza en la puerta.
+Llegada la hora de la cena, M. de G... M... no se hizo
+esperar. Lescaut y su hermana estaban en la sala. La
+primera atención del viejo fué ofrecer a su bella un collar,
+brazaletes y arracadas de perlas, que valían, por lo
+menos, mil escudos; en seguida contóla en bellos luises
+de oro la suma de dos mil cuatrocientas libras, que constituían
+la mitad de la pensión, no sin sazonar su presente
+con mil ternuras, muy en el género de la antigua Corte.
+Manon no pudo negarle algunos besos, que al fin y al
+cabo eran pago del dinero que le pusiera entre las manos.
+Yo esperaba tras de la puerta, a que Lescaut me
+avisase que podía entrar.</p>
+
+<p>Vino a por mí en cuanto Manon hubo guardado el dinero
+y las alhajas. Llevóme a M. de G... M... y me ordenó
+hacerle una reverencia. Hícele dos o tres de las más profundas.
+«Dispénsele, caballero—advirtió Lescaut—; es
+un chiquillo, novato en lides sociales. Está muy lejos,<span class="pagenum" id="Page_88">[Pg 88]</span>
+como veréis, de tener los aires de París, pero esperamos
+que un poco de costumbre le dará aplomo. Tendréis el
+honor de ver aquí con frecuencia al señor—continuó,
+volviéndose a mí—; aprovechad la lección de tan noble
+modelo».</p>
+
+<p>El viejo amante pareció encantado de verme. Dióme
+unos golpecitos en la mejilla, diciéndome que era un
+guapo chico, pero que, por lo mismo, había de andar sobre
+guardia en París, donde los muchachos resbalaban
+fácilmente hacia el desbarajuste. Lescaut tranquilizóle,
+asegurándole que era de natural tan serio que no pensaba
+sino en hacerme sacerdote y que mi único entretenimiento
+consistía en construir rosarios. «Encuentro en
+él cierto parecido con Manon—afirmó el viejo, alzándome
+la cabeza con la mano.—Caballero, nos tocamos tan
+de cerca que es natural... así es que quiero a Manon como
+a mí mismo.—¿Oís?—hizo observar a Lescaut—. Tiene
+ingenio y es lástima que este muchacho no posea un poco
+más de mundo.—¡Oh!, caballero—repliqué—. He aprendido
+ya mucho en nuestras iglesias y creo que los habrá
+en París más tontos que yo.—¿Lo veis? Es pasmoso su
+despejo para un chico provinciano».</p>
+
+<p>Toda nuestra conversación fué poco o menos la misma
+durante la comida. Manon, que era tentada a la risa,
+estuvo en varias ocasiones a punto de estropearlo todo
+con sus carcajadas. En cuanto a mí, tuve en el trascurso
+de la cena ocasión de narrarle su propia historia y aun de
+predecir la desgracia que le amagaba. Manon y Lescaut<span class="pagenum" id="Page_89">[Pg 89]</span>
+estaban yertos durante mi cuento, sobre todo al trazar yo
+su retrato; pero el amor propio puso una venda en los
+ojos de la víctima impidiéndole reconocerse, y supe, por
+mi parte, rematar de tal modo la historia, que él fué el
+primero en encontrarla jocosa. Como ahora veréis, no ha
+sido sin motivo que me he extendido con respecto a esta
+ridícula escena.</p>
+
+<p>Llegó, por fin, la hora de acostarse, y el viejo habló de
+amor y de impaciencia. Nos retiramos Lescaut y yo. Condujéronle
+a su cuarto, y Manon, habiendo salido de él
+con pretexto de una imprescindible necesidad, vino a reunírsenos
+en la puerta. La carroza, que nos esperaba tres
+o cuatro casas más allá, avanzó para recogernos y en
+pocos momentos nos alejamos del barrio.</p>
+
+<p>Aunque, a mis ojos, aquella acción fuése una verdadera
+canallada, no era ciertamente la peor que debía tener
+que reprocharme. Más escrúpulos me inspiraba el dinero
+adquirido en el juego. Pero tan poco disfrutamos del uno
+como del otro, y plugo al cielo que el más leve de los
+dos delitos fuése el más severamente castigado.</p>
+
+<p>M. de G... M... no tardó mucho en darse cuenta de que
+había sido engañado. No sé si hizo desde aquella misma
+noche gestiones para dar con nuestro paradero; pero lo
+que sí sé es que tenía demasiado crédito para hacerlas
+mucho tiempo inútilmente, y que nosotros, por nuestra
+parte, fuimos lo suficientemente indiscretos para contar
+con las dimensiones de París y la distancia que había entre
+nuestro nuevo barrio y el suyo. No sólo supo nuestra<span class="pagenum" id="Page_90">[Pg 90]</span>
+habitación, sino también la vida que lleváramos anteriormente
+en París, los amores de Manon con B..., la mixtificación
+de que le hiciera víctima, en una palabra, todos
+los lances escandalosos de nuestra historia. Tomó la resolución
+de hacernos detener y de tratarnos, más que
+como a delincuentes, como a aturdidos libertinos. Aún
+estábamos acostados cuando entró en nuestra habitación
+un inspector de policía, seguido de una docena de guardias.
+Por primera providencia incautáronse de nuestro
+dinero, o, mejor dicho, del de G... M..., y luego, haciéndonos
+levantar sin demora, nos llevaron a la puerta, donde
+nos esperaban dos carrozas, en una de las cuales la
+pobre Manon fué arrebatada, sin razones de ningún género,
+mientras la otra me conducía a mí a San Lázaro.</p>
+
+<p>Hay que haber pasado por tales sinsabores para poder
+juzgar de la desesperación en que me dejaron sumido.
+Mis guardianes tuvieron la crueldad de no permitirme
+abrazar a Manon, ni decirle ni una palabra de adiós. Por
+mucho tiempo ignoré lo que había sido de ella. Fué esto
+una suerte para mí, pues una catástrofe semejante me
+hubiera hecho perder la razón y tal vez la vida.</p>
+
+<p>Mi pobre amada fué, pues, arrebatada ante mis propios
+ojos y conducida a un lugar cuyo solo nombre me estremece.
+¡Qué horrenda suerte para una criatura tan bella,
+que hubiese ocupado el primer trono del mundo de tener
+todos los hombres mis ojos y mi corazón! No la trataban
+mal, a decir verdad; pero encerráronle en estrecha prisión
+y condenáronla a realizar todos los días algunos<span class="pagenum" id="Page_91">[Pg 91]</span>
+trabajos como condición imprescindible para atender a su
+alimentación. No supe estos detalles sino algún tiempo
+después, cuando yo mismo había pasado por rudas penalidades.
+No habiéndome mis guardianes advertido tampoco
+el lugar donde tenían orden de conducirme, no lo
+supe hasta verme en la puerta de San Lázaro. Hubiera
+preferido en aquel momento la muerte al estado en que
+me creí próximo a caer. Tenía yo una idea terrible de
+aquella casa. Mi espanto subió de punto al ver que, una
+vez allí, mis guardianes registraban mis bolsillos para
+cerciorarse de que no me quedaba ningún arma ni medio
+alguno de defensa.</p>
+
+<p>Fuí conducido inmediatamente a presencia del superior,
+que ya estaba prevenido de mi llegada. Saludóme
+con gran bondad. «Padre mío, libradme, os lo suplico,
+de toda humillación. Mil vidas que tuviese perdería antes
+de pasar por una.—No, no, caballero—respondióme—;
+vuestra conducta será prudente y quedaremos satisfechos
+el uno del otro». Rogóme que subiese con él a una
+de las habitaciones del piso alto y le seguí sin resistencia.
+Los arqueros nos acompañaron y a una seña del superior
+se fueron dejándonos solos.</p>
+
+<p>«¿Soy vuestro prisionero?—le dije—Pues bien, padre
+mío, decidme qué pensáis hacer de mí». Díjome que
+estaba satisfecho de verme tomar aquel tono sensato,
+que su deber sería trabajar para inculcarme el amor a la
+virtud y a la religión, y el mío aprovechar sus enseñanzas,
+y que por poca buena voluntad que yo pusiese no<span class="pagenum" id="Page_92">[Pg 92]</span>
+hallaría sino placer en mi soledad. «¡Oh, padre mío!—suspiré—No
+conocéis lo único capaz de contentarme
+en la tierra».—«Lo sé; pero espero que vuestras inclinaciones
+cambiarán». Su respuesta me hizo comprender que
+estaba enterado de mis aventuras y quizás de mi nombre
+también. Pedíle una aclaración y me dijo que, como era
+natural, le habían informado de todo.</p>
+
+<p>Aquella aclaración fué el más cruel de mis castigos.
+Empecé a derramar un torrente de lágrimas con todas las
+señales de la mayor amargura. No podía consolarme de
+una humillación que iba a hacer de mí la comidilla de
+todos mis conocimientos y el ludibrio de mi familia.
+Así pasé ocho días en la aflicción, incapaz de saber nada,
+ni de ocuparme de nada que no fuése mi oprobio. El
+mismo recuerdo de Manon nada añadía a mi dolor: todo
+lo más, entraba como un sentimiento precursor de aquella
+nueva pena; la pasión dominante en mi alma era la vergüenza
+y la confusión.</p>
+
+<p>Pocas personas conocen la fuerza de esos movimientos
+particulares del corazón. La mayoría de los hombres no
+son capaces sino de cinco o seis pasiones, en cuyo círculo
+transcurre su vida, reducidas a ellas todas sus emociones.
+Quitadles el amor y el odio, el placer y el dolor, la esperanza
+y el miedo y, no les quedará ya nada. Pero las personas
+de carácter más noble pueden sentirse angustiadas
+de mil maneras distintas; diríase que poseen más de
+cinco sentidos y que pueden experimentar sensaciones
+que se salen de las normas de la naturaleza. Y como poseen<span class="pagenum" id="Page_93">[Pg 93]</span>
+este sentimiento que les eleva del nivel de lo vulgar,
+no hay nada en el mundo que tengan en más estima. De
+ahí viene que sufran tan intensamente ante el desprecio
+y que la vergüenza sea una de sus pasiones más violentas.</p>
+
+<p>Tenía yo esa triste ventaja en San Lázaro. Mi pena pareció
+tan excesiva al superior, que temiendo las consecuencias
+ulteriores, creyó deber tratarme con bondad e
+indulgencia. Visitábame dos o tres veces al día. Hacíame
+con frecuencia acompañarle para dar un paseo por el
+jardín y su celo se desbordaba en exhortaciones y advertencias
+saludables. Yo las escuchaba con mansedumbre
+y aun le demostraba reconocimiento. De ahí sacó la
+esperanza de mi conversión.</p>
+
+<p>«Sois de natural tan dócil y amable—díjome un día—que
+no acierto a comprender los desórdenes de que se
+os acusa. Dos cosas me asombran: una, cómo con tan
+buenas cualidades habéis podido entregaros a tales excesos
+de libertinaje; otra, que admiro aún más cómo recibís
+con tal conformidad y respeto mis exhortaciones
+después de varios años de desorden. Si es arrepentimiento,
+sois un ejemplo palpable de la bondad del cielo;
+si es bondad natural, tenéis por lo menos un excelente
+fondo de carácter, que me hace esperar que no necesitaremos
+teneros aquí mucho tiempo para haceros volver a
+una vida honrada y regular».</p>
+
+<p>Contentísimo me hallé de saberle tan buena opinión de
+mí. Decidí afirmarle en ella por una conducta que pudiese
+satisfacerle por completo, cierto como estaba de que era<span class="pagenum" id="Page_94">[Pg 94]</span>
+la manera de abreviar mi cautiverio. Pedíle libros. Sorprendióse
+de que habiéndome dejado la elección de los
+que deseaba leer, me decidiese por algunos autores serios.
+Afecté aplicarme al estudio con el mayor fervor y le
+di en toda ocasión pruebas del cambio que anhelaba.</p>
+
+<p>Sin embargo, todo aquello era puramente externo.
+Debo confesarlo para mi vergüenza; desempeñaba en San
+Lázaro hipócritamente un papel de hipócrita. En vez de
+estudiar cuando estaba solo no hacía sino lamentar mi
+destino. Maldecía mi prisión y la tiranía que me tenía en
+ella. No bien se calmó un tanto la zozobra en que me
+arrojara la vergüenza primera, volví a caer en los tormentos
+del amor. La ausencia de Manon, la incertidumbre
+en que me encontraba respecto a su destino, el temor
+de no volver a verla nunca, eran los únicos motivos de
+mis tristes meditaciones. Me la imaginaba en los brazos
+de G... M..., pues aquella fué mi primera idea, y lejos de
+creer que le habían dado el mismo trato que a mí, pensaba
+que me había alejado para poseerla tranquilamente.</p>
+
+<p>Pasé así días y noches que me parecieron interminables.
+No tenía esperanza sino en el éxito de mi hipocresía.
+Observaba cuidadosamente el semblante y las palabras
+del Superior para cerciorarme bien de lo que pensaba de
+mí y me esforzaba en ganar su confianza considerándole
+como árbitro de mi destino. Fácil me fué notar que todas
+sus simpatías estaban conmigo. Llegué a no dudar de sus
+buenas disposiciones para servirme.</p>
+
+<p>Un día me tomé la libertad de preguntarle si era de él<span class="pagenum" id="Page_95">[Pg 95]</span>
+de quien dependía mi libertad. Díjome que no era dueño
+absoluto, pero que esperaba que gracias a sus indicaciones
+G... M..., a cuyos ruegos el jefe de Policía habíame
+encerrado allí, consentiría en devolverme la libertad.
+«¿Puedo creer—le dije—que dos meses de prisión sufridos
+le parezcan bastante castigo?». Ofrecióme hablarle
+si yo lo deseaba. A mi vez le rogué insistentemente que
+me hiciese aquel favor.</p>
+
+<p>Díjome dos días más tarde que G... M..., no sólo había
+parecido sensible a los elogios que de mí le hiciera, y por
+ende dispuesto a dejarme ver de nuevo la luz del sol, sino
+que le había mostrado deseos de conocerme más particularmente
+y que se proponía hacerme una visita en mi
+prisión. Aunque su presencia no me era muy grata, la
+consideré como un paso hacia la libertad.</p>
+
+<p>Vino efectivamente a San Lázaro. Le encontré de aspecto
+más serio y menos necio que en casa de Manon.
+Dirigióme unos discursos llenos de buen sentido sobre mi
+mala conducta y añadió, con vistas a justificar sus propios
+desórdenes, que le es permitido a la debilidad de los
+hombres el proporcionarse algunos placeres que la naturaleza
+exige, pero que las indelicadezas y las triquiñuelas
+culpables merecían ser severamente castigadas.
+Escuchábale yo con un gesto de sumisión de que pareció
+satisfecho. Ni siquiera me mostré ofendido por algunas
+burlas sobre mi pretendida fraternidad con Manon
+y sobre las muchas capillitas que seguramente haría en
+San Lázaro, puesto que tal placer hallaba en tan piadosa<span class="pagenum" id="Page_96">[Pg 96]</span>
+ocupación. Pero escapósele, desgraciadamente para él y
+para mí, decir que Manon habría hecho también unas
+cuantas muy lindas en el <em>hospital</em>. Pese al escalofrío que
+me causó la palabra <em>hospital</em>, aún tuve fuerzas para, dominándome,
+rogarle con dulzura que se explicase. «Sí—dijo—hace
+dos meses que cursa prudencia en el <em>hospital
+general</em> y quiera Dios que la lección le haya aprovechado
+tanto como a vos la de San Lázaro».</p>
+
+<p>Aunque hubiese sabido que me esperaba una eterna
+prisión o aún la misma muerte, no hubiera sido dueño de
+mí ante la espantosa noticia. Arrojéme sobre él con tan
+furiosa rabia, que en el esfuerzo perdí la mitad de mis
+fuerzas. Quedáronme, pese a ello, suficientes para cogerle
+por el cuello y arrojarle al suelo. Iba a estrangularle
+cuando el ruido de su caída y algunos gritos agudos que
+apenas le dejaba libertad de lanzar, atrajeron a mi cuarto
+al superior y a algunos religiosos que le libertaron de
+mis manos.</p>
+
+<p>Había yo mismo, casi perdido las fuerzas y hasta el
+aliento. «¡Oh, Dios mío!—clamaba entre suspiros—¡Justicia
+del cielo! ¿Viviré aún tras semejante infamia?». Quise
+arrojarme de nuevo sobre el bárbaro que acababa de asestarme
+aquél golpe. Sujetáronme. Mi desesperación, mis
+gritos y mis lágrimas, pasaron el límite de lo imaginable.
+Hice cosas tan raras, que todos los asistentes, que ignoraban
+la causa, mirábanse con tanto terror como sorpresa.</p>
+
+<p>G... M... mientras tanto ponía orden en su traje, arreglábase
+la peluca y la corbata y en el despecho de verse<span class="pagenum" id="Page_97">[Pg 97]</span>
+tan maltratado ordenó al superior que me vigilase más
+severamente que nunca y que me aplicase todos los castigos
+acostumbrados en San Lázaro. «No, señor, no es
+con personas de la cuna del caballero, con quienes usamos
+tales procedimientos. Por otra parte, es de tan buen
+natural que me cuesta trabajo creer que sin razón se haya
+entregado a tales excesos». Aquellas palabras acabaron
+de exasperar a G... M..., que salió de allí profiriendo amenazas
+contra el superior, contra mí y contra cuantos osaran
+oponerse a su voluntad.</p>
+
+<p>El superior, habiendo dado órdenes a los frailes para
+que le acompañasen, quedó a solas conmigo. Conjuróme a
+que le dijese prestamente de qué procedía todo aquel escándalo.
+«¡Oh, padre mío!—dije llorando como un niño—;
+imaginaos la más odiosa crueldad, figuraos la barbarie
+más abominable; eso es lo que G... M... ha tenido la crueldad
+de hacer. ¡Oh, me ha destrozado el corazón! ¡Jamás
+me consolaré! Quiero contároslo todo. Sois bueno y tendréis
+piedad de mí». Narréle abreviada la historia de mi
+pasión por Manon; la situación floreciente en que nos hallábamos
+cuando fuimos robados por nuestros criados;
+las ofertas que G... M... había hecho a mi querida; cómo
+cerraron el trato y como fué roto. Claro es que presentándole
+las cosas del modo más ventajoso para nosotros.
+«He ahí—continué—las fuentes del celo que G... M...
+siente por mi conversión. Me ha hecho encerrar aquí con
+el fin de vengarse. Se lo perdono; pero, padre mío, eso no
+es todo; no se ha contentado con robarme la más cara<span class="pagenum" id="Page_98">[Pg 98]</span>
+mitad de mi vida, sino que además la ha hecho encerrar
+en el <em>hospital</em>; acabo de saberlo de sus mismos labios.
+¡En el <em>hospital</em>, padre mío! ¡Oh, cielos, mi adorable
+amada, la reina de mi corazón en el <em>hospital</em>, como la
+más infame de las criaturas! ¡Dónde hallar fuerzas para
+no morir de dolor y de vergüenza!».</p>
+
+<p>El buen padre, al verme en tal estado de aflicción trató
+de consolarme. Díjome que jamás se figuró mi aventura
+del modo que acababa de narrársela; que sabía sí, que
+vivía yo de un modo desordenado, pero que creyó también,
+que lo que moviera a G... M... a mezclarse en ello,
+era una vieja amistad con mi familia, lo cual corroboraron
+sus mismas explicaciones, que lo que acababa de
+contarle cambiaba mucho las cosas y que no dudaba, que
+la narración fiel de los hechos, repetida por él al jefe
+general de Policía, contribuiría a devolverme la libertad.
+Preguntóme por qué no había pensado yo en avisar a mi
+familia, puesto que ella nada tenía que ver en mi cautiverio.
+Dile satisfactoria respuesta haciéndole ver mi temor
+de causar una pena a mi padre y mi propia vergüenza.
+Ofrecióme por fin, ir él mismo a ver al jefe general de
+Policía. «Aunque no sea más—añadió—que para prever
+algo peor por parte de G... M..., que ha salido asaz malhumorado
+de aquí y que es persona harto influente».</p>
+
+<p>Aguardé el regreso del padre, con las inquietudes y
+zozobras de un infeliz que espera su sentencia. Era para
+mí terrible suplicio figurarme a Manon en el <em>hospital</em>.
+Aparte de la infamia que pesaba sobre el lugar, ignoraba<span class="pagenum" id="Page_99">[Pg 99]</span>
+cómo la tratarían allí, y esto, unido a ciertas particularidades
+que había oído de aquella mansión de horror, renovaba
+en todo momento mi angustia. Tan decidido estaba
+a ayudarla fuése como fuése, que hubiese prendido fuego a
+San Lázaro si no hubiese visto otro modo de salir de allí.</p>
+
+<p>Púseme a pensar sobre los caminos que me quedaban
+por seguir si el jefe general de Policía perseveraba en
+mantenerme prisionero contra mi voluntad. Puse mi ingenio
+a prueba y recorrí todas las posibilidades. No vi
+nada que pudiese garantizarme una evasión segura y
+temí verme aún más vigilado si fracasaba en una tentativa.
+Pensé qué amigos podían ayudarme, pero, ¿por qué
+medios hacerles saber mi situación? Por fin creí haber
+trazado un plan hábil y propúseme madurarlo mejor después
+que el superior hubiese regresado, si sus gestiones
+habían sido infructuosas.</p>
+
+<p>No tardó en volver; no vi desde luego en su rostro las
+señales de júbilo que anuncian por anticipado una buena
+noticia. «He hablado—díjome—al jefe general de Policía,
+pero le he hablado demasiado tarde. El señor de G... M...
+fué al salir de aquí, y de tal modo le previno en contra
+vuestra que estaba a punto ya de enviarme nuevas órdenes
+para hacer aún más severa vuestra prisión. «Sin embargo,
+cuando le he puesto al corriente del verdadero
+fondo de vuestros asuntos se ablandó, y riéndose un poco
+de la incontinencia del viejo G... M..., me ha dicho que,
+de todos modos, habría que dejaros aquí seis meses para
+darle una satisfacción, tanto más cuanto que la estancia<span class="pagenum" id="Page_100">[Pg 100]</span>
+aquí os será provechosa. Me ha encargado que os trate
+bien y podéis estar seguro de que no tendréis queja
+de mí».</p>
+
+<p>La explicación del buen superior fué lo bastante larga
+para darme tiempo de reflexionar, y así llegué a la conclusión
+de que mostrar excesiva impaciencia por la libertad
+sería exponerme a echar por tierra todos mis planes.
+Le aseguré, por el contrario, que, dada la dura necesidad
+de permanecer allí, era grato consuelo para mí su estimación.
+Le rogué acto seguido que me concediese una gracia
+que, no siendo importante para nadie, me serviría a
+mí de gran consuelo. Limitábase a avisar a un amigo mío,
+un santo sacerdote que estaba en San Sulpicio, de que
+me hallaba en San Lázaro y a la vez permitirme recibir
+su visita. Aquella gracia me fué concedida sin demora.</p>
+
+<p>Tratábase de mi amigo Tiberio; no que esperase de él
+la libertad, pero quería hacerle servir como instrumento
+inconsciente y ciego. He aquí, en una palabra, mi plan:
+quería escribir a Lescaut y encargarle a él y a nuestros
+comunes amigos del cuidado de libertarme. La primera
+dificultad estribaba en hacer llegar a él mi carta; tal era
+la misión de Tiberio. Sin embargo, como no conocía al
+hermano de mi querida, temía yo que no quisiese encargarse
+de aquella misión. Mis designios eran encerrar la
+carta de Lescaut dentro de otra dirigida a un buen hombre
+a quien conocía, rogándole la llevase a su destino; y
+como era preciso que yo viese a Lescaut para marchar
+acordes, quería indicarle la conveniencia de venir a San<span class="pagenum" id="Page_101">[Pg 101]</span>
+Lázaro y de pedir que te dejasen verme, tomando el nombre
+de mi hermano mayor y pretextando haber venido a
+París noticioso de lo sucedido. Demoraba para nuestra
+entrevista la adopción de los medios que nos pareciesen
+más fáciles y seguros. El padre Superior hizo advertir a
+Tiberio de mis deseos. El fiel amigo habíame perdido de
+tal modo de vista que ignoraba mis aventuras; sabía, sí,
+que estaba yo en San Lázaro, y tal vez no lamentase
+aquella desgracia que creía capaz de traerme al buen camino.
+Apresuróse a venir.</p>
+
+<p>Nuestra entrevista estuvo llena de amistad. Quiso informarse
+de mis disposiciones. Abríle sin reservas mi corazón,
+excepto, claro es, en lo que a mi fuga se refería.
+«No es, ciertamente, ante vuestros ojos, querido amigo,
+ante los que quiero mostrarme como no soy. Si habéis
+creído encontrar un amigo sensato y arrepentido, un
+libertino convertido por milagro del cielo, en una palabra,
+un corazón desengañado del amor, y vuelto del maléfico
+encanto de su Manon, me habéis juzgado demasiado
+favorablemente. Me encontráis tal y como me dejasteis
+ha cuatro meses; siempre enamorado y siempre desgraciado
+por ese fatal amor en el que no me canso de buscar
+mi dicha».</p>
+
+<p>Me respondió que mi confesión me hacia indigno de
+disculpa, que se veían muchos pecadores de tal modo
+embriagados por la falsa felicidad del vicio que llegaban
+a preferirla a la de la virtud, pero que tenían la excusa
+de que eran imágenes de dicha aquéllas a las cuales se<span class="pagenum" id="Page_102">[Pg 102]</span>
+adherían fuertemente, y que estaban engañados; pero que
+reconocer, como reconocía yo, que el objeto de mi pasión
+no servía más que para hacerme culpable y desdichado,
+y continuar, sin embargo, arrojándome en la desgracia
+y el crimen, era una contradicción de ideas y de
+conducta que no hacía honor a mi buen juicio.</p>
+
+<p>«Tiberio—le repliqué—, ¡qué fácil os es vencer cuando
+nada se opone a vuestras armas! Dejadme razonar, a mi
+vez. ¿Podéis sostener que lo que llamáis el honor y la
+virtud esté exceptuado de penas, de contrariedades y de
+inquietudes? ¿Qué nombre dais a las prisiones, a las cruces,
+a los suplicios y a las torturas de los tiranos? ¿Diréis,
+como los místicos, que tales suplicios del cuerpo
+son un bien para las almas? No osaréis decirlo; es una
+paradoja insostenible. Esa dicha que de tal modo loais
+está, pues, mezclada con mil penas, o, para hablar con
+propiedad, no es sino un tejido de padecimientos, al través
+de los cuales se entrevé la felicidad. Pues bien, si la
+fuerza de la imaginación puede hallar placer en tales dolores,
+porque pueden conducir al término feliz que se
+espera, ¿por qué tratáis de contradictoria e insensata en
+mi conducta una disposición semejante? Amo a Manon;
+aspiro, al través de mil dolores y contrariedades, a ser
+feliz con ella; el camino porque ando es de espinas, pero
+la esperanza de llegar a mi fin esparce siempre dulzura: y
+me creeré bien pagado, por un momento pasado con ella,
+de las penas y fatigas que sufro por alcanzarle. Todas
+las cosas ofrecen una gran semejanza, de vuestra parte y<span class="pagenum" id="Page_103">[Pg 103]</span>
+de la mía, y si hay diferencia es en favor mío, puesto que
+el bien que espero es un bien cercano y el otro está lejos;
+el mío es de la misma naturaleza de las penas, es decir,
+sensible al cuerpo; el otro es algo desconocido que no
+existe sino por la fe».</p>
+
+<p>Tiberio pareció espantado de aquel razonamiento. Retrocedió
+dos pasos diciéndome con aire muy serio que
+no solamente atacaba, con lo que acababa de decir, al
+buen sentido, sino que era además un desdichado sofisma
+de impiedad y de irreligión. «Pues—terminó—ese
+paralelo entre el término de vuestras penas y el que propone
+la religión, es una de las ideas más monstruosas y
+libertinas que pueden darse».</p>
+
+<p>«Confieso que no es justo—repliqué—. Pero, tened
+cuidado, pues no es sobre él sobre lo que se basa mi razonamiento.
+Mi intención ha sido explicar lo que considerais
+como contradicción en la perseverancia de un
+amor desgraciado. Y creo haber probado que si contradicción
+existe es tanto para vos como para mí. Sólo desde
+ese punto de vista he considerado las cosas iguales y
+desde ese punto de vista, queráis o no, lo son.</p>
+
+<p>»¿Sostenéis que el objeto de la virtud es infinitamente
+más elevado que el del amor? ¿Quién lo niega? ¿Pero es
+acaso de eso de lo que se trata? ¿No se trata de las fuerzas
+que uno y otro puedan prestar para sobrellevar las
+penas? Juzguemos por los efectos. ¡Cuántos desertores
+no habrá de la severa virtud y cuán pocos en cambio del
+dulce amor! ¿Me responderíais, acaso, que los sufrimientos<span class="pagenum" id="Page_104">[Pg 104]</span>
+que hay en el ejercicio del bien son evitables, que no
+existen ya cruces ni tiranos y que son muchas las gentes
+virtuosas que llevan una vida dulce y tranquila? Os responderé
+que también hay amores dulces y afortunados y
+aun llegaré a hacer una salvedad en mi ventaja, y es que
+el amor, hartas veces mentiroso, no promete por lo menos
+sino satisfacciones y ventajas, mientras que la religión
+quiere que se entregue uno a prácticas tristes y mortificantes.
+No os alarméis—le dije al ver su celo próximo a
+escandalizarse—. Lo único que quiero es demostraros que
+no hay peor sistema para curar un corazón del amor que
+descubrirle dulzuras y prometerle mayores dichas en la
+virtud. Tal como somos es indudable que nuestra felicidad
+está en el placer; desafío a cualquiera a demostrarme
+lo contrario; sentado esto, sólo me resta afirmar que el
+corazón no necesita grandes razonamientos para llegar a
+la certeza de que de todos los placeres los más sabrosos
+son los del amor. Bien pronto se da cuenta de que le engañan
+cuando le ofrecen más placeres fuera del amor, y
+este engaño le dispone a desconfiar de las promesas más
+sólidas.</p>
+
+<p>»Predicadores que intentáis llevarme a la virtud, decidme
+que es indispensable, necesaria; pero no pretendáis
+convencerme de que no es severa y penosa. Estableced
+bien que las dulzuras del amor son pasajeras,
+que están prohibidas, que serán castigadas con eternas
+penas y, cosa que tal vez me impresione más que nada,
+que cuanto más bellas y gratas sean, más generoso será<span class="pagenum" id="Page_105">[Pg 105]</span>
+el cielo para recompensar el sacrificio de renunciar a
+ellas, pero no me neguéis tampoco que tal y como están
+hechos nuestros corazones, son en este bajo mundo nuestras
+más perfectas felicidades».</p>
+
+<p>Aquel final de mi discurso devolvió la tranquilidad a
+Tiberio que me confesó que tenían algo de razonable mis
+pensamientos. La sola objeción que me opuso fué preguntarme
+por qué no era fiel a mis principios sacrificando
+mi amor a la esperanza de aquella renumeración de que
+tan alta idea me formaba. «¡Oh!, amigo mío—respondí—,
+es que reconozco mi debilidad y mi miseria. Bien sé que
+es mi deber poner mis actos al tenor de mis ideas, pero,
+¿está en mi mano realizarlo? ¿De qué sobrenaturales
+auxilios no necesitaría yo para olvidar los encantos de
+Manon?—Dios me perdone—repuso Tiberio—, creo
+hallarme ante uno de nuestros jansenistas.—No sé
+lo que soy—repliqué—, no sé tampoco lo que debiera
+ser, pero demasiado experimenté la verdad de lo que
+afirman».</p>
+
+<p>Nuestra conversación tuvo por el pronto la ventaja
+para mí de avivar la piedad de mi amigo. Comprendió
+que había más debilidad que malicia en mis desórdenes.
+Su amistad estuvo en lo sucesivo más dispuesta a prestarme
+su ayuda, sin la cual hubiese perecido infaliblemente.
+Sin embargo, guardéme de descubrirle mi intención
+de escapar de San Lázaro. Roguéle tan sólo se encargase
+de mi carta. Habíala preparado antes de su
+llegada y no me faltaron pretextos para justificar mi necesidad<span class="pagenum" id="Page_106">[Pg 106]</span>
+de escribirla. Tuvo la honradez de cumplir con
+exactitud mi encargo, y así, Lescaut recibió mi misiva
+antes de la noche.</p>
+
+<p>Vino a verme al día siguiente y consiguió sin dificultad
+pasar por mi hermano. Mi alegría al verle en mi habitación
+fué extremada. Cerré la puerta con precaución. «No perdamos
+ni un solo minuto—le dije—. Dadme primero noticias
+de Manon y dadme después un buen consejo para
+romper los hierros de mi prisión». Aseguróme que no
+había visto a su hermana desde la víspera de nuestra detención,
+y que si había conseguido saber algo de ella y de
+mí fué sólo a fuerza de indagaciones y cuidados. Y, en fin,
+que habiéndose presentado dos o tres veces en el <em>hospital</em>,
+habíanle negado el permiso para comunicar con
+ella. «¡Desgraciado G... M...!—rugí furioso—¡cuán caro
+me lo has de pagar!».</p>
+
+<p>—Por lo que a vuestra liberación se refiere, es empresa
+más difícil de lo que podéis suponer. Hemos pasado
+gran parte de la noche dos amigos y yo estudiando el
+edificio y llegamos a la conclusión de que dando vuestros
+balcones a un patio rodeado de construcciones, costaría
+mucho trabajo sacaros. Por otra parte, habitáis el tercero
+y es imposible meter aquí ni cuerdas ni escalas. No
+veo, pues, ninguna ayuda que pueda venir de fuera. Es
+pues, en la casa misma donde hay que hallar los recursos.</p>
+
+<p>—No—respondí—; lo he examinado todo, especialmente
+desde que mi prisión es menos severa gracias a las
+bondades del superior, la puerta de mi cuarto no se cierra<span class="pagenum" id="Page_107">[Pg 107]</span>
+ya con llave y disfruto de libertad para pasearme en
+las galerías que corresponden a las celdas de los frailes;
+pero todas las escaleras están obstruidas por fuertes
+puertas que tienen buen cuidado de mantener cerradas
+noche y día, de modo que es imposible que la habilidad
+baste a salvarme.</p>
+
+<p>«Esperad—rectifiqué después de haber meditado sobre
+una idea que me pareció excelente—; ¿podríais prestarme
+una pistola?—Muy fácilmente—me contestó—; ¿pero es
+que queréis matar a alguien?». Aseguréle que me hallaba
+tan lejos de la idea de matar a nadie, que ni aun era necesario
+que la pistola estuviese cargada. «Traédmela y no
+faltéis por la noche a las once frente a esta casa y acompañado
+de dos o tres de vuestros amigos. Espero poder
+ir a reunirme con vosotros». Quiso inútilmente otras explicaciones,
+pero yo le dije que una empresa tal y como la
+que yo meditaba sólo después del éxito podía parecer razonable.
+Le rogué abreviase su visita a fin de que le fuése
+más fácil tener acceso hasta mí al día siguiente. Efectivamente,
+le dejaron entrar sin oponer más dificultades que
+la vez primera. Su aspecto era grave y no hay nadie que
+no le hubiese tomado por un hombre de honor.</p>
+
+<p>Cuando me vi en posesión del instrumento de mi libertad
+no dudé ya del éxito de mi empresa. Era extraño
+y arriesgado; pero ¿de qué no sería yo capaz con los motivos
+que me animaban? Había yo observado, desde que
+me era permitido salir de mi cuarto y pasearme por las
+galerías, que todas las noches el portero entregaba todas<span class="pagenum" id="Page_108">[Pg 108]</span>
+las llaves al superior, y que momentos después reinaba
+profundo silencio, que denunciaba a las claras que todo
+el mundo dormía en la casa. Podía yo, sin obstáculo, ir
+por una galería de comunicación, desde mi cuarto al de
+aquel padre. Mi idea era quitarle las llaves, asustándole
+con la pistola si oponía resistencia a dármelas, y ya con
+ellas abrirme paso. Esperé con impaciencia. El portero
+vino a la hora de siempre, es decir, un poco después de
+las nueve. Dejé pasar aún una hora para asegurarme de
+que todos, frailes y criados, estaban dormidos. Salí al fin
+con mi pistola y una vela encendida. Llamé suavemente
+a la puerta del superior, procurando meter el menor
+ruido posible. Oyóme a la segunda vez, y creyendo, sin
+duda, que se trataba de algún religioso que se había
+puesto enfermo, vino a abrir. Tuvo, sin embargo, antes
+de franquear la entrada, la precaución de preguntar quién
+era y qué querían de él. No tuve, pues, más remedio que
+dar mi nombre, pero lo hice con tono quejumbroso para
+darle a entender que me hallaba enfermo. «¡Ah!, sois vos,
+querido hijo... ¿Qué es lo que os trae a tales horas?».
+Entré en la habitación y ya allí le declaré sin ambages
+que me era imposible seguir más tiempo en San Lázaro;
+que la noche me parecía propicia para marcharse de allí
+y que esperaba de su amabilidad me diese las llaves o me
+abriese él mismo.</p>
+
+<p>Aquella explicación debió sorprenderle. Permaneció
+un rato contemplándome, sin darme explicaciones; como
+no podía perder el tiempo, tomé nuevamente la palabra<span class="pagenum" id="Page_109">[Pg 109]</span>
+para decirle que estaba muy agradecido a sus bondades,
+pero que siendo la libertad el mejor de los bienes, sobre
+todo para mí, a quien privaban de ella injustamente, estaba
+decidido a procurármela aquella noche, fuése como
+fuése, y añadí que para que no se molestase en elevar
+la voz llevaba en mi cinturón una razón convincente.
+«¡Una pistola! ¿Cómo?, ¿queréis arrebatarme la vida
+en pago a las bondades que he tenido con vos?—¡Dios
+me libre!—respondíle—Tenéis demasiado talento para
+ponerme en ese trance, pero quiero ser libre, y mi resolución
+es tan firme que si mi plan se desbarata por vuestra
+culpa os hago responsable de ello.—Pero hijo mío—protestó
+lleno de miedo y palideciendo—, ¿qué os
+he hecho?, ¿por qué razón deseáis mi muerte?—No, no—repliqué
+impacientándome—; no quiero vuestra muerte,
+pero si queréis vivir abridme la puerta y seré vuestro
+mejor amigo». Vi las llaves sobre su mesa, las cogí y le
+rogué me siguiese, encareciéndole la necesidad de no
+hacer ruido.</p>
+
+<p>Hubo a la fuerza de obedecerme. A medida que avanzábamos
+y que franqueaba las puertas me repetía con un
+suspiro: «¡Ah, hijo mío, hijo mío! ¡Jamás lo hubiera creído!—¡Cuidado
+con el ruido!—limitábame a responder». Por
+fin llegamos a la gran puerta que daba a la calle. Creíame
+ya libre, y permanecía detrás del fraile, con la pistola en
+una mano, la vela en la otra.</p>
+
+<p>Mientras él se apresuraba a abrir, un criado, que dormía
+en una habitación vecina, al oir el ruido de los cerrojos<span class="pagenum" id="Page_110">[Pg 110]</span>
+asomó la cabeza a la puerta. El buen padre le creyó
+capaz de detenerme, y le ordenó, con harta imprudencia,
+que interviniese. Tratábase de un fornido bribón,
+que se arrojó sobre mí sin vacilar. No me anduve en
+ambajes y le disparé un tiro en pleno pecho. «He aquí
+de lo que sois culpable, padre mío—díjele a mi guía—.
+Pero que esto no os impida seguir—añadí, empujándole
+hacia la última puerta». No se atrevió a resistir. Salí sin
+novedad, y a cuatro pasos de allí hallé a Lescaut con dos
+amigos, según me habían prometido.</p>
+
+<p>Nos alejamos. Lescaut me dijo que había creído oir
+un tiro. «Es culpa vuestra—respondí—; ¿por qué me trajisteis
+la pistola cargada?». Sin embargo, le di las gracias
+por aquella precaución, sin la cual hubiese tenido San Lázaro
+para rato. Fuimos a acabar la noche a una taberna,
+donde me indemnicé de la mala mesa que padecía hacía
+tres meses. No tenía, sin embargo, humor para gozar
+de nada; sufría pensando en Manon. «Hay que salvarla—dije
+a mis tres amigos—. No he deseado la libertad
+más que con tal fin. Os pido la ayuda de vuestra
+maña; por lo que a mí atañe estoy dispuesto a jugarme
+la vida en tal empresa». Lescaut, que no carecía ni
+de talento ni de prudencia, nos hizo notar que había que
+ir con mucha prudencia; que mi salida de San Lázaro y
+la desgracia involuntaria, causada al huir, harían ruido;
+que el Jefe Superior de Policía me haría buscar, y tenía
+las manos largas, y, en fin, que si no quería exponerme
+a algo peor que San Lázaro, convenía que permaneciese<span class="pagenum" id="Page_111">[Pg 111]</span>
+oculto unos días para dar tiempo a que el primer fuego
+de mis enemigos se extinguiese.</p>
+
+<p>Su consejo era prudente, pero hubiérase precisado
+serlo yo también para seguirlo. Tanta lentitud y precaución
+compaginaban mal con mi pasión. A todo lo más
+que llegué fué a prometerle que el siguiente día lo pasaría
+durmiendo. Encerróme en su cuarto, donde permanecí
+hasta la noche.</p>
+
+<p>Empleé gran parte del tiempo en hacer proyectos y en
+inventar expedientes para librar a Manon. Hallábame
+convencido de que su prisión era aún más severa que lo
+había sido la mía. No se trataba de emplear la fuerza ni la
+violencia, sino la habilidad. Tan poco claras mostrabanme
+las cosas que decidí tomarme algún tiempo para
+enterarme de la marcha interna del <em>hospital</em>.</p>
+
+<p>No bien con la noche recobré la libertad, rogué a Lescaut
+que me acompañase. Enhebramos conversación con
+uno de los porteros, que me pareció hombre de buen juicio.
+Fingíme extranjero, que había oído hablar con elogio
+del establecimiento y del orden que reinaba allí. Interroguéle
+sobre los menores detalles y de unas cosas en otras
+fuimos a parar a los administradores, cuyos nombres y
+cualidades díjele deseaba saber. Sus respuestas a tales
+indagatorias hicieron brotar en mi cerebro una idea que
+me pareció bien, desde luego, y que no tardé en poner
+por obra. Preguntéle, como cosa que era absolutamente
+precisa para mis planes, si aquellos señores tenían hijos.
+Contestóme que por lo que a la mayor parte se refería<span class="pagenum" id="Page_112">[Pg 112]</span>
+no podía contestarme, pero que de uno, T..., que era de
+los principales, sí estaba seguro que tenía un hijo, en edad
+de matrimoniar, y que había venido ya varias veces con
+su padre al <em>hospital</em>. Aquella certeza me bastó.</p>
+
+<p>Abrevié nuestra conversación y expuse a Lescaut, al
+volver a su casa, el plan que me había trazado. «Supongo—díjele—que
+T... hijo, rico, y de buena familia como
+es, debe de sentir inclinación por los placeres como todos
+los jóvenes de su edad. No le creo capaz de ser enemigo
+de las mujeres, ni ridículo hasta el punto de negar su
+ayuda para una empresa de amor. Tengo el proyecto de
+interesarle en la libertad de Manon. Si es un caballero y
+tiene sentimientos nobles nos concederá su auxilio por
+generosidad. Si no es capaz de hacerlo por este motivo,
+hará de todos modos algo por una muchacha amable,
+aunque no sea más que con la esperanza de tener parte
+en sus favores. No quiero retrasar mi visita más allá de
+mañana. Me siento tan consolado por este proyecto que
+me parece cosa de buen agüero».</p>
+
+<p>Lescaut convino en que mis ideas no carecían de sentido.
+Pasé la noche menos triste.</p>
+
+<p>A la mañana siguiente me vestí lo más decentemente
+que pude dada mi indigencia y me hice conducir en coche
+a casa de T... Mostróse extrañado al recibir la visita
+de un desconocido. Auguré bien de su cara y de su cortesía.
+Me expliqué francamente con él, y para ayudar a su
+buen natural habléle de mi pasión y de los méritos de mi
+querida como de cosas que no podían tener igual sino<span class="pagenum" id="Page_113">[Pg 113]</span>
+entre sí. Díjome que aunque no había visto nunca a Manon
+por lo menos había oído hablar de ella si era, como
+creía, la que fué querida del viejo G... M... No dudé que
+le habrían puesto en antecedentes sobre mi participación
+en aquella aventura y para ganar más su voluntad fingiendo
+una confianza absoluta, le conté detalladamente todo
+lo que nos sucediera a Manon y a mí. «Ya veis, señor—continué—,
+el interés de mi vida y el de mi corazón están
+en vuestras manos. La una no me es ciertamente más
+preciosa que el otro. No tengo secretos para vos porque
+sé de vuestra generosidad y porque la paridad de edades
+me deja la esperanza de que alguna habrá entre nuestras
+inclinaciones».</p>
+
+<p>Pareció muy sensible a mi prueba de franqueza y de
+candor. Su respuesta fué la de un hombre que tiene mundo
+y buenos sentimientos, cosa que no siempre da el
+mundo y en cambio hace perder con frecuencia. Me dijo
+que miraba mi visita como algo grato, mi amistad como
+una de las adquisiciones más valiosas, y que trataría de
+merecerla por el celo que pondría en servirme. No me
+ofrecía devolverme a Manon, según él, porque no gozaba
+de crédito para ello, pero que me ofrecía verla y hacer
+todo lo que en él estuviera para devolverla a mis brazos.
+Más satisfecho quedé de aquella falta de fe en su poder
+que si me hubiese ofrecido una plena y absoluta seguridad
+de dar satisfacción a todos mis anhelos. Encontré en
+la moderación de sus promesas una franqueza que me encantó.
+En una palabra, prometímelo todo de sus buenos<span class="pagenum" id="Page_114">[Pg 114]</span>
+oficios. La sola promesa de procurarme una entrevista
+con Manon me hubiese hecho realizar cualquier cosa por
+él. Expreséle algo de tales sentimientos de modo que vió
+que tampoco yo era un malnacido. Nos abrazamos y quedamos
+amigos sin otras razones que la bondad de nuestros
+corazones y esa noble disposición que hace que un
+hombre leal y generoso profese amistad a otro que lo es
+también. Llevó las pruebas de su estima más lejos aún,
+pues conociendo mis aventuras, no ignorando mi salida
+de San Lázaro y juzgando que no debía hallarme sobrado
+de medios puso su bolsa a mi disposición. No acepté, pero
+le dije: «Es demasiado. Ahora bien, si con tanta bondad
+y amistad me hacéis volver a ver a mi adorada Manon,
+soy vuestro de por vida; si me devolvéis del todo a esa
+amada criatura no creeré pagaros derramando por vos
+hasta la última gota de mi sangre».</p>
+
+<p>Nos separamos después de convenir hora y sitio en que
+debíamos encontrarnos; por su parte llevó la complacencia
+hasta no retrasarlo más allá de aquella misma tarde.</p>
+
+<p>Le esperé en un café donde vino a reunirse conmigo a
+eso de las cuatro y, ya juntos, emprendimos el camino
+del <em>hospital</em>. Me temblaban las piernas al atravesar los
+grandes patios. «¡Poder del amor—decía yo—, volveré a
+ver al ídolo de mi corazón, al objeto de tantas lágrimas
+e inquietudes! ¡Cielos, dadme fuerzas para vivir hasta llegar
+a ella y disponed luego de mi fortuna y de mi vida!
+No tengo otra gracia que pediros».</p>
+
+<p>El señor T... habló con algunos porteros y empleados<span class="pagenum" id="Page_115">[Pg 115]</span>
+que se apresuraron a ofrecerle cuanto estuviese en su
+mano. Hízose mostrar el lugar de la prisión de Manon y
+nos llevaron hasta él mostrándonos una llave de aterradora
+magnitud que servía para abrir su puerta. Le pregunté
+al lacayo encargado de guiarnos, que era el que le
+había servido, cómo había pasado la infeliz el tiempo de
+su encierro. Díjonos que era de dulzura angelical; que
+jamás había recibido de ella una mala palabra; que no
+había cesado de llorar las seis primeras semanas de su
+reclusión; pero que desde hacía algún tiempo parecía
+tomar su desgracia con más calma y que se ocupaba en
+coser de la mañana a la noche, excepción hecha de algunos
+ratos que dedicaba a la lectura. Le pregunté también
+si al menos había estado atendida con limpieza, y me
+contestó que de lo preciso no había carecido.</p>
+
+<p>Nos acercamos a su puerta. Mi corazón latía con violencia.
+Dije a M. de T... «Entrad solo y prevenidla de
+mi visita, pues temo que mi súbita presencia la afecte
+demasiado». La puerta nos fué franqueada. Permanecí
+en la galería. No obstante me enteraba de su conversación.
+Díjole que iba a llevarle algún consuelo; que era
+uno de mis amigos y que se interesaba mucho por nuestra
+dicha. Preguntóle ella con gran viveza que si podría
+enterarla de lo que había sido de mí. Prometióle llevarme
+a sus plantas todo lo enamorado y fiel que ella podía
+desear. «¿Cuándo?—interrogó—Hoy mismo—dijo él—.
+No tardará. Si lo deseáis, en este mismo momento comparecerá
+ante vuestros ojos». Comprendió que yo me hallaba<span class="pagenum" id="Page_116">[Pg 116]</span>
+tras de la puerta y corrió allí precipitadamente en el
+momento en que al sentirla venir entraba yo. Nos abrazamos
+con esa efusión de ternura que una ausencia de
+tres meses hace tan dulce para los verdaderos amantes.
+Nuestros suspiros, nuestras entrecortadas exclamaciones,
+mil nombres de amor repetidos languidamente por uno
+y otro, constituyeron durante un cuarto de hora una escena
+que llegó a emocionar a T... «Os envidio—dijo,
+mientras nos hacía sentar—. No hay suerte, por gloriosa
+que sea, a la que no prefiriese yo una querida tan bella
+y apasionada.—También desdeño yo todos los imperios
+del mundo—le respondí—para asegurarme la dicha de
+ser amado por ella.</p>
+
+<p>Todo el resto de una conversación tan ardientemente
+deseada no podía dejar de ser infinitamente tierno. La
+pobre Manon me contó sus aventuras y yo le narré las
+mías. Lloramos amargamente al aludir al estado en que
+ella se hallaba y al que acababa yo de escapar; T... nos
+consoló renovando sus promesas de trabajar fervorosamente
+para poner fin a nuestras miserias. Aconsejónos
+que abreviásemos aquella primera entrevista para que
+le fuera fácil proporcionarnos otras. Le costó no poco
+trabajo hacernos seguir su consejo. Sobre todo Manon,
+no se resolvía a dejarme partir. Reteníame por las manos
+y por las ropas; hízome volver a sentar un centenar de
+veces. «¡Ah, en qué lugar me dejáis! ¡Quién puede asegurarme
+que volveré a veros!»; M. de T... la prometió
+que vendría a verla con frecuencia, trayéndome consigo.<span class="pagenum" id="Page_117">[Pg 117]</span>
+«En cuanto al lugar—dijo con galantería—no debe llamarse
+ya el <em>hospital</em>; es Versalles mismo desde que encierra
+la persona que merece el imperio de todos los corazones».</p>
+
+<p>Al salir mostréme liberal con el lacayo que la servía,
+para animarle a poner celo en sus servicios. Aquel muchacho
+tenía el alma menos dura y ruin que sus iguales.
+Había sido testigo de nuestra entrevista. Aquel espectáculo
+le había emocionado. Un luis de oro que le entregué
+acabó de hacérmele incondicional. Llevóme aparte
+cuando bajamos a los patios: «Señor, si queréis tomarme
+a vuestro servicio o darme una recompensa que me indemnice
+del empleo que perdería aquí, creo que no me
+sería difícil devolver la libertad a la señorita Manon».</p>
+
+<p>Agucé el oído ante aquella proposición, y aunque no
+tenía nada de nada hícele promesas que sobrepujaban
+con mucho su deseo. Contaba con que siempre sería factible
+recompensar a un hombre de aquel temple. «Puedes
+estar persuadido, amigo mío, que no hay nada que
+no esté dispuesto a hacer por ti y que tu fortuna está
+tan segura como la mía». Quise saber de qué medios
+pensaba valerse. «Sencillamente, abrirle por la noche la
+puerta de su celda y acompañarla hasta la de la calle,
+donde es preciso que vos la esperéis pronto a recibirla».
+Le pregunté si no había peligro en que fuése reconocida
+al atravesar las galerías y los patios. Confesóme
+que algún peligro habría, pero que era preciso arriesgar
+algo.</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_118">[Pg 118]</span></p>
+
+<p>Aunque estaba encantado de verle tan resuelto, llamé
+a T... para comunicarle el proyecto y la única razón
+que podía hacerme dudar. Halló más inconvenientes
+que yo. Convino en que, efectivamente, podía escaparse
+así. «Pero si la reconocen—continuó—y si la detienen
+en su fuga, será quizás su pérdida para siempre.
+Por otra parte, tendríais que abandonar París inmediatamente,
+pues nunca estaríais bastante bien escondidos
+para las pesquisas que se harían en su busca. Redoblaríanse
+en este caso, tanto por vos como por ella. Un
+hombre escapa fácilmente si está solo; pero le es casi imposible
+permanecer en el incógnito teniendo al lado una
+mujer bonita».</p>
+
+<p>Por muy prudente que me pareciese el razonamiento,
+no tuvo poder en mi espíritu sobre la esperanza tan
+próxima de devolver la libertad a Manon. Díjeselo así a
+T..., rogándole perdonase al amor un poco de imprudencia
+y de temeridad. Díjele que mi intención era, efectivamente,
+abandonar París para instalarme en algún pueblo
+próximo, como hiciera ya en otra ocasión. Convinimos
+con el criado en no retrasar la empresa sino hasta el
+día siguiente, y para hacerlo todo lo seguro que estuviese
+en nuestra mano decidimos traer un traje de hombre
+para facilitar nuestra salida. No era cosa fácil hacerlo entrar,
+pero la imaginación me dió medios para ello. Rogué
+tan sólo a T... que se vistiese dos chupas ligeras, una sobre
+otra, pues del resto me encargaba yo.</p>
+
+<p>Volvimos por la mañana al <em>hospital</em>. Llevaba yo para<span class="pagenum" id="Page_119">[Pg 119]</span>
+Manon ropa blanca, medias, etc., y por encima de mi jubón
+un sobretodo que no dejaba ver demasiado lo abultado
+de mis bolsillos. Sólo permanecimos un momento en
+su cuarto. Nada faltaba sino el calzón que, desgraciadamente,
+había olvidado.</p>
+
+<p>El olvido de aquella prenda imprescindible nos hubiese
+hecho ciertamente reir si el apuro en que nos ponía
+hubiese sido menos serio. Hallábame desesperado de que
+semejante bagatela pudiese hacernos fracasar. Al fin,
+tomé un partido extremo, que fué salir yo sin él. Dejé el
+mío a Manon. Mi sobretodo era largo y con ayuda de
+unos alfileres quedé en estado de pasar decorosamente
+por la puerta.</p>
+
+<p>El resto del día me pareció de una lentitud insoportable.
+En fin, llegada la noche, fuimos a instalarnos en una
+carroza, un poco más abajo de la puerta del <em>hospital</em>.
+No pasó mucho tiempo sin que viésemos aparecer a Manon
+con su guía. La portezuela estaba abierta y ambos
+subieron en un momento. Recibí a mi amada en mis brazos;
+temblaba como una hoja. El cochero preguntó que
+dónde había de conducirnos. «Condúcenos al fin del
+mundo—grité—; llévame donde no haya fuerzas capaces
+de separarme nunca de Manon».</p>
+
+<p>Aquel arrebato, que no fuí dueño de contener, estuvo
+a punto de traerme fatales consecuencias. El cochero
+recapituló sobre mis palabras y al darle después las señas
+de la calle donde quería ir, díjome que temía no fuése
+yo a meterle en un mal negocio; que no se le ocultaba<span class="pagenum" id="Page_120">[Pg 120]</span>
+que aquel adolescente a quien llamaba Manon era una
+mujer que raptaba del <em>hospital</em> y que no estaba de humor
+de perderse por amor a mí.</p>
+
+<p>Los escrúpulos de aquel bergante no eran sino deseos
+de hacerse pagar el coche más caro. Estábamos demasiado
+cerca del <em>hospital</em> para no pasar por todo. «Cállate—le
+dije—. Hay un luis de oro para ti». Después de
+aquello me hubiese ayudado, incluso a quemar el <em>hospital</em>.</p>
+
+<p>Llegamos a la casa en que vivía Lescaut. Como era
+tarde, T... nos abandonó a medio camino, prometiéndonos
+vernos al día siguiente. Sólo el lacayo quedó con
+nosotros.</p>
+
+<p>Estrechaba yo a Manon con tal afán entre mis brazos,
+que los dos apenas ocupábamos un solo sitio en la carroza.
+Lloraba ella de alegría y sentía yo sus lágrimas
+mojarme el rostro.</p>
+
+<p>Pero cuando hubo que apearse para entrar en casa
+de Lescaut, tuve con el cochero una nueva cuestión, cuyas
+consecuencias fueron funestas. Me arrepentí de haberle
+ofrecido un luis, no sólo porque el regalo era excesivo,
+sino por una razón mucho más importante, la
+imposibilidad de pagarle. Hice llamar a Lescaut. Bajó de
+su habitación para reunírsenos en la puerta. Díjele al
+oído cuál era nuestro apuro. Como era de genio brusco
+y no estaba acostumbrado a guardar consideraciones a
+los cocheros, lo tomó a broma. «¡Un luis de oro!—gritó—¡Veinte
+palos a ese rufián!». Fué inútil que le repitiera que<span class="pagenum" id="Page_121">[Pg 121]</span>
+iba a perdernos. Arrebatóme mi bastón con ademanes
+de maltratar al cochero. Éste, que había quizás caído ya
+alguna vez bajo las manos de un guardia de corps o de
+un mosquetero, huyó, gritándome que me había burlado
+de él, pero que ya se las pagaría. Pedíle, inútilmente, que
+se detuviese. Su fuga me causó gran inquietud, pues no
+dudé que advertiría al Comisario. «Me perdéis—dije a
+Lescaut—. Es preciso alejarnos de vuestra casa, donde
+no estaremos seguros por el momento». Di el brazo a
+Manon y salimos precipitadamente de la calle peligrosa.
+Lescaut nos acompañó.</p>
+
+<p>Es algo realmente admirable el modo cómo la providencia
+encadena los acontecimientos. Apenas habíamos
+caminado cinco o seis minutos un hombre reconoció a
+Lescaut. Buscábale, sin duda, en los alrededores de su
+casa con el fatal propósito que realizó. «Es Lescaut—dijo,
+disparándole un tiro a quemarropa—: esta noche
+irá a cenar con los ángeles». Escapó inmediatamente
+mientras Lescaut caía sin dar señales de vida. Apremié
+a Manon para que huyésemos, pues nuestros auxilios
+a un cadáver eran inútiles, y en cambio temía que nos
+detuviese la ronda, que no podía tardar en venir. Enfilé
+con ella y el lacayo el primer callejón que cruzaba; estaba
+tan cansada que me costaba trabajo sostenerla; vi
+un coche de alquiler en la esquina. Subimos, pero cuando
+el cochero me preguntó dónde tenía que llevarnos me
+vi cohibido para contestarle. No tenía ni asilo en que
+me creyese en salvo ni amigo a quien recurrir; y para<span class="pagenum" id="Page_122">[Pg 122]</span>
+colmo veíame sin dinero, pues no tenía en el bolsillo
+arriba de media <em>pistola</em>. El miedo y la fatiga habían vencido
+de tal modo a Manon que estaba a medias desvanecida
+sobre mi hombro. Tenía, por otra parte, el pensamiento
+obsesionado con la muerte de Lescaut y no
+estaba tampoco tranquilo respecto a la ronda. ¿Qué
+partido tomar? Me acordé felizmente de la posada de
+Chaillot, donde pasé unos días con Manon cuando fuimos
+a instalarnos al pueblo. Pensé que allí no sólo estaría en
+seguridad, sino que podría vivir algún tiempo sin que me
+apremiasen para el pago. «Llévanos a Chaillot»—dije al
+cochero. Negóse a ir allí tan tarde como no le pagase
+una pistola; otro motivo de apuro. En fin, convenimos en
+que le daría seis francos, que era, por otra parte, cuanto
+quedaba en mi bolsa.</p>
+
+<p>Mientras nos encaminábamos al lugar de nuestro destino
+traté de consolar a Manon, aunque en el fondo reinaba
+profundo desconsuelo en mi espíritu. Hubiérame
+dado la muerte si no hubiese tenido en mis brazos el solo
+bien que me ataba a la vida. Era aquél el único pensamiento
+que me sostenía. «Es mía, la tengo por fin y me
+ama. Diga lo que quiera Tiberio no es un fantasma de
+dicha. Vería yo hundirse el universo sin que me importase.
+¿Por qué? Porque ninguna otra cosa me interesa ya».
+Aquel sentimiento era sincero; sin embargo, mientras
+despreciaba todos los bienes del mundo comprendía que
+me sería necesaria una ínfima parte de ellos para que mi
+desprecio por el resto pudiese ser aún mayor. El amor<span class="pagenum" id="Page_123">[Pg 123]</span>
+es más poderoso que la abundancia, que todos los tesoros
+de la riqueza, pero necesita de su ayuda y nada hay más
+terrible para un amante delicado que verse arrastrado
+por aquel punto vulnerable a las cosas más miserables y
+groseras de la vida.</p>
+
+<p>Eran las once cuando llegamos a Chaillot. Fuimos recibidos
+en la posada como personas de absoluta confianza.
+No se sorprendieron de ver a Manon en traje de
+hombre porque están habituados en París y en sus alrededores
+a que las mujeres se presenten en las más diversas
+trazas. Hice que le sirviesen con igual prontitud
+que si nadase en la opulencia. Manon ignoraba mi penuria.
+Guardéme de decirle nada, decidido, como estaba,
+a volver al siguiente día a París para buscar cualquier
+clase de remedio a mi antipática enfermedad.</p>
+
+<p>Parecióme, mientras cenaba, pálida y delgada. No me
+había percibido en el <em>hospital</em>, porque el cuarto donde
+estaba era de los peor alumbrados. Pregúntele si no era
+aquello efecto del miedo pasado al ver caer a su hermano.
+Aseguróme que aunque muy afectada por aquella desgracia
+su palidez provenía de haber estado tres meses
+ausente de mí. «¿Me quieres mucho?—la interrogué—.
+Mil veces más de cuanto pudiera decirte—replicóme—.
+¿No me abandonarás ya nunca?—añadí—No, nunca»—replicó
+ella—. Aquella afirmación fué corroborada
+por tantos juramentos y caricias que, efectivamente, parecióme
+imposible que pudiera olvidarlos. Siempre he
+creído que fué sincera. ¿Qué razón podría haber tenido<span class="pagenum" id="Page_124">[Pg 124]</span>
+para fingir hasta aquel punto? Pero si sincera era aun
+era más tornadiza o, por mejor decir, ella misma no era
+dueña de su albedrío cuando hallábase ante mujeres
+que, valiendo mucho menos que ella, vivían en la abundancia,
+mientras se veía en la miseria. Hallábame en
+vísperas de topar con la prueba más clara y evidente de
+cuantas hasta entonces tuviera, prueba que dió lugar a
+la más extraña aventura de que fué víctima jamás un
+hombre de mi nacimiento y mi fortuna.</p>
+
+<p>Como sabíale de aquel natural, apresuréme al día siguiente
+a ir a París. La muerte de su hermano, y la necesidad
+de procurarnos ropas para ella y para mí eran
+cosas tan naturales que no necesité pretexto ninguno.
+Salí de la posada con el designio, según dije a Manon y
+al hostelero, de tomar una carroza de alquiler; pero en
+realidad aquello no era sino una fanfarronada. La necesidad
+me obligaba a caminar a pie e hícelo rápidamente
+hasta Cours-la-Reine, donde tenía intenciones de detenerme.
+Bien necesitaba de unos momentos de soledad y
+descanso para ordenar mis pensamientos y prever lo que
+iba a hacer en París.</p>
+
+<p>Sentéme sobre la hierba. Pronto me engolfé en un mar
+de razonamientos y reflexiones que, poco a poco, redujéronse
+a tres únicos capítulos. Necesitaba un socorro
+inmediato para hacer frente a una serie de necesidades
+inmediatas; tenía que abrirme un camino que fuése una
+esperanza de vida para lo futuro; y, esto no era lo menos
+importante, tenía que tomar informes y precauciones<span class="pagenum" id="Page_125">[Pg 125]</span>
+para la futura seguridad de Manon y mía. Después de
+haberme extendido en proyectos y combinaciones sobre
+aquellos tres puntos creí aún deber aplazar los dos últimos.
+No estábamos mal ocultos en un cuarto de Chaillot,
+y en cuanto a las necesidades futuras sería hora de pensar
+en ellas cuando estuviésemos a cubierto de las presentes.</p>
+
+<p>Tratábase, por lo pronto, de llenar mi bolsa; T. habíame
+ofrecido generosamente la suya, pero causábame repugnancia
+extrema ser yo quien volviera sobre el asunto.
+¡Qué vergüenza, ir a exponer mi miseria a un extraño y
+rogarle me ayudase con su dinero! No hay sino las almas
+ruines a quienes la natural bajeza impida ver la indignidad
+o las almas cristianas que por un exceso de humildad
+que les hace superiores a esa vergüenza no se sientan
+humilladas y la acepten sin lucha. No era yo ni un hombre
+ruin ni un buen cristiano, y hubiese dado la mitad de
+mi sangre por evitar aquel bochorno. «Tiberio, el buen
+Tiberio, ¿me negará aquello que buenamente pueda
+darme? No; se sentirá compadecido de mi miseria, pero
+en cambio me abrumará con su moral. Tendré que aguantar
+sus peroratas, sus consejos, sus exhortaciones, y me
+hará pagar tan cara su ayuda que daría una parte de mi
+sangre por evitarme esa escena que me dejaría lleno de
+turbación y de remordimientos. ¡Bueno!—replicábame a
+mí mismo—, he de renunciar a toda esperanza puesto
+que no me quedan otros caminos, y antes que tomar por
+ellos derramaría gustoso la mitad de mi sangre, es decir,
+toda mi sangre antes que aceptar ambos. Sí, mi sangre<span class="pagenum" id="Page_126">[Pg 126]</span>
+toda—añadí, después de un momento de reflexión—, sí,
+daríala toda mejor que humillarme a miserias y bajezas.
+¿Pero qué tiene mi sangre que ver en todo esto? Se trata
+de la vida de Manon, de su amor y de su fidelidad. ¿Qué
+puedo equiparar a ella? Nada hasta ahora. Ella es para
+mí la gloria, la dicha y la fortuna. Hay muchas cosas,
+sin duda, que daría la vida por obtener o por evitar;
+pero estimar algo, más que a mi vida, no significa estimarlo
+tanto como a Manon». No tardé mucho tiempo,
+después de tal razonamiento, en decidirme. Continúe
+mi camino decidido a ir primero a ver a Tiberio, luego
+a T...</p>
+
+<p>Al entrar en París hallé un coche de alquiler, y aunque
+no tenía con qué pagarlo, contando con los recursos que
+iba a solicitar de unos y otros lo tomé. Híceme conducir
+al Luxemburgo, desde donde envíe a decir a Tiberio que
+estaba esperándole. Satisfizo mi impaciencia su prontitud
+en acudir. Le expuse la situación apurada en que
+me veía. Me preguntó si las cien pistolas que le había devuelto
+me bastarían, y sin oponer la menor dificultad fué
+en el mismo momento a buscarlas con esa sencillez y esa
+alegría en dar que son patrimonio del amor y de la amistad
+verdadera. Aunque no abrigaba la menor duda sobre
+el éxito de mi empresa, sorprendióme haberle obtenido a
+tan poco precio; es decir, sin tener que aguantar una homilía
+sobre mi impenitencia. Pero me equivocaba al creer
+escapar tan fácilmente; al acabar de entregarme dinero
+me rogó que diese una vuelta con él por la avenida del<span class="pagenum" id="Page_127">[Pg 127]</span>
+jardín. No le había hablado de Manon y por ende ignoraba
+que estuviese en libertad; así que su disertación no
+recayó sino sobre mi temeraria fuga de San Lázaro y sobre
+sus temores de que en vez de aprovechar la lección
+de cordura recibida, perseverase en mis desórdenes. Díjome
+que habiendo ido a visitarme a San Lázaro, al día
+siguiente de mi evasión, había quedado estupefacto al
+enterarse de la manera como había salido; que había hablado
+de ello con el superior, y halló que el buen religioso,
+aunque no se había repuesto de su espanto, había
+tenido, sin embargo, la generosidad de ocultar al jefe
+superior de Policía los detalles de mi marcha y de evitar
+que la muerte del portero fuése conocida fuera de allí y
+así de aquel lado no tenía, pues, nada que temer. Pero,
+añadió, que si aún quedaba en mí el menor vestigio de
+prudencia, aprovecharía el desenlace venturoso que daba
+el cielo a mis asuntos; que comenzaría por escribir a mi
+padre y ponerme a bien con él, y que si por una vez quería
+seguir sus consejos, me daría el de marcharme de París
+y refugiarme en el seno de mi familia.</p>
+
+<p>Escuché su discurso hasta el fin. Contenía multitud de
+cosas satisfactorias. En primer lugar me encantó saber que
+por parte de San Lázaro no había nada que temer. Las
+calles de París volvían a ser campo libre para mí. En segundo,
+me alegré de que Tiberio no tuviese idea de la
+liberación de Manon y de su vuelta conmigo. Hasta noté
+que ponía cuidado en no hablarme de ella creyendo sin
+duda que ocupaba menos lugar en mi corazón, puesto<span class="pagenum" id="Page_128">[Pg 128]</span>
+que tan tranquilo parecía en lo que se refería a ella. Resolví,
+si no volver a mi casa, por lo menos escribir a mi
+padre, como me lo aconsejaba y atestiguarle que estaba
+dispuesto a volver al camino del deber, que era el de su
+deseo. Mi esperanza era decidirle a que me enviase dinero
+con el pretexto de hacer mis ejercicios en la academia,
+pues era muy difícil convencerle de mis disposiciones
+para abrazar de nuevo la carrera eclesiástica, sin contar
+con que no me parecía desagradable ni imposible lo que
+le prometía. Tenía, por el contrario, deseos vehementes
+de dedicarme a algo honesto y razonable, siempre que
+fuése compatible con mi amor. Acariciaba el plan de vivir
+con mi querida y al mismo tiempo hacer mis oposiciones.
+Eran cosas asaz compatibles. Estaba tan satisfecho con
+tales ideas, que prometí a Tiberio enviar el mismo día
+una carta a mi padre. Entré, efectivamente, después de
+dejarle, en un escritorio público y le escribí en forma tan
+tierna y sumisa que al releer la carta me lisonjeé de obtener
+algo del corazón paterno.</p>
+
+<p>Aunque ya estaba en condiciones de tomar y pagar un
+coche, después de despedirme de Tiberio me fuí orgullosamente
+a pie, encontrando un placer en el ejercicio de
+mi libertad, que mi amigo me había asegurado no peligraba
+ya. Sin embargo, vínome súbitamente a la imaginación
+la idea de que sus seguridades no atañían sino a San
+Lázaro y que tenía, fuera de eso, el asunto del <em>hospital</em>,
+sin contar con la muerte de Lescaut en la que me veía
+mezclado a lo menos como testigo. Aquella idea me asustó<span class="pagenum" id="Page_129">[Pg 129]</span>
+de tal modo que me retiré a la primera avenida que
+me pareció discreto refugio e hice llamar una carroza.
+Fuí en derechura a casa de T..., que se rió de mis temores.
+Yo mismo me reí de ellos al saber que nada tenía que
+temer del lado del <em>hospital</em>, ni del de Lescaut. Díjome
+que ante la idea de que creyesen en su complicidad al
+conocer la fuga de Manon, había ido aquella mañana al
+<em>hospital</em> y había preguntado por ella como si no estuviese
+enterado de nada. Que tan lejos estaban de creernos
+culpables que le habían contado la fuga como noticia
+fantástica, asombrándose de que una mujer tan bonita
+como Manon hubiese tomado el partido de huir con
+un lacayo. Él, por su parte, limitóse a responder fríamente
+que no le sorprendía, pues creía a la gente capaz de todo
+a cambio de la libertad. Continuó contándome que había
+ido a casa de Lescaut con la esperanza de encontrarme
+allí con mi deliciosa querida, y que el dueño de la casa,
+un alquilador de carrozas, le había asegurado no habernos
+visto ni a ella ni a mí, pero añadió que no le extrañaba,
+pues si era de Lescaut en busca de quien íbamos,
+habríamos sin duda sabido que acababan de matarlo poco
+más o menos a la misma hora. Unas dos horas antes, un
+guardia de corps, amigo de Lescaut había venido a verle
+y le había propuesto jugar. Lescaut, había ganado con tal
+rapidez, que el otro se había encontrado con cien escudos
+menos, todo su capital, en una hora.</p>
+
+<p>Aquel desgraciado había suplicado a Lescaut que le
+prestase cincuenta escudos, o sea la mitad de la suma<span class="pagenum" id="Page_130">[Pg 130]</span>
+que acababa de perder, y sobre ciertas dificultades nacidas
+de la ocasión habíanse querellado con extremada
+violencia. Lescaut se había negado a salir espada en
+mano a la calle, y entonces el otro había jurado romperle
+la cabeza donde lo hallase, cosa que había realizado
+aquella misma noche; T... tuvo la generosidad de añadir
+que había pasado horas de inquietud pensando en nosotros
+y volvió a ofrecerme sus servicios. Rogóme al mismo
+tiempo que le diese hospitalidad, pues pensaba ir a
+comer con nosotros.</p>
+
+<p>Como sólo me quedaba adquirir ropas para Manon,
+díjele podíamos salir inmediatamente si llevaba su complacencia
+hasta acompañarme a algunas tiendas. No sé si
+creyó que le hacía esta proposición para espolear su generosidad,
+o si fué por simple impulso de su alma magnánima,
+pero es el caso que conforme con marchar a
+aquella misma hora llevóme a los comercios que proveían
+su casa. Allí me hizo elegir telas de precios mucho más
+elevados que los que yo me proponía pagar, y, cuando intentaba
+hacerlo, prohibió a los comerciantes recibir moneda
+alguna mía. Llevó a cabo aquella amabilidad con
+tan buena maña que creí poder aceptar sin desdoro. En
+fin, tomamos juntos el camino de Chaillot, donde llegué
+con menos inquietud que había partido.</p>
+
+<hr class="tb">
+
+<p>Habiendo empleado el caballero Des Grieux más de
+una hora en su narración le rogué tomase algún descanso
+<span class="pagenum" id="Page_131">[Pg 131]</span>
+y nos acompañase a la mesa. Nuestra atención le demostró
+que le habíamos escuchado con gusto. Asegurónos
+que hallaríamos cosas aún más interesantes en la continuación
+de su historia; y cuando hubimos acabado de
+cenar continuó en estos términos:</p>
+
+<figure class="figcenter illowe10" id="ilop131">
+ <img class="w100 p2" src="images/ilop131.jpg" alt="ilop132" title="p132ilo">
+</figure>
+
+<div class="chapter">
+<p><span class="pagenum" id="Page_132">[Pg 132]</span></p>
+</div>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_133">[Pg 133]</span></p>
+
+<figure class="figcenter illowe25" id="ilobp135">
+ <img class="w100 p4" src="images/ilobp135.jpg" alt="ilop133" title="p133ilo">
+</figure>
+
+<p class="center">SEGUNDA<br>
+PARTE</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_134">[Pg 134]</span></p>
+
+
+
+<div class="chapter">
+<p><span class="pagenum" id="Page_135">[Pg 135]</span></p>
+
+<figure class="figcenter illowe18" id="ilop135">
+ <img class="w100 p2" src="images/ilop135.jpg" alt="ilop135" title="p135ilo">
+</figure>
+</div>
+
+
+<p class="p4">Mi presencia y las amabilidades de T... disiparon
+todo lo que aún quedaba de tristeza en el espíritu de
+Manon. «Olvidemos, alma mía—le dije al llegar—, nuestros
+pasados terrores y volvamos a empezar a vivir más
+felices que nunca. Después de todo, el amor es buen amo;
+la fortuna no guardará seguramente para nosotros tantas
+penas como alegrías nos proporciona». Nuestra cena
+fué una verdadera fiesta. Era yo más dichoso y me hallaba
+más orgulloso con mi Manon y mis cien pistolas que
+el más rico hacendista de París con sus amontonados tesoros;
+hay que contar las riquezas en razón de la facilidad
+que ofrecen para dar satisfacción a los deseos, y yo
+no tenía ni uno solo que no estuviese realizado ya. El
+porvenir mismo no me asustaba. Hallábame casi seguro
+de que mi padre no pondría grandes dificultades para
+darme lo suficiente con que vivir decorosamente en París,<span class="pagenum" id="Page_136">[Pg 136]</span>
+pues habiendo cumplido los veinte años, tenía ya derecho
+a exigir la parte de bienes que en la herencia de mi
+madre me correspondía. No oculté a Manon que el fondo
+de nuestra fortuna eran sólo cien pistolas. Era lo suficiente
+para esperar mayores bienes, que vendrían, bien
+fuése por mis derechos hereditarios, bien por artes del
+juego.</p>
+
+<p>Así fué que durante las primeras semanas sólo pensé
+en disfrutar de mi situación; mi idea del honor, mezclada
+con cierto sentimiento de miedo, hacíame aplazar de día
+en día la renovación de mis tratos con los socios del
+hotel Transilvania, y limitéme a jugar en círculos menos
+desacreditados, donde, además, los favores de la fortuna
+me libraron de poner en práctica habilidades pecaminosas.
+Iba a jugar a la ciudad y volvía a cenar a Chaillot,
+acompañado muy frecuentemente de T..., cuya amistad
+por nosotros crecía de día en día. Manon supo hallar
+recursos para combatir el tedio. Intimó en la vecindad
+misma con algunas muchachas a quien el buen tiempo
+y los encantos de la estación habían traído por allí. El
+paseo y las menudas labores propias de su sexo constituían,
+alternativamente, su ocupación. Una partida de
+juego, a que ellas habían señalado límites, servía para
+hacer frente a los gastos del coche. Iban a tomar un poco
+aire al bosque de Bolonia, y por las tardes, a mi regreso,
+hallaba a Manon más bella, más apasionada y más contenta
+que nunca.</p>
+
+<p>Sin embargo, algunas nubes parecieron encapotar el<span class="pagenum" id="Page_137">[Pg 137]</span>
+horizonte de mi dicha; pero fueron prestamente barridas
+por completo, y el genio alocado de Manon hizo tan
+cómico el desenlace, que aún encuentro melancólica dulzura
+en un recuerdo que evoca su ternura y la gracia pícara
+de su ingenio.</p>
+
+<p>El solo criado que constituía nuestra servidumbre llevóme
+un día aparte para decirme, con mucho apuro, que
+tenía un secreto de gran importancia que comunicarme.
+Excitéle a hablar sin rebozo ni temor, y después de muchos
+ambages y circunloquios díjome que un señor extranjero
+parecía haberse enamorado de la señorita Manon.
+La sangre se me agolpó al corazón. «¿Y ella?», interrumpíle
+con más brusquedad de la que convenía para seguir
+enterándome. Mi violencia le asustó. Respondió, con aire
+de inquietud, que su perspicacia no había ido tan lejos,
+pero que como hacía varios días venía observando que
+el extranjero iba todos los días al bosque de Bolonia, y que descendiendo
+de su carroza, se engolfaba solo por las avenidas,
+y pareciendo acechar la ocasión de encontrarse
+con Manon, había concebido la idea de trabar amistad
+con sus servidores para averiguar su nombre; que le consideraban
+como a un príncipe italiano, y que sospechaban
+ellos también se trataba de una aventura galante.
+Añadió, tembloroso, que no había podido proporcionarse
+otras luces, porque el príncipe, saliendo del bosque en
+aquel momento, habíase aproximado a él y le había preguntado
+su nombre. Después de lo cual, como adivinando
+que se hallaba al servicio de Manon, habíale felicitado por<span class="pagenum" id="Page_138">[Pg 138]</span>
+pertenecer a la criatura más encantadora del mundo.</p>
+
+<p>Esperé impaciente el final de su narración, pero tan
+sólo añadió ya algunas tímidas excusas, que atribuí a mis
+imprudentes muestras de agitación. Roguéle me diera
+más detalles; pero se excusó diciendo que nada más sabía,
+y que habiendo tenido lugar todo aquello la víspera misma,
+no hubo tiempo para volverse a entrevistar con la
+servidumbre del príncipe. Le tranquilicé, no solamente
+con mis elogios, sino con una justa recompensa, y le encarecí,
+sin mostrar la menor desconfianza de Manon, vigilase
+todos los pasos del desconocido.</p>
+
+<p>En el fondo, sus temores me dejaron dudas crueles. Podían
+haberle hecho suprimir una parte de la verdad. Sin
+embargo, tras algunas reflexiones, volví sobre mis alarmas,
+hasta el punto de sentir haber dado aquellas señales
+de flaqueza. No tenía derecho a mirar como un delito de
+Manon el que los demás la amasen. Lo más probable era
+que ignorase su conquista; ¿cuál iba a ser su existencia
+si mi corazón se abría con tanta facilidad a la duda?
+Volví a París al siguiente día, sin haber tomado otra resolución
+que la de acrecentar mi capital, acelerando las
+ganancias, gracias a un juego más fuerte, para ponerme
+en estado de salir de Chaillot, al primer motivo de inquietud.</p>
+
+<p>Ninguna noticia atentatoria a mi tranquilidad tuve
+aquella noche. El extranjero había reaparecido en el
+bosque de Bolonia por la tarde, y aprovechando lo sucedido
+la anterior, habíase encarado con mi confidente<span class="pagenum" id="Page_139">[Pg 139]</span>
+y habíale hablado de su amor, pero en términos que
+no denunciaban ninguna complicidad con Manon. Habíale
+pedido mil detalles. Por último, intentó atraerle a su servicio
+con considerables promesas, y al fin, sacando una
+carta que llevaba preparada, habíale ofrecido inútilmente
+algunos luises de oro por entregársela a su ama.</p>
+
+<p>Dos días transcurrieron sin ningún nuevo incidente. El
+tercero fué más tempestuoso. Supe al volver de París,
+bastante tarde, que Manon, durante su paseo, se había
+separado un momento de sus compañeras, y que el extranjero,
+que la seguía a poca distancia, habíase acercado
+a ella a una señal que le había hecho, y habíale
+entregado una carta, que ella recibió con transportes de
+júbilo. No tuvo tiempo de mostrarlo más que besando
+con transporte la misiva, porque casi inmediatamente
+se había ido. Pero durante el resto del día pareció
+presa de alegría extraordinaria, y, aun después de volver
+a casa, aquella alegría no pareció haberla abandonado.
+«¿Estás bien cierto—dije tristemente a mi lacayo—de
+que tus ojos no te han engañado?». Tomó al cielo
+por testigo de su buena fe.</p>
+
+<p>No sé hasta dónde me hubiesen llevado los martirios
+de mi corazón, si Manon, que me había oído entrar,
+no hubiese venido a mí, mostrando su impaciencia y
+exhalando amargas quejas sobre mi tardanza. No esperó
+mi respuesta para agobiarme a caricias, y cuando se
+halló a solas conmigo hízome vivos reproches por la costumbre
+que iba tomando de regresar tan tarde. Como<span class="pagenum" id="Page_140">[Pg 140]</span>
+mi silencio diese lugar a ello, continuó diciéndome que
+hacía ya tres semanas que no había pasado un día entero
+con ella; que no podía resistir tan largas ausencias; que,
+por lo menos, exigía de mi un día de vez en cuando, y
+que al siguiente quería tenerme a su lado desde la mañana
+a la noche.</p>
+
+<p>«Estaré, no lo dudéis»—respondí con brusquedad. No
+mostró gran atención a mi pena, y en el impulso de su
+alegría, que efectivamente parecióme de vivacidad extraordinaria,
+hízome divertidas pinturas de cómo había
+pasado el día. «¡Extraña criatura!—díjeme—, ¿qué esperar
+de este preludio?». Los detalles de nuestra primera
+separación acudieron a mi memoria. Sin embargo, ahora
+creía ver en la vivacidad de sus trasportes y en sus caricias
+un no sé qué de sincero que estaba de acuerdo con
+las apariencias.</p>
+
+<p>No me fué difícil echar la culpa de mi pena, que me
+era imposible disimular durante nuestra colación, a una
+pérdida considerable que había tenido en el juego aquella
+tarde. Miraba como una gran suerte que la idea de
+no faltar yo de Chaillot al día siguiente hubiese partido
+de ella. Siempre era ganar tiempo para mis deliberaciones.
+Mi presencia allí alejaba todo temor para el día
+siguiente, y si no observaba nada que me hiciese plantear
+la cuestión, estaba decidido a trasladar dos días más
+tarde mi residencia a la ciudad, a un barrio donde
+nada tuviese que temer de los príncipes. Aquel arreglo
+hízome pasar la noche más tranquilo, pero no me<span class="pagenum" id="Page_141">[Pg 141]</span>
+quitó la amargura de tener que temer una nueva infidelidad.</p>
+
+<p>Al despertarnos Manon me previno que aunque íbamos
+a pasar el día en nuestra habitación no por eso quería
+que tuviese el aspecto descuidado y que ella misma iba
+a arreglar mis cabellos. Teníalos yo harto bellos y aquella
+era diversión que se había ofrecido en varias ocasiones.
+Pero en aquélla puso más cuidado que había
+puesto en ninguna otra. Para darle gusto hube de sentarme
+ante su tocador y dejarla probar todas las combinaciones
+que se le antojaron. En el curso de su labor hacíame
+muchas veces volverme a ella, y apoyando las
+manos en mis hombros mirábame con ávida curiosidad;
+en seguida, tras mostrarme su satisfacción con un beso,
+me hacía colocar en situación para reanudar ella su faena.</p>
+
+<p>Aquel juego nos entretuvo hasta la hora de la comida.
+Su diversión, y el gusto que tomaba en ella, me habían
+parecido tan naturales, y su alegría denunciaba tan poco
+la falsedad temida, que no pudiendo conciliar tales pruebas
+de amor con tan negra traición, estuve a punto, en
+varias ocasiones, de abrirle mi pecho, descargándole
+de un peso que se me hacía insoportable. Pero a cada
+momento concebía de nuevo la esperanza de que la confidencia
+vendría de ella y miraba de antemano, como un
+triunfo, aquella confianza.</p>
+
+<p>Volvimos a su gabinete. Púsose nuevamente a acomodar
+mi cabellera cuando vinieron a avisarle que el príncipe
+de... deseaba verla. Aquel nombre me exasperó<span class="pagenum" id="Page_142">[Pg 142]</span>
+hasta la violencia. «¿Qué significa esto?—grité, rechazándola—¿Quién?
+¿Qué príncipe?». No contestó a mis
+preguntas. «Hágale subir»—ordenó, glacial, al criado.
+Luego, volviéndose a mí: «Mi amado, a ti, a quien adoro,
+te pido un momento, de complacencia, uno tan sólo; te
+amaré mil veces más, te quedaré agradecida toda mi
+vida».</p>
+
+<p>La indignación y la sorpresa trababan mi lengua. Ella,
+mientras, repetía sus súplicas, y yo buscaba inútilmente
+palabras de desdén con que rechazarlas. Pero, al sentir
+abrir la puerta de la antesala, cogió mis cabellos, que
+flotaban sobre mi espalda, con la otra mano cogió un espejo,
+y empleando todas sus fuerzas llevóme de tal guisa
+hasta la puerta del gabinete, y abriéndola con la rodilla
+ofreció a los ojos del recién llegado, a quien el ruido parecía
+haber petrificado en medio de la estancia, un espectáculo
+que debió asombrarle. Vi un hombre vestido con
+lujo, pero de bastante mala traza.</p>
+
+<p>Aun en la turbación en que le sumía la escena no dejó
+de inclinarse en profunda reverencia. Manon no le dió
+tiempo a abrir la boca. Presentaba el espejo. «Vea, señor,
+miraos bien y hacedme justicia. Me pedís amor. He aquí
+el hombre a quien amo y a quien he jurado amar toda mi
+vida. Estableced vos mismo la comparación. Si creéis poder
+disputarle mi corazón decidme en qué os fundáis,
+pues a fuer de vuestra muy humilde servidora he de deciros
+que a mis ojos todos los príncipes de Italia no valen
+uno de los cabellos que tengo en mi mano».</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_143">[Pg 143]</span></p>
+
+<p>Mientras duró aquel absurdo discurso, que por las
+trazas tenía meditado de antemano, hacía yo desesperados
+esfuerzos para libertarme, y compadeciéndome de
+aquel hombre sentíame dispuesto a reparar el ultraje
+con mis atenciones. Pero habiéndose repuesto con bastante
+facilidad, su respuesta, que me pareció un tanto
+grosera, quitóme mis buenas disposiciones. «Señorita,
+señorita—dijo con forzada sonrisa—, abro los ojos y os
+encuentro en verdad menos novicia de lo que creía».</p>
+
+<p>Retiróse inmediatamente, sin tener ni una mirada para
+ella, y rumiando en voz baja, que las mujeres de Francia
+allá se iban con las de Italia. Nada me obligaba, en tal
+ocasión, a hacerle mejorar sus ideas sobre el bello sexo.</p>
+
+<p>Manon abandonó mis cabellos, y arrojándose en una
+butaca llenó el cuarto con el estrépito de sus carcajadas.
+No ocultaré que me había llegado al alma aquel sacrificio
+que sólo podía imputar al amor. Sin embargo, la
+broma me pareció excesiva e hícela un reproche por ella.
+Contóme que mi rival, después de obsesionarla con su
+persecución unos días, y dejarla adivinar con muecas y
+guiños su amor, habíase decidido a declararse abiertamente,
+acompañando su declaración con sus nombres y
+títulos en una carta que le había hecho remitir por el cochero
+que les conducía a ella y sus compañeras; que
+aparte de las palabras de amor la prometía cuantiosos
+presentes. Según decía había vuelto a Chaillot con el designio
+de contarme aquella aventura, pero habiendo creído
+que podíamos hallar en ella un motivo de diversión<span class="pagenum" id="Page_144">[Pg 144]</span>
+no había podido resistir a su deseo. Entonces había concedido
+al príncipe italiano la libertad de visitarla en su
+propia casa y habíase divertido en hacerme entrar en
+sus planes sin ponerme en antecedentes de ellos. No le
+dije que hubiese sabido nada por otros conductos y la
+embriaguez del amor triunfante me hizo aprobarlo todo.</p>
+
+<p>He observado en el transcurso de mi vida entera que
+el cielo escogió siempre, para castigarme con su mano de
+hierro, los momentos en que mi buena suerte me parecía
+más firme y duradera. Me creía tan feliz con la amistad
+de T. y el amor de Manon que hubiese costado mucho
+trabajo convencerme de que me amagaba un nuevo
+infortunio. Sin embargo, preparábase uno tan funesto, y
+que me ha reducido al extremo en que me hallasteis en
+Passy, y eso pasando por trámites y aventuras tan crueles
+que os costará trabajo creer mi narración veraz.</p>
+
+<p>Un día que el señor T... cenaba con nosotros, oímos el
+ruido de una carroza que se detenía a la puerta de la
+hostería. La curiosidad nos impulsó a querer saber quién
+era el que llegaba a tales horas. Dijéronnos que era el joven
+G... M..., es decir, el hijo de nuestro más cruel enemigo,
+del viejo libertino que me encerrara a mí en San
+Lázaro y a Manon en el <em>hospital</em>. Su nombre empurpuró
+mi rostro. «Es el cielo quien le trae—dije a T...—para
+castigarle de la infamia de su padre. No se escapará
+sin que hayamos medido nuestras espadas». T... que le
+conocía y que hasta era uno de sus mejores amigos,
+esforzóse en hacerme concebir mejores sentimientos para<span class="pagenum" id="Page_145">[Pg 145]</span>
+con él. Aseguróme que era un muchacho muy amable
+y tan poco capaz en haber intervenido en la fea acción
+de su padre, que yo mismo no hablaría con él un momento
+sin concederle mi estimación y sin desear la suya.
+Después de añadir mil cosas más, me pidió mi consentimiento
+para ir a saludarle y proponerle viniese a ocupar
+un lugar en nuestra mesa. Previno la objeción del peligro
+que significaba para Manon descubrir su refugio al hijo
+de nuestro enemigo, afirmando por su honor y por su fe
+que cuando nos conociese no tendríamos mejor defensor.
+Con tales seguridades no opuse ya ningún reparo.</p>
+
+<p>T... nos le trajo, claro que no sin haberse tomado antes
+unos momentos para informarle de quiénes éramos.
+Entró con un aire que desde luego nos previno en su favor.
+Abrazóme cordialmente y nos sentamos todos. Mostró
+su admiración por Manon, por mí, por cuanto nos
+pertenecía, y comió con un apetito que hacia honor a
+nuestra cena.</p>
+
+<p>Cuando alzaron los manteles la conversación se hizo
+más seria. Bajó los ojos y puso sordina en la voz para
+hablarnos de los excesos cometidos por su padre con nosotros.
+Presentónos sus excusas más humildes. «Las abrevio—dijo—para
+no avivar un recuerdo que me causa
+rubor». Si sus palabras eran sinceras en un principio,
+hiciéronse aún mucho más a continuación. Y no había
+pasado un cuarto de hora sin que me diese cuenta de la
+impresión que los encantos de Manon causaban sobre él.
+Sus miradas y sus maneras hacíanse rendidas por momentos.<span class="pagenum" id="Page_146">[Pg 146]</span>
+Sin embargo, nada dejó aparecer de tales sentimientos
+en sus palabras, pero aunque no hubiese estado
+iluminado por los celos, tenía demasiada experiencia en
+las cosas de amor para no saber lo que aquello significaba.</p>
+
+<p>Acompañóme parte de la noche y no nos dejó sin haberse
+felicitado de nuestro conocimiento y haber solicitado
+de nosotros permiso para renovar de vez en cuando
+la oferta de sus servicios. Marchó de madrugada con
+T..., que aceptó un sitio en su carroza.</p>
+
+<p>No sentía, como he dicho ya, ninguna inclinación celosa.
+Tenía más fe que nunca en los juramentos de Manon.
+Aquella deliciosa criatura poseía tal ascendiente sobre mi
+corazón, que no cabía en él ningún pensamiento que no
+fuése de fe, amor y respeto. En vez de reprocharle el haber
+gustado al joven G... M... estaba orgulloso del efecto
+de sus encantos, y hacíame una gloria de ser amado por
+una criatura que todo el mundo encontraba bella. Ni aun
+siquiera juzgué pertinente comunicarle mis sospechas.
+Habíamos empleado algunos días en los cuidados de su
+vestuario, y, mientras, habíamos discutido si podíamos o
+no ir al teatro sin peligro de ser reconocidos. T... vino
+a vernos antes de acabar la semana y le consultamos
+sobre aquel particular. Comprendió, en seguida, que había
+que decir que sí para serle agradable a Manon. Resolvimos
+ir aquella misma noche.</p>
+
+<p>Pero aquella determinación no pudo ejecutarse, pues,
+habiéndome llamado aparte me dijo sobre poco más o<span class="pagenum" id="Page_147">[Pg 147]</span>
+menos: «Estoy en un verdadero compromiso desde la última
+vez que os vi y mi visita de hoy no es sino una consecuencia
+de ello. G... M... está enamorado de vuestra
+querida; me lo ha confesado. Soy su íntimo amigo y estoy
+dispuesto a todo para servirle; pero también lo soy
+vuestro. Considero sus intenciones injustas y se las reprocho
+desde el fondo de mi corazón. Hubiérale guardado
+el secreto si él, para vencer, no hubiese pensado en
+emplear sino los procedimientos corrientes, pero está informado
+del carácter de Manon. Ha sabido, no sé cómo,
+que gusta de la abundancia y los placeres, y como la fortuna
+de que disfruta es considerable, ya me ha dicho que
+piensa tentarla con un magnífico regalo primero, con la
+oferta de diez mil libras de renta después. En igualdad
+de condiciones ambos, hubiese tenido grandes escrúpulos
+en traicionarle, pero la justicia está unida, de vuestra
+parte, a la amistad, tanto más que habiendo sido la causa
+imprudente de su pasión, introduciéndole aquí, tengo el
+deber de remediar el mal que involuntariamente he
+hecho».</p>
+
+<p>Agradecí a T... aquella prueba realmente considerable
+de amistad y le devolví su confianza confesándole
+que el carácter de Manon era tal y como G... M... se lo
+figuraba, es decir, que no podía soportar el nombre de
+la pobreza. «Sin embargo—dije—, no siendo cuestión
+sino de más o menos, no la creo capaz de abandonarme
+por otro. Estoy en condiciones de no permitir que le
+falte nada y aun creo que mi fortuna se acrecentará de
+<span class="pagenum" id="Page_148">[Pg 148]</span>
+día en día. Lo único que temo es que G... M... aproveche
+el conocer nuestro refugio para jugarnos una mala pasada».</p>
+
+<p>T... me aseguró que respecto a eso podía estar
+tranquilo; que G... M... era capaz de una locura amorosa,
+pero no de una bajeza, y que si hubiese tenido la cobardía
+de hacer una, sería él, que me hablaba, el primero en
+castigarla y en reparar el mal que involuntariamente
+habría causado. «Os agradezco vuestras intenciones—le
+repliqué—, pero el mal estaría hecho y el remedio sería
+muy difícil. Así es que lo más prudente es prevenirle,
+abandonando Chaillot por otro lugar cualquiera.—Sí—replicó
+el señor T...—, pero os será difícil hacerlo con
+la rapidez que sería menester, pues G... M... estará aquí
+antes de las doce. Me lo dijo ayer, y eso es lo que me ha
+hecho venir tan temprano para informaros de sus planes.
+Puede llegar de un momento a otro».</p>
+
+<p>Aviso tan perentorio hízome mirar aquel asunto con
+atención creciente. Como me parecía imposible evitar la
+visita de G... M... y no menos imposible impedir que se
+declarase a Manon, tomé el partido de prevenirle yo
+mismo sobre los planes de aquel nuevo rival. Pensé que
+estando enterada de las proposiciones que iban a hacerle
+y oyéndolas de mí mismo tendría más fuerzas para
+rechazarlas. Descubrí mi pensamiento a T..., que me dijo
+que el plan le parecía arriesgadísimo. «Reconozco que sí—le dije—,
+pero todas las razones que puede haber para
+tener fe en una querida las tengo para creer en la mía.</p>
+
+
+<div class="chapter">
+<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp149-1">
+ <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp149-1.jpg" alt="ilo1p149" title="p149ilo1">
+</figure>
+</div>
+
+<div class="chapter">
+<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp149-2">
+ <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp149-2.jpg" alt="ilo2p149" title="p149ilo2">
+</figure>
+</div>
+
+<div class="chapter">
+<p><span class="pagenum" id="Page_149">[Pg 149]</span></p>
+</div>
+
+
+<p>No habría sino la cuantía de las promesas que pudiese
+deslumbrarla y ya os digo que no conoce el interés. Ama
+el bienestar, pero me ama a mí también; y tal como están
+de florecientes nuestros asuntos, creo que me preferiría a
+mí al hijo del hombre que la metió en el <em>hospital</em>». En
+una palabra, persistí en mi determinación y habiéndome
+apartado con Manon, le enteré de todo lo que acababa
+de saber.</p>
+
+<p>Dióme las gracias por la buena opinión que tenía de
+ella y me prometió acoger las ofertas de G... M... de forma
+que no le quedasen deseos de renovarlas. «No—objeté—,
+no conviene irritarle con un exabrupto, puesto
+que podría perdernos. Pero bastante sabes tú, pícara—añadí riendo—,
+la manera de deshacerte de un adorador
+pegajoso y molesto». Después de permanecer unos
+momentos soñadora, dijo: «Acaba de ocurrírseme una
+idea admirable y estoy encantada con ella; G... M... es el
+hijo del peor de nuestros enemigos. Debemos vengarnos
+del padre, no en la persona, pero si en la bolsa del hijo.
+Voy a escucharle, a aceptar los presentes y a reirme de
+él.—El proyecto es bonito; pero ¿no te acuerdas ya, criatura,
+que fué el camino que te llevó al <em>hospital</em>?».</p>
+
+<p>Fué inútil que me esforzase en mostrarla los peligros
+de la empresa; respondióme que tan sólo era cuestión de
+tomar bien nuestras medidas, y halló respuesta a todas
+mis objeciones. Dadme el ejemplo de un amante que no
+haya cedido a todos los caprichos de una querida adorada
+y os confesaré que hice mal en conformarme. Decidimos,<span class="pagenum" id="Page_150">[Pg 150]</span>
+pues, hacer de G... M... nuestra víctima, y por una
+cruel ironía de la suerte la víctima fuí yo.</p>
+
+<p>Vimos aparecer su carroza a eso de las once. Hizo
+mil rebuscados cumplidos sobre la libertad que se tomaba
+al venir a comer con nosotros. No se sorprendió al
+ver a M. de T..., que le ofreciera la víspera venir también
+y que se había excusado con algunos asuntos urgentes
+para no venir en el mismo coche. Aunque no había ni
+uno solo entre nosotros que no llevase la traición en el
+corazón, sentámonos a la mesa con aire de cordialidad y
+amistad; G... M... halló fácilmente manera de declarar sus
+sentimientos a Manon. No debí parecerle molesto, pues
+me ausenté exprofeso durante unos minutos.</p>
+
+<p>Noté bien a las claras, a mi regreso, que no le habían
+descorazonado con un exceso de severidad. Parecía del
+mejor humor del mundo. Yo, por mi parte, afectaba estarlo
+también. Reíase interiormente de mi simpleza; yo
+de la suya. Durante toda la tarde representamos el uno
+para el otro una divertida escena. Arregléme de manera
+de procurarle, antes de su partida, una nueva entrevista
+con Manon, de modo que debió quedar tan satisfecho de
+mi prudencia como de la buena mesa.</p>
+
+<p>No bien hubo subido a su carroza con M. de T..., Manon
+corrió a mí con los brazos abiertos, riendo a carcajadas.
+Repitióme sus discursos y sus proposiciones, sin
+cambiar palabra. Reducíanse a lo siguiente: la adoraba;
+quería compartir con ella cuarenta mil libras de renta
+de que disfrutaba ya, sin contar lo que heredaría cuando<span class="pagenum" id="Page_151">[Pg 151]</span>
+muriese su padre. Iba a ser dueña de su fortuna y de su
+corazón, y como arras de aquellos bienes estaba dispuesto
+a darle una carroza, un hotel amueblado, una doncella,
+tres criados y un cocinero.</p>
+
+<p>«He ahí un hijo—dije a Manon—mucho más generoso
+que su padre. Hablemos de buena fe—añadí—; tales promesas,
+¿no os tientan?—¿A mí?—respondió, ajustando a
+su pensamiento estos versos de Racine:</p>
+
+<div class="poetry-container">
+<div class="chapter">
+<p><span style="margin-left: 1em;">¿Yo? ¿Me creeréis capaz de tal perfidia?</span><br>
+¡Yo! ¿Podría acaso resistir el semblante odioso<br>
+que evoca el recuerdo del <em>hospital</em> a mis ojos?</p>
+</div>
+</div>
+
+
+<p>—No—repliqué, continuando por mi parte la parodia:</p>
+
+
+<div class="poetry-container">
+<div class="poetry">
+<p><span style="margin-left: 1em;">No; costárame trabajo creer, señora,</span><br>
+que el <em>hospital</em> estuviera grabado<br>
+con un trazo de amor en vuestro corazón.</p>
+</div>
+</div>
+
+<p>«Pero no deja de ser un porvenir seductor, un hotel
+con carroza y tres lacayos, y el amor mismo puede pocas
+veces hacer así las cosas».</p>
+
+<p>Hízome protestas de que su corazón era mío para
+siempre y que a nadie amaría jamás sino a mí. «Las promesas
+que me ha hecho más son aguijón a mi venganza
+que dardos de amor». Le pregunté si entraba en sus designios
+aceptar el hotel y la carroza. Respondióme que
+no quería sino el dinero.</p>
+
+<p>La gran dificultad estaba en obtener lo uno sin lo<span class="pagenum" id="Page_152">[Pg 152]</span>
+otro. Decidimos esperar las explicaciones de G... M..., que
+vendrían en una carta que había prometido escribirle.
+Recibióla, efectivamente, al día siguiente de mano de un
+lacayo sin librea que supo hábilmente hallar ocasión para
+hablarla sin testigos. Díjole que esperase su contestación
+y vino a traerme la carta a mí. Abrímosla juntos.</p>
+
+<p>Además de los lugares comunes de ternura amorosa,
+contenía las promesas de mi rival. No reparaba en gastos.
+Comprometíase a entregar diez mil francos al tomar
+posesión del hotel, y además a reparar de tal modo
+las disminuciones que la susodicha cantidad pudiese padecer
+que Manon la tuviese siempre delante de sí en dinero
+contante. En cuanto a la inauguración no la retrasaba
+con exceso. Sólo pedía de plazo dos días para preparar
+las cosas y hasta la señalaba el lugar donde el hotel
+estaría emplazado y la marcaba la hora en que la esperaría
+si conseguía escaparse de entre mis manos. Era esto
+último lo único que debía inquietarle, pues respecto a
+todo lo demás parecía estar completamente tranquilo,
+pero añadía que, si tenía dificultades para escaparse, él
+encontraría medio de que su fuga fuése cómoda y fácil.</p>
+
+<p>G... M... era más astuto que su padre y quería tener
+su presa entre las manos antes de soltar el dinero. Deliberamos
+sobre la actitud que Manon debía adoptar. Hice
+aún algunos esfuerzos para quitarle la empresa de la cabeza,
+haciéndola ver todos los peligros que encerraba.
+Nada pudo quebrantar su determinación.</p>
+
+<p>Escribió breve respuesta a G... M... para decirle que<span class="pagenum" id="Page_153">[Pg 153]</span>
+no hallaría dificultad para ir a París el día señalado y que
+podía aguardarla con absoluta certeza.</p>
+
+<p>Arreglamos en seguida las líneas de nuestra acción. Yo
+debía partir inmediatamente para buscar en algún pueblecillo,
+al otro lado de París, una casa, y llevaría a ella
+nuestro equipaje. Al día siguiente, que era el de la cita,
+ella iría temprano a París, y después de recibir los obsequios
+de G... M... le rogaría insistentemente que la llevase
+al teatro, cogería consigo todo lo que pudiese llevar
+de la suma aquella, encargaría del resto a mi lacayo,
+que deseaba llevarse con ella, pues era el mismo que la
+salvó del <em>hospital</em> y que nos era ciegamente adicto. Yo
+me hallaría con un coche en la esquina de la calle San
+Andrés de los Arcos, y a las siete, dejando al coche en
+espera, avanzaría en las sombras hasta la puerta de la
+Comedia. Manon me prometió hallar una excusa para
+abandonar el palco un momento y, aprovechándole, venir
+en busca mía. El resto era cosa fácil; en un momento
+estaríamos en mi coche y en poco tiempo habríamos salido
+de París por la puerta del barrio de San Antonio,
+que era nuestro camino más corto para nuestra nueva
+morada.</p>
+
+<p>Aquel plan, estrafalario y todo, nos pareció muy bien
+arreglado. Pero había una ciega temeridad en creer que,
+aun resultando todo a las mil maravillas, hubiésemos podido
+escapar luego a las consecuencias. Sin embargo,
+nos expusimos con la confianza más temeraria. Manon
+fuése con Marcelo; así se llamaba nuestro criado. La vi<span class="pagenum" id="Page_154">[Pg 154]</span>
+marchar con pena. Díjela al abrazarla: «Manon, ¿no me
+engañas? ¿Me serás fiel?». Quejóse tiernamente de mi
+desconfianza y me renovó todos sus juramentos.</p>
+
+<p>Según su cuenta debía de llegar a París a las tres. Yo
+partí después de ella y fuí a recluirme para perecer de
+aburrimiento todo el resto de la tarde al café de Feré, en
+el puente de San Miguel. Allí permanecí hasta la noche.
+Salí entonces para tomar un coche e ir a apostarme con
+él, según habíamos quedado, a la entrada de la calle de
+San Andrés de los Arcos; después fuí a pie a la puerta
+del teatro. Sorprendióme no hallar a Marcelo, que debía
+de estar esperándome. Esperé pacientemente una hora,
+confundido entre los lacayos, ojo avizor, acechando a todos
+los transeuntes. En fin, al dar las siete, sin percibir
+nada que tuviese relación con nuestros planes, tomé un
+billete de parterre para ir a ver si divisaba a Manon y a
+G... M... en un palco. Ni uno ni otra estaban allí. Volví a
+la puerta, donde dejé transcurrir aún un cuarto de hora,
+lleno de impaciencia y de inquietud. No viendo nada tampoco,
+fuí a mi coche sin resolverme a tomar un partido
+u otro. Habiéndome visto mi cochero, vino a mi encuentro
+para decirme, con aire de misterio, que una linda damisela
+me esperaba, hacía una hora, en la carroza, que
+había intentado llamar mi atención con multitud de gestos,
+que él había visto muy bien, y que sabiendo que
+había de volver había dicho que no se impacientaría y
+me aguardaría tranquilamente allí.</p>
+
+<p>Creí en seguida que era Manon. Me acerqué rápidamente<span class="pagenum" id="Page_155">[Pg 155]</span>
+y entonces vi un rostro encantador que no era el
+suyo. Tratábase de una desconocida, que empezó por preguntarme
+si no era con el caballero Des Grieux con quien
+tenía el honor de hablar. Díjele que, efectivamente, aquel
+era mi nombre. «Tengo una carta para vos—díjome—,
+carta que os instruirá del objeto de mi presencia y de
+cómo he tenido el honor de conocer vuestro nombre».
+Roguéle me diese tiempo para leerla en un establecimiento
+cercano. Quiso acompañarme y aun me aconsejó que
+pidiese un reservado. «¿De quién procede esta carta?»—le
+dije, al subir. Pero ella me respondió que ya lo vería
+al leerla.</p>
+
+<p>Reconocí la letra de Manon. He aquí, poco más o menos,
+lo que me decía: G... M... le había recibido con una
+cortesía y una magnificencia que sobrepujaban a toda
+idea. Le había agobiado de presentes y hecho entrever
+un porvenir de reina. Me aseguraba, sin embargo, que no
+me olvidaba en aquella nueva fase de su fortuna, aunque
+no habiendo podido convencer a G... M... de que la llevase
+al teatro aquella noche, tenía que dejar para otro
+día el gusto de verme. Pero que para consolarme de la
+pena que adivinaba podría causarme la noticia había encontrado
+manera de enviarme a una de las muchachas
+más bonitas de París, que sería la portadora de su carta.
+<em>Firmado</em>: vuestra fiel amante, Manon Lescaut.</p>
+
+<p>Había algo tan cruel y tan insultante para mí en aquella
+carta que, permaneciendo un rato suspenso entre el
+dolor y la cólera, propúseme hacer un esfuerzo para olvidar<span class="pagenum" id="Page_156">[Pg 156]</span>
+a mi ingrata y pérfida querida. Fijé los ojos en la
+mujer que tenía ante mí. Era, en extremo, bella, y yo hubiese
+deseado que lo fuése bastante para hacerme a mi
+vez perjuro y traidor; pero por desgracia mía no hallé
+aquellos astutos y tiernos ojos, aquel divino porte y
+aquel cutis, cuyos matices había combinado amor mismo;
+en fin, aquel conjunto de perfecciones, que constituían el
+mágico encanto de mi pérfida amada. «No, no—dije
+apartando de ella mis miradas—; la traidora, ingrata que
+os envió bien sabía que os enviaba a una tentativa inútil.
+Volved y decidle que disfrute de su crimen si puede y
+que le disfrute sin remordimientos. Renuncio para siempre
+a ella, y al mismo tiempo renuncio a todas las mujeres,
+que si en belleza no sabrán igualarla, en perfidia le
+serán todas semejantes». Estuve entonces a punto de retirarme,
+sin tratar de saber más de Manon. Los mortales
+celos, que me desgarraban el corazón, disfrazábanse de
+una opaca y sombría calma, y tanto más me creía próximo
+a curarme cuanto que no sentía ninguno de aquellos
+movimientos de ira que me habían agitado en circunstancias
+parecidas. ¡Malhaya mi suerte!, tan víctima era de las
+burlas de mi amor como creía serlo de las de Manon y de
+las de G... M...</p>
+
+<p>La muchacha que me había traído la carta, al verme
+dispuesto a salir, preguntóme qué quería que contestase
+a G... M... y a la dama que se hallaba con él. A esta
+pregunta, volví a entrar en el cuarto, y por uno de esos
+rápidos cambios, en que no podrán creer los que jamás<span class="pagenum" id="Page_157">[Pg 157]</span>
+sufrieron las fatigas y zozobras del amor, pasé de golpe,
+desde la tranquilidad en que creía hallarme, al furor
+más ciego. «Ve—dije—y cuenta al traidor G... M... y a su
+pérfida querida la desesperación en que su maldita carta
+me ha arrojado, pero añádeles que poco se reirán de mí,
+pues con mis propias manos les apuñalaré a los dos».
+Arrojéme en una silla; mi sombrero y mi bastón rodaron
+por el suelo, dos ríos de llanto brotaron de mis ojos.
+Entonces el acceso de furor por que acababa de pasar
+cambióse en profundo dolor; no hice, durante largo rato,
+sino llorar, entre suspiros y gemidos. «Acércate, acércate,
+pobre niña—dije a la joven—, puesto que es a ti a
+quien envían para consolarme. Dime si sabes algún remedio
+contra la desesperación, algún calmante contra la
+rabia, contra el deseo de darte a ti mismo la muerte
+después de dársela a los traidores, que no merecen el
+don de la vida. Sí, acércate—continué, al ver que iniciaba
+algunos pasos tímidos e inciertos para aproximárseme—,
+ven a secar mis lágrimas, ven a devolver la paz a
+mi corazón, ven y dime que me amas, para habituarme
+a la idea de poder ser de otra que de mi traidora. Eres
+bella, y quizás pueda amarte a mi vez». La pobre muchacha,
+que apenas tendría dieciséis o diecisiete años, y que
+parecía más pudorosa e inocente que sus iguales, parecía
+hallarse profundamente asombrada ante la extraña escena.
+Acercóse, pese a ello, para hacerme algunas caricias;
+pero entonces yo la aparté con mis manos. «¿Qué quieres
+de mí?—dije—. ¡Ah!, ¡eres mujer!, ¡eres de un sexo<span class="pagenum" id="Page_158">[Pg 158]</span>
+que odio! La dulzura de tu rostro me amenaza de nuevas
+traiciones. Vete y déjame solo aquí». Hízome una reverencia,
+sin osar decirme nada, y me volvió la espalda
+para salir. La grité que esperase. «Pero dime, al menos,
+cómo, por qué y con qué objeto te han enviado aquí.
+¿Cómo has averiguado mi nombre y el lugar donde podías
+hallarme?».</p>
+
+<p>Entonces me dijo que conociendo de larga fecha a
+G... M... éste la había enviado a buscar a las cinco de la
+tarde, y que habiendo seguido al lacayo, que fué en su
+busca, había hallado a su amigo en una soberbia casa,
+donde jugaba al <em>piquet</em>, con una dama muy bella, y que
+entonces los dos le habían encargado que me entregase
+la carta que me había dado, después de prevenirla que
+me encontraría en una carroza en la esquina de la calle
+de San Andrés. Preguntéle si nada más le habían dicho.
+Contestó, ruborizándose, que le habían hecho concebir
+la esperanza de que la conservaría a mi lado para hacerme
+compañía. «Te han engañado, mi pobre niña, te
+han engañado. Eres mujer y necesitas un hombre, pero
+necesitas uno que sea rico y feliz, y no es ciertamente
+aquí donde puedes hallarlo. Vuelve, vuelve a G... M...
+Ese tiene cuanto precisa para ser amado de las bellas;
+tiene hoteles, muebles y trenes que ofrecer. En cuanto a
+mí, que no tengo sino amor que dar, las mujeres desdeñan
+mi miseria y hacen juego de mi simplicidad».</p>
+
+<p>Añadí mil cosas tristes o violentas, según que las pasiones,
+que me agitaban alternativamente, cedían o me<span class="pagenum" id="Page_159">[Pg 159]</span>
+arrastraban. Pero, a fuerza de atormentarme, mi delirio
+disminuyó lo suficiente para dejar sitio a la reflexión.
+Comparé aquel infortunio a los que había padecido del
+mismo orden, y saqué, en consecuencia, que en aquella
+ocasión no había por qué desesperarse más que en las
+anteriores. Conocía a Manon; ¿por qué, pues, afligirme
+de aquel modo por una desgracia que debía de prever?
+¿Por qué, mejor, no emplear mis fuerzas en buscar remedio?
+Aun era tiempo. Por lo menos, no debía malgastar
+mis energías, si no quería hacerme luego el reproche de
+haber contribuido con mi negligencia a mis propias penas.
+Púseme, pues, a pensar en los medios que podían
+abrirme un camino de esperanza.</p>
+
+<p>Tratar de arrancarla por la violencia de las manos de
+G... M..., era una insensatez inútil, que no ofrecía la menor
+probabilidad de éxito, pero en cambio parecíame,
+que si podía procurarme la menor entrevista con ella,
+ganaría infaliblemente la batalla. ¡Conocía tan bien los
+puntos sensibles de su corazón! ¡Estaba tan seguro de
+ser amado por ella! Aquella misma extravagancia de enviarme
+una mujer bonita para consolarme, estaba seguro
+que era a ella a quien se le había ocurrido, y era prueba
+de su compasión por mis sufrimientos.</p>
+
+<p>Resolví poner en juego toda mi maña para conseguir
+entrevistarme con ella. Entre los varios caminos que fuí
+examinando, me detuve en el siguiente: T... había mostrado
+demasiada buena voluntad en mi ayuda para que
+me fuése dado dudar de su sinceridad y su celo. Prometíme<span class="pagenum" id="Page_160">[Pg 160]</span>
+ir a verle inmediatamente y comprometerle a
+llamar a G... M..., con pretexto de un asunto importante.
+Sólo necesitaba media hora para hablar a Manon. Mi
+plan era hacerme introducir en su mismo cuarto, y me
+parecía cosa fácil en ausencia de G... M...</p>
+
+<p>Habiéndome devuelto tales resoluciones parte de mi
+calma, pagué espléndidamente a la joven que aun permanecía
+conmigo, y para quitarle las ganas de volver a
+reunirse con quienes la habían enviado, tomé sus señas
+dejándola entrever que tal vez iría a pasar con ella el
+resto de la noche. Subí a mi coche e híceme llevar con
+toda la rapidez posible a casa del señor T... Tuve la
+suerte de encontrarle, aunque durante el camino me atormentara
+el temor de su ausencia. Una palabra le puso al
+corriente de mis penas y del favor que venía a pedirle.</p>
+
+<p>Asombróle de tal modo que G... M... hubiese podido
+seducir a Manon, que, ignorando la parte que yo mismo
+había tenido en mi desgracia, ofrecióse espontáneamente
+reunir a todos sus amigos para emplear sus brazos y sus
+espadas en libertar a mi querida. Hícele comprender que
+todo aquel ruido podía sernos perjudicial a ella y a mí.
+«Guardemos nuestra sangre para el último extremo. Medito
+un medio menos ruidoso y del que espero igual
+éxito». Ofrecióse a hacer, sin excepción, cuanto le pidiese.
+Y habiéndole repetido que tan sólo se trataba de
+hacer llamar, con pretexto de hablar con él, a G... M...,
+y hacerle faltar de su casa una hora o dos, salió conmigo
+para complacerme.</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_161">[Pg 161]</span></p>
+
+<p>Discutimos sobre el pretexto de que podía valerse
+para entretenerle tanto tiempo. Aconsejéle empezar por
+enviarle una carta fechada en un figón, citándole urgentemente
+para un asunto de tal importancia que no admitía
+espera. «Espiaré—le dije—el momento de su salida y
+no me costará trabajo introducirme en la casa, no siendo,
+como no soy, conocido sino de Manon y de Marcelo,
+mi criado. En cuanto a vos, podéis decirle que el asunto
+importante de que deseáis hablarle es un asunto de dinero.
+Que acabáis de perder no sólo el vuestro, sino
+mucho más sobre palabra. Necesitará tiempo para procurároslo,
+y yo tendré el que me hace falta».</p>
+
+<p>M. de T... hizo ce por be todo lo que yo le había encargado.
+Dejéle en el figón, donde escribió inmediatamente su
+carta. En cuanto a mí, fuí a colocarme a algunos pasos
+de la casa de Manon, vi llegar al portador de la misiva, y
+partir a poco G... M... a pie y seguido de un lacayo. Tras
+de darle tiempo para salir de la calle, me aproximé a la
+puerta de la infiel, y pese a mi ira, llamé con el respeto
+con que lo haría en un templo. Felizmente, fué Marcelo
+quien vino a abrirme la puerta. Hícele una seña y, aunque
+nada tenía que temer de los demás criados, le pregunté
+si podía conducirme al cuarto donde estaba Manon
+sin ser notado. Dijo que era cosa fácil, con sólo subir
+con cuidado la escalera principal. «Vamos pronto—le dije—,
+y trata de impedir que suba nadie mientras
+yo esté allí». Así llegué sin tropiezo al cuarto de Manon.</p>
+
+<p>Hallábase ella entregada a la lectura. En tal ocasión<span class="pagenum" id="Page_162">[Pg 162]</span>
+fué cuando mejor pude admirar el carácter de aquella
+criatura. En vez de parecer aterrada o asombrada al
+verme, no dió sino esas ligeras pruebas de sorpresa naturales
+cuando nos encontramos con una persona que
+creemos lejos. «¡Ah, sois vos, amor mío!—exclamó viniendo
+a abrazarme con la ternura habitual—¡Dios mío,
+qué audaz sois! ¡Quién hubiese podido esperaros hoy en
+tal lugar!». Me desprendí de sus brazos, y, en vez de corresponder
+a sus caricias, la rechacé con desdén y retrocedí
+dos o tres pasos para alejarme de ella. Aquel ademán
+no dejó de desconcertarla. Permaneció inmóvil y
+fijó sus ojos en mí, cambiando de color. Tan contento
+me hallaba en el fondo de volverla a ver que, pese a los
+numerosos motivos de ira que tenía contra ella, apenas
+encontraba fuerzas para hacerle reproches. Sin embargo,
+mi corazón sangraba aún por la cruel ofensa que me había
+inferido. Llamé en mi auxilio a la memoria para exaltar
+mi indignación, y traté de encender en mis ojos otros
+fuegos que no fuesen los del amor. Como permaneciese
+yo un rato en silencio y Manon reparase en mi agitación,
+vile temblar al parecer de miedo.</p>
+
+<p>No pude resistir tal espectáculo. «¡Ah, Manon!—dije
+con tierna queja—¡Infiel, perjura Manon! ¿Por dónde
+comenzaré mis reproches? Os veo pálida y temblorosa y
+aun soy tan sensible a vuestros menores sufrimientos,
+que temo afligiros excesivamente con mis reproches.
+Pero he de decíroslo Manon, tengo el corazón lacerado
+por la crueldad de vuestra traición. Esos golpes no se<span class="pagenum" id="Page_163">[Pg 163]</span>
+descargan sobre un enamorado si no se ha decidido su
+muerte. ¡La tercera vez, Manon! ¡Las llevo bien contadas!
+¡Imposible olvidarlo! En vos misma está decidir en
+esta hora suprema, pues mi pobre amor no puede resistir
+semejante trato. Siento que va a sucumbir y que está
+próximo a partirse de dolor. ¡No puedo más!—gemí sentándome
+en una silla—. Apenas si me es dado sostenerme
+y hablar».</p>
+
+<p>No me contestó; pero, apenas me vió sentado, se arrodilló
+y, apoyando la cabeza en mis rodillas, ocultó el rostro
+entre mis manos. Sentí que por un momento las humedecía
+con su llanto. ¡Dios de Dios, pensad qué turbación
+no agitaría mi alma! «¡Ah, Manon, Manon!—repuse
+con un suspiro—Es ya tarde para llorarme cuando me
+habéis matado primero. Fingís una tristeza que estáis
+lejos de sentir. El mayor de vuestros males es indudablemente,
+el de mi presencia, que siempre vino a interrumpir
+vuestros placeres. Abrid bien los ojos y veréis
+quién soy. No se llora así por un desdichado a quien se
+traicionó y abandonó cruelmente». Seguía besando mis
+manos sin cambiar de postura. «Inconstante Manon—añadí
+aún—, mujer ingrata y sin fe, ¿a dónde, a dónde están
+vuestras promesas? Amante versátil y cruel, ¿qué has
+hecho del amor que me jurabas aún hoy mismo? ¡Justos
+cielos! ¿puede una infiel burlarse de nosotros así, después
+de invocaros fervorosamente? ¿Es el perjuro quien
+obtiene la recompensa? ¿La desesperación y el abandono
+son para la constancia y la fidelidad?».</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_164">[Pg 164]</span></p>
+
+<p>Aquellas palabras mías fueron acompañadas de tan
+amargas reflexiones que, mal de mi grado, dejé escapar
+algunas lágrimas. Manon lo notó en el cambio de mi voz.
+Rompió, por fin, el silencio. «Bien se ve—dijo con tristeza—que
+soy culpable, cuando tal dolor pude causaros;
+pero que el cielo me castigue si creí serlo o si tal pensamiento
+me asaltó siquiera».</p>
+
+<p>Aquel discurso me pareció tan desprovisto de sentido
+común y buena fe que no pude librarme de mi primer
+impulso de cólera. «¡Horrible disimulo!—exclamé—Veo
+mejor que nunca que eres una vil y una pérfida. Ahora
+es cuando conozco tu miserable carácter. Adiós, ruin
+criatura—dije, poniéndome en pie—, mejor quiero morir
+mil veces que tener trato alguno contigo. ¡Que el cielo
+me castigue si te honro con una sola mirada! Quédate
+con tu nuevo amante; ámale; ódiame a mí; renuncia al
+honor y al sentido de lo justo; me es igual, de todo me
+he de reir ya».</p>
+
+<p>De tal modo la espantó la explosión de mi voz que,
+siempre de rodillas, me miró temblorosa, no osando respirar.
+Di aún algunos pasos, en dirección a la puerta, sin
+separar los ojos de ella. Pero hubiese hecho falta ser inhumano
+para permanecer indiferente ante tantos encantos.
+Tan lejos me hallaba de poseer esa bárbara fuerza
+que, pasando de golpe al extremo opuesto, volví hacia
+ella o, por mejor decir, precipitéme sin reflexionar. La
+cogí en mis brazos y le di mil tiernos besos; la pedí
+perdón de mi violencia; confesé que era un bárbaro<span class="pagenum" id="Page_165">[Pg 165]</span>
+y que no merecía ser amado de una criatura como
+ella.</p>
+
+<p>La hice sentar y me arrodillé, a mi vez, rogándole me
+escuchase así. Luego, todo lo que un amante, sumiso y
+apasionado, pueda discurrir, de respetuoso y tierno, lo
+encerré en pocas palabras dándola excusas. Supliquéla,
+como singular favor, que me perdonase. Dejó caer sus
+brazos en torno a mi cuello, diciéndome, con dulce acento,
+que era ella la que necesitaba de perdón, por las penas
+que involuntariamente me causaba, y que comenzaba
+a temer, no sin razón, que no me pareciese suficiente lo
+que en descargo suyo iba a decirme. «¡A mí!—interrumpí—¡Si
+no os pido justificación ninguna! Apruebo cuanto
+hicisteis. No soy yo quién para pedir razones de tu conducta.
+Soy feliz, y me doy por satisfecho si mi Manon
+no me priva de la ternura de su corazón. Pero—continué—sin
+necesidad de volver sobre mi estado de espíritu,
+¡oh, poderosa Manon, que a capricho creáis mis
+alegrías y dolores!, humildemente, después de mostrarte
+mi arrepentimiento, ¿no me será permitido hablaros de
+mis penas y mis sufrimientos? Quisiera saber de vos misma
+qué ha de ser de mí hoy, y si pensáis firmar mi sentencia
+de muerte, pasando la noche con mi rival».</p>
+
+<p>Puso algún tiempo en meditar su respuesta. «Caballero
+mío—díjome, recuperando su aspecto tranquilo—, si,
+desde luego, os hubieseis explicado con tal claridad os
+hubieseis ahorrado no pocos sinsabores y a mí una escena
+harto penosa. Puesto que vuestro padecimiento sólo<span class="pagenum" id="Page_166">[Pg 166]</span>
+viene de vuestros celos, os hubiese curado al momento,
+ofreciéndoos seguiros inmediatamente, aunque fuése al
+fin del mundo. Pero he creído que era la carta que os
+escribí, bajo las miradas inexorables de G... M..., y la
+muchacha que os enviamos lo que provocaba vuestra indignación.
+Temí que pudierais mirar mi carta como una
+burla y a la joven enviada por G... M... como un síntoma
+de que renunciaba a vos para unirme definitivamente a
+él. Este pensamiento me ha llenado de consternación,
+pues por muy inocente que yo fuése, no podía ocultárseme
+que las apariencias no me eran favorables. Sin embargo,
+quiero que seáis mi juez después de explicaros la verdad
+de lo sucedido». Hízome saber entonces todo lo que
+le había pasado desde que había encontrado a G... M...
+que la esperaba en el mismo lugar donde ahora nos hallábamos.
+Habíale recibido, efectivamente, como a la primera
+princesa del mundo. Habíale enseñado todas las
+estancias de una limpieza y una riqueza admirables. Entrególe
+diez mil libras en su gabinete, añadiendo algunas
+alhajas, entre las que se hallaba el collar y los brazaletes
+de perlas que ya una vez le diera el padre. Hízole servir,
+por los nuevos criados que tomó para ella, ordenándoles
+que de allí en adelante le mirasen como a su dueña y
+señora; hízole, en fin, ver la carroza y los caballos y todo
+el resto de sus presentes. Después de lo cual propúsole
+una partida de juego para esperar la hora de la comida.
+«Confieso—dijo—que quedé deslumbrada por tanta
+magnificencia. Pensé que sería una tontería renunciar a<span class="pagenum" id="Page_167">[Pg 167]</span>
+tales bienes, contentándonos con llevarnos las diez mil
+libras y las alhajas; que igual yo que vos habíamos hecho
+nuestra fortuna y que podíamos vivir agradablemente a
+expensas de G... M... En vez de proponerle el teatro, decidí
+sondearle, en lo que a vos se refería, para ver las
+facilidades que podríamos hallar para la ejecución de mi
+sistema. Le he encontrado persona muy tratable. Preguntóme
+qué pensaba de vos y si no me había causado
+tristeza abandonaros. Contesté que érais tan amable y os
+habíais comportado siempre de tal modo conmigo que
+era natural que no pudiese odiaros. Confesó que no carecíais
+de méritos y que él mismo había sentido vivo
+impulso de simpatía por vuestra persona. Quiso saber,
+cómo creía yo, que tomaríais mi marcha, sobre todo
+cuando supieseis que estaba en sus manos. Contestéle
+que la fecha de nuestro amor era tan vieja ya, que había
+tenido tiempo de enfriarse un poco; que al mismo tiempo
+pasabais por una crujía material, así que tal vez no
+miraseis mi pérdida, que os libraba de pesado fardo,
+como gran desgracia. Añadí que no dudando que os
+conduciríais pacíficamente no había vacilado en deciros
+que venía a París para ciertos asuntos, que habíais consentido
+en ello y que habiendo venido vos también no
+parecíais muy inquieto cuando os dejé. Si le creyese capaz—díjome
+entonces—de convivir amistosamente conmigo,
+sería yo el primero en ofrecerle mis servicios y
+mis atenciones. Contesté que conociéndoos como os conocía
+no dudaba de que os comportaríais correctamente,<span class="pagenum" id="Page_168">[Pg 168]</span>
+sobre todo—añadí—si él podía ayudaros en vuestros
+asuntos, harto desarreglados desde la riña con vuestra
+familia. Interrumpióme, para hacer protestas de ofreceros
+toda la ayuda que de él dependiese, y hasta si queríais
+embarcaros en un nuevo amor os presentaría a una
+querida muy linda que había dejado para amarme a mí.</p>
+
+<p>»Aplaudí su idea—añadió—, para borrar toda sospecha
+en él, y afirmándome más y más en mi proyecto, no
+hacía sino pensar en la manera de avisaros de lo que sucedía,
+por miedo a que os alarmaseis con exceso al verme
+faltar a vuestra cita. Fué con tal intención con la que le
+propuse enviaros a vuestra nueva amiga aquella misma
+noche por tener un pretexto para escribiros. No hubo
+más remedio que recurrir a aquella astucia, pues no tenía
+esperanzas de que me dejase sola ni un instante.</p>
+
+<p>»Rió de mi proposición; llamó a su lacayo, y tras de
+preguntarle si sabría encontrar a su antigua amiga, mandóle
+de un lado para otro en su busca. Creyó primero
+que era a Chaillot donde había que ir a buscaros, pero
+yo le desengañé diciéndole que, al separarnos, os prometí
+ir al teatro, y si algo me lo impedía o se presentaba
+alguna dificultad me esperaríais en una carroza en la esquina
+de la calle de San Andrés, y que, por lo tanto, más
+valía enviaros allí a vuestra nueva amante, aunque no fuése
+más que para impedir que os consumieseis de aburrimiento
+toda la noche. Díjele también que no estaría de
+más escribiros dos palabras para advertiros de aquel
+cambio, que os costaría trabajo explicaros si no. Consintió,<span class="pagenum" id="Page_169">[Pg 169]</span>
+pero me vi obligada a escribir en su presencia, y
+claro que me guardé muy bien de explicarme abiertamente
+en mi carta. He ahí—concluyó Manon—la manera
+como han sucedido las cosas. No os oculto nada, ni de
+mí ni de mis intenciones. La joven vino; la hallé bella, y
+como no dudaba de que mi ausencia os entristecería deseé
+sinceramente os entretuviera unos momentos, pues
+la fidelidad que en vos deseo es la del corazón. Me hubiese
+gustado poder enviaros a Marcelo, pero no tuve
+ni un momento para explicarle lo que había de deciros».
+Remató su narración contándome la perplejidad en que
+la carta del señor T... sumió a G... M... «Dudaba si dejarme
+o no, y me afirmó que su ausencia no podía durar,
+y esto es lo que me hace veros con inquietud y lo que
+me hizo también mostrar sobresaltada tristeza».</p>
+
+<p>Escuché el discurso con paciencia. Hallaba en él infinidad
+de cosas crueles y mortificantes para mí, pues la
+intención de su infidelidad estaba tan clara que ni aun
+había intentado ocultarla. No podía esperar de G... M...
+que la dejase toda la noche como a una vestal. Era, pues,
+con él con quien esperaba pasarla. ¡Qué confesión para
+un amante! Pensé, empero, que yo era en parte culpable
+de su falta por haberla puesto en antecedentes de la pasión
+de G... M... y también por mi complacencia y ceguedad
+al entrar en el plan que ella había concebido. Por
+otra parte, por uno de esos recodos particulares a mi
+carácter, sentíame enternecido por la ingenuidad de su
+confesión y por la manera abierta y buena con que me<span class="pagenum" id="Page_170">[Pg 170]</span>
+contaba todos los detalles, aun aquéllos que más debían
+de ofenderme. «Peca sin malicia—me dije a mí mismo—.
+Es ligera e imprudente, pero también recta y sincera».
+Añádase a esto que el amor bastaba por sí solo para cerrarme
+los ojos sobre todas sus faltas. Hallábame, a decir
+verdad, demasiado satisfecho con la idea de robársela
+aquella misma noche a mi rival. Díjele, sin embargo: «Y
+la noche, ¿con quién la hubieseis pasado?». Aquella pregunta,
+que formulé tristemente, pareció confundirla. No
+me contestó sino con evasivas. Tuve lástima de su confusión
+e interrumpiendo mi discurso dije que naturalmente
+pensaba que me siguiera inmediatamente, sin demora.
+«Lo haré—dijo—; pero ¿no aprobáis mi proyecto?—¡Ah!,
+no basta—dije a mi vez—, ¿no basta que haya
+aprobado cuanto hicisteis hasta ahora?—Cómo, ¿ni aun
+siquiera nos llevaremos los diez mil francos? Me los dió
+y son míos». Aconsejela que lo abandonase todo, y que
+aprovechásemos el tiempo para alejarnos rápidamente
+de allí, pues aunque sólo media hora llevaba con ella,
+comenzaba a temer el regreso de G... M... Sin embargo,
+tales instancias me hizo para convencerme de que no
+nos fuésemos con las manos vacías que creí complacerla
+concediéndole algo, puesto que tanto me había concedido
+a mí.</p>
+
+<p>Cuando nos preparábamos a marchar oí, con un estremecimiento
+de terror, llamar con grandes golpes dados
+en la puerta de la calle. No dudé que era G... M..., y en
+la turbación que aquella idea puso en mi espíritu, dije a<span class="pagenum" id="Page_171">[Pg 171]</span>
+Manon que era hombre muerto si se dejaba ver. Efectivamente,
+aun no era yo bastante dueño de mí mismo
+para contenerme a su vista. Marcelo puso fin a mis penas
+entregándome una carta que acababan de darle para mí.
+Era de T...</p>
+
+<p>Comunicábame que habiendo ido G... M... a buscar dinero
+a su casa, aprovechaba el tiempo para comunicarme
+una idea muy divertida que se le había ocurrido. Que
+creía que no podía vengarme de mi rival de modo más
+sabroso que comiéndome su cena y acostándome con mi
+querida en el lecho que había pensado disfrutar con ella,
+y que aquello le parecía empresa fácil si podía contar con
+tres o cuatro hombres que tuviesen bastante valor para
+detenerle aquella noche y bastante fidelidad a mí para
+guardarle a la vista hasta la siguiente mañana; que, por
+lo que a él se refería, prometíame entretenerle aún una
+hora con razones que tenía pensadas ya.</p>
+
+<p>Enseñé la misiva a Manon y le conté de qué astucia
+me había valido para llegar hasta ella. Mi invención y la
+de T... le parecieron admirables. Nos reímos a nuestras
+anchas unos minutos; pero como la hablase de la última
+como de una broma, quedé asombrado al ver que le parecía
+cosa muy digna de pensarse y que aun me la proponía
+como algo cuya realización le encantaba. En vano
+fué que la objetase la dificultad de hallar así, sin más ni
+más, gentes capaces de detener a G... M... y vigilarle
+luego; díjome que, por lo menos, había que intentarlo,
+puesto que T... nos garantizaba una hora por lo menos.
+<span class="pagenum" id="Page_172">[Pg 172]</span>
+Y en respuesta a mis demás objeciones limitábase a decirme
+que yo actuaba de tirano y que no tenía la menor
+complacencia para con ella. Nada le pareció más divertido
+que aquel proyecto. «Tendréis su mesa, dormiréis
+en su lecho y mañana temprano partiréis llevándoos su
+dinero y su querida, y así estaréis bien vengado del padre
+y del hijo».</p>
+
+<p>Cedí a sus instancias, pese a los avisos de mi corazón,
+que parecía presagiarme una catástrofe. Salí con intención
+de encargar a dos o tres guardias de Corps con
+quienes Lescaut me había puesto en relación se encargasen
+del cuidado de detener a G... M... Sólo a uno hallé,
+pero era hombre resuelto que en cuanto supo de lo que
+se trataba me garantizó el éxito. Tan sólo me pidió diez
+<em>pistolas</em> para recompensar a tres soldados de la Guardia,
+a cuyo frente pensaba ponerse. Roguéle que no perdiese
+el tiempo. Reuniólos en menos de un cuarto de hora. Esperábales
+yo en su casa, y cuando todo estuvo dispuesto
+llevéles yo mismo a la esquina de la calle por donde
+G... M... había forzosamente de pasar camino de la morada
+de Manon. Encarguéles que no le hiciesen sufrir
+malos tratos, pero que le guardasen tan estrechamente
+hasta las siete de la mañana que yo pudiese descansar
+en la absoluta seguridad de que no se les escaparía. Díjome
+que su designio era llevarle a su cuarto y allí obligarle
+a desnudarse y aun a acostarse, mientras él y sus
+bravos pasaban la noche jugando y bebiendo.</p>
+
+<div class="chapter">
+<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp173-1">
+ <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp173-1.jpg" alt="ilo1p173" title="p173ilo1">
+</figure>
+</div>
+
+<div class="chapter">
+<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp173-2">
+ <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp173-2.jpg" alt="ilo2p173" title="p173ilo2">
+</figure>
+</div>
+
+<div class="chapter">
+<p><span class="pagenum" id="Page_173">[Pg 173]</span></p>
+</div>
+
+
+<p>Permanecí con ellos hasta que vi venir a G... M..., y
+entonces me retiré a un sitio oscuro para ser testigo de
+escena tan extraordinaria. El guardia de corps abordóle
+pistola en mano para advertirle amablemente que no
+quería ni su vida ni su bolsa, pero que si oponía resistencia
+o gritaba veríase en el caso doloroso de saltarle la
+tapa de los sesos. G... M..., viéndole sostenido por tres
+soldados y temiendo, sin duda, recibir un tiro si hacía
+algún gesto, no opuso resistencia. Vi llevárselo como a un
+cordero.</p>
+
+<p>Volví a casa de Manon, y para quitar toda sospecha
+en los criados, díjele, delante de ellos, que no debíamos
+esperar a G... M... para cenar, que asuntos urgentes reteníanle
+mal de su grado, y que me había encargado viniese
+a excusarle y a ocupar su sitio, cosa que miraba yo
+como singular honor, por tratarse de dama tan bella.
+Supo secundarme hábilmente. Nos sentamos a la mesa.
+Mientras los lacayos nos servían, conservamos un continente
+grave. En fin, después de despedirles o autorizarles
+a que se retirasen, pasamos una de las mejores noches
+de nuestra vida. Advertí a Marcelo, en secreto, que
+buscase un coche y le encargase estuviese a las seis en
+punto de la mañana a la puerta. Fingí abandonar a Manon
+a media noche, pero en seguida, habiendo vuelto a
+entrar gracias a la ayuda de Marcelo, dispúseme a ocupar
+el sitio de G... M... en la cama igual que lo había
+ocupado en la mesa.</p>
+
+<p>Durante aquel tiempo, nuestro enemigo malo trabajaba
+laborando por nuestra perdición. Mientras nos entregábamos<span class="pagenum" id="Page_174">[Pg 174]</span>
+a los locos arrebatos del placer, la catástrofe
+estaba suspendida sobre nuestras cabezas. Pero, para mejor
+comprender las circunstancias de nuestra ruina, hay
+que explicar las causas.</p>
+
+<p>A G... M... seguíale su lacayo cuando los guardias de
+corps le detuvieron. El muchacho, aterrado de la aventura
+de su amo, huyó desandando el camino, y por primera
+providencia, para tratar de socorrer a su señor, fué
+a advertir al viejo G... M... de lo que sucedía.</p>
+
+<p>Tales nuevas no podían por menos de alarmarle. Su
+vivacidad era extremada para sus años. Quiso, para empezar,
+saber de boca del lacayo todo lo que su hijo había
+hecho aquella tarde; si se había querellado con alguien, si
+había intervenido en alguna riña, si había acudido a algún
+lugar sospechoso. El criado, que creía a su señor en el
+más espantoso de los peligros, y por ende, mirábase como
+obligado a todo para salvarlo, descubrió al viejo cuanto
+sabía de su pasión por Manon, de los gastos hechos por
+ella, de cómo pasara la tarde en su casa hasta cerca de
+las nueve que había salido y de la desgracia acaecida al
+regreso. Fué bastante para hacer sospechar al viejo que
+el asunto de su hijo era una querella amorosa. Aunque
+eran las diez y media de la noche, no dudó en ir a casa
+del jefe superior de Policía. Rogóle diese órdenes apremiantes
+a todos sus subordinados y tras pedirle una guardia
+para sí mismo, corrió a la calle donde su hijo había
+sido detenido. Recorrió todos los lugares en que esperaba
+encontrarle, y por fin, no hallando trazas de él, hízose<span class="pagenum" id="Page_175">[Pg 175]</span>
+llevar a casa de la querida, donde esperaba que tal vez
+hubiese regresado ya.</p>
+
+<p>Iba a acostarme cuando llegó. Cerrada la puerta del
+cuarto, no oí llamar a la de la calle. Entró seguido de
+dos arqueros, y tras informarse inútilmente de lo que
+había sido de su hijo, sintió deseos de conocer a la querida,
+para ver de obtener alguna luz en el asunto. Subió
+a su habitación, acompañado siempre de los arqueros.
+Íbamos a meternos en la cama, cuando abrió la puerta y
+con su presencia heló la sangre de nuestras venas. «¡Dios
+santo, el viejo G...!»—díjele a Manon. Salté para coger
+mi espada. Desgraciadamente, habíase enredado en mi
+cinturón. Los arqueros, que vieron mi ademán, se aproximaron
+para arrebatármela. Un hombre en camisa, es hombre
+vencido. Me quitaron el arma.</p>
+
+<p>Aunque turbado por aquel espectáculo, G... M... no
+tardó en reconocernos. «¿Es ilusión de mis sentidos? ¿no
+tengo realmente ante mí al caballero Des Grieux y a Manon
+Lescaut?». Tan ciego me hallaba, por la ira, que ni aun
+le contesté. Pareció dar vueltas a algunos pensamientos
+en su cabeza y, como si súbitamente se inflamase de ira,
+gritó dirigiéndose a mí. «¡Ah, infortunado! ¡Estoy seguro
+de que has asesinado a mi hijo!». Aquella injuria me exasperó.
+«¡Viejo traidor!—respondí con orgullo—; ¡si hubiese
+querido matar a alguien, hubiese sido a ti!—Sujetadle
+bien—dijo a los arqueros—. Es preciso que me dé noticias
+de mi hijo. Le haré ahorcar mañana si no me dice
+inmediatamente dónde se halla.—¡Me harás ahorcar!—repliqué—Es<span class="pagenum" id="Page_176">[Pg 176]</span>
+a tus iguales a quienes hay que mandar
+a la horca. Sabe que soy de sangre más noble y pura que
+la tuya. Sí—añadí—, sé que ha sido de tu hijo, y si sigues
+agotando mi paciencia, le haré estrangular antes de que
+sea de día y tú correrás igual suerte que él».</p>
+
+<p>Fué imprudencia mía decirle que sabía dónde estaba
+su hijo, pero el exceso mismo de mi cólera, me hizo cometer
+esa torpeza. Llamó inmediatamente a otros cinco
+o seis arqueros que aguardaban a la puerta y les encargó
+se asegurasen de toda la servidumbre de la casa. «¡Ah,
+señor caballero!—díjome con tono burlón—¡Con que
+sabéis a dónde está mi hijo y le haréis estrangular! Contad
+con que a mi vez sabré poner buen orden a las cosas».
+Comprendí entonces la torpeza que había cometido.</p>
+
+<p>Acercóse a Manon que lloraba sentada en el lecho. Díjole
+algunas irónicas galanterías sobre el imperio que ejercía
+sobre el padre y sobre el hijo y del buen uso que de
+él hacía. Aquel vetusto monstruo de incontinencia quiso
+tomarse algunas familiaridades con ella. «¡Guárdate de
+tocarla!—grité—¡No habría nada, por sagrado que fuése,
+capaz de librarte de mis manos». Salió dejando en el
+cuarto tres arqueros con el encargo de hacernos vestir
+rápidamente.</p>
+
+<p>No sé cuáles eran entonces sus designios respecto a
+nosotros. Quizás nos hubiese dejado en libertad si le
+hubiésemos dicho dónde se hallaba su hijo. Pensé, mientras
+me vestía, si no sería aquél el mejor partido. Pero si
+se hallaba en tales disposiciones al dejar nuestro cuarto,<span class="pagenum" id="Page_177">[Pg 177]</span>
+volvió con otras muy distintas. Había ido a interrogar a
+los criados de Manon, que habían sido detenidos por los
+arqueros. Nada pudo sacar de los que G... M... había
+puesto a su servicio; pero, cuando supo que Marcelo nos
+había servido antes a nosotros, decidió hacerle hablar
+intimidándole con amenazas.</p>
+
+<p>Era un muchacho fiel, pero sencillo y tosco. El recuerdo
+de lo que había hecho en el <em>hospital</em> para libertar a
+Manon, junto al terror que G... M... le inspiraba, causaron
+tal impresión sobre su alma simple, que creyó que le iban
+a llevar al potro o a la rueda. Prometió decir todo lo que
+sabía si le perdonaban la vida. G... M... comprendió, por
+tales palabras, que había en nuestros asuntos algo más
+serio y más criminal de lo que hasta entonces se figurara.
+Ofreció a Marcelo, no sólo la vida, sino una recompensa
+si lo confesaba todo.</p>
+
+<p>El desdichado le contó una parte de nuestros proyectos,
+aquélla de que no nos habíamos recatado para hablar
+delante de él, puesto que en ella había de intervenir forzosamente.
+Cierto que ignoraba los cambios que habíamos
+introducido en París, pero le habíamos informado
+al salir de Chaillot del proyecto y del papel que en él
+debía representar. Contó que nuestra intención era engañar
+a su hijo; que Manon iba a recibir o había recibido
+ya diez mil francos, que según nuestros planes no debían
+volver nunca ya a manos de los herederos de la
+casa G... M...</p>
+
+<p>Después de hacer aquel descubrimiento el viejo subió<span class="pagenum" id="Page_178">[Pg 178]</span>
+presto a nuestro cuarto. Entró en el gabinete donde le
+fué fácil encontrar la suma y las alhajas. Volvió a nosotros,
+el rostro arrebatado de ira, y enseñándonos lo que
+dió en llamar nuestra rapiña nos abrumó a injurias. Mostró
+a Manon el collar de perlas y los braceletes. «¿Los
+reconocéis?—díjole con sonrisa burlona—No es la primera
+vez que los tenéis en vuestro poder. ¡Los mismos, a
+fe mía! ¡Se ve que eran de vuestro agrado, buena moza!...
+Ya no me cabe duda.—¡Pobres criaturas—añadió—;
+son encantadoras a decir verdad las dos! ¡Lástima que
+sean un poco canallas!».</p>
+
+<p>Mi corazón ardía de rabia ante aquel afrentoso discurso.
+Hubiese dado por ser libre... ¡Justo cielo!, ¿qué no
+hubiese yo dado por ser libre un momento? En fin, violentéme
+para decirle con una parsimonia que no era sino
+refinamiento de furor: «Acabemos, señor, con sus injuriosas
+burlas. ¿De qué se trata? ¿Qué pretende hacer de
+nosotros?—Se trata, señor caballero—díjome calmosamente—,
+de ir al <em>Chatelet</em>. Mañana será de día y veremos
+más claro en el asunto, y espero que entonces me dirá
+por fin dónde está mi hijo».</p>
+
+<p>Comprendí, sin necesidad de grandes reflexiones, que
+era cosa de terribles consecuencias para nosotros vernos
+encerrados en el <em>Chatelet</em>. Preví, con un escalofrío, todas
+las derivaciones. Pese a mi orgullo dime cuenta de
+que había que inclinarse al peso de la adversa fortuna y
+tratar de obtener algo por el halago de mi más cruel
+enemigo. Roguéle con acento de sinceridad leal que me<span class="pagenum" id="Page_179">[Pg 179]</span>
+prestase un momento de atención. «Me hago justicia a
+mí mismo—le dije—. Confieso que los pocos años me
+han hecho cometer grandes faltas y que habéis sido lo
+suficientemente perjudicado por ellas para tener el derecho
+de quejaros; pero conocéis también la fuerza del
+amor y debéis saber lo que padece un infortunado a
+quien arrebatan lo que más ama; debéis comprender y
+perdonar que haya buscado una pequeña venganza o por
+lo menos creerme bastante castigado con la afrenta que
+acabo de sufrir. No hace falta ni prisión ni suplicios para
+hacerme confesar dónde se halla vuestro hijo. Está en
+lugar seguro. Mi intención no fué ni deshacerme de él ni
+ofenderos. Estoy pronto a deciros el lugar donde pasa
+la noche si nos concedéis en cambio la libertad».</p>
+
+<p>El viejo tigre, en vez de sentirse ablandado por mi ruego,
+volvióme la espalda riéndose de mí. Dejó escapar tan
+sólo algunas palabras para mostrarme que conocía nuestros
+propósitos hasta en su origen. Por lo que a su hijo se
+refería dijo que se bastaba para encontrarle puesto que
+no le había asesinado. «Conducidles al pequeño <em>Chatelet</em>—ordenó
+a los arqueros—, y cuidad que no se escapen,
+pues el caballero es un lince y se ha escapado ya
+de San Lázaro».</p>
+
+<p>Salió dejándome en el estado que podéis suponer.
+«¡Oh, cielos!—clamaba con desesperación—¡Acepto gustoso
+todos los castigos que queráis enviar sobre mí, pero
+que un malvado pueda hacerme víctima de tales tiranías
+es lo que más me desespera!». Los arqueros nos rogaron<span class="pagenum" id="Page_180">[Pg 180]</span>
+que no les hiciésemos esperar más. Tenían una carroza
+a la puerta. Ofrecí mi mano a Manon para bajar. «Ven,
+reina amada—díjele—, ven a aceptar el rigor injusto de
+la suerte. Tal vez quiera el cielo que algún día seamos
+más felices».</p>
+
+<p>Partimos en la misma carroza. Arrojóse en mis brazos.
+No le había oído ni una sola palabra desde la llegada de
+G... M..., pero al hallarse sola conmigo díjome mil ternezas
+acusándose de ser la causa de mi desgracia. Aseguré
+que jamás me quejaría de mi suerte mientras ella no
+cesase de amarme. «No soy yo a quien debes de compadecer—continué—.
+Algunos meses de encierro no me
+espantan y desde luego prefiero el <em>Chatelet</em> a San Lázaro.
+Pero, es por ti, alma mía, por quien tiembla mi corazón.
+¡Qué destino para criatura tan bella! ¡Cielos! ¿Cómo
+tratáis así a la más acabada de vuestras obras? ¿Por qué
+no nacimos con cualidades acordes a nuestra miseria?
+Hemos recibido ingenio, gusto, sentimiento... ¡Qué triste
+el uso que de ellos hacemos mientras tantas almas bajas
+y dignas de esa suerte gozan de los dones y favores de
+la fortuna!».</p>
+
+<p>Tales reflexiones dejáronme transido de dolor. Pero
+nada significaban si había de compararlas con las que
+miraban a lo porvenir, pues si he de decir verdad estremecíame
+de miedo por Manon. Había estado ya en el
+<em>hospital</em>, y aunque hubiese salido, no ignoraba yo lo
+peligrosas, por sus consecuencias, que eran ciertas recaídas
+en aquel lugar. Hubiese querido participarle mis temores<span class="pagenum" id="Page_181">[Pg 181]</span>
+pero temí alarmarle con exceso. Temblaba por
+ella sin osar comunicarle mis zozobras y abrazábale con
+tiernos suspiros para por lo menos asegurarle de mi amor,
+que era el único sentimiento que osaba expresarle. «Manon—díjele—,
+háblame con franqueza; ¿me amáis siempre?».
+Contestóme que le mortificaba el que pudiese dudarlo.
+«Pues bien, ya no dudo y afrontaré a todos nuestros
+enemigos con esa fe. Emplearé todo mi esfuerzo en
+salir del <em>Chatelet</em> y mi sangre no servirá de nada si no
+empleo hasta la última gota en sacaros de allí en cuanto
+yo me vea libre».</p>
+
+<p>Llegamos a la prisión. Nos pusieron en lugar aparte a
+cada uno. Aquel golpe me fué menos cruel por haberlo
+previsto de antemano. Me recomendó Manon al portero
+haciéndole saber que yo era persona distinguida y ofreciéndole
+una recompensa. Abracé a mi amada antes de
+separarme de ella. La conjuré a no afligirse con exceso
+y a no temer nada mientras estuviese yo en el mundo.
+No careciendo yo de dinero díle algo a ella y pagué al
+portero un mes de pensión adelantado para ambos.</p>
+
+<p>Mi dinero dió resultados óptimos. Pusiéronme en un
+cuarto limpio y bien arreglado y me aseguraron que
+Manon tenía uno igual.</p>
+
+<p>Ocupéme en seguida de los medios de apresurar mi
+libertad. No había nada de realmente criminal en nuestra
+aventura, y aun suponiendo que el intento de robo
+se probase, gracias a la declaración de Marcelo, no ignoraba
+yo que las intenciones no podían castigarse. Decidí<span class="pagenum" id="Page_182">[Pg 182]</span>
+escribir en seguida a mi padre para rogarle viniese a París
+en persona. Causábame menos vergüenza, como ya
+he dicho, estar en el <em>Chatelet</em> que en San Lázaro. Esto
+sin contar que, aunque conservaba todo mi respeto por
+la autoridad paterna, la edad y la experiencia habían
+disminuido mucho mi timidez. Escribíle, pues, y en el
+<em>Chatelet</em> no pusieron inconveniente a la salida de mi carta.
+Era, sin embargo, una molestia que hubiese podido
+ahorrarme de saber que mi padre llegaba a París al siguiente
+día.</p>
+
+<p>Había recibido la carta que le escribiera ocho días antes.
+Tuvo una gran alegría; pero por mucho que mi conversión
+halagase su deseo no creyó poder confiar del
+todo en mis promesas. Tomó así el partido de venir en
+persona a asegurarse de mi conversión y trazar su línea
+creada al tenor de la sinceridad de mi arrepentimiento.
+Llegó al día siguiente de mi prisión.</p>
+
+<p>Su primera visita fué a Tiberio, a quien indicábale yo
+que debía dirigir la respuesta a mi carta. No pudo saber
+de él ni mi domicilio ni mi estado presente. Tan sólo supo
+mis principales aventuras desde que me escapé de San
+Sulpicio. Tiberio le habló con elogio de las buenas disposiciones
+que viera en mí en su última visita. Añadió
+que me creía libre de Manon, pero que así y todo, causábale
+sorpresa que le tuviese sin noticias desde hacía
+ocho días. Mi padre no se dejó engañar. Comprendió que
+había algo que escapaba a la penetración de Tiberio en
+aquel silencio de que se quejaba, y tanta maña dióse en<span class="pagenum" id="Page_183">[Pg 183]</span>
+seguir mi rastro que a los dos días de su llegada supo
+que me hallaba en el <em>Chatelet</em>.</p>
+
+<p>Antes de recibir su visita, que me encontraba muy lejos
+de creer inminente, recibí la del Jefe Superior de Policía,
+o, mejor dicho, para llamar las cosas por su nombre, sufrí
+un interrogatorio. Hízome algunos reproches, pero he
+de confesar que no se mostró ni severo ni desagradable.
+Me dijo que me compadecía por mi mala conducta; que
+había mostrado gran falta de tacto al hacerme enemigo
+de un señor como G... M...; que había que reconocer que
+en mi asunto había más imprudencia que malicia, pero
+que no por eso dejaba de ser la segunda vez que me veía
+sometido a los fallos de un Tribunal y que hubiese sido
+de esperar que me volviese más formal después de dos
+o tres meses de lecciones en San Lázaro.</p>
+
+<p>Contento de tenérmelas que haber con un juez razonable,
+expliquéme con él de un modo tan sensato y respetuoso
+que pareció satisfecho en extremo de mis respuestas.
+Díjome que no debía de entregarme a la desesperación,
+pues estaba dispuesto a servirme por simpatía
+a mi nacimiento y a mi juventud. Me tomé la libertad de
+recomendarle a Manon, y recomendársela loando su dulzura
+y buen natural. Rióse para decirme que no la había
+visto aún, pero que le habían hablado de ella como de
+una persona harto peligrosa. Aquellas palabras exaltaron
+de tal modo mi ternura por ella que prorrumpí en mil
+razones inflamadas de pasión en defensa de mi pobre
+amada, y aun no pude contener mis lágrimas. Ordenó<span class="pagenum" id="Page_184">[Pg 184]</span>
+que me llevasen nuevamente a mi habitación. «¡Amor,
+amor!—murmuró el grave magistrado al verme salir—,
+¿no te reconciliarás nunca con la prudencia?».</p>
+
+<p>Hallábame rumiando mis ideas de siempre y meditando
+sobre la conversación que acababa de tener con el Jefe
+Superior de Policía cuando sentí abrir la puerta de mi
+celda: era mi padre. Aunque debía estar preparado para
+la visita, que esperaba algunos días más tarde, impresionóme
+de tal modo que me hubiese precipitado en cualquier
+abismo que se hubiese abierto ante mis pies para
+rehuir su vista. Abracéle con señales inequívocas de mi
+turbación. Sentóse, sin que ni él ni yo hubiésemos abierto
+aún la boca.</p>
+
+<p>Como permaneciese en pie, descubierto y con los ojos
+bajos, díjome gravemente: «Sentaos, caballero, sentaos.
+Gracias al ruido escandaloso de vuestros libertinajes y
+de vuestras indelicadezas, he hallado el lugar en que morábais.
+Es la triste ventaja de tales méritos el no poder
+permanecer ocultos. Vais a la celebridad por un camino
+infalible. Espero que la meta será pronto la <em>Greve</em> y que
+disfrutaréis de la gloria de veros expuesto a la pública
+admiración».</p>
+
+<p>No contesté nada. Continuó: «¡Qué desdicha para un
+padre, después de haber luchado por un hijo y no haber
+regateado medios para hacer de él un hombre honrado,
+hallarse con que no es sino canalla que les deshonra! Se
+consuela uno de una pérdida de fortuna; el tiempo la
+borra y la pena disminuye. Pero ¿qué remedio contra un<span class="pagenum" id="Page_185">[Pg 185]</span>
+mal que aumenta de día en día, como sucede con los
+desórdenes del hijo vicioso que pierde todo sentimiento
+de honor. ¿No dices nada, desdichado?—añadió—¡Ved
+qué aire contrahecho de modestia, qué hipócrita humildad!
+¿No se le creería acaso, al verle así, un hombre
+honrado, digno de su raza?».</p>
+
+<p>Aunque comprendía merecer una parte de sus ultrajes
+parecíame que los llevaba demasiado lejos. Creíme con
+derecho a hacerme oir.</p>
+
+<p>«Os aseguro, señor, que la humildad con que me presento
+ante vos no es fingida; es la actitud natural en un
+hijo que siente infinito respeto por su padre, mucho más
+cuando se muestra irritado con él. No pretendo tampoco
+pasar por el hombre más sensato y ecuánime. Reconozco
+que merezco vuestros reproches, pero os conjuro a que
+en ellos pongáis un poco más de bondad y a que no me
+tratéis como al más perverso de los hombres. No merezco
+tales epítetos. Es el amor, bien lo sabéis, el causante
+de todas mis faltas. ¡Fatal pasión! ¿No conocéis su fuerza?
+¿Vuestra sangre, que es manantial de la mía, no sintió
+jamás sus ardores? El amor me hizo con exceso tierno,
+apasionado, fiel, quizás complaciente con exceso a los
+deseos de una querida encantadora. He ahí mis crímenes.
+¿Veis ahí alguno que os deshonre? Veamos, padre querido—continué
+con ternura—, un poco de piedad para
+un hijo, lleno siempre de respeto y de afecto por vos, y
+que no ha renunciado, como creéis, al honor y al deber,
+y que es mil veces más de compadecer de lo que podríais<span class="pagenum" id="Page_186">[Pg 186]</span>
+pensar». Vertí algunas lágrimas como acompañamiento
+de tales palabras.</p>
+
+<p>Un corazón paterno es la obra maestra de la Naturaleza;
+reina en él, por así decirlo, y ella misma maneja todos
+sus resortes. El mío, que unía a su calidad de padre
+el ser un hombre de talento y de gusto natural, sintióse
+tan impresionado del giro que había dado yo a mis disculpas
+que no fué dueño de ocultarme el cambio habido
+en su espíritu. «¡Ven, pobre caballero, ven a abrazarme!
+Me das lástima». Le abracé. Me estrechó contra su pecho
+de un modo que denunciaba a las claras lo que sucedía
+en su corazón. «Pero ¿de qué medio nos valdremos—dijo—para
+sacarte de aquí? Explícame todos tus asuntos,
+sin disfrazar la verdad».</p>
+
+<p>Como no había nada en realidad, mirando bien al fondo
+de mi conducta, que pudiese deshonrarme, sobre todo si
+se le comparaba con otros jóvenes de mi clase y
+de mi tiempo, y que, en el siglo en que corremos,
+no son miradas como vergüenzas, ni una querida guapa,
+ni el arte para forzar la mano a la fortuna en el juego,
+hice a mi padre una confesión sincera de la vida que había
+llevado. A cada falta que confesaba, tenía buen cuidado
+de añadir ejemplos célebres que disminuyesen su
+fealdad.</p>
+
+<p>«Cierto que vivía con una querida, sin hallarme ligado
+a ellos por vínculos matrimoniales, pero el duque de...
+sostiene dos a la vista de todo París; y el señor de... tiene,
+hace diez años una, a la que guarda una fidelidad que no<span class="pagenum" id="Page_187">[Pg 187]</span>
+ha guardado nunca a su esposa legítima. Las dos terceras
+partes de las gentes honradas en Francia, consideran
+como una honra tener una. Cierto también, que usé de
+algunas supercherías en el juego, pero el marqués de... y
+el conde de... no tienen otras rentas; el príncipe de... y
+el duque de... capitanean una pandilla de caballeros de la
+misma orden». Por lo que se refiere a nuestros designios,
+respecto de la bolsa de G... M... hubiese podido probar
+con igual facilidad que no me faltaban precedentes, pero
+me quedaba aún demasiado sentimiento del honor, para
+no condenarme a mí mismo en compañía de cuantos en
+tal sentido pudiera proponerme por ejemplo, de modo
+que rogué a mi padre me perdonase aquella debilidad en
+gracia a las dos grandes pasiones que me la inspirase; la
+venganza y el amor.</p>
+
+<p>Interrogóme sobre si conocía algún medio de apresurar
+mi libertad y de forma que evitase el escándalo. Participéle
+los sentimientos favorables a mí, mostrados por
+el jefe superior de Policía. «Si alguna dificultad hay—expúsele—vendrá
+de G... M..., así que creo no estaría de
+más le viéseis». Me lo prometió así.</p>
+
+<p>No me atreví a suplicarle intercediese por Manon. No
+fué falta de audacia, sino más bien efecto del miedo que
+me hacía temer irritarle y de resultas sugerirle algún plan
+funesto para ella y para mí. Aún está por saber para
+mí si ese temor no ha sido la causa de los mayores infortunios,
+impidiéndome explorar las disposiciones de mi
+padre e intentar sugerirle ideas de simpatía y compasión<span class="pagenum" id="Page_188">[Pg 188]</span>
+por mi infortunada querida. Tal vez hubiese excitado su
+piedad; tal vez le hubiese puesto en guardia contra las
+impresiones desfavorables que iba a recibir del viejo
+G... M... ¿Qué sé yo? Mi fatal destino hubiese sido quizás
+más fuerte que todos mis esfuerzos, pero a lo menos no
+hubiese tenido sino a ella y la crueldad de mis enemigos
+a quienes acusar de mis desgracias.</p>
+
+<p>Después de dejarme mi padre, fuése a hacer una visita
+a G... M... Encontróle con su hijo, a quien el guardia de
+corps había honradamente devuelto su libertad. Jamás he
+sabido detalles de su conversación, pero no me ha sido
+difícil adivinarlos al juzgar sus mortales efectos. Fueron
+juntos, quiero decir, claro es, los dos padres, a casa del
+jefe superior de Policía, del que solicitaron dos favores;
+uno hacerme salir en seguida del <em>Chatelet</em>, el otro encerrar
+a Manon por todo el resto de sus días o enviarla a
+América. Empezábase por aquel entonces a embarcar
+multitud de gentes sin ley ni fuero para el Mississipi. El
+jefe de Policía dióles palabra de hacer partir a Manon
+en el primer barco.</p>
+
+<p>El señor G... M... y mi padre vinieron juntos a traerme
+la buena nueva de mi libertad. G... M... hízome un
+cumplido sobre el pasado y habiéndome felicitado por la
+dicha de tener tal padre, exhortóme a seguir en lo futuro
+su ejemplo. Mi padre ordenóme le presentase mis excusas
+por la pretendida falta cometida con su familia y darle
+además las gracias por haber interpuesto sus buenos oficios
+para devolverme la libertad.</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_189">[Pg 189]</span></p>
+
+<p>Salimos juntos sin haber pronunciado ni una palabra
+que se refiriese a mi querida. Ni aun osé hablar de ella a
+los carceleros en su presencia. ¡Inútiles hubiesen sido por
+otra parte mis recomendaciones! La orden cruel había llegado
+al mismo tiempo que la de mi libertad. Aquella desdichada
+fué llevada una hora más tarde al <em>hospital</em>, para
+incorporarse a otras infortunadas criaturas condenadas a
+compartir su suerte.</p>
+
+<p>Habiéndome mi padre obligado a acompañarle a la
+casa donde moraba, eran casi las seis cuando conseguí,
+escabuyéndome a sus miradas, volver al <em>Chatelet</em>. Pensaba
+enviar algunos refrescos a Manon y recomendársela
+al portero, pues no creía me permitiesen verla. Tampoco
+había tenido aún tiempo de pensar en los medios de libertarla.</p>
+
+<p>Pregunté por el conserje. Había quedado satisfecho de
+mi generosidad y cortesía, así es que mostró gusto en
+servirme. Hablóme de la suerte de Manon como de una
+desgracia que lamentaba por que sabía me causaría pena.
+No comprendí aquel lenguaje. Hablamos pues algunos
+momentos sin entendernos. Al fin, notando que necesitaba
+una explicación, me la dió tal y como ya tuve el honor
+de deciros y aún siento horror a repetir.</p>
+
+<p>Jamás apoplejía causó efecto más rápido y terrible. Caí
+con palpitaciones de corazón tan dolorosas, que perdí el
+conocimiento y pude creerme libertado de la carga de
+la vida para siempre. Aún quedábame algo de aquella
+impresión cuando recobré el conocimiento. Volví los ojos<span class="pagenum" id="Page_190">[Pg 190]</span>
+a todas partes y aun me palpé para convencerme de si
+me quedaba algo de la desdichada condición de ser viviente.
+Verdad es que, de seguir tan sólo el natural instinto
+que nos hace desear libertarnos de nuestras penas,
+nada podía parecerme más dulce que la muerte en aquella
+hora de angustia y consternación. La misma religión
+no podía amenazarme después del tránsito con nada más
+atroz que las crueles convulsiones que me atormentaban.
+La muerte, sin embargo, sólo a mí hubiese sido útil; Manon
+necesitaba de mi esfuerzo todo y juré emplearlo en
+su servicio sin vacilaciones.</p>
+
+<p>El portero prestóme toda la asistencia que hubiese podido
+esperar del mejor de mis amigos. Recibí sus servicios
+con vivísima gratitud. «¡Dios mío, os veo compadecido
+de mis penas! Todo el mundo me abandona. Mi mismo
+padre cuéntase entre mis perseguidores más crueles.
+Nadie tiene piedad de mí. Vos sólo, en la mansión de la
+crueldad y la barbarie, tenéis lástima del más miserable
+de los hombres».</p>
+
+<p>Aconsejóme no salir a la calle hasta haberme repuesto
+un tanto del estado de turbación en que me hallaba.
+«¡Dejad, dejad!—respondíle saliendo sin hacer caso—Os
+volveré a ver antes de lo que creéis. Preparadme el
+más lúgubre de vuestros calabozos. Voy a hacer méritos
+para ser dueño de él».</p>
+
+<p>Efectivamente, mis primeras resoluciones llegaban nada
+menos que a deshacerme de los dos G... M... y del jefe
+superior de Policía y caer acto seguido a mano armada<span class="pagenum" id="Page_191">[Pg 191]</span>
+sobre el <em>hospital</em> con cuantos pudiese interesar en mi
+pleito. Mi mismo padre, con serlo, apenas si escapaba de
+la venganza que conceptuaba justa, pues el portero no
+me había ocultado que él y G... M... habían sido los autores
+de mi infortunio.</p>
+
+<p>Pero cuando hube dado unos pasos por la calle y el
+aire fresco calmado un poco mis nervios y mi irritación,
+mi furor dejó sitio poco a poco a sentimientos más razonables.
+La muerte de nuestros enemigos no hubiese servido
+de nada a Manon y en cambio me hubiese quitado
+toda manera de ayudarle. Ensamblé todas mis fuerzas y
+todos mis pensamientos para trabajar por la liberación
+de Manon, dejando el resto para después del éxito de
+aquella empresa.</p>
+
+<p>Quedábame poco dinero y aquello era una de las bases
+por donde había que empezar. No veía sino tres personas
+de quienes pudiese esperarlo; M. de T..., mi padre o Tiberio.
+Había pocas probabilidades de obtener algo de los
+dos últimos y avergonzábame de cansar al otro con mis
+abusos. Pero no es ciertamente en las horas de desesperación
+cuando se guardan las consideraciones. Fuíme inmediatamente
+al seminario de San Sulpicio sin preocuparme
+de si sería reconocido o no. Hice llamar a Tiberio.
+Sus primeras palabras diéronme a entender que ignoraba
+aún mis últimas aventuras. Aquello me hizo cambiar
+en mi plan, que era emocionarle, compadecerle con mi
+infortunio. Habléle de la alegría que había tenido al ver
+a mi padre y roguéle me prestase algún dinero para pagar<span class="pagenum" id="Page_192">[Pg 192]</span>
+mis deudas antes de abandonar París. Ofrecióme su
+bolsa para coger lo que quisiese. Cogí quinientos francos
+de seiscientos que había en ella y le ofrecí un recibo.
+Pero era demasiado delicado para aceptarlo.</p>
+
+<p>Volví a casa de M. de T... Con él no guardé reserva
+de nada. Hícele la exposición de mis desgracias y de mis
+penas. Sabía ya hasta los menores detalles por la precaución
+que tuvo de seguir la aventura del joven G... M...
+hasta su fin. Escuchóme, sin embargo, y pareció compadecerme
+mucho. Cuando le pedí consejo sobre el modo
+de salvar a Manon díjome que veía tan poca luz de esperanza
+en ello que de no hacer el cielo un milagro había
+que renunciar a toda ilusión; que había ido por el
+<em>hospital</em> intencionadamente después de encerrada ella
+allí y que ni aun él pudo obtener permiso para verla; que
+las órdenes del Jefe Superior de Policía eran muy rigurosas,
+y que para colmo de desdicha la banda de infelices
+con quienes estaba condenada a partir debían de hacerlo
+el siguiente día.</p>
+
+<p>Tan consternado me hallaba con sus palabras que hubiese
+podido estar hablando durante una hora sin que se
+me hubiese ocurrido interrumpirle. Me dijo que no había
+ido a verme al <em>Chatelet</em> para conservar más libertad de
+movimientos no mostrando amistad por mí; que en las horas
+que llevaba en libertad había tenido la pena de ignorar
+dónde me hallaba y que había deseado ardientemente
+verme para darme el único consejo de que creía podía
+venir algún bien para Manon, pero que se trataba de un<span class="pagenum" id="Page_193">[Pg 193]</span>
+consejo peligroso en el cual me rogaba ocultase siempre
+que él había tenido parte, y era elegir algunos valientes
+que tuviesen bastante audacia para atacar a los guardas
+encargados de escoltar a Manon en cuanto hubiesen salido
+de París con ella. No esperó que le hablase de mi
+indigencia. «Ahí tenéis cien <em>pistolas</em>—díjome ofreciéndome
+una bolsa—que pueden seros de alguna utilidad.
+Me las devolveréis cuando vuestros asuntos estén en orden».
+Añadió que si el cuidado de su reputación se lo
+hubiese permitido él mismo me hubiese ofrecido la ayuda
+de su brazo y de su espada.</p>
+
+<p>Aquella generosidad me emocionó hasta el llanto. Empleé
+en testimoniarle mi gratitud toda la vivacidad que
+mi aflicción me dejaba aún. Pregunté si no se podía esperar
+nada por el camino de las súplicas del Jefe Superior
+de Policía. Díjome que ya había pensado en ello pero que
+le parecía inútil, pues una gracia de aquella naturaleza no
+podía pedirse sin una razón y que no veía qué razón podía
+aducirse para interesar a tan alto y severo personaje,
+y que si algo podía esperarse en tal sentido era interesando
+a G... M... y a mi padre en nuestro favor y haciendo
+que ellos mismos implorasen del Jefe Superior de
+Policía la revocación de su sentencia. Ofrecióme hacer todos
+los esfuerzos imaginables para ganar a nuestra causa
+al joven G... M..., aunque creía hallarle un poco frío con
+él, tal vez por algunas sospechas concebidas a su cuenta
+en nuestro asunto. Aconsejóme no omitir por mi parte
+esfuerzo para tratar de ganar la voluntad paterna.</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_194">[Pg 194]</span></p>
+
+<p>No era ni mucho menos empresa fácil para mí y no
+sólo por la dificultad natural de realizarla, sino por otra
+razón que me hacía temer mostrarme ante él. Habíame
+escapado de nuestro alojamiento, faltando a sus órdenes,
+decidido a no volver más desde que supe el triste destino
+de Manon. Temía no me detuviese contra mi voluntad
+y aun no me obligase a seguirle a provincias. Mi
+hermano mayor había empleado en otros tiempos aquel
+método. Sin embargo, encontré un medio de verme con
+él sin peligro: citarlo en un sitio público y hacerme
+anunciar a él con un nombre supuesto. Tomé aquel partido;
+T... fuése a ver a G... M... y yo por mi parte al
+Luxemburgo, desde donde envié a avisar a mi padre
+que un caballero que era su servidor le aguardaba. Temí
+tuviese algún reparo en venir, pues la noche se aproximaba,
+pero poco después vile llegar seguido de un lacayo.
+Roguéle tomásemos por un paseo solitario en que
+pudiésemos hablar a solas. Dimos lo menos cien pasos
+sin despegar los labios. Supongo comprendería que tantos
+preparativos no se habían hecho sin un motivo de importancia.
+Esperaba, pues, mi discurso: yo meditaba.</p>
+
+<p>Por fin hablé. «Señor—díjele temblando—, sois un
+buen padre. Me habéis colmado de bienes y me habéis
+perdonado un número infinito de faltas. El cielo me es
+testigo de que tengo por vos los sentimientos filiales más
+tiernos y respetuosos. Pero me parece que vuestra severidad...
+—¡Mi severidad!...—contestó mi padre, que debía
+de hallar que hablaba yo con excesiva calma para la medida<span class="pagenum" id="Page_195">[Pg 195]</span>
+de su impaciencia—. ¡Ah, señor!—repliqué—, paréceme
+si que vuestra severidad es excesiva en el trato que
+habéis infligido a la desdichada Manon. Habéis escuchado
+a G... M... Su odio os la ha representado con los
+más negros colores. Os habéis hecho de ella una idea
+odiosa. Sin embargo, es la más dulce y amable criatura
+que se vió jamás. ¡Pluguiera al cielo que hubieseis deseado
+verla un momento! Estoy seguro que os habría parecido
+tan encantadora como a mí. Hubieseis tomado su defensa;
+hubieseis detestado las negras astucias de G... M...;
+hubieseis tenido compasión de nosotros. Estoy cierto de
+que vuestro corazón no es insensible y os hubieseis dejado
+enternecer».</p>
+
+<p>Interrumpióme al ver que el fuego con que hablaba no
+me permitía acabar. Quiso saber a dónde iba a parar
+con mi inflamado discurso. «¡A imploraros la gracia de
+mi vida, que no podré conservar ni un día más si Manon
+parte para América!—No, no—díjome con tono severo—.
+Prefiero verte muerto que sin honra y sin decoro.
+—¡No sigáis adelante!—dije, cogiéndole por el brazo—¡Arrancadme
+esta vida odiosa e insoportable, pues en
+el estado de desesperación en que me arrojáis la muerte
+será un favor para mí! ¡Es regalo digno de la mano de
+un padre!—No te daría sino lo que mereces—replicó—.
+Conozco a muchos padres que no hubiesen esperado
+tanto tiempo para ser tus verdugos, pues mi bondad excesiva
+es lo que te ha perdido».</p>
+
+<p>Arrojéme a sus plantas: «¡Ah, si aún os queda un poco<span class="pagenum" id="Page_196">[Pg 196]</span>
+de amor por mí—clamé, abrazándome a sus rodillas—no
+os mostréis duro e implacable ante mis lágrimas. Pensad
+que soy vuestro hijo... Acordaos de mi madre, a quien
+amabais tiernamente. ¿Hubieseis sufrido que la arrancasen
+de vuestros brazos? No, la hubieseis defendido hasta
+la muerte. ¿Es que los demás no tenemos también corazón?
+¿Puede serse implacable después de haber gozado
+una vez de las dulzuras del amor?—¡No me hables más
+de tu madre!—replicóme con irritado acento—. Su recuerdo
+no sirve sino para atizar mi indignación. Tus desórdenes
+la matarían de pena si hubiese vivido bastante
+para verlos. Acabemos ya esta entrevista que me importuna
+y no me hará cambiar de resolución. Me vuelvo a
+casa y te ordeno que me sigas».</p>
+
+<p>El tono duro y seco con que me intimó aquella orden
+me hizo comprender que su corazón era inflexible. Alejéme
+algunos pasos con el temor que se le ocurriese la
+idea de detenerme por su propia mano. «No aumentéis
+mi desesperación—díjele—forzándome a desobedeceros.
+Es imposible que vaya con vos. No lo es menos que viva
+después de la dureza con que me habéis tratado. Os doy
+mi eterno adiós. Mi muerte, de la que tendréis pronto
+noticia, hará tal vez más paternales vuestros sentimientos
+para conmigo». Como volviese la espalda para abandonarle,
+gritó colérico: «¿Te niegas a venir conmigo? Ve,
+corre a tu perdición. ¡Adiós, hijo ingrato y rebelde!
+—¡Adiós!—díjele con ciego arrebato—¡Adiós, padre
+cruel y desnaturalizado!».</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_197">[Pg 197]</span></p>
+
+<p>Salí en seguida del Luxemburgo. Anduve por las calles
+como un loco hasta dar en casa del señor T... Alzaba,
+mientras iba caminando, las manos al cielo para invocar
+todas las potencias celestiales. «¡Oh, cielos!—repetía—,
+¿seréis siempre implacable para los míseros mortales?
+¡Sólo de vos puedo esperar ayuda!».</p>
+
+<p>T... no había vuelto aún a su casa, pero regresó después
+de estarle esperando unos momentos. Su gestión no
+había dado mejor resultado que la mía, y así me lo dijo
+con abatido rostro. El joven G... M..., aunque menos irritado
+que su padre contra mí y contra Manon, no había
+querido tomar sobre sí el impetrar piedad para ella. Habíase
+excusado, alegando el temor que a él mismo inspiraba
+aquel viejo vengativo que habíase enfurecido ya una
+vez, reprochándole sus proyectos amorosos por lo que a
+Manon atañía.</p>
+
+<p>No me quedaba, pues, más camino que el de la violencia,
+tal y como T... me había trazado el plan; a él reduje
+todas mis esperanzas. «Son bien endebles—díjele—;
+pero la más dulce y grata para mí es la de perecer en la
+empresa». Dejéle, rogándole me auxiliase con sus votos,
+y ya no pensé sino en asociarme unos camaradas a quienes
+contagiar mi valor y resolución.</p>
+
+<p>Al primero que se me ocurrió recurrir fué al guardia
+de corps que me había servido ya para detener a G... M...
+También proyectaba ir a pasar la noche a su casa, no habiendo
+tenido ánimos para procurarme alojamiento. Le
+hallé solo. Mostró gran alegría al verme, pues me creía<span class="pagenum" id="Page_198">[Pg 198]</span>
+en el <em>Chatelet</em>. Ofrecióme sus servicios; le expliqué los
+que podía prestarme. Tenía bastante buen sentido para
+apreciar todas las dificultades, pero también bastante generosidad
+para correr los riesgos.</p>
+
+<p>Pasamos una parte de la noche en madurar mi proyecto.
+Hablóme de los tres soldados de la guardia de
+que se valiera en la última ocasión como de tres valientes.
+T... habíame informado con exactitud del número de
+los arqueros que debían guardar a Manon en el camino;
+no eran más que seis. Cinco hombres valientes y resueltos
+serían bastante para sembrar el pánico entre aquellos
+miserables, incapaces de defenderse decorosamente
+si pueden librarse de los riesgos del combate con una
+cobardía.</p>
+
+<p>Como no carecía de dinero, el guardia de corps aconsejóme
+no escatimar nada para asegurar el éxito de
+nuestro ataque. «Necesitamos—dijo—caballos, pistolas
+y un mosquete cada uno. Yo me encargo de hacer
+mañana los preparativos. Hacen falta también tres trajes
+de paisano para los soldados, que, claro es, no osarán
+mostrarse en una aventura así con los uniformes del regimiento».
+Puse en sus manos las cien <em>pistolas</em> que me
+diera T... y que fueron gastadas al siguiente día hasta el
+último céntimo. Los tres soldados desfilaron ante mí; les
+animé con promesas y para ilusionarles más di a cada
+uno diez <em>pistolas</em>.</p>
+
+<p>Llegado el día en que la empresa había de tener lugar
+envié uno al <em>hospital</em> desde por la mañana temprano,<span class="pagenum" id="Page_199">[Pg 199]</span>
+para cerciorarse por sus propios ojos de la partida de
+los arqueros con su presa.</p>
+
+<p>Aunque no había tomado tal precaución sino por un
+exceso de inquietud y previsión, resultó que era absolutamente
+precisa. Había confiado en algunas indicaciones
+erróneas que me habían dado sobre el camino que debían
+seguir y creía que era en la Rochelle donde la lamentable
+caravana iba a embarcar. Hubiese malgastado
+mis esfuerzos de esperar en el camino de Orleans. Fuí
+informado por el soldado de guardia que era de Havre-de-Grâce
+de donde partiría el barco para América.</p>
+
+<p>Corrimos a la Puerta de San Honorato, cuidando de
+ir por distintos caminos. Nos reunimos en los límites del
+barrio. No tardamos en ver venir los seis guardias y los
+dos míseros coches que tropezasteis en Passy hace dos
+años. Aquel espectáculo estuvo a punto de quitarme las
+fuerzas y hasta el conocimiento. «¡Oh, fortuna!—gemí—¡Cruel
+fortuna! ¡Dame la muerte o la victoria!».</p>
+
+<p>Nos consultamos un momento sobre la manera de llevar
+a cabo el ataque; los arqueros no iban arriba de cuatrocientos
+pasos delante de nosotros y podíamos cortarles
+el paso con sólo cruzar un pequeño campo al que
+bordeaba el camino real. Los guardias de corps fueron
+de opinión de hacerlo así, para caer de improviso sobre
+ellos, sembrando el pánico en sus filas. Aprobé su idea
+y fuí el primero en picar espuelas al caballo. Pero la
+fortuna mostróse sorda a mis ruegos.</p>
+
+<p>Los arqueros, viendo a cinco caballeros galopar hacia<span class="pagenum" id="Page_200">[Pg 200]</span>
+ellos, no dudaron fuése con intención de atacarles. Pusiéronse
+a la defensiva, preparando sus bayonetas y sus fusiles
+con aire de resolución.</p>
+
+<p>Aquello que no tuvo otra consecuencia que exasperar
+nuestra furia en el guardia de corps y en mí, robó de
+golpe y porrazo el valor de nuestros pusilánimes compañeros.
+Paráronse como de común acuerdo y habiendo
+cambiado algunas palabras entre sí, volvieron grupas y a
+todo galopar de sus caballos dirigiéronse hacia París.</p>
+
+<p>«¡Dios mío! ¿qué hacer ahora?—díjome el guardia de
+corps que parecía tan anonadado como yo ante aquella infame
+deserción—No somos sino dos». Habíame quedado
+mudo de furor y de asombro. Detúveme dudando si mi
+primera venganza no debía de emplearla en la persecución
+y castigo de los cobardes que así me abandonaban.
+Mirábales huir y volvía al mismo tiempo mis ojos a los arqueros.
+Si me hubiese sido posible partirme en dos, hubiese
+caído a la vez sobre los dos objetos de mi odio.</p>
+
+<p>El guardia de corps, que dióse cuenta de mi incertidumbre
+por mis miradas de espanto, rogóme prestase oídos a
+sus consejos. «No siendo sino dos, sería locura atacar a
+seis hombres que están tan bien armados como nosotros
+y que parecen esperarnos a pie firme. Hay que volver a
+París y escoger mejor a nuestros hombres y mañana alcanzarlos.
+Los arqueros no podrán hacer grandes jornadas
+con esos pesados carromatos y no nos costará gran
+trabajo».</p>
+
+<p>Medité un momento sobre aquel partido pero, no viendo<span class="pagenum" id="Page_201">[Pg 201]</span>
+por todas partes sino motivos de desesperación, tomé
+una resolución verdaderamente extrema, y fué, después
+de dar las gracias a mi compañero por sus servicios, despedirme
+de él, y luego, en vez de atacar a los arqueros,
+acercarme sumiso a ellos y rogarles me permitiesen incorporarme
+a su caravana para acompañar a Manon
+hasta Havre-de-Grâce y pasar luego con ella al otro lado
+del mar. «Todo el mundo me persigue o me traiciona—díjele
+al guardia de corps—, nada puedo esperar de nadie,
+no aguardo nada de la fortuna, ni menos auxilio de
+los hombres. Mis males han llegado a la meta, no me
+queda sino someterme. Así, que cierro los ojos a la esperanza.
+Pluga al cielo recompensar vuestra generosidad.
+Adiós. Voy a ayudar a mi mala suerte a consumar mi
+ruina corriendo a ella voluntariamente». Inútilmente hizo
+esfuerzos para convencerme que debía de volver a París.
+Roguéle que me dejase a merced de mi destino y que se
+fuése él, pues temía que los arqueros siguiesen creyendo
+en una intención de ataque por nuestra parte.</p>
+
+<p>Fuí hacia ellos con paso lento y tal consternación en
+el semblante, que no pudieron creer en una intención de
+ataque. Sin embargo, permanecían a la defensiva. «Tranquilizaos
+señores—díjeles abordándoles—, no os traigo
+la guerra; vengo tan sólo a pediros gracia». Roguéles siguiesen
+su camino sin desconfianza y expliquéles, mientras
+caminábamos, el favor que esperaba de ellos.</p>
+
+<p>Consultáronse sobre cómo debían recibir aquella confesión.
+El jefe del destacamento tomó la palabra en nombre<span class="pagenum" id="Page_202">[Pg 202]</span>
+de los demás. Respondióme que las ordenes que tenía
+para vigilar a sus cautivas eran de rigor extremo;
+que, sin embargo, parecíales tan simpático y buena persona,
+que él y sus compañeros faltarían un algo a su deber,
+pero que, como comprendería aquel sacrificio había de
+costarme algo. Quedábanme quince <em>pistolas</em> y no tuve inconveniente
+en decirles lo que constituía mi capital. «Pues
+bien, seremos generosos; no os costará sino un <em>escudo</em>
+por hora hablar con la mujer que queráis; es el precio corriente
+en París».</p>
+
+<p>No les había hablado de Manon, en particular, porque
+no entraba en mis planes que conociesen mi pasión. Imagináronse
+primero que no era sino una fantasía muchachil
+la que me hacía buscar una distracción con aquellas
+criaturas. Pero, cuando creyeron notar que estaba enamorado,
+aumentaron de tal modo el tributo, que al salir
+de Nantes, donde dormimos el día que llegamos a París,
+mi bolsa estaba exhausta.</p>
+
+<p>¡Para qué deciros cuál fué el triste motivo de mi conversación
+con Manon durante el camino, ni la impresión
+que su vista causó sobre mí cuando hube obtenido de
+los guardias la libertad de acercarme al carricoche! ¡Ah!
+las palabras no son capaces, sino de dar a medias idea
+de lo que sucedía en nuestro corazón. Pero imaginaos a
+mi infortunada amiga sujeta por una cadena que le rodeaba
+la cintura, sentada sobre un haz de paja, la cabeza
+apoyada en la pared del vehículo y el rostro pálido y
+humedecido por las lágrimas que brotaban de sus ojos a<span class="pagenum" id="Page_203">[Pg 203]</span>
+pesar de tener los párpados cerrados. Ni aun había tenido
+la curiosidad de abrirlos al oir el ruido que hacían
+sus guardianes ante el temor de ser atacados. Su ropa
+estaba sucia y en desorden, sus manos delicadas expuestas
+a las crueles caricias del frío, aquel rostro capaz de
+convertir al universo a la idolatría, parecía devastado y
+presa de un abatimiento sin límites.</p>
+
+<p>Ocupaba todo mi tiempo en observarla mientras caminaba
+a caballo al lado del carricoche. Tan poco en mis
+cabales me hallaba, que estuve a punto de caer varias veces.
+Mis suspiros y mis constantes exclamaciones me valieron
+algunas miradas de ella. Entonces me reconoció y
+pude observar que su primer impulso había sido arrojarse
+del coche para venir a mí, pero retenida por la cadena,
+volvió a caer en la primitiva actitud.</p>
+
+<p>Rogué a los arqueros que por compasión se detuviesen
+un momento; cedieron por avaricia. Dejé mi caballo para
+sentarme a su lado. Estaba tan debilitada y vencida que
+permaneció largo rato sin poder hablar ni mover las manos.
+Durante aquel tiempo humedecílas con mis lágrimas,
+e incapaz de hablar yo mismo, permanecimos así,
+largo rato, en la más triste situación que es dado imaginar.
+No menos triste fueron nuestras razones cuando hubimos
+recobrado el uso de la palabra. Manon habló poco;
+diríase que el dolor y la vergüenza habían alterado los
+resortes de su voz, que era débil y temblorosa. Dióme las
+gracias por no haberle olvidado y también por la alegría
+que la proporcionaba—díjome suspirando—, verme una<span class="pagenum" id="Page_204">[Pg 204]</span>
+vez aún para poder darme un postrer adiós. Pero cuando
+le aseguré que no había en el mundo fuerzas capaces de
+separarme de ella y que estaba dispuesto a seguirla al fin
+del universo para cuidarla y servirla, para amarla y para
+ligar mi destino a su miseria, la pobre criatura entregóse
+a tan intensas y dolorosas emociones que llegué a temer
+por su vida ante el fuerte sacudimiento experimentado.
+Todos los movimientos que agitaban su alma parecían
+reflejarse en sus ojos. Teníalos clavados en mí. A veces
+abría la boca sin tener fuerzas para concluir de pronunciar
+las palabras que iba a decir. Algunas se le escapaban,
+sin embargo. Eran de admiración por mi amor, de
+protesta contra su exceso, de duda ante la posibilidad
+de haberme inspirado una pasión tan perfecta y de súplica
+para que renunciase al proyecto de seguirle, y buscar
+lejos de ella una felicidad digna de mí que, decía, no
+podía darme.</p>
+
+<p>Pese a la crueldad de mi suerte, hallaba mi dicha en
+sus miradas y en la seguridad de mi amor. Había perdido,
+es verdad, todo lo que el resto de los hombres estiman,
+pero tenía el corazón de Manon, que era lo que yo
+más estimaba. Vivir en Europa o en América... ¿qué me
+importaba, si era feliz y si vivía con ella? ¿No es acaso
+el universo entero patria común para dos seres que se
+aman? ¿No encuentran el uno en el otro padre, madre,
+amante, amigos, riquezas y felicidad?</p>
+
+<p>Si algo me inquietaba era la idea de ver a Manon expuesta
+a las privaciones de la indigencia. Figurábame ya<span class="pagenum" id="Page_205">[Pg 205]</span>
+en su compañía en un país inculto y poblado por salvajes.
+«Seguro estoy—decíame a mí mismo—que no los habrá
+tan salvajes y crueles como mi padre. A lo menos nos
+dejarán en paz. Si las descripciones que de ellos se hacen
+son exactas, viven según las leyes de la Naturaleza,
+no conocen ni las fatales leyes de la avaricia que dominan
+a G... M..., ni las fantásticas preocupaciones del honor
+que hacen de mi padre un enemigo. No molestarán,
+pues, a dos amantes a quienes verán vivir con igual sencillez
+que ellos». Por aquel lado estaba tranquilo.</p>
+
+<p>Pero no me hacía ilusiones por lo que a la parte material
+de la vida se refería. Había experimentado con
+harta frecuencia que existen necesidades imprescindibles
+para una criatura delicada como Manon, acostumbrada
+a una vida cómoda y regalada. Estaba desesperado de
+haber malgastado inútilmente mi dinero y de que el poco
+que aun me quedaba amenazase acabárseme por la bribonería
+de los arcabuceros. Pensaba que con una modesta
+suma hubiera podido, no sólo defenderme contra la miseria
+una temporada en América, donde el dinero escasea,
+sino emprender alguna empresa duradera.</p>
+
+<p>Aquel pensamiento engendró el de escribir a Tiberio,
+a quien siempre encontré propicio a prestarme la noble
+ayuda de su amistad. Escribíle desde la primera villa por
+donde pasamos. No le daba otra razón sino el gran apuro
+en que me veía en Havre-de-Grâce, donde le confesaba
+había ido acompañando a Manon. Le pedía cien <em>pistolas</em>.
+«Hacedlas llegar a mi mano—decíale—por el jefe de las<span class="pagenum" id="Page_206">[Pg 206]</span>
+postas. Ya veis que es la última vez que os importuno;
+pero viéndome forzado a abandonar a mi infortunada
+amante no puedo dejarla ir al destierro sin alguna ayuda
+que mitigue su situación».</p>
+
+<p>Los arcabuceros hiciéronse tan intratables, cuando pudieron
+juzgar de la violencia de mi pasión, y agobiáronme
+con tales exigencias, que pronto me vi reducido a la última
+miseria. El amor, de otra parte, no me permitía administrar
+mi bolsa. Pasaba todo el tiempo junto a Manon,
+y no era ya por horas sino por días enteros como había
+que medirme el tiempo. En fin, agotado mi tesoro, me vi
+a la merced de aquellos seis miserables que me trataban
+con insoportable grosería. Testigo fuisteis en Passy.
+Vuestro encuentro fué un feliz respiro que me acordó la
+Fortuna. Vuestra piedad ante mi infortunio, la sola recomendación
+para vuestro corazón generoso. Vuestro donativo
+me permitió llegar al Havre, pues los arqueros
+guardaron más fe a su promesa de la que les creía
+capaces.</p>
+
+<p>Llegamos. Fuí al correo. Tiberio no había tenido aún
+tiempo de contestarme. Me informé con exactitud del
+día en que podría recibir su carta. Resultó que no podía
+llegar sino dos días después, y por una burla cruel de mi
+destino, que el barco en que nos íbamos salía por la
+mañana el mismo día en que debía de llegar el dinero.
+No puedo pintaros mi desesperación. «¡Cómo—clamé
+lleno de angustia—aun en la desgracia misma he de distinguirme
+por el exceso de mi mal!». Manon me contestó:<span class="pagenum" id="Page_207">[Pg 207]</span>
+«¡Bah! ¿Merece vida tan miserable nuestros trabajos por
+conservarla? Muramos en el Havre, mi amado caballero:
+¡Que la muerte acabe de un golpe con nuestras miserias!
+¿Debemos ir a buscarla a una tierra ignorada, donde deben
+esperarnos dolores sin cuento, puesto que de ella
+han querido hacer un castigo para mí? ¡Muramos!—repitió—.
+O por mejor decir, ve a buscar la dicha en los brazos
+de otra amada menos infortunada que yo.—No, no—respondíle—,
+es para mí una dicha ser desdichado
+con vos».</p>
+
+<p>Sus palabras hiciéronme temblar. Juzgué que estaba
+abrumada por sus penas. Esforcéme en tomar un aire
+tranquilo para quitarle aquellas funestas ideas de muerte
+y desesperación. Resolví comportarme así en lo futuro y
+tuve ocasión de aprender que no hay nada capaz de inspirar
+confianza a una mujer como la intrepidez del hombre
+a quien ama.</p>
+
+<p>Cuando hube perdido la esperanza de recibir ningún
+socorro de Tiberio, vendí mi caballo. El dinero que obtuve,
+junto con el que aun me quedaba de vuestra liberalidad,
+formaba la modesta suma de diecisiete <em>pistolas</em>.
+Gasté siete en comprar algunas cosas precisas a Manon
+y guardé las otras diez avaramente, como base de nuestra
+futura fortuna en América. No me costó gran trabajo
+hacerme recibir en el barco. Buscábase entonces gente
+joven dispuesta a unirse a la colonia. El pasaje y la comida
+me fueron concedidos de un modo gratuito. Como
+el correo de París debía marchar al siguiente día, dejé<span class="pagenum" id="Page_208">[Pg 208]</span>
+una carta para Tiberio. Era sincera y capaz de enternecerle,
+puesto que le hizo tomar una resolución que sólo
+podía venir de un amigo sincero, lleno de infinita ternura
+y generosidad por otro amigo desgraciado.</p>
+
+<p>Nos dimos a la vela. El viento nos fué propicio. Obtuve
+del capitán un lugar aparte para mí y para Manon. Tuvo
+la bondad de mirarnos desde un principio de manera diferente
+que a nuestros míseros compañeros. No creí incurrir
+en ningún pecado afrentoso diciéndole que Manon
+y yo estábamos unidos en matrimonio. Desde el primer
+día habíala llevado aparte, y para atraernos su simpatía
+habíale contado una parte de nuestros infortunios. Nos
+acordó su protección, y palmarias señales de ella recibimos
+durante la travesía. Nos hizo dar de comer decorosamente,
+sin contar con que las consideraciones que nos
+guardaba nos hicieron respetar por nuestros compañeros
+de miseria. Mi atención estaba siempre alerta para que
+Manon no sufriese la menor incomodidad. Notábalo ella,
+y aquello, junto con la idea de la extrema miseria a que
+por su amor me había rebajado, hacíanla tan tierna y apasionada,
+tan atenta a mis menores deseos, que era entre
+ella y yo un pugilato de servidumbres de amor. No tenía
+ni la menor nostalgia de Europa. Al contrario; según
+avanzábamos hacia América sentía esponjarse mi corazón
+y se hacía en él la paz. Si hubiese estado seguro de
+no carecer de las cosas más necesarias para la vida hubiese
+dado gracias a la Fortuna por haber dado aquel
+giro favorable a mi existencia de desdichas.</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_209">[Pg 209]</span></p>
+
+<p>Después de una navegación de dos meses llegamos,
+por fin, a la orilla deseada. El país, a primera vista, no
+nos ofreció nada de agradable. Eran llanuras yermas e
+inhospitalarias en que apenas veíase algún arroyo y algún
+árbol deshojado por el viento. No se veía rastro de hombres
+ni animales; pero habiendo el capitán ordenado que
+disparasen algunos tiros de nuestra artillería, no tardamos
+en ver aparecer a unos ciudadanos de la Nueva Orleáns
+que se aproximaron a nosotros con vivas señales
+de júbilo. No habíamos visto la villa, que se halla oculta
+por aquel lado tras una pequeña colina. Nos recibieron
+como a emisarios del cielo.</p>
+
+<p>Los pobres habitantes apresuráronse a hacernos mil
+preguntas sobre el estado de Francia y de cada una de
+las provincias donde habían nacido. Abrazábannos como
+a sus hermanos y como a compañeros amados que venían
+a compartir su soledad y su miseria. Con ellos tomamos
+el camino de la ciudad; pero al avanzar vimos con pena
+que lo que nos habían elogiado como una gran ciudad
+no era sino un villorrio miserable constituido por algunas
+pobres cabañas. Habitábanlo seiscientas o setecientas
+personas. La casa del gobernador nos pareció algo mejor
+por su tamaño y por su situación. Hállase defendida por
+algunas fortificaciones hechas con tierra, en torno de las
+que corre un largo foso.</p>
+
+<p>Fuimos llevados a su presencia. Conferenció largamente
+con el capitán y luego fué pasando revista, una a
+una, a todas las mujeres de la remesa. Eran treinta, pues<span class="pagenum" id="Page_210">[Pg 210]</span>
+habíamos hallado en Havre otra banda que se reunió a
+la nuestra. Después de haberlas examinado atentamente,
+el gobernador hizo llamar a algunos jóvenes de la ciudad
+que se desesperaban en espera de una esposa e hizo
+echar a suertes. No había aún hablado a Manon, pero
+cuando ordenó retirarse a los demás nos hizo quedar a
+ella y a mí. «Me dice el capitán que estáis casados y que
+ha podido apreciar durante el viaje que se trata de dos
+personas de talento y mérito. No quiero escudriñar en
+las razones que han causado vuestra desgracia, pero si es
+verdad que tenéis tanto mundo como vuestro aspecto
+me hace creer, podéis estar seguros que haré cuanto esté
+en mi mano para endulzar vuestra suerte, y a la vez vosotros
+me ayudaréis a hallar alguna distracción en este
+lugar desierto y salvaje».</p>
+
+<p>Contestéle del modo que creí más conveniente para
+confirmarle en la idea que se había formado de nosotros.
+Dió entonces algunas órdenes para hacernos preparar
+alojamiento y nos invitó a quedarnos a cenar con él. Encontréle
+muy tratable para ser el jefe de una penitenciaria.
+En público no nos hizo pregunta ninguna sobre el
+fondo de nuestras aventuras. La conversación fué general
+y, pese a nuestra tristeza, Manon y yo nos esforzamos
+en distraerle.</p>
+
+<p>Por la noche nos hizo llevar a la habitación que nos
+habían preparado. Nos encontramos con una miserable
+cabaña con muros de barro y de madera, compuesta de
+tres habitaciones y un granero. Había hecho poner cinco<span class="pagenum" id="Page_211">[Pg 211]</span>
+o seis sillas y algunas otras cosas necesarias para la vida.</p>
+
+<p>Manon pareció aterrada a la vista de tan triste morada.
+Era más por mí que por ella por lo que se sentía afligida.
+Cuando quedamos solos sentóse y púsose a llorar
+amargamente. Impúseme el deber de consolarla; pero
+cuando me dijo que era más por mí que por ella por lo
+que lloraba con tanto desconsuelo, y que el motivo de su
+aflicción era pensar en las privaciones que por ella me
+imponía, tomé sobre mí la misión de consolarla y hacer
+aquello menos triste. «¿De qué he de quejarme si tengo
+cuanto deseo en el mundo? ¿No me amáis? ¿Qué otra
+dicha puedo haber deseado? Dejemos al cielo el cuidado
+de nuestra fortuna. La situación no es tan desesperada.
+El gobernador es un hombre considerado; ha mostrado
+estima por nosotros; no dejará, seguramente, que carezcamos
+de lo preciso. Por lo que a la miseria de nuestra
+cabaña y a la tosquedad de los muebles se refiere, habréis
+podido observar que hay aquí pocas gentes mejor
+alojadas que nosotros. ¡Eso sin contar con que vos sois
+admirable alquimista, porque todo lo transformáis en oro
+con vuestra sola presencia!».</p>
+
+<p>—Entonces seréis la persona más rica del universo—díjome—,
+pues si es verdad que jamás hubo amor
+como el vuestro, no menos verdad es que jamás ser humano
+fué más tiernamente amado que lo sois vos. Quiero
+ser justa para conmigo misma—continuó—y confesar
+que nunca merecí la prodigiosa devoción que me mostráis.
+Os he causado penas y sinsabores que han necesitado<span class="pagenum" id="Page_212">[Pg 212]</span>
+de toda vuestra bondad para hallar perdón. He sido
+infiel, ligera y aun, amándoos con toda mi alma como os
+amé siempre, fuí hasta ingrata. Pero nunca podéis imaginaros
+hasta qué punto he cambiado. Las lágrimas que
+tantas veces visteis brotar de mis ojos ni una sola vez
+fueron motivadas por mis propios males. Ésos dejé de
+sentirlos cuando vos vinisteis a compartirlos conmigo.
+No lloraba sino de ternura y compasión por vos. No podré
+consolarme de haberos hecho sufrir ni un solo momento.
+No ceso de reprocharme mi liviandad ni de admirar
+vuestra abnegación por una infortunada indigna
+de ella, que con toda la sangre de sus venas no podría
+pagarla—añadió con abundancia de lágrimas y suspiros.</p>
+
+<p>Su llanto, su discurso y el tono en que lo había pronunciado
+hicieron sobre mí tan gran impresión que creí
+sentir partírseme el corazón. «Tened cuidado—díjela—,
+tened cuidado, mi adorada Manon; no tengo fuerzas para
+soportar pruebas tales de vuestro amor, pues no puedo
+habituarme a júbilo tan grande. ¡Oh, Dios mío!—gemí—.
+Ya nada os pido, estoy seguro del corazón de mi Manon,
+que es cuanto deseo para ser feliz. Ya no cesaré de serlo
+nunca. Ya soy feliz.—Lo seréis—respondióme—si de mí
+hacéis depender vuestra felicidad, y por lo que a mí se
+refiere ya no sé dónde hallar la mía».</p>
+
+<p>Me acosté con aquellas ideas, que hacían de mi cabaña
+un palacio digno del más poderoso monarca del mundo.
+América parecióme después de eso un lugar de delicias.
+«Es a Nueva Orleáns—decíale frecuentemente a Manon—donde<span class="pagenum" id="Page_213">[Pg 213]</span>
+hay que venir si queremos gozar de las delicias
+del amor. Es aquí donde puede amarse sin celos,
+sin interés y sin infidelidades. Nuestros compatriotas vienen
+a buscar oro, ¡no saben que hemos hallado tesoros
+mucho más valiosos!».</p>
+
+<p>Cultivamos cuidadosamente la amistad del gobernador.
+Algunas semanas más tarde me dió un pequeño destino
+que había vacado en el castillo. Aunque no era cosa
+muy admirable, aceptéla como un don del cielo, pues me
+colocaba en condiciones de vivir sin ser una carga para
+nadie. Tomé un criado para mí y una doncella para Manon.
+Nuestra pequeña fortuna quedó en orden. Yo, por
+mi parte, era muy ordenado; Manon no lo era menos. No
+dejábamos pasar ninguna ocasión de hacer un favor o
+ser útiles a nuestros convecinos. Aquella servicialidad y
+nuestro natural simpático y deferente nos atrajeron las
+simpatías de la colonia toda. En poco tiempo llegamos
+a estar tan considerados que pasábamos por ser las primeras
+personalidades de la colonia después del gobernador.</p>
+
+<p>La inocencia misma de nuestras ocupaciones y la tranquilidad
+de que gozábamos continuamente nos llevó a
+rememorar insensiblemente las ideas religiosas. Manon
+nunca fué una mujer descreída; tampoco yo era uno de
+esos libertinos que se jactan de unir la irreligión a la torpeza
+de costumbres. La experiencia comenzaba a hacer
+en nosotros las veces de los años. Nuestras charlas, plenas
+de reflexión, hicieron nacer en nosotros el deseo de<span class="pagenum" id="Page_214">[Pg 214]</span>
+un amor honesto. Fuí el primero en proponer aquel cambio
+a Manon. Conocía bien su corazón y sabía que era
+recta y justa en su sentir. Hícele comprender que faltaba
+algo a nuestra dicha. «Es—díjele—la bendición del cielo.
+Nuestras almas son demasiado bellas y nuestros corazones
+demasiado justos para vivir voluntariamente en el
+olvido de nuestros deberes. Pase que hayamos vivido así
+en Francia, donde tan imposible nos era dejar de amarnos
+como legalizar nuestro amor; pero en América, donde
+no dependemos sino de nosotros mismos, donde no
+tenemos por qué respetar las leyes arbitrarias del abolengo
+y la fortuna, donde hasta nos creen ya casados,
+¿qué puede impedirnos que nos casemos efectivamente
+y que santifiquemos nuestra unión con un juramento que
+autoriza la Iglesia? Por lo que a mí atañe, nada de nuevo
+os ofrezco al ofreceros mi mano y mi corazón, pero estoy
+dispuesto a renovar la oferta al pie de los altares».</p>
+
+<p>Parecióme que aquellas palabras llenábanle de alegría.
+«¿Me creeréis si os digo que mil veces pensé en ello desde
+que estamos en América? El temor de disgustaros me
+hizo sepultar ese pensamiento en lo más hondo de mi
+corazón. No tengo la pretensión de aspirar a ser vuestra
+esposa.—¡Ah, Manon!; pronto serías la de un rey si al
+cielo pluguiese que hubiese nacido con corona. No vacilemos
+más. Ningún obstáculo podemos temer. Hoy mismo
+quiero hablar al gobernador y decirle que hasta hoy
+le mentimos. Dejemos temer a los amantes vulgares las
+cadenas irrompibles del matrimonio. No las temerían si,<span class="pagenum" id="Page_215">[Pg 215]</span>
+como nosotros, estuviesen seguros de llevar siempre las
+del amor». Fuíme, dejando a Manon transida de júbilo
+por aquella resolución.</p>
+
+<p>Estoy seguro que no habría un hombre honrado en el
+mundo que no aprobase mi determinación en las circunstancias
+en que yo me hallaba; es decir, atado irremisiblemente
+a una pasión que jamás podría romper y perseguido
+por remordimientos que no debía ahogar. Pero
+¿habrá alguien que pueda tachar de injustas mis quejas
+si lamento la crueldad de los cielos que rechazaron, qué
+digo rechazaron, castigaron como tremendo crimen un
+plan hecho tan sólo para agradarle. Habíame dejado caminar
+tranquilamente por los más arriesgados vericuetos
+del vicio y reservaba el más tremendo de sus castigos
+para cuando intentase marchar por las sendas de la virtud.
+Temo carecer de las fuerzas necesarias para acabar la
+narración del más funesto lance que sucedió jamás.</p>
+
+<p>Fuí a ver al gobernador, tal y como había quedado
+con Manon, para rogarle consintiese en la celebración
+de la ceremonia de nuestro matrimonio. Me hubiese guardado
+muy bien de hablarle a él ni a nadie si hubiese
+creído que su capellán, que era el solo sacerdote que
+había en la ciudad, me hubiese hecho aquel favor sin su
+intervención; pero no esperando que éste se aviniese al
+secreto, había tomado la determinación de obrar abiertamente.</p>
+
+<p>El gobernador tenía un sobrino llamado Sinelet, a
+quien quería mucho. Era un hombre de unos treinta años,<span class="pagenum" id="Page_216">[Pg 216]</span>
+valiente, pero iracundo y violento. No estaba casado.
+La vista de Manon había encendido una pasión en su
+pecho y la constante vista de su belleza durante los
+nueve o diez meses que llevábamos allí habíala atizado
+hasta hacerle consumirse en ella. Sin embargo, como se
+hallaba persuadido, igual que su tío y todo el resto de la
+ciudad, de que me hallaba casado con ella, había dominado
+su amor hasta no dejar traslucir nada, y aun en
+varias ocasiones había puesto verdadero celo en servirme.</p>
+
+<p>Encontréle con su tío cuando llegué al castillo. Como
+no tenía ningún motivo para ocultarme a él no vi inconveniente
+en explicarme en su presencia. El gobernador
+me oyó con la bondad acostumbrada. Contéle parte de
+mi historia, que pareció escuchar con agrado, y cuando
+le rogué asistiese a la ceremonia que proyectaba tuvo la
+generosidad de ofrecerme costear el gasto que ocasionase
+la fiesta. Me fuí muy contento.</p>
+
+<p>Una hora más tarde vi llegar al limosnero a mi casa.
+Creí que venía a darme algunas instrucciones respecto a
+mi boda; pero después de saludarme fríamente, díjome
+que el gobernador me prohibía ni aun pensar en ello,
+pues tenía otros proyectos respecto a Manon. «¿Otros
+proyectos respecto a Manon?—interrogué, con el corazón
+oprimido por mortal angustia—¿Y cuáles son, señor
+limosnero?». Contestóme que no debía yo ignorar que el
+señor gobernador era el amo allí y, por lo tanto, que habiendo
+sido Manon enviada desde Francia para uso de<span class="pagenum" id="Page_217">[Pg 217]</span>
+la colonia era de su incumbencia disponer de ella; que
+no lo había hecho hasta entonces porque la creía casada,
+pero que habiendo sabido de mis mismos labios que no
+era así había determinado entregársela al señor Sinnelet,
+que estaba enamorado de ella.</p>
+
+<p>La ira pudo más que la prudencia. Ordené altivamente
+al limosnero que saliese inmediatamente de mi casa, advirtiéndole
+que ni el gobernador, ni Sinnelet, ni el pueblo
+entero osarían poner mano en mi mujer o mi querida,
+como quisiesen llamarla.</p>
+
+<p>Participé en seguida a Manon el funesto mensaje que
+acababa de recibir. Supusimos que Sinnelet había ejercido
+presión sobre su tío después de mi marcha y que todo
+era el resultado de un siniestro propósito madurado desde
+hacía tiempo. Eran los más fuertes. Nos hallábamos
+en la Nueva Orleans perdidos como en medio del mar;
+es decir, separados del resto del mundo por enormes espacios.
+¿Dónde huir en un país desconocido, desierto o
+habitado por bestias feroces y por salvajes tan bárbaros
+como ellas? Sabíame estimado en la población, pero no
+podía esperar conmoverlos hasta obtener un auxilio proporcionado
+a mi mal. Hubiese necesitado dinero y era
+pobre. Por otra parte, el éxito de una revuelta popular
+era incierto, y si la fortuna nos era adversa nuestra desgracia
+no tendría remedio.</p>
+
+<p>Daba vueltas en mi cabeza a todas aquellas ideas. Comuniqué
+algunas a Manon; concebí nuevas, sin esperar
+su respuesta; tomaba una determinación que abandonaba<span class="pagenum" id="Page_218">[Pg 218]</span>
+en seguida pareciéndome descabellada; hablaba solo,
+contestaba en voz alta a las preguntas que me formulaba
+yo mismo; en fin, hallábame en un estado de agitación
+que a nada podría comparar, pues nunca fué igualada.
+Manon no apartaba de mí los ojos. Por mi turbación juzgaba
+de la magnitud del peligro y temblaba por mí y por
+ella misma. La pobre criatura no osaba expresar su
+miedo.</p>
+
+<p>Después de infinidad de reflexiones detúveme en la
+determinación de ir a ver al gobernador y tratar de
+ablandarle con las ideas de la caballerosidad y el recuerdo
+de mi respeto y su afecto. Manon quiso oponerse a
+mi marcha. Decíame, con los ojos bañados en llanto:
+«¡Vais a la muerte; os matarán; no os veré más; quiero
+morir con vos!». Costóme grandes esfuerzos convencerla
+de la necesidad en que me veía de salir y de la conveniencia
+de que ella se quedase en casa. Prometíle volver
+en seguida. Ignoraba, igual que yo, que era sobre ella
+sobre quien debía caer toda la cólera de los cielos y la
+rabia de nuestros enemigos.</p>
+
+<p>Fuí al castillo. El gobernador hallábase allí con su limosnero.
+Rebajóme para enternecerle a sumisiones que
+me hubiesen hecho morir de vergüenza si otra hubiese
+sido la causa que las motivase; ataquéle por todas las
+razones que debían impresionar un corazón que no fuése
+el de un tigre feroz y cruel.</p>
+
+<p>El bárbaro no opuso a mis razones sino dos razones
+que repitió cien veces. «Manon—díjome—depende de<span class="pagenum" id="Page_219">[Pg 219]</span>
+mí. He dado palabra a mi sobrino». Estaba decidido a
+contenerme hasta el último extremo; contentéme, pues,
+con decirle que le creía demasiado amigo mío para desear
+mi muerte, a la que consentiría antes que en la
+pérdida de mi amada.</p>
+
+<p>Tenía, sin embargo, la certeza al salir de allí de que
+nada podía esperar de aquel viejo terco, capaz de condenarme
+mil veces por su sobrino. Pero yo persistía en
+mostrarme sereno y moderado, decidido en el fondo a
+si llegaban a cometer grandes injusticias conmigo dar a
+América el espectáculo de una de las más sangrientas y
+horribles escenas de amor que pudiesen soñarse jamás.</p>
+
+<p>Volvía a mi casa meditando en todo aquello cuando
+el destino, que debía querer acelerar mi ruina, me hizo
+topar con Sinnelet. Debió leer en mis ojos una parte de
+mis pensamientos. Ya he dicho que era valiente; vino a
+mí. «¿No me buscabais?—díjome—Comprendo que mis
+intenciones os molestan y supuse siempre que habríamos
+nosotros dos de andar a estocadas. Veamos quién es el
+más feliz». Díjele que tenía razón, que sólo mi muerte
+podía acabar con nuestras diferencias.</p>
+
+<p>Nos alejamos un centenar de pasos de la ciudad. Cruzáronse
+nuestras espadas y casi a un tiempo le herí y le
+desarmé. Tanto le irritó aquella desgracia que se negó a
+pedirme gracia de la vida y a renunciar a Manon. Tal
+vez asistíame el derecho de acabar con una y otra, pero
+la sangre generosa que corría por mis venas no podía
+desmentirse nunca. «Recomencemos—díjele—y pensad<span class="pagenum" id="Page_220">[Pg 220]</span>
+que es sin cuartel». Atacóme con terrible furia. He de
+confesar que no era muy ducho en las armas, no teniendo
+como preparación sino tres meses de sala en París.
+Pero el amor guió mi espada. Sinnelet no dejó de traspasarme
+un brazo de parte a parte, pero yo, a mi vez, le
+di un golpe tan violento que cayó a mis pies sin sentido.</p>
+
+<p>Pese a la alegría que nos produce la victoria tras de
+mortal combate, no pude por menos de reflexionar sobre
+las consecuencias de aquella muerte. Conociendo, como
+conocía, el cariño del gobernador por su sobrino estaba
+cierto que no le sobreviviría ni una hora. Pues con ser
+apremiante este temor, éralo menos que otro. Manon, el
+bienestar de Manon, la necesidad de perderla, perturbábame
+hasta nublar mis ojos e impedíame reconocer el
+lugar donde me hallaba. Sentía lo sucedido con Sinnelet
+y la muerte, que pusiese fin a todo, parecíame el único
+recurso a mis penas.</p>
+
+<p>Pero hubo un pensamiento que me hizo reaccionar y
+recobrar mi presencia de espíritu. «¡Cómo! ¡Quiero morir
+para acabar mis penas! ¿Puede haberlas mayores que
+perder lo que amo? ¡Ah! ¡Suframos todos los dolores
+con tal de ser un consuelo para ella y dejemos el morir
+para cuando nuestra presencia sea inútil!».</p>
+
+<p>Tomé el camino de la ciudad. Volví a mi casa, donde
+hallé a Manon medio muerta de miedo y de inquietud.
+Mi presencia la reanimó. No podía, sin embargo, ocultarla
+el terrible accidente que acababa de tener lugar.
+Ante la narración de la muerte de Sinnelet y de mi
+propia herida cayó desvanecida en mis brazos. Tardé
+más de un cuarto de hora en hacerle recobrar el conocimiento.</p>
+
+<div class="chapter">
+<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp221-1">
+ <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp221-1.jpg" alt="ilo1p221" title="p221ilo1">
+</figure>
+</div>
+
+<div class="chapter">
+<figure class="figcenter illowe30" id="ilobp221-2">
+ <img class="w100 p2 p2b" src="images/ilobp221-2.jpg" alt="ilo2p221" title="p221ilo2">
+</figure>
+</div>
+
+<div class="chapter">
+<p><span class="pagenum" id="Page_221">[Pg 221]</span></p>
+</div>
+
+<p>Yo mismo estaba medio muerto de espanto, no viendo,
+como no veía el menor rayo de esperanza para su salvación
+y la mía. «Manon, ¿qué hacemos ahora? ¡Dios mío!,
+¿qué será de nosotros? Tengo forzosamente que alejarme;
+¿queréis quedaros vos aquí? Sí, quedaros; aún podéis
+ser feliz. Yo parto lejos, para buscar la muerte entre los
+salvajes o bajo las garras de las fieras».</p>
+
+
+<p>Alzóse, pese a su debilidad, y me cogió la mano para
+llevarme hacia la puerta. «Huyamos juntos—díjome—.
+No perdamos un instante. Pueden haber hallado el cuerpo
+de Sinnelet y entonces no tendríamos tiempo de partir.—Pero,
+Manon adorada—díjela enloquecido—, decidme
+dónde queréis que vayamos. ¿Veis algún recurso?
+¿No sería mejor que trataseis de vivir aquí sin mí y que
+voluntariamente llevaseis mi cabeza en ofrenda al gobernador?</p>
+
+<p>Aquella proposición no sirvió sino para aumentar su
+ardor; hube de seguirla. Tuve aun, al partir, la presencia
+de ánimo de coger algunos licores fuertes que había y
+todas las provisiones que pude llevar. Dijimos a nuestros
+criados, que se hallaban en el cuarto contiguo, que
+nos íbamos a dar nuestro paseo vesperal (teníamos aquella
+costumbre), y nos alejamos de la ciudad con más prontitud
+de lo que la endeble fragilidad de Manon me dejaba
+esperar.</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_222">[Pg 222]</span></p>
+
+<p>Aunque seguía indeciso respecto a la meta de nuestro
+viaje, no dejaba de acariciar algunas esperanzas, sin las
+que hubiese preferido la muerte a la incertidumbre de lo
+que podía ser de Manon. Había adquirido suficiente conocimiento
+del país en casi diez meses que llevaba en
+América para no ignorar la manera como aprovisionaban
+a los salvajes. Podía uno ponerse en sus manos sin riesgo
+de una muerte segura. Había incluso aprendido algunas
+palabras de su lengua y algunas de sus costumbres en las
+varias ocasiones en que les había visto.</p>
+
+<p>Junto a aquella mísera esperanza tenía otra que radicaba
+en los ingleses que, como es sabido, tienen, como
+nosotros, establecimientos en aquella parte del Nuevo
+Mundo. Pero espantábame la distancia; antes de llegar a
+sus colonias teníamos que atravesar grandes planicies,
+cuyo recorrido exigía días enteros, y algunas montañas
+tan altas y escarpadas que su acceso parecía difícil a
+hombres toscos y vigorosos. Pensaba, sin embargo, que
+podíamos contar con dos ayudas: los salvajes para guiarnos,
+los ingleses para recibirnos en sus colonias.</p>
+
+<p>Anduvimos cuanto permitieron las fuerzas de Manon,
+que fueron unas dos leguas, pues aquella incomparable
+amante negóse a detenerse antes. Abrumada al fin de
+cansancio, confesóme que no podía más. Era noche ya;
+sentámosnos en medio de una enorme llanura, sin haber
+podido hallar un árbol para cobijarnos. Su primer cuidado
+fué cambiar los vendajes de mi herida, que ella
+misma había curado antes de la marcha. Fué inútil que<span class="pagenum" id="Page_223">[Pg 223]</span>
+me opusiese a su voluntad; hubiese acabado de abrumarla
+de pena si la hubiese negado la satisfacción de
+creerme a gusto y libre de peligro antes de mirar por su
+propia conservación. Me sometí unos minutos a sus deseos
+y recibí sus cuidados en silencio y avergonzado.
+Pero cuando hube satisfecho su anhelo de ternura, ¡con
+qué fervor no di yo suelta a la mía! Despojéme de mis
+ropas para hacer que, extendiéndolas sobre ella, su lecho
+fuése menos duro. Púseme, aun contra su voluntad, a
+emplear todas mis artes en paliar las incomodidades. Calenté
+sus manos con el fuego de mis besos y el aliento
+de mis suspiros. Pasé toda la noche en vela, junto a ella,
+implorando del cielo le concediese un sueño dulce y sosegado.
+¡Dios mío, cuán sinceros eran mis votos y cuán
+riguroso fuisteis al no escucharlos!</p>
+
+<p>Perdonadme si en pocas palabras acabo esta narración
+que me destroza de pena. Os cuento desgracias que jamás
+tuvieron iguales; toda mi vida está destinada a llorarlas.
+Pero aunque las tengo perpetuamente presentes
+en mi memoria, mi ánimo flaquea y parece vacilar de horror
+cada vez que intento expresar con palabras mi recuerdo.</p>
+
+<p>Habíamos pasado tranquilamente una parte de la noche;
+creíala dormida y casi no me atrevía a respirar por
+miedo a turbar su sueño.</p>
+
+<p>Al amanecer noté, al tocar sus manos, que las tenía
+frías y temblorosas. Apretélas contra mi pecho para devolverles
+su calor. Notólo, y con un esfuerzo, para devolverme<span class="pagenum" id="Page_224">[Pg 224]</span>
+la caricia, murmuró con voz débil que creía ya llegada
+su última hora.</p>
+
+<p>No atribuí a aquellas palabras otra trascendencia que
+al lenguaje corriente en la desgracia y no contesté sino con
+los tiernos consuelos del amor. Pero sus frecuentes suspiros,
+su silencio ante mis preguntas y las frecuentes crispaciones
+de sus manos, entre las que estrechaba las mías,
+me hicieron temer que se aproximaba el fin de sus males.</p>
+
+<p>No me pidáis que os describa mi pena ni que os cuente
+sus últimos momentos.</p>
+
+<p>La perdí. Aun en la agonía recibí de ella pruebas inolvidables
+de amor. Eso es cuanto aún tengo fuerzas para
+deciros de aquel deplorable y triste accidente.</p>
+
+<p>Mi alma no siguió a la suya. Sin duda, el cielo no me
+creyó suficientemente castigado; ha querido que siga
+arrastrando una vida lánguida y miserable. Renuncio voluntariamente
+a llevarla jamás más feliz.</p>
+
+<p>Pasé más de veinticuatro horas los labios en el rostro
+y en las manos de mi adorada Manon. Mi primera idea
+fué morir, pero pensé al segundo día que, después de mi
+muerte, su cuerpo estaría expuesto a ser pasto de las
+bestias feroces. Hice el proyecto de enterrarla y luego
+esperar la muerte tendido sobre su fosa. Estaba ya tan
+próximo a ella por la debilidad que el ayuno y el dolor
+me habían causado que me costaba trabajo tenerme en
+pie. Me vi precisado a recurrir a los licores que había
+traído; ellos devolviéronme las fuerzas necesarias para el
+triste oficio que iba a desempeñar.</p>
+
+<p><span class="pagenum" id="Page_225">[Pg 225]</span></p>
+
+<p>No era empresa difícil cavar la tierra en el lugar donde
+estaba, que era una llanura cubierta de arena. Rompí mi
+espada para servirme de ella para abrir el hoyo, pero me
+fué menos útil que mis manos. Abrí un foso profundo.
+Sentéme aun junto a ella y la contemplé con arrobo, sin
+resolverme a cerrar su tumba. Al fin sentí que mis fuerzas
+comenzaban a faltarme nuevamente, y temiendo carecer
+de ellas para mi triste misión, sepulté para siempre
+en la tierra a la criatura más bella y amable que existió
+jamás. Tendíme acto seguido sobre su tumba, el rostro
+vuelto a la tierra, y cerrando los ojos con el designio de
+no volverlos a abrir, impetré la ayuda del cielo y esperé
+la muerte.</p>
+
+<p>Lo que os costará trabajo, sin duda, creer es que durante
+el desempeño de esa triste misión no brotó ni una
+lágrima de mis ojos, ni un suspiro de mi pecho. La profunda
+consternación en que estaba sumido y la determinación
+tomada de morir cortaba el curso a toda manifestación
+de desesperación y dolor. Así es que no permanecí
+mucho tiempo en aquella postura sin perder el
+conocimiento.</p>
+
+<p>Después de lo que acabáis de oir, el fin de mi historia
+tiene tan poco interés que no merece la pena que os
+dais en escucharla. Trasladado el cuerpo de Sinnelet a
+la ciudad, y examinadas cuidadosamente sus heridas, halláronse
+con que no solamente no estaba muerto sino
+que aquéllas carecían de importancia. Contóle a su tío
+cómo habían sucedido las cosas y su generosidad llevóle<span class="pagenum" id="Page_226">[Pg 226]</span>
+a dar cuenta de la mía. Me hicieron buscar, y mi ausencia,
+junto con la de Manon, hicieron creer en una fuga.
+Era ya tarde para salir en mi seguimiento, pero el día
+siguiente y el otro empleáronse en mi busca.</p>
+
+<p>Halláronme, sin dar señales de vida, tendido sobre la
+tumba de Manon, y los que así me encontraron, casi desnudo
+y sangrando por mi herida, no dudaron que había
+sido robado y asesinado. Me llevaron a la ciudad. El
+movimiento del traslado me volvió a la realidad. El suspiro
+que proferí al abrir los ojos y mi gemir al encontrarme
+entre los seres vivientes, les hicieron comprender
+que aun era hora de prestarme auxilio; diéronmelos con
+demasiada fortuna. No dejé de ser encerrado, sin embargo,
+en severa prisión.</p>
+
+<p>Instruyéronme proceso, y como Manon no parecía,
+acusáronme de haberme deshecho de ella en un impulso
+de ira y celos. Conté, claro es, mi lamentable aventura.
+Sinnelet, pese a los transportes de dolor que la narración
+le produjo, tuvo la generosidad de solicitar gracia
+para mí. La obtuvo.</p>
+
+<p>Estaba tan débil que se vieron obligados a trasportarme
+desde la prisión a mi lecho, donde permanecí tres
+meses víctima de grave dolencia. Mi odio a la vida no
+disminuía; invocaba constantemente la muerte y durante
+mucho tiempo me obstiné en rechazar todos los remedios.
+Pero el cielo, después de haberme castigado con
+tanto rigor, tenía el designio de hacerme útiles mis desgracias
+y sus castigos; iluminóme con sus luces, que<span class="pagenum" id="Page_227">[Pg 227]</span>
+hicieron brotar en mí ideas dignas de mi nacimiento y
+educación.</p>
+
+<p>Habiendo comenzado a renacer la tranquilidad en mi
+espíritu, aquel cambio fué seguido de mi curación. Dejéme
+llevar por entero de las inspiraciones del honor y seguí
+desempeñando mi modesto empleo en espera de los
+barcos de Francia, que visitaban una vez al año aquella
+parte de América. Estaba resuelto a volver a mi patria
+para borrar con una vida ejemplar el escándalo de mi
+conducta. Sinnelet había tomado sobre sí el cuidado de
+hacer trasladar el cuerpo de mi amada a un lugar digno.</p>
+
+<p>Fueron seis semanas después de mi curación cuando, paseando
+un día por la orilla del mar, vi llegar un barco a
+quien los negocios traían a Nueva Orleans. Esperé al desembarco
+de la tripulación. ¡Cuál no seria mi sorpresa al
+reconocer a Tiberio entre los que se encaminaban a la
+ciudad! Díjome que el único objeto de su viaje había sido
+verme y convencerme que volviese a Francia; que habiendo
+recibido la carta que le escribí desde el Havre
+había corrido allí en persona para llevarme la ayuda que
+le pedía y había experimentado vivísimo dolor al saber
+mi marcha, y que hubiese partido tras de mí si hubiese
+hallado barco dispuesto a ello, que habíalo buscado durante
+meses en varios puertos, habiendo encontrado por
+fin uno en <em>Saint-Maló</em> que levaba anclas para la Martinica
+habíase embarcado con la esperanza de encontrar
+allí un pasaje fácil para Nueva Orleans. Que habiendo
+sido apresado el barco por los corsarios españoles y llevado<span class="pagenum" id="Page_228">[Pg 228]</span>
+a una de sus islas habíase escapado gracias a su
+habilidad, y después de diversas aventuras había hallado
+la ocasión en la marcha del barco que le había traído con
+felicidad hasta mí.</p>
+
+<p>No podía menos de sentirme lleno de gratitud por un
+amigo tan generoso y constante. Le llevé a mi casa e hícele
+dueño de cuanto poseía. Contéle cuanto me había
+sucedido desde mi salida de Francia, y para darle una
+alegría con la que no contaba, díjele que las simientes de
+virtud que había sembrado antaño en mi espíritu comenzaban
+a producir frutos de que podía estar orgulloso.</p>
+
+<p>Pasamos dos meses juntos en Nueva Orleans en espera
+del barco que venía de Francia, y tras hacernos, por
+fin, a la mar, tomamos tierra hace quince días en <em>Havre-de-Grâce</em>.
+Escribí a mi familia al llegar. He sabido por la
+contestación de mi hermano mayor la triste nueva de la
+muerta de mi padre, a la que temo, con harta razón, que
+mis desvaríos hayan contribuido. Como el viento era favorable
+para Calais, me embarqué en seguida con designio
+de ir a casa de un caballero de mi familia donde mi
+hermano me espera.</p>
+
+
+<p class="center p2 big2">FIN</p>
+
+<div class="chapter">
+<figure class="figcenter illowe10" id="ilop229">
+ <img class="w100 p4" src="images/ilop229.jpg" alt="iloend" title="endilo">
+</figure>
+</div>
+
+<div style='text-align:center'>*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK 75868 ***</div>
+</body>
+</html>
+
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