summaryrefslogtreecommitdiff
path: root/24127-h
diff options
context:
space:
mode:
Diffstat (limited to '24127-h')
-rw-r--r--24127-h/24127-h.htm13478
1 files changed, 13478 insertions, 0 deletions
diff --git a/24127-h/24127-h.htm b/24127-h/24127-h.htm
new file mode 100644
index 0000000..0618a1e
--- /dev/null
+++ b/24127-h/24127-h.htm
@@ -0,0 +1,13478 @@
+<!DOCTYPE html PUBLIC "-//W3C//DTD XHTML 1.0 Strict//EN"
+ "http://www.w3.org/TR/xhtml1/DTD/xhtml1-strict.dtd">
+
+<html xmlns="http://www.w3.org/1999/xhtml">
+ <head>
+ <meta http-equiv="Content-Type" content="text/html;charset=iso-8859-1" />
+ <title>
+ The Project Gutenberg eBook of Peñas arriba, por José María de Pereda.
+ </title>
+ <style type="text/css">
+/*<![CDATA[ XML blockout */
+<!--
+ p { margin-top: .75em;
+ text-align: justify;
+ margin-bottom: .75em;
+ text-indent: 2%;
+ }
+ .dot {letter-spacing:8px;
+ text-align:center;
+ text-indent:0%;
+ }
+ .rt {text-align: right;
+ margin-right:20%;
+ font-variant: small-caps;
+ font-family: "Times New Roman", serif;
+ font-size: large;
+ }
+ h1,h2 {
+ text-align: center;
+ clear: both;
+ }
+ .top5 {margin-top: 5%;}
+ .top15 {margin-top: 15%;}
+ hr { width: 90%;
+ margin-top: 2em;
+ margin-bottom: 2em;
+ margin-left: auto;
+ margin-right: auto;
+ clear: both;
+ color:black;
+ }
+ table {margin-left: auto; margin-right: auto;}
+ body{margin-left: 10%;
+ margin-right: 10%;
+ background:#fdfdfd;
+ color:black;
+ font-family: "Times New Roman", serif;
+ font-size: large;
+ }
+ a:link {background-color: #ffffff; color: blue; text-decoration: none; }
+ link {background-color: #ffffff; color: blue; text-decoration: none; }
+ a:visited {background-color: #ffffff; color: blue; text-decoration: none; }
+ a:hover {background-color: #ffffff; color: red; text-decoration:underline; }
+ .c {text-align: center;
+ text-indent: 0%;
+ }
+ // -->
+ /* XML end ]]>*/
+ </style>
+ </head>
+<body>
+
+
+<pre>
+
+The Project Gutenberg EBook of Peñas arriba, by José María de Pereda
+
+This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
+almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
+re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
+with this eBook or online at www.gutenberg.org
+
+
+Title: Peñas arriba
+
+Author: José María de Pereda
+
+Release Date: January 2, 2008 [EBook #24127]
+[Last updated: February 3, 2019]
+
+Language: Spanish
+
+Character set encoding: ISO-8859-1
+
+*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PEÑAS ARRIBA ***
+
+
+
+
+Produced by Chuck Greif
+
+
+
+
+
+</pre>
+
+
+<hr />
+
+<h1>PE&Ntilde;AS ARRIBA</h1>
+
+<h2><i>Jos&eacute; Mar&iacute;a de Pereda</i></h2>
+
+<table summary="toc" cellpadding="0" cellspacing="0" class="top5" style="margin-left:20%;margin-right:20%;
+border: 1px solid black;padding:2%;">
+<tr><td>Cap&iacute;tulos:
+<a href="#I"><b>I, </b></a>
+<a href="#II"><b>II, </b></a>
+<a href="#III"><b>III, </b></a>
+<a href="#IV"><b>IV, </b></a>
+<a href="#V"><b>V, </b></a>
+<a href="#VI"><b>VI, </b></a>
+<a href="#VII"><b>VII, </b></a>
+<a href="#VIII"><b>VIII, </b></a>
+<a href="#IX"><b>IX, </b></a>
+<a href="#X"><b>X, </b></a>
+<a href="#XI"><b>XI, </b></a>
+<a href="#XII"><b>XII, </b></a>
+<a href="#XIII"><b>XIII, </b></a>
+<a href="#XIV"><b>XIV, </b></a>
+<a href="#XV"><b>XV, </b></a>
+<a href="#XVI"><b>XVI, </b></a>
+<a href="#XVII"><b>XVII, </b></a>
+<a href="#XVIII"><b>XVIII, </b></a>
+<a href="#XIX"><b>XIX, </b></a>
+<a href="#XX"><b>XX, </b></a>
+<a href="#XXI"><b>XXI, </b></a>
+<a href="#XXII"><b>XXII, </b></a>
+<a href="#XXIII"><b>XXIII, </b></a>
+<a href="#XXIV"><b>XXIV, </b></a>
+<a href="#XXV"><b>XXV, </b></a>
+<a href="#XXVI"><b>XXVI, </b></a>
+<a href="#XXVII"><b>XXVII, </b></a>
+<a href="#XXVIII"><b>XXVIII, </b></a>
+<a href="#XXIX"><b>XXIX, </b></a>
+<a href="#XXX"><b>XXX, </b></a>
+<a href="#XXXI"><b>XXXI, </b></a>
+<a href="#XXXII"><b>XXXII, </b></a>
+<a href="#XXXIII"><b>XXXIII, </b></a>
+<a href="#XXXIV"><b>XXXIV</b></a><br />
+</td></tr>
+</table>
+
+<h2 class="top15">Dedicatoria</h2>
+
+<p class="c"><i>A la santa memoria de mi hijo Juan Manuel</i></p>
+
+<p>Hacia el &uacute;ltimo tercio del borrador de este libro, hay una cruz y una
+fecha entre dos palabras de una cuartilla. Para la ordinaria curiosidad
+de los hombres, no tendr&iacute;an aquellos rojos signos gran importancia; y,
+sin embargo, Dios y yo sabemos que en el mezquino espacio que llenan,
+cabe el abismo que separa mi presente de mi pasado; Dios sabe tambi&eacute;n a
+costa de qu&eacute; esfuerzos de voluntad se salvaron sus orillas para buscar
+en las serenas y apacibles regiones del arte, un refugio m&aacute;s contra las
+tempestades del esp&iacute;ritu acongojado; por qu&eacute; de qu&eacute; modo se ha terminado
+este libro que, quiz&aacute;s, no debi&oacute; de pasar de aquella triste fecha ni de
+aquella roja cruz; por qu&eacute;, en fin, y para qu&eacute; declaro yo estas cosas
+desde aqu&iacute; a esa corta, pero noble, falange de cari&ntilde;osos lectores que me
+ha acompa&ntilde;ado fiel en mi pobre labor de tantos a&ntilde;os, mientras voy
+subiendo la agria pendiente de mi Calvario y dici&eacute;ndome, con el poeta
+sublime de los grandes infortunios de la vida, cada vez que vacila mi
+paso o los alientos me faltan:</p>
+
+<p class="c"><i>&laquo;Dominus dedit; Dominus abstulit.</i><br />
+<i>Sicut Domino placuit, ita factum est&raquo;.</i><br /></p>
+
+
+<p class="rt">J. M. De Pereda</p>
+
+<p>Diciembre de 1894.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="I" id="I"></a>I</h2>
+
+
+<p>Las razones en que mi t&iacute;o fundaba la tenacidad de su empe&ntilde;o eran muy
+juiciosas, y me las iba enviando por el correo, escritas con mano torpe,
+pluma de ave, tinta rancia, letras gordas y anticuada ortograf&iacute;a, en
+papel de barbas comprado en el estanquillo del lugar. Yo no las echaba
+en saco roto precisamente; pero el caso, para m&iacute;, era de meditarse mucho
+y, por eso, entre alegar &eacute;l y meditar y responderle yo, se fue pasando
+una buena temporada.</p>
+
+<p>La primera carta en que trat&oacute; del asunto fue la m&aacute;s extensa de las ocho
+o diez de la serie. Tem&iacute;a colarse en &eacute;l de sopet&oacute;n, y me preparaba el
+camino para sus fines, &laquo;tomando las cosas desde muy atr&aacute;s, y como si nos
+trat&aacute;ramos entonces, aunque de lejos, por primera vez&raquo;.</p>
+
+<p>&laquo;Mucho le estorbaba la pluma entre los dedos&raquo;, y bien lo revelaban la
+rudeza de los trazos, la desigualdad de las letras y las se&ntilde;ales de m&aacute;s
+de un borr&oacute;n lamido en fresco o extendido con el canto de la mano; &laquo;pero
+con paciencia y buena voluntad se venc&iacute;an los imposibles&raquo;.</p>
+
+<p>&laquo;Tus abuelos paternos&mdash;me escrib&iacute;a&mdash;, no lograron otros hijos que tu
+padre y yo. Yo fui el mayorazgo, y como tal, aqu&iacute; arraigu&eacute; desde el
+punto y hora en que nac&iacute;. Tu padre, como m&aacute;s necesitado, ech&oacute;se al
+mundo, y rodando mucho por &eacute;l, adquiri&oacute; buenos caudales y una mujer que
+no hab&iacute;a oro con qu&eacute; pagarla. De esta traza me la pint&oacute; cuando vino a
+darme cuenta de sus proyectos matrimoniales, y a tomar posesi&oacute;n, en pura
+chanza, de la pobreza que le correspond&iacute;a por herencia libre de tus
+abuelos. Fuese a los pocos d&iacute;as de haber venido, y no he vuelto ni
+volver&eacute; a verle m&aacute;s en la tierra. Dios le tenga en eterno descanso.</p>
+
+<p>&raquo;Tambi&eacute;n yo me cas&eacute; andando los d&iacute;as, y tuve mujer buena, e hijos que el
+Se&ntilde;or me iba quitando a medida que me los daba. Con el &uacute;ltimo de ellos
+se llev&oacute; a su madre. &iexcl;Bendita y alabada sea su divina voluntad, hasta en
+aquello con que humanamente nos agobia y atribula! Como a&uacute;n no era yo
+propiamente viejo y me sent&iacute;a fuerte, y en estas angosturas y asperezas
+del terru&ntilde;o hallaban pasto y solaz abundante las cortas ambiciones de mi
+esp&iacute;ritu, aprend&iacute; a arrastrar con valent&iacute;a la cruz de mis dolores, y
+hasta logr&eacute; olvidarme, tiempo andando, de que la llevaba a cuestas:
+vamos, que me hice a la carga, y volv&iacute; a ser el hombre de buen contentar
+y apegado a la tierra madre como la yedra al morio. De tarde en tarde
+nos escrib&iacute;amos mi hermano y yo, y de este modo supo &eacute;l mis venturas y
+desventuras, y yo tu nacimiento y el de tu hermana, el casamiento de
+&eacute;sta despu&eacute;s con un americano rico que se la llev&oacute; a su tierra, la
+muerte de tu madre y los rumbos que tomabas con los libros de las aulas,
+seg&uacute;n ibas esponj&aacute;ndote y haci&eacute;ndote hombre.</p>
+
+<p>&raquo;Una vez dio en faltarme carta vuestra m&aacute;s de lo acostumbrado, que era
+bien poco, y la primera que tuve al cabo de los meses fue tuya y para
+decirme que tu padre se hab&iacute;a muerto de un tabardillo enconado, o cosa
+por este arte. Ausente tu hermana y cargada de familia y de bienes en la
+otra banda, qued&aacute;baste solo en la de ac&aacute;, y aticuenta que en el mundo,
+aunque con medios de fortuna para bracear a tus anchas en &eacute;l. Lo mismo
+que yo, salvo la comparanza de gentes y lugares. Te brind&eacute; con &eacute;ste m&iacute;o,
+desconfiando mucho, en verdad se diga, de que me quisieras el envite,
+hecho de todo coraz&oacute;n, porque barruntaba tu modo de vivir y conoc&iacute;a tu
+estampa por retratos que me hab&iacute;as ido mandando. Ni el uno ni la otra se
+ama&ntilde;aban bien con la pobreza y rustiquez de estos andurriales; me
+parec&iacute;a a m&iacute;. Y no iba el parecer fuera de camino, porque eso result&oacute; de
+tu respuesta, bien desentra&ntilde;adas sus finezas y cortes&iacute;as. Desde entonces
+fueron peras de a libra las cartas entre nosotros dos. T&uacute; corriendo la
+Ceca y la Meca, y yo firme y agarrado a estos pe&ntilde;ascales como barda
+montuna. Y as&iacute; hemos ido tirando tan guapamente: t&uacute; sin acordarte dos
+veces al a&ntilde;o del santo de mi nombre, y yo sin apurarme por ello cosa
+mayor, porque mientras tuve salud, tuve alegr&iacute;a, y a la luz de ella me
+ten&iacute;a por bien acompa&ntilde;ado con vivir entre estas gentes y estos riscos y
+hasta sus alima&ntilde;as, que me parec&iacute;an ya, a fuerza de verlos y palparlos,
+carne de mis huesos y sangre de mis propias venas. Pero t&uacute; eras mozo y
+ten&iacute;as mucho tiempo y mucha tierra por delante; yo viejo y con muy pocas
+fantas&iacute;as en la cabeza, y no sobrado de calor en la masa de la sangre;
+los muchos a&ntilde;os hicieron al cabo una de las suyas, y ayer ma&ntilde;ana, como
+quien dice, una pizca de nada, un sorbo de leche m&aacute;s de los
+acostumbrados, el aire de una puerta, el aletazo de un mosquito, me
+acald&oacute; en la cama. Tard&eacute; en salir de ella, y sal&iacute; como para entrar en la
+sepultura. El roble se bamboleaba como si le faltara la tierra que le
+sosten&iacute;a, o se te despegaran de ella las ra&iacute;ces, o no pudiera con el
+peso de su propio ramaje. Ya me dan anseo las cuestas arriba con solo
+mirarlas, y la mano que ayer venteaba gustosa el apero o el hacha con
+que yo me entreten&iacute;a en la tierra de labor o en la espesura del monte,
+hoy me pide el paluco del tullido, como el puntal de sost&eacute;n el jastial
+resquebrajado; y lo que es peor que todo ello, que el &aacute;nimo va cantando
+al son de la osamenta que se descuajaringa y no puede ya con el pellejo.
+En suma, hombre: que en un dos por tres, y cuando menos lo esperaba, di
+el baj&oacute;n que hab&iacute;a de dar m&aacute;s tarde o m&aacute;s temprano. Es de ley que la
+tierra llame a lo que es suyo, y a m&iacute; no cesa de llamarme unos d&iacute;as
+hace. No te dir&eacute; que tenga miedo, propiamente miedo, a ese vocer&iacute;o que
+no calla d&iacute;a ni noche; pero es la verdad que a estas horas quisiera
+verme algo m&aacute;s acompa&ntilde;ado de lo que me veo en la soledad en que me
+hallo. Soledad digo, porque con estar cada cosa de estos lugares en el
+punto en que siempre estuvo, y con ser estas buenas gentes lo que
+siempre fueron para m&iacute;, ahora resulta que tengo codicia de algo que me
+llegue m&aacute;s adentro que todo ello, por lo mismo que lo hay y s&eacute; por d&oacute;nde
+anda. S&iacute;, hombre, s&iacute;: has de saberte que toda la ley que tuve a mis
+hijos, y a su madre, y a tu padre, y a los m&iacute;os, y que por tantos a&ntilde;os
+ha estado como dormida en lo m&aacute;s hondo del coraz&oacute;n, se me ha despertado
+de repente, cebando su hambre envejecida en la &uacute;nica carne de la nuestra
+que conoce: en ti, para que lo sepas de una vez. Porque tu hermana, a la
+distancia que est&aacute; de nosotros, es para el caso como si ya no viviera, y
+no quiero tener por de la casta nuestra a dos sobrinazos segundos m&iacute;os,
+por parte de mi madre: dos bigardones de mala catadura y peor vivir.
+Hace no mucho tiempo bajaron de su pueblo a pedirme &laquo;algo&raquo;, a tales
+horas y en tales t&eacute;rminos, que tuve que darles el &laquo;Dios vos ampare&raquo; con
+la escopeta echada a la cara. Primera y &uacute;nica vez que los he visto.</p>
+
+<p>&raquo;Pues bueno, y para fin y remate del camino que traigo y ya me cansa:
+creo que si t&uacute; te animaras y me dieras el regalo de tu compa&ntilde;&iacute;a en esta
+casona, el vocear de la tierra me ser&iacute;a m&aacute;s llevadero. No hay cosa mayor
+con qu&eacute; tentarte entre estos solitarios despe&ntilde;aderos, a ti que est&aacute;s
+avezado a las pompas y regalos de la corte; pero a todo se hacen los
+hombres cuando se empe&ntilde;an en ello, sin contar con que tambi&eacute;n aqu&iacute; hay
+su sol correspondiente; y aunque es cierto que tarda un poco por la
+ma&ntilde;ana en trasponer los picachos que rodean el lugar, una vez arriba
+alumbra y calienta y regocija el &aacute;nimo como el sol m&aacute;s majo de
+cualquiera parte. Adem&aacute;s, tu destierro no podr&iacute;a durar mucho por razones
+que yo me s&eacute;; y por &uacute;ltimo y finiquito, con salir de &eacute;l en cuanto no
+pudieras resistirle, estaba el cuento acabado para ti.</p>
+
+<p>&raquo;&Iacute;tem m&aacute;s: tengo ciertos planes en el mag&iacute;n, que me dan mucho que hacer.
+&iquest;Qu&eacute; hombre anda sin ellos en mi caso? No tengo herederos forzosos, y no
+deja de haber en casa algo que echar a perder de mi propia pertenencia;
+algo que ir&aacute; a parar Dios sabe ad&oacute;nde, si en mis &uacute;ltimas y postreras no
+topo al alcance de la vista con un ser que me haga un poco de cosquilleo
+en las entretelas del coraz&oacute;n.</p>
+
+<p>&raquo;Por supuesto, que no trato de encender tu codicia con estas indirectas.
+&iexcl;A buena parte ir&iacute;a! Pero es bien que todo se estipule y se tenga
+presente en horas como las que han empezado a correr para m&iacute;.</p>
+
+<p>&raquo;En fin, hombre, an&iacute;mate a venir por ac&aacute;; y si no puedes hacerlo por
+gusto, hazlo por caridad de Dios.&raquo;</p>
+
+<p>Menos lo del &laquo;baj&oacute;n&raquo; y sus consecuencias, todo lo que mi t&iacute;o me contaba
+en esta carta me lo ten&iacute;a yo bien sabido; y sab&iacute;a tambi&eacute;n, por lo que se
+deduc&iacute;a f&aacute;cilmente de su anterior y escasa correspondencia con nosotros
+y lo poco que me hab&iacute;a dicho mi padre, que su hermano Celso era un
+hombre campechano, de escasas letras y excelente coraz&oacute;n, agudo de mag&iacute;n
+y un tanto marrullero, como buen monta&ntilde;&eacute;s, y m&aacute;s cuidadoso del cultivo y
+prosperidad de sus tierras y ganados, que del fomento de su cari&ntilde;o a la
+familia que le quedaba; dejadez que a ratos tocaba en una indiferencia
+que parec&iacute;a rayana del absoluto olvido. Menos que de mi t&iacute;o sab&iacute;a yo de
+su tierra nativa y de nuestra casa solar, no tanto por culpa de mi poca
+curiosidad sobre estos particulares, como por obra de una de las
+flaquezas m&aacute;s salientes de mi padre. Le llamaban m&aacute;s la atenci&oacute;n los
+apellidos que las condiciones personales de &laquo;los nuestros&raquo;: as&iacute; es que
+al preguntarle por la vida y milagros de cualquiera de ellos, en lugar
+de responder derechamente a la pregunta, se encaramaba en la copa del
+&aacute;rbol geneal&oacute;gico de la familia, y gateando de rama en rama hacia abajo,
+no paraba hasta dar, lo que menos, con la pata del Cid, si es que se
+conformaba con eso. De sus padres s&oacute;lo pude sacar en limpio, en las
+diferentes veces que le ped&iacute; noticias sobre ellos, que hab&iacute;an sido el
+entronque de la casa &laquo;&uacute;nica&raquo; de los Ruiz de Bejos, de Tablanca, con la
+de los G&oacute;mez de Pomar, la m&aacute;s ilustre de las de Promisiones. Pocos
+caudales, eso s&iacute;, por parte de estos &uacute;ltimos principalmente, es decir,
+por la de mi abuela paterna, que s&oacute;lo aport&oacute; al matrimonio unas
+gargantillas y unas arracadas de coral, dos relicarios de plata con una
+astilla de la Vera-Cruz, y un hueso de Santa Fel&iacute;citas, respectivamente;
+tres mudas de ropa blanca, dos manteler&iacute;as de hilo casero, una cadena de
+oro cordob&eacute;s, el vestido de gala con que se cas&oacute;, y otro a medio uso
+para todos los d&iacute;as. Por parte de mi abuelo ya fue cosa muy diferente.
+Nuestra casa de Tablanca ejerc&iacute;a en todo el valle, por virtud de su
+condici&oacute;n ben&eacute;fica am&eacute;n de ilustre, cierto se&ntilde;or&iacute;o indiscutible y
+patriarcal, y era el paradero obligado de todas las personas notables
+que pasaban por all&iacute;, incluso los obispos. Solamente en lo que recordaba
+mi padre, se hab&iacute;an hospedado dos en ella: el de Santander y el de Le&oacute;n.
+Para estos y otros parecidos menesteres hab&iacute;a en arcas y alacenas buena
+provisi&oacute;n de s&aacute;banas y manteler&iacute;as superiores, maciza y abundante plata
+de mesa y hasta dos colchas de damasco y un crucifijo de marfil y &eacute;bano.
+Nada faltaba all&iacute; de lo que no deb&iacute;a de faltar en la casa de una familia
+como la nuestra. Pero de su situaci&oacute;n, de su forma, de su amplitud, de
+sus comodidades, ni una palabra: a lo sumo, que era grande, con solanas,
+escudo nobiliario y accesorias. Del terreno en que estaba enclavada y
+sus aleda&ntilde;os, de las condiciones y aspecto del paisaje, de su clima, de
+sus recursos para la vida algo m&aacute;s que animal, de las costumbres de sus
+habitadores, era ocioso inquirir cosa alguna por informes de aquel buen
+se&ntilde;or, que con estar tan pagado de su estirpe y poner en los cuernos de
+la luna los blasones de su casa y la tierra en que hab&iacute;a nacido, s&oacute;lo
+una vez y muy de prisa volvi&oacute; a ella despu&eacute;s de haberla abandonado,
+aunque por imperio de la necesidad, siendo muchacho todav&iacute;a. Se
+remontaba a lo m&aacute;s alto de cuanto hab&iacute;a o&iacute;do y le&iacute;do sobre aquella
+empingorotada regi&oacute;n de la cordillera cant&aacute;brica, y era de ver c&oacute;mo se
+las hab&iacute;a, primeramente, con los celtas, nuestros supuestos
+progenitores, y se descolgaba enseguida de all&iacute; para enzarzarse mano a
+mano y como quien ventila y justiprecia ordinarios y corrientes asuntos
+de familia, con aquellas tribus montaraces, con aquel c&aacute;ntabro feroz que
+pas&oacute; los Alpes y luch&oacute; con An&iacute;bal contra Roma y derrot&oacute; a Escipi&oacute;n en el
+Tesino. Despu&eacute;s hablaba de Augusto y sus legiones, venidos a Cantabria
+expresamente para someternos al yugo romano; de que tal era <i>nuestro</i>
+empuje, tal &laquo;nuestro&raquo; valor y tal &laquo;nuestro&raquo; apego a la independencia,
+que el C&eacute;sar hab&iacute;a necesitado seis a&ntilde;os para triunfar en un empe&ntilde;o que
+le hab&iacute;a parecido obra de pocos d&iacute;as; de los horrores de esta guerra
+b&aacute;rbara entre inaccesibles pe&ntilde;ascales y profundos y sombr&iacute;os barrancos,
+donde rug&iacute;an las aguas tintas en la sangre de &laquo;los nuestros&raquo; y de los
+aguerridos legionarios. No faltaba lo de las madres que durante la
+guerra mataban a sus peque&ntilde;uelos para no verlos esclavos de los
+triunfadores extranjeros, ni lo de la muerte en cruz de tantos m&aacute;rtires
+entonando himnos de libertad entre maldiciones al conquistador, y con
+todo esto, un sinn&uacute;mero de pormenores sobre el tipo y las costumbres de
+sus h&eacute;roes, pormenores que yo hubiera querido sobre la tierra que
+habitaron, tal y como era en mis d&iacute;as. Lejos de ello, s&oacute;lo dejaba los
+c&aacute;ntabros para mezclar a sus sucesores en la epopeya de Covadonga o en
+los l&iacute;os de los &laquo;Bandos&raquo; de Castilla; y ya puesto aqu&iacute; con los
+ditirambos a sus &iacute;nclitos &laquo;antepasados&raquo;, recorr&iacute;a con ellos las cinco
+partes del mundo, hasta no saber por d&oacute;nde se andaba, ni yo tampoco.
+Porque sobre estas materias ten&iacute;a mi padre una erudici&oacute;n abundante, pero
+un tanto sospechosa, obra de una voracidad que entraba con lo cierto lo
+mismo que con lo fant&aacute;stico, por apego tenaz, aunque meramente
+plat&oacute;nico, a las cosas de su tierra.</p>
+
+<p>De esta manera sab&iacute;a yo de ella, al recibir la carta de mi t&iacute;o, poco m&aacute;s
+de lo que se sabe, por conjeturas o por comparaci&oacute;n, de otras semejantes
+que se han visto &laquo;al pasar&raquo;, y muy de prisa.</p>
+
+<p>Entre tanto, yo hab&iacute;a cumplido ya los treinta y dos a&ntilde;os; hac&iacute;a seis que
+era doctor en ambos derechos, aunque sin saber, por desuso de ellas,
+para qu&eacute; serv&iacute;an esas cosas; m&aacute;s de siete que campaba por mis respetos,
+y me daba la gran vida con el caudal que hab&iacute;a heredado de mi padre.
+Porque de mi madre no hered&eacute; un maraved&iacute;. Fue una granadina muy guapa,
+hija de un magistrado de aquella Audiencia territorial. La conoci&oacute; mi
+padre andando por all&aacute; una temporada, ocupado en negocios de minas, y se
+cas&oacute; con ella de la noche a la ma&ntilde;ana. El magistrado era viudo y pobre,
+y se muri&oacute; dos a&ntilde;os despu&eacute;s de la boda de su hija.</p>
+
+<p>Debo a Dios, entre otras muchas mercedes, la de un temperamento
+singularmente equilibrado de humores, que me ha permitido atravesar por
+las m&aacute;s peligrosas asperezas de la vida, sin dejar entre ellas la menor
+tira del pellejo. Muy pocas cosas me han llegado al alma, y rara vez me
+he apasionado por la mejor de ellas. Esta ha sido mi mayor fortuna en
+medio de la libertad y de la abundancia en que viv&iacute;, siendo ni&ntilde;o mimado
+y consentido, mientras fui &laquo;hijo de familia&raquo;, y rico y desligado de toda
+traba en cuanto qued&eacute; hu&eacute;rfano de padre y madre y me declar&eacute; &laquo;mozo de
+casa abierta&raquo;. En estas condiciones y con un temperamento m&aacute;s
+apasionado, sabe Dios lo que hubiera sido de m&iacute; y de mi dinero. As&iacute; y
+todo, no acrecent&eacute; el heredado de mi padre, y hasta le merm&eacute; en una
+buena tajada, porque no todos los tiempos corr&iacute;an iguales para el vil
+ochavo; y yo, aunque sin perder de vista lo &uacute;til que es este ingrediente
+para vivir a gusto entre los hombres, no hab&iacute;a nacido para esclavo de &eacute;l
+y ten&iacute;a muy arraigadas aficiones que no eran baratas. Me gustaba viajar,
+y viajaba mucho dentro y fuera de Espa&ntilde;a; me gustaba el llamado &laquo;gran
+mundo&raquo; o &laquo;alta sociedad&raquo;, y la frecuentaba en sus salones, en los
+teatros, en los paseos y hasta en los balnearios de moda, y en el
+deporte; me gustaban las Bellas Artes, aunque consideradas
+principalmente como art&iacute;culo de lujo, y compraba cuadros y esculturas en
+las exposiciones; me gustaban ciertos hombres de la pol&iacute;tica y de la
+literatura, no por pol&iacute;ticos ni por literatos precisamente, sino por la
+resonancia de sus nombres y el atractivo de sus conversaciones, y
+frecuentaba su trato y los acompa&ntilde;aba en sus c&iacute;rculos y en sus banquetes
+y en sus tertulias y francachelas... hasta me gustaban los toreros a
+cierta distancia, y a cierta distancia cultivaba la amistad de algunos
+de ellos.</p>
+
+<p>Todo esto, y otro tanto m&aacute;s que de ello se sigue por ley forzosa, al fin
+y a la postre resultaba caro y produc&iacute;a hondos desgastes, si no del
+pellejo, cuando menos de la sensibilidad moral, aun trat&aacute;ndose de un
+mozo como yo, que en ning&uacute;n cuadro aspir&oacute; a ser figura de primer
+t&eacute;rmino, ni a levantar media pulgada sobre la talla com&uacute;n de la masa de
+espectadores; y esto, no por virtud, sino por exigencias de mi
+temperamento.</p>
+
+<p>Es muy de notarse que en la afici&oacute;n m&aacute;s acentuada de todas las m&iacute;as, la
+de los viajes, me seduc&iacute;a mucho m&aacute;s el artificio de los hombres que la
+obra de la Naturaleza. Como buen madrile&ntilde;o, amaba a Madrid sobre todas
+las cosas de la tierra, y despu&eacute;s de Madrid, a sus similares de Espa&ntilde;a y
+del extranjero: las m&aacute;s grandes y m&aacute;s alegres capitales del mundo
+civilizado. Lo que quedaba entre unas y otras, me ten&iacute;a sin cuidado, y
+pasaba sobre ello, para ir adonde fuera, como insensible proyectil que
+lleva el paradero determinado desde su punto de origen. Hijo y habitante
+de tierra llana, los montes me entristec&iacute;an y los cielos borrosos me
+acoquinaban. Una vez sola hab&iacute;a estado en la capital monta&ntilde;esa,
+disfrazando con el deseo de pisar &laquo;la tierra de mis mayores&raquo;, como dir&iacute;a
+mi padre, la tentaci&oacute;n de veranear en aquel puerto que comenzaba a ser
+&laquo;elegante&raquo;. Atravesando en ferrocarril la cordillera cant&aacute;brica casi por
+encima de las fuentes del Ebro, record&eacute; que &laquo;por all&iacute;&raquo;, no sab&iacute;a si a la
+derecha o a la izquierda, deb&iacute;a de andar mi casa solariega, en alg&uacute;n
+repliegue de aquellos montes encapuchados de neblinas y ce&ntilde;idos de
+negros robledales. Y no tuvo entonces mayor resonancia que &eacute;sta en mi
+coraz&oacute;n el tan cacareado &laquo;grito de la sangre&raquo;. D&iacute;as despu&eacute;s, y desde una
+de las alturas que dominan la ciudad, un santanderino, pr&aacute;ctico en ello,
+me nombraba, se&ntilde;al&aacute;ndolos con el dedo, cada picacho y cada monte de la
+grandiosa cordillera que empieza al Oriente en Cabo Quintres y Galizano
+(la cola del enorme reptil), y acaba al Occidente metiendo entre las
+nubes los Picos de Europa (su cabeza).</p>
+
+<p>Despu&eacute;s, al trazar en el aire con el mismo dedo el curso de cada r&iacute;o de
+los que en ella nacen y por el fondo de sus negras barrancas se
+despe&ntilde;an, lleg&oacute; a encararse al Oeste; y marcando tres rayas casi
+verticales, me nombr&oacute; el Saja, el Nansa y el Deva; y all&iacute; le ataj&eacute; yo
+con el pensamiento, dici&eacute;ndome a m&iacute; propio: &laquo;Junto a uno de esos tres
+r&iacute;os (creo que el Nansa), m&aacute;s arriba o m&aacute;s abajo, debe de andar el solar
+de mis mayores.&raquo; Y a esto solo se redujo, por segunda vez, &laquo;el grito de
+la sangre&raquo; que llevaba en las venas. Como decoraci&oacute;n, me enamoraba aquel
+rosario de escalonadas monta&ntilde;as que de Este a Oeste por el Sur sirven de marco
+grandioso a la admirable bah&iacute;a; &iexcl;pero como tierras habitables!...</p>
+
+<p>Tales eran, pico m&aacute;s, pico menos, mis antecedentes personales cuando
+recib&iacute; la carta en que mi t&iacute;o Celso me llamaba a su lado, y por tiempo
+indefinido, desde lo m&aacute;s rec&oacute;ndito y montaraz de la regi&oacute;n cant&aacute;brica;
+y, sin embargo, no me caus&oacute; la embajada impresi&oacute;n tan desagradable como
+pudiera presumirse tomando al pie de la letra lo dicho sobre mi modo de
+ser y de sentir.</p>
+
+<p>Aparte de lo que me interes&oacute; el estado f&iacute;sico y moral de mi t&iacute;o, no
+estaba yo tan enamorado de mi sistema de vida, que me espantaran los
+riesgos de trastornarle radicalmente por alg&uacute;n tiempo. Sin sentirme
+&laquo;cansado&raquo; de vivir como viv&iacute;a, porque no cab&iacute;a el cansancio en un andar
+tan reposado y, relativamente, met&oacute;dico como el que hab&iacute;a usado yo hasta
+llegar adonde hab&iacute;a llegado por tantos y tan peligrosos caminos,
+comenzaba a notar a la saz&oacute;n cierta languidez de esp&iacute;ritu, cierta
+inapetencia moral que no estaban re&ntilde;idas seguramente con un par&eacute;ntesis
+de reposo, y mucho menos con un cambio de impresiones y de &laquo;alimentos&raquo;.
+Por este lado, la carta de mi t&iacute;o no pod&iacute;a llegar m&aacute;s a tiempo de lo que
+lleg&oacute; a mis manos. Lo grave, lo inesperado, lo terrible para m&iacute; estaba
+por otro lado: la calidad de lo que se me ped&iacute;a en ella. Resuelto a
+cambiar de vida por alg&uacute;n tiempo, Dios sabe qu&eacute; derroteros hubiera
+adoptado yo; pero es indudable para m&iacute; que jam&aacute;s habr&iacute;a elegido el que
+mi t&iacute;o deseaba y me propon&iacute;a. Llegarme all&aacute; para hacerle una visita;
+pasar por all&iacute; de largo, siquiera por conocer de vista el solar de mis
+abuelos, menos mal; pero establecerme en &eacute;l; hacer la vida de las fieras
+entre riscos y bre&ntilde;ales; aclimatarme a ella de repente en la estaci&oacute;n
+que corr&iacute;a (m&aacute;s que mediado el oto&ntilde;o), la antesala del invierno, &iexcl;qu&eacute;
+tendr&iacute;a que ver en Tablanca! reci&eacute;n llegado yo de Aguas-Buenas y de
+Par&iacute;s y de medio mundo &laquo;distinguido&raquo;, con las maletas atestadas de
+&laquo;novedades&raquo;, lo mismo en ropas que en libros; reinstalado en mi
+&laquo;confortable&raquo; casita de soltero... Vamos, era el colmo de lo imposible
+so&ntilde;ar siquiera en trocar todo eso y de repente por lo que se me ofrec&iacute;a
+desde Tablanca.</p>
+
+<p>Pero yo no pod&iacute;a decir a mi t&iacute;o estas cosas que le hubieran lastimado
+mucho en la situaci&oacute;n de &aacute;nimo en que se hallaba; y le entreten&iacute;a
+despachando sus apremiantes instancias con evasivas corteses,
+pretextando negocios que no ten&iacute;a, y apuntando &laquo;veremos&raquo; sin el menor
+prop&oacute;sito de cumplirlos.</p>
+
+<p>Ente tanto, la visi&oacute;n, a mi modo, de la casa de Tablanca, con sus montes
+y sus fieras y sus gentes y su desolaci&oacute;n inverniza, no se apartaba un
+instante de mis ojos, porque las s&uacute;plicas de mi t&iacute;o, cada vez m&aacute;s vivas,
+llegaron a tocarme muy adentro; y por lo que pudiera suceder, sent&iacute;a la
+necesidad de poner el caso en tela de juicio, que vale tanto, seg&uacute;n las
+reglas de la experiencia, como empezar a transigir.</p>
+
+<p>Lo cierto es que un d&iacute;a, el en que recib&iacute; la ante&uacute;ltima carta de mi t&iacute;o,
+que me comovi&oacute; muy hondamente, di en el tema de buscar dentro de m&iacute; el
+porqu&eacute; de ser yo tan poco sensible a los convenidos encantos de la
+Naturaleza. &iquest;Faltaba esa cuerda en mi organismo, o la ten&iacute;a y no la
+hab&iacute;a puesto en ocasi&oacute;n de que vibrara? Pues hab&iacute;a que averiguarlo,
+porque comenzaba a mortificarme el temor de carecer de ella. Adem&aacute;s, o
+es uno hombre, o no lo es; o tiene o no tiene entra&ntilde;as de humanidad,
+agallas para ir por donde vayan y hacer lo que hagan otros; o sirve o no
+sirve para algo m&aacute;s &uacute;til y de mayor jugo y provecho que pisar alfombras
+de salones; engordar el ri&ntilde;&oacute;n a fondistas jud&iacute;os, sastres y zapateros de
+moda; concurrir a los espect&aacute;culos; devorar distancias embutidas en
+muelles jaulas de ferrocarril, y gastar, en fin, el tiempo y el dinero
+en futilidades de mujerzuela presumida y casquivana.</p>
+
+<p>Encarrilado el discurso en este sendero, llegu&eacute; a sentir un vigor de
+esp&iacute;ritu, una virilidad desconocida en m&iacute;; soliviant&oacute;se mi amor propio
+de mozo bien saneado de alma y cuerpo; y aprovechando la fiebre, por
+temor de que, si era pasajera, se llevara consigo mi ardimiento al
+desaparecer, escrib&iacute; a mi t&iacute;o dici&eacute;ndole &laquo;all&aacute; voy&raquo; y hasta fij&aacute;ndole la
+fecha de mi salida de Madrid. Entre tanto har&iacute;a yo mis preparativos de
+viaje, y me contestar&iacute;a &eacute;l d&aacute;ndome las necesarias instrucciones para
+llegar a su casa desde la &uacute;ltima estaci&oacute;n del ferrocarril.</p>
+
+<p>Mientras anduve ocupado en hacer abundante provisi&oacute;n de ropas de abrigo,
+calzado recio, armas ofensivas y defensivas, libros de Aimard, de
+Topffer y de cuantos, incluso Chateaubriand, han escrito cosas amenas a
+prop&oacute;sito de monta&ntilde;as, de selvas y de salvajes, lo mismo que si
+proyectara una excursi&oacute;n por el centro de un remoto continente
+inexplorado, puedo responder de que no me falt&oacute; la fiebre. Menos
+seguridad tuve de ello cuando intent&eacute; &laquo;levantar&raquo; mi casa. Me parec&iacute;a que
+esto equival&iacute;a a quemar mis naves, o, por lo menos, a darme ya por
+consentido en que hab&iacute;a de ser muy larga mi permanencia entre los osos
+de Cantabria; y el temor de este riesgo me inclin&oacute; a dejar esas cosas
+como estaban, sobr&aacute;ndome buenos amigos en Madrid que mirar&iacute;an por ellas.
+De todas suertes, nada m&aacute;s f&aacute;cil que resolver lo contrario desde all&aacute;,
+si as&iacute; lo pidieran las circunstancias.</p>
+
+<p>En fin, temiendo que por este resquicio de mis flaquezas se me fueran
+colando otros aires a&uacute;n m&aacute;s fr&iacute;os y enervadores, cerr&eacute; las puertas del
+discurso a toda reflexi&oacute;n contraria a lo convenido, y
+<i>Alea jacta est</i>, me dije, como C&eacute;sar, resuelto a pasar a todo trance mi
+correspondiente Rubic&oacute;n.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="II" id="II"></a>II</h2>
+
+
+<p>Y acomet&iacute; la empresa en la fecha convenida, un d&iacute;a de los &uacute;ltimos de
+octubre, fr&iacute;o y nebuloso en las alturas de la romana &laquo;Juliobriga&raquo;. En la
+cl&aacute;sica villa inmediata, término de mi jornada primera, y &uacute;nica posible
+en ferrocarril, hice un alto de media hora escasa: lo puramente
+indispensable para desentumecer los miembros y confortar el est&oacute;mago;
+porque no hab&iacute;a tiempo que perder, seg&uacute;n dictamen del espolique que me
+aguardaba en aquel punto desde la v&iacute;spera con dos caballejos de la
+tierra, espelurciados y chaparretes, uno para conducirme a m&iacute; y otro
+para cargar con mis equipajes.</p>
+
+<p>Puestos en marcha todos, bien corrida ya la media ma&ntilde;ana, delante el
+espolique llevando del ramal la cabalgadura que apenas se ve&iacute;a debajo de
+la balumba de mis maletas y envoltorios, sin salir del casco de la villa
+atravesamos por un puente viejo el Ebro reci&eacute;n nacido; y a bien corto
+trecho de all&iacute; y despu&eacute;s de bajar un breve recuesto, que era por aquel
+lado como el suburbio de la poblaci&oacute;n que dej&aacute;bamos a la espalda,
+v&iacute;monos en campo libre, si libre puede llamarse lo que est&aacute; circuido de
+barreras. De las cumbres de las m&aacute;s elevadas se desprend&iacute;an jirones de
+la niebla que las envolv&iacute;a, y remedaban h&uacute;medos vellones puestos a secar
+en las puntas de las rocas y sobre la espesura de aquellas seculares y
+casi inaccesibles arboledas, con el aire serrano que soplaba sin cesar,
+y tan fresco, que me obligaba a levantar hasta las orejas el cuello de
+mi recio impermeable.</p>
+
+<p>Siguiendo nuestro camino encarados al Oeste, llev&aacute;bamos continuamente a
+la izquierda, aguas arriba, el cauce del r&iacute;o, con sus frescas y verdes
+orillas y rozagantes b&oacute;vedas y doseles de mimbreras, alisos y zarzamora,
+y top&aacute;bamos de tarde en cuando con un pueblecillo que, aunque no muy
+alegre de color, animaba un poco la monoton&iacute;a del paisaje.</p>
+
+<p>A la vera del &uacute;ltimo de los de esta serie de ellos, en el centro de un
+reducido anfiteatro de cerros pelados en sus cimas, se ve&iacute;an surgir
+reborbollando los copiosos manantiales del famoso r&iacute;o que, despu&eacute;s de
+formar breve remanso como para orientarse en el terreno y adquirir
+alientos entre los taludes de su propia cuna, escapa de all&iacute;, a todo
+correr, a escondidas de la luz siempre que puede, como todo el que obra
+mal, para salir pronto de su tierra nativa, llevar el beneficio de sus
+aguas a extra&ntilde;os campos y desconocidas gentes, y pagar al fin de su
+desatentado curso el tributo de todo su caudal a quien no se le debe en
+buen derecho. Y a fe que, o mis ojos me enga&ntilde;aron mucho, o ser&iacute;a obra
+bien f&aacute;cil y barata atajar al fugitivo a muy poca distancia de sus
+fuentes, y en castigo de su deslealtad, despe&ntilde;arle monte abajo sin darle
+punto de reposo hasta entregarle, macerado y en espumas, a las iras de
+su due&ntilde;o y natural se&ntilde;or, el anchuroso y fiero mar Cant&aacute;brico.</p>
+
+<p>Deb&iacute; pasar demasiado tiempo en meditar sobre &eacute;stas y otras puerilidades,
+y en paladear los recuerdos que despertaba en m&iacute; la contemplaci&oacute;n de
+aquellas cristalinas aguas que tanto han dado que hacer a la Historia y
+a la fantas&iacute;a de los poetas, porque el espolique, salvando todos los
+respetos de costumbre en su ruda cortes&iacute;a, me apunt&oacute; la conveniencia de
+que continu&aacute;ramos andando.</p>
+
+<p>&mdash;Da grima&mdash;le dije obedeci&eacute;ndole&mdash;, pensar en la conducta de este
+renegado monta&ntilde;&eacute;s.</p>
+
+<p>Tuve que descifrar la met&aacute;fora para que el espolique me entendiera lo
+que yo quer&iacute;a decirle; y en cuanto me hubo entendido, me respondi&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;D&eacute;jeli, d&eacute;jeli que se vaya en gracia y antes con antes aonde jaz m&aacute;s
+falta que aqu&iacute;. Pa meter buya y causar malis a lo mejor, r&iacute;us como &eacute;sti
+nos sobran por la banda de ac&aacute;.</p>
+
+<p>Explic&oacute;se a su vez el espolique para que yo le entendiera, y llegu&eacute; a
+convencerme, con ejemplos que me puso de r&iacute;os monta&ntilde;eses desbordados a
+lo mejor sin qu&eacute; ni para qu&eacute;, arrollando casas, puentes y molinos en las
+alturas, y comi&eacute;ndose en los valles las tierras que debieran de regar,
+de que bien pudiera ser obra meritoria lo que me hab&iacute;a parecido en el
+Ebro falta imperdonable.</p>
+
+<p>Por cierto que no se explicaba mal ni dejaba de tener su lado
+interesante mi rudo interlocutor, en quien apenas me hab&iacute;a fijado hasta
+entonces. Era un mocet&oacute;n fornido, ancho y algo cuadrado de hombros;
+vest&iacute;a pantal&oacute;n azul con media remonta negra, sujeto a la cintura por un
+ce&ntilde;idor morado; y sobre la camisa de escaso cuello, un &laquo;l&aacute;stico&raquo; o
+chaquet&oacute;n de bayeta roja. Calzaba abarcas de tres tarugos sobre
+escarpines de pa&ntilde;o pardo, y por debajo del hongo deformado con que
+cubr&iacute;a la abultada cabeza, ca&iacute;an largos mechones de pelo &aacute;spero y
+entrerrubio, casi el color de su cara sanota y agradable, cuyo defecto
+&uacute;nico era la mand&iacute;bula inferior m&aacute;s saliente que la otra, como la de
+nuestros Pr&iacute;ncipes de la casa de Austria. Llevaba en la mano derecha un
+palo pinto, y debajo del brazo izquierdo un paraguas azul, muy grande y
+con remiendos.</p>
+
+<p>Hab&iacute;ame dado noticias sumamente lac&oacute;nicas de mi t&iacute;o.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;C&oacute;mo anda de salud?&mdash;le hab&iacute;a preguntado yo en cuanto se me puso
+delante y a mis &oacute;rdenes.</p>
+
+<p>&mdash;Tan majamenti&mdash;me hab&iacute;a respondido &eacute;l&mdash;. Es de g&uuml;ena veta, y hay
+hombri pa largu.</p>
+
+<p>En concreto, s&oacute;lo pude saber que quedaba muy alegre esperando mi
+llegada.</p>
+
+<p>D&aacute;bame los nombres de pueblos y monta&ntilde;as cuando yo se los ped&iacute;a, sin
+cambiar el ritmo airoso de su andadura ni volver por completo la cara
+hacia m&iacute;. Verdad que tampoco le miraba yo derechamente cuando le
+preguntaba alguna cosa, porque m&aacute;s que en &eacute;l, llevaba puesta la atenci&oacute;n
+en los detalles del paisaje y en el arrastrado vientecillo que me iba
+poniendo las orejas encarnadas.</p>
+
+<p>Quej&aacute;ndome de ello una vez y mostrando recelos de que lloviera al cabo.</p>
+
+<p>&mdash;No hay que temelu&mdash;me dijo levantando, tan alto como pudo, el &iacute;ndice
+de su mano derecha, despu&eacute;s de haberle metido en la boca&mdash;. El aire es
+cierzu, y la niebla espienza a jalar parriba en los picachus.</p>
+
+<p>Cuando intimamos algo m&aacute;s, supe que se llamaba &laquo;Chisco&raquo;, que serv&iacute;a en
+casa de mi t&iacute;o muchos a&ntilde;os hac&iacute;a, y que no era natural de aquel pueblo,
+sino de otro m&aacute;s abajo. Me admiraba, y as&iacute; se lo dije, verle caminar
+suelta y desembarazadamente con un calzado tan pesado y tan recio, que
+sonaba en las lastras del camino como si las golpearan con un mazo.</p>
+
+<p>&mdash;Por ac&aacute; no se gasta otru en lo m&aacute;s del a&ntilde;u&mdash;me respondi&oacute; saltando con
+la agilidad de un bailar&iacute;n por encima de un jaral que le cortaba la
+l&iacute;nea recta que iba siguiendo&mdash;. &iexcl;Y probes de nos con otra cosa m&aacute;s
+blanda en los pies pa trotear por estos suelus!</p>
+
+<p>Desconcertado y pedregoso era a m&aacute;s no poder el que &iacute;bamos dejando
+atr&aacute;s, y no le promet&iacute;a m&aacute;s placentero la muestra del que ten&iacute;amos
+delante. Por fortuna, el repliegue en que el sendero se arrastraba era
+relativamente descubierto y franco, en particular a nuestra izquierda.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Ser&aacute; por este orden&mdash;pregunt&eacute; a Chisco&mdash;, todo lo que nos falta por
+andar?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Jorria!&mdash;contest&oacute; el espolique haciendo casi una zapateta&mdash;. &iexcl;Qu&eacute;
+yanu se lo pide el cuerpu! &iexcl;Si estu es una pura sala!</p>
+
+<p>&iexcl;Buen consuelo para m&iacute;, que llevaba ya los ri&ntilde;ones quebrantados de
+cabalgar por tantos y tan repetidos altibajos, y comenzaba a sentir en
+mi esp&iacute;ritu madrile&ntilde;o el peso abrumador de los montes y la nostalgia de
+la Puerta del Sol y de las calles adoquinadas!</p>
+
+<p>Andando, andando, siempre arrimado a las estribaciones de la derecha,
+fueron enrareci&eacute;ndose los estribos de la izquierda, y dej&aacute;ndose ver, por
+los frecuentes y anchos boquerones, llanuras de suelo verde salpicadas
+de pueblecillos entre espesas arboledas, unos al socaire de los montes
+lejanos, y otros arrimaditos a las orillas de un r&iacute;o de sosegado curso
+que serpeaba por el valle.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Es &eacute;ste el Ebro?&mdash;pregunt&eacute; a Chisco sin considerar que dej&aacute;bamos sus
+fuentes muy atr&aacute;s y sus aguas corriendo en direcci&oacute;n opuesta a la que
+llev&aacute;bamos nosotros.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;El Ebru?&mdash;repiti&oacute; el espolique admirado de mi pregunta&mdash;. Echeli un
+galgu ya, por el andar que yevaba cuando le alcontremus nacienti. Esti
+es el &laquo;Iger&raquo; (H&iacute;jar), que sal de aqueyus montis de acuy&aacute; enfrenti. Pero
+bien arrepar&aacute; la cosa, no iba ust&eacute; muy apartau de lo justu, porque si no
+es el Ebru ahora propiamenti, no tarda muchu ratu en alcanzali pa dirse
+juntus los dos en una mesma pieza por esus mundos ay&aacute;; y tan Ebru
+resulta ya el unu como el otru.</p>
+
+<p>&mdash;Y este valle, &iquest;c&oacute;mo se llama?</p>
+
+<p>&mdash;Esta parte de &eacute;l que vamus pisandu, pa el cuasi, Camp&oacute;o de Arriba.</p>
+
+<p>De buena gana hubiera revuelto mi cabalgadura hacia sus risue&ntilde;as
+prader&iacute;as, cruzadas de senderos blandos y tentadores; pero me arrastraba
+a la derecha el p&iacute;caro deber encarnado en aquel condenado espolique,
+siempre cosido a las faldas de los montes, como si de ellos tomara el
+vigor y la fortaleza que parec&iacute;an crecer en &eacute;l seg&uacute;n iba caminando.</p>
+
+<p>Tambi&eacute;n lleg&oacute; a interrumpirse la desesperante continuidad de la barrera
+de aquel lado, y entonces columbr&eacute; sobre un cerro, encajonado en el
+fondo de un amplio seno de montes, un castillo roquero que, aunque
+ruinoso y cargado de yedra, conservaba las principales l&iacute;neas de su
+sencilla y elegante arquitectura.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Qu&eacute; castillo es aqu&eacute;l?&mdash;pregunt&eacute; al espolique.</p>
+
+<p>&mdash;El de Arg&uuml;esu&mdash;respondi&oacute;me; y dicen si es obra de morus.</p>
+
+<p>Para aquellos rudos monta&ntilde;eses, como pude observar m&aacute;s adelante, toda
+construcci&oacute;n de parecida traza es debida a los moros... o a &laquo;la
+francesada&raquo;.</p>
+
+<p>En &eacute;stas y otras, volvieron a unirse y apretarse los altos muros de la
+barrera; fue estrech&aacute;ndose el valle del otro lado, y cuando qued&oacute;
+convertido en un saco angosto, dimos en una aldehuela que llenaba todo
+el fondo de &eacute;l.</p>
+
+<p>&mdash;Aqu&iacute; se acab&oacute; lo yanu y andaderu&mdash;me dijo Chisco entonces; y como
+tampoco hemos de jayar en m&aacute;s de tres horas otru lugar ni alma vivienti
+que nos estorbe el caminu, si algo le pidi el cuerpo pa levantar las
+fuerzas, no desaprovechi esta g&uuml;ena proporci&oacute;n de jacelu.</p>
+
+<p>Nada necesitaba yo ni apetec&iacute;a; pero estaba Chisco en muy distinto caso.
+Autoric&eacute;le para que se despachara a su gusto, y se satisfizo con medio
+pan de centeno y un cuarter&oacute;n de queso ovejuno. Y fortuna fue para &eacute;l
+que no se extendieran a m&aacute;s sus apetitos, porque hubiera jurado yo que
+no hab&iacute;a otra cosa de mayor regalo en aquella desmantelada venta.
+Autoric&eacute;le tambi&eacute;n para que descansara un rato mientras despachaba la
+frugal pitanza, y para que ayudara la digesti&oacute;n con algunos tragos de
+vino; pero a todo se neg&oacute;: a lo del reposo, porque con las paradas as&iacute;
+se &laquo;enfriaban los gonces y se perd&iacute;a el buen caminar, y los buenos
+caminantes deb&iacute;an de descansar andando&raquo;; a lo de la bebida, porque la
+m&aacute;s sana y mejor para &eacute;l era el agua corriente y fresca de los regatos
+que hallar&iacute;amos &laquo;a pat&aacute;s&raquo; en los puertos. Con esto colg&oacute; de una mu&ntilde;eca
+el palo pinto, at&oacute; al correspondiente brazo las riendas de la
+cabalgadura, aprision&oacute; el paraguas en el sobaco; y con el pan y el queso
+en una mano y en la otra una navaja abierta, me dio a entender, con un
+adem&aacute;n y una mirada, que estaba apercibido y a mis &oacute;rdenes.</p>
+
+<p>Nos hall&aacute;bamos entonces al pie de una alt&iacute;sima sierra que se
+desenvolv&iacute;a, a diestro y a siniestro, en interminable anfiteatro.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Por d&oacute;nde tomamos ahora&mdash;pregunt&eacute; a Chisco&mdash;, y ad&oacute;nde iremos a
+salir?</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Vey ust&eacute;&mdash;respondi&oacute;me levantando y extendiendo el brazo y apuntando
+con la navaja abierta mientras mascaba los primeros bocados de pan y
+queso&mdash;; vey ust&eacute;, enfrenti de nos, ay&aacute;-rriba, ay&aacute;-rriba de tou, una
+coy&aacute; (collada) entre dos cuetus... vamos, al acabar de esta primera
+sierra?</p>
+
+<p>&mdash;S&iacute; la veo&mdash;contest&eacute;.</p>
+
+<p>&mdash;Pos g&uuml;enu: &iquest;vey ust&eacute; tami&eacute;n, por entre los dos cuetus de la coy&aacute;, otra
+lomba (loma) m&aacute;s alta, que cierra tou el boqueti?</p>
+
+<p>&mdash;La veo.</p>
+
+<p>&mdash;Pos por ay&iacute; hemos de pasar.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Por entre los dos cuetos?</p>
+
+<p>&mdash;Por encima de la lomba que va del unu al otru.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Por encima de aquella &uacute;ltima?</p>
+
+<p>&mdash;Por encima de la mesma.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Pero, hombre&mdash;dije estremeci&eacute;ndome&mdash;, si sobre aquella loma no se ve
+m&aacute;s que el cielo!</p>
+
+<p>&mdash;Pos crea ust&eacute;&mdash;me replic&oacute; el espolique con gran prosopopeya&mdash;, que,
+as&iacute; y con tou, hay mucha tierra que pisar al otru lau.</p>
+
+<p>No quise estimar con la imaginaci&oacute;n las dificultades que pod&iacute;an
+aguardarme en aquella empresa que acomet&iacute;a por mi propia y lib&eacute;rrima
+voluntad; y sin decir otra palabra, me puse en seguimiento del
+espolique.</p>
+
+<p>El cual tom&oacute; a pecho, y a buena cuenta, los agrios callejones que
+parec&iacute;an ser las ra&iacute;ces con que estaba el monte adherido al valle;
+callejones sarpullidos de cantos removidos y descarnados por el
+constante fluir de los regatos que por all&iacute; bajan desde sus cercanos
+manantiales.</p>
+
+<p>A estas inc&oacute;modas sendas, encerradas entre setos brav&iacute;os y
+desconcertadas arboledas, sucedi&oacute; muy pronto el suelo blando y
+enteramente despejado de la sierra.</p>
+
+<p>A veces era tan fino el tapiz de yerba menuda entre brezales rastreros y
+apretados, que resbalaban sobre &eacute;l los caballos con mayor frecuencia que
+sobre los pedruscos y lastrales del camino andado por la finde del
+valle; pero como hab&iacute;a espacio abundante y desembarazado en todas
+direcciones, aprovechaba yo bien estas ventajas para cuartear a mi gusto
+la subida e ir ganando la altura por donde mejor me pareciera. Chisco me
+preced&iacute;a trepando sosegadamente por derecho, garantido por sus tarugos
+contra los resbalones de que no se libraba el caballo que conduc&iacute;a de
+las riendas, cuando pisaba sobre el atusado ramaje de los brezos. Poco a
+poco, el bombeo de la sierra, que desde abajo parec&iacute;a continuo y
+uniforme, empez&oacute; a encoger el radio de su curva hasta quedar la trillada
+senda que nos era forzoso seguir como raya de mulo sobre su espinazo, y
+a cada lado una profunda &laquo;hoyada&raquo; con hermosas bra&ntilde;as en sus laderas, y
+arroyos cristalinos en el fondo, golosinas que saboreaban a sus anchas
+las yeguadas y reba&ntilde;os que se buscaban la vida por all&iacute;.</p>
+
+<p>Llev&aacute;bamos ya m&aacute;s de una hora de subir y a&uacute;n nos faltaba un buen tramo
+para llegar a la cumbre que hab&iacute;amos de trasponer. Pasado el lomo de las
+dos hoyadas, empez&oacute; Chisco a dar se&ntilde;ales de tener mucha prisa por llegar
+a alg&uacute;n sitio determinado, y al fin result&oacute; ser un arroyo de aguas
+pur&iacute;simas y transparentes como el cristal, en que bebieron a un mismo
+tiempo y en una misma poza, el espolique y su caballo. Not&eacute;, al
+acercarme a ellos, que andaba el m&iacute;o algo codicioso del mismo regalo, y
+no trat&eacute; de neg&aacute;rsele. Mientras beb&iacute;a con ansia la pobre bestia, qued&eacute;
+yo encarado en opuesta direcci&oacute;n a la que hab&iacute;a llevado subiendo, y con
+un panorama a la vista que me dej&oacute; maravillado.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Qu&eacute; valle es ese?&mdash;pregunt&eacute; a Chisco que se limpiaba los hocicos con
+la manga de su l&aacute;stico.</p>
+
+<p>&mdash;Pos el vayi por onde hemos pasau&mdash;me respondi&oacute;&mdash;; s&oacute;lo que como no
+vimus m&aacute;s que lo de la parte de ac&aacute;, y esu en racionis...</p>
+
+<p>Era verdaderamente hermosa aquella planicie que se perd&iacute;a de vista hacia
+el Sur, circundada de altos montes de graciosas l&iacute;neas y de calientes
+tonos, y adornada de cuantos accesorios pintorescos puede imaginar un
+artista aficionado a aquel g&eacute;nero de cuadros: praderas verdes, manchas
+terrosas, esbeltos mont&iacute;culos, cauces retorcidos con orillas de
+arbolado, pueblecillos diseminados en todas direcciones, y uno m&aacute;s
+grande que todos ellos, con una alta torre en el medio, como en muestra
+de su se&ntilde;or&iacute;o indisputable sobre la planicie entera. Aunque no fiaba
+mucho de mi memoria ni de mi sensibilidad art&iacute;stica, cre&iacute;a yo que aquel
+panorama, con ser monta&ntilde;&eacute;s de pura casta, se diferenciaba mucho de los
+que yo hab&iacute;a visto &laquo;abajo&raquo; alguna vez: era pariente de ellos, sin duda,
+pero no en primer grado. Desde luego no hab&iacute;a, entre todos los valles
+que yo conoc&iacute;a de pe&ntilde;as al mar, uno tan extenso ni de tanta luz como
+aqu&eacute;l; y ya, puesto a comparar, me atrev&iacute; a hallarle m&aacute;s semejante, en
+sus l&iacute;neas y en la austeridad de su color, a los valles de Navarra
+cuando a&uacute;n verdeguean en el campo sus sembrados. De todas suertes, era
+muy bello, y pod&iacute;a considerarse como una gallarda variante de la
+hermosura campestre de que tanta fama goza la Monta&ntilde;a, con sobrada
+raz&oacute;n.</p>
+
+<p>Por las noticias no muy minuciosas que fue d&aacute;ndome Chisco, supe que
+aquel valle era el de los tres Camp&oacute;es: el de &laquo;Suso&raquo;, o de Arriba (el
+m&aacute;s cercano a nosotros), el de Enmedio, y el de &laquo;Yuso&raquo;, o de Abajo; y el
+pueblo grande con la torre en el centro, que se ve&iacute;a en lo m&aacute;s lejano de
+la llanura, Reinosa, la villa en que yo hab&iacute;a dejado el tren y
+encontrado a Chisco.</p>
+
+<p>Cuando &eacute;ste no tuvo m&aacute;s que decirme, continu&oacute; su acompasada marcha monte
+arriba, y no tard&eacute; en verle detenido con su caballo, y como encaramados
+los dos en el parapeto de una azotea, sobre el perfil de la loma,
+destac&aacute;ndose ambas siluetas en una mancha azul del cielo remendado de
+nubes cenicientas. Dej&eacute; yo entonces mis &eacute;xtasis contemplativos y piqu&eacute; a
+mi d&oacute;cil y resignada cabalgadura, que arranc&oacute; trotando a la querencia de
+la otra.</p>
+
+<p>Pocos pasos antes de llegar yo al punto en que me aguardaba el
+espolique, volvi&oacute;se &eacute;ste hacia m&iacute;; y tendiendo el brazo derecho en
+direcci&oacute;n opuesta, me dijo con cierta solemnidad que entonaba muy bien
+con lo se&ntilde;alado por su mano:</p>
+
+<p>&mdash;El Puertu.</p>
+
+<p>Sub&iacute; lo que me faltaba, p&uacute;seme junto a Chisco y mir&eacute;... Ten&iacute;a raz&oacute;n el
+espolique: era mucha la tierra que hab&iacute;a que pisar por aquel lado. &iexcl;Pero
+qu&eacute; tierra, divino Dios! A mi izquierda, y en primer t&eacute;rmino, dos
+alt&iacute;simos conos unidos por sus bases, de Norte a Sur, como dos gemelos
+de una estirpe de gigantes; enfrente de ellos, a mi derecha, las cumbres
+de Palombera dominadas por el &laquo;Cuerno&raquo; de Pe&ntilde;a Sagra que extend&iacute;a sus
+lomos colosales hacia el Oeste; y all&aacute; en el fondo, pero muy lejos,
+cerrando el espacio abierto entre Pe&ntilde;a Sagra y los dos conos, las
+enormes Pe&ntilde;as de Europa, coronadas ya de nieve, surgiendo desde las
+orillas del Cant&aacute;brico y elev&aacute;ndose majestuosas entre blanquecinas
+veladuras de gasa transparente, hasta tocar las espesas nubes del cielo
+con su ondulante y gallarda crester&iacute;a. Por el lado en que me encontraba
+yo, descend&iacute;a la sierra blandamente hasta la base del primer cono, de la
+cual arrancaba hacia la derecha un cerro de acceso f&aacute;cil, que resultar&iacute;a
+monta&ntilde;a desde el fondo de la barranca en que terminaba bruscamente. Lo
+que hab&iacute;a entre la loma de este cerro y el espacio limitado por las
+Pe&ntilde;as de Europa, no era posible descubrirlo, porque lo bajo quedaba
+oculto por el cerro, y lo alto me lo tapaba una neblina que andaba
+cerni&eacute;ndose en jirones, de quebrada en quebrada y de boquete en boquete.
+Sin aquel obst&aacute;culo pertinaz, hubiera visto, al decir del espolique,
+maravillas de pueblos y comarcas, y hasta el mar por el boquete de Pe&ntilde;a
+Sagra. Hac&iacute;a m&aacute;s imponente el cuadro el contraste de la luz del sol
+iluminando gran parte de los alt&iacute;simos pe&ntilde;ascos m&aacute;s pr&oacute;ximos y
+reluciendo a lo lejos sobre las veladuras de los Picos, con la t&eacute;trica
+penumbra del fondo de aquel brocal enorme, cuyo lado m&aacute;s bajo me serv&iacute;a
+a m&iacute; de observatorio.</p>
+
+<p>Ni entonces supe ni sabr&eacute; jam&aacute;s definir las complejas impresiones que me
+produjo la s&uacute;bita aparici&oacute;n de aquel espect&aacute;culo ante mis ojos, en cuyas
+retinas conservaba todav&iacute;a estampada la imagen del risue&ntilde;o valle de los
+tres Campo&eacute;s. Lo que recuerdo bien es que, sin apartar la vista del
+cuadro que ten&iacute;a al alcance de ella, me fui con el pensamiento al otro,
+y me abism&eacute; en la contemplaci&oacute;n del contraste que formaban los dos.</p>
+
+<p>&laquo;All&aacute;&mdash;me dec&iacute;a&mdash;, la llanura abierta, los campos amenos, el sol
+radiante, los frutos, las flores, la &eacute;gloga, el idilio de la vida; aqu&iacute;,
+la bravura salvaje, la lobreguez de los abismos, el silencio mortal de
+los p&aacute;ramos, la inclemencia de la soledad; all&iacute;, el hombre, rey y se&ntilde;or
+de la tierra f&eacute;rtil; aqu&iacute;, siervo infeliz, sabandija miserable de sus
+riscos escarpados y de sus moles infecundas.&raquo; Y me sent&iacute; invadido de una
+profunda tristeza.</p>
+
+<p>Lo que Chisco hab&iacute;a hecho poco antes en el entrellano de la sierra,
+repiti&oacute; en su loma: cuando agot&oacute; el caudal de sus informes, tir&oacute; de las
+riendas de su roc&iacute;n y comenz&oacute; a sumirse con &eacute;l en las honduras de aquel
+pozo.</p>
+
+<p>Yo me resign&eacute; a seguir su ejemplo, mas no sin despedirme antes con una
+mirada cari&ntilde;osa del esplendente panorama de la vega, contemplado
+entonces por m&iacute; desde una altura digna de las &aacute;guilas.</p>
+
+<p>Hecho el descenso de aquella parte del brocal muy f&aacute;cilmente, no
+tardamos en subir la ladera del cerro que segu&iacute;a a la primera hondonada.
+Arrastr&aacute;bame hacia all&iacute; la fuerza misteriosa de una curiosidad que ten&iacute;a
+mucho de la atracci&oacute;n de los abismos. Lleg&oacute; Chisco a la loma antes que
+yo, seg&uacute;n costumbre, y aguard&oacute;me en ella con el brazo extendido ya, como
+la otra vez, para mostrarme lo que desde all&iacute; se ve&iacute;a... &iexcl;Y por Dios
+crucificado que no era poco! El pozo de antes se ahondaba por aquel lado
+mucho m&aacute;s, y su suelo, ondulante y caprichoso, se perd&iacute;a en todas
+direcciones entre espesas neblinas sobre las cuales alzaban sus cabezas
+de granito las monta&ntilde;as del brocal. Toda aquella interminable superficie
+parec&iacute;a un mar de lava cuajado de repente; un mar hasta con sus islotes
+y escollos; unos monolitos muy grandes que se destacaban, escuetos y
+descarnados, sobre la aridez del suelo entre matojos de &laquo;escobinos&raquo;, de
+&aacute;rnica o de regaliz. Abundaban los manchones verdes de las bra&ntilde;as de
+jugosos pastos, y no era ingrato a la vista el color de otros detalles;
+pero &iexcl;lo dem&aacute;s!... Aquellos cantos pelados, tan grandes, tan secos, tan
+esparcidos en todas direcciones; aquella inmensa extensi&oacute;n calva, monda,
+rapada y desnuda de todo follaje; aquellas nieblas tenaces cerrando
+todas las salidas y surgiendo de todas las hoyadas; aquellos riscos
+inaccesibles y fant&aacute;sticos elev&aacute;ndose sobre todo y por todos lados;
+aquel cierzo continuo y gemebundo que parec&iacute;a el esp&iacute;ritu funerario de
+las grandes necr&oacute;polis, llevando consigo los jirones de la niebla como
+si fueran sudarios arrancados de las tumbas en los senos entenebrecidos
+de las barrancas; aquellos buitres que me se&ntilde;alaba Chisco, revolando en
+las alturas; aquel cielo que iba encapot&aacute;ndose poco a poco... todo ello,
+que era lo m&aacute;s, visto a trav&eacute;s de las lentes pesimistas de mis ojos, se
+impon&iacute;a al resto, que era, relativamente, muy escaso, y me presentaba
+toda la superficie del Puerto bajo un aspecto feroz y repulsivo. Yo no
+ve&iacute;a m&aacute;s que una llanura infinita, plagada de costras y tumores; y los
+monolitos solitarios y dispersos, se me antojaban erupciones de verrugas
+asquerosas sobre una inmensa piel de leproso.</p>
+
+<p>Contemplando desde la sierra lo que se ve&iacute;a del panorama del Puerto,
+hab&iacute;ame comparado yo, por la fuerza del contraste, con un m&iacute;sero
+gusanejo; pero al hallarme en el observatorio de m&aacute;s adentro, &iexcl;qu&eacute;
+cambio tan radical y tan s&uacute;bito de ideas, y cu&aacute;n extra&ntilde;as las
+impresiones recibidas!... Creo que fue de espanto, de fr&iacute;o y de
+&laquo;arrepentimiento&raquo; la primera, y estoy seguro de que fue de melancol&iacute;a la
+segunda, como lo estoy tambi&eacute;n de que la siguiente me infundi&oacute; la
+sensaci&oacute;n de lo que ten&iacute;a a la vista, de tal modo y con tal intensidad y
+fuerza, que hubiera jurado yo que circulaban por mis venas l&iacute;quidos
+pedernales, y era mi cuerpo una estatua de granito coronada con manojos
+de &laquo;loberas&raquo; y acebuches.</p>
+
+<p>Dej&aacute;ndome llevar del &uacute;nico pensamiento racional que sobreviv&iacute;a en mi
+cabeza, pregunt&eacute; a Chisco:</p>
+
+<p>&mdash;Dime, hombre, &iquest;se parece a esto nuestro valle?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Qui&aacute;!&mdash;me respondi&oacute; el espolique con el mayor desd&eacute;n.</p>
+
+<p>&mdash;Es m&aacute;s ancho, &iquest;eh?... y m&aacute;s...</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Qui&aacute;! Ni la met&aacute; siquiera.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Demonios!&mdash;repliqu&eacute;&mdash;. Pero ser&aacute;n m&aacute;s bajos los montes...</p>
+
+<p>&mdash;Tampoco da en el jitu ahora&mdash;me contest&oacute; el arrastrado con una flema
+desesperante&mdash;, porque son hasta m&aacute;s altus; s&oacute;lo que est&aacute;n m&aacute;s
+&laquo;tup&iacute;us&raquo;... m&aacute;s arrimaus unus a otrus.</p>
+
+<p>&mdash;Pues entonces&mdash;exclam&eacute; hasta con ira&mdash;, &iquest;en qu&eacute; est&aacute; la ventaja de tu
+valle sobre este puerto, alma de c&aacute;ntaro?</p>
+
+<p>&mdash;Pos la ventaja del nuestru vayi est&aacute;&mdash;contest&oacute;me Chisco dulce y
+sonriente&mdash;, en que es de suyu m&aacute;s terre&ntilde;u y m&aacute;s... vamus, m&aacute;s... Por
+&uacute;ltimu, ya ver&aacute; lo que es el nuestru vayi; y si no le paez puntu menos
+que la gloria, no s&eacute; yo lo que sea cosa buena.</p>
+
+<p>Convencido de que cuanto m&aacute;s ahondara en el informante, m&aacute;s negros
+hab&iacute;an de salirme los informes que buscaba, y deseando perder de vista
+cuanto antes aquel cuadro de desolaci&oacute;n, dije al espolique:</p>
+
+<p>&mdash;Y ahora &iquest;por d&oacute;nde tomamos?</p>
+
+<p>&mdash;Tou por derechu&mdash;me respondi&oacute;.</p>
+
+<p>&mdash;Pues hala, y a buen andar, si puedes.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Jorria!&mdash;exclam&oacute; Chisco comenzando a descender la otra ladera con
+igual frescura que si no se hubiera movido hasta entonces. Segu&iacute;le yo
+sin titubear; y al verme luego en las honduras de aquel inmenso
+barranco, me pareci&oacute; que se quebraba el &uacute;ltimo v&iacute;nculo que me ligaba al
+mundo que yo conoc&iacute;a.</p>
+
+<p>Est&aacute;bamos indudablemente, si no en el coraz&oacute;n, en una de las v&iacute;sceras
+m&aacute;s considerables de la cordillera. &iexcl;Y en otra v&iacute;scera por el estilo se
+esconder&iacute;a mi nuevo hogar!... &iexcl;Santo Dios, en qu&eacute; empresa me hab&iacute;a
+arrojado un momento de sensibler&iacute;a humanitaria! Por ver de todo, se
+pod&iacute;a ver hasta aquella espantosa desolaci&oacute;n; &iexcl;pero habitar all&iacute;!...</p>
+
+<p>Este modo de discurrir a que me entregu&eacute; cediendo a la fuerza de mis
+inveterados resabios de mal disfrazado ego&iacute;smo, resucitados en presencia
+de aqu&eacute;l, para m&iacute;, tan nuevo como aflictivo espect&aacute;culo, lleg&oacute; a
+causarme cierto rubor. Acud&iacute; con todo el poder de mi memoria y de mi
+discurso al recuerdo de lo pactado con mi t&iacute;o y a lo resuelto desde
+Madrid; requer&iacute; de nuevo el alto cuello de mi abrigo, porque la tarde
+avanzaba y el cierzo iba haci&eacute;ndose por momentos m&aacute;s fr&iacute;o y m&aacute;s
+gemebundo, y arrim&eacute; dos espolazos a la bestia, precisamente en el
+instante en que ella daba una huida hacia la derecha, enderezando las
+orejitas y mirando recelosa hacia la izquierda: lo mismo exactamente que
+hac&iacute;a el caballejo de Chisco; el cual espolique, not&aacute;ndolo y mirando en
+la misma direcci&oacute;n que los caballos, me dec&iacute;a con cierto matiz de alarma
+en el acento:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Pique, pique, y tierra atr&aacute;s!</p>
+
+<p>Y me daba el ejemplo tomando un medio trotecillo delante de su roc&iacute;n,
+que no necesitaba ruegos ni amenazas ni castigos para seguirle. Tampoco
+el m&iacute;o echaba en falta esas cosas para seguirlos a los dos. Choc&aacute;ndome
+todo esto, pregunt&eacute; al espolique la raz&oacute;n de ello.</p>
+
+<p>&mdash;Poca cosa&mdash;me respondi&oacute;&mdash;, y n&aacute; de malu, sino que la tarde va de
+ca&iacute;da, y nos quedan entoav&iacute;a g&uuml;enas tiras que medir con los pies.</p>
+
+<p>No me satisfizo la respuesta, pero no insist&iacute; con nuevas preguntas.</p>
+
+<p>M&aacute;s de una hora tardamos en atravesar el Puerto, que mide, por aquella
+l&iacute;nea, cerca de dos leguas. Al fin de esta jornada fastidiosa, nueva
+sorpresa para m&iacute;, nuevo espect&aacute;culo, nuevas ideas y nuevas impresiones.
+Un despe&ntilde;adero al frente, otro a la derecha, otro a la izquierda... &iquest;Por
+cu&aacute;l de ellos tomar&iacute;a Chisco...? Por el peor, por el primero, por el
+&uacute;nico que, aunque mala, ten&iacute;a salida visible. Esta salida era la
+resultante de algo as&iacute; como desmoronamiento de una colosal muralla
+construida por titanes para escalar nuevamente el cielo. Por uno de los
+intersticios de aquella escombrera de montes dislocados, musgosos unos y
+a medio revestir de avellanales, &aacute;rgomas y acebuches otros, alguno de
+ellos bien poblado de hayas robustas o de esbeltos &laquo;mostajos&raquo; (el &aacute;rbol
+de sabroso y encarnado fruto), con grandes manchas rojizas en la falda,
+impresas por los secos helechales, y todos con parte de sus esqueletos
+de roca asomando por los desgarrones de sus vestiduras, iba el camino
+que conduc&iacute;a al t&eacute;rmino de mi empecatada expedici&oacute;n. Mas para llegar a
+&eacute;l ten&iacute;amos que bajar una pendiente que daba v&eacute;rtigo. Por all&iacute; se
+deslizaba la vereda, de lastras resbaladizas lo m&aacute;s de ella, en zisz&aacute;s,
+entre jarales y arbustos algunas veces; muchas al descubierto sobre la
+barranca, en cuyo fondo, entenebrecido por las malezas de ambas orillas,
+refunfu&ntilde;aban las aguas de los regatos vagabundos encauzadas all&iacute; para ir
+a engrosar por caprichosos derroteros el caudal del r&iacute;o que se despe&ntilde;aba
+a nuestra izquierda y al otro lado del Puerto.</p>
+
+<p>A todo esto, la noche se aproximaba; el tinte amarillento del follaje
+que se mor&iacute;a, destacando sobre el plomizo obscuro de los montes, daba a
+los t&eacute;rminos m&aacute;s cercanos una lividez cadav&eacute;rica; y del fondo de los
+precipicios donde se pudr&iacute;a la vegetaci&oacute;n que ya hab&iacute;a muerto, sub&iacute;a un
+olor acre, un vaho de tanino que me crispaba los nervios.</p>
+
+<p>En presencia de aquel nuevo espect&aacute;culo y con la llanura del Puerto a la
+espalda, ya no era yo la estatua de granito con sangre de l&iacute;quidos
+pedernales: la contemplaci&oacute;n de aquel laberinto de sierras brav&iacute;as, de
+cuetos escarpados y de picachos inaccesibles; de &aacute;speros y sombr&iacute;os
+repliegues, de pavorosas quebradas y de abruptos pe&ntilde;ascales, transport&oacute;
+s&uacute;bitamente mis imaginaciones a los entusiasmos &laquo;arqueol&oacute;gicos&raquo; de mi
+padre: all&iacute; me sent&iacute; contaminado de ellos; all&iacute; conceb&iacute; al c&aacute;ntabro de
+sus himnos en toda su b&aacute;rbara grandeza, hasta vestido de pieles y
+bebiendo sangre de caballo; y aun llegu&eacute; a verle: le vi, s&iacute;, resucitado
+en carne y hueso, en la carne y en los huesos de mi propio espolique.
+Aquel cuerpo fornido e incansable; aquellas guedejas estoposas, aquel
+palo pinto, que en su diestra remedaba un venablo; aquel paraguas azul
+que, bajo su brazo izquierdo, pod&iacute;a tomarse por un haz de flechas
+envenenadas; aquella mand&iacute;bula saliente; aquel mirar poderoso e
+imperturbable; aquella faz montuna y atezada... &iexcl;oh! escarbando un poco
+en todo aquello, no hab&iacute;a duda, resultaba el c&aacute;ntabro primitivo.
+Comprend&iacute; entonces su resistencia de seis a&ntilde;os contra las invencibles
+legiones de Augusto; y las legiones enteras despedazadas en el fondo de
+los desfiladeros, o rodando por las agrias laderas, aplastadas por los
+pe&ntilde;ascos desgajados de las cumbres; el sentimiento exaltado de su
+salvaje independencia; la muerte en cruz antes que el yugo del
+conquistador... todo, todo lo comprend&iacute; y todo lo sent&iacute;, lo mismo que lo
+hab&iacute;a comprendido y sentido mi padre, menos que pudiera vivir entre
+tales vericuetos y tan esquivas soledades, un hombre de mi educaci&oacute;n, de
+mis sentimientos y de mis h&aacute;bitos.</p>
+
+<p>Con estas fantas&iacute;as en la cabeza y los ojos cerrados muy a menudo por no
+ver los abismos a mis pies, fui bajando la pendiente c&oacute;mo y por d&oacute;nde
+quiso mi caballejo, a cuya juiciosa firmeza me hab&iacute;a entregado con ciega
+fe desde arriba, por encargo del propio Chisco, que me preced&iacute;a
+caminando por el derrumbadero con igual desembarazo que yo por los
+pasillos de mi casa.</p>
+
+<p>Metido ya en la grieta como una lagartija, apenas daba el camino,
+&laquo;usgoso&raquo; y desconcertado, para sentar sus pies, con grandes
+precauciones, mi jamelgo. A lo mejor, grandes doseles de granito con
+lambrequines de zarzas y escaramujos rasp&aacute;ndome la cabeza, mientras que
+por el lado derecho me punzaban las espinas de los escajos, y el m&aacute;s
+ligero resbal&oacute;n de mi cabalgadura pod&iacute;a lanzarme a las simas de la
+izquierda. Y mirando hacia arriba en busca de luz, que ya nos faltaba
+abajo, montes erizados de crestas blanquecinas, y conos encapuchados de
+espesa niebla, y g&aacute;rgolas de tajada roca amenazando desplomarse sobre
+nosotros; y a todo esto, el camino estrechando y retorci&eacute;ndose cada vez
+m&aacute;s, subiendo aqu&iacute;, bajando all&aacute;, y sin poder yo darme cuenta de si,
+desde que hab&iacute;amos descendido del Puerto, baj&aacute;bamos o sub&iacute;amos en
+definitiva.</p>
+
+<p>&iexcl;Oh, condenados admiradores de la Naturaleza &laquo;en toda su grandiosidad
+salvaje&raquo;!&mdash;dec&iacute;ame yo, entumecido y quebrantado de alma y de cuerpo.
+Aqu&iacute; os dar&iacute;a yo el pago de vuestras sensibler&iacute;as de embuste, poni&eacute;ndoos
+a pasto de admiraci&oacute;n durante media semana.</p>
+
+<p>Al fin result&oacute; que baj&aacute;bamos; y esto lo not&eacute; cuando me vi en terreno un
+poco m&aacute;s abierto y despejado: una espaciosa rambla que terminaba en una
+vadera por la que corr&iacute;an hacia el Nansa, a&uacute;n no visto por m&iacute;, los
+acumulados tributos que le pagaban los montes de aquella vertiente.</p>
+
+<p>Pasada la vadera, volv&iacute;a a subir el terreno, que era un inmenso lastral
+como los montes &aacute;ridos que le serv&iacute;an de fondo, particularmente hacia la
+izquierda. Recuerdo que el sonido de las herraduras de los caballejos y
+el de los tarugos de Chisco sobre las lastras de la subida, juntamente
+con el murmullo de las cristalinas aguas de la vadera, no me
+impresionaba en el esp&iacute;ritu, sino en el cuerpo: me daba fr&iacute;o. Hasta tal
+punto llevaba yo pervertidas las sensaciones por obra del tedio y del
+cansancio.</p>
+
+<p>El espolique me sacaba, como siempre, una buena delantera; y cuando
+llegu&eacute; a lo alto, encontr&eacute;le esper&aacute;ndome, sombrero en mano, en el
+vest&iacute;bulo o &laquo;asubiadero&raquo; de un santuario que hay all&iacute;. Detr&aacute;s de la reja
+que sirve de fondo al vest&iacute;bulo, ve&iacute;ase, no muy claramente, a la luz de
+una lamparilla que le alumbraba, porque la del crep&uacute;sculo pod&iacute;a darse
+afuera por extinguida, un altarcito con la imagen de la Virgen llamada
+de las Nieves, seg&uacute;n informes de Chisco. Descubr&iacute;me yo tambi&eacute;n, y sin
+obligarme a ello el mandato que le&iacute; en una mirada del espolique. El
+cual, vuelto enseguida hacia el retablo y despu&eacute;s de persignarse con
+gran unci&oacute;n y parsimonia, cruz&oacute; las manos sobre el palo pinto y comenz&oacute;
+a rezar en voz muy alta por el alma de su padre. La oraci&oacute;n era un
+Padrenuestro; y con ser tan usual y corriente entre todo fiel cristiano,
+sonaba en mi coraz&oacute;n y en mis o&iacute;dos a cosa nueva en medio de aquel
+salvaje escenario, tan cerca de Dios y tan apartado de los ruidos, de
+las miserias y hasta del amparo de los hombres. Pero not&eacute; que Chisco, al
+concluir la primera parte de la oraci&oacute;n, se detuvo en seco; lo cual
+quer&iacute;a decir que rezara yo lo restante. Por fortuna me cog&iacute;a bastante
+pertrechado para salir airoso de compromisos como aqu&eacute;l, y rec&eacute; lo que
+me ped&iacute;a, aunque no tanto por su intenci&oacute;n como por mis necesidades del
+momento. Ten&iacute;a racional disculpa mi ego&iacute;smo en las emociones de la brega
+excepcional que tra&iacute;a y en la que me aguardaba entre las tinieblas de la
+noche, tan pavorosa en aquellas abruptas soledades.</p>
+
+<p>Pero hubo tiempo y oraciones para todo y para todos; porque tras el rezo
+por el alma de su padre, rez&oacute; por la de su madre, y despu&eacute;s por las de
+abuelos, y enseguida por las de todos sus parientes, y luego por las de
+cada uno de los m&iacute;os, y, finalmente, por las necesidades de la
+cristiandad entera. Con ello, &laquo;una <i>Salve</i> a la Virgen de las Nieves&raquo; y
+un &laquo;Viva Jes&uacute;s sacramentado&raquo;, santigu&aacute;monos, cubr&iacute;monos, acab&oacute; de cerrar
+la noche y nos dispusimos a continuar la interminable jornada.</p>
+
+<p>Seg&uacute;n Chisco, nos faltar&iacute;an, para terminarla, tres cuartos de hora; el
+camino, &laquo;por el arte&raquo; del que hab&iacute;amos andado entre el Puerto y la
+vadera; pero siempre bajando hasta la misma puerta de casa, lo cual &laquo;era
+una ventaja&raquo;, porque se andaba ello solo &laquo;tan guapamente&raquo;. Adem&aacute;s, mi
+caballo se le sab&iacute;a de memoria, y con dejarme llevar por &eacute;l, estaba &laquo;al
+cabo del negocio&raquo;.</p>
+
+<p>&mdash;Corriente&mdash;dije a Chisco por todo comentario a sus informes, que me
+dieron escalofr&iacute;os&mdash;; pero &iquest;de qu&eacute; se espantaron los caballos en el
+Puerto, y por qu&eacute; me aconsejabas t&uacute; que picara al m&iacute;o de firme?</p>
+
+<p>&mdash;Y &iquest;por qu&eacute; es la pregunta a estas horas, si se pu&eacute; saber?&mdash;pregunt&oacute; a
+su vez el espolique, no poco sorprendido.</p>
+
+<p>&mdash;Porque ha vuelto a clav&aacute;rseme el caso de repente, ahora mismo, en la
+memoria, y la ocasi&oacute;n me ha parecido de perlas para que respondas aqu&iacute;
+lo que no quisiste responderme en el Puerto.</p>
+
+<p>&mdash;Pos espant&aacute;ronse&mdash;dijo Chisco algo roncero todav&iacute;a&mdash;; espant&aacute;ronse (y
+no hay por qu&eacute; se niegue ya), espant&aacute;ronse... del osu.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Del oso!&mdash;exclam&eacute; con los pelos de punta&mdash;. &iquest;D&oacute;nde estaba?</p>
+
+<p>&mdash;Estaba... como a cincuenta brazas de nos, jechu un regu&ntilde;u, a la vera
+de un busquizal. Tomar&iacute;ale ust&eacute; por un cantu gordu de los muchus que hay
+en el Puertu: el que no est&aacute; avezau a verli de esi arti, conf&uacute;ndilos.
+Sueli asomar en veces por ay&iacute;; g&uacute;stali el oreu a lo mejor, y sole&aacute;se un
+pocu, si tien ocasi&oacute;n de eyu. Pero no hay que temeli cosa mayor, porque
+del hombri ajuyi siempri como el hombri no se meta con &eacute;l. Con too y con
+esu, g&uuml;enu es teneli a distancia, por un por si acasu... Conque vamos
+palanti, si le paez, y no arreceli alcuentrus talis, que por aqu&iacute; no se
+usan, y de nochi mayormenti.</p>
+
+<p>Con el saboreo de aquellas noticias y de estas &laquo;seguridades&raquo;, sin un
+astro visible en el cielo, la tierra envuelta en la m&aacute;s cerrada y
+tenebrosa de las noches, y empezando a lloviznar, me dej&eacute; sumir en la
+barranca que se abr&iacute;a a corta distancia del santuario, encomendando mi
+alma a Dios y mi vida al instinto del cuadr&uacute;pedo que me conduc&iacute;a.</p>
+
+<p>Y as&iacute; llegu&eacute;, sin saber c&oacute;mo ni por d&oacute;nde ni a qu&eacute; hora, al suspirado
+fin de mi jornada memorable.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="III" id="III"></a>III</h2>
+
+
+<p>Un silbido muy original de Chisco; el latir de un perrazo poco despu&eacute;s;
+una luz tenue y errabunda aparecida de pronto; la detenci&oacute;n repentina de
+mi caballo, tras el &uacute;ltimo par de resbalones con las cuatro patas sobre
+los lastrales &laquo;pend&iacute;os&raquo; de la vereda; bultos negros en derredor de la
+luz y rumor de voces &aacute;speras y de distintas &laquo;cuerdas&raquo;; mi descenso
+dificultoso del caballo, al cual parec&iacute;a adherido mi cuerpo por los
+quebrantos de la jornada y los rigores de la intemperie; mi ca&iacute;da sobre
+un pecho y entre unos brazos envueltos en tosco ropaje que ol&iacute;a a humo
+de cocina, y la sensaci&oacute;n de unas manazas que me golpeaban cari&ntilde;osamente
+las costillas, al mismo tiempo que los brazos me oprim&iacute;an contra el
+pecho; mi nombre repetido muchas veces, junto a una de mis orejas, por
+una boca desportillada; mi entrada despu&eacute;s, y casi a remolque, en un
+estragal o vest&iacute;bulo muy obscuro; mi subida por una escalera algo
+esponjosa de pelda&ntilde;os y tr&eacute;mula de zancas; mi ingreso, al remate de
+ella, en otro abismo tenebroso; mi tr&aacute;nsito por &eacute;l llevado de la mano,
+como un ciego, por una persona que no cesaba de decirme, entre jadeos
+del resuello y fuertes amagos de tos, cosas que creer&iacute;a agradables y
+desde luego le saldr&iacute;an del coraz&oacute;n, advirti&eacute;ndome de paso hacia d&oacute;nde
+hab&iacute;a de dirigir los m&iacute;os, o d&oacute;nde conven&iacute;a levantar un pie o pisar con
+determinadas precauciones, sin dejar por ello de pedir a gritos y con
+interjecciones de lo m&aacute;s crudo, una luz que jam&aacute;s aparec&iacute;a, porque, como
+supe despu&eacute;s, toda la servidumbre andaba en el soportal bregando con los
+equipajes y las cabalgaduras; de pronto un poco de claridad por la
+derecha, y la entrada en otro p&aacute;ramo de fondos negr&iacute;simos con una lumbre
+en uno de sus testeros; despu&eacute;s, el acomodarme, a instancias muy
+repetidas de mi conductor, en el mejor asiento de los que hab&iacute;a
+alrededor de la lumbre; y el ponerse &eacute;l, pujando y tosiendo, a amontonar
+los tizones esparcidos, y a recebarlos con dos grandes, resecas y
+copudas matas de escajo.</p>
+
+<p>A esto se reducen todos los recuerdos que conservo de mi llegada al
+&laquo;solar de mis mayores&raquo;. La noci&oacute;n exacta de cuanto me rodeaba all&iacute; en
+aquellos momentos, y aun la de m&iacute; propio, no la adquir&iacute; hasta que al
+calor de la fogata descomunal que result&oacute; del h&aacute;bil manipuleo de mi t&iacute;o,
+se desentumecieron mis ateridos miembros, volvi&oacute; a circular mi sangre
+con su acostumbrada regularidad, y revivieron con ella y se enquiciaron
+todos los componentes de la entorpecida m&aacute;quina de mis ideas.</p>
+
+<p>Due&ntilde;o y se&ntilde;or ya de ellas y comenzando a orientarme, repar&eacute; que la
+cocina era enorme, y que sus negras paredes reluc&iacute;an como si fueran de
+azabache bru&ntilde;ido; que la lumbre, cuyos penachos de llamas sub&iacute;an
+lamiendo los llares recubiertos de espesos copos de holl&iacute;n, hasta
+rebasar de la ancha campana de la chimenea, estaba arrimada a un poyo
+con bovedilla, que era la jorn&iacute;a o cenicero, sobre una espaciosa y
+embaldosada meseta, en uno de cuyos bordes de empedernida madera, y a
+menos de un pie de altura sobre el suelo general, apoyaba yo los m&iacute;os;
+que a mi sill&oacute;n, grande y con brazales derechos, segu&iacute;an, hasta cerrar
+todo el per&iacute;metro de la meseta, bancos y escabeles de madera desnuda y
+muy brillante por el uso, lo mismo que el sill&oacute;n, y que este hogar
+ocupaba la cabecera m&aacute;s abrigada de la cocina. Despu&eacute;s pas&eacute; la vista por
+todos y cada uno de los innumerables e inconexos trastos, enseres y
+chirimbolos que hab&iacute;a en aquel recinto, y hasta me interesaron dos
+ollones y tres cazuelas de barro, cuyas coberteras temblaban entre
+espumarajos al impulso de lo que herv&iacute;a debajo de ellas, arrimados a la
+lumbre y calzados con sendos morrillos por detr&aacute;s; por &uacute;ltimo, y cuando
+ya nada ten&iacute;a que examinar en la cocina y sus accesorios, fij&eacute; toda mi
+atenci&oacute;n en mi t&iacute;o, que andaba a mi vera, o tan frontero a m&iacute; como se lo
+permit&iacute;a la fogata que ambos ten&iacute;amos delante, busc&aacute;ndome la palabra y
+colm&aacute;ndome de atenciones cari&ntilde;osas. &iexcl;Vaya usted a saber de qu&eacute; capricho
+inconsciente, de qu&eacute; evoluci&oacute;n desacordada, naci&oacute; aquel procedimiento
+tan descort&eacute;s con lo m&aacute;s interesante y, desde luego, lo m&aacute;s estimado y
+respetable para m&iacute;, entre cuanto hab&iacute;a, en aquella ocasi&oacute;n, al alcance
+de mis ojos!...</p>
+
+<p>Eran chiquitos y garzos los de mi pariente, y miraban con la vivacidad
+de los del raposo, a la sombra de unas cejas grises, muy espesas y
+erizadas; la nariz, aguile&ntilde;a; la boca, nunca enteramente cerrada ni
+quieta, parlanchina como los ojos, aunque callara; la tez, muy p&aacute;lida y
+rugosa; la barbilla, redonda y algo prominente debajo del labio
+inferior; las orejas, formidables y muy velludas en las cercan&iacute;as de los
+o&iacute;dos; la cabeza, bastante plana por detr&aacute;s, y el pelo (descubierto en
+el instante de examinarle yo, por haberse quitado don Celso la gorra
+casera con que de ordinario se cubr&iacute;a, para pasarse ambas manos por &eacute;l,
+cosa que le gustaba mucho, como puede observarse m&aacute;s adelante), de la
+misma casta y de igual color que el de las cejas, cayendo en recios
+mechones sobre la frente, y sin visibles muestras de calva en sus
+alturas. El cuerpo era proporcionado a la cabeza, de regular tama&ntilde;o, y
+daba se&ntilde;ales de recientes y muy considerables mermas de robustez, en los
+excesivos sobrantes del chaquet&oacute;n y de los pantalones pardos con que le
+vest&iacute;a; como las daban de p&eacute;rdidas de vigor y fortaleza, la cerviz algo
+humillada y el andar no muy seguro. Calzaba medias azules y zapatillas
+de &laquo;cintos&raquo; negros y ten&iacute;a echado sobre los hombros un gabanote obscuro,
+forrado de tart&aacute;n de muchos colores. Nada de corbat&iacute;n ni siquiera de
+cuello alto ni planchado.</p>
+
+<p>Indudablemente hab&iacute;a m&aacute;s vida en el esp&iacute;ritu que en la materia de mi
+t&iacute;o; pero as&iacute; y todo, entre sus pron&oacute;sticos pesimistas y el de Chisco,
+m&aacute;s risue&ntilde;o, a juzgar yo por aquel conjunto de alma y cuerpo, inclin&eacute;me
+m&aacute;s al dictamen de mi espolique, aunque sin acercarme mucho a &eacute;l: pod&iacute;a
+haber &laquo;hombre para largo&raquo;; y aun m&aacute;s halag&uuml;e&ntilde;o todav&iacute;a se lo puse por
+comienzo de nuestra conversaci&oacute;n.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ay, hijo de mi alma!&mdash;me respondi&oacute;, sent&aacute;ndose a mi lado y
+palmoteando sobre mi espalda con su mano derecha&mdash;. &iexcl;C&oacute;mo te enga&ntilde;a el
+bien querer! Cierto que no soy lo que te pint&eacute; en mis cartas, sin faltar
+a la verdad, porque desde que me diste el s&iacute; que te ped&iacute;a en ellas,
+esponj&eacute; de pronto medio palmo, por un respingo de la alegr&iacute;a que a&uacute;n me
+dura... &iexcl;Qu&eacute; cosas, hombre! &iexcl;Qui&eacute;n hab&iacute;a de decirme a m&iacute;, poco tiempo
+hace, que el caer o no caer de repente un roble viejo, pod&iacute;a depender
+de!... Vamos, que cuanto m&aacute;s se vive, m&aacute;s se aprende. Pero adentro de la
+viga anda la carcoma; aseg&uacute;rotelo yo que la siento roer sin hora de
+descanso. <i>(Aqu&iacute; un amago de tos convulsiva.)</i> &iquest;No te lo dije? Pues a la
+vista le tienes ya. &iexcl;&Eacute;ste, &eacute;ste es el ujano p&iacute;caro que me acaba!... En
+fin, Dios es Dios, y lo que &Eacute;l quiera ha de ser, y lo que debe de ser...
+Conque dejemos el punto para tratarlo en su ocasi&oacute;n, y vamos a otros
+particulares m&aacute;s urgentes por ahora.</p>
+
+<p>Con esto empez&oacute; a descargar sobre m&iacute; una granizada de observaciones y de
+preguntas que casi se empalmaban unas con otras, sin dejarme el menor
+espacio para ingerir una respuesta. Si era yo alto, si era bajo; si
+resultaba m&aacute;s o menos parecido a los retratos que conservaba &eacute;l; si m&aacute;s
+guapo, si m&aacute;s feo; si &laquo;sal&iacute;a&raquo; m&aacute;s a mi padre que a &laquo;la andaluza&raquo; (mi
+madre), de la que tambi&eacute;n conservaba retrato; cu&aacute;ntos &laquo;pedimentos&raquo;
+habr&iacute;a hecho desde que me recib&iacute; de abogado; si ten&iacute;a novia y si era
+maja y rica; qu&eacute; tal era &laquo;Par&iacute;s de Francia&raquo;; cu&aacute;nto costaba un viaje
+&laquo;desde Madrid all&aacute;&raquo;, y qu&eacute; capitales del mundo hab&iacute;a visitado; a cu&aacute;ntos
+reyes conoc&iacute;a de vista, y quiz&aacute;s de trato; qu&eacute; me hab&iacute;a parecido el
+camino desde Reinosa; si tra&iacute;a ganas de cenar; en d&oacute;nde nos hab&iacute;a
+anochecido; por qu&eacute; usaba toda la barba y no el bigote solo como en el
+retrato... Y as&iacute;; y todo ello entreverado de golpeteos sobre mi espalda,
+de gestos indescriptibles y de injurias contra la tos que le amagaba, de
+admiraciones estruendosas, de risotadas... y de &laquo;ajos&raquo;, porque los
+echaba por ristras el buen don Celso y como la cosa m&aacute;s natural y
+corriente.</p>
+
+<p>Yo ten&iacute;a noticia, por mi padre, de lo regocijado y expansivo de su
+car&aacute;cter cuando no le daba por ponerse hecho un erizo y hacer andar a
+todos en un pie; pero no cre&iacute;, vistas sus cartas y su lacia catadura,
+que le quedara en el cuerpo tanto acopio de aquellos ingredientes
+retozones. Termin&oacute; la escena porque se movi&oacute; gente en los pasadizos
+inmediatos y entr&oacute; en la cocina una mujer de cierta edad, gris de pelo y
+gris tambi&eacute;n de envolturas de pies a cabeza, y con un farol en la mano,
+para decirnos con voz algo hombruna:</p>
+
+<p>&mdash;Aqueyu ya est&aacute; ay&iacute;.</p>
+
+<p>Y como &laquo;aqueyu&raquo; era mi equipaje, y &laquo;ay&iacute;&raquo; mi habitaci&oacute;n.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Jorria!&mdash;exclam&oacute; mi t&iacute;o volvi&eacute;ndose hacia la mujer&mdash;. Pues pica a
+poner una luz... pero una luz de vela... &iquest;Entiendes? Porque t&uacute;&mdash;a&ntilde;adi&oacute;
+dirigi&eacute;ndose a m&iacute;&mdash;, tendr&aacute;s que hacer algo en tu cuarto... siquiera
+conocerle de vista; a m&aacute;s de que &laquo;hacienda, tu amo te vea...&raquo; y como hay
+noche larga por delante, tiempo nos queda de sobra para que vuelvas a la
+cocina a darte otro chamusc&oacute;n, si te le pide el cuerpo... &iquest;Todav&iacute;a est&aacute;s
+ah&iacute;, fantasmona de los demonios?</p>
+
+<p>&mdash;Es que tami&eacute;n est&aacute; ya la luz ay&iacute;&mdash;respondi&oacute; la mujer que no se hab&iacute;a
+movido del vano de la puerta.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Acabaras de resollar!... Pues entonces, d&aacute;ca el farol y qu&eacute;date aqu&iacute;
+t&uacute; a cuidar de estos potingues... &iexcl;Mira, mira c&oacute;mo se va esa olla!...
+&iexcl;Qu&iacute;tale la cobertera en el aire y &eacute;chala un poco atr&aacute;s! Y a ver c&oacute;mo
+est&aacute; la cena en punto para cuando se te pida... Porque t&uacute; (por m&iacute;)
+querr&aacute;s cenar temprano, &iquest;no es verdad?... Digo yo: con lo que has
+andado, y en ayunas desde tan lejos... Yo que t&uacute;, hubiera tomado a buena
+cuenta el tente en pie que te ofrec&iacute; seg&uacute;n llegaste; pero &iexcl;que si
+quieres!... porque las gentes finas viv&iacute;s del aire y sois as&iacute;... &iquest;Conque
+andando?... Digo, si te parece.</p>
+
+<p>Cogi&oacute; en esto el farol que le entregaba la mujer gris; y como yo, que ya
+estaba de pie, hiciera adem&aacute;n de seguirle, ech&oacute; por delante hacia la
+puerta y fuime tras &eacute;l, medio a tientas, en cuanto salimos de la cocina,
+porque la desmayada luz del farol apenas se ve&iacute;a en las densas
+oscuridades de afuera. Andando as&iacute; a lo largo de un pasillo, llegamos a
+desembocar en otro que se cruzaba con &eacute;l, y le seguimos hacia la
+derecha. Por este lado terminaba en un sal&oacute;n que me pareci&oacute; m&aacute;s negro
+que los pasillos, porque en sus &aacute;mbitos desmesurados parec&iacute;a la luz del
+farol la de una pajuela.</p>
+
+<p>&mdash;Esta es la salona, o comedor&mdash;dijo mi t&iacute;o al entrar en &eacute;l&mdash;. &iexcl;Comedor!
+&iexcl;Qu&eacute; comedor ni qu&eacute; cuartajo!... Le llamo as&iacute; porque de eso sirve cuando
+se alojan en esta casa personajes finos como t&uacute;, o alg&uacute;n se&ntilde;or Obispo de
+ac&aacute; o de all&aacute;, o cuando hay boda en ella y algunos d&iacute;as despu&eacute;s... hasta
+que llega la confianza y se arregla uno tan guapamente en la &laquo;perezosa&raquo;
+de la cocina: en invierno, al amor de la lumbre, y en verano... por la
+frescura... &iexcl;Cascajo!, no te r&iacute;as, porque en la cocina de mi casa se
+tirita de fr&iacute;o en agosto en cuanto se dejan de par en par las dos
+puertas y la ventana que tiene... &iexcl;Fig&uacute;rate t&uacute; lo que pasar&iacute;a si
+hici&eacute;ramos otro tanto esta noche, y eso que todav&iacute;a estamos al acabarse
+el oto&ntilde;o! &iquest;Ves una puerta en esa pared de la izquierda? Pues es la de mi
+cuarto: ah&iacute; duerme tu t&iacute;o sesenta a&ntilde;os haz; los restantes, quiero
+decirte, los primeros de la vida, me los dorm&iacute; en esa alcoba de este
+lado de la entrada: mucha parte de ellos con tu padre, en una misma
+cama, hasta que, por andar a testerazos muy a menudo los dos debajo de
+la ropa sobre qui&eacute;n estorbaba a qui&eacute;n... &iexcl;qu&eacute; pernear el de aquel
+arrastrado, hombre! nos separaron, y le echaron a &eacute;l a dormir solo en un
+cuarto de los de atr&aacute;s... Aqu&iacute; tienes la mesa, de encina pura, como los
+bancos... Bien retallados de espaldar, &iquest;eh?... como los bordes de la
+mesa y las cuatro patas; digo, no, que las patas est&aacute;n como torneadas en
+rosca, igual que los fierros cruzados que tiene por debajo... Tambi&eacute;n
+tienen algo de torneo las sillas arrimadas a las paredes. En fin, cosa
+r&uacute;stica todo ello, pero de firmeza y buena calidad, como corresponde a
+gentes de nuestro porte. &iexcl;Trabajo le mando al que se empe&ntilde;e en buscarle
+la fe de bautismo! &iexcl;Zancajo, c&oacute;mo estar&aacute; de polillas!... Esta es la
+puerta de la sala: vamos, la pieza de respeto. Por eso te la he dado a
+ti... Es cortes&iacute;a de obligaci&oacute;n, sin contar con el cari&ntilde;o... Ya lo ves,
+frente por frente de mi cuarto. &iquest;Te enteras? Pues jala para dentro.</p>
+
+<p>Y entramos. All&iacute; ya se ve&iacute;a m&aacute;s claro, no solamente por la doble luz del
+farol y de la vela, la cual ard&iacute;a en candelero de az&oacute;far muy bru&ntilde;ido,
+sobre una c&oacute;moda con columnitas de basas y capiteles de bronce dorado,
+sino porque la sala ten&iacute;a cielo raso y no de viguetas al descubierto
+como el sal&oacute;n contiguo, y estaba, lo mismo que los muros, muy bien
+blanqueado. Arrimados a ellos hab&iacute;a un canap&eacute;, varias sillas y otros
+muebles contempor&aacute;neos de la c&oacute;moda; colgado sobre &eacute;sta, un <i>Eccehomo</i>
+entre dos cornucopias de buena talla dorada; sobre el canap&eacute;, una
+Pur&iacute;sima, y enfrente de estos cuadros, otros dos, de santos tambi&eacute;n,
+todos ellos al &oacute;leo y en marcos dorados, pero sumamente deslucidos ya.
+La sala ten&iacute;a una gran alcoba, y la puerta de ingreso a ella cortinas
+blancas recogidas en pabellones sobre grandes clavos romanos. En el
+fondo de la alcoba, una cama de madera de alt&iacute;simo testero con molduras
+doradas y medallones pintados, colcha de damasco rojo y s&aacute;banas muy
+finas con puntillas y bordados en el embozo de la encimera.</p>
+
+<p>&mdash;Vas a dormir&mdash;me dijo mi t&iacute;o paseando el farol sobre todos aquellos
+lujos&mdash;, en la misma cama en que han dormido los Obispos de Santander y
+de Le&oacute;n... &iquest;Eh? &iquest;qu&eacute; tal?</p>
+
+<p>&mdash;Que es gran honra para m&iacute;&mdash;le contest&eacute;&mdash;. Pero yo dormir&iacute;a m&aacute;s a gusto
+en ella sin la colcha de damasco y las s&aacute;banas bordadas, principalmente
+sin la colcha.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Hombre! Pues &iquest;para qu&eacute; se quieren las cosas buenas sino para las
+ocasiones como la presente?</p>
+
+<p>Me cost&oacute; alg&uacute;n trabajillo hacer comprender a mi t&iacute;o, que tomaba mi
+resistencia a desaire, que se duerme mejor y m&aacute;s descuidadamente que
+entre encajes y damascos, bajo las coberturas sencillas que usamos a
+diario los simples mortales.</p>
+
+<p>&mdash;Pues anda, hijo&mdash;d&iacute;jome al fin&mdash;: lo primero, tu gusto, y &eacute;se es el
+que ha de hacerse en esta casa mientras en ella est&eacute;s... &iexcl;A buena parte
+vienes, cuartajo!... Ir&aacute; fuera la colcha y cuanto te estorbe con ella en
+la alcoba. Aqu&iacute; tienes un felpudo para los pies... Creo que no te vendr&aacute;
+mal al acostarte, porque estos suelos de casta&ntilde;o viejo son fr&iacute;os como
+ellos solos... &iquest;eh? Pues esta lacenuca, o como la llam&eacute;is vosotros
+&laquo;all&aacute;&raquo;, a la cabecera de la cama, para poner la luz encima y meter
+adentro... &iquest;ves? el ingrediente &eacute;ste, no pienso yo que te estorbe... ni
+tampoco esta sillona del rinc&oacute;n... ven ac&aacute;, ven ac&aacute; a verla... Como
+somos mortales y nadie est&aacute; libre de un apuro, y las noches son tan
+largas ahora, y los carrejos tan obscuros y tan fr&iacute;os y no los conoces
+t&uacute; mayormente... En fin, no hay que decirte m&aacute;s. Pues bueno: aqu&iacute; tienes
+perchas, con su guardapolvo correspondiente, clavadas en la pared... y
+en la de enfrente ese armario desocupado, en que puedes meter una tienda
+de ropa... Me parece,&iexcl;pispajo! que por mucha que traigas, entre &eacute;l y la
+c&oacute;moda y las perchas, con sobras te ha de caber... Para tus rezos,
+porque alguno usar&aacute;s, como buen cristiano que eres, al meterte en la
+cama y al salir de ella, ah&iacute; tienes, a la cabecera, a Dios Nuestro Se&ntilde;or
+en cruz, y la benditera al lado, con su agua correspondiente, y su
+ramuco de laurel bendito, por si quieres rociarla por el cuarto; porque
+el demonio no descansa un punto, y se cuela por el ojo de una cerradura.
+Aqu&iacute; el palanganero con todos los av&iacute;os de limpieza... y todav&iacute;a sobra
+campo para otro tanto m&aacute;s... Y con esto, lo dicho: en tu casa est&aacute;s. Lo
+que te estorbe, fuera con ello; si algo deseas y no lo tienes, p&iacute;delo,
+que, como lo haya a mano, tuyo ser&aacute;... Y ahora te dejo en paz y a tus
+anchuras. Cuando acabes, avisa, que en la cocina estamos.</p>
+
+<p>Y se fue, zarandeando el farol en una mano y requiriendo con la otra el
+abrigo que se le deslizaba de los hombros; pero tosiendo mucho y muy
+anheloso de respiraci&oacute;n. Aquel cuerpo caduco y herido de muerte ya, no
+pod&iacute;a resistir sin grandes quebrantos y protestas los ajetreos en que le
+empe&ntilde;aba la vivacidad del esp&iacute;ritu encerrado en &eacute;l.</p>
+
+<p>Mientras anduve trajinando en aqu&eacute;l mi aposento, pens&eacute; mucho, y no todo
+de color de rosa. La &uacute;ltima parte de mi viaje, de noche y lloviznando;
+los pasillos negros de la casona; la cocina tan grande, tan oscura al
+principio, de tan extra&ntilde;o aspecto despu&eacute;s a la luz de la enorme fogata;
+el pelaje y las cosas de mi t&iacute;o; la mujer gris aparecida de repente; el
+tenebroso p&aacute;ramo del comedor, explorado a la luz mortecina del farolillo
+de cuatro cristales empa&ntilde;ados por la ro&ntilde;a; el silencio de &laquo;afuera&raquo;...
+peor que el silencio absoluto: un rumor lejano e intermitente, bronco,
+algo por el estilo del que puso espanto en el esforzado pecho de Don
+Quijote cierta noche en las proximidades de Sierra Morena, y el otro
+silencio de la casa en cuanto cesaba de hablar mi t&iacute;o, me hab&iacute;an
+impresionado de mala manera. Lo mejor del cuadro era mi habitaci&oacute;n,
+amplia, sin llegar a lo enorme, como su colindante y la cocina, blanca y
+bien provista de muebles; pero &iexcl;qu&eacute; fr&iacute;o se sent&iacute;a en ella! &iexcl;Y a&uacute;n no
+hab&iacute;a empezado el mes de noviembre! Instintivamente palp&eacute; el espesor de
+las ropas de mi cama; y aunque era muy considerable, retir&eacute; la colcha de
+damasco rojo y puse en su lugar mi pesada manta de viaje en dos
+dobleces. Sent&iacute;a los pies helados, y me calc&eacute; unas zapatillas forradas
+de piel; y no me envolv&iacute; el cuerpo en un abrigo ruso de que iba
+provisto, porque estaba resuelto a darme otro chamusc&oacute;n en la cocina
+inmediatamente. En lo que llamaba sala mi t&iacute;o, adem&aacute;s de la puerta que
+comunicaba con el comedor, hab&iacute;a otras dos que deb&iacute;an corresponder a
+otras tantas fachadas de la casa. Por curiosidad abr&iacute; el ventanillo o
+&laquo;cuarter&oacute;n&raquo; de una de las hojas del claro m&aacute;s pr&oacute;ximo a m&iacute;, y todo lo vi
+negro, negr&iacute;simo, al trav&eacute;s de un mezquino cristalejo; abr&iacute; despu&eacute;s la
+hoja entera, que daba a un balc&oacute;n con repisas de piedra, y a&uacute;n me
+pareci&oacute; m&aacute;s negro que antes lo que de este modo se ve&iacute;a. En cambio, los
+rumores que desde adentro se percib&iacute;an lejanos y con intermitencias,
+desde all&iacute; resultaban continuos, m&aacute;s acentuados y m&aacute;s pr&oacute;ximos. Deb&iacute;a
+producirlos el r&iacute;o despe&ntilde;&aacute;ndose a corta distancia de la casona. A este
+murmurio incesante que casi era bramido ya, serv&iacute;a de fastidioso
+acompa&ntilde;amiento el golpeteo de la lluvia, vertida en el suelo por las
+canales del tejado. Me daba esta &laquo;m&uacute;sica&raquo; gran tristeza y cerr&eacute; la
+puerta del balc&oacute;n m&aacute;s que de prisa.</p>
+
+<p>Al salir a la salona con el candelero en la mano, me encontr&eacute; con la
+mujer gris ocupada en poner la mesa, a la luz de un vel&oacute;n de tres
+mecheros, colgado de un list&oacute;n de madera, sujeto por una de sus
+extremidades a una vigueta del techo. No era antip&aacute;tica, ciertamente, la
+cara de aquella sirviente; y bien mirada, hasta se hallaban en ella
+vestigios de haber sido guapa en sus mocedades. Expres&aacute;base con un
+laconismo que ten&iacute;a ciertos matices cl&aacute;sicos, y respond&iacute;a con agrado a
+las preguntas que me arriesgu&eacute; a hacerla, por hablar de algo y alegrar
+un poco el tedioso colorido de mis ideas. As&iacute; supe que se llamaba Facia;
+que desde muy joven serv&iacute;a en casa de mi t&iacute;o y que en ella pensaba
+morir, si esa era la voluntad de su amo, a quien quer&iacute;a y respetaba como
+a padre y se&ntilde;or, y aun con eso no le pagaba bastante los grandes
+beneficios que le deb&iacute;a. &Eacute;l y su se&ntilde;ora la hab&iacute;an recogido hu&eacute;rfana y
+desamparada, d&aacute;ndola desde entonces buena ense&ntilde;anza y poco trabajo, pan
+abundante, y lo que vale m&aacute;s que eso, cari&ntilde;o y sombra. Todo esto me lo
+iba declarando como a la descuidada, en periodos cortados y sin mirarme
+a la cara, pero reflejando en la suya cierta expresi&oacute;n de dulzura
+melanc&oacute;lica que la hac&iacute;a muy interesante, mientras se mov&iacute;a lentamente
+de ac&aacute; para all&aacute;, poniendo aqu&iacute; un plato despu&eacute;s de pasarle con un
+lienzo blanqu&iacute;simo, y all&iacute; un vaso o un tenedor. De este modo, y echando
+yo la conversaci&oacute;n hacia ese lado, lleg&oacute; a decirme que su amo hab&iacute;a
+tenido siempre una salud &laquo;de fierru&raquo;, hasta que una noche, pocos meses
+hac&iacute;a, despu&eacute;s de una semana de resfriado que no le priv&oacute; de andar por
+el mundo, se hab&iacute;a despertado &laquo;ajueg&aacute;ndose de anseo, con un jirvor de
+pecho, un color de cera en la cara, y un mirar de espanto en los ojos
+que desafleg&iacute;a&raquo;. Sali&oacute; de aquello, pero para no levantar cabeza.
+&laquo;Tristez&oacute;n y acobardao&raquo;, ya era otro hombre. La tos le sofocaba de
+noche, y se pasaba en vilo la mitad de ellas. &laquo;Entr&oacute;le malencon&iacute;a&raquo; de
+las m&aacute;s negras; y si llego a no acudir yo a su lado, se va &laquo;como los
+sospiros&raquo;. &laquo;Con ello y con too&raquo;, Dios sab&iacute;a hasta d&oacute;nde llegar&iacute;a el
+carro sin atollarse para siempre.</p>
+
+<p>Y la pobre mujer, con los ojos empa&ntilde;ados, apenas hallaba voz en su
+garganta para decirme esto. &iexcl;A buena puerta hab&iacute;a llamado yo para
+curarme de tristezas!</p>
+
+<p>Agravadas las que hab&iacute;a sacado de mi habitaci&oacute;n con el contagio de las
+de Facia, apart&eacute;me de ella con dos f&oacute;rmulas de consuelo, que para m&iacute;
+hubiera querido yo, y fuime en derechura a la cocina.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="IV" id="IV"></a>IV</h2>
+
+
+<p>Estaba all&iacute; mi t&iacute;o, sentado en el sill&oacute;n de cabecera, y a su izquierda,
+en el banco que le segu&iacute;a inmediatamente, un se&ntilde;or Cura muy corpulento,
+con balandr&aacute;n de pa&ntilde;o, gorro de terciopelo ra&iacute;do, y entre manos una
+cachavona muy recia; frontero a los dos, con la lumbre entre ambos, otro
+personaje m&aacute;s corpulento a&uacute;n que el se&ntilde;or Cura, de cabeza canosa y
+gorda, cara cetrina y ojos muy saltones; en el mismo banco, pero a
+respetuosa distancia de este sujeto, Chisco sec&aacute;ndose el barro de sus
+perneras a la lumbre; y junto a ella, y acurrucada en el suelo sin
+estorbar a nadie, con una cuchara de palo en la mano derecha, y en la
+izquierda el mango de una sart&eacute;n colocada sobre las tr&eacute;bedes, una
+mocetona de ojos azules, hermoso y abundante pelo rubio y cuerpo bien
+metido en carnes.</p>
+
+<p>Al aparecer yo en la cocina, ces&oacute; el recio clamoreo de la empe&ntilde;ada
+conversaci&oacute;n que me hab&iacute;a parecido disputa desde el pasadizo inmediato,
+y todas las personas del grupo se encararon conmigo de repente.
+Descubr&iacute;me yo entonces y avanc&eacute; algunos pasos hacia la meseta del fog&oacute;n.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Hola, hola!&mdash;exclam&oacute; mi t&iacute;o al verme&mdash;. Ya vienes en busca de la
+gracia de Dios, &iquest;eh? Me alegro, hombre, me alegro... A ver, toma,
+c&oacute;gele... Bien que t&uacute; no puedes, porque est&aacute;s ocupada... T&uacute;, Chisco,
+c&oacute;gele ese candelero que trae en la mano... Vaya&mdash;a&ntilde;adi&oacute; mirando
+alternativamente al Cura y al hombr&oacute;n del otro banco&mdash;, aqu&iacute; le ten&eacute;is
+ya: &eacute;ste es mi sobrino Marcelo, el hijo de mi difunto hermano Juan
+Antonio. &iquest;Eh? &iquest;Qu&eacute; tal? &iquest;Qu&eacute; hay que pedirle en estampa ni en ropaje?...
+Mira&mdash;me dijo a m&iacute;&mdash;, estos se&ntilde;ores vienen a visitarte...</p>
+
+<p>Entonces se enderezaron a una los aludidos, que me parecieron dos
+gigantes, particularmente el seglar, que met&iacute;a la cabeza hasta los
+hombros dentro de la campana de la chimenea; pero ni el Cura se quit&oacute; el
+gorro, ni el otro el chambergazo con que tapaba una parte m&iacute;nima de la
+blanqu&iacute;sima gre&ntilde;a que se le desbordaba por todo el per&iacute;metro de la
+cabezota. Me dieron sendos apretones de manos, que me hicieron ver las
+estrellas; y mientras volv&iacute;an a sentarse, a mis ruegos, y me sentaba yo
+tambi&eacute;n a los de mi t&iacute;o entre &eacute;l y el se&ntilde;or Cura, continu&oacute; diciendo el
+primero, se&ntilde;alando al segundo:</p>
+
+<p>&mdash;El se&ntilde;or don Sabas Pe&ntilde;as, p&aacute;rroco de este pueblo desde que cant&oacute;
+misa... &iexcl;ya hace fecha! porque te advierto que no baja una peseta de los
+tres duros y medio... Se los llevo bien contados... Buen amigo, buen
+cumplidor de sus deberes, eso s&iacute;, y muy docto en latines de todas
+clases... y en poner una bala en el coraz&oacute;n de un oso sin que le tiemble
+el pulso... No se le conoce otro vicio.</p>
+
+<p>El Cura solt&oacute; aqu&iacute; una carcajada que retumb&oacute; en el embudo de la
+chimenea, y hasta farfull&oacute; unos latines de breviario que no pude
+entender.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s dijo mi t&iacute;o refiri&eacute;ndose al hombrazo del banco frontero:</p>
+
+<p>&mdash;El se&ntilde;or... Hombre&mdash;a&ntilde;adi&oacute; encar&aacute;ndose repentinamente con &eacute;l&mdash;, &iquest;me
+dejas entregar todo tu pasaporte de una vez, para acabar primero y
+entendernos mejor? Ya sabes que le tengo bien aprendido en la memoria...</p>
+
+<p>El hombrazo se revolvi&oacute; en su banco gru&ntilde;endo un poco, y dijo al fin, con
+voz cavernosa y resonante:</p>
+
+<p>&mdash;En ese que t&uacute; llamas pasaporte no hay cosa que me agravie, y puede
+estamparse siempre a la misma luz del sol: bien lo sabes t&uacute;. &iexcl;Pero
+cuidado con el retint&iacute;n! porque hay bocas que hasta el mismo &laquo;Credo&raquo; de
+la misa hacen sonar a lo que no es...</p>
+
+<p>&mdash;Esa boca no es la m&iacute;a, &iexcl;cuidado con ello!</p>
+
+<p>&mdash;Digo que hay esas bocas, y no digo m&aacute;s que eso&mdash;replic&oacute; el hombrazo.</p>
+
+<p>&mdash;Santo y corriente; pero yo vuelvo a preguntarte si va o no va, para
+conocimiento de mi sobrino, todo tu pasaporte, &iexcl;cuartajo!</p>
+
+<p>&mdash;Y yo te respondo que lo que es honra para m&iacute;, no puede ofenderme. Con
+que all&aacute; te veas, y no hay m&aacute;s que decir.</p>
+
+<p>&mdash;Pues escucha, Marcelillo, que all&aacute; va el documento: don Pedro Nolasco
+de la Casta&ntilde;alera, alcalde que fue de este Real Valle en mil ochocientos
+treinta y dos, regidor en mil ochocientos treinta, teniente de alcalde
+en mil ochocientos veintisiete, s&iacute;ndico en mil ochocientos veinticinco,
+antiguo empleado en el lavadero de lanas de los se&ntilde;ores Botifora y
+Compa&ntilde;&iacute;a, extramuros de la ciudad de Valencia... Ordeno y mando.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Lo ves?&mdash;salt&oacute; aqu&iacute; el hombrazo, con un vozarr&oacute;n que aturd&iacute;a. &iexcl;Ya
+sacastes la pata!... &iexcl;ya la jicistes!</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;En qu&eacute;?&mdash;pregunt&oacute; mi t&iacute;o, fingiendo extra&ntilde;eza, mientras el Cura re&iacute;a
+a borbotones y lanzaba latines y yo no sab&iacute;a qu&eacute; pensar de todo
+aquello...</p>
+
+<p>&mdash;Oiga, usted, caballerito&mdash;d&iacute;jome entonces don Pedro Nolasco, algo
+tembloroso de voz&mdash;: es la pura verdad que yo he sido, y a mucha honra,
+todas esas cosas que usted ha o&iacute;do... pero contra el &laquo;ordeno y mando&raquo;
+del remate, protesto una vez, y dos veces, y dos millones de ellas.</p>
+
+<p>&mdash;Consta en papeles&mdash;afirm&oacute; mi t&iacute;o con gran entereza.</p>
+
+<p>&mdash;Y mucho que consta&mdash;respondi&oacute; don Pedro Nolasco&mdash;; pero con su cuenta
+y raz&oacute;n: en bandos que yo publiqu&eacute; en su d&iacute;a, cuando las cosas andaban a
+paso m&aacute;s firme que ahora... s&iacute;, se&ntilde;or; all&iacute; estaba bien y en su punto;
+pero no lo est&aacute; donde t&uacute; acabas de ponerlo con la mala intenci&oacute;n que
+siempre tuvistes...</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Eso es agraviarme!&mdash;exclam&oacute; mi t&iacute;o sofocado por la tos.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;De que me faltaras t&uacute; sin motivo me estoy quejando yo!</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Yo no te he faltado!</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Yo aseguro que s&iacute;!</p>
+
+<p>La cosa estuvo a punto de encresparse de veras por este camino; pero con
+la intervenci&oacute;n del Cura y con la m&iacute;a, conjur&oacute;se a tiempo la tempestad,
+que no era nueva en aquella cocina entre los mismos contrincantes, seg&uacute;n
+luego supe; porque los dos eran sulfurosos de genio, y las cosas del don
+Pedro Nolasco una continua tentaci&oacute;n para el esp&iacute;ritu marrullero de mi
+t&iacute;o.</p>
+
+<p>Puestos en paz bien pronto, continu&oacute; &eacute;ste:</p>
+
+<p>&mdash;Por lo dem&aacute;s, ll&eacute;vame dos a&ntilde;os de fecha, aunque ni&eacute;galo el arrastrado,
+sin pizca de temor de Dios, y tiene ya los cuatro duros bien corridos de
+peso. Fue siempre de mucho odre, buen apetito y mejor conducta. As&iacute; ha
+llegado &eacute;l tan ac&aacute;, sin un mal retortij&oacute;n de tripas. Nunca le tom&oacute;
+apego, como el Cura, a la caza mayor... en los bre&ntilde;ales, se entiende,
+porque a la vera de su casa o al amor de la lumbre, se zampa un buey en
+dos sentadas, si hay quien se le ofrezca. Por eso y otras cosas, le
+llamamos los que bien le queremos, sin que a mal lo tome ni se ofenda,
+&laquo;Marmit&oacute;n&raquo;.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Celso!&mdash;rugi&oacute; aqu&iacute; don Pedro Nolasco, dando patadas en el borde de la
+meseta en que apoyaba los pies, calzados con zapatillas de cintos
+negros, lo mismo que el se&ntilde;or Cura y que mi t&iacute;o.</p>
+
+<p>Y entonces me fij&eacute; yo en que debajo de las zapatillas calzaba medias
+alagartadas, verdes, con grandes pintas negras.</p>
+
+<p>&mdash;Eso es lo &uacute;nico que te afea, salvo la cara&mdash;d&iacute;jole mi t&iacute;o
+serenamente&mdash;: el genial... En ese punto eres una jabalina celosa, a lo
+mejor de una chanza. Salimos de una chamusquina, y ya te quieres meter
+en otra...</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Bar&aacute;jolas!&mdash;exclam&oacute; don Pedro Nolasco santigu&aacute;ndose&mdash;. &iquest;Ustedes han
+visto otra como ella? Trapal&oacute;n de los demonios, &iquest;pues me he metido yo
+contigo ni tanto as&iacute;, desde que se acab&oacute; lo otro?</p>
+
+<p>Mi t&iacute;o no le hizo caso, y me pregunt&oacute; a m&iacute;:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Le has visto ya bien? Pues con esas cerdas y todo, es el vecino m&aacute;s
+nobl&oacute;n del pueblo y el mejor amigo de sus amigos, y adem&aacute;s es uva de la
+nuestra cepa. Lleva el coraz&oacute;n en la mano, y dar&aacute; la piel cuando no
+tenga capa que partir con el pobre. Te lo digo yo, Marmit&oacute;n de los
+demonios, aunque me pegues&mdash;a&ntilde;adi&oacute; encar&aacute;ndose con el gigante&mdash;; te lo
+digo yo, &iexcl;cuartajo!, yo, que tengo buenas pruebas de ser verdad: y te lo
+digo con el alma y vida. Si quieres creerme, me crees, y si no, peor
+para ti. &iquest;No es as&iacute;, Cura?</p>
+
+<p>&mdash;<i>Est Deus in nobis</i>&mdash;respondi&oacute; &eacute;ste moviendo la cabeza de un lado a
+otro, como quien afirma algo bueno que es adem&aacute;s indiscutible&mdash;. No hay
+que darle vueltas, <i>est Deus in nobis, semper et ubique</i>. Y si no fuera
+as&iacute;, pobres de nosotros a cada chapucer&iacute;a de las que arma Satan&aacute;s en las
+disputas de los hombres.</p>
+
+<p>&mdash;Pues bueno&mdash;repuso mi t&iacute;o volvi&eacute;ndose hacia su amigo que no chistaba
+ni se mov&iacute;a, con los ojazos clavados en la lumbre&mdash;. Ahora quiero que te
+quedes a cenar con nosotros, no por m&iacute;, que no lo merezco, sino por
+honrar a mi sobrino.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;A buen tiempo!&mdash;murmur&oacute; el gigante revolviendo un poco la mirada
+hacia don Celso y descargando mucho los celajes de su faz.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Lo dices porque has cenado ya?&mdash;le replic&oacute; mi t&iacute;o.</p>
+
+<p>&mdash;Naturalmente.</p>
+
+<p>&mdash;Pues por eso mismo, porque lo presum&iacute;a, te convido yo. En est&oacute;magos
+como el tuyo, ceba llama ceba... Y para animarte m&aacute;s y hacerla redonda y
+cabal esta noche, tambi&eacute;n te convido a ti, Cura.</p>
+
+<p>&mdash;Eso ya es otra cosa&mdash;dijo entonces don Pedro Nolasco, entrando de
+frente a la porf&iacute;a&mdash;: si &eacute;l se queda...</p>
+
+<p>Neg&aacute;base el Cura a ello de todas veras; pero a fuerza de insistir mi t&iacute;o
+y de empe&ntilde;arme yo tambi&eacute;n, acept&oacute; al cabo.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Lo has o&iacute;do, Tona?... Pues ll&eacute;vale el cuento a Facia para que ponga
+dos platos m&aacute;s en la mesa, y a&ntilde;ade t&uacute; lo que falte, si es que falta algo
+en la cocina.</p>
+
+<p>Tona respondi&oacute; que sobraba con lo que hab&iacute;a arrimado a la lumbre,
+siempre que cada cual comiera &laquo;como Dios mandaba&raquo;; y mi t&iacute;o, mientras el
+hombr&oacute;n recib&iacute;a con carraspeos la condicional que la sirviente hab&iacute;a
+echado hacia all&aacute; con los ojos, dio por rematada la historia y mand&oacute; que
+se tratara de otra m&aacute;s divertida.</p>
+
+<p>No lo fueron ni tanto siquiera, para mi gusto, las pocas que salieron a
+relucir despu&eacute;s, mientras la mocetona rubia, y Facia, la mujer gris, que
+entraba y sal&iacute;a a menudo, daban los &uacute;ltimos toques a los condumios
+arrimados al fuego. Por mi parte, y &laquo;para ir tirando de la conversaci&oacute;n&raquo;
+tuve que suministrar, a instancias del Cura y de don Pedro Nolasco,
+cuatro vaguedades sobre &laquo;esos mundos de Dios&raquo;, por los que tanto hab&iacute;a
+rodado, al decir de los mismos se&ntilde;ores; y menos interesado ya que al
+principio en lo que all&iacute; se trataba, y pudiendo llevar mi atenci&oacute;n a
+otros t&eacute;rminos del cuadro, observ&eacute;, entre otras cosas, que Tona y Chisco
+no tomaban parte en ello m&aacute;s que con los ojos y alguna que otra
+exclamaci&oacute;n o risotada, y que la tal sirvienta, por su cara y por su
+talle, de pies a cabeza, en fin, era lo que se llamaba una buena moza.</p>
+
+<p>&mdash;Ya ves&mdash;lleg&oacute; a decirme mi t&iacute;o&mdash;, que aqu&iacute; no se pasa el rato del todo
+mal, despu&eacute;s de hecho el hombre a estas cosas tan diferentes de las de
+&laquo;all&aacute;&raquo;. Y mejores se pasan todav&iacute;a, como ir&aacute;s viendo, porque esta noche
+no hace regla: no es saz&oacute;n de ello hoy por hoy, en que no aprieta el
+fr&iacute;o y est&aacute; mucha de la ma&iacute;z sin deshojar, y hay que deshojarla, porque
+lo primero es lo primero; pero d&eacute;jate que corran d&iacute;as y empiece a
+empardecerse el cielo y a &laquo;rebombar&raquo; el poz&oacute;n de Pe&ntilde;a Sagra, &iexcl;trastajo!
+y ver&aacute;s acudir gente a esta cocina, hasta haber noche de no caber en
+estos bancos, cada cual con su av&iacute;o y con su tema... toda gente montuna,
+por de contado: puros jastialones. Hay que armarse a veces de mucho
+aguante, eso s&iacute;, porque en un reba&ntilde;o, &iexcl;zancajo! no todas las bestias son
+de una misma condici&oacute;n; pero las mejores de &eacute;ste son las m&aacute;s; y con tal
+de no pedir casta&ntilde;as al camueso... Vamos, que te ha de entretener, si es
+que te avezas a ello... y Dios lo haga as&iacute;.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Pues no ha de jacerlu!&mdash;exclam&oacute; don Pedro Nolasco, asombrado de que
+se pusiera en duda lo que &eacute;l ten&iacute;a por indudable.</p>
+
+<p>&mdash;<i>A custodia matutina usque ad noctem speret Israel in
+Domino</i>&mdash;confirm&oacute; don Sabas&mdash;, sin contar con lo que tengo dicho y no me
+cansar&eacute; de repetir: <i>est Deus in nobis</i>; y por eso no hay que desesperar
+de nada que sea honrado, conveniente al hombre de bien y conforme a la
+santa ley de Dios.</p>
+
+<p>Cuando lleg&oacute; el momento de irnos a cenar, pregunt&oacute; don Pedro Nolasco muy
+sorprendido:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Pero, c&oacute;mo?... &iquest;No cenamos aqu&iacute;?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;No se&ntilde;or!&mdash;respondi&oacute; mi t&iacute;o empuj&aacute;ndonos hacia la puerta.</p>
+
+<p>&mdash;Pero &iquest;por qu&eacute;?&mdash;insisti&oacute; aqu&eacute;l erguido sobre el fog&oacute;n.</p>
+
+<p>&mdash;Curios&oacute;n de los demonios&mdash;replic&oacute; el otro volvi&eacute;ndose hacia &eacute;l desde
+la mitad de la cocina&mdash;. En primer lugar, a zoquete regalado no debieras
+ponerle tachas; y, por &uacute;ltimo, has de saberte, traga-aldabas del jinojo,
+que ni todos los tiempos corren unos, ni todos los hombres son iguales.
+&iquest;Me entiendes ahora?</p>
+
+<p>Esto ocurr&iacute;a en el instante en que Chisco, por mandato de Tona, se
+acercaba a la pared que yo hab&iacute;a tenido enfrente, a la cual estaba
+adaptado un tablero, soltaba la taravilla que le sujetaba por arriba, le
+hac&iacute;a girar sobre el eje que ten&iacute;a en el lado de abajo, y le dejaba en
+posici&oacute;n horizontal sostenido por un tentemozo. Pidiendo informes sobre
+el uso de aquel aparato, averig&uuml;&eacute; que era la mesa &laquo;perezosa&raquo; a quien
+hab&iacute;a aludido mi t&iacute;o en el comedor.</p>
+
+<p>&mdash;Y &iquest;para qu&eacute; la ponen ahora?&mdash;pregunt&eacute;le.</p>
+
+<p>&mdash;Para cenar los criados en cuanto nosotros nos larguemos de
+aqu&iacute;&mdash;respondi&oacute;me.</p>
+
+<p>Me gust&oacute; el artefacto, que quedaba armado a muy corta distancia del
+fog&oacute;n; tent&oacute;me la novedad aquella, y desde luego un&iacute; mi parecer al bien
+notorio de don Pedro Nolasco.</p>
+
+<p>&mdash;Pues por m&iacute;&mdash;dijo mi t&iacute;o con firme resoluci&oacute;n&mdash;, que levanten los
+manteles de la otra mesa y los tiendan en &eacute;sta. Por regalarte el gusto,
+mand&eacute; que se cenara all&aacute;: ya sabes que el m&iacute;o es muy diferente. Adem&aacute;s,
+para lo que he de cenar yo... Conque si te gusta m&aacute;s esto...</p>
+
+<p>Convinimos, a mis ruegos, en que por aquella noche quedaran las cosas
+como estaban, cenando en adelante en la perezosa y dejando la mesa del
+sal&oacute;n para la comida del mediod&iacute;a; baj&oacute;se de su pedestal don Pedro
+Nolasco, y salimos de la cocina los cuatro comensales en ringlera,
+siguiendo a Tona que nos alumbraba el camino con el candil que hab&iacute;a
+descolgado de la campana de la chimenea.</p>
+
+<p>Y sucedi&oacute; lo que yo estaba temiendo rato hac&iacute;a, por lo que hab&iacute;a ido
+observando alrededor de la lumbre y en los trajines de la repolluda
+cocinera; que la cena dispuesta en honor m&iacute;o era para servir de espanto
+m&aacute;s que de tentaci&oacute;n y de consuelo a un comensal de mis tragaderas,
+hecho y avezado a las sabrosas parvidades de la cocina mundana.
+Comenzando a contar por los cubiertos y dos cucharones de plata de
+anticuada forma, una torta de pan &laquo;casero&raquo;, ocho vasos de cristal
+verdoso y un botell&oacute;n muy negro, todo cuanto hab&iacute;a y fue apareciendo
+sobre la mesa era macizo y grande y abundante hasta lo incre&iacute;ble.
+Primeramente, un cangil&oacute;n de sopas de leche, despu&eacute;s una fuente muy
+honda, de un potaje de nabos en ensalada; luego una tortilla de
+torreznos, seguida de una asadura picante, y, por &uacute;ltimo, una compota
+descomunal de manzanas, y mucho queso curado de ovejas. Lo &uacute;nico que
+escaseaba all&iacute; eran la luz y el calor, porque la de las mechas del vel&oacute;n
+casi se perd&iacute;a en el negro espacio antes de llegar a la mesa, y el
+chamusc&oacute;n que yo me hab&iacute;a dado en la cocina s&oacute;lo me serv&iacute;a en el comedor
+para sentir doblemente la glacial temperatura de aquel p&aacute;ramo.</p>
+
+<p>El Cura, contra lo que yo esperaba de su tama&ntilde;o, com&iacute;a nada m&aacute;s que
+regularmente, y era limpio y reposado en el comer. Mi t&iacute;o probaba de
+todo sin gustarle nada, y yo satisfice mi necesidad, m&aacute;s que apetito, de
+doce horas, casi tanto con la vista de tan copiosos alimentos, como con
+las parvidades que de ellos tom&eacute;... &iexcl;Pero don Pedro Nolasco!... No ten&iacute;a
+calo ni medida su est&oacute;mago de buitre; devoraba hasta con los ojos; y
+mucho de lo que no le cab&iacute;a en la boca mientras funcionaba su gaznate,
+corr&iacute;ale en regatos por el exterior hasta sumirse bajo la sobarba entre
+cuero y camisa, o mezclarse gota a gota con la mugre del chaleco.</p>
+
+<p>Se habl&oacute; poco en la mesa, y de esto poco la mayor parte fue de mi t&iacute;o
+para decir injurias al glot&oacute;n, que no le contestaba, ni creo que le o&iacute;a,
+y para ponderarme su asombro por lo melindroso que le parec&iacute; en el
+comedor, y muy especialmente por el &laquo;plan&raquo; de cena m&iacute;a, para en
+adelante, que le trac&eacute;. No pod&iacute;a comprender el buen se&ntilde;or que un mozo de
+mis a&ntilde;os y con mi salud, no comiera cuanto se le pusiera delante a
+cualquier hora del d&iacute;a o de la noche. &laquo;Abundante y sustancioso&raquo; era la
+divisa del bien comer entre los hombres rumbosos del pelaje de mi t&iacute;o.</p>
+
+<p>Andando en esto y &laquo;regoldando&raquo; ya el gigante por no tener su est&oacute;mago
+cosa de m&aacute;s jugo en que entretenerse, oy&oacute;se una campanada de rel&oacute; hacia
+lo m&aacute;s obscuro y remoto de la estancia.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Las diez y media!&mdash;dijo mi t&iacute;o revolvi&eacute;ndose en el banco&mdash;. Me parece
+que ya es hora de que te dejemos en paz. El viaje te habr&aacute; molido bien
+los huesos, y tendr&aacute;s ganas de tumbarlos en la cama. Por lo dem&aacute;s, no te
+creas: entre el laberinto del ganado abajo, y la tertulia de arriba
+despu&eacute;s de rezar el Rosario, rara es la noche en que nos acostamos m&aacute;s
+temprano... Ya ver&aacute;s, ya ver&aacute;s, &iexcl;pispajo! c&oacute;mo sabemos vivir aqu&iacute;,
+aunque montunos y pobres, a uso de pudientes de ciudad... Conque
+&iquest;entend&iacute;stelo, Marmit&oacute;n? Pues, &iexcl;jorria! ya que est&aacute;s jartu, y a su casa
+el que la tenga.</p>
+
+<p>Levant&aacute;monos todos, dio gracias el Cura, respond&iacute;mosle cumplida y
+devotamente, y se fue con don Pedro Nolasco, no sin haberme hecho volver
+a ver las estrellas con los apretones de manos que me dieron por
+despedida.</p>
+
+<p>Poco tiempo despu&eacute;s, encerrado yo en mi cuarto, pase&aacute;bame a lo largo de
+&eacute;l intentando pensar en muchas cosas sin llegar a pensar con fundamento
+en nada, no s&eacute; si porque realmente no quer&iacute;a, o porque no pod&iacute;a pensar
+de otra manera. Con esta oscuridad en mi cerebro y el continuo zumbar
+del r&iacute;o en su ca&ntilde;ada, acab&eacute; por sentirme amodorrado, y me acost&eacute;.</p>
+
+<p>Blanca de ropas y limpia como un sol era mi cama; pero &iexcl;qu&eacute; fr&iacute;a... y
+qu&eacute; dura me pareci&oacute;!</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="V" id="V"></a>V</h2>
+
+
+<p>Sin embargo, dorm&iacute; toda la noche de un solo tir&oacute;n; pero so&ntilde;ando mucho y
+sobre muchas cosas a cual m&aacute;s extravagante. Recuerdo que so&ntilde;&eacute; con el oso
+del Puerto; con desfiladeros y ca&ntilde;adas que no ten&iacute;an fin, y tan angostas
+de garganta, que no cab&iacute;a yo por ellas ni aun andando de medio lado.
+Obstinado en pasar huyendo de la fiera que me segu&iacute;a balance&aacute;ndose sobre
+sus patas de atr&aacute;s y relami&eacute;ndose el hocico, tanto forzaba la cu&ntilde;a de mi
+cuerpo, que remov&iacute;a los montes por sus bases y oscilaban all&aacute; arriba,
+&iexcl;muy arriba! las c&uacute;spides pedregosas, y hasta se desplomaban muchas de
+ellas sobre m&iacute;, pero sin hacerme da&ntilde;o. Tambi&eacute;n so&ntilde;&eacute; con mi t&iacute;o bailando
+en la cocina, junto a la lumbre, unas seguidillas que cantaba la mujer
+gris ta&ntilde;endo una sart&eacute;n muy grande; y despu&eacute;s con don Pedro Nolasco, el
+cual com&iacute;a becerros crudos y troncos de abedul y pe&ntilde;ascos de granito con
+bardales, mientras iban comi&eacute;ndome a m&iacute;, fibra a fibra y muy poco a
+poco, el Tedio y la Melancol&iacute;a, un matrimonio de lo m&aacute;s horrible, que
+viv&iacute;a en el fondo de un abismo sin salida por ninguna parte.</p>
+
+<p>Quiz&aacute;s por haber sido &eacute;ste mi &uacute;ltimo sue&ntilde;o de la noche, fue tan triste
+mi despertar por la ma&ntilde;ana. &iexcl;Porque fue triste de veras! Pero me hab&iacute;a
+dormido con la curiosidad recelosa de conocer de vista la tierra en que
+voluntariamente acababa de sepultarme; y sintiendo revivir de golpe
+aquel vehemente deseo al ver un poco de luz que se filtraba por los
+resquicios de las puertas, levant&eacute;me de prisa, lav&eacute;me tiritando de fr&iacute;o,
+envolv&iacute;me en el abrigo m&aacute;s espeso de los varios que ten&iacute;a a mi alcance,
+y me asom&eacute; al mismo balc&oacute;n a que me hab&iacute;a asomado por la noche.</p>
+
+<p>Ya no llov&iacute;a; pero estaba el mezquino retal de cielo que se ve&iacute;a desde
+all&iacute; levantando mucho la cabeza, cargado de nubarrones que pasaban a
+todo correr por encima del pe&ntilde;&oacute;n frontero y desaparec&iacute;an sobre el tejado
+de la casa. Entre nube y nube y cuando se romp&iacute;a alg&uacute;n empalme de los de
+la apretada reata, asomaba un jironcito azul, salpicado de veladuras
+anacaradas; algo como esperanza de un poco de sol para m&aacute;s tarde, si por
+ventura reg&iacute;an en aquella salvaje comarca las mismas leyes
+meteorol&oacute;gicas que en el mundo que yo conoc&iacute;a.</p>
+
+<p>Dejando este punto en duda, descend&iacute; con la mirada y la atenci&oacute;n a lo
+que m&aacute;s me interesaba por el momento: lo que pod&iacute;a verse de la tierra en
+todas direcciones desde mi observatorio de piedra mohosa con barandilla
+de hierro oxidado. &iexcl;Bien poco era ello, Dios de misericordia!</p>
+
+<p>Delante y casi toc&aacute;ndole con la mano, un pe&ntilde;&oacute;n enorme que se perd&iacute;a de
+vista a lo alto, y a&uacute;n continuaba creciendo seg&uacute;n se alejaba cuesta
+arriba hacia mi izquierda, al paso que hacia la derecha decrec&iacute;a
+lentamente y a medida que se estiraba, cuesta abajo, hasta estrellarse,
+convertido en cerro, contra una monta&ntilde;a que le cortaba el paso
+extendiendo sus faldas a un lado y a otro. Rozando las del pe&ntilde;&oacute;n y la
+del cerro hasta desaparecer hacia la izquierda por el boquete que
+quedaba entre el extremo inferior del cerro y la monta&ntilde;a, bajaba el r&iacute;o
+a escape, dando tumbos y haciendo cabriolas y bramando en su cauce
+angosto y profundo, cubierto de malezas y de misterios. Inclinado hacia
+el r&iacute;o, entre &eacute;l y la casa, debajo, enfrente y a la izquierda del
+balc&oacute;n, un suelo viscoso de lastras h&uacute;medas con manchones de c&eacute;sped,
+musgos, ortigas y bardales. A la derecha y casi a plomo del balc&oacute;n, el
+principio de un corral que segu&iacute;a fachada abajo y daba vuelta en &aacute;ngulo
+recto hacia la otra, lo mismo que el cobertizo que le cercaba por el
+lado del r&iacute;o, y estaba destinado, por las muestras visibles, a cuadras,
+le&ntilde;eras y pajares. Por el estorbo de estos tejadillos y de la larga
+l&iacute;nea de fachada de la casona, s&oacute;lo se alcanzaba a ver, por la derecha,
+una estrecha faja de terreno cultivado, paralela al r&iacute;o y perteneciente
+al valle que, seg&uacute;n todas las trazas, se extend&iacute;a hacia aquella parte,
+es decir, a la derecha del r&iacute;o. Y a todo esto, el patio y sus tejados, y
+el terreno de afuera, y las zarzas y los helechos y la baranda del
+balc&oacute;n, en fin, cuanto se ve&iacute;a o se palpaba desde mi observatorio,
+h&uacute;medo, reluciente y goteando.</p>
+
+<p>No habiendo cosa m&aacute;s risue&ntilde;a en que poner la vista por aquel lado, fuime
+a la otra fachada, la que correspond&iacute;a al claro frontero a mi alcoba.
+Por esta puerta sal&iacute; a un largo balc&oacute;n o &laquo;solana&raquo;, de madera encajonada
+entre dos &laquo;esquinales&raquo; o mensulones de siller&iacute;a, llamados tambi&eacute;n
+&laquo;cortafuegos&raquo;. En el de mi derecha resaltaba el grueso y tallado canto
+de un escudo de armas, cuyo frente no pod&iacute;a ver por lo que sobresal&iacute;a el
+esquinal de la baranda del balc&oacute;n. No pudiendo ver tampoco desde all&iacute;, y
+por id&eacute;ntico motivo, el resto de la fachada, supuse, y no sin
+fundamento, que la parte de edificio habitada por m&iacute; formaba un cuerpo
+saliente. El balc&oacute;n ca&iacute;a sobre un huerto del mismo ancho que aquella
+fachada de la casa, y muy poco m&aacute;s de largo, con sus correspondientes
+inclinaciones hacia ella y hacia el r&iacute;o; una docena de frutales en
+esqueleto; un cuadro de repollos medio podridos; algunas matas de ruda,
+de mejorana y de romero; un rosal vicioso y en barbecho lo dem&aacute;s; un
+muro viejo para cercarlo todo; y por encima del muro, surgiendo las
+moles de un negro anfiteatro de fragosos montes, que all&aacute; se andaban en
+altura con el pe&ntilde;&oacute;n de la derecha, que formaba parte de &eacute;l. Y no se ve&iacute;a
+otra cosa.</p>
+
+<p>Por la direcci&oacute;n de la luz y otras se&ntilde;ales bien f&aacute;ciles de estimar, di
+por seguro que aquella fachada de la casa miraba al Sur, y que por el
+lastral que bajaba a mi izquierda, es decir, al Este, entre la pared del
+huerto y el monte de aquel lado desde un alto desfiladero que se ve&iacute;a
+algo lejano, hab&iacute;a venido yo la noche antes. Por este viento nada ten&iacute;a
+que observar, pues bien a la vista estaba la monta&ntilde;a que corr&iacute;a paralela
+a la casa asombr&aacute;ndola con su mole. Hab&iacute;a, pues, que buscar por el Norte
+del &laquo;solar de mis mayores&raquo; la perspectiva del valle entero, que le
+parec&iacute;a a Chisco &laquo;punto menos que la gloria&raquo;.</p>
+
+<p>Con este prop&oacute;sito me retir&eacute; de la solana de mi aposento, y sal&iacute; al
+comedor. Estaban abiertos los dos claros de &eacute;l que daban al exterior de
+la casa. Acerqu&eacute;me a uno de ellos, y vi que correspond&iacute;an ambos a otra
+solana muy escondida al socaire de la pared de mi habitaci&oacute;n que,
+efectivamente, sobresal&iacute;a mucho de la l&iacute;nea general de la fachada. Entre
+esta pared y otro mensul&oacute;n mucho menos saliente que ella al extremo
+opuesto, corr&iacute;a la solana, a la que daba tambi&eacute;n una puerta del
+dormitorio de mi t&iacute;o.</p>
+
+<p>Estaba abierta y me col&eacute; dentro. No hab&iacute;a all&iacute; m&aacute;s que una cama del
+mismo estilo que la m&iacute;a, pero grande, de las llamadas de matrimonio; un
+crucifijo y una benditera en la pared del testero, una c&oacute;moda, dos
+perchas, un palanganero, un sill&oacute;n de vaqueta, dos sillas y un felpudo.
+La cama estaba ya hecha, el suelo barrido y todas las cosas en orden,
+se&ntilde;al de que mi t&iacute;o hab&iacute;a madrugado m&aacute;s que yo. Me asom&eacute; a una ventana
+abierta en la pared del Este junto a una alacena, y vi lo que ya me
+hab&iacute;a imaginado: el pe&ntilde;ascal negro, jaspeado de grietas con vegetaciones
+silvestres y separado de la casa por un callej&oacute;n pendiente, de lastras
+resbaladizas.</p>
+
+<p>Al volver al comedor por la salona, hall&eacute;me con mi t&iacute;o que entraba en &eacute;l
+por la puerta de enfrente. Llegaba fatigoso y se apoyaba en un bast&oacute;n. A
+la luz del d&iacute;a parec&iacute;ame su traza muy otra de lo que me hab&iacute;a parecido a
+la luz artificial. El blanco y fino cutis de su cara ten&iacute;a un matiz
+azulado, y hab&iacute;a en sus ojos y en su boca una muy marcada expresi&oacute;n de
+anhelo. Sin embargo, su &laquo;humor&raquo; era el de siempre; y si era disimulo de
+lo contrario, no se le conoc&iacute;a. Se admir&oacute; de hallarme levantado tan
+temprano. Ven&iacute;a a ver qu&eacute; era de m&iacute;; si se me o&iacute;a revolverme en la cama,
+para entrar, en este caso, a abrirme los balcones, si lo deseaba, y si
+no, para tener el gusto de darme los buenos d&iacute;as. Le agradec&iacute; mucho su
+cuidado, y despu&eacute;s de abrazarle le pregunt&eacute; c&oacute;mo hab&iacute;a pasado la noche y
+por qu&eacute; madrugaba tanto.</p>
+
+<p>&mdash;Como siempre, hijo del alma&mdash;contest&oacute;me entre toses y jadeos&mdash;. Y no
+me las d&eacute; Dios peores. En buena salud, me levantaba con el alba; desde
+que tengo tan mal dormir, madrugo mucho m&aacute;s que el sol, y con todo y con
+ello, me sobra tiempo de cama.</p>
+
+<p>Pareci&oacute;me que el relente fr&iacute;o de las madrugadas no deb&iacute;a de sentarle
+bien, y as&iacute; se lo dije, aconsej&aacute;ndole que se guardara de &eacute;l.</p>
+
+<p>&mdash;Eso ser&aacute; entre vosotros&mdash;me contest&oacute; con su aire chancero de
+costumbre&mdash;, avezados a vivir entre cristales; &iexcl;pero entre los montunos
+de por ac&aacute;!... &iexcl;Pobre de tu t&iacute;o Celso el d&iacute;a en que no pueda desayunarse
+con una tripada de esa gracia de Dios! Pero, vamos a ver, &iquest;y t&uacute;? &iquest;te has
+desayunado ya con algo m&aacute;s de tu gusto? Porque no falta de ello en casa,
+como te dije anoche. Y si no has pensado en eso, &iquest;en qu&eacute; trastajo has
+pensado?... &iexcl;Mira que como sea falta de franqueza!...</p>
+
+<p>D&iacute;jele en qu&eacute; me estaba entreteniendo desde que me hab&iacute;a levantado y lo
+que llevaba visto ya, y me replic&oacute;, agarr&aacute;ndome por un brazo al mismo
+tiempo y tirando de m&iacute; hacia los carrejos interiores:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Por vida del ocho de copas, hombre!... Pues, mira, en parte me alegro
+de que hayas empezado por donde empezaste: as&iacute; te queda lo mejor para lo
+&uacute;ltimo... &iexcl;Ven ac&aacute;, ven ac&aacute;!</p>
+
+<p>Y me llev&oacute; a remolque hasta la cocina, donde me hall&eacute; a la mujer gris, a
+Tona y a Chisco, sentados a la perezosa y almorzando unas fritangas con
+borona. Di&eacute;ronme risue&ntilde;os los buenos d&iacute;as, lev&aacute;ntandose muy corteses, y
+apenas me dej&oacute; tiempo mi t&iacute;o para cambiar con ellos algunas palabras;
+porque tan pronto como abri&oacute; una puerta cercana a la mesa y en la misma
+pared, comenz&oacute; a llamarme a su lado.</p>
+
+<p>Obedeci&eacute;ndole, sal&iacute; a un balc&oacute;n de madera de mucha l&iacute;nea y muy volado,
+la mitad del cual ca&iacute;a sobre el patio de las cuadras, que no pasaba del
+centro de aquella fachada, y la otra mitad afuera. De este modo pod&iacute;a
+ver el panorama completo y sin estorbos. Formaban la barrera de enfrente
+la monta&ntilde;a atravesada delante del cerro de la izquierda, y otra que la
+segu&iacute;a hacia mi derecha, bien poblada de vegetaci&oacute;n en su base, de color
+pardo muy obscuro en la mitad, de alto abajo, de lo que pudiera llamarse
+su tronco; de verde crud&iacute;simo en la otra mitad, y con la enorme cabeza
+gris, como un cr&aacute;neo despellejado y seco, entornada hacia el hombro
+izquierdo, con la blanca osamenta al aire tambi&eacute;n. Me hac&iacute;a el efecto
+aquella vasta mancha verde, fina y jugosa, iluminada entonces casi de
+frente por un rayo de sol, de un remiendo de terciopelo riqu&iacute;simo en un
+vestido de tosco sayal. Formando &aacute;ngulo con esta monta&ntilde;a y quedando un
+boquete entre las dos, terminaba, coronada de crestas y picachos, la que
+descend&iacute;a por el Este de la casa roz&aacute;ndola el costado con sus bardales.</p>
+
+<p>Dentro de todo este marco, que parec&iacute;a una contradanza de colosos
+encapuchados, se extend&iacute;a una tierra de labor tijereteada en pedazos, de
+pradera y de boronales, los primeros de un verde aterciopelado, y los
+segundos con la nota pajiza que les daban los tallos secos, a&uacute;n no
+cortados, del ma&iacute;z reci&eacute;n cogido. Entre mi observatorio y esta mies, que
+descend&iacute;a en rampa hacia los montes de enfrente, y muy inclinada al
+mismo tiempo hacia el r&iacute;o, un pedregal erizado de malezas y surcado de
+senderos y camberas de comunicaci&oacute;n con el pueblo, cuyas casitas se
+ve&iacute;an, hechas un reba&ntilde;o, en lo m&aacute;s alto de la mies, con la iglesia en
+medio, que parec&iacute;a, y lo era en sustancia, su pastor. En todos aquellos
+edificios, con las fachadas muy lavaditas y las puertas y ventanas de
+par en par, ve&iacute;a yo otras tantas caras de seres desdichados y
+enfermizos, con la boca y los ojos muy abiertos, &aacute;vidos de aire y de luz
+que les iban faltando. Y entre aquellas caras las hab&iacute;a de varias
+expresiones, desde el pat&eacute;tico compasible, hasta el c&oacute;mico y el
+grotesco. Daba gana de echar a algunas de ellas una limosna, para
+calmarles las angustias del est&oacute;mago, o un sombrero de desecho para
+sustituir la ruinosa chimenea, y a todas un asidero para sostenerse, sin
+rodar hasta el monte, en la postura violenta en que yo las ve&iacute;a.</p>
+
+<p>Tan embebido me hallaba en este linaje de visiones, que ni siquiera me
+enteraba de los informes que iba d&aacute;ndome mi t&iacute;o sobre cada cosa de las
+principales del cuadro. Parec&iacute;ame todo el valle, relativamente a la
+altura de su marco, de una peque&ntilde;ez asfixiadora, y consider&aacute;bame ca&iacute;do
+de las nubes en el fondo de un dedal enorme. &iquest;Qu&eacute; idea tendr&iacute;a Chisco de
+la Gloria celestial, cuando la pon&iacute;a solamente un punto m&aacute;s arriba que
+aquello en la escala de lo hermoso y admirable?</p>
+
+<p>&iexcl;Dios eterno, qu&eacute; envidia tuve entonces a los p&aacute;jaros porque volaban!</p>
+
+<p>&mdash;D&iacute;game usted, t&iacute;o&mdash;pregunt&eacute;le de golpe, y sin reparar en que le
+cortaba a lo mejor un entusi&aacute;stico discurso precisamente sobre la
+anchura y salubridad del valle&mdash;, &iquest;por d&oacute;nde se sale de aqu&iacute;?</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Jacia &oacute;nde?&mdash;me pregunt&oacute; &eacute;l a su vez.</p>
+
+<p>&mdash;Pues... hacia... hacia fuera, hacia el mundo, vamos&mdash;respond&iacute;le yo
+aturullado como un chicuelo imprudente, temeroso de que me descubriera
+los pensamientos que me hab&iacute;an arrancado la pregunta.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Jacia el mundo!&mdash;repiti&oacute; &eacute;l soltando una carcajada&mdash;. Pues me hace
+gracia la ocurrencia, &iexcl;pispajo! &iquest;Estamos aqu&iacute; en el limbo, o qu&eacute;?</p>
+
+<p>&mdash;He querido decir&mdash;repuse celebrando con una risotada contrahecha la
+pregunta de mi t&iacute;o&mdash;, que cu&aacute;les son las salidas principales...</p>
+
+<p>&mdash;Ya, ya: ya te hab&iacute;a calado yo el pensamiento&mdash;respondi&oacute;me &eacute;l, dejando
+de pronto el aire jaranero&mdash;, sino que como la ocurrencia tuya se
+acaldaba bien en una chanza, y yo soy as&iacute;... Pues te dir&eacute;: una de las
+salidas principales es el camino por donde t&uacute; has venido anoche, &eacute;ste de
+al lado nuestro.</p>
+
+<p>&mdash;Corriente.</p>
+
+<p>&mdash;Y la otra es la que se ve all&aacute; abajo, a la mano izquierda: la misma
+salida del r&iacute;o. &iquest;No ves un camino que va por encima de &eacute;l siguiendo toda
+la ladera? El puente est&aacute; aqu&iacute; a la izquierda, entre aquellos jarales.
+Puede que le confundas con ellos por lo viejo que es... Pues por ese
+camino se va...</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Hasta d&oacute;nde?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Hasta d&oacute;nde!... &iexcl;Trastajo! hasta la mar, si te conviene.</p>
+
+<p>&mdash;Bien; pero &iquest;por d&oacute;nde?</p>
+
+<p>&mdash;Pues r&iacute;o abajo, r&iacute;o abajo... de pueblo en pueblo. &iquest;Quieres que te los
+nombre uno a uno?</p>
+
+<p>&mdash;No hay necesidad.</p>
+
+<p>&mdash;Hasta que llegas a un camino real. Si quieres seguirle por la derecha,
+porque te jale lo mundano, le sigues; y si te contentas con menos, le
+cruzas; y no apart&aacute;ndote de la vera del r&iacute;o, en un dos por tres dar&aacute;s
+con los jocicos en la mar... Mira, hombre, aqu&iacute; donde me ves y con los
+a&ntilde;os que tengo, no llegan a cuatro las veces que he estado en Santander.
+La primera con tu t&iacute;a, reci&eacute;n casado con ella. Entonces no hab&iacute;a el
+camino real de que te hablo, que es de ayer, y hab&iacute;a que ir a buscarle
+m&aacute;s lejos. &Iacute;bamos a caballo, como siempre se ha ido desde aqu&iacute; por los
+pudientes. Ella, en un sill&oacute;n de terciopelo azul y clavillos
+sobredorados, con las galas de novia, a la moda de entonces. Campaba de
+veras, porque era guapetona de firme... &iexcl;trastajo, si lo era! No nos
+com&iacute;a la prisa y jicimos noche en la villa de San Vicente, que al otro
+d&iacute;a abri&oacute; puertas y ventanas para vernos salir... Mira, hombre, poco m&aacute;s
+de un mes antes hab&iacute;a salido de Espa&ntilde;a, a tiro limpio, el &uacute;ltimo ladr&oacute;n
+de los de Pepe Botellas... Cabalmente. Pues bueno: paramos poco en la
+ciudad, porque no nos gust&oacute; aquello. La segunda vez fue a ra&iacute;z de lo del
+veintitr&eacute;s, con un pariente de los de Promisiones, que deseaba, como yo,
+ver c&oacute;mo andaban las cosas del mundo, despu&eacute;s de la taringa que hab&iacute;an
+llevado los botarates de la &laquo;Pitita&raquo;. &iexcl;Cuartajo, qu&eacute; cumplida se la
+dieron... y qu&eacute; merecida la ten&iacute;an los arrastrados! Pues la tercera fue
+ayer, como quien dice, no m&aacute;s que por el gusto de saber por m&iacute; propio
+qu&eacute; era eso del camino de fierru que acababa de estrenarse... Y para de
+contar, despu&eacute;s de enterarte de que no pasan de doce las que he salido
+del valle m&aacute;s all&aacute; de dos leguas... Y te aseguro que nunca que dorm&iacute;
+fuera de &eacute;l, jice sue&ntilde;o con arte, y toda comida que no sea la de mi
+casa, me ha sabido siempre a condumio sin sustancia; y en no viendo yo
+estos picachones encima de la cabeza por donde quiera que ando, me hago
+cuenta que no veo cosa de gusto ni de traza, y hasta la mar de la costa
+me parece una pozuca, comparada con las anchuras de este valle... De las
+casas en ringle no se me hable, &iexcl;trastajo! porque solamente de mentarlas
+me falta la respiraci&oacute;n y me ajoga el hipo... La verdad, Marcelo... Cada
+uno a lo suyo, y con su cada cual. Y a este respective, has de saberte
+que hay en este valle gentes que se caen de viejas sin haber salido de
+&eacute;l m&aacute;s all&aacute; de lo que corre de una &laquo;alent&aacute;&raquo; un perro con asma. Y se
+morir&aacute;n tan satisfechas como si murieran de jartura del mundo que t&uacute;
+conoces: igual que ha de pasarme a m&iacute; en el d&iacute;a de ma&ntilde;ana. Cr&eacute;eme, hijo:
+cuanta menos carga de antojos se saque de esta vida, m&aacute;s andadero se
+encuentra el camino de la otra. Hay quien jalla la mina cavando en un
+rinc&oacute;n de su huerto, y hay quien no da con ella revolviendo la tierra de
+media cristiandad. Ahora, t&uacute; dir&aacute;s qui&eacute;n es m&aacute;s afortunado de los dos y
+m&aacute;s digno de envidiarse... &iexcl;Cascajo! y vamos adelante con la historia,
+que como d&eacute; yo en irme por los atajaderos. &iquest;D&oacute;nde hab&iacute;amos quedado con
+ella? &iquest;Qu&eacute; m&aacute;s deseas saber?</p>
+
+<p>&mdash;Por de pronto&mdash;respond&iacute;le, maravillado de aqu&eacute;lla su vivacidad de
+imaginaci&oacute;n y soltura de &laquo;pico&raquo;, que parec&iacute;an incompatibles con la
+dolencia que le acababa&mdash;, si se ensancha el paisaje m&aacute;s all&aacute; del
+boquete por donde se cuela el r&iacute;o.</p>
+
+<p>&mdash;Al contrario&mdash;respondi&oacute;me&mdash;: en cuanto doblas el recodo, vuelven a
+encalabrinarse los picachos a la vera del r&iacute;o, tan pronto a un lado como
+a otro, cuando no a los dos a un tiempo. Anchuras de &eacute;stas no se
+encuentran hasta el camino real: medio d&iacute;a de rodar, agua abajo, en una
+caballer&iacute;a de buenos pies; un paseo, como quien dice, y de los cortos...
+Enfrente de ese boquete tienes aquel otro de la mano derecha, por donde
+se mete una tira que va a acabar en punta all&aacute; dentro. &iquest;Le ves? al pie
+mismo de la monta&ntilde;a manchada de verde por arriba. Pues por ese callejo
+hay otra salida que va trepando por los bre&ntilde;ales... en fin, hombre,
+hazte cuenta que en cada resquebrajo que veas en un monte de &eacute;stos, hay
+un sendero por donde andan estas gentes como por el portal de la
+iglesia, y se pasean y toman el aire y recrean la vista los hombres
+desocupados y sanos de pecho, como t&uacute;. Ya ver&aacute;s, &iexcl;trastajo! ya ver&aacute;s lo
+que es bueno.</p>
+
+<p>&mdash;As&iacute; lo espero&mdash;respond&iacute; faltando a la verdad de lo que pensaba&mdash;. Y
+diga usted&mdash;a&ntilde;ad&iacute; apuntando al mismo tiempo con el dedo hacia all&aacute;&mdash;,
+&iquest;qu&eacute; significa aquella mancha verde en que ya me hab&iacute;a fijado yo antes
+que usted me la mencionara?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Oh!&mdash;contest&oacute;me alzando los dos brazos a un tiempo&mdash;, &iexcl;eso es la gran
+riqueza del lugar, amigo! Eso es el &laquo;Prao-Concejo&raquo; de aqu&iacute;, porque
+tambi&eacute;n hay otros pueblos que tienen el suyo correspondiente; pero no
+como el nuestro. &iexcl;Quia! &iexcl;Pispajo, ya le quisieran! Es de todos y cada
+uno de estos vecinos: un caudal de yerba que se reparte &laquo;por adra&raquo; todos
+los a&ntilde;os. Ya ver&aacute;s, ya ver&aacute;s qu&eacute; romer&iacute;a se arma el d&iacute;a de la siega, si
+te coge aqu&iacute; el primer agosto que llegue...</p>
+
+<p>&mdash;Pero &iquest;c&oacute;mo demonios&mdash;pregunt&eacute; verdaderamente asombrado de lo que me
+contaba mi t&iacute;o&mdash;, se puede segar en aquel precipicio, ni bajar al valle
+lo que en &eacute;l se siegue, ni mucho menos subir all&aacute; para segarlo y
+recogerlo?</p>
+
+<p>Ri&oacute;se mi t&iacute;o de lo que &eacute;l llamaba mi inocencia, &laquo;con tanto como yo sab&iacute;a
+del mundo&raquo;, y prometi&eacute;ndome la explicaci&oacute;n de lo que me asombraba para
+cuando la pidiera &laquo;sobre el terreno&raquo;, no quiso decirme m&aacute;s.</p>
+
+<p>&mdash;Y en finiquito&mdash;concluy&oacute;&mdash;, &iquest;qu&eacute; te parece de todo lo que has
+visto?... porque creo que no falte nada en que no hayas puesto los ojos.</p>
+
+<p>&mdash;S&iacute;, se&ntilde;or&mdash;le respond&iacute; al punto&mdash;: falta algo que busco con ellos
+desde que me puse a mirar esta ma&ntilde;ana, y no hallo por ninguna parte.</p>
+
+<p>&mdash;Y &iquest;qu&eacute; cosa es ella, hombre?</p>
+
+<p>&mdash;Pues un palmo de tierra llana.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Trastajo!&mdash;exclam&oacute; aqu&iacute; mi t&iacute;o, mir&aacute;ndome con el asombro pintado en
+los ojos&mdash;, &iquest;c&oacute;mo demonios ha de jallarse lo que no hay?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Que no!&mdash;exclam&eacute; yo a mi vez.</p>
+
+<p>&mdash;No, hombre, no&mdash;insisti&oacute; &eacute;l con la mayor seriedad&mdash;. Entend&iacute; que
+conoc&iacute;as el dicho que corre aqu&iacute; como evangelio.</p>
+
+<p>&mdash;Y &iquest;qu&eacute; dicho es &eacute;se?</p>
+
+<p>&mdash;Que no hay en todo este valle m&aacute;s llanura que la sala de don Celso.
+&iquest;O&iacute;stelo ahora?&mdash;a&ntilde;adi&oacute; ri&eacute;ndose y mir&aacute;ndome a la cara con sus ojillos
+de raposo&mdash;. Pues atente a ello.</p>
+
+<p>Y volvi&oacute; a re&iacute;rse, y me re&iacute; yo tambi&eacute;n, pero de dientes afuera, con lo
+cual, dejando ambos el balc&oacute;n, volvimos a la cocina, en cuya perezosa se
+me antoj&oacute; desayunarme aquella ma&ntilde;ana.</p>
+
+<p>En aquel desayuno y en la comida del mediod&iacute;a adquir&iacute; dos nuevos datos,
+que no resultaban de escasa cuenta sumados con los que ya pose&iacute;a: el pan
+era de hornadas hechas en la taberna cada media semana, y no hab&iacute;a otra
+carne que la de cecina, con excepci&oacute;n del domingo, en que se mataba una
+res en el pueblo. All&iacute; no se conoc&iacute;a fresco, bueno y a diario, m&aacute;s que
+la leche y sus preparados... precisamente lo que estaba re&ntilde;ido con los
+gustos de mi paladar y con los jugos de mi est&oacute;mago.</p>
+
+<p>Pocas noches he pasado en mi vida tan largas, tan tristes y de tan
+insoportable desasosiego, como la de aquel d&iacute;a. Porque visto y
+reconocido ya en todas sus fases, a lo ancho, a lo largo y a lo
+profundo, el terreno en que ten&iacute;a yo que dar la batalla, pero batalla a
+muerte, contra los h&aacute;bitos y refinamientos de mi vida de hombre mundano,
+comod&oacute;n, melindroso y &laquo;elegante&raquo;, hab&iacute;a para que las carnes me
+temblaran.</p>
+
+<p>&iexcl;Ay! toda aquella mi fortaleza levantada en Madrid al calor de un
+entusiasmo irreflexivo y sentimental, se desmoronaba por instantes; y
+los fr&iacute;os razonamientos a que yo me hab&iacute;a amparado en horas de sensatez
+para defenderme de los asedios de mi t&iacute;o cuando me llamaba a su lado
+hasta por caridad de Dios, reviv&iacute;an en mi cabeza con un empuje y un
+vigor de colorido que me espantaban. Suced&iacute;ame entonces lo que al
+temerario que por un falso pundonor, por un arranque nervioso y de mal
+disfrazada vanidad, desciende al fondo de un precipicio. Ya est&aacute; abajo,
+ya hizo la hombrada, ya demostr&oacute; con ella que llega hasta donde llegue
+el m&aacute;s intr&eacute;pido... Corriente. Pero ahora hay que subir. &iquest;C&oacute;mo? &iquest;Por
+d&oacute;nde?... &iexcl;Y all&iacute; es ella, Dios piadoso!</p>
+
+<p>S&oacute;lo de tres maneras pod&iacute;a volver a la luz y a la libertad del mundo: o
+por el fin y acabamiento de... (&iexcl;qu&eacute; barbaridad! hasta el tropezar con
+el supuesto sin haberle buscado yo con el deseo, me repugnaba); o por el
+restablecimiento del pobre se&ntilde;or, cosa imposible a sus a&ntilde;os y con lo
+mortal de la dolencia que padec&iacute;a; o por meterlo yo todo a barato a lo
+mejor, liar el equipaje cuando me diera la gana y volverme a Madrid por
+el camino m&aacute;s corto, lo cual me parec&iacute;a una canallada que pod&iacute;a costar
+la vida al bondadoso octogenario, para quien mi presencia en su casa
+parec&iacute;a ser el pan y el sol que le nutr&iacute;an y le alegraban. Es decir, dos
+salidas con la puerta cerrada, Dios sab&iacute;a hasta cu&aacute;ndo, y una que no se
+me franquear&iacute;a jam&aacute;s, por repugnancias de mi conciencia. En definitiva,
+una eternidad.</p>
+
+<p>Si entre tanto hubiera habido en m&iacute; alguna inclinaci&oacute;n natural, alguna
+aptitud de las que hacen hasta placentera a muchos hombres, sin ser
+aldeanos, la vida campestre, menos mal; pero, por desgracia m&iacute;a, me
+faltaban todas en absoluto. Yo no era cazador, ni hab&iacute;a manejado otras
+armas que las de adorno en los salones de tiro; ni entend&iacute;a jota de
+ganados, ni de labranzas, ni de arbolados, ni de hortalizas, ni pintaba
+ni hac&iacute;a coplas; y por lo tocante a la se&ntilde;ora Naturaleza, la de los
+montes altivos y los valles melanc&oacute;licos y los umbr&iacute;os bosques y las
+nieblas di&aacute;fanas, y las sinfon&iacute;as del &laquo;favonio blando&raquo; entre el pelado
+ramaje, y los rugidos del hurac&aacute;n en las esquivas revueltas de los
+hondos callejones, vista de cerca, mejor que madre, me parec&iacute;a
+madrastra, carcelera cruel, por el miedo y escalofr&iacute;o que me daban su
+faz adusta, el encierro en que me ten&iacute;a y los entretenimientos con que
+me brindaba... Y a todo esto hab&iacute;a que a&ntilde;adir que el invierno con sus
+fr&iacute;os, con sus nieblas, con sus aguaceros y con sus nevascas, estaba ya
+cerni&eacute;ndose encima de los picachos del contorno y de la casona de mi
+t&iacute;o... Y aunque, por misericordia de Dios, no pasara yo all&iacute; m&aacute;s que &eacute;l,
+&iexcl;ser&iacute;a tan largo, tan largo!... &iexcl;Cu&aacute;ntos libros devorados sin sacarles
+pizca de sustancia! &iexcl;cu&aacute;ntos chamuscones en la cocina! &iexcl;cu&aacute;nta
+indigesti&oacute;n de bazofia! &iexcl;cu&aacute;ntos paseos en corto! &iexcl;cu&aacute;ntas rendijas del
+suelo contadas maquinalmente con los ojos! &iexcl;cu&aacute;ntas r&uacute;bricas echadas con
+el dedo en los empa&ntilde;ados cristalejos de mi cuarto!... &iexcl;Virgen de la
+Soledad, qu&eacute; perspectiva!</p>
+
+<p>Y as&iacute;, por este orden, batallando horas y horas. &iquest;C&oacute;mo hallar una breve,
+ni momento de reposo, ni bien mullida la cama, con semejante gusanera
+entre los cascos?</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="VI" id="VI"></a>VI</h2>
+
+
+<p>Dios, que, como dice el adagio, aprieta, pero no ahoga, permiti&oacute; que a
+aquella triste noche siguiera un d&iacute;a muy risue&ntilde;o, con el cielo barrido
+de nubes y un sol que, aunque p&aacute;lido y fr&iacute;o, iluminaba el valle y
+decoraba las cumbres de los montes envolvi&eacute;ndolas en nimbos de luz
+reverberante. Yo recib&iacute; la primera salutaci&oacute;n del astro vivificador de
+la madre tierra como uno de los mayores beneficios que pod&iacute;a otorgarme
+el cielo en medio de la oscura soledad en que me ve&iacute;a, y mi t&iacute;o se
+apresur&oacute; a aconsejarme que aprovechara la &laquo;escampa&raquo;, que hab&iacute;a de ser de
+larga &laquo;dura&raquo; por se&ntilde;ales que &eacute;l consideraba infalibles, para &laquo;hacerme a
+las armas y <i>tomar la tierra</i> como era debido y cuanto m&aacute;s antes&raquo;. Diome
+con el consejo informes y programas que me parecieron excelentes; y como
+no ten&iacute;a a mis alcances otros recreos m&aacute;s tentadores y de mi gusto, opt&eacute;
+por lo que se me propon&iacute;a, y me dispuse en el acto a echarme a la
+monta&ntilde;a, que vale tanto all&iacute; como en el mundo culto y refinado &laquo;echarse
+a la calle&raquo;, es decir, a la ventura de Dios, &laquo;a matar el tiempo&raquo;.</p>
+
+<p>Antes de salir de casa entr&oacute; en ella el m&eacute;dico, que iba a saludarme
+aprovechando la oportunidad de la visita casi diaria que hac&iacute;a a mi t&iacute;o,
+particularmente desde su &uacute;ltima y grave enfermedad. Era un mozo que
+andar&iacute;a con los treinta a&ntilde;os, no muy corpulento, pero de recia
+complexi&oacute;n; de pelo y barba cortos, negros y fuertes; de mirada firme,
+pero sin dureza; agradable de cara y de voz; muy sobrio de palabras;
+limpio, holgado y modesto de traje, y natural de un pueblo de los
+ribere&ntilde;os del Nansa. Esto fue todo lo que de &eacute;l supe en aquella ocasi&oacute;n.
+Su visita fue breve, y nos despedimos muy afablemente, quedando yo muy
+complacido de aquel hallazgo en Tablanca, m&aacute;s por lo que se le&iacute;a en la
+cara y en el aire del mediquillo, que por las ponderaciones que de sus
+prendas hizo mi t&iacute;o al present&aacute;rmelo. Bajamos juntos hasta el portal,
+echando &eacute;l enseguida por la cambera del pueblo y yo por otra
+diametralmente opuesta, hacia la monta&ntilde;a.</p>
+
+<p>Acompa&ntilde;&aacute;bame Chisco, por donaci&oacute;n muy recomendada de su amo, con la
+misma vestimenta y el propio calzado con que le hab&iacute;a conocido yo en el
+paso de la cordillera, y nos acompa&ntilde;aba a los dos un perrazo sabueso;
+llamado <i>Canelo</i>, de una casta para m&iacute; singular&iacute;sima por lo grande, que
+iba perpetu&aacute;ndose en casa de mi t&iacute;o desde que su padre fue mozo y
+cazador. Chisco llevaba una escopetona de pist&oacute;n con anchas abrazaderas
+reforzadas con bramante encerado sobre el largu&iacute;simo ca&ntilde;&oacute;n ro&ntilde;oso, un
+cuerno para la p&oacute;lvora y una bolsa de badana verde para el perdig&oacute;n y
+las postas que iban mezcladas con &eacute;l. Yo una elegante y fina Lafaucheux
+de dos ca&ntilde;ones, canana correspondiente, cuchillo de monte, borcegu&iacute;es de
+ancha y recia suela claveteada, polainas de cuero ingl&eacute;s, y todo el
+equipaje, en suma, de un cazador de figur&iacute;n. Chisco me miraba de reojo y
+hasta se sonre&iacute;a un poquillo, particularmente cuando se fijaba en mi
+calzado, y, sobre todo, cada vez que me ve&iacute;a resbalar en la arcilla
+blanda o sobre las lastras de los encalabrinados senderos. Al fin lleg&oacute;
+a declararme que para pisar firme no tendr&iacute;a m&aacute;s remedio que apechugar
+con un par de almadre&ntilde;as como las suyas; que lo de mi ropa, &laquo;pod&iacute;a
+pasar&raquo;, y que, en cuanto al armamento, &laquo;ya se ver&iacute;a&raquo;. &iexcl;Vaya si ten&iacute;a
+cam&aacute;ndulas el mozall&oacute;n! Por de pronto, ni &eacute;l ni yo &iacute;bamos entonces
+propiamente &laquo;de caza&raquo;, sino de paseo; s&oacute;lo que as&iacute; como en las tierras
+llanas se pasea un hombre con un bast&oacute;n en la mano o con las dos
+desocupadas, all&iacute; se pertrecha el paseante de armas y de municiones por
+lo que pueda acontecer.</p>
+
+<p>Como la excursi&oacute;n me result&oacute; muy entretenida y tambi&eacute;n muy provechosa,
+porque me dio buen apetito y mejor sue&ntilde;o, al d&iacute;a siguiente la repet&iacute;,
+aunque por distinto lado de la monta&ntilde;a, pero sin extender mucho m&aacute;s que
+en la anterior el radio de mis valent&iacute;as, porque el teatro de mis
+experiencias era vast&iacute;simo, y el aprendizaje muy duro de pelar.</p>
+
+<p>A los tres o cuatro d&iacute;as de andar en estas pruebas y continuando el
+tiempo alegre y primaveral, se uni&oacute; a nosotros Pito (Agapito) Salces,
+&laquo;Chorcos&raquo; de mote, hijo de un casero de mi t&iacute;o; buen cazador tambi&eacute;n,
+como casi todos los hombres de aquel valle; algo torpe de mag&iacute;n y muy
+largo y deslavazado de miembros. Le hab&iacute;a conocido yo en casa una noche,
+y me hab&iacute;an ca&iacute;do muy en gracia su catadura y sus &laquo;cosas&raquo;; por lo que mi
+t&iacute;o, que pescaba en el aire las ocasiones y los medios de agasajarme,
+dispuso que desde el d&iacute;a siguiente se agregara a Chisco para acompa&ntilde;arme
+en mis correr&iacute;as. Era adem&aacute;s muy amigo de &eacute;ste, y a los dos les supieron
+a gloria el licor de mi frasquete y los cigarros de mi petaca en cuanto
+los cataron.</p>
+
+<p>A todo esto, yo no hab&iacute;a estado en el pueblo m&aacute;s que una sola vez, y &eacute;sa
+muy de pasada y muy temprano, casi de noche todav&iacute;a, yendo a la misa
+primera de don Sabas; ni conoc&iacute;a de cerca a otras personas que las que
+frecuentaban la cocina de mi t&iacute;o, con el cual no hab&iacute;a hecho nunca
+conversaci&oacute;n empe&ntilde;ada sobre cosa alguna... ni siquiera sobre Facia, cuyo
+aspecto singular y un tanto misterioso me llamaban mucho la atenci&oacute;n,
+particularmente desde una noche (la del tercer d&iacute;a de mis excursiones a
+la monta&ntilde;a) en que la hall&eacute;, saliendo yo de mi aposento, como extraviada
+en los pasadizos, con el farol en la diestra, la mirada de espanto y el
+andar de una son&aacute;mbula. Se estremeci&oacute; al verme de improviso junto a
+ella, y me pidi&oacute; perd&oacute;n por haberme tomado por... No me dijo por qu&eacute; ni
+por qui&eacute;n; pero rompi&oacute; a llorar y huy&oacute; a ocultarse en el cuarto frontero
+a la puerta de la escalera, el cual habitaban ella y Tona. En un momento
+en que me hall&eacute; a solas con mi t&iacute;o, antes de recogerme aquella noche, le
+habl&eacute; del suceso. De pronto me pareci&oacute; algo picado de la curiosidad;
+pero enseguida cambi&oacute; de aspecto, se encogi&oacute; de hombros y me dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Est&aacute; mema la infeliz. Cosas de ella. Siempre es por ese arte.</p>
+
+<p>Tambi&eacute;n se me hab&iacute;a antojado que Chisco miraba a Tona con muy buenos
+ojos. De esto no habl&eacute; a mi t&iacute;o; pero s&iacute; al mozall&oacute;n, y por hablar de
+algo, subiendo los dos solos una vez al &laquo;Prao-Concejo&raquo;.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Jorria!&mdash;me contest&oacute; trepando delante de m&iacute;, sin detenerse un punto
+ni volver la cara, pero sacudiendo al aire su mano derecha.</p>
+
+<p>No me sac&oacute; de dudas la respuesta, y le ped&iacute; otra m&aacute;s terminante. Di&oacute;mela
+en estos t&eacute;rminos:</p>
+
+<p>&mdash;No estar&iacute;an mal puestus en eya los pensaris de unu... &iexcl;y esu que!...
+Pero van los m&iacute;os jacia muy otra parti. Los de Pitu, pongo el casu, ya
+es pleitu difirente.</p>
+
+<p>&mdash;Conque Pito... Y ella, tan repolluda y tan guapota, &iquest;le corresponde?</p>
+
+<p>&mdash;Esu es lo que yo no s&eacute;... ni pu&eacute; que lo sepa &eacute;l tampocu.</p>
+
+<p>&mdash;Es muy posible... aunque antes has puesto una tacha a esa buena moza.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Una tacha!... Y &iquest;cu&aacute;l fue eya?</p>
+
+<p>&mdash;No la pintaste muy clara, pero la diste a entender. Despu&eacute;s de
+ponderar por cosa buena a la moza, a&ntilde;adiste &laquo;y eso que...&raquo; como quien
+dice: &laquo;no es oro todo lo que reluce&raquo;.</p>
+
+<p>&mdash;Lo dir&iacute;a yo, si es casu, por su padre... o por su madre.</p>
+
+<p>&mdash;Y &iquest;qu&eacute; tienen su padre o su madre que tachar?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Qu&eacute; s&eacute; yo! Historias.</p>
+
+<p>&mdash;Conque historias... &iquest;Y qui&eacute;n es el padre?</p>
+
+<p>&mdash;Echeli ust&eacute; un galgu.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Anda, morena! &iquest;Y la madre?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ahora s&iacute; que panoj&oacute;! &iexcl;Y la tien &eacute;l en casa!</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Qui&eacute;n, hombre de Dios?</p>
+
+<p>&mdash;Ust&eacute;.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Yo?</p>
+
+<p>&mdash;Ust&eacute; mesmu... &iquest;Pa qu&eacute; demontres quier los ojus de la cara, si no es pa
+ver lo que est&aacute; delanti de eyus?</p>
+
+<p>&mdash;Acaba de decirlo con mil demonios que te lleven: &iquest;qui&eacute;n es la madre de
+Tona?</p>
+
+<p>&mdash;Pos Facia.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Facia!&mdash;exclam&eacute; lleno de asombro&mdash;. Pero &iquest;Facia es casada?</p>
+
+<p>&mdash;Por lo vistu&mdash;me respondi&oacute; el mozall&oacute;n con mucha flema.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Con qui&eacute;n?&mdash;volv&iacute; a preguntarle.</p>
+
+<p>&mdash;Esa es la historia&mdash;respondi&oacute;me &eacute;l apuntando al suelo hacia atr&aacute;s con
+el &iacute;ndice de su diestra, sin volver la cara ni disminuir el paso.</p>
+
+<p>&mdash;Pues cu&eacute;ntamela enseguida&mdash;le dije yo entonces, sent&aacute;ndome a
+horcajadas en el pico de una roca que sobresal&iacute;a a un lado del sendero,
+no tanto por o&iacute;r m&aacute;s a gusto lo que Chisco me relatara, como por
+descansar de la fatiga que me iba dando aquel nuestro incesante subir
+por la ladera del agrio monte. Hab&iacute;amos ganado el primer tercio de su
+altura, y est&aacute;bamos ya dentro de los t&eacute;rminos de la gran mancha verde
+que se ve&iacute;a desde la casona &laquo;de mis mayores&raquo;, es decir, del
+&laquo;Prao-Concejo&raquo;, que desde all&iacute; me parec&iacute;a interminable, inmenso, en la
+direcci&oacute;n oblicua de la senda que llev&aacute;bamos. Chisco, cuando not&oacute; que yo
+me hab&iacute;a sentado, se detuvo, volvi&oacute;se hacia m&iacute;, se sonri&oacute; a su manera al
+verme tan bien acomodado, y, por &uacute;ltimo, retrocedi&oacute; lentamente.</p>
+
+<p>&mdash;Cu&eacute;ntame eso&mdash;le dije en cuanto se detuvo a m&iacute; lado&mdash;; pero con todos
+sus pelos y se&ntilde;ales.</p>
+
+<p>Para infundirle buenos &aacute;nimos le di un trago de los de mi frasquete, que
+era la mejor golosina para &eacute;l, y un cigarro de los mayores de mi petaca.
+Bebi&oacute; y palade&oacute; el confortante licor, relami&eacute;ndose de gusto, y ech&oacute;
+despu&eacute;s una yesca, mientras yo contemplaba a vista de p&aacute;jaro el
+vallecito de Tablanca, con sus casitas trepando mies arriba detr&aacute;s de la
+de mi t&iacute;o, sola y encaramada en lo alto, como si se hubiera detenido
+all&iacute; para animarlas con la voz y algunas cuchufletas de don Celso; y,
+por &uacute;ltimo, recost&aacute;ndose contra el terreno y estribando con las abarcas
+en las asperezas del camino, me refiri&oacute; lo siguiente, que yo traduzco,
+poco m&aacute;s que en sustancia, al lenguaje vulgar, con verdadero
+sentimiento, porque no me es posible, por falta de memoria y de
+costumbre, reproducir al pie de la letra aquel pintoresco lenguaje, cuyo
+sabor local exced&iacute;a con mucho, en inter&eacute;s, al asunto relatado.</p>
+
+<p>Facia era, en efecto, una hu&eacute;rfana desvalida cuando la recogieron mis
+t&iacute;os en su casa. Educ&oacute;se y creci&oacute; en ella; lleg&oacute; a ser una gran moza,
+porque ten&iacute;a de qui&eacute;n heredarlo, lo mismo que el ser honrada y discreta;
+y por buena moza, y por honrada, y por discreta, y hasta por muy
+agradecida, pasaba, y con raz&oacute;n, en el pueblo, cuando se present&oacute; en &eacute;l,
+como llovido de las nubes, cierto gal&aacute;n, un baratijero que asombr&oacute; a
+Tablanca, no s&oacute;lo por las maravillas, jam&aacute;s vistas all&iacute;, de la tienda
+que plant&oacute; en un ferial del valle, sino por el encanto de su pico, por
+la &laquo;majura&raquo; de su cara y por el rumbo de su porte. Como moscas acud&iacute;an a
+su tenducho reluciente los pobres papanatas de la feria, y como moscas
+ca&iacute;an en la miel de sus ponderaciones y lisonjas, dejando en el cebo
+enga&ntilde;ador hasta el &uacute;ltimo maraved&iacute; de los ahorrados para fines bien
+distintos. Para las mujeres, sobre todo, ten&iacute;a el charlat&aacute;n un anzuelo
+irresistible; y para las buenas mozas, en particular, un &laquo;aquel&raquo; que las
+atolondraba. Tan bien le fue al indino en aquel empe&ntilde;o, que acabada la
+feria traslad&oacute; el tenducho al pueblo y le abri&oacute; en un cobertizo que
+improvis&oacute; junto a la iglesia. A creerle por su palabra, &eacute;l no era
+traficante por necesidad, sino por lujo. Le gustaba correr el mundo y
+ver de todo, y para lograrlo a su antojo, como era rico por su casa y le
+sobraba el dinero, le corr&iacute;a de aquella manera, comprando alhajas &laquo;a
+todo coste&raquo; en las grandes ciudades de la tierra, para ced&eacute;rselas a los
+pobres hombres y a las buenas mozas de los lugarejos por un pedazo de
+pan. As&iacute; daba &eacute;l perlas fin&iacute;simas de Oriente al precio de los garbanzos
+de Castilla; pu&ntilde;alitos de Damasco y relojes de oro, m&aacute;s baratos que las
+navajas de Albacete y las coberteras de hojalata. Como hab&iacute;a visto
+muchas tierras y estudiado muchos libros, sab&iacute;a un poco de todo cuanto
+hab&iacute;a que saber, y daba remedios, y aun los vend&iacute;a, al &laquo;desbarate&raquo;, por
+supuesto, para toda casta de enfermedades... y de contratiempos, porque,
+en su opini&oacute;n, nada exist&iacute;a verdaderamente incurable, sabiendo buscar a
+las cosas su motivo, como lo sab&iacute;a &eacute;l, por haber estudiado muchos libros
+y haber corrido muchas tierras. Aquella segunda campa&ntilde;a de baratijero
+fue una barredera en el lugar. Ni una mota dej&oacute; el p&iacute;caro en Tablanca.
+Particularmente Facia, que era de suyo sencillota y noble, se
+despilfarr&oacute;. Gast&oacute; en gargantillas de todos colores, en sortijas,
+espejucos y alfilerones de todas hechuras, un dineral: todo lo ahorrado
+de sus soldadas y algo m&aacute;s que pidi&oacute; a cuenta, afrontando valerosa las
+indignidades con que la apostrofaba su amo. Porque resultaba que
+aquellos antojos insaciables y aquel atrevimiento inconcebible en la,
+poco antes, tan modesta, comedida y respetuosa muchacha, dimanaban de un
+&laquo;qu&eacute; s&eacute; yo de mal aqu&eacute;l&raquo;, a modo de maleficio, y que &laquo;la jalaba, la
+jalaba&raquo; contra su gusto hacia las baratijas de la tienda, y muy
+particularmente hacia los donaires del baratijero. Como &eacute;ste le hab&iacute;a
+notado la inclinaci&oacute;n y era ella (sin ofender) la mejor moza entre las
+much&iacute;simas y muy buenas que hab&iacute;a en el lugar, apret&oacute; el p&iacute;caro las
+lisonjas y los chicoleos, y hasta la rond&oacute; la casa por las noches y la
+cant&oacute; unas coplas &laquo;finas&raquo; al son de una guitarra &laquo;que propiamente
+hablaba entre sus manos&raquo;. En fin, que la inocente borrega lleg&oacute; a
+prendarse en tales t&eacute;rminos del hechicero gal&aacute;n, que solamente le qued&oacute;
+una pizca de juicio, lo puramente indispensable para responderle en uno
+de sus asedios m&aacute;s obstinados, que &laquo;en siendo como Dios mandaba y por
+delante de la Iglesia y para vivir en Tablanca a la vera de su amo,
+cuando lo tuviera por conveniente&raquo;.</p>
+
+<p>Contuvo el hombre sus &iacute;mpetus con la respuesta; medit&oacute;la durante algunos
+d&iacute;as; resolvi&oacute; al cabo que s&iacute;; corri&oacute;se la noticia por el pueblo;
+envidiaron a Facia su loca fortuna todas las mozas de &eacute;l; lleg&oacute; el caso
+a o&iacute;dos de don Celso; toc&oacute; el cielo con las manos; puso a la infeliz
+enamorada de loca y de sin verg&uuml;enza que no hab&iacute;a por d&oacute;nde cogerla;
+jur&oacute; y perjur&oacute; que el baratijero era un brib&oacute;n de siete suelas; que no
+hab&iacute;a m&aacute;s que mirarle a la cara para convencerse de ello; que sabe Dios
+d&oacute;nde ser&iacute;a nacido, de d&oacute;nde vendr&iacute;a y por d&oacute;nde habr&iacute;a andado hasta
+entonces, y que por la cruz de Jesucristo considerara esto y lo otro y
+lo de m&aacute;s all&aacute;... Como si callara. El hechizo estaba tragado, y Facia no
+cejaba un punto en su empe&ntilde;o. Bien persuadido entonces su amo de que no
+hab&iacute;a razonamiento capaz de convencerla, ni medida rigurosa, como la de
+plantarla en la calle, que no empeorara el destino de la infeliz, entre
+verla perdida o desgraciada, opt&oacute; por lo menos malo al cabo de los d&iacute;as:
+arregl&oacute; un casucho que ten&iacute;a medio abandonado al extremo inferior del
+valle; agreg&oacute;le tierras y ganado; hizo, en fin, cuanto puede hacer un
+padre por un hijo en casos tales, y dijo a Facia despu&eacute;s de haberse
+negado a recibir al novio y a verle al alcance de su voz:</p>
+
+<p>&mdash;C&aacute;sate cuando te d&eacute; la gana, y meteos ah&iacute; para que, siquiera,
+siquiera, cuando las pesadumbres te maten, tengas cama propia en que
+morir despu&eacute;s de haber pedido a Dios perd&oacute;n de tus ingratitudes y
+locuras.</p>
+
+<p>A los pocos d&iacute;as de casado, y con gran pompa, el baratijero, ya era otro
+hombre distinto de lo que fue en el lugar antes de casarse: hasta la
+cara parec&iacute;a diferente, sobre todo cuando hablaba con su mujer lo poco
+que hablaba; miraba bajo y mal, y parec&iacute;a que le estorbaba hasta su
+sombra. Al mes de esto, como no sab&iacute;a trabajar la tierra ni manejar el
+ganado, y de aquellas riquezas que ten&iacute;a &laquo;por su casa&raquo;, seg&uacute;n dijo de
+soltero, no se ve&iacute;a un maraved&iacute; para levantar las cargas de su nuevo
+estado, cogi&oacute; lo que le quedaba de su tenducho y se fue a correr ferias
+y mercados con ello. Volvi&oacute; a los dos meses, muerto de hambre, mal
+encarado y peor vestido. H&iacute;zose temible para su mujer, a quien golpeaba
+con el m&aacute;s leve pretexto, y sospechoso a todo el vecindario, que no
+estaba hecho a ver en aquel honrado suelo holgazanes y renegados de
+semejante catadura.</p>
+
+<p>A los diez meses de casados, tuvo Facia una ni&ntilde;a; y sin llegar a
+cumplirse el a&ntilde;o, su marido, que hab&iacute;a desaparecido del pueblo una
+semana antes, volvi&oacute; a casa de noche, roto y desgre&ntilde;ado; dio dos
+bofetones a su mujer porque le pregunt&oacute; cari&ntilde;osamente c&oacute;mo le hab&iacute;a ido,
+por d&oacute;nde hab&iacute;a andado y a qu&eacute; ven&iacute;a; y mientras la amenazaba con
+abrirla en canal si contaba a nadie que no le hab&iacute;a visto el pelo desde
+la semana anterior, hizo apresuradamente un l&iacute;o con las baratijas que le
+quedaban en casa y con otras, al parecer, semejantes que fue sacando de
+los anchos bolsillos de su ropa, y sin despedirse de Facia desapareci&oacute;
+de la casa y del pueblo, perdi&eacute;ndose en la oscuridad de los montes...
+hasta hoy.</p>
+
+<p>A los dos d&iacute;as de esto, lleg&oacute; al pueblo una pareja de la guardia civil y
+una requisitoria del juez del partido preguntando por &eacute;l. Se trataba del
+robo de una iglesia y de unas pu&ntilde;aladas al pobre sacrist&aacute;n que intent&oacute;
+impedirle... Dos p&aacute;jaros de la cuadrilla hab&iacute;an ca&iacute;do ya en el garlito,
+y se buscaba al tercero, al capit&aacute;n de ella, al famoso baratijero casado
+en Tablanca... y en otras tres o cuatro parroquias m&aacute;s de Espa&ntilde;a y sus
+Indias, seg&uacute;n resultaba de sus antecedentes procesales.</p>
+
+<p>Con este golpe se espant&oacute; el vecindario, se llev&oacute; don Celso las manos a
+la cabeza, y envejeci&oacute; de repente quince a&ntilde;os la pobre Facia.</p>
+
+<p>Del p&iacute;caro fugitivo s&oacute;lo volvi&oacute; a saberse que anduvo por las rep&uacute;blicas
+de Am&eacute;rica, reci&eacute;n escapado de Espa&ntilde;a, y se le daba por muerto muchos
+a&ntilde;os hac&iacute;a o arrastrando una cadena.</p>
+
+<p>A poco de verse abandonada, triste y arrepentida la desventurada Facia,
+recogi&oacute;la otra vez don Celso por caridad de Dios; y por caridad de Dios
+tambi&eacute;n no la dijo una palabra desde entonces que se refiera de cerca ni
+de lejos a su locura ni a su desgracia; y a su lado fue creciendo la
+ni&ntilde;a Tona, ignorando los verdaderos motivos de las tristezas y amarguras
+de su madre, y viviendo en la creencia de que su padre hab&iacute;a sido un
+hombre de bien que, como otros muchos, se hab&iacute;a marchado a &laquo;la otra
+banda&raquo; para mejorar la fortuna, y que all&iacute; hab&iacute;a muerto sin conseguirlo,
+al cabo de los a&ntilde;os.</p>
+
+<p>Tal es la sustancia de lo que me refiri&oacute; Chisco. Con ello s&oacute;lo pod&iacute;a
+explicarse el arrechucho aquel de Facia, y pod&iacute;a tambi&eacute;n no explicarse:
+de todas suertes, el caso, aun despu&eacute;s de conocida la historia de la
+mujer gris, que no dejaba de ser interesante, no era para meterme en
+escrupulosas indagaciones; y no me met&iacute;.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="VII" id="VII"></a>VII</h2>
+
+
+<p>Con dos gu&iacute;as tan complacientes y tan expertos como los m&iacute;os, pronto
+conoc&iacute; las principales sendas, ca&ntilde;adas y desfiladeros, la fauna y la
+flora de los montes m&aacute;s cercanos del contorno; perd&iacute; el miedo que me
+infund&iacute;an los &laquo;asomos&raquo; u orillas descubiertas de los precipicios, siendo
+de advertir que all&iacute; no hay camino chico ni grande que no sea un asomo
+continuado, y adquir&iacute; la soltura y la fortaleza de que mis piernas
+carec&iacute;an al principio para soportarme lo mismo en las cuestas arriba que
+en las cuestas abajo; es decir, siempre que andaba, porque es la pura
+verdad el dicho corriente en el lugar, de que en aquella fragosa comarca
+no hay otra llanura que la sala de don Celso. No sub&iacute; a grandes alturas,
+porque no me tentaban mucho los espect&aacute;culos de esa casta, ni tampoco
+hicieron mis rudos gu&iacute;as grandes esfuerzos para animarme a vencer las
+inclinaciones de mi complexi&oacute;n relativamente perezosa; pero no dej&eacute; por
+eso de satisfacer mi escasa curiosidad en la contemplaci&oacute;n de
+hermos&iacute;simos panoramas. Por &uacute;ltimo, conoc&iacute; tambi&eacute;n los principales
+puertos de invierno y de verano, a los cuales env&iacute;an sus ganados los
+valles circunvecinos, y admir&eacute; la lozan&iacute;a de aquellas bra&ntilde;as (&laquo;majadas&raquo;)
+de apretada y fina yerba, verdaderas calvas en medio de grandes y
+tupidos bosques de poderosa vegetaci&oacute;n. Cada una de estas calvas tiene,
+en los puertos de verano, una choza, y en los otros un &laquo;invernal&raquo;: la
+choza para albergue de las personas que pastorean el ganado, y el
+invernal, edificio amplio y s&oacute;lido, de cal y canto, para establo y pajar
+de una buena caba&ntilde;a de reses. Por lo com&uacute;n, cada invernal corresponde a
+los ganados de ocho o diez condue&ntilde;os de las &laquo;hazas&raquo; o partes de la bra&ntilde;a
+contigua. Algunos de esos invernales estaban ya ocupados. De noche come
+el ganado prendido en la pesebrera, de la &laquo;ceba&raquo; del pajar, segada en
+las hazas en agosto; de d&iacute;a pasta al aire libre, mientras el tiempo lo
+consiente, al cuidado de sus due&ntilde;os, que despu&eacute;s de dejarlo recogido al
+anochecer, bajan a dormir al pueblo; al rev&eacute;s que en verano, durante el
+cual duermen amontonados en la choza, quedando la caba&ntilde;a &laquo;acurriada&raquo;, es
+decir, reunida en la majada circundante. Las yeguadas hacen vida m&aacute;s
+independiente y libre, y las hall&aacute;bamos, en estado semisalvaje, donde
+menos lo pens&aacute;bamos.</p>
+
+<p>Pito era muy bruto, y aconteci&oacute; m&aacute;s de una vez ir yo muy descuidado y
+sentir a mi espalda un estampido feroz que me hac&iacute;a dar dos vueltas en
+el aire. Era la espingarda del gazn&aacute;piro: un escopet&oacute;n m&aacute;s viejo y
+remendado que el de Chisto, que hab&iacute;a hecho una de las suyas. Pito no se
+cansaba en avisar a nadie ni en tomar la m&aacute;s leve precauci&oacute;n cuando una
+pieza se le pon&iacute;a a tiro, es decir, en cuanto &eacute;l la atisbaba, lo mismo
+en los aires que entre los matorros, que atravesando la sierra
+escampada, porque para un arma de las dimensiones de la suya y con la
+metralla de que la atascaba, no hab&iacute;a lejos ni cercas: se la echaba a la
+cara, y por encima de un hombro m&iacute;o o entre las piernas de Chisco, seg&uacute;n
+lo ped&iacute;a la situaci&oacute;n de las cosas y de las personas, sin cansarse en
+decir &laquo;all&aacute; va eso&raquo;, &laquo;&iexcl;puuunnn!&raquo; Aquello parec&iacute;a el fin del mundo: los
+montes retemblaban, y quedaba la pieza, no s&oacute;lo muerta, sino hecha
+trizas, porque &eacute;l no perd&iacute;a golpe, ni la pieza un solo grano de la
+metralla del escopet&oacute;n.</p>
+
+<p>Y la pieza era una liebre, una zorra, un gato mont&eacute;s, un &laquo;esquilo&raquo;
+(ardilla), un fais&aacute;n o una alima&ntilde;a de regular cuant&iacute;a, pues es muy de
+notarse que de ese y otros linajes parecidos son los animales con que se
+topa uno yendo de paseo, aun por los sitios m&aacute;s inmediatos al pueblo,
+como se topa en cualquier otra parte del mundo, que no sea aqu&eacute;lla, con
+el gato dom&eacute;stico, el perro cari&ntilde;oso o las aves de corral.</p>
+
+<p>Chisco se conduc&iacute;a de muy distinto modo que su camarada: todo lo hac&iacute;a
+sin alterar en lo m&aacute;s m&iacute;nimo aquella su placidez de continente. Si se me
+pon&iacute;a una pieza a tiro, con una mano me deten&iacute;a suavemente, con la otra
+me la se&ntilde;alaba, y con un gesto expresivo o con media palabra me daba a
+entender que me la ced&iacute;a. Si yo erraba el golpe, como suced&iacute;a casi
+siempre, &eacute;l me le enmendaba, si no se le hab&iacute;a anticipado la espingarda
+de Chorcos desde donde menos pod&iacute;amos esperarlo; y notaba yo, en el
+primer caso, cierta complacencia maliciosa en la mirada que me dirig&iacute;a,
+mientras pataleaba la v&iacute;ctima en el suelo o descend&iacute;a de los aires dando
+tumbos, como si quisiera decirme: &laquo;&iquest;Vey ust&eacute; c&oacute;mo no val un pitu esa
+escopeta, con ser tan maja como es?&raquo; Pero Chisco se enga&ntilde;aba
+grandemente, porque el arma era inmejorable, y las municiones muy dignas
+de ella. Lo que fallaba era el cazador, que siendo tan diestro como yo
+lo era en el tiro al blanco, no sab&iacute;a por d&oacute;nde se andaba cuando hab&iacute;a
+que tirar a la carrera o al vuelo. El caso es que lleg&oacute; a mortificarme
+esta torpeza; y contribuyeron mucho a ello, m&aacute;s que las miradas dulzonas
+de Chisco, las risotadas brutales con que solemnizaba Chorcos cada
+enmienda que hac&iacute;a su espingard&oacute;n ro&ntilde;oso a los fracasos de mi escopeta.
+Y tan adentro me llegaron las mortificaciones, que poniendo mis cinco
+sentidos en el negocio aquel, consegu&iacute; pronto, ya que no la destreza de
+mis acompa&ntilde;antes, portarme de tal manera, que no fueran &laquo;enmendables&raquo;
+por ninguno de ellos los tiros que yo desaprovechara. Con esto cesaron
+las sonrisas del uno y las risotadas del otro, y sent&iacute; yo descargado el
+&aacute;nimo de un gran peso; porque as&iacute; vienen hilvanadas las flaquezas de la
+vida, y jam&aacute;s se ha dicho verdad como la del pedante don Herm&oacute;genes: &laquo;No
+hay poco ni mucho en absoluto.&raquo;</p>
+
+<p>Dos veces nos acompa&ntilde;&oacute; en estas expediciones, mixtas de exploraci&oacute;n y de
+caza, el cura don Sabas; pero sin m&aacute;s arma que el cachiporro pinto que
+le serv&iacute;a de bast&oacute;n. Hallaba &eacute;l algo como mengua en gastar la p&oacute;lvora en
+aquellas salvas de puro recreo, y llamaba &laquo;animalitos de Dios&raquo; a cuantos
+hab&iacute;a en la escala de magnitudes, desde el jabal&iacute; o el corzo para abajo.
+Pero &iexcl;cu&aacute;nto sab&iacute;a de toda la escala entera y verdadera, y de aquellos
+montes y de otros tales, y con qu&eacute; respeto le o&iacute;an los dos mozos que,
+como cazadores, tanto se crec&iacute;an a mi lado, y con qu&eacute; gusto le o&iacute;a y le
+contemplaba yo a ese prop&oacute;sito... y otros muchos, para los que no ten&iacute;an
+ojos ni o&iacute;dos las rudas entendederas de Chisco y su camarada!</p>
+
+<p>Porque es lo cierto que aquel hombrazo tan soso de palabra y tan pobre
+de recursos en la tertulia de mi t&iacute;o; algo m&aacute;s agradable y suelto
+oficiando en la iglesia, donde hablaba desde el altar mayor bastante al
+caso y a la medida del entendimiento de sus r&uacute;sticos feligreses, en las
+alturas de la monta&ntilde;a no se parec&iacute;a a s&iacute; propio. Lo de menos era en &eacute;l,
+con ser mucho, el inter&eacute;s que sab&iacute;a dar en pocas y pintorescas frases a
+las noticias que yo le ped&iacute;a, por no satisfacerme las que me
+suministraban Chisco y su compa&ntilde;ero, acerca de las grandes alima&ntilde;as, sus
+guaridas en aquellos montes y la manera de cazarlas; los lances de apuro
+en que se hab&iacute;a visto &eacute;l y cuanto con esto se relacionaba de cerca y de
+lejos; sus descripciones de traves&iacute;as hechas por tal o cual puerto
+durante una desatada &laquo;cellerisca&raquo; sus riesgos de muerte en medio de
+estos ventisqueros, unas veces por culpa suya y apego a la propia vida,
+y las m&aacute;s de ellas por amor a la del pr&oacute;jimo: lo dem&aacute;s era, para m&iacute;, su
+manera de &laquo;caer&raquo; sobre la monta&ntilde;a, como estatua de maestro en su propio
+y adecuado pedestal; aqu&eacute;l su modo de saborear la naturaleza que le
+circundaba, hinchi&eacute;ndose de ella por el olfato, por la vista y hasta por
+todos los poros de su cuerpo; lo que, despu&eacute;s de este hartazgo, iba
+ley&eacute;ndome en alta voz a medida que pasaba sus ojos por las p&aacute;ginas de
+aquel inmenso libro tan cerrado y en griego para m&iacute;; la facilidad con
+que hallaba, dentro de la ruda sencillez de su lengua, la palabra justa,
+el toque pintoresco, la nota exacta que necesitaba el cuadro para ser
+bien observado y bien sentido; el papel que desempe&ntilde;aban en esta labor
+de verdadero artista su pintado cachiporro, acentuando en el aire y al
+extremo del brazo extendido, el vigor de las palabras; el plegado del
+humilde balandr&aacute;n, movido blandamente por el soplo continuo del aire de
+las alturas; la cabeza erguida, los ojos chispeantes, el chambergo
+derribado sobre el cogote, la correcci&oacute;n y gallard&iacute;a, en fin, de todas
+las l&iacute;neas de aquella escultura viviente... &iexcl;Oh! di&eacute;ranle al pobre Cura
+en el llano de la tierra, en el valle abierto, en la ciudad, una mitra;
+la tiara pontificia en la capital del mundo cristiano, y le dar&iacute;an con
+ellas la muerte: para respirar a su gusto, para vivir a sus anchas, para
+conocer a Dios, para sentirle en toda su inmensidad, para adorarle y
+para servirle como don Sabas le serv&iacute;a y le adoraba, necesitaba el
+continuo espect&aacute;culo de aquellos altares grandiosos, de aquella
+naturaleza virgen, abrupta y solitaria, con sus c&uacute;spides desvanecidas
+tan a menudo en las nieblas que se confund&iacute;an con el cielo.</p>
+
+<p>Nada de esto, que tan hermoso era y tan a la vista estaba, sab&iacute;an leer
+ni estimar los dos mozones que tan profundo respeto ten&iacute;an a don Sabas
+solamente por ser cura de su parroquia y hombre de indiscutible
+competencia en cuanto se les alcanzaba a ellos.</p>
+
+<p>Mi temperamento, en la escala de lo sensible, ni siquiera llegaba al
+grado de los innumerables que para &laquo;sentir el natural&raquo; necesitan verle
+reproducido y hermoseado en el lienzo por la fantas&iacute;a del pintor y los
+recursos de la paleta; y, sin embargo, yo le&iacute;a algo que jam&aacute;s hab&iacute;a
+le&iacute;do en la Naturaleza cada vez que la contemplaba a la luz de las
+impresiones transmitidas por don Sabas encaramado en las cimas de los
+montes. Y era muy de agradecerse y hasta de admirarse por m&iacute; este
+milagro del pobre cura de Tablanca; milagro que nunca hab&iacute;an logrado
+hacer conmigo ni los cuadros, ni los libros, ni los discursos.</p>
+
+<p>En la &uacute;ltima ocasi&oacute;n de aqu&eacute;llas, volviendo a casa los dos, yo rendido y
+descuajaringado, y &eacute;l tan fresco y tan brioso como si no hubiera salido
+del lugar, d&iacute;jome que todo lo visto por m&iacute; hasta entonces era como no
+ver nada y que hab&iacute;a que ver algo de lo que me ten&iacute;a prometido.</p>
+
+<p>&mdash;Lo que usted quiera y cuando usted quiera&mdash;respond&iacute; yo temblando, por
+el compromiso que adquir&iacute;a con aquel hombre para quien eran cosa de
+juego excursiones que a m&iacute; me descoyuntaban.</p>
+
+<p>&mdash;Pues queda de mi cuenta el caso&mdash;me replic&oacute;&mdash;; y no hay m&aacute;s que
+hablar.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="VIII" id="VIII"></a>VIII</h2>
+
+
+<p>Mis visitas de exploraci&oacute;n minuciosa al pueblo las hice solo y por mi
+propia cuenta, dej&aacute;ndome aparecer en &eacute;l como a la descuidada, para
+sorprenderle mejor en sus intimidades. Al conocer &laquo;de vista&raquo; a su
+vecindario en la misa del domingo anterior, ya me hab&iacute;a llamado la
+atenci&oacute;n muy vivamente cierta uniformidad mon&oacute;tona de &laquo;corte&raquo;, dig&aacute;moslo
+as&iacute;, y hasta de indumentaria. Todos los mozos usaban el &laquo;l&aacute;stico&raquo;
+encarnado, y verde todos los viejos, y todas las mujeres llevaban la
+&laquo;manta&raquo; o chal de parecido color y cruzado de igual modo sobre el pecho
+y los ri&ntilde;ones; en todas y en todos abundaban el tipo rubio y la l&iacute;nea
+curva, no sin gracia, con tendencia al cuadrado hacia los hombros; todos
+y todas andaban, hablaban y se mov&iacute;an con la misma parsimonia, y en
+todas las caras, viejas y juveniles, se notaba la misma expresi&oacute;n de
+bondad con cierto matiz de sobresalto, como si la continua visi&oacute;n de las
+grandes moles a cuya sombra viven aquellas gentes, las tuviera
+amedrentadas y suspensas. Pues no tuve que rectificar un &aacute;pice de estas
+impresiones, recibidas de un simple vistazo al conjunto del vecindario
+aqu&eacute;l, cuando trat&eacute; de estudiarle en detalle y m&aacute;s a fondo; al
+contrario, result&oacute;me que a la monoton&iacute;a de su manera de ser y de vestir,
+bien confirmada de cerca, hubo que agregar otra monoton&iacute;a no menos
+saliente por cierto: la de sus habitaciones. Todas las casas de
+Tablanca, con excepciones contad&iacute;simas, me parecieron construidas por un
+mismo plano: la planta baja, destinada a cuadras del ganado lanar y
+cabr&iacute;o; en el piso, la habitaci&oacute;n de la familia, y la cocina sin m&aacute;s
+techo que el tejado, y en lo alto el desv&aacute;n, limitado por un tablero
+vertical sobre el borde correspondiente a la cocina, formando con las
+tres paredes restantes lo que pudiera llamarse &laquo;caja de humos&raquo;. Afuera,
+una accesoria para cuadra y pajar del ganado vacuno, y pegado a ella o a
+la casa, un huerto muy reducido.</p>
+
+<p>De igual modo que en la cocina de mi t&iacute;o se hablaba en todo el lugar por
+chicos y grandes, viejos y mozos. Como nota caracter&iacute;stica de aquel
+lenguaje, las haches como jotas y las oes finales como &uacute;es; verbigracia:
+&laquo;jermosu&raquo; y &laquo;jormigueru&raquo; por hermoso y hormiguero. Pero tan acompasada y
+tan mel&oacute;dica es la cadencia que dan a la frase, que no resultan las
+asperezas de la palabra desagradables al o&iacute;do: al contrario; y tienen
+expresiones y modismos de un sabor tan se&ntilde;aladamente cl&aacute;sico, que con
+ello y el sonsonete r&iacute;tmico de que las acompa&ntilde;an, oyendo una
+conversaci&oacute;n entre aquellos monta&ntilde;eses, se me ven&iacute;a a la memoria la
+&laquo;m&uacute;sica&raquo; de nuestros viejos romanceros.</p>
+
+<p>Es tambi&eacute;n muy de notarse que ninguna de estas singularidades en el modo
+de ser y de expresarse, sufre visible alteraci&oacute;n por el cambio de
+lugares o de costumbres. Es all&iacute; muy corriente la de emigrar durante el
+verano los hombres mozos a provincias tan lejanas como las de Arag&oacute;n,
+para ejercer el oficio de serradores de madera, o las de Castilla, con
+aperos de labor o con casta&ntilde;as, para cambiarlos por trigo o por dinero.
+Yo habl&eacute; con hombres de estos, reci&eacute;n llegados al valle tras de muchos
+meses de ausencia de &eacute;l, y no hall&eacute; la menor diferencia que los
+distinguiera en el vestir ni el hablar, ni en la manera de conducirse en
+todo, de sus otros convecinos; ni tampoco he hallado despu&eacute;s,
+busc&aacute;ndolas de intento, muy notorias se&ntilde;ales de que les interese, fuera
+de sus hogares, m&aacute;s que el asunto que los saca de ellos, como si s&oacute;lo
+tuvieran ojos y coraz&oacute;n para ver y sentir el terru&ntilde;o nativo.</p>
+
+<p>La raza es de lo m&aacute;s sano y hermoso que he conocido en Espa&ntilde;a, y yo creo
+que son partes principal&iacute;simas de ello la continua gimnasia del monte,
+la abundancia de la leche y la honradez de las costumbres p&uacute;blicas y
+dom&eacute;sticas. Supe con asombro que no hab&iacute;a en el lugar m&aacute;s que una
+taberna, y &eacute;sa de la propiedad del Ayuntamiento, que vend&iacute;a el vino casi
+con receta y para que cada consumidor lo bebiera en su casa; de donde
+resultaba, por la fuerza de la costumbre, que era muy mal mirado el
+hombre que mostraba instintos &laquo;taberneros&raquo;, y mucho peor el que se
+dejaba arrastrar de ellos, aunque fuera pocas veces. No me asombr&oacute; tanto
+la noticia de que all&iacute; escaseaba mucho el dinero, por ser un linaje de
+escasez muy com&uacute;n en todas partes; pero me pareci&oacute; muy de notarse la de
+que, en cambio, eran moneda corriente los frutos de la tierra, como en
+los pueblos primitivos; y as&iacute; sucede que hay servicios muy importantes
+que se pagan con media docena de panojas o con un maquilero de casta&ntilde;as.
+Lo que tampoco hay en aquel valle son patatas; pero, en cambio, se
+cosechan abundantes en el de Promisiones, el valle de mi abuela paterna
+y aguas arriba del Nansa, donde no se da el ma&iacute;z, que es la principal
+cosecha de Tablanca, por lo cual estos dos valles, separados entre s&iacute;
+por cuatro horas de camino a buen andar, est&aacute;n en frecuente trato para
+cambiar aquellos importantes frutos de la tierra.</p>
+
+<p>Casi todos los hombres de Tablanca son abarqueros, algunos de los
+cuales, sin dejar de ser labradores, hacen una industria de aquel
+oficio. &Eacute;stos acampan, durante el verano, en el monte, en cuadrillas de
+ocho a diez; cortan la madera, preparan en basto las abarcas a pares, y
+as&iacute; las bajan al pueblo, donde, despu&eacute;s de bien curadas, van
+concluy&eacute;ndolas poco a poco. En esta tarea hall&eacute; ocupados a algunos de
+ellos; y me embelesaba vi&eacute;ndolos manejar la azuela de angosto y largo
+peto cortante, o sacar con la legra rizadas virutas de lo m&aacute;s hondo e
+intrincado de la almadre&ntilde;a, o &laquo;pintar&raquo;, las ya afinadas, a punta de
+navaja sobre la p&aacute;tina artificial del calostro secado al fuego. Otros
+son m&aacute;s carpinteros, y acopian tambi&eacute;n y preparan en el monte madera
+para rodales y &laquo;ca&ntilde;as&raquo; (p&eacute;rtigas) de carro, o aperos de labranza que
+luego afinan y rematan abajo.</p>
+
+<p>Otra singularidad de aquellas gentes sepultadas entre montes de los m&aacute;s
+elevados de la cordillera: llaman &laquo;la Monta&ntilde;a&raquo; a la tierra llana, a los
+valles de la costa, y &laquo;monta&ntilde;eses&raquo; a sus habitantes.</p>
+
+<p>Una de las primeras personas con quienes me puse &laquo;al habla&raquo; en aquella
+ocasi&oacute;n, fue un hombre que result&oacute; muy original. Le hall&eacute; recogiendo
+cantos del suelo y cerrando con ellos el boquete de un &laquo;morio&raquo; que se
+hab&iacute;a desmoronado por all&iacute;. Trabajaba con gran parsimonia, y pujaba
+mucho, sin quitar la pipa de su boca, a cada esfuerzo que hac&iacute;a, porque
+ya era viejo. Me salud&oacute; muy risue&ntilde;o al verme a su lado, y hasta me llam&oacute;
+por mi nombre, &laquo;se&ntilde;or don Marcelo&raquo;.</p>
+
+<p>Bastaba mi cualidad de &laquo;se&ntilde;or&raquo; y de forastero para merecer aquellos
+homenajes de una persona de Tablanca, donde son todos la misma cortes&iacute;a;
+pero yo era adem&aacute;s sobrino carnal de don Celso, hijo &laquo;del difunto don
+Juan Antonio&raquo;, sangre de los Ruiz de Bejos, de la enjundia nobiliaria de
+Tablanca, de la &laquo;casona&raquo; &laquo;de all&aacute; arriba...&raquo;, vamos, de los Faraones de
+all&iacute;; algo indiscutible, prestigioso y respetable <i>per se</i> y como de
+derecho divino; pero no a la manera autoritaria y desp&oacute;tica de las
+tradiciones feudales, sino a la patriarcal y llanota de los tiempos
+b&iacute;blicos.</p>
+
+<p>No me extra&ntilde;&oacute;, pues, ni deb&iacute;a extra&ntilde;arme, vistas las cosas por este
+lado, el cari&ntilde;oso acogimiento que me dispens&oacute; el hombre del morio.</p>
+
+<p>Estaba &laquo;ama&ntilde;andu aqueyu&raquo; porque le daba en cara verlo &laquo;en abertal&raquo;. No
+eran hacienda suya, &laquo;como pod&iacute;a comprender yo&raquo;, ni aquella tierra ni
+aquel cercado; pero hab&iacute;a visto un d&iacute;a removido el primer canto de los
+de en medio; despu&eacute;s otros dos de los &laquo;apareaos&raquo; con &eacute;l, y luego &laquo;otros
+de los arrimaus a eyus&raquo;, y por &uacute;ltimo, se hab&iacute;a dicho, &laquo;a las primeras
+celleriscas que vengan, o a la primera res que jocique una miaja pa
+lamberse estus verdinis, se esborrega el moriu por aqu&iacute;&raquo;. Y as&iacute; hab&iacute;a
+sucedido. Tres d&iacute;as estuvo el boquete abierto sin que lo viera el due&ntilde;o
+de la finca; otros cuatro &laquo;pedric&aacute;ndole&raquo; &eacute;l sin fruto para que le echara
+arriba antes que se picaran las bestias a aquel portillo y acabaran con
+la &laquo;pobreza&raquo; del cercado... hasta que pasando el &laquo;moriu&raquo; semanas enteras
+en aquel estado &laquo;bichornosu&raquo;, se hab&iacute;a resuelto &eacute;l a cerrar el boquete.
+Porque era de ese &laquo;aquel&raquo;, y no lo pod&iacute;a remediar. No en todas las
+ocasiones llegaba a tanto el inter&eacute;s que se tomaba por lo ajeno; pero
+siempre le daban en cara y le met&iacute;an en grandes cuidados los descuidos
+de los dem&aacute;s. Ya sab&iacute;a &eacute;l cu&aacute;ndo hab&iacute;a llegado yo a Tablanca y la vida
+que hab&iacute;a hecho desde entonces. Le gustaba mucho verme apegado a la
+tierra y a la casa de mis abuelos. Chisco era buen compa&ntilde;ero para andar
+por donde yo andaba con &eacute;l; tambi&eacute;n Pito Salces, pero no tan &laquo;ama&ntilde;au&raquo;
+como el otro &laquo;pa el autu de rozasi con se&ntilde;ores finus&raquo;. Si Chisco fuera
+de Tablanca como era de Robac&iacute;o, no habr&iacute;a nada que pedirle. As&iacute; y con
+todo, fiel, honrado y trabajador como era y sirviendo donde serv&iacute;a,
+ning&uacute;n padre de aquel lugar deb&iacute;a, en &laquo;josticia de ley&raquo;, cerrarle la
+puerta de su casa. Pues hab&iacute;a quien, si no la cerraba propiamente,
+tampoco se la abr&iacute;a de buena voluntad. Temas de los hombres. La moza era
+maja, y algunos bienes ten&iacute;a que heredar en su d&iacute;a; pero no se
+encontraba &laquo;al regolver de cada calleju&raquo; un hombre de bien, que era un
+caudal &laquo;de por s&iacute; mesmo&raquo;. Bien lo conoc&iacute;a ella, y por eso miraba a
+Chisco con buenos ojos; pero era muy otro el mirar de su padre, y &eacute;l se
+entender&iacute;a. La madre iba por caminos diferentes que su marido, y se
+arrimaba m&aacute;s a los de la hija... En suma y finiquito, ya lo arreglar&iacute;a
+don Celso, si la cosa era conveniente para todos. Pero &iexcl;qu&eacute; &laquo;amejao&raquo; a
+mi padre resultaba yo! Le hab&iacute;a conocido &eacute;l poco m&aacute;s que de &laquo;mozucu&raquo;,
+porque el se&ntilde;or don Juan Antonio le llevar&iacute;a, si viviera, al pie de diez
+a&ntilde;os. Se hab&iacute;a marchado del lugar sin tener pelo de barba todav&iacute;a;
+despu&eacute;s volvi&oacute;, &laquo;jechu un mozall&oacute;n arroganti&raquo;; pero &laquo;entrar por aqu&iacute; y
+salir por ay&aacute;, como el otru que diz&raquo;. &laquo;Le jalaban muchu jacia lo mundanu
+los dinerales que hab&iacute;a apa&ntilde;au por esas tierras de Dios&raquo;, y la mujer que
+le aguardaba para casarse con &eacute;l. Hab&iacute;a vuelto a quedarse solo &laquo;el
+mayoralgu&raquo; que nunca quiso raer de Tablanca. &laquo;Aunque no era mujeriegu de
+por suyu&raquo;, la soledad y otras penas le hab&iacute;an obligado a casarse
+tambi&eacute;n. &iexcl;Bien casado, eso s&iacute;, &laquo;por vida del Pe&ntilde;&oacute;n de Bejo&raquo;! con lo
+mejor de Ca&oacute;rnica, de la casa de los Pinares: do&ntilde;a C&aacute;ndida S&aacute;nchez del
+Pinar. Le parec&iacute;a que estaba vi&eacute;ndola, tan arrogantona y tan... y luego
+con su blandura de entra&ntilde;a... Pero Dios no hab&iacute;a querido que las cosas
+pasaran de all&iacute;; y hoy un hijo y ma&ntilde;ana otro, le hab&iacute;a llevado los tres
+que hab&iacute;a ido teniendo, y por &uacute;ltimo a ella, que val&iacute;a un Potos&iacute; de oro
+puro, y con ella, la luz y la alegr&iacute;a de la casona, que fenecer&iacute;a
+&laquo;ma&ntilde;ana u el otru&raquo; con el pobre don Celso, que ya hab&iacute;a estado a punto
+de morir. Y en feneciendo este &uacute;ltimo Ruiz de Bejos, y en cerr&aacute;ndose la
+casona o pasando a due&ntilde;os desconocidos, &iquest;qu&eacute; ser&iacute;a de Tablanca ni qu&eacute;
+vivir el suyo, sin aquel arrimo, tan viejo en el valle como el mismo r&iacute;o
+que le atravesaba? Por eso se alegraba &eacute;l tanto de mi venida. Bien pod&iacute;a
+ser permisi&oacute;n de Dios. Porque si yo tomara apego a aquella tierra, &iquest;qu&eacute;
+mejor due&ntilde;o para la casona, ni m&aacute;s pomposo se&ntilde;or para el valle entero,
+cuando don Celso faltara? &iexcl;Ah, cu&aacute;nto se alegrar&iacute;a &eacute;l de que yo fuera
+anim&aacute;ndome! Por lo pronto, all&iacute; le ten&iacute;a para servirme en lo que
+quisiera mandarle... Nardo Cuc&oacute;n, el &laquo;Tarumbo&raquo;, si lo quer&iacute;a m&aacute;s llano y
+conocido, porque as&iacute; le llamaban de mote, no sab&iacute;a por qu&eacute;, pero era la
+pura verdad que no le ofend&iacute;a... En fin, ya estaba cerrado el boquete...</p>
+
+<p>Entonces fue cuando el Tarumbo se incorpor&oacute; del todo, aunque algo
+encorvado de ri&ntilde;ones todav&iacute;a y bastante esparrancado, y se encar&oacute;
+conmigo. Su charla hab&iacute;a durado tanto como su labor, y yo no hab&iacute;a hecho
+m&aacute;s que mirarle y o&iacute;rle. Se quit&oacute; la pipa de la boca despu&eacute;s de
+restregarse ambas manos contra el pantal&oacute;n; golpe&oacute;la boca abajo sobre la
+u&ntilde;a del pulgar de la izquierda, y me ense&ntilde;&oacute; en una sonrisa toda la caja
+desportillada de sus dientes. Era un vejete de rostro pl&aacute;cido y gre&ntilde;as
+muy canas, algo atiplado de voz y muy duro de &laquo;bisagras&raquo;; es decir,
+torpe de todos sus movimientos. Para un hombre tan cuidadoso como &eacute;l de
+la hacienda de los dem&aacute;s, no me pareci&oacute; muy bien cuidada la propia que
+ten&iacute;a a la vista. D&iacute;golo por el desali&ntilde;o y desaseo de toda su persona,
+que eran muy considerables... As&iacute; y todo, resultaba interesante y muy
+simp&aacute;tico el vejete.</p>
+
+<p>Habl&eacute; con &eacute;l un buen rato todav&iacute;a, porque me entreten&iacute;a mucho su
+conversaci&oacute;n pintoresca, y acab&eacute; por preguntarle por la casa del m&eacute;dico.</p>
+
+<p>&mdash;Vela ah&iacute;&mdash;me respondi&oacute; dando media vuelta hacia la derecha, y
+apuntando con la mano hacia un edificio algo m&aacute;s ase&ntilde;orado que los del
+tipo corriente en el pueblo&mdash;. De dos zancaj&aacute;s est&aacute; en ella.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y la de don Pedro Nolasco?&mdash;pregunt&eacute;le despu&eacute;s.</p>
+
+<p>&mdash;Vela a esta otra manu&mdash;respondi&oacute;me apuntando con la suya al lado
+opuesto&mdash;. Por encima del tejau de esa primera que tien frutales en el
+g&uuml;ertu, asoma el aleru venc&iacute;u y el jastial&oacute;n detraseru de eya, con su
+balconaje de fierru.</p>
+
+<p>En esto ven&iacute;a hacia nosotros de la parte alta del lugar, cuyas casas,
+como las de todos los lugares monta&ntilde;eses, no guardan orden ni concierto
+entre s&iacute;, una moza de buena estampa, con un calder&oacute;n de cobre muy
+bru&ntilde;ido sobre la cabeza, y un c&aacute;ntaro de barro en cada mano. El Tarumbo,
+despu&eacute;s de conocerla, me gui&ntilde;&oacute; un ojo, la volvi&oacute; la espalda y me dijo
+mientras cargaba de tabaco su pipa:</p>
+
+<p>&mdash;Esa es Tanasia.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y qui&eacute;n es Tanasia?&mdash;le pregunt&eacute; yo.</p>
+
+<p>&mdash;La hija mayor del Toperu&mdash;respondi&oacute;me.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y qui&eacute;n es el Toperu?&mdash;volv&iacute; a preguntarle.</p>
+
+<p>&mdash;Pos es el padre de Tanasia... Vamos, de la mozona que corteja Chiscu.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Aj&aacute;!&mdash;exclam&eacute; mir&aacute;ndola con mucha atenci&oacute;n, porque precisamente
+pasaba entonces por delante de nosotros.</p>
+
+<p>La mozona, que debi&oacute; presumir algo de lo que trat&aacute;bamos el Tarumbo y yo,
+se puso muy colorada y se sonri&oacute;, bajando los ojos al darnos los buenos
+d&iacute;as. Alab&eacute; de coraz&oacute;n el buen gusto de Chisco, y no me expliqu&eacute; bien el
+del Topero.</p>
+
+<p>&mdash;Pues &iquest;qu&eacute; demonios quiere para su hija?&mdash;pregunt&eacute; al Tarumbo.</p>
+
+<p>&mdash;A un tal Pepazus&mdash;me respondi&oacute; &eacute;ste&mdash;. Un mozall&oacute;n como un cajigu, que
+remueve dos hazas de una cav&aacute;, come por cuatru cavones, y descurre menos
+que este moriu que tenemus delante. D&iacute;cese que tien el Toperu esta
+man&iacute;a: no es porque yo sea capaz de juralu, que como ust&eacute;, se&ntilde;or don
+Marcelu, pu&eacute; cavilar, a m&iacute; ya &iquest;qu&eacute; me va ni qu&eacute; me vien en estas
+cantimploras?</p>
+
+<p>Poni&eacute;ndome en marcha hacia la casa del m&eacute;dico, a quien deseaba pagar su
+visita aquel d&iacute;a, desped&iacute;me del Tarumbo; pero &eacute;ste, ataj&aacute;ndome a la
+mitad de la despedida, d&iacute;jome que &laquo;pay&aacute;&raquo; iba &eacute;l tambi&eacute;n, porque
+cabalmente estaban las dos casas, la suya y la del m&eacute;dico, frente por
+frente, y ech&oacute; a andar a mi lado. Pasamos una calleja con muchos
+bardales, y al desembocar en una plazoleta de suelo verde y contorneada
+en su mayor parte de morios con yedras y sa&uacute;cos, dijo mi acompa&ntilde;ante,
+apuntando hacia la izquierda y al fondo de un saco que se formaba all&iacute;
+por dos cercados, uno de &laquo;busquizal&raquo; (zarzal espeso) y otro de pared
+medio derruida entre malezas:</p>
+
+<p>&mdash;Esta es la mi casa.</p>
+
+<p>Y volvi&eacute;ndose al lado opuesto, a&ntilde;adi&oacute;, mientras apuntaba hacia otra que
+cerraba la plazoleta por all&iacute;:</p>
+
+<p>&mdash;Y &eacute;sta es la del m&eacute;icu.</p>
+
+<p>La casa del Tarumbo arrimaba por un costado al muro ruinoso, y all&aacute; se
+andaba con &eacute;l en achaques y quebrantos y con los atalajes de su due&ntilde;o.
+Con estos pensamientos en la cabeza, mir&eacute; al Tarumbo sin decirle nada;
+pero debi&oacute; de le&eacute;rmelos &eacute;l en la cara que le puse, porque me dijo
+enseguida:</p>
+
+<p>&mdash;No se espanti de eyu, porque es de nesecid&aacute;. Quedamos yo y la mujer,
+que no sal ya de la cama; los hijus, entre casaus y ausentis, lo mesmu
+que si no los tuviera; y a m&iacute; no me alcanza el tiempu pa n&aacute; con el
+quehacer que me dan los cuidaos ajenus... Porque, cr&eacute;ame ust&eacute;, se&ntilde;or don
+Marcelu, lo que pas&oacute; con el moriu que me ha vistu ust&eacute; levantar, pasa
+aqu&iacute; con las mil y quinientas a ca hora del d&iacute;a y de la nochi; y si no
+juera por el Tarumbu, cr&eacute;ame ust&eacute; don Marcelu, cr&eacute;ame ust&eacute; y no lo tomi
+a emponderancia: si no juera por el Tarumbu, la met&aacute; del vecindariu de
+Tablanca andar&iacute;a por estus callejonis devor&aacute; por la jambre y en cuerus
+vivus.</p>
+
+<p>Guard&eacute;me bien de pon&eacute;rselo en duda siquiera; me desped&iacute; de &eacute;l muy
+afable, y me dirig&iacute; a la casa del m&eacute;dico, que estaba a dos pasos.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="IX" id="IX"></a>IX</h2>
+
+
+<p>Desde que le hab&iacute;a conocido, poco m&aacute;s que de vista, en casa de mi t&iacute;o,
+sent&iacute;a yo gran deseo de echar un p&aacute;rrafo a mi gusto con el m&eacute;dico de
+Tablanca; porque se me antojaba que en aquel mozo hab&iacute;a m&aacute;s &laquo;cantera&raquo; de
+la que se halla en el tipo usual y corriente de los hombres de su edad y
+circunstancias. Y result&oacute; la cantera a los primeros desbroces; a flor de
+tierra, como quien dice.</p>
+
+<p>Como me hab&iacute;a visto acercarme a su casa, sali&oacute; a recibirme hasta el
+portal con una ropilla casera, poco m&aacute;s que de verano, a pesar de la
+frescura invernal del ambiente que corr&iacute;a; pero con buenos abrigos de
+carne blanca y rolliza que le asomaba en ronchas por los pu&ntilde;os recogidos
+de su camisa de dormir y por encima del leve cuello de la americana.
+Cond&uacute;jome escalera arriba por una de pocos tramos; despu&eacute;s, por un
+pasadizo corto, y, por &uacute;ltimo, me introdujo en una salita con solana y
+gabinete, la cual, por los muebles y los libros que conten&iacute;a, supuse
+desde luego que le servir&iacute;a de despacho. Sent&aacute;monos frente a frente en
+c&oacute;modos, aunque no ricos ni elegantes sillones, con una mesita entre los
+dos, cargada de papelejos, una plegadera, cajas de f&oacute;sforos llenas y
+desocupadas, cenicero con colillas, una petaca de suela y una bolsa
+abierta de cirug&iacute;a; y hubo primeramente las vaguedades acostumbradas en
+toda visita; despu&eacute;s fumamos, sin dejar de hablar del tiempo, por lo
+inusitado de su relativa templanza, ni del juicio que iba formando yo de
+aquella tierra, para m&iacute; desconocida hasta entonces; luego tocamos el
+punto de las condiciones higi&eacute;nicas del valle; y por este resquicio
+sali&oacute; a relucir la quebrantada salud de mi t&iacute;o Celso, sobre la cual
+ten&iacute;a yo muchos deseos de hablar con el mediquillo aqu&eacute;l.</p>
+
+<p>Es m&aacute;s dif&iacute;cil de lo que parece mostrar ingenio, discreci&oacute;n, tino y,
+sobre todo, arte en las trivialidades y peque&ntilde;eces que son el tema
+obligado a los comienzos de esas visitas &laquo;de cumplido&raquo; que todos
+hacemos, que hace todo el mundo. Es m&aacute;s f&aacute;cil ganar una batalla campal
+que entrar a tiempo y bien entonado en esas insustanciales sinfon&iacute;as de
+la comedia que va a representarse despu&eacute;s. Yo tengo el valor de
+declarar, por lo que a m&iacute; concierne, que casi siempre que me veo en esos
+trances, entro a destiempo y desafinado, y que cuanto m&aacute;s me empe&ntilde;o en
+enmendar las pifias, peor lo pongo. Pero v&aacute;lgame el consuelo de que
+llevo vistas mayores torpezas que las m&iacute;as y hasta enormes
+inconveniencias y sandeces donde menos eran de esperarse por la calidad
+refinada de los actores. Pues bien: precisamente en ese mismo peligroso
+trance fue donde empec&eacute; yo a vislumbrar la &laquo;cantera&raquo; de aquel mozo,
+despechugado y casi en ropas menores, mediquillo simple de una aldehuela
+sepultada entre montes, en presencia de un elegante de Madrid, harto de
+correr el mundo de los ricos desocupados; y no seguramente por lo que me
+dijo ni por lo que hizo, sino por todo lo contrario: por lo que se call&oacute;
+y por lo que no quiso hacer, o mejor todav&iacute;a, por lo bien que supo
+callarse y estarse quieto, y escoger lo que me dijo y el modo de
+decirlo. Todo el mundo tiene af&aacute;n de ser un poco agudo, un poco gracioso
+y hasta un poco travieso delante de las gentes, y de ah&iacute; las necedades y
+las inconveniencias; y casi a nadie se le ocurre ser sincero, con lo
+cual, buena educaci&oacute;n y una pizca de sentido com&uacute;n, hay la garant&iacute;a de
+no &laquo;quedar mal&raquo; all&iacute; ni en ninguna parte, que no es garant&iacute;a floja en
+los tiempos esencialmente comunicativos que alcanzamos. Pues cabalmente
+la sinceridad, y en su m&aacute;s alto grado, acompa&ntilde;ada de un buen
+entendimiento, fue lo primero que yo ech&eacute; de ver en el mediquillo de
+Tablanca.</p>
+
+<p>Hablando de la enfermedad de mi t&iacute;o, me dijo que era mortal de
+necesidad. Consist&iacute;a... (y aqu&iacute; se detuvo risue&ntilde;o como para pedirme
+perd&oacute;n por las palabrotas que iba a soltar) en una dilataci&oacute;n
+cardiaca... un estado asist&oacute;lico...</p>
+
+<p>&mdash;En castellano corriente&mdash;a&ntilde;adi&oacute; con un gesto y un adem&aacute;n muy naturales
+y expresivos&mdash;, es la m&aacute;quina vieja cuyo organismo empieza a
+descomponerse. Se entorpeci&oacute; la rueda del coraz&oacute;n como pudo entorpecerse
+otra de las principales. Por alguna de ellas hab&iacute;a de empezar la
+inevitable ruina. Cu&aacute;ndo se consumar&aacute; &eacute;sta, cu&aacute;ndo se parar&aacute; la m&aacute;quina,
+no es posible calcularlo a fecha fija ni por m&iacute; ni por los que sepan de
+esas cosas m&aacute;s que yo: lo mismo puede pararse dentro de seis meses que
+en este instante. Lo indudable es que hay m&aacute;quina para muy poco tiempo.</p>
+
+<p>Aunque de ello estaba yo bien persuadido, la confirmaci&oacute;n de mis
+sospechas por labios tan autorizados me produjo un efecto muy penoso.
+Aparte de los v&iacute;nculos de sangre que me un&iacute;an a don Celso, hab&iacute;a en &eacute;l
+prendas personales que le hac&iacute;an muy pegajoso al cari&ntilde;o de los que le
+trataban.</p>
+
+<p>Hablando de su enfermedad, se trat&oacute; de otras an&aacute;logas y de otras muchas
+que, sin parecerse a ellas, ten&iacute;an, sin embargo, el mismo funesto
+desenlace: la muerte del enfermo; y ya en este camino, fuimos a parar al
+consabido &laquo;desaliento&raquo; de los doctos en el &laquo;arte de curar&raquo; en cuanto
+cotejan y comparan los recursos de su ciencia con las m&iacute;seras
+condiciones f&iacute;sicas del hombre; s&oacute;lo que el mozo aqu&eacute;l, al convenir
+conmigo en la ineficacia de la medicina en la mayor parte de los casos
+de apuro, no se llev&oacute; las manos a la cabeza, ni reneg&oacute; de la incapacidad
+humana, ni mostr&oacute; esperanza alguna de que ya ir&iacute;an arreglando poco a
+poco esas dificultades &laquo;los h&eacute;roes y los m&aacute;rtires de la ciencia&raquo;: al
+contrario, sin negar que estudiando mucho pod&iacute;a averiguarse algo m&aacute;s de
+lo que se sab&iacute;a en la materia, dio los fracasos actuales, y aun los
+venideros, por cosa necesaria y con los cuales ya contaba &eacute;l al empezar
+sus estudios; es decir, que no le not&eacute; la menor chispa de entusiasmo por
+su profesi&oacute;n, ni el menor s&iacute;ntoma de desencanto al tocar en la pr&aacute;ctica
+de ella sus deficientes recursos. Declar&oacute;me honrada y lealmente que as&iacute;
+era la verdad; y con esto y un poco de astucia m&iacute;a, fuimos entrando paso
+a paso en el terreno a que yo deseaba conducirle, o mejor dicho, fui
+sabiendo de &eacute;l todo lo que necesitaba para acabar de conocerle &laquo;por
+dentro&raquo;.</p>
+
+<p>Era nativo de Robac&iacute;o (igual que Chisco), y su padre, don Servando
+Celis, un se&ntilde;or por el arte de mi t&iacute;o Celso, hab&iacute;a deseado que se
+hiciera m&eacute;dico, porque ya ten&iacute;a otro hijo, el mayor, estudiando Leyes en
+Valladolid. A &eacute;l, que estudiaba tercero del bachillerato en Santander,
+lo mismo le daba. No sent&iacute;a aversi&oacute;n ni apego a ninguna carrera
+literaria o cient&iacute;fica: todos sus cinco sentidos los ten&iacute;a puestos en el
+terru&ntilde;o natal. Esto no se lo dec&iacute;a a nadie; pero lo sent&iacute;a, y muy hondo.
+Por este lado hasta se hab&iacute;a alegrado de la elecci&oacute;n de carrera hecha
+por su padre, porque la de m&eacute;dico era quiz&aacute;s la &uacute;nica compatible con sus
+aspiraciones y tendencias. Adem&aacute;s, pod&iacute;an enga&ntilde;arle en esto las
+ilusiones de muchachos; y de todas suertes, su padre ten&iacute;a mucha raz&oacute;n
+en sacarle de all&iacute; para darle una ocupaci&oacute;n que, cuando menos, hab&iacute;a de
+ilustrarle el entendimiento y ponerle en contacto con el mundo. En esta
+prueba, forzosamente hab&iacute;a de manifestarse y triunfar su verdadera
+vocaci&oacute;n. Y se someti&oacute; a ella hasta gustoso, no contando por tal la de
+su campa&ntilde;a de humanista en Santander, porque a aquella edad y encerrado
+en un colegio no se forma nadie cabal idea de esas cosas tan delicadas y
+complejas. Hecha la prueba durante siete a&ntilde;os de estudios en Madrid,
+result&oacute; lo que &eacute;l esperaba: el triunfo definitivo de sus primeras
+inclinaciones.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Est&aacute; usted seguro&mdash;le dije siguiendo mi sistema de interrupciones y
+preguntas, para obtener m&aacute;s de lo que espont&aacute;neamente me ofrec&iacute;a su
+agradable laconismo&mdash;, de haber puesto de su parte todo el esfuerzo que
+requer&iacute;a la empresa?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Segur&iacute;simo!&mdash;me respondi&oacute; sin vacilar; y a&ntilde;adi&oacute; sonri&eacute;ndose: Puedo
+jurarle a usted que en ese linaje de estudios aprovech&eacute; bien el tiempo.</p>
+
+<p>&mdash;Pues me parece muy extra&ntilde;o el resultado&mdash;repliqu&eacute;&mdash;, juzgando de sus
+sentimientos por los m&iacute;os.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Por qu&eacute;?&mdash;me interrog&oacute; muy serio.</p>
+
+<p>&mdash;Porque no es eso lo usual y corriente entre mozos de las condiciones
+personales de usted; porque con ellas y en Madrid y en roce continuo con
+el mundo y sus golosinas, lo natural es que se las vaya tomando el
+gusto.</p>
+
+<p>&mdash;No he dicho yo que me desagradaran&mdash;se apresur&oacute; a replicarme el
+m&eacute;dico&mdash;. Lo que hay es que esas golosinas, sin desagradarme, no me
+satisfac&iacute;an, no me llenaban, y me dejaban siempre despierto el apetito
+de otra cosa m&aacute;s del gusto de mi paladar.</p>
+
+<p>&mdash;Y &iquest;cu&aacute;l era esa cosa, si puede saberse?</p>
+
+<p>&mdash;Lo de ac&aacute;, la tierra nativa.</p>
+
+<p>&mdash;Pero &iexcl;qu&eacute; demonios puede usted hallar en ella de apetecible hasta ese
+punto!&mdash;exclam&eacute; entonces, verdaderamente asombrado.</p>
+
+<p>&mdash;Lo que no hay en lo otro&mdash;me respondi&oacute; al instante.</p>
+
+<p>&mdash;Pues no lo entiendo&mdash;conclu&iacute;.</p>
+
+<p>&mdash;Ni es f&aacute;cil&mdash;me dijo muy sosegadamente&mdash;, desde el punto de vista de
+usted, tan diferente del m&iacute;o.</p>
+
+<p>&mdash;Diferente&mdash;a&ntilde;ad&iacute;&mdash;, seg&uacute;n y conforme; pues, al cabo, se trata de un
+hombre que ha visto el mundo algo m&aacute;s que por un agujero, y de aqu&iacute; mi
+asombro precisamente.</p>
+
+<p>Me mir&oacute; entonces el mediquillo con cierta insistencia recelosa, cambi&oacute;
+dos veces de postura en el sill&oacute;n, sonri&oacute;se un poco y me dijo al fin:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Tachar&iacute;a usted a un hombre, de los llamados cultos, porque hiciera
+coplas... de las buenas, se entiende, o pintara cuadros magistrales,
+copiados de la Naturaleza?</p>
+
+<p>&mdash;No por cierto&mdash;respond&iacute;.</p>
+
+<p>&mdash;Pues aqu&iacute;, donde usted me ve&mdash;a&ntilde;adi&oacute; acentuando la sonrisa, que ya
+picaba en maliciosa&mdash;, me atrevo a creerme algo poeta y un poco
+artista... a mi modo, por supuesto.</p>
+
+<p>&mdash;Enhorabuena&mdash;repliqu&eacute;&mdash;; y sin adularle, no hay en la noticia el menor
+motivo para que yo me maraville; pero &iquest;en qu&eacute; se opone ella a lo que yo
+digo?</p>
+
+<p>&mdash;Sup&oacute;ngame usted&mdash;prosigui&oacute; el m&eacute;dico, sin dejar de sonre&iacute;r, pero m&aacute;s
+animoso y atrevido que antes&mdash;, sup&oacute;ngame usted con el delirio del m&aacute;s
+grande de los poetas y con la fiebre del m&aacute;s admirable de los pintores;
+pero suponga tambi&eacute;n (y en ello no supondr&aacute; m&aacute;s que lo cierto) que no s&eacute;
+hacer una mala copla ni coger los pinceles en la mano; suponga usted
+igualmente que, aunque me enamoran las buenas poes&iacute;as y los hermosos
+cuadros, no satisfacen por completo las necesidades de esa especie que
+padezco yo, y suponga, por &uacute;ltimo, que en este valle m&iacute;nimo, y en los
+montes que le circundan de cerca y de lejos, cuya visi&oacute;n continua le
+abruma y le entristece a usted, y en el conjunto de todo ello, con la
+luz que lo envuelve, espl&eacute;ndida a ratos, mortecina a veces, t&eacute;trica muy
+a menudo, dulce y soledosa siempre, y con los ruidos de su lenguaje,
+desde el fiero de la tempestad hasta el rumoroso de las brisas de mayo,
+y su fragancia exquisita nunca igualada por los artificios orientales,
+encuentro yo cada d&iacute;a, cada hora, cada momento, el himno sublime, el
+poema, el cuadro, la armon&iacute;a insuperables, que no se han escrito, ni
+pintado, ni compuesto, ni so&ntilde;ado todav&iacute;a por los hombres, porque no
+alcanza ni alcanzar&aacute; jam&aacute;s a tanto la peque&ntilde;ez del ingenio humano: el
+arte supremo, en una palabra... &iquest;No halla usted en esta raz&oacute;n, poco m&aacute;s
+que esbozada, algo que justifique estas inclinaciones m&iacute;as que tan
+inexplicables le parecen?</p>
+
+<p>&mdash;Algo hay, en efecto&mdash;respond&iacute;&mdash;; pero no lo bastante, a mi entender&mdash;y
+a&ntilde;ad&iacute;, dej&aacute;ndome llevar demasiado de mis instintos un tanto prosaicos&mdash;:
+porque todo ello es, al cabo, mera poes&iacute;a.</p>
+
+<p>&mdash;Ya le he dicho a usted&mdash;me replic&oacute;, como si se excusara en broma de
+una grave falta&mdash;, que tengo la debilidad de creerme algo poeta, aunque
+meramente pasivo; pero es lo cierto que eso, tan mal expresado por m&iacute;, y
+sea ello lo que fuere, es, algo m&aacute;s razonado y en escala mucho mayor, lo
+mismo que yo sent&iacute;a de muchachuelo en mi lugar; lo que echaba de menos
+en Madrid, y lo que parece necesitar mi esp&iacute;ritu aldeano para vivir a su
+gusto. Conc&eacute;dame usted para mi pecado&mdash;a&ntilde;adi&oacute; con ademanes de la m&aacute;s
+esmerada cortes&iacute;a&mdash;, siquiera la tolerancia que no negar&aacute; a los hombres
+cultos de las ciudades, apasionados de los buenos cuadros y de los
+buenos libros.</p>
+
+<p>&mdash;Aun as&iacute;, y usted perdone mi insistencia&mdash;observ&eacute; con un tes&oacute;n que no
+era todo sinceridad ni del mejor gusto&mdash;, no me sale la cuenta que usted
+se echa a s&iacute; propio. Esos hombres de la ciudad no viven constantemente
+entre sus libros y sus cuadros.</p>
+
+<p>&mdash;Tampoco yo entre los m&iacute;os&mdash;replic&oacute; el m&eacute;dico enseguida.</p>
+
+<p>&mdash;Esos hombres&mdash;continu&eacute; yo, aparentando no enterarme de su r&eacute;plica por
+el gusto de enredarle en otras nuevas acabar&iacute;an por hastiarse de sus
+cuadros y de sus libros y por tomarlos en aborrecimiento si no llevaran
+a menudo su atenci&oacute;n a otras ocupaciones y a otros lugares muy
+distintos... &iexcl;Pero esta monoton&iacute;a de aqu&iacute;!...</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Monoton&iacute;a!&mdash;repiti&oacute; el mozo enardeci&eacute;ndose un poquillo&mdash;. &iexcl;Y yo que
+la encuentro solamente en las tierras llanas y en sus grandes
+poblaciones! Madrid, Sevilla, Barcelona... Par&iacute;s, la capital que usted
+quiera, &iquest;pasa de ser una jaula m&aacute;s o menos grande, mejor o peor
+fabricada, en la cual viven los hombres amontonados, sin espacio en qu&eacute;
+moverse ni aire puro que respirar?... &iexcl;Ocupaciones!... &iexcl;La ocupaci&oacute;n del
+negocio, la ocupaci&oacute;n del caf&eacute;, la ocupaci&oacute;n del paseo, la ocupaci&oacute;n de
+la calle, la ocupaci&oacute;n del Casino, o del teatro, o de la Bolsa...! Yo no
+digo que algunas de estas ocupaciones y otras muchas de los mundanos no
+sean &uacute;tiles y necesarias para los fines de la vida, de lo que se llama
+vida de los pueblos y de las naciones; pero niego que, con excepciones
+muy contadas, sea c&oacute;modo, vario y entretenido nada de ello para la vida
+espiritual en naturalezas como la m&iacute;a y otras muchas... incluso la de
+usted&mdash;a&ntilde;adi&oacute;, volviendo a sonre&iacute;rse, si tuviera yo la fortuna de
+hacerle percibir la infinita variedad de encantos y de aspectos que se
+encierra y se contiene en esto que, a las primeras ojeadas de un
+profano, s&oacute;lo parece un hacinamiento enorme de pe&ntilde;ascos y bardales.</p>
+
+<p>Sigui&oacute; a este desahogo un himno entusi&aacute;stico, hermosa y altamente
+entonado, a la &laquo;madre Naturaleza&raquo;, di por visto, y de muy buena gana, lo
+que &eacute;l deseaba que yo viera; y m&aacute;s por hundir otro poco mi sonda en sus
+adentros que con intenci&oacute;n de arrancarle sus ilusiones, d&iacute;jele al cabo:</p>
+
+<p>&mdash;Pase, pues, lo de la amenidad, lo de la hermosura y hasta la
+sublimidad y la elocuencia de este escenario que le encanta y maravilla;
+pero &iquest;y los actores que le acompa&ntilde;an a usted en la &eacute;gloga perenne de su
+vivir? &iquest;Qu&eacute; me dice usted de ellos... del hombre... vamos, de los
+hombres?</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Qu&eacute; tienen esos hombres que tachar?&mdash;pregunt&oacute;me a su vez el m&eacute;dico.</p>
+
+<p>&mdash;Que son r&uacute;sticos, que est&aacute;n ineducados.</p>
+
+<p>&mdash;Como deben de ser y como deben de estar&mdash;me replic&oacute; inmediatamente&mdash;,
+para el destino que tienen en el cuadro. Lo absurdo y lo indisculpable
+fuera en m&iacute;, que no pido ni puedo pedir en estas soledades agrestes las
+&oacute;peras del Teatro Real, ni los salones del gran mundo, ni los trenes
+lujosos de la Castellana, exigir a estos pobres campesinos la elocuencia
+de nuestros grandes tribunos, las habilidades de nuestros pol&iacute;ticos y el
+saber de nuestros doctores y acad&eacute;micos.</p>
+
+<p>&mdash;Santo y bueno&mdash;dije yo entonces creyendo poner una pica en Flandes&mdash;,
+para la vida contemplativa, para la de pura delectaci&oacute;n est&eacute;tica; pero
+no se trata de eso, amigo m&iacute;o, sino de la realidad prosaica de la vida
+social y, dig&aacute;moslo as&iacute;, de todos los d&iacute;as. Estos hombres tienen las
+miseriucas y las ro&ntilde;as propias y peculiares de su baja condici&oacute;n y,
+adem&aacute;s, por su ignorancia no pueden entenderse con usted.</p>
+
+<p>Aqu&iacute; fue donde el m&eacute;dico se enardeci&oacute; casi de veras, como si hasta
+entonces no hubiera tomado el asunto verdaderamente por lo serio.</p>
+
+<p>Comenz&oacute; por decirme que donde quiera que hab&iacute;a hombres, cultos o
+incultos, hab&iacute;a debilidades, ro&ntilde;as y grandes flaquezas; pero que, ro&ntilde;a
+por ro&ntilde;a, flaqueza por flaqueza y debilidad por debilidad, prefer&iacute;a la
+de los aldeanos, que muy a menudo le hac&iacute;an re&iacute;r, a la de los hombres
+ilustrados, cuyas causas y cuyos fines, por su abominable naturaleza y
+sus alcances, casi siempre le pon&iacute;an a punto de llorar. En cuanto a no
+poder entenderse con los vecinos de Tablanca, era otro error m&iacute;o y de
+otros muchos hombres cultos, empe&ntilde;ados en tomar ciertas cosas al rev&eacute;s.
+&iquest;Por qu&eacute; ha de ser el hombre de los campos el que se eleve hasta el
+hombre de la ciudad, y no el hombre de la ciudad el que descienda con su
+entendimiento, m&aacute;s luminoso, hasta el hombre de los campos para
+entenderse los dos? H&aacute;gase este trueque, y se ver&aacute; c&oacute;mo resulta la
+inteligencia mutua que se da como imposible por los que no saben
+buscarla. Y no haya temor de que las dos naturalezas se compenetren y de
+las ro&ntilde;as de la una se contamine la otra; porque la comunicaci&oacute;n no ha
+de ser continua ni para todo, y al hombre culto, por lo mismo que es m&aacute;s
+inteligente, le sobran medios para no rebasar de los l&iacute;mites de la
+prudencia y hacer que cada uno de los dos guarde el puesto que le
+corresponde. Y en este equilibrio, que no deja de ofrecer dificultades,
+&iexcl;cu&aacute;nto se aprende a veces del hombre rudo de los montes, por el hombre
+culto de las ciudades, y cu&aacute;nto halla &eacute;ste que ver y que admirar all&iacute;
+donde los ojos avezados a los relumbrones llamativos del mundo
+civilizado, s&oacute;lo distinguen sombras, monoton&iacute;a, soledades y tristezas!</p>
+
+<p>Como, al llegar aqu&iacute;, me pareciera el m&eacute;dico dispuesto a callarse, por
+su natural modesto y reservado, y a m&iacute; me fuera gustando mucho su
+palabra, tan f&aacute;cil como sobria, pregunt&eacute;le, antes que el hornillo de su
+entusiasmo comenzara a entibiarse, qu&eacute; cosas eran aquellas que pod&iacute;an
+verse y admirarse por el hombre culto en sus relativas intimidades con
+el aldeano.</p>
+
+<p>Y entonces se enfrasc&oacute; el simp&aacute;tico mediquillo de Tablanca en otra
+teor&iacute;a, que no me vendi&oacute; por nueva en el fondo.</p>
+
+<p>Seg&uacute;n &eacute;l, los tiempos de hoy no eran peores que otros tiempos de los
+cuales han dicho siempre los respectivos moralistas, que fueron los
+tiempos m&aacute;s malos de todos los habidos hasta ellos: antes al contrario,
+le parec&iacute;an los actuales, en lo bueno, hasta mejores que los pasados. En
+lo malo, y no por la cantidad, sino por la calidad de ello, estaba el
+punto litigioso. En su concepto, la maldad de ahora alcanzaba mayor
+hondura que las de antes en el cuerpo social: le hab&iacute;a invadido el
+coraz&oacute;n y la cabeza; &eacute;sta se atrev&iacute;a ya a todo y con todo, y aqu&eacute;l no se
+conmov&iacute;a por nada, gastada su sensibilidad con el roce de tantos y tan
+continuos sucesos, porque en ninguna &eacute;poca del mundo han acontecido
+tantos y tan extraordinarios en tan breve tiempo como ahora. De aquellos
+atrevimientos y de esta insensibilidad, hab&iacute;a de venir, estaba ya
+llegando, la par&aacute;lisis absoluta en la vida espiritual de los hombres. La
+fe en lo divino y el sentimiento de lo reputado siempre por lo m&aacute;s noble
+en lo humano, iban releg&aacute;ndose al mont&oacute;n de las cosas in&uacute;tiles, cuando
+no perjudiciales; apenas se conceb&iacute;an los grandes h&eacute;roes de otras
+&eacute;pocas, cuanto m&aacute;s los sentimientos que los hab&iacute;an exaltado desde la
+masa com&uacute;n de los an&oacute;nimos, hasta las p&aacute;ginas m&aacute;s esplendentes de la
+Historia. No era posible ya, ni siquiera de &laquo;buen gusto&raquo;, sentir
+entusiasmo por nada, ni de lo de tejas arriba ni de lo de tejas abajo.
+La verdadera agon&iacute;a del esp&iacute;ritu social. De eso adolec&iacute;an los tiempos
+actuales, y por ah&iacute; ven&iacute;a la muerte del cuerpo colectivo. Le corro&iacute;a la
+gangrena por los grandes centros de su organismo atiborrado: por la
+ciudad, por el taller, por la Academia, por la pol&iacute;tica, por la Bolsa...
+por donde m&aacute;s caudal representa el torrente circulatorio de las
+insaciables ambiciones del hombre culto. Pero, por misericordia de Dios,
+le quedaban sanas todav&iacute;a las extremidades, algunas de ellas por lo
+menos, y s&oacute;lo con la sangre rica de estos miembros pod&iacute;a, con mucho
+tiempo y gran paciencia, purificarse y reconstituirse la parte
+corrompida de los centros.</p>
+
+<p>&mdash;Pues estos miembros sanos&mdash;a&ntilde;adi&oacute; el m&eacute;dico con viril entereza&mdash;, son
+las aldehuelas montaraces como &eacute;sta. Y digo montaraces, porque si vamos
+a meter el escalpelo en las m&aacute;s despejadas de horizontes y m&aacute;s abiertas
+al comercio de las ideas y al tufillo de la industria, sabe Dios lo que
+hallar&iacute;amos en sus fibras... &iquest;Le parece a usted poco&mdash;pregunt&oacute;me en
+conclusi&oacute;n&mdash;, este verdadero tesoro entre otros semejantes bien f&aacute;ciles
+de distinguir, para ser admirado por un hombre culto capaz de
+entusiasmarse con algo todav&iacute;a? &iquest;Y no es trabajo bien honroso y muy
+entretenido el que procuran la conservaci&oacute;n y hasta el fomento de esto
+que yo me he atrevido a llamar tesoro, a riesgo de que usted se r&iacute;a de
+&eacute;l y de mis candorosos idealismos?</p>
+
+<p>Algo m&aacute;s dignas de respeto eran las teor&iacute;as del noble mozo, aunque s&oacute;lo
+las estimara por el fervor y el honrado convencimiento con que me las
+expon&iacute;a, y as&iacute; se lo declar&eacute;; pero a&ntilde;adi&eacute;ndole que apreciar&iacute;a yo mejor
+la fuerza de sus razones vi&eacute;ndole luchar contra mis dudas en terreno m&aacute;s
+trillado por la realidad de las cosas: al cabo era yo, en m&aacute;s o en
+menos, de los gangrenados por el virus de la ciudad, y gustaba de ver
+los asuntos por su lado pr&aacute;ctico.</p>
+
+<p>Comprendiendo r&aacute;pidamente lo que intentaba decirle con tantos
+circunloquios y met&aacute;foras, quiz&aacute;s por otro resabio de mi mundana
+cortes&iacute;a, comenz&oacute; por admirarse, a su modo, de que le fuera con
+semejante reparo un miembro de la familia de los Ruiz de Bejos. &iquest;C&oacute;mo
+pod&iacute;a ignorar yo, con determinados ejemplos a la vista, lo mucho que
+quedaba que hacer en los pueblos rurales a los hombres de luces y de
+buena voluntad?</p>
+
+<p>&mdash;La gran obra&mdash;continu&oacute;&mdash;de la casona de Tablanca, desde tiempo
+inmemorial, ha sido la unificaci&oacute;n de miras y de voluntades de todos
+para el bien com&uacute;n. La casa y el pueblo han llegado a formar un solo
+cuerpo, sano, robusto y vigoroso, cuya cabeza es el se&ntilde;or de aqu&eacute;lla.
+Todos son para &eacute;l, y &eacute;l es para todos, como la cosa m&aacute;s natural y
+necesaria. Prescindir de la casona, equivale a decapitar el cuerpo; y
+as&iacute; resulta que no se toman por favores los muchos y constantes
+servicios que se prestan entre la una y los otros, sino por actos
+funcionales de todo el organismo. Yo creo que es muy de admirarse esta
+singularidad que debiera haber saltado ya a los ojos de usted, y que
+seguramente no habr&aacute; visto m&aacute;s que en alg&uacute;n libraco pasado de moda, pero
+como pintura infiel de imaginaci&oacute;n, convencional y &ntilde;o&ntilde;a. Con esta gran
+obra de defensa contra las oleadas maleantes que llegan hasta aqu&iacute; en
+&eacute;pocas determinadas desde los absorbentes centros pol&iacute;ticos y
+administrativos del Estado, &iexcl;si viera usted qu&eacute; sonido tienen en las
+concavidades de este rec&oacute;ndito lugarejo los c&aacute;nticos de las sirenas de
+all&aacute;; las pomposas vociferaciones de los charlatanes y traficantes
+pol&iacute;ticos, esos Dulcamaras embaucadores, encomiando espec&iacute;ficos que han
+fabricado ellos mismos, tomando la salud del pueblo por disfraz de sus
+codicias personales! &iexcl;Si viera usted c&oacute;mo disuenan esos c&aacute;nticos y
+vocer&iacute;os entre el acordado son de estas costumbres casi patriarcales!
+Por eso no se conocen aqu&iacute; ciertas plagas, relativamente modernas, de
+los pueblos campestres, ni han entrado jam&aacute;s los merodeadores pol&iacute;ticos
+a explotar la ignorancia y la buena fe de estos pobres hombres... Pero
+&iexcl;desdichados de ellos el d&iacute;a en que les falte la fuerza de cohesi&oacute;n,
+hidalga y noble, que les da la casona de los Ruiz de Bejos!... Todo
+esto, como puede presumirse, da bastante que hacer a cada rueda
+inteligente de cuantas componen la m&aacute;quina cuyo eje fundamental es hoy
+en este lugar el bien ganado prestigio de don Celso. Pues bien: trabajar
+de este modo donde ya exista la m&aacute;quina, y donde no, trabajar para
+construirla, es algo de lo mucho que tienen que hacer en los pueblos
+rurales los hombres cultos de buena voluntad. Y crea usted que no faltan
+en la Monta&ntilde;a (porque no todos sus habitadores son de tan sana madera
+como los de Tablanca) hasta m&aacute;rtires de este heroico trabajo. Quiz&aacute;
+tenga usted ocasi&oacute;n de conocer de cerca a alguno de ellos.</p>
+
+<p>Lo cierto era que si el simp&aacute;tico mediquillo no estaba en lo justo en
+cuanto afirmaba, deb&iacute;a de estarlo; y que caus&aacute;ndome cierto rubor hasta
+las tentaciones de contradecirle en asertos tan honrados y tan hermosos,
+dime desde luego, si no por convencido, por puesto en camino de
+convencerme muy pronto.</p>
+
+<p>Hablamos algo m&aacute;s todav&iacute;a, aunque sin tomar los asuntos tan a pecho como
+antes; y acabando por donde deb&iacute;a haber empezado, averigu&eacute; que el m&eacute;dico
+se llamaba Manuel; que le llamaban &laquo;Neluco&raquo; desde que ten&iacute;a uso de
+raz&oacute;n, lo mismo all&iacute; que en su pueblo nativo; que no le quedaba en &eacute;ste,
+muerto su padre pocos a&ntilde;os hac&iacute;a, m&aacute;s familia que una hermana, casada
+con un propietario de las inmediaciones; que si no era m&eacute;dico de su
+propio lugar, consist&iacute;a en que al recibir el t&iacute;tulo de Licenciado en
+Madrid, estaba vacante la plaza del titular de Tablanca, la cual
+pretendi&oacute; y le dieron, no siendo f&aacute;cil hallar otra m&aacute;s de su gusto que
+aqu&eacute;lla, a no ser la de Robac&iacute;o, que estaba entonces y continuaba
+estando ocupada, y, por &uacute;ltimo, que ten&iacute;a veintinueve a&ntilde;os y que hab&iacute;a
+empezado a los veinticuatro a ejercer la profesi&oacute;n en Tablanca, donde se
+hallaba como en su propio lugar, y tan apegado a &laquo;sus enfermos&raquo; como el
+pastor a su reba&ntilde;o.</p>
+
+<p>Vi que me quedaba una hora, antes de la acostumbrada de comer en casa de
+mi t&iacute;o, y quise aprovecharla para pagar la visita a don Pedro Nolasco.
+D&iacute;jeselo al m&eacute;dico como raz&oacute;n de mi despedida, y se mostr&oacute; muy dispuesto
+a acompa&ntilde;arme si aceptaba yo la molestia de esperarle unos instantes.
+Acept&eacute;, no la molestia, sino el favor que me hac&iacute;a en ello; entr&oacute; &eacute;l de
+un salto en el gabinete, y antes de cinco minutos apareci&oacute; en la sala
+bien calzado y no mal vestido, o, mejor dicho, acabando de vestirse con
+graciosa desenvoltura. Cogi&oacute; un chambergo que estaba sobre una silla, un
+cachiporro del rinc&oacute;n inmediato, y me dijo, mientras yo me sacud&iacute;a las
+perneras del pantal&oacute;n despu&eacute;s de enderezarme:</p>
+
+<p>&mdash;Cuando usted guste.</p>
+
+<p>Ofreci&oacute;me enseguida su casa, aunque era de alquiler, como la vieja que
+le serv&iacute;a de patrona por recomendaci&oacute;n muy encarecida de su hermana a
+quien hab&iacute;a zagaleado en Robac&iacute;o; agradec&iacute;le la oferta como era mi deber
+en buena cortes&iacute;a, y salimos juntos, sin los cumplidos corrientes entre
+espa&ntilde;oles finos, y que tan molestos suelen ser en pasadizos de la
+angostura de aqu&eacute;llos.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="X" id="X"></a>X</h2>
+
+
+<p>Al volver a ver la casa del Tarumbo, record&eacute; las &laquo;cosas&raquo; de &eacute;ste y habl&eacute;
+de ellas al m&eacute;dico.</p>
+
+<p>&mdash;Yo no s&eacute;&mdash;me dijo&mdash;, si es un hombre feliz o un desdichado, pas&aacute;ndose
+la vida, como se la pasa, desvivi&eacute;ndose por los negocios ajenos y
+abandonando los propios. Desde luego es su man&iacute;a de lo m&aacute;s original que
+he conocido. No siempre la extrema hasta el punto que usted ha visto
+hoy; pero le falta muy poco. Llevar los calzones rotos y predicar al
+vecino para que le cosan las roturas de los suyos antes que vayan a m&aacute;s,
+es de todos los d&iacute;as. Tiene la mujer tullida, y la deja desamparada muy
+a menudo por asistir a un enfermo extra&ntilde;o... y por cierto que es un
+enfermero admirable. &Uacute;ltimamente anda muy apurado con el desplome que
+dice haber visto en el morio delantero de la casa del ped&aacute;neo, y tiene
+la suya seis meses hace un boquer&oacute;n abierto en el jastial del Poniente.
+Por estas cosas del Tarumbo, cuando su mujer estaba sana le golpeaba
+casi a diario, y hoy que no puede hacer lo mismo, le dice a cada
+instante los mayores improperios, los cuales sufre &eacute;l con igual
+resignaci&oacute;n que los golpes de otras veces; porque, en medio de todo, es
+un bendito, y por eso no sabe uno si compadecerle o si re&iacute;rse de sus
+man&iacute;as.</p>
+
+<p>Pasando junto a la casita del Cura, inmediata a la iglesia, le llam&eacute;
+desde abajo para saludarle, pues como nos hab&iacute;amos visto y hablado ya
+varias veces, me sobraba franqueza con &eacute;l para decirle que estaba m&aacute;s
+obligado por las leyes de la cortes&iacute;a a la visita de don Pedro Nolasco
+que a la suya, no qued&aacute;ndome tiempo aquella ma&ntilde;ana para dejar pagadas
+las dos; pero en lugar del Cura respondi&oacute; a mis voces su ama, una vieja
+muy acartonada y envuelta cuanto de ella asom&oacute; por una ventana
+correspondiente a la cocina, en tocas y pa&ntilde;olones. D&iacute;jome que don Sabas
+hab&iacute;a salido de casa despu&eacute;s de desayunarse en cuanto hab&iacute;a dicho misa,
+y que probablemente estar&iacute;a en la casona. Dej&eacute;la memorias para &eacute;l, que
+fueron recibidas por la intermediaria con un &laquo;resguardo&raquo; a mi favor de
+lo m&aacute;s fervoroso y pintoresco que se puede imaginar, y continuamos el
+m&eacute;dico y yo andando hacia la casa de don Pedro Nolasco, pero hablando
+mucho de don Sabas Pe&ntilde;a, &laquo;una de las ruedas m&aacute;s importantes de la
+consabida m&aacute;quina&raquo;, al decir de Neluco Celis.</p>
+
+<p>Tambi&eacute;n &eacute;l notaba la diferencia que hab&iacute;a entre el don Sabas de los
+altos montes y el don Sabas del valle y de la cocina de don Celso; pero
+as&iacute; y todo, en el hombre de abajo hab&iacute;a mucho m&aacute;s de lo que yo cre&iacute;a,
+por no haber tenido a&uacute;n ocasi&oacute;n de conocerle mejor. No hallar&iacute;a jam&aacute;s en
+&eacute;l al ap&oacute;stol de gran elocuencia y mucho saber; pero s&iacute; al hombre de
+buen sentido y grandes virtudes, consistiendo la mayor de ellas en
+ignorar que las pose&iacute;a. Teniendo en cuenta lo limitado que es el c&iacute;rculo
+de ideas entre las gentes r&uacute;sticas, y que todo cuanto se siembre fuera
+de &eacute;l es simiente perdida, un p&aacute;rroco como don Sabas era cuanto pod&iacute;a y
+deb&iacute;a apetecerse para una parroquia como la de Tablanca.</p>
+
+<p>Hablando de estas cosas, me falt&oacute; tiempo para pedir a Neluco algunas
+noticias sobre el octogenario Marmit&oacute;n, antes de llegar a su portalada,
+cuyas dovelas, removidas y desportilladas ya por la acci&oacute;n de las
+intemperies y de las yedras y jaramagos que las invad&iacute;an por todas sus
+junturas, me recordaban un poco la mand&iacute;bula superior de su due&ntilde;o cuando
+yo so&ntilde;&eacute; que le hab&iacute;a visto devorar troncos y pe&ntilde;ascales. Por el estilo
+de la portalada me pareci&oacute; lo que se ve&iacute;a de la casa desde el corral:
+muy vieja y muy castigada por el rigor de los temporales y la incuria de
+sus amos. Ten&iacute;a tambi&eacute;n su correspondiente solana que corr&iacute;a de esquina
+a esquina entre dos mensulones de siller&iacute;a, y por debajo de ella
+entramos en el soportal, donde un perrazo pinto que se despertaba sobre
+una pila de hojarasca, me ense&ntilde;&oacute; todos los dientes y contuvo un ladrido,
+y acaso algo m&aacute;s, por respeto a mi acompa&ntilde;ante, que deb&iacute;a serle m&aacute;s
+conocido que yo.</p>
+
+<p>Sacudi&oacute; Neluco dos cachiporrazos sobre la claveteada puerta del
+estragal; y sin esperar a que le contestaran arriba, entramos en &eacute;l y
+comenzamos a subir la escalera. A la puerta en que &eacute;sta terminaba,
+nuevos cachiporrazos del m&eacute;dico. Enseguida levant&oacute; &eacute;ste el pestillo, y
+nos colamos dentro: un crucero de pasadizos por el arte del de la casona
+de mi t&iacute;o Celso. All&iacute; dio el m&eacute;dico dos golpes en el suelo con el
+regat&oacute;n del cachiporro, y aparecieron simult&aacute;neamente y como evocados
+por un conjuro, en una puerta de la derecha, la figura descomunal de don
+Pedro Nolasco, y en otra de la izquierda, la de una jovencita, algo
+desali&ntilde;ada de ropa y de peinado, pero limpia como los oros, fresca y
+rozagante como una rosita de abril...</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ay, que es Neluco!&mdash;exclam&oacute; con un timbre de voz que parec&iacute;a nota de
+un salterio, y con su carita de angelote de Rubens, inundada de
+alegr&iacute;a&mdash;. &iexcl;Toma!&mdash;a&ntilde;adi&oacute; enseguida viniendo hacia nosotros y mir&aacute;ndome
+un tantico ruborizada, como si tratara de enmendar su descortes&iacute;a
+conmigo&mdash;. &iexcl;Y viene con otro se&ntilde;or muy cabayeru! Vaya, &iexcl;ser&eacute; yo
+tochona!... &iexcl;Pues si es el sobrino de don Celso!... &iexcl;Vile yo en misa el
+domingo! &iexcl;Hija, qu&eacute; torpe de m&iacute;!... Y &iquest;c&oacute;mo est&aacute; ust&eacute;? Mire, se&ntilde;or don
+Marcelo, ha de perdonarme si me jaya de este arte, porque he estado
+amasando en la cocina con la mi madre y las mozas pa la jorn&aacute; de esta
+noche, y ahora mismu iba a ponerme un poco m&aacute;s cristiana...</p>
+
+<p>Tal era la vehemencia de su afabilidad, que no me ofreci&oacute; el m&aacute;s ligero
+intersticio para colarme con una respuesta a su saludo o una
+satisfacci&oacute;n galante a sus excusas. Pero &iexcl;qu&eacute; donosa estaba y qu&eacute; linda,
+con su revoltijo de cabellos casta&ntilde;os sombre&aacute;ndole la cara juvenil,
+tersa y sonrosada, hablando por sus ojos azules, de largas pesta&ntilde;as,
+tanto como por su boquita de labios rojos sobre los dientes m&aacute;s blancos
+y apretados que yo he visto en mi vida, mientras se afanaba por cubrir
+con las antes recogidas mangas de su vestido, y debajo de los flecos y
+sobrantes del espeso chal con que se envolv&iacute;a el gracioso busto, sus
+rollizos brazos, salpicados a&uacute;n por leves costras, lo mismo que las
+manos peque&ntilde;uelas y rechonchas, de la masa de &laquo;pan de trigo&raquo; que
+acababan de &laquo;sobar&raquo;!</p>
+
+<p>De pronto son&oacute; hacia la puerta frontera, tapiada casi con la mole de don
+Pedro Nolasco, algo como el estruendo de un ca&ntilde;onazo, que me dec&iacute;a:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Adelante, cabayeritos!</p>
+
+<p>Y por obedecer a don Pedro que nos llamaba, apart&aacute;monos de la linda
+panadera que nos empujaba con los ojos hacia &eacute;l mientras se desped&iacute;a de
+nosotros &laquo;hasta luego&raquo;; pero de tal modo, que con ello y con algo m&aacute;s
+que yo hab&iacute;a cre&iacute;do notar antes, y un poco de malicia que nunca falta en
+los pensamientos de los hombres en determinados casos, como aqu&eacute;l, no
+pude menos de exclamar en mis adentros:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Si ser&aacute;n estos los anteojos con que mira Neluco estos lugares que tan
+hermosos le parecen?</p>
+
+<p>Visto de cerca don Pedro Nolasco y a la luz del d&iacute;a, me pareci&oacute; mucho
+m&aacute;s grande y m&aacute;s feo que en la cocina de mi t&iacute;o, a la luz de la fogata y
+del candil: mejor que de un ser racional, la piel de su cara, por su
+aspereza y por su color agrisado, parec&iacute;a de coloso paquidermo; sus ojos
+reventones, resultaban verdes con ramajos encarnados; la cabeza
+descomunal, apenas le cab&iacute;a entre los hombros herc&uacute;leos, y todo su
+conjunto, con lo grasiento del vestido que le envolv&iacute;a, se destacaba
+brutalmente sobre las blanqu&iacute;simas paredes del sal&oacute;n en que fuimos
+recibidos; sal&oacute;n viejo, eso s&iacute;, con suelo y vigueter&iacute;a de casta&ntilde;o casi
+negro, como los muebles que conten&iacute;a; pero limpio todo y sobado hasta
+relucir, con algunas chucher&iacute;as sobre la c&oacute;moda y en las paredes, que
+denunciaban la pulcritud y las delicadezas de una mujer como la que
+acababa de despedirse de nosotros en el crucero de los pasadizos. De la
+cual supe en el acto que era nieta de don Pedro Nolasco y que se llamaba
+Lita (Margarita). Su madre, la hija menor de las que hab&iacute;a tenido el
+gigante, era viuda de un j&aacute;ndalo rico, que se muri&oacute; a los dos a&ntilde;os de
+casado. Esto me lo cont&oacute; a ca&ntilde;onazos y muy poco a poco el ochent&oacute;n de la
+Casta&ntilde;alera, que con ser tan grande y tan feo, no era desagradable: a mi
+ver, por el fondo noblote y honrado que se descubr&iacute;a a trav&eacute;s de los
+poros de su corteza silvestre.</p>
+
+<p>Al acabarse estas salvas del vozarr&oacute;n de don Pedro Nolasco, entr&oacute; en
+escena su hija, la viuda del j&aacute;ndalo, una mujer como de cuarenta a&ntilde;os,
+sana y frescachona todav&iacute;a, m&aacute;s corpulenta que Lita, pero muy parecida a
+ella en el color y en el corte de la cara, y, sobre todo, en la
+afabilidad expansiva. Me dio mil excusas por no haber venido antes a
+conocerme y a saludarme, fund&aacute;ndolas en las mismas razones que su hija;
+y sin hacer caso de los cumplidos con que yo la respond&iacute;a, ech&oacute; sobre m&iacute;
+todo el cuestionario de r&uacute;brica, a que tan acostumbrado estaba en aquel
+pueblo: si me gustaba la tierra aqu&eacute;lla; que c&oacute;mo hab&iacute;a tardado tanto en
+ir a conocerla y tomarla buena ley, porque era mucha la falta que yo
+hac&iacute;a all&iacute; en muri&eacute;ndose mi t&iacute;o; que mejor ser&iacute;a Par&iacute;s de Francia desde
+luego, pero que ella (la viuda) no cambiar&iacute;a a Tablanca por nada de este
+mundo, aunque jam&aacute;s hab&iacute;a pasado, hacia abajo, de San Vicente, y hacia
+arriba, de Reinosa; si por los retratos que hab&iacute;a visto en la casona,
+era yo m&aacute;s parecido a mi padre que a mi madre; que por d&oacute;nde andaba mi
+hermana y qu&eacute; sab&iacute;a de ella... hasta que en &eacute;stas y otra tales, o&iacute; pisar
+menudito y fuerte en el carrejo inmediato, y apareci&oacute; en el sal&oacute;n,
+llen&aacute;ndole de frescura y regocijo, Lita reci&eacute;n peinada, sin el pa&ntilde;ol&oacute;n
+de antes y con una chaqueta en su lugar, que aunque no se ajustaba al
+cuerpo, pon&iacute;a bien a las claras la elegancia y la riqueza de sus curvas.
+Con dos deditos m&aacute;s de altura, cre&iacute;a yo que no habr&iacute;a la menor tacha que
+poner, como estampa hechicera, a la nieta de don Pedro Nolasco. Pero &iquest;de
+d&oacute;nde sacaba aquel diablejo, que no hab&iacute;a conocido m&aacute;s mundo que el
+contenido en las riberas de la mitad del Nansa, es decir, una rendijilla
+de pocas leguas entre dos taludes monta&ntilde;osos, aquellas delicadezas de
+tocado y de vestido, y aquellas travesuras y zalamer&iacute;as que tanto la
+separaban del tipo com&uacute;n de las mozonas del valle, que, de seguro,
+hab&iacute;an corrido tanto mundo como ella?</p>
+
+<p>Sent&oacute;se entre su madre y Neluco y casi enfrente de m&iacute;. Yo no la quitaba
+ojo, y puedo jurar que me registr&oacute; con los suyos, parleros y
+escrutadores, desde los pies hasta la cabeza, mientras me acosaba a
+preguntas por el estilo de las que a&uacute;n no hab&iacute;a cesado de hacerme la
+j&aacute;ndala viuda. Me daba gusto o&iacute;rla y mirarla. Pocas veces hab&iacute;a visto yo
+en mujer alguna concierto m&aacute;s cabal y m&aacute;s donoso entre la palabra y el
+gesto, entre la idea y el movimiento expresivo. Hasta las puntas de los
+pies, calzados en menudas zapatillas de abrigo y que apenas alcanzaban
+al suelo, cantaban, a su modo, en aquella m&uacute;sica que parec&iacute;a un gorjeo.
+En dos ocasiones hab&iacute;an intentado la madre y la hija ir a visitarme;
+pero como yo nunca paraba en casa... Porque esa visita la cre&iacute;an ellas
+muy puesta en raz&oacute;n: sin contar con lo que ped&iacute;a la buena crianza,
+&eacute;ramos parientes; &iexcl;vaya si lo &eacute;ramos! Por los Ruiz de Bejos un poco, y
+por los Casta&ntilde;aleras, m&aacute;s de otro tanto. En demostraci&oacute;n de ello, fue
+sacando entronques la viuda; y cuando ya comenzaba yo a enterarme, por
+su labor, del parentesco, meti&oacute; en ella nuevos hilos don Pedro Nolasco,
+y toda la madeja se me hizo una mara&ntilde;a; pero me guard&eacute; muy bien de
+declararlo as&iacute;: antes al contrario, me di por convencido y hasta me
+felicit&eacute; de ello.</p>
+
+<p>&mdash;Como que resultamos primos&mdash;concluy&oacute; la viuda&mdash;, aunque un poco
+lejanos; pero no tanto, si bien se mira, que pudi&eacute;ramos casarnos los dos
+sin dispensa...</p>
+
+<p>Y se ech&oacute; a re&iacute;r con toda su alma.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Hija de Dios!&mdash;exclam&oacute; entonces la rapazuela con un estir&oacute;n de faldas
+hacia la rodilla, mientras se llevaba hasta la boquita risue&ntilde;a la otra
+mano a medio cerrar&mdash;. &iexcl;Y yo que estuve a pique de tute&aacute;le, cuando
+ahora, por la cuenta, me sale t&iacute;o!</p>
+
+<p>Podr&iacute;a no ser todo esto rigurosamente &laquo;correcto&raquo;; pero a m&iacute; me resultaba
+muy entretenido. Enseguida, vuelta a repetirme la hija lo que ya me
+hab&iacute;a dicho, y tambi&eacute;n la madre, y tambi&eacute;n el Cura y don Pedro Nolasco y
+cuantas personas hab&iacute;an hecho en Tablanca conversaci&oacute;n conmigo: que
+&laquo;aqueyu&raquo; no era Madrid; que se me vendr&iacute;an los montes encima, y que
+avezado a tratar con se&ntilde;orones mundanos, y puede que con marqueses y con
+pr&iacute;ncipes, los aldeanos de Tablanca hab&iacute;an de parecerme &laquo;jabatus&raquo;, pero
+que si miraba bien por las dos caras uno y otro... &iexcl;ay, y c&oacute;mo se
+alegrar&iacute;an ellas y todos los all&iacute; presentes y los vecinos del valle de
+punta a cabo, y hasta las estrellitas del cielo, de que viera yo las
+cosas como pod&iacute;an y deb&iacute;an de verse! Porque el pobre don Celso estaba ya
+para poco, y en acab&aacute;ndose &eacute;l... En fin, lo de costumbre... Por aqu&iacute; se
+col&oacute; don Pedro Nolasco con un himno &laquo;ca&ntilde;oneado&raquo; a la madre Naturaleza, y
+un juicio comparativo sobre la paz de la aldea y los laberintos de la
+ciudad. Porque hab&iacute;a de saber yo que tambi&eacute;n &eacute;l hab&iacute;a corrido el mundo
+en sus mocedaes... Le llam&oacute; entonces a Madrid un pariente que ten&iacute;a por
+all&aacute;, y como se ve&iacute;a robusto y fuerte, acudi&oacute; a la llamada. Cogi&eacute;ronle
+en la corte tiempos azarosos y de peligro por las agon&iacute;as de la
+&laquo;francesada&raquo;; y habi&eacute;ndole salido en Valencia una colocaci&oacute;n que pareci&oacute;
+a su t&iacute;o muy de aprovecharse, acept&oacute;la de buena gana. Estaba ella en las
+afueras de la ciudad, y en un lavadero de lanas de los se&ntilde;ores Botifora
+y Compa&ntilde;&iacute;a, los mismos que rezaban en el bando que me hab&iacute;a relatado de
+memoria el zumb&oacute;n de su pariente Celso. Si en Madrid no se hab&iacute;a
+&laquo;jallau, por la secura y el anchor del territoriu&raquo; en Valencia se
+&laquo;jall&oacute;&raquo; menos, con un sol que le &laquo;ajogaba&raquo; en verano y un hablar de
+gentes que no parec&iacute;a de cristianos. So&ntilde;aba d&iacute;a y noche con las praderas
+y las monta&ntilde;as de su tierra; y antes de enfermarse de un &laquo;cordial&raquo; que
+le matara, volvi&oacute;se a ella m&aacute;s que de paso, a los dos a&ntilde;os no cumplidos
+de haberla dejado por tentaciones del enemigo malo. Hall&oacute;se en Tablanca
+como rey en sus palacios, y se hab&iacute;a guardado muy bien, desde entonces
+hasta la fecha, &laquo;de sacar una pata&raquo; medio jeme fuera de su t&eacute;rmino
+municipal... Ochenta y cuatro a&ntilde;os contaba a la saz&oacute;n, sin saber lo que
+era un mal dolor de tripas. Hab&iacute;a tenido dos mujeres, diez hijos y
+veintid&oacute;s nietos. Una gran parte de ellos andaba a&ntilde;os hac&iacute;a por el otro
+mundo; rodaba por &eacute;ste, y no muy lejos, la mayor de los vivos, y a la
+vista ten&iacute;a yo lo &uacute;nico que le quedaba en Tablanca: poco, pero bueno,
+eso s&iacute;, para recreo de su vejez. Hab&iacute;a qu&eacute; comer en su casa, y salud y
+buen apetito para comerlo. En recta justicia, &iquest;qu&eacute; m&aacute;s hab&iacute;a de pedirle
+a Dios, si no era la merced de una buena muerte?</p>
+
+<p>Con esto y poco m&aacute;s se acab&oacute; la visita, durante la cual no despleg&oacute; los
+labios Neluco, ni mir&oacute; a Lita con la intenci&oacute;n que yo esperaba, ni Lita
+le mir&oacute; a &eacute;l m&aacute;s que cuando le dirig&iacute;a la palabra con una llaneza que
+ten&iacute;a m&aacute;s de fraternal que de otra cosa. Recomend&aacute;ronme mucho los tres
+de casa que no me olvidara del camino de ella, y hasta me convidaron a
+comer, &laquo;un d&iacute;a de mi agrado&raquo;, juntamente con Neluco, para que no pesara
+sobre m&iacute; solo &laquo;la penitencia&raquo;.</p>
+
+<p>Todo esto me pareci&oacute; bien y muy en su lugar; pero &iquest;por qu&eacute; una aldeanuca
+como la nieta del Marmit&oacute;n ten&iacute;a aquellos aires y aquellas travesuras de
+se&ntilde;orita de ciudad? &iquest;Por qu&eacute; se tuteaba con Neluco y hab&iacute;a entre los dos
+una intimidad tan sospechosa?</p>
+
+<p>Me atrev&iacute; a hablar de ambos particulares al mediquillo apenas salimos
+del caser&oacute;n de don Pedro Nolasco. Por cierto que hubiera jurado yo que
+en el apret&oacute;n de manos y en la mirada con que despidi&oacute; Lita a Neluco en
+la penumbra del pasadizo, en el cual iba el m&eacute;dico el &uacute;ltimo de todos,
+hab&iacute;a mucho del picante de mis sospechas.</p>
+
+<p>Sobre el primer punto, me dijo Neluco que Lita, nacida y criada en
+Tablanca, no hab&iacute;a tenido m&aacute;s escuelas que la del maestro del lugar y la
+de su propia madre, ni hab&iacute;a corrido m&aacute;s tierras que las comprendidas en
+tres o cuatro leguas a la redonda. Ocho d&iacute;as en casa de unos parientes
+de ac&aacute; por celebrarse durante ellos la romer&iacute;a del pueblo; una quincena
+con los de Robac&iacute;o por una causa parecida, y muy poco m&aacute;s por este arte.
+El resto era obra del instinto y de la fuerza de visi&oacute;n que tienen las
+mujeres tan perspicaces y tan guapas como Lita, para taladrar monta&ntilde;as
+con los ojos, ver hasta lo invisible al otro lado, y saber guardar su
+puesto donde quiera que habitan, por aislado y obscuro que el lugar sea.</p>
+
+<p>El otro punto a&uacute;n era m&aacute;s f&aacute;cil de explicar. Tablanca y Robac&iacute;o eran dos
+pueblos que se &laquo;trataban&raquo; mucho; y las familias de Lita y de Neluco, muy
+amigas desde tiempo inmemorial: hasta hab&iacute;a algo de parentesco entre
+ellas. Lita hab&iacute;a pasado, de ni&ntilde;a y de moza, buenas temporadas en casa
+de los Celis; y Neluco, mientras vivi&oacute; en Robac&iacute;o, a cada instante se
+llegaba a Tablanca y casi siempre com&iacute;a y se hospedaba en casa de don
+Pedro Nolasco. Se explicaba, en efecto, de este modo y muy
+sencillamente, el tuteo y la familiaridad entre el m&eacute;dico y la nieta del
+Marmit&oacute;n; pero lejos de oponerse, &iquest;no ayudaba esto a lo otro que yo
+sospechaba? Apunt&eacute;, como en chanza, unas indagaciones en este sentido.
+Igual que si hubiera dado con los nudillos en una pe&ntilde;a del monte. Hasta
+dud&eacute; si Neluco se hab&iacute;a enterado de ellas. Lo cierto es que si no eran
+fundadas mis sospechas, deb&iacute;an de serlo.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XI" id="XI"></a>XI</h2>
+
+
+<p>Cuando menos lo esperaba, me dijo el Cura al despedirse de m&iacute; en el
+estragal de la casona, cerca ya de la hora de comer:</p>
+
+<p>&mdash;Ma&ntilde;ana, si Dios quiere, y a caballo los dos. Yo ir&iacute;a mejor a pie, como
+suelo, y como ir&aacute; Chisco para acompa&ntilde;arnos y cuidar de las bestias en
+ocasiones que se presentar&aacute;n; pero usted es madera de otro robledal m&aacute;s
+flojo, y hay que tenerlo todo presente. Antes de romper el d&iacute;a, por
+supuesto.</p>
+
+<p>Entend&iacute;le y respond&iacute;, haciendo de tripas coraz&oacute;n:</p>
+
+<p>&mdash;A caballo, y antes de romper el d&iacute;a.</p>
+
+<p>&mdash;Pues que se entere Chisco de ello, y <i>suficit</i>.</p>
+
+<p>Con esto y una risotada se apart&oacute; de m&iacute;, y ech&oacute; cambera abajo en demanda
+de su puchera.</p>
+
+<p>Con los sue&ntilde;os que yo cog&iacute;a tras de las fatigas que me daba por los
+montes del contorno, le cost&oacute; a Chisco Dios y ayuda despertarme al
+d&iacute;a... &iexcl;qu&eacute; digo d&iacute;a! a lo m&aacute;s espeso y tenebroso de la noche siguiente.
+Tona, despu&eacute;s de vestirme yo tiritando de fr&iacute;o y sin conciencia cabal de
+lo que hac&iacute;a, me sirvi&oacute; un canjil&oacute;n de caf&eacute; que acab&oacute; de espabilarme; y
+cuando baj&eacute; al portal, vislumbr&eacute;, a la opaca luz de un farol que ten&iacute;a
+Chisco en la mano, la negra silueta de don Sabas, a caballo en su
+jaquita rucia, que no me era desconocida, as&iacute; como el espelurciado
+jamelgo que casi me meti&oacute; el espolique entre las piernas para abreviarme
+la operaci&oacute;n de montar en &eacute;l.</p>
+
+<p>Rompimos los tres la marcha por el mismo camino que hab&iacute;a tra&iacute;do yo la
+noche de mi llegada a Tablanca, tan a oscuras como entonces, aunque
+mejor acompa&ntilde;ado y menos dolorido de ri&ntilde;ones. Por respeto a m&iacute;, pues a
+mis dos acompa&ntilde;antes igual les daba el d&iacute;a que las tinieblas para
+caminar a pie seguro por aquellas escabrosidades, conservaba Chisco, que
+nos preced&iacute;a, el farol encendido en la mano; pero hubiera jurado yo que
+m&aacute;s que la luz del farol del espolique, me alumbraban las chispas que
+sacaban de los pedernales del suelo las herraduras del tordillo de don
+Sabas; el cual don Sabas hac&iacute;a los imposibles por entretenerme y hasta
+divertirme durante el paso de aquella negra, &aacute;spera e interminable
+senda; pero &iexcl;ay! sin conseguir su noble y generoso empe&ntilde;o. Porque en
+aquellas &laquo;bajuras&raquo; y envuelto en tan espesa oscuridad, don Sabas era
+todav&iacute;a el Cura soso de la cocina de mi t&iacute;o, y todas sus observaciones
+en romance y todos sus salmos en lat&iacute;n, le resultaban a destiempo y
+fuera de toda oportunidad.</p>
+
+<p>Anda que te anda, resbalando aqu&iacute;, y all&aacute; pujando y suspirando mi
+cabalgadura, al cabo de una hora empezaron a dibujarse los perfiles de
+los montes sobre el cielo confusamente iluminado por la tenue claridad
+del crep&uacute;sculo. En la garganta por donde camin&aacute;bamos era de noche
+todav&iacute;a para nosotros; y, en rigor de verdad, no nos amaneci&oacute; hasta que
+coronamos el repecho escabroso y llegamos al santuario de la Virgen que
+me era bien conocido. El Cura, que parec&iacute;a tener esa condici&oacute;n de los
+p&aacute;jaros del monte, a medida que se elevaba y ve&iacute;a surgir la luz por
+encima de las barreras tenebrosas del horizonte, se volv&iacute;a m&aacute;s locuaz y
+empezaba a soltar poco a poco las ocultas armon&iacute;as de sus c&aacute;nticos; no
+muchos, pero agradables, y, sobre todo, al caso. A los primeros fulgores
+del crep&uacute;sculo, alab&oacute; a Dios en una salutaci&oacute;n fervorosa, y aunque no de
+su caletre, bien sentida en su coraz&oacute;n. Un poco m&aacute;s arriba, en lo que
+pudiera, sin mucho agravio de la verdad, denominarse llano, y antes de
+llegar a la ermita, todav&iacute;a en la penumbra que nos har&iacute;a invisibles a no
+muy larga distancia, atrac&oacute; su roc&iacute;n al m&iacute;o; y deteni&eacute;ndole por las
+riendas que casi me arranc&oacute; de las manos, despu&eacute;s de detener el suyo, me
+dijo apuntando con su diestra ociosa a un alt&iacute;simo y lejano picacho, en
+cuya c&uacute;spide se estrellaba el primer rayo de sol que penetraba en
+aquellas montaraces regiones.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Mira, hombre!&mdash;acostumbraba a tutearme o a hablarme en impersonal en
+cuanto nos elev&aacute;bamos un poco sobre el nivel de Tablanca&mdash;. &iexcl;Mira,
+Marcelo! &iquest;No jurar&iacute;as que aquello que resplandece y flamea all&aacute; arriba,
+all&aacute; arriba, en aquel picacho, es la &uacute;ltima de las luminarias con que el
+mundo festeja a su Creador mientras el sol anda apagado por los abismos
+de la noche? &iexcl;Cosa buena! &iexcl;Cosa grande! <i>Laudate Dominum omnes gentes...
+Magnificentia opus ejus, manet in aeternum</i>.</p>
+
+<p>Al llegar al santuario nos descubrimos y rez&oacute; don Sabas en alta voz, y
+en voz alta le contestarnos nosotros lo que nos correspond&iacute;a. El rezo
+fue breve, y en lat&iacute;n la mitad de &eacute;l. Despu&eacute;s se acerc&oacute; Chisco al
+enverjado, y por entre dos de sus barrotes meti&oacute; el farol, que ya no
+necesit&aacute;bamos, y le dej&oacute; en el suelo muy arrimado a la paredilla, para
+recogerle a la vuelta; mas no sin santiguarse antes de meter la mano y
+despu&eacute;s de sacarla, ni sin contemplar la imagen con una veneraci&oacute;n que
+ten&iacute;a algo de recelosa, como si la pidiera, a la vez que seguridad para
+la prenda que dejaba all&iacute; depositada, perd&oacute;n por lo que pudiera haber de
+irreverente en su atrevimiento.</p>
+
+<p>Pasada la vadera, no tomamos, como esperaba yo, el camino que conduce
+directamente al Puerto, sino otro por el estilo a la derecha; y montes y
+colladas van, tajos y barrancas vienen; aqu&iacute; siguiendo la cuenca del
+r&iacute;o, all&aacute; perdi&eacute;ndola de vista, y siempre subiendo o bajando de risco en
+risco, de pueblo en pueblo, vi a lo lejos el principal del valle de
+Promisiones en que radicaba el solar de mi abuela paterna, y llegamos,
+al cabo de dos horas de caminata, a un ancho desfiladero entre dos
+monta&ntilde;as que parec&iacute;an, por su grandeza, no caber en el mundo.</p>
+
+<p>Por ser la m&aacute;s accesible para m&iacute; &laquo;por entonces&raquo;, seg&uacute;n dictamen de don
+Sabas, comenzamos a faldear la de la izquierda; y sube que te sube,
+dimos al fin en un entrellano donde ya escaseaba la vegetaci&oacute;n y se me
+iba haciendo insoportable la brisa matinal por su frescura. All&iacute; se ape&oacute;
+don Sabas, y me orden&oacute; que hiciera yo lo mismo. H&iacute;celo y de muy buena
+gana, porque me sent&iacute;a entumecido sobre la dura silla de mi roc&iacute;n, am&eacute;n
+de que me conceptuaba m&aacute;s seguro a pie que a caballo en aquella cornisa,
+sobre el r&aacute;pido declive de la monta&ntilde;a.</p>
+
+<p>&mdash;Lo que falta, hay que subirlo a pie&mdash;me dijo el Cura&mdash;, porque no es
+camino de caballos, sino de hombres y, todo lo m&aacute;s, de cabras. Con que
+&iexcl;&aacute;nimo y arriba!</p>
+
+<p>Y sin esperar mi respuesta, comenz&oacute; a trepar con pies y manos entre
+pe&ntilde;as y raigones. &iexcl;C&oacute;mo envidi&eacute; yo a Chisco que se quedaba en la
+explanadita de abajo con las cabalgaduras! Don Sabas ten&iacute;a la pr&aacute;ctica
+de aquellas ascensiones, y adem&aacute;s la pasi&oacute;n de las alturas; pero yo, que
+carec&iacute;a de ambas cosas, &iquest;para qu&eacute; me aventuraba en la subida de tan
+tremebundos despe&ntilde;aderos?</p>
+
+<p>Al fin llegamos arriba, yo por milagro de Dios, siguiendo gateo a gateo
+los de don Sabas; pero muerto de cansancio y empapado en sudor.</p>
+
+<p>&mdash;Reposa unos momentos&mdash;me dijo el Cura all&iacute;&mdash;; pero con los ojos
+cerrados, &iexcl;y cuidado con abrirlos hasta que yo lo mande!</p>
+
+<p>M&aacute;s por necesidad que por obediencia, cumpl&iacute; al pie de la letra el
+mandato de don Sabas. Estuve un largo rato tumbado en el suelo, boca
+arriba y con ambas manos sobre los ojos, porque s&oacute;lo as&iacute; encontraba el
+absoluto descanso que me era indispensable entonces. Sent&iacute;a fuertes
+latidos en el coraz&oacute;n que repercut&iacute;an en las sienes, y al vivo comp&aacute;s de
+este golpeteo funcionaban mis pulmones.</p>
+
+<p>Cuando el uno y los otros volvieron a su ritmo sosegado y normal, llam&eacute;
+a don Sabas y me puse a sus &oacute;rdenes. Estaba muy cerca de m&iacute;, encaramado
+en una pe&ntilde;a en la actitud de costumbre y empezando a embriagarse por los
+ojos, y no sin motivo ciertamente.</p>
+
+<p>&mdash;Arr&iacute;mate un poco ac&aacute;&mdash;me dijo desde su pedestal calizo con manchones
+de musgo y poco m&aacute;s alto que yo&mdash;. Arr&iacute;mate, contempla... &iexcl;y p&aacute;smate,
+Marcelo!</p>
+
+<p>Hab&iacute;amos subido por el Oeste de la monta&ntilde;a, que es el lado por donde las
+hay mayores que ella, y el panorama con que me brindaba el Cura se ve&iacute;a
+por las otras vertientes; es decir, que era cosa nueva para m&iacute; y reci&eacute;n
+aparecida ante mis ojos. Particularmente hacia el Este y hacia el Norte,
+parec&iacute;a no tener l&iacute;mites a mi vista, poco avezada a estimar espect&aacute;culos
+de la magnitud de aqu&eacute;l; y era de una originalidad tan sorprendente y
+extra&ntilde;a, que no acertaba a darme cuenta cabal ni de su naturaleza ni de
+su &laquo;argumento&raquo;. Por el Sur se dominaba el hermoso valle de Camp&oacute;o, ya en
+otra ocasi&oacute;n visto y admirado por m&iacute;; en la misma direcci&oacute;n y m&aacute;s lejos,
+los tonos pardos de la tierra castellana; m&aacute;s cerca, el Puerto de marras
+con sus monolitos descarnados y su soledad desconsoladora. Al Oeste y
+asombr&aacute;ndolo todo con sus moles, Pe&ntilde;a Sagra y los Picos de Europa
+separados por el Deva, cuya profunda y maravillosa garganta se
+distingu&iacute;a f&aacute;cilmente en muchos de sus caprichosos escarceos entre los
+pe&ntilde;ascos inaccesibles y fant&aacute;sticos de una y otra ribera; y m&aacute;s all&aacute; del
+Deva, en sus valles bajos, seg&uacute;n iba inform&aacute;ndome don Sabas, con el
+laconismo y el modo con que se&ntilde;ala el maestro de escuela con una ca&ntilde;a en
+un cartel las s&iacute;labas a sus educandos, una buena parte de la provincia
+de Asturias.</p>
+
+<p>Pero lo verdaderamente admirable y maravilloso de aquel inmenso panorama
+era cuanto abarcaban los ojos por el Norte y por el Este. En lo m&aacute;s
+lejano de &eacute;l, pero muy lejano, y como si fuera el comienzo de lo
+infinito, una faja azul recortando el horizonte: aquella faja era el
+mar, el mar Cant&aacute;brico; hacia su &uacute;ltimo tercio, por la derecha y unida a
+&eacute;l como una rama al tronco de que se nutre, otra mancha menos azul, algo
+blanquecina, que se internaba en la tierra y formaba en ella como un
+lago: la bah&iacute;a de Santander. Pero es el caso (y aqu&iacute; estaba la verdadera
+originalidad del cuadro, lo que m&aacute;s me desorientaba en &eacute;l y me
+sorprend&iacute;a) que la faja azul se presentaba a mis ojos mucho m&aacute;s elevada
+que el perfil de la costa, y que con ella se fund&iacute;an otras mucho m&aacute;s
+blancas que iban extendi&eacute;ndose y prolong&aacute;ndose hacia nosotros, quedando
+entre la mayor parte de ellas islotes de las m&aacute;s extra&ntilde;as formas; picos
+y hasta cordilleras que parec&iacute;an surgir de una repentina inundaci&oacute;n.</p>
+
+<p>A todo esto, el sol, hiri&eacute;ndolo con sus rayos, sacaba de las superficies
+de aquellos golfos, r&iacute;as y ensenadas, haces de chispas, como si vertiera
+su luz sobre llanuras empedradas de diamantes.</p>
+
+<p>&mdash;Es la niebla baja de los valles, me advirti&oacute; el cura; y fue
+se&ntilde;al&aacute;ndolos y nombr&aacute;ndolos todos uno a uno.</p>
+
+<p>Ya me lo hab&iacute;a imaginado yo; pero aun as&iacute;, no pod&iacute;a ni deseaba deshacer
+aquella ilusi&oacute;n de &oacute;ptica que me presentaba el panorama como un
+fant&aacute;stico archipi&eacute;lago cuyas islas ven&iacute;an creciendo en rigurosa
+gradaci&oacute;n desde las m&aacute;s bajas sierras, primer pelda&ntilde;o de la enorme
+escalera que comenzaba en la costa y terminaba, detr&aacute;s de nosotros, en
+el mismo cielo cuya b&oacute;veda parec&iacute;a descansar por aquel lado sobre los
+picos de Bulnes y Pe&ntilde;avieja.</p>
+
+<p>&mdash;Seg&uacute;n vaya subiendo el sol&mdash;me dec&iacute;a don Sabas desde su plinto
+calc&aacute;reo&mdash;, y arreciando el remusgo all&aacute; abajo, ir&aacute; la niebla
+esparci&eacute;ndose y dej&aacute;ndose ver lo que est&aacute; tapado ahora... &iexcl;Pues tambi&eacute;n
+es cosa de verse desde aqu&iacute; la salida del sol!... Y alg&uacute;n d&iacute;a hemos de
+verlo, si Dios quiere... y mejor desde m&aacute;s arriba... desde all&aacute;...</p>
+
+<p>Y me apuntaba, vuelto un poco a la derecha, hacia una loma alt&iacute;sima en
+que, seg&uacute;n me advirti&oacute; tambi&eacute;n, converg&iacute;an tres cordilleras.</p>
+
+<p>Entre tanto, yo no pod&iacute;a apartar los ojos del archipi&eacute;lago en el cual me
+iba forjando la fantas&iacute;a todo cuanto puede concebirse en materia de
+l&iacute;neas y de formas: el templo ojival, el castillo roquero, la pir&aacute;mide
+egipcia, el coloso tebano, el paquidermo gigante... No hab&iacute;a antojo que
+no satisficiera la imaginaci&oacute;n a todo su gusto en aquellas sorprendentes
+lejan&iacute;as.</p>
+
+<p>La predicci&oacute;n de don Sabas no tard&oacute; en cumplirse. Poco a poco fueron las
+nieblas encresp&aacute;ndose y difundi&eacute;ndose, y con ello alter&aacute;ndose y
+modific&aacute;ndose los contornos de los islotes, muchos de los cuales
+llegaron a desaparecer bajo la ficticia inundaci&oacute;n. Despu&eacute;s, para que la
+ilusi&oacute;n fuera m&aacute;s completa, vi las negras manchas de sus moles
+sumergidas, transparentadas en el fondo hasta que, enrarecida m&aacute;s y m&aacute;s
+la niebla, fue desgarr&aacute;ndose y elev&aacute;ndose en retazos que, despu&eacute;s de
+mecerse indecisos en el aire, iban acumul&aacute;ndose en las faldas de los m&aacute;s
+altos montes de la cordillera.</p>
+
+<p>Roto, despedazado y recogido as&iacute; el velo que me hab&iacute;a ocultado la
+realidad del panorama, se destac&oacute; limpia y bien determinada la l&iacute;nea de
+la costa sobre la faja azul de la mar, y aparecieron las notas difusas
+de cada paisaje en el ambiente de las lejan&iacute;as y en los valles m&aacute;s
+cercanos: las manchas verdosas de las praderas, los puntos blancos de
+sus barriadas, los toques negros de las arboledas, el azul carminoso de
+los montes, las l&iacute;neas plateadas de los caminos reales, las tiras
+relucientes de los r&iacute;os culebreando por el llano a sus desembocaduras,
+las sombr&iacute;as cuencas de sus cauces entre los repliegues de la monta&ntilde;a...
+Todos estos detalles, y otros y otros mil, ordenados y compuestos con
+arte sobrehumano en medio de un derroche de luz, ten&iacute;an por complemento
+de su grandiosidad y hermosura el silencio imponente y la augusta
+soledad de las salvajes alturas de mi observatorio.</p>
+
+<p>Jam&aacute;s hab&iacute;a visto yo porci&oacute;n tan grande de mundo a mis pies, ni me hab&iacute;a
+hallado tan cerca de su Creador, ni la contemplaci&oacute;n de su obra me hab&iacute;a
+causado tan hondas y placenteras impresiones. Atribu&iacute;alas al nuevo punto
+de vista, y no sin racional y juicioso fundamento. Hasta entonces s&oacute;lo
+hab&iacute;a observado yo la Naturaleza a la sombra de sus moles, en las
+angosturas de sus desfiladeros, entre el vaho de sus ca&ntilde;adas y en la
+penumbra de sus bosques; todo lo cual pesaba, hasta el extremo de
+anonadarle, sobre mi esp&iacute;ritu formado entre la refinada molicie de las
+grandes capitales, en cuyas maravillas se ve m&aacute;s el ingenio y la mano de
+los hombres que la omnipotencia de Dios; pero en aquel caso pod&iacute;a yo
+saborear el espect&aacute;culo en m&aacute;s vastas proporciones, en plena luz y sin
+estorbos; y sin dejar por eso de conceptuarme gusano por la fuerza del
+contraste de mi peque&ntilde;ez con aquellas magnitudes, lo era, al cabo, de las
+alturas del espacio y no de los suelos cenagosos de la tierra. Hasta
+entonces hab&iacute;a necesitado el contagio de los fervores de don Sabas para
+leer algo en el gran libro de la Naturaleza, y en aquella ocasi&oacute;n le
+le&iacute;a yo solo, de corrido y muy a gusto.</p>
+
+<p>Y ley&eacute;ndole embelesado, llegu&eacute; a sumirme en un c&uacute;mulo de reflexiones
+que, empalm&aacute;ndose por un extremo en la mon&oacute;tona insulsez de toda mi vida
+mundana y embebi&eacute;ndose enseguida en el espect&aacute;culo en que se recreaban
+mis ojos, se remontaban despu&eacute;s sobre las cumbres alt&iacute;simas que
+limitaban el horizonte a mi espalda, y a&uacute;n segu&iacute;an elev&aacute;ndose a trav&eacute;s
+del &eacute;ter pur&iacute;simo por donde suben las plegarias de los desdichados y los
+suspiros de las almas anhelosas del Sumo Bien.</p>
+
+<p>Volviendo, al fin, los ojos hacia don Sabas, de quien me hab&iacute;a olvidado
+un buen rato, porque el mismo tiempo hac&iacute;a que no se cuidaba &eacute;l de m&iacute;,
+le hall&eacute;, por las trazas, leyendo el gran libro en la misma p&aacute;gina que
+yo. Estaba en pleno hartazgo de Naturaleza, seg&uacute;n declaraban sus ojos
+resplandecientes, su boca entreabierta y como &aacute;vida de aire serrano, y
+aquella su especial inquietud de m&uacute;sculos y hasta de ropa.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Se ha visto todo bien?&mdash;me pregunt&oacute; volviendo en s&iacute; de repente.</p>
+
+<p>&mdash;A todo mi sabor&mdash;le respond&iacute;.</p>
+
+<p>&mdash;Pues hacerse cuenta de que ya se ha visto algo de las grandes obras de
+Dios que tenemos por ac&aacute;.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Grande es, en efecto, y hermoso y admirable este
+espect&aacute;culo!&mdash;repliqu&eacute;.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Grande?&mdash;repiti&oacute; el Cura; y volvi&oacute; a contemplarle en todas
+direcciones con los brazos extendidos, como si quisiera darme de aquel
+modo la medida de su magnitud.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s se descubri&oacute; la cabeza, cuyos cabellos grises flotaron en el
+aire; elev&oacute; al cielo la mirada y la mano con sombrero y todo, y exclam&oacute;
+con voz solemne y varonil que vibraba con extra&ntilde;o son en el silencio
+imponente de aquellas alturas majestuosas:</p>
+
+<p>&mdash;<i>Excelsus super omnes gentes, Dominus, et super coelos... gloria
+ejus</i>.</p>
+
+<p>Ser&iacute;a por el estado excepcional de mi esp&iacute;ritu o por obra de un agente
+externo cualquiera; pero es lo cierto que a m&iacute; me pareci&oacute; que aquella
+nota final estampada en el cuadro por el Cura de Tablanca, rayaba en lo
+sublime.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XII" id="XII"></a>XII</h2>
+
+
+<p>Falt&aacute;bame conocer, entre lo que no deb&iacute;a de serme desconocido en aquella
+vasta y montaraz comarca, la salida del valle por la cuenca del r&iacute;o
+hasta su desembocadura, con lo cual habr&iacute;a completado yo la traves&iacute;a del
+espinazo de la cordillera cant&aacute;brica por una de sus v&eacute;rtebras m&aacute;s
+considerables; y como cabalmente en aquellos d&iacute;as estaba yo en vena de
+exploraciones y correteos, aunque, bien lo sabe Dios, m&aacute;s que por ansias
+de la curiosidad, por miedo a la inacci&oacute;n enervadora enfrente del
+temible enemigo, cabalgu&eacute; una ma&ntilde;ana muy temprano en el peludo jamelgo
+que tan sesudamente me hab&iacute;an tra&iacute;do y llevado por las escabrosidades
+m&aacute;s peligrosas de la monta&ntilde;a, y, de propio y deliberado intento, solo y
+sin otro gu&iacute;a que el instinto y la larga experiencia del honrado
+cuadr&uacute;pedo, m&aacute;s unos informes que me hab&iacute;an suministrado de palabra la
+noche antes en la tertulia de mi t&iacute;o; atraves&eacute; el ruinoso puente que une
+las dos orillas del Nansa a corto trecho de la casona, y emprend&iacute; la
+marcha siguiendo la bien trillada senda que culebrea por la ladera del
+cerro, acompa&ntilde;&aacute;ndome el continuo rumor de las invisibles aguas corriendo
+en el fondo del sombr&iacute;o cauce a muchas varas bajo mis pies.</p>
+
+<p>Dudaba yo que, despu&eacute;s de lo que llevaba visto en la alta monta&ntilde;a,
+hubiera en la cuenca del r&iacute;o, desde Tablanca hacia abajo, cosa que
+pudiera cautivar mi atenci&oacute;n; y as&iacute; sucedi&oacute;, en efecto: sin dejar de ser
+&aacute;spera, angosta y montaraz en su parte m&aacute;s elevada, carec&iacute;a de la
+grandeza imponente de los desfiladeros de &laquo;arriba&raquo;. Los pueblos,
+amontonados, en sendas rinconadas de la garganta, iban sucedi&eacute;ndose a mi
+paso con la regularidad de las estaciones de un ferrocarril. Uno de
+ellos, m&aacute;s soleado que cuantos hab&iacute;a dejado atr&aacute;s, apareci&oacute; de repente a
+mi vista en un vallecito, al pie de una ladera rapid&iacute;sima, por la cual
+descend&iacute;a mi jamelgo paso a paso entre un laberinto admirable de viejos
+y copudos robles que parec&iacute;an puestos all&iacute; para mantener las tierras del
+monte adheridas a su esqueleto: tan agria era la cuesta.</p>
+
+<p>Llegado al valle felizmente, aunque un poco dolorido de cintura yo, por
+el continuo esfuerzo hecho con ella para conservar el cuerpo en la
+vertical, sobre la l&iacute;nea del caballo, paralela al suelo, supe que el
+pueblo columbrado por m&iacute; durante la bajada por los claros de la espesa
+columnata de troncos, era Robac&iacute;o. Acord&eacute;me entonces de Neluco y de
+Chisco, y supuse que la casa del primero ser&iacute;a una grande, de &laquo;cuatro
+aguas&raquo;, que no distaba mucho del camino; y supuse bien, seg&uacute;n respuesta
+que dio a una pregunta que le hice, un muchachuco m&aacute;s guapo que limpio
+de cara y de vestido, que jugaba, con otros de pelaje a&uacute;n m&aacute;s humilde,
+en una bra&ntilde;uca pr&oacute;xima a la portalada. Responder a mi pregunta, dejar el
+juego y lanzarse a abrir el postigo, mientras los otros chicuelos,
+suspensos y algo cortados, me contemplaban con los ojos muy abiertos,
+fue todo uno; y no bien hubo asomado la cabecita al corral, cuando ya
+comenz&oacute; a gritar all&iacute;:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Madre!... &iexcl;madreee! &iexcl;Aqu&iacute; est&aacute; un se&ntilde;or que viene a casa!</p>
+
+<p>Y por si esto era poco, descorri&oacute; desde adentro la falleba de los
+portones, y los abri&oacute; de par en par a fin de que pasara yo sin apearme.
+Con este estruendo y aquel vocer&iacute;o, antes que acabara de sorprenderme de
+la ocurrencia, ya estaba en el encachado soportal y enfrente de m&iacute;, una
+mujer de mediana edad, buenas carnes y sano color, y con el modesto
+atav&iacute;o casero que ordinariamente usan a diario las matronas pudientes de
+aquella comarca. Con esto, y con hallar bastante parecido en su cara con
+la de Neluco, no dud&eacute; que aquella mujer era su hermana. Me ape&eacute; de un
+brinco; y sin cuidarme del caballo, comenc&eacute;, mientras andaba hacia ella
+con el sombrero en la mano, a deshacerme en excusas, a explicarla el
+suceso... Yo ten&iacute;a much&iacute;simo gusto en ponerme a sus pies, en conocerla
+personalmente, en ofrecerla mis respetos; pero esto lo hubiera hecho...
+pensaba hacerlo, a otra hora menos intempestiva... a mi vuelta por la
+tarde... la culpa era de aquel diablillo que, sin darme tiempo para
+explicarme, se hab&iacute;a apresurado a llamarla...</p>
+
+<p>A todo esto, ella me miraba de hito en hito; hasta que, sin llegar yo a
+decirla cuanto pensaba decir, ba&ntilde;&oacute; toda su faz noblota y rozagante en
+una sonrisa que pudiera llamarse inmensa, si se midieran las sonrisas
+como las superficies; arranc&oacute; hacia m&iacute; con ambas manos tendidas, y
+exclam&oacute; cort&aacute;ndome el descosido discurso de repente:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Virgen la mi Madre! Ust&eacute; es el sobrino de don Celso.</p>
+
+<p>Declar&eacute; que s&iacute; lo era, y continu&oacute; ella, sin soltar mi mano de entre las
+suyas:</p>
+
+<p>&mdash;Sab&iacute;a yo por Neluco que andaba ust&eacute; por ay&aacute;; y por eso, y por el aire,
+y por algo que ha dicho... y por estas corazon&aacute;s que a lo mejor tiene
+uno... &iexcl;Hija, lo que me alegro!... &iexcl;Vaya, vaya!... Y &iquest;c&oacute;mo est&aacute; el pobre
+don Celso?... Mal, creo yo, lo que nos ha dicho Neluco... Porque Neluco
+es tan cari&ntilde;oso y tan... vamos, tan apegao a los suyos, que hora que
+tenga sobrante en su obligaci&oacute;n, c&aacute;tale en Robac&iacute;o... Pero &iquest;qu&eacute; hacemos
+aqu&iacute; plantificados en el portal? Suba, suba, se&ntilde;or don Marcelo, y
+descansar&aacute; como debe, y le pondr&eacute; de almorzar... &iexcl;C&oacute;mo que no! Aqu&iacute;
+todos somos unos. &iquest;Ust&eacute; no lo sabe? &iquest;No se lo ha dicho Neluco? La casona
+de don Celso y la nuestra casa... &iexcl;vaya!... de padres a hijos viene la
+estimaci&oacute;n y la buena ley y hasta el parentesco, si un poco se escarba
+en la sangre...</p>
+
+<p>No me valieron excusas, por m&aacute;s que ponder&eacute; lo largo de la jornada que
+ten&iacute;a que hacer antes de la noche, y lo apurado que andaba de tiempo
+para ella.</p>
+
+<p>&mdash;Tendr&aacute;le de sobra&mdash;me dec&iacute;a la jovial matrona gui&aacute;ndome ya hacia la
+escalera&mdash;, para ese trabajo y otro tanto m&aacute;s, si sabe aprovecharse de
+&eacute;l; y no creo yo que es perder hora la que se gasta en confortar el
+cuerpo a la mit&aacute; del camino... &iexcl;Vaya con ella! Y lo peor del cuento es
+que est&aacute; &laquo;&eacute;l&raquo; ausente y no vendr&aacute; hasta la hora de comer, m&aacute;s que
+menos... Anda en el invernal ama&ntilde;ando un morio que se quebrant&oacute; el otro
+mes; y como en teniendo obra entre manos no acierta a perderla de
+vista... &iexcl;Pues no lo sentir&aacute; poco cuando lo sepa!... &iexcl;Hija, qu&eacute;
+casualid&aacute;! Bien que ya le ver&aacute; cuando pase ust&eacute; de vuelta esta tarde...
+Aunque mejor fuera que se quedara a comer con nosotros y dejara la
+caminata para otra ocasi&oacute;n... &iexcl;Vaya que es antojo el de llegar hasta el
+camino real!... Dos veces en toda mi vida he puesto yo los pies en &eacute;l...
+Mire si soy correntona... &iexcl;Vaya, vaya!...</p>
+
+<p>Hablando por este arte mientras sub&iacute;a la escalera y la segu&iacute;a yo paso a
+paso, m&aacute;s que en lo imposible de atajarla en su pintoresca charla,
+pensaba en el parecido que hallaba entre ella y la madre de Lita, no
+solamente por el car&aacute;cter, sino por el estilo, sin saber yo entonces,
+como lo supe andando el tiempo y conociendo nuevas gentes, que en
+aquella forma y con aquellos aires campechanos y llanotes, se desborda
+siempre el esp&iacute;ritu generoso y hospitalario de las damas de aquella
+agreste regi&oacute;n monta&ntilde;esa.</p>
+
+<p>Ya en lo alto de la escalera, que no era larga, entramos en el crucero
+de siempre, porque todas las casas pudientes de aquellas alturas, y aun
+las equivalentes de los valles bajos que he conocido despu&eacute;s, parecen
+hechas por un mismo plano; s&oacute;lo que en la de Robac&iacute;o hall&eacute; una novedad
+que llam&oacute; muy agradablemente mi atenci&oacute;n, y fue la de tener las paredes
+de todos los pasadizos literalmente cubiertas, de techo a suelo, con
+ristras de panojas, que, por estar abiertos puertas y balcones e
+inundada de sol toda la casa, resplandec&iacute;an como tapices orientales
+bordados de oro y perlas.</p>
+
+<p>Ni aun admirarlo me dej&oacute; la buena hermana de Neluco, porque teniendo en
+cuenta lo apresurado que yo andaba, entre conducirme a la sala y llamar
+a gritos a una sirvienta y sacar, en tanto, cosas de una alacena y otras
+cosas de un armario, y poner las primeras en manos de la mozona (que no
+lleg&oacute; tan pronto como ella quer&iacute;a) con una buena sarta de advertencias y
+de encargos a media voz, y las segundas sobre una mesa que hab&iacute;a en la
+sala, arrimada a una pared, y andar de ac&aacute; para all&aacute; sin dejarme nunca
+enteramente solo ni falto de su conversaci&oacute;n, m&aacute;s de cerca o m&aacute;s de
+lejos, no hallaba yo momento de pensar con sosiego en punto alguno en
+que fijara la atenci&oacute;n. Al fin se detuvo y se calm&oacute; la ventolera
+aqu&eacute;lla; y recogiendo lo que antes hab&iacute;a puesto sobre la mesa y
+coloc&aacute;ndolo interinamente en las sillas inmediatas, levant&oacute; el ala que
+aqu&eacute;lla ten&iacute;a libre y plegada, y no las dos, por no necesitarse para m&iacute;
+solo tanto espacio, seg&uacute;n tuvo la bondad de advertirme; tendi&oacute; sobre el
+tablero resultante un blanqu&iacute;simo mantel; puso sobre &eacute;ste una botella de
+vino, un cubierto de plata maciza y de anticuada forma, dos vasos de
+cristal, tres platos amontonados, una torta de pan, tibio todav&iacute;a, seg&uacute;n
+me dijo la complaciente se&ntilde;ora, porque no hac&iacute;a a&uacute;n dos horas que hab&iacute;a
+salido del horno del corral; un queso duro, de ovejas, y cosa de medio
+maquilero de nueces y avellanas.</p>
+
+<p>Entre tanto, no cesaba de hablarme, y me hac&iacute;a muchas preguntas sin
+esperar en cada una de ellas a recibir mi respuesta, por entero, a la
+anterior. Me pregunt&oacute;, ante todo, por su pariente don Pedro Nolasco y
+por su hija Mari Pepa, de la misma edad que ella, amiga &iacute;ntima desde la
+ni&ntilde;ez, casi su hermana, porque como hermanas se quer&iacute;an... Pues &iquest;y Lita,
+Lituca? Era un seraf&iacute;n aquello, m&aacute;s que mujer. &iexcl;Qu&eacute; guapa, qu&eacute; aguda,
+qu&eacute; hacendosa! Si ella fuera hombre y mozo soltero, ya sab&iacute;a con qui&eacute;n
+casarse, como Lita le quisiera. &iexcl;Y no su hermano Neluco!... &iexcl;Cu&aacute;ntas
+veces se lo hab&iacute;a dicho! &iquest;Para qu&eacute; quieres la enjundia, hombre? &iquest;Qu&eacute; m&aacute;s
+puedes apetecer?... Si apare&aacute;is como de molde... &iexcl;Ah, pan fr&iacute;o de
+satanincas!... &iexcl;Tochu, m&aacute;s que tochu! Cuando Lita iba a Robac&iacute;o, era la
+alegr&iacute;a de la casa: ni canario en jaula de oro pod&iacute;a compararse con
+ella.</p>
+
+<p>En &eacute;stas y otras comenz&oacute; a darme en la nariz un olor muy agradable de
+fritangas, y con &eacute;l entr&oacute; en la sala un rapaz como de seis a&ntilde;os, con la
+jeta muy pringosa y la ropilla estropeada; despu&eacute;s otro de igual pelaje,
+pero de menos edad; enseguida otro menor que los dos; luego una
+muchachuela rubia, de ojos saltones, muy enjuta de canillas y larga de
+brazos; tras ella, otra rapaza morena, carrilluda, de ojos negros y
+gruesas pantorrillas, la cual tra&iacute;a de la mano a un chiquit&iacute;n muy
+risue&ntilde;o que se tambaleaba al andar con sus patucas estevadas; y, por
+&uacute;ltimo, lleg&oacute; el muchacho que con su descomedida diligencia hab&iacute;a sido
+la causa de cuanto estaba sucediendo all&iacute;. Toda aquella prole, aparecida
+uno a uno, a paso lento y con mirar receloso, se fue colocando en
+semic&iacute;rculo, muy apretado, enfrente de m&iacute;; y como no sab&iacute;an qu&eacute; decirme,
+por m&aacute;s que yo les preguntaba muchas tonter&iacute;as, y su madre me los iba
+nombrando por orden de edades, a la vez que los re&ntilde;&iacute;a, y no con gran
+coraje, por un descort&eacute;s atrevimiento, cada cual entreten&iacute;a el tiempo y
+conllevaba el mal rato como mejor pod&iacute;a: qui&eacute;n pellizc&aacute;ndose las
+narices, qui&eacute;n rasc&aacute;ndose la cabeza y qui&eacute;n alguna parte de su cuerpo
+m&aacute;s baja y m&aacute;s trasera. &laquo;Pero &iquest;no parece&mdash;me dec&iacute;a su madre en tanto&mdash;,
+que gobierna Satan&aacute;s a estos arrastrados? P&oacute;ngalos ust&eacute; de pies a cabeza
+como un sol de mayo en cuanto se tiran de la cama todos los d&iacute;as, para
+verlos como ust&eacute; los ve a la media hora... y si no hay escuela como hoy,
+por ser jueves, cosa es de no poder mirarlos ni aguantarlos. &iexcl;Se&ntilde;or y
+Padre celeste, qu&eacute; criaturas!... Pero est&eacute;n ellas en buena salud, que es
+lo que importa, y lo dem&aacute;s ya se ir&aacute; arreglando con el tiempo. &iquest;No es
+verdad?... Vaya, ahora venga ac&aacute; y arr&iacute;mese a la mesa... y perdone la
+miseriuca por la buena voluntad conque se la ofrezco a falta de cosa
+mejor.&raquo;</p>
+
+<p>Esto lo dijo al ver entrar a la criada con una gran fuente entre manos,
+conteniendo dos pares de huevos estrellados y una enormidad de lomo y de
+jam&oacute;n frito, con su correspondiente cerco de patatas.</p>
+
+<p>Hubo las porf&iacute;as que eran de esperarse sobre lo poco con que me
+satisfac&iacute;a yo, y lo mucho que ella me ofrec&iacute;a con generosa obstinaci&oacute;n,
+pensando que &laquo;lo dejaba por cortedad&raquo;. Al fin transigimos tomando yo
+algo m&aacute;s de lo que necesitaba, y repartiendo el resto hasta lo que ella
+me ofrec&iacute;a, entre los siete rapaces que devoraban con los ojos el
+suculento agasajo humeando sobre la mesa.</p>
+
+<p>Tambi&eacute;n vino a colaci&oacute;n all&iacute; lo que ya empezaba yo a echar de menos en
+boca de la hermana de Neluco; la tesis a que tan acostumbrado me ten&iacute;an
+las buenas gentes de aquellos valles: si me iba gustando la tierra de
+mis mayores; la diferencia que hallar&iacute;a entre aquellas soledades y las
+grandezas y diversiones a que estar&iacute;a avezado en Madrid... y, por
+&uacute;ltimo, la l&aacute;stima que ser&iacute;a que no tomara al valle la buena ley que &eacute;l
+se merec&iacute;a; porque, muerto don Celso, que por muerto hab&iacute;a que darle ya,
+Tablanca se quedaba sin padre y sin sombra de amparo. &iexcl;Y si supiera yo
+bien lo que val&iacute;a esa sombra en aquel pueblo, y lo que ven&iacute;an valiendo
+otras como ella desde tiempos muy remotos! Para saberlo as&iacute;, era preciso
+ver lo que pasaba en otros lugares que no la ten&iacute;an, como pasaba ya
+tambi&eacute;n en Robac&iacute;o, desgraciadamente. All&iacute; no hab&iacute;a uni&oacute;n ni paz entre
+unos y otros, por culpa de cuatro mangoneadores amparados por otros
+tantos &laquo;cabayerus de ay&aacute; fuera&raquo;, que no se acordaban del pueblo m&aacute;s que
+en las ocasiones de necesitar las espaldas de aquellos pobres melenos
+para encaramarse en el puesto que les conven&iacute;a, y pipiar a gusto las
+uvas del racimo. Esto no pasaba en Tablanca, donde no se sent&iacute;a una
+mosca, ni ten&iacute;an entrada aquellos personajes m&aacute;s que con su cuenta y
+raz&oacute;n. Daba gusto aquella hermandad de unos con otros, y aquel
+ayuntamiento sin deudas, y aquel vecindario sin hambre y bien vestido.
+Pues toda esta ventura acabar&iacute;a con don Celso, si yo no me animaba a
+recoger los frenos que &eacute;l soltar&iacute;a de sus manos al pasar a vida mejor.</p>
+
+<p>Lo singular de esta tesis, tan manoseada por unos y otros, era para m&iacute;
+la solemnidad y la hondura del sentimiento con que me la expon&iacute;an en
+todas partes. La misma hermana de Neluco, tan jocosa y tan chancera en
+sus descosidos discursos, se formaliz&oacute; hasta conmoverse al expon&eacute;rmela.
+Y &eacute;ste era el lado por donde m&aacute;s me llamaba la atenci&oacute;n aquel tema, que
+iba, por lo dem&aacute;s, degenerando en man&iacute;a.</p>
+
+<p>Con el asentimiento y las diplom&aacute;ticas promesas que la costumbre me
+hab&iacute;a obligado a adoptar en casos tales, di por rematado el punto; y con
+el pretexto de la prisa que ten&iacute;a, terminados el almuerzo y la visita,
+no sin saber antes, por la inagotable bondad de aquella incomparable
+mujer, que su hermano mayor, abogado de bastante nota, estaba casado en
+Valladolid, y que por eso y por ser Neluco demasiado mozo y andar
+todav&iacute;a de la Ceca a la Meca, se hab&iacute;a quedado ella en las particiones
+con la casa paterna; pero como si fuera de todos los hermanos, porque el
+abogado bajaba a Robac&iacute;o casi todos los veranos, y Neluco cada d&iacute;a que
+le era posible.</p>
+
+<p>Gozaba ella que era una bendici&oacute;n de Dios cuando estaban todos reunidos,
+chicos y grandes; y cuanto m&aacute;s apretados, mejor. Y apretados lo estaban
+en aquellas ocasiones a menudo, porque aunque la casa era grande, como
+ten&iacute;an mucho laberinto de labranzas y ganados... &iexcl;Virgen Madre, c&oacute;mo le
+gustaban esos trajines a su marido! Pues con gustarle tanto, de seguro
+no le gustaban m&aacute;s que a ella...</p>
+
+<p>Y bien se revelaban estos gustos en toda la casa, particularmente de
+escalera abajo. En el portal, desde donde se ve&iacute;an las puertas abiertas
+de los establos, un horno con su tejadillo protector, un pozo con el
+correspondiente lavadero, grandes pilas de le&ntilde;a y un carro de bueyes
+bajo un cobertizo, ol&iacute;a a heno, se o&iacute;an los golpes y los cencerrillos y
+esquilas del ganado preso en las pesebreras, y brujuleaba de soslayo y
+como a la descuidada, un copioso aver&iacute;o alrededor de un &laquo;garrote&raquo;, en
+cuyo fondo ro&iacute;a mi caballo, desembridado y amarrado al poste con una
+soga por el pescuezo, los &uacute;ltimos granos del pienso de ma&iacute;z con que le
+hab&iacute;a agasajado el sobrino mayor de Neluco, mientras su madre me
+agasajaba a m&iacute; en la sala de arriba con huevos y con jam&oacute;n. Esto se supo
+por declaraci&oacute;n del chicuelo mismo, al preguntarle yo, muy complacido,
+por el autor de la ocurrencia. Alentado por el buen &eacute;xito de ella,
+sali&oacute;se del mont&oacute;n de sus hermanos, que en tropel hab&iacute;an bajado con su
+madre detr&aacute;s de m&iacute;, y en un dos por tres embrid&oacute; el roc&iacute;n despu&eacute;s de
+arrojar al aver&iacute;o las mezquinas sobras del pienso; sac&oacute; la mansa bestia
+al corral, y la plant&oacute; all&iacute;, en debida forma, para que montara yo.
+Abrevi&eacute; la despedida cuanto pude, condensando mis expresiones de cordial
+agradecimiento hasta la avaricia, por temor a los lujos verbosos de la
+hermana de Neluco, que en lo m&aacute;s nimio hallaban causa para desbordarse;
+cabalgu&eacute; de prisa deslizando en la mano del chicuelo que me ten&iacute;a el
+estribo una moneda de plata sin que lo viera su madre, d&aacute;diva que le
+llen&oacute; de asombro y de zozobra hasta enrojecerle la cara y dejarle
+tambale&aacute;ndose, por lo que le cost&oacute; mucho trabajo abrirme la portalada; y
+en cuanto la vi de par en par, pagu&eacute; con una sonrisa y una sombrerada
+los &uacute;ltimos ofrecimientos de la inagotable matrona; sal&iacute; a la bra&ntilde;uca de
+afuera oyendo las despedidas de adentro &laquo;hasta la tarde&raquo;; piqu&eacute; sin
+compasi&oacute;n al jamelgo, y tom&eacute; el camino r&iacute;o abajo como si me persiguieran
+lobos de rabia.</p>
+
+<p>Creo, sin estar muy seguro de ello por no haber fijado la atenci&oacute;n con
+gran empe&ntilde;o en el cuadro, que por all&iacute; comienza el verdadero ensanche de
+la cuenca, y el r&iacute;o a descansar un poco de las fatigas de su r&aacute;pido
+descenso, tendi&eacute;ndose a la larga en buenos trechos casi llanos y bien
+iluminados por el sol. Lo que s&iacute; recuerdo bien es que con la libertad
+que les dan estas relativas anchuras, el r&iacute;o y el camino (a la izquierda
+ya &eacute;ste de aqu&eacute;l) se separan uno de otro con alguna frecuencia, aunque
+sin llegar a perderse de vista por completo. Al fin y al cabo, ninguna
+obligaci&oacute;n tienen de andar juntos por todas partes; y sin duda por eso,
+el camino, sin trabas ni impedimentos, como el r&iacute;o, que le obliguen a
+descender continuamente y por determinado canal, a lo mejor se echaba
+por un atajo cuesta arriba, goz&aacute;ndose despu&eacute;s en saludar desde la loma
+del cerro pedregoso a su arrastrado compa&ntilde;ero, que sudaba la gota gorda
+para abrirse paso en los profundos de un vallecito angosto, entre
+alisales, guijarros y mimbreras.</p>
+
+<p>Donde se juntan otra vez los dos camaradas es hacia el final de su
+viaje, por estrecharse la cuenca nuevamente, pero sin crecer gran cosa
+los taludes; y ya no vuelve el r&iacute;o a gozar de otra llanada que la de su
+sepultura, festoneada a lo largo en su margen terrestre por un camino
+real que ni el Nansa ni yo vimos hasta que nos hallamos yo encima de &eacute;l,
+y el r&iacute;o estrell&aacute;ndose contra los estribos del puente que une las dos
+orillas.</p>
+
+<p>All&iacute; le di mi afectuosa despedida, mientras ahogaban con un abrazo sus
+murmullos (que durante nuestra jornada de seis horas no hab&iacute;an cesado un
+momento) las traidoras aguas salobres que le esperaban inm&oacute;viles y
+cristalinas, como un espejo en que se miran las nubes del firmamento,
+tendidas al sol en una vasta llanura salpicada de islotes tapizados de
+verdes y olorosas junqueras. Esta pintoresca r&iacute;a est&aacute; separada del mar
+por una barrera muy alta: un monte negro y pedregoso, rajado de alto
+abajo, quedando as&iacute; un boquete muy angosto donde se cuelan las aguas y
+los barcos, y se ve el Cant&aacute;brico, mirando desde adentro, como un pedazo
+de cielo a trav&eacute;s de las rejas de una c&aacute;rcel.</p>
+
+<p>Todo aquel panorama me pareci&oacute; muy bello por sus l&iacute;neas, por su luz y
+por su color, mas a pesar de ello, ocup&oacute; mi atenci&oacute;n breves instantes,
+porque se hab&iacute;an largado mis ideas por muy distintos derroteros. Fue el
+caso que no bien me vi sobre el camino real, se despertaron s&uacute;bitamente
+mis mal dormidas inclinaciones mundanas; y escap&aacute;ndoseme la mirada y los
+pensamientos a lo largo del blanqu&iacute;simo arrecife que corr&iacute;a paralelo a
+la costa y desaparec&iacute;a en la curva de un altozano, empec&eacute; a considerar.</p>
+
+<p>&mdash;Por ah&iacute; se va a la vida y a la libertad de las planicies soleadas, al
+bullicio de las ciudades, a las damas elegantes y a los hombres bien
+vestidos, a la conversaci&oacute;n culta y amena, a los salones alfombrados, al
+libro, al teatro, al peri&oacute;dico, al Casino, al Ateneo... &iexcl;mientras que
+por aqu&iacute;!...</p>
+
+<p>Y volv&iacute; los ojos al sendero de la monta&ntilde;a, y le vi trepar entre los
+pedruscos y los escajos brav&iacute;os de una sierra calva; y distingu&iacute; detr&aacute;s
+de ella, la loma de otra sierra m&aacute;s alta, y por encima de &eacute;sta, otra y
+sobre su cumbre la de un monte que las asombraba a todas; y as&iacute;
+sucesivamente, hasta perderse las &uacute;ltimas desvanecidas en un ambiente
+brumoso y t&eacute;trico que no me dejaba percibir con claridad los dos
+pelda&ntilde;os de aquella escalera disforme, entre los cuales se escond&iacute;a la
+sepultura en que, por un mal entendido sentimiento filantr&oacute;pico, hab&iacute;a
+resuelto yo enterrarme vivo.</p>
+
+<p>Sent&iacute; de pronto alzarse dentro de m&iacute; una protesta de mi lib&eacute;rrimo
+albedr&iacute;o, y con ella la nostalgia de la ciudad; pero con una fuerza tan
+nueva y tan irresistible, que, sin saber, c&oacute;mo, me vi encarado otra vez
+al camino real y pose&iacute;do de un vehement&iacute;simo deseo, de la tentaci&oacute;n
+pueril y desatentada... de &laquo;escaparme por all&iacute;&raquo;.</p>
+
+<p>Pas&oacute; todo esto, como v&eacute;rtigo que era de mi exaltada imaginaci&oacute;n, en
+pocos momentos; pero no sin dejarme huellas mortificantes en el
+esp&iacute;ritu.</p>
+
+<p>Al otro lado del puente hab&iacute;a unas casas de muy alegre aspecto:
+pareci&oacute;me de parador el de una de ellas, y all&aacute; me fui. Parador era, en
+efecto, y taberna bastante bien surtida. Mand&eacute; dar un pienso a mi
+cabalgadura y ped&iacute; unas frioleras para m&iacute;, m&aacute;s que por satisfacer una
+necesidad que no sent&iacute;a, por comprar el derecho de descansar un poco a
+la sombra y en un banco, bajo techado, ya que no era posible hacerlo al
+aire libre recreando los ojos en la contemplaci&oacute;n del mar, que con estar
+tan cerca de all&iacute;, no se ve&iacute;a m&aacute;s que por el negro boquer&oacute;n de la r&iacute;a.</p>
+
+<p>Era ya bien corrida la una de la tarde cuando volv&iacute; a cabalgar. Repas&eacute;
+el puente, y sin dirigir la vista al camino real que dejaba a mi
+izquierda, comenc&eacute; a desandar aguas arriba lo que hab&iacute;a andado por la
+ma&ntilde;ana aguas abajo. Al llegar a Robac&iacute;o, vi que me esperaba en la
+bra&ntilde;uca contigua a la portalada de marras, toda la familia de la casona
+aqu&eacute;lla, con el padre en primer t&eacute;rmino. Bien sabe Dios que hice voto
+solemne en mis adentros de no echar all&iacute; pie a tierra, como no me
+desmontaran a tiros. Era el cu&ntilde;ado de Neluco un hombre bastante gordo y
+no muy alto, moreno y atezado de rostro, con anchas patillas grises,
+pelo recio y poca frente. No hablaba tanto como su mujer, pero no era
+menos afectuoso y hospitalario que ella. Con la disculpa (y era la pura
+verdad) de que llevaba las horas muy medidas, habl&eacute; poco y me ingeni&eacute;
+mucho para que no hubiera modo de enredar la conversaci&oacute;n que me
+amenazaba a cada instante por el lado de la mujer de aquel buen hombre.
+Estrech&eacute;le, al fin, por segunda vez la velluda mano, con los
+ofrecimientos y las cortes&iacute;as de costumbre, y con un &laquo;adi&oacute;s&raquo; a todos los
+presentes, cort&eacute; los cumplidos con que me desped&iacute;an, y me largu&eacute;.</p>
+
+<p>Resuelto a que no me cogiera la noche cerrada en el camino, saqu&eacute; al
+pobre animal que me conduc&iacute;a, los ijares y hasta las asaduras a
+espolazos. Por un milagro de Dios lleg&oacute; vivo a casa. Pero lleg&oacute; al fin,
+y no tan tarde como iba yo temi&eacute;ndome a medida que le ve&iacute;a perdiendo
+fuerzas y tambale&aacute;ndose por el &aacute;spero camino.</p>
+
+<p>Por lo que a m&iacute; toca, llegu&eacute; en la misma situaci&oacute;n de &aacute;nimo que un
+estudiantillo novel a la c&aacute;rcel de su colegio, despu&eacute;s de haber pasado
+largas vacaciones con su familia: jur&aacute;ndome a m&iacute; propio no volver a
+salir de Tablanca solo y por aquel camino, para no caer nuevamente en la
+mala tentaci&oacute;n de escaparme.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XIII" id="XIII"></a>XIII</h2>
+
+
+<p>Hablando unos d&iacute;as despu&eacute;s con Neluco de esta excursi&oacute;n, me dijo cuando
+vino al caso:</p>
+
+<p>&mdash;Pues ahora necesita usted hacer otra, aguas arriba.</p>
+
+<p>Respond&iacute;le que ya la hab&iacute;a hecho con el Cura en una ocasi&oacute;n bastante
+reciente y de muy placentero recuerdo para m&iacute;. Replic&oacute;me que con don
+Sabas s&oacute;lo hab&iacute;a visto yo lo que le conven&iacute;a a &eacute;l que viera para los
+fines que llevaba, y yo necesitaba ver algo m&aacute;s, y aun estaba obligado a
+ello: por ejemplo, Promisiones.</p>
+
+<p>&mdash;Atraves&eacute; todo el valle&mdash;respond&iacute;&mdash;, y conservo perfectamente su
+aspecto general en la memoria.</p>
+
+<p>&mdash;No es bastante&mdash;me replic&oacute; el m&eacute;dico&mdash;. En ese valle hay un pueblo,
+que es el principal...</p>
+
+<p>&mdash;Le vi tambi&eacute;n...</p>
+
+<p>&mdash;De lejos.</p>
+
+<p>&mdash;De lejos y de cerca tiene muy poco que ver.</p>
+
+<p>&mdash;Exacto&mdash;dijo Neluco&mdash;; pero en ese lugarejo hay una casa solariega...
+la de los G&oacute;mez de Pomar, sangre de rancio abolengo que corre tambi&eacute;n
+por las venas de usted.</p>
+
+<p>&mdash;Hombre&mdash;interrumpi&oacute; aqu&iacute; mi t&iacute;o que estaba presente, mientras Neluco
+se sonre&iacute;a como si se burlara de las mismas ponderaciones que iba
+haci&eacute;ndome, que veas a Promisiones, bien est&aacute;; que conozcas de vista la
+casona de los G&oacute;mez de Pomar, pase tambi&eacute;n; pero que lo que queda all&iacute;
+de esa sangre vieja valga la pena de meter su jocico en aquel estragal
+un cabayeru como t&uacute;... &iexcl;pispaju! eso s&iacute; que lo niego a pies juntos.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Pero si all&iacute; no queda gota de esa sangre, don Celso!&mdash;replic&oacute; Neluco.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Mira a qui&eacute;n se lo cuenta!&mdash;respondi&oacute; mi t&iacute;o&mdash;. Pero de all&iacute; es la
+que queda... Dios sabe si en presidio.</p>
+
+<p>&mdash;Yo me refer&iacute;a a la casa solamente...</p>
+
+<p>&mdash;Que ni siquiera es de &laquo;ellos&raquo; ya... porque los sinverg&uuml;enzas
+desaforaos, la dieron por un pellejo de vino en cuanto falt&oacute; el
+baldragazas que los engendr&oacute; en una osa montuna. &iexcl;Cascajo! mala centella
+los parta en dos por los ri&ntilde;ones.</p>
+
+<p>&mdash;Y al fin y al postre, &iquest;qu&eacute; viene a importarle ya esa ca&iacute;da a don
+Marcelo? &iexcl;Le toca tan poco del parentesco!...</p>
+
+<p>&mdash;Di que nada, &iexcl;cuartajo! si te paez. &iexcl;Los hijos de un sobrino carnal de
+mi madre!...</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Pues digo!... ni un galgo le alcanza ya... De todas maneras, si usted
+no quiere...</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Yo?... &iexcl;A buena parte vas con el reparo!... &iexcl;Vaya que me gusta!...
+No, no, lo que es por m&iacute;...</p>
+
+<p>&mdash;Adem&aacute;s, no se trata de eso s&oacute;lo, que debe verse de pasada...</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Jacia &oacute;nde?</p>
+
+<p>&mdash;Hacia otra parte... a otro sitio a que yo quiero llevarle... porque
+esa expedici&oacute;n ha de hacerla don Marcelo conmigo. Necesitaremos dos
+d&iacute;as.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Larga va a ser, trastajo!</p>
+
+<p>&mdash;No mucho; pero como debemos hacer noche all&aacute;...</p>
+
+<p>&mdash;Pues si pensabas guardar el secreto del parador, no me des m&aacute;s se&ntilde;as
+de &eacute;l, porque ya le he conocido...</p>
+
+<p>&mdash;Es posible... Y como ahora hay en Tablanca peste de salud para muchos
+d&iacute;as, si don Marcelo est&aacute; conforme y usted nos da su permiso...</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Yo?... &iexcl;pispajo! Lo que yo quiero es que mi sobrino se explaye y
+entretenga a su gusto, para que no coja duda a la tierra de su padre...
+Eso bien lo sabe &eacute;l... y tambi&eacute;n lo sabes t&uacute;... Conque, si en ello vos
+va diversi&oacute;n, bien hecho ser&aacute;, y antes con antes, por si el tiempo se
+cansa de ser bueno. &iexcl;Ojal&aacute; pudiera yo ir con vosotros, aunque no fuera
+m&aacute;s que por dar un abrazo a ese buen amigo! Pero &iexcl;ni salir a misa,
+cuartajo!...</p>
+
+<p>&mdash;Ya saldr&aacute; usted, don Celso...</p>
+
+<p>&mdash;S&iacute;, con los pies pa-lante el mejor d&iacute;a...</p>
+
+<p>Al subsiguiente de esta conversaci&oacute;n emprend&iacute; la caminata con Neluco,
+los dos solos y a caballo: yo en el de siempre, bien repuesto ya de sus
+&uacute;ltimas fatigas, y &eacute;l en otro rocinejo por el estilo, que era de su
+propiedad y ten&iacute;a la costumbre, como caballo de m&eacute;dico, de pararse
+delante de todas las viviendas que hallaba al paso.</p>
+
+<p>Tambi&eacute;n madrugamos aquel d&iacute;a, y no poco, y tambi&eacute;n nos amaneci&oacute; cerca
+del santuario pr&oacute;ximo a la vadera, y tambi&eacute;n salud&eacute; a la Virgen,
+siguiendo el ejemplo que me dio Neluco, rez&aacute;ndola una <i>Salve</i> en lat&iacute;n.
+Es mucha la devoci&oacute;n que la tienen los tablanqueses y todos los
+habitantes de los pueblos comarcanos; y su fiesta, en el mes de agosto,
+de las m&aacute;s concurridas y celebradas de todas las de aquella regi&oacute;n. La
+imagen tiene una leyenda que no me hab&iacute;an referido ni Chisco ni don
+Sabas, y conoc&iacute; por Neluco mientras volv&iacute;amos a ponernos en marcha,
+descendiendo hacia la vadera. En tiempos muy remotos quisieron los
+tablanqueses sustituir con otra nueva y &laquo;de mejor ver&raquo; aquella misma
+Virgen que les parec&iacute;a muy antigua, tanto que no se conoc&iacute;a su origen
+&laquo;en memoria de hombre&raquo;. Acordada la sustituci&oacute;n, adquirieron la imagen
+que deseaban y la colocaron en el altarcillo despu&eacute;s de retirar de &eacute;l la
+antigua, a la cual enterraron con gran solemnidad, no sabiendo qu&eacute; hacer
+de ella ni c&oacute;mo honrarla mejor. Pero cu&aacute;l no ser&iacute;a la admiraci&oacute;n de
+aquellos piadosos monta&ntilde;eses al ver al d&iacute;a siguiente en el altar la
+imagen enterrada la v&iacute;spera, y vac&iacute;a su sepultura, sin hallar rastro ni
+huella por ninguna parte del mundo de la imagen nueva. Con este milagro
+patente se hizo m&aacute;s extensa y fervorosa la devoci&oacute;n a la Virgen
+resucitada, y en este grado, o muy poco menos, se ha conservado hasta la
+fecha.</p>
+
+<p>Repitiendo el camino andado por m&iacute; en compa&ntilde;&iacute;a de don Sabas, me pareci&oacute;
+haber tardado menos que con &eacute;l en llegar a Promisiones; ventaja que fue
+debida indudablemente a lo que me entreten&iacute;a Neluco con noticias muy
+curiosas sobre cada palmo de terreno que pis&aacute;bamos y le eran tan
+conocidos como los rincones de su casa. No los conoc&iacute;a menos el Cura,
+seguramente; pero aunque all&aacute; se andaban los dos en el modo de sentir y
+de saborear la tierra madre, eran m&aacute;s numerosos los &laquo;registros&raquo; del
+m&eacute;dico, y m&aacute;s varia, por consiguiente, la m&uacute;sica de su conversaci&oacute;n.</p>
+
+<p>Ya en el valle, tomamos derechamente hacia el pueblo que hab&iacute;a dado
+origen a la porf&iacute;a entre mi t&iacute;o y Neluco. El tal pueblo, de disperso y
+pobre caser&iacute;o, ostentaba sobre el mont&iacute;culo m&aacute;s elevado de los varios
+que forman su escabroso t&eacute;rmino, un edificio cercano a la iglesia, que
+no abultaba m&aacute;s que &eacute;l, como si hubiera querido lucir sin estorbos y
+para que fueran bien vistas de todos, propios y extra&ntilde;os, las &uacute;nicas
+grandezas que posee. El edificio era del buen estilo &laquo;rico&raquo; monta&ntilde;&eacute;s; de
+siller&iacute;a de grano la fachada del Sur y una parte de la del Este, lo
+preciso para encuadrar en ella un balc&oacute;n de p&uacute;lpito con balaustrada de
+hierro; el resto, mamposter&iacute;a s&oacute;lida con muy pocos claros de ventana. En
+la fachada principal, gran solana corrida de esquinal a esquinal, y
+encima de ella y del balc&oacute;n del Este, sendos y ostentosos escudos de
+piedra de mucho relieve y rica talla; sobre todo ello, la p&aacute;tina
+musgosa, la herrumbre y la polilla de los a&ntilde;os y de la incuria, y
+grandes aleros de artesonado podrido con los canecillos derrengados.
+Aquella casa era la solariega de los G&oacute;mez de Pomar; y bien sabe Dios la
+tristeza conque la vi en estado tan deplorable, m&aacute;s que por simpat&iacute;a de
+parentesco, por impulso natural de hombre honrado y de buen gusto.
+Habit&aacute;bala un labrador, y de ello eran evidentes se&ntilde;ales los montones de
+esti&eacute;rcol, la carreta y los aperos que se ve&iacute;an en la corralada y en el
+soportal, y el heno que asomaba por los agujeros de una de las
+desvencijadas puertas de la solana, entre los elegantes cercos de
+siller&iacute;a. Sali&oacute; de ella un buen hombre que nos vio mirarla por todas
+partes; y como result&oacute; que conoc&iacute;a a Neluco, nos brind&oacute; muy cort&eacute;s a que
+pas&aacute;ramos a descansar, &laquo;si ten&iacute;amos gusto en ello&raquo;. El m&eacute;dico me pidi&oacute;
+mi parecer con la mirada, y con un adem&aacute;n le di yo la negativa. Me
+acordaba de algunos dichos de mi t&iacute;o, particularmente el de haber sido
+vendida &laquo;por un pellejo de vino&raquo;, y la l&aacute;stima de antes se fue trocando
+en ira.</p>
+
+<p>Continuando nuestro viaje, me dio Neluco algunos informes que yo le
+ped&iacute;, vivamente interesado en conocerlos despu&eacute;s de lo que hab&iacute;a visto
+en el pueblo, en el cual no nos detuvimos m&aacute;s de media hora.</p>
+
+<p>La familia de los G&oacute;mez de Pomar nunca hab&iacute;a sido tan rica de
+propiedades y de dinero como pagada de su alcurnia, achaque muy com&uacute;n en
+la Monta&ntilde;a. La bambolla de un hidalguete de aquella casta, que volvi&oacute; de
+M&eacute;xico a principios del siglo pasado, labr&oacute; sobre los cimientos del
+solar antiguo la casa que acabamos de ver, con la mayor parte del dinero
+que tra&iacute;a. Con el resto y las haciendas que le pertenec&iacute;an en el valle y
+en las inmediaciones, se empe&ntilde;&oacute; en sostener el lustre de su familia,
+elev&aacute;ndola de golpe a una altura en que jam&aacute;s hab&iacute;an vivido sus fidalgos
+antecesores. Logr&oacute; su intento vanidoso, pero no sin muy considerables
+mermas y quebrantos en su caudal. Al heredarle su sucesor, hered&oacute;
+tambi&eacute;n una buena carga de censos y de hipotecas; y como en su no larga
+vida no pudo verse aliviado del peso de esta cruz, recibi&oacute;la tambi&eacute;n
+sobre sus espaldas el que vino detr&aacute;s de &eacute;l; pero como le pesaba mucho,
+antes que morir agobiado por ella, prefiri&oacute; quit&aacute;rsela de encima a todo
+trance. Y se la quit&oacute;, a expensas de lo m&aacute;s jugoso de su caudal. As&iacute;
+salv&oacute; lo restante, que empezaba a ser enredado poco a poco en las mallas
+inextricables del pr&eacute;stamo usurario. Era cuerdo el hombre, y ajust&oacute; las
+necesidades de su casa a la medida de lo que pose&iacute;a libremente para
+sostenerlas. No trabaj&oacute; las tierras con sus manos, pero pag&oacute; el trabajo
+de otros para vivir &eacute;l de sus productos; y en su casa y en las
+accesorias de ella, donde siempre hab&iacute;a reinado el silencio enervante de
+la holganza y de los grandes fastidios de la vanidad infanzona,
+comenzaron a o&iacute;rse y a respirarse los ruidos de la actividad campesina,
+el cencerro del ganado y la fragancia vivificante y regeneradora de los
+frutos sazonados de la tierra. Mi abuela paterna alcanz&oacute; aquellos
+tiempos, los m&aacute;s venturosos de la familia de los G&oacute;mez de Pomar. Su
+padre era un se&ntilde;or a la manera de mi t&iacute;o Celso: campechano y sin
+ret&oacute;ricas, sencillo hasta la rudeza, y noble y sano de coraz&oacute;n. No tuvo
+m&aacute;s que dos hijos: mi abuela y el mayorazgo. &Eacute;ste result&oacute; menos en&eacute;rgico
+y laborioso que su padre; se cas&oacute; con una medio se&ntilde;ora campurriana, y
+tuvieron un hijo solo, y &eacute;se de pocas creces, enfermo y sin alientos
+para nada. Aqu&iacute; empez&oacute; a flaquear la firmeza de la hasta entonces
+enhiesta median&iacute;a de la casa, mucho por la natural dejadez del padre,
+algo por no pecar de hacendosa la madre, y el resto por falta de
+est&iacute;mulo en los dos para enmendarse en presencia de la ing&eacute;nita apat&iacute;a y
+mortal endeblez del hijo. El cual dio en la gracia de espigar un poco,
+precisamente cuando deb&iacute;a de haberse muerto, seg&uacute;n los c&aacute;lculos de sus
+padres, fundados principalmente en los reiterados dict&aacute;menes de todos
+los m&eacute;dicos y curanderos de cuatro leguas a la redonda. Con esto y con
+morirse aqu&eacute;llos mucho antes de lo que cre&iacute;an, el hu&eacute;rfano recibi&oacute; el
+caudal hereditario cuando menos lo pensaba, y con bastantes goteras,
+casi tantas como las que ten&iacute;a la casa solariega, en la que no gastaron
+un maraved&iacute; en toda su vida los &uacute;ltimos se&ntilde;ores de ella. En ese
+particular, lo propio hizo el hijo, atento solo, en los primeros a&ntilde;os de
+su orfandad, al trabajo de reconstituirse, d&aacute;ndose todo el regalo que
+era compatible con su hacienda, aunque comiendo ya de la &laquo;olla grande&raquo;.
+Como no sal&iacute;a de casa y se hab&iacute;a propuesto arreglarse un completo plan
+de vida dentro de ella, se cas&oacute; con la criada, una lebaniega cerril,
+siempre vestida de sayal y con &laquo;bocio&raquo;. Tuvo de ella dos hijos como dos
+oseznos de Andara, de cuya educaci&oacute;n no se cuid&oacute; cosa maldita: lejos de
+ello, les dio continuamente el mal ejemplo de su desgobierno, y muy a
+menudo el de las escandalosas reyertas matrimoniales provocadas por la
+lebaniega incivil, que era la estampa de la suciedad y el colmo del
+despilfarro. Al fin se murieron los dos, ella de una pulmon&iacute;a doble y &eacute;l
+de un derrame seroso, aunque fue voz corrida en el lugar que hab&iacute;a
+acabado de una borrachera de aguardiente. Todo pod&iacute;a ser, porque es cosa
+demostrada que muy a menudo hac&iacute;a m&eacute;ritos para ello. Los hijos, que eran
+unos perdidos a los diez y seis a&ntilde;os, cuando entraron por la ley en
+libre posesi&oacute;n de lo heredado, ya deb&iacute;an m&aacute;s de las tres cuartas partes
+de ello. Eran borrachos, corretones y pendencieros, y daban m&aacute;s que
+hacer a la justicia en seis meses que todo el partido judicial en un
+a&ntilde;o. Lo &uacute;ltimo que les qued&oacute; fueron la casa solar y unos cercados
+contiguos a ella; y como se lo ten&iacute;an hipotecado a un tabernero del
+valle, a cuyas expensas com&iacute;an y beb&iacute;an &uacute;ltimamente, y al vencer el
+plazo de la deuda no tuvieron con qu&eacute; redimirla, el tabernero se qued&oacute;
+con lo hipotecado, ech&oacute;los de casa tan pronto como pudo, y meti&oacute; en ella
+a un inquilino cargado de familia, pero que pagaba bien y cultivaba
+mejor las tierras que le dio tambi&eacute;n en renta. Al hombre aqu&eacute;l acababa
+de conocerle yo en la casa misma.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y los otros?&mdash;pregunt&eacute; a Neluco en cuanto dio fin a su relato&mdash;. &iquest;Qu&eacute;
+ha sido de ellos?</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;De qui&eacute;nes?&mdash;pregunt&oacute;me &eacute;l a su vez.</p>
+
+<p>&mdash;De los due&ntilde;os de la casa&mdash;respond&iacute;&mdash;; mejor dicho de los ex-due&ntilde;os, de
+los dos perdularios que se la vendieron al tabernero por un pellejo de
+vino.</p>
+
+<p>&mdash;Pues de esos ilustres v&aacute;stagos de los G&oacute;mez de Pomar no s&eacute; nada cierto
+a la hora presente. Cuando se vieron en la calle, sin hogar, oficio ni
+beneficio, desaparecieron de aqu&iacute;, y se supo que andaban por Andaluc&iacute;a
+busc&aacute;ndose el modo de vivir como el diablo les daba a entender. Al cabo
+de los a&ntilde;os, volvi&oacute; uno solo, no a su pueblo, sino a ese otro que est&aacute;
+encalabrinado en aquella c&uacute;spide de enfrente, y al cual pienso que
+llegaremos en poco m&aacute;s de una hora. All&iacute;, con el prestigio que le daba
+su apellido y la fanfarria que desenvolvi&oacute; delante de la hija de un
+hombre de bien que ten&iacute;a algunas haciendas, consigui&oacute; que &eacute;ste se la
+cediera en matrimonio. Estableci&eacute;ronse en casa aparte, y al poco tiempo
+de ello apareci&oacute; su hermano en el lugar, pobre y mal vestido. Acogi&oacute;le
+el matrimonio, como era natural. Por entonces los conoc&iacute; yo siendo
+estudiante todav&iacute;a, durante las vacaciones de verano, en la romer&iacute;a de
+la Virgen de las Nieves. Me parecieron de muy mala catadura,
+particularmente el mayor, en cuyo semblante de torva y recelosa mirada,
+lo mismo que en el resto de su persona, se ve&iacute;an las huellas y el
+estrago de todas sus malandanzas. El otro, el menor, que era el casado,
+ten&iacute;a una palidez amarillenta, y unos ojillos de raposo, y una mueca de
+sonrisa, y un andar de sierpe venenosa, que estaban pidiendo el banco de
+cruj&iacute;a de una galera, y el corbacho de un c&oacute;mitre desalmado. Dec&iacute;an los
+que reparaban en ellos por conocerlos bien, que los vigilaba mucho la
+Guardia civil; ser&iacute;a o no verdad; pero era indudable que ellos hu&iacute;an de
+la pareja que andaba en la romer&iacute;a, como el diablo de la cruz. Por
+aquellas calendas hicieron una visita a su t&iacute;o de usted, don Celso; pero
+ten&iacute;a &eacute;ste entonces m&aacute;s br&iacute;os y m&aacute;s agallas que hoy, y respondi&oacute; a su
+taimada exposici&oacute;n de necesidades en tales t&eacute;rminos y en tal actitud,
+que no insistieron en su petici&oacute;n, ni han vuelto a parecer por Tablanca.
+Poco despu&eacute;s se largaron otra vez por esos mundos a buscarse la vida,
+con gran contentamiento de todo el lugar, y hasta de la pobre mujer de
+uno de ellos. A principios de este oto&ntilde;o o&iacute; en Tablanca que hab&iacute;a vuelto
+el casado y que por aqu&iacute; andaba tan sinverg&uuml;enza y harag&aacute;n como siempre;
+pero yo no le he visto, ni a nadie he o&iacute;do hablar de &eacute;l.</p>
+
+<p>Con estas interesantes biograf&iacute;as y los comentarios subsiguientes,
+entretuvimos el camino, sinuoso y endemoniado, dejando por nuestra
+derecha la cuenca del r&iacute;o que distaba ya muy poco de sus fuentes.</p>
+
+<p>Al fin, llegamos al pueblo, encaramado all&aacute; arriba como un nido de
+&aacute;guilas, y me gui&oacute; Neluco a la &uacute;nica hospeder&iacute;a que hab&iacute;a en &eacute;l: un
+casucho de mala muerte con un cuarto en el soportal, y en el cuarto un
+tosco mostrador y su correspondiente estanter&iacute;a con media docena de
+botellones y frascos de varios colores, algunos paquetes de cigarros y
+de cajas de cerillas, y media docena de vasos de otros tantos calibres;
+arrimado a la pared y sostenido por tres estacas sin labrar un tabl&oacute;n en
+bruto, de casta&ntilde;o abarquillado; delante y como a la mitad de este banco,
+una mesa de igual materia y del mismo estilo que &eacute;l; sobre la mesa, un
+jarro y dos vasos medio desocupados de vino tinto, y, por &uacute;ltimo,
+sentados en el banco y con la mesa delante, dos hombres en los cuales ni
+el m&eacute;dico ni yo nos fijamos gran cosa por de pronto. Despu&eacute;s, y mientras
+habl&aacute;bamos con el tabernero, Neluco, que los ten&iacute;a enfrente, me dio con
+el codo y me advirti&oacute; con la mirada que reparara en ellos. H&iacute;celo con
+atenci&oacute;n y vi que los dos ten&iacute;an muy distinto pelaje del acostumbrado y
+corriente entre los aldeanos de aquellas comarcas: ofrec&iacute;an todo el
+aspecto de los vagabundos fam&eacute;licos de las ciudades; ambos llevaban la
+barba gris a medio crecer, y el ropaje obscuro y mugriento, con muy
+pocas se&ntilde;ales de camisa. En el uno cre&iacute; ver, o m&aacute;s bien recordar, rasgos
+de la pintura que me hab&iacute;a hecho Neluco del G&oacute;mez de Pomar casado en
+aquel mismo pueblo. Las se&ntilde;as del otro no coincid&iacute;an en nada con las que
+yo conoc&iacute;a del hermano soltero. Era todav&iacute;a m&aacute;s innoble su cara que la
+de &eacute;ste y m&aacute;s repulsivo el conjunto de su persona: ten&iacute;a un chirlo en la
+nariz, que se la divid&iacute;a casi por mitad, y un ojo medio borrado.</p>
+
+<p>Se les conoci&oacute; muy pronto que no les agradaba la insistencia con que los
+mir&aacute;bamos Neluco y yo; y fuera por esto o porque ya nada ten&iacute;an que
+hacer all&iacute;, apuraron el contenido de los correspondientes vasos, y se
+largaron haci&eacute;ndonos un ligero adem&aacute;n de saludo, pero sin decir palabra.</p>
+
+<p>Entonces dej&oacute; bruscamente Neluco la materia que trataba con el ventero,
+reducida a saber qu&eacute; podr&iacute;a servirnos para tomar un tente en pie, y
+comenz&oacute; a preguntarle por la casta de los dos parroquianos que acababan
+de salir. Result&oacute;, en cuanto al uno, lo que yo me presum&iacute;a y Neluco daba
+por indiscutible: que era el G&oacute;mez de Pomar casado all&iacute;; el otro hab&iacute;a
+venido con &eacute;l en los principios de octubre, y juntos viv&iacute;an y de la
+misma olla com&iacute;an desde entonces, como grandes y antiguos amigos que
+eran, a expensas y a despecho de la pobre mujer que a duras penas ten&iacute;a
+lo m&aacute;s indispensable para que no se murieran de hambre los frutos de su
+desventurado matrimonio. Su marido faltaba pocas veces del lugar, y no
+pasaba ninguna noche fuera de &eacute;l; las ausencias del amigo, sin ser
+muchas, eran m&aacute;s largas: sol&iacute;an durar dos o tres d&iacute;as. Preguntado el
+primero por su mujer..., y tambi&eacute;n por el alcalde, acerca de la
+procedencia, oficio, ocupaciones y planes del segundo, respond&iacute;a que era
+un caballero perteneciente a una de las principales familias de Madrid,
+arruinado con los negocios de la Bolsa; hab&iacute;a estudiado de joven para
+ingeniero de minas, y pasaba por muy entendido en ellas. Sab&iacute;a, por
+informes adquiridos all&aacute; con otros inteligentes, que hab&iacute;a una
+riqu&iacute;sima, de oro puro, en cierto sitio entre Tablanca y Promisiones; y
+en busca de ella andaba cada vez que sal&iacute;a del lugar, mejor dicho, la
+hab&iacute;a encontrado al primer tanteo, porque eran infalibles las se&ntilde;as que
+tra&iacute;a: los otros viajes que iba haciendo eran para estudiar bien los
+filones y la manera de explotarlos. En cuanto acabara ese estudio que le
+robaba hasta el sue&ntilde;o, se volver&iacute;a a Madrid para dar cuenta de todo a
+los capitalistas que hab&iacute;an de emprender las labores bajo su direcci&oacute;n,
+asign&aacute;ndosele a &eacute;l, para remunerar su trabajo, la mitad de las
+ganancias.</p>
+
+<p>A pesar de estos rumbosos informes, la Guardia civil le hab&iacute;a pedido los
+papeles, igual que al &uacute;ltimo perdulario; pero como los llevaba en regla
+y no se met&iacute;a con nadie, ni nadie se quejaba de &eacute;l y le fiaba el vecino
+del lugar con quien viv&iacute;a, no pasaban las cosas a m&aacute;s que a vigilarle de
+lejos, lo mismo que a su fiador, mientras en el pueblo se cerraban las
+casas al anochecer y no se dejaban, de puertas afuera, ni las gallinas
+en sus &laquo;albergaderos&raquo; provisionales. En cuanto al Pomar ausente, s&oacute;lo se
+sab&iacute;a de &eacute;l, por referencias de su hermano, que andaba bien de salud y
+que no tardar&iacute;a en llegar, porque habr&iacute;a en la mina de oro empleos de
+mucho lucro para los dos.</p>
+
+<p>&iexcl;Morrocotudos consangu&iacute;neos me hab&iacute;a encontrado yo en aquellas alturas
+de Cantabria! Ten&iacute;a raz&oacute;n Neluco: merec&iacute;an ser conocidos de cerca por m&iacute;
+el solar y los solariegos. Por este lado, no me iba dando el viaje
+motivos para renegar de &eacute;l.</p>
+
+<p>Tomando el tente en pie que nos sirvi&oacute; el tabernero con excelente
+voluntad y poqu&iacute;sima limpieza, y reanimados los br&iacute;os de las
+cabalgaduras con no s&eacute; qu&eacute; brozas nutritivas que se hallaron en el pajar
+de la taberna y en el granero de un vecino, volvimos a montar Neluco y
+yo para seguir nuestro camino, del que nos faltaba todav&iacute;a lo m&aacute;s largo
+y lo peor, seg&uacute;n el m&eacute;dico me dijo al cabalgar.</p>
+
+<p>Dejado el pueblo atr&aacute;s y comenzando ya a descender la cambera por la
+otra vertiente del monte, nos hallamos tope a tope con los dos
+comensales de marras, que estaban tomando el sol arrimados de espaldas a
+un vallado y apurando unas colillas. Entonces se trocaron los papeles en
+lo tocante a miradas: con ser mucha la curiosidad con que los miramos
+nosotros, fueron mucho mayores la fijeza y la intensidad de las miradas
+de ellos, sobre todo las dirigidas a m&iacute;, y especialmente la de mi
+consangu&iacute;neo. Ni siquiera nos honraron con el adem&aacute;n cort&eacute;s con el cual
+se despidieron en la taberna. Verdad es tambi&eacute;n que la cara que les
+pusimos nosotros no era para engendrar respuestas de cortes&iacute;a. Al
+cruzarme con ellos llev&eacute; instintivamente la diestra a la cintura, donde
+ten&iacute;a, debajo de la espesa cazadora, un rev&oacute;lver de seis tiros, y bien
+sabe Dios que no por recelo de los hombres. Neluco, que tambi&eacute;n le
+llevaba, pero en una de las pistoleras de su silla, se sonri&oacute; al
+observar el movimiento y conocer mis intenciones, y me dijo:</p>
+
+<p>&mdash;No ir&aacute;n tan all&aacute; las cosas, est&eacute; usted seguro de ello. Necesitan vivir
+bien con la justicia hasta llegar a sus fines, si es que tienen alguno
+malo entre cejas; y si le tienen, no es de asaltar en despoblado al
+primer transe&uacute;nte que se les ponga a tiro. Sin embargo, no est&aacute;n de m&aacute;s
+las precauciones como las nuestras, aunque hayan sido tomadas contra las
+alima&ntilde;as del monte, sin acordarnos de las vilezas de cierta casta de
+hombres desconocida en estos honrados valles. De todas maneras, prometo
+resarcirle a usted esta tarde y esta noche, pero muy cumplidamente, con
+impresiones m&aacute;s gratas, de los amargores que le va causando a usted en
+su paladar de hombre honrado nuestra jornada hasta aqu&iacute;.</p>
+
+<p>Ped&iacute;le a Dios que as&iacute; fuera, y continuamos bajando y departiendo al
+acompasado gatear de nuestras firmes cabalgaduras.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XIV" id="XIV"></a>XIV</h2>
+
+
+<p>Por d&oacute;nde me iba conduciendo el empecatado mediquillo de Tablanca, me
+ser&iacute;a imposible decirlo ni aun con el plano del terreno a la vista.
+Alguna vez cre&iacute; hallarme en un pedazo de senda recorrida d&iacute;as atr&aacute;s en
+compa&ntilde;&iacute;a de don Sabas; pero sin darme tiempo para salir de dudas, dejaba
+mi conductor aquel camino trillado y echaba por donde menos era de
+esperarse. Su caballo era una cabra, y &eacute;l una ventolera que le
+arrastraba por lo m&aacute;s inveros&iacute;mil de lo penoso y atrevido. Para aquel
+diab&oacute;lico centauro, todo atajo era andadero, lo mismo por los jarales de
+las faldas que por los riscos de las cumbres. El caso era rodear poco y
+llegar cuanto antes, seg&uacute;n &eacute;l dec&iacute;a, mientras dejaba yo en cuarentena la
+sinceridad de su afirmaci&oacute;n, que bien pudiera ser encubridora de antojos
+irresistibles de un monta&ntilde;&eacute;s tan castizo como Neluco. Porque es lo
+cierto que no sub&iacute;amos a una altura ni baj&aacute;bamos a una hondonada sin que
+el m&eacute;dico hiciera ardorosos paneg&iacute;ricos de lo que se ve&iacute;a desde arriba o
+desde abajo. Para m&iacute;, quebrantado e insensible de alma y cuerpo, todo
+era ya igual y de un mismo color; y hasta del v&eacute;rtigo de los grandes
+asomos estaba curado con la frecuencia de verlos aquel d&iacute;a; y cuidado
+que los hubo tan tremendos y de senda tan angosta, retorcida y ladeada,
+que el mismo Neluco se ape&oacute; para pasarlos... tap&aacute;ndose la cara con el
+sombrero por el lado del abismo. De bajadas &laquo;pendias&raquo;, no se diga:
+aquello fue despe&ntilde;arse m&aacute;s que bajar.</p>
+
+<p>Cuando menos lo esperaba, me encontr&eacute; en el Puerto, que me pareci&oacute; menos
+interesante que la primera vez, porque le ve&iacute;a a la inversa de entonces,
+con la l&iacute;nea insulsa de la sierra baja por gran parte de su fondo, en
+lugar de las grandiosas monta&ntilde;as que en esta segunda visita iban
+quedando a mi espalda. Tambi&eacute;n flotaban sobre &eacute;l las nieblas, como en el
+monte por donde hab&iacute;amos subido, y tambi&eacute;n lo deplor&oacute; Neluco, porque me
+imped&iacute;an gozar del espect&aacute;culo admirable, que tanto me hab&iacute;a ponderado
+Chisco a su modo. Pero &iquest;qu&eacute; pod&iacute;a faltarme de ver en punto a panoramas,
+despu&eacute;s de los que hab&iacute;a visto con el Cura desde muy cerca de all&iacute;?
+Refer&iacute;le, mientras nos intern&aacute;bamos en aquel escabroso desierto, lo del
+oso &laquo;hecho un regu&ntilde;u&raquo; encontrado all&iacute; la otra vez, seg&uacute;n afirmaci&oacute;n de
+mi espolique. No le sorprendi&oacute; el caso, porque ten&iacute;a noticia de otros
+semejantes. Sin embargo de lo cual, me a&ntilde;adi&oacute;, en aquel mismo puerto
+pastaban en los primeros meses del verano, y sin riesgo alguno por lo
+com&uacute;n, muchas caba&ntilde;as de ganado, hasta de los valles de la marina, y aun
+me ense&ntilde;&oacute; algunas chozas de vaqueros, recientemente abandonadas y que
+muy pronto desaparecer&iacute;an bajo la nieve. Tampoco me pareci&oacute; tan larga
+como la primera vez la traves&iacute;a, ni tan fatigosa la contemplaci&oacute;n
+continua de su aridez, lo cual pudo consistir en que hice la entrada por
+distinta &laquo;puerta&raquo; que la salida de entonces, o en el h&aacute;bito adquirido ya
+por m&iacute; de andar entre monta&ntilde;as, y muy principalmente en lo agradable de
+la compa&ntilde;&iacute;a de Neluco.</p>
+
+<p>Al fin traspusimos la cumbre de la sierra que limita el Puerto hacia el
+Sur, y volv&iacute; a contemplar la verde y extensa planicie del valle de los
+tres Camp&oacute;es. Con aquel espect&aacute;culo revivi&oacute; mi esp&iacute;ritu adormilado, y
+comenc&eacute; a respirar con avidez el aire de la hermosa vega, como si me
+hubiera faltado hasta entonces el necesario para la vida; caso que no
+admir&oacute; a Neluco por lo raro cuando se le declar&eacute;, porque, por una ley
+fisiol&oacute;gica, del peso &laquo;ideal&raquo; de las grandes moles que agobia a los
+esp&iacute;ritus avezados a las llanuras abiertas y despejadas, participa el
+organismo f&iacute;sico tambi&eacute;n. Bajando sin cesar nuestras cabalgaduras, que
+ya no pod&iacute;an con el rabo, por los senderos que yo hab&iacute;a conocido al
+subir, a media bajada se sali&oacute; de ellos Neluco y tom&oacute; por otro hacia la
+derecha. A poco rato de andar en &eacute;l, descubrimos en el extremo del valle
+m&aacute;s arrimado a aquella estribaci&oacute;n de la sierra y debajo de nosotros,
+una gran torre se&ntilde;orial con un grupo de edificios agregados a ella, a
+corta distancia de un pueblecillo agrupado en una frondosa rinconada del
+monte.</p>
+
+<p>Se&ntilde;alando al pueblo y luego a la torre y sus accesorias, y deteniendo al
+mismo tiempo su caballo, me dijo Neluco:</p>
+
+<p>&mdash;Aquel lugarejo es Proveda&ntilde;o, y aqu&iacute; est&aacute; el fin de nuestra jornada de
+hoy.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s tendi&oacute; la vista por el esplendente panorama del valle, y fue
+d&aacute;ndome sobre &eacute;l todas las noticias que me hab&iacute;a dado Chisco, y otras
+muchas m&aacute;s. Convino conmigo en que sin dejar de ser monta&ntilde;&eacute;s todo el
+conjunto del paisaje, ten&iacute;a impreso ya en sus l&iacute;neas y en sus tonos el
+influjo de sus vecindades castellanas, y continuamos bajando.</p>
+
+<p>Cuando acabamos de bajar al valle, yo no me satisfac&iacute;a con esparcir la
+vista sobre &eacute;l, ni con aspirar la fragancia de sus praderas
+aterciopeladas: me hubiera revolcado en ellas de buena gana como una
+bestia; y como una bestia envidiaba a las que andaban libres y paciendo
+por all&iacute;. Consult&eacute; con Neluco esta bestial ocurrencia, y la celebramos
+los dos con grandes risotadas; pero as&iacute; y todo, no faltaron un par de
+razones, fisiol&oacute;gicas tambi&eacute;n, apuntadas por el m&eacute;dico y discutidas por
+ambos, para explicar el antojo muy &laquo;racionalmente&raquo;.</p>
+
+<p>Resisti&eacute;ndose todav&iacute;a Neluco a ampliar los escasos informes que me hab&iacute;a
+dado por el camino sobre la persona a quien &iacute;bamos a visitar, anduvimos
+por lo llano un corto trecho, y llegamos, no a la torre, sino a la
+trasera de un cuerpo del edificio que se un&iacute;a a ella por el muro de una
+portalada. Entre esta fachada del edificio y nosotros se interpon&iacute;a otro
+muro m&aacute;s bajo que la amparaba en toda su longitud, y por encima de este
+muro se ve&iacute;a un carro de bueyes arrimado al edificio y paralelo a &eacute;l; en
+el carro hab&iacute;a una carga de heno &laquo;verde&raquo;, seg&uacute;n mi modo de ver, y seg&uacute;n
+el m&aacute;s autorizado de Neluco, de reto&ntilde;o &laquo;seco&raquo;; y sobre la carga, un
+hombre de alta estatura que lanzaba con impetuoso br&iacute;o grandes
+&laquo;horconadas&raquo; de ella a un boquer&oacute;n de la pared, donde las recog&iacute;a otra
+persona y las conduc&iacute;a m&aacute;s adentro. Nada de particular ten&iacute;a todo esto;
+pero s&iacute; lo tuvo, y mucho para m&iacute;, lo que sucedi&oacute; enseguida; y fue que,
+vuelto de repente hacia nosotros el hombre que descargaba el carro, y
+mientras nos miraba frunciendo mucho los ojos, apoy&aacute;ndose gallardamente
+en el horc&oacute;n clavado por sus puntas en el heno, observ&eacute; que Neluco se
+descubr&iacute;a delante de &eacute;l y le saludaba con el nombre del caballero a
+quien &iacute;bamos a visitar. Descubr&iacute;me entonces yo tambi&eacute;n, lleno de
+extra&ntilde;eza, y nos apeamos los dos, casi al mismo tiempo que el
+descargador del heno saltaba del carro abajo, muy diligente y airoso,
+por la rabera.</p>
+
+<p>Representaba cincuenta a&ntilde;os, bien corridos; ten&iacute;a buen color, la cabeza
+muy poblada de pelo alborotado y recio, la cara peque&ntilde;a y enjuta, y a&uacute;n
+parec&iacute;a m&aacute;s chica de lo que era, por lo espeso de la barba que le
+ocupaba la mitad; la barba y el pelo, empezando a encanecer; la frente
+ancha, y destacado el entrecejo; la nariz curva, y la mirada de sus
+ojuelos verdes, firme y escrutadora; cara, en fin, cervantesca y un
+tanto &laquo;aquijotada&raquo;. Daba grandes pasos con sus largas piernas al
+dirigirse a nosotros que le salimos al encuentro, y balanceaba el
+cuerpo, nervudo y cence&ntilde;o y algo inclinado hacia adelante, al comp&aacute;s de
+las zancadas; vest&iacute;a un traje modesto de pa&ntilde;o obscuro, fuerte y barato,
+y calzaba abarcas de tarugos.</p>
+
+<p>Conoci&oacute; al mediquillo de Tablanca y le abraz&oacute; muy regocijado y cari&ntilde;oso;
+a m&iacute; me salud&oacute; con la cortes&iacute;a y los ademanes de un gran se&ntilde;or, de los
+exquisitamente educados; porque los hay de ellos sin pizca de educaci&oacute;n.
+Cuando supo qui&eacute;n era yo, por boca de Neluco, estrech&oacute; con efusi&oacute;n mi
+mano entre las suyas, que me parecieron, por lo fuertes y aun por la
+aspereza de sus palmas, mejor que de carne y hueso, del roble secular de
+aquellos erguidos montes.</p>
+
+<p>Con voz de escaso timbre y algo desafinada, como la de todos los sordos,
+pues lo era &eacute;l y m&aacute;s que en grado de &laquo;teniente&raquo;, me dijo:</p>
+
+<p>&mdash;No le pido a usted perd&oacute;n por los h&aacute;bitos y ocupaciones en que me
+encuentra, porque si tuviera a mengua emplearme tan a menudo como me
+empleo en estas rudas labores, no me empleara. No me dan ellas todo el
+pan que me nutre el cuerpo, pero me ayudan a conservarle; y como a la
+par que convenientes, me son muy agradables y las tengo por honrosas, &iquest;a
+qu&eacute; acusarme de ellas como de un pecado contra los timbres de mi linaje?</p>
+
+<p>Al saber despu&eacute;s que &iacute;bamos con prop&oacute;sito de pasar all&iacute; la noche,
+volvi&oacute;se r&aacute;pidamente hacia Neluco y le dijo con afable sonrisa:</p>
+
+<p>&mdash;Pues de ese modo, y ya que conoces bien la casa, enc&aacute;rgate t&uacute; de hacer
+los honores de ella a este caballero, mientras yo doy aqu&iacute; abajo algunas
+disposiciones que son necesarias para quedar enteramente a la de
+ustedes. Entren, pues; suban, pidan y tomen cuanto apetezcan de lo que
+haya.</p>
+
+<p>Con esto me empuj&oacute; suavemente hacia la torre; cogi&oacute; enseguida los dos
+jamelgos por los bridones, y los arrastr&oacute; materialmente hacia la
+portilla por donde hab&iacute;a salido del cercado, mientras llamaba con toda
+su voz al sirviente que deb&iacute;a encargarse de ellos.</p>
+
+<p>Gui&oacute;me Neluco y segu&iacute;le yo: estaba abierta la portalada, embutida entre
+la torre y un extremo de los edificios que forman dos lados de la
+espaciosa corralada en que entramos, cerr&aacute;ndola por el otro lado un muro
+que une otra esquina de la torre con la fachada frontera de la escuadra
+de edificios. Estos eran tres, aunque en una sola pieza y de una misma
+altura, y de distinta &eacute;poca cada uno de ellos; pero todos m&aacute;s modernos
+que la torre, particularmente el principal. No era esta casa tan
+ostentosa como la de los Pomares de Promisiones; pero s&iacute; tan &laquo;bien
+nacida&raquo;, y desde luego m&aacute;s rancia de linaje. Buena huerta y grandes
+cercados en las inmediaciones de la corralada. Lo m&aacute;s notable de todo
+ello fue para m&iacute; la torre, de la que daban dos fachadas al corral, en
+una de las cuales, y no en su centro, estaba la puerta de ingreso a
+ella, baja y angosta y reforzada con enormes clavos y grandes barrotes
+de hierro mohoso. Ten&iacute;a cuatro pisos y terminaba en un gracioso parapeto
+con g&aacute;rgolas de piedra para desag&uuml;e del tejadillo apuntado. Pareci&oacute;me
+una construcci&oacute;n de venerable antig&uuml;edad, y no me equivoqu&eacute; en el
+supuesto.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s de dar un vistazo general a todos aquellos caracter&iacute;sticos
+accesorios, cuadras y gallineros inclusive, de la mansi&oacute;n del caballero
+a quien &iacute;bamos a visitar, y siempre bajo la direcci&oacute;n de Neluco, segu&iacute;le
+yo estragal adentro y escalera arriba, y as&iacute; llegamos a la pieza que
+pod&iacute;a llamarse estrado o sal&oacute;n de recibir, amplia, con luces a un gran
+balc&oacute;n de hierro, de vigueter&iacute;a descubierta y suelo de recias tablas de
+casta&ntilde;o. Colgaban de las paredes algunos retratos viejos, de familia,
+por orden de antig&uuml;edad, desde la cota de malla hasta la peluca y las
+chorreras; dos grandes cornucopias de talla dorada, semejantes a las que
+hab&iacute;a en mi habitaci&oacute;n de la casona de Tablanca, y un San Jer&oacute;nimo
+penitente, muy estropeado. Los muebles no guardaban estilo ni orden ni
+concierto, y en cada uno de ellos y en el conjunto de lo que conten&iacute;a
+todo el sal&oacute;n, y en el sal&oacute;n mismo, se echaba muy de menos la huella de
+la h&aacute;bil mano de la &laquo;se&ntilde;ora de su casa&raquo;, que faltaba en aqu&eacute;lla por no
+haberla necesitado a&uacute;n su due&ntilde;o para arrojar la cruz de su soledad, que
+no deb&iacute;a pesarle mucho. De seguro que no hubiera consentido esa se&ntilde;ora
+rimeros de libracos viejos y apolillados sobre el sof&aacute; de damasco rojo,
+ni un banco de roble tallado entre dos sillas de <i>reps</i> verde, ni dos
+pedruscos c&eacute;lticos y una escombrera de cascotes romanos encima del banco
+de roble y de la consola de nogal, no obstante ser los unos y los otros
+buena presa del solariego en sus incesantes exploraciones arqueol&oacute;gicas
+en aquellas comarcas y sus aleda&ntilde;os; ni una escopeta detr&aacute;s de la puerta
+del balc&oacute;n, ni una colodra colgada de un retrato. Tambi&eacute;n hubiera
+hallado la se&ntilde;ora ausente mucho que ordenar, o siquiera que despolvorear
+y aun que barrer, en la pieza inmediata, que era el despacho o cuarto de
+estudio del se&ntilde;or. Porque &iexcl;v&aacute;lgame el de los cielos! &iexcl;C&oacute;mo estaba
+tambi&eacute;n de libros fuera de sus estantes, y de resmas de peri&oacute;dicos, y de
+fajos de papeles, y de montones de revistas, y de huesos f&oacute;siles, y de
+candilejas y &laquo;escudillas&raquo; romanas, y de bronces herrumbrosos, y de
+ejemplares de panojas de muchas castas, en las sillas, por los suelos,
+en la mesa de escribir y creo que hasta en el aire!</p>
+
+<p>Andando en estas investigaciones, se nos present&oacute; una mujer m&aacute;s que
+cincuentona, limpia y afable, a preguntarnos qu&eacute; quer&iacute;amos tomar
+mientras llegaba la hora de la cena, que en aquella casa era la de las
+ocho; porque barruntaba que deb&iacute;amos de venir desfallecidos... D&iacute;mosle
+las gracias, asegur&aacute;ndola que de ning&uacute;n alimento necesit&aacute;bamos hasta la
+hora de cenar, y volvi&oacute; a dejarnos solos.</p>
+
+<p>Todav&iacute;a se negaba Neluco a suministrarme las noticias que yo le ped&iacute;a
+sobre el modo de ser de aquel caballero de tan extra&ntilde;as y llamativas
+prendas, porque prefer&iacute;a que fuera &eacute;l mismo d&aacute;ndoseme a conocer... y
+&laquo;despu&eacute;s hablar&iacute;amos&raquo;. Por de pronto, leyendo los r&oacute;tulos de algunos
+libros de los estantes, sac&oacute; el m&eacute;dico uno de ellos y le puso en mis
+manos.</p>
+
+<p>&mdash;Esta es obra suya&mdash;me dijo al mismo tiempo&mdash;, recientemente impresa
+por la Real Academia Espa&ntilde;ola despu&eacute;s de haberla premiado en p&uacute;blico
+certamen.</p>
+
+<p>Titul&aacute;base: <i>Ensayo hist&oacute;rico, etimol&oacute;gico y filol&oacute;gico sobre los
+apellidos castellanos desde el siglo X hasta nuestra edad</i>.</p>
+
+<p>&mdash;Y esta otra&mdash;a&ntilde;adi&oacute; Neluco, mientras yo le&iacute;a el &iacute;ndice de la primera,
+mostr&aacute;ndome el r&oacute;tulo de otro libro&mdash;: <i>Noticia hist&oacute;rica de las
+behetr&iacute;as, primitivas libertades Castellanas...</i> Este libro es un
+asombro de erudici&oacute;n y de ingenio, y es muy de admirar por el
+&laquo;monta&ntilde;esismo&raquo; que respira, y el tradicionalismo &laquo;cient&iacute;fico&raquo; y
+patriarcalmente democr&aacute;tico en que est&aacute; inspirado. Demu&eacute;strase en &eacute;l,
+entre otras cosas, por las leyes del Concejo, la antigua y suma
+importancia de la ganader&iacute;a en la Monta&ntilde;a. Y &eacute;sta m&aacute;s, <i>Los Eddas</i>,
+traducci&oacute;n del poema de este nombre, algo como la <i>Iliada</i> de los
+suecos: es empresa de los albores literarios de nuestro amigo. Despu&eacute;s,
+en cada peri&oacute;dico y en cada revista de los que andan desparramados por
+aqu&iacute;, hay alg&uacute;n trabajo de erudici&oacute;n o de cr&iacute;tica, y todos ellos
+enderezados al bien y a la mayor gloria de la provincia, que la tiene
+muy se&ntilde;alada en contarle a &eacute;l entre sus hijos, y particularmente de la
+comarca en que naci&oacute;, vive y desea morir... &iquest;Ve usted?... <i>Los
+Garcilasos</i>... admirable serie biogr&aacute;fica de esta dinast&iacute;a de guerreros
+y de poetas de entronque monta&ntilde;&eacute;s... Veamos qu&eacute; rollo es &eacute;ste... tire
+usted hacia all&aacute;, porque no va a caber en la mesa... Un plano hecho y
+firmado por &eacute;l, y bien recientemente. Ya ten&iacute;a yo alguna noticia de este
+trabajo estupendo. <i>Proyecto de encauce y riegos del H&iacute;jar desde Ria&ntilde;o a
+Reinosa...</i> Parece la obra de un consumado ingeniero... Pues de seguro
+tiene este cartapacio lleno de apuntes de trabajos en preparaci&oacute;n. &iquest;No
+lo dije?... <i>La parte de los navegantes monta&ntilde;eses en el descubrimiento
+de Am&eacute;rica... Biograf&iacute;a del c&eacute;lebre poeta dram&aacute;tico D. Pedro Calder&oacute;n de
+la Barca... Juan de la Cosa...</i></p>
+
+<p>&mdash;Me consta que tiene dos novelas y una leyenda in&eacute;dita porque he visto
+los manuscritos, hist&oacute;ricas y monta&ntilde;esas tambi&eacute;n... De su estilo
+gallardo, brioso, castellano limpio, neto como la sangre que corre por
+sus venas; de su modo de ver y de sentir la tierra madre y de cantar su
+hermosura, ya se ir&aacute; usted enterando cuando le admire en sus escritos...
+Pero &iexcl;canario! perm&iacute;tame usted que le diga con esta franqueza que debe
+de haber entre hombres formales como nosotros, que no tiene usted perd&oacute;n
+de Dios al obligarme a m&iacute; a que le entere de estas cosas que debieran
+serle muy conocidas, siquiera por lo que tiene de monta&ntilde;esa su sangre,
+ya que no (aunque esto debiera bastar) por ser toda ella espa&ntilde;ola.</p>
+
+<p>Ten&iacute;a raz&oacute;n Neluco, y as&iacute; se lo confes&eacute; con la mayor frescura. &iexcl;Ah, pues
+si &eacute;l hubiera sabido hasta d&oacute;nde llegaba mi ignorancia en esos
+particulares!... &iexcl;que toda mi erudici&oacute;n bibliogr&aacute;fica espa&ntilde;ola cab&iacute;a
+holgadamente en un papel de cigarro! Fuera de los escritores de Madrid,
+no conoc&iacute;a uno solo, ni de nombre. Por fortuna, no insisti&oacute; Neluco en el
+tema; que si insiste, canto de plano. Y &iquest;a qu&eacute; negarlo, si era la pura
+verdad y yo, hasta entonces, no me hab&iacute;a avergonzado de ella?</p>
+
+<p>En &eacute;stas y otras, como ya anochec&iacute;a y and&aacute;bamos casi a tientas entre los
+papelotes del despacho, volvimos al sal&oacute;n, precisamente al mismo tiempo
+que entraba en &eacute;l el se&ntilde;or de la casa, con un quinqu&eacute; encendido en la
+mano. Nos pidi&oacute; perd&oacute;n por la tardanza despu&eacute;s de darnos las buenas
+noches, y continu&oacute; andando hacia su despacho en cuya mesa puso el
+quinqu&eacute;. Retrocedimos tras &eacute;l nosotros... y &iexcl;nueva sorpresa para m&iacute;! El
+r&uacute;stico descargador de yerba hab&iacute;a sustituido los burdos ropajes del
+oficio con una levita cerrada y todos los accesorios correspondientes a
+esa prenda de sempiterna distinci&oacute;n, incluso el ali&ntilde;o, muy esmerado, de
+la barba y del cabello. M&aacute;s que un se&ntilde;or de aldea con resabios de
+labriego, me pareci&oacute; entonces aquel singular campurriano un personaje de
+corte, un ministro, o cosa as&iacute;, que se dispon&iacute;a a dar audiencia. Tan
+bien le sentaba la levita, y tan ase&ntilde;orados eran sus modales.</p>
+
+<p>Como al andar enfrascado en estas reflexiones le mirara yo de arriba
+abajo con mal disimulada curiosidad, not&oacute;la &eacute;l y me dijo sonri&eacute;ndose:</p>
+
+<p>&mdash;No crea usted, amigo m&iacute;o, que me he vestido estos atalajes se&ntilde;oriles
+para que se vea que los tengo. No llegan a tanto mis flaquezas de
+infanz&oacute;n sin privilegios. Neluco lo sabe bien. Pero me gusta dar a cada
+cual lo que merece, y no tengo todav&iacute;a bastante franqueza con usted, que
+es caballero y hombre de mundo, para recibirle en mi casa, por primera
+vez, vestido de carretero. Va, pues, con usted, como ha ido antes con
+otros, este ceremonial; y no me lo agradezca, porque es deuda de
+homenaje que le rindo muy gustoso.</p>
+
+<p>La verdad es que no hall&eacute; en mi repertorio de frases hechas y aceptadas
+en la&laquo;buena sociedad&raquo; para &laquo;cumplir&raquo; en lances tales, un par de ellas
+que entonaran debidamente con aquel modelo de hidalga cortes&iacute;a, y que me
+despach&eacute; de mala manera con cuatro vulgaridades ramplonas, mal
+hilvanadas y entre dientes. Enseguida empez&oacute; lo que pudiera llamarse, en
+estilo parlamentario, la sesi&oacute;n.</p>
+
+<p>Reci&eacute;n llegado por primera vez a la Monta&ntilde;a, oriundo de ella y v&aacute;stago
+de una familia conocid&iacute;sima del se&ntilde;or aqu&eacute;l, evidente era que hab&iacute;a de
+ser yo la materia prima de la conversaci&oacute;n que se entablara all&iacute;. Y eso
+sucedi&oacute;. Respondiendo a sus discretas preguntas, fui entreg&aacute;ndole, con
+el pasaporte, toda mi hoja de servicios y merecimientos, que, en Dios y
+en mi &aacute;nima lo juro, nunca me parecieron menos ni m&aacute;s dignos de ser
+desconocidos; y eso que s&oacute;lo declar&eacute; los m&aacute;s indispensables. Algo saqu&eacute;
+en limpio, sin embargo, y de mi gusto, de la ingrata tarea, y fue el
+conocer, a mi vez, algunos antecedentes de la vida y milagros de mi
+respetable hu&eacute;sped; entre otros, que despu&eacute;s de terminada su carrera de
+abogado, hab&iacute;a sido, durante algunos a&ntilde;os, periodista en Madrid a la
+manera de entonces, tan diferente de la de ahora, discutiendo y
+exponiendo mucho y batallando poco; gallard&iacute;as de torneo m&aacute;s que guerra
+implacable de pasiones; y que hab&iacute;a vivido largo tiempo en varias
+provincias de Espa&ntilde;a, unas veces por gusto y otras desempe&ntilde;ando, cargos
+p&uacute;blicos importantes.</p>
+
+<p>Tras &eacute;stas y otras an&aacute;logas materias, vinimos al caso concreto de mi
+llegada a la Monta&ntilde;a y sus motivos.</p>
+
+<p>&iexcl;Ah, qu&eacute; atinado, qu&eacute; elocuente y qu&eacute; &laquo;hondo&raquo; estuvo en este particular
+aquel caballero! &iexcl;Qu&eacute; bien conoc&iacute;a a mi t&iacute;o, qu&eacute; magistralmente me le
+pintaba, y cu&aacute;n sinceramente deploraba su estado de salud despu&eacute;s de
+haber o&iacute;do de boca de Neluco su irrevocable sentencia de muerte!</p>
+
+<p>&mdash;No sabe Tablanca lo que pierde en &eacute;l&mdash;nos dijo&mdash;, ni lo sabr&aacute;n los
+valles circunvecinos, que tan poco se pagan hoy de su raro ejemplo y de
+su obra admirable.</p>
+
+<p>Pues sobre esta obra, &iexcl;qu&eacute; cosas me dijo tambi&eacute;n! En su concepto, s&oacute;lo
+pod&iacute;an estimarla los hombres esforzados que se pasaban la vida
+consagrados al mismo generoso empe&ntilde;o sin lograr fruto alguno. &iquest;No ten&iacute;an
+todos los terrenos los mismos elementos de fertilidad? &iquest;Hab&iacute;a
+diferencias de consideraci&oacute;n entre semillas que parec&iacute;an id&eacute;nticas?
+&iquest;Depend&iacute;an los frutos de la manera de sembrar?</p>
+
+<p>&Eacute;l no sab&iacute;a a qu&eacute; atenerse en vista de lo que le iba ense&ntilde;ando la propia
+observaci&oacute;n en muchos ejemplos que hab&iacute;a estudiado muy de cerca. A veces
+ve&iacute;a un mal com&uacute;n y relativamente nuevo, que le parec&iacute;a la causa mediata
+de que se estrellaran en el fracaso los m&aacute;s heroicos y desinteresados
+intentos; pero &iquest;por qu&eacute; no se hab&iacute;an estrellado los de don Celso en el
+mismo escollo? Es verdad que don Celso hab&iacute;a recibido de algunos
+antepasados suyos bien dispuesto y preparado el campo para su labor
+ben&eacute;fica; pero tambi&eacute;n se hab&iacute;a dado este caso en otras partes, y, sin
+embargo, el mal nuevo hab&iacute;a logrado triunfar en ellas. Pertenec&iacute;a don
+Celso a una casta de hombres, muy contados, que poseen, como un don de
+Dios, el instinto de ver el lado pr&aacute;ctico de todas las cosas, y la
+virtud de imponerse, sin aparatos ret&oacute;ricos ni artificios teatrales, a
+las muchedumbres m&aacute;s ind&oacute;ciles, y de arrastrarlas hasta los &uacute;ltimos
+extremos de lo heroico. De esta madera hab&iacute;an sido los grandes guerreros
+y los ciudadanos m&aacute;s insignes. &iquest;Estar&iacute;a el m&eacute;rito de su cosecha en &eacute;ste
+su modo de sembrar? De todas maneras, la obra de mi t&iacute;o deb&iacute;a de vivir
+eternamente, como la de otros muchos bienhechores de su &iacute;ndole generosa.</p>
+
+<p>Y por aqu&iacute; vino, por sus pasos contados, lo que estaba yo viendo venir
+rato hac&iacute;a.</p>
+
+<p>&mdash;Es usted joven&mdash;lleg&oacute; a decirme&mdash;, hecho y amoldado a la vida muelle y
+regalona de las grandes ciudades, y extra&ntilde;o enteramente, menos por su
+sangre, a este mundo en peque&ntilde;o que rebulle y se agita entre los
+repliegues sombr&iacute;os de estas comarcas grandiosas. &iexcl;Qu&eacute;
+l&aacute;stima&mdash;a&ntilde;adi&oacute;&mdash;, que todo esto junto sea un obst&aacute;culo, aunque no
+invencible, para que la labor de don Celso en Tablanca tenga en usted un
+apasionado continuador! Porque si usted no lo es, &iquest;qui&eacute;n va a serlo ya?</p>
+
+<p>Eludiendo una respuesta categ&oacute;rica a esta insinuaci&oacute;n tan terminante,
+despach&eacute;me con un &laquo;&iquest;qui&eacute;n sabe?&raquo; medio en broma, y esta pregunta que
+deb&iacute;a de alejar m&aacute;s de su tema al caballero:</p>
+
+<p>&mdash;Y en estas comarcas, &iquest;c&oacute;mo andan esas cosas?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Oh!&mdash;me respondi&oacute; en el acto, con un adem&aacute;n que val&iacute;a tanto como
+decir &laquo;no hablemos de eso&raquo;&mdash;. Por ac&aacute; quisiera yo ver a don Celso...
+aunque &iexcl;vaya usted a saber!... Lo que puedo afirmarle es que yo, con la
+pluma, con la palabra, con el ejemplo, de d&iacute;a, de noche, no he cesado de
+cumplir con mi deber: a eso he vuelto aqu&iacute;, a eso consagro todo mi
+tiempo, en eso gasto mi salud y mi corto caudal... todo menos mi
+perseverancia, que es indestructible... pero como si sembrara en una
+pe&ntilde;a; porque el mal nuevo arraig&oacute; muy hondamente aqu&iacute;, o yo no me doy
+buen arte para extirparle.</p>
+
+<p>Seguidamente, y como para orientarme a su gusto en el terreno de que se
+trataba, comenz&oacute; a hablarme, como si lo fuera leyendo en un libro (tales
+eran la abundancia, la claridad y el m&eacute;todo de lo que me expon&iacute;a), de la
+organizaci&oacute;n patriarcal de aquellos pueblos desde las primeras
+&laquo;Hermandades&raquo; que se formaron en el siglo XI simult&aacute;neamente con las
+Cruzadas, desenvolviendo a mis ojos el cuadro vast&iacute;simo de la historia
+desde entonces ac&aacute;, en rasgos tan breves como vigorosos y expresivos, y
+enlazando con los hechos m&aacute;s culminantes de ella y m&aacute;s gloriosos, los de
+aquella humilde raza de obscuros monta&ntilde;eses. &iexcl;Oh! yo, que s&oacute;lo los
+conoc&iacute;a vagamente por los ditirambos pomposos de mi padre en sus
+exaltaciones solariegas, &iexcl;cu&aacute;nto aprend&iacute; aquella noche, y con qu&eacute; gusto,
+acerca de las interesantes vicisitudes por que ha pasado aquel esquivo
+rinc&oacute;n del mundo, aquella regi&oacute;n cant&aacute;brica tan ignorada de extra&ntilde;os y
+aun de propios! Entonces comprend&iacute; lo que val&iacute;an los libros y las
+investigaciones arqueol&oacute;gicas de aquel hombre, destinados a reivindicar
+para su &laquo;patria chica&raquo; las glorias que se le negaban en la grande,
+sac&aacute;ndolas del polvo de los archivos y debajo de las costras de la
+tierra.</p>
+
+<p>Llegados por caminos tan placenteros al prosaico terreno del d&iacute;a
+presente y a tratar de nuestro punto de partida, del llamado por &eacute;l &laquo;mal
+nuevo&raquo; en aqu&eacute;llas y otras comarcas rurales, d&iacute;jonos, interrumpiendo lo
+que yo hab&iacute;a comenzado a exponer y como salvedad que conceptuaba
+necesaria:</p>
+
+<p>&mdash;Debo advertir a ustedes que, aunque lo parezco en ocasiones, no soy,
+ni a cien leguas, un apasionado ciego de todo lo pasado. Creo, porque a
+la vista est&aacute;, que las cosas se van modificando a medida que corre el
+tiempo, y lo del refr&aacute;n castellano que &laquo;a otros tiempos, otras
+costumbres y otras leyes&raquo;; pero quiero, sin dejar por eso de ser hombre
+del d&iacute;a, antes al contrario, por lo mismo que lo soy, que esas
+modificaciones de las costumbres y de las leyes se deriven por su propio
+peso, dig&aacute;moslo as&iacute;, de la naturaleza de las cosas mismas; que las leyes
+se acomoden al modo de ser de los pueblos, no los pueblos a las leyes de
+otra parte porque en ella den buenos frutos. No todos los terrenos son
+iguales para recibir una buena semilla, como ya dec&iacute;amos antes
+circunscribi&eacute;ndonos a la peque&ntilde;ez de estas comarcas agrestes; quiero, en
+fin, que lo que se ha promulgado por bueno y en la aplicaci&oacute;n ha
+resultado malo, se modifique siquiera, para evitar nuevos desastres. Y
+con esta salvedad, contin&uacute;o diciendo que en la imposibilidad de que
+males de tan hondas ra&iacute;ces se extirpen con el trabajo aislado de los
+hombres de buena voluntad, yo le dir&iacute;a al Estado desde aqu&iacute;: &laquo;T&oacute;mate, en
+el concepto que m&aacute;s te plazca, lo que en buena y estricta justicia te
+debemos de nuestra pobreza para levantar las cargas comunes de la
+patria; pero d&eacute;janos lo dem&aacute;s para hacer de ello lo que mejor nos
+parezca; d&eacute;janos nuestros bienes comunales, nuestras sabias ordenanzas,
+nuestros tradicionales y libres concejos; en fin (y dici&eacute;ndolo a la moda
+del d&iacute;a), nuestra autonom&iacute;a municipal, y Cristo con todos.&raquo; Si de esta
+manera no se logra el fin que yo busco y ha logrado don Celso en su
+valle, le andar&iacute;amos muy cerca. Pero &iquest;c&oacute;mo ha de d&aacute;rsenos eso si ha de
+vivir el desastrado sistema que nos rige y del cual reniegan ya sus m&aacute;s
+fervorosos admiradores? O mejor dicho, &iquest;c&oacute;mo han de vivir sin el amparo
+de &eacute;l, tal como est&aacute;, los hombres que hoy se usan y nos gobiernan? &iquest;C&oacute;mo
+han de ser amos y se&ntilde;ores de vidas y caudales si no tienen en sus manos
+todos los hilos por los cuales se conduce hasta los m&aacute;s escondidos
+rincones de la naci&oacute;n la voluntad, la amenaza y el zarpazo de la
+verdadera tiran&iacute;a, mil veces peor que la muerte?... Y punto y aparte,
+porque si contin&uacute;o por donde voy, pierdo los estribos.</p>
+
+<p>Neluco y yo, que le hab&iacute;amos o&iacute;do embelesados, le aplaudimos de muy
+buena gana, sobre todo Neluco, que era un cantabrazo como una loma; y
+como la sesi&oacute;n hab&iacute;a sido larga y entr&oacute; la mujer de antes a prevenirnos
+que estaba la cena dispuesta y a preguntar a su amo si la serv&iacute;a porque
+hab&iacute;an dado ya las ocho en el rel&oacute; de &laquo;all&aacute; atr&aacute;s&raquo;, decidimos al punto
+afirmativamente Neluco y yo, por cort&eacute;s delegaci&oacute;n de aqu&eacute;l; apoder&oacute;se
+de la luz la sirvienta; sali&oacute; del despacho delante de nosotros, y la
+seguimos los tres al comedor, que era otro sal&oacute;n bastante destartalado y
+muy fr&iacute;o, situado al Norte de la casa.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XV" id="XV"></a>XV</h2>
+
+
+<p>La cena no fue muy variada, pero abundante y sabrosa. All&iacute; todo
+participaba del car&aacute;cter sano y austero del se&ntilde;or de la torre. Carne y
+leche en dos o tres formas, y alg&uacute;n fruto de la tierra. Poco m&aacute;s o
+menos, como en casa de mi t&iacute;o. Pero la amenidad que le faltaba a la cena
+por su propia sencillez, la hall&aacute;bamos Neluco y yo bien cumplida en la
+palabra de nuestro noble anfitri&oacute;n. Aquel hombre era un pozo lleno,
+rebosando de saber, y en cuanto desplegaba los labios saltaban los
+chorros de ello. Ten&iacute;a el suelo patrio embebido en la masa de la sangre,
+y por donde quiera que andaba con sus imaginaciones y sus discursos, iba
+a parar a &eacute;l, y de &eacute;l hablaba hasta con la lengua extra&ntilde;a de los poetas
+o de los historiadores o de los ge&oacute;grafos de la antig&uuml;edad que le hab&iacute;an
+tra&iacute;do a cuento en sus estrofas o en sus libros inmortales. Y en esta
+tarea empe&ntilde;ado, ten&iacute;a a veces inesperadas y s&uacute;bitas salidas de su
+carril, aunque no del campo de sus disertaciones, verdaderamente
+geniales. Hab&iacute;a demostrado, verbigracia, en un hermoso período, c&oacute;mo la
+regi&oacute;n monta&ntilde;esa del Norte de Espa&ntilde;a fue poblada por los griegos antes
+que por los fenicios, con textos de Mela y de Strab&oacute;n, seg&uacute;n los cuales
+estos historiadores hallaron costumbres griegas en la Cantabria
+independiente hasta el tiempo de Augusto, a&ntilde;adiendo una larga lista de
+otras que a&uacute;n se conservan hoy en aquellos valles, como el cantar de
+bodas, traducci&oacute;n, y quiz&aacute;s m&uacute;sica, de los epitalamios griegos, y las
+lamentaciones por los difuntos, y salt&oacute; de pronto con la declaraci&oacute;n
+terminante de que la famosa &laquo;Jota&raquo; que no solamente se canta en Arag&oacute;n y
+Valencia, sino en Navarra y m&aacute;s arriba, hasta el nacimiento del Ebro en
+aquel valle de Camp&oacute;o, era m&aacute;s espa&ntilde;ola que africana (&iexcl;nunca hab&iacute;a
+so&ntilde;ado yo que pudiera existir esa duda!). Y enseguida vinieron las
+probanzas original&iacute;simas.</p>
+
+<p>&mdash;Adem&aacute;s&mdash;recuerdo que a&ntilde;adi&oacute;&mdash;, conservamos en la Monta&ntilde;a el baile
+guerrero de hombres solos, semejante al zorcico vascongado y a la &laquo;danza
+prima&raquo; de Asturias, hijos todos de los bailes celtas y celtib&eacute;ricos con
+que en las noches de luna llena se celebraba a un solo Dios vagamente
+conocido.</p>
+
+<p>Yo no s&eacute; si todo esto era cre&iacute;ble al pie de la letra y fundamento s&oacute;lido
+para su tesis; pero desde luego era simp&aacute;tico como chispazo escapado del
+martilleo sobre la principal, harto m&aacute;s seria y demostrable.</p>
+
+<p>Salieron a plaza tambi&eacute;n mis excursiones y entretenimientos desde que
+hab&iacute;a llegado de Madrid. D&iacute;jele por d&oacute;nde hab&iacute;a andado y la cumbre m&aacute;s
+alta a que hab&iacute;a subido en compa&ntilde;&iacute;a de don Sabas.</p>
+
+<p>&mdash;Bien elegido estuvo el observatorio&mdash;me respondi&oacute;&mdash;, aunque los
+conozco mejores todav&iacute;a, como los conocer&aacute; don Sabas, si bien no tan a
+la mano como &eacute;se, que es lo suficiente para admirar la Naturaleza en uno
+de sus aspectos m&aacute;s esplendentes un novicio en esas cosas. Desde ese
+observatorio&mdash;prosigui&oacute; entusiasm&aacute;ndose&mdash;, tendr&iacute;a usted a la espalda
+las rocas siempre nevadas en que vive a sus anchas la gamuza; m&aacute;s abajo
+el verde obscuro de los robledales junto al claro de las hayas... en
+fin, el oasis lebaniense donde la vid y el olivo vegetan como en
+Andaluc&iacute;a, como en Rioja y Arag&oacute;n, cuyas cumbres pudo divisar por el
+otro lado siguiendo la ondulante marcha del Ebro. Mirando al Norte,
+columbrar&iacute;a nuestro mar, nuestro Cant&aacute;brico tremebundo; y al Mediod&iacute;a,
+la inmensa planicie de Castilla la Vieja. &iexcl;Hermosa c&aacute;tedra para una
+lecci&oacute;n de Historia Monta&ntilde;esa!... Aunque lejos, se distingue tambi&eacute;n la
+roca tajada que permite cerrar con una portilla el puerto de Aliba y el
+despe&ntilde;adero en que vino a concluir la oleada mahometana rechazada en
+Covadonga; al Este, despu&eacute;s de Reinosa y de la pantanosa llanura de la
+Vilga, una monta&ntilde;a bruscamente cortada como por la mano de un tit&aacute;n,
+dejando aislada una puntiaguda cumbre: aqu&eacute;l es el &laquo;Cuerno de Bezana&raquo;, y
+a su mismo pie hay otras dos maravillas naturales: la cueva de
+Sotos-Cueva, cuyo fin nadie ha tocado, porque probablemente acaba en
+maravilla mayor: un lago subterr&aacute;neo donde se sumen las aguas de todo
+aquel valle. All&iacute; hubo otra batalla como la de Covadonga y en aquel
+mismo siglo, aunque no fue tan celebrada porque fueron vencedores los
+moros cordobeses. Al pie de otra sierra que se desprende hacia el Sur y
+vuelve al Este encadenando al Ebro, est&aacute; Bra&ntilde;osera, y poco m&aacute;s abajo
+Aguilar de Camp&oacute;o, la manida de osos y el nido de &aacute;guilas, principio de
+otro raudal de hombres no menos fieros, que despu&eacute;s de asolar, al mando
+de Alfonso I, los campos g&oacute;ticos fueron repobl&aacute;ndolos lentamente de
+castellanos. En fin, para acabar pronto este bosquejo del gran cuadro
+que s&oacute;lo puede apreciarse desde aquel punto de vista, si quiso usted
+recrear la suya en la contemplaci&oacute;n de otra belleza m&aacute;s que las
+naturales, tambi&eacute;n la hallar&iacute;a debida a las manos del hombre: ver&iacute;a
+cruzar su esp&iacute;ritu de fuego tajando el cerro donde estuvo Juliobriga,
+horadando monta&ntilde;as como el rayo; y siguiendo con la vista su penacho de
+humo que ondula y desaparece entre los valles, divisar&iacute;a en la playa el
+fin de su viaje, Santander. Todav&iacute;a mis ojos cuentan uno por uno sus
+palacios y casas principales, y descollando sobre todas, la de Dios, la
+Catedral. Pues con ser muchas y grandes estas maravillas que usted vio,
+aun pueden verse m&aacute;s y mayores. Buena ocasi&oacute;n de ello tiene usted ahora,
+porque el observatorio est&aacute; menos lejos de aqu&iacute; que de Tablanca, y yo me
+brindo con mucho gusto a servirle a usted de gu&iacute;a.</p>
+
+<p>Agradec&iacute; en el alma la invitaci&oacute;n; pero me excus&eacute; de aceptarla,
+fund&aacute;ndome en la promesa hecha a mi t&iacute;o de volver a su casa al d&iacute;a
+siguiente, y en los deberes profesionales de mi acompa&ntilde;ante, que le
+obligaban a no alejarse por mucho tiempo de su partido. En rigor de
+verdad, me sent&iacute;a yo muy poco tentado de lo que se me ofrec&iacute;a, porque no
+estaba mi cuerpo, hecho alhe&ntilde;a, para macerado de nuevo sin otro
+estimulante m&aacute;s en&eacute;rgico que el de ver un panorama algo m&aacute;s extenso que
+el que ya hab&iacute;a visto.</p>
+
+<p>&mdash;Como, usted guste&mdash;me respondi&oacute; el obsequioso caballero&mdash;, y lo que
+m&aacute;s grato y c&oacute;modo le sea.</p>
+
+<p>Hablando del camino que hab&iacute;amos llevado hasta all&iacute; desde Tablanca, no
+pod&iacute;a omitirse lo de la casa de los G&oacute;mez de Pomar, ni lo del encuentro
+con uno de ellos en el pueblo de m&aacute;s arriba. A todo este relato prest&oacute;
+grand&iacute;sima atenci&oacute;n nuestro hu&eacute;sped, pero sin decir una palabra durante
+ni despu&eacute;s de &eacute;l.</p>
+
+<p>Todas sus impresiones estallaron en un gesto y un adem&aacute;n en que se
+transparentaban, centelleando, la repugnancia y la conmiseraci&oacute;n.</p>
+
+<p>La sobremesa hab&iacute;a durado cerca de dos horas, como nos lo hizo notar el
+caballero juzgando que desear&iacute;amos descansar; y como &eacute;sta era la verdad,
+aunque est&aacute;bamos muy bien entretenidos a su lado, diose por terminada la
+conversaci&oacute;n, cond&uacute;jonos a nuestros respectivos dormitorios y encerr&eacute;me
+yo en el m&iacute;o, contemplando la cama, de anticuada forma, pero limpia y
+bien mullida, como la tentaci&oacute;n m&aacute;s seductora de cuantas hab&iacute;a sentido
+desde mi salida de Tablanca al amanecer de aquel d&iacute;a.</p>
+
+<p>Ca&iacute; en el lecho como un tronco derribado, dudoso, en el crep&uacute;sculo de mi
+somnolencia, entre si me derribaban los quebrantos de mi fatigosa
+jornada de todo el d&iacute;a, o el peso de la balumba de &laquo;cosas&raquo; que me hab&iacute;a
+ingerido en el cerebro adormilado la inagotable erudici&oacute;n del solariego.
+Celt&iacute;beros, Agripa, legionarios, Augusto, c&aacute;ntabros, godos, mahometanos,
+Guadalete, Covadonga, Don Pelayo, las Cruzadas, Sotos-Cueva, panoramas
+esplendentes, campos sangrientos de batallas, rocas escarpadas, negros y
+rugientes abismos, el Cant&aacute;brico, las danzas guerreras a la luz de la
+luna, los lamentos por los difuntos... todo esto se mov&iacute;a a la vez y
+rechispeaba en las oscuridades de mi cabeza; y al desacordado son de sus
+estr&eacute;pitos y al peso de sus feroces sacudidas, me dorm&iacute;. Pero sigui&oacute; la
+danza de las visiones d&aacute;ndome tema para los delirios de mi sue&ntilde;o.
+Aquello parec&iacute;a el fin del mundo: legiones enteras de romanos
+despe&ntilde;&aacute;ndose por las laderas de los montes; masas de huestes africanas
+hinchiendo los desfiladeros de Covadonga y ahog&aacute;ndose en la propia
+sangre que corr&iacute;a por el fondo tenebroso de todas las barrancas;
+despu&eacute;s, huyendo despavorida de la persecuci&oacute;n de los fieros monta&ntilde;eses,
+otra masa, la de los sobrevivientes mahometanos, trepando Picos arriba
+entre los aullidos de la tempestad, para ir a despe&ntilde;arse a la vertiente
+opuesta y bajar convertida en rimeros de cad&aacute;veres con las enrojecidas
+aguas del Deva, hasta desaparecer entre el fiero oleaje del embravecido
+mar Cant&aacute;brico, que tambi&eacute;n ayudaba a los cristianos contra los moros.
+&Aacute;guilas y buitres cerni&eacute;ndose sobre aquellas carnicer&iacute;as espantosas;
+picachos desgaj&aacute;ndose por s&iacute; propios para consumar la obra exterminadora
+de los valientes mesnaderos de los se&ntilde;ores godos de Cantabria; cuevas
+sin fin, oscuras, de enormes antros, fr&iacute;os y viscosos, repletos de moros
+y romanos descuartizados y hediondos; bosques inextricables en que se
+perd&iacute;an la senda y la respiraci&oacute;n; rocas tajadas sobre abismos
+insondables; gemidos de agon&iacute;a entre gritos desaforados de libertad;
+valles risue&ntilde;os inundados de luz; danzas, c&aacute;nticos y juegos en sus
+praderas rozagantes, y paz y abundancia en sus hogares r&uacute;sticos;
+despu&eacute;s, la nube negra cargada de rayos y pedriscos, pasando sobre ello
+empujada por el soplo de los hombres malos, arras&aacute;ndolo todo, haciendo
+est&eacute;riles los campos fecundos y trocando en odios y en guerras
+implacables y continuas, el amor y la paz que antes reinaban entre sus
+habitadores. Y a todo esto, en los campos de batalla, en los
+desfiladeros, en las escarpadas laderas, en todas partes donde hab&iacute;a
+moros, o romanos, o gentes enemigas de la fe cristiana o de las patrias
+libertades, o del com&uacute;n sosiego o de los fueros de la justicia, se ve&iacute;a,
+veloz como la centella, fiero como el le&oacute;n, un hombre largo y enjuto,
+cabalgando en un roc&iacute;n de escasa talla, sin casco ni armadura, con la
+cabeza descubierta y ba&ntilde;ada en luz, el pelo revuelto y las barbas
+erizadas, entrando por lo m&aacute;s espeso de la refriega, enristrada la
+lanza.. &iexcl;qu&eacute; digo lanza! un horc&oacute;n de dos puntas, y con ellas
+desbaratando enemigos y lanz&aacute;ndolos al aire, como paja con el bieldo;
+volando despu&eacute;s, mejor que saltando, sobre los abismos, entre los
+bosques, y peleando incansable e invencible hasta con las nubes cargadas
+de rayos y pedriscos y con los hombres malos que las empujaban contra la
+santa libertad de los pueblos y los fueros sagrados de la justicia. Y
+aquel hombre incansable e invencible, &iexcl;cosa extra&ntilde;a!... era el solariego
+en cuya casa estaba yo pasando la noche.</p>
+
+<p>Toda ella me dur&oacute; la pesadilla, sin un instante de reposo; y puedo
+afirmarlo, porque al despertarme con la fuerza de la emoci&oacute;n que me
+produjo la &uacute;ltima &laquo;horconada&raquo; del caballero, dirigida contra uno de los
+hombres malos que empujaban la nube negra, y result&oacute; ser una persona de
+Madrid a quien yo conoc&iacute;a mucho de vista y de fama, observ&eacute; que entraba
+la luz por el cuarter&oacute;n de la ventana de mi dormitorio que hab&iacute;a quedado
+a medio cerrar al acostarme. Salt&eacute; entonces de la cama para acabar de
+despabilarme y de sosegar con ello el agitado esp&iacute;ritu, y me asom&eacute; al
+cuarter&oacute;n entreabierto. &iexcl;Otra sorpresa! En el cercado inmediato estaba
+el solariego con el traje basto y las abarcas de tarugos, segando a m&aacute;s
+y mejor un reto&ntilde;o que parec&iacute;a terciopelo salpicado de brillantes; y
+detr&aacute;s de &eacute;l iba otro segador que por m&aacute;s que menudeaba las &laquo;cambadas&raquo;
+en la faja de prado que le correspond&iacute;a, no lograba picarle las
+almadre&ntilde;as. Con tal empuje y tal soltura &laquo;tiraba&raquo; el dalle el solariego.
+Por los &laquo;lomb&iacute;os&raquo; que hab&iacute;a tumbados ya y la hora que marcaba mi rel&oacute;,
+poco m&aacute;s de las siete de la ma&ntilde;ana, supuse que hab&iacute;a comenzado la faena
+a punto de amanecer.</p>
+
+<p>En esto llam&oacute; a la puerta de mi cuarto Neluco que iba a despertarme,
+porque era largo el camino que nos aguardaba y deb&iacute;amos de aprovechar de
+la ma&ntilde;ana todo lo posible para andarle. Entr&oacute;, y mientras yo me aviaba,
+le refer&iacute; minuciosamente lo del sue&ntilde;o, despu&eacute;s de haberle ense&ntilde;ado desde
+el cuarter&oacute;n al solariego en la pradera. Le interes&oacute; el relato de mi
+pesadilla; pero no le sorprendi&oacute; lo m&aacute;s m&iacute;nimo ver al caballero segando
+y tan de ma&ntilde;ana, porque le ten&iacute;a bien conocido y sab&iacute;a que madrugaba m&aacute;s
+que el sol.</p>
+
+<p>Una hora despu&eacute;s nos desayun&aacute;bamos en el comedor en compa&ntilde;&iacute;a del
+solariego, no tan elegante como por la noche pero pulcro y aseado y
+mucho mejor vestido que cuando segaba. Acord&oacute;se all&iacute; que fuera nuestra
+salida a media ma&ntilde;ana, a m&aacute;s tardar; y para aprovechar bien el escaso
+tiempo que ten&iacute;amos disponible hasta entonces, se abrevi&oacute; la sobremesa y
+nos llev&oacute; el obsequioso hu&eacute;sped, acompa&ntilde;ado de Neluco, a una solana que
+dominaba bien el valle, sobre el que me dio nuevos y curiosos informes,
+concluyendo por aconsejarme que no hiciera caso de los hidr&oacute;logos que
+sostienen que los manantiales del Ebro son filtraciones del H&iacute;jar,
+porque &eacute;l mismo hab&iacute;a estimado los niveles de ambos r&iacute;os, y resultaba
+mucho m&aacute;s alto el del primero que el del segundo, sin contar con que las
+aguas de uno y otro son de diferente color.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s me habl&oacute; de la torre que se ve&iacute;a muy bien desde all&iacute;, y lo que
+sobre ella me dijo, por convenir en todo o en gran parte a otras muchas
+semejantes de la Monta&ntilde;a, merece los honores de no ser olvidado. El
+edificio est&aacute; deshabitado desde el siglo XV, y ruinoso, por
+consiguiente, en particular por dentro, raz&oacute;n por la que me &laquo;le explic&oacute;&raquo;
+el solariego desde afuera y del siguiente modo, palabra m&aacute;s o menos:</p>
+
+<p>&mdash;La disposici&oacute;n que tienen sus pisos (el bajo, bodega y saladero de
+carnes; el principal, que parece fue sal&oacute;n de recibo y banquetes, y los
+dos &uacute;ltimos que se comunican por medio de trampas al fin de cada
+escalera) demuestra que ni de los dom&eacute;sticos se fiaban los amos. En el
+&uacute;ltimo piso se hallan ventanas m&aacute;s altas y adornadas, con asientos de
+piedra a los lados, que servir&iacute;an a las castellanas y sus hijas o
+criadas para ocuparse en labores de su sexo. Repare usted que no tiene
+almenas, sino un parapeto o prolongaci&oacute;n de la pared, a mayor altura que
+el tejado, cuyas aguas salen al exterior por g&aacute;rgolas de piedra. Y si
+este parapeto serv&iacute;a para ofender a los que intentaran socavar los
+cimientos de la torre, la disposici&oacute;n de su ferrada puerta, como usted
+ve, no al medio, sino a un costado de esta fachada de Occidente, hace
+creer que se flanqueaba la entrada por medio de un balc&oacute;n saliente, de
+piedra con matacanes o saeteras, situado en el centro y a la altura del
+primer piso, donde ahora se ve esa ventana cuadrada, mal acomodada al
+arco de salida que interiormente se conserva, y no hay en los otros dos
+frentes, provistos de ventanas ojivas o treboladas, mientras el del
+Norte s&oacute;lo tiene las saeteras o aspilleras de todos... Vea usted sobre
+la puerta un peque&ntilde;o escudo: acaso es el &uacute;nico que se conserva de los
+primitivos que se usaron, porque no tiene cimera o celada; y en la orla
+de dos r&iacute;os, toscamente dise&ntilde;ados, se ven armas y trofeos militares, a&uacute;n
+m&aacute;s confusos, que algunos han tomado por letras desconocidas, y a otros
+se les antojaron cabezas de serpientes, cuando eran ellos los que no
+conoc&iacute;an las catapultas, escorpiones y bodoques usados como m&aacute;quinas
+ofensivas antes de la invenci&oacute;n de la p&oacute;lvora, ni la caldera y pend&oacute;n,
+insignia de los ricos-hombres o caudillos de mesnada. Estas se&ntilde;ales y la
+certidumbre de que en Espa&ntilde;a no se figuraron armas de linaje hasta fines
+del siglo XII, y muy poco despu&eacute;s se introdujo la arquitectura ojival
+que se nota en la puerta y ventanaje de la torre, me hace fijar su
+construcci&oacute;n a principios del siglo XIII, tal vez por el mismo se&ntilde;or
+cuyo castillo roquero de poco m&aacute;s abajo de aqu&iacute;, fue derribado en pena
+de alguna rebeli&oacute;n de las que sol&iacute;a promover por aquel tiempo la casa de
+Lara, extendida en muchas ramas por este valle y los inmediatos, y
+reprimida con mano fuerte por el Rey D. Fernando, como su nieta Isabel
+la Cat&oacute;lica extingui&oacute; los bandos de Castilla en que esta torre y otras
+se hicieron notar. Tambi&eacute;n es de advertir, como resto de la
+independencia y tenacidad c&aacute;ntabras, que en estos edificios a ella
+agregados, donde se notan detalles del siglo XV junto a obras del XVI y
+siguientes hasta del actual, no hay ning&uacute;n otro escudo que el de la
+torre, ya descrito, si bien dos puertas interiores de esta casa que hizo
+el Alcaide de Arg&uuml;eso, cuyo castillo le choc&oacute; a usted tanto ayer, seg&uacute;n
+me han dicho, entonces condenado a muerte y salvado por la influencia de
+su pariente el Duque del Infantado, tienen escudos lisos, no s&eacute; si para
+ser labrados all&iacute;, aunque esto se har&iacute;a mejor antes de ponerlos en su
+sitio, o por haber sido picados en pena de las &laquo;Comunidades&raquo;, que
+siguieron y acaudillaron en este pa&iacute;s el se&ntilde;or de esta casa y el de la
+de Hoyos, hermano de Juan Bravo, el descabezado en Villalar... Y se
+acab&oacute; la historia, porque desde entonces, amigo m&iacute;o, las casas de
+mayorazgo y parientes mayores de la Monta&ntilde;a, no tuvieron poder m&aacute;s que
+para pleitos, o para poner una pica en Flandes, un aventurero en
+Am&eacute;rica, o un voluntario como el manco insigne de Lepanto, mientras los
+Grandes se disputaban, por las antec&aacute;maras o retretes de Palacio, los
+virreinatos y encomiendas, o las &laquo;llaves&raquo; de su servidumbre. Pero m&aacute;s
+com&uacute;nmente vivieron los se&ntilde;ores monta&ntilde;eses retirados en sus casonas y
+mayorazgos, prefiriendo ser los primeros de su aldea, a cualquier puesto
+de la corte, aunque sus segundones se hicieran por su cabeza o por sus
+pu&ntilde;os, obispos y generales, o trajeran de Am&eacute;rica con qu&eacute; adquirir
+t&iacute;tulos y mujeres, de quienes, a la vuelta de pocas generaciones, se
+pudiera decir lo que de los dineros del sacrist&aacute;n.</p>
+
+<p>Dicho todo esto, como quien no dice nada ni se paga mucho ni poco del
+valor de lo que dice, y que a Neluco y a m&iacute; nos hab&iacute;a cautivado bastante
+m&aacute;s que los pedruscos mohosos de la torre, cuya importancia hist&oacute;rica y
+arqueol&oacute;gica no desconoc&iacute;amos, se encogi&oacute; de hombros el solariego
+volviendo la espalda al edificio, y enlaz&aacute;ndonos a los dos por la
+cintura con sus brazos, nos arrastr&oacute; hacia el interior de la casa,
+dici&eacute;ndonos al propio tiempo:</p>
+
+<p>&mdash;Ahora, enseguidita, a prepararse para la marcha, puesto que se empe&ntilde;an
+ustedes en volverse hoy, porque los d&iacute;as son ya muy cortos y no hay
+tiempo que perder.</p>
+
+<p>Andando as&iacute;, habl&eacute; al solariego de sus obras, declar&aacute;ndole honradamente
+que no las hab&iacute;a le&iacute;do.</p>
+
+<p>&mdash;No me extra&ntilde;a ni me duele&mdash;me contest&oacute;&mdash;, porque otros hay con m&aacute;s
+obligaci&oacute;n que usted de conocerlas, y ni siquiera saben que est&aacute;n
+escritas, ni que sea yo capaz de escribir libros. Andan as&iacute; las cosas, y
+ya se ir&aacute;n arreglando de otro modo, si Dios quiere. Entre tanto, yo
+tendr&eacute; muy regalado gusto en ofrec&eacute;rselas ahora mismo, sin comprometerle
+por ello a que las lea. No pago yo con impuestos tan gravosos el favor y
+la honra que me dispensan personas tan bien nacidas como usted,
+hosped&aacute;ndose en mi casa.</p>
+
+<p>Mostr&eacute;me, como pude y supe, agradecido a la fineza; llegamos al
+despacho; diome &eacute;l los libros, con la honrosa &laquo;aut&eacute;ntica&raquo; de su
+dedicatoria aut&oacute;grafa; previno el mozo las cabalgaduras en el corral;
+bajamos a &eacute;l los que est&aacute;bamos arriba; hubo abajo las despedidas, las
+congratulaciones, las protestas y los apretones de manos que f&aacute;cilmente
+se imaginan; montarnos, al fin, Neluco y yo; volvimos a despedirnos
+desde las alturas de nuestros respectivos jamelgos; respondi&oacute;nos el
+caballero con reverencias y con palabras que ya no o&iacute;amos bien;
+descubr&iacute;monos, por &uacute;ltimo, mientras revolv&iacute;amos los caballejos hacia la
+portalada, que estaba abierta de par en par; picamos recio; salimos, y a
+buen andar, me puse al costado de Neluco, que, como es de presumir,
+dirig&iacute;a la caminata.</p>
+
+<p>Pero yo no me fij&eacute; siquiera en la direcci&oacute;n que tom&aacute;bamos, porque me
+sent&iacute;a repleto del se&ntilde;or de aquella torre, por su saber, por su bondad,
+por su talento y por sus &laquo;cosas&raquo; tan singulares y tan nuevas para m&iacute;, y
+no ten&iacute;a otro deseo que el de verme a solas con Neluco para acosarle a
+preguntas y saber m&aacute;s y m&aacute;s de todo aquello. Como si adivinara mis
+deseos el mediquillo de Tablanca, en cuanto me tuvo a su lado sac&oacute; a
+plaza el asunto de este modo:</p>
+
+<p>&mdash;Ayer le promet&iacute; a usted, por la ma&ntilde;ana, indemnizarle con creces por la
+noche de los penosos ratos que le proporcion&eacute; con el conocimiento de su
+pariente G&oacute;mez de Pomar. &iquest;He cumplido mi promesa?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Oh!&mdash;le respond&iacute;&mdash;, y con mayores creces de las que usted pudo
+esperar... Pero d&iacute;game usted, Neluco&mdash;a&ntilde;ad&iacute; arrim&aacute;ndome m&aacute;s a &eacute;l&mdash;, este
+hombre, por sus prendas excepcionales de car&aacute;cter y de saber, gozar&aacute; de
+un gran prestigio y merecer&aacute; el respeto de todos, no solamente en su
+valle, sino en la provincia entera.</p>
+
+<p>Sonri&oacute;se Neluco amargamente, y me replic&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Prestigio... respeto, dice usted? Pues s&iacute;rvale de gobierno que ese
+hombre no est&aacute; en un correccional, por un milagro de Dios.</p>
+
+<p>Qued&eacute;me estupefacto. Observ&oacute;lo el m&eacute;dico y me dijo ech&aacute;ndose a re&iacute;r:</p>
+
+<p>&mdash;No vaya usted a creer que se trata de otro p&aacute;jaro por el estilo del
+hidalguete de Promisiones.</p>
+
+<p>&mdash;Me parece que con las se&ntilde;as que empezaba usted a darme...</p>
+
+<p>&mdash;Efectivamente; pero con ellas y todo (porque no las tacho ni corrijo),
+ya ver&aacute; usted c&oacute;mo no hay motivo para que se le desvanezcan las
+ilusiones que se ha forjado. Ese hombre es todo lo que usted ha visto y
+mucho m&aacute;s que ver&iacute;a si continuara trat&aacute;ndole y observ&aacute;ndole de cerca.
+Ver&iacute;a usted entonces que su coraz&oacute;n es tan grande como su inteligencia;
+que es todo &eacute;l esp&iacute;ritu de caridad sin l&iacute;mites e inagotable, como el
+Oc&eacute;ano; que en actos de ella arriesga cien veces la vida, porque
+abundan, desgraciadamente, las ocasiones de hacerlo durante las
+inclemencias invernales en estos desamparados desfiladeros; que,
+habiendo corrido el mundo y teniendo en &eacute;l deudos encumbrados y
+valedores poderosos, ha preferido a lo m&aacute;s solicitado por las vulgares
+ambiciones, las estrecheces y oscuridades de su valle nativo, cuya
+prosperidad es su man&iacute;a; que, adem&aacute;s de la religi&oacute;n divina de su fe
+cristiana, inquebrantable, tiene la terrena del honor y de la Ley
+justiciera e incorruptible; que es tal la integridad de su conciencia,
+que si un d&iacute;a llegara a reconocerse delincuente y no hubiera juez que
+persiguiera su delito, &eacute;l se declarar&iacute;a juez y hasta carcelero de s&iacute;
+propio; que tiene la pasi&oacute;n de los d&eacute;biles y de los menesterosos y de
+los perseguidos, el ansia inextinguible del saber y el delirio por las
+glorias de su patria; que los desafueros contra el bien com&uacute;n le exaltan
+y embravecen... y, por &uacute;ltimo, que es el hombre que usted adivin&oacute; en su
+pesadilla de anoche, gast&aacute;ndose la vida y el patrimonio en lidiar
+valerosamente, sin punto de sosiego, contra todo linaje de infieles. Con
+tales condiciones de car&aacute;cter, este hombre hubiera sido en los siglos
+medios caballero andante o cruzado; pero le toc&oacute; nacer en estos tiempos
+descoloridos y prosaicos, y sus arremetidas andantescas le resultan muy
+a menudo &laquo;quijotadas&raquo;, hasta por los descalabros... Porque este sol
+tiene manchas tambi&eacute;n (y no lo ser&iacute;a si no las tuviera); y aunque estas
+manchas, bien observadas, no vienen a ser otra cosa que extremadas
+exaltaciones de sus grandes virtudes, al cabo son manchas, y por el lado
+de las manchas solamente, le estima y justiprecia el vulgo, rey y
+soberano que no entiende pizca de claro-obscuros. Y como hoy todo es
+vulgo, leyes inclusive, deduzca usted por consecuencia hasta el
+correccional de que le habl&eacute; antes.</p>
+
+<p>&mdash;No puedo deducir esto tan f&aacute;cilmente como usted cree&mdash;respond&iacute; a
+Neluco, porque no estaba yo conforme en que las cosas anduvieran tan mal
+como &eacute;l las pintaba.</p>
+
+<p>&mdash;Pues lo explicar&eacute; mejor con un ejemplo&mdash;replic&oacute; Neluco&mdash;. Fig&uacute;rese
+usted que, seg&uacute;n declaran las leyes fundamentales del Estado, todo
+ciudadano tiene la facultad de evitar la comisi&oacute;n de un delito, siempre
+que pueda, y presuponga enseguida que nuestro hombre toma el precepto
+legal al pie de la letra, y trata de cumplirle en la primera ocasi&oacute;n que
+se le va a las manos. Ya est&aacute; evitado el delito, con todas las
+consecuencias naturales de una resistencia obstinada, y muy natural
+tambi&eacute;n, de parte del delincuente. Pero &aacute;lzase &eacute;ste en queja del
+&laquo;atropello&raquo;, y comienzan los tr&aacute;mites reglamentarios, y viene la ley con
+sus distingos y sutilezas casu&iacute;sticas, y hete a nuestro hombre pagando
+los vidrios rotos y quiz&aacute;s a las puertas de la c&aacute;rcel, como un salteador
+de caminos. Y hay casos de ello.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Por qu&eacute;?</p>
+
+<p>&mdash;Pues unas veces, porque &laquo;esa es la Ley&raquo;, que parece hecha de intento
+para amparar delincuentes; y otras muchas, porque hacia ese lado la
+empujan... aquellas nubes negras que tambi&eacute;n vio usted anoche en su
+pesadilla.</p>
+
+<p>&mdash;No lo creo, y usted perdone.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Dichoso usted!</p>
+
+<p>&mdash;Pero &iquest;qu&eacute; raz&oacute;n hay, puestos a creer en esas nubes, para que no
+favorezcan a nuestro amigo y sea condenado el otro?</p>
+
+<p>&mdash;La raz&oacute;n del &laquo;mal nuevo&raquo;, que tambi&eacute;n nos mencion&oacute; &eacute;l anoche.</p>
+
+<p>&mdash;Ser&aacute; as&iacute;; pero no lo entiendo.</p>
+
+<p>&mdash;Pues sigamos con el ejemplo imaginado, y supongamos que el delincuente
+victorioso es un arbitrista de nota, hombre de veta soez y peor entra&ntilde;a,
+logrero y trapisondista, pero bien redondeado de caudales. Suponiendo
+esto, bien puede suponerse que este hombre es caudillo de un apretado
+escuadr&oacute;n de sumisos mesnaderos, que entran en las batallas que hoy se
+usan como un reba&ntilde;o de borregos; o que tiene arte diab&oacute;lico para manejar
+los cubiletes y trampantojos de esa farsa, a su completo gusto; o que si
+no tiene nada de ello, sabe buscarlo por cualquier camino, y que sabe,
+adem&aacute;s, el valor que esas habilidades representan en el derecho
+flamante, y la manera de negociarlas. Pues lo menos con que se pagan hoy
+esos merecimientos, es una patente de corso con la que entran a saco en
+cuanto abarca su extensa jurisdicci&oacute;n, el corsario o sus protegidos,
+hasta en los alc&aacute;zares de la Ley. Este es el &laquo;mal nuevo&raquo; a que alud&iacute;a
+nuestro amigo, que por pasarse de honrado, ya no tiene mesnadas con que
+servir bajo el pend&oacute;n de los modernos se&ntilde;ores, esos que mandan en las
+nubes negras que son sus delegados omnipotentes y hacen mangas y
+capirotes, en propio beneficio, de las leyes sin vigor y del esquilmado
+suelo de la patria. Le dije a usted en una ocasi&oacute;n, hablando de lo que
+hoy ten&iacute;an que hacer los hombres cultos y de buena voluntad en los
+pueblos rurales para conseguir en ellos lo que don Celso y sus
+antecesores en el suyo, que no en todas partes se lograba el mismo
+fruto; que hasta hab&iacute;a m&aacute;rtires de ese heroico trabajo, y que quiz&aacute;s
+tuviera usted ocasi&oacute;n de conocer a alguno de ellos. Pues ya le ha
+conocido usted en el se&ntilde;or de la torre de Proveda&ntilde;o. Ese hombre insigne,
+con todo su saber, con todas sus virtudes, con todos sus timbres de
+ilustre linaje, con todos sus sacrificios enderezados al bien y a la
+gloria del suelo en que ha nacido y de la patria entera, es un m&aacute;rtir de
+su trabajo de S&iacute;sifo incansable.</p>
+
+<p>No ten&iacute;a yo, descuidado madrile&ntilde;o, juicio formado sobre esos males
+nuevos y esas nubes negras, a pesar de haber so&ntilde;ado con la mitad de ello
+la noche antes como en profec&iacute;a de lo que hab&iacute;a de pintarme Neluco al
+d&iacute;a siguiente; pero recordando vaguedades y lugares comunes que a
+prop&oacute;sito de tan delicada materia hab&iacute;a le&iacute;do muchas veces maquinalmente
+en los peri&oacute;dicos u o&iacute;do sin atenci&oacute;n en conversaciones de caf&eacute;, y
+uni&eacute;ndolo todo a lo dicho por Neluco y a lo que, durante un buen rato,
+continu&oacute; dici&eacute;ndome todav&iacute;a, y, sobre todo, por la complacencia que yo
+sent&iacute;a en engrandecer m&aacute;s y m&aacute;s la idea que me hab&iacute;a formado del
+caballero de la torre, acept&eacute; de buena gana todos los pareceres del
+m&eacute;dico, y as&iacute; fuimos entreteniendo la subida de la sierra, primera parte
+de nuestra larga jornada. Para hac&eacute;rmela a&uacute;n m&aacute;s placentera, refiri&oacute;
+Neluco algunos rasgos de aquel hombre singular, y entre ellos el
+siguiente, que le pintaba de pies a cabeza.</p>
+
+<p>En cierta ocasi&oacute;n se le ocurri&oacute; a un convecino suyo, que ya no era mozo,
+ir a mirar un poco por el ganado que ten&iacute;a en el invernal, distante de
+Proveda&ntilde;o una jornada de medio d&iacute;a, a un buen andar por los altos
+montes, cara al Este. El d&iacute;a era de diciembre. Estaba el cielo gris;
+afeitaba el cierzo de puro fr&iacute;o, y aquella misma noche cay&oacute; una nevada
+de dos palmos. Nevando desde el amanecer y helando desde que anochec&iacute;a,
+pas&oacute; m&aacute;s de media semana, y no volv&iacute;a a Proveda&ntilde;o el hombre que hab&iacute;a
+ido al invernal, ni se conoc&iacute;a su paradero. Ent&eacute;rase del suceso el se&ntilde;or
+de la torre, que no hab&iacute;a salido de casa en ese mismo tiempo por no
+hacer falta fuera de ella; l&aacute;nzase de un brinco al corral; toma el
+camino del pueblo, volando, m&aacute;s que pisando, sobre la espesa capa de
+nieve que le tapiza y emblanquece, como al lugar como al valle entero y
+como a todos los montes circunvecinos; llega, golpea con su garrote las
+puertas, cerradas por miedo a la glacial intemperie; &aacute;brense al fin una
+a una; pregunta, indaga, averigua, estrem&eacute;cese, ind&iacute;gnase, amonesta,
+increpa, amenaza donde no halla las voluntades a su gusto; y, por
+&uacute;ltimo, endereza a garrotazos las m&aacute;s torcidas, hasta conseguir lo que
+va buscando: media docena de hombres que le acompa&ntilde;en al invernal en que
+debe hallarse, bloqueado por la nieve, si no muerto de hambre o devorado
+por los lobos, su infeliz convecino, que, contando volver a la ma&ntilde;ana
+siguiente, no hab&iacute;a llevado otras provisiones de boca que un pan de
+cuatro libras; hace buen acopio de ellas; exhorta a los seis que le
+rodean poco resueltos; an&iacute;manse y se enardecen al cabo, porque son
+buenos y caritativos en el fondo; emprenden la marcha los siete monte
+arriba, monte arriba; y anda, anda, anda, cuando llegan a trasponer las
+cumbres de Palombera, sienten dolorido el pecho, como si el aire que
+aspiran llevara consigo millones de puntas aceradas, y una torpeza y un
+quebranto en las rodillas, cual si fueran losas de plomo los &laquo;barajones&raquo;
+que arrastran sus pies; conf&oacute;rtanse un poco con un trago de aguardiente
+que beben &laquo;a la riola&raquo;; y anda, anda sin cesar, a veces se ven envueltos
+en remolinos de nieve cernida, desmenuzada y sutil, que les impide hasta
+la respiraci&oacute;n y que, por fortuna, pasan como una nubecilla m&aacute;s de las
+que se ciernen y vagan errabundas sobre la monta&ntilde;a; el mismo se&ntilde;or de la
+torre, de complexi&oacute;n de hierro y que camina siempre delante, nota que le
+va faltando su indomable fortaleza; que los miembros se le entumecen,
+que no puede modular una s&iacute;laba con sus labios contra&iacute;dos por la
+frialdad, que est&aacute;n yertas, insensibles sus manos amoratadas; empieza a
+temer algo serio, y no por &eacute;l, seguramente, y salta, brinca, se frota,
+se golpea, grita y a&uacute;lla como un salvaje... todo menos vacilar y
+detenerse, ni dejar un instante en reposo un m&uacute;sculo ni una fibra de su
+cuerpo; y luego canta y se chancea mientras anda, para alentar y dar
+ejemplo a los que van a sus &oacute;rdenes y le siguen en el silencio absoluto,
+aterrador, de aquellas alturas solitarias e inclementes. Al fin quiere
+Dios que columbren el invernal, que les queden fuerzas bastantes para
+llegar a &eacute;l, que lleguen vivos y que encuentren adentro lo que van
+buscando. El hombre est&aacute; all&iacute;, pero a punto de morir de hambre y de fr&iacute;o
+y de desconsuelo. Mientras unos le confortan un poco con bebidas y con
+palabras, otros encienden una fogata que le vuelve el calor, que tambi&eacute;n
+les faltaba a todos. Tras de la bebida espirituosa, el se&ntilde;or de la torre
+va alimentando con prudencia al hambriento y aterido, que devora, m&aacute;s
+que come, cuanto le ponen delante de la boca. Ya hay hombre; pero
+alelado, taciturno y entristecido. Es preciso curar tambi&eacute;n aquella
+tristeza; y manda que le cuenten algo entretenido los que sepan cuentos
+o romances. Nadie de los seis sabe una palabra de esas cosas; pero el
+se&ntilde;or de Proveda&ntilde;o sabe de memoria libracos enteros, y enjareta en voz
+alta y resonante medio poema del <i>Mio Cid</i>. Como si callara. El hombre
+no chista, ni siquiera presta atenci&oacute;n. Hay que hacer m&aacute;s, y manda que
+se cante al uso de la tierra; pero nadie est&aacute; en voz para ello, y canta
+&eacute;l a grito pelado tonadas del valle nativo, y hasta el &laquo;prefacio&raquo; de la
+misa del d&iacute;a del &laquo;Corpus&raquo;, la m&aacute;s solemne y regorjeada del a&ntilde;o. En esta
+prueba, ya mira el hombre al cantor y muestra alg&uacute;n deleite en o&iacute;rle.
+Pues hay que echar el resto: &iexcl;a bailar todo el mundo!... Y como nadie se
+mueve, baila &eacute;l como un desesperado a lo alto y a lo bajo, y despu&eacute;s la
+jota aragonesa, y, por &uacute;ltimo, un zapateado que arranca al entontecido
+una exclamaci&oacute;n de asombro y una risotada de alegr&iacute;a, y al caballero, ya
+descuajaringado y jadeante, estas palabras que parecen, por el tono, una
+maldici&oacute;n: &laquo;&iexcl;acabaras, hijo de una cabra!&raquo;</p>
+
+<p>Todos ya &laquo;en buen amor y compa&ntilde;a&raquo; descansan, se calientan, hablan,
+comen; se acaba el d&iacute;a, duermen, amanece el siguiente, claro, sereno y
+radiante de sol, y se vuelven los ocho a Proveda&ntilde;o por encima de la
+nieve congelada, como si nada hubiera sucedido. Todo esto, narrado por
+Neluco minuciosamente, ten&iacute;a que o&iacute;r.</p>
+
+<p>Pasados el puerto y los desfiladeros inmediatos, y rezada en la ermita
+del otro lado de la vadera la <i>Salve</i> de costumbre, logr&eacute; ver a la luz
+del sol de media tarde, el resto del camino hasta Tablanca, por el que
+siempre hab&iacute;a pasado de noche; el cual no me pareci&oacute; tan profundo ni tan
+peligroso como yo le hab&iacute;a imaginado entre tinieblas. Llegamos al fin, y
+despu&eacute;s de saber a la puerta de mi casa, por Chisco, que no hab&iacute;a
+novedad arriba, desped&iacute;monos el m&eacute;dico y yo &laquo;hasta luego&raquo;, y continu&oacute; &eacute;l
+andando hacia la suya.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XVI" id="XVI"></a>XVI</h2>
+
+
+<p>No hab&iacute;a que pensar ya en nuevas excursiones por la monta&ntilde;a: con la
+&uacute;ltima se hab&iacute;an agotado mis fuerzas y colmado la medida de mi poco
+exigente curiosidad. El cuerpo y el alma me ped&iacute;an reposo durante
+algunos d&iacute;as; y despu&eacute;s... Pero &iquest;habr&iacute;a despu&eacute;s cosa nueva en que
+distraer mis ocios interminables? &iquest;Volver&iacute;a a encontrar inter&eacute;s en lo
+visto y gozado ya? Y en caso afirmativo, &iquest;me permitir&iacute;an esos lujos los
+invernizos temporales que, por milagro de Dios, no se hab&iacute;an
+desencadenado a&uacute;n sobre Tablanca y sus contornos? Por de pronto, la vida
+que hab&iacute;a hecho durante aquellas dos semanas, muy corridas, de pl&aacute;cida y
+bien soleada temperatura, no hab&iacute;a dejado de darme frutos muy dignos de
+estimaci&oacute;n. Con mis correr&iacute;as incesantes, si no logr&eacute; hacerme a la
+tierra tan pronto y tan completamente como esperaba mi t&iacute;o y lo deseaba
+yo, cuando menos mataba el tiempo de d&iacute;a y hallaba por la noche temas
+abundantes para amenizar un poco la tertulia de la cocinona y las
+conversaciones de la mesa de mi t&iacute;o; com&iacute;a con excelente apetito, y los
+condumios de la mujer gris y de su repolluda hija me sab&iacute;an a gloria;
+sent&iacute;ame animoso y fuerte, y me dorm&iacute;a como una marmota en cuanto tend&iacute;a
+el cuerpo sobre la cama; descuidaba mucho la lectura de los peri&oacute;dicos
+que recib&iacute;a de Madrid, y al escribir a mis amigos, ya no iban mis cartas
+empapadas en el tinte melanc&oacute;lico de los primeros d&iacute;as; &iacute;bame pareciendo
+m&aacute;s llevadera la visi&oacute;n incesante de los pe&ntilde;ascos en mi derredor, y la
+miserable cortedad de los horizontes no me asfixiaba; en fin, que si no
+me hab&iacute;a &laquo;hecho a todo&raquo;, conceb&iacute;a ya la posibilidad de ello.</p>
+
+<p>D&iacute;galo, si no, el ejemplo de la tertulia: al principio me era
+insoportable; y cada tertuliano, nuevo para m&iacute;, que se presentaba en
+ella, me parec&iacute;a m&aacute;s zafio y m&aacute;s insulso que los anteriores; no hallaba
+chiste en sus &laquo;humorismos&raquo; expresados en un lenguaje mutilado y
+convencional, ni motivo, por lo tanto, para algunas risotadas
+vergonzantes que hasta llegaban a incomodarme, como si me ofendieran;
+hasti&aacute;bame la simplicidad de los asuntos que m&aacute;s les interesaban a
+ellos, y sin poderlo remediar acord&aacute;bame del resobado lamento del poeta
+latino desterrado en el Ponto: el b&aacute;rbaro parec&iacute;a yo, que a nadie
+entend&iacute;a ni de nadie era entendido all&iacute;. Intentaba buscar en mis libros
+y peri&oacute;dicos, en la soledad de mi habitaci&oacute;n, el remedio contra estos
+aburrimientos de la cocina; pero el temor de que lo tradujera mi t&iacute;o en
+se&ntilde;al de menosprecio de sus rudos tertulianos, me conten&iacute;a. Vi&eacute;ndome
+forzado a alimentar el esp&iacute;ritu de todo ello, llegu&eacute; poco a poco a
+paladearlo sin repugnancia, y muy pronto acab&eacute; por encontrarlo agradable
+a falta de cosa mejor. Lo mismo me hab&iacute;a pasado con los condumios de
+Facia. Aprend&iacute; el valor castellano de los modismos locales con que se
+alimentaban y entretej&iacute;an las conversaciones de la tertulia, y el roce
+obligado y continuo con ellas me dio el conocimiento que me faltaba de
+las materias &laquo;conversables&raquo;. Y ya estaba hecho el milagro; porque sabido
+y de sentido com&uacute;n es que no hay cosa que nos interese mientras la
+desconozcamos; y como corolario de este axioma, que, por m&iacute;nima que ella
+sea, nos resulta interesante en cuanto la conocemos. Valga el ejemplo de
+un amigo m&iacute;o tocado de la pasi&oacute;n de hacer palillos de dientes, s&oacute;lo
+porque domina el <i>arte</i> con rara habilidad.</p>
+
+<p>Ello fue que en la primera semana ya met&iacute;a yo mi cuchara en las
+conversaciones y porfiaba en serio con aquellos r&uacute;sticos sobre temas de
+su alcance que empezaba yo a penetrar; que iba distinguiendo los
+caracteres, las triqui&ntilde;uelas y zunas de cada uno, y que me sent&iacute;a muy
+halagado por los elogios de todos ellos a mis proezas de excursionista y
+de cazador. Mi t&iacute;o se ba&ntilde;aba en agua rosada con estas cosas, porque las
+tomaba por se&ntilde;ales de mi r&aacute;pida aclimataci&oacute;n; y yo me complac&iacute;a en ver
+con qu&eacute; escaso esfuerzo de mi parte le proporcionaba uno de los pocos
+goces a que pod&iacute;a aspirar ya el pobre viejo. Despu&eacute;s, mis visitas al
+pueblo, el caso de Facia relatado por Chisco, la adquisici&oacute;n de la
+amistad del m&eacute;dico y lo que con todo ello se fue enlazando naturalmente,
+dieron nuevo empuje a esta buena tendencia m&iacute;a y me infundieron mayor
+apego a las cosas y vicisitudes de aquellas sencillas gentes. Ve&iacute;a con
+gusto aumentarse de d&iacute;a en d&iacute;a la tertulia y estudiaba la catadura y el
+car&aacute;cter de cada tertuliano nuevo para m&iacute;, con el mismo inter&eacute;s que si
+se tratara de un reci&eacute;n llegado a los salones de &laquo;la&raquo; Medinaceli; y si,
+por ejemplo, me dec&iacute;a mi t&iacute;o a la oreja cuando se presentaba uno en la
+cocina por primera vez en la temporada: &laquo;&eacute;se tiene la gracia de Dios
+para contar cuentos&raquo;, sent&iacute;ame tocado de igual curiosidad que si en una
+fiesta aristocr&aacute;tica me dijeran: &laquo;&eacute;se que acaba de llegar es el orador
+que ha derribado esta tarde en las Cortes al Gobierno&raquo; o &laquo;el autor del
+libro H del drama Z&raquo;. Ten&iacute;a raz&oacute;n Neluco cuando me afirmaba que el
+hombre de inteligencia cultivada lleva en s&iacute; propio los recursos
+necesarios para vivir a gusto en todas partes, con tal de que no trueque
+los cabos de la polea ni se empe&ntilde;e en subir lo que est&aacute; abajo, en lugar
+de bajar lo que est&aacute; arriba, hasta conseguir el nivel de ideas apetecido
+para un fin determinado.</p>
+
+<p>Lejos de corregir el juicio que hab&iacute;a formado yo del temperamento de los
+tablanqueses al &laquo;verlos pasar&raquo;, como quien dice, en el porche de la
+iglesia o en las callejas del pueblo, me afirm&eacute; m&aacute;s y m&aacute;s en &eacute;l cuando
+los trat&eacute; de cerca en la cocina de mi t&iacute;o y logr&eacute; estudiarlos en pleno
+ejercicio de todos sus componentes f&iacute;sicos e intelectuales; porque all&iacute;
+y s&oacute;lo all&iacute; era donde expon&iacute;an y ventilaban los asuntos m&aacute;s importantes
+de su vida, al calorcillo de las fogatas de la cocinona y bajo la
+presidencia de don Celso, que siempre daba en el clavo de lo mejor y m&aacute;s
+conveniente, lo mismo con una cuchufleta que con un dictamen formal.
+Eran, sin excepci&oacute;n de uno solo, parsimoniosos en extremo y de blanda
+condici&oacute;n; y en sus tiroteos de broma, a los que son muy aficionados,
+despilfarraban las met&aacute;foras, llenas de colorido local, griegas para m&iacute;
+al principio, y muy donosas despu&eacute;s que supe traducirlas a mi lengua.
+&Iacute;bame pareciendo la de ellos, entre tanto, m&aacute;s dulce y cadenciosa de
+ritmo cuanto m&aacute;s la o&iacute;a &laquo;sonar&raquo;.</p>
+
+<p>El cura don Sabas concurr&iacute;a muy a menudo y tan soso como la primera vez;
+pero a m&iacute; ya no me lo parec&iacute;a despu&eacute;s que le hab&iacute;a visto tan &laquo;elocuente&raquo;
+sobre los riscos de la monta&ntilde;a: consagr&aacute;bale por eso cierta veneraci&oacute;n,
+independiente de la que le deb&iacute;a por su investidura y por sus virtudes,
+y se me antoja que no lo desconoc&iacute;a &eacute;l ni le desagradaba. Como que se
+hab&iacute;a jactado m&aacute;s de una vez delante de m&iacute;, de que con esas ataduras
+hab&iacute;a de amarrarme &eacute;l a la tierra de mis mayores, y para siempre jam&aacute;s,
+&laquo;<i>per saecula saeculorum</i>&raquo;: as&iacute;, hasta en lat&iacute;n, hab&iacute;a recalcado la
+jactancia. Don Pedro Nolasco s&oacute;lo dos o tres veces hab&iacute;a vuelto a la
+tertulia; y eso &laquo;por ser yo quien era&raquo;, porque se arreglaba ya muy mal,
+a los a&ntilde;os que ten&iacute;a, con las asperezas de los callejos en la oscuridad
+de la noche, aunque llevaba linterna. Neluco frecuent&oacute; m&aacute;s la cocina al
+principio que al fin de aquella temporada, y yo creo que lo hizo con el
+fin caritativo de abreviarme el periodo de &laquo;aclimataci&oacute;n&raquo;, porque le
+notaba yo muy diligente en echar hacia m&iacute; los temas de las
+conversaciones, en traducirme las met&aacute;foras y en ayudar a mi t&iacute;o en su
+incesante tarea de avivar fuegos de la tertulia aguijoneando a los
+concurrentes m&aacute;s activos.</p>
+
+<p>All&iacute; conoc&iacute; al Topero, el padre de Tanasia, y a Pepazos, el novio
+preferido a Chisco por el Topero para su hija, al decir del Tarumbo, que
+tambi&eacute;n se descolgaba a menudo por la cocinona. El Topero era un hombre
+de mediana edad, cuadradote de espaldas y algo rojo de gre&ntilde;as, poco
+hablador y muy h&aacute;bil en la labor que llevaba a la tertulia (era raro el
+tertuliano que iba sin ella): &laquo;pintar&raquo; abarcas con la punta de su
+navaja. Despachaba tres o cuatro pares cada noche, por lo que ten&iacute;a buen
+repuesto de ellas en preparaci&oacute;n en casa de mi t&iacute;o, como le ten&iacute;an otros
+de &laquo;cebillas&raquo;, de &laquo;colodras&raquo; y hasta de &laquo;banillas&raquo; (tiras finas de
+avellano) para hacer &laquo;maconas&raquo; (cestos grandes), porque aqu&eacute;lla parec&iacute;a,
+por esa y otras se&ntilde;ales, la casa de todos..., hasta para establecer en
+ella su oficina, cuatro veces cada a&ntilde;o, el cobrador ambulante de
+contribuciones.</p>
+
+<p>Pepazos era un Alcides capaz de echarse sobre sus hombros fornidos el
+mismo pe&ntilde;&oacute;n de Bejos a poco que se le hurgara el amor propio;
+coloradote, mofletudo, con las cejas unidas y muy peludas sobre unos
+ojazos de buey. Ese pul&iacute;a y remataba &laquo;zapitas&raquo;, que con ser la que menos
+capaz de dos azumbres de leche, no se ve&iacute;a sobre sus muslos bombeados y
+entre sus manos grandonas. Trabajaba muy de prisa, pujaba mucho en sus
+arremetidas a contraveta y en los cambios de postura; y fuera de su
+labor, nunca estaba atento a nada m&aacute;s que lo poco que se le ocurr&iacute;a al
+Topero, y eso para celebr&aacute;rselo con una risotada que jam&aacute;s ven&iacute;a al
+caso. Yo sol&iacute;a mirar entonces a Chisco que siempre andaba en el &uacute;ltimo
+rinc&oacute;n de la tertulia; pero el condenado de &eacute;l, o no hab&iacute;a ca&iacute;do en la
+malicia, o se hac&iacute;a el desentendido. No pudiendo acomodarme a las
+injustas preferencias del Topero, complac&iacute;ame algunas veces en
+ponderarle, trayendo el asunto por los cabellos, las valent&iacute;as de Chisco
+y sus prendas de mozo casadero, de las que, a mi modo de ver, deb&iacute;an de
+estar codiciosas las mejores mozas de Tablanca. &iexcl;V&aacute;lgame Dios, qu&eacute; pujar
+entonces el de Pepazos, qu&eacute; sudar el de sus carrillos, qu&eacute; revolcones
+los suyos sobre el banco, qu&eacute; bailar entre sus manos aceleradas el de la
+&laquo;zapita&raquo;, mientras el Topero met&iacute;a por la almadre&ntilde;a la cara envuelta en
+humaredas de la pipa de rabo corto que nunca retiraba de su boca! En
+estos casos ya se clareaba Chisco un poco m&aacute;s, y le notaba yo el gozo
+con que saboreaba los &laquo;atragantos&raquo; de su rival, y hasta me pagaba el
+favor en una mirada dulzona, con su poco de gui&ntilde;ada. Y eso que estaba yo
+convencido de que llevaba la carga de sus amores con la misma acompasada
+parsimonia que las llevaba todas y me acompa&ntilde;aba a m&iacute; por los vericuetos
+y hondonadas de los montes. Pero hay siempre en el coraz&oacute;n del hombre
+m&aacute;s honrado una fibra de perversidad mal dominada que le procura un goce
+en la mortificaci&oacute;n de su vecino, con un pretexto de caridad mal
+entendida; y yo creo que una fibra de esa mala casta era la que me
+impel&iacute;a tan a menudo a mortificar al pobre Pepazos y al Topero, m&aacute;s bien
+que el prop&oacute;sito de favorecer a Chisco, que quiz&aacute;s no lo necesitaba o no
+lo echaba de menos.</p>
+
+<p>El Tarumbo no llevaba nunca labor propia; pero, en cambio, estaba
+siempre pendiente de la que hac&iacute;an los dem&aacute;s. Cuando el Topero terminaba
+un par de abarcas, le tra&iacute;a otro del mont&oacute;n de las que ten&iacute;a preparadas,
+y lo mismo hac&iacute;a con las zapitas de Pepazos y con las banillas o las
+colodras o las cebillas de los que las necesitaban. Hablaba hasta por
+los codos, y siempre eran las desdichas ajenas las que le arrancaban los
+mayores lamentos.</p>
+
+<p>A Pito Salces se le hallaba indefectiblemente a los alcances del roce
+con Tona en sus manipuleos de cocinera diligente: hacia el rabo de la
+sart&eacute;n, por ejemplo, y en los linderos del camino m&aacute;s trillado entre el
+fog&oacute;n y la alacena del aceite y las especias. Se le sent&iacute;an los &iacute;mpetus
+de su amor corri&eacute;ndole hasta por los brazos inconmensurables, como el
+agua de lluvia por las mangas de un tejado; reviraba los ojos hacia
+Tona, y se devanaba a s&iacute; propio, como en un ovillo, cuando la jampuda
+moza se acurrucaba delante de &eacute;l o le tocaba al pasar hacia la alacena.
+No hubiera sido bien visto de don Celso que la requiriera all&iacute; de
+amores, suponiendo que la hubiera tolerado ella, y se consolaba con
+aquellas internas expansiones, tan poco disimuladas.</p>
+
+<p>La pobre Facia, desde lo de aquella noche, apenas se dejaba ver en la
+cocina durante la tertulia, y ni all&iacute; ni fuera de all&iacute; sab&iacute;a hacer cosa
+con arte; &iexcl;ella que era antes un brazo de mar para el gobierno de la
+casa! Con excepci&oacute;n de Chisco que era de ella; de Chorcos que iba por
+Tona, y de Pepazos que quer&iacute;a dar en el coraz&oacute;n de Tanasia por la tabla
+de su padre, bastante m&aacute;s codicioso que la hija, todos los tertulianos
+de la cocinona eran hombres muy maduros: los mozos prefer&iacute;an las
+tertulias de mujeres, o &laquo;jilas&raquo; (hilas), de las que hab&iacute;a dos o tres en
+el pueblo. A una de ellas concurr&iacute;a a menudo la hija del Topero, con su
+correspondiente rueca bien cargada de lino, bajo el roquero pinto con
+lazos y lentejuelas, y si Pepazos no se dejaba ver en aquella tertulia
+con igual frecuencia que Tanasia, bien sab&iacute;a Dios que consist&iacute;a en lo
+vergonzoso que &eacute;l era delante de la mozona y con testigos que ya estaban
+en el ajo de sus deseos; pero iba alguna que otra vez para dar aquel
+regalo a sus ojazos mortecinos, y esas noches eran las &uacute;nicas que
+faltaba de la cocina de la casona.</p>
+
+<p>Reflexionando yo muchas veces sobre lo que m&aacute;s me llamaba la atenci&oacute;n en
+ella, que no eran seguramente &eacute;stas y otras pintorescas trivialidades de
+determinados concurrentes, sino aquella familiaridad cari&ntilde;osa, aquella
+rara, profunda, &iacute;ntima trabaz&oacute;n afectiva entre todos ellos y mi t&iacute;o,
+recordaba la comparaci&oacute;n que de este caso original me hab&iacute;a hecho Neluco
+en la primera conversaci&oacute;n que con &eacute;l tuve, y no me parec&iacute;a
+rigurosamente exacta: m&aacute;s que un organismo de miembros subordinados al
+imperio de la cabeza, me parec&iacute;a una familia con todas las comunes
+variedades de aptitudes y temperamentos, unida por el amor
+desinteresado, tan propio y natural entre todos sus miembros, y
+gobernada por la experiencia, la abnegaci&oacute;n y la sabidur&iacute;a del padre.
+Persuadido de esto, ten&iacute;a por imposible la sustituci&oacute;n de un hombre como
+don Celso con otro como yo para llenar el vac&iacute;o que &eacute;l dejara con su
+muerte en el vecindario de Tablanca. Entre &eacute;l y mi t&iacute;o hab&iacute;a una
+completa y absoluta compenetraci&oacute;n de ideas, de sentimientos y de
+prop&oacute;sitos, que no pod&iacute;a haber trat&aacute;ndose de m&iacute;, enteramente extra&ntilde;o a
+la tierra y sus costumbres, por nacimiento, por educaci&oacute;n y por h&aacute;bitos
+adquiridos en otro mundo tan distinto de aqu&eacute;l. &iquest;C&oacute;mo no se le ocurr&iacute;a
+esto a Neluco, ya que tan disculpable era en la inexperiencia de otras
+muchas personas el que no se les alcanzara? Y sin embargo, d&iacute;as andando,
+me sali&oacute; con la misma copla nada menos que el docto y experimentado
+se&ntilde;or de la torre de Proveda&ntilde;o. &iquest;Se equivocar&iacute;an todos ellos, r&uacute;sticos y
+civilizados, al coincidir tan exactamente como coincid&iacute;an en una misma
+idea? &iquest;Tratar&iacute;a yo de curarme en sana salud, sin darme cuenta de ello,
+cuando me consideraba en lo cierto creyendo todo lo contrario de lo que
+ellos cre&iacute;an? Por fortuna no me preocupaba el punto dudoso, porque no
+hab&iacute;a racionales motivos de que llegara a quitarme el sue&ntilde;o. Ni las
+pretensiones de los que bien me quer&iacute;an all&iacute;, ni la abnegaci&oacute;n
+caritativa de mi parte, deb&iacute;an pasar de ciertos l&iacute;mites.</p>
+
+<p>De todas maneras, tampoco el hallazgo de aquella patriarcal y m&iacute;nima
+rep&uacute;blica en lo m&aacute;s escondido de una comarca salvaje, considerada por m&iacute;
+en los primeros instantes como un destierro inclemente, era para
+despreciado. En fin, que no hubiera sido justo en quejarme de mi suerte
+al siguiente d&iacute;a de mi larga expedici&oacute;n acompa&ntilde;ado de Neluco, hecho el
+recuento minucioso de los frutos que me hab&iacute;an dado aquellas dos largas
+semanas de correr&iacute;as y exploraciones.</p>
+
+<p>De este recuento trat&eacute; de separar algunas partidas principales, a t&iacute;tulo
+de &laquo;reservas&raquo;, para las eventualidades del invierno, que no pod&iacute;a tardar
+mucho en dejarse caer sobre Tablanca, y empec&eacute; a contar por los dedos:
+Chisco, su camarada Pito Salces, Tanasia y su padre el Topero, el
+Tarumbo, Neluco Celis, don Pedro Nolasco, su hija Mari Pepa y su nieta
+Lituca, el p&aacute;rroco don Sabas Pe&ntilde;as, Facia, la mujer gris; Tona, su hija;
+mi t&iacute;o Celso y el escenario de Tablanca. Todo esto all&iacute;, al alcance de
+la mano; y fuera de all&iacute;, la familia de Neluco en Robac&iacute;o; en
+Promisiones, el hidalguete mi consangu&iacute;neo, y m&aacute;s all&aacute;, domin&aacute;ndolo todo
+y alz&aacute;ndose sobre todo como un faro de poderosa luz, la figura
+escultural del caballero de la torre de Proveda&ntilde;o.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s de hecha esta segregaci&oacute;n, proced&iacute; al an&aacute;lisis de las partes de
+ella que m&aacute;s inter&eacute;s pod&iacute;an ofrecerme desde el punto de vista en que yo
+me colocaba: Chisco, un tanto flem&aacute;tico, con puntas de socarr&oacute;n y
+marrullero, aspirando a casarse con Tanasia, guapa moza de verdad, en
+competencia con Pepazos, preferido del Topero, porque ten&iacute;a algunos
+bienes que le faltaban a Chisco, y no me constaba de toda certidumbre si
+de Tanasia tambi&eacute;n, a pesar de lo arlote y simpl&oacute;n que era Pepazos. Todo
+el inter&eacute;s de este juego depend&iacute;a del calor con que le tomara Chisco.
+Pito Salces era un brasero que se consum&iacute;a por Tona: eso saltaba a la
+vista; y como tambi&eacute;n era medio pieza dom&eacute;stica en la casona de mi t&iacute;o,
+am&eacute;n de noblote de alma y muy arrimado al trabajo, a poco que Tona
+hiciera por s&iacute;, el resultado no era dudoso. Facia. &iexcl;Esta s&iacute; que me daba
+que pensar cuanto m&aacute;s reparaba en ella! Al espanto de aquella noche,
+reci&eacute;n llegado yo a Tablanca, hab&iacute;an sucedido otros dos por el estilo;
+pero como hu&iacute;a de m&iacute; en cuanto me acercaba a ella con prop&oacute;sitos de
+interrogarla sobre tan extra&ntilde;o particular, despu&eacute;s de pedirme con las
+manos juntas y por el amor de Dios que no le dijera a mi t&iacute;o una palabra
+de lo que estaba notando, limit&aacute;bame, por complacerla, a observarla
+desde lejos y a no perderla de vista mientras me fuera posible. &iquest;Qu&eacute;
+diablos pod&iacute;a haber all&iacute;? &iquest;Eran fantasmas, alucinaciones hist&eacute;ricas de
+la pobre mujer tan castigada por la desgracia a lo mejor de su vida, o
+estaba bajo el peso insoportable de alguna nueva desdicha? Neluco Celis:
+continuaba pareci&eacute;ndome lo mismo que me pareci&oacute; cuando le habl&eacute; por vez
+primera: discreto, simp&aacute;tico, de clar&iacute;sima inteligencia y noble coraz&oacute;n,
+y un arca cerrada para guardar lo que a m&iacute; se me antojaba que deb&iacute;a
+estar al alcance de mi vista: verbigracia, su inclinaci&oacute;n amorosa a la
+nieta de don Pedro Nolasco. Porque yo no pod&iacute;a concebir que Lita y
+Neluco no se amaran, como no lo conceb&iacute;a tampoco la matrona locuaz de
+Robac&iacute;o, ni lo concebir&iacute;a nadie que tuviera entra&ntilde;as de humanidad y
+vislumbres de buen gusto, y reparara un poco en aquella parejita,
+&laquo;&uacute;nica&raquo;, que parec&iacute;a puesta por Dios en aquel rinconcito de la tierra
+para eso s&oacute;lo, para amarse y para unirse. Lita y su madre hab&iacute;an estado
+dos veces en mi casa despu&eacute;s que yo estuve en la suya. Una de ellas,
+seg&uacute;n me declararon, para pagarme la visita y saludar, de paso, a mi
+t&iacute;o; y la otra, por mi t&iacute;o solamente, cuya salud les interesaba mucho;
+adem&aacute;s de que, como no pod&iacute;a salir de casa, iban a hacerle un rato de
+compa&ntilde;&iacute;a, como siempre que lo permit&iacute;an el tiempo y sus ocupaciones.
+Todo esto me lo afirmaba Lituca descubriendo las esmaltadas filas de sus
+blanqu&iacute;simos dientes, en su lenguaje vehemente, retoz&oacute;n y admirativo, a
+la puerta del estragal y mientras sacaba sus pies, calzados con menudas
+zapatillas de abrigo sobre medias de color, de un par de almadre&ntilde;as que
+parec&iacute;an dos c&aacute;scaras de nuez. En aquella visita, lo mismo que en la
+anterior, yo, terco y emperrado en mi tema, le ech&eacute; cincuenta veces al
+campo de la conversaci&oacute;n disfrazado de mil modos, con el piadoso fin de
+observar qu&eacute; cara le pon&iacute;a Lita... y nada: ni un gesto, ni un punto
+arrebolado en las mejillas, ni la m&aacute;s insignificante se&ntilde;al en la nieta
+de don Pedro Nolasco de que hab&iacute;a o&iacute;do su coraz&oacute;n las llamadas que yo le
+hac&iacute;a con el nombre de Neluco y los elogios de sus m&eacute;ritos: hablaba de
+&eacute;l con el descuido y la serenidad con que pod&iacute;a hablar de su madre o de
+su abuelo. Lo cual me impacientaba a m&iacute;, como si fuera asunto de mi
+propia pertenencia, y en m&aacute;s de una ocasi&oacute;n me acometieron serias
+tentaciones de preguntarla derechamente y sin ambages ni rodeos: &laquo;&iquest;se
+quieren o no se quieren ustedes? &iquest;Ama usted o no ama a Neluco?&raquo;. Pero
+se&ntilde;or, &iquest;por qu&eacute; ten&iacute;a yo tanto empe&ntilde;o en que se amaran? O mejor dicho,
+&iquest;por qu&eacute; le ten&iacute;a tan grande en que quedara enseguida aquel punto bien
+esclarecido y deslindado?</p>
+
+<p>Despu&eacute;s, mi t&iacute;o Celso, el alma y el centro de todo cuanto le rodeaba,
+con su energ&iacute;a indomable, sus cuchufletas singular&iacute;simas, su atenci&oacute;n
+siempre fija en el modo de hacerme, ya que no divertida, llevadera la
+vida en su casa, y los cuidados a que me obligaban el parentesco y la
+gratitud para velar por &eacute;l con especial esmero durante el tiempo de las
+humedades y de los grandes fr&iacute;os, en el cual, seg&uacute;n dictamen del m&eacute;dico,
+corr&iacute;a su vida los mayores peligros, por la &iacute;ndole de la enfermedad que
+padec&iacute;a.</p>
+
+<p>Y por &uacute;ltimo, su tertulia y mis libros, mis peri&oacute;dicos y mi
+correspondencia. Lo restante de ambos montones, algo de ello por su
+insignificancia, y otro poco por lejano, s&oacute;lo pod&iacute;a considerarse como
+personajes decorativos y accesorios esc&eacute;nicos.</p>
+
+<p>Cierto que con todas estas reservas de tan escasa importancia en
+relaci&oacute;n con las necesidades de mi esp&iacute;ritu, se pod&iacute;a llegar hasta lo
+&eacute;pico, consideradas como elementos de creaci&oacute;n en la fantas&iacute;a de un
+novelista ingenioso; pero tomadas en lo que eran y val&iacute;an, como casos y
+cosas de la vida real y prosaica en un medio tan remoto, tan obscuro y
+tan aislado como aqu&eacute;l, &iquest;qu&eacute; hab&iacute;a de prometerme yo de ellas para en
+adelante? &iquest;Qu&eacute; auxiliares contra mi enemigo temible pod&iacute;a esperar de
+aquel lado? &iquest;Qu&eacute; pod&iacute;a venir de all&iacute; de lo que m&aacute;s necesario me era?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Qui&eacute;n sabe!&mdash;me dije en conclusi&oacute;n de mis cavilaciones&mdash;. Por puntos
+m&aacute;s obscuros ha amanecido otras veces; si est&aacute; de Dios que ha de venir
+algo, ello vendr&aacute;. Todo es cuesti&oacute;n de paciencia y de saber conformarse.
+Conque un poco de filosof&iacute;a, y a esperar lo que viniere.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XVII" id="XVII"></a>XVII</h2>
+
+
+<p>Y comenz&oacute; a venir sin tardar mucho; pero &iexcl;ay! lo que vino fue,
+primeramente, una niebla gris que baj&oacute; de los montes, envolvi&oacute; todo el
+pueblo y se col&oacute; hasta en los hogares; tras de aquella niebla vino un
+&laquo;gallego&raquo; fr&iacute;o con otra niebla parda que fue mezcl&aacute;ndose con la primera,
+tizn&aacute;ndola de su color y haci&eacute;ndola m&aacute;s h&uacute;meda y pegajosa; lleg&oacute; tambi&eacute;n
+un ruido sordo y continuo, como lejano ca&ntilde;oneo, que a m&iacute; me parec&iacute;a de
+la mar batiendo furibunda hacia el Norte los pe&ntilde;ascos de la costa; pero
+seg&uacute;n dictamen de la gente de mi casa, era el &laquo;rebombe&raquo; del &laquo;poz&oacute;n de
+Pe&ntilde;a Sagra&raquo;, un lago o pozo muy grande, que se da por existente, aunque
+no s&eacute; de nadie que le haya visto, en las entra&ntilde;as de aquel coloso de la
+cordillera; y sin cesar este ruido bronco, dej&aacute;ronse o&iacute;r en el espacio y
+sobre el valle unos como quejidos siniestros y antip&aacute;ticos, que eran,
+seg&uacute;n informes de Chisco, el graznar de los &laquo;butres&raquo; (buitres) y las
+grullas, que pasaban &laquo;cararriba&raquo;; se&ntilde;al &eacute;sta, como la del &laquo;rebombar&raquo; del
+pozo y la de las nieblas bajas con el &laquo;gallego&raquo; detr&aacute;s, de que se nos
+echaba encima una invernada de las gordas.</p>
+
+<p>Y se cumplieron las profec&iacute;as: las nieblas se convirtieron en negras
+nubes henchidas de aguaceros, que el viento, embravecido poco a poco,
+estrellaba, con mugidos tremebundos, contra casas, ribazos y bardales,
+cerr&aacute;ndose boquetes y horizontes por donde quiera que se miraba;
+sintieron los m&aacute;s ardientes de sangre los primeros estremecimientos de
+fr&iacute;o, y nos declaramos todos en la casona seria y formalmente bloqueados
+por el invierno.</p>
+
+<p>Las primeras consecuencias de este bloqueo fueron en ella, como era
+f&aacute;cil de presumirse, la reducci&oacute;n de la tertulia a media docena escasa
+de valientes, entre ellos Pito Salces, a quien no atajaban en los
+impulsos de la querencia que le atra&iacute;a, ni los m&aacute;s fieros vendavales, y
+(lo que fue para m&iacute; harto m&aacute;s desagradable y no esperado tan pronto) una
+crisis de mal g&eacute;nero en el estado de mi t&iacute;o. Como por encargo del m&eacute;dico
+se le vedaba hasta el asomar las narices al cuarter&oacute;n abierto de una
+ventana, se consum&iacute;a de impaciencia en los p&aacute;ramos entenebrecidos de su
+c&aacute;rcel; y cuando llegaba la noche y, despu&eacute;s de rezar el Rosario en la
+cocina, ve&iacute;a entrar en ella dispersos, acobardados, ateridos de fr&iacute;o y
+calados de agua a unos pocos tertulianos de los de aquella apretada
+falange de las primeras noches, y notaba la causa de la deserci&oacute;n de los
+dem&aacute;s en el furioso batir de las celliscas contra puertas y ventanas y
+en el ca&ntilde;&oacute;n de la chimenea, qued&aacute;base pensativo y mustio, con la cerviz
+humillada y la vista fija en el flamear de la lumbre, cuyo calor buscaba
+por instinto. Y as&iacute; un d&iacute;a y otro y otro, sin que la dureza de su fibra
+alcanzara a disfrazar siquiera los desalientos de su esp&iacute;ritu, lleg&oacute; a
+un grado tal de abatimiento, que me alarm&oacute;, porque en un estado moral
+como el suyo, cualquier aletazo de su enfermedad era muy temible.</p>
+
+<p>Hablando con &eacute;l una ma&ntilde;ana de aquellos d&iacute;as tan crudos, y solos los dos
+en la cocina, que era su ordinario paradero entonces, yo anim&aacute;ndole como
+pod&iacute;a y &eacute;l conociendo la endeble calidad de mis estimulantes, acab&oacute; por
+decirme:</p>
+
+<p>&mdash;No te canses, Marcelo: este ujano que me roe es m&aacute;s fuerte que t&uacute; y yo
+juntos, por grandes que sean tus cuidados y por dura que haya sido mi
+correa. Mira, hombre: todav&iacute;a no jaz un a&ntilde;o que me ten&iacute;a yo por tan duro
+de caer como las hayas de esos montes. &iexcl;Trastajo con la vanid&aacute; de la
+guapeza humana! A lo mejor del pensar que solamente un rayo de la
+volunt&aacute; de Dios pod&iacute;a acaldarme en el suelo, un soplo que no apagar&iacute;a
+una luz, me puso a las puertas de la muerte cuando menos lo esperaba y
+m&aacute;s descuidado dorm&iacute;a. Desde entonces ac&aacute;, &iexcl;pispajo!, yo que nunca me
+espant&eacute; de nada ni me encog&iacute; por cosa alguna, miro y remito con
+desconfianza hasta el suelo en que pongo los pies, porque siempre y a
+todas horas y en todas partes estoy temiendo el &uacute;ltimo golpe que falta
+para que el roble acabe de caer. Esta es la verdad, &iexcl;cascajo!, y hasta
+creo que te apunt&eacute; algo de ella en alguna de las cartas que te escrib&iacute;.
+Pero entonces eran los d&iacute;as m&aacute;s largos y las noches m&aacute;s cortas;
+alumbraba el sol a la tierra y calentaba la sangre de los viejos, y,
+sobre todo, volv&iacute;a de su viaje muy temprano; madrugaba mucho para
+espantar las ideas tristes de las cabezas en que apenas entra la caridad
+del sue&ntilde;o por la noche. Por eso me jallaste tan campante a la venida y
+me has visto ir tirando as&iacute; hasta ayer, como quien dice... hasta que
+vino lo que yo hab&iacute;a visto venir otras veces sin apurarme por ello, y no
+s&eacute; si te diga que con gusto... &iexcl;con gusto, trastajo! porque cuando hay
+buena salud, la tierra no tiene salsa si nos est&aacute; cantando siempre una
+misma solfa... y sin cambiar de ropajes... Digo que fui tirando tal cu&aacute;l
+hasta que lleg&oacute; la primer cellerisca, &eacute;sta que todav&iacute;a est&aacute; pasando,
+mientras llega, por las se&ntilde;ales, otra m&aacute;s dura de pelar que ella; y se
+apag&oacute; el sol de d&iacute;a, y se cerraron puertas y ventanas, y empez&oacute; a faltar
+de noche la gente de la cocina, y a no haber fin para las horas de la
+cama ni punto de sosiego para el mal pensar de la cabeza. Yo nunca hab&iacute;a
+visto pasar por ella las negruras que ahora pasan. Hasta estos d&iacute;as y
+desde que tengo uso de raz&oacute;n, siempre el inter&eacute;s de los dem&aacute;s jizo que
+me olvidara de m&iacute; propio; pues ahora &iexcl;ya te quiero un cuento,
+pispajo!... y esto es lo que me descuajaringa: no tengo ojos m&aacute;s que
+para ver c&oacute;mo va la carcoma rejundiendo y ajondando en este tronco
+podrido que se cae por s&iacute; mesmo de d&iacute;a en d&iacute;a, de hora en hora. Paez que
+el viento, al rebombar en el ca&ntilde;&oacute;n de la chimenea, me dice algo que
+nunca hab&iacute;a o&iacute;do yo antes; pero algo muy temeroso y muy triste... vamos,
+que ajuyera de ello de buena gana, si el temporal de afuera no me
+cerrara todos los caminos de escape, y el fr&iacute;o no me encadenara los
+remos y no me cortara la poca respiraci&oacute;n que me queda en el gaznate...
+Otra cosa nunca vista: te puedo jurar que no me asusta la muerte porque
+soy viejo y cristiano y s&eacute; que ha de venir sin tardar mucho y que me
+toca esperarla confiado en la misericordia de Dios, como la espero; y
+con ello y con todo, me espanta la enfermedad que me va quitando la
+vida. &iquest;C&oacute;mo se explica este potaje? &iquest;Qu&eacute; te parece a ti que ser&aacute; esto,
+Marcelo?</p>
+
+<p>Falt&aacute;banme a m&iacute; los sofismas cient&iacute;ficos con que Neluco, por ejemplo,
+hubiera podido aclarar aparentemente aquellas complejas oscuridades que
+me consultaba mi pobre t&iacute;o, y despach&eacute; la consulta con cuatro vaguedades
+muy recalcadas y encarecidas sobre el influjo que ejercen en la m&aacute;quina
+de los pensamientos los largos insomnios, la soledad de la noche, los
+fr&iacute;os estacionales...</p>
+
+<p>&mdash;Bien podr&aacute;n tener algo de culpa esos ingredientes&mdash;me replic&oacute; mi t&iacute;o
+con muy escasas se&ntilde;ales de creerlo&mdash;; pero a veces se me figura a m&iacute; que
+hay tambi&eacute;n otros motivos de por medio... y harto ser&aacute;, &iexcl;trastajo!, que
+no venga de esa banda toda la podredumbre. Mira, hombre... (porque
+puesto en tela de juicio el punto, debe ventilarse en regla; y yo le he
+visto por muchas caras en tantas y tantas noches de no pensar en otra
+cosa): si a m&iacute; me viviera no m&aacute;s que uno solo de los hijos que Dios me
+fue dando, la muerte de su padre no ser&iacute;a propiamente muerte; porque en
+casos como &eacute;ste, y bien lo sabes t&uacute;, la vida de los que se van reto&ntilde;a en
+los que se quedan para algo m&aacute;s que llorarlos y rezar por ellos: es un
+eslab&oacute;n trabado en otro eslab&oacute;n... vamos, una cadena que nunca se rompe
+ni se acaba. Pero tal como han resultado aqu&iacute; las cosas y puesto yo a
+considerar que estoy a dos dedos de morirme... &iexcl;ay, Marcelo, qu&eacute;
+pinturas se me ponen delante de los ojos! Con las &uacute;ltimas boqueadas, la
+cadena rota para siempre, el hogar sin lumbre, los establos vac&iacute;os, la
+casa en silencio y (lo que es peor, si no metisteis la llave entre las
+cuatro tablas que fueron a pudrirse con mis huesos al campo santo) en
+manos de hombres que no ver&aacute;n en ella m&aacute;s que el ochavo ro&ntilde;oso con que
+pagar&aacute;n el derecho de maltratarla. Pues &eacute;chate a pensar despu&eacute;s en todas
+estas gentes que viven de su calor, porque son todos ellos, lo mismo que
+fueron sus padres y debieran serlo sus hijos, como sangre de la nuestra
+sangre y carne del nuestro propio cuerpo, mir&aacute;ndola de reojo al
+principio para acabar por no acordarse de ella y por irse desparramando,
+como pollucos sin la madre, robados al fin, uno a uno por el milano que
+no duerme... &iexcl;Ay, trastajo! Esto es muy doloroso, hasta para so&ntilde;ado en
+pesadilla... &iquest;Qu&eacute; no ser&aacute;, hijo m&iacute;o, visto y palpado en la misma
+realidad? Cr&eacute;eme, Marcelo: importa mucho m&aacute;s que la vida de tu t&iacute;o, lo
+que ha de irse con ella al otro mundo, si Dios no lo remedia... &iquest;No te
+parece a ti que pudiera ser &eacute;sta la &laquo;consistidura&raquo; de las cosas raras
+que me quitan el sue&ntilde;o y tanto me acobardan &uacute;ltimamente?</p>
+
+<p>Conociendo como conoc&iacute;a yo la entereza de car&aacute;cter y los sentimientos de
+mi t&iacute;o, evidente era que andaba en lo cierto en aquella suposici&oacute;n, y
+que por cierto lo ten&iacute;a &eacute;l aunque aparentaba lo contrario; pero yo no
+pod&iacute;a declar&aacute;rselo as&iacute;, porque declar&aacute;ndolo, o me manifestaba a sus ojos
+descari&ntilde;ado e inclemente, o aceptaba un compromiso que no pod&iacute;a aceptar,
+porque era otro muy distinto del suyo mi modo de ver aquellas cosas. Me
+hubiera sido f&aacute;cil enga&ntilde;arle aventurando una promesa que quiz&aacute;s andaba
+&eacute;l buscando desde la primera carta que me escribi&oacute;; pero me repugnaba
+esa mentira dicha a un hombre tan honrado y tan sagaz como aqu&eacute;l,
+exponi&eacute;ndome, adem&aacute;s, a que no me la creyera. Por eso adopt&eacute; un
+temperamento anodino que ni alcanz&oacute; a levantar sus abatidos &aacute;nimos, ni
+siquiera a disfrazarle los aprietos en que me puso con su pregunta.</p>
+
+<p>&mdash;Todo ello&mdash;repuso el buen se&ntilde;or, tratando de hacer un pinito de
+ch&aacute;chara que no le sal&iacute;a bien&mdash;, es decir por decir. Marcelo, y ya que
+echamos la conversaci&oacute;n hacia ese lado... &iexcl;Pues tendr&iacute;a que ver,
+&iexcl;pispajo!, que diera yo ahora en la gracia de agobiarte con pesadumbres
+nuevas, cuando m&aacute;s falta te hace algo alegre con que espantar las
+negruras de este temporal que se nos ha echado encima! Mira, hombre,
+cr&eacute;asme o no me creas: las &uacute;nicas agallas que me quedan... vamos, lo
+&uacute;nico para que me siento animoso a la hora presente, es para ayudar a
+que no se te amurrien a ti tambi&eacute;n las alegraderas. &iquest;O&iacute;stelo? Pues
+bueno. Algo m&aacute;s y de m&aacute;s importancia que tengo que decirte, ya te lo
+dir&eacute; en su hora y lugar correspondientes, y sin tardar mucho. Dicho
+debiera estar ya y por si acaso, d&iacute;as hace; pero... basta de
+conversaci&oacute;n, y no te espante la amenaza, que aunque el punto es
+pariente cercano del tratado aqu&iacute;, no tiene la cara tan fea. Si las
+tuvieran iguales los dos me librar&iacute;a yo mucho de darte a conocer la que
+no has visto todav&iacute;a.</p>
+
+<p>Entr&oacute; en la cocina Tona, algo tocada tambi&eacute;n de la murria inverniza, a
+trajinar en el fog&oacute;n donde habl&aacute;bamos mi t&iacute;o y yo al calorcillo de la
+lumbre, y ya no pude preguntarle lo que ten&iacute;a a la punta de la lengua,
+como exploraci&oacute;n siquiera alrededor de la casta de aquel nuevo &laquo;punto&raquo;
+que me hab&iacute;a puesto en gran curiosidad.</p>
+
+<p>Pero m&aacute;s que curioso por aclararle, qued&eacute; preocupado y triste con la
+pintura hecha por don Celso del estado de su esp&iacute;ritu. Para llegar a
+tales extremos de franqueza un hombre de su temple, &iquest;cu&aacute;l no ser&iacute;a el
+peso de su tribulaci&oacute;n? Y &iquest;cu&aacute;l la magnitud de mi disgusto y de mi pena
+al considerar que yo pose&iacute;a el remedio de la m&aacute;s grande de las suyas, y,
+sin embargo, me resist&iacute;a a ofrec&eacute;rsele? &iquest;Era honrada esta conducta m&iacute;a?
+&iquest;Estaba obligado yo a aceptar compromisos imposibles de cumplir? &iquest;Estaba
+bien demostrada esta imposibilidad? &iquest;Cab&iacute;a, en la duda, el recurso de
+prometer, a reserva de cumplir hasta donde se pudiera?...</p>
+
+<p>Puesta la cuesti&oacute;n en estos &uacute;ltimos t&eacute;rminos ya me pareci&oacute; m&aacute;s racional
+y soportable; y si hubi&eacute;ramos continuado los dos solos en la cocina, es
+posible que all&iacute; mismo hubiera intentado yo introducir por este
+resquicio el primer sost&eacute;n para sus desfallecimientos.</p>
+
+<p>Pero Tona llevaba tarea para rato (como que se andaba en las
+proximidades del mediod&iacute;a), y por si era poco este estorbo, entr&oacute; Facia
+a dirigir la faena. &iexcl;Cosa extra&ntilde;a! La mujer gris era el &uacute;nico ser de los
+que habit&aacute;bamos la casona, en quien no hab&iacute;a estampado alguna roncha el
+azote del temporal reinante. Hasta el mismo Chisco andaba un tanto
+espelurciado y encogido por establos y corraladas, y entraba en la
+cocina algunas veces con el humor avinagrado; al rev&eacute;s que Facia, la
+cual, desde que se hab&iacute;an desencadenado las primeras celleriscas,
+parec&iacute;a otra. Cuanto m&aacute;s azotaban los granizos los paredones de la casa,
+y m&aacute;s &laquo;runflaban&raquo; los vendavales en el ca&ntilde;&oacute;n de la chimenea, m&aacute;s alegre
+se le pon&iacute;a la cara y m&aacute;s diligente se volv&iacute;a para el trabajo.</p>
+
+<p>Vi&eacute;ndola tan boyante y en tan ventajosas disposiciones, trab&eacute;
+conversaci&oacute;n con ella aquel mismo d&iacute;a, al llevarme no s&eacute; qu&eacute; cachivaches
+a mi cuarto.</p>
+
+<p>&mdash;Parece&mdash;la dije para empezar&mdash;, que marchan bien los asuntos, &iquest;eh?</p>
+
+<p>Entendi&oacute;me la pregunta; y despu&eacute;s de sobrecogerse un poco con ella, me
+respondi&oacute; sin titubear:</p>
+
+<p>&mdash;As&iacute; me los conserve Dios muchu tiempu.</p>
+
+<p>&mdash;Me alegro en el alma&mdash;la dije entonces&mdash;; porque por no verla a usted
+con los espantos de estos d&iacute;as...</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ni me los miente, se&ntilde;or, por obra de carid&aacute;!&mdash;me replic&oacute; volviendo a
+compungirse&mdash;. Paez que los males, como si oyeran, se ponen de pie en
+cuanto se les menta en boca...</p>
+
+<p>&mdash;De todas suertes, resulta que los negocios de usted andan al rev&eacute;s del
+tiempo.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Por qu&eacute; lo diz, cristianu?</p>
+
+<p>&mdash;Porque a la vez que &eacute;l se embravece y se emperra, ellos van mejorando.</p>
+
+<p>&mdash;Siempre lo que Dios jaz est&aacute; bien jechu... &iexcl;Ah, si esto durara
+muchu!...</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;El temporal?</p>
+
+<p>&mdash;Y lo otru.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Cu&aacute;l es lo otro?</p>
+
+<p>&mdash;Lo que reza con lo que ust&eacute; quiere saber.</p>
+
+<p>&mdash;Y sin llegar a conseguirlo, por m&aacute;s se&ntilde;as... Vamos a ver, Facia: ahora
+que est&aacute; usted un poco m&aacute;s tranquila, &iquest;por qu&eacute; no me lo cuenta? &iquest;Por qu&eacute;
+est&aacute; llevando usted sola tan pesada carga?... porque yo creo que ni
+siquiera Tona tiene la menor noticia de ella...</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Hija de mi alma!... La lengua me partiera en dos con los mesmus
+dientes mius si la viera en tentaciones de parl&aacute;selu... &iexcl;igual que al
+probe se&ntilde;or y mi amu! &iexcl;Santa Virgen de las Nieves!... Y, por carid&aacute; de
+Dios, no me pregunte m&aacute;s de esu por ahora... ni nunca jam&aacute;s, se&ntilde;or don
+Marcelu; que yo, por la cuenta que me trae, buscar&eacute; el amparu de ust&eacute;
+cuando la carga me rinda y las angustias me ajueguen... porque la peste
+ha de golver, y sin mucha tardanza, se&ntilde;or don Marcelu. &iexcl;Ay, desdichada
+de m&iacute;!... &iexcl;Y el amu... y Tona!... &iexcl;Santa Virgen la mi Madre!</p>
+
+<p>P&uacute;sose l&iacute;vida de repente, se le pintaron en la cara las angustias de
+otros d&iacute;as, y llev&oacute; hasta ella sus manos cruzadas y convulsas. Me movi&oacute;
+a compasi&oacute;n la pobre mujer, y sent&iacute; remordimientos de haber sido yo el
+causante de aquella crisis amarga. Tom&eacute; con empe&ntilde;o el trabajo de
+calmarla, y lo consegu&iacute;; pero con la ayuda de una &laquo;zurriascada&raquo; feroz
+que se estrell&oacute; de repente contra las puertas del balc&oacute;n. Cuando esto
+ocurr&iacute;a, se enjugaba Facia los ojos y respond&iacute;a malamente a mis &uacute;ltimas
+observaciones. Al o&iacute;r el estr&eacute;pito de afuera, suspendi&oacute; hasta las
+l&aacute;grimas y se lanz&oacute; a uno de los cuarterones abiertos, y all&iacute; se estuvo
+mirando, con la avidez de un sediento, aquella mar de lluvia cernida,
+revuelta y zarandeada en el espacio por la furia del vendaval.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Oh!&mdash;exclam&oacute; al fin, retir&aacute;ndose de su observatorio con la cara
+radiante de alegr&iacute;a y andando presurosa hacia la puerta de salida&mdash;, por
+misericordia de Dios, hay pa ratu.</p>
+
+<p>&iquest;No era bien singular y extra&ntilde;o todo aquello?</p>
+
+<p>Entre tanto, yo no cesaba de meditar sobre el grave tema, y punto de
+suma trascendencia para m&iacute;, surgido aquella misma ma&ntilde;ana de la
+conversaci&oacute;n que tuve con mi t&iacute;o; y cuanto m&aacute;s vueltas le daba en mi
+cabeza, m&aacute;s obligado me cre&iacute;a, hasta por obra de caridad, a ofrecerle lo
+&uacute;nico que honradamente le pod&iacute;a ofrecer yo. Si con este ofrecimiento se
+curaba de sus angustias mortales, &iquest;qu&eacute; mayor satisfacci&oacute;n para m&iacute;? Si
+andando el tiempo resultaba que no llegaban mis fuerzas tan all&aacute; como
+mis buenos prop&oacute;sitos, &iquest;qu&eacute; culpa tendr&iacute;a yo de ello?</p>
+
+<p>No vacil&eacute; m&aacute;s: busqu&eacute; a mi t&iacute;o, le hall&eacute; en su cuarto cerca de un
+brasero, hojeando unos papeles, tosiendo mucho y movi&eacute;ndose mal debajo
+de la espesa ropa que le abrumaba, a la t&eacute;trica luz de la media tarde y
+al ruido ingrato de las celliscas y de los truenos que no cesaban
+afuera.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XVIII" id="XVIII"></a>XVIII</h2>
+
+
+<p>Me anunci&eacute; pregunt&aacute;ndole desde la puerta si pod&iacute;a hablar con &eacute;l cuatro
+palabras sin molestarle.</p>
+
+<p>Volvi&oacute; hacia m&iacute; la cara con la viveza ratonil que le era propia, y me
+contest&oacute;, enderezando cuanto pudo el cuerpecillo descarnado:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Mira, hombre, qu&eacute; casualidad!... Apuradamente estaba yo pensando en
+ir enseguida a preguntarte lo mismo para cumplirte despu&eacute;s la promesa
+que te hice esta ma&ntilde;ana por remate de nuestra conversaci&oacute;n.</p>
+
+<p>&mdash;Pues a cumplir otra promesa&mdash;a&ntilde;ad&iacute;&mdash;, que no pude hacerle a usted
+entonces por falta de oportunidad, pero que qued&oacute; hecha en mis adentros,
+vengo yo ahora.</p>
+
+<p>&mdash;Ya est&aacute;s sent&aacute;ndote y hablando&mdash;me dijo a esto, arrojando sobre la
+c&oacute;moda los papeles que hojeaba, sent&aacute;ndose despu&eacute;s en una silla junto a
+la caja del brasero e indic&aacute;ndome que hiciera yo lo propio en otra que
+estaba enfrente de ella.</p>
+
+<p>&mdash;En lo de sentarme&mdash;le dije, haci&eacute;ndolo&mdash;, le obedezco a usted desde
+luego; pero en lo de hablar... no tanto.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Esta es buena, trastajo! &iquest;Por qu&eacute;, hombre?</p>
+
+<p>&mdash;Porque quiero darle a usted la preferencia, como debo, en lo que
+mutuamente tenemos que decirnos, seg&uacute;n parece.</p>
+
+<p>&mdash;Vaya, vaya, d&eacute;jate de cumplimientos, y empecemos por el caso tuyo, que
+para el m&iacute;o siempre hay lugar. Conque &iquest;qu&eacute; es lo que se te ocurre, hijo
+m&iacute;o?</p>
+
+<p>&mdash;Pues lo que se me ocurre&mdash;dije yo comenzando a tocar las dificultades
+de acometer de frente un asunto de tan delicada naturaleza como aqu&eacute;l,
+cuyo punto de partida era nada menos que la muerte de mi venerable
+interlocutor&mdash;, se me ocurre, mi querido t&iacute;o, algo que se relaciona con
+otro algo que le o&iacute; a usted esta ma&ntilde;ana y me produjo muy honda y muy
+amarga impresi&oacute;n...</p>
+
+<p>&mdash;A ver, a ver&mdash;interrumpi&oacute; el pobre hombre acercando m&aacute;s su silla a la
+m&iacute;a, mientras se pintaba en sus ojuelos chispeantes la curiosidad que le
+devoraba.</p>
+
+<p>&mdash;No crea usted que se trata de una cosa del otro jueves&mdash;a&ntilde;ad&iacute;
+sonri&eacute;ndome.</p>
+
+<p>&mdash;Sea del otro jueves o del otro s&aacute;bado, &iexcl;venga esa cosa por derecho y
+sin envoltorios, hombre!&mdash;me respondi&oacute; con un br&iacute;o inconcebible en su
+extenuaci&oacute;n cadav&eacute;rica.</p>
+
+<p>&mdash;Corriente&mdash;le dije yo, no sabiendo c&oacute;mo armonizar mis escr&uacute;pulos con
+sus impaciencias&mdash;; pero despu&eacute;s de declarar, para la debida
+inteligencia, que yo tomo el caso en el punto mismo en que usted le puso
+y le dej&oacute; esta ma&ntilde;ana.</p>
+
+<p>&mdash;Declarado y entendido... &iexcl;Adelante ahora!</p>
+
+<p>&mdash;Me dijo usted entonces, metido en la injustificada aprensi&oacute;n de que
+iba a morirse pronto... y Dios no lo confirme.</p>
+
+<p>&mdash;&Eacute;sa es cuenta de &Eacute;l y m&iacute;a... &iexcl;Adelante, Marcelo!</p>
+
+<p>&mdash;Me dijo usted, repito, confes&aacute;ndome adem&aacute;s que esa... aprensi&oacute;n...</p>
+
+<p>&mdash;Aprensi&oacute;n, &iquest;eh?</p>
+
+<p>&mdash;Que esa... cavilaci&oacute;n, si lo prefiere as&iacute;, era la que le estaba
+matando; que a usted no le espantaba la muerte, sino el morirse, el
+cesar de vivir, el irse del mundo para siempre, porque hace mucha falta
+en &eacute;l y no deja quien le reemplace en su labor de toda la vida. &iquest;No es
+&eacute;sta, t&iacute;o, la sustancia de lo que usted me declar&oacute;?</p>
+
+<p>&mdash;Justa y cabal, Marcelo; justa y cabal...</p>
+
+<p>&mdash;Y por eso, por esa pena tan grande, por ese modo tan triste de ver las
+cosas, iba usted perdiendo la tranquilidad y el sue&ntilde;o... y hasta la
+vida...</p>
+
+<p>&mdash;Ni m&aacute;s ni menos, &iexcl;pingajo!... &iexcl;hasta la vida!</p>
+
+<p>&mdash;Una alucinaci&oacute;n como otra cualquiera; pero, en fin, as&iacute; lo ve usted, y
+esto basta para su martirio que, en definitiva, es real y verdadero.
+Pues bien: si usted tuviera un hijo que le sucediera en sus
+inclinaciones, en sus prop&oacute;sitos y en sus obras, no hubiera cabido en
+usted ese temor a la muerte, ni esa... aprensi&oacute;n de morirse... Creo que
+es esto lo que tambi&eacute;n me dijo usted esta ma&ntilde;ana, o me lo dio a
+entender, por lo menos.</p>
+
+<p>&mdash;No, no: lo dije; y si no result&oacute; bien claro, fue porque no supe
+decirlo.</p>
+
+<p>&mdash;Corriente; pero sucede que no existe ese hijo, y que tampoco me dijo
+usted si la falta de &eacute;l puede sustituirse con... algo.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Con qu&eacute;, Marcelo? &iquest;Con qu&eacute;?</p>
+
+<p>Y aqu&iacute; el bendito de Dios ergu&iacute;a su cabeza, alargando el pescuezo
+descamado y rugoso y devor&aacute;ndome con los ojos anhelantes.</p>
+
+<p>La emoci&oacute;n es contagiosa, y no logr&eacute; darle, sin descubrir algo de la
+m&iacute;a, esta breve respuesta:</p>
+
+<p>&mdash;Verbigracia, con un deudo de su mismo apellido de usted...</p>
+
+<p>Se revolvi&oacute; convulso entonces en la silla, comenz&oacute; a resobarse una
+contra otra las manos tr&eacute;mulas, aviv&oacute; las llamas de sus ojos que no
+apartaba de los m&iacute;os, y me dijo ansiosamente despu&eacute;s de haber acudido en
+vano dos veces a los registros de su voz:</p>
+
+<p>&mdash;Venga el nombre de ese deudo... si es que le conoces t&uacute;. Por lo que a
+m&iacute; toca, no conozco m&aacute;s que uno.</p>
+
+<p>&mdash;Pues si le conoce usted...&mdash;apunt&eacute; yo, prefiriendo, por un sentimiento
+harto f&aacute;cil de estimar, que la insinuaci&oacute;n partiera de &eacute;l.</p>
+
+<p>&mdash;Y &iquest;qu&eacute; adelanto yo con conocerle?&mdash;exclam&oacute; aqu&iacute; mi t&iacute;o, detenido
+probablemente por el mismo reparo que yo.</p>
+
+<p>D&aacute;ndolo por cierto y con entera resoluci&oacute;n de llegar cuanto antes al fin
+que me propon&iacute;a, le a&ntilde;ad&iacute;:</p>
+
+<p>&mdash;Con franqueza, t&iacute;o: aunque nada me ha dicho usted nunca de ello,
+muchos s&iacute;ntomas bien claros me han hecho creer que, en su opini&oacute;n, no
+caer&iacute;a mal en esta casa, ma&ntilde;ana u otro d&iacute;a, ese pariente a quien ambos
+nos referimos.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Cascajo... pues yo lo creo!... &iexcl;Como santo en su peana!</p>
+
+<p>&mdash;Y &iquest;por qu&eacute; no me lo ha dicho usted derechamente?</p>
+
+<p>&mdash;Pues, hijo del alma, y franqueza por claridad, porque no me gustan
+santos a la fuerza; y para serlo de buena voluntad y de la clase que se
+necesitan aqu&iacute;, no ve&iacute;a yo la mejor madera en ese pariente m&iacute;o. &iquest;Lo
+quieres m&aacute;s neto?</p>
+
+<p>Iba, entre tanto, difundi&eacute;ndose por toda su faz, l&iacute;vida y acartonada,
+una expresi&oacute;n de intensa alegr&iacute;a; pero con tal rapidez, que no parec&iacute;a
+sino que le daban impulso los mismos vendavales que zumbaban entre los
+pe&ntilde;ascos y jarales del contorno. Y cuando le dije terminantemente lo que
+pensaba decirle, se incorpor&oacute; con la agilidad de un muchacho, me mir&oacute;
+con unos ojos en que se pintaba la exaltaci&oacute;n de su esp&iacute;ritu resucitado,
+y exclam&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;T&uacute;, Marcelo!... Nada menos que t&uacute;... &iexcl;el hijo de mi hermano Juan
+Antonio!... &iexcl;Un Ruiz de Bejos de pura casta, sano y garrido como un
+trinquete!... Pero &iquest;lo has pensado... lo has medido bien, hijo m&iacute;o? &iquest;No
+hay en tu arranque algo... vamos, algo de carid&aacute; que te ciegue? &iquest;Sabes
+bien todo lo que pesa esa carga en un hombre de tu ropaje? &iquest;Ser&aacute; posible
+que Dios misericordioso lo haya sido conmigo tambi&eacute;n en esto que le he
+pedido tan de veras?</p>
+
+<p>&mdash;Vamos a cuentas sobre ello, querido t&iacute;o&mdash;le dije levant&aacute;ndome yo
+tambi&eacute;n seg&uacute;n iba creciendo su exaltaci&oacute;n, y tomando sus manos entre las
+m&iacute;as&mdash;. Vamos a cuentas, y a cuentas claras: el simple deseo de usted,
+declarado con franqueza, me hubiera bastado, desde que estoy en
+Tablanca, para brindarme, sin esfuerzos ni violencias, a lo que me he
+brindado hoy, en el supuesto aventurado de que yo le sobreviva a
+usted...</p>
+
+<p>&mdash;D&eacute;jate de supuestos, hijo, y dalo por cosa hecha... y para muy pronto:
+yo s&eacute; a qu&eacute; atenerme sobre eso mejor que t&uacute;.</p>
+
+<p>&mdash;D&eacute;moslo, por un momento, como usted quiere y para entendernos mejor; y
+digo que me comprometo, en ese triste y desgraciado caso que Dios aleje
+de nosotros tan all&aacute; como yo deseo, a poner de mi parte cuanto quepa en
+las fuerzas de mi decidida voluntad, para proseguir la obra ben&eacute;fica de
+usted aqu&iacute;, y desde luego, le empe&ntilde;o mi palabra de que la cadena, por de
+pronto, no ha de romperse por el eslab&oacute;n que yo represento en ella...
+Despu&eacute;s, s&oacute;lo Dios puede saber lo que suceder&aacute;; Porque...</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Punto ah&iacute;, Marcelo!... porque ya me concedes hasta m&aacute;s de lo que yo
+me hubiera atrevido a pedirte... &iexcl;Y Dios te lo pague en la medida de lo
+que yo lo aprecio!</p>
+
+<p>Enseguida me abraz&oacute; muy conmovido; abrac&eacute;le yo a &eacute;l tambi&eacute;n al mismo
+tiempo, y no muy sereno que digamos, y abrazados estuvimos lo bastante
+para que yo percibiera el acelerado comp&aacute;s de su respiraci&oacute;n.</p>
+
+<p>Al desprenderse de m&iacute;, clav&oacute; la vista durante un buen rato en el
+crucifijo que estaba colgado sobre el testero de su cama. Se hab&iacute;a
+descubierto la cabeza para eso, y yo, por respeto a lo que deb&iacute;a de
+estarse tratando en aquella escena sin palabras, me descubr&iacute; tambi&eacute;n.</p>
+
+<p>En cuanto descendi&oacute; con la atenci&oacute;n a las cosas del bajo mundo, me dijo
+con voz entera y mucha tranquilidad:</p>
+
+<p>&mdash;Vamos ahora a tratar del asunto m&iacute;o.</p>
+
+<p>P&uacute;seme gustoso a sus &oacute;rdenes; rog&oacute;me que le ayudara un poco all&iacute; y sali&oacute;
+del cuarto: lleg&oacute;se al m&iacute;o; meti&oacute; la cabeza dentro de &eacute;l; hizo lo propio
+en la alcoba del sal&oacute;n intermedio, y tranc&oacute; luego la puerta de &eacute;ste.
+Vuelto a su punto de partida, desde donde le observaba yo lleno de
+extra&ntilde;eza, cerr&oacute; tambi&eacute;n con llave la puerta, y me dijo placentero y
+sonriente, pero ahog&aacute;ndose de cansancio:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Te asombrar&aacute;n un poco estos husmeos de lebrel, eh?</p>
+
+<p>Respond&iacute;le que s&iacute;, y a&ntilde;adi&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;Pues todos son necesarios, con lo curiosas que son las gentes, cuando
+el caso lo requiere como ahora. Por lo pronto, repara bien lo que yo
+vaya jaciendo, y ten la caridad de ayudarme cuando te lo pida.</p>
+
+<p>Dicho lo cual, se dirigi&oacute; a la alacena que estaba cerca de la ventana y
+en la misma pared, y la abri&oacute; con una de las llaves encadenadas en un
+llavero que sac&oacute;, pujando mucho, de un bolsillo interior de su chaleco.</p>
+
+<p>La alacena era de poco fondo, y no ten&iacute;a m&aacute;s que una balda a la mitad de
+su altura. Sobre la balda y debajo de ella hab&iacute;a como una docena de
+legajos, arranciados los m&aacute;s de ellos y atados con bramante deshilado y
+medio destorcido.</p>
+
+<p>&mdash;Son copias de escrituras&mdash;me dijo mi t&iacute;o&mdash;, cuentas viejas de
+particiones de bienes, y otros papelotes de familia... Vete poni&eacute;ndolo
+todo encima de esa c&oacute;moda, porque yo no tengo ya resuello ni para
+levantar los brazos solos... &iexcl;Por vida de los demonios... del
+pispajo!...</p>
+
+<p>Hice lo que me mandaba, y fue sacando de la alacena, adem&aacute;s de los
+legajos, tres pares de candelabros de plata, varios cubiertos y una
+bandeja del mismo metal, y un rimero de porquer&iacute;as, entre ellas m&aacute;s de
+seis libras de polvos de salvadera envueltos en un papel de estraza, y
+una jarra blanca como de media azumbre, con un paluco adentro. El
+interior de la jarra y el paluco estaban cubiertos de una costra
+negruzca muy removida y cuarteada. Pregunt&eacute; a mi t&iacute;o con una mirada para
+qu&eacute; serv&iacute;a aquello, y me respondi&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;Eso es para hacer tinta... digo, era; porque ya con la &uacute;ltima hecha el
+a&ntilde;o que pas&oacute;, ha de sobrarme. La hac&iacute;a con agallas y caparrosa, y la
+revolv&iacute;a dentro de la jarra con ese paluco, que es de higar, porque de
+otra madera no sirve: saca la tinta mal color.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s de desocupada la alacena, me mand&oacute; mi t&iacute;o que sacara la balda
+tirando hacia m&iacute;. Saqu&eacute; la balda, que era pesada y de casta&ntilde;o, como todo
+el interior de la alacena. Quedaban sobre el fondo de ella, en sentido
+vertical y uno en cada &aacute;ngulo, dos anchos listones, que parec&iacute;an estar
+all&iacute; para sostener los extremos de los otros dos horizontales y m&aacute;s
+estrechos, sobre los cuales descansaba la balda; pero era otro muy
+diferente su destino: estaban sueltos y serv&iacute;an para ocultar unos
+pasadores de hierro con que se sujetaba a los tableros laterales el del
+fondo. Sacado &eacute;ste al fin, despu&eacute;s de quitado el estorbo de los cuatro
+listones, y vencida la dificultad, no peque&ntilde;a, de correr los pasadores
+oxidados, apareci&oacute; un bulto negro en las entra&ntilde;as de la pared.</p>
+
+<p>&mdash;Jala de eso pa-c&aacute;, arrastr&aacute;ndolo&mdash;me dijo mi t&iacute;o se&ntilde;al&aacute;ndome el bulto
+con la mano por encima de mis hombros medio embutidos en la alacena.</p>
+
+<p>Embut&iacute;los todav&iacute;a m&aacute;s para hacer lo que me ordenaba mi t&iacute;o; llegu&eacute; con
+las manos al bulto, que ten&iacute;a cuatro caras, duras y fr&iacute;as, como que eran
+de hierro; dobl&eacute; los dedos sobre las aristas del fondo, y tir&eacute; hacia
+m&iacute;&mdash;, pero no me bast&oacute; el primer tir&oacute;n, porque era muy pesada la caja, y
+tuve necesidad de repetirle con mayor fuerza para arrastrarla hasta la
+boca de la alacena, donde la dej&eacute; por encargo de mi t&iacute;o.</p>
+
+<p>&mdash;Ahora&mdash;me orden&oacute;&mdash;, dale media vuelta, de modo que quede hacia
+nosotros la cara de atr&aacute;s.</p>
+
+<p>H&iacute;celo as&iacute;, y apareci&oacute; en ella la cerradura, que a la simple vista no
+ten&iacute;a nada de particular. La caja medir&iacute;a poco m&aacute;s de un pie de ancha,
+por cosa de pie y medio de alta.</p>
+
+<p>&mdash;Corriente&mdash;dijo mi t&iacute;o entonces&mdash;. Pues ahora d&eacute;jame ponerme donde t&uacute;
+est&aacute;s; pero repara bien lo que me veas hacer para enterarte mejor de lo
+que te vaya explicando.</p>
+
+<p>Entonces eligi&oacute; otra de las llaves de su llavero, y, con mano algo
+temblorosa, la dirigi&oacute; a un punto determinado de la cerradura de la
+caja.</p>
+
+<p>Todos estos procedimientos y detalles iban poniendo mi curiosidad y mi
+extra&ntilde;eza en un grado de tensi&oacute;n extraordinario. El aspecto de la
+habitaci&oacute;n, tan austero que rayaba en lo pobre; su puerta y las
+inmediatas, cerradas con llave; aquel hombre extenuado, envuelto en un
+ropaje burdo y desali&ntilde;ado, sobre el que destacaban la cara l&iacute;vida, de
+ojos hundidos y relucientes, y las manos cadav&eacute;ricas; aquella alacena de
+fondos negros, y en otro fondo de ella, m&aacute;s negro a&uacute;n, una caja de
+hierro oculta por una trampa m&aacute;s o menos ingeniosa; una luz t&eacute;trica
+iluminando la estancia, y fuera de ella los bramidos del hurac&aacute;n, me
+estaban pareciendo en conjunto un pasaje de melodrama, en el cual
+desempe&ntilde;aba yo un papel de gal&aacute;n joven, protegido del desalmado usurero,
+por uno de esos incomprensibles antojos del coraz&oacute;n humano.</p>
+
+<p>&mdash;Esta caja&mdash;me dec&iacute;a mi t&iacute;o mientras me revelaba pr&aacute;cticamente el
+secreto de su cerradura, bien f&aacute;cil de aprender, despu&eacute;s de explicado&mdash;,
+la discurri&oacute; y la jizo un jerreru de aqu&iacute;, muy ama&ntilde;ante y de mucha idea,
+y se la regal&oacute; a mi padre; y para ella se abri&oacute;, tiempo andando, esta
+alacena en este morio, que no baja de cuatro pies de macizo. No hay
+memoria de intento de robo en esta casa; pero ya que hab&iacute;a caja con
+secreto y algo que guardar en ella...</p>
+
+<p>Tan pronto como qued&oacute; abierta, y a la vista una buena parte de lo que
+guardaba, se volvi&oacute; mi t&iacute;o hacia m&iacute; y me dijo, como si estuviera leyendo
+los pensamientos que bull&iacute;an en mi cabeza:</p>
+
+<p>&mdash;Lo que menos te has figurado t&uacute;, al ver lo que est&aacute; pasando aqu&iacute; rato
+hace, que tu t&iacute;o es un avariento dejado de la mano de Dios, y que trata
+de deslumbrarte los ojos con los frutos de sus rapi&ntilde;as. La verdad,
+Marcelo: yo me lo figurar&iacute;a, puesto en tu caso.</p>
+
+<p>Me sonre&iacute; sin decir una palabra, y continu&oacute; mi t&iacute;o:</p>
+
+<p>&mdash;Pero as&iacute; y con todo, por esta vez fallan las se&ntilde;ales. Esto que aqu&iacute;
+ves, es, en suma y finiquito, el ahorro de tu t&iacute;o Celso... y la puchera
+de los pobres de Tablanca. Estas alhajas sueltas son las que han ido
+llegando a mis manos, como llegaron otras semejantes a las de tu padre,
+por herencia de nuestros mayores, menos unas pocas, estas arracadas de
+oro, y estas gargantillas de coral, y este relicario de plata con
+piedras finas, que le regal&eacute; yo a mi pobre mujer cuando nos casamos, y
+tuvo empe&ntilde;o en leg&aacute;rmelos a su muerte. Estos cartuchos largos y cortos,
+gordos y flacos, son de monedas de oro todos ellos. No s&eacute; lo que
+componen en conjunto, porque nunca he querido cansarme en averiguarlo.
+Lo que s&eacute; es que las mermas de ello dependen de las necesidades que haya
+fuera de mi casa. A m&iacute; y a cuantos en ella vivimos, nos sobra con lo que
+nos da la tierra cada a&ntilde;o, y eso que nos tratamos bien y a qu&eacute; quieres,
+boca. Las fuentes que lo han ido manando, no est&aacute;n, como puedes
+comprender, en las pobres tierrucas y en los ganados de Tablanca: otras
+hay muy lejos de aqu&iacute;, y viejas en la familia, de mejores manantiales.
+De todas ellas tendr&aacute;s noticias, cuando las necesites, en papeles que
+est&aacute;n en esos legajos y hasta encima de la c&oacute;moda... velos ah&iacute;, porque
+un rato hace andaba yo con ellos entre manos. Lo que importa que sepas
+sin tardanza, por lo que pueda tronar, es que hab&iacute;a en este joriaco lo
+que ya tienes a la vista y no est&aacute; inventariado en ninguna parte; y que
+todo ello, alhajas y monedas, es de tu sola pertenencia desde este mismo
+momento.</p>
+
+<p>Sorprendido con la ocurrencia, intent&eacute; hacer muy formales reparos a mi
+t&iacute;o. No me consinti&oacute; decir una sola palabra.</p>
+
+<p>&mdash;Es asunto m&iacute;o&mdash;me dijo, tap&aacute;ndome la boca con una mano, fr&iacute;a como
+piedra sepulcral&mdash;, y resuelvo sobre &eacute;l lo que me da la gana. Adem&aacute;s,
+estoy entrando en vena de hablar, y necesito hablar yo solo y sin que
+nadie me corte la palabra... &iexcl;trastajo!, hasta para sacar los atrasos de
+estos d&iacute;as de murrias negras. Lo peor es &iexcl;por vida del pispajo! que me
+va faltando el resuello... Deja que descanse un poco.</p>
+
+<p>Sent&oacute;se en una silla apurado de respiraci&oacute;n, m&aacute;s l&iacute;vido que antes de
+cara, y trasudando. Aconsej&eacute;le que no volviera a hablar de aquel asunto
+ni de ning&uacute;n otro, porque necesitaba reposo y tranquilidad; pero no me
+tom&oacute; en cuenta el consejo. A poco rato, aunque sin moverse de la silla,
+continu&oacute; as&iacute;:</p>
+
+<p>&mdash;Conviene que te advierta, para que lo tengas entendido, que no trato
+de corresponder con esta miseria al gran favor que me ofreciste poco
+hace. La prueba de ello, si no te basta mi palabra, la hallar&aacute;s en mi
+testamento, hecho a las puertas de la muerte, cuando el primer ataque de
+esta perra enfermedad... Te repito que me dejes hablar a m&iacute; solo hasta
+que se acabe todo lo que quiero decirte. Otro d&iacute;a hablar&aacute;s t&uacute;, y pata...
+Volviendo al caso, digo que de todo esto que ya es tuyo desde ahora, han
+salido muchos de los que estas gentes creen milagros m&iacute;os; porque otras
+tantas veces he tenido que hacerme de rogar un poco, con la excusa del
+no poder; pues de blandearme a las primeras dej&aacute;ndoles descubrir el
+manantial, &iexcl;pobre de &eacute;l y pobre de m&iacute;, hijo del alma! porque, en
+finiquito, estos hombres, aunque buenos en lo principal, son rudos y de
+los que se rigen m&aacute;s por la boca que por el entendimiento... Tampoco te
+digo esto de la fuente para obligarte con ello a cosa alguna, sino
+porque es la verdad, y no sobra el que la conozcas... como conozco yo
+que cada uno tiene su modo de matar pulgas, y que t&uacute; tendr&aacute;s el tuyo
+particular, por consiguiente, y sabr&aacute;s hacer de tu capa un sayo, o dos,
+o los que se te antojen... o ninguno, si mejor te parece. Pero (y vaya
+el ejemplo para ver el asunto por las dos caras) por si te allanaras
+aqu&iacute; alg&uacute;n d&iacute;a a seguir los mismos gustos que he tenido yo en lo tocante
+a este vecindario, no te he de ocultar que ha de costarte bastante
+trabajo al principio, y algunos disgustos despu&eacute;s. Para ayudarte a
+orillar las primeras dificultades, te recomiendo al Cura, que sabe tan
+bien como yo, y hasta mucho mejor que yo, de qu&eacute; pie cojea cada uno de
+sus feligreses. Tambi&eacute;n te puede servir de ayuda, y buena, Neluco Celis,
+el m&eacute;dico; que aunque mozo, tiene una voluntad de perlas para estas
+cosas, gran ojo y mayor entendimiento. Te advierto tambi&eacute;n que el Cura
+es el &uacute;nico hombre, fuera de nosotros dos, que sabe lo que se guarda en
+esta pared. Cre&iacute; conveniente declar&aacute;rselo cuando no contaba contigo,
+porque no se lo comieran alg&uacute;n d&iacute;a los ratones, o fuera a parar, andando
+el tiempo, a manos que no lo merecen; porque no tengo herederos forzosos
+ni otros parientes pobres que esos dos bandoleros de que me hablaste el
+otro d&iacute;a, y no son merecedores m&aacute;s que de un grillete, que no les
+faltar&aacute;, si viven... D&eacute;jame que se me pase este golpe de tos, y que tome
+otro respiro. &iexcl;Ay, trastajo, qu&eacute; miseriuca somos a lo mejor!</p>
+
+<p>Esta vez fue m&aacute;s largo el par&eacute;ntesis de mi t&iacute;o, porque fue mayor la
+fatiga provocada por la tos. En cuanto se repuso un poco, continu&oacute;
+diciendo:</p>
+
+<p>&mdash;Pues bueno, y a lo que te iba: ya est&aacute;s al tanto de las cosas y tienes
+en marcha tu plan: aqu&iacute; empiezan las alegr&iacute;as de la buena entra&ntilde;a, pero
+tambi&eacute;n las desazones gordas, si no te armas mucho de paciencia, &iexcl;pero
+mucho, pispajo! Porque vuelvo a decirte que estos hombres, como caer&aacute;s
+t&uacute; prontamente en ello, no todos son santos. Pero cinco dedos tenemos en
+cada mano, y no hay dos que resulten iguales: lo mismo pasa entre los
+hijos de familia; y pasando as&iacute; en una familia de pocos y de una sangre
+sola, &iquest;qu&eacute; no pasar&aacute; en una familia de muchos, como &eacute;sta en que hay
+hijos de tantas y tan diferentes madres? Topar&aacute;s, de vez en cuando,
+hasta con desagradecidos, y ver&aacute;s que &eacute;ste es el tropiezo que m&aacute;s duele
+y el que m&aacute;s obliga a cerrar los ojos para seguir adelante con el deber
+que uno tiene con Dios y con sus buenas intenciones; y obrando as&iacute;,
+hasta llegar&aacute;s a mirar a esos desdichados como a hijos que m&aacute;s necesitan
+por sus flaquezas, de amor y de la vigilancia del padre. De todas
+suertes, la prosperidad y el agradecimiento de los buenos te consolar&aacute;n
+de la ingratitud de los que no lo son tanto; porque malos, propiamente,
+yo no los conozco aqu&iacute;: la verdad sea dicha. Llevada de este modo la
+tarea, acabar&aacute;s por tomarla mucha ley; pero gu&aacute;rdate bien de darla nunca
+por asegurada, por firme que la creas por todas partes, porque torres
+m&aacute;s altas y de esa misma hechura se han venido al suelo de la noche a la
+ma&ntilde;ana. Tan seguros como yo a estos hombres, ten&iacute;a a los de Coteruco mi
+gran amigo don Rom&aacute;n de la Llos&iacute;a, y ya te he contado c&oacute;mo y por qu&eacute;,
+dos a&ntilde;os hace, en cuanto vinieron estas pol&iacute;ticas nuevas que hoy nos
+gobiernan, en un abrir y cerrar de ojos se le fueron de las manos, y de
+hombres agradecidos y cari&ntilde;osos, se convirtieron en fieras enemigas
+suyas, hasta el punto de verse obligado el caballero, m&aacute;s por dolor de
+lo que ve&iacute;a que por miedo que lo tuviera, a mudar su residencia a
+Santander con toda su familia. Y por all&aacute; se anda a las fechas, sin
+apartar los ojos de su pueblo, aunque con el consuelo, &uacute;ltimamente, de
+ver c&oacute;mo van ech&aacute;ndole de menos all&iacute; y suspirando por &eacute;l los mismos que
+le vilipendiaron, seg&uacute;n van volviendo las heces al fondo de la cuba,
+revuelta por manos viles.</p>
+
+<p>Lo que te probar&aacute;, por otra parte, hijo m&iacute;o, que la semilla buena no
+puede dar nunca malos frutos, y que a la corta o a la larga, y despu&eacute;s
+de haber sembrado as&iacute;, lo bueno siempre triunfa y sale a flote por
+encima de todo. Con esto no te canso m&aacute;s por ahora, y vamos a dejar, si
+te paez, todos estos cachivaches como estaban.</p>
+
+<p>Procedimos a ello, es decir, proced&iacute; yo, porque mi pobre t&iacute;o no estaba
+para moverse de la silla, y a duras penas logr&oacute; sacar de la argolla la
+llave de la arqueta despu&eacute;s de cerrada y abierta por m&iacute; varias veces
+bajo su direcci&oacute;n, para que no se me olvidara el secreto de la
+cerradura, y mientras iba yo colocando cada cosa en su sitio y trancaba
+la alacena, cuya llave quiso separar tambi&eacute;n del llavero, y separ&eacute; yo al
+fin, a sus instancias, por no tener &eacute;l fuerzas ni paciencia para
+hacerlo.</p>
+
+<p>Enseguida me entreg&oacute; las dos llaves, sin consentirme la menor palabra en
+contra de su decisi&oacute;n irrevocable.</p>
+
+<p>&mdash;Pero, alma de Dios&mdash;me dijo por &uacute;ltimo razonamiento&mdash;, &iquest;no te has
+enterado de que son in&uacute;tiles ya en mi llavero? &iquest;No has visto que ni para
+mover las tablucas desclavadas de la alacena me quedan fuerzas ya?
+&iquest;C&oacute;mo, sin dar cuarto al pregonero, he de componerme para llegar con las
+manos a lo que hay dentro de la caja? &iquest;No lo consideras? Pues si (lo que
+no es de esperar) necesitara yo algo de ello en lo que me queda de vida,
+por no alcanzar lo corriente que anda m&aacute;s a la mano en los cajones de
+esa c&oacute;moda, con ped&iacute;rtelo a ti estaba el punto resuelto. Conque basta de
+esta conversaci&oacute;n, y a otra cosa... Quiero tambi&eacute;n que te lleves a tu
+cuarto estos papeles que estaba yo hojeando cuando entrastes aqu&iacute;, para
+que te vayas enterando de ellos si no tienes cosa m&aacute;s divertida en qu&eacute;
+entretenerte.</p>
+
+<p>Hizo apresurada y torpemente con todos los que estaban desparramados
+sobre la c&oacute;moda, un revoltijo lastimoso, y me los entreg&oacute; as&iacute;. Mientras
+yo los plegaba y ordenaba un poco mejor, le expon&iacute;a excusas y reparos
+que resultaban in&uacute;tiles: no quer&iacute;a o&iacute;rme. Cuando acab&eacute; mi f&aacute;cil y breve
+tarea, me dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Ahora vu&eacute;lvete, hijo m&iacute;o, a tus quehaceres y a orear un poco la cabeza
+por la casa; y vete en la confianza de que si con lo tratado aqu&iacute; entre
+los dos no me has quitado la enfermedad de encima, me has dado fuerzas y
+&aacute;nimo que ya no ten&iacute;a para llevarla sin pena ni miedo hasta la misma
+sepultura; y esto, en mi modo de ver, vale m&aacute;s que una buena salud.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s me abraz&oacute;, y todav&iacute;a me dijo antes de moverme yo hacia la puerta
+de salida, volvi&eacute;ndose &eacute;l hacia la solana:</p>
+
+<p>&mdash;Mira, hombre; hasta la ira de Dios parece que se ha calmado tambi&eacute;n:
+ya no llueve tanto ni truena ni rebomba el viento como antes.</p>
+
+<p>Y era la pura verdad: la misma luz de la estancia, a pesar de irse
+acabando la tarde, era menos triste que cuando yo hab&iacute;a entrado en ella.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XIX" id="XIX"></a>XIX</h2>
+
+
+<p>Al cerrar la noche de aquel d&iacute;a s&oacute;lo quedaban del temporal unos rumores
+lejanos e intermitentes, a manera de jadeo de su cansancio despu&eacute;s de
+una brega feroz y continua durante semana y media. Con este motivo fue
+la tertulia algo m&aacute;s animada que las anteriores &uacute;ltimas, y hasta el
+patriarca presidente de ella parec&iacute;a otro por lo parlanch&iacute;n que estuvo y
+lo espabilado de humor. Bien conoc&iacute;a yo la causa del milagro. Como
+conoc&iacute;a la de que Facia, al rev&eacute;s de todos los dem&aacute;s, anduviera tan
+alica&iacute;da y t&eacute;trica las pocas veces que se dej&oacute; ver en la cocina. Le
+faltaban a la pobre aquellos estampidos de la borrasca en la boca de la
+chimenea, que arrojaban sobre los recogidos llares costras de holl&iacute;n tan
+grandes como la palma de la mano; aquel redoblar de los granizos en las
+puertas y en las ventanas de la casona; aquel chorreo incesante de los
+goteriales del tejado, y aquel fluir de los aguaceros por patios y
+corraladas, en regatos espumosos que se despe&ntilde;aban despu&eacute;s por los
+declives de afuera buscando el r&iacute;o que ya no cab&iacute;a en su cauce. Mir&aacute;bala
+yo compasivo algunas veces, y respond&iacute;ame ella con una mirada
+melanc&oacute;lica, que parec&iacute;a significar: &laquo;Ya est&aacute; la bonanza ah&iacute;; &iquest;ve usted
+qu&eacute; desgraciada soy?&raquo; Y esto era lo que m&aacute;s me preocupaba aquella noche,
+cuando tanto y de cuenta propia ten&iacute;a en qu&eacute; emplear la imaginaci&oacute;n
+despu&eacute;s de lo ocurrido dos horas antes en el aposento de mi t&iacute;o. &iquest;No
+tiene cosas bien inexplicables la p&iacute;cara condici&oacute;n humana? Pero luego se
+cambiaron las tornas y las pagu&eacute; todas juntas, como decirse suele,
+porque apenas pegu&eacute; los ojos en toda la noche, y eso que me hab&iacute;a metido
+en la cama bastante descuidado por haber visto a mi t&iacute;o en la suya
+durmiendo con la tranquilidad de un mozo. &iexcl;Entonces s&iacute; que vi con los
+pormenores m&aacute;s nimios, y con toda su luz y su cortejo de premisas,
+deducciones y comentarios la escena de aquella tarde! No pude averiguar
+si en definitiva, el pensar tanto y tanto en ella me resultaba grato o
+me mortificaba: matices hab&iacute;a para todo en el cuadro y en los
+pensamientos. Lo cierto fue que, desazonado y nervioso con la batalla de
+mis preocupaciones a oscuras, encend&iacute; la luz, y que no bien la hube
+encendido, me acord&eacute; de los papeles que mi t&iacute;o me hab&iacute;a dado en su
+cuarto al despedirnos, y hab&iacute;a guardado yo despu&eacute;s en un caj&oacute;n de la
+c&oacute;moda.</p>
+
+<p>&mdash;Buen recurso&mdash;me dije&mdash;, para sobrellevar estas largas horas de
+insomnio.</p>
+
+<p>Levant&eacute;me enseguida, cog&iacute; los papeles y me volv&iacute; a la cama, dispuesto a
+enterarme de ellos. Los principales eran tres: el testamento de mi t&iacute;o,
+un inventario de sus propiedades valoradas en venta y renta, y una
+memoria dedicada a m&iacute;, de letra suya, con los renglones muy torcidos y
+bastante emborronada: estaba firmada con fecha posterior a la del
+testamento, y muy poco anterior a la de la primera carta que me hab&iacute;a
+escrito despu&eacute;s de enfermar.</p>
+
+<p>Empec&eacute; por el testamento, que era largo y minucioso. Despu&eacute;s de las
+mandas piadosas y ben&eacute;ficas, que eran muchas, entre ellas una muy
+importante relativa a la escuela municipal, hac&iacute;a muy buenos legados a
+sus sirvientes, en particular a Facia, a la cual dejaba en propiedad,
+am&eacute;n de su correspondiente legado en dinero, la caser&iacute;a, con tierras y
+ganados, en que hab&iacute;a vivido reci&eacute;n casada con el brib&oacute;n que la enga&ntilde;&oacute;;
+perdonaba todas las deudas a sus convecinos de Tablanca, y las rentas
+del a&ntilde;o en que falleciera a los llevadores de sus haciendas, caba&ntilde;as y
+reba&ntilde;os. Dejaba a mi hermana una finca de dos que pose&iacute;a en la provincia
+de Le&oacute;n; y del remanente de su caudal, despu&eacute;s de hechas &eacute;stas y otras
+menos importantes deducciones, me nombraba a m&iacute; heredero, por ser el
+&uacute;nico var&oacute;n de la l&iacute;nea directa de los Ruiz de Bejos.</p>
+
+<p>Puestas las cosas aqu&iacute;, y sin gran sorpresa m&iacute;a despu&eacute;s de lo tratado
+por la tarde mano a mano con el testador, entr&eacute; en muy vivos deseos de
+conocer el valor aproximado del caudal hereditario. Al fin y al cabo,
+&iexcl;qu&eacute; demonio!, era yo tambi&eacute;n de carne flaca como los dem&aacute;s hombres.
+Seg&uacute;n yo lo esperaba, por antecedentes que ten&iacute;a adquiridos de mi padre,
+todo el caudal de mi t&iacute;o, para un hombre de su modo de vivir, era muy
+considerable; pero para un Ruiz de Bejos de mis usos y costumbres, ya
+era cosa muy diferente: mejor dicho, aquel caudal, disfrutado en
+Tablanca como le disfrutaba mi t&iacute;o, era una verdadera riqueza; viviendo
+como yo viv&iacute;a en Madrid, sin ser manirroto ni mucho menos, me le hubiera
+comido en pocos a&ntilde;os. As&iacute; y todo (&iquest;a qu&eacute; negar lo que no desagrada
+porque es inherente a la humana contextura?), me sent&iacute; muy satisfecho
+con la herencia, la cual llegar&iacute;a a hacerme el primer hacendado de
+Tablanca. &iquest;A qui&eacute;n le desagrada ser el primero en cualquier parte del
+mundo habitado y habitable, por oscura y m&iacute;nima que ella sea? Valga por
+compensaci&oacute;n de esta flaqueza, la mortificaci&oacute;n que sent&iacute;a con los
+temores de que no fuera tan desinteresada como yo cre&iacute;a la gratitud
+cari&ntilde;osa con que respond&iacute;a mi coraz&oacute;n a las larguezas y distinciones de
+mi t&iacute;o.</p>
+
+<p>Su memoria, redactada con el espont&aacute;neo y agradable desali&ntilde;o que le era
+propio, se reduc&iacute;a a exponerme, a grandes rasgos, el armaz&oacute;n de su obra
+ben&eacute;fica, llamada por &eacute;l &laquo;su deber&raquo;; los frutos principales de ella; lo
+que le costaba aproximadamente cada a&ntilde;o en dinero, porque en paciencia,
+no ten&iacute;a calo ni medida, y una relaci&oacute;n de las familias de Tablanca m&aacute;s
+merecedoras, por sus especiales condiciones y virtudes, del amparo y la
+estimaci&oacute;n de &laquo;la casona&raquo;. Todo aquello me lo declaraba para mi gobierno
+solamente. El &uacute;nico encargo que me hac&iacute;a, y muy encarecido, era el de
+procurar que no se desmembrara durante mi vida el patrimonio de los Ruiz
+de Bejos que pasaba a mis manos &iacute;ntegro y tal como &eacute;l le hab&iacute;a recibido
+de las de su padre y &eacute;ste de las del suyo, ni al heredarme mis hijos, si
+llegaba a tenerlos; y si no, que pasara a los de mi hermana con igual
+recomendaci&oacute;n para los mismos fines, siempre que fueran compatibles con
+las leyes. Por de pronto y para &laquo;lo de puertas adentro&raquo; que me dejara
+guiar por las indicaciones del p&aacute;rroco don Sabas Pe&ntilde;a; y si no viv&iacute;a
+&eacute;ste ya, de la persona que me buscar&iacute;a por su mandato. &Eacute;l no pod&iacute;a
+explicarse con mayor claridad all&iacute;, porque los papeles son cosas
+livianas que se lleva el aire f&aacute;cilmente, &laquo;y vaya usted a saber en qu&eacute;
+manos van a dar a lo mejor&raquo;. Despu&eacute;s me nombraba las personas encargadas
+de administrarle las fincas &laquo;que radicaban&raquo; fuera del valle y de la
+provincia, y conclu&iacute;a advirti&eacute;ndome que, como ya se declaraba en el
+testamento, a la hora en que escrib&iacute;a aquellos renglones no deb&iacute;a nada a
+nadie, como no fuera su alma a Dios, en cuya misericordia confiaba y a
+quien ped&iacute;a que hiciera el milagro de que yo sintiera alguna vez el
+deseo de dejar los huesos en el campo santo de Tablanca, despu&eacute;s de
+haber vivido muchos a&ntilde;os en la casona de los Ruiz de Bejos.</p>
+
+<p>Como los dem&aacute;s papeles, aunque relacionados con el caudal de mi t&iacute;o, no
+me ofrec&iacute;an gran inter&eacute;s, renunci&eacute; a su detenida lectura por entonces, y
+consagr&eacute; el tiempo que ten&iacute;a bien de sobra a espaciar la imaginaci&oacute;n, a
+ojos cerrados, por el campo variad&iacute;simo de los sucesos de aquel d&iacute;a. As&iacute;
+me cogi&oacute; el sue&ntilde;o muy cerca del amanecer. Cuando despert&eacute;, entraba la
+luz en mi gabinete por el cuarter&oacute;n que siempre dejaba entreabierto en
+la puerta de la solana. Me pareci&oacute; que la luz era m&aacute;s alegre que la que
+me hab&iacute;a saludado en id&eacute;nticos casos durante la &uacute;ltima quincena, o que
+estar&iacute;a el sol ya muy arriba, lo cual no ser&iacute;a extra&ntilde;o por lo tarde que
+me hab&iacute;a dormido por la noche. Mir&eacute; el rel&oacute; que ten&iacute;a a la cabecera de
+la cama, y vi que eran poco m&aacute;s de las ocho. A pesar de la falta que me
+hac&iacute;a dormir un buen rato m&aacute;s, levant&eacute;me y abr&iacute; todo el cuarter&oacute;n. El
+poco cielo que ve&iacute;a desde all&iacute;, estaba raso y azul como un pa&ntilde;o de seda,
+y el sol ba&ntilde;aba ya todos los picachos del Oeste. Reluc&iacute;an las pe&ntilde;as y
+los troncos y los bardales y los suelos por todas partes, eso s&iacute;, y se
+sent&iacute;a un fr&iacute;o h&uacute;medo y pegajoso que llegaba hasta los huesos; pero
+estaba risue&ntilde;a y en calma la Naturaleza, y esto levantaba mucho los
+&aacute;nimos.</p>
+
+<p>Pensando m&aacute;s que en estas cosas en mi t&iacute;o, a quien anhelaba saludar como
+todos los d&iacute;as al levantarme (especialmente desde que andaba tan
+alica&iacute;do, y me hab&iacute;a recomendado mucho el m&eacute;dico la mayor vigilancia
+sobre &eacute;l), y barajando con este sentimiento los recuerdos que se iban
+despertando en mi memoria, despach&eacute; en el aire mis operaciones de
+tocador.</p>
+
+<p>&laquo;Y vamos a ver&mdash;dec&iacute;ame a mi propio en cuanto me hall&eacute; dispuesto a salir
+del cuarto&mdash;, &iquest;qu&eacute; cara pongo a mi t&iacute;o despu&eacute;s de lo que ha pasado esta
+noche? &iquest;En qu&eacute; temple de &aacute;nimo, en qu&eacute; estilo he de expresarle &laquo;lo que
+procede&raquo;? Y &iquest;cu&aacute;l es &laquo;lo que procede&raquo;? Porque &eacute;l debe dar por hecho que
+a estas horas estoy enterado de todo; y en casos tales, un grado menos
+de lo justo en la expresi&oacute;n de lo que se siente, desnaturaliza la
+seriedad de un papel y hasta pone en rid&iacute;culo al actor&raquo;.</p>
+
+<p>Afortunadamente se anticip&oacute; &eacute;l mismo a sacarme del atolladero. Sin
+responder a la salutaci&oacute;n que le hice en la cocina, adonde hab&iacute;a ido el
+infeliz desde la cama, me dijo, porque est&aacute;bamos solos en aquel momento:</p>
+
+<p>&mdash;Como ya habr&aacute;s le&iacute;do los papeles que te entregu&eacute; ayer tarde, por lo
+menos el principal de todos, quiero, y as&iacute; te lo mando, que no me hables
+una palabra ahora ni despu&eacute;s ni nunca, de esos particulares ni de ning&uacute;n
+otro que sea pariente de ellos. Hazte la cuenta de que no ha pasado nada
+entre nosotros de dos semanas ac&aacute;, y atente a ello si deseas darme
+gusto. &iquest;Entend&iacute;stelo? Pues en la creencia de que s&iacute;, te digo ahora,
+respondiendo a tu pregunta de antes, que he pasado una noche de las
+buenas, &iexcl;de las buenas, trastajo! He dormido m&aacute;s de cuatro horas, y no
+he tosido veinte veces.</p>
+
+<p>Por este camino tan c&oacute;modo sal&iacute; del compromiso que tanto me apuraba, y
+bien sabe Dios cu&aacute;nto me alegr&eacute; de ello. &iexcl;Sobre que las resoluciones de
+mi t&iacute;o hab&iacute;an de ser irrevocables!... Pero &iexcl;qu&eacute; malo estaba el pobre, no
+obstante la extraordinaria mejor&iacute;a de su esp&iacute;ritu! &iexcl;C&oacute;mo se iban
+conociendo de d&iacute;a en d&iacute;a, en su cuerpo aniquilado, las zarpadas de la
+muerte!</p>
+
+<p>Hacia las once de la ma&ntilde;ana aparecieron en la casona don Pedro Nolasco y
+toda su familia, es decir, su hija y su nieta, y fueron recibidos en mi
+habitaci&oacute;n, donde tambi&eacute;n hab&iacute;a brasero y nos hall&aacute;bamos mi t&iacute;o y yo con
+Neluco que hab&iacute;a ido a hacerle su visita diaria. Lita llevaba la cabeza
+envuelta en una esponjada toquilla de color azul celeste, que realzaba
+la frescura de su linda cara sonrosadita por la crudeza del aire
+serrano, y todo el cuerpo gentil arrebujado en un chal de lana gris, de
+mucho abrigo. Seg&uacute;n entraba y hablaba en su estilo regocijado y
+pintoresco, iba destoc&aacute;ndose la cabeza y desenvolviendo el airoso cuerpo
+con sus &aacute;giles manos medio cubiertas por mitones rojos de estambre.
+Mir&aacute;ndola a ella y mirando al sol que inundaba el valle, tras unos d&iacute;as
+tan negros y tan tempestuosos como los reci&eacute;n pasados, yo no s&eacute; por qu&eacute;
+llegu&eacute; a ver en la nieta de don Pedro Nolasco, algo as&iacute; como la paloma
+que volv&iacute;a al arca anunciando que hab&iacute;a cesado ya la ira de Dios y que
+toda la Naturaleza surg&iacute;a de los abismos de tinieblas purificada de las
+culpas e iniquidades de los hombres. Don Pedro Nolasco hac&iacute;a temblar las
+paredes con el estruendo de sus ponderaciones de lo recio y de lo crudo
+del temporal. No recordaba otro como &eacute;l de muchos a&ntilde;os atr&aacute;s. Hab&iacute;a
+estado como sin sangre en aquellos d&iacute;as, y no hubo durante ellos lumbre
+que alcanzara a meterle en calor. Y bien se conoc&iacute;an, sin que &eacute;l los
+ponderara, los chamuscones que se hab&iacute;a dado, porque apestaba desde
+lejos a humo de cocina, y ten&iacute;a la piel como los chorizos curados y
+hasta con holl&iacute;n. Mari Pepa no ve&iacute;a motivos para tantas ponderaciones:
+aquel temporal hab&iacute;a sido como otros muchos que hab&iacute;an pasado y que
+pasar&iacute;an. Lo &uacute;nico de &eacute;l que la mortific&oacute; verdaderamente, fue el
+privarla, y privar a todos los de su casa, de ir a hacer un rato de
+compa&ntilde;&iacute;a a don Celso y ver c&oacute;mo andaba de salud. Y a eso iban entonces,
+aprovechando el primer sol que se ve&iacute;a despu&eacute;s de una quincena de
+aguaceros y &laquo;celleriscas&raquo;, y sobre todo ello se habl&oacute; mucho en muy poco
+tiempo, quit&aacute;ndose unos a otros la palabra, mientras Lita, corriendo su
+silla hacia la m&iacute;a que estaba alejada del brasero, me contaba, casi al
+o&iacute;do, lo alarmados que estuvieron todos en su casa con las noticias que
+Neluco les iba dando de mi t&iacute;o, al pasar por all&iacute; de vuelta de sus
+visitas, y el trabajo que le hab&iacute;a costado a ella disimular la pena que
+acababa de sentir al encararse de pronto con don Celso. &iexcl;Qu&eacute; &laquo;mortal&oacute;n&raquo;
+le ve&iacute;a, Virgen y Madre de Dios! Y tras esto, me acos&oacute; a preguntas: si
+com&iacute;a, si descansaba, si conoc&iacute;a su estado, si me daba mucho que hacer,
+si pod&iacute;an ellos hacer algo en alivio nuestro; porque ya se sab&iacute;a que
+casa sin mujeres, andaba como Dios quer&iacute;a en los apuros graves. Buena
+era Facia, buena era Tona; pero... al cabo, al cabo. Vaya, que no era lo
+mismo. Su madre era una gran enfermera, y ella ten&iacute;a buena voluntad; y
+cuando llegara el caso, si desgraciadamente llegaba, que no anduvi&eacute;ramos
+con miramientos que no pegaban bien entre vecinos amigos y hasta
+parientes.</p>
+
+<p>Como a lo m&aacute;s de esto tuve que responder, y la conversaci&oacute;n continuaba
+enred&aacute;ndose en el otro grupo con la inagotable verbosidad de Mari Pepa,
+y hasta se march&oacute; Neluco de la visita, porque ten&iacute;a que hacer otras dos
+antes de comer, y, sobre todo, porque estaba yo muy a gusto al lado de
+aquella criatura tan atractiva, lo tratado entre los dos se fue
+enredando tambi&eacute;n poco a poco, hasta extraviarse al fin por derroteros
+que ninguna comunicaci&oacute;n directa ten&iacute;a ya con el punto de partida.</p>
+
+<p>Todas las mujeres que yo llevaba tratadas en el mundo, con m&aacute;s o menos
+intimidad, como formadas en un mismo plantel y educadas con unos mismos
+fines, salvas muy importantes diferencias pl&aacute;sticas, de esas que tocan
+m&aacute;s al cuerpo que al esp&iacute;ritu del observador, me hab&iacute;an dado en
+definitiva una suma de semejanzas morales que lleg&oacute; a parecerse a la
+monoton&iacute;a, seg&uacute;n mi manera particular de ver esas cosas; y de aqu&iacute;, es
+decir, de esa condici&oacute;n m&iacute;a, de la desgracia o de la fortuna de no haber
+sido formada mi naturaleza del mismo barro que la de otros hombres
+llamados &laquo;impresionables&raquo; la falta de verdadera curiosidad y, por
+consiguiente, de hondo inter&eacute;s hacia aquellas mujeres, a pesar de haber
+vivido con ellas en continuo trato. Pero el caso de Lita &iexcl;era tan
+diferente de los otros casos! Por de pronto, yo encontraba a su lado una
+complacencia, una delectaci&oacute;n muy extra&ntilde;a y enteramente nueva para m&iacute;.
+Buscando una comparaci&oacute;n para este sentimiento, ven&iacute;anseme a las mientes
+ejemplos muy raros: verbigracia, los lienzos reci&eacute;n lavados y secos, el
+heno de las praderas con su fragancia &laquo;a salud y el agua de las fuentes
+r&uacute;sticas con su pureza transparente. Aspirando la una, pod&iacute;an pasarse
+&laquo;las horas muertas&raquo; contando las pedrezuelas relucientes del fondo de la
+otra. &iexcl;Placer bien primitivo y candoroso ciertamente! Pero era un
+placer, al cabo, para quien no hab&iacute;a hallado otro equivalente entre los
+refinados artificios del mundo; y por eso sin duda, le daba ya tan alto
+precio en aquellas brav&iacute;as soledades.</p>
+
+<p>Ello fue que la tentaci&oacute;n de contar las pedrezuelas de la fuente me
+entr&oacute; aquel d&iacute;a con doblada fuerza que en otras ocasiones, y que no
+pudiendo resistirla, me lanc&eacute; a la empresa, tomando por pretexto el
+temporal pasado, nuestras forzadas encerronas por su culpa, y los que
+nos esperaban a las puertas del lugar. Porque yo me preguntaba, viendo,
+admirado, aquella criatura de tan equilibrado organismo: pero, se&ntilde;or,
+&iquest;de qu&eacute; se alimentan esta alma tan regocijada y satisfecha, y esa
+cabecita luminosa que irradia los pensamientos sin el estorbo de una
+sola nube, en el mismo campo en que yo, hombre atiborrado de lecturas y
+de recuerdos, no hallo con qu&eacute; levantar un poco el esp&iacute;ritu en cuanto se
+nubla la luz del sol? &iquest;Qu&eacute; cantidad de ideas puede haber en ese cerebro,
+de qu&eacute; calidad ser&aacute;n y c&oacute;mo las ha adquirido? No llegaba yo con mis
+preocupaciones de hombre mundano hasta el extremo de creer que no
+pudiera llevarse con resignaci&oacute;n la vida desconociendo totalmente la
+magia del gran escenario de mis preferencias, porque ten&iacute;a en contra de
+este absurdo el ejemplo de Mari Pepa y el de su amiga de Robac&iacute;o, que
+eran el colmo de la felicidad dentro de ese mismo desconocimiento
+absoluto, sin contar las rudas y sedentarias labradoras que no sab&iacute;an lo
+que era una pesadumbre. Pero Lita era mucho m&aacute;s que esto, y mucho m&aacute;s
+que su madre y que la hermana de Neluco, con no haber visto mayor
+cantidad del mundo, ni bebido las ideas en mejores fuentes que ellas.
+Ten&iacute;a unas afinaciones, unas delicadezas de sentido y un alcance de
+vista en las honduras de las cosas, aunque tratadas medio en chanza y a
+la ligera, que solamente las conceb&iacute;a yo en las inteligencias muy
+cultivadas.</p>
+
+<p>El caso fue, repito, que di principio a la investigaci&oacute;n, movido de una
+curiosidad muy grande; pero teniendo buen cuidado por acomodarme en lo
+posible a las naturales condiciones del terreno, de allanarme yo mismo
+al nivel de lo m&aacute;s sencillo y rudimentario: casi, casi, me introduje en
+su conciencia por las puertas aprendidas en la infancia en el catecismo
+del Padre Astete. &laquo;Sitios por donde hab&iacute;a andado, ocupaciones que hab&iacute;a
+tenido&raquo;. En sustancia, de eso vinimos a tratar en los comienzos de mi
+labor. De lo primero no supe m&aacute;s que lo que ya sab&iacute;a por Neluco Celis:
+un mundo de cuatro leguas, escasas, a la redonda de Tablanca; dos o tres
+familias del pelaje de la suya, esparcidas por &eacute;l; dos ferias cada
+primavera, si el invierno no hab&iacute;a sido muy largo, y tres o cuatro
+romer&iacute;as en el transcurso de cada verano. &iquest;Deseaba ver algo m&aacute;s que eso?
+&iexcl;Psh!... por desear propiamente, no. Ahora, alegrarse de tener ocasi&oacute;n
+de conocerlo un poco, puede que s&iacute;, porque a nadie le amarga un dulce;
+pero de todas suertes, a ella se le figuraba que no hab&iacute;a de encontrarse
+a gusto entre tanto y &laquo;tan pomposo&raquo; revoltijo. Una amiga suya, de m&aacute;s
+all&aacute; del Puerto, la mandaba algunas veces un peri&oacute;dico de modas que ella
+recib&iacute;a cada semana: por los dibujos y las explicaciones de ese papel,
+estaba al tanto de c&oacute;mo se vest&iacute;an las se&ntilde;oras para ir a las grandes
+fiestas y al paseo. &laquo;&iexcl;Virgen la mi madre&raquo;, cu&aacute;nto dinero deb&iacute;an de
+gastar en esas galas y diversiones, y qu&eacute; mal la sentar&iacute;an a ella tantos
+lujos, avezada a las pobrezas de una alde&uacute;ca mont&eacute;s y qu&eacute; avergonzada se
+ver&iacute;a en aquellos festivales tan resplandecientes, debajo de unos
+perifollos que no sabr&iacute;a manejar!... &iexcl;Quita, quita! Bien se est&aacute; San
+Pedro en Roma. Algo m&aacute;s que las estampas de aquellas se&ntilde;oras, la
+entreten&iacute;an en el papel unos dibujos de labores que se hac&iacute;an f&aacute;cilmente
+y sin costar mucho dinero. De &eacute;sas hab&iacute;a ido llenando la casa. Tambi&eacute;n
+hab&iacute;a aprendido en el mismo papel a cortarse los vestidos y chaquetas.
+&iquest;Qu&eacute; mejores entretenimientos para pasar horas sobrantes? Porque cuando
+no ten&iacute;a labor para s&iacute; propia o para los de su casa, se la daban bien
+abundante la mitad de las mozas de Tablanca. &iexcl;Como ella no sab&iacute;a
+negarse, y las otras pobres no conoc&iacute;an otro refugio cuando se trataba
+de las galas domingueras!... &laquo;&iexcl;Pero qu&eacute; curios&oacute;n era yo, Virgen de las
+Nieves! &iquest;Si querr&iacute;a burlarme de ella?&raquo; &iquest;Por qu&eacute; la preguntaba esas
+cosas, ni qu&eacute; pod&iacute;an importarme a m&iacute;, que tanto hab&iacute;a visto por el mundo
+y conocer&iacute;a a tantas damas de las lujosas del papel? Ya contaba yo con
+esta salida de los carriles del asunto, lugar com&uacute;n de toda clase de
+interlocutoras en di&aacute;logos por el estilo: pura modestia. &iquest;C&oacute;mo no hab&iacute;a
+de interesarme a m&iacute;, m&aacute;s que todo lo que llevaba visto de lo que hay y
+se ve en todas partes, aquel hallazgo tan lindo y tan nuevo, donde menos
+se pod&iacute;a esperar? No eran adulaciones ni &laquo;cortesan&iacute;as de madrile&ntilde;o&raquo;
+estas palabras: pod&iacute;a jur&aacute;rselo, y esperaba ser cre&iacute;do sin que ella me
+pusiera en un extremo tan desfavorable para mi formalidad. En esa
+confianza, lejos de enmendarme, reincid&iacute;a en el supuesto pecado, y a la
+prueba si no. Lecturas. &iquest;Cu&aacute;les eran las que m&aacute;s la gustaban? &iquest;Qu&eacute;
+libros hab&iacute;a le&iacute;do?... &iexcl;Libros ella!... Si yo me refer&iacute;a a los que se
+usaban ahora. No pasaban de tres: dos que le hab&iacute;a prestado la amiga del
+papel de modas, y otro que hab&iacute;a tra&iacute;do su padre de Andaluc&iacute;a. Los de la
+amiga trataban de amor&iacute;os muy tiernos que la pusieron algo triste,
+porque le daba l&aacute;stima de los pobres enamorados: en los dos libros se
+ve&iacute;an y se deseaban las parejas de novios para salirse con la suya. El
+libro de su padre ten&iacute;a estampas, y era una historia de bandoleros que
+robaban y mataban y eran al mismo tiempo muy blandos y muy nobles de
+coraz&oacute;n. Eso no lo pod&iacute;a entender ella bien... Pues estos libros y &laquo;los
+de casa&raquo; eran los &uacute;nicos que hab&iacute;a le&iacute;do en toda su vida. Y &iquest;cu&aacute;les eran
+&laquo;los de casa&raquo;? Pues uno muy grande y muy antiguo de <i>Cartas</i> de Santa
+Teresa, que ya se le sab&iacute;a de memoria; el <i>A&ntilde;o Cristiano</i>, que le&iacute;a en
+alta voz su madre todas las noches por el cap&iacute;tulo del santo
+correspondiente al d&iacute;a; la <i>Gu&iacute;a de pecadores</i>, que su abuelo le&iacute;a del
+mismo modo de vez en cuando, y de tal arte, que la llenaba de espanto y
+no la dejaba dormir con sosiego despu&eacute;s, en media semana; y, por &uacute;ltimo,
+<i>Don Quijote de la Mancha</i>. &Eacute;ste le le&iacute;a ella sola para s&iacute;, aunque
+salteando algo la lectura, porque muchas cosas que hab&iacute;a all&iacute; no eran
+para gustadas de pronto por una mujer tan ruda como ella. Sobre la
+calidad de las personas de su trato, ya me hab&iacute;a dicho lo principal; el
+resto, &laquo;a la vista lo ten&iacute;a...&raquo;. &laquo;Pero, Se&ntilde;or de los cielos&mdash;volv&iacute;a a
+decirme&mdash;, &iexcl;ni aunque estuviera obligada a confesarme con ust&eacute;!&raquo;</p>
+
+<p>Y de este g&eacute;nero eran todas las pedrezuelas que fui contando y
+estudiando en el fondo de aquella fuente cristalina y tentadora. Yo
+comprend&iacute;a que con ello solo pudiera Lita conformarse y vivir alegre sin
+desear otra cosa mejor (&laquo;mejor&raquo; seg&uacute;n mi criterio), y que con una
+travesura natural y una inteligencia tan clara como las suyas, se
+pudiera llegar hasta el disimulo de muy apremiantes deseos; pero aquel
+arte delicado con que manejaba la escasez de sus recursos &laquo;exteriores&raquo;,
+&iquest;d&oacute;nde le hab&iacute;a aprendido? &iquest;C&oacute;mo pod&iacute;an concebirse tantos y tan variados
+registros en una m&aacute;quina tan simple? Este era el caso extra&ntilde;o para m&iacute;.</p>
+
+<p>&laquo;&iexcl;Pero qu&eacute; majadero soy!&mdash;me dije de pronto, al sentir el paso de un
+recuerdo por mi memoria&mdash;, &iquest;qu&eacute; m&aacute;s escuela ni qu&eacute; m&aacute;s libros necesita
+que Neluco?&raquo;</p>
+
+<p>Sent&iacute; tambi&eacute;n remordimientos de conciencia, como si estuviera poniendo
+mis manos en el tesoro de un amigo, y me apresur&eacute; a dar un tajo a la
+conversaci&oacute;n, llevando enseguida los restos de ella hacia la otra que ya
+estaba en la agon&iacute;a por falta de materia o por sobra de cansancio entre
+los interlocutores.</p>
+
+<p>March&aacute;ronse poco despu&eacute;s los visitantes, dejando a mi t&iacute;o muy fatigado
+con la conversaci&oacute;n en que hab&iacute;a tomado, por rebeld&iacute;as de su
+temperamento, m&aacute;s parte de la que debiera, y yo llev&eacute; mi cortes&iacute;a en
+aquella ocasi&oacute;n al extremo de acompa&ntilde;ar a la familia de don Pedro
+Nolasco hasta el pedregal en que empieza a descender la cambera hacia el
+pueblo. &iexcl;Qu&eacute; graciosamente pisaba Lita con sus primorosas almadre&ntilde;as, y
+con qu&eacute; donaire se recog&iacute;a los pliegues airosos de su vestido, que
+apenas dejaban ver dos dedos de media blanca sobre el ancho y peludo
+ribete de las zapatillas!</p>
+
+<p>Por la noche me dijo Chisco asalt&aacute;ndome en el pasadizo que segu&iacute;a yo
+para ir a la cocina, de la cual sal&iacute;a &eacute;l:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;No ten&iacute;a ust&eacute; ganas de probarse un pocu en algu de caza mayor?</p>
+
+<p>Respond&iacute;le que s&iacute;, temblando sin saber por qu&eacute;, y a&ntilde;adi&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;Pos a la manu tien la proporci&oacute;n de eyu.</p>
+
+<p>&mdash;Expl&iacute;cate&mdash;le dije algo nervioso, sin duda por el exceso de mi
+curiosidad.</p>
+
+<p>&mdash;Se ha vistu el osu.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;En d&oacute;nde?</p>
+
+<p>&mdash;Encima del mesmu rejoy&oacute;n del Salgueru: a hora y media de aqu&iacute;.</p>
+
+<p>&mdash;Bien; pero... de paso.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Qui&aacute;! no, se&ntilde;or: encuev&aacute;ndose.</p>
+
+<p>&mdash;Conque... encuev&aacute;ndose... Y &iquest;qui&eacute;n le ha visto?</p>
+
+<p>&mdash;Chorcus, esta ma&ntilde;ana, viniendo del invernal de Picachus.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Est&aacute; bien seguro de haberle visto?</p>
+
+<p>&mdash;Como yo de que estoy vi&eacute;ndole a ust&eacute; ahora mesmu; y el oju suyu no
+falla pa esas visualis, ni el golfatu tampoco, porque lu tien de sag&uuml;esu
+finu.</p>
+
+<p>&mdash;Corriente... y &iquest;qu&eacute; pens&aacute;is hacer?</p>
+
+<p>&mdash;Pos salir los dos de madrug&aacute; a dale los g&uuml;enos d&iacute;as.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Solos?</p>
+
+<p>&mdash;Y &iquest;pa qu&eacute; m&aacute;s? No ser&aacute; la primer vez... Pero como ust&eacute; me ten&iacute;a
+alvertiu de tiempus atr&aacute;s que si se presentara una proporci&oacute;n de esas,
+la aprovechar&iacute;a con gustu...</p>
+
+<p>&mdash;Tienes raz&oacute;n, y has hecho muy bien en avisarme... &iexcl;Vaya si te lo
+agradezco!... hasta por la reserva con que lo haces, sin duda para que
+no se entere mi t&iacute;o. &iquest;No es verdad?</p>
+
+<p>&mdash;Muchu que lo es... &iexcl;como que por eso iba a buscali a ust&eacute; a su mesma
+sala, cuando le he alcontrau en el caminu... pa que no se enteri el amu
+que est&aacute; en la cocina!... Porque el recau no me lo dio Pitu hasta jaz un
+cuartu de hora.</p>
+
+<p>&mdash;Perfectamente... Pues la palabra es palabra; y si la salud de mi t&iacute;o
+lo permite, ir&eacute; con vosotros con much&iacute;simo gusto, &iexcl;ya lo creo! Pero
+entend&aacute;monos: &iquest;cu&aacute;nto durar&aacute; esa expedici&oacute;n?... porque yo no puedo
+dejarle mucho tiempo solo.</p>
+
+<p>&mdash;Ni yo tampoco faltar de casa m&aacute;s de lo regular. Aunque pa la ama&ntilde;anza
+del ganau, ya deju quien jaga mis vecis... Ust&eacute; cuenti por seguru que,
+enterus o en peazus, estamus de g&uuml;elta pa la hora de comer.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Qu&eacute; cosas tienes, hombre!... Conque enteros o en pedazos, &iexcl;como si
+fuera tan arriesgado el lance!</p>
+
+<p>&mdash;No es de bodas propiamenti; pero claru est&aacute; que el dichu fue s&oacute;lu por
+decir. Tocanti a lo dem&aacute;s, si tien ust&eacute; el menor... vamus... el menor
+recelu por la bestia, que no deja de imponer un pocu la primera vez... y
+tami&eacute;n las siguientis, no venga, que compromisu de eyu no hay firmau.</p>
+
+<p>Me toc&oacute; en lo vivo la salvedad del moz&oacute;n, que no estaba fuera de lo
+prudente ni dejaba de venir al caso, y me la ech&eacute; de terne,
+pregunt&aacute;ndole con br&iacute;o bastante forzado:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Qu&eacute; armas hay que llevar?</p>
+
+<p>&mdash;Pos la escopeta con cartuchu de bala, y g&uuml;en acopiu de eyus; el
+cochill&oacute;n de monti por si es casu...</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Crees que podr&aacute; hacer falta, eh?</p>
+
+<p>&mdash;A m&iacute; me ha prestau g&uuml;en serviciu m&aacute;s de una vez... y ll&eacute;visi tami&eacute;n
+esi cachorriyu de muchus tirus, que no s&eacute; c&oacute;mo le yaman ust&eacute;is.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;El rev&oacute;lver?</p>
+
+<p>&mdash;Esi mesmu.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y nada m&aacute;s?</p>
+
+<p>&mdash;Y g&uuml;en oju y mejor pulsu.</p>
+
+<p>&mdash;Pero, hombre... me parece a m&iacute; que para una bestia sola, siendo tres
+los cazadores, no se necesita tanto arsenal...</p>
+
+<p>&mdash;Si estuviera sola propiamenti, con el primer tiru le bastaba, si era
+m&iacute;u; pero como est&aacute; encuev&aacute;, &iexcl;vaya ust&eacute; a saber!... Hay que mirar las
+cosas.</p>
+
+<p>&mdash;En resumen, &iexcl;canario! &iquest;vosotros vais con alguna confianza?</p>
+
+<p>&mdash;Y si no la yev&aacute;ramus, no ju&eacute;ramus.</p>
+
+<p>&mdash;Pues ma&ntilde;ana, cuando sea hora de emprender la marcha, entras en mi
+cuarto; y si estoy dormido, me despiertas. Te prometo que si no tiene
+novedad mi t&iacute;o, ir&eacute; con vosotros; pero si desgraciadamente la tuviera...
+ya ves t&uacute;... Conque hasta ma&ntilde;ana.</p>
+
+<p>Yo no s&eacute; qu&eacute; cara pondr&iacute;a Chisco oy&eacute;ndome hablar as&iacute;, porque en el
+pasadizo donde est&aacute;bamos conversando a media voz, no se ve&iacute;a la mano
+delante. No s&eacute; m&aacute;s, sino que carraspe&oacute; un poquito y que, sin a&ntilde;adir una
+sola palabra a las m&iacute;as, ech&oacute; a andar hacia la escalera, mientras yo me
+dirig&iacute;a a la cocina donde se o&iacute;an ya los parleteos de los primeros
+tertulianos.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XX" id="XX"></a>XX</h2>
+
+
+<p>&iexcl;Virgen santa, qu&eacute; noche pas&eacute;! Antes de acostarme le hab&iacute;a dicho a mi
+t&iacute;o que si &eacute;l se encontraba bien y no me necesitaba para alguna cosa,
+pensaba madrugar y subir a la monta&ntilde;a con Chisco para estirar un poco
+las piernas y quemar algunos cartuchos, si hab&iacute;a ocasi&oacute;n de ello.</p>
+
+<p>El pobre hombre, que se recreaba en hacerme agradable o, por lo menos,
+llevadera la carga de mi destierro, aplaudi&oacute; con toda su alma mi
+prop&oacute;sito, &iexcl;cu&aacute;ndo hubiera dado yo algo bueno porque me le quitara de la
+cabeza con un par de razones transmisibles &laquo;decentemente&raquo; a Chisco por
+m&iacute;! No lo pod&iacute;a remediar: el compromiso adquirido con &eacute;l para el d&iacute;a
+siguiente, me inquietaba mucho; y al verme solo en mi aposento despu&eacute;s
+de dejar en el suyo a mi t&iacute;o, cuya condescendencia a mis declarados
+prop&oacute;sitos me hab&iacute;a parecido algo como firma de juez al pie de una
+sentencia de muerte, me inquiet&oacute; mucho m&aacute;s; y cuando metido ya en la
+cama, despu&eacute;s de preparado el arsenal que me hab&iacute;a recomendado Chisco
+para la batalla, me qued&eacute; a oscuras, la inquietud anduvo rayando con la
+fiebre. Y yo creo que el caso no era para menos. D&iacute;gasele a un hombre de
+las ciudades, hecho a todas las molicies de una vida regalona: &laquo;vas a
+v&eacute;rtelas mano a mano con una bestia de las m&aacute;s feroces y temibles, en el
+fondo de una caverna del monte, expuesto a que la fiera no est&eacute; sola y
+necesites defenderte de otra o de otras del mismo linaje&raquo;; y a ver qu&eacute;
+carnes se le ponen a ese sujeto, por templado que sea. Cierto que Chisco
+y su camarada hab&iacute;an de llevar la mayor parte en el empe&ntilde;o brutal, y que
+ya no eran nuevos para ellos esos lances terribles; pero al cabo eran
+dos rudos monta&ntilde;eses con m&aacute;s coraz&oacute;n que entendimiento, sobre todo Pito
+Salces, que no ten&iacute;a sentido com&uacute;n; y vistas las cosas por este lado,
+hab&iacute;a mucho y muy grave que temer, racionalmente pensando.</p>
+
+<p>Pues en cuanto me qued&eacute; dormido, &iexcl;qu&eacute; sue&ntilde;os! Manadas de osos por todas
+partes, y osos de todos tama&ntilde;os y colores; y por remate de estas
+visiones, una caverna tremebunda llena de ellos: tres de los m&aacute;s lanudos
+y graves, sentados en una pe&ntilde;a del fondo; los dem&aacute;s, en apretada masa,
+ocupando todo el &aacute;mbito hasta la boca de entrada, menos un espacio muy
+reducido entre la primera fila de la masa y los tres animalotes de la
+pe&ntilde;a. En este espacio estaba yo, que era el reo en aquella especie de
+juicio oral, y a&uacute;n quedaba junto a la pe&ntilde;a y casi enfrente de m&iacute; el
+hueco suficiente para otro oso descomunal que se entreten&iacute;a en afilar
+las u&ntilde;as en un canto gordo del suelo, mientras se pasaba la lengua por
+los hocicos y me miraba con ojos sanguinolentos balanceando la cabeza.
+Aquel oso era el verdugo de all&iacute;, que esperaba a que los jueces dieran
+el berrido que me condenaba a muerte, para zamparse una buena raci&oacute;n de
+mis pedazos y arrojar los restantes a la muchedumbre que ya se hab&iacute;a
+comido a Chisco y a Pito Salces, con escopetas y todo. Bien empleado les
+estaba, por andarse en guapezas temerarias con aquellos animales que no
+se hab&iacute;an metido con nosotros.</p>
+
+<p>Intentando estaba el &uacute;ltimo esfuerzo sobrehumano para hacerme entender
+de aquel fiero tribunal, cuando me arrancaron de las garras del sue&ntilde;o
+unas cuantas sacudidas de Chisco que acababa de entrar en mi cuarto.
+Pues con verme as&iacute; libre de tan angustiosa pesadilla, a&uacute;n hall&eacute; cierta
+semejanza entre mi despertar y el del reo en capilla por la llegada del
+verdugo para vestirle la hopa.</p>
+
+<p>Amanec&iacute;a ya, y, por las trazas, un d&iacute;a de los m&aacute;s esplendorosos y
+templados que pod&iacute;an concebirse en aquella estaci&oacute;n y en aquel pueblo.
+Por esta puerta no hab&iacute;a escape, y me vest&iacute; con la resoluci&oacute;n de un
+h&eacute;roe; pero no me ech&eacute; encima el armamento sin saber antes c&oacute;mo hab&iacute;a
+pasado la noche mi t&iacute;o, que de seguro estaba ya despierto, si no
+levantado, seg&uacute;n su costumbre de madrugar tanto como el sol mientras le
+quedaran fuerzas bastantes para arrojar sus huesos de la cama. Me dirig&iacute;
+en el acto a su habitaci&oacute;n, por las rendijas de cuya puerta se ve&iacute;a luz.
+Llam&eacute;, y en seguida o&iacute; su voz que me mandaba entrar. &iexcl;Que Dios me
+perdone si en alg&uacute;n rinconcillo de los m&aacute;s obscuros y remotos de mi
+coraz&oacute;n, se ocultaba un germen siquiera de inconsciente deseo de hallar
+en la salud del pobre hombre alg&uacute;n ligero trastorno que justificara en
+m&iacute; una resoluci&oacute;n terminante de no salir de casa &laquo;por entonces&raquo;!</p>
+
+<p>Tan ricamente hab&iacute;a pasado la noche y tan animado le hall&eacute; acabando de
+rezar sus oraciones acostumbradas, que me cost&oacute; mucho trabajo reducirle
+a que no me acompa&ntilde;ara hasta el portal. En vista de ello, desped&iacute;me
+hasta el mediod&iacute;a, y me volv&iacute; a mi cuarto donde me aguardaba Chisco... y
+el caf&eacute; caliente, con tostadas, que por encargo del moz&oacute;n me hab&iacute;a
+preparado Tona... En fin, que media hora despu&eacute;s est&aacute;bamos Chisco y yo,
+armados hasta los dientes, en el portal, donde Pito Salces, con su
+espingarda al hombro y una perruca faldera al lado, entreten&iacute;a sus
+impaciencias oliscando a Tona en sus trajines de arriba.</p>
+
+<p>Solt&oacute; Chisco el <i>Canelo</i> que ya lat&iacute;a en su perrera, oli&eacute;ndose lo que se
+estaba fraguando entre nosotros, y me mostr&oacute; su regocijo, al verse
+libre, poni&eacute;ndome las manos sobre el pecho... y a riesgo de perder el
+equilibrio con la fuerza de sus cari&ntilde;osas demostraciones.</p>
+
+<p>Andando ya monte arriba, me declar&oacute; Chisco, en respuesta a una
+insinuaci&oacute;n m&iacute;a, que no hab&iacute;an querido, &eacute;l y Chorcos, enterar a nadie
+m&aacute;s que a m&iacute; del hallazgo del oso, porque tal como se presentaba el
+lance, era &laquo;cosa curriente&raquo; y a &laquo;ca&ntilde;&oacute;n posau...&raquo; y cuantos menos bultos,
+m&aacute;s claridad. No era yo de su parecer, y cre&iacute;a que, cuando menos, la
+compa&ntilde;&iacute;a, por ejemplo, de don Sabas, nos hubiera venido de perlas. Que
+no y que no, y que ellos sab&iacute;an muy bien lo que se pensaban. No dije una
+palabra m&aacute;s sobre el caso.</p>
+
+<p>Tampoco ten&iacute;a duda para mis acompa&ntilde;antes que el animalote aqu&eacute;l deb&iacute;a
+haberse dado, durante el temporal, la gran vida en su refugio, porque
+harto lo parlaban el esqueleto fresco y casi mondo de una yegua, visto
+por Pepazos en una &laquo;rejoy&aacute;&raquo; de las cercan&iacute;as de la cueva, y una
+becerruca extraviada de la caba&ntilde;a, al ir al abrevadero desde el invernal
+de Escajales, que no hab&iacute;a vuelto a aparecer. Era, por m&aacute;s se&ntilde;as, de
+Maquileros, un vecino del Tarumbo. De manera que se trataba de un oso
+cebado en carne fresca y a qu&eacute; quieres, boca. &iexcl;Excelente ocasi&oacute;n la de
+nuestra visita para afinar el apetito de su merced!</p>
+
+<p>Enlazado naturalmente con esta conversaci&oacute;n, vino el plan de ataque a la
+fiera en su misma guarida despu&eacute;s de cerciorados nosotros de que estaba
+en ella. La cosa no pod&iacute;a ser m&aacute;s f&aacute;cil, tal como la pon&iacute;an los dos
+cazadores que conoc&iacute;an a palmos la cueva y sus inmediaciones. Tambi&eacute;n se
+discurri&oacute; sobre la eventualidad de que su merced hubiera salido de paseo
+o en busca de provisiones al llegar nosotros a su casa, en la cual
+habr&iacute;a se&ntilde;ales infalibles de su modo de vivir y de la mayor o menor
+frecuencia con que la abandonaba. Pero si hab&iacute;a familia en el domicilio,
+como era tambi&eacute;n de creerse, ser&iacute;an muy contados los ratos que faltara
+de &eacute;l la madre... &laquo;u el padre&raquo;. De modo que resultaban posibles contra
+nosotros tres, en aquel desatinado empe&ntilde;o, dos osos, sin contar la
+prole, que pod&iacute;a ser abundante y talludita. Por supuesto que me guardaba
+muy bien de apuntar estas observaciones que se me iban ocurriendo a
+medida que hablaban los dos mozallones: ten&iacute;a empe&ntilde;ado mi amor propio en
+aquella empresa, y no quer&iacute;a que se interpretaran mis razones de sentido
+com&uacute;n, por se&ntilde;ales de encogimiento.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s vinieron los consejos y las instrucciones para m&iacute;, que jam&aacute;s me
+hab&iacute;a visto en otra. Me parec&iacute;an muy bien, s&oacute;lo que todos ellos se
+fundaban en una misma base: la serenidad y el buen pulso. &iexcl;Como si estas
+peque&ntilde;eces se llevaran, en lances tan peliagudos, en el morral de las
+provisiones o en el cinto de la cartuchera! Acord&aacute;bame yo entonces, de
+algo semejante que hab&iacute;a visto en una piececita francesa muy graciosa.
+Cierto mercader de pieles se presenta en una aldehuela del Pirineo con
+un buen acopio de ellas, adquirido en Argel: por esto, y por llevar los
+fardos y las maletas determinadas iniciales, y por algo que &eacute;l dice
+sobre el clima africano y las cacer&iacute;as en aquellas selvas, t&oacute;manle los
+sencillos aldeanos, que eran muy aficionados a la caza, por un famoso
+matador de leones. D&eacute;jase correr &eacute;l que lo ha notado, porque le tiene
+cuenta la equivocaci&oacute;n para sus fines mercantiles, y comienza el asedio
+de preguntas de aquellos admiradores entusiastas del per&iacute;nclito franc&eacute;s.
+&laquo;Pero, vamos a ver&mdash;llegan a preguntarle&mdash;, &iquest;c&oacute;mo puede un hombre
+ponerse cara a cara con un le&oacute;n y atreverse a soltarle un tiro?&raquo; A lo
+que responde muy sosegadamente el peletero: &laquo;De la manera m&aacute;s sencilla.
+&iquest;No se han visto ustedes alguna vez cara a cara con una liebre? Pues
+imag&iacute;nense, en cuanto est&eacute;n delante del le&oacute;n, que el le&oacute;n es una
+liebre... y no hay m&aacute;s.&raquo; &laquo;Efectivamente&mdash;replica el menos optimista de
+los preguntantes, rasc&aacute;ndose la cabeza&mdash;; s&oacute;lo que me parece un poco
+dif&iacute;cil hacer esas suposiciones delante del le&oacute;n.&raquo;</p>
+
+<p>La monta&ntilde;a, desde que yo no andaba por ella, hab&iacute;a cambiado mucho de
+aspecto: los robledales que dej&eacute; bastante bien vestidos todav&iacute;a, aunque
+con el ropaje mustio y amarillento, se hallaban completamente desnudos,
+y lo mismo les pasaba a las hayas y a los arbustos de &laquo;hoja mudable&raquo;. El
+suelo estaba &laquo;deslavado&raquo;; la yerba de las bra&ntilde;as, tendida y atusada como
+el pelo de una cabeza reci&eacute;n sacada del agua, y era cada hondonada un
+torrente. Seg&uacute;n &iacute;bamos ganando altura, encontr&aacute;bamos m&aacute;s a menudo
+grandes placas o &laquo;tresechones&raquo; de granizo congelado en las laderas
+sombr&iacute;as, y desde los picos de Europa hasta los de Sejos, todas las
+cumbres que se alcanzaban a ver estaban cubiertas de nieve, en la que
+centelleaba el sol al herirla de frente con sus rayos.</p>
+
+<p>As&iacute; era el aire ambiente, fr&iacute;o y cortante como una navaja de afeitar.
+Pues con todo ello y con lo penoso que era de andar el camino que
+llev&aacute;bamos, por lo resbaladizo del suelo y la multitud de obst&aacute;culos que
+nos opon&iacute;an los desbordados arroyos, no me iba pareciendo largo. Puede
+que consistiera esto en las pocas ganas que yo ten&iacute;a de llegar al fin de
+nuestro viaje; porque desde luego no consist&iacute;a en lo divertido de mi
+conversaci&oacute;n con los dos mozones ni en los extremos de regocijo a que se
+entregaba Chorcos a cada instante, como si fuera a sus propias bodas.
+Tal era su irracional inquietud, que andaba dos o tres veces el camino,
+igual que los perros que iban con nosotros. Intentando pararle los pies
+un poco, pero muy principalmente lanzar la conversaci&oacute;n a otro terreno
+m&aacute;s agradable, solt&eacute; entre ambos el tema de sus amor&iacute;os con las
+respectivas mozonas. Pito acudi&oacute; a mi llamada como un mast&iacute;n a la mano
+que le ofrece medio pernil. Chisco, que caminaba a mi lado sin perder el
+comp&aacute;s de sus aplomados movimientos, apenas dej&oacute; descubrir en una mirada
+sosona y descolorida, que se hab&iacute;a enterado de la alusi&oacute;n. Chorcos me
+declar&oacute; sin ambages que estaba &laquo;amerluza&oacute;n del too&raquo; por la criada de mi
+t&iacute;o; la ten&iacute;a en las &laquo;telucas de los ojos&raquo; y &laquo;met&iacute;a de patas en el
+coraz&oacute;n. Vamos, &iexcl;puches!, que si no se sal&iacute;a con la suya, no sab&iacute;a lo
+que ser&iacute;a de &eacute;l&raquo;. Ella, hasta la presente, no le hab&iacute;a dicho que no...
+ni tampoco que s&iacute;; verdad que &eacute;l, por su parte, no hab&iacute;a sido todo lo
+claro que deb&iacute;a de ser... &laquo;&iexcl;Puches, lo que le encog&iacute;a el respeto en
+cuanto se ve&iacute;a a la vera de ella! Pero la madre... y don Celso... y la
+cara que la mesma Tona le pon&iacute;a a lo mejor... &iexcl;y pu&eacute; que por verle tan
+acobardao!... De toas suertes, &iexcl;puches!, Tona era Tona, y &eacute;l acabar&iacute;a
+por salirse con la suya, o por ajuegarse de hipu amorosu, pero no con el
+&ntilde;udo del pasap&aacute;n...&raquo;</p>
+
+<p>Era lo mismo, <i>plus minusve</i>, que ya me hab&iacute;a dicho otras dos veces
+andando conmigo por los montes. De manera que en aquellas fechas no
+hab&iacute;a adelantado su negocio un solo paso.</p>
+
+<p>Tampoco el de Chisco, seg&uacute;n &eacute;ste me confes&oacute; muy sereno, y eso que le
+ten&iacute;a algo m&aacute;s adelantado que Pito Salces el suyo. Tanasia hab&iacute;a llegado
+a decirle claramente que &laquo;por su parte, s&iacute;, y de aqu&iacute; no intentaba pasar
+el de Robac&iacute;o, porque sab&iacute;a que el Topero le rechazaba por no ser de
+Tablanca y por ser pobre, dos cosas que &eacute;l no pod&iacute;a remediar. Acord&eacute;me
+yo entonces de que la segunda ten&iacute;a remedio en el testamento de mi t&iacute;o,
+y le dije:</p>
+
+<p>&mdash;Es verdad que la primera es irremediable; pero la segunda &iquest;por qu&eacute; ha
+de serlo, Chisco? A lo mejor amanece por lo m&aacute;s obscuro... o si no suben
+los muladares, b&aacute;janse los adarves, y all&aacute; salen los unos con los otros
+en altura.</p>
+
+<p>&mdash;Psh&mdash;me contest&oacute; encogi&eacute;ndose de hombros&mdash;, y, por &uacute;ltimo, que se
+queden las cosas como est&aacute;n. A m&iacute; no me ajondan tantu como a Pitu esus
+malis en la entra&ntilde;a. No val Tanasia menos que Tona; pero tan rog&aacute;, tan
+rog&aacute;, se van quitando pocu a pocu las ganas de eya... y tami&eacute;n, esu de
+que le pongan a unu en puja y en remati con un jastial como Pepazus...
+vamus, que jaz mal est&oacute;magu... Y, en finiquitu, el g&uuml;ey sueltu bien se
+lambe, y pu&eacute; que sean permisi&oacute;n de Dios esos trompiezus, pa librarme en
+el d&iacute;a de ma&ntilde;ana de otrus que me descalabraran pa toos los d&iacute;as de mi
+vida... Dende que tuvi dientis pa royeli, estoy ganandu el pan en casa
+ajena, y no me ha idu mal as&iacute;. &iquest;A qu&eacute; apurase un hombre por cambiar de
+suerti cuando no sabi lo que han de dali por lo que deja?</p>
+
+<p>Con estas filosof&iacute;as de Chisco y las intemperancias de Pito Salces,
+acabamos de subir una ladera de suelo escurridizo, y nos vimos al
+comienzo de una ancha sierra que descend&iacute;a en suaves ondulaciones hacia
+nuestra izquierda. Ataj&aacute;bala por all&iacute; el frontispicio pedregoso de un
+alto monte que la dominaba en toda su longitud, y estaba separado de
+ella por una barranca. Sobre &eacute;sta se alzaba, y como al medio de aquel
+perfil de la sierra, un pe&ntilde;&oacute;n blanquecino que parec&iacute;a la capucha, vista
+por detr&aacute;s, de un manto de titanes, pardo obscuro, extendido all&iacute; para
+secarse a los rayos del sol que iluminaba toda la vasta superficie.</p>
+
+<p>A la derecha del pe&ntilde;&oacute;n comenzaba una mancha verdinegra, como de monte
+bajo, que desaparec&iacute;a pronto en las sombras de la barranca; y a la
+izquierda, un pedregal de poco relieve entretejido de malezas.</p>
+
+<p>Apuntando al pe&ntilde;&oacute;n me dijo Pito Salces en cuanto nos vimos en la sierra,
+porque Chisco ya lo sab&iacute;a por serle bien conocido el escenario:</p>
+
+<p>&mdash;Ay&iacute; est&aacute; la cueva aonde vamus.</p>
+
+<p>Me temblaron las carnes. Y luego a&ntilde;adi&oacute; apuntando al perfil m&aacute;s elevado
+de la sierra, hacia nuestra derecha y refiri&eacute;ndose al oso:</p>
+
+<p>&mdash;Bajandu de ay&iacute; y como dende la met&aacute; del caminu hasta onde nos jayamus
+nusotrus, lu vi ayer. Sal&iacute;a de aqueyus carrascalis y se jue por delanti
+del pe&ntilde;ascu onde est&aacute; la boca de la cueva; y no pas&oacute; al lau de ac&aacute;, ni
+se golvi&oacute; por el otru, porque yo no apart&eacute; el oju de ay&iacute; mientras anduve
+a g&uuml;en pasu el caminu, ni en la media hora larga que aqu&iacute; mesmu estuvi
+parau.</p>
+
+<p>Chisco, sin decir una palabra, at&oacute; el <i>Canelo</i> con un cordel que llevaba
+liado a la cintura, y mand&oacute; a Chorcos que hiciera otro tanto con la
+perruca, antoj&aacute;ndoseme a m&iacute; que hab&iacute;a le&iacute;do en la actitud sobresaltada
+de aquellos nobles animales, la confirmaci&oacute;n de los supuestos de Pito,
+al cual advirti&oacute;, con la amenaza de amarrarle a &eacute;l tambi&eacute;n si no tomaba
+en serio la advertencia, que no hiciera cosa alguna sin que se la
+mandaran hacer.</p>
+
+<p>Con todos aquellos preparativos y mandatos, y muy singularmente con lo
+raso y desamparado de la extensi&oacute;n que hab&iacute;a entre el pe&ntilde;asco y
+nosotros, acab&eacute; de amilanarme. &iquest;No era una barbaridad asaltar a pecho
+descubierto la guarida de una fiera? Se lo dije a Chisco y me respondi&oacute;,
+muy secamente, que no, a&ntilde;adi&eacute;ndome que lo importante era que no le
+faltara a nadie la serenidad: en teni&eacute;ndola, todo lo dem&aacute;s corr&iacute;a de
+cuenta de &eacute;l.</p>
+
+<p>La alusi&oacute;n no pod&iacute;a ser m&aacute;s directa a m&iacute;, porque Pito, de tan bruto como
+era, pecaba precisamente por el extremo contrario. Entend&iacute;la, doli&oacute;me,
+hice de tripas coraz&oacute;n, y dije al de Robac&iacute;o:</p>
+
+<p>&mdash;Por donde vaya otro hombre, ir&eacute; yo: tenlo entendido as&iacute;.</p>
+
+<p>&mdash;Pos con eyu basta&mdash;replic&oacute;me&mdash;, y pechu al agua cuantu antis.</p>
+
+<p>Se hizo una breve inspecci&oacute;n de armas y municiones. De las primeras no
+llevaban los dos monta&ntilde;eses m&aacute;s que las escopetonas y unos cuchillos
+enormes, cuyas empu&ntilde;aduras, de asta de ciervo, asomaban por encima de
+los ce&ntilde;idores de sus cinturas. Los cartuchos con bala, toscamente
+preparados la noche antes por ellos mismos, los llevaban sueltos en los
+bolsillos del l&aacute;stico, y los pistones a granel en las faltriqueras del
+pantal&oacute;n: todo seguro y a la mano, como ellos dec&iacute;an. Yo les sacaba de
+ventaja el rev&oacute;lver y un ca&ntilde;&oacute;n en la escopeta.</p>
+
+<p>&mdash;Nunca dispari los dos a un tiempu&mdash;me recomend&oacute; Chisco&mdash;, y guardi el
+segundu pa si convien repetir en mejor sitiu, sin quitar el arma de la
+cara.</p>
+
+<p>Fuera por haberme echado la cuenta del perdido, o porque hubiera
+realmente causa racional para ello, es lo cierto que llegu&eacute; a tener gran
+confianza en la imperturbable serenidad de Chisco, y que no fui el
+&uacute;ltimo en romper a andar hacia la pe&ntilde;a cuando &eacute;ste dio la orden en estas
+palabras solemnes, despu&eacute;s de santiguarse:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;A la mano de Dios!</p>
+
+<p>Baj&aacute;bamos los tres en ala y a buen andar, con los perros atados muy en
+corto, porque a medida que nos acerc&aacute;bamos al pe&ntilde;asco, costaba mucho
+trabajo contenerlos, y mucho mayor acallar sus latidos. Era plan
+acordado ya atacar a la fiera en su guarida, entrando por el lado
+izquierdo de la boca, y no conven&iacute;a que los perros se nos anticiparan,
+por razones, que se hab&iacute;an discutido tambi&eacute;n.</p>
+
+<p>Cerca, muy cerca ya del pe&ntilde;asco, el <i>Canelo</i> arrastraba materialmente a
+Chisco, que tiraba de &eacute;l con todas sus fuerzas en sentido contrario, y
+ni amordaz&aacute;ndole con una mano pod&iacute;a hacerle callar. La perruca faldera
+lat&iacute;a y vociferaba tambi&eacute;n, a su modo, y zarandeaba el cordel que la
+sujetaba a la manaza de Pito; pero temblaba mucho... aunque no tanto
+como yo. Era indudable que la fiera estaba en su guarida &iquest;Nos habr&iacute;a
+o&iacute;do ya? &iquest;Saldr&iacute;a a recibimos a la puerta? Pero, a todo esto, &iquest;d&oacute;nde
+estaba la puerta?</p>
+
+<p>Al hacerme yo esta pregunta mentalmente, fue cuando Chisco se adelant&oacute; a
+Pito y a m&iacute;; y con encargo de que me colocara el &uacute;ltimo de los tres,
+comenz&oacute; a andar con mucha cautela y muy arrimado al pe&ntilde;asco, lo poco que
+nos faltaba de camino hasta la orilla de la quebrada. <i>Canelo</i> iba
+delante de &eacute;l, loco de inquietud, olfateando en el suelo y en el aire,
+bati&eacute;ndose los ijares con el rabo y con medio palmo de lengua fuera de
+la boca cuando no lat&iacute;a. Chorcos no estaba menos sobreexcitado que el
+sabueso, y segu&iacute;a a Chisco pis&aacute;ndole casi los tarugos traseros de sus
+abarcas. Canelo desapareci&oacute; pronto al otro lado de la pe&ntilde;a, y Chisco,
+despu&eacute;s de detenerse unos instantes a observar desde la esquina, h&iacute;zonos
+se&ntilde;as de que pod&iacute;amos seguirle, y desapareci&oacute; tambi&eacute;n. Entonces al
+avanzar nosotros, fue cuando pude yo darme la respuesta a la pregunta
+que me hab&iacute;a hecho poco antes: &iquest;d&oacute;nde estaba la boca de la caverna?</p>
+
+<p>&iexcl;Dios eterno, qu&eacute; c&uacute;mulo de barbaridades las de aquel d&iacute;a! Pues la boca
+estaba en un tajo de la pe&ntilde;a, casi a pico, sobre el barranco. De modo
+que ven&iacute;a a ser la cueva como la buhardilla de una casa muy alta, &iexcl;muy
+alta!, a la cual buhardilla hubiera que entrar por la ventana, andando
+por la cornisa de la fachada correspondiente. Salvo que la cornisa de la
+pe&ntilde;a tendr&iacute;a como cinco pies de anchura y un fest&oacute;n de jaramagos por
+afuera que velaba un poco la visi&oacute;n aterradora del abismo, la
+comparaci&oacute;n es exact&iacute;sima.</p>
+
+<p>Por aquella cornisa, que corr&iacute;a hasta perderse en el carrascal del otro
+lado de la cueva, vi pasar a Chisco y a su perro, a Pito Salces detr&aacute;s
+de su perruca faldera, y c&oacute;mo iban desapareciendo, uno a uno, en el
+antro tenebroso los hombres y los animales, despu&eacute;s de muy leves
+precauciones del moz&oacute;n de Robac&iacute;o.</p>
+
+<p>No ofrec&iacute;a grandes dificultades a mi paso aquel camino cuya longitud no
+exceder&iacute;a de quince o veinte varas; pero la consideraci&oacute;n racional&iacute;sima
+de lo que &iacute;bamos a hacer despu&eacute;s de recorrerle, sin otra retirada que el
+abismo en el caso muy posible de salir escapados de la cueva, si no
+qued&aacute;bamos hechos jigote all&aacute; dentro, clav&oacute; mis pies en el suelo a los
+primeros pasos que di sobre &eacute;l. Vi todo lo brutalmente temerario que
+hab&iacute;a en nuestra empresa desatinada, y form&eacute; serio prop&oacute;sito de volverme
+atr&aacute;s. Pero Chisco y Pito Salces se hab&iacute;an sumido ya en la caverna; y
+aunque temerarios y muy brutos los dos, no era honrado ni decente
+dejarlos sin su ayuda un hombre que acababa de prometerles ir tan all&aacute;
+como fuera otro.</p>
+
+<p>Duraron muy pocos instantes estas vacilaciones m&iacute;as; y cerrando los ojos
+de la inteligencia a todo razonamiento de sentido com&uacute;n, es decir,
+baj&aacute;ndome al nivel de aquellos dos b&aacute;rbaros, avanc&eacute; resuelto por la
+cornisa y llegu&eacute; a la boca de la cueva, dentro de la cual lat&iacute;an
+desesperadamente los dos perros, y me hall&eacute; a Chisco y a su camarada
+disponiendo el plan de ataque. La cueva, como ya sab&iacute;a yo por
+referencias de los dos mozos que la conoc&iacute;an muy bien, ten&iacute;a dos senos:
+el primero, a la entrada, era espacioso y no muy alto de b&oacute;veda, con el
+suelo bastante m&aacute;s bajo que el umbral de la puerta, muy escabroso y en
+declive muy pronunciado hacia el muro del fondo, en el cual se ve&iacute;a la
+boca del otro seno o gabinete de aquel sal&oacute;n de recibir. Ol&iacute;a all&iacute; a
+s&oacute;tano y a musgo y a perrera... y a hombres escabechados. No ten&iacute;a ya
+duda para Chisco que era &laquo;la se&ntilde;ora&raquo;, es decir, la osa, lo que rezongaba
+en el fondo del antro invisible, respondiendo al latir desesperado de
+los perros; y la se&ntilde;ora con su prole, porque sin este cuidado amoroso,
+ya hubiera salido al estrado para hacernos los honores de la casa. En
+este convencimiento, se trat&oacute; en breves palabras, casi por se&ntilde;as, porque
+no hab&iacute;a instante que perder, de si ser&iacute;a m&aacute;s conveniente soltar la
+perruca que el sabueso; y acordado lo primero, el b&aacute;rbaro de Pito, sin
+o&iacute;r otras razones, se fue hasta la boca del antro en el cual meti&oacute; la
+cabeza al mismo tiempo que a la perruca. &Eacute;sta hab&iacute;a desaparecido, algo
+vacilante e indecisa, hacia la derecha; y no s&eacute; cu&aacute;l fue primero, si el
+desaparecer la perruca all&aacute; dentro, o el o&iacute;rse dos chillidos angustiosos
+y un bramido tremebundo, o el retroceder Pito cuatro pasos del boquer&oacute;n,
+exclamando hacia nosotros (yo creo que con regocijo), pero con el arma
+preparada:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Cristo Dios!... &iexcl;Vos digo que aqueyus no son ojus: son dos brasales!</p>
+
+<p>Comprendi&oacute; Chisco al punto de qu&eacute; se trataba; solt&oacute; el sabueso y me
+mand&oacute; a m&iacute; que me quedara donde estaba (es decir, como al primer tercio
+de la cueva, muy cerca del muro de la derecha), pero con el arma lista,
+aunque sin disparar antes que ellos dos, y avanz&oacute; &eacute;l hasta colocarse en
+la misma l&iacute;nea de Chorcos, de manera que sus tiros se cruzaran en &aacute;ngulo
+bastante abierto en el centro del boquer&oacute;n del fondo.</p>
+
+<p>Como toda la prudencia y la reflexi&oacute;n que pod&iacute;a esperarse de aquellos
+dos rudos monta&ntilde;eses hab&iacute;a que buscarla en Chisco, yo no apartaba mis
+ojos de &eacute;l, y no pod&iacute;a menos de admirarme al observar que ni en aquel
+trance de prueba se alteraba la perfecta regularidad de su continente:
+su mirada era firme, serena y fr&iacute;a, como de ordinario; su color el mismo
+de siempre, y no hab&iacute;a un m&uacute;sculo ni una se&ntilde;al en todo su cuerpo que
+delatara en su coraz&oacute;n un latido m&aacute;s de los normales; al rev&eacute;s de Pito
+Salces, que no cab&iacute;a en su ropa, no por miedo seguramente, sino por el
+deleite brutal que para &eacute;l ten&iacute;an aquellos lances.</p>
+
+<p>Tomando yo por gu&iacute;a de mi anhelante curiosidad la mirada de Chisco, y
+sin dejar de o&iacute;r los ladridos de <i>Canelo</i> apenas metido &eacute;ste en la
+covacha, pronto le vi retroceder, pero dando cara al enemigo con las
+cuatro patas muy abiertas, la cabeza levantada y casi tocando el suelo
+con el vientre. Lo que le obligaba a caminar as&iacute; no era dif&iacute;cil de
+adivinar: tras &eacute;l ven&iacute;a la fiera gru&ntilde;endo y rezongando; y al asomar al
+boquer&oacute;n, no me impidi&oacute; el fr&iacute;o nervioso que corri&oacute; por todo mi cuerpo,
+estimar la exactitud con que Pito hab&iacute;a calificado el lucir de los ojos
+de aquel animalazo: realmente centelleaban entre los mechones lanudos de
+sus cuencas, como las ascuas en la oscuridad. La presencia nuestra le
+contuvo unos instantes en el umbral de la caverna; pero rehaci&eacute;ndose
+enseguida, avanz&oacute; dos pasos, menospreciando las protestas de <i>Canelo</i>, y
+se incorpor&oacute; sobre sus patas traseras, dando al mismo tiempo un berrido
+y alzando las manos hasta cerca del hocico, como si exclamara:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Pero estos hombres que se atreven a tanto, son mucho m&aacute;s brutos que
+yo!</p>
+
+<p>Al ver que se incorporaba la fiera, dijo a Pito Salces Chisco:</p>
+
+<p>&mdash;T&uacute; al oju; yo al coraz&oacute;n... &iquest;Est&aacute;s? Pues... &iexcl;a una!</p>
+
+<p>Sonaron dos estampidos; bati&oacute; la bestia el aire con los brazos que a&uacute;n
+no hab&iacute;a tenido tiempo de bajar; abri&oacute; la boca descomunal, lanzando otro
+bramido m&aacute;s tremendo que el primero; dio un par de vueltas sobre las
+patas, como cuando bailan en las plazas los esclavos de su especie, y
+cay&oacute; redonda en mitad de la cueva con la cabeza hacia m&iacute;. Corr&iacute; yo
+entonces a rematarla con otro tiro de mi escopeta; pero me detuvo
+Chisco, dici&eacute;ndome mientras cargaba apresurado la suya igual que hac&iacute;a
+Pito por su parte:</p>
+
+<p>&mdash;Guarde esas balas por lo que puede suceder de prontu. Pa lo que ust&eacute;
+desea jacer, con el cachorriyu sobra.</p>
+
+<p>No me halagaba mucho aquel papel de cachetero que se me conced&iacute;a y casi
+por caridad; pero con el deseo de poner algo de mi parte en aquella
+empresa feroz tan pronta y felizmente rematada, acept&eacute;le de buen grado,
+y hasta sent&iacute; muy grande complacencia en ver que con un bal&iacute;n de mi
+rev&oacute;lver encajado en el o&iacute;do de la osa, la hab&iacute;a producido yo las
+&uacute;ltimas convulsiones de la muerte. Y algo era algo, y otra vez ser&iacute;a
+m&aacute;s.</p>
+
+<p>Pito silbaba y pataleaba de gusto en derredor de la fiera mientras
+cargaban su espingarda. Chisco no se daba todav&iacute;a por satisfecho, a
+juzgar por lo receloso de sus aires.</p>
+
+<p>&iquest;Qu&eacute; quedaba all&iacute; por hacer? Lo que hizo Chorcos enseguida con su
+irreflexi&oacute;n de siempre; llamar a <i>Canelo</i> y meterse con &eacute;l en la cueva
+desalojada por la osa. &iexcl;Puches! hab&iacute;a que acabar igualmente con las
+cr&iacute;as... y saber lo que hab&iacute;a sido de la perruca, que ni sal&iacute;a ni
+&laquo;agullaba...&raquo; Bueno estaba de entender el caso; pero hab&iacute;a que verlo,
+&iexcl;puches!</p>
+
+<p>Por mucha prisa que se dio Chisco en seguir a su camarada para
+acompa&ntilde;arle, no habiendo podido contenerle con razonamientos, cuando
+lleg&oacute; al boquer&oacute;n ya volv&iacute;a Pito con la perruca faldera abierta en canal
+en una mano, en la otra un osezno como un botijo, y la escopeta debajo
+del brazo. Dijo que quedaban otros dos como &eacute;l, y se volvi&oacute; a buscarlos,
+despu&eacute;s de arrojar el que tra&iacute;a contra un lastr&oacute;n del suelo, y de
+entregar a Chisco lo que quedaba de la perruca para que vi&eacute;ramos, &eacute;l y
+yo, si aquello ten&iacute;a compostura por alg&uacute;n lado. &iexcl;Puches, c&oacute;mo le aflig&iacute;a
+aquella desgracia!</p>
+
+<p>La caverna ten&iacute;a muy poco fondo: se ve&iacute;a bastante en ella con la luz que
+recib&iacute;a por la boca, y por eso se hac&iacute;an muy f&aacute;cilmente todas aquellas
+maniobras de Pito. El cual reapareci&oacute; al instante con las otras dos
+cr&iacute;as de la osa, asegurando que no quedaban m&aacute;s que huesos mondos en la
+cama.</p>
+
+<p>Por el aire andaban a&uacute;n los dos oseznos arrojados por Pito desde la
+embocadura de la covacha, cuando Canelo sali&oacute; disparado como una flecha
+y latiendo hacia la entrada de la cueva grande. Yo, que estaba muy cerca
+de ella, mir&eacute; a Chisco y le&iacute; en sus ojos algo como la confirmaci&oacute;n de un
+recelo que &eacute;l hubiera tenido. Observar esto y amenguarse la luz de la
+cueva como si hubieran corrido una cortina delante de su boca, por el
+lado del carrascal, fue todo uno.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;El machu!&mdash;exclam&oacute; Chisco entonces.</p>
+
+<p>Pero yo, que estaba m&aacute;s cerca que &eacute;l de la fiera y mereciendo los
+honores de su mirada rencorosa como si a m&iacute; solo quisiera pedir cuentas
+de los horrores cometidos all&iacute; con su familia, sin hacer caso de
+consejos ni de mandatos, apunt&eacute; por encima de <i>Canelo</i>, que defend&iacute;a
+valerosamente la entrada y a riesgo de matarle, dispar&eacute; un ca&ntilde;&oacute;n de mi
+escopeta. La herida, que fue en el pecho, lejos de contenerle, le
+enfureci&oacute; m&aacute;s; y dando un espantoso rugido, arranc&oacute; hacia m&iacute;
+atropellando a <i>Canelo</i>, que en vano hab&iacute;a hecho presa en una de sus
+orejas. Falt&aacute;ndome terreno en que desenvolver el recurso de la escopeta,
+di dos saltos atr&aacute;s empu&ntilde;ando el cuchillo; pero ciego ya de pavor y
+perdida completamente la serenidad. Desde el fondo de la cueva sali&oacute;
+otro tiro entonces: el de la espingarda de Pito. Hiri&oacute; tambi&eacute;n al oso,
+pero s&oacute;lo le detuvo un momento: lo bastante para que el moz&oacute;n de Robac&iacute;o
+le hundiera la hoja de su cuchillo por debajo del brazo izquierdo, hasta
+la empu&ntilde;adura. Fue el golpe de gracia, porque con &eacute;l se desplom&oacute; la
+fiera patas arriba, yendo a caer su cabeza sobre el pescuezo de la osa,
+donde le arranqu&eacute;, con otro tiro de mi rev&oacute;lver, el &uacute;ltimo aliento de
+vida que le quedaba.</p>
+
+<p>A pesar de ello, los dos mozones volv&iacute;an a cargar sus escopetas. &iquest;Para
+qu&eacute;, Se&ntilde;or? &iquest;Era posible que quedaran en toda la cordillera ni en todo
+el mundo sublunar, m&aacute;s osos que los que all&iacute; yac&iacute;an a nuestros pies,
+entre chicos y grandes, vivos y muertos? Despu&eacute;s nos miramos los tres
+cazadores, como si t&aacute;citamente hubi&eacute;ramos convenido en que era imposible
+cometer mayores barbaridades que las que acab&aacute;bamos de cometer, y que
+solamente por un milagro de Dios hab&iacute;amos quedado vivos para contarlas.
+Esta escena muda, que fue brev&iacute;sima, acab&oacute; por echar Pito el sombrero al
+aire, es decir, por estrellarle contra la b&oacute;veda erizada de puntas
+calc&aacute;reas; Chisco hizo lo propio, y yo no quise ser menos que los dos.
+Luego nos dimos las manos, y juro a Dios que al estrechar la de Chisco
+entre las m&iacute;as, lati&oacute; mi coraz&oacute;n a impulsos del m&aacute;s vivo agradecimiento.
+&iquest;Qu&eacute; hubiera sido de m&iacute; sin su empuje sereno y valeroso?</p>
+
+<p><i>Canelo</i>, a todo esto, cuando no se lam&iacute;a los ara&ntilde;azos, poco profundos,
+que le rayaban la piel en muchas partes, jadeaba y gru&ntilde;&iacute;a, con el hocico
+descansando sobre sus brazos juntos y tendidos hacia adelante, pero con
+los ojos clavados en los oseznos que rebull&iacute;an entre las asperezas del
+suelo y charcos de sangre, como gusanos muy gordos. No contaban, por las
+trazas, m&aacute;s de una semana de nacidos. Cogi&oacute;los uno a uno Chisco por el
+pellejo del cerviguillo, y los fue arrojando a la barranca por encima de
+la cornisa desde el fondo de la cueva. Iba a hacer lo mismo con la
+perruca, despu&eacute;s de asegurar a Pito que &laquo;aqueyu&raquo; no ten&iacute;a costura ni
+remedio posible, porque hab&iacute;a quedado &laquo;vac&iacute;a por aentru&raquo;, como a la
+vista estaba; pero Pito quiso dar mejor destino que el de los oseznos al
+cad&aacute;ver del pobre animalejo, tan inicuamente sacrificado, y propuso que
+le enterr&aacute;ramos en la sierra; y a ello asentimos de buena gana Chisco y
+yo. &iexcl;Puches, c&oacute;mo amargaba a Pito aquella pesadumbre el placer de la
+victoria!</p>
+
+<p>Y como nada quedaba que hacer all&iacute; por entonces para nosotros, salimos
+de la caverna y aspir&eacute;, con ansias de cautivo de mazmorra, el aire libre
+de las tierras soleadas. Sepultamos la perruca en un hoyo abierto a
+punta de cuchillo a la sombra de un matojo de la sierra; y, sin movernos
+de all&iacute;, apuramos m&aacute;s de la mitad del contenido de mi frasquete. Despu&eacute;s
+se sacaron algunas provisiones de boca que llevaba Chisco por encargo
+m&iacute;o en un morral; dimos a <i>Canelo</i> una buena parte de ellas, y el resto
+nos le fuimos comiendo, andando a buen andar, a fin de llegar a Tablanca
+al mediod&iacute;a, conforme se lo ten&iacute;a yo ofrecido a mi t&iacute;o Celso.</p>
+
+<p>Y llegamos, antes a&uacute;n de lo esperado; y todas las gentes que nos
+encontraban al acercamos al pueblo, presum&iacute;an, por el aire que
+llev&aacute;bamos, que hab&iacute;amos hecho alguna muy gorda; pero cuando les
+cont&aacute;bamos la verdad, no la cre&iacute;an. &iexcl;Tan bestialmente gorda la
+consideraban, con much&iacute;sima raz&oacute;n!</p>
+
+<p>Se la refer&iacute; a mi t&iacute;o, aunque ocult&aacute;ndole detalles que pudieran
+impresionarle demasiado; pero como al fin era montuno el buen se&ntilde;or,
+perdon&oacute;me la temeridad por lo grande del suceso, y tuve al &uacute;ltimo que
+cont&aacute;rsela con todos sus pormenores. Se entusiasm&oacute; de verdad. Puestas ya
+las cosas tan arriba, invit&eacute;, con su permiso, a Pito Salces a que
+comiera aquel d&iacute;a con su camarada. Vio el moz&oacute;n, como yo lo esperaba, el
+cielo abierto, porque comer con Chisco era comer con Tona. &iexcl;Puches, qu&eacute;
+doble panzada se dio! Yo, que asist&iacute; al final de la comida, a&ntilde;ad&iacute; con
+gustosa aquiescencia de mi t&iacute;o, al surpl&uacute;s con que ya se hab&iacute;a
+obsequiado a los comensales, en honor del nuevo, una botella del m&aacute;s
+rancio &laquo;tostadillo&raquo; lebaniego que se guardaba en la bodega de la casona.
+Brind&eacute; con los dos mozones, y cant&eacute; alabanzas hiperb&oacute;licas a la bravura
+de Pito, para que Tona las oyera bien; con lo cual y el tostadillo, se
+puso el alabado que ard&iacute;a; y all&iacute; mismo pidi&oacute; por mujer a la hija de
+Facia, que no hac&iacute;a m&aacute;s que llorar; as&iacute; fue que Tona, colorada como un
+pimiento por lo uno y angustiada por lo otro, llam&oacute; a Pito &laquo;jastial&oacute;n
+desvergonzau&raquo;; y no alcanz&oacute; mejor respuesta la fogosa demanda del
+rendido pretendiente. Pero como &eacute;l dec&iacute;a despu&eacute;s: &laquo;lo importanti pa el
+casu no era lo que eya pudiera contestame, sino lo que hab&iacute;a de cantala,
+y al cabo la cant&eacute; yo; y esu, &iexcl;puches!, ay&aacute; lo tien.&raquo;</p>
+
+<p>Como en la tertulia no se habl&oacute; aquella noche de otra cosa que del lance
+de la cueva, al salir al d&iacute;a siguiente, antes que el sol, Pito Salces y
+Chisco con dos carros en busca de los dos osos muertos, sin necesidad de
+invitaciones los acompa&ntilde;aba medio escuadr&oacute;n de gente moza; con cuyo
+auxilio pronto se vencieron las muchas dificultades que hubo para
+sacarlos de la cueva. Andando de vuelta, fueron los acompa&ntilde;antes
+adornando las carretas y los bueyes con ramajos de la monta&ntilde;a, y as&iacute;
+desfil&oacute; la alegre comparsa por delante de la casona y para que viera mi
+t&iacute;o los gloriosos trofeos de nuestra bestial haza&ntilde;a; y as&iacute; baj&oacute; al
+pueblo, donde hubo c&aacute;nticos y bailoteo por largo, con la &laquo;salsa&raquo; a mis
+expensas por especial encargo m&iacute;o. Obsequi&aacute;ronme al otro d&iacute;a con las
+pieles, y regal&eacute; yo a Chisco y a Pito Salces sendos centenes isabelinos,
+con lo que pensaron enloquecer de alegr&iacute;a.</p>
+
+<p>As&iacute; acab&oacute; aquella memorable y descomunal aventura, que debi&oacute; de haber
+acabado conmigo tan pronto como la acomet&iacute;.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XXI" id="XXI"></a>XXI</h2>
+
+
+<p>Si nos descuidamos un poco, en el monte se queda el sangriento bot&iacute;n de
+nuestra batalla, porque apenas despellejadas las fieras en el lugar, el
+sol, como si nada tuviera que hacer ya despu&eacute;s de haber alumbrado tantas
+barbaridades, se envolvi&oacute; la cara en crespones cenicientos que fueron
+dilat&aacute;ndose por la b&oacute;veda celeste, al impulso de un remusguillo que dio
+en soplar a media tarde. Arreci&oacute; mucho el fr&iacute;o y comenzaron a pasar por
+delante de los cristalejos de mi gabinete unos copitos blancos que
+danzaban en el aire, como si se resistieran a mancharse con las
+inmundicias de la tierra. Por si me quedaba alguna duda sobre la
+naturaleza de aquellos s&iacute;ntomas que me supieron a rejalgar entr&oacute; Facia
+muy diligente y hasta risue&ntilde;a, con la disculpa de llevarse mi brasero,
+que ya estar&iacute;a muri&eacute;ndose, para &laquo;rescoldarle&raquo; un poco, y me dijo,
+mientras se acurrucaba para cogerle por las dos asas:</p>
+
+<p>&mdash;Est&aacute; nevandu, y va a haber temporal de eyu.</p>
+
+<p>&mdash;Y usted&mdash;la respond&iacute; con ganas de meterle la cabeza en el rescoldo&mdash;,
+tan alegre como unas pascuas por eso mismo. Pero &iquest;qu&eacute; casta de criatura
+es usted?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Se&ntilde;or&mdash;replic&oacute; ahog&aacute;ndose de repente con un sollozo&mdash;, lo &uacute;nico que
+s&eacute; es que soy una mujer muy desdich&aacute;!</p>
+
+<p>Sali&oacute; llorando, y yo me qued&eacute; con remordimientos de haber despertado en
+ella aquel dolor con la sequedad de mi pregunta. Despu&eacute;s acab&eacute; de
+amurriarme, viendo desde un cuarter&oacute;n de la solana c&oacute;mo iban espesando
+los copos y desapareciendo todos los montes entre las espesas veladuras
+que bajaban del cielo. &iexcl;Otro temporal en perspectiva y otra encerrona
+como la pasada!</p>
+
+<p>Cuando volvi&oacute; Facia con el brasero chisporroteando, entr&oacute; mi t&iacute;o detr&aacute;s
+de ella. Iba a hablar conmigo de la nevada que estaba encima. Le
+apenaba, primeramente, por m&iacute;, que volver&iacute;a a hallar eternas las horas,
+Dios sab&iacute;a por cu&aacute;nto tiempo, entre los paredones de la casa; porque las
+nevadas que ven&iacute;an de repente como aqu&eacute;lla, y a traici&oacute;n, lo mismo
+pod&iacute;an ser pasajeras que durables; y en segundo lugar, &iquest;para qu&eacute; hab&iacute;a
+de ocult&aacute;rmelo? el mucho fr&iacute;o le calaba m&aacute;s &laquo;jondo&raquo; de lo que &eacute;l pensaba
+con los buenos &aacute;nimos que ten&iacute;a para resistirle... Pero &laquo;el hueso, el
+p&iacute;caro hueso envejecido como el suyo, era tierra pura, &iexcl;tierra pura y
+mala que se reblandec&iacute;a y desborregaba en cuanto le faltaban las
+lumbraducas de sol!&raquo;. Otra cosa: todos los a&ntilde;os se sacaba la nieve en
+los puertos su correspondiente raci&oacute;n de carne viva; y siempre que vio
+nevar por primera vez en cada invierno, se pregunt&oacute; a s&iacute; mismo: &iquest;a qu&eacute;
+infeliz le tocar&aacute; este a&ntilde;o la suerte? Porque nunca falt&oacute;, de una banda o
+de la otra quien, por descuido, por desgracia o por necesidad, se viera
+cogido y sepultado en la monta&ntilde;a por una cellerisca de nieve; y eso que
+no se le regateaban los socorros, sin miedo a los ejemplos de muchos que
+all&aacute; se hab&iacute;an quedado con los socorridos, envueltos en una misma
+mortaja. Siempre le apenaron a &eacute;l estas reflexiones, hechas sobre
+recuerdos de desgracias que le dolieron en lo m&aacute;s vivo; &laquo;&iexcl;pero ahora,
+&iexcl;cuartajo!, desde que soy lo que soy y he visto caer el primer trapo de
+nieve!... N&aacute;, hombre, n&aacute;, chocheces de viejo apolillao hasta los
+tu&eacute;tanos... &iexcl;Pues mira que te vengo con buenas coplas para una ocasi&oacute;n
+como &eacute;sta!... &iquest;Has visto hombre m&aacute;s simple que tu t&iacute;o Celso? &iexcl;Pispajo
+con la rocin&aacute; de los demonios!&raquo;.</p>
+
+<p>La triste verdad era que, a pesar de los alientos que hab&iacute;a cobrado mi
+t&iacute;o, los temporales crudos le mataban, y que los quebrantos de su cuerpo
+se le reflejaban en el esp&iacute;ritu por m&aacute;s que se empe&ntilde;aba en disimularlo.
+Mientras me hablaba as&iacute; y yo le respond&iacute;a dando vueltas por el gabinete,
+se pegaba al brasero como la zarza vieja a la grieta del pe&ntilde;asco, y no
+dejaba en paz a la badila pareci&eacute;ndole poco el calor que le daban las
+ascuas en reposo. Cada vez que llegaba yo a la puerta de la solana,
+miraba maquinalmente por uno de sus cuarterones, y ve&iacute;a c&oacute;mo iban
+espesando los copos y se amontonaban los que el aire depositaba sobre la
+baranda del balc&oacute;n, hasta que en una de mis vueltas not&eacute; que se formaban
+grandes remolinos sobre el huerto; que los copos crec&iacute;an de volumen, y,
+por &uacute;ltimo, que empezaba a &laquo;trapear&raquo; con tal pujanza, que en un instante
+emblanqueci&oacute; la poca tierra que se ve&iacute;a desde all&iacute;, y se apagaron los
+mortecinos destellos de la luz del sol que llevaban dos horas de luchar
+in&uacute;tilmente con la espesura del nublado.</p>
+
+<p>&mdash;Pura tiniebla&mdash;o&iacute; decir a mi t&iacute;o desde el brasero&mdash;, y a poco m&aacute;s de
+media tarde. Lo siento por ti, Marcelo... y mira, llama a esas
+condenadas mujeres para que te traigan una luz y te sea menos triste la
+soledad...</p>
+
+<p>Y en esto golpeaba el suelo desesperadamente con su cachava, haci&eacute;ndome
+creer que las tinieblas le entristec&iacute;an a &eacute;l m&aacute;s que a m&iacute;. Hab&iacute;a sobre
+la c&oacute;moda una buj&iacute;a en su palmatoria, y me apresur&eacute; a encenderla con una
+cerilla de mi fosforera.</p>
+
+<p>&mdash;Hombre&mdash;continu&oacute; dici&eacute;ndome, mientras miraba de hito en hito c&oacute;mo
+prend&iacute;a la llama del f&oacute;sforo en el p&aacute;lido enteco y congelado de la
+vela&mdash;, yo que t&uacute;, aprovechar&iacute;a estas carceladas para leer tantos
+libracos como trajiste contigo, y responder a tantas cartas como
+recibes... Porque de m&iacute; no tienes que cuidarte para nada; para nada,
+&iexcl;trastajo! En arrim&aacute;ndome a la lumbrona de la cocina, ya tengo todo lo
+que necesito... Y si no, con verlo basta.</p>
+
+<p>Con lo que se levant&oacute; de la silla y rompi&oacute; a andar el bendito de Dios,
+sin darme apenas tiempo para alumbrarle con la vela en lo m&aacute;s obscuro de
+los pasadizos.</p>
+
+<p>&iexcl;Leer! &iexcl;escribir! No sab&iacute;a el pobre se&ntilde;or que cuando un hombre da en
+hallar tedioso el curso de las horas, no puede dedicarse a nada que le
+distraiga, porque necesita todo el tiempo para aburrirse, por mandato de
+una ley de la p&iacute;cara condici&oacute;n humana.</p>
+
+<p>Aquella noche no vino un alma a la tertulia, y la cara menos triste que
+hubo en la cocina fue la de Facia, la incomprensible y misteriosa mujer
+gris. Mi t&iacute;o y yo, como lo sol&iacute;amos hacer a menudo, cenamos en la
+perezosa: &eacute;l su correspondiente raci&oacute;n de leche, alimento &uacute;nico que le
+hab&iacute;a prescrito Neluco &uacute;ltimamente, por convenir tanto a su invencible
+inapetencia como a la &iacute;ndole de su enfermedad, y yo los ordinarios
+condumios de Tona y de su madre, a los que se hab&iacute;a ido haciendo mi
+est&oacute;mago agradecido.</p>
+
+<p>Como la noche era tan larga y yo sab&iacute;a bien lo interminable que le
+parec&iacute;a a mi pobre t&iacute;o la parte de ella que se destina por las gentes
+que tienen buena salud al reposo en la cama, procur&eacute; que nos acost&aacute;ramos
+lo m&aacute;s tarde posible, despu&eacute;s de haber cenado los tres sirvientes y
+recog&iacute;dose la vasija, y vuelto todos a arrimarse a la lumbre, y probado
+yo, con poca fortuna, sacar a Tona de la esclavitud de una modorra que
+la ten&iacute;a en continuo cabeceo, y a Chisco de su impasibilidad sospechosa.
+Pero mi t&iacute;o, que todo lo observaba, dio pronto la voz de &laquo;v&aacute;monos&raquo;, y se
+levant&oacute; de su sill&oacute;n, m&aacute;s agradecido que satisfecho de aquel tan notorio
+como in&uacute;til sacrificio que todos est&aacute;bamos haciendo por &eacute;l.</p>
+
+<p>Antes de acostarme sal&iacute; un momento a la solana para ver c&oacute;mo quedaba la
+noche. Continuaba nevando, y todo lo vi negro por el cielo y blanco por
+la tierra, sin que turbaran la serenidad de aquel cuadro melanc&oacute;lico
+otros rumores que los del r&iacute;o, muy encrespado con los tributos de las
+pasadas celliscas y el que estaba recogiendo de la nieve que se deshac&iacute;a
+a su contacto con &eacute;l.</p>
+
+<p>Me despert&eacute; muy temprano al otro d&iacute;a, y por satisfacer una curiosidad en
+que hab&iacute;a mucho de pueril, me asom&eacute; al balc&oacute;n, bien arropado. Hab&iacute;a
+cesado de nevar, pero estaba el cielo encapotado, &laquo;de color de panza de
+burra&raquo;. Yo hab&iacute;a visto nevadas en Madrid y en Par&iacute;s y en San
+Petersburgo,... muchas nevadas, pero siempre en terreno llano y entre
+calles: es decir, una alfombra de lienzo algo sucio sobre la v&iacute;a
+p&uacute;blica, y mantas de vellones blancos tendidas en los tejados de
+enfrente; nevadas, en fin, de teatro, sin la m&aacute;s remota semejanza con lo
+que estaba viendo desde la solana de mi t&iacute;o. Parec&iacute;a que las monta&ntilde;as
+del contorno hab&iacute;an triplicado su altura, y la unidad de color de todas
+ellas con la redondez de formas que les daba la acumulaci&oacute;n de la nieve
+sobre sus naturales y bruscas asperezas, cambiaba a mis ojos todos los
+t&eacute;rminos y todas las l&iacute;neas del panorama que tan conocido me era. No
+hallaba en el nuevo un solo detalle con que orientarme para reconstruir
+el que se hab&iacute;a borrado en pocas horas. Arboledas, senderos, ca&ntilde;adas,
+todo hab&iacute;a desaparecido, o debajo de la nieve, o por los enga&ntilde;os de la
+luz sin claro-obscuro; cielo, montes, valles... todo era lo mismo, a
+modo de descomunal cantera de sal refinada o de cal viva, en cuyo fondo
+estuviera yo. Ni un ave en el espacio, ni un ser viviente en el suelo en
+cuanto abarcaba la vista, y el rumor continuo, igual, mon&oacute;tono, del
+invisible r&iacute;o, como si fuera el estertor de la naturaleza, que se mor&iacute;a
+tiritando, an&eacute;mica y abotargada por la frialdad.</p>
+
+<p>Me volv&iacute; pronto al gabinete, muy mal impresionado, y hall&eacute; en el
+relativo calor de la alcoba un moment&aacute;neo remedio al fr&iacute;o glacial que en
+la solana hab&iacute;a penetrado como una saeta en mi cuerpo y en mi esp&iacute;ritu.</p>
+
+<p>Lavote&aacute;ndome estaba a&uacute;n para buscar por este medio una reacci&oacute;n
+consoladora, cuando entr&oacute; Facia de puntillas por creerme todav&iacute;a
+durmiendo, con el brasero que hab&iacute;a sacado del gabinete por la noche,
+seg&uacute;n costumbre, antes de acostarme yo. Vi&eacute;ndome levantado, me dijo que
+se alegraba, porque ten&iacute;a que darme una noticia, y no buena. Pens&eacute; que
+se trataba de mi t&iacute;o, y me alarm&eacute;.</p>
+
+<p>&mdash;No es del amu, gracias a Dios&mdash;me dijo respondiendo a una pregunta que
+la hice, que ha pasau bastante bien la noche, y ya est&aacute; calent&aacute;ndose en
+la cocina.. Es del probe Pepazos.</p>
+
+<p>Pregunt&eacute;la qu&eacute; le hab&iacute;a ocurrido a Pepazos, y me contest&oacute; que no hab&iacute;a
+vuelto a casa desde que hab&iacute;a salido de ella la tarde anterior.</p>
+
+<p>&mdash;Pero &iquest;por qu&eacute; camino tom&oacute; al salir?&mdash;volv&iacute; a preguntar.</p>
+
+<p>&mdash;Por el de los puertus&mdash;me respondi&oacute; la t&eacute;trica mujer muy apenada.</p>
+
+<p>Me estremec&iacute; recordando lo que me hab&iacute;a dicho mi t&iacute;o sobre los tributos
+que cobran cada a&ntilde;o las nieves en las monta&ntilde;as. Entrando en m&aacute;s
+explicaciones, supe que Pepazos, en cuanto vio caer los primeros copos
+de nieve, sali&oacute; en busca de unas yeguas de su casa, que antes del
+mediod&iacute;a andaban pastando en una hoyada a menos de una hora del pueblo,
+monte arriba. Las hab&iacute;a visto &eacute;l mismo. Tienen las yeguas libres la
+extra&ntilde;a condici&oacute;n de huir de las nevadas hacia las cumbres, al rev&eacute;s que
+todos los animales dom&eacute;sticos. D&iacute;cese que lo hacen por aversi&oacute;n
+instintiva al cautiverio. Ser&aacute; o no ser&aacute; as&iacute;; pero es un hecho constante
+aquella singular costumbre. Por tenerlo Pepazos bien sabido, sali&oacute; en
+busca de sus yeguas cuyo paradero conoc&iacute;a. Supon&iacute;ase que los cerriles
+animales, presumiendo la que su amo trataba de jugarles, huir&iacute;an hacia
+las alturas. Otro que Pepazos, al ver esto y pensando en la nevada que
+se ven&iacute;a encima, porque bien claras estaban las se&ntilde;ales de ella, habr&iacute;a
+dejado que el diablo se llevara las yeguas y vu&eacute;ltose al pueblo por de
+pronto; pero era, tras de poco avisado, muy terco, nada aprensivo y
+confiado con exceso en su robustez de encina, y se las apostar&iacute;a a los
+veloces animales como si todos fueran unos; y as&iacute;, corriendo tras ellos
+de ca&ntilde;ada en ca&ntilde;ada y de loma en loma, a lo mejor, se ver&iacute;a entre la
+oscuridad de la noche y con los caminos borrados por la nieve. De modo
+que si no hab&iacute;a tenido la fortuna, como tambi&eacute;n se cre&iacute;a, de caer en
+alg&uacute;n invernal, covachona o cosa as&iacute;, era hombre muerto a aquellas
+horas, porque deb&iacute;a de haber en los montes m&aacute;s cercanos cosa de una vara
+de nieve. &iexcl;Era mucho lo que hab&iacute;a trapeado desde la ca&iacute;da de la noche!</p>
+
+<p>No me pareci&oacute; mal razonado este triste pron&oacute;stico, y pregunt&eacute; si se
+pensaba hacer algo en vista de &eacute;l; a lo que me respondi&oacute; Facia que ya
+estaba hecho cuanto pod&iacute;a hacerse. Al romper el alba hab&iacute;an salido del
+lugar, no todos los hombres que se brindaron a ello, porque hubieran
+sido demasiados, sino los que se escogieron por m&aacute;s a prop&oacute;sito por su
+robustez y por su experiencia: cosa de una docena de ellos en junto.
+Pidi&eacute;ndola nombres de aquellos valientes y caritativos convecinos,
+cit&oacute;me el primero a don Sabas, que no faltaba nunca a esas llamadas, por
+considerarse necesario como cualquier otro para atender al negocio de la
+vida del socorrido, y &uacute;nico en su parroquia para el negocio del alma, si
+llegaba a tiempo y desgraciadamente no alcanzaba ya para otra cosa;
+despu&eacute;s me nombr&oacute; al m&eacute;dico, que no cab&iacute;a en su casa en cuanto sab&iacute;a que
+estaba alg&uacute;n convecino en la apurada situaci&oacute;n de Pepazos; luego a
+Chisco, uno de los hombres m&aacute;s arrojados, m&aacute;s fuertes y m&aacute;s entendidos
+para aquella casta de faenas; y despu&eacute;s de nombrarme a otras personas
+que no me eran tan estimadas, por haberlas tratado menos, cerr&oacute; la
+cuenta con Pito Salces, mozo capaz de los imposibles, siempre que
+hubiera a su lado quien le impidiera hacer una barbaridad; y tres perros
+de buena nariz, uno de ellos <i>Canelo</i>.</p>
+
+<p>Me pareci&oacute; aquella empresa harto m&aacute;s alta que la m&iacute;a de la antev&iacute;spera,
+no s&oacute;lo por la calidad del enemigo, sino por la grandeza de los fines, y
+ped&iacute; a la mujer gris algunos informes sobre la manera de llevarlo a
+cabo. Iban los expedicionarios provistos, ante todo, de &laquo;barajones&raquo;,
+unas tablas con tres agujeros cada una, en los cuales se meten los
+tarugos de las abarcas. No hab&iacute;a nada como ello para andar sobre la
+nieve sin que se hundieran los pies ni se formaran pellas entre los
+tarugos. Llevaban tambi&eacute;n palas, azadas, cuerdas y otros &uacute;tiles para
+abrirse paso donde no le hubiera descubierto, o mandar alg&uacute;n auxilio
+desde arriba adonde no pudiera bajar un hombre por sus pies; no se les
+olvidar&iacute;a el aguardiente ni algo de alimento s&oacute;lido, ni de ropa seca si
+la hab&iacute;a a mano... ni un poco de botiqu&iacute;n, puesto que iba el m&eacute;dico;
+porque hab&iacute;a que pensar en todo. De esta manera emprender&iacute;an la marcha
+hasta la &laquo;joy&aacute;&raquo; adonde hab&iacute;a ido Pepazos a recoger las yeguas, y despu&eacute;s
+tomar&iacute;an el rumbo que m&aacute;s acercado creyeran al que pudo tomar &eacute;l,
+corriendo detr&aacute;s de los fugitivos animales. Por de pronto, ya hab&iacute;a la
+casi seguridad de que el camino le hab&iacute;an llevado uno y otros cuesta
+arriba. Con estas precauciones y la buena voluntad de todos, se pod&iacute;a
+esperar algo... aunque no mucho, si Dios no tomaba el caso de su cuenta.
+De todas suertes, no cab&iacute;a hacer cosa mayor que la que se hab&iacute;a hecho,
+en la peque&ntilde;ez de las fuerzas humanas.</p>
+
+<p>Me advirti&oacute; tambi&eacute;n Facia que mi t&iacute;o no sab&iacute;a una palabra del suceso, y
+yo la recomend&eacute; mucho la necesidad de que no llegara a conocerle,
+inventando una disculpa cualquiera para explicarle la ausencia de Chisco
+si la notara. Y en eso quedamos.</p>
+
+<p>Cuando la mujer gris me dej&oacute; solo en mi cuarto, me empe&ntilde;&eacute; obcecadamente
+en considerar por su lado m&aacute;s negro la generosa empresa acometida por
+aquellos abnegados tablanqueses, y volv&iacute; a asomarme al balc&oacute;n. No nevaba
+entonces, pero se me oprimi&oacute; el esp&iacute;ritu al ver el aspecto ce&ntilde;udo y
+amenazador que presentaba el cielo; y, sin embargo, sent&iacute; cierta
+mortificaci&oacute;n del amor propio por no haberse contado conmigo para formar
+parte de aquella denodada legi&oacute;n, &iexcl;como si no hubiera sido yo un
+verdadero y continuo estorbo en ella! Pero si no la acompa&ntilde;&eacute;
+materialmente, no la apart&eacute; un instante de mi memoria; y por eso, al
+asomarme a los cristales de mis observatorios (y lo eran todos los
+claros de la casa), cada copo solitario e indeciso que pasaba al alcance
+de mis ojos, me inquietaba mucho por creerle mensajero de otros mil y
+mil millones de ellos. Afortunadamente estaba el aire en calma, lo cual
+hubiera hecho menos temible en el monte un recrudecimiento del temporal.</p>
+
+<p>As&iacute; continuaron las cosas hasta muy cerca del mediod&iacute;a. A esa hora
+aparecieron por el Noroeste unos celajes negros, sucios, tormentosos;
+vi, casi al mismo tiempo, que las arboledas y puntas salientes de los
+montes que cercaban el valle por el lado opuesto, como por la fuerza de
+un estremecimiento instant&aacute;neo se desnudaban de sus envolturas de nieve,
+las cuales ca&iacute;an en cataratas, levantando al caer blanqu&iacute;simas
+polvaredas que arrastraba el aire embravecido ya; y a muy poco rato, que
+de la nube m&aacute;s baja y m&aacute;s lejana y m&aacute;s negra, se desprend&iacute;a una masa en
+forma de cono invertido, y que su c&uacute;spide se un&iacute;a con la de otro que
+ascend&iacute;a de la tierra. Fundidos as&iacute; los dos conos, formaron una
+gigantesca columna, la cual, girando al mismo tiempo vertiginosamente
+sobre su eje, vino avanzando hacia el valle y lleg&oacute; a &eacute;l y le atraves&oacute; a
+lo ancho, tocando casi el suelo con su base y elevando el capitel enorme
+por encima de los m&aacute;s altos picachos del Este. Acompa&ntilde;&aacute;bala un siniestro
+rebramar, y una luz t&eacute;trica que apenas me dej&oacute; ver el estrago de su
+choque contra el obst&aacute;culo inconmovible de los montes, sobre los cuales
+se deshizo en negros y deshilados jirones. &iquest;Qu&eacute; ser&iacute;a de los infelices
+errantes por sus cumbres y laderas?...</p>
+
+<p>Bajo el peso terror&iacute;fico de esta idea, pas&oacute; una hora, durante la cual
+volvi&oacute; a reinar la calma en la Naturaleza; pero no lleg&oacute; al valle
+ninguna noticia de los infelices expedicionarios.</p>
+
+<p>Me llamaron a comer, sent&eacute;me a la mesa y no com&iacute;, ni siquiera supe
+disimular bien las inquietudes que eran la causa de ello delante de mi
+t&iacute;o que no me quitaba ojo; invent&eacute; para tranquilizarle una mentira
+sandia y mal zurcida, y al fin me levant&eacute; de la perezosa, dejando al
+pobre se&ntilde;or persuadido de que mi resignaci&oacute;n estaba a punto de agotarse
+en presencia de aquel negro temporal. Prefer&iacute; que creyera esto a
+descubrirle la verdad; le dej&eacute; reposando lo que &eacute;l llamaba su comida, y
+me volv&iacute; a mi ronda, de claro en claro, por todos los ventanillos de la
+casa. Continuaba encalmado el viento y nevaba muy poco; pero Chisco no
+asomaba por ninguna parte, ni una noticia de las que yo esperaba con un
+ansia que tocaba en lo febril.</p>
+
+<p>Lleg&oacute; la media tarde, sombr&iacute;a, oscura, t&eacute;trica y como pre&ntilde;ada de
+horrores para cuantos la contemplaran con ojos como los de mis recelos.</p>
+
+<p>Ni nevaba ni ventaba ya, ni se o&iacute;a una voz, ni una pisada ni un golpe,
+ni a la casona ni al pueblo se encaminaba alma nacida por ninguna senda
+de las visibles. Todo era silencio y lobreguez y amenazas de una noche
+tremenda para el infeliz que anduviera vivo y errante entre las
+inclemencias de la monta&ntilde;a. Mis inquietudes no cab&iacute;an ya dentro de m&iacute;,
+ni yo dentro de la casona. Me calc&eacute; y me abrigu&eacute; convenientemente; baj&eacute;
+al portal con muchas precauciones para que no lo notara mi t&iacute;o, y
+emprend&iacute; resueltamente el camino del pueblo, borrado en absoluto por la
+nieve. Me cost&oacute; el descenso del pedregal m&aacute;s de cuatro costaladas; pero
+llegu&eacute; vivo y pronto. No aspiraba yo a otra cosa. &iquest;A qu&eacute; puerta llamar?
+A la primera. Llam&eacute;. Iguales temores all&iacute; que los m&iacute;os, y ni una noticia
+m&aacute;s; es decir, ninguna noticia. Intern&eacute;me en el lugar y llam&eacute; a otra
+puerta, que result&oacute; ser la del Topero. Buena fuente para los informes
+que yo iba buscando. Hall&aacute;base la familia vagando por la casa y por el
+portal, sin hablar una palabra y tropezando unos con otros, asom&aacute;ndose a
+los esquinales, mirando por aqu&iacute; y escuchando hacia all&aacute;, y volvi&eacute;ndose
+adentro y tornando a salir. Ten&iacute;a los ojos Tanasia como pu&ntilde;os, de tanto
+llorar; y en cuanto me vio a m&iacute; se llev&oacute; el delantal a ellos; y tal fue
+su desconsuelo, que parec&iacute;a echar el alma en cada sollozo. Por lo dem&aacute;s,
+estaba muy guapa. Temi&eacute;ndome lo peor, la pregunt&eacute; por qu&eacute; lloraba, y me
+respondi&oacute;, entre jipidos y lagrimones, que si me parec&iacute;an pocos los
+motivos.</p>
+
+<p>&mdash;Ya pu&eacute; ver&mdash;me dijo el Topero viniendo en su amparo&mdash;, con la
+cellerisca negra de jaz pocas horas, y lo que est&aacute; en el monti sin
+sabese de eyu...</p>
+
+<p>Me acord&eacute; de Pepazos; pero tambi&eacute;n de Chisco. &iquest;Por cu&aacute;l de los dos
+llorar&iacute;a Tanasia? No pudiendo pregunt&aacute;rselo (aunque hubiera sido ociosa
+la pregunta), trat&eacute; de consolarla. No lo consegu&iacute; de pronto, porque era
+mucha tempestad para calmarla en un solo conjuro; pero a los dos o tres
+que la hice, no quedaron de ella m&aacute;s que la hinchaz&oacute;n de los ojos y
+alg&uacute;n que otro suspiro mal devorado en el pecho. Utilizando el influjo
+que indudablemente hab&iacute;a alcanzado yo en esta prueba sobre el &aacute;nimo de
+Tanasia, sent&iacute; como esperanzas de arrancarla el secreto de su coraz&oacute;n a
+poco que me empe&ntilde;ara en ello; pero estaba el m&iacute;o vivamente interesado en
+otro asunto muy diferente, y me pareci&oacute; el empe&ntilde;o hasta una profanaci&oacute;n.
+&iquest;Qu&eacute; importaban ya las preferencias amorosas de la hija del Topero,
+cuando Chisco y Pepazos, con todos los que hab&iacute;an subido a la monta&ntilde;a
+con el primero en busca del segundo, pod&iacute;an no ser m&aacute;s, a aquellas
+horas, que un mont&oacute;n de r&iacute;gidos cad&aacute;veres mal envueltos en la mortaja de
+la nieve? Arrastr&aacute;ronse hacia este lado todos mis anhelos, y acos&eacute; a
+preguntas ociosas a todos y a cada uno de los de la casa. Lo &uacute;nico que
+saqu&eacute; en limpio y de nuevo fue la noticia de que tan pronto como pas&oacute; la
+tromba de mediod&iacute;a, hab&iacute;a salido otra expedici&oacute;n de valientes; pero no
+m&aacute;s que &laquo;contra eyus&raquo;, &laquo;contra&raquo; los que faltaban; es decir, a su
+encuentro, o ver si los columbraban desde cierta distancia. No se pod&iacute;a
+hacer otra cosa, ignor&aacute;ndose, como se ignoraba, su rumbo y su paradero
+en una tarde tan corta, tan amenazante y con el temor de una noche como
+la que se barruntaba. Lo cierto es que hab&iacute;a motivos sobrados para
+estremecerse y temblar, como me estremec&iacute;a y temblaba yo pensando en don
+Sabas, en Neluco, en Chisco, en Pito Salces... Dios piadoso, &iexcl;qu&eacute; ser&iacute;a
+de ellos y de cuantos los hab&iacute;an acompa&ntilde;ado en su denonada empresa!</p>
+
+<p>Y pens&eacute; tambi&eacute;n en la nieta de don Pedro Nolasco y en el mismo
+octogenario Marmit&oacute;n, y en su hija, si eran sabedores de lo que ocurr&iacute;a.
+Pero &iquest;c&oacute;mo ignorarse en aquella casa lo que era tan sabido y tan llorado
+en todas las del lugar? Y en esta situaci&oacute;n, &iquest;qui&eacute;n se acercaba, sin un
+consuelo racional, a aquella familia, sobre todo a Lita, que deb&iacute;a de
+hallarse tocando el cielo con las manos, y no de ira, sino de espanto,
+de consternaci&oacute;n, al pedir a Dios por la vida de todos, y
+particularmente por la de Neluco? Por eso no me acerqu&eacute; yo, al cabo de
+los tres cuartos de hora bien corridos que pas&eacute; en casa del Topero
+luchando con la duda.</p>
+
+<p>As&iacute; lleg&oacute; el crep&uacute;sculo, torvo, silencioso, amenazante, como ladr&oacute;n
+asesino que aguarda las tinieblas de la noche para consumar el crimen
+forjado en su cerebro. Cuantos c&aacute;lculos hac&iacute;amos para enga&ntilde;arnos unos a
+otros, resultaban incre&iacute;bles en presencia de la realidad de tantas horas
+transcurridas sin saber nada de los ausentes, y, sobre todo, de aquella
+noche espantable que se ven&iacute;a encima de Tablanca y que, si llegaba antes
+que ellos, pod&iacute;a considerarse ya como su losa funeraria. Yo sosten&iacute;a que
+no, contra todas mis convicciones, porque era muy duro rendirse sin
+protesta en tan apurada situaci&oacute;n de esp&iacute;ritu, y no alentar un poco el
+de aquellas honradas gentes, harto m&aacute;s competentes que yo en el punto
+que ventil&aacute;bamos.</p>
+
+<p>&mdash;Pase&mdash;llegu&eacute; a decirles&mdash;, que Pepazos, que est&aacute; &laquo;all&aacute;&raquo; desde anoche,
+solo, desprevenido... &iexcl;Pero los otros!... bien pertrechados de medios de
+defensa, con v&iacute;veres abundantes... En fin, que de &eacute;stos casi respondo
+yo.</p>
+
+<p>Observ&eacute; que le gustaba el razonamiento a Tanasia, aun en la hip&oacute;tesis de
+dar por difunto a Pepazos, y esto me anim&oacute; a distinguir y encarecer las
+valent&iacute;as de Chisco entre las de todos los valientes que le acompa&ntilde;aban,
+lo cual fue menos del agrado del Topero que del de su hija, se&ntilde;al bien
+evidente de que el Tarumbo no estaba mal informado acerca de este
+delicado particular. Pero no di al descubrimiento la importancia que le
+hubiera dado en otra ocasi&oacute;n, porque las impaciencias nos consum&iacute;an, y
+notaba que, como si all&iacute; no hubiera m&aacute;s &aacute;nimos que los m&iacute;os, a medida
+que se los infund&iacute;a a Tanasia y a su familia, iba qued&aacute;ndome yo sin
+ellos. Pensaba al propio tiempo que cambiando de lugar cambiar&iacute;an de
+cara los sucesos, con noticias que pod&iacute;an salirme al paso cuando menos
+lo creyera; pensaba tambi&eacute;n en mi pobre t&iacute;o, a quien hab&iacute;a dejado solo y
+entristecido por mis mal traducidas preocupaciones; y pensaba, por
+&uacute;ltimo, en la tenebrosa noche que estaba ya llegando, y en los peligros
+de que me cogiera en el camino, aunque no muy largo, de mi casa.</p>
+
+<p>Sal&iacute;, pues, de la del Topero, salpic&aacute;ndome el vestido los copos de nieve
+que empezaban a caer; y apretando bien el paso y aprovechando la
+escas&iacute;sima luz que quedaba del d&iacute;a para mirar en todas direcciones
+buscando con los ojos lo que no encontraba por ninguna parte, llegu&eacute;
+pronto a la casona, en la cual hall&eacute; a mi t&iacute;o muy apurado por mi
+ausencia, que le expliqu&eacute; como mejor pude, y a la mujer gris que me
+devoraba con los ojos pidi&eacute;ndome noticias que esperaba yo obtener de
+ella. Ni hab&iacute;a vuelto Chisco, ni por all&iacute; hab&iacute;a pasado alma viviente que
+diera cuenta de &eacute;l ni de los otros. Y a todo esto, mi t&iacute;o ech&aacute;ndole ya
+en falta y Facia y Tona y yo vi&eacute;ndonos negros para ocultarle la verdad
+de lo que ocurr&iacute;a, y la nieve espesando, y avanzando las tinieblas de la
+noche... &iexcl;Dios eterno, qu&eacute; anhelaci&oacute;n la m&iacute;a! Cuando se cerraran los
+portones de la casa, y Chisco no estuviera dentro de ella, y aquel
+infeliz se&ntilde;or lo supiera, y tuvi&eacute;ramos que enterarle de la verdad...
+&iexcl;qu&eacute; pu&ntilde;alada para &eacute;l!</p>
+
+<p>Y acab&oacute; la noche, al fin, de envolver la casona y el valle y las
+monta&ntilde;as en la m&aacute;s densa e impenetrable oscuridad; se cerraron los
+portones, se aviv&oacute; la fogata de la cocina, se arrim&oacute; a ella mi t&iacute;o en el
+sitio de costumbre, pero inquieto y alarmado tambi&eacute;n, porque nos ve&iacute;a
+alarmados e inquietos a todos los que vag&aacute;bamos como sombras, m&aacute;s que
+and&aacute;bamos como personas, en su derredor... y &iexcl;nada, ni una voz afuera,
+ni un golpe, ni un silbido!... El silencio, la soledad, el fr&iacute;o de los
+sepulcros, &iexcl;la muerte por todas partes! Jam&aacute;s me hab&iacute;a parecido la
+majestad de Dios tan imponente, ni le hab&iacute;a rezado con m&aacute;s fervor que
+entonces, mientras andaba yo de puerta en puerta mirando y escuchando,
+sin ver ni o&iacute;r m&aacute;s que la insondable negrura de la noche, el incesante
+bramar del Nansa, que, m&aacute;s que ruido, parec&iacute;a la respiraci&oacute;n del
+silencio y los latidos descompensados de mi coraz&oacute;n.</p>
+
+<p>As&iacute; pas&oacute; una hora que me pareci&oacute; un siglo; y ya iba yo a preparar a mi
+t&iacute;o (que languidec&iacute;a por momentos sin atreverse a preguntarnos una
+palabra) para la terrible noticia con un discurso muy mal hilvanado,
+cuando quiso Dios que se oyeran dos recios golpes en el port&oacute;n que da a
+la calleja. Aquello era, cuando menos, una tregua en la espantosa agon&iacute;a
+que est&aacute;bamos sufriendo todos dentro de aquellos ennegrecidos muros.
+Pero si el que llamaba no era Chisco o quien nos trajera noticias suyas
+y de los dem&aacute;s ausentes, &iquest;no hab&iacute;a para matarle, fuera quien fuera?</p>
+
+<p>Yo mismo cog&iacute; el farol que estaba encendido desde mucho antes por un
+lujo de precauciones tomadas a falta de cosa mejor y m&aacute;s tranquilizadora
+en que ocuparme, y baj&eacute; de tres en tres los pelda&ntilde;os de la escalera;
+llegu&eacute; al port&oacute;n al mismo tiempo que se repet&iacute;an en &eacute;l los garrotazos, y
+con mano torpe y acelerada solt&eacute; el barrote que le aseguraba por dentro,
+destranqu&eacute; y abr&iacute;. Dos bultos aguardaban afuera. Levant&eacute; el farol para
+reconocerlos antes de dejarlos entrar, y conoc&iacute; &iexcl;Dios misericordioso! a
+Neluco y a Chisco... Tambi&eacute;n <i>Canelo</i> estaba all&iacute;, acurrucado. Entraron,
+me abalanc&eacute; a ellos y los abrac&eacute; casi llorando de alegr&iacute;a. &iexcl;Pero en qu&eacute;
+estado se hallaban! Chisco, macilento, desalentado, con la cabeza
+vendada y un brazo en cabestrillo. Neluco, despeado y lacio; y los dos
+empapados en agua de pies a cabeza, yertos, amoratados de fr&iacute;o...
+Invadi&eacute;ronme de nuevo los sobresaltos y las inquietudes, y les pregunt&eacute;
+con un miedo horrible a las respuestas:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y don Sabas?</p>
+
+<p>&mdash;Bueno&mdash;me respondi&oacute; Neluco con voz empa&ntilde;ada.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y Pito Salces?</p>
+
+<p>&mdash;Tambi&eacute;n.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y Pepazos?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Por el amor de Dios!&mdash;interrumpi&oacute; el m&eacute;dico empuj&aacute;ndome hacia el
+fondo del estragal&mdash;. Ropa seca y un poco de lumbre para m&iacute;, y una cama
+para &eacute;ste, antes de todo; y calent&aacute;ndonos hablaremos despu&eacute;s.</p>
+
+<p>&mdash;Es que est&aacute; mi t&iacute;o en la cocina&mdash;repliqu&eacute; temiendo que no pudiera
+decirse delante de &eacute;l todo lo que Neluco tuviera que contar.</p>
+
+<p>&mdash;No importa&mdash;respondi&oacute; impaciente y andando, llev&aacute;ndose por delante a
+Chisco que parec&iacute;a insensible a cuanto le rodeaba.</p>
+
+<p>Cerr&oacute; Facia el port&oacute;n, y subimos todos.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XXII" id="XXII"></a>XXII</h2>
+
+
+<p>El relato que hizo Neluco al amor de la lumbre y vestido ya con ropas
+m&iacute;as, fue lac&oacute;nico, expresivo y pintoresco en sumo grado; y bien puede
+asegurarse que aun sin estas excepcionales condiciones, no le hubiera
+faltado la hond&iacute;sima atenci&oacute;n con que le o&iacute;mos mi t&iacute;o, sus dos criadas y
+yo.</p>
+
+<p>Seg&uacute;n el m&eacute;dico, la quedada de Pepazos en el monte hab&iacute;a corrido por el
+lugar hacia las diez de la noche, con la rapidez de un reguero de
+p&oacute;lvora inflamada, y con la misma brevedad se examin&oacute; el suceso, fue
+estimada su importancia y se acord&oacute; y dispuso el &uacute;nico socorro que pod&iacute;a
+prest&aacute;rsele y se le prestar&iacute;a tan pronto como Dios mandara a la tierra
+una chispa de luz con que guiarse para emprender el camino un poco menos
+que a tientas. As&iacute; se hizo al alborear el nuevo d&iacute;a. Los nombres de los
+expedicionarios eran los mismos que me hab&iacute;a dado Facia pocas horas
+despu&eacute;s de haber salido de Tablanca la expedici&oacute;n. A Chisco, que no
+estuvo presente en &laquo;las juntas&raquo;, se le dio por &laquo;conforme&raquo;, y se le avis&oacute;
+con las debidas precauciones para no alarmar a su amo.</p>
+
+<p>Se conoc&iacute;a el punto de partida de Pepazos detr&aacute;s de sus yeguas, y cierta
+querencia que &eacute;stas y otras del lugar ten&iacute;an a determinados sitios de
+los altos; y una vez colocados los exploradores sobre aquel terreno, ni
+siquiera pusieron en duda la direcci&oacute;n que hab&iacute;an tomado las unas
+huyendo y el otro persigui&eacute;ndolas para &laquo;atajarlas&raquo;. Por un palmo de
+nieve m&aacute;s o menos, no dejaba Pepazos de volver a su casa, por alejado
+que estuviese de ella y por muy negra que fuera la noche; y el no haber
+vuelto era se&ntilde;al de que cuando cay&oacute; en la cuenta de que estaba nevando
+de firme y pens&oacute; en volverse, el espesor de la nieve no bajaba ya de
+media vara, lo cual no pod&iacute;a haber ocurrido, seg&uacute;n dictamen de los que
+hab&iacute;an visto &laquo;el aire de nevar&raquo; aquella noche, antes de las ocho y media
+o las nueve. Sumando las horas transcurridas desde el comienzo de la
+empresa de Pepazos hasta entonces; midiendo el andar que llevar&iacute;a monte
+arriba, y deduciendo de ello los zisz&aacute;s que har&iacute;a, probablemente, en sus
+varias intentonas de &laquo;ataje&raquo; por las laderas, sal&iacute;a la cuenta justa: si
+Pepazos no estaba en el invernal de &laquo;Pe&ntilde;arroja&raquo;, estaba en la &laquo;Cuevona&raquo;
+del &laquo;Pedregal&oacute;n de Escajeras&raquo;, o se le hab&iacute;a zampado el lobo, lo cual no
+era veros&iacute;mil habiendo cerca del mozall&oacute;n bestias de tan sabrosa carne
+como las que &eacute;l iba persiguiendo. Ni el hambre ni el fr&iacute;o eran capaces
+de acabar en una noche sola con una vida tan dura de roer como la de
+Pepazos. Nadie lo dud&oacute;, y la caravana emprendi&oacute; la subida de los montes
+sin atender otra cosa que a pisar en firme y ganar tiempo. Por
+misericordia de Dios, el d&iacute;a, aunque pardo, se presentaba relativamente
+sereno, y apenas chispeaba la nieve por entonces.</p>
+
+<p>Tres horas dur&oacute; la subida m&aacute;s agria, y otra el paso de la primera loma a
+lo largo de ella. De estas cuatro horas, la segunda y la tercera fueron
+de prueba, porque hubo en ellas de todo lo malo que abunda en el monte
+durante las nevadas del calibre de aqu&eacute;lla: aires que entumecen,
+torbellinos que ahogan, nieblas que desorientan y extrav&iacute;an, sendas
+borradas, suelos traidores, caminos franqueados con las palas o
+adivinados por los m&aacute;s expertos; ca&iacute;das inesperadas, c&oacute;micas muchas y de
+riesgos mortales algunas de ellas; sustos frecuentes y fatigas
+incesantes... La hora que dur&oacute; el paso de la hoyada entre la primera y
+la segunda loma, fue m&aacute;s llevadera. Al fin de esta hoyada, es decir, a
+los comienzos de la loma segunda, est&aacute; el Pedregal&oacute;n, con la boca
+abierta a muy poca altura del suelo y encarada a la ruta que llevaban
+los expedicionarios. Se columbr&oacute; muy pronto la mancha gris del pedregal
+sobre el fondo blanqu&iacute;simo y esponjado de la nieve; diez minutos despu&eacute;s
+se dibuj&oacute; perfectamente la boca de la cueva, y desde un poco m&aacute;s
+adelante, algo que no estaba enteramente quieto dentro de sus mand&iacute;bulas
+abiertas y desencajadas; cincuenta pasos m&aacute;s, y hasta los menos sutiles
+de vista conocieron en lo que parec&iacute;a mendrugo de aquel gaznate
+descomunal y olfateaban ya los perros de la caravana, a Pepazos en
+cuerpo y alma. All&iacute; estaba el pedazo de bruto lo mismo que un &iacute;dolo
+japon&eacute;s acurrucado en su hornacina, con los brazos en jarras, los
+mofletes muy colorados, la boca de oreja a oreja y los ojos muy
+risue&ntilde;os, viendo llegar a sus convecinos, tan tranquilo y descuidado
+como si los hubiera citado &eacute;l para que acudieran a aquel sitio y a la
+hora en que llegaban. Correspondiente a esta actitud irracional, fue el
+saludo que le dirigieron los reci&eacute;n llegados, que no pod&iacute;an ya con los
+barajones ni con los propios cuerpos: una tempestad de injurias y de
+motes, y hasta de ladridos de los perros.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Por qu&eacute; no te golvistes a tiempu, animal, m&aacute;s que animal?&mdash;pregunt&oacute;le
+uno.</p>
+
+<p>A lo que respondi&oacute; Pepazos al instante:</p>
+
+<p>&mdash;Porque me hab&iacute;a empe&ntilde;au en atajar las yeguas; y como la nievi me
+serv&iacute;a pa columbralas bien dimpu&eacute;s que cerr&oacute; la noche... jala, jala,
+jala, parriba detr&aacute;s de eyas; torna aqu&iacute; y ataja acuy&aacute;...</p>
+
+<p>&mdash;Y &iquest;d&oacute;nde est&aacute;n esas bestias a la presente?&mdash;le pregunt&oacute; el Cura.</p>
+
+<p>&mdash;S&aacute;belu Dios&mdash;contest&oacute; Pepazos entristecido con la pregunta&mdash;. Al
+ayegar yo a esa joy&aacute;, tresponierum eyas la otra cumbri como si las
+yevaran los demontris... y &eacute;chilas un galgu... Apretaba la ventisca,
+espesaba la nievi, hab&iacute;a muchu que andar hasta Tablanca, ten&iacute;a cerca
+esta cuevona, y aqu&iacute; me acald&eacute; tan guapamenti.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y habr&aacute;s sido capaz de dormir?&mdash;le interpel&oacute; el m&eacute;dico.</p>
+
+<p>&mdash;Como que no ten&iacute;a otra cosa que jacer...&mdash;respondi&oacute; el mozall&oacute;n
+admirado de la pregunta.</p>
+
+<p>&mdash;Sin acordarte maldita la cosa&mdash;insisti&oacute; Neluco&mdash;, del susto que dabas
+a tu familia y a todo el pueblo...</p>
+
+<p>Se encogi&oacute; de hombros el interpelado, como si entonces cayera en ello
+por primera vez. Al notarlo, dijo don Sabas descomponi&eacute;ndose un poco:</p>
+
+<p>&mdash;Y si todos hubi&eacute;ramos sido tan cern&iacute;calos como t&uacute;, &iquest;qu&eacute; hubiera sido
+de ti, si no hoy, ma&ntilde;ana, cuando el hambre y el fr&iacute;o te acometieran?</p>
+
+<p>Otro encogimiento de hombros por respuesta, como si tampoco hubiera
+cruzado se&ntilde;al de semejante idea por el meollo de Pepazos.</p>
+
+<p>En fin, que no hab&iacute;a atadero en aquel hombre... ni mucho tiempo que
+perder; por lo que se metieron los de afuera en la cuevona, obra bien
+f&aacute;cil, porque le llegaba ya la nieve a media vara de la boca;
+descansaron y comieron todos, poniendo a raya la voracidad de Pepazos,
+sin lo cual no hubieran alcanzado las provisiones para &eacute;l solo; y como
+el cielo iba ennegreci&eacute;ndose por mala parte, despu&eacute;s de un ligero reposo
+salieron todos de la cueva apercibidos para la marcha, y la emprendieron
+a buen andar montada abajo.</p>
+
+<p>Al principio todo fue bien, y hasta abundaron las zumbas, las indirectas
+y las iron&iacute;as enderezadas a Pepazos, que no se enteraba de la mayor
+parte de ellas por natural torpeza de su mag&iacute;n. Pito Salces se desat&oacute; en
+barbaridades contra &eacute;l, y, sobre todo, contra el Topero, que le abr&iacute;a la
+puerta, mientras se la cerraba a un hombre tan avispado como uno que &eacute;l
+(Chorcos) conoc&iacute;a &laquo;igual que a s&iacute; mesmo&raquo;, y que, aunque otra cosa se
+dijera por ciertas lenguas, era el que plantaba el jito en el coraz&oacute;n de
+Tanasia. Esto, dicho entre cabriolas, manoteos y risotadas, delante de
+toda aquella gente, y sin respeto alguno a la autoridad del se&ntilde;or Cura,
+dej&oacute; desconcertado y moh&iacute;no a Pepazos, y a Chisco del color de la nieve,
+y no de fr&iacute;o, sino de santa indignaci&oacute;n que puso a Chorcos en grave
+riesgo de bajar rodando una ladera &laquo;pend&iacute;a&raquo; que asomaba a diez varas de
+ellos.</p>
+
+<p>Pero pas&oacute; la gresca, como pasaban a cada instante ciertas rachas de
+cierzo que flagelaban las caras con manojos (tales parec&iacute;an) de la nieve
+seca que llevaba consigo.</p>
+
+<p>Lo que no pasaba era aquella negrura que se ve&iacute;a sobre el horizonte
+frontero: lejos de pasar, iba avanzando y extendi&eacute;ndose en todas
+direcciones; y cuanto m&aacute;s avanzaba y se extend&iacute;a, &laquo;m&aacute;s de ella&raquo; quedaba
+a la otra parte; vamos, como la &laquo;jumera&raquo; de un calero muy grande que
+acabara de encenderse detr&aacute;s de los montes lejanos. Y esto era lo que no
+perd&iacute;an de vista don Sabas y los que, aunque no tanto como &eacute;l, eran muy
+entendidos en aquella casta de nublados; y por esto husmeaba el Cura el
+paisaje con avidez, y cortaba las apuntadas conversaciones con mandatos
+secos de avivar la marcha. Hasta los perros encog&iacute;an el rabo y se pon&iacute;an
+a la vera y al andar de la gente, sobre todo cuando se oy&oacute; bramar el
+cierzo entre los pelados robledales y en las gargantas de la cordillera,
+y se enturbi&oacute; de repente la luz, como si fuera a anochecer enseguida, y
+se vio desprenderse de lo m&aacute;s negro y m&aacute;s lejano de las nubes aquel
+pingajo siniestro que hab&iacute;a visto yo desde mi casa, y unirse luego con
+el otro pingajo que ascend&iacute;a de la tierra, y comenzar, fundidos ya en
+una pieza los dos, a dar vueltas como un huso entre los dedos de una
+&laquo;jiladora&raquo; y andar, andar, andar hacia ellos, los peregrinos del monte,
+como si lo empujara el bramar que se o&iacute;a detr&aacute;s de ellos, si no era ello
+mismo lo que bramaba, repleto de iras y de ansias de exterminio, muertes
+y desolaciones.</p>
+
+<p>Don Sabas mir&oacute; entonces a Neluco con ojos de alarma; Neluco al Cura;
+Chisco y Pito Salces a los dos; y todos se miraron unos a otros, y todos
+se detuvieron de repente como si obedecieran al impulso de un mismo
+resorte. <i>Canelo</i> y sus cong&eacute;neres se detuvieron tambi&eacute;n y se arrimaron
+al grupo, mirando a todas las caras y exhalando entrecortados aullidos
+quejumbrosos.</p>
+
+<p>&mdash;Aquello&mdash;dijo Sabas apuntando a la tromba&mdash;, ha de pasar por aqu&iacute; sin
+tardar mucho... &iexcl;Y en qu&eacute; sitio nos coge!</p>
+
+<p>Estaban a la saz&oacute;n en el centro de una altura, casi una meseta,
+desamparada por todas partes y dominada hacia la izquierda por un
+picacho, entre el cual y la sierra se abr&iacute;a la boca de una barranca
+profund&iacute;sima. Cerca de la barranca y en el lado de la sierra, hab&iacute;a un
+robledal bastante espeso y de recios troncos. Escaso refugio era aqu&eacute;l y
+peligroso en sumo grado para defenderse de un enemigo tan formidable
+como el que se les iba encima a paso de gigante; pero como no ten&iacute;an
+otro mejor a sus alcances, a &eacute;l acudieron sin tardanza. Eligi&oacute; cada cual
+su tronco, en la seguridad de que lo mismo pod&iacute;a servirle de amparo que
+de verdugo; y all&iacute; se estuvieron, encomend&aacute;ndose a Dios y respondiendo a
+las preces que en voz resonante le dirig&iacute;a don Sabas, pidi&eacute;ndole por la
+vida de todos, aunque fuera al precio de la suya propia.</p>
+
+<p>Lo tan temido y esperado no tard&oacute; en llegar, negro, espeso, rugiente,
+furibundo, como si toda la mar con sus olas embravecidas, y sus
+huracanes y sus bramidos, y su empuje irresistible, hubiera salido de su
+&aacute;lveo incomensurable para pasar por all&iacute;. Temblaron hasta los m&aacute;s
+valientes (y lo eran mucho todos los de aquella denodada legi&oacute;n), y
+ninguno de ellos supo darse cuenta cabal del principio ni del fin del
+paso de aquel tan r&aacute;pido como espantoso hurac&aacute;n. &iexcl;Y que solamente les
+hab&iacute;a alcanzado uno de los jirones de la tromba, desgarrada en su primer
+choque contra las moles de la cordillera!</p>
+
+<p>Hubo en el robledal ramas desgajadas y troncos removidos, y apareci&oacute;
+desfigurado el suelo, barrido de nieve donde antes hubo mucha, y enormes
+c&uacute;mulos de ella donde hab&iacute;a escaseado m&aacute;s. Esto fue lo primero que se
+meti&oacute; por los ojos de los infelices, tan pronto como los abrieron para
+buscarse con la vista unos a otros. Nadie estaba en el sitio que hab&iacute;a
+ocupado antes de la tormenta, y Pepazos yac&iacute;a sepultado de medio abajo
+en una pila de nieve, fuera del robledal y a muy pocos pasos de la
+barranca... &iexcl;Pero faltaba uno! &iexcl;faltaba Chisco! y no respond&iacute;a a las
+voces con que se le llamaba, ni se le ve&iacute;a por ninguna parte... &iquest;D&oacute;nde
+buscarle? &iquest;Qu&eacute; sitio hab&iacute;a ocupado en el robledal? &iquest;Qui&eacute;n estuvo cerca
+de &eacute;l? &iquest;Qui&eacute;n le hab&iacute;a visto al reventar la cellerisca negra?</p>
+
+<p>En aquel mismo instante sac&oacute; Pepazos sus zancas de la nieve y rompi&oacute; a
+hablar. &Eacute;l se hab&iacute;a salido del robledal por creerse m&aacute;s seguro afuera al
+sentir en la cara los primeros latigazos de &laquo;la nube&raquo;. Observ&oacute;lo Chisco,
+que estaba a su lado, y le llam&oacute; para que se volviera al robledal antes
+con antes, si no quer&iacute;a salir volando por encima de la barranca o caer
+en ella sepultado, que tanto daba: Pepazos que no, y Chisco que s&iacute;,
+&eacute;chase sobre el otro para meterle adentro por buenas o por malas;
+revienta en esto la cellerisca, y no volvi&oacute; Pepazos a o&iacute;r ni a ver ni a
+sentir cosa alguna de este mundo hasta lo que estaba viendo y oyendo a
+la presente.</p>
+
+<p>Pito Salces, que no quitaba ojo a Pepazos ni perd&iacute;a una sola palabra de
+las que iba diciendo el mozall&oacute;n, en cuanto &eacute;ste ces&oacute; de hablar se
+plant&oacute; de un salt&oacute; en la orilla de la barranca, y all&iacute; se puso a
+husmear, con la avidez de un perro de buena nariz, en todas direcciones
+y hasta en las negras profundidades del abismo. El dolor, la
+consternaci&oacute;n de aquellas generosas y honradas gentes, no son para
+pintados. Se corr&iacute;a de ac&aacute; para all&aacute;; olfateaba desesperadamente
+<i>Canelo</i> (a los otros dos canes los hab&iacute;a barrido el hurac&aacute;n); se
+llamaba a Chisco en todos los imaginables tonos de la angustia humana, y
+se remov&iacute;an los montones de nieve con la pala, con la azada, con los
+pies, con las u&ntilde;as... &iexcl;y nada!</p>
+
+<p>En esto se oye un grito de Pito Salces, y estas palabras que volvieron
+la vida a todos:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Aqu&iacute; est&aacute;, puches! o yo no tengo ojos en la cara.</p>
+
+<p>Hall&aacute;base el bueno de Pito esparrancado en el borde mismo de la quebrada
+y mirando ansiosamente hacia abajo. All&iacute;, en el estrecho lomo de la
+&uacute;nica pe&ntilde;a que avanzaba sobre el abismo y se arraigaba en la orilla, a
+cosa de treinta pies m&aacute;s abajo de donde afirmaban los suyos para mirar
+Pito y los que hab&iacute;an acudido a su llamada, se ve&iacute;a un cuerpo humano
+medio cubierto por la nieve. Indudablemente era el de Chisco, por las
+se&ntilde;ales de su vestido y de su tama&ntilde;o; pero &iquest;quedar&iacute;a algo de vida en
+aquel ser que parec&iacute;a inanimado? Pito sosten&iacute;a que s&iacute;, porque se atrev&iacute;a
+a jurar que hab&iacute;a pescado cierta &laquo;movici&oacute;n&raquo; de brazo en &eacute;l. De todas
+maneras, hab&iacute;a que sacarle de all&iacute;. &iquest;C&oacute;mo? &iquest;Por d&oacute;nde? Y aqu&iacute; las ansias
+y la desesperaci&oacute;n, porque el socorro era dificultoso y el tiempo
+apremiaba inexorable. El corte de la monta&ntilde;a por aquel lado era casi
+vertical, a pico sobre el barranco, y s&oacute;lo hab&iacute;a un ligero tramo, de
+talud muy enlomado, precisamente a plomo de la pe&ntilde;a con la cual se un&iacute;a
+por su base. Entre la pe&ntilde;a y la base del talud hab&iacute;a un espacio de
+algunas varas. En aquel espacio, muy arrimado a la pe&ntilde;a y con bien
+marcada inclinaci&oacute;n hacia el abismo, estaba lo que se parec&iacute;a a Chisco
+boca abajo e inm&oacute;vil; parecer que confirmaba <i>Canelo</i> desde arriba
+latiendo desaforadamente y buscando una senda por donde lanzarse en
+ayuda de su due&ntilde;o. Por razones de suma prudencia, mand&oacute; Neluco que se
+sujetara al perro en el acto y se le tuviera lejos del sitio en que se
+hallaban don Sabas, Pito Salces y &eacute;l, discurriendo sobre el problema de
+la bajada. &Eacute;sta no era imposible, ni mucho menos, para aquellos
+arriesgados y duchos monta&ntilde;eses con los recursos auxiliares que ten&iacute;an a
+su disposici&oacute;n; pero en aquellos instantes ofrec&iacute;a un peligro tremendo,
+no para el que bajara, sino para el que se hallaba abajo ya, indefenso e
+inerte. El talud estaba cubierto, hasta la arista de arriba, de una capa
+de nieve que no medir&iacute;a menos de vara y media de espesor, y deb&iacute;a de
+medir mucho m&aacute;s tal vez el doble, la que hab&iacute;a en la explanada de abajo,
+en uno de cuyos lados yac&iacute;a Chisco sin dar se&ntilde;ales de vida, por m&aacute;s que
+siguiera jurando Chorcos que s&iacute; las daba. Remover la nieve de arriba,
+siquiera fuese ligeramente (y de aqu&iacute; la precauci&oacute;n de Neluco tomada con
+<i>Canelo</i>), equival&iacute;a a producir un corrimiento de ella, que, ganando
+peso y velocidad de palmo en palmo, llegar&iacute;a a la pe&ntilde;a como un alud de
+bastante empuje para arrastrar a Chisco a los profundos de la barranca.
+Esto, que estaba en la mente de todos, era lo que los ten&iacute;a febriles y
+consternados. Todos estaban dispuestos a bajar, pero a nadie le era
+permitido. Pito Salces, que no cab&iacute;a dentro de s&iacute; mismo y andaba leguas
+por segundo en los tres palmos de suelo que ocupaban sus pies, se dio de
+pronto un pu&ntilde;etazo en la frente. &iexcl;Puches! ya ten&iacute;a la idea.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Est&aacute;n las cuerdas listas?&mdash;pregunt&oacute;.</p>
+
+<p>Respondi&eacute;ronle que s&iacute;.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Alcanzar&aacute; ca una de eyas hasta abaju?</p>
+
+<p>Se le respondi&oacute; que con sobras de otro tanto. Pidi&oacute; luego una pala.
+Examin&oacute; la cuerda, midi&eacute;ndola braza a braza; la dej&oacute; despu&eacute;s enroscada
+en el suelo cerca del borde del barranco; puso la pala sobre la rosca, y
+volvi&oacute; a asomarse al precipicio. Enseguida pregunt&oacute; a los m&aacute;s cercanos
+de los que le miraban a &eacute;l silenciosos y llenos de curiosidad:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Habr&aacute; siquiera, siquiera, dos varas de nieve en la yanauca de ay&aacute;
+baju?</p>
+
+<p>&mdash;Y m&aacute;s que m&aacute;s&mdash;se le respondi&oacute;.</p>
+
+<p>Quit&oacute;se los barajones en un periquete; los arroj&oacute; a un lado, enderez&oacute;se
+y dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Los rayos, &iexcl;puches!, son pa cuando truena, y las oraciones, se&ntilde;or don
+Sabas, pa cuando se nesecitan como ahora mesmu.</p>
+
+<p>Bes&oacute; la mano al Cura; arrim&oacute;se otra vez a la orilla de la barranca; dijo
+a los que le contemplaban at&oacute;nitos, por ignorar los planes que le mov&iacute;an
+a hacer aquellas cosas tan raras, que tuvieran listas la pala y la
+cuerda para cuando las pidiera &eacute;l; mir&oacute; un instante hacia abajo,
+santigu&oacute;se r&aacute;pidamente, invoc&oacute; a &laquo;Jes&uacute;s crucificado...&raquo; &iexcl;y all&aacute; va eso!
+Se lanz&oacute; al abismo entre el asombro y el espanto de todos. Hay que
+advertir que desde que se not&oacute; la falta de Chisco hasta aquella sublime
+barbaridad, no pasaron diez minutos. &iexcl;Tan de prisa se andaba, se
+discurr&iacute;a y se obraba all&iacute;!</p>
+
+<p>Los que vieron caer a Pito Salces (que fueron todos los que de la
+caravana quedaban arriba, <i>Canelo</i> inclusive) derecho, r&iacute;gido como un
+huso, y haciendo de los brazos alas y balanc&iacute;n para gobernarse en los
+aires, no lograron averiguar cu&aacute;l fue primero, si el hundirse en la
+nieve hasta la cruz de los calzones, o el echar las dos manos sobre el
+cuerpo inm&oacute;vil de su amigo, haciendo presa en &eacute;l. Enseguida tir&oacute; del
+cuerpo con todas sus fuerzas, logr&oacute; arrastrarle a su terreno y le dej&oacute;
+sobre la nieve en lugar m&aacute;s seguro y boca arriba. Todos conocieron a
+Chisco en cuanto le vieron as&iacute;; pero &iexcl;horror de los horrores! en el
+sitio en que hab&iacute;a estado apoyada su cabeza quedaba un manch&oacute;n de sangre
+que se distingu&iacute;a perfectamente sobre la blancura deslumbradora de la
+nieve. Casi al mismo tiempo que se hac&iacute;a este triste descubrimiento,
+gritaba Pito desde abajo volviendo la mirada hacia los de arriba:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Hay hombre, puches, y hasta con su resueyu correspondienti!</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Arriba con &eacute;l sin tardanza!&mdash;grit&oacute; Neluco entonces desde lo alto.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Hay que barrer primero el camino!&mdash;contest&oacute; Chorcos desde abajo&mdash;.
+&Eacute;chenme una pala antes con antes, porque ya tengo la idea, &iexcl;puches!, y
+vaigan jiciendu por arriba lo que a m&iacute; me vean jacer por ac&aacute; abaju... en
+cuanto yo avise.</p>
+
+<p>Cay&oacute; la pala enseguida, perfectamente a plomo y en el sitio mismo que
+Chorcos se&ntilde;alaba con la mano; apoder&oacute;se de ella, y comenz&oacute; a expalar
+nieve a diestro y a siniestro, arroj&aacute;ndola por encima de los bordes de
+aquella a&eacute;rea y min&uacute;scula pen&iacute;nsula unida al continente de la monta&ntilde;a
+por un istmo que no ten&iacute;a tres varas de anchura. En dos minutos qued&oacute; el
+istmo despejado y abierta una senda en el campizo que tapizaba por all&iacute;
+los raigones del pe&ntilde;asco, hasta el mont&oacute;n de nieve sobre el cual yac&iacute;a
+Chisco. Enseguida se arrim&oacute; el intr&eacute;pido muchacho a la base del talud, y
+all&iacute;, como si se hallara en el huerto de su casa, sin inquietarse lo m&aacute;s
+m&iacute;nimo por la visi&oacute;n de los abismos horrendos que se abr&iacute;an a media vara
+de cada uno de sus pies, p&uacute;sose a expalar la nieve del talud, a un lado
+y a otro, mandando al propio tiempo que se hiciera arriba lo mismo, en
+cuanto alcanzaran las palas. Sin base ya la nieve del talud y removida
+por lo alto, empez&oacute; a escurrirse hasta el istmo, donde se part&iacute;a en dos
+cascadas que desaparec&iacute;an en el barranco. Despejado y limpio el talud en
+breves momentos y desembarazado, por consiguiente, de los peligros que
+se tem&iacute;an antes, ech&oacute;se abajo la cuerda que pidi&oacute; Chorcos; at&oacute; como
+deb&iacute;a y &eacute;l sab&iacute;a hacerlo, a su amigo por los sobacos, y tirando con
+tiento los de arriba y ayudando &eacute;l con cari&ntilde;o desde abajo, qued&oacute; Chisco,
+que no pod&iacute;a hacer nada por s&iacute;, arrimado al talud.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Arriba ahora con &eacute;l!&mdash;voce&oacute; Pito Salces, y a pulsu, porque si no yeva
+un brazu cascau, ha de faltali pocu.</p>
+
+<p>Lleg&oacute; Chisco felizmente a lo alto, volvi&oacute; a descender la cuerda, at&oacute;se
+con ella Chorcos, subi&eacute;ronle; y sin detenerse nadie a ponderarle la
+haza&ntilde;a, ni ocurr&iacute;rsele a &eacute;l que lo que acababa de hacer mereciera tal
+nombre, corrieron todos a rodear a Chisco, de quien ya se hab&iacute;a
+apoderado el m&eacute;dico en el robledal, asistido de don Sabas
+principalmente. La herida de la cabeza result&oacute; insignificante, y lo del
+brazo ni siquiera llegaba a dislocaci&oacute;n del hombro. Lo peor era la
+sangre perdida que le debilitaba mucho, y lo que pudiera haber de
+conmoci&oacute;n cerebral, aunque era buen s&iacute;ntoma lo d&oacute;cil que iba mostr&aacute;ndose
+todo el organismo a los remedios que Neluco le aplicaba. A los tres
+cuartos de hora se sentaba el enfermo por su propio esfuerzo y por su
+libre voluntad; otro cuarto de hora despu&eacute;s, ped&iacute;a minuciosas noticias
+de todo lo que le hab&iacute;a pasado; a la hora y media, com&iacute;a con gran
+apetito y beb&iacute;a cuando le daban; y sin cumplirse las dos horas, ensayaba
+sus br&iacute;os de caminante pataleando sobre la nieve y rogando al Cura y a
+Neluco que se rompiera la marcha cuanto antes.</p>
+
+<p>Caminando ya, dec&iacute;a don Sabas al m&eacute;dico:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Y se dir&aacute; que ya no se hacen milagros! Haber en el pared&oacute;n liso de la
+barranca una sola pe&ntilde;a saliente; ir a dar Chisco a esa pe&ntilde;a arrastrado
+por la cellerisca; tener la pe&ntilde;a un colch&oacute;n de m&aacute;s de dos varas de
+nieve, y envolverle a &eacute;l la cellerisca en cobertores de m&aacute;s de otro
+tanto, para que la ca&iacute;da fuera blanda. &iquest;No son milagros &eacute;stos? Y, por
+&uacute;ltimo, &iquest;no es el mayor de todos la ocurrencia de Pito? Porque &iquest;de qu&eacute;
+hubieran servido los otros sin esa barbaridad?</p>
+
+<p>Como hab&iacute;a que acomodarse al andar de Chisco, que no era su andar
+ordinario, la bajada a Tablanca dur&oacute; bastante m&aacute;s de lo calculado a la
+salida de la &laquo;Cuevona&raquo; del &laquo;Pedregal&oacute;n de Escajeras&raquo;; y como, as&iacute; y
+todo, el moz&oacute;n de Robac&iacute;o no era de hierro, lleg&oacute; a cansarse mucho y a
+no sentirse bien a medida que avanzaba la noche y el fr&iacute;o arreciaba.</p>
+
+<p>Hubo temores de que no pudiera llegar a Tablanca por sus pies, y se
+buscaron atajos para llegar cuanto antes. C&oacute;mo llegaron, al fin, Neluco
+y el enfermo, ya lo hab&iacute;amos visto nosotros. Se calent&oacute; la cama de
+Chisco, se le despoj&oacute; de sus ropas h&uacute;medas, se le dieron unas fricciones
+de aguardiente; y en la cama segu&iacute;a reposando al referir Neluco en la
+cocina estos sucesos que m&aacute;s de una vez empa&ntilde;aron los ojos de Facia, e
+hicieron estremecerse de pavor y de entusiasmo a su hija Tona, mientras
+a mi t&iacute;o le temblaba la barbilla y le chispeaban los ojuelos clavados en
+los del narrador. En cuanto a m&iacute;, con admirar tanto como admir&eacute; la
+atrocidad heroica de Pito Salces, y con sentir tan hondamente como sent&iacute;
+el percance tremendo del pobre Chisco, a&uacute;n me resultaba poco todo ello
+en comparaci&oacute;n del cuadro de horrores que yo hab&iacute;a estado forj&aacute;ndome en
+la cabeza durante el d&iacute;a y una buena parte de la noche.</p>
+
+<p>Terminado el relato, con minuciosos comentarios de los oyentes, y
+reanimado ya Neluco con el calor de la lumbrona, diose una vuelta por la
+alcoba de Chisco; vio y vimos todos que dorm&iacute;a profundamente un sue&ntilde;o
+tranquilo y reparador sin se&ntilde;al de calentura; dionos instrucciones para
+lo que pudiera acontecer hasta que volviera &eacute;l a la ma&ntilde;ana siguiente;
+pidi&oacute; el farol que ya le ten&iacute;a Facia preparado; despidi&oacute;se y se fue a su
+casa, donde estar&iacute;a su ama de gobierno llorando por &eacute;l y hasta
+encomend&aacute;ndole a Dios. Expliqu&eacute; yo luego a mi t&iacute;o, con la raz&oacute;n de estos
+sucesos, mi conducta de todo el d&iacute;a; pareci&oacute; tranquilizarse con ello;
+nos arrimamos poco despu&eacute;s a la perezosa; cen&eacute; yo con un apetito como no
+hab&iacute;a sentido otro en mi vida, y una hora despu&eacute;s nos retir&aacute;bamos a
+dormir.</p>
+
+<p>&iexcl;A dormir!... &iexcl;Buenas andaban para ello las horas de aquel d&iacute;a y de
+aquella noche memorables!</p>
+
+<p>Hab&iacute;ame yo metido en la cama con la cabeza atiborrada de sucesos
+extraordinarios y el coraz&oacute;n henchido de impresiones; ve&iacute;a la tempestad
+rugiendo entre las monta&ntilde;as, desgajando pe&ntilde;ascos y desarraigando troncos
+seculares, y a una docena de hombres, sencilla y naturalmente generosos,
+envueltos entre remolinos de nieve y de granizo, rodando por los suelos,
+como la hojarasca muerta de los &aacute;rboles; ve&iacute;a a Chisco moribundo en el
+lomo de una roca, sobre el fondo negro de un abismo espantoso; ve&iacute;a las
+ansias desesperadas de sus compa&ntilde;eros de fatigas, que no hallaban la
+manera de sacarle de all&iacute;, y ve&iacute;a, por &uacute;ltimo, al noblote Pito Salces
+volando por los aires y jug&aacute;ndose la vida en aquel arranque brutalmente
+sublime, por el intento solo de salvar la de su amigo, que de seguro
+hubiera hecho una barbaridad id&eacute;ntica por &eacute;l; consideraba yo todo lo que
+representaban y val&iacute;an a la luz del buen sentido estas cosas, y la
+simple acometida de la excursi&oacute;n a la monta&ntilde;a en un d&iacute;a como aqu&eacute;l, por
+puro y santo esp&iacute;ritu de caridad, como el hecho m&aacute;s natural y sencillo,
+sin la menor protesta, sin la m&aacute;s leve duda y sin idea siquiera de la
+m&aacute;s remota esperanza de lucro ni de aplauso; y, sin poderlo remediar, me
+acordaba de lo que hab&iacute;a le&iacute;do y o&iacute;do tantas veces en mi mundo; del
+clamoreo resonante que sol&iacute;a moverse en tertulias, casinos y papeles, y
+de los honores y cintajos que se ped&iacute;an y se otorgaban para premiar una
+&laquo;haza&ntilde;a&raquo; que no val&iacute;a dos cominos en buena venta; pensaba tambi&eacute;n en mi
+pobre t&iacute;o, a quien las dudas primero, y despu&eacute;s el conocimiento de la
+realidad con todos sus pormenores, hab&iacute;an afectado muy profundamente, y
+en que le hab&iacute;a dejado yo a la puerta de su dormitorio mucho m&aacute;s abatido
+y macilento que de costumbre, m&aacute;s fatigoso y m&aacute;s perseguido por la tos;
+en fin, hasta pens&eacute; en lo que, en buena justicia, habr&iacute;an ganado Chisco
+en la estimaci&oacute;n de Tanasia, de quien no era digno un animalote como
+Pepazos, y Pito Salces en la de Tona, que no habr&iacute;a echado en saco roto
+las heroicas atrocidades del mozall&oacute;n que tan de veras la quer&iacute;a.</p>
+
+<p>Hasta bien pasada la media noche no empezaron los amagos del sue&ntilde;o a
+confundirme y amontonarme estos pensamientos y aquellas im&aacute;genes en la
+cabeza; y entonces fue, precisamente, cuando o&iacute; unos golpes dados en el
+suelo del cuarto de mi t&iacute;o. Sol&iacute;a &eacute;l llamar as&iacute; con un palo que le
+pon&iacute;an arrimado a la cabecera de la cama. Pero en los golpes de aquella
+noche hab&iacute;a algo que los distingu&iacute;a de los golpes de otras veces, o&iacute;dos
+por m&iacute; sin alarma. Pod&iacute;a ser esto verdad, o producto de una alucinaci&oacute;n
+m&iacute;a; pero yo, en la duda, me atuve a lo primero y me levant&eacute; de un
+salto, encend&iacute; la buj&iacute;a, me vest&iacute; en el aire y acud&iacute; a la llamada. Y
+result&oacute; lo que yo me tem&iacute;a. Hall&eacute; al pobre se&ntilde;or incorporado en la cama,
+de color de lirio, con la mirada de angustia, la boca entreabierta, la
+respiraci&oacute;n anhelosa y dif&iacute;cil, y un estertor en el pecho que parec&iacute;a el
+de la muerte. Recitaba, s&iacute;laba a s&iacute;laba, salmos del <i>Miserere</i>... y yo
+no supe qu&eacute; hacer ni qu&eacute; decirle en los primeros momentos: me impon&iacute;a
+aquel cuadro que nunca hab&iacute;a visto, y sent&iacute;a al mismo tiempo mucha
+compasi&oacute;n. Contando con ataques de aquella especie, hab&iacute;a en casa varios
+medicamentos y nos hab&iacute;a dado Neluco algunas instrucciones para combatir
+el apuro en los primeros instantes mientras se le avisaba a &eacute;l; pero yo
+no acertaba a hacer ni a disponer cosa con cosa. &iexcl;Tan aturdido me ve&iacute;a!</p>
+
+<p>Llegaron a esto las dos criadas, que tambi&eacute;n hab&iacute;an o&iacute;do los golpes, y,
+por ver a su amo desde la puerta, me dijo Facia al o&iacute;do:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Lo mesmu que la otra vez!</p>
+
+<p>Volvi&oacute;se Tona volando hacia la cocina a cumplir un mandato de su madre,
+y se qued&oacute; &eacute;sta conmigo en el cuarto del enfermo.</p>
+
+<p>&Eacute;ter, maniluvios, sinapismos... &iexcl;qu&eacute; s&eacute; yo cu&aacute;ntos recursos se pusieron
+en juego all&iacute;! A todo se prestaba el angustiado se&ntilde;or, menos a que se
+avisara a Neluco ni a don Sabas, porque despu&eacute;s de la brega que hab&iacute;an
+tenido desde el alba, necesitaban el descanso tanto como &eacute;l. &iexcl;Y cuidado
+con que se enterara el pobre Chisco de lo que estaba pasando! porque era
+capaz de levantarse con riesgo de ponerse peor; y Chisco y el Cura y
+Neluco y yo y Facia y todos y cada uno de los que dorm&iacute;an o descansaban
+a aquellas horas o andaban sanos y buenos por la casa, hac&iacute;an falta en
+el mundo; todos menos &eacute;l, que vi&eacute;ndose en aquel trance se ve&iacute;a en lo
+suyo propio y en lo que era natural.</p>
+
+<p>Todo esto nos lo iba diciendo poco a poco, mientras clavaba en nosotros
+su vista cristalizada y anhelosa y hund&iacute;a sus manos cadav&eacute;ricas en una
+palangana llena de agua muy caliente, aprovechando el alivio que iban
+produci&eacute;ndole &eacute;ste y otros remedios heroicos que le aplic&aacute;bamos sin
+cesar.</p>
+
+<p>&mdash;Adem&aacute;s&mdash;nos dijo&mdash;, esto no es la muerte todav&iacute;a; lo conozco yo bien;
+y si creyera otra cosa, ya estar&iacute;a aqu&iacute; el Cura por mi orden, por la
+cuenta que me tiene.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Cascajo!... Pero es otro aviso de ella... vamos, el segundo toque; al
+tercero, la misa... y no miento, la misa de cuerpo presente; el cuerpo
+de tu t&iacute;o, Marcelo, de tu amo, Facia, que ya est&aacute; de sobra en esta casa
+y en el mundo... &iexcl;Bendita sea la voluntad de Dios por siempre jam&aacute;s,
+am&eacute;n!</p>
+
+<p>Despu&eacute;s se puso a rezar por lo bajo; y a medida que se le calmaban las
+angustias iba cerrando los ojos, hasta que acab&oacute; por quedarse dormido; y
+as&iacute; dormitando y despertando a cada instante, pas&oacute; mucho tiempo. Hacia
+la madrugada desapareci&oacute; por completo el ataque, y durmi&oacute; el enfermo
+tranquilamente y de un tir&oacute;n, cerca de dos horas. &iexcl;Pero qu&eacute; ganas hab&iacute;a
+tenido yo durante la noche de avisar a Neluco, y qu&eacute; ansiedad la m&iacute;a por
+que amaneciera!</p>
+
+<p>Cuando amaneci&oacute;, al fin, tiritaba yo de fr&iacute;o... y de tristeza, sentado a
+la cabecera de la cama de mi t&iacute;o, despu&eacute;s de haber visto desde la solana
+de mi cuarto que no se presentaba el nuevo d&iacute;a m&aacute;s risue&ntilde;o que el
+anterior, y de enviar recado a Neluco para que anticipara la visita
+cuanto le fuera posible.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XXIII" id="XXIII"></a>XXIII</h2>
+
+
+<p>En cuanto mi t&iacute;o se hall&oacute; libre del ataque al despertar del sue&ntilde;o,
+relativamente tranquilo, que yo le hab&iacute;a velado desde el amanecer, y vio
+el cuarto alumbrado por la luz del d&iacute;a, aunque parda y melanc&oacute;lica,
+olvid&oacute;se de las mortales angustias que hab&iacute;a sufrido pocas horas antes,
+y no tuvo ni declar&oacute; otro deseo que el de saltar de la cama para hacer
+la vida de costumbre. Dios y ayuda nos cost&oacute; reducirle a que siquiera
+nos escuchara las razones que ten&iacute;amos para oponernos a su irreflexivo y
+peligroso empe&ntilde;o. Neluco, que ya se hallaba presente y bien enterado de
+todo lo ocurrido durante la noche, tuvo que enfadarse de veras y hasta
+faltarle un poquillo al respeto. Si no por las buenas, por las malas
+tendr&iacute;a que quedarse aquel d&iacute;a en la cama, y el siguiente, y el otro, y
+todo el tiempo que durase el temporal de nieve. Hab&iacute;a que evitar a todo
+trance los enfriamientos... Despu&eacute;s, ya se ver&iacute;a. A lo cual respondi&oacute;
+don Celso, echando lumbre por los ojillos de raposo y apretando los
+pu&ntilde;os de coraje:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Para ti estaba! &iexcl;para ti y para todos los de tu arrastrado oficio,
+mediqu&iacute;n trapacero del cascajo! &iquest;Por qui&eacute;n me tomas? &iquest;De qu&eacute; madera te
+has pensado que soy yo? Me levantar&eacute;... o no me levantar&eacute;, conforme y
+seg&uacute;n me vea de agallas; pero no porque se le antoje as&iacute; o asao a ning&uacute;n
+enterrador de vivos... porque enterrar en vida es &iexcl;cuartajo! tener en la
+cama d&iacute;as y d&iacute;as a un hombre como yo, sin calentura ni dolores.</p>
+
+<p>Al cabo se entreg&oacute;, m&aacute;s que por convencimiento, por falta de fuerzas
+para salirse con la suya; pero volvi&oacute; la cara hacia la pared
+refunfu&ntilde;ando protestas e improperios como un chiquillo contrariado.</p>
+
+<p>Despachado este asunto y mientras &iacute;bamos a ver a Chisco, dec&iacute;a yo al
+m&eacute;dico que acaso tuviera raz&oacute;n mi t&iacute;o en su porf&iacute;a con nosotros. &iexcl;Era
+tan extraordinaria su naturaleza!</p>
+
+<p>&mdash;No hay naturaleza que valga&mdash;me respondi&oacute; Neluco&mdash;, a cierta edad de
+la vida y con determinadas enfermedades.</p>
+
+<p>&mdash;Pero &iquest;tan grave es &eacute;sta que padece mi t&iacute;o?&mdash;le pregunt&eacute;.</p>
+
+<p>&mdash;Ya le he respondido a usted en otra ocasi&oacute;n a esa pregunta.</p>
+
+<p>&mdash;Efectivamente.</p>
+
+<p>&mdash;Pues at&eacute;ngase usted a ello, y s&iacute;rvale de gobierno para su mejor
+inteligencia, que de cada cien enfermos de esta clase, aun siendo mozos,
+se mueren... ciento y uno; conque fig&uacute;rese usted si habr&aacute; que andar con
+cuidado, siquiera para detener la muerte de don Celso unos cuantos d&iacute;as.
+Lo que aqu&iacute; se necesita ahora para disciplinarle un poco, es organizar
+la asistencia modificando al propio tiempo la vida de este hogar. Usted
+no puede acomodarse a ciertas faenas, impropias de sus h&aacute;bitos y hasta
+de su naturaleza; Facia es la estampa de la melancol&iacute;a, y su hija Tona
+incapaz de suplir con la m&aacute;s cari&ntilde;osa de las solicitudes, la habilidad y
+el pulimento que le faltan. Adem&aacute;s, ni la madre ni la hija pueden, por
+su condici&oacute;n de sirvientes, imponerse a los caprichos impetuosos de su
+amo, que, por otra parte, se las sabe ya de memoria, lo mismo que a
+usted. M&aacute;s que con caldos y con drogas, hay que atender a este enfermo
+con entretenimientos que le distraigan y alegren y le obliguen a ser
+d&oacute;cil, hasta por la cortes&iacute;a. En fin, que he pensado en Mari Pepa. Mari
+Pepa vendr&aacute; aqu&iacute; de enfermera con mil amores, y viniendo ella, vendr&aacute;
+Lita tambi&eacute;n; y con el pretexto de acompa&ntilde;ar a don Celso, se pasar&aacute;n a
+su lado todo el d&iacute;a y har&aacute;n de este caser&oacute;n una pajarera. A usted &iquest;qu&eacute;
+le parece?</p>
+
+<p>De perlas me pareci&oacute;, y as&iacute; se lo declar&eacute; a Neluco. Qued&oacute; &eacute;l en
+convertir el plan en cosa hecha, y llegamos en esto a la alcoba de
+Chisco.</p>
+
+<p>El cual no estaba ya en ella ni en sus inmediaciones. Preguntando por &eacute;l
+a Tona, supimos que andaba, buen rato hac&iacute;a, arreglando el ganado.
+Bajamos a las cuadras y all&iacute; dimos con &eacute;l. Algo le dol&iacute;a el brazo
+todav&iacute;a &laquo;jancia el hombral&raquo;; pero como era el izquierdo, se manejaba
+bien para sus quehaceres. Ten&iacute;a buena &laquo;apetencia&raquo;, se &laquo;jallaba&raquo; firme de
+los otros remos, y por eso se hab&iacute;a levantado como todos los d&iacute;as. Ya
+sab&iacute;a lo de su amo, y le llevaban &laquo;los diantris&raquo; al considerar que
+mientras el pobre se&ntilde;or pasaba las de Ca&iacute;n, &eacute;l estuviera durmiendo a
+pierna suelta toda la noche, y por culpa de &laquo;blanduras y arreparus&raquo; que
+se hab&iacute;an tenido &laquo;malamenti&raquo; con un hombre de su correa. Puls&oacute;le el
+m&eacute;dico y le reconoci&oacute; el brazo y la herida de la cabeza; diole por sano
+y bueno si se obligaba a observar ciertos cuidados que le prescribi&oacute;;
+despidi&oacute;se de m&iacute; hasta &laquo;m&aacute;s tarde&raquo;, y se fue. Antes de salir me dijo muy
+quedo:</p>
+
+<p>&mdash;Creo que hice muy mal anoche en referir ciertas cosas delante de su
+t&iacute;o de usted, con lo impresionado que ya estaba el pobre se&ntilde;or.</p>
+
+<p>Sospech&eacute; lo mismo, volv&iacute;me al lado del enfermo y me sent&eacute; a la cabecera
+de su cama. Le hall&eacute; m&aacute;s &laquo;humano&raquo; que antes, sin duda porque tambi&eacute;n
+estaba m&aacute;s abatido. Como no le tentaba el deseo de hablar, ni era
+conveniente provoc&aacute;rsele, seg&uacute;n encargo muy encarecido de Neluco, dime a
+meditar yo por no tener otra cosa en qu&eacute; ocuparme all&iacute;. Era indudable
+que yo hab&iacute;a llegado a querer de veras a mi t&iacute;o: a la vista estaba lo
+que me dol&iacute;a la gravedad de su estado y el peligro en que se hallaba de
+qued&aacute;rsenos entre las manos a la hora menos pensada; y, sin embargo, la
+perspectiva de aquella serie de d&iacute;as de cama, impuesta por el m&eacute;dico al
+enfermo, con la sujeci&oacute;n a que me obligaba esta medida, en el menguado y
+t&eacute;trico recinto de aquella alcoba, y la tenaz y espesa nevada que ten&iacute;a
+el cielo en tinieblas, la tierra sin suelo en que pisar y encarcelados a
+sus habitadores, me preocupaba y me dol&iacute;a &iexcl;a qu&eacute; negarlo! mucho m&aacute;s. El
+coraz&oacute;n humano adolece con frecuencia de estos achaques, no por maldad
+propiamente, sino por falta de educaci&oacute;n de los sentimientos, por desuso
+de los m&aacute;s delicados de ellos, por resabios del ego&iacute;smo adquiridos en la
+libertad de una vida sin trabas ni linderos. Explic&aacute;bame yo aquella
+debilidad, que me parec&iacute;a hasta pecado grave, con estas reflexiones, y
+con ellas me consolaba, aunque no tanto como con la esperanza de que se
+realizaran los planes de Neluco y vinieran Lita y su madre, sobre todo
+Lita, a aliviarme del peso de la cruz, renovando el aire y los sonidos y
+las caras y hasta la luz de aquellos &aacute;mbitos entristecidos, mudos,
+negros y mon&oacute;tonos. Pero &iquest;se prestar&iacute;an a venir Mari Pepa y su hija, no
+obstante sus buenos y caritativos deseos? &iquest;No les arredrar&iacute;an los
+obst&aacute;culos de la nieve y del fr&iacute;o, de aquel fr&iacute;o como no le hab&iacute;a
+sentido yo ni en Rusia quiz&aacute;s, por no haber en Tablanca otro recurso que
+el de la cocina y un mal brasero para combatirle? &iexcl;Mal conoc&iacute;a yo los
+alientos de las se&ntilde;oras tablanquesas! A media ma&ntilde;ana entraban por la
+puerta del sal&oacute;n de la casona la hija y la nieta de don Pedro Nolasco,
+poco despu&eacute;s de haberlas o&iacute;do yo &laquo;gorjear&raquo; y llenar el pasadizo de voces
+argentinas y armoniosas. Tambi&eacute;n las hab&iacute;a adivinado mi t&iacute;o.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Jes&uacute;s!... &iexcl;la cellerisca!&mdash;hab&iacute;a exclamado, al o&iacute;rlas, en un tono que
+revelaba m&aacute;s alegr&iacute;a que pesar.</p>
+
+<p>Sal&iacute; a su encuentro y las recib&iacute; sin disimular una pizca el alegr&oacute;n que
+con su visita me daban. Los ojos y la nariz era lo &uacute;nico que se ve&iacute;a de
+sus personas: todo lo dem&aacute;s era un conglomerado de faldas, chaquetas,
+toquillas y mantones de lana espesa y dulce. Preguntando y exclamando,
+ora en voz baja (cuando no era conveniente que lo oyera mi t&iacute;o), ora
+casi a gritos (por convenir que lo oyera), iban desli&aacute;ndose la cabeza y
+descubriendo la cara, hasta que apareci&oacute; la de Lita (me fij&eacute; poco en la
+otra) como luna de enero entre nubes grises, o m&aacute;s propiamente, como una
+manzanita de agosto arrebujada en las hojas de su ramo: as&iacute; estaba de
+coloradita, de tersa y de apretada la redondez de sus carnes por all&iacute;.</p>
+
+<p>Como ven&iacute;an bien informadas e instruidas por Neluco, poco o nada
+hablamos del papel que les correspond&iacute;a en la comedia que &iacute;bamos a
+representar delante del enfermo. Don Pedro Nolasco no hab&iacute;a podido
+acompa&ntilde;arlas; mejor dicho, no se lo hab&iacute;an permitido ellas, por temor a
+una ca&iacute;da que hubiera sido mortal en un hombrazo de sus a&ntilde;os... porque
+estaban los caminos &iexcl;Virgen Mar&iacute;a, la nuestra Madre! que daban miedo. Se
+&laquo;eslociaban&raquo; los pies en la nieve como anguilas en la mano. Solamente en
+la subida del pedregal se hab&iacute;a ca&iacute;do ella (Lituca) dos veces, y sobre
+una misma rodilla, que deb&iacute;a de estar hecha una compasi&oacute;n. No lo hab&iacute;a
+visto todav&iacute;a, pero pod&iacute;a jurarse por lo que la &laquo;resquemaba&raquo;, aunque no
+la imped&iacute;a los movimientos, gracias a Dios. Por lo dem&aacute;s, ya sab&iacute;an
+ellas que al enfermo no le conven&iacute;a la charla, aunque la pidiera: de vez
+en cuando, alguna chunga, como si el mal fuera de broma; a tiempo y con
+amor, las medicinas y el alimento; y que perdon&aacute;ramos la franqueza si se
+daban por convidadas a comer, porque ellas, con el pretexto de la
+nevada, pensaban quedarse hasta la noche sin que don Celso maliciara la
+verdad del motivo. Ven&iacute;an provistas de labor para hacer m&aacute;s entretenidas
+las horas sobrantes alrededor del brasero.</p>
+
+<p>Mi t&iacute;o las recibi&oacute; con cuatro cuchufletas y algunos lamentos. Aunque
+vivo todav&iacute;a, se daba por muerto ya. Protestaron ellas contra el
+supuesto, asegur&aacute;ndole que lo que le hab&iacute;a &laquo;encamado&raquo; entonces era la
+frialdad de la nevada, y puede que tambi&eacute;n algo del sentir que le diera
+el conocimiento de lo ocurrido en el monte el d&iacute;a antes.</p>
+
+<p>&mdash;No lo niego&mdash;respondi&oacute; a ello mi t&iacute;o&mdash;, y por lo mismo no tiene vuelta
+de hoja lo que vos acabo de decir; porque &iquest;qu&eacute; puede esperarse ya de un
+hombre de mi veta cuando se deja acaldar, como yo estoy acaldado, por
+chapucer&iacute;as como esas?</p>
+
+<p>Era la pura verdad; pero, as&iacute; y todo, insistieron las bon&iacute;simas mujeres
+en negarla, aunque no con los br&iacute;os necesarios para lograr sus
+caritativos fines, porque eran cari&ntilde;osas en extremo y se sent&iacute;an
+impuestas y conmovidas ante aquella extenuaci&oacute;n y aquella lividez
+cadav&eacute;ricas del pobre don Celso, que ni por af&aacute;n de mantener sus
+derechos desconocidos por la tiran&iacute;a profesional de Neluco, se acordaba
+ya de levantarse.</p>
+
+<p>Dej&aacute;ronle al fin en el sosiego que necesitaba; instal&aacute;monos en el sal&oacute;n
+contiguo; lleg&oacute; la mujer gris con el brasero encogollado de ascuas
+resplandecientes; p&uacute;sole en la caja que estaba all&iacute;, y nos sentamos
+alrededor de ella, sin perder de vista al enfermo, Mari Pepa, su hija y
+yo. Mari Pepa sac&oacute; de un bolsillo muy grande de su delantal los av&iacute;os de
+hacer media; Lita (no supe de qu&eacute; repliegue de sus complicadas
+envolturas) los de hacer puntilla, y ambas comenzaron a trabajar en sus
+respectivas labores y a hablar al mismo tiempo, pero m&aacute;s con los ojos y
+por se&ntilde;as que con la boca, en lo que tuviera relaci&oacute;n con el estado de
+mi t&iacute;o. De &laquo;lo de ayer&raquo;, se habl&oacute; mucho m&aacute;s, y tambi&eacute;n con cierto
+cuidado para que no fuera o&iacute;do desde la alcoba lo que pod&iacute;a
+impresionarle nuevamente. Y fue un milagro de Dios que no nos oyera lo
+m&aacute;s de ello, porque con el obstinado empe&ntilde;o que yo ten&iacute;a en que hab&iacute;a de
+haber algo entre Lita y el m&eacute;dico, estuve verdaderamente pesado y
+machac&oacute;n en ciertos pasajes del di&aacute;logo; particularmente durante las
+escapadas de Mari Pepa a la alcoba, porque hab&iacute;a tosido mi t&iacute;o o se
+cre&iacute;a que hab&iacute;a llamado... o para ver si necesitaba alguna cosa, sin que
+tosiera ni llamara. En casa de don Pedro Nolasco se hab&iacute;a sabido todo,
+poco antes de pasar &laquo;la nube&raquo; que los hab&iacute;a aterrado. Hab&iacute;an vivido en
+la misma angustia que yo hasta muy entrada la noche. Yo refer&iacute; a Lita
+las dudas que hab&iacute;a tenido en casa del Topero; y aqu&iacute; fue donde mi
+tenacidad ray&oacute; en impertinencia. Lo conoc&iacute; en una mirada de extra&ntilde;eza
+con que respondi&oacute; mi linda interlocutora a una indirecta m&iacute;a en que se
+clareaban demasiado mis intenciones. Me impuso aquella serenidad que me
+pareci&oacute; protesta contra un mal entendido derecho de preguntar &laquo;ciertas
+cosas&raquo; por muy evidentes que fueran.</p>
+
+<p>En esto lleg&oacute; don Sabas, quej&aacute;ndose desde el pasadizo de los miramientos
+que se le hab&iacute;an guardado en nuestra casa aquella noche. &iquest;Qui&eacute;n nos
+hab&iacute;a dicho que por un viaje m&aacute;s o menos a la monta&ntilde;a, no quedara &eacute;l con
+agallas suficientes para cumplir con su deber a cualquier hora que se
+llamara a su puerta? Y si la cosa hubiera apretado un poco m&aacute;s de lo que
+apret&oacute;, &iquest;qu&eacute; hubiera sido del cristiano en peligro de muerte? &iquest;De qui&eacute;n
+hubiera sido la responsabilidad? &iquest;Qu&eacute; se hubiera dicho de &eacute;l y qu&eacute; de
+todos nosotros?... Y aunque la cosa no apretara, &iquest;para cu&aacute;ndo son los
+buenos amigos?</p>
+
+<p>&mdash;Pues, mira&mdash;a&ntilde;adi&oacute; arrimado ya a la cama de don Celso&mdash;, lo que es
+&eacute;sta no te la perdono.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Bah, bah!&mdash;refunfu&ntilde;&oacute; el aludido revolvi&eacute;ndose un poco&mdash;, no me rompas
+la cabeza. T&uacute; puedes jacer lo que te acomode, que yo bien s&eacute; lo que me
+hice.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Jinojo!&mdash;replic&oacute; don Sabas&mdash;, es que el miramiento &eacute;se fue tal, que
+si no topo ahora mesmo con Neluco, se pasa el santo d&iacute;a sin que yo me
+entere de lo que a ti te pas&oacute; anoche.</p>
+
+<p>Intervine yo, desenoj&eacute; al Cura, qued&oacute;se con mi t&iacute;o a solas y continuamos
+los dem&aacute;s alrededor del brasero, como antes, charla que charla, sobre
+&laquo;lo de anoche&raquo; sobre &laquo;lo de ayer&raquo; y hasta sobre cierta promesa hecha por
+m&iacute; a mis interlocutoras el d&iacute;a en que las hab&iacute;a conocido, de comer en su
+casa alguna vez; promesa que todav&iacute;a estaba sin cumplir, por culpa bien
+notoria de la agitada vida que llevaba monte arriba y monte abajo,
+cuando no de los fieros temporales que me ten&iacute;an bloqueado en la casona.
+Al mediod&iacute;a volvi&oacute; Neluco, que no hall&oacute; en el enfermo nada de particular
+ni de nuevo, ni quiso acceder al ruego que le hice de quedarse a comer
+con nosotros; ruego que, por su parte, me hab&iacute;a desairado ya el Cura.
+March&aacute;ronse los dos juntos, despu&eacute;s de prescribirnos el primero el plan
+de asistencia para la tarde, y de conjurarnos el segundo a que por
+ning&uacute;n motivo ni miramiento humano dej&aacute;ramos de avisarle a la menor
+novedad; volvieron Lita y su madre a la alcoba del enfermo para
+ponderarle la mejor&iacute;a que notaban en &eacute;l (y bien sabe Dios cu&aacute;nto ment&iacute;an
+a sabiendas en sus ponderaciones), y a darle Mari Pepa unos sorbos de
+leche mientras su hija le arreglaba las ropas de la cama y entraba la
+mujer gris en el sal&oacute;n a poner la mesa en las cercan&iacute;as del brasero, y a
+poco rato nos sentamos a comer.</p>
+
+<p>Comiendo y hablando, tuve yo que decir, porque me lo preguntaron mis
+locuaces comensales, qu&eacute; cosas se com&iacute;an por los pudientes, y a qu&eacute;
+horas, en &laquo;esos mundos de Dios&raquo;. De todo se admiraban aquellas
+sencill&iacute;simas mujeres; y yo, al notarlo, me complac&iacute;a en apurar la nota,
+y as&iacute; llegu&eacute; a ponderarles el exquisito sabor de las ancas de rana y de
+los nidos de golondrina, entre otras distinguidas y elegantes porquer&iacute;as
+alimenticias que cit&eacute;. Y era de ver entonces la cara que pon&iacute;a Mari Pepa
+y los gestos de asco que hac&iacute;a Lituca mirando a su madre y volviendo a
+mirarme a m&iacute;, como si dudara de la verdad de lo que yo refer&iacute;a.</p>
+
+<p>&mdash;Puro vicio, hija, puro vicio&mdash;dec&iacute;a al cabo Mari-Pepa&mdash;; puro vicio de
+la jartura en que viven esas gentonas, de cuanto Dios cri&oacute;.</p>
+
+<p>Como estaba tan enlazado lo uno con lo otro, tirando del modo de comer
+sali&oacute; el modo de vivir y el modo de viajar. Nuevas admiraciones y nuevos
+asombros. Tambi&eacute;n extrem&eacute; bastante la tesis aqu&iacute;, y hasta sospecho que
+ment&iacute; un poco, aunque dentro de lo veros&iacute;mil y perdonable. Lo de
+acostarse cerca del amanecer y levantarse despu&eacute;s del mediod&iacute;a para no
+salir de casa hasta el anochecer, les maravill&oacute; tanto como la sopa de
+nidos de golondrina y las frituras de ancas de rana.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Mar&iacute;a la mi Madre!&mdash;exclam&oacute; Lita al enterarse de ello&mdash;, pues si esas
+gentes no ven nunca jam&aacute;s el sol, &iquest;qu&eacute; diantres pueden ver que las
+alegre y las engorde? Yo creo que eso es vivir contra ley.</p>
+
+<p>&mdash;Vicio, hija, vicio&mdash;insist&iacute;a Mari Pepa&mdash;; vicio de no saber qu&eacute;
+jacerse en una vida tan regalona.</p>
+
+<p>Pregunt&oacute;me Lita si yo tambi&eacute;n ten&iacute;a &laquo;por all&aacute;&raquo; esas malas costumbres;
+respond&iacute;la que s&iacute;, y me dijo, por todo comentario, con una ingenuidad y
+una llaneza verdaderamente infantiles:</p>
+
+<p>&mdash;Pues buen picaronazo estar&aacute; ust&eacute;... &iquest;Verd&aacute;, madre?</p>
+
+<p>Celebr&eacute; yo el dicho con una risotada no menos ingenua, dando enseguida
+las gracias por el piropo, casi al mismo tiempo que respond&iacute;a Mari Pepa
+a la pregunta:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Qui&eacute;n sabe, hija del alma, qui&eacute;n sabe? Quien se jaz a comer &laquo;niales&raquo;
+de golondrina sin reventar de &laquo;duda&raquo;, bien puede jacerse a vivir de ese
+modo sin ofender a Dios ni quebrantar la salud.</p>
+
+<p>Con esta salvedad de su madre se puso Lita muy colorada, y quiso
+enmendar lo que pudo haberme parecido impertinencia suya; y yo, sin
+dejarla concluir, la allan&eacute; el camino de sus deseos ofreci&eacute;ndola por
+a&ntilde;adidura una declaraci&oacute;n, no desprovista de sinceridad, de mis grandes
+desencantos.</p>
+
+<p>&mdash;No le pasar&iacute;a tal ahora&mdash;me objet&oacute; Mari Pepa&mdash;, si se hubiera casado a
+tiempo, para vivir como Dios manda. &iquest;A qu&eacute; diantres quieren el saber y
+los posibles cuando se ven solitarios de familia y mozones de casa
+abierta?... Pues mire, don Marcelo: dicen que para estas casas, por muy
+cerradas que est&eacute;n, siempre tiene el diablo una llave.</p>
+
+<p>&mdash;Podr&aacute; tenerla&mdash;repliqu&eacute; yo muy formal&mdash;; pero en la m&iacute;a no ha entrado
+nunca.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Jorria, trapacer&oacute;n de satanincas!</p>
+
+<p>Solt&oacute; despu&eacute;s la carcajada, y la solt&oacute; Lita al mismo tiempo. Ayud&eacute;las yo
+con otra, por la gracia que me hac&iacute;an las dos; y enseguida comenzaron
+los &laquo;picadillos&raquo; y tiroteos que no pod&iacute;an faltar all&iacute;, entre los tres.
+Porque estas quisicosas son ing&eacute;nitas en la mujer de todas castas y
+latitudes; y puestas todas ellas en una misma situaci&oacute;n, todas, salvo
+las diferencias de lugar y de estilo, vienen a escarbar en el mismo
+terreno y con los propios fines. Siempre las iniciativas y la fuerza del
+atrevimiento, las marruller&iacute;as y el tes&oacute;n, en la madre; la estudiada
+reserva, la mal disimulada curiosidad, el elocuente silencio, el mirar
+de soslayo, la pinchada sutil, en la hija. As&iacute; llegaron las dos a dar
+por hecho que no habr&iacute;a tenido yo menos de cincuenta novias, ni bajar&iacute;an
+de tres las que quedaban en Madrid llorando mis ausencias y tal vez mis
+ingratitudes. Pero si en el fondo no era nueva la escena para m&iacute;,
+&eacute;ranlo, hasta embelesarme, aquellos pintorescos matices de lengua;
+aquella dial&eacute;ctica a la buena de Dios, sin andamiajes ret&oacute;ricos ni
+artificios convencionales; aquellas malicias sanotas que brotaban del
+regocijado palabreo, espont&aacute;neas, frescas, airosas y transcendiendo a
+&laquo;la tierra&raquo; como las rosas del huerto entre la virginal y espl&eacute;ndida
+hojarasca del cercado que las protege. Por eso sent&iacute; en el alma que se
+acabara aquel original&iacute;simo &laquo;discreteo&raquo;. Y se acab&oacute; por acudir Mari Pepa
+a mi t&iacute;o que tos&iacute;a y se quejaba, mientras Lituca, a la vez que escuchaba
+los quejidos y las toses, me mandaba callar poniendo un ded&iacute;n muy mono
+sobre la boca, y llegaba Facia a recoger los mendrugos y levantar los
+manteles de la mesa.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XXIV" id="XXIV"></a>XXIV</h2>
+
+
+<p>Pas&oacute; pronto lo de mi t&iacute;o, y pasaron dos horas m&aacute;s sin otro suceso digno
+de notarse en la casona y fuera de ella, que unas rachas de vendaval
+h&uacute;medo que &laquo;ennegrecieron&raquo; un poco la nevada, cosa que nos llen&oacute; a todos
+de complacencia, menos a la mujer gris, por ser el fen&oacute;meno se&ntilde;al de
+pr&oacute;ximo desnieve. Cerca del anochecer, cuando Mari Pepa y su hija
+recog&iacute;an las respectivas labores y se sacud&iacute;an las hilachas agarradas a
+los vestidos y apercib&iacute;an las &laquo;nubes&raquo; y los mantones, dici&eacute;ndole de paso
+a mi t&iacute;o muchas cuchufletas por animarle, y goteaban las canales del
+tejado la nieve &laquo;derretida&raquo; por la lluvia que iba espesando, vino el
+m&eacute;dico otra vez. Examin&oacute; al enfermo, y nada de particular ni de
+alarmante hall&oacute; en &eacute;l que hiciera temer una noche como la pasada; pero
+tampoco se atrevi&oacute; a promet&eacute;rnosla m&aacute;s tranquila, porque todo cab&iacute;a en
+una enfermedad de tan mala casta en un doliente tan aniquilado e
+indefenso como mi t&iacute;o. Esto me lo dijo aparte despu&eacute;s de darme, delante
+de Facia y de Mari Pepa, el plan de campa&ntilde;a hasta el d&iacute;a siguiente, sin
+perjuicio de volver &eacute;l a &uacute;ltima hora, por lo que pudiera ocurrir. La
+madre de Lita insisti&oacute; mucho en quedarse a velar; pero yo no lo
+consent&iacute;, porque tampoco lo hubiera consentido el enfermo ni le hubiera
+sentado bien la mera sospecha de tratarse de ello, con lo receloso y
+aprensivo que se pon&iacute;a a medida que las tinieblas iban invadi&eacute;ndole la
+alcoba. Se acord&oacute; que velara Facia, que no se acostara Chisco y que
+durmiera yo como las liebres; y con ello se marcharon Lita y su madre
+con Neluco, despidi&eacute;ndose ellas &laquo;hasta ma&ntilde;ana&raquo; y &eacute;l &laquo;hasta luego&raquo;; se
+fueron quedando a oscuras aquellos destartalados y fr&iacute;os &aacute;mbitos de la
+casona; creci&oacute; con las tinieblas el silencio, y pas&oacute; un buen rato,
+mientras la mujer gris aderezaba el vel&oacute;n, sin que yo viera otra cosa en
+derredor m&iacute;o que las mortecinas ascuas agonizando entre las cenizas del
+brasero, ni oyera otros rumores que los de la trabajosa labor del
+respirar de mi t&iacute;o en el fondo de la alcoba, y los del acompasado y
+mon&oacute;tono fluir de las canales sobre el encharcado goterial.</p>
+
+<p>Cuando hubo luz en la alcoba, me acerqu&eacute; a la cama del enfermo y le
+habl&eacute; para desentristecerle un poco y animarle. Trabajo perdido. Me
+agradec&iacute;a mucho la intenci&oacute;n; pero &eacute;l solo sab&iacute;a todo lo mal que se
+encontraba y lo imposible que era salir de aquel atolladero sin un
+milagro de Dios. Me supon&iacute;a agobiado por la carga de mi sujeci&oacute;n a su
+asistencia, y se empe&ntilde;aba en tranquilizarme con la promesa de que no
+ser&iacute;a largo mi cautiverio; me ped&iacute;a perd&oacute;n por los malos ratos que me
+daba entre tanto, y me conjuraba nuevamente a que cuando recobrara mi
+libertad, no echara en olvido lo que tan rogado me ten&iacute;a; porque lo de
+menos era &eacute;l en aquel pueblo, si hab&iacute;a quien ocupara en la casona el
+puesto que quedara vac&iacute;o con su muerte. Me parecer&iacute;a ya pesado el tema;
+pero eso mismo me demostrar&iacute;a la importancia que &eacute;l le daba... Todo
+esto, dicho entre quejidos y pausas anhelantes, con voz apagada y
+sepulcral, a la luz extenuada del vel&oacute;n colocado sobre la c&oacute;moda, que
+s&oacute;lo serv&iacute;a para extremar la palidez cadav&eacute;rica del enfermo, entre
+olores de &eacute;ter y romero, mientras segu&iacute;an fluyendo las canales y
+rezongando el vendaval afuera, resultaba bien triste ciertamente. Por
+obra de la casualidad se producen a menudo contrastes muy curiosos que
+parecen chanzas muy pesadas del destino. Sobre la c&oacute;moda y debajo del
+mechero encendido del vel&oacute;n, hab&iacute;a un rimero de cartas y peri&oacute;dicos que
+hab&iacute;a puesto yo all&iacute; la noche antes para ir entreteniendo con su lectura
+mis largas horas de vela despu&eacute;s que, pasado el ataque de asma, pudo
+conciliar el sue&ntilde;o mi t&iacute;o. Pues la mayor parte de aquellas cartas y de
+aquellos papeles impresos, estaban atestados de noticias, rese&ntilde;as y
+juicios de bailes en proyecto, recepciones suntuosas y comedias nuevas
+en los salones y teatros de Madrid, como si todo se hubiera escrito para
+que yo me enterara de ello en tan oportuna ocasi&oacute;n.</p>
+
+<p>La reca&iacute;da de mi t&iacute;o; el descenso de la temperatura, con el subsiguiente
+despejo de sendas y caminos, y la salsilla de &laquo;lo de ayer&raquo; llevaron a la
+cocinona aquella noche un gran golpe de tertulianos. Asisti&oacute; hasta el
+Tarumbo, que rara vez iba por all&iacute;, harto m&aacute;s intranquilo y desazonado
+con la enfermedad de don Celso y la burrada de Pepazos, que por
+hab&eacute;rsele ensanchado en m&aacute;s de otro tanto, con el peso y la destilaci&oacute;n
+de la nieve, el boquer&oacute;n que ya ten&iacute;a su casa en el jastial del
+Poniente. Tambi&eacute;n concurri&oacute; Pito Salces, que se qued&oacute; como sin pulsos
+cuando Tona, con la faz inundada de sonrisas y los ojos de dulzuras, le
+ponder&oacute; la haza&ntilde;a de la v&iacute;spera y le declar&oacute; sin remilgos que &laquo;de ese
+<i>aqu&eacute;l</i> y de esos prontos le gustaban a ella los hombres&raquo;. &iexcl;Puches, c&oacute;mo
+se puso enseguida el mozall&oacute;n con la alabanza! Si no le contengo con una
+reflexi&oacute;n imperiosa y una sacudida recia de su l&aacute;stico, hace otra
+barbaridad all&iacute; menos laudable que la del monte. Jam&aacute;s hab&iacute;a pensado &eacute;l
+(me lo jur&oacute; as&iacute;, entrelazando los dedos de sus manos, por aqu&eacute;llas que
+eran cruces) que una cosa &laquo;tan jacedera y currienti&raquo; pudiera valer
+tantos caudales. &iexcl;Con lo dura de pelar que Tona hab&iacute;a sido hasta
+entonces! &iexcl;Puches, qu&eacute; suerte la suya! Pensando que se la envidiar&iacute;a
+Chisco, acord&eacute;me del descubrimiento hecho por m&iacute; en casa del Topero y en
+el coraz&oacute;n de Tanasia, y fuile con el cuento al moz&oacute;n de Robac&iacute;o, en un
+aparte que tuve con &eacute;l. Respondi&oacute;me que me hab&iacute;a tomado yo un trabajo
+bien ocioso, aunque me le agradec&iacute;a mucho.</p>
+
+<p>&mdash;Las cosas&mdash;concluy&oacute; en el tono sentencioso que tan propio le era&mdash;, pa
+rodar bien, han de rodar por s&iacute; mesmas jancia unu.</p>
+
+<p>Aquel hombre era la parsimonia y la imperturbabilidad en carne y hueso,
+y las mismas pulsaciones ten&iacute;a delante del oso en su caverna, que al
+calorcillo de la novia.</p>
+
+<p>Por encargo de mi t&iacute;o andaba yo muy a menudo en la cocina, m&aacute;s que por
+hacer los honores a la tertulia, para evitar que los tertulianos le
+invadieran a &eacute;l la alcoba. Los quer&iacute;a mucho; pero no hubiera podido
+soportarlos en la angustiosa situaci&oacute;n de cuerpo y de esp&iacute;ritu en que se
+hallaba. Por eso, aun sin la prohibici&oacute;n terminante del m&eacute;dico, no
+habr&iacute;a querido recibir a ninguno de ellos durante el d&iacute;a. Cuando se
+tratara de despedirse de todos, ya ser&iacute;a diferente.</p>
+
+<p>A &uacute;ltima hora llegaron don Sabas y Neluco: el primero resuelto a
+quedarse all&iacute;, sin que lo notara el enfermo, favor que le habr&iacute;a pedido
+yo si no se hubiera anticipado &eacute;l a ofrec&eacute;rmele; el segundo a informarse
+del estado de las cosas antes de retirarse a descansar. Como las tales
+cosas no ofrec&iacute;an aspecto nuevo ni muy alarmante, se despidi&oacute; de mi t&iacute;o,
+y de los que con &eacute;l nos qued&aacute;bamos en la casona, y se fue con los
+&uacute;ltimos tertulianos, uno de los cuales era Pito, que tropezaba con
+gentes, bancos, puertas y tabiques, de puro aceleradote y desatinado que
+le hab&iacute;an puesto las alabanzas y los arrumacos de Tona.</p>
+
+<p>Pas&oacute; la noche mejor de lo que todos esper&aacute;bamos, y amaneci&oacute; el d&iacute;a
+siguiente sin una nube en el cielo ni una r&aacute;faga de aire en la tierra; y
+cuando el sol traspuso los picachos del Este y salud&oacute; al valle con sus
+rayos que chisporroteaban sobre la nieve que no hab&iacute;a deshecho la
+lluvia, mi pobre t&iacute;o mand&oacute; que se abrieran de par en par los cuarterones
+de su alcoba, ya que no le era permitido hacer otro tanto con las
+puertas y ventanas para que entraran la luz y el aire en la abundancia
+que necesitaba &eacute;l para salir a flote en aquella mar de angustias &laquo;que le
+ajogaba&raquo;, por culpa del arrastrado mediquillo que parec&iacute;a empe&ntilde;ado en
+matarle. Y lo cierto era que si en el cuerpo no se notaban cosa mayor
+los milagros de la panacea que con tanto af&aacute;n solicitaba el enfermo, los
+hac&iacute;a en su esp&iacute;ritu muy considerables. Era &laquo;otro hombre&raquo; desde que el
+sol se hab&iacute;a colado en su alcoba como por las rejas de una c&aacute;rcel, y
+ve&iacute;a flotar, danzando dentro de la faja luminosa que atravesaba la
+habitaci&oacute;n por delante de su lecho desde el cuarter&oacute;n de la ventana, las
+pelusillas y el polvo vagabundos. No apuntaba siquiera el prop&oacute;sito de
+levantarse, porque no se lo permit&iacute;a la extenuaci&oacute;n de sus fuerzas; pero
+cre&iacute;a en la posibilidad de volver a tomar el sol antes de morirse,
+aunque fuera sac&aacute;ndole en un cesto a la solana si le duraba al tiempo
+aquel buen semblante unos cuantos d&iacute;as.</p>
+
+<p>Y le dur&oacute; m&aacute;s de siete, y se templ&oacute; en tales t&eacute;rminos y se arregl&oacute; la
+envejecida y desconcertada m&aacute;quina de mi t&iacute;o de tal manera, que, no en
+un cesto, sino bien sentado en el sill&oacute;n de vaqueta de su dormitorio, y
+bien forrado y envuelto en mantas y capotes, consigui&oacute; darse m&aacute;s de
+cuatro &laquo;panzadas de sol&raquo; al aire libre en el abrigado rinc&oacute;n de la
+solana, adonde le sacaba yo poco menos que en vilo, por la puerta de su
+alcoba, entre las tempestades de votos y reniegos con que protestaba
+contra &laquo;la perra acabaci&oacute;n&raquo; que en tan miserables extremos le pon&iacute;a.</p>
+
+<p>Tuvo muchas visitas en ese tiempo, y la familia de don Pedro Nolasco se
+las hac&iacute;a por ma&ntilde;ana y tarde. En las en que se hallaba el vejanc&oacute;n de la
+Casta&ntilde;alera, cada vez menos socorrido de palabra y de asuntos de
+conversaci&oacute;n, sol&iacute;a interrumpir los largos par&eacute;ntesis de silencio con
+descargas como &eacute;sta y dos cachiporrazos en el suelo:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Vaya, vaya con el bueno de don Celso que se nos quiere morir sin m&aacute;s
+ni m&aacute;s! No, no; pues como valga la m&iacute;a, no te sales t&uacute; con la tuya. Eso
+te lo juro yo.</p>
+
+<p>Lituca, si se hallaba presente, sal&iacute;a al quite de la impertinencia con
+una broma algo forzada en que me alud&iacute;a a m&iacute; con los piadosos fines de
+que rematara ya la suerte para tranquilidad de mi t&iacute;o. Y &eacute;stos y otros
+parecidos lances eran el &uacute;nico lado agradable que ten&iacute;a para m&iacute; aquel
+cuadro de continuas e interminables tristezas, sobre las cuales iba
+descollando de d&iacute;a en d&iacute;a y a medida que la temperatura se templaba y
+surg&iacute;an riscos y laderas por los anchos desgarrones abiertos en el
+espeso tapiz de nieve por los rayos del sol, la figura, de suyo
+melanc&oacute;lica, de la mujer gris, particularmente hacia la ca&iacute;da de la
+tarde, y, sobre todo, al descolgar el calder&oacute;n y empu&ntilde;ar los dos
+c&aacute;ntaros de barro para ir a la fuente entre d&iacute;a y noche, seg&uacute;n costumbre
+inmemorial en ella. Como se hab&iacute;a hecho tan visible para m&iacute; esta
+agravaci&oacute;n de los espantos de la pobre mujer, la observaba con cuidado
+desde lejos, y por eso pude notar que eran de prueba terrible para la
+infeliz aquellos momentos: parec&iacute;a un reo de muerte que caminaba hacia
+el pat&iacute;bulo cada vez que se alejaba del cantaral con el calder&oacute;n sobre
+la cabeza y una &laquo;escala&raquo; en cada mano.</p>
+
+<p>De uno de aquellos viajes volvi&oacute; que daba compasi&oacute;n y susto mirarla, y
+m&aacute;s tarde que lo de costumbre. Se la conoc&iacute;a en los ojos que hab&iacute;a
+llorado mucho, y anduvo toda la noche por la casa de ac&aacute; para all&aacute; sin
+saber hacer cosa con arte. A ratos se quedaba como alelada, y a ratos se
+sent&iacute;a acometida de una inquietud que no la dejaba parar en ninguna
+parte. La vi, sin que ella lo notara, m&aacute;s de dos veces, en la penumbra
+del carrejo, llevarse con desesperaci&oacute;n ambas manos a la cabeza, y la o&iacute;
+invocar al mismo tiempo, en voz enronquecida y mal dominada, al &laquo;devino
+Dios de las misericordias grandes&raquo; y a &laquo;la Virgen Sant&iacute;sima de las
+Nieves, la su madre clemente y amorosa&raquo;. Deseaba morir de pronta muerte,
+si en el deseo no pecaba, antes de ser testigo &laquo;de eyu&raquo; y manchar la
+vista de los sus ojos en una verg&uuml;enza tal. Tem&iacute; por su raz&oacute;n; y movido
+de un sentimiento de l&aacute;stima, me hice el encontradizo con ella. No se
+sobrecogi&oacute; al verme, como sol&iacute;a en tales casos; al contrario: parec&iacute;a
+calmarse un poco y reanimarse con mi presencia, y hasta not&eacute; en ella
+como deseos de decirme algo. Tom&aacute;ndolo por motivo, la habl&eacute;, primero
+para tranquilizarla, despu&eacute;s para indagar, para descubrir la casta
+siquiera de aquellos misterios que en trance tan angustioso la pon&iacute;an.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ahora no! &iexcl;ahora no!&mdash;me dijo despu&eacute;s de vacilar un poco&mdash;; cuando no
+pueda m&aacute;s... cuando la carga me rinda de too, &iexcl;estonces! &iexcl;estonces!... y
+a ust&eacute; solo... Y, por carid&aacute; de Dios, don Marcelo: que, hoy por hoy, no
+sepa n&aacute; de estos espantos que me acaban, el se&ntilde;or su t&iacute;o... &iexcl;ni naide,
+si ser pudiera!...</p>
+
+<p>Apart&oacute;se de m&iacute; con esto y huy&oacute; a encerrarse en su cuarto, mientras
+volv&iacute;a yo al de mi t&iacute;o seriamente preocupado y sin saber qu&eacute; pensar de
+aquellas cosas tan raras.</p>
+
+<p>Nada ocurri&oacute;, por fortuna, que hiciera necesaria la presencia de la
+infeliz mujer en ninguna parte de la casa aquella noche. La cual debi&oacute;
+ser bien terrible para ella; porque apenas me hube levantado yo de la
+cama al d&iacute;a siguiente, y eso que madrugu&eacute; tanto como el sol, apareci&oacute;
+como un fantasma en mi cuarto, despu&eacute;s de haberme pedido permiso para
+ello entreabriendo la puerta con mucho cuidado. Ten&iacute;a los ojos hundidos
+y circundados de una aureola cenicienta; parec&iacute;a que le hab&iacute;an chupado
+las brujas los pocos jugos de la cara, sobre la que ca&iacute;an, por debajo
+del pa&ntilde;uelo atado a la cabeza, encrespados mechones de cabellos grises;
+le temblaban los resecos labios, y sal&iacute;a de su garganta la voz
+enronquecida y como rechinando. Dej&oacute;se caer de rodillas delante de m&iacute;, y
+pidi&oacute; por todos los santos del cielo que la oyera como en confesi&oacute;n.</p>
+
+<p>&mdash;Porque&mdash;me dijo por &uacute;ltimo, entre sollozos mal comprimidos y espasmos
+de todo el cuerpo&mdash;, ya no puedo m&aacute;s con la carga, y lleg&oacute; la hora de
+quit&aacute;rmela de encima o de morir debaju de eya.</p>
+
+<p>Hice, ante todo, que se incorporase y que se sentara en una silla, cerr&eacute;
+por dentro la puerta del gabinete, sent&eacute;me yo enseguida junto a la
+infeliz mujer, y me dispuse a o&iacute;rla, conforme ella lo deseaba, despu&eacute;s
+de dirigirla palabras de conmiseraci&oacute;n y de aliento.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XXV" id="XXV"></a>XXV</h2>
+
+
+<p>Dos partes tuvo la confesi&oacute;n de Facia. En la primera me declar&oacute; todo lo
+que yo sab&iacute;a perfectamente por boca de Chisco: la historia de su
+desdichada uni&oacute;n con el p&iacute;caro baratijero contra la voluntad y las
+sabias advertencias de mi t&iacute;o, que era como su padre y se&ntilde;or. Por
+deso&iacute;rle, dec&iacute;a la infeliz, hab&iacute;a faltado a la ley de Dios, y por esta
+falta hab&iacute;a venido el castigo de sus desventuras; desventuras que ella
+hab&iacute;a sufrido, aunque con muchas l&aacute;grimas, sin una sola queja. Era su
+deber. Que arrastrara la vida como una carga afrentosa; que las
+pesadumbres y los dolores fueran min&aacute;ndola y consumi&eacute;ndola por donde
+nadie m&aacute;s que ella lo notara; que encanecieran sus cabellos fuera de
+saz&oacute;n y que no hallara, para reponer las fuerzas gastadas en los
+trabajos y cavilaciones del d&iacute;a, el descanso de la noche, la
+tranquilidad del sue&ntilde;o que no le falta al pordiosero que mata el hambre
+llamando de puerta en puerta y errando de monte en monte, con un zurr&oacute;n
+a la espalda y un paluco en la mano, &iquest;qu&eacute; importaba? Desconoci&eacute;ralo su
+hija, tuvi&eacute;rase por hu&eacute;rfana de un padre honrado, y esto solo la daba
+gran consuelo y las fuerzas necesarias para llevar su cruz como una
+carga redentora de sus delitos, imperdonables en la otra vida sin una
+dura penitencia en &eacute;sta. Cuando, con las miras puestas en estos fines,
+vacilaba un poco, porque, al cabo, era tierra fr&aacute;gil y miserable, y
+desconfiaba de sus br&iacute;os y se veía a punto de tropezar y de caer, acud&iacute;a
+al amparo de don Sabas; y all&aacute;, a la reja del confesonario, en los
+profundos de la iglesia, al romper los primeros albores del d&iacute;a, ella,
+despu&eacute;s de besar el polvo de los suelos y de regarle con sus l&aacute;grimas,
+declarando sus pesadumbres y flaquezas, y &eacute;l reprendi&eacute;ndola y
+exhort&aacute;ndola con la sabidur&iacute;a y la dulzura de un padre cari&ntilde;oso a un
+hijo muy desdichado, hallaba siempre los perdidos alientos para
+continuar la subida de su Calvario con la carga de su cruz... As&iacute;
+estaban las cosas cuando yo hab&iacute;a llegado a Tablanca.</p>
+
+<p>Pregunt&eacute;la por qu&eacute; en la gran cuita que de tal modo la atribulaba
+entonces no hab&iacute;a buscado, como otras veces, los consejos y la ayuda de
+don Sabas. Respondi&oacute;me que eran casos muy diferentes unos y otros; que
+no depend&iacute;a de su resignaci&oacute;n ni de sus &aacute;nimos el que en tales congojas
+la pon&iacute;a, y que yo era el &uacute;nico ser viviente de los de ella conocidos,
+llamado a entender en &eacute;l antes que nadie. Asombr&eacute;me, llor&oacute; desconsolada,
+golpe&oacute;se la cabeza con las manos, se mordi&oacute; los pu&ntilde;os apretados
+convulsivamente, volvi&oacute; a hincarse en el suelo para pedirme perd&oacute;n
+abrazada a mis rodillas, creci&oacute; mi asombro, consegu&iacute; con trabajo que se
+sentara de nuevo, y la conjur&eacute;, por todos los santos de la corte
+celestial, a que me declarara enseguida todo cuanto ten&iacute;a que
+declararme.</p>
+
+<p>Reh&iacute;zose algo a fuerza de empe&ntilde;arse en ello, y comenz&oacute; as&iacute; entre
+suspiros muy hondos y sollozos mal reprimidos, la segunda parte de su
+extra&ntilde;a confesi&oacute;n:</p>
+
+<p>&mdash;Estando las cosas de esta suerti, una tarde, al abocar ya de la
+noche... (a los tres d&iacute;as, por m&aacute;s se&ntilde;as, de venir ust&eacute; a Tablanca),
+cog&iacute; yo los c&aacute;ntaros, como los cog&iacute;a todas las tardes al caer el sol y
+los cojo a la presente y los he cogido dende que tuve fuerzas pa eyu, y
+fuime por el agua. La fuenti, tal que ust&eacute; lo sabe, est&aacute; cayeju arriba
+de aqu&iacute;, a medio cuarto de hora de un buen andar, subiendo, y en una
+rincon&aacute; muy jonda a la derecha, seg&uacute;n se sube. Por estar tan a trasmanu
+del lugar y tan placentera de esta casa, solamente nusotros bebemos de
+eya; de suerte y modu, que es una soled&aacute; de las m&aacute;s solas a toas las
+santas horas del d&iacute;a y de la noche. Pos qui&eacute;n le diz, se&ntilde;or don Marcelo
+de mi alma, que andando, andando, y bien a la descuid&aacute; por cierto, en
+aqueya tardezuca que le pinto, malas penas aboco a lo m&aacute;s obscuro de la
+rincon&aacute;, cuando me doy con los jocicos... &iexcl;Virgen Mar&iacute;a la mi Madre de
+las Nieves! con la estampa de hombre m&aacute;s desastr&aacute; que en los jamases
+hab&iacute;a yo visto ni ver&eacute;. T&uacute;vele por salteador facinerosu. Dime por
+fenec&iacute;a ay&iacute; mesmu, y clam&eacute; al devino Dios, soltando los botijos de las
+manos y en un puro temblor de todo el cuerpo. Alz&oacute;se en esto el hombre,
+que estaba sentau en una pe&ntilde;a debajo del binquizal m&aacute;s tup&iacute;o que hay
+ay&iacute;, y habl&oacute; pa chunguease con los mis ajuegos que bien a la vista
+estaban, y pa jurame que ven&iacute;a de paz, si no se le pon&iacute;a en extremos de
+venir de guerra... porque &eacute;l a too se ama&ntilde;aba... Y entonces, entonces,
+se&ntilde;or don Marcelo, entonces fue cuando yo entend&iacute; que se me enturbiaba
+la vista, y se me cuajaba la sangre en las venas, y se jund&iacute;a el suelo
+en que pisaba... Aqueyu fue el espantu de los espantus, y las congojas
+de las agon&iacute;as de la muerte... Porque &iexcl;Santa Virgen la mi Madre
+celestial! aquel enemigo de hombre tan jaraposu y tan mal encarau, por
+voz y moviciones y palabras, result&oacute; ser &eacute;l, &iexcl;el mesmu en huesu y carne,
+en alma y vida!</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Qui&eacute;n?&mdash;pregunt&eacute; a Facia, m&aacute;s con la intenci&oacute;n de distraerla del
+paroxismo en que hab&iacute;a vuelto a caer, que por la curiosidad de una
+respuesta que casi adivinaba yo.</p>
+
+<p>&mdash;Pos &eacute;l, se&ntilde;or don Marcelo&mdash;me dijo la infeliz retorci&eacute;ndose las manos
+entrelazadas y con el espanto en los ojos, como si tuviera al hombre
+aqu&eacute;l delante de ellos&mdash;; el propiu causanti de mis penas sin consuelo;
+&iexcl;el mal padre de la hija infeliz de las mis entra&ntilde;as!</p>
+
+<p>&mdash;Pero &iquest;est&aacute; usted segura de que era &eacute;l?&mdash;pregunt&eacute; a Facia fingiendo
+unas dudas y un asombro que no sent&iacute;a.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ay, se&ntilde;or!&mdash;me respondi&oacute; sollozando&mdash;; aunque no lo hubiera estau
+entoncis, que bien lo estuve, &iexcl;he ten&iacute;o tantos motivos pa estarlu
+dimpu&eacute;s ac&aacute;!</p>
+
+<p>&mdash;Corriente&mdash;a&ntilde;ad&iacute;&mdash;. Pero &iquest;de d&oacute;nde ven&iacute;a... y para qu&eacute;... y por qu&eacute;?</p>
+
+<p>&mdash;Pos ven&iacute;a, seg&uacute;n relate que me jizo con aquel palabrear zalameru que
+siempre tuvo y a m&iacute; me entonteci&oacute; en su d&iacute;a, de por esus mundus ay&aacute;;
+lejos, &iexcl;muy lejos!... hasta m&aacute;s lejos, a veces, que la otra banda. Ya ve
+ust&eacute; si ser&aacute; bien lejos. Siempre busc&aacute;ndose el bien vivir, y nunca dando
+con &eacute;l. Lleg&oacute; a verse hasta en cadenas, a&ntilde;os y a&ntilde;os, aunque nunca por
+culpa suya, sino de otros, malos amigos y piores compa&ntilde;erus de trabajo.
+Al cabo de los tiempos, alcontr&oacute;se libre de prisiones y se&ntilde;or de s&iacute;
+mesmo; pero se vio solo y desamparado, envejec&iacute;o de cuerpo y falto de
+sal&uacute;; le jalaba esta tierra porque, al cabo y finiquito, aqu&iacute; le
+quedaban peazos de las sus entra&ntilde;as; y en busca del amparo de eyus le
+puso el su coraz&oacute;n que no le ment&iacute;a. Tomando lenguas a tiempo, supo de
+m&iacute;... &iexcl;ay, se&ntilde;or don Marcelo! creo que hasta m&aacute;s de lo que s&eacute; yo mesma.
+Por saber de too, sab&iacute;a desde que me lo hab&iacute;a o&iacute;do a m&iacute; en horas
+mejores, aunque bien cont&aacute;s fueron, que el se&ntilde;or mi amo entrega a sus
+sirvientis las sold&aacute;s de tiempo en tiempo, pa que hagamus de eyas lo que
+m&aacute;s nos venga en gusto. Con este saber y el del vivir de nusotras dos,
+tra&iacute;a el indino de &eacute;l ajust&aacute; la cuenta, a&ntilde;o por a&ntilde;o y d&iacute;a por d&iacute;a, del
+montante del agorro que yo deb&iacute;a guardar, y guardaba en verd&aacute; de Dios,
+como oro en pa&ntilde;o, pa el mejor acomodo de mi Tona el d&iacute;a de ma&ntilde;ana. No
+quer&iacute;a darse a ver por entonces en el pueblo; pero viv&iacute;a en otro no muy
+lejanu y pod&iacute;amos entendernos &eacute;l y yo muy a menudo si el caso lo ped&iacute;a.</p>
+
+<p>Hasta aqu&iacute; fue lo dulce de la entrevista, seg&uacute;n el relato de Facia. Para
+la pintura de lo amargo de ella y mucho de lo sucedido despu&eacute;s, ya no
+tuvo la infeliz relatora ni colores ni arte ni fuerzas. Perd&iacute;a el hilo
+de los sucesos y me embrollaba el asunto. Deseando yo conocerle a fondo
+y por derecho, acud&iacute; a confortarla y a dirigirla con reflexiones de
+cari&ntilde;o y con preguntas de indagaci&oacute;n minuciosa. Me sali&oacute; bien el
+procedimiento, y la sustancia de mi labor fue &eacute;sta:</p>
+
+<p>Bien ajustada por el marido la cuenta de los haberes de su mujer, vino
+la exigencia del primer &laquo;donativo&raquo;. Por entonces ten&iacute;a bastante con
+ello; despu&eacute;s, ya se ver&iacute;a. Facia no lo traer&iacute;a a mano, porque no
+contaba al ir a la fuente con aquella urgencia repentina; pero &eacute;l se
+compromet&iacute;a a volver a recogerlo all&iacute; mismo al d&iacute;a siguiente a la misma
+hora, y era igual. Si ella deseaba callarse como una muerta en lo
+tocante a aquel encuentro y a lo que fuera sigui&eacute;ndose de &eacute;l &laquo;por
+respetos equis o tales&raquo; el hombre no se opondr&iacute;a a ello, porque era &laquo;de
+un natural caballero y generoso, y sab&iacute;a ponerse en todos los casos&raquo;.
+Pero deb&iacute;a de tener Facia entendido (y le encarec&iacute;a mucho la
+advertencia, por su bien) que &eacute;l, con las carceladas y cadenas que hab&iacute;a
+sufrido, ten&iacute;a saldadas todas sus cuentas con la justicia. Era libre
+como el aire, y estaba en posesi&oacute;n de todos sus derechos, incluso el de
+vivir con su mujer o el de reclamar a su hija para llev&aacute;rsela consigo,
+si lo primero no le conven&iacute;a. Si la dec&iacute;an otra cosa por lo de las
+requisitorias llegadas a Tablanca a ra&iacute;z de faltar &eacute;l de all&iacute;, no le
+dir&iacute;an la verdad: primero, porque era inocente de todo lo que se le
+achacaba; y segundo, porque, aunque no lo fuera, pagado con sobras lo
+ten&iacute;a ya en mont&oacute;n con otros pecados... que tampoco hab&iacute;a cometido. Pero
+&eacute;l (volv&iacute;a a repetirlo) no intentar&iacute;a prevalerse de su derecho: conoc&iacute;a
+las cosas, y no se apartar&iacute;a del gusto de su mujer, si le ten&iacute;a en que
+lo tapado no se descubriese ni por las moscas. As&iacute;, y con este
+sacrificio de su parte, pod&iacute;a llegarse tambi&eacute;n a los fines que &eacute;l iba
+buscando con su vuelta a Tablanca.</p>
+
+<p>Para la desdichada mujer, que ya se hab&iacute;a considerado libre de aquel
+padr&oacute;n de afrenta, y s&oacute;lo aspiraba a que en el pueblo se fuera
+olvidando, como se olvidaba, que hab&iacute;a existido, y a que su hija no
+tuviera jam&aacute;s la menor sospecha de &eacute;l, la aparici&oacute;n repentina de aquel
+hombre superaba con mucho a todo cuanto pod&iacute;a imaginarse en la escala de
+las humanas desventuras. Crey&oacute; a pu&ntilde;o cerrado cuanto el p&iacute;caro la
+afirm&oacute;, y desde aquel instante qued&oacute; indefensa esclava suya, como el
+p&aacute;jaro de la sierpe que le fascina y aterra. La hacienda, la vida: todo
+le parec&iacute;a poco para comprar el silencio del infame y poner entre &eacute;l y
+su hija un muro tal, que ni las &aacute;guilas fueran capaces de volar tan
+alto.</p>
+
+<p>Y todo se fue haciendo como el brib&oacute;n lo ped&iacute;a. En la fuente y al
+anochecer, las entrevistas; y en cada entrevista, un &laquo;donativo&raquo; de Facia
+y nuevas baladronadas del tunante sobre el sacrificio que hac&iacute;a por el
+bien y el sosiego de su &laquo;familia&raquo;, viviendo sin hogar y a salto de mata.
+Como su &laquo;prestado domicilio&raquo; estaba lejos de Tablanca (aunque ten&iacute;a para
+las ocasiones de apuro &laquo;un apeadero&raquo; a la mitad del camino, bien
+abrigado de los temporales y a cubierto de la curiosidad de las gentes),
+las apariciones del hombre aqu&eacute;l s&oacute;lo ocurr&iacute;an en tiempo bonancible; y
+de aqu&iacute; lo que angustiaban a Facia los d&iacute;as soleados y lo que la
+deleitaban los borrascosos, pues aunque no eran diarias, ni mucho menos,
+las entrevistas en los primeros, se hac&iacute;an imposibles en los segundos.</p>
+
+<p>Uva a uva, pronto se acab&oacute; el racimo de los ahorros de la desventurada
+mujer; y cuando ya nada la qued&oacute; que ofrecer a la insaciable voracidad
+del vampiro, comenz&oacute; &eacute;ste a esbozar otras exigencias que tard&oacute; en
+comprender el ofuscado y nunca muy sutil entendimiento de Facia.</p>
+
+<p>Cuando lleg&oacute; a comprenderlas por declararlas el otro sin ambages ni
+repulgos, las angustias de la desventurada fueron tales, que le
+parecieron de juego las sufridas hasta all&iacute;. &Eacute;l no pod&iacute;a, en conciencia,
+conformarse con la miseria recibida de su mujer. Su abnegaci&oacute;n y sus
+sacrificios en bien de la tranquilidad de su &laquo;adorada familia&raquo; val&iacute;an
+mucho m&aacute;s, y hab&iacute;a que buscarlo donde lo hubiera; y como lo hab&iacute;a
+abundante en casa de su amo, de mi t&iacute;o, de all&iacute; hab&iacute;a de salir, y mucho,
+y enseguida, y con el ingenio y por la mano de su misma sirviente, de la
+propia Facia. Sent&iacute;a much&iacute;simo llevar las cosas por ese lado y tan de
+prisa; pero la p&iacute;cara necesidad le obligaba a ello. Era, ante todo, leal
+y agradecido, y deb&iacute;a grandes favores, que quer&iacute;a pagar, a otros dos
+caballeros que hab&iacute;an compartido con &eacute;l sus trabajos de presidio y no le
+hab&iacute;an abandonado despu&eacute;s hasta el momento en que as&iacute; lo declaraba.</p>
+
+<p>Aqu&iacute; me asalt&oacute; de pronto un recuerdo, y ped&iacute; a Facia las se&ntilde;as
+&laquo;particulares&raquo; de su marido. Comenz&oacute; por la de un chirlo en la cara que
+le part&iacute;a un ojo y la nariz, y no necesit&eacute; de las restantes para dar por
+conocido al personaje. Sin descubrirle mis sospechas, la reprend&iacute;
+duramente por haberme ocultado hasta entonces lo que me estaba
+declarando. A &eacute;l, m&aacute;s que a ella, le importaba callar, porque ten&iacute;a
+grandes cuentas pendientes con la justicia. Todo lo que la hab&iacute;a dicho
+en contrario, era un embuste para explotar su candorosa ignorancia. Se
+le pod&iacute;a haber cogido en una de sus emboscadas, como a un zorro en el
+cepo, como se le coger&iacute;a de seguro si a&uacute;n andaba por all&iacute;...</p>
+
+<p>A esto se estremeci&oacute; de espanto la angustiada mujer y volvi&oacute; a caer de
+rodillas delante de m&iacute;, para pedirme por Dios crucificado que no se
+hiciera tal cosa. Tambi&eacute;n a ella se la hab&iacute;a ocurrido alguna vez que
+pod&iacute;a no ser verdad todo lo que &eacute;l la dec&iacute;a &laquo;al auto de aquellos
+particulares&raquo;; pero &iquest;y qu&eacute;?... Si lo que la acongojaba no era eso, sino
+el temor al ruido y al esc&aacute;ndalo; a que el lugar se enterara del caso, y
+despu&eacute;s don Celso y, sobre todo, su hija, &iexcl;Oh, esto nunca!... &iexcl;Tapar,
+tapar y no m&aacute;s que tapar!... Por ello, la vida suya y cien vidas y mil
+vidas; el suplicio en cruz, en la lumbre de un horno; descuartizada
+viva... enterrada en salud, entre sapos y serpientes.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y el robo tambi&eacute;n?&mdash;la interrump&iacute; con mal disimulada dureza.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Se&ntilde;or!&mdash;me respondi&oacute; como aterrada por el sonido de la pregunta&mdash;.
+Aunque capaz fuera de eyu, &iquest;qu&eacute; s&eacute; yo &oacute;nde guarda las riquezas el mi
+amo, ni si las tiene en casa tan siquiera?</p>
+
+<p>Aqu&iacute; me refiri&oacute;, espiritada y convulsa, despu&eacute;s de sentarse otra vez,
+por mis reiterados mandatos, c&oacute;mo, no teniendo valor para hacer lo que
+el infame la propon&iacute;a, ni resoluci&oacute;n bastante para negarse a ello, hab&iacute;a
+ido entreteni&eacute;ndole las impaciencias con aquel reparo y con el de la
+continua presencia m&iacute;a y de otras gentes en la casa con motivo de la
+reca&iacute;da de su amo (porque esto ocurri&oacute; en los d&iacute;as que siguieron a la
+nevada); pero, aunque de todo estaba enterado &eacute;l, a nada de ello daba la
+menor importancia: al contrario, sosten&iacute;a que al amparo de aquellos
+quehaceres y preocupaciones, era como mejor pod&iacute;a ella lograr sus
+intentos, si los pon&iacute;a por obra. Esto, por las buenas; porque si a&uacute;n la
+parec&iacute;a mucho, acudir&iacute;a a las malas, pues, por las malas o por las
+buenas, ello hab&iacute;a de hacerse, y en el aire.</p>
+
+<p>La infeliz no sab&iacute;a qu&eacute; partido tomar dentro de aquel estrecho c&iacute;rculo
+de hierro candente, abrasador; y como las impaciencias del p&iacute;caro no
+daban la menor tregua, un d&iacute;a, la v&iacute;spera del en que Facia me lo
+contaba, la hab&iacute;a dicho &eacute;l: &laquo;Puesto que no te resuelves a cogerlo con
+tus manos, &laquo;hemos&raquo; resuelto &laquo;nosotros&raquo; robarlo con las nuestras. Hacia
+la media noche de ma&ntilde;ana, cuando ya no quede se&ntilde;al de hombre en la
+cocina ni chispa de rescoldo en el hogar y duerman todos en la casa,
+llegaremos al port&oacute;n de la calleja. Entonces oir&aacute;s un silbido de este
+aire (y silb&oacute; por lo bajo de cierto modo). Sin m&aacute;s que o&iacute;rle, te llegas
+callandito al estragal y me abres la puerta, con tal finura y cuidado,
+que ni las mismas bisagras se enteren de ello. Lo dem&aacute;s corre de nuestra
+cuenta. Ya daremos con el gato, por escondido que est&eacute;. Si hay alguno
+demasiado ligero de sue&ntilde;o, boca abajo para <i>in saecula</i> en cuanto se
+despierte, y el primero tu amo, si es que no ha habido que empezar por
+su sobrino... o no se dejan amarrar todos con la docilidad que pide el
+caso. Conque ya est&aacute;s advertida, y bien te consta c&oacute;mo las gasto.
+Sabiendo que me juego la vida en el trance, fig&uacute;rate lo que se me
+importar&aacute; de la tuya si hay que ponerla en pleito porque se te haya ido
+un poco la lengua en todo el d&iacute;a, y por raz&oacute;n de ello no encontramos la
+casa por la noche en el sosiego y la tranquilidad que siempre tuvo a
+tales horas.&raquo;</p>
+
+<p>Dicho todo esto con un cinismo feroz, march&oacute;se, dejando a Facia m&aacute;s
+muerta que viva. Y as&iacute; estaban las cosas; y estando as&iacute;, &iquest;c&oacute;mo gozar
+hora de sue&ntilde;o ni minuto de tranquilidad, ni c&oacute;mo dejar de confesarlo al
+fin y al postre, ni a qui&eacute;n, sino a m&iacute;?</p>
+
+<p>Interes&oacute;me de veras el caso, porque vistos los antecedentes del
+&laquo;caballero&raquo; aqu&eacute;l y de sus fidalgos camaradas, no era para tomarlo a
+risa; y despu&eacute;s de meditar un poco mientras Facia gem&iacute;a y se retorc&iacute;a
+las manos cadav&eacute;ricas, la dije:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;De manera que eso ha de suceder esta misma noche?</p>
+
+<p>&mdash;As&iacute; fue la amenaza&mdash;respondi&oacute;me, casi sin voz para ello.</p>
+
+<p>Notaba yo que la pobre mujer estaba en aquellos instantes bajo la doble
+tortura de los sucesos mismos declarados, y del temor a lo que pudiera
+alcanzarla del mal juicio que yo hubiera formado de todo ello;
+inspir&aacute;bame honda compasi&oacute;n, y con el fin de aliviarla un poco de ambos
+tormentos, la habl&eacute; as&iacute;:</p>
+
+<p>&mdash;En primer lugar, del dicho al hecho siempre hay gran trecho, y mucho
+m&aacute;s si los hechos son de la magnitud de &eacute;ste que a usted la espanta; de
+manera que las amenazas de venir esta noche esos bandoleros a desvalijar
+a mi t&iacute;o, se cumplir&aacute;n... o no se cumplir&aacute;n; y bien pesado y medido
+todo, quiz&aacute;s fuera preferible que vinieran, particularmente para usted,
+por aquello de que &laquo;muerto el perro, se acab&oacute; la rabia&raquo;. En segundo
+lugar, con la confesi&oacute;n que usted me ha hecho, y &iexcl;ojal&aacute; se le hubiera
+ocurrido hac&eacute;rmela la primera vez que top&oacute; con su marido en la fuente!
+si no viene por aqu&iacute; esta noche a liquidar todas sus deudas en una sola
+partida, tengo todo lo que necesito saber para obligarle, por la cuenta
+que le trae, a que abandone esta comarca callandito la boca y a buen
+andar por donde nadie le vea, y la deje a usted en santa paz por todos
+los d&iacute;as de su vida. De manera que no hay para qu&eacute; gemir ni angustiarse,
+como usted gime y se angustia. D&eacute;jelo, pues, todo a mi cargo; obed&eacute;zcame
+en cuanto yo disponga; comience por arreglarse el tocado y el vestido,
+despu&eacute;s de alegrar un poco los sombr&iacute;os celajes de la cara; vuelva a
+ocuparse desde ahora en sus ordinarios quehaceres con el remango que
+sol&iacute;a; atienda a mi t&iacute;o como siempre, y cuide mucho de que Tona no
+empiece a poner en duda las disculpas con que, en &eacute;stos y otros d&iacute;as de
+tormenta, ha estado usted enga&ntilde;ando su candidez. Conque ya est&aacute; usted
+absuelta de todo pecado por lo que a m&iacute; toca; y &aacute;nimo, y a cumplir la
+penitencia que la acabo de imponer.</p>
+
+<p>Con esto la di dos palmaditas en la espalda; logr&eacute; que las angustias
+desesperadas de antes se trocaran en copioso y sosegado llanto;
+incorpor&oacute;se al fin con cierto br&iacute;o; intent&oacute;, y no se lo consent&iacute;,
+besarme las manos; y despu&eacute;s de prometerme que emplear&iacute;a todos los
+alientos que la quedaban de los suyos y los que yo la hab&iacute;a prestado, en
+obedecer mis mandatos, se dirigi&oacute; a la puerta. Pero yo no s&eacute; qu&eacute; vio de
+pronto en la luz del aposento, que se lanz&oacute;, con aquella fuerza que
+siempre la arrastraba, un tiempo hac&iacute;a, a leer los fen&oacute;menos
+meteorol&oacute;gicos en la b&oacute;veda celeste, a uno de los cuarterones de la
+puerta de la solana. All&iacute; se estuvo unos instantes devorando el espacio
+con los ojos. Acerqu&eacute;me yo al otro cuarter&oacute;n, y exclam&oacute; ella entonces:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ay, se&ntilde;or don Marcelo!... Si las se&ntilde;ales no mintieran, &iexcl;qu&eacute; suerte la
+nuestra!... &iexcl;Miri, miri esas nieblas que abajan por ay&iacute;... y por ay&iacute;, y
+por toas partes; miri esi cielu encenizau y escuru; miri aqueyas motas
+negras de ay&aacute; arriba, que son butres que pasan cara ac&aacute;!... Pos lo unu y
+lo otru y too eyu en juntu, y ese fr&iacute;o que ahora noto que se sienti, too
+es nieve, nieve pura que se cuez y est&aacute; pa caer de una hora a otra. &iexcl;Si
+el Se&ntilde;or y mi Padre de los cielos fuera tan misericordiosu que tampocu
+esta vez fallaran los barruntus!...</p>
+
+<p>Y con esto abandon&oacute; el observatorio sin esperar mi respuesta, y sali&oacute;
+del gabinete casi batiendo las palmas y con una agilidad desconocida en
+ella mucho tiempo hac&iacute;a.</p>
+
+<p>Yo me qued&eacute; &iquest;a qu&eacute; negarlo? haciendo votos porque los barruntos no
+fallaran; despu&eacute;s medit&eacute; un rato sobre los sucesos que podr&iacute;an ocurrir
+aquella noche; y con el esbozo de un plan en la cabeza, dej&eacute; mi cuarto y
+pas&eacute; al de mi t&iacute;o.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XXVI" id="XXVI"></a>XXVI</h2>
+
+
+<p>En aquel momento entraba Neluco. Yo no hab&iacute;a visto al enfermo m&aacute;s que un
+instante despu&eacute;s de saltar de la cama; nada hab&iacute;a respondido a mis
+preguntas porque dormitaba, y a la escasa luz que entonces aclaraba un
+poco las tinieblas del dormitorio, nada tampoco me hab&iacute;a chocado en su
+aspecto; pero al observarle nuevamente y a mejor luz, ya me pareci&oacute; cosa
+muy distinta. Estaba mucho m&aacute;s anheloso que por la noche, m&aacute;s azulado de
+color, m&aacute;s vidrioso de mirada, y, sobre todo, muy atormentado por la tos
+y muy inquieto en la cama. Mir&eacute; a Neluco, que le estaba pulsando, y le&iacute;
+en su cara sombr&iacute;a la confirmaci&oacute;n de mi diagn&oacute;stico. De pronto, nos
+dijo &eacute;l con voz tenue y silabeando casi las palabras por no alcanzar a
+m&aacute;s sus alientos:</p>
+
+<p>&mdash;Hoy no me gusto pizca, muchachos.</p>
+
+<p>Nos miramos el m&eacute;dico y yo, y le pregunt&oacute; &eacute;ste:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Por qu&eacute; lo dice usted?</p>
+
+<p>&mdash;Porque me encuentro peor que el d&iacute;a en que m&aacute;s malo me he visto.</p>
+
+<p>&mdash;Aprensiones de usted,&mdash;dije yo, por decir algo que le animase.</p>
+
+<p>&mdash;Eso ha de verse pronto&mdash;respondi&oacute; el enfermo.</p>
+
+<p>Neluco, entre tanto, continuaba puls&aacute;ndole, ora en una mu&ntilde;eca, ora en la
+otra; arrim&oacute; el o&iacute;do a su pecho, encima del coraz&oacute;n, y le descubri&oacute; y
+palp&oacute; las piernas hasta la rodilla; h&iacute;zole varias preguntas luego, y,
+por &uacute;ltimo, se qued&oacute; un buen rato arrimado a la cama y mir&aacute;ndole
+fijamente, con la cabeza algo ca&iacute;da, como si no supiera qu&eacute; decirle o lo
+estuviera discurriendo en vista de los fen&oacute;menos que observaba. Yo
+estaba enfrente de Neluco, arrimado a la cama tambi&eacute;n; y a la puerta de
+la alcoba, con los brazos cruzados y en pie, como dos estatuas de la
+melancol&iacute;a y de la curiosidad, Facia y su hija esperando &oacute;rdenes. Las
+primeras fueron de mi t&iacute;o para pedir &laquo;otra almohada&raquo;, y eso que pasaban
+de tres las que le serv&iacute;an de apoyo para sus espaldas y cabeza.</p>
+
+<p>Mientras las dos mujeres cumpl&iacute;an el mandato y mull&iacute;an y arreglaban el
+mont&oacute;n resultante para menor incomodidad del enfermo, sali&oacute; Neluco del
+dormitorio y yo tras &eacute;l, por una se&ntilde;a que me hizo.</p>
+
+<p>&mdash;Esto va por la posta&mdash;me dijo, de modo que no lo oyera el enfermo.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Tan grave le halla usted?&mdash;pregunt&eacute;le.</p>
+
+<p>&mdash;Grav&iacute;simo&mdash;me respondi&oacute;&mdash;. Cuesti&oacute;n de horas m&aacute;s o menos. As&iacute; es que
+si apunta el menor deseo de confesarse, no se le contrar&iacute;en por ning&uacute;n
+miramiento; y si no le apunta... procuren ustedes apunt&aacute;rsele. No le
+dispongo nada nuevo, porque todo ser&iacute;a in&uacute;til, incluso la mortificaci&oacute;n
+de una cant&aacute;rida. La hinchaz&oacute;n de las piernas, como usted habr&aacute; visto,
+ha tomado esta noche un gran incremento... el propio y natural del
+avance repentino que ha dado la enfermedad, quiz&aacute;s por el r&aacute;pido
+descenso que ha habido en la temperatura esta madrugada... porque no s&eacute;
+si habr&aacute; usted notado que hace un fr&iacute;o desde el amanecer, que corta un
+pelo.</p>
+
+<p>Esto del fr&iacute;o produjo en mi imaginaci&oacute;n un trastrueque s&uacute;bito de ideas;
+y olvidando al enfermo, no me acord&eacute; m&aacute;s que de la intentona dispuesta
+por los tres forajidos para aquella noche; y as&iacute; es que pregunt&eacute; a
+Neluco con la misma avidez que pudo hacerlo Facia en sus &laquo;mejores d&iacute;as&raquo;
+de espantos y congojas:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Cree usted que nevar&aacute;?</p>
+
+<p>&mdash;Y de firme&mdash;me respondi&oacute; Neluco&mdash;. Todos los s&iacute;ntomas son de una
+nevada de las m&aacute;s copiosas y duraderas que se descuelgan por ac&aacute;.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y cree usted tambi&eacute;n&mdash;insist&iacute;&mdash;, que empezar&aacute; hoy mismo?</p>
+
+<p>&mdash;Como que ya empezaba cuando yo he venido&mdash;me contest&oacute;&mdash;. &iexcl;Vea usted!</p>
+
+<p>Y me condujo a la puerta de la solana, desde cuyos cuarterones vimos
+pasar, llevados por el airecillo glacial que soplaba afuera, algunos
+copos, id&eacute;nticos a los que yo hab&iacute;a visto al empezar la otra novela. Sin
+embargo, el cielo no estaba tan &laquo;encenizado&raquo; ni sombr&iacute;o como entonces.
+As&iacute; se lo advert&iacute; al m&eacute;dico, y &eacute;l me replic&oacute;:</p>
+
+<p>&mdash;Pero todo se andar&aacute;, y pronto, no lo dude usted. Por lo
+mismo&mdash;a&ntilde;adi&oacute;&mdash;, hay que tener mucho cuidado con el abrigo de estas
+habitaciones. Que no falte de aqu&iacute; el brasero bien quemado, de modo que
+se conserve inalterable la temperatura que ahora hay en el cuarto del
+enfermo. No ha de sanarle la precauci&oacute;n, ni de mejorarle siquiera, por
+supuesto; pero hay que poner de nuestra parte, en bien de &eacute;l, todo
+cuanto sea posible... Otra cosa: en vista de lo que ocurre, y,
+particularmente, de lo que pueda ocurrir, hace aqu&iacute; falta m&aacute;s gente que
+ustedes, por razones que en otra ocasi&oacute;n an&aacute;loga le di, y pienso avisar
+a Mari Pepa para que venga enseguida con su hija... Es posible que le
+diga tambi&eacute;n algo a don Sabas, para que est&eacute; prevenido siquiera.</p>
+
+<p>Con poco m&aacute;s que esto y unas advertencias que me hizo concernientes al
+enfermo despu&eacute;s de pasar otra ratito a su lado, se fue Neluco y qued&eacute;me
+yo sumido en las m&aacute;s endiabladas cavilaciones. El mismo Satan&aacute;s, puesto
+a discurrir un conflicto para la casona, no le hubiera hilado tan bien
+como lo estaba el que yo tem&iacute;a para aquella noche, si las amenazas del
+baratijero se realizaban, o no ven&iacute;a a impedirlo y arreglarlo todo el
+<i>deus ex machina</i> de la nieve, en la dosis en que me la hab&iacute;a
+pronosticado Neluco. Porque de otro modo, &laquo;&iexcl;Virgen la mi Madre
+celeste!&raquo;, como habr&iacute;a dicho en igual caso la mujer gris. Don Celso,
+agonizante quiz&aacute;s a aquellas horas, o tal vez cad&aacute;ver ya; Lita y su
+madre a su lado, asisti&eacute;ndole o rezando por &eacute;l; Facia en los paroxismos
+de su reproducida tribulaci&oacute;n; tres bandoleros asaltando la casa, y yo,
+con Chisco y Pito Salces, a tiro limpio con ellos, acabando de matar con
+el susto a mi t&iacute;o, si a&uacute;n viv&iacute;a, y poniendo a punto de morir de congoja
+a las mujeres, a dos de las cuales, por lo menos, estaba yo obligado a
+defender de todo riesgo mientras me quedaran un soplo de vida, un
+cartucho que quemar o un asador que esgrimir. Reci&eacute;n o&iacute;da por m&iacute; la
+confesi&oacute;n de Facia, me hab&iacute;a imaginado este cuadro mucho m&aacute;s sencillo.
+Chisco, Pito Salces y yo, armados hasta los dientes y bien apercibidos,
+en acecho y sin respirar, en las tinieblas del portal&oacute;n; uno de nosotros
+abriendo la puerta con las precauciones convenidas en cuanto se dejara
+o&iacute;r afuera el silbido del baratijero, y luego los tres, seg&uacute;n iban
+entrando los bandidos... &iexcl;fuego a quemarropa sobre ellos! Ni el primer
+pelda&ntilde;o de la escalera hab&iacute;an de profanar con su pie los infames. Para
+que no se sobrecogiera mi t&iacute;o con el estruendo, le habr&iacute;a enga&ntilde;ado yo
+antes con un embuste cualquiera: le habr&iacute;a dicho, por ejemplo, que se
+hab&iacute;a visto la noche antes el lobo rondando la casa por aquel lado, y
+que pens&aacute;bamos matarle en las altas horas de la inmediata si volv&iacute;a. Las
+agallas de Chisco y de Pito Salces me eran bien conocidas, y no hab&iacute;a
+para qu&eacute; avisar m&aacute;s gente ni dar cuarto al pregonero. Nos bast&aacute;bamos los
+tres para aquella empresa por de pronto: lo dem&aacute;s, es decir, el recoger
+los despojos de la batalla, los cad&aacute;veres achicharrados y hechos jigote,
+ya lo har&iacute;a la justicia oportunamente avisada. Y a esto se reducir&iacute;a
+todo. Pero con el nuevo aspecto de las cosas, ignorado por los bandidos;
+con la casa llena de mujeres, y la muerte, con su cortejo de l&aacute;grimas y
+de ceremonias y accesorios pat&eacute;ticos, ense&ntilde;oreada de ella, &iexcl;qu&eacute;
+perturbaciones y qu&eacute; esc&aacute;ndalos y qu&eacute; profanaciones y sacrilegios no
+producir&iacute;a una batalla en el estragal, a tiro seco, con sus
+correspondientes blasfemias y alaridos, y cad&aacute;veres ensangrentados y
+palpitantes! En fin, que si no arreglaba el conflicto la nevada, hab&iacute;a
+para volverme tarumba y tener por cuerda y resignada a la mujer gris en
+sus recientes apuros. Por lo pronto, y esto me calmaba algo las
+inquietudes, hab&iacute;a muchas horas por delante; se ver&iacute;a qu&eacute; rumbos iba
+tomando y c&oacute;mo se portaba el temporal insinuado, y qu&eacute; marcha segu&iacute;a
+durante la ma&ntilde;ana la agravaci&oacute;n de mi t&iacute;o. Yo bien provisto estaba de
+armas y municiones; Chisco tambi&eacute;n, y a mi lado viv&iacute;a en casa; y a
+Chorcos, ya cuidar&iacute;a yo de avisarle a tiempo para que se quedara a velar
+con el pretexto del grave estado de don Celso. No dej&oacute; de ocurr&iacute;rseme
+que, en lugar de esperar a los salteadores en el portal&oacute;n de la casa, se
+les pod&iacute;a armar una emboscada en los pe&ntilde;ascos inmediatos a ella, y
+fusilarlos a mansalva en cuanto se arrimaran a la puerta los tres. Pero
+este plan era menos &laquo;concluyente&raquo; que el otro, y estaba expuesto a
+quiebras que pod&iacute;an salirnos caras a los acometedores, por m&aacute;s que nos
+asistiera la justicia, seg&uacute;n todas las leyes divinas y humanas. As&iacute; y
+con todo, se pesar&iacute;an y medir&iacute;an ambos planes si llegaba el caso y en su
+hora, y se optar&iacute;a por el mejor.</p>
+
+<p>Esto y mucho m&aacute;s lo meditaba yo voltejeando maquinalmente por el
+interior de la casona despu&eacute;s de haber despedido al m&eacute;dico. Dando, de
+repente, por bien examinado el punto por entonces, resolv&iacute; volver a ver
+c&oacute;mo andaba mi t&iacute;o de sus angustias mortales. Pero no entr&eacute; en su cuarto
+sin asomarme antes a uno de los vidrios de la puerta que daba a la
+solana por el comedor. El cielo continuaba obscureci&eacute;ndose y el chispear
+de la nieve espesando. Me gust&oacute; el s&iacute;ntoma. Mi t&iacute;o, aunque entre amagos
+continuos de la tos, parec&iacute;a m&aacute;s sosegado, y dormitaba. Facia, sentada
+lejos de &eacute;l y atenta a cuanto pudiera ocurrirle, despu&eacute;s que yo hube
+contemplado al enfermo acerc&aacute;ndome de puntillas a su cama, me dijo con
+la mirada:</p>
+
+<p>&mdash;Bien va eso, &iquest;eh?</p>
+
+<p>A lo que yo respond&iacute; con otra mirada y un gesto:</p>
+
+<p>&mdash;De lo mejor.</p>
+
+<p>Pero bien sabe Dios que ni la pregunta ni la respuesta se refer&iacute;an al
+estado del enfermo, sino al aspecto del temporal.</p>
+
+<p>Pasaron dos horas sin que dentro ni fuera de la casona ocurriera novedad
+digna de ser notada, y llegaron, pero sin el estr&eacute;pito de costumbre,
+Lita y su madre y hasta el propio don Pedro Nolasco. Esta peripecia,
+relativamente alegre, en el sombr&iacute;o drama que se desenvolv&iacute;a, y a todo
+andar, en aquellos envejecidos &aacute;mbitos, me levant&oacute; mucho el esp&iacute;ritu.
+Ven&iacute;an los tres personajes hondamente impresionados por las noticias que
+les hab&iacute;a dado Neluco. El gigante, por todo saludo, me estrech&oacute; la mano
+en silencio, con dos tremendas sacudidas que a poco me desarticulan el
+brazo por el hombro; su nieta y su hija, con los ojos empa&ntilde;ados, me
+pidieron, mientras comenzaban a desliarse los abrigos, y en voz muy baja
+algo temblorosa, las noticias de caj&oacute;n sobre el estado actual de mi t&iacute;o.
+D&iacute;selas, no tan malas como las que esperaban ellas, y esto las anim&oacute; a
+acercarse muy quedito hasta la puerta de la alcoba. Desde all&iacute;
+estuvieron contemplando el batallar que no cesaba dentro de las ruinas
+de don Celso, entre el sue&ntilde;o que le amodorraba y la tos que se lo
+prohib&iacute;a, hasta que se revolvi&oacute; en la cama por uno de aquellos choques,
+del que sali&oacute; medio sofocado, con la boca y los ojos muy abiertos y
+acopiando el aire para respirar, hasta con las manos. Entonces se
+ocultaron r&aacute;pidamente, casi de un salto, en la salona, y se volvieron
+ambas hacia m&iacute;, que no las perd&iacute;a de vista, con la pena y la
+conmiseraci&oacute;n pintadas en la cara. A todo esto, don Pedro Nolasco, de
+pie, r&iacute;gido, inm&oacute;vil y silencioso, en el mismo sitio en que se hab&iacute;a
+plantado al entrar. Pas&oacute; en breve el acceso, y volvi&oacute; el enfermo a caer
+en el marasmo de antes... Pero &iquest;qu&eacute; diablos ve&iacute;a yo en Lituca que me
+cautivaba m&aacute;s la atenci&oacute;n en aquellos momentos que el pasmo de su abuelo
+y la angustiosa situaci&oacute;n de mi t&iacute;o? &iquest;Qu&eacute; hab&iacute;a en ella de nuevo y de
+extra&ntilde;o para m&iacute;? Pues, lisa y llanamente, las l&aacute;grimas de sus ojos y la
+expresi&oacute;n dolorida de su cara infantil; y yo me preguntaba en cuanto
+sal&iacute; de mis dudas: &laquo;Pero &iquest;cu&aacute;ndo est&aacute; m&aacute;s mona esta chica? &iquest;cuando r&iacute;e y
+gorjea como los pajaritos del monte, sin penas ni cuidados, o cuando
+siente, como ahora, a falta de dolores propios, la compasi&oacute;n que le
+inspiran los ajenos?&raquo; Y no sabiendo por cu&aacute;l de estos extremos optar,
+qued&eacute;me con los dos, porque es lo cierto que, riendo o llorando, estaba
+mon&iacute;sima aquella criatura.</p>
+
+<p>Temiendo que la impresionara con exceso la contemplaci&oacute;n frecuente de
+aquel cuadro aflictivo de la miseria humana, tan nuevo para ella, la
+aconsej&eacute; que se abstuviese de entrar en el cuarto del enfermo. A lo que
+me respondi&oacute; con una fuerza de resoluci&oacute;n que se impon&iacute;a:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Pues mire que tendr&iacute;a que ver, se&ntilde;or don Marcelo!... &iexcl;Vaya! &iexcl;vaya!...
+&iquest;Piensa que soy yo de melindres, por si acaso? No dir&eacute; que al principio
+no me encoja un poco; pero despu&eacute;s... &iexcl;vaya! &iexcl;vaya! Y, por &uacute;ltimo, para
+las ocasiones son las valent&iacute;as; y ahora o nunca. &iexcl;El mi pobre se&ntilde;or don
+Celso!...</p>
+
+<p>&mdash;D&eacute;jela, d&eacute;jela&mdash;me dec&iacute;a casi al mismo tiempo la rozagante Mari Pepa,
+arrojando el &uacute;ltimo de sus abrigos flotantes sobre una silla, encima de
+los que acababa de arrojar Lituca&mdash;; d&eacute;jela que entre y salga cuando
+quiera, que es bueno jacerse a todo, como ella se ir&aacute; jiciendo, porque
+la conozco bien. Al que hay que tener a raya sobre ese punto, es al mi
+padre. Cay&oacute;le la noticia como una pe&ntilde;a en la nuca, y aturdi&oacute;se como ust&eacute;
+le ve. Yo no sab&iacute;a si dejarle en casa o traerle; pero vile roncero de
+quedarse solo y muy arrimao a venirse, y j&iacute;cele su gusto, que era
+tambi&eacute;n el nuestro; porque puestas aqu&iacute;, podemos tardar m&aacute;s o menos en
+volver a casa, y mejor que en parte alguna estar&aacute; el venturao con
+nosotras donde quiera que ello sea. Lo que est&aacute; &eacute;l es aterec&iacute;o de
+friald&aacute;, &iquest;no es cierto, padre? Y mire, en la cocina habr&aacute; buena lumbre,
+&iquest;no es verd&aacute;, don Marcelo? y estar&aacute; ust&eacute; m&aacute;s apartao de estas cosas que
+le amurrian y acobardan, sin dejar de estar bien acompa&ntilde;ao con los que
+entran y salen... y de paso, mire, que a&ntilde;ada Tona buen por qu&eacute; al oll&oacute;n
+grande, que somos tres bocas m&aacute;s... &iexcl;Hija, qu&eacute; bob&aacute;s se le ocurren a una
+cuando no sabe lo que diz, ni tomar los tiempos como vienen! Conque
+&iquest;entendi&oacute;me, padre?... Y a ust&eacute;, don Marcelo, &iquest;qu&eacute; le paez de este
+disponer m&iacute;o, como si estuviera en la mi casa?</p>
+
+<p>Todo me pareci&oacute; bien, hasta el estilo, y las precauciones que tomaba
+Mari Pepa para no ser o&iacute;da del enfermo, y la decisi&oacute;n de Lituca, y, en
+particular, la cara que pon&iacute;a para declar&aacute;rmela. Yo mismo conduje a la
+cocina a don Pedro Nolasco, que se dejaba traer y llevar como un ni&ntilde;o
+atolondrado, y le sent&eacute; en el sill&oacute;n de mi t&iacute;o, dej&aacute;ndole al cuidado de
+Tona y de Chisco, que andaba por all&iacute; entonces, con encargo de que le
+entretuvieran y animaran... y le dieran de comer cuanto pidiera, si lo
+ped&iacute;a. Yo volver&iacute;a por all&iacute; muy a menudo, y las se&ntilde;oras lo har&iacute;an
+tambi&eacute;n de vez en cuando. En el &iacute;nterin, mucha le&ntilde;a a mano y buena
+lumbre sin cesar.</p>
+
+<p>Antes de salir de la cocina, mir&eacute; por los cristalejos de la puerta que
+da al balconazo de aquella fachada, y vi que continuaban ennegreci&eacute;ndose
+los celajes y que ya blanqueaban un poco los picachos de enfrente y
+hasta las praderas del valle por algunos sitios.</p>
+
+<p>Cuando llegu&eacute; al cuarto de mi t&iacute;o, ya se hab&iacute;an apoderado de &eacute;l y de sus
+aleda&ntilde;os Lituca y su madre, y enviado a Facia a sus ordinarios
+quehaceres, por no ser necesaria all&iacute; su presencia por entonces.
+Ordenaban adentro muebles, ropas y frascos y botellas de potingues;
+enderezaban felpudos y alfombrillas, que abundaban en el suelo;
+graduaban y dirig&iacute;an la luz de los cuarterones de la ventana y la que
+entraba por la puerta, de modo que no diera de lleno en la cara del
+enfermo, y hasta le limpiaban el sudor viscoso y fr&iacute;o que reluc&iacute;a en su
+frente, y le arreglaban las coberturas y las almohadas; pero todo ello,
+lo mismo que cuando trabajaban afuera, sin hacer ruido ni levantar polvo
+ni causar la m&aacute;s leve mortificaci&oacute;n al paciente. Me daba gusto
+contemplar aquel trabajo de hadas bienhechoras. Mi t&iacute;o, sofocado por la
+tos, despertaba algunas veces de su letargo, abr&iacute;a los ojos, clavaba en
+nosotros su mirada entorpecida y voraz, y volv&iacute;a a cerrarlos enseguida
+para caer de nuevo en su modorra. Cuando se aprovechaba una de estas
+coyunturas para darle unos sorbos de caldo o la &laquo;cucharada&raquo; medicinal
+que &laquo;le correspond&iacute;a&raquo;, tom&aacute;balo entre quejidos y balbuc&iacute;a protestas
+iracundas.</p>
+
+<p>Cerca del mediod&iacute;a se despej&oacute; un poco y nos ponder&oacute; mucho lo mal que se
+encontraba. Lleg&oacute; en esto Neluco, y ni por cortes&iacute;a intent&oacute; convencerle
+de lo contrario. Pero le exhort&oacute; a que llevara con paciencia sus
+trabajos, pues no estaba obligado a menos un hombre de su fe y de su
+correa. A lo que contest&oacute; el enfermo, con toda la iracundia que pudo
+hallar entre el mont&oacute;n de sus propias ruinas:</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Todav&iacute;a te paez cosa de n&aacute; la mi paciencia, condenao? Con la mit&aacute; de
+lo que tengo te quisiera yo ver, mediqu&iacute;n, matasanos de los demonios, a
+ver qu&eacute; cara pon&iacute;as... &iexcl;Pues hombre!...</p>
+
+<p>Intervinimos todos, Neluco inclusive, para calmarle, y se calm&oacute; pronto;
+pero no apunt&oacute; la menor idea de prepararse a bien morir. Sobre este
+punto ven&iacute;a muy contrariado el m&eacute;dico. Me dijo, al despedirse, que don
+Sabas estaba ausente del lugar, auxiliando a un moribundo de otro
+pueblo, cuyo p&aacute;rroco se hallaba enfermo. Al saberlo le hab&iacute;a mandado un
+propio; pero como hasta el pueblo hab&iacute;a muchas varas de camino que medir
+y la nevada iba espesando por instantes, aunque don Sabas procurar&iacute;a no
+perder uno solo en cuanto se enterase de lo que ocurr&iacute;a en la casona,
+&iexcl;fuera usted a saber a qu&eacute; hora de la tarde llegar&iacute;a, y si llegar&iacute;a a
+tiempo ya!</p>
+
+<p>Por no acercar demasiado al gigant&oacute;n de la Casta&ntilde;alera al cuadro que tan
+tristemente le impresionaba, comimos todos con &eacute;l en la perezosa de la
+cocina, servidos por Tona, mientras su madre cuidaba del enfermo. No fue
+aquella comida tan sabrosa para m&iacute; como otra que yo no olvidaba, m&aacute;s que
+por lo reciente de su fecha, por lo regocijada que la hicieron aquellas
+dos comensalas que en la &uacute;ltima, algo por respeto a la tristeza
+&laquo;oficial&raquo; de la casa, y algo m&aacute;s por la pena que los motivos de esta
+tristeza les daban, comieron muy poco y hablaron menos. Menos habl&oacute;
+todav&iacute;a que ellas, don Pedro Nolasco, que no habl&oacute; palabra; pero, en
+cambio, &iexcl;qu&eacute; engullir el suyo tan formidable!</p>
+
+<p>Antes de que acab&aacute;ramos de comer, supimos por Facia que el enfermo hab&iacute;a
+vuelto a dormirse y que &laquo;el trapeu de la nieve iba tan a m&aacute;s, que daba
+gustu&raquo;. Yo me acord&eacute; de la ausencia de don Sabas y de la falta que hac&iacute;a
+al lado de mi t&iacute;o, y no recib&iacute; la noticia con tanto placer como el que
+sent&iacute;a la madre de Tona al d&aacute;rmela.</p>
+
+<p>Seg&uacute;n corr&iacute;an las horas de la tarde, apretaba el temporal y tambi&eacute;n las
+ansias del enfermo, que segu&iacute;a luchando con ellas a ojos cerrados y sin
+conciencia, al parecer, de lo que estaba pasando. Bien sabe Dios lo que
+nos inquietaban estos s&iacute;ntomas y que ard&iacute;amos en deseos de insinuarle lo
+que Neluco deseaba, ya que no se anticipaba &eacute;l a insinuarlo; pero &iquest;de
+qu&eacute; servir&iacute;a la insinuaci&oacute;n mientras no tuvi&eacute;ramos a mano al Cura? Entre
+estas dudas y las consiguientes inquietudes, lleg&oacute; la noche cerrada, a
+poco m&aacute;s de las cuatro, con una tercia de nieve sobre el valle y un
+nevar espeso y continuo que ya me iba alarmando mucho, porque supon&iacute;a a
+don Sabas en camino y pensaba en los peligros que pod&iacute;a correr. Entre
+tanto la cocina se llenaba poco a poco de gente que acud&iacute;a a saber de
+don Celso y a ofrecerse para toda clase de menesteres en la casa en
+aquellas horas de prueba, y a m&iacute; no me disgustaba verme tan bien
+acompa&ntilde;ado en ocasi&oacute;n de tantos apuros. A don Pedro Nolasco le suced&iacute;a
+lo propio, y hasta rompi&oacute; a hablar con los contertulios y se permiti&oacute;
+ciertos vaticinios risue&ntilde;os acerca de la enfermedad del viejo amigo y
+casi pedazo de su alma... precisamente en el instante en que mi t&iacute;o
+saliendo de su modorra pertinaz y despu&eacute;s de recorrer la estancia con
+los ojos azorados, dijo entre angustias de la respiraci&oacute;n, como si no le
+cupiera ya en el pecho una burbuja de aire sin haberle desocupado de
+otra igual:</p>
+
+<p>&mdash;Ahora... ahora es la de irse de veras, hijos m&iacute;os, y la de prepararme
+al viaje en toda regla. Hacedme la caridad de decirle al Cura que le
+llamo yo para lo que &eacute;l sabe... si no es alguno de los bultos que yo
+distingo malamente desde aqu&iacute;, no s&eacute; si por culpa de la poca luz del
+cuarto, o porque ha empezado a apagarse ya la de mis ojos... &iexcl;Sabas!...
+&iexcl;Sabas!...</p>
+
+<p>Todos los all&iacute; presentes o&iacute;amos y call&aacute;bamos, y nos mir&aacute;bamos unos a
+otros sin saber qu&eacute; contestar. &iquest;C&oacute;mo decirle que el Cura no estaba en la
+casona ni en el pueblo?... Pero &iexcl;qu&eacute; ofuscaci&oacute;n tan absurda la nuestra!
+&iquest;Qu&eacute; inconveniente hab&iacute;a en entretenerle las impaciencias, respondiendo
+que hab&iacute;an ido a avisarle y que estaba a punto de llegar? Esto iba a
+responderle yo al mismo tiempo que me acercaba a su cama con Lita y
+Mari-Pepa, hechas un mar de l&aacute;grimas, mientras quedaba Facia arrimada a
+la pared del fondo con los brazos cruzados, la cabeza inclinada sobre el
+pecho y los ojos, secos, entristecidos e inm&oacute;viles, clavados en la faz
+cadav&eacute;rica de su amo, cuando &eacute;ste volvi&oacute; a exclamar, pero con un br&iacute;o
+inconcebible en su estado miserable:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Sabas! &iexcl;Sabas!...</p>
+
+<p>En esto o&iacute; un rudo golpeteo, como al desembocar del carrejo en la
+salona, y al mismo tiempo una voz que respond&iacute;a a estas llamadas
+en&eacute;rgicas:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;All&aacute; va, jinojo!...</p>
+
+<p>Conoc&iacute; la voz, retroced&iacute; de un salto hasta la puerta, y vi que por la
+del sal&oacute;n avanzaba un bulto que lo mismo pod&iacute;a ser un jaral de la
+monta&ntilde;a, tal y como deb&iacute;an estar todos en aquellos instantes, que un
+hombrazo del calibre y los talares de don Sabas, porque ven&iacute;a nevado por
+la cabeza y por los hombros y por donde quiera que asomaba un relieve,
+por m&iacute;nimo que fuera, en sus luengas y espidas vestiduras; y al andar y
+sacudirse de propio intento, arrojaba en el suelo la nieve en cascadas
+polvorosas, como cae de los matorros cuando los sacude y zarandea el
+cierzo enfurecido. Sal&iacute; a su encuentro para ayudarle a sacudirse y a
+enjugarse... y a nada, porque de dos bativoleos se desprendi&oacute; de todo lo
+flotante que goteaba sobre &eacute;l. As&iacute; qued&oacute;, en un periquete, liso y mondo
+de pies a cabeza, es decir, de chaqueta corta y en pelo. Mientras se iba
+despojando de aquellas envolturas y accesorios, me dec&iacute;a:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ah! pues gracias a que el tordillo tiene m&aacute;s agallas de lo que paez,
+y pudo con el espolique que a medio camino le cargu&eacute; a las ancas, que si
+no... &iexcl;jinojo! d&iacute;gote que no llegamos vivos ninguno de los tres; porque
+nevadas he visto en lo que llevo de vivir; pero como &eacute;sta, &iexcl;vaya,
+vaya!... &iquest;Y qu&eacute; le pasa al pobre don Celso, hombre? Cuando all&aacute; me lo
+fueron a decir, no me cogi&oacute; de susto, porque me lo ven&iacute;a yo temiendo de
+d&iacute;a en d&iacute;a. Lo peor del caso fue que aquel infeliz agonizante no
+acababa, y no era cosa de abandonarle en trance tal... Pues &iexcl;cuidado si
+le da por no acabar en toda la tarde de Dios!... A todo esto, la nieve
+espesando y cerr&aacute;ndose los caminos. &iexcl;Mira t&uacute; qu&eacute; ocasi&oacute;n para ponerse
+este otro en la agon&iacute;a!... &iexcl;Si lo que hace Satan&aacute;s para jincar el diente
+a las almas, es mucho cuento! A bien que no ha sido ello por falta de
+advertencias m&iacute;as; pero este Celso, con ser tan hombre de fe, es de suyo
+tan...</p>
+
+<p>Todo eso lo dec&iacute;a ya, y casi lo gritaba, el bueno del Cura a la puerta
+del dormitorio de su amigo, donde le interrumpi&oacute; el descosido
+razonamiento otra llamada como la de antes.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Sabas! &iexcl;Sabas!</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Aqu&iacute; estoy, hombre!&mdash;respondi&oacute; el Cura&mdash;. &iexcl;Cuidado que es tema!...
+Pues mira, con esas prisas en mejor sal&uacute;, no las tuvieras ahora...</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Eso es!&mdash;refunfu&ntilde;&oacute; mi t&iacute;o&mdash;. Para consuelo de mis ajogos, r&iacute;&ntilde;eme y
+vocif&eacute;rame, &iexcl;pispajo!</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Qu&eacute; te he de re&ntilde;ir, hombre, qu&eacute; te he de re&ntilde;ir!&mdash;d&iacute;jole entonces don
+Sabas, que enfrente de aquellas ruinas miserables del amigo y camarada
+de toda su vida, no acertaba a contener los lagrimones que le brotaban
+en los ojos&mdash;, &iexcl;ni c&oacute;mo te he de vociferar!... &iexcl;Pues bueno estar&iacute;a ello,
+jinojo!... sino que, como he venido, pude no venir, por causa de fuerza
+mayor. &iexcl;Y fig&uacute;rate t&uacute; entonces! &iexcl;fig&uacute;ratelo, Celso!... Vaya&mdash;a&ntilde;adi&oacute;
+interrumpiendo de pronto su discurso y pasando la mirada por el cuarto y
+acentu&aacute;ndola con un movimiento de sus brazos, muy significativo&mdash;: aqu&iacute;
+sobran todos menos el enfermo y yo; porque lo que va a pasar entre
+nosotros, no admite m&aacute;s testigo que uno, que es el Se&ntilde;or y juez de vidas
+y almas.</p>
+
+<p>Salimos los que sobr&aacute;bamos y cerr&oacute; don Sabas la puerta por dentro. Yo no
+s&eacute; lo que pas&oacute; por m&iacute; entonces; pero declaro que me sent&iacute; muy conmovido
+y que hasta llor&eacute;, disimul&aacute;ndolo mucho, como si fuera una debilidad
+indigna de los hombres fuertes.</p>
+
+<p>&iquest;Proced&iacute;an aquellas l&aacute;grimas vergonzantes del contagio de otras m&aacute;s
+francas? &iquest;Eran arrancadas de mi coraz&oacute;n por la pena de ver a aqu&eacute;l, mi
+pariente en estado tan m&iacute;sero y compasible? &iquest;Me las produc&iacute;a aquella
+rara escena que acababa de presenciar entre el Cura y el enfermo, a
+trav&eacute;s de cuya tosca urdimbre se dejaban ver fondos y lejan&iacute;as
+admirables? Quiz&aacute;s hubiera en ellas algo de todos y cada uno de estos
+ingredientes; pero el hecho es que yo lloraba, aunque no tanto como las
+mujeres que se agrupaban junto a m&iacute;, mientras iban entrando de puntillas
+en el sal&oacute;n en que est&aacute;bamos muchos de los tertulianos de la cocina que
+se hab&iacute;an amontonado en el carrejo despu&eacute;s de la llegada del Cura,
+transidos de pesadumbre... y de curiosidad.</p>
+
+<p>La luz que Facia hab&iacute;a encendido en la lamparilla del dormitorio al
+salir de &eacute;l, y que a&uacute;n conservaba en la mano, iluminaba un poco aquellas
+fauces entenebrecidas; y as&iacute; pude entreverlas atascadas, materialmente,
+de figuras api&ntilde;adas y oscilantes que miraban hacia nosotros con
+impaciencias voraces; y aun hubiera jurado yo que all&aacute; en el fondo,
+detr&aacute;s de toda la masa, pero alz&aacute;ndose un codo sobre la cabeza del m&aacute;s
+talludo, reluc&iacute;an, como dos linternas en un t&uacute;nel, los ojazos verdes y
+saltones del gigant&oacute;n de la Casta&ntilde;alera.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XXVII" id="XXVII"></a>XXVII</h2>
+
+
+<p>Al cabo de un buen rato me pidi&oacute; Mari Pepa muchas cosas que, a su
+juicio, iban a ser necesarias all&iacute; muy pronto. Yo, delegando en ella y
+en su hija cuantas atribuciones ten&iacute;a en la casa, las entregu&eacute; las pocas
+llaves que guardaba, y mand&eacute; a Facia que se pusiera a sus &oacute;rdenes con
+las restantes. Para despachar bien y pronto lo que proyectaban, era
+indispensable que se volvieran a la cocina los tertulianos que,
+dispersos por aqu&iacute; o en reba&ntilde;os por all&aacute;, todo lo obstru&iacute;an... y
+apestaban, y no hab&iacute;a manera de revolverse entre ellos. H&iacute;zose as&iacute; al
+punto por mi mandato, y empezaron las dos mujeres a saquear alacenas,
+armarios y cajones. Facia guiaba, y yo segu&iacute;a como un aut&oacute;mata a las
+tres.</p>
+
+<p>Mientras desvalijaban el &uacute;ltimo caj&oacute;n de la c&oacute;moda de mi cuarto, se
+abri&oacute; la puerta de mi t&iacute;o, y apareci&oacute; don Sabas en el hueco. Not&eacute; que
+sal&iacute;a lloriqueando, y corr&iacute; hacia &eacute;l temiendo que ya hubiera concluido
+todo all&iacute;; pero desde medio camino o&iacute; toser al enfermo, y esto me
+tranquiliz&oacute;. Sali&oacute;me al encuentro el Cura, y me dijo, mientras se secaba
+los ojos con un pa&ntilde;uelo de yerbas:</p>
+
+<p>&mdash;No se puede remediar, &iexcl;qu&eacute; jinojo!... por m&aacute;s avezado que uno est&eacute; a
+contemplar miserias y acabaciones humanas... Porque hay casos y casos,
+se&ntilde;or don Marcelo, y &eacute;ste es uno de los m&aacute;s duros de pelar para el pobre
+Cura. Sesenta a&ntilde;os de vivir, m&aacute;s que como amigos, como hermanos, y cada
+cual en su ministerio... &iexcl;y cuidado si ha sido de altura el suyo!...
+algo rejunde en la entra&ntilde;a... me parece a m&iacute;... De pronto diz el otro al
+uno de ellos: &laquo;vaya, pues yo me marcho... y para no volver: conque
+aj&uacute;stame t&uacute; estas cuentas que tengo que dar a Dios, por tu mediaci&oacute;n
+mesma de lo mucho que le debo y de lo poco y mal que le he pagado... y
+ah&iacute; te quedas, viejo y solo, hasta que te llegue la tuya, que no puede
+tardar porque de viejo nadie pasa; y ya ver&aacute;s lo que es jallarte un d&iacute;a
+y otro sin el amigo de siempre, que parec&iacute;a ya carne de tus carnes y
+llenaba todo el lugar, aunque en &eacute;l no se le viera...&raquo; Y vaya ust&eacute;, por
+otra parte, a saber si al llegar la de uno, le coger&aacute; as&iacute; o le coger&aacute;
+asao, porque la carne es flaca y Satan&aacute;s no duerme, y si, por tomas o
+por dacas, tampoco volvemos a encontrarnos en el otro mundo. Porque &eacute;l
+va bien de equipajes... &iexcl;eso s&iacute;, jinojo! y derecha como un juso ha de
+subir la su alma. En lo humano no puede presumirse otra cosa, con la
+preparaci&oacute;n que &eacute;l ha hecho, despu&eacute;s de una vida de caridad, que yo me
+s&eacute; de memoria... En fin, que de &eacute;sta se va, y que no hay que dormirse
+para disponerle todo lo que le falta en el trance en que se ve... Hay
+que viaticarle enseguida, y para ello me voy a la iglesia ahora mismo.
+Advi&eacute;rtase aqu&iacute; para que se espere a Dios con la pompa que se le debe.</p>
+
+<p>Se hab&iacute;an llevado sus talares a la cocina para secarlos a la lumbre; y
+al ir el Cura a recogerlos, hizo a la gente congregada en ella la misma
+advertencia que a m&iacute;, y la arrastr&oacute; luego consigo, menos a Chisco y a
+Pito Salces, a quienes orden&eacute; yo que se quedaran &laquo;vigilando la casa, por
+lo que pudiera ocurrir&raquo;. Ocioso lujo de precauciones a aquellas horas
+(cerca de las siete), con una noche oscura como boca de lobo, cayendo la
+nieve a pu&ntilde;ados, y con unos rugidos del vendaval hacia la monta&ntilde;a, que
+daban miedo.</p>
+
+<p>Sin preocuparme gran cosa del pobre Marmit&oacute;n, que se quedaba solo otra
+vez, repantigado, mudo y at&oacute;nito en el sill&oacute;n de madera y muy arrimado
+al fuego, volv&iacute;me al cuarto de mi t&iacute;o para ver lo que pasaba en &eacute;l
+despu&eacute;s de la salida de don Sabas. Ya estaba desconocido todo aquel
+interior, y a&uacute;n continuaban transform&aacute;ndole por momentos las dos hadas
+de la casona. En la cama del enfermo, la colcha de damasco rojo de los
+grandes d&iacute;as, y vuelto sobre ella, el amplio y bordado embozo de una
+s&aacute;bana de lujo; las almohadas, con fundas de grandes guarniciones muy
+tiesas y escaroladas, y el enfermo mismo, con camisola limpia, calentada
+poco antes al brasero y sahumada con tomillo, sobre el espeso chaquet&oacute;n
+el&aacute;stico que le abrigaba el tronco; junto a la cama, una alfombra en
+lugar del felpudo de siempre; encima de la c&oacute;moda, cayendo en airosos
+pabellones por los lados, otra colcha de las buenas de la casa, y sobre
+ella, esperando mejor destino, el crucifijo de marfil, seis candeleros
+de plata, un vaso con agua bendita y un ramito de laurel.</p>
+
+<p>Cuando yo llegu&eacute;, se ocupaban las dos mujeres, que parec&iacute;an tener
+diablillos en las manos, en sustituir, ayudadas de Facia, el trasto
+viejo que siempre estuvo a la cabecera de la cama, con una mesita
+cuadrangular sacada de mi gabinete, donde la usaba yo para leer y
+despachar mi correspondencia. Ofrec&iacute;les mi ayuda para aquella faena;
+pero la desde&ntilde;&oacute; Lita con un gestecillo muy intencionado y dos frases de
+cortes&iacute;a para templarle. Mientras Facia se llevaba el achacoso
+artefacto, tendieron ellas sobre la mesa otra colcha de damasco rojo, y
+sobre la colcha una muy blanca sabanilla con randas de muchos calados;
+luego trasladaron de la c&oacute;moda a la mesa el crucifijo de marfil, cuatro
+candeleros y el vaso con agua bendita y el ramito de laurel; enseguida
+otra alfombra delante de la mesita; despu&eacute;s todas las tiras y ruedos que
+se encontraron para formar una senda tan larga como se pudo; cuatro
+vapuleos a las sillas antes de ponerlas en orden; unos toquecitos m&aacute;s a
+las ropas de la cama; una mirada desde lejos al conjunto de tantas y tan
+diversas cosas... y ya estaba aquello despachado.</p>
+
+<p>Mi t&iacute;o, entre tanto, jadeando y tosiendo y pasando entre los dedos
+sarmentosos de su diestra cuentas y m&aacute;s cuentas del rosario, y reza que
+reza entre dientes, sin darse por enterado de lo que ocurr&iacute;a en su
+derredor, ni contestar m&aacute;s que con un gesto avinagrado a la menor
+pregunta que se le hiciera. Antes de morir con el cuerpo, estaba ya en
+el otro mundo con el esp&iacute;ritu. De Dios era, a Dios iba y s&oacute;lo de Dios
+esperaba.</p>
+
+<p>Terminado lo del cuarto, se emprendi&oacute; afuera otra labor m&aacute;s peliaguda,
+para la que no bastaron las mujeres solas. Mari Pepa esparc&iacute;a en el
+suelo las colchas y pa&ntilde;olones que hab&iacute;an acopiado en el saqueo y andaban
+en confuso mont&oacute;n sobre las sillas; Lita escog&iacute;a y combinaba colores y
+tama&ntilde;os, y Pito Salces y yo, encaramados en muebles de la necesaria
+altura, clav&aacute;bamos en las paredes, y tan arriba como nos era posible,
+con tachuelas, con puntas... hasta con clavos &laquo;trabaderos&raquo; y cuanto
+hab&iacute;amos podido haber a las manos en una mechinal de la bodega en que
+acumulaba Chisco las reservas de esta especie, lo que la diligente y
+afanada nieta del gigant&oacute;n de la Casta&ntilde;alera nos iba alargando con sus
+manitas primorosas, de lo desparramado por el suelo.</p>
+
+<p>Al andar rayando con la media tarea, el ta&ntilde;ido de una campana, desigual
+e intermitente, ora remoto, ora cercano; como d&eacute;bil quejido de agon&iacute;a,
+unas veces; vibrante y clamoroso otras, seg&uacute;n los caprichos del viento
+encajonado y revuelto en las estrecheces y encrucijadas del valle. Era
+el primer toque &laquo;a administrar&raquo;, la se&ntilde;al que se hac&iacute;a en la iglesia al
+vecindario para los fines que sab&iacute;a &eacute;l. Un ratito despu&eacute;s, call&oacute; la
+campana y llegaron dos hombres con sendos brazados de velas y de cirios
+que mandaba el Cura, por delante. Ven&iacute;an enjutos de tobillos arriba,
+pero muy espelurciados y &laquo;ardi&eacute;ndoles&raquo; las narices y las orejas; porque,
+seg&uacute;n declararon, aunque hab&iacute;a cesado de nevar, continuaba soplando el
+cierzo, m&aacute;s fr&iacute;o que la misma nieve. Si mal no nos parec&iacute;a, quedar&iacute;anse
+all&iacute; ya, pues sobre estar seguros &laquo;de jallar al Se&ntilde;or&raquo; en el camino, si
+volv&iacute;an a tomar el de la iglesia, no estaba el pedregal, con la capa de
+nieve que ten&iacute;a encima, para muchas subidas y bajadas por &eacute;l sin una
+urgencia. Asentimos de buena gana a tan cuerdo parecer, y qued&aacute;ronse los
+hombres... hasta pasmados del &laquo;visual pomposu&raquo; que iban tomando los
+pasadizos y la escalera de la casona con la faena que nos hac&iacute;a sudar.
+Continu&aacute;mosla, sin embargo, con nuevos br&iacute;os, pero a puntada larga, es
+decir, enrareciendo los colgajos, porque ya se o&iacute;a otra vez el toque de
+antes, se&ntilde;al de que se hab&iacute;a puesto en camino lo que esper&aacute;bamos, am&eacute;n
+de que no and&aacute;bamos sobrados de telas ni de &laquo;herrajes&raquo; para cubrir
+tantas paredes.</p>
+
+<p>Para vestir los desnudos suelos del tr&aacute;nsito, discurri&oacute; Lituca
+sembrarlos, y los sembr&oacute; ella misma, de penquitas olorosas de laurel que
+abundaba en las grietas de los pe&ntilde;ascos de enfrente. Y a&uacute;n la qued&oacute;
+tiempo para sahumar toda la casa con romero y mejorana, quemado por ella
+en las ascuas del brasero, llev&aacute;ndole Chisco y Pito Salces entre manos
+por salas, pasillos y escaleras. Despu&eacute;s, velones, candeleros,
+palmatorias y candiles, iluminando hasta lo m&aacute;s obscuro y remoto; el
+cuarto de mi t&iacute;o, con las seis velas encendidas ya, rechispeando la luz,
+y el brazado de cirios tra&iacute;dos de la iglesia, ardiendo tambi&eacute;n al
+cuidado de los dos hombres encargados de darles a tiempo el destino que
+ten&iacute;an; Marmit&oacute;n encuadrado en la puerta de la cocina y mirando al
+crucero iluminado, sin atreverse a dar un paso hacia &eacute;l; Mari Pepa yendo
+y viniendo por todas partes; su hija dando los &uacute;ltimos toques al cuadro
+general; Tona sin chistar y pasmadota, cerca de don Pedro Nolasco; Pito
+Salces y Chisco, en el estragal, con sendos cirios ardiendo, en la mano;
+mi t&iacute;o, con los ojos entreabiertos, recostado contra las almohadas y
+rezando sin cesar; Facia, con su mejor vestido negro y atenta a lo que
+pudiera necesitar el enfermo, junto a la puerta de su cuarto, de pie,
+inm&oacute;vil y melanc&oacute;lica; la campana de la iglesia ta&ntilde;endo acompasadamente;
+el silencio casi absoluto en los &aacute;mbitos de la casona, y yo, clavado
+como una estatua en el sal&oacute;n dominando con la vista el aposento de mi
+t&iacute;o y hasta el crucero del fondo del pasadizo, observ&aacute;ndolo todo,
+oy&eacute;ndolo todo, y presa de una emoci&oacute;n que, por lo compleja y extra&ntilde;a, no
+me pod&iacute;a explicar.</p>
+
+<p>De pronto, una voz, la de Tona que se asomaba a menudo a la puerta del
+balc&oacute;n de la cocina, grit&oacute; desde el fondo del &uacute;ltimo carrejo:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ya vienin!</p>
+
+<p>Cubri&eacute;ronse entonces apresuradamente la cabeza las mujeres; tomamos cada
+cual un cirio de los que cuidaban los dos hombres, y d&iacute;mosle otro a don
+Pedro Nolasco que se hab&iacute;a movido hacia el grupo; y siendo yo parte
+principal&iacute;sima de &eacute;l, con &eacute;l llegu&eacute; bien pronto, a todo andar y casi
+arrollando al aturdido gigante, al balc&oacute;n de la cocina.</p>
+
+<p>No solamente hab&iacute;a cesado de nevar, sino que tambi&eacute;n se hallaba el
+viento encalmado; y, por una venturosa casualidad, por un rasg&oacute;n abierto
+en la espesura de los negros celajes asomaba la luna llena, derramando
+su luz p&aacute;lida sobre el blanco tapiz del valle y los m&aacute;s altos picos del
+brocal de montes que le aprisionan. En otras circunstancias mejores,
+acaso me hubiera detenido a considerar lo que m&aacute;s me admiraba y
+sorprend&iacute;a en aquel extra&ntilde;o panorama, y hasta qu&eacute; punto se parec&iacute;a
+aquella fant&aacute;stica realidad a los numerosos &laquo;efectos de luna&raquo; que yo
+hab&iacute;a visto pintados en lienzos y cartulinas; pero &iexcl;bueno estaba
+entonces el horno de mi cabeza para pastelillos de aquel arte! Y aunque
+lo hubiera estado: necesitaba la atenci&oacute;n para otro espect&aacute;culo que me
+la solicitaba con fuerza irresistible. Y fue que apenas abocado a la
+puerta del balc&oacute;n detr&aacute;s de las mujeres, vi que, surgiendo de las
+tinieblas, iban apareciendo como fantasmas y coronando la altura del
+pedregal, dos filas de bultos negros, junto a muchos de los cuales
+titilaba oscilando una lucecilla triste y acobardada, como si ardiera
+detr&aacute;s de los cristalejos de un faroluco ro&ntilde;oso. Cuanto m&aacute;s se alargaban
+las filas hacia la casona, m&aacute;s bultos surg&iacute;an de la oscuridad del agrio
+declive. Se les ve&iacute;a moverse; pero no se o&iacute;an sus pasos sobre el &aacute;spero
+suelo nevado, ni alteraban el silencio de la Naturaleza, que parec&iacute;a
+haber enmudecido de repente por respeto a lo que estaba pasando all&iacute;,
+otros ruidos que alg&uacute;n murmurio de tarde en tarde, como de rezo coreado,
+y el ta&ntilde;ido constante de la campana de la iglesia, repetido ya por el
+d&eacute;bil tintineo de una campanilla de monago que a&uacute;n no hab&iacute;a surgido de
+la oscuridad. De pronto apareci&oacute; en la altura un bulto menor que los
+otros, con un farol de dos luces: &eacute;ste era el monago de la campanilla, y
+hasta se le distingu&iacute;a en la mano cuando la sacud&iacute;a para que sonara.
+Detr&aacute;s del monago, otros dos bultos con sendos faroles tambi&eacute;n; y en
+medio de los dos, el p&aacute;rroco don Sabas, de capa pluvial y debajo de un
+paraguas muy grande (regalo, por cierto, hecho por mi padre, siendo yo
+mozuelo a&uacute;n, a la iglesia de Tablanca); y, por &uacute;ltimo, detr&aacute;s del Cura,
+todav&iacute;a m&aacute;s bultos con luces surgiendo de la vertiente sombr&iacute;a. Entonces
+cay&oacute; de rodillas Mari Pepa que estaba delante de todos, y exclam&oacute; con
+voz entera, mientras se llenaban de l&aacute;grimas sus ojos:</p>
+
+<p>&mdash;En gracia te reciba el alma que te desea.</p>
+
+<p>Yo me hinqu&eacute; tambi&eacute;n, y con la cabeza humillada, repet&iacute; en el fondo de
+mi coraz&oacute;n la plegaria de aquella noble mujer.</p>
+
+<p>Poco despu&eacute;s volv&iacute;amos todos, conservando a&uacute;n las hachas encendidas, y
+m&aacute;s corriendo que andando, hacia el crucero. All&iacute; estaba ya Neluco, que
+se hab&iacute;a disgregado de la procesi&oacute;n con algunos hombres de los m&aacute;s
+apegados a la casa, provey&eacute;ndolos de cirios y se&ntilde;al&aacute;ndoles puestos en el
+pasillo y a lo largo de la escalera; a Lita y a su madre se los dio a la
+puerta de la salona; &laquo;y usted, conmigo, all&aacute; dentro&raquo; me dijo,
+conduci&eacute;ndome al mismo cuarto del enfermo, del que no se hab&iacute;a apartado
+Facia un instante. Pregunt&aacute;mosle si se encontraba bien; respondi&oacute; que
+&laquo;como nunca jam&aacute;s&raquo;, aunque no hallaba en sus pulmones ingurgitados
+alientos para decirlo; arrim&aacute;monos a la puerta, y all&iacute; esperamos, como
+dos centinelas inm&oacute;viles, lo que empezaba ya a llegar y se sent&iacute;a hacia
+el estragal por el ruido de las almadre&ntilde;as o alguna palabra que otra a
+media voz, y en la escalera y en el pasillo, por el sordo golpeteo de
+las pisadas con escarpines en los inseguros tablones del tillado, y el
+resoplar inconsciente de tantas respiraciones contenidas a la fuerza.
+Igual que cuando se va llenando de agua una vasija puesta debajo del
+ca&ntilde;o de una fuente, por el matiz de los sonidos se conoc&iacute;a por instantes
+c&oacute;mo se colmaban de gente los carrejos y el sal&oacute;n y el gabinete y todos
+los rincones y escondrijos franqueables de la casa. Al fin se oy&oacute; en el
+estragal la campanilla del monago, y casi al mismo tiempo la voz potente
+de don Sabas rezando algo que no se entend&iacute;a bien; despu&eacute;s enmudecieron
+uno y otra, y se percibieron claramente las recias pisadas del Cura y de
+los que le escoltaban, sobre los pelda&ntilde;os de la escalera; al abocar al
+crucero, los pasos m&aacute;s distintos y otro rezo de don Sabas; los que a&uacute;n
+no est&aacute;bamos de rodillas, nos hincamos, y los pechos, oprimidos ya por
+el peso de aquel cuadro imponente... desahog&aacute;ronse en suspiros o en
+sollozos entrecortados, que fueron recorriendo, como nota f&uacute;nebre
+llevada por el aire, todos los &aacute;mbitos de la casona. Hasta la puerta del
+sal&oacute;n no volvi&oacute; a o&iacute;rse la voz del Cura: all&iacute; reson&oacute; otra vez,
+declamando, reposada y pat&eacute;tica, este vers&iacute;culo del <i>Miserere</i>:</p>
+
+<p><i>Ecce enim in inquitatibus conceptus sum: et in pecatis concepit me
+mater mea</i>.</p>
+
+<p>A los rumores de antes sucedi&oacute; el silencio m&aacute;s profundo; y avanzando don
+Sabas con mesurado andar, la mirada puesta en el bordado relicario que
+conten&iacute;a las dos Hostias consagradas, rodeado de luces que resplandec&iacute;an
+en el oro de sus vestiduras y precedido de Mari-Pepa, de Lita y del
+monago, lleg&oacute; a la puerta donde nosotros esper&aacute;bamos, y all&iacute;,
+deteni&eacute;ndose unos instantes como para dar mayor solemnidad a sus
+palabras, rez&oacute; este otro salmo:</p>
+
+<p><i>Ecce enim veritatem dilexisti: incerta et oculta sapientiae tuae
+manifestati mihi</i>.</p>
+
+<p>Entonces el enfermo, tembloroso y l&iacute;vido, cruz&oacute; las descarnadas manos,
+humill&oacute; la cabeza sobre el agitado pecho, y con una voz que parec&iacute;a
+salir del fondo de una sepultura, respondi&oacute; a las palabras del
+sacerdote:</p>
+
+<p><i>Averte faciem tuam a pecatis meis: et omnes iniquitates meas dele</i>.</p>
+
+<p>Aqu&iacute; dio fin y t&eacute;rmino otra vez mi ya vacilante serenidad, y el &laquo;nudo&raquo;
+que me estaba oprimiendo la garganta rato hac&iacute;a, troc&oacute;se en humor
+ben&eacute;fico que me empa&ntilde;aba los ojos y crec&iacute;a por el contagio del llorar de
+las mujeres que me acompa&ntilde;aban en el cuarto, y que, al fin, llegaron a
+contaminar a Neluco, m&eacute;dico y todo, mientras volv&iacute;a a o&iacute;rse afuera la
+nota triste de antes recorriendo los grupos y las masas de aquellas
+compungidas y humilladas gentes... Hasta que vibr&oacute; de nuevo la voz del
+Cura, y todo call&oacute;, como si hasta con el respirar se profanara la
+augusta solemnidad de lo que iba a suceder all&iacute;... como creer&iacute;a yo
+profanarlo si me atreviera a extraer su recuerdo del sagrado de la
+memoria, donde lo guardo indeleble, para describirlo con mi pluma torpe
+y grosera en este miserable papel.</p>
+
+<p>No ha de merecerme igual respeto algo de lo humano que all&iacute; pas&oacute; por
+complemento del cuadro que tanto ten&iacute;a de divino. Esto puede y debe ser,
+ya que no pintado, que no dan para empresa tan alta los colores de mi
+paleta, mencionado, por los menos; y vaya como ejemplo aquella
+exhortaci&oacute;n final de don Sabas a la paciencia, al recogimiento, a la
+gratitud a Dios, del enfermo; c&oacute;mo empez&oacute; encarrilado en las f&oacute;rmulas
+trilladas del ritual, y se fue descarrilando poco a poco y entr&aacute;ndose
+por las sendas de su propio estilo y particulares sentimientos; c&oacute;mo de
+esta manera se confund&iacute;an y enredaban en la exhortaci&oacute;n, el lenguaje
+solemne del sacerdote con el familiar de la pasi&oacute;n desbordada del amigo
+cari&ntilde;oso; c&oacute;mo lleg&oacute; a responderle mi t&iacute;o, ya para protestar nuevamente
+de su fe acendrada, de su resignaci&oacute;n sin l&iacute;mites y de su conformidad
+absoluta con los decretos de Dios, ya para quejarse mansamente de que
+pudiera ser puesto en tela de duda por nadie el cumplimiento de &eacute;stos
+sus deberes de cristiano; c&oacute;mo le replic&oacute; don Sabas para tranquilizarle
+sobre tan delicado particular, al que en modo alguno hab&iacute;a intentado
+referirse &eacute;l, c&oacute;mo, enredados en este singular&iacute;simo di&aacute;logo, ya no
+hablaba el Cura en impersonal, y llegaron a tutearse los dos; c&oacute;mo en la
+llaneza de este estilo tocaron puntos de sumo alcance piadoso, y se
+declar&oacute; don Sabas envidioso de la suerte de mi t&iacute;o, a quien tantos, muy
+erradamente, compadec&iacute;an entonces, y se dieron mutuas paces, poniendo
+por testigo de la cordialidad del impulso a &laquo;aquel Dios sacramentado que
+all&iacute; estaba presente en cuerpo y sangre&raquo;; c&oacute;mo, al fin, baj&aacute;ndose mucho
+el Cura y alz&aacute;ndose un poco mi t&iacute;o, se confundieron los dos en un
+abrazo, llorando don Sabas y ahog&aacute;ndose de fatiga el pobre enfermo
+conmovido; c&oacute;mo con estos actos y aquellos dichos, el torrente de
+sollozos, mal contenido afuera, se desbord&oacute; por toda la casa, y trat&oacute;
+Neluco de cerrar la puerta del cuarto en que nos encontr&aacute;bamos para que
+mi t&iacute;o no lo oyera, y c&oacute;mo &eacute;ste se lo impidi&oacute; con sorprendente energ&iacute;a,
+y mand&oacute; que se franqueara la puerta a cuantos cupieran adentro para
+darles el &uacute;ltimo adi&oacute;s; c&oacute;mo hubo que complacerle, aunque ya no pod&iacute;amos
+respirar ni los sanos en aquella estancia, y c&oacute;mo se despidi&oacute; sin
+ret&oacute;ricas sentimentales, pero en cristiano puro, sin dejar de ser
+aldeano neto, acabando por decirles: &laquo;Si llor&aacute;is porque perd&eacute;is lo que
+he sido, Dios vos lo pague en la medida del consuelo que me dais con
+ello; pero si vos duele mi muerte por la falta que he de haceros, mal
+llorado, porque aunque me voy, aqu&iacute; vos dejo quien har&aacute; mis veces, y
+hasta con ventaja para vosotros. Ven ac&aacute;, Marcelo. (Acerqu&eacute;me a la cama,
+hecho un doctrino, torpe y desconcertado. Luego a&ntilde;adi&oacute; &eacute;l, mostr&aacute;ndome
+al mont&oacute;n de tablanqueses que hab&iacute;an invadido la habitaci&oacute;n): &Eacute;ste es;
+de la mi sangre neta, y amo ya y se&ntilde;or de esta casa. De vosotros depende
+desde hoy que sea, no lo que yo he sido, que bien poco fue ello, sino
+todo lo que deb&iacute; de ser. Para &eacute;l todo vuestro respeto y vuestra lealtad
+de hombres honrados y agradecidos, y para m&iacute;... que pid&aacute;is a Dios de vez
+en cuando por el buen paradero de esta alma, a punto ya de subir a
+juicio en su divina presencia. Y con esto, hijos m&iacute;os, y la bendici&oacute;n de
+un padre viejo y moribundo... &iexcl;hasta la eternidad!&raquo;</p>
+
+<p>Es tambi&eacute;n de mencionarse c&oacute;mo le respondieron con gemidos y l&aacute;grimas
+aquellas rudas y buenas gentes, por no hallar en sus lenguas palabras
+con que expresar lo que sent&iacute;an; y c&oacute;mo, finalmente, puso t&eacute;rmino a esta
+escena don Sabas acerc&aacute;ndose a adorar y recoger la Forma consagrada, y
+son&oacute; otra vez la campanilla... y sali&oacute; del cuarto y de la casa el Se&ntilde;or
+de los se&ntilde;ores y Rey de los reyes con la misma solemnidad y reverencia
+con que en ella hab&iacute;a penetrado.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XXVIII" id="XXVIII"></a>XXVIII</h2>
+
+
+<p>En un pie andaba el Cura con lo cuidadoso que le tra&iacute;a lo extremo y
+desesperado de mi t&iacute;o, y, sin embargo, cuando lleg&oacute; a la casona resuelto
+a no salir de ella mientras al enfermo le quedara un soplo de vida y a
+&eacute;l una sola funci&oacute;n que llenar a su lado como sacerdote o como amigo, ya
+gru&ntilde;&iacute;a el temporal en la monta&ntilde;a y descend&iacute;a la nieve sobre el valle en
+espesos remolinos. Es decir, que s&oacute;lo hab&iacute;an durado la &laquo;escampa&raquo; y el
+sosiego lo estrictamente necesario para que fuera Dios a la casona desde
+la iglesia, y volviera a la iglesia desde la casona; milagro patente en
+opini&oacute;n de Facia, y no puesto en duda por los que depart&iacute;an con ella
+sobre el caso.</p>
+
+<p>Entr&oacute;, pues, el Cura como la vez primera en aquella noche, sacudi&eacute;ndose
+la ropa para &laquo;desnevarse&raquo;; arroj&oacute; el capote sobre lo primero que se le
+puso por delante, y llevando en la mano un saquillo de color, cerrado
+con una jareta, se col&oacute;, sin detenerse, en el cuarto de mi t&iacute;o, que s&oacute;lo
+parec&iacute;a vivir para esperarle. Encerr&aacute;ronse all&aacute; los dos; y mientras
+and&aacute;bamos en la salona los de siempre, de aqu&iacute; para all&iacute; y en derredor
+del brasero, sin saber qu&eacute; decirnos ni en qu&eacute; sitio ni para qu&eacute;
+detenernos ni sentarnos, o&iacute;a yo c&oacute;mo iban pasando desde la escalera
+gentes y m&aacute;s gentes hacia la cocina, donde continuaba el gigante
+consternad&oacute;n y arrimado a la lumbre, pero con muchas ganas de cenar.
+Porque las funciones de comer y digerir no se reg&iacute;an en aquel hombrazo
+por las grandes crisis del esp&iacute;ritu, sino por una ley mec&aacute;nica.
+Necesitaba comer, mucho y a menudo, como la mole ruinosa necesita el
+puntal para no desplomarse. No obstaba aquel insaciable apetito de su
+est&oacute;mago para sentir el pobre hombre desfallecido de pena su coraz&oacute;n.
+Deploraba la muerte de don Celso como todos y cada uno de los
+tablanqueses que m&aacute;s hubieran estimado sus prendas, y la lloraba tambi&eacute;n
+como amigo; pero le dol&iacute;a, adem&aacute;s y sobre todo, por la edad que &eacute;l
+contaba y por lo viejo y arraigado de su intimidad con el que se iba. En
+alturas semejantes, cada amigo de esos que se va, es un sillar que se
+arranca en los cimientos de la vida del que se queda; y don Pedro
+Nolasco no hab&iacute;a tomado en serio hasta aquel d&iacute;a lo de la muerte de su
+amigo, a quien por su car&aacute;cter y correa consider&oacute; siempre &laquo;incapaz&raquo; de
+morirse. Tambi&eacute;n le dol&iacute;a en el alma una separaci&oacute;n as&iacute;, sin despedida;
+pero no ten&iacute;a valor para intentarla, y nosotros nos guard&aacute;bamos muy bien
+de estimularle a vencer sus resistencias: al contrario, le manten&iacute;amos
+en ellas pint&aacute;ndoselas como muy justificables, y encomend&aacute;bamos a los
+que de ordinario le acompa&ntilde;aban en la cocina la caritativa labor de
+entretenerle y animarle, como hac&iacute;amos a menudo el m&eacute;dico y yo con
+Mari-Pepa y Lituca, que no le perd&iacute;an de vista ni desconoc&iacute;an la
+importancia de aquella crisis excepcional, a una edad y un temperamento
+como los suyos.</p>
+
+<p>De esto precisamente se hab&iacute;a llegado a tratar en la salona, cuando se
+abri&oacute; la puerta cerrada antes por el Cura y apareci&oacute; &eacute;ste con
+sobrepelliz y estola preguntando por el monaguillo que hab&iacute;a venido con
+&eacute;l y deb&iacute;a de andar por la cocina. Corri&oacute; Facia a avisarle y entramos
+los dem&aacute;s en el cuarto del enfermo, en los linderos ya de la agon&iacute;a y
+con los ojos clavados en un crucifijo colocado por el Cura para eso a
+los pies de la cama. Vino el muchacho, y, con su ayuda, administr&oacute; don
+Sabas la Extremaunci&oacute;n al moribundo. Lloraba Mari Pepa y sollozaba
+Lituca mientras colocaban sobre &eacute;l todas las medallas y reliquias que
+hab&iacute;a en casa con indulgencia plenaria para la hora de la muerte;
+lagrimeaban callando muchos de los que hab&iacute;an acudido de la cocina con
+el monago; rez&aacute;bamos todos respondiendo a las oraciones del Cura, y en
+los intervalos de silencio se o&iacute;an a la vez el respirar estertoroso y
+agitado del agonizante, y el zumbido del temporal entre las espesuras y
+ca&ntilde;adas de los montes. A este acto imponente sigui&oacute; otro que no lo era
+menos: la recomendaci&oacute;n del alma, le&iacute;da en voz clamorosa por don Sabas,
+con los consiguientes rezos en que todos tom&aacute;bamos parte. Y esto fue
+largo, muy largo, pues que lleg&oacute; a medirse por horas, con algunos
+descansos breves, durante los cuales se mov&iacute;an o se renovaban muchos de
+los congregados, andando de puntillas y devorando suspiros y sollozos, y
+volv&iacute;a a o&iacute;rse adentro el estertor acompasado del moribundo, y afuera el
+mugir de los vendavales.</p>
+
+<p>Por el f&uacute;nebre colorido del cuadro, por la lentitud en su desarrollo,
+por el exceso mismo de la atenci&oacute;n con que yo le segu&iacute;a, la visi&oacute;n de la
+muerte con todo su cortejo de tristezas se ense&ntilde;ore&oacute; de m&iacute; de tal arte,
+que m&aacute;s que sentirla y estimarla en la regi&oacute;n de las ideas, me parec&iacute;a
+olerla y paladearla; confund&iacute;a ya las sensaciones morales con los
+quebrantos del organismo, y el color y las figuras y los sonidos del
+triste cuadro ca&iacute;an a golpes sobre mi cerebro y me le contund&iacute;an y
+fatigaban. El instinto de la vida me excitaba de vez en cuando a
+respirar otro ambiente, a contemplar otra luz y a renovar el esp&iacute;ritu en
+otros horizontes m&aacute;s saludables que aqu&eacute;llos; y paseando la vista por
+los mezquinos t&eacute;rminos de aquel recinto f&uacute;nebre, acababa siempre por
+detenerla en la cara de Lituca, en la que cuanto m&aacute;s se grababan los
+surcos de sus l&aacute;grimas, m&aacute;s de relieve pon&iacute;an la frescura de su
+juventud. Y era muy de notarse que no hac&iacute;an mis ojos un viaje de esos,
+sin topar con los suyos en el camino. &iquest;Estar&iacute;a la pobre subyugada por
+los propios influjos y buscar&iacute;a, por instinto tambi&eacute;n, los mismos
+asideros que yo? Es muy posible, porque para entrambos era igualmente
+aflictivo y desconsolador y nuevo (para m&iacute; a lo menos) aquel
+espect&aacute;culo. Nuevo, s&iacute;, porque en los recuerdos que yo guardaba y guardo
+en la memoria del paso de la muerte por mi hogar, nada hab&iacute;a que se
+pareciera en los procedimientos ni en los detalles ni en los accesorios
+a aquella lenta, cruel e inexorable labor destructora; a aquel
+acabamiento de un hombre fibra a fibra, en lo rec&oacute;ndito de un caser&oacute;n
+destartalado y embutido en una rendija de la cordillera cant&aacute;brica, y a
+la mortecina luz de dos velucas de cera, mientras zumbaba y rug&iacute;a la
+nevasca en las tenebrosas soledades del contorno.</p>
+
+<p>Pero Lituca, de rodillas y rezando, como su madre, volv&iacute;a r&aacute;pida a
+clavar la vista en el crucifijo, como el sediento caminante los labios
+en el ca&ntilde;o de una fuente, y as&iacute; refrigeraba y fortalec&iacute;a su esp&iacute;ritu en
+cada desfallecimiento que le causaba aquel incesante batallar de la
+muerte para acabar con una vida que tambi&eacute;n hab&iacute;a sido risue&ntilde;a y juvenil
+como la suya. No dejaba yo de acudir a la misma fuente que ella en
+demanda de los mismos alientos; pero ahondaban mucho m&aacute;s las ra&iacute;ces de
+la vida en mi naturaleza curtida de las intemperies del mundo, que en
+el organismo tierno y virginal de aquella criatura, y por eso no
+resultaban iguales en los dos los frutos de un mismo esfuerzo moral.</p>
+
+<p>De pronto se produjo un fen&oacute;meno en la agon&iacute;a del enfermo. Abri&oacute; los
+ojos, clav&oacute; la vista en el crucifijo y movi&oacute; las manos hacia &eacute;l.
+Entendi&oacute;le don Sabas, p&uacute;sosele entre ellas, acerc&oacute;le &eacute;l mismo a sus
+labios, se abraz&oacute; a la cruz; y con esto y un suspiro muy hondo, entreg&oacute;
+a Dios el alma.</p>
+
+<p>&iexcl;Extra&ntilde;a coincidencia! Al indescriptible rumor de los &uacute;ltimos alientos
+de mi t&iacute;o, respondi&oacute; en el acto desde la iglesia el primer ta&ntilde;ido de las
+campanas que doblaban a muerto por &eacute;l. Otro &laquo;milagro&raquo; que jam&aacute;s quiso
+explicarse Facia por la oficiosa intervenci&oacute;n de alg&uacute;n mal informado
+tertuliano de la cocina, en la incesante comunicaci&oacute;n que hubo aquella
+noche entre ella y el pueblo, no obstante lo duro y hasta peligroso del
+temporal.</p>
+
+<p>Con aquel triste desenlace de todo el d&iacute;a, los inseguros diques que
+hab&iacute;an mantenido a la pobre sirvienta devorando en silencio las hieles
+de su pesadumbre, se derrumbaron de golpe, y salieron en torrentes las
+l&aacute;grimas y los gemidos. Parec&iacute;a no haber, en lo humano, consuelo para
+ella, ni fuerzas capaces de arrancarla del borde de la cama, donde
+besaba las manos yertas &laquo;del su se&ntilde;or&raquo;, y pon&iacute;a a Dios por testigo de lo
+mal que le hab&iacute;a pagado en vida los beneficios que le deb&iacute;a. Y sucedi&oacute;
+lo que era de temerse: el estruendo de esta explosi&oacute;n de dolores
+profundamente sentidos, se fue propagando por toda la casa, en la cual
+acabaron por llorar a gritos tambi&eacute;n hasta los que no hab&iacute;an pensado
+llorar de ninguna manera, y los lazos de la disciplina y de los humanos
+respetos, muy relajados ya durante la agon&iacute;a del patriarca, acabaron de
+romperse con este descomunal y pla&ntilde;idero vocer&iacute;o: invadieron la estancia
+mortuoria gentes que en tropel brotaban de todos los senos del caser&oacute;n,
+y todas quer&iacute;an ver al muerto, y todas le ve&iacute;an al cabo, y todas
+lloraban y gem&iacute;an despu&eacute;s m&aacute;s reciamente por el espanto de haberle
+visto.</p>
+
+<p>Yo no sab&iacute;a, en tanto, por d&oacute;nde me andaba, ni d&oacute;nde ni c&oacute;mo ten&iacute;a la
+cabeza. Por fortuna, don Sabas y Neluco se apoderaron de la direcci&oacute;n de
+todo y comenzaron por despejar el cuarto y las inmediaciones; pusieron
+las se&ntilde;oras a mi cuidado, y a Pito Salces y a Chisco a sus &oacute;rdenes en la
+salona, y se quedaron despu&eacute;s solos y a puerta cerrada con el muerto...
+Y aqu&iacute; es donde comienza la verdadera mara&ntilde;a de esbozos, de notas
+sueltas de color, de perfiles extra&ntilde;os y manchas sombr&iacute;as, que guardo en
+la memoria como impresi&oacute;n del cuadro de aquella noche inolvidable.</p>
+
+<p>Creo que, con &aacute;nimo de ver al gigante de la Casta&ntilde;alera ante todo, fui a
+la cocina, en la que no cab&iacute;a la gente; que supliqu&eacute; a los &laquo;sobrantes&raquo;
+que se retiraran a descansar a sus casas, ya que, desgraciadamente, no
+eran necesarios all&iacute; sus buenos servicios, y hasta que consegu&iacute; en gran
+parte lo que pretend&iacute;a; recuerdo que hall&eacute; a Mari-Pepa y a su hija
+convenciendo al hombr&oacute;n de que las cosas hab&iacute;an parado en lo que
+acababan de parar porque no hab&iacute;a otro camino para ellas, y de que, como
+ya no ten&iacute;a remedio lo sucedido y &eacute;l se hallaba bien cenado y en buena
+compa&ntilde;&iacute;a, &eacute;rale muy conveniente, para descansar y endulzar los
+pensamientos, acostarse en la cama que se le ten&iacute;a preparada y bien
+lejos de los ruidos de &laquo;lo otro&raquo;; que no cost&oacute; gran trabajo convencerle;
+que se dej&oacute; conducir a un cercano dormitorio; que se acost&oacute;; que le
+hicimos la tertulia hasta que le acometi&oacute; el sue&ntilde;o, y que se durmi&oacute; como
+un tronco y le dejamos roncando.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s... &iquest;qu&eacute; se yo?... el cuarto de mi t&iacute;o; la cama, desnuda ya de
+lujos, en el centro, y sobre ella el cad&aacute;ver afilado y amarillo,
+amortajado con h&aacute;bito franciscano, porque desde el tiempo de la
+exclaustraci&oacute;n nunca falt&oacute; acopio de ellos en la casona para trances
+como aqu&eacute;l; alrededor de la cama, blandones ardiendo; hacia la cabecera,
+don Sabas, o Mari Pepa, o Facia, o cualquier tablanqu&eacute;s de los de la
+cocina... o yo, de rodillas y rezando; Chisco y Pito Salces al cuidado
+de las luces; Neluco rociando suelos, muebles y ropas y felpudos con un
+l&iacute;quido desinfectante, y por la ventana entreabierta col&aacute;ndose un aire
+fr&iacute;o y sutil, y tambi&eacute;n el zumbido lejano del vendaval y m&aacute;s de un copo
+de nieve... Lita y su madre en mi gabinete, arrebujadas en chales y
+toquillas, con los pies sobre la caja del brasero... Mari Pepa
+acerc&aacute;ndose de puntillas y asom&aacute;ndose a la alcoba de su padre cuando
+cesaban sus ronquidos estent&oacute;reos; mi tema, ya maquinal, de aconsejar a
+las se&ntilde;oras y al Cura que se acostaran, y durmieran y descansaran; la
+resistencia de todos a complacerme, aunque la pobre Lituca se
+estremeciera de fr&iacute;o en ocasiones y no pudiera levantar los p&aacute;rpados
+enrojecidos... Que cenaran... Ya hab&iacute;an tomado ellas un tente en pie; y
+en cuanto a don Sabas, &iquest;c&oacute;mo hab&iacute;a de pensar en ello siendo ya m&aacute;s de la
+media noche y teniendo que celebrar a la madrugada?... En la cocina, la
+lumbre agonizante; Tona cabeceando cerca de ella; su madre gimiendo por
+lo bajo en el rinc&oacute;n m&aacute;s obscuro; hombres con la cabeza sobre las manos
+y las manos sobre la perezosa, durmiendo tranquilamente; otros a punto
+de dormirse, sentados en los bancos del fog&oacute;n, fumando la pipa y con los
+ojos mortecinos clavados en los tizones: todo este cuadro a menos de
+media luz y sin otros ruidos que el sollozar de Facia... Alg&uacute;n bulto que
+otro errando a oscuras por los pasadizos, y un olor por toda la casa a
+pabilo de cera, a laurel pisoteado y a romero y a tabaco de lo peor...
+Un ratito de pl&aacute;tica con el Cura y con Neluco en mi cuarto delante de
+Mari Pepa, que acababa de llegar de la alcoba de su padre, y de Lita,
+que dorm&iacute;a con la primorosa cabeza ca&iacute;da sobre el pecho, despu&eacute;s de
+negarse a descansar en mi misma cama, que tan a la mano ten&iacute;a, qui&eacute;n
+sabe por qu&eacute; linaje de escr&uacute;pulos; de pl&aacute;tica, digo, sobre el d&iacute;a o los
+d&iacute;as y el ceremonial de las honras f&uacute;nebres y cuanto con estos
+particulares se relacionaba... Pepazos y otro mozall&oacute;n, entrando en la
+estancia mortuoria a relevar a Chisco y a Pito Salces; el Tarumbo
+rezando a un lado y el Topero a otro, de la cabecera; el fr&iacute;o arreciando
+all&iacute;, y la llama de los cirios bambole&aacute;ndose sin cesar en sus mechas con
+el aire glacial que segu&iacute;a filtr&aacute;ndose por la ventana entreabierta...
+Largos ratos de silencio y de quietud en toda la casa; otros de l&aacute;nguida
+conversaci&oacute;n en mi gabinete sobre temas de familia: el difunto, los
+ausentes... y vuelta con don Sabas al cuarto mortuorio, o vuelta con
+Neluco a la cocina, en donde, en una de ellas, encontramos a Tona
+escanciando a Pito Salces un traguete de lo autorizado por &laquo;la casa&raquo;
+para tales usos en lance tan excepcional, y vuelta a mi gabinete; y, al
+fin y al postre, Lita tendida sobre mi cama y cubierta, de rodillas
+abajo, con mi propia manta, y durmiendo con el ritmo dulce y sosegado
+con que dormir&iacute;a un &aacute;ngel, si los &aacute;ngeles sintieran esa necesidad de los
+seres de carne y hueso. Su madre le hab&iacute;a desvanecido los escr&uacute;pulos de
+una vez, cargando con ella, entre veras y chanzas, por todo razonamiento
+y poni&eacute;ndola donde y como estaba. &iexcl;Y a&uacute;n me ped&iacute;a perd&oacute;n por el
+atrevimiento la candorosa mujer!</p>
+
+<p>Y a todo esto, yo no recuerdo haber sentido ni hambre, ni fr&iacute;o, ni sed,
+ni cansancio en toda la noche, ni que me pasara por las mientes la m&aacute;s
+remota idea de lo que la mujer gris me hab&iacute;a declarado por la ma&ntilde;ana, y,
+sin embargo, me pesaban los ojos como cuando se desea dormir, y ten&iacute;a la
+boca escaldada y el est&oacute;mago desfallecido, el cuerpo quebrantado y la
+cabeza atiborrada de todo linaje de ideas tristes. Era mi estado como el
+de un calenturiento con pesadilla.</p>
+
+<p>Al amanecer, a misa del alma. &iquest;Qui&eacute;nes? Todos quer&iacute;an ir a o&iacute;rla; pero
+no se lo consentimos a muchos que hac&iacute;an falta en la casa, y
+particularmente a Mari Pepa, que se hubiera visto muy mal para
+acompa&ntilde;arnos. No nevaba ya; pero hab&iacute;a m&aacute;s de una vara de nieve sobre el
+suelo del valle y estaban las cumbres de los montes como sumergidas en
+un mar denegrido y borrascoso que no auguraba cosa buena. Resign&oacute;se a
+quedarse la piadosa y excelente mujer; pero no Facia, m&aacute;s avezada que
+ella a franquear obst&aacute;culos de tal linaje.</p>
+
+<p>&iexcl;Qu&eacute; fr&iacute;o tan intenso, Dios soberano, en cuanto me vi fuera de casa! &iexcl;Y
+qu&eacute; hund&iacute;rseme los pies en aquel suelo h&uacute;medo y esponjoso! &iexcl;Cu&aacute;ntos
+resbalones y ca&iacute;das en el pedregal, y c&oacute;mo me hubiera re&iacute;do de la triste
+figura que iba haciendo yo entre aquella gente que andaba sobre el
+inseguro tapiz con igual firmeza que sobre los estragales de sus casas,
+si las ideas de que estaba impresionado mi cerebro no hubieran sido tan
+tristes y funerarias! Y la silueta del Cura que caminaba delante de
+todos, con sus hopalandas negras, con su negro tapaboca arrollado al
+pescuezo, &iexcl;qu&eacute; grande me parec&iacute;a sobre la blancura deslumbradora de la
+nieve! &iexcl;Y qu&eacute; solemnidad tan temerosa y elocuente la de aquel silencio
+de la Naturaleza! &iexcl;Y qu&eacute; sonido tan d&eacute;bil, tan extenuado y melanc&oacute;lico
+el de las campanas de la parroquia doblando a muerto sin cesar desde que
+hab&iacute;a amanecido!</p>
+
+<p>De bote en bote se llen&oacute; la iglesia: todo el pueblo hab&iacute;a acudido all&iacute;.
+La misa fue rezada y breve, y se reprodujeron en ella los llantos de la
+casona al pedir el Cura una oraci&oacute;n por el alma de un tan amado
+feligr&eacute;s.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s de la misa quise ver el cementerio, que est&aacute; a dos pasos de la
+iglesia. Cuatro paredes no muy altas, una cruz en el centro, una
+tejavana humilde a la derecha de la puerta, y en el lado de enfrente
+media docena de sauces llorones demarcando con sus troncos jorobados un
+pedacito de tierra, y rozando con las puntas de su lacio y desva&iacute;do
+ramaje el espeso tapiz de nieve que enrasaba toda la superficie del
+campo santo. En aquel pedacito de tierra, limitado por los sauces, se
+sepultan desde tiempo inmemorial los muertos de la casona de Tablanca.</p>
+
+<p>Al emprender yo la subida a ella con las personas que me hab&iacute;an
+acompa&ntilde;ado en la bajada y algunas m&aacute;s, se despidi&oacute; de m&iacute; el Cura &laquo;hasta
+la tarde&raquo;.</p>
+
+<p>&mdash;Ya es hora&mdash;me dijo&mdash;, de que yo d&eacute; un vistazo a la mi jacienda, de la
+que no s&eacute; pizca veinticuatro horas haz... y de que me desayune y duerma
+un rato, si esta cellerisca negra del meollo me deja apetito y calma
+para ello, por misericordia de Dios.</p>
+
+<p>Alguien tuvo la feliz ocurrencia en la casona de mandar que se expalara
+la cambera del pedregal, en mi obsequio, y a eso deb&iacute; que la subida por
+ella no fuera lo que yo me tem&iacute;a, recordando lo que hab&iacute;a sido la
+bajada.</p>
+
+<p>Marmit&oacute;n hab&iacute;a dormido toda la noche de una tirada, con lo que hab&iacute;an
+entrado en equilibrio y en juego las piezas y los engranajes de su
+armadura de coloso; y de esta suerte funcionaban en &eacute;l, hasta las
+pesadumbres, con perfecta regularidad. Yo llegu&eacute; cuando su hija y su
+nieta le serv&iacute;an el desayuno, y me habl&oacute; de &laquo;la desgracia del pobre
+Celso&raquo; como si acabara entonces de ocurrir. Pregunt&eacute; a Lita (y jurar&iacute;a
+yo que se lo pregunt&eacute; sin pizca de segunda intenci&oacute;n) si hab&iacute;a dormido y
+descansado a su gusto; y en lugar de responder a la pregunta, se puso
+muy encarnada y comenz&oacute; a descargar sobre su madre todas las
+responsabilidades de haberse acostado, &laquo;vestida, eso s&iacute;&raquo;, en la cama en
+que yo la hab&iacute;a visto. Re&iacute;ase a esto su madre de todas veras, mientras
+aseguraba yo a la vergonzosa que hab&iacute;a sido m&iacute;a la culpa, &laquo;y a mucha
+honra&raquo;; y de aqu&iacute; tom&eacute; yo base para exponerles los proyectos que ten&iacute;a:
+que no pensaran en volver a su casa en unos cuantos d&iacute;as, por no estar
+el tiempo para ello, y, sobre todo, por necesitarlas en la m&iacute;a yo para
+una gran obra de caridad, y se resignaran las dos a acomodarse en mi
+gabinete, ya estrenado por Lituca. Yo dormir&iacute;a en la alcoba del sal&oacute;n
+contiguo, que ten&iacute;a su correspondiente cama; con ella y cuatro
+cachivaches que se le agregaran de mi cuarto, estar&iacute;a como un
+pr&iacute;ncipe... &iexcl;V&aacute;lgame Dios los reparos y los miramientos y los asombros
+con que se negaron de pronto a complacerme! no en lo de quedarse en la
+casa algunos d&iacute;as, sino en lo de ocupar el gabinete que les ofrec&iacute;a
+yo... Hasta que al fin cedi&oacute; Mari Pepa, resign&oacute;se Lita, y aplaudi&oacute; el
+gigante el acuerdo con una &laquo;&iexcl;esa es la derecha!&raquo; que retumb&oacute; en media
+casa. Y esto y los quehaceres que consigo trajo para ser puesto en
+ejecuci&oacute;n antes con antes, fueron los esparcimientos &uacute;nicos para m&iacute; en
+todo aquel triste d&iacute;a.</p>
+
+<p>Lleg&oacute; la tarde, fr&iacute;a, brumosa y t&eacute;trica; subi&oacute; el vecindario en masa,
+pedregal arriba, detr&aacute;s del Cura con ornamentos negros, precedido del
+estandarte de las &laquo;&Aacute;nimas&raquo; y de un crucifijo grande; resonaron en el
+estragal, entonadas por voces bien avenidas con la sonora de don Sabas,
+lamentaciones terribles del santo Job, el mayor poeta f&uacute;nebre de que hay
+noticia en la tierra; baj&oacute;se el f&eacute;retro entre nuevos llantos y gemidos;
+y andando, andando con &eacute;l hacia el pueblo la luctuosa procesi&oacute;n el
+camino que hab&iacute;a andado poco antes hacia arriba, llegamos al campo santo
+despu&eacute;s de una detenci&oacute;n breve a la puerta de la iglesia, para que el
+hijo fiel y sumiso recibiera de su Madre cari&ntilde;osa la bendici&oacute;n de
+despedida.</p>
+
+<p>Y all&iacute;, entre los mustios llorones, en una m&iacute;sera fosa reci&eacute;n abierta en
+el suelo, desapareci&oacute; del mundo para siempre, bajo una capa de tierra
+que pronto volver&iacute;a a cubrir la nieve, un hombre que hab&iacute;a sido hasta
+aquel d&iacute;a el patriarca, el se&ntilde;or, el rey indiscutido e indiscutible de
+todo el valle.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XXIX" id="XXIX"></a>XXIX</h2>
+
+
+<p>Muchos a&ntilde;os hac&iacute;a que el caser&oacute;n de los Ruiz de Bejos no se hab&iacute;a visto
+en otra como aqu&eacute;lla. Limpia era Facia y no era Tona desaseada; pero de
+lo que &eacute;stas limpiaban y barr&iacute;an en &eacute;l de ordinario, a lo que se limpi&oacute;,
+fregote&oacute; y puliment&oacute; en aquellos d&iacute;as con los pu&ntilde;os mismos o bajo la
+direcci&oacute;n de mis incomparables hu&eacute;spedas, hab&iacute;a una distancia enorme.
+Todo les parec&iacute;a poco para borrar los estragos de los recientes barullos
+y desconciertos y &laquo;vestir&raquo; la casa al tenor de lo que ped&iacute;a el
+extraordinario suceso que se aguardaba; todo lo desordenado en ella
+volvi&oacute; a ordenarse, y todo qued&oacute; como nuevo, particularmente el cuarto
+de mi t&iacute;o... Recuerdo mucho que al andar en la faena de &laquo;desfigurarle&raquo;
+con el trastorno de su mueblaje, me dijo Lituca, sin volver la cara
+hacia m&iacute; ni hacia su madre que la ayudaba, ni suspender un instante su
+trabajo:</p>
+
+<p>&mdash;Pues, con la venia de ust&eacute;, don Marcelo, d&iacute;gole que si esto fuera cosa
+m&iacute;a, no lo tocara yo m&aacute;s que para asealu.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Por qu&eacute;?&mdash;pregunt&eacute;la con mucha curiosidad.</p>
+
+<p>&mdash;Porque&mdash;respondi&oacute; al punto&mdash;, con esconder de la vista de uno o
+cambiar de sitio las cosas que en vida usaron los muertos, paez que se
+los olvida m&aacute;s pronto... Cr&eacute;olo yo as&iacute;.</p>
+
+<p>Pero en esto la llam&oacute; su madre &laquo;parleteruca sin sustancia&raquo; y se la llev&oacute;
+consigo fuera de all&iacute; para otras ocupaciones de urgencia, por lo cual no
+pude yo decirla lo que pensaba en apoyo de su dictamen, en consideraci&oacute;n
+siquiera a la culpa que yo ten&iacute;a de aquel trastrueque, y, sobre todo, a
+que se le puso a la pobre la cara como una amapola con la reprimenda,
+aunque lanzada en son de chanza.</p>
+
+<p>Si por olvidar entend&iacute;a Lituca dejar de sentir hondamente, entend&iacute;a muy
+bien, porque el coraz&oacute;n humano, tierra miserable al fin, necesita del
+concurso de los sentidos para conservar el calor de los afectos que le
+animan, y aun as&iacute; se apaga la hoguera con el tiempo; pero si por olvidar
+entend&iacute;a borrar de la memoria, se equivocaba grandemente en aquel caso.
+Era muy considerable el vac&iacute;o que dejaba mi t&iacute;o Celso en la casona de
+Tablanca para no ser notado a cada instante, por mucho que fuera el
+tiempo que pasara. Por de pronto, all&iacute; no se hablaba de otra cosa, y muy
+principalmente de noche en las tertulias de la cocina, que se colmaba de
+gente a pesar del fr&iacute;o y de la nevasca. Se le tra&iacute;a a cuento a cada
+instante, y nadie, incluso el gigant&oacute;n de la Casta&ntilde;alera, tocaba su
+sill&oacute;n, que les parec&iacute;a sagrado ya. S&oacute;lo yo pod&iacute;a sentarme en &eacute;l sin
+profanarle, y s&oacute;lo yo me sentaba, ejercitando en ello un derecho a la
+vez que cumpl&iacute;a con un deber, en opini&oacute;n de aquellos r&uacute;sticos que me
+hab&iacute;an jurado, en el fondo de sus corazones, obediencia y lealtad,
+cuando mi t&iacute;o, ya moribundo, &laquo;me alz&oacute; sobre el pav&eacute;s&raquo; al borde de su
+lecho y delante de la Hostia consagrada. &laquo;El rey ha muerto. &iexcl;Viva el
+rey!&raquo; Si es l&iacute;cito usar ejemplos insignificantes en asuntos de gran
+monta, como alguien dijo en lat&iacute;n, no dej&oacute; de haber algo de ello en lo
+que me hab&iacute;a pasado entonces a m&iacute;, y a&uacute;n me estaba pasando en los d&iacute;as
+subsiguientes. Y no lo digo tanto por el respeto y la adhesi&oacute;n que me
+mostraban los honrados tablanqueses desde la muerte de mi t&iacute;o, como por
+lo que yo sent&iacute;a ahondar y extenderse y engrosar en mi conciencia
+escrupulosa las ra&iacute;ces de mi compromiso renovado y consagrado de aquel
+modo tan solemne.</p>
+
+<p>Eran aquellas tertulias de la cocina una conmemoraci&oacute;n incesante de los
+m&eacute;ritos del difunto, en todas las edades y circunstancias de su larga
+vida: a nadie le faltaba algo que recordar o referir o comentar. &laquo;Aqueya
+vista de oju que le&iacute;a en la escurid&aacute;&raquo;; &laquo;el decir agudu de la su
+palabra&raquo;; &laquo;la mucha mano que ten&iacute;a en todas partes para vencer
+imposibles, en bien de aquel vecindario&raquo;; este rasgo generoso; aquel
+dicho tan a tiempo; la blandura de su coraz&oacute;n, siempre abierto a las
+desdichas ajenas, igual que su bolsa inagotable; su saber de todo, su
+tener de todo para todos, y su vivir con nada; lo duro de su correa, su
+apegamiento al terru&ntilde;o natal; sus heroicidades de hombre, sus valent&iacute;as
+de mozo; los donaires de su persona, el rumbo de sus bodas y lo
+rozagante de su mujer; siendo muy de notarse que en estas pinturas de
+las cosas de la juventud de mi t&iacute;o Celso, siempre acud&iacute;an presurosos don
+Pedro Nolasco o don Sabas el Cura a confirmarlas, cuando no a
+enriquecerlas con nuevos y muy curiosos datos, con la autoridad
+irrecusable de testigos presenciales.</p>
+
+<p>Un d&iacute;a de aquellos pocos, el siguiente al del entierro de mi t&iacute;o, llam&eacute;
+aparte a Facia, a Tona y a Chisco, para leerles las cl&aacute;usulas
+testamentarias que se refer&iacute;an a ellos. Mand&eacute;les que se sentaran; no
+quisieron, y en el tono m&aacute;s solemne que pude se las le&iacute;. Legaba el
+testador a la primera, am&eacute;n de las fincas que hab&iacute;a tenido en renta
+cuando se cas&oacute;, seis onzas de oro; otras seis a Tona, y a Chisco doce.
+Despu&eacute;s de la lectura de cada cl&aacute;usula, miraba yo un instante al
+correspondiente legatario. Facia inclin&oacute; la cabeza y se tap&oacute; la cara con
+las manos, como si se avergonzara, en su humildad, de aquella inmerecida
+munificencia de su se&ntilde;or; Tona sufri&oacute; una sacudida de arriba abajo, como
+si la hubieran aplicado una descarga el&eacute;ctrica; Chisco no movi&oacute; pie ni
+mano ni una sola fibra de todo su cuerpo, pero se puso muy descolorido.
+Estando as&iacute; los tres, promet&iacute; a Tona y a Chisco doblarles el legado por
+mi cuenta, y a Facia mejorarle tambi&eacute;n el suyo. Con esto rompieron a
+llorar la madre y la hija, y se aument&oacute; la palidez de Chisco y hasta le
+tembl&oacute; un poquit&iacute;n el labio de arriba por un lado, s&iacute;ntomas que no hab&iacute;a
+notado yo en &eacute;l ni aun vi&eacute;ndole en la cueva de marras, mano a mano con
+el oso. &iexcl;Si le calar&iacute;a bien adentro la sorpresa de aquella granizada de
+onzas de oro, que era una riqueza entre los pobres labriegos de
+Tablanca! Y &iquest;qui&eacute;n sabe ni sabr&aacute; jam&aacute;s si aquel temblor liger&iacute;simo del
+labio fue amago de sonrisa de gozo, por haber visto de repente en su
+imaginaci&oacute;n pasar en respetuoso desfile delante de &eacute;l a toda la familia
+del Topero, mientras Pepazos se machucaba la cabezona, a testerazo
+limpio, contra el esquinal de su casa?</p>
+
+<p>Con esto se dieron por enterados los tres y tan impresionados estaban,
+que al romper a andar para apartarse de m&iacute; se hicieron una mara&ntilde;a y no
+acertaban luego con la puerta. S&uacute;pose todo ello muy pronto, y lo de las
+deudas perdonadas por el testador... y todo lo principal del testamento,
+porque esas cosas siempre se saben, por un poco que se cuenta y se
+declara, y otro tanto que se colige o se trasluce; elev&oacute;se por la
+candidez aldeana hasta las nubes el caudal en fincas y sonante heredado
+por m&iacute;; y con eso y la idea que se ten&iacute;a de mis riquezas particulares,
+crey&eacute;ronme un portento de gran se&ntilde;or, tan pudiente como un rey; lo que
+no contribuy&oacute; poco, en mi concepto, a afirmar y engrandecer aquel
+respeto que ya me hab&iacute;an consagrado como a mero sobrino de mi t&iacute;o y
+continuador de la dinast&iacute;a y de la obra de los Ruiz de Bejos en la
+casona de Tablanca.</p>
+
+<p>Bien me parec&iacute;an todas estas cosas, siquiera por el lado pintoresco que
+ten&iacute;an y el fondo patriarcal y sencillote en que destacaban; pero me
+parec&iacute;an mucho mejor los ratos que pasaba en la intimidad de Mari Pepa y
+de Lituca, y principalmente en la de Lituca sola, porque de todo hab&iacute;a y
+para todo daban aquellas largas horas invernizas. Mas fuera la
+conversaci&oacute;n con la hija o fuera con la madre, o fuera con las dos a la
+vez, casi siempre comenzaba por esta tesis, u otra semejante declamada
+en altas voces por cualquiera de ellas:</p>
+
+<p>&mdash;Pero &iexcl;v&aacute;lgame la mi Madre Sant&iacute;sima! &iquest;qu&eacute; dir&aacute; ust&eacute;, se&ntilde;or don
+Marcelo, de esta mala peste que le ha ca&iacute;do en la casona? &iquest;No le da en
+cara esta poca verg&uuml;enza con que, tras de comerle el costado derecho, le
+tenemos arrinconado en lo m&aacute;s obscuro y ruin, por campar nosotras solas
+en lo m&aacute;s pomposu, como si todo eyu fuera nuestro y no de ust&eacute;? &iquest;No
+ser&iacute;a mejor que, ya que empieza la escampa, le dej&aacute;ramos en paz y sin
+estorbos y nos volvi&eacute;ramos a la nuestra casa antes con antes?... &iexcl;Mire
+que tiene que ver esta desverg&uuml;encer&iacute;a!</p>
+
+<p>Era de rigor que yo las atajara en estas alturas del ap&oacute;strofe con otro
+en que sal&iacute;an a danzar su compromiso de no abandonarme hasta pasado el
+d&iacute;a de los funerales; la obra caritativa que estaban haciendo mientras
+me acompa&ntilde;aban en mi soledad, y ali&ntilde;aban y vest&iacute;an el viejo y sucio
+caser&oacute;n, y dispon&iacute;an el programa para aquel acontecimiento, tan extra&ntilde;o
+para m&iacute;; lo c&oacute;modo y a gusto que yo me encontraba en la habitaci&oacute;n que
+hab&iacute;a elegido al cederles la m&iacute;a, que era la menos mala de la casa,
+aunque estaba a cien leguas de ser lo que merec&iacute;an ellas; lo distra&iacute;do y
+animado que se encontraba don Pedro Nolasco, y el bien que esto le hac&iacute;a
+en horas tan cr&iacute;ticas y de tanto peligro para &eacute;l.</p>
+
+<p>As&iacute; o por el estilo, si se trataba de las dos mujeres, o estaba presente
+Neluco, o don Sabas, o ambos a la vez, porque ven&iacute;an por casa muy a
+menudo; pero si se trataba de Lituca sola, mano a mano conmigo, ya era
+muy distinta la sonata de mi respuesta. Yo no s&eacute; en qu&eacute; diablos
+consiste; pero no parece sino que hay una ley estampada en la mente de
+todos los hombres, o una fibra de cierto temple inextinguible escondida
+en su naturaleza carnal, que les obliga a decir &laquo;cosas bonitas&raquo; a una
+mujer guapa siempre que est&aacute;n a solas con ella y aunque se trate de las
+&aacute;nimas del purgatorio. Pues por mandato de esa ley o de esa fibra, al
+replicar a la nieta del gigant&oacute;n en sus obligadas lamentaciones, hechas
+seguramente, como las de su madre, m&aacute;s por broma o cumplido, o etiqueta
+a su modo, que como expresi&oacute;n fiel de sus deseos, ya la miraba con ojos
+picarones; despu&eacute;s me atusaba la barba en silencio, como si me costara
+gran trabajo contener lo much&iacute;simo y muy hondo que se me ocurr&iacute;a y
+acababa por soltar una andanada de &laquo;travesuras&raquo; del acervo com&uacute;n: si la
+estorbaba mi presencia tan continua; si echaba de menos &laquo;algo&raquo; (en este
+&laquo;algo&raquo; me refer&iacute;a yo a Neluco) que no andaba por mi casa tan a menudo o
+tan a tiempo como por la suya; qu&eacute; har&iacute;a yo por transformar en
+placenteras aquellas horas que tan pesadas le parec&iacute;an... hasta que la
+pobre muchacha, ya por estas cosas que la dec&iacute;a, o por el modo de
+dec&iacute;rselas, terminaba por ponerse colorada y por exclamar, revolvi&eacute;ndose
+con infantil desembarazo en la silla:</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Vaya que tiene este don Marcelo un decir de cosas y un entender de
+las que una le diz a &eacute;l!... &iexcl;La mi Madre Sant&iacute;sima! Pues mire: quit&aacute;rame
+con eyu, la franqueza pa bromearme alguna vez... &iexcl;Como si fuera poco el
+regalo y el mimo en que nos tiene en su casa! &iexcl;Pues pod&iacute;a yo pedir
+m&aacute;s!...</p>
+
+<p>Y esta casta de r&eacute;plicas sol&iacute;a dar ocasi&oacute;n a nuevos y m&aacute;s intencionados
+subterfugios m&iacute;os, hasta que me asaltaban los remordimientos acord&aacute;ndome
+de Neluco... o se amparaba ella de alguno de mis libros con santos, que
+le entusiasmaban, y acud&iacute;a yo entonces a explicarle las estampas para
+concluir tambi&eacute;n por donde siempre, aunque en un estilo y de modo m&aacute;s
+soportables.</p>
+
+<p>Una vez se trataba de un grabado con colores que representaba el
+interior de un teatro de Par&iacute;s durante la representaci&oacute;n de un famoso
+drama de gran espect&aacute;culo. Se ve&iacute;an el escenario y una buena parte de
+las localidades principales, llenos el uno y las otras de actores
+fastuosamente vestidos y de damas y caballeros muy engalanados. Sab&iacute;a
+Lituca ya, por consejo m&iacute;o, hallar la perspectiva de esos cuadros
+mir&aacute;ndolos por el embudo hecho con una mano; y mirando as&iacute; aquel
+interior, se qued&oacute; maravillada y prorrumpi&oacute; en las exclamaciones m&aacute;s
+extremosas. Conoc&iacute;a yo aquel teatro y aquel drama, y hab&iacute;a visto a mi
+sabor la realidad de aquella pintura que tanto le entusiasmaba.
+Declar&eacute;selo, asombr&oacute;se de m&iacute; tanto como del cuadro, y me apresur&eacute; a
+referirla el argumento con detalles que recordaba muy bien de sus
+escenas m&aacute;s culminantes y del decorado m&aacute;s aparatoso; y, por &uacute;ltimo, le
+di una idea del papel que hac&iacute;an en la funci&oacute;n los espectadores, del
+lujo de las se&ntilde;oras... y de las majader&iacute;as de los hombres presumidos,
+particularmente de los &laquo;buenos mozos&raquo;. Admir&oacute;se ella de unas cosas,
+ri&oacute;se de otras y me declar&oacute;, al fin, respondiendo a una pregunta m&iacute;a,
+que verlo todo sin ser vista de nadie, ya le gustar&iacute;a; pero estar en
+ello y ser vista de todos, aunque la asparan. Recordaba haberme dicho
+algo por el estilo, tiempo hac&iacute;a (y era verdad). Tomando pie de aqu&iacute;,
+continu&eacute; yo explorando la calidad y el tama&ntilde;o de sus ambiciones de
+mujer; y de cuadro en cuadro y de supuesto en supuesto, fui a parar a
+que en respuesta a otra pregunta m&iacute;a, me dijera:</p>
+
+<p>&mdash;Pues con toda verd&aacute; de la mi alma, y as&iacute; Dios me castigue si le
+miento: como deseos, por decir propiamente deseos de mujer moza, vamos,
+lo que yo pedir&iacute;a, puesta a pedir, tocante a ese particular, es una vida
+como la que ahora llevo.</p>
+
+<p>A lo cual repliqu&eacute; yo que pedir eso, aunque poco, era pedir imposibles,
+y hab&iacute;a que ponerse, para el punto que trat&aacute;bamos, en la realidad de las
+cosas.</p>
+
+<p>&mdash;El tiempo no se para&mdash;a&ntilde;ad&iacute;&mdash;, y destruye poco a poco, cuanto vive en
+&eacute;l. En virtud de esa condici&oacute;n ineludible, llegar&aacute; un d&iacute;a (y Dios le
+aleje mucho) en que hasta su madre de usted desaparezca de entre los
+vivos. Esta es la ley fatal de los sucesos humanos. En previsi&oacute;n de
+ello, o porque as&iacute; lo manda otra ley que gobierna los impulsos del
+coraz&oacute;n del hombre... y de la mujer, a cierta edad de la vida, por
+ejemplo, a la que tiene usted ahora, se desea un apoyo a quien
+arrimarse, una compa&ntilde;&iacute;a en que vivir, en sustituci&oacute;n de los que han de
+faltarnos necesariamente; la chispa que avive ma&ntilde;ana el fuego que se
+extinga en el hogar y restablezca su calor sagrado. En una palabra,
+Lita: que hay que pensar, pensar siquiera, en casarse. Pues supongamos,
+y usted perdone la franqueza, que se trata de usted y que la llueven a
+usted pretendientes de muchas condiciones y de muchas partes; que viene
+el labriego humilde con el homenaje de su pobreza disculpada con la
+envoltura de sus honradas intenciones; que la solicita el hidalguete de
+gotera, de esos que tienen la manta de sus recursos tan ajustada a sus
+necesidades, que si tiran de ella para cubrirse el pescuezo, dejan al
+descubierto los pies; y el hacendado tosco que funda su mayor vanidad en
+haber sudado mucho el pedazo de pan que le ofrece a usted con mano
+callosa y palabra torpe... y sudando; y el abogadillo de pocos pleitos y
+con la manta del hidalguete; y as&iacute;, por esta escala arriba, hasta el
+personaje que la brinda, en el mundo de donde &eacute;l viene, con todas las
+tentaciones del lujo y del esplendor; vamos, con la vida que hacen las
+m&aacute;s encopetadas se&ntilde;oronas del teatro que usted acaba de ver pintado en
+ese libro. Con franqueza, Lita, &iquest;a cu&aacute;l de esos pretendientes escoger&iacute;a
+usted?</p>
+
+<p>Durante la primera parte de &eacute;ste mi razonamiento, no sab&iacute;a la pobre
+muchacha d&oacute;nde poner la vista, y aun se pellizcaba algo la ropa; despu&eacute;s
+ya me miraba con los ojos muy abiertos y la boquita risue&ntilde;a, y por toda
+respuesta a la pregunta que puse como raya para sumar, debajo de la
+lista de los supuestos pretendientes, solt&oacute; una risotada de las m&aacute;s
+espont&aacute;neas y cordiales.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;De qu&eacute; se r&iacute;e usted?&mdash;pregunt&eacute;la, fingi&eacute;ndome un poco resentido.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ni aunque fuera el caso de llorar!&mdash;me respondi&oacute; cambiando de postura
+en la silla&mdash;. &iexcl;Vaya, que es buena! &iexcl;Pues d&iacute;gole que ni estampado en un
+papel! Eso, mi se&ntilde;or don Marcelo, es pasarse ya del jito con m&aacute;s de otro
+tanto de lo justo... y no vale. &iexcl;Vaya, vaya, que es ocurrencia!</p>
+
+<p>&mdash;Esto es, Lituca, poner el dedo sobre la llaga, ni m&aacute;s ni menos, y
+llamar las cosas por sus nombres, por m&aacute;s que usted aparente creer lo
+contrario para escurrir el bulto... y disp&eacute;nseme la llaneza.</p>
+
+<p>&mdash;Pero si no ha llegado ese caso, trapacer&oacute;n del diantre, &iquest;c&oacute;mo quier
+que yo le responda?</p>
+
+<p>&mdash;En el supuesto de que haya llegado hice a usted la pregunta.</p>
+
+<p>&mdash;Pero usted sabe mejor que yo lo que va del dicho al hecho.</p>
+
+<p>&mdash;Es verdad que lo s&eacute;, no mejor, sino, por las trazas, tan bien como
+usted; y a pesar de ello, insisto en la pregunta, dej&aacute;ndonos de
+eventualidades m&aacute;s o menos posibles o probables y coloc&aacute;ndonos en lo
+real y positivo y hacedero. Y as&iacute;, pregunto otra vez: hoy por hoy, en
+este mismo instante, tal como usted es, tal como usted piensa y siente,
+&iquest;a cu&aacute;l de los susodichos pretendientes elegir&iacute;a? &iquest;Con cu&aacute;l de ellos
+cree usted, hoy por hoy, en este instante, que ser&iacute;a m&aacute;s feliz
+teni&eacute;ndole por marido?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Pero, la mi Madre celeste!... &iexcl;Mire que es tema el de este hombre de
+Satan&aacute;s! &iquest;C&oacute;mo he de decirle yo esas cosas?</p>
+
+<p>&mdash;Como se dicen otras, Lituca...</p>
+
+<p>&mdash;Pues ya se lo dije endenantes, y bien a las claras.</p>
+
+<p>&mdash;Y bien a las claras respond&iacute; a usted que aquello era pedir imposibles.</p>
+
+<p>&mdash;Pues eso mismo pido... eso mismo deseo ahora.</p>
+
+<p>&mdash;Pues no concuerda esa respuesta con mi pregunta. All&iacute; se trataba de
+vivir como ahora vive usted, y aqu&iacute; se trata de vivir de otra manera muy
+distinta.</p>
+
+<p>&mdash;Pues ll&aacute;melo hache, con todo y con ello.</p>
+
+<p>&mdash;No puedo ni debo llamarlo as&iacute;.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Y dale, Jes&uacute;s Se&ntilde;or, con la matraca! &iquest;C&oacute;mo quier, alma de Dios, que
+se lo diga?</p>
+
+<p>&mdash;En castellano corriente... por derecho... sin callejuelas de escape.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Por vida!...&mdash;y aqu&iacute; hizo un moh&iacute;n de impaciencia de los m&aacute;s
+hechiceros que yo he visto en mujer, y hasta se dio dos palmaditas sobre
+el regazo; despu&eacute;s, irguiendo la primorosa cabecita y endureciendo un
+poco la voz y el gesto, a&ntilde;adi&oacute;&mdash;: Y en suma y finiquito, &iquest;qu&eacute; obligaci&oacute;n
+tengo yo de declararlo, ni qu&eacute; le importa a ust&eacute; el saberlo?</p>
+
+<p>Fing&iacute; tomar en serio y como dura lecci&oacute;n estas palabras y s&oacute;lo repliqu&eacute;
+a ellas para disculpar mi atrevimiento... Entonces solt&oacute; la picaruela
+otra risotada, y me dijo en un tono que revelaba el mayor deseo de
+desenfadarme, si por ventura me hab&iacute;a enfadado yo de veras:</p>
+
+<p>&mdash;Pues ahora que con el susto le castigu&eacute; la picard&iacute;a, porque picard&iacute;a
+es, y de las grandes, el sonsacar a una mujer los pensamientos que nunca
+tuvo... Pero &iexcl;tochona de m&iacute;!&mdash;exclam&oacute; de pronto cruzando las manos y
+compungiendo la carita&mdash;. &iquest;Pues no me estoy jaraneando, como una boba,
+lo mismo que si no hubiera por qu&eacute; llorar sin descanso en esta casa?
+&iquest;Qu&eacute; dir&aacute; ust&eacute; de m&iacute;, se&ntilde;or don Marcelo? &iexcl;Vaya, vaya, que otra simple
+como yo! Ya puede ver si me perdona, siquiera por no ser m&iacute;a toda la
+culpa.</p>
+
+<p>Con esta evasiva de la muy taimada y con entrar Mari Pepa, se acab&oacute; la
+conversaci&oacute;n. Pero no ten&iacute;a duda para m&iacute; que era Neluco el m&oacute;vil, el
+tipo y el regulador de todas las ambiciones de la nieta de don Pedro
+Nolasco.</p>
+
+<p>Entre tanto no se descuidaban un momento los preparativos para el
+funeral.</p>
+
+<p>Corr&iacute;a de cuenta de don Sabas avisar a todos los curas del Arciprestazgo
+y muchos m&aacute;s, si se pod&iacute;a; y con su direcci&oacute;n y con la del m&eacute;dico, y
+hasta con su ayuda material, escrib&iacute;a o firmaba yo cartas y m&aacute;s cartas,
+dando cuenta del fallecimiento de mi t&iacute;o y de la fecha de sus honras
+f&uacute;nebres en la iglesia parroquial de Tablanca, a todas las personas de
+viso de la provincia, que, en opini&oacute;n de aquellos amigos, deb&iacute;an de
+saberlo. Las mujeres, mientras llegaba la oportunidad de proveer la
+despensa de lo que en ella faltase, pasaban revista y recontaban,
+manoseaban y apercib&iacute;an los utensilios de mesa para la &laquo;comilona&raquo; de
+aquella gran ocasi&oacute;n, y a los primeros amagos de desnieve salieron
+propios en todas direcciones, y, a la vez que ellos, el peat&oacute;n del
+correo que se llev&oacute; en la valija los avisos que no pod&iacute;an distribuir los
+propios.</p>
+
+<p>Y como en esto alumbraba el sol ya muy a menudo, volvi&oacute; la mujer gris a
+hacer de las suyas y a preguntarme a cada paso con sus ojos angustiados,
+por no atreverse a hacerlo de palabra, en qu&eacute; parar&iacute;a la noche menos
+pensada lo que hab&iacute;a quedado pendiente en la de la muerte de su amo. La
+verdad es que yo, si no lo hab&iacute;a echado enteramente en olvido, despu&eacute;s
+de pensarlo mejor y de enlazarlo con los recientes sucesos que tan
+radicalmente hab&iacute;an transformado el modo de ser de aquella casa, viv&iacute;a
+muy descuidado de ello, y hasta me causaba cierto ruborcillo recordar la
+importancia que hab&iacute;a llegado a concederlo, sugestionado quiz&aacute; por los
+espasmos hist&eacute;ricos de la pobre Facia.</p>
+
+<p>Respond&iacute;a una vez a sus miradas habl&aacute;ndola en ese sentido para
+tranquilizarla mejor; mas no pude averiguar si logr&eacute; lo que me propon&iacute;a,
+porque desde el compromiso que hab&iacute;a adquirido conmigo sobre la manera
+de conducirse en aquel asunto, no me dejaba traslucir la verdad de sus
+sentimientos. Pero si alguna confianza le inspiraron mis palabras aquel
+d&iacute;a, bien poco le dur&oacute; a la infeliz; porque a la ma&ntilde;ana siguiente, tras
+una noche de lluvias torrenciales, apareci&oacute; radiante el sol en un cielo
+sin nubes, y el suelo del valle y las laderas de los montes desnud&aacute;ndose
+a toda prisa de sus blancas y espesas envolturas, que, convertidas en
+arroyos cristalinos y murmurantes, corr&iacute;an por prados y regateras a
+sumirse en el &aacute;lveo del Nansa, henchido ya hasta las malezas de sus
+bordes, entre las cuales iba dejando el r&iacute;o la carga de sus espumas.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XXX" id="XXX"></a>XXX</h2>
+
+
+<p>Se&ntilde;alado fue tambi&eacute;n de veras, &iexcl;bien se&ntilde;alado!, aquel d&iacute;a para la casona
+de Tablanca y para el pueblo. El mismo gigant&oacute;n de la Casta&ntilde;alera me
+asegur&oacute; que, con estar los caminos intransitables y los puertos a medio
+desnevar, hab&iacute;an sido aqu&eacute;llos los funerales m&aacute;s pomposos que se hab&iacute;an
+celebrado en la parroquia, en cuanto pod&iacute;a acordarse &eacute;l (y eso que la
+extensi&oacute;n de sus recuerdos andaba rayando con un siglo), por lo tocante,
+en particular, al n&uacute;mero y calidad de los concurrentes forasteros. Entre
+el clero, que fue muy numeroso, acudi&oacute; lo m&aacute;s afamado de la vicar&iacute;a en
+el canto f&uacute;nebre, y, por ende, no falt&oacute; el p&aacute;rroco de Zarzaleda, que era
+una especialidad muy admirada, y no sin raz&oacute;n de fundamento, para
+entonar el <i>Dies irae</i> con su voz atenorada y vibrante, que pon&iacute;a los
+pelos de punta a los fieles m&aacute;s duros de conmover; y concurrieron
+tambi&eacute;n con estos p&aacute;rrocos muchos de sus feligreses que, sin parentesco
+ni afinidad personal alguna con el difunto, eran fervientes admiradores
+de su buena fama. Pero no fue este contingente, ni por lo numeroso ni
+por el ruido que mov&iacute;an sus espelurciadas cabalgaduras en las callejas
+del lugar, lo que m&aacute;s llam&oacute; la atenci&oacute;n en &eacute;l, sino el otro contingente,
+el de los se&ntilde;ores que fueron llegando a la casona por todos los senderos
+de los montes circundantes. Chisco y Pito Salces ayudaban a desmontar a
+los que no tra&iacute;an espolique, que eran los m&aacute;s, y se apoderaban de sus
+caballos; Neluco y don Pedro Nolasco les sal&iacute;an al encuentro en la
+escalera y me los presentaban a m&iacute; despu&eacute;s a la puerta de la salona,
+desde donde los conduc&iacute;a a mi gabinete, que hab&iacute;a vuelto a ser, por
+aquel d&iacute;a, estrado o sala de honor, y en cuya mesa de centro hab&iacute;a un
+agasajo de vinos generosos y bizcochos de soletilla, con el cual los
+brindaba tan pronto como conclu&iacute;an las salutaciones y cortes&iacute;as de
+r&uacute;brica, sin perjuicio de que llegaran luego Mari Pepa o su hija, muy
+vestidas y aderezadas ya de d&iacute;a de fiesta, aunque luctuosa, a ofrecerles
+algo de mayor sustancia, por si estaban en ayunas, como leche, caldo o
+chocolate... o magras de jam&oacute;n con huevos estrellados; pero todos
+optaban por la copeja de vino con bizcochos, &laquo;reserv&aacute;ndose para
+despu&eacute;s...&raquo;. &laquo;Despu&eacute;s&raquo; era la comida del mediod&iacute;a, terminados los
+funerales.</p>
+
+<p>Porque todos aquellos se&ntilde;ores eran hu&eacute;spedes m&iacute;os, avisados con esta
+condici&oacute;n, y aun sin ella... y aun sin aviso ninguno. Bastaba la
+costumbre para autorizarlo; y el ser amigos de la casa mortuoria en un
+lugarejo tan desmantelado como aqu&eacute;l, para justificar la costumbre.</p>
+
+<p>De recibir y agasajar al clero, hecho a poco y mal guisado, estaba
+encargado por orden y cuenta m&iacute;as, y tambi&eacute;n seg&uacute;n otra costumbre, el
+p&aacute;rroco don Sabas; de los dem&aacute;s forasteros del mont&oacute;n, nadie sol&iacute;a
+cuidarse, y nadie se cuid&oacute; all&iacute; tampoco.</p>
+
+<p>As&iacute; y todo, por la condici&oacute;n de mis comensales, aunque relativamente
+escasos, y por lo que me obligaba la m&iacute;a, era de necesidad echar el
+resto en la casona; y nadie creer&iacute;a a no verlo, como yo lo vi, la suma
+de desvelos y sudores que lleg&oacute; a representar aquel trabajo; lo que se
+revolvi&oacute; en la casa y en el lugar; las gentes que fueron puestas en
+movimiento; las leguas de camino que se trillaron por buenos andadores,
+y las horas robadas al sue&ntilde;o y al descanso m&aacute;s de una noche; y a pesar
+de ello y de las &laquo;guisanderas&raquo; a jornal que ayudaron a las mujeres de
+casa en lo m&aacute;s duro y comprometido de la faena, sabe Dios lo que hubiera
+resultado a la hora cr&iacute;tica y solemne, sin la vigilancia continua y la
+previsi&oacute;n y diligencia admirables de mis dos hadas bienhechoras... y la
+hermana de Neluco.</p>
+
+<p>Porque la &iacute;nclita matrona de Robac&iacute;o estaba en Tablanca desde la
+v&iacute;spera. Hab&iacute;a llegado al anochecer con su marido, y &laquo;a las ancas&raquo;. As&iacute;
+fueron a casa de Neluco; hall&aacute;ronla cerrada, y siguieron a la de don
+Pedro Nolasco; d&iacute;joles la mozona que serv&iacute;a en ella lo que pasaba, y
+torcieron hacia la casona, sin l&aacute;stima alguna del pobre roc&iacute;n que ya se
+quebrantaba por el lomo y estuvo a pique de gastar el &uacute;ltimo resuello al
+subir el pedregal.</p>
+
+<p>Al encontrarse las dos amigas en mitad del carrejo, enzarz&aacute;ronse en un
+abrazo, tan &iacute;ntimo y apretado, que parec&iacute;a una &laquo;engarra&raquo;; se com&iacute;an a
+besos, y entre beso y beso se dec&iacute;an las mayores atrocidades; lleg&oacute; Lita
+con su abuelo, y se repiti&oacute; la escena, hasta que acab&oacute; la de Robac&iacute;o por
+fijarse en m&iacute; y rompi&oacute; a llorar por el difunto, de tan buena gana, que
+parec&iacute;a no haber consuelo para ella, mientras su marido, que ya me hab&iacute;a
+saludado, hac&iacute;a sus correspondientes pucheros, y se enjugaban los ojos
+con los delantales Lita y su madre, que eran de suyo muy tiernas de
+coraz&oacute;n y pegajosas de las l&aacute;grimas. Acab&oacute;se el estr&eacute;pito, por la virtud
+de un conjuro m&iacute;o, con la misma rapidez con que se hab&iacute;a desatado, y nos
+fuimos hacia la salona todos juntos y en santa paz, aunque no en
+silencio. Al llegar Neluco, otro estampido de su hermana, que no cerr&oacute;
+boca en toda la noche ni quiso salir de la casona desde que supo el
+traj&iacute;n que hab&iacute;a en ella. Cabalmente se perec&iacute;a por esas cosas, y la
+mataba la quietud. Por otra parte, los caminos no estaban muy
+apetecibles que dij&eacute;ramos, para que una mujer de sus carnes se
+aventurara a pisarlos de noche sin una gran necesidad; am&eacute;n de que ella
+no hab&iacute;a de causar apuros ni extorsiones en la casa, porque bien sab&iacute;a
+Mari Pepa que, en junt&aacute;ndose las dos, siempre hac&iacute;an &laquo;cama redonda&raquo;.</p>
+
+<p>De este modo y por aquellos motivos durmi&oacute; all&iacute;, y se fueron solos,
+despu&eacute;s de cenar, su marido y Neluco a casa de &eacute;ste.</p>
+
+<p>Los primeros que llegaron al otro d&iacute;a bien temprano fueron dos parientes
+de la que fue mujer de mi t&iacute;o Celso, de los S&aacute;nchez del Pinar, de
+Ca&oacute;rnica, a orillas del Saja. Eran el uno muy alto y el otro muy bajo:
+los dos de espesas patillas grises; poco risue&ntilde;os ambos y nada locuaces.
+Les daba verg&uuml;enza&mdash;as&iacute; me dijeron por entrar&mdash;visitarme y ofrecerme sus
+respetos por primera vez en ocasi&oacute;n tan triste; pues encerrados en su
+valle, del que no sal&iacute;an jam&aacute;s sin un motivo de gran monta, un poco por
+ignorancia de los sucesos y otro poco por la ma&ntilde;a de &laquo;dejar negocios
+para otro d&iacute;a...&raquo;. En fin, all&iacute; estaban para que dispusiera de ellos a
+mi comodidad, como pod&iacute;a disponer de otros comparientes de all&aacute;, que no
+les hab&iacute;an acompa&ntilde;ado, qui&eacute;n por falta de salud, qui&eacute;n por la de
+cabalgadura. Todos tuvieron en mucho a don Celso y le fueron muy
+adictos, aunque le molestaron poco.</p>
+
+<p>Sin acabar de sentarse apenas estos personajes, apareci&oacute; en la salona
+otro cuyo aspecto me sorprendi&oacute; mucho. Era alto, m&aacute;s que el de Ca&oacute;rnica;
+de luenga y puntiaguda barba blanca, moreno de color, de nariz muy
+prominente y aguile&ntilde;a, ojos peque&ntilde;itos y verdes y cejas erizadas y
+blanqu&iacute;simas; la cabeza cubierta con un alto gorro cil&iacute;ndrico de piel de
+nutria, y todo el cuerpo, hasta los pies, con un capot&oacute;n de pa&ntilde;o
+ceniciento. Parec&iacute;a un mago. Se quit&oacute; el gorro y se despoj&oacute; del capote
+en cuanto se encar&oacute; conmigo, y dej&oacute; al descubierto un matorral de pelos
+blancos, recios y apretados, y un vestido de anticuada forma con
+relaci&oacute;n a los figurines vigentes, de buen pa&ntilde;o, s&iacute;, pero muy
+descolorido ya. Aquel hombre ven&iacute;a de los precipicios del Deva, y
+result&oacute; ser el famoso don Recaredo, de quien yo ten&iacute;a muchas noticias
+por mi t&iacute;o; hidalgo de rancio solar, c&eacute;libe impenitente, afamado cazador
+de fieras, y de grande y merecido influjo en toda su comarca; bien
+relacionado con los hombres del ajetreo pol&iacute;tico de la capital y
+sucursales de ella; muy solicitado de aspirantes a la representaci&oacute;n en
+Cortes del distrito, en &eacute;pocas de lides electorales... y primoroso
+carpintero de afici&oacute;n, &uacute;nica bien arraigada que se le conoc&iacute;a y con la
+cual entreten&iacute;a las soledades y holganzas de su vida en el viejo caser&oacute;n
+que habitaba.</p>
+
+<p>Detr&aacute;s de don Recaredo llegaron de un golpe, por haberse juntado unos en
+el camino y todos a la puerta de la casona, hasta cinco pudientes, m&aacute;s o
+menos ligados a ella por parentesco lejano o amistad antigua, de las
+orillas del Nansa, aguas arriba y aguas abajo.</p>
+
+<p>Enseguida de &eacute;stos, aparecieron en la salona otros dos personajes de
+gran cuenta, que me impusieron mucho por su apostura y atalajes, tan
+diferentes de todo lo que se usaba por all&iacute; y de lo que a la saz&oacute;n me
+rodeaba.</p>
+
+<p>Eran nada menos que el ilustre caballero don Rom&aacute;n P&eacute;rez de la Llos&iacute;a y
+su yerno don &Aacute;lvaro de la Gerra. Iban desde Santander, donde resid&iacute;an, y
+hab&iacute;an hecho el viaje en dos jornadas. La verdad ante todo: yo, que
+hasta entonces dominaba la escena con el desembarazo que da la
+conciencia de &laquo;valer m&aacute;s&raquo; en la escala de la educaci&oacute;n y de la cultura
+intelectuales, al verme enfrente de aquellos dos concurrentes de tan
+distinguido y elegante porte, sent&iacute; que se me bajaban mucho los humos de
+la chimenea, hasta en lo de llevar bien la ropa, particularmente en lo
+que tocaba la comparaci&oacute;n con el apuesto y correct&iacute;simo yerno del
+se&ntilde;or&oacute;n de Coteruco. Me vi bastante torpe para expresarles la gratitud
+que les deb&iacute;a por aquel acto tan honroso para la memoria de mi t&iacute;o, y la
+satisfacci&oacute;n de que me sent&iacute;a pose&iacute;do al estrechar las manos de unas
+personas de quienes tantas y tan grandes noticias ten&iacute;a yo desde que
+hab&iacute;a llegado a Tablanca. Recuerdo que este fue el tema de mi respuesta
+a las salutaciones corteses de los dos caballeros; pero no lo que dije.
+De lo que estoy seguro es de haberlo dicho muy mal. Valga la verdad.</p>
+
+<p>Sin darme tiempo para preguntar a don Rom&aacute;n (con lo que me evit&eacute;,
+probablemente, la comisi&oacute;n de una gran impertinencia) a qu&eacute; altura
+andaban sus prop&oacute;sitos de vuelta a Coteruco, apareci&oacute; en escena otro
+personaje de los de primera talla, y al cual abrac&eacute; con verdadera
+efusi&oacute;n de mi alma: el per&iacute;nclito se&ntilde;or de la Torre de Proveda&ntilde;o, que
+para llegar a la hora que llegaba, como don Recaredo para ir desde los
+riscos del Deva y los de Ca&oacute;rnica desde su valle, hab&iacute;a necesitado andar
+de noche la mitad del camino, &iexcl;y qu&eacute; camino! As&iacute; llegaba &eacute;l, con la cara
+echando lumbres y los labios contra&iacute;dos entre las barbas erizadas y los
+bigotes con car&aacute;mbanos. Lo que hab&iacute;a pasado antes entre el que llegaba y
+los presentes, por conocerse todos de trato, o de nombre cuando menos,
+pas&oacute; all&iacute; entonces; pero con la notable diferencia de que al reparar el
+de Proveda&ntilde;o en el de Coteruco, no acab&oacute; todo ello en el apret&oacute;n de
+manos afectuoso o en los familiares y mutuos palmoteos en la espalda,
+sino que conmovidos y anhelantes uno y otro, sin decirse una palabra, se
+abrazaron tan estrechamente, que parec&iacute;an no acertar a separarse.
+Despu&eacute;s le toc&oacute; el turno a don &Aacute;lvaro, con quien no ten&iacute;a tanta amistad
+el de Camp&oacute;o como con su suegro; y arreglada a esta ley fue la expresi&oacute;n
+de su saludo.</p>
+
+<p>Para muy poco m&aacute;s que estos cumplidos me dio el tiempo, porque a&uacute;n no
+hab&iacute;an vuelto a sentarse la mitad de las personas all&iacute; presentes, cuando
+vino recado de don Sabas de que todo estaba pronto en la iglesia y que
+se nos aguardaba. Como ya eran muy cerca de las diez y no durar&iacute;a el
+funeral menos de dos horas, y los forasteros hab&iacute;an de volver a sus
+hogares despu&eacute;s de comer en el m&iacute;o, y las tardes eran muy cortas, nos
+pusimos en marcha inmediatamente, acompa&ntilde;&aacute;ndonos Neluco y tambi&eacute;n su
+hermana y Mari Pepa, muy enlutadas. Al viejo Marmit&oacute;n no le permitimos
+salir de casa. Para disponer la mesa y dirigirlo y ordenarlo todo, se
+qued&oacute; Lituca que se pintaba sola para ello y otro tanto m&aacute;s. Tambi&eacute;n se
+quedaron Chisco y Pito Salces con otros dos mozones de mi confianza,
+bien advertidos por m&iacute; de muchos cuidados, particularmente el de la
+vigilancia, no s&eacute; si porque me sali&oacute; espont&aacute;neamente de adentro la
+ocurrencia, o porque me la inspir&oacute; una mirada elocuent&iacute;sima de la mujer
+gris, al ver c&oacute;mo iba a quedarse la casona, sin nosotros, indefensa y
+punto menos que vac&iacute;a.</p>
+
+<p>Andando ya hacia la iglesia, vimos aparecer de pronto, sobre la jiba del
+pedregal, un hombre alto y fornido, de hermosa cabeza, envuelto entre un
+chambergo de anchas alas y una barba gris; ven&iacute;a a cuerpo con un
+chaquet&oacute;n pardo, y los pantalones, del mismo color, arremangados sobre
+unos borcegu&iacute;es de recia suela y muy embarrados. Tra&iacute;a las manos metidas
+en los bolsillos del chaquet&oacute;n, un garrote pinto y nudoso debajo del
+brazo izquierdo, y en la boca una pipa ahumando.</p>
+
+<p>El primero que le conoci&oacute; fue el se&ntilde;or de Proveda&ntilde;o, que iba de los m&aacute;s
+delanteros entre nosotros. Se detuvo un instante para mirarle con la
+mano de canto sobre la frente, y se detuvo tambi&eacute;n el otro con los ojos
+sombr&iacute;os e imperturbables clavados en &eacute;l. Parec&iacute;an dos leones. No les
+falt&oacute; m&aacute;s que olerse. Despu&eacute;s se acercaron m&aacute;s, y se estrecharon las
+diestras con recias sacudidas. Entonces me parecieron dos robles gemelos
+de la monta&ntilde;a estremecidos por el soplo de una misma r&aacute;faga. No s&eacute; lo
+que se dijeron, ni si se dijeron algo. &iquest;Para qu&eacute;? En estas dudas vi a
+don Rom&aacute;n P&eacute;rez de la Llos&iacute;a salir como una flecha, de entre los m&aacute;s
+rezagados del grupo que bajaba, hacia el hombre que sub&iacute;a, y que &eacute;ste,
+al notar que se le acercaba el de Coteruco, desprendi&oacute; su diestra de la
+del campurriano, y se quit&oacute; con ella marcialmente el chambergo,
+descubriendo as&iacute; la frente espaciosa y blanca, sobre la cual parec&iacute;a
+reflejarse el rayo de luz que lanzaron entonces sus ojos. No he visto
+jam&aacute;s actitud de hombre m&aacute;s varonil, m&aacute;s noble ni m&aacute;s hermosa. Pero don
+Rom&aacute;n no se anduvo en chiquitas, y quieras o no, le estrech&oacute; entre sus
+brazos. Su yerno hizo lo mismo enseguida. Despu&eacute;s se adelant&oacute; don
+Recaredo y le tendi&oacute; la mano. A todo esto, flotaba en el aire el nombre
+de &laquo;don Lope&raquo; pronunciado por muchas bocas; y con ello y lo que yo sab&iacute;a
+por la historia de los descalabros de don Rom&aacute;n en su pueblo, narrada
+minuciosamente por mi t&iacute;o varias veces, di por conocido el personaje; y
+no me equivoqu&eacute;, pues a los pocos momentos me lo trajo de la mano el
+se&ntilde;or P&eacute;rez de la Llos&iacute;a y me dijo present&aacute;ndole:</p>
+
+<p>&mdash;Mi mejor amigo y el m&aacute;s noble convecino m&iacute;o de Coteruco, don Lope del
+Robledal. Viene a Tablanca para ofrecerle a usted personalmente toda la
+amistad y respeto que le merecieron las virtudes de don Celso, y a rezar
+por su alma en los funerales de hoy.</p>
+
+<p>Correspond&iacute; con la mayor cordialidad y como mejor pude a aquellos nobles
+ofrecimientos; supo &eacute;l ad&oacute;nde &iacute;bamos por all&iacute;; y sin querer aceptar un
+momento de descanso, que no necesitaba, retrocedi&oacute; y se fue camino de la
+iglesia con nosotros... digo mal, con don Rom&aacute;n solamente, pues le tom&oacute;
+&eacute;ste por su cuenta desde luego, apart&aacute;ndose un buen trecho de los dem&aacute;s,
+que nada hicimos por acercarnos a ellos, respetando la santa avidez con
+que el noble expatriado de Coteruco aprovechar&iacute;a aquella providencial
+ocasi&oacute;n de saber algo m&aacute;s de lo que sab&iacute;a sobre el estado de cosas de su
+pueblo nativo, aunque fueran extra&iacute;das con la ganz&uacute;a de sus ansias de
+aquel arc&oacute;n de cuatro llaves. Mientras tanto, don &Aacute;lvaro de la Gerra fue
+trazando nuevos y curios&iacute;simos rasgos del car&aacute;cter, original hasta lo
+incre&iacute;ble, de aquel hidalgo monta&ntilde;&eacute;s.</p>
+
+<p>As&iacute; llegamos a la iglesia, en la que no hubi&eacute;ramos logrado penetrar sin
+salir, como salieron de ella, parte de los que estaban dentro, los
+cuales apenas cab&iacute;an despu&eacute;s en el soportal, que tambi&eacute;n estaba atascado
+de gente.</p>
+
+<p>La duraci&oacute;n de los oficios no baj&oacute; un minuto de las dos horas
+calculadas; y cuando volvimos a la casona los que de ella hab&iacute;amos ido a
+la iglesia, m&aacute;s el extra&ntilde;o don Lope que quer&iacute;a volverse a Coteruco desde
+all&iacute;, y se hubiera vuelto sin la intervenci&oacute;n de don Rom&aacute;n, &uacute;nico entre
+todos nosotros conocedor de los resortes por que se reg&iacute;a aquel car&aacute;cter
+exc&eacute;ntrico, ya estaba la mesa preparada con todas las grandezas de
+abolengo..., y algo m&aacute;s que se hab&iacute;a podido adquirir, hasta en las casas
+de los amigos, como don Pedro Nolasco y el m&eacute;dico. Porque pas&aacute;bamos de
+docena y media los comensales, entre propios y extra&ntilde;os.</p>
+
+<p>En otro tiempo me hubiera dado un accidente en presencia del <i>men&uacute;</i> de
+aquella comida, cuanto m&aacute;s de la comida misma, porque fue verdaderamente
+espantable aquel llegar a la mesa (conducidos por Facia y por su hija,
+sofocadas por el traj&iacute;n y relucientes de pellejo) de pilas de potajes
+con metralla de embutidos; de rimeros de pollos patas arriba entre
+lagunas de grasa; de solomillos enroscados; de magras con huevos duros;
+de carne en toda suerte de guisos; de patos rellenos de salchichas y de
+lomo, y tras ello, los flanes como ruedas de molino, y las natillas y el
+arroz con leche, poco menos que a calderadas. No entend&iacute;an el rumbo de
+otro modo las mujeres que lo hab&iacute;an manipulado; y as&iacute; me expliqu&eacute; yo
+perfectamente sus afanes y desvelos, y las gentes y las cosas que hab&iacute;an
+movido y removido en la casa, en el lugar y fuera de &eacute;l, de tres d&iacute;as a
+aquellas horas.</p>
+
+<p>El peso de la conversaci&oacute;n, durante la comida, le llevaron el se&ntilde;or de
+Proveda&ntilde;o y don Rom&aacute;n. Como era propio y natural, se comenz&oacute; por el
+elogio del difunto y de sus cosas geniales; igual que en la cocina,
+salvo el lenguaje y el estilo. Entre Neluco y yo, suministramos los
+solicitados pormenores acerca de su enfermedad y de su muerte... y salt&oacute;
+de golpe lo que yo ve&iacute;a venir rato hac&iacute;a, y me extra&ntilde;aba que no hubiese
+saltado antes en la conversaci&oacute;n: el punto de continuar yo all&iacute; la obra
+ben&eacute;fica de mi t&iacute;o. Aqu&iacute; se call&oacute; don Rom&aacute;n como un muerto, y me dijo el
+insigne campurriano, despu&eacute;s de aplaudirme los buenos prop&oacute;sitos
+declarados por m&iacute; de poner todos los medios para lograr tan grandes
+fines, que si me decid&iacute;a, en mis procedimientos, a servir a mis
+protegidos el vino viejo en odres nuevos, cosa que &eacute;l no desaprobar&iacute;a,
+lo hiciera con sumo tacto, &laquo;porque&mdash;concluy&oacute;&mdash;, hermosa es la luz; pero
+no hay que abrir de repente todas las ventanas a los que han vivido a
+oscuras por achaques de la vista; pues hay que temer las locuras que
+entran por los ojos deslumbrados&raquo;. A esto ya no pudo callarse don Rom&aacute;n,
+y expuso el ejemplo de la ca&iacute;da de Coteruco, en demostraci&oacute;n de lo
+afirmado por su amigo. Enderezada la conversaci&oacute;n por estos carriles,
+nos habl&oacute; de lo que le costaba aclimatarse a la vida de la ciudad: no
+pod&iacute;a con ella un hombre como &eacute;l, nacido para respirar el aire
+oxigenado, puro, de la Naturaleza, y necesitaba tambi&eacute;n la presencia y
+hasta la compa&ntilde;&iacute;a de aquellos hombres r&uacute;sticos, aun con sus
+ingratitudes. El recurso de dejarlos a solas con su pecado, hab&iacute;a
+producido muy buenos frutos. Poco a poco se hab&iacute;an ido levantando de su
+ca&iacute;da, y ya le echaban de menos. Esto le consolaba y le satisfac&iacute;a; y si
+no hab&iacute;a vuelto ya a Coteruco, era porque quer&iacute;a hacerse desear un poco
+m&aacute;s, para asegurar mejor la curaci&oacute;n de sus &laquo;locos&raquo;. Desgraciadamente no
+participaban sus hijos de aqu&eacute;llas sus ilusiones, porque ten&iacute;an otros
+gustos muy diferentes; pero todo pod&iacute;a arreglarse con alg&uacute;n sacrificio
+de cada cual. Entre tanto, distra&iacute;a sus impaciencias con los hechizos de
+una nietecilla que Dios le hab&iacute;a dado, y era la criatura m&aacute;s hermosa que
+hab&iacute;a nacido de madre. And&aacute;base a la saz&oacute;n en proyectos de llevarla a
+Sotorriba, para que la conociera su otro abuelo, don L&aacute;zaro, cuyos
+achaques le imped&iacute;an salir de casa.</p>
+
+<p>Alguien pregunt&oacute; all&iacute; si era verdad que don Gonzalo Gonz&aacute;lez de la
+Gonzalera se hab&iacute;a quedado memo y pobre a consecuencia de disgustos y
+despilfarros dom&eacute;sticos, pero no obtuvo respuesta la pregunta, porque
+apareci&oacute; de golpe y porrazo en la salona un nuevo personaje que comenz&oacute;
+por decir que ni por haber rodado tres veces por los suelos y casi
+reventado la tordilla en sus ansias de correr, hab&iacute;a podido llegar
+antes. &iexcl;As&iacute; ven&iacute;a el infeliz de embarrado y descosido de pies a cabeza!
+Era un hombre de buena edad, estampa agradable... y juez municipal de su
+pueblo: de aqu&eacute;l muy empingorotado en que hab&iacute;a conocido yo a uno de mis
+consangu&iacute;neos de Promisiones, yendo con Neluco a la Torre de Proveda&ntilde;o.
+El caso era que, al ir a montar muy de ma&ntilde;ana para acudir a los
+funerales de mi t&iacute;o, le hab&iacute;an entregado un oficio del juez de primera
+instancia, oblig&aacute;ndole a practicar unas diligencias que le entretuvieron
+cerca de dos horas... todo respecto a la &laquo;trigedia&raquo; del d&iacute;a anterior,
+que yo deb&iacute;a conocer, y para eso, la verdad fuera dicha, para que la
+conociera ven&iacute;a &eacute;l principalmente.</p>
+
+<p>Hic&iacute;mosle sitio en la mesa, previne a Facia que le fueran sirviendo
+desde la sopa de fideos inclusive; y mientras sal&iacute;a Tona y se quedaba su
+madre cambiando platos y retirando sobras destrozadas de guisotes, y
+todos le prest&aacute;bamos grand&iacute;sima atenci&oacute;n, refiri&oacute; &eacute;l que bajando un
+pastor de su invernal, reci&eacute;n empezado el desnieve, a campo travieso,
+porque apretaba el fr&iacute;o y corr&iacute;a mucho una nube negra por mala parte y
+peor camino, se par&oacute; un instante, para echar una yesca y encender la
+pipa, a la misma boca de un covach&oacute;n, conocido de muy pocos, por estar
+fuera de senda frecuentada, como a la mitad de distancia, por el atajo,
+entre Tablanca y el pueblo del relatante, pero en t&eacute;rmino municipal de
+&eacute;ste. Parado all&iacute; el pastor y dale que te pego con el canto de la
+navaja, porque no chispeaba bien la piedra o no era la yesca de lo
+mejor, observa que le da en la nariz un &laquo;jedor&raquo; que tumbaba de espaldas.
+Mira aqu&iacute; y olfatea all&aacute;, nota que el jedor sale de la cueva; ti&eacute;ntale
+la curiosidad, entra, y en un recodo muy ancho, hacia la derecha, ve
+tres hombres tendidos a la larga, boca arriba, tiesos y casi amontonados
+unos sobre otros, muertos los tres y arrimados a una piluca de ceniza y
+tizones apagados. Esp&aacute;ntase, huye de all&iacute;; y por ser el m&aacute;s cercano,
+seg&uacute;n su cuenta, da en el pueblo del narrador y refiere lo que ha visto.
+Acude &eacute;ste all&aacute; por su cargo, acompa&ntilde;ado en debida forma, y resulta
+verdad lo denunciado por el pastor. Tres eran, en efecto, los cad&aacute;veres,
+y de personas bien conocidas en el lugar, y bien pertrechados iban de
+armas de fuego... y hasta de cuerdas y navajas. Sin duda los sorprendi&oacute;
+all&iacute; el temporal de nieve, desde que comenz&oacute;, y perecieron de hambre y
+de fr&iacute;o... por decreto de Dios que conoc&iacute;a sus malas intenciones. Era el
+uno un peine que se titulaba ingeniero y dec&iacute;a andar en busca de una
+mina de oro, meses hac&iacute;a ya, con su vestido harapiento, sus gre&ntilde;as y su
+barba silvestre y su costur&oacute;n en la cara, que le part&iacute;a un ojo y la
+mitad de la nariz.</p>
+
+<p>Aqu&iacute; se oy&oacute; un estr&eacute;pito infernal de platos hechos trizas, y un grito de
+Facia a quien se le hab&iacute;an ca&iacute;do de las manos como una docena de ellos.
+La mir&eacute; entonces y la encontr&eacute; mir&aacute;ndome a mi con ojos espantados y el
+color de la muerte en la cara. D&iacute;jele con los m&iacute;os que no cometiera una
+indiscreci&oacute;n; entendi&oacute;me, y la a&ntilde;ad&iacute; de palabra y sonri&eacute;ndome que no era
+el estropicio aqu&eacute;l motivo para que se asustara tanto, aludiendo a los
+platos rotos, mientras Tona arrimaba al del juez municipal dos medias
+fuentes bien colmadas de potajes, algo pasmadona por lo que hab&iacute;a
+pescado del relato, pero seguramente m&aacute;s por el desastre de la vasija,
+que hab&iacute;a arrancado el grito a su madre.</p>
+
+<p>Vuelto el relatante a su historia despu&eacute;s de este incidente, y viendo yo
+que, por respeto a m&iacute;, sin duda, andaba con repulgos y melindres para
+declarar en neto castellano qui&eacute;nes eran los otros dos muertos,
+apresur&eacute;me a decirle:</p>
+
+<p>&mdash;S&eacute; perfectamente de qui&eacute;nes se trata, y quiero evitar a usted la
+repugnancia de declararlo delante de m&iacute;: se trata de dos parientes m&iacute;os;
+de los dos hidalgos de Promisiones. Con uno viv&iacute;a el ingeniero ese del
+chirlo, en su pueblo de usted: los vimos juntos Neluco y yo al pasar por
+&eacute;l, yendo a Proveda&ntilde;o. Seg&uacute;n noticias de buen origen, esperaban entonces
+de un d&iacute;a a otro al hermano que faltaba de aquel mi pariente (que, por
+lo visto, lleg&oacute; a tiempo) para dar el &uacute;ltimo golpe en la explotaci&oacute;n de
+la mina de oro puro que hab&iacute;a descubierto el lince de las barbas
+silvestres. En buena justicia, ten&iacute;an los tres m&aacute;s que merecido el palo,
+en el que hubieran muerto a no morir de ese otro modo. Conque ya ve
+usted si tengo hasta motivo, por lo que a mis parientes toca, para
+alegrarme de que hayan acabado as&iacute;, como cualquier hombre de bien.</p>
+
+<p>Declar&oacute; el preopinante que era la pura verdad todo cuanto yo hab&iacute;a
+dicho; a&ntilde;adi&oacute; en respuesta a una pregunta que alguien le hizo, que el
+hombre del chirlo en la cara hab&iacute;a vivido en el lugar con el nombre,
+indudablemente supuesto, de Pedro Gonz&aacute;lez que constaba en su c&eacute;dula
+personal, y que con &eacute;se se le hab&iacute;a registrado, ya muerto, en el libro
+correspondiente; alegr&eacute;me yo de ello, y de seguro se alegrar&iacute;a Facia,
+que lo o&iacute;a, mucho m&aacute;s... y se acab&oacute; aquella conversaci&oacute;n sin meternos en
+otra nueva, porque se hab&iacute;a acabado tambi&eacute;n la comida, apremiaba el
+tiempo y ten&iacute;an mucho que andar los comensales forasteros para volver a
+sus hogares los unos, y los otros para terminar su jornada. Porque
+result&oacute; que don Recaredo aprovechaba la ida a Tablanca para despachar un
+negocio, pendiente de ese paso a&ntilde;o y medio hac&iacute;a, en un pueblecillo del
+Nansa, aguas abajo, y el insigne campurriano ten&iacute;a tambi&eacute;n sus
+quehaceres de urgencia en la capital, por lo que se le llevaron consigo
+don Rom&aacute;n y su yerno. Desapareci&oacute; sin saber c&oacute;mo don Lope; fu&eacute;ronse,
+mientras segu&iacute;a comiendo todo cuanto le pon&iacute;an delante el juez municipal
+susodicho, los dos desiguales de Ca&oacute;rnica y los cinco pudientes del
+Nansa, aguas arriba y aguas abajo de la casona; acab&oacute;, al fin, de comer
+el que quedaba comiendo, y march&oacute;se igualmente, y bien repleto, a su
+lugar...</p>
+
+<p>Al otro d&iacute;a, muy temprano, se largaron a Robac&iacute;o la hermana y el cu&ntilde;ado
+de Neluco; y pocas horas despu&eacute;s, &iexcl;ay! me abandon&oacute; tambi&eacute;n toda la
+familia del gigant&oacute;n de la Casta&ntilde;alera.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XXXI" id="XXXI"></a>XXXI</h2>
+
+
+<p>&iexcl;Y aqu&eacute;lla fue la m&aacute;s negra para m&iacute;! La de verme solo en los &aacute;mbitos
+enmudecidos y yertos de la casona, alc&aacute;zar de mi flamante y patriarcal
+se&ntilde;or&iacute;o, en el pobre terru&ntilde;o de &laquo;mis mayores&raquo;. Todo me resultaba ancho,
+todo me sobraba all&iacute; y todo se me ven&iacute;a encima, como si estuviera
+edificado en el aire, desde que se hab&iacute;a vuelto a sus hogares la familia
+del viejo Marmit&oacute;n. Porque con la presencia continua de unas mujeres tan
+animosas y alegres como aquellas dos, m&aacute;s el traj&iacute;n en que anduvieron
+empe&ntilde;adas y el entrar y salir de tantas y tan distintas gentes en los
+&uacute;ltimos d&iacute;as, no hab&iacute;a podido conocer yo en su verdadera magnitud el
+vac&iacute;o que dejaba en la casona la muerte de su venerable habitador y
+due&ntilde;o, que, vivo, la llenaba toda, y era adem&aacute;s el lazo que me amarraba
+a ella con la fuerza de mi compromiso, fundado principalmente en la
+consideraci&oacute;n de lo que &eacute;l estimaba el regalo de mi compa&ntilde;&iacute;a.</p>
+
+<p>Ven&iacute;an a menudo a verme el Cura don Sabas y Neluco, y pasaban conmigo
+largos ratos; continuaba la tertulia de la noche muy concurrida y
+animada; presid&iacute;ala yo con la mayor asiduidad, y hac&iacute;a de tripas coraz&oacute;n
+para creerme muy divertido en ella, o para darlo a entender delante de
+aquellos r&uacute;sticos y buenos tertulianos; ocup&aacute;bame a ratos en despachar
+mi correspondencia o en arreglar los papeles y cuentas de la
+testamentar&iacute;a; hablaba con Facia y me complac&iacute;a en ver c&oacute;mo, crey&eacute;ndose
+ya, en virtud de las noticias tra&iacute;das por el juez municipal de marras, y
+de mis subsiguientes reflexiones, libre para siempre de la cruz que
+tanto la hab&iacute;a oprimido, y dando por guardado en el fondo de una
+sepultura el secreto de lo que pod&iacute;a ser afrenta para su hija, iba la
+pobre mujer tornando a la vida, y recobrando poco a poco las extenuadas
+fuerzas de su esp&iacute;ritu, llorando y rezando a la vez por el hombre
+desventurado, muerto con el alma manchada de negras intenciones, tras
+una vida azarosa y criminal; goz&aacute;bame tambi&eacute;n en descifrar en el
+impenetrable continente de Chisco ciertos confusos caracteres que
+delataban en los adentros de su pechazo un regocijo manso y profundo
+desde la herencia de la &laquo;pil&aacute; de onzas&raquo;, y en tirarle de la lengua para
+saber c&oacute;mo andaba desde entonces en sus tratos y amistades con la
+familia del Topero, el cual, seg&uacute;n mis noticias, se hab&iacute;a humanizado
+mucho con &eacute;l y hasta &laquo;le echaba memoriales con los ojos&raquo; y aun con
+algunas indirectas demasiado insinuantes; interes&aacute;bame de veras Pito
+Salces, que andaba amurriadote y receloso temiendo que hubieran cambiado
+las buenas disposiciones de Tona hacia &eacute;l desde que era rica por su
+madre, y hasta por s&iacute; propia, tomando el pobre por desdenes el pasmo,
+muy natural, en que cay&oacute; la mozona en aquellos d&iacute;as de lances gordos;
+sal&iacute;a de casa algunas veces para ventilar un poco las ideas y estirar
+los miembros entumecidos, aunque hallaba siempre el suelo como una
+esponja encharcada, y fr&iacute;o el sol que iluminaba el valle, mientras me
+segaba las barbas el ambiente que no apagaba una cerilla, y ten&iacute;a que
+volverme a mi agujero sin haberme atrevido a descender el pedregal por
+donde quer&iacute;an conducirme los impulsos de mi necesidad de departir con
+alguien que me comprendiera; tram&aacute;bala con Chisco despu&eacute;s, o con el
+primero que se me pusiera por delante, y, en fin, hasta procuraba,
+siguiendo las ense&ntilde;anzas buc&oacute;licas de Neluco, descender con mi raz&oacute;n,
+m&aacute;s luminosa, a las tenebrosidades de aquellos hombres para hallar el
+nivel apetecido y con &eacute;l el prometido deleite; pero aun as&iacute;, me sobraban
+horas y horas eternas de soledad y de silencio en aquellos p&aacute;ramos
+envejecidos y negros en que resonaba el eco de mis pasos febriles como
+si los diera bajo las b&oacute;vedas sombr&iacute;as de un calabozo; y por donde
+quiera que la mirara, aquella mi labor heroica para hacer la vida m&aacute;s
+llevadera no ven&iacute;a a ser otra cosa que labor de encarcelado, hasta con
+el tenaz, profundo y tentador deseo de escaparme.</p>
+
+<p>De escaparme s&iacute;; porque hab&iacute;a vuelto a impon&eacute;rseme esta idea, no como la
+primera vez que la sent&iacute; pasando por mi cerebro como una r&aacute;faga, sino
+como un prurito irresistible que iba desbaratando por momentos la obra
+de mi aclimataci&oacute;n, casi a punto de terminarse ya. Parec&iacute;ame la fuga una
+verdadera canallada; pero los cuerpos abandonados en el aire, caen por
+su propia gravedad; y as&iacute; me sent&iacute;a yo caer, roto, con la muerte de mi
+t&iacute;o, el v&iacute;nculo que m&aacute;s me ligaba a la casona. Cierto que me quedaban
+las ligaduras de un compromiso solemnizado tantas veces y delante de
+tantas y tan distintas personas; pero tambi&eacute;n era verdad que a ese
+compromiso le hab&iacute;a puesto yo la limitaci&oacute;n de &laquo;en cuanto me fuera
+posible&raquo;, y que, suponiendo que llegara a ser capaz de penetrar la obra
+de mi t&iacute;o para trabajar en ella, mi trabajo no ser&iacute;a continuo ni a cada
+hora, ni siquiera de cada d&iacute;a, al paso que la tediosa realidad que me
+asfixiaba era continua, perenne, de todos los momentos.</p>
+
+<p>Luchando sin cesar entre estos impulsos empecatados y las repugnancias
+de mi conciencia de hombre formal, hubo ocasi&oacute;n en que me re&iacute; de m&iacute;
+propio, vi&eacute;ndome discurrir con el criterio de un colegial mal avenido
+con su encierro. &iexcl;Qu&eacute; cosas se me ocurr&iacute;an para justificar una escapada,
+con promesa de volver y prop&oacute;sito de no cumplirla!</p>
+
+<p>Seren&aacute;ndome despu&eacute;s y dando mayor altura a mis pensamientos, det&uacute;veme a
+considerar el valor de los buenos frutos que hab&iacute;a conseguido con el
+trabajo de mis propias observaciones, y el ejemplo y la predicaci&oacute;n, m&aacute;s
+o menos directa, de mi t&iacute;o, de Neluco, del se&ntilde;or de la Torre de
+Proveda&ntilde;o, sobre todo, y de otras muchas personas de gran monta; y
+entonces me avergonc&eacute; de haber pensado como pens&eacute; para sacudir la carga
+de mis tristezas.</p>
+
+<p>Colocado en este terreno, pronto comprend&iacute; que lo que yo necesitaba
+desde luego y con urgencia para salir airosamente del conflicto, era
+adquirir otras ligaduras con qu&eacute; sustituir las quebrantadas por la
+muerte; otro v&iacute;nculo nuevo que me uniera a Tablanca, ya que no tan
+estrechamente como lo estuvo mi t&iacute;o, hasta el punto, cuando menos, de
+que dejara la casona de ser c&aacute;rcel para m&iacute;.</p>
+
+<p>Bueno. Pero ese v&iacute;nculo &iquest;d&oacute;nde hallarle? &iquest;de qu&eacute; casta era?... &iexcl;Qui&eacute;n
+sabe los espacios que recorr&iacute; entonces con la imaginaci&oacute;n enardecida y
+visionaria! En este viaje veloz y disparatado no hall&eacute; momento de
+tranquilidad ni de reposo, porque todo me parec&iacute;a mal para hacer un alto
+de respiro... hasta que di en la m&aacute;s peregrina de las ocurrencias. Pero
+ya ten&iacute;a siquiera una hip&oacute;tesis en que detener el discurso fatigado.
+Pues a ello, y con toda la minuciosidad escrupulosa de quien, como yo,
+medita en asunto tan grave como aqu&eacute;l por vez primera en su vida. Elev&eacute;
+los pensamientos por encima de las enriscadas barreras del valle, y le
+llev&eacute; lejos, muy lejos de Tablanca; cerr&eacute; los ojos, acud&iacute; a los
+repuestos de la memoria, y fui extrayendo de ella una verdadera legi&oacute;n
+de im&aacute;genes, a las que hice desfilar despu&eacute;s, una a una, por delante de
+m&iacute;. Cuando hubo pasado la &uacute;ltima figura de esta bizarra procesi&oacute;n, volv&iacute;
+con el pensamiento a las montunas realidades de Tablanca... y me llev&eacute;
+las manos a la cabeza, como quien se percata de que ha estado colm&aacute;ndola
+de disparates para obtener ideas salvadoras. Apagu&eacute; la linterna de mis
+cavilaciones y, &iexcl;oh sorpresa!, con el &uacute;ltimo rayo de su luz vi pasar
+r&aacute;pidamente por los t&eacute;rminos ofuscados de la imaginaci&oacute;n, una nueva e
+inesperada imagen que parec&iacute;a llevar en s&iacute; la virtud de resolver todas
+las dificultades del conflicto. Pero... Y acab&eacute; por hacerme cruces y
+echarme a re&iacute;r.</p>
+
+<p>Ri&eacute;ndome estaba a&uacute;n cuando entr&oacute; Neluco.</p>
+
+<p>&mdash;As&iacute; me gusta verle a usted&mdash;me dijo&mdash;, y no con la triste catadura de
+estos d&iacute;as atr&aacute;s.</p>
+
+<p>&mdash;Pues a ella volveremos, amigo Neluco&mdash;le respond&iacute;&mdash;, si Dios no hace
+el milagro que le pido.</p>
+
+<p>&mdash;Sin embargo, usted se re&iacute;a ahora...</p>
+
+<p>&mdash;La risa del conejo...</p>
+
+<p>&mdash;No insisto&mdash;repuso el m&eacute;dico&mdash;, porque no quiero que me tenga usted
+por imprudente; pero le aseguro que, sin ese temor, m&aacute;s de dos veces le
+hubiera preguntado, en estos &uacute;ltimos d&iacute;as, por los motivos de un
+desaliento que no ha podido usted disimular.</p>
+
+<p>Despertaba esta declaraci&oacute;n de Neluco la idea, no dormida enteramente en
+m&iacute;, de confesarme con &eacute;l, como Facia se hab&iacute;a confesado conmigo. Pod&iacute;a
+esperar mucho de los consejos de su experiencia, y, en &uacute;ltimo caso, el
+alivio que da en las apreturas del &aacute;nimo el recurso de departir sobre
+ellas con un amigo de buen entendimiento.</p>
+
+<p>&mdash;Precisamente&mdash;le respond&iacute; arm&aacute;ndome de resoluci&oacute;n&mdash;, ten&iacute;a yo grandes
+deseos de echar un p&aacute;rrafo con usted sobre los mismos particulares.
+Conque, ahora o nunca.</p>
+
+<p>Cerr&eacute; la puerta de mi gabinete, sent&aacute;monos los dos con la mesita entre
+ambos, y comenc&eacute; a hablarle de esta manera:</p>
+
+<p>&mdash;Ha de saber usted, amigo Neluco, que desde que volvieron a reinar el
+orden y el silencio en esta casa, despu&eacute;s de muerto y sepultado mi t&iacute;o,
+yo no s&eacute; en qu&eacute; invertir las horas que me sobran dentro de ella... Me
+parecen interminables, no veo el modo de mejorarlas y me asusta lo
+porvenir con una perspectiva semejante. Esta es la verdad de lo que me
+sucede; le tengo a usted por buen amigo, y a usted se la declaro.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Para qu&eacute;?&mdash;me pregunt&oacute; el m&eacute;dico, muy serenamente, despu&eacute;s de
+contemplarme en silencio unos instantes.</p>
+
+<p>&mdash;Por lo pronto&mdash;le respond&iacute;&mdash;, para que usted la conozca, y despu&eacute;s,
+para que, si lo tiene a bien, me ayude con su autorizado consejo.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;A qu&eacute;?&mdash;volvi&oacute; a preguntarme con la misma serenidad de antes.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Pues me gusta la ocurrencia, caramba!&mdash;exclam&eacute; yo un tanto picado por
+aquel modo de acorralarme, que se parec&iacute;a mucho a una broma algo
+pesada&mdash;. &iquest;Qu&eacute; se entiende aqu&iacute; por ayudar a un hombre que perece en el
+fondo de un precipicio?</p>
+
+<p>&mdash;Perdone usted&mdash;replic&oacute; el m&eacute;dico&mdash;; pero o yo no estoy en mis cabales,
+o el caso que me cita por ejemplo, no es aplicable enteramente al caso
+particular de usted. El que se halla en el fondo de un precipicio, no
+puede tener otro deseo que el de salir y alejarse de &eacute;l; y a usted, en
+la situaci&oacute;n en que hoy se encuentra, se le puede servir de dos maneras:
+ayud&aacute;ndole a salir de ella, o trabajar para hac&eacute;rsela soportable y hasta
+divertida. Ahora usted dir&aacute; de cu&aacute;l de estos dos extremos se trata.</p>
+
+<p>&mdash;Del que mejor le parezca a usted&mdash;le dije&mdash;, o de los dos juntos... En
+fin, p&oacute;ngase usted en mi caso, y h&aacute;bleme con franqueza.</p>
+
+<p>&mdash;Pues con franqueza le digo&mdash;repuso el m&eacute;dico que no me extra&ntilde;a lo que
+le sucede a usted. Lo esperaba... Entend&aacute;monos: esperaba que muerto don
+Celso y solo usted en su casa, hab&iacute;a de parecerle &eacute;sta m&aacute;s grande, m&aacute;s
+negra y m&aacute;s triste que antes, y el tiempo que pasara en ella, muy largo
+y enojoso. Nada m&aacute;s natural en un hombre de los gustos, de la educaci&oacute;n
+y de los antecedentes mundanos de usted. Lo que no esperaba es que
+llegaran sus desalientos al extremo a que, por lo visto, han llegado...
+Pues mire usted, se&ntilde;or don Marcelo: ni por cortes&iacute;a siquiera le aconsejo
+a usted que, para distraer su fastidio, se largue enseguida de Tablanca;
+consejo que, o yo no s&eacute; leer fisonom&iacute;as o es el que m&aacute;s hab&iacute;a usted de
+agradecerme. Y no se le doy, porque estoy segur&iacute;simo de que si se
+largara usted en la situaci&oacute;n de &aacute;nimo en que se encuentra ahora, no
+volver&iacute;a por ac&aacute; en todos los d&iacute;as de su vida.</p>
+
+<p>&mdash;Hombre&mdash;respond&iacute; yo cogido por la mitad de lo cierto&mdash;, eso es mucho
+decir.</p>
+
+<p>&mdash;Ni m&aacute;s ni menos que lo justo&mdash;replic&oacute; el m&eacute;dico&mdash;, porque es la pura
+verdad; y usted no puede ni debe hacer eso, aunque echemos en olvido
+cierta promesa y hasta lo solemne de la ocasi&oacute;n en que fue ratificada;
+porque usted nada tiene que hacer en ese mundo que le tienta, y aqu&iacute; s&iacute;;
+porque all&aacute;&mdash;y dispense la franqueza&mdash;, a pesar de sus merecimientos
+personales, no pasar&iacute;a de ser uno m&aacute;s en el mont&oacute;n de los an&oacute;nimos, y
+aqu&iacute; desempe&ntilde;ar&iacute;a un papel mucho m&aacute;s lucido, no por el relumbr&oacute;n de su
+jerarqu&iacute;a, sino por la condici&oacute;n ben&eacute;fica del cargo. Nada de esto quiere
+decir que est&eacute; usted obligado a sepultarse aqu&iacute; perpetuamente: al
+contrario, yo ser&iacute;a el primero en aconsejarle que no lo hiciera; que de
+vez en cuando traspusiera esas cumbres para echar una cana al aire, bien
+seguro de que esas correr&iacute;as, hechas por un hombre del entendimiento y
+de la cultura y de los caudales de usted, hab&iacute;an de lucir al fin y al
+cabo en beneficio de este valle. Mas para llegar a ese extremo, es
+decir, para que pueda yo excitarle a que se vaya, es preciso asegurarle
+aqu&iacute; antes con algo que le sirva de cebo para volver, por natural y
+espont&aacute;neo movimiento de su coraz&oacute;n... En una palabra, tiene usted que
+aclimatarse de nuevo a esta casa y a esta tierra, y a estos hombres,
+tales y como hab&iacute;an llegado a parecerle, a la muerte de su t&iacute;o don
+Celso.</p>
+
+<p>&mdash;Pero, hombre de Dios&mdash;exclam&eacute; yo aqu&iacute;&mdash;, si precisamente es &eacute;se mi
+dedo malo; si todo eso que usted me dice parece pensado con mis propios
+pensamientos y dicho con mi propia lengua; si yo no deseo otra cosa que
+apegarme a este terru&ntilde;o y cogerle todo el amor que usted le tiene; pero
+&iquest;c&oacute;mo? &iquest;con qu&eacute;? Este es el caso. Vivo mi t&iacute;o, la obligaci&oacute;n, convertida
+en gusto ya, de acompa&ntilde;arle, me entreten&iacute;a, y con ello, todo cuanto le
+rodeaba; muerto &eacute;l, me falta aquel recurso poderoso, me pierdo en el
+vac&iacute;o de esta casa, y me abruman las eternas horas que paso en ella
+buscando la manera de abreviarlas. Continuar su obra ben&eacute;fica.
+Enhorabuena. Esto es f&aacute;cil y hermoso de decir; pero es muy vago y no
+resuelve nada, y lo que yo necesito es algo m&aacute;s concreto, m&aacute;s pr&aacute;ctico y
+del momento. Si se tratara, verbigracia, de cortar camisas para los
+pobres o de ense&ntilde;ar la doctrina a los muchachos, yo me pasar&iacute;a los d&iacute;as
+enteros manejando, las tijeras o injiriendo el Padre Astete en las
+cabezas de estos motilones; pero no se trata de eso ni de cosa parecida:
+la obra de mi t&iacute;o no da qu&eacute; hacer a cada instante ni a cada hora.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;C&oacute;mo que no?&mdash;interrumpi&oacute;me Neluco&mdash;. &iquest;La conoce usted a fondo por si
+acaso?</p>
+
+<p>&mdash;No, se&ntilde;or&mdash;le respond&iacute;.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y le parece a usted&mdash;a&ntilde;adi&oacute;&mdash;poco entretenimiento el de estudiarla de
+ese modo, no s&oacute;lo para conocerla, sino para mejorarla? Porque a usted le
+hemos de exigir tambi&eacute;n&mdash;prosigui&oacute; el mediquito brome&aacute;ndose&mdash;, que la
+mejore, y la mejorar&aacute; seguramente.</p>
+
+<p>&mdash;Santo y bueno&mdash;dije yo siguiendo el tono que me daba Neluco&mdash;: la
+mejorar&eacute; si ustedes se empe&ntilde;an. Pero&mdash;a&ntilde;ad&iacute; formaliz&aacute;ndome de veras&mdash;,
+ese estudio que me recomienda usted, hasta para entretenimiento de las
+horas de estos d&iacute;as, &iquest;c&oacute;mo le hago? &iquest;por d&oacute;nde comienzo?</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y para cu&aacute;ndo&mdash;replic&oacute; Neluco&mdash;son los buenos amigos y los
+competentes consejeros? &iquest;En qu&eacute; ocupaci&oacute;n m&aacute;s agradable ni m&aacute;s honrosa
+podr&iacute;a usted emplearnos?... y perdone la inmodestia con que me sumo con
+ellos... Y ya que de esto se trata y estoy autorizado por usted para
+hablarle con franqueza, he de decirle que adem&aacute;s de este estudio, del
+que no puede usted prescindir, hay otra ocupaci&oacute;n m&aacute;s del momento
+todav&iacute;a, en la que debi&oacute; de habernos empleado d&iacute;as hace... y no nos ha
+empleado usted, con gran extra&ntilde;eza nuestra; con lo cual ha perdido un
+excelente recurso para matar horas sobrantes... Pensaba yo que, aunque a
+usted le sobraba el dinero al venir a Tablanca, hab&iacute;a de picarle un poco
+la curiosidad de conocer de vista las haciendas de aqu&iacute;, heredadas de
+don Celso, y el organismo, vamos al decir, de los tratos y contratos con
+sus llevadores, y algo m&aacute;s, a este tenor, que no deja de ofrecer su lado
+patriarcal, y por ende, interesante y pintoresco para un hombre como
+usted. Con el pretexto de verlo con los propios ojos, se deja la c&aacute;rcel
+que abruma y entristece, se respira el aire libre y se renuevan las
+ideas y se esparce el &aacute;nimo encogido. Con la contemplaci&oacute;n de lo visto
+as&iacute;, nacen pensamientos que se comunican, por de pronto, con quienes nos
+rodean, y dan materia abundante para discurrir despu&eacute;s si estamos solos,
+o para departir con inter&eacute;s gustoso si estamos acompa&ntilde;ados de amigos que
+nos quieren bien. La propiedad, por peque&ntilde;a que sea, tiene esa virtud, y
+si es reci&eacute;n adquirida, en m&aacute;s alto grado. &iexcl;Fig&uacute;rese usted si durante
+estos d&iacute;as en que tan soberanamente se ha aburrido y tan hermoso se ha
+mostrado el tiempo, nos hubieran faltado motivos de excursiones y temas
+de conversaci&oacute;n y andamiajes de proyectos! Vamos, que parece mentira que
+ni por instinto de conservaci&oacute;n se le haya ocurrido a usted una cosa tan
+hacedera y conveniente, y haya preferido entregarse atado de pies y
+manos a las inclemencias de su carcelero. Pero todav&iacute;a no es tarde para
+subsanar esta equivocaci&oacute;n. Le acompa&ntilde;aremos a usted por esos campos
+mientras el tiempo lo consienta; veremos y hablaremos lo que a usted le
+importa ver y de lo que le interesa hablar; continuaremos aqu&iacute; despu&eacute;s
+las conversaciones de afuera, y se apuntar&aacute;n o se discutir&aacute;n y se
+reformar&aacute;n c&aacute;lculos y proyectos, aunque alguna vez resulten castillos en
+el aire. Esto, por de pronto. Mucho de lo dem&aacute;s, vendr&aacute; ello solo a
+meterse por las puertas de esta casa... Por ejemplo: dentro de pocos
+d&iacute;as, porque ya estamos en el mes de hacerlo as&iacute;, ver&aacute; usted ir llegando
+la falange de sus colonos y aparceros a pagarle las &laquo;rentas&raquo; que le
+deben, unos en ma&iacute;z, en casta&ntilde;as o en dinero; otros en las tres especies
+juntas, y algunos con las manos en los bolsillos desocupados, para que
+usted les provea de lo que m&aacute;s necesitan. As&iacute; ir&aacute; usted conociendo, poco
+a poco, hasta el pie de que cojean, y descubriendo el camino por donde
+ha de llegar hasta la entra&ntilde;a misma del misterio... Am&eacute;n de esto, &iquest;por
+qu&eacute; no ha de volver usted a sus saludables correr&iacute;as de antes? Ah&iacute; est&aacute;
+Chisco, m&aacute;s animoso y ufano a&uacute;n que entonces, porque ha mejorado
+fortuna, y doblemente apegado a usted por las larguezas que con &eacute;l ha
+tenido; ah&iacute; est&aacute; Chorcos suspirando todav&iacute;a, aunque no tanto como por la
+hija de Facia, por aquellas aventuras montaraces, y aquellos tragos de
+licor tan confortantes, y aquellos agasajos tan frecuentes... y aqu&iacute;
+estoy yo, finalmente, para cuando quiera disponer de m&iacute;; y lo mismo le
+dir&aacute; don Sabas de s&iacute; propio, y cada uno de los habitantes de este
+pueblo... Otro ejemplo m&aacute;s. A la hora menos pensada ver&aacute; usted reto&ntilde;ar
+en el campo los preludios de la primavera; hallar&aacute; la tierra enjuta y
+salpicada de florecillas esmaltadas; aspirar&aacute; la fragancia de los montes
+y de los prados, y quiz&aacute; se fije en que ya es hora de mover la tierra...
+pinto el caso, de este huerto, y aun de cultivarle mejor de lo que se ha
+cultivado hasta hoy; y con esos fines, llama usted a los obreros, hasta
+por el gusto de pagarles el jornal; y los manda que caven; y seg&uacute;n le
+van obedeciendo, se va usted emborrachando con el olor de la tierra
+removida, que es el olor de los olores agradables, y piensa en nuevas y
+variadas plantaciones, y hasta esboza un proyecto de jard&iacute;n en el rinc&oacute;n
+m&aacute;s abrigado... Y quien dice mejorar el huerto, dice retejar la casa o
+reparar sus achaques interiores... en fin, que nunca faltan quehaceres
+al hombre que se empe&ntilde;a en tenerlos, aunque sea en las soledades de
+Tablanca... Y &iquest;para qu&eacute; se quiere el dinero?</p>
+
+<p>Aqu&iacute; hizo un alto Neluco y se qued&oacute; mir&aacute;ndome fijamente como en espera
+de mi contestaci&oacute;n. No tard&eacute; en d&aacute;rsela.</p>
+
+<p>&mdash;Todo ese cuadro que acaba usted de trazarme&mdash;le dije&mdash;, me enamora y
+me seduce... como pintado en un papel. Mas quiero dar por supuesto que
+es la pura realidad. Ya tengo en mis manos el remedio contra el fastidio
+de unos cuantos d&iacute;as... de una buena temporada, si usted quiere.
+Corriente. Pero &iquest;Y despu&eacute;s? Cuando no pueda voltejear por la monta&ntilde;a, ni
+remover la tierra de mi huerto, ni tenga negocios que tratar con mis
+colonos, y usted est&eacute; ocupado en sus quehaceres profesionales, y don
+Sabas en los de su ministerio, y vuelvan las celliscas desatadas, y las
+horas sin fin, y las noches eternas, &iquest;qu&eacute; me hago yo en las soledades de
+este palomar, sin la naturaleza y las aficiones de mi t&iacute;o, o de don
+Sabas o de usted?</p>
+
+<p>&mdash;Es que yo cuento&mdash;me replic&oacute; Neluco&mdash;, con que le basten y le sobren
+para atarle a Tablanca, de tal modo que se le pueda dar licencia para
+que se ausente del valle sin el temor de que no vuelva a &eacute;l, esos
+entretenimientos y otros tales, si llega usted a tomarles gusto...
+Despu&eacute;s, &iexcl;qu&eacute; demonio! es hasta pecado mortal decirle a un hombre del
+talento y de la experiencia de usted, c&oacute;mo se sortean las horas
+sobrantes en la vida, que todos pasamos. Lo principal es la base de la
+ocupaci&oacute;n: las lagunas de ella se colman como se puede. Para eso es el
+entendimiento que a usted no le falta... Y, por &uacute;ltimo, si con los
+recursos de &eacute;l no consigue lo que busca, todav&iacute;a le queda el de ligarse
+al terru&ntilde;o &eacute;ste con v&iacute;nculos de tal resistencia, que s&oacute;lo la muerte
+pueda romperlos.</p>
+
+<p>&mdash;Los v&iacute;nculos... matrimoniales, vamos&mdash;le interrump&iacute;&mdash;. &iquest;A qu&eacute; andarnos
+con met&aacute;foras?</p>
+
+<p>&mdash;Cabalmente&mdash;replic&oacute; el m&eacute;dico.</p>
+
+<p>&mdash;Pues lo dicho&mdash;a&ntilde;ad&iacute; yo&mdash;. Est&aacute; usted pensando con mi propio caletre y
+hablando con mi misma lengua. Tambi&eacute;n se me hab&iacute;a ocurrido esa salida un
+momento hace.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;En serio?</p>
+
+<p>&mdash;O en hip&oacute;tesis.</p>
+
+<p>&mdash;No es lo mismo. &iquest;Y por qu&eacute; no ha de hab&eacute;rsele ocurrido en serio? Est&aacute;
+usted en la mejor edad para casarse, es rico, ha corrido el mundo, tiene
+la experiencia de &eacute;l, est&aacute; hu&eacute;rfano y solo y a centenares de leguas del
+&uacute;nico deudo cercano que le queda, y tan sobrado de caudales como usted.
+&iquest;Para qu&eacute; demonios quiere el suyo y la larga vida que tiene por delante,
+sino para reconstruir la familia que ha perdido y dejar en la tierra,
+cuando la abandone para siempre, alguien que le cierre los ojos con
+cari&ntilde;o y le llore de todo coraz&oacute;n?</p>
+
+<p>&mdash;Y usted&mdash;respond&iacute; a Neluco medio en serio y medio en chanza&mdash;, que ve
+y siente todas esas cosas tan bonitas, que yo no veo ni echo en falta,
+como de urgente necesidad, &iquest;por qu&eacute; no me ha dado ya el ejemplo?</p>
+
+<p>&mdash;Porque son casos muy distintos el de usted y el m&iacute;o, se&ntilde;or don
+Marcelo&mdash;d&iacute;jome a esto Neluco&mdash;. Yo empiezo a vivir ahora, necesito
+trabajar, y trabajar mucho, para ganar el pedazo de pan que como; y
+adem&aacute;s, ni me aburro en la soledad en que vegeto, ni me tientan, como a
+usted, las seducciones de &laquo;all&aacute; afuera&raquo;, ni conmigo ha de extinguirse mi
+apellido aunque yo muera solter&oacute;n... &iexcl;Pero si me viera en el pellejo de
+usted!...</p>
+
+<p>&mdash;Con verte y sin verte de ese modo&mdash;dije yo para m&iacute;, contemplando al
+m&eacute;dico con ojos de malicia&mdash;, no has de tardar mucho en caer del lado a
+que te inclinas, marrullero&mdash;y a&ntilde;ad&iacute; en voz alta&mdash;: Pues supongamos,
+amigo Neluco, que yo, por pensar como piensa usted, o por vocaci&oacute;n
+verdadera, o por eso que se llama raz&oacute;n de estado, resuelvo casarme...
+para vivir aqu&iacute;, por supuesto, aunque no sea perpetuamente. Natural es
+que yo busque una compa&ntilde;era adecuada a mis condiciones... Y en este
+caso, &iquest;me quiere usted decir, se&ntilde;or casamentero, con qu&eacute; cara ni con qu&eacute;
+conciencia ofrezco yo a ninguna mujer, entre todas las que conozco, este
+presidio por recompensa de la dicha que yo voy buscando en el intento de
+casarme con ella?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Pues eso s&oacute;lo le faltaba a usted!&mdash;exclam&oacute; aqu&iacute; Neluco llev&aacute;ndose las
+manos a la cabeza, como yo me las hab&iacute;a llevado poco antes y con el
+propio motivo&mdash;. Con una compa&ntilde;era de esa estofa no vivir&iacute;a usted aqu&iacute;
+en santa paz media semana. Mil veces peor que la enfermedad ser&iacute;a la
+medicina.</p>
+
+<p>&mdash;Y siendo esto, como lo es&mdash;repuse&mdash;, &iquest;de qu&eacute; traza ha de ser, y de
+d&oacute;nde, la mujer que yo busque para casarme con ella? &iquest;Quiere usted que
+apechugue con una mozona de Tablanca?</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Y no hay m&aacute;s mujeres en el mundo&mdash;dijo con entereza el mediquillo&mdash;,
+que las mozonas de Tablanca y las se&ntilde;oras de Madrid? Procure usted,
+se&ntilde;or don Marcelo&mdash;a&ntilde;adi&oacute; en tono de la mayor sinceridad&mdash;, que la mujer
+elegida para compartir con usted el se&ntilde;or&iacute;o de esta casa, se considere
+muy honrada y gananciosa en ello: con esto basta, y no dude que las de
+esta condici&oacute;n abundan a nuestro alcance. El asunto no es pu&ntilde;alada de
+p&iacute;caro: da tiempo para discurrir, para andar y para ver... y &iexcl;qu&eacute;
+demonio, hombre!&mdash;exclam&oacute; de pronto con inusitada vehemencia&mdash;, puesto
+que hablamos ya en serio, y para que vea que no fantaseo yo en lo que
+afirmo, v&aacute;lgale este ejemplo que ahora se me viene a la memoria: &iquest;quiere
+usted belleza y ternura y bondad y delicadezas de sentimiento, y cuanto
+se pueda pedir, menos la cultura refinada de los salones, en una sola
+pieza, en una mujer modelo, aun para un hombre como usted? Pues bien
+cerca la tenemos: Lita. Conque an&iacute;mese usted a pretenderla.</p>
+
+<p>Me qued&eacute; estupefacto. &iquest;Era aquello broma? &iquest;Era abnegaci&oacute;n? &iquest;Era arranque
+patri&oacute;tico? Le declar&eacute; mi asombro, y me dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Desde que vino usted a Tablanca, est&aacute; empe&ntilde;ado en ver visiones a ese
+prop&oacute;sito. Lo s&eacute; por algo que usted me ha dicho y otro poco que ha
+dejado traslucir. En una ocasi&oacute;n le pint&eacute; la casta y los motivos del
+cari&ntilde;o que nos tenemos los dos. Lo que entonces le dije era la pura
+verdad, y la mejor prueba de ello, lo que acabo de proponerle y tanto
+asombro le ha causado. Crea usted que con todo lo que le estimo y le
+considero, no llevar&iacute;a mi abnegaci&oacute;n hasta el punto de brindarle con
+prenda de tan alto valer, si fuera m&iacute;a en el sentido que usted se hab&iacute;a
+imaginado. Esto sin contar con que, aun sin ese so&ntilde;ado compromiso, sabe
+Dios lo que la hu&eacute;speda pensar&iacute;a de estas cuentas, si nos estuviera
+escuchando por el ojo de esa cerradura.</p>
+
+<p>Instintivamente volv&iacute; los ojos hacia la puerta. Entonces solt&oacute; una
+carcajada Neluco, y comprend&iacute; que no sab&iacute;a yo llevar la broma con la
+frescura que el caso requer&iacute;a.</p>
+
+<p>Cambi&oacute; discretamente de conversaci&oacute;n el m&eacute;dico; dimos poco despu&eacute;s unas
+vueltas por la salona, hablando... no recuerdo de qu&eacute; trivialidades;
+fuese al cabo de un corto rato, y qued&eacute;me otra vez solo; pero &iexcl;cosa
+extra&ntilde;a! sin inquietudes ni tristezas.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XXXII" id="XXXII"></a>XXXII</h2>
+
+
+<p>&iexcl;Vaya si me dio que pensar la ocurrencia de Neluco! Est&aacute; visto que el
+mayor inter&eacute;s de las cosas no depende de las cosas mismas, sino de sus
+circunstancias y accidentes. Aquel mismo pensamiento, expresado en voz
+alta por el m&eacute;dico, hab&iacute;a pasado en silencio por mi mente poco antes sin
+dejar en ella el menor rastro... Cierto, de toda verdad. Pero &iquest;de qu&eacute;
+hab&iacute;a nacido el obstinado empe&ntilde;o que yo tuve desde que llegu&eacute; a Tablanca
+y conoc&iacute; a la nieta de don Pedro Nolasco, en averiguar &laquo;lo que hab&iacute;a&raquo;
+entre ella y Neluco, dando por supuesto que &laquo;hab&iacute;a algo...&raquo; y que
+tijeretas han de ser? Al fin y al cabo, &iquest;qu&eacute; me importaba a m&iacute; que lo
+hubiera o no lo hubiera? H&iacute;ceme estas preguntas, porque enlazando sus
+motivos con el efecto que me hab&iacute;a causado la inesperada ocurrencia del
+empecatado mediquillo, cab&iacute;a suponer la existencia, en que jam&aacute;s hab&iacute;a
+cre&iacute;do, de ciertas corrientes misteriosas por lo m&aacute;s hondo e inexplorado
+del coraz&oacute;n... De todas maneras, existieran o no esas corrientes, el
+coincidir Neluco y yo, por impulso propio y espont&aacute;neo, en un punto tan
+singular y concreto; yo esbozando la idea mentalmente, y &eacute;l, como si me
+la hubiera le&iacute;do en el cerebro, present&aacute;ndomela despu&eacute;s con visos de
+realidad, era sobrado motivo para consagrar al caso toda la atenci&oacute;n que
+yo estaba consagr&aacute;ndole. No se dan todos los d&iacute;as, en situaciones
+semejantes, coincidencias de ese calibre.</p>
+
+<p>Ello fue que me pas&eacute; las horas muertas desmenuzando la insinuaci&oacute;n
+inesperada del m&eacute;dico y someti&eacute;ndola, por fragmentos impalpables, a la
+fuerza de un an&aacute;lisis escrupuloso. As&iacute; llegu&eacute; hasta la felon&iacute;a de
+sospechar del desinter&eacute;s de Neluco, crey&eacute;ndole capaz de haberme apuntado
+la idea, de acuerdo con la interesada, o con su madre siquiera. Pero me
+bast&oacute; un instante de reflexi&oacute;n para desvanecer el recelo, con verg&uuml;enza
+de haber ca&iacute;do en &eacute;l.</p>
+
+<p>En todas las edades de la vida tenemos los hombres algo de ni&ntilde;os, y
+siempre hay un &laquo;juguete&raquo; que nos llega cuando y por donde menos lo
+pensamos, que nos sorprende y nos encanta y nos preocupa, y hasta &laquo;nos
+hace buenos...&raquo; y adem&aacute;s tontos. D&iacute;golo porque no solamente me pas&eacute; el
+resto de aquella tarde y una buena parte de la noche dando vueltas al
+que me hab&iacute;a regalado Neluco, para &laquo;ver lo que ten&iacute;a dentro&raquo;, sino que
+al despertarme al otro d&iacute;a, lo primero que se me meti&oacute; entre los cascos
+del meollo fue la duda de si era o no la nieta del gigante de la
+Casta&ntilde;alera tan guapa y tan donosa en realidad como el m&eacute;dico me la
+hab&iacute;a pintado y la hab&iacute;a visto yo cuando me interesaba menos que
+entonces; y con esta duda, el prop&oacute;sito firme de ir a aclararla con mis
+propios ojos en cuanto me levantara... &laquo;Porque&mdash;lo que yo me dec&iacute;a&mdash;, no
+es que me importe dos cominos, en definitiva, la aclaraci&oacute;n; no es que
+me llegue al alma por ninguna parte la persona, pero me interesa mucho
+el caso. Se trata de un supuesto que pudiera realizarse el mejor d&iacute;a, y
+es de suma necesidad verlo, pesarlo y medirlo todo minuciosamente y a
+tiempo, para evitar ulteriores e irremediables desencantos.&raquo;</p>
+
+<p>Y como lo pens&eacute; lo hice... y aun hice m&aacute;s de lo pensado; porque me
+esmer&eacute; en el ropaje como nunca me hab&iacute;a esmerado all&iacute;... y hasta me di
+&laquo;brillantina&raquo; en la barba.</p>
+
+<p>Encontr&eacute; a Lituca de la misma traza que cuando la conoc&iacute; y como la hab&iacute;a
+visto muchas veces mientras vivi&oacute; en mi casa, de trapillo y trajinando;
+con un chal de abrigo cruzado en el pecho y anudado atr&aacute;s, despeinada y
+con una bayeta en la mano, dale que le das para despolvorear los
+muebles, y soba que soba para sacarles brillo. Se sorprendi&oacute; mucho al
+verme &laquo;tan temprano y tan <i>peripuesto</i> al cabo de d&iacute;as y d&iacute;as sin
+dejarme ver de nadie&raquo;, y temi&oacute; que aquella inesperada visita fuera &laquo;para
+cosa mala&raquo;. &iquest;Estaba enfadado con ellas? &iquest;Me hab&iacute;an dado, sin querer,
+motivo para estarlo? Todo esto me lo dijo en su lengua pintoresca y
+armoniosa, suspendiendo su trabajo, arregl&aacute;ndose con la mano libre,
+blanqu&iacute;sima y rechoncha, los desordenados cabellos que le coronaban la
+frente, y sonriendo con la boca, con los ojos parlanchines y con los dos
+hoyuelos de sus carrillitos sonrosados. Me vi mal para responderla en el
+tono que ped&iacute;a la situaci&oacute;n; porque la referencia a lo de ir yo tan
+compuesto, me ruboriz&oacute; un poquillo como si me hubiera descubierto una
+flaqueza indigna de un hombre corrido por el mundo. Esto del ropaje lo
+expliqu&eacute; con la raz&oacute;n del luto que estaba obligado a llevar y no me
+permit&iacute;a salir de casa con los holgados y alegres vestidos de costumbre.
+Lo de que mi visita fuera &laquo;para cosa mala&raquo; por las se&ntilde;as de aquellos
+h&aacute;bitos ceremoniosos, necesitaba una aclaraci&oacute;n, y se la ped&iacute; a Lituca.
+H&iacute;zomela diciendo que la cosa mala en que ella hab&iacute;a pensado de pronto,
+era una despedida para lejanas tierras, por no tener ya quehaceres en
+aqu&eacute;llas tan tristonas para m&iacute;. &iexcl;Pensar yo en irme entonces de
+Tablanca!... Pod&iacute;a jurar que nunca me hab&iacute;a visto m&aacute;s apegado al valle.
+Pero &iquest;por qu&eacute; mi ausencia de &eacute;l era calificada por ella de cosa mala?</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Otra, se&ntilde;or!&mdash;respondi&oacute; a esto con la naturalidad m&aacute;s encantadora&mdash;.
+&iquest;Quiere que tenga por cosa buena el perder de vista a una persona como
+ust&eacute;?... &iexcl;Mire que hasta le he comido el pan!</p>
+
+<p>Solt&oacute; aqu&iacute; una risotada de las que sol&iacute;a, y me pidi&oacute; permiso para ir a
+arreglarse un poco, &laquo;porque no estaba su ver para cabayero tan
+principal&raquo;, llamando enseguida a su madre para que me acompa&ntilde;ara
+mientras tanto. Que viniera su madre, santo y bueno; pero que fuera ella
+a vestirse y acicalarse, de ning&uacute;n modo... No lo pod&iacute;a consentir. O
+hab&iacute;a o no hab&iacute;a franqueza entre convecinos y hasta comparientes tan
+&iacute;ntimos como nosotros. Cabalmente (esto no se lo dije a ella) estaba yo
+goz&aacute;ndome en admirar, desde que hab&iacute;a entrado, el extraordinario relieve
+que adquir&iacute;an los encantos de su hechicera persona sobre el fresco,
+limpio y airoso desali&ntilde;o que la envolv&iacute;a. A pu&ntilde;o cerrado cre&iacute;a que
+Neluco y yo nos hab&iacute;amos quedado cortos en la manera de verla y
+admirarla. Qued&oacute;se al fin, lleg&oacute; su madre, y entre las dos juntas me
+pusieron para pelar, por &laquo;lo olvidadas que las ten&iacute;a&raquo;. Alegu&eacute; por excusa
+de mi apartamiento ocupaciones apremiantes dentro de casa, despu&eacute;s de un
+suceso tan grave como el ocurrido en ella... Nada me vali&oacute; el recurso
+ante aquellos dos diablejos que todo lo met&iacute;an a barato. Acudi&oacute; el viejo
+Marmit&oacute;n a la algazara. Ces&oacute; &eacute;sta unos instantes, y los utilic&eacute; yo para
+averiguar c&oacute;mo andaba el gigant&oacute;n desde que no nos ve&iacute;amos. Andaba &laquo;tal
+cual&raquo; seg&uacute;n el interesado, y mucho mejor que eso seg&uacute;n Mari Pepa...
+&laquo;porque &iexcl;com&iacute;a el bendito, que no hab&iacute;a con qu&eacute; llenarle!&raquo;.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Eso s&iacute;, gracias a Dios!&mdash;confirm&oacute; el aludido con su vozarr&oacute;n de
+siempre.</p>
+
+<p>Est&aacute;bamos ya en la sala; sent&aacute;monos todos, y empez&oacute; a enjuiciarse la
+visita. Evoc&aacute;ronse por las mujeres los recuerdos de los trajines pasados
+en aquellos d&iacute;as tan tristes, y aprovech&eacute; la ocasi&oacute;n para ponderar la
+soledad en que me hab&iacute;a quedado y lo que las echaba de menos en casa...
+Y no s&eacute; a punto fijo de qu&eacute; modo se fue enredando desde aqu&iacute; la
+conversaci&oacute;n, porque yo me mezclaba en ella maquinalmente con la
+palabra, mientras ten&iacute;a los pensamientos en Lita que estaba enfrente de
+m&iacute;. Pero unos pensamientos muy extra&ntilde;os. Una vez me la imagin&eacute; vestida
+con todos los perifollos de las elegantes de Madrid, y me produjo la
+visi&oacute;n de lo imaginado tan deplorable efecto, que di un respingo en la
+silla. Me parecieron una profanaci&oacute;n aquellos arrequives en tal cuerpo
+que no hab&iacute;a sido formado para tener por fondos los artificios
+convencionales de la ciudad, sino los inmutables y grandiosos escenarios
+de la Naturaleza.</p>
+
+<p>Por &eacute;ste y otros derroteros semejantes iban mis pensamientos volando a
+mi placer... hasta que me asalt&oacute; de repente el recuerdo de aquella
+salvedad que hab&iacute;a hecho Neluco por remate de la &laquo;cuenta&raquo; que estuvimos
+ech&aacute;ndonos los dos la v&iacute;spera por la tarde. Pod&iacute;a la &laquo;hu&eacute;speda&raquo; no estar
+conforme con ella si nos hubiera o&iacute;do ajustarla. El diablo me lleve si
+en aquel momento ten&iacute;a yo resoluci&oacute;n hecha de conducir a t&eacute;rmino plan
+alguno relacionado con la aprobaci&oacute;n de nuestros c&aacute;lculos; y, sin
+embargo, la duda surgida de repente en presencia de la &laquo;hu&eacute;speda&raquo; misma,
+me contrari&oacute; much&iacute;simo. No es el hombre onza de oro que a todos guste
+por igual, aunque tenga muchas a buen recaudo, como yo las ten&iacute;a
+entonces; y pod&iacute;a suceder muy bien que Lituca no gustara de m&iacute; por
+especiales razones... y hasta por estar prendada de Neluco sin que &eacute;ste
+lo supiera, pues todo cab&iacute;a en el campo de los supuestos veros&iacute;miles.
+Pero &iquest;c&oacute;mo aclarar esta duda en el acto, sin descubrir el misterio de
+mis intenciones? Y, sin embargo, aquello no pod&iacute;a quedar as&iacute;; porque yo
+necesitaba tener ese hilo principal en la mano para tirar de &eacute;l cuando
+me diera la gana, o para no tirar nunca si me conven&iacute;a m&aacute;s. Ego&iacute;smo puro
+y rebeld&iacute;as insanas del amor propio contrariado; y como siempre que un
+hombre, por corrido que sea, se halla en estas situaciones de &aacute;nimo, lo
+primero que pierde es el sentido com&uacute;n, barruntando yo que iba a cometer
+all&iacute; alguna majader&iacute;a gorda si me dejaba dominar un poquito m&aacute;s del
+prurito que empezaba a consumirse, di un recorte a la conversaci&oacute;n que
+segu&iacute;a maquinalmente, y por terminada la visita, con la promesa formal,
+&iexcl;vaya si lo era! de repetirla a menudo.</p>
+
+<p>Yo no s&eacute; lo que pensar&iacute;an en casa del viejo Marmit&oacute;n del desconcierto
+que debi&oacute; de notarse entre las palabras que sal&iacute;an de mi boca y las
+ideas que me retozaban en el cerebro, ni si le notaron siquiera; pero es
+un hecho que a medida que andaba hacia la casona, formando serios
+prop&oacute;sitos de ir aclarando la duda poco a poco, extrayendo del fondo de
+la cristalina fuente las pedrezuelas misteriosas con las pinzas de mi
+experiencia y el tacto de mi nativa serenidad para esas cosas, me
+maravillaba del desarrollo que hab&iacute;a alcanzado aquel arrechucho m&iacute;o, y
+de lo cercano que me hab&iacute;a puesto de cometer una ligereza impropia, no
+ya de un hombre maduro, sino de un colegial inexperto. Pero en lo
+tocante a Lituca, no enmendaba una tilde de lo convenido. Era de lo m&aacute;s
+mono y hechicero que pod&iacute;a buscarse en estampa y en car&aacute;cter de mujer; y
+adem&aacute;s, lista y sensible y buena, sin contar lo de hacendosa y h&aacute;bil.
+Gran barro, indudablemente, para formar una compa&ntilde;era a su gusto un Ad&aacute;n
+como yo, en un para&iacute;so de la catadura de Tablanca.</p>
+
+<p>Quiere decirse, y as&iacute; es la pura verdad, que aunque pas&oacute; en breves horas
+el arrechucho que me hab&iacute;a sacado de mis ordinarios quicios, no se llev&oacute;
+consigo la idea pl&aacute;cida que le hab&iacute;a engendrado. Al contrario, me la
+dej&oacute; en la mente, cristalizada y luminosa, irradiando sus destellos
+peregrinos sobre todo cuanto me rodeaba, como el suave resplandor del
+crep&uacute;sculo que aparece sobre el horizonte anunciando el espl&eacute;ndido sol
+que viene detr&aacute;s. Ser&iacute;a pueril, inocente, a los ojos de un mundano muy
+corrido, aqu&eacute;l mi estado psicol&oacute;gico; pero lo cierto era que ya no me
+cre&iacute;a solo ni desocupado en Tablanca, ni a oscuras, triste y en silencio
+en la casona; y esto, algo m&aacute;s val&iacute;a que la credencial de &laquo;hombre
+incombustible&raquo;, otorgada por otro, esclavo infeliz quiz&aacute; de esa y otras
+preocupaciones semejantes. Cab&iacute;a temer que tambi&eacute;n pasaran estas r&aacute;fagas
+consoladoras, como hab&iacute;a pasado el hurac&aacute;n de antes, y yo lo tem&iacute;
+seriamente; pero iban corriendo los d&iacute;as, y lejos de pasar con ellos,
+cada vez se dejaban sentir m&aacute;s halag&uuml;e&ntilde;as y me tra&iacute;an nuevas fragancias.</p>
+
+<p>Repet&iacute; las visitas a la familia de don Pedro Nolasco, porque as&iacute; se lo
+hab&iacute;a prometido en la primera de las de aquella serie; y algo debieron
+publicar de mi secreto mis ojos, o el timbre de mi voz o los &aacute;tomos del
+aire, pues sin haberse deslizado mi lengua un punto m&aacute;s all&aacute; de la raya
+que la hab&iacute;a puesto por l&iacute;mite, ya no era yo para Lituca lo que hab&iacute;a
+sido hasta entonces. Se le acobardaban los ojos enfrente de los m&iacute;os,
+era mucho m&aacute;s comedida en sus regocijadas expansiones, y le daban qu&eacute;
+hacer los frunces de su delantal cuando habl&aacute;bamos solos, tanto como las
+ideas y las palabras que emple&aacute;bamos en la conversaci&oacute;n. Estos s&iacute;ntomas,
+que se fueron acentuando al andar de mis insinuaciones puramente
+m&iacute;micas, llegaron a darme por aclarada la duda que tanto me hab&iacute;a
+carcomido, sin haber aventurado yo una sola palabra en el empe&ntilde;o: es
+decir, que se me hab&iacute;a ido a la mano el hilo que yo deseaba tener en
+ella, solo, por su propia virtud, si no era por la fuerza de la
+misteriosa corriente, en la que no pod&iacute;a menos de creer ya. En suma:
+que, o me enga&ntilde;aba mucho mi bien acreditada experiencia en esos lances,
+o pod&iacute;a tirar del hilo a mi antojo cuando me diera la gana.</p>
+
+<p>Estaba, pues, en las mejores condiciones imaginables para hacer un alto
+en mi empresa y examinar el terreno tranquilamente y a mi gusto. Sobre
+si este modo de pensar era m&aacute;s o menos honrado y decente, no me puse a
+discurrir, la verdad sea dicha. Conven&iacute;a la parada a mis prop&oacute;sitos, y
+la hice.</p>
+
+<p>No por eso dej&eacute; de frecuentar la casa del octogenario de la Casta&ntilde;alera:
+al contrario, y hasta com&iacute; con la familia dos veces en aquella
+temporada; s&oacute;lo que procuraba a menudo llevar a Lita al terreno y al
+estilo de nuestras primeras intimidades, economizando mucho las
+insinuaciones de otra casta, y us&aacute;ndolas &uacute;nicamente para conservar
+&laquo;arrimados los fuegos&raquo;.</p>
+
+<p>&iexcl;Y con qu&eacute; docilidad tan hechicera acud&iacute;a la inocente a mis llamadas!
+Tampoco este procedimiento se pasaba de noble; pero me era muy
+conveniente y con ello apaciguaba ciertos s&iacute;ntomas de rebeli&oacute;n que me
+intranquilizaban la conciencia.</p>
+
+<p>No era menos comunicativo que con la familia de Marmit&oacute;n, con don Sabas,
+con Neluco, con los sirvientes de mi casa, con mis tertulianos de
+costumbre y con el pueblo de punta a cabo; pero con nadie lo fui tanto
+como con Neluco. Me perec&iacute;a por conversar con &eacute;l; y como en estas
+intimidades se me deslizaban en la lengua algunos destellos de la luz en
+que se ba&ntilde;aban mis ideas en su escondrijo, el muy lagarto se sonre&iacute;a a
+la callada, y con bien escaso esfuerzo de ingenio iba descubri&eacute;ndome
+todo lo que yo no quer&iacute;a declarar. Por fortuna, era infinitamente m&aacute;s
+discreto que yo en aquellas circunstancias, y todo quedaba reducido a
+que cambiaran de madriguera los secretos que iban escap&aacute;ndose de la m&iacute;a.</p>
+
+<p>Volv&iacute; a las andadas por montes y barrancos, y hasta me parec&iacute;an llanos y
+placenteros caminos y sendas por los cuales no andaba yo antes sino
+echando los pulmones por la boca. Tambi&eacute;n me acompa&ntilde;aban entonces Chisco
+y Pito Salces; pero m&aacute;s respetuosos y hasta m&aacute;s serviciales, aunque
+parezca esto mentira, que la otra vez, cuando yo no era amo y se&ntilde;or de
+la casona, ni hab&iacute;a tenido ocasi&oacute;n de mostrar ciertas larguezas que
+Chisco no olvidaba un punto por lo que a &eacute;l le tocaba, ni Pito Salces
+por lo que ata&ntilde;&iacute;a a la mozona de sus pensamientos. Prest&aacute;ndome gustoso a
+todo lo que Neluco me hab&iacute;a recomendado y continuaba recomend&aacute;ndome para
+entretener las horas sobrantes del d&iacute;a y de la noche, visit&eacute; una por una
+mis haciendas, mis prados, mis heredades, mis casta&ntilde;eras y robledales,
+mis casas, mis aparcer&iacute;as de ganados; estudi&eacute; con verdadero af&aacute;n de
+penetrarle hasta el fondo, el organismo, como dec&iacute;a Neluco, &laquo;de los
+tratos y contratos de mi t&iacute;o y sus aparceros y colonos&raquo;, donde estaba la
+enjundia del gran esp&iacute;ritu de este hombre benem&eacute;rito que, sin pol&iacute;ticas
+bullangueras y perturbadoras, hab&iacute;a logrado resolver pr&aacute;cticamente, y
+por la sola virtud de los impulsos de su coraz&oacute;n generoso y
+profundamente cristiano, un problema social que dan por insoluble los
+&laquo;pensadores&raquo; de los grandes centros civilizados, y tiene en perpetua
+hostilidad a los pobres y a los ricos. Con el estudio de estos hermosos
+detalles, acab&eacute; de comprender lo que no comprend&iacute; a la simple lectura de
+la &laquo;Memoria&raquo;, en cuyo intencionado laconismo, por lo tocante a la obra
+ben&eacute;fica del patriarca, vi entonces otro rasgo de su exquisita
+delicadeza en sus relaciones conmigo. Este estudio, aunque somero, me
+ocup&oacute; d&iacute;as y d&iacute;as; me dio mucho y muy grato qu&eacute; hacer y qu&eacute; pensar, y
+nuevas y muy hondas ra&iacute;ces de adherencia a aquel pobre terru&ntilde;o que por
+instantes iba cambiando de aspecto ante mis ojos.</p>
+
+<p>Tambi&eacute;n le lleg&oacute; su vez al huerto de la casona, como me hab&iacute;a aconsejado
+Neluco y lo hubiera hecho yo sin su consejo por espont&aacute;neo impulso de
+las inclinaciones que iban apoder&aacute;ndose de m&iacute;, de d&iacute;a en d&iacute;a, de hora en
+hora. Se cav&oacute;, se removi&oacute; toda su tierra; se pusieron en buen orden las
+plantas enfermizas que encerraba, y se traz&oacute; un regular pedazo de
+jard&iacute;n, que se plantar&iacute;a debidamente cuando fuera tiempo de ello, lo
+mismo que los cuadros destinados a frutales y hortalizas. Y era verdad
+que no ten&iacute;a pareja el olor de la tierra bien enjuta, removida a la luz
+y al calorcillo vivificante del espl&eacute;ndido sol de febrero. Jam&aacute;s lo
+hab&iacute;a notado hasta entonces... Cierto que tampoco me hab&iacute;a puesto yo en
+ocasi&oacute;n de notarlo.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s de aquellas labores del huerto, como el tiempo segu&iacute;a risue&ntilde;o y
+primaveral, emprend&iacute; otras m&aacute;s rudas, entre ellas la de suavizar en lo
+posible la cambera del pedregal, &uacute;nica v&iacute;a de comunicaci&oacute;n que ten&iacute;a la
+casona con el pueblo. No qued&oacute; el camino a mi gusto, pero s&iacute; muy
+mejorado. Y no acomet&iacute; enseguida las reformas que hab&iacute;a ido proyectando
+en el viejo caser&oacute;n de los Ruiz de Bejos, porque &eacute;stas eran palabras
+mayores, como dec&iacute;a el Cura, y me faltaban los elementos necesarios para
+acometerlas. Pero se acometer&iacute;an tan pronto como me fuese posible, y sin
+miedo de que, entre tanto, se me adormecieran los prop&oacute;sitos, porque
+cabalmente eran aquellas obras uno de los renglones m&aacute;s importantes del
+plan de vida nueva que yo me hab&iacute;a trazado y estaba traz&aacute;ndome
+continuamente.</p>
+
+<p>El Cura se pasmaba de aquellos mis afanes, y m&aacute;s con la mirada y con el
+gesto que con palabras, me daba a entender lo satisfecho que estaba de
+m&iacute;; Neluco no me perd&iacute;a de vista un momento, y parec&iacute;a entusiasmado con
+los nuevos fervores m&iacute;os, los cuales estimulaba con tentaciones de otras
+golosinas, que al fin me hac&iacute;a tragar con su diab&oacute;lica estrategia. En
+casa de Marmit&oacute;n pon&iacute;an en las nubes el milagro, y s&oacute;lo en boca de
+Lituca eran comedidas las alabanzas y se refrenaban los pl&aacute;cemes, aunque
+bien los voceaban los ojos, como si la fuerza de una ley oculta
+impusiera aquella limitaci&oacute;n a los impulsos de su alma; por el pueblo
+&laquo;se corr&iacute;an&raquo; ya las noticias m&aacute;s estupendas a prop&oacute;sito de esta
+resurrecci&oacute;n m&iacute;a, y me colgaban, con lo cierto, planes y calendarios que
+jam&aacute;s me hab&iacute;an cruzado por las mientes; ten&iacute;anme, no ya por el
+continuador, sino por el reformador omnipotente de la obra tradicional
+de los Ruiz de Bejos, por un don Celso refundido y hasta mejorado, no
+solamente &laquo;en estampa y ropajes&raquo;, sino tambi&eacute;n &laquo;en posibles y en mag&iacute;n&raquo;;
+por la noche iban a la casona los tertulianos con las ideas empapadas en
+estas fantas&iacute;as, y me ve&iacute;a negro para rebajar muchas partidas de la
+cuenta galana y poner las cosas en su punto... En fin, que dentro de m&iacute;
+y en derredor m&iacute;o era pl&aacute;cido y risue&ntilde;o todo lo que poco antes hab&iacute;a
+sido triste y aflictivo y tenebroso. Hasta la misma Facia era muy otra
+de lo que fue: comenzaba a nutrirse y a sonre&iacute;r, y dorm&iacute;a sin
+sobresaltos... S&oacute;lo Pito Salces andaba amurriad&oacute;n y caviloso, y yo no
+pod&iacute;a consentirlo, por lo mismo que me cre&iacute;a capaz de remediarlo.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Por qu&eacute; no echas &laquo;eso&raquo; a un lado de una vez?&mdash;le dije un d&iacute;a.</p>
+
+<p>&mdash;Como no est&aacute; en m&iacute; la para...&mdash;me respondi&oacute; mir&aacute;ndose las u&ntilde;as de una
+mano&mdash;. &iexcl;Qu&eacute; m&aacute;s quisiera yo, puches!</p>
+
+<p>Le promet&iacute; mi ayuda en sus congojas, y casi bail&oacute; de gusto. Despu&eacute;s
+llam&eacute; a Tona a mi gabinete y la habl&eacute; del caso. Se puso coloradona como
+un tomate maduro, y al fin lleg&oacute; a declararme, en medias palabras y
+entre oscilaciones de sus caderas y manoseos del delantal, que &laquo;por su
+parte no dir&iacute;a propiamente que no... cuando juere ocasi&oacute;n de eyu... si
+su madre...&raquo;. Llam&eacute; a Facia enseguida, vino, y somet&iacute; el negocio a su
+consideraci&oacute;n. Mostr&oacute;se enterada de &eacute;l por ciertas se&ntilde;ales que nunca
+mienten, y me dijo que &laquo;por su parte... cuando juere ocasi&oacute;n de eyu...
+si a m&iacute; no me paec&iacute;a mal...&raquo;. Cabalmente me parec&iacute;a todo lo contrario; y
+con esto, y con convenir los tres en que la ocasi&oacute;n de &laquo;eyu&raquo; pod&iacute;a ser,
+y ser&iacute;a, despu&eacute;s de pasar el rigor de los lutos que llevaban por mi t&iacute;o,
+se dio el asunto por terminado como yo deseaba y Pito Salces tambi&eacute;n.
+Llam&eacute;le a poco rato; le enter&eacute; de lo convenido con Tona y su madre; hizo
+dos zapatetas y se dio dos pu&ntilde;adas en los carrillos; le encarec&iacute; la
+obligaci&oacute;n en que estaba de ser m&aacute;s prudente que nunca en lo tocante a
+su noviazgo, si quer&iacute;a que no se le cerraran las puertas de la casa y le
+regalara yo en su d&iacute;a el ajuar de la suya; y se fue dando zancadas,
+ri&eacute;ndose solo y tap&aacute;ndose la boca con las manos en se&ntilde;al de acatamiento
+a mis recomendaciones, despu&eacute;s de pedirme permiso, que le di, para
+recabar de Tona y de su madre la confirmaci&oacute;n verbal de lo acordado
+conmigo... y para &laquo;entrar en la casa&raquo; todas las noches, y &laquo;si a mano
+ven&iacute;a&raquo;, para hablar con la mozona alguna que otra vez con los debidos
+respetos. Acometido ya de la fiebre casamentera, detuve a Chisco al
+topar con &eacute;l en el carrejo de la cocina. Pero le vi tan igual a s&iacute;
+mismo, con tales destellos en la cara del bienestar de sus adentros... y
+estaba yo tan hecho a &eacute;l y me hac&iacute;a tanta falta en la casona, que no me
+atrev&iacute; a tentarle la paciencia, y le desped&iacute; con un pretexto mal urdido.</p>
+
+<p>Corriendo as&iacute; los d&iacute;as, esmalt&aacute;ronse de flores y reverdecieron los
+campos; calent&oacute; m&aacute;s el sol; templ&oacute;se y se embalsam&oacute; el ambiente;
+desperez&oacute;se, al fin, la Naturaleza como si despertara de un largo y
+profundo sue&ntilde;o, y se dispuso a aderezarse, con el esmero de una dama
+pulcra y muy pagada de su belleza, empezando por las nimiedades del
+tocador para concluir por lo m&aacute;s espl&eacute;ndido y ostentoso de su ropero; y
+me pareci&oacute; llegada la ocasi&oacute;n de realizar un prop&oacute;sito que hab&iacute;a formado
+y madurado &uacute;ltimamente con serias y muy detenidas reflexiones. Se
+trataba de mi vuelta a Madrid &laquo;por alg&uacute;n tiempo&raquo;. Este viaje le
+conceptuaba yo de suma necesidad, no tanto por lo que tocaba a mis
+asuntos particulares, bastante descuidados desde que me hallaba en
+Tablanca, cuanto por ver el efecto que me hac&iacute;a, contemplado desde
+lejos, el cuadro de mis nuevas ilusiones; estimar con exactitud la
+resistencia que quedaba a los v&iacute;nculos que a&uacute;n me un&iacute;an a la vida
+pasada, y compararla con la de los que iban amarr&aacute;ndome a la nueva.
+Conceptuaba yo esta prueba de gran importancia para los fines
+&laquo;ulteriores&raquo; y &laquo;posibles&raquo; de mis c&aacute;lculos, sin el menor recelo ya de que
+los vanos fantasmas de otras veces me infundieran la tentaci&oacute;n de no
+volver, tan pronto como perdiera de vista a la casona.</p>
+
+<p>Declar&eacute; un d&iacute;a el prop&oacute;sito a Neluco. Le pareci&oacute; muy bien, y hasta me
+asegur&oacute; que si no se me hubiera ocurrido a m&iacute;, me lo habr&iacute;a aconsejado
+&eacute;l. &laquo;Hab&iacute;an cambiado mucho las cosas desde que hab&iacute;amos ajustado los
+dos, en aquel mismo sitio, cierta cuenta...&raquo; Y el muy tuno, sonri&eacute;ndose,
+me dio un golpecito muy suave con el pu&ntilde;o de su cachiporro. Despu&eacute;s le
+confirm&eacute; mis ya declarados intentos de emprender en el pr&oacute;ximo verano
+las convenidas reformas en el interior de la casa, y le encargu&eacute; del
+acopio de las primeras materias y de buscarme obreros competentes para
+ello... Yo enviar&iacute;a de Madrid, y aun traer&iacute;a conmigo &laquo;cuando volviera&raquo;,
+lo que no pod&iacute;a hallarse en Tablanca ni en sus inmediaciones, para dar
+la &uacute;ltima mano a una labor que tanto me interesaba. A todo se prest&oacute; con
+alma y vida el excelente amigo... y hasta se me figura que pens&oacute; que
+aquellas recomendaciones no se las hac&iacute;a yo tanto por apego a la obra,
+como por exhibirle pruebas irrecusables de mis intenciones de volver
+pronto. Y quiz&aacute; pensara bien. Lleg&oacute; el Cura en esto, dile cuenta de lo
+tratado, y le gust&oacute; mucho lo de mejorar la casa; pero no tanto lo de mi
+viaje a Madrid... &laquo;Ahora, si conven&iacute;a para bien de todos, como yo le
+aseguraba, fuera eyu por el amor de Dios.&raquo;</p>
+
+<p>&iquest;Y Lituca? &iquest;Qu&eacute; dir&iacute;a de mi marcha cuando tuviera noticia de ella? Y al
+d&aacute;rsela yo y al despedirme, &iquest;dejar&iacute;a las cosas como estaban? &iquest;Levantar&iacute;a
+un poquito m&aacute;s la punta del velo, o no la levantar&iacute;a? Pens&eacute; mucho sobre
+&eacute;stas, al parecer, peque&ntilde;eces, que eran, sin embargo, piezas muy
+considerables del cimiento en que se apoyaba la armaz&oacute;n de mis
+hip&oacute;tesis; y al fin tuve que resolverme por la afirmativa, aunque en su
+grado m&iacute;nimo, cuando vi los esfuerzos que cost&oacute; a la pobre disimular a
+medias el deplorable efecto que le caus&oacute; la noticia. Pero as&iacute; y todo, o
+quiz&aacute;s por lo mismo, en aquella visita no se ri&oacute; una sola vez con las
+veras de antes; ya al despedirme yo &laquo;hasta la vuelta&raquo; con un apret&oacute;n de
+manos muy elocuente, tuvo que darme con los ojos acobardados la
+respuesta que le falt&oacute; en sus palabras descosidas. En cambio, Mari Pepa,
+a quien me cost&oacute; mucho trabajo convencer de que mi marcha no era &laquo;la del
+humo&raquo;, como ella la hab&iacute;a calificado de pronto, habl&oacute; y jarane&oacute; y se
+despidi&oacute; por todos los de su casa, incluso el octogenario, que no hab&iacute;a
+dicho diez palabras, y &eacute;sas monos&iacute;labas y como otros tantos estampidos.
+Los tres bajaron conmigo hasta la corralada, desde cuya puerta les di el
+&uacute;ltimo adi&oacute;s, con los ojos y el pensamiento fijos en Lituca, cuya
+expresi&oacute;n de pena bien sentida le agradec&iacute; en el alma.</p>
+
+<p>Dos d&iacute;as despu&eacute;s me desped&iacute;a en Reinosa del Cura y de Neluco que me
+hab&iacute;an acompa&ntilde;ado hasta all&iacute;, y de Chisco que hab&iacute;a ido tirando del
+roc&iacute;n que conduc&iacute;a mis equipajes; me acomodaba en los blandos
+almohadones de un coche del ferrocarril, y comenzaba a rodar hacia las
+llanuras de Castilla, con la vista errabunda por los horizontes, a&uacute;n no
+abiertos a mi placer, y la cabeza atiborrada de pensamientos
+insubordinados e indefinibles.</p>
+
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XXXIII" id="XXXIII"></a>XXXIII</h2>
+
+
+<p>No puedo negar que me encontr&eacute; muy a gusto en mi casita de la calle de
+Arenal, tan bien &laquo;vestida&raquo;, tan elegante, con todas las cosas tan a la
+mano y tan a la medida de mis necesidades. No me ve&iacute;a harto de pisar el
+suelo alfombrado, de arrellanarme en los blandos sillones, de
+contemplarme en los espejos de los armarios, de recrear la vista en los
+cuadros de las paredes y en los bronces y porcelanas que coronaban los
+muebles de fantas&iacute;a o guardaban las art&iacute;sticas vidrieras, ni de tender
+mis huesos en la mullida y voluptuosa cama a esperar el sue&ntilde;o, que no
+tardaba en llegar, como un aleteo suav&iacute;simo de geniecillos bienhechores.
+&iexcl;Qu&eacute; poco se parec&iacute;a todo aquello a la casona de Tablanca, tan grande,
+tan vieja, tan desnuda... y tan fr&iacute;a!</p>
+
+<p>Tambi&eacute;n me hall&eacute; muy complacido entre el grupo, no muy numeroso, de mis
+&iacute;ntimas amistades, lo mismo cuando depart&iacute;amos sobre lo ocurrido en el
+escenario de nuestro mundo desde que yo faltaba de &eacute;l, que cuando
+serv&iacute;an de motivo a sus bromas la &laquo;p&aacute;tina montaraz&raquo; de que ve&iacute;an
+empa&ntilde;ada toda mi persona, o las nuevas aficiones a las cuales me
+mostraba inclinado, aunque cuidando mucho de no descubrir el oculto
+resorte del aparente milagro.</p>
+
+<p>Lo que no me gustaba tanto eran las muchedumbres y el ruido y la l&iacute;nea
+recta inform&aacute;ndolo todo, en el suelo de la calle, en los muros paralelos
+y compactos de las casas enfiladas, en la piedra y en el hierro de las
+jaulas del vecindario, avezada como ten&iacute;a la vista a las curvas
+ondulantes y graciosas de la Naturaleza, al ordenado desorden de sus
+obras colosales y a la sobriedad jugosa y dulce de sus tonos severos.
+Echaban de menos mis pulmones el aire rico y puro de la monta&ntilde;a, cuando
+se hench&iacute;an del espeso y mal oliente de los grandes centros recreativos
+atestados de luces y de gentes; y andaba con la cabeza muy alta aun por
+los sitios m&aacute;s espaciosos, por la costumbre de buscar la luz por encima
+de los montes; antoj&aacute;banseme las calles hormigueros y no viendo en ellas
+m&aacute;s que las obras y los fines de la ambici&oacute;n humana, cuando elevaba mi
+vista m&aacute;s all&aacute; de los aleros que asombraban la rendija de la calle, no
+descubr&iacute;a siempre la imagen de Dios, o la ve&iacute;a menos grande que la que
+me reflejaban forzosamente los gigantescos picachos de Tablanca en
+cuanto clavaba mis ojos en ellos. Yo hubiera querido en tales casos una
+componenda entre los dos extremos, algo por el estilo de lo que sent&iacute;a
+Gede&oacute;n cuando se lamentaba de que no estuvieran las ciudades construidas
+en el campo; pero no siendo posible la realizaci&oacute;n de mis deseos, no muy
+apremiantes, me habr&iacute;a acomodado tan guapamente a estas y aquellas
+relativas contrariedades, entre las cuales hab&iacute;a nacido y vivido y hasta
+engordado, sin la menor sospecha de que pudiera haber cosa mejor
+dispuesta y ordenada para el regalo y bienestar de una persona de buen
+gusto, en parte alguna del mundo conocido.</p>
+
+<p>Lo de las muchedumbres, que comenz&oacute; por desagradarme un poco, ya lleg&oacute; a
+ser harina de otro costal. No hay como las picaduras del amor propio o
+las insinuaciones del ego&iacute;smo para sacar de su paso a los hombres m&aacute;s
+parsimoniosos. Cada vez que sal&iacute;a de casa o asist&iacute;a a un espect&aacute;culo,
+siempre, en fin, que me ve&iacute;a envuelto en los oleajes del mar de
+transe&uacute;ntes o de espectadores, me acordaba del dicho de Neluco y me
+preguntaba a m&iacute; propio: &iquest;qui&eacute;n soy yo, qu&eacute; represento, qu&eacute; papel hago,
+qu&eacute; pito toco en medio de estas masas de gente? &iquest;Para qu&eacute; demonios
+sirven en el mundo los hombres que, como yo, se han pasado la vida como
+las bestias libres, sin otra ocupaci&oacute;n que la de regalarse el cuerpo?
+&iquest;Qui&eacute;n los conoce, qui&eacute;n los estima, qui&eacute;n llorar&aacute; ma&ntilde;ana su muerte ni
+notar&aacute; su falta en el mont&oacute;n, ni ser&aacute; capaz de descubrir la huella de su
+paso por la tierra? &iquest;Y para eso, para vivir y acabar como las bestias,
+soy hombre y libre y mozo y rico? &iquest;No ser&iacute;an una mala verg&uuml;enza una vida
+y una muerte as&iacute;? Y me iba con el pensamiento a las agrestes soledades
+de Tablanca, donde no exist&iacute;a un desocupado, ni un ego&iacute;sta, ni un
+descre&iacute;do, y hab&iacute;a visto yo morir a mi t&iacute;o abrazado a la cruz entre las
+bendiciones y las l&aacute;grimas de todo el pueblo. Esto ser&iacute;a triste y
+&laquo;obscuro&raquo; ante la consideraci&oacute;n de un elegante despreocupado; pero era
+luminoso y grande a los ojos del buen sentido y de la conciencia sana.
+Qued&aacute;bame algunas veces, sin embargo, la duda de si estas reflexiones
+eran leg&iacute;tima y directamente nacidas de la observaci&oacute;n serena y
+desinteresada, o ven&iacute;an impuestas por la idea de mi adquirido
+compromiso, ineludible ya; pero la verdad es que aquellas dudas se
+desvanec&iacute;an f&aacute;cilmente, y que cada d&iacute;a que pasaba me era menos agradable
+el desairado papel de comparsa an&oacute;nimo que hab&iacute;a hecho yo en el mont&oacute;n
+decorativo de esa incesante farsa de la vida.</p>
+
+<p>Contribu&iacute;a mucho a sostener el calor de estos sentimientos, mi frecuente
+y animada correspondencia con Neluco, el cual no era menos expresivo,
+discreto e intencionado con la pluma que con la palabra; y digo lo de
+intencionado, porque nunca le faltaba un pretexto en las cartas para
+dedicar el mejor p&aacute;rrafo de ellas a Lita, de manera que me enterara yo
+de lo que me &laquo;a&ntilde;oraba&raquo; la hija de Mari Pepa, sin que pareciese noticia
+de ello lo que me dec&iacute;a. Yo segu&iacute;a un procedimiento semejante para que
+se enterara ella de que no la echaba en olvido un solo momento; y as&iacute;
+fomentaba y ten&iacute;a en incesante cultivo este delicado fruto de mi
+transcendental evoluci&oacute;n, dentro de los l&iacute;mites que yo me hab&iacute;a trazado
+para eso.</p>
+
+<p>Me daba minuciosa cuenta del estado de las cosas de all&aacute; que pod&iacute;an
+interesarme; me consultaba dudas o me apuntaba ideas sobre los encargos
+que le ten&iacute;a hechos, o me esbozaba otros planes que siempre me parec&iacute;an
+bien. As&iacute; me defend&iacute;a de las malas tentaciones con que me asediaban los
+diablejos de mi vida pasada, en cuyas garras hab&iacute;a vuelto a caer. Entre
+tanto, ordenaba y dispon&iacute;a mis caudales de modo que los tuviera siempre
+a la mano por alejado que me viera de ellos; y por &uacute;ltimo, me atrev&iacute; con
+lo que m&aacute;s me dol&iacute;a y a lo cual llamaba yo &laquo;quemar mis naves&raquo;: &laquo;deshice&raquo;
+mi casa. Quer&iacute;a destruir el nido para no tener tanto apego al &aacute;rbol.
+Empaquet&eacute; lo m&aacute;s, vend&iacute; muy poco y regal&eacute; algo de ello a mis amigos.
+Envi&eacute; lo empaquetado a la Monta&ntilde;a, y me instal&eacute; en una fonda.</p>
+
+<p>Entonces fue cuando me puse a mirar, con verdadera y reposada atenci&oacute;n,
+el consabido cuadro &laquo;desde lejos&raquo;. Como &laquo;obra de arte&raquo;, me parec&iacute;a
+bell&iacute;simo; como realidad, no tanto; pero hab&iacute;a que tener en cuenta la
+luz y los &laquo;adherentes&raquo; que me deslumbraban algo en mi observatorio, y la
+incesante y mal&eacute;fica labor de los diablejos empe&ntilde;ados en que yo no
+saliera de Madrid y volviera a las andadas. Ello fue que, sin meterme en
+grandes filosof&iacute;as, sal&iacute; triunfante de la prueba con poqu&iacute;simo esfuerzo
+de mi voluntad. Verdad es tambi&eacute;n que, por buenas o por malas, yo,
+decentemente, necesitaba triunfar en aquel empe&ntilde;o.</p>
+
+<p>A todo esto, me carteaba mucho con mi hermana; y al darle la noticia de
+la muerte de nuestro t&iacute;o y de sus disposiciones testamentarias, no la
+hab&iacute;a omitido lo de mis prop&oacute;sitos de continuar su obra en el valle.
+Como la carta fue escrita en aquellos d&iacute;as de mis entusiasmos buc&oacute;licos,
+la habl&eacute; largamente de mis proyectos de vivir all&iacute; y de reformar la
+casona para hacerla m&aacute;s llamativa y pegajosa... en fin, de todo menos de
+lo principal: quiero decir, de la &laquo;santa&raquo; a quien se deb&iacute;an los milagros
+de mi conversi&oacute;n. El caso es que mi hermana alab&oacute; mucho mis
+resoluciones, y hasta me prometi&oacute; hacer un viaje a Espa&ntilde;a con todos sus
+hijos, ya que a su marido no le pod&iacute;a arrancar de sus ingenios y
+cafetales ni con agua hirviendo, s&oacute;lo con el fin de vivir conmigo una
+buena temporada en la casona tan pronto como yo la dijera que ya se
+hallaba habitable. As&iacute; como as&iacute;, estaba ya harta de &laquo;moliendas&raquo;,
+&laquo;trapiches&raquo; y &laquo;bagazos&raquo;... y hasta del sol ultramarino que la derret&iacute;a,
+y deseaba cambiar de aires y de panoramas... y de repostero. Despu&eacute;s me
+atrev&iacute; a apuntarle la idea de sujetarme al terru&ntilde;o con los lazos del
+matrimonio, y la conveniencia, a mi juicio, de elegir por compa&ntilde;era una
+mujer como la que le pintaba por ejemplo, copiando las condiciones de
+Lituca. De perlas le pareci&oacute; tambi&eacute;n todo esto. &laquo;A ello y cuanto antes&raquo;,
+me dec&iacute;a por conclusi&oacute;n de una carta recibida por m&iacute; precisamente el d&iacute;a
+en que entregaba la llave de mi casa a su propietario para establecerme
+en la fonda.</p>
+
+<p>Recuerdo muy bien estos particulares, porque no contribuyeron poco a
+sostener mi firmeza en aquellos d&iacute;as cr&iacute;ticos en que tan de temer eran
+las vacilaciones.</p>
+
+<p>Con los apuntes que hab&iacute;a llevado yo a Madrid y otros que fue enviando
+Neluco cuando se le pidieron, un arquitecto amigo m&iacute;o y persona de buen
+gusto, hizo un plan de reformas interiores de la casona de Tablanca, muy
+adecuado al car&aacute;cter y antig&uuml;edad del edificio: cosa seria y c&oacute;moda en
+lo posible. Donde se nos corri&oacute; un poco la mano fue en mi gabinete. &laquo;Por
+lo que pueda ocurrir&raquo;, le hab&iacute;a dicho yo al arquitecto. Entendi&oacute;me la
+intenci&oacute;n, y se despach&oacute; a su gusto, y al m&iacute;o tambi&eacute;n.</p>
+
+<p>Con estos planos y pormenores a la vista, encargu&eacute; a Neluco lo que deb&iacute;a
+adquirirse por all&aacute; para lo fundamental de las obras; adquir&iacute; yo en
+Madrid lo puramente accesorio y decorativo que me faltaba, y a la
+Monta&ntilde;a con ello enseguida. Vamos, que andaba yo con estas cosas como
+ni&ntilde;o con zapatos nuevos.</p>
+
+<p>En mayo empez&oacute; Neluco las obras, y a fin de junio, cuando ya estaban
+terminadas las principales y m&aacute;s engorrosas y se desbandaban hacia el
+Norte las gentes adineradas de Madrid, sal&iacute; yo para la Monta&ntilde;a con una
+impedimenta que met&iacute;a miedo. Esta vez no me qued&eacute; en Reinosa para tomar
+el camino del Puerto, sino mucho m&aacute;s abajo, para seguir por lo llano
+hasta la desembocadura del Nansa, y a continuar despu&eacute;s aguas arriba.
+Este camino, aunque m&aacute;s largo, era menos inc&oacute;modo para m&iacute;, y casi
+indispensable para la conducci&oacute;n de la impedimenta que iba detr&aacute;s.</p>
+
+<p>Cuando llegu&eacute; a Tablanca, me encontr&eacute; a sus habitantes asombrados de lo
+que estaban viendo en la casona. Aquel traqueteo de herramientas y
+bullir de obreros y acopiar de materiales, no se hab&iacute;a so&ntilde;ado jam&aacute;s en
+aquel pueblo, donde no se labr&oacute; una casa ni acometi&oacute; una obra que pasara
+de levantar un &laquo;jastial&raquo;, o reponer unos cabrios, o enderezar una
+cumbre, en cuanto alcanzaba la memoria de los m&aacute;s viejos. Asust&aacute;bales,
+principalmente, el dineral que costar&iacute;a todo aquello, y despu&eacute;s el temor
+de que &laquo;por el visual que iba tomando la casona por adentro&raquo;, se les
+cerraran la puerta y la cocina, teni&eacute;ndolos en poco para darles entrada
+libre como antes. Me cost&oacute; Dios y ayuda convencerles de lo contrario,
+aun haci&eacute;ndoles ver por sus propios ojos, como ya se lo hab&iacute;a hecho ver
+Neluco m&aacute;s de dos veces sin fruto alguno, que no se tocaba la cocina ni
+para profanarla con un blanqueo, y que s&oacute;lo alcanzaban las reformas a
+las piezas principales y a la escalera. Pero m&aacute;s que estas
+demostraciones sobre el terreno, les convenci&oacute; la parrafada que les
+largu&eacute;, casi un serm&oacute;n entero, sobre lo que hab&iacute;a sido, era y ser&iacute;a,
+mientras yo viviera, aquel noble solar para los tablanqueses; la
+importancia que daba y dar&iacute;a siempre a sus tertulias, y lo resuelto que
+estaba a que las cosas siguieran all&iacute; como en vida de mi t&iacute;o...
+Convenci&eacute;ronse al fin, pero no sin quedar yo convencido tambi&eacute;n de la
+raz&oacute;n con que dec&iacute;a, sin que se lo crey&eacute;ramos los que le o&iacute;amos, cierto
+amigo m&iacute;o, muy apasionado de la milicia, que debe ponerse mucho tiento
+en lo de reformar &laquo;instituciones&raquo; viejas, aunque sea con el fin de
+mejorarlas, porque, a veces, dos botones de m&aacute;s o de menos en el
+uniforme tradicional, pueden influir hasta en el desprestigio o en la
+indisciplina del regimiento que le usa.</p>
+
+<p>Como esto fue lo primero que me impresion&oacute; al llegar a Tablanca, lo
+primero sale a relucir en esta cadena de recuerdos de aquellos d&iacute;as y
+sucesos; pues al dar la preferencia a la memoria de los m&aacute;s gratos, por
+otro eslab&oacute;n bien diferente hubiera comenzado. D&iacute;golo por la impresi&oacute;n
+inenarrable que me caus&oacute; Lituca, a quien hab&iacute;a dejado algo triste y muy
+arrebujada en los pesados ropajes de invierno, y encontrada risue&ntilde;a como
+una aurora de abril, y rebosando de juventud y frescura en sus h&aacute;bitos
+veraniegos, sencillos hasta la pobreza, pero limpios y alegres como el
+plumaje de las t&oacute;rtolas que la arrullaban desde su huerto florido.
+Despu&eacute;s, los fondos del escenario en que descollaba tan gentil figura:
+antes desnudos, fr&iacute;os, yertos, encharcados en agua o amortajados en
+nieve; ahora la Naturaleza riente y vestida con la pompa de sus mejores
+galas; los prados verdes y lozanos, los montes frondosos y habladores
+con el rumor de las brisas jugueteando en su follaje y esparciendo por
+todo el valle la fragancia m&aacute;s exquisita. Me cost&oacute; much&iacute;simo trabajo
+contener en mi lengua las oleadas que sub&iacute;an de mi coraz&oacute;n cuando me vi
+por primera vez enfrente de aquella criatura que cada d&iacute;a se me revelaba
+con nuevos atractivos, y not&eacute; que ley&eacute;ndome ella esta lucha en la
+expresi&oacute;n de mis ojos o en el acento de mi voz, tampoco acertaba a
+pintar con el colorido que la impon&iacute;an &laquo;las circunstancias&raquo;, el placer
+con que volv&iacute;a a verme. Entre tanto, su madre, su abuelo, Neluco, don
+Sabas, Chisco, toda mi servidumbre, la hermana y el cu&ntilde;ado de Neluco, a
+quienes hab&iacute;a saludado a mi paso por Robac&iacute;o; el vecindario entero de
+Tablanca, todos parec&iacute;an regocijarse hasta el entusiasmo con mi vuelta y
+con mis planes y prop&oacute;sitos. Esto me halagaba mucho y hasta llegaba a
+entusiasmarme, y a todo ello daba abrigo y refugio, con la imagen de
+Lituca, en el fondo de mi coraz&oacute;n, empezando a dudar ya muy seriamente
+si proced&iacute;a de &eacute;sta sola aquella nueva luz que me embellec&iacute;a todo cuanto
+me circundaba, o hab&iacute;a real y positivamente en ello algo capaz, por
+virtud propia, de hacer el milagro de mi r&aacute;pida conversi&oacute;n a otra vida
+que poco antes me parec&iacute;a insoportable. Porque lo cierto es que yo hab&iacute;a
+llegado a Tablanca por primera vez en el rigor del invierno y en las
+peores condiciones que pueden imaginarse para la aclimataci&oacute;n en aquel
+&laquo;medio&raquo;, de un hombre de mis antecedentes; y vistas a la luz del sol
+estival, ten&iacute;an aquellas mismas cosas aspecto muy distinto. El valle,
+vestido de verano, era hasta hermoso; la gente, animada y alegre; los
+panoramas, mucho m&aacute;s interesantes por la abundancia de luz y limpieza de
+los horizontes; la temperatura, hasta calurosa en los sitios bajos; las
+fiestas y romer&iacute;as, abundantes... y la m&aacute;s solemne y original de las
+primeras, una que me hab&iacute;a ponderado mi t&iacute;o mucho, aunque no todo lo que
+verdaderamente merece: la del reparto de la yerba del Prao-concejo en
+agosto, que dura ocho d&iacute;as seguidos; la verdadera fiesta del trabajo.</p>
+
+<p>Todo el pueblo concurre a aquella vasta y empingorotada pradera, vestido
+de gala, para la designaci&oacute;n de &laquo;partidores&raquo;, bajo la presidencia del
+&laquo;regidor&raquo; competente; y es de ver c&oacute;mo aquellos &laquo;funcionarios&raquo;, despu&eacute;s
+de decirles el regidor, descubri&eacute;ndose la cabeza: &laquo;Hablen los
+partidores&raquo;, con una varita en la mano y sin saber una jota de geometr&iacute;a
+ni de problemas de triangulaci&oacute;n, van demarcando con equidad admirable
+las &laquo;hazas&raquo; o suertes correspondientes a todo el vecindario; c&oacute;mo se
+sortean las hazas por grupos de cierto n&uacute;mero de vecinos; c&oacute;mo suben
+antes de amanecer los designados para el d&iacute;a, y siegan la yerba y la
+orean y la bajan al pueblo en el d&iacute;a mismo, en &laquo;basnas&raquo; (especie de
+narrias), conteni&eacute;ndolas en su descenso por el declive r&aacute;pido del monte,
+una pareja de bueyes enganchada detr&aacute;s de cada basna, y c&oacute;mo se contin&uacute;a
+esta patriarcal faena durante una semana, sin una sola protesta, por no
+haber un solo perjudicado en la repartici&oacute;n, y c&oacute;mo se colman los
+parajes de Tablanca de aquel heno fin&iacute;simo, sustancioso y fragante, que
+es una verdadera riqueza para el valle, cuyos hermosos ganados tienen
+bien merecida fama de ser los mejores de la provincia.</p>
+
+<p>Despu&eacute;s de esta bulliciosa solemnidad, que removi&oacute; al vecindario entero
+y le dej&oacute; rendido por la doble fatiga de los jolgorios y del trabajo,
+dispuse yo el casamiento de Tona con Pito Salces. No se pod&iacute;a ya con
+aquel b&aacute;rbaro, que no cesaba de rogarme, con la cabeza gacha, los ojos
+cerrados y sob&aacute;ndose las manos, que acabara de dar licencia a la mozona
+para &laquo;echar <i>aqueyu</i> a un lau, cuanti m&aacute;s antes&raquo;.</p>
+
+<p>Enseguida abord&eacute; a Chisco, le cont&eacute; el caso y le dije:</p>
+
+<p>&mdash;Y t&uacute; &iquest;te resuelves o no te resuelves a lo mismo?</p>
+
+<p>A lo que el mozall&oacute;n me respondi&oacute; primero con una sonrisilla algo
+truhanesca, y despu&eacute;s con estas palabras, dichas con el mayor sosiego:</p>
+
+<p>&mdash;Pues me he risueltu... a que no.</p>
+
+<p>&mdash;&iquest;Despu&eacute;s de pensarlo bien?&mdash;le pregunt&eacute;.</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Vaya!&mdash;me contest&oacute; echando un poco atr&aacute;s la cabeza y metiendo las
+puntas de sus manos en los bolsillos del pantal&oacute;n. Y luego a&ntilde;adi&oacute; en su
+estilo dulce y reposado&mdash;: Cuando ju&iacute; probe, me cerraban las puertas los
+mesmus que me las abren ahora en &laquo;parracil&raquo;, porque ya soy hombri de
+caudalis; y esu de que a unu se le estimi por lo que tien y no por lo
+que &eacute;l vali de por s&iacute; mesmu... &iexcl;jorria! a otru con la tost&aacute;, que yo ya
+soy zorru vieju; y como mayormenti a m&iacute; no me apuran tampocu esas
+cosas... con tal de que a ust&eacute; no le estorbi yo en la casona con el mi
+trabaju, pa largu tien sirvienti placenteru.</p>
+
+<p>Congratul&eacute;me de ello much&iacute;simo, por la cuenta que me ten&iacute;a conservar un
+criado de las raras prendas de aqu&eacute;l... y precisamente al otro d&iacute;a de
+este suceso fue cuando yo &laquo;la hice&raquo; redonda.</p>
+
+<p>Hall&aacute;bame con Neluco en el gabinete, cuyas obras principales estaban ya
+terminadas, y nos ocup&aacute;bamos los dos en desembalar cosas de las muchas
+que hab&iacute;a tra&iacute;do yo de Madrid para decorarle, mientras se o&iacute;a el
+machaqueo y los c&aacute;nticos a la sordina de los obreros en las piezas
+inmediatas, hasta la escalera inclusive, cuando se me puso delante toda
+la familia de don Pedro Nolasco, que, con el atractivo de las obras,
+sub&iacute;a con frecuencia a la casona, aunque no tanto como el m&eacute;dico y el
+Cura, que no faltaban de ella un solo d&iacute;a. Estaba la tarde calurosa, y
+Lituca estrenaba un vestido de percal blanco con rayas azules; con el
+cual, unos zapatines escotados, un capullo de rosa en el pelo junto a la
+oreja, y una penquita de brezo florido en la boca, resultaba
+verdaderamente hechicera. Encima de las cajas a medio abrir; sobre la
+meseta de m&aacute;rmol de la chimenea, construida frente a la puerta; en el
+z&oacute;calo de la art&iacute;stica embocadura con que se hab&iacute;a sustituido el tabique
+divisorio de la alcoba, y arrimadas a los &aacute;ngulos de la habitaci&oacute;n,
+hab&iacute;a piezas desarrolladas de rico papel imitando tapicer&iacute;a, y reluc&iacute;an
+adornos de metal y baquetones dorados... &iexcl;Mar&iacute;a Sant&iacute;sima, las
+exclamaciones que hizo Mari Pepa al verlo, pensando que aquello val&iacute;a
+una riqueza, sin contar lo mucho que le gustaba!</p>
+
+<p>&mdash;&iexcl;Ay, mi se&ntilde;or don Marcelo, qu&eacute; a oscuras ha vivido una en estos
+andurriales, sin saber pizca de las pompas con que se regalan en el
+mundo las gentes poderosas! &iexcl;Mire que tienen demontres estas hermosuras
+tan relumbrantes que nunca se so&ntilde;aron aqu&iacute;! &iquest;Qu&eacute; te paez, hija m&iacute;a?
+Padre, &iquest;qu&eacute; le paez? &iexcl;Mire que campa de veras!... &iexcl;Vaya, vaya! Y ello,
+&iquest;pa qu&eacute; es, don Marcelo? &iquest;Onde se ponen esas cosas tan majas? A ver, a
+ver si nos entera, que es bueno saber de todo.</p>
+
+<p>Sonre&iacute;a Lituca sin decir una palabra; mir&aacute;balo en silencio y pasmadote
+su abuelo; re&iacute;ase de todas veras Neluco, y yo, haci&eacute;ndome suma gracia
+aquellas espontaneidades de Mari Pepa, satisfac&iacute;a muy gustoso sus deseos
+explic&aacute;ndola el destino de cada cosa y el de otras muchas que no estaban
+a la vista, poniendo especial empe&ntilde;o en describir el gabinete, para que
+lo entendiera bien Lituca, tal y como habr&iacute;a de ser despu&eacute;s de
+concluido. Y ya, puesto a describir, tras esta descripci&oacute;n hice la de
+todas las piezas reformadas, para que se tuviera una idea de la
+entonaci&oacute;n general de la casa, mejora sencilla y no costosa, con
+relaci&oacute;n a mi modo de ver y de vivir hasta all&iacute;, pero motivo de asombro
+y de estupefacci&oacute;n para Mari Pepa, que acab&oacute; por decirme encar&aacute;ndose
+conmigo:</p>
+
+<p>&mdash;Pues no ser&eacute; yo, se&ntilde;or don Marcelo, quien tache a los pudientes porque
+gasten su dinero en buscarse el regalo de la vida sin olvidarse al mismo
+tiempo de los pobres, como lo hace ust&eacute;; pero tampoco de las que se
+traguen la tost&aacute; sin conocerla por el gusto... &iexcl;Vaya, vaya!... Aqu&iacute; hay
+m&aacute;s mira de lo que paez al primer golpe... porque todos estos
+perendengues y otros tales, ant&oacute;janseme demasiado para un hombre solo...
+Y quiera Dios que yo acierte y que para bien sea y cuanto antes, se&ntilde;or
+don Marcelo... Pues tambi&eacute;n le digo que por alto que ella levante el
+copete, bien la ha de caber aqu&iacute;... Vaya, vaya, que una reina puede
+vivir en tal palacio... &iexcl;Jes&uacute;s, Se&ntilde;or!... Conque mejor hoy que ma&ntilde;ana,
+don Marcelo, que as&iacute; como as&iacute;, no est&aacute; sobrante de gentonas de viso este
+pobre lugar&oacute;n... &iexcl;Pero qu&eacute; tochadonas me atrevo a decirle a ust&eacute;, Virgen
+la mi Madre!... &iquest;No verd&aacute;, don Marcelo, que sabr&aacute; perdon&aacute;rmelas?</p>
+
+<p>La inesperada ocurrencia de aquella mujer, delante de Lituca en quien
+ten&iacute;a yo puestos los ojos y el pensamiento sin cesar, me desconcert&oacute; en
+tales t&eacute;rminos, que no supe responderla m&aacute;s que con una risotada
+maquinal; y me hizo tan extra&ntilde;a impresi&oacute;n en los profundos del alma, que
+tom&eacute; la coincidencia como la voz de mi destino que me dec&iacute;a &laquo;ahora o
+nunca&raquo;. Obcecado en la idea y sinti&eacute;ndola crecer y avasallarme por
+momentos al ver lo que vi de pronto en la actitud violenta y en la cara
+indefinible de Lituca, me aproxim&eacute; al m&eacute;dico lo m&aacute;s disimuladamente que
+pude, y le ped&iacute; que, por caridad de Dios, me sacara de all&iacute; a don Pedro
+Nolasco y a su hija, mientras dec&iacute;a yo dos palabras a la nieta.
+Acerqu&eacute;me a &eacute;sta enseguida con la disculpa de ense&ntilde;arla no s&eacute; qu&eacute;
+chucher&iacute;as que asomaban entre los papeles colorados de una caja a medio
+abrir; llev&oacute;se Neluco a los dem&aacute;s hacia el crucero, y la dije en cuanto
+nos vimos solos:</p>
+
+<p>&mdash;Su madre de usted est&aacute; en lo cierto, por lo que toca al destino de
+estas obras: no se hacen para m&iacute; solo; pero se equivoca en lo principal:
+en lo que presume de la reina con quien deseo compartir este humilde
+alc&aacute;zar de mi se&ntilde;or&iacute;o. No la pregunt&oacute; a usted si desea conocerla,
+porque, aunque no lo desee, es de gran necesidad para m&iacute; que la conozca,
+y va usted a conocerla ahora misma... Pues s&iacute;rvale de gobierno que esa
+mujer a quien yo deseo hacer reina de este humilde palacio, y
+principalmente de su due&ntilde;o, es usted, Lita. D&iacute;game si no le agrada el
+trono con que la brindo, para pegarle fuego enseguida.</p>
+
+<p>Se qued&oacute; la pobre, p&aacute;lida y temblando, como si vacilara sobre ella la
+mole del pe&ntilde;&oacute;n de Bejos, y me vi y me dese&eacute; para arrancarla una
+respuesta tan terminante como yo la quer&iacute;a. Metido en este empe&ntilde;o,
+estuve pegajos&oacute;n y baboso como un doncel primerizo... &iexcl;qu&eacute; demonio! como
+estar&aacute;n hasta los tenorios m&aacute;s &laquo;lagartos&raquo; cuando va la cosa de veras y
+se pone en la jugada tanta cantidad de s&iacute; propio como de &laquo;lo m&iacute;o&raquo; pon&iacute;a
+yo en aqu&eacute;lla. Al fin, sac&aacute;ndolo a pulso y goz&aacute;ndome en la turbaci&oacute;n que
+imped&iacute;a a la infeliz ser m&aacute;s expl&iacute;cita conmigo, supe todo lo que
+necesitaba saber, y otro poco que se me otorg&oacute; en premio del trabajo que
+me cost&oacute; adquirirlo. Ten&iacute;a mucho miedo, la inocente, de algo que ven&iacute;a
+notando en m&iacute; desde &laquo;cierto d&iacute;a&raquo;; miedo que no se atrev&iacute;a a confesar ni
+aun a su propia conciencia; porque &iquest;qu&eacute; sab&iacute;a ella de lo cierto y de lo
+incierto, de lo bueno y de lo malo en esas cosas? Ahora se lo pon&iacute;a yo
+en claro, de pronto, &laquo;sin m&aacute;s ni m&aacute;s&raquo;; &iexcl;yo! un hombre tan sabedor del
+mundo y del trato de las gentes educadas, rico y en la mejor edad de la
+vida para escoger entre lo bueno de lo mucho que habr&iacute;a conocido en otra
+parte, porque todo, por grande que fuera, me lo merec&iacute;a; &iexcl;a ella! una
+pobre e ignorante aldeanuca, del rinc&oacute;n m&aacute;s obscuro y apartado de la
+tierra. Y por esta conciencia que ten&iacute;a de lo ruin y miserable de s&iacute;
+propia, &iquest;c&oacute;mo no dudar de lo que ve&iacute;a y tocaba? Y si cre&iacute;a en ello,
+&iexcl;c&oacute;mo no espantarse con la seguridad de que no me saldr&iacute;an todas las
+cuentas que me hab&iacute;a echado al proponerla lo que la propon&iacute;a, ni qu&eacute;
+pena, ma&ntilde;ana, m&aacute;s terrible para ella que la de no verse capaz de hacer
+dichoso a un hombre que tan alta y regalada la hab&iacute;a puesto!</p>
+
+<p>&iexcl;Qu&eacute; remon&iacute;sima estaba cuando me dec&iacute;a estas cosas con alterada voz y
+palabra torpe, despojando de sus farolillos encarnados con una mano, y
+no muy firme, la penquita de brezo que sosten&iacute;a con la otra, los ojos
+humedecidos y cobardes, sonrosadas las mejillas y un poco agitado el
+seno! Ella as&iacute; y yo anim&aacute;ndola con la mirada &laquo;enternecida&raquo; y la frase
+dulzona, represent&aacute;bamos la escena sempiternamente cursi a los ojos de
+un espectador desapasionado y fr&iacute;o; pero yo, que hab&iacute;a sido de &eacute;stos
+hasta entonces, la encontraba hasta sublime, y me produc&iacute;a sentimientos
+e impresiones que jam&aacute;s hab&iacute;a notado en los profundos de mi coraz&oacute;n.</p>
+
+<p>Acab&oacute; la escena, como tantas otras del teatro en que se fingen estos
+pasajes de la vida humana, &laquo;oy&eacute;ndose pasos&raquo; afuera, y saliendo nosotros,
+gesticulando y diciendo sandeces &laquo;para disimular, al encuentro de los
+que llegaban.</p>
+
+<p>Y puestas aqu&iacute; las cosas ya, &iquest;qu&eacute; hacer? Pues lo que hice al d&iacute;a
+siguiente: bajar al pueblo para pedir solemnemente la mano de Lituca a
+su abuelo y a su madre, despu&eacute;s de haber dado por la noche cuenta de mi
+resoluci&oacute;n al Cura don Sabas y al m&eacute;dico, que me la pusieron en las
+nubes, particularmente el primero, que hasta llor&oacute; de entusiasmado, y,
+por su gusto, hubiera mandado repicar las campanas en celebraci&oacute;n del
+acontecimiento, que ten&iacute;a por providencial para la casona, para m&iacute;, para
+Lituca y para el valle entero y verdadero.</p>
+
+<p>Bajaba, pues, hacia el pueblo aquella inolvidable ma&ntilde;ana de un d&iacute;a de
+los &uacute;ltimos de agosto, recapitulando lo m&aacute;s sustancial y pr&aacute;ctico de lo
+much&iacute;simo que hab&iacute;a cavilado por la noche; contemplaba por &uacute;ltima vez,
+con los ojos de la imaginaci&oacute;n, el panorama de mi pasada vida y mi
+probable paradero con los rumbos adoptados en ella, examinaba despu&eacute;s el
+cuadro de sucesos e impresiones que me hab&iacute;a tra&iacute;do &uacute;ltimamente a
+aquellas tan peregrinas andanzas; empe&ntilde;&aacute;bame de nuevo en distinguir lo
+principal de lo accesorio, las causas de los efectos, en el complejo
+mont&oacute;n de ideas e impresiones que me llenaba la cabeza y el coraz&oacute;n;
+sent&iacute;ame unas veces enardecido y valeroso, y otras un poquito menos,
+pero nunca arrepentido ni desalentado...</p>
+
+<p>&mdash;...Y por &uacute;ltimo&mdash;llegu&eacute; a decirme&mdash;, si las teor&iacute;as de ese mediquillo
+est&aacute;n bien fundadas; si la reconstituci&oacute;n del cuerpo degenerado y
+podrido ha de venir por la sangre pura de las extremidades, alguien ha
+de empezar esa obra eminentemente humanitaria y patri&oacute;tica. &iquest;Y por qu&eacute;
+no he de ser yo?... Adelante, pues, con la dinast&iacute;a de los Ruiz de
+Bejos; y a fin de que en m&iacute; no se acabe, demos cuanto antes una reina
+ind&iacute;gena a los tablanqueses, y bendiga Dios el intento para que le quepa
+a &eacute;ste mi rejuvenecido hogar la gloria de haber puesto la primera piedra
+en ese monumento de regeneraci&oacute;n en que cree y confiesa, con el
+entusiasmo de un ap&oacute;stol, Neluco Celis... Y aunque andando los d&iacute;as
+resulte todo esto m&uacute;sica celestial, &iquest;a qu&eacute; m&aacute;s puedo aspirar yo, mundano
+ins&iacute;pido y desencantado, que a vivir al calor de este fuego divino que
+centelleaba en mi coraz&oacute;n y en mi cerebro, y me ha transformado, de
+cortesano muelle, insensible y descuidado, en hombre activo, diligente y
+&uacute;til?... Y para unos amores as&iacute;, con una compa&ntilde;era como la que ha hecho
+tan estupendo milagro, &iquest;qu&eacute; mejor nido que este vallecito abrigado y
+rec&oacute;ndito en que tan cercanos se ven, se sienten y se admiran los
+prodigios de la Naturaleza, y la inmensidad, la omnipotencia y la
+misericordia de su Creador?</p>
+<p class="dot">. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . </p>
+
+
+<h2 class="top15"><a name="XXXIV" id="XXXIV"></a>XXXIV</h2>
+
+
+<p>Han pasado <i>algunos</i>, bastantes a&ntilde;os, desde que ocurrieron estos sucesos
+hasta la fecha en que los conmemoro en los apuntes que preceden, con el
+&uacute;nico fin de distraer la nostalgia de aquel bendito rinc&oacute;n de la tierra,
+del que me apartan, por muy contados meses, urgencias que me imponen
+este costoso sacrificio. Porque tan cabal, tan intensa, tan continua ha
+sido mi felicidad en ese tiempo, que a veces me espantan los temores de
+que no haya sido mi gratitud tan grande como el beneficio recibido, y un
+d&iacute;a me hiera la justicia de Dios en lo que m&aacute;s amo, para recordarme lo
+que le debo.</p>
+
+
+<p>Santander, diciembre de 1894.</p>
+<hr />
+
+
+
+
+
+
+
+<pre>
+
+
+
+
+
+End of the Project Gutenberg EBook of Peñas arriba, by José María de Pereda
+
+*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK PEÑAS ARRIBA ***
+
+***** This file should be named 24127-h.htm or 24127-h.zip *****
+This and all associated files of various formats will be found in:
+ http://www.gutenberg.org/2/4/1/2/24127/
+
+Produced by Chuck Greif
+
+Updated editions will replace the previous one--the old editions
+will be renamed.
+
+Creating the works from public domain print editions means that no
+one owns a United States copyright in these works, so the Foundation
+(and you!) can copy and distribute it in the United States without
+permission and without paying copyright royalties. Special rules,
+set forth in the General Terms of Use part of this license, apply to
+copying and distributing Project Gutenberg-tm electronic works to
+protect the PROJECT GUTENBERG-tm concept and trademark. Project
+Gutenberg is a registered trademark, and may not be used if you
+charge for the eBooks, unless you receive specific permission. If you
+do not charge anything for copies of this eBook, complying with the
+rules is very easy. You may use this eBook for nearly any purpose
+such as creation of derivative works, reports, performances and
+research. They may be modified and printed and given away--you may do
+practically ANYTHING with public domain eBooks. Redistribution is
+subject to the trademark license, especially commercial
+redistribution.
+
+
+
+*** START: FULL LICENSE ***
+
+THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE
+PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK
+
+To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free
+distribution of electronic works, by using or distributing this work
+(or any other work associated in any way with the phrase "Project
+Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full Project
+Gutenberg-tm License (available with this file or online at
+http://gutenberg.org/license).
+
+
+Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg-tm
+electronic works
+
+1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm
+electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to
+and accept all the terms of this license and intellectual property
+(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all
+the terms of this agreement, you must cease using and return or destroy
+all copies of Project Gutenberg-tm electronic works in your possession.
+If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a Project
+Gutenberg-tm electronic work and you do not agree to be bound by the
+terms of this agreement, you may obtain a refund from the person or
+entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph 1.E.8.
+
+1.B. "Project Gutenberg" is a registered trademark. It may only be
+used on or associated in any way with an electronic work by people who
+agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few
+things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works
+even without complying with the full terms of this agreement. See
+paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project
+Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this agreement
+and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm electronic
+works. See paragraph 1.E below.
+
+1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the Foundation"
+or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection of Project
+Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual works in the
+collection are in the public domain in the United States. If an
+individual work is in the public domain in the United States and you are
+located in the United States, we do not claim a right to prevent you from
+copying, distributing, performing, displaying or creating derivative
+works based on the work as long as all references to Project Gutenberg
+are removed. Of course, we hope that you will support the Project
+Gutenberg-tm mission of promoting free access to electronic works by
+freely sharing Project Gutenberg-tm works in compliance with the terms of
+this agreement for keeping the Project Gutenberg-tm name associated with
+the work. You can easily comply with the terms of this agreement by
+keeping this work in the same format with its attached full Project
+Gutenberg-tm License when you share it without charge with others.
+
+1.D. The copyright laws of the place where you are located also govern
+what you can do with this work. Copyright laws in most countries are in
+a constant state of change. If you are outside the United States, check
+the laws of your country in addition to the terms of this agreement
+before downloading, copying, displaying, performing, distributing or
+creating derivative works based on this work or any other Project
+Gutenberg-tm work. The Foundation makes no representations concerning
+the copyright status of any work in any country outside the United
+States.
+
+1.E. Unless you have removed all references to Project Gutenberg:
+
+1.E.1. The following sentence, with active links to, or other immediate
+access to, the full Project Gutenberg-tm License must appear prominently
+whenever any copy of a Project Gutenberg-tm work (any work on which the
+phrase "Project Gutenberg" appears, or with which the phrase "Project
+Gutenberg" is associated) is accessed, displayed, performed, viewed,
+copied or distributed:
+
+This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
+almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
+re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
+with this eBook or online at www.gutenberg.org
+
+1.E.2. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is derived
+from the public domain (does not contain a notice indicating that it is
+posted with permission of the copyright holder), the work can be copied
+and distributed to anyone in the United States without paying any fees
+or charges. If you are redistributing or providing access to a work
+with the phrase "Project Gutenberg" associated with or appearing on the
+work, you must comply either with the requirements of paragraphs 1.E.1
+through 1.E.7 or obtain permission for the use of the work and the
+Project Gutenberg-tm trademark as set forth in paragraphs 1.E.8 or
+1.E.9.
+
+1.E.3. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is posted
+with the permission of the copyright holder, your use and distribution
+must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any additional
+terms imposed by the copyright holder. Additional terms will be linked
+to the Project Gutenberg-tm License for all works posted with the
+permission of the copyright holder found at the beginning of this work.
+
+1.E.4. Do not unlink or detach or remove the full Project Gutenberg-tm
+License terms from this work, or any files containing a part of this
+work or any other work associated with Project Gutenberg-tm.
+
+1.E.5. Do not copy, display, perform, distribute or redistribute this
+electronic work, or any part of this electronic work, without
+prominently displaying the sentence set forth in paragraph 1.E.1 with
+active links or immediate access to the full terms of the Project
+Gutenberg-tm License.
+
+1.E.6. You may convert to and distribute this work in any binary,
+compressed, marked up, nonproprietary or proprietary form, including any
+word processing or hypertext form. However, if you provide access to or
+distribute copies of a Project Gutenberg-tm work in a format other than
+"Plain Vanilla ASCII" or other format used in the official version
+posted on the official Project Gutenberg-tm web site (www.gutenberg.org),
+you must, at no additional cost, fee or expense to the user, provide a
+copy, a means of exporting a copy, or a means of obtaining a copy upon
+request, of the work in its original "Plain Vanilla ASCII" or other
+form. Any alternate format must include the full Project Gutenberg-tm
+License as specified in paragraph 1.E.1.
+
+1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying,
+performing, copying or distributing any Project Gutenberg-tm works
+unless you comply with paragraph 1.E.8 or 1.E.9.
+
+1.E.8. You may charge a reasonable fee for copies of or providing
+access to or distributing Project Gutenberg-tm electronic works provided
+that
+
+- You pay a royalty fee of 20% of the gross profits you derive from
+ the use of Project Gutenberg-tm works calculated using the method
+ you already use to calculate your applicable taxes. The fee is
+ owed to the owner of the Project Gutenberg-tm trademark, but he
+ has agreed to donate royalties under this paragraph to the
+ Project Gutenberg Literary Archive Foundation. Royalty payments
+ must be paid within 60 days following each date on which you
+ prepare (or are legally required to prepare) your periodic tax
+ returns. Royalty payments should be clearly marked as such and
+ sent to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation at the
+ address specified in Section 4, "Information about donations to
+ the Project Gutenberg Literary Archive Foundation."
+
+- You provide a full refund of any money paid by a user who notifies
+ you in writing (or by e-mail) within 30 days of receipt that s/he
+ does not agree to the terms of the full Project Gutenberg-tm
+ License. You must require such a user to return or
+ destroy all copies of the works possessed in a physical medium
+ and discontinue all use of and all access to other copies of
+ Project Gutenberg-tm works.
+
+- You provide, in accordance with paragraph 1.F.3, a full refund of any
+ money paid for a work or a replacement copy, if a defect in the
+ electronic work is discovered and reported to you within 90 days
+ of receipt of the work.
+
+- You comply with all other terms of this agreement for free
+ distribution of Project Gutenberg-tm works.
+
+1.E.9. If you wish to charge a fee or distribute a Project Gutenberg-tm
+electronic work or group of works on different terms than are set
+forth in this agreement, you must obtain permission in writing from
+both the Project Gutenberg Literary Archive Foundation and Michael
+Hart, the owner of the Project Gutenberg-tm trademark. Contact the
+Foundation as set forth in Section 3 below.
+
+1.F.
+
+1.F.1. Project Gutenberg volunteers and employees expend considerable
+effort to identify, do copyright research on, transcribe and proofread
+public domain works in creating the Project Gutenberg-tm
+collection. Despite these efforts, Project Gutenberg-tm electronic
+works, and the medium on which they may be stored, may contain
+"Defects," such as, but not limited to, incomplete, inaccurate or
+corrupt data, transcription errors, a copyright or other intellectual
+property infringement, a defective or damaged disk or other medium, a
+computer virus, or computer codes that damage or cannot be read by
+your equipment.
+
+1.F.2. LIMITED WARRANTY, DISCLAIMER OF DAMAGES - Except for the "Right
+of Replacement or Refund" described in paragraph 1.F.3, the Project
+Gutenberg Literary Archive Foundation, the owner of the Project
+Gutenberg-tm trademark, and any other party distributing a Project
+Gutenberg-tm electronic work under this agreement, disclaim all
+liability to you for damages, costs and expenses, including legal
+fees. YOU AGREE THAT YOU HAVE NO REMEDIES FOR NEGLIGENCE, STRICT
+LIABILITY, BREACH OF WARRANTY OR BREACH OF CONTRACT EXCEPT THOSE
+PROVIDED IN PARAGRAPH F3. YOU AGREE THAT THE FOUNDATION, THE
+TRADEMARK OWNER, AND ANY DISTRIBUTOR UNDER THIS AGREEMENT WILL NOT BE
+LIABLE TO YOU FOR ACTUAL, DIRECT, INDIRECT, CONSEQUENTIAL, PUNITIVE OR
+INCIDENTAL DAMAGES EVEN IF YOU GIVE NOTICE OF THE POSSIBILITY OF SUCH
+DAMAGE.
+
+1.F.3. LIMITED RIGHT OF REPLACEMENT OR REFUND - If you discover a
+defect in this electronic work within 90 days of receiving it, you can
+receive a refund of the money (if any) you paid for it by sending a
+written explanation to the person you received the work from. If you
+received the work on a physical medium, you must return the medium with
+your written explanation. The person or entity that provided you with
+the defective work may elect to provide a replacement copy in lieu of a
+refund. If you received the work electronically, the person or entity
+providing it to you may choose to give you a second opportunity to
+receive the work electronically in lieu of a refund. If the second copy
+is also defective, you may demand a refund in writing without further
+opportunities to fix the problem.
+
+1.F.4. Except for the limited right of replacement or refund set forth
+in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS' WITH NO OTHER
+WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT LIMITED TO
+WARRANTIES OF MERCHANTIBILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE.
+
+1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied
+warranties or the exclusion or limitation of certain types of damages.
+If any disclaimer or limitation set forth in this agreement violates the
+law of the state applicable to this agreement, the agreement shall be
+interpreted to make the maximum disclaimer or limitation permitted by
+the applicable state law. The invalidity or unenforceability of any
+provision of this agreement shall not void the remaining provisions.
+
+1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the
+trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone
+providing copies of Project Gutenberg-tm electronic works in accordance
+with this agreement, and any volunteers associated with the production,
+promotion and distribution of Project Gutenberg-tm electronic works,
+harmless from all liability, costs and expenses, including legal fees,
+that arise directly or indirectly from any of the following which you do
+or cause to occur: (a) distribution of this or any Project Gutenberg-tm
+work, (b) alteration, modification, or additions or deletions to any
+Project Gutenberg-tm work, and (c) any Defect you cause.
+
+
+Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm
+
+Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
+electronic works in formats readable by the widest variety of computers
+including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists
+because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from
+people in all walks of life.
+
+Volunteers and financial support to provide volunteers with the
+assistance they need, is critical to reaching Project Gutenberg-tm's
+goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
+remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
+Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
+and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations.
+To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
+and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
+and the Foundation web page at http://www.pglaf.org.
+
+
+Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive
+Foundation
+
+The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
+501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
+state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
+Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification
+number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at
+http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
+permitted by U.S. federal laws and your state's laws.
+
+The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S.
+Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered
+throughout numerous locations. Its business office is located at
+809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email
+business@pglaf.org. Email contact links and up to date contact
+information can be found at the Foundation's web site and official
+page at http://pglaf.org
+
+For additional contact information:
+ Dr. Gregory B. Newby
+ Chief Executive and Director
+ gbnewby@pglaf.org
+
+
+Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation
+
+Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide
+spread public support and donations to carry out its mission of
+increasing the number of public domain and licensed works that can be
+freely distributed in machine readable form accessible by the widest
+array of equipment including outdated equipment. Many small donations
+($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
+status with the IRS.
+
+The Foundation is committed to complying with the laws regulating
+charities and charitable donations in all 50 states of the United
+States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
+considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
+with these requirements. We do not solicit donations in locations
+where we have not received written confirmation of compliance. To
+SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any
+particular state visit http://pglaf.org
+
+While we cannot and do not solicit contributions from states where we
+have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
+against accepting unsolicited donations from donors in such states who
+approach us with offers to donate.
+
+International donations are gratefully accepted, but we cannot make
+any statements concerning tax treatment of donations received from
+outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff.
+
+Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation
+methods and addresses. Donations are accepted in a number of other
+ways including checks, online payments and credit card donations.
+To donate, please visit: http://pglaf.org/donate
+
+
+Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic
+works.
+
+Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm
+concept of a library of electronic works that could be freely shared
+with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project
+Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support.
+
+
+Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed
+editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S.
+unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily
+keep eBooks in compliance with any particular paper edition.
+
+
+Most people start at our Web site which has the main PG search facility:
+
+ http://www.gutenberg.org
+
+This Web site includes information about Project Gutenberg-tm,
+including how to make donations to the Project Gutenberg Literary
+Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
+subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.
+
+
+</pre>
+
+</body>
+</html>